PERSONAJES CELEBRES
}

P E R S O N A J E S C E L E B R E S
DEL SIGLO XIX.


POR


UNO QUE NO LO ES.


La biografia es el arte de reu-
nir el personal de la historia, de
las ciencias, de las letras, de las
artes y de la sociedad...


I . NOBYINS.


1843.










f


I ft


* -


M. GÜIZOT. " "


n No hay verdadero poder sino el
poder respetado , y el respetó puede
solo pertenecer á la superioridad, > ,


GUIZOT — pe los medios de gobierno
y de oposición én el actual estado de
la Francia, I8í!t p. 17t.


El 8 de Abril de 1794, tres días después de
la sangrienta victoria de Robespiérre sobre Dan-
t o n , Camilo Desmoulius y los hombres de la
Comisión de clemencia, levantábase en Niinesel
cadalso para un distinguido Abogado, sospechoso
t i b i e n de resistencia á las voluntades del terri.


"ole triunvirato >-y habia penetrado la desolación
en el hogar de una de las familias mas honradas




X~ P E U S O N A J E S C É L E B B E S ,


del pais. Una muger desconsolada pedia á Dios
la diese fuerzas para sobrellevar un inmenso do-
lor , pues en un mismo momento el verdugo la de-
jaba viuda, •y'lilérfários í sns doi hijos. El ma-
yor de ellos, que apenas contaba siete años , lle-
vaba ya en su semblante serio y meditativo la
señal de un entendimiento precoz. La desgracia
es como un invernáculo: sé: crece á prisa con su
contacto; aquel niño, que : no tuvo infancia, era
Francisco-Pedro-0u¡Ilermo Guizot.


Habiendo nacido protestante, el 4 de Octubre
de 1787, bajo el imperio de una legislación ren-
corosa , que negaba á sus padres una unión le-
gal , y á él un nombre y un estado civil , veia
Mr. Guizot al mismo tiempo á la revolución que
le volvia definitivamente su lugar en la sociedad,
y que le hacia pagar aquel beneficio con la san-
gre de sü padre. Si pretendiéramos escribir otra
cosa qué una biografía,' encontraríamos, tal vez
en el concursó de estas circunstancias, el primer
germen de una antipatía casi igual ón el hombre
de Estado por las monarquías absolutas y losgo-
biernos dewiowáHws. ¡ , \


. Después de la fuaesta catástrofe de que acá»
bamos de hablar, Mme. Guizot abandonó la cfrt-




G U I Z O T . 3


dad de tan amargos recuerdos, y pasó á Gine-,
bra en busca de consuelos, cerca de su familia,
y dé una•• sólida educación para sus hijos. Colo-
cado el-joven Gúizot en el Gimnasio de Ginebra,
se entregó con pasión al estudio. Sus primeros
y únicos juguetes fueron los l ibros, y á los cua-
tro años leía en su propio idioma á Thucydides
y Demóstenes, á Cicerón y Táci to , i el Dante
y Alfieri, á Schiller y Goethe, á Gihbon y Shaks-
peare. Los dos últimos años ;qtie permaneció en
el colegio, fueron especialmente dedicados á los
estudios históricos y filosóficos, y esta última
parte de la ciencia tuvo para el joven un pode-
roso atractivo. Su entendimiento, dotado por la
naturaleza de un carácter particular de fuerza
lógica, llevada hasta la destreza, pudo-desar-
rollarse y madurar en medio de la pequeña re-
púbica Ginebrina, que ha conservado alguna cosa
de la fisonomía sabia é inflexible de Juan Cal-
vino su patrono. ' .


En »805, después de haber visto coronados
sus estudios por un brillante éxito, pasó Mr, Gui-
^>t á París; para estudiar el derecho, puya
escuela, como es sabido, habia desaparecido en
medio del torbellino revolucionario, habiéndose




4 P E H S O N A Í E S C E L E B R E S .


formado algunos establecimientos particulares pa-
ra llenar aquel yació. Mr. Guizot, poco amigo;
de una enseñanza incompleta, tomó el partida
de -buscar la eiencia en las meditaciones de Ja.
soledad. Pobre y orgulloso a u n tiempo. mismo>.
austero y ambicioso, se encontraba el joven ar-
rojado á uu: mundo de intrigasj de . desenfreno
y de'frivolidad. El periodo desde el directorio
hasta él imperio $ es, una época multiforme ¡ in-,
tea. y descolorida, como todas las épocas de
transición. La corriente social, rechazada yioj-
leatnimente por la tormenta revolucionaria, no
había vuelto ú tomar enteramente su curso; de
todas; las ideas destruidas, volvían muchas á le-
vantarse, pero pálidas,; enervadas, .vacilantes y
como aturdidas aun "del terrible golpe que las
halúa herido. Algunos espíritus superiores se es-
forzaban ya en llevar por un nuevo camino ¡i
aquella sociedad que renacía de entre: sus rui-
nas ; pero la masa, privada por mucho tiempo
dé los goces materiales, solo aspiraba á disfrutar
aprisa' los dias de descanso que temía ¡. ver de-
masiado pronto interrumpidos. De ahí proviuiel
ron él carácter de sobrfe escitncion genecal,
y el desenfreno d « : costumbres que condn-




G U I Z O T . ò


jo casi • á • tos buenos tiempos de la regencia.
La naturaleza rígida del escolar ginebrino bas-


tó para librarle del; contagiò. El primer año de
su permanencia en París , fue para Mr. Guiaot
un-año dé tristeza y de aislamiento. Se replegó
sobre sí mismo como todos los. hombres' qae
conociéndose fuertes, carecen de punto de apo-
yo para ensayar sus fuerzas^


Al afio siguiente entró en clase de preceptor
én casa de Mr. Stapfer, ; antiguo M i n i s t r ó l e
Suiza en Par ís , eft el cual encontró una hòspi1-
talidad casi paternal, y tesoros• do 1 ciencia filo-
sófica, propios para dirigir y activar'Su desarro-
llo intelectual. Aquéllas1 nuevas relaciones le f a -
cilitaron la entrada 'én la sociedad de Mr. Suard,
en la <jue se reunían entonces'los talentos lilas
disthiíjuiuos de la época ;, y átli vio por primera
vez á la múge rque debía ejercer sobre su Vida
u t ta tàh nóbfei y feliz influencia. '
- Conocida es1 generalmente la circunstancia un


poéo romántica que preparó él- casamiento de
Mr. Guizot. La referiremos sin embargo para los
Ijue la ignoren :


Mlle: Paulina de Meulan , hija dé una familia
distinguida , pero arruinada por la revolución,




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


había encontrado recursos en una instrucción laD
«olida í©too variada ^y, para sostener ,á su fami­
lia , babia empiendid© la¡ pesada; y. idevttradora
«atraca ttel periodismo:­ ; redactaba,$h­Publicista
cuando i toaenfarmedad grave jl»|{t d e u q ­esoe­
8ft.de ttabajo,;la obligó á interrumpir una ocu­
­pacion:, tan necesaria para, el bienestar;, de Jas
personas que tanto amaba; su posición ifea á ser
«rít ica, se;dese$peraba apéren la dia recibió)una
08rt8:W}ftHÍm^),fp la que Je rergabíB que se tran­
qui l i№^ t .o&eciéndoleideaempgñar^^reai duran­
te toáó el tiempo de su enfei'onedad.. Acoiapa­
ñaba á\ aquella! carta un i artículo ^perfeQtarnente
escrito, y por un rafiíjanyento de delicadeza •, los
jeusamientos.y estilo, estaban «jtactaaiejít» .ol­
eados en, el modo de escribir de Mije, de ,Meu­
lan»;la cual aceptó el art ículo, lo firiró,, y re­
cibió con, regularidad otro igual hasta concluir
su convalecencia. Mlle. de Meulan profundamente
afectada de aguel proceder, no dejó de contar su
iiyenlura en la sociedad de Mr. Suard, hacien­
do inútiles investigaciones, sin a c o r d á r s e l e un
joven pálido y serio, á quien apenas conopia , 1
que. la escuchaba con gravedad al hacet'.todtr
clase, de conjeturas. Rogado par medio,del perjó­




GI.IZO.I. 7


dicp para que se, dieja á¡conocer ..„ .gl g e m o s o
apónimo se, decidió al Jin á, fle^ibir en ¡persona
las gracias que taut», ,mere(»a.¿.Era ;ei jp^e§,
quien hemos habl3d0ranl.es> y-,cinco ,año$,.des-
pués' Mlle. 4e Meulan-sellaiflaba Mm«j;GuizQt.


Bacante cinco &ñqs se ocupó Mr.Guizot en
diyersos:trabajos literarios. 1899 publicó una
primera obra,-. el Diccionarig. cíe los Si^énimos^
cuya introducción, dedicada á la apreciación.-.filo-
sófica del, carácter, particular ,de la .lengua .fran-
cesa^ descubre ya e^espíritu p)ejr«jf?u^on¡y^de n^t
todo.que distingue á Mr. Guiznt. Siguieron despides
Is&Fidas de tos. poetasfranceses, y la; tradupfijon:
de GibbQBí enriquecida con.notas-.hj&tÓEÍeas(;d$l
mayos: ipterés j y ñor- ultimo Ja^adqccipnide
una obra de Rehfus,, La España. «?* 48083,,pu-
blicadatambién hacia aquella éppcs,
h ¡Nos falta espacio,para.analiza* estas prini.ec^s
producciones: cualquiera, que sea su mérito
trínscco, otras de mayor iraportaupia.las liaa <her
choolvidar después. Solo diremos ,;y por ahí pon-
drá, juzgarse del entendimiento de;su- auíoí , que


Realizó aquellos trabajos antes de contar 25 añqs.
v Su talento era ya bastante conocido, y en 1812


Mr. deFontaneslo agregóá la Universidad, npm-




8 PEHSOÎUJES CELEBRES.


bráádóle suplente de'la cátedra de Historia en la
Facultad de las letras. Poco tiempo después Mr.
Guizot llegó- á poseer por completo la cátedra de
Historia moderna, en la que tan gloriosos recuer-
dos ha dejado. Allí principiaron sus relaciones
íntimas con Mr. Royer-Gollard, profesor entonces
de Histeria de la Filosofía. Aquéllas dos almas
de un mismo temple *-sperimehtaron una misma
atracción. 1 : • >


Esta primera parte í e la .vida de Mr. Güizot
faá esclusivamente literaria. Se ha intentado pre^
sentarte desde aquel momento como un legitimista
ardiente, intrigando y conspirando en secreto
pata apresurar la vuelta «te los Borbones: nin-
gún ¡hecho hemos encontrado que justifique se-
mejan te£ asertos. Verdad es que Mr. Guizot, por
su muger, por sus relaciones literarias y por sus
inelrnaeionés, estaba enlazado con cierta sociedad
que había conservado en medio de la aspereza
del imperio las tradiciones de la elegancia y del
btíen gustó de la'aristocracia del Siglo anterior;
dominaba bástante una especie de barniz tiloso*
fico entre los literatos de aquella sociedad , i


quienes Napoleón designaba- con : la dominación
general dé Ideólogos. En electo, tratábase en




G U I Z O T , y


ella mucho de ideología, pero muy poco de po­
lítica; y sabido es ademas que fué necesaíioque
la pluma tan querida del Cantor de los Mártires
se decidiera enteramente, para reanimar el «asi
olvidado recuerdo de los Borbones en el corazón
de tina generación que no habia presenciado su
caída.


Guando los acontecimientos de 1814^ estaba
№ . G u í z ó t e n M m e s , su ciudad n a t a i , donde
habia ido á ver á su madre después de urna ¡lar­
ga ausencia. A su vuelta: á París debió el joven
profesor á la 1 activa amistad de Mr. Royer­Co­
llard, que el abate de Montesqüiou, ministro en­
tonces del Interior y 1«' eligiera su sub­secretario'.
•• Este fué el primer paso de Mr. Guizot en la
catrera política; y atmque colocado en'l ina posi*
cion secundaria en apariencia, es jus tó decir que
por su indisputable'talento ejerció una notable
influencia en las medidas administrativas de aquel
tiempo. Los partidarios de la causa liberal le
acosaban principal nente de haber preparado en
unión con Mr. Royerd­Gollard, director general


%e la1 Librería, la severa ley contra la imprenta,
'presentada á las Cámaras de' 1814 por Mr. de
Montesquiou, y de haberse sentado en la comi­




.'10 PERSONAJES CELEBRES.


sion de censura al Jado de Mr. de ¡Frayssinoug.
• Por otro lado, la,fappiou.ultra-realista seioir


dignó de ver á un simple:particular, a un ; profe-
sor, á un,protestante, encargado de lps negqeios
al lado de un abate,de Córte ;̂ hablar, algunas.ve-
ces de equilibrio constitucional, de nivelación
de poderes, y querer conciliar las ideas monár-
quicas pop Jos nuevos intereses creados por¡ la
revolución. Para los usaos hacia- demasiado; poco,
y demasiado para Jos otros; la vuelta deN&po-
leon de¡lá isla- de ¡Elvá puso fin á aquellaposición
difícil; después de: la ̂ salida, de: los Borbooes.,
Mr. Guizot vo(vió á desempeñar sus funciones.en la
Facultad de lasi.letras; y dos mesesmas adelante,
cuando eía evidente, pasa todo* Ja; caida de. Na-
poleón, Mr. Goizot recibió el eucargo: de ios. rea"
listas constitucionales de ir á : Gante' ¿¡abogar,
según dicen sus amigos, ante Luis S.VI11, por, la
causa de la Carta, é insistir,¡sobre Ja absoluta
necesidad de alejar de i los negocios á Mr. de Bla-
tas , considerado como ¡el gefe del partido del an-
tiguo réjimen. Lo que al parecer podria, probar,
ademas que tal fué en efecto la .misión, de ¡Mr
Gnizot, es que un mes después al regresar ,a
Francia Luis XVIII, despidió á Mr. de Blapa»,




G U I Z O T . 11
y publicó, la; proclama de Cajnbray,,en la (jiie
reconocía las faltas de su golfienio, y anadia, nie ­
vas garantías ala Carta. ; !
• Es conocida­la fisonomía política, de lpt Fran­


cia; durante los primeros ,añps de la segunda res­
.taunfqjoji. Soa sabidas..las ­violentas ¡tempestades
(jue agitaron Ja Cáinara de 1816, compuesta; de
$\PW№» b«tereogÁne«s> y, en^jae la «íaypr/a,
¡pías realista, que^KRey;, se ^puso ,conslanteflaenr
te á todas lag:#ed^d^/propias¡ppraíunir el pais
cpnvki­dJnastííi,^4w BwfeQnes. Decir que enton­
ces/Mr. .(Juizoto^paba elpuesto de sub­secreta­
rjp del Ministerio de la Justicia i siendo Ministro
Mrv de .Jiarbé­Ms­rboís, es decir que al paso que
concedía mucho,: demasiado tal vez, á las iexigenr
cjas del, partido victorioso, se esforzó en conte­
¡ney, w cuanto de el dependía, el espíritu inva;
sor de los nombres'de la: monarquía absoluta. Su
primer folleto político, Del gobierna representa­
tiva i y del estado actual deja franaia,/que
pablicó como refutación de ua escrito de Mr. de
Vitnolles, dio á conocer la estension de sus ideas
Se gobierno, y le colocó en las filas de la rai­
'noría realista constitucional, cuyos representantes
en la Cámara eran MM. Uoyer­Collard, Pas­,'




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


qniery Camilo Jordari y dé'Serres.t Hacia aquella
époea, después' de la victoria'del partido'Mode-
r ado , de la disolución de la Cámara de Í815>''y
del advenimiento del Ministerio Décazes, fué
cuando se introdujo una palabra nueva en el len-
guaje político i ' e l ; Diccionario de la Academia
francesa no la ha consagrado, tal vez por no
poder aplicarle una definición exacta; partéenos
importante referir su historia por lo: ineñós, ya
que no sea fácil': dar ití- equivalencia. : '


Sabido' es que antes <té í789>ios! Dociritiarios
eran una congregación enseñante; Mr. Royer-
Collard habia sido educado en un colegio de Doc-
trinarios, y en los debates de la Cámara, lleván-
dole siempre á reasumir la discusión bajo' tuto
forma dogmática su entendimiento 1 lógico y ele-
vado, salla frecuentemente de sus labios la palabra
doctr ina; tanto que u n dia un burlón de la ma-
yoría realista ésclamó: ¡Ved, ahi á los Doctrina-
rios!- Túvose por nueva la palabra, y se«onserv©
como definición, si no clara, absoluta por lo míe-
nos de la fracción política que dirigía M; Rflytr-
Collard. • . . . ¡


¿Espliearemos ahora el oríjen del famoso Ca*
mapé de la doctrina, que despierta en el enten-




G U I Z O T . 13


dimiento ideas tan vagas como el Diván de la
Sublime Puerta? ¿Qué es el Camapé? Véase su
historia.


Pedían un día al Conde Beugnot, afiliado á
los Doctrinarios, que enumerase las fuerzas de su
partido. «Nuestro partido, contestó, cabria en-
'ero en este Camapé. » Esta otra palabra cayó
también en. gracia y se la estrujó t a n t o , que el
vulgo ; llegó á figurarse al partido Doctrinario co-
mo una agregación de personages semi-Jesuitas,
semi-Ep.icúreos, sentados á la turca sobre blan-
dos almohadones , y discurriendo pedantescamente
acerca de los negocios públicos.


En cuanto al sentido político de la palabra
Doctrinario, declaramos humildemente que no lo
sabemos. Es una de aquellas que cada cual tra-
duce á su manera. Para los unos significa virtud
y saber; para los otros,corrupción y locura; para
nosotros nada Absolutamente siguiüca. Pero deje-
mos la palabra y volvamos al hombre.


Na se ha olvidado el movimiento de reacción,
consecuencia del asesinqto del Duque de Berry.
%ayó el Ministerio Decazes; los mas firmes apoyos
del partido constitucional fueron espulsados Je los
negocios. MM. Royei'-Collard, Camilo Jordán, de




14 P E R S O N A J E S CELÉISIIES.


Barante, salieron del Consejo de Estado; Mr. Gui-
zot salió con ellos, y desde aquella época hasta
el advenimiento del Ministerio Martignac en 1828,
su vida política no fué mas que una1 perpetua lu_
cha contra las tendencias del Ministerio Villele.
Al mismo tiempo que los intereses nacionales de
la Francia nueva, hallaban elocuentes defensores
en el. seno de las Cámaras, Mr. Guizot, dema-
siado jóveü todavía para poder subir á la tribuna,
sostenía la misma causa en escritos políticos cuyo
buen éxito fué universal. No podemos analizar
aquí la serie entera de las obras de Circunstancias
publicadas por Mr. Guizot desde 1820 á 1822.
En la una defiende el sistema Decazes destruido
por la contra-revolución, como revohicionaria; en
la otra discute la causa de las conspiraciones dia-
r ias , que le parecían insidiosamente provocadas
por los agentes del gobierno, á fin de qué sirvie-
ran para la destrucción de las instituciones consti-
tucionales. En otra par te , en Su obra Sobre la
pena de muerte en materias políticas, sin pre-
tender borrar completamente de las-leyes 'de
Francia la pena de muerte aun en delitos por/tl¡
eos , demuestra con grave y elevado estilo,. qué
el poder tiene el mayor interés en conservar en*




G U I Z O T . 1 5


vainada un arma terrible que transforma en per-
seguidores á los que la desenvainan , y en márti-
res á aquellos á quienes hiere.


De todos esos opúsculos que recorremos rápi^
damente,. hay uno que bajo muchos aspectos nos
parece digno de especial mención. En su tratado
De los medios de oposición y de gobierno en el
estada actual de la Francia (*) Mr. .Guizot;
descubriendo completamente su calidad de hom-
bre po l í t i coésp l i ca á un tiempo su pasado y él
secreto; de su porvenir. Su oposición no es una
oposición ordinaria: defiende las libertades pú-
blicas , pero las defiende á su manera, que no es
la de todo el mundo ; diríase que anda solo por
su camino; y si es severo para con los hombres
¿quienes combate, no lo es menos con aquellos
que luchan con él.


Para Mr. Guizot la falta capital del Ministerio
Villeleno está en el abuso del poder en sí mismo,
sino más bien en las consecuencias de aquel abú^
so , que:pone en peligro el principio de autoridad
esponiéndole á una lucha fatal.


9 Al revés de las demás polémicas, puramente
negativas y disolventes por lo regular , la polé-


(») Publicado en 182-1.




10 PEI1S0NAJES CELEBRES.


mica de Mr. Guizot es eminentemente afirmativa,
gubernamental y constituyente. Cuando su pluma
escribe la palabra derecho, seguro es que no está
lejos la palabra deber, y jamas pone el dedo en la
llaga, sin indicar al momento lo que cree ser el
remedio.


• Si no lo impidiera la pequenez de nuestro plan,
nos complaceríamos en seguirle en la esposicion
de su programa político. Seria cusioso ver á Mr.
Guizot sentando como nn principio, que no se
conmueven las masas sino, con ideas; recono-
ciendo que la revolución ha legado á los franceses
dos dogmas políticos, la sóberata del pueblo y la
igualdad, convertidos casi en axiomas, de tal
modo que nn poder no puede vivir sino apoyán-
dose; sobre ellos; y entonces, apoderándose de
aquellos dos principios les dá mil vueltas, los
descompone, los disecarlos amoldaá:una 'lógi-
ca talmente sutil , que de tempestuosos y>terri-
ribles que eran, nos los devuelve tan inofensivos,
tan tímidos, que seria preciso ser muy i suspicaz,
muy mal educado para no acogerlos con amis-
tosa sonrisa. i


Tal vez seria necesario saber si es cierto, como x


lo dice Mr Guizot, que el pensamiento público




GUIZOT. 17


llegue hasta allí y no mas lejos. Pero ademas de
que el examen de esta cuestión nos llevaría á
nosotros mismos demasiado lejos, tenemos prisa
en abandonar un análisis, que solo puede ser in-
completo y defectuoso, para volverá la parte his-
tórica dé los hechos.


En lo mas recio de su lucha con el Ministerio,
desenvolvía Mr. Guizot en su cátedra, en medio
délos aplausos de un joven y numeroso auditorio
las diversas faces del gobierno representativo en
Europa, desde la destrucción del imperio Romano
El ministro se vengó en el profesor de'los ataques
del publicista: suprimióse su cátedra en 1825.—
Vuelto á la vida privada, después de haber desem-
peñado elevados cargos públicos, Mr. Guizot era
entonces, como ahora, pobre; pero le quedaba
su pluma. Renunciando á tratar las abrasadoras
cuestiones del momento, emprendió una serie de
grandes trabajos históricos, que puede elogiar el bió-
grafo, puesto que el mérito de Mr. Guizot como
historiador, jamás ha sido contradicho. Entonces
se publicaron sucesivamente la Colección de memo-
^as relativas á la revolución de Inglaterra-, los


i-\los primeros volúmenes de la Historia de aque-
lla revolución; la Colección de memorias relati-


2




f8 PERSONAJES CÉLEBRES.
vas•a:la%istorit/t antigua de Francia; y por ul­
t imólos Ensayas sobre la historia de Francia,
obra en q№>Mf, Guizot aclaró las tinieblas de los
onjeoes nacionales de. aquel pais, Al mismo tiem­
po su incansable espíritu dotaba al público co»
ensayos históricos sobre Schakspeare y Calvinp;
con una i traducción de las obras del Dramaturgo
Inglé>, y con gran número de trabajos de alta
política* .insectos. qn ; la Revista Francesa.


La modesta casa 43 Mr. Guizot se habia asi con­
vertido « i un taller de ciencia, cuando la muerte
le arrebató ea* 182,7, á su compañera de trabajos,,
á la muger querida, cuya ¡elevada razón y fuerza
moral' le sostenía en mpdio de Jas: agitaciones de
su carrera. Hay algo de austero y de tierno á la
ver. en aquella escena fúnebre de últimos adioses
de la esposa al esposo, y: al hijo que tardará
poco,en seguirla á la turaba. Mme Guizot, na­
cida católica, y no queriendo estar separada en
]a eternidad de los que amaba, se hizo pro­
testante en el umbral de la muerte; y Mr. Gui­
zot adormecía los dolores de su agonía leyéndole
con su grave y solemne voz una de las mas he:
mosas páginas de Bossuet, la oración fúnebre dt,
la Reina de Inglaterra. \




fiüIZOT. 19


Poco tiempo despues.Mr. Guizot se hacia uno
de los mieníbros mas activos de la sociedad>/yií-
dáteAf el cielo te ayudará, cuyo objeto era en-
tonces defender pdr todas las vías legales la inde-
pendencia de las elecciones, contra las,influencias
del poder..
. El Ministerio Villéle cayó; el Ministerio Mar-


lignac volvióá Mr. Guizot á su cátedta, y ala es-
cogida juventud que le ¡rodeaba entonces con tan-
, tas simpatías» Poco despues-deladvenwniento del
MtoMterioi Polignac, entraba Mr. ¡Guizot en la
Cámara elegido por el colegio de Usieux, y votaba
el roensage de los 221 4 añadiendo ¿su voto seve-
ras palabras! « La verdad t decia, penetra ya di-
fícilmente en el gabinete de los Reyes: m la
enviemos allí pálida y débil; no sea ya mas po-
sible desconocerla qué equivocarse acerca de la
lealtad de nuestros sentimientos.»


Mr Guizot obligaba al poder á vivir < pero el
poder se obstinó en morir. El 26 de Julio re-
gresaba desde Nimesá París; el 27 redactaba la


protesta de los Diputados contra los decretas ; pro-
testa mas respetuosa que hostil, y cuya forma
descubre un espíritu conservador, que mas bien
que desearla teme una revolución. El poder la




'20 PF.nSONAJES CÉLEBRES.


jtízgo' sediciosa, él ' pueblo la halló: descolorida y
tímida :los sucesos dieron la razón al pueblo. •


Ext là Reunión del día 29 en casa de Mr. La-
f'fitte, cciattdotodos se entregaban á la Blegria del
triunfo i "Mr. Guizot,- preocupado siempre esclu-
sivamente de la inminente necesidad de regu.ari-
zar la revetociori, fué él primero en levantarse, é
insistió vivamente en la urjencia de constituir sm
demora1 uria comisión municipal, que se ocupase
especialmente'del• restablecimiento y conservación
•ilei orden, fil 30 lé nombraba aquélla «omisión
Ministro provisional de instruecio« púMida» él
31 leia á la Cainara la proclama confiriendo al
Duque de Orleans la lugartenencia general del
reino. l i n i o s días que; preceífteron 'á la 'ceremo-
nia del 9 de Agos to , 1 Mr. Guizot , ;á quien su
actividad organizadora habia co!ocado : en el puesto
mas difícil entonces, en él Ministerio del Interior,
se ocupó á un tiempo de lareccmposicion gene-
tal del personal de los empleados de la adniims-
rracion , y de la revision de la Carta. En pocos
dias fueron quitados y reemplazados 76 Prefectos,
176 sub-Prefectos y 38 Secretarios generales. E
vano quiso bajar Mr. Guizot á 25 años la edad
requerida para ser Diputado, en el proyecto de la




G U 1 Z O ) ' , 21


nueva Carta :1a mayoría desechó aquella medida.
Hablaremos, en otro¡ lugar mas detenida méate


del primer Ministerio de Julk). (*) Aquel Ministerio
creado en medio del entusiasmo fué tan efímero
como el empuje de les tres dias. Las disidencias
personales, ocultadas:en un principio por la mag-
nitud de los hechos y el interés coman, volvieron
á aparecer mas vivas, cuando fué preciso pensar en
consolidar la obra tan rápidamente realizada. El
impulso, era todavía demasiado, fuerte, estaba de-
masiado inmediato á sUípujat»;d« partida, para que
fuera posible dirigirle. El principio de orden tuvo
que ceder al principio de la. libertad, y Mr. Gui-
zot se retiró.


Es sabida la historia del Gabinete Laffite ¡ d e s -
pués de su disolución en 13 de Marzo, el ele-
mentó conservador,, rechazado en un principio, se
volvió á levantar poderes»;, imperativo en la per-
sona de Casimiro Peñes. Por primera vez , ,des-
pue6 de Julio, seformó en ¡el seno de las Cámaras
una mayoría compacta, resuelta y permanente.
Aquel ejército gubernamental, indisciplinado y


-^confuso hasta entonces, se dividió en. tres cuerpos
distintos que maniobraban con unidad y conjunto,


<*) Véase la biografía de Mr. Laffitte. .




22 PERSONAJES CELEBRES.


bajo la mano del fogoso - Ministro x el ala iz-
quierda'; compuesta de una fraecion notable de
la antigua oposición liberal de la restauración,
adicta á la nueva Motta'ttjüía; errf mandada por
Mr. Thiers, el' brillante transfuga despartido La-
ffttte-, marchaba bajó las órdenes de Mr. Guizot,
el hombre de voluntad inflexible y conservadora,
«1 ala'derecha formada áe los monárquico-consti-
tucionales de antes de Julio ; en cuanto al centro,
agregación de los indecisos é irresolutos de todos
los sistemas, seadmirabá dé ver por primera1 vez
fen Mr. Düpin, el liómbré masexeéiitrico y reacio*
un gefe obediente á la consigna y ardiente en la
pelea.


El Ministerio de > i 3 de Mfwzioy ayudado por
aquella triple' falange1, pudó marchar adelante,
hacer frente á lá «j)osicion en el interior dé las
Cámaras, vénéér-ai motín en las calles, forzar
W'puertas de' Ariiióná', y consolidar el sistema
fundado én Jtilio-, salvándole de la' exageración
de su principio. -><


Después dé ' la muerte de Casimiro 1%-ier,
sus soldados se Esputaron algún tiempo el man-
do; por ultimó, el ala izquierda y él ala dere-
cha se coaligaron | Mr. Thiers y Mr. Guizot se




G U I Z O T . 23


dieron iá mano, y se fundó el Ministerio do 11
de Octubre de 1832.


En la biografla de Mr. Thiers hoinos b o s '
quejado ya rápidamente la parte histórica dé la
administración del 11 de Octubre, y no habla-
remos mas de ella. Solo" diremos que tanto - eir
la tribuna como en el ; consejo, Mr. GUizot ejer-
ció una influencia sostenida y cota frecuencia
preponderante sobre los diversos actos de [áqüél
Ministerio, el mas duradero dé cuántos' sé *háh'
formado desde 1880. Ahora corrió entonces calla-
remos sobre el mérito mas ó menos disputado
de aquellos diferentes a«tosr nnestra'triision no'
es atacarlos ni defenderlos;


Únicamente, no considerando á Mr.. Gtíiiot'
sino como Ministro de la instrucción pública,
hay entre todos los trabajos de éu departamento
un acto glorioso qne los partidos mas hostiles
al hombre de Estado, han aprobado -unánime-
mente. La grande y hermosa ley dé 28 de Ju*
nio de 1833 sobre la instrucción p r i m a r i a c o n -
cebida, preparada, sostenida y ejecutada 'por
"ír . Guizdt, quedará en el porvenir como tina
de las creaciones mas nobles de nuestros tiem-
pos: el principio de la educación popular, adój^ -**


/S>'


u
\ >




24 PERSONAJES CELEBRES.


tado y proclamado por la revolución de 1789,
pero detenido en su marcha por los trastornos
sociales de los cincuenta últimos años, recibió
al fin su cabal cumplimiento bajo el Ministerio
de Mr. Guizot. Once mil conunes, es decir, la
cuarta parte de la Francia, privados hasta en-
tonces, de los beneficios de esa instrucción pri-
maria, que forma al hombre honrado y al buen
ciudadano, han visto levantarse al lado del hu-
milde presbiterio la modesta escuela donde acu-
de el hijo del pobre á buscar la luz,, ese otro
pan de las almas, que debe sostenerle al través
de las fuertes vicisitudes de su vida. Compon-
drían volúmenes las detalladas.; instrucciones di-
rigidas por Mr. Gufzot, con motivo de aquella
ley, á los Prefectos, a j o s Rectores, á los Alcal-
des, á las Comisiones de examen; son modelos
de nrecision y claridad. El trabajo mas bello de
esta clase, es sin disputa la circular de Mr. Gui-
zot á todos los maestros de los comunes de Fran-
cia. Hay tal vez en algunas pagiuas tanta elocuen-
cia verdadera, tanta poesía de estilo y de pen-
samiento, como en los mejores libros de nuestr.
época. ¡Con qué tierna familiaridad tiende el
Ministro la mano al pobre y oscuro magister




tíuizo'r. 25


de la aldea! ¡Cómo le ensalza á los ojos de to-
dos r y principalmente á los suyos propios! ¡Có-
mo le imbuye la importancia de su misión! pues
ambos concurren, cada cual en su esfera, ál
asegurar la gloria y felicidad del pais. Y después,
¡con qué paternal solicitud entra el hombre de
Estado en los mas ínfimos pormenores de las
relaciones forzosas del maestro con los niños,
con los padres, con el alcalde y el cura! «No
haya, esclama, espíritu de sect? ó de partida en
vuestra, escuela; el maestro debe elevarse sobre
las pasageras disputas que agitan la sociedad.
La fe en la Providencia, la santidad del deber,
la sumisión á la autoridad paternal, el respeto
debido á las leyes, al príncipe, á los derechos
de todos; tales son los sentimientos que se de-
dicará á desenvolver.»


¿ Hay acaso una página de una novela mas
tierna que el sencillo cuadro de los penosos de-
beres del maestro, y de los consuelos que debe
encontrar en sí mismo?


« Hay riquezas que atesorar, apenas hay fama
'•que adquirir en las penosas obligaciones que


'desempeña el preceptor. Destinado á ver pasar
su vida en un trabajo monótono > á encontrar




26 1'EifSONAJES CÉLEBHES.


algunas veces también en rededor suyo-'lu injus^
ticia, ó la ingratitud de la ignorancia, se entris-
tecería con frecuencia y t a i vez sucumbir/a' si
tío sacase su fuerza y su Vabr .de otra parte que
de la perspectiva de bri interés inmediato y p u -
ramente personalv Es preciso que Uu profundo
sentimiento de la importancia moral de sus tra-
bajos le sustente' y an ime; que el austero placer
de haber servido á los hombres y contribuido
secretamente al publicó' bienestar, sea el digno
salario que solo su conciencia puede darle. Su
gloria está en no pretender nada que se aparte
de su condición oscura y laboriosa, en desve>
iarse por hacer sacrificios, de que apenas tienen
cuenta los que de ellos se aprovechan, eni tra-
bajar por ¡último para los hombres, ¡y no espes-
rar la recompensa sino de Dios.»


Júntense estas páginas: de mansedumbre
patriarcal con las palabras implacables de Mr.
Guizot delante del ¡motin'; escúchesele tronando
desde lo alto de la tribuna contra el perverso
séquito de la revolución; véasele leyendo á Bos-
suet en el lecho de muerte de su esposa, ó ar-
rojando con estoica mano el primer puñado de
tierra en la tumba de su hijo; y dígase s i no




OUlZOT. 27


hay algo estraordinario, grande y poderoso en
esa personalidad, en la que. se encuentran á un
tiempo reunidas, la fogosidad de; Lutero, la
untuosa dulzura de Melanchton, la impasibilidad
de Epiéteto, la bondad de Fenefen, y la'seve-
ridad inflexible de Riehelieu.


Pero volvamos á la historia ministerial de
Mr. Guizot. El Gabinete de 11 de Octubre fue
disuelto después de cuatro años de existencia^,
por dos causas, una esteno*'é> interior-la otra:
pasada el peligro, fue rorisiderade conio dema-
siado compresivo, ante las Cámaras : la mayo •
n'a que le habia sostenido se debilitó y dislo-
có, y en el interior estallaron disensiones entre
dos espíritus igualmente eminentes. Mr. Guizot
se retiró y no se declaró en abierta hostilidad
eoñtrá la administración sino después del adve-
nimiento del Ministerio Mole, el 15 de Abril.
Mr. Guizot juzga severamente la política que com-
batía, describiéndola de este modoí


«Política sin principió y sin bandera-j llena de
espedientes y de esperanzas, que siempre vaci-
íSnte, se apoya en todos lados, y no adelanta


'Vealmente hacia ningún fin ;¡ que esplota , por
últimot fomenta y agrava esa' incertidumbre dé




28 PEHSOWAJES CELKWiES.


los ánimos-, fesa molicie de los corazones, esa
falta de fá, de consistencia, de perseverancia y
de energía que causan el mal estar del pais y
la debilidad del poder.»


¡Y para fortalecer el !poder, se arrojo Mr. Gui-
zot en la oposición! Algunos creyeron que erra-
ba el golpe; no nos atraveremos á resolver
la cuestión; pero de todos modos la máquina
del Gobierno estuvo algún tiempo parada, y la
eausa de Mr¡ Guizot en peligro.


.Grandes sucesos tuvieron después lugar eu
Europa, y Mr. Guizot volvió á aparecer en los
negocios, en circunstancias muy difíciles-. Lla-
mado -por el Ministerio de 1 2 de Mayo para reem-
plazar en la embajada de Londres al mariscal
Sebástiani, conservado en aquel puesto por el
ministerio de ífi de Marzo, y encargado de de-
fender los intereses de la Francia en la tempes-
tuosa cuestión de Oriente, Mr. Guizot habia
principiado bajo los mejores auspicios. El brillo
de su nombré , la dignidad austera y sencilla de
su persona, su perfecto conocimiento de las cos-
tumbres, de la lengua y de la literatura inglesa,
todo hasta su calidad de protestante, habia con-
tribuido á graugearle el aprecio de la mas altiva




G U I Z O T . 20


y faustuosa de todas las aristocracias. Se arreba-
taban á Mr. Guizot en los salones de West-End,
y ningún embajador francés desde ,Mr. de Cha-
teaubriand, habia obtenido tan ,buen éx i to ,En
el Foremg-Office, parecía que se zanjaban igual-
mente- las dificultades diplomáticas; se inclina-
ban á recíprocas concesiones, cuando estalló de
repente la insurrección de Siria, Desde aquel
momento, cambió la posición de: Mr, Guizot. El
Gabinete inglés entrevio la posibilidad de-alcan-
zar, su objeto sin que: la Rusia saliese del Mar-
Negro, y convencido de que'Ia Francia no obra-
ría contra el poder, tan grande en nuestros dias,
de los hechos consumados, se resolvió á pres^
«indir de.su concurrencia. Se usó de artificio con
Mr. Guizot, se ocultaron de é l , y el día i'4 de
Julio aun enviaba á París esperanzas-, en el mo-
mento mismo en que se firmaba el tratado que
aislaba á su pais.


Sabidas son las consecuencias del tratado de
15 de Jul io, cómo cayó el Ministerio de 1 « de


^ l a r z o , y en qué situación fue encargado Mr. Gui-
zot de formar el Gabinete de 29 de Octubre.
Sobretodo esto habría materia para grandes ob-
servaciones, que tendrán lugar en otra parte. De




30 PERSONAJES (CELEBRES.


jemos seto consignado: aquí, que la ¡Francia en-
tera?, sin esceptnar el Diario de los Debaten^
creyó por tín momento llegada la hora de hacer


eñ el estertor un acto de energía. Mr. Thiers tu-
vo entre las manos aquel momento, y lo dejó
escapar. Si al ruido del cañón de Beyrouth sehu-
bieran convocado las Cámara», nadie puede
proveer 10'que'hubieran resuelto. ; Guando Mr.
Thiers quiso obrar , ya no era tiempo; y Mr. Gui-
zot , partidario decidido de la paz , Mr. Guizot,
quitf desde Londres había declarado (véase su car-
ta á Mr. de Broglie): que. la cuestión de Siria
Boleparec ia un caso de guerra legítimo, ha po-
dido fácilmente, después del memorándum de Mr.
Thiers, •probar á la gente sensata que el armamen-
to de 900,000 hombres iba á f revocar eft el es-
trangero otro igual , y que la guerra en la pri-
mavera próxima i era la guerra con todas las
desventajas del tiempo perdido, y de los hechos
consumados, la guerra después de destruido el
objeto, y sin esperanza del resultado, en una
palabra, la guerra por hacer la guerra.


Sin embargo, por mas que Mr. Guizot haya de-
clarado muchas veces que la Europa le parecía
decidida por la paz en el presente y el porvenir




G U I Z O T . 31


110 ppr eso dejó de creer que debía asociarse á
una medida puramente defensiva , es verdad, pe-
ro evidentemente concebida y emprendida para el
caso d e una guerra'europea. Hablamos de las
fortificaciones ele Paris. La conducta de Mr. Guir
Sot en aquella circunstancia, nos. parece muy
beJlay digna; ds él; en medio: de la repentina
y violenta antipatía de la mayoría ! de la Cáma-
ra, contra su autecesor; cuando muchos: recha-
zaban la, medida por la útdccc y juiciosa razón
de, cn^esp^ovenia de Mr. Xhjers, es mas que pro •
bab̂ le. que se hubiera desechado el proyecto de
ley, sin el apoyo del Ministerio. De consiguien-
te Mr. Guizot no quiso, por el mezquino pla-
cer de humillar y comprometer á un rival que
había tenido con él pocas consideraciones , sacri-
ficar una,gran medida de seguridad y porvenir,
Tomó bajo su protección el pensamiento: de, Mr.
Thiers, lo sostuvo epn su imponente palabra, y
gracias á él , se llevará á cabo. Los que quieran
conocer á fondo al hombre de estado, lean con
atención el último discurso de 26 de Junio de 1841;
Mediten sobre todo este pasage: «Tengo algunas


.aveces envidia á los oradores de la oposición: cuan-
do están tristes, cuando simpatizan vivamente




3 2 P E R S O N A J E S CELEBRES.


con los sentimientos públicos, pueden venir á
este sitio á desahogar libremente su tristeza, y
espresar coi)} libertad sus simpatías; {Señores, los
hombres que gobiernan el país > tienen deberes
mas severos. Cuando este necesita calma, no es
permitido á t los hombres1 del Gobierno escitar en
él los buenos sentimientos, que le irritarían y com-
prometerían. Hay tristezas que es preciso conte-
ner, mientras otros tienen el gusto de comuni-
carlas.» Estas palabras encierran á Mr. Guizot.


¿Trataremos ahora de reasumirá Mr. Guizot?
Puede considerársele bajo cuatro aspectos; como
hombre particular; como escritor; como histo-
riador ; como orador y hombre político.


Nadie ha dudado jamás de su virtud como
hombre particular; dejemos hablar mas bien á
uno de los enemigos políticos mas violentes de
Mr. Guizot.« ¿Por qué no diré, tanto deseo tengo
de ser imparcial, que Mr. Guizot tiene costum-
bres ríjidas y puras, y que por la elevada mora-
lidad de su vida y de sus sentimientos, merece
el aprecio de las gentes honradas? (*)'


Mr. Guizot, como escritor, tiene un estilo que


C) Estudios sobre los oradores parlamentarios, por Ti- '
mon (Mr. Corraenin). Tomo, l i , página 9.




G U I Z O T . 33


es conocido entre mil. Con la pluma en la mano
toma un tono firme y decidido, va derecho al ob-
jeto , no está exento de una especie de t irantez, y
gusta sobre todo d e ' l a terminología abstracta;
la forma con que reviste su pensamiento es á veces
oscura ; pero el pensamiento es tan c laro, tan br i -
llante, que siempre se trasluce al través de ella.


Como historiador, Mr. Guizot ha hecho emi-
nentes servicios á la ciencia. Todo el mundo sabe
que e s , con MM.fcThiers, Sismondi y Míchelet,
uno de los gefes'de esa escuela histórica moder-
na, que nos ha enseñado á salir del presente para ir
á escudriñar lo pasado, y á no medir á los hom-
bres y á las cosas de otros tiempos, con la medida
del dia.


Mr. JGuizot, como orador, tiene un gesto no-
ble y severo. Pequeño y débil de estatura , es ele-
vado y altivo en su aire y en su modo de decir;
su voz es [imponente y~ sonora; su palabra tran-
quila ó vehemente, pero siempre pura y esmerada;
tiene mas energía que gracia; persuade mas bien
que conmueve. En resumen, cuando Mr. Guizot
*ubeá la tribuna, amigos y enemigos atienden;


i no se habla y a , no se tose , y nadie se, duerme.


Se ha hablado muchas veces de la versatibilidad
3




34 PERSONAJES CELEBRES.


política de Mr. Guizot , de sus repentinos cam-
bios , de su oposición de otro t iempo, y de sn
servilismo ac tua l ; pero de las palabras, de los
escritos y dé los actos de Mr. Guizot en todas
épocas, resulta al contrario, para nosotros, el pro-
fundo convencimiento, que salvas muy pequeñas
cscepciones de detalles , el carácter general y dis-
tintivo de su personalidad de hombre de Estado,
es la tenacidad y el espíritu consecuente; en una
palabra, Mr. Guizot era en los negocios en tiem-
po del Ministerio Decazes lo mismo que nos pa-
rece hoy. Veamos de esplicar nuestro pensamiento
sin lisonja y sin odio.


La Providencia propone á las sociedades huma-
nas un enigma eterno, cuya palabra se ha reser-
vado. Ha habido y habrá siempre lucha entre dos
principios opuestos, el derecho y el deber , el
poder y la libertad. En presencia de estos dos
elementos hostiles, que los espíritus eminentes da
todos los siglos se esfuerzan en conciliar, ningún
hombre permanece enteramente frió é imparcial.
Las verdades matemáticas son del dominio de ' l a
cabeza, y no se apasiona imo por ellas; las ver-
dades políticas obran á la vez sóbrela cabeza y el
corazón , y nadie puede librarse de un involuntario




GUIZOl . 35


movimiento de atracción ó repulsión, según su
naturaleza, la tendencia de su espíritu, y su misma
individualidad. Los unos se ocupan mas espe-
cialmente de libertad; los otros son mas ó menos
inclinados al poder; para los unos el papel de t r i -
bunos, páralos otros el de ministros; á aquellos
el sentimiento de la independencia, á estos el
instinto de la autoridad.


Mr. Guizot es esencialmente de estos últK
mos; es una inteligencia superior y progresiva:
pero dominadora por;naturaleza, ¡y de gobierno
por convicción: para é l , la Francia actual , fun-
dada en dos grandes victorias del; principio de
libertad, está naturalmente arrastrada á medir
su triunfo; y de los dos elementos igualmente
necesarios á la vida social, el mas débil en el
dia, el vencido, es el poder.


Partiendo de este dato, Mr. Guizot procura
restablecer el equilibrio entre los dos puntos de
apoyo del edificio, dando al uno lo que sobra
al otro, y combinando aquel reparto de fuerzas
en.cier tos límites, con ciertas medidas,, cuyo
pormenor siria demasiado largo y complicado.


: Por poco atentamente que se lean ahora los
folletos políticos de Mr. Guizot durante la res-




36 PERSONAJES CELEBRES-


tauracion, se descubre al momento una simpa-
tía real hacia el mismo poder. La-i legitimidad
se; exagera su derecho, empujada'á un tiempo
por amigos imprudentes y enemigos 1 insidiosos;
navega hacia un escollo; Mr. Guizoty desde
la altura en qtfe se colocó vé el peligro, recon-
viene á los que dirigen lá maniobra; ya habia
encallado el navio, y aun gritaba: ¡virad de
bordo!


: La p o l u c i ó n "de Julio-^deiífütó-ta) vez un
iastante &> Mr. Güizot, pero no ' l e desanimó;
asi fue que desde el dia ! 29!, cuando él princi-
pio, objeto, de su solicitud, fue - derribado por
1» masa popular, se le vé apresurarse en levan-
tarle táe; nuevo ¡poco á poco, en ponerle otro vez
de pie, en reanimarlo por grados, ¡ y por últi-
mo, empujarle atrevidamente haría la; dirección
qué quería darle antes de su caida.


Por ú l t imo; ¿qué-es Mr. Guizot? Antes de
todo os nn 'hombre de poder y dé gobierno, y
a lp rOpió tiempo el- mas independiente de los
hombres; sufriendo el yugo dé los principios
que 'ha adoptado, y l levándola cabeza erguida
en las cuestiones ote peraonasf-políticode mucho-
valor',* apw»íindose i 'éJi cuanta vate;v mas con-




GUIZ0T. 37


vencido que entusiasta; mas engreído con la
aprobación de su conciencia, que con los ho-
menages de la muchedumbre; dotado en el mas
alto grado de esa fuerza de voluntad, y de esa
perseverancia que constituyen al hombre de Es-
tado; mortal enemigo de cuanto se parece al
desorden, y capaz, en último estremo, de ar-
rojarse sin vacilar al despotismo que no ama,
antes de sufrir la anarquía que aborrece.












s o n d e s celekes lei Ц Ъ Ж




y


MAHMUD II.


« Los anales, del Imperio dirán ¿si
fue útil ó perniciosa la reform» á la
unidad del mismo, á [la .conservación
de la creencia , y á la felicidad de


ios adictos ájellal» • '
Revista de Madrid.—Segunda Se-


r i e , T o m o l i , pág. 285.


Vamos á bosquejar la vida y los sucesos
principales del reinado de un monarca absolu-
t o , que apesar de estar dotado de la voluntad,
ñnfte qué poseen de ordinario los hombres in-
vestidos de un poder despótico por derecho de
nacimiento, solo después de una lucha de.diez


/ - . - I I . •'/ - : ••¡>.i-;V-- > \ .-. 11--.,! • j .
y nueve años, pudo sujetar la rebelión en las




2 PERSONAJES CELEBRES.
provincias de su imperio, y la indisciplina de
los genízaros en la capital; hechos que induda­
blemente descubren una grande impotencia en
el gobierno | c2ua l ,d> yipju^a. Verdinos á Mah­
mud luchárítlo con el fanatismo y preocupación
de sus pueblos, ceder no pocas veces á sus
sublevaciones, y á la Puerta precisada á po­
nerse bajo la, protección de la Rusia , su ene­
miga ̂ natural , y la que mas daños le ha cau­
s'adjj.' \Tf¡l i¡éz la generación actual presenciará
la destrucción del Imperio Otomano, impotente
para resistir después "de su desmembración, y de
destruidos y socabados los elementos que cons­
tituían su fuerza. Grandes y útiles reformas ha
introducido Mahmud en su Imper io , pero tal
vez ellas mismas han contribuido á su aniqui­
lamiento, porque han destruido el entusiasmo
político y religioso, que son los mayores resor­
tes para conmover á los pueblos, y para lle­
varles á grandes empresas. ,


Malímúd í l Kan y Padischali, Sultán de los
Osmánlies, 29.° soberano de la raza de Osman,


.~.-\<v,r. . :,:uo ';e("¡ •> i>> •""< 26.° Gran Sultán , y 21.° Califa , la sombra de
oi\­:­­v¡­b ус < ' - ; П . V . b ' ' ' яГ> <>¡<I;.:iv Atan sobre la tierra, nació en 2 de Setiembre


de 1789 , v era el hijo segundo de Ahdul­Hamid,
•. : , ! ¡ i i í :í>" ; ­"f"' _ 1 '''i ; ­ ) | Ч У I, i 1' • f .'<M ' / ' ¡ I " !




MAHMUD. 3


muerto en 20 de julio de 1785 ; fué educado en
el antiguo serrallo por los codjus, con cuidados
casi iguales á los que tenian los pullaris de la
antigua Roma por los pollos sagrados que pre-
sidian á los destinos del pueblo rey. Selim III,
durante su cautiverio, edueó á Mahmud, y le
enseñó á espresarse bien en turco y en árabe;
pero no imitaba éste su clemencia y generosi-
dad, y continuaba en ser tenaz, inexorable,
violento y cruel. Sü hermano mayoryMustafá IV,
que al' subir al t r ono , á consecuencia de la re-
volución de 1807 , no quería tener que temer á
ningún pretendiente á la corona, dio orden de
matarlo; pero el pagador del ejército Ramir-
Effendi, á la cabeza de 2,000 AlbaneseS se apo-
deró de la persona del joven Mahmud, y le
salvó la vida. Mas adelante, el 28 d e Julio
dé 1808, el atrevido Bairaktar, bajá de Rusc-
sak, destituyó á Mustafá IV, y ciñó á Mah-
mud la espada de Osman. En el mes de Noviem-
bre siguiente, irritados los genízaros con las in-
novaciones militares del gran visir Bairaktar,
atacaron el serrallo, y aquél ministro, se voló
junto con sus enerados, después de haber hecho
dar la muerte á Mustafá y k su' madre , á quie-




4 I>£KSONAJE£ CEI.EBHES.


nes tenia prisioneros. Tuvo lugar este suceso el
16 de Noviembre de 1808. La lucha entre los
seimens (asi se llamaban las, tropas equipadas á
la europea, y que Mahmud habia declarado que-
rer conservar) y los genízaros, antigua fuerza
del imperio, duró 36 horas en el serrallo y en
la c iudad, en medio del saqueo y del incendio.
Triunfaron los rebeldes, y Mahmud se vio for-
zado, á parlamentar con ellos, y á suscribir á to-
das sus exigencias. Ninguna mejora .era ya po-
sible , después de tales horrores, á pesar de que
insistía Mahmud en su voluntad de hacerlas:
todo lo conseguían los genízaros por medio de
la violencia, la destitución y muerte de los.ge-
íes militares, y de los ministros que intentaban
establecer el orden y la disciplina en las tropas.
«Mahmud, dice Mr. de Ponqueville, para afian-
zarse eri e l ' t r o n o , manchado con la sangre de
su tio Seli'm y de su hermano, hizo estrangu-
lar al hijo de Mustafá IV", que solo contaba tres
años , ; y encerrar en sacos y arrojar al Bosforo
á tres sultanas que se hallabani:en cinta. » Asi
es que; quedó:el últjmo y único vastago de la
raza del, 'profeta,- Con ¡él s e s t n i ó en el trono^el
terror , y su voluíitad.- se manifestaba por actos




M AH MUD. 5


de uua "sangrienta crueldad; Sin consejeros, sin
dinero, y casi sin ejército, tenia que proseguir
la guerra contra la Rusia , y combatir a los
Servios. Por úl t imo, después de agotados todos
los recursos del Estado, el Diván, dejándose
guiar por el poder de la Inglaterra, concluyó
con la Rusia la paz de Bucharest (28 de Mayo
de 1812) burlando las esperanzas de Napoleon
que de acuerdo con la Prusia , había proclama-
do la conservación de la integridad de la Tur-
quía. La predilección que aparentaba tener por
la' civilización europea aquel dueño absoluto de
la vida y haciendas de 25 millones de hombres,
distaba mucho de ser sincera. Educado en el
serrallo, en donde la favorita ó sultana madre,
conforme con el uso , no da á su hijo otro nom-
bre que el de Leon mió! Tigre mió! Mahmud
no respetaba ley alguna, y solo cedia á la ne-
cesidad. Los horrores que acompañaron á su
ascenso al t rono , y los peligros que sin cesar
le han rodeado, debieron endurecer su corazón,
^ persuadirle de que la energía consiste en la
crueldad.


Como todos los sultanes deben dedicarse á
un arte, Mahmud escogió el'de la caligrafía, y




6 PEB.SOM AJES CELEBRES.


adelantó mucho en él. Engreído con esta ventaja,
resolvió escribir él mismo sus órdenes personales
{Kiatsherifs), y redactar un diario de. sus pen-
samientos. No tardó en ser tan grande la can-
tidad ds papeles que tenia en su sofá, que le
obligó á tomar un archivero de toda su con-
fianza. Confirió aquel encargo á su barbero (Ber-
ber-Bachi), que no sabia leer ni escribir; pero
á quien por lo mismo consideró mas digno de
obtenerla^ Mahmud tenia ademas otro favorito,
Khalet-Effendi, cortesano solapado,, cuyps inno-
bles, bufonadas le agradaban, y que por este
medio le dominaba. Este hombre que fue en, un
principio secretario del director, de las carnice-
rías de Constantinqpla, y d^spues.embaja^or de
Selim IH cerca de Napoleón,(en 180,6),, fue.con-
ducido á Mahmud desde los cafés, de Calata,
por Berber-B^chi, su íntimo amigo; y los dos
fueron el centro de las intrigas que se estendiau
desde el serrallo á las provincias. Khalet reunió,
por medio de los regalos que aceptaba, rique-
zas inmensas, y su influencia ,np .tardó^en ser
tan grande que dirigía él solo al Diván, lo mis-
mo que al Sultán. No pudo conseguir, sin em-
bargo, que el Mufti le admitiera entre los Ule-




MAHMUD. 7


mas, púas está casta privilegiada le rechazaba
porque era hijo de urí pellejero, y hombre mun-
dano que bebia vino; pero hizo desterrar al
Mufti, y su sucesor y él nuevo gran Visir hi-
cieron cuanto querían Berbér-Bachi y Khalet-
Efféndi. Khalet no aceptó ningún gran destinó,
con el objetó de evitar toda responsabilidad en
el caso dé que salieran mal los proyectos qué
él aconsejaba; pero en desquité partía el botin '
de los gobernadores que saqueaban las provin-
cias, y corrompía los miembros del Diván, ha
cieñdolo de modo ta l , que ni una sola queja
contra él llegó á oidos del Sultán. Mr. Pouque-
ville pretende que el Emperador mismo partía
coli sus favoritos las multas impuestas á los
grandes. Sin*embargo, Madmud tenia una con-
ducta altiva y firmé con los gabinetes cristianos.
La pronta administración de justicia en la ca-
pital, unida á una policía severa que vigilaba
él mismo saliendo de noche disfrazado, ha pro-
bado que tenia á un tiempo energía y sagacidad.
Con tódó ¿ los altos funcionarios y los hombres
poderosos fueron' siempre juguete dé "sus capri-
chos, y víctimas'de su avaricia "y dé susreceíos.
No hárjfá grande alguno del imperio í bien fue-




8 PEHSONAJES CELEBRES.


se inocente ó culpable, que tuviera seguridad
en su vida ni en sus bienes: de aqui provino
la inclinación general de los turcos á las suble-
vaciones, y el maquiavélico sistema del Diván,
de atizar á los sátrapas unos contra otros para
que fueran instrumentos de su propia destruc-
ción ; de desterrar á los mas atrevidos y odio-
sos depredadores „ y de hacer estrangular, bajo
cualquier pretesto, á los ejecutores de las órde-
nes de destierro, para apoderarse á la vez de
los tesoros de unos y otros. Asi e s , que el go-
bierno de Mahmud era una lucha continua entre
la traición y la revuelta, lucha que ha hecho
á la Puerta mas y mas dependiente de la vo-
luntad de los sátrapas poderosos y felices, y de
las victorias de las poblaciones atrevidas y re-
sueltas. Asi fue como lograron los Servios subs-
traerse de la dominación del Bajá de Belgrado,
y hacerse dueño absoluto del Egipto, Mehemet-
Alí-Baja, el vencedor de los Wahabitas , y ; del
Bey de los mamelucos; asi fue como los baja-
latos de Romelía, Viddin, Damasco, Trebizon-
d a , San Juan de Acre, Alepo, Bagdad, Lata
kieh' y otros, cambiaron sus opresores después
de sangrientas insurrecciones; asi el temerario




MAHMUD. 9


y solapado Ali-Bajá de Janiua , se erigió en so-
berano independiente del Epiro. Mahmud, para
apoderarse de los bienes de este Bajá, instigado
por Khalet-Effendi, hizo que le declararan cul-
pable de alta traición. Aquella medida , que
comprometió á la Puerta en una guerra civil,
en la que descubrió su debilidad, desesperó á
los griegos, y les hizo empuñar las armas para
proteger su religión y conquistar su libertad. El
embajador británico comunicó el plan de los
griegos al gobierno turco (*), y Khalet-Effendi
resolvió esterminarlos, «Todos los cristianos, que
puedan hacer uso de las armas, dice este últi-
mo , en nombre de Mahmud, al Seraskier Is-
mael y á Kurschid-Bajá, serán muertos. Los jó-
venes serán circuncidados; se organizarán con
ellos tropas que se instruirán á la europea, y
para no ofender á los Ulemas, se les llamará
genízaros.» Después de la caída de Al i , Kurs-
chid-Bajá recibió del gran señor la orden de
matar á toda la población del Epiro , sin escep-
tuar las mugeres ni los niños, de estermi-
%


(*) Véase la Historia de la regeneración de la Grecia
por Pouqueville, volumen H, página 171 y siguientes.




10 PERSONAJES CELEBRES.


¡*i Véase el mismo autor , tomo III , página 585.


itar los Moreotas, y devastar toda la Morea (*)
Finalmente, cuando Mahmud hubo esterrrií-


nado á sus ene uigos eu la capital y en los dos
principados donde principió la insurrección; des-
pués de vencidos los sátrapas rebeldes con los esfuer-
zos de Otros bajas ambiciosos ; y cuando vio á sus
pies la cabeza del terrible Alí; cuando por la
mediación de la Inglaterra', hubo hecho la paz
con la Persia en • 1823, ía cual puso término á
una guerra poco gloriosa': y cuando ya nada te-
nia que temer de los Wahábitás, se aumen-
tó su orgullo y su obstinación, y fue más arro-
gante, mas cruel todavía. Hizo matar á los hijos
y los nietos de Alí, el' cual se le había some-
tido bajo su promesa de salvarle la vida. In-
flexible1 en su sistema de exterminar á los rajahs;
se resistió á las justas reclamaciones d é l a s po-
tedcias europeas, y'sólo les hizo algunas ligeras
concesiones relativas al restablecimiento de las-
iglesias destruidas , y á los intereses comerciales.
En cuanto á la Moldavia y la Valáchia'; no con*
sintió énevacuarlashastá el'23 dé Junio dé 1824,!


después de tres años de mediación de parte del




M . V I I M I l ) . I I


embajador de Inglaterra. Sin embargo , Mahmud
temblaba cuando los genízaros alborotaban la
ciudad con incendios, asesinatos y robos. Para
tranquilizar á aquel populacho, todo lo sacri-
ficaba; los hombres mas distinguidos, sus mas
próximos parientes, sus amigos mas íntimos y
antiguos,, y hasta sacrificó á K.halet-Effendi,.que
le era indispensable. Los genízaros consideraban,
á este favorito como la causa primera de la per-
judicial; insurrección de los; griegos ; veian en él
al autor, de todas, las medidas opresivas dictadas
para, subvenir, á la escasez de dinero que tenia
el Gobierno, al paso que reinaba en el serrallo
la mayor prodigalidad. Fijábanse pasquines que
le irritaban; en los cuerpos de guardia se can-
taban coplas satíricas contra la Khasnadar-Ustá,
favorita del Sultán , la cua l , decían, costaba mas
á aquel príncipe que el mantener un ejército.
A los, ruegos de esta muger ordenó el Sultán
que se, tratasen con consideración las ciudades
de Scio, que suministraban al harem objetos de
lujo. En vano Khalet hizo dar muerte á genéra-
le? ó quienes atribuía los sucesos de la Grecia,
y á griegos de distinción que señalaba como trai-
dores; eu vano distribuyó oro á manos llenasen-




12 PERSONAJES CELEBRES.


tre los rebeldes; al fin la sublevación estalló en
1822. El Sultán desterró- de la capital á aque-
llos dos grandes funcionarios, lo mismo que á
Berber-Bachi y Khalet-Effendi; fueron destituidos
y muertos un gran número de empleados públi-
cos, y la Khasnadar-Ustá, después de haber re-
cibido un fuerte castigo del gefe de los eunu-
cos , fue encerrada con varias otras odaliscas en
un lugar de corrección del harem.


Desde aquella época hacia Mahmud cuanto pe-
dían los genízaros por medio de diputados que
tenían asiento en el Diván. Sin embargo des-
de que apareció restablecido el orden, resolvió
castigar la ostinaeion de aquella soldadesca. El
gran visir, Abdallah, amigo de los genfzaros, y
el ágá de estos, enemigos ambos de Rhalet,fue-
ron destituidos y ^estrangulados en seguida. Los
grandes preparativos de la cuarta campaña con-
tra los griegos (en 1824); la probabilidad de
una próxima reconciliación con la Rus ia , que
acababa de anunciar el Diván el envío de un mi-
nistro plenipotenciario á Constantinopla ; la coo-
peración del virey de Egipto contra Candía y
contra los Moreotas; la llegada del general Gui-
lleminót como embajador francés; la armonía




M A H M U D . 13


que reinaba entre la Puer ta , el Austria é In-
glaterra ; la toma de Ipsara en 3 de julio de 1824,
y algunos otros acontecimientos favorables, llena-
ron al Sultán de temerarias esperanzas. Pero
cuando la severidad de su yerno y nuevo favori-
to Hussein-Bajá, agá de los genízaros, y las me-
didas de rigor adoptadas por el gran visir Gha-
l ib , dispertaron la antigua exasperación; cuando
se recibió de Tesalia la noticia de la derrota del
Seraskier Dervich-Bajá, causada por los Helenos
en junio de 1824; y el aviso del Epiro de que
Omer , agente (urio?ie) de la Puer ta , nada podia
hacer allí'; cuando se presentó la flota griega
delante de Ipsara y los Dardanelos, y burló las
operaciones del capitán Bajá contra Samos , el
furor ^de los genízaros de Constantinopla es-
talló de nuevo; imputábasele que hacia pasar
á su hijo: primogénito , Abd-Ul-Shamid (nacido
en 5-de mayo de 181-3), por e p i l é p t i c o y que
le ocultaba á la vista del público , para poderle
envenenar en el caso de que intentaran los re-
beldes sentarlo en- ; el trono de Osman. Para evi-
tar los incendios y los robos, y para su propia
salvación, destituye Mabmud á Hussein-Bajá y al
Aga del Arsenal; ios desterró, y el -4-de'agosto.,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


de 1825 fue con su hijo á la Mezquita. Poco
después (el 14 de setiembre) se vio precisado á
nombrar al Bajá de Silistria Gran visir, en reem-
plazo de Ghalib. Con todo, los peligros que ro-
deaban á Mahmud, solo contribuian á aumentar
su energía; fermentaron poco á poco en su ca-
beza planes ds reformas radicales, y principió
á ejecutarlos con medidas de policía muy rigo-
rosas. Su vigilancia se estehdió basta á la Biblia
de los cristianos, cuya distribución en el imperio
prohibió muy severamente (12 de Agosto de 1815).
Una actividad mayor en los trabajos del arsenal,
é importantes mejoras en la marina, dieron á
la flota turca cierta superioridad sobre la griega.
Los nombramientos de Seraskier y de Capitán
Bajá, que recayeron el primero, en Redchid-
Bajá, y el segundo en Khosrew-Baja, eran mas
acertados indudablemente que los anteriores. El
Diván por medio de brillantes promesas obtuvo
el eficaz auxilio del virey de Egipto en Morea;
pero diferió de un mes para otro el atender á
las reclamaciones de la Rusia. Sin embargo,
cuando el emperador iNicolás insistió en un pron-
to arreglo, vióse forzado el Diván á aceptar el
14 de.mayo de 1836, el ultimátum que había




MAHMUÜ. 15


entregado Mr. Minziakhy el 15 de abril ante-
rior, y solo entonces fue cuando las- tropas turcas
evacuaron la Moldavia y la Valachia. La cues-
tión turco-rusa tuvo en seguida una solución
definitiva con el convenio de Aeterusan de 6 de
Octubre de 1826, por «1 cual concedió Mabnrad
cuanto exigía la Rusia. Dicho convenio no se
ejecutó S¡JI embargo hasta el raes de Mayo de 1827,
y en consecuencia Mr de Ribeaupierre tuvo la
primer audiencia d^l.grau: Vis i re ! 7 de Junio,
y del Sultán el 14.


