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TOMO X,


MADRID ,
: •






-27


la Imprenta del Censor, por D. L F.01(.
AMARIT A.1


_ _N.\ EL CENSOR


PERIÓDICO POLITICO


Y LITERARIO.




EL CENSOR,
PERIáDIGO POLiTIGO Y LITERARIO,


N.° 55.


S.nino, x8 DE AGOSTO DE 1821.


Verdadero punto de pista, bajo el cual de-
be considerarse la revolucion de Esparza
en 182o.


Todá revolucion es una guerra, y se
termina con im tratado de paz. Si este es
favorable á los intereses de vencedores y
vencidos, el tratado es una transaccion,
y será firme y durable: si favorece es-
clusivainente á los vencedores, el tratado
es un'yugo , y la guerra sigue encubier-
tamente basta que tos vencidos encuen
tran ó creen encontrar una ocasion ven-
tajosa para romperla. La convencion y el
directorio francés perpetuaron la revolu•
don, porque sus victorias no dejaron es-




perania ni garantía alguna á los enernb
gos. Bonaparte terminó . las discordias ci-
viles, porque favoreció los intereses de los
hombres antiguos, al mismo tiempo que
hizo triunfar las instituciones nuevas.


Hace muchos años que se distinguen en
España dos clases de hombres: los amigos
de las .antiguas preocupacione s y los ami-
gos de las ideas liberales, producidas ó re-
novadas por el•espíritu filosó fico del siglo.


guerra que durante !micho 'tiempo se
han hecho los serviles y los liberales, tomó
an caracter nuevo en la insurreccion de
España contra Napoleon , porque fue des-
cubierta,7y por decirlo asi, frente á frente.
El primer triunfo fue de las nuevas ins.
tituciones : los amigos del poder absoluto
consiguieron una victoria Señalada en 18x 4:
el Miedo que les inspiró su elevacion mis-
ma , les hizo abusar de ella: durante seis
afiosiiraron de abusos en iibusos y de erro-
res en errores, hasta que en 182o fueron
derrotados, en nuestra opinion, definitiva-
rn en te.


Porque en efecto, aun en la hipótesis
desgraciada de que consiguiesen momen-
táneamente algunas ventajas sobre sus ene-
migos, esta vez serian para . los hombres,-


no para las instituciones. Circunstancias
b


y
acontecimientos imposibles de prever, po-.
drian tal vez restituirla autoridad á los pro-
hombres del servilismo; pero la lnquis ► cion
acabó para siempre. Muévenos á pensar así,
el ver que entre los emigrados franceses ha
encontrado el liberalismo numerosos prosé-
litos y - ardientes defensores. El odio hhcia las
personas se acaba con el tiempo ; pero las
leyes, una vez anatematizadas por la voz
pétblica , no vuelven á revivir. Seria una
calamidad cualquier suceso que colocase
el poder en manos de los vencedores de
1814; pero ó estos no se atreverian á re-
chazar, -co-mo hicieron entonces, el voto
nacional , si fuesen tan 'incorregibles que.
nos restituyesen los monjes, el consejo de
Castilla y la Inquisicion , su reynado no da-.
raria dos meses. Hay en las idas tal po-
der, que la fuerza se estrella cuando se eger-
cita sin ellas, y mucho mas cuando se
egercita contra ellas.


Nosotros vamos á esponer el 'caracter
de los partidos servil, y liberal ; y nos
abstendremos de- toda calificacion odiosa,
porque. no es neeesaria. Nosotros no con -
tamos entre los 'serviles á los que por mi-
ras de engrandecimiento ó de- interes per-




6
sonar y esclusivo sostienen el poder ab,
soluto, asi como no contarnos entre los
liberales á los que por ambicion , por odio


por venganza , predican la anarquía y
los furores. Estas dos clases (le hombres,
igualmente intolerantes, igualmente libar,
recibles, no merecen ser contados para na-
da cuando se trata del bien . público: so-
lamente merecen la animadversion de los
magistrados y la censura de la opinion pú-
blica. Los Louvel y los Merinos, ni aun
son dignos de que se les tenga por hom-
,bres; muého menos por ciudadanos. Nos•
otros no hablaremos en este artículo sino de
los serviles y liberales de buena fe.


Entendemos por servil al amigo esclu-
sivo del poder. Como este afecto es esen-
cialmente injusto en política, la palabra
servil se toma siempre en mala parte. Las
doctrinas serviles se fundan por lo regular
en preocupaciones añejas , y esto es tan
cierto, que el célebre Chateaubríand que-
riendo ser la columna del servilismo fran-
cés, hizo la apología de las . preocupacio-
nes, pintándolas corno muy convenientes
para el orden social. Podrá ser; pero no
en un siglo de luces. La cierva de Serto-
rio, ninfa (le Numa y el asno de Bla,


7
loma no son ya para. la Europa del siglo
XIX. Le parterre est trop instruit.


Entendemos por liberal al que es ami-
go (le la libertad, y al mismo tiempo lo es de
aquel poder que basta para servir de garantía
.á la libertad , conservando el orden social,
Como las doctrinas y sentimientos de los
liberales se fundan en la justicia, en la
humanidad y en la razon, la palabra li-
beral se toma siempre en buena parte: y
para: Indicar al amante fogoso de una li-.
be•tad ó ilimitada ó escesiva, que nos lle-
ve á la licencia y á la anarquía, se


•usan


las voces de exagerado, jacobino ó anar
quista.


De estas definiciones se infiere que el
servilismo y el jacobinismo son los estre-
mos políticos , y que el liberalismo es la.
verdadera virtud que está entre aquellos
dos estremos viciosos. Tenemos el placer
de anunciar á nuestros compatriotas, que
la masa instruida de la nacion española
es casi toda liberal, y que el número de
serviles y de jacobinos es muy corto con
respecto al total de dicha masa.


Examinemos ahora el carácter del par-
tido que hemos llamado servil, analizando
no sus principios, que como ya hemos dicho




8
son mas que añejas y despreciables preo
cupaciones:, sino el motivo ó causa fun-
damental <le la existencia ele este partido.
No indagarémos en qué se fundan para
probar,- bien ó mal , sus doctrinas; sino
la razon de intmes ó de conveniencia pú-
blica que les obliga á seguirlas.


Dos son los principios del verdadero
liberalismo, .el orden y la libertad. Estas
dos cosas son inseparables; no hay liber-
tad en el desórden; porque en este estado la
libertad de cada ciudadano se halla com-
primida por las agitaciones convulsivas de
los anarquistas : no hay orden sin libertad;
porque donde no manda la ley, sino el
capricho, la república representa fielmen-
te en la incoherencia y desigualdad de su
marcha, las veleidades del poder absolu-
to que la oprime. Ahora bien, para quo
haya orden, es necesario que exista un
poder ; para que haya libertad, es preciso
que haya garantías. Poder y garantías: he
aqui lo que han pedida los liberales de
todas las naciones y de todos los siglos;
y en parte - no hicieron mas los roma-
nos pidiendo , tribunos' en el monte Sacro,
que los españoles pidiendo una repre -
sentaeion nacional en 182Q. Nosotros nos


9
valdremos de esta comparacion no una . so-
la vez: porque da mucha luz en la cues-


.tion de que tratamos.
Un periódico matritense censuró agria-


mente á cierta clase de ciudadanos, notán-
dolos de defensores del poder. Dicho pe-
riódico debió haber probado que los que
acusaba eran defensores del poder absolu-
to y arbitrario; pero la defensa del poder
legítimo y constitucional, que es la salva-
guardia del orden, lejos de ser una cul-
pa digna de censura , es un deber de to-
do buen ciudadano y un principio esen-
cial de liberalismo.


