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ERRORES POLÍTICOS


POR 'H.


~1I1l fUDllI1ll rx ful~orr ,
oqitat, .


sed ex fumo dan lucem


":~_1II1.lo.R •.• A.r.t~.p.oct.


ImJlrl'ul;¡ de la \ll1lla Ile Sal1¡hiz l' hijos, Huerlas, núms. t6 y 18.


( 1\ ' lId! )


',,~ \








INTRODuceION .
.. -


1.05 errores son la causa principal de todos los males:
)05 qlle ahora cunden por ~uropa son muy graves y peli-
gl'o~os.


Descubrirlos es ya un bien, atacarlos es preciso, disi-
parlos seria un gran triunfo. E5te es nuestro intento, este
1Iue:;lro anhelo.


Para conseguirlo, hem05 prefe ricIo pl'csentar un folleto
úc concisos artículos á una voluminosa obra de largos tra-
tatlos. No nos fdltaba materia; pero en un tiempo en que
se Jiscurre, se habla, se lec, se escribe, y todo se bace
al vapor, quién la hubiera leido?


,La mala inteligenda dr- las paJab¡'as ó su siniestra apli-
cacion suele ser fecundo origen de errores y males; los in-
dicamos, proponiendo remedios. Puede que desagraden
mueho porque los enfermos ordinariamente reusan lo que
mas les conviene. Nosotros les amonestamos, seguros por la
espericncia de la necesidad y eficacia del remedio.


Escribimos COfilO pcnsamos y sentimos; presentamos
como cierto lo que creemos, ('OIllO illcierto lo que duda-
mos. como bueno lo j listO, como malo lo erróneo y peli-
gruso. El quc lea este escrito, verá en él nue5tro entendi-
miento y corazan.


lIemos procurado la claridad y laconismo, la sencillez
de estilo, reflejo de nuestro camcler, y prenda úe nuestra
('Oll\'iccioll. No sacrificamos la claridad al laconismo, ni este
á la tentarion de parecer doctos ó erudito:;. llepllguJIllOS el




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tono declamatorio, el decir enigmático y la insustancial
fraseologia tan de moda. porque este no es ellenguage del
juicio y sensatez, y aun cuando nos aprovechamos de las
luces, los raciocinios, y hasta las espresiones de eminen-
tes publicistas, no los citamos ni mentamos muchas veces,
}10rque queremos el convencimiento de la fuerza de las ra-
zones, y no del peso de sentencias y au toridades. ¿De es-
tas en cuantos puntos podria el error alegar mas que la
verdad? Pero esta no estima que se la reconozca, sino por
su propio esplendor, ni que se la ame, sino por su sin
igual belleza. No aspiramos á la filma ni gloria de sábios;
solo pedimos se nos tenga por probos y sinceros.


Deseamos que se medite sobre nuestros juicios, que se
analicen nuestms doctrinas, que se juzguen desapasiona-
damente nuestras opiniones, y que no se dude de nuestra
pura intencion.


Somos españoles mónárquico-constitucionales: monar-
quia con la actual constitucion ; ni mas ni menos, rectitud
y robustez en el poder; veneracion y respeto al trono cons-
titucional , amor al órden. Asi creemos que será dichosa
nuestra patria; fuera de esto no vemos sino despotismo ~ Ó
anarquia. E!>tamos en política por lo positivo, por lo espe-
l'imentado, por lo practicable, no por estravagallcias, sue-
ños ó delirios.


Todas las instituciones humanas, si lo necesitan, pue-
den mejurar:le con paz y órden, jamás €lntre revueltas y
trastomos. La sabiduria, la reflexion y el tiempo, son los
propios y mejores reformadores de las cosas; la ignorancia.
el orgullo, el bullicio y la prccipitacion no han enmendado
ui mejorado nunca cosa alguna. ,


Se nos dirá que es temeridad ataca.· cn'Ol'es general-
mente admitidos; y precisamente por eso los impugnamos,
porque cuanto mas generalizados son mas perniciosos,
cuanto mas autorizados, mas temiblcs.


Si sc nos achaca á presuneion y arrogancia ('1 discutir




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en las mas de nuestras opiniones de las de los primeros po-
líticos del dia, diremos que nosotros acometemos á los er-
rores con razones y hechos ciertos y públicos; estas son
armas de buena ley; si se nos rechaza con las mismas, ce-
lebraremos la victoria de nuestros rivales, porque el fruto
de esta será el conocimiento de la yerdad, que es lo que
de todo corazon anhelamos. ¿Hay alguien que crea que los
hombres son infalibles, y dudamos por ventura nosotros
que podemos errar, y que nos habremos engañado mil
veces?


No escribimos silfo enobseqllio de la verdad, no ape-
tecemos mas que su triunfo en favor del bien público. Al-
gunos apreciarán nuestro celo, muchos le censurarán, y
los mas le desdeñarán. Agradeceremos cordialmente el
aprecio, estimaremos mucho las justas censuras, y pagare-
mos el desden con el desden. Como escritores no queremos
que se nos tenga lástima ni envidia; solo necesitamos y
pedimos indulgencia.




-6-


ABSOLUTISMO.


La impropia 6 malévola significacion, que suele darse
á esta palabra, apellidando absolutismo á la energia y fir-
meza de todo poder legal, contribuye en gran manera á
presentar al ejercicio del poder fuerte y absoluto dentro de
los límites ,que las leyes le han fija-Iú, con un cal'actcr
odioso, que no le corresponde, y que solo es propio del
pode!' a¡'bitrario ó des pótico.


En todos tiempos ha babido poderes mal organizados,
Ó que han abusado de su autoridad, y de ahí ha proveni-
do el que se haya considerado indispensable regnlarizar al
poder supremo, y sujetarle á una vigilancia y residencia
justa y legal. Los recelosos, los discolos, y aun ciertos
hombres de imagicion exaltada, no se contentan con esto,
sino que reputando á todo poder peligroso y perjudicial,
suponen que no basta refrenarle, si que es preciso oponer-
le en su ejercicio una constante resistencia, presentarle
conlÍnuos embarazos, y en una palabra anonadarle, y que
no sea poder, '


l\u'a estos, y aun para otros que pasan pOI' entendidos
y de recta inteneion, es despótico ó aroitrario todo gooier-
lIO en que el pode!' no está atado, menospreciado y dividi-
do, de suerte que cnanto mas coartado y embarazado sea
su ejercicio. lllUS útil y menos temible sera su accion,·


Este es un el'l'or gravisimo, proccdente de confundir
el absolutismo legal con la arbitrariedad, y cn este error
~e fundan) como llurc!llus ver en otros arlictI.los, gran par-




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te de los errores políticos que nos hemos propuesto impug-
nar, limitándonos por ahora á demostrar que absoluto (lg
muy diverso de a\'bitrariQ, y que asi como convi~ne que
el poder en suaccioll y medios legales sea absoluto,
siempró será malo y pel'judicialisimo que sea Ilrbitrario,
sin iímites ~egales , ó despótico.


En lodo pais bien organizado, en que la constitt~cion
del Estado fija las prerrogativas del poder supremo, yesta-
blece la responsabilidad de los ministros;' cuundo el podet
se ejerce y obra en virtud y conforme á las leyes, debe ser
absoluto, porque nada en el mundo ha de ser mas abso-
luto que la ley, y su ejecucion debe ser tambien tan abso-
luta, como exacto, completo y universal el cumplimiento
de ella en toda nacion en que se re3petan las leyes.


Cuanto se opone pues ó embaraza el ejercicio de este
absolutismo, digámoslo asi, legítimo y necesario, cuanto
le desvirtua, favoreciendo el menosprecio y desobediencia
tÍ la ley, engendra y fomen~l la arbitrariedad, ó lo que es
idéntico, destruye la verdadera libertad política, é intro-
duce la confusion y el trastorno.


'Todo el respeto, todo el prestigio, toda la fuerza que
se Quita al podel', lo adquieren inevitablemente el despotis':
mo ó la anarquia.


La arllitraried'd es el azote mas cruel para las nacio-
nes, y tengamos lodos entendido, que en donde quiera que
el poder está constreñido, embarazado, y supedilallo ile-
galmente por los individuos ó por las mayorias, todo es ar-
bitrariedad , todo es capricho, todo es ignorancia> tDdo es
opresion. Un gobierno que forcejea continuamente, se de-
bilita siu remedio, y pára por precision en sel' arbitrario,
en cuyo estado no puede concebir mas que injusticia ó ini-
quidad y abortar calamidades.


La autoridad, limitada por las leyes, debe ser absoluta
en todo el círculo del poder y j llrisdicion, que las mismas le
han marcado; gj dentro de él se la alaca, ó se la resiste,




-8-
ó se la embaraza. es un crimen, si este se tolera, no puede
haber gobierno alguno, no puede existir la sociedad.


La fuerza, la energia y la entereza de todo poder le-
gal, que los díscolos llaman absolutismo, asegura y afianza
]a duracion de los Estados y bienestar de los pueblos; la
debilidad, ó raquitismo del mando, á causa de las oposi-
ciones y resistencias ilegales, son la calamidad mas funesta
para toda nacion, y el síntoma mas seguro de su próxima
ruina ó aniquilamiento.




,- 9


AIARQUIA ..


