PERSONAJES CÉLEBRES
}

PERSONAJES C É L E B R E S
DEL SIGLO X I X .


UNO QUE NO LO ES.
La biografía es el arte de reu-


nir el personal de la historia, de
las ciencias , de las letras, de las
artes y de la sociedad. . .


I . N O R V I N S .


TOMO III .


M A D R I D ,
I M P R E N T A D E U . F E R N A N D O S T J A R F . 7 , ,


N . X Z U E M D E C E L E N Q D E , 3 .


1843.






• f»f4






FERNANDO VII ,
К Y 1Ж ESPAÑA.


••Hombre de idea» rancias y de cos­
tumbres del dia.


C H A T E A U B R I A N D ; Congreso ée Verana.


«Por lo que hace al Rey de España
baste decir , час el primer Ministro,
hombre cuya moderación y exactitud
de juicio alaban hasta sus enemigos,
aseguró en el Parlamento , que la
conducta de este Principe ha provoca­
do la revolución.»


Carta de Canning ai Vizconde de
Chateaubriand.


Una monarquía es una familia, los subditos
son los hijos , el Rey su cabeza y su padre ; nom­
bre de amor y de reverencia que con justicia han
adoptado aquellos reyes benéficos, que por su




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


equidad y beneficencia han merecido el nombre
de tales. ¡ Qué espectáculo tan interesante ofrecen
aquellos monarcas g é n e r o s ^ que sostienen mas
bien que empuñan eft;erícípal£iaícaf;t\fue rodeados
de sus buenos subditos les prodigan el titulo de
hijos en retorno de sus aclamaciones; y seguros
de su cariño, procuran su bienestar con el an-
helo de un padre! ,


De esta manera la historia de nuestra patria
nos presenta en los Reyes de ía dinastía de Borboii,
los diferentes caracteres de un padre de familia.
Felipe V su fundador, afanado en consolidarla á
pesar de su carácter' pacífipo, es el padre que se
vé precisado á litigar la posesión que transmite á
sus hijos. Fernando VI., virtuoso y sencillo, que
libra sus pueblos de ' los males de la guerra, es
el padre que alejado de los tumultos civiles, labra
en secreto la felicidad de sus hijos y con su
eeonomía y sabia administración les prepara un
risueño porvenir. Carlos III realiza estas esperan-
zas , y eleva el pueblo español á un rango dis-
t inguido , haciéncrolo al mismo tiempo respetar
de sus convecinos. Carlos IV és ya un padre bon-
dadoso , pero indolente, que sostiene apenas el
lustre de la familia, ¿Qué rango ocupará Fernán-




F E R N A N D O V I I . U


do Vil al lado de sus predecesores? ¿ Podrirnos
por algún concepto mirarle como padre , ó mas
bien como un mayorazgo que disipa en poco
tiempo el patrimonio , que con tantos afanes acu-
mularon sus padres?


Si al nacer Fernando V i l , en 14 de Octubre
de 1784, se hubiera formado su horóscopo, con
mas razón que al sin ventura Boabdil , pudieran
haberle llamado el Zogoibi (desgrac iado) , mas
bien que por sus infortunios personales, por. los
que babia de acarrear á España. Los primeros maes-
tros de Fernando, fueron poco afortunados con
él : mas a f e c t ó l e mereció Escoiquiz á quien sé
culpa de haberle imbuido ideas maquiavélicas y
ambiciosas. Sea de esto lo que quiera, lo cierto
es que algunas intrigas rastreras, y la aparente
uYisantropía del Príncipe de Asturias, llamaron,
la atención de su padre, y el maestro de lite-
ratura , pasó á Toledo á residir su arcedianato
de Alcaraz. Para entonces ya se había formado
en las provincias, y aun mas en Palac io , un
partido á favor del Príncipe, que despreciable al
principio, vino por iin á derrocar el trono de
Carlos I V , y envolver en sus ruinas al favorito
en quien se apoyaba.




4 PKRSONAJKS CF.I.EBRT .S.


Oíros asuntos de mas entidad llamaban en-
tonces la atención de la Corte Habíase alzado en
Francia un soldado hijo predilecto de la fortuna,
y cambiado la espada por el cetro. Su hermano
Luc iano , Embajador en Madrid , habia manifes-
tado la posibilidad de uii enlace con la Familia
Real de España, y esto era mas que suficiente
para alarmar el corazón del virtuoso Garlos IV,
poco dispuesto á colocar una bija suya sobre las
ruinas del trono de S. Luis. Con este motivo
fue preciso precipitar la boda de Fernando con
la Princesa María Antonia de Ñapóles , verificada
en Barcelona á fines de 1802; 'quizá contra el
dictamen de Godoy , que hubiera preferido ha-
cerle viajar, para estender de este modo el cír-
culo de sus conocimientos.


Asaz fugaces y pasageros fueron aquellos la-
z o s , que vino á romper la muerte cuatro años
después, D O sin graves sospechas de veneno. La
opinion pública y algunos folletos, designaron al
intrigante Sabary corno autor de aquel atentado,
y hasta la camarista que habia mediado en el
complot. Aquella Princesa, si bien afable y her-
mosa, se entrometía demasiado en la política;
pero lo que se ha dicho de su espionage á favor




F E R N A N D O V I I . 5


de los ingleses, sino inesacto, es en gran parte
exagerado, y los documentos harto recusables.


Llegó por fin el mes de Octubre de 1807, en
que la España atónita presenció por tercera vez
el espectáculo de encausar a u n Príncipe, sucesor
de la corona, cual lo fueran en otro tiempo los
de Viana y Austria , hijos de Juan y Felipe se-
gundos. Los partidarios del Príncipe de Asturias
á cuyo frente se hallaba el arcediano Escoiquiz,
alma de aquella intriga , habían atraído á su fa-
vor al Embajador Beauharnais, halagándole con la
esperanza de una boda entre Fernando y una
parienta suya. La conspiración estaba tan mal
urdida, que el Príncipe fue sorprendido con la
mayor facilidad y ocupada toda su corresponden-
cia. El ridiculo fin de la causa del Escorial, es
bien notorio , como también las célebres cartas
llamadas vulgarmente, de Papá y Mamá, en
que el Príncipe despnes de haberse abatido á los
pies de Godoy , pedia perdón á sus padres y de-
claraba en seguida acerca de sus cómplices, aun
mas de lo que se le preguntaba. ¡Conducta in -
digna de un hombre de edueacion , mucho mas
de un Príncipe que debe ser modelo de caballe-
ros'. El haberse comprometido el Embajador fran-




O P E R S O N A J E S C É L E B J i K S :


t é s , salvó entonces á los autores de la trama,.y
la lenidad con que se les trató, dio mas pábulo
á la idea que formó la Nación, de que todo ha-
bía sido una farsa combinada por el favorito,


Entretanto las tropas francesas invadían la
Península, y á guisa de bandidos, que no como
soldados, se apoderaban de nuestras plazas. La
posición de la Corte era en estremo embarazosa,
y en tan crítica situación, á cualquier parte que
mirase veía un abismo. La justicia divina que
hiere por los mismos filos, condenaba á Carlos IV
á ver invadido su reino, y á marchar á sus. COT
lonias de America i asi como él habia contribuido
a que la Corte de Lisboa emigrase al Brasil, se-
cundando con sus tropas al saqueador Junot.


Esparcida esta noticia , el pueblo de Aranjuez
y los de sus inmediaciones, se prepararon á evi-
tarlo, y en la noche del 17 de Marzo de 1808,
secundando los proyectos de los partidarios del
Príncipe de Asturias, derrocaron el poderío de Go-
doy. Preso este en el cuartel de Guardias.; Fer-
nando fue «nyiado por sus padres para salvarle,
y cual : si fuera Rey le perdonó la vida. En la
misma noche del 19 de Marzo, se cumplían sus
votos, y subia al. trono. ¡Bajo tan funestosaus-




FüttNAMDO V I I . 7


picios principió su reinado Fernando VII deJíor-
Lon ; al resplandor de las teas incendiarias, y
entre los alharidos de un populacho ebrio y tu-
multuado.


La entrada t)e Fernando en Madrid , . fue uno
«le aquellos a,rreb.itog de, entusiasmo difíciles de
escribir. Montaba un ligero corcel y le rodeab a
pequeña «scolta ; el pueblo se apiñaba á su trán-
sito , gritaba, abrazaba sus pies, y hacia locuras.
Seis.horias largas gastó en atravesar desde la puer-
ía de Atocha hasta su Palacio : difícilmente pre-
sentará la historia otro cuadro igual de un en-
tusiasmo, que rayaba en frenesí; y aquella imagen
de .la verdadera popularidad, afectó el corazón
del joven Monarca. Aquel Jbreve periodo de -su
reinado, fue quizá la mejor época de su vida, y
en, la que tuvo mas aciertos, levantando el des^
tierro á los célebres proscriptos del reinado an-
terior, y nombrando para ministros algunas per-
,sonas beneméritas.. Pero Carlos 'IV protestaba
contra la abdicación : que acababa de hacer , y
María Luisa se degradaba hasta el punto de es-
cribir al ; tirano Murat en tpnp suplicante por sí
y «por el pobreciro Príncipe de la Paz; amigo
inocente y afecto al Emperador, al Gran /Juque




8 P E R S O N A J E S C E L E M Í E S .


y tí todos los franceses. » De este modo lisonjeaban
aquellos ancianos al hombre fwoz , que trajo sobre
España ún diluvio de calamidades, comprometiendo
á Napoleón con sus mentiras , su ambición y tira-
nía en una guerra qué por entonces no deseaba.


En aquella célebre carta que jamás debiera
haber visto la l u z , se leia el carácter de Fernan-
do V I I , trazado.por su madre en términos que
honrarían al mismo Tiberio. «Mi hijo tiene muy
mal corazón , su carácter es cruel : jamás ha te-
nido amor á su Padre ni á mí » ¡Echemos un


velo sobre tanta miseria I
Entretanto la Corte estaba muy persuadida de


la venida de Napoleón, y teníase preparado y
caliente el baño, que debia tomar luego que llegase
á Madrid, según su costumbre. El maquiavélico Sa-
Lary, digno agente de tal tramoya , aceleró la salida
de D . Carlos para recibirlo, y logró que Fernando
saliese el 10 de A b r i l , con el mismo objeto, vic-
tima de la credulidad de Escoiquiz. Poco tiempo
después se publicó un folleto, que por entonces
metió ru ido , en el cual se preguntaba «¿cuál
hubiera sido la suerte de España, si Fernando
no hubiera ido á Bayona?» En él se probaba la
Utilidad dé dicho viaje, apoyándose principalmente




FERNANDO V i l . 9


en que la desconfianza hubiera suministrado á
los franceses un motivo plausible de principiar
la guerra. Se le podia preguntar al autor si con
la ida del Rey les faltó á los franceses ese pre-
testo.


En Vitoria conocieron ya los viajeros su er-
ror, y todos los buenos españoles se apresuraron
á projJoner al Rey medios de fuga, ora artificiosos,
ora violentos, que en ¡guales circunstancias cual-
quier persona mas decidida no hubiera titubeado
en aceptar. Todo fue en vano , y al dia siguiente
el alucinado joven se ponía espontáneamente en
manos de su carcelero, pisando el territorio francés,
donde ni un solo clarin anunciaba su llegada.
No tardó mucho en saber la voluntad irrevocable
de Napoleón de que no reinasen mas los Borbones
en España, y esto por conducto del mismo Sabary,
que le habia dicho dos días antes en Vitoria: «me
dejo cortar la cabeza si al cuarto de hora de llegar
S. M. á Bayona, no está reconocido por Rey
de España.» ¡He aqui los agentes del grande
hombrel


Siguiéronse á esto las escandalosas entrevistas
de Bayona en que los padres y el hijo se degra-
daron igualmente, haciéndose objeto de escarnio




10 P E H S O Ñ A J E S C É L . K K H F . S .


para los improvisados cortesanos del Imperio.
Fernando restituyó.el trono á sus padres á pesar
suyo , y estos que conocian la, imposibilidad de
volver á España , echaron sobre sí la imperdonable
mancha de abdicar en favor de Napoleón, quien
endosó la corona á su hermano á manera de
letra decambio. Si táles.actos hubiesen sido válidos,
los españoles hubieran pasado de una en otra
mano, como pasan los rebaños á poder del compra-
dor.: ¡A..tal degradación había llevado una Corte
estólida y< corrompida jet trono dé Carlos I.


Fernando fue; confinado á Valencey, palacio
del Buque de Benevénto (Talleyrand) donde llegó
el 18 de Mayo. En su viaje no se mostró descon-
tento por tan brusca transición, yantes bien dio
motivos paro que se encomiase BU resignación.
Su permanencia :en Valencey ha sido pintadaicon
muy diferentes co lores , según las, pasiones de los
que escribían. En los primeros tiempos de su reclu-
sión, invirtió profusamente los millones que caían
en sus manos , en obras de piedad y de ¡benefi-
cencia , fundando una especie de hospital, socor-
riendo numerosas familias, y adornando la ¡desman-
telada iglesia. Seguia metódicamentesusejercicios
reli j iosos, y pasaba algunos ralos en la selecta




FERNANDO V i l . I I


biblioteca que babia en el edificio. En vano la
Princesa de Benevento trató de atraerlo á sus redes,
pues Fernando con cierto orgullo-, supo dominarla
y sospechó de la ilustre intrigante. Pero no fue
esta tan infeliz con algún otro personaje de la
familia por cuyo conducto estuvo al corriente
de todos los conatos de Jos augustos cautivos.
Mas. por otra parte su correspondencia con Na-
poleón , ofrece el colmo del abatimiento y la bajeza.
Hubiera imitado al menos a sus padres, que
conocido su error, gemian en silencio haciéndose
acreedores al respeto, que inspira la desgracia, •


Con sentimiento llegamos, al punto de tratar
acerca de la correspondencia de Fernando con
Napoleón. No es a propósito nuestra pluma para
manchar reputaciones, y sentimos tanto placer en
cubrir los defectos de la vida privada , cómo dolor
al no bailar escusas para los públicos érrores'que
por otra parte la imparcialidad no permite omitir.
No solamente solicitó la mano de Mma. Tascher
de la Pagerie, sobrina de Josefina, que le fue
negada, sino que cumplimentó á Napoleón por
sus victorias, pidió al intruso la gran banda de
la Orden, que había creado en España:para pre-
miar á sus adictos; V pasando mas adelante, tra-.




12 P E R S O N A J E S C F . L K B H K S .


bajó contra sus intereses y los de la Nación que
sacrificaba por é l sus hijos nías queridos en de-
sigual pelea. La Inglaterra conociendo lo que su
libertad interesaba á la España y á ella misma,
trató de buena fé (por esta vez y sin ejemplar)
de romper sus cadenas, si es que aun metafóri-
camente cuadra tal nombre á su dulce cautividad,
El Barón • de Kolly famoso aventurero logró pe-
netrar hasta su cámara disfrazado de joyista y le
entregó en un estuche de oro, como documento
autógrafo de sus credenciales, la carta misrña que
Carlos IV habia escrito de su puño y en latín,
al Rey de Inglaterra, con motivo de su casamiento.
Aterrado con aquel compromiso, superior á sus
fuerzas, principió á dar gritos y entregó el aven-
turero á la gendarmería, que custodiaba el Palacio.
Acto continuo escribió á Napoleón todo el suceso,
suplieándole se sirviese adoptarle por hijo para dar
un completo desengaño á todos sus enemigos.


Otros han asegurado que no fue el Barón de
Kolly quien se le presentó, sino otro aventurero
buscado por Fouché en reemplazo del Barón preso
en Vincennes por la policía. Ello es indudable
que el Gobierno francés se deleitaba en amargar
su situación con repetidos desdenes, introduciendo




F E R N A N D O V I I . 13


el espionage en su servidumbre, privándole de
esta, y tendiéndole groseros lazos. Muchos de ellos
dejó consignados el célebre Ostolaza en un sermon
que predicó en Cádiz, y que después se publicaron
en un folleto titulado, Fernando FII en Fa-
lencey.


Llegó por fin la época en que el coloso c om-
batido por toda Europa, principió á balancear,
y convencido de la necesidad de poner fin á la
guerra de España tan desastrosa para sus intereses,
determinó dar libertad á sus prisioneros de Va-
lencey, no sin haber sacado de su inesperiencia
todo el partido posible , mediante el tratado que
se celebró entre Laforest y el Duque de S. Carlos.
Al ver a Fernando restituido á España por el
mismo Napoleon , no podemos menos de recordar
aquel dicho suyo tan vulgar, «si yo hubiera
querido vengarme de los españoles, no tenia


que hacer mas sino devolverles á su Fernando.»


Habiendo sido Napoleon mismo, quien le envió
á España, no por venganza, sino por necesidad,
este dicho tan ponderado mas bien que una
sentencia, es una fanfarronada ridicula.


Por fin el dia 7 de Marzo de 1814 a las diez
de la noche se recibían en Valencey los pasaportes;




14 PKHSONAJKS CEÍ /EBKES.


el 24 por la mañana pasaba Fernando el Flu-
viá, y aquella misma noche penetraba por entre
los gloriosos escombros de la inmortal Gerona.


Este periodo es uno de los mas interesantes
de la vida de Fernando. Habia leido la Constitu-
ción del año 1812, y durante su viaje traiaenel
coche un ejemplar de ella , mostrándose conforme
en machos de sus capítulos. Napoleón por con-
ducto de Laforest, le habia pintado la Constitu-
ción dé España, como una trama de los ingleses
para establecer bajo este prétesto tina República,
y dominarla á su arbitrio, escitándo laS! pasiones
populares y menguando1 la influencia de la Ma-
gestadReal , y del pacto de familia, que habia
dejado hondas raices y simpatías entre Francia
y España. ' , ; '


Por otra parte, al entrar Fernando en esta;
vio. al pueblo disgustado (por mas que se diga
otra cosa), porque los hombres de Cádiz al pre-
cipitar las reformas y atacar á mansalva la repu-
tación de todos los gefes del ejército , habian tra-
tado mas bien de adquirir el renombre de sabios
entre los comerciantes de la isla , que nod&cón -
solidar las ; instituciones entre el pueblo y en las
tropas. Al pasaí el Fluviá y en el eurso de su




Í E R N A N I I O V i l ; 15


viaje, apenas oyó Fernando un viva a la Constitu-
ción; y eñ vano para esplicar este silencio se recurri-
rá á los manejos é intrigas del partido realista y del
Duque de S. Carlos. El árbol era débil y sin jugo ,
el hacha estaba en m a n o s d e l Rey> y éste d e s -
cargó el golpe. ¿Por qué bastó uno s o l o , un
simple decreto, para echarle por tierra? ¿ P o r q u é
no se opuso el pueblo, á quien tan entusiasmado
se supone, y que por el contrario vitoreaba al Rey
con frenesí ?


Pero de todos modos fue una ingratitud mons-'
trUosS castigar tan rudamente á los que en su ausen-
cia habían trabajado por la independencia de la
Nación; y aun m a s , el haber santificado cotila
palma de los confesores muchas nulidades políticas,
que á esta persecución debieron su engrandeci-
miento' posterior, tan funesto para la libertad de
España. Cuando en los años venideros se haya
de escribir la historia de aquella época , los
hombres despreocupados que nos sucedan, pro-
bablemente en este sentido comentarán sus he-'
éhos.


El diá 13 de Mayo entró Fernando en Madrid,
y fue recibido con mayor aparato y con no menos
entusiasmo que la vez primera ; y el dia 30 de"




1(> PERSONAJES CliLERKF.S


aquel mismo mes con motivo de su cumple años
en vez de dispensar gracias, fulminaba proscrip-
ciones contra los adictos al intruso, y condenaba
á perpetuo destierro hasta sus inocentes esposas,
si con ellos habian emigrado. ¡Rasgo horrible!
porque en tales días sus antepasados, ó enjugaban
el llanto de algunas familias, ó al menos guardaban
silencio. Fernando escogió aquel momento, para
aniquilar la última esperanza de 12,000 familias,
cuyo único delito era haber hecho lo que él en
Valencey.., adular á Napoleón* Y mientras de
este modo se cerraban las puertas de la patria
á los emigrados, muchos Diputados á Cortes en-
vidiaban su suerte, presos en estrecha cárcel,
y y/ctimas de lo qus se llamaba causas de Es-
tado.


De aquella época data la camarilla, reunión
oscura y detestable , que por desgracia de Es-
paña tuvo á su disposición por mucho tiempo los
destinos de la Nación. Sin esto , nada tendría de
particular y nos complaceriamos en pasarlo por
alto como perteneciente á la vida privada. Dábase
el nombre de camarilla á la antesala del cuarto del
Rey, donde solían estar los Ugieres y demás per-
sonas de la Real servidumbre. La etiqueta del




F E R S A S n O V I I . 17


Palacio español atemperada al carácter serio de
la Nación y su proverbial gravedad , se citaba en
los reinados anteriores como un modelo de rigidez.
Fernando VII desentendiéndose de el la, salia con
frecuencia á pasar el rato con esta camarilla, com-
puesta de hombres de baja estraccion, bufones y
chocarreros, y muy pocos Grandes de España. Las
conversaciones de aquella reunión entre el humo
del cigarro y las mas picantes alusiones, hubieran
honrado un cuerpo de guardia: á vueltas de ellas
se discutían las mas arduas cuestiones de gobierno
confidencialmente, á la manera que los antiguos
francos dirimían de sobremesa sus controversias
políticas. Alli se estrellaban con frecuencia las
reputaciones mejor adquiridas y las mas sabias
disposiciones de los Ministros: asi es que en la
vida de Fernando V I I , hay hechos cuya solución
en vano se buscaría en la politica sin poseer la
clave de los arcanos de la camarilla.


Sucedíanse los ministros unos á otros con in -
creíble rapidez: entre tales destituciones merecen
particular mención las que se hicieron el mismo
año de 1814 del Duque de S. Carlos por corto
de vista, y de Macanáz, condenado al Castillo de
San Antón por venalidad y por sospeehas de ha-




1 8 P E R S O N A J E S C É L E B R E S ,


ber tenido parte en la publicación de las cartas
escritas por Fernando á Napoleón desde Valencey,
y dadas á luz por los periódicos ingleses. Esta
prisión fue acompañada de circunstancias notables,
por haber sorprendido el Rey al Ministro en su
mismo lecho, recogiéndole las llaves de su escritorio,
en que halló pruebas de venalidad y copias de
sus cartas. Algún tiempo después , D. Pedro Agus-
tín Echevarri al retirarse á su casa después del
despacho, en que le dio Fernando pruebas segu-
ras de franqueza y amistad , encontró en ella una
Real orden suprimiendo su ministerio de seguri-
dad pública, y desterrándole á Daimiel. Casi lo
mismo se vieron destituidos Ballesteros, y en 18(8
Pizarro, Garay y Figueroa , arrancados á media
noche de los brazos de su familia y conducidos
á su destierro con fuertes escoltas.


La pintura de esta época podría parecer exa-
jerada á los venideros: por eso preferimos c o -
piarla del memorial interceptado á Lardizabal,
en 1816, que pensaba presentarlo á su segunda
esposa Doña Maria Isabel de Braganza á su ar-
ribo á Cádiz, y que creemos inédito. Dice asi
después del preámbulo: « P o r el mal gobierno
de la Hacienda , y lo exhausto del Erario, estamos




F E R N A N D O V I I . 1 9


próximamente amenazados de la disolución del
Estado y de una rebelión general, por el disgusto
con que se sufre un gobierno arbitrario , en que
se exalta á los hombres malos,, y se abate á los
buenos : se quita el empleo ó se destierra á
uno sin decirle por qué : pide que se le hagan
cargos y oiga en justicia, y se le niega; no se
respetan las las leyes, ni las personas; se castiga
por chismes y delaciones secretas, y se deja im-
punes á los calumniadores. Todo esto es lo que
hace desear la Constitución y lo que escita las
conspiraciones. Tres van ya descubiertas : de re-
sultas de la primera se ahorcó en la Coruña al
cabeza de ella (* ) . De las otras dos se trata ac-
tualmente para descubrir sus autores, y hay mu-
chos presos (**). El plan de una de ellas era sorpren-
der al Rey en el paseo y obligarle á jurar la Cons-
titución. El de la segunda era matarle, y cualquiera
que conozca el corazón humano conoce bien que
tales causas producen infaliblemente tales efectos
tarde ó temprano. »


«Todo esto procede de que á poco tiempo de
llegado S. M. á Madrid , le hicieron desconfiar


;*) Portier.
( " ) Lá <le Richard y la supuesta de Yandiola.




20 PERSONAJES CELEBRES.


de sus ministros, y no hace caso de los tribunales
ni de ningún hombre de fundamento de los que
pueden y deben aconsejarle. Da audiencia diaria-
mente y en ella le habla quien quiere, sin escep-
eion de personas. Esto es en público; pero lo peor
es que por las noches en secreto da entrada y
escucha á las gentes de peor nota y mas malignas,
que desacreditan y ponen mas negros que la pez
en concepto de S. M. á los que le lian sido y
le son mas leales y á los que mejor le han ser-
vido, y de aqui resulta que dando crédito á ta-
les sujetos , S. M. sin mas consejo, pone de
su propio puño decretos y toma providencias, no
solo sin contar con los ministros , sino contra lo
que ellos le informan. Esto me sucedió á mí mu-
chas veces y á los deinas ministros de mi tiempo;
y asi ha habido tantas mutaciones de ministros,
lo cual no se hace sin gran perjuicio de los ne-
gocios y del buen gobierno. Ministro ha habido
de veinte dias ó poco mas , y dos hubo de cua-
renta y ocho horas : ¡pero qué ministros! V. A.
no querrá creerlo cuando sepa los que han sido.»


Nada pudo remediar aunque no dejó de con-
tener algo la virtuosa Isabel (*}, que falleció el


(*) Véase la biografía de Calomarde. , ¡




F E R N A N D O V I I . 21


26 de Diciembre de 1818, víct ima, según se dijo,
de un asesinato quirúrgico.


No tardó Fernando en pasar a terceras nup-
cias, dando la mano á la Princesa Doña María
Amalia de Sajonia, que entró en Madrid á 20 de
Octubre de 1819, para ser compañera del Rey en
su infortunio.


Efectivamente, dos meses después se procla-
maba la Constitución en las Cabezas de S. Juan,
con tan débiles recursos, que solo un gobierno
imbécil, eomo el que entonces presidia los destinos
de España, pudiera ser víctima de tal levanta-
miento, que por si solo se consumía. En vano
Elio ofrecía marchar allá y aniquilar los restos
que vagaban por Andalucía, ó permanecían al
abrigo de los reparos de la Isla: pero la Corte
desechó sus servicios, cual si estuviera sobrada
de recursos, y creyó salir del apuro haciendo Ar-
mar al Rey el ambiguo decreto de 3 de Marzo-
Dos dias después estallaba la insurrección en
Zaragoza, y de todos los ángulos del reino res-
pondían al grito de libertad. Entre tanto el cuar-
to del Rey , presentaba un cuadro lastimero de
abandono y de pavor. ¿Dónde estaban entonces
aquellos nobles castellanos, que al ver á su Rey




22 PERSONAJES CELEBRES,


en peligro volaban á su socorro, al frente de sus
huestes y criados? Fernando se habia rodeado de
canalla, y esta le daba el pago merecido, abando-
nándole en su desgracia.


Para salir de aquel apuro, mandó convocar
las Cortes con fecha 6 de Marzo, y al dia siguiente
viendo que esto no bastaba juró la Constitución
puramente y sin restricción alguna. ¡Cuánto mejor
le hubiera sido aprovechar el entusiasmo público
que se mostraba á su favor en 1814, para haberla
modificado en un sentido mas monárquico, que
hubiera robustecido su poder y satisfecho ulterio-
res exijencias I Pero los hombres débiles van siem-
pre de un estremo á o t ro ; al paso que el pueblo
una vez roto el primer dique, arrolla cuanto em-
baraza su impetuosa carrera. Uno y otro se vio
en esta ocasión: el pueblo de Madrid no satisfecho
eon las anteriores concesiones, invadió el Palacio
R e a l , reproduciendo las tétricas escenas de Aran-
juez , á las cuales debiera Fernando su elevación
al .trono. La guarnición permaneció pasiva, y
el pueblo tumultuado redobló sus exigencias y
envió seis comisionados hasta los pies del trono.
Fernando se vio precisado á reponer el ayunta-
miento de 1814, y este erigido en cuerpo político




F E R N A N D O V I I . 23


se presentó á exigir al Rey el juramento de guar-
dar la Constitución de Cádiz. «Confiad en vuestro »
Rey , » decia al dia siguiente 10 de Marzo en un
manifiesto que ha llegado á ser vulgar, y poco des-
pués anadia aquellas célebres palabras , que por sí
solas forman un proceso, «marchemos francamen-
te, y yo el primero, por la senda constitucional. »


Aquel mismo dia en que se publicó este ma-
nifiesto , las tropas de la guarnición juraban el
Código del año 1812.


No entraremos en la cuestión de si el odio
de Fernando VII contra lo que acababa de jurar,
era precisamente á las instituciones, ó mas bien
contra las personas que las representaban. No
tiene duda que profesaba poco afecto á las pri-
meras, que menguaban su poderío, lo mismo que
á las segundas, por el modo casi violento con
que había tenido que aceptarlas. Pero por otra
parte, es indudable también que no fue su opo-
sición el único escollo contra el cual hubo de
estrellarse la nave del Gobierno representativo,
y quizá fue mas funesto para ella el furor dema-
gógico de la época. Al ver el descrédito en que van
cayendo ahora muchas brillantes teorías, por el
abuso que de ellas se hace ; al ver el sistema elec-^




24 PERSONAJES C E L E B R E S .


toral reducido á un escandaloso agiotage, la res-
ponsabilidad ministerial convertida en cuestión
de palabras, y el recargo de contribuciones ma-
yor que en tiempo del absolutismo , pudiéramos
preguntar, ¿desde el año 1834 hasta el presente,
ha sido Fernando VII quien ha estorbado las re-
formas constitucionales ?


Llegó por iln la época de principiar estas,
en el segundo periodo constitucional á que alu-
dimos. El domingo 9 do Julio de 1820, abrió
Fernando en persona las Cortes del re ino , con-
gregadas en el salón del ex-convento de Doña
María de Aragón, que se había decorado con la
posible magnificencia. El Rey estaba sereno y
sonreía, el público le vitoreaba, y algunos D i -
putados secundábanlos aplausos. Entonces al pro -
nunciar el discurso de apertura salieron, de su
boca estas notables palabras. « L a atención g e -
neral de la Europa , se halla dirigida ahora sobre
las operaciones del Congreso , que representa á esta
Nación privilegiada. De él aguarda medidas de in-
dulgencia para lo pasado, y de ilustrada fir-


meza para lo sucesivo, que al mismo tiem-
po que afiancen la dicha de la generación actual
y de las futuras , hagan desaparecer de la




F E X N A N D O V I I . 20


memoria los errores de la época precedente.»
La esperanza que podia concebirse al oir estas


palabras, fue harto pasajera: por una parte la
obstinación del Rey impedia las reformas; por otra
el desenfreno demagógico crecía por momentos.
Este se irritaba mas y mas con la resistencia, aquel
se hacía á su vez mas suspicaz, y cada paso que
mutuamente daban, alzaba una barrerra entre am-
b o s , impidiéndoles avenirse ni entenderse. El que
quisiere disculpar al uno y cargar sobre el otro
toda la odiosidad, creemos que no pintaría con
exactitud la época tumultuosa de los tres años. . .
¡tres años de humillación para el Monarca, que
compensaron con creces los seis anteriores de ar-
bitrariedad !


Las sociedades secretas minaban el Reino , fra-
guaban conspiraciones, y después de abortadas
culpaban de ellas á los enemigos de la libertad
y aun al Trono mismo. Esta costumbre ridicula
se ha perpetuado hasta nuestros d ias , echando
siempre al débil y al vencido la culpa de todos
los desórdenes; como si pudiera el público aluci-
narse acerca de los verdaderos conspiradores.


El primer ministerio constitucional estaba com-
puesto de hombres naturalmente antipáticos al




26 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


R e y , pues solo Amarillas era el único que le me-
recía alguu afecto. La lucha entre el Rey y sus
Secretarios, era notoria: para mayor descrédi-
to de aquel, se hizo igualmente pública su con-
versación con R i e g o , al besarle la mano , con-
versación que el campeón de la Isla tuvo la de-
bilidad de publicar. Llegó en seguida la ley sobre
reforma de monacales, que el Monarca se ne-
gaba á sancionar , y a la cual no accedió sino
obligado por una de aquellas farsas etisaya-
das, que llamaban motines, en las cuales eran
mas culpables las autoridades que las consentían,
como argumentos ad terrorem, que los infelices
que alborotaban por un pequeño salario, ó por
las ocultas sugestiones del gran Oriente. Huyendo
de tales atropellos , marchó Fernando al Escorial,
desde donde disolvió las Cortes. Por desgracia pa-
recía que un maligno influjo le sujeria errores con
que comprometerse y perder el respeto que sus
desventuras inspiraban á todos los buenos liberales.
El imprudente nombramiento de Carvajal para la
Capitanía general de Castilla, acabó de escitar-con-
tra su persona el odio y los resentimientos. Al re-
gresar á la Corte, aturdido con los trágalas, escar-
necido y vilipendiado, hubo de sufrir ignominias,




F E R N A N D O V I I . 27


y que con grave perjuicio de la tranquilidad pú-
blica se habia sorprendido su fidelidad y patrio-
tismo. » ¡ Por tales medios se queria hacer de Fer-
nando VII un buen Rey constitucional!


El pueblo que en vez de considerarle como su
representante perpetuo, le miraba como primer
conspirador, seguía denostándole mas ó menos


que no sucedieron á Luis X V I al regresar de Varen-
nes. Lloraba la tierna Amalia; los Infantes se mos-
traban abatidos de dolor, y Fernando apenas podia
contener su cólera. ¿Qué restaba ya sino llevarlos
al Temple ? Y con todo, en España, en el pais
de las anomalías , tampoco salió cierto por esta
vez aquel axioma que dice : corona degradada,
y cabeza en el cadalso.


A la vez el Gobierno que habia aflojado las
riendas del orden, iba á ser víctima de los ele-
mentos desencadenados. Si habia mostrado algún
tanto de connivencia con los que escarnecieran al
Rey, aun se vio él mas insultado cuando la Socie-
dad del café de Malta decia en su representación
á Fernando, acusando á los Ministros; « que sus
individuos habían contribuido inocentemente á
la última farsa del mes de Noviembre. . . .




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


directamente, acosándole en el paseo con dicterios,
insolentes; y pasando de las palabras á las obras
llegó hasta el punto de apedrear su coche. En-
tonces vio la Europa con escándalo un Rey aba-
tido á mendigar protección del Ayuntamiento de
la Corte. Indignados los Guardias atrepellaron
algunos .alborotadores , y el Rey tuvo que acce-
der con despecho á la supresión del Cuerpo.


El dia l . ° d e Marzo de 1821 abrió Fernando
en persona la segunda legislatura, notable por el
discurso de apertura, á continuación del que añadió
de su propio caudal una relación de los ultrajes
cometidos contra su decoro, que no solo no ha-
bía sido redactada por los Ministros, sino que
era mas bien una censura contra su conduc-
ta. La mina acababa de rebentar; y para que el
estrago fuera completo, al regresar el Rey á Pa-
lacio destituyó de una plumada á todos sus Mi-
nistros , confiando interinamente los negocios á
los primeros oficiales de sus respectivas secreta-
rías. Tres dias después nombraba el segundo Mi-
nisterio constitucional, compuesto de personas
apreciables por sus garantías de honradez y de
patriotismo.


En el mes de Julio se reprodujeron las mismas




F E R N A N D O V I I . 29


escenas de Noviembre del año anterior. A fines
de él, Fernando habia cerrado las Cortes desde la
Granja , por medio de un decreto; y para mayo?
identidad , no escarmentado con las lúgubres es-
cenas , que ya habia provocado su conducta , in-
currió en el mismo error, admitiendo la dimisión
del Ministro de la Guerra , y nombrándole suce-
sor por sí mismo, sin contar con sus Ministros.
Irritados estos, presentaron su dimisión, que el
Rey no quiso admitir; y conociendo su yerro, nom_
bró con acuerdo de ellos un sucesor , como de-
biera haberlo hecho desde el principio. Ya con
este motivo se advertían síntomas de conmociones;
y si entonces hubiera regresado á Madrid, qui-
zá, se le recibiera con mas desacato que el año
anterior. Pero no por eso se sostuvo la tranquili-
dad por mucho t iempo, pues desencadenadas las
sociedades secretas contra el Ministerio, que la
mantenía, venieron á echarle por tierra, contri-
buyendo también á esta obra el nuevo Congreso,
compuesto en su mayor parte de sugetos de avan-
zadas ideas.


En tan espinosas circunstancias ¿quién habia
de encargarse de regir la nave del Estado ? Re -
cusábanle todos los hombres de orden; y el Rey,




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


al verse en tal conflicto, no pudo menos de es-
clamar : n ¿Qué será de mí si los españoles honra-
dos me abandonan en estos momentos ? » Enton-
ces los Sres. Martínez de la Rosa (*), Garely y Mos-
coso, impulsados de un movimiento de generosi-
dad , aceptaron el compromiso de liiertar á un
Monarca , que parecia trataba él mismo de arrui-
narse , cual si la anarquía que le acosaba no fuera
suficiente para precipitarle en un abismo. Hala-
gaba Fernando á sus nuevos Ministros con apa-
rentes deseos de una reforma templada de la Cons-
titución ; pero al llegar el momento crít ico, á
despecho de ellos y de las juiciosas observaciones
del Embajador francés, se decidió por su mando
absoluto, confinado en los insurgentes que acam-
paban en el Pardo. Entonces el Palacio y la Corte
fueron teatros del mas sangriento drama de aque-
lla revolución: ¡episodio terrible, que hace en ella
el mismo papel que el lúgubre 2 de Mayo en la
guerra anterior, cuando las calles de la Corte se
inundaron con española sangre!


Aterrado el Monarca con el sangriento es-
pectáculo que habia provocado, y abatido con su
inesperado desenlace, volvió á las ideas de con-


(*) Véase su Biografía.




F E R N A N D O V I I . 31


ciliacion y prudentes reformas; pero ya era tarde.
Los honrados Ministros, de cuya confianza había
abusado, acababan de retirarse; y en tal situación
volvió su vista á Francia, y pidió su interven-
ción á Luis X V I I I , pintando enérgicamente los
escesos de la anarquía. Esta carta tuvo su re -
sultado, y los hijos de S. Luis invadieron la
Península, conducidos por el Duque de Angulema.
No era la idea de este, ni del Rey de Fran-
c ia , restablecer el absolutismo en toda su latitud,
antes bien desterraron á los furibundos realistas,
Creus y Mataflorida, individuos de la Junta de Ur-
ge l , y representantes del despotismo neto.


El Gobierno de Madrid, trató entonces de
trasladar al Rey á parage seguro, pero este irri-
tado, destituyó á sus ministros. Llegó entonces
el furor popular á un estremo hasta el cual jamás
habia rayado, y la vida del Rey se vio en peli-
gro. He aquí como describe aquella escena un
testigo de vista: (Miradores, t . I ) « L a pluma
se resiste á escribirla: voces de muera el Rey
se oyeron por primera v e z ; se insultó el sagrado
asilo y aun á la virtuosa y respetable Re ina ; y
acaso sin la Milicia de Madrid, y sin el Ayun-
tamiento , se hubiesen manchado las páginas de




32 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


nuestra historia con la sangre de ilustres vic-
timas.»


A pesar de su resistencia á pretesto de enferme-
dad , se vio precisado á salir de Madrid para
Sevilla el 20 de Mari o de 1823 , escoltado por
gran parte de la Milicia de la Capital j y alguna
tropa, á las órdenes del General Villacampa. En
Sevilla manifestó de nuevo su resistencia á pasar
adelante, lo que dio lugar á la ruidosa sesión
de 11 de Junio. La comisión, á cuyo frente iba
D . Cayetano Valdés, se presentó al Rey á las
cinco de la tarde para darle cuenta de su tras-
lación a Cádiz. — «Mi conciencia y el interés
que me ispiran mis subditos, respondió Fernando,
no me permiten salir de Sevilla. Si como indivi-
duo particular no hallo inconveniente en la par-
tida , como Rey debo escuchar el grito de mi
conciencia.» — A las reiteradas instancias de
Valdés, respondió secamente « h e d icho» y vol-
vió la espalda. Entonces las Cortes á petición del
Sr. Galiano declararon incapacitado al Rey , y acto
continuo se instaló la Regencia provisional. De
este modo reducido Fernando á Rey de farsa, salió
al dia siguiente para Cádiz, y el 15 recobraba
<»1 cetro. Época célebre en los fastos de nuestra




F E R N A N D O V I I . 33


(*) Véase su laografía.


historia, pues no se escribió con sangre como qui-
zá hubiera sucedido en otras naciones.


Amaneció por fin el dia 1.° de Octubre de 1823,
dia de su libertad. Una rica falúa conducía al Rey
y su familia al campamento francés. Desde allí lan-
zaba una mirada furibunda sobre las baterías de
Cádiz, y á poco rato los ex-regentes, á pesar délas
garantías que les había dado , eran declarados reos
de lesa Magestad. En vano el Duque de Angulema,
y el mismo Rey de Francia, trataron después de
hacerle retroceder de la tortuosa senda que empren-
día y de las ideas reaccionarias : uno y otro le me-
recían poca gratitud, y fue preciso que algún tiem-
po después un enviado del Autócrata, viniese casi
con amenazas , para sujerirle ideas de templanza,
y obligarle á mudar el ministerio. Subió al poder
á poco tiempo Calomarde (*), fiel intérprete de su
política. Entre tanto estallaban con frecuencia m o -
vimientos y rebeliones en diferentes sentidos, es-
citados por los hombres mas virulentos de uno y
otro bando. Los pronunciamientos de Valdés en
Tarifa, y de los Bazanes en Alicante, alternaban
con los deCapapé y de Bessieres, en sentido opues-




31 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


t o ; y en medio de aquella conflagración general
y agitación de los partidos, D . Pedro daba una
Constitución á Porlugal. Alaruado Fernando con
la idea del fuego que ardía en el vecino reino,
decia en un manifiesto á los españoles con fecha
16 de Agosto de 1826 : «Sean las que quieran
las circunstancias de otros países; nosotros nos
gobernaremos por las nuestras; y / o , como pa-
dre de mis pueblos, oiré mejor la voz humilde de
una inmensa mayoría de vasallos , fieles y útiles
á la patria, que los gritos osados de la pequeña
turba insubordinada, deseosa de renovar escenas
que no quiero recordar. »


Al año siguiente se notaron en Cataluña sín-
tomas alarmantes, y bien pronto la insurrección
tomó un vuelo rápido y espantoso. Entonces el
Rey dio pruebas de energía marchando velozmen-
te á Tarragona. Los fusilamientos que siguieron
á la sofocación de aquel levantamiento, á pesar
del indulto , vinieron á manchar aquella paz ins-
tantáneamente conseguida.


Desde Cataluña pasó Fernando á Valencia, en
donde se reunió con su esposa para visitar juntos
las principales ciudades del Norte de la Nación: vol-
vieron á Cataluña, y desde Barcelona regresó á Ma-




F E R N A N D O V I I . 35


drid por Zaragoza, Pamplona y Vitoria. Una pers-
pectiva mas halagüeña principiaba á lisonjear la Es-
paña. Los odios políticos , si no estiuguidos , pare-
cían amortiguados; reinaba en la hacienda un or-
den estricto y económico; la paz y la tranquili-
dad tanto tiempo apetecidas, hacían renacer la
confianza; y hasta las ciencias y la industria prin-
cipiaban á levantar su abatida frente. No titubea-
remos en considerar aquel periodo como el mas
tranquilo que ha disfrutado la Nación en todo ló
que llevamos de este siglo, Cuando á deshora so-
brevino la muerte de la Reina Amal ia , turbóse
momentáneamente aquel reposo, y despertó de su
letargo la funesta político-manía.


Los partidos principiaron á bullir con la espe-
ranza de atraer a sus intereses la nueva esposa,
pues en vano loa que exortaban al Rey á que de-
sistiese de cuartas nupcias, cifraron su esperanza
en que faltara la sucesión directa. Fernando aun-
que algo quebrantado su físico por el abuso de fá-
ciles placeres, y por la continua agitación de su
borrascosa vida, que le hacían víctima de una ve-
jez prematura, aun sintió su pecho accesible á los
encantos del amor: aquel mismo año galopaba j u n -
to al estribo de la carroza en que entraba en Ma-




3fi 1'ERSOINAJES C É L E B R E S .


drid la escelsa Cristina , esperanza de los españo-
les. La venida de Jos Reyes de Ñapóles , y el amor
que la joven Reina supo inspirarle, juntamente con
la, esperanza de tener sucesión, modificaron su
genio en los últimos años de su vida y le decidieron
á dar la ley de sucesión, y publicar la Pragmáti-
ca de 1789.


E110 de Octubre de 1830, cuando en varios
ángulos de Europa resonaba acorde el grito de
libertad , Fernando lograba el placer de ser pa-
dre : al mismo tiempo multitud de emigrados
acometían diferentes puntos de la Península, lan-
zando el mismo grito , presagio sin duda de una
borrascosa minoría.


Entre tanto los achaques del Rey se iban agra-
vando, y la gota paralizaba sus miembros. El 13
de Setiembre le acometió al pecho, y el 17 se de-
sesperó de su vida. En medio del abandono en que
yacia , acompañado únicamente de su joven espo-
sa , oyó con dolor la triste pintura de las des-
gracias, que á su murarte iban á sobrevenir al
R e i n o : aterrado con aquella idea y fascinado por
sus consejeros, accedió á la revocación de la Prag-
mática, condenando al infortunio á su esposa y
á sus inocentes hijas. Pero cuando todos creían que




F E R N A N D O V I I . 37


había fallecido , vicronle con asombro vuelto á la
vida y arrancado casi á viva fuerza de los brazos de
la muerte. Disipáronse entonces rápidamente los
proyectos de sucesión indirecta , y Fernando en-
terada de la verdad de los sucesos y de la lealtad
de los españoles, conoció las arteras intrigas de
que había sido víctima, desaprobó la conducta de
sus ministros, y confió el despacho de los negocios
á su Augusta esposa.


El estado del Rey durante el último año de su
vida era tal, que el vulgo llegó á dudar de su v i -
da , y llamaba aquella existencia vivir por máqui'
na. El 30 de Diciembre ante una reunión respe-
table anuló el codicilo arrancado á su debilidad
en los momentos de su agonía, y cinco días des-
pués daba gracias á la Reina en un manifiesto,
por su esmero y asistencia durante la enfermedad
y por el feliz desempeño de los negocios que ha-
bia despachado. El 16de Marzo de aquel año (1833)
se vio en la precisión de desterrar á su hermano
D. Carlos, con motivo de la próxima jura de la
Princesa Isabel, que este repugnaba. Verificóse aquel
acto el 20 de Junio en la Iglesia de S. Gerónimo,
según los antiguos usos, autorizándolo c l R e y c o n -
su presencia, como igualmente los espectáculos, que




38 PERSONAJES C É L E B R E S ,


en celebridad de este suceso tuvieron lugar, dando
pruebas el Rey de que sus achaques no habían sido
suficientes á destruir su antigua afición alas lidesdel
c irco. Por fin aquella existencia minada por las mas
opuestas pasiones, despidió el último destello de la
vida el 20 de Setiembre de 1833, por la tarde,
a impulsos de un ataque fulminante de apoplejía.


Tal fue el triste fin de Fernando VII de Bor-
b o n , á quien los aduladores prodigaron el título
de Deseado, verdadero en algún tiempo. Las des-
gracias que presidieron á su reinado, han hecho
su recuerdo ingrato para los españoles : ¡ ved alii,
dicen , al hombre por quien arrostramos una guer-
ra estranjera y otra civi l , y que á su muerte nos
legó otra aun mas funesta! ¡ Cómo si tuviera él
la culpa de las desgracias todas con que la Provi-
dencia en su furor castiga á los pueblos! porque
los hombres recuerdan mas bien sus estravíos, que
las cualidades que en época menos torméntuosa hu-
bieran hecho quizá de él un buen Monarca. No le
faltaba talento y poseia una memoria feliz y hasta
sorprendente : era afable hasta degradar su dig-
nidad , y piadoso como todos los Borbones, aun
cuando á veces su conducta no iba conforme cou
las ideas y máximas de la religión.




FF.RXANDO V I I . 39


Aquí debiéramos quizá presentar el reverso de
la medalla, y manifestar igualmente sus defectos;
pero estos son demasiado públicos y muchos de ellos
hasta exajerados. Por otra parte, como dijimos al
principio, no se presta fácilmente nuestra pluma
á ensangrentarse en agenas reputaciones y debili-
dades humanas. Respetemos también su m e m o -
ria , pues dio existencia á la Augusta Princesa que
hoy ocupa el t rono , aun cuando no puedan recaer
sobre su frente sin mancilla los estravios de su padre.
Y en una época en que tan vilipendiada se mira la
magestad del trono, ¿qué español será capaz de pin-
tar el último reinado con toda su deformidad, y
enagenarle de un modo indirecto la adhesión de los
servidores que aun le restan?


Quizá al leer esta biografía se habrán echado
de menos numerosos hechos. Pero la historia de
un Rey , es la de toda una Monarquía; imposible
por lo tanto concretarla á tan angosto espacio, sin
reducirla á limitada forma. Quizá también los hom-
bres de partido, mirándola con sus diferentes pris-
mas, la considerarán como un panegírico, ó bien la
calificarán de libelo. ¡ Felices nosotros si al espresar
las ideas déla gran mayoría de la Nación , conse-
guimos desagradar á los partidos estremos!










LORD BYRON.


«La aparición de Lord Byron en
la literatura europea , es uno de aque-
llos sucesos cuya influencia se bace
sentir en todos los pueblos y a todas
las generaciones: rio porque sea Byron,
como lo han asegurado algunos críti-
cos , el creador de un nuevo género de
poesía -, pues no perteneee al hombre
el crear nada.»


C A K L O S N O D Í E R .


Desde los siglos de renovación que lian segui-
do a los llamados bárbaros, todas las ciencias é
ideas eclécticas del hombre, han tenido la tenden-
cia á materializarse; y por un efecto de infalible
reciprocidad, cuya causa está en nuestra natura-
leza, que aspira siempre á existir en alguna parte
fuera de sí misma, las cosas de la vida puiamun-




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


te materiales bau esperimentado la misma inciina-
cion progresiva al esplritualismo. Testigo Lord By-
ron de la renovación de una civilización, ha sido
el intérprete mas poderosamente inspirado de to-
dos los sentimientos, de todas las pasiones, en
una palabra, de todo el frenesí que se despierta
en el tempestuoso intervalo en que se confunden
los ensayos de una sociedad naciente, y las con-
vulsiones de otra que acaba. Lord Byron, no ha
hecho mas , que revelar la poesía de aquel estado
de cosas ; y si admira la invasión inmensa y simul-
tánea del género romántico, mas que á la influen-
cia accidental de un hombre de genio, debe atri-
buirse al estado de las necesidades reales de nues-
tra sociedad.


Sin que nosotros desconozcamos las grandes cua-
lidades poéticas de la persona cuya biografía va-
mos á trazar , no se nos negará tampoco que á la
par que sus obras han contribuido á darle la fama
de que disfruta, circunstancias que le eran par-
ticulares, su vida azarosa, y hasta, permítasenos
la espresion, sus estravagancias.


Jorge Gordon (Lord Byron) nació en Londres
el 22 de Enero de 1783. La juventud del Capitán
Byron, su padre , habia sido muy tempestuosa:




B Y R O N . Ü


casado en primeras nupcias con Lady-Carmartthen,
á quien habia seducido, y que estaba divorciada
de su esposo, vivió poco tiempo con ella; murió
dejando una hija, y el capitán Byron se casó de
nuevo con Miss Gordon, rica heredera cuyo pa-
trimonio disipó en pocos años. Separáronse al fin
los dos esposos, y el Capitán murió en Francia,
en Valencienes , pocos años antes del nacimiento
del autor de Childe-Harold.


Cuando se cuenta la vida de un hombre, de quien
se ha dicho con alguna razón : « que tenia mas va-
nidad en descender de los Byron de Normandia,
que acompañaron á Inglaterra á Guillermo el Con-
quistador, que de haber sido el autor de Childe-
Harold y de Manfredo,» preciso es hablar un po-
co de sus antepasados; y no parece que estos se
titulasen hasta el reinado de Carlos I. Tal era
la familia del que en su infancia era llamado por
sus camaradas de colejio el antiguo barón inglés,
para burlarse de su apego á aquel t itulo, y que
después, vuelto liberal y carbonario , decia recha-
zando la semejanza que quería establecerse entre
Rousseau y é l : « é l era del pueblo , y yo soy de
la nobleza.»


Byron nació cojo, y es digno de notarse que los




í P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


dos grandes literatos de Inglaterra, del principio
de este s iglo , Byron y Scott , tenian ambos aque-
lla deformidad. En vano se hicieron varias ten-
tativas para correjir aquel defecto. Recibió las pri-
meras lecciones de gramática, en Abeerdin, y
en 1793 , visitó con su madre la parte elevada de
la Escocia; gustaba de pasearse por aquellas mon-
tañas , y como las impresiones de la infancia son
muy duraderas, las montañas de Grecia le recor-
darían sin duda después las elevadas de Escocia.
En aquella época, apenas contaba ocho años , se
enamoró de una niña de su edad con un afecto
que tenia lodos los caracteres del amor. Fenóme-
no que no es raro principalmente en los niños que
mas adelante han de ser hombres de imaginación.
Dante, Alfieri, Canoba y Rousseau tuvieron amo-
res en su infancia.


Mientras la de Byron pasaba en ensueños, se
preparaba un suceso que debia tener una inmensa
influencia en su destino. Por la muerte de un j o -
ven que habitaba la Córcega, heredó el título del V
Lord Byron, que vivia en la abadía de News-
fead. Murió el Lord en 1795, y cuando por pri-
mera vez llamaron en la escuela al joven Jorge
Byron, colocando según costumbre su título asiles




11VR0N. 5


que el nombre, le causó grande impresión y pro-
mmpió en llanto. Su nueva posición exigía un nuevo
tutor y este encargo recayó en Lord Carlisle, pasan-
do Byron i Londres con su madre. Enviáronle
primero á un instituto particular, y por último en-
tró en la escuela pública de Harrow. Su carácter
era indomable, y como lo ha dicho él mismo, no
era popular entre sus camaradas, pero sabia ha-
cerse querer de algunos. Sus sentimientos eran en
efecto tan generosos como arrebatados ; y uu dja
que uno de los matones délas clases aporreaba bru -
talmente á un débil escolar, se acercó Byron á él
temblando de cólera y le preguntó: « cuántos gol -
pes pensaba dará su amigo:» « y qué te importa
contestó el opresor?•» «es que si os parece recibi-
ré yo la mitad." El muchacho á quien se pegaba era
Peel, que había de llegar á ser después uno de los pri-
meros hombres de Estado de Inglaterra. Byron con-
trajo en el colejio amistades apasionadas; dominaba
en todos sus actos la melancolía , y aquel niño que
sobresalía en todos los juegos de fuerza y de agi-
lidad i que era siempre el primero en las conspi -
raciones infantiles, se complacía en meditar en el
cementerio d e l l a r r o w , donde se enseña aun o(
sepulcro sobre el cual solía sentarse. , .




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Estando aun en Harrow se apasionó de Mis Cha-
worth que habitaba en Annesly , cerca de News-
tead. Ella no hizo caso de él y hasta se burló del
amor de una persona á quien consideraba solo
como un n iño ; y aquel amor no correspondido;,
y que no pudo olvidar enteramente, le hizo caer en
culpables estravios.


Desde el año de 1805, estando aun en la Uni-
versidad de Cambridge, había principiado á com-
poner versos. Imprimió primero, solo para sus ami-
g o s , sus Juveniliti que publicó en seguida, vién-
d o l o bien recibidas que habían sirio. Aparecieron
después sus lloras de ocio (Hours of idleness)
dedicadas á su tutor Lord Carlisle. AI recorrer las
primeras poesías de Byran , sin estar preocupado
por la reputación que ha adquirido después, nada
se encuentra en ellas de notable. Comunmente-hay
en los jóvenes poetas fuerza y oscuridad, y el
principal defecto de Byron eran el prosaísmo y una
insípida claridad. La Revista de Edimburgo desco-
noció el porvenir del joven poeta y le ériticó grose-
ramente. Sabido es como se vengó Byron. Poco
antes de aparecer la sátira que debía dar vuelo á su
talento, estaba en una posición poco favorable: su
primer ensayo poético sufría el cruel desdan de




B Y R O N . ¡'


ios periodistas y el olvido del publico , y había en-
trado en la Cámara de los Lores , desapercibido y
sin patronos. Su falta de fortuna, la mala repu-
tación de su padre, y la eouducta loca de su ma-
dre, habían alejado de él á los hombres de su c la-
se. No hacian caso de é l , y su espíritu indomable
no podia soportar el desprecio. Esto esplica la caus-
ticidad de aquella sátira que admiró á la Inglater-
ra , y que hizo cesar en Byron el sentimiento q u e
atormenta principalmente á los hombres de genio,
la duda délo que valen. Byron atacó en aquel eserito
á l os que después debia admirar y contar en el
número de sus amigos: W . Scott y Moore , fue-
ron en ella muy mal tratados. La versificación de
la sátira es fuerte y concisa, pero loda la compo-
sición carece de claridad.


Poco después de publicada aquella sátira, par-
tió Lord Byron para el continente. Pero antes de
seguirle, veamos en qué disposición de espíritu se
encontraba el poeta. Después de lo que le habian
hecho sufrir los desdenes de Mis Chaworth, se en-
tregó con toda la violencia de su carácter á las pa-
siones; su juventud no tuvo durante algún tiem-
po freno alguno, y vivía en el antiguo castillo,
de Newstead , en medio de la licencia y del ocio.




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Con el corazón enchido de pasiones, con el en-
tendimiento fuerte , pero desordenado, salió Lord
Byron el 2 de Julio de 1809 , para su viaje á Le-
vante. Atravesó el Portugal y el Sur de España;
permaneció algún tiempo en Cádiz, ciudad de pla-
ceres que lia cantado en sus versos, con sus músi-
cas , sus mugeres hermosas, y su delicioso clima.
Visitó laCerdeña , la Sicilia , Malta, y pasóáTur-
qui'a. Abordó en Albania , la antigua Epiro, se
adelantó hasta el Monte Tomarit, y fue acogido con
benevolencia y distinción por el famoso Alí Bajá.
Después de haber visitado, la Iliria, laChasnia, etc.
atravesó el golfo de Actium con una guardia de 50
albaueses,y pasó el Achelono durante su camino, al
través de la Acarnania y la Etolia. Se detuvo en
Morea, pasó el golfo de Lepantoy abordó al pié
del Parnaso; vio las ruinas de Del fos , pasó á The-
bas y á Atenas, y regresó después á Constantinopla.
Desde allí volvió á Atenas y fue en seguida á Co-
rinto y Patras. Recorrió después la Morea, y era
sti ánimo pasar á Egipto, pero no lo llevó á cabo,
y regresó á Inglaterra en Julio de 1811, después de
dos años de ausencia.


Traia de aquel viaje los dos primevos cantos de
la peregrinación de Childe-Harold, y una sátira




H Y R O N . 9


bastante mala, imitación del Jrte-Poética de Hora-
racio. Lo singular es míe creyó que Childe-Harold
no era digno de imprimirse, y que fundó todas sus
esperanzas de buen éxito en su imitación de Hora-
cio. Persuadiéronle al fin sus amigos de que aquel
poema era' una obra de genio ; pero siempre con-
servó una predilección hacia la citada sátira.


A su regreso no pudo Lord Byron volver á ver
á su madre , que habia muerto de una enfermedad
rápida ; y casi al mismo tiempo perdió á su amigo
Carlos' Skinner Mathews, que pereció en un rio
inmediato á Cambridge. Estas dos muertes le afli-
gieron profundamente, y fueron precisas para con-
solarle , las ocupaciones de la Cámara alta en la que
volvió á ingresar, y los cuidados déla publicación
de Childe-Harold. Fue bien acogido en la Cámara
d é l o s Pares. Antes de su viaje, se habia sentado
casi solo en los bancos de la oposición ; á su vuelta
encontró apoyo en los que pensaban que podía ser
útil á su causa; distinguiéndose entre otros Lord
Holland.


El 27 de Febrero de 1812 , pocos días antes de
la publicación de Childe-Harold, pronunció Byron
el primer discurso que fue muy aplaudido. Tratába-
se de un Mil que imponía penas muy severas contra




10 P E R S 0 N A J E S C E L E B R E S .


los destructores de telares. El joven orador hizo eu
su discurso alusión á sus viajes: « He atravesado,
dijo , el teatro de la guerra en la Península; he re-
corrido las provincias mas oprimidas de la Turquía
y j amás , bajo el Gobierno mas despótico entre
los infieles, he visto una miseria mas odiosa que la
que he presenciado á mi vuelta, al corazón mismo
de un pais cristiano. ¿ Y cuáles son vuestros reme-
dios? Después de muchos meses de inacción llega
por fin el grande específico, la panacea de t odos los
médicos de Estado, desde Dracon hasta nuestros
dias. Despnes de tomar el pulso , de haber menea-
do la cabeza, se ordena, como de costumbre, el
agua caliente y la sangria: el agua caliente de vues-
tra nauseabunda policia, y las laucetas de vuestros
soldados; y después acaban las convulsiones con
la muerte, que es el fin de todas las curas de nues-
tros Sangredos políticos. Dejando á un lado la injus-
ticia palpable y la ineficacia cierta del b i l í , ¿ no hay
bastantes penas capitales en nuestras leyes ?¿ nó hay
bastante sangre eu nuestro código penal, que es pre-
ciso verter aun mas para que suba al Cielo á depo-
ner contra vosotros?» Este estilo vivo , esas imáge-
nes demasiado atrevidas, descubren en Byron el
deseo de imitar á Sheridan, á quien consideraba




BYnOJT. II


como el primer orador de la Gran Bretaña, y que
habia reunido en tan alto grado la reputación de
literato con la de brillante orador. De todos modos
Byron quedó encantado de sü buen éxito, ydijo que
el mejor prefacio para la Peregrinación; era su
discurso.