Cuando en las cuestiones morales y po-
líticas no se miran los objetos mas que
por un lado, se cometen graves errores; y
esto es lo que ha sucedido á los serviles
en materia de política. Hay cierta clase ele
hombres que ya por timidez, ya por sus
intereses privados, ya por el lagar que ocu-
pan en la sociedad , aprecian el orden pú-
blico en tanto grado, que á trueque de con-
servarle, sacrificarian gustosos todas las p-
rantías. Para estos no hay un mal com-
parable al temor del desorden, sino el des-
orden mismo.


• Tiemb la n de las nuevas ideas:
tiemblan de los progresos de la industria y




11 o
civilizacion : tiemblan de la diferencia de
opiniones políticas. Una discusion, ya en el
foro, ya en los escritos, ya en la socie-.
dad . los atormenta y atemoriza : y para li-


r
bertarse de su miedo y gozar de la apatía
que es su situacion favorita , querrian dar
al poder toda la 'estension posible, pri-
var á los ciudadanos de todas las garan-
tías institucionales, sin dejarles otra que
la bondad personal de los gobernantes.,
Estos son los que claman, cuando los ne-
gocios públicos se administran pesiniamen-
te , que es culpa de los gobernantes lo que
no lo es sino (le las leyes: estos son los
que gritan estúpidamente que es menes,
ter que los ministros sean buenos, como
si pudiera haber hombres buenos y ni ucho
menos buenas ministros con malas ins-
tituciones : estos son, en fin, los que se
niegan á toda reforma ; porque nada te-
men tanto como las variaciones que siem,
pre causan alguna agitacion, y creen que
la perpetuidad es el caracter esclusivo de
las buenas leyes.


No se quejarán los serviles de que exa-
geramos sus doctrinas , ni de que calum-.
niamos sus intenciones: al contrario, nos
complacemos en atribuir su ciega adhesion


I I
erpódal arbitrario , á un principio justo.


y laudable en sí mismo; pero que llevado
al estremo, produce los errores mas fu-
nestos. Esa lucha de opiniones, esa agi-
tacion y movimiento de los partidos , á la
cual tienen tanto miedo, es sin embargo
el verdadero síntoma de la vida política,
y nos atrevemos á decirlo, es una garan-
tía del orden, con tal que no traspase los
límites señalados pOr las leyes. Si los ser-
viles llaman orden público á la apatía ca-
davérica que produce la compresion de un
poder esclusivo, ese orden se goza en los
sepulcros , no en el orden de la sociedad
cuyo elemento esencial es la agitacion y
el movimiento. Queremos en política la
harmonía y concierto del hombre robus-
to y lleno de salud: no la tranquilidad, in-
moble de los cadáveres. Si creen que el
orden es el silencio de la razon ante la
cimitarra de un déspota delirante y la su-
mision aparente á los mandatos de un im-
bécil divan, ese es el orden que reyna en los
volcanes : la montaña está cubierta de nie-
ve; pero en su seno rigen todos los fue-.
gos del abismo, y cuando llega el momen-
to de la esplosion , aquella cumbre tan se-
rena antes, tan' uniforme, tan • inerte, es




.una viva imagen de los horrores del`
Ah! si consiguieramos persuadir á los ser-
viles que no hay orden ni seguridad pública
sin garantías sociales, sin instituciones que
afiancen la libertad, habriamos hecho un
gran bien á la naeion: porque todos los
serviles de buena fé se converthian en ce-
losos patriotas. Debe tentarse este arbitrio
que acabarla de una vez con las divisio-
nos políticas; y este inapreciable benefi-
cio se ha de esperar de los liberales.


En- efecto los verdaderos liberales es
preciso que se armen, no solo <le valor
y patriotismo, sino también de paciencia
y humanidad para consolidar su triunfo
sobre las doctrinas serviles. Esos hombres
delincuentes, á quienes el furor del' par-
tido ó intereses viles mueven á. conspirar
contra el gobierno constitucional, y á des-
peda•ar con las armas el seno de su pa-
tria, no son témibles. Cerca de un ario
ha que les anunció el Censor por destino
ó el cadahalso la emigracion. Hemos
visto lo que saben hacer, y de lo que son
capaces. Sin talento de ninguna especie,
sin recursos , sin mas valor 'que una in-
sensata ferocidad , las juntas -.apostólicas,
y todos los con spiradores que se han


seguido, solo han ofrecido un triun-
fo tan faca como doloroso. De quien es
menester triunfar, es de los serviles' de
buena fé : es decir , de los que someti-
dos al gobierno existente, porque se creen
obligados á esta smnision , querrian sin em-
bargo volver á las ollas de Egipto, á la
tranquilidad de la servidumbre. Contra los
malvados basta la vigilancia del gobierno,
la 'fuerza pública y la espada de las leyes.
Para triunfar de las opiniones son nece-
sarias otras armas, y f;.dizmente el régi-
men constitucional tiene todas las que son
oportunas para este 'efecto.


.¿Queremos convertir á los serviles ?
Adminístrese bien la cosa pública y ent-
pleense todos los medios-de persuasion. Lo
primero les enseriará por esperiencia que
ese orden, ese • concierto , esa harmonía
política que tanto aman, no pueden ser
resultado sino de las combinaciones cons-
titucionales. La misma esperiencia les ha
enseñado en el transcurso de seis caos,
que la España no puede prosperar bajo el
gobierno absoluto: verdad inconcusa ,
izad terrible, verdad que en nuestra






ton es - la fortaleza inexpugnable del libe-
alismo. Solo falta hacerles ver práctica.-




mente, que el sistema representativo es el
único que puede producir el orden y la
seguridad que ellos desean , y la felici-
dad de la república. No ignoramos que
las nuevas instituciones necesitan de tiempó
para producir sus frutos : no ignoramos
que hay un intervalo, señalado por la na-
turaleza, tanto en el mundo moral como
en el físico, desde la siembra del germen
basta su perfecto desenvolvimiento; pero
tambien sabernos que el celo y la industria
de un buen agr.icultor puede disminuir
considerablemente la duracion de aquel in-
tervalo, y anticipar y aun mejorar en la
anticipacion las produciones de la natu-
raleza. Un buen ministerio puede ahor-
rar en política muchas tentativas y
1-tos años.


Sea el tribunal de las leyes inaccesi-
ble á toda pasio•, inclusas las políticas:
no influya nada el nombre del reo en la
sentencia que ha de pronunciar el juez:
solo los hechos y las determinaciones de
la ley sean considerados en aquel santua-
rio: conserven sus ministros toda la inde-
pendencia , toda la libertad que .1a Cons-
titucion les asigna: nada tengan que te-
mer cuando van á fallar, sino á Dios , é


15
i á su responsabilidad anteSu conciencia, y


los tribunales superiores.
- Adminístrese bien y sabiamente la ha-


cienda pública: que por una parte cubra
sus necesidades y créditos, -y por otra se
-emplee en obras de utilidad comun , que


. centuplicando la produccion, centupliquen
al mismo tiempo los recursos del erario
nacional. Ya es tiempo que el caudal de
un gran pueblo dege de ser el objeto y la
víctima de las especulacionos de tantos
Cresos repentinos.