En SU acepcion comuny general, significa. un Estado
&in gobierno. ¿Pero eómo llamaremos 9 Ó como considera~
re,lllos·á lo, que acontece en aql,lellos paises en que sin tre-
gua y siIJlllinguna coercion se alaca al gobierno, ya censu-
rando , ya despreciando, ya contrariando las disposiciones
del mismo por medio de la pl'eusa periódica, ó se permi-
tiese u:na guel'ra c~n~ínua. por escrito y de palabra al 6rden
establecido, insistiendo siempre los enemigos .de todo' 61'-
den legal. en que el vigente es malo, y clamando por in-
novaciones peligrosas. refurmas innecesarias, y cambios
politicos? Aun cuando esto no se quiera calificar de una
anarquia patente y completa, podrá dejar de reputarse es,-
ta gran brecha, que se abre al poder, como el preludio
de los hofl'ol'osOS trastorpos , que aquella engendra y, de-
~~~ ,


Las ideas. !llalas procrean los sentimientos, perversos, y
estos á los crímenes, delitos y reVOlllCi{)nes.Reflex,ionando
desapasionadamente sobre esto nos cOllvencemos, que el
abuso de la publicidad, de la libre emision de ideas, de la
censura y acriminaci'on' de los actos del gobierno, y del
clalOOreo contra el orden establecido, aun cuando no se
califique de anarquía formal y verdadtlra , es á no dudar,
ulla pusicion de pendiente muy rápida, muy resbala.diza,
y muy inevitable hácia ella.


Nosotros lIotamos en esa situacion tan falsa. en que.' se
halla el gobieruo de lodo pais en que reina esa anarquia


2




10 -
latente y continua, dos gt:mdes peligros, consiguientea, ó
dimanados de dos graves yerros en que ordinariamente se
incurre en dichos paises; primero el no temerse, ni aun
reprobarse semejante especie de anarquia, porque no se
cree que lo sea, antes bien se mira por muchos esa. guer-
ra incesante contra el órden vigente, esa censura, mas ó
.menos acre, de los actos del gobierno. y todos esos me-
dios de oposicion , y contienda contra todo poder, como
una lucha noble y provechosa, con la cual se evita tod'o
género de abusos, do errores y de arbitrariedad, lo cual
hemos demostrado ser' un lamentable desatino, y una ce-
gliedad calamitosa; y lo segundo consiste en persuadirse
temerai'iamente el gobierno, constituido en tal deleznable
pendiente háciu la anal'quia, qUé podrá, aun cuando se des-
lice algun tanto, detener su caida en el punto qUe le conven'"
ga, y que allí pCldrá sosleRersé fil'mce, y resistir impertérrito
todas sus amenazas y cuantos ataques se le dh'ijan, ¡Qné
delido! ¿Ignora nadie cual sea el caracter especial do la
aom'quia • y cuál es la tenacidad y el furor de sus ataques'?
¡;N6 sabemos todos que en sumo despótica no se aquieta,
no se oonvienecon esta Ó la otra forma de gobierno, con
e,;te ó con oh'o órden de cosas, y que ella es , y no puede
ser mas que la reputsion constante, de todo órden , de todo
gobierno'? ¿No se ha mostrado asi, y no se muestm tal en
todas 1M revoluciones del mundo? ¿Cómo se presenta aho-
ra mismó por toda Eu\'oPQ?


Supóngase el gobierno mas desarreglado que se quiera,
imagínese el mas turbulento é inmoral, que es [Jrecisa~
mente el que mas cuadra á la indole é instintos de la anar-
quia ; pues todavia con él no estará contenta ni satisfecha,
pedirá reformas y mas reformas, y á medida que obtenga
los desórdenes que anhela, querrá dar ó entender, que se
progresa, y clamando siempre fUl'josa que los males inevi-
tables de tales desól'denes provienen de que no se ha re-
formado bastante, no suspenderá sus ataques, hasta que de




-0-
progresG en progreso hunda al gobierno en elabismo-es:..
pan toso de la anarquia mas feroz, y al país en el caos de
los malignos desórdenes que le causarán su ruina y des-
tl'Uccion.


Llámese como se quiera es anarquia cuanto se opone ó
contraria el órden; y desdichado del gobierno que la mi-
ma ó la tolera, malaventurado el que no la precave ó no
la teme. A ciegas ó sin querer, abre un pozo, y lo cava
para caer luego en él y pel'eCCl' en su abismo mas pro-
fundo.


.-


_a_-




t~ -


CAMARAS.


Lo q.ue son los cuerpos colegisladores en todas las na-
ciones de gobierno monárquico-constitucional, su organi-
zacion, sus facultades y todos sus atributos, está espresa
y detenidamente establecido en las respectivas constitucio-
nes de cada Estado. Cuanto se les añade ó se les atribuye,
ó que, como análogo á los usos y prácticas políticas de útro
pais, se supone puedan ejercer, sin estar consignado en
]a constitucion, es un error de funestos resultados ..


De estos nos limitaremos á insinuar solo algunos. que
bastarán para hacer divisar otroE muchos, aun cuando no se
indiquen.


Es un gravísimo error, hablando, ó con referencia á
estos cuerpos, llamarlos indistintamente cámara. parlá-
mento, y aun a veces asambleas nacionales, no asimilándose,
en nada á las cámaras, separada ni colectivamente. que se
intitulan Parlamento, ni mucho menos á las asamble~s que
hubo en Francia y en otros paises.


De esta semejanza, y aun por algunos, en ciertas co-
sas, identidad que se les ha supuesto, ha provenido la el'-
rónea admision de varias pI'ácticas pal'lamentarías, y la
aplicacion de la táctica de ciertas asambleas deliberantes
á algunos cuerposcolegisladores, cuya organizacion, ca-
racter. destino y atribuciones, son muy diferentes de las
de las cámaras inglesas, que se denominan Parlamenlo.


Ni las constituciones monárquicas se asemejan á las tra-
diciones erigidas en constitucion de Inglalel;ra, ni las cit-




-.3 -
marase1eetivas ó de Diputados, á la cámara: de Jos Olmu-
nes, ni mucho menos las cámaras vitalicias ó senados á la de
los Lores, ni el origen, forma y organizacion social y polí-
tica de Inglaterra,. se parecen á las de las,naciones monár-
quico-constitucionales de Európa; por lo qilela.Mopcioll de
Jas voces con que alli se designan varios actos del Parla-
mento y la adopcion de algunas prácticas que allí podrán sel'
útiles, no es indiferente, antes bien peligrosa. puesto que
Jas espresadas palabras no pueden tener correspondencia
verdáderay exacta'~ la3 qlIé se· refieren j'Y c~a$flM·~:este
kastorno de ideas, inevitable des6rden pQlitico, ~acarrearia
incalculables males.


; De la adopcion y asim¡laciorr de las referidas voce~ , se
ha introducido el uso de otraS que cambian el régimen
eonstituciooaLenteramente; como se verá en sus respecti.:
VOS81'lículos.· Tales son,: por .e.jemtJlo, oposición par:l~!Aell~
teria, gabinete parlamentario. sistema represenraUvQ¡ Ciues-
tiones de gabinete, gobierno de las mayorias etc, 'ete. ; co-
sas todas, que ya se consitle¡'all inherentes y comunes á todo
sistema 4Jonstitucional, siendo asi que no son, antes bieu se
oponen á los principios y bases sobre que están fundadas
las constituciones de las monarquias, y trastornan, por lo
mismo, ell'égimen político y administrativo establecido en
las mismas, intl'Oduciendo la coofuslGU y el desórdeo, carel
Estado. .




u-


CAMARA ELECTIVA.


Como bien sea por error ó por vanidad, bien sea por
fines siniestros, oimos calificar en los discursos, ya demi~
nistros, ya de diputados, y continuamente en los periódicos,
á la cámara electiva ó de Diputados con el copotado de re-
presentacion nacional, y á los diputados representantes de
la nacion, y que estas espresiones se usan por hombres po-
líticos, que pasan por muy monárquicos; como en casi todas
las alocuciones y mensages que en nombre de las cámaras
electivas se dirigen al Rey, se usan de un modo terminante
y enfático, es preciso tambien que no cesemos de repetir
que semejantes espresiones, segun nuestras doctrinas, son
falsas, son inconstitucionales, son democráticas, y lo que es
peol', subversivas~


Del significado de tales espre5iones á la doctrina dé la
soberanía popular, no bay mas que un paso, ó por mejol'
decir, esa repl'esentacion, ese tono democrático, esa inter-
vencion y censura que dichas cámaras quieren l'jercer en
todos los actos del gobierno, ese alarde de potrncia que
muestran para dCl'l'ibar los gabinetes, y finalmente esa su-
premacía que osl,entan sobre las cámaras vitalicias ó sona-
dos y á veces sobre la Corona, son una. usurpacion de dere-
chos y una atribucion de facultades, que no tienen ni les
corresponden, y un abuso que mas o menos pronto, pero
que indefectiblemente conducen al caos de la anarquía.


Discutir y votar los proyectos de ley é impuestos, en
la forma y modo que. establece la con:;tilueíon de la mo-




- 45-
narquia y acusar á los ministros 'conforme determinan las
leyes; hé aqui lo que compete constitucionalmente á las
cámaras electivas. Todo lo que crean competerles sin atri-
buírselo espresamente la coustitucion del Estado, es un
error; todo lo que .intenten ó ejerzan demas es un gravi.-
simo abuso, y una perniciosísima tendencia democrática.
Esto seria imitar el ejemplo. adoptar las prácticas, seguir
las doctrinas y caminar por las mismas sendas por las cua-
les la cámara de Diputados de Francia, quizá sin aperci-
birse de ello ni re celarlo siquiera, ha conducido la monar-
quia al abismo y la nacion á precipicios espantosos.




- t6-


CAMARA VITALICIA.


Entendemos aquella cámara, que· en las constituciones,
en que hay establecidos dos cuerpos colegislaLlores no es el
de eleccíon popular, sino hereditario, vitalicio de nombra-
miento real, mixto de hereditario y vitalicio, ó tarnbien tem-
poral con renovaciones parciales. periódicas, y á propuesta
por ternas electivas.


El primer error, que en punto á caracterizar la ca-
mara no electiva se padece, es el asimilarla, y segun al-
gunos identificarla con la cámara de los Lores, no obstante
de ser esta, tan diversa de todas las demas de su clase, en
el nombre y organizacion, como en sus atribuciones y fa-
cultades.


En Inglaterra el gobierno está, de cierta manera, en
manos de dicha cámara; y esto que allí no ha sido un mal,
en ruzon al especial caracte!', naturaleza y particulares cir-
cunstancias de aquel cuerpo, y la organizacion social y po-
litica de aquella nacion, lo seria, y muy grave, en cualquie-
ra otra, regida por las constituciones monárquicas que en
Europa se conocen. Seria, como haremos ver en varios aJ'-
ticulos de este folleto, una gran calamidad, y un espantoso
desórden, el constituirse el poder dependiente de una ca-
mara, sea la que fuese, pues, desde el momento en que la
omnipotencia dejase de estar esclusivamento en la ley, yel
poder en manos del Rey, se daba al traste con la cünstilu-
cion y la monarquia; todo seria subvel'sion y desconcierto.
La cámara vitalicia ó senado, como cuerpo colt'gisladol', es


)




-17 -.
una de las condiciones constitucionales del poder supremo,
y como tribunal para juzgar á los ministros y ciertos y de-
terminados delitos, es una delegacion forzosa y constitu-
cional lambien del poder real.


Otro error, que los demagogos tienen mucho interés,
y forman grande empeño en que se radique. es el de supo-
Der que los senados son unas camaras inútiles, ó que de-
bian ser de eleccion popular. ¿l<:s posible por ventura una
monarquia constitucional, con una sola cámara legislativa?
¿Y si el senado fuera de eleccion popular y temporal, en
qué se diferenciaria de la de Diputados?


Tanto, pués, para ser un cuerpo colegislador, como
para ejercer las atribuciones judiciales predichas, la cámara-
senado es un cuerpo respetable, y absolutamente necesario
en todo pais monárquico-constitucional. Bastante siente la
democracia que \0 haya, y sino se queja mas, consiste en
que la consuela el ver que con el régimen representativo,
se eclipsan de tal manera el brillo, el prestigio y la autori-
dad que la cámara vitalicia ó senado conviene tenga, que
con semejante sistema se le vá reduciendo.á la inaccion y
nulidad, vanagloriándose los parlamentados todavia de ello,
y diciendo que el título de senado es una befa. y sus fun·
cíones nominales, ¡Qllé miseria! Tienen acaso estos esta~
distas olra institucion mE'jor con que sustituil' á la de la
mencionada cámara? ¿Qué organizacion ó modificaciones
adoptarian, para darle el vigor y el decoro que creen que
le falta? Pues ya q uc no nos las proponen, ni en susdiscurs03.
ni en sus escritos I nosotr08 se las indicaremos, lales cuales
las concebimos y juzgamos conducentes; transcribiendo
para que no las desdeñen por ser nueslras, las reflexio-
nes que sobre la ciunara de Pares de Francia hacia no
ba mucho tiempo, penetrado de su exactitud I y como
l'esullad·o de su gran ilustracion y esperiencia un céle~
bl'e pub lid sta I que no era ni parlamentario, ni demo-
crático, ni aristocrálico, ni Par; y sí un sábío des-


3




- 18-
preocupadísimo monárquico-constitucional y Diputadu,


(( Yo convengo, dice, en que la cámara de los Pares, no
ocupa el lugar en que debia estar, y que su posicion no es
la que importa tuviese.


(/ La dignidad de Par, ya no es hereditaria, pero se fun-
da en tina candidatura que únicamente puede formarse de
pe rsonas, que en sus respectivas carreras han servido al
Estadocondi,;tincion, óde notabilidades qu~ deben ,inspirará
la nacion gran confianza.


(, La pérdida del heredamiento de la dignidad, no es tan
grande, como generalmente se cree; porque le queda la
'perpetuidad, que es condicion esencial de su existencia.
·¿Cuánta firmeza se puede tener, y cuán grandes cosas
pueden hacerse, con solo la perpetuidad?


« El título de Par, se funda en que esta digniuad pOI'
su perpetuiuad, es igual á la del Rey, pOI' herencia, y á la
del pueblo por su duracion.


(( La Pairia, si se nos permite castellanizar esta VOZ, es
dcspues de la del Rey, la delegacion mas propiamente na-
cional y mas respitablej los.electores delegados pOI' la ley,
para nombrar los Diputados, solo son indivitluos de un dis-
trito, el Rey delegado por la ley fundamental para nombrar
los Pares, en nombre de la nacion, procede con un senti-
miento de nacionalidad y conservacion, que no puede habel'
en individuo, ni corporacion alguna; con UDa independen-
cia de todo espÍl'itu de partido, que él solo puede (enet'.


"La cámara de los Diputados, aboga por los intereses
individuales y locales, defendiénd()los y procurando conci-
liados con los generales, La cámara de lo~ Pares, abraza la
nacion en masa, y cela sus intereses genemles, Como los
particulares, sean cuales fuesen j por su perpetuidad llega
á ser el archivo de las tradiciones política3, y la salvaguar-
dia de las instituciones, defendiéndolas de las demasias de
ministros ambiciosos, asi como de toda clase de intentos
anárquicos. ,)




~9
((Por la eleccion y calidad de sus individuos, tendrá


siempre la cámara de los Pares un gt'all conocimiento de los
negocios, suma esperiencia, sabiduría y espedicion. De dia
en Jia aumentará estas dotes, que solo pueden proporcio-
nar la estabilidad y la duracion.


(( En lodos conceptos, esta cúmara presentará un camc-
lel' de muy ott'a manera popular y nacional que la cámara
de Diputados, porque la eleccion de estos, es el resultado
Je opiniones parciales, individnales y locales, la de los Pa-
res, es el acuerdo de un pinsamiento compl~to y eminell-
lemen te nacional.


«Error muy grave y peligroso será el no mirar la cá-
mara de Pares, sillo como una ari"tocracia, y la de Diputa-
dos, sino como una democracia, ó solo ver elementos aris-
tocráticos en la una, y democráticos en la ofra.


« Aristocracia es un cuerpo privilegiado que legisla y
gobierna j democracia es el pueblo, que hace las leyes y
gobierlia, si es qu~ puede.


« ta cámara de los Pares no gobiel'lla, nisegunla Carta.
debe gobernar, por consiguiente no es una aristocí'acia, así
como 1(1, cámara de los Diputados, que no gobierna, ni de-
be gobernar, tampoco es una democracia.


«Sin mas que atenerse cada una de las cámums,á sus
respectivas facultades· y funciones, asignadas en la Carta,
tendrá cada cual el rango y consideracion que le corres-
ponde, y prestarán important\simosservicios á la nacion ...


Nada nos parece necesario añadir á las reflexiones indio
cadas que ponen de manifiesto, y dejan ¡'efutados todos los
errores que cunden desgraciadamente tambien en otras na'-
ciones, y que considerándolos nosotros muy dañosos, de-
seamos no se introduz(',an ni admitan en nuestra España.




- 20-


CIVILIZACIDN.


Cl'eemos que del verdadero significado de esta palabl'a
y de su aplicacion se forma ordinariamente un concepto
equivocado y vanas ilusiones,


Los sentimientos religiosos, el amor al órden, y el respe-
to á las leyes; uoa moralidad que dirija nuestro entendimien-
to y domine nuestro corazon, y el cumplimiento de nues_
tros deberes sociales y poUticos son los caracteres esencia-
les y constitutivos de la verdadera y bella civilizacion, Sin
embargo lo que en el dia se entiende por cultura (> civiliza-
cion, y en lo que se la hace consistir, es en el progreso de
las ciencias, en ese gran desarrollo de la industria, en el
empleo de máquinas cada dia mas perfeccionadas, en la vas-
ta estension del, comercio; en ese cúmulo de comunicacio-
nes fáciles y rápidas, producidas por medios tan maravillo-
sos y mecanismos cada dia nuevos. ete. y eIJo es que en
efecto todas estas cosas dan al pais gran pujanza y prospe-
ridad, mas no por eso aumentan ó aseguran su cultura, ni
acrecen la apreciable civilizacion.


Ese pOl'tentoso caudal y movimiento de saber y de in-
dustria, que tanto admiramos, y tanto envidiamos á otros
Estados, no' le vemos amalgamado con los mas espantosos
trastornos, y con opiniones las mas depmvadas; opiniones
que ban cundido en todas las clases y profesiones, en ri-
cos, pobres, sábios, ignorantes, artistas, letrados, obreros,
jornaleros, viejos, jóvenes y muge res.


¿Celebraremos las escenas diarias de esas capitales que




- 21-
pasan por las mas civilizadas de Europa porque eran repu-
tadas por las mas sábias y opulentas? Envidiaremos su saber
y su bienestar? ¿lo que allí se escribe, lo que alli se propone,
lo -lue allí se proclama, lo que allí se ha ,hecho, lo que allí
se hace, y quizá lo que allí se hará son muestras de civili-
zacioo ó de barbarie? ¿Acaso pueden emitirse sobre la mo-
ral, sobre la legislacion, sobre gobierno, sobre economía
política, y sobre todos los puntos de aElministracion, ideas
y teorias mas falsas, mas absurdas y mas desorganizadoras?
Todos estos Cl'imenes y desvaríos, no confunden la vana
confianza de sus sábios, é irritan á todo hombre de buen co-
razon y sentido?


Incúrrese, pues, en un error gravísimo confundiendo
la verdadera y apreciabilisima civilizacion con la falsa y
peligrosa, siendo esto tanto mas lamentable cuanto seobser-
va á muchos gobiernos apasionados á este error.


La verdadera civilizacion se encuentra donde hay mas
inteiigencia, mas moral y mas virtudes; esta es la regla se-
gura para distinguir la positiva y apreciable de la falsa y
dañosa.




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CONCIENCIA.


La norma cierta y exacta de nuestra conciencia, no de-
be fundarse en el modo con que cada uno en su interior
juzga de las cosas, aprecia las opiniones y califica ·Jos he-
chos, sino en el concepto y juicio que lo consideran las le·
yes, y conforme nos mandan reputarlo estas y la sana mo-
ral. ¿De qué proviene, pues, todo hombre público, votan-
do Ú .obrando segun su conciencia, es decir, segun su opi-
nion propia, ó segun su convencimiento interior, eriJa que
ha procedido bien y justamente? ¿Por qué un voto con-
cienzudo, en sentir de la generalidad, se reputa siempre
por recto y estimable? ¿Por qué en protestando cualquiera
que ha votado, ó juzgado segun su concieucia ya se con-
ceptúa libre de toda ceNsura Ó reconvencion. y digno de
alabanza? Por el funestÍsimo error de llam~r conciencia al
especial modo de ver, á la opinion ó diclámen propio de
cada uno, sill considerar que de todo hombre público, en
cuanto sa refiere á actos y decisiones políticas, su concieE-
cía debe ser la conformidad y slIjecion al juicio y disposi-
ciones de la ley, y de ninguna manera al parecer peculiar
y concepto, ó deseo que él mismo se haya formado.


Este conocimiento interior del bien y del mal, de lo
justo, y de lo inj usto, que es el que debe formar nuestra
conciencia, no puede adquirirse ni aplicarse sino con el es-
tudio, con la observancia y la practica de las leyes divinas
y humanas; lo demas serán el parecel', el concepto, el jui-
cio del hombre, pero de nillgun modo su conciencia, ni en
lo que debe esta cOllsistir y fundarse ¡ que es eH la j uolida.




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CDISP I RACIOI.


Es una palabl'u que quizá no se pronuncia jamás sin hor-
ror·, y sin embargo el conspiral' mas ó menos directa. óin-
directamente, es una cosa que se hace con tanta frecuencia,


-se verifica de tantos modos, y se practica, unas veces er-
rónea, otms indiscreta, y oh'as indeliberadamente por tall-
tas personas, que ni siquiera presumen que en ella cons-
piran, que nadie recela que sin quererlo nos hallemos ell
conspiracion constante, ó en peligro eminente de promo-
verla,


Es verdad que conspirar, en su estricto y riguroso sen-
tido, es concertarse ó unirse algunos para trastornar el 6r-
den, suplanta¡' el gobiemo. ó destruir el régimen polític()
vigente, pero como para llegar á proyectar ó intentar esto
con alguna esperanza de éxito, es preciso que el esplritLl
público esté preparado para estos trastornos. ¿Dejará de
predispone rle el censural' agria y violentamente en la tri-
buna; en los periódicos, en folletos, en conversaciones pú-
blicas y privadas j los actos del poder y disposiciones del
gobiemo? ¿ Déja de pervel tirle el que escribe, y 1Iama á
boca llena á los ministros satélites del despotismo, tiráni-
cos, injustos, incapaces, y les arroja todos Jos diás cuantos
dicterios puede hallar en el lenguage mas vulgar é inde-
cente? No conspira pues, quien ya con malicia, ya por ad-
mitido desahogo, ora por amenizar la conversacion, ora
para ser tenido por hombre de talento, valiente ó audaz,


-se espresa asi en los cafés, en los paseos, en los teatl'os, en




..... 24.-
las tertulias y en las tabernas'! Y en donde esto se obser-
vase, y en donde esto se creyera propio é inhet'en te al es-
tado actual de cosas, no se estaria en una conspiracion
incesante?


Nosotros al meditar sobre esto nos confundimos, ycon~
fesamos francamente que no acertamos á comprender el
enigma de lo que observamos en vario,; paises de Europa,


Nos parece un sueño ó un delirio el empeño. que ge-
neralmente notamos de un siglo acá, en sostener, como
requisitos esenciale~, d~ toda buena organizacion social y
pol~ítica, cuanto tiende á favorecer el poder anárquieó de
los individuos, y deprimir el podet' necesario y legal de la
sociedad, graduándose la escelencia de las formasdife-
rentes.y combinaci!)nes de gobierno ,por la mayor latitud
y de&embarazo que en ellas se concep.e á los súbditos ,y á
la menor iqerza, vigor y\ibertad que se atribuye al supre~
mo pod,er, bien se ejerza 'por uno, bien por mUcllOS, Nótase
adernas que en ningun pais , por muy democrática que sea
su consti tucion política, toda vi a no se cree suficiente. y
por medio de interpretaciones falaces y escolios malignos,
s~la mina por la parte en que puede destruirse ó volarse
el poder legal, á fin de que no quepa en él seguridad y
confianza,


A esta ob.5ervacíon se responde que la cuHut'a y la i1us-
tl'a~ion modernas han e.nseñado á los hombres sus dere~
cbos, han puesto á su vista los. abusos del poder, y les han
demostrado los medios de gozat' de aquellos, y evitar es-
tos, en términos, que eso que á nosotros, segun dejamos
indicado, nos parece conspirar, no es mas que garantizar
Jos 4ercchos del hOmbre, y asegurar su libertad é jnde-
pendencia, :~e la cual, los individuos no puedellpl'evalel'se
para abusar de ella .• pero los que ejercen el poder induda-
blemente emplearian para oprimir al pais y dominarle des-
póticamente,


Todo lo cual en último análisis se reduce á sentar en




- 25-
principió, ó á lo menos establecer,. como una verdad de·
mostrada, que á la muchedumbre, por muchos derechos
que se le consignen, . por mnchas prerrogativas que se lo
concedan, jamás hay !lue temm' que promueva la anarquia~
ni aun que ocasione desórdenes; ma~ que el poder, aun
cuando se haUe en manos de la persona Ó pel~sonas mas sá-
bias, y que mas confianza inspiren á la nacioll, siempre es
temible, y.siempre propende al despotismo.


Lejos, pues, de conspirar hará 'una obra muy meritoria
y tributará un homenage debido al progreso (le.la política
de nuestra época, el que por todos. ,los medios directos é hi-
directos qne le sea tolerado, desvirlue al poder, le emba-
race, y le reduzca á"'la nulidad,' porque conforme á la
dÓ<ltrina indicada, presta un distinguido servicio al pais,
cualquiera que proteje ó ensalza á las masas, siempre puras
y mOl'Ígeradas í coartaMoy abrumando á todo goLierno,
siempre, por supuesto,' inmol'aly abusivo.


Sin embargo nosotros, meditando muy atenta y muy
escrupulosamente sobre el rumbo y marcha del progreso
politico de los Estados, desde la mas remota antigüedad
hasta nuestros dias-, hemos observado en todos ellos casi
constantemente c¡ne sllcivilizacion y su cultUI'a han cami-
nado á la par de la rcpresion d~ la anarquia, reconcentra-
cíon (lel pode¡' y administracion, y aumento de facultades;
Vigol' y energia en una y otra. Bárbaras, en ellenguage
de las naciones, puede constderarse sinómino de anárqui-
cas, y cultas de sumisas y sujetas á un poder fuerte y ~iell
organizado. Se salia de la barbarie á medida que se ata-
caba á la anarquia, y se progresaba en las ciencias, las artes,
la prosperidad y engrandecimiento al paso, que robuste-
cido y ordenado el poder, le era p05íble desembarazada-
merite contener las demasias ó insubordinaciones de la mu-
chedumbre, y conservar el órden y la paz.


Esto se nota en todas las épocas de la historia particular
de cada nacion, por muy varias que hayan sido sus vicisi~


4




- 26-
tudes, v diversas sus formas de gobierno en diferentes tiem-
pos, y ~xaminando 6 comparando las historias de unas na·
ciones con otras, tambien se advierte, que por muy dis-
tintos que hayan sido el caI'acter, el genio, los hábitos, el
clima, y las creencias religiosas de unas y otras, siempre
su ilustracion, su prosperidad, y el bien estat'de la nacion
era proporcionado ála centralizacion y pujanza del poder
supremo, y á la nulidad ó impotencia de la demagogia, de
tal manera, que aun en las repúblicas antiguas mas demo-
cráticas, sus eras mas cienlificas y mas felices, fueron las
de aquellos tiempos en que eran menos democráticas, ó por
mejor decir, no lo eran, como en Grecia, cuando goberna-
ban los que se les llamaba tiranos, y en Roma, cuando el
senado tenia encadenados á los tribunos, y sujeto ó distraido
al pueblo.


Nos decim08, pues á nosotros mismos en esta angustiosa
duda que nos abl'Uma; ó el género humano ha variado com-
pletamente, siendo en el dia de todo punto distintas la na-
tu raleza, el caractel', la indole, los hábitos, las necesidades
y las pasiones de los hombres, ó cuanto se ha enseñado, se
ba prevenido, y se ba practicado en política, en gobierno,
y en legislacíon, hasta la venida de los Enciclopedistas y re_
volucion francesa, ba sido un absurdo, una faJacÍa y una
decepcion completa; ó los hombres de la antigüedad eran
enleramente otros de nosoh'os, ó las historias de sus gobier-
nos, de su política, de su civilizacion y de sus progresos,
son una estravagante novela, ó una descaradísima mcntira,
porque precisamentc todo lo que en ellas se muestra, eomo
necesario pal'a mejorar la suerte de los pueblos, y afianzar
la estabilidad de los gobiernos, se mira ahora como depre-
sivo de la raza humana, como esclavitud y desdicha de los
súbditos, y usurpacion de los gobernadores; lo que enton-
ces era erecto ó consecuencia de la barbarie, ahora se re-
puta fruto de la civilizacio.1l y progreso político, Jo que en-
tonces se tenia pOI' señal de decadencia ú di:5olncion, ahum




- 27-
se eslima como una prenda de ventura y estabilidad , y fi·
nalmente lo que entonces en todas las legislaciones se de-
cia que era conspirar, ahora se asegura que no lo es: y por
lo mismo los que esto escribimos, desconfiando de nuestra
süficiencia, para la rcsolucion de una cuestion tan impor-
tante al género humano, y puede decirse, vital para las so-
ciedades políticas, nos hemos limitado á proponer como una
duda en este artículo el si podt'á considerarse conspirar el
censurar agria y violentamente en la tribuna, en los pe·
riódicos, en folletos, en conversaciones públicas y privadas
ctc" los actos y disposiciones de los gobiernos, dejando a'
la pericia y privision de los sábiDs el, despues de medita-
das las antecedentes reflexiones, califi.ear como convenga
las indicadas asechanzas é irreverencias al pode¡'.




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~~======~==================


cRímENES.


Ademas de los actos que en touo tiempo se han· consi.
deradocomo crímenes, mas ó menos graveil, segun su na-
turaleza y la pena que se les impone, y que por .todos eran
unánimemente repu~ados por tales erímetles y hechos hol'~
rOl'OSOS, tenemos en el dia, en virtud de doctrinas erróneas
generalmente admitidas, muchos actos no menos crimina-
les; muchos atentados no menos horrendos, que por solo
haberlos llamado políticos, ni se quiere que se declame
contra ellos, ni que se les mire como crímenes, ni por con-
siguiente que se les castigue, Y precisamente estos son los
crímenes de la época, que pOI' lo mismo debian ser los
mas enérgicamente reprimidos, y ejemplarmente cas-
tigados,


Abusándose de la libre manifestacion de toda especie de
opiniones, se publica un folleto, se escribe un libro, ó se
organiza un periódico en el que se emiten idels depresivas
del órden establecido; sus autores, pOI' el hecho de tralal'
de materias políticas se engalanan con el título de hombres
políticos, y por de pronto con solo haber manifestado estas
opiniones, han hecho ya un gran milI, han causado un gran-
de escándalo, y han dado ocasion á ulteriores desórdenes.


Dícese de muy buena fé por los entusiasmados con la
libre y omnímoda emision del pensamiento, y franca espo-
sicion de toda clase de ideas. sel' con venientísimo que se
publiquen lodas, porqlle asi pueden analizarse ó combatir-
se con la misma publicidad, y pasando por el cri~ol de la




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polémica, quedan 'depuradas lollas las opiniones" y conttas~
tadas, como falsas y peligi'osas, las que realmente lo son) y
como verdaderas y útiles las ql1C tienen -es~as cualidades.


Ojalá fuem asi; pero lo que ordinariamente se observa
es que las opiniones erróneas, y de Índole subversiva', por.
mas que se impugnen, por !uas que se combatan~ y por
mas que se anatematicen, no desimpresionan, no desenga-
ñan, no desagradan á todos, que.sus autorcs, luego que ven
esto, procuran ya por amor propi{), ora por ambicion;or~
por venganza, hacer prosélitos, bien con la enseñanza de
estas doctrinas, bien COIl el ausilio de sociedades públicas
y secretas, ya por otros criminales medios, con el fin de
subvertir el órden . y derribar a\ poder. ofreci~ndo hacer
partícipes de su victol'Ía, y repartir los laureles y despojos
entre todos sus adictos, Los mas furibundos, los mas auda-
ces, los mas impacientes del tI'i u M!) , se lanzan" se:echan
á las.callcs, desafian á la fuerza del gobiemo, asesinan" á
soldados y paisanos,pelean, sa:¡uean. queman y destru-
yen cuanto se les opone, ó presumen que contraría sus in-
tenlos.


Si triunfan esto:> rebellles. estos asesinos, estos incen-
diarios, e¡,tos ladrones, son pl'oclamados pOI' héroes, y col-
mados de premios y favol'es; si la fuerza del gobierno les
arrolla y vence, si se restablece el órden, y se les prmHle.
si se les juzga, y si se les castiga, entonces empieza el c1a~
moreo de los oposicionistas y de cuantos:profesaban las mis·
mas doctrinas, cntonces se levanta el grito basta el cielo
por la inj lIsticia que se supone en que sean juzgados los de-
litos políticos pOI' comisionc5 militares, ó por los tribunales
ordinarios, en ruzon á no pcnsal' como los delincuentes, y
por último se enfurecen de que se repute por crímen lo que
solo ha sido un acontecimiento político infausto, un intento
patriótico frustrado y violentamente comprimido, ó como
decía un abogado en París ante el tribunal, defendiendo á
un complicado en los molines '{ harrieauas lle 183U, (llll.l




- 30-
su defendido no babia hecho mas que acometer' con ani-
mOll() pecho la solucion de un problema polltico, que sin du-
da hubiera sido en favor de la Francia el que se bubiera
resuelto.


Pnede darse un trastorno de ideas, una impudencia
mas descarada, una alevosía mas espantosa contra elórden
social, contra la estabilidad de los gobiernos, contra el bien-
estar de la sociedad? ¿Y por qué estos atentados estos de-
litos tan horl'orosos, no se califican como merecen? ¿Por
qué para eltos no se pide el pronto y ejemplar castigo, an-
tes bien por unos se reclama la indulgencia, y pOI' otros se
exije la impunidad? Solo porque se les llama crímenes po-
líticos; porque emanaron y han sido apoyados y protegidos
por opinionespoliticas, que no fueron repl'imidas, ni casti-
gadas oportunamente,


. ¿Cómo. es que hasta ahora á nadie le ha ocurrido jamas
á los motines, á las asonadas, á las sediciones que huQp en
otros tiempos apellidarlos sino con estos nombres propios,
ni considerarlos de otra manera que con el caracter y de la
natUl'aleza que se les atribuye en los códigos penales de to-
das las naciones? ¿Aunque por diversos objetos y distin tos
motivos, son otra cosa las bullangas, las conmociones, las
revueltas, las rebeliones y las barricadas del dia?


V éase pues, cuanto interesa el no admitir en política
voces y connotados al pal'ecer indiferentes; pero que en-
vuelven on sí 01 gél'men do gravísimos errores, que pueden
producir funestísimos efectos.




-3'1 -


CUESTIOI DE GABINETE·


En los paises constitucionales, no se sabria siquiera lo
que son cuestiones de gabinete, sino se conocieran y estila-
ran los gabinetes parlamentarios, y no habria gabinetes
parlamentarios, si al régimen constitucional no se le hubie-
ra querido sustituir elrcpresentativo y parlamentario, ó no
se hubiera tratado erróneamente de. amalgamar el uno COIl
los otros.


Esto solo basta para deducil· que las cuestiones de ga-
binete son unos aclos, que aun cuando en la forma DO ]0
parezcan, en el fondo yen su esencia son sumamente in ..
constitucionales, y bien sabido y esperimentado está, que
toda ¡nconstitucionalidad, por leve que sea, que esta no lo
es por cierto, será un yerro de funeslas consecueucias.


Nosotros no hallamos en ninguna constitucion monál·-
quica de este siglo, institucion alguna que se llame Parla-
mentó. Bay asambleas, hay cámaras, con diversos nombres,
pero no hay Parlamento ni Parlamentos; luego el adjetivo
partamentario, se deriva y forma de una palabra y cosa que
no existe en dichas constituciones, y que por lo mismo no
es propiamente constitucioual.


En lr>glaterm hay una instilncion, denominada Parla-
mento; mas de que la haya allí, se infiere que exista ó la
la deba habel' en olros paises constitucionales?


Sé nos contesta que efectivamente no hay tal institu-
cíon, y que ni aun esta palabra se emplea en las constitu-
ciones modernas; pero que esto es un vacio) un olvido, Ulla




- 3~-
falta-que se ob~erva en ellas, y que debe sUll!i,'sc Y llenarse,
tomándola de la Inglaterra, que en punto ú gobierno debe
ser nuestra guía, nuestro modelo, y que así es como se po-
drá redondear, armo.nizar. y comp'etar nuestra ol'ganizacion
gubcrnamenhl. Sobre eslo tenemos dos graves escrúpulos
que dudamos nos puedan desvanecer los publicistas parla-
mentarios.


1: ¿Hay algun artículo de las prcdichas constitucio-
nes en que se prevenga, que caso de notarse en ellas al-
gilnaomision, álguft lunaró defecto, se supla ó corrija
podo esl'ablecido en la constitucion, lradicciones y prác-
ticas ingksas?


2.° ¿Tienen las bases y principios sobre que están fun-
dadas las predichas constituCiones; semejanza, analogía, co-
nexion¡ lli conformidad con los principios, las tradicciones.
usos y precedentes que constituyen el gobierno inglés?


. Mientras no se nos disipen estos reparos, permanece-
remos 'en la conviccion de ser actos inconstitucionales las
cUestiones de gabinete, por sel' emanaciones revesadas, Ó
resortes malévolos del régimen parlamentario, inconstitu-
cional de tod,o punto. y consideraremos, como un lamen-
tabilísimo error, el pretende,' ingerü' el régimen especial
de Inglaterra en otros paises monarquico3-constitucionales,
por- medio de la introduccion de voces y adopcion de prác-
ticas, que ninguna analogia ni aplicacion pueden tener,
Jlor Sel' impropiEls y antipáticas de los principios y reglas
sobre que están establecidos los gobiernos de las mcncio-
nadas constituciones.


Sobre los conflictos y trastol'llos que causan las cuestio-
néS de gabinete, nos referimos á las' actas y discusiones
edificantes de las cámaras, en que las ha habido, pues nos
persuadimos deducirá luego de su lectura todo hombre
sensato, que. son el azote de la prerrogativa real ~ el 101'-
mento en los ministros, el escándalo del liberalismo , y un
diluvio de males politieos y mordlcs para el pais,




- 33-


DEMOCRACIA.


Para enumerar y analizar los errores en que sé incurre
por las varias significaciones que se dan á esta' palabra, se-
ria preciso escribir un tratado, y quizá todavia faltara
mucho que esplicar y refutar. si quisiéramos llenar cum-
plidamente este objeto.


Pero eomo para el nuestro basta el presentar la de-
mocracia con -su earacter, índole y cualidades verdaderas,
colejándola con la pintura y descripciones mentidas que de
ella suelen hacerse, nos limitaremos á esto solo, que cree-
mos ser, por ahora, lo mas importante.


Se entiende por democracia, la forma de gobierno en
que el pueblo tiene la autoridad y el poder, citándose el
gobierno antiguo de Atenas, como ejemplo de una demo-
cracia pura.


Téngase entendido, ante todo, que ni la democracia pu-
ra de Atenas, ni la de Esparta, ni la primitiva de Roma,
pueden lllner analogia alguna, ni servil' de norma para de-
mocl:acias modernas, aun en los Estados de muy pequeña
eslension.


Porque aquellas no eran una sociedad, sino una pobla-
cion, mas Ó mellos numerosa, compuesta de hombres libres
y esclavos, y adviértase tambien que alli no habia igualdad,
que se supone la base y condicioll esencial de la democra-
cia, sino tíranía en unos, y opresion para los otros. Y siu
embargo de que los ciudadanos podían dedicarse esclu-


siriillleote éll sos(en, eUlaoláo y régfÍllen de su repúbúca,
5




- 34-
por estar desembarazados de toda ocupacion industrial y
ID ecánica, nunca pudieron establecer un gobiemo, y una
administracion regular, y que si se vieron, de tiempo en
tiempo, medianamente gobernados, si se Tespiró algun tan-
to de libertad, y si florecieron las artes, fué en los enme-
ros mand{)s absolutos de los hombres á quienes se les lla-
maba tiranos.


Dicho esto de paso para nuestros hombres del sueño
dora.do de las democracias puras, y para desengaño de los
entusiastas de las repúblicas antiguas y modernas, nótese
tambien que aun la definicion, que ácabamos de dar " de
la democracia, es absurda y un en le de razono


Si la democ!'acia, es un gobierno en que el pueblo tie-
ne la autoridad, sobre quien la ejerce este pueblo-gobierno?
Ha de ser precisamente sobre sí mismo; luego no bay á.ulo-
ridad. Tampoco hay ni puede haber en la democracia pura
poder, ni ley, porque un pueblo que se manda á sí mismo,
no manda á nadie, y una ley, que puede ser revocada
siempre que quiera el que la ba de obedecer y cumplil',
no es ley. Sin autoridad, sin poder y sin leyes, no puede
haber gobierno alguno, ni estar organizada la sociedad re-
gularmente.


tos que reconocen el error de concebir realizable
una democracia pura., dicen que no se trata de las anti-
guas cuando se ensalza suescelencia, y se sU~[lira [lor su
restablecimiento político, sino que se refieren á unas demo-
cracias nuevas de las que ellos han formado un bello idea!;
y que si bien todavia están sin ensayar, no por eso dejará.
de llegarles su dia, y este será la era definitiva, y el siglo
de oro del bien estar y prosperidad de los pueblos. E¡,te
error, esta ilusion quimérica vemos, que se está ensayando,
y no hemos de tardar en sabel', si las naciones en que se ha-
ce el esperimento, se convienen en un paraíso terrenal, ó
en un campo de anarquia, desolacion y mis~l'ia. El ensayo es
tllgo mas espueslo que una ascension acreostática, y la solu-




- 35-
cion quizá mas difici1, que la del problema de la cuadratura
del círculo: pero esto no e3panlJ ni arredra á los que. como
dice Saluslio, plurimum inopim el maximum audacim inest
para empeñarse en hacer creer á los p.ueb!os que ellos, y
ell03 solos son los que con la o.oganizacion de sus nuevas
dernocracias, han encontrado en política la verdadera pie-
dra filosofül, y lo sensible es que en política sucede atluello
Je que


Un sol truve tottjollrs. un plus sot qui r admire.
Empero Jos hombres sábio3, los poderosos, los pacíficos,


los patriotas, que de buena fé, y con recta intencion desea-
ban en aquellas naciones algunas reformas, y han sido ar-
rastrados por el torrente de las revueltas á esperimentos
aventul'adísimos y ensayos políticos tan difíciles y arriesga-
dos; qué deben sentir en el dia? cuál es el porvenir que es",:
pera[)~para su patrra? tieRen fé en so nueva demoCrácia?
se les presenta tan bella, tan justa, tan benéfica- como se
la habian figurado? Si pudieran desprenderse de su amOlO
propio y del rubor que causa el confesal' un error, ó el en-
gaño de una ilusion que les encantaba, no dirían que se
enamoraron de noche y asi les salió?


Si ellos no lo confiesan, quizá nos lo dil'á la historia, y
entretanto tomemos -nota para nuestro escarmiento de los
trastornos y desgracias que causan en Europa esos delirios
concebidos en las -tinieblas del error y dados á luz por el
desenfreno de. la anarquía.




- 36-


DIPUTADO.


En la palabra Diputado, se reflejan, no solo los signifi-
cadosl'elativos á los errores que hemos Indicado en el ar-
tículo Cámara electiva, sino ademas los propios del ca-
racter y calidades que equivocadamente suelen atribuirse
al destino, y funciones que ejercen los miembros de la
misma.


Asi es que al Diputado se le Hama á veces representante
del pueblo, representante de la nacion ¡ espresiones erró-
neas, y cansa de grandes desórdenes; porque no es en rea·
lidad mas que el delegado de la ley, asi como el elector
que le nombra; tambien es elector por la ley, y de ninguna.
manera por derecho de soherania pet'sonal, lo cual su-
