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\ EL CENSOR,


PERIÓDICO POLITICO
Y LITERARIO.


TOMO VIII.


MADRID, 051:
/5\.r.


En la Imprenta del Cen4.7,




EL CUNSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 43.
SÁBADO, 26 DB MAYO DE 1821.


Del equilibrio européo.


En vano los pueblos mejoran su admi-
nistracion interior , si la falta de equi-
librio entre las potencias européas los es-
pone diariamente á las invasiones del mas
poderoso. El derecho público de una na-
cion no puede tener firmeza, á no ser
que el derecho internacional, ó entre pue-
blo y pueblo, se funde sobre. la , igualdad
respectiva de las fuerzas ; de modo que las
conquistas sean casi imposibles por la reu-
nion de todas las potencias contra la am-
bicion usurpadora.


TOMO VIII.




Los pueblos de la antiguedad no co-
nocieron este 'equilibrio , porque cuando
empezaba á establecerse en alguna parte,
llegaba un nuevo poder, desconocido an-
tes que lo rompía. Los griegos divididos
en una multitud de repúblicas indepen-
dientes, confederadas unas con Atenas,
otras con Esparta, consiguieron Ijar cier-
ta especie de equilibrio, por la prepon-
derancia que debió Tebas á las con-
quistas de Epaminondas ; pero la ambi-
cion de Filipo y las conquistas de Ale-
jandro acabaron bien pronto con aquel
equilibrio. Cuando los sucesores de Ale_
jandro ; despues de las sangrientas guerras
y de los horrendos crímenes que mancillan
su historia, llegaron á establecer cierta igual-
dad de fuerzas entre las monarquías de
.Macedonia, Siria y Egypto , los romanos,
vencedores de Cartago, se presentan en
el istmo de Corinto y en el centro del
Asia menor, destruyen sucesivamente to-
dos los tronos ¿le orígen griego, y se ha-
cen dueños del mundo civilizado, desde
las columnas de Hércules hasta el Eu-
frates.


Los bárbaros acometen el imperio ro-
,nano, y despedazan el occidente en di-


ferentes - monarquías, que volvió á reunir
bajo su cetro Carlo-magno , con el título
de emperador. El régimen feudal y el de-
seo que tenian los Monarcas de llamar re-
yes 'á todos. sus hijos , repartiendo entre
ellos los estados del padre, dieron naci-
miento á las diversas monarquías moder-
nas de Europa; pero tardó mucho tiem-
po en establecerse entre ellas el equilibrio;
porque un nuevo poder, que empezó en
el siglo IX, se hizo superior á los sobe,
ranos mismos: este fué la autoridad po-.
lítica que en aquel siglo adquirió el sa-
cerdocio. La curia. romana empezó á ser
una potencia eumpéa , desde que los lom-
bardos se establecieron definitivamente en
la parte sept.entrional de Italia. Su políti-
ca fue no permitir que los lombardos
los griegos predominasen en aquel pais; y
cuando la debilidad- de los emperadores
de Constantinopla dejaron la Italia aban-
donada á sus rivales, entonces. Roma lla-
mó á los francos, renovando la pernicio-
sa política,.' inventada por el eunuco Nar-
ses é imitada en los siglos posteriores por
la curia romana: Bajo los descendientes
de Carlo-magno, crecieron. las posesiones y
la influencia de este nuevo poder. Disputó




á los Monarcas la investidura de los obis-
pos, en cuanto á sus señoríos temporales;
destronó y elevó reyes; armó la Europa
contra el Asia, y despues contra ella mis-
ma, hasta que el descubrimiento del nue-
via mundo y los progresos de las luces,
favorecidas por la invencion de la impren-
ta , redujeron el poder temporal de los
sumos pontífices al corto territorio del es-
tado eclesiástico, y arrancó la'espada y el
cetro . de las manos del sacerdocio.


Mas no fue la preponderancia sacer-
dotal la única, causa que se opuso en los
siglos de la barbarie al establechniento del
equilibrio européo, La mezcla confusa de
las tribus bárbaras que formaron las mo-
narquías modernas, su espíritu guerrero
y usurpador , los vicios políticos que es-
tablecieron „ la debilidad de los estados
feudales, lw turbulenta independencia de
los barones poderosos que se elevaban por
grados desde la clase de gobernadores re-
beldes á la dignidad de príncipes legíti-
mos; en fin, las continuas fluctuaciones
del,


poder que no conocia regla alguna
para su egercicio , debieron impedir, y
efectivamente impidieron, que se asentase
sobre basas firmes el sistema de la confe-


7
deración europea. En él intervalo qué pa-
só desde Carlo-magno hasta RoduIfo de
Habspourg , los normandos fundarán él
reyno de las dos Sicilias y el gran dit-,-
cado de Rusia, y conquistaron la Ing`fa
terra. tos húngaros se establecieron en.
las Panonias; los reyriOS de Polonia, dé'
Dinamarca y de Suecia éMpei,aban á tener'
comunicaciones con los (lemas de Európá;
y las .conquistas de los caballeros teutó-
nicos agregaban la Prúsia á sistema ger.
mánico. Pero el poder feudal en sus doS
ramificaciones, la nobiliaria y la sacerdo,
tal, plagaba estas nuevas mónarquias, dé
la misma manera que las antiguas.


La creacion de ejércitos permanentes
y las libertades que en esta época se
Volvieron á los comunes, deStruyeton la
anarquía feudal, y aumentaron el poder
de los reyes. Asi es que en la época dé{
tratado de V7estfalia , España, Francia é'
Inglaterra, eran tres potencias grandes, por.
la reunion de las divisiones y subdivisio-
nes que había formado el feudalismo ó los
acontecimientos militares. La formaciori
de los grandes estados es un bien pava'
la humanidad; porque aunque no evita
guerras crueles y largas , disminuye per




lo menos el número de los que su-.
fren en ellas. Cuando la Europa estaba di-
vidida en pequeños señoríos feudales, el
estado de guerra era perpetuo , y no ha-
bia aldea, por pequeña y escondida que
fuese, que se pudiere libertar de aquel ter-
rible azote. Cuando llegaron á formarse
monarquías de una regular estension , se
establecia en ciertos puntos el teatro de
la guerra, y el resto del territorio quedaba
libre. Desde que Fernando el católico reu-
nió todas las coronas de España, es decir,
desde el siglo XV, .4o ha sido el territo-
rio español ocupado por los enemigos>
sino en dos ocasiones.


Pero el estado que en el mismo tiem-
po tenian la Alemania y la Italia, era
esencialmente contrario á la pacificacion
de Europa. La Italia , dividida siempre en
pequeños estados , que jamas supieron con-
federarse, sufrió el yugo de la casa de
Austria: La Alemania , habiendo legaliza-
do por la bula de oro , las usurpaciones
feudales, está dividida aun hoy en 38 so-
beranías, dispuestas á ligarse con los prín-
cipes estrangeros, para subtraerse á la su-
perioridad del Austria ó de la Rusia. Si
á esto añadimos la prepotencia, que ad-


9
niiirió la monarquía española en el siglo
XVI , el establecimiento de los turcos en
Europa, la nulidad diplomática del rey-
no indefinible de Polonia, y la separacion
de las coronas del norte, unidas con muy
buen consejo por Margarita , reina de Di-
namarca, hallaremos que aunque en el
siglo XVII, se iban aproximando las na-
ciones á los principios del dere cho inter-.
nacional, quedaban todavía muchos ele-
mentos de discordia, que pudiesen servir,
de estímulo á los monarcas ambiciosos 'para,
perturbar la paz.


El mayor de todos ellos es el dere-
cho que el nacimiento dá á los prínci-
pes para poseer los Estados. En el siglo
XVIII, todas las guerras tuvieron su ori-
gen en este derecho , aseeptuando la re-
particion de Polonia y la guerra de la
revolucion. La sucesion de España, la de
Austria, el establecimiento de los hijos
de Felipe V en Italia, y los derechos que
reclamó Federico II . de Prusia sobre la
Silesia , llenaron de sangre la Europa entera.


La guerra de la revolucion: cesó , por
la restauracion de la •familia de Borbon
al trono francés; pero en el bconoTeso de
Viena de 1815, no se han destruido los




o


gérmenes: que eau§tiror, las antiguas guer-
ras y que causarán las fnturas. Subsisten
todos los antiguos derechos, que seran pre,
tensiones, apenas haya fuerzas para soste-
nerlas : la Italia está todavía dividida y
sin fuerzas; la córifecleraCiób g,Orniánica
funda sobre los pfinciplos feudales : la
Escandinavia se halla incapaz de resistir
á la corte de Petersbu ► gn •;' enandO la •Ru-
sia, corno un eóloso anierráZador, , se átei.,.
dá' réon todas sus fuerzas rentiidas hacia el
c9eddente curopéo.


Ya desde el siglo XVI: So enipezárórt
á conocer los grandes defectos del siste-
ma de' Europa. Enrique IV y Sully, con-
vencidos - de la imposibilidad de establecer
la paz, mientras la casa de- Austria tir-
viése tan grande influencia 'eh Italia, Ale-:
manía y España , concibieron un proyec-
to de división de' la Europa, que eónstaba
de seis grandes monarquías hereditarias,
Francia,' •España , Ing;laiérra, Dinamarca,
Suecia y Lombardía; de 'Cinto monarquías
electivas, el iniperié-deiÁlemania-, • el es
fado PuritifiCin, lá Pélonia, la Hungría
y• la tolrenlíiá , y de etiatrá repúblicas,
Venecia,' la Italia meridional, la Suiza


la Italia. Rusia- y Turquía quedaban en


este plan fuera del sistema européo ; la
Rusia , por ser aun bárbara y poco cd4
nocida , y la Turquía, porque se le consi-
deraba entonces como la enemiga natural
del mundo cristiano. Todos estos estados
debian someterse á un consejo anfictió-
nico , ante quien debian 'discutirse las: que-
rellas de los monarcas. Se vé que el aba-
te Saint-Pierre no fue el primer hombro
de bien que soñó la dieta européa.


Este plan es Muy defectuoso en sí
mismo. Las masas que se querian equi-
librar en él eran muy desiguales; por
otra parte la Italia meridional no podia
ser republicana en aquella época. El con-
sejo anfictiónico era ilusorio ó peligroso;
porque ¿ cuáles eran los medios que sé
le daban para hacer ejecutar sus decre-
tos ? Y si se le daba la fuerza necesaria
para ello, ¿ quién aseguraba 'que no se
vaidria de su poder para tiranizar los re-
yes y las naciones ? Mientras ]os hombres
sean como son, es decir, ansiosos de domi-
naeion y poder, es preciso renunciar al an fic-
tionaduque ó no es nada ó sirve para que una
nacion prepoderante en él se haga señora de
las demas. Los anfictiones de las termópilas en-
tregaron la Grecia á Filipo : los congresos ac-




I2
tuales , esas grandes reuniones de diplomá-
ticos de todas las naciones aliadas, si el es-
piritu del siglo no se opone á sus operacio-
nes , inundarán segunda vez la Europa con
los guélreros del septentrion.


Sí el plan de Sully, , considerado abs-
tractamente, era imposible de realizar; no
lo era menos considerado con re5pecto á
los obstáculos, que tenia que vencer. Pri-
meramente., •era preciso que se persuadie-
sen de su conveniencia muchos Monarcas,
cuyos intereses y pretensiones eran dife-
rentes y aun contrarios: .se•necesitaban pa-
ra ponerle en egecucion fuerzas mucha
mas considerables, que las que tenia el
reyno de Francia en aquella época; y • en
fin , el plan chocaba, no solo con los in-
tereses actuales de la casa de Austria, sino
tambien con los de todos los príncipes
que debian perder por la division adop-


. tada en el proyecto.
Hemos pensado muchas veces, que la


causa principal por la cuál se malogran
las reformas útiles, ya en la administra-
cion interior de los estados, ya en la po-
lítica esterior, es porque se choca direc-
tamente con los poderes actuales, cuando
se • debia transigir :con ellos. La Europa;


13
despues de haber atravesado muchos siglos
de barbarie, ha llegado á la actual época
de ilustracion , cargada con muchas ins-
tituciones y preocupaciones de los siglos
antiguos ys, mejorada con las ideas y co-
n (le los últimos. Hay en su seno
un gran número de fuerzas contrarias, cu-
yo objeto es aniquilarse mutuamente, ya
para retroceder, ya para marchar adelante
en el camino de la civilizacion. Mientras
la guerra sea de opinion solamente, el
triunfo de las buenas ideas es seguro :
porque la progresion de estas es accedente
é inevitable ; pero si se establece la lu-
cha de poder á poder, y. se quieren ob-
tener en un solo dia los resultados que
debe producir la lenta y segura mano del
tiempo, la victoria estará indecisa por mu-
chos siglos, y se hundiran inutilmente mu-
chas generaciones en el sepulcro: porque
la sociedad" tiene un instinto conservador
que la obliga á oponerse á todo movimien:
to convulsivo. Quiere las reformas, quie-
re las buenas instituciones, quiere ser go-
bernada por los únicos principios que pue-
dan asegurarle .la libertad y la gloria; pero
nada de esto quiere lograrlo por la des-
truccion del orden público , que es para




14
ella la primera de las necesidades. Los
que emprenden sacrificar una generacion
á la felicidad de las venideras, obran con-
tra el instinto primario de la sociedad, que
es conservar, en cuanto le sea posible, los
individuos presentes; porque la comunid ad
actual no se compone de las generaciones
venideras, sino de la que hoy florece. A
los hombres de estado toca buscar los me-
dios mas oportunos de reformar transigien-
do mas bien que guerreando. Porque en
la guerra son árbitros las pasiones, y en
la transaccion domina el espíritu del siglo
cuya influencia es inevitable, segun hemos
ya demostrado.


Apliquemos estos principios á la políti-
ca esterior: es evidente que por mas sa-
bio que sea un plan de division del terri-
torio européo, no podrá verificarse sin
gravísimos inconvenientes, si tiene contra
sí los intereses y las pretensiones de mu-
chas potencias ; por que la oposicion de es-
--tas ocasionará una guerra cruel y desola-
dora, cuyos resultados serán inciertos, y
por consiguiente mas funesta que las que
se quieren evitar para lo sucesivo. Por


-otra parte, é quién asegura que los defen-
-sores -del. plan , si quedan triunfantes, lo


pondrán en ejecucion ? La victoria es muy
mal consejero ; y el que lo logra atende-
rá, mas bien á su engrandecimiento que
al bien general de las naciones. Acabamos
de ver un grande y triste egemplo de esta
verdad. La Francia triunfó bajo Napoleon
del Pó, del Danubio, del Elba y del Wístu-
la : qué uso hizo ide sus victorias? cumplió
la palabra, tan solemnemente prometida á
toda Europa, de fijar irrevocablemente sus
fronteras en el Rin ? creó en Italia un gran
poder que sirviese de equilibrio entre Fran-
cia y Austria ? dió á la'confederacion ger-
mánica la fuerza y estabilidad necesarias
para guardar el Rin contra la Francia , el
Wistuia contra la Rusia, y el Danubio contra
el Austria? No. El vencedor, cuándo se
impuso freno á sí mismo? Con los triunfos
crecen las pretensiones :


"Crescit indulgens sibi dírus hydrops.
La Francia soñaba entonces no el equi-


librio européo, que tan facil le hubiera sido
establecer, sino el imperio de Carlomag-
no que obtuvo; y despues de haberlo obte-
nido, soñó la monarquía universal. De este
sueño despertó muy cruelmente, pero los
que la despertaron ,:le han sucedido no so-
lo en su poder, sirio tambien en sus sueños'





uopeaapaitrOD etpip
acuno; sadpuyd sonanbu ap saaautt [ap
sand sa •seartalsue sezaan; s9 aod oped
-nao erp ja ua aadtuats opezeuatue 'sud
anb ap etauapuadaput ej eaed seutapr


traesaaau sa eutmen uolaeaapajuoa
ctuals[s lap o[aqtnnba


ja eaed Clinj uaatti anb saaapod sapueal
sop uasalnpoad sad[aurad sol ap SOII3P./
-ap so/ aeatue ep aluanzaLuoaut ja tus anb
‘e!uetualy ua ralo I e Hun ua eun SDUOT3
-raapajuoa sop asartuaoj ueaanand salueu
-Áaa sepsemp sel aja sasaaalut sal y °ideal
1103 epeu aeuodatd aqap as ou alaed talo aod
Á squentios. seuanbad ua soptp!•p en) la
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-ntlialy iza á etiell 9 ua anb sa oaatupd [a
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anb OLIÁOI ojos un JOS aqap ellen trj


•eaqauto ap opoltaaal•a Á eztm
ap opepuoa [a eiones el ala ey[9ái anb 01
ua asaeluatune.'aqap etaueaa eZ -ot,tol!a
-aal Temar ns emasuoa eaaalOui
•sopeaedas ueistxa eptsutuad ensariu ap sou
-Áaa sop sol anb ua epesaaalu[ sem etuual.
-od ej sa saaateilui ti


anb eaoult a!peu
sand 'anon
ap sauotspap sej ua aktu


-u' Inuopett tu!.t[dsa ja anb y‘up-as',ou: sou:
-atu oi iod •ejnbaettout elos Sun aetuáoj-
uaqap soptunaa idniaod Á euedsa
.eutaisis ras opualuodsa csaaolaat soalsanu
p pepaan usa ap soutánauanuoD •opealld
-sa soutatt anb uotatwasuoa ap outputad
ja aluasaad onan ou eiaaaell je atad 1 edoana
ap o!aoi!aaal jap uotst.,sw ns uatqutel áa


-aotaalsa eaTiod 9 ap eaaaar sepia
-aale aluatuetuns anbune seues Ántu sea-in
Áeq ella ua •opesed oue ja staed ua 9atiq
-nd asé saatte.0 le ofnpeal as anb ‘selaual
-od set ap o[o_ppnba ja anos sacio run op
-eagqnd Eq optan a•kl sálÁui otqes


•edóana ap ettunsts
ja anilant tia esuatd alpeu etaeaSsap


91




ull, La germánica existe; pero su gefe es
stiniamente poderoso : y los--pequeños so-
beranos ' , que . •lá componen •carecen de
verdadera fuerza. No hay sociedad sino
entre iguales. Cuando la Prusia admita el
régimen constitucional , es probable que
todo el occidente de Alemania se con-
federe con ella ; pero tambien es un ge-
fe.idernasiado'poderoso con respecto á sus
.eaAestados. Lo mejor que estos tienen que
hacer, . es confederarse entre sí. Baviera,
Wurtember: Baden , los Paises-bajos,
Hannover-y Sajonia; forman una masa muy
respetable:, -si • se unen en los vínculos de
una' eltrecha• é igual confederacion.


El. ,segundo .principio que debe ob-
servarse, es limitar el derecho de suce-
sión•. hereditaria: á los pequeños estados
vecinos , que„ puedan algun dia incorlpo-
rarse y formar un reyno considerable,
oponiendose á su aplicacion con respec-
to los grandes estados ya formados, ó
á los. pequeños, estados que esten leja-
nos. No hay dificultad en que el rey de
Cerdeña suceda- -por derecho hereditario
en la Toscana 6. el' rey de Sajonia en
el gran ;aneado de Hesse-Cassel. Pero no
debe permitir que ninguno de estos su-


El revno de los Pai ses bajos -festende-
rá sus fronteras orientales hasta 'el Elba,
y las 'meridionales hasta el Mein.


El imperio germánico cesará; y el Austria
en resarcimiento de lo. que pierde' .de•-Itat
lia , ocupará , toda la Alemania meridional:


La.Prusizi poseerá desde el.Elba hasta
el .Wístula, y adernasla. Gallitzia.


Las -tres coronas del Norte se reunirán


1a cabeza del rey . de, Dinamarca; con el
título de rey de „Escandinavia. .
• Bien: se ve euantos• reyes y duques que-
dan desposeidos , en. esta. distribncion.
M.r Leckie les asigrwgeherosament•: gran-
des estados en; Bérbeitia.:y en Grecia. El
rey de: Baviera fijaria sii corre• 'en .las..rui4
nás dela Lacedemonia;•Bernadote
las faldas del Atlante, y el. ancianory•resl
petable rey de SajOnia aeabaria


dial
oyendo el ruido de•as ondas 'que•


estre:::
Han contra las Sirtes.


Nosotros confesarémos que -seria, muy
de desean, que esta distribucion existiese
ya. Un pequeño número -de grandes'Anasas
se equilibra con mas facilidad, • que un-
grande número , en el cual l as hay: de to-:


complicado,
yaiíos.El sistema es entonces:•inas


no es posible prever .: coa-
TO7r10 VII I.
2




18
les seran los resultados de un impulso cual-
quiera. Las potencias grandes quieren apo-
derarse de las pequeñas: las pequeñas
engrandecerse sucesivamente á costa lelas
grandes. La escena de ambición abierta
una vez, la sangre humana correrá en ella
sin mas intermisiones, que á las que obli-
gue el cansancio de las guerras ; y los tra-
tados de paz no serán mas que treguas
momentáneas. Por otra parte, el proyecto
de Mr. Leckie es eminentemente européo:
pues se dirije á cerrar para siempre á los
rusos las puertas del occidente.
- Pero la desgracia está en qué el" pro-
yecto es impracticable sin una larga per.
ra, cuyo éxito nadie es capaz de prever.
Napoleon pudo haberlo ejecutado despues
de la victoria de Friedland , en lugar del
desatinado tratado de Tilsii que dividió la
Europa en dos monarquías. Pero despues
de las interesadas especulaciones diplomá-
ticas de Viena en t11 .15; despues de ha-
berse desviado á tanta distancia del verda-
dero sistema, ya no es faca volver á él
sin nuevas convulsiones, cuyo éxito, lo
repetirémOs siempre, debe ser muy terrible.


Sin embargo, es bueno que semejantes
ideas se publiquen y pr,-)pagiten, señalada-


a3
servarse sin detrimento del bien público.
La Inglaterra escluyó del trono la dinas-
tía de los Estuardos , porque estos no
podian reynar sin contrariar el interés de
toda la nacion.


Ni se crea que hacemos profesion de los
principios democráticos que se deri-
van de la igualdad primitiva de los hom-
bres. No ignoramos que estos principios
solo sirven para solapar la ambicion y e
despotismo, fruto ordinario de la 'icen,.
cia. Al contrario, .creernos que un pais
de una estension considerable no


.
puede


gobernarse tranquilamente sino por uná
dinastía fija, protectora :y protejida mú-
tuamente por las libertades de los, puev.
blos. Pero si deben ser fijos é invariables
los derechos constitucionales de los reyes,
estos por su bien propio, por el de sus-
súbditos y por el general de, la Europa,.
deben sacrificar sus derechos naturales
adquiridos por la sucesion.


Pero ¿ son esos derechos legítimos y
verdaderos ? En su origen no : porque
no hay una sola casa reynante en Euro-1
pa , ni aun en todo el mundo , que no
deba el trono á la usurpacion y á la: : fuer-
za de las armas. Es necesario, pues, que




24
los monarcas reetirran á la aceptácion pos-
terior de los. pueblos tácita •ó-: espresa,
sir! quieren encontrar títulos lejítiinos• á la
corona. , Ahora bien es imposible qué el
pueblo español haya dado consenti-
miento para que ,sti.-rey viva en Copen-
bague, -ni el pueblo danés lo puede ha-
ber •.dado para .que su rey viva 'en Ma-
drid,-Diego si, las.combinaciones fortuitas
de los- matrimonios y -de las muertes reu-
nen en un mismo heredero estas dos co-
ronas , por el interés de ambos pueblos,
por ,e1 de Europa :y•por los principios do
la razon universal , deben separarse.


Acábense,• pues,- esas anomalías . estra-
vagantes. que el:régimen feudal •introdu-
jo *en Europa. Cesen esos estados peque-
ños,- que interpuestos entre dos- grandes
naciones, son una • contínua piedra de es-
cándalo'. Que la,,,,,confederacion ó la reu-
nion los haga fuertes. é independientes
por sí mismos, El :Austria no • pensará
nunca : en conquistar la Francia; pero
estará perpétuamente en guerra con . ella,
para disputar algunos territorios de Italia
y de• Alemania. Si la• Alemania y la- Ita-
talia'son; fuertes por sí mismas, no isen-
drán necesidad -de aliarse hoy con Napo-


21


ceda en la monarquía austriaca: ni; -,que
se pueda unir á un estado:grande otro
pequeño , ni .mucho loenos:,olro grande.
Si la diplomacia hubiera, cuidado dé po-
ner bajo la garantía de, todas las nacio-
nes las . renuncias estipuladas por• los
príncipes en .sus, contratos. matrimoniales,
no hubieran e.nsangrentadollaXuropa, tantas
guerras de sueesion.• ;-•


El- tercer„principio. se ;infiere del , se •
gundo: á . saber, que .


se- Adopte entre los
príncipes la, costumbre de renunciar -á • la
sucesion de aquellos estados, que le:pro-
hibe agregar á los que-ya tienen el inte-
rés de la. Europa, y cine, toda la .diplCH-
macia enropéa garantice dichas renuncias:
Entonces se :establecerá ,la, costumbre de
casarse los príncipes pequeños con las
princesas de los estados vecinos, cuya re-
union no está negada, antes bien debe
ser favorecida por la9política europea. Al
cabo de algunos años se verificara sin
guerras la .


.formacion,. de' las dos gran-
des .monarquias, quetlacen falta en Eu-
ropa.


Se podrá objeta, estos dos princi-
pios el de.la justicia qué se debe á los
individuos , y el derecho de sucesion,




27D.
re oit citló gin' Europa desde tiempos muy
antiguos. léanos licitó preguntar al que
haga- semejantes objeciones, : Cómo un in-
dividuo puede ›reclamar derechos, cuando
estos estan en oposición con la razon, eón
la naturaleia;: en una palabra , con el
bien general. . Si algún- . príncipe quisiere
presentar sus títulos -ew r tela de justicia,


no podrian oponerle sus súbditos los de
la paz, la tranquilidad y la felicidad co-
mun ?c Quién tandria la locura de pre-
ferir la justicia de un individuo á la de


• •la comunidad?
El derecho privado debe subordinarse


al general , y siempre que no puedan co-
existir , debe sacrificarse aquel, Todos los
derechos naturales que pertenecen al prín-
cipe, pertenecen recíprocamente á su pliebló-
Los que pertenecen al príncipe sin perte-
necer al pueblo, no són independientes
de este : pues no se le han concedido al
monarca, sino para que use de ellos en
bien de sus súbditos ; y dejan de ser de-
recho, en el momento que son perniciosos
á la nacion. Un rey, cuyos derechos sean
contrarios al bien general de Europa, no
debe ser tratado mejor que un particu-
lar, cuyas propiedades no . pueden con-


TEATROS.


es al mismo tiempo original. cierto que
en la comedia de Tirso de Molina, Zelos


de las mejores del antiguo teatro español,
Es


con zelos se curan, hay una combinacion


El desden con el desden, comedia en tres
jornadas de D. Agustín Moreto.


Esta comedia, que es sin disputa una


semejante en la apariencia á la de Moreto ;
pero muy diferente en la realidad. Sirena
ama al duque: para hacer mas firme su
amor, le dá celos , y el duque la castiga
fingiendo enamorarse de otra. La intriga
de Tirso de Molina es una artería amo-
rosa , que castiga otra artería: es un jue-
go cuyo desenlace prevé el espectador,
porque conoce la pasion dominante de ca-
da personage. La cuestion de Moreto per-'




• manece siempre dudosa hasta el fin. El des-
den de Carlos ¿ triunfará del • de Diana?




Hasta la catástrofe no se puede
.
prever el


éxito : pues aunque se reconocen ya desde
el segundo acto los síntomas del amor en
el pecho de la desdeñosa, sin embargo aun




28
en la última escena se teme que sacrifique
á su altivez los sentimientos tiernos que
Carlos ha sabido inspirarle; y por eso dice
Polilla á Carlos -con• muelia razon :


,,Has menester un modo muy discreto
De declararte, porque tenga efeto:
Que va con condiciones el partido,
Y si yerras el cabo, •eStás perdido."


La comedia de Calderon Para vencer
á amor, querer vencerle, tiene tambien al-
guna semejanza con la fábula de Moreto.
Cesar 'ama á Margarita, y es despreciado
por ella. 'VíCtima y juguete por largo tiem-
po dé pasion, se resuelve á olvidarla
y empieza á aparentarlo. Margarita, picada
por esta mudanza , siente el ultrage de su
vanidad; mas 'no aquel fuego que devora
1.1 la Diana de Moreto, cuando en el ter-
cer acto* esclama :


¿Qué es esto que me sucede ?
Yo me quemo : yo me abraso;
Mas . si es venganza de amor ,
¿ Por qué su rigor estraiio ?
Esto es amor, porque el alma


Me. lleva el desden de Carlos." -
Y poco despues á Cintia, que le pide


licencia para admitir la mano de Cárlos.:


25
leon contra el -Austria, y mañana con el
Austria contra Napoleon.


El último principio y el mas intere-
resante de todos, es el establecimiento
del régimen constitucional en todas las


. monarquías. Acabar de una vez • con la
guerra es mas de desear , que de esperar;
pero no hay duda que serán mas difí-
ciles , cuando los príncipes tengan que
consultar á sus pueblos Tara hacerlos.
El interés perinanente de las naciones es
la paz-, único estado en que pueden go-
zar, con libertad .y abundancia de los fru-
tos , de su industria. Tambien es este el
interes indestructible dé la generacion ac-
tual , filosófica é rilustrada , y dé' las gene-
raciones que ,se• le sigan hasta que el
mundo vuelva,. si ,


es' posible ; anti-
tigtia barbarie. Repugnan en' la- época
presente á la gran familia europea esas
escenas de horror y devastacion.: la gloria
militar • es demasiado funesta para el mis-
mo que consigue sus laureles. El fruto
de las conquistas , merced á los progre-
sos de las luces, no sirve ya sino para
despojar al conquistador del amor de sis
pueblos, que es la garantía mas 'segura
del poder.




26
Por consiguiente no puede haber ya


otras guerras que las que intenten los
monarcas absolutos. En donde se conceda
al pueblo alguna parte en la adminis-
tracion, se aprovechará de toda su influen-
cia para alejar de sí y (le la Europa tan
espantosa calamidad. ¡ O monarcas! ¡ ó
pastores de los pueblos '. Si realmente
quereis ser sus padres, como con tanta
frecuencia lo proelarnais en vuestros ma-
nifiestos, conceded á la Europa el bene-
ficio de una perpétua paz; y si quereis
asegurar este beneficio, y poner á vues-
tros ministros y á vosotros mismos en la
feliz impotencia de retractarlo, llamad á
vuestros . hijos á tener parte en la admi-
nistracion pública : la única garantía de
la tranquilidad perpétua es la generaliza-
cion del sistema constitucional.


Pero si Moliere corrigió alguno que otro
defecto de la comedia de Moreto, en cuanto
á la verosimilitud y la decencia teatral,
se quedó muy atras en cuanto á la des-
cripción de los dos caracteres principales,
y en cuanto al movimiento y conduccion
de la intriga ; ó mas bien no hizo mas..
que diseñar el cuadro español, despoján-
dole enteramente del colorido : pues ni aun
escribió en verso su princesa de Elide.
Sin duda esta clase de asuntos no era la
mas adoptada para el pincel de Moliere.
$u cómico siempre moral, siempre pro•
fundo, desdeñaba los juegos amorosos, á
los cuales estaba casi esclusivamente redu-
cido nuestro teatro en aquella época.


El asunto del Desden con el desden será
frívolo cuanto se quiera; pero no lo es el
trabajo • empleado, ni la gloria adquirida
en su desempeño. In tenni labor: at te-
nuis non gloria. Es imposible dirigir con
mas acierto y delicadeza una intriga dra-
inática. El desden de Diana no es ni el
melindre vulgar de una




b
muc,er hermosa,


ni la altivez necia de una rnuger vana;
porque en cualquiera de estos casos hu-
biera procedido de falta de talento , y hu-
biera sido tan dificil corno inglorioso el




29
Qué es quererle ? ¿ tu de Carlos


Amada, y yo despreciada ?
Tu con él casarte , cuando •


- Del pecho se estk -saliendo -
-El corazon á pedazos?
Los versos que siguen á estos, son ad-


mirables por la pasion y verdad de los
afectos, y por el 'deserden y • agitacion
que espresan. El alma de la desdeñosa está
atormentada sucesivamente, ya por el furor
de los celos, ya por la ternura de una pa-
sion desgraciada. Este trozo es de muy
bella egecucion , y La-rucha lo que sabian
hacer nuestros cómicos antiguos , cuando
el. mal gusto del '


silfo no les despeñaba.
Es verdad •
algunos versos 'pertenecen


al idilio,
bierí 'Pie al drama, como


estos :


El amor corno deidad
Mi altivez ha castigado,
Que es niño vara las burlas,
Y Dios para ,los agravios."


'ero en un draMa• consagrado enteramen-
te á los sentimientos amorosos , no des-
dicen estos versos, que por otra parte son
hermosísimos, señaladamente los dos úl-timos.


32
vencerle. Su desdén nada de la-reflexion:
inclinada desde su niñez al estudio de la
historia, habia cobrado estraordinaria aver-
sion á la pasion del amor, cuyos desas-
tres llenan los anales de los imperios, y
había determinado firmemente renuñeiar
á sus 'placeres. •


Esta determinacion que solo puede ser
hija de la corta edad y de la inesperiencia,
se reunia en ella á. la vanidad, que natu-
ralmente debian inspirarle los obsequios de
los príncipes- que solicitaban su mano;
Diana ignorante- de la marcha de las ' pa-
siones y de los artificios con que se : en-
cubren, se presenta • á sostener su desdén
armada solo de su aversion d'amor, ad-
quirida• en los libros, y •de la entereza na-
tural de su caracter.


Carlos es un príncipe•galai, discreto, va.,
leroso , con todas las prendas .para ser •que-
rido; y á tantos medios de seduccion añade
el de ser amante de Diana. La manera con
que describe los progresos de • su •• amor
en el primer acto, Manifiesta toda la delica-
deza del pincel de Moreto. Carlos ama á
Diana, no tanto por ser 1 bella , como por
ser desdeñosa. La reflexión que hace keer-


_ ca de lo que pasa en fu corazon , le sugie-




3o
El gran Moliere, padre de -la comedia


francesa, ha hecho quizá mas aprecio de
nuestro Moreto, que todos los literatos es-
pañoles, imitando El desden con el desden
en la Princesa de Elide, y quedándose muy
inferior al original. Es verdad que co-
locando la escena en Grecia, y dando upa
madre á la princesa , en lugar del conde
de Barcelona, personaba bastante ridículo
en la comedia española, ha enmendado la
desconveniencia histórica que cometió Mo-
reto; pues en los siglos caballerescos de
la galantería y de los trovadores, a los cua-
les se refieren las costumbres que des-
cribe , no existia ya . el condado de Bar-
Celona. Harénios aqui una observacion
y es, que es muy raro encontrar en las
antiguas comedias espa ñolas 'el papel de
una madre tan comun en el teatro -fran-
cés. Sin duda las actrices del siglo XVI y.
XVII no querian repi'eseritar sino pape-
les de jóvenes. No nos 'acordamos de nin-
guna pieza en que haya madres , sino el
Monstruo de los jardines, Eco y Narciso, y
alguna otra de Calderon: mas las que en
estas piezas se introducen, son deidades,
y por consiguiente siempre gozaban de la
juventud, á pesar de la maternidad,


33
re la idea de vencer á la desdeñosa con susi
mismas armas. Determina, pues, afectar
una aversión decidida al amor. Al mismo
tiempo hace que su criado se introduzca
en calidad de médico juglar, como se usa-
ban en el palacio de los príncipes , al lado de
Diana. Este artificio prueba el tino dramá-
tico de Moreto, que previó que Carlos
sucumbiria en la empresa que hahia to-
mado á su cargo, á no tener quien le con-
tuviera cuando le estraviase su pasion , y
quien le avisara de la verdadera situacion
del campo enemigo.


Estos son los elementos de la fábula.
El enlace empieza al fin del primer acto,
cuando Carlos declara á Diana que la ob-
sequia por deber, y no por amor, y que
no solo no quiere amar, pero ni ser ama-
lo.Dia. na, por la propension natural no


solo de su sexo, sino tambien del nuestro,
desea subyugarle, y pone en ejecucion los
medios de conseguirlo. Todo contribuye
á engañarla: la inexperiencia, la seguridad


.72
que la juventud tiene en sus determirua
ciones, la misma opinion del hombre pe-
ligroso al cual quería subyugar, .su alti-
vez en fin la persuaden, que no corre nin-
gun


riesgo en su proyecto. De esta mane-
TOMO. VIII.
3




3 4
ra establece Moreto con mucha" delicadeza
la correspondencia entre Carlos y Diana;
correspondencia, que versándose sobre
materias amorosas, no puede dejar de en-
cender el fuego- del deseo en pechos juve-
niles.


dirémos del artificio con que
está conducida la célebre escena del segun-
do acto, cii que Carlos usando del dere-
cho que le conceden las licencias del pala-
cio, • enamora á Diana con tanta verdad,
que ella cree haber llegado la ocasion de
oprimirle con su desprecio P ¡Qué bien
pintada está la admiracion , la rabia y la
verguenza de aquella joven inexperta , cuan-
do Carlos la manifiesta que su obsequio
ha sido fingido ! ¡ qué bien seguido el ca-
racter de Carlos, cuando se niega á conti-
nuar las espresiones amorosas, apenas oye
de Diana, que le estima por su diserecion!
Esta escena es hermosísima, tanto por su
parte dramática, como por la urbanidad
y elegancia del estilo.


Diana salé de ella mas picada que an-
tes, y mas deseosa de triunfar de Carlos;
pero por mas que asegure que solo quiere
vengarse, facilmente conocen los especta-
dores, que se engaña á sí misma, y que ya


35
tiene en el pecho las centellas del fuego
que la ha de abrasar. Ninguna muger quie-
re triunfar, ni aun para despreciarle, del
hombre que no se hace lugar en su corazon/


El caracter fingido de Carlos se sostie-
ne durante la escena del jardin, gracias á
la daga de Polilla. En la comedia de Cal-
deron Para vencer á amor, querer vencerle,
hay otra daga que produce el mismo efec-
to. No sabemos cual de las dos piezas es
anterior; solo sabemos por tradicion, que
Calderon y Moret() vivian en mucha inti-
midad, y que el segundo se gloriaba de
ser discipulo é imitador del primero. El pie
dallando y el hermoso verde de que habla
Carlos ,cuando se le anuncia que Diana es-
tá en el jardin , producen mucho efecto
dramático. Diana queda convencida de
que Carlos no la ama, y recurre á las últi-
mas armas del bello sexo, que es dar zelos.


Asi en la segunda escena del tercer acto
le dice á Carlos, que quiere dar su mano
al de Bearne. Carlos avisado de este ata-
que, lo rechaza con otro igual; y valiendo-
se (le la ocasion de descubrir á lo lejos
Cintia, prima de Diana, pinta su hermosura
de la cual se finge en aquel momento ena-
morado, con todo el calor de un verdadero


3




36
amante. No sabemos por qué se omite
en la representacion el retrato de Cintia;
por que es sumamente dramático en aque-
lla cireunstaiicia : pues manifiesta la com-
placencia con que Carlos la contempla; y
aunque algunos versos no sean del mejor
gusto, son á lo menos muy semejantes á
los que hacían los amantes palaciegos del
siglo de Moreto._ Los pondremos aqui pa-
ra que nuestros lectores juzguen por sí
mismos.


«Mirad en lazos prendido
Aquel hermoso cabello ,
Y si es justo que allí sea •
Yo el rendido y él el preso.
Mirad en su frente hermosa,
Corona del rostro bello,
Bebiendo luz á sus ojos
Sol, Luna , estrellas y cielo.
Y en sus dos ojos mirad
'Si es digno y dichoso el hierro,
Que hace esclavos á los lujos,
Siendo los suyos los negros.
Mirad el sangriento labio,
Que fino coral vertiendo ,
Parece que se ha teñido
En la herida que me ha hecho.


37
Aquel cuello de cristal ,
Que por ser de garza , vemos
Que al cielo de su hermosura
Osa llegar con su vuelo.
Aquel talle tan delgado,
Que yo pintarle no « puedo ,
Porque es él mas delicado
Que todos . mis pensamientos.


Este fingimiento de Carlos; acaba con
la altivez de Diana; mucho mas, cuan-
do el de Bearne viene á agradecerle la pre-
ferencia, que segun le ha dicho Carlos,
ha conseguido sobre los otros príncipes.
Diana esclama en la amargura de su
razon :


« Al príncipe al instante
El aviso le llevó :
El nunca lo hiciera , no,
Si á mi me quisiera bien ."


La escena siguiente en que pide á Cin-
tia que abrase á desdenes á Carlos , las
respuestas sensatas de su prima que la
enfurecen hasta el extremo, su rabia, su
resignacion que se suceden rápidamente,
presentan el cuadro dramático mas bien
acabado.


Moreto concluye su fábula con la




38
misma delicadeza que la empezó. Carlos
en la última escena pone las cosas en tal
situacion , sometiéndose á la voluntad de
Diana, que esta puede declararse sin ver-
guenza á favor suyo, sin que pueda te-
ner ninguna ventaja sobre él, aun en el
caso de que su corazon conservase algun
resto de sú antigua altivez. Lo repetimos:
es dificil pintar mas al vivo un caracter
de tantas y tan delicadas gradaciones, co-
mo el de Diana , y al mismo tiempo
conducir con mas arte una intriga tau
fina; y no dudamos decirlo, tan moral:
pues su resultado es el castigo de las
opiniones , que contrarían el voto uni-.
versal de la naturaleza.


Antes de concluir nuestro examen, de-
bemos- elogiar que se omitan en la re-
presentacion ciertas circunstancias de la
escena del jardin. Moreto quiso que Dia-
na y sus damas estuviesen en él en cier-
to estado de desnudez doméstica: Diana
quena incitar mas á Carlos con este ino-
cente artificio , lo que dá motivo á Po-
lilla á. discurrir acerca de los adornos mu.
geriles, los que compara con las pencas
del cardo:


39.
Que aunque no son de servicio,


Abultan para venderle,
Pero despues de vendido
Solo se come el cogollo."


Estos. versos , y la circunstancia que
dá lugar á ellos , frisan un peco en in-
decentes,. y se hace muy bien en omi-
tirlos. Nosotros censuraremos siempre, aun
en los- mas grandes dramáticos, todo lo
que recuerde ideas lúbricas ó bajas; por-
que nada indecente es bello ; mucho mas
en el teatro, donde no es lícito decir ni
hacer cosas que no esten admitidas en la
buena sociedad, (le la cual debe ser mo-
delo. Las intrigas y desvelos amorosos, la
ternura , la pasion , son objetos que se
pueden presentar en el teatro, pues no
desdicen de la decencia de las costumbres
públicas; pero.si la malignidad de los ver-
sos ó de la situacion, recuerdan ideas ó
demasiado voluptuosas ó demasiado libres,
ya son indignos de la escena, porque lo
son de la sociedad. El teatro debe ser
tal que un joven bien educado y de
buenas costumbres, pueda frecuentarle sin
peligro. Pero si es lícito espresar en é
alusiones torpes, qué padre para quien





l as constumbres de sus hijos sean ob-
jeto de alguna importancia , se atreve-
rá á enviados á una escuela de trave,
curas indecentes y , de sales corrompedo-
ras ?


4r


De la exageracion de los principios.


Esta es una espresion introducida en
el lenguage filosófico-político : desde la re-
volucion francesa todos la emplean, y noso-
tros mismos hemos tenido que usarla va-
rias veces , por que no hemos hallado otra
que representase tan precisa y completa-
mente la idea que deseabamos comunicar.
Sin embargo no hemos podido definirla al
mismo tiempo, por que esta esplicacion nos
hub'era alejado del asunto particular de
que tratábamos en aquel caso; y como pre-
sumimos que algunos lectores no enten-
deran acaso bastante bien lo que con ella
hemos querido significar , nos ha parecido
necesario escribir un artículo para aclarar
el verdadero valor de aquella enérgica y
significativa espresion. Para esto es pre-
ciso determinar lo que se entiende por
principios, indicar algunos de los que en
política merecen el nombre de tales , y
mostrar qué es lo que se llama exajerar-
los.


Principios se llaman en todas las cien-




41
cias, ciertas proposiciones primarias, gene-
rales y verdaderas, que son como la base
de todo el sistema de ideas que abraza
cada una , y un corno manantial de donde
se derivan otras muchas verdades (secun-
darias y particulares, por las cuales se re-
suelvan los . problemas . determinados. :Lbs
que hayan cultivado una ó muchas de las
ramas en que se divide el grande arbol
de la ciencia , saben cuales son los prin-
cipios de cada una. El matemático , el fí-
sico, el ideólogo , el economista podrian
decirnos cuales son los que reconocen po•
tales en el sistema de conocimientos en
cuyo estudio se ocupan : á nosotros ni
nos toca ni nos seria posible enumerar-
los; por que para esto seria menester po-
seer á fondo todas estas ciencias , para lo
cual nos falta mucho. Ademas esto seria
completamente inutil para el objeto que
nos proponemos. Nos limitaremos pues,
como hemos indicado, á los que son esclu-
sivamente propios de la política.


Antigua es esta ciencia , innumerables las
obras que sobre ella se han escrito , desde
Aristóteles acá , y muy varias las opinio-
nes en que están divididos los autores so-
bre casi todas las cuestiones. Asi no es


43
facil , como creen algunos quo siem-
tienen en la boca los principios , de-


terminar cuales son las proposiciones que
hasta ahora han sido reconocidas por ta-
les; pues lo que para unos es una verdad
incontestable, es para otros un absurdo
y un error. Sin embargo nos parece que
examinando el punto con imparcialidad y
buena fé, no se puede negar, que desde
que la filosofía ha ilustrado las ciencias
políticas, es decir, de cien años á esta par-
te , se han puesto en claro y demostrado
ciertas verdades que en el die pueden ya
merecer el título de principios.


Corno lo que se llama política no es
otra cosa que la ciencia de coordinar y
gobernar bien las sociedades, luego que
se ha examinado filosóficamente, es decir,
subiendo á su naturaleza y origen , esta
cosa que se llama sociedad , reunion ó
asociacion política, se ha visto que de sn
misma esencia resultaban ciertas condicio-
nes, ciertos hechos, ciertos datos constan-
vt easr aqbu lee determinabane


nociones
ds


e
a busntar a cmtaas


neyrateión:


ricas, cuya verdad no puede desconocer
sino la interesada mala fé de un dispu-
tador obstinado. Se ha visto en primer


tan


P




44
gar, que pues los hombres no se han reu-
nido para dañarse sino para hacerse bien,
es consecuencia necesaria que cada uno de
los socios deba procurar, no solo no ser
gravoso , sino ser útil á todos sus coaso-
ciados en general, y á cada uno en par-
ticular. Se ha visto que debiendo ser la
gratitud pública y privada, proporcional á
los servicios que el individuo presta á la
comunidad y á sus miembros , la sola dife-
rencia que legítimamente puede estable-
cerse entre ellos , es la que se. funda en
su respectivo mérito, ó lo que es lo mismo,
en los servicios que respectivamente pres-
tan , ó se presume que prestarán cuando
llegue la ocasion. Se ha visto que sien-
do el fin de toda asociacion el bien estar
de los que la componen , y debiendo to-
dos contribuir á este fin , tienen tam-
bien derecho á exijir que los medios que
se adopten para lograrle , sean los. mas ade-
cuados : y por consiguiente que cuando
los que ya se han ensayado, no han cor-
respondido á sus deseos y esperanzas, pue-
den hacer que se varien y se empleen
otros que parezcan mas á. propósito. Se
ha visto finalmente , que pues un todo no
es otra cosa que la reunion de las partes
que le componen , ni estas pueden estar


45
bien cuando aquel se hallase mal, ni aquel
ser feliz,cuando estas sean desgraciadas. Y de
estas cuatro observaciones se han deducido
ciertas consecuencias, que generalizadas y
consideradas en abstracto, se han mirado co-
mo otros tantos principios generales, á los
cuales ha de conformarse cuanto se haga
para el mejor arreglo de las sociedades
humanas. lndicaréntos algunos. De la pri-
mera observacion se ha inferido entre otras
cosas, que debiendo todos los socios hacer
bien y no mal á la sociedad y á sus miem-
bros, ninguno de estos debe estar dispen-
sado de hacer aquellas acciones de las
cuales ha de resultar el bien de la comu-
munidad. De la 2 . a observacion resulta
que la sociedad no debe reconocer otra
dist.incion entre sus indivíduos, que la que
se funda en su mérito personal, esto es,
en los servicios que la han hecho , la ha-
cen ó presume que la liaran en su caso y
lugar. De la 3.a que las naciones pueden
legítimamente escoger los medios de ser feli-
ces, sin que ninguno de sus indivíduos pue-
da disputarles este derecho, ni le tenga para
oponerse á lo que la totalidad hiciere. Y de
la 4.a que el interés general, que bien enten-
dido no puede ser otro que el de los par-




46
ticulares, debe ser el fin de cuanto se ha-
ga en la comunidad. Estos cuatro prin-
cipios enunciados en términos mas circuns-
cripto;, quieren decir que en la sociedad
ninguno debe ser eximido de las cargas, ni
escluido de los beneficios comunes : que
toda distincion no debida al mérito per-
sonal, es injusta y contraria á la naturale-
za misma de la asociacion : que la potestad
de hacer y variar las reglas por las cuales se
ha de gobernar la sociedad, reside radical
y necesariamente en esta, y no en tal ó
cual individuo : y que cuanto contribuya
al bien general, es bueno y justo, y lo que
se oponga á él, malo é ilegítimo.


Estos principios bien entendidos son
otras tantas verdades y estensas; pero por
desgracia, como son demasiado genéricos,
pueden ser entendidos y aplicados de va-
rias maneras; y esto da lugar á que aun
conviniendo en ellos , no esten todos de
acuerdo en sus aplicaciones ; y unos los li-
miten y coarten indebidamente, al paso que
otros los estiendan IIIPS de lo justo. Lo
1.0 es lo que constituye el servilismo, y
conduce al régimen arbitrario , de lo cual
hablarémos otro dia; y lo 2.0 es cabal-
mente- de lo que tratarnos ahora, y hemos


47
llamado exageracion, la cual es el canino
derecho para la anarquía 6 desorganizacion
social. Hagamoslo sensible con aplicacio-
nes prácticas.


A ningun ciudadano se le debe eximir
de las cargas generales: una de estas es
la defensa coinun : luego todos deben ser
soldados. He aqui un principio verdadero,
exajerado en su aplicacion , ó del cual se
saca una consecuencia demasiado general,
y por consiguiente falsa : un conocido so-
fisma en el cual estaba fundada sin em-
bargo la funesta ley de la ccnscripcion
francesa. Todos deben defender la patria.
Si se entiende con sus personas precisa
y necesariamente, es falso. La patria tie-
ne varias necesidades y se la sirve de varios
modos; por consiguiente el que presta un
servicio de cierta clase, puede y debe es-
tar exento de otro que sea incompatible
con el primero. Ademas se puede contribuir
á la defensa cornun sin militar material-
mente, Por esta razon en Inglaterra y en
Otros paises, no se ha' admitido la inexo-
rable ley de la conscripcion ; y sin faltar
al principio general bien entendido , se han
permitido y permiten los reemplazos, y se
han hecho numerosas esccpciones á la obli-


1




48
gocion general de servir en persona. El
jóven que se está formando para desempe-
fiar á su tiempo los importantes destinos
de la diplomacia, de la judicatura y la
administracion ; el que se prepara á ilus-
trarle con sus \ luces en la carrera de la
enseñanza pública ; el que aprende el arte
dificil de curar para ser útil y utilísimo
algun dia á los defensores mismos arma-
dos ¿no tienen un título legítimo para ,
escusarse de la milicia?. ¿Dejan de sopor-
tar la carga comun cuando escogen una par-
te, si no tan peligrosa, de mas largo apren-
dizage, mas dificil y mas costosa? ¿Y será justo
que el padre que está consumiendo una parte
de su haber para dar á su hijo una intruc-
cion con la cual pueda servir por muchos
años á la patria en comisiones delicadas,
haya de saca ificar el resto de su caudal
para libertarle de la quinta , ó tener el
dolor de verle arrancar violentamente de
la profesion á que le 'labia dedicado, y
con la cual esperaba que fuese un dia
no solo uta á todo el público, sino el
apoyo de su familia particular? ¿ Será
justo tampoco ni conforme á la huma-
nidad, que el jóven que con su `trabajo
actual sostiene á un padre anciano, ó á


una madre viuda y desamparada marche
al egército dejando abandonados á la mi-
seria á los mismos que le dieron el ser
y cuidaron de su infancia ? Tales eran
sin embargo los resultados prácticos de
la conscripcion, por haberse dado, dema-
siada estension á un principio muy ver,
dadero , ó como hemos dicho, por haber-
le exajerado. Se entiende que hablarnos
de los tiempos ordinarios: los casos ex-
tremos no hacen regla.


Ningun ciudadano debe ser escluido
de los beneficios de la sociedad : luego
todos tienen derecho á todos los emple-
os , á todas las comisiones, á todos los des-
tinos. -Sí, si fuese posible que todos tu-
viesen la aptitud, la capacidad, la ins-
truccion , en suma, las circunstancias ne-
cesarias para desempeñar de una manera
ventajosa á la sociedad las obligaciones
anejas á las funciones públicas. Si nin-
gun hombre cuerdo con (la el cuidado de
su hacienda al que no entiende de cam-
po, ni encarga un vestido al que no sa-
be de sastreria , ni llama para que le
asista en sus dolencias al que no haya
estudiado el arte de curar, ¿ se encarga-
rán á cualquiera por solo el hecho de


TOMO VIII. 4




So
:ser ciudadano las dillcilfsimas fruiciones
dt, legislador , juez, ministro, embajador
y consejero ? No sin duda: trdctent fu-
.brilla Asi es como la sana razon
explica el principio general ; pero no fue
-Asi como le entendió la exajera,cion ja,
_cobíniea. de Francia en los diás: del aca-
loramiento revolucionario ; y el mundo
xió pon horror que : in vocandó el pri
pio de la. achnisibiljdad, se poso al fren-
te de los consejos legislativos , de los mi-


: ginerios, de los tribunales y de las a d-
ánixiistraciones departamentales, á los bis-
-trioues , á los carniceros y á otros hom-
bres , que aunque algunos hubiesen reci-
bibo. mejor educ.acion que aquellos , no
..tenia4 ni el tolento,'.io la < iencia , que re--
-queria» los destinos á que el delirio pa-
:pular.; los elevaba. Ahora puede verse
.cuán justas , íítiles y necesarias son las
liWitaciones que en toda buena conStitu-
cion se ponen al principio general de
la adtnisibilidady e/-ijiendo ciertas cualida-
..des para ser electores , concejiles, diputa-
dos,,,. consejeros,. inininros , jueces y befos
,de adniinistracion. Y aun para los demos
_empleos puede» señalarse otras en leyes
partir ,usares.


La ley no reconoce otra distincion en-
tre los ciudadanos , que la que resulta de
su mérito personal: luego todos ellos son
iguales ante la ley. — Sin duda; pero cui-
dado con entender la palabra igual-
dad en su verdadero sentido , y con no
abusar de ella como la secta de los ni-
veladores y la de los terroristas. Todos
somos iguales en derechos ; pues seámos-
lo en riquezas : despójese á to-
dos los poseedores actuales de cuanto
tienen; hágase de todo ello una masa
mun , y repártase luego por iguales "par-
tes entre todos los ciudadanos. Los ciu-
dadanos son iguales; pero tambien lo son
los hombres: luego la esclavitud es una
injusticia y un agravio hecho á la natu-
raleza: luego no solo debe prohibirse
para en adelante (lo cual es justisimo),
sino que ahora mismo se ha de dar liber-
tad á los esclavos. ¡ Santa y filantrópica
idea! Pues espídase al punto' el decreto;
enviese á Santo-Domingo y á las lemas
colonias, y dentro de dos ó tres meses
recibiremos la satisfactoria y fausta no-
ticia de que los negros, á los cuales he-
mos roto las cadenas , han degollado á
todos los blancos en pago del beneficio


4.




52
recibido. Los ciudadanos son iguales: lue-
go será muy patriótico qué el ciudadano
'verdugo (citcyJii bourreau) venga á sen-
tarse al lado del presidente del tribu-
nal y del general comandante, luego que
haya acabado de guillotinar unas cuan-
tas docenas de ciudadanos en nombre
de la igualdad y de los principios. Y no
se tenga por hypérbole: asi lo hemos
visto verificarse literalmente en la nacion
mas culta de la Europa , luego que los
exajerados lograron hacer callar á los que
ellos llamaban moderados, y se hizo un
crímen de la virtud mas necesaria en la
conducta de los hombres , la moderacion ,
el ne quid ninifs , que los antiguos mi-
raban y con razon como el compendio
ó la fórmula de la sabiduría.—Los ciuda-
danos son iguales : luego no se han de
reconocer distinciones debidas únicamen-
te al nacimiento: luego debe abolirse to-
do género de aristocracia. Pero tener
mucho dinero ó mucho talento, y una
instruccion superior , es una especie de
aristocracia mas funesta y perjudicial que
la de la cuna ; porque por estos medios
se influye mas poderosamente sobre el




pueblo, que con solo el prestigio del ape-


# 53.
llido : luego ya que no se puede quitar
su dinero al que lo tiene sin que pa-
rezca robo, ni el talento al que se le
dió la naturaleza, ni la instruccion al que
la adquirió con largos años de estudios;
lo mas sencillo es enviar al cadalso á
todos esos aristocratas de nueva especie,
y añadir á los antiguos crímenes cono-
cidos en los códigos penales, el del ingenio
(bel esprit); hacer guillotinar á_Laborde y á
Bailli; proscribir á Condorcet , ya que se
nos ha escapado de entre las manos , y
declarar aristocrata y guillotinando á todo
el que se ponga camisa limpia y sepa
mas que leer: y esto por ahora ; que
mas adelá'nte ya demoleremos las pobla-
ciones y nos iremos todos á los bosques,
porque está demostrado que las ciencias
y las artes han corrompido las cos•
tumbres , que el estado mutual del hom-
bre es andar en cuatro pies, y que el pri-
mero que cercó un campo con unas zarzas
y le llamó suyo, fue un monstruo que
el averno vomitó sobro la tierra para
desgracia del género humano. — (t. Parecen
hoy delirios semejantes aplicaciones del
principio de la igualdad? Pues TIG han
pasado treinta años desde aquel en que




54
estas doctrinas resonaban en la tribuna
nacional, y en todos los ángulos de la
patria de Fenelon y de Bossuet.


Las naciones tienen incontestable de-
recho á variar y mejorar sus instituciones
políticas, cuando ó son viciosas en sí mis-
mas , ó se han introducido en ellas abusos
que las hacen perjudiciales. ¿ Quién puede
negarlo? ¿ y quién no ve que la doctrina
de la soherania nacional , bien entendida y
analizada , viene á reducirse en suma al
axioma de matemáticas, ó por mejor decir,
al hecho material, de que el todo es mayor
que la parte? ¿Quién no ve que mandar
y obedecer son términos relativos; que el
fundamento de la primera accion desaparece
cuando cesa la segunda, y que por con-
siguiente, el dia que una nación dice que
no quiere conformarse ya con las antigu-
as leyes ni obedecer á sus antigos go-
bernantes, estos pierden su cualidad de
tales, y aquellas la de reglas obligatorias;
en suma , que nadie puede mandar cuando
no hay quien le obedezca ? Pero ¿ qué dis-
tancia no hay entre este principio teórico,
y la aplicacion que de él hizo la exajera-
cion francesa? Nuestras góticas institucio-
nes no pueden convenir á tiempos de


55
tanta ilustración : abusos muy perjudicia,
les se han introducido en todas las par-
tes (le la administración 'pública, es me-,
nester destruir estos y rectificar aquellas :
luego es indispensable que del antiguo edi-
ficio no quede piedra sobre piedra, y si es
posible, ni ruinas ni vestigio siquiera de que
existió. Becedant vetera;nova siut omnia
trono, altar , administraeion , judicatura,
rentas, edueacion , ciencias, artes, comer-
cio, usos, costumbres, hábitos naciona,r.
les , civilidad y hasta el aseo y la lim-
pieza; cayga todo bajo el hacha revolu-
cionaria , y hágase una nueva naeion que
nada tome , imite ni conserve de la an-
tigua. Pero , señores reformadores , • era
malo todo cuanto existia en Fral.cia el
año de 1 7 8.8? Cuarenta siglos de espe,-
rienda nada habian enseñado al género.
humano ? ¿ Es lo mismo quitar al arbol
las ramas inútiles y enderezar las torci-,
das , que cortarle por la raiz ó arran-
carle de cuajo ? ¿Es lo mismo reformar
que destruir ? Nosotros no entendemok.
esas retóricas: vamos á formar hombres
nuevos: vamos á crear una sociedad que
en nada se parezca á las otras que hoy
existen ; y para esto el medio seguro es




56
hacer en la nuestra lo contrario precisa-
mente de lo . que se practica en aquellas.
¿Se cultivan alli las ciencias, se perfee-.
donan las artes y florece el. comercio?
Pues aqiii no necesitamos mas que vir-
tudes, y ya se sabe que los sabios, los
artistas y los comerciantes, todos son hom-
bres corrompidos. ¿ Se encarga en otros
paises la dificil obra de hacer leyes á
un cierto número de ciudadanos instrui-
dos, designados por la opinion pública;
ó escogidos por el príncipe? Pues aqui
dispondremos que estos legisladores bolo
propongan las leyes ; pero estas las ha de
sancionar el pueblo todo, reunido en asam-
bleas prinewias; porque siendo la ley la
expresion de la voluntad general, es cla-
ro que no lo será sino aquella sobre la
cual haya dado su voto basta el Ultimo
esportillero, el cual ya se sabe qre entien-
de mucho er. materias (le legislacion. ¿Se
sirven en otras partes (le los metales pre-
ciosos, como de una mercancia interme-
dia que facilite los cambios de las res-
tantes? ¿Sí? Pues nosotros haremos una
'ley para. que esos funestos metales vuel-
van á las entrañas de la tierra de don-
de nunca debieron haber salido. (Palabras


• 57
de Cambon en la Convencion nacional ).
¿ Se educa en colegios la juventud de
los otros paises , y la nue s tra se habia edu-
cado tambien hasta ahora en estableci-.
mientos de esta clase ? ¿Sí ? pues nosotros
vamos á destruir losque tenemos.
• ¿ El estudio de las lenguas sabias forma


en todos los paises cultos una parte prin-
cipal de la educacion literaria; y este estu-
dio fue el que en otros tiempos formó
entre nosotros los grandes hombres con
que se honra nuestra literatura? Pues por
lo mismo no queremos que nuestros hijos
aprendan latin ní griego. ¿Para qué lo ne-
cesitan ? ¿Han de conversar acaso con los
habitantes del antiguo Lacio, ó con los
contemporáneos de Gcnofonte? ¿Hay en
otras capitales academias que recojan y
publiquen los nuevos descubrimientos ; y
unas de las mas célebres del mundo han
sido las nuestras de Ciencias é Inscripcio-
nes ? Pues es preciso extinguirlas. ¿Para qué
se quieren ciencias? Es verdad que si no hu-
biera sido por el saber de nuestros
químicos, no hubieramos tenido pólvora
para defendernos de los enemigos exterio-
res; pero el no agradecer los servicios he-
chos al público es una virtud muy repu-




58.
blicana, y asi cuando el mayor químico
de la Europa, Lavoisier, á quien en pago de
sus servicios enviaremos á la guillotina, nos
pida algunos dias de vida para comprobar y
comptetar un descubrimiento en que se inte-
resa la humanidad, le responderemos que„ la
república no necesita de química„ (respues-
ta de Robespierre). Todo esto aun es poco,
puesto que hemos abolido la monarquía, y
que á todos los principes, aunque gobier-
nen paternalmente sus reynos, les damos
el título de tiranos y déspotas ; es menester
cuidar de que al reimprimirse las obras
antiguas en que se hable de algun rey, se
añada el epiteto de tirano, y se le haga
decir á Condillac : El esclavo Pelisson
alabando al tirano Luis XIV...,(asi está en
una edicion de aquel tiempo).


No prolongaremos mas esta asquerosa
enumeracion de todos los absurdos y de
todas las estravagancias , á -( i tie la exagera-
cion de los principios condujo á los ter-
roristas franceses; por que las indicaciones
hechas son mas que suficientes para que
se vea, cuánto cuidado deben poner en
tiempos de revolucion, sobre todo los que
hablan en público ó escriben para el pue-
blo, en no exajerar nada, en pesar bien las


59
expresiones de que se valen, y en darle ide-
as exactas de las cosas. Este es el fin que
nos hemos propuesto en este artículo, no
por que se hayan predicado ya entre po-
tros doctrinas tan bárbaras y antisociales,
sino para que no se prediquen , y para que
el público esté prevenido contra ellas ,
y oyga con desconfianza á los apostoles
del error , que el deseo de singularizarse
y de decir cosas- atrevidas pudiera acaso
suscitar. Los principios verdaderamente ta-
les son excelentes, bien entendidos y apli-
cados, como que no son otra cosa que las
decisiones de la razon , los oráculos de
la sabiduria; pero desfigurados y adulte-
rados con sofismas, ó aplicados indebida-.
mente, son causa de gravísimos males y de
irreparables daños. Cuántas lágrimas , y
• uánta sangre costó á la infeliz Francia la
•xaltacion de les jacobinos , y la exagera-
< ion de los principios ! Discite justitiain




ipre


(So


Impugnación de un artzculo znserto en el
número 20 del Mensajero de Sevilla.


No son los diarios de la capital los
únicos contra quienes debemos estenler la
vara censoria, los que por nuestra desven-
tura hemos tomado el empeño de incul-
car en las cabezas de nuestros lectores
ciertas ideas que perpétuamente bullen en
nue.tia imaginacion. Hay tambien algunos
otros en las provincias que necesitan de
cuando en cuando algun recuerdo, para
que no se separen jamas de la noble mar-
cha que hubieren emprendido , y no dejen
que titubeé la opinion pública que se han
propuesto diri,4 ir. Uno de ellos es el Men-
sajero de Sevilla, qué encargado como otros
muchos de alabar á díestro y á siniestro
lo mismo qué no3otrol- alabamos, ha teni-
do la flaqueza de admitir en su número
20, que corresponde al 4 de este mes, un
artículo comunicado de un tal J. M. 13.,
quien mas valiera que se fuese á comunicar
alegatos á una audiencia que no artículos
á un periódico reliberal.


t
En vano se anuncia ser hermano y


compañero nuestro con los adminículos
de acérrimo é ina rredrable , que son los tí-
tulos con que nos honrarnos; por que si
talcosa fuera, no era facil que hubiese
desmentido tan pronto los principios de
nuestra noble profesion. Cierto que al prin-
cipiar á leer sit artículo, creinms los apa-
sionados macarenos de Sevilla, que su dis-
curso se dirigia indudablemente á confir-
marnos en la idea de que habiamos he-
cho una lieroycidad en arrojar de nuestro
suelo á tantísimo delincuente. Pensabamos
que su objeto hubiese sido confortar nues-
tras delicadas conciencias, indicándonos al_
guna sarta de nuevos crímenes , todavía
mas horribles que los de las sonrisas y la
alegría, por las cuales tusvimos la arro-
gancia de desterrarlos. Se nos figuraba
que iba á proponernos, corno es uso en-
tre otros articulistas, acabar de una vez
con ellos y con cuantos tuviesen la des-
gracia de disgustarnos, pegar fuego á sus
casas, difamar sus nombres , arruinar sus
haciendas, hacer otras gallárdias propias
de nuestro santo celo y ferviente decision.
Pensabamos


pero quién podria pin-
tar nuestra sorpresa, al verle salir desea-




6 2
radamente á la defensa de un juez de
primera instancia, espeliao y desterrado
nada menos que á peticion de todo un
par de docenas de valientes andaluces, en
la célebre resaca del 14. del mes anterior?
¿Qué periodista de modo no se hubiera
abochornado de admitir en estos tiempos
un articulo en que se excitase la compa-
sion p{rblica á favor de un desgraciado?
¿ Mas cuánto no crecerá nuestra justa in-
dignacion , al ver que va llegando la des-
verguenza de los escritores hasta el pun-
to de elogiar á boca llena á un magistra-
do local, á un juez de primera instancia


-mas antiguo, á un hombre en fin que se Ila-
D.