Lo, que principalmente indujo al Sultán á
ceder á la Rusia, fue la reorganización de su
ejército, principiada apenas a la sazón, y que
presentaba grandes riesgos. El licénciamiento de
los gen/zaros que Mahmud meditaba mucho tiem-
po, habia, no se decidió hasta después del incen-
dio; que causaron.en lqs arrabales d« Galat«j y
que. duíó desde el r í 3 al 5 de enera-de;, 1826.
Para el efecto, en 29 ;de Ma}-o del mismo año,
espidió, fifi hatti-sherif sobre la disciplina de
sug tropas y la reorganización ¡del-ejercitó:..; ¡A
consecuepci.a,. de esta medida, insurf eceionáronse
en masa los geni^aros d,e ConstaiHinopJa v él 14
de Junio,; perp e lSu l t an lHzp tremolar el,«s>taa~




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


darte del profeta, y después de obstinada lucha,
logró el 15 rechazar á los rebeldes. Entonces un
fetva del Mufti, apoyado con un firman del
Gran Señor, declaró disuelto y maldito el cuerpo
de genízaros, y Mahmud manifestó en aquella
ocasión tanto valor como firmeza. La organiza-
ción del nuevo ejército á la europea ha seguido
con la mayor actividad, de modo que puede de-
cirse que Mahmud ha hecho eon buen éxito una
d é l a s mas peligrosas'reformas.


El Reis-Effendi remitió en 9 de junio de 1827
al embajador ruso y á los demás representantes
de las potencias cristianas una declaración nega-
t iva, concerniente á la cuestión greco-europea; y
asi fue que Mahmud. cuando el tratado de paci-
ficación de Londres de 6 de Julio de 1827, le
anunció la mediación armada de la Rusia , la In-
glaterra y la Francia en las contestaciones entré
los griegos y la P u e r t a , rechazó de un modo
perentorio toda intervención de los estados cris-
tianos. «La Puerta, dijo el Reis-Effendi á los em-
bajadores de Rusia é Inglaterra, perecerá antes
que permitir «na intervención cualquiera que sea.'»
La destrucción dé la escuadra tarea en NavaHno
no doblegó ta volumad ; de Mahmud' sobre éste




MAHMÜD. 17


punto ; pero su cólera desdeñó vengarse con los
cristianos que se fta/íanan en Constantinopia. Los
embajadores de las tres potencias signatarias del
tratado de Londres abandonaron la capital de la
Turquía. La gran Bretaña parecía querer aproxi-
marse á la Puer ta ; pero irritada la Rusia con
Ja falta de ejecución del tratado de Acterman, y
con las medidas amenazadores del gobierno tur-
co , declaró la guerra á Mahinud en 1828. En
la batalla de Kustewtcha (el 11 de Junio de. 1829)
fue derrotado el nuevo ejército t u r co ; pero la
vuelta á Constantinopia de los embajadores de
Inglaterra y Francia, sostuvo sin embargo el áni-
mo de Mahmud, basta que el general en gefe
ruso, el conde Diebitsch-Sabalkanskoi, ocupó
á Andrinópolis el 20 de Agosto... Entonces queda-
ron abiertas al vencedor las puertas de Constan-
tinopia ; pero Nicolás ofreció, por medio del te-
niente general prusiano de Muffling, otra vez la
paz á Mahmud, el cual la estipuló con él en
Andrinópolis en 14 de Setiembre.
^ Mahmud después de esta guerra solo se con-


sideraba seguro en su campamento y en medio
de sus guardias. Según los informes dados por
Walsh y Macferlati, era este príncipe en su par-


2




18 PERSONAGES CÉLEBRES.


ticular dulce y afable, y tenia bastante talento
para preferir las instituciones europeas á las de
su pais. Desde 1828 ha europeizado la barba y
el turbante : ha reformado el trage de las inu-
geres turcas , y les ha dado mayor libertad. Con
todo, Mahmud no era un general, ni son una
nación sus subditos. Se ha apagado el fanatismo
de los otomanos, y en la desgracia no encuen-
tra el despotismo ni fidelidad ni adhesion.


Un hombre de genio ha conseguido algunas
veces regenerar un imper io , y detenerle cuando
corría á su ruina. Esto ha querido ensayar Mah-
mud en Turquía , sacándola de su estado de de-
crepitud, como Pedro el Grande sacó de la bar-
barie á su pueblo ; y la Europa ha visto con ad-
miración sus inauditos y enérgicos esfuerzos pa-
ra introducir entre los Turcos las a r tes , la in-
dustria y la civilización. Juzgóse de la nación
por su gefe , y se creyó que habia conseguido
comunicarle su valor y fuerza. Asi fue que al
principiar el año de 1831, cuando la insurrec-
ción polaca hacia frente al coloso moscovita,
cuando todo amenazaba á la Europa con una con-
flagración general, volvióse la vista á la Turquía
para contemplar si aprovechaba una ocasión fa-




M A H M Ü D . 19


vorable de vengar las afrentas de la última cam •
paña con la Rusia. Creyendo el embajador fran-
cés en Constantinopla en un pronto rompimiento,
á pesar de carecer de instruciones de su gobierno,
hizo presentir al Reis-Effendi las ventajas que re-
sultarían á la Turquía de unirse en aquel caso
á la Francia; y por medio de una nota reco-
mendó al ministro otomano que calculase sus
medios, y que estuviese pronto á obrar en caso
oportuno. Tuvieron conocimiento de esta nota las
potencias extranjeras, al tiempo mismo que re-
cibían del gobierno francés las mas pacíficas se-
guridades. El ministro de negocios extranjeros de
Francia creyó que el Diván era el que había he-
cho traición al general Guilleminot, y lejos de
estrañarlo, esplicó aquella cobardía diciendo que
el embajador francés solo había intentado dar
movimiento á un cadáver. El dicho era cierto:
pero no lo hubiera sido el inferir de él que el
imperio otomano no debia ocupar á los gabinetes;
un imperio semejante , aun cadáver y ofreciendo
Hjia presa fácil á vecinos ambiciosos, debe llamar
lo mismo que cuando estaba en el apogeo de su
grandeza, la mayor atención , por el interés de
equilibrio europeo. El gobierno francés, para po-




20 PEKSONAGES CÉLEBRES.


ner á cubierto su probidad política, retiró al
general Guilleminot, y aunque después este j u s -
tificó al Diván, el hecho ha quedado siempre
dudoso.


El descontento manifestado en toda la Tur-
quía por las innovaciones del Sultán, había es-
citado á sublevarse al Bajá del Bagdad, al deEs-
cutari , á varios gefes albaneses, á los Bosnios,
y algunos distritos de la Macedonia. Estos ene-
migos ; interiores, tanto mas temibles cuanto tenian
relaciones con la capital , ocupaban muchas fuer-
zas de la Puer ta , y el gran Visir Reschid-Bajá,
habia tenido que marehar con 20,000 hombres
contra el Bajá de Escutari, que oponía una tenaz
resistencia.


Mahmud perseveraba sin embargo en querer
reformar completamente su nación ; pero la Tur-
quía se mostraba rebelde á los esperimentos de
su Señor , quien no pudo desconocer el sordo
descontento que por do quiera reinaba.


Graves síntomas anunciaban que la ciega
sumisión de los turcos á los preceptos del Koran,
y su antiguo respeto por la sangre imperial,
empezaban á desfallecer. El Sultán sin embargo,
se obstinó en establecer entre los turcos usos muy




MAHMTJT. 21


autipáticos á sus costumbres, y á sus preocu-
paciones religiosas. Despechados los fieles mu-
sulmanes, recurrieron á su modo de protestar or-
dinario, y el incendio manifestó la oposición de
aquellos bárbaros á !as reformas del Gran Se-
ñor.


El 2 de Agosto devoraron las llamas el ar-
rabal de P e r a , donde están los palacios de los
embajadores europeos , y las principales casas de
los Francos (*), pereciendo [en aquel desastreln-
calculables riquezas, lo que probaba que el en-
vejecido odio de los musulmanes contra los giaurs
no se habia debilitado ; mostraban aquellos una
impasibilidad estúpida á la vista de tan horri-
ble espectáculo, y decían á los que todo lo per-
dían ; « ¡ Dios es grande ! este es el castigo de
vuestro crimen de Navarino. Esto es lo que ha-
ce el profeta para enseñar al renegado (el Sultan)
á obedecer sus preceptos, y á no manchar el
solio de su imperio uniéndose con los infieles.»
Ya no se dudó entonces de que el Sultan cede-
ría á tan terrible protesta del partido nacional;


(») El número de casas incendiadas ascendió á so.ooo,
y á m,000 el de las destruidas.




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero fue un error. Poco después celebró Mah-
mud una fiesta enteramente europea , con moti-
vo de distribuir las insignias de una orden civil
y mili tar; y autorizó la publicación de un Mo-
nitor escrito en francés y en turco Nuevos in -
cendios manifestaron un acrecentamiento de ir-
ritación , y cual si en aquella época debiese el
imperio reunir en su seno todas las calamidades,
la peste y el cólera devastaban varias provincias.
La Valachia y la Moldavia sufrían los crneles
estragos del cólera, que invadió después á la Tur-
quía, y la peste despoblaba á Esmirnay Bagdad.
Fue sin duda una compensación á tantos males
el que al fin del año terminase, así por medio
de negociaciones como por las a rmas , la rebe-
lión de los Bajas de Bagdad y Escutari-,' pero
el Bajá de Egipto preparaba entonces nuevos
embarazos á la Puerta de mas difícil remedio.


Existían entre el virey de Egipto y Abdallah,
Bajá de San Juan de Acre, antiguas disensiones,
cuya principal causa era la protección que en-
contraban en Siria los egipcios. Mohamet-Alí ha-
bia solicitado del Diván que le autorizase á ven-
garse de un ingrato á quien habia salvado del
enojo de la Puerta, que en términos poco me-




M A H M U 1 ) 23


surados le negaba el reembolso de una cantidad
considerable, pagada para obtener su gracia. El
Diván se pertrechó en el sistema cornun en Tur-
quía de las respuestas evasivas, por cuyo medio
se ganaba t iempo, hasta que poniendo el colmo
á los embarazos de la Puerta la sublevación del
Bajá de Escutari, se pensase en comprar los
auxilios de Mohamet-Ali, ó por lo menos su
neutralidad, concediéndole la autorización de
marchar á Siria, bajo las órdenes del capitán
Bajá, cuya escuadra se reuniría al efecto con
la del virey.


Aquella espedicion salvaba las apariencias, y
prevenía el abuso de la victoria con la presencia
de la primera dignidad del imperio. Salió y llegó
á Rodas el Capitán Bajá , donde se detuvo al
saber los grandes estragos que el cólera hacia
en Egipto, ascendiendo el número de las víctimas
en solo el Cairo en los meses de Agosto y Se-
tiembre á 60,000. La epidemia disminuyó, pero
la flota otomana en vez de seguir su r u m b o , re-


gresó á los Dardanelos; se ignora por qué mo-
tivo. Era cuando el Gran Visir conseguía seña-
ladas ventajas sobre el Bajá de Escutar i ; y tal
vez se creyó, que Mohamet-Ali, desanimado




24 PERSONAJES CELEBRES.


con los recientes sucesos, no se atrevería á em-
prender nada sin un firman de S. A.


Pero el virey ningún miramiento debia tener
ya con la Puerta. Este hombre, que había recogido
y cultivado con tanto esmero el germen de civili-
zación depositado en las orillas del Nilo por Bona-
pa r t e . conocía su superioridad. Hallando una oca-
sión favorable para sacudir un resto de sumisión,
había hecho apresurar con la mayor energía los
preparativos de la espediciou. El vencedor de los
Wahabitas , aquel á quien solo la intervención de
la Europa en Navarino pudo impedir que sujuzgara
á la Grecia aniquilada, Ihrahim-Bajá, tomó el
mando del ejército compuesto de 30,000 hom-
bres. (*)


Destruido el ejército en que fundaba sus es-
peranzas Mahmud, y no queriendo la Puerta pres-
tarse á las proposiciones de arreglo hechas por
Mohamet, fuéle preciso hacer nuevos esfuerzos.
Revocó por un firman el nombramiento de Hus-
sein-Bajá , recayendo en Reschid.Mohamet-Bajá,
que había terminado felizmente la guerra con,
los rebeldes de la Albania y la Bosnia, el cual


H Véanselas Biografías de Mohamef AJÍ élbraliim-Bajú.
Tomo l.




MAHMtü) . 25


se ocupó activamente en reorganizar el ejército,
haciéndole ascender á 60,000 hombres. La Puerta
esperaba un buen resultado de la segunda campa-
ña; pero no contíiba con las disensiones del Di-
ván , en donde muchos de sus miembros consi-
deraban las desgracias del imperio, como conse-
cuencia de las innovaciones hechas por Mabmud,
siendo de opinión de que los cristianos se servían
d« aquel príncipe para destruir el islamismo. Ver-
dad es que tampoco Mohamet-Ali habia dejado en
zaga el celo reformador de su Señor; pero habia
logrado persuadir á sus subditos que su causa era
la de la religión; y lo que colmaba el descon-
tento de los de Mahmud era que ya habia pensado
en pedir socorros á la Inglaterra ó á la Rusia con-
tra los Árabes correligionarios suyos. Asi era que
jamás pareció mas próxima la inevitable crisis que
amenazaba al imperio Otomano.


Ibrahim permaneció inactivo en Koniah, espe-
rando el resultado de las disensiones en Constanti-
nopla, hasta el 21 de Diciembre que se presentó el
últimoejéreito de Mahmud, el cual fué completamen-
te*destruido, habiendo sido hecho prisionero el intré-
pido Reschid y otros varios Bajas, y calculándose
en 30,000 los turcos que quedaron fuera de combate.




26 PERSONAJES CELEBRES.


Mahmud no veia medio de impedir que Ibra-
him entrase en Constantinopla, y en su crítica
posición se dirigió al enemigo mas antiguo del
imperio; los rusos fueron los que con una inter"
vención armada le protegieron en Constantinopla,
con el mismo celo y eficacia que si se tratara de su
propio pais.


No pudieron las desgracias sufridas por los
ejércitos otomanos en 1832, inducir á la Puerta á
que escuchase los consejos del encargado de ne-
gocios de Francia , dirigidos á poner término á la
guerra con el Bajá de Egipto; establecióse sin em-
bargo una especie de tregua, y después de algu-
nas conferencias con el Bajá, se remitieron á
Constantinopla proposiciones reducidas á que
Mohamet-Ali, ademas de los cuatro bajalatos de
Siria, por los cuales se comprometía á pagar un
tributo al Gran Señor, pedia la cesión del distrito
de Adana.


Estas negociaciones se suspendieron con la lle-
gada á Constantinopla del general ruso Maura-
wieff; y mediaron varias contestaciones infruc-
tuosas , hasta que el 20 de Febrero de 1833 una
escuadra rusa entró en el Bosforo, dando lugar á
vacilaciones de parte de la Puerta , y á reclama-




MAHMUD. 27


ciones del vice-almirante Roussin, embajador en-
tonces de Francia cerca de ella.


Entre tanto , Ibrahim , dueño, como él decia,
de hacer beber su caballo en las aguas de Escutari,
habia estendido nuevamente sus operaciones. To-
mó posesión de Magnesia , Balikesery Aidin. Man-
dó á Esmirna uno de sus oficiales con el nombra-
miento de gobernador, el cual fué admitido sin
dificultad, después de haber reunido el Moliah, los
ayans, y un gran número de notabilidades turcas,
para noticiarles que las tropas egipcias se iban á
dirigir á Esmirna si no se sometían.


El virey habia rehusado aceptar las condicio-
nes presentadas en virtud del tratado concluido,
entre el almirante Roussin y la Puer ta , según el
cual, sin ceder nada el Sultán en el Asia menor,
solo concedia de la Siria y el Egipto los d t s
bajalatqs de San Juan de Acre y de Trípoli , con
las ciudades de Jerusalen y de Naplusa. Prose-
guía Mohamet sus armamentos, y enterada la
Puerta pidió prontos socorros á la Rusia , la cual
en 20 de Marzo dio orden para que saliera la es-
petlioion preparada en Odesa, con tropas de de-
sembarco , y dio á la vela el 2 9 , convoyada por
una división de la escuadra mandada por el contra


«i


a




28 PERSONAJES CELEISHES.


almirante Koumani. El almirante Roussiu, sabien-
do lo sucedido en Esmirna , reclamó de Ibrahim,
y con la presencia de algunos buques franceses
mandados por el eontra almirante Hugon, que
habían ido del Archipiélago á Esmirna, y la
cooperación de los demás ministros estranjeros,
'.onsiguió que se retirara el gobierno provisional
instalado á nombre de Ibrahim, el cual declaró
que aquel momentáneo trastorno habia sido sin
su consentimiento ni noticia.


Por último, el Sultán por un hatti sheriff
concedió al Bajá de Ejipto los cuatro bajalatos
de San Juan de Acre, Damasco, Alepo y Trípoli
con sus dependencias, y después de cuatro dias
de discusión, renunció Ibrahim á sus demás
pretensiones, reservando el punto relativo á Ada-
na para una negociación ulterior. Asi fué que
en el Jewdsischad, ó lista anual de las promo-
ciones y confirmaciones de los gobiernos del im-
perio otomano, publicado en Constantinopla
solemnemente el 16 de abril , se conferia á Mo-
hamed-Ali, ademas de los bajalatos que ya
tenia, la Siria entera, que solo ambicionaba al
parecer, junto con el Ejipto, para estar revesti-
do de la dignidad de Emir Hadgi, ó gefe su-




MAHMUD. 29


premo de las caravanas de la Meca, y proteger
asi á todos los fieles creyentes que hicieran la
peregrinación; y esto precisamente era lo que
mas le honraba en el concepto de todos los pue-
blos del Oriente.


Seguia entre tanto su curso la intervención
rusa ; la escuadra que salió de Odesa llegó al
Bosforo el 5 de Abril. Desembarcaron y tomaron
posición las tropas en la costa de Asia, frente
á Bujukdere y Terapia. Asegurado Mahmud con
la presencia de los rusos, se negaba á ceder á
Adana; pero por fin, por las influencias na-
cionales y estrangeras la cedió á Ibrahim á titu-
lo de Mokassilik ó arrendador general.


Ibrahim evacuó el Asia menor, y las tropas
rusas salieron de la rada de Bujukdere el 10 de
Julio , no habiendo pasado las fronteras de la
Moldavia el ejército ruso. Libre la Turquía de
sus enemigos y de sus aliados, pudieron co¡>si-
derarse concluidos los negocios de Oriente; pero
el descubrimiento de un tratado celebrado entre
^ Rusia y la Puer ta , volvió á aquellos as.'ntos
la amenazadora apariencia que" teuian como cues-
tión oriental. Dicho tratado, negociado con el
mayor secreto con el conde de Orloff, se habia




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


firmado en Constantinopla el 8 de Julio, y es-
tablecía por el término de ocho años una alian-
za defensiva contra todo ataque interior ó este-
r io r , y por un artículo supletorio se convenia en
que la Puerta, en caso necesario, cerraría la en-
trada de los Dardanelos.


Reclamaron los gobiernos inglés y francés; pero
á pesar de no ser muy amistosas las contestacio-
nes dadas por el ministro Nesselrode á las notas
que se pasaron al gobierno ruso, las escuadras
Inglesa y francesa pasaron á sus estaciones de
invierno de Tolón y Malta, sin que tuvieran ul-
teriores consecuencias las escaramuzas diplomá-
ticas , la polémica de los diarios, ni las espi ra-
ciones agrias y llenas de animosidad que con este
motivo se suscitaron.


Seguían ademas las causas que amenazaban con
la disolución del imperio Otomano, como lo pro-
baban los numerosos incendios en Constantinopla,
después de la.salida de los Rusos. El gobierno
turco no era amado ni temido; solo escitaba el
desprecio, y esto esplica cómo ha podido hacerse
dueño de la mitad" del imperio el Bajá de Egipto.


La cuestión de Oriente, aunque aplazada , no
habia quedado definitivamente resuelta, y asi con-




MAHMUD. 3-1


tinuó durante el año de 1834, no satisfecho el
Yirey de Egipto del premio de sus victorias, y
pesaroso el Sultán de los sacrificios que habia te-
nido que hacer. Finalmente , el tratado de 8 de
Julio de 1833, llamado de Unkiar Skelessl era
para Francia é Inglaterra una causa permanente
de desconfianza y descoutento. Las hostilidades
entre la Puerta y el Egipto estuvieron á punto de
romperse de nuevo, á causa de ta sublevación de
la Siria conlra Ibrahim ; pero la diplomacia euro-
pea intervino otra vez , y se conservó el statu quo.


La medida mas importante adoptada por Mah-
mud en medio de tantos embarazos interiores,
fué la organización de las fuerzas militares del im_
perio.


Se cree que las costumbres europeas hayan con-
tribuido á la temprana muerte de Mahmud ; uno
de los borrones que manchan su vida es la afición
á los licores fuertes y su propensión á la embria-
guez. Una afeccionen el pecho , producida por el
uso de bebidas espirituosas, tenia destruida su sa-
lud , y el 28 de Junio de 1839 cayó en un desmayo
qefe duró hasta las siete de la mañana del 1.° de
Julio, espirando en los brazos dé su hija la prin-
cesa Salia, esposa de Halil-Bajá. Su cuerpo fué




32 PERSONAJES CÉLEBES.


llevado el mismo dia con gran pompa y solemnidad
á la orilla aseática del Bosforo , donde le recibió
el nuevo Sultán su hijo , y se depositó en el barrio
de Tazli-Bajá.


Hemos acabado de bosquejar la vida y prin-
cipales sucesos del reinado de Mahmud II. Este
príneipe ocupará indudablemente un lugar en la
historia, entre los soberanos ilustres, aunque al-
gunos le tachen de afecto á cierta puerilidad r i-
dicula , achaque muy común á todos los refor-
madores. Las ideas de progreso penetraron en
un pueblo cuya inamovilidad y fatalismo eri-
gidos en el sistema político y religioso , parecía
que debían ser un insuperable obstáculo para su
realización. Penetró hasta Constantinopla el deseo
de alterar las costumbres antiguas, presentando
el imperio el estraño espectáculo de una reforma
opuesta en su índole y carácter á las demás de
Europa , pues en estas obra el pueblo contra el
Gobierno, y Mahmud se hizo reformador contra
el voto popular, contra su creencia religiosa, tan
opuesta ó incompatible con las ideas de civili-
zación y tolerancia que deben distinguir á los
pueblos regidos por los modernos principios, guia-
dos por los de una religión de. paz y fraternidad.






r e r s o n î o e s ctlefrei lei Sxolî X I X .




SILVIO PELLICO.


«Egli á sposato una causa santa,
e. non le é stato adultero, anche in
mezzo á più tanghi, á più atroci mar-
tiri.", r ' I • . !!


PIERO W Ì R O N C E L L I .


«Este confesor de Cristo y de la pa-
tria se llama Silvio Pellico. »


AKTOXIO » E LATOUR.


E t dia 22 de Febrero de 1822, la ciudad en-
teca de Venecia estaba en movimiento desde por
la mañana ; las góndolas se deslizaban rápidamen-
te por los canales, y el pueblo acudia en tropel
á la Piazzetta, pequeña plaza inmediata al pa-




2 . PERSONAJES CELEBRES.


lacio del Dux. Pronto quedó l lena, y la multi-
tud se esparció por las calles inmediatas, al
paso que los lechos y las ventanas de todas
las casai^é^^a)ákQc[igadjiis p£r numerosos espec-
tadores, hombres y mugeres, cuyas ávidas mi-
radas se concentraban con ansiedad sobre un
cadalso levantado en medio de la plaza. Aquel
cadalso estaba vacío, y esperaba como la mul-
titud, í íesde el pjé del cadalso hasta el pórtico
del Palacio, formaban carrera dos filas de grana-
deros austríacos; nías allá, y en diversos pun-
to s , veíanse brillar haces de bayonetas; grupos
de caballería húngara circulaban con trabajo por
entre las masas, y habia en los ángulos de la
plaza cañones cargados á metralla, con las mechas
encendidas.


La mult i tud, contenida por aquel terrible
aparato militar, se agrupaba compacta , silencio-
sa y sombría; de cuando en cuando levántase
del seno de aquella inmensa muchedumbre un
prolongado y sordo murmul lo , parecido al de un
mar tempestuoso; según transcurrían las lionas
iba en aumento la agitación; la impaciencia de
la espera, i las confusas palabras que se profe-
rían en voz baja, se wiian al pisoteo de los ca-




SILVIO PELLIO. 3


ballos. Por úl t imo, hacia el medio dia propago^-
se rápidamente al través de la mult i tud unmo-
vimiento de ondulación que tenia principio en el
patio del Palacio; levantáronse todas las cabezasj
y se pintó en todos los semblantes un sentimien-
to de curiosidad y de simpatía. Acababan de
aparecer en lo alto de la Escalera de los Gigan-
tes , dos hombres coa esposas en las manos, ro -
deados dé esbirros, y bajaban aquellos escalones,
de mármol que vieron rodar en otro tiempo la
encanecida cabeza de Marino Faliero, Llegados
al pórtico salieron á la Piazzetta, pasaron entre
las dos filas de soldados, dirigiéndose al cadal-
so cuyas gradas subieron con lentitud. Apenas
sobresalieron sus cabezas de las d é l a multitud
oyóse una grande esclamacion. seguida inmedia-
tamente de un silencio general. Llegaron por fin
á lo alto del cadalso, donde se colocaron de pie
en una noble act i tud, dirigiendo una. mirada
tranquila y segura sobre el innumerable concur-
so. Ambos soportaban con igual dignidad el pesa
desaquella gloriosa ignominia , y la sonrisa triste
y dulce que se advertía en sus labios, cual si tra-
taran de animarse recíprocamente, manifestaba
toda la fuerza de su mutuo afecto. El uno mas




4 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


al<to yi mas robusto y y.atgo mas joven que el otro
tenia una d e e s a s hermosas fisonomías italianas,
tán-esptqswas í, en que brillan con caracteres• de
fuego la- Míeligéncia • y la. vida ; parecia ocuparse
mucho 1 tríenos de sí mismo, que de su compañe-
rO' 'dedesgiwia, euyo aspecto y cuyo nombre, ce*,
iebre- ya , parecian producir una viva impresión
en la-multitud: «Jamás, ha dicho después un pri-
sionero d e Spielberg (*),• jamás se había presen-
tado á' 'mi vista un semblante mas. dulce y me-
lancólico ; jamás rostro alguno habia correspon-
dido mejor á la imájen de candor y de angeli-
cal bondad que me había hecho de aquel cuyas
cartas descubren, en cada línea las adorables cua-
lidades.1» Aquella frente tan pálida y tan pura
en sus nobles proporciones, aquellos ojos tan
llenos de ternura y de inspiración, aquella boca
con dulce y suave sonrisa , tenían tanta tran-
quil idad, manifestaban tanta resignación, con-
rnovian t an to , que solo el terror de las bayone-
tas y dé los cañones austríacos pudo impedir
que el pueblo de Venecia manifestara su skm\a-
tia 'por aquel noble é i lustre.hijo de la Italia;


(*) Andryatie. — Memorias de nn ¡irixinnero dé F'slad»
en Spielberg.




SILY10 PELLICO. 5


simpatía que aun hacia mayor la profunda"' pie •
dad que inspiraban lo macilento de sus mejillas
y la palidez de su color, pruebas demasiadociér^
tas de los destrozos que habían causado en su
cuerpo, tan débil y a , los rigores de Una larga
detención preventiva.i


Habían transcurrido algunos minutos ' • en
aquella dolorosa contemplación , cuando de re-
pente se dirigió la atención general hacia el ter-
raplén del palacio en el que acababa de apare-
cer un escribano, llevando en la mano un rollo
de papel que desenvolvió lentamente. Era la sen-
tencia de los dos mártires de la independencia
Italiana Reinó un profundo silencio y el es-
cribano leyó con voz sonora lo siguiente:


Per sentenza della commissione impértale
confírmala dal supremo tribunale di Verana,
e sanzionata da Sua Maenta , Piero Maroncelli
e Silvio Pellico acussati e comincti di alto tra-
dimento sonó condamnati d morte,


A estas palabras, condenados d muerte, un
inmenso rumor , un universal murmullo de hor-
IV y de compasión revelo las sensaciones de la
muchedumbre; el escribano, se detuvo un mo-
mento y continuó'. ' , ' . , '




6 PERSONAJES CELEBRES.


• Ma per somma clemenza di Sua Maestà, la
pena capitale eglino ostata commutata in que-
lla dei carcere'duro, nella fortezza di Spiel-
berg, Maroncelli per ven? anni, è Pellico per
quindici.


Este triste testimonio de la clemencia impe-
rial fue, acogido con un nuevo murmullo. Los
guardias hicieron bajar á los dos condenados, que
siguieron el mismo camino que habían traído;
el gentío les siguió con la vista v y a l cerrarse en
pos de ellos las puertas de la prisión, se separó
triste y silencio; por la noche, en lo interior
de los antiguos palacios de Venecia , se elevaron
á la Virgen muchas voces de muger , rogándole
que dispertara al'fin á la I tal ia , á esa hermosa
indolente que se duerme con la cabeza sobre
los Alpes' y los pies hacia el Etna.


Svegliar la neghitosa
Che il capo in Alpi posa
E stende all' Etna il pié.


A los pocos días remaba hacia Fusina una
góndola llevando á los dos prisioneros. El autor
de Francisca de Rimini , el émulo de .Manzoni,




SILVIO PELLICO, 7


el poeta querido de la Lombardia , conducido con
los grillos en los pies al través de las poblacio-
nes conmovidas, pasaba los Alpes y saludaba
con una.última y triste mirada la patria italia-
na^ para ir á sepultar en los calabozos deSpiel-
berg, un genio ya en flor, una vida glorio-
sa ya.


Sabidas son las grandes compensaciones que
reservaba la Providencia al poeta mártir ; cómo
diez años de tortura convirtieron, una gloria ita-
liana en una gloria europea ; cópao el. simple, p;*-
lato de las jornadas de un prisionero, ha obteni-
do en todo el mundo un éxito que jamás tuvieron
los mas conmovedores dramas; cómo en fin el
autor de Le Mié Prigioni ha hecho olvidar al
autor de Francisca de Rimini y se ha colocado
al nivel de los nombres mas grandes de la his-
toria contemporánea. .


Se han escrito ya muchas noticias biográficas
sobre Silvio Pellico; la primera y inas notable es
la que Mr. A» de Latour ha puesto al frente de
su hermosa traducción del libro de,las prisiones,
^•aducción que no contribuyó poco á popularizar
el original.


La noticia de Mr. A. de ! Latour reúne todas




8 PERSONAJES CÉLEJJRES.


las cualidades de su traducción y si la natura-
leza de nuestra obra no nos impusiera la obliga-
ción de hacer íigurar en ella todas las ilustra-
ciones de nuestro siglo, nos hubiéramos abste-
nido de un trabajo que evidentemente no podrá
ser mas que una imitación, cuyos defectos serán
solo los que nos pertenezcan. Se ha publicado
otra noticia sobre Silvio en i ta l iano, por Maron-
cell i , su compañero de desgracia, y colocada al
frente del suplemento-que creyó deber añadir al
libro de-su amigo. Esta noticia está calcada en
gran parte sobre la de Mr. de La tour , cuyos ma-
teriales habia dado el mismo Maroncelli. Nos
valdremos pues de estas dos noticias para com-
poner Iá presente, y de algunos trabajos mas
recientes y en especial de memorias llenas de
interés, publicadas por Mr. Andryane, á quien su
mala estrella arrojó joven, y lleno de porvenir,
entre las garras del Austria, y que Spielbergno
ha devuelto al mundo sino después de haber de-
vorado los diez años mas hermosos de su vida.


Silvio Pellico pertenece á Una familia piamon-
tesa de urta honrada medianía; nació en Saluee¿
en 1789. Su padre se llamaba Honorato y era
digno de este nombre. Su madre , saboyana de




SILVIO I'ELLICO. í)


nacimiento, tenia todas las prendas del corazón
que distinguen aquella nación escelente. Tenián
ya dos hijos cuando nació Silvio en compañía
de una hermana gemela , lo que fué para la fa-
milia una doble fiesta. El poeta de las almas
tiernas y melancólicas tuvo una niñez enfermi-
za y penosa ; apenas salia de una enfermedad
grave sufría otra mayor, y los médicos declara-
ron que no pasaría de los siete años. Cuando el
niño tuvo ocho, anunciaron que moriría en el
segundo periodo septenal, esto es á catorce años;
después se prorrogó el término fatal hasta los
veinte y uno , y de plazo en plazo aquel débil
muchacho vuelto hombre , ha encontrado en su
organización delicada fuerza bastante para resis-
tir á diez años de la existencia mas mortífera
que pueda concebirse. Un solo médico, el me-
jor de todos , no perdió jamás la esperanza, y
era su madre. Silvio Pellico la ama con pasión;
cuando habla de ella, dice Marón cel l i , su pa-
labra se convierte en un himno de adoración;
ella e s ! la que inclinada sobre el lecho del pe-
queño moribundo , le calentaba con sus besos,
le reanimaba con su voz, le estrechaba en su
seno para mitigar sus dolores; á ella en fin es




10 PF.RSOjNAGES CELEBRES.


á quien veinte veces debió la vida. Casi todos los
hombres completamente grandes, es decir gran-
des y buenos, han tenido buenas madres.


Sin embargo, bajo el frágil cuerpo de unni-
ñO: enfermizo, se ocultaba una inteligencia que
parecía sacar tle su mismo dolor una fuerza y:
un brillo precoces. Confiado á los cuidados del
buen sacerdote Manavella» lo mismo que su her-
mano Luis , les enseñó o los primeros elementos
délas letras, y Silvio manifestó, pronto una de-
cidida vocación dramática. Los dos niños (Luis
ha llegado á ser un poeta cómico distinguido) se
entretenían en construir un pequeño teatro, en
el que recitaban, ante un auditorio de, familia
pequeñas, piezas que su padre les componía. A
los diez años , abíió Silvio casualmente la brillan-
te traducción de ¡Ossian, de Cesarotti. Encantóle
aquella poesía fantástica, y como en él toda
inspiración venía á parar al drama, consiguió
componer sobre aquel tema nebuloso , un ensayo
de tragedia que no se ha conservado.


En aquella época, el. padre de ,Silvio, des-
pués de haber permanecido algún tiempo Wi
Pignerolles , donde estableció un taller de hi-
lados de seda que no tuvo buen resultado, se




SILVIO VELLICO. 11


trasladó con su familia á Turin para desem-
peñar un empleo en la administración. Acababa
de fundarse un Gobierno republicano en aquella
parte de Italia , y Mr. Honorato Pellico, perse-
guido en Saluces por sus opiniones monárqui-
cas , y que en las diversas crisis revolucionarias
del Piamonte, habia convertido muchas veces
su casa en un asilo para los vencidos del dia si-
guiente, sus perseguidores de la víspera, fue
acogido en Turin como el mejor de los hombres
durante la monarquía, y el mejor también du-
rante la república.


Asistía frecuentemente á las asambleas popu-
lares, tomaba algunas veces la palabra y casi
siempre iba acompañado de sus dos hijos. Silvio
escuchaba atentamente cuanto se decia á su al-
rededor , y aquellas reproducciones en miniatura
d é l a s grandes luchas del foro antiguo, causaron
una impresión en su tierna alma que jamás se ha
borrado.


A aquella enseñanza de la plaza pública, com-
binada con buenos estudios domésticos, seunie-
wm las primeras emociones del corazón. Silvio
entraba en la adolescencia , tenia quince años, y
continuaba en Turki con sus distracciones tea-




12 PERSONAGES CELEBRES.


trales, que eran todo su contento. Pero la com-
pañía , reducida al principio á los dos hermanos,
se habia aumentado sucesivamente con varios ni-
ños de la ciudad, y entre ellos una niña llama-
da Cartottina. Silvio ia amó como se ama a los
quince años , con ese amor puro y dulce de los
áugeles. Aquel amor celeste no estaba destinado
á ajarse sobre la tierra ; Dios lo segó en flor, y
Carlottina murió á los catorce a ñ o s , dejando á
Silvio un recuerdo indestructible; veinte años
mas adelante, durante las largas noches deSpiel-
berg , el alma de la joven bajaba desde el cielo
á consolar al prisionero


Poco tiempo después de aquel primer dolor
Silvio dejó la Italia y fue a Lion, á casa de un
primo desu madre, Mr. de Rubod, con el cual
pasó cuatro años de placeres, entregado, á todas
las distracciones del mundo, y apasionándose
por Jas-costumbres elegantes y la literatura fran-
cesa. Olvidaba la patria, cuando su hermano L u i s


le envió un nuevo poema de Foseólo, / Sepolcri;
«este poema, dice. Mr. de Latour, fue para él
el escudo de Reinaldo. Al leerlo sintió que
volvía á ¡ser italiano, y se volvió á encontrar
poeta. A los pocos dias iba andando para Italia.»




SILVIO PELLICO. 1 3


Toda su familia se habia trasladado á Milán,
donde desempeñaba su ¡padre las funciones de
gefe ¡de sección en el 'Ministerio de la Guerra.
A su llegada fue nombrado el joven Silvio pro-
fesor de lengua francesa en el colegio de huér-
fanos militares. Aquel destino le dejaba mucho
tiempo libre, y pudó entregarse sin obstáculo
a su decidida inclinación á la poesía.


Era en los últimos días de la Era Napoleó-
nica, y Milán bajo el gobierno del Virey Euge-
nio, habia llegado á ser la Atenas de Italia.
Dos hombres se disputaban rn ella el imperio
de las letras, Monti y Foseólo: el uno poeta
ingenioso y fecundo con lenguaje puro, con im-
presiones movibles , mas amante de la forma que
del fondo, de la melodia de las palabras que
de la energía del pensamiento, artista descui-
dado y escéptico como Goethe y como él corte-
sano , menos universal que Goethe, pero saca n
do como él una especie de originalidad de una
imitación múltiple y feliz; cantando con igual


facilidad á Bonaparte Cónsul, y á Napoleón
Emperador, á Washington y á Francisco, á
Pió'VI y á La Fayette, digno en una palabra
de ser el representante literario de la Italia es-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


clava y resignada: Foseólo al contrario, genio
altivo, ardiente y desigual, el Byron del Me-
diodía, la espresíon poética mas elevada de la
Italia vergonzosa~de sus cadenas, entristecida con
su degradación política, estremeciéndose al re-
cordar lo pasado, pero demasiado debilitada,
demasiado enervada por la servidumbre, para
atreverse á querer con aquella voluntad única,
firme, y perseverante que proporciona la li-
bertad.


Montí y Foseólo se detestaban, y el joven
Silvio llegó á ser su común amigo. «Me inte-
resaba mas por el úl t imo, por Foseólo, dice él
en sus memorias. Este hombre violento que con
su aspereza alejaba de sí á casi todos sus ami-
gos , era para mi la misma dulzura y cordiali-
dad , y yo le profesaba una tierna veneración.»
Mr. de Latour, ha pintado en su noticia la
alegría del joven piamontes al pasar por la vez
primera el umbral de la casa de Monti , la
benévola acojida del viejo poeta, el desencanta-
miento de Silvio á la vista del Zibaldoné, enor-
me cuaderno, especie de Gradus ad Parnas-
sum, que el autor de Graco habia hecho para
su uso particular, llenándolo de hemistiquios y de




SILVIO PELLICO. Vi


pensamientos sacados de todas las lenguas y de
todos los libros del mundo; vasto receptáculo
poético1 del cual sacaba hecha su poesia. «Silvio,
añade Mr. de Latoür , quedó confundido ante
aquella receta de talento.» ' '


A pesar de los consejos de Monti, que es-
plicaba con complacencia al joven las ventajas
de su procedimiento, creyó Silvio que no debia
hacer uso del Zibaldone y principió por escribir
una tragedia sobre un asunto griego, Laodicea.
Acababa de terminar esta obra , cuando vio un
dia en un pequeño teatro de Milán, una figu-
ranta de diez á doce años, que ha llegado á ser
después la primer trágica de Italia: era la cé-
lebre Carlota Marchionni. La fisonomía y el mo-
do de representar de aquella niña le inspiraron.
Al tiempo mismo que tal vez se dispertaba en
el corazón del joven el recuerdo adormecido de
la tan llorada Carlotina, un tierno pensamiento
del Dante se apoderaba del poeta; veia pasar
ante sus ojos, llevados por un torbellino eterno,
^ las dos sombras melancólicas de Francisca y
de Pablo , esos dos ñiños que se amaron sobre
la tierra, á quienes la muerte sorprendió en un
beso, y que no deben separarse ya mns.




16 PERSONAJES CELEBRES.


El resultado de aquella impresión de Silvio
fue una segunda tragedia, Francisca de Rimi-
ni_: apenas escrita, la sometió al juicio de Fos-
eólo- «esto es malo, le dijo el áspero poeta;
no toquemos á los muertos de Dan te , arroja
al fuego .esta tragedia y traeme la otra.» Silvio
fue á buscar á Laodicea, «En hora buena, es-
clamó Foseólo, esto es hermoso; continua asi.»
De vuelta á su. casa, apeló Silvio á su concien-
cia de artista del fallo de su amigo, y su con-
ciencia lo dio contrario; conservó á Francisca
y arrojó al fuego á Laodicea.


Algunos años después, en 1819, aquella ac-
triz n iña , que habia inspirado al poeta, volvia
á presentarse en Milán, moza y rodeada ya de
una grande reputación, adquirida en diferentes
teatros de Italia. Silvio le fue presentado , Fran-
cisca de Rimini salió del cajón en que yacia
olvidada, y Carlota Marchionni adoptó aquella
obra que ella habia hecho nacer. La tragedia
fue representada en Milán, después en Ñapóles,
en Florencia, con un buen éxito siempre en au-
mento, y desde el principio se encontró Sir-
vió Pellico colocado en el rango de los poetas
mas distinguidos de Italia.




SILVIO PELLICO,' 17


Francisca de Rimiñi, la primera y la mejor
de las producciones dramáticas de Silvio, .basta
para dar una idea del método del artista, pues
tiene ese carácter de pureza, de gracia y de
nobleza, ese sello de pasión melancólica y de
templado brillo que se vuelven á encontrar en
El Eufemio de Messina, en la Ester de En-
gaddi, en la Gismonda, y las denlas tragedias
del mismo autor. Economía de personajes, cua-
tro ó cinco lo mas , sobriedad de incidentes,
falta de todas esas combinaciones de efectos tea-
trales, vulgares y materiales, tan usados en el
drama moderno, y sin embargo poco de esos
aires magestuosos' de la tragedia francesa del
gran siglo; pero también nada muy conmove-
dor, muy impetuoso; bastante pasión verdadera
y sentida, si no enérgica, para evitar la ¡seque-
dad; un esquisito sentimiento, del bello moral;
un gran fondo dé ternura; eierta mezcla de
molicie, de elegancia, de familiaridad y de de-
licadeza en el lenguaje, que sienta bien para la
egres ión . de un amor italiano á quien el sen-
timiento del deber contiene; tales sou,> en nues-
tro concepto, las principales señales de las tra-
gedias de Silvio.




1 8 PEBStWAJES CELEBRES.


Después de la eaida' de Napoleón, la familia
del poeta habia regresado á Tur in ; en cuanto
á é l , detenido en Milán por amigos ilustres y
por numerosas relaciones literarias, consintió en
encargarse sucesivamente de la educación de los
hijos,del Conde dé Briche y, de los del Conde
Porro Lambertenghi. En esta última casa, cuyo
ge£e,le: profesaba; un fraternal afecto y lo habia
presentado á sus hijos como un segundo padre,
.pasó Silvio los d i a s m a s felices de su vida, en
el seno de una escelente. familia que habia lle-
gado á ser la suya. Diariamente en contacto con
todos los hombres ilustres de Italia, tuvo ade-
mas el autor de Francisca la ventaja de poder
vivificar su inteligencia, con el frecuente trato
con los hombres mas eminentes de Europa,
que al visitar la Italia y al pasar por Milán no
dejaban de reunirse en casa del Conde Porro.
Allí fue donde conoció Silvio Pellico á Mme.
de Stael, Schlegel, Byron (cuyo Manfredo tra-
dujo en prosa, y á que él correspondió con
la traducción en verso inglés de la tragedia.de
Francisca, traducción que desgraciadamente se
ha perdido), Dawis , Brougham, Hobbouse,
Thorwaldsen, y otros mil. Alli por fin aprendió




SILVIO PELLICO 1 9 '


Silvio á elevar su alma desde el amor de la fa- :


milia al amor de la patria; amor noble y des-
graciada, puesto á dura prueba por diez años:
de tor tura , pero que lejos de apagarse eñ I el',
tondo de los calabozos, debía fortificarse, agran-
darse, transformarse para abrazar un dia con
sus latidos á la humanidad entera.


En el gran trastorno de 1814, la Italia con-
fió por un instante que la Europa consentiría
al fin en darle lá independencia. Habíase cons-
tituido una regencia en Milán, y enviado comí'
sionados cerca de las Potencias para abogar por
la causa italiana. Pronto se desvaneció aquella
esperanza: la Rusia y la Inglaterra contestaron
solo con la indiferencia,. el Austria «on el des*
den y la amenaza. Restablecióse el reino Lom<-
bardo-Venéto, fue preciso resignarse y espetar
mejores dias. Entre los comisionados y -»V la
cabeza de los patriotas milaneses, había dos per-
sonajes ilustres por su nacimiento, por su for-
tuna, por }a elevación de su espíritu, y por
Indignidad de su caráeter: eran el Conde Porro,
de quien ya hemos hablado, y que después
consiguió burlar con la huida los rigores del
Austria, y el Conde Federico Confalpnieri, la




2 0 PERSONAJES CELEBRES.


figura' política mas grande y mas hermosa"de
la Italia contemporánea; -Coíifalonieri, mártir,
i lustre; enterrado vivo durante doce años en
Spielberg, antes de qué pudiera conocerse - de
cuanto era capaz 5 •,üónfálonieri,; á quien el bdio
del ' Austria ni siquiera le lia.dejado la ¡libertad
del destierro, y que, desfallece en él dia en otro
hemisferio,, slejos 'de la patria que quería li-
bertar. 1


.Aquellos dos hombres , obligados, á aplazar
la esperanza ide , romper por la fuerza el yugo
que pesaba sobre su pa ís , emprendieron eb lu-
char , por lo menos en cuanto pudiesen, contra
el: sistema de asfixia intelectual que caracteriza
la dominación austríaca. Vióseles entonces, desde
1815 á 1819, en medio de toda clase de obstá-
culos, consagrar su fortuna y sus cuidados á la
mejora, material y. moral del pais, al desarrollo
de la, industria, del comercio, de las artes y
de la instrucción pública. Aquellas empresas ais-
ladas, y contrariadas,casi siempre por el recelo
del dueño, no eran sin embargo suficientes para
la regeneración italiana: conocióse pronto la
necesidad de levantar una bandera á cuyo al-
rededor pudieran reunirse para un -mismo, objeto




SILVIO PELLICO. 2.1


odos los entendimientos eminen tes del paiSi; y
paca SDtisfaoer á aquella necesidad, Silvio Be-
llico que sé había asociado desde macho tiempo
á todos los pensamientos de Porro y Confolo-
nier i , concibió y propuso el: plan de. u n perió-
dico. Inútil es decir, que- redactada á la vista
del Señor?, aquel periódico no podía ser masque
puramente literario; pero apoderándose de las
inteligencias, dando. un mismo. impulso, a los
espíritus, esforzándose en alcanzar «1 bien por
medio de lo bello, creando para la Italia una
especie de unidad literaria; aquel periódico, po-
día contribuir poderosamente á preparar su uni-
dad política. •


En . 1819 se fundó . El Conciliador, en l?
casa y bajo el cuidado def Conde Por ro , y pronto
cuanto había grande.en Italia.en ciencias, letras
y artes; respondió al llamamiento de Silvio>; y
fue á llevar su ofrenda al pensamiento de los
fundadores. La vida del Conciliador fue bri-
llante pero corta. Por pacífico que fuese el tí-
tulo de aquel periódico, por. inofensiva que fuera
su redacción, la censura austríaca no. 'quiso
dejarle vivir. Sus intenciones se, manifestaron al
principio-con grandes tigeretazos; y pronto no




123 PERSONAJES CBLEBBES.


dejó al periódico mas que el título y las firmas
dé sus redactores. El Conciliador cesó de apa-
recer en 1820, un año después de su fun-
dación.


En aquél momento estalló la revolución na-
politana, seguida de cerca por la insurrección
del Piamonte. Parecía que se propagaba por toda
Italia un pensamiento igual de resistencia ; mal
combinados, mal dirigidos, todos aquellos mo-
vimientos abortaron. El Austria estaba en ace-
'ctoó,; y 'cuando creyó llegado el momento de
obrar, inundó de tropas la Península, y prin-
"cipiaronvlás prisiones. Cuantos bombres emi-
nentes por su cuna ó por su talento encerraban
los Estados Lombardo-Vénetos, fueron envueltos
en una misma proscripción; la redacción del
Conciliador fue atacada en masa; algunos mas
dichosos, como Porro, Arconati, Pecehio, Ar-
r i vanen e, Ber-chet, Ugorii consiguieron pasar Ta
frontera; los demás fueron entregados á comi-
siones judiciales, para quienes juzgar y conde-
nar era una misma cosa.


Silvio Pellico fue de estos últimos; regresaba
de un viage á Venecia, cuando fue detenido en
Milán, el 13 de Octubre de 1820, conducido




SILVIO PELLICO. SS


á la prisión de Santa Margarita, desde alli á
Venecia,-¡y por ultimo á la fortaleza de Spiel-
berg. Sú vida de prisionero es sabida; está en
su l ibro, y su libro está traducido en todos tos
idiomas.


Digamos ahora dos palabras acerca de este
libro.


La obra de Silvio, como lo ha dicho su
amigo Maroncelti, es nn libro di grandi verità
e di grandi lacune. No somos de los que creen
que el libro en si mismo hubiera ganado en
ser escrito con mayor, l ibertad, es decir sin mie-
do alguno de la censura austriaca: al contrario,
concedemos gustosos, que debe su verdadera
originalidad al carácter de franca resignación y
de absoluta mansedumbre, que le distingué de
todas las producciones contemporáneas. Es él
libro de un santo , y los santos se hacen mas
raros cada d ia ; creemos también que el fondò
y la forma de este libro son mucho menos el
resultado de la posición particular del autor , que


^ e un sistema bien fijo en él y apoyado en
convicciones profundamente sinceras. Asi, pues,
bajo el punto de vista del arte y de la moral
cristiana, Le mie Prigioni es un libro sublime,




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


pero bajo el de la historia es incompleto, insu-
ficiente. Vivimos en un tiempo de languidez y
de pasión, en que la mayor necesidad de las
almas es la verdad firme y fría. La caridad que
echa un velo piadoso sobre el mal y no dice mas
que la mitad de la verdad, es una virtud ad-
mirable , pero que de nada sirve para la histo-
ria ; neeesita esta • conocer á fondo todos los he-
chos? odiosos para, infamarlos y sacar de ellos
toda, 1»;¡moralidad que encierran; la historia
debe ' penetrar en ! todas partes, lo mismo en
las casamatas de Spielberg,que en el antro don-
de se¡ elaboraban las sentencias revolucionarias
de 93 . Todo esto interesa igualmente á la his-
toria, para que pueda enseñar á los pueblos á
profesar el mismo; odio, al despotismo y á la
demagogia.


Leyendo el suplemento á las Memorias de
Pellico i, por Maroncelli, y las Memorias de Mr.
Andryane, es como puede formarse una idea
cabal. J e los inauditos procederes del despotismo,
aun el paternal, con sus enemigos; en estas dos
obras es donde puede verse cuan difícil le es á
un hombre el resistir á la inclinación que le
lleva á abusar de su poder , cuando no tiene




SILVIO PELLICO. 25


jímites; cómo bastan ciertas posiciones dé la vida
para falsear el entendimiento y pervertir el.co-
razón; cómo se paede ser bueno por naturaleza
y • atroz por sistema. El último Emperador de
Austria nos presenta un notable ejemplo de se-
mejante anomalía. •


El Emperador Francisco es sumamente origi-
nal. Veas á un hombre que ha sido uno de los
soberanos mas populares de Europa; los austriai
eos le amaban como á un padre ; poseía en el
mas alto grado todas las virtudes privadas; que
dis t ingueni la raza a lemana; el pueblo deVie-
na le llamaba siempre der guteFranz, el buen
Francisco. Pues este buen Francisco es dueño de
la I tal ia; la^ suerte de las armas ha -unido á
su pueblo otro pueblo que le es estraño por la
sangre, por las costumbres, por el idioma. Este
pueblo quiere ser libre y permanecer italiano. A
los ojos del Emperador, esta voluntad no es
únicamente una voluntad perjudicial á sus inte-
reses , y cuya realización es preciso impedir con la
fuerza; uno de esos hechos políticos que la po-
lítica reprime, pero que la conciencia no infa-
ma ; es mas que todo esto, es un crimen en to-
da la fuerza de la espresion, un crimen casi




26 PERSONAJES CEiEBES.


tan infame como el parricidio ; el italiano que le
comete no «s solo un enemigo á quien se debe
destruir ó sugetar, es un gran facineroso á quien
se debe castigar, y sobre todo , pues el Empe-
rador es bueno) corregir y mejorar.


Veamos ahora lo que hace el Emperador para.
corregir á sus subditos italianos ; digamos en pri-
mer lugar que esta es su ocupación p r inc ipa ren
su ancianidad, el Monarca dejaba gustoso á Mr.
de Metternich la dirección délos grandes negocios
políticos; la especialidad suya , su gran negocio,
era la dirección material y moral de .las prisio-
nes de Estado, y particularmente de Spielberg.
Tenia en su gabinete un plan detallado, desde
la c ruza la fecha, del interior y del esterior de
la fortaleza; estaba unido á aquel plan un • ar-
reglo de horas que le daba ó conocer lo que
hacia cada prisionero en cada minuto del dia;
añádanse á esto los informes minuciosos que le
dirigían cada semana el director general de la
policía, el director de la prisión, el confesor, el
gobernador general de la provincia, e t c . ; con
estos informes, procedía el - Emperador á poner
en planta su sistema penitenciario.


En primer lugar, importaba que los presos




SILVIO PFLLICO. 17


políticos no, se imaginasen que existia la menor
diferencia entre ellos y un criminal común, un
asesino, un falsario ó un ladrón; se les eoloea-
rá pues en el sitio que habitan los presidarios,
se les vestirá como el los, como ellos se les car-
gará de cadenas y se les tratará con mayor du-
reza; pues tendrán de menos que ellos la facul-
tad de respirar el aire esterior y el auxilio del
trabajo (*). El hambre es también un medio de
corrección; y los presos de Spielberg están siem-
pre hambrientos; los miserables alimentos que
se les dan son de tal naturaleza, que cuando el
desfallecimiento les obliga á llevar los labios al
fétido vaso que los contiene, tienen precisión de
taparse las narices.


Al principio se les permitió el uso de sus
libros; pero el Emperador advirtió muy luego
que aquella lectura era para ellos un alimento
moral que les ayudaba á soportar dignamente,
es decir con impudencia su situación , y se les


^C) Tratóse de dar á cada prisionero político ua presi-
dario por compañero de calabozo, pero estos reclamaron
contra aquella agravación de pena, y se abandonó el pro,-
yecto. (Véanse las memorias de Ajidryan*).




28 PERSONAJES CÉLEBRES


quitaron; los libros. Prohibióse,severamente toda
comunicación oral ó escrita entre los condenados,
y el.Emperador esperaba que alguna muestra de
humildad y de arrepentimiento comprobara el
buen, efecto de su proceder, 3No,sucedió asi siu
embargo, los prisioneros callaban y se resigna-
ban. Quedábanles aun algunos consuelos: escribían
sus pensamientos en las paredes de sus calabo-
zos, Con .clavos , agujas ó pedazos de vidrio, y
hasta encontraban, medio de burlar la vigilancia
de sus guardianes, escribiéndose - entre si algu-
nas líneas trazadas por lo regular con su san-
gre (*) Disfrutaban ademas de una claraboya con
verjas, y subiéndose á ellas descubrían á lo le-
jos el valle de Brunn. Veiau el s o l , contempla-
ban un hermoso, paisaje, seguían á la gplondri-


(•) Las memorias de Mr. Ándcyane, contienen sobre esto
punto un hecho notable, que la modestia del autor de
Xas Prisiones ha pasado en silencio. El joven prisionero
francés se desesperaba de no poder continuar una obra
que liabia principiado, por falta de tinta; aquella obra,
escrita bajo el punto de vista cristiano , habia sido comu-
nicada á Silvio, y le gustaba. Deseoso de verla termine
da, logró hacer entregar secretatnente al autor una. bo-
tellita llena de su sangre. La obra escrita con la sangre
de Silvio, no piído librirse'de'lis pésí|uhas, y fue .'que-
mada. . • •' •




SILVIO PELLICO. S9


na err su vuelo, y se fortalecían de este modo
en medio de la iniquidad.


No se habia llenado el objeto del Emperador:
llegó una orden de Viena para que sémanal-
mente se hiciera en cada calabozo un rigoroso
rejistro. El prisionero, despojado de todos sus
vestidos, hasta de los mas interiores , debia es-
perar desnudo, tiritando de f r ió ; 'que ios altos
funcionarios cubiertos de placas y decoraciones,
q«e 'Barones , -Consejeros de Estado1--, Directores
generales, después de haber registrado todas las
partes de su cuerpo; hicieran lo mismo con el
inmundo gergon en que descansaban, y descosierah
cada pieza de su vestido de presidario,- buscando
los clavos, agujas, pedazos de papel y otros ob-
jetos que le distraenV y causan recelos al Empe-
rador ; y para que fuese completo el plan de este
último> tardó poco en levantarse un muro de-
lante de cada Teja, que, arraneó á los cautivos
su último consuelo. Devorados entonces por la
eterna ociosidad ¡, por• la horrible soledad dé las
naredes de ! un calabozo, los infelices1 pidieron á
gritos que se les permitiera compar t i r -con los
presidarios el trabajo material, que libraba á
sus cuerpos d é l a inacción que les mataba.i Tras-




3© PERSONASES CELEBRES.


«ritióse ia súplica al Emperador, el cual permi-
tió á los prisioneros que ejercitaran su cuerpo,
imponiendo á cada uno de ellos la obligación de
haoer diariamente una cierta cantidad de hilas,
todo bajo pena de total privación dé alimentos,
y hasta de palos. Quejáronse los prisioneros de la
índole de aquel trabajo, de la sueiedad de los
trapos viejos del hospital, cuyas emanaciones mal
sanas se les precisaba á respirar, y de la obliga-
ción; impuesta que convertía un favor pedido en
un castigo mas. El Emperador contestó á todo
esto, «¿por qué se quejan? ¿no son filántropos ?v
Los prisioneros se conformaron é hicieron hilas;
pero mientras sus manos estaban ocupadas en
aquel-monótono trabajo , estaba libre, su imagi-
nación , pensaban , en sus dolores, y eso era aun
un consuelo. Poco tardó el Emperador ea cono-
cer que es difícil tener á raya á un rebelde que
piensa, y se cambió la obligación de hacer hi-
las en ía de hacer un par de medias cada sema-
na, bajo la misma sanción penal indicada antes.
Se necesitaba que el pensamiento del prisionero
descendiese de la altura en que se refugia-
ba para fijarse en un obillo de grosera lana,
que debía aprenderá tejer eon agujas de madera.




SllYIO PELUCO. 31


La imaginación se espanta en presencia de
semejantes hechos, de los cuales soto citamos
una pequeña parte; y se negaría á creerlos,. gi
jas víctimas no estuvieran presentes para atesti-
guarlos. ¿Y quiénes son los hombres que sufren
esos-mil tormentos, tanto mas crueles euantomas
mezquinos y degradantes? ¿ Qué bombreS'Son
los que á todas horas ,deben presentarse ¡desnu-
dos! a n t e ^ s u s í carceleros;, sufrir el hambre y . la
sed.,: llevar* encadenado el cuerpo y el penáateieb-
t o , hacer hilas y medias? Esos hoifrbres soa h
flor de la Italia, son jóvenes de un brillante pac-
venir, ó ancianos de un : pasado glorioso.; SODÍ>COB-
falioneri, noble vastago de una raza noble , her-
mano de leche de una de las nmgeres del mis-
mo¡ Emperadof'f el jóvén Marqués -Palavicini, Pe-
dro Bdrsieri , uno de los i primeros poetas del
Milanesadn; el joven y débil Conde Orobons j á
quien mató el hambre para librarle de sufrir mil
muertes;. Villa, el esposo, el padre, arrancadora su
mujer y¡» sus hijos adorados , y á quien laímuer-
í | libertó también de sus,males.; Marcos ; Fort i -
n i , digno Sacerdote, candido y puro como en
los primeros siglos de la Iglesia, y que conde-
nado como carbonario iba preguntando á todos




32 PERSONARES CELEBRES.


<*) Una sola cedió, no la nombramos.


sus jueces lo que era un carbonario; Munari,
jurisconsulto célebre, viejo filosofo, cano, impa-
sible i como Epíteto o Zenon, á todos los dolo-
res físicos; que 1» despedazaban , y llorando co-
mo un niño al verse precisado á hacer un par
de medias cada semana; el Coronel Moretti, otro
anciano sexagenario, veterano de la ex-guardia
¡mperial, á quien las balas habían respetado en
cien batallas ; para ir á doblar su noble trente
-desoldado bajo las ignominias de Spielberg; Bac-
oehiega, Oficial del antiguo ejército Italiano; Fo-
restr , joven y distinguido Magistrado ; Andryane,
Maroncelli, y Silvio Pellico.


Al pensar que esa vida atroz , marcada á ca-
da minuto con una nueva persecución, no ha
-durado un mes , ni un año sino ffiez años, para
algunos y mas aun para otros; al considerar que
n i tina sola de las victimas (*) quiso comprar su
libertad á costa de una bajeza, que en vano se
esperaba y, solicitaba-, se siente uno arrastrado á
detestar al opresor con igual fuerza que la ad-
miración que se esperimenta por.el oprimido.-
• Pero por otro lado, cuando se pieosa que el




SIL VIO, PELLICO. 33


opresor era un Monarca bondadoso, modelo, de
los esposos, de los padres y de los: Reyes;aus-
tríacos, constantemente dulce y moderado .para
con todos los que no eran sus prisioneros ita-
lianos; i cuando se le vé desempeñar su tarea de
atormeatifdor, como si se tratase de una larga
operación quirúrgica,; Cuando se1 le oye respon-
der á las súplicas de las madres y hermanas
de sus víctimas con la eterna frase: «aun no
esté,,bastante ¡corregido;»: cuando ae leen las
curiosas palabras dirigidas á Mmé. Andryaue,
al devolverle á su hermano, destruido por diez
años de hambre, de sed, de fr io v de calabozo
y de tormentos: «es preciso hacerle vestidos
calientes, pues de otro modo se resfriaria y
yo seria el responsable. Es preciso dejarle co-
mer, poco, porque su estómago está cansado i y
acostumbrarlo gradualmente al aire libre, etc.;»
cuando se examina asi de cerca Ja singular- fi-
sonomía de aquel paternal verdugo, el odio sé
aparta de él, para caer por entero sobre lospr in-
fc^nos y las instituciones que le hicieron lo;que
e ra , pues ya fue á dar cuenta á Dios de su
pensamiento, dejando eu manos dé - su sucesor
su corona de Rey y sus llaves de carcelero.


3




3+ PEBSGSfA6ES'CEt*BHES.


-Femando solo aceptó la primera parte d e Ja lie-
reneia: ¡ tanto mejor- para: su fama l la 'historia
no i t i ene -ya^que «rinmerar esos' actos infames
tjtte deshonran al Soberano: que los eometej' y
l á a S i i a u h á la Nación, q u e l o s consiente. "Pero
ífuedla e l ie jemployy las memorias de los prisio-
nero^ .de 'Estado de^Spielbergy ; probablemente
se ráuun ,'dia parí», 'el Austria un escalente cursó
d e derecho «omstitueionat.Í • ,uñ:->v!
• ! Sttvib Pelíicoi salió de la fortaleza de Spiél-1


beeg pocos dias: a n t e s dei 4a revotucióti d e - J u l i o
e n Francia asaltó CCMÍ :el cuerpo destruido, pero
s u . inteligencia debia sobrevivir á los esfuerzos
im-píosdel gefe de un grande im parí©-, que e m -
p l e ó .todo s u podar . e n a p a g a r - a q u e l l a llama
e m a n a d a d e Dios. Desde-'la-publicación del '¿tV
brfi de los Prisiones, Silvio iba escrito .algu-
n a s , trajedias nuévas's «uya representa ció» se ha
prohibido, á p e s a r * d e j s u ¡caráoter p r o f B n d * « f t e t t -


te moral y enteramente ageno avias ¡cuestiones
políticas. El Austria, a » quiere que la Italia celebre
un poe taenla persona¡>de UÜ ¡ prisionerode 'Estaño.
l , a s Obras dramáticas dd'SUvioi.'se. componen- d e
o c h o trajedias vtf\rancesca '¡'de • Rimíní^ 'de que
l i e m o s hablado; Eufemio di Messivki, compuesta




sil.VH) 'l'F.l.MCO. 35
en \s¡ époéa <tÚrCbhciiiudor, y que l a ' censura
permitSá' imprimir'cotí ¡Ja­ condición' de ; qué jántós
se representase j ' Ester a? <i№nt/ad'di, Tginío <?
•AsPi­, • <Leo*ier#• 'da'­DMonu:• 'estas­ tWs ultimas
creadas efrios^calaboiio's de Veneeia y de Sjiiel­
berg >^Qimotuki,' prohibida recientemente cuan­
do 'acababa de ' t enerun grande éxito, y por últi­
•mo v Lrodlade ;y, Tómmasó • Moro j Adetnas' de es­
tás trajedias, ha ;pufctic»do : 4móécatitlche,
pequeños pbenraS'nármivos^sobré asurifos móta­
les'y^bailereBCóSy sacados'de los anales dé Italia;
la cüktioa­ks «n género que Silvio ha creado y
eta el que sobresale.' Ha^pubtieadoadéínas ünatcoi­
lecéion de poesías S u e l t a s b a j o el nombre de Poe­
«Je inédlte, en donde hay 'trOzOsi­'muy B Ó T A Í B I É S .
La obra ?:de i Silvio qíw)1 mas^'bdga HA í é n i d b j : d e s ­
pués de su Libro*de las Prisiones, es el volumen
en prosa que ha publicado bajo el título de /
Doveri delü uomo (los deberes del hombre) '«Dul­
ce y sabia teoría, dice un escritor, con una mo­
ral de que el mismo autor sirve de ejemplo.»
* En el dia, Silvio Pellico vive tranquilamen­


te en Turin en el seno de su familia , rodeado
de amigos generosos, que rivalizan en bondad y
atenciones, para hacer olvidar al mártir i.talíauo




36 PERSONAGES CÉLEBRES


sus largos y crueles padecimientos rA pesar del
cuidado de Silvio; e» ocultar su v ida , las»;mira-
das de todo el mundo se dirigen hacia, é l ; -sabi"
da es la sensación que causó , hace pocos meses
la noticia dichosamente falsa d e su muerte. «No
t i ene , dice el escritor (*r). que hemos citado an-
t e s , tiempo apenas para componer nada. Ocu-
pa casi todo el dia en su correspondencia, preci-
sado á contestar á las cartas, afectuosas que de
todas partes de Europa van á buscarle en su re-
tiro.: Pero esta, tarea; oscura .y cansada en.sí mis-
m a , es, dulce para é l , porque la hace ú t i l , y
y porque de este, modo • desempeña sin salir de
su, caga ,- :el .papel de convertidor; lejano; Silvio
poseía,cuanto era inenefitar piaraiteoer crédito en-
tre, la juventud actual; f,posee « W influjo y se
sirve de él para conducirla á Dios.


*) Mr. Giterrier de Dumast. 3








LORD PALMERSTOJV.