pondría en rigor el principio de mas alto grado demo-
crático.


No hay, pues, en el tHulo y cargo de Diputado tal re-
presentacíon ni popular. ni nacional, ni aun de la localidad
en que ha sido elegido; no bay tal sustitucion. ó tras-
misíon de soberania, ni ejecncion de mandato; todo se
reduce á la designacion. becha en vÍl,tud de una elec-
ion legal, á favor de un individuo. que, teniendo las


Circunstancias que la constitucion de la monarquia y las
leyes requieren, formará parte de la cámara, y parti.
cipará de las facultades que á esta. segun la constitucion
le corresponden ejercer. desempeñanJo con los demas
individuos las atribuciones que le competen constitucional-
mente. Es indispensable que este grabado indeleblemente




-37 -
en nuestro entendimiento y corazon, que en todo sistema
monárquico-constitucional no tiene lugar, funcíon , ni fa-.
cultad alguna en ningun individuo, que no emane de la
ley, ni puede ejercerse sino conforma á la misma; que
por tanto el Diputado, no es mas que el delegado de la ley,
y que cualquiera otro caracter , cualquiera otra prelension,
ó cualquiera otra denominacion, hablando en rigor, es
anárquica, es incompatible con el árden establecido.


Todas las aberraciones y abusos, que se esperimenta-
sen en los cuerpos colegisladores ó cámaras electivas, pro-
vendrian á no dudado, de la mala inteligencia de esta pala-
bra, de la cual se loma ocasion y pretesto, para malear el
distinguido y honrosísimo cargo de Diputado.


A no ser asi podría jamás presumir:;e que 'un cuerpo
legisladO!' pretendiera, como hemos visto en otros paises que
lo consiguió, enlrometerse enJodos los actos del gobierno,
con el fin de dictarle Id marcha politica que debía seguir,
las medidas que habia de adoptar, y hasta los medios de
que debia valerse? Podria suponerse que erigiéndose, á su
modo, en gobierno, sin responsabilidad ni reslriccion, qui-
siera gobernar y administrar al pais, segun sus opiniones ó
antojos? Que constituyéndose cada individuo en un régulo
de su departamento ó localidad, coartase á los ministros el
poner y quitar las primems autoridades á su gusto, y
nombrar los empleados l¡Ue se le designasen, con el celoso
y patriótico fin de mandar despóticamente en su territorio
y colocar á todos sus parientes, amigos y apaSionados? Podria
esta insoportable tiranía haberse ejercido si la cámara elec-
tiva no hubiera tenido pendiente sobre los ministros de ma·
yoria, la inexorable espada de las interpelaciones, de los
votos de censura, de las cuestiones de gabinete, de las coa-
liciones, de la negativa caprichosa de impuestos y otras
mil asechanzas contra su estabilidad ó permanencia? Se hu-
bieran visto los ministros, precisados las mas veces, desen-
tcnJiéndose de la prerrogativa real, á tener que ir tantean~




- 38-
doel animo de los miembros de la cámara, sobre lo que el
gobierno ponsaba proponer, mendigando su aprobacion y
voto, ó quizá oonquistándolo con alguna concesion ó tran-
sacion, no muy justa y decorosa? Hubiera necesitado el
gabinete para sostenerse algo mas tiempo el estar incesan-
temente lisongeando, mimando y complaciendo á la cámara
para conservar una mayoría, que al cabo lo abandónaen las
ocasiones mas críticas, quizá. por moti vos de amor propio,
ó pasiones mezquinas individuales, si la cámara, ó por lo mo-
nos la generalidad de sus miembros, no hubieran profesado
esas doctrinas de rcpresentacion nacional, y demas que de-
jamos indicadas, y sus individuos, en vez de suponerse in-
debidamente representantes del pueblo, ó de la nacion,
se hubieran reputado meramente como delegados de la ley
y por la ley para las funciones que la misma les prescribe?


¿Cómo 03 que estas consideraciones, esta defeí'encia,
estas hUlllillacíones no las necesitaban los ministrlls á que
nos referimos, para con las cámaras vitalicias, á pesar de que
por su origen, su gerarquia. y las ¡'elevantes circunstancias
de sus miembros, eran cuerpl)s eminente.mente nacionales,
sabios y ¡'espetabilí"imos? Pero á estas cámaras no se las
titulaba representativas, no pretendian ser sobel'anas, no
ostigaban ili embarazaban al gobierno, en una palabra, se
limitaban a ser cOllstitueionalesy no desp&ticas ó anárquicas,
y por eso no era menester Iisongearlas ni corromperlas.


'Hem()s hecho el analisis y la reseña del trastorno y
consecuencias que proceden de la errada inteligencia y
aplicacion de la palabra y funciones de Diputado, para que
estemos alerta contra las ponzoñosas doctrinas de que
emanan, habiendo creido un deber muy patriótico el com-
batirlas con todo el esfuerzo, de que es capaz nuestro leal
saber y entender, á fin de qua entre nosoll'os no se intro-
duzcantan daiíosos errores, y perjudiciales abusos. que por
sí 130105 son muy suficientes para dar al trdste con todo sis·
tcun monárquico·Wllslilucional. '




DOCTRINAS-


Le causa á uno ya lástima, ya irrisioll, ya il'a, el oir á
cada paso á los liberales üe gran tono con la mayorestupi-
dez y arrogancia, decir:-Yo conozco á rondo todas l(lB.
doctrinas políticas, y no hallo inconveniente, antes h~en
estimo útil que se las tol~re.


Luego V, señor liberal omniscio y magnánimo tam-
bien conocia y toleraba la razonable y humanitaria doc-
trina de los que ~n las sedicione$ del 26 de marzo, y 7
de mayo último en Madrid, con un nn tan recto, ,y tan
patriótico, cual era el de trasto mar el ól'den, y sumir-
nos en el abismo de la anarquia, acribillaban de bala-
zos, a cuantos tuvieron la desgracia de hallarse 6 pasar, pa-
ra ir'á sus casas, por las principales calles y plazas de esta
c6l'te? Luego V, no habrá tomado á mal, en fuerza de Sil
universal tolerancia de t1octrinas, que aquellos doctrinarios
ensayaran las suyas? Luego tampoco le pesará. que á
causa de tan inocente ensayo, hubiera? sido ll)'1ertos yheri-
dos urillantes oficiales, valientes soldados,indefens9s y pa-
cificos ciudadanos, mugeres y niños? De lamentar es sobre-
manera para el adelant:lmicllto de las ciencias políticas, que
V;, tan instruido en la teoría de todas las doctrinas, y tan
penell'ado de la utilidad de su tolerancia, no se hubiera es';'
tado paseando, durante la práctica aplicapion de una de las
doctrinas, que V, sin duda juzgará tolerables, por las ca-
]Jes dé san Gerónimo, Príncipe, Lobo Y plazuela de la Ce-
bada para observar qué efecto producian en su espÍl'itu, y
en su cuerpo los balazos f(ue como principios, sentencias, 6




- 40-
máximas de una doctrina. en su concepto, tolerllble, le tira-
ran los que la profesaban y esplicaban con tanta claridad y
elocuencia?


Este es el mejor y mas segl1l'o medio de comprender
las doctrinas políticas, y la verdadera instruccion para
apr(~nder las reglas que se ban de observar, en cuanto á su
tolerancia. Lo demas es un error, una sandez, y una ridí-
cula fanfarronada.


Nosotros, al contrario, convencidos de la perniciosa in-
fluencia de las malas doctrinas, y de los inevitables perj ui-
cios de su tolerancia. clamaremos esforzadamente contra el
funesto yerro de condescenderla, diciendo á los que de bue-
na ó mala fé la estiman; las escenas sangrientas que de fe-
brero acá lamenta todo corazon sensible. y 8(' suceden rápi-
damente nnas á otras en las capitales de Europa con mas
furor é insolencia, son por ventura otra cosa que conse-
cuencia inevitable de la connivencia de doctrinas perversas y
anárquicas? ¿Las barricadas en París y Madrid, la rebelion
en Viena, las sediciones en Prusia y Alemania, los horroro-
sos escándalos en Roma, los atentados revolucionarios en
varios otros puntos, ban tenido otro origen que el de no ba-
berse eondenado y castigado severamente, á su tiempo, las
doctrinas subversivas? ¿L05 asesinatos del santo mártir de
la caridad, arzobispo de Paris, y de varias personas distin-
guidas de aquella capital, y de innumerables ciudadanos
pacíficos de toda clase, edad y sexo, en los aciagos días de
revuelLas en la misma y otras capitales de Europa; las bru-
tales atrocidades contra Latour, Rossi y otros eminentes
personages, amantes del órden, y sobre todo las inauditas
tropelías é implos desacatos contra el justo, el benéfico, el
iiberal santísimo Pio IX, á qué pueden atribuirse sino al
no haberse reprimido con inexorable rigor oportuna y te-
nazmente el maléfico desenfreno de las doctrinas execra-
bles é inhumanas? Temblad ptteblos, temblad naciones de
semejallte tolerancia!




- 4.1-
Pero hay otro error, todavia mas absurdo y si cabe mas


horroroso, á saber, que conviene lleguen al podm' todas
las doctrinas. Buen escarmiento tienen hoy día los que
apadrinan tan furibundo deliriol El diluvio de males, y los
torrentes de sangre que han sobrevenido é inundan la Eu-
ropa desde el infausto febrero, no desengañarán á todo el
mundo de este error, tan absurdo como lamentable?


¿No convencerán dolorosamente á todo hombre, que
DO sea un tigre, que las doctrinas anárquicas, las teorías
anti-sociales, y las pasiones desordenadas, jamás deben lle-
gar al poder, pero ni siquiera influir en él, Y que deben
ser escarnecidas, reprobadas, anematízadas por todo hom-
bre de sano j¡licio y buen corazon? Qué seria de la civiliza-
cion europea, qué seria del género humano, si doctrinas de
tan mala índole ó infame ralea llegaran á dominar?


G




- .i2 -


GARANTIAs.


En ellenguage polílico por esta palabra solo se entendia
en el siglo pasado el acto de afianzar lo estipulado en los
tratados de paces ó comercio; mas en el dia, se ha esten-
dido el significado de la misma á toda especie de fianza,
seguridad y salvaguardia del cumplimiento de cuanto se
ufrece, ó se cree corresponder, ó debérsele prestar á cual-
quiera por todos conceptos.


La acepcion, demasiadamente generalizada de t'sta pa-
labra, ya en sí dá ocasion á muchos errores, como entre
otros, el de cou[undil'la naturaleza de las garantías políti-
cas, con la de las privadas, la de las genemles con la de las
particulares, y la de las convencionales, con la de las im-
prescindibles y de derecho, siendo asi que entre las clases
de las garantías indicadas, hay diferencias sumamcntc graves
y notables, que escusamos enunciar, por eslar al alcance
de cualquiera, que se detenga un momento en analizar la
esencia, caracter y objetos respectivos de cada una.


Sin embargo en lo . que mas errores se padecen, y en
lo que quizá mas temible y peligroso se m uestra este des-
concierto, es en atribuir la seguridad de las garantías polí-
ticas cada uno á aquello, que segun el espiritu de partido,
segun sus opiniones políticas, y segun su particular modo
de consideral' el estado del pais en que vive, juzga ser lo
mas necesario y conducente. para afianzar los derechos po-
lític05, que cree corresponderle ó convenide, De ahí re-
sulta sel' tantos los medios y sistemas que se inventan, se
proponen y se ensayan, con el !in de establecer garantías




- 4.3-
políticas, cimentarlas y conso:idarlas, cuantos son los con-
ceptos, los sueños, é ilusiones que sobre estQ se forman,
siendo tan contradictorios á las veces los respectivos juicios
sobre este importantísimo punto, que en un mismo pais se
asegura encontrarse esta firmeza y seguridad de garantías
en formas de gobierno y en sistemas políticos en estre-
mo diversos, y aun contrarios en su naturaleza; íodole y
circunstailcias, Cuando se han querido aplicar todos esos
sistemas, cuando se han intentado realizal' tOllos esos sue-
ños é ilusiones, lo que se ha deducido y espel'imentado e5,
qt:e 110 puede haber garantías estables para la sociedad, y
para los inLlivíduos, lIi para estos, ni para aquella, sino en
la justicia y vigor de las leyes-, y en la fuerza tlel poder en-
cargado de su cumplimiento.


Cuando las leyes no se respetan, cuando se declama in-
cesantemente contra el podet\ cuando se emplea toda clase
de medios para rebajarle, cuanuo se le suscitan toda espe-
cie de dificultades y obstáculos, cuando se le menosprecia I
escarnece, y cuando en fin todo lo que eanna del poder se
juzga insidioso y temible, y el combatirle y llltrajal'le útil y
llOoroso; bay garantías en efecto, y libertad para los ini-
ciados de delitos políticos, para los que publican perversos
libros y fulletos, para tos malos perióuicos, para los dis-
cursos mas atrevidos, y promovedores de motines, para los
anarquistas de todos colores; pero enlretanto SQlo h<lY so-
hresalto para la gente honraua, inquietud para losmejo-
res ciudadanos, y lo general de la nacion, zozobra para el
poder supremo, conflictos para los ministros, ninguu respe7
lo á las cámaras y demas instituciones, mucha fuerza física
y moral para los ultrajes y trastomos, ninguna para la su-
mision y el Orden.


Los acontecimientos denuesll'os días nos lo demuestran,
asi como el que no bay gal'antlas, ni puede haber razo-
nable y verdadera libertad, sino por la ley y por la fuerza é
independencia legal del poJer ejecutivo. •




-u-
No busquemos, pues, garantías en prácticas ni sistemas


de prt>pia invencion, no 1108 fiemos de sueños é ilusiones,
ni caigamos en la tentaciOR de aventura¡' ensayos arriesga.
dos; atengámonos á la estricta y religiosa observancia de
la constilucion de la monarquía, que así únicamente es co-
mo tandrán vigor las leyes, yel poder real, la fuerza nece·
saria é indispensable, para hacerlas obedecer y cumplir por
todos, que es el medio seguro de obtener y afianzar las
verdaderas garantias.


Presentamos siempre las diferentes definiciones y signi-
ficados, que se dan á ciertas palabras, diciendo franca y
sencillamente, tal no:; parece verdadero, tal lo creemos
falso, y ese otro peligroso. ~os podemos engañar en va·
rios puntos, pero tenemos uno por infalible, á saber, que
para toJo buen español, hombre sensato, no puede haber
otro reducto de seguridad, ó ciudadela poliLica que la cons·
titucion de la monarquía. Asi su conservacion pura, y
exacto cumplimiento, es la norma de todas nuestms decisio-
nes políticas, de manera que en toda interpretacion, que
de algun artículo constitucional se hace, en toda práctica
política admitida, ó que se desea introducir, en toda ley Ó
disposicion gubernativa, que se trata de adoptar, solo re-
flexionamos, si tiende á conservar y consolidar la cong·
titucion ,ó si se dirige, ó puede menoscabarla y destruirla.
En el primer cal'\Ó la admitimos. en el segundo la declara-
mos errónea y perjudicial, persuadidos. que con este rec-
to método de análisis, es imposible que nuestra buena fé SQ
equivoque ni estravíe, ni que nuestras reflexiones quieran
interpretarse siniestramente.


-saas-a-




- 45-
~-


GOBIERNO.


Nos sobrecoge y atormentaestremadamenté el inescu-
sable deber de decir algo sobre los innumerables errores
que han emanado en todo tiempo de las definiciones y sig-
nificados de esta palabra, segun el concepto y juicio que
cada uno se ha formado de lo que debe ser un buen go-
bierno, ó de la forma y. organizacion que conviene darle
para que· lo sea,


Indudablemente no ba5ido asunto en el mundo sobl'e
el cual se haya discurrido y escrito tanto, siendo dolorosÍ-
simo el tener que confesar que, aun cuando se supone que
no bajan de muchos miles de vo:úmenes los que se ban pu":
blicado sobre esta importantísima materia, lodavia la me-
jor forma de gobiel'l1o está por hallar, No deja de ser hu,..
mi\lante tambien para el género humano, el que despues
de tantos siglos de existencia I se vea aun precisado, no·á
decidirse por el gobierno que sea mejor ,si nO.á ~ralar de
descubrir uno, en lo que humanamente cabe, perfecto.


y véngansenos, en vista de e.sto, ostentando orgullo y
vanagloriándose de sus progresos, tantos necios delirantes
que se creen capaces de cambiar á su gusto nuestra natu-
raleza, sin conocer siquiera hasta donde llega su incapaci-
dad. cuyo conocimiento debe ser el principio del que se
ha de pa&lir, para llegar en todo á las mejoras que sean
asequibles! Somos sin embargo los primeros en confesar
que la civilizacion ha progresado, que se han hecho gran-
des adelantamientos en punto de gobierno; mas conviene




- 46
mncho advertir, que no se deben á esos sistemas qUlme-
ricos y absurdos, ni á esas visiones pueriles, ni á esas teo-
rias vanas, que en diferente épocas, ó de tiempo en tiem-
po, se han presentado por hombres, mas bien de imagina-
cion caldeada, que de juicio y retlexion madura, sino que
son obra del tiempo y de la esperiencia , y de ese poder ir-
resistible, inherente á nuestra naturaleza, de proceder en
lo moral y en lo físico bácia un constante desarrollo, que
á manera del producido por la vegelacion. dá sabrosos y
abund"antM frutos, si 110 se la precipita, y se liene pacien-
cia para aguardar su cúmpleta sazon, pel'o que los rinde
deSJbtidos y perjudiciales, si se atropella la vegetacion , y
quieren cogerse los fl'lllos verdf's, Ó anles de tieinpo,


Si para hacer ver todos los errores que han cundido en
eLmundo, por llamarse en muchas ocasiones, yendife-
rentes paises gobierno 10 que no lo era, tuviésemos que
acoiueter la enojosa tarea de presentar todos los casos en
que se lenia pOI' gobierno, lo que realmente no lo fué,
ni podrá serlo, desde abora protestamos que jamas nos
"hubiera pasado por ]a imaginacion, escribÍ!' un artículo
SQbrc esta" palabra, La bistol'Ía universal, respecto á go-
bienIOS, puede asegurarse, que no es mas que la e¡.posi-
cíon de los cerectas de sus principios constitutivos, de los
vicios en el ejercicio del poder. y las causas de sus escNios,
impericia, &dcbilidad; de suerte que del reflexivo estudio
de la bistol'ia , ann de aquellos gobiernos antiguos y mo-
dernos , que más se celebran, y á veces se nos proponen
por modelos, lo que en verdad se saca, es la cOllviccion
de que semejantes formas de gobierno, deben á: toda costa
evitarse.


Nosotros hémos creido, que sin necesidad de este allá·
lisis ge,ncral, y ni aun" de la indicacion compendiosa de Jos
errores á que nos referimos, basta, y es 10 único á que pue-
den atreverse nuestro talento y celo, el fijar 10 que, en nues-
tro concepto, ~onslitl1 ye la esencia de UIl buen gobierno, y




- 4-7-
las reglas para conocer las causas de sus vicios ó defectos,
con lo cual puede tenerse un medio seguro, para saber
cuando el ejercicio del poder se puede considerar como un
buen gobierno ,ó se debe mir.ar como malo, ya 'por abu-
so, ya por defecto, ya por insuficiencia.


Dios ha querido que el h.ombre viva en sociedad, y le
ha revelad.o el principio de todas las leyes, que deben re-
girle c.om.o ser soc ja,l, y de todos sus deberes en el precep-
to: N (l hagas á .otro lo que nI) quieras que se haga á ti;
mandamie.otll admitid.o en todas las creencias. de t.odos los
pueblos. POI' la ley de su pl'Opia naturaleza, de su creacion.
por la ley de Dios en fin, cs por la que el homb.'c vive ea
sociedad, y n.o por efecto de convenio alguno p.olitico I y
mucho men.os de un C.ontrato social.


Habiend.o , poes ¡ Dios somt\tido las soeiedades huma-
nas á su ley, de l~ <!ual se derivan todos l.os derechos que
cOl'fesponden á la sociedad I y todos sus <leberes bácia sus
jndividuos, así como lodas las obligaciones de estos hácia.
ella, las ut.opias de la soberanía del pueblo, de la volun-
lad general, ele., desaparecen anle esta.volunlad suprema.


Estas son las verdades fundamentales ,sobre que des-
cansan las sociedade~ humanas; todas las demas doctrinas
que proceden tle los hombres son falsas y vanas. Ese pre-
ce~)lo de eterna justicia y perfecta Sociabilidad es la base
sólida y segura de todo régimen, de toda organizacion so-
cial y politica; es el inefable principio é indest.ruc\ible (un ..
damento de lodo buen gobierno, sea cua~ fuere su forma.


Con el fin de asegurar el cumplimiento de este gran
principio social, que el Criador ba infundido en nuestro
entendimiento y coraZOll , se cOllceplua, y se b.a concep-
tnado siempre c.omo indispensable un poder supremo, y
á su ejercicio se le ha llamado gobierno.


Veamos pues, en qué debe fundarse la organizacion de
este poder, para que resulle. la. mejor posiblc en favor de
la soci edad I es decir, en bien de la nacion.




-4-8-
Es preciso ante todo empezar por distinguir clara y


exacta'\lente la sociedad, de los individuos de que ella se
compone .. y constituirla de modo que los individuos jamás
puedan abnogarse ni invadíl', poco ni mucho, sus derechos.


Estará perfectamente organizado un gobierno, cuando
la sociedad, co~siderada como un cuerpo, como una reu-
nion de hombres, como unidad. mande sobre sus indivi':
duos; lo estadl mal, cuando alguno ó mas individuos la so·
juzguen ó dominen.


Este axioma fundamental es el único que debe servir-
nos de regla infalible para comprender y determinar lo que
es cada gobierno. para saber apreciar todos sus actos, y
poder, pOI' consiguiente, conocer y evitar todos los errores
sobre este punto.


Para demostrar la certeza de esta regla y su fácil apli-
eacion,discernidas buenas ó malas calidades de los go-
biernos, añadiremos 'algunas sencillas observaciones sobre
los de formas muy conocidas, y de atributos y circuns-
tancias mas marcadas, que nos presenta la histol'ia hasta
nuestros dias, persuadidos de que este análisis comple tará
el corroborar nuestras anteriores aserciones.


Nosotros por el estudio de la historia observamos, que
en todos los Estados antiguos y modernos, que han sido go-
bernados por autoridades colectivas. ó cuerpos llamados po·
pulares, á muy poco tiempo. se han introducido y fomentado
desórdenes y trastornos. mas ó menos gmves. y que para
poner término á·ellos, no se ba encontrado mas que un me-
dio, á saber: ó el de un ambicioso haberse apoderado de
la supl'ema autoridad I y haberse constituido en lo que an ..
iiguamente decíase el tirano, Ó haber el pueblo erigido en
gefe á uno de sus individuos con esta. ó la otra denomina-
cion, á quien investia de todos los poderes, y entonces re-
nacian el órden y la seguridad personal, y á lo menos, pOI'
de pronto, se salvaba el Estado. Puesto que se ha observa-
do siempre que la unidad del poder, ha sido, pOI' sí sola,




- 49-
bastante, para del torbellino de la anarquia lIacer surgir
el órden, es evidente, que esta unidad del poder supremo,
sera tambien lo único que podrá conservade y consolidar-
le. Téngalo, pues, entendido esto la democ¡:acía pura, pa-
ra su desQIlgaño.


Resl'ecto a los gobiernos colectivos, ora provengan de
eleccion general y directa, denominada popular, ora de
eleccion indirecta y atribuida a ciertas clases, nos enseña
constantemente la historia haberse sostenido, mientras hu-
bo una verdadl}ra JictaulIra, existente ó emanada del seno
mísmo de aquel poder colectivo, y que al punto que esta
se enervaha ó sucumbía, se disolvía el gohierno, ó degenera-
ba en otro de diferente forma, y lo mas frecuentemente, en
anarquia.


Nos porsuauimos que los aristórralas, no nos nega.;.
ranser lo dicho, valga la verdad, lo acaecido en todas las
ari:;tocracias, ó cuerpos gobernantes.


Ahora bien, sí por evitar los escollos y trágico DI} de
los gobiernos colectivos, se adoptó en algunas naciones el
poder único, pero vitalicio y electivo, esperimenlábase
luego ser por sí tan vacilantE', tan precario y tan aquejado
de parasismos mortales, ó crisis violentas. que su misma.
constitucion endémica, le iba aniquilando y consumiendo,
aun cuanuo por su grandeza, su inconmen~ul'able fuerza,
y por su casi universal poderio. como el impcrio romano,
pareciera inmortal ó indestructible. Y si bien el ponLifr-
cado, es ulla monarquia electiva, prescindiendo que su
consigtcncia y duracion se afianzan en otr03 apoyos que
no lienen las domas 1l1onarquias; todavia cuantas prccau-
ciones, cuantas cautelas, cuantas formalidades, y cuantas
reglas y srveras disposisiciones se han considerado, y la es-
periencia ha hecho ver ser necesarias, para obtener la se-
guridiHl, la pureza y el acierto en la eleccion! Donde quie-
ra que esta se emplea 'gubernamentalmente. se ha Ilota-
do que es un .foco de revuc Itas, y un germen de desacierto


i




- 50-
Nos resla presentar lo que la histOl"ia nos muest\'a, so-


bre la monarquia hereditaria, de cuyo solo nombre al oirle
)08 demagogos de todos tiempos, y de todos paises, se
afectaban de ¡os nerviOs, se horripilaban gritaodo al pun-
lo, tirania;)irall ¡a" •


Nosotros sin querer calificar de aprensiones ó mallias,
sos escitaciones y ataques convulsivos, les diremos para que
logren calmarse, que, en realidad, hubo y puede haber
siempre monarcas hereditarios, déspotas y til"anos, ni tiene
nada de estraño que los hubiera, atendida la flaqueza hu-
malla, el poderio de las pasiones y su desenfreno, cuando
ni están coartadas por las leyes, ni reprimidas por fuerza
alguna moral ó material, que las baste á contener" ¿Pero
por cada tirano que cuenta la monarquia hereditaria, cuan-
tos se hallan registrados en los archivos de la democracia
y aristocracia? ¿Y cuales fueron peores? ¿Si los tiranuelos re-
l)ublicaoos, lo hubieran podido ser de gl"andcs Estados, no
hnbieran sido todos unos Tibel"ios ó Calígulas? ¿Y para uo
Jmeblo, para una nacion, qué tirania es peor, la de uno solo
ó la de muchos? A lo menos un monarca hereditario, liene
un gran interés en se," humano, por conservar y dejar el
trono á su descend~ncia, y ordinariamente no se encona si-
no contra los que recela, que desean ó tratan de quilál'selo,
pero de los vitalicios y temporerus ningull interes, ninglln
miramiento, el miedo solo, podrá enfrenar ó contener sus
~asiones"


Por otra pal"te c(}\lviene mucho saber, y convencerse
por el estudio de la historia, que las monarquias heredita-
rias modernas no se han formado d!) mogolloll, ó por en-
cantamiento, ni flle\"On una concepcion súbita, y de una
sola persona, corno la invencion de la imprenta, la confec-
cíon de la pólvora, el uso de la brújula, y el descubrimiento
del Nuevo-Mundo, Quiú de cuantos modos de gobernar á
las naciones se han ideado y adoptado, ha sido este el que
fut· combatido, y atacado en todos sentidos, con mas em-




- 5f-
bales, y esperimenlado por todo género de pruebas,


Engenurada la monarquia en las grandes emigraciones
de los pueblos del No/'le, que invadieron el ¡'omano impe-
rio, aseguró su existencia, á raVO¡' de la necesidad que le-
llia la invasion de ser mandada y dirigida por el gefe mas
hizano, mas sábio y mas esperto, Así fué como pudo fijal'
su autoridad, estenderla,organiza¡'la; así fué como subyug&
á sus rivales ambiciosos y dÍ:;colos, y asi como dominó el
colosal feudalísimo. La monarquia inauguró la adminis-
tracion de justicia, que le sirvió de mucho apoyo para
afianzar el poder; se hizo respetar en lo interior por buenas
leyes, yen el eslerior por la fuerza de sus ejércitos y ar-
madas, y aumentó su prosperidau con el establecimiento
de colonias, estensiO\~ de su comercio y perfeccion de la in-
duslria, mostrándose radiante á la vista de las naciones por
el uesarro\lo de la civilizacion ,esplend~.1f de los tronos,
brillo de las cortes. y progreso de las artes y de las
ciencias,


Este es el fiel bosquejo de lo que 1<1 ailarquia ha hecho
en favor de la ilustracion y bienestar de la bumanidau; y
si bien IlUbo monarcas, que 110 llenaron cumplidamente Sil
cometido, no por eso la monarquia ha dejado de marchar
siempre hacia su fin y objeto de su institucion.


Mas' luego que la monarquia se vio desembarazada de
todos los ob5táculos, que se oponian á la completa estabili-
dad de la socieuad y tle sus derechos, se halló, por decir-
lo asi, esta á la merceu del monarca, que no teniendo un
fl'eno duro y eficaz, que le contuviera, podia, como hom-
bre, entregal'se al fu 1'01' de ladas las pasiones.


·Esta observacion hizó notar al punto en dichas rnonar-
quias dos gl'andes vicios, l\OS enfermedades crónicas, que
inevitablemente habian de causar su disolucion, su consu-
macion, y su muerte.


La inegularidad, y la arbitrarieuau. Faltaba á los mo-
narcas una norma exacta, constante, é inueclinahle á que




- 5'2-
deber atenerse en el ejercicio del poder su,premo; raltaba
á los pueblos una garantia, una prenda de que esta regla
no seria olvidada y menosprecbda por el pl'Íncipe.


El establecimiento de una ley fundamental, de una
constitucion de la monal'quía, ocurdó á la primem necesi·
dad; la segundtl se llena completamente con la responsa-
bilidad ministerial. La. sujecion omnimoda é imprescindi-
ble á la ley fundamental y demas leyes, quita la irreguJa-
1 ¡dad; el poder hacer efectiva las cámaras la responsabili-
dad de los ministros, por la acusacion de sus actos en la
una, y juicit) de la otra, remedia y evita, cuanto en lo hu-
mano, y legalmente es posible, la arbitrat'Íedad.


Estas 8011 las inestimables mejoras y la perfeccion á que
ha llegado la monart{LlÍa hereditaria constitucional, este ha
sido el fruto mas precioso que en política han producido los
adelantamientos de la civilizacion, y e~te el gran bien que
deben los pueblos al e3tudio de los sábios publicistas y á
las lecciones de la esperiencia.


E3te inefable beneficio desapareceria., ó podl'ia ma-
leal'se en sumo gmdo , si á la pa(' que al monarca se le ha
dado una regla, y fijado un coto en sus facultades, y se ha
precavido lodo esceso con la responsabilidad ministerial, no
se procura que le tengan todos, y no las traspase nadie en
el uso de sus respectivas atribuciones constitucionales.


Dé aquí nuestro ferviente deseo, este, como es fácil de
conocel', el objeto preferente de todas nuestras reflexiones,
y e3te es el apetecido fin, que nos proponemos al atacar
denodadamente las doctrinas falsas y ponzoñosas, y los per-
niciosos errores polític03, que apadrinando la confusion ó
desórden, la usurpacion ó abusos de derechos y facultades
en unús, y deprimiendo, ó anulando los de otros, trastor-
nan el régimen constitucional, promueven la ('esistencia, ó
la al'bitrariedad. y conducen las naciones al despotismo ó
á la anarquia.


Tarde ó temprano la recta l'azon , los escal'mientos y Il,)s




- 53-
desengatos compelerán á los ilusos hácii1 los sanos princi-
pios de gobierno, que dejamos insinuados, y quizá nuestros
descendientes se condolerán de lo que en política se ha de-
lirado, se ha aplaudido y se ha escrito en nuestros dias,
compadeciendo nuestra ceguedad, y las desgracias y cala-
midades que la irreflexion, el orgullo, el interés, ó la ma-
licia de ciertos famosos políticos nos ban causado •


... _ lCl'




-54-


HOMRRES DE ESTADO,
POLITIUOS.


Aunque no entra en nuestJ'o plan, ni conduce esencial-
mente á nuestro intento, el presentar y analizar todos los
errores políticos, que se forman ó deslizan en la acepcion,
uso. y aplicacioll de ciertas palabl'as, que tienen relacion
con las mel'amente políticas, porque seria un trabajo ím-
probo é interminable, se nos ha hecho con lodo, cargo de
conciencia el dispensamos de manifestar el grave error en
que se está de condecorar tan pródiga é equivocadamente
con los conotados de hombres de Estado, y políticos, á su-
gelo.; que no los merecen, en perjuicio de los que única-
mente son acreedores á tan hOOl'0508 títulos.


No exigimos para cal'acterizal' á un sugeto por hombre
de Estado el que sea un gran S{l bio, de portentoso talento,
ó un famoso orador elocuentísimo. Qllizá estas brillantes
cualidades, las repulamos perjudiciales ó peligr0sas: básta-
nos el que sea una persona de regular instl'llccion, es decir,
la que ell lllle6tros dias debe tener un hombre de buena
educacion y carrera literaria, que observe una moralidad
rígida, tenga SUllla honradez, una gran rectitud de juicio, un
tacto seguro para saber apreciar las personas, un conoci-
miento de 103 homures en general, mudlo tralo de mUl1ilo,
un caracter noble y firme al mismo tiempo, grande aptitud
para el despacho de los negocios, y sobre todo grande afi-
cion al ól'dcn y al trabajo. ¿CUálllOS tienen estas e ualidadc5
lle los muchísimos que se llaman, y ellos no dudan, que son




- 55 o:-
bombresde Estado? ¿Bastará el ser un el'udito á la violeta!
el estar todo el dia en las secretarias del despacho, visitar
á los embajadores, comer con los ministros, intrigar mas ó
menos hipócrítamente, y si se puede hacer con provecho y
sin peligro, conspirar ladinaml'nte? Si está fuera suficiente,
habría de sobra en todas las nu¡;iones, hombres de Estado.


Respeto de hombres políticos, solo decimos los que pa-
ra nosotros no lo son, aUll cuando se les quiera llamar asi.
Tale!! n(\s parecen los que se meten á periodistas, y lIotados
de poca aprension para escribir bien (nnal, Ueganá adqui-
rir la facilidad de enjaretar en un par de 11Or~ls un arlículo
sobre cualquiera punto ú cuestion política, sosteniendo hoy
lo que mañana impugnan, ó espresándose siempre sin fije ...
za en sus ideas, sin seguridad el1 sus principios, y sin con ...
viccion de ninguna espl\cie, porque no han ¡lprendi~o ,u¡
aun estudiado aquello sobré q!lC escriben.: .' .'.


Los que habiendo recorrido al vapor y confu~m,enle en
las universidades los I'Udimentos del derecho ,y de las da-
mas ciencias que han cursado, llenos de amor propio y
petulancia, cUaI·lan de política en las reuniones de ignoran-
tes, peroran en los café:;, censurándolo todo, y proponiendo
utopias sociales, como quien forja recetas para la radi-
cal cllracion de los callos, enjuagues ó medicamentos para
los dolores de muelas.


Finalmente, yesLos son IQS mas pernici030Q, negamos ser
hombres políticos ciertos demagogos, que concibiendo y
fomentando, ó por e\'l'or, ópor malicia, ideas subversivas,
las encarnan en algunos ignorantes, incautos ó díscolos, de
los cuales se valen para promover tumultos, causartrastor-
nos; y cometer toda clase de desórdenes.


Cuantos forman y difunden ideas tan peregrinas sobro
la organizacion de las sociedades, son 10llos Ó ambiciosos, y
en ningun conceplo hombres políticos,




-56-


IISTRUCCIDN PÚBLICA.


Si bien es fácil fijar el verdadero y propio sentido de
esta palabra, no lo es tanto el designar las cualidades, por
las que se puede y debe distinguir lo que propiamente ha
de entenderse por buena instl'Uccion pública, que no debe~
mos admirarnos de la confusion que reina sobre su exacta
inteligencia, y acerca de los requisitos, y propiedades de
la útil y apreciable enseñanza.


Debemos confesar. que la instruccion pública en el dia
tiene sobre si un cargo inmenso que cumplir, pues lo pri~
mero, y mas indispensable que debe haCe!' es el instruir á
la ;nstrucGÍml, es decir, enseñarse á si misma~


Cincuenta años atrás la religion hacia entre nosolros el
principal gasto en la educacion é instruccion pública, sien~
do su radical y sólido fundamento, La enseñanza de la lite-
ratura y de las ciencias, se habia convertido en una espe~
cie de rutina, que ní siquiera dejaba entreveer á los csco~
lares, ni tampoco los maestros se tomaban la molestia de
indicarles, el fin ú objeto á que se deseaba conducirles por
medio de estudios tan áridos y penosos, Todavía para lo qlle
fuimos así educados, es una cosa, que nos espanta el con..,
sideral" la incongruencia y lo abst~rdo de semejantes mé~
todos.


Al mismo tiempo que nuesh'a juventud iba formándose
con esta imprevision y descuido, pululaban en las nacio-
nes circunvencinas innumcl'ables escritos, cn todn clase de
formas y estilos, por los cuales se atacab1n todas las bases




- 57-
de la sociedad y fundamentos de los pri'\1cipios religiosos,
con la mayor audacia. é impmdencia. Estas producciones
de bl'~lantes talentos, y de acaloradas imaginaciones, eran
leidas y devoradas por nuestros jóvenes con tanta mas avi-
dez, cuanto á su novedad seductora, á su estilo florido y
encantador, se añadia el que por estar rigorosamente prohi-
bidas , el dedicarse á su estudio t daba á los aficionados un
lucimiento especial, y un aire de intrepidez, de desenvol-
tura, y aun ue elegante libertinage.


Solo veianen aq:uellos libros doctrinas contrarias á las
que habian aprendido, y censuras ó sátiras de todos los sen-
timientos y máximas que se les habian infundido en su edu-
eacion; y como estas doctrinas, unas eran fah,as, otras pe-
ligrosas, y otrasanti-sociales, produge¡'on, como era natu-
ral, en .su espíritu un completo trastorno de ideas y opinio-
nes' que ha influido· poderosamente en laHeformas y revo-
luciones, que han acontecido en España dmanteeste siglo.


Tenemos ya afortulladamente todas las piezasprincipa-
les que componen la armadura del edificio social, político
yadminiltl'ativo, y ojalá que se haya Lecho para la ense-
ñanza pública la eleccion de aquellas doctrinas y métodos,
que sean mas conformes á nuestras instituciones, y que po-
niendo en perfecta armonia todas las piezas de este edificio,
hasta las mas pequeñas y débiles, resulte un conj unto de
solidez y conveniencia perdurables.


Esta eleccíon de doctrinas, despues de un exámen muy
juicioso é imparcial, es el primero y principal deber de la
instruccion pública, porque si se continuara enseñando lo
que puede ser nocivo, 6i no se separáran los muchos erro·
res llue se han aprendido, de las verdades que debensabel'¡'
se y generali:zarsEl'., si finalmente no se purg3l'a la enseñan-
za de to6óS los resabios y vicios que contrajo por el es-
tudio y aplicacion de uoctrinas erróneas y ponzoñosas, ja-
más poll!'a alcanzarse una instruccion pública, buena, úiil y
progresiva. Este es el secreto para nuestros adelantamientos


8




- 58-
cientlficos, este es' el problema de nuestra situacion pollUca,
y en esto estriba el porvenir de nuestra sociedad.


Toda instruccion pública debe referirse esellcial~ente,
á estos tres objetos.
~ • o Al desarrollo de nuestras primeras facultades .


. 2.° Al conocimiento de los objetos estel'iores ..
3.° Al de nuestras relaciones con nuestros semejantes,


ó lo que es lo mismo, al conocimiento de toda clase de
deberes.


La instruccion primaria, es decir, el pl'(}porcionar á to-
dos IGS individuos del Estado, el saber bien leel' y escribir',
y hacel'les aprender' los primeros rudimentos de las obliga-
ciones religiosas, sociales, y civiles de lorJG hombre, es un
deber de la sociedad, del que nG puede prescindj¡', ni es-
ensarse, por ningun pretesto, de cumplil' gobierno alguno.


El conocimiento de las CGsas, Ú objetos esteriores, que
abraza la instruccion en toda clase de ciencias y al' tes, es
IDU y interesante pam la nacion, en cuanta favorece mucho
á su seguridad é independencia, y acrecienta su poder y
prosperidad. si bien el provecho de estos cGnocimien-
tos recae inmediatamente en los individuos, que los ad-
quieren, bastando por lo mismG que el gobierno se esme-
re en procurar la mayor copia de nociones útiles, cui-
dar que estas se difundan por medio de establecimientos
públicos, escritos periódicos, y enseñanzas particulares
ó domésticas bien reglamentadas; pero de ninguna ma-
nera está obligado el gobierllo, á que en aquellos esta-
blecimientos se enseñe todo, ó que todos lo estudien todo,
sino á que en la ciencia ó arte á que cada escolar quiera
dedicarse, se le enseñe lo mas necesario, lo mas útil, por
los mejores metodos de enseñanza, y á vigilar sobre todo
que en ninguna matel'Ía se le imbuyan doctrinas falsas, er-
róneas y eslravagantes.


Sobre estas bases debe fundarse la instruccioll pública,
para que \fene cumplidamente los objetos indicados, con lo




- 59-
éual podrá una nacion adquiril' el grado de instruceion á
que humanamente le es dado, y le conviene llegar, Mas si
en vez de adoptar la enseñanza pública estos principios y
seguras reglas, se propende á la manía de moda de que
basta en la instruccion primaria, querer enseñar al pueblo
en compendio y miniatura todo cuanto los charlatanes dicen
que debe aprender, para saber los derechos del hombl'e,
para adquirir la capacidad de un elector, y raciocinar so-
bre los negocios del Estado, lo que indefecliblemen te Sll-
cedel'ia es que el pueblo ó continuará ignorante, ó ijO apren-
derá bien cosa alguna útil, y se impregnará de los vapores
mefíticos de las ideas anti-sociales, anti-religiosas y anár-
quicas, que causan á la sociedad desvaríos peligrosos, tras-
tornos terribles, yal fin la anarquía y sus inevitables y te-
mibles efectos. ¡ Desdichada nacion cuya j uVQntud se im-
buye de errores. y se guia por malos ejemplos! .





- 60-


LIBERTAD.


¡Cuán largo, cuán intel'minable seria este artículo, si
hubiéramos de espoMf cuanto hay que decir sobre una pa-
labra taninvoéada, tan célebre, tan solemnizada y tan vic-
toreada, que ha producido tantos bienes y tantos males,
que ha encendido tantas guerras, ha causado tantos desas-
tres y destruido tantos abusos, y que todaviano sabemos ni
los benefició!! ni los daños que ocasionará! .


Diremos solamente lo que, en nuestro juicio, no es li-.
hertad, y los errores principales de la falsa inteligencia de
esta palabra, manifestando al paso, lo que por ella enten-
demos; todo e310 lo mas sucintamente posible, dejando
al buen criterio de los lectores la ampliacion y análisis
de nuestras breves indicaciones.


Gran parte de los errores, á que nos referimos, pro-
vienen de haber dado existencia y materializado una cosa,
que es meramente una abstraccion, un ente ideal. La li-
bertad es una negacion, es el no sufrir algun vejamen ó al.
guna violencia. Se siente la opresion, mas no se percibe la
libertad,asi comono sentimos la salud, pero sí las dolencias.


Los que quieren dar ser ó fOI'ma á la libertad, dicen que
consiste en ciertas concesiones senerales ó particulares,
que se establecen en varios sistemas ..E0lílicos, ya como ga·
rantias., ya como derecl¡os; pero an~zando imparcialmen-
te la naturaleza y consecuencias de ~stas concesiones,
se eonoce, se demuestra y deduce al punto, que lo que se
adquiere de libertad por unos, rerlunda en opresion de
otros, y que esas coucesiones generalmente son en delri-




- 6t-
mento del poder, y en perJUIcIO de la misma sociedad.


La libertad de la prensa por ejemplo, no estando enfre~
nada, como no lo está en otros paises, y no.ioh~og confesa-
mos que no sabemos hasta qué punto debiera estarlo, 'es en
efecto una gran libertad para los escritores, pel'o .una es~.
pan tosa opresion pal'a todos los demas, ¿Qué hombre hon-
rado no tiembla, considerando, que al leer un periódico, se
espone á ver un al'lIeuto en que se le injuria, se le. calum-
nia, yse le hace perd~r su buena reput¡lCiOD, y fama, que
le ha costado de adquirir toda su vida; por medio de una
conduela leal é irrepl'ensible? ¿Qué ministro, qué magis~.
trado, qué empleado vive sin sobresalto ,con el recelo de
-que sus actos, aun los mas puros, aun los mas concienzu-
dos, pueden ser interpretados y espuesto(al público, como
injustos, como abu.ii'os, como violentQs t irrefleliyos •. do!"
rando la' píldora con" ~e nos ha ~ch()" se rus,urra,se nos
ha indicado. aunque sin datos positivlJS etc. ¿Dejará d~
sel' opresion para un buen padre de familia, el tener.
que quemar I ó quitar de las manos de sus hijos, tantos