Cuando aparecieron los dos primeros cantos t u -
vieron un éxito inmenso. « Me desperté una maña-
na , dice Lord Byron, y me encontré que tenia fa-
ma. « L l e g ó áser objeto de general curiosidad; el
mismo Principe Regente, quiso verle , y hablaron
juntos de Walter-Setrtt, que tenia entonces unagran-
dereputación cómo poeta. Parecerá tal vez tina pa-
radoja , pero puede decirse que ff^averley se debe á
Byron. En efecto, como el mismo Walter-Scott lo ha
declarado, jamás habría abandonado la poesía por
la prosa , si no le hubiera escedido como versifica-
dor el autor de Childe-Harold. Este poema hizo
olvidar la Dama del Lago; pero sin é l , tal vez no
hubiéramos tenido á Ivankoe. El hermoso fragmen-
to del Giaour, tan apasionado, tan brillante, tan
oriental, aumentó todavia masía reputación de
Lord Byron. Lo que contribuía ademas á la curio-
sidad del público , era la voz esparcida, no sin al-
gún fundamento, de que Byron habia sido el héroe




1 2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de la aventura que contaba. En efecto , hallándose
en Atenas, había impedido eon su firmeza y su
crédito, que se diera muerte á una joven que se ha-
bía dejado seducir por un Cristiano.


La prometida de Abydos,, aumentó mas la po^
pularidad del autor. Vivía entonces entre las disi-
paciones del mundo y las mas distinguidas socieda-
des de Londres. Los mas ilustres personajes de la
oposición eran amigos suyos , y fue atraído á los
salones de Mma. de Stael por el encanto que ella
sabia dar á la conversación,; á pesar de que no gus-
taba de la demasiada;personalídad y disertación que
había en la hija de Necker. Se entregó con delicia
á la amistad de Sheridan, cuya admirable conversa-
ción arrebataba á cuantos le escuchaban, y los su-
fragios del joven Lord le consolaron de ver su glo-
ria oscurecida por sus vicios. Un diadijo Byron ha-
blando de é l : « Sheridan ha sobresalido en cuanto
ha querido hacer. Ha escrito la mejor comedia {La
Escuela de la Maledicencia) la mejor ópera {El
Mendigo); la mejor farsa, {El Crítico); el mejor pró-
logo, {Sobre la Muerte de Garrick);y para coronar-
lo todo, ha pronunciado el mejor diseurso, {Sobre
la V>iíZ¿a)quejamássehaoido en este país.» Sheridan,
echó á llorar cuando le repitieron estas palabras.




B Y R O N . 13


Cuando en 1814 apareció el Corsario, aumen-
tó la reputación del autor, pero algunos versos que le
acompañaban, sublevaron contra él álos amigos del
Gobierno y sus periódicos llenaron al poeta de inju-
rias. Contenian aquellos versos un elogio de la Prin-
cesa Carlota y un sarcasmo cruel contra su padre.
Los sucesos de 1814 dieron una nueva fuerza á los
sentimientos políticos de Lord Byron, quien al paso
que censuraba las faltas de Napoleón , admiraba
cuanto en él habia grande y poético, y deploraba la
suerte de la Francia.


Antes de llegar á un suceso que tuvo una grande
influencia sobre la vida entera de Lord Byron, de-
bemos decir que en aquella época , fue cuando en-
contró en Londres á Walter-Scott. Este habia sido
muy mal tratado en la sátira de Byron ; pero su al-
ma era demasiado elevada para que algunos versos
satíricos le alejaran del autor de Childe-Harold,
quien ademas se habia manifestado avergonzado de
haber compuesto los English bards and scotch re-
viewers. Pasaron cerca de dos meses en Londres
viéndose casi todos los dias.


Lord Byron , á pesar de sus preocupaciones po-
líticas, no habia continuado hablando cu la Cámara
de los Lores. Su segundo discurso habia sido menos




14 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


aplaudido que el primero , y conocía que debilita-
ría su incontrovertido título de grau poeta, si se
obstinaba en llegar á ser un mediano orador. Por lo
general los hombres de grande imaginación, son
poco á proposito para la ciencia política, que exige
una vista fría del mundo que ellos no pueden tener.
Basta el haber pasado una noche bajo las arcadas
de un antiguo castillo iluminado por los rayos de la
luna, para que disculpen el feudalismo; y muchas
veces nada hay tan prosaico como los intereses so-
ciales. Walter-Scott ha dicho que no creia á Byrou
convencido de los principios liberales que ostentaba;
la muerte de Byron ha dado un solemne mentís á
semejante error.


Cuando un hombre está entregado á las pasio-
nes, cuando aun no ha gastado su vida, es costum-
bre proponerle que cese de repente de ser apasiona-
d o , y el pasar sin transición, desde la agitaciqa
á una perfecta calma; y se le propone con grave-
dad que se case. Persuádense que algunas palabras
pronunciadas sacramental mente, convertirán á un
poeta meditativo en un marido atento; que el cambio
d i unes anillos, cambiará pasiones fogosas, y secará
los impetuosos manantiales de la poesía. Este reme-
dio vulgar le ofrecieron á Lord Byron; y lo singular




B Y H O N . 15


es que lo aceptó. Habia visto por mucho tiempo con
completa indiferencia á Miss Milbanke, no porque
careciese de hermosura, pues la tenia notable ; no
porque le faltasetalento, pueshacia versos, sino por-
que tenia un carácter frió y severo que no podia sim-
patizar con el suyo. Ignórase porque se decidió á
pedir su mano. Negósela ella en un principio, y
sin embargo, según la costumbre inglesa que tanto
chocaría á las nuestras, siguió en relaciones con
é l ; al cabo de un año volvió á pedir su mano y la
obtuvo. Por poca prudencia que hubiera tenido,
no se hubiera casado, pues estaba acosado de plei-
tos y casi arruinado. Verificóse el matrimoáro el 2
de Enero de 1815, y el 10 de Diciembre del mismo
año Lady Byron le dio una hija, su Ada, la úni-
ca hija de su casa y de su corazón:


Ada! solé daughter of my house andheart!


El 15 de Enero de 1816 Lady Byron , después
de haber escrito á su marido una carta llena de
afecto, le noticiaba que no volvería á verle jamás.
Tomás Moore, según su costumbre, en sus memo-
rias sobre Byron, ha escrito mucha metafísica y
gastado mucha erudición para probar que Byron




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


na podia ser feliz en su casa. Una palabra de<By-
ron , que él misino refiere, hubiera podido ahor-
rarle el trabajó de hacer una psycologia matrimo-
nial de los poetas, y la lista de los grandes hombres
célibes. Esta palabra era la siguiente : « Las cau-
sas de nuestra separación son demasiado sencillas
para que se encuentren fácilmente.» En efecto, en-
tre un poeta joven y ardiente, y una muger fría y
apegada á susdeberesno debia haber simpatía. Lord
Byron era uno de los administradores de Drury-
Lane, y sus nuevas ocupaciones podían alarmar á
una muger menos susceptible que Lady Byron. Es
dudoso que tuviera culpa, pues la noble conducta
que observó después de su separación parece probar
su inocencia; pero su carácter impetuoso, sus cos-
tumbres estrañas debieron dar mil motivos de riña
y rompimiento.


Poco tiempo después de una separación á la cual
habia consentido él mismo , publicó Lord Byron
dos póesias que no podían atraerle de nuevo al pú-
blico , decidido altamente en favor de su esposa.
TheSkeich, sátira por el estilo de las deJuvenal,
en la que se rebajó hasta perseguir con sangrientos
tiros á una criada, cuya inlluencia le habia sido fu-
nesta , le dio un caráctar de violencia que perjudicó




BYHO.V 17


á su dignidqd. La otra poesía era elfamoso Adiós
á su muger, que es todavía un enigma para sus
amigos. Parecía confesar en ella culpas que eran
imaginarias , y afectar hacia su muger una ternura
queno sentía. Pero no debe darse demasiada impor-
tancia á aquella hermosa y apasionada producción;
es el capricho de un poeta que hace mentir á la vi-
da rea l , para pintarse con mayor felicidad.


La impopularidad de Byron llegó á su colmo
después de publicados aquellos versos. Los periódi-
dicos le atacaron, se multiplicaron las caricaturas
contra é l , se le cerraron las sociedades, y se consi-
deraba como un acto de valor el^ecibirle en su ca-
sa. £1 partido aristocrático, del que habia hecho po-
co caso, los Santos á quienes habia ofendido , las
mugeres que creían tener queja de é l , se unieron
para presentarle como un monstruo; y las palabras
de vampiro, de turco bárbaro, de asesino, apenas
pueden dar una idea de l o q u e era Lord By ron, en
aquella época en Inglaterra, desde Jas, mas altas
sociedades hasta los mostradores.


Lord Byron salió de Inglaterra por segunda y
últiva vez, el25 de Abrilda 181G,Desemharcóei)Os-
tende , atravesó la Flandes, y recorrió las márgenes
del Rin. Se detuvo algún tiempo en Ginebra y oeu-


2




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S ,


pó á orillas del lago la villa Diodati, que domina la
vista del Leniari. Apenad llegó á Ginebra, hizo co -
nocimiento eon Shelley y su muger, arrojado de su
paispor la intolerancia. Su conversación original, su
imaginación , que según «na espresion de Moore,
hubiera podido bastar para una generación entera
de poetas, debieron agradar á Lord Byron; y su in-
timidad con aquel hombre tan estraordiuario y des-
graciado , fue seguramente muy favorable al de-
sarrollo de su ingenio. Bastará leer los versos com-
puestos por Byron , después de su amistad con
Shelley para conocer la influencia queel espíritu me-
ditativo y pensSdor de este último ejerció sobre
él. Compárense sino las dos hermosas estancias
de ChUde-Harold{*) con los versos de Shelley, Una
tarde de verano en un cementerio.


Cérea de Ginebra; y durante una semana lluvio-
sa que les impedia salir de casa, fue cuando Shelley,
su muger y Byron se entretuvieron en componer
novelas én el género de historias alemanas, llenas
de escenas diabólicas. Uño de ellas, Frahkenstein,
compuesta por Mistres Shelley; lia quedado como
una obra de talento y originalidad. Byron trazó en


(*) Estancias 72 y " 3 del Canto 111.




B Y R O N . 19


aquella época el borrador del Fampiro, qi^c aban-
donado por él y recogido por su jóVen médico Poli-
tiori, apareció bajo el nombre del poeta, y con el cual
principió entre nosotros la reputación de Byron.


Babia este visto en Copet á Mma. de Stael , que
le decidió á intentar un acomodamiento c o n su es -
posa. No tuvieron éxito los pasos que d io , y poco
después compuso El Sueño {The Dream) en el
cual pinta sus desgracias con esquisita sensibilidad.
Paso Byron de Suiza á Italia, visitó á Milán y Vero-
ua, y se fijó en Venecia en 1816. Esta ciudad conve-
nía muebo aun poeta y á un hombre que necesitaba
distracciones y placeres. Venecia que es una ruina
viviente, tiene encantos para los ingleses, y.allí en-
contró él ademas costumbres sociales que lisongea-
ron , por decirlo asi , el renacimiento de sus pasio-
nes. Tuvo primero amores-coro la joven esposa de
un mercader, llamada Mariana, de estreníada her-
mosura; y al paso que jugueteaba con la infantil
inteligencia de Mariana ,y que era esclavo de sus
caprichos y desuscefos. iba todos ios dias aun con-
vento de frailes armenios para aprender su idioma.
Tampoco estaba ocioso su genio poét ico ; terminó
el tercer canto dé Childe-tfarold; publicó Las I.a -
mentas del Tasso, y compuso el drama d<s Munfrí'-




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


(Li, en que por primera vez se introducían en el tea-
tro los espíritus de la naturaleza , y se convertían
las montañas y los precipicios en seres con quie-
nes se podia conversar, y que obtuvo en Alemania
principalmente un grande éxito. Hay en él una imi-
tación evidente del Faust, de Gcethe, y aunque
Byronno había podido leer este drama en alemán
por no conocer el idioma, se lo había traducido en
inglés Mr. Lewis.


En 1817 pasóByron á visitar á R o m a ; viola en
poco tiempo, porque Mariana esperaba conimpacien-
cia su vuelta; regresóá Venecia y compuso el cuar-
to canto de Childe-Harold, considerado general-
mente como su inspiración mas elevada. Ahora va
amostrarse una nueva faz de su vida, vá á princi-
piar un nuevo desarrollo de su talento.:


Desde su salida de Inglaterra, los sucesos y los
1 ugares habían pEeparado maravillosamente los dos
primeros cantos de Childe-Harold. Solo faltaba á
su gen io , según la espresion de Bosstiet «aquel no
se qué de acabado queda la desgracia» y sobrees-
té punto nada, le quedaba yaque des?ar. Habién-
dose apoderado de él una grave melancolía, todo le
inducía á elevarse sobre un mundo que le rechaza-
ba. Las llanuras de Waterloo. las orillas del la-




B Y I I O N . : M


de Ginebra, llenas de recuerdos de.Tulia , eleva-
ron su pensamiento, que espiritualizaron las conver"
saciones con Shelley; y por último tranquilo en Ve-
necia , mecido por un amor juguetón, viviendo bajo
el cielo inspirador de la Italia acabó su obra mages-
tuosa. Pero la vida se había vuelto á despertar en él,
y la inspiración, en vez de agotar su genio, solo ha-
bía abierto nuevos manantiales; sentíase fértil , y
deslumhrado por su fuerza, se arrojó al mundo y á
sus errores, abandonó á Mariana, y sedirigíóá muge-
res ardientes en el placer, para quienes era el amor
una necesidad y unfuror.


Sus relaciones con Margarita Cogni , forman un
episodio bastante interesante en medio de todas
aquellas amistades fáciles y efímeras á que estaba
acostumbrado. Veamos la descripción que él mismo
lia hecho de aquella persona y del modo como se re-
lacionó con ella. « La fisonomía de Margarita, dice
el m i smo , es uno de aquellos tipos venecianos au
tíguos; su cara es tal vez demasiado larga, pero esta
llena de finura, y el trage nacional le sienta mara-
villosamente.


o En 1817 , durante una noche de verano, nos
paseábamos á caballo N " y yo á lo largo de la Breu-
ta. Éntrelos grupos de la gente del campo, adver-




22 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


timos dos jóvenes las mas hermosas quejamos hu-
biéramos visto. A la sazón habia carestía en el pais,
y yo habia socorrido á algunos desgraciados. Con la
moneda de Venecia se puede ser generoso a' poca cos-
ta, y tal vez se habia exagerado lo que yq habia he-.
cho.Siaquellas jóvenes repararon ó.no « n que las mi-
rábamos con atención no lo sé , pero una de ellas me
gritó en veneciano. «Porqué ya que aliviáisálos der
mas no os acordáis de nosotras ?» Acerqueme á ella,
y le d i je : «Cara, tuséi tmppo bella egiovaneper
aver bisoqna del SOCCQTSQ mió.», —. Si viéraisj c o a -
testó ella, mi cabana, no hablaríais de este modo.n
Toda esta escena pasó casi riéndose, y en muchos
días no volví á ver aquellas jóvenes. Una noche las
volvimos ¿encontrar, y nos hablaron mas seriamen-
te de su situación. Eran pumas ; Margarita estaba
casada, la otra no. Como aun dudaba de lo. que' me
deeian, adopté otro c a m i n o , y les di cita para
el siguientedia.... . y poco?después estábamos per-
fectamente deaouerdo.» Margarita Cogni¿ «mger
del pueblo, violenta, arrebatada, pero hermosa co-
mo una tigre, se apoderó de é l , y en aquella época
convirtióse su casa en un sitio de escándalo y de di-
sipación, en el qué gastó su vida. Entonces fue cuan-
do concibió el tí. Juan, su segunda epopeya; Don




UVllON. 23


Juan que debia ser la sátira de cuanto había visto,
de cuanto le había, hecho padecer, y en la que depo-
sitaba la pintura ideal de la hermosura, y del amor.


Sin embargo no podía permanecer por mucho
tiempo en aquel estado de humillación moral; la vis-
ta de la Condesa Guiccioli le sacó de el. Era una
joven y hermosa romana, casada dos años hacía con
un anciano. Viéronse por primera vez sin resultado,
y una segunda entrevista entregó enteramente á la
joven Condesa á un amor á que Byron correspondió
vivamente. La Condesa tuvo que regresar pronto á
Ravena, su residencia habitual; y Byron Insiguió
allí bajo el pretesto poético de visitar el sepulcro del
Dante. Desde aquel momento vio continuamente á
la Condesa, á pesar de la cólera de su familia y de
ios tardíos celos de su marido. La acompañó á Bo-
lonia; ella fue sola con él á Venecia, y viendo ca-
da vez mas apasionada á aquella joven muger, le pro-
puso el huir juntos. Proposición que causó una vir-
tuosa indignación á la Condesa, que como muchas
italianas, consideraba cosa muy sencilla engañar á
su marido, pero muy odiosa el abandonarle. Propuso
á su. amante como una cosa muy f á c i l , el hacerla
pasar por muerta, y Byron debiósonreírse con la
idea de aquel engaño, tomado del drama de Shaks-




2-1 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


peare. Compuso en Ravena su Profecía del Dante
y el drama de Marino Fallero. De este modo había
llegado hasta el año de 1820.


Las prolongadas relaciones deByron con la Con-
desa , habián dado lugar á la separación de esta de
su marido. Vi vía cerca de R avena, y reducida á muy
cortos medios, consolábase de las riquezas que había
perdido con el amor de un gran poeta. En cuanto
á él, había abandonado el proyecto de volver ¿ I n -
glaterra en el momento de realizarlo. El año de 1820
conmovió toda la Europa. La revolución de Ñapóles
habia dado muchas esperanzas á los patriotas de Ro -
mana, y Byron se había ligado íntimamente con el
Conde Gamba, padre déla Condesa Guieeioliy con
su hermano. Ambos estaban muy metidos en el
carbonarismo, y su amistad comprometió á Byron
en cuya casa se guardaron por bastante tiempo las
armas de los conjurados. Siguiéronse al año inme-
diato las persecuciones de la Santa Alianza, y los
Gamba y la Condesa, tuvieron que abandonar áRa-
vena ; y aunque la residencia en aquella ciudad era
conveniente á Byron, un gobierno suspicaz y la i m -
posibilidad de permanecer lejos d e s ú s amigos le
obligaron á abandonarla. La Condesa se decidió á
ir á habitar á Pisa. En 1821 murió la suegra de




BVB.ON. 25


fiyron, Lady Noe l ; fue una d e s ú s últimas vo-
luntades que su nieta Ada estuviera por muchos
años sin ver el retrato de su padre, y esta renco-
rosa disposición disculpa la aversión que Lord By-
ron le profesaba.


Un lance con un oficial austríaco le obligó á
abandonar á Pisa , donde se hallaba, en 1822, y á
pasar á Genova : allí le esperaban dos grandes pe-
sares. Perdió á su hija natural Al legra , que con -
taba ya mas de cinco años. Quiso que Se la en-
terrase en la iglesia de Harrow, con esta sola ins-
cripción tomada de Samuel: « I r é áella, pero ella
no volverá átní.r El otro suceso que le entristeció
profundamente fue la muerte de Shelley que se
ahogó en el golfo de la Spezzia. Un pasaje de la
carta en que da cuenta de aquella muerte, es de-
masiado notable, para que dejemos de citarle:
« Hemos quemado los cuerpos de Shelley y de W i -
lliams en la orilla del m a r , para que fuese po -
sible el trasportarles y hacerles los funerales. No
podéis figuraros el efecto que causó aquella fúne-
bre hoguera en una playa desolada , con monta-
ñas en el fondo y el mar enfrente, y el aspecto
singular que daban á la llama , la sal y el incien-
so. Todo el cuerpo de Shelley quedó consumido,




26 PüHSOiNAJJiS CELEJUtES.


escepte el corazón en que la llama no quiso pren-
d e r , y que se ha conservado en espíritu de vino.»
Aquella muerte de Shelley, que teaia una imagi-
naeiau tan. estraga, ,que se habia constituido el
enemigo de Dios , que tenia una imiginacion po-
deros* : ¡para sustentar sistema „ tiene; segura-
mente algo de, misterioso. Asi fue que afectó sin-
gularmente á Lord Byron , que como todos los
grandes hombres,, era un poco supersticioso.,


Durante estos tres años de 1820; 21 y 22 cpn-
tinuó Byron su D.Jwn,,á pesar d e q u e en J821
la Condesa le hab^a hecho prometer que no conti-
nuaría aquel poema. Ademas, durante aquel perio-
do aparecieron los dramas Marino Fallero, Sar-
dandpalo, Los dos Foscari, Cain y Werner. En
ninguna época de su vida habia trabajado mas. Su
amor por la Condesa habia calmado su existencia, y
habia vuelto á sus buenas inclinaciones. La pasión
del amor tenia en Byron el singular efecto de
identificarlo con la persona amada. Cuando su in-
digna pasión con Margarita Cogni se habia vuelto
sórdidamente avaro; en Genova , bajo el imperio
de la Condesa, distribuía entre los pobres las tres
cuartas partes de sus rentas. , ( j U r,


Mientras Byron componía sus dramas, seguía




B Y B O H . 27


una guerra de pluma con el Doctor Bowles que
liabia atacado la reputación de Pope, el Boileau de
Inglaterra. Aquella polémica no fue favorable al
talento de Byron , según el juicio del mismo Sher
lley. Este^ ; quaen Duestüo concepto había ejer-
cido una ¡influencia feliz «u el espíritu de By-
ron , le prestó un triste servicio recomendándole a
Mr. Leigh Hunti Á quien ya habia cotíofijd» en
Inglaterra. Lord Byron , á pesar 4e las súplicas
de sus amigos, cooperó con él en la publicación de
una revista: titulada M Liberal,, que no tuyo éxito
lio obstante el termos» prefacio-que, la, precede de
Byron , y que envolvió áeste en las triquiñuelas
que agotaron su paciencia. Persuadióse entonces
que disminuía su reputación, y que tardaría poco
en desvanecerse la admiración que liabia causado
en Inglaterra. Su ánimo babia vuelto á decaer,
cuando los partidarios de la revolución griega pen-
saron en él, considerándole como el hombre cuya
presencia seria mas favorable á la causa de los He-
lenos. Abrazó cou ardor la idea de ir á Grecia, y á
despecho de los ruegos de la Condesa y de su pro-
funda melancolía, se embarra en el mes de Julio de
1823. Al principio el viento le volvió al puerto,
pero fue después favorable, y una vez en alta mar",




28 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


recobró su valor , su esperanza, y como dice To-
más Moore: « La voz de su juventud parccia que
se hacia escuchar aun entre la brisa que le em-
pujaba á las orillas de su querida Grecia. » Diez
dias después de su salida, protegido por un vien-
to favorable, estaba en Cefalonia. En Inglaterra,
donde tiene tanto poder el r idículo , se burlaron
mucho de é l , porque entre las armas que llevaba
habia tres cascos ricamente adornados, acusando
de puerilidad aquel capricho poético. Se ha-soste-
nido mas de una vez, que hay incompatibilidad ver-
dadera entre el espíritu poético y la inteligencia
práctica. Pero la historia que nos ha conservado
los nombres de Alejandro, de César, de Napo-
león , atestigua lo contrario, y la caballeresca car
r e r a d e Byron pudiera aun desmentir aquella
teoría. Poco tardó en probar que si el entu-
siasmo le habia llevado á Grec ia , debia condu-
cirse alli con ju i c i o , firmeza y prudencia. Ins-
truido por un viaje precedente, al paso que
apreciaba á los griegos, no veia en ellos á los
contemporáneos de Miltiades y de Temístocles.
Quiso permanecer en las islas Jónicas hasta sa-
ber cuál era el estado de los partidos en Gre-
cia , y cuáles las necesidades mas urgentes á




BYHOS. 29


que había que atender. Durante «u permanencia en
Ccfalonia se hizo amar por su beneficencia, y apre-
ciar por sus sabias miras. Sin embargo, entonces
le asaltó de nuevo con fuerza el presentimiento
de su próximo fin. El 27 de Diciembre de 1823
escribía á Tomás Moore desde Cefalonia: « Si la
calentura, el cansancio, el hambre ó cualquiera
otra enfermedad alcanzase en medio de su carre-
ra á vuestro hermano.en poesía , como sucedió á
Garcilaso de la Vega, á Kleist y Kcerner, acordaos
de mi en medio de las risas y del vino.» ,


. Pasó al fin á Missolongbi* después de atrave-
sar la flota turca, que estuvo en poco no cogiera
su buque. Alli tomó á su sueldo un cuerpo de
suliotas, con el cual contaba atacar á Lepante.
Fue incansable en calmar las disensiones interio-
res , y pwa dar á aquella cruel guerra hábitos de
humanidad. Muchas.veces.hizo dar libertad á los
prisioneros turcos , y ponia precio, n o á la cabeza
de los enemigos, sino á los cuidados <|ue se tuvie-
ran por salvarlos. Ningún resultado obtenía sin
embargo; tuvo precisión, de. despedirá los suliotas,
y el clima húmedo y mal sano de Missolonghi que-
brantó fuertemente su salud- El 14. de Febrero
salieron los suliotas de la c iudad, y el t~> tuvo




30 P E R S O N A J E S ' C E L E B R E S .


Byron una convulsión horrible, sin que los S H -
liotas amotinados respetaran su estado, entrando
en su cuarto blandiendo sus magníficas armas, y
reclamando B U S derechos. Electrizado Byroh con
aquel inesperado espectáculo, pareció estar curado
por un momento dé su enfermedad; y cuanto
mayor éía la rabia de los .suliotas mas calma os-
tentaba. Pero su enfermedad sé agravó, sin duda
por el régimen demasiado rigoroso que observa-
b a , pues solo s& alinierítaba de legumbres, y no
podia hacer égercicio ó causa del mol tiempo.
Na tenia mas dístraoión que sü perro, y al asis-
tir algunas veces á ver tirar á Jos soldados. Un
día después de haber sudado mucho , sofrió la
lluvia en un bote descubierto, y se retiró á su
casa con calentara > «Por la noche cuando' entré
en su cuarto , dice él Conde Gamba'; ¡estaba ten¿
dido en ira sofá, y tenia pintadas en su sembla lí-
t e l a inquietud y ta »jelancoliñ-- i-Padéa!0 mucho
d i jo , la muerte'fió nie importa, pero no puedo
sOporiar ésta'agonía.» -


Pronto perdieron sus amigos toda esperanza:
y el 18 de Abril de 1824, después de pronunciar
estas palabras: «Ahora es preciso que duerma»
tendió la cabeza y el 19 espiró en brazos de su




BfRON. 31
(¡el criado Fletcher.» He dado , dijo poco antes
de espirar, mi tiempo, mi fortuna, mi salud á
la Grecia, y ahora le doy mi vida. ¿Que mas
podia hacer ? » En sus últimos momentos se
confundieron en sus labios los nombres de su her-
mana, de su Ada , de la Grecia y de su amigo
Hobhouse. Missolonghi celebró con un solemne
duelo los funerales de un grande hombre. Sus
restos fueron trasladados el 22 á la iglesia en don-
de reposaba Marco Botzaris y el general Normann.
Las tropas del Gobierno y casi toda la población
acompañaba el cadáver, encerrado en una caja
de madera, toscamente trabajada. Cubriala un
paño negro , y sobre el se habían colocado un
casco, una espada y una corona de laurel. Nin-
gún fúnebre aparato hubiera podido producir tan-
ta impresión como aquella sencilla ceremonia. El
cuerpo de Byron , acompañado de pocos amigos,
fue depositado sin pompa en la pequeña iglesia
de Hucknall , cerca de Newstead el '10 de Julio
de 1824.










LUIS FELIPE I,


Í5KY DK LOS FRANCESES.


«Puede, considerársele como represen -
tantede la revolución de 1789 , y dé la
de 1830 á un t iempo: en « 1 se personiií-
í a u las ideas ds libertad .V de progreso'
que han suscitado estas dos crisis políti-
c a s . » " • ' • ' ' •


DlCCrONAHIO O B l/¡ CONVEHSABÍÓTÍ.


La Francia con su espantosa revolución de 1789,
rompió los diques que se oponían á sa prosperidad
y grandeza; el Imperio le dìo g lor ia /y aseguró las
conquistas hechas en el pais , por las letras y'las ar-
tes ; la 'Restauración pudo de este modo' establecer
¿1 Verdadero gobierno representativo ; "y al gran
persOiiáge cuya vida Vamos á trazar, eíevciáo al tro-
no por la revolución cíe 1830, es deudora IaFran-




2 PERSONAJES CELEBRES .


cia de su inmensa prosperidad actual, y á su previ-
sión y saber de que no se hayan repetido las escenas
revolucionarias de otros tiempos. La obra de Luis
Felipe, de contener $ espíriturevolucionario, y ase-
gurar sobre el trono á su nueva dinastía , propor-
cionando á la Francia todos los goces y adelantos
materiales que tanto distinguen á la generación y
al siglo actual, sino toda la gloria militar y toda la
influencia política que tal vez hubiera sido conve-
niente ; esta obra dec imos , inmensa a la par que
gloriosa, no podemos nosotros apreciarla debida-
mente , dominados como estamos por las afeccio-
nes y simpatías de Jos mismos sucesos de que somos
testigos ; pero la historia la juzgará , y en ella o cu -
pará Luis Felipe una brillante página: la posteridad
le hará la justicia que muchos de los contemporá-
neos le niegan.


-Napjó f|íf^ÍSr,í'íf}Pe SP,.6 de Octubre de 1773, y
^•onpcido^n un principio bajo, el, título de Buque de
Valpis, tomó al mprií su abuelos} de Duque de
Cbartrep..princjp;ip\s,u edueaciqji el caballero Bon-
nart, ,hom,brc cortesano, de agradable y,cultivado
entendimiento; y por una, singularidad, que aun en
el dia llamaría la atención, el Duque de Chartres dio
después por preceptor al Duque de Valois y á sus j ó -




L U I S F E L I P E I . 3


venes hermanos los Duques de Montu.ensier y de
Beaujolais, á una muger. Pero aquella muger era
Mina, de Genlis, la cual nada descuidó para formar
el corazón y adornar el entendimiento de sus discí-
pulos. Como era natural, sus cuidados se dedicaban
mas particularmente al primogénito: veamos cómo
se esplica la misma preceptora. «¿Cuántas veces
después de sus desgracias me he felicitado por la
edueackjn que le d i ; por haberle hecho aprender
desde la infancia los principales idiomas moder-
nos; por haberle acostumbrado á servirse á sí mismo,
á despreciar, todaí clase d e m o U c i e , á dormir habi-
to al mente'en un lecho de madera, cubierto senei-
Jlamentecoii una estera de esparto; á desafiar el sol,
ta Hada y el frió; á acostumbrarse á la fatiga, ha-
ciendo diariamente ejercicios violentos y andando
cuatro ó cinco leguas, consuelas de plomo, en sus
paseo&ordinarios; yJJnalmente por haberle instruido
¿ inspirado el gusto por ios viajes!» En 1787 , ala
edad de 14 años, acompañó al Duque y á la Duque-
sa de OrJeans en un viaje á Spa, y á su yuelta.se de-
tuvo en Givet, parayer el regimiento de infantería
deGhartres, del cual era Coronel propietario. ¡Al año
siguiente en un viaje que hizo á Normandía.,. visitó
elíMdnteSan Miguel, y mandó destruir la jaula de




4 PERSONAJES CELEBRES


hierro en que estuvo encerrado un gaceter o holandés
durante diez y siete años, por haberescrito contra
Luis XIV . Al estallar la revolución, en la que su
padre fue arrastrado á representar un papel que le
precipitó al fondo del propio abismo que á su desgra-
ciado primo Luis X V I , era natural que el Duque de
Chartres adoptara sus principios; hízolo con el en-
tusiasmo déla juventud , pero con sentimientos en-
teramente rectos, y sin ofuscarse acerca de los sa-
crificios que el nuevo orden de cosas iba á causar
á SU dignidad de Príncipe. Desde el 9 de Febrero de
1790 los tres hijos de Orleans, los dé Chartres, de
Montpénsier y de Beaujolais se presentaron con uni-
forme de la Guardia Nacional en el distrito de San
Roque; y al ver el Duque de Chartres, al tomar la
pluma para firmar, que habían escrito en los regis-
tros todos sus títulos , los rayó y puso en su lugar,
ciudadano deParii. Acababa de afiliarse á una so-
ciedad muy respetable de la cual era fundador el vir-
tuoso Duque de Charost; que murióen 1800, siendo
maireáe uno délos distritos deParis; era \asociedad
filantrópica, y para el joven Príncipe la beneficencia
y la filantropía no eran palabras vanas. Durante el
tiempodesu'educacion, todos sus diasestaban mar-
cados' por actos caritativos y humanos , pues le ha-




L U I S F E L I P E I . 5


bian enseñado, no solo á dar , lo que no es un gran
mérito para los Príncipes, s inoá dar con discerni-
miento. El dia 1.° de Noviembre dé 1790 , fue reci-
bido miembro del club de los amigos de la revolu-
ción de París. Coronel propietario del regimiento de
dragones, número 14, no vaciló en ponerse á su
frente, en un momento en que otros aprovechaban
la menor ocasión de rehuir toda responsabilidad.
Fue á Vandome donde estaba de guarnición su re-
gimiento, y se distinguió allí por un acto lleno de
valor y humanidad. El 23 de Junio de 1791, día de
todos los Santos, dos sacerdotes refractarios á los de-
cretos de la Asamblea, cometieron la imprudencia
de insultar al Santísimo Sacramento que llevaban
dos eclesiásticos juramentados. El pueblo quiso ahor-
carlos ; pero el Duque de Chartres, s o l o , tomó bajo
su protección á aquellos dos desdichados, y después
de inauditos esfuerzos, los arrancó de manos de
los furiosos. La municipalidad reunida pasó á dar
gracias al Príncipe, é hizo constar los hechos en un
acta, que se llamó después la corona cívica de
Pandóme. (*) Destinado á Valenciennes en Agosto


(*) Dicha corona cuidadosamente conservada por los habi-
tantes, se entregó á la Duquesa de Orleans cuando regresó ú
Francia eu iHLí, y esta Princeia , Reina ahora de los france-
ses , la guarda con sumo aprecio.




O 1'liUSONAJES C E L E B R E S .


«le 1891, pasó allí el invierno, desempeñando las
funciones de Comandante de la plaza, como coronel
mas antiguo ; y habiendo estallado la guerra con el
Austria en aquella frontera en 1792, el Duque de
Chartres se distinguió bajo las órdenes del General
Byron, en los combates de Boussu y de Quaragnon.
En la acción de Quievrain, logró reunir las tropas
sobrecogidas por un terror pánico, y el despacho de
Mariscalde Campo, en 7 de Mayo del mismo año,
fue el premio de aquel brillante y primer hecho mi-
Yitarl Mandando una brigada de caballería, peleó á
lar órdenes de Luckner, y concurrió á la toma de
Courtrai. Promovido á Teniente General en 11 de
Setiembre, se le designó" para i r á mandará Stras-
b u r g o , pero pidió continuar eu eí ejército activo.
El 20 del mismo mes se cubrió de gloria en la bata-
lla de Valmy, defendiendo con estraordinario valor
durante todo e) dia una posición difieil, y blanco de
todos los esfuerzos del enemigo. Propusiéronle en
recompensa un mando superior, aunque de organi-
zación,en el departamento del Norte, perolorehusó
igualmente-, prefiriendopelear en aquel ejército-ac-
tivo, que ai parecer le debia proporcionar una, car-
rera mas brillante; ¿no era natural en un Prínci-
pe de 19 años , que n o habia sido educado para




LUIS FELIPE I . 7


estar ocioso, el preterir la vida del campamento á
la vida sedentaria? Entonces en efecto se.había
proclamado la República, y el Príncipe no habia
podido ni debido dejar de prestarle juramento, pues
cualquiera vacilación de parte suya hubiera apresu-
rado la inminencia de los peligros que ya amagaban
la cabeza del Duque de Orleans su padre. El Du-
que de Orleans no existia y a , habia perdido su es-
tado c iv i l , y era so lo , lo mismo que su hijo , el
ciudadano igualdad, cuyo solo nombre era UDa
prueba de que en la desdichada Francia la igualdad
no existia ya para nadie, y menos aun para los
Príncipes, que á pesar de su nacimiento habían
abrazado la causa nacional. En tal estado, induda.
blemente el Duque de Chartres solo era dichoso en
medio de la actividad de los movimientos militares;
y acaso mas de una vez le parecieron un asilo los
peligros del campo de batalla. Después de su r e -
nuncia de un mando superior, pasó por algún tiem-
al ejército del General Luckner , y luego al 'de Bél-
gica mandado porDumouriez. Alífera donde debia
inscribir para siempre su nombre en los anales mi -
litares de la Francia. El 6 de Noviembre, en la glo-
riosa batalla de Jemmapes, mandando el Duque la
divisiou del centro, libró al ejército ¡de un gran




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


desastre, y cambió de repente enun completo triun-
fo una vergonzosa derrota. Condujoal campo de ba-
talla á numerosos regimientos que huían desordena-
dos ; á la cabeza de una columna , conocida por el
nombre del Batallón de Mons, restableció el c om-
b a t e ^ el premio de aquella jornada tue la conquista
de la Bélgica. Pero la República francesa q u e , á lo
menos en este punto, se pareciaá las antiguas re-
públicas, solo recompensó al Duque de Cliartres
con un decreto de proscripción.


Después de la batalla de Jeinniapes, había ido
apresuradamente á Paris , en virtud de una carta
de su padre, para acompañar hasta la frontera á
su hermana, en el diaMlle. Adelaida, que había
recibido la orden del gobierno francés de salir del
territorio de la República , por haber hecho un via-
j e á Inglaterra. Satisfecho aquel fraternal deber,
permaneció en Tournai al lado de la princesa por
algunos días, y alli supo el decreto que acababa de
dar la Convención nacional contra todos los indi-
viduos de su familia, sin escepcion. La primera re-
solución del Duque de Cliartres fue entonces la de
ir á América con los suyos , y con este motivo diri-
gió á su padre el borrador de una carta para la Con-
vención ; pero el Duque de Orleans que entreveía




L U t S F E L I P E I . 9


la posibilidad de hacer revocar aquel decreto, para
s í , para su esposa y sus hijos, se opuso formalmen-
te á aquella determinación. Respetó el Duque de
Chartres su orden , y no se trató mas del particu-
lar; pero no puede negarse que en aquella ocasión
el joven Príncipe dejase de manifestar la previsora
sagacidad q u e , presintiendo el porvenir, consigue
muchas veces disipar sus peligros.


Libre , lo mismo que su padre, del decreto de
proscripción, volvió el Príncipe al ejército, y se dis-
tinguió en el sitio de Maestricht, bajo las órdenes
del General Miranda. El 18 de Mayo de 1793 man-
dó el centro del ejército francés en la batalla de
Nerwinde ; se retiró ordenadamente después de la
derrota, y con su buen sostenimiento en Tirlemont
evitó que aquella gran desgracia no fuese mas de-
sastrosa todavía. Trece dias después, el 31 de Mayo,
tuvo lugar la defección de Dumouriez. Mucho se ha
escrito sobre aquel suceso desfigurado alternativa-
mente por los escritores de diferentes partidos. Du-
mouriez , sospechoso á la Convención, batido en
Nerwinde, no tenia mas alternativa que dejarse
prender al frente de su ejército, ó huir; y tomó
este último camino con los Generales designados
como él á los rigores del partido dominante. El 2




10 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


de Abril liabia interceptado un pliego lleno de ór-
denes de arresto contra casi todos los Generales
de su ejército, MM. de Clmrtrcs, de Valence, etc. ,
siendo firmadas aquellas órdenes arbitrarias , en-
viadas por una simple comisión y no por la Con-
vención , por Duhem. Era legítimo' sustraerse á
aquel indefinible despotismo; y lo que ha compli-
cado la cuestión, son los embustes, las exageracio-
nes que entonces y después publicó el mismo Du-
mouriez, que era particularmente un fanfarrón in-
trigante. N o vacilaremos en colocar en el número
de sus fanfarronadas el proyecto de que se glorió,
de destruir el sistema republicano y crear una m o -
narquía constitucional en favor del Duque deChar-
tres. Muchas gentes han creído que concibió aquel
proyecto, y es c ierto , que en el ejército, lo misino
que entre los moderados del interior , el Príncipe
en cuyo favor se ambicionaba, hubiera encontrado
muchos partidarios. Pero solo, faltaba una cosa á
aquel plan; el asentimiento del principal intere-
sado , demasiado lloarado para querer usurpar una
corona, que acababa de caer en la sangre; demasia-
do buen hijo para autorizar gestiones, cuya ga-
rantía era la cabeza de su padre ; y finalmente de-
masiado ilustrado, á pesar de su estremada juven-




L U I S F E L I P E 1. 11


tud, para ser si instrumento délos proyectos a m -
biciosos y mal concebidos de Dumouriez. De todos
m o d o s , bien conociese ó ignorase los verdaderos
proyectos de aquel General, tuvo precisión el D u -
que de Chartres de unir por un momento su suerte
á la de Dumouriez, gracias á la especie de manco-
munidad que afectaba establecer entre ellos la Con-
vención, y al disfavor con que mirábanlos agita-
dores de entonces el título de Príncipe.


El Duque de Chartres fue al pronto á Mons,
donde estaba el cuartel general austríaco, para pe-
dir sus pasaportes. En vano le propuso el Príncipe
Carlos que se uniera al servicio del Imperio ; el Sol-
dado deJemmapes no quiso pelear contra su patria.
Pasó ¡i Suiza, donde le había precedido la Señorita
de Orleans, acompañada da Mine. deGenlis , r e u -
niéndose con ellas en Scliaffhouse, de donde salie-
ron el 6 de Mayo. Habiendo llegado á Zurick,
donde pensaban establecerse, al darse á conocer los
ilustres proscriptos, á los magistrados, el nombre
de Orleans frustró sus proyectos. Por un ladocreía-
seainenazada la aristocracia helvética con lapresen-
cia de un General republicano, cuya elevada cuna
no le había podido guarecer de las ideas?democrá-
ticas; por otro, los emigrados realistas mostraban el




12 PERSONAJES CELEBRES.


mas pronunciado desvio al Príncipe y ásu interesan-
te hermana. Fuéles preciso partir. En Zug donde
los tres desterrados se presentaron como una fami-
lia irlandesa, vivieron mediante aquel engaño algu-
nas semanas con la mayor tranquilidad; pero pasa-
ron por allí algunos emigrados, conocieron al Du-
que de Chartres, por haberlo visto eh Versailles, y el
mismo dia supo todo el pueblo qué clase de huéspe-
des tenia sin conocerlos. Los magistrados con la
mayor atención, manifestaron gran deseo de que
permaneciesen en su Canton personas q u e , según
decían ellos mismos, edificaban con su conducta
bajo todos aspectos. Pero las gacetas alemanas y
suizas no tardaron en dar una publicidad á la per-
manencia del Duque de Chartres y su hermana en
Zug, que principió á poner en cuidado á los magis-
trados; y el primer magistrado de Zug iutimó por
último al Príncipe y á s u hermana, con toda la
atención posible,. que buscasen otro asilo. Desde
aquel momento , reconoció el Príncipe la cruel ne-
cesidad de separarse de su hermana, para asegurar-
le un refugio menos efímero. La mediación de Mr.
de-Montesquieu, quevivia retirado en Bremgarten,
y disfrutaba del mayor crédito en Suiza, solo con-
siguió que la Princesa y su aya entrasen en el con




L U I S F E L I P E I . 13


vento de Santa Clara, y esto ocultando sus verda-
deros nombres. « En cuanto á vos, dijo él al Du-
que de Cliartres, no tenéis mas remedio que diva-
gar por los montes, sin permanecer en ningún
punto. Si la fortuna os favorece , será para vos una
Odisea, cuyos detalles se recogerán algún dia con
empeño.» Siguió el Duque aquel consejo, y recor-
rió á pié los varios Cantones de Suiza , examinó la
cumbre de los Alpes, y aunque limitado á débiles
recursos pecuniarios, hizo que sus viajes, sirviesen
para su instrucción, al'propio tiempo que encontró
en ellos él origen deun sin número de goces4¡ue le
eran «teseonocidos En medio de sus escursiones,
recibió una carta: del General Montesquieu, por la
que le proponía una plaza de catedrático en el cole-
jio de Reicheuau, en el país de los Grisones. Aceptó
el ofrecimiento , que honraba á la vez á su carác-
ter y á su educación, sufrió un examen preliminar,
y por espacio de ocho meses , bajo el nombre de
Chabaud-Latour (*)• enseñó sin ser c o n o c i d o , la


(') Era el nombre de un caballero protestante que en 1815
fue diputado , y uno délos propietarios del Journal des De-
báis. El certilicado de buenos y útiles servicios dado al Prin-
cipe al salir del colejiode Reichenau, está bajo el nombre de
Chabaud-Latour , y seguramente no es uno de les menos lio-




14 PERSONAJES CELEBRES.


geografía, la historia, los idiomas francés é inglés,
y las matemáticas. No solo quedó airoso como pre-
ceptor, sino que inspiró tal aprecio á los habitantes
de Reichenau , que le nombraron diputado suyo en
la Asamblea de Coire. Entonces fue cuando súpola
muerte de sú padre. A poco tiempo dejó el nuevo
Duque deOrleans á Reichenau, y.pasó áBremgar-
ten á las inmediaciones de M. de Montesquieu, don-
de permaneció bajo,el nombre de Corby , y con
el título de Ayudante de Campo hasta fines,de 1794.
¿Pero puede estar jamás oculto un Príncipe? A fa l -
ta de su persona, cuyo asilo se. ignora, la intriga
y la mentira hacen uso de su nombre y lo esplotan.
Mientras que en Francia un partido corto en nú>
mero y poco bullicioso, soñaba siempre en la mo-
narquía constitucional con el Duque de Orleans, las
gacetas alemanas decian que vivia con fausto y
molicie en un palacio , que según suponían habia
hecho edificar en Bremgarten el General Montes-
quieu ; y sin embargo, el supuesto Corby lo mismo
que su General, estaban faltos de dinero, y ambos
tenían la mas modesta existencia.


noriíicos documentos cjnc pin'dc conservar eii sus archivos tu
casa de Orieans.




LUIS FF.LIPE I . I->


Libre del cuidado de velar de cerca por la segu-
ridad de su hermana que acababa de pasar á Hun-
gría á la inmediación de la Princesa de Gont i , su.
l ia , resolvió el Duque de Orleans ir á Hamburgo
para trasladarse desde allí á América. Al llegar á
aquella c iudad, la escasez de recursos le obligó á
renunciar á su viaje de Ultramar, y resolvió recor-
rer los países septentrionales de Europa. Con una
simple carta de crédito contra un banquero de
Copenhague, era con loque debia hacer frente á
susigasitos elilustre viajero, puesto ya á prueba por
tantas, privaelonesj ¡En aquella capital.,;^ como á
caballero suizo, logró pasaportes para recorrer
libremente el. pais,. Después de haber visitado en
Elseneur el castillo deCroneiwburgo, y el jardín de
Hainlet> pasó el Sund, recorrió la Suecía meridio-
nal hasta el lago de Vener, y se detuvo en Fri-
deriscjkhall, donde murió ;Cárlos X I I . Habiendo
llegado hasta Nosuega, se apresuró á salir de Dront>
he im, á pesftr; de la honrosa y cordial acogida
qlieirecibió pontadas pactes!, sin que se sospechara
8iquiera_su clase. Recorriendo la costa hasta el gol-
fo de. Salten, visitó el Maelstrom , espolio el mas
peligroso de aquellos lugares , y viajó después á
pié con los lapones hasta el cabo de l Norte , á




16 PERSONAJES CÉLEBRES .


donde llegó el 14 de agosto de 1795. Desde aquel
pais, situado á 18 grados del po lo , regresó por la
Laponia á Torneo , en el estremo del golfo de Both-
nia. La llegada de aquellos dos viageros france-
ses, (pues acompañaba al Duque el Conde Gusta-
vo deiVIontjoye) sorprendió á los habitantes délos
lugares donde la munificencia de Luis X V ha-
bía enviadoá Manpertuisen 1736, para medir un
grado del meridiano, bajo el círculo polar. El Du-
que de Orleans acababa de aproximarse al polo cin-
co grados, mas. Recorrió después la Finlandia,
para estudiar allí el teatro de la última guerra de
los rusos y suecos bajo el reinado de Gustavo III;
pero no atravesó el rio Kyméne , cuya corriente
separaba entonces los dominios suecos de los
rusos. La disposición política de la Emperatriz
Catalina, que reinaba á la sazón , no podia ins-
pirar al Duque" de Orleans confianza alguna para
su seguridad personal; y por lo mismo atrave-
sando las islas de.Aland, pasó á Stokolmo. En es-
ta capital, habiendo concurrido á un baile dé la
Corté, al cual creyó poder asistir de incógnito en
«na de las mas elevadas tribunas, fue conocidopor
el enviado de Francia , quien dijo al.Conde de Spar-
r e , canciller de Suecia: « M e ocultáis algunos de




L U I S F E L I P E I . 17


vuestros secretos; no me habíais dicho que estuvie-
se aqüi el Duque de Orleans. » El Canciller no po-
día creerlo. « Es tan cierto, le d i j o , que vedle allá
arriba.» Comprobado el hecho , el Conde de Spar-
re aseguró al Príncipe qué el Rey y el Duque de
Sudermania, (Regente entonces) le verían con satis-
facción. Recibido por ellos el Duque de Orleans
con las mayores consideraciones, y los mas genero-
sos ofrecimientos, solo aceptó el permiso de visi-
tar en todo el reino cuanto llamase su atención. Al
salir de Stokolino pasó alas minas de laDaléear-
l i a , provincia ilustre por los recuerdos de la liber-
tad sueca, y por el nombre de Gustavo-Vasa. Des-
pués de haber visto en seguida el hermoso arsenal
de la marina en Carlscrona, volvió á pasar él Sund
y regresó por Copenhague y Lubéck á Hamburgo,
en el año de 1796. Hallábase' en él mismo añoeu el
Holstein, cuando recibió de la Duquesa viuda de
Orleans su madre, útía carta en la que le anunciaba
que el Directorio no qileria acceder á que cesara el
rigor con que se le trataba á ella y á su familia, si
su hijo primogénito no se embarcaba para el Nue-
vo Mundo El Duque dé Orleans se apresuró á con-
testar. «Cuando reciba mi tierna madre esta carta,
se habrán eumplidbsus órdenes, y yo habré partido




18 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


para América Ya no creo que se haya perdido
para mí del todo la felicidad, pues me queda aun
el medio, de endulzar los males de una madre tan
querida ¡> Habiendo salido de Hamburgo el 24
de Setiembre de 1796, llegó el joven Príocipe á
Filadelfia el Jl de Octubre siguiente. Sus dos her-
manos los Duques de Montpensier y de Beaujolais
que salieron de Marsella en Diciembre de 1795, no
se reunieron con él hasta Febrero de 1797. A c a -
ballo los tres, visitaron los diversos Estados de la
Confederación americana, y aun algunas tribus
salvages. Dirigiéronse después por el Ohioy el Mis-
sisipi.á Nueva. Orleans, donde llegaron á fines de
Febrero de 1798. Desde allí quisieron pasar á la
Habana, pero el Gobierno español que acababa de
dar asilo á su madre en Barcelona, receloso de al-
gunas intrigas políticas, de las cuales.estaba en-
teramente ageno, mandó al Capitán General de
la Habana, por una orden fechada en Aranjuez en 21
de Mayo de 1799, que hiciese permanecer en Nue-
va Orleans á los tres hermanos, sin asegurarles
medio alguno para subsistir. El Duque de Orleans
y sus hermanos que habían encontrado hasta en-
tonces en el Nuevo Mundo consideraciones y liber-
tad, rehusaron sujetares á tan despótica exigencia.




L U I S F E L I P E I . I ! )


Pasaron á la Colonia inglesa de Bahama; desde allí
á Halifax, en donde el Duque de Kerit, uno de
los hijos de Jorge I I I , les acogió con la distinción
debida á su clase; pero no se consideró autorizado
á facilitarles pasage para Inglaterra en una fraga-
ta de la marina británica. Sin desanimarse los
Príncipes con tantas dificultades y estorbos, se
embarcaronentonces para Nueva York, desde donde
les llevó un paquebot al puerto de Falmouth. Lle-
gados á Londres en Febrero de 1800 , se- aproxi-
maron á los Príncipes de la rama primogénita de
Borbon, cuyo destierro partían, apesár de haber se-
guido una opuesta dirección política. De los diez
Borbones que había acogido y que debia acoger
sucesivamente la Inglaterra, solo dos sobreviven
en el dia ; el Duque de Angulema y Luis Felipe:
el uno jamás ciñó corona, y «1 otro soporta actual-
mente todo su peso. Luis XVIII tenia entonces en
Milán su corte errante y solitaria; y el Príncipe
de Conde hacia la guerra siguiéndole. El Duque
de Orleans se apresuró á escribir á Luís X V I I I , y
esta reconciliación reunió por ün toda la familia
dé Francia én un mismo interés. Sin embargo,
la Duquesa viuda de Orleans estaba refugiada en
Figueras, y el Duque su hijo impaciente por verla




20 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


después de tantos.años de separación, se hizo ala
vela para Menorca. Al desembarcar en Mahou, re-
cibió una carta del Príncipe de Conde, proponién-
dole el pasar á servirla causa de la emigración en
Alemania; pero el Duquede Orleans rehusó. Decla-
rada la guerra entre Inglaterra y España ¡ le fue
imposible arribar á Cataluña, y después de haber
hecho un largo .viaje para aproximarse á su madre,
vióse precisado á volverse .á embarcar sin lograrlo.
A su regreso á Inglaterra f el .Duque y sus herma-
nos fijaron su residencia en Twickenhan». La feli-
cidad de aquel apacible retiro se turbó en 1807 con'
la prematura muerte del Duque de Montpensier,
que falleció de una enfermadad de pecho , en 18
de Mayo. Para colino de desdicha , vio el Duque
deOrleans atacado de la misma dolencia a su j o -
ven hermanoel Duquede Boujolais. Siguiendo el pa-
recer délos médicos ingleses, le llevó al clima cá-
lido de Malta (en Mayo de 1808); pero aquella re-
sidencia pareció acelerar su muerte. Desde el mo-
mento en que estiró su hermano, apresuróse el
Duque de Orleans á abandonar aquella isla funes-
ta, y pasó á Palermo, invitado por el Rey Fernan-
do IV. El ilustre desterrado encontró en Sicilia
mas que hospitalidad , pues halló una segunda fa-




L U I S F E L I P E I . 21


milia. Sus desgracias, su valor, sus elevadas cua-
lidades, conmovieron el alma pura y sublime de la
piadosa princesa Amalia, y el Rey de las Dos Si-
cilias pareció dispuesto á fortalecer por medio de un
casamiento, el afecto que el Principe había ins-
pirado á toda la familia real. Antts de que tan
feliz enlace se realizara, deseó Fernando IV que
el Duque de Orleans acompañara á España á uno
de sus futuros cuñados, el Príncipe Leopoldo,: que
iba á reclamar los derechos que--su familia creía
tener ;á aquella corona, después de haberla usur-.
pado Napoleón para su hermano José. Tratábase
de defender la independencia de un pueblo ge -
neroso, y el Duque de Orleans aceptó aquel encar-
g o . Los dos Príncipes anelaron en Gibraltar; pero
el Gobierno inglés hizo conducir á Londres a| D u -
que de Orleans por la misma fragata que le habia
traido de Palermo, y retuvo durante dos meses
en el puerto de Gibraltar al Príncipe Leopoldo,
cuyas pretensiones ademas fueron desechadas por
la Junta de Sevilla. A su llegada á Londres en Se*
tiembre de 1808, se quejó el Duque de Orleans
del proceder del gobernador de Gibraltar ; pero se
le contestó por el ministerio inglés, que era con-
forme á sus instrucciones. No sin poco trabajo conx




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


siguió el Duque salir de Inglaterra á bordo de una
fragata, cuyo comandante tenia orden de llevarlo
á Malta, sin permitir que se aproximase á las cos-
tas de España. Iba él Príncipe á embarcarse en
Portsmouth , cuando se les reunió su querida her-
mana, de la cual tanto tiempo hacia estaba se-
parado. Navegó con ella hacia el Mediterráneo, y
Mego á Malta al principiar el año de 1809. Des-
de allí escribió á su madre , y le eavió al Caba-
llero de Breva], que servia á los Duques de Or|eans
desde su infancia; estaba encargado de arreglar
una entrevista del Duque con su madre, pero du-
rante su viaje á España se multiplicaron en vez
de allanarse los obstáculos. Provenían estos siem-
pre de la sospechosa política de la Inglaterra , y
fuerza es decirlo, estaban sostenidos por las pro-
posiciones que muchos hombres de Estado espa-
ñoles hacían al agente del Duque de Orleans, pa-
ra ponerle al frente del partido nacional. Este asun-
to , según el Conde dé Toreno en su Historia del
Levantamiento, guerra y revolución de Espa-


ña (*) 'se trató con el mayor sigilo en la sección


i.') Véase las páginas l i e y siguientes del tomo tercero de
dicha obra.




L U I S F E L I P E I . 23


de Estado de la Junta , y D. Mariano Carnerero,
oficial de la Secretaria del Consejo, tuvo el encar-
go de pasar á Cataluña á asegurarse dei efecto que
produciría allí la presencia del Duque de Orleans.
El resultado de estas investigaciones fue que el
Principe seria recibido con entusiasmo, sobre todo
en Cataluña, donde se conservaban monumentos
déla gloria de su antepasado el Príncipe Regente,
y la reciente memoria de las virtudes de su madre.
En vista de estos informes, resolvió ía Junta Cen-
tral que se daft'a a l Duque de Orleansel mando de
un cuerpo de tropas que debía ¿perar en la fron-
tera de Cataluña. La invasión de las Andalucías
por los franceses después déla batallada Oca ña,
destruyó este proyecto. El Príncipe que permane-
cía en Malta se decidió á volver á Palermo, donde
se fijó el dia de su matrimonio; pero 1 por cuanto
hay en el mundo no hubiera querido ver á su ma-
dre faltar á la celebración de un himeneo que de-
bia colmar de gozó su corazón. Pasó de Sicilia á
Menorca, donde por fin estrechó en sns brazos
á la que le había dado el s e r , y de regreso á P a -
lermo se casó solemnemente el 25 de Noviembre
de 1809 con la Princesa María Amalia , Reina en
el dia de los franceses, y madre feliz de una




24 P E R S O N A J E S CELEBRES .


numerosa y floreciente familia. Después de seis
meses de este enlace, se vio invitado del modo
mas ostensible por la Junta de Sevilla. D . Maria-
no Carnerero fue á encontrarle con el mayor se-
creto, y e> Duque aceptó el mando que se le ofre-
cía, Salióde Palenuoel21 deMayode l&iQ > y de-,
sembareó en Tarragona; pero llegaba en momen-
to; poeo oportuno, Lérida acababa de rendirse, y
Odónell y el ejército de Cataluña estaban desvara-
tados. Ademas el Duque de, Qrleans, al desembarcar
no encontró los poderes necesarios para que se le
confiriese bl mando. Conoció, por fin, que el pro-
longar su permanencia en Cataluña podia llamar
á-aquella provincia todas las fuerzas enemigas, y
se decidió ápasqr á Cádiz, donde llegó el 20 de
Junio. La Regencia se vio entonces en ej mayor
compromiso. « Ella habia sido quien habia, llamaT
do al Duque, ella quien le habia ofrecido un.man-
d o , y por desgracia las circunstancias no permi-
tían cumplir lo antes prometido. Varios Genera-
les españoles, y en especial Odonnell miraban con
males ojos la llegada del Duque ; los ingleses re-
pugnaban que se le confiriese autoridad ó coman- (
dancia alguna, y las Cortes ya convocadas impo-
nían respeto, para que se tomase resolución con-




LUIS F E L I P E I . 25


traria a tan poderosas indicaciones. El de Orleans
reclamó de la Regencia el cumplimiento de su ofer-
ta , y resultaron contestaciones agrias. Mientras
tanto instaláronse las Cortes, y desaprobando el
pensamiento de emplear al Duque manifestaron á
la Regencia que por medios suaves y atentos, indi-
case á S. A. que evacuase á Cádiz. Informado el de
Orleans de esta orden, decidió pasar á las Cortes, y
verificólo el 30.deSetiembre. Aquellas no accedie-
rou al deseo del Duque de hablar en la barandilla
mas le contestaron urbanamente yeualcQrrespon-
ilia ala alta clase de S. A. , y á sus distinguidas ¡pren-
das. Desempeñaron el mensage D . Evaristo Pérez
de Castro y el Marqués de Vijlairanca, Duque de
Medinasidonia. Insistió el de Qrleans en que se le
recibiese, mas los diputados se mantuvieron firmes:
entonces perdiendo S, A , toda esperanza se embar-
có el 3 de Octubre, y dirigió su ru mbo á Sicilia á bocr
do de la fragata de guerra esperanza,


«Díceseque mostró su despecho en una carta es-
crita á Luis XVIII á la sazón en Inglaterra. Sin
embargo las Cortes en nada eran culpables, y cau-
sóles pesadumbre tener que desairar á un Prínci-
pe tan esclarecido. Pera creyeron que recibir á S. A
y no acceder á sus ruegos, era talvezofenderle




26 PERSbMAJÉS CELEBRES.


niaS gravemente. La Regencia «iertoque procedió
de ligero y no con sincera fé, en hacer ofrecimien-
tos al Duque > y dar luego por disculpa para no
cumplirlos que él era quien hábia solicitado obte-
ner m a n d ó ; efugio indigno de un gobierno noble
y de porte desembozado. Amigos de Orleans han
atribuido' á influjo de los ingleses la determina-
ción de las Cortes; se engañan. Ignorábase en ellas
qué el Embajador británico hubiese contrarresta-
do la pretensión de aquel Príncipe. El no escu-
char á S. AL, nació solo de la Intima convíecion
de que entonces desplacía á los españoles general
que fuese francés, y deque el nombre de Borbon
lejos degrangear partidarios en el ejército enemigo,
solo serviría para hacerle á este mas desesperado,
y dar ocasión á nuevos encarnizamientos » (*).
- De vuelta á Palermo en Octubre dé 1810, á po-


cos dias de haber nacido su hifo primogénito, en-
contró el Duque de Orleans allí á Fernando IV con
la parte de su Corte y de su ejército que le habia
seguido á Sicilia. Los sucesos de la guerra conti-
nental habían precisado á aquel Monarca á abán-


H Lolcjue. precede es copiado testualmentc de )a obra ci-
tada de! Conde de Toreua,




LUIS FELIPE I . 2?


donar la parte napolitana desús Estados á Joaquín
Mufat. Retirado el Duque de Orleans en el campo,
vio realizarse sus tristes vaticinios con respecto á
las desavenencias de la Corte, y como se dice en
la Biografía de los vivientes «la Europa entera
admiró eu aquella ocasión delicada, la pruden-
cia que S. A . manifestó , colocado entre el apego
á los intereses de su nueva patria, y sus deberes
con SS, MM. Sicilianas.» Lord Guillermo Bentink
llegó con plenos poderes de Inglaterra, y las tro -
pus inglesa* ocuparon á Palermo. El Rey dejó el
ejercicio de su autoridad al Príncipe heredero. D u -
raba aun el trastorno y la anarquía en Sicilia,
cuando en 23 de Abril d e 1 8 1 4 , un navio inglés
llevó á Palermo la noticia inesperad* déla restau-
ración de los Borboues en el trono de Francia. El
Duque de Orleans deseoso de volver á ver su patria
pasó á París, y,se presentó en Palacio el 17 de
Mayo, No podemos decir que lé recibiese con c o r -
dialidad Luis X V I I I : aquel Monarca no manifes-
tó jamás ún grande afecto al D u q u e , quien solo
oponía $ü respeto y su silencio á las poco aten-
tas salidas del Monarca burlón y rencoroso. No se
le negaron sin embargo los honores debidos á la
clase elevada que le había proporcionado tan d i -




28 PERSONAJES C É L E B R E S .


latado destierro, y se le nombró Coronel general
de Húsares. En Julio de 1814 pasó el Duque á Pa-
lermo en busca de su familia , y en fines de Agos-
totuvo la satisfacción de conducirla al Palacio Real.
Allí disfrutaba en paz de la felicidad doméstica
y dé la consideración debida á sus personales vir-
tudes, sin importarle nada algunas desavenencias
de etiqueta.