Juan Felix de Maruri? ¡Oh villania.
inaudita ; oh traycion inesperada contra
nuestra acerrunidad;


oh partida floja mas
propia de un ' gitano servil, que de un


pe,


riodizante de los nuestros!
••


Pero ya que se ha hecho el daño , y
que para mengua nuestra no habrá qui-
-zas un Sevillano decente que no Se haya
persuadido de que lo que se hizo con
Maruri y con todos los demas fue una
solemne tropelia , vamos á ver de neu-
tralizar. este veneno antes de que cunda
mas en el público,y procuremos evitar


63
el que se vuelvan las toreas-, seguros de
que en tal caso no habria quien escribiese
artículos de igual naturaleza.


Empie7a el articulista por decir que
la coalinacion ejecutada con el juez mas
antiguo de r.a instancia, es casi sentida ge7-
nerulnieute por todos sus conciudadanos.
T.Qué simple y qué -bobitonto aparece aqui
el señor defensor-1 ¿ Pues para qué le pa-
rece que se dispusieron este y' los demas
destierros, sino para: :disgustar á la, casi
totalidad de los ciudadanos de todas par-
tes Vaya que no cometeria tamaño error
un liberal de buena fé. ¿Piensa acaso oca-
sionarnos alguna pesadumbre con decir
::que cada fechuria de. 'estas hace mas.da
rio la Constitucion , que un egército de
lalmueos ? Pues se equivoca muy mucho,
i ha pensado que, nosotros no estamos


Mace mucho -tiempo al cabo de
• la calle.


Ya hemos dicho muchas veces, que la Cons-
stitucion que nosotros queremos , está en
•nuestros bolsillos, y que mientras que es-
'los no se llenen hasta, el gollete, no hay
-que pensar en que hemos de dejar de pe-
garla, estos meneos.


Añade que le aseguran que fite. una
equioocaczon; pero dígales que se enga-




64
íían en asegurar semejante cosa, y que ade.


implica una contradicción in terminas'
se acuerda de que entonces nos di-.


mos todos del ojo para decir á gritos , que
la providencia Labia sido dictada por el
pueblo, el cual 'nazca se equivoca en sus
juicios respecto de los particulares P ¿ No
dijimos igualmente que se habia alboro-
tado el pueblo con mucho orden , para re-
presentar , amenazar , y forzar á las
autoridades , á que como fieles intér-
•pretes de la voluntad popular , arroja-
sen de Sevilla á este y á los demas com-
pañeros ? ¿Se ha olvidado ya tan pronto
de que para disipar toda idea de motin
y de asonada, dijimos en letra de molde
que se habian formado las listas con mu-
cha meditacion , que el ciudadano tal y el
ciudadano cual las habian leido en voz
alta':, como en las asambleas de Atenas y
de Roma, y que al ver la decidida vo-
luntad del pueblo , se habia procedido á la
ejecucion ? ¿Pues cómo se dice ahora que
hubo una equivocacion de tanto bulto ?
No conoce el articulista que á cualquiera


1111 V
que pase la vista por esta fiase , lo pri-
mero que le vendrá á las mientes, es que
la tal providencia no fue dictada por el


65
pueblo , sino por una ó dos docenas de
tunantes, que tomando su voz y pavoneán-
dose con el pomposo nombre. de ciudada-
nos, no se propusieron otra cosa que sa-
tisfacer alguna venganza personal , ó bus-
car un alboroto para robar y saquear las
casas de los vecinos honrados. Y al fin,
si el maldito artículo se hubiera escrito
en


• Californias ó en las Batuecas, todavía
no seria tan grande el inconveniente, por
que ó no conocen de ningun modo, ó tie-
nen una idea falsa de los verdaderos sen-
timientos del pueblo andaluz; pero escri-
birlo en Sevilla cuyo público es tan bueno
que se pasa de generoso, y es incapaz de
revelarse contra ninguna autoridad legíti-
ma, es lo mismo que haber dado con un


nuestras patrióticas aseveracio-


Sigue luego el apologista asegurando,
que no ha oído á un solo vecino imputar-
le desafecto al sistema, ra menos que sea.
juez que haya cometido soborno, cohecho,
y prevaricacion. Ya escampa y llueven elo-
gios; pues quién le ha dicho que lo que
se castiga en estos casos es el desafecto,
el soborno, ni la calabaza i' El verdadero
crimen que se desea .castigar es el esceso


TOMO VIII.


mas


¿No


mentís á




C'6
de afecto á la Constitucion, que no pare-
ce sino que no se ha de respirar sino cuan-
do ella manda, corno ella manda, y por
los medios que ella manda. Eso es capaz
de fastidiar al acérrimo mas sereno , y si
todos dieran en esa tonteria, maldito si
habria confinados de provecho. En eso de
los sobornos tan mala es la carta de mas
como la carta de menos; por que segun
nuestro modo de pensar, tan odioso nos
parecera un juez que sepa hacerse supe-
rior á los deseos justos ó injustos de los
que nos llamamos pueblo , como


el que
se; deje sobornar por ambicion ó por in-
terés. Los jueces y los no jueces han de
hacer lo que les mande el que grite mas,
recio , ó vean para qué han nacido.


No sabemos tampoco que al caso ven-
ga el decir en defensa del tal hombre, que


es un piadoso católico ;
¿y quién le quita


que lo sea? Si el catolicismo de Maruri
hubiese de quedar vacante, como ha que.
dado la plaza de juez de .a instancia, ya pul,
diera sospecharse, temerariamente por su--
puesto, que esto pudiera haber influido algu-
na cosilla; pero si se lleva su fé consigo, é qué
mas puede apetecer el articulista?: De sus
cuatro hijas y un hijo tampoco puede de-


67
cirse que le ha privado nadie, sino que lo
mas que se ha hecho es que no pueda en
adelante educarlas con aquel ridículo es-
mero que tanto agrada á ciertas gentes.
Pero armense de paciencia y den gracias
de que todavía pueden contar con la
vida de su padre, pues no estuvo en mas
que él y los otros la perdiesen, sino en
que á nuestros camaradas se les hubiese
subido un puntito mas el entusiasmo tra-
galeño. ¡Qué canciones tan bonitas se hu-
bieran compuesto en ese caso ! Viva la
gente de buen humor.....


5,




1114


68


Dictámen del Consejo de Estado y de las Co-
misiones eclesiástica y de justicia reuni-
das ; sobre el modo de suplir las confir-
maciones de los Obispos electos durante la
incomunicacion con la Silla apostólica , con
la minuta de decreto que las mismas Co-
misiones presentaron á la deliberacion de
las Cortes generales y estraordinarias.


En él año de 1812, deseando las Cor-
tes generales y estraordinarias tomar una
resolucion acertada en la interesante cues-
tion de las confirmaciones de los Obis-
pos nombrados por el Gobierno, acerca
de cómo y por quién deberian hacerse
mientras fuese imposible el acceso á la Si-
lla apostólica , comunicaron orden á la
Regencia del Reyno para que en vista del
espediente que se habia formado sobre es-


te delicado asunto, manifestase su dicta-
men , oyendo antes al Consejo de Estado.
En el espediente que se cita se habian
reunido los informes de los MM. RR•


A.rzobispos y RR. Obispos de la península,


69
y los de algunas universidades , habiendo
manifestado tambien su opinion el estin-
guido Consejo de Castilla. El de Esta-
do , examinados todos estos anteceden-
tes, en su consulta de 3o de noviembre
del propio año, espuso con la mayor cla-
ridad y sencillez, cual habia sido la dis-
ciplina de la Iglesia , en la eleccion y
consagracion de los obispos, desde los pri-
meros dial de su divino origen hasta los
siglos de ignorancia y corrupcion, y cual
era tambien la esencia y naturaleza del
Episcopado, y cuanta la estension de sus
facultades , cuando en los casos de nece-
sidad y conocida utilidad de la Iglesia,


stenían que ceder á esta suprema ley, las
positivas que habian puesto á aquellas fa-
cultades diferentes términos y límites, sin
destruirlas; .


por que si bien pueden reci-
bir las modificaciones que exija el buen ré-
gimen de la misma Iglesia , siempre en su
esencia permanecen íntegras, como corres-
ponde á su divina institucion. De estos
principios dedujo el Consejo de Estado
la consecuencia de que en las ocasiones
en que está interceptada la comunicacion
con la Silla apostólica, cesan todas las
reservas , y es restituida á su vigor la dis-




7'5
ciplina que antes de ellas se observaba:
por tanto que en esta materia volvia á re-
gir la que atribuía la confirmacion de los
Obispos al Metropolitano y sus sufraga-
nos; y la de este al mas antiguo de la
provincia con los lemas comprovinciales.
Cuando por la primera vez se publicó en
Cadiz este papel de orden de las Cortes;
con el dictamen de la Comision • de las
mismas que entendió en el asunto, me-
reció el aprecio de lós que lograron ver-
le, por la esquisita erudicion eclesiástica
con que está exornado, y per lo luminoso
de sus 'principios ; por lo que fué despues
reimpreso en Madrid, no habiendo que-
dado ejemplares de la edicion primera.
Ahora ha vuelto á publicarse , por creer
que en razon de la doctrina que contiene,
puede ser muy util en las presentes cir-
cunstancias.


Vendese en esta corte, en las
librerias de Paz, Villareal y
Sojo, á 6 reales.


Cuatro palabras á los Serviles.


Hace ya tanto tiempo que ocupan to-
da nuestra atencion los llamados vulgar-
mente liberales exaltados, que ya es preci-
so volver un rato la vista hacia nuestros
antiguos apasionados los exaltados servi-
les. Hubo una época en que nuestra de-
licia era conversar con ellos, contarles
nuestras cuitas, darles razon dé nuestros
santos proyectos, dirigidos á echar abajo
la Constitucion, á plañir por nuestras prero-
gativas y fueros perdidos , y á buscar en-
tre ellos el inestimable consuelo de una
perpetua murmuracion• A penas hubo ob-
jeto de estos que suelen despertar el ape-
tito ele los hombres, que no lo fuese tam-
bien de nuestros recuerdos y suspiros. Llo-
rábamos juntos la l'orfandad en que habia
quedado nuestra fé con la abolicion de
aquella santa, que digo entre mis clientes:
veiamos desaparecer mas que de prisa la
fácil intervencion que teni


.
t wr- •os


los negocios de la mona
ue.f»...,rilect`ro-"


de la tutoría y protector;ado
e.lgti re:




:72
dos ellos habia ido adquiriendo cierto tri-
bunal omnisapiente: suspirábamos por la
desaparicion de tantos y tan justos privile-
gios, ooncedidos al antiguo valor, á la pa-
sada piedad, y á la pretérita sabiduria, en
favor de la presente flojedad, de la igno-
rancia y actual libertinage.


No hubo holgazaneria de ninguna espe-
cie, ni pereza disfrazada con ninguna más-
cara, que no excitase nuestros elogios y
sincerísimas alabanzas. ¡Con qué placer y
contento interior de nuestras almas veía-
mos pulular en los pechos de nuestros
desconsolados amigos aquellos angelicales
proyectos de calumniar las bases de este
nuevo pacto social! ¡ con qué alegria escu-
chabamos al uno, la relacion cierta ó fal-
sa de algun sacrosanto complot en que no
se interesaba mas que la existencia de
algunos millares de españoles y la abundan-
cia y tranquilidad•de unas cuantas provin-
cias: al otro ias esperanzas mas ó menos
fundadas de ver hollado este maldito pais
por el ilustrado Tártaro ó por el piadoso Co-
saco; á este la caritativa resolucion de no
peftrónrrr.. a'.vida ni aun á los indiferentes,
á s aquerla'necesidad de echar mano de to-
das las arterías religiosas aun cuando fuesen


73
las mas augustas y sacramentales , para ex-
citar el amortiguado celo de la devocion


k7ármada; y á todos la decision mas com-
pleta de echar abajo este edificio por age-
nas manos sin comprometer de ningun
modo el pellejo individual!


¡ Oh qué dulces y rápidas eran para
noso tros aquellas horas, y cómo se consolida-
ba nuestra amistad y renacian nuestras jus-
tas esperanzas! Pero quiso nuestra suerte ó
sea nuestra natural inconstancia, que cre-
yendo que los planes de estos virtuosos
amigos eran por su naturaleza mas lentos
de lo que necesitaba nuestro deseo anti-
constitucional, fijamos la vista sobre otros
seres cuya marcha era mucho mas segura
y mas rápida, aunque dirijida al mismo fin.
Ya entonces nos olvidamos de nues-
tros fieles serviles , les rehusamos nues-
tras secretas confianzas, y ni siquiera nos
dignamos de hacerles una visita á pesar
de los motivos de satisfaccion que han
tenido durante este tiempo. Ocupados
exclusivamente de la idea de destruir el
sistema actual, nuestro mayor amigo es
aquel que mas directamente sepa atacar-
le: y quién le ataca mejor, que el que
empieza por derivarle de hecho ? Sa




74
liendo pues de nuestras oscuras y se-
cretas reuniones, osamos levantar el gri,
to al lado (le nuestros nuevos camaradas;
y sin apartarnos en nada de nuestro ver-
dadero objeto, no hicimos mas que cam-
biar de medios y de lenguage. Antes
murmurábamos de la Constitucion, pero
nos sujetabamos á- ella mal que de gra-
do; ahora la ponemos en las nubes, pero
hacemos todo lo contrario de lo que ella
previene. Antes tomábamos por pretexto
la religion , suponiéndola interesada en
nuestros planes ; y ahora procuramos
hacerla pasar por cómplice de los pro-
yectos de nuestros enemigos. Antes nos
insinuábamos en el ánimo del pueblo
excitando su compasion y sus envegeci-
dos hábitos, y ahora. nos proponemos
intimidarle con nuestros gritos y amena-
zas. Antes queriamos hacer creer que era-
mos el único apoyo de trono y de la
iglesia ; y ahora afectamos dispensar á
uno y á otro cierta especie de proteccion
política. Antes conspirábamos en secreto,
y ahora conspiramos por carteles.


Muchos han sido los progresos que
hemos hecho en ésta corta temporada;
pero no dejamos de conocer que es ina-


7P
la política esto de perder amigo- por ga.
Dar amigo; porque suele acontecer al que
se dedica exclusivamente á obsequiar á
los nuevos conocimientos, que se ve des-
deñado y aun odiado <le los antiguos; y
no es cosa de que nosotros incurramos
en este torpe descuido. Supuesto pues hl
principio de que tan enemigos son del
sistema constitucional los liberales exaje.
l'arios, como los serviles, seguiremos cui,,
dadosamente lós pasos de unos y de otros,
para celebrar de consuno su respectivos
progresos ; y tan pronto acudiremos á re
forzar á los silenciosos, corno á los gTi-
tadores. ¿ Quién no se goza en efecto al
considerar la dulce sonrisa con que -sue-
len .acercarse aquellos los días de correo4
y preguntarse mútuamente- por el estado
de la marcha de los aliados? ¿Quién no
se gloria y envanece al ver la. noble
emiziacion con que cada cual procura aven-.-
tajarse á sus contertulianos en los elo-
gios que tributa ,al valor , á la modera-
cion y desinteres• de las tropas. estrange:-
ras, que no parece sino que ha tratado
con todos los soldados uno á • uno , y
que no han de dar un paso sin su
eencia y consentimiento ? .¿ Quién no..se




77
lecesitais otro nudo que la conformidad •
de opiniones , para mirar como amigos á.
vuestros antiguos émulos. No es esto de-
ir que luego no volviese á encenderse


la discordia al repartir los destinos, ni
que no se encendiese otra guerrilla tan
noble como la del año de catorce, sobre
uien habia sido mas 6-menos servil: Pero


eso no importa nada , por que ya dis-
pondremos el modo de que haya para
contentar á todos; lo que ahora se nece-
sita es promover la discordia entre los li-
berales, para que se acusen sin cesar unos
á otros y se saquen los trapos á la co-
lada. ; Cuántas cositas hemos sabido ya
por este medio , y cuántas otras se irán
descubriendo si logramos que continúe es-
a heróica eniulacion! Tal hay á quien


nos ibamos acostumbrando á mirar como
un hombre de . provecho , que gracias
sus camaradas y concurrentes, vemos que
no es mas que un miserable lleno de vi-
cios, y que no merece alternar con nin-
gun hombre de bien. Tal otro en quien
suponiamos que se habia conducido por los
principios de un liberalismo ilustrado, se
halla; bosquejado por sus propios amigos,
como un hombre dispuesto 'á transigir con


76"
estasía y embelesa al ver la buena crian-'
za de nuestros antiguos compañeros, que
jamas pronunciarán el nombre de Meri-
no, Salazar, ú otro campeon (le nuestro
bando, sin añadirles el epiteto de el señor
cura? ¿ Quién no se. pasma de su cons-
tancia y empeño en no dar una limosna
ni mucho menos pagar á ninguno de sus
acreedores , con el objeto de hacer creer
que con la Constitucion se les mata de
hambre? ¿Quién no admira la buena fe
con que disculpan algunos excesillos de
nuestra adorada Inquisicion, pues que nos
preservaban de les peligrosos escritos que
se publican en el dia ?


Oh almas cándidas y virtuosas , y
cómo sabeis haceros superiores á las mez-
quinas pasioncillas que dominan en otros
corazones menos dispuestos al seguir un
plan bien meditado! Vosotros habeis sa-
bido olvidar los antiguos resentimientos;
y á fuerza de generosos habeis celebrado
un pacto de union con todos los que pro-
fesan nuestras ideas. Vayan muy enho-
ramala los secretos vínculos con que otra
clase de gentes creen haberse asegurado
un apoyo recíproco , fundado en los mas
tremebundos juramentos ; que vosotros no




78
interés y la ambicion. ¿ Quien no hu-


biera creido al oir el lenguage de cierto
sujeto, que no habia sido toda su vida
un idólatra del sistema representativo ?
Pues ¿tele que se presenta un competi-
dor suyo en la misma carrera , el cual
cita hechos y documentos de que fué du-
rante mucho tiempo , no solo instrumen-
to , sino cómplice del poder mas absolu-
/o y arbitrario que se conoció jamás. ¿ Y
á quién debemos estos y otros muchos
descubrimientos importantes para disipar
la ilusion de la multitud , sino á la falta
de union y pérfida amistad de unos li-
berales -con otros ? ¿Quién ha de persua-
dirse á que la generosidad es una de las
prendas de este partido , cuando se les
ve zaherirse , vilipendiarse y ealumniars.e
mútuamente, sin otro objeto que el de aca,All'l
parar riquezas , honores , y aura popular ?


Sea pues unu.y mil veces bendita esta
preciosa y tácita union , que durante la
desgracia une á toda clase de serviles ,
y bendigamos tanibien esta cruelísima guer-
ra que se hacen unos á otros los libe-
rales en medio -de su prosperidad. ¿Qué
necesidad tenemos de Rusos ni de Aus-
triacos, cuando militan en favor nuestro.


79
la implacable envidia, la feroz ambieion
y el insaciable interés de nuestros enemi-
gos ? El triunfo del servilismo está ase-
gurado sin mas que promover las pasion-
cillas de los que no han sabido escarmen-
tar en cabeza agena.


¿Ni cómo porfia ser dudosa la victoria
entre los que saben aprovecharse de las de-
bilidades de los hombres, y los que las
insultan y desprecian? Entre todos los re-.
medios que se pueden suministrar al en-
tendimiento enfermo del hombre, no hay
ninguno que exija mayores precauciones
que el desengaño; y si á él se agrega la
burla y la exasperacion , lejos de ser un
remedio, no es sino tósigo que imposi-
bilita ó retarda la curacion. Viva pues la
prudente táctica de nuestros amadísimos
serviles que saben aprovecharse (le los
groseros descuidos de aquellos que no de-
bieran descuidarse, y que ignoran el precio
de la modestia y de la tolerancia. Entre
tanto nosotros iremos ayudandoles con
nuestros consejos , porque como dijimo3
al principio , tanto conspiran á destruir el
sistema constitucional los estúpidos apa-
sionados del poder absoluto , como los
que profesan un liberalismo desorganiza-




So
dor. El Censor acudirá siempre al lado h
que se incline la balanza , y sin nece-
sidad de grandes luces conseguirá el no-
ble objeto que se propone.


EL CEXSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 44.
SACADO, 2 DE JUNIO DE 1821.


O'!


Poesías de D. Eugenio de Tapia.


Madrid


Algunas de las composiciones insertas en
esta coleccion, principalmente las satíricas,
han visto ya con aplauso la luz pública
bajo el nombre del licenciado Machuca,
habitante de la casa negra. Son 'conocidas
en toda la nacion la instruccion y las vir-
tudes del Sr. Tapia, igualmente que los
infortunios que ha sufrido por la causa de
la libertad. Nosotros al mismo tiempo que
nos tomamos la libertad de anunciar al
público sus poesías, aprovechamos. esta
ocasion de tributarle el homenage de pues-


TOMO VIII. fi




82
reconocimiento en calidad de españoles,
así como la nacion , nombrándole por su
diputado , le ha distinguido con la mayor
prenda de su confianza.


Esta coleccion, ademas de las composi-
ciones satíricas, contiene algunas octavas
de un poema épico, varias composiciones
ya graves ya ligeras ; pero todas del gé-
nero filosófico ., y una cantata al nacimien-
to del Mesías.


Las prendas generales del estilo en
estas piezas de tan diversos géneros, son
-una estraordinaria correccion en la pu-
reza y propiedad de la frase y en la har-
monía de las palabras. Este mérito en el
dia es tanto mas relevante, cuanto es poco
comun. No se encuentran aquellas espre-
siones hinchadas, aquellas construcciones
violentas, que tal vez afean las produccio-
nes de la escuela de Cienfuegos. Los ver-
sos del Sr. Tapia se deslizan plácidamen-
te sin ofender ni el juicio , ni los oidos
del lector. Rara vez tiene la valentía de
Valbuena ó de Gorigora: algunos podrán
tacharse de débiles ; pero ninguno de bajo
ni de -hinchado. Su cuerda es siempre aco-
modada al -carácter de un poeta filósofo.
La naturalidad y sencillez , siempre sos-


83
tenidas sin degenerar en trivialidad, cons-
tituyen el caracter de su estilo , adornado
frecuentemente con las hn'tgenes mas be-
llas de la poesía, y desleido en una versi-
ficacion facil y suave. En cuanto á la
construccion y movimiento de la frase poé-
tica, nos gustan mas las sátiras y los ro-
mances que las demas composiciones, en
donde se echa menos algunas veces aque-
lla elasticidad vigorosa de la harmonía,
aquel corte atrevido del período y del ver-
so, que es necesario en las composicione
líricas y en la epopeya.


Las formas poéticas de la sátira están
manejadas con mucha destreza, y sus pen-
samientos en este género tienen una in-
geniosidad natural que no se esperaba, y
que por lo mismo produce mas efecto.
En la sátira del café introduce á un pe-
dante hablando de historia, y esclarea:


¡ Qué discurra un mortal con tanta prisa!
Dos siglos se ha tragado en dos minutos.
Ya 110 hay godos: paciencia. Los Califas
Vienen en procesion : Alá les guarde."


Y cuando viene á hablar de la historia
natural ,


» ¡ Cuál charla
De montes, de volcanes y de minas,


6.




84
De rayos, de relámpagos y truenos!
Valedme santa Bárbara bendita.'Z
El diálogo de los dos pisalerdes afran-


cesados en la misma sal ira es tara! ien muy
gracioso; no menos que la batalla de los
libros, imitada de Boileau, y cuyo ger-
men debemos á Cervantes , en el canto
heroyeo-burlesco de la Envidia literaria.
El romance de la Posada no lo imitó el
autor de nadie: para componerlo, no fue
necesario mas que viajar por ciertas par-
tes de Espafía ; porque entonces facit in-
dignatio versunz.


El dialogo entre Cecilio y Ernesto tie-
ne ideas y locuciones originales, y muy
propias del género satírico. Tales son es-
tas: •
»Verás hoy un mozuelo barbi-raso,


Que aun siente el escozor de la palmeta,
lizzbérselas con. :Upe y Garcilaso. ."
;5,-Tú empero la cautivas , la desvelas
En la callada noche... ¿Qué mas quieres?
Te casas. •


Ernesto.
1Vo haré tal."


»Me destinó al nacer mí buena estrella
Para sabio y no mas."


Las composiciones de circunstancias,


85
como la Egloga sepulcral, el nzondlogo
del Censor, y la Tonadilla entre el Diccióna-


. rista y el filds(lo triunfante , aunque ti-c.:-
nen muchos pasajes graciosos, y el mérito
de haberle quizá acarreado al autor una
persecucion honrosa para él, bajo el rey-
nado del poder absoluto , sin embargo
son piezas cuyo interés muere con el de
los sucesos ó personases de que hablan:
señaladamente la primera, que es tina trova
de Gareilaso, y cine en calidad de trova no
es comparable nunca con las poesías ori-
ginales.


La sátira de la holgazanería es la que
mas se acerca á la manera de Juvenal; por-
que hay en ella mas indignacion que ri-
diculez. La descripcion del siglo de oro,
puesta en boca del haragan , es admi-
rable :


»Esta la vida fué del siglo de oro,
Comer, beber, tenderse á la bartola
O correr en el bosque tras las ninfas.
A fé que no eran, bobos nuestros padres."


Describiendo el escudo de armas de un
segundon , dice' que tiene


»Por remate un ave de rapiña :
¡Linda menestra á fé para un convite!


Reprehende con la acrimonia propia de




86
este género la aficion á los toros ,
dre á un , tiempo é hija de la holgazanería,
y los vicios que esta produce: entre todos
ninguno le irrita mas que la costumbre
introducida de hablar mal de las mugeres
que no se han dejado seducir:


O pundonor antiguo castellano!
¿Donde te ocultas ? Defender las damas,
Blandir la lanza, acometer al moro,
Y de la patria acrecentar la gloria,
Tal fué la ocupacion de nuestros pa-


dres.
No en vergonzosa "ociosidad sumidos
Guerra de aleves al honor hacian."


Hablemos ya del fragmento épico. Con-
siste en algunas octavas de los tres prime.
ros cantos de un poema, cuyo asunto es
celebrar la conquista de Sevilla por Fer-
nando III, el Santo. Convenimos con el au-
tor, eu que no tiene la historia española
muchos sucesos que scan tan aptos co-
mo este para la epopeya. En él se mez-
clan grandes acciones y hazañas verdade-
ras con las tradiciones portentosas del vul-
go. Añádase á esto la piedad del con-
quistador, que hace muy oportuna la in-
troduccion de los agentes celestiales en un


• 82
acontecimiento que iba á decidir cuál de
las dos religiones deberia dominar en la
península, la de Jesu-Cristo ó el islamis-
mo. A nosotros nos parece esté asunto
mas grave, mas noble y mas digno de la.
trompa épica , que el que Batteux propone
á los épicos franceses en la reconquista de
Orleans ; porque es casi imposible que la
Poncella no recuerde algunas ideas ridí-
culas, mucho mas despues del ingenioso
é impuro poema de Voltaire, el cual al
escribirlo no puede ser menos, sino que
tuviese presentes las espresiones de Batteux
y pensase en ridiculizarlas.


.


Aunque la conquista de Sevilla es una
accion grande, maravillosa y nacional, ha
sido muy desgraciada hasta ahora. Cono-
cemos dos poemas sobre este asunto. El
primero es la Conquista de la Betwa, que
entre el inmenso rininerg de sus Octavas
no tiene una que sea buena : su autor es
Juan de la Cueva , el mas prosaico de los
poetas de la escuela sevillana. El segun-
do está escrito en redondillas, que es el
metro menos épico que hay en la poesía
castellana. Lo mas particular es que el au-
tor se propuso traducir la Jerusalen del.
Taso en su poema, y asi lo hizo , y es


117 2t-




88.
fuerza confesar que sus redondillas son
buenas: tienen todo el vigor de que es
capaz esta especie de versos.


El Sr. Tapia con la modestia que ca-
racteriza al verdadero sabio, presenta los
fragmentos de su poema que continúa tra-
bajando,'.como muestras de estilo ; y espe-
ra á ver la opinion de los inteligentes,
para saber si debe concluir ó abandonar
su empresa. Nosotros diremos cándida-
mente nuestra opinion , sin pretender por
eso que se siga enteramente. La república
literaria es la democracia mas perfecta:'
no hay en ella magistraturas; eh , si las hay,
todos los ciudadanos tienen el derecho
de apelar de sus decisiones al tribunal de
la razon , que auxiliada por el tiempo,
acaba siempre por someter todos los jui
cios y pasiones particulares.


Los trozos que presenta el Sr. Tapia,
ademas de las dotes generales que ya he-
mos enumerado de pureza y propiedad
de lenguage, están llenos de muy buena
poesía de estilo. En las descripciones y
comparaciones hay imágenes verdadera-
mente épicas, y los razonamientos abun-
dan en elocuencia y graciosidad de senti-
mientos.Mostremos egemplos de uno y otro>


8g
En la descripcion de la mezquita de


S evilla , dice :
Treynta lámparas de oro refulgentes


El. vano adoratorio iluminaban :
A su luz misteriosa reverente
El rey y los imanes caminaban,
Y en las altas cornisas relucientes-
Sus mesurados pasos retumbaban
De la noche el silencio interrumpiendo,
Y pavor en el animo infundiendo."
El epiteto del sexto verso es admira-


ble. Toda la descripcion es hermosa y pro-
duce el efecto que quiere el poeta. Omi-
timos egemplos de la batalla naval y de
la terrestre, que confirman lo que hemos
dicho, por citar una comparácion que nos
parece muy bella.


»Cual lava que en torrentes inflamylos
De la alta cima del volean desciende:
Por tus campos, Trinacaria , dilatados
Con herborosa rapidez" se estiende,
Arrasando las vegas y sembrados,re
Y entra en el ancho mar y el mar se en-


ciende."
Este último verso es hermosísimo. La


repeticion de la palabra mar le dá mu-
cha energía, y la ligereza del verso pin-
ta el repentino encendimiento del piélago.




go


La siguiente octava es una muestra
de la vehemencia que el poeta sabe dar
al razonamiento poético, cuando la ocasion
lo exije. Es de un capitan moro, que in-
cita á sus compañeros á la lid.


Yo, yo mismo á Fernando en la pelea
Buscaré , retaré : rayo mi lanza ,
Y el campo de la lid su tumba sea.
No mas indecision ; no mas tardanza,
Muerte ó victoria el niusulman desea.
Mil desdichadas víctimas venganza
Piden y la tendrán : y al cielo juro
Ser el primero en asaltar el muro." ;


Bastan los egemplos presentados, (y aun
hay otros mejores en este fragmento) para
conocer que el autor debe continuar su
empresa ; y que cuando la haya conclui-
do, tendremos uno de los mas interesan-
tes sucesos de nuestra historia , descrito
con muy buena poesía y en tono propio de
la epopeya. Para contribuir en cuanto nos
sea posible á la perfeccion que puede te
ner esta obra , nos tomaremos la libertad
de hacer las siguientes observaciones.


La octava rima , inventada por los ha-•
liarlos y trasladada á nuestra poesía, es uno
de los mas bellos períodos de nuestra ver-


9
sificacion..áe presta • á toda especie de mo-
vimientos y de cortes, y por consiguiente
á toda clase de pasiones y de asuntos. Pero
entre "todas las incisiones que pueden ha-
cerse de la octava , la menos ayrosa es la
que coloca las pausas en los finales del
3.o y del 5.0 verso; y no sabemos por cuál
desgracia es este corte el que mas comun-
mente se presenta en éste fragmento. Véase
la siguiente octava, que es hermosísima en
cuanto al estilo, y que está desgraciada por
la inarmoniosa colocacion de las pausas.


»Hórrido son de voces y .alaridos
Se escucha y de trompetas y maderos
Por las ferradas proas confundidos,
Y el áspero crugir de los aceros,
Y del furioso -viento los silvidos :
Dementes de corage los guerreros
'No escuchan ya la voz del que los guia::
Vuela de nao á nao la muerte impía."


Esta octava tendria doble valor, si los
cortes del periodo poético estuviesen he-
chos en los versos pares ó en las cesuras
de los impares. Nadie ignora cuanto realza
la versificacion el mérito del estilo. Es muy
fácil de corregir este defecto. Quién sa-
be hacer los versos que hemos citado, no


11‹




9 2
puede. encontrar . grandes dificultades en •
trasponer las pausas.


Tampoco quisiéramos que la necesidad
de un consonante ingrato le obligase tal
vez á destruir toda la harmonía y giro poé-
tico de la frase , como sucede en la oc-
tava del primer canto, en que habla
de Hato, señor de Vizcaya. Cuando se no-
ta esto 'al hacer versos , no hay mas reme-
dio que borrarlos y empezar el trabajo con
otros consonante.;. Pero debemos decir
que hemos encontrado muy pocos egem-
plos de este defecto.


Concluiremos nuestro examen del frag-
mento épico, con una observaciou acerca
de la descripcion con que empieza el se-
gundo canto , que toda ella es hermosísi-
ma y tiene muy lindos versos. Pero los
amores volando con los cc'airos y preparan-
do las flechas para herir á las incautas vil.-
ganes, forman un cuadro demasiado festivo
para la epopeya. Seria de muy buen efec-
to en un idilio ; pero la musa de los hé-
roes se complace en imágenes mas fuertes y
severas. Los accesorios, del cuadro deben
estar siempre en harmonía con el cara s-


..
ter de los personages principales. La mar-
cha de un egército necesita un paisage muy


diferente del que debe emplearse cuando
solo se quieren pintar les amores de Psi-
quis y Cupido.


Vengamos ya á las poesías sueltas.
La epístola á Fabio , á pesar del terrible
nombre de Rioja, que recuerda su títu-
lo , está llena de hermosas descripciones
y de escelentes pensamientos filosóficos.


Cuando en Oriente
Reyna glorinso el sol , y las espigas
Se mueven ondeando al blando soplo
Del aura matinal , el valle inmenso
Un piélago dorado representa."
En toda la epístola domina el colori-


do de este hermoso cuadro, en el cual
todo nos agrada, escepto el verbo que
no es tan poético ni tan gráfico , como
otros que pudieran sustituírsele.


Como esta es una composicion filosó-
fica, y en las poesías dé este género de-
be reynar la verdad, no seta. fuera de
propósito que discurramos acerca de un
punto de historia política , que se toca
con motivo de las estatuas conocidas ba-
jo el nombre de Toros de Guisando.


Nadie ignora que Cesar fue un tira-
no; pero es un error bastante vulgar él
de creer , que la lucha entre aquel hom-




94
bre cstraordinario y Pompeyo, y despues
de muerto este, la parcialidad de sus hi-
jos , tenia por objeto decidir si Roma
debia ser libre ó esclava. Aunque en el
partido de Pompeyo estaba el gran nom-
bre de Caton, eso no prueba que Pom-
peyo fuese amante de la libertad, sino
que aquel rígido republicano siguió en-
tre las dos facciones que dividian la re-
pública , que pensaba que seria menos
funesta á la libertad. En una palabra,
Caton no• temia tanto á. la vanidad am-
biciosa y á veces pueril de Pompeyo,
como al genio atrevido y dominante de
Cesar. Allegóse á esto, que las costum-
bres de Cesar eran muy depravadas; y
aunque su rival no fuese mucho mejor
en materia de moral, todavía el velo de
decencia con que se cubria, manifestaba
su respeto á la antigua virtud; y esto
debió bastar para grangearle afecto en el
corto número de sus prosélitos, á cuya
frente estaba Caton.


Pero la cuestion que se dicidió en los
campos de Farsalia y despues en los de
Munda , no fue la libertad de Roma, si-
no el nombre de su tirano, y las formas,
bajo las cuales habia de tiranizar. Estu-


95
'doliese con cuidado la vida de Pompeyo,
y se verá que egerció realmente la tira-
nía , antes que Cesar aspirase á ella. Fue
el'sucesor de la dictadura de Sila , sin
el nombre ni las crueldades. Augusto
despues de la batalla de Accio no eger-
ció en Roma un poder mas extenso que
el que obtuvo Pompeyo antes de su hui-
da de Italia..


Ni podia ser de otra manera. La exis.,
tencia de la república romana estaba li-
gada á la moral : apenas esta se corrom-
pió, murió la libertad. Los Gracos qui-
sieron resucitarla ; pero se sepultaron en
su tumba. El poder del pueblo cedió al
de los procónsules. Si el nombre de re-
pública duró algunos ahos , fue por el
arte con que el senado oponia á la am-


. bicion desenfrenada de los unos la am--
bicion naciente de los otros; pero en la
realidad no hubo república desde la cai-
da de los Gracos. El equilibrio que con-
servaba cierto simulacro de tranquilidad,
tio era el de los poderes consular y tribu-
nicio, sino el de los hombres. Ahora bien,
cuando la suerte de un estado depende
de los hombres y no de las instituciones,
no hay verdadera libertad.




!


1
11


Otros lidian contra el déspota, para suc-
cederle en el despotismo: por' este moti-
vo lidió la parcialidad de Pompeyo con-
tra Cesar; y esta verdad es evidente en 1


96
Pompeyo fue uno de los ciudadanos mas


ambiciosos ; el amor de Sila y sus victo-
rias le colocaron al 9frente de la repú-
blica. A la verdad, no quiso llamarse rey
-como Cesar; pero fue tan tirano como él.


' Si hubiera triunfado en Farsalia , acaso (_
no se hubiera ostinado en alcanzar una de-
nominacion ; pero no hay duda que
su triunfo hubiera costado mas sangre al
imperio romano. No se crea que lidió
contra Cesar por la causa <le la libertad,
sino para abatir á un rival que abor-
recia,ly cuya reciente gloria envidiaba. Si
Pompeyo quena que Roma fuese libre,
<3 por qué instituyó el primer triunvi-
rato?


Asi, si hemos de seguir la verdad his-
tórica en las poesías filosóficas, no nos
es lícito mirar á los partidarios de Poni-
peyo ni de sus hijos como á defensores
de la. libertad romana, porque pelearon
contra un tirano. Unos lidian contra el
déspota para destruir el despotismo; así
lidiaron los romanos contra Tarquino.


97
la historia, si se examina con cuidado la
conducta pública del alumno de Sila. •


No sabernos que los hijos de PompeO
yo hicieron la guerra ~Ira Cesar en otra
parte que en Andalucía, donde la. batalla-
de Munda decidió la suerte del imperio.
Los comentarios <le Julio Cesar describen
muy á la larga los trances de aquella guer-P
ra, y no hablan de ninguna accion en la
parte. central ni septentrional de España.
Sin embargo , no nos atrevemos mas que
a:


proponer este argumento negativo con--
. ira lo que se dice en la nota de la *página
62, hablando del monumento llamado To-
ros de Guisando.


La cantata del nacimiento del Mesías tie-
ne la soltura que se requiere en los ver-
sos destinados al canto: La sombra de
T/olseo está perfectamente traducida. Na-
die diría que está trasladada de otro idio-
ma, si el autor no lo anunciase.


Los tres romances de la Niñez, la Tu-; •
ventud y la Fejez,,nos hacen desear que
el autor se dedique á este género. de com-
posicion , esclusivamente española. En él
mas que en otro alguno, brillan mas las
gracias del lenguage: las repeticiones, los
contrastes, y la harmonía de una versi-


TOMO VIII> 7




98
ficacion facil y natural, son las dotes pro-
pias de este metro, que se;apropia mara-
viliesainente á toda .especie de asuntos. El
Sr. Tapia lo emplea en consideraciones
lósoficas y morales, siguiendo el .egemplo
de nuestros antiguos poetas , entre ellos
Lope de Vega; y las embellece, acomodan-
dolas con mucha felicidad en las formas
poéticas del romance.


En el primero , despues de describir
al niño que quiere coger la mariposa fu-
gitiva, ó el iris que se le desvanece an-
te la. vista, esclarea :


»Tales son; . niño inocente,
Todas las venturas nuestras:
Mudables como la luna ,
Como el viento pasageras."


La imagen del niño, que compite en
la carrera con el corderillo, es muy pro-
pia de este género y al mismo • tiempo


,E1 razonamiento del anciano en el ro-
mance de la Vejez, está lleno de gravedad
,runcion: los últimos versos son escelentes.


» Tal fuel del hombre inocente
En las primeras edades
La vida, cuando aun el oro
No compraba los pesares."


99
El principio del romance al Sepulcro


de Elisa es hermoso ; pero esta composi-
cion decae hacia el fin. Las descripciones
que embellecen estas piececitas, están he-
.chas con mucha verdad.


»Reyna el silencio en el campo ;
Y apenas del aura leve
Al blando soplo las copas
De los árboles se mecen..."


La harmonía de


estos versos es suave
y sorda , como el silencio que quiere des- .
cribir.


» Si de abril pintas la noche,
Serena y cándida veo
Láluna, que el ancho espacio
Va solitaria corriendo."


Ni la lengua, ni el oido encuentran
en estos versos ningun ostáculo. El ar-
te de conformar la harmonía con


• el pen-
samiento es el arte de los • poetas.


Entre todas las poesías de esta colee-
cion, ningunas nos han agradado mas que
los romances; y solo hemos sentido que
sea tan corto su número. Nos parece •que
el autor los ha corregido con mas esmero
que las otras piezas.


7-




I00


TEATROS.


El hipócrita comedia de Alóliere, en cinco
actos y en, verso , traducida al castellano


por D. T. Marchena.


HGC17~~1211•1101667.1511


Esta comedia no ha podido escribirse,
sino en la época en que el arte ha llega-
do á su perfeccion ; y es muy de admirar
que el mismo hombre, que volvió á crear,
por decirlo asi, la ,escena cómica, olvidada
desde los tiempos de Terencio, fuese el
que la llevó al mas alto grado que puede
subir. La comedia francesa se debe esclu-
sivamente a M.)liere; y los que se han de-
dicado á este género despues, no han po-
dido hacer mas que seguir á lo lejos sus
pasos: No ha sucedido lo mismo con la
tragedia. Corneille la creó: Marine perfec-
cionó el lenguage y los afectos : Crebillon
dictó los medios de hacerla mas terrible:
Voltaire mejoró las combinaciones dramáti-
cas de la accion y estendió el dominio de
Melpomene. Alfieri simplificó la parte es-
cénica, y dió á la tragedia un interes polí-


ICT1


tico. Cada uno de estos grandes maestros
ha sobresalido en alguna de las muchas
cualidades que requiere al arte trágico; pe-
ro cede á los demás en otras. Voltaire, que
ha reunido mas prendas trágicas que los
denlas, es sin embargo inferior á Cornei-
lle en lo sublime, y á Racine en la elo_
cuciori_ y en los afectos. Pero la comedia.
salió de la cabeza de Moliere, como Pa-
las. de la de J.upiter, adulta ya y armada
completamente.


Como no se puede suponer en el pa-
dre dé la comedia francesa mas genio,
quo en los ilustres varones que han. cul-
tivado la tragedia basta este hecho para
probar que el género trágico es mucho
mas dificil de llevar á su perfeccion, que
el cómico: verdad que confesó La Har_
pe, y que en el dia
literatura.


Moliere imitó en algunas de sus come-
dias á los españoles; pero Tartale no po-
dia ser copia de ningun original presenta-
do en los teatros de Madrid. A pesar de
ser muy grande el número de piezas que
hemos leido de nuestro antiguo. teatro,
no nos acordamos de haber visto en nin-
guna de ellas ridiculizada la hipocresia,


es un axioma de




102


COMO no sea en los papeles de gracioso
de las comedias de Santos, en que á favor
de las bufonadas, se deslizan tal vez algu-
nas espresiones, que parecen destinadas á
burlarse de ciertas prácticas y esteriori-
dades , ya supersticiosas, ya hipócritas. Pe-
ro si realmente tuvieron semejante inten--
cion nuestros antíguos cómicos, usaron
de tal reserva , que sus censuras de la hi-
pocrersía. fueron inútiles; porque el pue-
blo no las percibía. No hemos encontrado
en ninguna comedia antigua el caracter
de un falso devoto.


La razon de esta prudencia en nues-
tros poetas cómicos , es muy facil de cono-
cer. La virtud religiosa era en aquellos si-
glos la cualidad mas estimada y necesaria
en la sociedad : estimada , porque tal era
el espíritu de la época : necesaria , porque
ay de aquel á quien la Inquisidon en-


contrara negligente en el cumplimiento de
los deberes esteriores del cristianismo!
Pues cuando en un pais se estima sobre-
manera una cualidad , los que no la pose-
en realmente, fingen poseerla, para obte-
ner el aprecio cotnun , y ese fingimiento es
la hipocresía. Por eso decia Voltaire, que
en Inglaterra, donde no se hace mucho ca-


to:.>
:so de la piedad, no hay Tartufos. Por
consiguiente, si Lope ó Moreto hubieran
querido describir un hipócrita , hubieran
conjurado contra sí á todo su siglo; pues to-
dos lo eran en aquella época, y mucho mas
los que mandaban, escepto el corto número
de almas privilegiadas que poseian la
verdadera piedad, esenta de esceso y de
gazmoñeria. Ademas , como para desen-
mascarar á un hipócrita, ,es necesario
formar el contraste de las prácticas este-
riores con las intenciones perversas del á-
nimo, hasta los verdaderos devotos se que-
jan por un movimiento de amor


.
propio.


que obra sin que ellos lo conozcan , de
que se presenten á la risa pública las este-
rioridades, que les son comunes con los
hipócritas, sin considerar que en estos no
son mas que unkmáscara , y en los verda-
deramente piadosos forman el adorno y la
compostura de la virtud.


De cualquier modo que sea , siempre
es muy peligroso atacar con el azote có-
mico la exageracion ó la hipocresía de
aquellas virtudes, que son mas estimadas
en la opinion pública. En el dia , será
muy bien contak.de cualquier dramático
español, que se burle de .las máximas dis-




n


104
paratadas de los serviles, mas no aeonse-
jariamos á ninguno que presentase sobre
la escena al hipócrita de patriotismo, á pe-
sar de, que esta virtud tiene, como la re-
ligion , sus gazmoños y sus hipócritas; y á
pesar de la utilidad que resultaría de in-
dicar los caracteres que distinguen el
verdadero patriota del falso y aparente.


Todos los que están versados en nuestra
antigua literatura se admiran , y con razon,
de los versos de Rioja contra la hipocresía
en su excelente epístola moral.


No quiera Dios que imite esos varones,
Que moran nuestras plazas macilentos,
De la virtud infames histriones.


Esos, inmundos, trágicos atentos
Al 'aplauso comun, cuyas entrañas
Son infaustos y oscuros monumentos.


¡ Qué callada que pasa las montañas
El aura respirando mansamente!
¡ Qué gárrula y sonante por las cañas!


¡ Qué muda la virtud por el prudente!
Qué redundante y llena de ruido


Por el vano , ambicioso y aparente!


Son de admirar estos versos; porque si
atendemos á las costumbres de aquel siglo,
no podremos desconocer á qué clase perte-
necian esos varones macilentos que• mora-
ban en las plazas , inmundos histriones


IOJ
de la virtud, que buscaban el /aplauso co-
mun. Y si esta osadía nos admira en
una epístola - que no habia de sér.
da sino por un corto número de poetas
y literatos , cuánto mas nos admiraria en
una comedia, á cuya representacion con-
curriría todo el pueblo ?


La Francia no estaba tan fanatizada
en tiempo de Moliere, como la España
en tiempo de Lope ó de Moreto ; y sin
embargo sabemos cuántos esfuerzos hizo
la faccion de los hipócritas para que no
se
. representase el Tartufo, y como cas-


tigó Moliere con el auxilio de un equí-
voco aquella ridícula persecucion. Mes-
sieurs, (dijo al público, al anunciarle que
no se pódia representar el hipócrita) Mr.
le .Président (I) ne veut pas qu'on le joue.
Al fin fue necesaria la intervencion de
todo un Luis XIV, para que el público
de París pudiese ver una .de las obras
maestras de Moliere, si no es acaso la
Mejor de sus producciones. En España
seguramente no se hubiera representado,
aunque Felipe IV el grande lo hubiera
querido:


(i) El magistrado que habia impedido la re-
presentacion de aquella comedia , inducido por la
cabala de los falsos devotos.




Pero sin advertirlo , hemos hecho una
digresion bastante larga, bien que se nos
perdonará á favor de la importancia de
la materia. Corruptio optimi pessima: na-
da mas sagrado que la religion : nada
mas infame y pernicioso , que su abuso;
y si hay algun vicio que merezca sobre
el teatro el crudo azote de la sátira de
Juvenal , • ninguno mas digno que la hipo-,
cresía en materia de piedad. Esa. es la
cizaña que crece entre las mieses , y
que es necesario aguardar á la siega para
separarla y entregarla al fuego. Esa es
la causa de todos los males que han
afligido á la Iglesia y al estado en las
naciones cristianas_, Si los hipócritas


no


pueden ser separados de la sociedad, á
lo menos es posible distinguirlos, cono-
cerlos y guardarse de ellos.


Esa fue la grande idea de Moliere al
escribir esta comedia ; y ella sola basta
para darnos á conocer la profundidad de
su talento. El moralista mas jkm.icioso se
oculta bajo los vestidos y la máscara de
Talía. Nos presenta tres caracteres , en-
tregados á la devocion ; pero muy dife-
rentes entre sí. Don Fidel ( tomamos los
nombres de la traduccíon española), es un


107
alma corrompida y perversa, que se bur-
la de Dios, de la religion y de los hom-
bres, y que solo practica la devocion
para adquirir fama, y satisfacer á escon-
didas las pasiones finas viles y vergonzo -
zas. Don Simplicio es un devoto de bue-
na fé , pero poco instruido: hombre de
buena ,


intencion , pero fácil de ser des-
lumbrado con el pretesto de santidad.
Su madre doña Tecla , como todas las
devotas de su edad , no conoce de la
devocion mas que • el placer de murmu-
rar de sus prógiinos, y de censurar todo
lo que no se adapte á sus ideas ó á sus
caprichos.


Obsérvense que en estos tres carac-
teres tan sabiamente graduados , hay sin


S/• embargo un lineamento comun al hipó-
crita , al iluso y. á la estúpida , que es
la irascibilidad. Todos tres son insufribles,
cuando no salen bien sus proyectos : el
hipócrita manifiesta toda la desverguenza
de un hombre inmoral , y una sed insa-
ciable de venganza, cuando se vé des-
cubierto. El 'iluso se desespera de que se
escape Juana del soplamocos que le des-
tinaba , y esclama , que no puede vivir
en gracia de Dios, mientras aquella cría-


*ti




io8
da esté en su casa. La vieja se vale de
cualquier protesto para dar á su criada
un bofeton, que de mejor gana hubiera
dado al que se burla de ella y de su
sernzon de la torre de Babel.


Otro rasgo sumamente delicado hay
al fin del primer acto en el caracter de
don Simplicio. Este hombre, cuya honra-
dez era ''conocida, trata sin embargo de
no cumplir la palabra que había dado á


- don Carlos de casarle con su hija, desti-
nada ya en su mente para futura esposa de
don Fidel. Don Pablo, cuñado de don Sim-
plicio, y que se interesa en la union de su.
sobrina y de aquel jóven que' la amaba
tiernisimamente, reclama de don Simplicio
la palabra que habia dado' ; y este, Tio
pudiendo negarla y no queriendo cum-
plirla ni comprometerse ratificandola , re-
cuere á aquellos piadosos artificios, á a-
iquellas reticencias devotas, á aquellas res-
tricciones mentales, que tan indignas son
de un hombre franco y leal , y que tan vic-
toriosamente castigó Pascal en sus Provin-
ciales. ¿Y quién enseñó á un hombre de
probidad , y cuyo buen nombre era estima-
do en la sociedad , á hacer intervenir la
voluntad de Dios, cuando quiere cometer


109
una felonia? El hipócrita vil, que habia
desnaturalizado en su alma sencilla la pri-
mitiva candidez, y la habia acostumbrado
á las tortuosidades de la falsa devocion.


No está dispuesta con menos habilidad.
la venganza de don Fidel , para la cual sir-
ve de instrumento la confianza ciega que
habia depositado en él su protector, el cual
recibe , por remedio de esta combinacion,
el castigo de su ridículo empeño en pre-
ferir un advenedizo hipócrita á toda su fa-
milia. Pero ,


no es esta la principal inten-
cion de Moliere. El hipócrita acusa á su
amigo y favorecedor, como reo de estado;
y en esto quiso dar una leccion á todos
los gobiernos, señaladamente á los despóti-
cos, que acogen tan ansiosa y cordialmen-
te teclas las delaciones de esta especie. Hu-
biera sido muy peligroso darla en máximas
y reflexiones: Moliere la dio' en accion , y así
pasó. Sepan todos los que gobiernan, que se-
mejantes delaciones, aunque se presenten con
apariencias de celo , tienen siempre un ori-
gen impuro y vil. El hombre de bien pue-
de alguna vez acusar: jamas delata.


La escena del acto 4.° en que don Sim-
plicio se convence de la maldad del hipó-
crita solicitante de su muger, es de las




x o
mas delicadas que se pueden presentar en
el teatro. En ella se desplega


el caracter
del hipócrita con toda su aborrecible
fealdad y mas bien pertenece su des-
eripcion á la sátira, que á la comedia;
porque lo que, es verdaderamente ridículo en
aquella escena, no es el impostor, sino el
crédulo. El autor de Jorge Dandin no per-
dona. nunca á los maridos , aunque segun
las n'inficiones de su vida doméstica , te-
nia necesidad mismo de mucha .indul-
gencia. Los sarcasmos de su" muger no


contribuyen poco á aumentar la ridicu-
lez de la escena, y acaso, acaso á lle-
varla Mas allá de los límites de la de-
cencia teatral. Es verdad que todo era
necesario para desengañar á su marido
y castigarle al mismo tiempo.


Sin embargo, todo bien considerado,
aquella escena, aunque muy resbaladiza,
no llega á tener el grado de indecencia
necesario para proscribirla ; y si lo tiene
los resultados morales y dramáticos la
disculpan. Pero lo que no es disculpa-
ble , lo que no debe sufrirse, y en lo


. que Moliere faltó á toda decencia, es en ha.
cer testigos del plan que la produjo,
y del éxito que tuvo, á toda la t'ami-


lia. Una doncella bien educada , un hijo
jóven , ¿ debieron saber el artificio nada
inocente , aunque necesario, de una ma-
dre de familias, ni ser testigos de la rí-
diculez que aquel lance atrajo sobre su
padre ? Cosas son estas que solo admiten
por confidente á un amigo ó á un deu-
do muy cercano , de edad ya, y pruden-
cia para saber apreciar las cosas ; pero
no á hijos jóvenes, cuyo respeto á los
autores de sus dias queda destruido,
cuando penetran los secretos íntimos del
lecho paternal. Moliere faltó á la moral
doméstica y á la verosimiltud dramática,
cuando hizo sabedores á los hijos de fa-
milia del ultraje intentado contra el ho-
nor de su padre, y del artificio con que
pensaban vengarle.


El segundo acto contiene una especie
de cómico, en que sobresafia Moliere, y
que es sumamente agradable en la re-
presentacion. Aunque la escena en que
riñen los dos amantes , sea un mero epi-
sódie , es sin embargo una de las mas
bellas que contiene el teatro francés. Hay
en ella ridículo; pero este ridículo es
amable, como todo lo que pertenece al
amor. Moliere estendió en un diálogo ani-




152
mado y lleno de gracias el pax, belltun
de Terencio. Aquellos dos amantes que
habian jurado no volverse á hablar, y
que se resisten tan cómicamente á la re-
conciiiacion que les propone Juana, no
saben despues Cómo separarse, y la mis-
ma reconciliadora tiene que apartarlos por
fuerza. Moliere es siempre el mismo: ya
describa al Misántropo ó al hipócrita, ya
las niñerías del amor, sus pinceladas son
finas, profundas y morales.


Poco tendremos que decir de la tra-
duccion. El - señor Marchena , en quien
la literatura española acaba de perder uno
de sus ornanlentos, y la libertad uno de
sus mas antiguos y constantes defensores;
ha traducido con toda verdad el pensa-
miento de Moliere, le. ha hecho hablar
espahol, y ha sabido conservar la gracia
y el enlace de las ideas: pero sus versos
en el género cómico . carecen de la flui-
dez y harmonía que liemos notado en
las composiciones líricas de aquel sabio
literato. Tiene la versificacion cómica un gi-
ro particular, y con el cual es muy posible
que no acierte un poeta muy estimable
en .otros géneros. La harmonía cómica
está ya irrevocablemente fijada en nues-


3tra lengua , por los versos del Viejo y lapifia,- la Mogigata y algunas escenas delBaron : y todo lo que se separe de las
formas que presentan estos modelos, no
será mas que prosa asonantada.


TOMO- VIII. 8




a '4
Del servilismo.


Al tratar en el número anterior de la
exajeracion de los principios, dijimos que
asi como esta conduce á la anarquía y á
la desorganizacion de las sociedades, del
mismo modo elrestringidosy coartados in-
debidamente, llevaba las naciones al ser-
vilismo, y favorecia la conservacion é el


restablecimiento del poder absoluto ; y
ofrecimos tratar otro dia con alguna es-
tensioir esta materia. Vamos pUes á ha-
cerlo y -á fijar con cuanta exactitud nos
sea posible la verdadera significacion de
las voces servil y servilismo, liberal


y li-


beralismo ; voces de que todos usan con


frecuencia y que cada uno entiende á su


manera.
Emplear la palabra liberal para desig-


nar un hombre que ama la libertad po-
lítica y civil de los ciudadanos, que de-
sea verla establecida y asegurada en todas
las naciones , y que contribuye á ello de la
manera que puede; fue al principio un
verdadero galicismo de significacion; por


1 /


"5
que en castellano la espresion , un hom-
bre liberal , no significaba antes otra cosa
que un hombre no avaro , no cicatero,
que con facilidad y gusto se desprende
de sus riquezas para socorrer á sus pró-
jimos , sacar de algun apuro á sus ami-
gos, ó grangearse el aprecio 'de las gen-
tes gastando sin mezquindez su caudal. Mas
como por mas esfuerzos que hagan los
puristas para mantener las lenguas esta-
cionarias é inmobles, estas padecen con-
tinuas é inevitables alteraciones, que aun-
que al principio sean verdaderas innova-
ciones, el uso al fin las legítima y consa-
gra, ha venido al fin á ser ya castellana
la acepcion franco-revolucionaria del ad-
jetivo liberal; del cual se ha formado lue-
go por derivacion el sustantivo liberalismo
para denotar la cualidad abstracta de ser
el hombre. liberal. Este mismo adjetivo
se aplica igualmente á las opiniones y á
las doctrinas en cuya acepcion está


• ya
naturalizado tambien. La introduccion de
la voz servil y de su derivada servilismo,
no ha tenido el mismo origen : la última
es enteramente nueva ; pero la primera es
muy antigua en la lengua , y la estension
que ha recibido en sus acepciones, no nos


s.




116
ha venido de la Galia, antes bien los fran-
ceses la emplean ya por imitacion en el
mismo sentido que nosotros. Los que en
España fueron llamados y con bastante pro-
piedad serviles, luego qué formada la Cons-
titucion de Cadiz, se vió ó presumió que
no profesaban sus principios, no hablan
sido conocidos hasta entonces en Francia
y aun en España sino con el título de
aristócratas , y es menester confesar que
la voz servil, es mas espresiva y da una
idea mas clara de lo que con ella se quiere
significar, que la de aristócrata anteriormen-
te empleada. Sin embargo una y otra co-
mo todas las que designan cualidades in-
teriores del ánimo , son necesariamente
vagas é indefinidas en su significacion; por
que no representando objetos materiales
y sensibles, sino seres morales ó intelec-
tuales, cada uno hace entrar en su com-
posicion mas ó menos elementos; y de
aqui proviene la dificultad de entenderse,
y la arbitrariedad con que se prodigan
acaso de buena fé las denominaciones de
serviles y de liberales. Ni puede ser de otra
manera. El que en Francia haga consistir
el liberalismo en la exajeracion de todos
los principios y en las absurdas doctrinas


117
de los jacobinos, debe tener por serviles
á Lanjuinais y á la Fayette, al paso que
estos serán mirados por los ultras como
demagogos, filósofos, y corifeos del li-
beralismo. Para desterrar, pues, en cuan-
to es posible esta arbitrariedad,. vamos á
esplicar lo que debe entenderse por libera-
lismo , analizando esta idea compleja , y
determinando con precision las ideas par-
ciales de que se compone : de lo cual
resultará por contraposicion cuál es la
verdadera acepcion de su contraria, la do
servilismo ; y se conocerá quienes son
los que justamente merecen el título de
se/viles.


Para esto es necesario fijar con toda
exactitud las condiciones y principales ele-
mentos del régimen llamado liberal; pues
una vez conocidos, se verá con toda cla-
ridad quienes le son ó. no favorables en
sus opiniones, y conducta. Dificil parece
la empresa ; pero no lo es tanto como
parece, si en la solucion del problema se
procede de buena fé.


Régimen liberal no es otra cosa que
sistema completo de gobierno, propio pa-
ra obtener el fin de la asociacion, que es
la felicidad de los asociados. La felicidad




118
social de que se trata consiste en que to-
tos los individuos de la sociedad tengan
respectivamente la mayor suma posible de
comodidades, y solo el cierto número de
incomodidades . físicas, políticas y mora-
les absolutamente inevitables. Y aunque
llegar á este estado tan feliz, sea acaso im-
posible , no lo es el irse acercando mas y
mas, á medida que se vaya estendiendo y
aumentando la civilizacion de las nacio-
nes, y se vaya perfeccionando la especie
humana , cuya perfectibilidad, digan lo que
quieran los enemigos de la filosofía, sino
es rigorosamente infinita, es por lo me-
nos indefinida. De todos modos , si es im-
posible alcanzar todos los bienes, no lo
es ciertamente evitar un gran número de
males; y la sociedad que lo consiga pue-
de con justo título apellidarse feliz. En
este punto • como en el de la perfeccion
moral de los individuos, puede tenerse
por perfecto, no al que posee- todas las vir-
tudes , sino al que tiene menos defectos,
qui minimis urgetur viliis. Y cómo evi-
tar los males? Para responder á esta pre-
gunta es menester distinguir de males.
Los hay, como queda indicado, de varias
especies: unos puramente físicos, las en-


119
fermedades y dolencias: políticos, los críme-
nes y delitos; y morales , vicios y de-
sórdenes no sujetos á la animadversion
de la ley. Para disminuir en la parte po-
sible el número de los primeros, porque
evitarlos todos no es dado á la organiza..
cion física del hombre, se necesita un
buen sistema de higiene pública ó de po-
licía médica y urbana ; en cuyos porme-
nores no es posible entrar en un escrito
como este , porque su explicacion , por
sumaria que fuese, ocuparia un tomo no
muy pequeño. Para precaver en mucha
parte los segundos y los terceros, porque
evitarlos todos está negado tambien á la
humana debilidad; es necesario: j.0 un
buen sistema de premios y castigos ; pues
sabido es que el placer y el dolor son
los dos únicos móbiles del corazon hu-
mano: a..° una bien organizada policía
y la competente fuerza armada : 3.° la me-
jor educacion posible pública y privada,
física, moral, y literaria: y 4. 0


la mayor
abundancia, y riqueza dables; porque
griten cuanto quieran los panegiristas de
la pobreza, esta es en los particulares el
origen ó á lo menos la ocasion de casi
todos los delitos y de la mayor parte de




120
los vicios: y en las naciones la precur-
sora cierta de su ruina y esclavitud. Y
como para organizar completamente todos
estos ramos, hacer las leyes necesarias, y
cuidar de su puntual observancia, es pre-
ciso que las leyes se hagan y egecuten de
un modo que asegure cuanto es posible'que
serán las mas acertadas, y que su egecucion
será infalible; y es menester ante todas co-
sas arreglar sabiamente el modo de ha-
cerlas y egecutarlas : ó lo que es lo mis-
mo, es menester empezar por constituir
la sociedad y componer su gobierno de
aquella manera , que atendidas todas las
circunstancias deba ser la mas acomoda-
da para conseguir tan importantes hipes,
y producir tan saludables efectos.


No es de este lugar trazar el plan de
Un buen código penal, de una bien en-
tendida reparticion de los premios, ni de
la organizacion de una vigilante policía
judiciaria, ( la política es incompatible .con
el régimen liberal ) ni de la de su auxi-
liar la fuerza armada : cada uno de estos
artículos pide tratados particulares muy
extensos. Ademas tampoco es esto nece-
sario para venir á parar en los resulta-
dos que luego se verán. Solo pues bos-


121
quejaremos los primeros rudimentos de la
ciencia social en los tres últimos puntos,
educacion , riqueza, y gobierno; por que
estos son en los que principalmente se dis-
tinguen los liberales y los serviles. No
se esperen sin embargo mas que princi-
pios muy generales; por que si hubiera-
mos de ir descendiendo de ellos á todas
sus consecuencias, y aun solamente á las
mas principales , tendriamos que escribir
muchos y muy abultados volúmenes.


Educacion.


Entendemos por educacion la reu-
nion de medios que de intento y artifi-
cialmente se emplean para comunicar al
hombre una ó mas series de ideas y ha-
cerle contraer ciertos hábitos; y por esta de-
finicion se ve que la educacion será física
si los hábitos de que se trata son relati-
vos al ejercicio de sus facultades físicas
y á los movimientos de su cuerpo; y moral
ó literaria si las ideas y hábitos que se le
comunican pertenecen á una de estas dos
clases. Se ve tambien que la educacion
puede ser, como queda insinuado , ó pú-
blica ó privada, segun que sea la sociedad




I22
toda ó algun individuo quien proporcio-
ne los medios que han de producirla ; y
que será buena en ambos casos si estos
1T) edios son oportunos para comunicar
ideas verdaderas é inspirar buenos senti-
mientos; y mala si deben producir el efec-
to contrarío. En cuanto á la educa cion
privada de cualquier clase que sea , el Go-
bierno no puede influir en su bondad ni as
que indirectamente promoviend o y facili-
tando la ilustracion general , de la que
entre otros mil bienes resultará necesaria-
mente la buena educacion doméstica de
los ciudadanos. En orden á la pública,
omitiendo por ahora lo perteneciente á la
parte física , en la cual todolo que un go-
bierno puede hacer se reduce á establecer
ciertas escuelas de gimnástica, equitacion,
natacion , etc., permitiendo y protegiendo
las que forman loa particulares, -nos li-
mitarémos á la moral y literaria.