escritos, lIe~os de inmoralidad, y de sandecesjy de incen-
tivos para toda clase de liviandades , desórdenes y críme-
Iles? Y como estos podl'iamos citar olros mu(',hos ejemplos de
concesiones, . que son libertades muy Jisongeras, para los
agraciados, y muy infaustas opresiones para los pacien1es.


Respecto á. las concesiones. generales arrancadas, las
• mas veces, por laviolencia al poder, aun cuando se las ca-,


lifique de garuntias sociales, ó libertades' públicas, no son
Qrdinariamenle m:ls que un de3mem.bl'amiento du fuerza
moral ó material de que se lllutiLl al poder, que la debe
Jener.muy cumplida, P¡Ít a ha~er respetar las instituciones,
ob:odecer las leyes. y.adminislrar l¡l justicia; y bien sabido
es que toda fllerza q1Ie se' quita al podel', que es donde debq
obrar, despues de mil rodeos viene á parar en la anarquia,
llne causa y ejcl'C;c una opresion general muy violenta.


De estas ligerí~imas reflexiones poderos:; ~odQS fácihllcnlo




- 62-
deducir cuantas cosas, que se llaman libertad I no son mas
que opl'esion Ó licencia I y que muchas otras que se miran
como libertades, pOI' ejemplo, la asociacion genel'al de los
pueblos, léi tolerancia, el desarrollo de la induslria etc" no


• son libertades, sino consecuencias y los frutos de la libertad
bien entendida I y estable por la seguridad del órden y
confianza en el gobiel'llo,


Sisenos preguntadespues'de todo esto que. segun nues-
tra oP1nion; debe entenderse por libertad, diremos fran-
camentequebajo el supuesto que nosotros consideramos á
la libertad como una ab5traccion, como un resultado, cree-
mos que en su origen. en su fundamento, y en sus medios
de conservacion, la libertad de todo pais monárquico-cons-
titucionll, solo se encuentra en el respeto á la coilstilucion
de la monartluia, en la observancia y !umplimiento de las
leyes, y en la fuerza y rectitud del poder para hacerlos
obedecer y respetar de todos, No nos formemos ilusio-
nes necias y peligrosas; allí hay verdadera libertad, donde
no se siente op,'esion; allí no se siente opresion, donde hay
ól'den y justicia; y allí ha y órden y justicia. donde se
aman y veneran las instituciones, se observan las leyes, y
se l'espela al poder, Todo lo demas son su!' ños ó engaños;
en vez de libertad, hay desenfrenada licencia, y en vez de
libertades hay atroces opresiones.


Los himnos en loor de la libertad se van convirlien do
en cánticos fúnebres de sus abusos , el entusiasmo de sus •
mas fervorosos adoradol'es decae sobremanel'a á vista de
sus desmanes; y por los desengaños y escarmientos que en
el dia se ob5ervan , es de esperar que esta deidad tan su-
blime , tan poderosa y tan benéfica, á juicio de tantos
hombres célebres, será dentro de poco despreciada y odia-
da por los mismos, desimpresionado ya de sus preocupa-
ciones, y descenderá á ser un (dolo inmundo, á quien en
adelante solo tributarán culto, é invocarán los revolucio-
narios y gente perdida de todos Jos paises.




- G3-


LIBROS.


Puesto que se dice con1unmente que los . libros gobier-
nan al mundo, y ademas que la prensa periódica, eíl tódo
régimen liberal, es el proteo de los poderes~justo es, y
cabe á nuestro inlento y propósito, el examinar en este
artículo, los bienes y los males que en estos últimos tiem~
pos han producido los libros, dejando para otro, especial, los
que debeJllos á los periódicos. . '. .


Está fuera de toda duda, y seria una injusticia, el ne-
gar que con los libms se l]an hecho grandes beneficios al
género humano; pel'o impol'til mucho, por esto mismo, que
no se exagere el mérito contJ'a.o, y se tengan al mismo
tiempo en cuenta los males, que directa ó indirectamente le
han causado, porque debemos hacernos cargo, que desde
que la imprenta se ha constituido por sí misma en un po-
der, y ha tomado ulla posicion política dominante y muy
formidable, si no se destiérran inuy cuidadosamente los ma-
los lib['os, y no se rechazan sus engañosas ductrinas, tarde
ó temprano las nadones sucumbirán á la destruccion que
las amenaza, Un sábia francés asegura y demuestra, que
cuanto se hizo de bueno en la revolucion. fué fruto de la
esperiencia, y todo lo malo, sacado de libros perversos.
tos escritores del siglo XVIII, justo es confesarlo, en mu-
chísimos conceptos, han hecho grandes servicios al público,
y á la humanidad; pero al mismo tiempo asestaron, y die-
1'0/1 tan rudos y terribles golpes á iodo lo en que se cimell-




- 6'-
tan las bases del órden sociar, que no sabemos cuando lle-
gará este á reponerse de tan violentos embales.


¡Cuánto se ha de inculcar, cuánto se ha de escribir,
cuánto se ha enseñar, cuántos· amargos desengaños han -de
sufrir las naciones, hasta que.se curen las alevosas y pene-
trantes heridas que los malos libros han causado en sus
creencias y sentimientos (·eligiosos, en sus buenos hábitos y
costumbres, en sus 'puras inclinaciones, en sus deberes
sociales, políticos y domésticos! ¡Cuánto han de tardar las
sociedades modernas en recobrar el juicio y la moralidad
que las perniciosas dortrinas les han hecho perder! Cuántas
calamidades, cuántos desastres, cuánta sangre quiza cos-
tará tan necesaria curacion, tan urgente restablecimien-
to! ¿Con tan mortales dolencias, con tan furibundos deli-
rios puede existir mucho tiempo soci,eliad alguna; puede ba-
ber gobierno alguno justo y estable?






•••




65 -
===================;~;;============'==:


LUCES, ILUSTRACIOI.


En un siglo que se titula de las luces, y que blasona
de ilustrado, conviene mucho comprender exactamente,
en lo que consiste la verdadera i1ustracion, y lo que debe-
mos entendet' por hombre de luces,


Pasa por tal, un sugeto que tiene una memoria feliz, que
se afana por aprender muchas cosas, que consigue en efec·
lo entenderlas, Observamos sin embargo que ni en lo que
dice, nLen lo que practica, manifiesta sentido comun: el sao·
ber, pues, no es siempre ilustradon verdadera,


Admiramos en otro su gran comprension, y conocemos
que entiende maravillosamenlecuanto estudia, ó se le dice;
pero cabalmente todos sus conocimientos se cofocan de ma-
nera en su entendimiento, que 6 se quedan junto á la ver-
dad y exactitud, 6 permanecen, las mas veces, envue.ltos en
errores 6 pt'eocupaciones, que los ofuscan 6 confunden;
tampoco esto es ilustracion útil.


Mucho menos se baila en ciertos hombres, que chis-
pean de talento, que sorprenden por s"s agudeces y hasla
pOlo los raptos de su imagioacion ,pero que de todo esto
nada hay real, nada celinüble, nada hacedel"O, y que todo
se convierte en viento y humo,


Por último, para· no aumentar el catálogo, de lo que
mas bíén pueden llamarse fuegos fáIuos, que no loces , di-
remos que no deben I'eputarse porsugetos verdaderamente
ilustrados los que, dolados de gran viveza. brillan en ·Ia
conversáción, escriben bien, y se espresan elegante yelo-
cuentemenle en la tribuna pública, ora con· disCUI'SOS' me ..
ditados" ora. len improvisaCÍ'olles felices ¡·mas' no 'obstante
en)odé.\s sus ideas, bien escriban I bien! habled, Be nota


9




- 66-
constante inclinacion al desórden , ó á las ilusiones y á la
singularidad.


lo que en todo hombre debe llamarse luces, lo que
constituye su verdadera ilustracion , son la bondad y rec-
titud de sus sentimientos, que inspirados y radicad03 en su
alma, por medio de una buena educacion religiosa y civil,
le encarnarán esa iuestimable moralidad, que ei lo todo en
el hombre, y que contituye su preciosa y real ilustracion.


El que á, estos sentimientos, pues, reune el exacto juicio
y buen discemimiento de cuanto sabe, oye y vé, el que no
lraslimita á juzgar de lo que no conoce bien, el que no se
Jisongea de comprender lo que ignora, el que sin embargo
procura eslender el círculo de sus conocimientos, suje ..
tando sus adelantamientos á las reglas de un buen juicio, y
severo criterio, puede con razon ser teuido por un hombre
ilustrado.


Napeleon, que era un buen juez en punto á luces, decia
que los hombres, tocante á ilustracion, debian sel· cuadra-
dos, teniendo su inteligencia y luces tanta base como
altura.


Respecto á la difusion y comunicaciondc las luces, so-
mos de sentir que solo deberá enseñarse lo que es necesa-
rio á todo hombre para subueoa conducla , y lo qu~ re·
quiere. su estado; que conviene favorecer los rasgos del
ingenio, con tal que sean del genio verdadero, pero en
cuanto á los p¡;ogresos de mero lujo, ó que sol6 la moda
califica de científicos, no p:lsarse mucho cuidado, conside-
rando esto,. como negocio del capricho particular de cada
individuo, segun su inclinacion y sus deseos, y que COf,OO
dice Baccon; Non plumw augenw sunt ·/tOminurn intelec-
tui; sed pOli"s plumum fJt pOfid~ra.


Grave error será, pues. en política repularpor ilu$lra-
dos á cuantos hemos lndicado no serlo, y: el afana~8e POlo
fa\'orecer la estensi.on de conocimientos que r.o ilustren ó
mrjorea á los hombres.




-- 67 --
=====±============~:===--


MAGEstAD.


Es muy coml1n y demasiado general el error de cr~cr
q'ue el título de J[agestad es un dictadodiscunídoy tri-
but.ado á los reyes por la lisonja, servilismo y bajeza de
sus aduladores; y conviene sobre mane¡'a, hacer entender
qoe no es Mi~ antes bien que fué introducido por necesidad
y conveniencia poHlicas, y qtt6 á ningun soberano es tan
debido, ni . compete mas de derecho este bomenage. que
á· UII monarea CGDStitucional.


En la antiguas invasiones de los pueblos del Norle ysu
oCÓ"p3cion del lUe'diodía, que fueron el origen de nuestras
monarquías moderoas"los gefes de aqueltas hordas salva·
ges eran 811$. caudillos, que estableciéndose en el wl'rit<lrio
por derecho <le, eoaqu'Ísta, se repartian las tierras ealre sí,
oonstitayéodose todos grandes propietarios.con el mislllo tí-
lU\o,. reconooiendo- por superior mel'am~n'e al que los babia
eapitaDeado duaalela espetlieioli. Mas á medida que eBlo~·
pequeim Estados fueron afil'mandoi y estendiéndose. SU1'-
gierOll emre ellos ominosas rivalidadesr, y ademas'las pr6~
tensiones y contiendas interiores de íos pa,rttejpe,s mas po-
derosos,. hicieron reconocer la necesidad de designar la su~
premacia del gefe de todos ell0s, "Con un tttulo especial y es-
closi~f), yun dic\ado tao reverente, y henorlfieo, q.ij~ ll() pu-
diera. cMifundi.rse con el de ningn <llro gefe, ni dejase du.
da de lasuprelllacia del mismo. Concep~uose que el titulo
Eh\' AlagestOfi era el mas á propósito pan estos objetos, y
se a:lnptó, como· una necesidad: social y poliHea, y uo, por




- 68-
mas que clamen los demagogos contra él, por la adulacion
y servilismo de los súbditos, ~~le honor, este tratamiénto
tan ¡'espeluoso y sublime, aun cuando se haya abolido el
dominio por derecho divino, aun cua,ndo se hayan deroga-
do las soberanías de familias, aun cuando los reyes lo sean
por la COBSlitucion del Estado, debe ser inherente y esclu-
sivo del monarca, y es absolutamente necesario para el de-
coro y provecho de la nacíon,


l y á quién mejor que á un monarca constitucional cor-
responde este título? Si otros soberanos debieron gozarle.
en razon á serlo pOI' derecho de familia, ó por el de con:'
qtiisla, lo merecerá menos un Itey, que lo es por el derecho,
y voluntad de la nacion? Que no debe su legitimidad al
tiempo ni á la aquiescencia de los pueblos, si que está re-
vestido de ella por derecho nacional y espreso?


¿ y á quién le compele mas juslay oportunamente el
tilulo de Magestad, para que 1<18 demas naciones reconoz-
can la dignidad da la nacion que representa, respeten . los
de¡'echos de la misma, y la guarden todas las consideracio-
nes debidas, que al supremo gefe de la nacion, al encargado
del cumplimiento de las ley·cs, al que dispone de la fuerza
armada y dirige las relaciones diplomáticas y comerciales
con las demas potencias?¿ Y se¡'ia regular ni prudente que
por complacer á cuatro demagogos, henchidos deincapaci ..
dad y orgullo, y por considét:aciones á los bullangueros d~
prófesion,· se privase á las naciones de esta grande y mages-
tuosa personiticacion, sobre la cual descansan, y de la que
dependen, muchas veces, los deslinos de un Estado?


No olvidemos, para nuesh'o esca¡'miento, las funestas
consecuencias de aquella impruden"te proposicioD, presan-
lada en las prime"ras sesiones de la Asamb~a legislativa de
Francia; por uno de sus miembros de lastimosa celebridad,
por la que se pedia que los miembros de la Asambleapu-.
diCl'an cubrirse en presencia del Rey. que en los discursos
y mensages que se le dirigiesen por el Presidente no se la




- 69-
diese el titulo de Señor ni el ·tratamiento de l/uf/estad, 1
que el sillon régio estuviese al nivel yen alineacion de la
silla del Presidente!


Vivamos convencidos, y sos.tengamos ~IJ entereza y re-
solucion, que eltitlllo de Alagestad, es de necesidad escen·
dal política en toda monarquía, y que á ninsun soberano es
tan debido, ni conviene, ni compete con mas derecho que á
un monarca constitucional.




-70 -
=


MASAS.


La palabra masa, que en sentido metafó¡'ico significa á
las veces el conjunto ó gran copia de algunas. cosas, suele
emplearse en el lenguagll político para designar la muche-
dumbre, las grandes reuniones de hombres sin órden y en
tropel. En eslo sentido ectuivale á lo que propiamente de-
nominamos turbas, y si siempre se usase y tomase esta pala-
bra, en la predicha acepcion, no babria necesidad de hacer
observadon ni reparo alguno subre ella, bastando á nuestro
Pl'OPÓSito recomendar el que nos abstuviésemos de valer-
nos de una voz innecesaria é impropia de nuestro idioma,
teniendo la indicada, que es su exacta y natural equiva-
lencia,


Mas el prurito de transportar y usar en nuesh'o lenglla_
ge y escritos políticos, sin el discernimiento y escrupulosidad
indispensables, las palabras francesas, ha producido en mu-
chas de ellas, por su adopcion indiscreta, inevitable confu-
sion y graves errores. como se bace notar á cada paElo en
esta obra.


Los franceses usan de la palabra masas para espresat'
indistintamente todo gran conjunto de hombres, para deno-
tar la muchedumbre y hasta las numerosas clases; y en es-
te concepto sostienen que las grandes masas no son temibles
que en lo general tienen buenos sentimientos, que estilO d~­
tadas de buen eriterio y gran sentido comun, y por último
que por su natural instinto solo desean lo útil y positivo, y
que si· yerran, ó se pm'vierten, es solamente por las suges-
tiones, intrigas y engaños de los díscolos y perversos. Para
ellos, masa es multitud de hombres ordenada y pacífica,




--71 -
turba la muchedumbre desenfrenada y sediciosa, la canalla
y asi es como atribuyen el aquellas las calidade8 y dotes que
hemos indicado, asi es por lo que las encomiendan incesan-
temente á la proleccioIl del gobierno, y por ello les dan lan-
ta importancia y apreeio.


Mas entre nosotros, en que la palabra masas en sentido
claro y perspicaz con que se usa en Francia, no tiene igual
significauo, en que se confunde con la de turbas ó bandos,
y donde en fin no es una voz castellana, ni á lo que noso-
tros sepamos, está definida convenientemente: qué tierlB de
cslraño que la veamos usada tan indiscreta, y;erróneamente
como á cada instante oimos y leemos?


Apenas hay relacion de los mOlines, asonadas y rebe-
líones, que por desgracia ba habido en España en que ,no
se diga: «Se observaron varios grup03en tal ó cual sitio,
\lue aumentándose considerablemente; yen masas, sediri.
gieron una á taLpal'te, otra a tal pUll10 etc. acometieron ó
hicieron esto ó lo otro, mientras la masa del pueblo perma-
necia inerte, sobresaltada, no p¡·estando ausilio alguno á los
sediciosos etc,))


Pues ni en el primer caso las masas eran masas, sino
turbas, ni rn el ~c3undo la gente pacífica ó generalidad del
pueblo era masa, sino la polJlaeion, el vecindario.


En suma, conviene, para-no dar ocasion á ~quivocaciones;
que pueden int\ucit' á errores graves, no usar la palabra
masas, sino cuando se refiere á un gran número dé- perso-
nas ordenado, ('omo por ejemplo, una masa de tropacom-
puesta de tall~s ó c.ualMCtlmpañias ó batallones marchó,ata·
có elc. y la palabra turbas ó bandos; escJusivamenle pam
cualldo se quiere significar una muchedumbre siÍl órden ó
en tropel. En todos los demas casos en que se designa algu-
na gran reunion, conjunto, ó muchos individuos tomados
colectivamente, empléese la palabra propia y peCnlial\ que
le corresponda, que no faltan en nuestro idioma,y no bay
necesidad de mendigar de 011'0 alguno. ¡




-7!-


MAYORIAS.


Sobre esta palabra hemos visto fundar"e y levantar:;e
lanlos sistemas polllicos, ob!!ervamos tambien en el diil eri-
girse tan las teorias gubernamentales, unas yolras lan inespli-
cables y tan inconcebibles. que no podemo!t menos-al consi-
derar los funestísimos efectos que producirian semejantes
concepciones, de esponer algunos ligerísimos reparos sobre
la naturaleza. caracter y valOl' de las mayorias.


Comprendemos, y todo el mundo sabe. que en los
cuerpos de autoridad colectiva, ora sean gubernativos,
ora administrativos, ora judiciales, los acuerdos y decisio-
nes deben ser á pluridad de votos ó por mayoría.


y esto es justo, es indispensable, y no ofrece inconve-
nientes; primeramente, porque los individuos de eslos cuer-
pos son personas inteligentes, instruidas y amaestradas en
el despacho y práctica de los negocios que las leyes some-
len á su resolucion; en segundo lugar, porque en sus deci·
siones tienen que sujetal'se rigorosamente á las leyes y re-
glamentos vigentes; y finalmente. porque todos sus acuer-
dos y sentencias pasan por el crisol de otras corporacio-
nes de diferente gerarquia, que bay establecidas en todo
buen gobierno, con el fin de que sean examinadas, ilus-
tradas y l'ectifiudas concienzudamente antes de auoplar-
se ó ejecutarse.


Es evidente, pues. que en lo humano, y respecto á es-
tas corporaciones, no cabe mayor seguridad de acierto que
en la de sus acuerdos por mayoria.




-73 -
Todavia podl'i,\ decirse que en la asevcl'acion de la


existencia de un hecho, el voto de las mayorías debe ins-
pirar suma confhmza, puesto que basta el senlidocomun para
comprender el grado de certeza, que las pruebas y dernas
circunslanciag, que acreditan el hecho, merecen; y todo hom-
bre desapasionado é imparcial, puede estimarlas razona·
blemcnte, y decidir con salisfaccion de acierlo. .


IIasta aquí todo esto es natural, todo es discl'elo, y lodo
cabe en ell:'jercicio y mérito de las mayorias; pero.para
que no se crea, Ó quiera de aqui inferirse que cuanlo se
funda y apoya en mayorias, sea ó pueda ser legítimo, ra·
zonable y provechoso, indicaI'emos algunos de los sistemas
qUtl se pretenden cimentar sobre ellas, y ciel'tas aplicacio-
lles muy peligrosas, que han querido hacerse del cdterío,
para algunos infalible, de las mayodas.


En esa grande pugna de la criatura contra la ley de su
creacion, es decir, de los individuos cOnt\'a la sociedad, se
ha concebido como un principio fundamental, la soberania
del pueblo; no esa soberania nacional que constituye la in-
dependencia de un Estado, el que ningun pueblo ó nacion
sea propiedad de nadie, sino de sí mismo, y el que en su
régimen político todo deba encaminarse á la consel'vacion,
al bienestar y á la mf'jora de cada uno de sus ind"ividuos,
sino de aquella soberallilt espúrea, que se proclama en
medio de toda especie de violencias, y por la voluntad ve-
leidosa, inconsiderada y arbitraria de la muchedumbre ó
de las tUI·bas, que se apellidan descaradamente el puehlo.


Conforme á esta soberania tumultuosa, solo es legi-
timo lo que emana de las mayorias, todo debe somete!"-
se á las mayorias, todo ba de ejercerse por las mayo-
rías. Así, una n·acion de díez, quince, veinte, treinta millo-
nes de individuos, debe e"tar en continua agitacion pam
deliberar, elegir, ordenar, mandar y gobernar. De esta
manera únicamente es como puede haber ·le¡l;ilimidad, ple-
na posesion y ejercicio de los derechos de ciudadano. y


10




-74. -
una pl'enda segUl'a de infalibilidad en todos los actos de la
soberanía, porque así se sujetarán á la voluntad general,
que es infalible, seglln los apologistlls de este sistema.


Tódo esto es un lamentable e 1'1'0 1', tadoserá, si se quiere
un a quimera, un delirio; pero se dice, se imprime, se en-
seña en Europa, y seguu estos principios se forman socie_
dades secretas, se promueven mOlines, se asesina en las ca-
lles, se destituyen dinastías, se derriban tronos, se tumul-
tuan {laciones, y se flonfunden y trastornan todos los ele-
mentos del 6rden social y politico. teniendo por Europa
estos borrores patronos en los periódicos, en las cátedras,
en las tribunas, yen sitios en que las leyes fuudamentales,'
y los juramentos prestados, se profanan sacríJegamente con
splo €milir semejantes opiniones.


Pero no son solamente losdeo.lagogos , los que sobre 'la:
base delas inayol'ias constituyen sistemas tan absurdos co-
mo horroroso:5; vemos y obse¡'vamos' que liberales, tenidos
porhombres sesudos y escrupulosos, escriben y sostienenser
en SQ juicio el si~tema único de régimen aceptable. el go-
hiemo para todos, po,- todos y de todos, en proporcion
tIesus derechos, de sus garantías, de su capacidad, y de
sus luces. E3to, por mucho que quiera disi!llulal'se. es al
cabo real y verdaderamente la predicha sobemnía del pue-
blo, y el gobiel'l1o de la democraeia pura,


Como estos mostruosos sistemas pueden entablarse, co-
mo estos gobiernos de mogollon puedan organizarse y fUII-
cjonar, nosotros no lo comprendemos. y es de creer que
tampoco los que los proponen, los ensalzan. y los desean
realizar: pero entretanto. estos sueños, e3tos delirios, ó
estos maquiavélicos intentos, electrizan á unos, seducen á
otros, atemorizan á todo hombre. cuerdo y amante del órden
y de la paz, teniendo en incesante sobresalto y alarma á
lodo gobierno constitucional, pOI' muy sábio, por muy jus-
lo, y por muy fuerte que sea.


Hemos calificado de sueños y delirios, cuan los planes




-75 -
de pm'fectabilidad social y política se forman, sobre las
ventajas dc las grandes mayo das, porque no podemos ima-
ginal' que pel'i;onas dotadas.de regular juicio, desconozcan
lo que, atendida la naqueza humana y calidades de nuestra
naturaleza, vienen a ser indudablemente Inayorias de las
grandes reuniones de bombres para deliberaT, elegir,
l'esolvel', y ejecutar lo que á ellas se las confia.


Sabido es que desde luego que dos o mas sugetos em-
piezan á discutir sobre cualquiel'asunto,o á proponel'se
ejecutar alguna cosa, se nota que unos tienen mas ¡nleH·
gencia y capacidad que otros; mas notable es esta diferen-
cia entre cien individuos, muchí~ima entre mil, estraordi-
naria entre diez mil , y así siempre en l'azon dil'ecta del
número de individuos que componen la reunion, pudiendo
asegurarse, sin hipérbole, que la suma de inteligencias será
en las graMes jllntas infinitamet\le pequeña, respecto á la
de n1edianias é incapacidades, que formarán esas inmensas
mayorias tan celebradas. Así pues, el fiar la suerlt~, los ne-
gocios é intereses de una nacion á las mayorias de sus iü-
capacidades que las forman, es entregarlos á la ignorancia.
del mayor número, á las intt'igas de los mas audaces, y á
las rabiosas pasiones de todos, ¿No seria esto un delirio, un
dislate,y un escándalo?


Podiamos toddvia presentar algunos otros sistemas, no
menos absurdos, 'ni menos perniciosos, que los que deja-
mos indicados, fundidos todos en les moldes de las mayo-
rias; pero por lo mismo que nos lisongeamos de que nin-
gun hombre de buen juicio se dejará apasionar ni seducir
por estos sistemas, tan evidentemente quiméricos y disol-
notes, no nos considemmos en el deber de hacer mérito
de cuantos se les asemejan en la esencia y circunstancias,
aun cuando se quieran disfrazar con variadas formas,


Solo juzgamos indispensable insinuar algunas teorlas, ó
sean aplicaciones, que sllelen proponerse y adoptarse res-
pectoalpodel'é influencia de las mayorias en los paises rc-




- 76-
gidos constitucionalmente, que desvirtuando Ó contral'iando
el régimen establecido por la consli lucion del Estado. prQ-
ducen, como es consiguiente, la decadencia y debilidad
del poder, el descrédito de las instituciones, y el trastorno
y desórden en todos los mmos de la administracion. Estos
funestos y necesal'Íos efectos, son mas perceptibles y mas
dañinos, cuanto mas cabida y estension se trata ue dar á
las mayorias, cuanto mas numerosas sean estas, y cuanto
mas se escilen ó propendan á mandar, ó gobernal' directa
ó indirectamente,


Ya hemos visto que la pluridad de volos, Ó sea la ma-
yoría. solo puede ser aceptable, conveniente. y oportuna
para las resoluciones de aquellos cuerpos judiciales, gu-
bern:llivos, administrativos y demas, que establecidos y 01'-
-ganizados por la ley. deben decidir, ordenar y resol-
ver los negocios especiales de su competencia, con es-
tricta sujecion á las leyes y reglamentos; tambien bemos
demostrado que cuanto mas numerosas son l'ls juntas de-
liberantes y gubernantes, tanto mayol· es el número de
individuos incapaces, ineptos y malos, que ordinariamente
las componen, y por consecuencia n:tas ignorante t y mas
desacertada debe ser la mayoria ¡ luego pueden sentarse
como principios, que deben tenel'se por axiomas políticos
los siguientes:


4.· Que lodo cuerpo ó reunion de hombres que deli-
bem, decide ó prescl'ibElI sobre puntos, que no son de su
competencia legal; que funciona sin autol'izacion espresa de
la ley, y sin conformidad á las reglas eslablecidas por la
misma, ó que ensus acuerdos y lodos los actos del ejerci-
cio de sus funciones, no se atiene estrictamente á lo preve·
nido pOI' 1M leyes, cuanto hace es ilegítimo, y que ni la
pluridad absoluta de sus votos, ó sea la mayoria, y ni aun
la unanimidad pueden dar valor alguno á sus deliberacio-
nes. dictámenes, providencias, ni acto alguno que de ellos
dimane.




-77-
~.o Estando regularmente el número de medianiás é40-


capacidades, en l'azon directa del conjunto de individnos
que componen la reunion, cuanto mas numerosa sea esta,
maYOl' será el númet'o de individuos ignorantes" ineptos y
malévolos, y por consigú.iente la mayol'ia, la rormarán es-
tos en tanta mayor suma, en cuanto sea mayor la de los in-
dividuos, que se reunen, bien sea para elegir • delibe-
rar, administrm' 6 gobernar.


3. o Que como corolario' de este princ.ipio, es indispen-
sable, á medida que para cuahiriierobjeto polltico se esta-
blece, la necesidad legal de un cierto número de individuos
ó se concede colettivamente á muchos el ejercicio de cier-
tas facultades, como la de elegir diputados, concejales, etc.,
ó de legislar, ó de juzgar, se procure el exigirse por las le-
yes, en proporcion del nútnero, tantos y tales requisitos en
las personas que sean llamadas por las mismas á gozar y
ejercel' dich:1S facultades, que se evite, cuanto huinana-
menle sea dable, la admision de sugetos ineptos, intrigan-
tes y maliciosos en las espresadas reuniones ó junlas, para
conseguir asi, en lo posible, el que jamás preponderen es-
tos en ella, y puedan constituir mayoria.


y finalmente, que atribuir á la!! mayorias el don de
acierto, y concederles el de consejo, suponiéndulas do-
ladas de suma inteligencia, cordura, y probidad, es
no conocel' los hombres ni las cosas, es negar lo que
hasta el mas rudo observa que pasa en las grandes reunio-
nes deliberantes y electivas, queriéndonos vender ó hacer
tragar, como voluntad general, por ser la espresion ó acuer-
do de inmensas mayorias, lo que solo ha sido. y será
siempre en semejantes casos el pensamiento, el parecer, el
voto y los deseos de un corto número de hombres, mas "n-
tendidos en manejos é intrigas, mas audaces, mas activos,
mas ambiciosos, ó mas temibles que los otros,


De todo esto podemos fácilmente colegir en qué sentido
y en (lué casos pueden ser aceptables y deben estimarse




-78 -
los votos demayoriat y en qué otros son inadmisibles é in-
necesarios, peligrososó perjudiciales, pudiendo tambien
apreciar el valor y mérito de esas tan frecuentes como des~
lumbradoras y enfáticas frases de inmensa mayoría del
pueblo, .de la clase media, y de t~l ó cual reunion nume~
rosa é ilegal; debiéndose mirar, como un principio de in-
contrastable verdad, qlie el gobierno que se apoya esclusi-
vamente en esta clase de mayol'ias, . ó está. supeditado por
ella~ será siempre un gobierno, de ignorancia, de· poca
fuerza; de ninguna estabilidad , y de miserables ó violenlas
pasiones.


_.-




-79 -


MINISTROS, MIIIST:ERIOS.


Comprendemos en un solo artículo,cuanto, ennues'ro
concepto, se refiere á Mas dos palabras, porque hemos
creido que asi serán mas claras, mas inteligibles, y mas
concisas las observaciones que lIosproponemospres~ntar,
con el fin de que espGoiendo las, dlrerenles ,acepciones y
atr;butos, que;se dan a los· ministros individualmente, y al
ministerio, gabinete ó consejo de ministros, podamos spbre
una materia tan interesante, discernirfácilm~te los errores
que se padecen, ó están mas de moda ennueslros días.


Para esto nos limitaremos á demostrado.que en nuestro
entender son los ministros y un IÍlinisterio constitucional, y
lo que en algunos paises, regidos constitucionalmente, Sé
pem,o, escl'ihió, y pl'acticó acer-ca de Jos ministerios, en
vil'too Je interpretaciones ," impremeditadas Ó. erróneas de
sus respectivas conslLtuciones " y de'pl'ácticas opuestas ó
discordes del espiritu y sentido literal' de lo establecido .en
las mismas.


En las constituciones, que hasta el dia han regido en las
monarquías de Europa, respecto á los ministros, se establece
tIue han de ser lihremente elegidos por el. Rey, que,son res,.
ponsables, que pueden ser individuos'de la cámara ,electi.
va Ó d~ la vitalicia, en cuyo caso tendrán voto en sus deli-
beraciones, y finalmente que pueden ser acusados por
aquella y juzgados por esla con arreglo á las leyes.


Son pues, los ministros, las pcrsonasque,mereciendo la




- 80-
éiJiifianza del Rey. elige esté para consejeros suyos. para
hacer ejecutar las leyes. y firmar cuanto mandare ó dis-
pusiere en el ejercicio de su autoridad, y que re5pon5ables
de las infracciones de las leyes, y de los abusos del poder,
será~:¡ltm~ados y juzgados por las cámaras, como se deja
ya indicado.


Siendo constitucionalmente esto, ni mas ni menos, los
ministros, su proceder político y su cond ucla ministerial
deberá reducirse al mas ferviente celo pOI· el exacto y pun-
tual eu mplimi ellto de la cOllslilucion y las leyes, al incesiln-
teMan y leson en que todos sus subordinados desempeñen
con el mayor esmero, inteligencia, y eficacia las funcio-
nes y d",beresde sus peculiares destinos, á prucurar Jamas
rtwAa:; lafllas sá bia. la mas 'económica yla más pronta ad,..
minislract(,)nentodos los 'ra mos del servicio público, ápl'e·'
sen Ill'· 'en los cuerpósc<JlegisládoJ'es, los p,·oyectosde ley,
qlH~'conceptúeo mas útiles y oportunos al bien del Estado,
yá: pedit' la áflrobacion de los pl·esupuestos de ingresos y
gastos,' en los términos que' la constilucion pl'i~viene, todo
pOl'di:;posicion, acuerdo ó beneplácito del Rey, acollse-
j'ándllle sobre hl sancio" de lospl'oyeclos de ley, aproba-
dos pul' los. referidos cUtlrpos, y sobre cuantos asuntos y
negocios descare sabé!" su, opiniílD y dictamen para el.
ácierlo de sus {lelerminaciones, leniendopor su parle los
ministros la facultad de' no firmar órden ni resolucion al-
guna; que; segun su leal saber y entender, creyeren que
compromete su re5ponsabilidaú,


Veamos ahora lo que en una nacion con régimen consti'
tucional pueden llegar á ser los ministros, y como fué 'consi-
derádo un ministerio, y lo que es mas, como lo será siem-
pl'e, que se admitan las doctrinas del régimen representati-
vo, gabinete parlamentario, omnipotencia de las cámaras,
poder ministerial,y las modificaciones ó prácticas, que como
consecuencias de estas doctrinas, se inlrotlugeren, y adop-
tasen; creyéndose por algunos muy de buena fé, ser indis-




- 81-
pensables y muy conducentes para llevar el sistema consti-
tucional al mayor grado ue perfecciono


Para que no se crea que presentamos suposiciones fic-
ticias y hechos dudosos, haremos una sucinta y exacta re-
seña de lo acaecido á los ministros y ministerio, de Francia,
en fuerza de las doctrinas y prácticas mencionadas, 11 pesar
de regi,·, y suponers~ en todo su vigor la Carta ó constitu-
cion, en la cual se hallaban establecidas, respecto del mo-
narca y los ministros, las facultades y atribuciones, que he-
mos insinuado anterio,·mente, y ocupar el trono Luis Felipe.
Hey, lleno de sabiuurÍa y virtudes.


Partiendo del falso principio que 101'l Diputados de la cá-
mara eran los representantes de las respectivas localidades
en que fueron elegidos, y por consiguiente que la reunion
de todos ellos, ó sea la cámara electiva, era la . verdadera y
genuina representacion nacional, siendo asi que conforme a
la constilucion de FrancÍa y de las demas monarquias cons-
titucionales, solo son los delegados de la ley para ejerce,· y
desempeñar las facultades y funciones que en la Carta ó
constitucion se prefijan á dicha cámara , se convirtió desde
Juego el sistema constitucional en régimen representativo,
estableciéndose, como una condicion esencial de este siste-
ma, que el ministerio debia ser la personificacion de un plan
de gobierno, apoyado por una mayoría parlamentaria,
que se suponia la personilicacion de la generalidad de los
distritos electorales, "Y esta la ve,'dadera espresion del con-
juqto de los intereses y deseos de la nacion; de manera que
no adoptando el ministerio la política de la mayoria de la
cámara electiva, debia ser hostilizauopor ella en todos senti-
dos hasta conseguir qLle fuera sustituido por otro, que so
!'ujetase enteramente a la p~lítica y exigencias de la mayo-
ría de dicha cámara.


Po,· de contado, admitidas estas doctrinas, que sea dicho
de paso, eran lambien las de algunos Conservadores, se vé
á las claras que semejante ministerio, no era, ni podia sel'


11




- 82
m1nisterio del Rey, sino de la mayoria de dicha cámara de
Diputados, y que esta condicion Be fundaba en no deher te·
ner ('1 monarca participacion alguna en el gobierno y admi-
nistracion del Estado, corno consecuencia del inconstitucio-
nal, irreflexivo, y basta irreverente aserto de ;¡ue el Rey
t'eina y no gobierna. Tampoco este era libre en elegir los
ministerios, pueslo que solo podia hacerlo de personas que
fnesen de la mayoria de la cámara. ó que estuviesen anuen-
tes en adoptar su política, y lh~nar tojos sus deseos.


Si el Rey, ó bien por considerar la política y tendencias
de la cámara equivocadas ó porjudic.iales, ó bien por no in·
validar su prerrogativa constitucional, insistía en conserVill'
el ministerio, por reputarle el mas propio y útil para el bien
d.e la nacion, entonces la cámara con la oposicion mas obs-
tinada. y bas.la descortés y caprichosa, le forzaba, por los
medios mas inconstitucionales que pudieron imaginarse, á se·
Tlarar sus ministros, á trueque de evita!' gravísill10s conflic·
tos, ó quizá ysin quizá una revolucion.


Se ponian al punto en juego las continuas y punzantes
interpelaciones, el rechazo de los proyectos de ley y pe-
didos de ausilios presentados por el ministerio, los votos de
censura, las cuestiones de gabinete, los mensages, y la de-
negacion de los presupuestos, protegierido y reforzando es-
tos violentos ataques, el horroroso alarido de la prensa pe.
riódic.a, y los alarmantes desmanes de las tri hunas públicas,
ó las insolentes amenazas de las turbaS' atrevidas~


¿A estos irresistibles embales, cómo habian de contr¡1\'-
res lar los ministros, que quizá iJabian escalado el poder por
estos mismos medios, -ó que cuando contaban con la mayol'Ía
de la. cámara de Diputados, la h!lbian en sus programas, en
sus discursús y en las conferencias privadas, proclamado por
su apoyo, y su único ó principal sostén? ¿Podrian recurrir
al ausilio de la cámara de·los Pares, cuando lejos de supo-
llerla especie alguna de represenlacion nacional, la miraban
sin fuerza, y aun sin vida, ó solo COlllO la personilicacion




- 83-
de una senectud, ataviada con toda la pompa, de titulos y
condecol'aciones funerarias? Habiéndole atribuido indiscre-
tos ó abrogádose por sí misma la cámara de los Díputadosla
omnipotencia parlamentaria, qué le quedaba de pode¡' ni
prestigio á la de los Pares?


Si por el contrario el gabinete, ejecutando servilmente
la política é inspiraciones de la mayoría de la cámara, y ce-
diendo á todas sus exigencias, se conciliaba su adbesion, las
mas veces contra el dictamen y voluntad del Rey, era á costa
(re su auloridad, que no podia menos de consiuerm'se menos-
preciada por sus ministt'os, y degradada á lo~ ojos de toda la
nacíon. Concnlcada así tan escandalosamente la prerrogati-
va real, atadas las manos de su po,let', menoscabados sobre-
manera el respeto y prestigio del tt'ono, y constituidos los
minish'os en una comision de la camara, veían esto~ hundir-
seen el abi~mo lamonarquia constitucional, y reconocién-
dose impotentes para salvarse de los graves conflictos que
ellos mismos la habian cau~ado , abal1lloilaban al monarca,
para que, escogiendo otros hombres, prubase fortuna con
ellos. á fin de vel' si eran mas capaces ó dichosos de sacarle
del precipicio en que le dejaban.


Al Hey no le quedaba mas arbitrio que ó disolver la
cámara, ó elegir de su mayoría á otros para ministros.
En el primer caso se esponia á graves trastornos, y á no lo-
grar (¡tiC las elecciones le fuesen fa,·orables; y entonces su
autoridad y sus prerrogativas resultaban mas desairadas y vi-
lipendiadas, y presentándose la nueV,l cámara triunfante, le
iinponia con la fuerza y orgullo de vencedora la dura ley
de su voluntad y ·capriehos. I~n el segundo, siendo los
nuevos ministros de su mayoría, permanecía esta dueña del
campo, y con mas Ó men03 predominio y arrogancia, obli-
gaba á los nuevos ministros á se\' sus satélites, sus agentes
6 sus víctimas, como lo fueron los anteriores.


Si finalmente, la minoria, ó sea la oposicion, pasaba á
formar mayoria. en la cámara, ó si pOl' medio de alguna si-




- 8'{,-
niestra Malicion para derribar el mini:;terio, el'a preciso
constituj¡' otro, no podia el monarca pt'e5cindirse de escoger
para ministros de entre los individuos de la mayoría, ni
dejar de exigir esta de ellos, la mas completa observancia
de su politica, y la mas dócil sumision á 8U8 r-xigencias.


En todos casos, pues, por las doctrinas erróneas predi-
chas y por'las practicas parlamentarias adoptadas en Fran-
cia ú ejemplo de Inglaterra, elminislerio se hallaba en
una posiGion muy falsa, y en un conflicto incesante, que
le imposibilitaba gobemar constitucionalmente.


No era ministerio del Rey, no obraba en virtud de ]a
autoridad y confianza real, carecia de poder, porque no ]0
recibía del monarca, y la camara, el que le daba, era in-
constitucional, efímero é ilegítimo; en una palabra, era un
ente incapaz de obrar por sí en ningun sentido, y conde-
nado á ser el juguete, ó el cómplice de todos los caprichos
y sugestioned de la cámara.


Tal es la historia, tal ha sido la suerte, poco mas ó me-
nos, de todos los ministerios en Fl'ancia durante su régimen
liberal. En los tres reinados despues de la restauracion, la
admision de las ideas y teorias de régimen representalivo,
gabinete parlamentario, gobierno de mayorias, ha produ-
cido los mismos efectos, y ni la <Iiscrecion y pmdencia de
Luis XVIIl, ni la sabiduria, patriotismo y entereza de Luis
Felipe, ni el mél'ito, ni el c.oncepto y gran pericia de las
eminentes personas que se eligieron para ministros, han
podido librarles de los inevitables fracasos, que debe irTe-
misiblemente sufrir' todo gabinete, que se constituya, ó se
vea precisado á ser parlamentario, descuidando ó desesti-
mando el ser ministerio del Rey conforme la COllstilucion.
Hombres de progreso, conservadores, de marcha ó de resis-
tencia, todos, todos, han de sucumbir sin remedio, VÍCtimas
del ti¡'único poder é irresponsabilidad de las mayorias, y
dichosos si en su caida no arrastran tras sí al abismo las
dinastías y los tronos, como ha sucedido ell Francia,




- 85-
En vista de esta reseña de la condll~ta y suerte de los


ministerios parlamentaríos franceses, se nos dirá ¿cómo de-
ben proceder los ministros ql1~ deseen serlo verdadera·
menle dd Rey, y en verdad un ministerio constitucional?


En nuestro juicio esto es muy sencillo y obvio, aun
cu'ando no sea lo que generalmente se practica en los pai-
ses regidos por constituciones monál'quicas, Solo consiste
en atenerse los ministros para el ejercicio de sus funciones
y cumplimiento de sus deberes á lo prevenido en la consti-
tucion del Estado y en no sufrir ni tolerar, que las cáma-
ras, ni corporacion, ni autoridad, ni individuo alguno se
abrogue, ni ejerza mas facultades, que las designadas es-
presamenle á cada ullO en la constilucion, bien seguros
i}ue de esta suerte ni habra confusion de poderes, ni obstá-
eulos ó entorpecimientos, ni habrá conflictos, ni desór-
den, ni arbitrariedad, nivejámenes. Gobernará. el rey con
sus ministros re:;ponsables, legislarán las cámaras con el
Rey, acusará la una á los ministros y los juzgará la: olra con-
forme á la conslilucioa y las leyes; cada uno funcionará'H.
bremeate dentro del círculo de sus atribaciones cons(itlJ-
cjonales, y todas las ruedas de la monarquia constitucional
giraran y obrarán en el sentido y para el objeto, que fue,:,
ron colocadas en la máquina política.


La conducta de los mini:3tros pam con el Rey,~ debe $eT
respetuosa, leal, y sumisa en todo IQqu~ no se QPooga áJIl
cO/lsti[ucioo y á las leyes, en todo lo flue en' su concien-,
cia no conceptuell contrario al bien del Estado, aconseján-
dole cuanto consideren útil pam el mejor gobierno de SilS
súbditos, y prosperidad de la nacion , procurando siempre
la,eonservacíon y sosten de las prem¡gati vas de la Corona,
sin intentar, ni desear exagerarlas ni deprimirlas,


Con respecto á las cámaras. debe ~cr sincera, pura, y
manifiesta á todos, y en todas circunstancias su 1 everen-
cia y aprecio de las facultades q'.lC la constitucion les coo-
cede, protegiendo C9n la fuerza moral y la materíal, si fuere




- 86-
oportunoó necesario, el libre y espedito ejercicio de sus
atribuciones constitucionales, tratando siemp,'e en sus dis-
cursos y en sus escritos, Ilosolo á dichos cuerpos, sino á
cada uno de sus miembros con el decoro y deferencia que
merecen sus eminentes cargo y destino, y guardándoles, y
haciendo se les guarden po,' todos, el respeto, hOllores·, y
preeminencias que la constituei(ln y las leyes les dispen~an,


En su asistencia, discursos. presentaciones y comuni-