Pero el desembarco de Napoleón en Cannes, en
Marzo de 1815, vino i causar al nuevo huésped de
ías Tullerías mas serios cuidadas. Luis XVIII vaci-
ló''de pronto acerca de la conducta que debia obser-
var con su pr imo; mas por último le envió á llamar
para comunicarle sus intentos, y las sospechas in-
justas déla Corte contra el Príncipe desvaneciéron-
se entonces. Recibió la orden de pa'sar á Lyon á
la inmediación del Duque de Angulema •, para de-
tener, como se esperaba todavía, la marcha del
Emperador. Reunidos lqs dos Príncipes en aquella
ciudad, conocieron la imposibilidad de impedir á
Napoleón la entrada en la segunda ciudad del reino.
El Duque de Orleans, de vuelta á París , hizo salir
á su familia para Inglaterra, quedándose solamen-
te su hermana á su lado. Había ya pasado el tiem-
p o e n (fue Lilis XVIII recibía con frialdad á su pri-




L U I S F E L I P E I . 39


nio : el 16 (le Marzo el Duque acompañó al Rey en
su coche á la sesión regia. Asistió igualmente al
consejo que se celebró para decidir por qué lado
se retiraría Luis XVIII ; y como su parecer fue siem-
pre de evitarla guerra c iv i l , combatió con fuerza
el de los que querían que el Rey se dirigiese sobré
el Loira. En aquella misma noche salió para en>
cargarse del mando del departamento del Norte.
Llegado á Peroone el 17 , encontró allí al Mariscal
Mnrtier., qué había sido su compañero de armas en
la memorable campaña de 1792, y que se apresuró
á dar á recouocer al Príncipe como comandante
en gefe. Desde al l í , visitó el Duque á Cambrai,
Douai , Valenciennes y Lila. El 20 de Marzo comu-
nicó á todos los Comandantes la instrucción « de
hacer que todas las opiniones cediesen al grito ur-
gente dé la patria.» Aquella misma noche el te -
légrafo de Lila había transmitido un aviso de Na-
poleón , anunciando su entrada en París. El Du-
que de Orleans continuó sin embargo sus opera-
ciones hasta el 23 ; ¿pero qué podían todos sus es-
fuerzos, todas sus buenas intenciones contra la dis-
posición , del ejecuto ? Al llegar el Rey á Lila
el 22, se apresuró á salir al siguiente dia , sin dejar
al abandonar la Francia , instrucción alguna al Du-




30 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


que de Orleans. -El mismo Príncipe abandonó el 24
la capital del departamento del Norte, para pasar
á Inglaterra á unirse con su familia.


Twickenham volvió áser , después de tantas vi-
cisitudes, la residencia del Duque de Orleans ; pero
lo intriga y la calumnia turbaron aquel retiro. lu-
ciéronse insertar bajo su nombre, en los papeles in-
gleses, protestas y profesiones de fé hechas adrede
para colocarle en mala situación con la rama pri-
mogénita ; pero el Príncipe se apresuró á desmen-
tirlas. La batalla de Waterloo volvió por segunda
vez á los Borbones á la Francia; y al regresar el Prín-
cipe á París en 1815 , tuvo que hacer levantar el
secuestro que durante los cien dias se habia puesto
al Palacio Real y sus demás bienes. Luis XVIII
siempre prevenido contra el primer Príncipe de la
familia, no podia perdonarte las muestras de apre-
cio y aun los votos de que habia sido objeto el Du-
que de Orleans en medio de la Cámara de los repre-
sentantes, después del desastre de Waterloo. Le -
vantado el secuestro, el Duque de Orleans volvió
á pasar el Estrecho en busca de su familia ; y á
su regreso en el mes de Setiembre, usó del decre-
to del Rey que llamaba á los Príncipes á tomar
asiento en la Cámara de los Pares. Allí tuvo ocasión




L U I S FELIPE I . 31


de manifestar á la Francia sus opiniones y senti-
mientos.


Su noble lenguaje, que aplaudieron los Minis-
tros del R e y , no obtuvo la adhesion de la Cámara


y sirvió solo para irritar contra el primer prin-
cipe de la familia Real á los gefes del partido
reaccionario. No pudiendo dudar el Duque de Or-
leans de la inutilidad de su presencia en la Cámara
délos Pares, se condenó nuevamente á un volunta-
rio destierro, á fin de dejar al tiempo que calmara
las pasiones; y por tereera vez volvió á v e r á
Twickenham. De vuelta á Francia en 1817, cuan-
do parecía que el gobierno tomaba una marcha
mas moderada, se dedicó enteramente á la educa-
ción de su numerosa familia, y al cuidado de a d -
ministrar, con tanto orden como grandeza, su for -
tuna. Amante de las letras, cuyo cultivo le había
consolado en su destierro , se rodeó de todas las
notabilidades independientes, y supo indemnizar-
las con nobleza de las persecuciones de la injusti-
cia del poder. Varios literatos distinguidos pue-
den recordar en el dia , con orgullo, el tiempo
en que eran pensionistas del Duque de Orleans.
Honraba con su amistad á muchos de los gefes
de la oposición constitucional, á aquellos cuya




S2 PERSONAJES - C E L E B R E S .


prudente y mesurada conducta, nada comprome-
tía de lo que á la sazón existía en Francia , pues
distaba mucbo de aprobar á los que querían ha-
cer servir su nombré de punto de reunión para
hostilizar ala rama primogénita ; y bajo este as-
pecto y tuvieron razón de quejarse muchos escrito-
res, de que el-Duque de Orleans no era de su
partido.


Después del casamiento del Duque de Berriy
el Duque se presentaba con mas frecuencia en la
Corte ; pero Luis XVIII no le recibía jamás con
cordialidad, y rehusó con obstinación el dar á
los príncipes de Orleans el tratamiento de Alteza
Real s á pesar de estar conforme por todos estilos
con la práctica. Carlos X á su advenimiento al
trono se apresuró á reparar aquella injusticia, y
consintió en que el Duque de Borbon transmitiese
su inmensa herencia al Duque de Aumale . uno
de los hijos de Orleans. Una perfecta, amistad
parecía unir á los gefes de las dos ramas francesas
de la casa de Borbon , cuando los fatales decretos
de Julio de 1830 , transformaron de repente a
Parisen un campo de batalla, y estrellaron en el
suelo de las barricadas la corona del obcecado
Carlos X .




L U I S FEL IPF . I . 83


Estábase peleando todavía, cuando se estable-
oióuna Comisión provisional en la casa del Ayunta-
miento para cuidar de los asuntos mas urgentes? se
organizaron comisiones municipales y se formó la
Guardia Nacional. Desde los primeros momentos,
alguBos! Diputados influyentes se habían puesto en
relaciones con el Duque de Orlearis: S. A . R . a c o -
gió sus indicaciones Con el perfecto aplomo que
siempre ha arreglado su conducta política; y le i m -
ponía ademas aquel comedimiertto> su lealtad hacia
Carlos X . Nada sin embargo podo Sustraerle al
poder y á la espantosa responsabilidad qué se le pre-
sentaba. Los Diputados en su sesión de 30 de Ju
l i o , acordaron que se invitase al Duque de Orleans
á desempeñar las funciones de Lugar Teniente Ge¿
neral del Reino. No habiéndole encontrado en Pa-
rís la comisión encargada de llevar aquel mensagé,
se le envió por escrito. El Príncipe con toda sú fa-
milia dejó las frescas sombras de Neuilly y y s e p u ^
so en camino en uno de esos carruages Omnibm¡
quede aquel suceso conservaron el nombré de Or-
lewMsas: Llegó ei Duque al Palacio Real álas4>n-
ce : «de la noche , y al siguiente dia por la mañana
recibió á:la- diputación, Aseguró á esta de todo«u
deseo 'de preservar á la Francia de los desastres de




34 PERSONAJES CELEBRES .


la guerra civil y estrangera, y al terminar dijo:
ii las Cámaras van á reunirse, ellas cuidarán de los
medios de asegurar el reinado de lds leyes, y el sos­
ten de los derechos de la Macion: la carta será
de hoy. en­, adelante una verdad." El primer de­
creto dado por el Lugar Teniente General, el 1.°
de Agosto , mandaba, adaptar la escarapela nacio­
nal. El­mismo dia­ convocó Jas Cámaras para el 3.
de Agosto. La comisión munieipal de París, con
el Gensral Lafa.yatte á su cabeza fue á dimitir sus
poderes enmal las del Príncipe; pero S. А. В..
dgsoues de deliberar con: su Consejo , rogó á los
miembros que la componían que continuaran pro­
visionalmente en sus funciones en cuanto fuere re­
lativo á Ja seguridad interior de París. El Prín­
cipe aabia encontrado á los Ministros ó mas bien
á Jos comisarios oombradospor la comisión muni­
cipal , paca .cada departamento, y ­tomados de to­
dos los colores constitucionales de ambas Cámaras.
El Lugar Teniente .General cambió en parte es­
tos destinas. Desde e l l . " de Agosto se vjó predo­
minar la influencia de Mr. Guizot en el minis­
terio del Interior del que se acababa de encar­
gar ; y (ion <muy cortas escepciones , Pos nom­
bramientos de prefectos anunciaron de parte dé




L U I S F E L I P E I . 35


dicho Ministro una tendencia monárquica. .Ya se
habían anulado todas las condenas por delitos de
imprenta, y detenido todos los procedimientos; ya
no se administraba justicia sino, bajo el .nombre de
Luis Felipe de Orleans, Duque de Orleans, Lu-
gar Tejiente General del Reino. Formábanse por
do quiera sociedades populares, y la autoridad que
no las veía con gusto , no atreviéndose á tomar so-
bresí el prohibirlas, se contentaba cpn enviar á ellas
hombres que las turbaban con sus murmullos, ó
lasteoiau odiosas coa sus, exageraqiop.es» Esta eom- ,
binaeipade hprabresKjpuestQS y de .contradictorias
medidas, al paso que calmaba los terrores íprpfunr
dos dejoshpmbpesenemigos d é l a revolución 4 e
Julio i exasperaba i los amigos de una libertad re*
publicanai, ¡Cuántos-u^>$ivp$,,paracomplicar lasl*
tuacion del Príncipe , y para : crear grandes dificul-
tades ! Pero • no habia dejado,de prever la. necesi-
dad; de ponerse en aparente ,-coptrad.iccion consigo
mismo-: y estos obstáculos ^espantaban tan poco,
como:poco le deslumhraba.Ja popularidad,de laca- .
He,. á la cual «ra preciso entregarse en losprime-
roa momentos. De ahí. provino el origen de ese sis-
tema quenepa, desprecio se ¡ha llamado/usto medio:
el único tal vez, praoticablaen, circunstancias y con-




3fi P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


diciones tan estraor'dinarias. Establecida ya la situa-
c i ó n , precisó era defenderla á toda costa contra el
pueblo délas barricadas, y contra la Europa alar-
mada y poco benévola, ¿ Y qué hombre de buena fé
se atreverla á acusar de haber llenado mal esta do -
ble misión al Príncipe que á despecho de los mo-
tiües , de las conspiraciones y de las máquinas i n -
fernales , es aun en Francia el único earnpeón del
orden público, y en Europa el mas firme baluar-
te de la Monarquía constitucional ? Sin embargo
Carlos X por un decreto fechadd ert Ranibouillét
el l . ° de Agosto, había nombrado al Duque de
Orleans Lugar Teniente General del Reino ; pero
hacia ya dos días qiief él Principe désétripeñaba tan
elevadas funciones, y creyó conveniente n'o Usar
dé aquélla tardía disposiciow. El mismo dia anun-
ció''el periódico oficial que el 'Lugar Teniente G e -
neral del Reino había depositado en los Archivos
de la Cámara de los Pares el acta de abdicación
de Carlos X y del Delfín , en favor del Duque de
Burdeos, bajo el nombre de Enrique V. El 3 de
Agosto se verificó la apertura dé'las Cámaras , y el
discurso del Lugar Teniente General enaquella so-
lemnidad, presentaba bajo una forma noble y sen-
cilla á la vez, el resumen de lo que acababa de




L U I S F E L I P E I . 37


gueeder en algunos días. Pqr,un decreto del mis-
mo día, llamó el Duque de Orleans á tomar asiento
en la Cámara de los Pares, á sus dos hijos mayores
los Duques de Chartres y de Nemours , á quienes
acababa de conceder el gran eordou de la Legión de
honor. Todas las disposiciones del Príncipe, todas
sus respuestas á las diversas diputaciones de las
ciudades, contribuían :á sostener el popular entu-
siasmo, pudiéndose citar entre sus actos, la pen-
sión de 1,500 francos concedida por S, A . IV., de su
peculio, á RougefcDelisle, autor del himno de las
tnarsellesos.


La Cámara de Diputados marchaba apresurada-
mente por la nueva carrera que se le había abierto.
El 7 de Agosto, la Cámara electiva declaraba va-
cante el trono, y llamaba á ocuparle al Duque do
Orleans. Pasó reunida al Palacio Real, y su vice-
presidente Mr. Laffitte, leyó al Príncipe el acta de
Constitueion, Concluida- esta , contestó el Duque;
«Recibo con grande emoción la declaración que me
presentáis, que considero campja espresion d é l a
voluntad nacional, y conforme con los principios
políticos que he profesada toda mi vida. Lleno de
recuerdos que siempre me habían hecho desear que
el destino no me llevase á ocupar el t rono , libre




38 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


de ambición, y acostunibrado á la vida tranquila
qué pasaba con mr familia, no puedo Ocultaros to-
dos los sentímientoSque agitan mi coraron en' ésta
grande circunstancia; peío hay uno que los domi-
na á t o d o s , el amoT'tíehiipDis';' sé lo que méprés-
eñW, y 10'Haré.» Á\ concluir este discurso; el Prín-
cipe abrazó'con ternura á Mr. Laffite, Millares de
voces pedián en los patíos del Palacio Real que se
preséntase el Príncipe, el cual salió al balcón con
a Reina y s u s hijos, á quienes presentó al- pueblo.
Admirado Lafayétte de aquel entusiasmo y"hofne-
nage universal, dijo tomando la mano al duque de
Orleáns: « Hemos hedió cosas1 grandes-, sois él Prín-
cipe que' ños conviene; es la mejor tk las repú-
blicas. » por la noche, la Cámara de los Pares,
llevando á su cabeza á Mr. Pasquier , nombrado
Canciller en virtud de la dimisión hecha por- Mr.
Pastoret, presentó al Duque de Orleáfos su adición
á la declaración <ié la Cámara de los Diputados. El
9 se celebró la sesión regia, en la que pronunció el
Príncipe el juramento que le hacia Rey. El 1! de
dé Agosto organizó su Ministerio, en que eonser-
várotf sus5 puestos MM. Dúpont de l'Eure* Gérard,
Guizot y Luis ; Mr. de Broglie ocupó e l Ministe-
rio de Instrucción Pública, Mr. MOlé el de Negó-




. L U I S F E L I P E 1. 3&


cios estrangeros, y Mr. Sebastian! el de Marina.
Entonces principiaba entre los partidos una lu-


cha de palabras, que encubría, con un aspecto ca-
si pacífico, la verdadera lucha de las cosas. Mas
adelante habia de principiar la querella de aunque
Borbon, ó de por ser Bórbon , lucha que dividió
no solo á las Cámaras y á los hombres de partido,
sino también á los Ministros y hombres de Esta-
do . Con todo , la Cámara electiva presentalla en 9
de Octubre un ménsage al R e y , cuya tendencia
era á Ja abolición de la pena de muerte. Luis' Fe-
lipe, colocado siempre á la altura dé las circuns-
tancias , dio la respuesta mas acertada á aquel rheu-
sage, q u e , cuando se preparaba el proceso de los
ministros, podia ser tan diversamente juzgada por
los partidos, n El deseo que manifestáis, dijo S. M.
estaba en mi corazón desda mucho tiempo^ Testi-
go en misjuveniles años del espantoso abuso que
se ha hecho de la pena de muerte en causas polí-
ticas, y de todos los males quede ello han resulta-
do á la Francia y á la humanidad, he deseado
con constancia y vivamente su abolición. La me-
moria de aquéllos tiempos desastrosos , y los d o -
lorosos sentimientos que me oprimen cuando los
recuerdo, os garantizan cuanto me apresuraré- á




40 PERSONAJES C E L E B R E S .


hacer que se os presente un proyecto de ley con-
forme con vuestros deseos. El mió no se hallará
completameote satisfecho, hasta que hayamos bor-
rado enteramente de nuestra legislación todas las
penas y todos los rigores que la humanidad y el
actual estado dé la sociedad rechazan.» Ya en 14
de Setiembre una memoria pasada á la Cámara por
Mr. Guizot, de losados déla administración, ha-
bía probado que el nuevo Rey estaba servido* por
hombres que habían considerado como una cosa se-
ria la misión de renovar el Gobierno, y se hicieron
en consecuencia muchas variaciones en dependien-
tes de todos los ministerios.


Sin embargo amenazaba la Vandea; el motín
marchaba con la cabeza erguida durante el proceso
de los Ministros, y después en la revuelta de San
Germain-L' Auxerrois, y del Arzobispado. Mos-
trábase la Europa poco benévola, y hubiera sido
amenazadora, s ise hubiese atrevido á ello; pero
mientras esperimentaba en la persona de Luis Fe-
lipe el Monarca mas hábil y fuerte de su época,
la vida modesta y sencilla del Rey ciudadano, le
infundía casi tanto miedo como la imponente ap-
titud de Bonaparte. Entonces el R e y , aunque en-
tregado á su popularidad, no descuidaba los re-




L U I S F E L I P E I . 4t


cursos déla diplomacia ; y no estaba lejano el dia
en que el hombre de la pazá todo precio , debia
obligar á que le reconocieran como Hermano pal ia-
do , á esos Reyes y Emperadores, cuya 1 mayor parte
habían llevado el yugo de Napoleón;'Del mismo mo-
d o , el hombre del justo medio pareciendo que ha T
oía siempre concesiones, debia conseguir desarmar
y encadenar á todos los partidos, á fin de reducirlos
al punto de no tener ya contra él mas que las ar*-
mas antifrancesas del asesinato. Para desarrollar
todos estos resultados, para deducir las causas os-
tensibles y secretas de é l , seria preciso'traspasar los
límites de una biografía, y escribir una historia. En
13 de Marzo de 1831 , Casimir Perier había reem-
plazado á Mr. Laffitte ¡en la presidencia del Con-
sejo , y había pasado el tiempo de las concesiones
republicanas, y de los hombres de Estado de hala-
güeñas utopías. Casimir Perier llenó su misión, y
murió de fatiga en 16 de Mayo de 18S2. : ' •'


Luis Felipe había recorrido la Francia en 1831,
y podido ver también que por do quiera se deseaba el
orden, por medio de instituciones liberales y verda-
deras. Y poco á poco se habia pronunciado la Eu-
ropa en favor del nuevo gobierno.


Verdad es que el Rey nada habia descuidado




42 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


para inspirar á la Europa un saludable temor de las
fuerzas de la Francia, y era ya mucho á los ojos de
la Europa un Rey creado el 7 de Agosto de 1830,
que en 3 de Febrero de 1831podiarehusar para sü
hijo la corona .de los Belgas. Algunos meses déSr.
pues, Leopo ldo , Duque de Sajonia Coburgo , era
Rey d e Bélgica, y el casamiento de este Príncipe
con la hija mayor de Luis Felipe debia asegurar en
1832 la influencia de la Francia en el nuevaRei -
no . ¡ Dichoso Luis Felipe si su simpatía enteramen*
te francesa en favor de,la Polonia, hubiera podido
obtener los mismos resultados! Habíanse renovar
do ó celebrado tratados de comercio con los Esta-
dos Unidos, y con las Repúblicas dé Méjico y de
Haití ; en las aguas del Tajo había hecho capitular
á D . Miguel , y eu el mes de Julio de 1831 , los
bdqúes.de guerra portuguese^estaban en poder de
la Francia,, y flotaba el pabellón tricolor en los mu-
ros de Lisboa; todo se preparaba para el estableci-
miento del gobierno de DoñaMaría. Sin embargo el
tratado de 15 de Noviembre de 1831 , que debia
consumar la separación de la Bélgica y de la Ho-
landa , no tenia cumplimiento por parte del Rey de
Holanda. Luis Fel ipe , para llenar los empeños
contraidos para con la Bélgica, envió úua escua-




L U I S F E L I P E I . 43


dra á la embocadura del Escalda, y el valor de las
tropas, animado por la presencia de los jóvenes
Principes, los Duques de Orleans. y de Nemours,
hizo que se entregase la cindadela de Ambefees.:-


Pero-¡la Francia distaba mucho de estar tranr
quila en lo in ter i o rentonces tuvieron: lugar ;lOS
alborotos de Junio enParís, con motivo dé las.exe-
quias del General Latnarque; nuevos movimientos
legitimistas en la Vandea; Ja presencia de la Duque-
sa deBerry en aquel país, su arresto y las diversas
circunstancias de su detención en la fortaleza de
Bl*ye; analmente la primera tentativa • de asesinato
contra el 'Rey el 19- de Noviembre de 1 8 3 3 a l tiem-
po de ir al cuerpo legislativo. El trono de: Jiilio pa-
recía estar- comprometido; pero por fortuna para
Luis • Felipe, -con perder -á. Casimir Perier, solo
había perdido un brazo fuerte. Colocado por la aaüi-
mácion de los pueblos en el timón del Estado, n o
le espantaron las facciones, ni los personales peligros,
ni la medianía ó los falsos intereses dé los hombres
de Estado, que la fluctuanta mayoría de~ las Cámaras
le précisabaá tomar ó dejar. No tardó en renovar-
se el combate en Lion y en las calles: de Parisenel
mes de Abril de 1834: aquellos y otros desórdenes
fueron reprimidos por la firmeza del Gobierno ¿ y




44 PERSONAJES C E L E B R E S .


la lealtad y demiedo déla tropa y de la Guardia Nar
cional.


Los asuntos de la Península ocupaban la aten-
ción de Luis Fel ipe, y en 1834, concluyó uu tra-
tado con el Rey de la Gran Bretaña y las Reinas de
España y Portugal, cuyo objeto era sostener el tro-
no constitucional en la Península, sin recurrir sin
embargo ala intervención armada. No seremos se-
guramente nosotros los que aplaudamos la línea de
conducta seguida por el Gobierno: del Rey de los
franceses, y la falta de la cooperación activa que po-
día haber empleado , para poner mas pronto fin á la
guerra c iv i l , conservar y aumentar su influencia
en la Península, y evitar los siguientes trastornos,


En 28 de Julio de 1835, principió una serie de
nuevos peligros para Luis Felipe. El asesinato reem;-
plazaba al mot ín ; y el atentada de Fieschi transfor-
mó eú un día de luto uno de los aniversarios de los
tres dias. La Providencia protegió al R e y , pero vie-
se: perecer á su lado al ilustre Mariscal Mortier, á
quien apreciaba mucho desde que mandaron jun-
tos en el departamento del Norte en 1815, Aquel
atentado reunió á muchos en torno de Luis Felipe,
y la Cámara se apresuró á facilitar > á su gobierno
nuevos medios de consolidar el orden público. La




LUIS F E L I P E í . 45


feliz espedicion de Máscara sostenía en África la
gloria de las armas francesas, y honraba al Duque
deOrleans que había tomado parte ensus fatigas y
peligros: ¡Feliz la Francia , si la mala inteligencia
que se promovió entre el Comandante superior de
Argel y los ministros del Rey, no hubiera compro-
metido la gloria de sus armas delante de Constanti-
no ! En esta ocasión, como en Amberes, como en
Máscara, Luis Felipe habia querido verá sus hijos
satisfaciendo su deuda para con la patria, y c o m -
partir Jos peligros dé los demás Hijos de la Fran*
cia. ¿ Hablaremos acaso de la ridicula disputa «orr
un cantón suizo , que terminó en cuanto por con-
ducto tranquilo pudieron llegar á los honrados y
quisquillosos aliados de la Helvecia, las palabras
del Rey de los franceses? ¿De la tentativa deSt ías-
burgo, en la que el espíritu de partido comprendió'
tan malla elevada clemencia del Rey con el sobri-
no de Napoleón? ¿Recordaremos las diferencias pró-
ximas á estallar entre la Francia y los Estados Uni-
dos, y que terminaron la intervención de la Inglaí-
terra; y el abandonó de algunos millones ? ¿ Exami-
naremos-por último, bajo el aspecto rentístico, tes
resultados de una revolución: que había' ofrecido
la reforma y la economía, y que á pesar de su bue-




46 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


na voluntad no ha podido cumplir sus promesas en
medio do circunstancias difíciles ? Semejante tra-
bajo seria superior á nuestras fuerzas. Otras ten-
tativas de asesinato han ameiftazádó depues las
vida dé Luis Felipe,: y la- tranquilidad déla Francia;
y siemprelia usado el Rey de la prerrogativa consti-
tucional con los delincuentes. La Francia bajo su
reinado ve desarrollarse y florecer todos los manan-
tiales de la riqueza pública, y sino ha ejercido toda
laInfluencia que debía en los negocios de Europa,
la paz tá há condiieido al altb grado de prosperidad
en que se éncueútra.


- : Fácil seria recorrer los adelantos hechos en la
instrucción pública; lasinmensasobrasde utilidad
y ornato continuadasó emprendidas; los caminos
de hierro y el movimiento comercial que anima á
te': Francia x pero nos falta espació, y está ademas á
la vista de cuantos conocen a q u e l ! p a í s ¡


- • Satisfecho'•• Luis Felipe con sUobra> veiaconso^
lidarse su .monarquía , y él .Heredero del trono, paS
d r e y í ; amaestrado con las lecciones del Rey^proi-
metía á 1S Francia largos años de tbanq'uilidnd. De
repente la Providencia en sus.impeneítrables arcanos
pareció dejar burladas tantas esperanzas: el Du-
que de Orleans murió el 13 de Jnliotde 1842 ins-




LUIS F E L I P E I . 47
tantáneamente de resultas de una caída del coche.
La familia Real sé hallaba en Nuelly, y Luis Fel i-
pe esclamó al saber tan infausta nueva, sin perder la
serenidad que tanto le distingue, y sin disimular
tampoco el inmenso dolor que le oprimía. « ¡Si al
menos hubiera sido y o ! » Palabras que espresaban á
un tiempo su pesar y-su amor á la Francia. Pero
el Rey con su sabiduría , y la Francia con su sen-
satez han evitado por el momento los males que
aquella desgracia inesperada pudiera ocasionar, ha-
ciendo una ley de regencia, y previniendo las con-
tingencias de una minoría; y si la Providencia conser-
va á Luis Felipe algunos años mas de vida, la Fran-
cia grande, rica y poderosa, contará al gefe de la
nueva dinastía entre los Monarcas mas grandes de
que hace mención su historia.










D. TOMAS


ZÜMALACARREGÜL


« Zumalacarregui era el hombre es-
traordinario del partido carlista; su
valor , su increíble actividad, su v o -
luntad de h i e r r o , y>su fortuna, le h a -
bían dado una superioridad, de que
difícilmente ha gozado jamás otro e'ii
semejante posición, A


Ilist. polit. del partido Carlista ¡
por el Coronel L A S A M , p á g . 10.


Üha mañana del mes de Octubre de 1833 se ba-
ilaba un grupo numeroso de carlistas en el vallé
de Araquil, cerca de la carretera de Pamplona:
en sus abatidos semblantes se echaba de ver fá-
cilmente el desaliento y confusión que rápida
mente cundían en sus filas, efecto de las tristes




2 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


noticias que habían recibido. D. Santos Ladrón
había sido fusilado en Pamplona el dia 15 de
Octubre ; Lorenzo y Castañon liabian arrollado á
los insurjentes en Peñacerrada y Hernani, mien-
tras que Sarslíeld dispersaba por otro lado la
naciente partida de CuevUlas. Por do quiera los
voluntarios realistas eran desarmados sin nota-
ble resistencia, faltando sus gefes á los compro-
misos contraídos, y dejando fallidos los cálculos,
que con ellos sp habían formado: y mientras
esta conversación pasa&r en> Uw rincón de Navar-
ra , la Corte era teatro, de una escena sangrien-
ta y alarmante, en que OO voluntarios abando-
nados á sus esfuerzos defendían desesperadamente
su cuartel, y precipitábanla agonía del realismo


En aquel momento los carlistas del valle de
Araquil vieron venir hacia ellos un hombre de
mediana y fornida estatura, vestido de capa y
con boina á estilo del país. Aquel hombre
era Zumalacarregui, bien conocido ya en aquellos
p,aises por los servicios que prestara á la cau-
sa realista en 1822. Al darse á conocer en me-
dio de aquellos grupos sintieron estos renacer
su moribundo entusiasmo, y empuñaron sus fu-
siles lanzando gritos de júbilo marcial. Un ocul-




Z U M A L A C A I Í B E G U I . 3


to presentimiento les indicaba, que bajo su di-
rección las indisciplinadas huestes de Navarra,
habian de elevarse á la altura de un ejército
formal, que había de marchar en pos de él á
la victoria. Hombres oscuros de menguada repu-
tación y encontradas pasiones se disputaban
entonces aquel poco apetecible mando , y se
hallaban divididos con mezquinas rivalidades:
al ver pues los insurgentes á Zumalacarregui
entre sus filas , le reconocieron al punto por su
gefe, merced á su antigua nombradla y á la
circunstancia de' ser del pais-tescó-návárro, sin
la cual diflcilnrente sé le hubiera confiado' el
mandó en aquellas circunstancias.


D. Tomás Antonio Zumalacarregui nació en
la villa de Ormaistegui, en el centro de Guipúz-
coa el día 29 de Diciembre dé 1788, de padres
nobles llamados D. Francisco Antonio, y Doña
María Ana de Imaz y Altolaguirre. Perdió su
padre á la edad de cuatro años, pero su madre
cuidó con esmero de su educación. A los diez y
seis pasó á Pamplona á instruirse en la Curia
Eclesiástica', pero habiendo sobrevenido pocos
años después la invasión del ejército francés, y
apoderado éste de Pamplona y su Cindadela por




4 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


un artificio grosero, pasó Zumalacarregui ¡í Za -
ragoza y se alistó voluntario, hallándose alli en
el primer sitio en clase de distinguido. Habien-
do salido un dia de descubierta,- durante el se-
gundo , cayó prisionero, y con no poco trabajo
logró escapar de los franceses, llegando á su
patria estenuado de fatiga. Pero asi que se vio
repaesto, se incorporó á ü . Juan de Jáuregui (el
Pastor) que formaba entonces su guerrilla. Jáu-
regui supo hacer aprecio de su mérito y le nom-
bró teniente y secretario suyo, en reemplazo de
D . Fermín Iriarte, que había tomado el mando
de un batallón, de los tres que llegó á tener
aquella división. Para que se confirmasen los
despachos de sus gefes y oficiales, fue preciso
nombrar una persona de notoria capacidad, que
pasase á Cádiz, y el nombrado fue Zumalacar-
regui, quien lo desempeñó á satisfacción, obte-
niendo para sí los despachos de Capitán efectivo,
y regresando de Cádiz por el mes de Julio de 1813.
Incorporado otra vez á su división, se halló en
el sitio de S. Sebastian, y el dia 31 de Agosto,
en la célebre batalla de S. Marcial, en la caal,-
según el dicho de Lord Well ington, se porta-
ran los españoles como las mejores tropas del




zrjMALA.CA.RR.KGUI. 5


mundo. Luego que S. Sebastian cayó en poder
de los aliados, pasó la división guipuzcoana á
guarnecerla, y allí Zumalacarregui principió á
dedicarse al estudio profundo de la táctica, en
que tanto babia de sobresalir. Algún tiempo
después, habiendo el General D. Carlos Aroiza-
ga fijado su capitanía general en la villa de To -
bosa, se llevó á Zumalacarregui de Capitán Ar-
chivero.


Gonluida la guerra, obtuvo en 1815 el mando
de una compañía del regimiento de infantería
de Borbon. Habiendo sido licenciado este regi-
miento , fue colocado Zumalacarregui con igual
graduación en el de Vitoria, y poco después
en el de las Ordenes Militares 33 de línea.


Cuando se proclamó la Constitueion en 1820,
durante los primeros momentos de efervescencia,
Zumalacarregui fue acusado de profesar doctri
ñas anti-eonstitucionales , y sus mismos gefes y
compañeros formularon peticiones , para que se
le arrojase del cuerpo : efectivamente, fue desti-
tuido del mando de la compañía , pero poco des-
pués se le repuso en e l , y continuó por espacio
de dos años. Mas no por eso olvidó el insulto,
que de sus mismos cantaradas había recibido.




6 PERSONAJES C É L E B R E S .


El levantamiento de su pais le proporcionó oca-
sión muy oportuna para tomar la satisfacción
que anhelaba.


A fines de 1821 estalló uü pronunciamiento
realista en Sangüesa, precipitando la conspira-
ción , que desde principios de aquel año se tra-
maba en Navarra, y que tenia muy vastas y
ocultas ramificaciones, aunque carecía de los me.
dios materiales para llevar á cabo el levantamien-
to. Con este motivo se retiñieron precipitada-
mente en Barasoaio, el 10 de Diciembre, los vo-
cales nombrados de antemano para la Junta, Me-
l ida, Eraso y Vjllanueva; y tremolaron la ban-
dera del absolutismo. Dos dias después contaba
ya Villanueva a sus órdenes 500 hombres, aun
que mal armados y sin municiones. Divididas
estas fuerzas en diferentes direcciones, para evi-
tar la persecución , se engrosaron con increíble
rapidez, pero fueron derrotadas sucesivamente
por Cruchaga el 25 de Diciembre en Larraínzar,
y el 6 de Enero en Nagore. Con esto quedó el
orden restablecido en Navarra , y la generosa
conducta de Cruchaga, salvando los prisioneros
de manos de Tabuenca, acabó de afianzarle; atra-
yendo á sus casas á los que andaban dispersos.




ZUIVIALACARREGUI . 7


La insurrección parecía completamente estin-
guida, hasta que á principios de Junio de 1822
estalló nuevamente y con mas formalidad , en-
trando Quesada desde Franeia, para ponerse al
frente de los insurgentes. Temeroso el Gobierno
del incremento que pudieran tomar , habia prac-
ticado varias diligencias, gestionanando con el fran-
cés para que se embargasen los 4,000 fusiles, que
guardaba Egida en Bayona, y agolpando tropas
á las Provincias.'Uno de los regimientos envia-
dos allá fue el de las Ordenes militares , que lle-
gó á Pamplona en el intermedio del primero al
segundo levantamiento. A pocos dias de su lie
gada, recibió orden Zumalacarregui de pasar á
Vitoria á las órdenes de López Baños con dos ofi-
cíales mas, como lo verificó, dejando en Pam-
plona á su esposa.


En esta ocasión eorrió uno de los mayores
riesgos de su vida, á manos de unos salteadores
que los sorprendieron en una casa de campo.
Eran unos facinerosos que habían asesinado y ro -
bado á una Señora rica de Tolosa , con circuns-
tancias las mas horribles , y valiéndose de sus
doncellas. El capataz era un carnicero del pueblo,
hombre feroz y patriota de los mas furibundos;




8 PERSONAJES. CELEBRES.


pero habiendo sido descubierto , fue conducido
á Pamplona juntamente con sus cómplices, y con-
denado á morir en un patíbulo. Habiendo estos
escalado la cárcel , eludieron el castigo de la ley,
que sufrieaon las alucinadas doncellas, mientras
que sus prometidos novios improvisaban una
partida,; titulándose defensores del altar y del
trono. En tales manos vino á caer Zumalacarre-
gui con sus dos compañeros, y en vano trata-
ron de hacer valer sus opiniones realistas bien
conocidas. Después de haberlos despojado- de to-
do cuanto llevaban, golpeáronlos inhumanamen-
te , y los amenazaron con una próxima muerte.
Quince dias duró aquel prolongado martirio, en
que tuvieron que seguir las correrías de aquellos
facinerosos , estenuados de hambre y de fatiga,
maltratados á cada paso y con la vida pendiente
del capricho de aquellos caribes. Súpolo Quesada
á los pocos dias de haber entrado en Navarra,
y. marchó con su gente en busca de los pretenT
didos defensores de la fé. Huyeron estos al sa-
ber su aproximación , y Quesada compadecido de
sus víctimas, agasajó á los tres oficiales y los en*
vio á Pamplona, para que se repusieran de sus
quebrantos.




Z U M A L A C A H R F X . I H . ' 9


Mientras que Zumalacarregui conseguía esto
en aquella, los realistas de Navarra tomaban
un incremento tan rápido, que al cabo de un
mes se hallaban ya en estado , no solamente de
resistir, sino aun de ofender á las columnas que
marchaban en su persecución. Mientras López Ba-
ños atacaba el l . u y 2.° batallón á las órdenes
de Quesada, D . Santos Ladrón que se habia re-
tirado enfermo al pueblo de Ancivaoa , improvisa^
ba un tercer batallón, con mas de 400 jóvenes de
los valles de Erro y Esteribar; y después de ar-
marlos y equiparlos en diez dias , se presentaba
con ellos á las puertas de Pamplona, llamando
la atención de las columnas perseguidoras con
aquel movimiento a su retaguardia. Entretanto
Salaberri organizaba hacia la ribera el cuarto de
Navarra, y un pelotón de Roucaleses reunidos
en Ira ti daban principio á otro batallón titulado
de Guardias Reales. En tales circunstancias, Zu -
malacarregui repuesto ya de sus heridas, determi-
nó fugarse de Pamplona en compañía de sus dos
amigos. Presentóse á Quesada el día 22 de Agos -
to de 1822 en el pueblo de Almandoz, á la entrada
del vállede Bastan, donde acababa de penetrar aquel
por primera vez y después de una marcha penosa.




10 PERSONAJES CELEBRES.


No podía Zumalacarregui haber llegado eii
niejor ocasión. El segundo batallón sé hallaba
sin gefe por la ausencia de D. Santos, y en los
tres dias que permaneció Quesada en el vallé de
Bastan, se ocupó en reorganizar su gente, merma-
da por la persecución y el cansancio, y equipar-
la con los muchos recursos que sacó de aquel valle,
al cual por su adhesión á la causa de la libertad
miraban como tierra de conquista. Determinó
pues Quesada poner dicho segundo batallón á las
órdenes de Zumalacarregui, con el grado de te-
niente coronel.


El dia 25 por la noche , reunidas todas las
fuerzas realistas salieron de Elizondo, y poco des-
pués se volvieron á separar, marchando Zumala-
carregui con su batallón solamente eu compañía
de Quesada y del cuartel general. El 30 de aquel
mismo mes salió este con toda la división de Na-
varra para Cataluña, con objeto de comunicarse
con el Barón de Eróles , y el 18 de Setiembre
dio la funesta acción de Benavarre, en la que fue
destrozada y pasada á cuchillo casi toda la di -
visión de Tabuenca, juntamente con su gefe.
Zumalacarregui contribuyó poderosamente al éxi-
to del ataque. Encargado de sostener una altura




Z U M A L A C A R K E G U 1 . 11


contra todas las fuerzas de Tabuenca, lo hizo
con todo tesón; y atacando el flanco derecho á pe-
sar del fuego de dos cañones de á cuatro, situa-
dos en unas viñas junto al pueblo , logró envol-
ver las compañías que los custodiaban, y apoderar-
se de ellos y d« un gran repuesto de municio-
nes. Su batallón fue el que mas padeció compa-
rativamente , pues tuyo dos muertos y 14 heridos,
si hemos de creer el parte del Barón de Eróles. (*)


Después de un mes de correrías por el alto
Aragop y Cataluña, principió á regresar la espe-
dicion á navarra el 15 de Octubre de 1822 , y
aquel mismo dia hizo Zumalacarregui en Casbas
60 prisioneros de una partida suelta , después de
una obstinada resistencia en que murieron otros
30. El 19 volvió á pisar el suelo natal y des-
cansó en Lumbier, Deseoso Quesada de señalar
su entrada en Navarra con un golpe de mano
atrevido, trató de atravesar rápidamente la pro»
vincia y sorprender la ciudad de Vitoria, pero


(*) Las fuerzas de los realistas eran de mas de 2,000 h o m -
bres : las de Tabuenca unos 1,200 infantes de los regimien-
tos de Jaén , Toledo y Ordenes militares, y 40 dragones
de la Reina. Eróles en su parte calculó la pérdida de su
gente en 5 muertos , y 16 heridos.




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


alcanzado por las tropas constitucionales hubo
de mudar de dictamen, y tomó posiciones entre
los pueblos de Nazar y Asarta, donde áíguri dia
Zumalacarregui habia de hacer uno de los pri-
meros ensayos de su pujanza, como veremos
mas adelanté. Por lo que hace á Quesada, en
la acción de 27 de Octubre de 1822 estuvo poco
diestro , y fue derrotado por fuerzas inferiores,
habiendo dejado abandonada una posición que
luego quiso ganar á fuerza de sangre. Los bata-
llones navarros flanqueados por los constitucio-
nales , se arrojaron por los derrumbaderos ; pero
el de Zumalacarregui algo mejor situado pudo
retirarse mas ordenadamente. Quesada aborrecido
de los navarros desde que los habia sacado de
su pais para Cataluña, vio entonces cuteramen-
te perdido su prestigio , y tres dias después dejó
el mando y se retiró á Francia. Entró desde
allí en su lugar D . Carlos O-Donéll, y dividien-
do sus fuerzas las dispersó en varias direcciones,
tomando para su escolta el segundo batallón co -
mo mas completo y disciplinado. El mando de
los militares solia ser para los navarros tan in-
fausto como ingrato , y O-Donell cansado de do-
ce dias de continua fuga, y viendo el mal sein-




Z U M A L A C A B R E G U I . 13


blante de aquellos, volvió á meterse en Francia,
dejándola gente á cargo de D . Santos Ladrón,
como ellos deseaban.


A principios del año 1823 tomó este el man-
do , y conociendo el espíritu de los navarros
mejor que sus predecesores , se penetró de que era
preciso resistir á todo trance, ó sufrir una com-
pleta dispersión. Volvió caras contra las colum-
nas que iban á sus alcances , y el día 7 de Fue-
ro sostuvo una acción bastante reñida en el puente
de Muniain. Zumalacarregui con su batallón de-
fendió una posición interesante junto al puente,
hasta que agotadas las municiones se retiró con
las demás fuerzas hacia el valle de Berrueza. Dos
dias después atacó dentro de Estella una colum-
na, que creyó sorprender en aquel punto. Zuma-
lacarregui al frente de su batallón penetró por
el portal de Lizarra , basta la plaza -de Santiago,
en la que habia formadas tres compañías, que se
sostuvieron con mucho valor, dando lugar hasta
que huyeron los realistas , por temor de una c o -
lumna de 2,000 hombres que habia salido de
Pamplona. Retirado desde allí á las montañas
deSalazar y Aezcoa, recibió órdenes de D .San-
tos Ladrón para cubrir con su batallón aquel




14 PERSONAJES C É L E B R E S .


páis , y custodiar la Junta , mientras él con las
restantes fuerzas marchaba sobre Huesca, á sor-
prender su guarnición y recoger municiones.


Estando en Abaurrea la noche del 1 . a de
Marzo, se vio harto comprometido con sü bata--
l l o n , y aun se esparció la voz de que habia si-
do sorprendido: para vindicarse de esta iníputa-
cion dirijió un comunicado al redactor de La
verdad contra el error, (periódico de los rea-
listas de Navarra) en que desmentía aquel Suceso,
ségun1 Sé hábia referido. En el hacia ver, que situado
en él pueblo llamado la Aba-torrea alta, ¡habia des-
plegado todas las precauciones estratégicas que
eran del caso ; y no satisfecho coii esto habia re-
corrido en persona las avanzadas al tiempo de
amanecer, y mandado tocar diana : que formado
j*a el batallón tuvo noticia de que la columna
dé Salcedo habrá pasado el puente de Aribe, co-
giendo los confidentes q w í e n e l tenia apostados,
éú virtud de lo cual hizo retirar á los individuos
dé la Junta hacia él puerto de Areta, cubriendo
él su retirada sin disparar un tiro, y con pér-
dida tan solo de tres prisioneros. El comunicado
concluía con estas palabras notables por su estilo.
«Atacado por tres columnas enemigas que com-




Z U M A L A C A R R E G U I . tft


«ponían el número de 1,500 hombres de infah-
»teria con porción de caballería, emboscada desde
» la medía noche una de aquellas á rrii retaguar-
» d í a , ocupando el camino de Jaurrieta , y el
«resultado ha sido haberme hecho tres prjsio-
Ȗeros. Sin embargo los bandidos presentaron
» á los ojos del pueblo esta ocurrencia como una
»de sus mayores victorias , mas no debieron po-
li nerla en boca si conocieran el honor militar;
11 y á fe que puestos los valientes realistas en su
«luga», ya hubieran. Sacado inas carne- entre las
»uñas.»


Nueve días después recibió orden Zumalacar-
regui de D . Carlos O-Douell de pasar con su
batallón á Francia para recibir alli el armamen-
to y equipo, que tenia preparados' para toda la
división de Navarra. Después de doce días de
inacción dentro del territorio francés , regresó to-
da ella á Roncesvalles completamente equipada,
y marchó hacia la Rasoaña á las órdenes de
D. Santos Ladrón. Alli se verificó el día 26 de"
Marzo una sorpresa de las mas funestas que
esperimentaron las armas constitucionales en aque-
lla época, pues perdieron cerca de 400 muertos
y 700 prisioneros, según el parte de D. Santos,




16 PERSONAJES CELEBRES.


y los dispersos fueron perseguidos hasta las mw
rallas mismas de Pamplona. Situado Zumalaear-
regui en Villaba, sostuvo con su batallón el fuego
por espacio de una hora contra la guarnición de
Pamplona y la columna de Chapalangarra , que
habían salido en apoyo de los fugitivos, y que
hubieron de retirarse á vista de las fuerzas supe-
riores de los realistas.


Las tropas francesas entraron en seguida á dar
un paseo militar, y los batallones segundo y tercero
de Navarra, mandados por D . Santos Ladrón en
clase de Brigadier, pasaron á formar la vanguardia
del segundo cuerpo del ejército francés á las órde-
nes deMol i tór . Entró este en Zaragoza el 26 de
Abril sin resistencia alguna, y los batallones navar--
ros se acuartelaron en el arrabal. Desde alli salie-
ron el primero de Mayo para recorrer el alto de
Aragón y D . Santos dejando cinco compañías para
sitiar el castillo de Monzón, pasó con Zumalacar--
regui á poner su cuartel general en Tamarite , en el
cual se dio la funesta acción del 17 de Junio. Una
estrella fatal presidia á las armas constitucionales
como á la política de su gobierno.. Dos dias antes
habia Fernando VII (*) llegado á Cádiz después de


(*) Yéasp su biografié.




Z U M A L A C A R R E G U I . 17


las ruidosas escenas de Sevilla. Casi al mismo tiem-
po una fuerte columna de 1,400 infantes con 100
caballos y 2 piezas de artillería , salia de Lérida á
destruir la de Tamarite y levantar el sitio de Mon-
zón : pero al llegar cerca de aquel, fue derrotada
miserablemente por dos batallones incompletos, y
perdió su artillería. De resultas de este descalabro,
se entregó el castillo de Monzón el dia 22 de Julio
de 1823.


Concluida la guérfa, y después de haberse ren-
dido la plaza de Pamplona en 16 de Setiembre
de 1&23, se creyó lo mas oportuno disolver la di-
visión de Navarra: las batallones que habían asis-
tido al sitio, resentidos de que no se les hubiera
permitido entrar en la ciudad, se desvandaron, re-
gresando á sus casas la mayor parte de su gente.
Con la que habla quedado, y alguna de los bata-
llones que habían ido á la toma de Monzón, se
trató de formar uno provisional, cuya organización
encargó el Virey interino al teniente coronel Zuma-
laca rregui. Era ya conocido entonces por su genio
disciplinista y organizador, de lo cual habiá dado
repetidas pruebas mientras habia mandado el segun-
do de Navarra, que era sin disputa el nías aguerri-
do y mejor arreglado de toda la división. Posterior*




18 PERSONAJES CELEBRES.


mente había observado profundamente la discipli-
na y táctica de los batallones franceses en cuya
compañía había marchado, haciéndole concebir la
idea de muchas reformas militares para lo sucesi-
vo. Ninguno mas á propósito para este fin que Zu-
malacarregui, dotado de un tesón y energía nada
comunes, que se enardecían con los obstáculos, en
vez de abatirse.


A mediados de Octubre estaba ya completamen-
te-organizado y equipado el batallón , que al pun-
to se agregó ai ejército, recibiendo el nombre de
primero de voluntarios de Aragón , segundo de lí-
nea , con arreglo al Reai decreto de 23 de Abril
de 1824, Los gefes fueron nombrados por el Rey,
quedando Zumalacarregui sin colocación entre
el los , y por tanto se hubo de retirará Pamplona
con licencia ilimitada. Allí en efecto fue nombra-
do individuo de la Comisión Militar, cuyo cargo
desempeñó hasta fines de 1825, en que recibió Ios-
despachos de Teniente Coronel del regimiento ca -
zadores del R e y , primero de ligeros, que se ha-
llaba de guarnición en Huesca debiendo tomar su
rango de antigüedad, desde el día 22 de Agosto de
1822 , en cuya época se habia incorporado á las
ü'opas del General Queseda. No tenia á la sazón




ZUMALACAIIB.EGUI . 1 8


aquel regimiento Coronel alguno, por cuya causa
Zumalacarregui, estuvo desempeñando sus fun-
ciones por espacio de catorce meses. Desde allí pa-
só con el mismo grado, al regimiento del Príncipe,
tercero de línea , en el cual permaneció por lar-
go tiempo. Durante este, puso el regimiento bajo
un pié de disciplina admirable, y liemos oido á mi -
litares inteligentes que lo conocieron en aquella
época, no titubear en calificarlo, como el mejor
que tenia entonces la nación. Ls rapidez y limpieza
en las evoluciones, su brillante equipo y la rígida
disciplina de todos los individuos, llamaban la
atención de los paisanos y escitaban el entusiasmo
de los inteligentes.


Cuando el Rey Fernando VII estuvo en Zara-
goza en el año de 1828 tuvo gusto en ver manio-
brar aquel regimiento en el campo del Sepulcro,
y quedó muy complac idode su porte brillante, y
marcial. Refiérese con este motivo, auuquej iosa-
Iimos garantes de su exactitud , que admirado el
Rey y complacido de la precision con que habia eje-
cutado el regimiento todas las maniobras, hizo
cumplimentar á s u Coronel. Pero este, que hacia
poco tiempo que estaba al frente de aquel cuerpo,
tuvo la modestia de responder: que aquellas venta-




20 PERSONAJES CELEBRES.


jas eran debidas al celo de su segundo el Te-
niente Coronel Zumalacarregui. Noticioso el Rey
de la respuesta, y de los servicios anteriores de
aquel, replicó que no quería que tan brillante ofi-
cial esperase por roas tiempo un grado que tan
bien había merecido; y efectivamente, poco tiem-
po después fue promovido á Coronel del tercero li-
gero , voluntarios de Gerona. En aquel cuerpo per-
maneció hasta el mes de Junio de 1831 , en que
pasó á mandar el regimiento de Estremadura, ca-
torce de línea.


Llegaron por fin los sucesos de la Granja á cam-
biar la faz de la nación, v servir de preludio á la tris-
te década, que aun no hemos concluido de arros-
trar. Zumalacarregui sehallaba entonces con su re-
gimiento en el Ferrol de cuya plaza era Goberna-
dor. Los soldados de Estremadura, acérrimos realis-
tas, inspiraban desconfianza, y aun llegó á circular
la voz de que trataban deproclamar á D . Carlos.
Habiendo tenido aviso de esto el Comandante del
apostadero D. Roque Guruzeta, formó en el arse-
nal la brigada de marina, y reunió todas las perso-
nas conocidas por su adhesión á la Regencia pro-
visional de la Reina. La desconfianza que mostra-
ron estas contra Zumalacarregui, le exasperó en




ZUMALACABREGUI. 21


alto grado, y mucho mas cuando supo que se le
había acusado por desafección, y de haber intenta-
do proclamar á D, Carlos. Por este motivo después
de arrestarle el 20 de Octubre por o'rden del Ins-
pector general de infantería, se le quitó el mando de
gobernador, y se le sujetó á un proceso, en el cual
quedó probada su inocencia. Del Ferrol vino á Ma-
drid donde concluyó de exasperarse por el trata-
miento que le hizo Quesada, poniéndole á inedia
paga. En virtud de esto, pidió que se le enviase á
Pamplona con licencia ilimitada, á reunirse con
su familia. Negóse por tres veces su solicitud, pero
habiendo insistido y con buenos empeños logró por
lin lo que deseaba. Llegó á Pamplona á mediados
de Agostp de 1833, y al poco tiempo sobrevino
la muerte de Fernando VII en 29 de Setiembre de
aquel mismo a ñ o , que fue la señal de una nueva
guerra, en que habían de luchar todas las pasio-
nes por largo tiempo comprimidas. Enarbolado el
pendón de D. Carlos en los montes de Navarra,
acudieron á reunirse bajo aquella enseña todos
cuantos habían sido espulsados de sus cuerpos des-
pués de los sucesos de la Granja, ora por sus
opiniones realistas , ora por rencillas y venganzas
personales. Zumalacarregui víctima de uno y otro,




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


no podía faltar al llamamiento, y con no poco tra-
bajo, por la vigilancia que se ejercía sobre é l , obli-
gándole á presentarse diariamente en la Capitanía
General logró al cabo fugarse de Pamplona, aban-
donando su esposa y sus hijas, que fueron encer-
radas en el convento do religiosas Recoletas. De
esta manera llegó Zumalacarregui al valle de Ara-
qni l , el dia 27 de Octubre de 1833, á reanimar
el espíritu de aquellos abatidos guerrilleros.


Sus antecedentes, que acabamos de: referir, su
ardiente realismo al cual debia su desgracia, y
haber sido privado del mando, sus conocimientos
del país y de su terreno, y hasta la mirada penetran-
y severa del genio, que arrastra los inferiores en pos
de sí , contribuyeron á que se pusieran aquellos al
punto bajo sus órdenes. Pero no obtuvo el mando
sin contradicion. Hallábase Itsurralde al frente del
primer batallón de Navarra, que : se había armado
con cuatrocientos fusiles traídos por Echevarría de
Vitoria. Al saber que Zumalacarregui formaba otro
batallón sin contar con é l , envió dos compañías
para prenderle;pero noticioso aquel de este peligro,
salió impávido al encuentro de las compañías, y su
voz fue bastante para trocar enteramente la escena,
haciendo que fueran á prender al mismo Iturral-




ZUALALACAUREGUI . 23


de. Conducido este á su presencia fue tratado por
Zumalacarregui generosamente, conociendo lo que
importaba evitar un cisma en su naciente división.
Reuniendo todas las fuerzas, de Navarra, Guipúz-
coa y Álava, con anuencia de sus juntas nombró á
Iturralde su segundo, constituyéndose él mismo en
gefe, y declarando que no entregaría el mando sino
al mismo Erasoen persona, que había sido el pri-
mero en proclamar á D . Carlos con el destacamen-
to de carabineros, que tenia á sus órdenes en R o n -
cesvalles. Hallábase Eraso ala sazón en Francia, en
donde á: duras penas había logrado refugiarse,
huyendo de una partida enviada á Valcárlos con
objeto de prenderle. Cuando regresó de Francia
burlando á la policía francesa, Zumalacarregui
fíela su palabra le entregó el mando ; pero Era-
so amigo suyo , y que conocía su mérito y supe-
rioridad,, se: negó á tomarlo contentándose c o n
mandar en segunda línea.


Hallóse entonces Zumalacarregui frente á fren-
te de Quesada, eonlra quien alimentaba una mar-
cad» animosidad, la cual se atribuía á h s contesta-
ciones que habían mediado entre ambos en Madrid
aun antes de haberle destituido' del mando de su
regimiento de Estremadura. Otros le daban mas




24 PERSONAJES CELEBRES
antiguo origen, suponiendo que databa desde ia
acción de Nazar, en que los gefes navarros recon-
vinieron ásperamente á Quesada, obligándole á de-
jar el mando como arriba dijimos. Peroá pesar de
la activa é incesante persecución de aquel , Zu-
malacarregui habia logrado organizar su gente, en-
señarla el manejo del arma y las mas precisas evo-
luciones, de modo que á fines de Noviembre conta-
ba ya á sus órdenes mas de 4 batallones y 3 escua-
drones, entre vascos y navarros,. Es verdad que los
batallones apenas tenían 600 plazas, lo cual ha-
bia hecho para darles mayor movilidad y que
fuesen mas rápidos y fáciles sus movimientos; pero
ademas contaba numerosas partidas de aduaneros
y gente suelta, que proporcionaban recursos, in -
terceptaban comunicaciones, acometían á los re-
zagados, y hacían uu verdadero servicio de guer-
rillas.Con tales elementos contaba Zumalacarregui,
cuando se decidió á dar á sus tropas la primera
lección. Deseando Quesada escarmentarle, deter-
minó obrar sobre el valle de Araquil, á donde di-
rigió sus fuerzas, y quedó sorprendido al ver á Zu-
malacarregui en posiciones y esperando el ataque,
cual si quisiera dar á sus Voluntarios el bautismo
de fuego, en el parage mismo en que ellos le ha-




Z U M A L A C A I I B E G U I . 25


biaii honrrado con su mando. Hallábase situado en
una posición tan fuerte como pintoresca, ocupan-
do la colina sobre la cual descansa el pueblo de
Alsasua, á la derecha de la carretera de Vitoria á
Pamplona. Un riachuelo coronado por un puente
de madera serpenteaba por el campo, y á retaguar-
dia un bosque poblado y frondoso servia de abrigo
y emboscada á las tropas de Zumalacarregui, pro-
porcionándoles retirada hasta Guipúzcoa, en caso
de una derrota. Antes de principiar el ataque re-
mitió Quesada un pliego, exhortando A los insur-
gentes á deponer las armas. Al recibirlo Zumalacar-
regui , leyó su sobre dirigido al ge/e de los bandi-
dos, y volviéndolo á manos del parlamentario le dijo
«que como no iba dirigido á ningún gefe del ejér-
cito carlista, lo devolvía sin abrirlo. » Quesada que
no habia creído encontrar aquella resistencia, tomó
posición en una altura inmediata , contentándose
con observar á su contrario, superior en fuerzas.
Al ver este su indecisión hizo un movimiento de
flanco, y atacó rápidamente aquella posición que
en breve se vio envuelta , y abandonada , pronun-
ciándose las tropas liberales en retirada, después
de una tenaz resistencia. Funesto les hubiera sido
quizá aquel dia,á no haber llegado oportunamente




26 PERSONAJES C É L E B R E S .


la división de Jáuregui, que varió el aspecto de la
jornada. En ella sucumbieron no pocos valientes
de una y otra parte , y entre ellos los oficiales
O-Donell y Clavijo eon otros varios oficiales y sol-
dados, que después de prisioneros fueron pasados
por Jas armas. ¡Tal era el encarnizamiento con que
en aquella época se hacia la guerral Los carlistas
disculparon estos fusilamientos, asegurando que
Zumalacarregui propuso un cange entre O-Donell
y un oficial, que le servia de secretario, pero Que-
sada por única respuesta , mandó fusilar su prisio-
nero á vista del parlamentario. Ignoramos hasta
que punto sea cierto este suceso , que se repro-
dujo después en el fusilamiento del Conde de Via-
manuel.