Palmerston! ha hecho una cosa gran-
de, una de las mayores que desde mu-
cho tiempo se hayan hecho para la In-
glaterra.— DISCURSO D E M R . BERRYER.
(Sesión de 2 de Diciembre de 1 8 4 0 ) .


Tenían razón los hombr,s de Esta-
do que en el gabinete inglés decían á
Lord Palmerston: sacrificáis la política
elevada á ta pequeña. — DISCURSO D E
M R . JOUFFROY. (Sesión del I." de Di-


ciembre de I 8 ' i o ) .
No hay salvación sino probando que


la mano que ha firmado el tratado de
1 5 de Julio, es una mano criminal. Es
el único medio de que la luz del di-
pueda esclarecer aquella infame trai-
ción. Si Lord Palmerston saliese del
gabinete, no por eso quedaría menos
en pié el sistema, si no se destruye
en su persona misma. — L» cnisis: por
M R . URGÜHAUT , página 5 2 .


Véanse aqui tres opiniones muy diferenres,
formuladas en la misma época, por el mismo he-


i




2 PERSONAJES CÉLEBRES.


dio , y sobre la misma persona. Lord Palmers-
ton , mirado con el microscopio de Mr. Berryer,
toma de repente proporciones gigantescas. La In-
glaterra debe erigirle estatuas , la historia des-
tinarle una gran página. «¡El movimiento del
mundo ha variado! esclama Mr, Berryer; el fon-
do del Mediterráneo ha vuelto á ser el centro
del m u n d o , del mundo activo, del mundo so-
cial , del mundo •comercial, del mundo indus-
trial. El fondo del Mediterráneo es el lazo de esos
sesenta millones de habitantes y subditos de la
India , cuyos dominadores descansan en su isla
del lado allá del estrecho de la Mancha. El fon-
do del Mediterráneo, es eu el dia el punto cén-
trico de todos los grandes negocios del globo;
Palmerston ha sentado en él el pabellón inglés;
ha hecho una cosa enorme, y no me admira que
los tons mas ardientes de Inglaterra, estén re-
sueltos en el dia á sostener firmemente á ese ge-
fe del gabinete whig.»


Mr. Berryer era un gran orador y mal pro-
feta, pues á poco tiempo, en lugar del.fir.le
apoyo que le pronosticaba el orador francés, re-
cibió Lord Palmerston de los .toris de Inglater-
ra , la mas fuerte zancadilla que se ha dado




PALMERSTON. 3


desde mucho tiempo á un hombre de Estado
El segundo apreciador, Mr. Jouffroy, es me-


nos eutusiasta; para é l , asi como para otros
muchos, Lord Palmerston es un hombre de es-
tado de pocos alcances, de un entendimiento
limitado y tenaz, sacrificando por obstinación al
triunfo de un momento, á la satisfacción de su
vanidad personal, los verdaderos intereses del
pais. Los peligros, dice Mr. Jouffroy, le vendrán
á la Inglaterra de la Rusia y no de la Francia;
y como la Inglaterra nada puede contra la Rnsia sin
la Francia , obra la Inglaterra contra sus intere-
ses al quebrantar y enagenarse á la única nación
capaz de servirla con provecho en la gran lucha, que
tal vez decidirá un dia su existencia. Para creer ina-
tacable y perfecto el silogismo de Mr. Jouffroy,
seria preciso estar seguro de dos cosas: 1.° que
la Francia sabrá recordar su injuria y obrar en
consecuencia; 2.° que jamás podran entenderse
y arreglarse á su costa, la Inglaterra y la Rusia.
Estas dos proposiciones, que en nuestro concep-
ta se enlazan con bastante fuerza para que la
solución de la primera ocasione la de la segun-
d a , no están todavía, á nuestro modo de ver,
de tal modo demostradas, en especial desde el




4 PERSONAJES CÉLEBES.


nuevo convenio llamado de los estrechos , que no
quede á la Inglaterra mas recurso que llorar las
calaveradas de su ministro.


La tercera opinión acerca de Lord Palmerston,
la de Mr. Urguhart , no por estar menos esten-
dida que las otras dos , deja de tener aun en
Inglaterra algunos adictos, especialmente en el
partido radical. Mr. Urguhar t , autor de un li-
bro titulado La Turquía y sus recursos, es un
publicista inglés, de talento y sobre todo de
imaginación; y cuando los ingleses la tienen,
tienen mucha. Mr. Urguhart , ex-secretario de
embajada en Constantinopla, creemos que fue
destituido por Lord Palmerston, lo que sin duda
ha contribuido ala exaltación que le es natural.
Bajo esta disposición de espíritu , ha publicado
el autor de La Turquía y sus recursos , un li-
belo en francés, muy curioso , con el fin de pro-
bar que Lord Palmerston no es un grande hom-
bre de Estado, como dice Mr. Berryer, ni un pe-
queño estadista, como dice Mr. Jouffroy, sino
un gran traidor, un profundo picaro, q u e s -
ee diez años prepara ocultamente un atroz com-
plot ; y no se propone nada menos que entregar la
Inglaterra atada de pies y manos á la Rusia.




PALWERSTOM. 5


Para ocultar mejor sus designios, este ministro
Judas, profesa abiertamente durante diez años
una política anti-rusa , y oculta con apariencias
de oposición su secreta conniveneia con el Gabi-
nete de San Petersburgo. «¡ En este sistema, escla-
ma Mr. Urguhar t , todo está enlazado ; nada se
escapa á la ambición inmensa que es su alma,
ni al profundo disimulo que es su instrumento!
¡No hay un acto que no sea un cr imen, ni una
palabra que no sea una mentira! Crimen que
triunfa, porque rinde al espíritu humano con su
enormidad, etc.» Mr. Urguhart sigue en este
tono de melodrama durante cien páginas. En su
preocupación, hasta acusa á Mr. Thiers, si no
de complicidad , de una imperdonable ceguedad
por lo menos, en haberse contentado con armar,
en vez de instruir él mismo el proceso de Lord
Palmerston, probando doctamente al pueblo in-
glés la perversidad de aquel ministro, o q u e ; di-
ce , os hubiera comprendido y se hubiera levan-
tado como un hombre solo para unirse con vo-
s e o s bajo la enseña de la justicia;» y Mr. Ur-
guhart , concluye declarando a l a Inglaterra que
está perdida, si no se apresura á destruir el sis-
tema de Lord Palmerston en su misma per-




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


sona; es decir en buen castellano, ahorcar á
Su Señoría; ó por lo menos , en consideración á
la noble sangre de los Temple, entregar su
pérfida eabeza á la cuchilla del verdugo.


¿Será preciso hacer ahora lo que Mr. TJrguhart
echa en cara á Mr. Thiers no haber hecho ? ¿ha-
brá que confesar que el crimen de Lord Palmers-
ton oprime el entendimiento humano por su
enormidad ? Se deberá erigir á Su Señoría, llena
de afeite (his cosmetic Lordship), como dicen
los periódicos tor is , en un vandido colosal , y
entregar al verdugo esa cabeza de joven de se-
senta a ñ o s , con peligro de incurrir en las mal-
diciones de las rubias ladies del otro lado del ca-
nal ? ó se deberá, por imparcialidad, decir que
que es el genio político mas eminente de In -
glaterra ? ¿ decirle con Mr. Berr ie r , que ha he-
cho una cosa grande, enorme, ó repetir en su
elogio uno de esos ditirambos burlescos que to-
das las mañanas le prodiga Sir Napier, el eje-
cutor de sus altos hechos, el vencedor de Bey-
routh , el belicoso comodoro, que es á Nelsjn
lo que Su patrono es á Conning?


El lector nos permitirá que no adoptemos nin-
guno de estos dos sistemas; y nos parece difí-




PALMEE s t o n . -7


cil , aun colocándose bajo el punto da vista in-
glés, unir al nombre de Lord Palmerston idea
alguna de enormidad, ni en bien ni en mal ; y
puede decirse de Su Señoría , que no ha me-
recido.


DI i cet exces d' honneur ni cette indignilé.


En efecto, porque la Franc ia , después de
haber defendido en Julio de 1839, en la perso-
na de Mr, Yilleinain contra Mr. de Lamartine
los derechos adquiridos de Mohamed-Aly, po-
seedor entonces de la Siria ; después de haber
d icho, en la misma época , por el órgano de
Mr. de Guizot, que el tener que desempeñar un
papel en la cuestión de Oriente, es para ella una
buena fortuna; que la política de la paz, por lo
mismoque está frecuentemente ociosa y enfriada,
corre riesgo de pasar por pusilánime y egoísta, y
que los grandes interés es generales, los grandes
intereses morales, jamás deben ser sacrificados á
semejante política ; porque la Francia , después de
j^tber dicho en Julio de 1839 , por el órgano de
Mr. Dupin, que el dia en que el Sultán dejase
de batirse solo contra uno de sus bajas, tenia
el derecho y el deber de intervenir; porque la




8 PERSOMAGES CELEBHES.


Francia después de haber declarado, en Julio
de 1839, por el órgano de Mr. Jouffroy ( l ) c o n
aplauso de toda la Cámara: que no toleraría de
ningún modo que se resolviese la cuestión sin su
concurso; porque la Francia después de haber
dicho todo esto, ha sido llevada por una serie
de faltas, en que todo el mundo tiene parte, á de-
cir un año después, lo contrario de lo que ha-
bía d icho , por el órgano de los mismos hom-
bres que la animaban poco an tes , hasta el mo-
mento en que el mismo que habia hablado en
nombre suyo en 1839, Mr. Jouffroy , usando por
lo menos de franqueza, les ha recordado la ver-
dad con las siguientes palabras que reasumen
toda la situaeion. «Digo, que hemos salido mal
en el negocio de Oriente pues no hay mas que
un sentimiento en la Cámara y en el pais ; y es
que en este negocio la Francia, ha sufrido un
grande y notable golpe (**).» Porque la Fran-


C) Mr. Jouffroy hablaba en nombre de la comisión que
concedió por unanimidad el crédito estraordinario de ij)
millones, pedido entonces por el ministerio de 1 2 de Ma-
y o , para poner las fuerzas navales en un pié respetable,
en el Levante.


(**) Sesión de l.° de diciembre de 48áo.




FAI.MERSTON. J
cia desposeída ya de toda influencia en Cons-
tantinopla, se ha resignado benévolamente á su-
frir igual suerte en Egipto y en Siria; porque
en una palabra ha sufrido la Francia un gran-
de y notable golpe, no veo hasta ahora nada
para que la Inglaterra, con Mr. Urgubart, de-
ba acusar de un crimen horrible á Lord Pal-
merston.


Por otra parte, porque un hombre cuya \\da
política tan larga y por tanto tiempo tan insig-
nificante, no ha traspasado jamás los límites de
la medianía ; porque este hombre, después de
haber representado desde 1809 el papel-oscuro
de utilidad, de comparsa, en casi todos los ga-
binetes toris y whigs que se han sucedido en In -


glaterra ; porque este hombre definitivamente alis-
tado en 1830, bajo las banderas del partido
whig, eclipsado al principio por todos los hombres
eminentes que formaban el primer ministerio Grey,
se ha visto crecer poco á "poco, con la salida ó
la muerte de la mayor parte de aquellos hom-
bres , hasta el punto de adquirir en el gabine-
te , tan frecuentemente dislocado de Lord Mel
bourne, una importancia que nada justifica en él;
porque este hombre, asi agrandado porcasua-




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


l idad, después de haber proclamado durante diez
años , que la alianza anglo-fraucesa era la sal-
vación del mundo; después de haber propuesto
á la Francia un acto de agresión abierta contra
la Rusia , se decide bruscamente, de un dia pa-
ra otro, á pasar del uno al otro campo, sin mas
motivo que su vanidad herida por la supuesta ges-
tión directa de Mr. Thiers con el.Bajá, y el he-
cho accidental de la insurrección de la Siria; y
arrastra á su pesar á sus colegas á una política
de cabo de escuadra, basada únicamente en una
prevención injuriosa para los franceses, y que
tan temeraria hubiera sido en otros tiempos (*);
porque este hombre obrando asi ligeramente , sin
plan fijo, sin medios preparados (**) para hacer
frente á las eventualidades que podian salir de
un conflicto, y con riesgo de envolver á la E u -


(*> Mr. Guizot mismo, ha declarado (véase su discurso
en la discusión de contestación al de la corona) que Lord
Palmerston no haliía firmado y llevado á ejecución al tra-
tado de 15 de Julio , sino porqiw tenia el convencimiento
de que la Francia hablaría mucho, no obraría, y «"abaría
por conformarse, "


(•*) Es constante (véase la discusión de lü eontestad on al
discurso del Trono) que en el momento del ataque de Bey-
routh , la Ing'aterra solo tenia nueve navios en el Mediter-
ráneo , al paso que la Francia tenia quince.




PALMERSTON. 11


ropa en una guerra interminable, se encuentra
de repente justificado por dos hechos igualmen-
te impresumibles, la debilidad militar del Bajá,
y la inacción de la Francia ; porgue en una pa-
labra Lord Palmerston, cuando el statu quo no
tenia peligros y la intervención estaba rodeada
de riesgos, se decidió ligeramente, sin necesidad
urgente, á jugar el reposo del mundo con una
probabilidad contra dos,, y porque ha ganado el
juego, nos es imposible ver en es te , envido el
resto, de un jugador impaciente y afortunado, una
de esas concepciones maduradas por mucho tiempo
combinadas con fuerza, bastante estensas para
abarcarlo todo, bastante sólidas para hacer fren-
te á todo, bastante vitales para satisfacer al pre-
sente y al porvenir, y tales en una palabra co-
mo pueden salir de la cabeza de un hombre de
genio.


Se ha dicho muchas veces que el tratado de 15
de Julio variaba la faz del mundo ; es posible,
aunque muchos de los que al principio lo decían
• i alta voz, afectan en él día desdeñar de un
modo estraño , lo que presentaban como tan for-
midable ; pero lo que nos parece cierto, es que
Lord Palmerston se cuidaba poco de aquel gran




1 2 PEBSONAGES CELEBRES.


resultado. Su objeto era menos estenso y mas in-
mediato ; la influencia rusa le ofuscaba en Cons-
tantinopla, y la francesa en Egipto; y no pu-
diendo destruirlas ambas, ha querido por lo menos
romper una ú otra; para conseguirlo ha tomado
el camino mas corto; ha principiado por propo-
ner á la Francia que obrase contra la Rusia,
forzando de acuerdo los Dardanelos. La Francia
fiel á ese espíritu de indecisión que caracteriza
su política esterior desde la muerte de Casimiro
Perier, se ha negada á e l lo , y estaba en su de-
recho; pero debia esperar lo que ha sucedido: ¿
saber, que no pudiendo el Lord arreglarla cues-
tión contra la Rus,ia con ella, procuraría arre-
glarla con la Rusia contra ella. Sin embargo, este
caso estremo presentaba obstáculos numerosos,
que hubieran contenido á un entendimiento me-
nos presuntuoso; era preciso para dar la razón
á Lord Palmerston, que Ibrahim , agarrotado pol-
las esperanzas francesas , no pasase el Tauro;
que la escuadra rusa no tuviese que salir del
Mar-Negro para ocupar a Constantinopla; q i r
una brillante escuadra francesa se pasease ino-
centemente desde Salamina a Tolón , mientras
cuatro ó cinco navios bombardeaban á Beyrouth;




PALMERSTON. 13


era preciso que el Bajá, esperando siempre un
apoyo formal, mandase la inacción á su hijo; que
Mr. Thiers, dueño por un momento de la si-
tuación , esperase á su vez para obrar, que pu-
dieran arrojarle á la frente el invencible argu-
mento de los hechos consumados ; era en fin
preciso que el mismo Bajá se hiciese también el
humilde servidor de los hechos consumados, de
Sir Napier y del Foreing-Offlce , hasta que sus
sucesores vayan á refunfuñar en las calles de Lon-
dres, con todos esos pequeños soberanos de la
India, que toman el pálido sol inglés en Hyde-
Parc , aprenden á cantar el God save the Queen,
y olvidan sus reales nsplendorés bebiendo porter
á espensas del tesoro público. Se necesitaba que
Lord Palmerston , al dejar de ser ministro, ni
siquiera tuviese que legar á sus sucesores, como
consecuencia de su temeridad, el temible aisla-
miento de la Francia; era preciso en una pala-
b r a , que el ministro elegante apareciese hasta el
fin en política, lo que fué en otro tiempo en
qpior, el hijo mimado de la fortuna. Y ahora,
entretanto que se haya cambiado la faz del mun-
do por el hecho de Lord Palmerston ; lo que solo
seria una prueba mas de que todos los medios




14 PERSONAGES CELEBRES.


sirven á la Providencia para lograr sus fines; co-
mo este nombre está ya para siempre enlazado
con un hecho histórico, cuyos resultados pueden
ser inmensos, vamos á esforzarnos en bosquejar
aqui brevemente los principales lincamientos de
esa vida por mucho tiempo oscura.


El muy honorable Lord Henry John Temple,
vizconde Palmerston, nació el 10 de Octubre
de 1784 , de una familia de mediana aristocracia
originaria del Buckinghamshire, y que se esta-
bleció , según creemos, en Irlanda á mediados del
siglo XVII. Pertenece á esta familia el célebre
diplomático Sir William Temple que representó
un papel bastante hermoso en el reinado de Car-
los II. Al firmar el tratado de 15 de Julio, Lord
Palmerston ha podido inspirarse con una tradi-
ción de familia, pues precisamente uno de sus
antepasados, ese mismo William Temple , fue
el que firmó con .Tuan de Witt en Bruselas, el
tratado de 1688 entre la Holanda , la Inglaterra y
la Suecia, para obligar á la Francia á restituir
sus conquistas en los Paises-Bajos. El padre (-i
Lord Palmerston, ejercía las funciones de ottor-
ney general de I r landa, y tenia la reputación de
tori reforzado. Nada sabemos de los primeros




P/VtMERSTON. 15


años de Su Señoría , si no que era un muchacho
muy boni to , muy vivaracho, muy mimado, en
virtud de su derecho de primogenitura, tan po-
deroso todavía en Inglaterra, y que mereció muy
jóvien el apodo de Cupido , con que sus conciu-
dadanos le han honrado mas adelante, á causa de
su probada superioridad en materia de galan-
teria.


Muy joven todavía, fue enviado ai colejio aris-
tocrático de Harrow, donde estuvo en compa-
ñía de Sir Roberto Peel, de Byron, de Bankes,


•de Hobhouse, y de muchos otros jóvenes que,
todos, valiéndonos de las palabras de Byron en
una nota de sus memorias, han hablado y he-
cho hablar de ellos. Los estudios de Lord Pal-
merston, fueron bastante buenos. Sin embargo,
en medio de aquella vida semi-elaustra! y semi-
BMindana que hacían en Harrow los jóvenes pa-
tricios de Inglaterra, sueedió que el descendien-
te de los Temple, descuidó un poco los auste-
ros deberes del escolar, por adquirir las cuali-
dades mas brillantes del gentil-hombre. Lord
Palmerston ai salir de Harrow-Sckool pasó á la
Universidad de Edimburgo, después á la de Cam-
bridge , donde se entregó á los solaces disipados




16 PERSONAJESCELEBR.ES.


y turbulentos, con que un joven inglés de buena
casa se prepara para ejercer los elevados cargos
públicos. A los veinte años le encontró su familia
un burgo (*) cerrado ó podrido, que le envió
en 1805 á la Cámara de los comunes. Cuatro
años después, á los veinte y cinco de edad, de
sempeñaba Lord Palmerston las funciones de mi-
nistro de la guerra {secretan ofwar), que ha con-
servado durante diez y nueve años seguidos. Pe-
gado por decirlo así á su cartera, pasó en la os-
curidad junto con ella, desde Mr. Perceval, á Lord
Liverpool, de Lord Liverpool, á Mr. Canning, de
Mr. Canning, á Lor Goderich , de Lord Goderich,
á Lord Wellington, hasta que la dimisión tan
tímidamente presentada y tan brutalmente acep-
tada de Mr. Huskisson, su amigo , obligó á Lord
Palmerston á separarse con pesar suyo , de su
querida cartera. y á seguir á Mr. Huskisson en
la oposición whig. Esto sucedía en 1828.


f ) Es preciso no confundirlos burgos cerrados (cióse bo-
rovghs) con los burgos podridos (rotten loroughs) am-
bos abolidos por lo (lemas desde la reforma electoral. ü.i
los primeros no faltaban electores, pero sus votos corres-
pondían de derecho á algún poderoso. En los segundos, no
tiabia en realidad mas que una ó dos personas con derecho
de votar.




PALMER ST0N. 17


Los lectores españoles, que apenas hayan oí-
do hablar de Lord Palmerston desde el año de 1830,
preguntarán tal vez cómo no han tenido antes
conocimiento de un hombre , que siendo tan jo-
ven, desempeñó en su pais durante diez y nueve
años funciones tan importantes como las de mi-
nistro de la guerra; que las desempeñaba en una
época en que la Inglaterra sostenía contra Na-
poleón un duelo á muerte, del cual salió vic-
toriosa, y que de consiguiente parecía que de-
bía tener una gran parte en la gloria de aquel
.triunfo? Tal vez preguntarán también ¿cómo se
puede ser ministro de la guerra en cinco ó seis
gabinetes sucesivos y diferentes? ¿y si esa inmo-
vilidad en semejante puesto, en medio de todas
las modificaciones ministeriales, no supone ne-
cesariamente una de esas especialidades estraor-
dinarias, una de esas capacidades de que no es
posible prescindir, y que sacan el principio de
su duración del poder, de un talento superior y
de la fuerza de las circunstancias?


^Entrados en este camino, no tienen los lec-
tores mas que andar, é irán lejos. Cómo! un
hombre que desde 1809 á 1815 dirige en el si»
lencio del gabinete la gran lucha que sostuvo la


2




18 PERSONAJES C E L E B R E S .
Inglaterra en todos los puntos de Europa, .que
vigila las operaciones de Wellington en Portugal
y en España, que prepara la victoria de YYa-
terloo, y después de haber vencido, como mi-
nistro de la Guerra al mayor Capitán de los tiem-
pos modernos, pasa luego á los negocios es-
tertores, en medio de las mas críticas circuns-
tancias , hace frente á todas las dificultades , y
concluye, como dice Mr. Berryer, por variar la
faz del mundo. ¡Este hombre , es un hombre
grande, si los hubo! ¡tan gran estratégico como
diplomático! ¡y la historia no dice una palabra
de él durante veinte años! ¡y apenas se encuen-
tra su nombre al fin de todas las listas ministe-
riales! ¡ y la Inglaterra habla de Pi t t , de F o x , de
Canning, y aun de Casttlereagh ! ¡que aguar-
da para llenarse de gloria habiendo dado el ser
á Lord Palmerston, que ha firmado el tratado
de 15 de ju l io! Es que hay en esa tardía glori-
ficación una grande injusticia ; pues al fin Lord
Palmerston ha sido á los veinte y cinco años el
Carnot de Inglaterra antes de ser su Riehelieu.


Bastará para calmar la impaciencia de los lec-
tores , decirles, si lo ignoran, que de todas las
sinecuras que tanto abundan en Inglaterra, es




PALMERSTON. 19


ranchas veces la primera el empleo de ministro
de la Guerra ; es por lo común lo que se llama
una cartera puramente política, una de esas ca-
sillas tan numerosas, en donde el gefe del ga^
bínete, el leader, al llegar al poder, coloca á
los mas insignificantes de su falange. Supónga-
se á uno que es poeta , abogado, matemático, ó
currutaco, cuya palabra carece de influencia en
la Cámara de los Comunes, y que nO tiene bas-
tante importancia para aspirar al timón de los
negocios esteriores; pero que tiene celo, rela-
ciones distinguidas , una buena posición en el
mundo; que está de moda, que ha trabaja-
do con todas sus fuerzas para la caida del mi-
nisterio anterior, y que quiere una parte del
turrón : el leader no sabe qué hacer de é l , y
le hace ministro de la Guerra, {secretary of
war). Mr. Macanley que desempeñaba este em-
pleo en el último ministerio wliig, es un lite-
rato á quien suponen de mucho talento, pero
que conoce la historia de la clásica falange ma-
cqdonia, mucho mejor que la organización del
pais (*).


C) Sir Hardinge , que ha sido llamado á este puesto en




20 PEBSONAJES CELEBRES.


Entre las treinta ó cuarenta personas que ca-
da cambio ministerial hace llegar de este modo
á los puestos ministeriales , jamás hay entre ellos
mas que un número muy corto que comparta
con el gefe del gabinete la dirección de los ne-
gocios ; los demás solo tienen una importancia
secundaria, proporcionada á lo que personalmen-
te valen, y no llenan mas que por la forma
las funciones de que están revestidos. Entre no-
sotros se estraña que el ministerio de guerra ó
marina se confiera á una persona que ni es ma-
rino ni soldado ;. en Inglaterra es esto muy co-
mún , y á nadie sorprende; y hasta opinan mu-
chos que es un bien, en el concepto de que
siendo siempre dirigidos los negocios del ramo,
fuera de las luchas y de los hombres políticos,
por consejos y agentes especiales y casi siempre
permanentes, siguen una marcha mas regular,
mas uniforme, y participan menos délos incon-
venientes de la instabilidad ministerial; al pa-
so que cuando se suceden con tanta rapidez
en uno ú otro ministerio hombres especiales,


el nuevo gabinete tory, e s , cosa extraordinaria, un ofi-
cial distinguido.




PALMER ST0N. 21


se creen obligados muchas veces á hacer co-
sas nuevas, deshaciendo la obra de su prede-
cesor, é imprimiendo á la marcha de la ad-
ministración una instabilidad perjudicial. Pero
no es este lugar de tratar esta grave cuestión,
examinando cual de los dos métodos es preferi-
b l e ; lo poco que de ello decimos no tiene otro
objeto que dar á conocer á nuestros lectores por
qué Lord Palmerston , en una época en que
apenas era conocido si no por el corte de su ca-
saca , la elegancia de su cabello, sus proezas
galantes , sus triunfos en el baile de Almacks,
su habilidad en valsar, de lo cual le atribuyen
algunos la importación en Inglaterra , la sonro-
sada frescura de su tez, su mezcla de fatuidad
y de arrogancia, ese modo de presentarse tie-
so y al mismo tiempo descompuesto que cons-
tituye lo que llaman los ingleses un escíusi-
vo (*) es decir un León por escelencia; por qué,


(*) En la jerga elefante, solo mereced titulo de escluse-
ro, el que tiene el privilegio de dar el tono entre la pan-
dilla. El uclusivo profesa un soberano desprecio por el
dcmdy vulgar, al cual llama un (nobody) nada. El esclusivo
es esencialmente interruptor (cutteer) por naturaleza, y se
le conoce por la manera como interrumpe al nobody. El
arte del cut consiste en ungir no conocer a uno á quien




22 PERSONAJES CÉLEBRES.


decimos, Lord Palmerston ha podido ser deudor á


cualidades de esta especie, cuya influencia no


es pequeña eotre aquellos isleños, de ser llama-


do tan joven á desempeñar el ministerio de la


guerra. (*)


Fáltanos esplicar cómo ha conseguido Lord


Palmerston eternizarse en su sinecura, pasar


por todos los gabinetes torys de diversos colores


hasta el momento en que fue á buscar una car-


tera en nn ministerio whig , lo que nos lleva á


reasumir lo mejor que podamos estos dos perio-


dos de la vida política de Lord Palmerston.


se conoce perfectamente, y en negarse con descaro á sa-
ludarle, de miedo de no rebajarse habiéndole, esto es lo
que el esclusivo llama interrumpir á un hombre. Damos
estos detalles, en primer lugar, porque no nos parecen
fuera de sazón tratándose de un ministro león, que en sus
relaciones con la Francia parece haberse colocado un tan-
to como un mtter (véase la contestación al memorándum
de Mr. Thiers , y su discurso á los electores de Tiverton) y
después porque la moda es hoy en Inglaterra un poder
formidable, aun en las cosas serias.


(*) Debemos añadir sin embargo, que el Morning-Chro-
niele da Julio de 1809 , hablando de este nombramiento
se burla muy agradablemente del ministerio Percsval por
el apoyo que va á encontrar en la literatura del joiln
Lord Palmerston. Lo que indica al parecer que el joven
Lord, unia á las cualidades antes euumeradas, pretensiones
de literato , que no hemos visto justificadas.




PALMEBSTON. 23


Los cambios de colores, por mas que se ha-
ya dicho lo contrario, son tan comunes en In-
glaterra como en otras partes. Hay allí también
transformaciones en el modo de considerar la po-
lítica, que se esplican y justifican por la influen-
cia pura y sencilla de los hechos esteriores, y
el trabajo interior del pensamiento, Lord Stan-
ley, tory en e ld ia , era no hace ocho años whig:
Lord Lyndliurst, el actual canciller, uno de los con-
servadores mas grandes de la Gran-Bretaña, hi-
jo del pueblo y por consiguiente demócrata, pa-
saba en otro tiempo el estrecho, en tiempo de


* la república francesa, para llevará los clubs pari-
sienses mensajes de felicitación. Lord Brougham ha
votado sucesivamente qon los radicales, con los
whigs y con los torys. Pudiéramos eitar á otros
mil nombres distinguidos que han pertenecido á
opuestos partidos. Diremos también que en In-
glaterra la opinión es menos severa y con fre-
cuencia mas justa sobre tales cambios ; depen-
diendo esto de varias causas que solo podemos
indicar aqui. En primer lugar, entre los torys y
l i s whigs, aunque sea el combate violento en
palabras, hay mas de un punto de contacto; en
el fondo estas dos grandes fracciones parlamen-




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


Después se ha aprovechado de su posición , ca­


tarias representan el mismo interés; los mismos
radicales , ó por lo menos gran parte de ellos,
nada tienen de común сод los nuestros. No ha­
blamos de los carlistas, reunión de individuos
que puede llegar á ser mas ó menos peligrosa,
pero que aun no forma un partido. Cuando los
puntos de contacto son tan numerosos entre los
partidos y los hombres, por multiplicadas que
sean las diferencias de| pormenores, las transac­
ciones son. menos difíciles; ademas , en In­
glaterra , siendo la riqueza la regla, y la pobre­
za la escepcion, en casi todos los que toman par­
te en los negocios, la acusación de corrupción,
de deseo de lucrar y de empleos , esa acusación
que persigue entre nosotrqs á cuantos modifican
sus opiniones en sentido contrario á la oposición,
es menos encarnizada, menos persistente. Debe­
mos añadir , sin embargo, que Lord Palmerston
es uno de los hombres á quienes se ha diri­
gido mas vivamente este cargo ¿lo merecería mas
que otros? Examinemos los hechos.


Cuando á los veinte y un años de edad, con una
fortuna patrimonial relativamente mediana




PALMEHSTON. US


Lord Palmerston llegó á la Cámara de los Co-
munes , P i t t , el gran ministro, el patriota ar-
diente, se moría joven todavía, pobre, empeña-
d o , y rendido por los duros trabajos de una
vida consagrada enteramente al servicio de su
país.


Cuando murió , el partido whig , dirigido
por Fox se apoderó por un momento del timón
de los negocios; lo conservó poco t iempo, y
apenas habian transcurrido ocho meses, que ya
Fox, muerto por el trabajo como P i t t , iba á
descansar bajo las losas de Westminster, al lado


, *de su ilustre adversario, y el gabinete whíg
caía á los golpes del joven Canning, que se
anunciaba entonces á la Inglaterra como el su-
cesor de P i t t , como el proseguidor de la políti-
ca de guerra á muerte contra la Francia y Na-
poleón.


Lord Palmerston descubrió al momento que
el partido whig estaba aun alejado del poder por
mucho tiempo, y deseando adelantar, se alistó


sáíSlose con la viuda del conde Cowpcr, que fue en otro
tiempo una hermosura á la moda. Lady Cowper le ha lle-
vado una fortuna bastante considerable, y el título de
cuñado de Lord Melbourne.




26 PEBSONAGES CELEBÍIES.


en las banderas del torysmo, se hizo el oscuro
satélite del astro brillante de Canning, á quien
sostuvo lo mejor que pudo , mas bien fuera que
dentro de la Cámara, donde era nula su influen-
cia , y su palabra sin brillo ni poder. Can-
ning recompensó su celo haciéndole nombrar
primero, sub-lord del Almirantazgo; y después,
cuando el desafio de Canning y Castelereagli, y
la dimisión simultánea de estos dos personajes
causaron la dislocación del gabinete, durante el
trabajoso engendro del ministerio Perceval, Can-
ning , que por razones de conveniencia se creia
obligado á permanecer alejado del ministerio,
contribuyó de buen grado á hacer que se mue-
blase con hombres insignificantes pero adictos,
y el Times del 24 de Octubre de 1809 anunció
á sus lectores admirados: «que los sellos de la
secretaria de] Estado y de la Guerra, después de
haber sido llevados de una parte á otra duran-
te muchos dias, se acababan de ofrecer á Lord
Palmerston; joven, anadia el periódico, que no
ha cumplido veinte y un años hasta el viernes
último.» ¿


En aquel ministerio y en el de Lord Liverpool,
Lord Palmerston formó parte de la minoría que




PALMERSTON. 2 7


se mostró en el gabinete favorable á la eman-
cipación de la Irlanda, sostenida fuera de él por
Canning. Hasta 1815 la parte personal de Lord
Palmerston en los grandes negocios esteriores
fue muy limitada, y se redujo á algunos infor-
mes oficiales sobre el estado de los ejércitos, que
leyó de vez en cuando en la Cámara de los Co-
munes. £1 ministerio presidido por Lord Liver-
pool tuvo dos periodos bastante distintos: en el
primero, que pudiera llamarse periodo Castele-
reagh á causa de la influencia que este perso-
nage ejerció, habiendo vuelto á encargarse del
ministerio de negocios estrangeros, reinó sin
contradicion el torysmo mas desenfrenado, y
se esplicó en el esterior con la adhesion del go-
bierno inglés, á las máximas y medidas de la
Santa Alianza; en el interior con el degüello
de Manchester, y los seis bilis de represión co-
nocidos con el nombre de seis actas, que su-
blevaron á todo el partido whig. Lord Palmers-
ton, que en el dia pretende ser muy liberal,
sancionó con su consentimiento todas aquellas
n^didas. Su posición, como individuo del gabi-
nete, hasta hubiera llegado á ser penosa, si no
hubiera sido muy secundaria. En efecto, Can-




28 PERSONAJES CELEBRES.


ning que él tuismo había principiado con opi-
niones ultra-toris, Canning por tanto tiempo
odioso á los whigs, después de haber abando-
nado á la Inglaterra por no asistir á la causa
de la Reina, de quien se habia declarado de-
fensor , y después de un largo viage por el
continente, habia vuelto con ideas mas mode-
radas, y bajo diversos aspectos se habia mani-
festado tenaz adversario del gabinete de que
Lord Palmerston hacia parte. El suicidio de
Castelreagh, en 1822, puso término á los em-
barazos del honorable Lord, dividido entre los
dos adversarios, de los cuales el uno era su
contrario, y el otro su amigo político. Can-
ning reemplazó á Castelreagh, y al momento se
vieron dos partidos en el seno mismo del mi-
nisterio ; el u n o , el viejo partido tory , negan-
do la menor concesión al espíritu del siglo; el
o t ro , el partido Canning , menos absoluto , y mas
dispuesto á entrar en uua senda de mejoras y
progreso. No hay necesidad de decir , que Lord
Palmerston se adhirió á Canning; cuando mu-
rió Lord Liverpool, en 1 8 2 7 , llegó este á stér
primer ministro; los ultra toris salieron del ga-
binete , fueron reemplazados por los whigs, y




PALMERSTON. 29


el resto de la vida política de Canning fue con
frecuencia una lucha con sus antignos amigos.


Durante su ministerio y con é l , Lord Pal-
merston , rechazando entonces como ilusoria to-
da idea de reforma parlamentaria, tomando par-
te en todas las medidas enérgicas de represión
interior , fue ademas el ahogado de la emanci-
pación católica de la Irlanda, que fracasó en la
mala voluntad del rey y en una mayoría de cua-
tro votos en el Parlamento. Canning tardó poco
en morir en la misma Cámara, y en el lecho


fát¡ muerte de Fox. No habiendo cuajado el en-
sayo de un ministerio de coalición, bajo la pre-
sidencia de Lord Goderich, el partido ultra-tory
volvió al poder en Enero de 1 8 2 8 , representa-
do por Lord Wellington y Sir Roberto Peel (1).


Este es el momento mas desagradable de la
vida política de Palmerston; había defendido con
su ilustre colega Canning la causa de la eman-
cipación ; con él había sostenido la causa de los
Griegos; se habia asociado á él en todas las me-
didas que habian hecho su administración sospe-


(*) Sir Roberto Peel, que representa en el día el toris-
mo moderado , pertenecía entonces á la fracción mas absolu-
ta del partido.




30 PERSONAGES CELEBRES.


chosa á los torys , y consintió en quedar en el
ministerio bajo la presidencia del antagonista mas
directo de Canning , del hombre que dos años
hacia no cesaba de combatir su política como
apoyada en un espíritu innovador y peligroso; del
hombre que se habia pronunciado formalmente
en muchas ocasiones contra la emancipación'-.
del hombre que siempre se habia mostrado con"
trario á las medidas tomadas por Canning en
favor de los Griegos; del hombre en fin que aca-
baba de calificar de untolvard event, suceso des-
graciado la batalla de Navarino. Este apego,
sea como quiera , á su cartera, le hizo poco ho-
nor en la opinión pública; ocho meses después
hubo altercados serios entre Lord Wellington y
Mr. Huskisson, uno de los antiguos colegas de
Canning, que como Lord Palmerston habia con-
sentido en entrar en el nuevo gabinete. Mr. Hus-
kisson habló de dimisión ; le tomaron la palabra,
salió del ministerio , y solo entonces creyó
Lord Palmerston que debia seguirle y terminar
una situación comprometida para é l , en cuando
parecía que sacrificaba sus principios a su inte-
rés.


Desde aquel momento principia á engrande-




PALMER STON. 31


cerse un poco la importancia política del hono-
rable Lord; desde 1828 á 1830 dirigió, en unión
con MM. Huskisson y Gran t , una reducida frac-
ción parlamentaria que formaba una especie de
tercer partido entre los torys y los whigs. Al
tiempo mismo que aplaudía la emancipación ca-
tólica arrancada á Lord Wellington ; al mismo
tiempo que combatía al noble Duque en su ab-
soluta negación á toda reforma, se negaba á
asociarse á los esfuerzos de Lord G r e y , de
Lord John Russeli para conseguir una reforma
genera l ; se pronunciaba por las concesiones en
detall, los paliativos y las modificaciones pro-
gresivas ; apoyaba al partido whig en ciertas oca-
siones particulares, como el trasportar el dere-
cho electoral del burgo de East Redfort á las
grandes ciudades fabriles, que carecían entonces de
todo derecho electoral. Toma una parte activa en las
cuestiones de política estertores;pronuncia sóbrelos
negocios de Portugal , en 1829, y sobre los de
la Grecia, en t 830 , dos discursos que hicieron
cu^ta sensación. Durante aquel periodo de se-
mi-oposicion , se hizo notable Lord Palmerston
por ataques bastante vivos contra las simpatías
esclusivas de Lord Wellington en favor de los




32 PERSONAGES CÉLEBRES,


gobiernos absolutos de Europa.—« Espero , es-
clamaba entonces el hombre que mas adelante
habia de sacrificar tan ligeramente la alianza
francesa a l a rusa, espero que la Inglaterra no
se enlazará jamás con los representantes del prin-
cipio de intolerancia militar en asuntos de go-
bierno. Confio que el gabinete procurará obte-
ner las simpatías del pueblo, conservando no solo
en el pais , sino aun en todas partes donde pue-
da alcanzar su acción, la preponderpncia dé lo s
principios de un liberalismo sabio , justo é ilus-
trado. »


Sabido es cómo por rechazo de la revolución
de Julio cayó el ministerio Wellington; el par-
tido whig debió á aquel gran suceso el recon-
quistar en Inglaterra un ascendiente que habia
perdido hacia ya 50 años. La alianza anglo-fran-
cesa que fue el constante ensueño de Mirabeau,
y cuyo pensamiento legó á Tayllerand; la alianza
anglo francesa fue la consecuencia de aquella
simultaneidad del triunfo de la ideas liberales en
Francia v en Inglaterra; y por una coincidencia
singular, el partido wh ig , debilitado sucesiva-
mente á medida que se alejaba del sistema del cual
sacaba tal vez su fuerza, recibió un golpe inmen-




PAL1BEHST0N. 33


so , y sucumbió en el momento mismo en que
rompía ellázo que le unía a la Francia.


El ministerio whig , dueño de los negocios
durante diez años, y apenas interrumpido en su
posesión por la tentativa desgraciada de los torys
en 1834 , apoyado primero por una poderosa ma-
yor/a , ha visto aumentarse progresiva y anual-
mente el número de sus enemigos, y disminuir
en igual proporción el de sus amigos, hasta ei
puntó de verse-en'1841 separado «el poder por
una mayoría' dfe !80 votos; y sin embargo, apre-
surémonos á decirlo, el ministerio whig , cuya
historia presenta cuatro épocas muy diferentes,
en la desigual carrera que ha recorrido, ha lle-
vado á cabo grandes cosas. El primer ministerio
Grey es sin disputa uno délos mas gloriosos para
la Inglaterra. Viérase reunidos bajo la enseña de
un hombre ilustre por treinta años de hermosos
combates políticos, áLord Brougham, Lord Stanley,
Lord DhUram, Lord John Russell, Sir James Gra-
hám,L0rd Ripon, Lord Howick, el Duque de Ri-
ch^rrtond, Lord Melbourne y Lord Althorp ; el pú-
blico se admiró un poco de ver el nombre, -inferior
hasta entonces, dé Lord Palmerston unido á todos
aquellos ^sombres célebres en el partido whig-




34 PERSONAJES CÉLEBRES.


Pero el recuerdo de Canning protegió á su des-
colorido discípulo; el choque que habia teni-
do en la última sesión con Lord Wellington,
el apoyo que acababa de prestar á los whigs, sin
entregarse sin embargo á ellos antes de la vic-
toria, parecieron á Lord Grey motivos bastantes
para acogerle en su campo, y admitirle á los
honores del triunfo, encargándole el ministerio
de negocios estrangeros, con el cual ha atrave-
sado todas las vicisitudes interiores del ministe-
rio whig durante diez años , y que no dejó sino
por un instante, cuando la brusca invasion del
gabinete por Lord Wellington y Sir Roberto Peel,
para volverse á encargar de él al momento, hasta
el en que definitivamente tuvo que entregarlo á las
manos vencedoras de los torys. ...


No es este el lugar, de reasumir.todas las
grandes luchas que ha sostenido el partido whig
en el interior, y todas las cosas grandes que
ha. hecho; hablaremos de ellas cuando tratemos
de hombres que representen mas completamente
dicho partido La política esterior del ministerio


v


whig es conocida; ha sido casi siempre diestra,
feliz y ú t i l -a l pais, á cuyo objeto.todo lo sa-
crifica el gobierno inglés, cualquiera.que sea el




PALMER STOPS. 35


partido que ejerza el poder. Principió por con-
servar la paz del mundo, uniéndose estrecha-
mente con la Francia, de modo que le impedia
á un tiempo atacar y ser atacada: arregló des-
pués la cuestión belga, tan complicada de acci-
dentes y protocolos, en provecho de su influen-
cia política y de su interés comercial; formó la
cuádruple alianza con el objeto aparente de de-
fender la causa constitucional de España y de
Portugal, donde ha conseguido establecer la in-
fluencia esclusiva de la Inglaterra, y con ella
destruir todo germen industrial en el último reino,
y trabaja asiduamente y de todos modos para
reducir al mismo miserable estado nuestra in-
dustria, por medio de un tratado de comercio;
ha llevado adelante en todas partes una gran me-
dida en la que la política se cubre con la filan-
tropía , esto es, la supresión del comercio de ne-
gros, y la abolición de la esclavitud. Al tiempo
mismo que anadia nuevas conquistas á sus con-
quistas en la India, tomaba posición en Siria,
qp Aden , en las islas Bahreyn, en los princi-
pales puntos de la costa arábiga, y por último
hasta en la China, donde el cañón inglés ha
abierto nuevos mercados á sus productos.




3G PEB.SONAGES CEL&BHES.


Si en todos los demás hechos realizados antes
de 1 8 3 0 por el ministerio whig, no aparece
bastante preponderante la acción de Lprd Pal-
merston, para que deba atribuírsele esclusivamen-
tela responsabilidad ó el honor, es difícil no re-
conocer su iníluehcia personal en JO fijación de
límites de las fronteras del Canadá , cuestión
agriada con la prisión del age¡nte inglés Mac-,
Leod ; la guerra de China ¿ terminada en favor de
la Inglaterra por el ministerio tory, y por últi-
mo la cuestión de Oriente, La $pla solución de
estas tres cuestiones puede condenar ó justificar
al hombre que las ha promovido;. Si la Francia
no encuentra en sí misma bastante energía- pa-
ra contener las dos influencias que luchan en su
seno, intentando justificarse la ¡una,conjla otra:
si por temor de aquellos á'>$tiep.e$¡<Mt¿ de Toc-
queville llama con razón los bárbaros del in-
terior, la Francia constitucional, siempre inquie-
ta y desasosegada, retrocede sjeftipre ante] la idea
de emprender y seguir con c a l m a , ; firmeza y
perseverancia un gran negocio esterior ; si la
Francia que posee Marsella, ,Toton, ¡a Córce-
ga y Argel; si la Francia, que tiene todos sus
intereses vitales en el Mediterráneo, permite que




PALMERSTON. 37


la Inglaterra, cuya política es tan activa, que la In .
«laterra dueña ya del Occeano y de la entrada
de los dos mares, dueña de Malta y de las Is-
las Jónicas, la encierre entre el cabo de Bon y


Gibraltar, hasta que pueda quitarle una á una
las posiciones que le quedan; en una palabra, si
el Mediterráneo llega á convertirse algún dia en
un lago inglés ; la Francia se convertirá en una
potencia feliz y poderosa, como la Italia y la
España; y Lord Palmerston, en vez de ser una
inteligencia mediana, presentuosa y altiva , será


^ su vez un grande hombre; pues con muchas
mas razones que los franceses para temer un con-
flicto ; con la hacienda en desorden, con una
deuda enorme, con el desarrollo de fuerzas que
hace preciso la vigilancia de las posesiones es-
parramadas por todos los puntos del globo, con
facciones interiores no menos violentas que las
de Francia, con un cáncer al costado, llamado
la Irlanda, Lord Palmerston no habrá temido
atropellar las cosas para abrirse el camino para
rebajar á la Francia; y su política de golpe de
mano tendrá en su favor el mejor de todos los


argumentos; el buen éxito.














EL ARCHIDUQUE


CARLOS DE AUSTRIA.


E s t e p r í n c i p e d i s f r u t a b a d e u n a m e -
r e c i d a r e p u t a c i ó n , q u e el t i e m p o p o r
o t r a p a r t e h a a u m e n t a d o , -f á l a c u a l
m e c o m p l a z c o e n r e n d i r t r i b u t o . P o -
see las e m i n e n t e s c u a l i d a d e s q u e f o r -
m a n á l o s g r a n d e s h o m b r e s ' d e g u e r -
r a , y h u b i e r a l l e g a d o á s e r , n o l o
d u d o , el m e j o r c a p i t á n d e s u é p o c a ,
á n o h a b e r l e o p u e s t o l a f o r t u n a o b s -
t á c u l o s d e l o s c u a l e s n o h a p o d i d o
t r i u n f a r c o n t o d o s s u s t a l e n t o s .


NAPOLEÓN.


Cuarenta y seis años hace dos generales, na-
cidos en campos enemigos, principiaron a u n urs-
ino tiempo del modo mas brillante su carrera,




2 PERSONAJES CELEBRES.


en Italia el uno y el otro en Alemania. A fines,
del año 1796, la Europa entera tenia fijos los
ojos en aquellos dos rivales de gloria , de los
cuales el mayor contaba apenas veinte y siete años.
El uno con treinta mil franceses acababa de con-
quistar lá Italia coa una sola campaña, después
de haber destruido socesivamente tres ejércitos
austríacos. El otro, joven de veinte y cinco años,
acababa. d« salvar á la Austria del mayor peli-
gro" (jue- hasta entonces habia corrido. Con sus
hábiles maniobras habia rechazado desde el Da-
nubio al Tíin á dos ejércitos franceses; habia
batido á Jourdan , vencido al vencedor de Fleu-
tfii; y obligado á Moreau á la hermosa retira-
da , tan gloriosa para eí que la ejecutó ,. y por
consiguiente, no menos gloriosa para el que la
causó con sus combinaciones.


Si la Francia en aquella época, no tenia bas-
tantes elogios y laureles para el vencedor de Co-
Uí , de Reaulieu, de Wurmser , el Austria repi-
tiendo las palabras de Moreau, proclamaban su
Archiduque el primer capitán del siglo, y el
digno sucesor del príncipe Eugenio. De aquellos
dos jóvenes héroes, el uno ha llenado todo lo que
ofreció desde un principio, pues ha sido Na-




EL ABCHIDUQUE CARLOS. 3


poleon; el o t ro , menos feliz que hábi l , contra-
riado en su carrera por diferentes obstáculos in-
feriores , ha visto eclipsarse su gloria ante la in-
mensa de su rival; y sin embargo, los desastres
del Archiduque Carlos, han sido acompañados
desbastante talento y de victorias bastantes, para
grangearle la merecida reputación del hombre de
guerra mas hábil , del mayor estratégico que la
Europa pudo oponer á los franceses, durante vein-
te y cinco años de combates. Cuando el prínci-
pe Carlos, desanimado á un tiempo por las in-
tr igas, por los entorpecimientos burocráticos, y.
por el triste estado de su salud, hubo abando-
no definitivamente la carrera, otros vieron caer
al poder de sus golpes reunidos, á Napoleón
cansado por la victoria y abandonado por la for-
tuna ; hicieron de su suerte su gloria. Solo el
Archiduque ha tenido el honor de vencer en lu-
chas iguales, á algunos de los mas ilustres ge-
nerales del Emperador, y de resistir, con buen
éxito algunas veces, con intrepidez y talento
siempre, al mismo Emperador en todo el brillo
de su poder y de su genio.


La guerra no es solo un juego de aljedrez,
cuyo éxito descansa en un conjunto de diestras




4 PERSONAJES CELEBRES.


combinaciones, es también un juego de azar
cuyo éxito depende de una multitud de circuns-
tancias esteriores, la palma es del que mejor sa-
be aprovechar la buena fortuna , y luchar contra
la adversa. Véase por qué Napoleón es tan grande
en Waterloo como en Lodi , y el Archiduque
Carlos indisputablemente superior á todas las
glorias militares que lian despuntado en «1 es-
trángero en los últimos años del imperio.


Cárlos-Luis de Lorena, Archiduque de Aus-
tria , Duque de Teschcn , General-Feld-Ma-
riscal del Imperio, hijo de Leopoldo I I , herma-
no de Francisco I , tio del actual Emperador
re inante , nació en Viena el 5 de Setiembre
de 1771. llecibió la esmerada educación que es
tradicional dar á los individuos de la familia im-
perial de la monarquía austríaca. Estudió, según
creemos, el arte militar bajo la dirección del Con-
de de Bellegarde, que era considerado como el
táctico mas hábil del Imperio; pero el real dis-
cípulo debia olvidar pronto sobre el campo de
batalla, en presencia de generales improvisados
por la inspiración y el genio, las antiguas ru-
tinas de la escuela. Apenas contaba veinte años
cuando se formó la primera coalición entre el




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 5


Austria y la Prusia, y cuando fue llamada á
mandar la vanguardia del ejército austríaco , ba-
jo las órdenes del Príncipe de Goburgo. Duran-
te aquella campaña dio muestras de gran valor,
y se, distinguió particularmente en la batalla de
JN'erwinde, en que fué vencido Dumouriez, y r e -
conquistada la Bélgica eu una sola: batal la , del
mismo modo que. había sido perdida. A conse-
cuencia de aquel t r iunfo, fue nombrado el Ar-
chiduque Carlos gran cruz de la orden de Ma-
ría Teresa ,y gobernador de los Paises-Bajos. En
la campaña siguiente , cuando la Prusia se hubo-
retirado de la coalición, y cuando el Austria
tuvo que continuar la guerra con sus propias
fuerzas y los subsidios de la Inglaterra , el joven
Príncipe segundó con talento y valor las ope-
raciones algunas veces felices del general Clayr-
fait. Después de inútiles esfuerzos para obtener
la pazcón la mediación de la Prusia, se decidió
el Directorio á dar un gran golpe al abrirse la
campaña de 1796. Se decidió por un plan cal-
culado sobre una de las mas estensas escalas,de
la estrategia moderna. Las operaciones ofensivas
de tres grandes ejércitos franceses, el del Rin
mandado por Moreau, el del Sambra-y-Mosa,




6 PeUsowu-es CELEBRES.


por JOurdan y'él de Italia por Bónaparte, de-
bían enlazarse •con el mismo sistema y contribuir
til mismo resultado. Kl'ejército de Sambra-y-
Mosa debía apoyar -su ala derecha en él Rín,
mientras avanzase su izquierda en Alemania, con-
servándose siempre ala altura del ala izquierdadel
ejército del Rin. El centroyla derecha de este se-
gundo ejército débia penetrar en Suavia , y ade-
lantarse, por el lago ; de-Constanza, hasta las


''montañas'del Tirol, para1 dar desde allí la ma-
ño ál ejército de Italia , y los tres ejércitos reu-


! nidos hubieran i d o á dictar la paz al Empera-
dor en su misma capital.


El Austria vio el peligro y se dispuso á ha-
•eerlc frente: al mismo tiempo que enviaba á
Wurhísét' Con refuerzos á'Italia, dio él matado


' ! eh gefe' del ejército de Alemania, al Archiduque
con la cooperación de los generales Latour y
Wartensleben.


Los que quieran conocer á foiido las opera-
1 cionesdéaquelTa 'hermosa campaña del Rin, en-
!cóntrá'rín los detalles de ella en una Obra escita
"por el mtérrío Archiduque, en las Memorias de
'Jomíííí, y en'la Historia de la revolución fran-
cesa de Mr. 'Thiers. Los ejércitos de ambas na-




El. ARCHIDUQUE CARLOS. 7


«iones tenían é¡ corta diferencia iguales fuerzas,:
constaba cada uno de ellos de cieuto cincuenta
mil bonibres. Los franceses tenían dos escelen-
tes generales; pero obraban separadamente y á
gran distancia el uno del otro. Jourdan entró
en Alemania por Dusseldorf, y Moreau pasó el
Rin por Strasburgo. Los dos ejércitos austríacos
retrocedieron al principio ante los franceses. Des-
pués de una larga serie de combates , mezclados
con triunfos y reveses, Moreau, persigiendo al
Archiduque, había llegado hasta el Danubio , y
entraba en Baviera. El objeto del Archiduque
al replegarse sobre aquel r io , era concentrarle
en él para poder obrar contra el uno ó el otro
de los dos ejércitos franceses con fuerzas superio-
res. Entre tanto Jourdaii obligaba al general
Wartensleben áretirarse mas allá de Amberg , y
procuraba rechazarle á Bohemia; este último iba


iá practicar aquel falso movimiento, que hubie-
ra abierto el paso hasta el Danubio al ejercito
de.S^mbra-y-Mosa, cuando de repente el Archi-
d u q u e , creyendo llegado el momento de ejecu-
tar su plan, después de haber dado á Moreau
la sangrienta é indecisa batalla de Neresheim,
dejó delante de él para entretenerle al general




8 PERSONAJES CELEBRES


Latour , con treinta y seis mil hombres, se
dirigía rápidamente con otros veinte y cinco mil
á reunirse con el cuerpo de Wartensleben, y am-
bos cayeron sobre Jourdan. Este úl t imo, infe-
rior en fuerzas, no pudiendo resistir aquel ines-
perado choque, se preparaba á replegarse sobre
Ámberg: pero fue alcanzado el 24 de Agosto,
atacado y derrotado en diferentes puntos de su
l ínea, y retirándose sobre Salzbach, dejó nueve-
Ciéntós hombres en poder de los austríacos. Per-
seguido después por las tropas ligeras de War-
tensleben, le empujaron desordenadamente sobre
el Mein. Jourdan sin esperanza de poderse reu-
nir á Moréau, ni recibir socorros de él , creyó
poder restablecer en Würtzburgo sus rotas líneas;
pero el Archiduque en persona se apresuró á p r e -


' cederle, y allí se trabó el 3 de Setiembre una
nueva batalla. En un principio el ala izquierda
austríaca fue rechazada cou pérdida, pero el
Archiduque mandó al viejo Wartensleben, que
mandaba el centro, pasar el Mein á vado con to-
da su caballería, y cargar la izquierda del ejér-
cito francés. Veinte y cuatro escuadrones de co-
raceros atravesaron á nado el Mein, desemboca-
ron hacia Erfílsdórf, y sostenidos por ocho ba-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 9


tallones de granaderos, derrocaron la izquierda
de Jourdan, y precipitaron su retirada sobre elSieg
y el Rin. Asi pues Jourdan después de haber lle-
vado á Wuaitensleben durante dos meses y me-
dio, hasta las fronteras de la Bohemia, fue á su
vez, por la atrevida maniobra del Archiduque
conducido en veinte y cinco días desde las fron-
teras de la Bohemia, bajo los muros de Dussel-
dorf.


Mientras el Archiduque egecutaba aquell ier-
mosó movimiento, daba á Moreau, que habia
quedado n su espalda , ocasión para ejecutar otro
igual, cuyos resultados le hubieran sido tal vez
funestos; el general francés, si no se hubiera
obstinado en permanecer sobre el Danubio, po-
día imitar el movimiento del Archiduque, caer
vivamente sobre é l , como él cayó sobre Jourdan,
atacarle por la espalda mientras Jourdan lo ha-
cia por el frente, y entonces colocado el Archi-
duque entre los dos ejércitos estaba espuesto á
una pérdida casi segura. En vez de obrar d e e s -
t£ modo, no atreviéndose Moreau á tomar bajo
sií responsabilidad el desobedecer las instruccio-
nes del Directorio, que le prescribían apoyarse
en el Tí rol para comunicar con el ejército de Ita-




10 PERSQSA.GJÍS CEIEJBKES.


tal ia; é ignorando al principio la derrota deJour-
dan, permaneció en sus posiciones; cuando tuvo
conocimiento de ella , en vez de retroceder, mar-
chó adelante, atravesó el Danubio é invadió la
Baviera, esperando atraer de este modo al Ar -
chiduque y librar á Jourdau Pero el Príncipe


-no se distrajo de Su empresa, ni revolvió Sobre
Su primer adversario , sino después de haberse
desembarazado completamente del segundo. Mo-


-reau conoció entonces el peligro de su posición:
el desastre de Jourdau le dejaba descubierto, y
espuesto á ser atacado al mismo tiempo por los
tres cuerpos reunidos del ejército austríaco. Pre-
paróse entonces á regresar tranquilamente á Fran-
cia ; volvió á pasar el Leck, desbarató sucesiva-
mente todos los cuerpos austríacos que intenta-
ron cerrarle el paso, y atravesando los mayores
obstáculos, desembocó en Brisgaw. Alcanzado
por,el Archiduque y Wardensleben en Emmind-
Hngen, sostuvo contra ellos un obstinado com-
ba te , cuyo éxito fue dudoso, y después de otro
tenido en Schligen, volvió á pasar el R i n e n B r i -
sach y se dirigió.sobre Strasburgo. Asi pues el
plan del Directorio fue destruido por el vigor,
el atrevimiento y la habilidad del Archiduque.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 411


Aquella campaña hizo el mayor honor al Prin-
cipe Carlos. Dos meses antes el Austria se creía
perdida, Bona parte destruía todos sus ejércitos
en Italia y se aproximaba al Tirol ; Jourdan es-
taba inmediato al Danubio y amenazaba á laBohe-
mia; Moreau entraba en Baviera, dirigia su ala
derecha hacia Inspruck, y se preparaba á da r l a
mano á Bonaparte. Durante aquel t iempo, la
Prusia, á la sombra de su neutral idad, procu-
raba aprovecharse de los embarazos de su veci-
na para «atenderse en Alemania; ya habia indu-
cido á la ciudad de Nuremberg á pouerse bajo
su soberanía, y hasta habia principiado á pose-
sionarse de ella; sucesivamente habia separado del
partido del Austria, al Duque de Wurtemberg,


-al Margiave de Badén y al Elector de Sajonia, es-
eitátídolés á tratar con la Francia. Tal era el es-
tado de las cosas, cuando las hermosas y rápi-
das maniobras de un general de veinte y cinco
años cambiaron repentinamente la situación; la
írusia. se ¡apresuró á retirar sus tropas de Nu-


i^emberg ; el Elector;de Baviera, cuyos ministoos
(habían tratado .ya¡ con Moreau, se negó á ratifi-
c a r e l ¡tratado y volvió á caer bajo el yugo .del
Austria; y el Directorio se Hevó un gran chasco,




12 PERSONAJES CÉLEBRES.


pues la guerra se trasportó de repeute sobre la
frontera de Francia, y la campaña, principiada con
la invasión de la mitad de la Alemania, termi-
nó con la toma de Khe l , y de jHuninga, que
capitularon ante los ejércitos vencedores del Ar-
chiduque. • : • / • •


Sin embargo Bonaparte, siempre victorioso, se
disponía á llevará cabo él solo el atrevido proyec-
to que la derrota de Jourdari y la retirada de
Moreau habian hecho abortar. Dueño al fin de
Mantua, reforzado con veinte mil hombres'des-
tacados del ejéccito del Rin , dejando detrás de
sí á la Italia conquistada y atónita, iba á atra-
vesar los Alpes Noricos, para arrojarse brusca-
mente del lado allá del Drave y el Muer , en el
valle del Danubio , ó ir en'derechura sobre Víe-
na por un camino que ningún ejército habia se-
guido desde Carlo-Magno.


El Austria para conjurar este nuevo peligro,
dirigió naturalmente sus miradas sobre el que
ya otra vez la habia salvado. El Archiduque Car-
l o s , después de haber sido recibido en triup'o
en Viena , y nombrado generalísimo de todos
los ejércitos austiracos, asi en el Rin como
en Italia , recibió orden de salir inmediatamen-




E L A R C H I D U Q U E C A R L O S . 13


te al encuentro de Bonaparte para detenerle y
cambatírle.


Desgraciadamente para el buen éxito de sus
operaciones, el Archiduque no reuma á grandes
cualidades militares aquella confianza en sí mis-
mo , aquella tenacidad de carácter, aquella in-
dependencia de voluntad , de que daba pruebas
tan frecuentes en sus relaciones con el Directo-
rio su joven é imperioso adversario. Desde Wa-
llensteiu, está mas que nunca en las tradicio-
nes del Consejo Áulico de Viena el contener á
los generales; á ellos corresponde la ejecución
de los detalles, al Consejo la dirección absoluta
del conjunto de las operaciones. AI tiempo mis-
mo en que la Alemania entera, por medio del
coadjutor de Maguncia , proclamaba la necesidad
de conferir al Príncipe Carlos una dictadura mi-
litar que permitiese á su genio el prepararse li-
bremente para aquella gran lucha, algunos vie-
jos tácticos de gabinete le imponían un plan de
campaña absurdo, y el Archiduque, en su res-
peto por la formidable burocracia de Viena, se
sometía ciegamente n decisiones que el no apro-
baba. Cuantos escritores han tratado de aquella
campaña de 1797, principiando por Napoleón,




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


están acordes en censurar la linea de operacio-
nes, elegida ó mas bien aceptada, por el Archi-
duque.


«La enorme falta, dice uno de ellos, del
Consejo Áulico de reunir el ejército imperial en
el Friul , en vez de hacerlo en el Tirol , esponia
la capital y decidia de la suerte de la guerra.
En efecto, para impedir que el ejército francés
pasase el Tagliamento, hubiera sido preciso reu-
nir el ejército austríaco en el Tirol antes del 1.°
de Marzo. Precisados los franceses á hacer la
guerra en el Tirol, hubieran resultado para el
general austríaco tres ventajas indispensables:
1.» poder reunir su ejército veinte dias antes;
2." darle un campo de batalla todo en ventaja
suya , en un pais cuya población le era exalta-
damente adicta; 3." darle los medios no solo de
recibir nuevos refuerzos del ejército del Rin,
sino de concentrar sus movimientos y hacerlos
á la vez imponentes y seguros (*).»


En lugar de esto, él Archiduque tuvo que
formar en línea su ejército detrás del Tagliamen-
t o , antes que estuviera eompleto, y desafiar de


C) Memorias sacadas de los papeles de un Hombre de
Estado, t. IV.




EL ARCHIDUQUE CARLOS. ííi


aquel modo el ehoque del general mas hábil y
mas pronto en aprovecharse de las faltas del
enemigo. El 16 de Mareo de 1797 fue cuando
los dos adversarios se encontraron por primera
Tez frente á frente en las dos orillas éel Ta-
gliamento, ambos jóvenes, hábiles, afamados, in-
trépidos; pero el uno tan seguro de sus solda-
dos como de sí mismo, y el o t ro , muy incier-
to del buen éxito. Bonaparte, después de algu-
nas escaramuzas para sondear las disposiciones
del enemigo, encontrándole demasiado bien dis-
puesto, hizo descansar sobre las armas á sus
soldados y establecer los campamentos; el Ar-
chiduque se engañó ; creyó que el ejércit» fran-
cés, cansado por una larga marcha, tomaba po-
sición , y regresó á sus tiendas; pero á las dos
horas, los franceses se formaban repentinamente
en l ínea, se precipitaban én el r io, y el enemi-
go corria aun á las armas, cuando ellos estaban
ya formados en el mejor orden de batalla en
la otra orilla. Después de muchas horas de com-
ba^ y de una vigorosa resistencia, el Archidu-
que se vio precisado á retirarse, dejando cua-
trocientos ó quinientos prisioneros.


Durante este tiempo, Massena, persiguiendo




16 PERSONAJES CELEBRES.


el cuerpo de ejército del general austríaco Lu-
sígnan, se dirigía al collado de Tarvis, se apo-
deraba de é l , é impedia el paso á otra división
austríaca mandada por el general Bayalitsch. El
Archiduque, para librar á aquella división, pban-
donó un instante el grueso de su ejército, se
dirigió con seis mil granaderos húngaros al en-
cuentro del cuerpo austríaco rechazado por Mas-
sena; los reunió, los volvió, a llevar «1 comba-
t e , y libertó el collado de Tarvis; Massena vol-
vió a cargar con su tenacidad tan sabida, y
los dos generales, conociendo la importancia
de aquel punto, se encarnizaron y espusieron
como simples soldados. El collado de Tarvis es
el punto mas elevado de los Alpes Noricos, y
domina la Alemania y á la Dalmacia. «Se ba-
t ían, dice Mr. Thiers, sobre las nubes , en
medio de la nieve y sobre llanuras de ye-
lo;» líneas enteras de caballería eran destrui-
das , y yacian en aquel espantoso campo de ba-
talla. Finalmente, después de haber hecho car-
gar hasta su último batallón; después de haber
desafiado á la muerte veinte veces, el Archidu-
que se vio obligado á abandonar á Tarvis á su
tenaz enemigo, y á sacrificar la división Baya-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 1 7


litsch, que atacada de frente por. Masseua y por
retaguardia por Bonaparte, no tuvo otro remedio
que entregarse prisionera.