caciones oficiales con las cám:wils, nada de programas, na-
da de manifestaciones, protestas. ni apologías de la polltica
que se proponen adoptar. ni de la marcha y conducla que
desean observar, ó intentan plantear en el gobiemo y
administracíon del Estado. y nada, sobre todo, de esas re-
laéiones ó curiosos romances, con que al presentarse por
pl"imera vez los ministros en las cámaras. les cuentan con
1111 candor y humildad. que a unos edifica, á otros divierte,
y á otros exaspera el cómo, el cuándo, el por qué. y la for-
ma con que S, ~r. tuvo á bien admitir la dimision de 'o;
salientes, y hacer el llamamiento de los entrantes al goze de
Sil real confianza, pues ya en este primer paso ministerial
se conculca la régia prerrogativa de separar y nombrar li-
bremente el Rey sus ministl'Os, puesto que con semejantes
inoficiosas é inoportunas manifestaciones, é indecorosos
relatos, se entrega el uso y ejereicio de tan sublime y lib:'c
facultad al exámen, ó á la CI'Ílica y censura de las cámaras
.y del público.


Meditcn lo:; ministros con celo, detenimiento y madurez,
los proyectos de ley, que crean necesarios y oportunos para
el buen gobierno, y sábia adminiitracion del pais ; presén-
tenlos á lo,; cuerpos colegisladores con el apoyo de las ra-
zones que les han ind ucido á proponerlos á su aprobacion;
sostengan en los Jebates su necesidad y oportunidad, y la
conveniencia de las disposiciones que abrazan sus arliculos;
sufran, sin la mas minima exaspl1racion de su amor propio,
las cnmienda,; Ó ll1odilicacioncs, que la sabiduría de las ca-




- 87 ::-.
mar3S estimase necesarias, ó mas conuucentes al objeto y
fines de la ley propuesta; resérvense la facultad de aconse-
jal' al Rey la sancion ó el Archívese del proyecto de ley
aprobado y pre~ent:ldo por las cámaras con las modilica-
cione., ó enmiendas predichas, y finalmente sean, y mués-
trense siemrre~ tan fieles y firmes defensores de .las prer-
rogativas de la Corona, como celoslls custodios de las fa-
cultades de las cá-maras, y derechos de todos los ciudadanos.


Estos solo desean justicia y orden, porque solo con es-
lo hay libertad, paz, prosperidad y bienestar para todos.
Asi es tambien como puede lIeg!lr a haber economia en los
gastos públicos, ordenada administracion de las rentas, y
alivio y equidad en la imposieion y reparto de las conll'i-
buciones, El pais estará contento si observa y esperimenta
que los ministros, dedicado~ con inteligencia, con celo y
perseverancia á tan importantes objetos, le procuran los
inmensos benelicios que de sus ldreas y afanes deben pre-
cisamente resultar; y persuadido de la sabiduria, y recti-
lU'), y eficacia, y actividad de los ministros, bendecirá al
gobierno, venerará, amará al Monarca, y estará firme y
palrióticamente adherido á las instituciones, rechazando
toda sllgcstion é idea, ó intento de revueltas y trastornos.


lIé aquí, en nuestro concepto, los mas principales é
imprescindibles deberes de I{lS ministros constitucionales,
estas son sus indispensables obligaciones para con el Rey,
las camaras y la nacion, esta es la política y conducta que
debe observar el ministerio en toda monarquia constitucio-
nal, y éstos son los medios y procederes con los cuales
conseguirá SOl', y lodo el mundo conocerá, que el gabinete
es el gohierno del Rey, segun la constitucíon del Estado,
y no un ministerio parlamentario, de mayoda etc., que en
el hecho. de no SCl' conforme á 10 establecido en la consli-
lucion· y las leyes, son ministerios espúreos, efímeros, dé-
biles, incapaces, irrisorios ó pel'j udiciales,


Los que así opinamos, y por efeclo de nueslra cOllvic-




- 88-
cion tan sencilla y llanamente lo declaramos, bien conooe-
mos que quizi seremos tenillos ó por vi~ionarios, ó por
indiscretos reformadores, miopes políticos, ó por liberales
espantadizos, que en todo vislumbran y temen desórdenes
y tI'astomos,


Comun , y muy usado ha sido siempre, ridiculizar ó
vituperar a los que con sinceridad y valorban denunciado
por falsas ó peligrosas las opiniones que dominaban en su
tiempo, y de admirar seria, que nuestras doctrinas sobre
ministros y ministCl'ios monárquico-constilucionales se li-
braran de las mofas, dicter.ios y despí'ecios que ban sufri-
do las de grandes sábios en otros tiempos j perocu31ldo
á nadie, por su propia obsel'vacion y esperiencia, qu~pa
duda, que las monarquias constitucionales son ó~ imposibles.
o inconsistentes, deleznables, inquietás Ó inseguras con mi-
nisterios de ilegal origen, y cuando los pueblos de Eu!'Opa
se convenzan de que en el estado actual de la civilizacion,
ydespucs de tantos desengaños, y escarmientos tan duros,
no bay rorma de gobierno mas propia para el buen regimen
de las naciones del continente que la mOffilll'quia constitu-
cional, pura y exenta de todas esas prácticas incollstitucio·
nales y follages democráticos, que nosotros tanto combati·
mos, entollces nuestms reflexiones confiamos que serán ca-
Jificadas muy distilitamente de lo que auora las juzgarán
quizá. cuantos por orgullo, obcecacion, interes ó por malevo-
lencia discurren, escriben y obran en sentido contt'ario, fas-
cinados ó inducidos por los predichos errores y pasiones,


El despotismo nos amedrenta, la anarquia nos horrori-
za; con nueslrU3 doctrinas solo deseamos evitar entrambos
males.






- 89-


MONARQUIA.


Esta palabra en el lenguage político, y aun en obras y
escritos ,que tratan de las formas de gobiernos. la vemos
conrundida ó equivocada con la que meramente denota la
régia potestad ó poder monárquico, y como en nuestra Espa-
ñaal hablarse y escribirse sobre estas materias, se han adop-
tado y admitido las ideas' y significados de las palabras
franceSas, sin el criterio y escrupulosidad que debieran oh-
servarse en puntos de tanta importancia, ha resulLado,el
confundirse muy á:menudo erróneamente. las diferentes acep-
ciones y propiedades de las palabras monarquía y autoridad
real, ó metafóricamente corona, cetro, trono, como en Fran-
cia las de Alonarchie royauté.


Estas dos parabras no son sin6nimas, pues la monar-
quía se refiere á la forma del gobierno. que puede ser mo-
nárquico-constitucional, absoluto y aun arbitrario, y elMo-
narca hereditario ó electivo; y la palabra autoridad real, po-
d~r régio ó supremo.. designa la calidad, el gl·ado. y las cir-
cunstancias de este poder ó potestad régia. Aquella, pues,
denota el sistema ó forma ~ gobierno, y e8ta significa la
accion y funciones de la monarquía, ó mas propiarncntente,
dellHonarca.


Es tan importante la distincion exacta de estas dos pa-
labras, como qoe de confundirlas han dimanado casi lodos
los errores, y todas las invectivas, que sobre las monarquías
y las personas de los monarcas se han escrito y propalado de
cincuenta años a esta parte, y aun desde los mas rernol03'
tiempos.


12




- 90-
Siempre que en alguna monarquía el pode!' real estaba


mal constituido, siempre que no tenia freno ni responsabili-
dad alguna, siempre que las garantías de rectitud y acierto
emn muy débiles ó ilusorias, finalmente siempre que el Mo-
narca, ó las desestimaba, pt)r su misma ineficacia, ó las
conculcaba tiránicamente pOI' abuso de su autoridad y po-
der, en vez de c1amarsc contra la viciosa con~titucion del
podor supremo, ó contra su escandaloso ejercicio, ó contra
sus opresivos é injl13tos abusos, se gritaba, se conspiraba
contra la monal'qnía, r.eputando esta forma de gobierno, co-
mo tiránica, corno incompatible COIl la libertad y bienestar
de los súbditos, en una palabra, como una calamidad para
el pais,


Cansado el sufrimiento de 103 pueblos, y agotada su pa-
ciencia, se aprovechaba cualquiera coyuntura favorable de
rebelion, basla alcanzar, á toda co-sta, la abolicion de la
monarquía, ó la mudanza de dinastía en las naciones que
él'a hereditaria, ó por lo menos la deposicion ó asesinato del
rey óemperador en donde era electivo.


Error era, y grande, el atribuir á la forma monarqui-
ca del gobierno, lo que memmente provenia de la insufi-
ciencia, del esceso ó de la indeterminacion ó irresponsabi-
lidad del poder, confundiendo la monarquía con el poder
real.


El gmn problema, la cuestion mas dificil y mas impor-
tante de gobierno, sea cual fuere su forma, es el establecer
el poder acertadamente, el fijatiJe, el darle toda la fuerza
necesaria para llenar su objeto con toda la estcnsioil y de-
sembarazo, que exige el bien de la sociedad, y el organi-
zarle de manera que de donde emana, y en lo que se fun-
dan su vigor y energía nazcan tambien y se tengan los me-
dios seguros de evitar y reprimir su mal uso y escesos, sin
peligro de trastornos, ni riesgo de guerras civiles ó con-
vulsiones funestas.


La solucioll de este dificilísimo prohlema, ha ocupado




- 91-
al género humano desde el origen de las sociedades, esta
ha dado ocasion tÍ todils las revoluciones, esta ha producido
todos los ensayos y cambios de formas de gobiernos, esta
ha motivado r á veces ha justili..muo las destituciones, los
destierros, las Illuertes, y cuantas violencias sechan come·
lido por los pueblos contr'u los flue en los varios sistemas
de gobiel'llo, que han r'egido los Estados, ejercian mas ó
menos lata y desembarazau3mellte el poder, esta, por úl-
limo, la flue en el dia agita al mundo de un modo espan-
·toso,


Pero, en nueslro juicio, la dificullad principal, ó por
mejor decir, la imposibilidad de resolver satisfactoriamente
este án]uo y complicauo probtema social, ha dimanado del
mal modo de concebirle, y de la ignorancia é irregularidad
de propone1'le y plantearle, Se han confundido la forma y
acdtlenles del gobiel'oo con su escencia; su ser con su ac-
cion. Así como enla forma monárquica se ha entendido y
ati'ibllido á la palabra monarrlllía, lo que sol(1 debicra re-
ferir"e al ejercicio del poder real, asi en los diferentes sis-
temas de gobiernos, se ha referido á su forma, y aun á su
nombr'e propio, lo que solo tenia relacion con la autoridad
y poder que en cada una de estas formas se otorgaba á una
ó muchas personas, con estas ó las olras condiciones.


En una palabra, si en vez de proponerse la cucslion como
ordindriamente se ha presentado siempre,.á saber: ¿Cuales
la mejor forma de gobiel'flo? Se hubiera dicho, supuesto
que en toda forma de gol.Jicrno, es de absoluta necesidad
un podel' supremo, que defienda, rija, gobierne yadmillis·
tre la sociedad: ¿cnál es la forma de gobicrno que mejor se
presta, que es la mas propia y altecuada, para dar á este
poder supremo, la estabilidad, la fuerza, la inteligencia, el
pre~t¡gio, la mayol' probalJilidad de acierto, la restriccion, y
la responsabilidad necesarias para ejercerse con tino, enca-
cia y desembarazo en provecho de la nacion, sin posibilidad
de degenerar en de~p61ico':' al'uitl'ario? Nos parece lIlIe so




- 92-
hubiera llegado, ó por lo menos¡ que se puede conseguif
con mas facilidad y acierto la solucion tan deseada de este
problema vital de las sociedades, ó al descubrimiento de las
causas que compromet~n las mas veces su bienestar, y auo
su existencia


Rástenos por ahora el haber indicado, con motivo de
manifestal' el grave error que se padece de confundir las
palab.ras monarquía y autoridad real, algunas reflexiones so-
bre lo que esta misma confusion de la forma del gobierno
con la constitucion yeje¡'cicio del poder supremo, que eo
virtud de la misma se habia adoptado, ha contribuido á im-
posibilitar, ó á lo menos, reta/'dar la solucion del problema
de la mejor forma de gobierno, resel'vando para otro artÍcu-
lo en que tendrá mas oportuno lugar. el manireslar h~sta
qué punto· se ha adp.lantado en esta importante cuestion,
que á nuestro parecer con respeto á nuestra España está re-
suelta satisfactoriamente, sin mas que adherirnos sincera,
exacta y estrictamente al cumplimiento de la actual consti-
tucion de la monarquía, rechazando cuanto pueda desvir-
tuarla ó hacerla ilusoria .


....




- 93-
1,


IAcrON:


Parece imposible que sobre la verdadera y exacta
acepcion de esta palabra, pueda haber error ó equivoca-
cion alguna, y que haya podido abusarse de ella, supo-
niendo naCÍon un pais ó Estado, que realmente nolo es, Ó
apellidándose nacion un cie¡'to número de .individuos de la
IIlLsma, ó lo que es idéntiC9, tOOlándose una parte, á ve-
ces muy pequeña y la menos importante, por eUodo, que
es lo que únicamente constHuye UDa naoion.


P¡'opiamente hablando, ningun pais, ninguna reunion
de hombres por numerosa que sea , merece el denominar-
se nacion, ni puede reclamar los derechas y prerrogativas
que corresponden á las naciones, mientras no haya la cen-
tt·alizacion y la unidad que constituyen la escencia de la na-
cion, de manera que en todo rigor no erau naciones las de
la antiguedad , ni lo han sido los mas famosos pueblos en
su infancia ó primeras épocas históricas, hasta que en fuel'·
za de la civilizacion y mejoras politicas y sociales, se cen-
tralizó la adminisLracion, se reasumió el poder, se confor-
maron todos los habitantes de un país á un régimen y le~
yes, y ~e erigió en unidad y en personificacion de todos
sus súbditos el Monarca, como dueño ó propietario uní.
versal en los sistemas despóticos, y como soberano, gefes
supremos I verdaderos únicos representantes del pais, ~n
los monárquicos-constitucionales, democráticos ó aristocrá ...
lieos.


Tampoco debe entenderse por nacian otra cosa, mas
que la totalidad completa y absoluta de todos los índivi·




- 9i"-
" .duos, que forman parte de un Estado, y en c~te solo setl-


[ido es en el que debe considerarse, para todo cuanto se
refiere á sus derechos y á sus deberes, ya de soberanía,
é independencia, ya de juslicia , concordia, y amistad con
]as demas naciones,


En una palabra, la coleccion ó suma de todos los ha-
bitantes de un Estado, sin esclusion de ninguno, es lo que
propiamente se ba de considerar como la nacion, así como
]a pl'ovincia, el distrito, la villa y la aldea. son la colec-
cion respectiva é ,íntegm de los habitantes en la demarca.
cion de cada provincia, di'strHo etc.


Supuesto todo esto, y repulando as;mismo muy exacta
]a defiuicion, y cierta la única acepcion en que puede usar·
se con propiedad de]a palabra nacion, como se demostra-
rámasprolijamente, y hasla la evidencia en el al'lieulo
pueblo, ó nacion; podrá hallarse en el ]enguage ordinario,
y en los discursos y escritos políticos otra palabra de que
se abuse mas, y que se tGme en sentidos y significados
mas impropios y equivocados? ¿No podrá asegurarse, sin
recelo de exageracion, que de las cien veces que oimos,
pronunciamos y leemos la palabra nacion, las nO\'enta no
puede entenderse como debiem, y que ni aun en sentido
figurado es admisible semejante espresion?


¿Y son por ventura pocos, y de poca importancia, los
incesantes hien'os á que induce el abuso de una palabra,
que por su naturaleza, por sus circunstancias y atribulos,
debía ser sacramenta}, y no em plearse jamás en sus dis-
cusiones políticas, sino en su genuino y verdadero signifi-
cado, y con la propiedad mas exacta? A nuestro entender
son incalculables t y las consecuencias de estos errores in-
finil,as. A no ser pOI' él hábilO, que hemos eontraido de oir
y usaí' la palabra nacion, sin pensar siquiera 10 que real-
mente significa, nos estremece riamos de los dislates y de-
satino:nlue oímos y decimos incesantemente en cuanto se
rdiel'e á una nacÍon en todas materias.




- 95-
Nosotros mismos nos horrorizariamos al reflexionar que·
cons~cuencias tao falsas. tan ridículas y tan perniciosas
podrian sacarse de muchas de las proposiciones en que
rutinaria 6 irreflexivamente se emplea la palabra nacion
á cada paso, aun por hombres que no hablan sin pensar,
y que se espresan' con exactitud y precision.


Podria escribirse un interminable artículo sobre es-
to; mas nos parece que lo indicado en este, es bastante
para llamar la atencion. y aun para desvanecel' los voluu-
tarios é involuntarios errores, é insidiosas supercherias en
el uso de la palabra nacion, que por lo mismo de ser tan
frecuente y comun en toda clase de conversaciones y es-
critos, debia siempre emplearse en su verdadero y único
significado I que es en nuestro concepto, el que dejamos
advertido.




- 96-


IOBLE%A.


L9 que esta palabrá significa todo el mundó 10 sabe, y
lB muclRsimoquese haescl'Íto en favor y en contra de la
nobleza, está reducido á probar que ha pl"Oducido muchos
bienes y muchos males, así como la mayor parte de las
oosas e instituciones b~manas.


Mas lo que ánuestro propósito incumbe, y IOlÍnico.á
que nos referimos, es á desvanecer el error en que co-
munmente se está, de que la nobleza en los sistemas cons-
titucionales, sea lo que propiamente se llama aristocracia,
yel de que no se estime útil, y aun necesaria, en toda
monarqura constitucional.


Acostumbrados á reconocer á los nobles, como una ca-
Hdad, como un Estado, como una hidalguia, ó como una
clase, que por el lustre Ó pureza de su raza gozaba de mu-
chísimos privilegios, prerrogativas y preeminencias, en
perjuicio, las mas veces, de los reputados por plebeyos, en
cuantas ocasiones se trata de la nobleza, bien sea heredita-
ria, bien sea adquirida, bien pel'sonal, siempre se la mira,
como una clase privilegiada y esclusiva, ó lo que es lo mis-
mo, como una aristocracia domiuante, orgullosa y opresora.


De ahí el hOl'ror que se tiene en todo pais liberal á to-
da nobleza, y de ahí los elogios de la igualdad, y la aver-
sion á los títulos y distinciones nobilarias.


En cierto modo la nobleza monopolizada por la hidal-
guía de sangre, dotada de iojustos y odiosos privilegios y
exenciones, y constituida en una clase especial y esclusiva




- 97-
para los mandos, empleos, goces y honores, es decir, la
aristocracia, dió ocasion y motivo muchas veces al encono
que mostraban contra ella cuantos amaban su patria, y se
interesaban porilna buena organizacion social; pero cuando
la nobleza ba sido desposeida ya de todas sus prerrogativas,
cuando todos tienen opcion " y pueden llegar por sus mé-
ritos y servicios, á los primeros puestos, empleos, mandos
y destin08 del Estado, cuanuo pueden las mas honorlficas
distinciones alcanzarse por cuantos se hagan dignos de ellas,
cuando estos premios y condecoraciones no gmvan al era-
rio, ni deprimen ó humillan á los demas ciudadanos. cuan-
do la nobleza adquii'ida ayer, se confunde y amalgama con
la heredada de muchos siglos; cuando j unto á un duque
de pe¡'gaminos, se sienta un duque de espada, y los con-
des y marqueses godos alternan con los títulos, dados al
hecho de armas del dia, á los sábios , a los que han pres-
tado grandes sel'vicios en el gobierno ó administracíon del
Estado, á los que con sus capitales, sus talentos, su celo y
sus afanes, han promovido, aumentado ó mejorado consi-
derablemente la industria ó el comercio, en favor de la
prosperidad nacional j deberá esta nobleza equivocarse con
la aristocracia? mereceril sel' menospreciada por ningun
hombre de justo pensar, rú anatematizada por los demago-
gos, aua lo::> mas furibundos?


Es tambien un grave error politico conceptuar esta no-
bleza impropia ó innecesaria en un país liberal, pues mien-
tras esta no forme, ó degenere en aristocracia, es útil,
es conveniente, es necesaria en todo sistema monárquico,


Las conuecoraciones y honores s(\n en el orden moral.
lo que los titulos, los gliados, los uniformes l'1l el órden ci-
vil, político, religioso y administrativo, •


Cuando se da al militar y empleados públicos, el uni-
forme é insignias, al magistrado la toga, á los eclesiásti-
cos sus hállilos, no solo es para designarlos al público co-
mo tales magistrados, clérigos, militares y empleados, á


13




- 98-
fin de que se les dispense las consideraciones de su es-
tado, clase y grado. sino principalmente para inspirar y
mantener entre los mismos el espíl'Ítu y decol'O de cuerpo,
y el respeto, que se deben á sí mismos, si quicl'en merecer
el de los demas.


De la misma manem con Ills distinciones y condecom-
ciones, es como se dan á conOCeI' á la nacíon los sugetos
qlW la han serv ido bien con su celo, con sus conocimien-
tos y con Sll adhesion.


Como si el monarca dijese á todos: « A estos ciudada-
nos, que se han mostt'ado constantemente adictos á la
constilucion , al trono, al órden y á nuestras instituciones,
y lo han acreditado con repetidos actos de valol', yo los be
condecorado con esta ó la otra distincion ; á esos otros, que
se han acreditado altamente en la milicia, en el goLieruo,
en la administraccion, en las artell, como gefes de grandes
establecimientos industriales con que se ha enriquecido el
pais, y se ha beneficiado á todas las clases de la socied,u!
80b¡'cmanera, los he nombrado condes ó marqueses; en fin,
á aquelltJs, que en mas elevados é importantes dcstino& se
han sacrificado ó desvivido por el servicio de la nacron, que
Imi hecho el bien de los pueblos. y que han contraído subli-
mes méritos, los he consti,tuiM duquf's! elevado á las
primeras dignidades del Estado, Tened 6ntendido, pues, que
si á lodos estosbeneméritos sugetos los he condecorado, en-
noblecido , y ensalzado soberanamente, tambien les he
impuesto al mismo tiempo el sagl'ado debel' de corres-
ponder cou su celo, su conducta y sus desvelos cumplida-
mente á mi munificencia yal reconocimrento nacional, y la
imprescindible oblígacion de mostré1fse siempre dignos de
las r~compensas y. graeias que han recibido,))


Sin mas que consid'('rm" impal'eialmcnte el objeto y fin
(an rectos y patrtóticos de semejantes distinciones, y los me-
d ¡os tan justos y honrosos de obtenerlas, se contesta á cuan-
to S(lbre la inconveniencia de esta especie de nobleza r uo·




- 99-
da decirse, y se confil'ma mas y mas la necesidad y u ti1idad
de instituirla y apreciarla en todo pais civilizado.


No debe mirarse su Ofeacion ó existencia como una
cosa accidental ó indiferente, como una redundancia y su-
perfluidad, ó como un adorno de mero lujo y ostentacion,
porque real y verdaderamente es un ;elemento de organiza-
cion social, un medio de emulacion, un estimulo de patrio-
tismo, un omameoto para la sociedad, y un poderosísimo
resorte de civllizaci oo.


No hay, pues, aI'Íslocracia en donde no existen clases
privilegiadas y esdusivas, donde todos pueden lIegal' a los
empleos y destinos mas eminentes, y (lbtenel' toda especie
de honores y distinciones, En estos paises la nobleza no es
una calamidad, y lejos de ser perjudicial ó supérflua, es ne-
cesaria y muy útil al bien é interés general. f..ascondeco-
raciones, los títulos y los honores, son un tesol'o inapre-
ciable de que pueden l.os gobiem.os sacar incalculables
provechos y ventajas en favor del pais. ¡Ojalá que ,se uti-
lizara siempre hien y cual conviene este manantial d~ tan
fecundas aguas, esta mina de tan preciosos metales!





- wo-


IOMBRE Ó FANA,


Esta palabra, cuando se l'efiere á la desigflacion de un
individuo ó persona, es cuando ofrece consideraciones muy
graves sobre la facilidad con que se puede privar de lo
mas importante é inestimable que todo hombre tiene, siem-
pre que las leyes no obliguen á que se respete. cual convie-
ne al bien de la sociedad, el nombre de cada uno de sus
individuos.


Este es su sel', su existencia física, moral y política.
Hay entre el nombre y el inviduo una identidad tan abso-
luta, que al nombrarle se representa á quien le conoce su
figura, su edad, su complexion, su estado, su rango, su
talento, su instrucoion, su capaeidad, su conducta, su
l'eputacion, en una palabra, todo su ser. Así con solo de-
cir por ejemplo, «hemos paseado con Juan Perez ó José
Hernandez», esto basta para que le ocurra á quien se lo
decimos que aquel es el que tiene estas ó las otras circuns-
tancias, y este tales ó cuales cualidades.


El buen nombre es la prenda mas apreciable, y la joya
mas preciosa que puede poseel' el hombre, y pOI' consi-
guiente su propiedad es la que debe estar mas asegurada
por las leyes, en toda sociedad en que se estime, cual con-
,'jene, la buena repulacion y fama.


Debiendo pues la legislacion y el gobierno de todo país
civilizado prestar al nombre de cada uno de los individuos
la proteccion mas eficaz, la seguridad mas completa de que






- tOI -
no será defraudado ni menoscabado por nadie, no es el er-
ror mas funesto, yel absurdo mas execmble. el permitir
que directa ó indirectamente pueda esto jamás verificarse?
Habría hombre alguno sensato, que quisiera ir á establecer-
se, ó permanecer, ni un momento, en un pais en que pudie-
ra en un instante y subrepticiamente quitársele todos sus
bienes, sin esperanza de recobrarlos quizás jamas? No es un
delirio el imaginar que pueda haber paz, ó que reine el ór-
den, donde esto sucediese? ¿No está. por lo mismo rigurosa-
mente prohibido, y severísimamente castigado el atentar de
modo alguno contra los bienes de otl'O, ni defl'audarlos; ni
usarlos contra su voluntad? ¿Por qué pues del nombr'e que
es, como se ha dicho, el bien mas im¡wrtante, la joya mas
preciosa de toda persona honrada, y quizá el único patrimo-
nio de algunas. se ha de tolerar', que s~ use públicamente
de él, ya para celebrarlo, ya para despreciarlo, ya para in-
famarlo? Se puede permitir á nadie el que sin consentimien-
to del dueño se introduzca en su casa, y con achaque de
desear mas comodidad, ó decoro y lujo en ella, {'Jec ute á
su costa, las ob.'as que le parezcan necesal'ias para su me-
jor repartimiento y disposicion, la empapele, la adorne y
la mejore? ¿Aca1lo puede nadie disponer de lo nuestl'o sin
nuestro benepHicito bajo ningun concepto. ni por motivo al-
guno, aunque sea para beneficiarlo ó enriquecel'lo? ¿POI'
qué esta religiosidad, este respeto lan justo, que las leyes
mandan observar en favor del sagrado derecho de toda pl'O-
piedad, ha de ser tan ténue, tan débil y tan ilusol'Ío para
con el uso ó el abuso del nombl'e,


Porque en este punto se ha incurrido de lleno en los
errores y pasiones de la época. y en cierto modo, porque
este es el deplorable vacío que se nota en las legislaeiones
modernas, y el gmu defecto en algunas de las instit uciones
vigentes,


Todo el mundo lo conocerá fácilmente por lo que se
deja indicado y si bien no proponemos ahora el remedio






- ~02-
que en nuestro concepto nos parece el únicamente eficaz,
es por considerarlo mas conducente el presentarlo en otros
artículos como el de libertad. publicidad etc, en que tratán-
dose mas de propósito,! con mayor estension súbre los er-
rol'es relativos á los mismos, se dirá acerca del uso y abu-
sos de la insercian de nombres propios lo; que creernos ne-
cesario,


Bástanos por aho\'a asegurar, que no es tan indiferente
corno se supone, el nombrar á sugeto alguno públicamente
como suele decirse, ni para bien ni para mal, respecto á co-
sas que no son del dominio, interés del servicio Ó Íncum-
bencia de la sociedad, y que no reconocemos en nadie de-
recho ni facultad de Jlublicar el nombre de una per-
sona privada enasunlos o aotos. de su peculiar interés,
sin consentimiento dei mismo, ó sin que el hecho ó negodo
haya sido, Ó pOl' su .naturaleza lo sea públicQ y nolorio,




- t03-


OBEDIENCIA.


En el significado propio y genuino .de esta palabra no
cabe duda ni puede admitirse tergivel'sacion alguna. Todos
saben que por obediencia se entiende la sujecion y cumpli-
miento de las leyes, y la su bOl'dinacion á las órdenes de las
autoridades y preceptos de los superiores.


Aun cuando la demagogia clame: no olJedezcQis jamás,
¡JOrque la obediencia es servilismo; r~sistid siempre porque
la resistencia es la libertad, sin embargo todo hombre de
sano juicio cOlloce estos funestÍsimos errores, y detesta se-
mejantes blasfrmias políticas y sociales.


A todos la ralOn y sana moral n!)s dicen obedeced siem-
pre, no resistaisjamilff, ponlue esto es la base del órden y
el fundamento de todos los derechos. Si cada individuo fue-
ra dueño de solo obed€cer á: sus deseo~ y caprichos, no ha-
bria sociedad posible, ó seria esta una. manada de tigres y
osos, prontos á devorar á cuantos manifestasen alguna sensa-
tez y virtud.


Pero al paso que todo hombre mzoll:tblc está en favor
de la obetliencia, al paso que pOI' locta persona sensata se
inculca y proclama la necesidad de obedecer los mandatos y
las órde!les superiol'es, de ,'espetar y cUlIlptir las leyes,
de someterse á las disposiciones de las autoridades;.. ¿se
¡magin,a por estas mismas personas tan sumisas, tan subor-
dinadas, se I'ccela por ventura el qua la cJ'Ítica indiscreta,
la censura in.cesanle,.y la desconfianza eontínuadeJabondad
y Opol;lunidad de l,aa,dilipwiciones.legislativns, de la'jusU-




-104- -
cía de las órdenes superiores, de los actos, de las medidas
y hasta ele las intenciones del gobierno, de las autoridades
y los gefes, puede inducir, é indudablemente induce á la
irreverencÍl, al despreci(} y finalmente a la desobediencia
de las leyes, y de los mandatos superiores? Podrá reputarse
en exacto y rigUl'oso sentido político. por subordinado y
obediente aquel. que protestando ante todo que se debe la
mas ciega obediencia y sumision á talo cual ley, á esta ó
la otra disposicion superior, á renglon seguido las censura,
o las clarifica· como injustas, impoliticas, ineficaces ó ino-
portunas? No fomentará mucho mas la insubordinacion y
desobe.diencia el que públicamente, y las mas veces con
acrimonia, califica de tal manera las leyes y las órdenes su-
periores, que no el que por debilidad, por descuido ó con
leve malicia falta a etlas?


La censura produce la desconfianza, y esta la duda en
la obligacioll de obedecer; la crítica alienta al desprecio,
y de este a la desobediencia 00 ha~ mas qúe un paso; el
de podado bacer impunemente.


Convinimos en la utilidad de que al tiempo de discutir-
se las leyes, se diluciden las doctrinas, los puntos y los ob-
jetos sobre qué vel'san, que se espongan amplia y franca-
mente todos sus beneficios ó inconvenientes, y se propongan
varios proyectos, Ó en los presenlados se indiquen las en-
miendas, las mejoras o las modificaciones que se crean con-
venientAs; todavía despues de publicada una ley, ó dada
una órden, creemos que al observarse en su aplilJacion al-
gun perjuicio ó mal efecto, sera utilísimo manifestarlo con
la huena fé, exactitud y comedimiento que se requieren, y
es debido al respeto y reverencia que se ba de tener a las
leyes: y mandatos superiol'es; para que jamas el deseo del
mejoi"ami~nto de cualquiera ley ú orden, pueda considerar-
sacomo ulla censura ó desprecio de la misma, y la ma-
nifestacion reveren.te y razonada de las observaciones he-
rbas al tiempo de su cumplimiento yaplicacioD, como una




- ~05-
escitacion directa ó indirecta á su desobediencia ó desden:
pero no podemos convenir, antes bien calificamos, como
uno de los mas perjuJiciales errores, y como uno de los
actos mas inductivos 11 la desobediencia y al desórden, esas·
polémicas tan frecuentes. como apasionadas, sobre la justi-
cia y bondad de ciertas leyes, sobre los defectos ó insufi-
ciencia de cuantas órd~nes y disposiciones se publican, y
sobre todos los acuel'dos y medidas gubernativas, porque
nos parece haber demostrado evidep.temente. que todas esas
censuras intempestivas ó maliciosas, esas críticas. viril len -
tas y esas escandalosas acriminaciones de las leyes, de los
mandatos y disposiciones de las autoridades, son pOI' mas
que se crea por mucbos, y con la mayor buena fé, un me-


. dio de ilustracion y progl'eso, y una condicion precisa y tu-
telar de todo sistema liberal, en nuestra conciencia, son el
mayor desacato que se puede hacer 11 las leyes y al gobier-
no, el estímulo mas eficaz que se pueda dar a la insubordi-
nacion e inobediencia, y el ausilio mas poderoso para incitar .
á los desórdenes y la anal'quht





- 406-


OMNIPOTENCIA.


Se prodiga con lal profusion y f~cuencia esta cualidad
á tantas cosas, que ni son, ni lo pueden ser, ni conviene
sean omnipotentes, que apenas se repara en la incongruen-
cia 6 impropiedad del uso y aplicacion de esta palabra en
los mas de los CílSOS en que se emplea.


Se califican por ejempto, m Dchas veces de omnipoten-
tes la opinion pública, la prensa periódica, el jurado, el .
}meblo, las cámaras ó Parlamento y tantas otras cosas; que
el detenernos á desvanecer en cada una de ellas el error,
que se padece de reputarlas corno tales, 6 desear qne lo


. sean, fuera una tarea enojosa, y mucho mas dirusa de lo
que conviene a la concision , íJue nos hemos propuesto, y
cumplimos escrupulosamente en C"ste escrito.


Diremos solamente que á nuestro entender, no debe ha-
ber en Estado alguno sea cual fuere la forma de 811
gobierno, y especialmente en las monarquías constituciona-
les, mas omnipotencias que la de la ley, y la del poder su-
premo, ó en estas la del Monarca para hacer obedecer y
cumplir las leyes con la responsabilidad de los ministros.


Esta regla, que, á nuestro parece¡' es general, exacta,
é inconlrastable, nos sirva de norma para desestimal' ese
cúmulo de omnipotencru ficticias ql1e vemos atl'ibuirse, y
muchas veces abrogarse, errada ó maliciosamente tantas.
personas 6 instituciones que no deben tenerla, y que si por
desgracia la ejercieran, nos conducirian sin remedio, mas
ó menos tarde, a los mas lamentables trastornos, al ¡mpe-
I io de las turbas, que con tanto ahinco pugnan para ser om-
ni [otentes.




i07 -


OPINIDN PÚBLICA,


Es imposible definir ni fijar el verdadero significado de
una palabra, que se supone espl'esaf una cosa, que en rc-
fidad no existe; y que eada uno entiende á su manera, y
aplica á su antojo, al juicio 6 cOBcepto que forma de cual-
quiera punto, flue se ventila en público,


¿Qué es la -opinion pública para la mayor parle de las
personas que se ocupan de la política, ó que quieren figu-


,rar bajo cualquiera concepto en 'la sociedad? Cómo se rOI'-
ma,cómo se manifiesta, cómo se acredita ese juicio, esa
opinioll, ese aserto ,que, caracterizado .por opinion pú-
blica, todo el mundo quiere lener en su favor s.obl'e cuanto
intenta ó se propone?


¿Qué títulos se presentan, qué derechos se alegan para
proclamar que la opinion pública es la reina del mundo?
¿Qué veneracion, qué acatdmiento debemos tributar á este
ídolo, que cada uno fabrica á Sil manel'a~, y rinde un culto
especial?


A estas preguntas contestamos de buena fé, que no
podemos satisfacer, porque en nuestro concepto para que
una opillion pudiera considera¡'se, (',omo reina del mundo y
merecer el respeto y adhesion que se le quiere dispensar,
era preciso que fuese la opinion universal y absoluta de la
nacion, y hasta ahora no nos consta que ni en moral, ni
en política, ni en ciencia alguna, sobre ningun punta,
ba ya Ilílbido I ni haya actualmente, opinion alguna de' este
caradcl',




- 108-
Porque se diga fastuosamente que la opinion pública es "


la reina del mundo, y sin examen, sin reflexion, y sin
repm'o se repita eslo pOI' personas de todas clases, de lo-
dos partidos, de todos "estados, no nos creemos obligados


" á reconocer por reina del mundo, ni aun respetar corno
una autoridad. que pueda ejel'cer sobre nosotros alguna •
jurisdicion, lo que cada uno conceptua, forja. declara y
proclama á su antojo ser la opinion pública, ¿ Sostiene na-
die dictámen alguno. afirma nadie ningun hecho. propo-
ne nadie ninguo pf(~yecto. ó emite idea ó pensamiento
alguno en que no diga con un candor angelical, ó con
una malicia diabólica qne su dictámen. su aserIo, su pro-
yecto, su pens¡¡miento Liene á su favor la opinion pública?
¿Por absurdo que sea lo que se piense, por disparatado lo
qne se pr9yecte, por erróneo lo que se sostenga, deja por
esto de asegurarse que la opinioll publica, reina del mun-
do. lo apoya? Y lo mas particulal' es que esta Soberana"
aclamada por iodos, como la suprema é infalible autori-
dad en todos los puntos controvertibles, es tan veleidosa,
multiforme y versátil, que en un mismo instante, en un
mismo sitio, y con un grado igual de benevolencia, dis-
pensa Sil favor á cuantos la invocan y consultan sobre un
mismo punto en sentidos los mas diversos y contradictorios,
sin que ninguno tenga celos de sus omnímodos favores, ni
se desengañe de Sll descarada veleidad, El republicano se
vanagloria de tenerla en su apoyo, así como el absolutista;
el monárquico-constitucional, asi como los demagogos y
anarquistas, Todos procuran con lo tlue llaman opinion pú-
blica, se adore un idolo tal, que siendo para ellos de prove-
cho ó irrision, infunda á los demns repelo y temor.


La palabra, pues, opinion pública, para nosotros no tie-
ne significacion, porque no tiene realidad; mas hemos con-
siderado como un deber el demostrarlo, porque no obstan-
te de"ser,en nuesh'o sentil·, un ente de razon, con todo el
suponer, el apoyo y el favol' de la opinioll pública, es un




- f09-
gran recurso para los charlatanes, y un artificio muy po-
deroso para los sediciosos, que sirviéndoles de firme palan-
ca en sus esfueI'zos anál'quicos, produce efectos tanto mas
horrol'osos, cuanto mayor es la fue~a y audacia de los que
la manejan, y siniestro el fip que se proponen ó intentan.


".





- HO-
..


OPOSICIOI.


No nos falta valor para con la sencillez y sinceridad con
que acostumbramos manifestar nuestras opiniones, y es-
presar francamente nuestro dictamen en todos los asunto:;
de que tratamos, verificarlo asimismo en lo que concieme á
la palabra oposicion, porque cuando nuestro convencimien-
to es completo, y nos persuadimos sel' útil, y oportuno el
declararlo, nada nos aneda. ni nos intimida, ni tampoco
nos incomoda, antes bien nos lisongea y aprovecha, el que
si en nuestros juicios erramos ó nos equivocamos, s~ nos
corrija ó advierta con la misma buena fé y recta inteneion
con que nosotros procedemos respeto á los agenos, que
conceptu~mos erróneo" ó perj udiciales.


Nuestro anhelo es hallal' la verdad en todo lo dudoso,
nuestro afan el denunciar los errores, y nuestro único y
principal objeto el estirparlos, ó á lo menos, diJndolos á
conocer, evitar sus funestas consecuencias.


Adoptamos para conseguirlo las razones y argumentos
que nos parecen mas convincentes, y cuando desconfiamos
de nuestra capacidad y e~fuerzos para convencer á los de-
mas, no nos desdeñamos de aprovechar el ausilio de las
luces y saber de otros celosos amantes de la verdad,


En la inteligencia, que si bien los que esto escribimos,
conocemos que se puede disentir en muchos puntos de )0
que piensa, dispone ú ordena un gobierno, y que este
disentimieuto puedo en la tribuna, en los periódicos b en
cualquiera otro escrito, manifestarse y esplatlarsc con )a




- Ht -
claridad y exactitud necesarias para la ilustracion del go-
bierno, y rebatirse tambien las razones y argumentos que
el mismo adujere en apoyo de su opinion ó de sus dispo-
siciones, y si bien consideramos esto como legal, útil y
propio de ·todo régimen liberal, no comprendemos que lo
pueda ser el ánimo y resoll1cion constante de oponel'se Ó
contradecir, bien sea pOI' sistema, bien por espíritu de
partido, bien por cualquiera otro estímulo cuanto emana
del gobierno, y por consiguiente, que como oposicion po-
lítica, asi considerada, no admitimos ninguna legal, ni
útíl y conducente, por mas que oi5amljs incesantemente ca-
lificarla en este concepto, fácil nos era, y no nos amedren-
ta, como dejamos insinuado, presentar el cuadro horroroso
de los trastornos y desastres que inevitablemente causa la
espresada oposicion, Pero como quizá este bosquejo, for-
mado por nosotros, en vez de estremecimiento y desCllga-
ño, inducida á exasperacion ó desden, por suponerlo ine-
xacto ó exagerado, vamos á esponer el tan perfectamen-
te acabado por un céleb¡'e publicista, veterano liberal y
sapientÍsimo hombre de Estado.


Este respetabillsimo escritor, despuesde haber sido
miembl'O de la Convendon nacional, .del cuerpo deJos
Quinientos y del Tribunado, sientloDiputado en 8U A Dios
ó despedida políl'ica sobre la revolucion , y (lcerca del, es-
lado de la Francia y. su gobierno, t~a~ando de las. Oposi-
ciones las describe. califica,~ conjura en e,stos,térrninos.


"OposicioIl en Francia es sinónimoue c01l8piracioll, Por
poco que se reflexione sobre .Ios elementos de que se com-
pone nuestra sociedad, se convencerá todo el mundo que
no cabe oposicion, y sin embargo, se quiere el todo trance
que la baya,


((Si los escritores que se estiman en algo, por paco que
hubieran meditado sobre la llueva situacion en que se ha-
bi,l constituido b Francia de resultas de los acontecimien-
tos de ,1830, en vez de admitir una opo sicion, á lo menos




4t2 -
como un mal necesario, Ó como una' condicion del sistema
gubernamental, hubieran dicho: cuidado señores, VV. pre-
tenden, Ó VV. creen formar unaoposicion; VV. se enga-
ñan, VV. no son ni pueden crea r otra cosa mas que una
conspiracion. Si esto lo hubiesen hecho ver palpablemente,
y sin cesar lo hubieran inculcado y repetido hasta que esta
lierdad hubiese sido reconocida' por todos, habriail hecho á
su patria un inapreciable servicio.


« En Inglaterra, una. oposicion surge por' si de la natu-
raleza de su organizacion social y poUtica. Allí e1.iste un
poder régio, respetado ciertamente, pero restringido no por
la ley, sino por una aristocracia, eu tal grado poderosa, que
ella sola avasalla constantemente la gran masa de la Qacion:
alli esta se considera mal é imperfectamente resguardada
porlacamara de los Comunes; que se compone de los re-
tales y desechos de la de los Lores. Ved ya pueS allí tres
grandes ,intereses distintos, y lo que es mas, rivales. pOI' con-
siguiente siempre en pugna; tl'es partidos. de los cuales,
uno, el mas débil, aunque afanándose por el interés de la
clase mas numerosa, debe denominarse oposicion,


I( En Francia, durante el gobierno restaurado pOI' los es·
ttangerGs, el cual en sí mismo llevaba, y dejaba traslucit'
cierta inclinacion ~l régimen antiguo, formóse, y era
natural, 'Una oposicion á es~a, tendencia. Mas dcspues de
4830 en que todos los intereses del gobierno y de la po·
blacion son homogéneos. y se:.confunden ó amalgaman unos
con otros, no puede concebirse oposicion alguna, que \lO
combata el órden establecido; toda opo~icion, pues, por ne-
cesidad, ha de ser una conspitacion, ó á lo menos lo será en
sus efectos.


((Para que no se nos achaque querCl' con estas doctri-
nas la ruina del sistema representativo, y la l'estauracion de
la monarquía absoluta, nos anticiparemos á protestar, que
lo que nosotl·OS qUflremos, es la monarqula', pOI'que el Rey
es solo sobel'ano; y exigimos que la monal'qula sea consli-




- 113-
tucional, pam que el Rey no pueda ohrar sino conronne
á la ley por medio de mini5tros responsables ante las leyes,
y en este concepto es soberano ú su premo poder.


« Ahora bien, segun esas doctl'illJS tomadas de Ingla-