Satisfecho Zumalacarregui con aquel primer
ensayo de sus fuerzas, no quiso dejar que se
resfriase el entusiasmo de sus soldados. Aquellos
hombres , que pocos dias antes apenas podían
sostener el fuego unos pocos minutos , sabían
ya defender sus posiciones, y principiaban á usar
la bayoneta. Tampoco Quesada se descuidaba por
su parte, y deseando abatir á su contrar io , se
dirijió con el General Lorenzo á ocupar la Bo-
runda, El gefe carlista supo á tiempo este moví-




Z U M A L A C A R R E G U J . 27


míenlo por los numerosos confidentes y espías
que pagaba, y tomó posiciones á la entrada del
valle de Gul inss , sobre las dos eminencias c o -
nocidas con el nombre de las dos Hermanas,
por entre las cuales corre el dicho valle. Formi-
dable era aquella posición , y mucho mas defen-
dida por un gefe como Zumalacarregui, que sa-
bia sacar partido de la menor ventaja. Pero el
retirarse á su vista hubiera sido un triunfo c o m -
pleto para los carlistas, que se hubieran envalen-
tonado, al ver que las tropas liberales esquivaban
ya su ataque. Decidióse pues Quesada á forzar
aquellas posiciones, y 1Q consiguió al fin con no
poca sangre y trabajo. El terreno fue disputado
palmo á palmo, cada árbol y cada roca era un,
reducto cuya posesión costaba preciosas gotas de
española sangre, y cuando la noche vino á cu-
brir con su tupido velo aquella escena horrible,
en que 600 hermanos habían sucumbido unos á
manos de otros, las tropas déla Reina,vivaquea-
ban sobre aquellas rocas regadas con su sangre,
para abandonarlas al dia siguiente , á los mis-
mos á quienes con tanta tenacidad habian lanzada
de ellas.


La campaña de 1833 concluyó con la acción




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


del 29 de Diciembre en los campos de Nazar y
Asarla , tan funestos en otro tiempo para Quesa-
da. Aquel dia tuvo Zumalacarregui que sostenerse
contra las columnas reunidas de Aragón y Na-
varra, á las órdenes de Oráa y Lorenzo, que
contaban con seis batallones y casi otro de ca-
rabineros , con dos escuadrones y dos piezas de
montaña. Las fuerzas carlistas eran cuatro bata-
llones navarros y tres alaveses, con cerca de 200
caballos : aunque su número era inferior, ocupa-
ban unas posiciones en estremo ventajosas , y
estaban escalonados hasta la formidable altura
denominada la Peña dormida. El ataque fue
uno de los mas sangrientos de aquella época, y
varios batallones navarros después de concluir sus
escasas municiones, dieron una carga á la bayo-
neta, contra la columna que atacaba al pueblo de
Asarta, donde se habian replegado. A tal pun-
to habian subido en dos meses, y bajo la direc-
ción de Zumalacarregui, el entusiasmo y disci-
plina de aquellas bandas desarregladas, que encon-
tró en el valle de Araquil próximas á dispersarse.


Los principios del año 1834 fueron poco no-
tables , y apenas señalados con alguna que otra
acción parcial. Por otra parte, la mala inteligen-




Z U M A L A C A R R E G U I . 29


cia que reinaba entre Quesada y Valdés dificul-
taba las operaciones, y Zumalacarregui recon-
centrando sus fuerzas hacia Lumbier, ó bien in-
vadiendo sucesivamente los valles de Navarra,
obtuvo los recursos que necesitaba, y concluyó
de organizar su gente del mejor modo posible.
Las pequeñas partidas se batían con furor y en-
carnizamiento, y por una y otra parte se des-
plegaba un lujo de terror estraordinario. Con
fecha 9 de Febrero circulaba Zumalacarregui una
orden en que imponía pena de la vida á todo
el que condujese partes de las tropas de la Rei-
n a , ó diese á estas noticia de sus movimientos,
circulase órdenes del Gobierno liberal, ó encu-
briese algún voluntario desertor de sus batallo-
nes. Estas amenazas unidas al gran prestigio de
que ya gozaba, concluyeron por atraerle las c o -
municaciones de todos los pueblos, y facilitarle
los recursos necesarios.


He aqui la descripción del estado de las fuer-
zas carlistas en aquella primera época de su le-
vantamiento hecha por el Coronel Lasala (*>.
«Todo carlista era en aquel tiempo un arrc»-


(*) Historia política del partido carlista-




30 P E U S O N A J E S CÉLEBBES.


jado y útil vasallo de su invocado R e y ; la
juventud con las armas en la mano corría
de combate en combate., y sin orden militar
adelantada, sin particular instrucción, con es-
caso armamento, y con unos cuantos cartu-
chos , batallaba contra fuerzas numerosas, regla-
das , provistas de cuanto necesita la guerra, y
mandadas por generales de reputación: en aque-
lla época de enardecido entusiasmo, el propieta-
rio ofrecía gustoso sus bienes, los hombres úti-
les volaban á las armas, el padre presentaba
voluntariamente sus hijos en reemplazo de otros,
tal vez muertos en los campos de batalla, y si
alguno no sentía latir en su pecho este ardor
bélico y generoso, no osaba presentarse en su
pueblo , donde era escarnecido hasta por las mü-
geres, partícipes también de estos ímpetus varo-
niles, representados por el unánime grito de Re-
ligión , Carlos V y Fueros.»


« L o s eclesiásticos abandonaban el altar del
Dios de paz y predicaban la guerra, ó empu-
ñaban el fusil y la lanza: en los montes, en
los bosques, en las peñas y entre los mismos
enemigos, se improvisaban talleres y se estable-
cían fábricas de armas y municiones, y hasta




Z U M A L A C A R R E G U I . 31


de los mares se sacaban cañones y balas, cuyos
recuerdos de existencia trasmitía la tradición ó
la memoria de borrascas y naufragios ocurridos
en las costas. Todo era entonces admirablemen-
te desinteresado; y si ahora no obstante el cor-
to tiempo transcurrido se narrasen con puntua-
lidad los hechos de aquella época, se tendrían
por inventos de una imaginación fogosa y fe-
cunda. Zumalacarregui era entonces el hombre
estraordinarió del partido. ..


Su figura era imponente, su oaráeter serio y de
pocas palabras, de incansable actividad y de fí-
sico robusto y bilioso, de entereza en las medi-
das de rigor, aunque de buen fondo y apto pa-
ra vencer los obstáculos de la época. Tenia va-
lor , castigaba de un modo fuerte la cobardía,
aventajaba rápidamente á los valientes, y sabia
con muy pocas espresiones conmover y entusias-
mar las tropas (*). »


C) Una filiación s u y a , que se publicó poco después d e
su muerte, le describe asi : Zumalacarregui tenia poca es-
tatura , pero su complexión era fuerte y robusta. Sus
ojos pardos estaban Henos de viveza y animación ; su
frente ancha anunciaba un hombre capaz de grandes re-
soluciones; sil tez era de buen c o l o r , y había m u c h o áni
rao y reflexión en su varonil fisonomía. Lo mismo qn«r




32 PERSONAJES CELEBRES.


« Los batallones navarros merecieron su parti-
cular confianza, y ellos le adoraban y temían.
Hiriendo á veces el amor propio de sus soldados
con la palabra falsos (cobardes), Zumalacarregui
les hacia ejecutar las mas arduas empresas. Al
mismo tiempo miraba todo lo concerniente á la
guerra con el interés de una propiedad suya;
repartía el calzado , examinaba los cartuchos, re-
conocía el armamento, creaba batallones, orga-
nizaba las compañías, y lo hacia y reía todo por sí
mismo. Las tropas unían á un estremado respeto
y obediencia á su general, una confianza ciega y
supersticiosa en sus conocimientos.»


<> Único general en al ejército, Zumalacarre-
gui mandaba sin rivales de ninguna especie, y
no había un solo individuo, aun entre los gefes
mas ambiciosos y audaces, que se atreviese á
imaginar que podía nunca ser mas que el mero
y obediente ejecutor de sus órdenes. Reducido el


Federico II tenia un hombro mas alto que o t r o , y tam-
bién como $ inclinaba ligeramente la cabeza á un lado.
Esta actitud habitual daba al conjunto de su persona una
meada de, liereza y de audacia, m u y conformes con su
carácter. Ál verle se adivinaban en él las grandes cuali-
dades que ie distinguían, y en todos sus movimientos se
columbraba un carácter impetuoso y apasionado, al cual
se amoldaban todas las acciones de su vida.




Z U M A L A C A R R E G U I . 33


ejératoá pocos batallones, eran sus, gefes y has-
ta sus oficiales conocidos particularmente del ge; ,
neral: el valar» la actividad y la ejecución e » ;
las empresas de arrojo eran el solo camino de los ,
ascensos, que dispensaba, el mismo. El soldado
no rec ib ía , ni pedia vestuario: la boina y una
prenda de uniforme cogida, al enemigo eran su
vanidad y sus galas . , . . . ¿ . . . . ;
En aquella época los padecimientos en nada se
contaban; el general y el último oficial no tenían
divisas, vestían del mismo modo y. comían,la mis-,
marac ión ; y a la manera que en tiempos remo-
tos el.,celo religioso condujo á la Tierra Santa á
los Cruzados, asi para el soldado carlista las pe-
nalidades eran su mayor orgullo y un objeto de
gala y ostentación las privaciones.»


Hasta aqui el citado testigo de vista, cuya i 01.-1
parcialidad es bien notoria, y á cuya descripción
poco pudiéramos añadir de nuestro propio cau-
dal. Por otra parte la descripción estensa de aque-
lla época pertenece mas bien á la historia, que
a los límites de una biografía. ,


Tal era el estado en que se hallaban á la en-
trada del verano de 1834 aquellas bandas que
ocho meses.antes había encontrado próximas á


3




34 P E R S O N A J E S CÉLEBR-ES.


dispersarse. Y á v n o se contentaba 2*iitt3laea«re»ui
cotí perinanecer Aiaí^deftftisiva', antes'bien con '
tropas numerosas y ligeras, principió a-' desplegar
de Heno látácücd dé guerrillas én mayor escala.
Los destacamentos' pequeños:, las guarniciones d e
los cuarteles,1 las partidas que escoltaban l o s c ó m -
boyes , eran víctimas continuas'de sus inespera-
das sorpresas. Ni aun el mismo cuartel general
estaba libre de e l las , "y el 26 de Mayo de aquel
año", á las dos dé la madrugada,' faltó ; p&có á
Quesafta para caer en manos de su mortal ene-
migo en él pueblo dé Múez.


Poco tiempo después urio y otro partido sé
robustecieron poderosamente, y la guerra tomó
lin grande incremento. El partido carlista cre-
ció en fuerza moral con lá llegada de Ü. Car-
l os , pero él ejército cristino sé robusteció tam-
bién con el arribo del ejército de Portugal , á
cuyo frente se hallaba el General Rodil.


La guerra volvió á encenderse, pues el Ge-
neral cristino con 14,000 hombres disponibles,
sin contar las guarniciones, acosaba al gefe car-
lista, embarazado por otra parte en la custodia
del Real, El cansancio de la tropa con las con-
tinuas marchas y contramarchas infructuosas, la




Z U M A L A C A R H E G U I . 35


crueldad de Rodil exasperando los pueblos , y
las sagaces' maniobraste sü ^competidor, dieron
á este bien pronto la.superioridad. Concluyeron
por hacerle temible las dos sorpresas de Carona
delet, funestas en estrémo para las armas libe-
rales.. En la primera perecieron una porción de
gefes y oficiales, siendo la mas notable de lasí
víctimas, el desgraciado Conde de iViamanuel,
cuya vida en. vano trató de salvar el mismo Zu-
nialacarregui. Prendado este• de su serenidad, le
ofreció salvarle y lo llevó erl su. compañía ,<:sen-
tándole á su mesa. Pero sus conatos fueron va-
n o s , pues tanto Rodil como D . Carlos, coope-
raron á su muerte. Pesaroso' de ello Zumalacarre-
g u i , no quiso volverle á ver , y marchó secreta-
mente de Leeumberri, dejando á un comandante
la orden para fusilarle.


No pasaron muchos días sin que Zumalacarre
gui apareciendo sobre Viana con la eeleridad
d e l r a y ó , después de una marcha de 12 leguas,
hiciese nue\ amenté á Carandolet Otra sorpresa
de las mas considerables y trascendentales de
aquella época, destrozando la columna q u e m a n -
dalia, y acuchillándola dentro de las calles ríe la
población. Al mes siguiente volvió á pasar Zu-




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


malacarregui el libro por Tronfconegro (el 27 de
Octubre) , y sorprendió jñnte á Cenicero un con-
voy de fusiles que conducía el Coronel Amor;
y repasando el río se halló el 27 en los campos
de Alegría á sorprender la división de O-Doylé,
pasando á degüello: los batallones de África y
la Reina: al día siguiente atacaba al General
Osma, obügáüdolé á replegarse sobre Vitoria.
Desde allí marchó sobre Villafranca, y atacó
su iglesia con las dos piezas que había cogido
en la sorpresa de O-Doyle. En vano los nacio-
nales hicieron una heroica resistencia, pues vi-
nieron á ser víctimas de las llamas, y salieron
de la torre medio abrasados, para ser poco des-
pués pasados por las armas.


La campaña de aquel año concluyó con la
batalla de Sorlada, pues ya merece tal nombre
aquella acción, en que Zumalacarregui desplegó
doce batallones, y una caballería algo numerosa
aunque todavía mal organizada. La fortuna se
mostró aquel día poco propicia á Zumalacarre-
gui , y la temeridad de Iturralde le acabó de
comprometer, quedando derrotado á pesar de
los esfuerzos del batallón de guias, que difícil-
mente logró cubrir la retirada. E! 15 se renovó




Z U M A L A C A R R E G U I . 37


el. ataque sobre el puente de Arquíjas, defendi-
do vigorosamente por Zaraalacarregui: el éxito
de la pelea fue, problemático, y por ambas par-
tee se cauto la victoria.


Los generales de la Reina se sucedieron unos
a otros con rapidez, y el célebre Mina fue el
quinto que vino á contrarrestar la influencia de
Zumalacarregui. Las esperanzas que en esta .ve-
nida se pudieron- concebir fueron harto efímeras.
El célebre guerrillero de la independencia era
ya un anciano, que había de luchar cou sus
achaques, y con la estrelle brillante de otro ge-
nio no menos vigoroso, y que poseía en aquel
entonces las simpatías del país, al paso que él
inspiraba profunda aversión á sus antiguos ca-
maradas. Adulado en otro tiempo por la quema
de GasteUrFollit, creyó concluir la guerra lle-
vando á sangre y fuego su mismo país , y re-
produjo aquella escena, borrando el nombre de
Lecaroz del mapa español. Al mismo tiempo, y
por un contraste harto notable, pasaba á degüe-
llo los heridos del hospital carlista del Bastan,
mientras que Zumalacarregui visitaba en los Ar-
c o s , juntamente con D . Garlos, á los heridos
que había dejado la guarnición al tiempo de l'uy




38 PERSONAJES CELEBRES.


garse, f mandaba repartirles algún dinero. Uni-
do esto con la toma del fuerte de Eeharri-Ara-
naz, defendido por numerosa ¡'guarnición, y no
poca artillería, concluyó po* háeerleca«r en des*
crédhoy- viniendo- po« Segunda vez el General
Valdés ¿ t o r n a r ; el- rriando del ejército cristinoi


i Entretanto los ministerios y los periódicos
miraban como la cosa mas fácil derrotar á Zu -
malacarregui,; y se' admiraban de • que existiese
aun. Gon este motivó se formó* un -plan,' á ma-
nera de una batida de caza, para encerrar á los
carlistas en las Amescuas, y destruirlos allí á
todos en un palmo de terreno. Tales eran sobre
poco m a s ó menos las instrucciones que traia
el General Valdés, muy interesantes si hubieran
sido-practicables. Pero en vano aquél General
intentó realizar lo- que tan fácil se creía en Ma-
dr id , penetrando hacia la Ámescua alta con un
ejército dé 22,000 hombres. Aquella entrada es-r
tuvo á pique de ser muy funesta á las armas
liberales, si el táctico Valdés hubiera tardado
un poco mas en buscar la salida. Aun asi no
fue pequeña la pérdida.


Esta retirada, debilitando la moral del soldado,
tuvo muy funesta influencia en el ejército de la Reí-




Z U M A L A C A R R E G U 1 . 3í»


«a. Principió á^undir¡el desaliento, y ¿este se si-
guió la desereion. Salvatierra, 'Maestu'y Estdlaí
fueron evacuadas sucesivamente, y los almacenes
y. oficinas del-ejéreito. principiaron :á trasladarse
á esta parte del Ebro^ tratando de hacerle servir
de lantBmurát-contra tos rápidos .progresos del gefe
carlista. Entre tanto, este atacaba rápidamente tol-
dos tos fuertes ¡cayendo en su poder uno en pos de
o t r o i ' f r e v i n o , Villafranca. de Guipúzcoa* Verga-
ca y f la villa de Eybar capitularoo^ucesivamiente;
'foloía fue evacuada con harta preeipistaciooíí y Qráa
tóao o h » naareba para salvar, lasí-guarnícionesídn
los puntos fortificados del Bastan, Elizondo, Urdax
San Estevan, é Irun, replegándose, con ellas á Pam r
piona con no poco trabajo.


- El nombre de Zumalacarregui llegó á tomar
Un grado notable de esplendor. Eos que hasta en-
tonces 1«. hatean mirado como un talento vulgar,
que debia; su nombre ala fortuna y á su índole-dis-
cipliaista , le miraron ya como un gen io ; los
saldados le consideraban como una fantasma ó un
espíritu maléfico , que se reproducía á la vez1 en mil
partes;, y los que caían en su poder no hacían ya
escrúpulo en servir á sus órdenes. El tratado de
Elliot, que la necesidad y la naturaleza misma




4 ) PERSONAJES CELEBRES.


reclamaban, vino «¡regularizar la guerra, y ro-
bustecer el prestigio y la fuerza moral del caudi-
llo de D . Garlos. Reunía entonces este entre Na-
vacra y Provincias Vascongadas, mas de 3ftba-
tallones, sin contar las compañías sueltas, 6
escaaldrones de lanceros, 8 piezas de artillería y
des morteros. (*;


Kn medio de aquella perspectiva de gloria,
que se desarrollaba á su vista, otros sentimien-
tos liarte tristes ogítabau su corazón. Habia con-
cluido para él la persecución mil itar , y domi-
naba el pais que pocos meses antes recorría fu -
gitivo. Ahora se consideraba víctima de la per-
secución cortesana. «Zumalaoarregui, dice el ya
citado coronel Lasala , sin recursos al frente del
enemigo, c o n no esperados sinsabores, y trope-
zando á cada paso con los obstáculos que le
creaba un ministerio raquít ico , se exasperan»,
representaba en vano , y marchaba al R e a l , lle-


(*) La gaceta de Francia , periódico que simpatizaba con
los carlistas, ofrecía el siguiente es tado , á pesar de eso
bástanle, exacto. En Navarra diez batallones ligeros,,uno de
guias y tres castellanos, con un regimiento de lanceros.
En Vizcaya 9 batallones de infantería y un escuadrón d e
lanceros. En Álava 6 batallones, una compañía de guias y
un escuadrón. En Guipúzcoa 3 batallones, y 3 compañías
de guias.




«DHALACAIUtEpUI. 41


« o de,enojo, y resuelto al parecerá golpes tuertes;
mas i » vista de U: Carlos le desarmaba, y pues-
t » i sus pies, á la me» bjve; deraostraoioja del
real aprecio r y d é tos padecimientos de su Rey,
el intrépido guerrero derramaba lágrimas dé amor
y de respeto. »


Zunnalaearregui meditaba atacar á Vitoria y
llevar la guerra .al otro lado del Ehro, En un
arrebato, de entusiasmo., después dé la toina de
Vergala, pnwrwiapiá en estas palabras; «:Llev#-
ré náSíV/óluníarioí á MadrV& y yesceremos, »
íOjeaídRerf de ! Di. .-Oárlpa se trataba de un
empréstito con la Holanda, para el cual se exi-
gía C O M O principal garantía la toma d e Riihap.
En vano manifestó Zumalacarregui su oposición
á este proyecto, cual si presagiase la tuina del
partido carlista:, en aquel punto funesto para su
causa; entretanto que se preparaba el sitio, sed i -
pigio sobre Ochandiano, del cual se apoderó 4
pesar de- la obstinada resistencia de las 4 c om-
pañías que lo guarnecían. Al dia siguientie mar-
chaba Zumalacarregui á Bilbao.


Su proyecto esa abrir brecha y dar un asalto:
mandó sortear las compañías que habían de ir á
la cabeza, ofreció una onza de proa Jos cien pri-




42 PERSONAJES CEliBBRÍSS.
raeros 'queentraran y seis libras de saqueo, asegu­
rando la subsistencia á las familias ide los'que": su*
cumbíerañv La falta dé inunciones­№titaséíél asai>­
t ó , y'dió^iéBSpo^f&'íoV sitiados pasa ¡reponer? la
brecha. A las после de la ?mítñana.­d*á d i a l á de
Junio de 1835 subió al palacio contiguo deiBe^
goñai, 'situado á éien varas 'de las á)rtifioa«ümes.
Kn aquel sitio , blanbodelos disparos.de la plaza,
se puso á reconocer'esia con 'Su 1 anteojo,­llevado
dé? su prurito dé examinarlo l odo ipor ! si mismo.
Ей vanó 5 sus oficiales' de E. Ш : l e advertían el
peligro. Al verlo en aquel sitio los que guarnecían
lá :batería' dé Larrínaga , hicieron una descarga
sobre é l ­ .una bala inglesa dio en uno de los'hier­
ros dé la ventana, hiriendo de rechazo á Zumala»­
cdrregut'en la parte superior del m u s l o . ! ¡ ..
; La noticia de ­su1 herida cundió: .con­' rapidez,
yllenódfe­éspsrifóiá los sitiadores;. Poftodaspar ­
tes acodian 'ansiosos al caminó d e Durarigo ¿ p o r
doftde'pasaba ¡tendido en una camilla sobre ios
fiombrósdedoee'Voluntarios. Cuando se presen7
taron algunos cortesanos á informarse dé su heri­
d a , los recibió algo bruscamente, y al tiempo de
marcharse di jo : « Si me hubieran dejado obrar por
mí misino dos nieses : inas ,• poco me importaría




Z U M A L A C A I l H E G U l . ••>':• 43


que mi herida fuese grave ó leve; ••* Asistíanle un
médico de Gáiríara, un cirujano, que poco tiempo-
antes se habia pasado i, y un^estrangero-('Mri Sur -
ges). El haber declarado éstos que la ¡herida «ra
ligera, juntaimenteieon lascircaristancias.de ser neo
tránsfuga y otará estraúgero,' diópávulo álá vbzde
que su herida habia- sido envenenada. El 'd iaqúe ; se
levantó él vendaje1, D ; Carlos- estuvo á visitarle, y
se despidió de él con lágrimas en los ojos. Sia duda
un ocultó presentimiento le avisaba que B U fortuna
estaba vinculada á la vida, d é aquel hombre, Desde
DoraBgo fue Zutaala aarregui transportado, á Céga--
maj 'y ;pasó por O r m a i s t e g u i d o n d e v iáppr úl-
tima1 vez su casa natal'; y. al undécimo dia de su
herida falleció, después de recibir los Sacramen-
tos-,-en medio de un-fuerte delirio, en. el.que se
figuraba estar peleando ala cabeza de Sus Volun-
tarios. ' : ¡ - - • '


Luego que D. Carlos-supo su fallecimientOj en-
vió á su .general d £ artiUeriavD; Joaquín Montev-
nigro á presidir el funeral en-su nombre , dan-
do él pésame á su familia en un oficio-muy sen-
tido. Mandaba al mismo tiempo se le enterrase en
caja de p lomo, remitiéndole una de las llaves-, y
las otras dos á su familia y al párroco de Cegama.




44 PERSONAJES CÉLEBRES.


Al morir. Zumaiacarregui se dice que tan solo
tenía- catorce onzas de o r o , que dejó á sus cria-
d o s ; legando laa galo-á su familia el agradeci-
miento del Príncipe* Este «Se bisa espera» cerca de
un aña , gracias á los que habían visto casi con pla-
cer el fallecimiento del qu« los habia tenido supe-
ditadps. Por fin en 24 de Mayo de 1816 espidió
I) . /Carlos en Vülafranca un Real decreto n o m -
brando á su Capitán <J*neral D . Tomás Zumaia-
carregui^ Grande ctfifcpañad^^ clase, con
ios títulos de Buque de la Victoria , Conde de Zu-
maiacarregui , debiendo pasar el título á sus tres
lujas pp» orden de sucesión. A l mismo tiempo con-
cedía á la Duquesa viuda (Doña Pancracía Olio) la
banda d e Dama noble de María Luisa. Tenia ade-
mas Zumaiacarregui los despachos de Mariscal de
Campo y-Virey de Navarra , desde Abril de 1834;
y al entrar D . Carlos en Navarra, después de estre-
charle públicamente contra su pecho en la villa de
El izondo, le nombró Teniente General y Gei'e de
S. E. M. El 29 de Octubre de 1834, después de la
batalla de Alegría, le dio la cruz pensionada de
S. Fernando, y le puso [por su mano la banda de
la Orden.


Tal fue la vida de aquel hombre , que hizo




Z C M A t - A C A R H E G U l . 45


bambolear el Trono de Isabel II y las institucio-
nes liberales. Cuando calmadas ya las pasiones y
afianzado sin temor alguno el Gobierno represen-
tativo tendemos la vista atrás, bien podemos mi -
rar la persona y prescindir de su bandera, refi-
riendo con imparcialidad los sucesos, prescindien-
do de las diatrivas con que durante la eferves-
cencia dé la guerra se infamó su memoria. Paro
es también justo manifestar, que á pesar de la
cruda guerra que hizo Zümalacarregui al Gobier-
no liberal ( ha sido quizá el gefe carlista que con
mas consideración fue tratado por é l : aun en los
momentos de efervescencia hubo hombres que ar-
rostraron la impopularidad de hablar de é l , no
solamente con respeto, sino hasta con encomios,
considerándole c omo un adalid de las ideas m o -
nárquicas , pero templadas. Si en el primer periodo
de su mando se vio precisado á cometer actos de
crueldad, no pocas Veces fue obligado á ellos por
funestas represalias ; y cuando no , hombres hay
que en buena paz y bajo las formas constitucio-
nales santifican en esta parte su memoria.


Al presente, cuando su nombre se repite en el
estranjero con aprecio, y por algunos so considera
á Zümalacarregui como un héroe, justo es que nos*




46 P E R S O N A J E S . CELEBRES.


otros le concedamos laieeJiebrtdad que obtuvo, aun­
que peleando, en un campo contrario­ ­Ко ' lo fuera
deprimir sus .hazañas, hasta el punto de ponerlas
en .parangón coa , las asechanzas tíe ios bandidos^
Era español, españoles eran también los que.él
mandaba , y los que,sé batieron con él valerosa­
mente, no apreciarán su honra en tan poco > que
publiquen haberla ganado batiéndose con un sal­
teador. El niemoiable convenio de Ver gara, al po ­
ner término á la­, sangrienta lucha sostenida'por
ambas partes^ con: igual tesón <y=. valen t i a v s i ' no
con igual razón y debió borrar las contrarias deno­
minaciones ; y si acontecimientos posteriores han
vueltaá exasperar los. ánimos y enconar los parti­
dos, la historia marcará lo? autores á su tiempo, y
fulminará un terrible anatema, sobré los; que tan­
tas calamidades nuevas atrajeron á su país.


• Nosotros, himples biógrafos., hemos presen­
tado sencillamente la vida del general mas dis­
tinguido del bando ^carlista ; e» el. curso de nues­
tra obra , aparecerán también las.de los princi­
pales gefes del constitucional, y tal vez en la
de alguno: de ellos ; si tenemos que describir ac­
tos de valor como los del personaje que nos ocu­
pa , no podremos hacerlo igualmente con respec­




Z U M A L A C A R R E G U I . 47


to á su lealtad á la causa que defendían y por
la cual peleaban. Nosotros narraremos los hechos,
la historia los juzgará.








Personages celebres del Siilo X I X




M« LAFFITTE,


«La vida privada de M r . Laflitte se-
ria un curso de moral en acción.»


CoRMENIN. — Oradores parlamenta-
rios.


«El corazoá de un hombre de Estado
debe estar en su cabeza.»


. . ' NAI 'QI .Kf tY .


Habla una vez un maestro carpintero á quien
habia concedido el cielo mucha píovidad , talento
parasu dflcio, poquísimo dinero,'f rliez hijos á quié-
nes aliméutár. Utoo de estos sé' llümába Sá'ritfágbj
y uñd'héchicera caprichosa le acogió bajó> stisí' alas.
Santiago dé pobre que era, se volvió bllló. ' idtió,
füé^lai providencia de su familia ; y protegió á sus
amigos, á sus enemigos, ¡J todo élih\itídb! En aquél
mismotiempdhabia un trónti tari viejo, tan gastado,




2 PERSONAJES CELEBRES.


tan combatido por las revoluciones, que estaba en-
teramente dislocado. El Rey se olvidó un dia de
sentarse en él con precaución, y el trono se vino
abajo. Fue preciso reconstruir,uno nuevo, y San-
tiago que no habia olvidado el oficio de su padre,
trabajó con fuerza para volver á ajustar sólida-
mente las cuatro tablas cubiertas de terciopelo
que sirven de basé á todo el edificio social. Aque-
lla ocupación le atrajo la desgracia; su genio tute-
lar le volvió la espalda, su caja se vació como por
encantamiento, el Círculo de sus amigos se trans-
formó én una legión de acreedores, y si algunos
de los que nada le debian no le hubiesen llevado
un poco del oro que é¡\ tan generosamente habia
prodigado , no hubiera tenido un techo donde al-
bergarse. No se desanimó Santiago en tan dificil
posición ; anciano y a , principió de nuevo el labo-
rioso trabajo de,su juventud y casi restableció su
fortuna. Rico , habia sido modesto, afable y de sen-
cillo corazón j pobre, fue noble,, enérgico,y digno;
rico ó pobre amó el honor d e s u n á i s , hizo el bien
tanto por instinto como por costumbre ; y si mu-
chos le negaron, tal vez con razón,.el genio políti-
co , la Francia entera dio con unánime voz un título
de hombre honrada á aquel banquero advenedizo.




LAPFITXK. 3


Todo esto que parece un cuento es solo sin em-
bargo una sencilla historia: es en resumen la his-
toria de Mr. Laffitte.


Santiago Laffitte, nació en Bayona el 24 de Oc-
tubre de 1787. Plebeyo y pobre» sin los pergaminos
que daban entonces la riqueza y sin la riqueza que
daba también los pergaminos , entró el joven L a -
ffitte en la carrera del comerció , en la que rara vez
dejan de prosperar las capacidades laboriosas. A los
veinte años llegó á Pafis sin mas recursos que una
aventajada fisonomía, un carácter dócil y lleno de
franqueza, un celo y una sagacidad á toda prue-
ba, y el espíritu vivo y alegre de un hijo del Medio-
día. Con menos se hace fortuna, y asi dotado por la
naturaleza entró Mr. Laffitte en calidad de depen-
diente en casa del banquero Mr. Perregaux. Era
el 1787, y la revolución francesa y Mr* Laffitte
anduvieron rápidamente su camino*. Cuapdo la
Asamblea de los Mutables, no era aun nías que
simple empleado; cuando el juramento del juego de
pelMa; era ya tenedor de ' l i b ros ; al principiar ia
República, era cajero y poseía la, cpufiatwa..de.su
príaeipaliy duraateel Consulado, llegó á ser el hom-
bre indispensable de la casa. Hecho ¡Napplequ Em-
perador, el banquero Peraegaux entró en, el Sena-




4 PERSONAJES CELEBRES.


«lo, confió á su joven dependiente la dirección
de todas sus operaciones comerciales, y algunos
años después, en 1809, la casa Perregaux se lla-
maba Santiago Laffitte; el hijo del artesano de
Bayona estaba al frente de una fortuna colosal, de-
sempeñaba las funciones de Regente del; Banco, y
era él sucesor del venerable Dupont de Nemours
en la presidencia de la Cámara de Comercio. Al
fin del Imperio fue nombrado Gobernador del
Banco de Francia, cuyo destino tenia el sueldo
de 100,000 francos; pero los tiempos 1 eran críti-
cos, el Banco estaba pobre; y Mr. Laffitte renun-
ció- á su favor el sueldo. Este acto es bastante
raro e n ; nuestros dias para qué necesite comen-
tarlos: •


Los desastres de 1814, tardaron poco en abrir
las puertas de Párisál enemigo; impúsose á-la Ciu-
dad una'contribución de guerra; el"tesoro estaba
exhausto, y todas las notabilidades del Banco, «Ad-
vocadas al 'efecto•}• deliberaron sobre el modo de
Hacer frente por niedió deúrt empréstito; Mr.-Laf-
fitte propuso ' l ina- suscHccionnacional, y firmó el
primero por Una suiria considerable, pero'su noble
voz no encontró eco: < ; • ' ;; <\ ••<<'


Mr. Laffitte fue él banquero de los Borbones; y




L A F F I T I E . 5


cuando el 20 de Marzo, Luis XVIII se vio arrojado
de repente desde el trono al destierro, Mr. Laffitte
acudió á su caja, y mandó al momento al Rey fugiti-
vo cuatro millones de francos para é l , un millón
para él Conde de Artois, y setecientos mil francos
para la Duquesa de Angulema.


En aquella misma época, un rasgo de desinterés
mas honroso todavía, fue el primer móvil de una
amistad- que tuvo mas 'adelante graves consecuen-
cias. El Duque de Orleans, Rey en el día de
los franceses, acosado: por los sucesos 4 iba á verse
obligado á marcharse sin recursos.' En vano había
presentado á varias casas de comercio;-letras por
valor de 1.600,000 francos , consintiendo el Prín-
cipe en perder veinte por ciento. El crédito era el
precio de la corta de unos bosques, á cuyo pago se
había «puesto el gobierno imperial; era de consi-
guiente arriesgado y nadie lo quería. En su com-
promiso, dirigióse el Príncipe á Mr. Laffitte, y el
generoso banquero rehusó sin vacilar el enorme be-
neficio que se le ofrecía, y aceptó á la par valores
cuyo reembolso era cuando menos dudoso.


Dorante los cien d ías , Mr. Laffitteeotno indi-
viduo de la diputación de comercia, formó partede
la Camarade los representantes. En ella se alistó




fi PERSONAJES CELEBRES.


en las fitas de aquella animosa minoría que que-
ría antes de todo librar b\ pais de una segunda inva-
sión, apelando primero á Napoleón, al ejército, á la
Francia entera, salvo á estipular después en favor
de la libertad. El miedo , la traición, inoportunas
exijencias paralizaron tan nobles esfuerzos; y cuan-
d o el solo hombre que aun pedia dar la victoria á
las armas francesas, tuvo que dirigirse áSanta Ele-
n a , también quedó Mr. Laffitte depositario de
los débiles restos de su fortuna. Se le confiaron cinco
millones, y cuando se presentó paradar al Empera-
dor ün recibo de dicha suma, nogóse Napoleón í
aceptarlo dictándole: «Os conozco; se queno gustáis
de mi gobierno, pero os tengo por un hombre hon-
rado. »


Los estrangeros llegaron de nuevo bajo los mu-
ros de París, y esta vez el prusiano Blucher, Heno
el corazón de odio y venganza, pedia el saqueo
de la capital ¿ á cuyo horrible estremo se opuso
Wellingtou por un sentimiento de humanidad, o por
temor á la desesperación. Hízose un convenio mi-
litar según el eual el ejército í'ranoés debia ser di-
suelto y dirigido á la otra parte del Loira; pero
para esto se aeoesitaba dinero, el tesoro no lo tenia,
y ta guerra civil amenazaba aerecer con sus des-




L A F F I T T E . 7


gracias las desgracias de la invasión. En tan crí -
ticas circunstancias, depositario Mr. Laffitte del
crédito del Banco , se negó á comprometerle con un
empréstito forzoso; tomó de su propia caja 2.000,000
de francos que entregó al Ministro de Hacienda, y
París se salvó/ Los invasores habían hecho ya al
banquero solidario de la obligación impuesta, y en el
easo de no cumplirse la cláusula en las veinte y
cuatro horas, se le amenazaba con tomarle por re-
henes y llevarlo prisionero á la fortaleza de Grau-
denz ; 'fue preciso que el Emperador Alejandro,
cuyo elevado eorazon simpatizaba con todo lo
grande, declarase á sus aliados que mandaba co -
locar una guardia en casa de Mr. Laffitte para de-
fenderle. A esta prueba de benevolencia, añadió el
autócrata como testimonio de aprecio la decoración
de San Wladimiro.


Restablecido por fin el orden y constituidas las
Cámaras según la Carta, fue nombrado Mr. Laffitte
Diputado por París, y aunque se sentó en ios bancos
de la oposición, su actitud sin embargo no fue
precisamente hostil al nuevo Gobierno durante
aquélla sesión. Hombre de hacienda, al negar su
voto á todas las medidas opresivas, impuestas
por la Cámara introuvable se encerraba en su




8 PERSONAJES CELEBRES.


especialidad, y solo tomaba la palabra cuando
una cuestión de hacienda 1« daba ocasión de
desenvolver sus pensamientos, sobre asuntos que
habían sido objeto de sus largos y profundos es-
tudios. Sus informes como gobernador del Ban-
co habían descubierto y a , por su lucidez y lo
elevado de sus miras , sus vastos conocimientos
en materias de crédito público. Los discursos no -
tables en que entonces y después desenvolvió en la
tribuna su sistema sobre los medios d e remediar el
estado deplorable de la hacienda, llamaron la aten-
ción pública; eran á un tiempo ideas y un lenguaje
nuevos; eran conversación tan sustancial como luci-
da; era la elocuencia aplicada al manejo de las cifras.


Nombrado por el Rey en 1816 para la comisión
de hacienda presidida por el. Duque deRichel ieu,
Mr. Laffitte combatió en ella el sistema de l o s em-
préstitos forzosos, las cédulas hipotecarias, en una
palabra, la bancarrota. En vanóse apelaba á las
exigencias de la Cámara contra sus proposiciones li-
berales.: «Señor Duque , contestó al Presidente, me
he comprometido á decir todo mi pensamiento ; si
el plan que propongo es bueno, al Rey toca deci-
dir si quiere sacrificar la Cámara á la Francia ó el
pais á la Cámara.»




I .AFFITTE. !)


Luis XVIII comprendió tan noble lenguaje ; su
respuesta fue el decreto de disolución de 5 de Se-
tiembre, y el rentista patriota , recibió al mismo
tiempo la cruz de la Legión de Honor.


En las elecciones de 181?, e l n o m b r e d e M . Laf-
fitó fue el primero que salió en los escrutinios de
las veinte secciones del colegio electoral de Paris.
Durante la nueva legislatura se le vio conservar,
entre la fogosidad sistemática de la oposición, las
pretensiones exageradas délos amigos del póder^'la
actitud tranquila y digna de un juicio! i'mparcial y
de un buen ciudadano; rechazó con energía todas
las leyes escepcionales, y apoyó con su voto las me-
didas de interés general -, revindicó en alta voz la
libertad de la imprenta, la libertad individual y
la sinceridad de las elecciones; permitió al teso-
ro los émpréstitosqué juzgó necesarios, se pronun-
cio contra las modificaciones electorales y el doble
v o t o , y contra la guerra de España.


' Al mismo tiempo, separábase Mr. Laffitte abier-
tamente de sus amigos políticos, sosteniendo la re-
ducción de los intereses y la creación del 3 por
ciento. IMo entra en nuestro plan examinar el va-
lor de aquella importante reforma rentística, ni
el juzgar la conducta de Mr. Laffitte en aquella




10 PERSONAJES CELEBRES.


circunstancia. Solo diremos que su espíritu de
eclecticismo político, l e atrajo de parte de sus cor-
religionarios fuertes reconvenciones é imputaciones
injuriosas. Bastase llegó á suponer que Mr, Lafütte
compraba al Ministro su asentimiento con ventajas
estipuladas secretamente por su casa de banca. Se-
mejante acusación, fue un golpe doloroso á su leal-
tad, y la rechazó victoriosamente en un escrito en
que manifestó sus miras con claridad, precisión é
independencia. Mr. Laífitte, consiguiente consigo
m i s m o , lia pedido en 1836 el reembolso de la
renta del 5 por ciento, y parece que todo su
sistema descansa en un mismo pensamiento; dis-
minuir las cargas del pueblo disminuyendo las del
Estado; principiar haciendo á la Nación mas rica,
para hacerla mas ilustrada y mas libre.


Dado una vez aquel pasagero asentimiento a
una medida que él juzgaba buena, Mr. Lafuttese
encuentra dé nuevo con toda su energía en la opo-
sición parlamentaria ; y cuando el ministerio Ville-
le colmó su impopularidad con la brusca disolu-
ción déla Guardia Nacional, se vio al patriota D i -
putado proponer atrevidamente la acusación de los
ministros. Algunos dias después, en las exequias de
Manuel , cuando una lucha fatal amenazaba ensan-




. L A F F 1 T T E . 11


greutar ilustres funerales, puesto Mr. Laffitte de
pié sobre el sarcófago de su amigo , contuvo con
su elocuente voz las profanaciones déla policía y
el entusiasmo agresivo de una ardiente juventud.


Hemos llegado á la época mas hermosa de la
vida de Mr. Laffitte: colocado ó la vanguardia de
los defensores de la carta, popular tanto por sus
opiniones, como porsus generosidades regias, el
opulento banquero veía agruparse á su rededor t o -
das las notabilidades de la imprenta y de la tribu-
na. Socorriendo todos los infortunios, pratejien-
d o eficazmente todas las industrias, estimulando
con su oro las letras y las artes, dando sumas enor-
mes á las cajas de beneficencia, Mr. Laffitte sabia
unir siempre á lo grande del servicio, la noble d e -
licadeza del proceder. Solo citaremos un ejemplo
entre otros mil.


£1 General F o y , que había tenido grandes per-,
didas en su fortuna, intentó imprudentemente res-
tablecerla jugando en la bolsa; ignorando el Gene-
ral las especulaciones de alza y de baja, descansaba
ciegamente en su agente de cambios, y creyendo
enriquecerse se arruinaba; ó mas bien se enriquecía
arruinándose, pues una mano desconocida cuidaba
de íeparar con largueza las pérdidas, y el General




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


murió persuadido de su felicidad en el juego, agen o
de saberque su ganancia salia de la cajade MI". Laf-
fite, que anadia ademas mil francos á la susoricion
abierta á favor dé su familia.


Hacia mucho tiempo qué Mr.'Laffitte princi-
piaba a deséonflar del'porvenir de la rama primo-
génita de los Borbones; y convencido de la in-
minencia mas ó menos inmediata de una revo-
lución, buscaba á su alrrededor los medios de que
los resultados fuesen favorables al pais. Ya hemos
v istola circunstancia que dio lugar a las relaciones
dé Mr. Laffitte con el Duque de Oríeans, relacio-
nes que se habían estrechado mas y mas.'El Gene-
ral Foy , Benjamín Gónstant, Casimiro Perier,
Alejandro de la Borde, el General Gerard y algu-
nas otras notabilidades liberales , formaban con
Mr. Laffitte la sociedad íntima del primer Príncipe
déla sangre. Colocado por sus antécedentesptflíti-
coá y sus convicciones liberales en una posición di-
fícil, con una corte que ni le perdonaba el voto de su
padre, cUyo recuerdo le afligía, ni sus anteceden-
tes republicanos, ni las .luces adquiridas á costa
de veinte añes de destierro, el Duque de Orleans
se refugiaba en el interior de la vida doméstica (*)


(*) Véase «u biografía.




LAFF1TTE. 13


y seguía con una mezcla de pesar, de temores y de.
esperanza la marcha rápida y fatal del trono, hacia
el abismo que se lo iba á tragar. •


Si el Príncipe temia tal vez las consecuencias:
del porvenir, sus amigos al contrario lo deseaban de
todo corazón. El trono en que Mr. Laffitte anhelaba
tan vivamente ver sentado al Duque de Orleans,
debía levantarse mueho antes de lo que él esperaba^
Sabido es de qué modo un motín se convirtió en
revolución, y eomo se rompieron tres eoronas^ntres
diaS; .hablaremos, solo.aqui de la parte que tomó-
Mr¡ Laffitte en ios acontecimientos; d e Julio.


Desde el día 2 8 ; cuando aun estaba indecisa la
victoria del pueblo, después de haber firmado la pro-
testa de los Diputados residentes en Paris, en el m o -
mento en qaellegaba de Saint-Cloud la orden de ap-
restarlo, deseoso Mr. Laffitte de poneríérmino á la
efusión de sangre, atravesó por entíe los tiros,
acompañado dePer ier , Mauguin, ' Getrard y L o -
bau; pasó al Garrousel•', penetró hasta donde esta-
ba elMari&calMarmbnt, comandan)» dé París, y
le iBdtó eff nombre de lai humanidad y derla patria'
para qtt«-retrocediera ante los horrores-«tela guer-
ra c ivi l , paraique usara -de su influencia ánade
que ste retiraran los decretos yedmbiaraal ministe-




14 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


r i o , amenazando, en caso de negativa , con ar-
rojarse en cuerpo y alma en el movimiento.


K El honor militar está en la obediencia, con-
testó tristemente el General, — El honor civil,
replicó el animoso diputado, consiste ennodego
llar d los ciudadanos para atentar contra/ la •


Constitución. » Convencido al dia siguiente deque
nada debia esperar de la ceguedad del R e y , se de-
cidió á correr los riesgos de un combate, y convir-
tió tu casa en un cuartel general, de donde sallan
las proclamas que-animaban la insurrección,' las
órdenes que la regularizaban y el oro que la soste-
nía. Al mismo tiempo, no olvidaba el banquero al
Duque dé Orleans , y enviaba repetidos emisarios
á Nfeully; el 28 escribía al Príncipe : «Guardaos
dñ las redes de Saint-Cloudy y el 29 anadia tuVo
hay tjaquei¡atikfr\ elegid entre una corona y


un pasaporté.» Poco después dos regimientos,*!.
tercero y ei quinto de línea, arrastrados eu la pla-
za Vendóme por el Coronel Heymés y el hermano
de Mr. Laffitte, dieron la señal de la defección y
fueron á formarse alrededor de su casa. Desde
aquel momento quedó asegurada la victoria: la
reunion Laffttte tomó la dirección del movimien-
to , dio al General Lafayette el mando en gefe de




L A F F I T T E . 1 5


las tropas, y al Mariscal Gerardla dirección d é
las operaciones activas. Instalóse una comisión
municipal en la casa de Ayuntamiento; y cuando
MM. d 1 Argout y de Semonville fueron alli á parla-
mentar en nombre de Carlos X , llevando la revo-
cación de los decretos , se les contestó : « ¡ Ya es
fardel» Carlos X habia cesado de reinar.


Sin embargo, Mr. Laffitte se hallaba muy em-
barazado; los espíritus arrostrados por la exalta-
ción de la victoria, se entregaban á las mas contra 1


ñas'inspiraciones: urgía constituir un poder que
contuviera la anarquía, consolidando Ití obra revo-
lucionaria ; y sin embargo, el asilo del Duque
de Orleans, estaba ettvúelto' aun en el silencio y
el misterio. Encerrado el Príncipe en Rainey era
invisible para todos ; la corona estaba ra el suelo, 1


Mr. Laffitte se la tendía y él vacilaba en tomarla.
Para poner término ástl irresolución, Mr. Laffitte
hizo publicar el 80 en todos los periódicos una pro-
clama en favor del Duque de Orleans; reunió -cua u


renta y cuatro Diputados en el Palaeio Borboi i , y
alli, bajo su 'presidencia, se confirió al Principé la
lugar-tenencia general del Reino. Doce miembros
d é l a reunión 'pasaron al instante» Nenlly para
comunicárselo,; pero el Príncipe no parecía, y




1 6 PERSONAJES CELEBRES.


solo por la n o c h e , á su vuelta de Raincy, al leer
á la luz de las antorchas en los jardines de Neuliy
la proclama que le abría el camino, del trono,
se decidió el Duque de Orléans á pasar, cl Rufet-
con ; abrazó á su muger y á sus hi jos, se puso
un vestido de paisano, y marchó á pié acompañado
de un Ayudante de Campo ; : llegó á las once de
la noche al Palacio Real, y envió al momento á Mr.
Laffltte una proclama, anunciando su llegada y sit
aceptación, . ..


Al día siguiente, volviéronse á reunir los dipu-
tados en número de ochenta y nueve en «1 Palaeio
Barbón: Mr. Gui2»t redactó un mensage y sediri-
gieronen masa al Palacio Real , llevando la palabra
en nombre de la Cámara Mr. Laffitte. Habíase este
herido atravesando una barricada, y cogeaba al
entraren la habitación del Príncipe-; «Estais he-
ridoMr. Laffitte? ledijo :aquel,. -—Monseñor, con-:
testó el Diputado , no atendáis, á mis pies , sino i
mis, manos que os traen una corona..» ..-,.<•


Sin embargo, era aun necesario un esfuerce ;pa-:
ra alcanzarla. Mientrus en el Palacio Real Se a u -
paban en. crear un Rey, en la casa de Ayuntamien-
to una falange de jóvenes se agrupaba al rededor
de un anciano cubierto de canas, y quería hacer de




L A F F I T T E . 17


aquel glorioso resto de otro siglo , la piedra angu-
lar de una nueva república; el anciano vacilaba
también, pues la muerte le amenazaba, y temia pa-
ra su pais la vuelta de aquellos tiempos de fatal re-
cordación, en que el poder era el premio de.la auda-
cia, y muchas veeesel patrimonio del crimen.


Urgia tornar un partido. Mr. Lafütte propuso
al Príneipe irá buscar al momento la sanción po-
pular de la casa de Ayuntamiento. Aceptó este el
proyecto que no carecía de peligro , y precedido de
Mr. Laffitte en silla de manos, llegó á la casa de
Ayuntamiento, abriéndose paso entre el pueblo
conmovido y admirado, y atravesando barricadas
sobre barricadas. Alli se volvieron á ver por pri-
mera vez después de cuarenta años , el veterano de
la libertad y el soldado de Jemmapes, y el abrazo
de Lafayette entronizó definitivamente el reinado
de Julio.


El 7 de Agosto , la Cámara después de dos días
de debates y por una mayoría de doscientos diez y
nueve votos contra treinta y tres, declaró vacante
el trono, é invitó al-Lugar-Teniente general á jurar
la nueva Cartay.á.tomar el títulode Reyi.de losfrán
ceses. La Cámara dirigida por Mr. Laffitte pasó
al Palacio Real á las cinco de la tarde: el Príncipe




18 PERSONAJES CELEBRES.


recibió la diputación rodeado de toda su familia.
Mr. Laffitte leyó con voz conmovida el acta de
Constitución, el Principe se arrojó ásus brazos, y el
abrazo de la casa de Ayuntamiento se repitió en el
balcón del Palacio Real en medio de las aclamacio-
nes del pueblo. La Cámara de los Pares se adhirió
el mismo dia, y la sesión de la coronación del 9, con-
sumó la revolución y colmó los votos del banquero,
que pudo decir como Juana de Arcén la consagra-
ción de Carlos V I I : me hallaba en las fatigas,
debo hallarme en el triunfo. Mas también para él
el momento del triunfo fue casi la señal de la rui-
na. El periodo en que vamos á entrar lo es de pe-
sares y de luchas. Uncido Mr. Laffitte al carro del
Estado, agotó sus fuerzas, perdió su fortuna, fru-
to de cuarenta años de trabajo, y la popularidad ad-
quirida á costa de gloriosos servicios y de nume-
rosos beneficios.


Ahora veremos cómo aconteció este triple de-
sastre.


El primer ministerio de Julio fue una verdade-
ra mescolanza ; chocábanse en el mismo ministc-
terio, con cartera ó sin el la, Mr. Mole y Mr. T)u-
pont de V Eure, Mr. Laffitte y Mr. Guizot , Mr. de
Broglie y Mr. Bignon. Republicanos, imperialis-




LAFFJ.TTE. 19


t a s , monárquicos puros de J u l i o , dinásticos
dudosos, de todo habia , y todo gravitaba pe-
nosamente en el caos , tropezando con los mo-
tines de las cal les , con las tempestades d é l a
Cámara, y tirando sin cesar en contrarios sentidos
la máquina del Gobierno. Era en efecto muy di-
fícil aquella época. Hecho pedazos por la irrupción
popular el principio de autoridad, apenas podia
reunir sus dispersos restos; el poder habia descen-
dido á la plaza pública; el primer guardacantón
servia de tribuna al primero que llegaba para for -
mular en ella teorías políticas al uso del pueblo. El
partido joven y ardiente de la nación, ebrio con su
triunfo, permanecía como una potencia armada;
quería romper definitivamente con el pasado, re-
constituir la sociedad principiando por la base , ar-
rasar todo lo antiguo en Francia, en los países veci-
nos y hasta en los antípodas; y todo esto con un te-
soro exhausto, con un ejército casi desorganizado, y
con solo la fuerza de la propaganda y de la Marse-
llesa. Por otra parte,espíritus austeros y graves, in-
teligencias elevadas, hombres de ideas fijas y domi-
nadoras, comoMM. Mole, de Broglie, ó Guizot, para
quienes toda revolución era un accidente que era
preciso regularizar al momento , no tendían nada




20 P E B S O N A J E S C É L E B R E S .


menos que á hacer entrar incontinente en su cauce
el torrente desbordado, en vez de abrir un nue-
vo curso á sus bramadoras olas. Asi pues la em-
presa era difícil y aun imposible según los tiem-
pos y los hombres. La parte moderada , y por
lo'tantoimpopular del Consejo , hubo de retirarse;
no había llegado aun su hora.


Mr. Laffitte vaciló mucho antes de aceptar la
presidencia del ministerio de3 de Noviembre. Hom-
bre tranquilo y dulce, poco amigo-de las tempes-
tades de la vida pública , pedia á voces q«e le de-
volvieran á sus negocios, á su familia y á sus ami-
gos , pero triunfaron el amor del pais y augustas
solicitudes. Acercábase el proceso de los ministros,
y era preciso un nombre querido de la multitud
para oponerle á sus terribles exigencias; Mr. Laffit-
te cedió y fue Presidente del Consejo.


Seria imposible y ageno á nuestro plan anali-
zar aqui todos los actos del ministerio de 3 de
Noviembre, desenvolver los motivos y discutirlos
resultados. Baste bosquejar la fisonomía del G o -
bierno de la época, con toda verdad. El ministerio
de 3 de Noviembre al presentarse ante las Cámaras,
formuló su programa y sus disidencias con la ad-
ministración anterior, por el órgano desu presi-




L A F F I T T E . 21


dente. Resultaba de él que el ministerio taffttte-
se proponia marchar dando una. mano á Jos innova»
dores y otra á los conservadores; era un verdadero
justo medio entre el progresa y el statu quo , en-
tre la represión y la propaganda.


Mr. Laffitte dispuesto asi y de buena f é á cou-
teutar á todo el mundo, no satisfizo á nadie y en-
contró en las Cámaras grandes dificultades. La-
izquierda le encontraba. indeciso y poco progre-
sivo , al paso que la derecha reclamaba, de él.
enérgicamente medidas represivas. Agregábanse,
á estas dificultades de posición, disentimientos in-
teriores no menos sensibles. El Comandante gene-
ral de los Guardias Nacionales,. acantonado en la
casa de Ayuntamiento, y coronado con una noble
aureola de senectud y d e gloria , recibía felicitacio-
nes, acogía diputaciones, y trataba con la insurrec-
ción de potencia á; potencia. El Prefecto del Sena
desconocía la autoridad del Ministro.de lo Interior,
y calificaba de inoportuno un mensage dirigido al
Rey por la Cámara. Un procurador del Rey citar
ba á un Diputado para- que respondiera de ciertos
asertos emitidos, en la tribuna sobre los periódicos,
y una escisión no menos sensible entre el Presiden-
te del Consejo y. el Ministro de la Guerra, produjo




22 PERSONAJES C E L E B E E S .


en el esterior una política indecisa y sin color, pro-
vocadora y tímida á la par.


Era todavía mas crítica la situación del minis-
terio para con el país; la inquietud reinaba por t o -
das partes, y los capitales habían desaparecido an-
te el motin que circulaba periódicamente por las ca-
lles. El ministerio Laffitte i los tres meses de su
existencia, estaba ya gastado, y los trastornos de
14 de Febrero acabaron con él. Una cuadrilla de
vándalos al salir de las últimas orgías del: : carna-
val, se precipitó sobre el Palacio arzobispal, y lo
demolió hasta los cimientos, como hubiera podido
hacerlo Ornar. La iglesia de S. Germán L' Auxer-
rois fue devastada, y robadas otras que nada tenían
de común con la ceremonia legitimista ; el Prefec-
to de policía, prevenido por el Ministro del Inte-
rior creyó conveniente esperar para obrar á que to-
do estuviera concluido, y la Guardia Nacional per-
maneció con el arma al brazo aguardando órdenes
que no llegaban.1 Levantóse con este motivo un cho -
que escandaloso en la Cámara entre MM. Montali-
vety Odílon Barrot; este último hizo su dimisión,
y Mr. Laffitte tardó poco en seguirle. Suponen al-
gunos que-se habian ocultado al Presidente del Con-
sejo notas diplomáticas relativas á la intervención




L A F F I T T E . 23


del Austria en Italia, y que por este motivo cre-
yó deber retirarse. Añadamos también que la vida
ministerial incomodaba á Mr. LafQtte; el estado
deplorable de sus negocios particulares, reclama-
ba su cuidado; en vano para conservar á su Mi-
nistro le compró el Rey en diez millones el bos-
que de Breteuíl, y dio su garantía al Banco para
un préstamo de seis millones; la posición de for-
tuna de Mr. Laffitte se empeoró de dia endia, y al
salir del ministerio estaba arruinado. .


La revolución de Julio , habia ya dado un gol ' ,
pe funesto á su crédito, y su entrada en los nego-
cios, obligándole á abandonar la dirección de su
casa de banca, acabó su pérdida ; depositario de
sumas considerables, vióse de repente acometido
pidiéndole el reembolso. Desde 1818, habia des-
guarnecido su caja, y salvado el comercio de P a -
rís, prestando cinco millones al Banco; después de
los sucesos de Julio, la puso á disposición del G o -
bierno provisional; todas las desgracias verdade-
ras ó simuladas estrageron de ella, y la crisis ren-
tística la agotó completamente. En tan dolorosa
situación se dedicó Mr. Laffitte enteramente á la
liquidación de sus negocios ; pagó cincuenta mi -
llones despojándose de todos sus bienes, y puso en




24 PERSONAJES CELEBRES.
venta su magnífica casa para satisfacer las exigen-
cias del Banco. Solo entonces se conmovió la Fran-
cia por semejante catástrofe ; no quiso que el pri-
mer asilo de la revolución fuese entregado á los p i -
cos de los demoledores, y una suscricion nacio-
nal aseguró á Mr. Laffitte la posesión de su Pa-
lacio.


Candidato para la presidencia de la Cámara-
después del advenimiento- del ministerio Perier,
Mr. Laffitte no fue elegido y se colocó en la oposi-
c ión ; rechazó con su palabra y sn voto todas las
medidas enérgicas de la administración del 13 de
Marzo, y en 5 y 6 d e Junio formó parte de la d i -
putación de la minoría oponente, encargada de
formular, al Rey de su elección, las quejas de la i z -
quierda. Por ú l t imo, un dia, exasperado por el
infortunio, se presentó en la tribuna á pedir solem-
nemente perdón á Dios y á los hombres de la parte
que habia tomado en la revolución de Julio.


Después, separándose Mr. Laffitte mas y mas de
sus antiguas afecciones, y alistándose definitiva-
mente en las banderas del radicalismo , ha vuelto
á los primeros trabajos de su vida. Después de ha-
ber fundado el Crédito Público durante la Res-
tauración funda en et día el Crédito Privado; ha




L A F F I T T E . 25


liquidado sus negocios, reconstituido su casa, y
fundado la Caja de Descuento que quedará como
una délas creaciones mas útiles de la época.


Ai abrir en 1837 la sesión de los accionistas de
tan bella empresa , pronunció nobles palabras que
eremos de nuestro deber reproducir aqui : « No
puedo, d i j o , dejar de hallarme conmovido al en-
contrarme ocupado otra vez de trabajos que deben
serme muy queridos, y dispuesto á coronar c o n
una empresa digna de todos mis esfuerzos, una car-
rera útil, y en la cual he hecho tal vez algún bien;
paréceme que entre vosotros olvido en un instante
muchas falsas ilusiones pasadas, y las amargu-
ras de las grandezas políticas, que por otra parte
nada me habían prometido, y cuyo peso acepté solo
por amor á mi pais. El porvenir reservaba indem-
nizaciones para m í , y el 2 de Octubre de 1837,
dia en que vuelvo á dedicarme1 al comercio, me c o n -
suela del 19 de Enero de 1831 r dia en que lo dejé.»