Asi pues, en quince dias, llegado Bonaparte
n la cumbre de los Alpes, iba á reunirse con
Joubert, que habia quedado en el Tirol , y Mas-
sena con su cuerpo principal, para marchar so-
bre Viena con cincuenta mil hombres; bajaba
al valle del Muer, cuando recibió la notieia de
la sullevacion de las provincias venecianas, que
propagándose por todas las provincias de la orilla
derecha del Mincio, amenazaba comprometer la
retirada y la seguridad de su ejército en caso
de un contratiempo. Supo también, que el Di-
rectorio, por falta de dinero, no habia podido ha-
cer entrar en campaña los dos ejércitos acantona-
dos sobre el R in ; por otra parte acosada el Austria
se disponía á emplear sus últimos recursos lla-
mando á las ai^ftas á la nación entera. Eu tan
grave situación , con una sublevación á su espal-
da , teniendo delante una nación levantada , y
rodeado de las desconfianzas del Directorio, Bo-
ñaparte, antes de decidirse a jugar el resto pro-
siguiendo su marcha, quiso probar el medio de


las negociaciones : victorioso , ofreció la paz á su
2




18 PERSONAJES CELEBRES.


enemigo vencido, y desde Klagenfurth, capital
de la Car/ntia , dirigió en 31 de Marzo al ge-
neral austríaco la famosa carta que la historia
ha consagrado, y que creemos deber reproducir
aquí , como prueba del aprecio que Bonaparte
hacia del Archiduque.


«Señor general en gefe : los valientes milita-
res hacen la guerra y desean la paz ; ¿no dura
esta ya hac- dos años? ¿no habernos matado bas-
tante gente y causado males bastantes á la triste hu-
manidad? ella clama por todas partes El Di-
rectorio egecutivo de la república francesa habia
hecho conocer á S. M. el Emperador, el deseo de
poner término á la guerra que desoía á todos
los pueblos; la intervención de la corte de Lon-
dres se ha opuesto á e l l o ^ N o habrá esperan-
za alguna de poder entendernos ? ¿ Y será preci-
so , que por los intereses y las pasiones de una
nación que no sufre los males de la guerra,
continuemos degollándonos mutuamente? Vos, Se-
ñor general en gefe, que por vuestro nacimien-
to estáis tan inmediato al t rono , y sois supe-
rior á las mezquinas pasiones que animan fre-
cuentemente á los ministros y á los gobiernos,
¿estáis decidido á merecer el título de bienhe-




E l . A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1 9


clior de la humanidad entera , y de verdadlm-O
salvador de la Alemania ? No] creáis', Señor ge-
neral en gefe, que suponga que no es posible
salvarla por la fuerza de las a rmas ; pero aun
en el caso de que las contingencias de la guerra
lleguen á seros favorables, no por eso la Alema-
nia quedará menos devastada. En cuanto á mi
Señor general en gefe. si el paso que acabo de
dar puede salvar la vida á un solo hombre, me
envaneceré mas con la corona cívica que de este
modo habré merecido, que con la triste gloria que
puede resultar de los triunfos militares. »


El joven Príncipe contestó á esta carta
«Señor general: seguramente al paso que hago


la guerra y sigo la vocación del honor y del de-
ber , deseo tanto como vos la paz para la feli-
cidad de los pueblos y de la humanidad. Sin
embargo, como en el puesto que me está confia-
do , no me corresponde poner término á las que-
rellas de las Naciones beligerantes , y como no
tengo ningún pleno poder de S. M el Empera-


d o r para tratar , os parecerá natural , Señor ge-
neral , que no entre con vos en negociación al-
guna , y que espere órdenes superiores para
objetos de tan alta importancia y que no son


i -
- ..•<- ' "




20 PERSONAJES CELEBRES.


precisamente de mi resorte. Por Jo demás, cuales-
quiera que sean las eventualidades de la guerra,
las esperanzas de la paz , os ruego Señor general,
que os persuadáis de mi aprecio y de mi distin-
guida consideración.»


Pronto llegaron los plenipotenciarios austríacos;
firmáronse los preliminares de paz en Leove.n,y
el 17 de Octubre del mismo año el tratado de
Campo-Formio puso fin a la primer guerra conti-
nental contra la revolución.


Aquella primera coalición tan formidable en
un principio, y que habia amenazado á la Fran-
cia con la suerte de la Polonia, fue disuelta á
treinta leguas de Viena, y el gobierno austría-
co , faltando á todas sus promesas de desinterés,
se apresuró á arreglarse con la Francia á costa
de los pequeños Estados cuya independencia se
habia encargado de proteger.


Sin embarga, la gran lucha fomentada por la
Inglaterra entre la revolución y la Europa, estaba
solo aplazada; el tratado de Campo-Formio lleva-
ba en sí el germen de una nueva guerra ; y el
interminable Congreso de Rastadt no hizo otra '
cosa que poner mas manifiestamente en descu-
bierto la incompatibilidad de los dos sistemas.




BL ARCHIDUQUE CARLOS. 21


Las hostilidades entre la Francia , la Suiza, y Ña-
póles no habian cesado. Pronto ardió nuevamen-
te la Europa, y el Austria apoyada en una coo-
peración activa de la Rusia, se preparó á atacar
á la Francia á un mismo tiempo sobre el Rin en
Suiza y en Italia. El Congreso de Rastadt dura-
ba todavía, y los combatientes marchaban ya
por todas partes. Por último el Directorio , después
de haber pedido en vano una esplicacion al ga-
binete de Viena acerca de los movimientos del
cuerpo ruso de Souwaow hacia Italia , mandó
á los generales de sus cuatro ejércitos de Italia,
de Helvecia, de observación y de Maguncia que
principiasen las operaciones. La guerra quedó
declarada de hecho. El Archiduque Carlos acam-
pado en Baviera con setenta y cinco mil hom-
bres , estaba encargado de hacer frente á Jour-
dan. El general francés pasó el Rin el 1.° de
Marzo de 1799, el austríaco atravesó el Leck
el 3 del mismo mes y los dos adversarios tarda-
ron poco en encontrarse. Era destino da Jour-
dan el ser siempre desgraciado en sus combates


'contra el Archiduque. Desde el'primer encuentro,
en Ostrach, después de una vigorosa resistencia
se vio obligado á retirarse. Deseoso de tomar el




22 PEHSONAJBS CÉLEBRES.


desquite, el 25 de Marzo, atacó él mismo á Stoc-
kach. El Archiduque estrechado vivamente por
la vanguardia francesa mandada por Soult, vio al
principio rechazada su derecha hasta los bosques
situados á la espalda de Liptingen. Jourdan en
la ceguedad de aquel primer triunfo , creyén-
dose ya vencedor arrojó por medio de un mo-
vimiento prematuro que le debilitaba , al general
Saint-Cyr con una fuerte división sobre el flanco
de su enemigo, para rodearle y cortarle la re-
tirada. Poco cuidado dio al Archiduque , dota-
do da un golpe de vista pronto y seguro , aquel
movimiento : juzgando que toda la batalla esta-
ba en la posesión de los bosques , y que si Jour-
dan era rechazado, el cuerpo que hábia aven-
turado á su espalda quedaría mas comprometi-
do , se ocupó solo en reforzar su derecha que
défendia los bosques de Liptingen con encarni-
zamiento. Echó pié at ierra, cargó él mismo á la ca-
beza de sus granaderos, y después de un furioso y
sangriento combate, libertó los bosques y rechazó
á los franceses á la llanura. Jourdan quiso llamar
á Saint-Cyr, pero era demasiado tarde; quedá-
bale solo su reserva, que no pudo hacer frente
á las reiteradas cargas de los coraceros del Ar-




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 23


chiduque. Se introdujo en el ejército francés una
confusión horrible; Jourdan se consumía en
heroicos esfuerzos para contenerle, pero fue ar-
rastrado en su fuga. El ejército austríaco, rendido
también de cansancio, no pudo aprovecharse de
la victoria. Jourdan se replegó hasta la entrada
de los desfiladeros de la Selva-Negra; y después
de haber tomado allí posición, desmoralizado
por tan precipitados reveses, dejó el mando á
su gefe de Estado Mayor, y marchó á París á
quejarse del estado de inferioridad numérica en
que habian dejado á su ejército.


El Archiduque se había reunido con el cuer-
po de ejército de su Lugarteniente Hotz; habia
marchado sobre Massena, y en quince dias después
de una serie de combates sin resultados bien de-
cisivos, habia obligado al general francesa ret i -
rar su línea defensiva , á concentrarse sobre Zu-
r ich , y á replegar su derecha detras del monte
San Gotardo. Era dueño de la mitad de la Suiza,
Massena tardó poco en evacuar á Zurich y el
Archiduque entró en pos de é l ; pero debilitado
c3u el envió de un cuerpo de veinte y cinco mil
hombres ai ejército austríaco de I ta l ia , esperaba
para obrar la llegada del cuerpo ruso, destacado




24 PERSONAJES CÉLEBRES.


del ejército de Italia , y que se adelantaba á las
órdenes de Korsakoff, cuando el Consejo Áulico
imaginó un nuevo plan de campaña que variaba
completamente la disposición de las tropas en la
línea de operaciones. Los austríacos y los rusos
n o estaban muy de acuerdo, y se decidió que solo
pelearían juntas las tropas de cada nación; el
Archiduque recibió orden de ceder el puesto á
Souwarow , que debía dejar la Italia para ir con
su ejército á reunirse en Suiza al ejércijo ruso
de Korsakoff, y de trasladarse inmediatamente
sobre el Rin, donde debia operar solo.


Resultó de tan bellocambio, queMassena libre
del peligro de tener que combatir á los austríacos
y á los rusos reunidos, mandados por un general
de primer orden, conociendo á fondo su terreno,
no encontró ya delante de sí mas que á un general
completamente n u l o , Korsakoff, á quien destruyó
en la gran batalla de Zurich, antes que Souwarow
pudiera reunirsele; este último llegó solo para
compartir la derrota de su segundo, y apenas pudo
salvar la mitad de su ejército.


Al saber el Archiduque el desastre de las
tropas rusas, tomó sobre sí el aproximarse á la
Suiza, y escribió á Souwarow proponiéndole




E l , A R C H I D U Q U E C A R L O S . 1i


obrar de concierto. Furioso con su derrota , el
brutal moscovita respondió con insolencia que
nada quería tener ya con los austríacos, que
suponía le habían vendido; y evacuando la Suiza
se puso en marcha para Rusia , con treinta mil
hombres, resto de los ochenta mil que habia
llevado á Italia y á Suiza.


El Directorio, vencedor en Suiza y en Ho-
landa, habia mandado al ejército del R i n , ba-
tido bajo las órdenes de Jourdan , que volviera
á entrar en Alemania, mandado interinamente por
el general Lacourbe, mientras llegaba de Italia
Moreau. Después de la brutal respuesta de Sou-
warow , el Archiduque volvió rápidamente sobre
el ejército del R i n , que ya bloqueaba á Filis-
burgo; libertó la plaza el 23 de Noviembre, ba-
tió al ejército francés en Heinzheim, y el 5 de
Diciembre los dos generales concluyeron un ar-
misticio, en cuya virtud los dos ejércitos toma-
ron cuarteles de invierno, el uno en la orilla
derecha y el otro en la izquierda del Rin.


Al concluir la campaña de 1799, el Archi-
duque Carlos, disgustado de ver contrariados sin
cesar sus planes militares por el Consejo Áulico,
pretestó Ja debilidad de su salud, cedió el pues-




26 PERSONAJES CELEBRES.


to á su hermano el Archiduque Juan, y se re-
tiró á BQhemia.


Sin embargo, Napoleón regresaba de Egipto,
se apoderaba del poder, y después de haber
hecho inútiles proposiciones de paz al Austria,
principió de nuevo la guerra mas viva que nun-
ca. Al tiempo mismo en que el primer Cónsul
batia á los austríacos en Marengo, Moreau pa-
saba el Rin, desbarataba al Archiduque Juan
en Neresheim, en Nordlingen, en Oberhausen,
y por último lo destruía en Hohenlinden; la
corte de Viena al saber tantos desastres se aprer
suró á llamar al Archiduque Carlos; pero era
ya demasiado tarde: el Príncipe encontró á Mo-
reau á treinta leguas de Viena, persiguiendo á
un ejército completamente desorganizado, y solo
llegó á tiempo para firmar con este último el
armisticio de Steyer, al que siguió bien pronto
la paz de Luneville, firmada el 9 de Febrero
de 1801, que puso fin á la segunda coalición.


En el intervalo de paz que separó la segun-
da coalición d é l a tercera, llamado él Archidu-
que Carlos i desempeñar el ministerio de^iá
Guerra, se ocupó activamente en restablecer en
un buen pie la organización militar del Austria;




El. ARCHIDUQUE CARLOS. S7


lijó para los soldados la duración del servicio,
hasta entonces ilimitada, y consiguió hacer triun-
far algunas otras innovaciones sabiamente en-
tendidas. Tan modesto como valiente, rehusó la
estatua que el Rey de Suecia, grande admirador
de sus conocimientos, proponía á la Dieta de
Hatisbona que se erigiera en honor suyo.


Después de cuatro años de habladurías di-
plomáticas y de recíprocas acusaciones, el Aus-
tr ia , apoyada en la Rusia, se decidió á sacar
la espada otra vez contra la Francia. El Archi-
duque Carlos, que se habia declarado abierta-
mente contra la guerra, ni fue llamado á las
conferencias que la prepararon, ni consultado
sobre el plan de campaña propio para asegurar
su buen éxito. El gabinete de San Petersburgo
participando del absurdo rencor de Souwarow
contra el joven gefe austríaco, exigió que no
mandase el ejército al cual debían reunirse las
tropas rusas; se confió su mando al general
Mack, cuya nulidad, probada ya en Italia, debia
resaltar pronto con mas evidencia en Alemania.
En cnanto al Archiduque, estuvo encargado del
mando del ejército reunido en Italia sobre el
Adigo.




2 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


No siendo nuestro objeto hacer aquí la his-
toria militar de aquella época, pasaremos en si-
lencio la brillante campaña de Austerlitz, co-
ronada, después de dos meses de rápidos triun-
fos, por una de las más grandes victorias de
Napoleón, sobre las dos potencias continentales
mas formidables. Nos limitaremos á las" opera-
ciones particulares del Archiduque Carlos. Mien-
tras Mack |y el Archiduque Fernando eran bati-
dos en Alemania, solo el Príncipe Carlos soste-
nía dignamente en Italia, contra Massena, el
honor de las armas austríacas. Después de tres
dias de sangrientos combates, obligó á su terri-
ble enemigo á abandonarle el campo de batalla
de Caldiero. Y cuando ya no quedó esperanza
alguna en Austria, devolvió intacto el. ejército
que se le habia confiado.


Después de la paz de Presburgo, fue nom-
brado gefe del Consejo Áulico de Guerra, y ge-
neralísimo de los ejércitos austríacos. Volvió por
última vez á tomar las armas en 1809, y ter-
minó su carrera militar con una lucha glorio-
sa , aunque desgraciada contra Napoleón en per-
sona. Hacia mucho tiempo que el Austria me-
ditaba romper el humillante tratado de Presbur-




E l . A 1 ! C I 1 I D C Q I ¡ K C A H I . O M . 29


go; la situación embarazosa de Napoleón en
España le pareció un momento favorable, y el Ar-
chiduque Carlos, profundamente afectado del
estado doloroso de ¡su pais, se arrojó á aque-
lla guerra con entusiasmo. Encargado del mando
en gefe de todas las fuerzas del Imperio, se lan-
zó sobre la Baviera, después de haber dado una
proclama á sus soldados llena de ardor patriótico.


Sorprendido Napoleón por la rapidez del ata-
que, habia enviado adelante á Berthier para reu-
nir los diferentes cuerpos de ejército sobre el
Danubio, y aquel general mas hombre de bu-
fete que de guerra, estuvo en poco que no com-
prometiera la suerte de la campaña. Estendió sus
tropas sobre una línea inmensa, ocupando una
estension de mas de veinte leguas de derecha á
izquierda. El Archiduque iba á cortar las dos olas
y circuir el cuerpo de Davoust; pero Napoleón,
favorecido por la lentitud austríaca, llegó á tiem-
po; con una mirada de águila vio el mal y el
remedio, y en un momento cambió el aspecto de
las cosas. Cinco dias de sangrientos combates, que
son otras tantas victorias, rechazaron al Archi-
duque del lado allá del Danubio , y abrieron al
ejército francés el camino de Viena. 'Iodos los




30 P K l i S O N A J E S C E I . E B H E S .


hombres especiales consideran las maniobras
de Napoleón, durante aquellos cinco días, como
obras maestras de ciencia militar. Viena capituló
el 13 de Mayo, diez y ocho dias después de la
victoria de Eckmubl. El Archiduque que no pudo
socorrerla, se estableció el 16 eti Ebersdorf; ins-
truido el 19 que Napoleón después de haberse
apoderado de la grande isla de Lohau, reunía
alli sus fuerzas y procuraba echar un puente
sobre el gran brazo del Danubio , no intentó
oponerse á su paso, esperando destruir con una
sola batalla al ejército enemigo que, adosado al
rio, se encontraría privado de todos los medios
de retirarse después de cortados los puentes con
los brulotes y otros cuerpos flotantes que hacia
preparar. Con esta idea , contentóse el Archiduque
con formar su ejército en batalla sobre la orilla
izquierda del r i o , entre las aldeas de Aspern y
de Enzensdorf, teniendo delante de su ala iz-
quierda á Essling. Aquel ejército formado en dos
líneas y dividido en cinco columnas, presentaba
un total de setenta y cinco mil hombres, cô n dos-
cientas ochenta y ocho piezas de artillería.


El ejército francés desfiló por sus puentes el
20, y el 21 se desplegaba en la llanura, cuando




El, AnCniDUQUF. CIRIOS. 3t


al anochecer del mismo dia dio el Archiduque
la señal de ataque; una artillería formidable es-
parcía la muerte en las lilas francesas, y la al-
dea de Aspern fue tomada y vuelta á tomar mu-
chas veces, acabando por ocupar una mitad de
ella los franceses y los austríacos la otra. La no-
che puso fin á aquel primer combate, y los dos
ejércitos durmieron sobre el campo de batalla,
teniendo sus centinelas á solo treinta pasos de
distancia.


Napoleón empleó toda la noche en liacer pasar
el resto de sus tropas desde la orilla derecha á
!a izquierda ; y el 2 2 á las cuatro de la mañana
volvió á principiar el combate con increíble en-
carnizamiento. Durante un dia entero, ciento
cincuenta mil hombres , en medio de un granizo
de balas y de metralla, arrojadas por quinientas
piezas de artillería , se degollaron al rededor de
la pequeña aldea de Arpern, tomada y vuelta á
tomar catorce veces. Apenas liabian roto las lí-
neas de la infantería austríaca los coraceros fran-
c a s , cuando eran rechazados por la caballería
del Archiduque, superior en número. Cada vez que
Massena por un esfuerzo sobre humano volvía
á entrar en Aspern, al momento apeándose de




32 PEUSOXAGKS CÉLEBRES.


su caballo el Archiduque, tomaba una bandera,
se arrojaba delante de sus cohortes y las volvía
á conducir al combate. De repente faltaron las
municiones al ejército francés; y poco después
supo Napoleón queá consecuencia délas órdenes
del Archiduque, brulotes y grandes barcos car-
gados de piedras y arrojados á la corriente del r io,
acababan de destruir por eníero uno de sus
puentes y" de romper la mitad del otro. La situa-
ción del ejército francés era sumamente crítica;
fue preciso pensar en la retirada , que se verificó
ordenadamente durante la noche de! 22 al 23.
Todo el ejército volviendo á pasar el Danubio
por un pequeño puente de barcas, se encontró
reunido por la mañana en la Isla de Lobau, que-
dando el Archiduque dueño del campo de batalla.
Se le ha criticado vivamente el que no aprove-
chase mejor su triunfo. Al dia siguiente de la
batalla de Aspern , colocando su artillería á la
orilla del brazo del Danubio , que le separaba
de la isla de Lobau á una distancia de cuarenta
toesas á lo mas , podia hacer sobre aquella isla
un fuego de cañón del cual ni un solo tiro se
hubiera perdido; pues el ejército francés que
estaba enteramente bloqueado en ella, sin mu-




KL AHCni!)[JQl!E CAULOS. 33


iliciones , s in víveres , y formando solo una masa


confusa y a p i ñ a d a , hubiera podido ser comple-


tamente destruido. El Archiduque satisfecho con


su triunfo de resistencia , dejó que Napoleón se


organizase tranquilamente en la isla de Lobau ,


que hiciera de ella una plaza fuer te , en la que


después de veinte dias de inauditos trabajos, m o -


numentos admirables del genio que los concibió,


restableció sus p u e n t e s , reorganizó su artillería,


remontó su caballería, reforzó su ejército, y pasó


de nueva á la orilla izquierda con ciento ochenta


mil hombres ,para dar al Archiduque la terrible


y última batalla de AVagram.


La acción se trabó el 6 de Julio de 1 8 0 9 , á


la vista de la población de Vieua , que estaba eu


los campanarios y e« los t e j a d o s ; los dos ejér-


citos y sus gefes desplegaron el m i s m o valor,


el mismo encarnizamiento que en las jornadas


precedentes. Mas de veinte mil hombres queda-


ron tendidos por ambos lados. «Por ú l t i m o , á


las cuatro de la tarde , dice el duque de Robigo


e n ^ s u s Memorias , el Archiduque se retiró ert


todos los puntos , abandonándonos el campo


<¡e batalla, pero sin prisioneros ni c a ñ o n e s , y


después de haberse batido de un modo capaz de




34 PERSONAJES CÉLEBRES.
hacer prudentes á todos los hombres amigos de
empresas temerarias. Se le perseguía sin acosarle
demasiado, porque al fin no habia sido destrui-
d o , y no nos convenía que volviera á presentarse
en batalla.»


Las varias faltas reprochadas al Archiduque
durante el curso de esta campaña, se atribuyen
principalmente á la muy marcada desunión que
existia entre él y su hermano , el Archiduque
Juan; desunión que produjo en el gabinete aus-
tríaco , y hasta en el Estado Mayor del genera-
lísimo , disensiones muy vivas , incompatibles con
la unidad del mando. Asi fue que á los pocos
dias después de Wagram, luego de haber firmado
el Archiduque un armisticio con Napoleón, di-
mitió' su encargo, entregó la dirección del ejér-
cito al Príncipe de Lichtenstein, dirigiendo á sus
soldados una orden del dia en que les manifestaba
todo su pesar por verse precisado á separarse


Aquí acaba la vida militar del Archiduque, y
desde aquel momento no volvió á aparecer sobre
el campo de batalla. Cuando después del tratado
de Schoenbrunn, quedó decidido el casamiento
de Napoleón con Maria Luisa, el Emperador,




EL ARCHIDUQUE CARLOS. 35


queriendo dar á su noble adversario una prueba
de aprecio, le envió poderes para casarse en su
nombre con la joven Princesa ; y no fue una de
las menores estravagancias de aquel tiempo, tan
fecundo en prodigios , al ver al Principe Carlos
conduciendo á su sobrina al a l tar , y poniéndo-
le en el dedo el anillo nupcial en nombre del
héroe republicano del Tagliamento.


Los grandes sucesos de 1814 y 1815, no h i -
cieron salir al Archiduque del retiro que habia
elegido. Tal vez, á pesar de su patriotismo, el
magnánimo corazón del Principe no pudo pres-
cindir de un sentimiento de secreta simpatía por
Jos últimos y heroicos esfuerzos del genio, sucum-
biendo al número.


Mas adelante el desgraciado hijo del prisionero
de Santa Elena, encontró en el mas glorioso de
los enemigos de su padre, un patrono afectuoso y
benévolo.


Casado el Archiduque en 1815 con la Prin-
cesa de Nassau-Weilburgo, ha tenido de este ma-
trimonio cuatro hijos y dos hijas. Manejando la
pluma con igual superioridad que la espada, ha
dedicado sus ocios á la redacción de dos obras
militares muy apreciadas. La una se titula:




P K H S O N A Í E S C E L E B R E S


Principios de estrategia aplicados á la campa-
ña de 1796 en Alemania, publicado en Viena
en 1814 en tres volúmenes. La otra, que se com-
pone de dos volúmenes publicados en 1819, con-
tiene la historia de la campaña de 1799 en Ale-
mania y en Suiza. «Esta obra , dice un escri-
to? (*) hablando de la última, concisa y severa
en sus miras , sembrada de grandes pensamientos,
llena de notables observaciones sobre la marcha
de la administración mili tar , solo podia ser es-
crita por un gran capitán cuyos talentos hubiese
desarrollado una dilatada esperiencia; también
hace iKHior á su carácter, pues apreciador gene-
roso del mérito ageno, el Archiduque solo se
muestra demasiado severo consigo mismo. El
Duque de Reichstädt , que profesaba á estePrín-
elpe un- profundo respeto, gustaba de estudiar
sus¡ aloras, y ha hecho de, ellas numerosos análisis
y estractos.


O Mr. de Mna»lid , •' / ida dtl Tluqiit de Kektrull.






á




EL


GENERAL GRAVINA.


The brave Admiral Gravina is dead..
Spain loses in him the most expe-
rienced officer in her Navy.


CRONICA DE GIBRALTAR de is de


Marzo de I8(i(ì.
Cunei is flebilis occidit.


H O R 4 T .


Hubo un tiempo en que la España rica y
poderosa, señora de grandes y esteusas posesiones
en <f 1 Nuevo Mundo, tenia una marina respeta-
ble por su número y mas aun por. el valor y
pericia de los gefes que la mandaban. Debilitada
ya por anteriores desgracias , quedó enteramente




2 PERSONAJES CELEBRES.


destruida en el memorable combate de Trafalgar.
Vamos á bosquejar la vida y los hechos militares
del general ilustre que mandaba las fuerzas na-
vales españolas, en aquella desgraciada jorna-
da , can la rapidez y concision á que nos precisa
lo reducido de nuestras biografías.


Pocos combates navales presentará la historia
de tan sangrientos resultados, y tan fatales para
los gefes que mandaban las escuadras. El Almi-
rante Nelson que mandaba la inglesa; el general
Gravina que mandaba la española, combinada
con la francesa á las órdenes del Almirante Vi-
lleneuve, perecieron ambos en el combate, sui-
cidándose el último después á consecuencia de
su mal resultado (*).


D. Federico Gravina, hijo de los Sres. Don
Juan Gravina y Moneada, Duque de S. Miguel,
Grande de España de primera clase, y de Doña


(*). Hecho prisionero el Almirante Villeneitve y condu-
cido á Inglaterra, cuando regresó ¡i Francia , no pudiendo
soportar la frialdad de Napoleon ,» que trataba de hacerlo
juzgar por un Consejo de guerra, resolvió darse la muí.te;
al efecto estudió en algunos grabados la anatomía del co-
razón, y cuando se creyó bastante instruido para reali-
zar su proyecto, se hnndió en el corazón una larga aguja,
y murió en el acto.




GR AVINA. 3


Leonor Napolí y Monteaperto, hija del Príncipe
de Reáetana, también Grande de España de
primera clase, naeióen Palermo á 12 de Setiem-
bre de 1756. Recibió su primera educación al
lado de sus padres, y á la edad de ocho años
pasó al célebre colejio Ciementino de Roma,
donde en breve descolló entre todos los alumnos,
asi por su amabilidad y conducta , como por
su capacidad y aprovechamiento en el estudio
de las humanidades y de los varios ramos de las
matemáticas.


Viendo sus favorables disposiciones, y con
motivo de haber servido en España varios de sus
progenitores, hallándose un tio suyo de Emba-
jador de Ñapóles en Madrid, solicitó ingresar
en la Real Armada, y apenas hubo sentado plaza
de guardia-marina en Cádiz á 18 de Diciembre
de 1775, se presentó á examen y fue completa-
mente aprobado en las tres primeras clases de
aritmética, geografía y cosmografía, habilitándo-
sele poco después para embarcarse, como lo ve-
rifjeo', en el navio S. José.


Ascendido á alférez de fragata en 2 de Marzo
de 1776, salió de Cádiz en la fragata Clara, con
la escuadra del Marqués de Casa-Tillí, que tras-




4 PERSONAJES CELEMÍES


portaba á las costas del Brasil el ejército del
general Ceballos ; apoderada la escuadra de
la Isla de Santa Catalina, tuvo Gravina el en-
cargo de ir á intimar la rendición, que se
verificó sin resistencia, al castillo de la Ascensión,
situado sobre un islote inmediato.


La escuadra fue luego en busca de la enemiga
y fondeó el 27 de Febrero de 1777 , en la em-
bocadura del rio dp La-Plata ; pero dando á la
vela al anochecer para afuera, no se pudieron
distinguir, ni sus señales ni su r u m b o , y la
Clara suponiendo que seguhia la derrota de la
víspera se internó t a n t o , que á las cuatro de la
noche, arrastrada por las corrientes y no pudiendo
sin duda hacer observaciones astronómicas, cuando
se consideraba á veinte millas del Banco inglés,
varó en él. Saltó á los primeros golpes el timón,
y para no zozobrar fue preciso derribar con el
hacha los palos mayor y de mesana , dejando el
de trinquete para poder hacer señales de socorro
si asomaba algún buque. Frustróse aquella es-
peranza, formáronse con infinitos trabajos jan-
gadas o empalizadas, repartiéndose la gente
las tres únicas que se pudieron habilitar. Las
dos menores fueron encontradas y recogidas por




fiRAVÍN'At'.,w 5


el navio Septentrión; pero la mayor, enque iban
ciento diez y seis hombres, tardó tres dias en
llegar á la costa desierta , pereciendo casi todos
por la debilidad y un recio temporal de agua y
granizo que tuvieron que aguantar al desabrigo.
Los oficiales se salvaron en la lancha y llegaron
á Montevideo al dia siguiente. Gravina se embarcó
luego de ayudante de la Mayoría general en el
navio S. José , y trasbordado después al San
Dámaso, regresó á Cádiz, donde se encontró
ascendido á Alférez de navio con fecha de 23
de Mayo de 1778.


Embarcóse á poco tiempo en los jabeques Pilar
y Gamo, destinados á impedir el paso al Occeano
de cuatro jabeques argelinos; y si bien se frustró
aquel objeto, se logró encontrarlos y destruirlos
completamente.


Sobrevino en esto el rompimiento con Ingla-
terra , y formalizado el bloqueo de Gibraltar,
hallándose Gravina de teniente de fragata y en-
cargado del mando del jabeque S. L u i s , empezó
á "dar muestras del brillante denuedo, de la
actividad ardiente y desvelada, que fue en todos
tiempos la prenda mas sobresaliente y caracte-
rística de su espíritu marcial. Allí fue ascendido




6 PífiSONAJJSS CÉLEBRES.


á teniente de navio, y mereció por sus servicios
que se le confiriese en Mayo de 1780 el mando
eu gefe del apostadero de la bahia de Algeciras.
En este nuevo é importante cargo hizo varias
presas, hasta que salió para la espedicioa de
Menorca, con las fuerzas navales mandadas por
D. Ventura Moreno. Estuvo haciendo importantes
servicios durante el sitio del fuerte de S. Felipe,
y rendida ya la plaza, regresó al bloqueo de
Gibraltar, y á la solícita y penosa comandancia de
su apostadero.


Tratóse entonces de poner en planta el memo-
rable proyecto de las baterías flotantes, para abrir
brecha en la muralla y asaltar la plaza por la
marina Eran las flotantes, que también se lla-
maron empañetados, unas embarcaciones grandes
que solo llevaban artillería en un costado,
con el resguardo de un parapeto doble y muy
macizo, por cuyo intermedio, á íin de evitar ó
apagar los incendios, corría el agua que arro-
jaban las bombas dispuestas al efecto. No se
preveyó sin duda que supuesta la proximida^, á
que necesaria mente debían situarse para desempe-
ñar su objeto, las balas enemigas penetrarían por
lo menos todo el parapeto esterior, y ocasionarían




GRAVINA. 7


el derrame total de aquella corriente, dejando
toda la parte superior privada de su aventurado,
aunque indispensable beneficio.


De todo» modos, el Duque de Crillon que
mandaba el sitio, y habia presenciado en varias
ocasiones la intrepidez ó inteligencia de Gravina,
quiso confiarle la dirección de toda la empresa;
negóse Gravina á pesar de ser ya Capitán de
fragata, m#nifestaudo modestamente que habia
allí oficiales de mayor graduación y experiencia;
pero aceptó el mando de una de las baterías
nombrada S. Cristóbal.


Lastradas por fiu cual convenia para equilibrar
el peso de la artillería, y tripuladas y guarne-
cidas á satisfacción de los capitanes, salieron las
flotantes en número de diez , á las órdenes del
general Moreno, en la madrugada del 13 de Se-
tiembre de 1782, y á las ocho se hallaron ya
situadas en el sitio y en la forma que se les habia
prevenido; rompieron inmediatamente el fuego
sostenido por el de todas las baterías de cañones,
njpr teros y obuses de nuestra línea , y correspon-
diendo la plaza por todos sus puntos, llegaron á
jugar á un mismo tiempo mas de mil piezas de
artillería; pero aquel grandioso y tremendo es-




8 PERSONAJES CELEBRES.


pectáculo no pndo sostenerse con igual tesón por
nuestra parte, pues los enemigos, aunque pade-
cieron desde luego estragos considerables, tirando
desde tierra con bala roja, á la hora babian ya
incendiado el S. Cristóbal por tres partes, y des-
baratado una de sus bombas. Consigió Gravina
apagar el fuego; pero el valor, la actividad y la
emulación, todo fue infructuoso. Alas dos horas
estaba desarbolado, y haciéndose general el incendio
fue forzoso tratar de ponerse en salvo , aban-
donando é l , el último, su flotante pocos minutos
antes de que se volase.


Ascendido Gravina á capitán de navio , empezó
á sonar la voz de la venida de una escuadra
inglesa al socorro de la plaza , y ansioso de lomar
parte en el combate que probablemente habia de
resultar con la combinada que la estaba esperan-
d o , solicitó cora empeño el trasbordo á uno de
los navios, alegando sus vivos deseos de instruirse
práctica y fundamentalmente en las sabias y
complicadas maniobras de la táctica naval ; y el
general D. Luis de Córdoba no solo accedjó
gustoso, sino que lo recibió á su lado en el
Trinidad. t


Llegó con su escuadra el Almirante \ inglés




GBAVINA. i)


Howe, corriendo un temporal deshecho que le
obligó á embocar en el Mediterráneo; saüó in-
mediatamente nuestra escuadra de Algeciras en
su seguimiento, pero por la noche sobrevino una
cerrazón tan densa que la hizo perder de vista,
y ocasionó la separación intempestiva de 15 na-
vios. Por la madrugada fue forzoso ir en busca
de ellos, y lograda su incorporación, resolvieron
todos pasar el Estrecho , donde muy á pesar
suyo, divisaron la escuadra inglesa , que después
de haber dejado el convoy en Gibraltar, desem-
bocaba al Occeano. En vano se intentó alcan-
zarla, y regresando la escuadra combinada al
puerto , Gravina se restituyó al mando del
jabeque S. Luis, al cual habia dado tanta nom-
bradia con sus repetidas presas y continuados y
trabajosos cruceros ; hasta que verificada la paz
con los ingleses pasó á desarmar á Cartagena.


Por aquel tiempo se trató de hacer un ejem-
plar con los Argelinos, asi por los ausilios que
no dejaban de suministrar á nuestros mayores
enemigos, como por la arrogancia y desenfreno
intolerable que les habia infundido la malograda
espedicion del año 1775. Al efecto se dispuso
otra absolutamente marítima, compuesta de lan-




10 PERSONAJES CELEBRES.


chas bouabarderas y cañoneras, protegida por
una escuadra de navios, fragatas y jabeques, á
las órdenes del general Barceló, quien apenas
tuvo concluidos sus preparativos dio la vela del
puerto de Cartagena á primeros de Julio de 1783.
Apenas llegó la espedicion á la vista de Argel,
Gravina que tenia el mando de la fragata Juno,
tomó por disposición del general el de todas las
lanchas, y empezaron los ataques. Hubo durante
muchos dias un continuado bombardeo y cañoneo
por ambas partes, hasta que sobreviniendo los
vientos de travesía, que son violentísimos en
aquella costa é imposibilitan el servicio de las
embarcaciones menores, fue preciso dar la vuelta
para Cartagena.


En el año de 1784, mandando Gravina el
jabtque Catalán con toda la división de Poniente,
volvió á la bahia de Argel antes que la estación
abonanzase , y á pesar de los temporales, man-
tuvo un bloqueo tan rigoroso, que no dejó salir
barco alguno enemigo. Reconoció ademas á cuan-
tos neutrales se presentaban, y entre estos á un
jabequillo, Raguseo, donde venia el P- Conde,
Comendador de la Merced , quien le entregó con
reserva un pliego acompañado de un plano, en




GBAVIKA. 11


que se manifestaban las baterías y otros prepa-
rativos de defensa que los Argelinos estaban dis-
poniendo con ardor, temerosos de un nuevo
bombardeo. Para rectificar aquel aviso, envió un
patrón á Constantina bajo el pretesto de comprar
t r igo , y á su regreso puso en conocimiento del
general Barceló, que se hallaba en Mallorca, el
plano y cuantas noticias había podido adquirir
con su infatigable vigilancia.


Llegada la estación opor tuna, se repitió la
espedicion del año anterior, pero á los primeros
ataques se echó de ver el influjo oficioso de los
ingleses, asi en la disposición de las nuevas
baterías, como en la construcción de lanchas de
fuerza, que oponiéndose á las nuestras, les ha -
cían consumir gran parte de tiempo y de sus
municiones en rechazarlas y tenerlas á raya.
Adelantábanse sin embargo las bombarderas á
su situación competente, pero apenas volvían la
popa en ademan de recogerse á la escuadra,
cargaban sobre ellas desesperadamente los enemi-
gtjs, y Gravina puesto á retaguardia con el jabe-
que, tenia todas las tardes que recibir sus des-
cargas y contrarestar su choque, hasta dejar á
los nuestros en salvo. A poco t iempo, empezaron




1 2 PERSONAJES CELEBRES.


á reinar los vientos contrarios, y se retiraron
todos á Cartagena , poco satisfechos del resultado
de la empresa. Concluyóse después un ajuste con
los Argelinos, y desarmáronse en consecuencia
nuestros buques.


Graviha después de tantos y tan continuados
afanes, pasó á disfrutar el atractivo de la Corte,
pero lejos de entregarse ciegamente al embeleso
insubsistente del ocio y dé la frivolidad, se
ocupaba en lecturas amenas é instructivas. Lle-
vado de la actividad impaciente de su espíritu,
y de la vocación que profesaba á su carrera,
aceptó gustoso en Í787 el mando de la fragata
Rosa, que debia reunirse en el Mediterráneo con
otras ocho de los tres departamentos, para for-
mar una escuadra de evoluciones á las órdenes
de D. Juan de Lángara. Terminada aquella cam-
paña de instrucción, desarmaron las fragatas,
escepto la Rosa, que tuvo el encargo de resti-
tuir á su corte al primer enviado otomano en
la nuestra , Gusuf Effendi. Salió Gravina para
Constantinopla en Febrero de 1788 , y fondeó
el 12 de Mayo en su anchuroso y comodísimo
puerto, dedicándose desde luego á adquirir noti-
cias y á hacer observaciones astronómicas para




G R A V I N A . ÍS


formar nuevas cartas ó rectificar las antiguas,
¡escribió también una Memoria que se conserva
eon justísimo aprecio, por ser un testimonio
honorífico y perpetuo de su t i n o , erudición fy
laboriosidad.


Estaba Gravina facultado, y era su ánimo
permanecer allí algún tiempo para completar
aquellos interesantes trabajos; pero la peste que
reinaba á la sazón con la mayor violencia le
obligó á dar la vela el 22 de Junio para Malta,
donde, hizo la cuarentena, regresando después á
Cádiz.


A poco tiempo fue ascendido á Brigadier, y
en Abril de 1789 obtuvo el mando de la fragata
Paz , destinada á conducir á Cartagena de Indias
al Gobernador D. Joaquin Cañaveral; y como
aquel viaje redondo é inaudito fue muy sonado
en su época, será bien puntualizar todas sus fechas
para dar una cabal idea de su estraordinaria
brevedad. Dio la vela de Cádiz el 12 de Junio,
y habiendo rendido un mastelero tuvo que arri-
bar inmediatamente al mismo puer to ; volvió á
salir el 17, llegó á Playa Grande en la costa de
de Santa Fé el 14 de Julio, y fondeó en Boca-
Chica delante de Cartagena, el dia siguiente. El




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


18 dio de nuevo lávela para la Habnia, adonde
llegó él 28 del mismo Julio, y habiendo salido
á las veinte y cuatro horas, entró en Cádiz el
2 de Setiembre al amanecer.


En el año de 90 , considerando los ingleses
á la Francia, nuestra aliada, agena de parar
su atención en acontecimientos ultramarinos,
quisieron apropiarse la isla de Notka, al Norte
de las Californias, deseosos quizá de ocasionar
con este pretesto un rompimiento, para recobrar
la superioridad que tau dolorosamente habian
perdido, al reconocer, en la paz anterior, la
independencia de los mares y de sus colonias
americanas. Con este motivo reunióse en Cádiz
una escuadra á las órdenes del Marqués del So-
corro , capaz de infundir respeto á todas las
potencias de Europa, y en ella desempeñó Gra-
vina, con el navio Paula que mandaba, varios y
difíciles encargos; pero ajustadas las desavenen-
cias con Inglaterra , cesó el armamento y hubo
un intervalo de reposo, hasta que á consecuencia
del terremoto acaecido en Oran en la noche del
l.o de Octubre de 1790, creyendo los moros su-
persticiosamente que su Profeta les franqueaba
por medios sobrenaturales la entrada en la




O I U V I N A . 15


plaza, se presentaron á poco tiempo en ademan
de posesionarse sin resistencia de su nueva y
deseada adquisición. Enviáronse de Cartagena
comestibles y tropas, y pasó Gravina á mandar
las fuerzas sutiles de mar, y la tropa de marina
desembarcada. Prestó allí eminentes servicios y
dio pruebas de su imperturbable valor; pero en
medio de nuestra incontrastable superioridad se
echó de ver, que el sitio se iba alargando de-
masiado , y que la posesión de aquella plaza,
ya que los moros se retirasen, sobre ser in-
conducente para refrenar sus piraterías, se había
de hacer costosísima por la reedificación del
pueblo y el reparo de las murallas y fuertes;
tratóse en consecuencia de abandonarla, hízose
al ef cto una tregua con los enemigos, y nues-
tro ejército se retiró por tierra á Marzalquibir,
plaza situada como á una legua al poniente de
Oran, y que por su cómoda ensenada le servia
de puerto : luego se embarcaron las tropas y se
retiraron pacíficamente á Cartagena, dejando
también aquel último punto en poder de los
moros.


Entonces fue recompensado Gravina con el
ascenso á Gefe de escuadra, y habiendo solicita-




16 PERSONAJES CELEBRES.


do y obtenido el permiso do ir a correr corles, lo
verificó inmediatamente empezando por la de Lon-
dres , llevado del anhelo de conocer á fondo la
marina inglesa. Fue recibido con distinguidos
obsequios por el Almirantazgo , pasóá Postmouth,
y habiendo por último sobrevenido el rompi-
miento con Francia, y teniendo Gravina que re-
gresar á España, se embarcó en Spithead, en la
fragata de guerra inglesa la J u n o , y llegó al
Ferrol á principios de 1793.


Inmediatamente se le dio el mando de cuatro
navios, y arbolando su insignia en el Hermene-
gildo de 112, pasó con su división el Mediter-
ráneo , y se reunió á la escuadra de D. Juan
de Lángara , que estaba cruzando en el golfo de
Rosas; alli permanecie.'on hasta el 26 de Agosto,
en que se apareció una fragata de la escuadra
del Almirante Hood, que se hallaba sobre las
costas de Francia, con el estraordiuario mensaje
de pedir seis navios auxiliares para posesionarse
del puerto y arsenal de Tolón.


Agitados los Toloneses por sus turbulencias
intestinas, y temerosos de los decretos de la
Convención, resolvieron ponerse bajo la pro-
tección de los aliados , y en virtud de su Ha-




GRAYINA. 17


mamiento, D. Juan de Lángara se resolvió á
ir inmediatamente en su auxilio con toda la
escuadra, en vez de enviar los seis navios que
le habían pedido los ingleses. Verificóse la entra-
da con indecible alborozo de los habitantes, á
pesar de la resistencia del general de la escua-
dra Saint Julien, y desde el primer paso se echó
de ver la celosa codicia de los ingleses; pues
aunque Gravina , nombrado Comandante de ar-
mas , debia ser arbitro en arreglar el servicio, se
constituyeron despóticamente depositarios del Ar-
senal, alternando con nosotros en la guardia de
la Malga y de otros fuertes, y dejando absolu-
tamente á nuestro cargo los puntos mas espues-
tos y menos interesantes.


Sin emhargo. habiendo recaído el gobierno
de la plaza en Lord Murgrave, Gravina se her-
manó fácilmente con é l ; y tomando sobre sí
lo arduo y trabajoso de la empresa, recorrió
prolijamente hasta los reductos mas avanzados, y
trató de hacer frente por todas partes á los ene-
migos que ya empezaban á presentarse.


Su primer ataque se verificó por Olliule, don-
de fueron rechazados prontamente haciéndoles
algunos prisioneros, á quienes libró la humanidad


a




1 8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de Gravina del furor de los implacables Tolone-
ses. Llegaron luego del Rosellon los regimientos
de Hibernia y Mallorca, y para el completo res-
guardo de la escuadra, se acordó fortificar los
puntos de Balaguer y 1'Eguillete, situados al
frente de la Malga, en la punta ó lengua de tierra
que forma el puerto; y el 1 0 de Octubre á poco
de haberse recibido los refuerzos que se esperaban
de Cerdeña y ¡Ñapóles, se aparecieron los enemi-
gos arrollando el fuerte de la Malga y ocupando
las alturas de Faraón. Gravina dispuso salir con-
tra ellos en tres columnas, compuesta la de la
izquierda de ingleses solos á las órdenss de Lord
Murgrave, la de la derecha de tropas de todas
las naciones al mando del Conde del Puerto,
después Duque de S. Carlos , y la del centro
de españoles y napolitanos bajo su inmediata di-
rección. Travose inmediatamente el combate, mas
no con el ardor que anhelaba la actividad im-
paciente del general, que después de herido gra-
vemente en la pierna derecha, insistió con el
mismo ahinco en el ataque, hasta trepar por el
pendiente de la montaña , teniendo los enemigos
la pérdida de cerca de trescientos prisioneros,
y viéndose obligados los demás á despeñarse




G B A V I i N A . 19


por los precipicios, donde perecieron los mas.


Al volver las tropas triunfantes á la plaza,
Gravina, que iba en una parihuela, fue victoreado
con el mayor entusiasmo , y al dia siguiente la
municipalidad le presentó una corona de laurel
con una felicitación afectuosa y honorífica. Dilatóse
la curación de la herida , por el solícito desvelo
del general que no cesaba de atender á todo.
Mandó otra salida en que fueron igualmente re-
chazados los enemigos; pero llegó en esto el ge-
neral O-Hara , nombrado gobernador de Tolón
por su corte, y sobrevinieron grandes altercados
acerca del mando de las armas. Quedó sin em-
bargo Gravina mandando las tropas, mas no por
eso cesaron las etiquetas y desabrimientos entre
el adusto general inglés y el cortés español.


Hecho prisionero el gobernador O-Hara el 3 0
de Noviembre en una acción en que se perdieron
mas de seiscientos hombres, le substituyó el
general D u n d a s , que guardó la mejor armonía
con Gravina; pero imposibilitados los trabajos
por las incesantes lluvias de Diciembre , refor-
zados los enemigos con el ejército venido de la
toma de León, y dirigidos por Dugomier, embis-
tieron en la madrugada del 17 Ja avanzada de




20 PERSONAJES CELEBRES.


los napolitanos, la arrollaron sobre la marcha y
fueron tomando en seguida otras baterías ademas
del fuerte de Balaguer. A la mañana siguiente
se hizo conducir Gravina en silla de manos á
la junta de generales que se celebraba en casa
del Almirante Hood, y sabida allí la novedad
de haber sorprendido los enemigos á Faraón,
propuso ir él mismo á recobrarlo, atado á su
caballo,• pero no accedieron los demás, manifes-
tando que aun cuando se consiguiese, no por
eso quedarían en salvo las escuadras de los tiros
de la parte de Malbusquet, que domina lo inte-
rior del puerto, y de los puntos ya perdidos de
Balaguer y L' Eguillete, y en consecuencia se
acordó la evacuación inmediata de la plaza.


Grandes fueron los desastres ocasionados en
aquella ocasión al infeliz vecindario , que quedaba
espuesto á los sangrientos furores del vencedor,
pereciendo muchos sumergidos en las olas por
huir del castigo que les preparaban los revolu-
cionarios. La entereza incontrastable de Gravina
en medio de tanto y tan doloroso conflicto,
atendió en lo posible a la conservación del orden;
pero los ingleses impacientes por esterminar en
lo posible la marina francesa , para armar con




C i R A V I N A . 21


el tiempo iguales asechanzas contra la nuestra,
después de haber poseido y saqueado a su arbi-
trio los tesoros del arsenal, anticiparon inconside-
radamente su incendio, y pusieron en nueva con-
moción á aquel desventurado pueblo. Con este
motivo en vez de hacerse la retirada ordenada-
mente por la puerta de Italia, según estaba acor-
dado , se hizo con precipitación por una poterna,
tomando luego el camino inmediato de la Malga,
adonde llegó toda la columna, cubriendo los es-
pañoles la retaguardia. Los enemigos avisados y
dirigidos por los presidiarios del Arsenal, que se
babiau puesto en libertad, se apoderaron de la
ciudad y pasaron luego á la Malga, desde donde
dispararon algunos cañonazos a l a escuadra; pero
esta, aunque salió bordeando y con el riesgo
continuo de estrellarse mutuamente en las vira-
das , por ser contrario el poco viento que tenia,
logró ponerse en salvo, y fue á fondear á ias islas
de Hieres. Alli padeció un fuerte temporal, y á
fines de Diciembre, dio la vela para Cartagena
con^un inmenso trasporte de miserables fugitivos,
cuya abandonada patria estaban acabando de es-
terminar la guillotina y la metralla.


Ascendido Graviua a Teniente general , fue




2 2 PERSOKAJES CÉLEBRES.


á convalecer á Murcia , pero autes de estar per-
fectamente restablecido de su herida , se embarcó
de nuevo en el Hermenegildo, y á primeros de
Mayo de 7794 salió de Cartagena con una escua-
dra para socorrer las plazas de Colliure y Port-
vendres, sitiadas por los franceses; pero encontró
que estaban ya en poder de los enemigos y se
retiró la escuadra á la bahia de Rosas; apenas
dio en ella fondo Gravina, bajó á tierra y con
parecer del general del ejército Conde de la Union,
recorrió y puso en el mejor estado de defensa
y al cuidado de oliciales y tropa de marina , los
puntos marítimos de aquella costa.


Vinieron por fin los dias memorables de 17
y 20 de Noviembre, en que los dos Generales
Dugomier y el Conde de la Union, perecieron á
la izquierda de nuestra línea, y la derecha , al
verse sin el apoyo del centro, que habia corrido
la suerte de la izquierda, tuvo que abandonar
los puntos que ocupaba ; los soldados se retira-
ron cou tanta precipitación, que al llegar á Rosas se
arrojaban despavoridos al agua para que sel les
llevase á la escuadra, como único punto de sal-
vación. La entereza de Gravina y sus oficiales
pudo contenerles, y dispuso el general que que-




G R A V I N A . 28


dase solo la tropa necesaria para la defensa de
la plaza; y embarcando la demás, la envió á
Palamox para que inmediatamente pasase á in-
corporarse con el ejército del Marqués de las
Amarillas, que había establecido su cuartel gene-
ral en Gerona.


Rindióse Figueras , y se presentaron los ene-
migos delante de Rosas intimando la rendición.
No faltaron algunos que opinasen por la entrega,
pero Gravina se opuso á ello; y ofreciendo sumi-
nistrar cuantos auxilios de tropa , municiones y
víveres fuesen necesarios, fortaleció los ánimos
y todos resolvieron defenderse hasta el último
trance. Asi se verificó en efecto, hasta que en 1."
de Diciembie se juzgó indispensable la retirada
que quedó resuelta para la noche del 3. A fin
de ejecutarla con prontitud y seguridad, formó
Gravina tres líneas; la primera compuesta de
los botes y lanchas que se pudieron recoger
para llegar hasta la orilla á recibir la tropa ; la
segunda, de lanehones y jabeques mallorquines;
la ^tercera, de bergantines y jabeques mayores,
de donde se trasladaba después' la gente á los
navios; y se hubiera completado el reembarco,
sin la voz de alarma de :un. sargento que estaba




24 l'EKSONAJES CÉLEBRES.


de avanzada, pues al oiria se retiraron trescientos
hombres al pueblo, de donde se volvieron por
la madrugada á la plaza y luego capitularon.
Aquella memorable defensa , debida principal-
mente al espíritu y vigilancia de Gravina , fue
de la mayor importancia , por haber contenido
durante dos meses y medio el ímpetu de los
enemigos, y dado lu^ar á que se reorganizase
nuestro ejército.


En premio de tan señalados servicios, honró
el Rey con la llave de Gentil-Hombre de Cámara
con ejercicio á D. Federico Gravina, que vino
á quedar de General en Gefe de la escuadra por
ascenso de D. Juan de Lángara , con quien se
habia reunido, al Ministerio de marina. Vuelto
después á Cartagena y hecha la paz con Francia
se desembarcó por enfermo y pasó á Valencia,
donde logró restablecerse de sus fatigas é indis-
posiciones.


En el año de' 1797 , estando ya en guerra
con los ingleses, obtuvo el mando dn la escua-
dra del Occeano ; pero su natural modestia, ha-
ciéndole reconocer por superior en la táctica na-
val á otro general de la armada , solicitó con ins-
tancia, y logró con satisfacción, quedarse en clase




GKAYINA. 25


de seguudo en el mismo destino. En el año si-
guiente idearon los ingleses un bombardeo con-
tra Cádiz, y al efecto preparaion en Gibraltar una
bombardera de estraordinarias dimensiones (co-
nocida después vulgarmente con el nombre poco
culto de Bombo) que llevaba en el centro varios
morteros, y al rededor 24 cañones de grueso ca-
libre, para barrer á metralla á cuantos inten-
tasen atacarla.


Noticioso D. José Mazarredo de tales prepa-
rativos , habilitó las lanchas de fuerza , y ponien-
do un cañón de á veinte y cuatro en cada una
de las de los navios , dio el mando de todas á Gra-
vina. El 3 di Julio por la noche llegó el Bombo
y aterró con sus t i ros , que causaron algunos
estragos, á los habitantes de Cádiz; pero salieron
las lanchas y trabaron un combate tan reñido y
próximo con las enemigas que lo sostenían,
mandadas por Nelson , que se mezclaron y con-
fundieron mutuamente , haciendo por último ce-
sar el bombardeo. Repitióse la operación el 5 y
Gravina volvió á embestir denodadamente al
enemigo, y le obligó á retirarse á Gibraltar.


Poco después pasó la escuadra á Cartajena,
y desde allí á Brest con la francesa á las órde-




2G P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


nes de Bruix; y habiendo recaido otra vez en
Gravina el mando de la española, contribuyó
eficazmente á contrarestar la espediciou que pro-
yectaban los ingleses contra aquel puerto.


El 14 de Diciembre de 1801 , salió con cua-
tro navios para Santo Domingo, de ausiliar de
una escuadra francesa ; pero el ¡Veptuuo , donde
llevaba arbolada su insignia, empezó á hacer
tanta agua que le obligó á entrar en el arsenal
del Ferrol para atajarla. Trabajóse en esta ope-
ración dia y noche hasta que á los 14 días se
hizo de nuevo á la mar, y alternando conti-
nuamente en el alcázar con el capitán del bu-
que D. Cayetano Valdés, llegó por una der-
rota desusada, al cabo Zamaña en la isla de
Santo Domingo , á los 19 dias de su salida del
Ferrol, y veinte y cuatro horas antes que los de •
mas buques de la escuadra. Regresó luego á
Cádiz eon caudales, en Mayo de 1802 , y pasó
luego á Madrid donde ei Rey recompensó su
esclarecido mérito con la gran cruz de la orden
de Carlos III.


Hecha la paz , obtuvo por primera vez licen-
cia para ir á ver á sus padres, que derramaron
lágrimas de placer al estrechar en sus brazos a




CFRAVIWA. 27


un hijo colmado de honores adquiridos á costa de
su sangre, y coronado de una gloria que daba
nuevo esplendor al lustre de su familia. Perma-
neció Gravina una larga temporada en Palermo
disfrutando los agasajos de sus deudos y con-
ciudadanos , y en Junio de 1804 fué nombrado
Embajador en París. Al admitir tan importante
puesto interpuso con instancia la condición, de
que si sobrevenía algún armamento se le emplease
desde luego en la carrera activa. Dedicóse entre
tanto con desvelo á promover los intereses que se
ponian á su cargo, hasta que rota de nuevo la
guerra con los ingleses, pasó á Cádiz á tomar el
mando de la escuadra, y el 15 de Febrero de 1805
arboló su insignia en el navio de 80 cañones, el
Argonauta.


En la noche del 9 de Abril inmediato, ha-
biéndose presentado delante de la bahia una
escuadra francesa, Gravina, según las órde-
nes que tenia, zarpó y se le reunió tan ege-
cutivamente con sus seis navios y una fra-
gata, que el general Villeneuve le envió á de-
cir, que su salida equivalía d una victoria.
La escuadra combinada se dirigió luego á la
Martinica, y habiendo tomado la Roca ó Pun-




28 PERSONAJES CÉLEBRES.


ta del diamante, dio la vuelta para Europa.
El 22 de Jul io , al llegar al cabo de Finis-


te r re , se avistó á sotavento la escuadra inglesa
del Almirante Calder, que se eucaminaba á cor-
tar la retaguardia de la combinada. Gravina
que mandaba la vanguardia , sin esperar el mo-
mento ó señal de egecucion del general, viró á
favor de una niebla sin ser visto de los enemi-
gos; pero conociendo estos que si seguían de
vuelta encontrada, se habían de ir empeñando
sucesivamente con toda la combinada, superior
en número, viraron también al descubrir aque-
lla maniobra. Gravina embistió entonces á Cal-
der , le estrechó mas y mas forzando siempre
de vela, y escarmentó á un navio de tres puen-
tes que se adelantó á sostenerle; pero los in-
gleses se mantuvieron siempre retrayendo su re-
taguardia de la nuestra, y formando una especie
de 7 muy abierto y reforzado en el ángulo, para
presentarse muchos contra pocos, según su cos-
tumbre; así fue que los navios Firme y S. Ra-
fael, que se hallaron en aquel punto, quedaron
tan desmantelados, que por estar á varlovento1,
y por haber dejado en la Martinica con los en-
fermos á la fragata Magdalena, que pudiera ha-




I T R A V I N A . 29


herios sacado á remolque, fueron á parar, arro-


llados por el viento y la oleada, á la linea ene-


miga.
Los ingleses se separaron á las nueve de la


noche del combate, que habia durado desde an-
tes de las cinco, con el Windsor-Castle de tres
puentes absolutamente inutilizado, y maltrata-
dos otros muchos navios, en términos que no
se atrevieron á renovar la acción en los dias
siguientes. La escuadra combinada se reunió en
el Ferrol , pasó después á Cádiz , y el 31 de Agos-
to arboló Gravina su insignia en el navio Prín-
cipe de Asturias de 112.


El 20 de Octubre volvió á salir en número de
treinta y tres navios, quince españoles y diez y
ocho franceses ; y habiendo avistado el 21 la es-
cuadra del Nelson sobre el cabo de Trafalgar, hizo
el safarranclio y los demás preparativos para en-
trar en combate. Mandaba Gravina la vanguardia,
compuesta de doce navios interpolados de ambas
naciones, y Nelson, que estaba á varlovento, se
mantuvo desviado, haciéndose car^o de que adon-
de quiera que atacase, habían de acudir con ven-
taja aquellas fuerzas reunidas y espeditas. Man-
dóse virar por redondo, y desigualándose los na-




30 PERSONAJES CÉLEBRES.


víos no pudo quedar bien formada la línea, pero
Gravina , cuya división vino á quedar con esta ma-
niobra á retaguardia, procuró conservar en lo po-
sible su varlovento para observar y oponerse á los
movimientos del enemigo. Embistió éste luego con
dirección oblicua en tres columnas subdivididas
después en otras muchas, y al llegar á tiro rom-
pió el fuego el Monarca , mandado por D. Teo-
doro Argumosa , contra el navio de Colingot, que
mandaba la del cent ro , y logró derribarle el mas-
telero de proa ó de velacho ; el Fogoso, francés, le
hizo una gran descarga de fusilería que le obligó á


, orzar ó alejarse algún t an to ; pero luego insistió
en atravesar la línea por delante del Santa Ana,
donde llevaba su insignia el general Álava. Forzó
éste de vela, le alcanzó y trabó con él un reñidí-
simo eoinbatc; entretanto Nelson intentó atravesar
por la proa del Bucentauro, que era el navio ge-
neral, y la popa del Trinidad donde iba el gene-
ral Cisneros; pero éste puso todas sus velas en
facha, caminó para atrás , le atajó y le hizo una
descarga de sus cuatro baterías. Llegaron luego
los dos navios de tres puentes y apuraron sus fue-
gos por varlovento en el Trinidad, causándole
intinitos destrozos ; y al mismo tiempo Nelson,




GRAVO A. SI


dando la vuelta por la popa del Bucentauro, y de-
jando este en manos de otros que le seguían,
embistió al Trinidad por el costado opuesto, de
modo que Cisneros tuvo que batallar desde el
principio á tiro de pistola contra tres navios po-
derosos.


A este tiempo, Gravina había empeñado una
acción vivísima con los dos primeros navios de
la tercer columna que venia á cortar por aque-
lla parte Llegaron luego por sotavento otros
dos , que habían doblado la línea por el estremo
de retaguardia, y ademas presentó su costado
por popa otro que le disparó todos sus fuegos
á tiro de metralla, causando varios estragos, é
hiriendo gravemente al general en el codo iz-
quierdo, el cual á breve ra to , no pudiendo ya
sostenerse sobre el alcázar, se creyó muerto y
encargó el mando y la continuación del comba-
te á su mayor general ü . Antonio Kscaño.


Este esclarecido oficial se hallaba en la toldilla,
cuando una descarga de metralla arrolló, escepto
á un cabo de artillería , a cuantos con él estabau,
hiriéndole gravemente en una pierna ; no quiso sin
embargo retirarse, hasta que precisado por los
oficiales bajó por un momento, y hecha la cura




32 PERSONAJES CÉLEBRES.


volvió á desempeñar con igual intrepidez el encar-
go de Gravina.


No será fuera de propósito hacer aqui hono-
rífica mención de los ilustres marinos que pere-
cieron en aquel sangriento combate Había muer-
to ya D. Cosme Churruca y su segundo Don
Francisco Moyua en el Nepomuceno que peleó
al principio contra tres y después contra cinco
navios; D. Francisco Alcedo y su segundo Don
Antonio Castaños, en el Montañés; D. Dionisio
Galiano , después de haber rendido á un uavío
de tres puentes, en el momento en que estaba
en el Bahamá observando con el anteojo los
movimientos del enemigo ; en solo el Trinidad
siete valientes oficiales, y aunque segun se
asegura Nelson perdió su vida de una des-
carga de fusilería de la cofa de mesana de
este navio, su muerte fue pobre compensación
á tantas desgracias. Cuatro generales; los capi-
tanes Gardoqui , Uriarte , Pareja, Vargas , Jarlo,
Argumosa , Valdés y otros estaban heridos, y sus
navios desmantelados; este últ imo, que manda-
ba él Neptuno de 80, intentó socorrer solo á texto
trance el Trinidad , como ya lo había salvado
el 14 de Febrero en el combate del Cabo de San




G I U V I I U . 33


Vicente; pero se lo impidieron un sin número de
navios que le salieron al encuentro. Los france-
ses perdieron entre otros al insigne Capitán Magon,
el cual habiéndole quitado una bala entrambas
piernas, se hizo meter para estancar la sangre
en un barril de harina, y desde allí continuó man-
dando la maniobra y animando á todos con el ma-
yor heroísmo, hasta el momento en que espiró. Sabi-
dos son por desgracia el éxito de aquel sangriento
combate, y los efectos del furioso temporal que so-
brevino. No es de este lugar el examen de si debió
ó no renovarse la acción con los navios reunidos
que se retiraron á Cádiz; pero desde aquella fatal
jornada puede sí asegurarse, que quedó enteramente
destruida la marina militar española.


La herida de Gravina era tan grave que desde
luego se trató de cortarle el brazo ; pero ofrecié-
ronle algunos facultativos curarle sin aquella
operación radical , y se determinó á escusarla.
Siguió la curación con variadas alternativas, hasta
que por último después de haber cumplido con
los^ deberes religiosos , espiró el dia 2 de Marzo
al medio dia, con la mayor resignación.


Tal fue el glorioso fin de la briüante y labo-
riosísima carrera de D. Federico Gravina, Co-




3 4 PERSONAJES CELEliRES.


mendador de la orden de Calatrava, Gentil-hom-
bre de Cámara de S. M. con egercicio, gran
cruz de la orden de Carlos I I I , y de resultas
del último combate, Capitán General de la Real
Armada. Era de regular estatura, y su rostro
retrataba al vivo la inalterable apacibilidad de
su espíritu. Fue siempre en estremo culto y es-
presivo en sus modales y palabras, irreprensible
en sus costumbres, y absolutamente desprendido
de todo interés mezquino.. Espléndido con sus
amigos y generoso eon los necesitados. Justifi-
cado y afable hasta con el último marinero, lla-
no y aun familiar con sus subalternos, cautiva-
ba los corazones de cuantos estaban bajo su man-
do. Su maestría en la profesión, su actividad
vigilante y atinada en todo genero de empr.sas,
su impetuoso denuedo en el avance, su tesón
inflexible en el empeño, y sobre todo su inalte-
rable serenidad, haceu de él un perfecto reme-
do de uno de nuestros mas esclarecidos h roes
del siglo XVI, del inmortal Alejandro Farnesio.


Los enemigos hicieron justicia á su mérito,
diciendo en los papeles públicos: «Tenemos que
lamentarnos al oír que el valeroso General Gra-
vina ha muerto. Sus amigos han vivido largo




G R A V I N A . 35


*) Kl Almirante Colingod escribió el pésame al Mar
uués de la Solana, en una carta lacónica y esprasiva.


tiempo esperanzados de su restablecimiento, pe-
ro por desgracia acaban de quedar frustrados
sus anhelos. La España pierde en él el oficial
mas esperimentado de su Armada, á cuyas ór-
denes sus escuadras, ya que alguna vez hayan
sido vencidas , nunca han dejado de merecer los
encarecimientos de los vencedores. » (*) Su funeral
se cel Aró con el correspondiente aparato en me-
dio de un gentío inmenso, pudiéndose repetir
aquel dia lo de Tácito, hablando de Germánico;
«Que al par de la pompa y el ceremonial de
las exequias, reinaba entre los asistentes un en-
trañable desconsuelo. «










D, F. T. CALOMARDE.


«No se muestra acreedor é la victoria
«quien del vencido la desgracia insulta


SIMÓN BOÍIANECRIV acto í.°


Difícil tarea á la par que ingrata , toma sobre
sí el que escribe la biografía de un hombre im-
popular , en el pais mismo que le mira como
causador de sus males, y á presencia del partido
vencedor. En tales circunstancias y al concitar
sobre sí el odio de este partido , réstale única-
mente el consuelo de esclamar , que hasta los
dioses mostraron su faz risueña á la causa ven-




2 PERSONAJES CELEBRES.


cedora, y solo un Catón se atrevió á sostener la
de los vencidos. Lejos de nosotros la idea de
compararnos al valeroso romano , al referir las
acciones de un proscripto , sin ocultar sus de-
fectos ni sus buenas cualidades. Al escribir su
biografía, no vamos á trazar su panegírico, ni
tenemos motivo para ser sus apologistas.