En la moral la institucion mas pode-
rosa es la de la religion : sobre la cual
cuando ya la nacion tiene adoptada una-
la accion del gobierno se limita .á pro-
tegerla y á poner en armonia su discipli-
na y policía esterior con el interés ge-
neral. Número de ministros proporcion a-


123.
do al de los habitantes , fóndos compe-
tentes para su dotacion y demas gastos del.
culto , cualquiera que sea el modo que se
adopte para obtenerlos y asegurarlos, y
oportunas precauciones para que las doc-
trinas religiosas y las disputas y querellas
á que puedan dar lugar , no perturben
la tranquilidad pública ni alteren el or-
den: he aqui en suma lo único que al
gobierno es permitido en orden á las re-
laciones del ciudadano con el Ser supre-
mo. Pero' esto solo ¿cuántos derechos no
le da, y para cuánto no le autoriza ?


Fu la parte moral entran tambien los
espectáculos públicos, las fiestas y regoci-
jos; cosas que influyen muy poderosamen--
te en los ánimos de los hombres, forman el
caracter nacional, y bien dirigidas y mane-
jadas son la mejor escuela .


de- moral. Mucho
baria que decir en esta parte; pero no es
del caso para lo que aqui buscamos.


En la educacion literaria, puede redu-
cirse á dos cosas cuanto la comunidad
tiene que hacer respecto de los individu-
os : no estorbar á ninguno que se instru-
ya é ilustre á los :lemas, y facilitar los
medios á los que por sí solos no pudie-
ran proporcionarselos. Lo t.° supone la




524
ilimitada libertad de imprenta y la auto-
rizacion de toda clase de enseñanzas pri-
vadas : y lo 2.° el establecimiento de es-
cuelas públicas de todos grados en que
se enseñen todas las partes del saber hu-
mano gratnitamente á los pobres, y por
su dinero á los que pudieren pagar este
beneficio.


Riqueza pública.


Los que se imaginan que los regla-
mentos y las leyes tienen la virtud de
Midas, escribirían aqui un largo capítulo;
pero nosotros que estamos muy conven-
cidos de que casi todo lo que debe ha-
cer la sociedad en esta parte es no po-
ner estorbos á los socios para que cada
uno haga su trabajo tan productivo como
puede serlo, y quitarselos si existian an-
teriormente , reduciremos á muy pocos
principios cuanto puede decirse en la ma-
teria: 1.0 que todas las propiedades estera
en libre circulacion : 2 .o que las contri-
buciones se repartan entre todos los que
pueden pagarlas en la posible proporcion
de sus facultades: 3.0 que economizados
cuanto sea dable los gastos improducti-
vos é inutiles , se invierta una parte cuan


125
grande ser pueda en obras de pública uti-
lidad, como puentes, caminos , canales, etc:
4.0 que se deje la mayor latitud posible
á la accion del interés privado, lo cual
supone la abolicion de todo privilegio,
monopolio, etc., y la destruccion de to-
das las trabas que acaso existan ; y 5.o un
sistema de rentas bien entendido y pun-
tualmente ejecutado.


Constituczon política.


Aqui prescindimos de todas las exis-
tentes ó que han 'existido, y hasta de las
que pueden en lo sucesivo establecerse:
hablamos de las bases que son comunes
á todas las que quieren merecer el título
de liberales. Igualdad de todos los ciu_
dadanos ante la ley : libertad á todos ellos
de hacer cuanto no sea en perjuicio de
la comunidad ó de alguno de sus miem-
bros: existencia de un 'cuerpo indepen-
diente del individuo ó individuos que per-
pétua ó temporalmente ejerzan el poder
ejecutivo : formacion de la ley por el con-
curso de estas dos autoridades, ya que el
1.0 decrete y el 2.0 sancione, ya que este
proponga y aquel apruebe ; ya que pro-


5




26
miscuamente tengan ambos la sancion y la
propuesta respectivamente, lo cual seria lo
mejor: condiciones exijidas para ejercer
cualquiera funcion pública para que estas
no sean confiadas sino á los que puedan
desenspeilarlas de la manera mas acerta-
da y ventajosa ; y las convenientes garan-
tias individuales para que el individuo
tenga legalmente asegurados su vida , li-
bertad y bienes en cuanto la ley no le
prive de las primeras ó no le mande sa-
crificar una parte de los últimos: he aqui
en suma las bases generales de toda bue-
na Constitucion.


Por esta sumarísima enumeracion de
los principios en que debe fundarse el régi-
men llamado liberal , ó en términos mas
claros y sencillos, un buen gobierno, y
llámesele como se quiera ; se ve con to-
da claridad y distincion en qué consis-
te el :verdadero liberalismo, y por con-
traste , qué opiniones y doctrinas mere-
teran con justicia la infamante califica-
cion de serviles. Así, para poner algunos
egemplos,


Será liberal el que existí-1'e y predique
que todos los males políticos de los pue-
blos han nacido de la ignorancia, de los


x27 •


.errores y las preocupaciones : y por con-
siguiente que un gobierno liberal debe
promover la mayor ilustracion posible,
permitiendo que se publiquen todas las
verdades y se combatan todas las preo-
cupaciones. Será servil el que sostenga
que el pueblo no debe ser ilustrado, ó
serlo solamente en ciertas materias y has-
ta cierto punto : que hay verdades que
no se deben enseñar , errores que se de-
ben conservar , y preocupaciones que es
necesario mantener.


Sera liberal el que diga y defienda
que las naciones tienen derecho á inter-
venir en la policía exterior del culto ó
cultos de sus individuos , para prohibir
todo cuanto pueda ser contrario á la pú-
plica felicidad , y que en consecuencia
pueden aumentar ó disminuir el número
de sus ministros , distribuirlos de esta ó
aquella manera , asignarles esta ó aquella
dotacion, y asegurarsela ya con produc-
ciones de la tierra , y ya en idinero. Y
será servil el que diga que nada de esto
puede hacer la autoridad civil, que la
dotacion del clero ha de consistir preci-
samente -en diezmos, que estos son de de-
recho divino , y que si estuviesen tan mal




1 2 8
repartidos que unos sacerdotes disfruten
millones de renta anual , mientras otros
DO tengan lo preciso para vivir, esta mons-
truosa desigualdad debe subsistir perpe-
tuamente.


Será liberal el que diga que en una na-
cion bien gobernada todos los individuos
han de poder cultivar su entendimiento,
corno mejor les parezca ; y que siendo la
ciencia una propiedad del que la tiene,
podrá todo el que sea propietario de es-
ta clase vender su enseñanza á precios
convencionales, lo mismo que el que ven-
de las legumbres de su huerta ; y que por
tanto cualquiera puede imprimir y pu-
blicar sus ideas libremente, y establecer.
escuelas de cualquier grado que. sea, so-
bre las cuales el gobierno no tendrá otro
derecho que el de una inspeccion gene-
ral para impedir los males y desórdenes
que de estos establecimientos pueden re-
sultar corno de otro cualquiera. Y será
servil el que se empeñe en que los ciu-
cadanos no deben saber mas de lo que
el Gobierno quiere que sepan , ni leer
mas libros que los que él permita cir-
cular; que por lo mismo es indispensa-
ble su licencia para publicar cualquier


129
impreso, y que tampoco debe haber mas
escuelas que las que él haya establecido
y reglamentado á su gusto.


Será liberal, el que sostenga que nin-
guna propiedad debe estar fuera de la
circulacion general ; que no debe haber
privilegios, monopolios, ni trabas; 'que to-
dos los habitantes, pues participan de los
beneficios comunes, deben contribuir tam-
bien á los gastos públicos en razon de
sus facultades; que estos gastos. deben ha,
cerse con la mayor ecenomía y llevarse
una muy escrupulosa cuenta y razon,
etc. Y será servil el que defienda fas
vinculaciones, la amortizacion eclesiásti-
ca , los privilegios, ó para 'ganar exclusiva-.
mente en algun tráfico, negocio ó ramo
de industria , ó para no pagar pudiendo,
cuando pagan los demas: que el Gobier-
no puede aumentar á su árbitrio los gas-
tos públicos , disipar las rentas del Esta-
do y administrarlas sin cuenta ni razon
alguna ;. y que el modo de que florezcan el
comercio y la industria , es sujetar todas
sus operaciones á reglamentos y formalida-
des, y ponerles cuantas trabas sean imagi-
nables.


Será liberal finalmente el que diga que
TOMO VIII
9




130
las reglas generales que la sociedad haya
-adoptado para la mejor organizacion de
su gobierno , deben estar consignadas en •


una ley fundamental , que en esta debe
estar previsto y determinado el modo de
hacer las leyes, las calidades y circuns-
tancias de los que hayan de concurrir á
este acto tan importante , y las de la una



muchas personas que hayan de cuidar


de su ejecucion; si esta suprema magis-
tratura ha de ser temporal, ó perpétua,
y en este caso hereditari a ó eligible ; y en
suma , que en esta ley fundamental han
de estar bien definidas las atribuciones de
todos los poderes que ella instituya, etc.
Y será servil el que pretenda que un in-
dividuo , una familia ó una corporacion
tiene .por sí y esclusivamente el derecho
'de hacer la ley, de variar y derogar las
existentes, y de ejecutarlas por sí, ó de nom-
brar. y destituir arbitrariamente todos los
funcionarios -públicos, cualquiera que sea
la parte que les delegue en la adminis-
tracion pública ; en suma, que nhayaas
ley que la voluntad de los goberaes
sean muchos, pocos ó uno; que ellos han
recibido la autoridad de cualquiera otro
que no sea la sociedad entera ; que cuan-


1.31:
to hagan será justo; y. que los gObernados
deben ejecutar ciegamente sus voluntades.


Reduciendo estas ligeras indicaciones•á
los puntos mas capitales, se ve que 'el ser_
vilismo propiamente dicho consiste en de
fender, contra • los principios generalmen-
'te recibidos, la autoridad arbitraria, la con-
fusion de los. poderes políticos , las dis-
tinciones no fundadas en el méritó personal,".
los privilegios, trabas y restricciones de
das clases, la amortizacion civil y eclesias-
tica, la absoluta independencia del clero,
respecto de la potestad civil, en orden al
número , distribucion y do ,_acion .de
ministros del culto, y otros puntos de me-
•a policía y disciplina externa. Y ya se
deja entender que el liberalismo ilustra-.
do y útil consistirá en sostener las doc-
trinas contrarias. á estas. Imperio de la
ley, independencia y separacion de los po-
deres, ninguna desigualdad entre los ciu-
dadanos, sino las que necesariamente esta-
blecen entre ellos sus diversas circunstan-
cias 'personales , libertad de imprenta é
industria, seguridad personal y real, buen
sistema administrativo en todas sus partes,
igual reparticion de los impuestos necesa-
rios; sumision de todos los ciudadanos á




13'1
la 'autoridad ~un , y derecho de esta
para intervenir en el arreglo del clero: el
que profese estos principios .ya puede pa-
sar por liberal entre los mas liberales. To-
da la dificultad está luego en entender-
los corno se debe, y en no confundir la
libertad con la . licencia; la igualdad civil,
con el einisnio; el derecho de examinar
y. censurar la conducta pública de los fun-
cionarios, con el de envilecerlos, injuriar-
los, é insultarlos; el de denunciar los abu-
sos, con el de tomarse la justicia por su
mano ; y las reformas saludables y nece-
sarias, con la manía de aniquilar cuanto
existe. Nada mas opuesto al verdadero
liberalismo que llevar las cosas al estremo
y hacer odiosas por este - medio las ver-
dades mas útiles. Por eso nosotros hemos
clamado con stantemente y clamarémos
mientras nos sea lícito, contra la exalta-
cion, jacobínica. Detestamos las doctrinas
serviles ; pero en la situacion actual no
las tenemos por tan temibles corno las
exajeraciones de los furiosos. Una vez es-
tablecida y puesta en planta la Constitu-
cion y habiendo libertad de imprenta, ¿qué
impresion puede hacer en el público el fa-
nático que predique la obediencia ciega, el


133
derecho de vida y muerte, y otros absurdos.
semejantes ? ¿ Qué aceptacion ni séquito ten-
<lija el que enseñase que los diezmos son de
derecho divino, que no podernos vivir sin
frayks, y que un arcediano debe tener
ochenta mil ducados dé renta por la pre-
cisa obligacion de no hacer nada ? Tales
necedades solo pueden sostenerse cuando
no es permitido hablar ni escribir contra
ellas; pero el' dia que se rasga el velo
con que las encubria la opresion ; ¿ quién
no las reconoce al punto por lo que son?
Glande, despues de siglos de ignorancia
y esclavitud , rompe una


.
nacion sus ca-


denas, y empieza á ver la luz dé la ver-
dad', no es de temer que retroceda á sus
antiguos errores y vuelva á tomar sus
grillos : lo temible es que abuse de su
libertad , y- que . con una ilustracion su-
perficial , reciba como verdades inconcu-
sas los delirios de los acalorados apósto-
les de la. libertad. Por esta razon los es-
critores públicos deben trabajar en dar
al vulgo ideas sanas, en predicarle la !no-
deracion , el juicio , el orden , el respeto-.
á las autoridades, la obediencia á la
y la fidelidad al príncipe. Cuando las
preocupaciones tienen en su mano el







134
ma de la autoridad y el poder de la opi-
nion, es urgente combatirlas; pero cuan-
do su trono ha sido derribado , cuando
puede decirse . que acabó su imperio , y
cuando huyen avergonzadas á esconderse
entre algunos •Obscuros partidarios que
todavía pueden quedarles; ¿ qué utilidad
hay en estar de continuo persiguiéndolas,
ni qué valor se necesita para ello , ni qué
gloria puede haber en insultar á un ene-
migo ya vencido ? Mientras la Inquisicion
tenia la facultad de quemar hombres,
era importante• desacreditarla; mas cuan-
do ya no existe, ¿á qué reproducir.las mil
diatribas que se escribieron contra ella ?
No son los quemadores con, sobrepelliz los
que deben temerse- hoy dia..';\


1.35.


Sobre la palabra respeto.


Con respeto P está muy bien:
Con respeto le tratad :
Un par de grillos le echad,
Y la cadena tambien."


El garrote mas bien dado
y Alcalde de Zalamca.


¡ Bien haya un millon de veces el al-
ma, cle este buen .


Alcalde! ¡ y qué bien,
conocia el modo de tratar á la gente con
respeto! No parece si no que estos cuatro,
versos se fabricaron para servir de lec-
cion á las futuras generaciones, ensehá•-
dolas cómo en. lo sucesivo 'deberian ma-
nifestar su respeto algunos escritores, que
aunque no tengan- á su disposicion grillos
ni cadenas, no puede injuriarseles llamán-
doles gentes de grillete. Y si bien se mi-
ran las cosas, ¿ qué es el. respeto en este
mundo miserable sino una muestra de -ser-
vil adulacion ; una bajeza indigna de un
pecho que blasona libertad, , y un ver-




al •X36
dadero grillo que sugeta la lengua, y la
pluma, y todos los movimientos de un
indivíduo respecto de los demas? Muy
equivocados anduvieron los señores Aca_
démicos en decir que el respeto era mi-
ramiento, acatamiento , ó cosa que lo val-
ga ; por que debian estender su compara-
clon al hablamiento , pegamiento , y calum-
niamzento , que no solo suelen hermanar-
se con el respeto de algunos, sino que son
el único y verdadero respeto de pie sa-
ben usar. En efecto son tantos los mo-
dos de guardar y de faltar al respeto, que
bien merecen que nos detengamos un po-
co á reflexionar en ellos.


•Es el respeto sin duda, en la comuri
acepcion, la deferencia que se tiene por
alguna persona ó cosa , Y-a sea por su ex-
celencia misma d por su caracter, dignidad,
edad, it otras calidades que en ella se re-
conocen. ¿ Pero quién no ve que este res-
peto, deferencia, ó como se llame, no es-
tá designado de un modo sensible y uni-
forme, y que puede cada uno tributarle
á su manera? Hay algunos por egemplo
que sea 'por su groseria natural, ó
.por falta: de educacion , ó lo que yo mas
creo , ,, por grandeza de alma, no aciertan


/37
á manifestar su respeto , sino enteramen-
te al revés de como le tributan los de-
mas hombres. Empezando por el respeto


quién hay que ignore con cuanto
respeto 'suelen algunos hijos desposeer á


• sus padres de la
• administracion de sus bie-


nes , hacerse servir por ellos mismos, co-
mo si fueran ellos sus criados, é' indicar-
les de todas las maneras posibles cuán (le-
mas estan ya en este mundo? No hay
nadie que no blasone de tener el mayor
respeto á las leyes; pero esto tambien de-
be entenderse siempre que sus disposicio-
nes nos sean perfectamen


• e favorables, que
fuera sobrada tonteria manifestarlas el me-
nor respeto, cuando le condenan á uno á
la prision ó á la muerte.


Ya se sabe que el respeto á, las iglesias
consiste en tomar agua bendita ; y mas
que en todo lo demas se las confunda con


teatro ó con la taberna ; por que esto
no quita ni pone , con tal (pie se desafíe
á todo el inundo sobre quien tiene mas
ó menos respeto. Aun menos que eso- se
necesita para manifestar su respeto al Mo-
narca,






por que con tal que no pueda ha-
ber un resbaladero para dar de hocicos
contra la ley. de Imprentas , nada importa




I33
el desacreditarle, calumniarle, suponerle'
deseos contrarios al bien de la nacion,.
hacer creer que está en perpetua guerra'
contra los ciudadanos, interpretar siempre
en sentido odioso, no solo sus palabras,
sino hasta las acciones mas indiferentes,.
suponerle amante perpetuo del error, in-
capaz de elegir nunca un consejo saluda-


' ble , sino siempre el mas torcido y per-


judicial , etc.; por que todas estas cosasy otras muchas mas', son una prueba de
respeto ilustrado, que es cosa muy distin-
ta del servilismo.


El respeto á las autoridades, como que
es una emanacion de los que ya quedan
enumerados, exije todavía mucho menos
miramiento que los anteriores. En estas
bien se puede entrar como en real de ene-
migo; por que ¿ quién ha de ofenderse, ni
aun de la mas insigne desverguenza, cuan-
do asegura el mismo que la pronuncia, que
lo hace por excesivo respetó á la opinion
pública ? Llámeselas apáticas , venales,
corrompidas, opuestas al régimen actual,
fálteselas á la obediencia, fuérceselas á ha-
cer cuanto se les antoje á cuatro locos;.:.
asesine:lelas , si es necesario ; pero , no se
diga que se las falta al respeto , por. que


139
esto seria calumniar á la gente, y dar á en-
tender que habia una especie de anarquía.


El respeto á la desgracia , ó digamoslo
con mas propiedad, el respeto á los des-
graciados, es una de aquellas frases in-
significantes, inventadas por la estupidez'
y repetidas por la vanidad. ¿Son acaso
algo en el mundo los desgraciados? ¿ No
son unos seres abyectos, marcados con el
sello de la indignacion divina, que toma
por instrumento á los hombres para em-
pezar á cumplir los decretos de su jus-
ticia ? ¿ Pues qué muestra de respeto pue-
de haber mas agradable á la divinidad, que
la de contribuir á que se realicen mas de
lleno sus inescrutables juicios ? ¿ No ha
sido , es, y será siempre una máxima in-
concusa el no admitir en su casa al que
ha perdido la amistad (le un Ministro , y
el no recibir un criado que haya sido des-
pedido de la de un amigo ó contertulio?
¡Cuántas y cuántas peloteras suelen armar-
se entre las señoras sobre esto del recibir
las criadas despedidas da otras casas ! Fo-
no debo comprometerme, es la sola respues-
ta que se debe dar á todo desgraciado que
reclame el auxilio de la recomendacion á
cualquiera que ,conozca el mundo.




i4o
Sin embargo, no debemos ser tan ri-


gorosos que dejemos ,de hacer todo el bien
que podamos á los desgraciados, luego
que se adviertan algunos síntomas .de mu-
danza de fortuna ; y entonces... entonces si
que empieza á ser respetable la desgracia, y
se deben hacer todos los sacrificios imagi-
nables para persuadir á todo el mundo
que .somos impertérritos , y qué no hay
compromiso que nos arredre cuando se
trata de salvar á la virtud oprimida. En-
tonces es cuando pega aquello de ser arnz-,
gos de sus amigos hasta la pared. de en-
frente, y lo de apuradamente, nunca res-
peto yo ¡izas á mas amigos , que cuando
estan á los pies de los caballos, y el lati7
nejo usque ad aras, que es capaz de atur-
rullar al amigo menos confiadó. Pero fue-
ra de este único casó , es obligacion pre-
cisa de toda persona decente huir de los
desgraciados como de la peste; y en lu-
gar de aplicarles el respeto á ellos.
cársele al que los oprimió;. y váyase lo
uno por lo otro. El contestar á sus cartas
si estan en alguna prision ó se hallau en
pais estrangero , seria la mayor -necedad
pudiendo disculparse con la poca seguri-
dad de los correos, y con. lo del no prt.-


14
varse en lo sutl sipo de poder hacer igual
bien á los demas. Finalmente esta con-
versacion de desgraciados es conversacion
que apesta, y solo puede sufrirse diez mi-
nutos allá en las cárceles.


El respeto poi; la edad ya podria to-
levarse.


; pero esas 'malditas toses que aco-
meten á los viejos; esa sordera de que
adolecen los mas de ellos; esa torpeza en
el andar, esa falta de pujanza en algun
lance apurado, parece que dispensan de
que se les tribute respeto alguno: más siem-
pre conviene-decir que se les tiene muy
grande , hasta que llega la ocasion de al-
guna vacante; por que para todas debe
echarse mano de jóvenes.


No nos disgusta del todo el ver coches
de respeto; por que al fin aunque nosotros
no vayamos dentro, siempre eso supone
dinero; y en resumidas cuentas el dinero
es la cosa mas respetable que hay en el
mundo para todo el que. se llega á pene-
trar bien de la dignidad del hombre. No
es esto decir , que no sea del caso pero-
rar de. cuando en cuando contra ese vil
metal, echandole la culpa de todo, y vo-
mitando mil pestes contra el primer ci-
catero que .einpezó á darle importancia.




142
Estas y otras declamaciones que se oyera
y leen todos los días, lejos de ser falta
de respeto , suelen ofrecer un medio para
adquirirle.; y vaya todo por amor , de Dios.


¡ Cuánto mas noble es el respeto que
imponen los cañones de artillería, y cuán-
to mas uniforme y general es la impre-
sion respetuosa que hacen en los pechos
bien nacidos! Este sí que es el respeto por
excelencia, que no admite interpretacit-
nes , ni anfibologías, ni equívocos ; sino
que es justo, sincero, natural, y acaso no
suele manifestarse esteriormente con tan-
ta energía, como en lo interior del pecho.
¡ Bien contrario en esto á todos los de-
mas respetos mundanos, que cuanto mas
se ostentan y disfrazan con frases y pala-
brotas, tanto mas descubren la gana de re-
petir el pasage del Alcalde de Zalamea,
el cual segun hemos visto en el . epígrafe,
sabia 'algo de la materia de respetos.


Respetarse uno á sí mismo no seria del
todo malo, por que al fin todo se que-
da en casa; pero ¿ ha de estar uno siem-
pre de etiqueta? No es mejor hacer. del
grave , del valiente, del generoso, y del
modesto cuando llegue la ocasion, y es-
tar todo el resto del año haciendo y di7


143
ciendo cuanto á uno le dé la gana , sin
respetar otra cosa que sus propias inclina-
ciones ? Concluyamos Pues con que lo
único que inspira respeto á los hombres,
es fuerza , y que el que se proponga
conducirlos por . medio de la moderacion
y de la justicia, podrá ser que lo consiga
al cabo de tiempo ; pero será despues que
ellos hayan terminado la carrera de to-
dos los desórdenes.




dow


144


GUILLERMO TELL:


ó la Suiza libre


Obra escrita en francés por Florian
traducida al castellano por una señorita.


Aunque la obrita francesa no sea una
historia de la memorable revolucion que
hizo de la Suiza una nacion independien-
te, sino una novela histórica de la clase
del Numa Pompilio y el Gonzalo de Cór-
dova del mismo autor; no por eso es me-
nos apreciable el celo patriótico de la tra-
ductora. Su objeto ha sido proporcionar
al bello sexo, tan aficionado á la lectura . de
novelas, una que con el colorido poético,
las ficciones, los episódios y las descripcio-
nes propias de la historia ficticia, excite
en el ánimo sentimientos generosos y le
interese en .favor de las instituciones libe-
rales, exornando y realzando las heroycas
acciones con que ilustró y eternizó su
nombre el libertador de la Suiza; y para
esto es mas á propósito una novela corno


145
la de Florian, que una árida relacion
rosamente histórica, sacada de los Croni-
eones de aquel tiempo. No se trata de
enseriar la historia de la revolucion de la
Suiza á los que no la saben , sino de hacer
amables á los lectores los nombres de pa-
tria y libertad; de inspirarles horror al
despotismo , y de inflamar sus corazones
en el fuego sagrado del patriotismo: efec-
tos que no puede dejar de producir la
lectura de la obrita cuya traduccion anua,
ciamos y recomendamos al público. Quien.
vea el triste cuadro en que se pirita cl es-
tado de abatimiento y opresion en que el.
bárbaro Geslér tenia á un


- pueblo, que des-
pues se ha hecho tan célebre, respetable
y temido ; quien vea el atrevido proyecto
formado por un virtuoso, pero oscuro y
pobre ciudadano para sacar á su patria de
la esclavitud en que yacia; quien vea como
una imprevista casualidad apresura y fácili-
ta la ejecucion de este proyecto, y quien
sepa que una vez dado el impulso por
Gillermo Tell y sus esforzados compaiieros,
los pueblos todos de aquellos rústicos can-
tones se unieron para defender su recon-
quistada libertad , y cómo el poder inmen-
so de la casa de Austria se estrelló al fin


ROMO VIII.
ro




146
contra el valor y la constancia de sus anti-
guos vasallos, y tuvo que reconocer su
independenc ia : quien lea, decimos, y me-
dite esta importante leccion, ¿ cómo podrá
desconocer las grandes verdades que 'con
otro motivo recapitulamos en uno de nu-
estros primeros nímicros , á saber, que el
genio de la libertad es el que produce los
héroes, el que fecunda las semillas de to-
das las virtudes, el que crea prodigios de
todas clases , y el que triunfa de los obs-
táculos mas fuertes ? ¿Y quién pudiendo
vivir en un pais: gobernado por la ley,
querría vivir bajo la caprichosa, arbitraria
y bárbara dominacion de un déspota co-
mo Geslér ? Estas son las reflexiones que
todo lector despreocupado hará involunta-
riamente al contemplar lo que era la Sui-
za esclava, y lo que después ha sido cons-
tantemente desde que recobró su indepen-
dencia. Creemos pues que la señorita que.
ha tenido la feliz ocurrencia de vulgarizar
por medio de la traduccion la obrita de
glorian, ha merecido bien de la patria por
este solo hechó. Tambien ha sido muy
oportuna la idea de ofrecer su traduccion
á los generales Quiroga , Riego, Arco-
Aguero y Lopez Baños; al valiente ejer-


147
cito nacional, y al pueblo español todo..
Semejantes dedicatorias llevan consigo la
ejecutoria de que son desinteresadas.


No debemos omitir que la traduccion,
aunque hecha por una señorita, es en ge-
neral bastante buena; y seria una insufri-
lle pedanteria que nos detuviesemos á
notar alguna que otra expresion mas con-
forme al genio de la lengua del original,
que á la de la traduccion = Se vende en
las librerias de Paz, Sojo, y Sanchez.


t o.




148
MEMORIA.


Sobre el Proyecto y posibilidad de comunicar
el mar „ Decano con el Mediterráneo, ' por,


., medio de uu canal, que principiando en las
inmediaciones de san Sebastian y siguien-
do por Hernani, Urnieta, Andoain,
na, Tolosa Álegria , Legorreta ,
franca, Beasain, Segura y Cégama en Gui-
puzcoa, y por Álsasua ; valle del rio, Araguil,
Ártazco y • otros pueblos de Navarra, llegue


unirse con el de Tudela: = Interesante ha-
llazgo del punto de vertientes á ambos ma-
res, hecho por el brigadier de Ingenieros
don Carlos Lemaur en' la altura de Otsa-
urte cerca de Ceganza, como único que pre-
senta la naturaleza Para la Construccion
de este canal: = Importancia de que se -- res-
tablezca el , antiguo camkno de. postas por
dichos punk) S y por varios pueblos de Ála-
va; con niresion de las reales órdenes
expedidasS Obre el asunto y de los pasos
'dados por • ambas provincias y otras comu-
nidades.


Tal es el título y compendio de una
obrita impresa ultimamente eh Bilbao , en-


• 149
ya lectura,


recomendamos á los que por
su empleo <5,;•Iliteacion, puedan . contribuir
á que<se,reali,cen los patrióticos deseos
del autor. Lkiiiiportaneik de 'que se faci-
liten por


. todos los medios posibles las co-
- in u n icacion,e syle :11 4a$A».vvinia:5;COn otras,


es tau notoria- y-la hemos
., inculcado ya


tantas veces,en. este periódicO, que si qui-
siésemos ahora,diablar - , de. ella, :no haría-
mos más, que.,decir loisue todo el mun-
do. sabe,;, y, ,repotir ..lo que ya3enerrios ' di-
cho. Las. inmensas ventajas que; proporcio-
J'aria un canal, por cuyo medio se comu-
nicasen los dos mares, podrá apreciarlas
debidamente el que conozca las inculca-
bles riquezas que la Francia toda, pero en
particular sus departamentos meridionales,
deben al magnífico canal de Languedoc,
construido err tiempo de Luis XIV, por el
cual las mercancias se trasportan desde Cet-
te en el Mediterráneo hasta Burdeos, desde
cuyo puerto bajan al Oceano y al contrario.


En cuanto á la importancia de qué se
restablezca el antiguo camino de que se
trata, y á los (lemas puntos contenidos en
la Memoria, y medios que podrian adop-
tarse para realizar ambos proyectos, nos
remitirnos. á lo que en ella misma se dice;




5o
por que ni es susceptible de extracto, ni
nosotros tenemos todo el conocimiento de
las localicades que seria necesario para dar
voto en la materia. Lo que si podemos de-
cir, es que el celo del Señor Astigarraga es
sumamente laudable, y que si en cada pile-
pilo hubiese un solo individuo que . mira-
se los' negocios públicos con el interés
que aquel benemérito ciudadano ,veriamos
en breve renovado el aspecto de la pe-


- nínsula, y abiertas á sus habitantes las fuen-
-tes de la prosperidad y de la riqueza.


151


Advertencia á nuestros corresponsales.


- Entre los muchos coquitos que nos es-
criben sobre diferentes asuntos que á ellos
solos les interesan y á que ordinariamen-
te tenemos la urbanidad de no contes-
tar, recibimos estos dias una muy atenta
carta firmada por un incógnito de Badajoz,
el cual .nos suplica que hagamos men-
cion en nuestro periódico de una queja
que parece haber dado el primer bala-
Bou de infantería del Príncipe, contra un
artículo inserto en un papel público de
esta capital.


Esta invitacion que suponemos dicta-
da por la delicadeza del pundonor mi-
litar, ofende en algun modo nuestro pun-
donor periodístico, pues nos supone dis-
puestos á abrazar la ocasion de cualquier
resentimiento para zaherir á. alguno de
nuestros hermanos y compañeros de armas.
Sepa pues este caballero militar ó


• paisa-
no que los editores del Censor estarán
siempre prontos á recibir con gusto y
agradecimiento cuantas observaciones se




1)1


152
les dirijan ó se les citen sobre errores pro-
pies ó agenos , que perjudiquen á los prin-
cipios políticos literarios que hacen gloria de
profesar; pero que miran como poco digno
de su noble Oeupacion el acriminar á los
editores de otros periódicos por algun
descuido ó ligereza que ellos 6 sus cortes-
ponsales hayan podido cometer. El im-
preso que se sirve incluirnos, el incógni-
to, contiene ya una queja dirigida al se-
ñor alcalde constitucional sobre el agra-
vio recibido , y esta sola circunstancia
pone al presunto reo y á su papel fuera
de los alcances de todo escritor delicado.


Por otra parte, nosotros somos tan ene-
migos de estas quejillas judiciales, que
solo con oir que alguno acude con su
denuncia al canto, ya nos parece que ha
elegido el medio menos conducente á su
purificacion. Bien sabemos que este es el
único recurso legal y que suele lograrse
de cuando en cuando que salga al públi-
co al cabo de media docena de meses
otro articulito puesto á regaña dientes en
que se dice , que la intencion del autor no


fue la de injuriar á tal ó tal sugeto , sino
que al contrario le tiene por gran patriota
etc. etc. ¿Y qué es lo que logra el inju .


153
ciado con esta ridícula satisfaccion ? Lo que
únicamente logra es , que se repita dos
veces la injuria denunciada, y que si ha-
bia llegado á noticia de veinte lectores, lle-
gue por este medio á la de cuarenta ; por
que pensar en que ha de borrarse la im-
presion que hiciese el primer escrito , sino


- es pensar en lo escusado, es pensar en lo
dificil y rarísimo. Sin embargo, en esto
como en todo, cada uno tiene su gusto
y el nuestro será siempre el de no acu-
dir á las denuncias sino cuando intere-
sase en ellas la causa pública. Es tan baja
la idea que presenta la palabra denuncia-
dor, se parece tanto tanto á la de
delator, ... que cualquiera otro papel nos
parece mas lucido.


Hemos celebrado esta ocasion de pu-
blicar nuestro modo de pensar. en este
punto , no solo para que sirva de aviso
á los que en adelante tuviesen la inten-
cion de comun icarnos sus resentimientos•
particulares, sino tambien para echar en
cara á cierto periodista, que en una oca-
sion algo parecida á esta, se dió tanta pri-
sa á prevenir el juicio del público con-
tra uri pasage de nuestro papel. Era tan
natural que aquel escritor se condujese




154
de aquel modo , como el que nosotros nos
conduzcamos de este, por que ¿qué se ha
de estrañar de quien por seis ú ocho pe-
setas diarias contrae la obligaeion de ser
el órgano de los errores de una faecion ?
Afortunadamente su existencia periódica
fue tan mezquina como el - salario que dis-
frutaba, y la inanicion ha libertado al
público español del mortífero veneno que
despedian sus inmundas páginas.


Al mismo tiempo no podernos menos
de mostrar nuestra gratitud á los dos apre-
ciables periódicos que se dignaron tomar
nuestra defensa, cualquiera que fuese por
otra parte el éxito de nuestro juicio, que
ser& por mucho tiempo un objeto de ad-
miracion para todos los que tengan algu-
na tintura de lo que es libertad de im-
prenta en un gobierno constitucional.


A


x55
Don J. C. C. ha publicado un discur-


so sobre la modestia y reverencia con
que se debe entrar y 'estar en las iglesias,
y la exactitud con que se debe santificar
y guardar las fiestas para dar á Dios el
culto xlebido.


En cuanto al primer punto nunca se-
rá superfluo inculcar en los fieles la re-
ligiosa idea de que la iglesia es la casa
de Dios , y por tanto es el lugar mas res-
petable en que puede hallarse un cristia-
nt. El autor espone con mucha- uncion
y claridad las razones y autoridades mas
persuasivas del viejo y nuevo testamento;
y prueba de un modo convincente cuán-
to es mayor la obligación de los cristianos
á reverenciar sus templos, que la que te-
nían los gentiles , los judios y los idó-
latras.
• 'Se conoce bien el celo y cuidado con


que el señor C. C. 'ha estado observando
las principales irreverencias que se come-
ten en las iglesias, segun la exactitud y pro-
piedad con que las va enumerando una por
una. Aquel agolparse y atropellarse las per-
sonas de ambos sexo; por entrar, y sobre
todo por salir de la iglesia, como si fuese
de algun lugar profano : aquel pisarse


ai.111111.




1•56
mancharse , ó rasgarse jos • vestidos , aquel
robarse una á otra los pañuelos y relojes,
crimen que es algo mas que irreverencia;
aquel bullicio y llanto de los chiquillos,
carreras y .ladridos de los perros que in-
comodan y distraen a los devotos asisten-
tes; esos cestos , talegos, aves, frutas y
otros géneros que suelen introducir los com-
pradores y criadas de servicio; esos tra-
pes tan sucios con que suelen presentarse
en el templo los aceyteros, tahoneros,
pescadóres , yeseros y otros semejantes;
esas chaquetas al hombro, esos gorros y
pañuelos en la cabeza , de . que no sue-
len despojarse ni aun despues de la ele-
vacion de la Hostia; ése poco recato y
continuo abaniqueo y susurro de las mu-
geres, que mas parece que se hallan en
una tertulia profana que no en la casa
del Señor; , ese golpeteo y alboroto que
se arma cuando se: preparan los túmu-
los , y el interesado,Oan .con que los sa-
cristanes se dan prisa á apagar las luces,
y sobre todo el sonsonete y movimien-
tos de los ...monaguillos, cuando recorren
la demanda para alumbrar al S. mo Sa-
cramento etc. , son en efecto otros tan-
tos motivos de distraccion que reprende


157
y describe con mucha verdad el autor de
este discurso.




En cuánto al segundo punto ; esto
es , la exactitud con que se deben guar-
dar y santificar las fiestas para dar á
Dios el culto debido, no es facil añadir
nada á las cuatro :autoridades que cita
para probarlo. El santo Concilio de Tren-
to , la pragmática


• de los Reyes católi-
cos del año de r 502, la circular del es-
tinguido consejo • de Castilla de 3 de ene-
ro de 1815 , y el edicto del conde de
Motezuma y marques de las Hormazas,
alcaides de esta heroyca villa, del 14 de ju-
nio de 1814 , todas cuatro están de
acuerdo en qué se deben suspender
los trabajos y cerrarse las tiendas y
almacenes los domingos y demas fiestas
de precepto. Bien sabemos las razones
que se suelen alegar sobre ,


el menos-
cabo económico que resulta de guardarlas
con demasiada exactitud ; pero como es-
ta cuestion no recae sobre la santifica-
cion de los, dias festivos , sino 'sobre la
excesiva abiandancia de ellos , nos reser-
vamos hablar sobre el particular para
cuando las Cortes determinen tratar este
punto con su sabiduría acostumbrada.




158


Sobre Camile Tórdan , diputado de Francia.


El dia 18 de mayo último falleció en
París , á la edad de 49 años , el señor
Camilo Jordan, y su pérdida ha sido
sentida por toda la. Francia. Los redac-
tores del Censor español que se glorían
de seguir en su patria los mismos prin-
cipios y de enseñar la misma doctrina que
con tanto lustre defendió en la suya aquel
virtuoso diputado, en obsequio de su me-
moria extractan del Constitucional de Pa-
rís del 2o, el artículo que sigue de llar.
Etienne.


En todos tiempos y todavía mas en
el presente es una desgracia lamentable
la muerte de un hombre sabio y de pro-
bidad. La Francia perdiendo al señor Ca-
milo' Jordan queda privada de un dipu-
tado virtuoso que empleó siempre las ar-.
mas de la elocuencia en la defensa del
bien comun. .Si , como dice Bufon, el es.
tilo es el hombre , tambien la palabra es
el orador; y asi porfia formarse juicio
del corazon del señor Jordan por sus dis-


159
cursos, siencro todos la inspiracion de su
conciencia, y tan puros como sus senti-
mientos y acciones. Tenia en la cámara
aquella autoridad que han egercido en
todas partes el talentó; la buena reputa-
cion y la probidad; (le modo que hasta la
envidia respetaba sus virtudes, y el contra-
rio espíritu (le partido le tributaba elogios.
Amaba la libertad , como la aman todos
los hombres de bien, sin desorden y sin es-
cosos ; la quería prudente para que fuera
durable, moderada para que fuese bené-
fica. Víctima de las discordias civiles de
su patria , no pecha cuenta á la libertad
de los agravios de la licencia : era rea-
lista constitucional de la misma forma que
cristiano , sin acusar á la monarquía de
los abusos del poder absoluto , ni á la
religion de los furores del fanatismo. La
conformidad del trono con el pueblo, del
poder con la buena fe y de la fuerza con
la generosidad, no le parecían ilusiones
vanas; nada que tocara á la felicidad de
sus semejantes lo tenia por quimérico;
supo•ia todas las virtudes en los otros,
porque residian en su alma. — Durante
un largo destierro no se lamentó jamas de
su suerte , sino de la suerte de la Francia.
Padeció mucho tiempo una enfermedad
incurable; y viendose morir sin remedio,
sentia solamente acabar tan pronto de ser
mil á su patria. — Hallándose en esta
agonía al principio de la legislatura de


82o , se hacia llevar á la cámara , don-




160
de se honraban todos sus compañeros de
estar junto á él; pero muchas veces qui-
so hablar y no pudo dejarse oir, hasta
un día en que discutiéndose un punto
de la mayor importancia , practicó lin
esfuerzo extraordinario y por la última
vez hizo de improviso un discurso que
coronó de gloria su carrera legislativa.
Nunca la razon se ha mostrado con ma-
yor energía , ni tuvo la elocuencia tanto
poder para llevarse á todos tras de sí; y
con todo eso , no llegó el señor Jordan
á persuadir á todos sus colegas. El tiem-
po ha demostrado despues que no era él
quien se engañaba. Este patriota insigne ha
sufrido injusticias, pero no ha sido des-
graciado. Perder el empleo es un mal
grave para un alma comun; conservar su
independencia es un favor para un alma
sublime. No perdió su asiento en la cá-
mara de los diputados, ni su bien me-
recida reputacion de ciudadano. La tribu-
na es el término de la ambicion de un
hombre que quiere á su patria mas que
á sí mismo ; y aun en esto se pareció
Jordan á Fenelon , asi como en la resig-
nacion noble , en el candor y en las vir-
tudes angélicas: La vida de este excelen-
te patriota podrá servir (le modelo á todos




los hombres públicos , y tambien de bal-
don á algunos contemporáneos suyos. Llo-
ran tanta pérdida su familia inconsolable,
sus amigos, su patria y todos los hom-
bres de bien.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 45.
SÁBADO, 9 DE JUNIO


•De los estados generales comparados con las
-cámaras representativas.


.nnn
• •n


••••n
•<,4.7...........


fuera posible dar á la sociedad un
impulso con independencia de los re-
cuerdos que han antecedido de los inte-
reses que la rodean y de los temores ó
esperanzas de los sucesos futuros, á nada
se someterían los pueblos con tanta fa-
cilidad como á adoptar una Constitucion;
porque recogiendo en un solo código las
verdades y máximas abstractas de todos
los siglos, y las ideas y doctrinas acula-
les de la ciencia política , este código for-
maria el pacto fun'hnental, y no encon-


TOMO VIII.
II




Fa


il


i62
'traria mas ostáculos para su consolidacion
que las pasiones individuales , no difíciles
de someter á la fuerza inmensa que la
comunidad pone en las manos del go-
bierno.
- Pero por desgracia no es asi. Las cons-
tituciones primitivas de los hombres sé
formaron , como los idiomas, por el uso
y la analogía ; de modo que el código de
cada nacion fijé un compendio de su his-
toria, de su rcligion , de sus preocupa-
ciones, de sus afectos y de sus esperan,.
zas. No hay legislador tan atrevido , que
se esponga á dar leyes opuestas al espíritu
general de su nacion y de su siglo. En
este sentido se deben tomar las espresio-
nes de Solon , cuando decia , que si no ha-
bia dado á los atenienses las. mejores le-
yes, por lo menos .les habia dado las que
ellos podian sufrir.


Las monarquías modernas de Europa
se fundaron casi todas por la usurpacion
del territorio ; de modo que las palabras
propiedad territorial y poder político eran
sinónimas. De aqui nació el feudalismo;
porque siendo de la ciencia de la pro-
piedad territorial dividirse y subdividirse
51 infinito, sus reparticiones subordinadas


163
debian producir la descomposicion del
poder, que estaba intimatuente ligado con
ella. Cuando el despotismo se ha conso-
lidado,


en una nacion, sus conquistas no
aumentan el poder de los esclavos mas
cercanos al trono ; pero no sucede lo tnis-
/no , cuando la nacion conquistadora es
una tribu bárbara , en la cual no ha po-
dido hacer grandes progresos la tirania.
Los soldados de Cipo conquistaban á Ba-
bilonia y á Sardes para su amo : los sol-
dados de Clodoveo disputaban á su gefe
el botin de un monasterio. Con esta refle-
xion se esplica por qué las conquistas de
los Persas, Mogoles, Arabes y Turcos, no
han producido el régimen feudal , que.fué
la consecuencia necesaria de la invaSion
de los godos, francos y lombardos. En las
monarquías orientales el territorio conquis-
tado era propiedad esclusiva del monarca:
en las naciones bárbaras del septentrion
lo era de toda la nacion. No sabemos por
quéj algunos escritores franceses de nues-
tros chas afirman que los reyes de aque-
llas tribus errantes eran absolutos, cuan-
do la autoridad do Tácito, lo; documen-
tos históricos del siglo de la conquista, y
la misma razon demuestran la falsedad de


II




164
aquella asercion. Es verdad que en alga,-
nas naciones elipoder del. monarca se hizo
muy preponderante, como en España,
donde desde el tiempo de Leovigildo, ver-.
dadero fundador del trono godo , casi no
tenia otro contrapeso que la autoridad de
los obispos ; pero no se puede dudar que
desde Ataulfo basta aquel rey , el gobier-
no de los godos fue. una verdadera • aris-
tocracia turbulenta y feroz ; y precisa-
mente este intervalo fué en el que se ve-
rificó la .. distribucion del territorio espa-
ñol entre los conquistadores.


Aunque hayan sido tan diferentes los
efectos de la conquista en las naciones go-
bernadas despóticamente y en las que han
sido invadidas por los pueblos bárbaros,
sin embargo el principio de la tiranía ha
sido siempre uno mismo, á saber, la pro-
piedad .territorial. Si esta se concentra en
una sola persona , resulta el despotismo
monárquico , como sucede y ha sucedido
de tiempo inmemorial en las monarquías
orientales : si se distribuye entre los con-
quistadores, resulta el despotismo feudal.
Siempre que el poder esté esclusivamente
ligado á la propiedad territorial , hay tira-
nía : porque las clases industriosas y la


T 65
propiedad personal, son necesariamente
sacrificadas. Las antiguas repúblicas de
Roma y Esparta, consideradas con respecto
á la masa total de la poblacion , eran los
gobiernos mas tiránicos del universo: pues
que los hombres industriosos que cultiva-
ban lo3 campos y las artes, estaban so-
metidos á la mas Cruel esclavitud; y el po-
der estaba reservado á los propietarios de
las tierras.


Esta máxima primordial del derecho
público de los pueblos bárbaros que in-
vadieron la Europa , fue el origen de to-
dos los males, que por tantos siglos afli-
gieron la humanidad , y de los cuales no
estamos libres todavía. La propiedad ter-
ritorial es el poder; axioma horrible que
reduce á la nulidad á los que alimentan y
visten la comunidad, á los que le propor-
cionan nuevos placeres, nuevas luces y
nuevas riquezas; en una palabra, á los que
constituyen la fuerza, la opulencia y el
esplendor de la patria. ¿Qué es la propie-
dád territorial en sí misma, y prescin-
diendo del trabajo, qué produce? Nada,
absolutamente nada , si no es la facultad
de disponer de un instrumento. Pero á quien
lo debemos todo , no es al propietario




166
que arrienda, sino al colono que trabaja
ó al mismo propietario, cuando cultiva su
propiedad. Un pedazo de terreno aban-
donado é improductivo no merece ser co-
locado al frente de las riquezas sociales
ni tiene valor, hasta que se emplean en
él las facultades físicas y morales del cul-
tivador.


De aqui se infiere que
» El hombre es lo mas ,


corno decia nuestro Moreto, y que la pro-


piedad personal es el primer objeto y el
mas interesante de la sociedad: á esta pro-
piedad de un orden espiritual y supe-
rior , estar, ligadas la industria, las luces,
las ciencias , el comercio; en fin, cuanto
es grande, glorioso y util entre los hom-
bres. El . territorio , considerado con res-
pecto á la riqueza de un pais , no vale
mas que la lazandera del tejedor, ó la po-
dadera del jardinero : es decir, es solo
instrumento para producir riquezas, asi co-
mo lo son el ayre , el agua y el lumínico.


E.;tas consideraciones- , que colocan la
propiedad personal al frente de todos los
bienes sociales , no han ocurrido á los
hombres, ni han podido ocurrirles hasta


167
despues de algunos siglos de civilizacion.
Los pueblos bárbaros y conquistadores, en el
momento de la invasion, solo pensaron en
destruir: pasado este momento, solo pensa-
ron en gozar ; y para esto nada habia mas
cómodo , que apoderarse de las produc-
ciones de los otros. Hiciéronse pues, due-,
fios del territorio, y dijeron á los culti-
vadores: rnzo es cuanto produzcais; porque
soy seno,- de la tzerra. Trabajad y yo go-
zaré. Esta tiranía debió parecerles muy
justa á aquellos bárbaros: la miraban co-
mo una consecuencia natural de la vic-
toria.


Acabáronse las distinciones entre con-
quistadores y subyugados. Adoptando los
primeros la religion de los segundos, y
obedeciendo al principio de igualdad, que
es característico de la creencia . evangélica,
aun cuando estaba desfigurada por la ig-
norancia y la barbarie, se borraron entera-
mente los vestigios (le la esclavitud- pro-
ducida por la conquista. Pero la propiedad
territorial permaneció en el trono; y con
su cetro de hierro acabó de destruir las po-
cas reliquias que quedaban de la indus-
tria, del comercio y de las ciencias del
antiguo imperio romano.




168
De' aqui es que todas las reformas


variaciones que se hicieron en el gobierno
de los pueblos' modernos de Europa, se re-:
sentian de aquel funesto principio, -con--
sagrado por el transcurso de los siglos y
de las generaciones. El hombre no fué
nada: los títulos de propiedad fueron los
grandes- agentes sociales en aquellos tiem-
pos.


Cuando Guillermo el conquistador di-
vidió la Inglaterra' en 7 2.000 baronías feu-
dales, preparó, sin pensar en ello, las re-
voluciones futuras• de' su nacion y de la
Europa. No se crea que aquella distribu-
eion fué- hecha en virtud de un dominio
absoluto, que le correspondia como señor
del pais conquistado : no. Repartió las
tierras entre los. que rabian contribuido á
su victoria, no por mera liberalidad, sino
en virtud del : derecho público de aquel
siglo que ligaba á la propiedad conce-
dida los derechos' políticos y feudales. Los
barones normandos no hubieran prodigado
én Hasting su sangre, sino bajo la con-
dicion de ser remunerados, como lo fue-
ron.


Pero aquella aristocracia numerosa é
independiente, bastante fuerte para opo-.


169
verse al poder absoluto del rey, no lo lué
nunca para esclavizar la nacion. De aqui
la- facilidad con que se unieron á los in-
tereses populares , siempre que los reyes-
atacaban á la nacion ó la aristocracia. Cuan-
do los comunes fueron llamados al par-
lamento, compuesto en su principio de
solo los barones , por un faccioso aristo-
crata, esta grande é importante institucion
que (lió origen á los gobiernos representati-
vos, tardó mucho en desplegar toda su in-
fluencia; porque los diputados (le los comu-
nes no eran mas que los representantes de la
propiedad territorial, única que se conocia
en aquel tiempo. Asi es que hasta el rey-
nado de Isabel , la cámara baja se limitó
casi esclusivamente -á votar los subsidios.
Podemos asegurar que nuestros procura-
dores de ciudades en las cortes tenian
mandatos mas ámplios que los diputados
ingleses: pues en cambio de los donativos
que votaban , pedian privilegios; es decir,
leyes y derechos : porque gracias á la má-
xima absurda que concentraba la ciuda-
danía en la propiedad, todos los derechos
que la naturaleza ha dispensado al hom-
bre, se miraban en aquellos siglos bár-
baros como concesiones del poder.




70
En Francia siguieron los negocios una


direccion diferente. La industria nació mas
temprano que en otros paises, y la erec-
cion de los comunes por Luis el Gordó
y sus sucesores , introdugeton en el esta-
do un poder diferente de la propiedad
territorial ; pero siempre conservó esta un
caracter predominante. Sin embargo el
pueblo francés ha propendido á la democra-
cia con mas fuerza que el inglés y el es-
pañol ; y esto lo debe sin duda á la ma-
yor antiguedad de su industria. En Es-
paña los procuradores de las ciudades en-
traron en las cortes casi al mismo tiem-
po que se erigió la cámara de los comu-
nes en Inglaterra, y el tercer estado en
n'aneja: La anarquía feudal cesó , apenas
entró en el gobierno el elemento terrible (le
la industria. Pero aun conservó una su-
perioridad muy señalada, porque se seguía
aun la antigua máxima que colocaba la
propiedad territorial sobre todos los in-
tereses sociales.


Esta es la época de la formacion de
los estados generales. Comprendemos bajo
este nombre aquellos gobiernos en los cua-
les concurren las diferentes clases de la
nacion por fracciones ó estamentos á las


171
deliberaciones públicas. El rey dominaba
en esta eTecie de gobierno , no como su-
premo magistrado de la nacion, sino como
suprema Señor natural. Tratemos de ana-
lizar las ideas que estaban ligadas á es-
ta palabra.


Cuando la aristocracia turbulenta, que
imponia muchas veces la ley á los Alon-
sos , á los Fernandos y á los Envigues,
llamaba al rey su Señor natural, segura-
mente no daba á esta palabra la fuerza y
el valor que le dan los turcos cuando
hablan del sultan de Constantinopla. El se-
ñorío de este es personal : se entiende á los
bienes , al cuerpo , hasta al ánimo mismo
del esclavo. Pero el señorío de los anti-
guos reyes de España no significaba 'otra
cosa sino la superioridad .


de propiedad ter-
ritorial ; es decir, por una ficcion de la
ley feudal se suponia al monarca señor
territorial de todo el reyno ; de modo que
los detuas señores territoriales no lo- eran
sino por su beneplácito y concesión. De-
cimos que esta era una ficcion legal, y
en efecto , no era otra cosa ; pues por la
historia nos consta que los barones y ri-
cos hombres eran bastante independientes
y poderosos para no sufrir que el rey los




despojase de 'sus privilegios. Siendo esto
asi, no podemos dejar de presentar á la
consideracion de los eruditos la aparente
contradicción que liemos notado al es-
tudiar el , fuero de Vizcaya, entre el tí-
tulo de señor que daban al rey, y las li-
bertades del pais. Aquel título no podia
significar déspota; pues de tiempó inme-
morial fueron libres los naturales vizcai-
nos : tampoco podia significar el señorío
territorial , pues el . ,orticulo .. fundamental
de aquel fuero, y sobre el cual estriba-
ban todas las esencionés y derechos pro-
mulgados en él , es que la tierra de Viz-
caya es de los vizcainos : es decir, no re-
conoce ningun propietario superior y uni-
versal. A nosotros nos parece que la pa-
labra señor en este caso significa lo mis-
mo que su primitivo latino senior, título
propio del magistrado principal en casi to-
dos los pueblos libres. Pero lo cierto es,
que en el resto de España el rey era
mirado como el superior de los señore s
territoriales; y en esta cualidad, y no en
la de magistrado, desconocida ya y olvi
dada, se fundaba su prerogativa.


Muévenos á creer esto el ver que en
el derecho público de aquellos tiempos


173
la corona se miraba como un feudo que
solo dependia de Dios, y que desde que
cesó de ser electiva, se afirmaban de ella
todas las domas propiedades de las baro-
nías. El método de sucesion era en to-
das partes arreglado á la jurisprudencia
que regía en la herencia de 'los feudos.
En unas partes, como en Francia , era un
mayorazgo de vigorosa agnacion: en otros
reynos, como en España y en Inglaterra,
las hembras eran llamadas á la herencia
del trono. La corona de Aragon en el in-
terregno originado por la muerte del rey
D. Manir), se disputó con las mismas for-
mas de juicio que cualquier señorío par-
ticular. Hasta tal punto llegaba en aque-
lla época el olvido de los principios, que
la suprema magistratura del estado no te-
nia caracteres 'MIS nobles , que cualquier
propiedad privada. Asi el trono carecia de
la parte mas esencial de su. esplendor, que
consiste en ser primaria y esencialmente la
salva-guardia del orden y el sostenimien-
to de las leyes. Reynar era, segun las ideas
de aquel siglo, una manera aislada de
existir en la persona que llevaba el títu-
lo de rey, no un poder que estuviese en
harmonía con los demas de la sociedad.




1


,±1


174
Los que aconsejan á los reyes actuales
que vuelvan á aquel orden de cosas, quie-
ren sapárarlos del fin para que fueron ins-
tituidos, y convertirlos en señores parti-
culares, con el único encargo de sostener
la prepotencia de los señorios inferiores.


Tal era el principal elemento de los
estados generales. La autoridad' real no re-
presentaba en ellos mas que la suprema-
cia del monarca en el orden de la-pro-,
piedad territorial. Veamos si las demas
partes de aquella institucion correspondian
á los fines de la asociación.


El brazo de la nobleza, ó senado, ó
cámara de Pares ,. ó brazo militar, se
componia esclusivamente de los barones
ó señores feudales. Es verdad que su ti-
ranía Babia menguado .mucho y seguia des-
caeciendo cada cija mas; pero todavía con-
servaba bastante influencia para ser el primer
elemento del poder despues del rey. A su
frente' estaban los principes de la casa real,
eran muy respetados, ya por el recuerdo
de su antiguo poder, ya por sus riquezas,
ya porque en ellos recaian los mas grandes
destinos del palacio y del gobierno; lo
que les facilitaba los medios de hacerse
recomendables por los servicios públicos
y por las protecciones privadas.


175
El brazo eclesiástico gozó tambien de


un inmenso crédito, debido ya á las nu-
merosas propiedades que la piedad mal
entendida de los reyes y de los pueblos
acumuló en el sacerdocio; ya por la su-
perioridad de sus luces y conocimientos
en siglos de ignorancia general; ya en fin,
por la influencia moral que los ministros
del culto no pueden dejar de egercer so-
bre las naciones. Añádase á esto que las
propiedades eclesiásticas habian seguido
el genio de la época; es decir, se habian
infeudado ,


y hecho inamisibles , no á la
verdad en una misma familia , sino en una
misma corporacion.


La autoridad real, los grandes y el
clero fueron los principales elementos de
los estados generales.; y todos tres estaban
fundados sobre la propiedad territorial.
¿ Qué recurso quedaba á la' clase indus-
triosa y productora, y á la propiedad per-
sonal que es el elemento superior de la
sociedad? La débil é imperfecta repfesen-
tacion que se les concedia en los estados
generales , con el nombre de diputados
de los comunes, procuradores de las ciu-
dades, síndicos del estado llano, etc., sus
denominaciones mismas indicaban su poca




176
ninguna influencia en el gobierno. En


Inglaterra fueron completamente nulos
hasta la dinastía de los Estuardos : en
España no ha conservado la historia nin-
•gun suceso notable debido á su interven-
cion , sino que algunos procuradores en-
traron en el consejo de regencia en la
menor edad de Juan II. En Francia tu-
vieron algun esplendor en el tiempo que
fue Delfin Carlos V; pero ni antes ni des-
pues intervinieron en los negocios públi-
cos. Eran llamados á los estados genera-
les para que votasen los subsidios; porque
en fin , en la clase industriosa estaba el
dinero; pero los reyes, los prelados y los
grandes hubieran creido degradada su dia.-
nidad, si hubiesen descendido hasta ad-
mitir los consejos de . aquella clase que
las alimentaba á 'todas ; y juzgaban por
suficiente el oir sus peticiones con indul-
gencia y satisfacerlas algunas veces.


Es' un hecho cierto, que ni los co-
munes de Inglaterra ni las cortes 1de Es-
paña tuvieron ni egercieron la potestad le-
gislativa. Su única funcion era votar sub-
sidios. El rey que por. su economía ó por
la riqueza de su dominio , ó por la paz
que reynaba en sus estados, no tenia ne-


x77
cesidad de donativos,


-blioabestatampocot
gado á convocar los estados general


e s, yestados b
era absoluto de hecho.


Si en el clero y en la nobleza era tiranía
la especie de superioridad que afectaban
sobre el estado llano en los congresos ge
nerales, en los reyes era mas que tiranía,
'era ingratitud; porque ellos no podian ig-
norar que esos mismos comunes tan hu-
millados, tan abatidos en presencia de la
aristocracia militar y sacerdotal, eran sin.
embargo los que habian libertado el tro-
no contra los ataques continuos y turbu-
lentos del feudalismo. Tanta era su in-
fluencia natural , á pesar de la nulidad de
su influencia política.


Por el cuadro que hemos formado del
gobierno por estamentos, se observa que
el poder dominante es siempre la propie
dad; de modo que en esta especie de
bierno se hallan representados los inte-
reses; pero no las personas, y mucho me-
nos las opiniones y voluntades : 2.0 que
en la gerarquía de aquella representacion
ocupaba el primer lugar la propiedad ter-
ritorial, apoyada en todos los poderes
Micos; y que la clase industriosa estaba
reducida al triste y casi siempre inútil de-


'T01110 VIII, I2


1




298
recho de lamentar sus vejaciones. Mas sin
embargo debemos confesar, que si no eran
atendidos sus lamentos, servian •á lo me-
nos para que no se acrecentasen sus ma-
les; y los reyes que se acordaban de la
tiranía aristocrática tuvieron un grande in-
teres en sostener , los intereses de los co-
munes hasta que domaron enteramente el
sacerdocio y el feudalismo. Este sistema
(le gobierno debia producir á .la larga el
despotismo monárquico; porque reunidos
los intereses del supremo propietario ter-
ritorial con los de la clase • industriosa, to-
dos los poderes intermedios debian su-
cumbir sucesivamente por la política cons-
tante del gobierno, auxiliado con los egér-
citos y los tesoros que le daba el estado
llano; y cuando ya estuviese en tierra
el antemural de la aristocracia, no quedaba
á los comunes 'otro recurso que el de
adorar el mismo ídolo que habian libra-
do de las manos del feudalismo.


En efecto asi sucedió : Luis XI en
Francia: Fernando V en Espaíia y Enri-
que VII en Inglaterra sometieron al poder
'del gobierno todos los estamentos, y fun-
daron verdaderas monarquías absolutas.
Seguramente no fué mas libre la Ingla-


179
terra bajo Enrique VIII., que la España
bajo Carlos I. La aristocracia sometida au-
xilió á los reyes para contener al pueblo,


,11; el cual por otra parte amaba (1 poder real
que los 'labia libertado de la tiranía de
de los señores, y tenia muy pocas luces
para conocer sus derechos.


Llenóse, pues, la Europa de monar-
quías absolutas bajo la forma engañadora
de Estados generales : en breve incomodó
á los gobiernos la necesidad de obedecer
á aquellas formas y la condescendencia
aparente con las antiguas libertades de los
estamentos, y dejaron de reunir aquellos


hm congresos que les amedrentaban con solo
el recuerdo de lo que habian sido en otros
tiempos. Yo soy el estado, decia Luis XIV:
esta fué la nueva divisa del despotismo.


No se puede prever hasta qué punto
hubiera llegado la tiranía ministerial que
habia sucedido á la feudal, y la esclavitud
y el envilecimiento de loa pueblos, si dos
grandes sucesos contemporáneos del esta-
blecimiento de las monarquías absolutas
no hubieran preparado el triunfo de la
propiepad personal sobre todos los poderes.
El renacimiento de las letras creó el po-
der político de las luces, quo antes eger-


12.




180
cia el clero esclusivamente; y el descu-
brimiento del nuevo mundo dió á la in-
dustria • dimensiones tan gigantescas y
desproporcionadas, que en vano han
chado contra ella durante cuatro siglos la
tiranía con todos sus artificios, ni la pro-
piedad territorial con todos sus títulos, sus
recuerdos .y sus pretensiones. El hombre
pie arrancaba sus secretos á la naturaleza,
que medía las distancias celestes y los mo-
vimientos (le los astros, que domaba el
oécano, que unia los hemisferios con el vín-
culo del comercio, y que sometia á su ge-
nio creador las producciones de entram-
bos mundos, se estimó entonces en lo que
realmente vale ; y miró como una cosa
muy inferior -á la dignidad de hombre los
títulos de los archivos y las pretensiones.
de la vanidad. Si en el siglo XVI hu-
bieran-existido los estados generales -en el
grado de fuerza :política que tuvieron en
los dos sigios anteriores, seguramente •1m-
biera triunfado en ellos el elemento indus-
trial, y la Europa hubiera tenido desde
entonces verdad.ra gobiernos representa-
tivos. Pero ya se hahia concentrado en el
trono todcy el poder público, y fue neca-
sarid conquistarlo.


t
Largas y sangrientas guerras, crueles


y terribles revoluciones ha costado esta
conquista, que reservó la providencia pa-
ra el siglo XIX. No se necesita ser un
gran profeta para anunciar que en'


. todo
él no quedará estado en Europa que no
adopte el gobierno representativo. Llama-•
mos asi- á aquel sistema. de gobierno en
que los diputados representan, no int ere-
ses aislados y fraccionarios, sino lós in-
tereses generales de todo el pueblo. Esta
definicion manifiesta la diferencia del siste-
ma constitucional del de los Estados. En este
la accion de los diputados no se versa so-
bre los. intereses nacionales confiados es-
clusivainente á la energía del gobierno, si-
no sobre los intereses particulares de las
clases que los componen : en aquel el re-
presentante estipula en nombre de toda
la nacion. El diputado del clero tiene en
los estados generales diferentes ideas, doe,
trinas y pretensiones que el de la no-
bleza y el de la clase llana. En el congreso
representativo cada diputado es solidario
del bien público y de los particulares: el
diputado plebeyo debe cuidar de que las
leyes protejan la propiedad territorial: el
noble de que la industria prospere: el cele.,


w




82
siástico de que no sea arrollada la natu-
ral independencia del pensamiento. Son
prohombres de la nacion , no de una clase.


Bien se ve cuanto mas ventajosa es
esta combinacion que la de los Estamen-
tos para el orden y la libertad. Para el
orden; porque el gobierno no tiene que
luchar con intereses privados, tanto mas
enérgicos, cuanto mas se dividen y se con-
centran en las corporaciones: para la li-
bertad, porque el gobierno que puede sub-
yugar una despues de otra las clases par-
ticulares, y aun valerse de las unas para
oprimir las otras, no puede luchar contra
la opinion y el espíritu nacional represen-
tado en masa y colectivamente.


El actual ministerio francés se ha atre-
vido en la sesion de este alio á denomi-
nar con el nombre de estados de la na-
cion á las dos cámaras. Esto anuncia la
retrogradacion que medita hacer; y si á
ello se' añade la importancia concedida
en la íntima ley de elecciones y en el pro-
yecto de organizacion municipal á la gran-
de propiedad territorial, se conocerá faca-
mente que los hombres que hoy dominan
en Francia quieren que aquella nacion re-
trograde por lo menos hasta el siglo .


XIII„


83
Pero este proyecto es imnosibln el os •
táculo que oponen á él los , progresos de-
la industria y de las ciencias no puede ser
vencido.