lerm, en un gobierno representativo, es indispensable una
oposiciollj esta e3 una de sus reglas, esta es una de sus con-
diciones. Supuesta la necesidad de una oposicion, para nos-
otl'OS es como si se dijera que en un gobierno constitucional
es preciso un elemento disolutivo:· esto seria mas inteligi-
ble y exacto, pues al cabo este es y seria siempre su ine-
vitable efecto.


»Seria tambien mas regular y cierto el decir: en todo
gobierno en que un gmn número de individuos hablan y
escriben á derecha y siniestro, las mas veces sin saber lo
que dicen ni de lo que se trata, raramente, Ó quizá jamás,
todos ellos serán de un mismo parecer, esto es una desgra-
cia y muy gmnde, es una de las flaquezas de nuestra natu-
raleza, y una prueba de nuestra incapacidad y OI'gUIJO, pero
sostener que en una asamblea deliberante, en los periódi-
cos y en toda especie de escritos puede pOI' medio de malas
ideas, de ideas falsas, eligrosas, anli -sociales, censurar y
oponerse illos actos del poder supremo y que es necesario
y aUl'lconducente á un buen gobiel'l1o y recia administra-
cion de los pueblos, equivale á asegurar que el bien no
puede obral'se sino con el ausilio de lodo linage, de· deli ..
rios, de errores, de desórdenes y de intrigas, ~asta las mas
criminales.


((Si se admite semejante oposicion en Frdncia, puesto
que una oposicion 110 puede componerse de otros ele-
mentos, si se la supone como precisa, y lo que es mas, co-
mo útil, en vez de considemrla como una desgl'acia, como
una grande calamidad, á la cual es forzoso resignarse, por
lo menos hasta tanto que doctrinas mas j listas y razonables
la bagan desaparecer, infúndese en los ánimos esa incerti-
dumbre, orígen y causa de esos desvaríos, que producen en


15




- H4.-
la nacion un hervor constante de desconfianza y anal'quía
que esta misma angustia fomenta y enaltece en gran perjui-
cio del cuerpo social; se hacen notorias y familiares, doc·
trinas las mas engaÍlOsas , pululan esperanzas las mas qui-
méricas, se, inquietan los espíritus, y se les arrastra a re-
sistencias inju~tas, y criminales.


(t Existiendo ya un órden de cosas Il'ga1, que estriba ó
se funda en principios evidentes, y palmarios para todos los
hombres de sensatez y buena fé, cualquiera que sea el gra-
do de sus luces; toda oposicion se apoyara en la errónea
interpretacion de estos principios, ultrajando al sano juicio
público, no podrá dimanar sino de la ignorancia, ni sel'
propia sino de séres mal organizados, que quier,m hacer
rancho aparte, ó de ambiciosos, que no tiencn otro medio
de medrar, y de conspiradores para quiencs es bueno y
aceptable cuanto conduce á las revueltas y subversiones.


« Es la oposiciou mala en sí misma, y malísima re5-
pecto á los daños que causa, y bienes que estorba obrar,
porque tOlla oposidon es tanto mas atrevida, cuanto es mas
irracional, y reusa furiosa cualquiera transaflion ó propues-
ta razonable, considerando todo convenio rcgular y justo,
como un artificio para desarmarla .


.. Véase, pues, lo que es en sí, y lo que será siempre
toda oposicion. En una palabra,oposicion, desórden, COIlS·
piracion y desorganizacion, son sinónimos.


"Convenimos en que lodos los oposicionistas, y touos los
periódicos (fe oposicion no son con¡;piradol'cs, aun mas,
creemos que l1inguno de ellos se licl1c por anarquista. Fian
y se complacen muchos en su recta intencion, pero en polí-
lica los actos y las opiniones no se juzgan por la intencioll,
sino por los resultados; resultados previstos, anunciados de
antemano. como consecuencia de los errores, que debian
producirlos, y de los medios empleados para asegurar su
rralizacion.


« Los hombres que en Francia form.an las oposiciones, 110




- Ho-
se penetran de 10 que son la sociedad, el gobierno, ni las
revoluciones; solo son unos entusiastas, ó unos estúpidos,
por mucho talento que se les suponga, E11 cuanto á los opo-
sicionistas con malicia, y por espíritu de partido ó por in-
trigas, eso es otra cosa, y aun en este supue~to, les diremos
que desvarlan, y que son muy malos calculistas,


« Por conclllsion, dice el eitado patriarca del liberalismo
en Francia, tengan todos por seguro, que uno de los prin-
cipales elementos de anarquía de cuantos hasta ahora ha
Iwbido entre nosotros, ó mas bien, que el principio de todo
desórdcn, y de toda catá'ltt'ofe política, se encuentra en la
coalicion Je malas opiniones ú oposiciones, y que todo
agente del poder, que reconoce la oposicion, como una con-
dicion del gobierno constitucional proporciona á la auar-
quía una de sus mas útiles y formidables a1'mas. l)


Los que esto trascribimos, al considerar de qué manera
tan exacta como lastimosa los sucesos han venido en confir-
macion y apoyo de las observaciones y de los presagios
de~aslro30s, que el autor citado atl'jbuia a las oposiciones de
su patria, convencidos de la verdad y patriotismo tle sus
reflexiones, condoleremos y lamentamos las desg!'acias que
indefectiblemente han de sobrevcuÍl' á todo pais en que ten-
gan aplicacion las precedentes indicaciones sobre la natura-
leza y efectos de laoposicion, deseando que todos estemos
conformes y animados sobre este punto de los mismos sen-
timientos, procurando no fructifique en nuestra España
una planta. tanto mas perniciosa, cuanto sus flores son muy
bellas, y sus frulos muy nocivos,




- Hn-


ORDEN.


Aun cuando por la palabra orden entendamos, en su sen-
tido general, el concierto y buena disposicion de las cosns,
solo nos referimos en Me artículo al ón!en público, y á las
organizaciones sociales; en cuyo concepto, es en el que nos
atañe, y cumple á nuestro objeto analizar d'icha palabra,


Como cada uno, segun sus ideas, sus sentimientos,· sus
preocupaciones, sus intereses y sus pasiones, forma proyec-
tos y planes de orden público y organizaciones sociales,
mas ó menos razonables, mas ó menos útiles, y mas ó mc-
110S asequibles, y quizá opina de los existentes con mas ó
menos discernimiento y acierto, seria una temeridad pro-
ponernos enumeral', ni aun averiguar todos los sueños, los
delirios, los errores, y los engaiíos qlle siempre ha habido
en esta matel'ia, tan e¡¡puesta á yerros y aberraciones, como
dificil para establecer acerca, de ella la conformidad de pa-
receres, y reglas ó principios á los cuales se resignen en
convenir todas las personas de bllell sentiuo y desapa-
sionadas.


Estas son pocas, y las mas se re"icnten de que se im-
ponga á su imaginacion y dis::UI':,lfl limites ó restricciones,
porque es un error casi general, y una preocupacion muy
comun y arraigada, el creer qlle respecto á las buenas ó ma-
las cualidades de los sistemas y organizüciones políticas
existentes, y en cuanto á lo que para las sucesivas se presu-
me fuera conducente establecer, todo el mundo puede di5-
cUITir con entera libertad, soltura y desembarazo, JlaseiÍndo~




- tl7-
se á sus anchuras pOI' el inmenso campo de las hipótesis,
e3peranzas é ilusiones.


Nosotros, por el conLL'urio, estamos en la firme inteli-
gencia de que quizá sobre ningun punto conviene meditar
con mas reflexion y opinar con mas desconfianza, y propo-
ner con mas comedimiento; que son muy pocas las verdades
y reglas absolutas que, pueden admitirse, como principios
ciertos y evidentes para discernir y graduar el mérito de
los sistemas políticos y organizaciones sociates, establecidas
en diferentes paises, y que pudieran servir de bases segu-
ras y sólidas, para fundar sobre ellas otros nuevos ó mejo-
rar los existentes; miramos muy estrecho el recinto dentro
del cual se puedan trazar proyectos de esta especie; notamos
que el terreno sobre que se fundan, es muy deleznable, no
pudiendo establecerse cimientos robustos y duraderos, sin
profundizar el terrazgo hasta dar en el suelo firme de sanos
principios, que el saber y la esperiencia han acreditado ser
Jos únicos venladeros y consistentes.


Estas verdades, en nuestro sentil' ~ se reducen respecto
al conocimiento y aprecio de las buenas ó malas calidades
de un órden público ó sistema político a las siguientes.


1.. Se podrá reputar por bueno aquel que procura á los
hombres probos, leales, sumisos, y laboriosos, cumplida
confianza de paz y tranquilidad; á los díscolos, vagos, vicio-
sos y criminales mas dificultad es de delinquir y se les infun-
de mas miedo al castigo y penas impuestas por las leyes; y
si ademas se propol'cionan á los que desean de veras el
bien de 511 pais, 10R medios j'lstos y oportunos de propon el' ,
ejecutar, ó cooperar á cuantos adelantamientos y mejoras
crean convenientes para el bienestal' general ó particular
de sus individuos, debedl estimarse como un escelente ól'den
público.


Respecto á organizaciones sociales, diremos solamente
que la república puede ser una democracia ó demagogia, y
en este concepto creemos,




- H8-
2.' Que en ningun tiempo, ni en pais alguno, lo que se


llama democracia pura, ó cual la desean y proclaman los de-
magogos y anarquistas europeos ha podido ni someterse á
leyes, que hayan dado, ni aun la apariencia ó esperanza,
de alguna estabilidad.


PUEDE LA. REl'UBLJCA SER ARISTOCRÁTICA.


3.a y si bajo tal forma, le ha sido pasible subsistir pOI'
algun tiempo, solo ha sido en fuerza de sus procedimielltos
duros ó tiránicos, y circunstancias muy especiales y pasa-
geras,


Hay ejemplos de repúblicas democdltico-aristocrá-
ticas.


4-.' Pero esta mezcla, en donde quiera que se ha ensa·
yado no ha producido mas que pugnas y desgracias, des-
pues despotismo, y por último la disolucion social, Así lo
ha acreditado la esperiencia, así lo atestigua la historia, es-
tudiada despreocupadamente.


L\ MQXARQUIA,


5.' Esta debe Se!' hereditaria, porque no puede tener
estabilidad ni prestigio, sin serlo. l..a herencia asegu ra el
ól'dell, infunde respeto, alienta la confianza; la eleccion es
un manantial perenne de inseguridad, de trastornos y de
sediciones,


ABSOLUTA.


6.' Puede haber en esta forma de gobierno órden, du-
racion, poderío, esplendor, y la prepGtencia que lodo esto
dá á las naciones, pero es muy arriesgado, y sucede coo
fl'ecuencia, que este régimen degenere en despótico y tirá.
nico, pOI' la arbitrariedad que permite al Monarca en sus ac-
tos, en la facultad de legi~hl' ó interpretar las leyes á su




- H9-
gusto, y el peligro de que la justicia no se administre COIl
rectitud é igualdad.


CONSTITlJCIOISAL.


7." Siendo la corona hereditaria, la persona del Monar-
ca sagrada é inviolable, sus ministros responsables de la eje-
cucion y cumplimiento de las leyes; teniendo las ca!l1aras la
atribucion, la una de acusarles, y la otra de juzgarles segull
las leyes. se pl'ecaven todos los riesgos y abusos de las mo-
narquías absolutas, y se pueden conseguir, sin ningun re-
celo de desórden, todos los bienes.


Estas son las verdades y las reglas de buen criterio que
nos han enseñado la reflexion ,el estudio de la historia, la
esperiencia, y sobre todo la asidua meditacion de los acon-
tecimientos de nuestros días, y estado convulsivo de Euro-
pa, estas las que nos pueden servir de guia en nuestros dis-
cursos y observaciones sobre esta materia; estos los princi-
pios de los cuales deben emana", y sobre los que han de fun-
darse nuestro juicio y estima á todo lo que se denomine ór-
den público ú organizacion social; estos son en los que con-
viene fijar los límites, dentro de los cuales únicamente se
pueden id~al., proponer ó ensayar sistemas politicos con tal
llrecision que fuera de ellos solo preveemos estravios y de-
sastres, porque todo nos persuade y convence que las anun-
ciadas verdades, son los linderos.


Quos ultra citraque ftroquit consistere rcctmn,




- 420-
~============================


PARLAMENTO.


¿Esta palabra adoptada en la tribuna pública, en los
periódicos de todos colores, en los escrilos POlílicos, y en
ellenguage ol'dinario, qué significa en el dia? Sabemos que
en otro tiempo se llamaban parlamentos los tribunales SIl-
premos que babia en Inglaterra y Francia, donde se ventila-
ban los negocios mas importantes del Estado, y I"esol vian
en apelacion las causas de mayor entidad, y que aelual-
menle se denominanJ>arlamento las cámaras inglesas, Loma-
das colectivamente.


De esto sin duda ha provenido que~lambien se llaman
así en todo pais constitucional las camaras ó cuerpos cole-
gisladores, cuando se quiet'e espresar su union ó en globo,
Eluso ha adoptado esta palabra innecesaria é impropiamen-
te, pueslo que la espresion de las cámaras, las córtes etc.
designa los dos cuerposcolegisladores. yestos en ningun r~­
gimen constitucional son idénticos, ni aun semejantes, res-
pectivamente, á cada una de las camaras .de Inglaterra, ni
á su conjunto.


Si del us()de la palabra Parlamento no resultase mas
error ó perjuicio que la impropiedad y la falta de equiva-
lencia al quererla emplear como sinónima de cámara~. cór-
tes, ctc, todavia esto podria ser tolerable 6 reputarse me-
ramente como una licencia insignificante en el lengua-
ge, sin cOllsecuencia ninguna política. Pero notándose que
de llama\' así á las cámaras, á las córles y otros cuerpos co-
legisladores, se ha pasado á asimilarlos á las cámaras ingle-
sas, y de asrmejarlos á estas, el atribuirles la misma Ilatu-




- 121 -
raleza. el mismo caracter, y las mismas circunstancias, el-
mirarlas como el tipo ó modelo de las demas cámaras 6
cuel'pos colegisladores, el adoptar sus prácticas, el imitar
sus ejemplos, el emplear su nomenclatura, y finalmente él
querer conformar los varios sistemas constitucionales, al
régimen, táctica, ordenanzas, y costumbres del ingléi. juz-
gamos indispensable advertir que, en nuestro juicio, es un
gravísimo error, que puede causar trastorno lastimoso en
el órden politico establecido por las constituciones monár-
quicas existentes.


¿De dónde ha provenido que á pesar de no emplearse
la palabra Parlamento en constitucion alguna, para designar
el conjunto ó reunion de las cámaras ó cuerpos colegislado·
res, oigamos en los discursos, y en toda clase de escritos y
conferencias políticas la voz Parlamento tan frecuentemen-
te usada? ¿Por qué al ejercicio legítimo de las facultades y
atribuciones constitucionales, que respectivamente corres-
ponden á cada cámara, se le ha de añadir y conceder el de
varias otras, que por denominarse prácticas parlamentarias,
se supone co~petirles, sin esJar autorizadas pOI' el testo, ni
el espíritu de la constitucion? ¿Por qué se ha llamar, por
ejemplo, gabinete parlamentario, y lo que es peol', se quie-
ra á todo trance que lo sea, y no siempre ministerio del
Rey'? clc. Y son estas espresiones indifercntes? Son meras
faltas, ó impropiedad de lenguage? No eremos que ningun
hombre de buen juicio, deje de conocer ó traslucit'la impor-
tancia, valor, y efectos de semejantes espresiones, y cas()
que tuviese duda, se le disipará meditando el artículo j/i-
nisterio y otros de este opúsculo en que se tratan especial-
mente estos interesantes puntos, y dilucidan estas cuestiones.


Aconsejaríamos pues entretanto no usar de la palabra
Parlamento, en lugar de la de cámaras, córtes, cuerpos
colegisladores etc. no cmpleándola sino cuando quisiéra-
mos designar ó referirnos esclllsivumente á las cámaras de
Inglaterra.


16




- Hl2-


PARTIDOS·


Confesamos de buena fé, que nos causa gran pena el
no pode!' prescindir de manifestar francamente la significa-
cion, que en nuestro concepto, debiera darse á los parti-
dos políticos, para que definidos y entendidos exactamen-
te, no fueran ocasion de gravlsimos errores de muy falaleii
consecuencias. o


El plan y objeto de esta obra, nos prohiben. como todo
el mundo puede conocCl', el desentendernos de una palabra,
que denota una cosa tan en voga, tan en accion y tan co-
mun á todo sistema representativo. Quizá sobre ninguna
de las voces dellenguage político podemos presentar me-
nos conocimicntos ni instruccion, porque jamás hemos siJo
hombres de partido, jamás hemos participado de sus COIl-
fianzas, de sus intentos, ni de sus gestiones; nunca bemos
deseado su favor, nunca les hemos merecido gracia algu-
na. Al punto que una opinion, una política, un plan de
gobierno ó administracion, se ha erigido en partido polí-
tico, nos ha causado horror ó lástima, y sin renunciar ni
renegar nuestras propias convicciones, llemos reusa(}o el
afiliarnos á ella, como lema ó bandera de partido político.
éonservando ja mas completa y libre independencia en
nuestras ideas y juicios.


¿Qué podemos decir acerca de los partidos políticos
nosotros que jamás hemos seguido un bando, ni nos hemos
coligado para defender una opinion, sostener un interés,
ensalzar á un particular, anonadar á otro, encumbrar, cele-




- 423-
brary deificar un ministerio, ó deprimir, censurar y der-
ribar otro? Nada en efecto nos ocurre que esponer de po-
sili\'o, de exacto, y de útil en esta materia, antes bien lo
que nos sobrecoge es la confusion de. dudas, que abru-
lllall nuestro entendimiento, y recelamos que tambien 'ago-
viarán á cuantos discurran delenida y concienzudamoote
sobre este asunto,


Las presentamos, creyendo que su esplicacion es muy
interesante, y que si bien es dificil para nuestros cortos al-
cances, no lo será para los ilustrados hombres de partido,
que si pueden resolverlas satisfactoriamente, harán un gran
bien á la humanidad en desvanecerlas ó aclararlas, y un
particular servicio á cuantos, como nosotros lo estamos, se
hallen en tanta ignol'ancia, y con tan vivos defleos de sa!ir
de las tinieblas en que en punto á partidos políticos nos
tienen indudablemente nuestra escasa capacidad, COI'to
saber, pusilanimidad y nuestra completa i\lespm'ieneia.Hé
aqul las dudas, medÍlenlas los hombres de partido.


1.8 ¿Puede recelarse que no está mL:y bien constituido,
un Estado en el que los partidos politicos puedan darse á
conocer y fomentarse impunemente?


2." ¿Qué pensariamos si en dicho Estado se mirase la
existencia de los partidos politicos, como un elemento in-
dispensable de su organizacion?


3,' ¿Qué si se les creyese elementos esenciales de go-
bierno?


4. a ¿Las mayorias y las mi norias de los cuerpos legis-
ladores, serán ó representarán partidos políticos?


5, a ¿Si perlenecen á alguno de ellos, pensarán, acor-
daran y obl'Ul':ln siempre jU5ta y concienllldamenle, ó por
esplrilu de partido?


6.8 ¿Se atendrán y limitirilll á las facultades y atribu-
cioues que la constitucion les concede, ó procurarán tras-
pasarlas con interpretaciones, prácticas y estratiljemas, que
les favorezcan en sus inlentos?




- t2t-
. 7.' ¿ No pretend~rán entrometerse en las operaciones
del gobierno, dirigir la adminisll'acion y fiscalizal' lodos
sus actos y -hasta las intenciones mas puras?


8,- ¿No se harán los partidos rivales continua y cruda
gu~rra para conservar ó alcanzar el poder?
9..~ ¿Tendrá entretanto el gobierno el sosiego, la segu-


ridad, la c.onfianza, la fuerza, el prestigio y el desembara':
zo que se necesita para gobernar bien?


10. ¿El país disfrutará de la calma. tranquilidad, con-
cierto y concordia, sin lo cual no hay bienestar, ni se pue-
de pmsperar?


Finalmente, qué bienes proporcionarán los partidos po-
liticos al Estado; qué males le ocasionarán?


Mientras no se resuelvan estas cuestíone3, Ó no se nos
ilustre completamente sobre nuestras dudas, creemos lam-
bien lo mas seguro el dudar de la utilidad de los partidos
poliLicos en ningun pais, y permanecer en el estado de
neutralidad y de esceplicismo, que hemos creidoel mas pro-
pio á nuestro caracter, génio y sentimientos sobre el parti-
cular. Nuestra resel'va es sincera, leal y prudente, por-
que nuestras dudas nos parece que son justas y razonables.




-425-


En la perplejidad de si por el uso,
Quem penes, arhitrium est et jus et • norma loquendi


esta palabra es ó no ya legitimamenle castellana, y si cor-
responde exactamente ó no á la de pobreria ó pobreteria,
que aun cuando no la. vemos usada en ellenguage galo-his-
pano, la consideramos como la mas castiza, y la mas pro-
pia para designar el conjunto, la coleccion, la masa general
de toda especie de pobres y necesitados, debemos ante to-
do declarar, que pr~scindiendo del purísimo, y de lo mas
ó menos lato de la acepcion qne pueda darse á la palabra
pauperismo, la consideramos para las siguientes reflexiones
equivalente á pobreteria, ó sea la totalidad de pobres é in-
digentes de toda especie.


En esto de socorrer á los pobres, ó como modernamen-
te se dice, desterrar el pauperismo, cun¡]en muchísimos
errores, ya sobre el origen y causas de la pobreza, ya
principalmente acerca de los medios de disminuirla, aliviar-
la y estinguirla.


En las escuelas demagógicas se establece, como un
principio. que e! haber. pobres, proviene de haber muchos
ricos; siendo as! que el haber muchos ricos es p¡'ecisa-
mente lo que hace que los pobres no se mueran de hambre.


Otros atribuyen la miseria y padecimientos de los ne-
cesitados, á la falta de inslruccion, que les impide conocer
sus derechos, y poder usar de ellos. Qué deli\'Ío 1 . Con-
cédasc el sufragio universal, y se acabó la pobreza. As\ ha




- 426-
sucedido en Francia; qué bien lo pasan ya allí lodos los jor-
naleros, todos los pobres, todos los menestet'OSos desde que
tienen derecho á votal' hasta para Presidente de la Repú-
bica !


Los fervientes amigos del pueblo, como ellos mismos se
titulan, lo achacan á la mala reparticion de la propiedad, y
á la aculllulacion de las riquezas, halagando al vulgo con
la esper<lnza de mejol' suerte, cuando se pongan e1l planta
sus portentosos sistemas de regenet'acion social, ó eseitán-
dolos á sediciones y trrlstornos, que produciendo una des-
tmccion general y el nivelamiento completo, allane del
todo el terreno, para sobre él establecer el comunismo, Des-
apareCenltl los ricos, y nos <{uedará la satisfaccion de sel'
todos pobres, y mu y miserables


Por último se lamentan muchos de que la pobreza es
emanllda de la mala organizacion del trabajo, y p-redicando
que todo obrero tiene derecho a que se le ocupe, que de-
be dársele un jornal suficiente para manlenet' á Sil familia,
sin que se le obligue á trabajar, siÍ'lo ciertas horas, se
proponen establecimientos de taHeres nacionales, calJlinos,
canales, colonizaciones y toda especie de trabajos públicos,
para dat, ocupacíon á cuantos no la busquen, ó no la en-
cuentran, sin escepcion alguna, sepan ó no, quieran ó no
trabajar.


Poco les importa á los socialistas que así se aniquile
la verdadera y provechosa industria, que así se consu-
man inmensos cau(hles ímprodllctívamente, que así lejos
de inspirar amor al trabajo se fomente la pereza y la inac-
titud, que en vez de crear estímulos y emulacíon para los
adelantamientos de las artes y oficios, se favorezca á la
indolencia, á la ignorancia, y al ab:mdono, Lo que intere-
sa á sus fines y objeto, es emhaucar á millares de artesa-
nos y jornaleros con Iisongeras esperanzas, y planes qui-
méricos, á fin detenerlos dispuestos a formar barricadas,
batirse en las calles, destruir gobiernos, derribar tronos,




- 4,27-
saquear, incendiar y vivir á costa de lúS contribuyentes
honrados y laboriosos, que con el sudor de su rostro ganan
el pan para su familia, dan hijos al Estado, pagan los trí·
bulos, y solo desean paz y órden.


Todas estas teorías, y todos estos medios cualquiera
hombre de mediano juicio, las gradua de lastimosos disla-
tes, de illsul:~as snpe rcherias, ó de medicamentos, mil veces
mas repugnan les y peligrosos que la misma enfermedad;
pero todos estos desvaríos, y muchos olros todavia mas ah-
surdos y subversivos que los indicados, se propalan y se en.
sayan, en términos que trastornan á ml1chos entendimientos,
pQrvierlen muchos corazones, y del desórden de las ideas y
del maleamiento de los sentimientos surgen ordinariamente
los traslomos ó convulsiones sociales.


Necesario, pues, y sumamente oportuno consideramos
dar de una vez por el pie á todos estos embustes, á todas
estas ulnpias, pl'econizada~ las mas veces, no con el carita-
tivo objeto de socorrer la indigencia, sino con el de tener-
la propicia para toda clase dEl atenlados.


El que quiera aliviar efectiva y verdaderamente la
suerte de los pobres, debe ante todo sentar por principio
que la pobreza es ulla de las muchísimas miserias y,penali_
dades inherentes á la humanidad; que todos por nuestra
propia naturaleza, lodos seríamos pobres, como lo son los
que viven en estado natural y salvage; que el amor al tra-
bajo, y el respeto á loda propiedad, es el primer sentimien·
lo que debe inspirarse, y el gran preceplo que debe obser.
varse por lodo3, como ellellitivo mas seguro y cOllsolador
de esta miseria humana, y como el medio mas eficaz y jus-
lo de aliviarla y socorrerla.


Debe tambicn hacerse entender que si el número de po~
bres en razon á la inmensa poblacion de las naciones eu-
fopcas, es tan corto, se debe á los adelantamientos de la ci-
vilizacion, el los progresos de la ind ustria, al celo y sábias
disposiciones de los gobiernos, sobre todo, el la influencia




- f28-
de los pl'incipios religiosos, por los cuales la conmiseraci0l1y
socorro de los menesterosos, es una virtud, la limosna un
precepto, la beneficencia un deber general y absoluto, y
los pobres consider:ldos compartícipes de Jesucristo en los
sel'vicios que se les prestan, Ó socorros que se les suminis-
tran, y amor que se les profesa.


Que no es la pobreza la única, ni mas lastimosa de las
penas que afligen á los hombl'es. y que no está vinculada en
las riquezas la felicidad del bombre; que los males físicos
y morales que aquejan continuamente á la especie humana,
son innumerables, pudiendo asegurarse, que en toda na-
cion, sin duda, son mas los desdichados en secreto, que los
infelices. en público; pues si llevase cada uno inscri los en su
frente. los disgustos, las pena~, 108 achaques y todos sus
padecimientos, cuántos que dan envidia á los pobres, les
causarian compasion?


Por último, y esto es lo mas esencial á nuestro objeto.
es interesantí~ilDo persuadirse, que para evitar enteramen-
te la pobreza, ó remediarla en toda su estension, no se ha
enconh'ado, ni se hallará regularmente jamás. remedio
alguno heróico, porque este es un mat que, segun los tiem-
pos, segun las circunstancias, y por causa de mil acciden-
tes improvistos, ya aparece, ya se oculta, ora se aumenta
ora se disminuye, ya aflige en una parte, ya en otra, ya
vaga, ya se estaciona, de modo que el gobierno solamente
es el que, aplicando á un objeto tan sagrado su COllstaq!e
solicitud, puede, y debe prevenil' y precaver las causas de
semejante calamidad, y aplicar oportunamente los remedios
conducentes y mas propios para disiparla ó calmarla, djs-
pensando COIl discrecion y tino, los socorros necesarios, y
sobre todo, inspirando á los necesilado~. la mas segura y
y evidente confianza en su celo y afanes á favor do los me-
nesterosos,


En esto deben confiar los pobres, y en los sentimientos
humanitarios y religiosos de sus conciudadanos, desenga-




- 429-
ñándose para siempre de esas arengas. de esas promesas, y
de esos sueños dorados, que los entusiastas ó sediciosos les
quieren vender, como panaceas probadas para curar lodas
sus necesidades, escitándolos á los trastornos y rebelion,
con el fin de sobre el abismo de una completa disolu-
cion social, plantear sus sistemas maléficos, y sus me-
dios de desterrar el pauperismo, que consisten en lograr se
hagan matar los pobres para apoderarse ellos de los bienes
de los ricos.


Sean los pobres cUel'dos y sumisos, contestando á las
insidiosas lisonjas de los charlatanes y conspiradores, que
con la paz y el órden mengua la pobreza, crece la prospe-
ridad, y con ella los medios de socorrer á los pobres, pero
que con las revueltas y sediciones se aumenta la miseria,
desaparecen las riquezas, se apoca la beneficencia, se enri-
quecen unos cuantos, y empobrecen muchísimos, se dilapi-
da mucho, y se dan pocas limosnas, y en lo que menos
piensan esos tan fervorosos patronos del pauperismo, es en
socorrer á los pobres.


-_=:=>dI __


17




130 -
======================:====--


PERiÓDICOS.


Fué nuestro primer inlento formal' un arlÍ0ulo especial
de la palabra ilnprenta, abrazanuo en él cuanto concierne á
su libertad, y como apéndice del mismo, lo relativo á la
prensa periódica. indicando respecto á una y otra los erro-
res, que segun nuestro leal entemler, se padecen, y que es
interesanlÍsimo evitar.


Pero habiendo en el articulo Libertad insinuado algo
de lo mucho que estu palabra atañe á la imprenta, y dejado
traslucj¡' cuanto sobre la misma podría decirse, n05 ha pa-
recido innecesario repetirlo. tanto mas cuanto ahora, al
tratar de los periódicos, podemos añadi,' lo que creyésemos
indispensable á nuestro objeto.


Los que esto escribimos somos en estremo aman les, y
llasta entusiastas de la imprenta. Ningun hombre que de-
see ilustrarse, creernos que deje de serlo, porque no cabe
un medio mas fácil, mas espedito y mas general para la
estension y comunicaciun eje Jos conocimicJIllos bumanos,
la difusion de las luces, y la instruccion universal. A pesar
de nIJestro amor acendrado á la imprenta, 110 podemos sin
embargo desconocer que ha habido mucha 'pasion y Hage-
raciones en el encomio de sus beneficios, así corno en la cen-
sura de sus malos efectos.


Por lo mismo que la imprenta es el instrumento mas
11odero8o, y mas pronto para la comunicacion llc las idcilS,




~31 -
el vehículo mas rápitlo para la tl'asmision tle los pensa-
mientos, y el resorte mas eficaz para escitar los sentimien-
tos humanos, del buen uso, ó del abuso de .este podero-
sísimo medio, es del que han dimanado y surgido los biene~
y males, que se le atribuyen.


No tiene duda, que como corruptio optimi pésima, asi
la imprenta corrompida puede haber producido pésimos
errores y hediondos vicios. Pero computado el conjunto y
suma de unos y otros, nos parece que no puede ponerse en
duda que la cantidad de bienes sea incomparablemente ma-
yor que la de los males.


¿Quien podrá negar los estraordinarios adelantamientos,
que por este medio se han hecho en las ciencias exactas y
en las artes? ¿Quién podrá no atribuirla las grandes mejo-
ras y pasos que se han dado en la política, y el progreso
y aumento de la civilizacion? ¿Quién negará la ampliacion,
la claridad, la difusion y la universaliJad que han adquiri-
do las verdades morales y sentimientos religiosos? El hori-
zonte intelectual, se ha iluminado y estendido al soplo de la
im pronta hilSlu los mas remotos confines de la tierra. A no
dudar, los efectos de la imprenta, son de todas las cosas hu-
manas, los mas prodigiosos.


Por esta razon, y en fuerza de nuestro purísimo amor
y entusiasmo lIor la misma. deseamos, que se h\lbiere con-
servauo tan pura, ian inmaculada, y tan circunspecta, cual
los amantes desealllo sea el objeto de su amor. Por eso ce-
losos de su buena fama, y de que sea siempre digna de la
estimacion general, nos creemos obligados á indicar algu·
nos elTore~ en que nos parece que incurre, y advertirle los
~stravÍos á que tan frecuentemente se la induce.


Esto era natural y consiguiente al modo con que ba si-
do considerada y tratada la imprenta, y de las, circunstan·
cias y posiciones en que se la ha colol'ado. Unos la han al.1-
bado y adulado exorhitantemente, otros la han despreciado
y deprimido COIl furor, unos le han dado suelta completa,




- 432 -
otros la han querido tener atada de pies y manos; unos le
han dicho que era omnipotente, otros que para nada ser-
via, y en fin, unos que era soberana, y otros que debia per'"
manecer en la esclavitud.


Estas exageracioues tan estremadas, han trastornado
el buen juicio, que tuviera la imprenta, y han pervertido
en varias, orasionc:!s '! por distintos motivos, su bueH natural
y caracter, habiendo un mecanismo tan admirable, tan in-
genioso, y tan útil, sido em picado tan malévolamente, cual
Jo han requerido la ignorancia, la de<;envoltura, ó la per-
versidad de corazon de los que se han valido de este medio
para sus depravados intenlos, en términos que de instru-
mento apreciabilísimo y benéfico, se ha convertido muchas
veces en arma insidiosa, envenenada, y violentlsima.


Por ser la imprenta la emision material, digámoslo asi,
de las ideas. por ser la espresion visible, en cierto modo,
de los pensamientos, se le ba consignado el libre uso, se le
ha atribuido una franquicia absoluta y esclusiva, se ha eri-
jido en principio ser esta libertad una de las libertades, una
de las mas poderosas garantías políticas.


Ya dijimos en el articulo Libertad y en el de Garantías,
cómo deben entenderse y admitirse unas y otras, cómo úni-
camente pueden serjustas, soportables y provechosas,y res-
pecto á la libertad de la impreuta, dijimos bien eSl'lícita-
mente, demostrándolo hasta la evidencia, que esta libertad
para unos cuantos, si degenera en licencia ó se emplea insi-
t1iosamente es opresion para 103 demas; que en muchísimos
casos, es tormento del órden, y casi siempre una moleslÍsima
pesadilla de los buenos nombres y reputaciones personales,


La libertad de imprenta, como la entienden errada-
mente muchos, como la desean los malévolos, como la pre-
c~nizan los anarquistas, y como se usa de ella en muchos
paises, es el ariete mas fuerte y pl'opio pal·a destruir por
sus bases el edificio social mas sólido y robusto, y pulve-
rizar la libertad civil,el órden y todo buen gobierno.




- 133-
Los ereclos de esta formidable arma de ninguna maDera


son tan prontos y grandes, como cuando se hace uso de ella
por los periódicos, á -causa de que su aceion es mas enérgi-
ca, y su movimiento mas continuo, mas vehemente y mas
violento que, en ninguna otra forma; ó por ningun otro me-
canismo. Esto y la 'eonsideracion de que los periódicos, no
son la imprenta, ni laliberlad'de imprenta, sino otra cosa
muy distinta, nos ha decidido á presentar algunas reflexio-
nes sobre la prensa periódica y formar de la palabra perió-
dicos un artículo particular.·"" l'


Un diario, y todo escrito periódico suelen ser mas bien
que una publicacion cotidiana de ideas, pensamientos, noti-
cias, esplicacion de doctrinas, esposicioll, análisis ó refutacion
de opiniones, Ulla empresa industrial ó mercantil, una espe-
culacion sobre la curiosidad pública, sobre las opiniones que
seesplotan, sobre las que se quieren que se propaguen, un
medio paraforma¡' Ó destruir reputaciones, para lograr Ó
quitar empleos, escalar altos puestos,y conseguir hf}nores,
distinciones, y á las veces, un taller de conspiraciones, Ó 1, ';
un instrumento de trastornos. ' ,,' \ .~, ~,;",


De todos modos un periódico es un resorte sistemático ---
y constante, que ejerce suma influencia en el Estado, pues-
to que un diario habla á todos, todos los días, á lodas horas,
en todos lugares, en todas circunstancias. Semejante dere-
cho no puede corresponder mas que á la sociedad, es decir,
al gobierno, y si los individuos quiel1ln prevalerse de él,
no debiera ser sino por una comision espresa y condiciones
severisimas, siendo entre otras esencial la de que jamás
llegue á reputarse. como tÍtülo de derecho de propiedad
individual, semejante cometido ó condescenuencia.
Admi~ido este peculiar derecho se forma desde luego


inevitablemente una competencia entre la prensa periódica
y el gobierno, y se crea una rivalidad, que ya por si sola
es un mal gravísimo, que oprimirá, y al que sut:umbirá
sin remedio el gobierno, porque no le es dado á este, ni




- '13i- -
decente, emplear en la contienda la ira, las injUl'ias, las ca-
lumnias. la difamacion, y todas las pasiones viles y malva-
das, que son las arlllas y los medios seguros de triunfo que
asisten a eso, que se quiere maliciosamente llamar libertad
de la prensa, yen este trance, ya no hay mas ,'emedio que
el dejarse gobel'llar por ella, que lo baria á las mil mam-
v'¡Uas. EiI indudable, pues, que los individuos no tienen fa-
cultad de publicar a su antojo un periótlico, y que este es
un derecho eminentemente ·social, inherente al poder su-
premo.


Si se nos pregunta, no obstante, si interesa y conviene
á la sociedadquc haya periódos; diremos francamente que
sí, porque impol'ta mucho á toda nacion, saber las venla-
des, y que las sepa el gobie¡'no, y dígase lo que se quiera,
por mucho que se procur.en disimular, aimivararse y dorar-
se ciertas verdades y advertencias, muy útiles, impedirá el
manifestarlas la prévia censura, que jamás dejará de lener
unas úolras inlluencias, unas u qtras pasiones, que la dominen.
Consitleramos, pues, útil la publicacion de periódicos, y no
estamos por la censura prévia ,pero con la misma sinceri-
dad y buella fe, aseguramos lener la mas profunda COII-
viccion de que, sin leyes que sujeten toda publicacion por
escrito, y especial mente las periódicas á un régimen dicipli-
nario. sumamente moral, f'3ercido sobre todos los escrilos
por un jurado, que reuna en grado eminente la inteligen-
cia, la probidad, la entere.za, y la independencia necesaria;
que imponga, no solo al ed itor, responsablé, sino tambiell
al autor del escrito, que el editor estara obligado á decla-
rar quien sea, y de no hacel'lo incurrirá en doble castigo,
aquellas penas que la ley hubiere establecido á las l'espec-
tivas calificaciones de los escritos, insistimos que la liber-
tad de la prensa será siem¡JI'e un gran mal, será sobre todo
la periódica, un poder insidioso, suspicaz y tUl'bulenlo, un
torrente que arrastrará la sociedad al desó¡'¡\en, sumiendo
al pais en el fango de la inmoralidad y de la anarquia.




- ·13tl -
l.as penas en nuestro juicio no conviene sean muy du-


ras, pero si inevitables y públicas, no solo pecuniarias ó
corporales, segun el caracter ó grado del delito ó falta, sino
tambien podrán emp\~arse las morales, y conminatorias, 'Y


. aun las de mel'a correccion, secreta y amistosa,
Las discusiones y acuerdos del jurado convendrá sean·


reservadas, mas sus fallos se deberán publicar pe\'iMica-
mente, por ejemplll, el primer dia de cada mes los del an-
teriol', esp,'esandose el artículo ó escrito á que se refieren,


. la pl'oposicion, las palabras, las frase,;, las c1áusalas, ó si .
conviniere o) párrafo flue hubiere motivado la calificacion
y la pena impuesta,- el nombre del editor responsable y
autor, si le hubiere; si este ó aquel hubieran sido otras ve-
ces castigados ó amonestados, cuántas y porqué delitos
ó faltas de flbuso de la lidertad de imprenta; y este mani-
fiesto mensual, firmado por todos los componentes del jurado
debiera publicarse indefeeliblemente en todos los perió-
dicos dicho dia, con el fin de que el público juzgase de la
rectitud, de las sentencias y conducta de la prensa.


Asi lendrian la nacion y el gobierno el medio seguro
para formal' u na estaJística, lo mas exacta y aproximada po-
sible de los produetos de la imprenta, y conociéndose los
bienes y los males, podrian aplicarse los remedios condu-
centes j asi se distinguirán los escritores sábios y probos,
de los necios, ó tIe mala ralea, siendo el buen conce plo y


. la estimacion pública un bonroso galardon y justa recom-
pensa para aqllellos, y el desprecio ó la abominacion gene-
ral, un desengaflO Ó un oprobio para estos, Así procurará y
se escilará todo el mundo á estudiar, diseun ir y escribir
sábia y provecbosamellte, asi se retraerán muchos de
fraseoligial' necedades, parodiar errores, y propalar ca-
lumnias, asi finalmente la imprenta, y sobre todo los
periódicos, serán un gran hien, un bien incalculab:e, un
bien «lIJe nosotros ·no vemos ahora tan ópimo como quisié-
ramos; pero que deseamos entraÍlablel)1ente lo sea,




- ~36-
Por eso nos hemos resuelto sobre un asunto tan diñcil.


tan controvertido, y tan espinoso á insinuar y advertir los
errores y peligros que hemos divisado desde la cumbre de
la retlexion. la esperiencia, y del patriotismo, colocándonos
en el punto mas lejano posible del dominio de los compro-
misos, de la preocupacion y de las pasiones.




- ~37-


PODER.


Entendemos el público, el supremo, que tiene el impe-
rio, la facultad y la jUl'isdiccion para mandar y hacer cumplir
las le yes, y las órdenes y disposiciones del gobierno, en
virtud y conforme el la constitucion ó leyes fundamentales
de cada Estado.


Asi entendido, el poder es el esencial requisito y. la
p~imera necesidad de todo pueblo ó nacion; es el escudo de
su independencia y de su libertad, y el depositario de su so-
berania; el custodio de sus derechos y salvagnardia de re-
poso, el fomento de sus glorias y prosperidad, el remedio
de sus males, y el azote de sus enemigos interiores y es-
teriores.


Para llenar el poder tan importantes objetos, ha de ser
fuerte. enérgico, activo, ámplio, irresistible y absoluto,
obl'¡mdo en virtud y conforme á las leyes. Estas son abso-
lutas en todo pais bien organizado, obligan á todos, no ad-
miten disculpd, pretesto, ni escepcion alguna tocante á su
exacto cumplimiento. Este absolutismo de la ley. es la sal·
vaguardia de las libertades públicas; solo al poder ca-
paz de irrevocablemente hacerla observar y cumplir por
todas, le es dado asegurar la libertad civil y los derechos
de todos y cada uno de los súbditos.


La arbitrieridad hiere y asesina la libertad, el absolu-
tismo de la ley y del poder conforme á esta, la conserva,
nutre y conforta.


Sin embargo, como po!' la historia antigua y moderna se
'18




- f38-
observa que en varias ocasiones yen diferentes formas de
gobierno, el poder supremo, bien sea por su inc'oue-
rente ó defectuosa organizacion, bien por el abuso y depra-
vacion de 105 que lo ejercen, unas veces degeneraba en ti-
rania, otras en intolerable despotismo, olras en humillante
ineficacia y otras en orgullosa arbitrariedad; se mirópl'e-
ci~o, y se llegó á encontrar el metl io de regularizar el po-
der, enfrenándole y circunscribiéndole dentro de los límites
de la ley, estableciendo en las monarquia:; constitucionales
la inviolabilidad del Rey con la responsabilidad de sus mi-
nistro~1 y prescribiendo la manera y formas de hacerla in-
declinable y efectiva.


Este gran paso en la política, este dcscubrim iento tan
precioso, debido á la civilizacinll moderna, este beróico re-
medio, confeccionado por el tiempo, la esperiencia y los
desengaños, todavia no pareció á muchos snficien te y del
todo seguro contra las demasias del poder, y sus indiscr'e-
tas aprensiones é infundados recelos les causáran el paue-
cimiento de una incesante zozobra y continua desconfianza
en el ejercicio de touo poder, no viendo,en sus.aelirios
febrile3 sino escesos y estralimitaciones de mando, creycn-
do que solo se pueden contener con sujecion y ligaduras.


De estos desvarios ha emanado el uesearse un poder
coartado, combatido,. embara,zl\uo y dividido, en suma una