Distribilyanse' los empleos á los hom-
bres que sean dignos de ellos por sus
servicios, por sus luces, ó por sus vir-
tudes. Ya es tiempo tambien de que un
epiteto no sea quien decida para el nombra-
miento ó la esclusion de los destinos. Acá-
bense las admisiones y las. escepciones en
masa; porque la idoneidad y el mérito
son esencialmente personales.


Ejecútese fiel y legalmente la Consti-
que todos los españoles rocen de


sus beneficios ; pues es la ley de todos.
Gocen todos las garantías "que ella esta-


. • blece. Este artículo es esencial : porque
el código fundamental seria ilusorio , si
hubiese un solo español vejado en su pen-




t 6
sarmiento , en su persona ó en su pro,
piedad, sin previo juicio.


Ultimamente promuévase y favorézca-
se la industria por todos los medios ima-
ginables. Esta parte es en la que tiene
mas influencia que en ninguna otra un
buen ministro , porque es muy facil al
gobierno proteger sin oprimir, y favoro.
eer sin reglamentar.


Si á estos medios se reune el ataque
vigoroso contra las doctrinas serviles en
periódicos cuyos redactores sepan atacar
los errores perdonando las personas . , y la
mano lenta del tiempo que al lado de los
primeros frutos producirá las esperanzas de
otros mas colmados, se debe esperar la total
estirpacion del servilismo, aun antes de la
época demasiado tardía que tiene seña-
lada para sus funerales el espíritu del si-
glo. Pero lo repetimos , no se debe es-
perar• este beneficio , sino de la pacien-
cia y humanidad de los verdaderos libe-
rales. Nosotros creemos que con cancio-
nes insultantes , con amenazas y con per-
sonalidades, solo se logra irritar el amor
propio , transmitir el furor á los pechos
de Pos enemigos y alejar el momento
de la reconciliacion general.


Lás canciones patrióticas producen un
escelente efecto sobre el espíritu público;
forman 'casi la única instruccion del pue-
blo, que no lee; y por tanto los buenos
patriotas , que se destinan 'á escribirlas,
deben poner mucho cuidado en lo que liaceu
repetir á los jóvenes y á los niños: En Es-
paña se cantan algunas ; que ínerecen los
mayores elogios , tanto por la sencilla noble-
za dé la


•versiiieacion , CoinO- por los senti-
mientos sublimes y generosos que inspiran,
y citaremos el himno déMeáro. como un me--
delo en


• esta clase. Peio hay otras que no
parece' sino • que se hán compuesto para
derramar -entre nosotros todos los gérme-
nes de -la division. En ellas bebe, el pue-
blo, casi • sin sentirlo , el deseo de la san-
gre y de los suplicios ; el odio ,


vago,
ro activo, que anhela-po• tina ocasion de
fijarse y de satisfacerse en una persona,
sea ó no culpable; y en fin, la pasion
de insultar que en -nuestro vulgo, sin es,.
tos nuevos incentivos-, 'estaba ya denla,-
ajado ráditada: Qué fruto- se


• puede es-
perar de semejantes Medios


la dis-
cordia, la rabia y la ferocidad? • H


1• ano
viciado los escritores de estas canciOnes,
verdaderaniente antipatrióticas,


.cas, porque son
Tomo x. 2





anti-humanas , los funestos efectos del ca


ira marsellés?
Hemos espuesto hasta ahora el verda-


dero motivo de las doctrinas serviles y
los medios de extirparlas. Hablemos ya de
los liberales , aunque hemos anticipado
muchas ideas de las que les convienen, tra-
tando de la manera con que deben con-
solidar su victoria.


El liberalismo en España se ha apro-


vechado de todas las tentativas y espe-


riencias que se han hecho en otras nacio-
nes de Europa. Las revoluciones de In-


glaterra y de Francia han sido el obje-
to de su constante meditacion : de modo
que el atraso que han tenido entre . nos-


otros las ideas liberales, ha podido ser muy
útil, porque ha dado lugar á nuevas es-
periencias y descubrimientos, hechos en
otra parte á. costa de mucha sangre y de
muchos infortunios. En cuanto á los li-
bros , los españoles amantes de la liber-
tad toman 'en el dia por testo, no el Con-
trato social de Rousseau (1') , sino las


Los principios de 'este libro son ver-
daderos y luminosos; pero su aplicacion es
muy delicada y dificil. La Francia hizo en so.


r r9
timas teorías . constitucionales , mas adap-
tadas al estado presente de la civilizacion
europea ; y en cuanto á medios de ejecu-
ción , confian mas bien con la marcha
lenta y segura de las luces, que en los
movimientos don vulsivos y compresores de
una• dictadura popular. Reconocen , pues,
que no hay precision de turbar el orden
público para adquirir lo único 'pe nece-
sitamos en el dia , á saber, las garantías
de la propiedad de la persona y del penes
samiento , y la libertad política necesaria
para hacer efectivas aquellas garantías. Re-
conocen que las costumbres actuales exi-


,ien imperiosamente una amplitud muy es-2
tensa de la libertad civil, mayor todavía
que (a que disfrutaban Roma y Atenas;
pero saben que la intervencion de los ciu-
dadanos en el gobierno debe establecer-
se. sobre muy diferentes basas de las que
tenían en aquéllas célebres repúblicas; las
cuales formadas para la ambicion mas bien
que para la felicidad, no dilataron los lí-
mites (te los derechos políticos sino á cos-
ta de los derechos individuales.


revolucion mi
ensayo funesto de una teoría


verdadera. Sea[ auno non erat bis locus:
u.




20
El liberalismo español está, pues, fun-


dado en los verdaderos principios , que tie-
nen en el dia las buenas doctrinas políti-
cas. El poder, inviolable en su gefe, y res-
ponsable en sus ministros , es el que bas-
ta para el orden y no alcanza para la opre-
sion : los ciudadanos y sus propiedades
están bajo la salvaguardia de la ley , que
ellos mismos hacen. La administracion de
la justicia es independiente. Los cuerpos
municipales son nombramiento de sus ad-
ministrados. El rey, y el consejo de Esta-
do que reune los votos del poder y del cuer-
po representativo, velan por la conserva--
cion del orden con la autoridad suficiente en
una nacion que no se deja llevar con faci-
lidad á medidas tumultuarias. Asi que po-
demos lisonjearnos de que los liberales
espaiíoles . quieren y profesan la libertad
que es dado gozar un pueblo disemí-
•nado en un vasto territorio , acostumbra-
do á los usos propios de la monarquía,
y que ante todas cosas se vé obligado por
la pérdida de sus colonias, á dar un im-
pulso poderoso á su industria y á su co-
mercio.


Este es el verdadero colorido del par-
tido liberal de Espacia. Ahora veamos co- •


mo ha podido introducirse en algunos la
exaltacion, habiendo permanecido la masa
total obediente á las inspiraciones de la
razon , y constante en los principios•del
orden : porque lo mismo decimos de los
exaltados que de los serviles : su número
es muy corto en la clase instruida de la
nacion, si se compara con el de los ver-
daderos y juiciosos liberales.