Es en efecto una bella inspiración, enteramen-
te nacional y digna de Mr. Laflitte , al abrir de
este modo un crédito permanente á las pequeñas in -
dustria; el modesto fabricante, libre del usurero que
le estrujaba, descuenta sus valores al mas reducido
premio , coloca sus capitales con entera seguridad




26 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


y coa ventaja, los saca cuando le acomoda y ben-
dice al que creó la Caja de Descuento.


En resumen, en Mr. Laffitte hay tres perso-
nas ; el hombre privado, el rentístico y el hom-
bre político; no hablaremos déla perfecta bondad,
déla agrabable sencillez, de la inagotable benefi-
cencia del hombre privado, por ser conocidas de
todos; el mérito del rentístico es igualmente indis-
putado é indisputable; las miras del hombre po -
lítico son apreciadas diversamente. Monárquico
ardiente al despuntarla revolución de Julio, Mr.
Laffitte se halla colocado en el dia en el último
límite que separa la forma monárquica de la repu-
blicana. Durante los años que han transcurrido su
persona política ha esperimentado estraordinarias
vicisitudes; como. Ministro los radicales le han en-
contrado demasiado dinástico, y los dinásticos d e -
masiado radical; y nos parece curioso el citar so-
breesté punto las páginas de dos libros cuyo prin-
cipal pensamiento es diametralmente opuesto.


« ¿Cómo acontece» se pregunta así mismo el
órgano del partido democrático (*) « que un hom-


C) Sarrans joven — Luis Felipe y la contra-revolución
de 1830. pág. 92 y 1)4, t . 2."




L A F F I T T E . 27


(*) Dos años de reinado por Alfonso Pepin , pág. 176».


bre semejante haya perdido á la vez sus rique-
zas , su poder y casi una popularidad adquirida.á
costa de tantas luchas y sacrificios por la libertad ?
Lo diré sin rodeos : el principio de este triple de-
sastre está en las afecciones individuales que des-
barataron siempre la conducta pública del respeta-
ble Mr. Laffitte. Habiendo nacido para ejercer todas
las virtudes civiles, Mr. Laffitte subirá con valor
al cadalso de los Sidney y de los Juan de W i t t ; pe-
ro no se le pida aquella tranquila energía.que sa-
crifica sin vacilar las predilecciones del corazón
á los. deberes del hombre de Estado. El noble in-
conveniente de la naturaleza de Mr. Laffitte, es una
confianza irreflexiva, y desgraciadamente esta c o n -
fianza alcanza á todo el género humano. Ella es la
que le ha entregado á la influencia de intrigan-
tes que pervirtieron la revolución de Julio. »


Oigamos ahora al órgano del partido monár-
quico (*). En Mr. Laffitte hubo siempre dos h o m -
bres ; el que quería francamente ;la monarquía
constitucional con una lista civil de diez y ocho
millones; que pronunciaba discursos llenos de
moderación contra la guerra y la propaganda; que




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


proclamaba en la tribuna el mantenimiento de los
tratados de 1815 , la necesidad de contener la re-
volución dentro de ciertas medidas, y el que te-
nia la desgracia de quererse apoyar en aquellos de
entre sus amigos políticos que necesariamente de-
bían llevarle á otros resultados que los que natu-
ralmente provenían de los principios sentados por
él . . . Si Mr. Laffitte ha perdido la popularidad,
justamente adquiridaen los primeros días de Julio ,
débelo principalmente á su carácter vacilante y á
su falta de energía. » '


Asi pues, Mr. Laffitte ha sido juzgado di -
versamente por los órganos de los partidos, de
modo que al parecer de los demócratas, Mr. Laffit-
te como Ministro ha pecado por sus afecciones mo-
nárquicas, y á los ojos de los monárquicos por las
democráticas. ¿ Qué puede deducirse de esta sin-
gular acusación ? Que la máxima de Napoleón es
profundamente cierta; que el corazón de un hom-
bre de Estado'debe estar en su cabeza , y que Mr.
Laffitte tienedemasiado buen corazón para ser hom-
bre de Estado.






Personajes celebres del Sif¡lo X I X .




D. J. DE MAZARREDO.


¡Cuando la marina española, h a l l e -
gado al triste estado en que se halla en
nuestros dias, es grato recordar sus pa-
sadas glorias, y los hombres eminentes
que á ellas contribuyeron! Su ejemplo,
puede servir de noble estímulo para
tiempos mas felices.


Si no ha carecido España muchas veces de hom-
bres ilustres en todas las carreras y profesiones, han
faltado sin embargo cronistas y biógrafos que es-
cribiesen y publicasen sus hechos memorables. Ne-
gligencia verdaderamente lamentable, que npsoiros
tratamos de remediar en cuanto esté de nuestra
parte, dejando consignados en nuestra obra los he-
chos principales de la vida dé aquellos personajes
que mas se hayan distinguido en el siglo actual.
Lo que debe la marina española, al de. que vamos




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


á ocuparnos, ya en la parte científica y de instruc-
ción facultativa, ya en la gloria que le dio con sus
espediciones militares, ya en los destinos y comi-
siones que desempeñó con acierto y honradez ; sus
cualidades personales, eu las cuales aparecían reu-
nidas la sinceridad y el candor con la prudencia y
penetración del sabio y del héroe, son cosas ignora-
das generalmente, y que solo se conservan en la
memoria de los hombres que tuvieron la dicha de
tratarle (*). Precisados a reducirnos á un estrecho
l ími te , indicaremos solo los hechos mas propios
para dar á conocer su carácter, y para merecer el
aprecio de los sabios que se interesan en los adelan-
tamientos de las ciencias, y en sus útiles aplicaciones
á la práctica de las artes ó facultades mas necesarias
al género humano.


D . José de Mazarredo nació de ilustres padres
en la villa de Bilbao, el 8 de Marzo de 1745; y des-
pués de recibir la educación doméstica y esmerada
que á su clase correspondía, apenas llegó á los años


(*) Nos hemos servido para esta biografía de las noticias
que ha tenido la bondad de facilitarnos el Exorno. Sr. D . Mar-
tin Fernandez deNavarrete , Director de la Academia d é l a
historia; de un artículo publicado en el Censor, y otro en la
Caceta de Madrid de 6 dé Agosto de 1812, y de las obras del
mismo Mazarredo, 'y de las de otros escritores que le aprecia-
ron .




M A Z A R R E D O . 3


de la juventud , llamándole su Inclinación á la car-
rera naval, entró á servir en ella en clase de guar-
dia marina ; distinguiéndose desde entonces por
su constante aplicación y actividad. Embarcado,
estando aun en dicha clase, en el chambequin an-
daluz que mandaba el Capitán de fragata Don
Francisco de Vera, impidió que el bagel se estrella-
se en la noche del 13 de Abril de 1761, contraías
Salinas de la Mata en que había dado ; y por sus
acertadas disposiciones, por su firmeza en sostener-
las contra el dictamen de hombres mas prácticos en
la mar , y por su osadía en embarcarse de noche
en medio de un fuerte temporal en un pequeño
bote, para recoger la lancha perdida y procurar sal-
var el buque, l ogróá lo menos recogerla tripula-
ción entera, compuesta de trescientos hombres,
que hubiera perecido infaliblemente sin tan activas
y atinadas diligencias.


Este y otros ensayos semejantes de su genio
marinero, le grangearon desde entonces distingui-
do concepto; y asi es que á los doce años de servicio
fue nombrado Ayudante mayor general del de-
partamento de Cartagena. A pesar del aprecio
y confianza que merecía á sus ge f e s , anhelan-
do adelantar en su profesión , solicitó embar-




4 PERSONAJES C É L E B R E S .


carse en la fragata Venus que se disponía para
hacer viaje á Filipinas en 1772, á las órdenes de
D. Juan de Lángara. Durante aquella navegación,
Mazarredo y D . Sebastian de Apodaca acompaña-
ban al Comandante Lángara en el trabajo del Dia-
rio de navegación que se llevaba con toda proligi-
d a d ; pero estaba reducido al pequeño círculo de la
buena cuenta de derrota, á observaciones de lati"
tud fuera de altura meridiana del Sol , y con la
Luna á las horas del día ó la noche de su paso , y
con varias estrellas á las diferentes del mismo, para
tener aquel elemento con frecuencia , ó mas bien
para entretener el tiempo , y principalmente á fre-
cuentes observaciones de la azimuth del Sol, mar-
cándole al propio tiempo con uua escelente aguja
azimuthal para tener su variación con toda exac-
titud , como medio de saber la longitud con la
aproximación de uno ó de dos grados en todo el
espacio, desde el corte del Ecuador hasta mas de
doscientas leguas á Oriente de meridianos del canaj
de Mozambique.


Pero Mazarredo, que estando con licencia en
Bilbao en 1767 , había visto anunciadas en una ga-
ceta inglesa de aquel año, unas tablas dispuestas
para observar la longitud en la mar, sin que le lia-




M A Z A R I I E D G . 5


níasen entonces mucho la atencióa :; las rebordo,
cuando trató de navegar á Matlila, huyendo dé Ser
Mayor General en Cartagena, y desdé Cádiz prac-
ticó aunque inútilmente'Varias'diligenciasen Gi -
bráltar para procurárselas dé algún buque dé guer-
ra Ó mercante inglés. 'Dolíase pues Mazarrédo
de la falta de aquel medio de tener la' longitud
observada y de emplear eí tiempo con utilidad;
cuando muy á prima noche del 13 de Febrero,
acompañando á' Apóduca qué estaba de guardia,
y- mirando en la claridad de la noche lá brillan-
tez de iHséátrellas , la Luna próxima' á sn- cuarto
Creciente y en cercanías de Aldebarán, 1 leáSaltó
de repente la idea de que se tenia' la longitud
por el movimiento de la Luna , midiendo su dis-
tancia á la estrella, y tomándose al mismo tiem-
po las alturas de ambos astros: Con cuyos datos
resolviendo los triángulos esféricos necesarios, se
concluyese la longitud de la Luna en el momen-
to de la Observación; y calculando por las tablas
lunares su lugar para una hora antes y otra des-
pués, según la que la estima diese para París, á'
fin de escusar el uso de segundas y terceras dife-
rencias en las desigualdades del movimiento, que
el conocimiento de tiempo daba solo para medio




6. PERSONAJES iCELUBRES
dia.,j. media n o c h e , tener la,hora verdadera de
Parísieael m o m e n f p , ; ^ . ^ , observacioa, y eom­
pararla ;cun la que.la, altura,, de ¡Ald^barán­die^e
al, s i t i ode^ , f eagat£ : i ;гфикаиДл;;hvloagüud, РОД
su difereneia. Cqmupicó, ЭДагдае4о ?м ocurrencia,
á, Aflpdapa, que le cpníestó^rpceiqle во haber
dudaren ei juicio; d,e: la,, averiguación de la longi­
tud : por :.aquel medio; Entraron, arabos en ; : la cá­
mara á decjrsejoiql comandante,,: quien coptestó
?ег:ео8а .infalibles ¡yaqordarion.que .Apodaca to­
maría, еон; su qbtante eomun la. altura de ,1a
tu ¡aa , el comapclante la¡ deAldebarán сод sn es 7
célente ©btaate. de, A dams, y Mazarredo mediría
ta¡ distancia сов otro obtante SUJÍQ bastante bue­
no¡, dando el momento á las observaciones de Jos
tres, ffizose así ; se tardaron cerca des ¡cuarenta y
ocho.horas, en la, resolución . de los triángulospai
ra la averiguaciou del lugar de l a L u n * > ; y cal­
cular este, para,París para una; i w a antes y otra
después de ,ia pbseryacion según .eetiflia;se.de­
teri»inó,, per la comparación de estas dos longitu­
des сон, la. de la observación, la hora que debia
se?.en París : se averiguó por la altura de Alde­
barán, Ja que al propio tiempo era en la fragata:
y resultó, de todo una longitud 2." al O de la es­




MA.ZA.RREDO. 7


tima, exactamente como la daba la variación de
la aguja.


• Juzgúese.cual seria la. satiafaeion del resulta-:
d o ; á los cuatro días se hizo nueva observación
midiendo la distancia i Sirio-, .y grande fue la
sorpresa y el desagrado al.hallar que esta obser-
vaeion.daba una longitud 6.° al • JK.de- la estima,
esde¡Bir8.° distante de la tan próxima anterior.


Faltó poco por el pronto para creer quehabia
sido un acaso el resultado de la primera observa-
ción y que no era tal: el método de tenerse la
longitud. Pero muy pronto se advirtió que no
siendo.<Sirio zodiacal, y estando la Luna casi en
su misma longitud cuando se hizo la observación,
un error muy posible de 3¡f en la distancia debia
producir el de .30.° y 36.° en el tiempo; y se fijó la
idea en que las observaciones debían ser con
estrellas. zodiacales. Se repitió la medición de
la distancia á Aldebarán en el mes de. Marzo,
en una posición casi igual á la del 13 de Febrero.
Su resultado fue de 7 ü ° a I O de la estima : y la
recalada hacia fines del raes en el Cabo de Suena
Esperanza conforme con la estima, que era lo
mismo que conforme con la llevada desde la
última observación.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Habiendo fondeado en ia bahia de Buena-Es-
peranza, y hallándose en ella unos navios de
la compañía oriental inglesa, se adquirieron los
almanaques náuticos de ! 1772 y 1773, obra em-
pezada en 1767 , en que se daban las tablas de
distancias lunares á las estrellas zodiacales para
cada ! tres horas del meridiano de Greenwich ; con
cuyo auxilio desde allí á Manila, y desde Mani-
la á Cádiz solo se dejaron de observar longitudes
los dias próximos á la conjunción y en los de
temporal ó cerrazón de cielo.


Es1 verdad que el abate Lacaille en su esté-
lente tratado de navegación de 1752, habia in-
dicado preferente á los demás de observaciones
de la Luna, el método de sus distancias al sol y
estrellas zodiacales, y que fue siiya la primera
idea de las distancias que llevaron á efecto los
ingleses desde 1767; pero Mazarredo ni 'Siquiera te-
ni'a not ic iadel tratadodenavégác ionde Lacaille,
ni le vio hasta después de su regreso de Manila.
De 10 que resulta para él, el mérito de la inven-
ción de tenerse la longitud en la mar por obser-
vaciones del lugar de la Luna en el viaje de la
fragata venus á Manila en 1772 (*).


(•) Nos .hemos detenido en estas noticias verdaderas por




MAZARREDO. 9


Con el objeto de hacer usuales en la marina •
española los nuevos métodos y adelantamientos^
de la astronomía náutica, se embarcaron Mazar-
redo y D . José Várela el año 1774 en la fragata
Santa Rosalía que mandaba D . Juan de Lángara
y se ocuparon en reconocer y situar bien la isla
de Trinidad del Sur en los mares del Brasil, y
en asegurarse de la supuesta existencia de otra
isla llamada d e la Ascensión, al Oeste de aquella,
como 100 leguas mas á la costa.


En el año 1775 era primer ¡ayudante del-Mayor
general de la escuadra que condujo la éspedicion
de Arge l ; siendo obra suya los planes para la
navegación, ancladero y feliz desembarco que se
consiguió en la playa de todo un ejército de 20,000
hombres; pero malograda la éspedicion de tierra
y urgiendo el reembarco de las tropas, logró
Mazarredo salvarlas de noche con una inteligen-
cia y actividad que recordó siempre con gratitud
el Conde de O' Reilly, gefe principal de aquella
empresa.


El Rey le premió tan importante servicio con


liaber sido desfigurado el origen que tuviéronlas observa-
ciones de lonjitud en la fragata Venus del mando de Don
Juan de Lángara en su viaje á Manila en 1772 y á su vuel-
ta el año siguiente.




10 KEüStWAJES CEl.IBllES.
el nombramiento­ d« Alférez de la compañía de
guardias marinas de Cádiz , y con los sucesivos
ascensos á Capitán de fragata, de navio y de una
nueva compañía de guardias­ marinas cieada en
el departamento de Cartagena. En este destino
escribió sus Lecciones de Navegación (*) para la
enseñanza de los jóvenes que se dedicaban á la
carrera d e . la­ m a r ; siendo tal el celo que mani­
festaba por sus progresos^ que él mismo hacia d e
maestro esplieándoies no ­solo la náutica, sino
también la maniobra para adiestrarlos en las prác­
ticas navales. Con igual objetó formó entonces una
Colección de Tablas para los usos mas necesarios
de la navegación; (**) y habiendo obtenido iea 1778


(•) lecciones de navegación pura el uso de tas compa­
ñías de guardias marinas impreso en la isla de L e ó n л а а
1790 un tomo en 4 ° Habíale escrito en 1777 con,e l t í tu ­
lo tfe НеейШеп de NMegáoion etc. para Jos alumnos йе la
compañía de Cartagena donde le estudiaban manuscrito. Su
objeto fue reasumir el Compendio publicado por D. Jorge
Jeah en 1 7 6 7 , añadiendo cüaelo seTiábiít adelantado d e s d e
agüella época , especialmente sobre los instrumentos de re­
flexión y sobre ios métodos ele observar la longitud y a por
la distancia de los astros, ya por los relojes ó croríómetfos.


(• •! Imprimióse sin nombre de autor en Madrid en la im­
prenta R e a l , año de 1779 ; un tomo en 4.° mayor. C o m ­
prende entre otras las tablas de declinaciones, amplitudes
variación de altura y azimut li de los astros cerca del horizon­
te etc. con la esplicacion del uso de cada tabla arreglada al
meridiano de Cartagena.




. MAZAKKEDO. ¡ 11


el mando del navio San Juan Bautista, destinado
á perfeccionar con la práctica la instrucción de los
guardias marinas, llevó consigo'un reló de faltrique-
ra de longitud construido para él en 1776 por Juan
Arno ldeone lnúm. 12, á imitación del que había
construido en 1773 para la espedicion que hizo al
polo boreal el capitán Phops. Con este auxilio situó
en sus verdaderas longitudes y latitudes muchos
puntos importantes de la costa de España y sus
correspondientes de África en el Mediterráneo^
cuyas determinaciones fueron después de grande
utilidad á D . Vicente To f iño , que corrigió coa
ellas los errores de sus relojes para situarla cos-
ta de Berbería desde 20 leguas al E. de Argel
Hasta Oran, en las cartas que componen su Atlas
marítimo.


En 1779 fiie nombrado Mazarrédo, Mayor G e -
neral de la escuadra, mandada por el general Gas-
t o a , y en ella, puso en práctica los rudimentos
tfó táctica Naval que había escrito, (*) y íasírts"
Succiones y señales (**) cuyo sistema mejoró con


{•) Rudimentos de táctica naval para instrucción de los
oficíale? subalternos de marina ordenados .por, D . José de
Mazarredo, Teniente de navio de la Real Armada , impreso en
Madrid por D.,Joaquín Ibarra , año 1776, un t, en 4.» mayor.


(••) Instrucción y señales para el régimen, y maniobras




12 PERSONAJES CÉLEBRES.
suma diligencia por la importancia que concibió
de facilitar en la mar esta "comunicación de ¡deas
y mandatos entre­buques'separados, que deben
obrar con unión y sujeción á' las órdenes dé un
gefe superior. La aplicación de estos y otros co ­
nocimientos se hizo mas ¡pública é importante al
año ­siguiente', cuando siendo Mayor General de
la escuadra mandada por D. Luis de Córdova>
se debió el apresamiento, dé un gran convoy in­
glés, el dia 9 de Agosto dé 1780, á Una nianio­
bra atrevida y que todos graduaban de tehieraria',
dispuesta por Mozarredo: Debiósele también en 1 . u
de Noviembre de aquel año, la salvación de las
escuadras • española (de 2S navios y 4 fraga'
tas) y francesa (de 38 navios y UO fragatas) y de
un convoy riquísimo de 130 buques mercantes,
espuestos á perderse per lá intempestiva salida que
dispuso el Conde d e Estaing contra el voto y pa­


delh escuadra del' manió del Жхстл Sr. D: Luis de Ctir*
doya, dispuestas por D. José de Mazarredp, Mayor General
de la .escuadra. Impresa en Cádiz, 1780 , en folio, reimpresas
con muchas mejoras y adiciones en 1» misma ciudad:en 1781,
en 4.° En Cartagena 1790 , en 4." En Madrid imprenta Real
1793, eo 4.» Las primitivas Instrucciones y señales que dis­
puso para el general G a s t ó n , fueron las que aplicó después
al uso de las escuadras que mandó el Sr. Córdova, adietó
nándolas y corrigiéndolas'felenipré con gran empeño y dili­
gencia'.




MAZ-ARREDO. : 1 :¡


recer de Mazarredoj subsanando este el error de
aquel- general,: con la pericia propia de ungran-
da liombre de mar;.


El añoinmediato de 1781 cruzaba:la escua-
dra combinada de 30 navios españoles y 1* de
la francesa, al mando del Señor Córdova. en el
canal de la -Mancha. La eseuadrd se hallaba cerca
de las Sorlingas en la noche del 31 de Agosto: con
uo; gran temporal :, cuando la Almiranta-francesa
hizo repetidamente la señal de-riesgo ten la der-*
vota', Mazarredo astgiiíado por las observaciones
astronómicas que frecuentemente bacías, de.que la
dirección ó rumbo, que llevaba- era el .que conver
nia y del grandísimo riesgo en variarle; le siguió
con tesón y firmeza, sin embargo de los anuncios
fatales: de los nías prácticos en aquellas costas;
La esperiencia manifestó después, el acierto de esta
resolución-; y el mismo Conde de Guichen, ge -
neral déla escuadra francesa, decía después con
laudable, ingenuidad al Conde de Artois que se
hallaba: en Algeciras: «Yo iba á perder una ar-
mada que Mr. de Mazarredo salvó.»


A principios del año siguiente le debió igual
beneficio la escuadra española de 7 navios y 7
fragatas, que después de haber escoltado ur.a




1 4 1'EltSOWAJKS CELEUiti:.S.


espedicíou de tropas y:pertte<jlios que!se enviaba
á América, se restituía á Cádiz en eVrigordVliu-
vierno. Averiguando por observaciones en lds
días 26 de Enero y 4 de Febrero el movimiento
de su retó-, conoció los grandes efectos de las cor -
rientes para el' Estrechó de Gihraltar, y el error
consiguiente de la estima; y este conocimiento
seguró de su posición, y el anuncio dé un tem-
poral, le facilitaron practicar las maniobras ne-
cesarias para poder tomar á Cádiz en tan :oeít¡icas
Circunstancias. Ésta seguridad y acierto.,.debidos
ásu consumada inteligencia en aplicará la nave-
gación loS; conocimientos a s t r o n ó m i c o s l o s acre-
ditó también- en la campaña que hizo en 1782,
dirigiéndola derrota de la escuadra combinada á
los mares de Inglaterra y Vizcaya ; pues habien-
do anunciado próxima ía vista del cabo d e F i o i s -
terre, deli cual se creían todos á 120 leguas de
distancia, el pronóstico de Mazarredo se vio c u m -
plido puntualmente á las ocho de la mañana -del
día 27 de Agosto. Al fin de esta campaña, que
terminó con la paz de 1783, fue ascendido Ma-
zarredo á gefe de escuadra en justa recompensa
de sus servicios .;


Su descanso fue promover con aplicación cons-




M A Z A H B E ü O . 15


tante los estudios náuticos. (*) Siendo ya capitán
comandante de las tres -compañías de guardias
marinas, formó el plan de un curso de estudios
en sus academias, para que un competente n u -
mero de oficiales de cada departamento, aprove-
chase el'tiempo de paz en adquirir los conoci -
mientos; mas sublimes de su profesión. Njogun
ramo de la marina militarse ocultó á s u inteli-
gencia y á su celo. En 1783 habia ya informado
sobre la costruccion de buques., dando la prefe-
rencia al plaot que sesiguióen la fábrica-del San.,
Ildefonso, sobre otros dos .que ge presentaron;
Construido este navio se eneargó á Mazarredo que
lo probase eii el Mediterráneo, con otro natio y
dos fragatas nuevas en el verano de 1785, y , las
pruebas practicadas correspondieron al juicio que
desde el principio habia formado. (**) Entonces fue


(•) Apenas huno en aquella época espedlóion alguna cien-
tífica <nie no luese á propuesta suya ó dirigida ppr¡ sus i n -
formes. Tal fue la que se envió á Jas Antillas y Costa F i r m e
en rJ9i para levantar las carias de aquellas costas. Los plá
nes de estudios de los guardias marinas, el arreglo del o b -
servatoH» astronómico y otros muchos asuntos de Construc-
ción tttwal,' de gobierno de la armada, armamento «te .bu-
ques etc . , todos se aceptaron ú resolvieron después de ha"
ber oído su dictamen.


(") Informe sobre construcción de nomos y fragatas dado
por el gefe de escuadra D. José Mazarredo con relación á las




16 PEHSONAJES CELEBRES.


cuando se le dio la primera comisión diplomáti-
ca encargándole la negociación de la paz con la
Regencia de Argel;


Ascendido á Teniente General en 1789, con-
cluyó Mas • Ordenanzas de marina (*) que se le
hablan encargado de real orden, y cuyo trabajo
líi ocupo siete años. Declarada la guerra á la Fran-
cia Revolucionaria en 1795, pasóá Cádiz á mandar
tríra división que debia unirse á la escuadra del
Sri Tiángara-eo el Mediterráneo, y cuyo mando
recayó después ert él misino Mazarredo ; :péro mu-
dado' él ministerio y viendo desatendidas, sus repe-
tidas 'y enérgicas representaciones, sobre el mal
estado de- la escuadra y la necesidad de reponerla,
hizo dimisión del mando; y atribuyéndosele á de-
lito el no querer comprometer su gloria, bajo el
Gobierno inepto y neglijente de un Privado, se
aceptó su dimisión y se le destinó al Ferrol con
prohibición de entrar en la Corte: Lágrimas de
sangre costó á España esta separación ; pues ter-


pruebas hechas por él de orden del Rey con los navios San
Ildefonso y S. l u á n Nepomuceno y fragatas Sta. Brijida y
Sta Casilda en el año de 1785.


(•) Ordenanzas generales de la Armada naval sobre la
gobernación militar y marinera de la armada en general y
uso de sus t o m a s en lá mar . Madrd 1793, dos tomos folio.




MAZARREDO. t í


minada la guerra de Francia, la priméri» opera-
ción de la que se declaró á la Inglaterra r poco des-
pués-, fue el desastroso combate dado sobre •«) ca-
bo de San Vicente en 14 de Febrero de 17!»7 wt -
tre laS escuadras española é inglesa; El éxito des-
graciado dé'aquel combate 1 proporcionó'á Mazíír-
redo una solemne reparación de tan injusto dte-i
saire. Mandósele volver a Cádiz, reorganiüar'los
restos de la escuadra y libertar á aquélla íicá-
población de la ruina que la amenazaba; Si los in-
gleses intentaban un bombardeo. Su tfétítídád lo
facilitó todo ; e » ' hienos de dos meses'' pliso ert
ejercicio las fuerzas sutiles necesarias para reclia'
zar las tentativas del enemigo, como- >lb' consi-
guió en las noches de 3 : y 5 de Jul io ; habilitó
la escuadra haciéndola respetable1 á los ingleses;
y en Febrero de 1708 salió repentinamente á¡sor J


prender una división enemiga de 41 • navios ¡qute
cruzaba delante de Cádiz. Un temporal de•<$, '-FJ
que sobrevino frustró su designio, y>prev¡eyendo q»e
la escuadra del Almirante Jervis, qué estaba éx
Lisboa, vendría contra él con fuerzas superiores,
determinó manterverse cerca de la costa entreAfa-
inonte y San L ú c a r , hasta que abonanzando el
tiempo fondeó en la bahía de Cádiz , y poco


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


tiempo después aparecieron los enemigos coflt tuer-
zas i superiores. : ', ' : i .: . •


Entre; tanto h a b » sido nombrado Capitán Ge-
neral del departamento da Cádiz, y desde luego
propuso el Gobierno se trasladasen al Observatorio
astporiérflicode la isla deLeqn (erigido antes á pro-
puesta; ̂ uva) los instrumentos delantiguo de Cádiz
y los; 1oficjalesdest.inados 1á la redacción de las efe-
mérides; agregándose ademas á dichq establecí-
miento dos. obradores de-relojes.-marinos y> uno de
instrumentos, á cargo de artistas que, á petición s u -
ya, babian sido, enviados á instruirse con los mejo-
res maestros ingleses y franceses,


En 1799 condujo su escuadra desde Cádiz á Brest;
y dejándola allí al mando interino d e D . Federico
Gravina (*) pasó á Paris para concertar con el go -
bierno directorial las operaciones marítimas, á cuyo
efecto se le revistió con el .carácter de Embajador
Plenipotenciario. La llegada de Bonaparte y la re-
volución que le colocó en el consulado hicieron que
Mazarredo tuviese que entenderse con él. Viéronse
entonces, luchar diplomáticamente el candor con la
astucia, la verdad:con la ficción, la franqueza con
el disimulo, y los intereses de España sacrificados


(•) Véase su Biografía , t. 2.




M A Z . U i l t K P O . 1!»


á la ambiciónde Un guerrero que, aspiraba al: m w - >
do universal, La oposición firme-y vigorosa de Ma-
zarredo á los planes .que le presentaba Bonaparte;
para disponer arbitrariamente de,laS;fuerzaSífoaPÍ~
timas de España., ¡-disgustaron :á .este en. térmi-
nos <me;)a>corte de Madrid, ya sometida á¡ Ja de
París, llamó: á Mazarredo en íí de Febrero de
1801 k su departamento de Cádiz, DíSgu&tado;
allí ;al ver los ¡apuros y necesidades que no pe-
dia remediaría ni con su autoridad ni. con; «i-,
gorosas reclamaciones; al Gobierno,, solicitó, su
retiro! ^ue¡ obtuvo en Setiembre de 1801 para-es-
tablecerse en Bilbao, En Agosto de; 1804. ocurrió en
esta villa una de aquellas conmociones que Suele,
causar la rivalidad del poder y de los intereses ; y,
aunque Mazarredo no tuvo mas partequela d e i m -
pedir los funestos efectos .¡del furor momentáneo»'
sin embargo,, su conducta fue mal -pintad**» Jai
Corte y se le mandó salir deJas Provincias: Vascoun
gadas de un modo poco correspondiente^ su edad,;
á SHS servicios y á sus méritos (*). Sufrió con; mag-
nanimidad este destierro por espacio de tresaños,


•(••) ' EntpnceS'esctiftiódesOeSaBtoñaBn:» d e DieieÉühre de
1804 la Representación que dirigió al Bey JO. Carlos IT sobre
su ostracismo de fíilbao y que imprimió'después en Madrid
en 181«.




20 PERSONA J E S ' C É L E B R E S .


ya en Santoña, ya'en Pamplona^ hastaqueen 1807
se le permitió volver á su anterior asi lo , donde le
halló la revolución del 1808 dedicado al egercicío de
las virtudes p r i v a d a s ' ' • : ¡ 1 ; •


Poco diréínós de los últimos años de su vida.
Napoleón que Conocía, su mérito y el justo concepto
que gozaba en España, lo atrajo y empeñó en su
partido llamándole á Bayona, y Mazarredo ere*
yo como otros' que debía ceder á una necesidad
inevitable. En'esta situación y en medio.de su
compromiso personal, desplegó1 sil" éarácter be-
néfico para aliviar la suerte de algunos pueblos y
de muchísimas'personas; y en tales circunstan-
cias le Sobrevino un ataque de gota que le pri-
vó de la vida, en Madrid á 29 de Julio dé 1812.


En prueba de su amor á los conocimientos
útiles y de su celo en fomentarlos, añadiremos que
cuando en sus viajes y destierros atravesaba de
uii estrémo á otro de España, iba observando en
todos 1 los lugares de la carretera su respectiva si-
tuación geográfica,'y en los pueblos de superma-
nencia cuantos fenómenos celestes Ocurrían. En
Madrid hizo repetid/simas observaciones para fi-
jar su latitud y longitud: Cn Santoña, observó
en 20 de Marzo de 1805 la ocultación de Anta-




M A Z A B R E D O . 21


res por la Luna , cuyo fenómeno tuvo correspon-
diente en Cádiz, y asi en otras partes como lo es-
presa D . Isodoro Antillon en el prólogo á los Ele-
mentos de la Geogrofia de España y Portugal


que publicó en 1808. «Pero á nadie (dice en la
página 31) debe nías la geografía astronómica del
interior de España que al Excmo. Sr. D . José de
Mazarredo. Con un quintante ó sextante de re-
flexión y horizonte artificial de azogue, y por al-
turas meridianas de Sol, Luna, Júpiter, Marte y
algunas estrellas , ha determinado la latitud geo-
gráfica de Alcalá de Henares, de los pueblos del
camino de Murcia al Ferro l , de varios pueblos,
del de Madrid á Bilbao por Somosierra, de al-
gunos de la carretera de Andalucía, y de otros
muchos de Navarra, Provincias Vascongadas y
costa Cantábrica , éntrelos cuales se cuentan Pam-
plona, Roucesvalles * Irun , Vergara, los Pasajes,
Bilbao, Portugalete y Marrón en la ría de Limpias
y Colindres. Débesele ademas la longitud de Pam-
plona deducida del eclipse de sol de Í80C, que
observó en aquella ciudad. Estos trabajos ejecu-
tados la mayor parte en viajes de tránsito acci-
dental desde 1792 hasta 1806, reunidos con tan-
tos otros como le debe nuestra hidrografía, dan




22 PERSONAJES CELEBRES.


con justicia al Sr. Mazarredo una gloria eterna
en los anales de la ilustración de la patria.» El Señor
Antillon encarece ademas la generosidad y galante-
ría con que aquel sabio general y el Capitán de navio
D . Juan Francisco Aguirre, se prestaron á comuni-
carle cuantas observaciones habían hecho y no se
habían publicado, para dar mayor perfecoion á
sus Elementos de Geografía.


Todo esto demuestra que la historia del Ge-
neral Mazarredo, está íntimamente unida con la
marina española, durante los últimos 40 años de
su vida. Ppcos han hedió aplicaciones mas útiles
dé los conocimientos astronómicos á la náutica y
á la dirección de las grandes escuadras en la mar.
Débele sin duda la marina española la formación
de los mas escelentes oficiales que • tuvo entonces,
los cuales le amaban y respetaban como á su pa-
dre ó su maestro; la mejora desús estudios, prácti-
cas c instrumentos; y los. progresos de la hidogra--
fia, de la construcción naval y de: la policía de
los buques. Débele su patria la conservación de
un ejército, de tres escuadras, y en parte la,su-
perioridad marítimíi en la guerra de 1779 á 1788;
y la habilitación de las reliquias de su gloria en
la de fines del siglo pasado. La humanidad per-




MAZAB1ÍED0. 23


dio en él un corazón dulce, candoroso y benéüco;
la marina el géaio que mas la ha ilustrado en estos
últimos tiempos; y la nación un hombre veraz,
activo y celoso, que sabia decir al Gobierno la ver-
dad toda entera sin disimulo ni reticencias.


Puede asegurarse que con la pérdida de tan es-
clarecido marino, y la de los otros famosos com-
pañeros suyos como Gravina, Churruca, Galiano y
otros muchos que perecieron anteriormente , y en
especial en la iufausta jornada de Trafalgar, se con-
cluyó la marina española, y quedó reducida al triste
estado en que se halla en el dia. Pero la situación
geográfica de España , la conservación de las colo-
nias que aun posee, el desarrollo y protección de
su comercio, todo hace indispensable la reorgani-
zación y aumento de nuestra marina de guerra, y
no dudamos que cuando haya terminado el vérti-
go revolucionario que por tanto tiempo nos ago-
via , cuando haya un gobierno capaz y estable,
no se dejará en olvido este importante ramo de
la prosperidad pública y este sosten de la dig-
nidad nacional, y entonces estamos seguros que
no faltarán tampoco émulos y dignos imitadores
en el Cuerpo de la Armada, de los grandes ca-
pitanes cuyos gloriosos nombres acabamos de




2 4 P E B S O N A J E S C É L E B B E S .


citar, y del personage ilustre que tanto contri-
buyó al esplendor y adelantamientos de la marina
española, y cuya vida hemos recorrido con veloci-
dad , pero con exactitud.






P e r s o n a g e s celebres ¿el sigio X I X




D. VICENTE LÓPEZ,


« Si la nobleza de la sangre, que es
solo una cosa imaginaria, hace tal d i s -
tinción entre los h o m b r e s , que exalta
á tos unos sobre los otros. ¿ Quién po-
drá dudar que la nobleza del ánimo,
que consiste en la virtud efectiva , y
reside en la parte que trae su origen
del c i e l o , ' n o es capaz de ensalzar al
h o m b r e , desde el estado mas intimo
hasta los confines de la divinidad ?


Vin.\ DE LEONAKOO bfc Visa , por
Rafael dti Fresne.


Y POIÍTAÑA.


Éste principio de la Vida de Leonardo de Vinci,
puede apropiarse á todos aquellos genios que , á
fuerza de constante aplicación y saber, y sin
auxilio alguno de otra Clase, se han conquistado
un puesto á que difícilmente hubieran podido lie»


i




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


gar marchando por otro camino ; y para gloria de
nuestros Reyes, nos presentan la historia cons -
tantemente á muchos célebres artistas, cuyo solo
talento lóá ha condupíi&bh al : mas a)t| géado ofeesti-
macion y favor: esta ultima circunstancia es la que
nos ha recordado las lineas que dejamos apunta-
das. Desgraciadamente, nuestra actual época, no
es la mas apropositp para la creación de estos ge-
nios". Las artes huyen deteste suelo en que antes
tenían su t roho , y 'quizás para no volver mas á
é l , á menos que p o cambien-totalmente las cir-
cunstancias erí que se' ha colocado á la Patria de
Velazquez y Murillo. Tío pensemos en la actualidad,
dirijámonos al porvenir, esperemos algún consue-
lo de la rectificación de las ideas, trastornadas
desde fines del último s ig lo , si bien en artes este
trastorno data de mas antigua época ; y ya que
no sea posible dejar grandes obras, como lo hicie-
ron nuestros grandes hombres, consignemos á la
posteridad noticias de artistas beneméritos que
hubieran podido enriquecer su s ig lo , . c omo sus
antepasados.


No podemos presentar uno que reúna todas las
dotes de la celebrada escuela española, porque
esta formada en el estudio de las otras; remou-




D , V . LOPEZ. S


tose rápidamente para desaparecer en 'seguida
también en cortísimo tiempo. ¡ Ta no existe! Car-
reño la'representó al morir Jordán y sus secua-
ces la destruyeron ; desde el reinado- :de Carlos II,
desapareció de la ' Monarquía el carácter español,
enseñoreáronse en las artes las escuelas estran-
geras. En el d ía , aira apesar de haberse hecho
algunos esfuerzos por personas muy dignas dé
aprecio % nada se ha conseguido entre nosotros:
la pintura TÍO presenta un carácter que la haga
original*. Cada cual sigue el impulso que recibió
en su educación artística; todos es verdad se
proponen generalmente modelos que seguir, pero
n o s e v e e n ellos qué pueda restablecerse aquella
escuela, nó ' general por que esto tampoco es
exacto, puei no todos nuestros• pintores harísido
iguales en carácter artístico. Tan distante se halla
Morillo de Juanes, bohío Riválta de Zurbárán; y
Morales de Velazquez pero si se estudian- deteni-
damente sus obras maestras, se verá sin grande
esfuerzo que todos , aun los mas distintos entre,
s i , tienen un sello particular que los señala. Pero
también es precisó confesar que nada pueden ha-
cer. Nuestros artistas con pocas escepciones, ca-
recen aun de los mas preciso para su subsistencia:-




4 PERSONAJES CELEBRES.


no cuentan con trabajo a l g u n o . Q u é estudios han
de emprender, ni cómo han de trabajar holga-
damente? el desaliento ha de presidir á sus obras,
las cuales forzosamente deben resentirse de estas
causas. Para pintar bien , es preciso pintar mucho,
y entre nosotros no se pintan mas que retratos.
Si en medio de este horrible cuadro que trazamos
con sentimiento, cambiase la época, y fuese capaz
de crearse otro elemento de protección para las ar-
tes , podemos estar seguros de que inmediatamen-
te se sentirian los efectos, pues contamos con
jóvenes aplicados á quienes nuestra imaginación
nos presenta marchando rápidamente á colocarse
junio á aquellos genios que tanta gloria nos han
adquirido en tiempos muy diferentes de los actua-
les. Mientras tanto, no ahuyentémosla esperanza
que nos anima, y ocupémonos de bosquejar la
Biografía del primer pintor de Cámara de S. M.
Don Vicente López y Portaña , bien digno, no
tanto por su rango, como por su mérito, de figu-
rar en nuestra colección.


Nació este hábil artista en la ciudad rte Valen-
cia el dia 19 de Setiembre de 1772. Hijo y nieto
de pintores, por lo que desde sus mas tiernos años,
fue destinado á esta profesión , primero en el es -




n . V . L Ó P E Z . 5


tudio paterno, y después bajo la dirección del
Padre Villanueva , Religioso de San Francisco,
pintor de gran mérito, cuyas lecciones le hubie-
ran sido de suma utilidad, á no haber tenido la
desgracia de perderlo á los pocos meses; retira-
do á casa de sus padres, y habiendo esperimen-
tado igual desgracia cuando contaba 15 años de
edad, se refugió á la de su abuelo , á cuyo lado
continuó con ardor en sus tareas.


Publicado por entonces el concurso general en
la Academia de San Carlos, sobresalió tanto en-
tre sus compañeros, que obtuvo sin disputa el
primer premio de pintura á la edad de 16 años
habiendo firmado á la de 13 otra oposición en
que pintó un cuadro superior á su tierna edad;
y concurriendo después á una de las pensiones
que al mismo tiempo habia ofrecido aquella cor -
poración , le fue conferida inmediatamente, para
que pasase á Madrid a seguir adelantando en su
carrera, bajo la dirección de Don Mariano Mae-
11a, en cuyo estudio se mantuvo cerca de dos
años.


A los 18, de su edad , en 1790, ocurrió la
publicación de premios generales por (a Real
Academia de San Fernando , y hecha oposición




O P E R S O N A J E S C E L E B R E S


ái e l l os , obtuvo el prinwro en.pintura, habiendo
elogiado sobremanera, los Profesores, su prueba
de repente, superior en dictamen de estos., al
cuadro de pensado. '


Concluidos los. tres años de su pensión, regre-
só á Valencia^'en'cuya Real Academia fue reoibi-
do Académico de. mérito , luego Teniente y Direc-
tor en la primera vacante, y por último Director
General de la misma.


Allí se. hallaba en! 1802, cuando visitó aquella
ciudad el; Sr. D,< Carlos- IV ; con.toda s ú Real
familia¡,- habiendo merecido á 'la bondad de este
Soberano, qué le condecorase con los honores de
pintor dé Cámara, y' le .encargase varias obras
de que quedó S. M. tan complacido., que mandó
se le diesen las mas' espresivas gracias en su
Real nombre , por el desinterés que mostró y su
buen desempeño.


No le. honró menos á su vuelta de Francia,
el Sr. D . Fernando VII, quien sin mediar solici-
tud suya, y por solo informes de Personajes en-
tendidos , se dignó conferirle plaza efectiva de
pintor de Cámara, con orden espresa de que se
trasladase á ¡Madrid, tan luego como concluyese
las obras en que estaba ocupado. Hízolo así, y




J). Y . L O l ' E Z . 7


apeuas hubo llegado ^ á la capital , cuando por
dimisión de su maestro Don Mariano Mael la , fue
nombrado primer pintor de Cámara del Rey , con
encargo de dirigir it, diez jóvenes pensionadas per
S. M.. ; contándose Como la primera de JaS singu-
lares distinciones que ¡debió á aquel Monarca, la
dirección en. la enseñanza del. d ibujo de las dos
augustas; Reinas. Doña María Isabel de Bragan*.
za- yvDoña Mafia Josefa de : Sajorna:, segunda, y
tercera espasa.s ; del< mismo , con. uotablia adelan-
Urnientode; entrambas;,. y en especial de la pri-
mera,, á:cuya afición á las artes debela España
el establecimiento del Museo,, monumento consa-
grado, a, las mismas y á la gloria nacional. La
Real Academia de San Fernando-, se apresuró á.
admitirle en su seno , creándole; desde luego Acá :
demico de mérito, y sucesivamente Director de
pinturay Director General,, cuyo ejemplo siguie-
ron las de San Luis de Zaragoza;y de,San Car-
los de Valencia, distinguiéndole aquella con este,
último dictado en.ealidad de perpetuo, y añadiendo
lasegunda eltíXulo de Académico de honor, con-
cedido solo el.caballero Mengs. .


El esmero y continua aplicación eon que ha
egeceido su plaza e l Sr. López , le merecieron del




S PERSONAJES CELEBRES.


difunto Key tales demostraciones de aprecio , que
mas de una vez le dispensó finezas de su mesa
por su propia mano , y honró su casa visitándo-
le en su estudio, concediéndole por fin, la cruz
de Caballero dé la Real y distinguida Orden es-
pañola de Carlos I I I , en prueba de la satisfacion
con que vio concluida la pintura al fresco de la
gran bóveda del salón de vestir de S. M . , que
egeeutó López con suma intelijencia y maestría.


La Augusta Cristina honró también á este artis-
ta creándolo, sin pretensión alguna suya, caballero
Comendador de la Orden de Isabel la Católica
c o n dispensa de todo p a g o , en prueba del apre-
cio con que recibió el cuadro bellísimo de la
Virgen de los Desamparados, colocado en el al-
tar del oratorio de la casa Palacio de Vista Ale-
gre , del que trataremos después; y por último
nuestra Soberana, la esperanza de los fieles es-
pañoles , Isabel II, en los días en que el Sr. L ó -
pez ha tenido la honra de pasar á retratarla, asi
como á sn augusta hermana la Infanta Doña
Luisa , de cuyos admirables retratos nos ocupare-
mos también, no han permitido regresase á su
casaá comer , haciendo se le sirviese en el mismo
Palacio, muy cerca de S. M. y A . , y de sus mis-




I>. V . LÓPEZ. 9


mos manjares; distinciones no recibidas por artista
alguno, y que al mismo tiempo que ceden en
gloria de las artes, dan á entender la bella ín-
dole de estos dos angeles tutelares de España, asi
como comprueban la exactitud del epígrafe con
qUe encabezamos estos apuntes : pues si las cir-
cunstancias imposibilitan el que puedan crearse
genios que , como el Sr. López , se eleven á la
altura en que se halla colocado, el trono conserva
la tradición histórica de sus mayores, estando
pronto á premiar el mérito en donde se hiHe;
circunstancia mas notable cuando la soberana que
ejerce estos otros, dignos de Carlos I y Felipe IV,
no cuenta apenas la edad suficiente para obrar im-
pulsada por el ejemplo.


Difieil seria enumerar las muchas obras de este
laborioso profesor, en su larga carrera, y hare-
mos solo una reseña de las principales. Entre estas
sobresale el citado fresco de la sala de vestir del
R e y , en que representó la institución de la Real y
distinguida Orden Española de Carlos I I I , siendo
notable que se le premiase haciéndole individuo de
la misma, cuya célebre composición fruto del
ingenio y estudios de su benemérito autor , pue-
de considerarse dividida en dos partes: la pri-




10 PERSONAJES . CELEBRES.


mera espresa.simbólicamente el. voto é institución:
del augusto fundador de la Orden ; y la segunda,
los accesorios emblemáticos, correspondientes ase-
mejante acontecimiento:; lo primero- está signjr ;


ficado conyepienteinente en el testero, que es,,el
sitio principal de la .bóveda , mediante un gran
grupo de figuras situadas delante y en el zócalo
de; un grandioso templo del orden dór i co , cuyos
ornatos corresponden al acto solemne que en él
se figura celebrar ; delante de é\' hay un altar con
las, insignias de la orden,


- E l .ilustre Monarca de las Españas, el religio-
so . Don Carlos I I I , vestido de; gran gala y con ,
todas las insignias propias de la soberanía, se
manifiesta en primer término puesto de rodillas,
con los brazos abiertos y los ojos dirigidos al
cielo, ofreciendo acciones de gracias por el sin T
guiar beneficio que el Alt/simp se habia dignado
dispensar al trono y reino, de España, en la .anhe-
lada • sucesión concedida á los Serenísimos Prín-v
cipes de Asturias, causa.de.esta distinguida ins-
titución. Como esta orden, llamada por antopp-
másia española, fue fundada bajo la poderosa
protección deMaria Santísima en el misterjpde,
su Concepción Purísima, y es también Patrona de




i x .v . LOVBX. ti-


estos Reinos, se significa' mediante ¿el símbolo
de la -mugér misteriosa del Apocalipsis, coloca*-
da á la parte superior de la composición , cons*.
tituyendo el • objeto • principal d e ella y c o n
todas - las alegorías'con que se pinta este misterio
demuestras: creencias.


Siendo esta órd en- distinguida uní testimonió •
de laacendrada religión, sólida piedad y profun-
da gratitud al' augusto Monarca que la instituyó,
y estas virtudes las que) mas ¡influyeron : en ¡su
fundación'y.nifls ¡oarástérizan¡¡el v ó t o ^ por- esto,
se hallan apresadas; sus figuras iconológicasuer-
ca de la del Rey y cóin los atributos que ¡les son
propios: ;Al: lado del altar, presidiendo acto tan
sublime, se ven la Religión, la Piedad , y la
Gratitud.


•Albtro lado del altar y enfrente d é l a figura
del Rey se ve á la Monarquía Española, tenien-
do: en su regazo con la mas afectuosa compla-
cencia al tierqo: Infante , causa del v o t o , demos-
trando las figuras de la Felicidad pública y del
Placer*'la Prosperidad nacional, y el júb i lo de
que se hallaron poseídos i los ánimos de todos
los buenos españoles al ver perpetuada en este
bello ' Infante tan augusta dinastía.




12 PERSONAJES CÉLEBRES,


A t e derecha del grupo descrito, se representa
el fin de la institución por medio de figuras ale-
górieas, que simbolizan á la Nobleza, unida al
Honor , al Mérito y á la Virtud; y en frente á la
izquierda los frutos y beneficios de la Paz , sin
cuyo influjo no hay que esperar o rden , subor-
dinación , ni adelantamiento en la sociedad.


Al lado opuesto se ven los genios del Mal y
de la Rebelión, huyendo despavoridos al aspecto
imponente del Orden público. En el grupo pin-
tado enfrente del principal, la Historia arrebatan-
do un pergamino de las manos del Tiempo , y
no lejos sobre una mesa la Fama.


El otro fresco que asimismo forma la reputación
de este distinguido profesor, es el que pintó en
la sala de despacho del Rey, en que oportunísima,
mente representó á la Potestad ó Autoridad, apo-
yada en la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza,
espresándose que una de sus principales calidades
es la de reeompensar á los buenos ; presídelo todo,
la Religión: y para manifestar que ante un poder
movido por semejantes principios, desaparecen la
detestable Rebelión y le fatal Discordia, se ven
estas calamidades representadas por un deforme
monstruo precipitado por el Genio esterminador.




1). V . L Ó P E Z . t3


Nos hemos detenido a l g o , aunque no tanto
como á nuestro parecer exigía el asunto, en la
descripción de estos dos frescos, pues hubiéra-
mos deseado esplicar con mas detenimiento el mo-
do con que el Sr. López ha presentado las figuras
alegóricas, en que no solo ha acreditado su saber
como pintor , sino lo que es mas ¿ el sublime
de la composición, reuniendo conocimientos muy
especiales; pero los cortos límites de nuestra pu-
blicación no nos permiten la estension que quisié-
ramos, y asi solo hemos bosquejado' dichas compo-
siciones. Una y otra son por cierto muy dignas de
aquel lugar donde sostienen sin desventaja, antes
con mucho aprecio, la comparación con los de
Mengs, Tiepolo , y Bayeu , que tanto realzan la
magnificencia del Real Palacio.


No son de menos mérito . y quizás las aventajan
sus obras al temple, como el techo dé un salón de
3 ( pies de largo por 22 de ancho en la posesión
titulada El Casino que la villa de Madrid, por
medio de su Ayuntamiento, puso á disposición de
S. M. la Reina Doña María Isabel de Braganza , y
en cuyo argumento consiguió sabiamente el Sr. Lc~-
pez reunir al elogio de esta Augusta Señora,
cuya pérdida lo fue para el país , el de su feliz en-




14 PERSONAJES C E L E B R E S .


lace, y<el acto-deja. dqBaciani-.wtgalanándalo-todo
con, bellísimas figuras alegóricas, que-demuestran
el profundo estudio del artista: y el de un.retrétede
la Rein a Cristina en su : Real Casa; ya citad» de Vis-
ta-Alegre-,, en ,que representó á Céfiro y Ftoea per-
fumando la atmósfera con la fragancia de las flores,
y á varias Wereides y Tritones refrescando y puri-
ficando el aire eon el cristal, de sus aguasa t a
facilidad, empaste ,. y topo vigoroso con que es-
tán ejecutadas, estas ¡obras,, que ,pareeen< piola?
das ¡al ó l eo » ; dan idea de lo que et-arte, puede
alcanzar en -este género ; ingrato y desapacible de
s u y o , y puede servir de modelo á.los artístasque
eu él quieran perfecionarso.; t .. r .


JJel mérito de sus cuadros al ó l e o , como pin<-
tor de historia, no . es posible; formar concepto, en
¡Madridi donde apenas hay de esta clasie, mas- que
algunbs de los llamados de caballete. Los-grandes
estáo-.-en Valencia y Cataluña , y¡ son entre- otyos;
el ;dpl-iriacimiento ds'iV: FicenteFetneY ^en 'el ora*
•torio de la casa nativa del mismo-Santo. -El'de
S, Antonio Abadén aquella Iglesia metropolitana;
pintado á la edad de22 añosquefue : el; principio
de su reputación artística , por el entusiasmo que
produjo; el del altar mayor de la capilla en la casa




I). V . L Ó P E Z . 15


de Misericordia, obra d e gran composición, ¡bue-
nos partidos y! multitud de figuras bien distri-
buidas y agrupadas, el cual representa á la San-
tísima Virgen sentada y. asistida de varios Santos,
y en primer término ;á Sto. Tomás de Villanueva
implorándola protección divina para un sin nú-
mero de infelices de ambos sexos que abriga aquel
piadoso, establecimiento',el de Sk Aiúónio de Pa>-
dm en la iglesia oratorio de S. Felipe Neri .rfcua-
dro de grande efecto , ,y :,en que tuvo quelachiar
con lapecaLluzque h a b i a e o el sitio « n que esta-
ha colocado-, y que ahora como muchos, ha perdi-
do; granearte de su> mérito por la variación, del
lugar para el que fueron pintados ; y¡ la Cena ert-
S. Felipe de ja t i va , composición én que hizo qué
Judas estuviese hablando^y digna» de todo elogio.
Por último dejó otras «arias'obras, al íresco y. al
óleo, que tienen mucha estimación; en ias Iglesias
d e l G r a o , S i l l a , Burjasot, Usiva, BehifayóyPena-
guila > Gorga , A l cóy , Requena, Valí de U s ó , y
otros pueblos de aquella provincia.


Todas estas últimas obras son anteriores á la
venida á Madrid del Sr. López , y á aquella
época pertenecen- también algunas copias, entre
ellas la del .Va» Francisco, deRibalta , queexis*




16 PERSONAJES CELEBRES.


te ahora en Valencia, y cuyo original posee el
Museo de Madrid, egecutada con la mayor maes-
tría ; y aunque se admira en dichas obras el co -
lorido vigoroso y grato , el buen dibujo y la
facilidad y egecucion que tanto la distinguen, el
Sr. López se ha engrandecido después, quizás
con la continua observación y estudia del natu-
ral en los infinitos retratos que ha pintado, ó
en la meditación de las obras de los grandes Ma-
estros ; y asi sus dos cuadros posteriores, que son
el mas digno ornamento de la Catedral de Tor-
tosa , y representan á S. Agustín contemplando
el misterio de la Trinidad el uno , y el otro á
S. Rufo su primer obispo i predicando á sus obe-
j a s , son las obras mas perfectas eü este género.


Poco puede decirse de la superioridad del Sr.
López en la linea de retratos, cuya semejanza,
relieve, animación y otras éscelencias, está vien>-
do y elogiando, muchos años h a , el público de
Madrid, como que este ha sido casi esclusiva-
mente el empleo de sus incansables pinceles; clt-
cunstancia que han de tener todos los que como
este hábil artista, reúnan á su gran mérito , la es-
timación del Monarca y la facilidad de que este
vea sus obras , pues entra por mucho en los cor-




ü . V. I .OPEZ. 17


tésanos el deseo de recomendarse haciéndose no
tables á los ojos de S. M.; y esta es sin duda la
causa de que el Sr. L ó p e z , en tiempos en que
contaba menos años y mas salud, no se haya po-
dido dedicar á concluir el gran cuadro que yace
en su estudio, principiado solamente, y que con-
cluido hubiera aumentado si es posible su gloria.


No han merecido menos encomios los de su ma-
no que han pasado á países estrangeros , como en
París, el del General Álava , y el del Mariscal
Suchet colocado en el salón de los Mariscales.
El de la Generala Murray, muy celebrado en
Londres, y sobre todos , el del Rey Fernando VII
de cuerpo entero, y con el manto de la insigne
Orden del Toisón de O r o , que S. M. le mandó
pintar para la Embajada de R o m a , donde tuvo
tal aceptación , que la Academia de S. Lucas en-
vió á su autor el título de Académico de mérito,
en una carta llena de honoríficas espresiones y
encarecidos elogios.


Ademas del citado retrato de S. M . , de los
de sus augustas Esposas y Señores Infantes , me-
recen particular mención , los de los Reyes de
Ñapóles, padres de la Reina Cristina; el del
Príncipe Maximiliano de Sajorna; el del Comi-


2




18 PERSONAJES C E L E B R E S .


sario General de Cruzada , Don Manuel Fer-
nandez Várela, protector en su tiempo de las ar-
tes; el de Don Antonio ligarte y su esposa, cé-
lebre valido del difunto Rey;'el del conocido Pa-
borde Sala; el del Ministro Salmón; el de Goya,
eolocado en el Museo; el del famoso organista
Don Félix Máximo; el del Duque del Infantado,
de cuerpo entero; y el del Conde de Casa-Sarria,
digno Director General que fue de Artillería, el
cual tiene tal semejanza, que sabemos positiva-
mente que al verlo en la sala un fiel perro del
Sr. Conde, se dirigió á é l , haciéndole mil caricias,
y concluyendo por lamerle las manos ; y reciente-
temente los del General Osma, Obispo de Cór-
doba en que está pintada hasta la dulzura de ca-
rácter de este digno Prelado, Condesa de Revi-
llagigedo , Marqués de Casteldosrius, Señor
Pérez de Castro, último y fiel Ministro de Es-
tado de la Reina Gobernadora, y sobre todos el
de su esposa Doña Francisca Brito, tanto por
la verdad que reúne en la semejanza, como por
la bella entonación con que están manejados los
accesorios; de m o d o , que este solo retrato dirá al-
gún dia lo que se ha pintado en España en nues-
tro siglo.




D. V . LÓPEZ. 19


Habíamos dejado para este lugar, la descrip-
ción del cuadro que pintó el Sr. López para la
Reina Cristina , porque era el último de compo-
sición que había ejecutado; pero mientras se es-
cribían estos apuntes, ha llevado á cabo un ar-
gumento, que concibió en la grave enfermedad de
que milagrosamente ha sanado, habiendo la cir-
cunstancia estraordinaria de que ha adquirido nue-
va vida y mayores brios, sin que se hayan resen-
tido en lo mas mínimo sus cualidades físicas. Re-
presenta aquel, ejeeutado como queda dicho por
encargo de la Reina Cristina, i la Santísima
Virgen de los Desamparados en el acto de apa-
recer en una casa de Beneficencia, en que se ven
los desvalidos, y entre ellos un niño de pecho,
presentado por su madre á los pies de la misma
Virgen, y amparado por un Ángel. Composición
filosófica y que indica bien el pincel que la eje-
cutó , y el carácter altamente bondadoso de aque-
lla Augusta Señora. El público admiró este cua-
dro en la esposicion de la Academia de S. Fer-
nando. El que imaginó en su enfermedad , y que
realmente es el último que hasta ahora ha pinta-
do , representa á Santa Filomena en la cárcel , en
el acto de ser visitada por la Virgen y el niño




20 PERSONAJES CELEBRES.


D i o s , que la anuncia su fin, estando sostenida
en este trance por S. Gabriel y un grupo de
angelitos, que endulzaban sus dolencias con la
música, y que corren presurosos en su auxilio:
el Sr. López ha aumentado su fama con esta sen-
cilla y tierna composición, en que sobresale un
dibujo esmerado y un colorido brillante á la
par que verdadero , teniendo que luchar con los
inconvenientes que presenta un asunto en que to-
do es be l l o , pues no hay personaje alguno que
pueda servir de contraposición. La Santa , el Ar-
cángel, los Angelitos, la Virgen y el Niño Dios;
eh ahi los personajes del cuadro , todos divinos:
pues aun la santa enferma y moribunda, reúne
tal gracia, que encanta, y todo está ejecutado
después de una penosa enfermedad como queda
dicho , de que ha convalecido, pintando.


Los retratos que asimismo ha ejecutado del
Ministro de los Estados Unidos americanos,
Sr. Jaron Vail y su esposa, son de un estilo
que parece, aquel de la Escuela de Vandik; y
este de Pablo Verones; pero sobre todo cuanto
ha hecho el Sr. L ó p e z , sobresalen los dos últi-
mos que ha pintado de la Reina é Infanta lle-
nos de verdad, de encanto, de seducción, y




O. V L Ó P E Z . 2 1


dignos traslados de las augustas niñas que re-
presentan. Inútil seria describirlos: dibujo , c o -
lorido , espresion, carácter, todo armoniza y los
hace los mas bellos lienzos que puedan presen-
tarse. En el dia se encuentran en Paris, en don-
de han llenado de placer y amargura el corazón
de su augusta madre; y sabemos que en aque-
lla capital, centro de ilustración, han sido ad-
mirados como era de esperar.