Por otra parte la liistoiia contemporánea es-
crita por hombres , que recibieron rudos golpes
y quizá persecuciones directas del personage en
cuestión, le ha retratado con los mas negros
colores, y apenas se hallará una pincelada que
le sea favorable. Con t o d o , una larga espiacion
y hasta la victoria misma del partido á quien
oprimió, han modificado algún tanto la opinión
acerca del ilustre proscripto , á quien cubre ya
tierra estrangera. Y ¿quién será capaz de llevar
sus resentimientos mas allá de la tumba ? No
aumentaremos el número de los que se complacen
y deleitan en ver la humanidad bajo sus aspectos
mas defectuosos, antes bien imitaremos al pintor
griego, que hizo el retrato de Antígono , de perfil,
para ocultar el defecto de un ojo, concretándola
narración á los sucesos de la vida de Calomarde
y dejando los comentarios sobre su política pa-




CAL0MA.RDE. 3


ra los que escriban prolijamente la historia.
Una de las cosas que mas han chocado á los


estrangeros que han tratado de observar la nuestra
en lo que llevamos de este siglo, ha sido la ten-
dencia del pueblo, ó si se quiere la plebe, al
absolutismo, y de la aristocracia española al régi-
men constitucional. Acostumbrados á profundizar
harto poco en nuestros asuntos han calificado
estas tendencias de anomalías, á pesar de que
seria muy fácil hacer ver que tales tendencias
son naturales en unos y en otros , mirando con
detenimiento su educación y sus ideas. Si Calo-
marde hubiera nacido en otro p'ais, quizá hubiera
sido un tribuno: e¡i España por el contrario , figu-
ra como uno de los tipos del absolutismo, á pesar
de ser hijo del pueblo.


Oscuros fueron á la verdad su nacimiento, su
familia y hasta su patria, situada en un pueblecito
del bajo Aragón, llamado Villei, donde vio la luz
primera el dia 10 de Febrero de 1773. Sus padres
llamados Juan y Rosa de Ariza, eran unos la-
brotares no muy acomodados.


Otra ocupación diferente se les ha supuesto,
y los Palaciegos que ora se arrastraban á sus
pies, ora á sus espaldas daban curso á su sar-




4 PERSONAJES CELEBRES.


cástica maledicencia , le designaban con el apodo
del alpargatero. Pero á pesar de su pobre es-
traeion jamás dudó de su futuro engrandecimiento,
á la manera que Cromwell , de quien aseguran
que siendo joven una fantasma le predijo su
futura elevación. Chocante era por cierto esta
confianza en el joven Francisco Tadeo, cuando
cursaba jurisprudencia civil en la universidad de
Zaragoza. Reducido á servir de page en casa
de una señora viuda , solia acompañar por la
noche precediendo con el farol á unos comercian-
tes de Teruel, que vivian en la misma casa. Re-
cordaban estos no ha muchos años con admiración
que al preguntar á Calomarde á qué aspiraba,
respondía siempre sin desconcertarse , á Ministro
de Gracia y Justicia. Esta respuesta harto orgu-
llosa en boca de un pobre page, unida á su
figura no muy elegante , solian hacerle blanco
de las bromas de los festivos tertulianos. Y con
todo, la providencia tenia escrito ya en sus de-
cretos eternos, que sus conatos serian cumplidos,
y que arribaría á la cima á la cual encaminaba
sus vacilantes pasos.


Al trasladarse Calomarde á la Corte á fines
del siglo X V I I I , rico tan solo de esperanzas y




C A L O M A R D E . 5


con la cabeza colmada de gra'as ilusiones, seme-
jaba á los viageros, que abandonan su pais
natal y arriban al Nuevo-Mundo, llevando por
única esperanza y base de sus soñadas riquezas
en vez de conocimientos y recursos una carta de
recomendación. La fortuna le protejió desde sus
primeros pasos. Presentado al médico de Cámara
D. Antonio Beltrau, que también lo eradeGodoy
y aragonés, supo captarse su benevolencia y en-
contrar en él un protector. Calomarde criado en
la dependencia , carecía de aquella fiereza ingenua
característica de su pais , y acostumbrado á ple-
garse á voluntades agenas, no le habia de estor-
bar su firmeza el medraren una Corte aduladora
y corrompida.


El médico de Godoy tenia una hija poco fa-
vorecida de la naturaleza, pero que con todo era
un partido harto ventajoso para el joven preten-
diente. Con este objeto , el presunto suegro ob-
tuvo de Godoy para su protegido- una plaza de
Oficial en la secretaría de Indias, como regalo de
boda. Pero Calomarde una vez puesto en carrera
descreció la mauo benéfica que le habia favorecido,
sacándole de la oscuridad , y solamente una re-
prensión harto agria de Godoy, acompañada (se-




6 PERSONAJES CELEBRES.


gun dicen) con la amenaza de echarle á presi-
dio , le obligaron á dar la mano á la infortu-
nada joven, objeto ya de su menosprecio. Nunca
se miró como casado, y las personas mas allega-
das á él , jamás oyeron salir de sus labios el
nombre de su esposa.


Entretanto su fortuna se aumentaba rápida-
mente : antes del año 1808, había sido promovido
á Oficial mayor de su secretaria y se hallaba in-
teresado en algunas contratas. Los sucesos de
aquella época le arrojaron á Cádiz con la Rejencia
y sos oficinas, entonces bastante interesantes por
el giro que principiaban á tomar los asuntos de
América.


Poco después pasó á Oficial mayor de Gracia
y Justicia por influjo de su amigo el Ministro
Sierra, que trató de salir juntamente con él,
Diputado por Aragón. Algunos han atribuido al
desaire que entonces sufriera el encono que des-
pués mostró contra el gobierno representativo.
Viósele en efecto ya desde aquel punto estrecha-
mente ligado con Sierra , Lardizabal y demás
corifeos del partido realista. Juntamente con ellos
trabajó por el proyecto de confiar el Gobierno
á la Princesa Carlota, y desde entonces la casa




CALOMAKDE. 7


de Portugal se le mostró no poco propicia; pero
á la caida de aquel partido, Calomarde se vio
envuelto en su ruina.


El regreso de Fernando VII , vino á trocar en-
teramente la escena, y los que habían sido abatidos
por las Cortes de Cádiz, pudieron hacer alarde
y ostentación de sus servicios, Uno de los mas
favorecidos y de los primeros en escalar el poder
fue Lardizabal, que por el decreto de 4 de Mayo
de 1814, fue nombrado Secretario de la Gober-
nación de Ul t ramar , nombre que se daba á la
antigua secretaría de Indias , y que luego volvió
ó trocar por este último. Con Lardizabal volvió
también á la secretaria de Indias su antiguo ami-
go y oficial, acreditado ya como acérrimo realista
por la parte que había tomado en Cádiz contra
las reformas liberales, y la persecución que había
sufrido. Aumentóse mucho mas su valimiento con
motivo de las bodas de los desterrados de Valen-
cey con las Princesas del Brasil, hijas del Regente
de Portugal. Era mediador de aquellas bodas el
célebre P. Cirilo de Alameda, que durante su emi-
gración había logrado introducirse con aquella
familia en el Brasil , y a su regreso á España se
constituyó en agente de aquel doble casamiento




8 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


Para llevarlo á cabo pasaron á Coimbra Lardi -
zabal y Calomarde , ambos sujetos de confianza
para la familia Real de aquel pais, con motivo
de los servicios prestados en Cádiz por ellos á
la infanta Doña Carlota. Los que prestaron en esta
ocasión fueron también remunerados largamente
y entre otros favores obtuvo Calomarde el nom-
bramiento de Caballero de Santiago de A vis. Los
contratos quedaron otorgados en 2 2 de Febrero
de 1816, y á principio de Setiembre, desembarca-
ban las Infantas en la bahia de Cádiz. Lardizabal
y Calomarde creían del todo afianzada ya su for-
tuna, cuando un contratiempo inesperado vino á
sumirlos en la desgracia. La camarilla que rodeaba
al monarca y que disponía de sus favores, veia
con ojos aviesos el encumbramiento de estos dos
personajes. Ya el año anterior Lardizabal había
sufrido un imprevisto contratiempo, tanto mas
sensible para é l , cuanto que se le juzgaba arbi-
tro de la voluntad del Rey. El ministerio de In-
dias habia sido disuelto, y sus empleados re-
partidos por otras oficinas: Lardizabal habia que-
dado de simple consejero de Estado, y Caloníar-
de habia pasado á oficial del ministerio de Gracia
y Justicia. Al verlos pues recobrar su influencia




CALOMAB.DE. U


despertóse la dormida envidia que los empujó


.contra los mismos escalones por donde pensa


ban subir.
Hallábanse ya las infantas en Cádiz cuando


se recibieron noticias poco satisfactorias acerca
de la conducta del gabinete portugués en Amé-
rica , y aun se aseguró, que se disponía para
atacar á Montevideo. Al mismo tiempo llegaban
noticias confidenciales harto desagradables, acer-
ca de la salud de las princesas. Alarmóse la
Corte con tales nuevas, reunióse el Consejo de
Estado, y combinándolas con otras anteriores
y con la mala fe y torcidas miras que se supo-
nía al gabinete portugués, principiaron á dic-
tarse medidas de precaución. No estrañaremos
que sea cierto lo que se dijo entonces, de que
el infante D. Antonio propuso, que las infantas
quedasen como en rehenes, hasta que se reci-
bieran ulteriores noticias. Eos agentes del casa-
miento, sorprendidos con tan estraña catástrofe,
fueron las primeras víctimas de ella, y exho-
nerados de sus empleos se vieron en breve lan-
zados de la Corte. Calomarde, confinado á Pam-
plona, presenció desde aquel retiro las fiestas á
que se entregaban la Corte y la nación con mo-




10 PERSONAJES CÉLEBRES.


tivo de las bodas, eu que lau directamente ha-
bía intervenido y de las cuales por tan rara p e - .
ripecia , en vez de honores y favor, tan solo
habia conseguido su desgracia. En vano la ama-
ble Isabel interpuso su mediación á favor de
sus desgraciados agentes, y presentó á su espo-
so los hijos de Lardizabal, que imploraban la
libertad de su padre. El lley, que dominado
por ignobles influencias daba muy pequeña parte
de su corazón á la virtuosa Isabel, se mostró
insensible á los infantiles ruegos, subiendo al
coche sin responderles y desairando á la Reina,
que habia tenido una grau parte en aquella
escena. La prematura muerte de aquella amable
Reina, en la que los españoles cifraban grandes
esperanzas, concluyó de arrebatar á Calomarde
las pocas que le restaban, y se tuvo que resignar
á vivir oscuro y olvidado en el rincón de su
destiero, mucho mas al ver el tortuoso giro que
tomaban los negocios públicos, y la tempestad
próxima á estallar.


Nada podia esperar del Gobierno constitucio-
nal , que acababa de instalarse en la Penínsura,
y por tanto veia con placer sus desaciertos y el
descrédito que le amenazaba en el estrangero.




CALOMARDE, 11


Previendo en lo que vendría á parar, y temeroso
por otra parte de que las autoridades de Pam-
plona, en vista de su conocida desafección,
tratasen de arrestarle y hacerle servir de repre-
salias , huyó secretamente de Pamplona en 1822,
y llegó á Madrid, donde permaneció oculto mas
de un año , hasta la evacuación de la capital
por Zayas y la entrada de las tropas francesas.


Los sucesos de aquella época son bien cono-
cidos, como también el nombramiento de Re-
gencia, de la cual fue secretario Calomarde. Poco
tiempo después se le vio subir al ministerio de
Gracia y Justicia en compañía de Ofalia, que
entraba en el de Estado el 17 de Enero de 1824,
por fallecimiento del Marqués de Casa-Irujo.


También entró por el mismo tiempo de se-
cretario del Consejo de Ministros y del Consejo
de Estado el célebre D. Antonio Ligarte, amigo
de Calomarde, con quien convenia en ideas, y
que era mirado entonces como el favorito del
Rey. La influencia de este Ministro y su pre-
ponderancia en el Consejo, eran poco satisfac-
torias á sus compañeros de Gabinete, á los cua-
les dou.inaba. Decíase de é l , que estando ini-
ciado en los secretos del Gobierno los comuni-




12 * P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


eaba al partido llamado Apostólico, del cual se
le suponía acérrimo agente. Conjurados los otros
Ministros contra Ugarte , lograron por fin arran-
carle del lado del Monarca y darle un honroso
destierro, enviándole de iniuistro plenipotencia-
rio" de Ccrdeña eir Marzo de 1825.


Vióse á poco tiempo crecer rápidamente • el
valimiento de Calomarde, y afianzarse en él, de
tal modo, que pudo mirar como vinculado en
su persona el favor de un Rey harto propenso á
mudar de Ministros. A la verdad, concurrían
muchas circunstancias para esta elevación no
difíciles de esplicar si Lien se mira, aun pres-
cindiendo de la intriga y de la adulación. El
partido realista se hallaba dividido en dos gran-
des facciones: el uno de ideas templadas á cuyo
frente se hallaba la grandeza y la mayor parte
del ministerio: el otro mas exagerado y furibun-
do en sus ideas., titulado el partido apostólico,
á cuyo frente se sinonia á D. Carlos. Fernan-
d o , que tenia supeditado ya al partido liberal,
veia también con placer dividido al realista, que
se hacia de este modo menos compacto y tenn-
ble. A no haber sido por esta división, que el
Rey se guardaba muy bien de atajar, quizá se




CALOMABDE. 13


hubiera [visto él precisado á lanzarse en brazos
del partido liberal; como Enrique III de Fran-
cia, acosado por la l iga, se entregó á discreción
de los Hugonotes, que tan encarnizadamente
había perseguido. Conociendo Calomarde esta si-
tuación se penetró bien de su papel, que en
cualquiera de las dos facciones habia de ser
harto desairado. Resentidos los ultras de la des-
titución de Ugarte miraban con ceño el encum-
bramiento de Calomarde, que no se presentaba
como su predecesor á quemar incienso ante sus
aras. Los partidarios del despotismo ilustrado
v la grandeza merecían pocas simpatías á Ca-
lomarde, y tampoco esta podia profesarlas á un
ministro de su estofa. En tal situación llegó el
Ministro de Gracia y Justicia á ser entre sus
compañeros de gabinete, lo que el Rey entre
los dos partidos realistas que se combatían á la
vez. Esta situación homogénea debió escitar
igualmente sus simpatías, y por tanto Calomar-
de, fiel intérprete de aquella política, al paso
q^e se situaba en su propio terreno, venia á
ser el mas útil resorte de ella. Por una parte
refrenaba al partido conservador que propendía
al liberalismo; por otra intimidaba á los reac-




14 PERSONAJES CÉLEBRES.


cionarios que aun clamaban por venganza. Esta
política se hallaba compendiada en aquella frase
que llegó por entonces á ser vulgar, palo al
burro blanco, palo al burro negro, idea que
el Rey su amo solia espresar en términos mas
groseros, parodiando aquella cautinela ¡ese na-
rizotas!.,


¿En qué consiste, pues, que el partido liberal
ha mirado y mira á Calomarde como su Nerón,
siendo asi que durante su encumbramiento dis-
frutó mas libertad y tolerancia que en los años
anteriores? ¿En qué consiste también que el par-
tido realista odió y sigue odiando á Calomarde,
y le arrojó de sí como á causador de todos sus
males? No será esto á la verdad una anomalía, si
se observa que combatiendo sus proyectos y ha-
ciendo gastarse al uno con el otro , llegó á verse
en una posición escéntrica para ellos, y se hizo
odioso á los dos á la vez. Cuantas persecuciones
sufrían los liberales de los agentes del Gobierno
se miraban por aquellos como influidas directa-
mente por Calomarde, al paso que la grandeza le
detestaba igualmente, y el Duque del Infantado
renunciaba su cargo por zelos, según se dijo,
de la preponderancia del favorito.




CALOMARDE. 15


Tales son las causas del engrandecimiento de
Calomarde y su larga permanencia en el poder,
bajo la férula de un Rey inconstante. Habían
nacido el uno para el otro, y se entendían fácil-
mente, pues convenían en ideas. El Rey solia
decir que con ninguno despachaba mas á gusto
que con Calomarde, y que le presentábalos nego-
cios con tal claridad y precisión, que facilitaba
sus resoluciones. A la verdad, aun cuando no
concedamos á Calomarde un gran ta lento, tenia
en ; su favor la espedicion y facilidad que dá la
práctica, con bastante conocimiento del corazón
humano y sus mas íntimos resortes. Tampoco le
faltaba tesón para arrostrar los inconvenientes del
sistema, que tanto el Rey como él se habían tra-
zado, y confiado en su posición se mostraba
enérjico y aun inflexible, el mismo que en la
presencia de su amo s* arrastraba humildemente
á sus pies.


El uno y el otro tenían indudablemente un
fondo de sentimientos religiosos, aun cuando
en su vida privada no hayan sido modelos de vir-
tud*: con todo , atendiendo mas á sus defectos
que á sus buenas cualidades, se les ha lanzado
él dictado de hipócritas. No se crea por eso que




16 PERSONAJES CELEBRES.


los sugetos que tan acerbamente han calificado
a Femando y á su Ministro por su conducta
privada, sean algunos varones ejemplares, que
con el tiempo hayan de entretener á la Congre-
gación de ritos. Creemos que la escusarán esta mo-
lestia, y nos mueve á ello el pensar, que los
hombres verdaderamente virtuosos suelen ser los
mas indulgentes con las flaquezas de sus seme-
jantes.


Recordamos con este motivo que en una de
las catedrales de España se motejó al Rey por
un estremo contrario, calificándole de impio,
porque omitió una genuflexion al pasar por tiente
del altar mayor. Habiendo ido al dia siguiente
una diputación del cabildo a cumplimentar al
Roy, y con ella el canónigo que mas mordaz
se habia mostrado, recibió de Calomarde y re-
servadamente, una reprensión bien amarga, ma-
nifestándole entre otras cosas que por delicadeza
se abstenía de poner en parangón su conducta
con la del Monarca.


Respetemos pues al menos la vida privada,
absteniéndonos de trasmitir á la posteridad por
medio de la prensa, lo que la maledicencia no
dejará de conservar por tradición. Con todo, hay




CALOMARDE. 17


en Ja vida de Calomarde un suceso de esta clase,
imposible de pasar en silencio, pues ademas de
ser muy público, va enlazado con los principios
de su elevación. Tal es el fallecimiento de su
olvidada esposa Doña Juana Beltran, en Zarago-
za. A pesar de los desdenes y el ingrato porte
de su esposo, con quien apenas vivió, se con-
tentó con llorar en el silencio y oscuridad de su
retiro ; y próxima á morir dio un testimonio de
resignación cristiana, nombrándole heredero á
pesar de su ingratitud. Es falso lo que se ha
dicho de que la habia abandonado á la miseria,
pues la consignó una pensión de 12,000 reales
anuales y una casa para su habitación en Za-
ragoza.


Por aquel mismo tiempo llamaban la atención
en la Corte unas escenas harto cómicas, en me-
dio de los sangrientos dramas que con frecuencia
se representaban. Y bien merecen seguramente
el nombre de cómicas, las escenas á que dio
lugar la Real orden sobre reunión de matrimo-
n i o | mal habidos, dada por un Rey que segu-
ramente no era modelo de fidelidad conyugal,
por conducto de un Ministro que jamás vivió
con su muger, ni aun se le oia nombrarla , y


2




1 8 P E R S O N A J E S CÉLEBRES,


en medio de unos cortesanos muchos de ellos
públicamente embarraganados. Seguramente que
si se tratara de aumentar párrafos á la crónica
escandalosa de la Corte, bastaría referir algunos
de los episodios á que dio lugar la tal Real
orden, que fue causa de éneierros monásticos,
arrestos y reclusiones á que se vieron condena-
dos algunos de ios mismos grandes y cortesanos'-.


Pero otros sucesos mas terribles y trascén--
dentales vinieron á- llamar 4 a atención públiea,
apenas la 'Nación principiaba á disfrutar una
aparenté tranquilidad. Tales fueron los sucesos
de Cataluña en 1 8 2 7 , que pudieron ser de una
trascendencia incalculable, pues aun ño sé ha1


descorrido enteramente el velo que los cubrió
por largo tiempo. Los partidos, como sucede
siempre,• aí ver el nial éxito de los sucesos, no
han querido prohijar aquel levantamiento, can-
sado por opuestos intereses y por elementos con-
trarios. Esta revolución, producida á la ve?,
por dos partidos estráños entre si j dio lugar á
varias anomalías de problemática resolución. De
todos modos, aquel Monarca tan tímido y apá-
tico, que al estallar la revolucionen las Cabezas
de S. Juan pasó dos meses en una entera inér-




CA.LOMARDE. 19


d a y apatía, y comunicó á los sublevados el
valor y arrojo, que no desplegaba por su parte,
le vemos al presente revestido de toda la ener-
gía y dignidad de su carácter, lanzarse, rápida-
mente en medio del peligro y conjurar ia tem-
pestad con su presencia.. ¿Quién ha causado en
el Rey tal metamorfosis? Ved á Calomarde que
le acompaña en la silla de posta- que camina
rápidamente hacia Zaragoza. Esto ha, obligado 3
decir á personas muy sensatas, que á.no haber
sido Calomarde confinado á Pamplona en 18 i G,
probablemente hubiera, subido al; Ministerio , ;y
quizá hubiera variado también el aspecto de las
cosas en 1820.


Respecto á las atrocidades cometidas en Car
taluña varían mucho las opiniones, inculpando
unos al Rey y otros á su Ministro: pero quizá
una mano oculta precipitó en la tumba aquellas
víctimas,, con el mismo objeto con que habja
fusilado á Bessieres sin permitirle declarar acerca
de su levantamiento. En tal caso, el Conde de
Esnaña solamente fue un instrumento y Calo-
marde un testigo. -


No entraremos en pormenores acerca del mi-
nisterio d e Calomarde, en el cual hallamos se-




20 PERNAJES CÉLEBRES.


gura mente absurdos insostenibles, y actos por el
contrario mal juzgados. Unos y otros los califi-
cará la historia, que quizá en sus fallos respeta-
rá poco el de los contemporáneos.


Enmedio de los negros colores con que se
le ha pintado, resaltan algunas buenas cualida-
des personales. No eran el apego al dinero ni la
rapacidad vicios que se hayan inculpado á Ca-
lomarde: desempeñaba gratuitamente una por-
ción de destinos que le hubieran rendido grue-
sos sueldos; socorría con largueza los estable-
cimientos públicos, y aun se le tachaba de ser
descuidado en materia de interés. Quizá esto
último ha influido no poco para acelerar su muer-
te , y algunos periódicos lo han presentado como
causa inmediata de ella. Tampoco se le acusó
de haber apadrinado á sus parientes, defecto
harto común en hombres de gobierno; pero por
otra par te , el pueblo que nunca perdona el ne-
potismo, se ensangrentó contra Calomarde y le
echó en cara su despego, achacándole á desvio
de sus parientes, cuyos modales rudos y gro-
seros le recordaban su humilde estraccion. Quizá
esto no sea del todo infundado, pero tampoco
lo es que al regresar de Cataluña á Zaragoza en




CALOMARDE. 21


compañía del Rey, visitó á los que le habían
favorecido en sus primeros años, y no se mos-
tró ingrato con ellos ni con sus condiscípulos.


En cambio se le acusó, y no sin fundamen-
to, de su escesivo provincialismo, y de poner en
manos de aragoneses los mejores empleos de su
ramo. Para ello no hay mas que recorrer las
listas de los altos funcionarios civiles y eclesiás-
ticos. En varias ocasiones tuvo que sufrir» las
zumbas del rey por este motivo, sin que se mos-
trase por ello mas enmendado. Cuando dio no-
ticia á Fernando de haber vacado" la mitra de
Segovia , le dijo este en tono burlón.—¿ Tienes por
ahí algún aragonés por obispar?—Pocos dias des-
pués Calomarde creyendo , que ya el Rey se ha-
bría olvidado, le presentó al aragonés Briz Mar-
tinez, general de los Dominicos. Entonces Fer-
nando sonriéudose le dijo:—Eso ya lo sabia yo,
que me habías de traer algún aragonés.—A pesar
de eso firmó la presentación sin omitir sus acos-
tumbradas pullas.


^fallábase pues Calomarde en el apogeo de su
esplendor colmado de honores y distinciones, y
favorecido de todas las Cortes europeas que le
honraban con sus cruces y condecoraciones,




22 PERSONAJES CELEBRES.


siendo quizá • de los que mas podiau presentaren
Europa.—El Toisón, la de Carlos I I I , la de
Isabel la Católica ,-. la de Avis de Portugal , la del
Águila negra de- Rusia-, la de :la Vendée la Le-
gión de honor, honraban su pecho con otras
mucha*, quesería prolijo referir. ^Echábase de
menos la Jarretierra- de Inglaterra, porque á la
verdad no fue esta nación con la que mas sim-
patías <tuvo.


Pero esta misma elevación era un mal pre-
sagio para - é l , por la dificultad de conservarse
estableen el poder, luego que se ha llegado al
punto culminante, y cuando casi no hay mas á
que aspirar. ¿Pero quién se detuvo en tales con-
sideraciones al verse disfrutando la privanza?


Uno; de los primeros golpes para ella fue el
casamiento de la Reina Cristina. La presencia
de los Reyes de Ñapóles, el influjo de su : hija,
y la elevación de la Infanta Doña Luisa Carlota
esposa de D. Francisco, por tanto tiempo poster-
gada , debilitaron en gran parte el influjo de la
Camarilla y del Ministro favorito, que conoció
no estar del todo seguras en sus manos las rien-
das del Gobierno, que tan holgadamente había
manejado.




CALOWVBDE. 23


Poqo tiempo después habiendo logrado el Rey
sucesión de¡este último enlace, trató de dar pu-
blicidad á la Pragináctica-sanqion de 1789, por
tanto tiempo arrinconada y cubierta de polvo en
los estantes del Consejo.


Se ha disputado con mucho calor acerca del
autor del pensamiento de restablecer la Prag-
máctica-sancion. Los liberales no queriendo deber
este favor á Calomarde , suponen que fue el
Guarda sellos, D. Juan deGrijalva, el instrumen-
to de que se valió el Rey para la publicación
de dicha Pragmática. Los realistas por su parte
acusaron á Calomarde de haber sido no sola-
mente quien sugirió la idea, sino también el
que la llevó á cabo. No será estraño que uno
y otro cooperasen á este fin: pero no es cierto
como se ha querido suponer que Calomarde se
opuso á su ejecución. Hallábase aborrecido por
el partido realista furibundo, y por otra parte
no dejaba de recelar del ascendiente que la Reiua
iba adquiriendo sobre el ánimo de su real Es-
pora. Creyó pues oportuno congraciarse su be-
nevolencia por este medio; pero no deja de ser
dudoso el objeto, que para lo sucesivo se pro-
ponía , á no ser esta medida únicamente pa-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


ra prolongar su permanencia en el Ministerio.
Sus esperanzas eran ilusorias y la última hora


de su poder iba á sonar. Sabidas son las céle-
bres ocurrencias de la Granja , y las intrigas pa-
laciegas á que dio lugar la aparente muerte del
Rey, y la abnegación sublime de su Esposa. Los
cortesanos semejantes á los salvajes que adoran
al sol al tiempo de salir, pero jamás se acuerdan
de tributarle culto al tiempo de ponerse, vola-
ron presurosos al cuarto de D. Carlos á tribu-
tarle sus primeros respetos , como á su rey y Se-
ñor. No se quedó atrás Calomarde, á pesar de
que llevaba consigo el presentimiento de su caid
que afligía su corazón. La repentina é inespera-
da mejoría del Rey , y la llegada no menos im-
prevista de la Infanta Doña Luisa Carlota, acaba-
ron de variar enteramente la escena. Las amar-
gas censuras de la Infanta decidieron á la Augus-
ta Cristina á reparar su momentáneo error, y los
cortesanos aterrados con aquel golpe huyeron á
su vista despavoridos.


Calomarde por su desgracia tropezó con .,1a
fogosa Infanta, y es fama que recibió de su
mano un solemne bofetón: poco rato después le
buscaba con mas siniestro objeto, pero el es-




CALOMARDE. 25


ministro previendo su destino se iiabia ocultado
ya, y trataba de poner tierra por medio. El dia
2 de Octubre llegó secretamente á Madrid , y
dos dias después salió en la diligencia para
Valencia, de donde se trasladó á Olba, en cuyo
pueblo tenia su fábrica de papel, famosa por aquel
tiempo. Sabiendo que se trataba de prenderle,
huyó á esconderse en un convento de frailes fran-
ciscos tan oportunamante, que apoco rato llega-
ron las requisitorias y se dio aviso á la fron-
tera. Disfrazado con el humilde sayal, se dirigió
á esta, pasados algunos dias , y ya iba á pisar
el territorio francés, cuando por su desgracia fue
reconocido por un sargento de carabineros, y sola-
mente á fuerza de oro logró escapar de sus manos.
El proceder que observó después con ellos, es
uno de los mas negros borrones de su conducta.
Habiéndose descubierto el cohecho, el sargento y
los carabineros se vieron en la precisión de emigrar
á Francia : aquellos infelices se vieron reprochados
porél ásperamente, y llegó ádecirles «que merecian
b^¡n ser fusilados por haberse dejado sobornar.»
Este rasgo, que parece increíble, únicamente puede
esplicarse por el humor atrabilario que á veces le
dominaba y que tomó incremento con su caida.




26 P E R S O N A J E S . C E L E Ü R E S


Sü posición se hizo mas crítica con los encuen-
tros Ifrecuentes que tenia con los emigrados es-
pañoles que volvían ufanos á su patria después
de tan dura y larga proscripciou. En varias oca-
siones llegó á verse espuesto á perecer entre sus
manos , si no. le hubiera salvado la generosidad
de algunos otros de ellos que le debiau favores
reservados. Ert aquella época tan feliz para muchos
españoles, cuando las. familias llenas de júbilo
abrazaban aquellos objetos de su cariño. que no
creían volver á estrechar contra su seno , Calomar-
de solo y despreciado en pais eStranjero , apuraba
en secreto la copa dé la amargura, sin un amigo
ni un recuerdo que mitigasen sus penas. Perdidos
sus empleos, secuestrados sus bieues, y hecho su
nombre un objeto de, execración y sinónimo de
una época de aciagqs padecimientos, que esclu-
sivamente se le imputaban, parecía €aloinarde en
su dest ierro, aquella infortunada víctima, que
llamaban los hebreos hostia por el pecado , á la
cual abandonaban en medio del desierto, cargada
con todas las iniquidades del pueblo de Israel, d*»i-
pu3S de haber invocad;) sobre su cabeza con mil
execraciones la cólera celeste..


Sus primeros pasos en Francia se dirigieron




CALOMAIUiE. 27


á Órlenos, de donde marchó a París. Desde allí
como desde un punto culminante,: pudo contení*
piar las escenas que rápidamente se sucedían en
la Península , y los densos vapores que sobre su
horizonte se aglomeraban, présagos de liorrenda
tempestad. El Rey falleció, y al punto saltó la
chispa eléctrica que puso en combustión los agru-
pados vapores. Tronó el cañón en los ángulo&de
la Península, y sus fértiles campiñas se regaron
con española sangre. Entonces Calomarde sé
aproximó, al teatro de la guer ra , fijando su re-
sidencia «n Tolosa , y se le vio dispuestoá tomar
parte en la contienda; pero sus servicios fueron
desechados, y la corte de Oñate le prohibió el
pisar territorio español. Aquella orden fue espe-
dida por antiguos amigos y clientes suyos, que
olvidando sus numerosos beneficios vengaban sus
desdenes: castigábasele también no solo por la
presentación de la Pragmática, sino aun mas
por las medidas represivas que habia tomado
contra el partido ultra-realista, que prevalecía
er^ Oñate. Al verse pues cargado cou el anatema
de este partido, vilipendiado en su desgracia; y
escarnecido por sus mas íntimos amigos, recayó
en la hipocondría áque era muy propenso.




28 PERSONAJES CELEMÍES.


Con objeto de distraerse pasó á Roma , mo-
rada común de ilustres proscriptos. Aquella ciu-
dad santa, colmada de religiosos y antiguos re-
cuerdos de todas épocas y de todas edades, ob-
jeto por Jo común de odio para los hombres
elevados al poder, debe escitar sin duda las
simpatías de los que algún dia se vieron rodea-
dos de esplendor y ahora gimen arrastrándose en
el polvo y viviendo de brillantes recuerdos, como
la mansión augusta de los Césares. La prensa
quiso dar importancia política á este viaje, que
probablemente no fue mas que un deseo de dis-
tracción ó de entusiasmo religioso, á la manera
que un enfermo en su agitación febril da vueltas
en todas direcciones y en ninguna postura calma
su dolor.


Los dos últimos años de su vida en Tolosa,
fueron consagrados esclusivamente á obras de
beneficencia Ademas de suministrar gruesas can-
tidades á los carlistas que imploraban su protec-
ción para pasar á Navarra, durante la guerra
habia socorrido muchas familias que la emigra-
ción habia lanzado en la miseria. Pero al vol-
ver de Roma, favoreció indistintamente á las
bandas de emigrados que inundaban aquel país,




CALOMAB.DE. 29


sin distinción de colores, y estos agradecidos á
sus beneficios llegaron á llamarle el padre de los
pobres españoles.


Muchas familias, no solamente francesas, sino
aun dentro de España lloraron el dia de su muer-
t e , porque les faltaba el pan de cada dia, Y en
medio de este desprendimiento, se trataba á sí
mismo con un porte mezquino, lo que hizo creer
con mucho fundamento, que preparaba un do-
nativo paradlos prisioneros de Bourges, como en
holocausto por conseguir su favor. Otros lo
atribuyeron hasta cierto punto á efecto de alguna
aberración menta l , causada por la melancolía,
mucho mas al ver los raptos de fervor religioso á
que se entregaba públicamente en las iglesias de
Tolosa, poniéndose en cruz , besando el suelo, y
haciendo otras demostraciones, que daban no poco
que reir á los franceses.


Los periódicos franceses y los españoles co-
piándolo de aquellos, atribuyeron su fallecimien-
to á noticias poco satisfactorias sobre asuntos
peculiares suyos, que recibió de Madrid, las cua-
les agravando su habitual melancolía, le causa-
ron un accidente apoplético que puso fin á sus
dias el 19 de Junio de 1842.




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


En su última enfermedad le asistió el médico
de Cabrera, D. Juan Sevilla.


Pocas horas después de su fallecimiento, se
recibió por el telégrafo, orden de París,. para que
se •le hiciesen solemnes exequias como, general,
por estar-. condecorado, con el gran Cordón. La
guarnición de Toiosa cubrió la carrera, la artir
Hería hizo los dispatíos de ordenanza , y. las au-
toridades civiles y militares de grande uniforme
presidieron su ent ierro, el mas suntuoso que hace
muchos años se había visto en Toiosa. Entérren-
sele en una caja de plomo, pues habia manifes-
tado déseos de que su cadáver se trasladase á
España^ y se colocase en la capilla del Cristo de
Olbav que á sus espensas habia levantado. Pero
este deseo no es. tan fácil de cumplir como él
creia , y solamente alguna que otra familia, qué
esperimentó su beneficencia recordará con el tiem-
po su tumba olvidada en tierra estrangera. ¡Vein-
te años han trascurrido; antes que se cumpliera
el último voto de Napoleón!


Ligeramente ha sido preciso tocar la parte de.la
\ i 4 a AeCiaVovnaTde qwft setOTa « VA política, y
era segúremele lo menos desfavorable que se po-
día hacer. La historia es la que juzga acerca de




CALOMARDE. 31


esta, al paso que se desentiende de las cualidades
personales. Pero muchas veces para juzgar de
aquella , es preciso estar al corriente de estas, que


á la verdad no es un panegírico.
Por desgracia al partido liberal que se creyó


triunfante y feliz al ver la caida de Calomarde,
le restaban aun largas calamidades y desengaños.
Le faltaba aun atravesar el sangriento periodo de
una revolución, en la que , como en todas , se
habían de desconocer los principios tutelares de
las sociedades , y de olvidar toda noción de lo bue-
no y lo justo. Le faltaba ver encumbrados á
hombres que podia poner en parangón con Calo-
marde, resultando este superior porque no invoca-
ba al menos el sagrado nombre de la libertad,
para ejercer la tiranía , ni estaban en contradic-
ción sus hechos con sus palabras y principios.
Por fortuna de nuestra patr ia , ni el tiempo de
Calomarde puede ya volver, ni pueden tampoco
ser de larga duración los males que la aquejan.


difícilmente se hallarán á no ser en una biogra-
fía. Esta idea ha dominado en la presente, que








Persaiuoes celebres fiel Sialo Щ
0 А




BONAPARTE.


[PARTE PRIMERA.)


«Si un dia desapareciese la civiliza-
ción de nuestro viejo continente,
quedando poesías , crónicas, medallas
y ruinas; si al través de las devasta-
ciones del tiempo, leyese el historia-
dor el mismo nombre inscrito en las
piedras del Escorial, en los mármoles
del Capitolio, en il granito de las
pirámides; si volviese á encontrarlo
en los escombros de Sroshnbrunn, de
Potsdam , del Kremlin lo mismo que
bajo la arena de los desiertos; ¿daria
crédito á los testimonios que hicieran
de aquel nombre el de un 'solo con-
quistador, de un mismo potentado,
de un Monarca grande entre los legis-
ladores, tanto como entre los guerre-
ros?"


S i i . vANnY. Diccionario de la con-
versación, art. BON4PU1T1. .


Las palabras que acabamos de copiar del ilus-
tre escritor francés , bastarian por sí solas, á no


i




2 PKSISONAJF.S CELEBRES.


ser tan conocido el personage que vamos á bio-
grafiar, para manifestar la gran dificultad de
reducir á los efltteelios límites de nuestra publi-
cación , la vida de un héroe, enlazada con tan
grandes acontecimientos, sirviéndole de teatro
casi toda la Europa continental y una gran parte
del Oriente, y de sepulcro el solitario peñasco
de Santa Elena. Sucesos en que hay que hacer
mención de todos los grandes personages que han
figurado en el mundo durante su reinado, y cuya
sola enumeración ocuparía todo el espacio de
nuestra biografía. Conociendo toda la dificultad
de la empresa, y presentando el gran personage
deque vamos á ocuparnos, dos figuras distintas,
bosquejaremos primero la vida de BONAPARTE,
desde su nacimiento hasta el Imperio, en esta pri-
mera parte, y desde que ciñó la corona hasta
su muerte en la segunda.


¿Cómo enumerar las innumerables victorias,
sus conquistas sin término, unidas á todas las
creaciones de las artes, á la restauración de los
templos, á las instituciones de los códigos y de una
legislación entera del héroe de los tiempos mober-
nos , héroe parecido á los personages épicos, según
la espresion del autor antes citado? Todo es ho-




BONAPARTE. 3


mérico, todo, es fatal, todo prodigioso en su gran-
de vida, para quien contempla su curso desde la
isla que fue su cuna, hasta'laque fue su sepulcro.
Sin embargo aquí lo maravilloso está en lo ver-
dadero : ese estraordinario destino se ha realizado
entre nosotros ; su carrera fue un drama del cual
todos hemos sido actores ó espectadores.


Cuando Juan Jacobo Rouseau, escribía en el
Contrato Social que tenia un secreto presentimien-
to de que la isla de Córcega admiraría un dia al
mundo, nació en ella y en su capital Ajaccio
Napoleón, el 15 de Agosto de 1769, siendo sos
padres Carlos Bonaparte , vastago de una familia
noble de Toscana, y Leticia Ramolino. Aquel
año era notable por las primeras señales de los
sacudimientos que habiau de cambiar el aspecto
del mundo : en América la insurrección de Mas-
sachusetts; en Europa la confederación de Bar, y
el dispertar de los griegos á la vista del pabellón
de Catalina ea el Mediterráneo; en Francia la
sublevación de los Parla mentos en el asunto de
la Chalotais, la oposición,á la Corona de todos
los Príncipes de la sangre, y sobré todo la grande
humillación de esta en el reinado declarado de
la Condesa Dubarrí. A los diez años, el joven




4 PERSONAJES CELEBRES.


Bonaparte • uo sabia hablar francés. Pasó á la
escuela militar de Brienne y desde allí á Paris,
y eu, í78S fue nombrado Subteniente de artillería.
Han insistido muchos en que era un alumno común;
pero sin embargo, se hacia notar por la avaricia
eon que empleaba el tiempo, asi como por la
hábil elección de sus ocupaciones. Tenia ,es ver-
dad., poca afición al lat ín, y en esto se parecía
á Carlos X I I ; pero cultivó con avidez todos los
ramos de instrucción que forman el arte militar.
La historia eia una pasión para él , pues siempre
estaba pensando en la guerra y en la política.
Dovoraba á Plutarco, no soltaba de la mano á
Arr iauo, y estudiaba á Polibio. La lectura era
su única distracción , y en vez de correr á jugar
como los demás niños en las horas de recreo,
se encerraba en la biblioteca, ó en un jardín
apartado, pensando en el porvenir, y recordando
su primera niñez y su primera patria. Todo indi-
caba en aquel niño una altivez que no sabia do-
blegarse á la humillación. Cuéntase que al acabar
sus cursos en 1783, fueron á Brienne el Duque
de Orleans y Mine, de Montesson, y que este
fue el que colocó en la frente de Napoleón las
coronas con que habia sido premiado. ¡Su nieto




BÓNAPAnTE. 5


le ha levantado unaes t a tua ! Napoleón naso- ala
Escuela Militar de París eti Octubre de 1784, y
en Agosto de 1785, 'contando apenas 16 años de
edad, fue nombrado Subteniente del regimiento
de artillería de Láfere, que estaba de guarnición
en Valencia del Del tinado. Dé corta estatura, pero
derecho y esbelto, habia en su porte una mezcla
de decisión, de atropellamíento y de gravedad, que
no permitían ver en él á un hombre vulgar. Su
color amarillento , sus mejillas hundidas y su es-
tremada flaqueza, tienian cierto atractivo. Sus
discursos hacían: olvidar la altanería de su acen^
t o , pues siempre se perdona el orgullo cuando
se vé que está apoyado en lo que es del hombre,
y no en lo que está fuera de él. Su cabeza, de-
masiado grande para su estatura, corregía este
defecto con una ancha y noble frente, un ojo
de águila, y una boca que tenia un encantoines-
plicable en momentos de benevolencia, y una her-
mosura terrible en los de cólera. La contradicción
causaba en él fácilmente esta especie de hermo-
sura, pero su mirada lo mismo que su sonrisa,
eran siempre notables por la movilidad trasparente
con que brillaban á su turno el desden, la ene-
mistad , el afecto y el entusiasmo. En 1786 la




6 PEB.SOfW.ES/ CELEBRES.


academia de Leou á instancias del Abate RayDal
propuso la cuestión siguiente -.: ¿Cváles son los
principios, las institttpionqst que deben inculr
aarse d los hombres para hacerles lo mas felices
posible? Presentáronse varias memorias, y una en-
tre ellas llamóla atención por la energía salvaje
y-Qrienjtal á un mismo tiempo.de su estilo, y ta
firmeza y estension deles pensamientos. El autor
era un oficial de artillería que apenas contaba 18
4ñQ*, Era;Napoleon Bouaparte.. Durante aquellos
años de inac.cion para él, de trabajo y de des-
composición para, la Francia,, qua ; trascurrieío»
basta que se J e : dio uii. papel eu eL drama de
sus tempestades , Napoleón continuó pidiendo, á
las letras, las distracciones y el interés que no
podia¡encontrar ni,en el placer, nj en el estudio,
ni en el polígono. Quedó bosquejado un viaje á
los Alpes en el estilo de Seerne; una historia de
Córcega ocupó mas particularmente los ocios de
su vida de guarnición. Esta obra se ha per-
dido,


Bonaparte que estuvo sucesivamente de guar-
nición en Dotiay, en Flandes, (1787), y e n A u -
xonne, en Borgoña (1788), procuró pasar sus
semestres en Paris para frecuentar el trato de




BO ÑAPARTE. 7


los espíritus elevados ,cuyo conocimiento Io había
proporcionado el Abate Raynal. Desarrollábase
entr'e tanto el espíritu revolucionario en Francia,
y entre los varios sucesos de acuella época, en
la que' Napoleón no> tomó' Una parte activa,
llegó Capitán de artillería j el 6 de Febrero
de 1792. Con este grado estuvo en el sitio de León
en 1793, á las órdenes del General Kellermann.
Empleado después en el sitio de Tolón , fue pro-
movido áGefe de batallón, y mandó la artillería
hasta la toma de la plaza. La actividad, él valor
y los conocimientos que había desplegado durante
la campaña, le hicieron nombrar Ayudantegeneral
Gefe de brigada. Alli también manifestó la fecun-
didad ¡de sus recursos, y'tal vez en toda sü vida
no ha brillado tan entera en parte alguna su su-
perioridad como en aquel primer triunfo. En Mayo
de 1794 se dirigió la espedicion sobré Córcega,
que había- sacudido el' yugo francés. Dióse el
mando deellaáBbnaparte, pero salieron frustradas
sus tentativas para tomar á Ajaccio á los insur-
gentes , y se vio precisado á volver al ejército
que se hallaba sobre eL-Var. Colocado siempre á
la cabeza de la artillería, se distinguió en la
toma de Saorgio, en el Condado de Nisa, y fue




8 P E R S O N A J E S O E L K B B . E S .


recompensado con el grado de General de bri-
gada.


Es uoa cosa singular ¿ que la caida de Robes-
pierre llevó tras sí' la de Bonapartc, y la revolu-
ción del 9 Thermidor estuvo á punto de compro-
meter su naciente fortuna, porque se habia pro-
nunciado por el partido de la montaña. Pocos
diasantes del 9 Thermidor, el 13 de Julio, Ricort,
que habia quedado el único representante del
pueblo en el ejército de: Italia por la marcha pre-
cipitada de Robespierre el joven para Paris, habia
dado la orden por escrito al General, Comandante
de la artillería, de pasar á Genova, para desem-
peñar una misión militar bajo el aspecto de otra
política. En el intervalo, la revolución que se
verificó en el seno de la Convención, dio lugar al
reemplazo de Ricort por Albitte y Salicetti; y
bien fuese que estos dos hombres , dispuestos
á hacer olvidar sus violencias terroristas, quisiesen
arrojarse á las violencias thermidorianas, y en-
tregar \ictimas á diestro y á siniesto, para so-
brenadar, permauecieudo en todos los regímenes
felices; ó ya estuviesen impulsados á aquella co-
bardía por el resentimiento de su ignorancia en
el sitio de Tolón, ó ya en fiu que la misión




BONAPABTE. 9


confiada á Bonaparte les fuese desconocida y sos-
pechoso su viageá Genova, el 19 Thermidór de-
cretaron su acusación, le hicieron arrestar y man-
daron que fuese llevado á la comisión de Salud-
Pública. Junot 'yJ Sebastiani sus ayudantes de
campo le propusieron l ibrarle, pero se opuso á
ello diciendo: «Soy inocente y confio en las leyes.»
Contentóse con escribir una carta á los dos repre-
sentantes, llena de admirable sencillez, de nobleza
y de valor: «Quieren, decia , que vaya á París
con un decreto que me declara sospechoso, y es
de suponer que los representantes no lo han dado
sino á consecuencia dejun^informe. Cualesquiera
que sean las medidas que adopte la^comision, no
podré quejarme de ella. Si tres hombres declarasen
que he cometido un delito, no podría quejarme
del jurado que me condenara. ¿ Deben los patriotas
perder inconsideradamente á jm General que no
ha sido inútil á la'República? ¿Deben los repre-
sentantes poner al Gobierno en la necesidad de
ser injusto ó .impolítico? Escuchadme, destruid
la opresión que me rodea; una hora después, si
los malos quieren mi vida, ¡la estimo tan pocol
¡ la he despreciado tantas veces! Si¿ la sola idea
de que aun puede ser útil á la Patria me hace




10 PERSONAJES CELEBRES.


soportar su peso.» Bieu sea por esta carta ó
por el examen de sus papeles, teniendo los re-
presentantes en consideración lo útiles que podían
ser á la República los conocimientos militares
de Bonaparte, mandaron el 3 Fructidor (20 de
Agosto de 1794) que quedase provisionalmen-
te en l ibertad, permaneciendo en el cuartel ge-
neral i


Quedaba al joven héroe una libertad proviso-
ria, : una situación precaria:, y hizo uso de ella
para destruir, en el mes de Setiembre , una mar-
cha amenazadora de los Austríacos sobre la Bor-
mida , y de los Ingleses sobre Vado , donde se
refugiaban todos los cruceros enemigos. Envió á
la comisión dé Salud-Pública un plan de inva-
sión en I ta l ia , eL mismo que un año después le
había de hacer reconocer como el primer Capitán
de los tiempos modernos. La comisión mandó
que se- hiciese al to, en odio tal vez al oficial de
26 años que hablaba de conquistar reinos. El
ejército victorioso de Italia , condenado al reposo
durante todo el otoño y todo el invierno siguien-
te, vio con los brazos cruzados los triunfos de
las legiones del Norte.


Bonaparte entregado á la oscuridad en aquellos




BONAFABTE, 11


momentos, ni aun allí estuvo exento de peligros.
Perseguido poco antes por los terroristas repug-
nantes de los degüellos, fuelo ahora bajo otro
título. Destruidos en Marsella por los movimien-
mientos populares los fuertes de S. Jaime y San
Nicolás, los había él comprendido en sus planes
de defensa del litoral francés, é hizo trabajaren
ellos. Los patriotas marselleses se creyeron ó su-
pusieron amenazados; se quejaron á la Asamblea,
la cual temerosa del: disgusto de; los jacobinos*
aun. cuando se separaba de ellos , mandó com-
pareeer en la barra al General, como sospechoso de
moderauüsmo y de traición: era un ; decreto de
muer te , pero el grito universal del ejército de
Italia paró el golpe, y se salvó. Estas locuras y
peligros sin embargo, si bien afectaban su alma
altiva, no le hacían doblegar. Hallábase en Tolón,
donde debía haber tomado el • mando de una es-
pedicion naval destinada contra la Santa Sede, y
que no se había llevado á efecto á causa de los
desastres esperimentados por. la escuadra : un d í a ,
un corsario francés entró una presa española, y
ei^ueblo sabiendo que había en ella una veintena
de emigrados, quería asesinarlos, desconociendo
á los representantes del pueblo, que ofrecían una




12 PERSOHAJ.ES CELEBRES.


muerte jurídica dentro de 24 horas: Bonaparte
se presenta, vé entre los sediciosos á artilleros
que él habia m a n d a d o , les arenga, les impone,
y salva á los representantes amenazados también
por el populacho ; hace desaparecer los franceses
prisioneros que se embarcaron en cajones y le debie-
ron la vida. Era esto á los ojos de los gobernantes
un nuevo crimen, y sin embargo Bonaparte tuvo
la dicha de no verse condenado mas que á aban-
donar el ejército. Voló á Paris y llegó alli poco
después de las convulsiones del 12 Germinal (20
de Mayo), en las que Pichegrú, que habia ido
á defender la Convención a contra los jacobinos, v¡ó
amenazada su vida y concibió tal horror á aquella
asquerosa anarquía , que regresó inmediatamente
á su ejército para venderlo. Prevíanse sin embargo
nuevos días de revuelta y de sangre. La Conven-
ción no contenta con haber depuesto á los de-
cemviros, quería entonces sus cabezas para cas-
tigarles de todas las bajezas que les habían im-
puesto. En nombre de la Constitución de 1793,
(20 de Mayo de 1795), los jacobinos sublevaron
los arrabales y los arrojaron sobre las fullerías.
Era la gran crisis de la revolución francesa: tra-
tábase de saber si ¡el 9 Thermidor y los 10 meses




BONAPABTE. 1 3


que acababan de transcurrir eran solo un acto
engañoso Como todos los que habian marcado el
movimiento ascendente] de la revolución , ó si
estaban acabadas las destrucciones, agotado el
desorden, y adoptada al fin la marcha hacia un
Gobierno regular , legal y libre. Triunfó el orden,
y como en el 9 Thermidor, la victoria quedó á
los poderes constituidos, á las leyes, á la Conven-
ción nacional. Hasta el advenimiento de Robes-
pierre , la fortuna de la guerra había sido siem-
pre favorable á .la insurrección popular; desde
el reinado de Robespierre , el juicio de Dios será
siempre contra ella. Treinta y cinco años debían
transcurrir hasta que llegasen los dias en que el
pueblo fuese mas fuerte que la autoridad. Para
esto, era necesario que la reacción del orden que
principiaba, estuviera á su vez agotada, y agotada
por sus propios escesos, hasta tal punto que hu-
biera reacción en los espíritus contra la misma
reacción: las cosas humanas están regidas por
una ley misteriosa que condena las naciones, á
las causas, á los partidos, culpables de haberse
dejado arrastrar por un primer esceso, á soportar
el esceso contrario, antes de poder gravitar hacia
el término de sus trabajos.




J4 PERSONAJES CÉLEBRES.


En aquellos tiempos de convulsiones, en que
caía el Gobierno revolucionario tras el gobierno
constitucional y tras el monárquico, cuando ha-
bía que crear para la Francia uno nuevo y defi-
nitivo , hallábase Bonaparte sin posición, sin
fortuna, apesadumbrado con la pobreza de sus
hermanas y de su madre, y cott el corazón afligido
délos pesares de que el genio no libra á 25 años
á los grandes hombres. El Oriente le ocupaba
mucho, y llegó hasta presentar á la comisión
de Salud-Pública, un proyecto para la restaura-
ción de la Milicia en el Imperio turco, que él
se encargaba de realizar con algunos oficiales
enviados por el Gobierno á la Puerta. Pasaba sus
dias en doloroso ocio con sus edecanes fieles, su
condiscípulo Bourrienne, su antiguo maestro de
matemáticas Patraut, su tio el Abate Fesch y
una familia corza. Iba algunas veces al teatro,
pero la alegria de los demás oscurecía la suya:
gustaba de los parages solitarios, y al saber que
su hermano José acababa de casarse con Mada-
ma Clary, hija de un comerciante rico y apreciado
de Marsella, envidiaba su felicidad. Tal era 'id
existencia vacía y a tormentada de Napoleón; ¡triste
y curioso espectáculo el de aquel genio cautivo,




B O N A P A B T E . 15


y que puede nacer comprender lo que sufrieron
el Taso ignorado, Galileo encadenado , el Dante
proscrito, Camoens errante, Cristóbal Colon de-
sarmado, y cuantos poetas ven ante sí mundos
que la fatalidad les impide alcanzar!


Los desastres del ejército de Italia le sacaron
por un momento de sus meditaciones. Aunque
en un puesto secundario, habia Bonaparte brilla-
do tanto en aquel teatro, que á pesar de estar
destituido, acudió á él la Comisión de Salud Pú-
blica para conocer los medios de hacer frente a
aquellos contratiempos: redactó las instrucciones
que se enviaron á Kellermann, y en recompensa
de aquel servicio fue agregado al depósito de la
guerra. Asi permaneció separado de los aconte-
cimientos, hasta que uno grande le arrojó á la
escena del mundo. La Convención desde el 1.°
Prairial, es decir, desde cuatro meses, no tenia
mas política para atraerse la opinión pública que
la de ir destruyendo mas y mas todas las me-
didas que ella habia sancionado. Los decretos de
Fructidor sublevaron á Paris, y las secciones que
fvbos meses antes habían defendido la Conven-
ción contra los revolucionarios, se armaron con-
tra la Convención. Los realistas , y gran mime-




16 PERSONAJES CELEBRES,


ro de emigrados se habían alistado en las filas
de la Guardia Nacional y marchaban á su frente;
el 12 Vendimiarlo á las siete de la noche, el
General Menou, Comandante en Gefe del ejér-
cito del interior tuvo que ceder á los sublevados,
y aquella noticia puso en alarma á la Convención.
Buscaba á un General que se atreviese á salvar
con la Asamblea, la revolución comprometida. Ha-
blábase de Barras , y eDtre otros nombres pro-
nunciados por algunos representantes que se acor-
daban de Tolón, y tal vez por el mismo Barras,
hirió el oido el de un joven pálido, flaco, mal ves-
tido, que escuchaba con atención los debates desde
una t r ibuna: era Bonaparte. Después de mucho
reflexionar, se presentó sin ser llamado á las
comisiones reunidas; allí contó lo que había visto,
habló de los recursos que quedaban , del modo de
emplearlos, y acabó dictando la ley. Fijó sus
condiciones para salvar la Asamblea, siendo una
de ellas que no estaría bajo las órdenes de sus
comisarios; pues aquel yugo imbécil Jiabia pesado
demasiado sobre él para que quisiera volverlo á so-
portar. La Convención para conciliar ambos en-
tremos decidió que Barras fuese el{Comandante en
Gefe de la fuerza armada , teniendo por segundó




B O N A P A R T E . 17


á Bonaparte, bajo la promesa de ^entregar el
mando de hecho y sin restricción, á su hábil
segundo. Era la una de la mañana. Al amane-
cer veíanse 40,000 Guardias Nacionales organi-
zados y aguerridos. Bonaparte se informa de los
medios de defensa de la Convención , reducidos
á unos 8,000 hombres de todas armas. Al mo-
mento envia á Murat, Gefe de escuadrón entonces,
con 300 caballos á los Sablons donde babia 40
piezas de artillería, con orden de llevarlas inme-
diatamente al jardín de las Tullerías. Todo el
día pasó la Guardia Nacional encerrando la Con-
vención en las 'fullerías y el Louvre , sin atacar;
Bonaparte, adoptadas todas sus medidas, esperaba
el ataque. Verificóse este al fin, y á .las dos horas
habia cedido en todos los puntos , destruyéndose
durante la noche ó cañonazos las barricadas que se
habían construido. Al dia siguiente se desarmaron
las secciones mas comprometidas. La Convención
habia vencido , y cuando Bonaparte se presentó á
ella fue aclamado el salvador de la Asamblea, de la
República y de la revolución. Nombrado General
de división en 16 de Octubre, se le confirió poco
después el mando én Gefe del ejército del interior,
encargo el mas superior que habia en el Estado.




Í8 l 'EBNAJES CÉLEBRES.


El 5 Brumario año IV (26 de Octubre de 1795),
principiaron su carrera la Constitución del año III
y el régimen directorial. Bonaparte, con su con-
ducta, se habia grangeado del público una opi-
nión muy diversa de la que tenían los gober-
nantes de aquella época. En la espantosa carestía
del invierno de 1796, viósele hacer distribuir
alimentos á los pobres con una solicitud agena
de un soldado. Habia pensado unirse con una
señora corza de poca fortuna, pero el destino
le deparaba otros lazos. Mientras el 14 Vendi-
miario desarmaba las secciones, se le presentó
un ¡Oven de 14 años, reclamando la espada de
su padre que le habia sido arrebatada; su pa-
dre era uno de aquellos generales del antiguo
régimen, que en 1792 dieron la victoria á la
revolución, y á quienes la revolución devoró
en los cadalsos en 1793. Bonaparte devolvió la
espada con tanta generosidad y delicadeza, que
obligó á la viuda a irle á dar las gracias al
dia siguiente; era una creolla á quien una vieja
negra, ducha en decir la buena-ventura, h^bia
pronosticado muchas veces una corona. María
Josefina de Tascher, Vizcondesa de Beauharnais,
de mas edad que el General Bonaparte, reunía




BONAPARTE. 1»


á la hermosura cuantos encantos dan el alma y
el corazón. Bonaparte la amó, y se casaron el
9 de Marzo de 1796, poniendo en común mas
esperanzas [que bienes presentes.


Consultado Bonaparte por el Directorio sobre
la campaña de Italia, creyó que era posible ven-
cer, y trazó los medios de penetrar en el cora-
zón del Milanesado. Carnot conocía y admiraba
su plan de campaña de 1795. Desde entonces
había pedido la conquista de la Italia, pero
como era sospechoso se le habia negado. Des-
pués del 13 Vendimiario, se entregó la Italia
al solo hombre que entreveía victorips por aquel
lado; esta es toda la intriga y todo el fenó-
meno.


En aquel teatro iba á desenvolver las gran-
des concepciones, que hasta entonces solo habia
dejadq entrever, y á igualar en menos de uu
año, las reputaciones militares mas elevadas, an-
tiguas y modernas; y lo que es singular, al
mismo tiempo, otro capitán ilustre se presentaba
en^la palestra. (*) Con fuerzas inferiores ganó
sucesivamente las batallas de Montenotte, Mi-


(') Véase la Biografía del Archiduque Carlos.




20 PEKSONAJES CÉLEBRES.


llesimo, Mondovi, en los días 12 , 15 y 22 de
Abril de 1796; forzó el paso del puente de Lodi
el 10 de Mayo, entró eu Milán el 17 , triuüfó
en Castiglione el 5 de Agosto, en Arcóle el 17
de Noviembre, después de tres dias de combate,
en Rivoli, y bajo los muros de Mantua el 14 y
15 de Enero dé 1797, sobre las márgenes del
Tagliamento el 16 de Marzo; firmó los prelimi-
nares de la paz con el Austria en Leoben el
18 de Abril , y concluyó el tratado definitivo
en Campo-Formio el 17 de Octubre.


Bonaparte , en el curso tan rápido de sus
triunfos, manifestó que su genio y sus miras
no se limitaban á la dirección de las tropas so-
bre el campo de batalla: organizó y administró
los paises conquistados , concluyó armisticios y
firmó tratados. Su nombre tenia un brillo en
Europa que debia alarmar al Directorio ejecu-
tivo; amenazado aquel cuerpo por el partido
anti-revolucionario, conoció la necesidad de gran
gearse el apoyo del vencedor de Italia, por medio
de una condescendencia calculada en la p r e t i l -
derancia que este podia dar á la mayoría de los
dos Consejos que formaban la oposición. Asi fue
que el golpe de Estado del 18 Frucüdor 3̂ de




BONAPARTE. 21


Setiembre de 1797) fue dado por el Directorio,
de acuerdo con Bonaparte, quien para llevar á
cabo la parte militar, destacó al General Auge-
reau del ejército de Italia bajo él pretesto de
enviar unas banderas. Cuando la pazdeCampo-
Formio, el Directorio nombró á Bonaparte Ge-
neral en Gefe del ejército del Occéano, desti-
nado á obrar contra la Inglaterra, y le dio or-
den de ir antes al Congreso de Rastadt para
presidir la legación francesa. El 5 de Diciembre
dé 1797, regresó Bonaparte á París después de
veinte meses de ausencia. El entusiasmo público
le recibió con trasportes desconocidos entre los
antiguos para con los triunfadores, desconoci-
dos entre los modernos para con las testas co-
ronadas. La ciudad de París dio á la ealle
Chantereine, que habitaba, el nombre de calle
de ' l a Victoria. El Instituto le llamó á su seno:
«1 Directorio le recibió con magnífica pompa,
en 'medio del patio del Luxemburgo, con el tra-
tado de Campo-Formio en la mano. Alli Bar-
ras^ esclamaba en nombre del Directorio: «Que
la naturaleza, avara de sus prodigios, solo de
tarde en tarde dá á la tierra grandes hombres;
que él el primero de todos ha roto el yugo de




22 PERSONAJES CELEBRES.


los paralelos, y que con el mismo brazo con
que ha destruido á los enemigos de la Repú-
blica, ha separado les rivales que le presentaba
la antigüedad.» ¡La adulación le hacia ya Prín-
cipe! Después de dos meses de permanencia en
la capital, visitó las costas del Occéano y re-
gresó á ella, causando nuevos embarazos al Di-
rectorio su presencia y sus pretensiones. A aquella
posición del Directorio y del General se debió
la espedicion de Egipfo Bonaparte había con-
cebido el proyecto con la lectura de una Me-
moria depositada en tiempo de Luis IV en el
Ministerio de negocios estrangeros, y cuya ten-
dencia era formar en aquel pais de África una
Colonia destinada á servir de depósito al co-
mercio de la India. Habia conferenciado sobre
aquel proyecto con Talleyrand, Ministro enton-
ces de relaciones esteriores. El Directorio adoptó
el plan de la espedicion y se reunieron los me-
dios para egecutarla. Bonaparte salió de París
el 3 de Mayo de 1798, llego á Tolón el 9 , y
allí encontró reunidas 'las tropas destinadas al
embarque, los transportes necesarios y las fuerzas
marítimas que debian proteger el convoy. Em-
barcado el ejército, dieron la vela los transportes




BONAPARTE. 23


y la escuadra el 19, y llegaron delante de Malta
el 9 de Junio. La ciudad fue ocupada el 13 en
virtud de un convenio, y se organizó un go-
bierno de la Isla en lugar del de los Caballeros
de la orden de S. Juan. En 1.° de Jul io , á los
trece dias de haber salido de Malta, se presen-
tó la espedicion en las costas de Egipto. En
la noche del 1 al 2 desembarcó el ejército y se
apoderó por la mañana de la ciudad y puerto
de Alejandría. A los tres dias marchó sobre el
Cairo , capital del Egipto, batió por primera
vez á los mamelucos en. Chebreiss, y los der-
rotó completamente el 23 de Julio entre Em-
babeh y Giseh, sobre la orilla izquierda del
Nilo, á la vista de las Pirámides. Atravesóse el
Nilo el dia siguiente, y Bonaparte hizo su en-
trada en el Cairo el 25.


Imposible seria dar aqui los detalles de aquella
espedicion: baste saber que después de haber
conquistado el Egipto hasta las Cataratas, por
sí mismo ó por sus Generales, Bonaparte salió
mal de su empresa en Siria contra S. Juan de
Ac*re, residencia del famoso Bajá, Ahmed-Djezar;
y que aquel contratiempo no fue compensado
por el triunfo obtenido sobre el ejercito del Bajá




24 PERSONAJES CELEBRES.


de Damasco, al pie del monte Thabor. Precisado
á regresar á Egipto por las pérdidas que la peste
y los diversos combates habian causado en su
ejército, el vencedor de los mamelucos, lo fue
también dé las tropas del Sultán de Cons-
tan tinopla en la batalla de Aboukir , el 15
de Julio de 1799. Un mes después, el 22 de
Agosto, dejando Bonaparte el mando al gene-
ral Kleber, se embarcó en Alejeridria para re-
gresar á Francia , bien fuese llamado por las
noticias de los progresos de la coalición europea,
ó bien por insinuaciones que se le hubiesen he-
cho antes de la espedicion, para colocarle al
frente de un complot contra el Directorio. Des-
embarcó en Frejus el 9 de Octubre, y por una
estraña eseepcion no sufrió la cuarentena pres-
crita por las leyes sanitarias; anuncióle el telé-
grafo y el 16 de Octubre llegó á París.