Las doctrinas de los exaltados se fun.
dan 'en teorías, que aunque hubiesen si-
do buenas en tiempo de Pisistrato, no
son aplicables ni á nuestra situación, ni
al régimen que hemos jurado defender.
Asi no nos detendremos en impugnarlas.
Yá lo he mos hecho en otros números de
este periódico y continuarémos haciendo-
lo con esfuerzo, siempre que se presente
la ocasion. Ahora presentarnos la historia
de los partidos, no su crítica ; y asi nues-
tro principal objeto debe ser esponer el
motivo que los hace obrar. Asi como los
serviles de buena fé, lo son por el temor
de la anarquía, los liberales exaltados se
dejan arrebatar por el temor de la tiranía.


Este sentimiento es justo en sí mismo,
es laudable, es digno de un pueblo li-
bre : parece fundado en una nacion que




pasó en- t814 del estado de dignidad, á
que la habl an elevado sus virtudes y sa-
crificios, á la abyeccion de la mas ignomi-
niosa servidumbre. Asi no culparemos nos-
otros á los exaltados por el motivo que
los hace obrar, que reconocemos ser emi-
nentemente 'patriótico (hablarnos siempre
de los exaltados de buena fé, no de los
que hacen especulacion sobre lo que ellos
llaman opinion pública ). Réstanos exami-
nar, si los medios con que se oponen á
la vuelta del despotismo, son bien me-
ditados y oportunos.


Y en primer lugar decimos, que nun-.
CA el temor fue buen consejero; porque
sus consejos son siempre crueles y san-
guinarios. Madruga y mata primero es la
máxima constante de los que tiemblan: y
con gentes que tiemblan, jamas se con-
solidaron los sistemas de gobierno. Se lie-
cesita para esto valor, vigilancia, activi-
dad, virtudes: mas no miedo, sospechas,
temores y calumnias. No puede ser per-
manente en una nacion el estado de re-
celo; porque la incertidumbre que trae
consigo, mata la prosperidad pública que
necesita de confianza.


En segundo lugar suplicamos á los exal-


tados, que consideren que todos los es-
pañoles nos hemos prometido recíproca-
mente, y hemos prometido á la Europa en-
tera sostener el sistema constitucional que
se contiene en nuestro sagrado código. Si
con el pretesto de anticiparnos á las ma-
quinaciones del servilismo, quebrantamos
la ley fundamental que hemos jurado, obs-
truirnos el camino del gobierno, le dicta-
tamos leyes , le sometemos á una dictadura
tumultuaria , invadimos los tribunales y
privamos á los jueces de la libertad ne-
cesaria para decidir en justicia; entonces
no serán los serv;les los que destruyan el
sistema, sino nosotros mismos, y abrasa-
remos nuestra casa por el temor de que
nuestro enemigo no la abrase. ¿Faltan me-
dios á la Constitucion para sostenerse por
sí misma ? Todas las garantías de la li-
bertad están consignadas en ella. El poder
no puede ciar un paso retrógrado, sin que
atrayga y revuelva sobre sí toda la má-
quina constitucional.


Y últimamente suplicamos á todos los
españoles que examinen muy despacio
cual es el verdadero fundamento de nues-
tro sistema constitucional. Si lo conside-
ran, verán que es indestructible, y cesará




_


el miedo y sus perniciosos consejos. Hay
en todas las naciones una cierta clase de
ciudadanos cuya - opinion triunfa constan-
temente: esta es la parte cuba é instrui-
da. No toma parte 'en el gobierno : no se
pone bajo las banderas de un partido: no
solicita empleos: no se distingue en la car-
rera de la ambicion : no ataca ni defien-
do ; pero la victoria es siempre. de ella y
para ella. Pues esta parte instruida del
pueblo español quiere el régimen consti-
tucional. , tal como le tenernos y no mas.
Contra esta .voluntad, moderada á' la ver.-
dad pero irrevocable, nada pueden las ri-
dículas conspiraciones del servilismo , ni
la ferocidad sanguinaria de sus agentes.
Ni. el, egército , ni las sociedades públicas
ó secretas, ni los empleados , ni ninguna
fuerza ó corporacion sostiene el sistema


nstitucional sino la voluntad de esta
parte escogida de JA ~ion, Mientras ella
esté firme en esta voluntad, nada hay que
temer; pero si á fuerza de imprudencias
logramos que mire con desagrado, ó á lo
menos con indiferencia, el nuevo orden
de cosas, entonces careciendo el. sistema
liberal de su mas firme apoyo, vendrá
degenerar ó en la tiranía decenviral ó en


D,5
el gobierno absoluto de un soldado feliz.
Todo sistema desacreditado perece; y no
hay otro medio de desacreditar el que nos
rige, que exagerarlo.


De cuanto hemos dicho hasta aqui re-
sulta , que de los tres partidos en que se
pueden dividir los españoles, el liberal
es el único que merece el nombre ide nacio-
nal , y que el servil y el exaltado, en los
que los siguen de buena fé , es mas bien
resultado del temor, que de la conviccion
íntima de sus principios. Hemos debido es-
poner los elementos de que constaba la
nacion en la época del mes de marzo de
182o, para que se entienda bien el carac-
ter y los efectos"de aquel memorable acon-
tecimiento.


El triunfo que consiguieron entonces
las ideas liberales, fue decisivo; y enme-
dio de los gritos de exultacion, se oyeron
con mas frecuencia que otro ningun cla-
mor, las tutelares voces de Concordia y
Constitucion. Estas voces repetidas en me-
dio de la capital , resonaron por todas
las provincias ; y el eco volvió de ellas
Constitucion y concordia. Por consiguien-
te toda la nación tuvo derecho de creer
que la lid de los partidos habia -concluido




26
por una transaccion, que aseguraba los in-
tereses individuales de todos , y no por
]a sumision absoluta de un 'partido á la
disposicion .de otros. El pacto. constitu-
cional no habla ni de serviles ni de libe-
rales : solo habla (le españoles. Establece
las obligaciones y derechos de todos y
cada uno de los individuos de una gran
nacion , sin distinguir de opiniones y col
lores políticos: asi nadie tuvo por que que-
jarse en aquella época: los vencedores se
hicieron iguales á los vencidos, y no pue-
de haber un tratado de paz mas equita-
tivo, que el que establece por basa de la
concordia la igualdad de los intereses.


Siendo esto asi , corno lo fue de no-
toriedad , será obligacion de los historia-
dores futuros explicar por qué la union
de los ciudadanos tan sabiamente cimen-
tada , no llegó á completarse; y porque
aunque no enteramente rompida y violada,
ha recibido sin embargo heridas crueles,
que necesitan de tiempo y de prudencia
para sanarse. Nosotros apuntaremos al-
gunas (le estas causas, porque, el conoci-
miento de ellas puede contribuir á su re-
medio.