La contestación de la Reina Cristina después de
recibidos, hizo derramar lágrimas á las niñas , y
ocasionó un nuevo triunfo á las artes. Ambas se
apresuraron á regalar al feliz pintor, la Reina,
una sortija y la Infanta un alfiler de brillantes de
grande estima , no tanto por su valor, aunque es
crecido , como por el origen, y por las espresiones
con que fue acompañado el presente real. Estos
retratos se han copiado por el mismo Sr. López
para ser conservados en Palacio , y tenemos no-
ticia de que se litografiarán con esmero en Paris.


El mérito del Sr. López es generalmente re-
conocido; sin embargo, muchos le han tachado de
escesivo detenimiento y profusión en los acceso-
rios , que querrían sacrificados á la cabeza; pero
esto se debe á que cuando le han achacado esta




22 PERSONAJES CELEBRES.


falta , pensaban en la escuela que ha seguido es-
ta máxima. Si hubieran dirigido su atención á
otras diferentes, acaso habrían desechado esta
idea, con el ejemplo de los grandes hombres que
no han marchado por aquel camino. Olvein, Mo-
r o , Alonso Sánchez, Coel lo , y aun Ticiano y
muchísimos otros, sin escluir á Rafael , bien se
han detenido y hecho brillar los accesorios con
que han enriquecido sus cuadios. El Sr. López
no es un pintor de la escuela Sevillana, ni lo es
de ninguna, ni de género alguno conocido. El
Sr. López es uu pintor de género propio. Otros
le han juzgado imitador de Meugs , y se han
equivocado, lo mismo que los que le han hecho
descender de la escuela de Jordán; suposición
que hasta cierto punto le ofendería , sin que por
esto dejemos de reconocer mérito en aquel ar-
tista.


Sobresaliente en el dibujo en que se ven los
buenos principios que aprendió de Maella; incan-
sable en el trabajo, meneja el color con admi-
rable facilidad ; cuenta él mismo, que en sus mas
tiernos años pintaba cuadros de devoción, que ad-
quirían las gentes del pueblo por costumbre, al
¿"asarse, para adorno de sus habitaciones, y era




D . V . I .OPFZ. 23


tal la prisa que se daba, que cree deber á aquel
tiempo el gran manejo de paleta , que ha conser-
vado siempre. Jamás se advierten en sus cuadros
imitaciones de pensado: el Maniquí, el yeso , y
mas que todo el modelo vivo, son los que le sir-
ven para aquellos que varian momentáneamente;
siendo pocos los que acaban mas pronto de pri-
mera, y con mas perfección, como lo prueba en-
tre otros , el retrato de Goya, concluido cual se
ve en el Museo, en siete horas; bien que en su
sentir no está acabado, ó por lo menos si pudie-
ra proporcionárselo, aun le daria algunos toques.
Puede decirse sin temor de errar, que el Sr. L ó -
pez no piensa en nadie cuando pinta , mas que
en su obra ; ni estudia antes á tal ó cual escuela;
sus estudios los tiene ya hechos, y salen de su
paleta , ó por mejor decir del pincel ; en fin este
artista que ha dado muchas glorias á las artes -y
al pais , vive entre nosotros; y gracias á la Pro-
videncia , podemos esperar que produzca mas
obras. Esta es nuestra ilusión, porque estamos
persuadidos que aunque con todo el vigor que di-
fícilmente puede hallarse en persona de su edad,
ni el Sr. López , ni ningún otro pintor en la ac-
tualidad podrá pintar grandes obras. ¿Quién las




24 PERSONAJES C É L E B R E S .


lia de encargar? ¿Quién las ha encsrgado hasta
aqui ? La Iglesia. Este ha s i d o , como hemos di-
cho , el único elemento de protección de las artes,
ayudado del Trono y la Aristocracia. El Escorial,
las Catedrales y los Monasterios , teniendo á su
disposición grandes sumas, las invertían en la os-
tentación del culto divino. ¿Quién puede en lo suce-
sivo alimentar nuestras glorias artísticas? La Igle-
sia quedó sin poder , y sumida en la miseria; el
Trono no puede hacer esfuerzo alguno; la antigua
aristocracia está á punto de desaparecer ; la nueva
es mezquina , calculadora, ignorante. ¿ Quién pues
ha de ocupar a los artistas? Nadie absolutamen
t e , ya lo hemos dicho. Y lo repetimos; si no
cambian de hecho las ideas, si no aparece otro
elemento de protección, sin la cual no hay ar-
tistas , nuestros pintores lo serán solo de retratos,
nuestros escultores no existirán, y lo mismo los
grabadores. La desgracia nos ha hecho nacer en
la época mas infeliz para España, para esta na-
ción tan adelantada en otros siglos, tan ve-
jada y atrasada en la actualidad; para esta na-
.cion en Un, rodeada de escombros, bajo los cua-
les yacen las antiguas riquezas, que no han po-
dido pasar los mares ó el Pirineo.






'viario-. XIV.)


Per.iöTitjes céltWes ilei sialo ÁYk




BERIVADOTTE.


(CARLOS XIV. )


« Cierta cosa caballeresca en su sem-
blante, cierta nobleza en sus mane-
r a s , cierta agudeza en el espíritu,
cierta declamación en la conversación,
hacen de él un hombre notable. V a -
liente en los combates , atrevido en
las proposiciones, tímido en las ac -
ciones que no son militares , irreso-
luto en sus proyectos. . .»


Retrato inédito de Bernadoite du-
rante el Consulado, por B E N J A M Í N
C O N S T A N T .


« Tiene sangre mora en las venas.»


N d P O L E O N .


En una antigua calle de Pau, que serpentea
al pie de la montaña, sobre la cual se eleva el
famoso castillo gótico donde nació Enrique IV,
hay una casa de modesta apariencia que se com-




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


placen en visitar los estrangeros. después de ha-
berlo verificado con el palacio. Una mañana del
mes de julio de 1780, abrióse furtivamente la
puerta de aquella pequeña casa, para dar paso
á un joven de 17 años , cuya talla y desenvol-
tura anunciaban en él á lo menos cinco años
m a s ; era gallardo, con el cabello negro, espeso y
rizado, y el mirar vivo y atrevido; el fuego de
su pupila, la pronunciada encorbadurn de su
nariz y la forma prolongada de sus facciones, da-
ban á su fisonomía una singular semejanza con
ía de un ave de rapiña. Caminaba con paso re-
doblado, y como un hombre que se dispone á
llevar á cabo una determinación bien decidida.
Era el hijo segundo de un abogado de Pau, que
sintiéndose poco inclinado á la profesión de su
padre, y sobre todo resentido de la marcada
predilección de su madre para con su hermano
mayor, se habia levantado aquel dia resuelto á
hacer lo que vulgarmente se llama una calave-
rada. En efecto, pocos momentos después en-
traba en casa de un capitán del Regimiento Real
Marina, que entonces estaba con licencia en su
ciudad natal, suplicándole le hiciese firmar al
momento y secretamente un enganche voluntario;




B E R N A D O T T E . 3


el capitán, complacido con enviar á su regimien-
to tan gallardo recluta, no se hizo rogar mucho;
firmóse el enganche, y para evitar que se supie-
ra , se hizo visar por el alcalde de un pueblo
vecino, circunstancia que era necesaria para su
validez. Al amanecer del siguiente dia, y sin sa-
berlo su familia, tomaba el nuevo soldado el ca-
mino de Marsella para embarcarse alli y reunirse
á su regimiento que estaba de guarnición en Cór-
cega. En el momento mismo en que llegaba á
aquella isla, salia de ella un niño de 11 años (*).
El buque que llevaba al joven y el que traia al
niño se cruzaron tal vez en el camino; los dos
pasageros debian cruzarse mas de una vez du-
rante su vida; enemigos á primera vista, ene-
migos en la misma carrera, enemigos bajo las
mismas banderas, ambos republicanos, soldados
y reyes, uno de ellos, el Corso, después de ha-
ber revuelto el mundo, debia morir solitario so-
bre una roca del Occéano: el o t ro , el Eearnés,
cambiando de patria iba á buscar lejos una co -
rona que no dependiese de su rival. Para con-


C) Beroadotte llegó á Córcega en 1780, y en el mismo
año salió de alli Napoleón para la escuela de Brienne. (véase
su Biogralia, t. 2.")




4 PERSONAJES CEI.ERRES.


servarla durante la tormenta se alistaba, el Rey
de un dia, en una corte de antiguos Reyes , y
en el último momento, apartando la vista, ar-
rojaba en la balanza una espada francesa teñida
en sangre francesa; en el dia gefe feliz y tran-
quilo de una naeiente dinastía, anciano tras-
plantado de los Pirineos á las orillas del Bál-
t i co , el hijo del abogado de Pau, en los dias de
ceremonia, revestido con el manto real, con la
antigua corona de los Wasa en la cabeza, y el
cetro en la m a n o , se sienta en el trono de pla-
ta (*) de los sucesores de Cristina, y la vieja ra-
za del Norte, los hijos de Odin , los cuatro ór-
denes de los Estados Escandinavos, besan respe-
tuosamente la mano de aquel hijo de la Gasco-
na que lleva aun según dicen en el brazo la se-
ñal indeleble que se hacían los soldados fran-
ceses del año I I : La república ó la muerte;


O Tal vez no disgustará á los lectores el sal>er que el
trono de plata colocado en el palacio de Stokolmo en
la sala de los Estados y en el cual se sienta Bernadotte
en la apertura de las Dietas , es un regalo hecho á la Rei-
na Cristina por su amante Lagardie, otro francés de ori-
gen, que no podía creer que el regalo ofrecido á su real
querida sirviera algún dia á un francés. En cuanto á l a s
señales republicanas del brazo de Carlos Juan, es cosa que
alirman muchas personas.




B E R N A D O T T E . 5


esto es todo lo que queda del hombre de otros
tiempos.


Juan-Bautista-Julio Bernadotte pasó dos años
en Córcega como simple granadero, y habiéndo-
se alterado su salud en el servicio, obtuvo l i cen-
cia para pasar á restablecerse á'Pau; y á pesar de
las instancias de su familia por alejarle de una
carrera ingrata entonces y sin porvenir para un
pleveyo, presintiendo tal vez ya las grandes cosas
que iban á realizarse, se obstinó en seguir su
vocación, y á principios de 1785 estaba aun de
simple soldado en el mismo regimiento, de guar-
nición entonces en Marsella; el 16 de Junio del
mismo año fue nombrado cabo , sargento segun-
do el 31 de Agosto , furriel el 21 de Junio de 1786,
sargento primero el 11 de Mayo de 1788, y por
último el 7 de Febrero de 1790 fué promovido á
ayudante, grado á que jamás hubiera llegado
cincuenta años antes: aquel adelanto, rápido para
la época, era debido á una escelente conducta, á
una capacidad notable, á una educación esmerada,
y rara en un subalterno , y á su gallarda figura.
El ayudante Bernadotte era á la vez el mas her-
moso y mas intelijente de los oficiales de su re-
gimiento.




6 PERSONAJES CELEBRES.


Mientras pasaban de aquel modo oscurecidos
los primeros dias de esta grande existencia, el
volcan revolucionario principiaba á arrojar sus
l lamas, la voz de Mirabeau hacia sonar la cam-
pana fúnebre de la Monarquía, y resonaba de un
estremo á otro de la Francia; el pupulacho de
Marsella, el mas exaltado de todos los popula-
chos del m u n d o , se insurreccionaba en nombre
de la libertad, como se insurreccionó después en
el del realismo. El coronel del regimiento de
Bernadotte estaba rodeado y á punto de perecer;
el joven ayudante, seguido de algunos soldados
se precipita en medio de la muchedumbre, la
arenga, la contiene y la arranea á su coronel, á
quien deposita en la municipalidad, impidiendo
la entrada en ella; un hermoso joven, secreta-
rio entonces de aquella corporación, acabó de
calmar al pueblo, abrazó estrechamente al ayu-
dante y le pronosticó una carrera gloriosa ; era
el futuro Antinoo de la Gironda , el heroico Bar-
baroux. Estos dos hombres no habian de volver-
se á ver : al uno le esperaba un trono y al otro
el cadalso.


Tres años después, cuando Barbaroux cum-
plía su destino, marchaba Bernadotte á pasos aji-




KEHNADOTTE . 7


gantados liácia el s u y o ; el enemigo rodeaba la
Francia con un círculo de fuego , la emigración
había llevado tras sí á casi todos los oficiales, y
mientras París se despedazaba las entrañas, ge -
nerales improvisados, soldados el dia antes, c on -
ducían á la frontera lejiones desnudas y descal-
zas, que se vestían y calzaban á costa del ene-
migo. La comisión de Salud Pública llamaba á
esto organizar la victoria; la Convención habla-
ba con mas exactitud, contentándose con decre-
tarla.


Bernadotte ascendido á coronel, y mandando
una media brigada en las márgenes del Rin, bajo
las órdenes de Custine, se distinguió en los com-
bates de Spira y de Maguncia. Figúrese el lector
una reunión de soldados indisciplinados, mal
vestidos, mal alimentados, que hacián mociones,
declamaban y se insurreccionaban ; un foco de
denuncias interesadas y de intrigas, alimentado
sin cesar por procónsules viajeros, hombres nulos
en su mayor parte, pendencieros por gusto, f e -
roces por miedo, que discutían las maniobras,
arengaban á los soldados, mandaban atacar á les
gefes y castigaban con la muerte todo revés de
que ellos eran con frecuencia los primeros auto- **




8 PERSONAJES CELEBRES.


res. Tal era el ejército del Norte en aquella épo-
ca, y por ello se podrá conocer también el mé-
rito de los gefes militares de los primeros tiem-
pos de la República. Dos generales en gefe , Cus-
tine y Houchard, pagaron con su cabeza su re-
sistencia á voluntades absurdas, y Jourdan se l i -
bró á fuerza de talento y de dicha. Bernadotte
aunque colocado en un principio, en una posi-
ción secundaria; aunque decidido de corazón
por el triunfo de la causa republicana, tenia de -
masiado sentimiento de la dignidad militar para
no afectarle aquel desorden; sin embargo, como
prefería con razón morir en el campo de batalla
que en el cadalso, supo ser peticionario, char-
latán y arengador como el primero; al mismo
tiempo que rivalizaba en declamaciones vanales
con un Isoré, un Chasles, un Laurent, un Du-
quesnoi y otras capacidades convencionales (*) sa-
bia siempre inclinarlos mañosamente en favor de
la disciplina ; intrépido y fanfarrón, sabia realzar


(*) Para tener una idea de la ineptitud de aquellos hora-
bres , de los cuales solo algunos han merecido su gloria, y
cuya mayor parte escede en tontería los límites de lo p o -
sible , es preciso leer la correspondencia de los represen-
tantes enviados á los ejércitos por la Comisión de Salud
Pública.




B E B N A D O T T E . 9


admirablemente el valor de una acción ; su arrojo
francés y su facundia gascona le hacían adorar
de los soldados ; devorado por la ambición, pero
conociendo la terrible y múltiple responsabilidad
que pesaba entonces sobre los gefes del ejérci-
to, rehusaba aceptar los ascensos que le ofrecían;
y cuando los eternos representantes le fastidiaban,
les ofrecía sin vacilar sus charreteras y pedia
un fusil ; un dia sin embargo, á pesar de su sa-
gacidad, estuvo cerca de la guillotina. La briga-
da Gouet se habia sublevado contra su general, y
consecuente con las costumbres de la época , le
degollaban; Bernadotte le salvó medio muerto
adelantándose con sus tropas, y esto fue bas-
tante para lejitimar una denuncia contra los dos
aristócratas, y para que la Comisión de Salud
Pública los mandase llevar á París. Felizmente
el mismo dia hubo un combate en que desplegó
Bernadotte tanto talento y valor, que el repre-
sentante creyó de su deber suspender el arresto
y dar parte á la Comisión, la cual con su lógi-
ca acostumbrada reemplazó la orden de arresto
con un despacho de general de división. Berna-
dotte feliz con haberse escapado de la una rehu-
só el otro ; y mas adelante después de la bata-




10 PERSONAJES CELEBRES.


Ha de Fleurús, á cuya victoria tanto habia con-
tribuido, fue preciso que su gefe y amigo Kleber
le obligase en cierto modo á aceptar sobre el
mismo campo de batalla el grado de general de
brigada á que era tan acreedor.


Aquel periodo de desorden y delirio pasó sin
embargo con el peligro, y los gefes republicanos
consiguieron al fin á fuerza de victorias el no te-
ner que luchar sino con el enemigo. Bernadotte
elevado á general de división, tomó durante los
años 1795 y 96 una parte activa é importante
en los mil combates dados al Príncipe Carlos por
el ejército de Zambra y Mossa. Al fin de aquella
campaña tuvo el encargo de conducir 20,000 hom-
bres destacados de aquel ejército al de Italia. Ber-
nadotte aceptó gustoso ir á servir bajo las órde-
nes de Bonaparte, cuyos gloriosos hechos llamaban
entonces la atención de la Europa; atravesó la
Francia con su columna, y llegó á Milán al fin del
invierno. El gefe del ejército del Norte se encon-
tró allí como en otro mundo ; en las orillas del
Rin habia visto en un principio un ejército some-
tido á todas las oscilaciones del poder ; del lado
allá de los Alpes encontró un ejército intimamente
«nido á un general, que solo se daba cuenta á sí




BEBNADOTTE 11


mismo de sus determinaciones , y cuya espada re-
publicana tomaba ya el aire de un cetro. Berna-
dotte receloso se puso sobre sí m i smo , y la pri-
mer entrevista fue decisiva: « he visto, decia al
regresar á su cuartel general, un hombre de 26
á 27 años que quiere aparentar tener 5 0 , y esto
nada bueno me presagia para la República. » Por
otra parte, según algunos biógrafos , Bonaparte
dijo de él que era una cabeza francesa sobre el
corazón de un romano. Las operaciones milita-
res sin embargo no se resintieron de aquella mu-
tua reserva. El general en gefe colocó á su se-
gundo en la vanguardia, y este contribuyó mucho
al buen éxito de la brillante y rápida campaña
del año V , principiada en el Tagliamento y ter-
minada en Leoben. Comisionado para llevar al
Directorio las banderas tomadas al enemigo, llegó
á París cinco dias antes del golpe de Estado de
Fructidor, con una carta de su gefe que termi-
naba así : « Veis en el general Bernadotte á uno
de los amigos mas sólidos de la República, in -
capaz tanto por principios como por carácter de
capitular con los enemigos de la libertad ni con
el honor. »


El movimiento de Fructidor estaba hacia mu-




12 PERSONAJES C É L E B R E S .


cho tiempo preparado por el Directorio; Bonapar-
te se habia asociado á él haciendo firmar á su
ejército esposiciones contra los miembros del Cuer-
po legislativo, á quienes los soldados llamaban
los abogados ; entre todos los generales, solo Ber-
nadotte se habia negado á tomar parte en aquella
intervención de la fuerza armada en los negocios
del Estado. Augereau que le habia precedido á
París, dio el golpe de mano, y durante él perma-
neció Bernadotte con los brazos cruzados, y regre-
só á Italia á reunirse con Bonaparte. Pregunta-
do por este acerca de la situación de los nego-
cios desde el triunfo del Directorio , le manifestó
francamente el odio secreto que el Directorio le
profesaba, lo que le decidió á terminar la guer-
ra firmando el tratado de Campo-Formio, y á
marchar á París. Sin embargo , desconfiando sin
duda de Bernadotte, por una orden fecha en Mi-
lán, le quitó la mitad de las tropas del cuerpo de
Zambra y Mossa que le era adicto, y le mando
regresar á Francia eon el resto. Medida que afec-
tó vivamente á Bernadotte, y le obligó á escribir
al Directorio pidiéndole un mando en las islas de
Francia, en las Indias, en el ejército- de Portu-
gal , ó su retiro.




B E H N A D 0 T T E . 13


El Directorio, complacido de saber que Ber-
nadotte no quería servir bajo las órdenes de Bo-
naparte, le dio precisamente el mando en gefe,
durante la p a z , del ejército de Italia, que Ber-
thier tenia interinamente. Al llegar á Milán le
entregó este un nuevo decreto del Directorio
nombrándole bruscamente Embajador en Viena.
Algunos biógrafos han supuesto aquel nombra-
miento efecto de las intrigas de Bonaparte, que
no solo quería alejarlo de Italia sino llevarle á
Viena, para que con alguna imprudencia volviese
á encender la guerra y pudiera él de este modo
llevar á cabo sus proyectos. Según ellos la ban-
dera enarbolada en el palacio del Embajador en
Viena por orden del Directorio, que fue la señal
de un mot in , y que combinada con la brusca
invasión de Roma por Berthier, estuvo á punto
de romper la paz de Campo-Formio, era todo
obra de Bonaparte ; pero baste recordar que este,
entonces y después censuró siempre el nombra-
miento de Bernadotte, y la destrucción del go-
bierno papal.


En aquella época, mientras se preparaba la
espedicion .de Egipto , fue cuando Bernadotte,
regresando á París de su embajada, se enlazó con




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


la familia Bonaparte casándose con la cuñada de
José Mlle. Deseada Clary hija de un comerciante
de Marsella, en el dia reina de Suécia y de N o -
ruega, y que hubiera sido Emperatriz de los fran-
ceses si su padre no la hubiese negado algunos
años antes al general de artillería Napoleón Bo-
naparte, entonces á medio sueldo y sin empleo,
diciendo que sobraba con un Bonaparte en la
familia.


La espediciou de Egipto acababa de quitar á la
Francia 40,000 hombres escogidos y un inmen-
so material; ningún resultado habían tenido las
negociaciones de Rastadt, y volvieron á empezar
las hostilidades. Funestas discordias despedazaban
al gobierno ; el ejercito de Italia sin pagas, mu-
niciones ni víveres habia tenido que evacuar el ter-
ritorio mantuano, el cisalpino y el Piamonte;
los enemigos ocupaban la cordillera de los Alpes;
la Suiza hasta Zurich acababa de caer bajo la
dominación austriaca; el bajo Rin estaba descu-
bierto , la Bélgica se escapaba, y por do quiera
se aproximaban las bayonetas enemigas á las
fronteras francesas. No era menos alarmante la
situación interior; los sublevados del Oeste vol-
vían á levantar la cabeza, acababan de estallar




B E R N A D O T T E . 1 5


desórdenes en L e ó n , en Amiens y en Burdeos, y
parecía inminente la disolución de la República.
En tales circunstancias y después de las vacilacio-
nes á que da lugar el temor que tienen siempre
los gobiernos débiles de los hombres fuertes, se
decidió el Directorio á nombrar á Bernadotte Mi-
nistro déla Guerra, el 15 Messidor, año VII. La
empresa era difícil y se decidió .í ella, consiguien-
do reorganizar las fuerzas nacionales, dirigir las
operaciones de los generales, y preparando las v ic -
torias de Bruñe en Holanda, y de Massena en Zu -
rich, Sieyes , en una conversación jesuítica le hizo
manifestar su deseo de volver á mandar el ejérci-
to , luego de haber realizado sus planes de refun-
dición social. Al dia siguiente recibió Bernadotte
un decreto dado en secreto por tres Directores,
concebido en estos términos : « La dimisión hecha
por el ciudadano Bernadotte de sus funciones de
ministro de la Guerra es aceptada. «Acompañaba a
aquel decreto una carta de Sieyes interpretando mal
la conversación del dia anterior para esplicar una
destitución inesperada. Furioso Bernadotte contes-
tó : « Recibo en este momento, ciudadanos Direc-
tores, vuestro decreto de ayer, y la atenta carta
que le acompaña; aceptáis una dimisión que no




10 PERSONAJES CELEBRES.


he hecho;» y concluía su carta pidiendo su sueldo
como reformado, del cual decia necesitaba tanto
como de tranquilidad. En efecto, Bernadotte era
entonces pobre; éralo también cuando Mariscal y
Príncipe , al paso que sus compañeros nadaban en
o r o , y fue á ocupar un trono sin mas riquezas
que su espada (*).


A los veinte y cinco días de la supuesta di-
misión de Bernadotte desembarcaba en Frejus el
general del ejército de Egipto , y un mes después
ya no existia el Directorio y solo habia un Señor.
No hay duda que si cuando la revolución de
Brumario hubiera estado Bernadotte en el minis-
terio, hubiera encontrado Bonaparte en él una te-
naz resistencia; y aun así, no solo le negó posi-
tivamente sn auxilio, sino que reunió en su casa
á algunos republicanos, dispuesto á defender la
Constitución del año III. Sabidos son aquellos su-
cesos , y Bernadotte cedió á ellos; el primer Cón-
sul le nombró consejero de Estado, y mas ade-


(*) A l salir para Suecia , le dio el Emperador un millón
de francos. Esta generosidad, recordada con acritud en el
Memorial de Santa Elena la presenta Mr . Touchard Lafosse
como el precio de venta del Principado de Ponte-Corvo,
cedido por dos mil lones , de los cuales solo ha recibido Ber-
nadotte la mitad.




B E R N A D O T T E . 17


Jante le envió al Oeste para rechazar las tentativas
de los ingleses y pacificar el pais; y en ambas co -
misiones se condujo como un hombre que sabe
sacrificar sus antipatías personales al bien de su
patria.


Bonaparte caminaba hacia el Imperio, Berna
dotte le seguía con la vista, y su actitud distó
mucho de ser tan pasiva como quieren hacerlo
creer varios historiógrafos. Según el los , solo Mo-
reau fue el que conspiró durante el Consulado.
« Bernadotte, dicen, no se entregó á aquella per -
sistencia sacrilega; republicano burlado, pero pa-
triota decidido, creyó que no teniendo impulso que
dar, solo le quedaban funciones que desempeñar.»
Documentos importantes que algún dia verán la
luz pública, según el autor de la Galerie des
contemporains ilustres , prueban que no solamen-
te conspiró Bernadotte para derribar al primer
Cónsul, sino también que se esforzó repetidas ve-
ces, y en vano, para que Moreau se resolviese, pues
estaba siempre indeciso, débil y descontento, y de
consiguiente comprometido siempre (*). Poco tiem-


(*) Cualesquiera que seau las vicisitudes de la carrera de
M o r e a u , personas bien informadas aseguran que no tuvo
parte en la conspiración realista de Picbegru , ni tampo-


2




18 PERSONAJES CELEBRES.


po antes del arresto de este último, dio Mme. Alo-
rea u un gran baile, al que concurrió toda la opo-
sición republicana. Durante aquella fiesta, reuni-
dos en un salón separado Bernadotte, Moreau y
otros, tratóse de nuevo la cuestión de derribar
á Bonaparte, y después de largas y acaloradas
declamaciones, Bernadotte dirigiéndose á Moreau,
terminó de. esle m o d o : « Con un nombre popular,
el único entre nosotros que pueda presentarse apo-
yado por un pueblo entero, ved lo que vos p o -
déis y lo que podemos nosotros dirigidos por vos. »
Moreau repitió lo que decia muchas veces : « La
libertad está amenazada , es preciso vigilar á Bo-
naparte, pero evitemos una guerra civil .« Prolon-
gábase y se animaba aquella conversación, y aca-
lorándose Bernadotte, esclamó : « N o os atrevéis
á decidiros por la causa de la libertad; pues bien,


co en la republicana á que trataba de arrastrarle Bernadotte.
Moreau no tenia voluntad, pero en el fondo era adicto de
corazón á la causa republicana. Luis XYI1I lo sabia mejor
que nadie, pues contestó á uno que le decia que en Morcan
habia tenido una grande pérdida : « no tan grande; Moreau
era republicano. » Cuando decimos que Bernadotte cons-
p i raba , no tratamos de. acriminarle ni decir hubiese loma-
do jamás parte en un complot contra la vida de Bonapar-
te, como este lo sospechó por un momento.—Hay imichas
maneras de conspirar.




B E R N A D O T T E . 19


Bonaparte se burlará de la libertad y de vos;
aquella perecerá á pesar de nuestros esfuerzos, y
vos seréis envuelto en su ruina sin haber comba-
tido. »


Bernadotte era un buen profeta: pocos meses
después marchaba Moreau á su destierro; Berna-
dotte salia del paso, llegaba á ser Mariscal, Prin-
cipe sueco, y once años después los dos se vol-
vían á encontrar bajólas mismas banderas en las
conferencias de Trachenberg. El hecho positivo
que acabamos de citar, esto es la conspiración tra-
mada por Bernadotte y esquivada por Moreau,
al paso que legitimíza la desconfianza tan viva-
mente censurada en Napoleón por los panegiris-
tas de su Lugar-Teniente, podría esplicar tal vez
la injusta severidad y la especie de desden con
que es tratado Moreau en la historia de Carlos
Juan, su compañero de armas en Francia y en
el estrangero. Sin duda alguna la posición de es-
tos dos hombres no era igual en 1813; el
Príncipe Real de Suecia queda justificado por la
política ; Moreau es culpable , como lo era el ejér-
cito de Conde marchando bajo los estandartes aus-
tríacos , como lo eran los patriotas franceses de
1823 alistados bajo la bandera española de Mina,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


como lo son siempre los hombres que tienen la
desgracia de pelear unidos á los estrangeros con-
tra sil patria; pero si es reprensible la acción de
Moreau, ¿ corresponde á Bernadotte ó á sus pa-
negiristas el mostrarse tan severos con él ? Si la
calidad de Príncipe sueco absuelve á Bernadotte,
si le dá derecho de acusar a Moreau en cuanto
al hecho, no se lo dá para suponer en él inten-
ciones menos puras y menos desinteresadas que las
suyas (*).


No podemos mas que bosquejar rápidamente la
carrera de Bernadotte durante el Imperio, y es
ademas bastante conocida para que baste un sen-
cillo resumen.


Bonaparte hecho Emperador le comprendió en
la primera promoción de mariscales, y aunque
hacia justicia á su mérito, desconfiaba de él y
le envió á gobernar el Hannover; allí supo Berna-
dotte grangearse el amor de los habitantes y de los
soldados, y cuando se abrió la campaña de 1805
llevó á Napoleón el brillante cuerpo que formó el
primero del grande ejército y á cuyo frente con-
tribuyó al buen éxito de la batalla de Austerlitz.


H Debemos añadir que mas adelante el Rey de Suecia
dotó á la hija de Moreau.




BERNADOITE. 21


Creado Bernadotte Príncipe de Ponte-Corvo
cogió nuevos laureles en la siguiente, campaña;
encargado después de la batalla de Jena de per-
seguir los restos del ejército prusiano, después de
coger al enemigo 7,000 prisioneros y 36 piezas
de artillería, obligó á Blucher á capitular en Rat-
kau. Desde Lubeck se dirigió sobre el Vístula,
pasó el rio en Thorn, y venció repetidas veees al
general ruso Bennigsen. Herido gravemente en
ta cabeza, tuvo que retirarse antes de concluir aque-
lla campaña, que terminó con el tratado de Ti l -
sitt.


Hecha la paz , fue nombrado Gobernador de
las ciudades Anseáticas con encargo de atravesar
la Dinamarca y marchar contra Suecia, para con-
currir con el ejército ruso que se edelantaba ha-
cia la Finlandia , á hacer entrar en razón á Gus-
tavo IV, enemigo obstinado de la Francia que no
quería deponer las armas en medio de la paz
general. Bernadotte ocupaba ya la Pomeranía
cuando los Suecos se desembarazaron de repente
de un loco coronado que desconocía sus derechos
y comprometía su existencia política. Gustavo IV
bajó del trono sin resistencia, y su tío el Duque
de Sudermania fue elegido Rey de Suecia, bajo el




22 PERSONAJES CELEBRES.


nombre de Carlos XIII . El Príncipe de Ponte-
Corvo apenas supo aquella revolución, suspendió
las hostilidades; Napoleón que tenia tal vez otros
proyectos no lo aprobó; pero la moderación del
Príncipe, el brillo de su gloria militar, y la re -
putación que habia adquirido en el Hannover,
en Hamburgo y en toda Alemania , le sirvieron
mas adelante.


Abrióse la campaña de Wagram, y varia mu-
cho la opinión de los escritores acerca de la parte
que tomó en ella el Príncipe de Ponte-Corvo. De
todos modos esta cuestión estratégica no es de
este lugar; lo cierto es que fue en aumento de día
en día desde Wagram la frialdad que siempre
se habia notado entre las relaciones de Napoleón
y Bernadotte; este último dejó el ejército y pasó
á París. El Consejo de Gobierno, instituido por
Napoleón durante su ausencia, sorprendido con
el inesperado desembarco de los ingleses en Ho -
landa envió al mariscal á Amberes para recha-
zarlos; Napoleón, siempre desconfiado, le rodeó
de oficiales de su confianza, y á los pocos meses
incomodado por algunas frases de una procla-
ma le quitaba el mando y le desterraba á su
principado de Ponte-Corvo. Bernadotte regresó á




BUNADOTTE. 23


París , se negó á obedecer la orden de destierro
é hizo su dimisión. Una entrevista que tuvo en
Viena con el Emperador calmó un poco el enojo
de este; pero siempre deseoso de alejarle del tea-
tro de los sucesos , insistió en hacerle aceptar el
gobierno general de Roma-; Bernadotte aceptó
después de muchas vacilaciones, y se decidía á
marchar cuando un inesperado acontecimiento vino
á cambiar su destino: la nación Sueca, por el
órgano de sus representantes reunidos en Dieta
solemne en Oerebro , el 10 de Agosto de 1810,
llamaban al Príncipe de Ponte-Corvo á suceder
ó Carlos XIII . Sabido es que el tío de Gusta-
vo-lV había subido al trono sin sucesión, y á una
edad en que no debia ya esperarla. Los sufragios
de los Suecos liabian sido primero en favor del
Príncipe augusto de Holstein-Augustenburgo,
uno de los miembros de la casa de Holstein que
ha dado reyes á la Suecia, á la Dinamarca y á la
Rusia. El joven Príncipe murió súbitamente á
los seis meses de su elección, y la Suecia volvió
á encontrarse en la crisis de que aquella le habia
sacado. Cruzábanse las pretensiones ; el hermano
del difunto, el Rey de Dinamarca, el Monarca
destronado Gustavo I V , intrigaban á porfía con




24 PERSONAJES CELEBRES.


los miembros de la Dieta; en tal conflicto cono-
ció la Nación la necesidad de un brazo fuerte;
recayó su elección en un soldado, y dos oficiales
suecos fueron comisionados á París para llevar
al republicano de Brumario el inesperado ofreci-
miento de una corona.


Aunque Napoleón ha dicho en su Memorial
de Santa Elena que los Suecos le pidieron un Rey,
y Bernadotte fue elegido á causa de su parentesco
con José, los hechos son contrarios á aquellas
aserciones, y Bernadotte fue elegido espontánea-
mente. Debiólo á su gloria militar y principal-
mente á las causas que hemos indicado (*).


El Príncipe Real de Suecia partió libre del yu-
go que por tanto tiempo había soportado , y sin-
ceramente resuelto á mantener los lazos que
unian á su nueva patria con la antigua. La pri-
mer manzana de discordia fue el sistema conti-
nental , gran pensamiento de Napoleón para cou-


(*) Veinte años después, durante la Dieta de 18-28 á 1830
un orador plebeyo , Nillo M a n s o n , reclamando en vano del
gobierno de Carlos X I V la libertad de imprenta , decia. « La
Suecia debe mucho á los periódicos; por ellos supimos que
existia un Mariscal de Francia que reunía á brillantes ta-
lentos y valor, una humanidad generosa con los prisioneros
suecos : aquel Mariscal ha llegado á ser nuestro Rey. »




BER N A D O T T E . 25


vertir en un lazareto á la Inglaterra su rival,
pero de difícil, si no imposible, ejecución , porque
no todas las Naciones que lo habian de adoptar
se hallaban en igual situación. Bernadotte repug-
nando perjudicar á los intereses de la Suecia, pi -
dió un plazo en Octubre de 1810 ; Napoleón c o n -
cedió ocho meses, y el 13 de Noviembre envió
una nota imperativa concediendo solo cinco dias.
Cedió la Suecia, declaró la guerra á la Inglater-
ra y confiscó todas las mercaderías británicas;
pero el contrabando reemplazó al comercio y el
gobierno sueco no pudo ni quiso destruirlo. Irri-
tado Napoleón, pegó con el Príncipe R e a l , to -
mando cada dia un tono mas imperativo , obli-
gando á este á esplicarse categóricamente pidien-
do con altivez ó la libertad marítima para la Sue-
cia , ó dinero. Napoleón ofreció ilusorias venta-
jas , como por ejemplo la compra por valor de
20 millones de productos suecos , pagaderos úni-
camente después de descargados los géneros en
un puerto de Alemania , precisamente cuando los
cruzeros ingleses cubrían el Báltico , y la Suecia
no tenia fuerzas marítimas. Hubo notas llenas de
acritud y frialdad por ambas partes, y el 27 de
Enero de 1812 el Emperador hizo invadir brus-




2ü PERSONAJES CÉLEBES.


camente la Pornerauia y la isla de 'Rugen.
Exasperóse la Suecia, y Napoleón daba á ello


lugar en el momento mismo en que se arrojaba á
la es pedición de Rusia, cuando la marcha combi-
nada de un ejército turco hacia Kief y de Berna-
dotte en Finlandia sobre S. Petersburgo asegura-
ban el triunfo á las armas francesas. A s i , indis-
poniéndose Napoleón con el Diván y atacando á la
Suecia, se privaba del auxilio de las dos mas úti-
les potencias. No se descuidó la diplomacia rusa,
y al mismo tiempo que firmaba con la Turquía
el tratado de Bucharest, lisonjeaba á Bernadotte y
ofrecía á la Suecia la Noruega; el 24 marzo de
1812 se firmó el tratado de S. Petersburgo y Napo-
león se perdió.


Sabida es la gran parte que tuvo el Principe de
Suecia en los desastres de 1813, y cómo decidió la
suerte de la infausta jornada de Leipsig. Algunos
escritores amigos de Bernadotte han supuesto que
se habia esforzado para que los Soberanos hicieran
escelentes condiciones á Napoleón, y que Metter-
nich desbarató su plan en Praga; esto no es exac-
to. Obligado Bernadotte á ser enemigo de Napo-
león , fué el mas peligroso ; y basta comparar el
plan escrito que presentó en Trachenberg con. el




B E K N A D O T T E . 2 7


ultimátum presentado poco después á Napoleón
por Mr. de Metteruich en Praga, para-conven-
cerse de que las condiciones del diplomático aus-
tríaco eran menos duras para el Emperador que
el plan de Bernardotte. Pero justo es decir tam-
bién que este después de la batalla de Leipsig,
luchó con todo su poder para impedir la inva-
sión de la Francia y el destronamiento de la di-
nastía de Napoleón.


Durante los cien dias, vuelto Bernadotte ó
Stokolmo no tomó parte en el nuevo armamento
de la Europa; se ocupaba de consolidar su poder
en Noruega, que no habia conquistado impune-
mente. El 5 de Febrero de 1818 murió Car-
los X I I I , y Bernadotte á pesar de las influencias
contrarias, hijas de la repugnancia que inspiraba
un Soberano elegido, al poco agradecido Congreso
de Soberanos de nacimiento, fue proclamado sin
obstáculo Rey de Suecia y de Noruega, bajo el
nombre de Carlos X I V ; y su reinado será uno
de los mas felices en los anales de Suecia, á pe-
sar de las dificultades siempre nacientes con los
Noruegos, cuya asamblea nacional está muchas
veces en oposición con las ideas y planes de Car-
los X I V , Bernadotte es en el día el Rey mas po-




28 P-EHSONAJES CELEBKES.


pular de Europa, y la Suecia ha visto renacería
agricultura, prosperar y florecer ; salir de su aba-
timiento el comercio, restaurado el crédito, y ani-
mada y protegida su aspirante industria; e'
inmenso canal de Gothie , que une el mar Bál-
tico con el del Norte, empresa gigantesca reali-
zada h o y , quedará como un monumento indes-
tructible de los grandes pensamientos de Car-
los XIV.


Bajo el punto de vista intelectual y político,
el progreso es mucho menor ; un historiógrafo ha
dicho que Carlos XIV habia conseguido resolver
el difícil problema de una monarquía rodeada de
instituciones republicanas. Biógrafos demócra-
tas , que todo lo encuentran malo, han adoptado
también la frase-modelo, sin tomarse el trabajo de
estudiar y conocer aquello de que hablaban. Pa-
ra decir la verdad, hay que rebajar muchos de
aquellos elogios. La Constitución de 1809 que r i -
ge actualmente en Suecia es casi la misma que
la promulgada dos siglos hace por el Regente
Oxenstiern. Es una creación de lo pasado, apoya-
da en una escrupulosa división de clases y de cas-
tas, en la que casi nada ha penetrado el espíritu
moderno.




BF.I1SAD0TTE. 29


Añadamos sin embargo , para ser justos, que
Carlos X I V aunque imbuido en el fondo en ma-
terias de gobierno en los principios de la escue-
la imperial, no es el hombre menos liberal de su
reino. Muchas veces ha tomado él mismo la inicia-
tiva de innovaciones generosas, y muchas veces
también se ha estrellado su buen deseo contra la
viciosa organización del cuádruple cuerpo legisla-
tivo (*). Carlos X I V á su afición á arengar, que
data del año I I , reúne también según dicen, desde
que es Rey, una afición marcada á las escaramuzas
periodísticas 4 no pudiendo hacer uso ya de su es-
pada , toma algunas veces la p luma, y guardan-
do el anónimo lucha con los periódicos de la opo -
sición, enemigos poco peligrosos, y no sin motivo,
pues el Canciller está siempre presente, y por
poco que sea vencido S. M . , sostiene que las cosas
vuelven á entrar en el caso prevenido por la ley,
y quiere absolutamente suprimir el periódico. Car-
los X I V , que es bondadoso , se opone á ello son-
riéndose , declara que la Magestad Real nada tie-
ne que ver con el duelo periodístico , y al día


(*) Los que deseen mas detalles sobre la Constitución sue-
ca pueden consultar un articulo publicado en la Revista fratw
cesa del mes de Mayo de 1 8 3 0 . ,.- ,




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


siguiente se esfuerza por tomar el desquite.
Fresco y robusto todavía, á pesar de contar


ya 78 años, este lujo glorioso de los ejércitos re-
publicanos monta á caballo, viaja , pasa revistas y
reúne á la actividad del cuerpo otra no menor de
imaginación. Sencillo en sus maneras, austero en
sus costumbres y en los hábitos de su vida, afa-
ble con todos , solo conserva de francés la agude-
za del espíritu y la abundancia de la palabra; to -
do lo demás es enteramente sueco , escepto la
lengua pues su boca gascona jamás ha podido acos-
tumbrarse á los ásperos acentos de los Escandina-
vos. En los casos muy raros, pues en Suecíacasi
toda la sociedad habla francés, en que es indis-
pensable el idioma nacional, tiene un escelente in-
térprete en el Príncipe heredero Osear, el cual na-
cido francés, y habiendo recibido en el bautismo
este nombre querido de los Escandinavos , de su
padrino Napoleón, loco entonces por Ossian, no
ha conservado de su primera patria sino un lejano
y casi borrado recuerdo; tiene la gravedad, la sen-
cillez , la bondad y la fuerza intelectual de un
hombre d e l N o r t e , y los Suecos le aman con pa-
sión.


En cuanto al viejo soldado rey , á pesar de ha-




B E K N A D O T T K . 31


berle forzado la política á volver sus armas contra
la Francia, se complace en hablar del pais que
le dio el ser. Carlos X I V es demasiado inteligen-
te para desconocer las consecuencias del tratado
de S. Petersburgo ; vé á su pequeño reino enlaza-
do por fuerza á la Rusia, que le estrecha y le opri-
me por todas partes ; vé la existencia de la dinas-
tía que ha fundado, espuesta tal vez en el por-
venir al capricho de un Czar , y esta idea no deja
de entristecerle un poco en sus últimos días. Poco
antes de la Revolución de 1830, hablando con un
ilustre viajero francés, y animándose con el re-
cuerdo de su ultima disputa con Napoleón, diri-
giéndose á la ventana y estendiendo el brazo hacia
las islas de Oehland, ocupadas en el dia por la
Rusia, esclamaba conmovido : « Ah ! si Napoleón
hubiera querido contentarse con ser uno de en-
tre nosotros, esto coloso que amenaza invadirlo
todo no estaría tan cerca de aqui. »


Estas palabras podran ser poco diplomáticas
pero honran al que las profirió.






e*






D. RAFAEL ESTE v E *


« Artistas del mérito del Sr . Esteve,
y de tanta constancia y amor ai arte
que emprenden y siguen con tesón,
y llevan á cabo con tal é x i t o , en
medio de circunstancias tan calami-
tosas , obras semejantes, son m u y
raros ; y la nación que los produce,
debe estar ufana y segura de figurar
entre las mita favorecidas del cielo , y
entre las mas ilustres del g l o b o . »


flg¡&WVU B E B.1VAS-— Gaceta de Ma-
drid del i . ° de Octubre de 1 8 3 9 .


El grabado, que tantos adelantamientos ha
conseguido en otros paises, especialmente en
Francia é Italia, no ha llegado entre nosotros al
grado de perfección que era de esperar. No ca-
recetttos en verdad de grabadores de mérito re-
conocido, ni podemos quejarnos de falta de pro-
tección por parte de nuestro Gobierno en lasépo-




2 PERSONAJES CELEBRES.


eas anteriores; antes al contrario prueban lo pri-
mero los nombres ilustres de Carmona, Selma,
Ametller, Esteve y otros ; y atestigua lo segun-
d o , el establecimiento de la Calcografía en la
Imprenta Real , institución debida al sabio é ilus-
trado Ministerio del Conde de Florida-Blanca, sin
otro objeto que el fomento del grabado consegui-
do entonces, pues hacen mucho honor al pais , las
¡estampas que se emprendieron y llevaron á ca-
bo en é l , lográndose el fin propuesto, y para el
cual se invirtieron sumas inmensas. Tampoco po-
demos achacar esta falta á la actual decadencia,
ó por mejor decir , desaparición de las artes de
este suelo en otro tiempoífírivilegiado. Siguien-
do la historia de estas en nuestro pais, vemos
con dolor que en medio de los progresos que
rápidamente ha hecho en las artes, jamás ha
podido blasonar España de estar tan adelantada
en el grabado como otras naciones. Sabido es
que el platero de Florencia 'Mano Finiguerra
inventó este arte en 1460, á quien siguió des-
de luego Baccio Baldiní en la misma ciudad,
Andrea Montegna en R o m a , Martin de Jmbe-
res en Flandes, Alberto Durero en Alemania,
Lucaa Cronack en Sajouia, y Ijucas de Leyden




rSTEVJi . S


en Holanda, no apareciendo por entonces en E s t
paña, ni distinguiéndose fuera ningún español.
Estos fueron los primeros maestros que forma-
ron otros muy aventajados; y siguiendo la no-
menclatura, se tarda bastante en encontrar á
nuestros compatriotas figurando entre los gran-
des grabadores. Si examinamos el grabado al
agua fuerte, vemos también distinguirse al Par-
mesanino, Becafumi, Castiglioni , Guido Reni¡
Anibal Caraci, Hembrant, Wan-Dich, Testa,
Callot, Steffano de la Bella, Tempesta, Carlos
Marata, Durero, Cronak, Leydem, Jorge Penz
Altorffer, Bish, Hisbel, Beham, Aldegrever,
Brign, Berghem, Suanevelt, Both, Miele, Bau-
tista Franco, el Spagnoleto y otros ; y solo en
este género encontramos á nuestro Goya tan su-
perior en algunas láminas que grabó , que en
concepto de los inteligentes merece un lugar muy
distinguido; y por último, si estudiamos el gra-
bado en dulce llevado en nuestros dias al mas alto
grado , ya en Francia, ya en Italia, ya en In-
glaterra , podríamos citar nombres muy ilustres
como Barvic, Morghen, Barón y otros, sin que
sensiblemente pudiéramos añadir uno que toma-
ra un puesto preeminente, no obstante de que se




'4 PERSONAJES CELEMÍES .


han hecho entre nosotros adelantos considerables,
La averiguación de las causas que han produci-
do este atraso, en un pais en que tanto cara-
pea el genio de las artes, no es de este lugar;
sin embargo, aunque no entremos de lleno en
la materia, por no ser nuestro objeto , no deja-
remos de apuntar que el grabado, asi como el
comercio , necesita mercados. Fácilmente puede
un pintor emprender un cuadro con la esperan-
za de que sea adquirido por un procer ó un afi-
c ionado; esperanza que, sea dicho de paso , que-
dará fallida en la actual época t&u contraria por
todos títulos á las artes; pero una lámina no
puede grabarse ala suerte ; es necesario mucho va-
lor en el artista que se aventure á producir una
obra larga y costosa , no contando con que ha
de hallar quien le remunere el tiempo y gastos
cuando no sea su trabajo. Quizás nuestro aisla-
miento haya podido ocasionar este atraso. Nues-
tra magnífica escuela de pintura tan celebrada
ahora, y otras preciosidades artísticas que po-
seíamos, no han sido apenas conocidas hasta
después de la invasión francesa en 1808. En
aquella calamitosa época se removieron del pun-
to en que se custodiaban, y aunque algunas des-




E S T E V E . 5


pues volvieron ¡í su sit io , no podiau estar tan
seguras en é l , por los continuos trastornos del
pais que dolorosamente concluirán por hacer-
le desaparecer del inundo civilizado. Nadie visi-
taba entonces á España; los pocos estrangeros que
á ella venían, nos devolvían con insultos la aco-
gida que les dispensábamos. Los insultos han
seguido y continúan quizás con mas fuerza; pe-
ro al presentarnos envueltos en la barbarie, y
piutando nuestras costumbres en forma de nove"
la, no ha podido suceder lo mismo respecto de
nuestros tesoros artísticos. Muchos de nuestros cua-
dros han salido para no volver mas , y han pro-
ducido un entusiasmo que debió existir, si hu-
biéramos sido visitados como lo han sido cons-
tantemente los Italianos. Acaso por este medio
se hubiera hecho una necesidad el grabado, para
generalizar en el esirangero las obras que de mo-
do alguno podían removerse del sitio en que las
colocó la LIglesia, el Trono ó la Aristocracia, á cu-
ya protección es deudora la España del grande
adelanto que tuvieron las artes en los siglos pa-
sados , gloriosos en alto grado.


Triste es el cuadro que hemos trazado para el
grabado en nuestro pais , y por lo mismo mas




6 TEUSOSAJES CELEBBES.


honroso para él el poder presentar en la actual
época de decadencia, un artista que no solo se
ha hecho admirar de sus conciudadanos, si no
que ha fijado la atención general por una obra
que no necesita e logio , pues va unido á ella ha-
ce mucho tiempo. Basta por lo tanto decir, que
tratamos de la estampa del célebre cuadro de
Murillo, conocido por las Aguas de Moisés, gra-
bado por D. Rafael Ksteve y Vilella, de cuya
Biografía'vamos á ocuparnos como muy digna
de figurar en nuestra colección. Que no todas
las personas que en ella presentemos, han de
ser Reyes, guerreros, ú hombres de Estado; que
también la literatura y las artes tienen su glo-
ria, y gloria muchas veces mas costosamente ad-
quirida , y de seguro mas duradera. Los nom-
bres de los grandes artistas pasan de generación
en generación, y su fama aumenta con la distan-
cia de los t iempos, porque quedan sus obras,
y ganan envejeciéndose ; muy al contrario de lo
que sucede generalmente á las efímeras hazañas
de los guerreros, y á las astutas y no siempre
nobles combinaciones de los políticos. Pero tiem-
po es ya de que pasemos á dar una ligera idea
del artista que nos ocupa.




E S T E V E . 7


Nació D. Rafael Esteve y Vilella en la ciu-
dad de Valencia, el dia 1.° de Julio de 1772. Sien-
do su padre D . José Esteve profesor de mérito
reconocido en la escultura, y Direetor de. aque-
lla Academia de S. Carlos, le dedicó al dibujo
bajo la protección de la misma, en la cual fue-
ron tan rápidos sus progresos, que á los 16 años
de edad, obtuvo dos premios generales, uno de
tercera clase en pintura, y otro de la misma en
escultura, siendo notable que se aventajase en
ambas el que después habia de sobresalir en e l
grabado; pues a lano siguiente, en 12 de Junio
de 1789, la misma Real Academia lo pensionó en
la clase de grabado para que pasase á la Corte,
donde bajo la dirección de su paisano el hábil
artista D . Fernanda Selma, siguió adelantando
en su profesión , en términos que ganó otro pre-
mio de grabado en la citada Academia ; y al con-
cluir los tres de pensión, fue creado Académi-
co de mérito de la misma.


Entre tanto sus obras en Madrid, le habian
grangeado una opinión que no podía ocultarse a
Rey D . Carlos IV, entendido en bellas artes, quien
en 22 de Enero de 1800 , le creó su grabador de
Cámara, puesto que desempeñó dignamente.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Hemos dicho al principio que el Gobierno, en
épocas anteriores, habia dispensado su protección
al grabado, creando la Calcografía que tanto con-
tribuyó á sus adelantos, y lo prueba ademas la
Real orden espedida en 24 de Marzo de 1807, en
virtud de la cual se resolvió que este hábil pro-
fesor, emprendiese un viaje artístico por Francia
é Italia, con el fin deque tratando á los mejores
artistas de ambos países, ao solo procurase el ade-
lanto del grabado, hasta el punto en que se ha-
llaba en aquellos reinos, si no que adquiriese al-
gunos útiles de que se carecía entonces y eran
necesarios para las mejoras que se premeditaban;
comisión que el Sr. Esteve hubiera llenado com-
pletamente, y que tanto honra al gobierno que la
concibió , habiendo acreditado el tiempo que no
se equivocó en la elección ; pero en aquella aciaga
época , asomaba ya la revolución que nos habia
de conducir al triste estado en que nos encon-
tramos. La invasión francesa que ya amenazaba de
antemano, tuvo lugar en el año siguiente : ella y
sus consecuencias, hundieron á la nación en una
guerra obstinada, nob le , santa , pero sin lími-
tes. Las artes debian desaparecer al estruendo
del cañón ; el viaje proyectado quedó sin efecto, y




E S T E V E . 9


casi borradas las miras previsoras del gobierno.
A ésta época sucedió otra , si bien no todavía


de calma, porque esta desapareció de España sin
que¡puéda preverse su vuelta,menos turbulenta,
y en que se pensó en hacer algo para el resta-
blecimiento de las artes. La Reina Doña Maria
Isabel deBraganza, que daba el impulso , fundó
el Museo de que tantas ventajas ha podido sacar
el pais, y realmente las ha conseguido. Siempre
dispuesta á todo lo bueno, quién sabe hasta donde
hubiera podido llegar su influjo, y el poder que
ejercía en el ánimo del Rey, si su temprana muer-
te no la hubiese arrebatado al amor del pais , y
privado á las artes de su regia protección. La
imaginación nos separa de nuestro objeto; las
desgracias de nuestra patria, á las cuales no vemos
término, nos recuerdan Ja situación que podia
haber creado aquella Augusta Señora. Otra Reina
aficionada á las artes , y artista también , ocupó
después el trono español, y ha sido lanzada por
la tormenta revolucionaria lejos de estos reinos:
en medio de la agitación de su reinado, no olvidó
el objeto de su afición, y si hubiese alcanzado épo-
ca mas bonancible, es de creer que las artes hu-
bieran tenido en ella también mía ilustrada pro-




JO PERSONAJES CÉLERES.


tectora. En aquella época pues, y con fecha 9. de
Marzo de 1817 se espidió una Real orden ratifi-
cando el Rey la que queda citada de 24 de Marzo
de 1807, asignando al mismo Esteva 18,000 r s . y
lSjOOO para los gastos del viaje que debía verifi-
car inmediatamente, y que emprendió en efecto
con el Excmo. Sr. D . Eusebio de Bardaji y Azara,
que como embajador de S. M., pasaba á la corte
de Turin.


Desde allí se dirigió á Milán, en donde trató
al famoso grabador Longui, bien conocido por su
mérito, y á varios otros; y pasando por Bolonia,
después de admirar algunas obras de pintura,
entre, ellas, varios techos de Iglesia del célebre
Guido Reni, se encaminó á Florencia, á donde
le llamaban no solo la galería Médicis, que exa-
minó con todo detenimiento, sino el acreditado
grabador Morghen y toda su escuela. Visitó pues
el estudio de este, y la Academia, recibiendo
obsequios muy lisonjeros, de hombre tan emi-
nente , y muy de apreciar, por lo mismo que ve-
nían de un artista de tal celebridad. Siguió su
viage á Roma, en donde creció su admiración y
sorpresa al encontrarse frente de las grandes obras
en pintura, escultura y agricultura que encierra




. USTEVE. 11


aquella Capital, en la que existe lo mejor y mas
florido de las artes, y de los monumentos de la
antigüedad. El efecto que debe producir en un
artista, y mas del mérito del Sr. Esteve, el con-
templar aquellas obras tan celebradas por unos,
tan interpretadas por otros , solo puede c o m -
prenderlo el mismo que lo esperimenta. Como
español reconocido y fiel, debia visitar á SS. M M .
D . Carlos IV y Doña Maria Luisa, que á la sa-
zón residían en aquella corte, los cuales le reci-
bieron colmándole de obsequios. Como Artista,
buscó el trato de los hombres eminentes que se
encerraban en aquel emporio de las artes, y bien
pronto contrajo amistad, con Canova, Jlvarez,
Thorvalsen, Camucini, y Benvenuti.


Corto hubiera sido el tiempo ocupado en
aquella amistad, por mas que quisiese alargarlo;
pero Esteve debia realizar su viage cual se ha-
bía concebido ; y no con poco sentimiento , se
puso en camino para Ñapóles, á fin de visitar el
Herculano y Pompeya, y ver las preciosidades que
se van encontrando en bellas artes, asi como las
obras maestras de los célebres artistas que encier-
ra aquella capital, llena de recuerdos enlazados
con nuestra historia. De allí pasó á Venecia,




12 PERSONAJES C E L E P R E S .


cuya celebrada escuela de pintura le admiró so"
bre manera, asi como las obras del Paiadio y
Vitrübio; y atravesando la Suiza por Ginebra, se
dirigió á Paris, en donde al momento se relacio"
nó con el famoso grabador Bervic y su discí-
pulo Toschi, asi como con los acreditados Tar-
dieu, Desnoyers, Berlaux, y otros muchos ar-
tistas de gran mérito, entre ellos el célebre pin
tor militar Horacio Vernet.


Este viaje debia necesariamente engrandecer
los conocimientos de Esteve, á pesar de que ya
antes de llevarlo á efecto, los había manifestado
muy superiores; pero no era este el solo obje-
to. Cuando se concibe un buen pensamiento, no
pueden enumerarse de antemano las conse-
cuencias que ha da producir; quizás alguna se
desliza sin ser conocida ni aun calculada, y so-
lo puede por lo tanto asegurarse un buen resul-
tado, cuando el cálculo está bien hecho. El via-
ge de Esteve, que emprendido por otro profesor
de menos mérito, solo hubiera producido ade-
lantos en el sugeto, y que era cuanto se podía
esperar, ha dado lugar á un titulo de gloria pa-
ra el artista y para el pais.


Estimulado por las obras que examinaba, y




ESTE V E . 13


ambicionando la celebridad que lograban sus au-
tores, deseó emprender una, que no solo corrie-
ra por Europa á par que su nombre, sino que die-
se á conocer que en España habia también artis-i
tas que compartiesen con los estrangeros la gloria
no disputada hasta entonces. Este pensamiento
estaba fijo en Esteve desde su regreso á España; y
habiendo tenido ocasión de esponerlo al Rey Fer-
nando VII, fue tal el interés que este tomó por
la idea, que en Real orden de 3 de Enero de 1821
dispuso pasase á Sevilla, á fin de que franqueándo-
sele todos los cuadros existentes en aquella ciu-
dad, cuna de las artes en España, eligiese el que
tuviera por conveniente para sacar un correcto di-
bujo que debia grabar; disponiendo el Soberano,
como una prueba del interés que le animaba por la
empresa, que mientras tanto se ocupaba en este ar-
duo trabajo, se le alojase en el Real Alcázar. Veri-
ficóse asi, y después de haber examinado las me-
jores obras de la escuela sevillana , eligió el cua-
dro existente en el Hospital de Caridad, cuyo asun-
to representa á Moisés en el desierto hiriendo la
peña para dar agua al pueblo sediento. La superio-
ridad y belleza de composición de este célebre cua-
dro , y la variedad de objetos que lo enriquecen,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


fueron parte para que Esteve lo considerase muy
á propósito para lucir en él el grabado; empresa sin
embargo atrevida, no solo por la multitud de fi-
guras y términos que le dio el gran Morillo su
autor, sino también, y mas principalmente, por-
que estando pintado para una altura inmensa, se
halla tan desvaratado el c o l o r , y puesto con tal
degradación, que al ser trasladado al Alcázar,
tuvo Esteve que crearlo casi en el bellísimo y
correcto dibujo que emprendió, y que presentado
á S. M. obtuvo su real aprobación, y los since-
ros elogios de cuantos artistas lo examinaron
entonces; y sea dicho de paso, aunque han trans-
currido muchos años, coservamos en la memo-
ria el entusiasmo que nos produjo.