Algunos nos objetarán que en muchas
constituciones modernas están representa-
dos los intereses de la alta nobleza en la
cámara de los pares. Pero este en nues-
tro entender es un error originado de la
manera con que dicha cámara está com-
puesta en Inglaterra. La cámara de los pa-
res no es un cuerpo representativo, sino
una magistratura conservadora; y la prue-
ba de que aun en la misma Inglaterra no es
considerada sino bajo 'este aspecto es, que
en las constituciones de los Estados ameri-
canos cuyo modelo fue la de la. metrópoli,.
está compuesto el cuerpo conservador de di-
ferentes elementos que en la gran Bretaña. Si
el parlamento de Londres conserva la no-
bleza en su cámara alta, es por los seña-
lados servicios, que ha hecho á la nacion
de cuya libertad ha sido benemérita en
todas las épocas de la historia inglesa; mas
no porque represente la grande propie-
dad territorial. Por otra parte á nadie que
lo merezca por sus servicios y hazañas se
le niega la entrada en aquel cuerpo: lue-


t.




X 84
go no es -Una aristocracia esclusiva. El cuer-
po conservador debe componerse en toda
constitucion de los hombres mas ilustres
del Estado ; porque ellos son los que mas
tienen que perder en la ruina del orden
(le la libertad : por eso se verá siempre en
dicho cuerpo á los hombres mas opulentos
con premios nacionales: mas esto no prueba
que sean los representantes de intere ses in-.
dividuales, sino magistrados creados por la
nacion para velar contra el despotismo
por una parte, y contra la anarquía por
otra. Si fueran verdaderos representantes,
Itendrian un poder activo ; pero en las
mostituciones bien hechas, su autoridad
es inerte, y no obra sino ecuando es es,
,citada.


Otra objecion contra nuestro sistema
'es la condicion que imponen generalmen-
te las constituciones, de tener cierta pro-


' piedad para ser 4utad,o: lo que dá á en-
tender, 'dicen algunos, que el sistema re-
presentativo no es la representacion de las
personas, sino de las riquezas. Mas no
exige por esa la propiedad en el repre-
sentante , sino porque la nacion tenga en
ella una prenda de patriotismo y vigilan-
pia de su comisionado. La ley eoustitul


185.
lional debe presumir mas interes por la
cosa pública en un ciudadano rico que en
'un proletario; porque la suerte de este es
la misma en cualquier sistema, cuando el
propietario ha de arriesgar mucho forzo-
samente en una ley que viole el derecho
de propiedad , ó que oprima y veje la in-
dustria; de modo que tanto en el cuerpo
conservador como en el legislativo, la pro-
piedad es una condicion, no el objeto pri-
mario de la representacion, la cual en los
pueblos constitucionales tiene por único
fin hacer visible de una manera legal la
voluntad pública; cuando en los gobier-
nos por estamentos se limita únicamente
á defender intereses fraccionarios. Los que
piden Estados generales quieren dividir
para dominar ; la única manera de con-
servar «1 orden y la libertad, que es el
gran problema de la política, es sustituir
la voluntad de la nacion á las miras siem,
pre interesadas de las corporaciones.


'6




186


Memoria presentada á las Cortes por 'el ayun-
tamiento constitucional de la M. Villa
de Madrid , sobre sus gastos precisos; con
el fin de llenar las atribuciones que le se-
ñala el artículo 321 de la C,onstitucion ; sus
rentas, débitos en pro y en contra , medios
de compensacion de unos con otros; cupo
que toque á esta capital en las rentas na-
cionales , y el modo mas á propóstto que
podrá adoptarse para exigir por medio de
contribuciones las cantidades necesarias pa-
ra cubrir el presupuesto municipal y cupo
nacional.


Anunciamos esta memoria y recomen-
damos su lectura , por que está escrita
con un', orden, una claridad y un tino
que puede mirarse como un modelo en
su clase: y aunque en el fondo se refiere
á intereses puramente locales , se tocan
en ella y se resuelven con maestría cues-
tiones de interes general. El presupuesto
de gastos indispensables para que el ayun-
tamiento pueda desempelar las obliga-


187
ciones que la ley fundamental impone á
todos les del reyno, pagar el rédito de la
deuda que tiene contra sí y llenar el cu-;
po que en la contribucion general direc-
ta toque á esta capital; las rentas con
que actualmente puede contar para veri-
ficar todos estos desembolsos, y el siste-
ma de contribuciones que convendrá
adoptar para cubrir el presupuesto total;
son los objetos que se untan en e ste es-
crito con la debida sepa racion , y con una
exactitud que nada deja que desear. No-
sotros no entraré:nos en el por menor de
cada artículo , porque consistiendo eh
cálculos reducidos ya á la menor espre-
sion , no es posible dar de ellos otro es-
tracto que su copia literal, la cual no
cabe en los estrechos límites de este ar-
tículo. Los curiosos pueden consultar el
original ; pero para prueba de que los
elogios con que encarecemos el mérito de
esta memoria no son exajerados , copia-
rémos una excelente y muy luminosa
observacion que se lee en su primera
página, y la cual convendria persuadir
no solo al pueblo, sino á todos los que
tienen ó pueden tener alguna parte en el
establecimiento y arreglo del sistema ge-




188
neral de hacienda. Se cree generalmente,
y lo creen hasta los que se precian de
sabios, que las naciones son tanto mas fe-
lices y mas ricas cuanto son menores las
contribuciones que pagan; y siempre qu&
se quiere proba




y
ar pqouebre, cualquiera


da por
dei arellas


gu-s
mento irresistible que está recargada de
impuestos. Este es un error; la socied-ad
mas feliz no es la que paga menos, sino
aquella en que pagándose el maximum
posible, se invierte esta suma en objetos
ó absolutamente necesarios, ó á lo me-
nos íitiles á todos sus individuos. Véase
como lo prueba el autor de la Memo-
ria.


«Parece á primera vista, dice, que los
pueblos que pagan menos comparativa-
mente deben ser mas chchosos ; pero la
esperiencia demuestra que esto no es asi.
Las contribuciones, que no son otra co-
sa que la cuota que Separan todos los
ciudadanos de sus rentas para formar la
del estado, producen un efecto destruc-
tor , si pasando á manos del Gobierno
no vuelven al pueblo vivificando su in-
dustria , animando su agricultura.., prote-
giendo y fomentando todos los ramos de


1 89
prosperidad nacional. Eh prueba je esta
verdad recorramos las provincias de la
Grecia y de la Asia menor: cada uno
de sus habitantes contribuye con la nió_
dica cantidad de 43 reales anuales; sin
embargo, como no son estas contribu-
ciones para el bien y utilidad del pue-
blo que los da, sino para saciar la co-
dicia ó fausto insensato de los déspotas
pie los oprimen , el estado de estos pai-
ses, que debian ser los mas ricos del
mundo, no presenta por todas partes si-
no ruinas, miseria y el silencio del'' aba-
timiento y del sepulcro. Comparemos es-
ta situacion con la de dos naciones ve-
cinas: su clima no es tan favorable, y
su suelo es menos fertil. En Inglaterra
contribuye cada individuo con a55 reales
al en Francia con ¡O al5 reales;
cuotas mayores que las de todos los de-
nlas habitantes de Europa. No obstante,
corno el sistema de rentas que han abra-
zado está en armonia con sus leyes re-
lativas al fomento de la prosperidad na-
cional, y como una administracion vi-
gorosa hace no sean ilusorias estas leyes;
su prosperidad es inmensa , los capitale
rebosan por todas partes, y son induda.


igs




190
blemente las árbitras de la Europa, cuan.
do apenas tienen la tercera parte de su
poblacion. De estos principios, contra
los cuales nada puede oponerse sino va-
nas y falsas teorías, resulta que la pros-
peridad nacional no consiste en que ca-
da individuo pague 20 reales mas ó me-
nos de contribucion al ano , sino en que
las cantidades de que se desprenden los
ciudadanos, solo se inviertan ( con el or-
den y economía necesarios) en bien y
prosperidad de los mismos, ya en pago
de los soldados que los defienden y man-
tienen su tranquilidad , ya en el de la
marina que protege su comercio y hace
respetar su bandera, y ya en fin en sos-


tener el debido esplendor del trono y
demas gastos indispensables para llenar
las importantes atribuciones de todo go-
bierno civilizado y libre. Si esto sucede
con los impuestos nacionales , con ma-
yor razon será en los municipales que
mas inmediatamente contribuyen á. la pros-
peridad, comodidad, socorro y recreo de
los ciudadanos, proporcionándoles venta-
jas mas inmediatas, siempre que en la
inversion de estos impuestos presida una
adnunistracion activa y pura. La desgra-


191
cia aflije á una porcion de hombres en
todas las sociedades; los auxilios que en
este caso deben p roporcionarles, los so-
corros domiciliarios que se les deben su-
ministrar, la limpieza , comodidad , obras
públicas , y otras muchas necesidades in-
dispensables, exigen sumas inmensas, las
cuales no pueden ser habidas por otros
medios que por el de los impuestos, con-
tribuyendo con ellos los mismos ciuda-
danos para su propio bien.'


Hemos copiado este pasaje, porque
este es el lenguage que los verdaderos
patriotas deben hablar al pueblo, al cual
lejos de lisonjearle con la vana esperan-
za de que bajo el régimen constitucional
nada tendrá que pagar, ó pagará menos
que antes, debe decírsele al contrario,
que por lo mismo que en el actual sis-
tema se trata de proporcionarle la mayor
prosperidad posible , es indispensable que
se aumenten los gastos públicos, y de
consiguiente las contribuciones. Los in-
sensatos demagogos que para captarse mo-
mentáneamente el aura popular halagan
al pueblo con ilusorias promesas , gri-
tan desatinadamente contra toda clase de
impuestos, como si una nacion pudiese




192
pasar sin ellos ; pero los liberales
sos, los verdaderos amantes de. la Cons-
titucion, que saben que esta. no puede
mantenerse sin erario y este sin crecidas
contribuciones , deben decir continuamen-
te al vulgo: «Por lo mismo que en el an-
terior sistema se descuidaba la pública
felicidad, y que esta debe ser el objeto
constante del Gobierno constitucional; es'
necesario que el pueblo contribuya mas
en este que en aquel. Entonces no te-
rijamos armada ; ahora debe ponerse esta
en el estado mas brillante: antes el egér,.
cito era corto y estaba desnudo, mal pa-
gado y peor mantenido; ahora debe ser
proporcionad o en número á la estension
de nuestras posesiones, y estar comple-
tamente provisto y equipado de cuanto
necesita: antes no teniamos apenas cami-
nos, puentes , canales y otras obras de
pública utilidad ; ahora deben construir-
se cuantas se 'pueda, y cuanto antes lo
permita el estado de la nacion: antes te-
aliamos una magistratura mezquinamente
dotada; ahora es justo que esté á cu-
bierto contra las tentaciones de la vena-.
lidad.: antes la mayor parte de los pue-
blos carecian de escuelas de primeras letras;


193
ahora deben establecerse en todos ellos,
para que los varones que


• por la ley son
ciudadanos , no pierdan el egercicio de
sus derechos, por no' saber leer y escri-
bir: antes careciamos con oprobio nues-
tro de otras muchas enseñanzas públicas,
necesarias para difundir la ilustracion;
ahora es urgente . establecerlas para po-
nernos al nivel de las denlas Ilaciones
cultas: en suma hasta apii han estado
olvidados y desatendidos todos los obje-
tos de utilidad y hasta los estrictamen-
te necesarios, y ahora se quiere que el
Gobierno los atienda , /os fomente y los
promueva todos á la vez. Y bien para
ello se necesita dinero, y mucho dinero:
y este no puede obtenerse sino por me-
dio de contribuciones bien combinadas
sí é iglalmente repartidas; pero al fin'
contribuciones que obliguen a todos los-
individuos á desprenderse de una parte
de su renta anual para componer la del
estado; y la mayor prueba que los pue-
blos pueden dar de su adhesion al régiknen
constitucional , es someterse con docili-
dad y aun con gusto á este necesario sa-
crificio . , del cual sacarán en breve mas
utilidad que de tener en su poder la


TOMO vin.
r3




461
cuota que les toque, ya por repartimien-
to en los impuestos directos , ya por in-
sensibles y en parte voluntarias erogacio-
nes en los indirectos. Es menester per-
suadirse de una verdad importante é in-
contestable, á saber, que las rentas pú-
blicas, cuando se invierten en objetos
_útiles, producen un ciento por uno en
beneficio de aquellos mismos que las pa-
garon. Quién es capaz de calcular la ri-
queza que un solo canal de riego produ-
ce en un número considerable de arios?
Si fuera posible calcularla, y se comparase,
con el capital que se invirtió en cons-
truirle, á cómo saldria el interes de este
dinero?


r95


TEATROS


La Fulgeneia , comedia en tres actos, por
don !Vicente Rodriguez de drellano.


Esta pieza no es mas que una galeria
de retratos, á la verdad bien dibujados y
con bastante sal cómica ; pero carece de
accion , á no ser que se llame fábula la
sucesion de gradaciones , por las cuales
va emp.enandoSe el amor de don Luis,
á pesar de su timidez y.desconfianza.
tural. La admision de dos tunantes en
una casa de respeto , donde los halla y pren-
de la justicia , es mas propia de la farsa ita-
liana que de la verdadera comedia. Es-
ceptuando este incidente , los denlas están
bien arreglados á la decencia y verosimi-
litud teatral.


El papel de dona Rosa es enteramente
episódico : soso sirve para oir de su her-
mana la crítica de las mugeres de gran
tono, y para dar lugar , á la distraccion
tan graciosa como original del jugador


3.




96
que pasa repentinamente del lenguage
amoroso al de la banca.


Los caracteres de los dos viejos , el
uno -fanático por la caza y el otro por
los cuadros , están muy bien descritos y
continuados con mucha verdad. Sus esta-
fadores reunen todas las cualidades de
verdaderos pillos: la desvergüenza , la co-
bardia y la inmoralidad. Don Luis es jo-
ven enamorado, tímido y pundonoroso,
lleno de honradez y sensibilidad. Pero
elcaracter mejor dibujado es el de Ful-
gencia. Viuda y joven , adornada de gra-
cias y de instruccion , con bastante cono-
cimiento del mundo y del corazon huma-
no , ama para donünar y no para ser domina-
da,cgerce un grande imperio sobre su aman-
te por sus gracias; mas solo lo egerce para


-hacerle feliz, conteniendo-sus ímpetus juve-
•niles y dirigiéndole en el camino de la vida.
iSu corazon conoce el- precio del amor y de
la virtud: la prudencia dirige todas sus
acciones. Su pasimi á don Luis no , es un
fuego que consume su alma : es un sen-


-Itriiento suave y moderado. por la razon,
:digno por consiguiente de recibir en pre..
.Indo la felicidad. Sus_ escenas con don Luis,
señaladamente la última del primer ac-


197
to , están superiormente, dialogadas. Las
cuatro , décimas en que censura la timidez
de su amante, son de las mas bellas que
hay en castellano; y casi todos los espec-
tadores las saben de memoria. El final de..
la segunda nos parece algo débil.,


Se ve,. pues, que esta pieza compen-
sa con la verdad de los- caracteres, con
escenas muy interesantes, y con escelentes
rasgos cómicos y morales, la falta de ac-
cion que se deja sentir en toda ella, aun
mas en ,


la lectura que en la' representa-
eion. Según nuestro modo de pensar, debe
quedar en, el; repertorio del teatro español,:
así como el teatro de la comedia france-
sa ha cOnserVádo las piezas de Esopo en
la corte, el,i3 f crearlo galante , los Impontl-,
nos y algunas . otras desnudas .de accion,:
cuyo mérito se, reduce á algunos retratos
bien sacados y á algunas escenas bien es-
critas. Nosotros dariatnos á estas piezas
el nombre de Comedias: morales; porque
todo su interes se limita á las máximas
diseminadas en ellas.


La Fal¿rencia-es una pieza moderna
escrita á principios de este siglo: pertene7-
ce esclusivamente al teatro español, tanto
por la invencion como por los caracteres.•




198
Es del corto número de aquellas que
merecen figurar en nuestro repertorio de
segundo órden. Su versificacion es facil,
y algunas veces débil ; escepto en las dé-
cimas ya citadas. Quizá el autor debilitó
de intento lbs versos en el resto de la
pieza, por obedecer á la máxima de la
naturalidad , que introdujo en nuestro tea-
tro Comella , de prosáyca memoria.• Quien
hizo estos dos verses


„La muger y la fortuna
No quieren hombre cobarde."


nO debia hacer este:


„Vea usted lo que yo digo,


y otros de este jaez que afean casi todas
las escenas de esta comedia.


El celoso y la tonta.


Comedia en tres actos , por don Dámaso
de Isusquiza.


Esta pieza es tarnbien original, y se
escribió á principios del siglo. Aunque es-
tá dividida en tres actos, en la represen-
tacion la distribuyen en cuatro , para no


199
mudar la escena en el mismo acto , cosa que
siempre produce una sensacion desagrada-
ble, á no ser en las comedias de mágica;
mucho mas cuando el servicio de las de-
coraciones no está muy corriente, como
sucede con frecuencia.


Los caracteres del Celoso y de la Tonta pro-
ducen siempre buen efecto en el teatro, y
las escenas del café , de la carta y de la
entrega de Isabel á su amante don Jacinto,
hecha por el mismo celoso engañado , ha-
cen reir mucho. Pero en toda accion dra-
mática es necesario que los medios de
que se vale el poeta , esten en proporcion
con los resultados ; y este principio está
abiertamente violado en todas las combi-
naciones de esta comedia.


En primer lugar, el autor para for-
mar un contraste con el celoso y la tonta
supone un novio esparcido y hombre de
mundo, que ha de casarse con una señorita
juiciosa y 'prudente que le ama, y que se
desespera por la escesiva confianza que
inspira á su amante. Es menester confe-
sar que doña Margarita tiene razon , y
que las chanzas de don Pio á los amigos
que vienen á visitar á su futura esposa,
tocan ya en la línea de una indiferencia


it




00
grosera , tan mal vista en la buena socie-
dad , como la impertinencia celosa de don
Nicasio. Ni los novios, ni los•:maridos di-
cen á sus amigos:


„Mi amado Enrique,
¿Qué tal a mi novia encuentras?


J . 'sus! yo me desespero,
Cuando miro que una bella
De la primera embestida
No deja á un hombre pateta.
Vamos, ¿ qué dices? ¿estás
Observando bien sus prendas ,
Sus gracias?


Ahora sí que me gustas : .
Porque á 'S'a verdad las muestras
Son de que sus ojos, zas,
Han dado contigo en tierra.


Despues le invita á retirarse á un lado
con Margarita. para tratar de ciéncias :


Margarita se fastidia de esta sesion, y
da parte á su prometido esposo de las
importunidades amorosas de Enrique, ac-
cion que tampoco está en la cuerda de
la buena sociedad, ni aun de las buenas
costumbres. Las mugeres honradas se de-'


20r
tienden y no comprometen. Don Pio res-
ponde:


¿Y bien ? Vamos , ¿qué friolera
Será lo que ha sucedido?
Habrá dicho con terneza
Que os ama , que os adora,
Que os idolatra....


Despues hace las paces entre su no-
via y su amigo, y los envia á la come-
dia , mientras él se queda tomando café.
Todo esto es recargado y contrario á los
sentimientos de un hombre prudente y
honrado. El que lo es, ni cela á su mu-
ger, ni la espone. Si el autor quiso con-
trastar el papel del celoso , no debió ha-
cerlo con el vicio contrario.


Nuestros lectores , á quienes hemos
acostumbrado ya á leer en nuestras citas


los hermosos versos de Lope, MOreto ó
Calderon, nos perdonarán si los que he-
mos copiado de esta' comedia son tan
malos. No los hay mejores en ella. La
versificacion es de la escuela de Comella.


En segundo lu- gar; el disfraz de doña
Isabel que acompaña á don Nicasio al
teatro vestida de hombre, es una inven-
cion mezquina, inverosimiLé inutil para


ar




202


la accion. Sobraban medios para enta-
blar la correspondencia entre Isabel y don
Jacinto, sin recurrir á aquel desatinado
disfraz, que el mismo don Nicasio sabia
que no podia dejar de ser conocido. Pero
á lo menos tiene el resultado cómico
de que las mismas ideas que le sugiere
su caracter celoso , se vuelven contra él
mismo.


En tercer lugar , no es tolerable que
él mismo lleve la que cree que es su
hermana , en casa de su amante. Si está
recibido en el teatro que una mantilla
y un abanico transformen á una muger
en otra á los ojos del hombre mas ce-
loso, no lo está, ni puede estarlo, que
se viole la moral doméstica. ¿ En qué ca-
sa decente vió el autor que un herma-
no tratase con tan poco miramiento el
respeto debido al honor de su hermana,
y la espusiese á las indecentes burlas del
asistente de un oficial? Este imperdona-
ble olvido de la decencia teatral produce
sin embargo un efecto cómico , y son
los celos del descuidado don Pio.


Hay , pues, en esta comedia dos carac-
teres muy cómicos , y algunas escenas
que agradan ; pero la combinacion dra-


203
mlitica es -


miserable, y mas propia de una
comedia de figuron , que de la naturale-
za y de las costumbres de la sociedad.
El lenguage y los versos son 'malísimos.


Don Antonio Hurtado de Mendoza,
secretario de cámara y de justicia de Fe-


Jipe IV , en la suprema' poe-
ta palaciego, en parte bufon y en parte
gongorino, muy poco conocido. en nuestro
Parnaso , entre varias comedias dejó una
cuyo título es : El, marido hace muger y el
trato muda costumbre, cuya traza es ca-
si la misma que la del celoso y la ton-
ta. Dos hermanas se casan con dos caballeros,
el uno prudente y el otro celoso en CS


71;•••tierno. Sucede también que se atribuyen
á la muger del prudente los estravíos de
la del celoso ; pero hay




una diferencia
en el contraste dramático , y es que sien-
do encontrados los genios (le ambas an-
tes del matrimonio , esparcida y libre la
una, reservada y juiciosa la otra, se mu-
dan despues de casadas por •caracter
de sus maridos, haciéndose • recatada la
del prudente y atrevida la del celoso.
Esta combinacion es , muy dramática y
moral; y si el autor del celoso moderno-
tomó su asunto de esta comedia antigua,




debió 'babel: imitado ante. todas cosas
esta variacion (le caracter en las dos lim-
o-eres.


He aquí una muestra de la versifica-
cion de Mendoza. justificando don San-
cho sus importunidades .Celosas, dice á
don Juan:.


Por necio me tendrá ,
Por villano, por grosero,
Por torpe, por desabrido,
Por es:uel, por insufiible,
Por estrafio, per terrible,
por loco, por atrevido.
Pues perdone mi muger ,
Y cuantos se cansen de' ello:
.Que, todo eso quiero sello,
Y no lo que puedo ser. »


Y. don Juan le responde:


«Pues , eso y esotro y todo
to•sereis. » •


Antes habia dicho el mismo don Juan:


« Decirle á una muger
Todo lo que no ha de hacer,
Decirle es que puede hacerlo.»


Esta manera de versificar se perdió en


205
nuestro teatro desde la muerte de Cafii-
zares : antiguamente era casi general en to-
dos los poetas cómicos. ,


En nuestro siglo
son muy 'raros los que saben, dar á los
versos de la comedia el colorido poético
que les pertenece.




206


Elogio de los elogios.


¡ Oh mal haya mil veces el momento
en que vinieron al mundo eses genios
satíricos y maldicientes, que únicamente
ocupados en atisbar las acciones de los
denlas hombres, de nada parece que se
complacen mas que de notar los mas li-
geros descuidos, y publicarlos si posible
fuera por todos los ángulos de la tierra.
¡ Dotados de una perspicacia. singular pa-
ra observar los vicios de sus semejantes,
no parece sino que todas las virtudes
desaparecen de su vista , y que no tie-
nen ojos mas que Para ver el mal, ni
lengua que para describirle con todo su hor-
ror y fealdad. Apenas un desgraciado autor
cae en la ten tacion de dar á luz el fru-
to de sus nocturnas tareas, cuando un
escuadron de zóilos semejantes á una re-
coba de perros de caza empiezan á. se-
guirle la pista desde el prefacio hasta el
índice, y no 'dejan período que no muer-
dan , ni frase que no atenaceen. El uno se
entretiene en hojear los libros que tra-


207
tan de la misma materia, sin otro ob-
jeto que el de apuntar y señalar los par-
rafos que- empiezan y concluyen de la
misma manera, para decir luego que son
copiados ad pedem litterce, y que el au-
tor es un plagiario hecho y derecho. El
otro se ase del estilo y le va midiendo
y pesando las palabras y aun las síla-
bas, que no parece sino' que son algun
contrabando de ilícito comercio, segun in-
quiere el origen y la procedencia. 'Aquel
se pone muy despacio á interpretar el
sentido de una voz ó la colocacion de un
acento, y á fuerza de manosearla y des-
componerla, viene á sacar una injuria de
lo que quiso ser un elogio, y pone al
desdichado escritor á dos dedos de un
juicio conciliatorio , ó de una multa y
encerramiento. Bien es verdad pie mu-
chos de estos riesgos se evitan con no
poner su verdadero nombre en la' porta-
da ; porque ¿ quién sabe cuanto vale el
que las obras se puedan atribuir á los
griegos ó á los troyanos.?


Preséntase un militar en el Prado con un
enorme sable forrado de hierro


,una chaque-
ta IlenaAe galones y bordados de finísima pla-
ta, unas botas mas tersas que un espejo, guar




208
necidas de espuelas aferradas, un casco
reluciente y fortísimo, y sobre todo unos
bigotes capaces de infundir espanto al co-
razon mas impávido. Quién habia de
imaginar ni por sueños que encontrase la
malicia donde hincar su denegrido dien-
te, poniendo en duda un valor acredita-
do con tantos signos visibles ? Sin embar-
go, apenas da un par de vueltas por el
salon , cuando ya no hay nadie que ig-
nore la accion en que se escondió de-
tras de un -vallado durante el riesgo ma-
yor de la batalla , y la falsa contusion
que le sirvió de pretexto para no acu-
dir con sus compañeros al puesto avan-
zado, de cuya defensa estaba pendiente
la seguridad del egército. Corre de boca
en boca el alcance de las cuentas de su
compañía, y tampoco se oculta el desa-
fio que rehusó despues de haber prOvo-


.,


cado la moderacion de su compañero de
armas.


Acude al soberano Congreso con su
memorial al canta un acendrado patriota,
refiriendo sus amores á la Constitucion„
las dilatadas -prisiones , pérdidas y sobre-
saltos que ha sufrido por ella, y sobre
todo el continuo disimulo con que ha


209
tenido que vivir durante estos últimos
*años, para que apareciesen sinceros sus
servicios , sacrificándose hasta el punto de
cobrar tambien el sueldo para mejor des-
lumbrar á los satélites del despotismo.
Inmediatamente acude un incógnito con
su artículo comunicado, ó salen veinte- á
treinta ciegos con sus desaforados gritos
poniendo .á nuestro patriota qúe causa
compasion el mirarle. Alli suele descu-
brirse que la prision fue por deudas; que
el • destino fue no solo pretendido, si-
no tambien solicitado con cuantas intri-
gas puede dar de sí la jerga cobachuelís-
tica; que el amor á la Constitucion habia


.sido tan recatado que nadie habia podido
maliciarle hasta bien entrado el mes de
Marzo del año veinte, y que el pretendi-
do premio , si alguno le merece, son los
infelices á quienes persiguió, sin duda con
el objeto de disimular mejor.


Ni se pára en estos solos la malicia
de esos desapiadados maldicientes ; porque
no hay clase ninguna por santa y respetable
que sea, cuyos individuos no esten de
contínuo espuestos á su satirica mordaci-
dad. ¡ Qué de cuentos insípidos no les
cuelgan diariamente á los laboriosos ca,


TOMO VIII.


4




10
nónigos, beneficiados, y religiosos de to.
das órdenes! ¡Qué interpretaciones tan ma-
lignas no suelen dar á sus teológicos dis-
cursos , y como suelen torcer hácia el in-
terés sus mas inocentes y benéficas accio-
nes! Si declaman contra la oportunidad •
ó importunidad de la diminucion de los
diezmos , siempre ha de ser su pitanza la
que les inspira estas declamaciones, y
nunca la felicidad pública , como si no
tuvieran dadas tantas pruebas, como cual-
quiera, de que esta sola es el objeto pri-
mario de todos sus pensamientos. Si no
se esceden en sus pláticas de la pura doc-
trina del evangelio, solo es para dispen-
sarse de esplicar la Constitucion y de re-
comendar el actual género de gobierno
sobre cuantos han discurrido y pueden
'discurrir los hombres. Si ofrecen una ji-
cara de chocolate á algun religioso de cual-
quiera comunidad , es para retraerle de
que piense en secularizarse, y finalmente
si casan á sus sobrinas con algun man-
cebo honrado, solo ha de ser con objeto
de evitarle que algun dia tenga la dicha
de sacrificarse por la patria.


Asi ni mas ni menos son los juicios
temerarios que dieta el espíritu de xna,-


átt•
Iedicencia , sin considerar que tanto en
este mundo como en el otro hemos de
ser medidos con la misma vara que mi-
dieremos á los demas; y ya que no se
amedrenten esos satíricos con el temor de
las penas de la otra vida, sepan á lo me-
nos que en esta se les,


vuelven las tornas,
de modo-


que nada nos quedan á deber.
Porque si ellos entregan al ridículo me-
nosprecio el fingido patriota, el valiente
de antesala, el pedanton insufrible , y el
servil mal disfrazado; nosotros no les es-
caseamos á ellos los títulos de anarquis-,
tas, ignorantes, calumniadores, sediciosos
y minadores ocultos del sistema. Ellos son
sin duda (lucilos de hacer reir á nuestra cos-
ta; pero tambien lo somos nosotros de de-
nunciar sus escritos ante todos los tribuna-
les .del universo; y ya que no podamos
desmentirlos, á lo menos logramos inti--
midarlos. ¡ Ay que no es nada las . con-
secuencias que se pueden sacar de cual-
quiera de esas satirillas! La roas inocente
de ellas es un sacrilegio como un templo,
porque siendo cualquiera de los hombres
una viva imagen de la divinidad, es claro
que el que hace burla de alguno de ellos,
la hace del mismo Dios, trino y uno, y


14.


II




merece que •se le impongan los castigos
Mas horrendos.


¿Qué trabajo les costaba que todos
viviesemos en paz imitando los dulces pa-
satiempos de la corte celestial, y dispen-
sandouos continuamente recíprocos elo-
gios? ¿ Por qué habla nadie de tornar la
pluma sino para alabar á diestro y á si-
siniestro á cuantos tienen algun empleo,
cargo', profesion ó destino público ? ¿ Qué
gloria puet!e haber mayor para un escri-
tor de oficio que la de llenar tres ó cua-
tro colunas de un periódico, echando pi.-
ropos á la pila bautismal de su héroe, á
la leche que manió, á la criada que le
labó 'los pañales, 'al Dómine que le en-
señó los nominativos, al abogado que le
enseñó á hacer los primeros pedimentos,
al lacayo que llevó las cartas para su no-
via , finalmente á todos cuantos directa
ó indirectamente tuvieron trato y cornil-
nicacion 'con -él? ¿ Qué trabajo cuesta es-
cribir noble en lugar de plebeyo,
so en vez de malvado, piadoso en vez de
ertiel•, sabio en lugar de ignorante, y ge
neroso en vez de cicatero ? ¿ Por qué la
grosella no ha de pasar por marcialidad,
a desverguenza por despejo, la estupidez


2 13
por bondad, y el deseo de sangre por
amor á la justicia? ¡Con qué apacible son-
risa no veríamos entonces pasar el parió-
dico de mano en mano recomendandose
su lectura unos á otros, sin que hubiese
un sí ni un no entre los periodistas y los
lectores, y sin que se ocasionase la me
nor molestia á los jueces ni á los escri-
banos ! Entonces si que no hab•ia incon-
veniente en que fuesen .reelegidos los ju-
rados por un tiempo indefinido, y aun po-
dría enagenarse este oficio , como .


el de
los regidores perpétuos.




Pero en el dia es un -infierno; todos
ven, todos atisban , todos murmuran , y
todos escriben. Al que siempre calla le
llaman .


majadero y apático ; al que habla
siempre, le llaman charlatan y presumido;
al que pretende cuanto vaca, le llaman
pancista; al que cobra sueldos que nunca
debió cobrar, le llaman estafador público,
y al que se aprovecha de la oportunidad
de las circunstancias para acaparar hono-
res y riquezas , lejos de tenerle por libe-
ral y por patrióta , le. reputan por un bri.7.
bon de cuatro suelas. Tanto es lo que
se ha corrompido la opinion pública so-
bre este punto, que lo mismo es ver que




a 14
un periodista se echa de pechos en la car.-
vera de los elogios, y que osa poner en
las nubes á los que el público ve arras-
trarse por el fango, no hay nadie que no
le tenga por un escritor vendido , y que
no se indigne de tan servil prostitucion.
Pero ¡ qué mal harian en arredrarse por
estas hablillas ridículas los que han toma-
do á su cargo sembrar encomios para co-
ger empleos y comisiones! Aquellas pier-
den su. accion en el momento mismo en
que se pronuncian, y estos alegran el al-
ma y dan medios para pasar una vida eó,
moda y descansada, sin necesidad de es-.
tar siempre propagando verdades duras y
de dificil digestion. Y aun cuando no
se miraran estos ventajosisimos resultados,


quién no se complace al ver las cariño-
sas esquelas de gracias que suele dirigir
el elogiado , y aquellas cortesías tan pro-
fundas y suculentas, con aquel mirar dul,
ce y agradecido que le da á uno gana de
elogiar a] mismo Satanás en persona? Ni
es esto decir que de cuando en cuando
no se remoje la boca con cuatro desver-
gonzones de marca que sirvan como para
tomar aliento; pero sépase á lo menos que
recaen sobre quien no puede tomar nin-


2:15.
zuna especie de venganza,' y que los ha de.
tragar mal que le pese, que asi nos en-
señaron nuestros mayores y lo mismo han
de aprender nuestros hijos. Seguid, pues,
ilustres campeones, en tan gloriosa carrera;
y si tuviereis la desgracia de topar con
ingratos que se olviden de vuestros ser-
vicios, ó con necios desconfiados que to-
men por burla vuestros exagerados obse,
quios, .á lo menos siempre habeis hecho
un gran bien á la humanidad proporcio-
nando á vuestros lectores la dicha de con-
ciliar un sueño profundo y aletargado al
lado de vuestro inimitable periódico.




217.;
- rentes números de nuestro periódico. No --


se puede sin embargo pasar por alto la
suma claridad con que despues de haber
impugnado algunas proposiciones , senta-
das en el Congreso por el anterior mi-
nistro de hacienda, presenta el siguien-
te contraste que resulta del plan de cré-
dito público , respecto de dos individuos
que hubiesen desembolsado igual canti-
dad de dinero,


Supongamos, dice , que cada uno de \
ellos emplease 3oo onzas de oro duran-
te la guerra de la independencia ; pero
que el uno sacrificó esta cantidad fiándo-
se en la garantía nacional para remediar
las mas urgentes necesidades de la patrial,
y el otro aprovechándose _ de la miseria
general , compró. créditos 'del gobierno
anterior: veamos cual es la suerte que
les cabe á estos dos especuladores. El pri-
.mero se encuentra con una certificacion
.del Crédito público importante 96000 . rea-
les , los cuales al cabo de tantos años de
desembolso han venido á convertirse en
1920.0 reales, que es el valor que tie-
nen en la plaza. El segundo compró 3oo
vales.


de 600 pesos, por otras tantas on-
zas , es decir, compró un capital de,


Jinálisis de un folleto que contiene observa-
ciones sobre el plan de crédito público,
libertad de imprenta, etc.


Acaba de publicarse un cuaderno de
Observaciones sometidas al juicio de los
señores diputados de cortes , sobre el plan
llamado del Crédito público, presentado a
las mismas en las últimas sesiones de la
legislatura del año pasado de 1820 ; sobre
el empréstito ; cobre el decreto llamado de
libertad de imprenta , y los jurados que en
él se establecen , por don Tornas Moore. Nc
es esta la primera vez que este escritoi
ha dirigido su voz á nuestros ilustrados
representantes sobre la dificil cuestton de
asegurar el - crédito nacional, tanto res-
pecto de los estrangeros como -de los na-
cionales. Mas habiendo ahora reunido sus
ideas sobre este y otros diferentes pun•
tos, acerca :de los cuales ó bien ha re.
caldo decreto de las Cortes , ó bien han
sido elevados al ley ; parece inutil dete-
nernos en analizar sus ideas que en gran
parte se encuentran consignadas en dife,




218
2,7oo,000 reales, de los cuales pudo re-
ducir una tercera parte , ó lo que es lo
mismo, yoo,óeo; quedandole 1,800,000
reales en vales no consolidados, que por
este plan del crédito público , y para
uniformarle, se han vuelto á la clase de
comunes. Queda por consiguiente con de-
recho á un rédito anual de 72,000 rea-
les, y con otro capital de x,3oo,000 por
atrasos de intereses , los cuales hacen
efectivos en la plaza 260,000 reales.


De modo que mientras que el prime-
ro, por haberse fiado generosamente en
la garantía nacional , sufre una pérdida
seca de 76,800 reales, se embolsa legí-
timamente el segundo, 1.° un capital en
efectivo de b ido,000 reales; 2.° otro ea,
pital en vales de x,13oo,000; 3.° un rédi-
to anual de 7 2,000 reales de vellos.


Tales son poco mas ó menos otras
observaciones que contiene este folleto,
sobre las cuales no nos parece convenien-
te detenernos , porque se pueden ver en
él casi con la misma concision.


Tambien tienen mucha analogía las
observaciones del señor Moore sobre la
ley llamada de libertad de imprenta, con
las de los números X y XI de nuestro


.219
periódico: por eso quisieramos que el pú-
blico considerara principalmente la dife-
rencia enorme que por este folleto se ve
que existe entre la forma , objeto, y mo-
do de celebrarse entre nosotros el juicio
por jurados, de como se hace en Ingla,
terra, aunque haya querido decirse que
de allí se habla tomado el modelo.


Dijimos nosotros, después de haber
hablado largamente de los definas artícu-
los de la citada ley, que era sumamente
peligroso ensayar la institucion de los ju-
rados en una clase de delitos , en los cua-
les hablan de dar su voto sobre hechos es-
pirituales que no estaban sujetos al domi-
nio .de los sentidos, si es que semejantes
cuestiones se pueden llamar de hecho. Pro-
bamos de un modo palpable, y que no
debe dejar la menor duda, que jurados,
tales como los establece la ley y estan
ya en uso en España, de nada tienen
menos que de jueces de hecho sino que,
egercen funciones (le jueces de derecho;
y por consecuencia seria muy casual ha-
llarlos que reuniesen la aptitud y las lu-
ces necesarias para resolver atinadamente
las cuestiones que se someten á su exa-
men.




220
Cuando haciamos aquellas reflexiones,


ínero producto del raciocinio ilustrado
por el conocimiento de las fatales resultas
que habla producido en Francia semejan,
te institucion, tuvimos la delicadeza de
añadir, que_ acerca de los de Inglaterra
no podíamos hablar con la misma seguridad.
No ignorabamos entonces sin embargo
que el modo como aqui se planteaba, di-


,71,fería tanto del de aquel pais, cuanto dista
la libertad de hecho de la libertad de de,
recho; pero prevalecia en nosotros la jus-
ta presuncion de que mucho menos lo
ignorarian los Señores de la comision, ha-
biendo entre ellos algunos que habian via-
jado por- aquel pais y -estudiado sus usos
y el imiclo . de enjuiciar. Debimos pues abs,
tenernos de entrar en los., pormenores de
esta clase de procesos, porque nuestro único
objeto era aclarar la idea de lo que son
jueces de hecho , evitando, si podíamos,
los efectos de tan grave equivocacion. Mas
ya que D. Tomas Modre ha suplido con
ventaja nuestro silencio, no podernos me,
nos de agradecerle el trabajo que .se ha
tomado en ilustrar una materia, de tanta
importancia pues pende de ella que no se
torne en medio de esclavitud el' mas


221
seguro baluarte de• nuestra




libertad.
En efecto, por mas que se desee pres-


cindir de la principal dificultad que con-
siste én haber sujetado á la decision de
ocho sujetos tal vez iliteratos la califica-
cion de una obra de política, de legisla-
cion , de filosofía , de matemáticas, de ideo-
logia , y finalmente de todas las ciencias,
todavía seria un inconveniente gravísimo
la disposicion del artículo 3 7 de la citada
ley relativa á la eleccion de los jurados-
Serian sín duda muy poderosas las razo-
nes que móvieran á los señores de la co-
mision á fiar la eleccion á los Ayuntamien-
tos, cuerpos verdaderamente populares y
por consecuencia interesados en la con-
servacion de la libertad; pero por mas
bien constituidos que se hallen en el dia,
quién puede asegurar que en lo sucesivo


se escogerán con igual acierto los indiví-„
duos de que se compongan? Yen este caso
¡cuánto no peligraria la libertad mas im-
portante que consagra nuestra sabia Cons-
titucion !


»El gran jurado, dice D. Tomas Mo-
re, se retira á un cuarto separado en donde
se le presentan las diferentes actas de acu-
sacion con los nombres de los testigos á




222
cargo. Examina á estos y • si la mayoría
ó doce de ellos creen que sus declara-,
ciones bastan para probar el delito , es-
criben en el acta misma que la encuen-
tran en debida forma ó una acta verda-
dera; y entonces, y no antes, se proce-
de á la vista de la causa. Si no creen
que basta con las declaraciones de los tes-
tigos presentados , escriben ignoramos en
el acta, y ya no se puede proceder en la
causa. En el último caso se ahorra el acu-
sado el trabajo y gasto de defenderse ;
pero en el primer caso no se le perjudica,
porque solo se declara que la parte con-
traria presenta pruebas suficientes para for-
malizar la acusacion ; y en el punto de
libelos esto solamente arguiria que exis-
tían pruebas suficientes para creerle autor
del escrito, sin de ningun modo calificar el
mismo escrito ; porque esto queda para la
decision unánime del pequeño jurado des-
pues que ha oido á ambas partes etc., lo
cual es á la inversa del método estable-
cido aqui donde personas determinadas
que forman parte de un número señalado
de antemano por una corporacion , para
jurados, por un año entero, sin dar lu-
gar á recusacion alguna, y sin oir á la


223
parte, declaran criminal su escrito ; y co-
mo en cuanto al hecho tienen roía itetem
reum , al acusado no queda mas recurso
que el persuadir á otra parte de este mis-
mo número anual de jurados, que sus com-
pa?ieros son ignorantes ó maliciosos, etc.


En efecto no se ha formado todavía
una ideal cabal de lo indefenso que que-
da un escritor á quien se le denuncia un
escrito , y sin noticia ni conocimiento su-
yo se declara haber lugar á formacion de
causa, por subversivo, sedicioso, etc. , es
decir, se le tacha ya de un modo claro
y determinado para ser calificado luego
en el segundo juicio. Aun pue,,le llamarse
feliz si no pega con algun juez de hecho
que esté, ó quiera parecer persuadido, y
persuada tambien á ,los domas jurados, á
que no se circunscriban á lo que da de
sí la denuncia , sino que califiquen segun
-se les ponga en la cabeza. Bien es ver-
dad que no es facil encontrar jurados ca-
paces de semejante malicia, ó de tan era-


, la ignorancia.




224


.dlgunas reflexiones sobre los negocios
de América.


Hace muchos dias que estamos oyen,
do hablar de ciertas pretensiones de los
americanos, las cuales se asegura . que son
el asunto que ventilan . las Cortes en sus
sesiones secretás ; pero ignorando noso-
tros si esto es cierto -, y dudando hasta
de la existencia de semejantes pretensio-
nes; nos hemos abstenido de enunciar
sobre ellan nuestra opinion. Sin embargo
viendo que comienza ya á tratarse la cues-
tion en los periódicos, diremos franca-
mente nuestro parecer; pero sin salir ga-
rantes de que haya pendiente la negocia-


. cion que se supone: Nos referimos al rumor
público y á lo que suponen los papeles.
Si la c6sa fuese cual se dice, nuestras re-
flexiones pueden no ser inútiles; pero si
fuere falso el supuesto en que proceden,
tengase por no dicho cuanto vamos á.
esponer, ó á lo mas mírese como una
cuestion hipotética.


Dicen unos que las provincias de Améri-


225
ea que hasta aqui han estado unidas con
la metrópoli., desean hacerse independien-
tes de ella : que no estando bastante pre-
paradas para constituirse en repúblicas,
quieren formar dos grandes


.
monarquías , la


primera de las cuales. comprenderá todo
lo que en la América septentrional per-
/tenece hoy á la Espafia, y la segunda
todas las provincias que esta conserva
todavía en la meridional: que conociendo
sin embargo las dificultades y peligros
que ofreceria en- su egecucion el proyec-
to de elevar á los nuevos tronos á dos
simples particulares, cí colocar en ellos á
príncipes <le cualquiera dinastia que no'
sea la que ocupa el de España; proponen
reconocer por reyes ó emperadores á los
señores Infantes don Carlos y don Fran-
cisco, el uno de Mégico y


• el otro de
Lima: que de esta manera podria conse-
guirse que las provincias disidentes en el
dia entrasen á formar parte del nuevo
imperio del Sur, en cuya demarcacion geo-
gráfica se hallan comprendidas ; y final-
mente que deseando la América perma-
necer unida con la antigua madre patria,
prometen permanecer repecto de esta en
una especie de dependencia, contribuyen-


TONIO IJ




220
Bola todos los años con una cierta can-
tidad de dinero, como en señal de vasa-
llage , y concediéndola en sus relaciones
mercantiles ventajas muy superiores á
las que en cualquier tiempo pueda ob-
tener otra potencia privilegiada. Dicen
otros que el proyecto no es el de erigir
en América monarquías independientes de
la españGla , sino el de que vayan los
dos infantes á gobernar aquellas vastísi-
mas regiones, en calidad de bluour-tenien-
tes de su augusto hermano , pero con fa-
cultades tan amplias, que para nada ha-
ya que recurrir al gobierno de Madrid,
con el cual sin embargo liarán causa co-
man aquellas provincias, como si fuesen
todavía parte integrante del imperio es-
pañol, y continuarán contribuyéndole co-
mo hasta aqui , pero. con una cantidad
alzada. Ya se deja entender que en este
proyecto el gobernador general de la Amé-
rica del Norte seria el señor Infante don
Carlos, y' el de la del Sur el señor In-
fante don Francisco.


Esto es lo que se dice; pero quiza no
habrá nada. Nosotros , visto lo absurdo'
de ambos proyectos, y que en cualgrde-
ya de ellos no se ve otro objeto que el


227
de sacar de España á los infantes con un
artificio tan grosero, y tan neciamente
imaginad() que á nadie puede engañar;
nos inclinamos á creer que todo ello es
una fábula forjada por algun mal inten-
cionado , para desacreditar á las Cortes


,


al rey, y á sus hermanos. A las Cortes
supodiéndolas capaces de arrogarse facul-
tades que la Constitución no las conce-
de: al rey esparciendo la voz de que se
opone á una resolucion, que se cuida de
pintar corno la mas ventajosa para la
España de ambos emisferios; y á los In-
fantes haciéndoles la injuria de ,creerlos,
capaces de dejarse seducir y alucinar por.
quiméricas ideas de ambicion.: Por esta
l'azor' , pues, nos Iba parecido conveniente
prevenir el mal efecto que semejantes es-
pecjes puedan producir en el público
menos instruido.


Primer proyecto :
monarquías independientes, aunque feuda-
tarias de la española. Si cuando aquellas
posesiones eran gobernadas por .


el cetro
de hierro de los vireyes que enviaba el
ministerio despótico de Madrid ; cuando
gemían bajo la opresion del regfinen


co-
lOIi2al; cuando no les era permitido ni


z,>.


erigir en América




228
tener fábricas ni plantar viñas; cuando en
suma eran no vasallos sino esclavos de la
metrópoli, hubiesen enarbolado el estan-
darte de la rebelion, y con las armas en
la mano y triunfantes de sus opresores,
se hubiesen erigido en reynos independien-
dientes , y por su propia conveniencia
hubiesen pedido reyes á la dinastia es-
pañola; la justicia hubiera. estado de su
parte, y la propuesta hubiera debido mi-
rarse como ventajosa para la antigua me-
trópoli, que por este medio conservaba
todavía cierta supremacia sobre unas pro-
vincias que no porfia sujetar con las ar-
mas. Pero venir haciendo semejante pro-
puesta cuando la Constitucion ha iguala-
do en un todo las provincias de Ultramar
con las de la peninsula; cuando las ha
libertado para siempre del proconsulado
de los vireyes-;• cuando ha quitado todas
las trabas que tenias comprimida su in_
dustria; citando ha abierto á los ameri-
canos las puertas del. Congreso nacional y
del consejo de Estado; cuando en suma,
de colonos los ha hecho ciudadanos: es-
coger precisamente este momento para se-
pararse de la metrópoli y entregarse á las
inciertas vicisitudes .de. tina rcvolucion


229
política, nos parece 'elcolmo de la in-
gratitud y de la imprevision. Pudiera
perdonarseles lo de ingratos, si en el nue-
vo estado á que aspiran] debieran ser mas
felices; pero si nada ..san á ganar y se
exponen á grandes males, ¿qué nombre
daremos á tan inesperada resolucion ? En
efecto supongamos que se constituyen en
monarquías independientes: ¿qué , ventajas
tendrian en este caso de que no disfru-
ten ahora ? ¿Una buena constitucion ? Ya
la tienen. ¿Leyes sab,ias y justas ? Las ten-
dran luego que se sancionen los códigos.'
¿Libertad de industria , de comercio, ad-
misibilidad á todos lo empleos, igualdad
de derechos, buen sistema de hacienda
y de enseñanza publica, etc. etc.? Cuanto
se ha hecho y haga en todos estos pun-
tos para la Peninsula ,- será comun á las
provincias americanas. Ademas permane-
ciendo estas unidas con su antigua me-
trópoli,•y formando parte. del grande im-
perio español, libre ya y bien goberna-
do , seran mucho mas respetadas y pode-
rosas que aislandose dp él, y dividien-
dose entre sí. La madre 'patria tiene to-
davía restos de su antigua marina y todos
los elementos para formar en pocos años




230
una muy poderosa, que haga respetar su
pabellon en todos los mares : pero ¿cuán-
tos años neceitarian las nuevas monar-
quías para crear de nuevo la suya ? La
América siendo parte integrante de la mo-
narquía, no seria quiza en muchos siglos
el teatro de una guarra continental; y si se
divide en estados independientes, sean mo-
narquías ó repOlicas , no pasaran acaso
muchos meses sin que las rivalidades inevi-
tables entre naciones vecinas, la ambicion
de sus gefes, y la oposicion de intereses, las
empeñen en largas y sangrientas contiendas.
Hasta aqui liemos supuesto que las nue-
vas monarquías se erijan y constituyan pa-
cilicamente, que todos sus habitantes esten
de acuerdo y se sometan sin repugnancia
al nuevo régimen .,que se les ofrece; pero
si no fuese asi , si una vez abandonadas
á sí mismas tan dilatadas regiones, no pen-
sasen todas dé la misma manera; si una pro-
vincia quisiese ser república indivisible,
otras formar una federacion, como la de
los Estados-Unidos, y otras reconociesen
al nuevo soberano, ¿quién es capaz de pre-
ver y señalar el término que tendrian las
disputas, querellay guerras á que daria
lugar esta divergencia de opiniones. ? Su-


23
.pongamos por un momento que todas se
convienen en preferir el régimen monár-
quico: ¿ estarán tambien acordes sobre la
constitucion que haya de arreglarle ? ¿No
habrá quien . desee un cuerpo legislativo
compuesto de dos cámaras, quien pida un
senado perpétuo, quien pretenda que los
representantes deban ser indefinidamente
reeligibles, quien se oponga á esta reeli-
gibilidad, quien sostengo que deben re-
novarse integramente:cada dos ó cada tres,
cada cinco ó .cada siete años , quien
crea que es mejor la renovacion parcial;
quien que pida la. cualidad de propieta-
rio; quin que la repruebe; quien que es-
cluya Fí-los eclesiásticos; quien que los ad-
mita, quien que prefiera la eleccion di-
recta, quien que vote por la indirecta. y
gradual, etc. etc ? Y si en el tránsito de
un régimen á otro, relajándose como es
inevitable el freno de la obediencia y de-
bilitándose la "accion de la autoridad
blica, se sublevasen, lo que no es invero,
simil, todas las castas indigenas y los hom-
bres de color contra los europeos: ¿qué
vendria á ser todo el continente ameri-
cano? Un teatro de horror, como lo fue por
algunos años y lo es todavía la parte Eran -


1




232
cesa de la isla de Santo-Domingo.


Hemos considerado el proyecto relati-
vamente á los mismos americanos; pero
si se • examina respecto á la España de
Europa, ¿ qué va á ganar esta en que sus
Arnéricas se constituyun en monarquías?
Perder para siempre unas posesiones, .de
las cuales bien gobernadas y vivificadas
por la libertad constitucional, debia sacar
en.adelante su principal fuerza. Diga cuan-
to quiera la presumida pedanteria de cua-
tro charlatanes sobre . que nosotros para
nada necesitamos de la América: el hom-
bre de Estado reconoce que conservándola,
y fomentando en ella la agricultura, la in-
dustria y el comercio, resultado infalible
del régimen constitucional , la España se-
ria dentro <le pocos años la primera po-
tencia del inundo. Aun sin ella será cier-
tamente una nación respetable; pero si.
reducida á sus términos de Europa pue-
de llegará serlo todavía, ¿qué seria si á los
quince y veinte millones de habitantes que
puede tener el continente européo, se agre-
gasen los roo, los 200 y mas, que bien
gobernado tendrá algun dia el americano?
é Qué es lo que da á la Inglaterra su po-
der colosal ? Sus muchas posesiones ultra-


233


marinas. Sin estas, ¿ qué sería aun con su ,,M,


/


buena Constitucion ? Y no se diga que /1P, , , .,-, t zk
por la ereccion de dos monarquías en la 4 ,k•/ -1/.67"/'
América no se pierde esta para Espada; .7.4-/) .z --"1-
porque aquellas quedarán dependientes y )1,,a/z, Pot - -
feudatarras. Semejante respuesta es buena .t,44:4,,:pkgg."4
para contestar á niños. 1.° Concediendo477
que este vasallaje se conserve siempre, y 1; •j•ef ~ *"
que anualmente envien el feudo de diez,/~pio )
doce 6 mas millones de pesos, no es #-.i4r71.
esta ó aquella suma la utilidad que la ri,54.74,, /id
España debe sacar de sus antiguas colo- e-(1~.04„.,,
Mas; es la. identificacion de todas las par- imel,e;„,t,,,,
tes que componen hoy la monarquía, es fil,,,/‘,„r
el inmenso comercio que debe hacer cuan- 0


0 tdo en todas ellas se hayan hecho correr "'. ,.4..-1....„`9 t" .i
en abundancia los manantiales de la rique-'41-211*.W*11-->
za pública que el mal gobierno ha tenidode'Vti-ío1,4:-/-
como cegados hasta el dia. 2.° ¿Quién es4"-s•inwi
tan sándio que crea y espere que una vez7t• 71,1 ‘04.
erigidos dos tronos en América , perma-14„,,,,,,e,40 I,,


necerá esta vasalla y feudataria de su an- "; / ,
tigua metrópoli ? Aun cuando los nuevos A::::,-/it,
s


oberanos, movidos del amor á su augusto "),
hermano, quisiesen conservar con él las re- al,: ~"t• -Av'
laciones y buena correspondencia que se Y71;2 aff,
hubiesen estipulado en el tratado de giman- '"'"'"- •
cipacion ,bien pronto sus ministros y con-




234
sejeros, y el clamor general de sus súb-
ditos les obligaria á sacudir la que allí
se llamaria ignominiosa dependencia. De
todos modos esta se conservarla á lo mas
durante la vida de los señores Infantes;
pero á la segunda generacion cesaria in-
faliblemente. Esto ha sucedido siempre y
sucederá en toda emancipacion de un
territorio. Preguntamos ademas; si es bue-
no , util y justo que se establezca un rey
en Méjico, y- otro en Lima,' por qué no
los habrá tambien en la Habana y en Ma-
nila? Mas vale que se diga de una vez
que se nos quiere dejar sin posesiones de
ultramar , que pretender alucinamos con
especiosos proyectos. Pasemos ya al se-
gundo.


No se erijan monarquías propiamente
tales ; pero vayan por gobernadores ge-
nerales de aquellas vastas regiones lós dos
señores. Infantes, uno á las del norte, y
otro á las del sur. Prescindamos de los gra-
vísimos inconvenientes políticos que ofrece
la idea de alejar de España á los herede-
ros inmediatos del trono, cuando por cle-
gracia el monarca actual no tiene todavía
sucesion : ¿qué ventajas puede ofrecerle
enviar á los Infantes por gobernadores de


235
las provincias americanas ? O estos gober-
nadores recibirian las leyes y decretos del
Gobierno de Madrid, ó no. Si debiendo


ito recibir de aqui las . órdenes, fuesen meros
ej ecutores; mas ventajoso es á todas luces
que semejantes agentes de la autoridad
sean temporales, amovibles y responsables
que no perpétuos, irrevocables y sin res-
ponsabilidad. Es menester ser muy senci-
llo ó muy estúpido para no conocer que
trasladados los Infantes á paises tan des-


. conocidos y tan estensos, y confiándoseles
una administracion tan vasta, ellos serian
los gobernadores en el nombre; pero en
realidad los gobernados por las personas
que se les diesen por secretarios. ¿Y qué
resultaria ? Que á vireyes temporales y
responsables, hablan sucedido visires per-
pétuos, que á - n ombre de sus Altezas po-
drian cometer todo género de injusticias
sin ninguna responsabilidad ; porque un
puro secretario no la tiene, siempre que
la resolucion que comunique esté rubrica-
da por el gefe á cuyas órdenes se halla.
Si los Infantes no hubiesen de recibir ór-
denes de Madrid, sino que celebrando alta
Cortes, hubiesen de hacer y sancionar las
leyes • y espedir los decretos necesarios pa-
ra su ejecucion , quedarian de hecho ir
b


eri-
oidos eu verdaderos soberanos indepe-
dientes, aunque con el título modesto de
Lugar-tenientes de su hermano; no pa-
sarla mucho tiempo en que sus Cortes
les obligasen á tomar el de Reyes ó




236
peradores; y el proyecto vendría á ser en
realidad el de la einancipacion absoluta,
cuyos inconvenientes hemos demostrado. -
No hablamos de que semejante innova-
cion , es decir, la de autorizar la celebra-
cion de Cortes en Ultramar, y erigir go-
biernos generales perpétuos, es contraria
á nuestra Constitucion actual; y por con-
siguiente que las presentes Cortes, ni aun
discutir pueden semejante proposicion sin
haber obtenido antes poderes especiales de
las provincias, previas las formalidades que
prescribe el título xo.° de la Constitucion:
lo cual es lo mismo que decir que las
Cortes actuales no pueden en ningun caso
ser las que alteren, varien ó reformen los
artículos concernientes á las provincias de
Ultramar.


Aqui llegahamos cuando hemos visto
en la Gaceta del 5 de este mes , que en
las Cortes se trata de un negocio que se
dice muy importante, relativo alas provin-
cias americanas. En efecto, en la sesion del
4 hizo el Sr. Pedrasas la siguiente indi-
cacion: « En virtud de ocuparse una co-
mision en fijar la suerte de las Américas- *
españolas, pido á las Cortes que exciten
al Gobierno á fin de que prevenga al vi-
rey de Méjico haga entender al Sr. Iturbide,
que el Congreso va á tratar este negocio,
y que si él suspende por su parte las hos-
tilidades y aguarda la soberana resolu-
cion , haga el Gobierno de Méjico por su
parte otro tanto." Desechada esta indica-


237
don, se leyó olla del señor Michilena
que decia: »que se diga al Gobierno que
esté pronto un buque para salir á la pri-
mera orden , y que se agite lo posible la
resolucion del ~ocio principal en que
entiende la comision especial." Comba-
tida por el Señor Sancho, el Señor Villa
manifestó ', la necesidad que habia de co-
municar prwto esta resolueion , fuese
favorable ó no: que asimismo la Améri-
ca no deseaba la independencia de España,
sino que queda y deseaba estar unida. á
ella ; pero con justicia y no con temor ser-


con fraternidad y con un temor filial;
y que seria muy conveniente y al mismo
tiempo un medio de evitar. 3ruchos ma-
les, el que se circulará por aquel pais
que las Cortes estaban en el dia tratan-
do de este asunto." El autor c'ediendo á
las juiciosas observaciones del Sr. Calatra-
va, retiró esta indicacion ; pero en segui-
da hizo esta otra el Sr. Navarrete." «Pido
á las Cortes que 'se Mande al Gobierno ha-
bilite un barco á la mayor brevedad para
que lleve la noticia de que las Cortes estar,:
tratando , á propuesta de los diputados de
Ultramar, de un plan de gobierno que ha-
ga compatible la observancia de la Cons-
titucion con la enorme distancia que sepa-
ra aquellas provincias de la península, con
prevencion al virey de que la comunique
sencillamente á los disidentes." No fue ad-
mitida esta indicacion; pero ella y las an-
teriores, hechas ya en sesion pública, no




233
dejan duda de que las Cortes tratan de
tomar una 'providencia importante relati-
vamente á las Américas. Y como no es
posible adivinar cual sea, nos vernos obli-
gados á esperar á que el negocio se haga
público para esponer nuestro dictamen so-
bre lo que proponga la Comision. Entre
tanto aventurarémos en el número próxi-
mo algunas ideas que nos parece pueden
ser ütiles para resolver el problema pro- 1
puesto , á saber, " el de hacer compatible
la observancia de la Constitucion con la
enorme distancia que separa de la penín-
sula las importantes posesiones de ultra-
mar."


..dclicion al artículo antenor.


Estándose imprimiendo el artículo an-
tecedente hemos recibido noticias bastante
seguras de que el estado de las provin-
cias de Ultramar exige imperiosamente que
se procure evitar 4 toda costa que alli se
encienda una guerra civil, en la cual cor-
reria riesgo la vida de los españoles eu-
ropeos establecidos en ellas. Si esto es
cierto , y si para conseguir tan importan-
te objeto fuere necesario que algen prín-
cipe de la dinastia española , no siendo
el heredero presuntivo del trono , pase á
gobernar aquellas provincias bajo las con-
diciones y reglas que acuerde la sabidu-
ría del Congreso; reconocemos que la ne-
cesidad podria legitimar en circunstancias


239
estraordinarias cualquiera cancesion he-
cha en favor de la humanidad y con un
fin santo, como es el de proteger las vi-
das y haciendas de tantos miles de ciuda-
danos: salas populi suprema lex. Si la ur-
gencia del tiempo' no permitiese observar
la letra de la Constitucion , se salvaria
siempre su espíritu , que es el de ha-
cer felices á los españoles de ambos he-
misferios. Se nos dice que la emancipa-
cion de la América es inevitable, y pue-
de asegurarse que se está verificando de
hecho; que si se deja la direccion de tan
terrible y peligroso movimiento ú las pa-
siones particulares , correrán torrentes de
sangre , se comenzará por sacrificar los
europeos , y se terminará por entregar
aquel inmenso conkinente á todos los hor-
rores de la anarquía y de


devastacion.
Si con efecto no hubiese para atajar


tantos males otro recurso que el que
dicen de dividir en tres grandes estados
todas nuestras posesiones continentales y
poner al frente de cada uno un prínci-
pe de las líneas colaterales de la dinas_
tía reynante , el cual dependiendo del go-
bierno español en los negocios de alta
política , tenga facultades árnplias para ar-
reglar , de acuerdo con los naturales, to-
do lo concerniente administracion
interior de su gobierno, que de este mo-
do las provincias ultramarinas continua-
rán formando una sola nacion con la pe-
nínsula , para cuyos gastos contribuirán




210
con determinadas cuotas , corno partes
integrantes de un mismo imperio ; que
los españoles de ambos hemisferios com-
pondrán una sola familia con absoluta é
igual reciprocidad para todos los benefi-
cios de comercio y empleos , y que aun
los disidentes entrarin gustosos en un
plan que pone término á sus males y
les asegura la única independencia de que
es susceptible en el dia aquella parte del
globo ; si la situacion de las cosas es
cual se nos pinta, y si los resultados de
la novedad que se propone han de ser los
que se nos anuncian ; somos los primeros
á desear y aun á pedir que se verifique
cuanto antes. Pero no quisieramos que se
errase un paso tan decisivo y arriesga-
do. Somos cosmopolitas por principios,
queremos el bienestar de todos los hom-
bres, y si en el artículo anterior liemos
combatido el proyecto de la emanci-
pacion americana,es porque estabamos muy
persuadidos que de cualquiera modo que se
verificase, acarrearia grandes males á tos
mismos emancipados. Si nos engañamos en
nuestro cálculo , y si es llegada la hora
en que •lit mitad del globo pueda ser feliz
sin depender civilmente del otro medio;
resígnese este gustoso en un acontecimien-
to que el curso de los tiempos hace ine-
vitable , que estaba ya previsto , y del
cual, aunque al pronto se resienta , saca-
rá en adelante inmensas é incalculab!es
utilidades.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO,


N.° 46.


SADADO , 16 DE JUNIO DE 1821.


Pu gouvernement de la France depuís la
restauration, et du ministére actuel, par
F.. G-tliZO t.


París 1820.


Mr. Guizot , funcionario público des-
tituido por el actual ministerio de Fran-
cia ha escrito este libro con el objeto
de persuadir dos verdades importantes:
la primera, que es de tiempo inmemo-
rial la lucha entre la ley y el privilegio:
la seg-anda, que la carta constitucional, por
mas que la atormenten los depositarios del
poder, contiene los. títulos que han de
decidir la antigua lucha, á favor del de-9'
recho comun y en contra de las varias
pretensiones de la aristocracia. El minis-
terio francés, tan delicado é irascible CO,T•.


TOMO VIII. 16


rw




242
ino el de todas partes , dió señales de su
disgusto, apenas conoció el' plan de esta
• obra; pero Mr. Guizot les dice en el
prólogo, “ que si se enfadan, porque un es-
critor esponga sus ideas, no conocen la
naturaleza del gobierno representativo, en
el cual los hombres no se colocan bajo
las banderas. ole otros hombres, sino bajo la
de los principios c intereses generales, cu-
ya defensa no . deben aban&riar'Cuando
una vez- la 'han emprendidO. Yo creó,
añade , que 'la conducta detininisterio ha
ofendido los principios y comprometido
el bien general. El ministerio 'sabe que
lo pienso así; ¿ por qué estraña que lo
diga? Si al entrar en mi destino , hu-
biera contraido la , obligación de hablar ó
de callar á voluntad de un ministro, ja=
Más hubiera sido funcionario público. Me
parece que las condiciones de .la destitu
eion no deben ser mas severas."