La primera fue la especie de dictadu-


27


a popular que egereió la sociedad del
café de Lorencíni , desde marzo hasta la
sesion de Cortes de 182o. Cuando se pro-
mulgó la Constitucion , se creó una jun-
ta provisional, compuesta por la mayor
parte de hombres conocidos por el libe-
ralismo de sus principios. Esto era crear
una magistratura interina , encargada de
preparar la reunion del congreso, y de di-
rigir los negocios públicos, hasta que la
instalacíon de las Cortes diese principio
á la era constitucional: detertninacion muy
acertada , y que fue • recibida con sumo
placer por toda la nacion. Los liberales
que habian hecho la revolucion del año de
20 , se contentaron con la gloria de ha-
ber salvado la patria, y dejaron la direc-
ción de los negocios á los que habían
creado la libertad encerrados en las mu-
rallas de Cadiz; y estos en pago les con-
fiaron la opinion pública, permitiendo á las
sociedades patrióticas , que entonces se for-
maron, el examen de las actas del gobierno.
Esta generosidad anútua es muy gloriosa
á unos y otros: porque manifiesta la mo-
deracion y patriotismo de sus intenciones;
pero no se reflexionó entonces que las pa-
siones políticas vendrian á la nueva escena




23
que se les dejaba abierta ; y que su grito
envuelto entre los del patriotismo podria
llegar h turbar el orden y la union, co-
mo sucedió efectivamente, aunque la pron-
ta instalacion del congreso terminó una
lid entre el gobierno y los dictadores po-
pulares, que prolongada por mas tiempo
hubiera tenido consecuencias muy funes-
tas. Por de contado ya produjo una que
fue la distincion entre liberales de Cadiz,
y liberales del año 20. Los primeros eger-
cian el poder: los segundos querian ó su-
cederles ó dirigirles.


La segunda causa fue .la especie de per-
secucion que sufrieron durante el inter-
valo los eibigrados á Francia , que Vol-
vian á sus . hogares , y los perpetradores
de la caida de la Constitucion en 1820.
Los primeros habian espiado ya su lyerro
político con una expatriacion de seis años;
y vueltos á sfi pais en virtud de reales
decretos, tuvieron que mendigar su pan
en las provincias septentrionales : los se-
gundos fueron arrestados. El protesto de
una y otra operacion fue dejar al las Cor-
tes la decision de su suerte; mas no por
eso se dejó de conocer la intencion de es-
ponerlos de nuevo á la animadversion


29
la opinion pública : lo que indicaba que
el poder no miraba el tratado de paz ce-
lebrado en marzo, como una transaccion,
sino como una victoria.


Las Cortes estirparon felizmente estos
principios de division: las anmiStias con-
cedidas terminaron en parte las desgracias,
y dieron esperanzas de una próxima y só-
lida concordia. Empero el ministerio, aun-
que se le debe hacer la justicia de haber
apoyado las amnistías, cometia ciertos ac-
tos de hostilidad dentro de sus atribucio-
nes. Las cesaciones en los empleos, las es-
clusiones en masa, los ataques ministe-
riales por medio de los periódicos, con-
tinuaban una . escaramuza de muy mal
aguero.


Nosotros nos complacemos en tributar
al ministerio de 1820 el elogio "á que es
acreedor por su acendrado liberalismo, per
su amor á la Constitucion, y por\ les sa-
crificios que habian hecho y estaban dis-
puestos á hacer por la cosa pública; pero
la situacion en que se hallaba , le hizo
temer, y cuando un ministerio teme, sus
operaciones se resienten de la inquietud in-
terior de los'animos.


Este temor tenia motivos antiguos y




30
modernos. La mayor parte 'de los minis-
tros habian sido víctimas de la revolucion
de 1814: así su existencia estaba en cier-
ta zr,anera ligada á lá de la libertad, y to-
do lo que podian temer contra ella, lo te-
'Dieron contra sí mismos. Su inquietud por
la causa del liberalismo se aumentó por
las inquietudes acerca de su seguridad per-
sonal. No hablamos del espíritu de vena
fianza contra sus antiguos opresores: no
debemos suponerle en hombres públicos;
y para explicar sus hechos, nos basta el
temor de que volviese el régimen absoluto,'
Al mismo tiempo los serviles no cesaban
de escaramucear : la junta apostólica, las
asonadas y conspiraciones de Burgos, las
voces pérfidamente diseminadas en varios
puntos de la península, irritaban los áni-
mos y manifestaban que Labia hombres
mal hallados con el sistema. De modo que
lo pasado y lo presente causaba al minis-
terio bastante inquietud.


Sin embargo esta inquietud era infun-
dada. Desde -18 ' 4 hasta 182o habian pa-
sado.seis años, que hacían imposible todo
retroceso al despotismo. Los ineptos ven-
cedores de 18,4 se habian valido de la
embriaguez del triunfo contra la Francia


para
aqueldfu


esetruun urd s r ir recurso queliberalas:
só ue no podia em-


plearse mas que una vez, y por consi-
guiente, no tenia fuerza alguna en 182o.
Era una cosa decidida ya que la nacion
española es libre y constitucional : todos los
prestigios habian desaparecido, y cl siste-
ma podia consolidarse tranquilamente. Los
mismos esfuerzos del servilismo, tan mez-
quinos, tan impotentes y tan ridículos, de-
bian probar que el triunfo de la libertad
era irrevocable. Los ministras no lo en-.
tendieron así, y este error produjo otros
de mas consecuencia. El principal de to-
dos fue concentrar 'en los liberales de su
partido toda la áutdridad, toda la influencia,
toda la opinion , y escluir en cuanto fuera
posible á los hombres de otro color de
la participacion del poder, y aun de la li-
bertad del pensamiento. Así Ja Constan-
cion vino á ser el patrimonio de algunos,
en lugar de .ser la salvaguardia de todos.


El objeto del ministerio en esta ope-
racion fue concentrar en sus manos to-


poder
posible, para emplearlo en eldo el ode


'sostenimiento del sistema. Confiaban en la
rectitud de sus intenciones , y no se es-
pantaban de la omnipotencia ministerial.




1


32
que trataban de adquirir: porque la ereian
necesaria contra el servilismo. Por esta ra-
zon humillaron succdsivamente todos los
partidos, hasta que en noviembre se cre-
yeron


amando
obligados


á su socorro
á humillarse


eláementos
sí mismos,


dell
porque se creyeron mas ame-


nazados que nunca por el servilismo. Nos-
otros contamos la calda del ministerio de
182o, desde el i6 de noviembre. Si en vez
de atacar .


los partidos, los hubieran coer,-
dinadO bajo su direccion , si los liberales
del año 20, si los emigrados á Francia , si las
denlas clases de la nacion hubieran hallado
en el ministerio favor y proteccion con las
diferencias delicadas que las circunstancias
ekigian, jamas se hubiera hallado en situa-
cion de temer ni por sí ni por la libertad.
Una numerosa clientela, compuesta de los
talentos y de las virtudes diseminadas en
todos los partidos, hubiera hecho inexpug-
nable al ministerio, que la hubiera sabi-
do escoger y colocar convenientemente.
Perdieron aquella ocasion de consolidar
el sistema y de hacerse inmortales. Debe-
mos esperar que sus • suceesores no la
perderán cuando se vuelva á ofrecer. Des-
de novienrbre hasta ahora ha habido va-


33 •


rias conspiraciones serviles, varios movi-
mientos democráticos. Ninguna de 'las pri-
meras 'ha sido temible; y la nacion ha
desaprobado el celo imprudente que .ha
dado origen á las segundas. La vigilancia
tranquila del actual ministerio ha compri-
mido las unas y templado las otras. La
opinion va volviendo, aunque con . lenti-
tud, al sendero constitucional, que es el
único camino de salvaciois. A proporcion
que los partidos teman menos por sal se-
guridad, van á menos las conspiraciones
y las agitaciones. La nacion se va diri-
giendo . á la grande obra de consolidar su
industria ; y nos lisonje •mós de que dentro
de pocos meses será efectiva la transac-
clon , prometida solemnemente en la pro--
clamacion del pacto constitucional. Puede
ser que nos engañemos ; pero la inutili-
dad de los esfuerzos que lían hecho los
perturbadores del orden de todos los par-
tidos, prueba en nuestro entender de una
manera evidente, que la nacion está can-
-sada ya de lides y rencores ; y que sus-
pira por la reconciliacion universal, bajo
el imperio de la ley, que protege el or-
den público y los derechos individuales.