El Consulado es la era de la restauración
social de la Francia: el complot de que acaba-
mos de hablar se urdió ó enlazó de nuevo: el
Directorio suóumbió el 18 Brumario año VIII
(9 de Diciembre), no sin viva oposición por
parte del Consejo de los Quinientos, y Bona-
parte fue nombrado el primero de los tres Con-




BONAPARTE. 25


sules que se instituyeron en reemplazo del Di-
rectorio. Desde entonces todo tomó un nuevo
aspecto en Francia; á un régimen opresivo, su-
cedió otro de moderación. Por desgracia , aquella
reacción, que llevaba tras sí una Constitución,
objeto de tantas esperanzas cinco años antes,
se llevó del mismo golpe otro establecimiento,
objeto de universal amor en 1789. El sistema
representativo, separándose de la Monarquía se
había perdido. Su alianza con la República le
hizo responsable á los ojos de los pueblos, de
todas las desgracias que llevaba en pos de sí
la falta de un poder supremo y tutelar. Asi fue
que la Francia respiró al ver cerrarse las asam-
bleas legislativas, que durante diez años habían
sido la mansion de las tempestades. Y admíre-
se una prueba del cansancio de los principios
constitucionales: Bonaparte en todas sus pro-
clamas, justificó la dispersion de los Consejos,
diciendo que estaban divididos, como sino es-
tuviera en la esencia de los cuerpos representa-
tivos el estaren efecto divididos, el poner frente
á frente todas las opiniones, para que salga de él
discusión, la justicia, y de esta la tranquilidad:
¡admirable sistema que hermana de este modo




26 PERSONAJES CÉLEBRES.


las disensiones civiles con el público reposo, la
igualdad con el orden, la Monarquía con la li-
bertad! Pero entonces Bonaparte tenia razón. Las
asambleas que pretendían gobernar, estaban con-
denadas á la concordia. La Convención lo con-
siguió poniendo en hileras en sus propios ban-
cos las cabezas de los disidentes. El régimen di-
rectorial quiso contentarse con proscripciones, pe-
ro sin fruto. La Tribuna sola no puede reinar;
necesita un punto de apoyo, y á falta del Tro-
n o , los cadalsos: alejándose estos cayó. La re-
presentación nacional por haber abusado hasta la
furia y el delirio de sus derechos, fue á sufrir, ver-
gonzosa y abandonada, en SaintCloud el contra
golpe de la sesión del Juego de pelota. Todos los
poderes perecen por sus escesos y Dios no ha es-
ceptuado de esta gran ley á la libertad.


Bonaparte decía, en sus instrucciones : «Sin el
orden , la administraccion no es mas que una
elección sin justicia, y no hay mas que partidos,
opresores y víctimas. La moderación imprime un
carácter augusto asi á los gobiernos como á las
naciones. Es compañera siempre de la fuerza* y
de la duración de las instituciones sociales; en
ella estriban la estabilidad de los Gobiernos y la




BO.NAPAKTE. 27


grandeza de las Naciones.» A su regreso á Paris
dictó al Ministro de Policía una proclama nolable,
en que se manifestaba la política del orden y de
la gloria , en vez de la dé los intereses y del en-
tusiasmo que se invocaron hasta entonces. (*)
Llamó á s i , cualquiera que fuese el partido á que
hubiesen pertenecido, á cuantos hubiesen apren-
dido algo de las lecciones del t iempo, y eran
capaces de renunciar á la victoria para disfrutar
la tranquilidad. De este modo no dejaba en pos
de s í , como miserables restos , mas que á los
incorregibles de las fracciones estremas ; enlazaba
á su suerte a la Nación en te ra , y con tan me
didos pasos conducía de la revolución al orden,
á la Francia agitada, sin que la muchedumbre
de los republicanos advirtiera que los conducía
á la monarquía , ni la de los realistas que les
arrancaba á la legitimidad.


Todas las partes que constituyen «1 servicio
público, sintieron su mano poderosa: fundó el
Banco da Francia, creóla Caja de A mortizacion,


(*) Véase para mayores detalles sobre este periodo, el
interesante artículo escrito por Mr. Satvandy en el Diccio-
nario de la conversación.




2~8 PEnSONAJKS CELEBHES.


organizó el sistema de las obligaciones de los re-
ceptores generales; abriéronse los puertos de Fran-
cia a l a s potencias neutrales; las tropas fueron
reorganizadas y atendidas ; constituyó definitiva-
mente la Escuela Politécnica; destruyó la ley
de los rehenes; volvió las iglesias á la religión;
y 20,000 ancianos, levitas sin al tares, se enca-
minaron desde la tierra del destierro para irse á
sentar y orar en el hogar de la patria. Renacieron
las antiguas y elegantes costumbres de la sociedad;
y al mismo tiempo que mandaba hacer pomposos
funerales á los restos de Pió VI , muerto cau-
tivo en Valencia, erigía una estatua á S; Vi-
cente de Paul. Todos estos actos , tan estraños
entonces, contribuían mas que victorias á la pa-
cificación interior de la Francia. Dio un poderoso
impulso á los trabajos preparatorios del Código
civil, y con sus discursos durante la discusión, ad-
miró á los asistentes.


La revolución de Brumario habia anunciado
un nuevo Código político á los frrnceses: era
último refugio de los designios orgullosos de
Sieyes y de sus ambiciosas esperanzas ; pero Bo-
naparle conociendo toda la irregularidad de aquel
edificio, procuró destruirle, y en el interior de




UOmPARTE. 29


un consejo privado se elaboró la Constitución, del
año VIH, que declaró que el primer Cónsul era
Napoleón Bonaparte. Abriéronse registros en to-
das' las municipalidades á fin de que los ciuda-
danos aprobasen aquella Constitución , resultando
entre 3.012,560 votos, solo 1,500 á 1,600 nega-
tivos. Antes de hacerse el escrutinio, instaló
el 24 de Diciembre á los otros Cónsules Camba-
ceres y Lebrun, constituyó el Senado, le hizo
elegir el Tribunado y el cuerpo legislativo, y
organizó.. por último el Consejo de Estado. Asi
pues habia principiado el Imperio ; desde los pri-
meros días de su poder, él solo firmaba los actos
oficiales, y solo con él despachaban los ministros
de modo que los otros Cónsules quedaban oscu-
recidos. Desde su llegada á Luxemburgo, resta-
bleció los usos, los procederes del bocabulario
de la antigua sociedad francesa. Mma. Bouaparte
fue el centro de la nueva sociedad; establecié-
ronse las paradas en que el primer Cónsul, Ge-
neral Bonaparte, se mostraba al pueblo y ai
ejército con todo el brillo de su sencillez y de
su gloria.


El 30 Pluvioso año VIII (19 de Febrero 1800)
Bonaparte se dirigió al palacio de los lleves bajo




30 PERSONAJES CELEBRES.


el pretesto de instalar en él el Gobierno, y subió
con un aire de indiferencia los escalones que
Luis XVI babia bajado por la última vez ocho años
antes. Tomó para sí la Cámara de Luis XVI y
el Gabinete de Luis XIV , instaló á Josefina en
las habitaciones de la Re ina , y envió al cuerpo
diplomático y á todos los cuerpos del Estado, á
felicitar á aquella nueva Soberana ; diciendo á su
Secretario Bourrienne que le daba el parabién por
verle en aquel sitio: «No basta estar en él , es
preciso permanecer.» Desde aquel dia todas sus
miradas se dirigieron al estertor; lo que quería
conquistar, era la paz ; pues si la victoria le
habia hecho Dictadoi , solo la paz podia hacerle
Rey.


El fuego de la guerra civil se habia encendido
de nuevo en la Vendée. El tratado de Campo-
Formio habia sido violado, y los ejércitos de
Italia estaban en el mayor desorden. La Ingla-
terra era el alma de la coalición, y Bonaparte de-
jando á un lado las formas diplomáticas, escribió
al Rey de la Gran Bretaña proponiéndole la pas;
la denegación injuriosa hecha por el Ministro
P i t t , contribuyó á hacer popular la guerra. Bo-
naparte se dirigió entonces con 80 ,000 hombres




BONAPARTE. 31


sobre I ta l ia , pasó los Alpes, los montes de San
Bernarda, Simplón y San Gotardo, atravesó el
Tesiuo, entró en Milán el 4 de J u n i o , pasó el
P ó o , y destruyó los enemigos apoderándose de
sus almacenes y artillería. Bonaparte dio una
batalla geueral y decisiva al General Melás en las
llanuras de Montebello , haciéndole 6,000 prisio-
neros. Repuestos los austríacos volvieron á la car-
ga , pero fueron rechazados por todas pa r t e s , y
¡a batalla de. Marengo fue una de las jornadas
mas célebres en los fastos franceces. Siguióse á
aquella victoria una suspensión de armas; Bona-
parte regresó á Milau para reorganizar la repú-
blica Cisalpina, y desde allí á París pasando por
Lion. Por úl t imo, los triunfos del General Mo-
reau en Alemania, dieron lugar á la paz d e L u -
neville.


El 8 de Mayo de 1802, el Senado reeligió á
Bonaparte primer Cónsul por diez años, ademas
de los otros diez por los cuales le confería este
cargo el artículo 59 de la Constitución. A los
p^cos dias decretó el Senado que se consultase
al pueblo: «sí Napoleón Bonaparte seria Cón-
sul vitalicio», y el 14 de Thermidor, declaró él
Senado que de 3.577,259 ciudadanos que habían




32 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


votado , había reunido Bonaparte 3.568,185 votos
ú su favor, y que en consecuencia era declarado
primer Cónsul vitalicio. Asi se consagró en la
nueva Constitución del año X .


Fue reconocido después mediador de la Con-
federación suiza; por un decreto del 1.° Bruma-
rio año XI declaró propiedad inherente de la Re-
pública francesa a los estados de Parma y de
Guastalla; el resto del año lo pasó recorriendo
los Departamentos.


Roto el tratado de Amiens, volvió á empe-
zar la guerra con la Inglaterra por la invasión
del Hannover.


Por aquel tiempo estallaron varias conspira-
ciones contra el primer Cónsul, siendo la mas
notable la de la máquina infernal de que se salvó
milagrosamente. Jorge Cadoudal y susco acusado s
perecieron casi todos en el patíbulo, y el Gene-
ral Moreau fue desterrado, y se retiró á los Es-
tados-Unidos.


Réstanos hablar de un hecho que será siem-
pre sin duda un eterno borrón en la vida.,de
Bonaparte. Hablamos del asesinato del Duque
de Enghien arrebatado de su residencia de Etten-
heim, llevado á la ciudadela de Strasburgo , y




BOSAPAIITB. 33


desde; allí á ,Vincennes y el 21 de Marzo juzgado
condenado y ajusticiado en menos de tares horas.
Se Ha die.bo qué sus subalternos se habían es-
cedido* y que él mismo se sorprendió de aquella
muerte tan pronta. La Francia quedó' consterna-
da; y Bonaparte acababa de desmentir su obra
de cuatro años. Bonaparte aprovechó aquel momen-
to para consumarla. El 27 de Marzo presentó al
Senado un cuadro de todos los peligros del país
por. la guerra, los complots y las intrigas del
estrrmgero, y el Senado contestó al momento
que, no había mas puerto de salvación que la
monarquía hereditaria. El 30 de Abril deliberó
el Tribunado sobre la necesidad de elevar al Im-
perio á;BOnaparte y á sus herederos. Solo Carnot
Opuso su veto; y el 18 de Mayo se proclamó el
Imperio, presentándose Napoleón ai día siguiente
con su cortejo de Condestables', Mariscales y
brandes Dignatarios. El dueblo y el ejército aplau-
dieron aquel espectáculo. Era un gran golpe de
atrevimiento: enemiga la Inglaterra, amenazadora
lf^Europa > Moreau pronto á comparecer ante un
tribunal, y el Duque de Erighien asesinado la
víspera ¡ qué momento para subir el último esca-
lón y sentarse en el trono! ,̂




34 PERSOÍSAMHS ÍKBEBHES.


¡ t o q u e " i t í d t t a !el Jugar quwdélie'0CBpa#"-8ii
el-mdiídoi N»pe4eaní; aj» «s que haya 'reinado,
smo qoelíBhipezswe'á reinar el di» qtfe lo Hizo,
La-Franela miínHÓ-iiKis que- una cosay-la monar-
quía; ' un) heihbre,: : Napoleón;, ú » primeipio, el
orden ¡:unii, esperanza., e l reposo: conceí podeí;
Creyó q u e l f revoló oion; liabas acabado;, y s eeS*
ganaba?. Ademas,¡de la raórJarqúía, necesitaba ta
libeitad, y el troioimpefial nopodia dársela; dióla
si'v s inénibargo, seguridad , eoofianza y gloria.


' H e m o s visto al joven-Bonaparte, entusiasta y
reflexivo, dotado de'todas las fuerzas del estudio
y del genio , poner *u' espada al servicio de la
revolución contra el: estrangero, y asegurar el 18-
Vendimiarte, por: una grande resolución: civil,
su fortuna que había principiado por un grande
hecho: de afmas ,eu el sitio de Tolón. Después
lientos visto al .-General Bonaparfe , á la edad
de. : 2 í anee , Comandante en Gefe del ejér-
cito «le Italia, admirar al mundo asi por sus
cre&eimies como, pcfr sus victorias, traíspiiliiar
á •!& Europa, mara. que; por sus tratados per c¡is
máximas; é instruir. atrevidanieete la revolución
con sus, actos y su lenguaje, en el culto de Jos
vecuerdos . en el respeto de las creencias , y en




¡ noa A PARTE. 3.»


el, amor á\ lasactefe Herma visto eo fin.al pri-
mer CtÍDsal R8áa[Kirte '[)nx'laiiuir como' programa
del -18 Bnjiraario •', ta restauración del órdeé, •so-
cial, y camplirloicoiv una'admirable mezcla de
audacia y de prudencia. Disciplinando la revolu-
ción , la sometió' á ver restablecido el orden en
la familia, en la sociedad, en el Estado. Todos
los partidos fueron destruidos, amalgamados y
reconciliados. Un poder grande y fuerte, fuerte
con todo el prestigio de la victoria, y ostentan-
do como un trofeo mas glorioso que la misma
victoria, después de doce años de una guerra
furiosa y universal , la paz universal' y gloriosa,
aquel poder se babia hecho el punto de apoyo
de todos los intereses y de todas las opiniones.
Imparcial y tutelar , había dado el primero de
todos los bienes, la seguridad. Instituciones a d -
ministrativas admirables, el restablecimiento de
la religión, sabias leyes civiles, formaban con
la constitución militar mas poderosa de Europa,
un sistema político que no habia podido esta-
b l ^ e r s e , ni podia perpetuarse sino con el Go-
bierno de uno solo. Todos lo conocían , y el
Gobierno de uno solo estaba ya de hecho esta-
blecido y apreciado por los franceses, cuando el




36 PERSONAJES CELEBRES.


l'IN DH'LA PRIMERA I'AR'IE


primer Cónsul creyó llegado el momento de .con-
fesar' el'Imperio, y de inaugurarlo. En la parte
siguiente examinaremos, no ya á Bonaparte,: sino
á Napoleou Emperador, y el gran drama del
Imperio. •






i ers опале s cieljres Rei. SIOLO




NAPOLEON.


(PARTE SEGUNDA.)


«Lo que pereció entre sus manos, no
pereció solo por su hecho , sino tam-
bién por el hecho de su destino. Com-
poníase este de problemas verosímil-
mente insolubles. Asi pues puede de-
cirse con certeza, que cayó por des-
conocer Injusticia; no podría añadirse,
que con ella se hubiese sostenido.


SALVANDY. Diccionario de la con-
versación.


Hemos visto antes , que el 18 de Mayo de 1804,
pocos dias después de la muerte del Duque de
Engbien , cuando Pichegru acababa de morir eu
uña prisión, y Moreau estaba aun en ella , llevó el
Senado á Napoleon al palacio de Saint-Cloud el
Senado-Consulto que variaba la Constitución del




2 PERSONAJES -CELEBRES.


Estado y le conferia la dignidad imperial here-
ditaria. La Francia sancionó con su voto aquel
cambio, verificado sin contradictores; el clero lo
celebró en el santuario, y los magistrados escla-
maron: «Dios crió d Bonaparte y descansó.»
Solo dos protestas hubo, la de Carnot en el Tri-
bunado en nombre de la revolución, y la de
Luis XVIII, desde Varsovia, en nombre de los
derechos de su raza y del principio de la legiti-
midad. Napoleón las desdeñó, y hasta hizo in-
sertar en el Monitor el acta del hermano de
Luis XVI.


Los primeros actos del Emperador fueron es-
traordinarios. Reorganizó las escuelas Politécnica,
de Puentes y calzadas, y de Derecho; instituyó
un ministerio de negocios eclesiásticos; dio al
código civil que acababa- de promulgar, y que
es uno de sus títulos de gloria para la posteri-
dad, el nombre de Código-Napoleón. Al mismo
tiempo, inauguró la institución de la legioh de
honor. En seguida, fue á recibir las aclamacio-
nes de sus ejércitos de Boloña, a hacer maniobrar
sUs flotillas, inspeccionarlos grandes trabajos de
las plazas de la Bélgica, dispertar eii Alx-La-
Ghapelle los recuerdos de Carlo-Magno, recoger




IONAPARTE. 3


en Maguncia los liomenáges de los Príncipes del
Imperio que le habían salido al encuentro , y
regresó á Paris para recibir de manos del Gefe
de la cristiandad, el óleo santo que Cario-Magno
habia ido á buscar á la capital del Mundo cris-
tiano. Fue un espectáculo singular y que daba
á conocer el Imperio de las antiguas Costumbres,
el poder de Bona parte y de la reacción, el ver
á la Francia conmoverse y arrodillarse en pre-
sencia de aquel anciano, que iba á ejercer en
el seno de la nueva sociedad y á imponerle una
autoridad que el siglo XVIII creia haber destrui-
do con el sofisma , y ahogado en la sangre. Pió VII
y Napoleón, eran dos conquistadores que toma-
ban ambos posesión del Imperio. En Paris y en
todas partes, el Papa atraía á la muchedum-
bre á los templos al ir á consagrarlos. La profa-
nación habia sido grande , grande era la repa-
ración.


El 2 de Diciembre de 1804, verificóse en la
Iglesia de Ntra. Señora de Paris el acto solem-
ne ̂ e la consagración. Napoleón tomó la corona
bendita de manos del Soberano Pontífice, para
colocarla sobre sus sienes y sobre las de Josefina,
manifestando asi que la recibía no del sacerdote,
sino de Dios y de su espada ,. y satisfaciendo de




-1 L ' E H S O N A J E S C E L E B R E S .


este modo Jas modestas exigencias del liberalismo
de entonces,-La mitad de la Europa se negó a
reconocer aquella nueva corona , y la otra reco-
nociéndola . conspiró. Pítt babia vuelto á tomar
las tiendas del Gobierno, y su primer acto fue
unir la Suecia á la alianza de la Inglaterra. El
Emperador Alejandro se preparaba á hostilidades
abiertas, ¡arrastrando en pos de sí á la Puerta
Otomana. La Dieta de Ratisbona estaba bajo la
misma influencia, y ya el Austria movía sus
ejércitos. Solo la España había seguido la causa
del Imperio francés, y reunido sus flotas á las de
aquella nación.


El año de 1805, la guerra se hacia sentir en
todas las costas y sobre todos Jos mares. La In-
glaterra bloqueaba los puertos de Francia, Espa-
ña é Italia, y la Rusia ostentaba sus escuadras
en el Bált ico, en la Mancha y el Mediterráneo.
Napoleón sin embargo ocupaba con sus ejércitos
todo el Occidente, estendiéndose los unos desde
el Rin al Hannover, y los otros desde la República
Cisalpina hasta el reino de Ñapóles: suscitaba á
la Persia contra la Rusia, y á la India contra
la Inglaterra. La marina francesa jamás fue tan
poderosa, y si Villeneuve sufria un primer de-




iìÓMAPAR'l'E; , S


(') Véase la Biogralia de Gravina.


sastre-('X Unum:, -.YerlMuel- y-- otros iiiarinos ilus-
traban él pabellón tricolor, con brillantes hechps
ile anuas. . . :


Eu medio 'de esta gsueral conflagración, Na-
poleón seguia trasformando los estados. La Re-
pública de Liguria , la antigua Genova, era in-
corporada al Imperio ; Parma y Plasencia tuvie-
ron igual suerte , y la República italiana fue eri-
gida en reino (28 de Marzo de 1805).; Napoleón
corrió á Milán con su esposa á ceñirse la vie-
ja corona de hierro, y unió á su título de
Emperador el de Rey. Dio á su hijo político,
Eugenio de Beauharnais el Virreinato de Ita-
lia ; y á sus hermanas Elisa y Paulina, lo s
principados de Piombino, de Luca y de Guas-
talla.


La tercera coalición fue la respuesta del con-
tinente á aquellas estrepitosas subversiones del
statu quo. Firmóse en San Petersburgo el 11 de
Abril de 1805, y el Austria accedió á ella dos
meses después. Napoleón de vuelta á las Tullerias
y desde alli al campo de Boloña , se ocupaba de
sus preparativos de desembarco en Inglaterra,




6 PERSONAJES CÉLEBRES.


H Véase su biogcalia.


cuando supo á un tiempo que un» falsa manio-
bra del Almirante Villeneuve había; frustrado
todos sus planes , y que el Austria, quitándose
la máscara, movia sus ¡ejércitos. El Archiduque
Fernando al frente de 90,000 hombres, el Ar*
chiduque Juan de 40,000 y el Archiduque Car-
los (*), marchaban sobre el Inn; el Lech y Adigo;
la Baviera estaba ya invadida. Jfapoleon^Ievantó
el campo de Boloña y transportó el ejército á mar-
chas forzadas sobre el Rin y el P ó , el Adigo
y el Danubio. El 27 de Setiembre se hallaba en
Strasburgo, y el 1S de Noviembre Viéna le
abría sus puertas, después de haber destruido y
humillado al enemigo en Ulm: En aq'uel momento
los ejércitos rnsós aparecían en la Moraviá con
el Emperador Alejandro á su cabeza; y la Prü-
sia justificando su resolución cori la violación de
su territorio, reunía sus numerosas fuerzas á las
délos dos Emperadores. Napoleón se adelantóá
ellas, y el 2 de Diciembre, aniversario de su
coronamiento, destruyó en las llanuras de Aus-
térlitz el lazo que unía á los Monarcas coaligados.
La Monarquía austríaca, enteramente conquista-




BOiíAPAUXJi. 7


d a , quedó Sometida por aq«el terrible golpe á
la mano del vencedor. El Emperador Francis-
co IT, se presentó en el campamento de Napo-
león, y la vieja soberanía se inclinó ante el soldado
coronado. El Emperador de Austria, merced á
Ja geuerosidad del vencedor, se apresuró á re-
gresar á sus estados. La Prusia desarmó, entre-
gando en cambio del Electorado de Hannover,
de que se despojaba la Inglaterra, los Principados
de Berg y de Cleves para Mura t , y el de Neuf-
chatél para Berthier. Los soldados de la revolución
iiechos Mariscales del Imperio, ascendían á Prin-
cipes y Soberanos, para pasar luego á ser Reyes.


Asi acabó la campaña de setenta, d i a s , una
d é l a s mas gloriosas para el ejército francés. Fir-
móse la paz en Presburgo , y en memoria de
aquel suceso, Napoleón ofreció á sus tropas
reunirías en París para celebrar las fiestas que
debia darles é 1.° de Mayo» Desde Viena habia
anunciado Napoleón á su ejército de Italia la
próxima invasión del Reino de Ñapóles, y sn
hermano José, encargado de aquella eFpedicion
obtuvo la corona de aquel reino; en el mes de
Junio de 1806, Luis, otro hermano del Emperador,
fue colocado sobre el trono de Holanda.




8 PERSONAJES CELEBRES.


El 25 de Setiembre de 1806, se firmó la euarta
coalición entre todas las Potencias del Norte, y
la Prusia lanzó al gabinete de las Tullerías la
intimación , verdaderamente insensata , de retirar
las tropas francesas del lado allá del Rin; antes
del 8 de Octubre inmediato Apenas pueden creer-
se semejantes locuras, y nada prueba mejor cómo
se fascinan los Gobiernos absolutos. La embriaguez
de la'juventud alemana se había apoderado de
la corte d« Potsdam. Una Reina joven y hermosa
que recorría á caballo los cuarteles al lado de
Federico Guillermo, al ver el entusiasmo qué
escitaba, creyó que su ejército lo podía todo,
porque todo lo podia ella' sobre aquella juventud
numerosa y valiente. Napoleón al recibir tan es-
traño cartel, se levantó diciendo: «Nos dan una
cita de honor pasa el 8 de Octubre: y como hay
una Reina hermosa que quiere presenciar los
combates, seamos corteses , marchemos sin des-
cansar á Sajonia. » En: efecto, el 28 de Setiem-
bre, Napoleón habia pasado el Rin , y el 8 de
Octubre, dia señalado, maniobraba sobre elSaale.
Los prusianos se admiraron de ver delante 3e
sí á Napoleón y á su ejército dividido en ocho
cuerpos, mandados por todos los héroes de la




Hiiiada imperial ¿. Bernadotte; Lannes,: Davoust,
Ney, Soult , Augereau, Lefebvre Mbrtier, y el
gran Duque de Bergi Los 'contingentes ide: los
Reyes y Principes ida la Confederación del: Rih ,
tos de la Holanda, de la Suiza y de Italia, es-
taban unidos á.'los soldados dé ciento veinte de-
partamentos que contaba el Imperio : , y anima-
dos del mismo ardor. El 9 vieron al enemigo y
lo rechazaron; el 19 lo batieron de nuevo, y el
14 la Monarquía prusiana quedó destruida en.lena.
La Campaña de- Austria babia terminado por Un
r a y o , y un rayo principiaba esta. Cada dia se
apoderaba el ejército imperial de alguna plaza,
y ya estaban en su poder Stettin, Spandau y
Custr in, cuando Napoleón llegó á Potsdam para
inclinarse ante el sepulcro del gran Federico, y
hacer su entrada triunfal en Berlín. El Austria
habia costado á Napoleón una campaña de sesenta
días , y empleó catorce en destruir la Monarquía
del gran Federico. Los ejércitos rusos se adelan-
taban para combatir con los prusianos sobre el
Saale, y encontraron las columnas francesas so-
bre el Vístula. La Polonia se agitó al acercarse
las banderas amigas, y cuando los franceses en-
traron en Varsovia (el 28 de Noviembre), toda




itt r ? A S 0 í S A 3 E S CELET5B.ES.


aquella Nación exaló un grito de alegría, y tuvo
un sueño de libertad. Napoleón, autes de dejar
á Berl ín, había dado el famoso decreto del
bloqueo continental; y desde Posen firmó el de-
creto , haciendo de la Iglesia de la Magdalena
el templo d é l a gloria. Pasó el invierno en Var-
soviá , á quinientas leguas de su capital , y desde
"aüi reinaba sobre todo el continente. Desde allí
también reunió en París un Sanhedrin que re-
formó el estado civil de los israelitas, reglamentó
«1 clero protestante, autorizó las comunidades
católicas, estendió su mano sobre la Península
española , derribó y humilló á sus pies á Godoy,
confundido con un manifiesto dado por él el dia
antes dé la batalla de Jena, y retractado al si-
guiente. Napoleón sé. contentaba con que la España
le diera su.ejéici to, y se lo dio en efecto.


Sin embargo, la guerra se reanimaba en su
verdadero tea t ro , y el grande ejército tenia que
combatir ahora á los rusos , en su pais , bajo
su cielo, y en medió de su helada atmósfera.
El 29 de Febrero alcanzó la famosa victoria de


c
Eylau , el 1.° de Marzo la de Elving, y el 14
de Jun io , aniversario de la de Marengo, la de
Friedland. Esta última terminó la campaña ; y




BOWAPABTE. 1 í


e» Tilsit t , en medio del Niemen, sobre un bar-
co , se presentaron el [imperador de Rusia y el
Rey de Prusia ante el soldado coronado que les
habia vencido , y que dos años antes había reci-
bido al Emperador de Alemania en la misma
actitud en su campamento de Austerlitz. Napoleón
señalaba casi siempre el fin de una campaña con
la abolición de alguna de las instituciones l i-
berales que no se habia atrevido á destruir á su
advenimiento al Imperio. Asi fue que suprimió
el Tribunado el 19 de Agosto de 1 8 0 7 ; el l . «de
Marzo un Senado-Consulto dio una nobleza á la
Monarquía imperial, y restableció los mayoraz-
gos , suprimidos por la Asamblea constituyente
en 1799.


La paz de Tilsitt es el punto culminante de
la fortuna de Napoleón y de los triunfos del Im-
perio. Todos los Reyes * menos Gustavo IV, que
se obstinaba y perdió en ello la Pomerania, y
después la corona, se habían inclinado ante su
presencia. El 9 de J u l i o , Napoleón se despidió
«hjl Emperador de Rusia * del Rey y de la Reina
de Prusia , y de su ejército, y entraba en Paris
el 2 7 ; Par is , que era entonces el punto de reu-
nión de los Reyes y Principes, de los Imbaja-




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


dores de los mas lejanos países, celebraba sun-
tuosas fiestas con motivo de las bodas de varios
Príncipes y Princesas; y al mismo tiempo que
llegaba del Norte la espada del gran Federico,
conquistada en Potsdam , llegaba también del Me-
diodía la de Francisco í , restituida por la Es-
paña. En 1808, Napoleón cometió la mayor de
las iniquidades , invadiendo alevosamente la Es-
paña, y arrancando la corona á su legítimo posee-
dor para darla á su hermano José , que cedia la
suya de Ñapóles á Murat. No nos detendremos
en recorrer las diferentes faces de la gloriosa
guerra de la independencia , que tan heroicamente
sostuvo el pueblo español durante seis años : un
ilustre escritor las ha consignado en su inapre-
ciable Historia de aquella época. (*) Mientras
Napoleón transportaba a la Península sus ejércitos
y desguarnecía la Alemania, se organizaban en
'aquel país las sociedades secretas, y los armamen-
tos del Austria probaban sus disposiciones hos-
tiles. Entretanto, en Setiembre de 1808, corría
Napoleón á Erfurth para conferenciar con el Em-


(*) Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución
de España, por el Conde de Toreno.




HONAPARTK. 13


perador Alejandro á fin de repartirse el mundo;
y después de tres semanas de íntimas conferencias,
se separaron los dos Emperadores el 14 de Oc-
tubre, para no volverse a ver sino en el campo
de batalla. El 25 anunciaba Napoleón al Cuerpo
legislativo que iba á salir para España. Salió el
29 de Octubre; el 4 de Noviembre habia vuelto
á tomar la ofensiva: el 10 triunfaba en Burgos,
el 30 en Somosierra, y el 4 de Diciembre se ha-
llaba en Madrid.


Napoleón estaba de vuelta á las Tullerías el
23 de Enero de 1809, y el 12 de Abril supo
por el telégrafo la invasión de los austríacos, ve-
rificada el 9. El 16 estaba enfrente de las líneas
austríacas á la cabeza del grande ej rcito ; y tres
dias después las habia destruido en las cuatro
batallas gloriosas de Thann, Abensberc,Eckmuhl,
y Landshutt. El 2 3 , delante de Ratisbona, al-
canzó el plomo enemigo por primera vez á Na-
poleón; pero siguió su camino, y el 10 de Mayo
se hallaba bajo los muros de Viena, que se rin-
dió después de tres dias de bombardeo.


En medio de sus triunfos, Napoleón conoció
dolorosamente que la guerra habia cambiado de
aspecto. El espíritu público era mas patriótico,




14 P E R S O N A J E S CÉLEBRES.


estaba mas irritado , y las masas se consideraban
mas comprometidas en la lucha. El ejemplo de
España era contagioso y el llamamiento de su
Junta Central á todos los puebíoS, habla sido es-
cuchado. Una insurrección fanática en el Tirol,
multiplicadas sublevaciones en Westphalia, y otros
acontecimientos mantuvieron el fuego en Alema-
nia durante muchos meses , á despecho de sus
gobiernos, y fatigaron á muchos cuerpos de ejér-
citos franceses. El Austria abatida se volvió á
levantar del lado allá del Danubio , mostrando
nuevos ejércitos que necesitaban nuevos sacrificios,
nuevas victorias y una nueva campaña. En Lo-
bau , para el paso de! primer brazo del Danubio
y en Esling ( 2 2 dé Mayo) para el del segundo,
fue la lucha , fue tenaz y sangrienta (*) ; y
después de haberlo verificado, por primera vez
vaciló la fortuna de sus armas eh Wag r am
(6 de Julio). El Austria estaba sola; ¿qué hubiera
sucedido si la Prusia que temblaba, y la Rusia
que estaba vacilante hubieran seguido la incli-
nación de sus afecciones y su política ? Siguióse^á
aquella batalla un armisticio, y después dé tres me-


(•) Véase la biograüa del Archiduque Carlos de Aus-
tria.1 1




FrOXAPARTE. 15


ses de negociaciones se Armóla paz en Viena.el
3 de Octubre.


Mientras los ejércitos franceses sucumbían en
la Península y evacuaban el Por tugal , hacia la
Inglaterra desembarcos1 formidables en las Islas
Jónicas deque se apoderó, en Ñapóles,, en el
Báltico, y en el corazón mismo del Imperio. Una
flota considerable (*m 50,000 combatientes á las
órdenes de Lord Chatham se presentó en las aguas
de Zelandia, desembarcó en Walcheren, se apo^
deró de MeldelburgO yFlesinga y amenazó á Am-i
beres. Quedaban aun algunas dificultades por
parte de Napoleón para firmar el tratado de paz
de Viena , que desaparecieron con el incidente
dei frió fanatismo del joven Stabs, que se pre--
sentó para matar á Napoleón en nombre de la
patria alemana , con la sangre fría de un duelo,
y que murió con la constancia de la virtud; Na-
poleón admirado, conoció entonces el entusiasmo
con que los pueblos entraban en la lucha, y lo
que en adelante podia contar con ellos.


^Napoleón al dia siguiente de su entrada en
Viena (15 de Mayo) habia consumado la destruc-
ción de una soberanía respetada por las naciones
desde hacia íml años. Habia reunido al Imperio




j.-g P E R S O N A J E S C E L E B R E S ,


los estados de la Iglesia, apoderándose de oo-sesio-
nes agenas, destruyendo uu estado independiente,
cambiando violentamente la situación relativa de
las potencias Europeas, haciendo del Gefe es-
piritual de todos los estados católicos, un pen-
sionado y subdito de uno solo, y despojando al
anciano qu<«. le habia coronado. El Papa habia
vengado atrevidamente los derechos y la dignidad
de ia Santa Sede, arrojando los rayos de'la Iglesia
á la frente que poco antes habia consagrado;
ahora usaba el Emperador de represalias, opo-
niendo la fuerza á el anatema, y el augusto
anciano fue llevado prisionero á Grenoble.


A su vuelta á Francia, Napoleón hizo disol-
ver su casamiento con Josefina, con quien estaba
enlazado desde 1796, para contraer una nueva
unión con la Archiduquesa María Luisa, hija del-
Emperador de Austria. El matrimonio se celebró
en SaintCloud el 1.° de Abril de 1810. En el
mismo año fueron reunidos al Imperio por un
decretóla Holanda y el Valais; las ciudades An-
seáticas perdieron su independencia en 1811, y el
título de Rey de Roma, dado por Napoleón á s u
h i j o , manifestó euanto habia exaltado su ambi-
c ión , su enlace con la hija de Francisco II. Sin




BON.U' A K T E . 1 ?


embargo un concilio francés, burló con su re-
sistencia las miras del dominador que le habia
convocado para reunir legítimamente en su mano
las dos potestades espiritual y temporal.


En Mayo de 1812, salió el Emperador de
París con su esposa, y pasó varios dias en Dresde
con su suegro el Rey de Prusia y otros Príncipes
alemanes; hizo con aquellas dos grandes potencias
tratados de al ianza, y á los pocos dias se anun-
ció un rompimiento entre la Francia y la Rusia.


En efecto, las tropas francesas pasaron el Niemen
el 23 de Jun io , y Napoleón se apoderó de AVil-
na y sucesivamente de cuantas plazas encontra-
ba á su paso. El enemigo huia delante de él
después de haber quemado y destruido cuantos
recursos ofrecia el pais. El 10 de Setiembre, d i o
á los Rusos en las orillas del Moskovva una de
las batallas mas sangrientas, y de la que sa-
lió victorioso: el 14 entró en Moscow, entrega-
do á las l lamas, y en cuya ciudad permaneció
imprudentemente hasta principios de Octubre, en-
gañado siu duda por el bueu tiempo que duró
liaSa el 7. Desde el dia 14 al 16 el termómetro
señalaba 16.° y 18." bajo cero. Los caminos
quedaron intransitables, y en pocos dias perecie-


N. í




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


ron mas de 30,000 caballos; sabidas son las
penalidades y enormes pérdidas que sufrió el ejér-
cito francés durante aquella horrible retirada, cu-
yes pormenores nos es imposible referir.


Napoleón dejó el mando á Murat , después
del terrible paso del Veresina, y metiéndose en
un trineo casi solo, desconocido, por entre mil
peligros atravesó la Polonia , la Prusia y la Ale-
mania, para ir á pedir á la Francia su obediencia,
sus tesoros y su sangre /para reemplazar el gran-
de ejército que habia muerto, y vengarle si era
posible. El 19 de Diciembre se presentó de re-
pente Napoleón en las Tullerias, y la Francia le
acusó de haber abandonado á sus hijos. Creemos
sin embargo que hizo bien en dejar ai ejército para
conservar su Imperio , pues su deber no era
atender á algunos, sino á todos. Necesitaba real-
zar la fortuna de la Francia , si le era posible,
reanimar su valor , formar nuevos ejércitos, re-
primir los cobardes descontentos que se encarni-
zaban contra los poderes amenazados, exaltar las
pasiones generosas que salvan á las naciones
cuando peligran. Solo él podía hacerlo. Su pri-
mer cuidado fue imputar á las opiniones libera-
les que llamaba ideología, la abortada conspira-




BONAPARTE. lS


cion de Mallet, mientras estaba en Rusia , é
hizo que todas las'grandes corporaciones le pro-
digasen las mas monár |iiicas seguridades. Pre-
veyéndolo todo, arregló por un Senado-Consul-
to la constitución de la Regencia. Pasó tres
dias en Fontainebleau para calmar al Sumo Pon-
tífice, y terminar todas las diferencias por medio
de un concordato. Se ocupó principalmente en
organizar un ejército; el Senado le dio 350,000
reclutas, 100,000 hombres de las cohortes de la
Guardia Nacional, 100,000 de las conscripciones
anteriores, y 150,000 de las venideras; en dos
•meses se organizaron, se instruyeron y marcharon
«obre el Elba, con 150 cuadros compuestos de
oficiales esperimentados y sargentos aguerridos
sacados de los ejércitos de España : 40,000 arti-
lleros de marina, inútiles entonces en el Occéano,
pasaron á reforzar el ejército de tierra.


La Inglaterra y el continente coaligados mul-
tiplican por su parte los sacrificios y los esfuer-
zos. Alejandro saca soldados del fondo del Asia.
I^i Inglaterra arrastra la Suecia á la alianza, ofre-
ciéndole la Noruega. La Prusia se quita al fin la
máscara, y devuelve á la juventud alemana sus
gritos de patria y libertad. Una declaración de




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


Emperador Alejandro , fechada en Calish invitó
á todos los pueblos y á todos los Príncipes de
Alemania á sacudir el yugo de la Francia ; la
guerra debiá continuar en nombre de la libertad,
y el porvenir de la Europa estaba en aquel do-
cumento.


Napoleón respondió á las hostilidades de la
Prus ia , pidiendo al Senado 180,000 hombres mas,
que le fueron concedidos, agotando lo pasado y
devorando el porvenir. Formóse ademas un cuer-
po de 10,000 guardias de honor, vestidos , mon-
tados y equipados a su costa , y al mes siguiente
la flor dé la juventud del Imperio, asi de Roma,
Tu r in , Amsterdam y Rruselas, como de París
y Lion , iba á colocarse á la vanguardia del gran-
de ejército. El 15 de Abril de 1813 salió Napo-
león de París para el ejército, entregando la re-
gencia á la Emperatriz María Luisa , y esperan-
do estrechar de este modo la alianza con el Aus-
tria ; pero esta aprovechó aquel momento (26 de
Abril) para declarar que el tratado precedente
no era aplicable á las circunstancias actuales.
No era aun enemiga, era neutral y se ofreció como
mediadora. Napoleón quedaba solo con la Confe-
deración del R in , cuyos principios veia vacilar,




B O N A P A R T E . 21


dispuesto seguii la suerte de la guerra á permane-
cerles fieles, ó á acceder á la declaración de Ca-
l ish , y no viendo sino la elección entre dos ser-
vidumbres , donde los pueblos irritados soñaban
en la nacionalidad alemana y la libertad.


La batalla de Lutzen (2 de Mayo) que ar-
rojó á Alejandro y á Federico Guillermo de Dresde,
y en la que pereció Bessieres ; la de Bautzen
( 20 de Mayo ) donde esperimento la pérdida sen-
sible de Duroc ; la de Wurchen, al dia siguiente,
que volvió á abrir los caminos de la Silesia y
del Oder á las águilas francesas, fortalecieron la
Alemania y en particular á la Sajonia, algunos
cuerpos d« la cual estaban ya con el enemigo.
La Europa quedó asombrada de aquellas victorias
debidas al genio de Napoleón. Hamburgo y Lubeck
habían vuelto á su poder , y Berlin estaba ame-
nazado. El Austria propuso un Congreso que fue
aceptado, y Napoleón un armisticio que se con-
cluyó el 4 de Junio. ¿ Habia traición y artificio
de parte del Austria ? Hubo falta por parte de
Napoleón en no proseguir sus triunfos, al paso
que negociaba en el territorio neutral de Austria?
L o que no puede ponerse en auna , es <yv» e,evi\v\
en gran parte á una estraña preocupación , á la




22 PERSONAJES CELEBRES.


esperanza de salir bien de sus reiteradas tentativas
de atraerse al Emperador Alejandro, y dividir
el mundo en dos parles como lo decia él mismo.
De todos modos, si hubiera continuado en mar-
char adelante, dominando el Oder, dando la ma-
no por un lado á Rapp, que estaba en Dantzik,
por el otro á los polacos de Varsovia y de Cra-
covia , cuyo hermoso ejército acababa de llevarle
Poniatowski, no hay duda que hubiera restable-
cido su situación en Europa, y podido tratar vic-
toriosamente en Praga.


La lentitud del Congreso, que tardó desde el
5 de Julio hasta el 9 de Agosto para redactar
proposiciones formales, 48 horas antes de que
espirara el armisticio ; aquellas proposiciones que
solo debian dar una tregua armada en el con-
tinente , puesto que la Inglaterra no hacia parte
del Congreso; las condiciones de aquella tregua,
el brusco rompimiento de las negociaciones, la
repentina declaración de guerra del Austria, por-
que Napoleón, con la distancia que mediaba des-
de Dresde á Praga, no habia contestado en el
término señalado de veinte y cuatro horas pa'fa
la espiración del armisticio, á proposiciones tan
considerables y tan lentamente redactadas, todo




B O N A P A R T E . 2 3


autoriza á creer que las negociaciones no fueron
jamás una cosa seria, y que aun cuaudo Napoleón
hubiese suscrito á todo al momento, hubiera sido
en vano.


El Emperador de Austria se declaró contra
su yerno , y sus tropas fueron batidas delante de
Dresde. Napoleón se vio precisado muy pronto á
abandonar la línea del Elba y á retroceder, á
causa de las maniobras de uno de sus antiguos
generales, Bernadotte, hecho Príncipe real de Sue-
cia. No fue este el solo rival de Napoleón que se
unió á la Europa para destruirle. Moreau se pre-
sentó también en el cuartel general de los Empera-
dores y Reyes.


El 15 de Agosto, volvióse á abrir la campaña, y
el 26 se vieron obligados los Emperadores á pelear.
Como en Austerl i tz , los tres estaban en frente
unos de otros. Como en Austerlitz el águila fran-
cesa triunfó. El enemigo en su huida se llevaba
á un herido ilustre á quien una bala de cañón
habia quitado los dos muslos. Era Moreau. La
Providencia igualaba el castigo á la falta.
* La victoria de Dresde, alcanzada por el genio


de Napoleón sabré el plan de campaña de Mo-
reau, sirvió solo para probar cuanto tenia de des-




24 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


tructor é insuperable aquel plan. Mientras el
Príncipe de Skmuhl contenía y batia á los aliados
en Hamburgo , el Príncipe Eugenio cubría la Ita-
l ia , Napoleón sostenía en Sajonia una especie
de sitio regular contra todo el continente. Un
senado-consulto pedia 280 ,000 hombres, cuando
supo el Emperador que la Baviera acababa de
entregarse á la coalición con su hermoso ejército,
que habia peleado con los franceses durante diez
años. El W u r t e m b r g , Badén y los pequeños
estados imitaron su ejemplo. El Rin quedaba
descubierto y fue preciso acorrer á Leipsick,
asegurarse de aquel puesto amenazado por todas
partes para apoyar la retirada inevitable y a , y
urgente. En efecto, el 16 de Octubre, un encuentro
glorioso habia coronado con una última victoria
la campaña de Sajonia que la estratejia admirará;
pero el dia 18 en medio de la bata l la , mas que
nunca terrible, el ejército sajón se pasó al enemigo
y volvió sus armas contra los franceses. La caba-
llería wurtemburguesa imitaba su ejemplo; el
Rey de Ñapóles se desertaba , y como un soldado
mercenario se pasaba al enemigo para negociar
y conservar su ejército y su reino. A estas des-
gracias se juntaron otras ; un puente que se voló




B O f f A l ' A R T E . 2í>


demasiado pronto c-fl la batalla de Leipsik, dejó
en la orilla enemiga á 20,000 hombres que
fueron asesinados, quese ahogaron y desaparecieron,
entre ellos el valiente Poniatowski, última es-


peranza y último resto de la Polonia. La retirada
fue espantosa, y el ejército no se reunió mas que un
solo dia para reparar gloriosamente aquella retirada
y destruir al ejército bávaro delante de Hanau,


Napoleón de vuelta á Paris, desesperando de
conservar la España , devolvió la corona á Fer-
nando V I I : y en la situación crítica en que la
Francia se encontraba, procuró atraerse la opinión
que se alejaba de él, anunciando al Senado y al
Cuerpo legislativo disposiciones pacíficas. Iban á
principiar para la Francia nuevos destinos. Los
españoles habían pasado los Pirineos; el Mariscal
Soult cubría á Bayona y al Bearne ; Eugenio cum-
plía con su deber y defendía la Italia ; pero
continuaban las defecciones. Napoleón habia pe-
dido al Senado y este le habia dado 300,000
hombres ; habia también reunido el Cuerpo le-
gislativo , el cual el 19 de Diciembre de 1813,
preparaba un mensage en el que no se limitaba
á pedir garantías políticas, d fin de que la
guerra fuese nacional, sino que anadia atrevida-




20 PERSONAJES CELEBRES.


mente consejos de paz y tardías reconvenciones
de ambición, inoportunas, culpables en aquel
momento en que los representantes de un gran
pueblo, al paso que deseasen la paz , debian li-
mitarse á ofrecerlo todo para la guerra. Napoleón
disolvió aquella asamblea, y se preparó á rechazar
á los enemigos que habían invadido el territorio
francés el 1.° de Enero de 1814. El 22 salió de
Pa r í s , y el mismo día el Papa se encaminaba
desde Fontainebleau al Vaticano. Se despidió de
la Guardia Nacional de Par í s , confiándole á su
muger y á su hijo. En Brienne fue donde por
primera vez se batió con el enemigo el 29 de
Enero ; ¡ en Brienne donde niño había soñado
toda su gloria, y donde se hallaban entonces los
estranjeros, después de realizados sus ensueños
mas allá de lo que podia concebir la imaginación
humana t La Europa entera marchaba sobre París,
y cada una de las columnas que se adelantaban por
diferentes caminos, llevaban centenares de millares
de combatientes, ebrios de patriotismo y de alegría,
dirigidos por Príncipes y Emperadores, y con-
tando entre sus filas la nobleza, las universida-
des , la juventud de todas clases, todas las fuerzas
vivas de las naciones. Napoleón para coutener




BONAPARTE. 27


aquellos torrentes de hombres, no teuia mas que
un ejército de 40 á 50,000 hombres , y durante
setenta dias hizo frente a todo con marchas inau-
ditas, y admirables combates. No nos detendremos
en la sorprendente campaña de Francia de 1814,
en que desplegó Napoleón el genio que tanta
gloria le diera en sus campañas de Italia.


Habíase abierto un Congreso en Chatillou y
ya no se trataba en él de reducir el Imperio á
los límites, que jamás debió traspasar, sino de
imponerle las fronteras de Luis XIV. Rompié-
ronse aquellas negociaciones, y el 20 de Marzo
en un encuentro con Schwartzemberg, en Arcis-
sobre-Aube, cayó una granada á los pies de su
caballo, y Napoleón esperó inmóvil á que reben-
tara. La granada le respetó como en los tiempos
de su prosperidad. El 2 7 , después del glorioso
combate de Saint-Dizier, recibió un correo con
la noticia de que París estaba amenazado por
los ejércitos de Blucher y de Schwartzemberg,
que al fin se habian reunido. El Emperador es-
taba de pie al rededor de una hoguera con Bert-
hi!k, el mariscal Ney y otros gefes del Estado
Mayor del ejército; acababa de partir un pedazo
de pan blanco que comia el Mariscal Ney, cuan-




28 PERSONAJES CELEBRES.


do se acercó el Principe de NeufchateL para co-
municarle los despachos que acababa de recibir.
El Emperador al leerlos dio algunos pasos, se
llevó la mano á la frente, y volviéndose á los
Mariscales: «á caballo, Señores, dijo» y echó
á andar después de haber dado algunas órdenes
con voz firme y lacónica. Habia llegado la hora
fatal de su ru ina: creia tener delante de sí á
Blucher y tenia solo á Wintzingerode. Eos gran-
des ejércitos aliados estaban en marcha abierta
sobre París, que se hallaba casi sin defensa. El 29 el
Rey José que mandaba en Gefe, decide en con-
sejo de regencia que la Emperatriz regente, el
Rey de Roma, los Ministros y todo el Gobierno
se retiren á Rlois. Mr. de Talleyrand fue de con-
trario parecer; sin embargo, todos se alejaron
y no quedaron mas que Marmont y Mortier para
pelear, José para capitular, y Mr. Talleyrand para
atender al dia siguiente. El 30 de Marzo, José
mandó que París capitulase, y Napoleón que
habia tomado una silla de posta para ir mas
aprisa que su ejército, supo á cinco leguas de
distancia, por el General Belliard, que Parísiia-
bia capitulado. Su primer movimiento fue cor-
rer allá, pero añadiéndole Belliard qué el ejér-




B O N A P A R T E . 2Í)


vilo lo había evacuado, que Mortier estaba en
Villejuif, y que él solo habia salido de la ca-
pital por medio de un convenio, y que ni él ni
sus tropas podían volver á e n t r a r , Napoleon se
sometió al dest ino, se arrojó á su coche, y fue
¡í esperar en Fontainebleau el resultado de las
negociaciones que prescribió, y tal vez la llega-
da de su ejército. No consideraba que la toma
de París por el estrangero, era para su Imperio
lo que para la antigua Monarquía habia sido la
toma de la Bastilla: era aquello mas que un
contratiempo, era una revolución.


Mientras llegaba á Fontainebleau , eDtraban los
aliados en París; y una proclama del Emperador
Alejandro (31 de Marzo) anunció solemnemente
que la Europa no trataría ya mas con el Empe-
rador Napoleon, ni con ningún otro enemigo
de la libertad jrancdsa. El Senado se reunió
el 1.° de Abril é instituyó un gobierno provisio-
nal, colocando á su frente á Mr. de Talleyrand.
El 2 de Abril el Senado pronunció el destrona-
miento de Napoleon, y el 6 publicó el proyecto
de Carta constitucional, declarando por aquel acto
que la Francia llamaba al trono á Luis Estanis-
lao Javier , hermano de Luis XVI. El II el Km-




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


perador que desde el dia 4 habia abdicado por sí,
lo hizo por su raza. Se cree que á la noche si-
guiente , hizo uso de un sutil veneno que llevaba
siempre consigo, y que no hizo mella en su cuer-
po de hierro. La Providencia le trató mejor que
él mismo ; era acabar como un aventurero, y
debía acallar como Rey El 12 de Abril entró en
París el Conde de Artois , lugar-teniente del Rei-
ne , después de 25 años de destierro, menos como
el vencedor de la revolución, que como vencido
y conquistado por ella. El 20 se separó Napo-
león de su Guardia en Fontainebleau y partió
para la isla de Elba. De todaslas defecciones, la
mas grande fue la de Maria Luisa. Esta princesa
no supo ir de Blois á Fontainebleau ; llevó á su
hijo á Francisco II y no á Napoleón, y se alejó
llevando el olvido de los franceses. Josefina, ro-
deada de los homenages de la Europa , murió
de repente -, esta fue hasta el fin la verdadera Em-
peratriz.


Napoleón se embarcó el 1 0 de Mayo para la
isla de Elba, en las playas de Provenza, donde
habia desembarcado catorce años antes radiante
con sus victorias de Egipto y de Italia El 4 de
Mayo desembarcó en Porro-Ferrayo, capital de




BONAPARTE. 31


aquella isla, y fue saludado con 100 cañonazos
por la artillería de los fuertes, y recibido por las
autoridades de la isla con regio aparato. Alli
permaneció hasta que el descrédito en que cayó
la Familia Real de Francia, y el maquiavelismo
del Congreso de Viena que amenazaba á Murat
con la pérdida de sus estados, y las intrigas de
sus muchos partidarios en Francia , le indujeron
á intentar recobrar su corona. Al efecto había
hecho comprar municiones de guerra en Ñapóles,
armas en Argel, y transportes en Genova. Todo
estaba pronto, y e l24 de Febrero de 1815, eli-
gió Napoleón para la tentativa mas atrevida que
presenta la historia: el momento de un gran bai-
le que daba él mismo. A las cuatro de la ma-
ñana se hallaba á bordo del bergantín Incons-
tante, y en algunos pequeños buques en que flo-
taba el pabellón blanco, sembrado de abejas, se
embarcaron 900 hombres que habian luchado con
él en Areola, en las Pirámides, en Moscow y en
Montmirail. Aquella flota llevaba á César y á su
fortuna. En el camino se eneontró con dos fra-
gaTas y un bergantín de guerra francés, y habien-
do este último preguntado al paso por el Empe-
rador , contestó él mismo que estaba bueno, des-




32 P E R S O N A J E S GELEr.ltES.


pues de haber hecho ocultar á su gente. El 1." de
Marzo desembarcó en el golfo Juan y habiendo
enviado á un capitán y 15 hombres á Antives
fueron desarmados. A las once de la noche se
puso en marcha con lo que él llamaba la dipu-
tación de la Guardia, y después de andar veinte
leguas seguidas, llegaron el 2 á Serenon , y el
5 á Agap, donde Napoleón hizo imprimir las
proclamas que se habian escrito durante la tra-
vesía, y que llevan el sello de la elocuencia ori-
ginal de un conquistador lleno de genio. Pasó
desde alü á Grenoble , y engrosándose sucesiva-
mente con todas las tropas q ie se le iban unien-
do, llegó á París el 20 de Marzo. En poco tiem-
po fue reconocido el Gobierno imperial en todos
los puntos del reino. Inmediatamente se ocupó
con su estraordinaria actividad de la organización
del Gobierno y de los medios de hacer frente
á todas las fuerzas de la Europa , cuyos repre-
sentantes estaban aun reunidos en el Congreso
de Viena : y considerando las disposiciones ma-
nifestadas por los numerosos partidarios del libe-
ralismo , solo vio un peligro inminente en lo que
solo una nueva revolución podia sacar fuerza. Se
negó á las concesiones que pedia aquel partido




B O N A T A R T E . 33


y el 21 de Abril publicó el acta adicional á las
constituciones del Imperio, especie de Carta nue-
va que consagraba «1 régimen imperial de 1812,
y todos los abusos de que se habia acusado á
la monarquía de 1778. Aquel acto escitó la in-
dignación general , y apenas quedó á Napoleón
mas que el ejército. Marchó con él para comba,
tir á la coalición en las fronteras del Norte, y fue
vencido en Waterloo , siendo de todos conocidos
los grandes resultados de aquel famoso desastre.
De regreso á La capital , se vio obligado á ab-
dicar en favor de su hijo, y á reconocer la auto-
ridad de un Gobierno provisional, que le instaba
para que abandonase la Francia. Retiróse al pa-
lacio de la Malmaison, y el 29 de Junio pidió
«dos fragatas para que le trasportaran fuera de
Francia. Desde aquel retiro dé l a gloria, salieron
los nobles y tiernos adiases al ejército, y el Mo-
nitor mismo fue inexorable -para el que te habia
hecho hablar durante veinte años. Fouehé inter-
ceptó aquella proclama. Encargóse la custodia de
Napoleón al General Becker y al mismo tiempo
se dio la orden á Rochefort para armar dos .fra-
ga tas.


En vano pidió Napoleón al Gobierno provisio-
í». ;<




34 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


nal que se le permitiera batir al enemigo: «que
me nombren general , clecia , mandaré el ejército;
no quiero poder, quiero destruir al enemigo, obli-
garle á tratar mejor á la Francia, y después
seguiré mi camino.» Acosado por la inquietud
de la Comisión ejecutiva, aconsejaron á Napoleón
que se entregara él mismo al Eu.perador Alejan-
dro. «Esta prueba de afecto, contestó, seria
hermosa; pero una nación de 30.000,000 de almas
que lo sufriese , quedaría deshonrada.» Por últi-
mo , al dia siguiente se decidió irrevocablemente
su marcha. A las cinco de la tarde se había despe-
dido Napoleón de su hija Hortensia, y metido en
un coche, acompañado de los Generales Becker,
Rovigo yBertrand. En vez de seguir rápidamente
el camino como había indicado , quiso dormir
en Rambouillet y desde allí ofreció nuevamente
defender la patria. El 4 de Julio llegó la respuesta
á Rochefort. El Ministro de la guerra, Príncipe
deEckmuhl, decia al Geueral Becker: « Las guar-
niciones de Rochefort y de la Rochela, deben
daros auxilio para hacer embarcar á Napoleón.» ^a
Comisión decia: «Napoleón debe embarcarse sin
demora ; pudo haber marchado el 29; emplear
la fuerza,., hacerle partir, . sus servicios no pne-




B O i V A l ' A R T E . 33


den ser aceptados. La Comisión halla inconve-
nientes en que Napoleón comunique con la es-
cuadra inglesa, y niega el permiso que se le lia
pedido.» Hubiera sido imposible echar del pais
mas ignominiosamente á un malhechor, desterrado
por sus crímenes ; ¡ y los que tales órdenes daban
se lo debian todo al proscrito de la Sauta Alian-
za! Jamás la ingratitud humana habia llegado á
tan alto punto en la historia. No era esto todo;
el que mandaba las fragatas tenia orden de no
llenar su misión, si los buques del Estado podian
correr algún peligro.


Napoleón podia , reuniendo los cuerpos man-
dados por Lamarke y Clausel, incorporarse á su
frente con el ejército del Loira, sublevar toda
la Francia, y obligar tal vez á la coalición á
evacuar su territorio. La Córcega podia darle un
asilo, y desafiar en sus montañas la proscripción
de la Europa; pero un sentimiento sublime, le
hizo esclamar: «No , no se dirá que yo solo he
hallado un puerto en medio del naufragio del
í|ieblo francés.» El 8 habiendo bajado Napoleón
á la isla de Aix para embarcarse, se le comu-
nicó un despacho del 6 del Ministro de Marina
que terminaba asi : « Por ningún motivo podrá




3 6 PERSONAJES CELEBRES.


desembarcar Napoleón eii el territorio francés,
bajo la pena para el Comandante del buque de
alta traición.» Pocos dias antes , un buque danés
se habia ofrecido á llevarlo á América , y á su
vista burló los cruceros ingleses. Ahora iVapoleon
estaba bajo el registro d é l a nación inglesa, y ¿í
ella se dirigia sin perder tiempo para librarse de
sus perseguidores. El 12 supo por los periódicos
que el Gobierno Real habia reemplazado en París
al provisional. en vano tenia aviso que le espe-
raba en la ria de Burdeos un buque americano,
pues siendo peligroso el tránsito hasta allí por
t ierra, el Emperador se decidió á implorar la
hospitalidad británica. El 14, el Capitán Mait-
l and , que mandaba el Belerofonte , declaró: que
esperaba par momentos los salvo-conductos pe-
didos , pero que si el Emperador quería em-
barcarse para Inglaterra, estaba autorizado
para llevarlo allí y tratarlo con el respeto y
consideraciones debidas al puesto que habia
ocupado. Una declaración semejante decidió á
Napoleón; pero el ofrecimiento de aquella hospi-
talidad era una traición, pues el 7 de Julio ha-
bia recibido el Capitán la orden de su Almirante
de redoblar su vigilancia para interceptar ti




BONAPARTE. 37


fíonaparte, el caal demasiado grande para sos-
pechar un lazo infame, se embarcó en el Bele-
rofoiite, y el 13 de Julio de 1815 dirigió al
Príncipe Regente esta noble car ta : «Alteza Real;
objeto de las facciones qrre dividen mi pais y de
la enemistad de las mas grandes Potencias de
la Europa , he terminado mi carrera política, y
como Temistocles, vengo á sentarme al hogar
del pueblo británico. Me pongo bajo la protección
de sus leyes, que reclamo de V. A. R., como del mas
poderoso, del mas constante, del mas generoso d?,
mis enemigos.» Llegó á la rada de Torbay, y des-
pués á FItmouth. donde el 30 de Julio se le notificó
que se le hobia señalado por residencia la Isla de
Santa Elena. El Príncipe protestó, concluyendo con
estas palabras que resonarán para siempre en la
posteridad : «La fé británica se perderá en la
hospitalidad del Belerofonte ; apelo» á>la historia:
ella dirá que un enemigo que durante veinte años
hizo la guerra al pueblo inglés, en su infortunio,
acudió libremente á buscar un asilo en sus leyes.
¿C^ómo respondió la Inglaterra á semejante mag-
nanimidad ? Fingió tender una mano hospitala-
ria á aquel enemigo, y cuando se hubo entregado-
de buena fé, le inmolaron. »




38 V E H S O N A J E S C E L E B R E S


El fi de Agosto anclo el Belerofonte en Ja
rada de Starpoint, donde apareció el navio Nor-
thumberland escoltado por dos fragatas q-ie con-
ducían la guarnición de Santa Elena. Napoleón
fue tratado en el Nortliumberland con la mis-
ma consideración y respeto que en el Belerofon-
te, y á su bordo , acompañado de los Generales
Bertrand , Montholon, del Ayudante de campo
Gourgaud , 'y del Chambelán Las-Casses llegó á
la Isla de Santa Elena, y allí permaneció seis
años bajo la custodia de las tropas inglesas, su-
friendo las vejaciones y contrariedad?s, que omiti-
mos por demasiado conocidas, hasta que murió
el 5 de Mayo de 182 í , de un cáncer en el es-
tómago.


Asi acabó Napoleón. Después de haber tenido
durante doce años en sus manos los destinos de
Europa , que consideraba estrecha para moverse
en ella, devorado de arrepentimientos, espira so-
bre una roca. Pero su alma se lanzó al porve-
nir con la esperanza , tan consoladora para el
orgulloso hijo de la t ierra , de llenar las páginas
mas notables de la historia de su siglo, y de vi-
vir por mucho tiempo en la memoria de los hom-
bres, lil limitado espacio de nuestro cuadro no




I O N A l ' A R T K . 39


nos permite mas reflexiones sobre este hombre
extraordinario; ademas fácil será á aquellos cuya
curiosidad no satisfaga esta noticia , el encontrar
mas detallados documentos. La vida del Empe-
rador fue enteramente política y militar, y el que
quisiera escribir su vida privada fuera del gabi-
nete ó del campamento, se hallaría muy emba-
razado , pues el trabajo y la guerra ocupaban las
nueve décimas partes de ella: por lo mismo he-
mos omitido mil anécdotas, que si pudieran ha-
ber hecho mas entretenida la lectura, no hubie-
ran contribuido en nada á la grandiosidad del
cuadro.


En 1840 resolvió el Gobierno francés la tras-
lación á París de los restos mortales del Empe-
rador , y el 8 de Octubre fondeó en la rada de
Santa Elena la fragata La Belle Poule que iba
á buscarlos ; el 9 el Príncipe de Joinville con
los oficiales que le acompañaban , pasó al sepulcro
de Napoleón, en la noche del 14 al 15 prin-
cipiaron los trabajos de la exhumación , y con-
cluida esta se encontró el cadáver del Emperador
casi enteramente conservado. Por una coinciden-
cia singular, el 15 de Octubre de 1815 Napoleón
cautivo habia anclado en la rada de Santa Elena




P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


¿jara principiar su larga agonía, y el 15 de Oc-
tubre , 25 años después, volvía á entrar en la ra-
da para ser llevado en triunfo á su patria. El 18
zarpó la escuadra el anc l a , y el 30 de Noviem-
bre anclaba en la rada deCherburgo. Desde alli
fue transportado el féretro á París, con una pom-
pa y magnificencia difíciles de describir, y el 15
fue trasladado á la iglesia del hospital de los In-
válidos, donde debe erigirse un magnífico sepul-
cro , que recuerde á la Francia sus glorias, ó la
Europa los desastres del reinado de tan grande
liombre, y á todos los poderosos de la tierra la ins-
tabilidad de las humanas grandezas.


Hemos concluido el rápido bosquejo dé la vida
del hombre estraordinario , cuya grandeza y mag-
nitud , creciendo á la par que se aleje de las ge-
neraciones contemporáneas, aparecerá á las veni-
deras bajo una forma difícil de comprender. He-
mos reasumido en' pocas páginas los grandes he-
chos que ocupan inmensos volúmenes; é induda-
blemente ha sido para nosotros mas difícil supri-
mir pormenores sin desfigurar el cuadro, que lo
hubiera sido, siendo mas roducidas sus proporcio-
n e s , er engalanarlo y amenizarlo.








EL EMPECINADO.


Peleó por el Rey, por la Indepen-
dencia y por la Constitución , y mu-
rió en un afrentoso patíbulo.


La guerra gloriosa que sostuvo la España
durante seis años por defender su independencia
y librar su territorio de la alevosa invasión ene-
miga, puso en evidencia caracteres notables, y une
sin duda entre ellos, es el que vamos á bosquejar.
Al leerse la historia moderna de España, nin-
guno habrá que deje de admirar los brillantes he-
chos de armas del Empecinado , su patriotismo,
su valor, su natural travesura y talento militar
v su recomendable desinterés. Los guerrilleros es-
pa/ioles, tipos conocidos desde la mas remota
antigüedad, adquirieron en aquella época un re-
nombre mayor, y entre ellos, cutre los que mas




2 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


contribuyeron á la gloriosa lucha de la indepen-
dencia del pueblo español, ninguno tal vez mas
digno de ocupar la pluma del biógrafo que el
personage, cuya vida vamos á trazar, asi por su
valor y patriotismo, como por el desastroso fin de
su existencia.


D. Juan Martin, nació el dia 2 de Setiembre
de 1775 en la villa del Castrillo de Duero, par-
tido de Valladolid. Sus padres Juan Martin y
Luisa Diez , honrados labradores, le dedica-
ron desde su infancia al mismo ejercicio, en
el que desarrollándose su naturaleza, adquirió
una robustez y fuerza prodigiosa. Apenas entrado
en la pubertad, ya dio muestras el joven Martin
con su particular afición á las armas, de lo que
había de ser un dia. En los años de 1791 á 1792,
se fugó de la casa paterna y sentó plaza desol-
dado , compromiso de que le libraron sus padres,
bajo el pretesto de su menor edad, pero á des-
pecho suyo. Poco tardó en ver satisfechos sus
deseos ; declaróse la guerra á la Francia y habien-
do fallecido su padre, sentó plaza de soldado en
el regimiento de caballería de España, por todo
el tiempo que durase la guerra. Su estraordinario
valor en las batallas, su buena conducta, y su




E M P E C I N A D O . 3


respeto á los gefes, le grangearon la estimación
de estos y de sus carnaradas. Ajustada la paz
tomó su licencia absoluta y se retiró á sus bo-
gares, satisfecho de haber cumplido con su deber
y pagado á su patria el debido tributo. Contrajo
matrimonio con Doña Catalina de la Fuente , y
se avecindó en la villa de Fuentecén, dos leguas
distante de la en que naeió, dedicándose nueva-
mente á las tareas del campo.