Al entran en materia, describe la Si-
. tuatiOn de los negocios cow.tanta•conci
Sion y verdad, qüe es imposible negarle
el asenso. Dos pueblos diferentes, dice,
han existido en Francia, trece siglos hace;
en - un estado perpetuo de guerra al prin-
cipio se llamaron _francos:- y: :galos-, des-


243
dines, aunque todos tenían el nombre dé
franceses y recónocian á la Francia .por su
Madre coman , lucharon perpétuamente,.
primero bajo los nombres de señores y
'villanos, y .despues bajo los de nobles y
plebeyos. Apenas se reunieron-los Estados


. 'generales; volvieron los dos pueblos 'á las
hostilidades: dióse la batalla .que es la
revOlacion, y fue vencedor el pueblo de
la igualdad. En 1814 ,


• este. pueblo po.
Seia el poder. Luis XVIII., en el momen-
to de la restauracion reconoció su po.,
sesion , proclamó este hecho como un de-
recho y le dió por garantía , e1- gobierno
representativo. Todos los ministros que se
sucedieron, desde 1814 hasta .-t82o, sean
los que fueren sus errores- 1y' estravios,
han hecho 'la guerra al privilegio; á la
Verdad, no como debieran,,pnes han
do ; pero al fin la han hecho : y esto prue,
ha la confederacion del poder. con el pue-
blo de la ley. En 182o- se ha verificado
una verdadera contra-revolución.: el
vilegio ha triunfado del poder, .y ha for-
mado un ministerio por sí y para sí. Desde
entonces el poder se ha aliado con la aris-
tocracia y hace la guerra á las libertades
públicas. - •


4


16:




244
El autor habiendo expuesto el estad®


de la cuestion, examina..cuales causas han
influido -en la contra-revolucion,: cuales
serán sus efectos, y qué remedios pueden
aplicarse á los males que va á producir.


Para resolver; -la primer cuestion , for-
ma un cuadro -Magnífico del .gobierno de
Francia, desde 1814 hasta 1820, el. cual
servirá á los historiadores futuros para dis-
tribuir en él esta parte interesantísima de
la historia de Francia. -Está escrito con
'suma fuerza, y en nuestra opinion con la
mayor -verdad. En el año de 1814, des-
pues de hecha la -paz , los privilegiados
y los patriotas se miraron mas bien co-
mo estrangeros que como enemigos. To-
dos los franceses
25 años de accion.
de la Francia, y la
nía política.


Su restauracion momentánea fue nno
de los mas grandes sucesos de la historia
moderna. Pero Napoleon es el objeto me-
nos notable de aquella conmocion , por,
que solo sirvió para hacerla; y apenas se
consumó, empezó á producir efectos im-
portantes que nada tenian de comun con
el destino de su autor. La causa de Bona-•


245:
.parte se-. decidió en un clia ; y este, separa-
do del mundo civilizado-, dejó en el suelo.
de Francia una vasta escena para• la lid-
entre los sectarios del antiguo régimen,
y los del nuevo. Sin embargo,• los aris-
tocratas no hicieron grandes movimiento
al principio de la segunda restauracion:
el- duque de Otranto fue ministro enton-
ces. Pero la sesion legislativa se acercaba,
y la mayoría de la cámara venia de los•
colegios electorales clamando sangre y
b


fue-
«o contra la . revolucion. El ministerio ca-
yó, parte por las intrigas interiores, par-
te por la diplomacia estrangera , instru-
mento entonces de una fuerza superior-
que la dominaba-, quizá sin saberlo ella-
misma.


La- cámara de 1815 fue omnipotente,
Si hubiera sabido contenerse dentro de
los límites constitucionales , el privilegio
hubiera triunfado entonces ; pero querian
enterrar la carta. Royer Collard, Serre,
Pasquier y Corbieres salvaron entonces la
libertad francesa, oponiendo- á los furores
de la faccion la desnuda verdad. Aqui el
autor hace una reflexion importantísima
que es aplicable á todas las- revoluciones.


Lo diré sin, rebozo, :;14 f. -Francia en-


estaban cansados de
Bonaparte se apoderó
sustrajo á aquella ato-




146
1 8/5 sostenia debilmente á los hombres
que defendian sus intereses. Las crisis ter-
ribles de las revoluciones enseñan á los
partidos el modo de vengarse, no el de
sostenerse. Cuando amenaza el peligro , los
que no tienen poder callan y esperan su
vez. Se sabe usurpar la tiranía, no estable-
cer la libertad, cuando no hay medios lega-
les de resistencia. La disposicion habitual
de los franceses en L815, era el estupor y
el miedo."


La resistencia al privilegio procedió en-
tonces del trono. Mr. Decazes., el mas
joven de los ministros, aconsejó la diso-
lncion de la cámara; y aquella mayoría im-.
prudente que habia perdido por su fines-
periencia el frúto ;de sus victorias, se re-
tiró profundamente irritada contra el mi -.
nisterio.


El gobierno , pues , se declaró pro--
-lector del sistema constitucional; pero co-
mo asombrado de sus mismas fuerzas, no
sacó de su victoria todo el partido que
debia. Los privilegiados durante su efime-
ro triunfo, habian llenado la administra_




cion de funcionarios adictos á sus opi-
niones; habian votado leyes y tribunales.
de escepciop¡. y estos monumentos de ti..


247
ranía sobrevivieron á su calda. 'El minis-
terio no tuvo fuerza bastante para des-
truirlos, porque los miraba como instru-
mentos del poder.


En cuanto & los ultras empleados, «no
era necesario., dice Mr. Guizot, hacer mu-
chas destituciones. Los hombres no son
invariables ni inaccesibles. El poder los
maneja; y cuando quiere, los refunde sin
desbaratarlos. Hemos visto á los emigrados
servir en tiempo de Bonaparte con muy
diferentes ideas, sentimientos y designios,
que cuando estaban en Coblentza. Hemos
visto á los revolucionarios aprender de él
principios muy diversos de los de la con-
vencion. Despues del triunfo conseguido en.
18(6 por el liberalismo, debió el gobier7.
no apoderarse de la administraeion entera,
infundirle . nuevo espíritu, hacer circular
nueva sangre por las venas de aquel vasta
sistema ; y todos los funcionarios hubie-
ran recibido su influencia, y mudado de
opiniones, sin convulsion visible y casi
sin saberlo : porque tal es el poder de es-
tas trasnformaciones morales, que en siendo-
bien conducidas se verifican sin ignomínia
ni sufriniiento. Asi se debe proceder ciiari-
do se quiere fundir los partidos. ¿ Temeis




248
las reacciones? con.oceís que es necesario:
emplear hombres de diversas opiniones y
conductas ?. Obrad sobre ellos , si quereis
que ellos obren á nuestro favor: marcad-
los con vuestro sello: . trastornad sus dispo-
siciones interiores." Nada de esto se hizo:-
algunas destituciones irritaron los ánimos.
sin acobardar la aristocracia.


En 1817, época en que Camilo-Jor-
dan caracterizó. el liberalismo. del minis-
terio con el nombre de constitucionalis-
mo bastardo; se presentó el célebre pro-
yecto del concordato con Roma, materia
muy delicada en Francia , y en el dia mas
que nunca. «Se observa que entre noso-
tros no es moda ya la irreligion. Si Pas-
cal volviese al mundo, hallaria muy po-
cos hombres que se gloriasen de su in-
credulidad, y menos de los que no siendo
incrédulos , se jactasen de . serio. No sola-
mente ha desaparecido el miserable orgu-
llo de una impiedad frívola : se observa
ademas que los sentimientos religiosos
egercen grande imperio en las almas ele-
vadas. Pero esta disposicion de lo s espí-
ritus,




lejos de ser favorable al restable-
cimiento de las antiguas prácticas en ma-
teria de religion , las rechaza por el con-




249
erario energiCarrienté; y el gobierno se en-
gaña mucho , si piensa por ver desacre-
ditada la impiedad , que ha llegado el
tiempo de plagar la Francia de obispos,
canónigos y prebendas por una parte, y
de frayles y monasterios por otra. « Este
yerro fue esencial en el ministerio, y con-
tribuyó mucho á desacreditarle , y mucho
mas cuando el proyecto murió á medio
discutir."-


Los liberales, viendo que el ministe-
rio tremolaba con manos inciertas la enseña
de la monarquía constitucional, quisieron
hacerlo por sí mismos: lo que dió origen
en entrambas cámaras al partido de los
doctrinarios; es decir , de los hombres
consagrados esclu.sivamente á la defensa
de los principios. Royer Collard , Cami-
lo-Jordan , Bignon, y el conde Lanjui-
nais, son los mas esclarecidos entre los
que han dacio su nombre á. esta preciosa
porcion de liberales. No caminan con el
poder, sino con los principios. Debéseles
la ley de elecciones de 5 de febrero, que
si hubiera subsistido , ó se hubiera disuel-
to la cámara para renovarla en su totali-
dad , ó hubiera sido la egecutoria deliniti-
tva del grande y antiguo pleyto entre él


1




25o
derecho -,y el privilegio. Pero el ministe,
rio que temia al uno y al . otro, ó mas
bien, que no quería desagradar á ninguno,
no quiso • triunfar completamente. Se per-
dieron grandes resultados por obedecer
á rivalidades y á pequeñeces del amor
propio. Dígalo la discusión sobre la res-
titucion de los desterrados en 1815.


Esta era una medida 'que el minis-
terio de 1818 debió provocar y obtener
desde que se formó. No „hay temor mas
pueril ene' estado presente de las sociedades,
que el que inspiran algunos • nombres pro.-
pios. En el cija todo procede por masas,
y ningun indivíduo aislado egerce influ-
encia ; y en Francia , suponiéndola bien
gobernada, Bonapart e es' quizá el único
individuo que pudiera te ner verdadera fuer.
za de gravedad. El sentimiento que diri-
,gia á 'muchos franceses para desear el.
fin de toda proscripcion , era respetable
y justo. Los gobiernos yerran cuando se
niegan á.: hacer una, cosa, porque la pi-
den sus enemigos, verdaderos ó creidos;
esta ciega desconfianza causa mas peli-
gros que los que pretende evitar. Los ene-
migos de uri gobierno no le piden nunca
lo que creen directamente util á su catt.-.


25 r
sa propia; sino lo que siendo negado,
causará mas perjuicio al poder que quie-
ren destruir : y cuando solicitan, es para
que se les niegue , aprovechándose des-
pues' de esta negacion. Estudian las dis-
posiciones de las masas; investigan cua-
les son los deseos mas universales; cuales
sentimientos son los mas fáciles de exaltar,
y por consiguiente mas capaces de poner
una gran fuerza moral en las manos del
que se haga intérprete de las afecciones
públicas. Especulan con ardor sobre este
descubrimiento; y el poder, resistiéndose
á las cosas en odio de las personas, cae
en el lazo que se le tiende, y se des-
acredita para con las masas que desean lo
que se ha pedido , sin ligará sus deseos
ninguna de las consecuencias que el es-
píritu de faccion espera sacar de la des-
confianza y desden del ministerio." Si se
hubiera concluido pronto la causa de los
desterrados, no se hubiera unido á ella
la de los regzczelas; hombres que pene-,
meciendo ya á la historia, y llevando en
sí mismos, como Cain, el sello de su repro-
bacion , no debieron ser objeto de una
discusion legislativa. Semejante cuestion,
no solo era indecente, en aquellas circuns-




252
tancias ofendia el instinto moral de los
hombres, y la esencia misma de la mo-
narquía constitucional. El Rey pudo y de-
bió pemirtirles que tuviesen en Francia
un asilo; pero la nacion no debió for-
mar parte en esta cuestion delicada: de-
bió abandonar su decision á la clemen-
cia del monarca y á la conciencia de los
reos.


A cada nombre que la nueva ley de
elecciones añadía á la lista de los dipu-
tados, temblaban los ministros. ¡Cosa rara!'
Defendian el -liberalismo , y sentian que
viniesen al Congreso diputados liberales.
En esta ansiedad, en esta incertidumbre.
sobre los negocios públicos , que se espe-
rimenta siempre cuando el ministerio no
tiene un caracter decidido, encontró á la
Francia el año de x82o. Decazes cayó del
ministerio víctima de las mas atroces ca-
lumnias, , y temió ver caer la Francia en
poder del privilegio, á quien se le concedió
un nuevo ministerio , que- es el actual.


«Este ministerio se formó con temor
y desconfianza de la misma aristocracia
á la cual se le concedia , y con la inten-
cion de impedir . que su triunfo fuese mas
decisivó. Pero en el orden político lo que


253
importa no es lo estenso de la concesion;
la verdadera cuestion es saber á quien se
le hace. Tambien los ministerios preceden-
tes se habian concedido incompletamente
y con miedo ; pero fueron los intérpre-
tes de los nuevos intereses y aseguraron
sus progresos. En . 182o fue la primera vez


- que la aristocracia creó un ministerio. A
la verdad quería otro ; pero en fin le for-
mó , y este hecho basta para que sea
suyo!"


« El ministerio actual, no quiere que
se le crea instrumento de la faccion aris-
.tóerática., y se defiende con mucha inquie-
tud de- esta,..acusacion. Es verdad que la
teme y -trata de refrenarla ; pero tambien
lo es que le debe su existencia. El astro
bajo el cual nace el poder', es el que ar-
regla su marcha y decide de su suerte.
La del ministerio actual es triste, y la ha
sufrido desde su nacimiento con una afiic-
cion visible. Pero en fin la sufre, por mas
fatal que sea."


« Apenas nació , las cámaras se dividie-
ron en dos partidos, sin nacion interme-
dia que luchase contra ambos. Muchos
realistas á toda prueba se reunieron al
lado izquierdo. Otros menos hábiles y




54
mas tímidos , se volvieron al lado dere,
cho. El partido medio decayó de debate
en debate, y la union de cada partido
estremo se fortificó diariamente. Al fin
de la sesion no quedaba mas que el partida
del ministerio y el de la oposicion."


El ministerio se gozó de haber ob-i
tenido este resultado que creyó conforme
á la verdadera naturaleza del régimen re.,
presentativo. Yo no contestaré éste pun-
to. Creo tambien que las cosas y las
instituciones tienen cierta tendencia
sistible : y aunque no ignoro cuán gran-
de es el imperio de las circunstancias so-
bre las leyes; aunque sé que bajo Gui-
llermo III y Jorge I, reyes de Inglaterra,
la faccion jacobita y la dé los fanáticos
independientes se coligaron contra el par-
tido nacional , yo no negaré que la di-
vision de la cámara en dos egércitos, es
el objeto ,,. y en tiempos tranquilos, el es
tado habitual del gobierno representativo.
Pero al salir de grandes conmociones ci-
viles, y cuando *nacen , por decirlo así, las
instituciones , semejante division no de-
nota mas que una crisis violenta; y yo
creo que la historia demuestra esta ver-
dad. Entre los dos partidos que hay ahora,


a55
. .


el uno es bueno, el otro malo : el uno
es fuerte, el Otro •débil: el uno.:. está des-.


--- finado á vencer, el otro..á sucumbir. ¿Cual
es el del ministeriu?"


« No hay necesidad de decirlo. El mi-
nisterio ha hablado, ha votado, ha obra-
do con los-;defensores de los intereses de
la aristocracia, i con los apóstoles del anti-
guo régimen , .con los amigos piíblicos ó
.secretos de la contra-revolucion."
• « Pero, dicen los ministros , :nosotros no
7105 hemos entregado á esos hombres : al
contrario, ellos se nos han reunido. -Votan
con_nosotros, y no nosotros con ellos. Nos
siguen, no nos guian.,¿Podemosrechazar
los que quieren auxiliarnos? ¿Les qucreis
prohibir las luces de la esperiencia y el mé-
ritode.


la resignacion?Ban conocido los pe-
ligros que rodearrel" trono : han ;sacrificado
Sus intereses . :. .tquierenfrancamente,la carta:
la aceptan , porque es necesari•,;y la respe-
tan porque emanó del Rey. Qué mas que-
-Veis pedirles? ¿porqué rehusariamos el auxi-
lio de sus talentos, de su crédito y de su nú-
ulero , cuando en otras partes solo halla-
mos contradiccion,


• hostilidad, y opinio-
tics anárquicas, y designios facciosos ?


«Si esto es verdad ,. la respuesta es bus-




k


II,


256
na, y tenernos ante los ojos mi gran mi-
lagro , la contrarevolucion abolida. Hay
dos partidos, y no existe la aristocracia.
Hace treinta años que halla, que peléa
en Francia, fuera de Francia, en la paz,
en la guerra: ha sobrevivido á sus del',
rotas, á sus yerros, á los crímenes de sus
enemigos; le formó á Bonaparte la corte de
Luis XIV, y el aparato del poder absolu-
to. Hace seis años que no dejarnos de
combatir contra ella: nos dió la cámara
de 1815, sublevó todas las desconfianzas
y despertó todos los odios de un gran
pueblo: sufrió en 5 de setiembre de 1816
la sentencia de un rey prudente, aproba-
da y provocada por el duque de Riche-
lieu; y porque este ha vuelto al ministe-
rio, ¡se dice que la contrarevolucion ha
desaparecido!: Vemos los mismos hombres,
olmos el :nilsnio lenguage: todas las reli-
quias del antiguo régimen , sus partidarios,
sus ideas; sus recuerdos, y sus intereses
están (letras del ministerio; y el ministe•
Tio no solo nos prohibe que veamos y
conozcamos, sino ademas nos clama: no
hay nada , absolutamente nada: ninguna
impulsion recibimos de este partido que ya
está postrado, convertido y arrepentido. El


será


257
bueno: durmamos con tranquilidad."


«A la verdad; este es un triunfo ad-
inirable, y la, historia debe consignarlo,
Como uno de los mas grandes sucesos. El
mundo no es de ayer: ha visto revolu-
ciones, guerras civiles, partidos; y hasta
ahora hemos Creido que los partidos, prin-
cipalmente los vencidos, son obstinados,
incorregibles , rebeldes á toda autoridad
que no les obedezca, siempre accesibles
á la mas frívola esperanza, y sometidos
únicamente á la ley del tiempo y de la
necesidad. ¡ Cuántos hombres ilustres han
consumido sus fuerzas inutihnente en
domar el espíritu de los partidos, en disipar
su ceguedad, en traerlos á la razon! El
Cardenal (le Retz, tan hábil,en manejar
los hombres, tan egereitado-„en el arte de
conducir un proyecto, decia: gran loco
ec el gefe de partido que se cree dueño
de los suyos, y se lisonjea de gobernarlos.
Si hubiera vivido en nuestros Bias, hu-
biera visto • un partido mucho mas array-
gado , mucho mas infeliz, mucho mas
exacerbado qu.e los que él conocia , desva-
necerse como un soplo , domesticarse co-
mo un rebaño bajo unos gefes que él
mismo ha creado , y que sufre porque no


TOMO VIII.
17




25 8
puede tener otros. Un prodigio tan inau-
dito , tan contrario á la razon y á la es-
periencia merece ser demostrado con he-
dios."


El autor procede al examen de los su-
cesos. Estos son : 1.° la ley de elecciones,
cuyo resultado fue el triunfo cle la aris-
tocracia: 2.° la proposicion de :N'Ir. Clau-
zel de Cousergues , en que acusó al mi-
nistro Decazes como provocador del ase-
sinato del duque de Berry, no á la ver-
dad con hechos personales, sino con ope-
raciones administrativas que le eran comu-
nes á aquel ministró con muchos de los
actuales; y este ministerio que se jacta de
dirigir la aristocracia, se opuso á que Mr.
Clausel fuese tildado en el proceso ver-
bal con el título de calumniador, y en-
tregó débilmente toda su conducta pasa-
da á la animadversion de sus dirigidos: 3.°
las turbulencias de París , en que el mi-
nistro Mr. la Serre manifestó una parciali-
dad tan decidida y tan contraria á su opi.
ilion personal, á favor de los que insul-
taron á los representantes de la nacion: 4.0
las desíituciones de todos los hombres co-
nocidos por su afecto á la monarquía cons-
titucional: el nombre de Royer Collard


259
basta solo para probar la sumision del
ministerio al partido de la contrarevolu-
Cion : 5.° la parcialidad en la censura de
los periódicos. Se permite á los unos da-
Mar cuanto quieran contra los derechos
de la nació-3: no se permite á los 'otros
Censurar ninguna de las operaciones del
poder. Mr. Guizot podrá añadir á estos
hechos la célebre adicion al reglamento,
por la cual se condena al silencio á todo
diputado, cuyos discursos no agracien á
la mayoria aristocrática de la cámara; la
intencion conocida de convertir el cuerpo
representativo en estados generales, y so-
bre todo, el proyecto de organizacion mu-
nicipal que pone la Francia entera bajo
el yugo de los grandes propietarios ter-
ritoriales. d Es ésto guiar una faecion,
ser arrastrado por ella ?


La gran cuestion que se ventila el
dia en Francia es la siguiente: Para esta-
blecer la monarquía constitucional,¿ qué pro-
recio es mas facil; favorecer los intereses
producidos por la revolucton, ó los intere-
ses de la aristocracia antigua? ¿ qué es
mas dificil, someter los liberales al trono
los aristocratas á la carta constitucional?


El ministerio tense á los pequeños
I7.




11K


260
propietarios , á los jóvenes, á los jacobi-
nos , á los bónapartistas. Estas 11 otras
fraccióñes del partido liberal són el ob-
jeto contínuo de sus terrores: se asomo
bran de los corolarios , y no ven el fu-
nesto principio que tienen junto á sí, y
que reside en el seno mismo de sus con-
sejos.


La pequeña propiedad, el comercio y
la industria tienen en el dia satisfecha su
ambicion. Ya no hay palacios que ro-
bar, diezmos que abolir , derechos feu-
dales que esterminar : qué piden en el
dia ? Han peleado contra el privilegio:
han triunfado: su' necesidad mas urgen-
te es que se dé una salvaguardia pode-
rosa al botin , que fue el fruto de su vic-
toria, y que en lo futuro la ley, la jus-
ticia y la igualdad decidan de la suerte
de los ciudadanos. Quieren la paz ; pero una
paz ventajosa , porque el combate les fue
favorable. Admiten la dinastía legítima;
pero bajo la condicion de la Carta, que
les sirve de garantía. No son , pues, tan .
dificiles de gobernar. Sus temores, sus
inquietudes proceden de que les quiten
el código constitucional: gobiérnese segun
él,; y se sosegarán; Los negociantes in-


261
gleses decian á Carlos II de Inglaterra,
que en el agedrez , despues de perdidas to-
das las piezas Principales , solian ganarse
juegos . ya perdidos , con solo jugar bien
los peones. En el dia los peones en Fran-
cia son mucho mas importantes que lo
han sido en Inglaterra. Todo gobierno
que renuncie á su auxilio y cooperacion,
va perdido.


La juventud francesa ha recibido un
grande impulso de la generacion que le
ha antecedido; pero este impulso no tie-
ne aun un término fijo y sefialado. Al
gobierno pertenece dárselo. Si se quiere
satisfacer á la ansia de grandes cosas que
la devora en el dia, preséntesele un sis-
tema de ideas conforme á las necesida-
des de los que han oído en la cuna los
cánticos de la libertad ó los himnos de
la victoria : mas no se les haga esperar
un porvenir equivalente á los siglos te-
nebrosos del feudalismo ó de la arbitra-
riedad.


Ultimamente, los jacobinos y bonapar-
tistas no tienen mas que un arma temi-
ble, el temor de la contrarevolucion. Acá-
bese este temor : persuádase á los fran-
ceses que el gobierno que tienen es el




• •


62
de la Carta y no el del privilegio : cíér4
rense todas las puertas á la vuelta de la
aristocracia , y quedan desarmados para
siempre los anarquistas y los partidarios
de Napoleon ; porque ninguna influencia
tendrán sobre un pueblo que goza y espera..


Veamos-ahora si el partido aristocrá-
tico es tan facil de gobernar. El se ha-.
Ila ahora con las mismas necesidades que
el partido popular en 1 79o; á saber, pe-
lear y destruir. Luchar contra los intere-
ses é instituciones que ha producido la
revolucion y '


destruir lo que hay para
fundar sobre sus ruinas el edificio de la
Francia antigua. Quién será capaz de im-
poner freno á una fuerza que quiere es-
teruunar? Esta dificultad se aumenta, si
se considera que el partido que quiere
destruir es débil. Los revolucionarios de
1793, en medio de sus errores y atroci-
dades , tcnian cierta franqueza , que es
propia de los vigorosos y fuertes los
aristocratas del dia no pueden recurrir
sino al artificio, á la .


mentira , á la per-
fi dia, para centuplicar su débil energía. En
fin , el ministerio busca el auxilio de • la
aristocracia irritada y débil para consoli-
dar... ¿ qué P... La monarquía constitucio-


263
nal que es el objeto de su eterno ren-
cor. No se ha visto en la historia una po-
sicion mas falsa para los gobernantes.


Las fuerzas de que puede disponer la
aristocracia se pueden clasificar en cua-
tro divisiones: la nobleza de la corte, la
de provincia •, los eclesiásticos y los que
temen la revolucion.


La nobleza de corte , oprimida bajo
Bichelien , morigerada bajo Luis XIV, y
corrompida bajo Luis XV, era desprecia.-
da cuando empezó la revolucion. Despues
de la restauracion, su único empleo ha
sido las intligas de palacio; mas no te-
niendo clientes, ni poseyendo el aprecio


, no puede tener en la nacion .una
influencia capaz de prestar auxilios efecti-
vos al gobierno. La nobleza de provin-
cia no hace mas que irritar al pueblo
con su arrogancia y sus persecuciones in-
tolerantes. Solo puede servir al gobierno
de robarle el afecto de los franceses. En
cuanto á los eclesiásticos, la religion no
puede ser en un siglo de luces un auxi-
liar util del privilegio, sino de la ley y
de la justicia. La actual generacion sabe
distinguir lo que se debe á Dios y lo que
se debe al Cesar.




264
La mas poderosa de las fuerzas auxi-


liares del antiguo régimen, y en la que
consiste todo su crédito actual , es . el ter-
ror que inspira todavía la revolucion á
muchos buenos franceses , que aúnque
aplauden el régimen constitucional, y tie-
nen un interés directo en su conserva-
cion , detestan los escesos de la anar-
quía , la inmoralidad, el cinismo y los de-
sórdenes revolucionarios , y se ligan por
timidez á todos los que hablan mal de
la revolucion. Esta es una fuerza de mie-
do, y por tanto no puede ser muy po-
derosa. Estos hombres tímidos se hallan
en la misma situacion que el ministerio,
con respecto á la faccion aristocrática , y
en lugar de servir al gobierno , se hallan
arrebatados por el torbellino de la contra-
revolucion. 'Es muy doloroso que las
fuerzas conservadoras, dadas por la bue-
na moral , la religion y la templanza, se
hallen en el dia á disposicion del parti-
do que quiere destruir. Bien deciá Bous-
sean: la faiblesse tient lieu de, tous les
crines.


En vista de estas reflexiones, el yer-
ro que han cometido los ministros es
imperdonable; porque han ligado la di-


265
Hastía con los intereses privilegiados, cuya
tendencia actual es destruir, y la han se-
parado de la Francia nueva, de la Fran-
cia creada por la revolucion, é interesada
,en conservar sus conquistas y en cumplir
fielmente por su parte el tratado de alian-
za, que el trono juró con ella y que
está consignado en la Carta constitucio-
nal.


Considera despues Mr. Guizot las rela-
ciones del ministerio actual con las po-
tencias de Europa , señaladamente con la
santa alianza. No niega que la aptitud
presente de la diplomacia europea es hos-
til para la libertad de Francia; y se ad-
mira de este fenómeno, cuando - en '014
y 1815 toda la Europa reunida en j'a-


. rís , como para juzgar á la Francia, deci-
dió que era necesario dejar al partido de
la libertad en posesion de la superiori-
dad que habia conquistado, y darle por
garantía la Carta constitucional. Por qué
piensan en el dia de otra manera ? Cre-
yeron entonces que bastaria para pue-
blo francés darles una constittiCion escri-
ta, sin dársela viva con un ministerio
verdaderamente nacional ?


Pero <das revoluciones de España é




26G
Italia han obligado á los reyes á que pien-
sen en los medios de destruir el gérmen
de semejantes convulsiones". Hay . para ello
un arbitrio muy facil y conocido ; y no
se sabe por qué no lo ponen en egecucion.
Este consiste en dar fiel y lealmente la
libertad á los pueblos : en este caso los
pueblos no tendran que conquistarla. Los
pueblos quieren las dinastías legitimas: los
pueblos no aborrecen las superioridades
que nacen del mérito, de la sangre, de
las riquezas , de las magistraturas : los
pueblos solo detestan el privilegio. Que
el trono renuncie á la alianza de este, y
acepte la de la ley ; y las naciones serán
felices y tranquilas: porque los gérmenes
anárquicos no crecen sino por el alimen-
to que les da la insolencia de la aristo-
cracia.


Oigamos á este sabio y profundo es-
critor juzgar de la revolucion de España:
«el pueblo español fue invadido por un
estrangero que le quitó su ley, y le hi-
zo durante seis años una guerra cruel;
pero ni !a sorpresa de la invasion, ni las
derrotas, ni los contrastes mas crueles,
ni la incertidumbre mas dilatada , pudo.
domar su obstinacion, ni triunfar de su re-


27
sistencia. Sin rey, sin leyes, sin egérci-
tos, sin generales , se defendió constan-
temente , fundando una sombra de go-
bierno sobre.


las instituciones Je libertad
que despertó del" sepulcro, y reclamando
siempre su monarca y su independencia.
Su independencia se le volvió : su mo-
narca subió al trono. ¿Qué se hizo de
este pueblo ? ¿Dónde está ? ¿ qué parte.
toma en los negocios públicos? ¿ qué in-
fluencia tiene en su propia suerte? ¿se
le oye? ¿ se le honra? ¿ es feliz, tranqui-
lo , libre?.... No recordemos lo pasado.
Los defensores de España no arrastran
ya su amarga •existencia en las orillas del
Támesis: los hombres que han salvado la
glOria de su patria y el trono de su rey
no estan ya desterrados de los consejos.
del rey y- de la patria. La opresion se
fresa ya sobre el patriotismo: la esperan-
za halaga ya á lis que en la desgracia no
conocieron la desesperacion."


«Lo diré sin rebozo: si alguna revolu-
cion ha estado indicada , es la de España:
y si alguna vez se han podido pronosti-1
cae con fundamento desórdenes , reaccio-.
nes , venganzas y locuras, nunca mejor,
que de esta revolucion. Diré mas: la Ea.,




269
siones civiles por el ministerio de la jus-
ticia, y no á, perpetuarlas por el de la ven-
ganza. Yo no salgo por garante de lo por
venir. No dudo que habrá en España gér-
menes de infortunio y de anarquía: ¿quien
puede asegurar que se sofocarán siempre
y en todas partes ? Peró hasta ahora la úni-
ca prediccioir...que ha salido cierta, es la
de la revolucion. ¿ Por qué se asusta la san-
ta alianza de lo mismo que habia previsto,
aungne no se han verificado los acceso-
rios espantosos que se creian inseparables
del suceso?


»é Qué se ópone á estos hechos ? las im-
pugnaciones de la constitu-cion española.
Entre ellas es muy notable la de Mr. de Ha-
ller, enemigo jurado de todas las consti-
tuciones,' el cual (la á los príncipes el
consejo dé revocarlas. He aquí sus palabras:
d á quién habeis prometido las constituciones?


quién ha . aceptado vuestras promesas ?
quién tenia el derecho de recibirlas en nom-


bre de todo el pueblo ? Ellas son el produc-
to de vuestra libre voluntad: podeis revocar-
las como otra cualquiera , interpretarlas
segun los intereses de vuestra corona insepa-
rables de los del pueblo, etc. Este es, pues,
el primer precepto del partido .aristocráti


268
ropa entera las ha pronosticado. Estas pre-
dicciones se han susurrado á los oidos de_
los reyes, y estan consignadas en los escri-
tos de los liberales. Ni los diplomáticos
mas prudentes, ni los republicanos mas aca.
lorados creyeron que pudiese durar el ré•
gimen de los seis años. Todos creyeron
como inevitable una convulsión estrepito-
sa, cuyos síntomas fuesen la anarquía, la
sangre, él furor. Y bien, todos se engaña-
ron , hasta ahora 4 19 menos (1), y en este
tiempo se ha ganado mucho. El rey de Es-
piña reyna : los gefes del partido patriota
le hablan y hablan de él en el idioma del
respeto : se reprimen los insultos : se pre-
dica la confianza ; los que han vuelto de
los destierros y de las deportaciones re-
comiendan el olvido de lo pasado, obran
con prudencia y hablan de todo con mo-
deracion. Si ha habido algunas tentativas se-
diciosas,se han reprimido por la harmo-
nía entre las Córtes y el gobierno. Las le-
yes de amnistía tienden á acabar las disen-


(i) Este libro se imprimió á fines del año
pasado. O espaírioles! haced que este hasta aho-
ra dure por siglos. Sacad mentirosas para siem-
pre las prediciones de la Europa, que aun no
os conoce bien.




270
co á los reyes : jureis: este es el segura
do ; si habeas pirado ,peljaraos. Ya • se sabia
esto; pero es bueno que se lea impreso
de cuando en cuando» Nadie tiene menos'
derecho de impugnar las constituciones que
los que las han prometido, y no han cum-
plido su promesa. Si no os gusta la que
el pueblo se ha dado , ¿por qué no le
disteis otra mejor , pues lo habíais ofre-
cido ?


El autor concluye su obra con esta re-
flexiona monarquía constitucional no
puede subsistir sin la alianza del gobierno
con la mayoría de la nacion. La mayoría dé
la nacion tiene por divisa la conservacion
de •los intereses creados por la revolucion.
Estos intereses se hallan desterrados de la
cámara, en virtud de la última ley de elec-
ciones. Se hallan desterrados de los ayun-
tamientos por la pésima organizacion muni-
cipal. Se hallan desterrados. del palacio;*
ocupado incesantemente por la cohorte aris-
tocrática. Sin embargo necesitan de una
defensa. ¿Qué espera el ministerio ? Si no
les da un apoyo legal , ¿ no teme que in-
voquen el de la fuerza inmensurable, peró
ciega , que tienen en su misma mayoría?
¿ Defenderá entonces al gobierno un cuer-


275
po aristocrático, que eh el momento del
peligro no sabe mas que emigrar?


Despues de dos ediciones de este li-
bro, que se vendieron con suma rapidez,
el autor añadió un suplemento, en que res-
ponde á algunas objeciones hechas por los
enemigos de los principios que en él se
establecen. Su interpelacion á los aristo-
cratas es admirable : «¿ qué es lo que se
os pide, despues de haber poseido por tanto
tiempo la superioridad esclusiva , y despues
de haberla perdido? ¿Se os pide (pie renun-
cieis á vuestros privilegios, en favor de una
nueva casta favorecida? ¿Se os obliga á tomar
Una posicion inferior y subordinada? ¿Que-
remos leyes , que esceptucn á los plebeyos
de ciertos impuestos, que les concedan cier-
ta prerogativa , ó que priven de los grados
militares, de la magistratura ó de los em-
pleos de, palacio' al que no -pruebe ser pe-
chero? Gracias á Dios, la justicia política
se ha elevado ya sobre la ley del taliOn:
los vencidos emancipados no reclaman ya
la herencia de sus antiguos vencedores. Pe-
dimos que acepteis la igualdad. La Fran-
cia nueva ha triunfado del privilegio, no
para imponeroslo como un yugo, sino para
gfreceros en su lugar la ley COIMUI. Tal




272
es la esencia sublime del derecho: donde
el rcyna todos lo poseen con igualdad:
ni se da ni se rehusa á ninguno capricho-.
samente : solo aspira á comunicarse y es
tenderse: se presenta por sí mismo á to-
dos los que están en disposicion de reci-
birle: En el seno de la ley coman , y sol»
lo en él, ha de abismarse esa distincion de
las dos castas, de los dos pueblos , que fue
el origen de vuestro orgullo, cuando erais
fuertes, y que ahora os espanta , porque sois
débiles. Si sois débiles, consentid en ser los
iguales de los que son fuertes. Nosotros que-
remos que no baya vencedores ni vencidos.
Nuestros principios tienen la virtud de hacer
que no haya en , Francia mas que franceses.
Nos acusais de• recordar la lucha terrible;
en que habeis sucumbido. Quereis que
olvidemos nuestra historia ? Vosotros que
sois los apóstoles del tiempo pasado ; que


. -• „


apronunciais sentencia e muerte contra la
sociedad que renuncia al sus padres, de-
jad que opongamos á los recursos que os.
llenan de orgullo , los recuerdos que nos
instruyen.»


273


Sobre una esposícion dirigida á las Cortes
por la Diputacion provincial de Asturias.


Siendo para nosotros interesantísimo
cuanto tiene relacion con, los medios de
arraygar en nuestra lunada ,


patria el ré-
. gimen constitucional puro y bien enten-


dido, no pocha menos.,dellamar nuestra
. atencion esposicion dirWda á las Cortes
con fecha de 23 de mayo.Ultuno por la
Diputacion provincial ..de -'Asterias sobre la
sduacion actual de la España. Aun cuan-
do no estuviesemos tan íntimamente con-
vencidos de la recta


• intencion de los ¡lus-
tres indivíduos que la firman , nos bas-
tarla leer el final de ella para conocer
que su objeto era no menos digno (le la
corporacion que la ha dictado, que del au-
gusto Congreso á quien viene dirigida,
Aquel que para remediar los males que
afligen á la Nacion , proponga medidas
que no pequen ea los dos estremos pe-
ligrosos, ó de. estinguir el patriotismo ó
de. comprometer la tranquilidad pública y
seguridad personal ; y el que proclame el


1.11




274
principio de que á los ciudadanos les es
lícito espresar con energía sus deseos y
sus quejas, mas no usurpar los derechos
de los ejecutores de las leyes; esos co-
nocen perfectamente el origen de la en-
fermedad actual y están ímejor dispuestos
que otro alguno á encontrar el verdadero
remedio.


Penetrados nosotros de la importancia
de'este espíritu conciliador, no liemos ce-
sado de repetir en todos nuestros núme-
ros la urgente necesidad de no transigir
jamas con ninguna especie de error, ya
viniese disfrazado con esterioridades pa-
trióticas




y liberales, ya se presentase bajo
formas fingidamente moderadas , ó falsa-
mente devotas. No teniamos la menor du-
da de que siendo este el verdadero modo
de pensar de todos los hombres sensatos
y amantes de su pais , lo era con mas ra-
zon de aquellos que elegidos por sus con-
ciudadanos para promover la prosperidad-
de sus respectivas próvincias, veían con
inquietud cundir y acrecentarse los males .
con la misma proporcion que se dismi-
nuía el número de los que conocian el me-
dio de curarlos. Deseábamos, pues, que
acercándose las juntas provinciales á mí-


275
rar bajo su verdadero punto de vista esta
importante cuestion, no solo ilustraran al
gobierno sobre las causas de los desagra
dables sucesos,..acaecidos en algunas pro-


- . vincias, sino que tainbien le indicasen las
providencias mas oportunas para contener-
los, mejorando de paso el espíritu públi-
co, sobradamente decaido ó estraviado. La
Junta de Asturias es la primera de que
tenernos noticia que haya querido dar tan
noble egemplo' de patriótismo y de vigi-
lancia , justificando de este modo el tino
y la sabiduría que concurrieron á su crea-
cion. .Para ello empieza por presentar un
cua'clro del estado de la opinion pública
desde el restablecimiento de la constitu-
cion; pero aunque generalmente está muy
bien desempeñada esta parte histórica, ob-
servamos algunas ligeras inexactitudes de
que 'no hariamos alto -alguno , á no ver-
las repetidas , y acaso desfiguradas por
otros escritores particulares.


Verdad es que fue tal el orden y la
simultaneidad de voluntades con que se
verificó la mudanza de nuestra forma de
gobierno,. que pareció un enigma para la
mayor parte de las personas que sabian
la sangrienta historia de las revoluciones


x8.




276
de otros pueblos antiguos y modernos.
Era sin embargo muy fácil adivinar el se-
creto del enigma que á nuestro entender
no consistia en otra cosa que en la
sinceridad con que todos deseaban la reu-
nion de los partidos que hasta entonces
se hablan estado haciendo una guerra de
descrédito y de. calumnia. Y es tan cier-
to que no fue otro el origen de la ven-
turosa tranquilidad con que se verificó
aquel sacudimiento, como lo es el que la
disfrutáramos todavía si algunas almas
mezquinas no hubiesen atizado de nue-
vo entre nosotros la tea de la discordia.
El primero que influyó en que se• limi-
tara é interpretase siniestramente el de-
creto general de amnistia , espedido por
S. M. el dia 8 de marzo de 182o, ese
privó para en adelante á la España de
la gloria de haberse regenerado á sí •iis-
ma sin haber hecho en su mudanza ni
un solo descontento.


liemos oido quejarse con frecuencia, y
vernos que lo repite - igualmente la Junta
de Asturias, de que el pueblo no ha to-.
maclo parte activa en la revolucion. Pero
nosotros estamos tan distantes de mirar
esto como una desgracia, que antes bien


277
Cros hallamos persuadidos de que esta es
la mayor dicha que pudieramos tener pa-
ra que en todas partes se plantearan las
nuevas instituciones sin la menor oposi-
cion ni desorden. El pueblo espino' ha
tornado .hasta ahora toda la parte que de-
ba -tornar en la revolucion; y si por des-
gracia se le excitara á tomar la activa
que indiscretamente se desea, sabe Dios
cuanto habria luego que arrepentirse de
haberle echado en cara su apatia. El pue-
blo, inmechatamenre que crea las autori-
dades que han 'de gobernarle y elige los
mandatarios que le deben representar, es
y debe ser esencialmente pasivo ; y solo
recupera su actividad cuando efectivamen-
te le desagrada la forma de gobierno que
le rige, ó el abuso que se hace de su
represen tacion.


Tampoco es exacto decir que la impu-
nidad que se preconizaba en todos los pe-
riódicos de mejor nota, animasen á los'ene-
migos de la Constitucion. Lo primero, por
que no hubo periódico alguno, de buena ni
de mala nota, que preconizase semejante
impunidad, sirio que al contrario hubo al-
gunos que no cesaron de pedir sangre
y suplicios en todas sus páginas, y los




2 78
pocos que alzaron su voz en favor de los
desgraciados , jamas recomendaron la im-
punidad del crimen, sino la indiligencia
con el error. Lo segundo, por que aun
dalo caso que se quiera llamar preconi-
zar •ia impunidad el haber publicado al-
gunas reflexiones dirigidas á aclarar la
cnestion sobre la suerte de los 69 ex- n
diputados , conocidos con el nombre de
persas, que se ventilaba en la sesion de
cortes de 28 de • setiembre de 1822 ; no
salieron á luz estas reflexiones hasta que
ya se habia decidido por el Congreso, y
por consecuencia , no pudieron influir en
su resolucion„ ni mucho menos animar
á los que eran objeto de ella. Lo terce-
ro, por que lo único que preconizaba en-
tonces algun periódico, que se cree me-
recedor de buena nota, era que no de-
ba olvidarse que los delitos políticos, so-
bre todo en tiempos de agitacion y tur-
bulencia , y en él ^ tránsito á nuevas • ins-
tituciones, son muy compatibles con la. hon-
radez y probidad mas acendrada , y hasta
con las virtudes mas austeras ; corno que'
nacen. , no de la corrupcion del corazón,
sino del error del entendimiento, 6 de la
desgracia de estar imbuido el que los co-


279
mete en doctrinas reputadas- hoy por faz.:
sas , pero admitidas y corrientes en otros
siglos. Estas fueron las espresiones del úni-
co periódico que se atrevió á ensayar con
alguna estension la defensa de aquellos
desgraciados.


Los que no estuvimos en las provin-
cias al tiempo de las elecciones, ignora
mos absolutamente de qué género fuesen
los e.fuerzos, que dice la Junta que hicie-
ron las clases privilegiadas y ofendidas,
para prevalecer en ellas. Lo que única-
mente sabernos es, que en Madrid clon-
de ciertamente abundan mas y son mas
derosas estas clases privilegiadas , no hi-
cieron otro esfuerzo que el de acudir á
votar una gran_ parte de sus indivíduos,
como lo hicieron ó debieron hacer todos
los tiernas ciudadanos ; y que no se ha
dicho que intentasen abusar de su influ-
jo, á pesar de las frecuentes calumnias
con que se las ha querido entregar á la
pública animadversion. Puede ser que en
Asturias se manejasen de otro modo ; pero
es dificil que no se hubiese preconizado
algo mas de lo que se preconizó la im-




punidad.
Todavía ignoramos mucho mas los da-.




280
tos en que pueda fundarse la Junta para
asegurar con términos precisos que ciertos
tuba/mies tienen oculto deseo de la des-
truccion del sistema. Muy seguros deben
de ser estos datos, cuando toda tina diputa-
cion de provincia se atrtve .á aventurar
en presencia del Congreso'-una acusacion
tan terrible y positiva; pero si por desgra-
cia no lo fuesen, <,•• cuánta sería la respon-
sabilidad que hubiera echado sobre sí la
diputacion, poniendo tal mancha á las
corporaciones que mas importa , respetar,
como qué son las dispensadoras de la jus-
ticia ? ¿ Y cuánto mas ulcerada debe es-
tar la reputacion de los tribunales de
Asturias, siendo su misma Junta provincial
la que publica esta vaga acusacion. Con-
fesamos de buena fe que no quisiéramos
haber leido semejante frase en, una espo-
posicion , por otra parte tan ilustryla y
juiciosa. La Junta se engaña positivamen-
te, y tal vez calumnia sin querer, no so-
lo á individuos respetables, sino tambien
á corporaciones enteras de jueces, á quie-
nes por lo menos se debe suponer tan
interesados en la conservacion del sistema
y del orden , como á las diputaciones de •
provincia. Sospechar deseos ocultos, es la


2 8z
lógica de los tiranos; y disfamar en con-
secuencia de tal sospecha, no solo es ti-
ranía, es atrocidad.


No menos ligera é infundada es la
ridícula inculpacion que hace la Junta á
los que llama comeos de los afrancesados
por el influjo que se les atribuyo sobre-la
mudanza del Ministerio. Aqui la Junta se
olvidó enteramente de lo que era y de lo
que se proponía en su esposicion , para
acordarse únicamente de que alguno ó al-
gunos de sus indivíduos elan criaturas de
los ministros arrinconados; y tal vez no
pudieron aquellos contener los suspiros
que les arrancaba su pérdida.


Chassez le naturel il revient au galop.
n


En efecto, no parecia natural que una
Junta provincial que se muestra animada
de los mejores principios, y que segun
sus propias palabras , tiene , fija su aten-
clon sobre cuidados de la mayor gravedad
y trascendencia, cayese en el ridículo er-
ror de atribuir al influjo de cuatro des-
graciados la caida de siete ministros, de-
positarios del poder y del concepto pú-
blico. Resalta mucho mas la incongruen-




282
cia de semejante raciocinio , añadiendo á
renglon seguido que la general antipatía
,con que se les mira , contribuyó á fomen-
tar el disgusto, etc. Seria ahora incurrir
nosotros oh otra ridiculez todavía mayor,
detenernos á impugnar especies tan mal
digeridas, corno imprudentemente enuncia-
das; pero no podemos menos de obser-
var que si fuera cierta esa antipatía, no
tuvieran la honra esos mismos indivíduos,
á quienes se intenta motejar, de ser miem-
bros de los ayuntamientos y . diputacio-
nes provinciales, ni la de ejercer judi-
caturas de primera instancia; y aun aca-
so, y sin acaso , la misma Junta provin-
cial de Asturias hubiera tenido escrúpulo
de unir su firma con la de alguno que
debla entrar en aquella categoría.


Pero al fin esto no pasa de una lige-
reza, que sin duda se creyó necesaria para
redondear el período , y lo mismo de-
cimos de 'aquella otra frase en que, re-
friendo rápidamente la historia ifé- la pre-
sente legislatura, dice que la • osadía de
los serviles ya no tiene límites, que los tí-.
midas se consideran llenos de peligros , y
que los ambiciosos que nunca faltan, (y
que ciertamente sobran ahora y siempre)


283
creen favorable esta ocasion, etc. Todas estas
palabras son otras tantas frases de adorno
para- cohonestar en algun modo los cri-
minales procedimientos de algunos locos
inconstitucionales, cuya conducta reprue,
ha la Junta sin duda; pero que ni ella
ni su ,


digno presidente: pudieron evitar.
Mejor hubiera sido referir los hechos lisa
y llanamente sin repulgosni•filetes, y mu-
cho mejor todavía haberse opuesto con
vigor á que se realizasen; pero por lo


• menos ya manifiesta- la Junta el disgusto
con que mira semejantes atentados contra
la Constitucion y contra la justicia.


Terminado el cuadro histórico, pasa
la diputacion á proponer á las Cortes las
medidas que conviene tomar para cortar
de raiz los males enunciados, y calificar
el- efecto que deben producir las provi-
dencias tomadas hasta aqui. En todo este
trozo da nuevas pruebas la Junta de su
ilustracion , sabiduría y amor al orden;
pero no llevará á mal que seamos de con-
trario sentir en un solo punto, del cual
espera los mejores resultados, y nosotros
tememos y aun palparnos una multitud de
inconvenientes. Tal es la de declarar in-
terinos á todos los magistrados nombra-




284
dos antes del año de 1820, porque le-
jos de servir esta medida para restituir al
poder judicial la consideracion y coqflanza
que son indispensables, solo produciria el
efecto de tenerlos en una situacion dudo-
sa , precaria y humillante, de la cual in-
teresa mucho al público que se les saque
inmediatamente, ó bien dándoles los nom-
bramientos en propiedad, ó bien separán-
dolos de su destinos, siendo todo lo de-
mas indigno de la nobleza de su digni-
dad, y del decoro del gobierno que se
valiera de ellos.


285


Medios que convendria emplear para cica_
bar con los facciosos de Castilla.


No repetiremos aqui .lo que nuestros
lectores habran visto en los diarios rela-
tivamente It la aparicion de una cuadrilla
de facciosos , ¡mandada por el cura Meri-
no; la comision dada al general don Juan
Martin para perseguirla y esterminarla ; la
primera é importante ventaja que las tro-
pas nacionales consiguieron sobre los re-
beldes, y el horroroso atentado que estos
han cometido últimamente, asesinando á un
oficial y ocho soldados que cayeron en su
poder. Tampoco les copiarémos el informe
qué una comision .especial presentó á las
Córtes , en la sesion del de este mes,
proponiendo las providencias que á su pa-
recer convenia tomar para acabar (le una
vez con la gavilla del cura , y sufocar esa
especie de guerra civil comenzada ya en
una parte de Castilla la Vieja : la gaceta
y (lemas periódicos han referido estensa-
mente cuanto se dijo en pro 'y en contra
de la propuesta de la comision , y como al




286
fin se mandó que el informe volviese á
ella, y que unida, con la otra que estuvo
encargada anteriormente de informar so-
bre el estado de la nacion , propusiesen
ambas lo que estimasen conveniente. Nues-
tro objeto es examinar la cuestion en abs-
tracto , prescindiendo del caso particular
que ha motivado la discusion , y supo-
niendo que las disposiciones propuestas ó
que se propongan , serán las mas acerta-
das. Nos parece que es menester tomar
las cosas de mas alto , y penetrar hasta la
raiz misma del mal.


Una multitud de causas que aqui es
inútil enumerar, habian tenido á España
durante el siglo 17 en un estado de igno-
rancia y atraso , mejor para llorado que
para descrito. El advenimiento de la fa-
milia de Borbon al trono ; las guerras á
que dió ocasion , dentro y fuera de la
península , y la mayor comunicacion que


. facilitó con la Francia , proporcionaron
al fin , que . á pesar de los obstáculos
que . oponían el fanatismo religioso y el
despotismo civil , penetrase algun rayo
de luz , que aunque muy lentamente fue-
se disipando y ahuyentando las tinieblas
en que vivíamos : y ya desde media-


287
dos del último siglo , se empezó á . resuci-
tar el buen gusto , á cultivar la filosofía,
á ir sembrando en varios escritos algunas
semillas de buena doctrina , y á combatir
poco á poco los errores y preocupaciones
de todas clases , aunque con la precaucion
y el disimulo que exigia la opresion en
que se estaba. Estos primeros pasos dados
en la carrera de la ilustracion , los esfuer-
zos de algunos pocos sabios , varias casua-
lidades felices, la revolucion de la Améri-
ca inglesa , y sobre todo la de Francia,
habian generalizado hasta cierto punto el
deseo , y hecho sentir la necesidad de me-
jorar nuestras instituciones políticas; cuan-
do la invasion francesa permitió á los de-
fensores de la independencia aprovechar há-
bilmente la ocasion que la fortuna y su
situacion , única --en la historia del mun-
do , les presentaban para reconstruir de
nueva planta el edificio social. Lo hicieron,
y la posteridad dirá un dia cuales y cuan-
tos fueron los obstáculos que tuvieron que
vencer ; pero un leve soplo, un mal con-
sejo bastó para derribar el edificio que á
tanta costa y con tanta dificultad habian
levantado. Sin embargo el impulso estaba
dado , las nuevas instituciones tenian ya




X 88
numerosos partidarios ; y esta. circunstan-
cia favorecida por los desaciertos de los
que dirigieron la administracion del Es-
tado en los seis años siguientes , han per-
mitido restaurar , cuando menos se espe-
raba , el arruinado edificio. Mas apenas
fue reedificado cuando los enemigos de
toda refdrma util, y lo' s interesados en la
conservacion de los abusos, empezaron á.
conspirar en secreto para destruirle de
nuevo, .y por mas que hayan visto frus-
tradas sus primeras tentativas , no Por eso
desmayan , y cada dia. se ve saltar algun
chispazo que indica el fuego oculto que se
prepara para volar el edificio constitucio-
nal , no bien asegurado todavía. Basta leer
las listas insertas en la gaceta , relativas á
las muchas causas pendientes en. varios
juzgados del reyno, para convencerse de la
actividad con que se ha trabajado para
destruir el régimen constitucional casi des-
de su restablecimiento. El hecho es cons-
tante y público , y para no verlo sería me-
nester que uno se cegase voluntariamen-
te. Asi no es esto lo que debe examinarse:
lo que exige sí una séria meditacion son
las cuestiejes á que da lugar este hecho.
¿ Cuáles son las causas de esta resistencia


289
que opone' á la voluntad de la mayoría,
nacional una fraccion de la comunidad'?
¿hasta qué punto! son temibles los esfuer-
zos de los descontentos? ¿cuáles los me-
dios que deben emplearse para hacerlos
inútiles y paralizar su accion ? Sobre la
z ..a , ya hemos dicho en varias ocasiones
que á las causas generales que en toda
clase de ,;reformas produce necesariamente
un cierto número de descontentos y recal-
citrantes, se han reunido algunas otras que
hubiera sido facil evitar , y las hemos in-
dicado. Acerca de la 2.a , hemos dicho tam-
bien , y nos complacemos en repetirlo,
que mientras los defensores de la Cons-
titucion permanezcan unidos, todo cuan-
to pueden hacer sus enemigos se reducirá
á promover algunas ¿sediciones parciales
que al fin serán vencidas por la fuerza
armada. En cuanto á la 3.a , ya queda re-
petido tambien en varios artículos de este
periódico . , que la moderacion , la indul-
gencia, la suavidad y las providencias con-
ciliatorias son mas oportunas para sosegar
los ánimos , calmar los resentimientos , y
evitar la guerra civil , que no las violen-
cias , el rigor , la dureza , y los castigos.
Pero como esta conducta pudiera atribuir-


l'Old0 VIII.
A9


al'




290 •


se á miedo y debilidad , no escluimos tam-
poco el aparato de la fuerza, las amenazas,
y aun la severidad, cuando en algun caso
sea necesario recurrir á ella, para saluda-
ble escarmiento. Ahora añadimos , que el
medio mas seguro y eficaz de sufocar las
disensiones intestinas, de estinguir la guerra
comenzada, de arrancar las armas á los fac-
ciosos, y de impedir que abusen de la sen-
cilla credulidad de los pueblos , es ilustrar
á estos y emplear la persuasion antes de
usar de la fuerza.


No hay que engañarse : la causa prin-
cipal de las conmociones parciales que se
observan , y el auxiliar mas poderoso de
sus promovedores, es la ignorancia; y esta
es por consiguiente el primer enemigo que
se debe combatir. Ni los cañones, ni las
bayonetas , ni deponer á los alcaldes , ni
castigar á los .pueblos , ni apalear á los
curas , ni desterrar los obispos , ni arca-
bucear en 24 horas á cuantos se cojan ,con
las armas en la mano ; nada de todo esto
acabará con los revoltosos , ni pondrá tér- •
Mino á la guerra que estan haciendo al
sistema constitucional. Cuanto mayor sea
el rigor que se emplee contra ellos, tanta
mas fuerza/ tendrán las exhortaciones con


231
que fanatizan al ignorante pueblo. Si-cuan-
do no se habia tocado - : todavía á ningun
eclesiástico , ni castigado a•nadie por de-
litos políticos , lograron seducir y alud-
nar á los incautos , pintándoles á los cons,,
titucionales como a enemigos de la
gion y sanguinarios jacobinos ; cuánta
mas fuerza tendrán sus palabras cuando.,
puedan citarles hechos , que desfigurados
por ellos, comprueben de algun modo-sus
aserciones ? Es , pues , necesario no'atér
rar, sino ilustrar á los sencillos habitantes-
de los lugares, y caminar siempre en el
supuesto, de que si estos resisten á la ver-
dad , es porque no la conocen.- Es un error
comun en todos los reformadores creer que
lo que para ellos es una 'demostrador). , lo
ha 'de ser tarnbien para todos ; y que lo
que á ellos les parece util y conveniente,
ha (le pasar por tal -á los ojos de los , de-
mas. De aqui el -impacientarse y llenarse
de cólera cuando ven que alguno duda de.
lo que ellos 'miran como cierto , ó reputa
perjudicial lo que tienen por uta; sin ha-
cerse cargo de rine toda opinion es el p


•o-
ducto de cierta .S•ideas anteriores , y - que
nadie abandona la suya, porque se•o , man,
dan, .6- le amenacen. Para que la


-deje y
59.




292
abrace la contraria, es preciso distruir
las ideas que produjeron la primera, y co-
municarle las que deben dar por resulta-
do la segunda. Todo esto quiere decir, -que
para pacificar las Castillas y cualquier otro
punto del :ileyno en que se advierta oposi-
ion á las nuevas instituciones, es necesa-
rio enviar allá misioneros políticos que in-
culquen á las gentes la sana doctrina , y
combatan sus errores con las armas del ni-


" ciocinio. Ya el Gobierno ha ensayado este
medio , mandando que todos los párrocos
espliquen á sus feligreses la Constitucion,
y les hagan patentes, sus ventajas ; pero
tambien es cierto que este arbitrio no ha
producido todo el fruto que se esperaba:-
Ni Odia ser de otra manera : encargar á
los clérigos en general ( sabemos que hay
muy honrosas eseepciones),.. propagar el
evangelio de la filosofía , es lo mismo que
confiar á los privilegiados el cuidado de
clamar contra los privilegios. Ya en otra
ocasion insinuamos que esta • circular del
ministerio produciria poco bien, y tenia
graves inconvenientes políticos. Segun el
sistema de instruccion pública, por el cual
han hecho sus estudios los eclesiásticos,
la mayor parte de ellos no tiene la cien-


293
cia necesaria para comentar una Constitu-
cion fundada en las delicadas teorías y en
los sublimes principios de la legislacion
universal; .y aun suponiendo que supiesen
lo bastante para esplicar al pueblo sus ar-
tículos y hacerle entender los principios
en que se fundan ; d era de esperar que se
prestasen gustosos á ser los catequistas de
la política? Hay mas: concediendo que ellos
quisiesen ,encargarse de esta mision profa-
na , ó que haciéndolo por fuerza, la desern,
peilasen todavía con mucho fervor y cela;
¿no se previó que el pueblo los oiría con
'disgusto , 1 viendo que en lugar del evange-
lio les •animciaban desde el púlpito -methfi-
sicaslegislativas que no estaban á su: alcan..
-ce? é no se 'conoció que al punto presenti-
-rián los fieles ques estas pláticas políticas
flCh le salían á su pastor de lo intimo
-de su: conciencia, - sino qué las hacia pór
que se lo mandaba el Gobierno ; y quó
esta sola circunstancia bastaba para que le
escuchasen con desconfianza y hasta con
desprecio? La mezcla. (le lo sagrado y lo
profano hace siempre mal efecto , y la re-


-,ligion es un resorte: muy poderoso en ma-
nos de la política ; pero es menester que se
oculte la mano que le maneja,




294
Estas reflexiones , harto ciertas por


desgracia, y harto comprobadas por inu-
rnerables hechos que pudieramos citar ,
tienen por objeto hacer ver, quo siendo
necesario ilustrar al pueblo y aficionarle
al régimen Constitucional , convenciéndole
de su justicia y • utilidad, y no pudiendo
,esperarse que esto se consiga por las pre-
dicaciones de los curas, es indispensable
buscar y enviar otra clase de .predicado-
-res. Y ¿cuáles serán estos? Los magistrar.
des civiles: no hay otros. Los gefes polf-
Iticos• deben visitar y recorrer sus pro-
-yin.cias, pueblopor pueblo ; y reuniendo
-á lo -principalesvecinos , exhortarles á la
paz, á la union , y á la obediencia : de-
anostrarles los grandes 'bienes que,á la na-
ción:toda y á cada ciudadano deben re-
saltar', (le las leyes .decretadas ya por las
Cortes, y de las que :se . preparan : hacer-
les• palpables. los males y horrores que
:atraerian sobre sus inocentes farnilia.sJa,
•oreciendo protegiendo y ocultando >:á
los promovedores de- la y
haciendo necesario con esta conducta que
la fuerza armada recorra sus campiñas,
'se aloje en sus casas y ocasione los daños
que son consiguientes al tránsito de tro-:


295
pas en estado de guerra ; y ponerles á la
vista que los que les inducen á la rebe-
lion y se dicen los campeones del trono
y del altar, no se proponen defender los
intereses aeneralessino los de alguna,
algunas clases particulares. Seria conve-
niente ademas que el Gobierno enviase en
comision extraordinaria, y corno pacifica,
dores de los paises sospechosos , algunas
personas respetables que les llevasen no
amenazas , verdugos y cadalsos , sino pa-
labras de paz, y que con amor y dnl,
zura procurasen retraerlos de la senda
equivocada á que los estravian los fac-
ciosos, y ponerlos en el.caniino de la' obe-
diencia y de la sinnision á las leyes. :Es,
tos comisionados pudieran ser ministros
de las audiencias territoriales; y si estos
no pareciesen aun bastante condecorados
para imponer respeto , consejeros de es,
tado. Estos comisarios, acompañados de
una escolta suficiente para que no peli-


. grasen sus personas, harian una visita de
toda la provincia á que fuesen enviados,'
y deberian llevar poderes suficientes pa-
ra oir las quejas de los pueblos , reme•
(liar los males 'que los allijiesen y :cOrre-
gir los abusos que .notasen en todas las




296
partes de la administracion. Una visita de
esta clase, hecha con celo é inteligencia
en cada una de las provincias contamina-
das, produciría mas efecto que un egér-
cito destinado á perseguir los revoltosos
armados. Este logrará al fin esterminar-
los; pero quiza dejará sembrado el ger-
men de un nuevo y mas temible levan-
tamiento. Es menester convencerse de que
la . divergencia de opiniones, y las discor-
dias civiles no se destruyen con las ar-
mas. Buen testigo son entre otros muchos,
los departamentos occidentales de Fran-
cia. Ocho años de la guerra mas encar-
nizada y asoladora, quinientos mil fran-
ceses muertos de uno y otro bando, tres
provincias taladas, muchos lugares abra-
sados , é inumerables casas sueltas des-
truidas, ' ;no bastaron para extinguir los
odios, reunir los ánimos y conciliar las
opiniones. Justicia administrada , aunque
tarde, promesas del gobierno fielmente
cumplidas, revocaciones de las órdenes
sanguinarias , olvido de lo pasado, vuelta
de los emigrados , alivio de impuestos,.
indemnizaciones por las pérdidas , fondos
destinados á reparar las ruinas y fomentar
aquellos míseros paises; fueron el bálsa,


2P7
mo que cicatrizó tantas heridas , é hi-
cieron que los departamentos mas contra-
rios á la libertad, sean hoy su único
y último asilo. Ya prevemos que al leer
este egemp , no faltará quien diga que
nosotros, como afrancesados, todo lo va-
mos á buscar á Francia. Sí: en efecto,
alla vamos á buscarlo porque alli esta-
mos seguros de encontrarlo. La revolucion'b
francesa es la escuela de las revoluciones:
en ella ha de aprenderse á evitar los es-
travios que las deshonran, á emplear con
tino los únicos medios que hay para con-
solidarlas, á precaver el despotismo- mili-
tar, á conciliar los intereses opuestos á l'un-
clir y á amalgamar los partides., á termi-
nar las disensiones , á no exagerar los ,
principios , y á quedarse en el justo me._
dio que prescribe, la prudencia. La his-
toria de la revolucion francesa debe ser
el libro de todos los hombres de estado;
porque aquella gran convulsion política ha
sido la mayor leccion que hasta ahora han
recibido los reyes y los pueblos. Aquellos
deben aprender alli á usar con modera-
cion de su poder, á gobernar con justi-
cia, y á no empeñarse en contrariar el
voto de sus súbditos cuando está legíti-




ma mente pronunciado ; y las naciones de-
ben aprender por su parte á no abusar
de su fuerza, á respetar la autoridad, á
someterse á la ley, á esperarlo todo de
los hombres en quiénes han depositado
su confianza , y á no tomarse nunca la jus-
ticia por su mano. Alli vieran cómo la
Francia despues de haber recorrido en
pocas arios el círculo entero de las revo-
luciones , y de haber ensayado todas las
formas posibles de gobierno, tuvo por fin
que volver á la institucion protectora de
la monarquía hereditaria , y reedificar lo
que con tan inconsiderada precipitacion
habia destruido; y cómo por haberse ade-
lantado locamente mas allá de lo que per-
rinda la ilustracion del siglo, ha tenido
que retroceder vergonzosamente, y está.
.retrocediendo todavía mas acá del punto
.en que hubiera podido y debido quedar,
se. Los hombies superficiales, que no ven
mas que hl corteza, se admiran hoy de que
el ministerio y los ultras retrograden á pa,
sos tan precipitados hacia el antiguo re,
gimen ; y no advierten que todo cuanto
se hizo en tiempo de Bonaparte , y se está
haciendo ahora para destruir la obra de
la revolucion , es efecto del jacobinismo


'99
de 1793. No hay un • solo hombre de los •
que vivieron en aquellos tiempos de terror-
que no prefiera, si es preciso escOger, el
gobierno arbitrario. de uno solo, á la anar-
quía revolucionarla:, y al despotismo de
la plebe. Por estó nosotros no nos cansa-
remos de repetir á nuestros conciudada-
nos, que ya que han tenido la dicha de
recobrar su libertad, no la amancillen con
horrores , ni se espongan á perderla por
quererla- llevar mas adelante de lo que
permite el estado de la opinion y de las
luces entre nosotros.