Aunque repitamos lo que ya hemos di-
TCMO x. 3




34
cho, no podernos menos de presentarlo en
compendio al terminar este articulo. La
revolucion de 182o no fue el principio si-
no la terminacion de una guerra; pues en
ella se promulgó la ley constitucional;
garantía de todos los españoles. Cuando
la plebe romana adquirió los tribunos en
el monte Sacro, no terminó su lucha con
los patricios, sino la empezó, y aun pa-
ra eso logró los generales que la debian
guiar á la victoria. Aquella lid no se éter-,
minó sino cuando la plebe fue admitida á
todas las magistraturas: porque entonces
se igualaron los derechos de todos. En Es.
pana se hizo esta igualdad en marzo de
x82o: por tanto entonces comenzó la paz.


Pero la paz no será efectiva, mientras
no se verifiquen sus condiciones; mientras
la Constitucion no sea la protectora nata
de todos los españoles; mientras haya
<ilusiones injustas y parciales; mientras el
insulto de los unos mantenga la rabia y la
venganza en el corazon de los otros : en


, mientras los vencidos no se igualen con:
los vencedores. Guerra perpetua al crimen:':
impugnacion constante y vigorosa á las'
doctrinas erróneas; pero respeto inviola.
ble á las personas, que no se -hayan lieclr


35
reas de ningu.n delito. Vigilancia en los
gobernantes: vigilancia en los amantes de
la libertad; pero guárdenselos primeros de
temer, y los segundos . de -exagerar. El
'temor produce siempre medidas violentas
que por su reaccion originan los males de
que se quería huir. La exagerador] y la
exaltacion de las pasiones políticas se di-


' rige á privar á una gran parte del pue-
blo de las garantías constitucionales.


Decimos mas, aun los que son delincuen-
tes deben estar bajo la salvaguardia de la
ley y no deben ser heridos, sino por la es,
pada de la justicia. Nunca es mas grande
la institucion de la sociedad, que cuando
rodea con su proteccion al mismo que la
ha ofendido, é impide que sufra mas de
aquella cantidad de castigo, que la ley tie-
.ne determinada. El hombre tributa el ho-
menage de su compasion al ladron, al
asesino, al parricida que sube al cadal-
so: ¿se lo negará al delincuente que es víc-
tima de las pasiones de las circunstancias
y que quizá en tiempos tranquilos seria un'
escelente ciudadano?




36


TEATROS:


El Atolondrado, comedia en un acto, de
don Vicente Rodriguez de Avellano:


Esta piecnecita ni tiene lenguage, ni ver-
silicacion. La intriga es muy débil: toda
consiste en engañar á un atolondrado para
quitarle la dama. Hay tres caracteres epi-
sódicos , el de un fanático por la lotería,
que busca en las cabalas y en las espre-
siones que oye, los números que han de
salir, y el de dos enamorados ingleses,, que
no se hablan una palabra, sino cuando lle-
ga el instante de ir á casarse. Sin duda ..,
están introducidos estos dos personages
para hacer contraste con la petulante lo-
cuacidad del protagonista. El autor de la
pieza, ni aun tuvo traza para conservar la
unidad de lugar: pues , en un solo acto se
muda la escena cinco veces.


Claro es que una comedia tan endeble
no puede sostenerse en la representacion,
sino por los esfuerzos de los actores: y


como los actores generalmente hablando
no gustan de „e_onsumir sus esfuerzos en
piezas que no los merecen, lo mejor seria des-
terrar semejantes comedias _del teatro. Ya
es tiempo de formar un repertorio esco-
gido de nuestras riquezas dramáticas, co-
mo el que tienen los franceses.


En este repertorio deberán entrar to-
das las piezas de nuestro teatro antiguo
que merezcan conservarse ; pero refundi-
das y despojadas de aquellos' defectos que
son ya Insufribles en la escena. Deberán,
tener mucho cuidado los refundidores con
no privar al auditorio de las bellezas dra-
máticas 6 de versificacion de nuestros mi-
tignos. Solo deben poner de suyo lo estric-
tamente necesario para coordinar mejor
las escenas ; y aun en los versos que in-
troduzcan , han de procurar imitar en lo
posible el lenguage y harmonía del autor
primitivo.


Esta coleccion puede ser muy nume-
rosa; pues ademas de muchas comedias
de Lope , Tirso de Molina y Moreto, que
pueden disponerse para el teatro actual,
podemos asegurar sin temor de equivo-
carnos, que todas lasque llaman de ca-.
pa y espada, de Caldero'', agradarán en la.




38
representacion , si los actores /al egecrt-
tan con el cuidado y la inteligencia Pe-.
cesaria para que se perciba bien la in-
triga. El Encanto sin encanto , los Empeños
de un acaso , Tanzhien hay duelo en las da-
mas y otras muchas del mismo, han de
producir un . efecto agradable : entre ellas.
citarémos la comedia intitulada: No siem-
pre lo peor es cierto , porque es en la que
Calderon se acercó mas al género llama-
.do en nuestros dias: drama sentimental:


Tambien se deberá. formar coleccion
de las comedias de un acto que obten-
gan la aprobacion del público, con. el ob-
jeto de reunirlas en número suficiente pa-
ra que puedan servir de fin de fiesta en,
lugar de los saynetes.


39


Trabajillos que cuesta el cumplimien-
to del articulo 172 de la Constitucion.


Es tanto ya lo que se escribe y se
habla acerca del artículo 172 de la Cons-
titucion, que nos parece haber llegado el
tiempo de decir algo sobre él, y dar la
verdadera esplicacion de su sentido , para
que cesen de una vez las importunas
cuanto ridículas exclamaciones que se ha-
cen todos los dias en los papeles públi,
cos, y se ponga término á las reclama-
ciones de los particulares , que no hacen
mas que robar el tiempo y la atencion
de las Cortes. Todo el mundo trae en.
boca la Constitucion y sus artículos; pero
no todos la leen , poquisimos meditan
su verdadero espíritu , y casi nadie acier-
ta, ó no quiere acertar á entenderla.


Como110 deja de ser dilatado el re-.
ferido artículo, puesto que en él se espre-
san todas las restricciones ó limitaciones
que deben distinguir á un rey constitu-.


.