Pasan por Castrillo, lindando con las casas,
pequeños arroyos , que forman un lodo negruzco
al que los naturales dan el nombre de pecina;
y de ahí proviene el que en los pueblos inmedia-
tos den el apodo de Empecinado á todos los
que desde esta villa pasan á avecindarse, en las
de la inmediación : por eso adquirió D. Juan
Martin el sobrenombre de Empecinado, cuando
pasó á vivir desde Castrillo á Fuentecén.


En este último pueblo se hallaba, cuando las
huestes de Napoleón invadieron nuestro suelo, y
solo su respeto á las leyes pudo contenerle en los
limites del orden y evitar que hostilizara desde
luego á las tropas francesas. Cuando el Rey cor-
riendo desatentadamente á Bayona pasó por Aranda
de Duero, manifestó ya el iimpecinado sus recelos




A PERSONAJES CELEBRES.


de ta perfidia de que iba á ser victima. Apenas
buho entrado Fernando VII en Francia, desple-
gando el Empecinado en fines de Abril de 1808
su bandera de guerra, salió á batirse con los
franceses, y apostándose en la carretera de Francia
á Madrid, cerca del lugar de Onrrubia, se dedicó
con dos convecinos suyos á interceptar los correos
franceses, apresando en efecto varios, y conser-
vando intactas las balijas para en mejor ocasión
entregarlas al Gobierno.


El dia 2 de Mayo rasgaron los franceses en
Madrid el velo de su perfidia , y los clamores de
las víctimas bárbaramente sacrificadas, hicieron
temblar de lástima y furor á nuestro héroe, que
conoció que era ya llegado el caso de obrar con
toda libertad Para vengar á su pat r ia , reunió
brevemente algunos compañeros y formó una pe-
queña par t ida, con la cual principió á hostilizar
de muerte á los enemigos. Aquel puñado de va"
lientes (eran doce) mandados por el intrépido
Martin, hicieron prodigios de valor en los mese
de Mayo, Junio y parte de Jul io , eligiendo para
campo de sus proezas los términos de los pueblos
de Fuentenebro , Gumiel de I z a m , Onrrubia,
Castrillejo, Caravias y otres iumediatos á Aranda.




E M P E C I N A D O . 5


Ku tan corto tiempo, sufrieron los franceses, cu-
yas columnas molestaba de continuo, la pérdida
de mas de 800 hombres; y en un solo dia cayeron
en su poder 10 sargentos y mas de 80 soldados
enemigos. Durante aquel t iempo, y aumentada
su partida con algunos hombres, á quienes ofre-
ció sueldo diario y una parte en las presas , hizo
sus correrías contra los franceses con grandes y
buenos efectos para la causa de la indepen-
dencia.


Animado IX Juan Martin con tan felices
sucesos, se presentó ya encampana abierta, sen-
tando sus reales en la provincia de Madrid, donde
el Rey intruso habia situado su corte, y en las
limítrofes de Guadalajara, Segovia, Avila y To-
ledo ; inundadas siempre estas provincias de t ro -
pas francesas, facilitaron á este hombre estraor-
dinario y singular, ocasiones de lucir su valor,
su prevision , y si se quiere su sagacidad y tino,
no solo para tener á la Corte en la continua
alarma de que fueron testigos sus habitantes, sino
uara dar giro y mantener la constante correspon-
dencia en que estuvieron los ejércitos españoles
y las partidas que pululaban por todos los ángulos
de la península contra el euemigo común, encar-




6 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


gándose de la comunicación de pliegos, de la
conducción de prisioneros de los puntos mas dis-
tantes , y de otros servicios del mayor riesgo é
interés.


Enlazados ya eu el año de 1810 los hechos de
armas del Empecinado-con los délos demás defen-
sores del honor y libertad déla patria, es imposible
numerar el pormenor de mas de cien acciones
y encuentros parciales que tuvo con los enemi-
gos , y de los cuales salió siempre victorioso,
aun en los pequeños reveses que le preparara la
envidia algunas veces, y no pocas la intriga. Sen-
tado en Madrid el cuartel general del Empecinado,
según confesión de los mismos franceses, asustados
siempre al oir su nombre, solo referiremos algunos
hechos notables de aquella época. Salas, Intendente
por el gobierno francés de Guadalajara, dispuso
que saliesen de aquella capital el 9 de Marzo
de 1810 unos 300 franceses de ambas armas, para
saquear á Sigüenza y su partido, en odio y ven-
ganza del buen acogimiento que se hacia allí
al Empecinado y á sus tropas, y del desprecia
y valentía con que había contestado á las invi-
taciones que le habia dirigido por escrito pava
que abandonase la causa de la patria. Observaba




EMPECINADO. 7


el Empecinado la marcha de aquella columna
enemiga, y en el término de dicha ciudad la
cargó é impidió que consiguiera el objeto que se
habia propuesto; pero reforzada hasta el número
de 500 infantes y 250 caballos, se vio precisado
á ceder el paso y á retirarse, para proporcionar
medios de atacarla á su regresa; asi se verificó
el 1 6 , esperándola el Empecinado en las cuestas
de Mirabueno con 180 caballos , 150 infantes y
100 escopeteros de la provincia que llegaron al
tiempo de la acción, causándoles la pérdida de
mas de la mitad de su fuerza, y obligándoles á
dejar el botin.


No se ocupaba solo D. Juan Martin en per-
seguir á los invasores; atendía igualmente al
sosten de la tranquilidad pública y destrucción
de sus enemigos domésticos. El estado de con-
moción en que el pais se hallaba, proporcionaba
á los malos el medio de dar libertad á sus pa-
siones : el presbítero ü . Bernardo Mayor, bien
conocido por el capellán de Fuente Espina, se
fprovechó de aquella coyuntura, y bajo el pretesto
de partidario , reunió hasta 20 hombres montados
que solo empleaba en afligir á los pueblos con
toda clase de exacciones. Noticioso el Empecinado,;




8 PERSONAJES CELEBRES.


de la mala conducta que observaba Mayor, é instado
por muchos para que les libertase del azote que
sufrían con aquella cuadrilla ; y no pudiendb
consentir que se agravase al labrador sino en
lo mas prec :so , pasó en busca de Mayor y
alcanzándolo en Atienza, desarmó á toda su
partida, y mandó al gefe de ella con la corres-
pondiente sumaria á disposición de la junta su-
perior de Guadalajara.


Estos dos acontecimientos dieron al Empeci-
nado tal nombradla para con los pueblos, el
Gobierna, y hasta- sus enemigos, que le pro-
porcionaron la ocasión de organizar ya una di-
visión formal, con soldados dispersos que por
necesidad, ó mas bien por afición entraron á
su servicio, con muchos voluntarios de los
pueblos , y hasta con desertores del enemi-
go : creó un batallón que denominó tiradores
de Sigüenza, y otro de jóvenes de la provincia
de Guadalajara, al que dio e lnomhre de Volun-
tarios de la misma. Con estos dos valientes y
disciplinados batallones, y aumentada su cabay-
llería hasta el número de 250 : hombres, empezó
el valiente castellano á obrar mas en grande, y
á ser mirado por sus enemigos con las conside-




E M P E C I N A D O . i f


raciones y respetos que no liabia merecido hasta
entonces.


Ocupado el Gobierno del usurpador dé un
enemigo que cada dia se hacia mas temible , y
que le molestaba de continuo basta en las puertas
de la capital y dentro de la Corte, donde llegó á
tener confidentes fidelísimos aun en el mismo
palacio, no omitía medio para deshacerse de él,
ya usando de las numerosas fuerzas de que podia
disponer, y ya de sobornos é intrigas manejadas
por malos españoles. Perdidos fueron cuantos
manejos empleó el Intendente Salas en el espacio
de cerca de un a ñ o , yjnas perdidos aun cuando
invocó en sn auxilio la cooperacien del Goberna-
dor de Madrid, Belliard , y del tan astuto como
valiente y aetivo General Hugo : es notable y
digna de la posteridad, la correspondencia por
escrito que durante el año 1810 medió entre el
Rey intruso, Salas, Hugo y Belliard, y el incor-
ruptible partidario : nos dilataríamos demasiado
si quisiéramos consignar en este escrito el con-
tenido de ella; pero no podemos prescindir de
dar una ligera idea de su terminación, como
muestra del acendrado patriotismo del personage
que nos ocupa. Kl General Hugo, decia al Em-




10 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


pecinado desde la villa de Humanes, donde se
Italiana á la cabeza de mas de 10,000 hombres, lo
siguiente:


«V. S. debe creer que tengo de V. S. una
opinión bastante buena, para creer que pueda
dar asentimiento á las mentiras que se cuentan;
especialmente sobre la derrota del Mariscal Mas-
sena. Estas cosas puedeu hacerse creer á los hom-
bres sin talento y no á los sensatos. Las cosas
políticas deben tener término dentro ,de muy
poco tiempo ; y algunos hombres que sirven con-
tra nosotros, conocerán que han resistido en
valde demasiado tiempo.. Los españoles de todas
las opiniones, convienen en que no se podrán
encontrar mas grandes cualidades que las que
adornan al Rey José I. ¿Por qué han de ser en
adelante cubiertos de sangre las campos de Es-
paña^? ¿Por qué se han de matar los españoles
por españoles ? ¿ Por qué ha de escitarse la des-
trucción de los pueblos, y la generación presente
para lograr un Rey , cuando tenemos el mejor
en el trono de Madrid? Muchos males pueoLn
evitarse a u n , y particularmente en esta parte
todo puede acabarse. ¿ Qué dificultad puede ha-
ber en que V. S. sirviese á la España bajo




EMPECINADO. 11


el reinado de José I ? ¿ Y los valientes oficiales y
soldados que V. S. tiene á su lado, asi de infan-
tería como de caballería, no podian entrar á su
servicio y recibir una organización verdadera-
mente militar ? Si V. S. quiere conocer mis pro-
posiciones , no solamente relativas á V. S . , sino
á todos los oficiales y soldados , puede enviarme
una persona de confianza para conocerlas. Y si
quiere comprender en ellas á la junta de la
Huerta-Hernando , puede también hacerlo. Espe-
ro una contestación pron ta , y le aseguro de mi
perfecta consideración. — El Mariscal de Cam-
po , J. L. de Hugo. — Humanes y Diciembre 7
de 1810.»


El incorruptible y valiente castellano, que
apenas podia disponer de 3 ,000 hombres escasos,
le contestó en estos términos:


a Aprecio como debo la opinion que habéis
formado de m í : yo la tengo muy mala de vos;
pero sin embargo, si arrepentido de vuestras
atrocidades y cansado de ser esclavo, quisieseis
encontrar vuestra libertad sirviendo en una nación
valiente y generosa, el Empecinado os ofrece que
encontrareis protección. Que Massena se ha ren-
dido Con su ejército el 4 de Noviembre, parece




12 P E R S O N A J E S C E I . E R R E S .


que no admite duda ; pero sea enhorabuena falsoy
lo cierto es que sino ha perecido perecerá, por-
que su madre, la fortuna, hace diasque le mira
rostrituerta. INo dudo que las cosas políticas ten-
drán término dentro de poco t iempo, pues pa-
rece que todas las naciones se coujuran contra la
Francia; mas sin eso la España ha tenido siem-
pre, y principalmente en el dia, sobradas fuerzas,
energía y constancia , para humillar las legiones
de vuestro Rey. Estas cualidades que suponéis en
José I , Rey de Madrid , solo pueden serlo en el
concepto de hombres venales y corrompidos. Si
tan bueno es ¿ cómo comete y consiente que se
cometan tantas iniquidades? Nunca podrá ser
bueno un usurpador, pérfido y alevoso. Los es-
pañoles que tomen partido por el hermano de
Napoleón deben ser muy pocos, y aun ¡ue muchos,
siempre seráu despreciables. La parte sana de la
nación, que es la mayor y en donde está la.
fuerza, aborrece y detesta el nombre francés. Me
admiran ciertamente los sentimientos de humani-
dad que me manifestáis; publíquenlos Cifuentes,
Trillo, Duron, I t a , Lugares del Valle y otros,
y todos los pueblos que han tenido la desgracia
de que los hayáis pisado vos y vuestros soldados:




E M P E C I N A D O . 13


yo que he visto vuestras obras ¿cómo he de creer
vuestras palabras? En vano os fatigáis si preten-
déis persuadirme, y á mis subalternos y soldados,
que desistamos de nuestro honroso empeño. Te-
ned entendido, que si solo quedara un soldado
mió , aun no se habia concluido la guerra, por-
que todos ellos á imitación de su gefe han jura-
do guerra eterna á Napoleón y á sus viles escla-
vos que le siguen. Si queréis podéis decir ¿vuestro
Rey , á todos vuestros hermanos , que el Empe-
cinado y sus tropas, morirán en defensa de su
patria, porque jamás pueden unirse á unos hom-
bres envilecidos, sin honor, sin fé y sin religión
de ninguna clase. Me liareis el favor de evitar
toda correspondencia, y os aseguro con este motivo
la mas perfecta consideración. — .1. M . , el Em-
pecinado. — Cogolludo y Dicie nbre 8 de 1810.»


Asi terminó aquella correspondencia , y el es-
tilo descompuesto de la última comunicación del
Empecinado , nada estraño si se atiende á ia exal-
tación y odio que reinaba entonces en to los los
esgañoles contra los que tan alevosamente habían
invadido su pais , odio que el tiempo y las vici-
situdes políticas sobrevenidas después, han hor-
rado enterameute, dio lugar á que se desataran




14 P E r . S O N A . m S C É L E B R E S .


contra él todas las furias militares y políticas: en-
viáronse en su persecución numerosas columnas;
la policía redobló la mas activa é increíble vi-
gilancia contra los que sospechaba sus confidentes,
y en la Corte no se hablaba ni trataba de otra
cosa que del Empecinado, desús partidarios}' de
su total estcrminio.


Destruida por el valiente D. Juan Martin,
una gruesa columna de franceses que devastaba
la provincia de Soria, en el Retortillo, los mo-
radores de aquella tierra reconocidos n tal bene-
ficio , le mandaron á Atienza una comisión dán-
dole las gracias, presentándole con liberalidad
mil regalos, y ofreciéndole cuantos auxilios ne-
cesitase para la tropa ; pero no menos liberal
que valiente al manifestar su agradecimiento, les
contestó : « En cuanto á las gracias he hecho lo
que he debido: peleo por la libertad de la patria
y esta se compone de todas las provincias : los
regalos los admito y se repartirán por VV. mis-
mos á mis t ropas ; y en cuanto á auxilios , por
ahora, gracias á Dios , no necesito mas que los
víveres que á los pueblos correspondan por re-
partimiento que ellos mismos hagan. » Sabedora
Ja Regencia del reino, de la acción de Retortillo,




E M P E C I N A D O . 15


y de las muchas anteriores, espidió al Empeci-
nado el real despacho de Brigadier de caballería
de los ejércitos nacionales, atendiendo á sus ser-
vicios y modestia en no haber solicitado premio
alguno. Lejos de engreírse con esta nueva digni-
dad , en nada alteró su conducta fraternal con
el soldado; pero le proporcionó prestigio y con-
fianza en los pueblos para aumentar su división
hasta 650 caballos y 2,000 infantes , con la cual
desesperó al General Hugo y á sus tropas, lle-
gando atener empleados inútilmente en su per-
secución, hasta 14 ó 15,000 hombres-de todas
armas.


Autorizado por real orden de 12 de Marzo
de 1811, para aumentar su división hasta el nú-
mero de 10,000 hombres, quedaron estos orga-
nizados en Mayo, y fue aquella declarada la quinta
división del segundo ejército. Con esta nueva
consideración, al paso que escitaba mas la cóle-
ra de sus enemigos, se distinguía también mas
por sus operaciones y actividad, siendo siempre
el^socorro de las necesidades militares que ocur-
rían en las provincias de Soria, Guadalajara , Ma-
drid y Aragón. Yendo á auxiliar al general Du-
ran que bloqueaba á la ciudad de Calatayud, ba-




16 PERSONAJES CELEBRES.


lió y destrozó en el camino á una columna de 1 ,500
franceses que iba á reforzar la guarnición, la
cual se apresuró á abandonar la ciudad que ocu-
paron nuestras tropas.


Muchísimas fueron las acciones gloriosas para
las armas españolas que sostuvo el infatigable Don
Juan Martin , basta que indicada la retirada del
Rey José á Valencia, en 1812, sitió á Guada-
lajara con su división, y dirigiéndose á Madrid
con dos escuadrones, entró el 10 de Agosto, acu-
chillando con solo 40 caballos hasta la misma
Puerta del Sol, á una partida de doble fuerza
de la misma a r m a , causándole bastante pérdida
de muertos , heridos y prisioneros. Acudió en se-
guida con los dos escuadrones al ataque que la
vanguardia del ejército inglés sostuvo en las Ro-
sas ; y presentándose al generalísimo Duque de
Ciudad-Rodrigo, entre los muchos obsequios que
le h izo , le dispensó el de que le acompañara en
su entrada en Madrid el dia 12. No hay espre-
siones con que pintar el júbilo de los habitantes
de la capital, al ver entre ellos á tan nombrado
guerrero ; victoreábanle sin cesar de dia y de
noche, cantaban canciones patrióticas en su loor;
pero él lejos de adormecerse con aquellas mués-




E M P E C I N A D O . 17


tras del público afecto, se presentó el 14 á su
General y le dijo . « Excmo. Sr. : si V. E. me
lo permite, tengo que hacer: he dejado puesto
sitio con mi división á Guadalajara, y ya seré
allí necesario » En efecto, el 15 se entregó pri-
sionera la guarnición , y el 16 entró triunfante
en aquella ciudad, que por tres años había sido el
punto céntrico de todas las operaciones militares
y tramas dirigidas contra él. Continuó el E m -
pecinado dando días de gloria á la patria, y una
constante y no interrumpida serie de acciones,
hasta que los avisos de sus confidentes de Madrid
y los movimientos del enemigo manifestaron su
próxima retirada de la Corte; y preparándose
á tan notable acontecimiento, el 21 de Mayo
de 1813, ocupó la ciudad de Alcalá. Noticiosos
los franceses de la proximidad de un enemigo
tan formidable en aquellas críticas circunstancias,
trataron de alejarle á toda costa , y al efecto
destacaron contra él y contra la ciudad 2,000
infantes, 300 caballos, y 2 piezas de grueso ca-
libre : minutos antes de qne llegasen, tuvo el
Empecinado aviso de su marcha ; con su acos-
tumbrada serenidad hizo desfilar sus tropas para
tomar posición sobre el puente, al mismo tiempo




18 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


que entraban los franceses batiendo marcha : al
amanecer del 2 2 , se rompió el fuego por ambas
l íneas; en vano intentaron los franceses pasar
el Henares; la infantería sufrió durante tres
horas el fuego del cañón, y á pesar de ser du-
plicadas las fuerzas enemigas, defendió el ¡puente
y vados con inimitable valor , hasta que arro-
jándose por último á la bayoneta obligó, al enemi-
go á.rerirarse precipitadamente hasta LS. Fernando.


La ciudad de Alcalá en agradecimiento al ilus-
tre caudillo y á sus bizarras tropas, y deseando
perpetuar tan glorioso suceso, acordó que se
erigiese una pirámide en el sitio de la batalla,
con la siguiente inscripción. «Z?. O. M. La ciu-
dad de Alcalá de Henares, dedica este monu-
mento á la memoria de las valientes tropas
de S. M. el Sr. D. Fernando Vil, mandadas
por D. Juan Martin, el Empecinado , Mariscal
de Campo de los reales ejércitos, en reconoci-
miento de haber salvado á sus moradores del
saqueo y de la muerte, arrollando y venciendo
á los franceses la mañana del 2 2 de Mayo
de 1 8 1 3 , que en doble número atacaron por
este puente. (*)


O Caceta de Madrid de 10 de Abril de IfUfi.




E M P E C I N A D O . 19


Libre la capital de la monarquía de las tro-
pas invasoras, y publicada y planteada la Consti-
tución promulgada en Cádiz el año de 1812, ha-
llábase acantonada la división del Empecinado
en las ventas del Espíritu Santo, y fue invitado
por Jas autoridades y el pueblo á entrar con ella
á guarnecer la carrera de la procesión del Cor-
pus. Desde sus acantonamientos hasta su aloja-
mientos, fue acompañado y aclamado sin cesar
por un inmenso gent ío ; y el Ayuntamiento, en-
tre otros obsequios, le regaló una magnifica mon-
tura y otras prendas militares de mucho gusto y
valor. Incorporado después con su división al
segundo ejército á que perteuecia, continuó dis-
tinguiéndose en nuevas y repetidas acciones, hasta
que terminó la guerra de la independencia.


Restablecido Fernando VII en su trono, y des-
truida con el decreto de 4 de Mayo de 1814 la
Constitución del Estado, olvidando los inmensos
sacrificios que por su libertad y por conservarle
el trono habia hecho la nación magnánima, cu-
yas ruinas acababa de pisar á su paso hasta Va-
l ^ c i a , la sumió en todos los horrores de una
espantosa reacción, y restableció un Gobierno
absoluto, incompatible ya con las ideas del siglo,




20 PERSONAJES CÉLEBRES.


y con los principios que habían propagado en el
pueblo español sus mismos invasores. Una de las
consecuencias de aquel deplorable trastorno fue
la disolución de la quinta división del segundo
ejército, de la cual solo qnedó el regimiento de
caballería de voluntarios de Guadalajara, del que
era Coronel el Empecinado. Disuelta la división se
presentó este al Rey , quien le recibió con marcada
indiferencia. Concurrió ea la Corte á algunos
besamanos hasta que se presentó al Rey, no se
sabe si conducido por las ideas de libertad con
que se habia connaturalizado, ó sugerido de al-
gunos amigos apasionados á> ella, con la noble
osadía de poner en sus reales manos, en aque-
llos dias de furor contra los liberales, una re-
presentación pidiéndole el restablecimiento de la
Constitución , como el solo origen de la felici-
dad de los pueblos, y como el mejor título de
gloria que pudiese alcanzar en su reinado. Este
rasgo de patriótico arrojo del Empecinado atrajo
contra él el desagrado del Rey, y sin embargo
no le causó otra desgracia que la de ser confinado
de cuartel á Valladolid, doude quedó oscurecfuo
en un estrecho alojamiento, un español cuyo
nombre habia llenado de gloria y estrnnrdinario




EMPECINADO. 21


aprecio por espacio de seis años á toda la Pe-
nínsula.


Allí permaneció hasta que restablecida la Cons-
titución en 1820, fue nombrado segundo Cabo de
aquella provincia. En Enero de 1821, se le con-
firió el gobierno de Zamora , y con retención de
este destino se le comisionó en Abril siguiente
en la persecución del rebelde Cura Merino, cuya
facción batió y destruyó por tres veces que tuvo
la suerte de alcanzarla. En 9 de Julio de 1822,
á consecuencia de los acontecimientos de los dias
anteriores, corrió á Madrid á ofrecer sus servicios,
y á los poces dias se le encargó el mando de una
columna , destinada á la persecución de una par-
tida de facciosos que apareció en tierra de Si-
güenza, y á: la cual destruyó en un' solo encuentro.
Habiendo regresado á Madrid, y aproximándose
á la capital la facción de Besieres, se le encargó
el mando de la caballería destinada á su perse-
cución, y con ella consiguió enmendar entre G-ua-
dalajara y Briliuega la derrota sufrida por el ge-
neral Odali, recuperando la artillería perdida. En
Abril de 1823, fue destinado á la persecución de
las facciones de Castilla , dirigidas por Merino,
Cuevillas y otros, y que servían como de van-




22 PERSONAJES CELEBRES.


guardia al ejército francés; tuvo con ellas repe-
tidas acciones, en circunstancias muy extraor-
dinarias, hasta que el General Plasencia que
mandaba en Estremadura le dio la orden de pasar
á Cáceres para reponer las autoridades constitu-
cionales, depuestas por el populacho sub!e\ado.
Desempeñó aquella comisión con valor y prudencia
reponiendo las autoridades, dictando las provi-
dencias mas oportunas para asegurar la tranqui-
lidad pública, y retirándose después de orden del
General á la villa de S. Vicente de Alcántara.
Alli recibió la capitulación hecha por dicho Ge-
neral con el de los facciosos Laguna, en la cual
se le habia comprendido tí él y á su tropa.


Habilitado con el correspondiente pasaporte en
toda regla, retirábase al pueblo de su naturaleza,
Castrillo de Duero , cuando fue sorprendido por
una partida de foragidos que se titulaban realistas
de la villa déRoa , á cuyo punto le llevaron preso,
atormentado de los insultos, algazara y atrope-
llamientos de los mismos, á quienes en la guerra
de la independencia habia librado mil vecesMel
saqueo , de la muerte, y del esterminio de sus ho-
gares y familias. Mandósele formar causa y estuvo
encargado de ella el corregidor , menospreciando




EMPECINADO. 1 23


escandalosamente la cualidad, categoría y tuero
militar de que disfrutaba. Era el corregidor Don
Domingo Fueutenebro, que habiendo sido preso
en la guerra de la independencia como afrancesado,
y puesto á disposición del Empecinado' para fu-
silarle , no se verificó sin embargo por un efecto
de humanidad á que tan mal correspondió después.
Del proceso instruido por aquel juez para senten-
ciarle indefenso á la pena de horca, nos dá una
idea la representación que dirigió al Rey su es-
posa Doña Lucía 'Diez , el 26 de Junio de 1825,
de la cual estractamos lo siguiente:


«El Corregidor le ha formado la causa va-
liéndose de testigos falsos y ganadas, según no-
toriedad , con un escribano ignorante , sangui-
nario y brutal , su encarnizado enemigo, confa-
bulado con el mismo juez y testigos informantes
también confabulados, de lo que resultan en
vez de hechos verdaderos, calumnias atroces,
hechos exagerados, falsos y fingidos... Tiene sin
comunicación ai Empecinado, sin alimentos, sin
auxilios de su familia y amigos, y privado de
hablar al que hizo nombrar su defensor, hombre
sin instrucción alguna, para hacer creer al vul-
go ignorante con este ardid que el Empecinado




24 PERSONAJES CELEBRES.


se defendía, estando en verdad absolutamente
indefenso... El Corregidor hizo pasar al Empe-
cinado el dia de su encarcelamiento por debajo
de la horca , en señal de que se la preparaba;
le tuvo cuatro dias sin alimento, hasta que un
honrado eclesiástico le permitió le socorriese es-
tando ya moribundo... En su prisión le echan
perros yi gatos muertos y otras inmundicias, y
hasta pellejos encendidos con grasa con el objeto
de ahogarlo con su pestífero humo... . Le han
hecho fuego siete veces salvándose como por mi-
lagro, y le han sacado á la vergüenza pública
otras muchas , apaleándole, conducido como en
triunfo de la venganza entre un infatuado po-
pulacho , frenético, seducido y atizado por aque-
llos mismos que debian impedirlo. »


Reclamaba su esposa la piedad y el honor
de la Magestad, la vindicta pública:, las leyes,
los sentimientos y preceptos de la Religión, los
derechos de la humanidad y de la justicia, y
suplicaba á S. M. que tomando en su real con-
sideración la pública y solemne capitulación ba-
jo cuyo sagrado creia á su esposo al abrigo de
las leyes, cuando no tuviese á bien dispensarle
sus efectos y consecuencias, se dignara mandar




E M P E C I N A D O . 25


se le proveyese de pasaporte para salir de los
dominios de España. A consecuencia de esta sú-
plica, y de otros pasos dados por varios amigos
del desgraciado General en las legaciones ingle-
sa y francesa, y con el General Burmond, se
comunicó orden al Capitán General de Vallado-
lid para que estragese de Roa al infeliz Empe-
cinado ; pero el oficial que pasó alli al efecto
con la correspondiente fuerza, se dejó sorpren-
der por una real contraorden desconocida, ver-
dadera ó fingida, que le manifestó el Corregidor,
rodeado de un pueblo que él mismo habia amo-
t inado, y tuvo la debilidad de retirarse á Va-
lladolid con copia de aquella contraorden, y
con escándalo de todos los amantes de la justi-
cia , y asombro é indiguacion de los militares
instruidos en las ordenanzas.


Finalmente, sentenciado el Empecinado á la
pena ordinaria de horca, sufrió tan injusto como
atroz castigo eu la: villa de Roa, de un modo
y con unas circunstancias que no queremos des-
qjibir, para evitar la publicación de un borrón
indeleble eu la civilización del siglo actual. Solo
los que como nosotros han tenido la desgracia
de presenciar las repetidas reacciones que se han




26 P E H S O N A J E S C E L E B R E S


verificado en nuestra patria, podrán comprender
los actos atroces á que dá lugar el funesto es-
píritu de partido. Solo asi pueden esplicarse ac-
tos tan feroces, y que en otras circunstancias
serian un padrón de infamia para el pueblo que
ios cometiera y la nación que los consintiese.


Ya que 1 hemos concluido con la narración de
los hechos y hazañas del Empecinado y con la
sensible descripción de su triste fin, no.consi-
deramos fuera de propósito consignar aqui al-
gunos de los rasgos que distinguían al hombre
que llegó á adquirir, durante la guerra de la in-
dependencia, una fama europea, y cuyo nombre
ha servido para caracterizar en cierto modo en
el estrangero á todos los partidarios y gefes de
guerrilla, que tanto en la guerra de la indepen"
dencia como durante nuestras disensiones civi-
les se han levantado.


Era el Empecinado el primero á entrar en los
combates, entusiasmando con su ejemplo á sus
soldados, y á pesar de arrojarse donde conocía
que era mas necesaria su presencia y donde es-
taba el mayor peligro, en medio de tantas ac-
ciones y reñidos combates solo recibió tres heri-
das de gravedad, una en un brazo, otra en el




EMPECINADO. 2 7


pecho y otra en la cabeza, y cinco de menor
consideración; tuvo sí muchas contusiones cau-
sadas principalmente por caídas del caballo, á
pesar de manejarlo con destreza, preciándose de
buen ginete.


Era de regular estatura, robusto, lleno de
cara , de rostro moreno , y bien compartido, y
de negra y poblada barba: tenia los ojos vivos y
centelleantes, era ancho de pecho y espalda, y
de nervudos brazos. Duro para las fatigas, dor-
mía poco;, era muy frugal en las comidas, pero
nimio en su aseo y curiosidad; cuidaba poco de
la delicadeza y lujo en el vestir, y su alma no
era insensible á la belleza : un tanto tardío en
sus resoluciones, pero las ejecutaba con tanta
rapidez como constancia . después de adoptadas:
amigo de sus amigos, no conocía mas enemigos
que á los franceses y á los que lo eran de su
patria. No tuvo hijos legítimos, pero se asegura
haber, dejado reconocidos dos naturales: tuvo
dos hermanos, compañeros de armas suyos en
Sisi todas sus empresas, y de los cuales el uno
perdió también la vida en defensa de la libertad.


El sobrenombre de Empecinado, que como
llevamos dicho se dio á D. Juan Martin", fue




28 PERSONAJES CELEBRES.


elevado después en virtud de una real resolu-
ción á apellido de su familia. Apellido que fi-
gurará con distinción en los anales de la glo-
riosa lucha que sostuvo el pueblo español por
defender su independencia.


Últimamente acaba de abrirse una susericion
para erigir un monumento en memoria del Em-
pecinado , en la villa de R o a , donde tuvo el
triste fin que hemos referido.


Después de lo que llevamos espuesto acerca
del personage que comprende esta biografía, oi-
gamos lo que acerca del mismo ha dicho un
historiador español célebre, que como otroTáei-
to tan bien ha pintado la gloriosa época de la
guerra de la independencia (1) . Hablando de los
guerrilleros españoles y de sus partidas dice asi:


«Distinguióse desde los principios la de Don
Juan Martin Diez, que llamaron el Empecinado,
apodo que dan los comarcanos á los vecinos de
Castrillo de Duero de donde era natural. Soldado
licenciado después de la guerra de Francia de 1793,
pasaba honradamente la vida dedicado á la ííi-


(i; El Conde de Toreno. Historia del levantamiento
guerra y revolución de Espaün , t. II, p. 3 4 8 .




E M P E C I N A D O . 29


branza eu la villa de Fuentecen. Mal enojado
como todos los españoles con los acontecimientos
de Abril y Mayo de 1808, dejó la esteva y em-
puñó la espada, hallándose ya en las acciones
de Cabezón y Rioseco. Persiguiéronle después
envidias y enemistades , y le prendieron en el
Burgo de Osma , de donde se escapó al en-
tr¡ r los franceses. Luego que se vio libre reu-
nió gente , ayudado de tres hermanos suyos ; y
empezando en Diciembre á molestar al enemigo,
recorrió en Enero y Febrero con fruto los partidos
de Aranda , Segovia , tierra, de Sepúlveda y Pe-
draza. Aunque acosado en seguida por los ene-
migos , internándose en Santa Maria de Nieva,
recojió en sus cercanías muchos caballos y hom-
bres. Con tales hechos se estendió la fama de
su nombre , mas también el perseguimiento de
los franceses, que enviaron en su alcanze fuer-
zas considerables, y prendieron como en rehenes á
su madre. Casi rodeado , salvóse en la primavera
con su partida, y sin abandonar ninguno de los
prisioneros qnc había hecho, yendo por las sier-
r a ! de Avila, se guareció en Ciudad Rodrigo, etc.»


Y mas adelante: (*)


'*) Tomo III pagina raí. / £'* ¿ \ ¡




30 P E R S O N A J E S C E L E B R E S


«D. Juan Martin, el Empecinado, guerreaba
allende la cordillera carpetaua, mas buscado en
Setiembre por la .Tunta de Guadalajara , acudió
gustoso al llamamiento. Comenzó aquel caudillo á
recorrer la provincia, y no dejando á los fran-
ceses un momento de respiro, tuvo ya en los
meses de Setiembre y Octubre choques bastante
empeñados en Cogolludo, Alvares y Fuente la
Higuera. Los franceses para vencerle recurrieron
á ardides. Tal fue el que pusieron en planta
en 12 de Noviembre, aparentando retirarse déla
ciudad de Guadalajara, para luego volver sobre
ella. Pero el Empecinado, después de haberse
provisto de porción de paños de aquellas fábri-
cas , rompió por medió de la hueste que le tenia
rodeado, y se salvó. Pagó en seguida á los fran-
ceses el susto que entonces le dieron , principal-
mente sorprendiendo el 24 de Diciembre en Ma-
zarrulleque á un grueso trozo de contrarios,»


Asi habla el ilustre historiador del personaje
cuya vida hemos bosquejado. El esclarecido Conde
no tuvo que escribir con su elevado estilo, mas
que las glorias y hechos de armas del caudihv,;
¡nosotro hemos tenido que referir sus persecu-
ciones y su desastroso fin! •












D. PABLO MORILLO,


CONDE DE CARTAGENA.


«Nam genus etproavos et que non
fectmus Ipsi, vix ea nostra puto.»


Ovin, METMKORFH,


«Qui sert bien son pays n' A pas
liesoin d' aïeux.»


VOLTAIRE — MEROPK.


El guerrero ilustre cuya vida pública vamos á
compendiar, no existe ya sino por la memoria de
sus hazañas y el grato recuerdo de sus contem-
poj^neos. Referiremosjos hechos consignados en
documentos oficiales, sin alterar su verdad, y
sin que sirva de guia á nuestra pluma afección de
ninguna especie. El Sr. Conde de Toreno hizo ya




2 PERSONAJES CELEBRES.


larga y honrosa conmemoración del valor y
pericia de este General, en su inapreciable Histo-
ria del levantamiento, guerra y revolución de
España: nosotros nos proponemos acopiar aqui
algunos materiales para la de los acontecimientos
ulteriores, y en especial para la de la emancipación
de nuestras colonias del Nuevo Mundo , en la
cual ocupará siempre el mas alto lugar el con-
quistador de Cartagena , cuyas campañas en el Vi-
reynáto de Santa F é , no solo son superiores á todo
encarecimiento, sino que pasarán tal vez por fabu-
losas algún dia.


Los estrechos limites en que debemos encer-
rarnos no nos permitirán detallarlas menuda y
extensamente, ni hacer sobre ellas las muchas
y graves reflexiones á que dan margen, y que harán
seguramente mucho mejor que nosotros todos los
lectores, que al conocimiento de aquel dilatado
pais, reúnan el de los principios generales- del
arte dé lá guerra.


Nació rx Pablo Morillo en 5 de Mayo de 1778,
en el lugar de Fuentes Secas , jurisdicción^Je
Toro, y á tres leguas de distancia de ésta ciudad,
siendo sus padres D. Lorenzo y Doña Mariá
Morillo. No contaba aun trece años , cuando sa-




MORILLO. 3


l i tado una noche de música con otros mozos y
jóvenes del pueblo , vieron que se dirigia hacía
ellos un grupo de gentes; y creyendo que se acer-
caban para impedirles la diversión ó causarles
algún d a ñ o , les hicieron frente, disparándoles
algunas piedras; mas como del grupo que se
iba aproximando, saliese una voz, que dijo: La
justicia, huyeron aturdidos. El temor del castigo
por un hecho que pudiera atribuirse á insulto
y resistencia á la autoridad, y el deseo de evi-
tar la justa colera dé sus padres, obligaron al
joven Morillo á huir a l o r o , y á sentar plaza
en 19 de Marzo de 1791 en una bandera del real
cuerpo de Marina que allí había.


Destinado al Departamento del Ferrol, empezó
pronto á dar muestras de su valor y á pagar
con su sangre el aprendizage de las armas , pues
apenas había cumplido 15 años, cuando se halló
en Mayo de 93 en el desembarco en la Isla de
S. Pedro, én Cerdaña, y después en la toma de
Tolón, donde concurrió á siete acciones hasta él
acty de su abandono, en el cual salió herido.


Pasando luego á Cataluña, se bailó en el de-
sembarco de Lanzada, en la acción del 13 : de
Agosto de 94 , en las alturas de Cullera , y en el




4 PERSONAJES CELEBRES


sitio del castillo de la Trinidad en Rosas, du-
rante el cual hizo dos salidas en guerrilla, y se
embarcó en una lancha sufriendo varios dias el
fuego de los enemigos. Posteriormente fue hecho
prisionero á bordo del navio S. Isidro en el com-
bate naval de 14 de Febrero de 97; estuvo en
el bombardeo de Cádiz por los ingleses, y asis-
tió á las acciones del 5 y 7 del mismo año.


listos méritos y servicios, en el ejército de
tierra hubieran allanado á Morillo el camino á
las clases superiores de la milicia, abierto siem-
pre á las virtudes militares y al talento; pero
en la Marina no pudieron tener mas recompensa
que la del ascenso á Sargento segundo, que ob-
tuvo en l . u de Octubre de 97. Siendo aquel
cuerpo científico, escluia de la clase de oficiales
á los que no hubiesen entrado á servir de Guar-
dias-Marinas, y hecho sus estudios en loscolejios
de los departamentos.


Sin salir de la clase de Sargento, concurrió
á la acción de 21 de Octubre de 1805 , sobre
el cabo de Trafalgar, á bordo del navio S. Ilde-
fonso . donde fue herido y prisionero; y se halló
después en el flotante Argonauta, en la rendición
de la escuadra francesa en Cádiz.




MORILLO. 5


Diez y siete años permaneció en este estado
de nulidad, oscurecido en las clases inferiores
de la milicia, el hombre llamado por sus prendas
y cualidades á dar muchos dias de esplendor á
su patria. ¡Tan cierto es que los talentos nece-
sitan la reunión de varias y determinadas cir-
cunstancias para desarrollarse, cual las semillas
de los vegetales para desenvolver el germen del
fruto que en su seno encierran!


La gloriosa guerra de la independencia que
encendió en España la alevosa invasión de Na-
poleón en 1808, presento á todos los españoles
la ocasión favorable de acreditar su patriotismo,
y un teatro apropósito para desplegar sus virtu-
des. No fue seguramente Morillo de los mas pe-
rezosos en acudir al llamamiento de la patria;
promovido ya en 2 de Junio á Subteniente del
regimiento de infantería, voluntarios de Llerena,
que se creaba entonces , concurrió en 19 de Ju-
lio inmediato á la memorable batalla y gloriosa
victoria de Bailen , que tanto contribuyeron á los
grandes y señalados acontecimientos, que tuvieron
sucesivamente lugar en Europa.


Pasando Morillo poco tiempo después a Es-
t iemadura , se halló en el sitio y rendición de




G PERSONAJES CELEBRES.


la plaza de Yelves; paso desde alli al pueblo de
Almaráz, donde con 200 hombres batió en 18' de
Diciembre á 150 caballos enemigos;"y atacado
por ellos al día siguiente, se retiró hasta el
puente de el mismo nombre , se hizo fuerte en
é l , y consiguió rechazarlos. Destinado con la
misma fuerza al puente del Conde, y acometido
el dia 22 por tropas superiores, las repeliój por
tres veces, causándoles mucha pérdida. El premio
de estos servicios , fue el ascenso inmediato á
Teniente en 20 de Diciembre; y habiendo reu-
nido á 25 paisanos, la mayor parte sin armas, en
4 de Enero de 1809, acometió en las inme-
diaciones de la Calzada de Oropesa á 37 infantes
enemigos, matándoles cinco y haciéndoles veinte
y nueve prisioneros.


No podían estar ocultas por mucho tiempo
las grandes disposiciones y cualides militares de
Morillo, y mucho menos á la penetración del
vencedor de Bailen, cuya vista perspicaz nunca
perdonaba la menor ocasión de sacar partido,


no solo de las disposiciones y talentos, sino
O


hasta de las flaquezas de que ningún hombre se
halla exento. Asi fue que habiéndole escrito el
Sr. Saavedra, Ministro á la sazón, que la Junta




MORILLO. 7


Central necesitaba una persona á propósito para
enviarla á Galicia á propagar la alarma, le de-
signó á Morillo, quien al efecto, promovido a
Capitán del reg'miento de voluntarios de España
en 22 de Enero, y nombrado en 18 de Febrero
para llenar aquella misión, pasó á Galicia in-
mediatamente ; y con varios patriotas que alli
se le reunieron, eonsiguió la rendición de la
plaza de Vigo en 17 de Marzo.


Procedió luego á formar un regimiento de
infantería con el nombre de la U n i o n , cuyo
mando se le couürió en 27 de Abr i l , después
de haber sufrido el 13 del mismo, con solos 300
hombres para fuego, ochocientos armados de
chuzos, y cuatro piezas de artillería, el ataque
que le dieron en el puente de S. Payo los ene-
migos en número de tres mil infantes y seiscientos
caballos , á quienes causó la pérdida de quinientos
hombres, obligándoles á retirarse; y persiguiéndolos
dos dias después desde Pontevedra al Pad rón ,
les mató cuatrocientos hombres y se apoderó del
puente de Zesures que defendían con dos piezas
de artillería.


Aleccionados los enemigos con aquellos des-
calabros, se hicieron mas cautos , y reunieron tan




8 PERSONAJES CELEBRES.


considerable número de fuerzas, que atacando á
Morillo en la Salud lograron dispersarle, reha-
ciéndose sin embargo sus tropas en los baños
de Cuntís, donde fue nuevamente atacado y
perseguido en su retirada al puente de S. Payo,
que ejecuto' con el mayor orden. Conociendo
Morillo la importancia de aquel punto, fue su
primer cuidado ponerle en estado de defensa: al
efecto sacó la artillería que los'enemigos habían
arrojado al agua cuando rompieron por aquella
parte, levantó varios atrincheramientos, y por
último cortó dos ojos del puente en su primer
tercio, y otro á la entrada. Los acontecimientos
ulteriores de la guerra justificaron el acierto de
aquellas medidas, pues contribuyeron en gran
manera á las acciones que alli sostuvo el Conde
de Noroña en 7 y 8 de Junio (*), en las que
Morillo mandó una columna.


Antes de esta victoria habia concurrido ya
en 23 de Mayo á la toma de Santiago, siendo
el primer gefe que entró en aquella ciudad ar-
rollando á los enemigos en las siete posiciones


(*) TOHEXO, historia del levantamiento guerra y revo-
lución de España. T. 2 p á g . 3 8 5 .




MORILLO. 9


que tomaron en sus calles, y persiguiéndolos
legua y media por el camino de la Coruna. Por
último, terminó Morillo la campaña de este año
pasando á Castilla á tomar parte en la acción
de Tamames de 18 de Octubre, y en las que se
dieron en 23 y 28 de Noviembre en Medina del
Campo y Alva de Tormes.


Destinado al ejército de la izquierda en la
siguiente campaña de 810, mandó una division
volante en la sorpresa de Miajadas en 29 de
Marzo, concurriendo con ella después á las ac-
ciones del castillo de Feria de 19 y 27 de Mayo
y 6 de Junio, y en la que se dio el 28 en
Burguillos. El 5 del siguiente Julio fue atacado
en Jerez de los Caballeros; después de pelear
durante todo el dia con estraordinario denuedo
hubo de retirarse a Salvatierra. En vano cargaron
sobre él mas de 6,000 hombres, pues con los
1,200 que mandaba, los rechazó constantemente,
causándoles la asombrosa pérdida de 1,500, según
confesión de los mismos contrarios. Esta acción
y la sorpresa de Fuente-Ovejuna, que mandó
Morillo en 7 de Setiembre, y de la cual salió
otra vez herido, forman las mas señaladas á que
concurrió en aquel año.




10 PERSONAJES CELEBRES.


Sitiado Badajoz á principios del de 1811, mandó
Morillo una brigada en la salida que se hizo de
la plaza para tomar las baterías de S. Miguel
en 7 de Febrero, y en las acciones que tuvo dos
días después en Evora la división á que pertene-
cía.


Atacada esta el 19 en los campos de Santa
Engracia, dispersada casi en su totalidad y he-
cha la mayor parte prisionera 5 trató Morillo de
restablecer el orden con su regimiento de la
Un ion , formándole en columna y retirándose á
las alturas inmediatas de S. Cristóbal, donde se
hizo fuerte. Vinieron sobre él los enemigos con
tan crecidas fuerzas, que hubo de formar el cua-
dro y emprender asi su retirada á Yelves. Tres
veces le cargaron los enemigos con la mejor ca-
ballería que tenían, y recibidos otras tres con se-
renidad y denuedo, fueron rechazados en todas
con gran pérdida.


Por mas que los gobiernos, asi como los pue-
blos, solo aprecien en lo general los hechos mi-
litares por su próspero ó adverso resultado , el
que entonces regia la nación mostró bastante
grandeza de a lma, para apartar, por un momen-
to la vista del desastre que acababan de esperi-




BOBILLO. I |
mentar nuestras tropas, y fijarla en el arrojo y
bizarría con que el regimiento de la Union habia
logrado sostener el honor de las armas. Conce-
dióle llevar al lado izquierdo del pecho un es-
cudo bordado de plata , en campo verde, en
que se señalaban las cargas de la caballería , y
se figuraba el cuadro de infantería que la recha-
zaba , y en cuya orla se leian estas palabras:
Premio d la Union en 19 de Febrero de 1811.
Morillo obtuvo igualmente en 14 de Marzo la
confirmación del grado de Brigadier que le habia
sido conferido sobre el campo de batalla.


Pasando después á mandar una división en el
4," ejército, destrozó con ella en la sorpresa de
Belalcázar, en la, noche del 6 al 7 de Junio la
columna móvil del coronel Normand ; y no fue
menos feliz en la de Esparragosa del Lareo en
I.° de Junio.


A pocos dias hubo de emprender su retirada
de Despeñaperros á D. Benito y Cáceres; en Vi-
llanuevá del Duque batió el 16 de Julio una co-
lumna enemiga, y tuvo otras varias acciones basta
que el 28 del mismo en la de Arroyo-Molinos,
en la cual mandaba Morillo la infantería españo-
la, se obtuvo un completo triunfo sobre la divi-




12 P E R S O N A J E S C É L E B R E S .


sion enemiga á cargo del general Girard , can-
sándole la pérdida de 400 muertos y heridos,
entre ellos el general Domhrousky, y haciendo
prisioneros al general Brun , al Príncipe de Arem-
berg, al gefe de Estado Mayor Idr i , un gran
número de oficiaies y 1,400 soldados.


Señaló Morillo los primeros dias del año de
12 , saliendo el 5 de Enero de Montanches, para
hacer con su acostumbrada actividad y destreza,
una escursion á la Mancha, llegando hasta Al-
magro , entrando el 14 en Ciudad-Real, y re-
gresando á Estremadura después de causar pér-
didas considerables á los franceses. Permaneció
por largo tiempo en esta provincia con el ejército
aliado al mando del general Hill, destinado por
Lord Wellington á cubrirla, mientras él se ade-
lantaba por Castilla. En Mayo de 1813 arrojó de
Alva de Tormes un cuerpo enemigo de infante-
ría y caballería, distinguiéndose en aquella jor-
nada los cazadores de la Union y de Doyle.
Continuó sus movimientos el ejército aliado, for-
zando por fin al enemigo á la memorable batalla
de Vitoria. Mandaba aquel día Morillo la división
española del ala derecha, y tuvo la gloria de que
le tocase empezar el combate contra la izquierda




MORILLO. 13


enemiga, atacándola con gallardía en las alturas
que ocupaba; no abandonó el puesto, á pesar
de quedar herido, y obtuvo en 3 de Julio la
faja de Mariscal de Campo.


Arrojarlos ya los enemigos del territorio es-
pañol y perseguidos por los aliados dentro del
suyo, el 10 de Noviembre acometió Morillo con
su división los apostaderos de los contrarios en
las faldas del Mondarin, se apoderó de algunos de
ellos, protegiendo de aquel modo las maniobras
de los ingleses. Retiradas al país las tropas es-
pañolas, solo quedó en Francia la división de
Morillo ; con ella pasó el 9 de Diciembre el Nive,
por los vados de la Isleta y Cabarre, y se ense-
ñoreó del cerro de Urcuray y otros inmediatos,
desalojando á los franceses que intentaron ha-
cerse fuertes en ellos. Continuó teniendo parte
activa en todas las operaciones del ejército aliado,
hüsta que la suspensión de armas concluida en
18 y 19deAbriJ de 1814, puso fin á las hostili-
dades y término á la tenaz y gloriosa guerra de


independencia. No por eso .concluyeron las fa-
tigas del general, pues repuesto apenas de las
que por espacio de seis años de una lucha tan
reñida como desastrosa acababa de sufrir, Ic es-




1 4 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


peraban ya otras de mayor tamaño y de distin-
tinta naturaleza.


Nombrado en 14 de Agosto capitan general
de las provincias de Venezuela, y general en
gefe del ejército espedicionario de Còsta-Firme, con
orden espresa de reparar la division con la que
tantos triunfos habia conseguido y de reforzarla
con otras: t ropas, tovo que dedicar á esto todos
sus cuidados, hasta que en el mes de Noviembre
partió para Cádiz á reunirse con la división que
se hallaba ya en aquel puerto , compuesta de
seis batallones de infanteria, dos regimientos de
caballería, dos compañías de artiliería de á pie,
una de obreros y üji escuadrón de artillería á
caballo. Las fuerzas marítimas que bajo el mando
independiente del brigadier D. Pascual Enrile,
formaban parte de la espedicion, constaban del
navio S Pedro Alcántara de 64, de las fragatas
Diana é Ifigenia de 34, de una corbeta de 22, de
una goleta de 8, y 13 faluchos cañoneros.


El dia 17 de Febrero de 1815 dio la escuadra
Id vela de Cádiz con un convoy de 70 traspor-
tes ; el 3 de Abril recaló en la isla de Tabago
y el 4 fondeó' en Puerto-Santo. Reunido allí al
ejército espedicionario el teniente coronel Don




M O R I L L O . 15


Francisco Tomás Morales, comandante dé las
fuerzas de barlovento, zarpó toda la escuadra el
7 y se presentó delante de la isla de Margarita,
que fue ocupada el 10 á discreción, sin necesidad
de recurrir á las a rmas , después de algunas ne-
gociaciones. El primer cuidado del general fue res-
tablecer en ella la paz y tranquilidad indultando
á los rebeldes, según el espíritu de las órdenes que
llevaba; nombrando autoridades, arreglando la
guarnición y todos los ramos de lá administra-
ción pública, y. adoptando cuantas medidas creyó
oportunas para la quietud y bienestar de los ha-
bitantes.


El 22 del referido mes salió la escuadra de
Margarita á hacer aguada en la isla de Coche,
delante dé la cual se incendió el 23 el navio San
Pedro Alcántara. El mismo d ia , y antes de aque-
lla catástrofe, sé había embarcado Morillo de ma-
drugada para Cumaná en la fragata Diana ; y la
plaha mayor y todo el convoy dio la vela para
dicho punto el dia siguiente. El 2 de Mayo pu-
bfleó Morillo en Cumaná un bando para preve-
nir la indisciplina del ejército, y recogió las ban-
deras de las tropas leales del pais, colocándolas
en la Iglesia, y dándoles otras mas españohs.




16 PERSONAJES CÉLEBRES.


Fue esto como un preliminar para suavizar la
guerra sin cuartel que allí se hacia desde mu-
cho tiempo, y en apoyo de esta medida y entre
otras disposiciones relativas al orden y disciplina,
mandó que el que diese muerte en el campo de
hatalla á un enemigo rendido fuese pasado por
las armas; lo cual se llevó á efecto.


Organizada en Cumaná la pequeña división
que se envió al Perú por el Istmo de Panamá,
al mismo tiempo que pasaron seis compañías
de infantería á Puerto-Rico; después de haber
tomado varias providencias para el arreglo militar
y régimen civil de las provincias de Oriente y
sus llanos, marchó con el resto de las fuerzas
á la Guaira, partiendo de allí el general Mori-
llo para Caracas, adonde llegó el 11 de Mayo,
anunciándose en la proclama que dirigió á sus
habitantes como un hermano que iba á llevarles
la paz y tranquilidad, ahuyentadas por el genio
de la discordia de aquel desgraciado suelo, i « Cuan
grato me será en mi vejez les decia, el oir qun
sois felices! Yo me diré entonces con orgullf:
los puse en el camino de la dicha, sofocando
los partidos y conservándolos leales al Rey. •


Desde su entrada en la capital de Venezuela




MORILLO . 17


no tuvo un momento de descanso. Reducido a
cenizas, como liemos dicho, el navio S. Pedro
Alcántara, y los caudales, víveres y municiones
que encerraba, era preciso examinar detenida-
mente el estado del pais y los recursos con que
podia contar para las grandes operaciones que le
llamaban á otros puntos distantes. Tocó la deso-
lación de los pueblos, y compadeció sus desgracias;
pisó los funestos lugares que habían sido teatro
de las mas bárbaras é inauditas carnicerías; vio
por último las señales de ías hogueras en que
habían espirado entre crueles tormentos centenares
de inocentes, sin mas delito que haber nacido en
Europa , y las regó con sus lágrimas. (*)


(') La proposición segunda del manifiesto de las provin-
cias de Venezuela, firmado .por Antonio Nicolás Bricefio
en Cartagena de Indias á 16 de Enero de 1 8 1 3 , empezaba
por estas notables palabras-: «Como esta guerra se dirige
en su primer y principal lili á destruir en Venezuela la
raza maldita de los españoles europeos, en que van inclu
sos los isleños (ios de Canarias), quedan por consiguiente
escluidos de ser admitidos en la ospedioion por patriotas
y buenos qui! parezcan, puesto que no debe quedar ni
unq^olo vivo.»


bn la novena se decía: «Se considera ser un mérito su-
üciente para ser premiado , y obtener grados en el ejér-
cito el presentar un número de cabezas de españoles en
ropeos, inclusos los isleños: y asi el soldado que presen-




18 PERSONAJES CELEBRES.


Concluidos los preparativos necesarios para la
grtvnde espedicion que iba á emprender sobre el
nuevo Reino de Granada , marchó inmediatamente
á visitar; el interior de la provincia en í.° de
Junio, Pasó por los hermosísimos valles de Ara-
gua , llegó á Valencia del Rey y se trasladó en
seguida á Puerto-Cabello , doqde estaban reunidas
las, fuerzas de mar y tierra que debían ir al vi-
reinato de Santa F e , inclusas las tropas del pais
que se pudieron reunir. Por aquel tiempo obtuvo
Morillo el despacho de Teniente General.


Antes de dar la vela de Puerto-Cabello para
Cartagena, se despidió en 10 de Julio de los
habitantes de Venezuela , y apenas llegó á las
costas de aquella provincia, hizo dirigir la voz á
los americanos del nuevo reino de Granada por
el Intendente D. José Domingo Duar te , anun-
ciándoles las pacíficas intenciones del ejército real.
Creía el General que seria escuchada la voz de
aquel gefe por ser compatriota de los insurgentes,
y haber residido muchos años en aquella capital.


tare veinte cabezas de dichos españoles será ascendido á
Alférez vivo y efectivo ; el que presentare treinta , á Te-
niente ; el (pie clncu nía á Capitán , etc.




MORÍ 1X0. 19


Desgraciad a meu te fueron desechadas con altane-
ría , sus ofertas, y no le quedó 'Otro medio que
reeurriv á las armas.


Desembarcó luego en Santa Marta , y alli dis-
puso que una división, á las órdenes del Brigadier
O. Pedro Ruiz de Porras., marchase á Mompox
para sostener aquel punto á todo trance, vigilar
ios rios Cauca y Magdalena , destruir ó atraer á
sí el cuerpo que tenia Bolívar, auxiliar el paso
de la vanguardia mandada por el Coronel Morales,
proteger el movimiento que debía hacer pa-
ra amagar un ataque sobre Santa Fé de Bo-
gotá la división del Coronel Calzada , y coadyu-
var al buen éxito del sitio de Cartagena. Dispuso
también que pasase á la Isla de Jamaica el In-
tendente , para proporcionar recursos; y después
de adoptar otras disposiciones, partió para Car-
tagena, quedando investida y bloqueada dicha
plaza el dia 12.


Podía el General haberla destruido en poco
tiempo, pero prefirió las fatigas y panalidades de
unjsitio prolongado, á la dolorosa certidumbre de
la pronta ruina de Cartagena. En vano dirigió
la voz á los pueblos, ofreciéndoles la paz y ame-
nazándoles con que, si se atreviesen d volver




20 rEnSONAJES CÉLEBRES.


sus urinas contra S. M. , supais seriaren breve
ttn vasto desierto.


Coutinuó el sitio durante el cual se hicieron
varias espediciones para ocupar las provincias in-
mediatas y allegar víveres en la de Santa Marta,
mientras se iban apoderando nuestras armas de
las islas que forman la balu'a , hasta encerrar las
fuerzas marítimas enemigas en la parte interior;
dirigiendo todas las operaciones del bloqueo y
los ataques de mar , el General D. Pascual Bu-
rile , y habiendo quedado escarmentados los ene-
migos que se hallaban en Santa F é , al intentar
hacer levantar el sitio de Cartagena. Prolongá-
base este á pesar de las humanas y templadas
amonestaciones del General, desde Torrecilla
en 2 2 , 23 y 24 de Setiembre y 4 de Octubre;
crecía la penuria de los sitiados, que tampoco
oyeron las generosas ofertas que se les hicieron
de nuevo en 4 de Diciembre, hasta que por últi-
mo el 6 , después de 116dias de un sitio en que
no hubo clase de calamidad que no sufriesen los
sitiados, embarcándose los gefes con la guarnición
venezolana, huyeron de la plaza y la abandona-
ron. Ocupáronla inmediatamente los sitiadores,
que presenciaron t i espectáculo mas doloroso al




M O R I L L O . 21


ver ei sin número de cadáveres insepultos que
existían en las calles y en las casas. Dispuso el
General suenterramieato, y que se atendiese al sus-
tento de los poeos habitantes que habían*podido
resistir á los rigores del hambre.


Arreglado todo lo necesario para la próxima
campaña , salió Morillo de Cartagena- el 16 de
Febrero de 1816, habiendo enviado antes una
columua á la provincia de Antioquia, y dirigiendo
al mismo tiempo-por el rio de la Magdalena una
numerosa flotilla- con los equipages, víveres y
municiones del ejército.


A su llegada á Mompox , principiada ya la
campaña,, recibió aviso Morillo de haber, sido
completamente derrotados los enemigos en Cachiri,
y que Bolívar habia formado una espedicion con
los medios y auxilios sacados de la Jamaica y
Cayos de S. Luis , y que se dirigía según unos
a Cartagena, y según otros á Caracas; todo lo
tenia previsto el General , y aquellas noticias en
nada alteraron su plan. Adviértase que desde
Mompox , habia solicitado de S. M. que le Re-
leíase de un cargo tan superior á sus fuerzas.


No nos detendremos en la narración de varias
acciones de guerra que tuvieron lugar hasta el l.°




22 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


de Abril, en que estaba ya Morillo en '©caña, y
á pesar de la seguridad que tenia de que las pro-
vincias de Socorro y Tunja, serian envueltas y
ocupadas por sus tropas, invitó á-sus habitantes
á que no aumentasen sus males con una inútil
resistencia. Dispuso entre tanto que algunas tro-
pas'siguiesen su marcha ¿Caracas en busca de
Bolívar, á quien encontraron en1 efecto al de-
sembarcar, dispersándole y obligándole á refugiarse
en S. Toma.


En 24 de Abril, Bies-en que supo el General
haber sido agraciado con la gran cruz de Isabel
la Católica, publicó tairíbien inútilmente en Oca-
ña un indulto á los habitantes de aquel reino.
Nuestras columnas atacaron entonces á los ene-
migos, y después de repetidos combates entraron
en la capital r llegando Morillo áella ¿mediados
de Mayo, mientras el ejército perseg^ja veloz-
mente' al enemigo, quedando en 2S> de Junio
deshecho el ejército que se habia opuesto- á las
tropas espedicionarias.


Con anticipación á estas ocurrencias habia en-
viado Morillo sus órdenes á Quito, para que e¡
ejército dé aquélla provincia marchase sobre la
de Popayah, y se mantuviese en ella sin empeñar




M O R I L L O . 2 3


acción decisha, esperando Ja cooperación de las
columnas que debian ir sobre la misma provincia.
Hicieron estas los -mayores esfuerzos para llegar
á tiempo ál punto que se les Jiobia designado;
mas eran tan inmensas tos distancias y tan es-
casos los recursos, que no podiendo ejecutar las
marchas con la velocidad que convenia, dieron
lugar á que el enemigo atacase lina división
que: se habia fortificado en Tambo del Rey,
y que. batió y derrotó completamente á los
enemigos á pesar de su superioridad de fuer-
zas. •


El dia 30 de Mayo, solemnizó Mordiólos dias
del Rey publicando un indulto en Santa Fe de
Bogotá; y desde entonces dedicó toda su a ten-
ción á organizar ios ramos.déla administración,
restablecer la confianza pública y líi seguridad
iuterior, y promover la prosperidad común por
cuantos medios estaban á su alcance. Abriéronse
nuevos caminos, reparáronse los antigaos, se hi-
cieron puentes y calzadas, se establecieron: po-
sadas, ,y se propagó la vacuna, atendiendo•al
mismo tiempo á las ar tes , sin descuidar el so-
corro de los pobres y desvalidos; disposiciones
todas que probaban que el General no era menos




24 PERSONAJES- CELEBRES.


esperto en el manejo de los negoeios que en el
de las armas.


Mientras el verano penia término á las inun-
daciones del Arauca , anunció á los habitantes de
los llanos y á los de la nueva Granada el mo-
vimiento que iba á emprender sobre Venezuela,
amonestándoles á la paz.


No nos; detendremos en 1 especificar los males
y privaciones sin término-, que hubo de sufrir
el ejército durante aqu?l movimientos en marchas
de centenares de leguas, por montañas heladas
é inaccesibles, y abrasados desiertos, sin aguas
ni subsistencia; nuestros heroicos soldados, lo
arrostraron todo con una constancia y sufrimiento
que renovaba la memoria de los Fernandez, dé
los Urreas , dé los Garci-Fernandez de Silva , y
de los demás esforzados capitanes que agrega-
ron aquel vasto territorio á la corona de Cas-
tilla.


A mediados de Enero- dé 1817, pisó Morillo
el suelo de Venezuela. Un cuerpo de" 3,000 ca-
ballos insurgentes, mandados por Paez , bahía
atacado al General Latorre , dos dias antes de
su incorporación, al paso del Apure, y catorce
cargas consecutivas contra los causados batallones




MOMI.1,0. 25


'•*) En el maniliesto que las provincias ríe Venezuela


de Morillo, le hicieron conocer que los rebeldes
no eran ya una gavilla de cobardes ; fueron sin
embargo rechazados constantemente. Retiróse Paez,
y Morillo se adelantó hasta S. Fernando, cierto
ya de que la isla de la Margarita estaba ocu-
pada por los enemigos, perdidas en- gran parte
las provincias de Cumaná y Barcelona , y el alto
llano de la de Caracas, dominada casi toda la
grande estension que media entre el Apure y el
Arauca por el cuerpo'que mandaba Paez; y la
provincia de Guayaría por el sedicioso Piar.


Envió sin embargo socorros á esta última con
el General Latorre ; pero la fortuna no favore-
ció aquella operación , y Morillo tuvo que pe-
netrar hasta Cumaná y Campano, después de
haber atravesado' lo interior de tres provincias.
Todos los pueblos marítimos de los enemigos,
fueron tomados por nuestras t ropas; y poco des-
pués pisó Morillo con parte de su ejército el
suelo de la pérfida Margarita. Aunque la sangre
de sus compañeros de a rmas , alevosamente der-
ramada en aquel ingrato suelo por el mas ingrato
de todos los hombres, el pérfido Arismendí. (*)




26 PERSONAJES CELEBRES,


estaba clamando venganza ; antes de apelar á las


a r m a s , dirigió inútilmente palabras de paz alas


autoridades y habitantes; pero cuando iba á


tomar la ciudad de la Asunción, capital de


aquella isla, tuvo que abandonar su empresa a


causa de los progresos de los enemigos en la


provincias de Caracas, y volar con parte de sus


tropas á la capital de Venezuela. Permaneció allí


hicieron á todas las naciones civilizadas de Europa en
principios del año I B I S , hablando de este monstruo, de
cuyo nombre los Ayuntamientos , Diputaciones y Cabildos
creían necesario apartar inmediatamente su memoria por
honor ó la humanidad, y en obsequio de unos pueblos que
llenó después de tuto y desolación, se dice ademas:


«El traidor feroz, conseguidos algunos auxilios en
Santa i'é, se lanzó sobre su patria precedido de la fama
de una guerra á muerte que ejecutaba en toda su fuerza.


Once meses duró la dominación de aquel bárbaro; once
meses... cuyos dias fueron ¡constantemente marcados coii
asesinatos, violencias, rapiñas é impiedades; y en los
cuales la voluntad, ¡los deseos, una señal no mas del
tirano , eran las únicas leyes inviolables de Venezuela. Los
Ayuntamientos, Diputaciones y Cabi Idos se creeu dispen-
sados de recordar la orden escandalosa de 8 de Febrero
de 1814, que condenó á muerte á 800 españoles europeos,
haciéndoles perecer en los dias 1 4 , 15 y 16, y declaran-
do el lugar del origen por el único delito.


Este monstruo no solo fue comprendido en la aroiú>-
lía otorgada por el General Morillo a su primer entrada
en la Margarita, sino que le dejó en su patria , en el
Ayuntamiento, en su casa y con sus bienes, le dispensó
mil atenciones, le sentó á su mesa, etc., etc.




M O R I L L O . 27


pocos d í a s , y en ellos publicó el indulto espedido
por el Rey con motivo de su casamiento con Doña
Isabel de Braganza.