Contrayendo esta doctrina general á la
rebelion del .cura Merino, é quién no ve
que un ho.mhre que en la primera der-
.rota perdió. casi toda su gente y huyó
con solos ocho ó diez caballos , hubiera
caido infaliblemente en las manos de las
fuerzas mas que céntuplas que le persen
guian , si no estuviese sostenido y auxi-
liado por los pueblos mismos que recor-
re ? Pero por qué estos pueblos favorecen
reciben, ocultan y aun refuerzan á un hom-
bre . que les *compromete y espone ? Se
dirá que es porque sus curas, clérigos
y frayles los tienen fanatizados. Sea en-
horabuena; pero 'volveremos á preguntar,




3o o
y por qué dan ellos oidos á la voz de


los que intentan seducirlos ? Porque son
ignorantes; porque no saben qué es Cons-
titucion ; porque no conocen las venta-
jas que del nuevo régimen deben resul-
tarles. Háganseles pues palpables , ilus-
treseles, combatánse con razones y no con
fusiles los sofismas con que los malos
eclesiásticos los han fanatizado; y al pun-
o se les verá detestar las doctrinas quo


ahora reciben con tanta veneracion. Su-
pongamos que un personage respetable
llega á la aldea mas infeliz de Castilla,
reune á sus rústicos habitantes, y Con voz
afectuosa y paternal les hace este discur-
so. « Honrados castellanos, el Rey me en-
viu aqui, no á castigar vuestros pasados
extravios, ni á amenazaros con su ira para
en adelante, sino á desengaiíaros del er-
ror en que os han imbuido los enemi-,
gos de la paz, á escuchar vuestras que-
jas y • á satisfacerlas si son justas. Mirad
esa Constitucion que os han pintado co-
mo la obra de Satanás, se reduce para
vosotros á que cuando seais llamados á
elegir vuestro alcalde y vuestros conce-
jales., ó los electores que han de nom-
brar por vosotros los diputados que vues-


3o x
tra provincia debe enviar á Madrid pa-


• ra cuidar alli de vuestros intereses, es-
cojan aquellos vecinos que por su buena
conducta gozan entre vosotros de la'úia-
yor reputacion. ¿ Os parece que esto pite-,
de ser un pecado contra la ley de Dios?
Pues en cuanto á Vosotros, esta es toda
la Constitucion ; y luego que hayais he-
cho estos nombramientos , lo único que
teneis que hacer es lo que ha'beis estado
haciendo toda la vida, que es obedecer
á vuestro alcalde, el cual os comunicará
las órdenes de los superiores actuales, co-
mo antes os comunicaba las del hilen.,
dente y de la chancillería de Valladolid.
Decidirse, buenas gentes: desde que se es-
tableció esa que llamais ,maldita Cons,


¿ no os ha dicho misa vuestro
cura, no os ha confesado y administra-
do los demas sacramentos, no ha celebrado
los entierros como antes, no ha rezado el
rosario y esplicado la doctrina cristiana, no
os ha predicado la palabra de Dios ? ¿Se
ha cerrado vuestra iglesia ? ¿se la ha des,-
pojado de sus ornamentos y vasos sagra-
dos ? Pues. ¿ por qué decis que se os ha
quitado vuestra religion cuando no se ha
tocado á ella en lo mas mínimo ? ¿ No se


II




3O2
os enseaan los mismos mandamientos y
se os esplica el mismo credo ? é Os ha.
dicho alguno que no creais en Jos artí-
culos de la fé, ó que ya no os obligan
los preceptos de la ley? Pues ya sabeis por
el catecismo que en esto consiste toda la
religion, en creer lo que Dios nos dice, y
ejecutar lo que nos manda. jemeis que
se acabe la cristiandad por que se ha su.:
primido el convento de capuchinos de tal
parte , ó el monasterio de cartujos de tal
otra? Pues precisamente esto se ha 'lechó
por vuestro bien. Los primeros eran po-
bres, y tenian que vivir á costa vuestra;
y no teniendo vosotros pan que dar á
vuestros hijos, teniais• que repartir con
ellos vuestra pobreza. Se les ha trasladado,
pues, á un pueblo grande donde ellos es-
tén mejor y sean menos .gravosos. .Los se-
w.indos al contrario eran demasiado ri-
cos, y poseian ellos solos campos suficien-
tes para mantener una poblacion de loo




vecinos: sus haciendas serán ahora ven-
didas á particulares', y dentro de pocos
aiíos habrá un lugar donde estaba el mo-
nasterio, y vosotros llevaréis á vender á
él vuestra cosecha„ para la cual no en-
contrais ahora •salida cuando es tal cual


303
abundante. Y esas Cortes que se os dice
ser las enemigas de Dios y de los hom-
bres , ¿ que os parece que han hecho y
estan haciendo ? Grandes beneficios , de
los cuales algunos los estais palpando ya.
Antes pagabais una fanega de trigo por•
cada diez que cogíais: de aqui adelante no
pagaréis mas que media. Y no creais que
carecen de facultades para hacer esta re-
baja : mirad, alli hay obispos muy vir-
tuosos y eclesiásticos llenos de probidad
y sabiduría; y cuando, ellos lo hacen, es-
tan seguros de que estos arreglos sobre
pagar mas ó menos, no se oponen al evan-
gelio, el cual no dice en parte alguna •que
la porciOn que los fieles separen para ma-
tener al clero, sea precisamente la dé-
cima parte : dice solo que pues los mi-
nistros del altar trabajan en vuestro bien
espiritual , es justo que vosotros cuideis
de su manutencion ; y ya veis que esto
podriais hocerlo igualmente bien, dándo-
les una cierta renta en dinero, como se
la dais al médico ó cirujano que os asis-
\ten en vuestras dolencias. Antes no habia
en este lugar mas que un molino de aceyte,
ni podía haberle , por que el señor Juque
de tal tenia el privilegio de que el suyo




8o4
fuese solo; y ya sabeis qué mala obra
os hacia tener que esperar á que os tocase
el turno para moler vuestra aceytuna; por
que si la cosecha era grande, la aceytuna
se os podria , el aceyte adquiria mal gus-
to , teníais que venderle á menos precio,
y por consiguiente vuestra utilidad era me-
nor. Pues ahora cualquiera de vosotros
puede construir otro y otros molinos, y,
por lo mismo, cuando estera ya construi-
dos, molereis mas pronto, os restará me-
nos la molienda, el aceyte será mejor, y
le vendareis mas caro. .¿ Os parece que es-
to e.; malo, y que lloverá fuego del cie-
lo, porque en el lugar haya tres moli-
nos de aceyte en lugar de uno ? Pues á es-
tas y otras reformas igualmente útiles se:
reduce lo que han hecho., hacen y harán.
las Cortes. Decidme ahora: ese cura Me-
rino ¿ qué bienes os trae cuando pasa por
aqui con su cuadrilla? Que teneis que
aprontarle raciones para él , su gente .y
sus caballos : que -teneis que hospedarlos
en vuestras . propias casas, donde no siem-,
pre se conducen como anacoretas.; que si
luego vienen á perseguirle las tropas na-,
elonales , teneis tambien que dar las ra-
ciones y alojamiento, y suministrar haga-.


3o5
bes: Pues ¿no seria mejor para vosotros
que nunca pasaran por vuestro territorio
ni las tropas de Merino ni las riaciona.
les ? ¿ Y qué será de vosotros si estas,
porque protegeis á aquéllas, ó aquellas
porque habeis dado aviso á estas de su
llegada, pegan fuego un dia. á vuestros
pobres y pagizos techos, destruyen vues-
tros hogares, y acaso arcabucean una me-
dia docena de vosotros? Si fuesen los
Merinos, os estaria bien empleado, por
haber dado acogida á un rebelde • facine-
roso : si fuesen los nacionales , cómo no
estan autorizados para imponeros seme-
jante pena, serian sin duda castigados; pero
hecho ya el daño, ¿qué sacariáis vosotros
de su castigo ?"


Semejante discurso , decirnos, ¿ no
Convenceria y desengañaria á hombres de
buena fe? Y á este tenor ¿ cuantas otras
prudentes reflexiones pudiera hacer á los
buenos labradores de Castilla un Magis-
trado respetable que fuese á hablarles en
nombre del Gobierno ? Y pláticas de esta
clase , hechas con dulzura y en tono
amistoso y tierno ¿podrian no surtir efec-:
to? No lo creemos. Pensamos al contra-
río que una vez adoptado este medio, se


TOMO VIII. 20


4'




3o6
acababan para siempre esas sublevaciones
parciales, y quedaban desarmados los ma-
lévolos, sin que ya les fuese po sible en-
gañar mas á los pueblos. De todos mo-
dos, nada se perderia en ensayar un reme-
dio tan suave y tan sencillo antes de cm,
plear la fuerza esterminadora• Deseamos,
pues, que las Cortes tomen en considera-
cion esta idea que nos ha sugerido el amor
sincero de nuestra patria, de la cual no
quisieramos que se hiciese otra Vendée; co-
sa muy temible, pero muy probable si se
usan esclusivamente los remedios violen-
tos para curar la fiebre política que ha
empezado á manifestarse.


157


Defensa de los medrosos.


Triste cosa es por cierto. que todo.
el mundo se ha de tomar la libertad de
hacer burla de la -gente medrosa ; y á fe
mia que es sobrada impertinencia menos.‘
preciar á los hombres por aquello mis,—
mo que mas debiera atraerles el respe-
to y la veneracion de .


todos sus seme-
jantes. Son .tantas.


y tan inconcebibles las
contradicciones en que . incurre, el. humano
entendimiento, que cuesta. : dificultad per-
suadirse á que alguna .vez siquiera le sir-
-va de quia la razon.,Apenas encontramos.
por, esas calles algun rostro barbilampiño;
cuando inmediatamente le damos el degra-
dante .título de hombre débil y afeminado,
porque pensamos que el individuo que
mas se aleja hasta de los defectos propios
del hombre , debe reputarse por menos
hombre que. los demas. Tan general es es-
ta idea, que hasta entre los capuchinos
la abundancia de barbas es una de ;las re,.
comendaciones mas poderosas, pararadqui-
rii\ votos en capítulo. ¿En qué consista-


20




3o8
rá, pues, que siendo el miedo no menos
esencial á la naturaleza del hombre que
las barbas, haya de discurrirse acerca de
este en razon inversa de lo que se dis-
curre sobre la falta de aquellas' „Si el que
tiene la barba mas poblada ,es reputado
por mas hombre , aun entre las mugeres,
¿por qué no ha de suceder lo mismo con
el que está dotado de mayor cantidad de
miedo?
- Mas no soló Hes el miedo una de las


calidades esenciales al hombre , en calidad
de tal, sino que es en mi concepto la que
mas le honra y le distingue entre los se-
res racionales é irracionales. Por que, ¿ qué
es el miedo en sustancia sino una natu-
ral prevision de los males que pueden re-
cibirse con el choque esterior de unos
cuerpos con otros ? Será, pues, mucho mas
digno de alabanza el que no solo preve,
sino que tambien evita todos estos ma-
les, que el imp rudente que despues de ha-
berlos previsto , ó no quiere ó no sabe
evitarlos.


Dícese comunmente que el hombre mas
animoso es el que mejor sabe disimular
el miedo; pero yo diría por el contrario,
que el verdadero ánimo consiste en no di-


309
simularlo ni poco ni mucho, sino en de-
jarle ver de todo el inundo, de la misma
manera que se dejan ver las barbas. Ni se
crea que solo es justo y legítimo el miedo
que inspiran las armas fisicas y materiales,
sino que tampoco debe disimularse el que
buenamente se tenga de disgustar á las
personas, de quienes depende ó puede de-
pender nuestra ventura.. Papel muy triste
es, sin duda, el que representa un valien-
te, tendido sobre una cama, esperando á
que el piadoso cirujano venga á estraerle
una bala, ó prepararle un bendaje que im-
pida el que se le cayga una pierna, un bra-
zo, ó cualquiera otro miembro importante;
pero si bien se considera, no es menos dig-
no de lástima aquel escritor valíente ó sim-
ple, que por decir una gracia ó una senten-
cia , se ve coudenado de por vida á men-
digar un mendrugo ; pudiendo ser partíci-
pe de las mesas mas espléndidas y


- abun-
dantes. ¿Y por qué ha de mirarse con ma-
los ojos al que conoce lo (Pie ,vale el uso
libre de sus miembros, y al que du la im-
portancia debida al buen estado de su estó-
mago? ¿Por qué se ha de zaherir y bal-
donar al militar prudente y juicioso, que
sabe apreciar en su verdadero término las




aro


glorias y las ccomodidades de este mundo?
Oh mal! haya el insensato que colocó esa


quimerayque llaman honor en la punta de
una espada: i 'ó en la formidable boca de un
cañon de. artii 'cría


Esos :nialátós poetas son los que en
todos tiempos han tenido la culpa de que
los hombres trastornen todas sus ideas to-
'mando lo blanco por lo negro, y lo inhu-
-mano por glorioso. En vez de cantar con
versos sublimes y en metro heroyco los
altos :hechos de aquellos prudentes varo-
nes que supieron llegar á los noventa años
sin haberle visto la cara al hambre ni al
dolor, solo destinan sus exagerados elogios
al incauto• é imprudente joven que fue á
romperse •la cabeza delante de una bate-
ria ó en el asalto de una plaza.. ¿Quién
no pensara al oirlos que no hay mas sino
llegarse á la brecha y coger un brazado de
laureles, y volverse con la cara muy risue-
ña á .escuchar las canciones que ellos han
estado componiendo, tumbados acaso panza .
arriba en una -mullida cama? ¿Por qué no ha-
bian de emplear todos sus colores en pintar
la negrura y escasez del pan que suele, ó
no suele, distribuirse á los caballeros héroes,
el horrible frio y calor que esperimen tan á


3 r
la inclemencia de las estaciones, y aquel
sueño medido y azorado que, suelen disfru-
tar en un lecho sin medida ? A buen segu-
ro que entonces no entusiasmarian á tantos
pobretes con sus pomposas descripciones,
ni dejaria de criar yerba el camino de la
gloria. Entonces se vería si se andaban bus-
cando rodeos para alistarse en la bandera
de los .medrosos, y si era necesario estar
mintiendo treinta o cuarenta años seguidos
aparentando que se desea lo que realmente
se-aborrece,


Han dado algunos en la gracia de decir
que el miedo es un consejero malísimo, y
yo creo firmemente cine no hay nadie en el
mundo que aconseje con mas acierto y sin-
ceridad, y en cuyas.manos deba uno entre-
garse con mayor cofianza. Para un medroso
que me citen 'que se haya quedado cojo,
manco O estropeado , les citaré yo mil va-
lientes con muletas, que por no haber es-
cuchado los prudentes consejos que dicta
la timidez , se ven privarlos de lucir sus
piernas en el Prado, y de llevarse la palma
en un sarao. Pregúntese á esa hermosa mi-
tad del género humano, cae quien..dicen
sin embargo que. es apasionadísima de los
valientes, si no es mucho mas útil para un,


1 1-




?I2
vals, el hombre mas medroso del mundo,
con tal que tenga buenas piernas, que un
Cesar ó un Alejandro con patas de palo.


Los valientes son los que tienen la
culpa de que haya cobardes, porque si
ellos no se apartaran del instinto de la
naturaleza , á buen seguro que nadie ten-
dría á menos el decir clara y paladina-
mente lo que pasa en su corazon. ¡Qué
gusto seiia entonces ver hacernos profun-
das cortesias unos á otros! Porque desen-
gañémonos, que en lo general no hay gen-
te mas atenta ni mas condescendiente que
los medrosos. Solo suelen salir de sus ca-
sillas cuando llegan á sospechar que las han
con quien tiene un grado mas de miedo,
6• cuando á fuerza de denuestos piensan ad-
quirir ó recuperar la gracia de aquel ó
aquellos poderosos de quien, dependen.
¿ Qué cosas no hará ó lira un miserable
medroso , porque no se le crea autor de
cualquiera acción ó palabra que haya lle-
gadó á ofender á las personas que pueden
hacerle daño Alli seran las protestas, los
juramentos , y las esclamaciones para pro-
bar que él no ha sido ni podido ser au-
tor de tal cosa, porque en caso de ha-
cerla ó de decirla, nunca hubiera sido,


3r3
contra los que estan encima, sino con-
tra los que .


estan abajo, segun dicta la
prudencia y segun tiene probado en las
únicas ocasiones en que ha llegado á (les-
plegar sus labios ó sus dedos. Alli el
esmerarse en recargar y obscurecer el es-
tilo para hacer ver la diferencia (le sus
esplicaderas á las del cuerpo del cielito.
Alli el recetar penas y suplicios contra el
que fuere su autor, para dar á entender
el enojo que le ha causado la ofensa. Alli
el calumniar con atrocisimo desenfado á
los que sabe él muy bien que ni han
sido ni podido ser autores de semejante
dicho ú accion. Alli el ofrecerse él mis-
mo á decir otro tanto, y aun mas si se
quiere, contra cualquiera persona ó cor-
poracion que se le indique: Alli pos-
trarse , y humillarse, y lamer la tierra,
y maldecir su negra ieputacion que es la
única y verdadera causa de que en tra-
tándose de alguna gran pica,rdia solo á él
haya de atribuirse y colgarse.


Todo esto y mucho mas se evitaria
con que los hombres pudieran decir fran-
camente que esta ó la otra cosa no la ha-
blan hecho de puro miedo , y que de mie-
do harian la contraria , y que por miedo
no se atrevian á ir á esta parte , ni á sa-
lir de aquella , ni á moverse , ni á estarse
parados , sino que el miedo' era su verda-
dero móvil y su pasion dominante. Por
miedo se conserva el respeto recíproco en-




314
tre los hombres , por miedo se sostiene
el honor de las Mulleres , por miedo se
cumplen los contratos , y por miedo se
besan muchas manos que se quisieran ver
quemadas : ¿ pues qué es lo que tiene de
malo el miedo para que nadie se ayer-
Iiiience de confesarlo P Yo tengo para mí
que los medrosos se recatan por modes-
tia, y porque conocen demasiado la .gran
superioridad que tienen respecto de los
hombres valientes, á quienes Miran como
una especie de atletas desr.lnados á su di-
version y recreo. ¿Y quién no ha de go-
zarse, en efecto, al ver que de estos últi-
mos los unos se dedican á arrójar fuera
del reyno á los enemigos exteriores , y los
otros á perseguir á los perturbadores de la
tranquilidad pública, Mientras que el pa-
cífico é indolente medroso no se moverá
dos . pasós en que amenace *el mas ligero
riesgo, aunque viera desplmnarse.el mun-
do y arruinarse cuantas patrias ha habido
y puede haber en el universo:' ! O almas
grandes y verdaderamente nobles! seguid
tomando las mismas precauciones que has-
ta aqui para 'alargar cuanto se pueda la car-
rera de la vida , pues por mas que hagan
burla de vosotros, tambien teneis en vues-
tra mano el rezar ó no rezar padres nues-
tros, que es el único favor que pueden re-
cibir en la otra vida aquellos inocentones
que en esta se metieron á faroleros_


315
TEATROS.


Los Rechazos , comedia en un acto,


No hemos visto impresa esta comedia:
parécenos traducida del francés aunque
no se anuncia en el egemplar que 'tene-
mos á la vista.


Su accion es una máxima moral desen-
vuelta con mucha gracia y originalidad. Un
suceso de poca importancia ,suele produ-
cir, por la disposicion que sucesivamente
va dejando en los ánimos, efectos de !Mi-
cha


• trascendencia.
Data Clara es amada del coronel don


Alejandro : este, que es hijo de un secre-
tario del despacho, ha prometido favore-
cer á don Eustaquio, tio de su novia, en
la solicitud de un destino- que pretende,
al. mismo tiempo que don Eustaquio tra-
ta de ascender á su mayordomo , y este
al lacayo de casa que quiere unirse con
su .sobrina, criada de dofía Clara. Es muy
de ver la humildad y 'adulacion de los
pretendientes , la altivez y entonacion de




•solge!aaadsap salauÁrs un
-uasaadaa es une is ‘o!aol!prte le edina vi
ampo anb /Cual ou aluatn:14stioa aod :atoad
-se risa ap otiatmaenteut ono n 0M7lbSg 70
S alagInll ny 912 011711,11 la nuosaadaa as op
-uena enb saaoÁena otianut uoaanj oatigyd
lap sosneide soj


sesra su' anb sozvyodu-
SO1 ap ttopeltiosaaciaa el tia soutnou son°
-5011 ¿uezegsp? os 9 unsatpuew OS S011
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-eta rj aenaasqo .n' ou bnb ‘uaaaagua al anb
raed asopuyaedani 9 'nsed ap ount un
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-os el ap sasep saitumajw set ap sopeut
L


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Iop osequallu! 9 11m:n ()apena un se epa
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uealoi as sounsap sol soptloload so' y
saamaload sol ualq anen p OVIOUICAISODIIS
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zed ej aaaignsaa o!aeuea ¡a
•iatageo opuanb ns ap uop


‘otauttea un ruge ns 9 opuelelaa e!patual
of leal 1ap ua5}!ao jo aaouoa `oluain.
otionut ap exiatulanm so pub `rasa -etnou
ns nuteuf opereffaa men al


anb (nana
-ed un optte.gseit citas 'aduan apand as ou
matice •seaasoa9 sem tos sezueluan sef
‘0AIA. setu sa pep!lopadns ansajutetu ap
oasapavonj sem sa oluanuguasaa
€maos eleasa ei


ua opuefect el as 01010j
-uoa anbaod 'platico 9 e.1ad ai tse° anb
otuopaoÁent le nenietu alga 1 uotsualaad
ns ap apeigeti ¡1 Cuate °puerta 0.!2 je ea
-rmaas uoa -C2C12 anb ainetue ns 110D 091,1
epeaadsasap nsa -rae¡' euop ap minad
1ap Empapd el ua alsistwa apera ra


'FLOTIO Ántu zatnawia run aanpoad
`uotampautut uoa uan.9!s as anb seuaasa
ata sonaasap ‘sopriso sol ap alsenuoa
‘saacnoaload Á saluatpuaload aluaturmsaa
-ns uos sopo] !sua otuoa Á Isaamaload soT,


9IC


4




9


son responsables á los,3 1 á SUBSCRIPCION.


De la autoridad real segun las leyes di-
vinas reveladas , las leyes naturales , y
la carta constitucional. Obra escrita en


francés por el Señor de la Serve , abo-
gado en Paras, y traducida por Á. O.


El mérito de esta obra, la importan-
cia de las cuestiones que en ella se tratan,
y la utilidad que de 3u lectura puede sa-
carse, se conocerá por la sola indicacion
(le lo contenido en sus capitulos: son los
siguientes.


PRI1uERA. parte.—De la autoridad real, se-
gun las leyes divinas reveladas.


Cap. I Antiguo testamento.
Cap. II Nuevo testamento.
SEGUNDA parte.—De la autoridad real , se-


gun las leyes naturales , esto es , segun
los principios del derecho público general.


Cap. I ¿ La autoridad real es de derecho
divino?


Cap. II Origen y fundamento de la auto-
ridad real.


Cap. III ¿ Cual es el objeto de la institu-
Men de la autoridad real?


Cap. IV ¿Qué es un rey ?
Cap. V ¿Qué diferencia hay entre la suce-


sion hereditaria constitucional , y la le-
gitimidad de 'los ultra-realistas?


Cap. VI .¿Los reyes
• pueblos?


Cap. Vil ¿La insurreccion es un derecho
inenagenable de los pueblos contra un
poder . despótico ó tiránico? •


Cap. VIII. Continuacion.
TERCERA parte—De la autoridad real, se-


«un la carta constitucional.
Cap. I De las formas con que ha sido


dada y recibida la carta costitucional.
Cap. II ¿Qué es la voluntad general?.
Cap. III Mecanismo de la constitucion.
Cap. IV ¿El rey es el primero de los gran-


des poderes del estado?
Cap. V De la iniciativa' directa del rey y


'de la indirecta de las cámaras.
Cap. VI Derecho (le la guerra y de la paz.
Cap. VII Del órden judicial.
Cap. VIII Derecho de perdonar.
Cap. IX Nombramiento. de los empleados
4/- públicos.
Cap. -X Límites de las ordenanzas reales.
Cap. XI De la inviolabilidad del rey.
Cap. XII Resumen de lob doce capítulos


anteriores.
Cap. XIII ¿ Cuáles son las garantias de


la ley de elecciones?
Cap.- XIV Con tinuacion.
Cap. XV ¿ Cuándo la Francia gozará de la


verdadera libertad?
Cap. XVI De la república, segun la carta.


El traductor tiene concluido su traba.




320jó , y tan solo espera reunir el suficiente
número de subscritores para publicar esta
obra:por lo mismo se cerrará la snbscrip- •
cion á mitad de julio, para poder imprimir-
la y publicarla á mediados de agosto , y
aun antes.


Se subscribe en las librerias de Paz,
de Collado y en la estrangera de Dcnné.


Anunciamos y recomendamos esta obra;
porque habiéndola leido , nos parece la
mas á propósito para generalizar entre nos-
otros y fijar con exactitud las que se lla-
man ideas liberales: Su autor es uno de los
mas célebres jurisconsultos de Francia , y un
juicioso é ilustrado patriota : y su libro pue-
de mirarse como un curso completo de polí,,
tica constitucional.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 47.
SÁBADO, 23 DE JUNIO DE


DIALOGO.


SEAFTEBURY MLEABEAU.


MiRABEAU.


SaMote con respeto y gratitud, ilustre
antecesor mio en el arte de sostener los
derechos del pueblo, ó esclarecido Shaf-
tebury,


, autor de la libertad inglesa. Al
moradasdescender de las rad s de los vivientes


á esta region de inmortalidad, mi pri-
mer deseo fue conocer las almas valero-
sas de los heróycos tribunos del género
humano: entre ellas ocuparé un lugar
desdeñado por los héroes de sangre ó por
los rastreros aduladores de los reyes; pero
el único en que bribia la verdadera gloria;


TOMO V.M. A-0




or
sol •!5 canunnexa E annlop aut sotuer


¿so5pq stn no.recuria
-oad anb sapepaanopünauad
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'setacluatnel.ind sauoionso, sul' ultime atk
otqmp Isra o'.1an; ignbc amilsIsamt 1339
-991.e!P ullanbe ánb aicusod sa? ond


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ns E oplu!dwur ung anb so,)!9.9aa


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-Orunit Sauozu.i0J sol ap oulñw oa!u9
ZU£




324
sentimientos que espresaba estaban en mi
alma, ó si las máximas que enseñé es-
taban en mi entendimiento. Importa muy
poco á los ambiciosos si el alma que ma-
nejan está bien ó mal templada: les bas-
ta que sea buena pira herir. Ni corazon
ulcerado de la injusticia, con que se me
trató en el palacio de los reyes, solo bus-
caba los medios de vengarse. Si hubiera
nacido en tiempo de Tomas Beker, me
hubiera reunido á los defensores de las
innmnidades sacerdotales : bajo el faccioso
Leicester , hubiera favorecido lo privile-
gios de la aristocracia ; pero_ nací en un
siglo mas ilustrado y despues de una es-
pantosa revolucion: mis recursos para la
venganza eran los mismos derechos de
la nacion, que con tanto ardor, y aun
puedo decirlo, con tan buen éxito ata-
qué, mientras estuve en el ministerio.


Mira beau.
No en valle los amigos de la liber-


tad inglesa lanzaron un grito de exulta-
cion, cuando te vieron escluido del con-
sejo de Carlos II. Sean las que fueren las
intenciones con que defendiste la causa na-
cional, aunque la historia inexorable te mar-
que con la nota moral que aflige tu con-


/ 325
ciencia, todavía la historia y tit debeis
confesar que á la elocuencia de Shafte..
bury debe en gran parte au libertad el
pueblo dominador de los piélagos. A Ses-
to y á Licinio debió el pueblo romano
la partícipacion con la nobleza en las ma-
gistraturas cundes; y sin embargo la in-
tencion con que lo hicieron, no fue muy
patriótica. A los Gracos dirigió tambien
la venganza, á Bruto el mayor y á Cola-
tino les sirvió de escuela para libertar á
Roma de la atrocidad de Sexto Tarquino. El
cielo juzga las intenciones y la tierra se
aprovecha de las grandes hazañas.


Shajiebury-.
No dices . mal. Yo mostré á la Ingla-


terra que los Estuarios y la libertad eran
incompatibles: yo descubrí el principio de
accion (le donde se derivaba la omnipo-
tencia del parlamento inglés, que quería
reconcentrar en sus débiles manos uu rey
mal asegurado sobre el trono: yo afirmé
la aristocracia de la propiedad territorial,
uniéndole la de la industria y del saber;
yo templé la primera, siempre ansiosa del
privilegio, con los principios democrati-
ces .que dominan en la segunda. í Feliz,
si •solo el verdadero patriota no hubiera




326
dirigido mis planes de operacion contra
el poder absoluto que afectaba los afe-
minados sucesores del terrible Cromwel!
Tú quizá fuiste mas feliz : tu conciencia
quizá estuvo siempre de acuerdo con tus
palabras.


lidirabeau.
Sí, crei mi patria digna de ser libre:


vi una ocasion oportuna para lograrlo: me
hallaba en la situacion conveniente para
trabajar en esta santa obra, porque fui re-
presen tante


del pueblo: todas las fuerzas
de mi voluntad , todo el ardor de mi fan-
tasía, todos los rayos de mi elocuencia,
uantos conocimientos Babia adquirido,
antas' relaciones tuve en el mundo social,


cinta influencia debí.á mi nacimiento, á
is riquezas ó á mi saber, todo lo con-


sagré á la causa de mi nacion. Mi juven-
pa
i, tempestuosa se agitó en el golfo de
as pasiones Y de los vicios; pero con-
sagre; á la patria• mi edad madura. Jamas
tuve, ni quise tener conexiones en el pa-
lacio de los reyes. Nací para combatirlos:
nada esperé, nada deseé de ellos: he vis-
tó el fruto de mis taréas patrióticas y he
gozado de él. La Francia tiene una cons-
titucion mil veces mas liberal que ]a de


32;7
Inglaterra; y todos los géneros de tiranía
yacen por el suelo en el pais que sufrió
la fastuosa dominacion de Luis XIV, mer-
ced á mi elocuencia y á la de mis vale-
rosos compañeros de armas.


¡Feliz otra ySite ii iill'eltiYve cres. tú que puedes
ghzar sin remordimiento de la gloria que
In.s adquirido! ¿y. en qué estado queda la
.Francia en el momento que le faltó un •
defensor tan importante de los derechos
nacionales? Sin duda • que habrás dejado.
corno yo herederos de tu sistema y de
tu influencia : sin duda.—


M'irabeau.
La Francia á pesar de todos nuestros


esfuerzos, .es imposible que sea republi-
cana; pero al menos....


baftebulz.
¡Cómo! pues qué era vuestro proyec


to convertir en una república la antigua
monarquía de Carlo-magno , tantas veces
y bajo tal diferentes formas descompues-
ta y vuelta • á componer ?


Mirabeau.
No hay duda : todos nuestros trabajos


se han dirigido constantemente á conse-
.


guir ese objeto. Mas , yo soy quizá el úni-




328
co entre los amantes de la libertad que
lo cree imposible de egecutare Una gran
parte de mis compañeros en la repre-
sentacion nacional lo juzga muy ase-
quible; y el sabio Bailli , tan hábil para
descifrar las tinieblas de la antiguo ciad, co-
mo para romper el velo hipócrita de la
tiranía, se alegró al saber la fuga de Luis
XVI, y me dijo entonces: mejor: con eso
tendremos la república.


Shaftebury.
Pero ¡la Francia república! ¡ una re-


pública francesa! ¿ cómo es posible que se-
mejante idea....


Mirabeau.
¿Y por qué no? Roma y Atenas ¿n.o


fueron repúblicas? Los franceses ¿ceden
por ventura en intrepidez y en saber á
aquellos dos pueblos célebres ? ¿ no les son
superiores en conocimientos políticos, en
la ciencia administrativa, en la suavidad
de las costumbres, en la filosofía de las
ideas ? ¿Quién les quita el derecho y la
aptitud para gobernarse por sí mismos ?


Sligfeebury •
Tú mismo acabas de decir que es im-


posible hacer de la Francia una repú-
blica:


32g
Mirabeau.


Y lo repito: segun•mi opinion hay obs-
táculos insuperables para que lo sea; pero
estos obstáculos son meramente accidenta-
les, son hijos de las circunstancias y del
siglo; mas no pueden destruir el derecho
que todo pueblo tiene á tomar parte en
su gobierno.


Shaftebuiy.
No hablarnos de ese derecho que es


imprescriptible é invocado aun por los
mismos tiranos, cuando quieren legitimar-


. sus usurpaciones : se trata ,de la parte que
el pueblo puede tomar en el gobierno se-
gun el estado actual de la civilizacion en-
ropéa; y considerada la materia bajo es-
te punto (le vista, repito que no sé como
ha cabido en el entendimiento de un
hombre instruido que la Francia pueda ser
una república.


Mirabeau.
¿No est& la América inglesumasiesten-


dida , y dentro de pocos años estará mas
poblada que todas las naciones eüropéas?


Shaftebury.
El grande é inimitable Wasington me


ha esplicado ese secreto. La confederacion
de pequeños estados republicanos . forma




33o
en aquel venturoso pais una repiíblica.
Las instituciones republicanas no tienen
allí inconveniente ; porque los medios de
defensa pública son monárquicos.


Mirabeau.
Y ¿quién impide formar en Francia


una confederacion de sus 83 departamentos,
gobernado cada uno segun el régimen re-
publicano? Cualquiera departamento fran-
cés tiene menos territorio que. el estado
mas pequeño de la repúbliéa americana.


Sbast¿bury.
¿Pero estais tan ' . separados corno los


descendientes de Peno ' de las grandes po-
tencias usurpadoras y ambiciosas? ¿Sois
tan virtuosos como ellos ? ;1 vuestras cos-
tumbres son tan sencillas ? ¿Sois tan aman-
tes del trabajo, y de la felicidad domés-
tica? vuestra Europa teneis á la casa
(le Austria siempre armada, siempre an-
siosa de engrandecer su territorio, siem-
pre dispuesta á hacer valer sus preten-
siones sobre las provincias septentriona-
les y orientales de vuestro imperio: te-
neis la Rusia jóven , semi-bárbara en el
vigor de su edad, que apenas cuenta un
siglo de nacida, y ya ha dividido la an-
tigua Polonia y unido el mar negro con


• 33t
el báltico : teneis la monarquía absolu-
ta y militar que creó el genio de Fe-
derico II, y que amenaza á todo lo que sea
mas débil que ella. Y vosotros, al pro-
clamar la libertad, al dar á los pueblos
un grande egemplo, al arrojar á los pies
de los tiranos el guante de una eterna-
lid, ¿debilitaréis vuestras fuerzas , rom-
piendo el vínculo de la unidad en el go-
bierno? Dividios en departamentos: haced
83 Franeias: renovad bajo formas repu-
blicanas la desmembracion feudal, destro-
zad la monarquía de Luis XIV, y vereis
que fuerzas os quedan para resistir á vues-
tros enemigos.


Mirabeau.
Los americanos confederados triunfa-


ron de los ingleses: los griegos confede-
rados de los persas.


Shafiebury.
La Inglaterra no es una potencia con-


tinental ; y no ignoras sin embargo cuan-
tos esfuerzos hicieron la España y la Fran-
cia para sostener la espirante libertad de
la América. Y en cuanto al egemplo de
los griegos no es aplicable. Ni es uno mis-
mo el modo de rlacer la guerra, ni uno
mismo el espíritu de los pueblos , ni unos


n•1




333
332
nimios los resultados de la victoria. Será
posible inspirar momentáneamente al pue-
blo francés un espíritu tal que logre triun-
far de sus enemigos; pero al mismo tiem-
po será necesario 'atormentarle de tal ma-
nera y en tan diferentes sentidos, que mal•
diga su triunfo y ansíe por el descanso
que se goza en el sepulcro, donde el des-
potismo sumerge las naciones. No, el frun-
ces no puede ser republicano: esto pugna
con sus intereses, corno ciudadano de Eu-
ropa: esto pone en peligro su indepen-
dencia: esto es incompatible con sirs ideas,
con sus necesidades, con sus vicios y con
sus virtudes.


Mirabean.
Aunque estoy y siempre estuve con-


vencido de los grandes obstáculos de nues-
tra empresa , sin embargo, el deseo de que
mi patria gozase completamente de la li-
bertad....


Shaftebury.
E): hombre de estado no debe .desear


nada imposible ; porque trabajando por al-
canzar quimeras, se pierden las cosas jus-
tas y razonables que se pudieron haber
adquirido , sino se hubieran manifestado
pretensiones extravagantes.


Mzrabeau.
Cosas justas y razonables! ¡ Cuán mal


conoces la clase de enemigos con quie-
nes las habe:nos! Te parece á tí que la
aristoceracia francesa se presta á ninguna
transacion ? Crees tú que el clero fran-
cés reconoce, ni quiere reconocer en po-
lítica mas que las consecuencias que ha
deducido del derecho divino, para aplicar-
las segun sus intereses al gobierno de los
pueblos? Se han pu.esto.en hostilidad con-
tra la nacion • francesa, y la guerra es de
muerte. Es preciso dar á la nacion ar-
mas, y no puede tener otras que las que
suministre la libertad.


Shaftebury.
Mas no la libertad republicana.


Mirabeau
Amenace,nos con ella, aunque reco-


nozcamos su imposibilidad , para aterrar
á nuestros enemigos-


Shrlftebuly.
Y para aumentar su número. Ninguna


institucion contraria al espíritu y á los
intereses de un gran pueblo puede ra-
dicarse. No fue asi corno yo miné las pre-
tensiones del poder absoluto. Cromwel
pudo y debió proclamar la república




334
glesa, porque su intencion era tiranizarla.
Mi plan, aunque sugerido por la.venganza
fué mas' sensato , porque era conforme á
los intereses y al espíritu de mi siglo y
de mi nacion. Yo uní estrechamente la
aristocracia con el pueblo; dejé al trono
el lugar que le pertenecia en la gerarquía
social; pero le despojé de la tiranía. Ni
aun se estendió mi proyecto á destronar •
los Estuardos, sino á hacerlos conocer que
debian haber hecho mas caso de un hom-
bre como yo, quitándoles el poder esce-
sivo que yo mismo 'labia acumulado en
sus manos. Si despues de mi muerte fue-
ron lanzados del solio y de la Inglaterra,
no fue culpa m isa, sino de ellos que se os-
tinaron en conservar el poder arbitrario,
cuando ya no tenian un Shaftebury para
defenderlo.


Mirabeau.
¿Y te parece posible unir la aristocra-


cia con el pueblo francés ?
Shaftebury,


No: ya no ha quedado en vuestra
grandeza el menor vestigio de la indepen-
dencia y altivez de los siglos feudales.
Degollada por Luis XI, guerrera y em-
prendedora bajo Carlos VIII, Luis XII y


335.
Francisco I; turbulenta y facciosa bajo los
últimos Valois, despojada de todo su po-
der por Richeliett, llamada á la' corte por
Luig XIV, y envilecida por Luis XV , vues-
tra nobleza no tenia ya ningun caracter de
conservacion que la hiciese digna de fi-
gurar en un gobierno nacional y repre-
sentativo. Todos sus recuerdos se redu
cian á las intrigas viciosas y malignas de
palacio; toda su ambicion á chupar por
medio del favor la sangre mas pura de
los pueblos. Nada bueno podia hacerse
de ella. La aristocracia inglesa tenia un
caracter muy diferente: siempre fue fa-
vorable á la nacion : siempre adversa é in-
fausta á la tiranía. La francesa solo ha-
bla conservado de sus antiguas cualida-.
des el valor militar. Pero ¿ qué os impor-
ta vuestra antigua nobleza, cuyas fuer-
zas son nulas? ¿ No habeis triunfado de
ella completamente? ¿ no la habeis des-
pojado de su caracter político elevando el
tercer estado á la supretnacia legislativa
que le corresponde de derecho? ¿ no habeis
abolido todos los privilegios feudales? ¿no
habeis legado á vuestra nacion. el precio-
sisimo dogma de la igualdad ante la ley
que nivela políticamente todas las clases,




336
y no distingue entre los ciudadanos fran-
ceses mas títulos que los del mérito y de
la virtud ? ¿ qué fuerzas le quedan á esa
aristocracia, que antes de la revolucion era
ya nula ?


Mirabeau.
Conspiran.


Sheykebtay.


Velad vosotros. Las conspiraciones de
un partido que no está ligado con los in-
tereses ni las máximas populares, soló son
peligrosas á sus autores. Ademas con vues-
tros proyectos de republicanismo si no dais
la verdadera causa, a lo menos dais un pre-
testo plausible á sus conspiraciones. Voso-
tros habeis dejado el trono sin defensa
alguna , porque solo terniais el despotis-
mo; y asi vuestro gobierno actual carece
de cimientos, porque con tantas garan-
tías á favor de la libertad , no habeis esta-
blecido una' sola para el orden.


Mirabeau.
Y á quién debimos ;encargar la de-


fensa del poder público/, á la nobleza
al clero ?


Shaftebury.
Ni á uno ni á otro : porque en 13


337
Francia del liglo XVIII , carecian entram-
bos del respeto y veneracion púLlica. Pero


por qué no habeis creado una aristocra-
cia nueva, enteramente nacional, que pro,
cediese del pueblo y se terminase en el
monarca ? ¿ no Os pudieron servir de mo-
delo los senados de las repúblicas ame-
ricanas? De este modo hubierais sustrai-
do el trono del embate de las pasiones
populares, hubierais cerrado toda esperan-
za á la tiranía y hubierais consumado la
revolucion. Cuando la nacion propone pa-.
ra conservar • sus instituciones á los hom-
bres en que mas confia, y el gobierno eli-
ge entre ellos, existen todas las garantías
posibles del orden. ¿ No teneis sabios ma-
gistrados y militares ? ¿ no hay en Fran-
cia hombres distinguidos por su talen-
to y virtudes ? Rodead el trono de vir-
tudes y no temais las conspiraciones.


Mirab -'au.
¿ Y en 'qué manos mejores pudimos


poner la defensa de la libertad que en
las del pu:cilio?


Sha' tebury.
La de la libertad sí : la del orden no:
tú no puedes ignorar que la libertad
rubio vitt. A2




338
sin el orden se convierte en anarquía. En
toda sociedad hay una masa determina
da de poder: el gran problema político
es saber cómo debe distribuirse y en qué
manos deben depositarse sus fracciones. Los
códigos constitucionales se escriben faciP
mente : el negocio es ponerlos en egecu-


don.


Shajtebury.
Sí: mas no pueden conservarse en sus


Manos. La delegacion. de los poderes es
de absoluta necesidad-en los estados gran-
des , porque es imposible reunir en ellos


á lo menos permanentemen
te toda la ma-


sa nacional, que es donde unicamente es-
tá. radicada la soberanía. Cuando el pue-
blo en virtud de las leyes constituciona-
les ha distribuido y delegado los poderes,
se debe dejar á estos en completa libertad
de obrar, y darles al mismo tiempo to-
das las garantías posibles•, contra. las pasio-
nes particulares. Para constituir, no bas‘.
ta plantar: es necesario conservar.


Mirabeau.
Nosotros hemos puesto en las manos


339
del pueblo todo el poder de que nece-
sita para que sea libre: hemos roto las
vergonzosas cadenas que le ligaban á la
obediencia pasiva hemos disipado el pres-,
tigio que la inveterada costumbre de la.
esclavitud habia formado á ftvor de los
que tomaban el insolente título de serio-
res: liemos proclamado el :imperio de la ley.


Sh.aftebto
habeis hecho muy bien. Esas preo-


cupaciones, esos hábitos no existian ya
en la parte culta de vuestra nacion : ha-
beis roto las cadenas del pensamiento : ha-
beis hecho respetable la dignidad (le hom-
bre, de ciudadano, promulgando el dog-
ma de la igualdad. Pero permite que te lo
pregunte otra vez: ¿qué basa hebeis dado
al hermoso altar que erigisteis á la libertad
de la Francia? ¿ Quién lo conservará?


Mirabeau..
El pueblo mismo que nos ayudó á


levantarlo. .
Shaftebwy.


¿El pueblo ? pues ha de permanecer,
unido . siempre y en estado de votar?


Mirabeau.
No;:. pero la asamblea legislativa le:re


presenta..


Pero é no
los poderes?


312rabea u.
dimanan del pueblo todos


22




34o
Shaftebuir.


La asarnbléa legislativa soló puede re.,
presentar la opinion y la voluntad públi-
ca en la confeccion de las leyes, y en
un estado hay otras muchas cosas que ha-
cer. Ademas Supongamos por un momento
que el cuerpo legislativo hace uná mala
ley : c quién corrige este yerro ?


Mirabeau.
Hemos dado al gobierno el derecho de


dar ó negar su sancion.
Shaftebury.


Mal el gobierno no se atreverá jamas
,á negarla; porque quien la pide, tiene un
poder inmenso. El primer veto que espida
será la sedal c!..; su ruina. Quién le de-
fiende entonces ?


Mirabáais.
Y bien', asi se cumplirá siempre la vo-


luntad del pueblo.
Shaltebuly.


Difieras bien si lo que tú. llamas vó:
luntad del pueblo, lo fuera siempre ver-
daderamente. Pero una ley mala no pue-
de ser la voluntad del pueblo; y no nie
negarás que vuestra asamblea legislativa
puede proponer leyes malas. No disputaré
contigo sobre la cuestion constitucional,


34t
sino sobre la política. Vosotros habeis de-
jado el trono sin defensa con el objeto
de que no tenga poder para oprimiros.


Mirabeau.
Es así.,


Shaftebury.
Pues tampoco tendrá poder para go-


bernarnos. ¿ Por qué, pues, habeis dejado
esa rueda inútil en vuestra eonstitucion?
Mirabeau, habeis hecho grandes cosas: el
temor os ha impedida consolidarlas.


Mirabeau.
Pero ese temor es justo. Crees tú que


si el poder se hallase sostenido con cuer-
pos conservadores, con instbliciones . vi-
gorosas , no nos.


llevaria dulce y suavemen-
te al despotismo antiguo, ó á lo menos
á una 'especie de tiranía racional y pru-
dente, pero indigna de un pueblo ilustra-
do? Nosotros ni queremos Nerones ni Tra-
janos.


Sha, aftebury.
Por el camino que vais, tendreis Ma-


rios y Cesares ; y screis felices si la tila
nía militar se anticipa á la popular. Ade-
mas, yo no creo que nacion inglesa
sufra el despotismo: la persona, la pro-
piedad , el pensamiento se respetan allí




342
en el mas oscuro ciudadano ; y sin embargo


poder está rodeado de baluartes ines-
pugnables. Nuestra nobleza que siempre ha
sido nacional , está, en primera línea: las
ideas populares son todas á favor del tro•
no : la reiigion


Mirabeau.
¡La religion !. Yo he dicho. publicamen-.


te : si fuereis ser libres descatolizad la,
Francia.


Shaf‘cbury.
¡ Qué oygo! Segun eso , tú has dado,


la señal de la guerra civil.
Mirabeau.


¿ Por qué ? •
Shaftebury.


Porque la religion es la propiedad mac
sagrada del que la tiene. Un insulto pú-
blico á ella, equivale á. tantos insultos per-
sonales como son los indivíduos que la
profesan: El dia que pronunciaste esa in-
fancia palabra, aquel dia armaste contra
el nuevo orden de cosas á. todos los hom-
bres, cuya moral en la vida presente y
cuyas esperanzas para la futura se fundan
en los principios religiosos. Tú mismo,
tú., quizá sin quererlo, por una impruden-
cia sumamente culpable en el hombre pú-


343
tilico , has hecho intervenir el nombre
del cielo en la lucha de la tiranía contra
la libertad. Tú has despertado el fanatis-
mo que dormia ya su sueño en el sepul-
cro de Enrique . IV.


Mirabeau.
¿Y quién podria sufrir las indecentes


intrigas , los miserables recursos de que •
se valen los indignos ministros del santua-
rio para sostener el despotismo, estrecha=
mente unido á sus intereses .? Llenan los
ánimos del pueblo de terrores religiosos:
los escitan , los espolean contra los prin-
cipios liberales: el mismo tribunal de la
penitencia es para ellos un medio de cons-
piracion.


Shajtekay.
_ Y ¿ á quién engaiWtO . Mientras la-na-


cion se limite á despojar el arbol de la
religion de las ramas ! parásitas de lasw -
persticion y el • fanatismo, mientracon-
tenga el poder sacerdotal , dentro de los
límites espirituales que le señaló el att-
tor de la religion , mientras n'O` haga mas
que reducir el poder y la opulei-~del
clero á lo que kiéCésidálejl r'erít:
giosas del pueblo , •será posible ct it^ "é!
descontento y las intrigas • de algtinO§'..1Éa.;,?




344
náticos oscuros causen conmociones par-
ciales y momentáneas; mas no serán pe-
ligr osas-dara la libertad , que existe por
la adhesion de toda la parte instruida de
la poblacion. Pero si se pasa adelante , si
se atacan los principios y dogmas Lle la
relígion , si se fulminan proscripciones
contra el cuerpo sacerdotal, si se, da mo-
tivo á que cada uno tiemble por su cre-
encia, entonces los mas firmes apoyos de
la libertad mirarán , á lo menos con in-
diferencia , una lucha horrenda y peligro-
sa , en que se Ataca el derecho mas pre7
cioso del hombre libre, que es la propie-
dad de su religion. ¿ Qué basa queda á
la moralidad de aquella parte del pueblo
que no sabe raciocinar? ¿ Qué garantía
se deja á la libertad personal y de la im-
prenta, cuando el pensamiento no está
seguro en su santuario mas respetable?
No hay fuerza , Mirabeau , no hay poder
cap.az de establecer ó de abolir la creen-
cia de los pueblos. Una inquisicion sacer-
dotal cubre la 'España de víctimas para
asegurarla : en valle. Una inquisicion po-
pular podra inundar la Francia de sangre
para abolirla: en vano tambien. Las pros-
cripciones se mienten siempre á, sí mismas.


345
Mfrabeau


No es á mí, á quien debes procla-
mar esas máximas. Ninguna especie de
proscripcion es conforme con mis prin-
cipios. Yo he defendido en el santuario
de las leyes la persona, el honor y los
caudales de los emigrados ; pero tú co-
noces cuantos peligros corre la libertad
francesa. Sus enemigos minan desde el
trono hasta la cabaña.,


Shcftebury.
No hay enemigos mas peligrosos que


los amigos falsos é hipócritas. Entre los
que usurpan el nombre sagrado de la li-
bertad en tú pais, ¿ no hay hombres de-
vorados de la ambicion del poderío ? de
la sed de sangre? ¿del deseo de enrique-
cerse con los desórdenes públicos y las
calamidades privadas?


Mirabeau.
Sí: yo descubro en muchos corazones


la atrocidad de Neron y la hipocresia
tribunicil de Saturnino.


Shafiebury.
¿Y qué haceis con esos hombres?


Mirabeau..
LOS sufrimos : tal vez los halagamos. Nos




346
son necesarios para aterrar el servilismo y


aristocracia.
Shuftebuly.


¡Triste libertad, la que necesita de
semejantes apoyos ! Esos acabarán por
transferir á sus manos todo el poder. Si
alguno de ellos tiene talento , vendrán
los Bias de Cromwel: si no , el decenvi-
rato. ¿Sabes donde catan los verdaderos
elementos de la libertad? En esa inmen-
sa clase media que posee las luces y las
virtudes , y que en definitiva triunfará de
todas las tiranías. Llamadla, consultadla,
entregadle el destino de la Francia. Hasta
ahora no lo habeis hecho: habeis reuni-
do materiales para la guerra y los incen,
dios.


Mirabeau.
Es porque hemos conocido la necesi-


dad de la defensa. La suerte de la liber-
tas francesa »depende de una gran batalla.
Fue preciso reunir fuerzas en el campo;
y ya sabes que en la guerra no hay mu-
cho escrúpulo en elegir los auxiliares.


Shaftebury.
Si es fuerza pelear, si la demencia de


vuestros enemigos obliga á la Francia á
ser el teatro y la víctima de la discordia


347
civil, entonces se prepara el capítulo mas
importante de vuestra historia. Las nacip...
nes y los gobernantes futuros aprenderán
en él, las primeras á no, exagerar ningun
principio , los segundos á respetar la li-
bertad, cuando la libertad ha llegado á
ser la primera necesidad (le un pueblo.
En cuanto á tí, yo te creo hombre de
buena fe., pero ya perteneces al dominio
de la historia. Has sido consejero de un
gran pueblo. : la posteridad sabrá si tus
consejos fueron saludables ó infaustos.
Tienes el mérito de haber proclamado
grandes verdades ; mas yo temo que ar-
reblitado por el patriotismo, viste solo el
peligro de que pretendiste librar á tu na-
cion , y le diste un impulso fortísimo há-
eia el precipicio opuesto.




TEA'Fil OS


Misantropía y arrepentimiento.
Drama en tres actos, (le Kotzebue.


Este célebre drama merece un lugar
muy distinguido entre todos los del nuevo
género, conocido en la dramática moder-
na con el nombre de comedia sentimental.
ó plañidera. Fuerza es hablar de este gé-
nero, ya que á pesar de la aceptacion
que tiene en los teatros de todas las
naciones, ha sido objeto de críticas, bien
serias, bien satíricas , que han fulmi-
nado contra él personas muy distingui-
das por sus conocimientos en la bella 47
teratura.


Esta especie de drama, desconocida en
la antigüedad, no tiene por consiguiente
nombre griego ni latino. Ya esta es una
gran preocupacion contra él: los Antiguos
ni le dejaron nombre, ni .reglas ; y hay
muchos que se empeñan en no juzgar,
sino por las reglas que nos dejaron los
Antiguos. Pero á falta de Aristóteles
Horacio, buena guió es la naturaleza.


349
Todo objetó capaz de embellecimiento


puede ser asunto de las artes, cuyo domi-
nio abraza el mundo físico y moral, siem-
pre que puedan estender el prestigio de
la ilusion poética sobre la materia que;


Los trágicos griegos y romanos presenta-
ron en la escena las pasiones, los crímenes
y los infortunios de lbs grandes personages
de su historia . Estos objetos grandiosos,
eleva%los y eminentemente morales, se pres..
taban maravillosamente al:pincel poético:
la descripcion de los afectos en su mayor
grado de exaltacion , al mismo tiempo
que da una alta idea del poder y de la
debilidad del hombre que subyuga el
mundo y cede á un capricho, producian
entre los griegos un efecto moral muy
importante , cual -es purificar el ánimo
de las pasiones del terror y la coinpasion.
Algún dia trataremos con toda estension
este punto de literatura dramática.


Los modernos han observado que las
pasiones y lós vicios de las diferentes cla_
ses sociales producen infortunios, que á
veces se estienden á muchas familias, re-
lajan la moral y conducen á grandes crí-
menes. Determinaron, pues, presentar en




35o
_el teatro los cuadros de las costumbres
domésticas; y como para conseguir todo
el efecto moral que Se proponian, no
bastaba pintar los vicios ridículos, sino
tambien los afectos peligrosos, crearon,
ademas de la comedia,, donde se ridiculi-
za, el drama moral , donde se pintan al
Vivo las pasiones y sus consecuencias.


Hemos dicho que los modernos crea-
ron la comedia que tenemos. en el dia•
En efecto, no será muy dificil probar
que 'la , comedia 'de Moliere pertenece á
un género absolutamente diverso de la de>
Aristófanes , tanto como la de este es di.f¿
rente de la de Ter-ene:o. Los medios dra-
máticos y los resultados morales son
tintísimos; y solo se parecen en el nom.-
bre y en las reglas generales del drama.


No. hay que defender la comedia mo-
derna,' objeto del aplauso y del contento
universal del público. Veamos si el drama
moral, aunque desconocido entre los and,
guos, lo reconoce sin embargó la natura-
leza. ¿Puede pintar la verdad? ¿ puede em.,
bellecerla ? El litigio se reduce á estos dos
puntos.


Etvicuanto: al primero , no: hay duda.
Demasiado:: cierto es que las. 'pasiones :.de


35I
los particulares; son tán exaltadas, y á ve-
ces tan funestas para ellos y para los que
se interesan en su suerte, como las de les
reyes lo son para los pueblos..¿El colori-
do poético puede animar los cuadros de
la vida privada ? Claro es que sí : lo ve-
mos en la comedia propiamente dicha. El
Terencio español no ha compuesto • ningu-
na, cuya catástrofe no sea una escena
de ternura.


¿ Por qué, pues, hemos de privar al
teatro de un nuevo género que pinta • la
verdad, que la embellece, que propor-
ciona escarmientos morales mas seguros
que la tragedia; porque estan mas cerca-
nos nuestra condicion, y que presenta
á veces cuadros de virtud y de felicidad
doméstica 5 cuya influencia en nuestra con-
ducta privada es mas directa , porque po-
demos hacer con mas facilidad las aplica-
ciones .? Pocos se hallan en el caso de
aprovecharse de las lecciones terribles
que da la infanda familia de Atreo; pero
pocos seran los que no puedan aplicarse
la fábula de la Reconcitiacion de los dos
hermanos.


Este género tiene sin embargo dos in-
convenientes: el primero , su facilidad:




Todos los aspirantes al Parnaso se cm.:
pican en él y le desacreditan. El Segundo;
lo resvaladizo que es para caer en decla-
maciones Linchadas.


Tuígic.asp lerdmqn e dolet seniione pedestri,


ha dicho Horacio; pera al particular
no le ' es lícito elevar el tono mas alto
que su condicion : y esta es una de las re-.
glas peculiares de este género. Deben guar-
darsedos que se dediquen á él, de adoptar
el tono y las formas poéticas de la elocu-
cion trágica.


Estas reflexiónes. prueban que el dra-
ma moral, inferior en -el mérito de la
dificultad vencida á la comedia y á la tra-
gedia •, es sin embargo un género de com-
posicion agradable, mil fi las buenas cos-
tumbres y muy capaz de inspirar senti-
mientos virtuosos. Por -consiguiente no
debe desterrarse de la "escena ; y por mas
que digan sus enemigos, el Padre de fa-
milias el Desertor, Melania, y nuestro
Delincuente honrado seran siempre bien
recibidos del p'iblico.


La Misantropía obtiene un lugar muy
preferente en esta clase de composiciones,
por la originalidad de la combinacion


353
d'raMática, y por lá dificultad de hacer
verosimil la catástrofe. El caracter del ba-


. ron está perfectamente sostenida : su mé-
rito consiste en la oposicion de los afectos,
de su alma virtuosa y becevola , con los
principios que el infortunio le ha obliga-
da á . iídoptar. Esta oposicion es la ver-
dadera intencion de Iotzelme i


y el actor
debe emplear todo su arte én hacerla co-
nocer de los espectadores. Se manifiesta
principalmente en las escenas con el viejo
Tobias , á quien socorre despees dé ha-
ber sospechado de él- en él perdon que
pide á su criado Frantz, y.mas que todo
en el imperio que su amigo Horst conser:.
va sobre su corazon. Sin embargo no Ce,
de ni á la amistad, ni al amor ; ni
repentimiento de Eulalia, ni á las virtu-
des que ha producido este arrepentimiento
en el corazon de su culpable esposa: so-
lamente se rinde al amor paternal. Su
caida , si es vergonzosa á lós ojos del
pundonor, es respetable á los de la
turaleza.


La. catástrofe está preparada con mu.
,cho arte. El autor se ha aprovechado ha
bilmente de los primeros momentos do
la misantropía del báron, para determi-


Tomo 23




narle á vivir lejos de sus hijos. Asi la
impresion que la vista de estos le causa
despues de haber agotado las fuerzas de
su corazon en la 'ultima escena con ELIa-


, es irresistible, porque es repentina é
inesperada.


Eulalia es la que debe ser el subli-
'me ideal del arrepentimiento. Conoce toda
la , profundidad de su culpa, -y acepta
valerosamente la obligacion de espiarla.


La • reunion de la beneficencia y del arre-
pentimiento es un documento que per-
tenece escluSivamente á la Moral cristiana'.
El autor, á pesar de ser tan espinosa la
materia que eligió, no se desmiente, ni
falta á la verdad y á las conveniencias tea-
trales, sino una sola vez hacia el fin
del acto tercero cuando Horst dice á su


persuadiendole á que perdonase,
«Ella te ama.;)


No. El corazon de la adóhera arre-
pentida puede estar adornado de virtu-
des: su antigua culpa puede haberse bor-
rado con un diluvio de lágrimas : sus
infortunios y su resignacion pueden ha-'
corla digna 'del- perdon : Eulalia puede
apreciar el mérito de su marido: puede
"Venerarlo, puede adorarlo ; pero el amor


a55
virtuoso es un sentimiento que solo per-


, tenece á la inocencia: es la juventud de
la rosa que no brilla dos veces. La es-
presion de Horst es falsa, es indecente,
y es ridícula; porque la imaginacion del
espectador liga á aquella frase la conduc-
ta anterior de Eulalia.


Este drama éstá bien traducido. La ver-
sificacion es facil, y --„uando el pensamien-
to lo exige, animada y vigorosa, como en
la escena en que Eulalia confiesa su crP
men , y la última en que se despide para
siempre de su marido. Tal vez hay de-
masiada poesía ; mas esta no es culpa del
traductor, sino del original.


a3




355


Respuesta nada 'obscura al autor de la Carta
blanca.


Sea mil veces eri hora-buena, Señor'
Licenciado Palo-meque, por la singular
valentía con que V. ha sabido con-fundir
á todos esos bobi-tontos que andaban ca-
ca=reando que él y no otro 'eta capaz de
haber escrito el chapuceseo folleto, inti


tulado Concheiones y seniblánzas de.


etc.


Grande era nuestro susto y sin-sabor al
•ob-servar cuán poco se les alcanzaba de
achaque de malicias á los- que sin mas ni
"mas se habian em-pegado en cOlgarle
V. ese miserable librejo. Solo quien no
haya tenido la dicha de . conocer á V. de


'Cerca, h no se haya em-papado en la
substapcias de sus profundas y elegantes
pro-ducciones, podia caer en un error tan
'cha-vacano y grosero. Pero nosotros que
Corno gente de la pandilla, no solo de-
bla-mos saber quien fuese su verdadero
autor, sino que ademas sabemos de coro,
del revés y del derecho todo el cató-logo
de las obras que han salido de la docta


357
pluma de V., estaba-mis que no se nos
-cocia el pan hasta ver si algun alma . pia-
dosa tomaba á su cargo el des-engañar
tanto tolondro.


Por-que ¿ qué malicia de moron-danga,
decia-mos nosotros, es la que encierran
esas semblanzas, para que se la crea dig-
na de quien nunca supo decir ni hacer
las cosas á medias? ¿Cuando , ni de don-
de ha podido nadie sos-pechar que si el
Licenciado Palo-meque echaba mano á sus
pinceles, se habia de haber encontrado
ninguna media-tinta en sus cuadros? Pri-
mero hubiera él arrojado al fuego sus lien-
zos, que dejar de poner un áspid en ca-
da cabello, y en cada faccion un endria-
go. ¡Bonito es el Licenciado para conten-
tar-se con es-presar los lunares del ros-
tro y algun defectillo en los modales! An-
tes hubiera él reventado de un sofoco que
dejar: de volver-les lo de dentró á-fuera
para buscar algun vicio en lo mas escon-
dido de sus entrañas. ¿Quién seria el gua-
po de los diputados que se hubiese es-
capado de entre sus uñas sin una des-
olladura en la frente, y sin media docena
de cicatrices que le hiciesen des-conocido
de los propios y de los estragos? Pues




358
qué, ¿es algun guerrero novél y poco
asendereado que dirige sus golpes á la ven-
tura ; ó no es un Hércules que sacudien-
do su pluma no solo tizna y en-lutece á
cuanto alcanza , sino que como si estuviera
em-papada en la ponzoña de la hidra ato-
siga y destruye lo que . toca?


Estas y otras reflexiones hacia-mes
nos-otros, cuando por dicha nuestra nos
trageron esa divina Carta blanca, que aun-
que ya estab.a im-presa , firmada , en-cua-
dernada y vendida, todavía nos pareció
un estremo• de generosidad y de modestia..
Ese es el verdadero purrichinela , digi-
mos , y esta es la legítima •imagen de nues-
tro in•imitable caballero, á quien malas
lenguas y peores plumas se em-pefian en
afligir de contino atribuyendo-le abortos,
que asi se le asemejan en el talante, co-
mo un hombre vergonso á una silla pari-
dera. Ven aqui , carta preciosa, y no te
enojes si Cada uno, de nos-otros te pone
sobre su cabeza , y besa tu respetable fir-
ma que aunque com-puesta de un • palo
y de un meque, no se empleara nunca
el tal palo en quitar el polvo á los que
estan en las alturas, sinó en moler los
huesos á los que fueren oprimidos poi?


35g
la desgracia. ¡Oh y cómo se conoce al leer
esta carta, que su autor tiene sobre la
mollera cuatro dedos de injundia de cris,.
tiano viejo ! No, sino llegaos á su con,
dicion que sabrá usar de des-agradeci,
miento con alguno. Decir gracias y es-
cribir donayres es de grandes ingenios, se-
gun dice Cervantes ; pero los claros en-
tendi-mientos han-se de pro-poner .siem-
pre objetos de pública y notoria utilidad;
y para eso dificil-mente podnan hallar un
modelo mas acabado que la Apología de
los palos. ¿Cuándo podrá la patria pre
miar digna-mente al -.que supo. burlar• se y
hacer reir á costa de uno que acababa de
ejercer la potestad. soberana ¿ Qué objeto
mas moral y religioso que, celebra r la san-
ta libertad con que un; ciudadano,• se prez-
senta en medio de la calle: armado con
un garrote, y empieza á descargar-le,s0-.,
bre las costillas de otro ciudadano enfer7
mo, y . que acababa de perder .la facultad
de dar empleos? Hubiese.él . sabido con-
servar la silla curul , y á buen seguro que
no se hubiera escrito contra él aquella
composicion. esencíal-mente satírica , en la
cual se lzsongea su autor de•que- re. saltará
en todas sus líneas el amor á lo recto (esto




36o.
es al garrote), y re-probaczon del error . (d.-,
to es de dejar el mando y recibir gamo.,
tazos). Moralidad tau fina .y tan delicada
no deberia confundir-se con la estrípida
avilantez de ese moderno Orbaneja, que. se
atreve á indicará los que dirigen los in-
tereses. del público el camino que deben
seguir, y los riesgos que deben evitar. Loor
y gloria eterna . á los que_tienen por olí
cica auxiliar á los vencedores, y oprobio
y mala ventura á los que no saben aolfe-., •
n'ociar-se á las circunstancias.


Pues por lo que. toca al estilo y á la
orto-gratia, ¿quién no conoce cuanto me-
jor y mas util es multiplicar los signos
y copiar voces anticuadas, (sobre todo si
son de las que se aplauden en las taber-
nas) que no describir sencilla y correcta=
mente de modo que lo entienda todo el
mundo ¡Cuán poco se ha sabido apre-
ciar hasta ahora el uso de los guiones!
Ocho tomos en folio lleva-mos nos-otros
escritos sobre esta im-portanté materia sin
contar los borradores que tiene en fárfara
el Licenciado Palo•meque, y dentro de
algunos arios se verá si es poco trabajo
hinchar un perro.


Pero no se-crea que debió contentar,.


36r
se nuestro Licenciado con decir: Ámos
raios, yo no he sido; sino que era nece-.
sarío echar el muerto á la puerta del ve-
cino so-pena de faltar á una de las prin-
cipales condiciones que se impusieron allá
en tiempo de entonces, cuando profesó .la
orden de los arrebata-empleos. No escri-
bió tal folleto el Licenciado Palo-meque
que era el único á quien se creia capaz
de publicar escritos infames ; luego quizá
y sin quizá es obra de afgzinos bastardos
españoles, á quienes se les ha hecho fa-
vor en dejar-les pisar la madre tietra. Esta
consecuencia es digna del café-de Apolo,
y merecía por sí sola que se duplica-se
el sueldo de la plaza de bibliotecario de
Cortes. Quizá y sin quizá este es el pri-
mer servicio que ha podido y sabido ha-
cer á la patria, y quizá y sin quizá afir-
mará con juramento que lo sabe con to-
da seguridad, luego que esté convencido
de que ha publicado una calumnia.