.40
cional de un rey absoluto , seria sobra-
(lamente prolijodetenernos á reflexionar so-
bre cada una de ellas singularmente, cuan-
do • ya en otros periódicos se han hecho
tantos y tan luminosos comentarios, que DO,
hay mas que pedir. Nos limitarémos pues á.
hablar de la restriccion décima, cuyo te-
nor es literalmente el siguiente:


«No puede el rey tornar la propiedad
de ningun particular ni corporacion ,
turbarle en la poscsion , uso y aprove-
chamiento de ella; y si en algun tiempo
fuere necesario para un objeto de cono-
cida utilidad comun tomar la propiedad
de un partícular , no lo podra hacer sin.
que al mismo tiempo sea indemnizado, y
se le dé el buen cambio á bien vista de
hombres buenos."


Cualquiera pensará que este artículo
está concebido en términos tan claros, que
lejos de necesitar ninguna esplicaciony
todo cuanto se le aliada , y mas si fue-
re por via de comentario, no servirá si-
no para confundir ó tergiversar su sen-
tido. Esto decirnos nosotros, y esto dirá
el que lo lea con aquella calma y sosiego
del ánimo de que sin duda gozaban los
sabios legisladores cuando le redactaron,


Pera ¡cuán 'limitado es el hombre que
se deja dirigir por el entendimiento, sino
vienen en su auxilio las ingeniosas trave-
suras de las pasiones! ¡cuan lento, cuán
detenido , 3' por consiguiente cuan sugeto al
error es el lenguage de la razon (como
dicen sabiamente algunos camaradas nues-
tros)., cuando no la dirige el entusiasmo,


cuando en su defecto no toma el man-
do el interes.


personal! Pensarian sin duda
'los seHores diputados que era lo mismo man-
dar el respeto á la propiedad que tenersele
efectivamente, y que no habia mas que
recomendar lá justicia y .


la beneficencia,
para que todo el mundo se resignase
ser justo benéfico.


Mucho nos alegrariamos de que la
misma facilidad con que se discurre acer-
ca de los afectos y de las pasiones de.
los hombres, se dispusiese de unos y otros;
pero una triste y dilatada experiencia nos
hace ver, que no es lo mismo dictar máxi-
mas. y preceptos generales que se vienen
á la boca •conio llovidos, que aplicarlos
directamente, ó hacer que otros los apli-
quen á los casos particulares. Mas son tan-
tas las dificultades que ocurren en el mo-. •
Mento de la ejecucion, que casi siempre




se revuelve el ánimo contra el rigor de las.
palabras de la ley, alambicando 'el enten,
dimiento para interpretar su sentido, y de-
jar burlados á los que tienen interes en su.
cumplimiento.


Seria sobradamente prolijo haber de
recorrer una por una la multitud de cau-
sas que contribuyen á hacer que sea siem-
pre obscuro el sentido de la ley, por
mas claras y terminantes que scan sus pa-
labras, y por mas pura que fuese la in-
tencion del que las. dictó. Pero sin des.:
cender al influjo del interes invidual, que
bajo mil formas y disfraces diferentes pro-;
pende siempre á sacrificarlo todo en ob-
sequio de lo que considera como un, bien,.
recorreremos rápidamente- algunos • de los
pretextos mas plausibles Con que se
tenia y aun se logra barrenar hasta los
fundamentos mas sagrados de la moral, y
de la legislacion.


No hay máxima mas generalmente
fundida, ni mas frecuentemente citada, que
la de que la salvacion del pueblo es la su,
prema ley: salus populi suprema lex , es la
primera frase que se imprime en la me-
moría de los escolares, y el primer aforis-
mo de los que se dedican á la carrva dG


43
publicistas. Con estas solas palabras, y mas
si se pronuncian con cierto énfasis y echan-
do una mirada expresiva á los que estan
á su alrededor, ya se les figura que han
llegado al la cima del saber, y que no hay
mas que cortar y trinchar, como quien
gasta de caudal ageno. Sin embargo, á pa,
co que se reflexione sobre la facilidad y
aun el riesgo que hay de dar á este axio-.
ma mucha mayor estension de la que de-
be tener realmente , se verá que para una
vez que haya producido buenos efectos su
aplicacion, miles de veces ha servido de
pretextó y de ocasion para producir no la
Salud sino la enfermedad, y aun la muerte
del pueblo.


Son raros y aun rarísimos los casos
en que los gobiernos, y mucho menos los
particulares, deben imponer silencio á las
leyes para proporcionar la salud al pue-
blo , y casi nunca ocurrirá que esta se
halle en contradicciori con aquellas. ¡Cuán-
to mejor seria que en, vez de repetir in-
discreta ó maliciosamente estas palabras,
se invirtiese su colocacion , y resultaria una
verdad eterna, general , e incontestable!
Lex , suprema salas populi: la ley es la ver-
dadera salvacion del pueblo, y todo el que.


J.H




44
le incite á separarse de la ley, en lugar de
ser su médico, no es otra cosa que 'su
cruel é implacable verdugo.


¿Pero qué pretesto habria para que-
brantar las leyes en muchos casos, en que
como en este de que tratamos del artí-
culo iza de la Constitucion , estuviesen tan
claras zsus, palabras, que no quedase otro
arbitrio mas que el de obedecerlas ó que-
brantarlas ? ¿Cómo se dejara bien puesto
el decoro y el respeto de la ley sin to-
marse la molestia de sugetarse á su duro
cumplimiento ? En otros tiempos era ya
cosa sabida, que todos los raciocinios de
la lógica mas rigorosa , y aun si era ne-
cesario hasta las demostraciones de la geo-
Metria , debian .ceder á lo que propia
impropiamente se llamaba el real servicio;
pero en los tiempos actuales seria una
blasfemia política el usar de semejante es-
presion. La -frase que ahora está en moda
no es el servicio de nadie, sino el bien y
prosperidad de la patria, con la cual no


. tienen conexion alguna el rey ni los indi-
viduos españoles , sino la patria misma,
que ya se sabe lo que es , aunque nin-
guno se torne el trabajo. de definirla.


Este real servicio, pues, y esta propiedad


de la patria, igualmente que el antiguo
salus populi , no son en lo general otra-
cosa que un honestísimo pretesto para li-
bertar de él á •quien se quiera, y recar-
gar á alguno ó algunos p ocos con el pe-
so y la molestia que debia repartirse en-
tre todos. Encuéntrase , por egemplo , un
gefe militar mandando una provincia ma-
rítima, cuya seguridad está econmendada
á su vigilancia y esfuerzo : pide frecuente-
mente


.


auxilios al gobierno, el cual, ó por-
que no puede, ó porque no sabe tomar
á su debido tiempo las medidas conve-
nientes , deja en la misma penuria al ge-
fe y á los habitantes de aquel territo-
rio. Llega entonces á aquel puerto un
honrado comerciante con un buque de
buen porte , que aunque destinado al trá-
fico, puede ser muy mí propósito para ar-
marlo en guerra; y por tanto el general
manda que inmediatamente se embarque
y se emplee con las demos embarcaciones
de la marina nacional. Hasta este momen-
to nadie se puede quejar, aunque se le haya'
suspendido del uso de su propiedad; por-
que en efecto el real servicio, la prospe-
ridad de la patria y la salud del pueblo son
infinitamente preferibles á la salud, á la pros.