CO~ que no sea poder. De ahí han surgido innumerables y
funestísimos errores, como entre otros el ue creersc en la
convenien.cia del establecimiento de varios poderes, orga-
nizauos en conlínuo y porfecto equilibrio, el de la utilidad
de la oposicion, ya en las cámaras, ya en la prensa; el d.o
las ventajas de los votos de censura y de todo cuanto tien'-
tia á entorpecer, debilitar y contrariar la accion del poder,
y fiscalizar, todos sus actos.


De estos yerros, que por estar poseidos de un recelo y
desconfianza indecibles profesan mnchos, que desean con
sinceridad el órden, se prevalen con suma astucia y gran




-- ~39 -
provecho todos los díscolos, los conspit'adores y los re-
vo'tosos, pllrque saben, á. no dudar, que el cercenar fuer-
za material ó moral al poder, es dársela graci~samenle
á la anarquía, y que esa divisioij de poder, ese equilibrio
irreillizable, esa oposicion siem'pre :funesta, esas censuras y
acríminaciones, raras veces oportunas, esa fiscalizacion casi
nunca comedida"y conducente, yen una palabra, todas esas
demostraciones de miedo ó de poca afeccion al poder, son los
espedficos mas eficaces para desvirtuarle, atribularle, tras-
tornarle, anonadarle é inutilizarle completamente, compla-
ciéndose al ver que constituido en este e~tado de languidez
Ó nuliú,ld no puede reprimir los crimen es, castigar los de-
litos, evitar los desól'denes y trastornos, qne es'precisamente
lo que envalentona á los conspiradores,.y a~egura el suceso
de' sus inicul)s '('Jan es y calamitosasemprt'sas,


Depongan paes los meticulosos y pusilánimes sus incon-
ducentes aprensiones y recelos, convénzanse que el poder
para llenar sus imprescindibles objeto~ y deberes ha de
tener la unidad, el caraeter, las calidades y circunstancias,
jnsinuarlas al principio de este artículo: que el que comba-
te al pode!', sea del modo que fuere, ausilia á la anarquia, el
que le debilita robustece á esta, yel que lo destruye entro-
niza al desónlen y la revo!tlcion. El tl'iunfo y el fruto de la
victoria en toda e~pecic de combates ~onlra el poJer, siem-
pre redunda en favor, gloria y provecho de laanarquia. '


No cesemos pues de clamar, (mantos deseamos fervien·
temente el bien de nuestra patria, que lo que conviene es-
pecialmen!e en la violenta cri"is política y social que sufre
la Europa, es fortalecer el poder y ausiliarle con valor y
constancia contra los anárquicos embates y subversivas doc-
trinas con que se le ataca y acecha,




- u.o-


POLíTICA.


Todo el mundo entieilde por esla palabra la ciencia de
gobierno.


Esta, como toda otra, $e (unJa en ciertos principios y
máximas; tiene determinadas reglas, y conforme á estas
sus preceptos y sus procedimientos.


Desgraciadamente á los principios de inrontestable ver-
dad y de reconocido provecho en que debe apoyarse esta
ciencia, se han sustituido otros, de los cuales han surgido
un cúm1,llo de errores , á cual mas absurdos y peligrosos,
convirtiendo la política en una algarabía y un horroroso la-
berinto.


Entre los muchos prJncipios elTóneos que podríamos
enumerar nos limitaremos á insinuar solamente los mas fuI·
minantes y arraigados, pOI'que destruyendo estos por su
base, quedarán casi todos los demas-tendidos en el suelo, ó
desaparecerán para siempre.


La sober<1nia del pueblo, y el gobiel'l1o de todos por to-
dos, ó sea la democracia pum, son las dos rocas sobre las
cuales los demagogos, y otros, que [JO quieren persuadirse
que sin repararlo, lo son, entienden que han de cimentarse
todos los gobiernos, y que en la aplicacion, observancia y
consecuencias de estos dos fundamentales principios se eo-
ciena toda la politica moderna. Con ella se ofrece la liber·
tad, la igualdad y la fraternidad, con ella será una gloria
vivir en lI[Ja república de nuevo cuño, y todo pais rejido á
la democracia pura, se convertirá en un paraiso rerrena!.




- u,.,


Volverá para todo demócrata, el siglo de oro, la paz, la
abu ndancia y la alegria r~il1arán por todo territorio demo-
crático; libres todos, iguales todos, y hermanos todos, sera
todo sumisiol1, todo benevolencia, todo caridad. Fuera ma-
gistrados, fuera gefes en niflgun ramo, fuera policia, fuera
guardia nacional, fuera ejército: ¿para qué todo esto en 1111
pais en que los hombres, en el hecho de ser libres, no tie-
nen que obedecer, ni sel' juzgados por nadie, por ser igua-
les ninguno les debe mandar, y por sel' hermanos, ni ten-
drán enll'e si odios, rencillas, contiendas ni altercados? En
tan dichoso estado, y delicioso Edem renacerá para todos
el siglo de oro, oro en que


Non tubaderecti, non acris ornua flecxi
. Non pilae, non ensis erant. sine militis usu


Molia securae perágebant otia gentes.
y esto no es un sueño, no es un delirio, es una verdad


práctica, una realidad eX'istente; y si no que se nos di¡z;a'
cuán colmadamente gozan de todos estos bienes, desde fe-
brero último, París y todas las capitales en que predominan
('stos principios, en que gobierna esa sábia é inmaculada
democracia, en que se desea ensayar el gobierno de todos,
por todos y pal'a todotO, y el imperio benéfico de las turbas.


Si lo absurdo de tales principios, y lo abominable de sc-
mejantes teorias no produjese en politica mas que inocen-
tes delirios ó sueños cabalísticos, no debia contestarse á se-
mejantes desatinos demagógicos en otroil términos, que en
los que hemos usado de la irollia y del desprecio; pero
cuando la audacia de los apóstoles de los mencionados prin-
cipios, ausiliada de la ceguedad y desenfrcno de las turbas,
de la petulancia y orgullo de la imberbe juventud y procaz
estudiantina, envalentonada por la connivencia de los ilusos,
y apatía, debilidad ó egoismo de los in~rédulos, sostenida
por la inmoralidad y ambicio n de moda, amenaza á lodos loS
Estados COIl horrendos trastornos, y se presenta con medios
y l'csolucion de establecer y sistemalizar en todas ~as nacio-




- H2-
nM el desorden, para aclimatar en todas ellas la anarquia.
preciso es, y muy de nuestro debeJ' nos parece, el asegurar
en ton/) muy sél'io, á cuantos tienen fé en principios tan
erróneos,. tan estl'avagantes, tan subversivos, tan funestos,
y á cuantos se intenta seducir con semejantes supercherías,
aunque, sea repitiéndolo pOI' la milésima vez que,


f.O Respecto.á csa libertad, que so preconiza por el
maná político de nucstros tiempos, es una mera aLstrac-
eion, á saber, el no sufrir injustas opresiones; que estas se
padecen en toda sociedad, en l'1zon inversa de la paz, Ól'-
den y justicia que en ella reinan; que estos imponderables
bienes solo se alcanzan con el amor y respeto á las institu-
ciones, obediencia y ob:iervancia de las leyes, sumision á
las autoridades, fuerzl en el· poder, inteligencia,' enel'gía,
rectitud y patl'iotismo del gobierM, y finalmente, que CUan-
tp se opone, embaraza, debilita, menoscaba ó desvirtúa el
valor, la eficacia y la accíon de alguno de estos medios ó
su conjunto, asesta contra la libertiul, la hiere de muerle;
y crea ó resucita la opresion, que mas ó menos tarde ell-
gendra la anarquía ó el despotismo,


2.° La decantada igualdad de dere0hos, no es otra cosa
en sana política, mas que la igual obligacion de todos los
individuos de una sociedad de obedecer á la ley, Si supone-
mos á los individuos aislados y solos en la tierra, no cabe
duda que todos tendrian 10'1 mismos derechos, pero admití..;
da su reunion, y por ('.onsecuencia su formacion en socie-
dad, ya es esencialmente necesario que todos se sujeten á
las leyes, ya es indispensable que todos obedezcan á los
gcfes encargados de ejecutarlas, y hacerlas cumplir', Enton-
ces todm; los derechos de los individuos se \'easumen en \a
sociedad para la conservacion de cada uno y la de todos; el
individuo ya no conserva mas derecho que, el de que la
sociedad le haga jQsticia, es decir que todos obedezcan y
cumplan las 16yes, y sean súbditos de la sociedad, No hay
otra igualdad que ante la ley, esta sola es la que equipara a




-143 -
todos, esta. pOI' la que todos quedan sujetos a la verdade-
ra y justa igualdad.


3." IIermandad, como concordia,union afectuosa ó
fraternal entre los bomb¡·es. virtud y muy apreciable es y
será siempre; la establece la religion, como un preceptQ,
hasta el punto de mandarnos amar á los prógimos como á
nosotros mismos; mas el suponer, y aun pretender, que esta
bermandad religio~a y c(lrilaLiva. pueda aplicarse al órdeo
civil, á las relaciones sociales y á los negocios p\>líticos, es
un error,ó un delil'io d~magó~-ico de los mas tontos, estra-
vagantes y perniciosos. La hermandad cristiana, es una vir-
tud de órden y benevolencia; deja en las sociedades huma-
nas á las personas en el estado y lugar que deben ocupar:
la fraternidad democrática es un hOl'roroso aborto del co-
munismo y socialismo, es un furioso huracan que lo disloca
y lo deshermana todo.


4. o Gobierno de lodos. por todos, y para todos. Si
esto no se viera propalado por homb¡'cs, que no pasan por
dementes; si esto nose hubiera dicho por ministros consti-
tucionales en ciertas cámaras, si esto no se hubiera escrito
y sostenido mil vcces en periódicos de gran voga y apl'ecio,
en el empórco de la civilizacion; y por último, si eslo
no fuese el tema obligado de las formas dcl gobierno que
sc quieren ensayar actualmente en naciones, que no están
en las selvas de Africa ó desiertos de A6ia, nos pareceria
inconcebible que hubiera podido ocurrir á nadie semejante
idea ó pensamiento político. A nosotros, cuya rudeza nos
impide comprender este enigmático gobierno, lambien nos
llispensa de analizarle. Su forma, su plan, su accion, su ob-
jeto, y sus fines, nos son incomprensibles; su organizacioll
imposible, yel proponerla y ensayarla algo mas que er-
ror ó falta, un crimen, un oprobio, y sentiriamos que entre
nosotros no pensásemos asi todos.


Acerca de la venen,da soberanía del pueblo, su reprc-
sentacion, su voluntad, SlB dCl'echo3 y sus deberes hemos




· -~u
esplicado tan estensa y esplicitamente en varios articulos
de este escrito nuestras opiniones, que seria suma pesadez
el reproducirlas attu!, mayormente desprendiéndose lam-
bien de lo indicado en este los errOl'es adberidos á todas es-
tas palpbras ó principios,


Hecha una manifestacion tan evidente de lo falso y de-
leznable de las bases sobre que estriba lo que se empeñan
muchos, en que sea la politica del dia, sin estremecerse, ni
aun reparar en sus peligrosos y nocivos efectos, diremos
por conctusion que la verdadera política, ó ciencia del go-
bierno, consiste en evitar la opresion y demas males inhe-
rentes á los vicios, condicion y naturaleza humanas, en
cuanto sea dado al hombre impedirlos. ó moderarlos y re-
mediarlos, en defender á la sociedad de las asechanzas y
ataques de sus individuos y de todo enemigo estraño, adop-
tando aquella forma de gobierno, y aquellas disposiciones
que se consideran mas propias y adecuadas en cada pais
para conseguir estos objetos, cuya forma, permitasenos
añadir que en nuestra España, no consideramos sea otra
mejor que la establecida pOI' la ConslÍlucion de la mo-
narquía.


---.... -


,




- 14.5-


PUBLICIDAD.


Si el objeto de nuestras reflexiones se redujera mera-
mente al análisis y dilucidacion del sentido dudoso ó ambi-
guo de ciertas palabms politicas, y á indicar los errores que
de su mala ó equivocada inteligencia pueden resultar, nada
tendriamos que advertir sobl"e la publicijad, puesto que to-
do el mundo entiende por esta palabra el decirse ó ejecu-
tarse una cosa sin reserva, y aun: de ,nodo que la puedan
saber todos.


Pero como nos hemos propuesto, ademas de la esp1ica~
cion de los varios significados de la palabm á que nos refe-
rimos en cada articulo, el hacer una sucinta reseña del
bueno ó mal uso, de la facultad, del objeto, del ejercicio ó
cualquiera otra cosa que á la palabra atañen, de los erról"es
que á ello se adhieren, de las consecuencias y efectos que
producen, y finalmente del roce ó conexion que tienen con
la política, no podemos prescindir de apuntar algunas ob-
servaciones sobre la publicidad, que, como casi todas las
cosas políticas, está sostenida por impertérritos apologistas, y
combatida por fuertes en~migos.


Nótase sin embaI"go una circunstancia especial respecto
á la publicidad, á saber, la de tener indistintamente ami-
gos y enemigos entre partidarios de opiniones políticas las
mas contrarias, y aun entre los afiliados en bandos diame-
tJ"almenle opuestos, de suerte que la publicidad no ba podi-
do, como otras mil palabras ó ideds y pensamientos políticos,
formar un partido especial y esclusivo en apoyo ó en contra


19




- H6-
Lle ella, ni fija¡'las opiniones acerca de su bondad ó de sus
perjuicios. En lo único en que se conviene yallmiten todos
de buen grado, es en que se publique lo que respectiva-
mente les acomoda, lí~ongea,ó les parece útil y provecho-
so, con tal que sec¡tHe&"pérman~zca áculto lo que les in-
quieta. desagradci, ó consider,¡n perjudicial.


De aquí se infiere que la escelencia, y las demas buenas
ó malas cualidades que se atribuyen á la publicidad, as¡ co-
mo la conveniencia, ventajas ó perjuicios de sus efectos, son
relativos, dependiendo entel'an1ente del uso bueno ó malo,
oportuno 6 inoportuno de la misma.
, . Con nuestra poca fé y ninguna a.ficion á principios ab-
solutós y reglas generales, miramos tan absurdo el desear
que todo se publique, como el que todo se ¡:eserve ó cane,
({uetallos los asuntos y 'negocios del E~líádo, ó de interés
géneJ;ál, se ánuncíen,serliscutan y se resuelvan á la faz de
todo el mundo, como el que ninguno oe ellos se presente, se
dilucide y se ventile públicamente, el que se dé publicidad
á totlo'asünto, acontecimiento, acto ó cualquiera otra cosa
de mero interés particular, ó de poca monta, ó que naJa
de ",sto se publique.


Amaestrados pOl'la esperiencia, creemos que la discrec-
cion y comedimiento en el uso de las mas de las e OSllS, son
los verdaderos medios deconsegui'l' que sean útiles, y los
unicospreservátivos 'de 'sus éf~ctos perniciosos.


Asi eS que el, cst modus in reblls, lo consideramos, no
solo como ulla máxima Sllmamente cierta, y una regla muy
segura para el uso y empleo convenientes de muchísimas
cosas, sino tambien como una fórmula, con cuya aplicacion
se pueden resolver innume¡'ables problemas políticos y cues-
tiones, que parecen indisolubles ó interminables,


En prueba de ello, si contrayéndonos á la publicidad,
se nos pregunta; ¿es necesario ó conveniente que las se-
siones de las cámaras ó cuerpos colegisladores sean públi-
cas? contestaremos que, acatando cual se merece lo dis-




H7
'pueslo en la conslilucion de la monal'quía, ace rca de la pu-:,
blicidíld de las sesiones de las Córl.es.; 'Y tributando la res-
petuosa consideracion que debe Leuel'se. a verlo e~tab!eddo
asi en las demas constituciones monarquicas, y en los regla-
mentos de torlas las cámaras, opinamos que esto tendrá su;;
ventiljas Ó inconvenielltes, segun sea la naturaleza, caracler
é 1noole de los asuntos ónegocios que hayan de tratarse, y
de la forma y modo con que se Jiscu lao,y se delibere sobre
ellos.


Si encorl"oboracion de este parecer hici~~am9s uo ligo:-
rísimo análisi~ y enumeracíon de cuantos negocioll ópuotos
se ban discutido y acordado públicamente en derlos cuer-
poscolegisladores, qne á no dudar, por el testimonio de la
esperiencia y sus 'rüSultttdes fué en sumo grado inop-orluno é
imprudente el uaber\os ven tila d, o: con :t8\l,ta.f6'\lblid<.lad ; si
auemasrccordúramos las apashmadall. lurbul.eli·tas, y hasta
eseandalosas sesiones públi cas en vaúab rc¡Ímaras, y 5.i por
último de.5cribi~semos la forma, las maneras, la agitacion
y el apasionamiento con que se trataron y acordaron aqlle-
Ilos asuntos' y las que suelen usarse ó emplearse en algunas
cámaras para la discusion y resolacion de otros muy gra ves,
no juzgamos que nadie pueda poner en duda, que ni aque-
llos negocios debieron tratarse en público, ni lo perjudicial
<le que este asista, presencie, ni sepa las escenas romo á las
que nos referimos. .


y puesto que las co n ¡;t itfl don es admiten y recomiendan
el secreto en los aSUíl!OS y negoci,)s que convenga la reser-
va, nos inclinamos a dúoar sobre si la generalidaJ de sesio-
nes públicas será tan útil y provechosa, como comunmente
se cree, y Ú estimar conveniento el cercena¡' algo de la pu-
blicidad para darlo á la reserva .


. Lo mismo opinamos respecto á los juicios, bien sea en
los juraLlos, bien d~ los tribunales, especialmente cuando
en estos versan l'-ls procesos sobre ueli tos indecentes y
ob~(,l'no~, qile repugna el ptH.lor escuchar, y ~ohrc 105 atro-




- 448-
ces, horrorosos y bárbaros que estremecen el corazon de los
buenos, y atizan la fiereza de los perversos.


Aunque apasionados de la publicidad discreta y pruden-
te, estamos muy lejos de reconocerla como principio abso-
Juto de incontestable utilidad, y sin justas y necesarias res-
tricciones será un error el designarla, como una condicion
ó garantía preciosa en todo régimen liberal. Pese cuanto
quiera á los hipócritas idólatras, y farisaicos panegiristas del
mérito y ventajas de la publicida d, dil'emos por conclusion,
ser enorme error reverencial' á esta deidad diáfana con el
fanatismo que muchos aparentan adorarla, y que así como
deseamos, cual nadie, que se publique y difunda por t060
el mundo, cuanto pueda i1uslrm', instl'Uir, momlizilr, diri-
gil', I)lt'jorar, y aprovechar á los hombres,asi quisiéramcs
que se ocultase á todos, y yaciese siempre en el mas pro-
fundo abismo cuanto pueda fascinar su entendimiento, ó
pervertir su corazon.


. ...




- ,'49 -


PUEBLO-


Cuando esta palabra no se habia aun inh'oducido en la
region de la politica, se entendia por ella meramente en
las aldeas, villas y ciudades, la gente comun y ordinaria de
estas poblaciones, para diferenciarla de los nobles ó perso·
nas de distincion.


Nadie equivocaba su verdadero senlido, nadie le daba
acepciones dudosas. Aun en la antiguedad cuando se decia
senado y pueblo romano, jamás se confundiael uno con el
otro, ni se suponia ser ul)a misma cosa.


Mas de un siglo acá, ingerida esta palabra en la políti-
ca, y elevada al rango y consideracionde suponerse lo
que antes se llamaba pueblo, equivalente abora á gna socie-
dad entera, un Estado, uua nacion, atribuyéndosele y con-
cediéndosele las mismas cualidades y derechos que á estas,
es cuando no cabe en lo hhmano discm'nir, ni rectificar los
innumerables yerros ó aberraciones, que en el significado y
uso de esta palabra se advierten.


Ya se dice que el pueblo discurre, ya que clama. ora
que se impacienta, ora que no puede errar, ya que es justo,
ya que es sabio, ya que es ignorante, bien que es esclavo,
bien que es soberano. Unos quieren que se le consulte en
todo, otros que no se le atienda para nada, unos que todo
3e haga para el pueblo, y por el pueblo, otros dicen que 10
que se invoca por el pueblo, no lo es, que el pueblo es ~n
ente de razon, y finalmente que la palabra pueblo en políti-
ca no debia usarse jamás en sentido idéntico al de nacion.


Sin embargo los focos en que se . hallan reconcentrados
todos los errores acerca de la palabra pueblo ¡ y de donde




- uso -
salen como de la cueva de Eolo, todas las tempestades y
trastornos, son la soberania del pueblo y la 7'epresentacion
popular. '


Por poco que quisiéramos estendernos en consideracio-
nes sóbre lo que se abusa en punto á estos dos atributos,
y sobre la astucia con que se les ha hecho servir de instru-
mentos para toda clase de conmociones, de alborotos, de
subversiones de formas de gobierno y disoluciones sociales,
no ba.starian muchos vulúmenes para abrazarlas; pero en
esta materia, ha llegado ya el mismo cúmulo de errores y
la infinidad de calamidades, que estos absurdos han produ-
cido, al estremo de alarmar los ánimos de t'Odos los lwm-
bres de salio juicio, de tal modo que, al oirinv,oear 'la sobe-
rania del pueblo; y al ver titQlarse representacion del mis-
mo ulla turba. un tropel, y aun cualquiera clase de perso-
nas se les presentan al momento á su imaginacion Jas infi-
nitas fal5edades y supercherias de semejantes soberanos y
representantes, y las tl'ilgicas escenas de estas farsas .ó
dramas tumultuosos.


Tales títulos son casi en todos los casos en que se re-
curre á ellos, ó se les invoca en apoyo de alguu plan, de
alguua tl'oría, de alglln intento ó alguna combillacion polí-
tica, un fantasma, ó una grosera mentira, puesto qne ni
)0 que se dice ó quiere hací}('se pasar por pueblo es tal
.puE,blo, ni los que se pavonean con ser sus representantes,
lo son ni pueden serlo.


E!' pueblo, como equivalente á una nacíon ó una socie-
dad politica, es un todo que no admite division; almomen-
lo que se le parte, ya no es un pueblo, será dos. tres, ó
tantos pueblos, como partes ó fracciones de él se hagan,
pero ninguna de eslas. sea cual fuese, será el pueblo.
En el hecho de haberse .fraccionado, todas las relacio-
nes de los individuos que componian el puehlo, han desa-
parecido, ó se han allerado y cambiado de manera, que ya
no puede l'econocérselas pOI· partes que forman un todo,




- 451 -
que es el pueblo, ni cantidades que sean homogéneas, y
puedan estimarse, porque el pueblo como nacion, es una
unidad indivisible é indisminuible'. Si una nacion se com-
pone, por ejemplo, de diez millones de individuos, así co~
roo la nacion serán estos diez millones completos y enteros,
asi el pueblo de esta mi~ma nacion serán los diez millones
de habitantes, sin quitar ni faltar uno, 'y esta totalidad for-
ma el pueblo. unidad única y absoluta.


Ninguna cosa, sino esta unidad, es el pueblo, ninguna
pOI'cion de individuos, por numerosa que sea, es elpue.-
bJo, ninguna clase, ningunesta(lo, ninguna coleccion ó nú-
mero de personas es el pueblo. En ulla palabra, el pueblo
es la nacion, y la nacion es la totalidad de todos sus indi-
viduos'


Aqui no tienen lugar muyodas ni minorías, aqui no hay
conjunto, categorias, clases ó rangos; el númel'o¡ ni hls
condiciones nada importan; Jo esencial, lo constituyente de
nacíon Ó pueblo es la totalidad completa, en términos, (lue
tan falso y ab5urdo es llamar pueblo en una nacion de diez
millones á los nueve millones nuevecientos mil individuos,
como él los cien mil restantes, á la clase plebeya, como á
la noble. á los ricos como á 105 pobres, á los que su ben co-
mo á los ignorantes, á los hombres como á las mugeres y
niños. La suma de todos es el pueblo, faltando uno, no hay
pueblo.


¿Dónde está, pues. la soberan ia de éste, cuándo y 'co-
mo podrá ejercerla? ¿Cómo se representa el pueblo, ante
quién ha de ser representado, pal'a qué y por quién lo po-
drá ser, ó le conviene sel'lo?


La soberania del pueblo ó <.le una nacion, como facul-
tad es un ente ideal, como derecho, solo se refiere al cum-
plimiento de la ley. Unicamente la leyes la que mandaiÍ
todos,'obliga á todos, y abraza en su jurisdicion á todos Jos
individlws que constituyen un pueblo, IIna nacion; y sola-
mente respecto á la ley tiene el pueblo el derecho de que




- Hi2-
sea ácatada y cumplida por lodos, sin escepcion alguna.
Este derecho es su soberania, porque es un dere cho uni-
versal, y al mismo 'iempo propio y especial de lodo indi-
viduo, es igual en todos yes imprescindible é innagenable.
El que desobede ce ó infringe la ley contraría y hostiliza á
la sociedad, á la nacion, al pueb lo; le niega ó ataca el fue-
ro de soberania, que es el derecho de que se cumpla la ley,
sin el cual no puede existir sociedad alguna, ni puede su-
ponerse que hombre alguno q~iera vivir entre sus seme-
jantes.


Con esta soberania nace todo ser social; con ella vive,
con ella muere, porque no la recibe, ni se la pueden qui-
tar los hombres, sino del Supremo Criador, que al formarle
ente social, le ha dotado del derecho sin el cual no pudiera
serlo, que es el cumplimiento múluo y recíproco de la ley.
Este principio de clema justicia, esta condicion esencial do
sociabilidad es la soberania del pueblo.


Consecuencia inmediata é indeclinable de es le princi-
pio es la existencia de un poder sup¡"emo en toda sociedad,
para hacer efectivo ~I cumplimiento de las leyes, es llecir,
pal"a ejercer y desempeñar la soberania del pueblo. El es-
tablecimiento de este poder es un hecho, hecho necesario,
hecbo congénito a toda sociedad, y aunque vario e n sus
formas, ó diferente en sus circunstancias, siempre ba te-
nido el mismo fundamento, que ha sido la necesidad de un
poder en toda sociedad, y una condicion esencial, á saber,
lá de ser" sup¡'emo.


En la institucion de este poder, no ha habido jamás ce-
sion de la p¡'cdicha soberania, ni usurpacion; ni han
mediado pactos, ni contratos, ni transaciones, ni estipu-
laciones de ningun género, pues no cabe, que lo que
dejamos dicho deba entende¡'se por nacion ó por pueblo,
pacte, contrate, ó estipule con uno ó val"ÍOS individuos
del mismo, puesto que, dividiéndose en dos partes dejaria
de ser pueblo, y no seria soberana ni la Ulla ni la otra,




- (53-
Lo que ba sucedido, lo que es, y serásiempl'e, con-


siste en crear la necesidad de un poder supremo, sin el cual
no puede babel' sociedad, á este poder, por mil modos ó
inesplicables maneras, y reconocerse en él preciso el ejer-
cicio de la soberania, ó sea el derecho, que compete á todo
pueblo ó nacion, de que la ley se cumpla.


El poder supremo es por lo mismo en .todil sociedad
soberano y único por derecho y de héCho, porque él solo
eSiquien puede y debe hacer cumplir la ley, ó lo que es
igual, utilizar para el pueblo la soberani\l y ponerla en
práctica y uso. De otra suerte s~ria un derecho vano é inú-
til, en ralOn á que ni el pueblo, ni cada individuo por sí
mismo, podria ejercerlo.


Tan evidente como es todo esto, lo es asimismo, qne
el poder supremo, es el único verdadero representante del
pueblo ó de la nacion , y que todas hlS demas repl'esenta-
ciones, que se suponen 'y proclaman por tales. podrán ser
ficciones é hipótesis, mas ó menos ingeniosas, mas ó menos
nuevas ú originales, pero todas falsas, todas absurdas.


Toda cosa, cuya escellcia consiste en no ser divisible ni
trasmutable, no admite de sí misma representacion ni t!'a-
sunlo alguno. La nacion, la sociedad, el pUf'blo, que se
quiera hacer representar por alguno ó val'Ío,; de sus indivi-
duos' deja de ser pueblo, porque se divide. se escinde,
se trasforma; y si se dice que ciertos illdividuos le represen-
tan ó sustituyen, se supone UI1 absurdo. se finge una false-
dad. No puede en ninguna forma ni combinacion personal
representarse el pueblo ó 1,1 nacíon; sea cual fnere el es-
pediente ó medio que se adopte, sea cual fuere el arti ficio
ó supuesto que se presuponga. Es imposible que la iden-.
ti dad se represente á si misma, es falso que la figura ó la
imagen de un objeto, sea el mismo objeto. Cuando un
cuerpo ó cualquiera otra cosa puede dividirsematel"ial ó in-
telectualmente en partes, siu destruirse su existencia y Sil
ser, podrá tomarse y esprcsarse el todo por la parte, ó esta


20




- 4Bi-
por el todo; pero cuando este no puede tener parles, no
cabe semejante figma,


La represéntacion del pueblo, ó la de la nacion , es
un eute moral; es·el goce, es el uso, es su funcion , es
su ejercicio, con absoluta abstraccion de la persona Ó per-
sonas en quienes se halla, Asi pues, como la existencia de
un poder supremo, es de toda necesidad y esencial requi-
sito de toda sociedad, para el cumplimiento de la ley, es-
to es pal'a ejercer la soberania del pueblo, de la nacion, así
tambíen este poder supremo es la personificacion del pue-
blo y de la nacion, no su represenlacion • sino su realidad,
110 su figura, sino su identidad, no un supuesto, sino su ser.
Nada influye en esto la forma de gobierno, nada aller{\ este
pl'incipio la particular organizacion política ni social del
pueblo ó nacion, porque todo lo dicho se refiere al ejerci-
cio del poder supremo, y de ni ngun modo al sugeto ó in-
dividuos que lo eje rcen; corresponde á la facu Itad y alri-
bucion, no á la individualidad ó mancomumidad de los fun-
cionarios. Quién ó quiénes quiera que sean estos, ell08 se-
rán, mientms ejerzan el poder supremo, la personificacion
nacional, ellos la soberania, ellos el pueblo, ellos la nacíon.


Por diferentes que sean las formas de gobierno, é innu-
merables las cOlilbinacíones del ejercicio dQl poder. y mu-
chísimas las modificaciones y cundiciones establecidas en él
mismo, siempre, de derecho ó de hecho, habrá un poder
supremo, resullado preciso é indispensable de toda exis-
tencia social. que será. pOl' lo antes dicho, el soberano, la
verdadera personificacion nacional.


Todo esto es lógico, sencillo, perceptible, real, positi-
vo, y todo, en nuestro conceplo. cierto y práctico. Lo de-
mas, que sobre e:;tos principios se dice, se escribe, se sos-
tiene', se cree por unos y por otros se fInge, lo reputamos
Hror, estravagancias, uelirios, e~gaílOs ó sofismas. Si
así no fiJese, no nos avergonzamos de confesar, que 110 lo
compreademos ni alcanzamos.




- 455-


RELIGIDI,


Si nos hubiéramos propuesto en este escrito formar so- .
bre cada palabra, cuyo signilicado conceptuamos conve-
niente fijar, indicando de paso los errores que de su mala
inteligencia se originan y efectos que estos pueden pro-
ducir, un tratado ó diserlacion luminosa, bubiéramos re-
nunciado cQmpletamente á incluir. la palabra religion en
este examen de las voces políticas, porque es muy superior á
nuestras fuerzas la árdua y trabajosa empresa de insinuar
los innumerables errores y controvel'sias el} 'materia de re-
ligion, aun sin reCel'encia á la púlílica,


Nos limitamos en este articulo, pues, á espresar nues-
tra profesion de fé acerca de la necesidad de la religion en
toda sociedad, y del influjo tan poderoso, que precisamente
ejercen en todos los paises, los p\'Íncipios religiosos,


Teniendo la dicha de profes¡lr la religion católica,
apostólica, romana, y de formal' parte ,de una nacion en
que el amor á la misma está radicado en todos los corazo-
nes, asi como consignada por la reJigion nacional en la
Constilucion de la monarquia, cuanto sobre este punto indi-
quemos se referirá únicamente á nuestra sagrada religion.
desentendiéndonos de las sectas de otras naciones.


Sin embargo, nosotros estamos fil'memente persuadidos
quepo!' punto general, y sin limilacion alguna ni referen-
cia particular á determinada religion ó secta, no es posible
sociedad alguna, ni puede babel' órden ni gobierno estable,
sin I~rincipios religiosos, ni en donde estos pl'incipios no




- 456-
sean los que gobiernen las acciones de cada individuo, y
que no es dable religion sin creencias positivas, sin culto y
sin prácticas piadosas.
Qu~ la religion consiste en las relaciones de la cria-


tura para con su Criadol', por lo que solo á. Dios. debe
dar todo individuo cuenta de sus pensamientos, afeetos é
intenciones, mientras en política el hombre solo responde á
]a sociedad de sus acciones ó actos esteriores. Y como es-
tos emanan' y proceden de las ideas ó sentimientos, fácil es
de concebir hasta qué punto interesa á todo gobierno, el
procural' la pureza de los principios religiosos adoptados en
su pais, con el fin de que la poderosa influencia moral,
que indispensablemente ejercen en los individuos! sea justa
y sana, y no induzca á CHores perniciosos, ó á prácticas y
costumbres inhumanas, soeces, deshonestas, ó en cualquie-
ra conceplo perjudiciales á la sociedad.


En cuanto á nuestra España, en que felizmente la reli-
gion católica, a'postólica, romana, cuyo dogma es infalible,
y su moral divina, es la religion constitucional y de todos
los españoles, solo incumbe al gubierno, el sagrado deber,
yal mismo tiempo la grata obligacion, de inspirar en lodos
con su ejem plo y con sus disposiciones el maa profundo res-
peto, y la mas sincera adhesion á nuestra sacrosanta reli-
giOD" aténder al culto yá sus ministros, con todo el decoro
y esplendor, que permitan el estado de los pueblos, y el cú-
mulo de atenciones y objetos indispensables á que hay que
ocurrir, el fomentar en todos la veneracion y respeto de
los principios religiosos, á fin de que con sentimiemos pu-
ros, con afectos ordenados y con reelas intenciones, el
a~or al órden, el deseo de la paz, la obediencia á las leyes,
la sumision á las instituciones, el respeto al trono y el cari-
ño á nuestra Reina, emanen de corazones poseidos por la
religion, de entendimientos ilustrados por la religion, y de
voluntades dirigidas por la relígion cl"Ístiana, que es el fun-
damento mas sólido, sobre el cual pueda establecerse el




- H>7-
mejor régimen de toda sociedad humaM, puesto que infun-
de á las relaciones ó deberes polític05, ~n caracter santo y
sublime, dá. á la sumisioll y obediencia de los súbditos el
realce de virtudes, yal celo y solicitud de los gobernantes
pOI' el bien público, los nobles atributos ! premios de la
beneficencia y caridad cristiana j y porque al mismo tiempo
que amenaza á todos con eternos castigos por las infraccio-
nes de las leyes. les estimula á su cordial y exact() cum-
plimi(mto con la esperanza de eternas recompensas y bie~
nes inefables.


No olviden los que gobiel'Dan las naciones, aquello del
célebre politico La Martine, que sin duda habrá ecbado·
muy de menos en su gobiel'Do provisional. .


(,La hermoia, la divina religioll, hé aqui la política útil
para la muchedumbre. Este principio de vida es el que fal-
ta á la nuestra; por esto tropezamos, caemos, volvemos á
caer y no adelantaremos. Venga el soplo de esta vida. ¡Ius-
piradnos. Dios mio, para comunicarle á los pueblos, ó pere-
cemos sin remedio!




- HS8-


REPRESENT ACIOI.


En el sentido y significado de esta palabra no ocurre
duda ni discordancia alguna; mas en atribuir lo que ella
significa, á quien no corresponde, bay muchos y muy
graves errores, y no todos involuntarios ó disculpables.


Los principales se originan y proceden de llamar a los
individuos de la3 cámaras electivas. representantes de la
nacion, de calificar á la cámara de representacion nacio-
nal, y de fundar esta representacion en la eleccion.


Si los errores que en todo esto se padecen I solo se
apoyáran en doctrinas subversivas, no emanáran sino de
los clubs y sociedades secretas, y no los sostuvieran milS
que los demagogos, nos parece que lo indicado incidental-
mente en varios artículos de este opúsculo. bastaba para
desimpresionar á todo el mundo de los yerros que con tanta
profusion sobre dichos puntos se advierten; mas por desgra-
cia no son solo los malévolos y los anarquistas los que á sa-
biendas los apadrinan. y suspicazmente los difunden. si
que hombres, por otra parte, cuerdos, sugetos de luces, de
reputacion y rectitud. vemos que si no los prohijan á lo
menos no los repudian, si no los creen no los niegan, y si
no los profesan, no los refutan, siendo esta incertidumbre,
esta perplejidad y esta connivencia un argumento del que se'
valen muy oportuna y provechosamente los sectarios yabo-
gados de las doctrinas y principios di:;olventes, para fascinar
ycantivar á los incautos, é imponer á la incredulidad de Jos
reflexivos.




- ~59-
Observamos que sino en ellenguagc vulgar, á lo me-


nos en el generalmente adoptado, á las cámaras electivas
de otros paises constitucionales, pOl' el hecho de ser elec-
tivas. se las supone, ser la repn'sentacion nacional, á sus
individuos representantes, y no como quiera, sino repre-
senlantes del pueblo, que es cosa algo mas formal y de
mas trascendentales consecuencias, y notamos que las pa-
labras represen lante y representacíon, tratandose de la
cámara electiva, se admiten y emplean en las conversacio-
nes, en los escritos, en los periódicos de todos matices, en
la tribuna, y hasta en los mensages y a10cuciones que se
dirigen á los monarcas constitucionales, usándose estas es-
presiones sin reparo, oyéndose sin recelo, y profiriéndose
sin que le ocurm á nadie el dudar de la exactitud y pro-
piedad de su significacion, ni temer el mas mínimo daño ó
peligro en su uso y aplicacion.


Todo esto nos obliga á la enojosa tarea de reproducir y
recopilar en este artículo cuanto insinuamos en otros va-
rios, yañadir, lo que creamos indispensable para poner
en completa evidencia los errores, que se han ingerido en
las mencionadas espresiones, y las funestas consecuencias
que de ellos se desprenden, con el fin de hacerlos desechar
de cuantos desean el reposo y la relicidad de su patria. Es-
tas palabras representante y representacion, mal aplica-
das, encierran en sus entrañas los errores mas propios y
capaces de arrastrar un gobierno á su perdicion, u n Es-
tado á su ruina, y toda sociedad á la mas completa disolu-
cion. Dueno es que todos trabajemos en estirparlos.


Somos deudores de la invencion ó restauracion de las
teorias y nomenclaturas representativas, á los publicistas
del siglo pasado; mas el uso ó empleo de los D(lmbres de
l'epl'esenlant~ del pueblo y represenlacion nacional, aplica-
dos ¡. los individuos, y á un cuerpo electivo, solo data de
la Convencion nacional francesa. En la realidad dicha asam-
blea ó cámara electim, podia titularse represenlacion na.


Ci~
~ .... v,




- 460-
cional, y SIIS miembros ó individuos representantes, pero
solo por analogia ó por mera ficcion, Y aun asi, ¿por qué era
reputada por representacion nacional y su:! individuos poI'
rep\'Psenlalltes? No porque fueran un cuerpo ó j unta popu-
lar; elegida de esta" la otra forma, sino porqu e á tuertas
ó á derechas, bien ó mal, era suprema autoridad, era la
única, la soberana, y toda nacion, sea como fuere, ha de
estar representada dentro y fuera del territorio, pOI' quien
Ó quienes ejercen la soberania, por los que !!cm el supre-
mo poder, No procedia ni se fundaba la representacion de
dicha asamblea en ser electiva, sino en ser de hecho, la
úniea, y poc consiguiente la suprema y soberana po·
testad.


Una cámara, pues, una asamblea, una junta, que no es
soberana y unica autoridad, no es, ni puede titularse repre·
sentacion nacioúal. La representacíon, es una subrogacion,
Jacual, en este caso, debia sel', para poderse Ilamal' nacional,
una subrogacion completa, omnímoda, absoluta é irrevocable
en todos 109 derechos y bienes que corresponden a todos, y
cada uno de los individuos de la nacion, Esta subrogacion,
ademas debe ser voluntaria, acordada, esplícila y manifies-
ta del sugeto ó sugetos que la bacen ó la consienten. y pOI'
último requiere difereucia de personas, y enlasubrogante,
propiedad y posesion de lo que subroga. ¿Y cabe, por mu-
cho que se quiera agotar el jugo de la imaginacion mas es-
trambótica el sacar ue él la idea de una subrogacion nacio-
nal? ¿Pod"rá jamás concebirse que una nacion, un pueblo,
aun cuando conste de corto número de individuos, subl'o-
gue á unos- cuantos de los mismos en todos sus derechos, y
todos sus bienes? ¿Pueden esta subrogacion material, vil'·
tuaI ó moralmente hacerla todos? ¿Podrá ni aun fingirse Ó
suponerse, no formando lossubrogantes y los subrogados si·
no una sola persona moral, una misma cosa esencialmente
indivisible? Todos los req'Jisitos indispensables para la Sil·
bl'ogacion son imposibles de tocIo punto en la que es Ilece-




-WI-
saria para establecer una representacion nacional, ni en


, una, ni en muchas personas. Por eso repl'esentacion nacio-
nal ó popular no lo sel'á, ni puede serlo' jamás ente alguno,
y ~í solo una facultad, una funcion, un atributo; de mane-
ra, que el ejercicio de la facultad, de la funcion, ó del atri-
buto, es la representacion, y no la persona ó personas que
lo ejercen ó gozan. Tanto vale llamar á e ualquiera cámara,
asamblea, junta ó cOl'poracion por cualquier medio que se
baya rOl'mado , y de cualquier modo que se halle consti-
tuida, representacion nacional, como apellidarla y calili-
carla soberana, ó único y supremo poder. En esto no caben
supuestos, ni ficciones, ni sofismas, ni amfibologia. A la so-
berania está adherida esencial é inseparablemente la repre-
sentacion del pueblo ó de la nacion; sulo y esclusivamente
el poder supremo es la representacion nacional.


Véase ahora si es de poca entidad la adopcíon y uso de
ciertas palabras politicas, y qué resulta si se aplican indis-
creta, impropia ó irreflexivamente á cosas á que no comlle-
ten ó corresponden. Véase á qué equÍ\-ale llamar á una cá-
mara, junta ó corporacion cualquiera represcntacion nacio-
nal, y eS(l'cmézcanse Jos que no lo hubieren meditado- ¿Qué
mas dirian , ni apetecen los tercos ó furibundos demagogos?
Pues sin embargo. en Francia lo decían, lo cscribian. y se
saboreaban en ello reverendísimos monárquico-constitucio-
nales.l Y todavia podra ser qu:e nos contesten á qué amones-
tarles con estas impel'~inencias1


No lo son en verdad las antecedentes observaciones, ni
imaginamos lo sean las con que pasamos á demostrar ahora,
que los miembros de cámara, asamblea ó junta alguna elec-
tiva, no son, ni deben Ilamari!e representantes de la nacion
ó del pueblo.


Si alguno de estos cuerpos fuera soberano, ó el podel'
supremo, y pudiendo propiamente llamarse la represen-
lacion nacional, todavia asi ninguno de sus miembros ó in-
dividuos debiera titularse, ni mucho menos considerar-


21




- W2-
se como repi'esenlante de la nacion ó del pueblo, por .la
sencilla razon de que semejante representacion correspon-
de al conjunto, á I:l totalidad ,in sulidum de la asam-
hlea, y no cumplida ó mancomunadameute á sus indivi.
duos.


_Por otra parte cada uno de estos, bajo cualquiera forma,
y por cualquier distrito ó demal'cacion que fues~ elegido,
no podrá ser representante de los habitantes ó componen-
tes de aquel distrito ó dernarcacion, y considerarse como
que la sustituye ó representa. pOl'que como se ha dicho
tantas veces, y no cesaremos de repetir, la ,'epresentacion
llacional no admite, ni puede concebirse fraccionada, y
no es dable reparticion representativa, como hay divisioll
de territorio, En suma,y defin.tivalnente, los miembros Ó
individuos de una cámara. aun cuando de kecbo sea sobe-
r;na ó el podel' supremo, no son individualmente rcpresen-
tantes de la nacio!} ó pueblo, ni cada uno de ellos lo es en
sí de la provincia. distrito, ó colegio en que fué elegido;
llllica y realmente es cada miembro uno de los indivi-
duos elegidos segun cierta forma, ó cierta rey, en ciel'·
to punto y pOI' ciertos sugetos, para compoBe/' con sus
compañeros la cámara, ó junta , ó cuerpo, llámese co-
mo se quiera, con el fih, la. facultad y deber de ejer-
cer en ella las funciones y alribucio.nes, que por la COIlS-
lHucion ó las leyes fundamentales estilO .asignadas y come-
tidas á aquel cuerpo, y no otl'a:3, porque no siendo pl'Opia-
mente mas que un delegado de la ley I á ella se ha de ate-
uel' estrictamente,