¿ Pero de qué coles'. será la carta que
regale inipresa el Licenciado Palo-meque
para que la impriman los redactores li-
berales, luego que sepa Dios y todo el
inundo quien es el autor de las Condi-
ciones y. .seniZdanzas? Si nos-otros cine-




362
ramos ó descaramos que el Licenciado
Palo-meque se corrigiera de sus antiguas
mañas, no nos seria dificil volver-le á los
hocicos sus aventurados quizás; y acaso
el público tendria la satisfiecion de ver-
le salir segunda vez anunciando elogios.
al autor del negro folleto, luego que su-
piera que o del ni'miero de aquellos pie
dan y quitan plazas de bibliotecarios. Pe7.
ro' ,como ya no ha de ser mas negro el
cuervo que las alas, bueno será que le
dejemos en sus dudas , y en su rabieta de
no haber acertado, porque eso de esperar
arrepentimiento de los cofrades. de cien;
ta gabilla , es pedir peras al olmo ,, y
gratitud á las culeb‘as.


Mas podria-mos decir sobre este' asun-
to, si mas creyese,mos que se necesitaba
para des-asustar al buen Licenciado de que
no le echen la culpa de esta mala paya- .
da los señores diputados del Congreso;
( pues por lo . que Lace: al público , ¿qué
mas quisiera él que pasar por autor P )
pero no 'podemos menos de rogar-le que
cumpla esa oferta que hace 'de ensayar-se
en tomar pe/Ales á algunos diputados de
Barona: que á fe que este será el modo
de que en adelante nO le vuelvan á pre-


363
sumir autor de nada •que tenga gracejo;.
porque queremos que sepa el Licenciado


que lo que solia hacer reir en la plaza
de san Antonio de Cadiz, suele escitar
náuseas en la Puerta del Sol de Madrid.


Los de la pasnddla.


Sirva lo dicho hasta aqui sino de res-
puesta, porque hay ciertos hombres á quie-
nes es inutil dársela con la pluma, á lo
menos de tapa-bocas al señor Licenciado
Palo-meque. Vamos ahora á decir cuatro
palabras á esos mendicantes de chistes,
que con el título de espectadores, pero
con una vista de topos, siempre tienen
la singular habilidad de ver' las cosas al
revés. No es á la verdad estupendo el
ofrecimiento qué hacen al señor Licen-
ciado , de darle el lugar que quiera en
su periódica; porque es algo mas que du-
doso encontrar .un hombre de mediano
pundonor que no lo tomase á pulla.


• Les,


parece facil que un escritor si ama si-
quiera un poquito el aprecio de los hom-
bres de bien, vea gustoso sus produccio-
nes mezcladas con esas vergonzosísimas •
claves ,inómicas en que mas de una vez.f::




364
se ha insultado á la moral páblica y d
las primeras y mas principales bases de
la sociedad. En horabuena que ustedes
colocasen la Carta s blanca al lado de esos
preciosos diálogos entre el Observador
austriaco, la Gaceta .de Francia, etc., por
que amen de la ortografía, tan bueno es
lo uno como lo otro. Pero -pedirle artí-
culos al autor del Diccionario crítico-bur-
lesco para estamparlos antes ó despues de
esa procesion de palinodias con que nos
vienen apestando diariamen'e, como otras
tantas pruebas de su irnparei.didad, vive
Dios que mas parece hacer burla de él á
cara descubierta, que no agasajarle ni ha-
cerle cumplidos. Porque quién quieren
que no se amohine y les huya el cuer-
po, al ver que apenas dan un,: número ea
que no Ñómiteu un .


.saco de injurias con-
tra algun gefe militar ó político, viniéndo-
se al cija siguiente con la sandia impar- ,
cialidad de decir que aquello fue una li-
gereza , un aturdimiento, ó un error de
pluma de su corresponsal P. Y es cosa rara
que siempre recaen esos traspies sobre los
gefes de los cuerpos , que no • parece sino
que se estan atisbando sus vacantes.


Miren, Señores, que una de las mayores


365
tentaciones del demonio es ponerle á un
hombre en el entendimiento que puede
comp•Aier y publicar un periódico; y que
no hay incompatibilidad en ser militares
muy valientes y honrados, y descabelladi-
simos escritores. Sobre todo, les aconse-
jamos que ya que han tomado el título
de Espectadores , se contenten con mirar y
con ver bien; pero que se guarden cuanto
puedan de • espresar su opinion , porque
está visto que no les da el naype para
ello. Ustedes no solo no tienen el tacto
que se Lecesita para dislinguir los estilos,
y aun por• eso han dado que reir á todos
con decir que olieron el poste al engendro,
sino que son tan pobres hombres, que
se le colgaron al principio al Lice ociado
Palomeque ó á otro de su color ; y solo
cuando han visto que este le desechaba
y se le-endosaba á otros, es cuando us-
tedes se vienen con las onze ovejas de
que ya habian caido en ello. 'Tristes de
ustedes si á él se le .antoja hacerles creer
que es del gran Sophi de Persia ; porque
maldito si no lo copian ustedes al pie de
la letra, y habrá la carcajada que canté
el credo.


El folleto de las condiciones y sem-




366
blanzas tiene muchos defectos en cuanto
á la exactitud de los caracteres ; pe7o no
tiene ni siquiera uno de los que ustedes
le atribuyen ; y esto nace de dos cosas:
la primera es que ustedes no han estu-
diado ni los libros , ni los hombres; y la
segunda, de que se les ha metido en la
cabeza que para ser gran patriota no se
necesita mas que cantar el trágala á grito
pelado, y predicar el desorden. Ese pa-
pel, en que los de la pandilla han tenido
quizás la misma parte que el Licenciado
Palomeque y ustedes , no ha podido ser
obra sino de quien ha visto y examina-
do á. los señores Diputados, asi en las se-
siones públicas, como en las secretas; y lo
que yo me terno es, que cuando le lle-
gue su turno , han de colmar ustedes de
elogios á su verdadero autor, si es que
piensan continuar esa galeria de .estúpidas
alabanzas de que ya nos han dado algu-
nas muestras. Pero esperemos en Dios,
que al paso que Ittva la tal galería, ya
se habrán terminado las Cortes ordinarias
y estraordinarias cuando ella se concluya;
y entonces siguiendo ustedes su imparcia-
lidad acostumbrada, es regular que reserven
todas las claridades para los últimos.


367
YgnoTamos á quien de nosotros aluda


aquella espresion de los gorros colorado. s,
no obstante de que la vimos impresa en/
uno' de los periódicos ; pero sea quien 'fue-
se el • autor de aquella definicion , indis-
putablemente es hombre que sabe pintar
á cierta casta de gentes con • mas exacti-
tud y precison , que el autor de las Condi-
ciones y semblanzas.




368


Nuevas observaciones sobre los negocios
América.


Cuando á los primeros rumores que
empezaron, á esparcirse -en el palie() so-
bre el importante objeto que se decia so-
metido á la deliberacion de las Cortes, y
que se suponia ser relativo á los nego,
dos de Ultramar, espusimos nuestra opi-
nion acerca del proyecto de cmancipacion,
ó franca ó paliada, que se atribuia á los
americanos; no teniamos otros datos que
las voces vagas que circulaban por Ma-
drid, y alguna que otra indicacion que
se habia consignado obscuramente en los
periódicos. Antes de concluir el artículo
recibirnos alguna luz que empezó á acla-
rar las tinieblas en que hasta entonces
había estado envuelto este negocio: y nos
apresuramos á advertirlo asi á nuestros lec-
tores, y á prevenirles que siendo ciertos
los supuestos que se asentaban, la elles-
tion mudaba de aspecto. Ahora que esta
ha sido completa y sabiamente ventilada,
?-en la Miscelánea, y que el papel ha cir-


369..
ciliado con el titulo de « Carta á un ame-
ricano„ no deja duda de cual es el
proyecto sobre que han de pronunciar las
Cortes; estamos ya en estado de emitir
nuestra opinion definitiva. Lo haremos
pues con toda la franqueza , y al mismo
tiempo con toda la circunspeccion que
exije un asunto de tanta gravedad.


El proyecto . cuyas bases parece estan
ya admitidas por la Comision de las Cor-
tes á cuyo examen fue remitido, se re-
duce segun el autor de la carta á los pun-
tos siguientes : t.' Todo el continente
español de América se dividirá en tres
grandes vireynatos ó gobiernos : el
r.0 comprenderá á Nueva España con
Goatemala; su capital Mégico: el 2.° la
Nueva Granada , Quito y Caracas; capital
Santa-Fé, y el tercero el Perú, Buenos-.
Ayres y Chile; capital Lima. 2.°. En cada
una de estas tres capitales se reunirán
anualmente en época determinada unas
Cortes compuestas de diputados de los res-
pectivos territorios, y enviarán á España
cierto número de sus individuos para que
asistan siempre en las Cortes generales
de la monarquía.. 3.° Las Cortes ameri
canas harán todas las leyes que hayan de re-


romo 24val.




370
gir en aquellos paises. 4.° Habrá en ca-
da uno de los tres Gobiernos una dele-
'gacio n que en nombre del Rey ejerza su
autoridad, y .á la cual por consiguiente
pertenecerá sancionar las leyes que de-
creten las Cortes dé su distrito, y hacer-
las ejecutar. 5." E,ta autoridad delegada
se depositará en personas de relevantes
cualidades, y que merezcan la plena con-
fianza de S. M. , sin escluir las de su real
Familia: serán nombradas y removidas á
la libre voluntad del Rey: serán inviola-
bles respecto de las Cortes en cuyo ter-
ritorio gobiernen ; y solo responderán de
SU conducta al Rey y á las Curtes gene-
rales de la monarquía : 6.0 Se regulará la
acción de este poder ejecutivo por la de
un Consejo de estado que bajo su inme-
diata responsabilidad le retrayga del mal
y le dirija hácia el bien con sus luces y
patriotismo. 7 :0 , Se establecerá en cada.
seccion de América un 'tribunal supremo
dé justicia , que se ocupará muy princi-
palmente en imponer las penas debidas
á los principales funcionarios públicos. 8.°
El comercio entre la península y la Amé-
rica española será considerado como in-
terior de una provincia á otra de la mo-


37t
narquía , disfrutando en consecuencia re-
ciprocamente los españoles de ambos mun-
dos . de iguales ventajas mercantiles en los
dos ernisferios. 9.0 Tambien disfrutarán en
ellos de los mismos derechos civiles y de
la misma opcion á los empleos y cargos
públicos que los naturales respectivos.
ro, Las tres grandes secciones america-
nas contribuirán anualmente á la Espa-
ña européa con una determinada cantidad:
la de Mégico será,• parece, de dos Millo-
nes de duros , y ademas enviará en los
seas primeros años un subsidio estraor-
dinario , cuyo total será de diez millones
de la misma moneda, destinados para par-
te de pago de nuestra deuda pública. z t.°-
Mégico ofrece, y probablemente harán lo'
mismo las otras dos secciones , encargarse
de pagar toda la deuda que el Gobier-
no español ha contraido en su territorio
en favor de corporaciones y particulares,
con la condicion de que no se mezcle ab-
solutamente en nada de lo económico de
aquel pais el Gobierno de la Penín-
sula.


Estas son las bases adoptadas ya, se-
gun se dice, para formar una ley que
arregle definitivamente la forma de Go-


24.




372
bierno, que atendida su situacion .actual,
conviene establecer en América para ha-
cer alli practicables la Constitucion y las
leyes. Las cuestiones á que da lugar su
examen , nos parece que son las siguientes:
La ¿Es absolutamente indispensable va-
riar ó modificar los artículos constitucio-
nales relativos á las provincias de Ultra-
mar ? 2.a Supuesto que lo sea , ¿ el arre-
glo que se propone es el mas ventajoso pa-
ra mantener unidas con España sus pose-
siones de América? 3.a ¿No habria otro/
medio de conciliar los intereses de ambos
emisferios ? 4.a Adoptado el proyecto, ¿cuál
Será el resultado infalible, ó á lo menos
muy probable? Procurarémos ilustrarlas
con cuanta exactitud, é imparcialidad nos
sea dable. Pero antes es necesario esta-
blecer ciertos hechos y resolver algunas
otras cuestiones preliminares.


1. 0 Es , notorio que aprovechándose
del interregno que ocasionó en la metró-
poli, la invasion francesa, todas nuestras
posesiones del continente americano se pu-
sieron en estado de agitacion , y que en
casi todas ellas se hicieron algunos esfuer-
zos mas ó ;menos considerables para sus-
traerlas á la dominacion española. 2.9 Lo


373
es igualmente que en varias de


- ellas, es-
tas primeras tentativas produjeron una in-
surreccion efectiva que hasta ahora no ha
podido ser vencida, y que en el dia son
independientes de hecho Buenos-Ayres,
Chile, y Venezuela. 3.o Lo es tambien que
los gefes de las dos primeras no se han
contentado con ,hacerlas independientes,
sino que han trabajado y trabajan para se-
parar de la madre patria á las provincias
inmediatas, y que el Perú, si no ha cardo
ya en poder del egército que le ha inva-
dido, está muy amenazado por lo menos.
4.0 Se sabe finalmente que en


.
nueva Es-


paña ha resonado tambien el grito (le in-
dependencia, y cualquiera que sea el estado
actual de aquel vasto reyno, es innega-
ble que existen en él gérmenes de insur-
reccion y un deseo confuso (le libertad
mas que civil. De estos hechos constan-
tes resulta que en el dia hemos perdido
una gran parte de las posesiones de Amé-
rica, y es muy de temer que perdamos
en breve las restantes; y he aqui el pun-
to del cual es necesario partir para re-
solver las cuestiones indicadas, reconocien-
do antes como principios de derecho que
toda colonia le tiene- para separarse de




374
su metrópoli, y que esta no debe em-
plear las armas para conservarla en su
dependencia ; y confesando que la Espa-
ña, aunque faltando á la justicia, quisiera
emplearla fuerza para sujetar á los desi-
dentes de América, no tiene la necesaria
para conseguirlo; y que despues de der-
ramarse inutilmente mucha sangre, tendria
al fin que desistir de tan temeraria em-
presa. Se infiere, pues, que si se desea que
las ya emancipadas vuel,van á unirse con
la metrópoli, y que no se separen de ella
las que todavía permanecen unidas, es in-
dispensable recurrirá negociaciones, á trans-
sacciones amistosas, y medios conciliato-
rios. Este parece ser el objeto del proyec-
to que vamos á examinar , y por los da-
tos que hemos asentado, se puede ver cuan
lejos estamos de reprobarle,y de desconocer
las rectas y patrióticas intenciones que le
han dictado.


En cuanto á la primera de las tres
cuestiones propuestas, si alguna vez he-
mos podido tener justo motivo para en-
vanecernos, es ciertamente ahora cuando
todos reconocen, confiesan , publican y
sostienen lo que nosotros indicamos hace
mas de seis meses , y de que nadie enton-


375'
ces hizo caso ; á saber , que para bonber-
nar las provincias de ultramar, era indis-
pensable que sin faltar al espíritu de la
Constitucion, se modificasen algunos de
sus artículos.


Hablando de la memoria leida en la pa-
sada legislatura por el señor ministro de
Ultramar, digimos en el número 19 de nues-
tro periódico lo siguente:


Hemos estra ►ado que el señor ministro
nada haya dicho acerca de la mas delicada
y dificil cuestion que ofrece la materia de
que trata, á saber, acerca de si en las pose-
siones ultramarinas puede establecerse y e-
jecutarse puntualmente, y en todas sus par-
tes, el régimen constitucional sin inconve-
niente ninguno. La cuestion es, como deci-
mos, delicada, y merece que nos esplique-.
mos con la debida distincion, para que aca-
so no se confundan cosas muy distintas en-
tre sí Nosotros reconocemos, y qué hom-


bre que profese principios liberales , no lo
recOnocera con nosotros ? que las leyes re-,
la tivas á la seguridad personal , al respeto
debido. á la propiedad, y al libre egerci-
cio de la industria , á la libertad del co-
mercio interior, etc., deben ser unas mis-
mas en todas las posesiones españolas, en.




376
cualquier punto del globó qué esten si-
tuadas. En consecuencia suponemos que
han quedado abolidas todas las que sien-
do contrarias á los principios sancionados
en esta parte por la Constitucion , esta-
ban antes vigentes en aquellos dominios;
y que por tanto sus moradores podrán
ya hacer producir á la tierra':, cuanto les
convenga , .establecer fábricas de toda es-
pecie, y comerciar libremente unos con
otros, sin mas aduanas que las de las cos-
tas y fronteras ; y que en la administra-
cion de justicia civil y criminal , se se-
guiran en aquellas regiones apartadas las
mismas reglas que en la península. Cre-
emos tambien que hecha la mas propor-
cionada divisiori del territorio ultramari-
no en -el número de provincias que se
estime conveniente , debe haber en cada
una de ellas un gefe político , una dipu-
tacion provincial, los ayuntamientos cons-
titucionales correspondientes, una audien-
cia territorial, y tantos jueces de prime-
ra instancia corno partidos contenga; y
la intendencia,. contaduría y administra-
cion para el ramo de hacienda, arregladas
por el mismo plan que las de Europa: en
suma, decimos que la organizacion admi-


377
nistrativa, judicial .y económica sea la
misma en ambos mundw. Pero en cuan-
to al gobierno superior se nos ofrecen
algunas dudas, sobre las cuales hubieramos
oído con gusto el dictamen de un minis-
tro, que versado por muchos años en ne-
gocios de Indias, debe de tener mucho
mas conocimiento que nosotros de lo que
allí puede convenir ó no. r.° ¿ Continua-
rán los vireyes bajo el régimen constitu-
cional ? Y continuando , ¿ tendrán la sola
autoridad militar , como los capitanes ge-
nerales de la península , ó conservarán las
Memas atribuciones civiles que tenian an-
tes ? d Serán todavía presidentes de las au-t
diencias ?¿ Nombrarán para ciertos emple-
os ? cuales serán' estos ? •Serán validos¿
los nombramientos sin ulterior aproba-
cion del Rey? 2.°¿ Las audiencias queda-
rán reducidas á meros tribunales de jus-
ticia , ó tendrán parte con el virey en
la administracion superior? Sabemos que
la mayor paree de estas cuestiones estan
resueltas por varios decretos de las Cor-
tes extraordinarias ; pero deseabamos ha-
ber oído de boca del ministro , si en la
egecucion habian correspondido al objeto
que aqullas se propusieron al espedirlos.




378
a.° Sin alterar en nada la Constitucion,
¿ no podrian tomarse algunas disposicio-
nes adicionales para el mejor gobierno de
las posesiones lejanas? Por egemplo , ¿no
seria conveniente dividirlas, i.° en cuatro
ó cinco vireynatos, y subdividir estos en
provincias, y que ademas de las diputa-
ciones provinciales se reuniese en épocas
determinadas una diputacion general de
todas ellas, que decretase bajo la sancion.
del virey las leyes y reglamentos relati-
vos á las contribuciones y su repartimien-
to , y todo lo relativo á industria , comer-
cio y agricultura; á las grandes obras pú-
blicas que se estendiesen á todo el virey-
nato , y á otros varios objetos locales, so-
bre los que el Congreso nacional no po-
drá muchas veces reunir todos los datos
necesarios, aun con Ql auxilio de los di-
putados de ultramar; porque parece im-
posible que los que vengan reunan siem-
pre toda la instruccion conveniente acerca
de las modi fi caciones que en climas tan di-
ferentes y á tan largas distancias pueden
exigir las leyes generales relativas al sis-
tema de rentas, prohibiciones ó concesio-
nes -para la importacion y exportacion de
tales y cuales artículos , fomento de este


379
aquel ramo de agricultura, ganadería é


industria , etc, etc? Indicamos esta idea,
no porque pretendamos erigirnos en le-
gisladores, ni dar lecciones á los. que tie-
nen obligacion de saber mas que nosotros
en estas materias, sino por si acaso les
sirve de ocasion para meditar y proponer
al. Congreso en la próxima legislatura otras
mas ventajosas y adecuadas


Esto dijimos entonces , y
. hubiéramos


dicho mas si no hubiésemos temido , que
haciendo ver la imposibilidad de que una
misma Constitucion pueda convenir en to-
dos sus artículos á dos paises situados á
tan grandes distancias , y de costumbres,
intereses y localidades tan diferentes , hu-
biesen clamado al punta nuestros enemigos
que intentábamos desacreditar y destruir
el código constitucional ; y no hubieran
dejado de hacernos esta acusacion , pues
con mucho menor motivo nos la han he-
cho. bias ya que hoy los diputados ame-
ricanos , la comisión especial 'de Cortes,
y segun se dice , el Gobierno , reconocen
y predican paladinamente lo que nosotros
nos contentamos entonces con insinuar
no podemos ya tener inconveniente en
enunciar francamente nuestra opinion so-




38o
bre la cuestion propuesta. Y nuestra opi-
nion DO es del cija , fue la que formamos el
año de 12, cuando se formó la Gonsti-
tucion. Al ver que en ella se uniforma-
ba enteramente el Gobierno de las pose-
siones ultramarinas con el de las provin-


, cias europeas, previmos y juzgamos que
no pasaria mucho tic4o sin que se pal-
pasen los inconvenientes de tan perfecta
y rigurosa uniformidad. Está bien que las
reglas generales sean unas mismas en am-
bos emisferios, que los principios tutelares
y las garantías constitucionales de los de-
derechos sean comunes á todos los dudada_
nos españoles en cualquiera parte que resi-
dan; pero querer que las leyes particulares
que exigen conocimientos locales, se hagan
necesariamente en Madrid, que cada dos
años vengan nuevos diputados desde Li-


- ma , y lo es que mas, desde Filipinas ; que
en regiones tan apartadas, no haya para go-
bernarlas un centro general de accion y
de poder ; que la ejecucion de las leyes
esté confiada á los solos gefes políticos de
las provincias, magistrados iguales é inde-
pendientes entre sí, y que estos hayan de
esperar en las dudas y casos imprevistos que
les ocurran la resolucion dél ministerio


38t
madrileño : todo esto, deciamos , puede ha-
ber sido dictado por el deseo muy laudable
de igualar en todo con sus dominadores
á hs antiguos colonos ; pero el resultado
no sera el que se desea , porque no pue-
den ser partes similares de un mismo to-
do elementos tan heterogéneos. No se
ha visto, añadiamos, como gobiernan losin-
gleses sus posesiobes ultramarinas' ,; -Y de-
jan por eso de tener una Constitucion li-
beral ? f ! No se ha visto que si por espacio
de tres siglos ha conservado España sus
adquisiciones en el otro emisferio , ha si-
do reuniendo y concentrando la accion y
el poder en manos de los. vireyes , y que
en el momento en que esta accion se sub-
divida y se haga divergente en las de los
gefes -políticos de las varias provincias
de uu mismo vireynato , se afloja y
debilita el resorte que ciaba iinpulso• á
ja máquina ; y se . irá cada pieza :por su
lado ? No se ha yisto.... Pero á qué
acumular y repetir ahora reflexiones so-
bre cuya verdad estan ya de acuerdo los
representantes mismos de la nacion , el mi-
nisterio y todos los hombres de buena fe?
Asi no es está ya en el cija la cuestion prin-
cipal . , ti por mejor decir, esta cuestion es-




382
tá resuelta, y debemos establecer en prin-
cipio que para atraer á los disidentes y
conservar á los que todavia estar; unidos,
es necesario arreglar el Gobierno de aque-
llos paises bajo una forma particular, que
conservando los beneficios de la Consti-
tucion , evite los inconvenientes que tiene
la literal observancia de algunas de sus dis-
posiciones. Pero cuál será esta forma ? Ya
está propuesta , corno hemos visto ; exa-
minemos ahora sus principales bases , y
veamos si tienen la necesaria solidez para
que pueda mantenerse el edificio que sobre
ellas se desea levantar. Que se divida to-
do el continente americano en los tres
grandes Gobiernos, cuya demarcacion geo-
gráfica queda indicada , nos parece muy
oportuno , á lo menos por ahora : mas
adelante quizá sería menester hacer otra
division. Que en cada uno de ellos haya
un cuerpo legislativo que decrete las leyes
que hayan de regir en su distrito, y que
ademas envie algunos de sus individuos á
las Córtes generales de la monarquía, esto
pide esplicaciou.. Si todas las leyes por las
cuales haya de gobernarse la América, se
han de hacer en sus cortes provinciales;
no vemos por qué razon ni título ha de ha7


383
ber diputados americanos en el congreso
de Madrid. Si los españoles no son admiti-
dos á dar su voto sobre las leyes que se
hagan para América, por qué los america-
nos han de dar el suyo sobre las que se
hagan para España exclusivamente ?


En el congreso de la península solo
deberá haber representantes de América en
el caso de que decretándose aquí las le-
yes generales, queden á disposicion de las
cortes americanas, las que sean peculiares
de su localidad, en el sentido que queda
ya indicado, y esplicarémos mas adelante.
Que haya en cada seccion de América una
persona muy condecorada que egerza en
nombre del Rey la plenitud del poder ege-
cutivo , que este vicegerente sea nombrado
por S. M. y removido á su arbitrio, es
de tan absoluta y urgente necesidad, que
si no se establece prontamente este centro
de unidad en aquellos inmensos territorios,
poco tardará en introducirse alli con el ti-
tulo de régimen constitucional una comple-
ta anarquia. Si en cada provincia obran
con absoluta independencia el gefe político,
el comandante militar, el intendente y la
audiencia, y para cuanto les ocurra en sus
respectivos ramos tienen cpte recurrir al go.




38/1.
bienio ele Madrid , y esperar sus órdenes,


qué uniformidad puede haber en sus ope-
raciones ? é Cómo conspirarán á un mismo
fin estas cuatró autoridades ? Cuántas ve-
ces sucederá que las órdenes que reciban
de sus respectivos ministerios sean encon-
tradas? Ademas , si los gobernados tie-
nen que dirigir á España sus quejas y re-
clamaciones, y han de esperar á que lle-
gue de aqui la .satisfaccion á sus deman-
das, puede contarse con que ,continuarán
las arbitrariedades y vejaciones que hasta
ahora han afligido á aquellos desgraciados
habitantes. Tantos gefes políticos, tantas
audiencias, tantos intendentes y tantos capi-
tanes generales como haya , serán otros
tantos vireyes con títulos diferentes. Pero
es menester advertir que estableciéndose
un gefe único y supremo en cada seccion,
la responsabilidad que á este se le impone,
respecto del Rey y de las Córtes generales,
será puramente nominal , si en nada de-
pende de estas dos autoridades peninsulá-
res; por que si estas nada pueden mandarle;
cómo le han de reconvenir sobre el no


cumplimiento de lo que no le han manda-
do? Solo en el caso de que quisiese alzarse
con la autoridad soberana, podria el Go-


385
bierno español declararle rebelde ó leso.
bedien te; pero entonces ó aquel contaba con
la voluntad y las . fuerzas de sus gober-
nados, ó no. Si contaba, la declaracion
de -Madrid seria nula é irrisoria, no pu-
diendo compelerle á obedecer; y si no con-
taba, no seria necesaria: los americanos
mismos le reducirian á la nulidad con so-
lo no apoyarle en sus pretensiones. Para
que el delegado del Rey esté respecto de
este én una verdadera dependencia, y te-
ma los efectos de la responsabilidad; es ne-
cesario que el gobierno que se establezca
para América no sea tan independiete del
.general de la monarquía, como se pretende.
Por esta razon no aprobamos tampoco que
el lugar-teniente del Rey que gobierne cada
una de las tres divisiones, tenga á su la-
do un Consejo de estado y cuatro minis-
tros : esto es lo mismo que constituirle
monarca de hecho, aunque no se le dé el
nombre: esto no es procurar mantener
unidas las Américas con la España, sino
erigirlas desde ahora en monarquías inde-
pendientes. Y si no digásenos , C qué depen-
dencia real puede tener un pais respecto
de otro, cuando el primero tiene un cuerpo
legislativo compuesto de diputados que él


Romo vm.




nombra, lince Sus leyes sin
gima in tervencio segundo ,.y aunque
áyá de aqui el gefe ó gobernador gene-


j'al, éste luego que llega, ya no necesita
para nada del gobierno ue le envió? Si
ha-ce las leyes juntó con sus Cortes , tic-


Int ministros y su Consejo de estado;
si á propuesta dé este y de aquellas nom-
bra para todós los destinos ; si dispone de la
'fuerzo atinada; si esta no va de la me-
trópoli, si alai se recluta y organiza, si no


'iecibe del que le delegó el poder, leyes,
-tteéretos ni órdenes, y ni aun puede le-
`bllinente recibirlas; si, eh suma, tiene 'én
su gobierno las mismas idénCicas faeuL-
'tades que él Rey que le da la investidu-
'ra, ¿ qué le falta para monarca mas que
el título ? ¿Consiste acaso la dignidad real
éti `él hombre , 'eh la autoridad efes-
tia que egerce la•pérsOna que se llama
rey ? Pués si el gobernador americano tie"
ne alli la Misma y omnímoda que el Rey
de España en la península , ¿ qué impor-
tatá en la sustancia icjue se llame vice
gerente , virey , gobernador ó
teniente? Pero se dirá que el rey puede
deponerle. Y ¿de qué sirve este ilusorio


nominal poder, á -no se tiene el de


precisarle á que obedezca ? Supongamos
que va la orden que le revoca los po-
deres; pero que . estancloirél bien quisto
con sus gobernados, le dicen estos que
no obedezca, y sus Cortes, y sus minio
tro1; y su Consejo de estado se lo aeorí
sejan y aun se lo mandan.: ¿ qué efecto
tendria el rescripto matritense mas que
el de hacer al rey de España el objeto de
la burla y el desprecio ? Si el vicegeren-
te responde á la orden que le manda ve-
nir á la península: Señor, yo obedece-
rla; gustoso á la orden .da: V. M.;.:pero
interés de este pais y: eHroto unánhne de
sus habitantes me lo impiden'.' .¿ Qué se
rá, preguntamos, en este, caso? ¿Se envia-
rá una escuadra y un'- egéreito Para
gar por la fuerza al sehOr góbernadOr
que deje el mando y venga á dar razón.
de su conducta? Todo esto quiere dedil:
que el proyecto; tal cual se anuncia, condui-,
ce á emancipar de hecho las américas,.
aunque por el pronto parezca que perma,
nédéri-unidos : y en este supuesto , repeti-
mos lo dicho en el nümero 45. O es de.
absoluta necesidad que ya en el dia,
ra mishío; se verifique esta eniancipacion,


lió lO és todavía. Si lo es, nada tenemos'




388
que decir : necessitas caret lege ; pero si,
como creemos , no se está todavía en este
caso , y si el interés mismo de los ame-
ricanos exige que por algun tiempo per:-
mariezcan unidos con su antigua metrópo-
li; en este caso nos parece que el proyeu
ro presentado es susceptible de algunas
modificaciones: Indicarémos las mas esen-
ciales.


Ya • insinuarnos antes, repitiendo lo que
habiamos dicho en nuestro número I g,
cual es en general el plan de gobierno
que á nuestro entender dehia formarse pa-
ra las posesiones ultramarinas: darémoS
ahora alguna mas estension á nuestras ideas.


i.° En las Cortes generales de la mo-
' riarquia deberán hacerse las leyes comunes
que hayan de regir en toda ella: código ci-
vil, criminal, de comercio, etc; bases del
sistema de hacienda , organizacion judicia-
ria, administrativa, económica, literaria, y
eclesiástica : todo esto debe ser comun á
ambos hemisferios. Por consiguiente, no
-habria inconveniente en que al Congreso
nacional asistiese un cierto número de
Diputados americanos para cuidar en él
de que en las reglas generales no se per-
judicase á sus comitentes; pero este nú-


38
mero no deberia ser proporcional á la po-
blacion de ultramar: bastaria que fuese
una cuarta parte de la representacion na-
cional. Ademas los diputados de ultramar
deberian serlo á lo menos por cuatro arios
y ser reeligilles.


2.° En cada una de las tres ó cuatro
grandes secciones 'en que se dividiere la
America , habria un gobernador general,
persona muy condecorada, pero no de la
real familia; el cual egerciese en toda ple,
nitud la autoridad del Rey en la parte
puramente egecutiva de las leyes genera-
les y de las particulares Nitre hiciese
allí la diputacion general de ,que luego
hablarémos. Este proveeria por sí y en
naturales del pais precisamente los desti-
nos subalternos de todos los ramos; pero
los gefes serian nombrados por el Rey
indistintamente entre americanos y euro-
péos. Por gefes se entienden, en lo ecle
siástico los obispos ; en lo judicial los pre-
sidentes :de las audiencias y los indivi-
duos del tribunal supremo de justicia.
en lo administrativo los gefes politices;
en lo económico los intendentes , el teso-
rero general y los miembros del tribu-
nal mayor de cuentas , y en lo militar




390
los comandantes de provincias plazas y.
fuertes.




El delegado general, ya tenga el título.
de gobernador, de virey, lugarteniente,
ya otro cualquiera ; se .


mudaria cada cin-
co años, sin poder ser reelegido : seria
responsable al Rey y á las Cortes , y en.
consecuencia podria ser destituido aun
antes de cumplir el tiempo de su comi-
sien. Deberia tener algunos asesores con
quienes 'aconsejarse , y un secretario gene-
ral para el despacho de los negocios ;
ro este y aquellos le serian dados por el
gobierno de Madrid : no tendrian dura-
don fija sus comisiones, y serian amo-
vibles al arbitrio del Rey que los nom-
braba.


3.° Se reuniría todos los años en la
capital (le cada gobierno una diputacion
general , que decretase, bajo la sancion del
gobernador, las leyes y. reglamentos re-
lativos á contribuciones y todo lo perte-
neciente á industria, comercio, agricultu-
ra, obras públicas, beneficencia y otros
objetos de interes local. Esta diputacion
se compondria de personas nombradas
por todas las corporaciones : audiencias,
diputaciones provinciales, cabildos ecle-


391
siásticos, consulados, mineros, fabricantes
etc. enviarian alli sus representantes.


4.° En cada capital habria , corno que-
da indicado, un tribunal supremo de jus.-
ticia; de suerte 'que en lo judicial todos
los negocies se feneciesen en America, sin
recurso jamas á la metrópoli: habría urca
tesoreria general, la cual pasaria á la de
la monarquia los caudales, que deduci-
dos todos los gastos locales quedasen liqui-
dos, y una contaduria superior que exami-
nase y comprobase las cuentas que debe-
rian darse á las Cortes generales de la
monarquia.


5.0 La milicia local harta el servicio 'in-
terior , y sus gefes superiores serian nom -
brados por el gobernador general; • pero la
trepa de linea necesaria para la delnsa de
castillos y plazas, y para guarnecer las prin-
cipales ciudades, seria enviada de Europa,
estaria á las inmediatas órdenes del gober'
nádor bajo las supremas del Rey.


6.o Los aranceles de aduanas para los
géneros que se llevasen de España á Ame-
rica, ó se trajesen da esta á la península. , se
arreglarian ,del modo mas equitativo; pero
nos parece que p9 le puede dejar el comer-
cio entre ámbps puntos en el mismo pie que


:1;




39t
el interior de una provincia á . otra. Esto
seria arruinar á la península en pocos años.
Teniendo los Americanos, como deben te-
ner, la libertad absoluta de agricultura y de
industria, é qué podremos nosotros llevarles,
de aqui, cuando aquel feracísimo suelo pro-
duzca cuanto puede producir, y sus nattira-
les elaboren las materias primeras que la tier-
ra les suministre? Nada. Por consiguiente
la aparente reciprocidad entre el comercio
de la península y el de las posesiones de
ultramar,


, seria muy pronto completamente
ilusoria. Es necesario, pues, que un sistema.
de aduanas bien calculado compense de al-
g un modo la desigualdad.


7. 0 En cuanto á la marina mercante ten_
dria la América toda la libertad posible;
pero la militar correria á cargo de la pe-
nínsula esclusivamente en cuanto á su or-
ganizacion , mando, y direccion ; y esto
no quitaria que se construyesen buques y
se reclutasen marineros en América, que
se estableciesen allí escuelas de náutica , y
que sus naturales pudiesen servir en la ar-
mada nacional.


Organizardo de este modo el gobier-
no de las Américas, nos parece que sus ha-
bitantes gozarian de toda la felicidad y pro-


3g3
tecciot á que tienen derecho, y de toda
la independencia.


que es compatible con el
supuesto de que aquellas posesiones conti-
núen perteneciendo á la España y for-r
mando con ella un solo imperio: supuesto,
que desapareceria dentro de muy poco
tiempo, si se adoptase sin ninguna modifi,
cacion el proyecto presentado. Este es el
último punto de que ofrecimos tratar.
. En efecto, si suponernos un estado que
tenga por sí cuerpo legislativo, goberna-
dor general, ministerio, consejo de Estado,
erario, egercito y marina, tribunales U
justicia , adininistracion política y eco:-
nómica , independiente todo del gobierno
central y general de la monarquía, con la
cual diga sin embargo que .


quiere permane-
cer unido y ser parte integrante suya i si es-
ta parte es diez, doce ó mas veces mayor.
que la otra en estension; si su pobla-
don es dupla , y si por añadidura está
situada á dos, tres y cuatro mil leguas de
distancia, ¿habrá un hombre tan incáutOly
crédulo que se persuada de que perma-
necerá mucho tiempo unida con la pri-
mera, y que continuará siendo su tributa-
ria sin constituirse muy pronto en mo-
narquía independiente? Podrá mantener,




396
se la union de dos partes tan desproport
cionadas, y tan separadas por la naturaleza.
con solo el vínculo de que el gobernador
sea responsable. y amovible? Ya hemos
to que en el supuesto hecho .esta respon-
sabilidad y esta amovilidad son palabras y
nada mas; porque si él no qutere; y cierta-
mente no Tierra; ni responderá á los cargos
que se . le hagan por un gobierno que no pue-
de compelerle á dar semejante satisfaccion,
ni acudirá á un llamamiento que puede elu-
dir con sola una palabra : por que se le
hace. una autoridad de la cual nada tie-
ne ya que esperar, ni que temer. Este
es el hombre , y asi va la naturaleza. Si
no pudiendo negar esta demostradon se
nos responde, que siendo inevitable que
la América se emancipe ya de la Europa,
se quiere verificar esta emancipacion de un
modo suave y que evite convulsiones, P3,7
da tenemos , que óponer á tan filantrópica•
idea ; pero deseamos tarnbien cine asi se
diga claramente, y que no se nos tenga
por tan imbéciles que no veamos las con,
Secuencias infalibles, necesarias é inmedia.,,
tas del arreglo proyectado. En suma,. la
cuestion , segun nosotros, se reduce á la
siguiente: Se desea sinceramente que las


395
provincias de T.J1tramar continúen hacien-
do parte de la monarquía española ? Es
necesario, pues , hacer algunas modificacio-
nes en el proyecto de que se trata, sien-
do cual se anuncia en la carta del Ameri-
cano. ¿Se quiere verificar desde ahora la
emancipacion que ciertamente habrá de
hacerse algun dia? No hay inconvenien-
te en adoptarle por aquella máxima tri,
vial: del mal el inenos: Si se nos pregun.;
ta ademas: ¿convendrá que la emancipa-.
cion se verifique ahora mísmo? Respon-
derémos que segun nuestra opinion ,
cual puede ser errada, pero es el resul-
tado de un d2tenido e imparcial examen,
verificar en este momento la emancipa,
cion de la América, ni es ventajoso para
ella , ni para su antigua metrópoli. No es
ventajoso para JQS mismos emancipados
porque nos parece imposible que esta ope_
racion se ejecute sin largas y sangrien -
tas convulsiones, tómense cuantas precau,
ciones se quieran. No es ventajoso para
la península; porque en resolucion
de esta unas riquísimas provincias que.
bien administradas harian de ella la pp.,
mera potencia dm muri,clo.




396


Sobre los duetos d desafíos:


Don Baltasar Antonio Zapata nos ha
hecho la fineza de dirigirnos una copia
de la reclamacion que hizo á las Cortes
durante la primera legislatura , con ,oeá-
sion de presentar, entre otros varios li-
bros destinados para la biblioteca , un
discurso que publicó á continuaeion de
la traduccion del de Mr. J. 'Lapanouse,
sobre el origen del duelo y medios de cor-
regir este abuso. Si la remision de esta
copia y egemplar de su Discurso no tu-
viera otro objeto que el de solicitar un
anuncio y promover por este medio
venta, como sucede frecuentemente, aca-
so los editores del Censor hubieran reu-
sado ocupar algunas páginas en su publi-
cacion y analisis, pudiendo destinarlas á
otros objetos de mayor utilidad pública.
Pero constándonos por una parte lo ape-
nas que están del ánimo del . 'señor Za-
pata semejantes miras, y,tratándose por
otra de una de las cuestiones mas difi-
piles de la legislacion y (le la moral, no


397
debemos rehusarnos á tratarla con algu-
na estension, • por lo mismo que es una
de aquellas en que la opinion pública es-
tá en oposicion directa con las disposicio-
nes de las leyes.


Mil y quinientos años hace que no
cesa de conminarse con todo el rigor de
las penas civiles y eclesiásticas á todos
los que provocan ó admiten. desafios para
vengar sus agravios reales ó imaginarios,
y hace otro tinto tiempo que lejos de
corregirse este abuso , se . generaliza y se
arrayga mas y mas en el ánimo de los
pueblos que pasan por mas ilustrados en
Europa. La propagacion (le la religion
cristiana en esta parte del globo que tan-
to contribuyó á suavizar y mejorar las
costumbres, en vez de disipar este error
que se habia introducido con la irrupcion
de los bárbaros, le vió crecer en su se,
no á pesar de los continuos esfuerzos de
los papas, de los concilios, y de los re-
yes. Si fuese cierto que la severidad de
las penas bastase á extirpar los crímenes
de entre los hombres, pocos delitos hay
contra los cuales se hayan promulga-,
do mas terribles ni con mayor solemni-
dad que contra los duelos, No contentos




39á
los legisladores con prOlunciar la pena
de muerte, la confiscacion , la infamia
y la privaciori de transmitir la herencia
á los hijos y sucesores , añadieron tam-
bien la pr;vacion de sepultura eclesiásti-
ca , y la prohibicion de admitir obla-
ciones, de decirse los divinas oficios-por los
que muriesen en duelo, ó de resultas de
las heridas recibidas en él.


Posteriormente se ampliaron estas mis-
Mas penas y otras igualmente graves con-
tra todas las personas que directa ó
directamente ayudasen ó consintiesen los
desafios; y él concilio de Trento
ró escomulgados ipso facto á los empe-
radores , reyes., duques , príncipes; con.,
des , marqueses , ú otros señores tem-
porales que concedieren cri sus tierras
campo para que se verificase el duelo
entre cristianos, privándoles desde luego
de la juritcliccion y dominio de acuella
tierra, y • comninándolos con todo el rigor
y la animadversion de los sagrados cá-
nones.


Las constituciones de los sumos Pon-
tífices tomaron con tal empeño la repre-.
sion de este desorden, que por manifestar
el odio col/ qué le miraban; llegaron á


399 •
cOndenar varias proposiciones que son eter-
namente ciertas á la luz de la razon;
pero que sin duda convenia que se mi-
rasen entonces corno falsas para evitar ma-
yores males.


Los reyes católicos declararon aleves,
no solo á los que provocasen ;


admitiesen
ó coadyuvasen de cualquier modo. á los
desafios , sino tambien á los que tenien-
do noticia de ellos no los denunciasen á
la autoridad pública. Pero sobre todos
nadie manifestó mayor indignacion contra
esta costumbre que el señor Felipe V, en
su real pragmática de 1716, que mas bien
parece una disertacion penal ó una recapi-
tulacion de todas las penas con que puede
-combinarse á un delincuente, 'que no
una ley -espresa, clara, y concisa para un
cierto, y determinado cielito. En ella des-
pues de Confirmar y aprobar todas las pe-
nas y . conminaciones anteriores, asi civi-
les corrió -eclesiásticas, se detiene á inter‘¿..
pretarel sentido en'que deben entenderse
los estatutos de las órdenes militares re-
lativas á los retos de los -caballeros ; y
aunque hubiera sido mucho mas sencillo
'abolir esta parte de la ceremonia de la
tótila de hábito, puesto que estaba en sus




4oó
atribuciones, prefirió seguir el gusto de
su tiempo,-que era el de interpretarlo todo
para ser interpretado á su vez , aun
que en ello se menoscabase la dignidad
de las leyes.


No fue menos extraordinaria la (ícela-
racion que hizo en el año de 1723, por
la cual creyendo quitar de una sola
~la todo pretexto á los desafios , ofre-
ció tomar sobre sí y á su cargo todas las
ofensas y las injurias que los hombres se
hiciesen unos á otros , y castigarlas con
penas superiores á las establecidas en 'de-,
recho, con tal que nadie exigiese por sí
mismo la satisfaccion de su ofensor. Es
ciertamente muy digna de gratitud y res-
peto esta paternal vigilancia en un sobe-
rano que 'labia aprendido estas lecciones
en la corte de Luis XIV , el cual }labia
formado el mismo inutil empeño de re
primir en Francia la mafia de los desa-
Ros. ',Yero era prometerse demasiado de
la estoicidad de los españoles , sobre todo
al terminarse una guerra de partidos y
cuando estaban en su mayor herbOr las
animosidades -y los odios recíprocos de las


- familias y de los individuos.
.5.1 concluirá. •


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 48.


SAEADO , 30 DE JUNIO DE 1821.


'Concll)
-e el articulo sobré los desafíos.


Nosotros estamos persuadidos á que la
legislacion no ha atinado todavía con el
fin que se propuso de abolir los desafios,
ni era posible que ,atimile, siguiendo un
rumbo enteramente opuesto al término-
donde se


.proponia llegar. No es eierta
mente el rigor de las penas el medio mas
á propósito para corregir los errores, si-,
no la demostracion y el convencimiento
de que lo son. Interin que las virtudes
guerreras btencian mas brillo entre los hom-
ores que las virtudes cívicas y religiosas,
tan lejos estarán de reprimise los desafról-
con leyes penales, que antes bien serán pól."'


TOMO VIII.
26




lo mismo mas frecuentes, y servirán de ma-
yor pábulo al orgullo y vanagloria de cier-
ta clase de individuos. Bueno es sin du-
ela recordar la magnanimidad y pacien-
cia de Temistocles, cuando viendose amena-
zado con un baston por Euribiades en
plena asamblea , en vez de desafiarle res=
pondió aquellas célebres palabras hiere,


.pero escucha. Es igualmente utilísimo in-
culcar la idea de la gravísima injuria que
hace á la sociedad todo el que atienta á
la vida de sus semejantes, y aun á la su=
ya propia ; la ninguna prueba que ofrece
de inocencia ni de verdadero honor el dar
'una feliz estocada á su contrario ; lo po-
co que vale una ligerísima ofensa en com-


paracion de la vida de un hombre, y el
luto, el desconsuelo y la miseria de to-
da una farni!ia ; y finalmente todas y ca-
da una de las razones que ocurren á cual-
quiera para impugnar una accion que es
'en sí mala y detestable. Pero pensar que
los hombres en general han de temer mas
la accion futura y muchas veces incierta
-de las leyes que el riesgo cierto y casi
inevitable de un desafio, 'es desconocer en..
tenamente las sensaciones del corazon hu-
mano.


403
Las leyes contra los duelos son muy se..


knejantes á las que se han promulgado en .
Varios tiempos contra los suicidas, y unas
y otras deben considerarse de poquísima
utilidad ; porque la naturaleza ha promul-
gado otras mas fuertes y mar generale
y el que. llega á transigir con estas, poco
ó nada parará la atencion en aquellas. Las
Únicas penas que creemos capaces de pro-
ducir algun efecto, y aun mucho si se
cuida de conservar pura la fe, son las pe-
nas eclesiásticas, porque son infinitamen-.
te mas terribles é inevitables para todo
el que no haya desechado enteramente el
yugo de la religion, Pero por mas vigoro-
sas que sean las leyes civiles contra los
duelos, son tan insuficientes cuando con-
trarian la opinion pública, que solo con.,
tribuyen á dar mas importancia á toda
esa turba de falsos valientes que inundan.
los cafés, las casas de juego, y las con-


rrencias públicas.
Dichosamente en España son muy po-


co frecuentes los desafios sangrientos, co-
mo no sea entre' los militares, y aun
entre estos lo son tambien mucho menos
que en los de las lemas naciones. No se.=
ria facil asignar la causa moral de esta


26.




4(t4
'ventajosa diferencia; porque asi como se-
ria impertinente en nosotros atribuirla á
su mayor sensatez y gravedad respecto de
los militares estrangeros, asi tambien se.;
ria imPertinentísimo é injusto en estos, si


. los creyesen menos sensibles al pundonor.
Mucha revolucion ha de hacerse en las
ideas de los hombres, y muchos centena-
res de siglos se han de pasar todavía an-
tes de que sea bien mirado de sus ca-
maradas aquel que vaya á dar cuenta á
sus gefes del desayre que le hicieron en
tal reunion , de la palabra grosera que le
dirigieron, de que le volvieron la espal-
da al presentarse, de que rehusaron con-
testarle cuando dirigió la palabra, etc, etc.
No hay duda en que seria lo mejor te-
ner bustante grandeza de alma para des-
preciar estas y otras fruslerias semejan-
tes que suelen servir de ocasion para los
desafios.; pero •cuando se considera qué
una gran Parte del mundo se alimenta de
frusleriás , y que el pasar por valiente ó
por cobarde suele depender tambien de
una frusleria, no causará admiracion el que
se verifiquen. algunos duelos entre gentes
cuya primera cualidad es el valor. Gran
dicha seria la nuestra si todos se resol,


405
viesen á seguir el consejo de Jesu-Cristo
de presentar la otra mejilla cuando algu-
no le aplicase una


.bofetada; pero está vis-
to que la mayor parte de• los hombres'
son aficionados á dar las tales bofetadas,
y poquísimos se resignan á recibirlas. •


Y aun no suele ser tan mala la in-
juria como lá burleta que á ella suele se-
guirse, y aquel injustísimo derecho con
que se creen los denlas para repetir ó va-
riar los insultos, luego que se persuaden


-de que un infeliz se los ha de tolerar
impunemente. Es verdad que suele decirse
contra esto que hay otras muchas ocasio-
nes legítimas donde poder manifestar. su
valor; pero no es cierto que sean tan fre-
cuentes estas. ocasiones sino •durante al-
guna guerra ,. y suelen pasarse muchos
años antes que un militar pueda
tarse de . valiente.,AunqUe .pertenece;-
mos á está honrosa carrera, hemos tenido
mas de una ocasion de considerar la fal-
sa situacion en que se encnenlran algu-
nos oficiales cuyo valor es .)dudoso entre
sus compañeros , y mó .


hemos dejado de
encontrar alguno que ha tenido que ha-
cerse valiente de puro miedo.


Los que han seguido la carrera de las




406,
armas podrian mas bien que otros decir-
basta qué punto influye el temor de los
desafios en el mutuo respeto y trato de-,
licado de unos oficiales con otros, y de es,
tos con sus respectivos subalternos. Noso-
tros solo sabemos que en aquellos regi-
mientos en que por espíritu de cuerpo,
por la seguridad de que ningun individuo.
puede faltar á otro impunemente, no solo
abundan menos los chismes y las queji,
lías á los gefes, sino que tambien son mu-
cho menos frecuentes los desafios. Lo que
no tiene duda es que apenas hay un hom-
bre medianamente educado para quien no
sea infinitamente mas temible el menos-
precio público que la severidad de las le-
yes, y mientras que dure la especie hu-
mana, los que fueren conocidos . por co-
bardes serán menospreciados de los que
no se tienen por tales. ¡ Cuántas palabras
insultantes ,que se pronuncian entre gen-
tes que pasan por finas, se volverian al
pecho si los que las profieren supieran que


dia siguiente tenian que dar satisfaz-
clon á solas ! ! ! !


Esposicion que hizo d fa academia de S. Car
los de Palencia en el da 23 de abril de
582 , su académico de honor D. Francis-
co Javier 15011,ll y 'Fila/tova , ministro de.
la audiencia territorial, sobre la trasla-
don de los cuadros que existían en los
monastermi de la povincia , de dicha
dcademia.— Valencia 18 2 5.


D. Diego Vich, ilustre valenciano, na
menos por la nobleza de su faniilia qua
por su amor á las bellas artes, formó una
coleccion de 31 retratos de los mas cé-
lebres varones del reyno de Valencia, obra
de Juan Ribalda , gran pintor y célebre
poeta del siglo XVII, al cual robó la
muerte en el verdor de su juventud á
las bellas artes y á la gloria de su patria.
El Sr. Vich cedió esta coleccion, tan apre-
ciable por la ejecucion como por los re-
cuerdos nacionales que esc:ta , al monas-
terio de Ntra. Sra. de la Murta , sito en el
término de la villa de Alcira. Hacen mee.-
cien honorífica de ella el presentado Fr.


4




4o8
José Rodriguez , en su biblioteca valentina,
escrita á fines del siglo XVII, D. Juan
Agnstin Cean . Bermudez, en el diecioaarro
de los ilustres profesores de las bellas artes,
y últimamente el presentado Fr. Jayme
_Villanueva en su viage lzterário a las %rde-
.5.ias de España.,


Entre los hombres ilustres cuyos retratos
componen aquella coleccion , se cuentan
el stimo pontífice Calixto III, S. Bernardo.
de .Alcira, S. Vicente. Ferrer, S. Fran-
cisco de Borja , S. Luis Beltran y el Beato.
Nicolas Factor que reunió al egercicio de
Das virtudes, cristianas la habilidad de la
pintura. A estos nombres célebres en los
anales de la Usia, se juntan el de D. Fer-
nando rey de Nápoles, hijo de Alfonso
el magnánimo , el de D. Baltasar Mana-
das, general español que sirvió en Ale-
mania y el del Maestre de. campo Gas-
par' Sapena.


Se hallan ademas retratados Luis Vives
cuyo nombre es superior á todo' - elogio,
su discípulo D. Honorato Juan, obispo de
Osiria' y maestro ,


del príncipe. D. Carlos,
irde Jayine Ferrus, orador y teólo-


go 'del concilio de
•Trento, el P. Benito


Perera, gran teólogo y humanista; Fede-
vico Furio Ceriol , autor del escelen te


40.9
opúsculo del consejo y consejeros del pía.
cipe:, Luis Collado, médico y descubridor
del huesecito Estapeda en el órgano del
oido ; su sucesor en .1a cátedra de Botá-
nica, y que se considera como uno de los
restauradores de esta ciencia; Pedro, Juan
Nuñez, insigne filólogo y humanista ; Ge-
rónimo Muñoz, á quien Tico-Brahe cita
como . un gran matemático; D. Jayme Juan
Faltó, matemático y poeta; Ausias March
que es el petrarca de la poesía provenzal;
Jayme Roig, poeta y médico ; Francisco
Tarrega y Gaspar Aguilar, poetas celebra-
dos por Lope en el laurel de Ápolo; Mosen
Juan Bautista Comes, célebre músico; y en
fin , Guillen de Castro, en cuyas esce-
nas se ensayó el genio de Corneille para
crear la tragedia moderna.


La coleccion de que hablamos, con-
tiene todos los títulos de gloria que po-
see el réyno de Valencia. El Sr. Borrull,
tan escelente patricio como amante ins-
truido de' las artes, presenta en su espo-
sleion todas las razones que hay para no
defraudar á aquella provincia. de un mo-
numento tan insigne y nacional, que es
al mismo tiempo una coleccion de buenos
modelos para los alumnos de pintura;. y




¿ro
concluye que en ninguna parte estará me-
jor conservada que en la academia de S.
Carlos cl,J Valencia, cuerpo mas intel esa-
do qué otro alguno en transmitir á la pos-
teridad , aumentada con sus tareas en las
bellas artes, la gloria de los valencianos.
Sus deseos son conformes al decreto de
las Cortes de 25 de octubre de 820, en
que mandan destinar á los cuerpos litera-
rios los cuadros, libros y efectos de las
bibliotecas de los monasterios suprimidos,
despues de haber elegido para su bil,lote-
ca lo gire parezca conveniente. Nosotros
deseamos que su espasicion tenga el éxito
que desea su autor.


Ya es tiempo de que salgamos de esta
especie de fuerza que nos ha hecho hasta
ahora mirar con una in deferencia vedadera-
'nen te cul i iable. los . monumentos de la gloria
nacional. Estos monumentos yarian sepul-
tados en los monasterios: preséntense ya en
las academias, y esciten la emulado') de la
generacion presente destinada por el es-
píritu (le la libertad para cosas grandes
y sublimes. Algunos escritores españoles,
mas celosos de la celebridad nacional que
justos é imparciales, han atribuido á !a
envidia y malevolencia de los estrangeros


411
in. ignorancia que hay en Europa acerca de
nuestras cosas. Pero en esto se engañan en-
teramente, la culpa ha sido nuestra. Un fran-
cés ó un inglés, por mas que quiera ins-
truirse en la historia política y literaria de
España, no tiene medios para lograrlo; por-
que nosotros , merced á la • opresion del
pensamiento, hemos carecido hasta ahora de
periódicos y de anales literarios y artís-
ticos; y merced á la opresion de la in-
dustria, un viage por España es una em-
presa tan dificil como incómoda y costo-
sa. Nos quejamos de que los estrangeros
nos privan de nuestra gloria. El siguiente
egemplo, de que somos testigos, hará ver
cuán injusta es esta acusacion. Nadie g -
n ora en Europa que la comedia de las Mo-
eedades del Cid, de Guillen de Castro, fué
por decirlo asi, el gérmen de la primera
tragedia francesa. Esto lo confesó el aran
Corneille, demasiado grande para atri-
buirse la gloria .agena : esto lo repitieron
y repiten los franceses á toda la Europa..
Existe en el dia en Madrid un humanis-
ta estrangero , deseoso de conocer profun-
damente nuestra literatura del siglo XVI,
ansioso de poseer una completa coleccion
de nuestro antiguo teatro, y que no per-




413
festadO el deseo de que se cultiven las dis-
posiciones de aquel genio prematuro en
el conservatorio de Paris, donde adquiri-
ria los conocimientos necesarios para hon-
rar algun /cha su patria. Sin embargo
los padres del jóven Arriaga no tienen
medios para sostenerle en aquella capital;
y un talento tan acreditado ya por el jui7
cio de uno de los mas grandes 'músicos
de Europa , ó se aniquilará en inútiles es-
fuerzos, extraviará por los senderos
del mal gusto, abiertos siempre al genio
cuando no conoce las reglas. ¿ Por qué no
ha de haber en España medios para sub-
venir á la educacion artística ?.¿"Por qué ó el
gobierno, ó las corporaciones literarias ó
políticas no ¡tan de tener fondos para cul-
tivar los talentos que prometen á la pa-
tria la gloria de las artes?


412
.dona gastos ni diligencias para adquirir la
citada comedia (le Guillen de Castro. Aun
no ha podido dar con ella, despues de
inútiles indagaciones, no solo en la corte,
sino en Valencia, Sevilla y otras partes.
¿ Es asi como los Ingleses han tratado á
su Shakespear? ¿No debieramos tener una
edicion magnífica de aquella comedia ?
¿ No debiera ser muy conocida la vida y
-la historia del Thespias moderno? ¿ Quién
conoce en España á Guillen de Castro ?
Y sin embargo, nos quejamos de la en-
vidia de los estrangeros, cuando debiéra-
mos quejamos de nuestra desidia, ó por
mejor decir, de nuestro antiguo gobierno;
porque en efecto los gobiernos son !os
que tienen la culpa de todos los males de
las naciones.


Antes de concluir este artículo habla-
remos á nuestros lectores de un fenomeno
verdaderamente estraordinario en música.
'Un joven bilbaino, de edad de i4 años,
ha compueFto la música entera de una
ópera. El insigne músico español D. Ma-
nuel García que está al frente de la ópera
italiana de París, y á quién se le remi-
tió la obra para que la juzgase, ha hecho
de ella los. mayores elogios, y ha mani-




414


Las aguas minerales de Longroiva, poema
filosófico en portugués : por José Pinto
Rebello de Carvalho.= Coimbra 182):¿


A pesar del título de filosófico que
lleva este poemita, todas sus formas son
líricas: frecuentes invocaciones á las ninfas
y al amor se mezclan con los cuadros poé-,
ticos , en que describe, ya la amenidad del
sitio de Longroiva , ya el efecto saludable
de sus aguas. Es verdad que á veces se
hallan adornados pensamientos é ideas pro-
fundas con todo el aparato brillante de
la poesía.


Esta composicion , aunque corta , es
muy apreciable por la buena versificacion,
por el escogimiento de la frase y por la
belleza y frescura del colorido. Ninguna
cosa prueba mas los progresos del espíritu
filosófico en una nacion, que ver á sus
poetas embellecer con los adornos de su
divino arte las verdades ya morales, ya
físicas. Darémol algunas ¿nuestras del es


4,5
tilo de esta obra , para justificar lo que
hemos dicho (la ella.


Longroiva, pequeíb villa del alto Bei-
ra ,. situada al occidente del rio Pisco, fue
poblada en 1145 por Fernan Melaba de
Braganza: este la cedió á los templarios
que edificaron en elle; una torre, arruina-
da en el Wa. El autor celebra la memo-
ria de aquellos caballeros, tan desgracia-
dos como valerosos, en los versos si-
guientes:


Estos muros entaon de valor foraon
Preclaro heno: nestas erinas rochas
Facendo rebentar dentre ellas flores ,
Vinha cern veces á risonha Venus
Gozar á fruto de Mavorte os brazos.
Vos, bellas Nym lestes sitios guardas,
Vieis cobrir de verde muzgo as yedras
E o chaon forrarse de perenne relva:
Sobre ella veces mil festivaes •danzas
Ledas formastes cos gentis Amores.
Mas an nos muitos os mortaes sqneceraon.
Sacro culto d' Higía 1) e culto vosso:
Depois que abandonar bravos soldados
Estas muralhas vistes ; mas sem modo


( ) Diosa de la salud ; nombre inventado por
'el autor del poema.




416
Ceder á furia de contraria sorte:
Se come em Gallia por sentenza impía
Seusirmaons d' armas as fogueiras foraon4
Foraon aos cadafalsos , héroes lusos.
Impávidos , fogueiras, cadafalsos,
Como elles arrostaraon. Vos com pranto
Com dor ouvistes seus Adeos estretnos-
Eccho por elles inda agora chama
Destes rochedos áridos em torno.
As Dryadas alem visaon seus bosques
Perecer pouco é polleo: fiesta sorte
Na abandonada Syria se divisaon
Estéreis campos, férvidas areias
E assomhrosas ruinas, onde outr' hora
Excelsa fronte levantou Palmira.
Sobre os destrozos da cidade inmensa
O Philosopho apenas boje encontra
A mil profundas reflexoens materia.


Estas murallas otro tiempo fueron
Del valor noble cuna ; y estas rocas,
Anidas ya', brotaban lindas flores,
Cuando risueña Venus y furtiva
Buscó en ellas de Marte los abrazos.
Vosotras, bellas ninfas, que la guardia
Tuvisteis de este sitio i cuántas veces
Visteis de verde musgo los peñascos
Cubrirse! i cuántas veces recamarse


417
El duro suelo de alagueña grama,
Que hollaban vuestros pies, danzas fes-


tivas
Tegiendo con los plácidos amores!
A vuestro culto sucedió el de Higía,
Cuando aquellos intrépidos guerreros
Huyeron sin temor de estas murallas,
El fuego y los suplicios arrostrando,
Que prodigó á sus dignos compañeros
La Galia mas cruel. Su postrer vale,
O ninfas , recibisteis suspirando ;
Y flebil Eco, en rededor gimiendo
De estos pelados riscos, todavía
Lo repite á los valles— i


Ay! entonces
Vieron las drias sus umbrosas selvas
Fenecer lentamente. Así aterrado
Mira en la inculta Siria el peregrino
Aridos campos, tristes eriales
Y espantosos escombros, de) otro tiempo
Palmira levantó la escelsa frente:
Y el filosófo, hollando las cenizas
De ciudad . tan inmensa, apenas halla
De su contemplacion el triste objeto.
Describe los efectos y varias escenas de los


bajíos. Entre estas son las mas poéticas las
que siguen.


Entrelazando al flexibeis ramos
De salgueiros, os Faunos por entre elles


TORIO
27




418
Haon de vir espreitar á formosura
Com seus soffregos olhos. As maons dadas,


Viraon a fresca sombra bella e bella
Sentarse as tardes do abrasado estío.
Zephiro cm tanto sacudindo as folhas,
Aqui ha de entornar branda frescura ,
Trazer das flores perfumado aroma ,
Incentivo d' amor infundir n' alma
.11a-ves sensazoens, prazeres novos.
O desvelado amante a amada sua
Ha de offertar ó cristallino copo,
Sentarse ao lado seu , beber coro ella,
B,landarlhe á espazos fervidos suspiros,
Em cuanto a bella d' espressivos olhos


otra mágico volver sorrindo falla.


Nayadas, vos ali con vivo celo
Heis de velar a hurnanidade em prantos,
Vossos doras ministrarlhe, e doce esp' ranza
Infundir n' alma do mortal enfermo,
A (juera o mundo e a existencia enfadaon.
Heis de tornar á seus cansados orgaons
O perdido vigor, e aligeirarlhe,
Se a saude tornarlo mem. poderdes ,
O pero ao menos dos terriveis males.
Inda una vez na consternada fronte
Ha de um riso apuntar, ati da campa


Sobre a h
orrorosa borda embriagasse


Com a illusaon da vida.


' El Fauno enlazará de los ta: ayes
Las obedientes ramas ; y entre ellas
Acechará desnuda la hermosura
Con ojos devorantes. De las manos
Dos jóvenes unidas, á sentarse
Vendrán bajo la sombra, cuando ardiente
Los campos queme el rayo de la siesta.
Cefiro en tanto de frescor suave
Inundará los sotos sacudiendo
Las hojas del frutal, y el grato aroma,
Incentivo de amor , audaz libando
Al seno de las (flores: nuevos gozos
Derrama alegre en su apacible vuelo.
Desvelado el amante á su querida
Ofrece el claro vaso; y á beberle
Con su egemplo la) ánima. Tierno exhala
Amorosos suspiros que la bella
Con blandos ojos premia y blanda risa.


.
....... .


Vosotras tiernas Nayades, las penas
De la llorosa humanidad benignas
Aliviaréis allí; dulce esperanza
En el pecho infundid del desauciado,
A quien la luz del cielo ya es odiosa.
Volved, "volved í sus cansados miambros


27.


419




420
El antiguo vigor : y sino es dado
Restituirle la salud, al menos
Aligerad el peso de sus males.
Que siquiera otra vez la risa asome
En su angustiado rostro : y en la orilla
De la tumba fatal , pueda embriagarse
Con el prestigio de la vida.


Este ultimo pensamiento es muy original
en poesía, y está muy bien espresado. El mis-
mo mérito tienen, y ademas el de la dificul-
tad vencida los siguientes versos, en que des-
cribe el error comun de suponer aquellas aguas
útiles para ciertas enfermedades de las jóve-
nes.