Marchó después el General al ejército, y se halla-
ba ya en Guadarrama sobre las orillas de la Por-
tuguesa , cuando supo que Bolívar, pasando el
Orinoco con numerosas fuerzas, marchaba rápida-
mente á reunirse én el alto de la provincia de
Caracas con el cuerpo que mandaba* Zaraza, y
dar principio á tes operaciones atacando á Ca-
labozo. Antes que este pudiera verificar su reu-
nión con Bolívar, fue atacado y destruido en el
sitio de la Hogaza. El 8 de Diciembre de 1817,
y con motivo de esta victoria, repitió Morillo el
indulto de S. M. á los disidentes, quienes lo
despreciaron sin embargo.


En este tiempo condecoraba el Gobierno á
Morillo con la gran cruz de San Fernando; y
en él también volvía Bolívar sobre Angostura, y
subía con la mayor serenidad por la orilla dere-
cha del Orinoco y lo pasaba por frente de la
embocadura del Arauca. Voló Morillo desde San
Carlos, donde se hallaba, y en menos de cuarenta
horas, llegó á principios de Febrero de 1818, a
Calabozo; y no pudiendo hacer frenteá las n i p




28 P E R S O r t A J ü S C E L E B R E S .


merosas fuerzas de Bolívar, resolvió el 14 reti-
rarse á las montañas y atraer al enemigo sobre
los valles de Aragua. Retirada memorable en la
cual acreditaron nuestros valientes guerreros su
heroicidad y constancia, atravesando treinta le-
guas de una llanura cubierta de cenizas, sin
agua, á la vista de un enemigo poderoso, y su-
friendo el sol abrasador de la zona tórrida-. En
aquella jornada , dio el General el ejemplo-, se-
guida por los gefes y oficiales, de marchar á pie
horas enteras, para que montaran en sus caba-
llerías los soldados mas desmayados. Llegó al
Sombrero el 16 , y derrotó á los enemigos que le
atacaron con ímpetu. Continuó su retirada sobre
Valencia del Rey, abriendo á Bolívar el paso á
los valles de Aragua , y colocando fuerzas supe-
riores sobre las Cocnisas para cubrir la capital.
Atacó á Murucay arrollándolo todo , pero habiendo
sido interceptadas las órdenes que enviaba á la
división de las Cocnisas mandada por el General
Latorre , logró retirarse el enemigo á la villa de
Cura , dejando por todas partes gran número de
prisioneros, cuyas vidas fueron respetadas. Nues-
tras tropas persiguieron vivamente á las de Bo-
lívar hasta la Puerta, donde reforzado este, atacó




M Olí i ixo . 29


a la vanguardia que desordenó y puso en disper-
sión. Llegó Morillo al campo de batalla en tan
críticos momentos ; vio el peligro y la suerte de
Venezuela , é hizo punto de honra el salvarla á
costa de su vida. Dio orden al cuerpo de ejér-
cito que venia en marcha , para que dejando las
mochilas volase al campo ; y poniéndose á la
cabeza del escuadrón de artillería, se arrojó so-
'ire 3,000 enemigos victoriosos, y los puso en
¿ergonzosa fuga. Volaba allí la muerte por todas
par tes , y en aquella terrible escena fue atrave-
sado Morillo por el vientre de parte á parte de
una lanzada. Pero estaba conseguido su intento,
y la victoria era casi cierta. Las últimas palabras,
las últimas órdenes del General en medio de las
crueles agonías de la muer te , que se creyó ine-
vitable , y de que le salvó milagrosamente la cir-
cunstancia de no haber probado alimento cuaren-
ta y dos horas antes, fueron las de salvar d los
•prisioneros y respetar sus vidas.


Las consecuencias de aquella victoria, obte-
n i da en 16 de Marzo, fueron el destrozar al ene-
migo en el Caimán, Ort iz , el Rincón de los
Toros, Cogede , los Patos y Nutr ias , haciéndole
mas de l,-r>0() prisioneros. Bolívar debió la vida




30 PERSONAJES CELEBRES.


en la Puerta a l a velocidad de su fuga, y en o!
Caimán á su fortuna.


Nuevamente exortó á la paz en 10 de Mayo
á los habitantes de Barinas y á los de Calabozo,
y llegada la estación de las lluvias en Junio , fue
preciso acantonar las tropas á fin de repararlas
y disponerlas para la campaña del año 1819.


Inauguróse este, saliendo el primer dia de él
el cuartel general de Valencia. Morillo no pudo
ir á su cabeza por hallarse en cama de resultas de
una caída del caballo que habia dado los dias
anteriores en Caracas; mas á pesar de tener
aun abierta la herida , tardó poco en volar al
ejército. Pasó este el Apure, y el enemigo aban-
donó á S. Fernando y todos) les pueblos del lado
acá delArauca, atravesando este rio y dirigién-
dose á Cunaviche y á les iumensos desiertos que
hay á la orilla izquierda del Meta. Siguióle nues-
tro ejército , pasó también el Arauca, y le tomó
las grandes baterías que allí había construido.


En 4 de Febrero , dirigió otra vez el General
palabras de paz á los insurgentes, y una ¡alocu-
ción escrita en su idioma, á los ingleses que
entre ellos habia, ofreciéndoles servicio, ó tras-
ladarlos donde gustasen; pero todo fue inútil.




M O R Í 1X0. 31


Hubo varias acciones parciales , y mientras el
ejército, en razón á aproximarse la estación de
las aguas , repasaba el Apure y se acantonaba,
fue Morillo .i la capital de Venezuela , á tratar
con aquellas autoridades; y por aquel tiempo le
confirió S. M. en t 7 de Diciembre el título de
Castilla , con la denominación de Conde de Car-
tagena, Marqués de la Puerta. Al concluir las
lluvias se trasladó á Valencia, recorrió algunos
de los departamentos del Occidente, y á princi-
pios de Febrero de 1820 , se hallaba ya en la
villa del Pao.


Hablan comenzado a llegar entonces á aque-
llos provincias las noticias del cambio político
ocurrido en Marzo en la Península ; é invitado
el Conde por algunos habitantes de Caracas para
acelerar el juramento á la Constitución , voló allá
y le prestó solemnemente. Los acontecimientos de
la guerra , le hicieron volver á Valencia, y allí
solemnizó nuestra regeneración política mandando
volver á sus casas á los desterrados , y poniendo
en libertad á los que aun no habían cumplido
sus condenas.


Marchando después el ejército contra Bolívar,
recibió el Conde en Caracas orden terminante de




32 P E R S O N A . l l i S C É L E B R E S


suspender las hostilidades á todo trance; la cual
le obligó á firmar en Santa Ana el tratado con
Bolívar , «que fue en cuantos golpes había re-
cibido de la adversa fortuna (son sus mismas
palabras) el que mas amarga impresión le habia
causado.»


En este estado llegó á Tocuito , en los prime-
ros dias de Noviembre, una orden concediendo al
Conde la real licencia que habia solicitado para
regresar á la Península. Con este motivo, todas
las autoridades y corporaciones, asi civiles y mi-
litares, como religiosas , le suplicaron suspendiese
hacer uso de aquella real gracia; pero el estado
de su salud y la necesidad absoluta de repararla,
no le permitieron condescender con tan lisongeras
súplicas.


Hemos procurado encerrar en un breve es-
pacio las campañas - que durante cinco años hizo
el ejército espedicionario de Costa-firme, y en los
cuales, sino hubo grandes batallas , hubo acciones
distinguidas, hechos gloriosos, sobrade valor y
denuedo por parte de nuestras t ropas , y sobre
todo hubo entusiasmo, constancia y heroísmo, no
ya para combatir á enemigos á quienes estaban
acostumbradas á vencer, sino para arrostrar el




MORILLO. 33


el hombre, la sed, el cansancio y la privación
absoluta por dias enteros hasta de lo uecesario
para conservar la existencia. ¿ Y qué diremos si
paramos la consideración en los obstáculos que
la naturaleza misma oponia á sus movimientos,
en la inmensa estension de 64,000 leguas cua-
dradas y casi totalmente incultas, que tiene el
Vireinato de Santa Fé desde Guayaquil á Carta-
gena N. S., y desde Maracaibo á las costas de
Popayan E. O.? ¿Qué si contemplamos la mul-
titud de rios que tenían que atravesar á cada pago
nuestros soldados, siendo frecuentemente presa
de los caimanes y otros animales dañinos, de que
tanto abunda aquel territorio? Apenas podrá
concebirse que un puñado de hombres, sin mas
recursos que el esfuerzo de su ánimo, hubiesen
llevado á cabo en el breve espacio de cuatro meses la
reconquista y pacificación de todo aquel vireinato.


Llegado el Conde á la capital de la Península
á fines de Abril de 1821, fue su primer cuidado
reimprimir el manifiesto que habia dado á luz en
Caracas, en Setiembre del año anterior, con
motivo de las calumnias é imputaciones atroces
y falsas, publicadas contra su persona y adminis-
tración.




34 PERSONAJES CELEBRES.


Llamaron por aquellos dias la atención del
Gobierno sucesos lamentables , que llenaron de
consternación á todos los vecinos honrados de
la :Corte: el asesinato de Cura Vinuesa y los
desórdenes de aquellos dias, indugerou al Gobier-
no á nombrar Capitán General de Madrid, al
Conde de Cartagena, cuyos principios moderados y
firmeza de carácter bien conocida, esperaba lograría
desconcertar los planes de los demagogos. En
efecto, gracias á la constante actividad del Gene-
ral y del Gefe político D. José Martínez de San
Martin , no se atrevían á emprender nada. Hubo
de cesar el Conde en sus funciones de Capitán
General de Castilla la Nueva, tres meses después,
con motivo de haberse mandado formar sumaria
sobre las ocurrencias de la guardia del convento
de San Martin, en 20 de Agosto del eitado año.
El Conde fue declarado absuelto, y en consecuen-
cia mandó S. M. en 16 de Setiembre que se vol-
viese á encargar del mando del distrito Añadió
ademas el Monarca á esta pública satisfacción,
la de nombrarle al mes siguiente su Ayudante^e
Campo, y en el inmediato Noviembre su Gentil-
hombre de Cámara con ejercicio.


Mantuvo el Conde el orden por algunos meses




MORILLO. 35


á fuerza de fatigas y desvelos; pero el mal era
grande para ¡ceder á paliativos. Los esfuerzos del
Gobierno retardaron la ; crisis , mas no pudieron
evitarla. A mediados del año 1822, principiaron á
circular varios rumores de que los batallones de
la Guardia Real iban á ser desarmados; y este
fue el pretestó¿ sino la causa, del movimiento
tumultuoso con que alteraron estos cuerpos la
tranquilidad pública en aquellos dias. Súpolo el
Conde en 30 de Jun io , hallándose postrado en
cama; pero le llamaba la patria y el deber, y
nunca se habia mostrado sordo á su voz. Nom-
brado al dia siguiente Comandante general de
dicho cuerpo, voló á los cuarteles, arengó á los
soldados, y logró contenerlos por entonces.


, Sabidos son los sucesos desagradables del 7
de Jul io: el Conde hizo renuncia en 5 de Agosto
de la Capitanía general, que no le fue aceptada;
repitióla sin embargo al dia siguiente, y al in -
mediato accedió por fin el Gobierno á sus deseos.


Pasó luego á tomar las aguas del Molar para
restablecer su quebrantada salud; y receloso, sino
sabebor de que se iba á cometer con él alguna
tropelía, abandonó aquel punto y se dirigió á
la Zarza de Plasencia. Detenido en este lugar por




36 PERSONAJES CÉLEBRES.


no llevar : pasaporte, el Gobierno noticioso del
hecho, le mandó venir á la Corte; mas habiendo-
llegado al Escorial en 7 de' Noviembre con otra-1


nueva dolencia , hubo de permanecer allí algunos'
dias antes de cumplir aquel mandato.


Presentóse por aquel tiempo en las Cortes un
dictamen de la mayoría de la Comisión de medi-
das, en que se acriminaba la conducta' observada
por el Conde en los acontecimientos de que aca-
bamos de hacer mención; y hubo de vindicarse
por medio de un impreso, publicado en 10 de
Febrero de 1823 , en el cual rebatía victoriosa-
mente todos los cargos que se le hacían.


Nombrado pocos dias después General en Gefe
del cuarto ejército, continuó á su frente y de-
sempeñando la Capitanía General de Galicia, hasta
que sus heridas le obligaron á solicitar real li-
cencia para pasar á restablecerse á Francia. Otor-
gósela S. M. en 23 de Noviembre, y en 1.° de Ene-
ro inmediato se embarcó en la Coruña para aquel
destino. Allí pasó seis años entregado á los pla-
ceres tranquilos de la vida doméstica, en brazos
de su esposa, y cuidando de sus tiernos hijos.
Con motivo del nacimiento de nuestra augusta
reina, obtuvo el Conde en 19 de Noviembre




MORILLO. 37


de 1830, real permiso para regresar á España,
con los grados y honores que disfrutaba en 7 de
Marzo de 1820; y posteriormente en 5 de Junio
de 1831, su cuartel en esta Corte.


No tardó mucho tiempo en presentarse la
ocasión de acreditar su fidelidad. Nombrado en 26
de Octubre de 1832, Capitán General del reino
de Galicia, pasó inmediatamente á Santiago, ca-
pital entonces, trasladándose después á la Cora-
ña que pasó á serlo, para establecer allí la au-
diencia y demás dependencias, con la celeridad
que convenia al curso espedito de los negocios.


Treinta y dos mil realistas, armados y po-
seídos generalmente del mismo espíritu que los
de las demás provincias del reino, contaba en-
tonces Galicia; fuerza tanto mas temible, cuanto
no habia la suficiente del ejército para contrar-
restarla en caso necesario. En pocos dias logró
el Conde recoger mas de 26,060 fusiles , sin la
menor alteración ni disturbio. El Gobierno no
tuvo á bien aprobar aquella operación; cosa que


^intió el Conde tan amargamente , que en los
primeros momentos estuvo á pique de que le
abandonase la serenidad que tanto le distinguía,
hasta en lo mas recio de los combates. Sin em-




38 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


bargo continuó dicha medida, recogiendo en poco
tiempo los 6,000 fusiles restantes, que sirvieron
como los anteriores para armar á la Milicia ur-
bana.


Mientras se ocupaba en organizaría, recibió una
comunicación del Gobierno, en la cual después
de enterarle de que S. M. acababa de conceder
al Infante D. Carlos licencia para ir á Italia, con
cuyo motivo se debia trasladar á Valencia do Mi-
ño , se prevenía al Conde que pasase inmediata-
mente á Tuy para recibirle y acompañarle á Vigo,
en donde se debia embarcar. El Conde pasó en
efecto á T u y , pero en 7 de Setiembre supo por
el Ministro de España en Lisboa que D. Carlos,
lejos de pensar eu trasladarse á Italia, se habia
unido á D. Miguel.


Desvanecido pues el objeto de su permanencia
en T u y , pasó á recorrer varios pueblos de la
provincia. De vuelta á Orense, en 27 de Octu-
b re , el estado de los negocios le obligó á mar-
char hacia la Puebla de Sanabria con dos bata-
llones , dejando orden para que le siguiesen otros,
dos que se hallaban en Santiago y en la línea
del Miño , asi como 600 carabineros de infante-
ría , cuyas tropas se reuuieron todas en Benaven-




MORILLO. 39


te á mediados de Noviembre. Envió desde alli
dos batallones á Leoh, é informado por el Ge-
neral Rodil de los movimientos del Infante hacia
Chaves, pasó él mismo con el resto de las fuer-
zas á Sanabria.


Atacado en Verin de una grave enfermedad
tres ó cuatro dias después, hubo de guardar cama
por un mes, trasladándose, ya mejorado, en 7
de Enero de 1834 á Ginzo de Limia, en donde á
su llegada recayó de la pasada dolencia. Nueva-
mente restablecido, volvió á recorrer el distrito
de su mando, hasta que á fines del año 1835 obtuvo
real licencia para venir á la Corte á reparar sus
dolencias. La tranquilidad y reposo de la vida
doméstica , y los auxilios de la medicina, dis-
minuyeron por algún tiempo los progresos del mal,
mas no pudieron detenerlos. Creyó el Conde que
con las aguas de Bareges en Francia recobraría
la salud, y obtuvo licencia para ir á tomarlas;
salió de Madrid en Agosto de 1836, y los cuidados
de su amada esposa, las caricias de sus tiernos


#iijos, y la solicitud atenta y constante de los mé-
dicos , solo pudieron prolongar su dolorosa exis-
tencia hasta el 27 de Julio de 1837, en que bajó
al sepulcro en Bareges á la edad de 59 años cum-




40 PERSONAJES CELEBRES.


piídos. Sus restos fueron depositados por su des-
consolada esposa en un terreno del Común de
Lux, que compró al efecto, mientras le preparaba
mas digno lugar en su patria.


Tal fue el fin de uno de los caudillos mas se-
ñalados que produjo la guerra de la independen-
cia. Sus hechos y proezas en ella, y sus campa-
ñas en América, llenarán á su tiempo algunas
de las mas brillantes páginas de nuestra historia.


Era de estatura regular y muy corpulento: en
su rostro moreno y grave brillaban sus ojos ne-
gros, cuyo mirar, atento sin descaro, mostrábala
penetración de su alma. Robusto y ágil no había
fatiga ni privación superior á su constancia y su-
frimiento. Fue honrado, á fuer de castellano; hu-
mano y compasivo, á par que valiente y esforza-
do ; amigo fiel y constante; generoso y despren-
dido ; de costumbres sencillas; franco en su tra-
to. ; esposo tierno, padre amantísimo y buen ciu-
dadano. Últimamente, en la cumbre de los cargos
y honores á que se vio elevado, no se desvaneció
un solo instante, dando asi la mayor muestn_
que puede dar un hombre de ser acreedor á ellos.




*




• ' * 1 ' я


ПОТАШ ïeiiîjite* " J E ¡ . B I C A AIX.




L). FRANCISCO


IHAÜTIIVEZ d k ti a ROSA.


"Una !1líX'!H,¡]ri.,\ variada y persua-
siva , un valor sosegado y tranquilo,
una grande presencia de ánimo, prin-
cipios de orden unidos á un sincero
idéelo n la libertad, una reputación
honrosa y pura, son cualidades ra-
ras y esenciales que no podra dispu-
tarle un hombre de buena fe »


M. DEMMiTIGNAC. —Ensayo sobre tk
¡{evolución de España-, pág. ;18í.


«..•Desacreditados los sistemas es-
treñios, solo se ocupa ta generación
actual en resolver el problema mas
importante para la felicidad del linage
humano: ¡.cuáles son los medios de
hermanar el orden con, la libertad?»


Ksi'IWTi1 DF.I. S ido . -- Intrml•ic-
P I O I l .


Cuando durante treinta años de trastornos y
discordias , de revoluciones y reacciones en d i -




2 PKHSONA.JES Clíl.T.ltRT.S.


versos y opuestos sentidos, consigue un hombre
conservar intacta su reputación de honradez , al
paso que desaparecen todas las reputaciones-, cuan-
do enemigos y amigos proclaman á una voz las
eminentes y nunca desmentidas virtudes que á
este hombre adornan; cuando su talento y elo-
cuencia son reconocidos por todos asi nacionales
como estraugeros ; cuando en fin , ni la proxi-
midad del cadalso , ni los puñales de los asesi-
n o s , ni los odios de los partidos, ni los halagos
del poder , han podido hacer variar á este hom-
bre de sus convicciones y firmeza de principios,
indudablemente es este personaje un tipo digno
de veneración y respeto , y encierra en sí cualida-
des eminentes, poco comunes en los tiempos de
desmoralización, de apostasía y denegras ingra-
titudes que hemos transcurrido y vamos transcur-
riendo. Noble á la par que agradable es la misión
del biógrafo , cuando tiene que presentar la vida
inmaculada , y los grandes servicios, y el ilus-
trado saber de, un personage que llevado por el
huracán de la revolución mas innoble en su ori-
gen y preteslo, y mas estéril en sus resultacT&s
de cuantas hemos sufrido, lejos de su patria, i¡i
puede acusársele de lisonja, ni suponerse en loque




M A R T Í N E Z D E L A R O S A . 3


diga, mira alguna de interés. El personaje ilus-
tre de quien vamos á ocupamos, y con cuya
amistad nos honrarnos, ha dado ya lugar á va-
rias biograíiias hechas por nacionales y tstran-
jeros, acordes todos en tributarle los elogios que
;i su saber, á sus virtudes y patriotismo son de-
bidos , y que ni sus mas encarnizados enemigos,
porque nunca faltan aun parala v i r tud, se atre-
ven á negarle.


Corto es seguramente el espacio en que de-
bemos encerrarnos, para bosquejar detenidamente
las vicisitudes políticas del ilustre granadino; para
analizar las obras de su ingenio , como escritor,
su sublime elocuencia como orador, y sus actos
políticos como hombre de gobierno ; pero estas
eminentes cualidades son tan conocidas de todos
los españoles, que su misma notoriedad nos evita
la difusión, y hace casi innecesaria una minuciosa
enumeración de ellas.


D. Francisco Martínez de la Rosa, nació en
Granada en el año de 1788, «época ciertamente
fecunda en hombres parlamentarios de primera
linea , cuando nacia en Inglaterra Sir Roberto
Peel , cuando nacia en Francia Mr. Guizotj
cuando acababan de nacer sn España los Se-




•1 V É R S O N . W E S C E I . F . P . H F . S .


ñores Toreno é Isturiz , y poco antes-de que
naciese el Sr. Alcalá Galiano, » como lia dicho
nuestro apreciado amigo , el Sr. Pacheco, en la
biografía del mismo personaje que nos ocupa.
Recibió el Sr: Martínez la educación correspon-
diente á su clase , y pronto dio muestras de su
afición y gusto por las bellas letras, sobresa-
liendo entre todos sus condiscípulos , y desempe¿
ñando ya una cátedra de moral en la Universi-
dad de Granada.


La alevosa invasión de los franceses en Espa-
ña en 1808 , y las escenas sangrientas del 2 de Mayo
éri Madrid , éscitaron :por todo el ámbito de la
Península un sentimiento de indignación , y toda
la juventud llena de patriótico entusiasmo, corria
á tomar parte éri aquel gran movimiento nacional
espontáneo, y no hijo' de ; ainañós éintrigas pro-
movidas por los ambiciosos, como otros muchos
que hemos presenciado después, y que por lo
mismo han dado resultados nulos ó contrarios
a lobjéto que los servia dé pretesto. Formáronse
en todas las provincias juntas para atender al arma-
mentó y defensa ; y la de Granada confio'al jovet!
•Martínez de la Rosa, que no habia sido d* los últi-
mos en dar muestras del puro amor patrio que éri




MARTIiVEZ l>E LA ROSA. S


su pedio ardía , el encargo de pasar a Gibraltar,
á-.On de reclamar del Gobierno inglés y del go-
bernador de aquella plaza, auxilios con que aten-
der á la guerra que se había encendido en la
Península. No fueron inútiles,, n o , aquellos es-
fuerzos , y el 19: de Julio de 1808, vieron los
campos de Baylen humillado el orgullo del ejér-
cito francés, en el insigne triunfo conseguido
allí por el; General Castaños, sobre el ejército
de Dupont : de cuyas resultas quedó libre Ma-
drid de los invasores,: que se retiraron al Ebro,
y se instaló la Junta 'Central en Arapjuez.


Concluido asi. el* primer periodo de la insur-
rección, que solo pechos'jóvenes y ardientes po-
dían sostener, tocó el arreglo y dirección de los
negocios á hombres mas esperimentados , y Mar-
tínez aprovechó aquella circunstancia para pasar
á Inglaterra, y observar por sí m i s m q a l l i , el
sistema representativo que se quería plantear en
España. Poco permaneció allí el joven andaluz, y
habiéndose retirado á Cádiz el Gobierno, a con-
secuencia dé la s vicisitudes de la guerra, y con-
vocadas las Cortes de la nación en la ciudad de
S. Fernando, acudió á aquel pun to , ya que no
de diputado, por no permitírselo su corta edad,




6 PERSONAJES CELEBRES.


por estar allí entre sus amigos,. y en el sitio
que él consideraba como cuna d8 la independen-
cia y libertad nacional.


Unido altí el Sr. Martínez en estrecha amistad
con hombres que, mayores en edad, profesaban
sus mismos principios, y - estaban animados de
iguales sentimientos , pertenecía por lo tanto á la
fracción mas inteligente del partido liberal; los
Arguelles, los Quintanas, y otros que han ob-
servado después una conducta muy diversa de la
suya , y á quienes nada ha enseñado la práctica
«le los negocios, ni los adelantos que en las teo-
rías del Gobierno representativo se han hecho,
eran entonces sus amigos. Todos creían entonces
acertar, y no les acusaríamos por el lo , pues era
lo que allí se hacia efecto de una, reacción ne-
cesaria, después del mal Gobierno, que la nación
habia tenido , si hubiesen marchado luego todos
á la par de las liices del siglo , y no se hubiesen
empeñado los mas en sostener su obra de enton-
ces, imitando el ilustrado ejemplo que Martínez
les daba, de marchar con el progreso del siglo,
en vez de quedarse estacionados y como encanta-
dos por la supuesta hermosura de su obra. De
obstinado^ y aferrado en sus opiniones tachan al-




M A R T Í N E Z D E L A J A O S A . 7


gunos alSr . Martínez de la-Rosa , y si este cargo
puede ser cierto en algunos casos, como lo ve-
remos después, no son los que ni un paso han
adelantado en el transcurso de tantos años , los
que pueden dirigírselo.


Desempeñó Martínez por aquel tiempo el cargo
de Secretario de la comisión de libertad de im-
prenta, y se ocupaba de algunas obras literarias,
habiendo escrito ya en 1809, un canto épico á la
Jieróica defensa de Zaragoza , para el concurso
mandado abrir por la Junta Central, y eu el que
si no obtuvo el premio, fue solo á causa de los
desgraciados "sucesos de la guerra. Después , en
Cádiz, pubhcó y obtuvieron muy buen éxito sus
obras dramáticas, la comedia Lo que puede MI
empleo , y la tragedia de la Viuda de Padilla.


Concluyeron su obra las Cortes constituyentes,
y levantado el sitio de Cádiz , eligiéronse las or-
dinarias, para las cuales fue nombrado diputado
por la provincia de Granada, elSr. Martínez, y.si
bien conoció ya en aquel Congreso , muchos de los
defectos que tenia el Código jurado por é l , y las
leyes promulgadas, su respeto profundo á sus
juramentos, y sus juveniles ilusiones, Je hacían
atribuir mas bien Jos males á la ausencia del




8 PERSONAJES CELEBRES.


Monarca, que á la imposibilidad de la ejecución
de la ley establecida. Mas adelante, la práctica
y tristes esperiencias, le han desengañado bien
de aquellas añejas teorías. t


Trasladadas á Madrid las Cortes, llegó á poco
tiempo á Cataluña y Valencia el R e y , á quien
Napoleón habia dado libertad ; y viéndose estaba
por el mal estado del pa i s , la inminencia de
una crisis política. Algunos hombres encargados
de la representación de los pueblos vacilaban ya,
y se disponían á seguir la sombra del sol naciente,
mientras que otros , y entre ellos Martínez de
la Rosa, esperaban impávidos y seguros en la
tranquilidad de su conciencia, el desenlace de
aquel drama. El decreto de 4 de Mayo dado por
el Rey en Valencia, anulando todo lo hecho durante
su cautiverio, ofreciendo lo que no pensaba en
cumplir , olvidando los inmensos sacrificios de
un pueblo que todo lo habia sacrificado por
su causa , desconociendo el progreso de las ideas
en España; aquel decreto, decimos, terminólas
dudas y recelos , y atrajo sobre el pais una reac-


ia
cion cuyas consecuencias se han hecho sentir fuer-
temente , y durarán tal vez mucho todavía por
desgracia de esta nación. En medio de los actos




M A R T Í N E Z 1>E L A R O S A . 9


de aquella feroz ingratitud, el Sr. Martínez de la
Rosa fue preso y procesado con otros Vocales de
aquellas Cortes y de las anteriores, no por. he-
chos criminales, ninguno podía imputársele, sino
por las opiniones emitidas, A pesar de su ju-
ventud, fue.de los tratados con mayor r igor , y
en vano se quiso arrancar de el una retractación
desús opiniones , para que sirviera de escarmiento
y ejemplo; el poder conoció bien pronto que
tenaz en la vir tud, no era fácil arrancar al jo-
ven preso , una flaqueza que le hubiera degradado.
Concluidas las causas, no pudo condenar la jus-
ticia , pero lo hizo el Monarca á su antojo; y él
Sr. Martínez de la Rosa, fue desterrado por diez
años al Peñón de la Gomera. ¡Buen pago por
cierto , á tanta vir tud! En aquel presidio de
África recibió desús gobernadores y subalternos
atenciones que no mereció á otras personas de su-
perior categoría, y para su distracion se encargó
de formar allí una compañía cómica, que repre-
sentase algunos dramas.


Allí permaneció hasta que , sublevado el ejér-
cito de la Isla que se destinaba á Ultramar , pro-
clamada la Constitución de 1812, y adoptada por
el Rey, que si tuvo ingratitud para condonar seis




10 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


años antes á sus autores, careció de valor para
resistir como Príncipe á la revolución, se rom-
pieron sus cadenas y se dirigió á Granada, donde
fue recibido con arcos de triunfo , y nombrado
diputado en las primeras elecciones. De este mo-
do recompensaba el país sus padecimientos du-
rante seis años.


No ' había abandonado el Sr. Martínez de la
Rosa los principios liberales, ni perdido la fé
en el sistema representativo; pero había decaído
su entusiasmo por la ley de 1812, y conocía la
debilidad en que con ella se hallaba el poder
ejecutivo para poder gobernar. Asi fue que estuvo
siempre de parte de la* ideas de o r d e n , y com-
batió sin descauso los instintos disolventes. Los
ministros pudieron contar con su apoyo en todas
las cuestiones esenciales , y en la célebre sesión
llamada de las Páginas se escucharon las pala-
bras pronunciadas por él de « defendiendo al Go-
bierno se defiende también la libertad » palabras
estrañas en aquella época, y que parecían una
completa condenación del sistema vigente , que
respiraba por todas partes hostilidad al poder.


Perdia con esto su popularidad el ¡lustre di-
putado por Granada ; inventóse contra su mode-




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 11


ración el apodo de pastelero , acúsesele de in-
tentos de modificar la Constitución, y por últi-
mo el mártir de los seis arios fue perseguido
en 1821, por las turbas que invocaban la libertad
al salir del palaeio del Congreso; salvándole su
imperturbable valor pasivo y los esfuerzos de las
autoridades de la capital.


Las Cortes de 1820, habían terminado su
carrera é iban á reunirse sus sucesoras, producto
de las mas exacerbadas pasiones, nombradas por
las sociedades secretas que invadían ya la situa-
ción política del Estado. No había ministerio á
la sazón; cuantos eran llamados por el Rey se
negaban á aceptarle, y entonces se indicó al
Sr. Martínez de la Rosa, quien resistió al prin-
cipio con mucha resolución, pero cedió al fin
aceptando un cargo superior á todas las fuerzas.
Era la misión de aquel ministerio, mas que go-
bernar , luchar diariamente con las Cortes, y asi,
lo hicieron los individuos que lo formabau, en
los cuatro meses que duraron ellos y ellas, desde
1.° de Marzo hasta fin de Junio. Se observó en-,
tonces que en el mismo momento tres poetas,
Chateaubriand , Canning y Martínez de la Rosa,
ocupaban el ministerio de negocios estrangeros




12 P E R S O N A J E S C E L E B R E S .


en circunstancias graves ; pero sin «luda: alguna
la situación mas difícil era la del español; Como
era natural se aumentaron c o n t r a l l a s acusacio-
nes de que. intentaba reformar la ley política.; Ya
hemos dicho antes que había perdido las ilusiones
sobre el mérito de aquel Código, pero indudable-
mente le calumniaban los que le creían capaz de
modificarle por otíds medios que los que estable-
c í a l a misma Constitución. El Sr. Martínez de la
R o s a l e s en.nuestro concepto de aquellos hom-
bres qué no conspiran ni aun para el bien, y
su inflexible honradez no le hubiera permitido
acudir á los medios que se le imputaban. Pero
sino conspiraba el ministerio, conspiraba el Mo-
narca contra la ley política y contra su mismo
Gobierno. Esto trajo la situación del 30 de Junio,
la sublevación de la Guardia Real, y por último
el 7 de Julio con todas sus consecuencias. No
nos detendremos en referir unos sucesos que en
lo público fueron vistos de todos, y cuyas causas
secretas no son todavía bien conocidas; Los mi-
nistros permanecieron libres hasta el día 6, dic-
tando las medidas que creían oportunas para ter.
mina - aquellos acontecimientos, consecuencia sin
duda de una vasta conspiración, promovida por




MARTÍNEZ »F. I.A ROS*-. 1"


unos con el intento de modificnr la ley vigente,
y por otros con el de restablecer el Gobierno ab-
soluto. La conducta del Sr. Martínez dé la Rosa,
gefe del ministerio en aquella ocasión, y la de
todos sus compañeros, ha dado lugar á distintas
opiniones acerca de : si se obró con la resolución
y enerjia que las circunstancias exigían. Pero todos
deberán convenir eri la rectitud de intenciones de
los Secretarios del despacho-, instados por una
parte con ofertas revolucionarias, amenazados por
otra con hechoá de reacción, prisioneros ahora
de los realistas para ser después perseguidos de
los liberares, y qué en medio de aquel horroroso
drama, tenihn que temblar casi igualmente de
cualquiera de los dos partidos , en cuyo favor
se declarase la victoria. Cuando tal era la situa-
ción del Sr Martínez de la Rosa y desús colegas,
bien podra encontrarse en sil conducta algún paso
poco acertado, algún he'cho de escasa energía ó
de corta previsión ; pero de Seguro no se eueontra-
\\\ inreflcwin alguna que no fuese patriótica y
d^gná dé él.


De todos modos aprovechó los primeros mo
tnentosde la victoria para hacer dimisión de ur
tíesliúo que ya no le era posible desempeñar.




14 PERSONAJES CELEBRES.


Cuatro veces tuvo que repetir su renuncia, por-
que ni el Rey queria admitirla, ni el Consejo de
Estado consentía en que se le admitiese; pero
al cabo triunfó su resolución , y abandonando los
negocios públicos, se retiró al hogar doméstico
a considerar desde allí la tristísima solución <á
que rápidamente se encaminaban.


Después de haberse librado dé las persecucio-
nes de los vencedores que envolvieron á los mi-
nistros en una causa por sus actos públicos, como
pudieran haberlo hecho contra el reo militar mas
insignificante, escándalo que las mismas Cortes
se vieron precisadas á impedir, á pesar de su
hostilidad, estaba el Sr. Martínez de la Rosa en-
teramente separado de los negocios, y profun-
damente afligido de ver á su pais condenado á
pasar siempre del despotismo á la anarquía.


«¡ Cuánta materia había ya de reflexiones en
lá vida del Sr. Martínez de la Rosa! (*) Ningún
hombre público de aquellos tiempos presentaba
tantas y tan singulares alternatjvas. El mismo que,


( f) Copiamos este párrafo de la Biografía publicada por
nuestro apreciable amigo D. Joaquín Francisco Pacheco, y
que nos ha servido de mucho pura nuestro trabajo.




MARTÍNEZ DE I.A ROSA. 1ó


arrancado del Peñón, había entrado en Granada
bajo un arco de tr iunfo, como personificación
del sistema constitucional, era buscado á los dos
años en nombre de este mismo sistema, como
un enemigo á quien se necesitaba herir de muerte.
La corona de ia gloria tornábase otra vez en co-
rona de persecución y de martirio. El poder
absoluto le habia hecho su víctima; y ahora es-
taba en poco que también lo hiciese el poder
liberal. jCuánta materia , repetimos, para refle-
xiones, si los partidos políticos que se lanzan
en las revueltas fueran capaces de reflexionar
alguna vez.»


Entre tanto el sistema constitucional en Es-
paña concluía su segunda época. El ejército
francés invadía el pais, y las Cortes y el Gobierno
habían marchado á Sevilla. Enferme! entonces el
Sr. Martínez de la Rosa , permaneció en Madrid
y apenas instalada en la Corte la regencia realista,
eligió por primera víctima al mismo que por
salvar al Rey se habia atraído el odio de los
demagogos. Exigió que reconociese esplícitamente
sí? autoridad , y negóse Martínez á ello con la
firmeza de carácter de que tantas pruebas habia
dado. Díasele orden de salir en el término (te'




1(5 PERSONAJES CÉLEBRES.


veinte y cuatro horas desterrado á Granada; pero
indignado por aquella persecución, se negó áobe
decer y declaró que salo cedería á la fuerza. Iba
á prendérsele, cuando el Duque del Infantado
interpuso su autoridad para impedir aquella vio-
lencia , reiterándole la orden de salir para Gra-
nada. Persistió el Sr. Martínez en su negativa á
sugetarse á nada que tuviese visos de una con-
dena , y obtuvo por ultimó un pasaporte para
viajar por el estrímjero , n fin de restablecer su
salud.


De este modo abandonó el Sr. Martínez por
primera vez su patria, y no queriendo permane-
cer en Francia mientras durase la guerra entre
los dos países , pasó primero á Italia, visitó á
R o m a , y después de fá evacuación del territorio
español por las tropas francesas , se estableció
definitivamente en Pa r í s ; dónde fue acogido con
el mayor interés por los personajes mas eminentes
de la Oposición l iberal , concurriendo asiduamente
á los salones de ios Sres. Laffitte y Gasimire
Perier, y habiendo contraído relacioues con el
Conde de Mole, con los Duques de Broglie y de
Decazes, y con los Sres Thiers , Guizot , Duvet-
s.ier de llauranne y otros.




M A R T Í N E Z 1>E L A R O S A . - :J 7


Separado el Sr. Martinez.de la Rosa por sus
opiniones y circunstancias particulares de inuchoi
de los demás emigrados, su vida durante aquella
«poca fue principalmente literaria. Las bibliotecas
de Paris eran su recreo, y en 1829 publicó en cinco
volúmenes sus Obras-literarias, siendo notable en-
tre ellas su arte poética, en la que compite con Hora-
cio y con Bbilcau acompañándolo de un comentario
en prosa deun valor superior tal vez al mismo poe-
ma. Esté trabajo modestamente calificado de apéndi-
ce sobre el Poema didáctico, lu Epopeya, la Tragedia
y la Comedia, no es nada menos que una verdadera
historia crítica de estos cuatro ramos de la literatura
española, dásde el primer siglo, literario de Es-
paña , basta fines del último ; historia escrita con
mano maestra, con un.juicio.--seguro , un gusto


-delicadoi, grande'elevación de ideas», é iunSensa
erudición. Comprenden ademas sus obras literarias
el Poema de Zaragoza, la tragedia LJI Fiada
de Padilla, la edmedia I.a Hija en casa i y la
Madreen la máscara, la hermosa y severa tra-
je^ia El Edipo, en que el autor ha sabido ser
original después de Sófocles, peneca , Voltnire v
Dryden; la trajedia La Mor.aipna , y por úl-
t i m o , La Con/wacion .4e-¡ f'tyecia^ .•superior á




2-) PERSONAJES CÉLEBRES.


mas que al poeta, al emigrado de opiniones tem-
pladas} liberales, reflejo de las que por entonces
dominaban en la nación. Por el mismo tiempo
se ocupaba en, escribir la vida de uno de nuestros
mas célebres guerreros, Hernán Pérez del Pulgar,
que ha visto después la luz pública.


Vamos á entrar en el periodo mas importante
de la carrera política del Sr. Martínez de la Rosa.
Muerto el Monarca, era á la sazón gefe del mi-
nisterio el Sr. Zea Bermudez , antiguo Ministro
en4824, á quien no*podia sufrir el partido rea-
lista exaltado , y vuelto otra vez á los negocios
por la reacción moderada que se verificó en la
Granja, cuando la grave enfermedad del Rey. El
Sr. Zea, hombre de templanza y de gobierno, y
que hubiera sido un escelen te Ministro de Fernan-
do V i l , después de las convulsiones políticas de
nuestro país , pues hombre ilustrado y conciliador
hubiera evitado las funestas reacciones á que otros
dieron lugar; pero en la época de que tratamos
era en nuestro concepto irrealizable el sistema
de absolutismo ilustrado que el Sr. Zea quevia
establecer, y mucho mas habiéndolo manifestado.
Estas variaciones radicales en los sistemas de
gobierno, ó no se anuncian y se verifican insen-




MAliTINF.Z DE LA KOSA. 21


siblemente, ó cuando se proclaman se cuenta con
la'adhesión' y la fuerza necesarias para hacerlos
triunfar. Con ninguno de estos elementos podia
contar el Gobierno, y el sistema del Sr. Zea, que
planteado algunos años antes , hubiera podido
preparar al pueblo para la libertad siii que tu-
viera que esperimentar la desmoralización y los
trastornos qué después le ha acarreado, en el
estado a que habian llegado las cosas 'á fines
de 1833, se haeia imposible. Con escaso ejército,
y participando en su mayor parte de las opiniones
que prevalecían en la clase media de la sociedad;
teniendo en contra á la Milicia realista decidida
por D. Carlos, no podia el Sr. Zea apoyarse en
nada, y fue necesario, vista la oposición de muchos
de los primeros dependientes del Gobierno, acudir
al partido liberal para dirigir la nación y combatir
al bando carlista. El liberalismo estaba por decirlo
asi personificado en elSr . Martínez de la Rosa,
quién apesar de conocer la marcha de los negocios
públicos se mantenía ret i rado, sin mezclarse en
las^agitacioues del momento; y cuando fueron
á llamarle para ponerse al frente del Gobierno,
y liáéer una revolución en la monarquía, estaba
ocupado en corregir unas pruebas de su historia




2 2 PERSONAJES CELEBRES.


u« Hernán Pérez del Pulgar. La situación era
de las mas graves. La guerra civil acababa de
estallar en Navarra, y la España, que en el ascenso
al poder del Sr. Martínez de la liosa había con-
cebido la esperanza de ver establecerse un gobierno
representativo templado, y que al paso que diese
al trono la mayor fijeza y prestigio satisfaciese las
ideas liberales y moderadas que entonces domina-
ban, reclamaba la convocación de las Cortes.
En vano se pretenderá ahora, que no era en-
tonces la opinión dominante, en la parte ilustrada
de la nación el establecimiento de un Gobierno
representativo. Verdad es que no se habían olvi-
dado losescesos de la pasada época constitucional;
pero no lo es menos, que si solo algunos de los
emigrados deseaban el restablecimiento del código
de 1812, losquenc- habían tenido aquella;suerte
y sí sufrido la reacción que á. ella se siguió,
deseaban el establecimiento de un gobierno fuerte,
á la par que limitado por la intervención .po-
pular.


Para vencer tantas dificultades, propuso el
Sr. Martínez de la Rosa á la Reina Gobernadbra
tres importantes medidas. Fue la primera romper
con D. Miguel, cuya causa había adoptado el difun-




MAUl'l».EZ US h.k n ü S A . 2 3


lo Monarca, y enviar un ejército español para
arrojarle de Portugal, lo mismo; que á D. Carlos,,
que allí se liabia refugiado; la segunda procurar
na .apoyo al trono ele Isabel, formando una alianza
estrecha; con la Francia y la Inglaterra, para
contrapesar la influencia hostil de las Potencias
del Norte ; y por último la publicación del Estai
tuto Real, que. satisfizo cuando:su promulgación
á la„general¡dad;do los liberales españoles. Aun,
entre los hombres mas marcados de la einigracian,
consiguió por entonces el Estatuto bastante favor,
y popularidad ;.«y si el Sr. Arguelles esqlamaba
al leerlo poniendo las manos en 'a (cabeza,, j q u é
apoetasía!, otros amigos íntimos social y poéti-
camente del Sr. Arguelles,puMicabap. con ,s,us,
obras y con sus escritos todo, lo tcontrario. »..{*-}


Si fue cierna la «aclamación ;que Jhemos citado,
del Sr. Arguelles, era seguramepte, inconcebible el
nombre de apoetasía dado ql proceder ¡del Sr. Marti,-
nez.de.Ja Rosa,, y al progreso verific.adp: en pltransr
curso de muchos,años en,los,,verdaderos, principios
de los gobieraos representativos,. Siete años han
* •


('). Biografía .<tct fir.MaitiiK'z d« ta ROSA, pat .Tt. .$0*^^
I|ÜÍII rrancisco Pacheco. , , .̂ Sr*




24 PERSONAJES CELEBRES.'


transcurrido desde entonces, y con mes r^zon [ludie-
ra aplicarse aquel dietado á muchos que con su
tenacidad , su ambición y sobrado amor propio
han ténrdono poca parte en las desgracias que
pesan sobre el pais, y destruido casi del todo
las álhagñeñas ilusiones que de la libertad se habían
formado. -


Nos es" Imposible seguir la maroha del minis-
terio del Sr. Martínez de la Rosa, combatida
por los diferentes partidos; el realista que peleaba
en los- campos y á quien debia contener, y el
revolucionario que le atacaba sin cesar en: la
tribuna, preparando imprudentemente para mas
adelántela luchade las calles. Hasta la Providencia
parecía descargar su enojo sobre el pais en 1834.
Los estragos del cólera, tan crueles en aquella
época, sirvieron de pretesto para los execrables
asesitrafos de los frailes, verificados en Madrid.
"El Sr. Martínez de-la Rosa, que se hallaba en-
tonces en lá Granja con S. M., no pudo tener
parte en la responsabilidad de unos acontecimientos
que no podían preveerse; las autoridades subal-
ternas debían evitarlos, y al Gobierno podrá stoo
acusársele en todo caso de no haber hecho castigar
ejemplarmente á los perpetradores de aquellos




M A R T Í N E Z D E L A . R O S A . 25


horrendos crímenes, y á los que no intentaron
contenerlos.


1 A los pocos días se abrieron las, primeras
Cortes, verificándolo en persona, y con varonil
arrojo-la Princesa augusta que 'volvía á los espa-
ñoles su libertad, y que ; pocos años después, por
efecto de_ una ingratitud que la historia no sabrá
calificar, debia verse precisada á abandonar la
gobernación del reino,' á buscar un asilo en
Una tierra estrangera, á verse separada de los
Objetos de su maternal cúidadoy y privada de los
derechos que la naturaleza y las leyes le conceden.
Apenas abiertas aquellas Cortes, principió la lucha
entre el ministerio y la revolución, y se abrió el
tempestuoso palenque donde debia brillar la e&
traordínaria elocuencia del Sr. Martínez de la Rosa,
pronunciando discursos admirables por su precisión
y enírgía: ¡ Pero qué servían la razón y la elocuen-
cia contra los principios que se proclamaban y
difundían, por los que no contentos con el órderb
de cosaS establecido, aspiraban á los trastornos
que después hemos lamentado! Hemos observado,


qxíe dotado el Sr. Martines de la Rosa de
estráordinária firmeza pasiva, de una energíade>
sufrimiento, y de uu valor de martirio admirables-.




26 l ' E n S O N A J E S C E L E B R E S


carece de) necesario atrevimiento para la acción,
y para arrojarse á las grandes enpresas. «Sede,
jará matar sobre su banca, lia dicho el ilustrado
biógrafo á quien antes hemos citado, pero no
embestirá á su enemigo pana matarle;., Se resignará
á ser mártir, victima»:peco no se lanzará á ser
héroe.» Sin que dejemos de convenir en esta
opinión, creemos ademas, que-el Sr. Majtin-ez de
la Rosa tiene demasiada nobleza, de. corazón,
demasiada hidalgia, demasiada religiosidad en
el cumplimiento desús deberes y en la observancia
de sus juramentos, para apreciar en lo que valen en
muchos otros estas.nobles cualidades, en momentos
de revolución , en la ceguedad de los partidos, y
cuando se hace gala de, la ingratitud, y en nada
se repara para obtener un fin. El Sr. Martínez de
la Rosa juzga á los demás por sí, y tal y<¡z esa
cualidad, a preciable en un particular,-pero no la
mas conveniente para el hombre de Estado en
circunstancias azarosas y difíciles, le ha perjudj-
cado mas que su supuesta falta de valor de, ac-
ción.


Hemos dicho antes que los principios que se
fundían, eran precursores inevitables de lps tras-
tornos que habiau. (I* seguir. El 19, de Enero




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 37


de 1835, fue la primera esplosion de la mina
abierta bajo el edificio de la monarquía. IJnba-
tallón sublevado se apoderó de la. casa de correo?*
al grito de; «abajo el ministerio» asesinando, al,
Capitán General déla provincia, y resistiendo el
fuego y los ataques de las tropas leales, hasta
lastres deja tarde. El Gobierno en aquella triste
circunstancia, transigió con los sublevados» en
vez de vencerlos, y castigarlos ; y aunque se lia
asegurado y no lo dudamos, que elSr. Martínez
déla Itosa habia votado en Consejo de ministros
contra aquella transacion, le han, acusado sin
embargo de no haber dejado la presidencia, deuu
Consejo en que no prevalecía su opinión,. en un,
asunto de tanta trascendencia, y haciendo de este
modo recaer la responsabilidad sobre los que la
habían merecido, ¡


Seguía encarnizada en las provincias del Norte
por entonces la guerra civil, sin que adelantaran
nada en su terminación los diversos generales,que;
el Gobierno habia mandado con las fuerzas • que
creía suficientes, y abundantes recursos. Todas


'aquellas desgracias recaían sobre el gabinete, como,
recayó sobre él el tratado de Lord Elliot pafra
regularizar la guerra; cual sino fueran ¡i los o jas




2 8 PERSONAJES CÉLEBRES.


de la Europa ü n ' escándalo las carnicería^ de
aquella lueha ,y necesario poner untérmino á ellas'.
Hubo sin embargó agitación en Madrid con mo-
tivo de aquel convenio por parte de los revolu-
cionarios, reclamóse en las Cortes con destem-
planza acerca de él,"y el Sr. Martínez de la'Rósü
corrió peligro de ser asesinado di salir del salón,
á no haberte algunos amigos metido en un coche
y llevado precipitadamente á su casa , no sin que
le siguieran hasta ella los amotinados.


Este triste acontecimiento, contribuyó tal vez
á la conclusión de su ministerio; pero el motivo
directo de su dimisión fue la solicitud de la
cooperación ó intervención de los gobiernos alia-
dos, que él Gobierno se creyó en el caso de pedir.
El Sr. Martínez de la Rosa, ya fuese porque le
repugnara el llamar á los estranjérós , ya porque
estuviera íntimamente persuadido dé que no se
habia de acceder a l a petición, había sido cons-
tantemente opuesto, habia resistido sin cesar
á la demanda de toda intervención: Sucedió
por entonces el desastre de las Ainezeuas, y
el General en Gefe, después de haberlo consul-
tado con los principales Caudillos de su ejército,
y aprobado por ellos, se presentó cu Madrid,




M A R T Í N E Z D E I .A B O S \ . 2!>


ludiendo;¡ los consejeros de la corona la mterven-
cion^ Vergüenza es sin duda que muchos dé los
gefes que entonces la aprobaron y pidieron, hayan
tenido después valor para achacarlo al mismo que
;í ello se opuso. Lo cierto es que se dio aquel
paso, que el ministerio arrastrado por la auto»


'rielad-da los generales que reclamaban aquel r e -
curso accedióla é l , y el. Sr'Martínez de la Rosa
se vio vencido en u n a ! de las cuestiones á que
mas se habia„ opuesto. iSolicitó como ministro de
Estado la intervención de ' las potencias aliadas,
según se había;convenido;; pero al mismo tiempo
hizo su dimisión de Consejero de la corona, reem-
plazándole en la presidencia del gabinete el Conde
de Toreno.


Asi acabó su ministerio de 18 meses, durante
el cual había cambiado la naturaleza del Gobierno,
y en lugar de un estado absoluto, entregaba á
sus sucesores una monarquía representativa. Había
realizado la ilusión de toda su vida, estableciendo
un orden de cosas en el cual se hermanaban el
orden y la libertad , y con el qUe se hubiera ésta
fortalecido, y dado opimos frutos, sin los embates
que sufrió el orden, y que acabaron con la libertad
para dejarla solo consignada en un libro, '




30 PERSONAJES CELEBRES.


Sabida es la corta' duración del ministerio To-
renó, y harto conocidos los acontecimientos de
Agosto de 1835. Vino de Londres el Sr. Men-
dizabal, y se formó el ministerio de Setiembre,
que no solo se negó á disolver las Cortes reunidas
un año antes i y las 'convocó nuevamente, sino
que quiso acercarse á los gefes de la opinión
moderada; y en especial el Sr. Martínez de la Rosa.
Apoderáronse por fin del ministro universal los
del opuesto bando, y disuélto él Congreso d e 1834,
convocóse otro bajo el influjo del gobierno que á
lasa'-ori dominaba, y para el cual nó fue elegido
el Sr. Martínez de la Rosa.


Las elecciones de 1836, volvieron a llamarle
á la arena política, y hubiera sido uno de los
principales miembros de las Cortes revisoras. Mas
los pronunciamientos de aquel verano, y los es-
cándalos de la Granja, destruyeron el Estatuto
Real, y restablecieron Ja olvidada Constitución
de 1812. El testamento del difunto Rey y la obra
del Sr. Martínez de la Rosa cayeron á un tiempo,
á los golpes de lasbayónetas de dos sargentos, y
quedando fuera de acción el partido conservador,
no aparecieron sus gefes en las Cortes elegidas á
consecuencia de aquellos sucesos. Pero aquel par-




MATMNEZ DE LA T¡0S4. 31


litio volvía á elevarse, y las Cortes mismas tuvieron
que adoptar algunos de los principios que é.l
procesaba en 1« nueva Constitución. Las elecciones
sucesivas no dejaron duda alguna sobre este punto,
y el primer ministerio del Sr. Bardagí , compuesto
aun d e hombres de la revolución, tuvo que ceder
su lugar á otro en que dominaban contrarias ten-
dencias.


Uña de las grandes causas yue en nuestro
concepto han contribuido mas á la desorganiza-
ción del partido conservador:, ha sido el no pre-
sentarse sus g-ífes reconocidos al frente del Go-
bierno,; cuando el triunfo legal de su partido les
llamaba á aquel rhtesto, De este modo se hubiera
indudablemente conservado su unidad , y evitádose
el que descendiendo el poder á m a n o s inferiores,
é inepta» muchas veces , se encontrase este sin
el, prestigio que debe darle en ios cuerpos legis-
ladores-, la dignidad del poder que representan
y la Superioridad de sus conocimientos y de su
palabra: Pintonees correspondía sin duda al Conde


^ l e Toreno, ó al Sr. Martínez, de la Rosa:, la
presidencia del Consejo; sin que por esto i sea
nuestro ánimo deprimir en nada el,couoeidomé-
rito y capacidad de la ilustre persona que 1«




32 PERSONAJES CÉLEIMIES.


ocupó; pero no estaba filiado eu el partido mi-
l i tante, no era reconocido como gefe de é l , y
bastaba solo que le faltase esta condición para
que quedase falseada la indisputable y buena teo 4


ría constitucional que acabamos de indicar,


Hubiérase: tal vez evitado de este modo la
crítica que sobre él ha recaído, con motivo de la
conducta observada por el Congreso de diputados
ti causa de la esposicion dirigida á su presidente
por el General Conde de Luchana, en Marzo
de 1838, cuando su primer desavenencia con el
ministerio Ofalia, Suya hubiera sido entonces la
responsabilidad de no proceder, cual al Gobierno
correspondía , contra las marcadas tendencias del
General. Se ha asegurado que el motivo de opo-
nerse el Sr. Martínez de la Rosa a que sfe irá*
tara en el Congreso de aquella materia > fue la
seguridad que tenia títí que S. M. la Reina Go-
bernadora, no consentiría en la deposición de un
geueral enquien tenia depositada toda su confianza;
y sobre todo tenemos la íntima seguridad de que la
conducta del Sr. Martínez en aquella circunstanci."^
era hija de l a m a s pura intención. De todósmo-
dos f , los sucesos posteriores han manifestado al
mundo la gratitud con que se correspondió á ls




MARTÍNEZ -BE LA ROSA. 33


confianza de la Augusta Princesa; y la suerte
del pais , las tristes consecuencias de la conducta
observada por el Congreso al ser derribado por
el influjo de un general un ministerio que me-
recía su absoluta confianza, sin tratar siquiera
de manifestar su desagrado por aquellos sucesos,
causa primordial, en nuestro concepto, de los que
posteriormente hemos tenido que llorar.


Disueltas las Cortes de 1839 por el ministerio á
quien si no apoyaba, no hostilizaba tampoco el
Sr. Martínez déla Bosa, no fue elegido para las si-
guientes, y sin embargo de la decidida oposición
que el ministerio Arrazola hizo á su elección, le
sostuvo hasta que la segunda disolución verificada
en aquel año, estrechó mas y mas la alianza de
aquel Ministro y del Sr. Martínez de la Rosa.


Reuniéronse las Cortes de 1840, las mas no-
tables en nuestro concepto por encerrar en su seno
el mayor grado de ilustración y conocimientos,
como lo prueban las discusiones habidas en aquella
época, ricas en fuerza de raciocinio, notables
ypr la elevación y dignidad de los debates. ¡ Inú-
tiles discusiones, que ningún resultado habían
de dar, confiada la ejecución de las leyes que de
ellas resultasen á las manos incapaces que gober-




34 PERSONAJES CELEBRES.


naban el Estado. ! Llegó por fin el funesto viaje
de S. M. á Barcelona , y sabidas son las conse-
cuencias que de él resultaron, para que nos de-
tengamos en referirlas.


El pronunciamiento de Setiembre, afectó en
estrem<v al Sr. Martínez de la Rosa¿ Habla su-
frido los atentados contra su persona en (¡835,
siu dejar un solo dia de presentarse al público;
habia visto pasar el motin de la Granja sin to-
mar medida alguna de prudencia. Este último
trastorno, que calificaba él con la merecida severi-
dad , no le permitía permanecer en Madrid. Por
mas que no temiese por Su persona , necesitaba
respirar otro ambiente, y alejarse de un país re-
vuelto y que acababa de dejar la Reina a quien
con tanta ingratitud se pagaban sus beneficios.
Su lealtad le llamaba lejos de aquel teatro, y
en Octubre de 1840 , marchó ocultamente para
Par is . ; Allí vive en una modesta casa de la calle
de Provence, ocupado en la continuación d e su
obra , El Espíritu del Siglo, pensando siempre
en su adorada España , lamentando los funesto^
males que sobre ella pesan, y anhelando el mo-
mento de verla feliz , y de poder volver á ofre-
cerla sus talentos y servicios con la misma fé,




MAIUIM:Z DJ¡ LA HOSA. 35


con igual honradez con que la ha servido, du-
rante toda su tormentosa vida política. Y como
si no bastaran al Sr. Martínez de la Rosa los
honrosos títulos que le han granjeado una fama
europea y el aprecio de cuantos le conocen; allá
en la tierra estranjera, en medio del bullicio de
la populosa Paris, no deja escapar ocasión de
ensalzar las glorias de España, pronunciando en
las sociedades y corporaciones científicas de que
es miembro , elocuentes discursos en elogio de
nuestros antiguos poetas y conquistadores. (*)
Allí relacionado con los mas distinguidos per-
sonajes, se hace notar por la modestia de su porte;
y en una época en que tantas fortunas improvi-
sadas se ostentan sin pudor , se mantiene él con
los productos de un escaso patrimonio, merma-
do sin duda en vez de acrecido , durante su car-
rera política. Las desgracias personales que ha
sufrido, los males que ve pesar sobre su pais,
habrán sin duda modificado algunas de sus con-
vicciones pero el fondo de sus doctrinas , perma-
nece el mismo, y su mayor pesar es el descrédito
que la revolución española ha echado sobre las
instituciones liberales.


'*¡ Vcáscla Revista de Madrid , tercera serie , t o m o m-




-3(i PERSONAJES CELEBRES.


liemos bosquejado someramente, y cual lo per
miten los límites de nuestras biografías, la vida
política del Sr. Martínez de la Rosa, tan enlazada
con los sucesos mas notables de nuestra historia
moderna. Para descender á mas estensos porme-
nores , para citar sus elocuentes discursos, para
examinar sus obras literarias , hubiéramos nece-
sitado un campo mas estenso. Era imposible se-
guir paso á paso al hombre que ha personificado
en sí el partido mas grande , mas ilustrado de la
revolución española , sin descender á escribir la
historia de ella. No era dado analizar cada una de
sus obras literarias (*) sin privarnos del espacio ne-
cesario para recorrer rápidamente su vida política.
Nos hemos limitado á presentar los hechos mas
notables de s-i azarosa carrera , que no considera-
mos au;i terminada, para bien y gloria del pais
que puede envanecerse de contarlo en el número
de sus hijos. Indudablemente el Sr. Martínez de
la Rosa es el personage mas noble que ha figura-


(ij Ademas de las obras del autor (jue hemos citado , 'ha
publicado dos tomos de la novela histórica Doña Isabel de $•>
lis , el Libro de los Niños , cuyo solo título indica el objeb
y prueba el corazón del que lo escribiera en medio d» una
deshecha borraseapoíítiea; y ademas algunas piezas de teatro
entre ellas El Españolen I eneeia , que acaba de ser repre-
sentada en esta corte con general aplauso.




MARTÍNEZ DE LA ROSA. 37


do en el prolongado y sangriento drama de nues-
tra revolución. Grande en la adversidad , se le vé
sacrificar su libertad y esponer su vida antes que
sucumbir á la retractación de sus principios y á
quebrantar la fé de sus convicciones. En la cumbre
del poder inaccesible al orgullo que tan fácilmente
prestan las condecoraciones y distinciones de que
se vé colmado, baja de él y se confunde en la vida
privada, llevando en pos de sí el aprecio de sus
amigos, el odio político desús contrarios, y el
aprecio y respeto de todos por sus indisputables
virtudes. Grande en ]? tr ibuna, jamás su elocuen-
te voz se ha empleado en defender una mala causa,
en sostener un principio destructor; jamás su pa-
labra , fuerte sí y enérgica , ha promovido cuestio-
nes personales, insignificantes siempre, cuando de
los grandes intereses del Estado se trata.


Algunos españoles, y mas aun los estrangeros,
creen ó afectan creer todavía que el autor del Esta-
tuto Real está pensando en su restauración ; es-
tamos seguros que el Sr. Martínez de la Rosa no


^ i a pensado jamás en que su obra pudiera volver
á revivir después de pasados tantos años. Creerá
tal vez como nosotros, que en una monarquía re -
presentativa es preciso dar mas estabilidad y pres-




38 PERSONAJES CÉLEBRES.


tigio, mas tuerza aristocrática y mas poder de
tradioiou i la Cámara conservadora, separándola
de las conmociones y variaciones políticas á ¡que
dá.lugar ;su actual frecuente renovación, Y cuenta
que no por eso achacaremos al Sr. Martínez de
la Rosa las ideas aristocráticas de que en sentido
de privilegio le han acusado algunos. Cualquie-
ra que conozca la llaneza de su trato, verá fácil-
mente que si su posición le coloca entre las clases
mas elevadas de la sociedad, no por eso desdeña
el trato familiar con cuantas personas se dan á
conocer por sus talentos , su aplicación ó sus ser-
vicios.


Hemos oido referir (dice el Sr. Pacheco en la
biografía del personage que nos ocupa) que pol-
los años de 1821 habia reunido el Sr. Martínez una
pequeña Serie de estampas ó pinturas respectivas
á su persona. Veíase en una celebrado y encum-
brado por sus primeros pasos en la carrera pú-
blica , con una exageración oriental; venia des-
pués otra estampa de su encarcelamiento como
traidor, y se designaba el suplicio en que debij^
morir; el Peñón de la Gomera con su tristeza y
sus trabajos, formaba el asunto de otra; seguíase
el arco de triunfo que se levantó en Granada a




MARTÍNEZ DE LA HOSA. 39


su vuelta de presidio, en la primavera de 1820;
y remataba la galería con una caricatura de las
que salieron contra él durante su segunda diputa
cion, acusándole de vendido al Monarca, á la
aristocracia y á las Cortes estrangeras. Por debajo
de esta pequeña serie de dibujos que en su ga-
binete tenia colocados, habia escrito el mismo Se-
ñor Martínez estas palabras : « ni lo uno ni lo
otro merecía. »


Los años que han transcurrido desde la época
a que esta anécdota se refiere, los sucesos ocurridos
durante ella, han colocado indudablemente á ma-
yor altura en el aprecio de la generalidad de los
españoles las virtudes como hombre particular y
como hombre político del personage de que trata-
mos. No dudamos que el Sr. Martínez escribirá tal
vez las mismas palabras que entonces puso debajo
de su colección de grabados, al pie de esta bio-
grafía; sus enemigos en medio de las detractaciones
á que dá lugar el espíritu de partido, solo podrían
añadir á las denominaciones depreciativas que
i^mtra él se han usado desde aquella época , la
de llamarle ridiculamente Poeta, como si estu-
vieran reñidas las letras con la política y la g O v -
bernacion ; y la de un faccioso mas aludiend^ a*




40 PERSONAJES CELEBRES.


estas palabras pronunciadas por el Sr. Martínez
en el Estamento de Procuradores al saberse la lle-
gada á España del Pretendiente. Palabras que in-
dudablemente espresaban, que no por eso ni por
la presencia de aquel Príncipe en el campo enemigo
aumentaban las probabilidades dal triunfo de su
causa.


En los momentos en que esto escribimos (mar-
zo de 1843) se baila el pais agitado con motivo de
las elecciones generales á que ha dado lugar la
última disolución de las Cortes, consecuencia pre-
cisa del gran trastorno que obligó al Sr. Martínez
de la Rosa á ausentarse de nuevo de su patria. La
ciudad de Barcelona, tan alhagada por la revolu-
ción y tan castigada después por los revoluciona-
rios , ha incluido en su candidatura al ilustre gra-
nadino, que con mengua de la ciudad que le vio
nacer , y que debería enorgullecerse con tal hijo,
no le hace figurar en todos tiempos, y cualesquiera
que sean los principios que dominen en el nú-
mero de sus representantes. Barcelona no podia
escoger uno mejor para la defensa de sus tan com-
prometidos intereses, ni confiar á mas elocuente
voz la satisfacción de sus tan conculcados dere-
chos , y la vindicación de tantos desafueros como




M A R T Í N E Z D E L A R O S A . 41


lia sufrido. No sabemos aun el resultado final;
pero si el Sr. Martínez fuese elegido, no vacilamos
en creer que acudiendo al peligroso puesto á que
la confianza de los electores le llamaba , resona-
ría de nuevo su voz en las bóvedas del Congreso,
con la elocuencia que le es natura l , con la fir-
meza que dá el derecho, y con la energía que dá
á los grandes caracteres la defensa de los oprimi-
dos. Ningunas Cortes se habrán reunido en Es-
paña desde el último restablecimiento del Gobier-
no representativo en circunstancias mas difíciles, y
cuya misión sea de mayor interés que la de las
que vau á juntarse ; y la nación debe desear que
a tan solemnes y trascendentales debates , á la re -
solución de tan importantes cuestiones para su por-
venir, asistan los grandes hombres parlamentarios,
entre los cuales no vacilamos en colocar en prime-
ra línea al Sr. Martínez de la Rosa.






3ní»iff t>t las biâ rafírte fimtíiitíras


EN EL


T O M O S E G U N D O .


M R . GTJIZOT.


M A H A M U D II .


S I L V I O P E L L I C O .


L O R D P A L M E R S T O N .


E L G E N E R A L G R A V I N A .


E L A R C H I D U Q U E G A R L O S D E A U S T R I A .


C A L O M A R D E .


B O N A P A R T E .


N A P O L E Ó N .


E L E M P E C I N A D O .


E L G E N E R A L M O R I L L O .


D . F . M A R T Í N E Z D E L A R O S A .