Demostrado tan clara y evidentemente en qué consiste
fa I'epresentacion nacional, cuál es su esenera, y cuales sus
atributos indispensables, poco nos detendremos en des mas-
rarar el error de que pueda fundarse en la eleccion, Esta,
como hemos becho ver, n~ influye, ni puede alterar la
esencia de representadon alguna, y sobre todo de la na-
cional.




- ~63-
El quel'er constituh' la eleccionen base ó fundamento


de gobierno, es en punto á organizacion social ó política
lIIIO úe los errores mas clásicos, que pueden padecerse, no
siendo de menor monta, el suponerse que:la eleccíon ell es-
toseasos confie representacíon , que confiel'a poder. De es-
tos errores, considerados como verdades ó principios po-
líticos, ha provenido el fundar la representacíon en la
eleccion, sin hacerse cargo que llopodia haberse pensado
cimenlarli} sobre terreno de arena mas movediza, ' ni polvo
mas volátil.


No hay hombre, por poco de~prcocupado que, sea, y
por corta esperiencia que tenga en matería de elecciones,
'lue pueda ignorar, ni habel' dejado de percibi r los vicios
inherentes á toda especie de elecdon, y quo estos son mas
patentes, mas comunes, y mas perjudiciales, á medida que
es mayor el número de electores, y de elegibles, y que en
las organizaciones políticas, en que se ha estimado necesa-
rio el establecimiento y renovacionperiótlica de uno ó mas
cuerpos electivos, nose han podido evitar, ni corregir cum-
plidamente esto~ vicios, por mas sábias y severas que hayan
sido las leyes ¡jara las elecciones, La ley electoral ha sido. y
será siempre el caballo de batalla en todo régim~n consti-
tucional; y el escollo, conlrafll cual está muy espuesla
á estrellarse la nave del Estado.


Aun cuando pues una aSamb\ea, Ó ulla junta ó cual-
quier otra rcunion de hombres fuera la representac.iQn na-
cional ó popular, por ser de hecho la autoridad sobera-
na ó el poder supremo, jamás la calidad úe ser electiva le
podia dar el caraeter de representaiíva, porque esta CÍr-
cllnslancia en nada influye para semejante rep¡'esentacíon, y
si á la eleccion se la quiere estimar como medio de gobier-
no, ya hemos dem05trado que seria el peor y mas peligroso
recurso que se podría discllfl'ir.


Justadisculpa confiamus que de, habernos estendido en
este artículo alga m'lS de lo acostumbrado, ~crá á juicio de




- f6i. -
todo hombre político, lo árduo, la importante y lo delicado
de las malerias que all\'aza, estando seguros que se aprecia-
rá por muchos nuestra abnegacion en omitir tanto como
podia sobre ellas decirse, y el particular elimero, no solo
de conciliar la precision y laconismo, con la exactitud y
claridad, sino principalmente en babel' procurado, hasta
donde alcanzan nuestro escaso taiento y suma de licadeza, al
poner de manifiesto errores, en nuestro conceplo, tan co-
munes, tan autorizados y tan nocivos, el valernos de razo~
Iles, de frases, y hasta de palabras que ni directa ni indi-
rectamp-ntc pudieran hel'ir, ni aun jnquietar la susceptibi-
lidad mas esquisita ó quisquillosa. Protestamos no obstante
que nuestro ánimo ó iutento no ha sido, ni en n¡ngun al'ti-
ticulo es o\ro, que la adverten,cia y dilucidacio" de las doc-
trinas m<lspropias en oúestro sentir para demostrar la
falsedad y peligros de los yerros que combatimos con inni-
hicion absoluta de crítica ó censura contra las personas que
los padecen ó apadl'inan I porque enemigo::; de toda especie
de acriminacioll, estamos ademas convencidos que para ha-
cer evidentes y apreciables las verdades, será siempre el
mejor y mas eficaz medio el presentarlas con sencillez,
eircunspeccion, dulzura, y con muchísimo comedimienlo,
El errOl' se introduce con pompa; declama.ciones y algaza-
ra; la ,verdad se insinua en el entendimiento COIl modestia
y sencillez. Sino se presenta así, es muy de temer que no
sea la verdad, y sí el enor disfl'azado astutamente,


La verdad, asi .como la virtud, pod l'á ser oscurecida y
mellospreciadá por los en'QI'es de la época, por las tinieblas
de la ignorancia ó sarcasmos de la moda, por las pasiones
de los orgullosos ó malévolos, por la fuerza y astucia de los
perversos, pero llegará. para los ilusos el dia del desengaño,
y para los malos el del escannievto.


El tiempo reprobará Jos AlTOreS y castigará los críme-
nes, porque el tiempo vá siempre ausiliado de la recta ra-
zon y de la justicia,




- 465-


RESI STENerA.


Resistir, todo el mllndo sabe que es oponerse á la accion
de alguna cosa, y tambien el rechazarla, repelerla ó con-
trarestarla,


En todos 105 códigos penales se im ponen severos casti-
gos á toda. resistencia directa./), indirecta, armada ó iner-
me á las autoridades, al poder, y como vu 19armen te, pero
con mny buen sentido, suele decirse, á la Justicia, Esta se-
veridad, por mas que haga ascos ó aspavientos de ella la
hipócrita filantropía, es muy justa y muy social, porque
no puede haber sociedad bien Ol'der.ada 'i feliz, sin sumí·
sion á las autoridades, y sumo respeto y acatamiento á
sus disposiciones y mandatos.


La oposicion, pues, de cllalquier modo que se haga, ó
se inteole ~ la~ órdenes y preceptos de toda autoridad, será
siempre una falta, ó un crimen mas ó menos grave. segun
su malicia, sus circustancias y SIlS efectos, debiendo por
consiguiente casligarse siempre por las autoridades confor-
me á las leyes,


Asi hemos pensado, y esta es nuestra conviccion , á pe-
sar de que por lo que vemos á todas horas, y leemos todos
los dias, eslo de la criminalidad y represioo de loda resis-
tencia, debel'á ser un escrúrulo ó aprensioo nuestra, ó una
cosa de antaño, que ahora la h3brán arreglado los publi-
ciíltas model'nos de otra mane¡'a,


Nosotros observamos en una misma nacion, ~n una mis-
ma capital, y aun en una misma villa ó aldea, que si la




- f66-
autoridad, un alcalde por ejemplo I manda que se acuda á
recomponer un camino vecinal, que se barran y rieguen á
ciertas horas las calles, que no salgan las gallinas de los
corrüle~, ó cualquiera otra cosa insignificante, y hasta ridi-
cilla, si se quiere, y el alguacil oye ó ve que algun ' vecino
obedece al mandato, pero refunfuña, dice públicamente que
aquella disposiciones innecesaria, es inoportuna, es perju-
dicial, y que ó con gestos ó ademanes grotescos se zumba ó
mofa de la tal órden, le lleva ante el Sr. Alcalde. quien
le reconviene, y segnn la gravedad dé la censura Ó e:5cal'-
nio, le multa ó le castiga corporalmente.,


y nos complacemos tambien de notar que generalmen-
t,e Em todos los pueblos en que esto pasa, los hombres de
bien y gente de órden¡' lo aplauden, diciendo'u:llá'á 10 \lo
Diego, . ~(poca~ burlas: con la J ustícia, si el Sr . Alcalde no
se hace respetar, que d¡>je la vara.»


Pues en esas mismas naciones en que se conservan en
los mas de los pueblos estos apreciabilísimos sentimientos
y habitos de obediencia y respeto a las disposiciones de la
autol'idad, se publica un decreto, una real órden, una me-
dida del gobiel'fio, y al instante, antes de llevarse a efecto,
la toma por su cuenta la oposicion en las cámaras" ese re-
sorte inestimable de la .máquina coos~ituciona\; segun linos;
esa trompeta sonora del ,régimen representativo segun
otros; y esa salvaguardia y antemural de lag libertades pú-
blicas, segun'los mas, y la analiza asu modo, la censura, la
desprecia, la aCI'imina: la mayoria ministerial la elogia, la
ensalza,la encarece, y en esto se ,termina la discusion,
manteniéndoseeada uno en sus trece, y sacando ord'inaria·
mente el público de ella la moral que ,los niños de la fabu-
la del cuervo y la zorra; celebrar la. astucia de esta y reirse
de la candidez de aquel.


Al dia siguiente los periódicos, reproduciendo la discu-
sion, comentándola y añadienoo, segun su opinion é i!l!e-
rés pal'ticular, señales de aprobacion, murmullos, 1I¡ilallS08




- ~G7-
ó reprobaciones, la emprenden de nUevo con el tal decreto,
real orden o mandato del gobierno,yledau.Ios unos tal
felpa, que causa compasioo 'f lastima, mientras los otros la
ponen en las nubes! y .Ia celebran como un portento guber-
namental, comOc una maravilla poHtical.ar.mándose.Iª1 zam-
bra entre unos y oll'os, qlle si esta gl'esca, asi como es por
escrito, que es mucho peor, y entre gente que p,"esume .de
sabia y muy celosa, awnteciera de palabm entre los pata-
nes de un lngar sobre la orden o disposicion mas insignifican-
te del alcalde. estamos bren seguros que este buen hom brc,
deseoso de ser buen alcalde, y no estando iniciado, ni sa-
hedor de 105 arcanos de <!1Josicion política, libertad de im-•.
prenta, ventajas de la em:ision de ideas, tolerancia de opi-
niones etc" calificaría semejante zambra de motin ó alboro-
to. rpandaria formar la correspondielite sumaria, y castigaria
á los lenguaraces, segulllas leyes sobre insultos o desacatos
á las autoridades,


Confesamos ingénuamente. y no podemQ3 menos de atri-
buirlo á nuestra incapacid'ld • que no comprendemos como
esta discordancia, en pUQto á resistencia Ú oposicion á las
órdcnessuperiorcs, tan evidente, tan palpable paranosotros,
sea desatendida o dudosa para otros, o no se crea digna de
profunda meditacion. La hemos presentado, como espejo en
que se pueden ver retratadas fielmente las muchas defor-
midades que las mentidas doctrinas causan en ótros paises á
sus mejores institucione:; y en que se divisa el abismo á que
inevitablemente conducen á los gobiernos los errores y abu-
sos políticos. que no se corrigen o reprimen.


Oposicion política, libertad de imprenta, opiniones e
-ideas, que puedan inducir á la desobedieucia, que pue-
den debilitar la fuerza, o causar el menosprecio de las
leyes ú ordenes supel'Íores, en nuestro concepto, no son
tolerables, y quien lo dude que medite desapasionadamen-
te los efectos que todo esto proJuce. No por celebl'arse ó
aplaudirse mucho las cosas, sino pOI' sus ventajas ó perjui-




- 468-
cios, es como en politica ha de formarse de ellas juicio, y
calculat' su mérito y apreciar su utilidad,


El saborearse con ilusiones, Ó entusiasmarse por quime-
ras, es de necios ó de embaucadores; el hombre politico
solo ha de entusiasmarse por la sabiduria y poI' la justicia,
porque solamente estas son las que hacen felices á las na-
ciones,


.a.. ~




- ~69-


RESPONSABILIDAD.


La obligacion de cumplir. corresponder y llenar los de-
beres de un cargo, destino ó empleo, y de reparar, satisfa-
cer y responder del daño causado culpablemente. es lo
que entendemos por responsabilidad.


Este freno legitimo y moral, que debe imponerse á todo
el que ejerce un cargo público ó privado, se ha creido
que ha de ser mas rígido y fuerte, cuanto mayor sea su im-
portancia, y la facilidad de descuidar sus funciones ó abusar
de ellas.


Entre los adelantamientos de.la civilizacion y las me-
joras de las modernas organizaciones políticas, puede repu-
tarse indudablemente por una de las mas ingeniosas y úti-
les, la illlroduccion é institucion de la responsabilidad mi-
nisterial,. segun las constituciones monárquicas del dia.


En todas se establece con estas Ó semejantes palabras:
La Persona del R(j~. es sagrada é inviolable, son responsa-
bles los ministros.


Esta responsabilidad ministerial preserva á la nacion de
]os dbus06 del poder, y al Rey de los engaños, arterias, y
deslealtad de los ministros; es el gran paso dado en política,
es en suma el complemento y perfcccion de la monarquia.


Contra una disposicion tan sábia, tan terminante y cons-
titucional, no se han atrevido á presentarse de frente los
enemigos declarados del órden y de todo buen gobierno;
mas por medio de interpretaciones falsas y maliciosas, de
analogias incongruentes ó siniestras, y con la adopcion de


22




...;.- 170 -
prácticas innecesarias é impropias, han logrado, no'solo ma.
Icar sus efectos, sino afianzar el régimen parlamentario, en
gran perjuicio y delrimento del monárquico constitucional.


Por ser los ministros re~ponsables han sentado que eran
el poder, y al real han sustituido el ministerial. Por no sel'
responsable el Rey, han avanzado, que no debe tener parti-
cipacion en el gobierno del Estado. Y como apéndice ó co-
ronamiento de estas doctrinas. ban proclamado la famosa
máxima, el Rey reina y no gobierna, que es la defuncioll
de lamonarquia. y la regeneracion del régimen represen-
tativo, en vilipendio del trono, en menosprecio de la cons-
{iludon, In favor de la democracia. y de los trastornos po-
líticos y sociales.


Sin embargo, eslos tan celebrados y perniciosos princi-
pios, se vienen por si mismos ahajo, COIl solo confl"Ontarlos
y carearlos con los vel'daderos, con los constitucionales.


¿Ante quién son responsables los minisl1'os, de qué son
responsables, en qué forma, y por quiénes se les ha de
exigir y hacer efectiva la responsabilidad? Las mismas cons-
tituciones en que esta se establece, lo presériben esplícita
y definitivamente.


Los ministros son responsables ante la ley, y solo ante
la ley deben responder de su cumplimiento, ó de su vio-
lacion respecto de los decretos, órdenes, y demas actos q uc
hubieren firmado, de la infidelidad á lüsJuramentos en lore-
]ativo á su conducta, como ministros, de los actos consuma-
dos, y de lodo aquello que ~n las leyes sobre su responsa-
bilidad estuviere prevenido. Unicamente las camaras tienen
facultad de exigirla y verificarla, y estas, solo y estricta-
mente, en la forma que marca la conslitucion de cada Es-
lado, que generalmente es acusando la electiva ó de Dipu-
tados, y juzgando la vitalicia, y en los únicos casos, y por
los actos ú omisiones que la~ leyes designan.


Esta es, en nuestro concepto, la doctrina ortodoja, pura,
clara y cOl1slitucionat en punlo á la responsabilidad de Jos




47.
ministros, y en fuerza de esta conV1CClon, consideramos
como heregías políticas, la importancia y conveniencia, que
por algunos suele darse á los votos de confianza, y de cen-
sura, á las cuestiones de gabinete ganadas y las perdida~,
y sobre todo á esa residencia tan contÍnua, como impor-
tuna ó impolítica, de ciertas cámaras sobre cuantos actos
del gobierno se les antoja increpar á los ministros, exi-
giendo que les den cuenta hasta de sus intenciones, y á ese
fastidioso éinjnsto prurito de inmiscuirse, entrometerse, é
jntervenir en la gobernacion y administracion del pais, su-
ponicndo deber estar el gobierno bajo su tutela.


Nada Je esto vemos consignado en las C()llstituciones,
en que se halla establecida la responsabilidad dc los minis-
tros; tódo son, si no nos engallamos, concesiones y adealas
del régimen parlamentario, todo, si bien se analiZa, abusos,
intri~as. ambiciono


Es muy grato y-muy Jisongero, parece muy justo, y
basta se cree muy político, molestar, embarazar, residenciar
ilegal y eslemporáneamente al gobierno; se dora con el fin
de a.eonsejarlc , advertirle y dirigirle con tino; pero en la
~encia y ('ealit1at1 lodo esto no son lIlas que estralimita-
dones, o quizá usurpacion do facultades y atribtlciones.


Nos condolemos en sumo grado de estas aberraciones
auusivas, porque las consideramos en el dia incomparable-
mente mas temibles y pel'judichiles que los yerros ó falta¡;
en que puede incun'ir el poder, y no cesamos por lo mis-
mo de inculcar que cuanto vigor y fuorza se quita al go-
biel'llo, olra tanta se traspasa a la anarquia, y que esta
campea actualmente por Europa, y se muestra en muchas
partes mas envalentonada y pujante que la ley y el orden.


Los defectos y abusos del poder, pOI' ténues ó inofensi-
vos que sean, tienen mil ojos que los atisban, mil trompe-
tas que los publican, mil lenguas y plumas que los censu-
ran y acriminan; los injustos ataques que sufren los gobie¡'-
lIOS, las espoliaciones que se intentan, las demasías á que




- -1';2 -
se atreven y las irrupciones que se tolm'an, apenas tienen
quien las denuncie, apenas quien las corrija, apenas quien
se lamente de ellas.


No es nuestra época la de combatir y enfrenar el podel'
en ningun pais constitucional, sino de acatarle y ausiliarl e.
El partido de la fuerza física, de la violencia brutal, que
comprende á demagogos, socialistas, comunistas, republi-
canos, rojos, jamancios, matinés, ll'abucaires y toda especie
de anarquistas, pretende sobl'epujar y anonadar en Europa
á los hombres de raciocinio, reflexion°, órden y paz. Todo
propende, todo se inclina, todo se dirige á la anarquia, todo
tiende, todo se encamina á la desorganizacion, y los errores
indicados la favorecen altamente. Guardémonos, los amigos
de la monarquia constitucional y del árden , de incurrir en
ellos, y mucho menos de consentirlos ni tolerarlos,


-e_


f




- ·\73-


REVOLUCION.


Esta palabra no debiera figurar en el catálogo de los
errores políticos, sino como el objeto, el tél'mino, el com-
pendio y producto de todos ellos,


En efecto, si se medita sobre la historia de todas las re-
voluciones, se verá patentemente, que si bien la fuerza de
las cosas, ó ciertos acontecimientos imprevistos ban acar-
reado á las naciones, ó han dado ocasion de alborotos y con-
mociones tumultuarias, los errores políticos, que con mo~
tivo de estas turbulencias se han desarrollado, y se han
prevalido del desórden ó hlquietud de los ánimos, han sido
Jos que han convertido la ansiedad á veces justisima de los
pueblos pOI' mejoras, y la absoluta necesidad de reformas
manifestada pOI' los mismos, en revoluciones horrorosas,
que han afligido mas ó menos tiempo, y han causado mas
ó menos males, cuanto mas ,crasos, perniciosos y violentos
eran los errores y vicios dominantes,
J~ntre muchídimos ejemplos qlle pudiéramos aducir en


"-prueba de esta verdad, nos concretaremos al de la revolu-
cion francesa de fines del siglo pasado, porque á mas de
ser conocida de todos, puede, en cierto modo, decirse ha-
ber sido la ['evolucion universal, ó la procreadora de todas
las ulteriores, que han surgido de sus doctrinas en Europa.


Convoca Luis XVI los Estados generales, acosado por
los apuros del erario y mal estado de la hacienda pública.
Eslc llamamiento escila y conmueve todos los ánimos; en
todas las capitules, villas y hasta en las aldeas, se redactan




- e74-
memorias, instrucciones, pedidos, etc. sob¡'e las necesida-
des públicas, sobre los abusos de toda especie I sobre las
vejaciones de toda clase. El'an en verdad, y hasta cierto


f
punto, muy justas y racionales estas reclamaciones.


¿Quien podrá poner en duda ser muy necesarias y ur-
gentes entonces en .Francia la abolicion de los privilegios,
algunas medidas y precauciones para evitar la arbil.rarie-
y demasías del poder real, y asegurar la observancia y
cumplimiento de las leyes?


Verificada la reunion de los Estados generales, el pri-
me¡' ob~táculo que se presentó fué su division en tres esta-
mentos, los dos primeros colmados de privilegios, y usu-
fructuarios de los ablBos; el tercero, victima de ellos. Era
indispensable el amalgama, la fusion de los tres estamentos.
Ric opus, hic labor. los cortesanos entran en recelos, y
para intimidar á la Asamblea, amenazan disolverla. Mira-
beau contesta en nombro de la misma á Drene- Brcsse,
portador de la órden de la disolucion, el famoso y valien-
te. «Id á decir á vuestro Amo que estamos aqui reunidos
por la voluntad del pueblo, y que no ·se nos separará sillo
con las bayonetas.»


Esta espresion, la voluntad del pueblo, fué la mano
atrevida que, corriendo el cerrojo de la compuerla de la
caverna de Eolo, dió suelta a losrerrores. que desencade-
nados y furiosos formaron elllllracan político, la revoluciono
Todo en los seutimientos y celo patriótico primitiyos fué
bueno, racional y prudente; todo desde que les agitaron
los vientos del contrato social, derechos del hombre, la in-
depencia individual, etc. fué confusion, torbellino, críme-
nes y desgracias; rué todo revoluciono


En nuestros dias, bien sea por la gran estension de la
intelectualidad, bien sea por su predominio, ~us instintos
é intensiJad, han subido tan de punto el influjo y preponde-
rancia de las ideas y doctrinas políticas, que ya no son las
(;0:;a8 lli los hombres la causa y los móviles priucipales de




- 175-
revohlciones, sino sus desvarios subversivos y las maXllllas
erróneas y anárquicas. Estas conciben, crean y dan a luz
teorías estt'avagantes ó maléficas y viciosas, y con ellas se
fascina, se seduce y se alienta para plantearlas. Si hubiéra-
mos podido dudar alguna vez de esta verdad, el camcte!',
las indicaciones, la marcha y las exigencias de las revuel-
t¡¡S actuales en Europa, nos convencerian de ello basta la
evidencia.


La revolucion se presenta en Europa con un caracler de
lI'astol'llo social, ó por lo menos, de radicaJísimo muy estre-
mado. En todas partes se invocan los derechos del hombre,
la soberania del pueblo, mirándose la permanencia de los
tronos, como una gracia del populacho, ó como una con~
descendencia interina y provisional, de manera que, aun
cuando por las constituciones que se forman, se deje vigen-
te la monarquía, yil no se la supone mas fundamento ni
mas apoyo que la veleidosa voluntad de la democracia, ca~
prichosa, ignomnte y pervertida. Se acabó para los Reyes,
que se vean constituidos. en un estado tan precario, el go-
bernar; ya no mandan, ya, pues, añaden los protervos, son
inúlile"s, y como tales deben ser abolidos.


La lucha q.ue han de sostener los gobíel'llos, que deseen
mantener el orden, no es contl'rL un partido descontento, ó
contra una faccion anárquica, es contra el choque yemba-
te general de la democracia europea, que viene sobre ellos,
como un torrente furioslsi mo, engrosado con todas las he-
ces de todos los disturbios de Europa, y que, habiendo
derribado furiosamente gobiernos muy firmes, los arrastra
contra los demas para sumirlos y llevarlos de tropel al
proceloso mar de la democracia y anarquia. ¿Podrán re-
sistir choque tan impetuoso, tan turbulento, y tan colosal?
¿Será preciso para sobrevivir á esta tormenta política el
milagro del arca en que se salvaron Noé y su familia del
diluvio universal? ¿La fuerza, la pericia, la energía de Jos
gobiel'llos, bastarán para dominar las cosas y las circulls-




- 476 -
tancias actuales? ¿Se sofocará el grito de ]a anarquia, que ha
conmovido la Europa, estremecido a las gentes, y hllmilla-
do los Tronos?


1)01' eso tenemos en este folleto. tanto ahinco en denun-
ciar los errores políticos, tanto anhelo en llamar la aten-
cion sobl'e 8U perversidad, en gritar alerta sobre sus con-
secuencias, y en designar, como una de ellas, y la mas fu-
nesta. las revoluciones.


Escusamos, con lo dicho, el estendernos mas sobre e8te
punto, que nos suministra un caudal inagotable de análisis
y observaciones, acerca de las revuellas en general, y
sobre ciertas sedicIones mas dignas de considel'acion, por-
que nos han tocado mas de cerca, y han sido sus peligl'os
mas eminentes, añadiendo solo por conclusion haber teni-
do el mismo origen, los mismos medios, iguales tenden-
cias, idéntico:; fines y objetos las sediciones del 26 de mar-
zo y del 7 de mayo en esta córte, y las promovidas en Se-
villa y en otros puntos del reino, ptídiéndose acomodar á
todas las antecedentes reflexiones, y deducir de la medila-
cion de todas ellas una prueba patente ó incontrastable de
cuanto inculcamos en casi lodos los artícIJlos de este escri-
to, á saber: que las doctrinas pollticas erróneas y engaño-
sas contienen el gérmen de todas las l'p.voluciones y tras-
tornos sociales. y que estos solo pueden evitarse y repri-
mirse por un poder legal, sábio, fuerte, enérgico y sin obs-
táculo de ningun género, dentro del círculo de las faculta-
des que la ley fundamental le consigna, ó á que le autoriza
en circunstancias especiales y estraordinal'ias para mantener
el órden, y as~gurar la tranquilidad del pais.




- ~77


SOBERAIIA.


Despues de lo mucho que en diferentes artículos hemos
manifestado, sobre la verdadera ó falsa inteligencia de esta
palabra, y sobre su cOllveni~nte ódañosa aplicélcion, nos
parece que ape¡(as resta nada de importante que añadir,
aun cuando esta sea una materia sumamente fecunda en
errores y abo sos.


Sin embargo no podemos dejar, por último, de llamar
la atencion sobre el reparo y cierta aprension, ó escrúpulo,
que observábamos tener muchos de los que blasonaban en
Francia de monárquico-constitucionales, en llamar al Rey,
SoberanfJ, y el estudio que se hacia de evitar esta palabra,
sin duda por si el usarla huele algo, en concepto de varios
timoratos monárqu;co-constitucionales, á despotismo, y por
si pudiera incomodar á los liberales ,espantadizos.


Nosotros llamaremos, y creemos que debe llamarse en
toda monarquia constitucional á boca llena, y sin tartamu-
dear ni circunloquios al Rey Soberano, porque diciéndose
en las constitucioües ser el Rey el gefe supremo del Estado,
y atribuyéndosele el ejercicio del poder supremo, es el So-
berano, el rep¡'esentante de la nacion, que es soberana, y ti
nadie le corresponde este dictado, sino al Rey t que, como
hemos probado hasta la saciedad en diferentes lugares de
este escrito, es la personificadon de la soberanía y repro-
sentacion nacional.


Este titulo, este conotado le compete de justicia, y no
se imagine qne sea una lisonja, ó un dictado dé mera eli-


23




- 418-
queta t urbanidad, ó de servilismo, pues al contrario el ne-
gárselo, es no un des3.cato , una injuria personal que se
hace al Monarca, sino á la nacíon, cuya soberania ejerce,
y á I;¡ que representa, po-r ser el poder supremo constitu-
cional.


El reparo, pues, en llamar en las monarquías cons·
titucionates al Rey Soberano, ya sea por ignorancia, ya pOl'
pusilanimidad, es una gravlsim'l falta y de muy dañosas
consecuencias. Si se hace advertidamente y éon malicia.
no dudaremos en calificarlo de crimen.


Es negaral ltey lo que le cOlTesponde por la conslitucion
tle la monarquia, á saber, el ser y ejecutar el pod"er supre-
mo, es desposeerle de esta su principal, y peculiar, preITo""!
galiva, es rebajar el tl'ono basta el nivel de otras potesta.
(les, y por consiguiente quitarle la supremamacía, y nive-
lado el tránsito, facilitar á cualquiera (\1 ocuparlo, y sentarse
en él material ó virtualmente; es halagar á la democracia,
vilipendial' a la monarquia, es finalmente fingirse mOllár~
quicos, para solicitar y conseguir empleos, honores y dis·
lindones, y ser republicanos por egoísmo, por miedo ó por
ambiciono


¿Si al Rey constitucional, se le llamase pOI' todos Sobe·
rano, siempre que se le nombrase, puesto qlle lo es por la
constitucion del Eslado"; qué seria de todas las demas sobe-
ranias espúreas y basta inconcebibles de que están pom po-
samente atestados muchos discursos y escritos políticos?
Una ridiculez, un ludibrio, Esto solo.bastaria para confull-
didas y anonadarlas,


A los meticulosos en llamar al Rey constitucional, So-
berano, debia escluÍrselos de las naciones monárquico-cons-
titucionales, diciéndoles lo del evangelio. Qui autem nega-
'j,'erit me coram hominibus negaba et ego cum COfam Pa-
(re meo, qui in cortis est,




.- 179


TRONO.


Esta palabra en el sentido natUl'al y malerial, asi como
en ellellguage figurado y politico, se elJtiende bien por to-
dos, pues nadie duda, que en el primero, significa el asien-
to l'eal con gradas, que ocupan los Soberanos, particular-
mente en los actos de ceremonia, y en el otro la dignidad
soberana.


El respeto, reverencia y venera~ion, debidas á esta
suprema dignidad, lo hemos inculcado y demostrado. refu-
tando y clamando al mismo tiempo contra toda clase de er-
rores en menosprecio del trollo , y desa"atos á dicha dig-
nidad , y creemos que no se nos culpará de falta de celo,
ni tampoco de idolatria ó fanatismo. Nosotros reconocemos
al poder supremo en to.da forma de gobierno, como una
emallMion divina ,porque Dios, que nos ha criado seres
sociales, ha esculpido en nuestro entendimiento, y grabado
en nuestro corazan, la necesidad de un poder supremo en
toda socied,id, y asi este poder, es para nosotros, en cierto
modo divino. porque es esencialmente social.


A pesar de que no nos remuerde la concioncia por ha-
ber omitido esfuerzo alguno, en favor del respeto y del
mas profundo acatamiento al trono en la acepcion figura-
da de dignidad rt'al, todavia sobre su disposicion mate-
rial. baremos algunas ligerísimas observaciones, quizá no
inoportunas.


No habiendo asistido, porque no nos correspondia en
otr08 paises monárquico-constitucionales, á los actosrégios




- 180-
ó de ceremonia, no podemos referirnos á los tronos eslmn-
geros, puesto que no hemos visto ni cuidado desaber su dis-
posicion y forma material, ni el aparato y manera con que
lo ocupa el Rey, ni tampoco el cerelJlonial que se usa, y el
lugar en que re8peclivamenle se coloean los circunstantes
en lales casos. Nos concretaremos, pues, al trono de nues-
tra monarquia, que hemos tenido la 1I0nra de acatar en
varios actos régios ó solemnes, en los cuales confesamos de
buena fé, que el espíritu de españolismo nos embargaba Je
tal manera, que no sentiamos en nuestro corazon sino res-
¡Jeto, veneracion, amor á la constiLucion, á la monarquia á
nuestra Reina; y no se nos representaba el trono á nuestra
imaginacion , mas que como el venladeco slmbolo del ór-
den, de ]a estabilidad de los gobiernos, y de la felicidad de
los pueblos.


Veiamos en su disposicion y forma, y en el personal de
la ceremonia ellrasunto fiel, y la demostracion evidente de
nuestras doctrinas, con la refutacion practica de la mayor
parle de los errores políticos, que hemos impugnado.


En la elevada colocacion del SillOll Ó asiento real, reco-
nociamos el poder supremo; en estar sentado el Monarca,
permaneciendo todos Jos circunstantes en pié I la soberania
del que lo ejerce; en hallarse los ministros junto al ?!Ional'-
ca, pero al pié del trono, sus altas é importantes funcio-
nes, y su responsabilidad, pues aunque contiguos al trono,
se hallaban al nivel de la ley como los demas súbditos; el
observar que ninguno subia las gradas ni se acercaba á la
Magcstad, sino para I hincando la rodilla, besar su reai ma-
llO, nos revelaba lo sobrenatural, y en cierta manera, di-
vino de todo poder supremo, y finalmente el no dar la es-
palda á la Reina al bajar la8 gradas, y hacer una. profunda
reverencia al salir del salon, nos confirmaba en lo sagrado
de la Persona, que está revestida de dicho poder.


Por último, para confnsion de los que tan erróneamen~
te profesan opiniones irreverentes á lós trollos, séanGs Ií-




- 481-
cito añadir que á nuestro modo de ver, el trono es con
relacion al órden civil, lo que el altar al religioso; que
el trono re.presenta la ley fundamental de las socieda-
des, escrita por el Supremo Criador y autor de ellas en
nuestro entendimiento, á la manera que el altar los precep-
tos impuestos por Dios al individuo; que el trono dirige y
vigila las acciones de los hombres en sociedad, mientras el
áltar guia y juzga sus pensamientos, sus intenciones, y los
sentimientos de su :ElGr~z04; y finalmente que la alianza bien
entendida, del altar y del trono, y su recíproca asistencia,
son dos grandes elementos y medios de órden ¡ moralidad
y bienestar para los plleblos.





-,. 182 -


VOLUNTAD GENERAL.


Cuanlo dijimos sobre la opinion pública podemos <lrli-
cario, y con mucha mas exactitud y propiedad á lo que se
quiere suponer voluntad general; y asi como respecto de
a:Jl1ella confesábamos que no le encontrábamos significa-
cion, porque no le veiamos realidad, con mucha mas razon
podemos asegural' que la palabra voluntad general, nada
significa de real y positivo, porque es solo un supuesto, un
cnt~ ideal.


Entre los innumerables errores que se de¡'ivan de supo-
ner realidad y existencia en la voluntad general, que no la
puede tener, es otro no poco grave, y sobre el que se han
fundado teorías mu y perniciosas, el que ulla vo!acion uuá-
nime es la voluntad unániDle, y por consiguienle, si fuera
dable, que una nacion grande ó pequeña, votase material
ó virtualmente por una cosa, persona ó pensamiento, seria
aquello verdaderamente la voluntad general.


Parece imposible que ninguno que conozca los hombres,
que haya observado como se emiten los votos, como se con-
feccionan las votaciones, ya en las juntas muy numerosas,
ya en las corporaciones de poeos y juiciosos individuo:>, pue-
da seriamcntecreer y afirnJaI' que el voto sea la voluntad, y
que el resultado de la votacion, sea el de la voluntad intrín-
seca de los volantes. El emitir un voto, es un acto material,
una accion estema, y aun cuando sea por escrutinio secreto,
no pasa dc echar en una urna una bola blanca ó negra, ulla
papeleta COIl estc ó. otro nombre propio ele, ¿,pero esta bola




- 183-
se ha tomado del eorazon? la echa siempre la 'mano de la
voluntad? la hay en infinitos que no saben por quién, ó qué
es lo qne votan? '


Desengañémonos la voluntad del hombre en infinidad de
casos, es y seria precisamente un arcano, y si se adopta
para muchos objetos la votacion pública ó secreta, es úni-
camente por considerarla el medio menos impropio ó mas
espedito y pronto, para presuponer la voluntad Ú opillion
de un cierto número ó conjunto de personas; mas á uingllll
hombre de sentido eomnn, se le hará creer, porque nadie
jmede saberlo, que el volo sea indudablemeute siempre la
voluntad del votante, y por tanto el resultado de la vota-
cion, la esp¡'eSiOll verdadera é infalible de las voluntades
individuales,


Todavia el sueño ó delirio de la posibilidad de existen-
cia de la voluntad general, ha llevado la locura de algunos
a sentar, que la ley deb'e ser la espresion de la voluntad ge-
neral.



Esteenor, esta manía, esta supercll,eria. ó califíquese


corno quiera ,.despues de lo indicado no nos detenemos en
refutarla, y solo sí diremos con UtI sábio publicista, valién-
donos de sus mismas espresioues, que de cuantas dispara-
tadasteorías ha inventado la demagogia, esLa es la mas ab ..
surda, Es impla, atea y ademas impracticable. Solo Dios,
principio de loda juslicia, es esta voluntad general y su-
prema, que debe dominar á las leyes, y á todas las vo-
luntades,


----




- ~8' -


VOTO.


Los e1'rores que se apoyan y se escudan en ]a mala in-
teligencia y aplicacinn de esta palabra, nos suministrar'jan
materia abundante para un estenso artículo; mas fieles á


. nuestro propósito y promesa de laconismo, y de reducirnos
á la manifestacion y refutacion de solo aquellos yenos,
que consideramos mas funestos, no faltaremos á pesal' de
la abundancia indicada, á la robriedad ofrecida,


En los sistemas constitucionales los enores sobre el va-
lor. mérito y demas circunstancias de los votos, son mas
frecuentes y mas perniciosos, en razon a que teniendo en
el mecanismo de las organizaciones constitucionales lanlo
juego y accion las votaciones, se han falsificado ó adultera-
do mucho el temple y las calidades de los voto~. y se les
ha qllerido atribuir, muchas veces y para varios actos,
mas fuerza y mas eficacia (loe la que realmente tie.llen,


Por ejemplo, se ha sentado y erigido en principio que
el voto es la esprcsion y manifestacion de la voluntad, y
esto aun cuando no hobiél'amos demostrado hasta la eviden-
cia en el anterior artículo que es falso, bastaba un mediano
juicio y una regular retlexion para, con el ausilio de la es-
periencia, poder asegurar que es absurdo de todo punto,


Insistiendo en que los votos son Ta voluntad. se ha su-
puesto a las elecciones de personas para cierlos cargos y
comisiones. un valor quimérico, se ha dado a entend~l'
que elresuHado de toda votacion , sera tanto mas aprecia-
ble ó acertado cuanto mayor ser;' el número de votantes,




- 185-
Y mayor el de una misma opinion, que podo mismo con-
viene mucho ensanchar el círculo de la babilitacion y dere-
cho de votar. que la eleccion constituye representacion; y
finalmente que el sufragio universal seria el medio mas se-
guro del acierto en todas materias y actos políticos, y la re-
gla infalible de conocer y poner de manifiesto la voluntad Íl
opinion general.


Cada una de estas aserciones contiene su erfor particu-
lar, y de la masa de todus ellos 'Se forman las mas desatina-
das teol'ías, y se deducen las mas funestas consecuencias.


Si en varios articulos de este escrito, especialmente en
los de mayo.'·ias, representacion, voluntad general, no hu-
biéramos combatido espresamente semejantes desvarius, y
si por las doctrinas espuestas, en los demas, no se hubieran
tambíen impugnado denodadamente, ahora no nos seria di-
ficil hacerlo, pero 10 consideramos enteramente in necesario
y basta molesto e! reproducir 10 dicho. ó insistir todavia
en la demostracion y aserto de cosas tan claras y tan pers-
picuas, para cuantos no están fascinados ó dominados por
espíritu de partido.


Reasumiendo lo espueslo en diferentes lugal'es de esta
obra, repetimos que el voto no acredita siempre la volun-
tad delos votantes, porque es meramente un acto ó señal es
terior , que puede y deja de estar muchas veces conforme
con el pensamiento ó querer interno. que nadie puede pe-
netrar; que tanto en punto de elecciones, decision de dudas
ó resoluciones de cualquiera especie, cuanto mayor sea el
número de votanteil y pluralidad de votos, tanto menos pro-
babilidad de tino y acierto habrá en el resultado de la vo-
tacion. porque en toda aglomeracion humana, la cantidad
de ignorancia, incapacidad, pasiones y vicios está en razon
directa, y sumamente crecida del número que la compone,
y por consiguiente la mayoridad, cuanto mas numerosa sea,
abrazará mayor suma de aquellos defectos. y ensanchar el
circulo ó la facultad de votar ó deliberar, será estender el


:!1-




- 186-
de las nulidades, de las intrigils, de la corrupcioll ydel des-
órden; de suerte que los demagogos, cuyo sueño dorado
fué el voto nniversal, han visto y palpado pOl' sus llIanos
ellos mismos, ser en la realidad muy otra cosa de lo que
imaginab.m,


y pam que no·se crea que esto es exagerado; véase
como se espresan los periódicos do todas opiniones en París
sobre el sufragio universal, mientras nos contentamoío no-
sotros con transcribir lo que se ha die ho en uno de ellos,
que fué sin duda uno de los mas apasionados á este voto.


( La adopcion del sufragio universal debió uabér dester-
rado todos los fraudes, todas las intrigas, y facilitado la so-
lucíon de todas las cuestiones políticas.


((Sin enlhargo, jamás se han visto mas fraude!" nlmas
intrigas y manejos; jamás se han embrollado tanto las cues-
tiones, nunca ha llegado á tan alto grado la corrupcionj
nunca ha sido mayor la miseria, jamás ha sido menos fe-
cunda ó provechosa la libertad.)} (Presse f 6 de junio
de 1848.))


De los votos de confianza ó censuru, de esta batería
parlamentaria de cañones á la Paixans p,lI'a derribar minis-
tros y baUr en brecha la prerrogativa real, nosabstendriulllo$
de hablar, si despues de haberlos calificado en a\gunosartí-
culos de inconstitucionales ó perniciosos, no creyésemos qne
pudiera achacarse á incertidumbre y falla de conviccion ele
aquellos asertogt el no demostrarlos y probarlos ahora com-
pletamente.


En toda monarquia constitucional, en que se concede
por la constitllcion á una cámara el derecho de acusar á los
ministros, y á la otra el de juzgarlos. segun nuestras doc-
trinas. todo voto de censura contra un ministerio, es un
acto inconstitucional, es contrario al órden establecido. La
conslitucioll atribuye la facultad de acusar á una cámara y
la de juzgar á la otra; no es lícito pues, ni á la que pue-
de y debe acusar, censurar, ni mucho menos á la que de-




- ~81-
be juzgar, Si un acto, si una disposicion, si la conducla po-
lítica ministcrial es reprensible ó criminal, acusacion, no
censura j si no lo es! ni acusacion ni censura, Esto es 10 jus-
to, esto es lo legal, y todo lo demilS irregular é inconstitu-
cional. .


En los paises cuyas constituciones asignan al Rey la
perrogativa de nombrar y separar á los ministros. estos lo
son pOI' merecer la confinuza dcl ~()beran(); ninguna otra
confianza ni desconfianza debe oponerse á la prerragativa
real.


Muy grato, muy Iisongero, muy útil será á los ministros
y. al Monarca que el pais, que las cámaras, se muestren sa-
tiáfechas y contentas de la confianza que la Corona uispen-
sa á sus ministros; mas ni estos, ni las cámaras, deben
IJacer consistit' ni fundar escltisivamente en semejantes de ..
mostraciones ó votos de confianza la eü;tencia del minis-
terio, sino en la l'égia benevolenoia, que es la que cons-
titucionalmente le di6 el ser, y constitucionalmente pue·
de quitárselo y conservá¡'selo, mientt'as no sean constitucio-
nalmente acusados y juzgados los ministros por los cuerpos
colegisJadores l y declarados culpables ó ineptos,




- '188-


CONCLUSION.


Séanos licito al terminar este escrito, el repetir nuestros
votos y deseos, manifestados en su comenzamiento; séanos
pel'mitido asegurar, que todo nuestro anhelo ha sido, es y
será la cumplida y exacta observancia de la constitucionde
la monarquía; que nuestra guerra á los errores pollticos ba
sido por considerarlos contrarios muy temibles de su res-
peto y cumplimiento, y enconados enemigos de lodo órden
y buen gobierno; que hemos peleado con todo el valor de
nuestras débiles fuerzas y buen temple de nuestras armas
para esterminarJos, teniendo al emplearlas contra las falsas
y dañosas doctrina.; , nn esmerado ycollstante cuidado de
que jamás se nos fuese ningun tiro contra persona, cor-
poracion ni pat·tido alguno político ó bando determinado.


Dudando por nuestra insuficiencia de conseguir la vic-
toria, rogamos y confiamos que los sabios y amantes del
órden, interesados en la bondad de nuestra causa y en
nuestro patriótico objeto, conociendo nuestras pigmeas
fuerzas, las élusiliarall hasta alcanzar el afianzamiento tle
nuestras doctrinas, eminentemente de órdell, y el triunfo
de las verdades políticas; triuuro en que segun nuestro en-
tender, estriban la felicidad de nucstra patria y el bien-
estar del genero humano. Quoniam, como se dicc en la Es-
critura , vel'itates dimínulre sunt á flliís hominum; valla
ll)cuti sunt} unusquisque ad proximum suum.


--.~---




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DE L03 ARTICULOS ..


1 ntrod ucciotl.
Absolutismo.
Anarquia. .. . .
Cámaras. .
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Pág. Lin. Dice. Léase.


ft. última disentir diferir
13 20 que no son que no lo son
88 ft. ablogarse abrogarse
55 19 anarquia monarquia
62 32 desimpresiomado desimpresionados
72 7 perspicaz perspicuo
94- 25 hierros yerros
96 13 Estado e3tado


106 22 omnipolencia omnipotencias
113 14- e.ligrosas peligrosas
118 3 podido podido establecer una


126 28 inaptitud
orgauizacion regular,
iueptitud


128 23 improvistos imprevistos
13ft. 12 periodos periódicos
1ft.1 13 ornua coruua
183 5 seria será