Desde entonces se dedicó nuestro compatriota
á la realización de sus miras, si bien no con
una absoluta preferencia, por tener que desempe-
ñar, corno Grabador de Cámara , algunas obras
parala Calcografía, otras para el Real Palacio,
y diferentes para el depósito Hidrográfico de la
Marina ; y á los doce años de emprendida y casi
acabada, se vio en la precisión en 1837, de so -
licitar Real licencia para pasar á Paris , á fin de
concluir y estampar su obra , cosa imposible de




E S T E V E . 15


efectuarse en España, por falta de los útiles nece •
sarios. Alli la terminó por ú l t imo, y presenta-
da en la exposición pública celebrada en el Pa-
lacio del Louvre en 1839 , fue premiada con la
primera medalla de oro y un diploma, único
premio que se dio al grabado; habiendo la cir-
cunstancia favorable á nuestro pais , de que los
muy dignos y apreciables jóvenes artistas espa-
ñoles , D. Federico Madrazo, y D. Carlos Luis
de Rivera, alcanzaron gran lucimiento en la mis-
ma por sus preciosos cuadros ; aquel el que re -
presenta la aparición de dos ángeles que inspiran
á Godo/redo de BouUlon la idea de ponerse al
frente de los ejércitos Cruzados , y este al céle-
bre D. Rodrigo Calderón en el acto de ser con-
ducido al suplicio en 1675; composiciones ambas
oellísimas, y que cada uno respectivamente con-
serva en su poder , como prueba de la protección
que el pais dispensa á las artes , y de lo que pue j


den esperar los que se dedican á ellas en una
époea tan desgraciada. Tuvo también Esteve el
honor d e presentar su obra á los Reyes , por me-
dio del Embajador Marqués de Miraflores, mere-
ciendo los mayores elogios de toda ta Corte , y
por último á esta producción debió en 13 de




16 PERSONAJES CELEBRES.


Febrero de 1841 , el diploma de miembro del
Instituto de Francia, y de aquella Academia,
por vacante de Mr. ¡Moreau; obsequio debido
á los artistas de dicho Instituto Mr¡ Désnoyers
y Mr. Richomme, primeros grabadores franceses.
Todos estos títulos de gloria adquiridos por el
Sr. Esteve en aquella culta capital, recaen esen-
cialmente en honor del pais , y tienen su origen
en la primera determinación de Carlos I V , se-
cundada por su hijo Fernando V I I , sin la cual
seguramente no existiría este monumento glorioso
de las artes.


Mientras tanto, en España al ser presentada
\A obra de Esteve á S. M. la augusta Reina G o -
bernadora Doña María Cristina, espontáneamente le
premió con la Cruz de Caballero de la Orden de
Carlos I I I , lisongeándole con espresiones altamen-
te honoríficas. La Academia de S. Fernando le
espidió el título de Académico de mérito, y la
de S. Carlos de Valencia, el de Director del gra-
bado ; siéndolo en la actualidad de la de Madrid,
sin que uno solo de estos premios haya sido ni
aun indirectamente solicitado por él.


La obra del Sr. Esteve está juzgada por el
mundo inteligente: figura en el día en las gran-




ESTE V E . 17


des colecciones y en lugar muy distinguido. En-
tre nosotros existe también en los gabinetes de
los buenos aficionados, que no son muchos por
desgracia , y el público la ha admirado en la ex-
posición que tuvo lugar en la Academia de San
Fernando en 1839. Difícil, cuando no imposible,
seria describirla. El Señor Esteve grabándola con
todo el arte de que es capaz, y grabando un
género de pintura tan desleído y evaporado, si
asi puede llamarse , ha conservado puros los c o -
lores que el gran Murillo usaba en sus cuadros.
Basta separarse un p o c o , para adivinar, sin ver
el original, cuales son los que se emplearon en
la o b r a , y al mismo tiempo el buril marca la
espresion de las figuras , peculiar de aquel genio.
Citaríamos en comprobación de esto, alguna fi-
gura, pero insensiblemente las citaríamos todas,
y sin utilidad alguna, porque es estampa harto
célebre , por el gran mérito que reúne, y que
bien se ha reconocido en los países extrangeros.


Las demás obras de este artista, muchas de
ellas existen en la calcografía de la Imprenta Real
como son Jacob echando la bendición á su nie-
to, por un cuadro de Juan Francisco Barbieri,
conocido por el Guercino; Cristóbal Colon de




18 PERSONAJES CELEBRES.


cuerpo entero, por dibujo italiano; algunos retra-
tos de la colecion de Varones ilustres que se pu-
blicó y existen en dicha calcografía ; la de la
Reina Doña María Isabel de Braganza , y otras
muchas obras que seria cansado designar. La úl-
tima que hemos descrito será probablemente la
mas gloriosa para é l ; y proporcionando al autor
gran celebridad, recaerá la gloria en favor del pais
que dio el ser á dos artistas tan distinguidos como
Morillo y Esteve , y protegió al último , obtenien-
do asi las ventajas que siempre se consiguen,
cuando hay protecion y cuando esta recae en per-
sonas de verdadero méri to , ó queden al menos
esperanzas de que no en vano- se les dispensó. No-
nos cansaremos de repetir, que la obra colosal y
magnífica del Escorial, que la riqueza de nues-
tras suntuosas catedrales y célebres monasterios,,
dieron fomento á b s artes , en términos que j a -
más nación alguna tuvo un periodo tan rico en
artistas de todas clases, como nuestra España en.
su siglo de oro. ¿Sin aquellos elementos de pro-
tección y estímulo, hubiera llegado jamás la Na-
ción al grado de adelanto en las bellas artes que
alcanzó ? Seguramente no; pues la regia fundación,
la colosal obra del grandioso monumento consa-




KSTEVE. 19
graJo á la gloriosa jornada de S. Quintín, por
el gran Felipe I I , no solo atrajo á España cuan-
tos artistas de mérito existían en el resto de Eu-
ropa, ó por lo menos sus obras, sino que difun-
diendo entre los españoles los conocimientos y
buen gusto de aquellos, y alentados estos con la
seguridad de abundante y bien retribuido trabajo,
pudieron adelantar , y llegar á igualar, si no esce"
der, á los que les sirvieron de maestros.


¿ Podrá por ventura suceder lo mismo en los
tiempos presentes? Trabajada desde muchos años
y en especial en todo lo que llevamos del pre-
sente siglo, esta nación desgraciada; viendo des-
truidas en gran parte por el pico revolucionario,
muchas de las obras que atestiguaban su anti-
gua opulencia; pasar á manos ignorantes y pa-
ra usos profanos los templos que sirvieron en
otro tiempo de asilo y gloría á las artes; redu-
cido el clero á la indigencia; trastornadas las
fortunas, y careciendo en lo general la nueva
aristocracia del dinero, de instinto para el f o -
mento de obras artísticas , ¡ qué estímulo podrán
hallar los que se dediquen á estas profesiones!
La pintura reducida á emplearse solo en retra-
tos , mezquinamente retribuidos en general, es




20 PERSONAJES CELEBRES.


imposible que produzca jamás obras como las
de nuestros antiguos pintores, que admiramos
en nuestros Museos, y atraen la atención en los
estrangeros. La escultura, ademas de las cau-
sas dichas, ninguna protección encuentra en el
gobierno, que es el único que pudiera emplear-
la algunas veces, y si lo hace es con harto des-
acierto. ¿Aqué se dedicará pues el grabado en épo-
ca tan calamitosa como la presente?


Inútil fuera buscar en otras causas nuestra
actual decadencia ; la época que atravesamos es de
destrucción, y el materialismo que domina este si-
glo , no es el mas á propósito para grandes obras
del ingenio. Nuestros grandes artistas se llevaron
l,i gloiia : á nosotros no nos es dado mas que la
destrucción de sus grandes producciones, ó su venta
al estrangero. Si la nación recobra algún dia su
puesto, si vuelve también la tranquilidad y el so-
siego de que por tanto tiempo carecemos, las
artes florecerán, no hay que dudarlo. De lo con-
trario habremos perdido la gloria artística es ver-
dad, pero también habremos perdido y es mas,
la nacionalidad.








=?E=


JORGE CANNIJVG.


« Su elocuencia era clásica, florida
y cautivadora, y tenia el talento de
hablar muchas veces sobre un mismo
asunto sin jamás repetirse. La mayor
prueba de su integridad es que m u r i ó
pobre. »


Biografía Universal , dirigida por
M R . W E I S S .


Este hombre de Estado, uno de los mas jus-
tamente célebres de los tiempos modernos, na-
ció en Londres el 11 de Abril de 1770. Su familia
no podia vanagloriarse de su nobleza ni de su
opulencia, pues su padre casándose contra la
voluntad de sus parientes, con una mugér her-
mosa pero pobre, habia sido desheredado. Can-
ning fue el fruto de aquella unión desgraciada
bajo todos aspectos. Su padre que egerció suce-




2 PERSONAJES C É L E B R E S .


cesivainente la profesión de abogado y el oficio
de vendedor de vino, falleció poco después, cuan-
do él contaba apenas dos años, y su madre se
vio reducida, para atender á su educación, á
dedicarse al teatro, saliendo por primera vez en
Londres donde no gustó, y representando des-
pués en las provincias. Sin embargo, el joven
Cauning tuvo la dicha de encontrar un tio ge -
neroso, que lo mandó primero á una escuela pre-
paratoria, y después al Colegio de Eton, frecuenta
do por la nobleza de los tres Reinos, asi como por
la juventud plebeya, cuyas buenas disposiciones
forman la esperanza de la Inglaterra;'jóvenes de
ambicioso y elevado corazón , que se prometen
alcanzar los honores d despecho de su nacimien-
to, merced al poderoso patronazgo de las amis-
tades contraidas con la dulce intimidad, y la
franca igualdad del Colegio. En Eton , dio mues-
tras Cauning de asiduidad y grandes disposicio-
nes para los estudios clásicos, y lo que era aun
mas raro , de cierta ligera ambición literaria;
pues concurrió en aquella época á fundar y re-
dactar un pequeño periódico titulado, El Micro-
cosmo, que no deja de hacer honor á la plu-
ma de un escolar.




C A N N I N G . 3


Al cumplir 18 nños, pasó Cauning á la Uni-
versidad de Oxford donde recogió una buena
parte de los honores académicos. Sin embargo las
amistades que formó ó cultivó en Oxford, fueron
mas importantes para su porvenir que sus triun-
fos científicos; pues alli fué donde hizo estrecha
amistad con el futuro primer ministro de Ingla-
terra, Lord Liverpool, y con los demás contem-
poráneos suyos, que indicaban [ya que habían de
ocupar algún día los primeros puestos en la so -
ciedad. Después de haber pasado en la Univer-
sidad los años de costumbre, fué Canning á
Londres, y se inscribió en el Lincoln'sInn pa-
ra recibirse de abogado. Pero sus relaciones con
hombres influyentes, la reputación que ya dis-
frutaba de talento y capacidad, le proporcionaron
hacer fortuna por un medio mas espedito que el
del foro. Hasta entonces sus amigos , y podríamos
casi decir toda la juventud de la época , profesaban
ideas liberales, y habian adoptado en política
los principios del partido whig: el torysmo estaba
agonizando. ¿ Quién habia de simpatizar aun con
las orgullosas é imprudentes doctrinas de un
partido, al cual se debía la guerra de América
y sus prolongados desastres? Sin embargo, el




A PERSONAJES CELEBRES.


momento mismo en que iba á espirar la Revo-
lución francesa, reanimó aquel cadáver Queda-
ba aun la cola del torysmo, que á pesar de ser
numerosa, carecía de gefe y de orador; para te-
nerlo era necesario que Pitt , desertando de los
bancos de la oposición, bajo el pretesto de los
escesos que se cometían en Francia, fuese á alis-
tarse en sus filas, adonde le siguieron muy luego
Burke y Wiudham. Acabábase de verificar esta
deserción de los whigs moderados á las banderas
del torysmo, cuando apareció Canuing en la es-
cena política. Estábase entonces en lo mas vivo
de una crisis terrible: los d o ; partidos que se
hallaban frente á frente, inciertos de la victoria,
atentos á engruesar sus lilas con cuantos hom-
bres de porvenir habia entre la juventud, se dis-
putaron mutuamente á Canning, el cual tuvo
que elegir entre la protección de Pitt y la amis-
tad de Fox.


Sin hacer la injuria á Canning de suponer que
su pobreza le indujo á decidirse por el partido
en que habia mas que ganar, volvió la espalda
á Fox y á Sheridan, aceptó los ofrecimieutos de
Pitt , y entró en el Parlamento en 1793, como
representante del Burgo podrido de Kewport. Es-




C A N N I N G . .»


tuvo silencioso un año entero, midiendo y pre-
parando sus fuerzas, y no habló hasta en 1794,
con motivo de la discusión de un bilí cuyo ob -
jeto era dar subsidios al Rey de Cerdeña contra
la Francia. El tema que adoptó y que siguió des-
pués en varias ocasiones, fue la necesidad de hacer
una guerra á muerte a la Francia republicana, á pe-
sar de la fortuna y de cuanto pudiese acontecer.


Los triunfos parlamentarios de Canning le hi-
cieron nombrar Subsecretario del ministerio de
Negocios estrangeros, empleo que desempeñó has-
ta el fin de la administración de Pitt en 1801,
Durante este periodo, frecuentemente resonó su
voz en el Parlamento , defendiendo los proyectos
ministeriales; sin embargo, si se esceptua el dis-
curso que pronunció en la abolición de la escla-
vitud , no vemos motivo para aplaudir mucho su
elocuencia. Se apoderó de aquel asunto, fecundo en
principios generosos , y el discurso que pronun-
ció en aquella ocasión, puede considerarse como
una de sus obras maestras oratorias: es al mismo
tiempo la esposicion curiosa y pintoresca de las
preocupaciones de la época , y sentimos no poder
citar algunos pasages de él, que darian una idea
de la facundia con que refutaba á algunos de sus




6 PERSONAJES CELEBRES.


amigos políticos, que sostenían que era preciso
respetar el comercio de negros como una antigua
institución.


Los trabajos parlamentarios y administrativos
de CanniDg no absorvian todo su tiempo. Sin po-
der competir con la maravillosa actividad de tra-
bajo de Mr. Brougham, que en medio de sus
ocupaciones del foro y del Parlamento, fundaba y
redactaba la Revista de Edimburgo , dio Canníng
sin embargo una serie de poesías al periódico el
Anti-galicano, cuyo solo título indica su espíritu.
Hay en aquellas efusiones poéticas mas ingenio
que generosidad , y ni el mismo espíritu de par-
tido , podría disculpar la malignidad de algunas
de las alusiones que contienen. Las mas felices
son algunas estancias parodiando á los poetas
filántropos de la época, culpables á sus ojos de
creer en la regeneración del género humano, y su
perfectibilidad progresiva.


En 1800 se casó Canning con la hija del rico
y eotxéntrico general Scott , el cual habia decla-
rado en su testamento que aquella de sus hijas
que se casase con un P a r , perdería por este solo
hecho su parte de la herencia. La hermana de la
esposa de Canning lo verificó sin embargo , pero




C A N N I N G . 7


esta rehusó aprovecharse de la cláusula del testa-
mento paterno. Mme. Canning llevó á su marido
un dote de 100,000 libras esterlinas, fortuna que
aseguraba para siempre su independencia, pero
que lejos de aumentarse durante una carrera tan
larga y brillante, la comprometió , apesar de que
jamás se le ha podido acusar de prodigalidad. En
1801 dejó Pitt el ministerio, á consecuencia se-
gún se dice de disidencia en opiniones entre el
Rey y él, acerca de la emancipación de los católi-
cos. Canning siguió á su protector, pero no de-
fendió como él ia administración justo medio de
Mr. Addington ; la atacó al contrario por sus
discursos en el Parlamento, y con sus epigramas
en la imprenta. Canning era en efecto de los que
no simpatizaban mas que en una idea, la de una
guerra sin tregua contra la Francia. Pitt acabó
por hacerse de la opinión de Canning, y atacaron
juntos la indecisa administración de Mr. Adding-
ton , quien se retiró en Mayo de 1804. Pitt vol-
vió entonces á desempeñar el empleo de primer
ministro, y Canning fue nombrado Tesorero de la
marina. Los dos amigos políticos disfrutaron sin
embargo poco de su triunfo. Pitt murió en Ene-
ro del siguiente año, y Canning depositó sobre




8 PERSONAJES C E L E E B E S .


su tumba el tributo solemne de su afecto y ad-
miración. Pero desde la muerte de Pitt, Canning
se declaró independiente como hombre político.


La subida al poder de los whigs , volvió á lle-
var á Canning á los bancos de la oposición , don-
de combatió mas con las armas de la burla y del
ridículo, que con las de la elocuencia y la lógica.
La muerte de Fox fue causa de la caida de los
whigs , como la de Pitt habia causado la de los
torys. La cuestión católica sirvió otra vez de pre-
testo al Rey para despedir á su ministerio, y en
Agosto de 1807, se formó una administración
guerrera, si es lícito espresarnos así. En aquel mi-
nisterio , Lord Liverpool desempeñó el del Inte-
rior, Lord Castlereagh el de la Guerra, y Canning
el de Negocios estrangeros: era imposible imagi-
nar una concentrado'» mayor del espíritu torv.
El primer acto importante de la nueva adminis-
tración , fue una de aquellas medidas que exigen
grande audacia en la egecucion, unida á no menor
atrevimiento y candidez para defenderla, Trátase
de la presa de la flota danesa y el bombardeo de
Copenhague; medida que se atribuye á Canning.
Aquel acto es demasiado conocido para que tenga-
mos que apreciarlo aquí, y prueba que no habia




C A N N I N G . 9


consideración alguna capaz de contener ;í este hom-
bre de Estado en la egecucion de los planes hos-
tiles que habia formado contraía Francia. Hasta
entonces la fortuna y la habilidad habían faltado
siempre a los prodigiosos esfuerzos de la Gran
Bretaña, y se habia podido notar la falta de cor-
dura ) de conjunto en todos sus proyectos de
guerra contra Napoleón. Habia escítado contra él
á todas las potencias de Europa, pero unas tras
de otras y solo para perderlas sucesivamente ; había
disipado sus propias fuerzas y sus tesoros en cien
espedicionesl sin importancia, diferentes en su
objeto y fútiles en sus resultados. La misma po-
lítica tímida, irresoluta, parecía presidir á cada
alianza y á cada espedicion nuevas, aun en el
momento en que la inesperada resistencia de la
España , ofrecía á la Inglaterra la ocasión mas glo-
riosa y favorable de intervenir con todas sus fuer-
zas. La mayoría del gabinete pareció que no quería
arriesgar todavía mas que un auxilio débil, y por
consiguiente ilusorio. Canning fué el que á fuerza
de instancias en el Consejo y en el Parlamento
decidió á los que tenian en sus manos los des-
tinos del país , á echar esta vez en la balanza todos
sus recursos y todo su poder. Canning conocía




10 PERSONAJES CELEBRES.


que la Peuínsula era el úuico punto del continen-
te donde la Inglaterra podia esperar hacer una di-
versión importante y decisiva, y atacar á Napoleón
con probabilidades iguales. Al efecto envió á Es-
paña á su íntimo amigo Mr. Freere, con encargo
de fomentar el espíritu de resistencia de la nación
contra la Francia, y de consumar la alianza de la
Inglaterra con los sublevados españoles.


En esta ocasión princpiaron la rivalidad y
mala inteligencia de Lord Castlereagh y de Can-
ning. El primero que pertenecía á la antigua
escuela de política inglesa, y muy inferior al
segundo en talento, se inclinaba mas á seguir la
rutina y los errores ya adoptados, es decir <i
multiplicar las pequeñas espediciones y los pun-
tos de resistencia, que á concentrar sobre uno
mismo las fuerzas y recursos de la Inglaterra. Co-
mo Lord Castlereagh era ministro de la Guerra
y Canning de Negocios estrangeros, su diver-
gencia de opinión dio lugar á serias diferencias,
puesto que se estorbaban reciprocamente, llegan-
do á ser intolerables las colisiones que resulta-
ban de ello diariamente.


Lord Castlereagh concibió en aquella época
el [dan de la espedicion del Escalda, como en




C A N N I N G . 1 1


oposición á la de Copenhague; Canning al pa-
so qne apoyaba la desgraciada espedicion acon-
sejada por su colega, conoció su inutilidad, y
deploró el ver gastados de este modo unos re-
cursos que, empleados en España , hubieran con-
tribuido infaliblemente al triunfo mas rápido de
las armas inglesas. En consecuencia hizo pre-
sente al Duque de Portiand la necesidad de qui-
tar el ministerio de la Guerra á Lord Castlereagh
ó de aceptar su propia dimisión. Hubiera desea-
do que desempeñase el ministerio de la Guer-
ra el Marqués de Wellesley, hombre de espíritu
activo y emprendedor, que participaba compelta-
m°nte de sus miras relativas á España. Sin em-
bargo, la dificultad de verificar aquel cambio en
el ministerio, y los acontecimientos mismos de. la
guerra, retardaron aquel arreglo, y fueron causa
de que Castlereagh lo ignorase. Canning, can-
sado de esperar, insistió por una solución inme-
diata, y su rival supo entonces por primera vez
la desconfianza que se tenia de sus talentos y el
proyecto formado de reemplazarle. Provocó en
consecuencia á Canning, y hubo un desafio, re-
sultando este herido de un balazo en un muslo.
Los dos adversarios presentaron inmediatamente




12 PERSONAJES CELEBRES.


su dimisión y se formó un nuevo gabinete pre-
sidido por M. Perseval. Esta revolución de ga-
binete, aunque fatal para Canning puesto que
le alejó durante mucho tiempo de los negocios,
no dejó sin embargo de ser favorable á la con-
tinuación de sus ideas y planes políticos; pues
por una circunstancia muy singular ocupó su
puesto el mismo Marqués de Wellesley, á quien
él tanto habia deseado ver ministro. A la entra-
da de Lord Wellesley en el gabinete debe atri-
buirse el estraordinario vigor con que fue enton-
ces defendida la causa de los Españoles, y sus
consecuencias finales tan importantes para la
Europa.


Un nuevo cambio en el gabinete tuvo lugar
en 1812. Lord Wellesley se retiró porque no se
hacia nada para la emancipación política de los
católicos, y porque la guerra era dirijida con
demasiada lentitud; en una palabra por que no
prevalecían los principios y los planes de Can-
ning. Hacia el mismo tiempo acaeció el asesina-
to del primer ministro Perseval, y el Principe Re-
gente encargó á Lord Wellesley y Canning la
formación de un nuevo ministerio. Sus esfuerzos
para conseguirlo fueron inútiles á causa del mal




C A N N I N G . 13


humor de los torys y de la negación de los whigs
á entrar en un ministerio de coalición; negativa
atribuida en aquel tiempo á una reticencia de
Sheridan. Este incidente tuvo una importancia in-
mensa, pues impidió que Canning dirigiese la po-
lítica de la Inglaterra durante los memorables años
de 1813, 14 y 15.


Libre Canning, que no vivia mas que para la
política, de todos los trabajos administrativos, se
dirigió entonces á estudios positivos y dñ intere-
ses comerciales. En 1811 le absorvió enteramente
la cuestión de lo moneda de vellón ; en 1812 lla-
mó su atención la de la renovación de la carta de
la Compañía de las Indias orientales; y en los
importantes debates á que dio lugar , emitió opi-
niones mucho mas favorables en general á los in-
terés comerciales que al monopolio. Esta circuns-
tancia de su vida política fué en estreino venta-
josa á su carrera futura, pues en lugar de conti-
nuar siendo simplemente un tory gubernamental;
atizando la guerra y defendiéndola en calidad de
miembro representante de un Vurgo podrido, Can-
ning se encontró enlazado con inmensos intereses
comerciales, y fue enviado al Parlamento el mismo
año de 1812, por la importante ciudad de Liver




14 PERSONAJES CELEBRES.


poo l ; recuperando de este modo en el país la in-
fluencia que había perdido en la administración.
Tsada sin embargo podía disminuir en el espíritu
de Canning la incomodidad de verse alejado del
gobierno de su pais, en una época en que produ-
cía sus resultados el sistema político aconsejado
por él. Provino de esto un pasajero disgusto en él
por los negocios públicos, que se aumentó toda-
vía mas con el cuidado que le causaba el estado
de desfallecimiento de su hijo primogénito, ata-
cado ya de la enfermedad que causó después su
muerte. Pero no por eso dejó de aceptar á fines
de 1813 la Embajada de Lisboa, aceptación que le
atrajo mas recriminaciones que cualquier otro acto
de su vida política. En efecto como entonces no
habia corte en Lisboa , aquel destino no era mas
que una sitie-cura maguí Acámente retribuida,
que le hacia dependiente de Lord Castlereagh;
hubo también según se dijo en la negociación que
al efecto se siguó, circunstancias poco honrosas
para su carácter ; de todos modos Canning recha-
zó con su acostumbrada felicidad los ataques y
acusaciones de sus adversarios en la Cámara de
los Comunes.


En 1816 , regresó á Londres pasando por Fran




C A N N I N G . 15


c ía , y tuvo en París una entrevista con Mme. de
Stael, que lia referido los detalles de ella en sus
Memorias. A poco tiempo de su regreso á Ingla-
terra, aceptó Canning el empleo de Presidente de
la oficina de intervención (Board of controll) pa-
ra los negocios de la India, cuyas funciones le
constituían de hecho ministro de la ludia en el
gabinete, y para, las cuales le habían hecho apto los
estudios y trabajos sobre aquel país que había te -
nido que hacer en 1812. Esta parte de la carrera
política de Canning es seguramente la menos
honrosa, ó si se quiere la menos liberal. Su
torysmo exagerado en el principio de la guerra
y durante todo su curso, podia muy bien haber
sido resultado de un patriotismo mal entendido,
tal vez lo habia adoptado y sostenido como el
medio mas á propósito para defender á su pais
contra el genio de Napoleón. Pero cuando aquel
temible enemigo no podia causar ya espanto á la-
Inglaterra ; cuando la victoria habia coronado los.
esfuerzos del partido dominante, convenia al pa-
recer á este partido, á lo menos á cuantos hom-
bres generosos habia en é l , y seguramente Can-
ning era uno de ellos, el alejarse un poco de
sus máximas arbitrarias, de su odio á la líber-




16 PERSONAJES CÉLEBRES


tad , de su desprecio por cuanto favorecía a los-
princípios populares. Pero desgraciadamente para
su gloria, Canning fue arrastrado por las conse-
cuencias de la primera parte de su carrera po-
lítica, y se vio precisado á seguir los errores,
que al principiar su vida le habían hecho encar-
nizado enemigo y burlón amargo de cuanto
podia contribuir al progreso de la libertad. Pudie-
ra disculpársele, si sus principios hubieran sido
puramente estacionarios, pero entonces eran esen-
cialmente retrógrados. Las leyes draconianas que
presentaron los torys para reprimir el desconten-
to popular, no encontraron un abogado mas ce-
loso é intrépido que Canning. La suspensión del
acta de habeas corpus, el bilí para la represión
de los meetings sediciosos , fueron defendidos
por él tan tenazmente, como si el 1817 hubiera
sido 1793, y como si hubieran presentado las
dos épocas iguales necesidades ó los mismos peli-
gros. Canning apoyando las medidas del Gobierno,
traspasó los límites del decoro, que debe observar
todo hombre de Estado que se respeta á sí mismo.
Ridiculizaba todas las ideas de reforma, y afec-
taba insolentemente no creer que sus adversarios
pensasen en ellas con sinceridad. Viósele tomar




C A N N I N G . 17


bajo su protección los agentes impuros de que se
sirven algunas veces los gobiernos, para descubrir
secretos que les importa penetrar; hacer pública-
mente la apología del espiónage, y llegar hasta bur-
larse en pleno Parlamento de los padecimientos de
los infelices presos, víctimas del rigor del Gobier-
no. Si la insolencia de los torys no ha contribui-
do menos á impopularizarles que sus máximas
y sus actos, Canning por su parte contribuyó
eficazmente á ello, pues jamás seide alguno del
poder manifiesto mas insolente desprecio de la
opinión pública. La mayoria compacta de que eran
deudores los torys á sus recientes triunfos, y que
creian eterna, animó á los ministros y á Canning
para atreverse á todo. Pero la severidad del Par-
lamento no consiguió sofocar el descontento pú-
blico. Celebráronse meetings para pedir por m e -
dio de peticiones la reforma parlamentaria. Una
de aquellas reuniones seiá siempre célebre ; la que
se verificó en Manchester en 1819, y en la que
la multitud fué cargada y acuchillada por la Yeo-
manry ( Guardia Nacional á caballo) . En aquella
ocasión todas las simpatías de Canning estuvieron
aun por el poder; y poco tiempo después aparecie-
ron las seis actas célebres, medidas represivas




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


muy rigorosas contra la imprenta y las asociacio-
nes. Puede formarse una idea de la severidad de
aquellas leyes por una de sus cláusulas, que
condenaba al destierro á cualquier individuo con-
vencido de reincidencia en la publicación de libe-
los sediciosos. Canning fue el que promovió y de-
fendió con ardor todas aquellas medidas ; y como
era por su talento el mas poderoso orador del
ministerio, tal vez fue en aquella época el hom-
bre mas impopular de Inglaterra, y el mas detes
tado por todos los amigos de la libertad. No pue-
de negarse que mostró valor en aquellas circuns-
tancias ; pero no fue prudente su conducta, puesto
que es evidente en el dia, que precisamente el es-
candaloso abuso que hicieron los torys de su po-
der fue el que dio lugar á la reacción que hemos
visto realizarse, que ha acabado por aniquilar-
los, y que ha llevado la marea creciente del espí-
ritu de libertad é independencia mucho mas allá
de los límites á que tal vez jamás hubiera llega-
do , á no ser por las tentivas hechas para repri-
mirlo y sofocarlo.


Felizmente para Mr. Canning, sobrevinieron
acontecimientos que le alejaron de la administra-
ción ultra-tory, como la muerte de Jorge III, la




C A N N I N G . 19


subida de su hijo al T r o n o , la vuelta de la Rei-
na Carolina á Inglaterra , y el bilí de enjuicia-
miento presentado contra ella por el gabinete.
Canning que tenia antiguas relaciones de amis-
tad con la Re ina , no podia unirse á sus perse-
guidores. Dio en consecuencia su dimisión, y
resolvió pasar uno ó dos años en el continente.
Partió para Italia, y se detuvo mucho tiempo en
Paris, cuya residencia ejerció una influencia in -
mensa en sus opiniones políticas. Hasta entonces
Canning solo habia vivido en la atmósfera del
torysmo, y mirado los asuntos continentales según
el punto de vista propio de aquel partido; en-
tonces pudo ver y juzgar por sí mismo el espí-
ritu y la tendencia del partido que dominaba en
Francia, y en el resto de Europa. Contrajo amis-
tad , y tuvo conversaciones con los hombres ilus-
trados y liberales de aquella capital; y su torys-
mo , á lo menos en lo relativo á la política es-
trangera, sufrió un golpe que contribuyó mucho
á moderar su absolutismo y á modificar sus fu-
turos principios.


A su vuelta á Inglaterra hizo Canning uso de
su elocuencia en dos ocasiones, una en favor de
ia emancipación católica, y otra contra la reforma.




20 PERSONAJES CELEBRES.


Puede decirse que defendió la primera y comba-
tió la segunda según el mismo principio, el de-
seo de fortalecer al poder ejecutivo, reuniendo
francamente á los católicos al rededor del trono, y
dejando al mismo tiempo intacta la cadena de
hierro de influencias electorales, con la cual la
aristocracia habia sujetado al pais. Canning se
oponía á todo plan de reforma electoral, y se
burlaba sin compasión de los defensores de aque-
lla medida , como de unos charlatanes, que pre-
sentaban constantemente el mismo específico pa-
ra curar las innumerables enfermedades de que
el pais adolecía.


No creia entonces que tardaría poco en ser llama-
do á dirigir los negocios de la Inglaterra. Habia do-
blado la frente ante el astro de su rival mas afortu
nado , aunque dotado de menos talento , y habia
renunciado á toda idea de causar una escisión y
de tener un partido y una opinión propia. Su deseo
era, al parecer, eclipsarse de la escena política , y
con este objeto habia aceptado el encargo de G o -
bernador de la India. El buque que debía llevar-
le á Calcuta estaba pronto á hacerse á l i vela,
y solo esperaba á Canning que habia ido á des-
pedirse de sus comitentes de, Liverpool , cuando




C A N N I N G . 21


la repentina noticia del suicidio de Castlereagli
(Agosto de 1822) cambió su posición y las es-
peranzas de sus amigos. La amistad de Lord Li-
verpool, triunfando, de la oposición del resto del
gabinete, y basta de la aversión del;Rey, con-
siguió hacer que se ofreciese i Canning el mi-
nisterio de Negocios estrangeros en cambio del
Gobierno de la India. Canning aceptó y, recibió
la cartera á mediados de Setiembre ¡de 1822. Era
un momento de gran crisis. La Santa Alianza,
que acababa de; resolver en sus Congresos de
Troppau y da Laibach , la destrucción de los
Gobiernos constitucionales de Europa, y de der-
ribar e lde Ñapóles , iba. á reunirse denuevopa-
ra proseguir su política arbitraria. Lord ; Gastle-
reagl* mismo debía Ggurar en aquel Congreso co*
mo Plenipotenciario Inglés ¡ y cabe poca duda
que estaría dispuesto á sancionar* ó á mirar con
iudiferencia á lo menos, las resoluciones que
adoptasen los potentados; Canning al contrario,
tomó las riendas del poder, libre de; los lazos
de gratitud y de amistad personal hacía las au-
tócratas , que habían fascinado á su antecesor;
Lord Welington recibió pues instrucciones para
pasar á Viena en vez de ir á Verona, á fin de




•¿2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


que sui presencia no pareciese sancionar las me-
didas-'que iban a tomarse para sujetar la 1 Italia.
Sin embargo, el verdadero «objeto de aquel Con-
greso era - la España. Los ultra-realistas franceses
pediau permise. á la ¡ Santa Alianza para invadir-
a y destruir las Cortes. El Czar por su: parte,
desea!» enviar-sus ejércitos del lado allá de los
Alpes 5 al Pianrortte; Eran sin embargo tan es-
travagantes-las pretensiones de les-hombres de
reacción , que ocupaban entonces él -poder • en las
diferentes Cortes , que verdaderamente parece in r
creíble que:los mismos ultra-torva hubieran ^po-
dido tolerarlas.


En cuanto á Ganning,-cuanto odio ánti-fran-
cés había en su c o r a z ó n f i l e removido por la
determinación tomada por los realistas franceses
de recurrir á la fuerza de las armas, para obligar
ala España á' doblegarse de nuevo bajo el des-
potismo de su antiguo régimen: Dejando aparte
toda teoría-política, conocía que los intereses
ingleses estaban de este modo comprometidos, y
atacado el honor de la Inglaterra desde el momen-
to e n que se despreciaba su protección. No era
Canníüg hombre que disimulase sentimientos se -
mejantes; los manifestó claramente en su hábil




UAPiiMNG. 23


correspondencia c o n Mr. deChateauliriaud/, y. sus
miras eran demasiado nacionales para no desper-
tar: al momento las sUnpatías y nierecer,la apro-
bación del pueblo ifiglés. jamás ningún hombre
de Estado supo hallar: mejor que éi esas espresio
nes que; electrizan una nación, ni emplear de
un. modo mas hábil el tono del o rgu l lo , conser-
vándose en los límites estrictos de la prudencia;
ninguno, supo mejor que.él suplir la. falta d e . c a r ,
loe en la asc i oa , con el calor d e las espresiones.
Bajoeste punto de vista, lo misMO que bajootr.es
muchos, su parece Canning al celebre Lord Cha


Tenia ademas entonces mucha necesidad del
«poyo popular.. Atacado violentamente por la
Qposicion , ¡f en especial, por Lord Grey v á: causa
de no baber declarado la guerra ;á • la Francia ̂
principiaba por aquel tiempo ,á Iwcerse sospecho-
so., á.los ujtra-torys, eji razón dfi las ideas libera -
j a i q u e se traslucían en &us,d¡Sc#rso$i y comuni-
caciones. Guando dio a entender que solo depen-
día de la Inglaterra el encender: «na guerra de
opiniones, en la cual los subditos se sublevarían
contra los. Soberanos; cuando coníesó su resolu-
ción de destruir el espíritu ureopaguetico de 1«




24 PERSONAJES CELEBRES.


Santa Alianza, conocieron los amigos de Castle-
reagh que estaban dirigidos' por un gefe con el
cual ya no podiau simpatías*. De ahi' resultaron
dimisiones, como la del hermano deCastkreagh,
Embajador en VienOj y variaciones en el gabinete,
que hicieron sensibles los pogresos y el triunfo
del torysmò liberal. Pero doéde se manifestó á
descubierto 'el pensamiento de Canning, fue en el
desquite qii« tomó dé la intervención francesa en
España, con «1 reconocimiento d « la ' indepen-
dencia de las Colonias de la América meridional.


Observaba Lord Grey, que la Inglaterra siempre
habia hecho la guerra para impedir una union
demasiado íntima entre Francia y España. Can-
ning contestó , qtte la España actual no era la
misma que en otro t iempo; qué no era'la "que
jamás veia ponerse el sol én sus dominios « La
Españade ahora i anadia, ño es aquella España
dueña de las Indias que causaba z*lbs, y es-
pantaba la imaginación nuestros antepasados.
Para vengar la afrenta y destruir los resultados
de la invasión francesa, no he necesitado decla-
rar1 la guerra, ni bloquear á Cádiz, n o ; he di-
rigido la vista á otra parte, he buscado com-
pensaciones en otro hemisferio. Viendo á la Es-




C A N N I N Ü r . 25


paña, como la habían conocido nuestros antepa-
sados, ' he decidido , -que si la Francia, halda de
ser dueña de lá' fespafia; i o :seri*'sin' 'las Indias.
He dado existencia al Nuevo Mando para restable-
cer el equilibrio del antiguo.» Estas palabras; pro-
uaniiadas Veinte años Irá por Canning,;encierran
el espíritu que domin* á la política inglesa, cua-
lesquiera quesean los principios de los hombres
que gobiernen aquel país, y manifiestan lo que
pueden confiar en 'é l l» sus Smigob.
•"<• ruis años de 1824, 24 y 26 llamaron toda
ta atención de €annmg ¡sotore; las eaesti«nes co-
merciales, y en; aquel periodo fiáe cuando Huski-
SOH principió á desenvolver sus sabias teorías
comerciales v desgraciadamente también fue una
época de muchas carestía. Algunos de los dis-
cursos pronunciados por Canniug en defensa
d é l a s teorías dé su: colega, especialmente: el
que trata' del-comercio dé la-sedería, : son muy ad-
mirados. En este ultimo se defendió de la acusa-
ción'de haber desertado del totysmo e n economía
•polítioa, corrió lo : habiabechoi en la política es-
trangera. Nada podría citarse mas- ingenioso y
hábil que aquella defensa. Segundé!, los torys
habían sido siempre Infinitamente mas liberales




26 P E B S O J U J E S CÉLEBRES.


que los whigs, y jamás se habían apartado de
los principios de Pitt; si se i te citaba una me-
dida, cuyo espíritu político difiriese evidente-
mente del de Pitfcj contestaba que era una es-
cepcion.


Canning pasó el verano de 1826 en Paris
con. su amigo Lord . Grenville, Embajador de
Inglaterra., A su regreso á aquel paisfue requeri-
do;; por el gobierno portugués para intervenir y
defenderle contra una invasión española, ,á-cuya
demanda'contestó con el envió inmediato de
tropas inglesas. En aquella ocasión nada tuvo
que criticar la Oposición en su política; al con -
trario, la admiró y se adhirió á ella. Brougham,
haciéndose superior á una baja rivalidad, elogió
con calor las miras liberales y la elocuencia del
Ministro. Poco después de este suceso tan im-
portante de: la vida política de Caanipg, que
la diferenciaba tan completamente de la.de Cast-
lereagli, aconteció otro accidente que le'privó
para siempre de los votos y simpatías de los
torys. Fue este el ataque de apoplegia que alejó
á Lord Liverpool de la escena política á prin-
cipios de .1827.


Cahning se hallaba entonces enfermo en Brigh-




C A N N 1 N G . 27


ton. Pasóse mucho tiempo antes de'que se nom-
brase un nuevo•• Ministerio , á causa de la gran
dificultad' que habia en hacer una elección, ¡que ¡ sa-
tisfaciese á Canriing y á los ultra^torys/ El Rey
creyó Salir del paso encargando á Canning la elec-
ción de un primer Ministro, contrario a la eman-
cipación de los católicos; negóse este perentoria-
mente, y ofreció la alternativa de su dimisión.
Jorge IV pidió tiempo para del iberar: y al fin,
en el mes de Abril se supo que Canning lumia
aceptado el puesto de primer Lord de la Tesore
r ía , título sinónimo d e primer Ministro. Sus sie-
te colegas torys,ÍX)rd Wellirigton, Lord E ldony
P e e ! h i c i e r o n inmediatamente dimisión. '


• Oréese generalmente que durante el interregno
ministerial, se le había prometido el apoyo de uno
de los oradores influyentes del partido whig; pero
entonces ya no fue el voto dé ios w h i g s , sino el
acceso' personal á su Ministerio,lo. que le era indis-
pensable.. Hubo por tanto indicaciones que fueron
aceptadas por la mayoría { comprendiendo á Brou-
g h a m , LordLansdown, Lord Olland, y hasta «1
ultra-liberal Búrdett. Todos conociéronla exigencia
de la crisis, y la necesidad'de hacer el sacrificio
de sus opiniones y proyectos personales, para es-




28 PERSONAJES C E L E B R E S .


ehiir del poder á los; ultrat-tarys. Solo Lord Grey
se abstuvo, y auu ensayó: «l reunir Ja Oposición
« inspirarla desconfianza contra ..Canning; no le
escucharon, y se supo pocos, días después que
los- gefes dei tos w h i g s , esoepte- Grey!< habían
aceptado ministerios, siendo gefa Canning.;


Triste eos» es considerar que este grande hom-
bré de ; Estado llegase solo á la cumbre del poder,
par a' encontrar alli cuidados y mortificaciones, sin
encontrar compensaciones en la' ejecución de alr
guna de las grandes, medidas que tan á propósito
era para ooacebrr y ejecutar, pero,M nueva po-
sición era:demasiado difícil , demasiado incierta,
y su vida fue desgraciadamente demasiado corta,
para, poder conseguir sus plaues. Estuvo conde-
nado á apurar el cál iz , y ánodisfrutarninguna
de las dulzuras del puesto de primer Ministro. Tu-
vo que defenderse de la encarnizada malevolencia
de los :to¡rys, que, repelieron los i planes, mismos
que babian aprobado en tiempo de Lord Liverpool,
como por ejemplo^ la ley sobre cereales, que adop-
tada por la: Cámara de los Comunes, fue desecha-
da: por la, de los Lotes , merced á la influencia de
Lord Well ington, quien sin embargo había con-
tribuido á su redacción. Eu la Cámara baja tenia




C A N N I N G V 29


Canniug por lo menos la ventaja de poder defender^
se él mismo; podían allí fatigarle, 'pero no vencerle)
pues estaba en su ¡terreno y; c » sil elemento; Pe-
ro no tenia amigos « a la Cámara alta, capaces
de defenderle contra los ataques apasionados y
casi personales de Lord !Gréy. Contaba con que
tendría este cuidado Lord Plunkettt,1 y < <m ona
memorable circunstancia, una filípica terrible dé
Lord Grey quedó sin contestación por parte de
Lord PlBwkett, y de la de- lob Ministros tvlu>
gs , quienes si bien consentían en defender la po-
lítica actual del gefe del ' gab inete , 'no asi su
vida pasada. "


Sm e m b a r g o , el cuerpo dé este hombre era
demasiado débil para 'e l alma que le animaba.
Canning hacia mucho tiempo que estaba, enfermo,
y la grande oscitación que debian causarle tan-
tos 'amargos ' sinsabores y la multiplicidad de
sus trabajosV agravaron su estado, al paso que
le impedían apercibirse d é l o s progresos del mal.
A fines de Jubo de 1827, tres nicses después de
su nombramiento como primer Ministro ,• le fue
imposible ocuparse de los negoc i o s , y se retiró á
la casa de campo del Duque de Devoushire, en
Chiswick, cerca de Londres , donde exa}ó el úlr




30 PERSONAJES, CELEI1RES.


timo suspiro, el '8 de Agostoy .enel cuarto mis-
ino en que, había muerto Box. • . .


• iSeria superfino querer pintar «1 sentimien-
to general que causó su muerte.. No solo i se de -
ploró en Inglaterra; sino también en Francia y
en América!i países de ios cuales habla sido sin
embargo por mueho tiempo encarnizado enemigo.
La apreciación mas elocuente , el mas ardiente
tributo pagado á su memoria salió de la pluma
de J. Quincy-Adans, que le proclamó? $ inai
completamente inglésy el hombre de Justado
mas patriota gaé hasta entonces habia tenido
la Inglaterra. No podría citarse en favor suyo
mas meritorio título- de gloria,, pues por muy in-
glesa que fues* la política de iCanníngvfuCi no
obstante ai mismo tiempo favorable, á ¡los inte-
reses de la libertad. Aunque pueda criticarse con
justicia I* primera parte de su vida política,
siempre resultará que el mayor, y mas principal
inérito de Canning, fue haber.sido:¡ei ¡pr imer
hombre dé Estado en Inglaterra , y . tal vez en
Europa, que haya sabido conciliar los• principios
tan frecuentemente hostiles del. patriotismo y de
la filantropía. Las grandes medidas que distin-
guen la vida ministerial dc 'Canning s o n , el re-»




C A N N I N G . 3 1


conocimiento de los Estados de la América me-
ridional , el sostenimiento de la independencia
de Portugal, y el tratado concluido entre la
Inglaterra, la Rusia y la Francia en favor de
la Grecia. Fue el abogado constante y celoso
de la emancipación de los católicos, pero no tu-
vo la satisfacción de ver el triunfo de esta causa.
Se conservan de él varias poesías, llenas de ver-
bosidad y agudeza, en especial las que pertene-
cen al género satírico.










D. J. DE LA PEZUELA.


« Dio muchos dias de gloria á su pa-
tria , y cá los militares nobles ejemplos
que seguir. »


Suplemento á la Gacela de Madrid
de 2« de Octubre de 1830.


Hay en la vida política de las naciones sucesos
de tal importancia, que bastan por sí solos para
hacer célebres, en bien ó en mal , á las personas
que en ellos en igual sentido intervinieron. Hom-
bres que sin aquellos acontecimientos habrían pa-
sado desapercibidos, ocupan después un lugar
señalado en la historia, y en ellos se personifica,
por decirlo así, el recuerdo de aquellos sucesos.
Asi hubiera acontecido con el General ilustre cu -
ya vida vamos á bosquejar , si la insurrección de




2 PERSONAJES CELEBRES.


la América Española , eu cuya guerra se señaló
tanto , y la sublevación militar que le depuso del
mando del Vireinato del Perú, no hubiesen llama-
do' la atención pública sobre él. Reducidos á un
pequeño espacio, recorreremos rápidamente la
vida militar de este general, para pararnos con
alguna mas detención en el suceso importante que
acabamos de indicar, ya por la influencia que tuvo
en la pérdida de nuestra dominación en aquellos
paises, como por Jas consecuencias que ha tenido
después para la Metrópoli. No desconocemos las
dificultades que nos rodean, teniendo que apre-
ciar unos hechos que la conciencia pública conde-
n a , y cuyos principales actores han ejercido y
ejercen en el dia una poderosa influencia en los
destinos del pais ; pero guiados de la imparcialidad
que es nuestra divisa, y apoyados en documentos
públicos é incontestables , referiremos los hechos
acompañándolos solo de las ligeras observaciones
que creamos necesarias, para que los contempo-
ráneos puedan juzgarlos, y calificarlos la historia
a su tiempo cual se merecen.


D . Joaquín de la Pezuela y Sánchez Muñoz
de Velasco, primer Marqués de Vi luma, Ca-
ballero Gran Cruz de las órdenes de S. Fer-




PEZUELA. 3


nandó , S. Hermenegildo é Isabel la Católica, y
de la laureada de cuarta clase en la de S. Fer-
nando , Teniente General de los Reales Ejércitos,
Virey , Gobernador y Capitán General que fue
de los reinos del Perú , nació el 22 de Mayo de
1761 en la villa de Naval, reino de Aragón. Fue-
ron sus padres D . Juan Manuel de la Pezuela,
Caballero del hábito de Santiago, y Doña Mariana
Sánchez. Aunque nació en Aragón, donde acci-
dentalmente se hallaban sus padres, la casa y
solar de esta antigua é ilustre familia está en las
montañas de Santander, y Merindad deTrasmiera.


Empezó D . Joaquin su carrera militar en el
Real Colegio de Artillería de Segovia, desde don-
de promovido á Alférez de esta arma , fue des- ,
tinado al famoso sitio de Gibraltar. Allí concurrió
constantemente al servicio de las baterías, y á la
colocación de la artillería avanzada y fuego de esta
contra la plaza , mereciendo por su distinguido
comportamiento el grado de Teniente. Trasladado
á la plaza del Peñón en África, fue hecho Teniente
efectivo de su cuerpo, y ascendido á Capitán en
Vi de Agosto de 1791. Al principiar la guerra
contra la República francesa en 1793 , pasó suce-
sivamente á les ejércitos de Guipúzcoa y Navarra;




1 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


construyó y mandó las baterías llamadas deSau
Carlos, Paso del R i o , Cabeza del Puente , La
Ruena-Ventura, y el parque fortificado de artille-
ría , contribuyendo muy eficazmente con el fuego
de ellas á que los enemigos fuesen rechazados en
las acciones del 23 de Abr i l , 22 de Junio y 30
de Agosto de aquel año. Mandó la artillería li-
gera avanzada, en los combates del 21 de Octu-
b r e , 20 de Noviembre, 6 y 13 de Diciembre del
mismo , cooperando en gran manera con sus acer-
tadas disposiciones á que los enemigos fuesen re-
chazados en todos ellos ; y obteniendo por su seña-
lada conducta en aquellas ocurrencias , el grado
de Teniente Coronel de infantería, con que le agra-
ció S. M. en 20 de Noviembre de 1793.


En la batalla general de 5 de Febrero de 179-1,
mandó la brigada de artillería ligera , avanzada
en el Punto del Diamante , donde se sostuvo por
espacio de 5 horas que duró la acción , hasta que
recibida la orden de retirarse , lo verificó salvan-
do la artillería á brazo, sin mas auxilio que el
de los artilleros que le habian quedado ; y ha-
biendo repetido los enemigos sus ataques el 6 de
A b r i l , 6 y 23 de Junio siguiente, sostuvo vale-
rosamente con la misma artillería avanzada de su




P E Z U E L A . 5


mando , todas las tropas ligeras y de linea que
se abrigaron á sus fuegos, obligando á aquellos
á replegarse con mucha pérdida ; por cuyo moti-
vo fue recomendado particularmente á S. M. por
el General en Gefe. Atacada en l . p d e Agosto por
fuerzas muy superiores la linea de Irun hasta Vera,
se empeñó principalmente el enemigo en tomar
las baterías del centro, mandadas por Pezuela;
pero sin embargo deque llegó casi á tocarlas con la
mano , y de que las otras armas empleadas á bas-
tante distancia, no pudieron prestar auxilio al-
guno , le rechazó aquel con el mayor denuedo,
hasta que acometido por los flancos y recibida or-
den de retirarse , lo ejecutó con los oficiales y
tropa de su mando , al punto señalado de Tolo-
sa : en esta linea rechazó también por tres veces
con su artillería á la caballería francesa el 9 del
mismo Agosto , é impidió la colocación de la ar-
tillería enemiga por su frente , y sostuvo luego la
retirada del ejército hasta Lecumberri. Puede ase-
gurarse que no se disparó un cañonazo en aquel
ejército durante toda la guerra , á que no asistiese
Pezuela, obteniendo al fin de ella una brillante
reputación, por sus distinguidos servicios, y por
premio de ellos el grado de Corone! de infantería




O PERSONAJES CELEBRES.


En 17 y 25 de Julio de 1802 , fue promovido
á Gefe de Brigada y Teniente Coronel de su ar-
ma ; y nombrado en 15 de Setiembre de 1803
Coronel efectivo y Subinspector interino del de-
partamento de Lima , pasó á aquellos dominios
con el importante cargó de organizar todos los
ramos del cuerpo según el nuevo reglamento. En
consecuencia levantó desde los cimientos un par-
que de artilleria con fundición de cañones , maes-
tranza y fábrica de pólvora , que surtieron de ar-
mas y municiones á toda la América del Sur, agi-
tada después por una desastrosa guerra c ivi l ; y
construyó para defensa del parque una fortifica-
c i ó n , que fué la que principalmente paralizó en
Lima los proyectos de independencia á que en los
años posteriores propendía constantemente un nu-
meroso partido. Tales pruebas de instrucción y
actividad atrageron al Sr. Pezuela la confianza del
Virey , quien en 1806 le nombró para mandar
la división destinada al auxilio de Buenos-Aires,
atacado por los ingleses; y la Regencia del rei-
no mandó darle las gracias por su comportamien-
to , y con el grado de Brigadier le nombró Sub-
inspector en propiedad de aquel Departamento.
Elegido en 24 de Abril de 1813 para mandaren




i 'EZUELA. 7


gefe las tropas del alto P e r ú , después de una
marcha de 380 leguas, y apenas trascurridos dos
meses desde que se puso á la cabeza de un ejér-
cito reducido á 3,000 hombres , desanimado por
recientes desgracias, escaso de armas y de ves-
tuario , con la mayor parte de su poca caballería
desmontada, y al frente de un enemigo con do-
bles fuerzas, amenazado diariamente por diferen-
tes caudillos sueltos y una numerosa indiada, con
el espíritu público de las provincias de retaguar-
dia , conmovido por las ideas de independencia;
el General Pezuela arregló y llevó sus tropas al
enemigo, batiéndole completamente en t .° de
Octubre en Vilcapujio, causándole la pérdida de
1,600 hombres entre muertos, heridos y prisio-
neros , y tomándole 1,000 fusiles, toda su arti-
llería, campamentos y equipages*. Aquella memo-
rable victoria salvó por entonces al Perú, y hu-
biera sido mas ventajosa , si la falta de caballe-
ría y la pérdida de mas de 1,500 acémilas, oca-
sionada por el rigor de la estación, no le hubiesen
imposibilitado la rápida persecución del enemigo,
el cual rehaciéndose con refuerzos de artillería y
nuevas tropas, se presentó todavia con dobles fuer-
zas en los campos de Ayouma: el General Pezue-




8 P E R S O N A J E S CELEBRES.


l a , después de una penosa marcha entre monta-
ñas y nieves, le atacó el 14 de Noviembre, des-
truyendo en una sangrienta batalla el ejército de
Buenos-Aires, cuyos restos fueron a esconderse
en las provincias del Rio de la Plata. En 25 de
Agosto anterior habia obtenido el grado de Ma-
riscal de Campo ; y por su heroico comportamien-
to en la batalla de Vilcapujio, se le confirió la
Cruz laureada de cuarta clase, de la orden de San
Fernando , precediendo el juicio contradictorio,
que previenen sus estatutos.


Terminada tan felizmente la campaña de 1813,
en los primeros meses del año siguiente se ocu-
pó el General Pezuela en recorrer las provincias
recuperadas de Cochabamba , la Paz , Potosí, has-
ta Jujui y Salta, organizar todos los ramos de
su administración, y en perseguir los numerosos
cabecillas que las infestaban. En Agosto del mis-
mo año se perdió la plaza de Montevideo, y la
República de Buenos-Aires, orgullosa con este
triunfo, trató de hacer un esfuerzo contra el
P e r ú , destinando allí al ejército sitiador conside-
rablemente aumentado, á las órdenes de su mismo
Director supremo el General Rondeau : con esta
novedad se estendió de nuevo con estraordinaria




PEZ U EL A . 9


rapidez , el espíritu de rebeliou por todas las pro-
vincias del alto y bajo Perú, y proclamada en mu-
chas partes la independencia, una conmoción ca-
si general llegó hasta cerca de las puertas de Li-
ma. El ejército del Perú quedó aislado y sin co-
municaciones; y en tan apuradas circustancias, el
General Pezuela desplegó una superioridad de ge-
nio y grandeza de alma admirables. Se vio sin
mas terreno fiel que el que dominaba su pequeño
ejército , atacado diariamente por un enjambre
de partidarios, con un enemigo al frente muy
superior en número , y amenazado de una insur-
rección entre sus mismas tropas. En tal conflicto
empezó por reprimir esta, enérgica y generosamen-
te , sin mas castigo que el de su gefe (* ) , se re-
plegó desde Salta á Suipacha , sin perder el me-
nor efecto, destacó á su segundo, el General Ramí-
rez con 1,200 hombres, para someter las provin-
cias sublevadas de su espalda , quedándose con
3,000 escasos para hacer frente á las terribles
dificultades que le rodeaban. El Virey del Perú


H El Coronel D. Saturnino de Castro natural del pais,
habia formado el proyecto de sublevar el ejército v procla-
mar la independencia. Confesó su delito , y juzgado por e(
Consejo de guerra fue fusilado.




10 P E R S O N A J E S CELEBRES.


en tan tristes circunstancias, autorizó en junta
de Generales con parecer uniforme, al General
Pezuela para que en un caso estremo se salvase
como pudiese, aun entrando en acomodamientos
con los insurgentes. Mantúvose este porespaciode
siete meses en Cotagaita, conteniendo á los ene-
migos y batiéndolos en 42 acciones parciales que
ocurrieron, hasta que el estado de las cosas le
obligó á continuar su retirada, siempre perseguido
y siempre victorioso. Tan acertadas y valientes ma-
niobras fueron reeompensadt/s con el ascenso á
Teniente General , que se le concedió en Mayo
de 1815.


Reunido en Challapata con el General Ramí-
rez , que había triunfado decisivamente de los ene -
migos de la espalda, volvió á tomarla ofensiva;
y su vanguardia, mandada por el Brigadier Ola-
ñeta, fue atacada denodadamente en Ventaimedia,
pero rechazó y batió á los insurgentes. Este fue
el preludio de la memorable batalla de Viluma,
en que el General Pezuela, atravesando los es-
carpados montes de los Andes , cayó sobre los
enemigos por donde estos no le esperaban, y
después de tres días de combates, inutilizó su
fuerte y ventajosa posición, logrando el 29 de




P E / l i E L A . 11


Noviembre de 1815 destruir coa 4,000 hombres
de que se componía el ejército real, á los 7,000 de
que constaba el insurgente, mandado por el Ge-
neral Rondeau. Los enemigos perdiefon en esta
sangrienta y disputada batalla 1,200 soldados y
53 oficiales muertos, 1,800 prisioneros, toda su
artillería, equipages y campamentos , y las pro-
vincias que ocupaban hasta el Tucuman. Por tan
señaladas victorias mandó el Rey cantar un so-
lemne Te Deum en acción de gracias , en todas
las Iglesias de la Monarquía, y á mas de con-
decorar al General Pezuela con la Gran Cruz de
S. Fernando, se dignó posteriormente conceder-
le la merced de título de Castilla para sí y sus
sucesores , con la denominación de Marqués de
Viluma.


En Abril de 1816, salió el General Pezuela del
alto Perú para tomar el mando del Vireinato,
que S M. le había confiado : Dos mil hombres de
todas armas para guarnecer á Lima y la plaza del
Callao con sus dilatadas costas, un solo bergan-
tín de 18 cañones, los almacenes sin repuestos,
el Erario con 11.000,000 de duros de deudas atra-
sadas , inclusa la de 380,000 , solo á la guarnición,
de la cual una parte se había sublevado y fue




12 PERSONAJES CELEBRES.


contenida por la energia de su antecesor: tal era
el estado de fuerzas , haberes y existencias que
encontró el General Pezuela en la Capital cuando
en 7 de Julio de181C, tomó posesión del Virei-
nato.


Seis años de una guerra activa y dispendiosa
habian reducido á tales términos los recursos de
aquel rico pais; y aunque las armas del Rey do
minaban en todas partes , por consecuencia de sus
recientes victorias, no era fácil sostener una admi-
nistración militar y política tan vasta y cumplida,
como peligrosa. Desalentado el Gobierno de Bue-
nos-Aires de la guerra por el alto Perú , tan de-
sastrosa para sus armas, dirigió todos sus esfuer-
zos contra el reino de Chile, para emprender por
el mar Pacífico sus ataques contra el corazón del
Vireinato. Batido á principios de 1817 el ejército
real de Chile, y mal defendido aquel territorio,
cayó casi todo él en poder de los enemigos. El
Virey Pezuela había conocido mny de antemano
el objeto de los disidentes, y enmedio de la es-
traordinaria falta de recursos, formó con la ma-
yor actividad y economía , una espedicion de 3,600
hombres, que unidos á los 2,000 que aun se soste-
nían en la provincia de la Concepción, bastaban




l 'EZUEI.A. 13


para recuperar el reino de Chile. Verificado el de-
sembarco de la espedicion , y reunidas las fuerzas
del Rey á las órdenes del General Osorio, ba-
tieron el 19 de Marzo de 1818 al ejército enemi-
go en Cancharayada ; pero rehecho este á las in-
mediaciones de la Capital, derrotó quince dias des-
pués al ejército real en la batalla del Maipú. Esta
inesperada desgracia fue de fatales consecuen-
cias ; pero ni puede achacarse ni menoscabar el
mérito 'contraído por el Virey en el apresto y
dirección de todos los medios para un probable
resultado. Los auxilios que se preparaban en la
Península salieron de Cádiz después de perdida
la batalla del Maipú, y no podían servir para
evitar el desastre de Chile. Tampoco sirvieron
para remediarle después. La fragata de guerra
Maria Isabel, y muchos de los buques que con -
voyaba, cayeron en poder de los enemigos; y
de la espedicion de los navios S. Te lmo , Alejan-
dro y fragata Prueba, solo esta arribó á las cos-
tas del Perú. Dueños los insurgentes del mar
Pacífico, les era fácil'invadir cualquier punto de
la linea marítima del Vireinato, y escitando en
el país el espíritu de independencia, introducir
una guerra temible para la causa española. No




14 PERSONAJES CELEBRES.


se desmintió en aquellas circunstancias el activo
celo del Virey Pezuela: formó en Arequipa un
cuerpo de reserva de 2,500 hombres para atender
á aquellas costas, reforzó la importante plaza de
Guayaquil, y puso en un respetable estado de
defensa la del Callao y sus fuertes. En Febrero
de 18l9 se presentó el célebre aventurero inglés
Lord Cocrane, y atacó este puerto en ocasión de
hallarse el Virey á bordo de un buque de guer-
ra de la Marina Real , revistando los fuertes y
defensas marítimas; pero tuvo que desistir de su
empresa y retitarse maltratado, después de un
vivo cañoneo que duró tres horas.