Ah! cuantas veces vos surrís, ó genios,
Alem aonde vossos dons dimanaon,
Vendo a jóven belleza en aurcos copos
Vossas aguas beber !.. .Amor surria
Por ver o engano e o remedio impropio.
Yessa da vida fulgurante aurora ,
Cuadra de novas sensazoens e gostos,
Sentía Idarcia o tempestuoso effeito
'Dos annos juvenis, nos vivos olhos
Scintillava outro fogo, e mais vermelhas
Eraon as rozas da nevada face.
Do branco seio arredondadas formas
Faciaon mais fermosa a gentil Marcia.


42r


nestas fontes
Bebia ou ferreas, ou sulphureas aguas
Sem nenhuma vantage , outros remedios
Exige nesta quadra á natureza.
Amor que astuto ocasíaon buscaba ,
De Marcia ao peito seus farpoens dirige;
Mostralhe Alciro , e de repente a bella
Soluza e ama, e pelo caro amante
E ternamente amada, em mutuo enlace'
Saboraon ambos indicas dulzuras.
Logo de Marcia o corazaon com forza
Expelre o fluido onde circula a vida:
Um vivo- fogo nos brilhantes olhos
Fulgurou, como dantes, e o alvo rosto


. A costumada cor tomou das rozas:
Que tu suave amor, tu podes tanto !
Aqui cem vetes teus farpoens agudos
Vem ser aos corazoens stimulo idoneo ;
E cuando falhaon mineraes principios,


Sentia a Bella en sí, cuanto en teus cuadros
Ricos nos trazas, Cabanís facundo,


Cuanto nos teus, Roussel , pintor das grazas
Porem no rosto as purpurinas cores
Desbotaon cedo, .e o fulgor celeste
Dos olhos murcho, a languida tristeza
Denota o mal e a naturaleza ilusa.
Entaon d' Higía viuha Marcia as aras
Offerecer seus votos :




Co as proveitosas aguas combinados,
Amor, naon falha teu divino fogo!


¡Cuántas veces Tos genios de la fuente
Desde el venero umbroso ven risueños
A la jóven beldad en copa de oro
Beber de su raudal !... Amor se burla
Del comun yerro y del remedio inutil.
En la brillaLte aurora de su vida
Marcia sintió los férvidos combates
Dé la edad juvenil que describieron
Ya Cabanís en elocuentes cuadros
Ya Roussel con la pluma de las gracias.
El vivo fuego de sus dulces ojos.
Súbito se amortigua: caen las rosas
Del nevado semblante, ya oprimido
Con lánguida tristeza; indicio cierto
Del mal y de su causa. Bebe en vano
Las aguas minerales : que á sus ansias
Otro 'remedio señaló natura.
Amor hiere su pecho : el bello Alcino
Ante sus ojos brilla : Marcia ama,
Y arriada, sus recíprocos afectos
Premia el divino lazo de Himeneo.
Despide el corazon con nueva fuerza
La circulante sangre: ya en sus ojos
Los amorosos rayos centellean:
Ya sus megillas pálidas se cubren


423
De rosas otra vez. Tal poderío
Concedió al dulce amor benigno el cielo.
Aqui su agudo harpon, los corazones
Facil hiriendo, estimulo es de , vida:
Y cuando de elementos minerales
Cuajada el agua á dar salud no alcanza,
Alcanza , amor, tu delicioso fuego.


es




424


TEATROS.


La moza de cántaro,


Comedia de Lope de Vega , refundida en
cinco actos por don Cándido Maria
Trigueros.


Una dama dé varoniles brios dió la
muerte á un caballero que se atrevió á
injuriar á su anciano padre; y para ocul-
tarse de las persecuciones de la justicia ,
vino á Madrid y sirvió de moza de cán-
taro hasta que sus parientes alcanzaron de
S. 31. el perdon de tan honrado cielito.
Ya ' perdonada, se declara por quien es,
y premia con su mano el amor de don
Juan, caballero ilustre, que aun creyen-
dula moza de servicio, la habla preferi-
do á una dama de calidad que le ado-
raba.


Este es el fondo verdaderamente no-
velesco de la fábula : los accesorios son
escenas de amor y zelos , presentadas am-
bas pasiones bajo la metáfora demasiado
repetida del cántaro; pinturas de costum-
bres propias del tiempo y de los persona-


4a5
ges , y pensamientos ingeniosos, desleidos
en la versificacion fluida y suave de Lope,
que es quizá el mérito principal de esta
pieza , desnuda, mas que otras del mismo,
autor, del interes dramático. El refundi-
dor la ha distribuido en cinco actos, para
no variar la escena sino en .los intervalos.
Tal vez mezcla sus espresiones triviales y
sus versos frios y desmayados á la elo-
cucion animada y noble del original; dis-
cordancias que deben evitar con sumo
cuidado todos los que acomodan comedias
antiguas •al estado presente de nuestra
escena.




La academia poética que celebran en
el primer acto don Juan , el conde su pri-
mo y doña 'Ana, es imagen de las que se
usaban en el siglo XVI y XVII , y que
continuaron , aunque con menos esplen-
dor, hasta mas de la mitad del 'siglo XVIII.
En ellas se proponian asuntos de la meta-
física amorosa, y las clamas no se desde-
ñaban de asistir á ellas y de concurrir
á los certámenes. Esta costumbre quizá
contribuyó mas que nada á corromper el
buen gusto en la poesía, porque no era
hijo de buen padre el que no hacia ver-
sos; y como la. cortesia de las academias era




49.6
contraria. á la severidad de la crítica, los
conceptos, el refinamiento y el culteranis-
mo cundieron por to.la la clase instrui-
da de la sociedad. Ademas , la asistencia
del bello sexo á aquellas reuniones, favo-
recia al todo lo que era discreto é inge-
nioso , aunque fuese afectado y contrario
á la sencillez y naturalidad de la espresion:
En fin , la materia esclusivai de aquellas
academias era el amor, y el que no que-
ria copiar á otros, se hallaba obligado á
recurrir á las hipérboles, á las metáforas
obscuras ó á la algarabía del estilo . pala-
ciego. No hay duda que aquellas justas
literarias . proporcionarian á la juventud
ocasiones de brillar ; pero el genio -y el
buen gusto perdieron mucho, porque to-
do joven bien educado se creyó obligado
á versificar.


Copiarémos aqui el soneto que presen-
ta don Juan en la acadena,.


«Una moza -de cántaro y del rio ,
Mas limpia que la plata que-- de él lleva;
Recien herrada de chinela nueva,
Honor del delantal, reina del brio;


Con manos- de marfil, con sehorin,
Que no hay tan .gran senior que se le atreva,
Pues donde lava dice amor que nieva,


427
Es alma ilustre al pensamiento mio.
Por estrella, por fe , por accidente


Viendola henchir el cántaro, en despojos
Rendí la vida al brazo transparente.


Y envidiosos del agua mis enojos,
Dice: ¿porqué la coges en la fuente,
Si mas cerca la tienes en mis ojos? »


. Los primeros versos de este soneto tie-
nen el mérito de embellecer con los ador-
nos poéticos un objeto vulgar. El último
pensamiento se ha hecho tan comun, que
no hay quizá poeta cómico que no haya
usado de él.


El mismo mérito tienen las octavas del
del acto cuarto , en que se describe un
bayle de lavanderas.Citarémos algunos ver-
sos de ellas, parA que se vea hasta qué


-


punto llegaba en nuestros poetas cómicos
el furor de Brizar.
• « Hasta los paños me llevaba al rio,


Mayor cón .la corriente de mis ojos.
Cantaban otras con alegre brio,
Y yo, Leonor, lloraba mis enojos,
Lavando con el agua que lloraba,
Lo que con mis suspiros enjugaba.
Bajaba el Sol al agua transparente,


Y el claro rostro en púrpura bañado




428
Las nubes ilustraba del e oriente
Con su vario color tornasolado;
Cuando despierta ya de su accidente
Salió la luz del uno y otro lado,
La ropa ya lavada retorcimos,
Y á entapizar los tendederos fuimos.
Quedando ya por los menudos ganchos


Las camisas y sábanas tendidas,
Salieron cuatro mozas de sus ranchos,
En todas las riberas conocidas.
Luego de angostos pies y deho mbros anchos,
Bigote' altos perdonando vidas,
Cuatro mozos


Tocó, Leonor, Juanilla el instrumento,
Que con cuadrada forma en poco pino
Despide alegre cuanto humilde acento,
Cubierto de templado pergamino;
A cuyo son, que perturbaba el viento,
Cantaba con ingenio peregrino,
En seguidillas, con destreza estraña,
Pensamientos que envidia Italia á España.
Baylaion luego, hilando castañetas,


Lorenza y Justa y un galán barbero,
Que mira á Inés haciendo mas corbetas,,
Que el conde ayer en el caballo overo.
No parece sino que Lope quiso elevar


la profesion de Lavandera á la dignidad
de la égloga. Tambien es de notar en


429
estos versos el elogio de nuestras segui$
(Hilas, poesia popular pero llena de gra-
cia é ingenio ; la cual si no nos engaña-
mos, manifiesta la superioridad natural que
tenemos sobre las demas naciones en las
artes de imaginacion.


Tambien puede servir ésta descripcion
como un nuevo argumento á favor de los
que atribuyen á Lope las poesías de To-
mé de Burguillos, ademas de la identidad
de estilo y de versificacion. Muchos so-
netos del Bachiller se versan sobre la mis-
ma materia ; y la Juana de Tomé fue
quizá la misma Isabel de la moza de cán-
taro.


El final del mismo acto está lleno de
comparaciones poéticas.


Así el cautivo en la cadena canta ,
Asi engañado se entretiene ausente,
Con la vana esperanza de que un dia
Verá la patria, en que vivir solia.


No con menos temor ó mas sosiego
Tímido ruiseñor su esposa llama,
A quien el plomo, que dispara el fuego,
Quitó la cara vida en verde rama,
Que mi confuso pensamiento ciego
En noche oscura los engaños ama,
Esperando que llegue con el dia




43o
La muerta luz de la esperanza mia.


No es estrailo que los poetas cómi-
cos adoptasen todos el estilo lírico en sus
comedias. Quién se podria atrever á in.
novas, despues del egemplo de Lope?
t1 Quién hubiera podido ,' contrarestar la
impresion que dejó gravada en el pue-
blo el príncipe del teatro y del Parnaj
so? Asi es que Calderon se contentó con
desterrar del diálogo coman los ornamentos
líricos, y usando de ellos con mas sobrie-
dad, y solo en determinadas ocasiones
en que no dañasen al interés de 'la situa-
cion dramática. Es verdad que los versos
líricos de Calderon se resienten ya del
gongorismo, cuando los de Lope, sepa-
rados de la comedia y considerados en sí
mismos, pertenecen al siglo demasiado
breve de nuestra buena poesía.


Pero lo que asegura el efecto teatral
de esta pieza y la perpetuará en nuestra
escena, es' la sal é ingeniosidad de los ver-
sos alusivos á la situacion. Aunque la me-
tafora sea casi siempre la misma , Lope
tiene la fecundidad , de Ovidio, y cuando
parece agotada la materia , halla nuevas
cosas que decir. El estilo y giro de los


43r
versos remeda al de nuestros romances
pastoriles.


« Cantarillo, cantarillo,
Vamos teniendo paciencia :
Pues la fuente no se apura,
Tomemos lo que nos dejan.
Vais y vcnis á la fuente ;
Quien va y viene mucho á ella,
¿ De qué se espanta, si el asa,
O la frente se le quiebra ?
Para sosegar caldas,
Y quitar sustos á bellas,
Sois, cantarillo del alma,
Una inestimable prenda ;
Pero lo que es barro humilde,
Al fin por barro se queda. "


Algunos versos hay que pueden ser-
vir 'de proverbios :


« Estense quedas las manos,
Y estense 'los pensamientos,
Que •no seremos amigos ,
Sino se está el amor quedo."
«Siempre tuve por error
En el que pretende amar,
Ya qua haya de adivinar,
Adivinar lo peor."


Para dar una muestra del modo con




432
que se criticaban entonces los versos, ci-
tarémos la crítica que se hace de, los que
canta la música para abrir la academia,
que son estos.


‹.,• De qué sirve, ojos serenos,
Que no me mireis jamas?
De que yo padezca mas,
Y no de que os quiera menos.»


Doña Ana censura el epíteto serenos,
y el conde lo defiende. Su razon es, porque
los ojos bellos serenan los desvelos que
causan , y porque sirven de cielos para
el amor; dona Ana replica que la sere-
nidad es propia del cielo , mas no del sol
y la luna,


«,Que son los ojos del cielo."
Desciende despues á la tierra, y da


una razon algo mas concluyente; y es que
la inmovilidad no es un gran mérito en
los ojos.


Si se raciocinaba con este rigor en una
academia inventada por el mismo Lope,
¿ qué seria en las que lo sucedieron
cuando el culteranismo, el gongorismo y
la discrecion afectada babian tiranizado
todos los ramos de la bella literatura?


433


tettres sur París-, ou correspondanee pour
servir á 1' histoire de .1' etablusenzent du
gouvernement representan/ en France:
par C. G. Etienne. = París 182g.


Cuando el periódico intitulado la ilfz'ner-
va, se publicaba en Francia , Me. Etien.
ne, uno de sus colaboradores, insertó Wñ
SUS diferentes : números estas cartas que
fueron apreciadas de todos los literatos
y políticos de Francia, come una obra del
mayor mérito. En cuánto al estilo, pue-
den sostener la concurrencia con las pm-
onczates de : Pascal ; y en ¿llanto al fondo
de las cosas, son un modelo de libertad
representativa. Los yerros del ministerio,
los peligros á que espóne un sistema ver-
satil de administracioh-V


-
los gobernados


y á los gobernantes,' los furores y las in-
sensatas esperanzas de la faccion aristo-
crática , la mobilidad 'de' principios
algunos cliputadOs <1


.veriálidad de otros
y el ridículo servilismo de algunos, están
pintados en esta obra .4án tanta fuerza co-
mo .verdad..


TOMO VIIX.
28




434
La censura previa acabó con la Mi.


Cierva, pero"•7n.e. ' con las cartas de Mr.
Etienne. Ceái 'O. el poder censorio está li-
mitado á los -periódicos , esW-preciosa co-
leccion no reconoce el pOde ••'mágicó de
la tinta encarnada ; y la libertad de la
imprenta atacada en folletos y diarios re-
cobra sus derechos en un libro grande:
de modo que en Francia, como dice Mr.


Pradt solo es permitido. escribir li.--
br,ernente en,Tazpn,:dei fastidio que se
ea,u,sa á. ,,lOs lectores con, lo ;voluminoso
41:, la obra.:
la Pero , en valde se opone la censura á
la ) ,manifestacion, de la verdad. Hay en la
república literaria una comunicacion. de
ideas . tan actiya que no bastan ; á impe-
dirla las astucias del poder , mi á refre-
narla las cadenas de. las leyes ,,escepciona-
les. , Por mas • que, se desfiguren los he-
chos, por mas :que .se imponga- , ,silencio á
las, plumas, la terrible verdad.;llega á ser
conocida; y entonces se vuelven contra
sus enemigos todos los ,artificios de que
se valieron para oprimirla. Esto lo sabe
la Europa hace tres siglos ; y sin embar-
go los enemigos de las luces no escar-
mientan , y los gobernantes se conducen1


• 435
como si su conducta y hasta sus inten_
ciones mismas no hubieran algun dia .



ser reveladas á los hombres.


Y si en el estado actual de los cono-
cimientos humanos no puede evitarse este
tímido descubrimiento , ni aun en los
gobiernos absolutos , d qué será en los
representativos Cuya condicion esencial
es la publicidad del foro Nuestra reli-
gion señala entre sus dogmas el dia ter-
rible de los juicios, en que la menor in-
tencion de los humanos será revelada , y
recibirá su premio ó su castigo. La tri-
buna nacional de los gobiernos constitu-
cionales es el teatro del juicio final de los
gobernantes. En vano se estravia la opi-
nio : en vano se preparan disculpas ó
pretestos para justificar los abusos del
der : en vano se encubren proyectos am-
biciosos bajo el velo- ya de lealtad, ya
de patriotismo : los tiempos de ilusion
pasarán: llegará la hora de las venganzas,
y cubrirá de eterna ignominia á los que
han hecho el mal , ó han dejado de ha
cer el bien.


Nosotros no tenemos que dar á los
gobernantes, para evitar el terrible y cier-
to castigo de la opinion pública , otro




436
consejo que el que. se da á los cristianos,
si se han de libertar de las reconvencio-
del supremo juez : y es que se juzguen
ellos mismos. Ahora bien, para hacer rec-
tamente este juicio no bastan las luces
propias ; son necesarias las de los hom-
bres, que pueden examinar desapasiona-
damente sti conducta. ¿ Quieren los que
gobiernan conocerse bien á sí mismos?
Dejen perfectamente suelta y espedita la
la libertad de la imprenta; aprovéchense
del terror saludable que inspira; aprendan
basta en las calumnias de los líbelos á evi-
tar no solo el mal, sino la interpretacion
siniestra del bien; corrijan lo que hayan
errado , antes que la fama lo divulgue;
examinen con mucha atencion ]os elogios
y censuras; que se hagan de su adminis-
tracion , y no sean tan fatuos que crean
siempre á los primeros, ni tan humildes
que cedan siempre á las segundas ;. y en
fin, decida» la razon imparcial , y no las
pasiones personales ó políticas, el aprecio
ó la desesumacion que han de hacer de
los escritos agenos.


Es una fatalidad para las naciones:, que
todo hombre , colocado al frente de la
administracinn l se cree, apenas llega á


437
aquel alto destino; el centro de todos los
intereses nacionales. Un particular censu-
ra al ministerio , dama por la libertad
del pensamiento; se queja de su violacion,
exige que el sistema de gobierno sea en-
teramente liberal. Nómbresele ministro:
todas las cosas mudan de colorido ante
sus ojos. El valor de los escritores que
se atreven á denunciar los errores de su
administrador), les parece una osadía pu-
nible : acusan las intenciones , quieren pe-
netrar en el corazon del denunciador, es-
tudian toda su vida pasada , y si es menes-
ter le calumnian para quitarle el aprecio
de los hombres de bien. No es esa la
cuestion : á la nacion importa muy poco
que un escritor haya cometido en otro
tiempo yerros ó debilidades. Le importa
mucho menos, que su conducta sea bue-
na ó mala; leyes hay para juzgar ¿le los
crímenes de los particulares. Tampoco le
interesa 'saber cual es el motivo secreto
ó la íntencion oculta que le puso la
pluma en la mano; porque las naciones
no quieren arrogarse el derecho, inutil pa-
ra ellas , de juzgar los interiores. Lo que
la nacion quiere, lo que la nacion desea,
lo que á la nacion le importa , es conocer




438
si una medida administrativa es buena
mala; si el sistema de gobierno conduci-
rá á la felicidad ó á la ruina; en una pa-
labra , si el escritor tiene ó no razon en
lo que dice contra el ministro. Las re-
criminaciones, los chismes, las calumnias
podrán desahogar por un momento el
amor propio ofendido, ó la inmoralidad
vergonzosa de un corazon ulcerado de
rencores ; pero no podrán hacer mejor la
administracion, ni justificar los yerros de
un ministerio inepto. Bueno fuera que
despreciásemos los escritos de Salustio,
el primero de los políticos romanos, por
haber sido un hombre venal y corrompi-
do. Despreciemos al autor; pero adore-
mos sus obras.


Cuando el que tiene la fuerza á su
disposicion manda poner una mordaza,
es señal de que terne lo que se iba á de-
cir. ¿Conviene á un ministerio constitucio-
nal manifestar este miedo ? El gobierno
francés durante los seis últimos años lo
ha manifestado; y en nuestro entender ese
es el mayor de los yerros que ha come-
tido ; porque ha dado motivo á la na-
cion para que sospeche que el mal ha
sido mas grande de lo fi que pensaba. Todo


439
objeto parece mayor en el silencio y la
oscuridad. Permítase decir las cosas como
son, y se estimarán en su verdadero va-
lor.


Gobernantes de las naciones , no te-
mias á los 'que escriben, sino quereis dar
una prueba de que .vuestra conducta no
puede sostener mi examen 'imparcial. No
ahogueis la libertad de laimprenta, ni
con leyes de ecepcion , con amenazas
contra los escritoras , ni 'eón 'calumnias ó
recriminaciones, y mucho menos con de-
nominaciones de proscripción.




440


Panegírico de la exaltadora.


¡ Ay de la patria si llega el tiempo.
en que el language frio de la razon suce-
da al animado de la pasion y el sentimien-
to! Asi se esplica un periódico matritense
y á él y á. nosotros nos parece que dice
muy bien, y que no hay nada que replicar.
En efecto la señora Razon es uno de los
muebles mas incómodos que se nos han in-
troducido en la sociedad ; y si no tratamos
de deshacernos de ella cuanto antes, será
cosa de pasar una vida mas sujeta que la de
un novicio de capuchinos. (7, Quién seria el
majadero que tuviese el descuido de dejarla
mezclar se en nuestras negocios, y conce-
derla voto activo ni pasivo en nuestras
decisiones? A buen seguro que no seria
ningun exaltado en cuya defensa se lee
aquella juiciosa esclamacion, ni sería tam-
poco ninguno de aquellos de quienes se
dice en el mismo discurso, que se les han
aplicado los sinónimos de revoltoso, sedi-
cioso , anarquista , republicano , vitando y
peligroso. No son los exaltados tan simples


441
que cometiesen una torpeza semejante, ni
la Razon es tan linda que pudiera seducir •
el corazon y los sentidos de unos hom-
bres enamorados ya de otra belleza mas


--accesible y mas facil. La Razon es una
vieja indigesta y regañona, que como esta-
ba acostumbrada allá en sus mocedades á
mandarlo y á dirigirlo todo á su manera,
piensa que puede en el dia ejercer el mis-
mo influjo que cuando sabia agradar á los
hombres.


¡ Valiente papel baria entre nosotros,
un exaltado con solo dejarse ver un dia
brazo á brazo con la Razon! Ya podria-
pedir desde aquel instante sus inválidos,
y no volverse á presentar donde le vie-
ran sus camaradas ; porque hay ciertas
compañías que con sola una ocasión des-
acreditan para siempre, y escluyen de que
vuelva á anudarse el trato y la correspon-
dencia. Los exaltados miramos con tal hor-
ror y desprecio á cuanto tenga conexion
con la razon, que primero nos dejarémos
hacer pedazos, que permitir que ella nos
dirija y nos mande. Y no es decir que
este horror le hemos creado ,nosotros, los
que profesamos la exaltacion de la liber-
tad, sino que le hemos heredado y re-




442
cibido de nuestros antecesores, los exal-
tados religiosos y serviles. Esta antipatía
y este odio son tan antiguos entre nues-
tra familia y la de la razon, que no hay
memoria de que jamas haya puesto los
pies un individuo de la una en la casa de
la otra. No hay un baron aleman que con-
serve con mas esmero sus títulos de no-
bleza, que el que nosotros tenernos en man•
tener siempre vivos nuestros mútilos resen-
timientos. Qué se diría de nosotros si
olvidándonos de la dignidad de nuestros
mayores, bajasemos la cabeza á nuestra
implacable enemiga, y fuesemos á recon-
ciliarnos con ella por la primera vez? ¡ Qué
reconvenciones tan justas no nos harian
los Ravaillacs , los Damiens, los Torreque•
madas, los Chabot, los Robespierres, los
Vinuesas, y todos los que en la historia
antigua y moderna han dejado bien puesto
su concepto de exaltados! Pues no se dirá
jaulas que si ellos supieron tenerselas tiesas
á la razon y resistir á sus encantos , he-
mos de ser nosotros tan débiles que nos
vayamos tras de ella inmediatamente ,que
la percibamos.


ti Qué trabajo la cuesta á esa señora el
plegarse á nuestros regalados caprichos ?


443
Pues á fé que no son tan descabellados,


\ como quieren suponer los esclavos de la
razon , porque en substancia todos nos pro-
ponemos un mismo objeto. y un fin de,
terminado. Ella quiere triunfar de los vi-.
cios y las pasiones de los hombros para
sujetarlo.; a sus severas leyes, y nosotros nos
proponemos triunfar de estas mismas le-
yes y de esos misrncs hombres, para que
nadie pueda satisfacer sus pasiones sino
nosotros. Nuestro triunfo es incompatible
con el suyo, y así es tan imposible que se
oyga la voz de la razon entre los exaltados,
como el que estos dejen de perseguir á
los amantes de la razon.


¡Qué insípida y desabrida seria la his-
toria del género humano, si este no se hu-
biera apartado jamas de la senda de la
razon ! Entonces no hubiera habido guer-
ras, ni empleos (le generales , ni vacan-
tes (le ellos; y por consecuencia precisa
estabamos pícaramente los exaltados su-
balternos. Tampoco habria llegado la época
de la libertad; porque una libertad razo-
nable es una verdadera servidumbre para
nosotros, los enemigos natos de la razon.
¡ Oh bendita Inquisicion , esposa y madre
nuestra! 110: temas que tus hijos legítimos




444
desmientan ni por un instante las acerta-
das máximas que supiste inspirarles! Tú
conservaste hasta el último suspiro un odio
eterno á todos los que escuchaban los gri-
tos de la razon; tú la perseguiste con en-
carnizamiento, y lograste arrinconarla y
aherrojarla en tus propias mazmorras; tú
la precisaste á desmentirse mil veces y á
confesar que eras superior á ella , y que
ella sin tí era una pobre ciega, capaz de
romperse los hocicos contra las sublimes
verdades que mandabas preconizar; tú la
declaraste esclava tuya, y la hiciste servir
mas de una vez de instrumento para nue-
vos triunfos; tú fuiste vencedora mien-
tras que alejaste de tí al raciocinio, y á
este nadie le hace una guerra Inas feroz
que la exaltacion. Quién hubiera sido ca-
paz de derribarte de tu asiento , si tú no
hubieras aflojado la cuerda á esos maldi-
tos razonadores? Ellos han acabado conti-
go y acabarán con todos nosotros, desde
el momento en que permitamos que tome
parte la razon en nuestros discursos y en
nuestras operaciones: Persigamosla pues á
fuego y sangre, y declaremos que tanto
ella, como sus 'hijas la moderacion y la to-
lerancia, son unas serviles de cuatro suelas.


445
La masa de los hombres que forman un


estado, una naczon , necesitan otro Ienguage
que no sea el de la nylexion. ¡Qué bien di-
cho y qué bien meditado ! Bendita sea
mil veces la boca del exaltadillo que asi
sabe resolver la coestion radicalmente, sin
dar lugar á disputas ni á berengenas. Otro
se hubiera contentado con decir que el
lenguaje conveniente para todo pueblo, es
el que fundado siempre en la razon sa-
bia pintarsela con colores vivos y enér-
gicos, á fin de que la sintiera y la abraza-
ra con mayor fervor y confianza. Hubie-
ra querido persuadir, que asi como los me-
tales se purifican y perfeccionan por me-
dio de la exaltacion, asi tambien el hom-
bre cuya imaginacion se exalta hácia el
bien , se hace mas digno de disfrutarle.
Pero ¿quién no ve cuán espuesto seria esto
á que se disputase sobre quien se acerca-
ba mas ó menos al bien ? Para evitar es-
tos ridículos .argumentos, es infinitamente
mas precioso el medio que adopta nues-
tro periodista de decir, que los exaltados
no raciocinamos de puro zelosos , por que
el raciocinio supone frialdad.


¡ Oh sapientísimo Mahoma , cuán le-
jos estarias tú de presumir que al cabo




446
de doce siglos "'rabia de haber quien rey
sucitase tú doctrina! Nosotros conocemos
ahora que la máxima que tú estableciste
de cree ti te deguello , es y debe ser la
máxima dé todos los ,pueblos y de todas


las , edades en que reyne exaltacion.
Quién duda de que si el guerrero Omar


se hubiese metido á periodista , corno se
meten otros, no hubiera aumentado la
celebridad de su nombre con unos cuan-
tos artículos sobre exaltados, mas aun
que con el incendio de la famosa biblio-
teca ? Ornar era un exaltado muy dé bien,
y por consiguiente poséia en alto grado
todas las calidades que nuestro periodis-
ta celebra en los exaltados del dia. El
amaba con furor todo lo que le tenia erren,
ta , lo mismo que nosotros amarnos
desesperadamente todo cuanto puede au-
mentar nuestro peculio. El gustaba de
mandar en nombre de Dios y del profe-
ta , permitir que se discutiese lo
mandado , y nosotros mandamos en noin
bre del martillo que es una autoridad po-
co menos respetable.


Si queréis que sé, acabe la raza de los,
exaltados, alistaos en sus filas.


'Si los exaltados claman contra los jan-


447
<rionarios y contra los obispos, removed á
estos empleados, y separad dichos obispos.'


Quién lo duda ? Sobre que lo hemos
estado diciendo mil veces, que no hay
hombres mas dulces ni mas amables que
nosotros, con tal que nos dejen hacer
cuanto se nos antoj e. Muchos meses hace
que hubierames callado nuestro piquito,
si como era debido nos hubiesen exalta-
do á los elevados puestos que merecemos;
pero al ver que otros disfrutan lo que
tienen, y nosotros no tenernos que disfru-
tar, quién no ha de hacer del enamora-
do, del celoso, y del enfurecido ? Dadnos,
dadnos empleos y pesetas, y vereis como
no nos disgustan los funcionarios , los obis-
pos, ni los curas, ni los inquisidores, ni
las monjas, ni los frayles , ni cuantos ave-
chuchos hormiguean en las columnas de
nuestro periódico. Tú rico y yo pobre,
tú en coche y yo á pie, t í mandando y
yo obedeciendo, tú aplaudido y yo sil-
vado ! asi dejaré de exaltarme corno vol-
verme turco.


El guante está ya arrojado, la guer-
ra está encendida, los enemigos son po-
derosos'; 'pero nada importa : venga la ra-
zo3 con todo su,egército


a auxiliada por la




1


448
Constitucion, por la justicia y por las leyes; ven-
gan la moderocion y la toleraneia con sus ar-
mas disimuladas y seductoras; venga el mis-
mo orden con su aspecto brusco y severo,
que á nosotros nada nos intimida , pues
con solo entonar ó desentonar un par de
Lairones y media docena de Trágalas, ten-
dremos. á nuestro favor á todos los que
tienen miedo á la fantasma, y arrollán-
dolo todo, lograremos hacer amable á nues-
tra santa progenitora la Inquisicion.


449
sposicion hecha á las cortes sobre la deu,
da pública de la nacion por los propieta.'
ríos y comerciantes .de Madrid. i 821.


Esta memoria tiene por objeto refutar
la que presentó. á las Cortes el 3 de
abril de este ano l'a Junta del crédito pú-
blico: Despues de invocar 11 buena fé,
la moralidad y la constitucion á favor de .
los acreedores del estado, pasa á demcl-
trar la posibilidad de estinguir la deuda
sin dejar de pagar los intereses de la par-
te que los goza. Los cálculos relativos
á esta detnostracion , forman el argumento
mas firme de la esposicion ; porque, recono-
cida una deuda, y demostrados los medios
que hay para pagarla, nada puede estu-
sar al deudor.


Los cálculos se fundan en las progre*
siones descendentes que deben formar los
productos del Crédito público, las pensio-
nes vitalicias pagaderas á capellanes y re.
gulares secularizados, y los intereses de
la deuda , que se irá estinguienclo á pro-
porcion que se verifica la venta de las
fincas enagenadas. Combinados entre sí
los términos medios de estas progresiones,
resulta que queda anualmente un superavit


TOMO VIII. 29,




45o
de tres millones á favor del Crédito pú-
blico, despues de pagadas sus obligado-,
nes. Este superapit reunido al término me-
dio de seis millones anuales , que resul-
tan de, otros arbitrios aplicados á dicho
Crédito, forman nueve millones destinables
á la amortizacion de la deuda en metálico.


No seguirémos al redactor de esta me-
moria en la esposicion de los cálculos:
pueden verse en los estados que la acom-
pañan , y en las notas que estan al pie
de ellos. Nosotros no podemos formar
un juicio exacto acerca de los datos so-
bre que se funda la esposicion; pero nos -
parece que podemos asegurar que no
son exagerados. El dato del producto
anual del Crédito público es menor en
tres millones, que el que presenta la Junta:
los de la deuda nacional con rédito y sin
él, son conformes a los publicados hasta
ahora ;y nadie duda que habiendo caduca-
do los créditos de los monacales y •eligio-
sos estinguidos contra el estado, se deben
rebajar del total de la deuda sumas muy
considerables. Ultimamente , el valor de
cinco mil millones, que asigna á las fincas
del crédito público, aunque superior en
mil millones al que establece la Junta , es sin


45r
embargo muy inferior al que resulta de
las memorias de Cabarrús y del señor Can-.
ga Arguelles.


Por consiguiente, los datos que pre-
senta, se pueden tornar corno basa segu-
ra : los cálculos están bien hechos y funda-
dos ; de modo que no vemos ningun ar-
bitrio para refutar los principios que es-
tablece , ni las consecuencias que deduce.
El resultado final de la cantidad que
quede por estinguir de la deuda sin inte-
rés al cabo de so años, será muy inferior
á la diferencia entre el valor de cinco
mil millones , asignado á la suma de fincas
del Crédito público, y el verdadero valor
que tienen.


Esta esposicion es muy consoladora
para los amantes de la nacion; porque
manifiesta que hay recursos en el Crédi-
to , para estinguir la deuda que gravita
sobre nosotros, sin apelar á la bancarota
ni á los ,medios que la preparan ó se le
parecen. Es muy dificil , sín embargo, de
conciliar el descrédito actual de nuestros
vales con la existencia de aquellos recur-
sos: mucho mas cuando el régimen cons-
titucional es la mas 'Segura hipoteca de los
créditos contra el gobierno. Tenemos una


29.




452
prúeba . éliidente de este principio en la
subida 'que hicieron nuestros vales có-
munes desde enero hasta octubre del año
pasado , que fué de un 22 por roo. ¿Por
qué, mies, han vuelto á descaecer? ¿Por
qué én él 'mayo próximo no les „faltó
mas que ún 5 por r oo para volver á
'su pérdida antigua de 84 por roo.


Este fenómeno mercantil no puede
atribuirse á 'nuestra legislacion sobre el
Crédito público. Las .Cortes no han podi
do hacer mas para inspirar la conTlania . , ya
en etianto á lós medios, ya en errante, á
voluntad de pagar. Mientras la nacion vió
caminar con valentia el sistema constitu-
cional á su perfeccion en alas de la liber-
tad, y sostenido por la garantia del 'orden
público•, el crédito aumentaba. ¿ Quién lo
ha disminuido ? Los exaltados de todos
lós partidos, las maniobras de los serviles
y las imprudencias de los cine no saben
Oponer al furor, mas que el furor.


Sin embargo, ocho meses de esperien_
eia .:deben desengañar á unos y á otros.
La nación española aborrece tanto el abu_
so 'del poder , como el de la libertad. Ei
furor del servilismo no ha contagiado
hasta andra , sino .á los sencillos habitan


413
tes de' algunos pueblos , fáciles de se-
ducir por aquellos mismos , en cuyos la4


--


bios solo debieran encontrar palabras de
caridad y de dulzura ; y el fuego del desor-


\_ den /no ha prendido ni prenderá en la
parte instruida y culta de 1 nacion, de
la cual pende esclusivamente el destino de
la patria. Cuando todos se hayan conven-
cido de que la España no puede volver
al despotismo ni pasar mas alta de la lí-
nea constitucional , se restablecerá la tran-
quilidad de los ánimos, cesará la eferves-
cencia de los partidos, y con ella los ostá-
culos que se oponen al restablecirnientob,
del crédito.




454


Insurreccion de la Grecia.


81~1111711"111~


Si el filósofo de Ginebra hubiera es-
crito en tiempos de menos cultura y de
mas supersticion , ¿ quién no le reeono-
cenia por profeta, cuando al leer en su
Emilio estas señaladas palabras: Nos acer-
carnes al momento de la crisis y al siglo
de las revoluciones ", viese cumplida hoy
y realizada tan terminante profecia ? Pocos
años despees de publicada aquella obra,
se verificó la revolucion de la América
inglesa : siguiéronse á esta muy de cerca
las de la Flandes y la Holanda, que aun-
que comprimidas por la fuerza, no deja-
ron de tener influencia en los aconteci-
mientos siguientes: estallaron luego las de
Francia , y , Polonia , vencida esta última
y triunfante la primera; y aunque un guer-
rero afortunado reunió en sus manos el
'poder inmenso que la convulsion france-
sa baba creado, y sus conquistas entor-
pecieron aparentemente por algun tiempo
el movimiento revolucionario , á la rea-
lidad le propagaron por varios paises, que


455
sin la invasion estrangera, hubieran per-
imnecido inertes siglos enteros todavía.••
Es preciso reconocerlo:,si las armas fran-
cesas no hubiesen penetrado en Italia ; si
el Piamonte no hubiese sido parte inte-
grante del imperio francés, y si Bonaparte
no hubiera enviado sus legiones á destro-
nar en España la dinastía de Borbon, ni
se hubiera hecho la constitucion de Ca-
diz, ni Portugal verla reunidas sus cortes
para arreglar su pacto social, ni Buenos-
Ayres, Chile y Venezuela se llamarian
independientes , ni la Turquia européa es-
taria en revolucion, ni Nápoles y el Pia-
monte hubieran hecho las prematuras ten-
tativas que los han puesto momentánea-
mente bajo la dominacion austriaca. De-
cimos prematuras; porque si. aquellos pai-
ses hubieran estado debidamente 'prepa-
rados para la regeneracion política que
anunciaban, no hubieran sido vencidos con.
tanta prOntitud -y facilidad ; pero añadi-
mos que este triunfo de los invasores se-
rá de corta duracion ; porque es imposi-
ble que no haya muy pronto sucesos y
aun casualidades que permitan á la Ita-
lia recobrar la independencia á que aspi-
ra. Sea de esto lo que fuere, tantas revo-




456
luciones verificadas en el corto espacio de
tiempo que ha transcurrido desde la pre-
diccion de Rousseau , ya que se hayan sos-
tenido y triunfado , ya que hayan sucun...
birlo bajo el peso de la fuerza armada ;
prueban de una manera irrefragable cuán
grande era , en medio de sus paradojas y
sofismas, el hombre. que las anunció de
un modo tan positivo, cuando nadie las
veia venir, y Mucho antes que sucedie-
sen. América inglesa , Flandes , Holanda,
Francia, Polonia , España, Nápoles , Por,
tugal , Piamonte , y últimamente toda la
Turquia européa, cualquiera que haya si-
do ó sea definitivamente el éxito de sus
empresas , bastan para comprobar la mu-
cha razon que tenia el autor de la pro-
fecia para añadir en tono de oráculo:-«Las
monarquías de Europa no pueden subsis-
tir largo tiempo en el estado en que hoy
se hallan". Pero e• con cuánta mas razon
estamparia hoy esta última proposicion si
fuese tastigo de la revolucion de Turquia?
Este gran suceso sobre el cual vemos dis-
currir á los periódicos de Europa con
tanta frialdad ó indiferencia , será sin em-
bargo, si por desgracia no se apaga d
fuego ya encendido, el acontecimiento mas


457
importante del siglo decimonono : se en-
tiende despues de la emancipacion de la
América ; porque este cuando llegue á ve-
rificarse, será todavía mas trascenden-
tal é interesante. Merece pues aquel que
consagremos algunas páginas de nuestro
periódico á indicar las felices resultas que
de él debe prometerse la civilizacion del
mundo. Pero antes diremos algo de la jus-
ticia que asiste los griegos para procu-
rar substraerse á la dominacion de los
turcos.


Hablamos á personas instruidas y les ha-
riamos notable agravio en_ repetirles he-
chos históricos que les son tan conocidos.
Todos saben cuando y cómo un hábil
impostor fundó en el centro de la Ara-
bia una religion y un imperio que sus
succesores estendieron en breve por las pro-
vincias vecinas, tanto en Asia como en
Africa: cómo pasaron á Europa , y faltó
poco para que esta parte del globo que-
dase sumergida en la barbarie con que
los musulmanes amenazaban al mundo:
cómo la resistencia heróyca de los Espa-
ñoles y la fortuna de Carlos Martel con-
tuvieron en la parte occidental el torren-
te impetuoso de los conquistadores árabesi.




458
cómo el imperio de Constantino, despues
de haber luchado pdr espacio de siete
siglos contra el poder de los califas
perdiendo sucesivamente todas sus provin-
cias , desapareció por fin, y la media-luna
ocupó el lugar de la cruz sobre las tor-
res de Constantinopla ; cómo esa capital
del imperio turco pretendió serlo del
antiguo continente, y lo hubiera conse-
guido si el feliz descubrimiento (le la im-
prenta , aumentando la ilustracion cíe los
paises cristianos, no los hubiera puesto
.en situacion de resistir al valor indisci-
plinado de los turcos; cómo estos redu-
cidos por sus principios religiosos á la mas
crasa ignorancia, han ido decreciendo en
poder en la misma proporeion que las po-
tencias cristianas acrecentaban el suyo , y
cómo en el dia se hallan ya reducidos á tal
nulidad política, que solo pisan el suelo eu-
ropeo, porque las rivalidades (lelos gabinetes
y la necesidad de mantener lo que bien ó
mal se llama equilibrio continental , ha
impedido que las fuerzas combinadas de
Austria y Rusia los hayan hecho pasar al
Asia .; y en el dia las últimas solas bas-
tarían, si se lo permitiesen las denlas pe-
tencias. Supuestos pues estos hechos his-


459
tóricos , veamos si ya que los gabinetes
por sus rritítuos recelos no se unen, como
deberian hacerlo, para lanzar de Europa
á los bárbaros que tienen esclavizada y em-
brutecida la antigua Grecia, la inventora
ó propagadora de las ciencias y las artes,
la madre del saber y á la cual debe el
resto del inundo su cultura ; tendrán ó no
derecho sus habitantes, los descendientes
de los antiguos héroes y de los maestros
del 'género humano, á recobrar su inde-
pendencia, sacudiendo el yugo pesado de
la esclavitud que los oprime.


Si alguna vez hubo en el mundo una
insurreccion y una causa que puedan lla-
marse santas, son ciertamente las de los
griegos. No toman estos las armas para
destronar un príncipe y colocar otro en
el solio; no se levantan solo para destriiir
una forma de gobierno y crear otra; pa-
ra lo cual sin embargo tendrian tambien
derecho, cuando este fuese el voto gene-
ral de la nacion; se levantan, se arman
para conquistar los bienes mas preciosos,
y para salir del mísero estado en que los
tienen sus feroces opresores. Esclavos con
el nombre de vasallos, y viviendo bajo
el gobierno mas despótico y arbitrario que




46o
se conoce, sujetos á los caprichos omni-
potentes de los bajaes que los gobiernan,
sin garantía ninguna para sus personas y
propiedades, dominados por unos bárbaros
enemigos de toda ilustracion , pobres, ha-
bitando los mas fértiles territorios, y obli-
gados á contribuir para mantener el lujo
de un voluptuoso serrallo , sin que el in-
dolente Divan cuide de fomentar ningu-
no de los ramos de la pública prosperi-
dad; ¿hubo jamas un pueblo que con mas
justicia se haya armado para resistir á la
opresion ? Descendientes de los primeros
hombres, que hace mas de cuarenta siglos
poblaron aquellas hermosas regiones; ha-
biendo sido la nacion mas célebre de la
tierra , y no habiendo cedido la posesion
de su suelo sino al poder irresistible de
las armas ; ¿ qué derechos pueden alegar
los actuales dominadores para mantenerse
en la posesion, sino el de la fuerza, la usur-
pacion y la conquista ? Pero el derecho
de la espada ¿prescribió jamas, ni puede
prescribir contra el de la razon, la jus-
ticia y la posesion antigua ? •Los habitan-
tes de la Turquía européa han sufrido el
yugo y han cedido á la omnipotente ley de
la necesidad, mientras sus vencedores fue,


ron los mas fuertes; pero cuando ha lle-
gado ya el dia venturoso en que sus vi-
cios, su ignorancia y su mal gobierno per-
miten á los vencidos medir con ellos sus
fuerzas, y emplear para ser libres las mis-
mas armas de que ellos se valieron para
esclavizarlos, quién desconocerá la razon
con que las han empuñado, y no dirigirá.
al cielo sus plegarias para que proteja la
cansa del oprimido ? Mas esto no basta
respecto ,de los gabinetes cristianos, los cua-
les no deben contentarse con ser mero
y tranquilos espectadores de la lucha que
va á empeñarse, sino que deben ayudar
á los griegos con todo su .poder para que-
recobren su libertad y formen un estado in-
dependiente. Suponemos que la santa alian-
za no enviará sus egércitos para sostener
la legitimidad del sultan , ni los derechos
del trono ; porque en la insurreccion grie-
ga no se puede decir que es una faccion re-
volucionaria, ni un egército rebelde ó una
sociedad secreta los que pretenden trans-
formar el orden establecido y precipitar á
la nacion en los horrores de la anarquia.
Aqui es el pueblo conquistado el que se
levanta contra el egército conquistador:
son los antiguos poseedores que reclaman




462
su patrimonio contra los usurpadores mo-
dernos. Aqui no se trata simplemente de
mejorar las instituciones políticas ó de cor-
regir ciertos abusos , sino de romper el ce-
tro de hierro con que los gobierna un
déspota advenedizo. Y lejos de que el buen
éxito de la insurreccion pueda comprome-
ter la tranquilidad de los Estados vecinos,
al contrario la libertad de la Grecia y la
ereccion de la Turquía européa en un . esta-
do independiente, sobre acarrear inmensas
ventajas á todo el mundo civilizado, fuera
lo que estableceria sólidamente el equili-
brio européo, y arreglaria la balanza del
poder.


Las ventajas que este grande aconteci-
miento traeria, son tan palpables,• que
cualquiera puede conocerlas por sí mis-
mo. Es. verdad que por el pronto se re-
sentiría el monopolio que algunas poten-
cias, ó por mejor decir, ciertas plazas
de comercio hacen hoy con los turcos,
aprovechándose de su ignorancia y des-
gobierno; pero estas pérdidas de algunos
particulares serian compensadas con tan-
tos otros bienes, que no merecen que se


i')tenon cuenta con ellos en el cálculo. Sus-
traidas á la dominacion turca las ricas


463
provincias qué componen hoy la parte en-
opea de su imperio, y abiertos en ellas
los manantiales de felicidad y de riqueza
que tiene obstruidos el genio maléfico del
régimen mas que arbitrario de la Puerta,
qué numerosa, ilustrada , activa. é indus-


triosa poblacion no ocuparia los paises que
hoy tiene desiertos y esterilizados el des-
potismo militar .de Constantinopla? ¿Qué
.abundantes mercados no se abririan en to-
das, las costas é islas del archipielago ?
Añadase que libertada la Turquia europea,
los turcos • irian perdiendo sucesivamente
y con mucha rapidez todas las costas del
Mediterranco , y se conseguirian dos bie-
nes importantísimos para las (lemas nacio-
nes: alejar de ellas para siempre esa pes-
te que casi anualmente reproducen el des-
aseo y la indolencia de los Musulmanes,
y destruir la pirateria de las regencias
berberiscas que tanto incomoda al comer-
cio. Hay otra razon poderosa para que
las potencias marítimas de Europa, y se-
ñaladamente Francia, Italia, España y Por-
tugal se interesen vivamente en la libertad
de la Turquia européa , y es la inevitable ,
y mas ó menos próxima emancipacion de
la América, tanto la española, como la


1




464
portuguesa, inglesa y francesa. Este es un.
suceso que las antiguas metrópolis pueden
prever, y retardar por algun tiempo; pero
no impedir que al cabo se verifique. De
consiguiente exige la prudencia política
que vuelvan la vista hacia la costa de
Africa, no para hacer conquistas en esta
vasta region , sino para fundar en ella co-
lonias libres, que poco á poco vayan civi-
lizando ese inmenso continente, que des-


' de las cirtes se estiende hasta el Cabo de
• las tormentas. El género humano se finte=


cesa en que se destierre del mundo el
corán, no solo por lo falso de sus dogmas,
sino porque la religion que predica es
esencialmente enemiga de la ilustracion
de los pueblos. Es menester penetrarse
bien de esta gran verdad. «Los males po-
líticos y morales de la especie humana na-
cen todos de su ignorancia ; los hombres
son tanto mas felices cuanto son mas ilus-
trados. »Por tanto es de su interés civili-
zar las naciones bárbaras , y hacer la guer-
ra á la ignorancia y la supersticion , no
con las armas con que se esterminan las
fieras, sino con las del raciocinio y la
enseñanza. ¿Cuál será pues, la felicidad
comun del linage humano el dia en que


465
ro soló la Europa y la América sino el
..lobo entero esté cubierto de naciones li-
bres, sabias, ricas, industriosas y opulen-
tas. ¡ Quién es capaz de calcular y aun
de imaginar cual será el estado de bien-
aventuranza á que un dia llegarán los hom-
bres, cuando toda la superficie de su pla-
neta esté poblada, y produzca su fertil se-
no todas las producciones que encierra;
cuando sus habitantes elaborando y trans-
formando de. mil maneras ingeniosas los
dones de la naturaleza, aumenten los go-
ces y placeres, y disminuyan los males
físicos hasta el punto que permiten las le-
yes de la humana organiiacion; cuando
abiertos todos los medios posibles de co-
municacion , sea el orbe entero un gran.
mercado en el cual se cambien las pro-
ducciones de todos los paises y todas las
obras de la industria, cuando la ilus-
tracion y la- filosofía hayan desterrado
todos los vicios y creado todas las vir-
tudes ; cuando los pueblos unidos to-
dos entre sí, como verdaderos hermanos,
lleguen hasta olvidar el nombre mis-
mo de la guerra; y no centiendan unos
con otros sino para saber quien es mejor
y mas sabio! Sueños parecerán estos 6


TOMO van.
3o




delirios de un enfermo ; pero si por des-
gracia no se extingue la antorcha de la
civilizacion, cosa que ya no es posible sin
un trastorno físico del globo. , estos que
clon parecen sueños de visionarios, se-
rán. realidades algun dia. Y bien , para
acelerar esta época venturosa, el primer
paso es arrojar de Europa al islamismo,
irle desterrando sucesivamente de la Na-
tolia , la Siria, el Egipto y costa de Ber-
beria;. y abrir á la luz el camino para
que penetre en lo interior del Asia y del
Africa. Las otras dos partes del mundo
tienen ya en sí mismas todos los elementos
de su futura prosperidad; pero en Africa y
en Asia es menester crearlo todo. Siglos se-
rán necesarios sin duda para que. se pongan
en el estado en que hoy se halla la parte ci-
vilizada; pero por lo mismo es mas urgen-
te empezar cuanto antes la grande obra de
su regéneracion moral, política y literaria.


Y aunque la influencia que la liber-
tad de la Grecia tendrá algun dia en tan im-
portante suceso , sea ahora casi nula é in-
sensible, producirá de pronto otro benefi-
cio inestimable, que es el de preservar á
Europa de la dominacion moscovita, la cual
va que no aniquilase las luces, como en


467
otro tiempo lo hizo la inundacion de los sep-
tentrionales, baria retrogadar mucho la civi-
lizaeion européa , y destruyendo hasta la
sombra de equilibrio entre sus estados,
estableceria en ella una monarquía uni-
versal, que necesariamente degeneraria en
un despotismo militar. Tres ideas contiene es-
ta proposicion, las cuales piden alguna espli-
cacion para que no parezca aventurada, y se
vea mejor cuán importante es que la Turquía
européa se haga libre por movimiento pro-
pio, y se constituya en estado indepen-
diente. La I. a , es que la lEuropa está ame-
nazada de caer bajo la dominacion mos-
covita; la 2. a


que esta baria retroceder la
civilizacion actual, y la 3. a


que compri-
miría igualmente la libertad civil de las
naciones conquistadas.


En cuanto á lo t.°, no es necesario.
ser profeta para predecir con toda seguridad,
que la Rusia es ya en el, dia un coloso
formidable que amenaza á la Europa to-
da; "Y que si una vez llegase á realizar su
provecto favorito y bien claramente enun-
ciado de apoderarse de la Turquía, y tras-
ladar á Constantinopla la silla de Pedro
el Grande; ni Austria y Prusia reunidas,
mi una coalicion de todas las otras po7


3o.




468
tencias con estas dos, sus fronterizas, po-
drian impedir que en el espacio de un siglo
no estendiesen los nuevos Bizantinos sus
conquistas hasta el Ruin y los Alpes; que
en otro, y acaso en menos, llegasen hasta
la Sicilia por una parte y hasta los Piri-
neos -por otra, y que al tercer páso hicie-
sen tremolar sus pendones sobre las co-
lumnas de Hércules. Habria sin duda guer-
ras largas . y sangrientas: la inercia ale-
mana, fogosidad francesa , y la cons-
tancia española, sostenidas por la política
inglesa, por sus poderosas escuadras y sus
inmensos tesoros, retardarian por largo
tiempo la conquista ; obtendrían ,si se quie
te uno y muchos triunfos, y disputarian
el terreno -palillo á. palmo: pero está en
el orden de la naturaleza que el gigante
que asentado sobre el Bósforo de Tracia to-
que con uno de sus brazos al .Cabo Yorte,
y con otro á Camchatsca, Oprima con su
mole todos los estados situados en la par-
te occidental de Europa. ,Si al apoderarse
-los turcos de Constantinopla hubiesen teni-
do el grado de civilízacion que tiene hoy


góbierno de Petersburgo, ya hace tiempo
giie la Europa , y acaso la tierra toda, se-
ria_ gobernada por la cimitarra- de . Mahoina.


469
En orden .á lo segundo, aunque la


inundacion de los hijos del norte 'no iria
acompasada de los mismos horrores que
las invasiones de los siglos 4,0 y 5.0; aunque
los modernos emperadores de Rusia se
parecen ya muy poco á los antiguos Cza,
res de Moscovia ; aunque el alto gobier-
no de Petersburgo compite en civilidad
y cultura con los restantes de Europa ,. y
aunque la ilustracion de esta parte del
mundo ha llegado ya á tal punto que
es imposble á ningun conquistador ani-
quilarla, aun cuando formase tan insensato
proyecto; sin embargo es innegable que
primero las continuas y desoladoras guer-
ras que afligirian por largo tiempo á to-
do este continente , y despues la domi-
nacion de un pueblo todavía semibarbaro,
y cuyos usos y costumbres no estarian
en harmonia con los hábitos de los Subyu-
gados, produciria infaliblemente una ma-
nera nueva de existir políticamente, poco
favorable á los progresos de las luces.
Con el tiempo los vencidos civilizarian
completamente á los vencedores, los trans-
formarian en otros hombres, y se verifi-
caria lo de Grcecia capta ferum victorenz
ce pit; pero al pronto la ilustracion




470
les primeros quadaria como estacionaría
y aun retrocederia visiblemente. Ademas
los antiguos estados con solo perder su
independencia y su libertad política, per-
derian tambien mucha parte de su cul-
tura , ó á lo menos no 'urjan en ella
progresos tan rápidos, copio hubieran he-
cho permaneciendo independientes y libres.
Esto que se vió en las provincias de la
antigua Grecia, cuando pasaron á ser par-
te de la república romana, se repetirá con
toda nacion que se incorpore por con-
quista con una potencia menos culta. Esta
última ganará sin 'luda; pero la primera
perderá con la libertad les estímulos que
en ella habian hecho florecer las letras.


Finalmente el gobierno vigoroso que el
conquistador tendria que establecer para
asegurar su imperio, seria muy poco fa-
vorable á la causa de las luces. Adqui-
riendo por las armas, querria conservar
por las armas; y ya se sabe que las mu-
sas, como vírgenes tiernas y tímidas, hu-
yen despavoridas al aspecto solo de las
bayonetas y cañones. Esto quiere decir que
si el autócrator de todas las Rusias lle-
gase un día á ser el emperador de Eu-
ropa, su gobierno seria esencialmente mi-


471
litar, y en él solo podrian prosperar aque-
llas ciencias que no asustan á los déspo-
tas ; pero qué libertad tendrian la filoso-
fía , y las ciencias políticas , ideológicas
y morales ? Bien pronto serian proscrip-
tas y perseguidas, corno incompatibles con
la seguridad del trono y la estabilidad
del altar. Buena prueba tenemos en el go-
bierno militar de Bonaparte. Este. con-
quistador no estaba reñido, con las luces;
apreciaba y cultivaba él mismo las cien-
cias matemáticas y físicas; no le.incomo-
daban la poesía ni la elocuencia; se cu-
raba muy poco de que se cultivasen con
ardor las antiguedades de las lenguas sa-
bias , y todos los ramos de humani-
dades, pero aun antes (le llamarse empe-
rador, ya tuvo buen cuidado dé suprimir
la clase de ciencias políticas y morales
del instituto; y si no son falsos, los apo-
tegmas que se le atribuyen, todavía hoy
encerrado en Santa-Helena conserva la oje-
riza qud siempre manifestó á la que lla-
maba en París tenebrosa ideología.


Y bien, é qué medio hay para impedir
que la Rusia se apodere de Constantino-
pla, y funde alli la monarquía universal
de Europa ? No hay mas que uno: que




472
las provincias que hoy posee en esta par-
te el gran señor, recobren su libertad y
se constituyan en un estado independien-
te, que favorecido, sostenido y siempre au-
xiliado de las otras potencias de mas acá
del Vístula y -del Danubio opongan á la
ambicion moscóvita un muro impenetra-
Me, la mantenga encerrada dentro de los
hielos de la antigua Escitia , y coopere,
cuando se presente una ocasion favorable,
á que se restablezca el reyno de Polonia,
otra barrera necesaria para que la Euro-
pa entera no llegue á ser una provincia
rusa. Jamas se ha cometido en política un
error mas grave que el de haber per-
mitido á esta Ultima potencia . estender
sus posesiones hasta las orillas del Vís-
tula ; y si cuando las circunstancias lo
permitan no se enmienda esta falta capi-
tal, pronto habrá que llorar las tristes
consecuencias de la debilidad é imprevi-
sion <le los gabinetes que han autorizado
la injusta reparticion de un pays cuyo
poder hubiera sido muy político acre-
centar. Por estas razones, cuando deseamos
y proponemos que todas las naciones de Eu-
ropa auxilien y protejan la insurreccion
de la Grecia , no queremos decir que la


473
Rusia envie sus egércitos á tomar parte
activa en la contienda, y que á título de
protectora se alce con la soberanía de los
paises que se sustraygan á la dominacion
de la Puerta. Al contrario, seria convenien-
te que todas se coligasen para impedir
que aproveche ésta ocasion de engrande-
ceese. El 'auxilio que los griegos nece-
sitan y debe darseles, consiste en dinero,
armas, municiones, y oficiales expertos que
los dirigan. Con estos socorros y su natu-
ral valor, ellos solos triunfarán de sus tira-
nos y conquistarán su libertad. Luego que
la hayan recobrado , todo cuanto tienen
que hacer las <lemas potencias, es inter-
venir amistosamente en sus consejos, para
que establezcan un gobierno justo, li-
beral y bien combinado. En cuanto á la
eleccion de la' dinastía, la única regla que
debe prescribirse, es la de no permitir
que . ocupe el nuevo trono un príncipe ruso
ó austriaco. En no siendo ninguno de es-
tas dos casas, es indeferente que sea cual-
quiera de las dinastías menos poderosas.




474
,1 NUNCIO.


Gramática francesa de Lhonzon-1,
teranzente refundida por Carlos Constante
Letelüer, , profes.fr de bellas letras ; acomo-
dada al uso de los españoles, y enriquecida
con un tratado completo de pronunciacion
y con otras diferentes adiciones Utiles, por
don Juan Sanchez Ribera, maestro que ha
sido de lengua francesa en los estableci-
mientos militares de Alcalá. Un tomo en
4.o de 6o pliegos, papel fino, y escelente
edicion de letra nueva francesa. Se vende
en Madrid, en la librería de So jo, calle
de las Carretas, y ell Cadiz en la de Za-
ragoza.


La Gramática de Lhornond, conocida
tambien en el nombre de Leí-Ciller, está
tan acreditada en Francia, que apenas hay
en aquella nacion colegio alguno ni casa
particular de enseñanza, donde no sirva
de texto para que los jóvenes de ambos se-
xos aprendan por ella su lengua nativa. Se
ha ereido, pues, que disponiendo esta obra
de modo que pudiese servir á los españoles
que desean aprender el francés, se ten-
dría una gramática, si no perfecta, á lo me-
nos muy superior á las que se han pu-


475
Micado hasta ahora en nuestra lengua.
Todas las gramáticas escritas por france-
ses, inclusa la


.
de Lhomond, pasan . con


suma rapidez por todo lo que es relativo
al modo de pronunciar: lo que no es és-
traño cuando se escribe para unas gentes
en quienes el uso de la coñversacion pue-
de suplir era esta parte todas las reglas.
Pero hablando con estrangeros es necesa-
rio tratar este punto .con toda estension,
y con cuanta delicadeza sea posible; y hé
aqui justainente lo que no se ha hecho
en ninguna obra de esta clase, escrita por
nacionales ó estrangeros para instruccion
de los españoles. Solo el que coteje el tra-
tado de pronunciacion que se ofrece aho-
ra al páblico, con los que se han impreso
anteriormente, y examine los modelos de
lectura interlineal para la prosa y el ver-
so, podrá juzgar de las rnejoras que ha
recibido esta parte de la gramática, y del
trabájo. que ° para ello ha sido necesario.


• Se ha piresto particular esmero en la par-
ta del estilo, bastante descuidada en mu-
chas de nuestras gramáticas, y singular-
.-


mente en la que por desgracia sirve con
mas frecuencia á los que entre nosotros
se dedican al estudio del francés. — Las do-




476
mas adiciones principales que se han hecho
á la obra de Lhomond, en obsequia de la
.uventud española, consisten : en un índice
alfabético de las correspondencias que pre-
sentan mas dificultad en las dos lenguas,
por cuyo medio se' adquirirá la propiedad
de la version española, y se evitarán los inu-
merables galicismos con que de algun tiem-
po á esta parte se ha desfigurado la her-
mosura de nuestra lengua . En otro índice
de ciertas voces de un uso muy general,
que vulgarmente se llaman sinónimas y
tienen en realidad una significacion muy
distinta : en una coleccion de las palabras
y modos de hablar mas usuales . de las
lenguas francesa y española ; y en varie-
dad de temas ó modelos de composicion
para poner en práctica las reglas que se
han estudiado , aplicándolas sobre todo
al egercicio de escribir en francés. Otras
adiciones se han hecho. en el discurso de
la obra, seguirse ha presentado la ocasion
y la necesidad de amplificar ciertas doc-
trinas. —Lo que mas sobresale en la gra-
mática de Lhomond ., es el métOdo claro
y natural , la precision del lenguage, la
exactitud de las difiniciones , la teoria fi-
losófica de los verbos , la profundidad con


477
que se esplica en ella, la sintaxis por prin-
cipios verdaderamente ideológicos, el dis-
cernimiento y moderacion con que se
censuran algunos defectos ó descuidos.de
autores clásicos franceses, las juiciosas y
oportunas observaciones de que está ador-
nada, y en 'fin la elección de las palabras
mas significativas y adecuadas para espre-
sar los conceptos sin ninguna ambigüe-
dad. A fin de que nadó hubiese que desear
en esta nueva gramática, publicó su autor
á continuacion de la sintaxis un tratado
de la versificacion francesa, en que se es-
plica el mecanismo de todas las especies
de composiciones poéticas, conocidas en
Francia, y se presentan egeruplos de ellas.


Tal es el contenido de esta nueva
gramática ; tales las adiciones y mejoras
que en ella ha recibido la primitiva de
LhomOnd. 'Nosotros añadirémos paró inte-
ligencia del Público , que habiéndola exa-
minado, podernos asegurar que es incom-
parablemente superior á cuantas se habian
publicado hasta ahora para uso de los es_
pañoles , y que deberá estudiarla todo el
que desee conocer .á fondo y por prin-
cipios . la 'lengua francesa.




r


478
INDICE


de los artículos contenidos en el torno VIII
DEL CENSOR.


Del equilibrio europeo. 3
Teatros. El desden con el desden. . . 2 1
De la exageracion de los principios. . • 47
impugnacion de un articulo inserto


en el mímero z o del Mensagero de
Sevilla.


6o
Dictamen sobre las confirmaciones de los


Obispos electos durante la incomuni-
cacion con la silla apostólica 68


Cuatro palabras á los serviles


Poesías de Tapia 81
Teatros. El Hipócrita, comedia de Molie-


re en cinco actos y en verseo , tradu-
cida al castellano por don J. Mar-


. chena. I00
Del servilismo 11 4
Sobre la palabra respeto 135
CUILLEIMO TELT. : ó la Suiza libre, obra


escrita en Jraacés por Florian ,y tradu-
cida al castellano por una señorita. . 144


Memoria sobre el proyecto de reunir el
mar °cecino con el Mediterráneo por
medio de un canal. • 148


Advertencia á nuestros corresponsales. . . 1 ;
Sobre Camilo Jordan, diputado de Fran-


cia. L58
De los estados generales , comparados


Memoria presentada á las Cortes por el
con las cámaras representativas . . . 162 •


479


ayuntamiento constitucional de la M.
H. villa da Madrid, sobre sus gastos
precisos'


186


Teatros. La Fulgencio, comedia en tres
actos; por D. Vicente Rodriguez de
Arellano


¿95
El' Celoso y la .Tonta
198


Elogio de los elogios


206
Analisis de un folleto que , contiene ob-


«remociones sobre el plan de crédito
público, libertad de imprenta, etc. . 216 -


^stlgunas reflexiones sobre los negocios
de nzérica.


224
Du goUvernement de la France , depuis la


restauration, et do ministére actuel ; par
F. Guizot. París 1820


241
Sobre una e.sposicion dirigida á las Cortes


por la diputado?z provincial de Asturias. 273
Medios que convendría emplear para aca-


bar con los facciosos de Castilla. . . . 285
Defensa de los medrosos . . ..




307
Teatros. Los Rechazos, comedia en un acto. 315
Suscripción" á la obra titulada De • la Auto-


ridad real segun las leyes
$ I S


Diálogo SIzaftbury, Merabeau
3 21


Teatros. Misantropía y arrepentimiento:
348drama en tres actos, de Kotzebue. . .


Respuesta nada obscura al autor de la
Carta blanca 356


Nuevas observaciones sobre los negocios de
_dmérica 368




480
Sobre los desafíos 395
Concluye el artículo sobre los desafíos. . 4 o
Esposicion que hizo á la academia de San


Carlos de Valencia su académico ele ho-
nor D. Francisco Javier Borrull y Vila-
noa , ;sobre la traslacion de los cuadros
que existian en los monasterios de la


•provincia, de dicha academia
407


Las aguas minerales de Longroiva, poema
filosófico en portugués ; por José Pinto
Rebello de Carvalho


415
Teatros. La Moza de Cántaro, comedia de


Lope de Vega , re:Jiu:elida en cinco ac-
tos, por D. Candido María Trigueros , .4 2 4


Lettres sur Paris ou correspondance pour
servir á l'histoire de l'établi,ssement re •
présentatif en France, par C. G. Etienne 433


Panegírico de la exaltación
44o


Esposiceon hecha á las Cortes - sobre la
deuda pública de la nacion por los co-
merciantes • de Madrid


449
bosydaliaki f7"9., la Grecia 4 54


. •




n 191 . 4
4 7 4I 1 .


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