Apercibido de nuevo con mas fuerzas y gran^
des aparatos incendiarios, volvió en 29 de Se-
tiembre , y después de hacer arrogantes intima -
ciones al Virey para que rindiese la plaza y fuer-
tes del Callao, despreciadas estas, emprendió sie-
te ataques consecutivos, en todos las cuales fué
felizmente rechazado, teniendo al fin que retirar-
se con muchas averias , volados sus brulotes , é
inutilizados sus famosos cohetes ó la congreve.


Lleno de cuidados de tanta importancia , no
desatendió el Virey Pezuela los demás ramos de
su vasta administración : y para conservar el in-




l ' E Z U E L A . 15


menso territorio de su mando, empleó una labo-
riosidad incansable , y las continuas fatigas al-
teraron su salud , y debilitaron la robustez de su
temperameflto; 23,000 hombres de todas armas
bien provistos de todo lo necesario, y una nu-
merosa artillería , servían en fines de 1820 la causa
de la España en el Vireinato del Perú , y hubie-
ran podido llevar la guerra á otros puntos á no
haberlo impedido la deplorable falta de superio-
ridad marítima. En este estado desembarcó en
las costas al Sur de Lima el general insurgente San
Martin con fuerzas respetables; y sin embargo de
los auxilios que recibió de los parciales que ha-
llaba en el pais , no se atrevió á atacar al ejército
del Rey que defendía la capital, ni obtuvo, en el
término de cinco meses, ninguna de aquellas im-
portantes ventajas que presagian un triunfo defi-
nitivo. Disponíase el Virey á buscar al enemigo sin
desatender la capital, cuando tuvo lugar la insurrec-
ción militar que le depuso del mando , y que for-
ma , como hemos dicho al principio, uno de los
sucesos mas importantes de la época, no solo por el
influjo que tuvo en la pérdida para la Nación de
aquellas posesiones, sino también por las conse
cnencias que para ta misma na tenido la vuelta




16 PERSONAJES CELEBRES.


á España de los principales agentes y promovedo-
res de tan escandaloso acto de insubordinación mi-
litar.


Preciso será pues detenernos en este periodo,
refiriendo los hechos según aparecen de los do-
cumentos que tenemos á la vista, y dejando pa-
ra la historia su calificación, ya que á nosotros so-
lo nos sea dado sufrir y llorar sus calamitosos
resultados.


Una parte del ejército acababa de hacer un
movimiento sobre Chacay á las órdenes del bri-
gadier D . José Canterac, y á su regreso á la po-
sición de Aznapuquio, en un conciliábulo entre
varios gefes se forjó una representación (*) en
que manifestaban «que al ver desmoronarse el
i) edificio político en aquella parte de América;
>> que al notar un aumento progresivo en el ene-
» migo , y una decadencia rápida en los medios
» de defensa; al ver que la falta de recursos de-
» jaba nulos los planes mas bien combinados;
» que las providencias del Gobierno que mas pro-
» fundo silencio exigían eran sabidas del enemi-
» go y del público, antes que de los mismos en-


C ) Véase el Manifiesto publicado por el Ex-Virey del
P e r ú , D. Joaquin de la Pezuela , impreso en Madrid en I 8 2 f .




P E Z U E L A . 17


» cargados de su ejecución; al ver rodeado el
» Gobierno de personas sospechadas de los bue-
» nos , sino declaradas abiertamente por enemi-
» gas de la Nación; al ver próximo á una com-
» pleta ruina el Vireinato, y con él la América
» toda, y ajado el pundonor nacional; al verse
» dirigidos por un Gobierno que carece de ener-
» gia en sus providencias, insubsistencia en sus
«p lanes , que no disfruta de ningún concepto en
» el ejército ni en los pueblos, y por lo tanto no
» respetado de nadie ; » por todas estas supuestas
razones, y por otras cuya enumeración seria de-
masiado difusa , y que pueden verse en el mani-
fiesto citado, concluian con estas notables palabras:
» Los que suscriben no ven otro medio para llenar
» estos objetos, para conservar á la Nación estos
» países y dejar bien puesto el honor nacional,
» que el de que V. E. deposite en otras manos
« el Gobierno de un pais que en las suyas está
» perdido. Estas son las del Excmo. Sr. D . José de
» l a Serna, designado por la opinión del egercito y
» d e los pueblos.... Si V- E. accediese á lo
» que llevamos propuesto, y cuya contestación
« aguardamos en el término de ouatro horas, el
» ejército sale garante del buen trato y respeto




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


>- de todos á V. E., ¡í su familia y allegados , has
» ta ponerse á bordo de la fragata inglesa An-
» drómaca, si su Comandante lo admitiese, ó en
» otro buque español que se destine á conducir
» á V. E. á Panamá, advirtiendo que uno y otro
» se debe verificar en el parentorio término de
» veinte y cuatro horas; en la inteligencia deque
» los gefes que firman tienen tomadas sus rae-
» didas , para que se verifique cuanto llevan in-
» dicado.» Esta representación ó mas bien man-
dato imperativo, estaba firmado en Aznapuquio
el 29 de Enero de 1821 , por 1). José Cante-
rae— D. Gerónimo baldes—El Marques de
Valleumbvoso—D. Ignacio Landazuri—D. Ra-
món Garcia—D. Ramón Gómez de Bedoya—
D. Mateo Ramírez—D. Andrés Garda Camba—
D. Francisco Narvaez—D. Francisco Ortiz—
D. Antonio Tur—D. Agustín Otermin—D. Ful-
gencio de Toro—U. José Ramón Rodil—D. Pe-
dro Martin—D. Antonio Seoa,ne—D. Manuel
Bayona—D. José Garda—y D. Valentín Ferraz.


En la mañana del citado dia 29 de Enero pu-
sieron todos los cuerpos sobre las armas , abusan-
do de su posición y de la obediencia militar; y sin
indicar el objeto, adelantaron una compañía de gra-




P E Z U E L A . 10


linderos con dos piezas de artillería hacia el cami-
no de Lima, con orden de hacer fuego sobre cual-
quier grupo que se presentase. En tal actitud re-
mitieron la citada intimación al Virey, por mano
del secretario de la junta de generales, el Coronel
D . Juan Loriga. Sorprendido aquel con la lectura
de tan escandaloso como inesperado documento,
no desconoció los graves males que podrían resul-
tar de una oposición armada. Hallábase sin mas
fuerzas que una compañía de granaderos del re-
gimiento del Infante D . Carlos, única que había
quedado para la custodia del Palacio , pues las
cortas de caballería ó infantería que se hallaban
acampadas á las inmediaciones en el pueblo de
Lurigancho, se habían reunido la noche anterior
al grueso del egército en Aznapuquio , sin noticia
del Virey, y por disposición de los conspiradores.
Verdad es que una población de 70,000 almas,
que al parecer no tomaba parte en el movimien-
t o , podía prestar recursos para frustrarlo; pero
conoció el Virey que la resistencia armada por su
parte suscitaría una guerra civil , y pondría el pais
á discreción de las armas invasoras de Chile y
Buenos Aires , que se hallaban á pocas leguas
de distancia ; y sus gefes confiaban mas en las




20 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


discordias intestinas de los Españoles que en el
poder de sus armas.


En tal conflicto, avisó el Virey al Teniente
General D . José de la Serna, para que montase
al momento á caballo y se presentase en el cam-
pamento, avistándose antes con él para recibir
instrucciones, pues creia que en el mero hecho
de ser proclamado su sucesor , y por sus íntimas
relaciones con los gefes del complot , ó podría con
su ascendiente calmar el alboroto ó darle una for-
ma menos irregular. Contestó el General la Ser-
n a : «Que el lance era muy apurado, y que él
no quería comprometerse: » escusa que lleva en
sí misma su calificación , y que hizo perder al Vi-
rey toda esperanza de mantener su autoridad. Di-
simulando sin embargo la violencia de su situa-
c i ó n , mandó reunir la junta de Generales que
estaban precisamente citados, incluso la Serna,
para tratar en la misma mañana acerca de las
medidas de defensa que convendría adoptar con-
tra un plan de ataque combinado , que según no
ticias iban á intentar los enemigos contra la Ca-
pital; y consultó con ellos la contestación dada
á los gefes del ejército, en que manifestaba acce-
der á entregar el mando al General la Serna, no




P E 2 U E L A . 21


sin graves cargos á los gefes sublevados; pero el
silencio y debilidad de los que componían la junta
á vista de un hecho tan atroz y escandaloso, le
hicieron conocer que si algunos no estaban en el
fondo del proyecto, abandonaban la autoridad
legítima á la arbitrariedad de la fortuna, sin que
ninguno tuviera el valor necesario para manifes-
tar enérgicamente su desaprobación.


Entretanto llegó del campamento un oficial de
Estado Mayor anunciando de parte de los gefes,
que trascurrido el término de las cuatro horas,
que se le habia fijado para la resignación del man-
d o , si dentro del perentorio de tres cuartos de
hora no recibían la respuesta conforme á sus de-
seos , marcharían sobre la Capital. Ofició nueva-
mente el Vírey manifestando estar dispuesto á
verificarlo en el tiempo necesario para la egecucion,
v acompañando la orden relativa al mando del
ejército. Pero los gefes sublevados contestaron con
el siguiente oficio, que creemos deber consignar
aqui como un documento histórico: « Excmo. Se-
ñor.—El oficio de V. E . , contestación á otro de
los gefes que suscriben, no llena el objeto que
se han propuesto. El ejército se halla sobre las
armas con todos sus gefes á la cabeza sin escep-




22 PERSONAJES C E L E B R E S .


tuar uno , y no las dejará hasta ijue obtenga la
orden de reconocimiento de Virey á favor del
Exento. Sr. D . José de la Serna, y queden asegu-
rados de que otra igual se lia dado á las demás
autoridades, cesando V. E. desde aquel instante
en todas sus funeioues. Y para acordar el tiem-
po necesario á ta entrega que Y. E. indica , pa-
san á esa Capital el Coronel Marqués de Valle-
umbroso , y el Teniente Coronel D . Antonio
Seoane , diputados por eli ejército. Devolvemos la
orden general de hoy que V. E. remit ió , porque
el empleo de General en Gefe ó Capitán Gene-
ral está unido al de V i rey , que dejamos soli-
citado.—Dios etc.—Campamento de Aznapuquio,
Enero 29 de 1821.—Siguen las firmas.»


En consecuencia dimitió el General Pezuela el
mando en la Serna., y desocupando inmediata-
mente el Palacio , se retiró con su familia á una
casa de campo distante media legua de la Capi-
t a l , hasta que: se presentase ocasión de regresar
á la Península, y dejar un país eu el que había
prestado tan grandes servicios durante 16 años.
Los mas respetables Magistrados de la Real Au-
diencia , aunque indignados por el atentado que
se cometía con su Presidente , atendiendo á lo




PEZUELA. 23


crítico y singular de las circunstancias, le acon-
sejaron que renuncíasela ambicionada autoridad,
y elogiaron la moderación de su conducta.


Una insurrección puramente militar , en que
no tuvo el pueblo la menor parte, faltando á los
mas sagrados deberes de la mil ic ia, derrocó el
poder déla autoridad legítima , y lejos de conse-
guir las ventajas que hacian esperarlos ambicio-
sos que á ello contribuyeron, acabaron por des-
truir completamente el dominio de las armas es-
pañolas en aquellos ricos paises. El abandono y
pérdida de la Capital fue el primer hecho impor-
tante que se siguió á la destitución del Virey; y
aunque las superiores fuerzas del ejército del Rey
mantuvieron por algún tiempo la lucha contra ios
insurgentes, y obtuvieron algunos triunfos, fue-
ron estos ineficaces, porque la autoridad real ha-
bía perdido su prestigio, y no era posible al Ge-
neral la Serna reunir y tener en obediencia y res-
peto á todos los elementos que habia para la d o -
minación del pais. El General realista Olañetacou
parte de las tropas del alto Perú, desconoció poste-
riormente la autoridad del intruso Virey, y levan-
tada la discordia entre constitucionales y r e a l i s - ' " $ , 6 * * ,
tas , se encendió una cruda guerra entre los de-




24 PERSONAJES CELEBRES.


tensores de Ja causa española. La desastrosa La-
talla de Ayacucho acabó con nuestra dominación
en el Perú; la capitulación que se siguió y las
demás consecuencias son harto conocidas, y no
nos detendremos en referirlas, por no permitírnos-
lo el estrecho círculo á que debemos reducirnos.
Olañeta peleó todavía algunos meses después por
la causa del R e y , y aunque la Serna y sus par-
ciales le acusaron de rebelde y traidor , nunca
se sometió á los enemigos de España, y murió
batiéndose por ella y por su Rey en la acción de
Tumusla, último combate de las armas españolas
en el Perú. Los principales gefes de Ayacucho y
de la sublevación de Aznapuquio existen entre
nosotros. La conducta de la mayor parte al re-
gresar á la Península, sus servicios durante la épo-
ca del despotismo, y los hechos posteriores du-
rante la revolución, han dado Jugar á que se crea
generalmente que existe una liga formada entre
ellos para dominar en su patria bajo cualesquiera
principios, á laque la odiosidad pública hada -
do el nombre de aquella desastrosa batalla.


La historia los juzgará con la severidad á que
se han hecho acreedores. Para contribuir á aquel
juicio consignaremos aquí un estraño documento,




P E Z U E L A . 2 5


dejando á nuestros lectores el cuidado de comen-
tarlo , omitiendo nosotros el hacer reflexión algu-
na sobre él por estar firmado por un general que
pereció víctima de otra escandalosa insurrección
militar. El documento á que nos referimos es una
carta escrita al Presidente Bolívar por el general
Canterac, después de la batalla de Ayacucho. Dice
así: A. S. E. el Libertador de Colombia— Huaman-
ga, Diciembre 12 de 1824— « Tan ardiente aman-
» te como soy de la gloria, aunque vencido , no
» puedo menos de congratular y felicitar á V. E .
» en la feliz conclusión y término de su espedicion
» al Perú, en el sangriento y bien disputado dia de
» Ayacucho. Tomo esta oportunidad para tener el
» honor de ponerme á la disposición de V. E, y
» saludarle en nombre de los demás generales es-
» parióles.—-De V. E. afectísimo y seguro servidor
» Q. S. M. B.—José Canterac. » (*)


Antes de estos tristes acontecimientos, tres ve-
ces habia renunciado el general Pezuela el Vi -
reinato, y otras tantas se le mandó que continua-
se en él, en los términos mas honoríficos, á pesar
de haber ocurrido en España el estraordinarío
cambio de instituciones , y la variación consiguien-


(") Galignanis Messcnger de 28 de Mayo de 1825.




26 P E R S O N A J E S CELEBRES.


te en la política del gobierno: tal era el elevado
concepto que á este general le habían dado sus
servicios.


Para no caer en manos de los insurgentes se
vio obligado á embarcase el 27 de junio de 1821
desde una playa desierta, en una miserable canoa
de indios ; y trasbordado con mucho riesgo en al-
ta mar á un buque estrangero , llegó al Janeiro
sin mas equipage que el vestido puesto, y habien-
do perdido en el Perú casi todo lo que poseía.


En 1824 fue impurificado, á pesar de que era
notorio que los decretos vigentes no le sugetabau
á purificación, y de que tanto en España como en
América los periódicos de entonces le designaban,
a instigación de sus enemigos, eomo desafecto á
la Constitución y \á las ideas liberales. Conoció
el Rey la imparcialidad é injusticia de la junta de
purificaciones en aquel caso , y declaró motu pro-
pio purificado al general Pezuela , dejando á salvo
su derecho para recurrir contra quienes le hubie-
sen agraviado; pero el noble carácter del general
no se desmintió en aquella ocasión, perdonando y
olvidando á sus perseguidores.


En 1825 fue nombrado Capitán General de
Castilla la Nueva, y Presidente de la lamosa junta




P E Z U E L A . 27


de purificaciones ; encargo que no podía menos de
ser un escollo insuperable para un hombre de su
moralidad y rectitud de principios. Reclamó con-
tra el modo de proceder en aquellos ju ic ios , pi-
dió al Rey que se abandonase el camino de intole-
rancia y persecución que se seguía , y manifestó
que por aquellos medios no se calmarían las pasio-
nes ni pacificaría el Reino; pero el gobierno de
aquella época, impulsado por el deseo de vengan-
za del partido estremo que dominaba , oyó aque-
llas manifestaciones con acerbo disgusto y des-
confianza , y trató de deshacerse de un hombre,
cuyas máximas de gobierno no estaban en armo-
nía con las suyas. No tardó en presentarse una
ocasión oportuna. El coronel Ceberg , secretario
de la junta y suizo de nacimiento , acusó al Capi-
tán General de haber manifestado en junta plena
la opinión de que todos los militares que no habían
tomado parte activa y personal en los actos de las
pasadas revueltas, y habían seguido constante-
mente sus banderas, debían ser purificados sin
mas pesquisas ni dilaciones , y colocados en el
ejército según su mérito y servicios anteriores. Esta
opinión, contra la que no parecía posible suscitar
oposición racional, fue el fundamento de la acu-




28 PERSONAJES CELEBRES.


sacion de Ceberg y dio lugar á la inmediata des-
titución del general Pezuela. Siguióse de aqui una
larga causa sin mas resultas que la mencionada
destitución, conservando al coronel Ceberg en el
puesto desde donde babia lanzado á su respetable
gefe. (*)


Resignóse el General Pezuela, y se retiró en-
teramente de los asuntos públicos, persuadido de
que su carrera en el mundo político estaba con-
cluida. El Soberano no dejó de darle pruebas de
benevolencia, y se dignó declarar por real or-
den de 26 de Junio de 1825 lo satisfecho que
estaba de los brillantes méritos y conocidos sa-
crificios, que en defensa de su Corona habia pres-
tado en todas épocas, y particularmente en la
que con tanto c e l o , prudencia y pundonor de-
sempeñó el delicado y espinoso cargo de Virey.


(*) El coronel Ceberg al oír al Presidente de la Jun-
ta esplicarse de la manera que hemos manifestado , se di -
rigió á él preguntándole arrogantemente: « ¿ Y qué haría
V . E . con los gefes y oliciales que nos hemos unido á los
cuerpos realistas ó ul ejército auxiliar del Sr. Duque de A n -
gulema? » El general le respondió con imperturbable calma:
>c Si proceden de los cuerpos que servían en el ejército cons-
titucional , prenderlos y juzgarlos con arreglo á ordenanza.«
Es necesario trasladarse á la época de persecución de IS25
para conocer el mérito de estas manifestaciones.




PF.ZÜELA. 29


El último tercio de su vida fue acibarado por
disgustos y contratiempos, que abreviaron el tér-
mino regular de sus dias.


Murió el 16 de Setiembre de 1830, en Ma-
drid , con la resignación y piedad cristiana que
le había distinguido siempre en el curso de su
vida. Fue religioso, humano , de puras costum-
bres , afable en su trato, y tan generoso , que
teniendo una numerosa familia , entregó mas de
35,000 duros para mantener al soldado en los
apuros del Erario. No dejó á sus hijos mas bienes
de fortuna, que ejemplos de virtud que imitar,
circunstancia que atendiendo á los muchos años-
que egerció elevados empleos en América , hacen
en esta parte su mayor elogio.


Hemos bosquejado rápidamente la vida de un
General dedicado por espacio de 55 años al ser-
vicio de su Rey y de su patria, y en vano hubiera
sido exigir de un hombre de sus sentimientos,
la participación de las ideas que, por decirlo asi,
empezaron á progresar en España en la época en
que él entraba ya en la senectifd.


Los gefes que contra él se sublevaron, procura-
ron desacreditarle por cuantos medios podían,
para minar y destruir su autoridrd. Acusábanle




30 PERSONAJES CELEBRES.
de no conocer los principios de la táctica moder-
n a , ó si los conocía, de una oposición sistemá-
tica y tenaz á ponerlos en egecucion. Empleado
en América desde 1804, no haMa hecho la guer-
ra de la Península contra Napoleón , y de aqui
pretendían una superioridad de saber y esperien-
cia sobre su Gefe, porque no había visto las gran*
des maniobras estratégicas de los ejércitos del Ca-
pitán del Siglo. Pero el General Pezuela habia
sido educado en él Real Colegio Militar de Ar-
tillería , que era la mejor escuela de la Penínsa-
la , donde se sabia que la estrategia es tan an-


ticua como el arte militar entre los hombres;
pasaba en su cuerpo por un oficial muy instrui-
do y apl icado, y tenia la esperlencia que dan las
muchas campañas en que habia estado. Habia man-
dado en Gefe , y como hemos visto , obtenido se-
ñaladas victorias y dado muchos dias gloriosos á
su patria, al paso que sus detractores é insubor-
dinados subalternos, perdieron los países que él
habia conservado á la Metrópoli por tanto tiempo.






î , a l j : ; 3 с е 1 е Ъ r e a l e i .
Cl .ri
IÒIDI О


ò




M. DE LA-MEIVNAIS.


«No tenemos que negar ninguna de
nuestras palabras en cuanto son s in-
ceras ; pero nos hemos equivocado m u -
chas veces, y hasta gravemente.»


LA-MENNAIS.


Es preciso no exigir de los hombres
ni de los entendimientos sino lo que
pueden dar en cada época.


TniERS— Historia de la Revolución


Francesa.


Si la suerte te llevase alguna v e z , amado lec-
tor , á París, y á la hermosa calle de Rivoli,
formada con suntuosas casas tiradas é cordel;, y
te fuera dado hallarte enfrente de un hombre pe-
queño, sumido en una estensa bata de cuadros




2 PERSONAJES C E L E B R E S .


azules ; si vieras á este personaje , débil de cuer
p o , de rostro pálido y flaco, marcado con un
sello de sufrimiento y resignación; si le vieras
turbarse casi á tu aspecto, levantar de vez en
cuando hacia ti sus miradas tímidas ; hablando
con una voz tan débil que apenas llega á tu oido,
recogiéndose unas veces sobre sí mismo , como
sumido en una profunda meditación, mirando
hacia adentro , calzándose y descalzándose su chi •
ne la , ó tomando polvos sin cesar y á puñados de
una gran caja ; te costaría algún trabajo recono­
cer bajo aquella mezquina envoltura á uno de los
mayores agitadores de nuestra época , un sacer­
dote que conmueve las masas sin otra palanea
que su pluma , sin otro apoyo que su alma ardien­
te , y cuyas páginas, esparcidas por el mundo,
escitan tantas tempestades como en otro tiempo
las bulas fulminantes de Gregorio V I I , Jas thesis
facciosas de Lutero, ó en nuestros dias las desca­
belladas arengas de O' Connell.


Jamás nos pareció mas difícil el ser biógrafos
qae ¡al pronunciar es№ n o m b r e , en cuyo alre­
dedor luchan admiraciones apasionadas, y fogosas
enemistades. ¿Cómo trazar en pocas palabras,
sin amor y sin o d i o , y de consiguiente con la




] .A- !UEISiNAIS. 3


probabilidad de disgustar á todo el mundo ,' las
grandes metamorfosis de esta estraña figura de
cenobita y de tribuno ? ¿ Con qué lazo unir á
Mr. de La-Mennais, el católico ultramontano,
con Mr. de La-Mennais , el heresiarca, el neo-
cristiano ? ¿Cómo sondear á Mr. de La-Mennais
el absolutista , y á Mr. de La-Mennais el repu-
blicano ? al que escribía en 1808 : « La política
que sugeta el Soberano al pueblo y el poder al
subdito, es una política absurda y criminal » y
el que escribía en 1835: «• En una sociedad l i -
bre , el poder, simple egecutor de la voluntad
nacional, no manda , obedece ? » ¿ Seria preci-
so esplicar tan radical trasformacion por consi-
deraciones mezquinas de orgullo lastimado, de
ambición burlada, de cólera ó de venganza ?
Para los que conocen la austera simplicidad de
este hombre , su despego de las cosas terrestres,
y la pureza de su v ida ; para los que saben que
el autor del Ensayo sobre la indiferencia rehu-
só en otro tiempo cambiar su sotana de Cura por
la púrpura de Cardenal, una solución de esta
clase parecería una mentira , y una injuria á un
mismo tiempo. Seria pues preciso buscar en re-
giones mas elevadas la causa de esta revolución




4 PERSONAJES CÉLEBRES.


intelectual, odiosa apostasia para los unos , su-
blime conversión para los otros , y que para no-
sotros no es mas que una demostración grave y
profunda de la acción incesante de los grandes
hechos esteriores, sobre las ideas preconcebidas.


Bajo el punto de vista psicliológico, la per-
sonalidad de Mr. de La-Mennais presenta tres
distintas faces. Hay en ella el lado filosófico, el
religioso, y el políiico. Ese triple pensamiento
principia manifestándose al mundo bajo tres sím-
bolos : en filosofía, el dogma de la razón gene-
ral, la autoridad del género humano; en reli-
gión , la teocracia católica, la infalibilidad de la
Iglesia; en política, la realeza de derecho divino,
la legitimidad. Entre estos tres símbolos, estre-
chados primero por un poderoso pensamiento en
una reunión forzada , hay lucha , lucha tempes-
tuosa y complicada de influencias esternas; la
lucha se prolonga diez y siete años, desde el En-
sayo sobre la indiferencia hasta las Palabras
de un Creyente. El dogma filosófico vence por-
fin, absorve en él sucesivamente á los otros dos,
y los trasforma del t odo : la realeza de derecho
divino desaparece ante la soberanía del pueblo;
Va inmovilidad católica cede el puesto al dato de




I .A-MEMNAIS. 5


progresiou cristiana, y se cierne sobre ambos,
como una baudera , el gran principio de perfec-
tibilidad indefinida del género humano ; ese gi-
gante q u e , según las hermosas palabras de Mr.
de Chateaubriand, « crece siempre, siempre, y
cuya frente , remontándose hasta los cielos , no se
detendrá sino á la altura del trono del Eterno. »


Habría materia para grave enseñanza del aná-
lisis de esoí combates interiores, en el bosquejo
de ese choque de ideas, cuyo campo de batalla
es una vasta inteligencia, adolorida del gran mal-
estar que agita al mundo social ; pero un tra-
bajo de esta clase , ademas de espantar nuestra de-
bilidad , nos alejaría completamente del plan que
nos hemos propuesto; nos contentaremos pues con
aclarar en esta biografía los puntos principales,
dejando al cuidado del lector , en cuanto posible
sea, el deducirla sentencia moral , y resolver por
sí mismo la cuestión de bien ó de ma l , de ver-
dad ó de error.


Roberto-Felicidad de La-Mennais, nació en
San Malo, en Junio de 1782, de una familia de
armadores, ennoblecida por Luis X I V . Perdió su
madre muy joven , y su padre, ocupado en cui -
dar de su comercio , y arruinado por el emprés-




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


tito forzoso y las presas de los Españoles, le de-
jó casi abandonado á si mismo desde su tierna
edad. Educado en la soledad , privado de las ca-
ricias y cuidados maternales , que refrescan el
alma y dulcifican el corazón, el joven La-Mennais
manifestó sin embargo desde un principio un
ardor instintivo de saber, una escesiva petulancia
de carácter, y un genio indomable. Después de
algunos inútiles ensayos, no pudieron hacerle
aceptar otro maestro que una vieja ama de go-
bierno que le servia de madre , y que á fuerza
de paciencia consiguió enseñarle á leer. A los
nueve años le dio su hermano mayor Mr. Juan
de La-Mennais las primeras nociones de latin;
pero pronto , cansado del preceptor, el indómi-
to escolar se empeñó en acabar solo su educa-
ción á fuerza de diccionarios, y este método es-
peditivo le salió bien, pues á los doce años leia
á Plutarco y Tito Livio. Por aquella época quedó
al cuidado de un tio que vivia en el campo; y el
buen hombre, no sabiendo cómo hacerlo, le encer-
raba para castigarlo dias enteros en su biblioteca;
pronto se aficionó tanto á su prisión el revoltoso
escolar, que no quería salir de ella. La biblioteca
tenia dos divisiones; en la una estaban reunidos




L A - M E N N . U S . 7


todos los libros peligrosos, heterodoxos, filosóficos
etc . , y la llamaban el infierno. Habíase prohi-
bido la entrada al joven R o b e r t o , quien por
esta misma razón , se arrojaba de cabeza en el
infierno, leyendo cuanto le venia á la mano,
devorando con avidez á J. J. Rousseau, á la
edad en que se juega al trompo ; y olvidando
su almuerzo para seguir en sus escursiones mís-
ticas á Mallebranche. En un entendimiento de
temple vulgar, semejante lectura indigesta y sin
elección hubiera podido producir funestos resulta-
dos ; en Mr. de La-Mennais, al contrarío, este
flujo de sistemas contradictorios, sirvió solo para
fortalecer la precoz madurez de su juic io , y para
desarrollar poderosamente una predisposición ins-
tintiva hacia los fervores religiosos, á las piado-
sas efusiones. Ciertas inteligencias, concentra-
das y espansivas á la vez , tienen el privilegio de
recorrer desde quince años la escala de deduc-
ciones que. conduce desde las cosas visibles á
las invisibles, de las bellezas de la naturaleza á
la grandeza de Dios. Mas adelante, cuando llegó
la edad crít ica, la de las pasiones, todo hace creer
que aquella organización impresionable sufrió
fuertes sacudimientos.




8 PERSONAJES CELEBRES.


Después de aquel pasagero entorpecimiento,
la fé religiosa de Mr. de La-Mennais se desper-
tó mas viva y exigente; se apartó del mundo , se
sumió con nuevo ardor en el estudio, para sa-
car de él alimentos de creencia ; y á los 22 años,
cuando hizo su primera comunión, tenia ya una
vocación decidida para el sacerdocio; en vano su
padre se esforzó, á pesar de sus desgracias, por
inspirarle afición á las operaciones comerciales;
el joven se conformó mientras llegaba el tiempo
en que pudiera seguir sus instintos religiosos, y
entró en clase de profesor de Matemáticas en el
Colegio de San Malo. Por aquella época, en 1807,
publicó una traducción llena de dulzura y de gra-
cia , el Guia Espiritual, pequeño libro ascético
de Luis deBlois. Al año siguiente, en 1808 , apa-
recieron las Reflexiones sobre el estado de la
Iglesia. Este l ibro, primer grito de guerra dado
por Mr. de La-Mennais contra la indiferencia reli-
giosa, se distingue por una acritud de palabras,
y un vigor de pensamientos llevados hasta la exa-
geración. Trátase alli al materialismo filosófico del
último siglo con notable verbosidad de cólera y
desden ; y aunque el color político del libro era
la glorificación y apología del despotismo, lapo-




L A - M E N N A I S . 9


licía imperial se alarmó por algunas ideas atrevi-
das sobre la renovación del Clero en Francia, y se
apoderó de la obra. Poco después, el año de 1811,
se tonsuró Mr. de La-Mennais y entró en el Semi-
nario de San Malo. La obra titulada Tradición
de la Iglesia sobre la institución de los Obis-
pos, que apareció en 1812, fue principiada alli,
por Mr. de La-Mennais , en unión con su her-
mano, Superior del Seminario, y acabada bajo las
sombras de La Chenaie, pequeña posesión aisla-
da á la entrada de un bosque entre Diñan y Rennes,
donde mas adelante ha ido con frecuencia Mr. de
La-Mennais á forjar nuevas armas para combatir lo
que entonces defendía. La obra de que se trata, re-
comendable por su grande erudición teológica,
tenia por objeto refutar la opinión emitida por
los Abates de Pradt, Gregorio, y Tabaraud, que
sostenían que ia elección de los Obispos no ne-
cesitaba para ser válida la sanción pontifical.


Después de la publicación de esta obra , Mon-
sieur de La-Menuais pasó a París á principios de
1814. El astro imperial se oscurecía. Encerrado
en un mal cuarto de la calle de Santiago, el
desconocido y oscuro Diácono parecía adivinar de
antemano que iba á agrandarse su papel; prepa-




10 PERSONAJES CÉLEBRES


rábase á saludar á los Borbónes con un viva, y
á Napoleón caído con un anatema. El Memorial
en. derecho que publicó contra el Hombre sedien-
to de crímenes, verdadero en el fondo en lo
relativo á la organización de la Universidad im-
perial, á la que mas especialmente atacaba, pero
injusto en cuanto al Emperador , merece ser c o -
locado entre los rencorosos opúsculos que apa-
recieron en aquella época de trastorno y de pa-
siones, en que se cuidaba mas de herir fuerte-
mente que con justicia. Cuando los Cien Dias, la
llegada repentina de aquel á quien acababa de
ultrajar , le inspiró serios temores, y juzgó pru-
dente pasar á Inglaterra. A su llegada á Lon-
dres, el pobre bretón se hallaba desprovisto de
todo recurso; nacido en la misma calle que Cha-
teaubriand , tal vez en su destierro se refugió en
el mismo arrabal, donde se ocultaba diez y seis
años antes el autor de los Mártires.


Provisto de una carta de recomendación para
Lady Jerningham , hermana de Lord Staffort, el
futuro tribuno sacerdotal fue á solicitar humilde-
mente un empleo de preceptor ; y la noble dama,
después de haberlo mirado de los pies á la ca-
beza , lo despidió , por el juicioso motivo de




I A - M E M N A I S . 11


que tenia el aire demasiado tonto. Mr. de La-
Mennais se complace en contar esta anécdota; y
puede creerse que si Lady Jerningham vivé aun,
piensa en el dia sin duda que dista mucho el
aire de la canción. Despedido de aquel modo, tu-
vo Mr. de La-Mennais la felicidad de encontrar
un asilo junto al Abate Carón de Rennes , que
dirigía entonces un Colegio de jóvenes emigrados,
cerca-de Londres. Allí permaneció siete meses,
desempeñando las elevadas funciones de maestro
de estudios. A su vuelta á Paris, entró primero
en el Convento de monjas Fuleuses, que abando-
nó después por el Seminario de San Sulpicio.
No permaneció alli mucho t iempo, pues incapaz
de doblegarse á la rigidez de la regla, se ausen-
tó bruscamente de é l , y volvió á las Fulenses. Por
últ imo, en 1816, á la edad de 34 años, fue á
ordenarse de Sacerdote á Rennes , y regresó á
las Fulenses para concluir el primer tomo del En-
sayo sobre la indiferencia, que apareció en 1817.
Hemos llegado al primero y mas luminoso pun-
to de esta carrera tempestuosa ; Mr. de La Men-
tíais atravesaba de repente con paso de gigante
el abismo de iniciaciones dolorosas , que separa
la oscuridad de la gloria. Aquel genio poderoso,




12 l ' ERSONAJES CELEBRES .


como desparramado hasta entonces, acababa de
concentrar todos sus rayos ; y en un solo día, el
humilde Sacerdote se encontraba , como ha dicho
uno de sus discípulos (*) revestido del poder de
Bossuet.


Cuando apareció el Ensayo sobre la indiferen-
cia,]^ deliciosas páginas del Genio del Cristia-
nismo, liabian contribuido ya poderosamente á de-
purar el cuerpo social , arrojando á la increduli-
dad de las regiones del corazón ; pero la serpiente
se había refugiado en el cerebro, y desde allí,
circuida de un enorme muro de falsa erudición
y de filosofismo, desafiaba á todos los ataques.
Mr. de La-Mennais emprendió forzarla en su guari-
da ; y armado de un estilo de gran nervio y de
una lógica de hierro, pronto hubo desecho todo
aquel aparato de ciencia , y causado al enemigo
una herida mortal. Su libro fue como un trueno;
el antiguo Vaticano tembló de alegría sobre su base;
la Europa se conmovió, y se espantó el Constitu-
cional. Sin embargo , aquel primer tomo, esclu-
sivamente polémico, después de haber taladrado
los argumentos de la incredulidad, dejaba aun


Ci Lacui'díüi 'e. - Considurnci^ncs tobrr el Sistema jilnw-
íico de Mr. de La-Melltuiis.




t .A -MF.NXAlS . 13


sin solución el gran problema de la Fe ,; Dónde
estaba su origen? ¿Cómo lograr discernirlo Punido
ya á las notabilidades monárquicas de la época,
y arrastrado también á la arena política, Mr de
La-Mennais, que defendía entonces ea el Con-
servador la alianza del Trono y del A l iar , hizo
esperar durante dos años la continuación de su
obra; al fin apareció el segundo volumen, y di-
vidió violentamente los espíritus. Mr. de La-Men-
nais , innovador atrevido, intentaba reconciliar dos
potencias basta entonces enemigas, la filosofía y
la religión Rechazando el sistema de Descartes,
edificado sobre la evidencia y la razón individual,
subia á la corriente de los s iglos , seguía paso á
paso la trasmisión de la verdad al través de ellos,
y fundaba la certitud en la autoridad del género
humano ; después analizaba la tradición humana,
la aproximaba al dogma católico, establecía su
perfecta concordancia , y llegaba á concluir, que
la verdad católica se deduce no solo de la reve-
lación , sino también de la autoridad tradicional
del género humano


liste nuevo sistema, al que llamaba Mr. de
La-Mennais la filosofía del sentido común, encon-
tró , especialmente eu el alto clero, fuertes an-




14 P E R S O N A J E S CELEBRES.


tipatías. Mezclar de este modo la filosofía con ei
catolicismo , cuando el catolicismo no gusta de
la filosofía, y cuando la filosofía pretende absor-
ver el catolicismo, era una empresa atrevida y
llena de peligros; de temer era que la inflexibi-
lidad del dogma revelado se sublevase contra el
sospechoso auxiliar que se le pretendía un ir , y
que Mr. de La-Mennais se viese precisado á optar
entre dos sistemas rivales. La Sorbona, deposita-
ría de las viejas tradiciones, pensó en combatir
esta nueva invasión del racionalismo ; mientras
disponía sus armas, Mr. de Bonald escribía al
autor del Ensayo : dejad vocear á todas estas
ranas; y la parte vivaracha de la Iglesia acogía
con trasportes de júbilo esta teoría brillante , que
le parecía destinada á rejuvenecer un dogma en-
vejecido. Mr. de La-Mennais publicó sucesiva-
mente una defensa de su sistema, y otros dos vo-
lúmenes destinados á corroborarlo. En estos dos
últimos libros dio muestras Mr. de La-Mennais
de una espantosa erudición; descubridor infati-
gable , acumuló los testos, pasó revista á todos
los siglos .j á todos los pueblos, á todos los luga-
res, y reuniendo las esparramadas tradiciones de
cada fracción de la humanidad, formó con ellas




I . A - M E N 1 N A I S . 15


la haz colosal de la tradición humana. Concluida
en 1824 aquella grande obra , el sacerdote cató-
lico pasó á Roma á deponer su obra á los pies del
Santo Padre. Recibido con bastante frialdad por
los miembros del Sacro Colegio, encontró Mr. de
La-Mennais en el Papa León XII un admirador
y un apoyo : el Pontífice, que tenia en su ora-
torio el retrato de aquel á quien llamaba el ú l -
timo Padre de la Iglesia, le ofreció el capelo de
Cardenal; pero Mr. de La-Mennais, presintiendo
tal vez ya las futuras tempestades, rehusó aquella
elevada d ignidad y solo empleó su favor para ha-
cer nombrará la Nunciatura de Francia al Car-
denal Lambruschini, convertido después en uno
de sus mas encarnizados enemigos.


De vuelta á Francia , después de haber publi-
cado una traducción sencilla de la Imitación de
Jesucristo, pronto llegó Mr. de La-Mennais á la
primera faz de esta revolución interior de que ya
hemos hablado. El ministerio Vil lele , á cuyo en-
cumbramiento habia contribuido con todas sus
fuerzas, perdía su valor á sus o j o s ; repugnaban
á su alma, que no puede estar poseída moderada-
mente de un sistema, las pequeneces y sutilezas
del gobierno; las mezquinas exigencias de las




I b P E R S O N A J E S CELEBRES.


pandillas políticas iban á chocar contra aquella
naturaleza indisciplinable; Mr. de La-Mennais
creyó escuchar la voz de D ios , principió por
despojarse de la fé monárquica, y se arrojó vio-
lentamente en el ultra-moutanismo. Su obra de
La Religión considerada en sus relaciones con
el orden civil y político, fue uns declaración de
guerra á las libertades de la iglesia galicana.
Atacaba en ella fuertemente la declaración de
1682 que las consagra , y se esforzaba por de
pronto, esperando mejor ocasión, en establecer
la supremacía absoluta del Papa en el orden es-
piritual. Acusado por este último libro ante el
tribunal de Policía Correccional, fue defendido Mr.
de La-Mennais por Mr. Berryer y condenado á 26
francos de multa ; con motivo de aquel proceso
fue cuando pronunció sus famosas palabras: «Sa -
bréis lo que es un Sacerdote. « En 1829 publicó
su obra de los Progresos de la Revolución y de
la Guerra contra la Iglesia ; y cuando estalló la
Pievolucion de Julio, la saludó como la aurora de
una república universal que soñaba ya, pero con
la supremacía del Papa, y por las vías católicas.
No contento Mr. deLaMennais con soñar, se es-
forzó en trabajar para la realización de su sueño;




L A - M E N M A I S . 17


2


se rodeó de una falange de discípulos jóvenes
ardientes y decididos ; el abate Gerbit le llevó su
pluma mojada en unción evangélica; el abate La-
cordaire su elocuencia de grandes imágenes y de
colores vivos; Mr. de Montalambert su talento de
un gusto elevado y la influencia de su posición;
todos emprendieron intrépidamente la obra de
reconstrucción social , y en los primeros dias de
Setiembre de 1830 se fundó El Porvenir, para que
sirviera de órgano á los intereses católicos uni-
dos á los liberales : « Vuestro poder se pierde, y
con él la f é , decía El Porvenir al pontificado.
¿Queréis salvar uno y otra ? Unidlos ambas á la
humanidad, tal cual la han hecho diez y ocho si-
glos de cristianismo. Nada hay estacionario en es^
te mundo ; reinasteis sobre los Reyes, y después
los Reyes os han sugetado. Separaos de los Reyes,
tended la mano á los pueblos, que ellos os sos-
tendrán con su robusto brazo, y lo que vale mas
aun, con su amor. Abandonad los terrestres res-
tos de vuestra antigua grandeza arruinada , re-
chazadlos con el pie como indignos de vos. » (*)


Este modo atrevido y nuevo de devolver al ca '
tolicismo una popularidad perdida, tuvo comple-


C) Asuntos de Roma, pág. 26.




18 PERSONAJES C É L E B R E S .


to éxito entre el bajo clero y las clases inferio-
res. El pueblo oia por primera vez á jóvenes le-
vitas hablarle de libertad y de progreso social;
veíales tomar la iniciativa en las cuestiones mas
espinosas, abordarlas sin recelo , proseguirlas has-
ta sus últimas consecuencias ; veía dos Sacerdotes
y un Par de Francia constituirse maestros de
escuela de su propia autoridad , y revindiear la
libertad de la enseñanza en la barra del tribunal
mas elevado del reino. El pueblo veía todo esto;
no comprendía la intervención del Papa en aquel
asunto ; pero Como era cosa muy nueva, la aplau-
día.


Por la misma razón ¿ los altos dignatarios de la
Iglesia francesa, fulminaban mandamientos con-
tra aquella democracia de sotana, y solicitaban
vivamante de la Santa Sede una bula de censu-
ra. En Roma no sabían cómo habían de cerrar
la boca á amigos fogosos, que querían absolu-
mente dotar al Papa de un poder espantoso. Ocho
siglos antes, el ambicioso Hildebrando se hubie-
ra arrojado al cuello de los redactores del Porve-
nir; pero Gregorio X V I hacia poco caso de! agi-
tado papel de dictador republicano ; y sin embar-
go , á pesar de su poca simpatía por aquellas




LA­МЕИ N AIS . 19


atrevidas doctrinas, retrocedía ante una condena­
ción. Para salir de todas sus incertidumbres, anun­
ció Mr. de La­Mennais que suspendía su perió­
d ico , y que el mismo iba á buscará Roma una
sanción ó una censura. Aquel viaje no tuvo al
principio resultado alguno. Después de muchas
tentativas inútiles para conseguir una decisión
formal, Mr. de La­Mennais se había decidido ó
regresar á Francia, anunciando su resolución de
volver á principiar sus trabajos, cuando al pa­
sar por Munich recibió la famosa carta encíclica
de 15 de Agosto de 1832, en la cual el Papa
condenaba de la manera mas clara y positiva,
aunque sin designarlas, las doctrinas del Porve­
nir. De regreso á París, Mr. de La­Mennais se
apresuró á someterse, declarando que el periódi­
co no saldría mas, y que quedaba disuelta la Agen­
cia general para la defensa de la libertad religiosa.


Hecho esto , el vigoroso atleta dejó un mo­
mento la arena, pero era para volver pronto á
ella. El Papa, poco satisfecho con la precedente
declaración, exigía ademas una adhesión absoluta
á la encíclica: y como la encíclica llamaba á la
libertad de conciencia una máxima absurda, un
delirio; á la libertad de la imprenta, ала líber­




20 PERSONAJES CELEBRES.


tad funesta, de la cual no se podría tener bas-
tante horror ;y á la resistencia al Príncipe un
crimen ; Mr. de La-Mennais , poco convencido de
la exactitud de aquellas calificaciones pontificias,
repugnaba sancionarlas con su firma ; por últi-
mo , después de muchas contestaciones y corres-
pondencias, cuyos detalles serian demasiado lar-
gos ; después de una primera adhesión juzgada
incompleta, y de una segunda considerada per-
versa por sus reservas, Mr. de La-Mennais se de-
cidió á adherir/jwra y simplemente, « convencido,
decia al Arzobispo de París, que firmando aque-
lla declaración firmaba implícitamente que el Pa-
pa era Dios , y dispuesto á firmarlo esplícitamente
con tal de tener paz. » Tan brusca sumisión en_
cubría una sublevación.


Mr. de La-Mennais, vencido en la apariencia,
robustecía misteriosamente sus fuerzas en la s o -
ledad de La Chenaie, y se preparaba á dar el
terrible grito de guerra que resonó de un estre-
mo á otro de Europa. Las palabras de un Cre-
yente se publicaron en Mayo de 1834. Al apare-
cer aquel manifiesto, arrojado bruscamente en
nombre de Dios á la cara de los poderes de la
tierra , hubo en el mundo una esplosíon igual de




L A - M E N N A I S . 2 1


entusiasmo y de anatemas. Al mismo tiempo que
Gregorio X V I , en una nueva encíclica de 7 de
Julio, reprobaba y condenaba aquel libro , peque-
ño por su volumen, pero grande por su per-
versidad , el partido revolucionario tendía la ma-
no al desertor de la iglesia , y le proclamaba
animoso, nuevo, grande, sublime, el solo sa-
cerdote de la Europa. (*) No es de este lugar
decir nuestra opinión, ni sobre la exactitud mas
ó menos disputable de ía crítica y del elogio, ai
sobre el valor intrínseco de esta marsellesa bíbli-
ca : como obra de estilo y de poesia , es sin dis -
puta un buen l ibro ; como obra de verdad y de
razón, ya es otra cosa.


Mr. de La-Mennais, después de haber sido
católico ultra-montano y ultra monárquico , no
podia ser doinócrata á medias. Si hay hombres que
dirigen y dominan su pensamiento, hay otros
también á quienes él domina y arrastra. Mr. de
La-Mennais es de estos últimos: una vez despo-
jado de su trage de Sacerdote, y sumergido en
el rio cenagoso de las pasiones políticas, Mr. de
La-Mennais ha seguido su corriente. Hombre de


(*) Lerrainier, Revista de los Dos Mundos, 1834.




22 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


meditación y de soledad, se ha entregado a
una vida de agitación y de combate; hombre de
dulzura y de paz , ha exhalado gritos de odio y
de guerra; nuevo Pedro el ermitaño, ha ido
por el mundo predicando en todas partes la gran
cruzada de los pueblos contra los Reyes. Sin em-
bargo , á medida que Mr. de La-Mennais adelanta
en la dificil carrera que ha elegido, parece que
su pensamiento principia á perder un poco de
aquel arrebato furioso y desbocado con que prin-
cipió. Bajo este punto de vista, la obra titulada
asuntos de Roma , y publicada dos años después
de Las palabras de un Creyente, merece una
seria atención. Hay mucha acritud en aquel li-
b r o ; pero hay también mucha tristeza, mucha
dulzura, mucho sufrimiento, algo que se pare-
ce á un pesar. Parece como si cansado de su im-
petuosa carrera, Mr. de La-Mennais hubiese que-
rido detenerse un instante entre su pasado y su
porvenir, para echar una última y melancólica
mirada sobre sus creencias de otros tiempos, muer-
tas en el d ia , enterradas. En medio de Roma ,
esa gran ruina, en el fondo del Convento de los
Teatinos, el atleta descansando pensó mas de una
vez en la felicidad de una vida tranquila, a la




L A - M E N N A I S . 23


sombra de un claustro , y á la vista de Dios.
El Libro del Pueblo, que siguió después , es una


especie de catecismo popular, en el que Mr. de
La-Mennais se esfuerza por elevar al pueblo 4 la
altura de la misión que le llama á desempeñar;
al lado de algunas páginas rencorosas, hay otras
en donde la mas consoladora y pura moral adop-
ta las mas graciosas formas. En su última pro-
ducción , titulada De la Esclavitud moderna,
Mr. de La-Mennais se empeña en establecer, vio-
lentando muchas veces la historia , que el prole-
tario del dia está mas sugeto, mas incomodado , y
es mas miserable que el esclavo antiguo y el sier-
vo de la edad media. La primera mitad del libro
es furibunda: « ¡ P u e b l o , pueblo , despierta al
ü n ! esclavos, levantaos, romped vuestras cade-
nas ; no sufráis que se degrade por mas tiempo
en vosotros el dictado de hombre. » (*) Antes de
correr á las armas, vuelva el pueblo la hoja, y
encontrará dichosamente en lo que sigue la re -
futación absoluta y radical de lo que antes ha
leido.


» Sabed primero, y no lo olvidéis nunca, dice


C) De la Esclavitud moderna, pág. fi2. , ;




24 PERSONAJES CELEBRES.


Mr. de La-Mennais, (*) que en ninguna época es
posible mas que lo que está maduro en los espí-
ritus , lo que preparado poco á poco ha llegado á
ser objeto de general deseo; que toda reforma que
aparece como un trastorno radical de las cosas
existentes, la destrucción de lo que aun tiene en las
ideas, en los hábitos, en las costumbres, en la opi-
nión verdadera ó falsa de las masas profundas rai-
ces, fracasa siempre; que por lo mismo nada hay
mas pernicioso que los sistemas puramente de
imaginación, en especial si presentan un des
agradable carácter de absoluta rigidez; que las
teorías disputadas, aun cuando lo sean sin razón;
las teorías que repugnan al mayor número , las
especulaciones económicas y filosóficas, son inapli-
cables, á lo menos por ahora. Su efecto es espan-
tar y detener en una sensible inercia aun d los
hombres mejor dispuestos, cuya cooperación se-
ria la mas útil, y algunas veces la mas indis-
pensable. » Recomendamos estas líneas, llenas
de juicio práctico y de elevada razón, á todos
aquellos cuyo entendimiento pueda haberse per-
turbado por la frenética poesía de las Palabras
de un Creyente. El genio es como la lanza de


O De la Esclavitud moderna pág. 6 2 .




L A - M E N N A I S . 25


Aquiles, y nadie mejor que él puede curar las he-
ridas que ha hecho. (*)


Los escritos de Mr. de La-Mennais, en especial
los de la última parte de su vida, están llenos de
contradicciones de esta clase, y ellas solas basta-
rían para probar su completa buena fé. Estamos
convencidos de que cuando Mr. de La-Mennais
toma la pluma para dar la señal general del c om-
bate , hay en él una especie de lucha ; una orga-
nización tierna y mística í'orcegea oprimida por una
voluntad fogosa; la cabeza dice sí, y el corazón
dice no, pero triunfa la cabeza ; vacila el apóstol,
y es arrastrado por el tr ibuno; tiene el alma de
S. Agustín y de Bruto, pero domina la de Bruto;
y Mr. de La-Mennais, el sacerdote demócrata,
se parece mucho al belicoso prelado de la edad
inedia, que en la batalla de Bouvines no quería
otra arma que una maza , porque su religión le
prohibía derramar sangre, y que en lo mas re-
cio del combate, bendecía con una mano á los
numerosos enemigos á quienes golpeaba con la
otra.


(*) Compárese sobre todo el pasage citado coa la recién,
te producción, titulada El país y el Gobierno, j véase si
Mr. de La-Mennais no es el mas rudo adversario de si mismo.




26 P E R S O N A J E S CELEBRES.


Falta ahora señalar cual es hasta aquí la úl-
tima palabra de Mr. de La-Mennaís en religión
y en política. Después de haber pedido en un
principio la separación absoluta de la Iglesia y
del Estado, luego la dominación de la Iglesia
sobre el Estado, nos parece que Mr. de La-
Mennais desea ahora la fusión de la Iglesia en el
Estado. Ha roto para siempre con el dogma ca-
tólico ; declara que « el Cristianismo envuelto en
el dia bajo la capa material que le cubre como
un sudario, volverá á aparecer con el esplendor
de su vida perpetuamente joven , y que el Mun-
do no formará mas que una sola ciudad, que
saludará á Cristo como su supremo y último
legislador.» (*) Es en otros términos el mismo
pensamiento formulado por Mr. de Lamartine
bajo el nombre de Cristianismo legislado.


En política, Mr. de La-Mennais es tal vez uno
de los radicales modernos mas avanzado ; pues
llama al pueblo con alta é inteligible v o z , á
egercer directamente y al momento su soberanía,
á constituirse, con la igualdad absoluta por dog-
m a , y por forma de gobierno la república.


Fácil es conocer que no pretendemos discutir


O Libro del Pueblo.




L A - M E N N A I S . 27


en tan cortas páginas tan grave cuestión; sin-
embargo , creemos de nuestro deber reasumir en
pocas palabras, con todo el respecto que profe-
samos á la persona y al talento Mr. de La-Men-
uais , las impresiones que nos ha causado el con-
cienzudo estudio de su sistema.


Que el movimiento ascendente de las cosas
humanas, que el desarrollo siempre en aumento
de la industria y de las luces, que las lecciones
de lo pasado, que las agitaciones del presente,
que todo esto sea el seguro presagio de una
grande trasformacion social ; que un mayor nú -
mero de individualidades inteligentes tengan na-
turalmente por consecuencia un reparto mas
igual de derechos políticos; que la clase media,
entonces mas especialmente depositaría dé los in-
tereses generales, deba un dia abrir sus filas al
pueblo y formar con él una grande y hermosa
unidad social; que en una palabra , el adveni-
miento al poder de la democracia pura esté en
el porvenir, es un pensamiento lógico y común
á casi todos los hombres eminentes de la época,
desde S. Simon, hasta Chateaubriand, desde Be»
ranger á Lamartine.


Pero que el pueblo. tal cual es en el dia, ó




28 P E R S O N A J E S CELEBRES.


mas bien tal cual lo entiende Mr. de La Meu-
nais, es decir , todo el que no posee y todo el
que es ignorante, sea llamado bruscamente a
poseer y ejercer al momento una acción en el
gobierno; que la soberanía del pueblo , que no
puede ser mas que una soberanía sabiendo lo
que se hace, llegue á ser la soberanía de la
fuerza brutal y del número , es un sistema que
nos parece tan falso en principio, como fecundo
en funestos resultados.


Y no se diga que creamos fantasmas para te-
ner el placer de destruirlos; pues sino es el
primer pensamiento de Mr. de La-Mennais, no
puede negarse por lo menos que es la conse-
cuencia precisa de su polémica.


Vuélvanse á ver los cuadros que Mr. de La-Men-
nais presenta del mundo esterior, cuadros lúgu-
bres que parecen trazados bajo la influencia de
una pesadilla, y se verá siempre en ellos dividi-
da la sociedad en dos clases de hombres: vícti-
timas sin número, y algunos verdugos ; por una
parte una imperceptible minoría , soberbia, inso-
lente , sanguinaria , viviendo torpemente en la
indolencia y el placer; por otra una mayoría in-
mensa, pálida, enfermiza, estenuada, tiranizada




L A - M E N N A I S . 29


martirizada, g muñéndose de hambre. El
infierno del Dante es un paraíso comparado con
ciertas páginas de Mr. de La-Meunais. ¿ Si hay en
esto poesía, hay verdad? Podemos declarar que ja-
más hemos encontrado un solo proletario dispuesto
á dejarse tenacear ó hacer pedazos por el capricho
de otro ; nos ha parecido, Dios sea l oado , que
el número de los que se mueren de hambre dis -
minuye todos los dias. Sin duda alguna existen
todavía debajo del cielo muchas deplorables mi-
serias ; sin duda dista mucho todavía el pueblo de
la prosperidad que le reserva el porvenir; ¿pero
debe buscarla en el prematuro y peligroso ejer-
cicio de los derechos políticos, que apenas c om-
prenden , ó en el tranquilo desarrollo de la indus-
tria? ¿en el club ó en la escuela, en el Contra-
to Social ó en la Ciencia del hombre de bien,
Ricardo? Para nosotros la cuestión no es dudosa;
dése al pueblo bienestar , saber y moralidad , y
no se le dé pasión, pues no la necesita y tiene
de sobra; en cuanto á la iniciativa política, la
adquirirá por sí mismo, el día que esté en esta-
do de ejercerla.


Y ademas, esa clase media á quien Mr. de La-
Mennais acusa con tanto furor de monopolizar to-




30 PERSONAJES C É L E R R E S .


dos los derechos sociales ¿ no sale sin cesar de las fi-
las del pueblo? ¿ n o se vé todos los días al jor -
nalero pasar á ser maestro , y al artesano, hacen-
dado ? ¿ se pierde ya acaso en la noche de los
tiempos el origen de los grandes varones de las
tiendas; y puede jamás llegar á ser otra cosa la
igualdad absoluta que tan ardientemente reclama
Mr. de La-Mennais, que la libre concurrencia de
todos á t o d o , en la facultad dada á cada uno
de ser todo lo que puede ser? No pretendemos
decir por esto que esta facultad, reconocida de
derecho, existe de hecho en toda su plenitud;
no desconocemos los obstáculos de todas clases que
detienen todavía el movimiento ascendente de las
superioridades; pero al fin está abierta la lucha
para todos , y entre las dificultades del dia y la
imposibilidad de otros tiempos, hay un abismo.


En resumen , nos parece que Mr. de La-Men-
nais ha faltado á su objeto , traspasándolo; el
pueblo no es solo la estrema miseria y la igno-
rancia estrema; el pueblo, es el agricultor, el
artesano, el soldado , el hombre acomodado , el
industrioso, el abogado, el médico, el artista,
es todo el mundo. Llámese el Gobierno Monar-
quía ó República, la soberanía del pueblo jamás




I .A-MENNAIS. 31


será Ja soberanía egercída por todos sobre todos,
sino la soberanía delegada por una mayoría com-
petente, á uno ó á muchos , para ejercerla en el
ínteres de todos. La supremacía social no es asun-
to de números, no se cuenta ; se manifiesta, se
esperímenta, está en el orden, y la peor de to-
das las tiranías seria la de una mayoría ininteli-
gente , si fuese posible. Asi pues , cuando Mr. de
La-Mennáis, arrastrado por un sentimiento lau-
dable en el fondo, grita á los proletarios: « j Le-
vantaos, contad vuestros opresores, sois mil con-
tra u n o , á vosotros os pertenece el Gobierno ! » el
ilustre escritor cree ser demócrata , y á nosotros
nos parece que es simplemente demagogo.


Sin embargo, Mr. de La-Mennais, á pesar
de la exageración de sus deseos, de sus tristezas,
y de sus cóleras , no deja de ser una de las in-
teligencias mas grandes, y uno de los corazones
mas nobles de estos tiempos. Cuando la indife-
rencia domina en todas las almas , cuando las in-
dividualidades se aislan y envuelven en un odioso
manto de egoísmo , cuando prevalece la innoble
máxima de cada uno para si, gusta ver á un
hombre que padece , con los padecimientos de los
demás , que se embebe en los dolores del pueblo,




32 PERSONAJES CELEBRES.


que los agranda desmedidamente con el pensa-
miento , cual si quisiera imponerse un pesar mas
vivo ; que se esfuerza , aun engañándose , por re-
mediarlos , y que conserva casi s o l o , en medio de
la general apatía, el celo de la caridad la ener-
gía de la voluntad, y los tesoros de la fé. En la
penosa y lenta marcha de la humanidad hacia
el porvenir, este Sacerdote se ha colocado en la
vanguardia. Impetuoso, incansable , fija la vista
en el punto luminoso que anhela alcanzar , cor-
re sin descanso, combatiendo los sistemas que
le conducen hasta que caen rendidos; y entonces
variando de sistema sin variar de ruta , prosigue
su rápida carrera. ¡ Al ginete que tiene prisa de
l legar, qué le importan los caballos que deja
muertos detrás de s í !




2nòke îre U s btarjvafttts contcniÌKis


E N EI,


T O M O T E R C E R O


FERNANDO V I I


L O R D B Y R O N .


L U I S F E L I P E I .


Z U M A L A C A R R E G U I .


M R . L A F F I T T E .


D . JOSÉ D E MAZARREDO.


D . VICENTE L O P E Z .


BERNADOTTE ( C A R L O S X I V . )


D . R A F A E L ESTEVE.


M R . C A N N I N G .


D . JOAQUIN D E LA PEZUELA.


M R . D E L A - M E N N A I S .




ERRATAS IMPORTANTES.


Biografías. Pag.- Lin. Dio. Léase.


D. V . L Ó P E Z . 12 1 3 sobre una mesa sobre una nube.


D . R . E S T E V E , 10 25 agricultura arquitectura.