46peridad , y al servicio de un particular.
Pero sigamos un poco mas adelante


esta hipótesis , y veamos el modo de re-
: ducir á práctica en todas sus partes el ci-


tado artículo 172. Esperaba tranquilame n
-te nuestro comerciante, que Ya que por


su desgracia , ó por su fortuna de llegar
tan á buen tiempo , quedaba del todo ma-
lograda su espedieion , perdia la oportuni-
dad de trasportar los objetos y mercancías-
que se Labia propuesto en su viage y con
cuya mira halda arrostrado toda clase de
peligros ; á lo menos podria contar con
dos cosas que ninguna de ellas se opone
al real servicio, á la prosperidad


de la pa-


tria, y la salvacion del pueblo ,
á saber:


que se le satisficiesen los fletes que hu-
biese devengado durante el tiempo del em-
bargo, y que concluido el riesgo ó ne-
cesidad, se le devolviese su buque aLo-
liándole los deterioros; á bien vista de hom-


bres buenos.
Mas aqui entran los trabajos del fatal..


artículo 1 7 2 , y aqui entra la verdadera
baraunila del real servicio , y de la pros


peridad de la patria, y de la salvacion de


las pesetas , que son las que únicamente
faltan en el tal artículo ó ley. Reclama


47
-aquel desdichado, porque se le satisfaga ese
buen cambio de sus servicios, por el precio •
justo ó injusto que se le ofreció sin que
á él se le pidiese parecer. Dícenle que pide




con justicia, pero como el real servicio no
tiene un cuarto, exige el bien de la patria
que acuda á otra parte, porque lo que es
alli ya puede contar sti crédito con los
muertos.


Vuelve á presentarse de nuevo con su
• artículo 1 7 2 en una 'mano y la certifica-




don en la otra, y pareciendo cosa poco
digna del real servicio repetir las misma
respuesta, en lugar de satisfacerle el im-
porte de los fletes , le dicen con la ma-
yor urbanidad , que para desembarazarle
.de cuidados inútiles ,. y al mismo tiempo
libertar á la adorada patria del gravamen
deldeUdar fletes, ha determinado S. E. que
la embarcacion se quede para siempre en
la marina real , y que junta verá la ta,
sacion que ha mandado hacer, y el certi-
ficado 'correspondiente para que acuda á
donde corresponda..


Nuestro buen hombre se queda como
pasmado, vuelve á , leer el artículo de la
Constitucion, se fróta, los ojos, medita no
sobre el real servicio, lino sobre el servi•.




48
cio real que ha prestado de grado ó por fuer-
za ,echa una mirada hacia la patria , y se re-
suelve -á acudir á ella en justa reclama-
cion de su propiedad ó de su importe.
Emprende el viage en efecto, lleno Je
desconsuelo y de papeles , y después que
á duras penas logra que le oygan su re-
clamacion , le dicen que espere un rato,
porque se necesita pedir informe á aque-.
lías oficinas marítimas, que acaso no dis-
tan mas que dos -ó tres -mil leguas de la
capital.


Vuelve el informe que llamau;favora-
ble , es decir, que no desmiente una pa.
labra 'de lo espuesto en la representacion,
y por consiguiente no se encuentra ninguna
callejuela para eximirse de cumplir el artí-
culo 172; y asi, aunque con angustia se
le dice que proponga objeto sobre que
cobrarse; porque eso de pagar al contado
y en 'moneda metálica se opone á la pros-.


peridad de la patria.
En fin esta providencia reanima un


poco las esperanzas del buen acreedor, y
entre otros varios arbitrios propone el de
ser pagado en parte de los derechos que
devenguen algunas casas de comercio de
aquella misma plaza marítima, 1\To disgus-


49
o este recurso al ministerio , y, asi le
aprueba inmediatamente, sin mas que con,
dos ligeras alteraciones, á saber: que en
lugar de ser 'casas sea casa , y que en vez
de ser las propuestas por el suplicante,


S
que tenian el defecto de estar libres y
er abonadas, se asegure el cobro en una


que ya tenia sobre sí otra multitud de
obligaciones de la misma especie : en una
palabra , encuentra aquel ministerio un
modo muy sencillo de cumplir el artíCu••
lo 172, satisfaciendo un crédito de 17111•
chos miles de pesos á mon de dos pese-
zas por semana.


Vuelve á desconsolarse de nuevo el
acreedor, y ya no le queda otro recurso
mas que pedir su buque, esté en el es-
tado que quiera, y renunciar á la esperan-.
za del pago de fletes y de deterioros; con.
cede el rey esta que llaman gracia, se pa-
sa la orden al apostadero ; pero aquellos
gefes que saben mucho mejor que el rey
en qué consiste el real se-micro , respon-,
den con muchisima cortesia, que una co,
sa es dar órdenes y otra - obedecerlas, asi


l
como una cosa es estampar artículOs en
a Constitucion , y otra cumplirlos. En..


tretanto nuestro hombre lleno de .peng
romo 4




Se
de hambre y de fatiga, no sabe donde
volver los ojos, hasta que dandose una pal-
mada en la frente y viendo que se ha
mudado el ministerio, se acuerda de que
hay Cortes en España , y lleno de fé y de
esperanza acucie con su representacion
contando fielmente el pasage: las Cortes
la mandan pasar al gobierno, y el go-


bierno vuelve á. recorrer el mismo círcu-
lo pidiendo para cada línea un informe,
sin que ni antes, ni ahora ni en lo su-
cesivo pueda nadie decir que se ha fal-
tado á lo prevenido en el artículo 172
de la Constitucion : á bien que no hay


mas que .y se verá que no habla
de buques, ni prohibe la repeticion de
informes , ni nada, nada de lo que
ponemos en esta hipdtesi ó caso prác-


tico.
Dos cosas creemos nosotros que son


las que mas se oponen á que pueda cum-
plirse religiosamente lo que manda el re-
ferido artículo , y una y otra. podrian re-
mediarse facilmente con solo refundirle
de nuevo -6 substituir un sí en donde di-


ce no;
eón lo cual se evitaria mucho gas-


to de papel en las secretarías , mucho pe-
so á los caballos del correo , y mucho


tiempo que se pierde en ventilar estas
odiosas materias. La primera es que de-
dm-asen las Cortes en un articulo adi-
cional, que la palabra propiedad no sig-
nifica otra cosa que lo que vulgarmente
se entiende por ella en los lugares, que
es una tierra , una viña, ó cuando mas
una huerta ó una casa ; pero no el di-
nero, la industria, la ciencia ni otras mil
cosas que han dado en llamarlas pro-
piedades por mal nombre. La segunda es,
que. se diga espresamente , que asi como
se manda abonar lo que hubiere sido to,
mado para un objeto de conocida utili-
dad coman, se declare que cuando no lo
fuese, no haya necesidad de indemniza-
cion.


De este modo estamos persuadidos á
que será posible que se piense en tener
la intencion de querer hacer como-
se da cumplimiento al articulo 572 de lit
Constitucion ; pero si se deja en esos mis-
mos térniinos de rigorosa justicia en que
está 'concebido, no producirá otro .resul-
tado que el de arrancar un suspiro á to-
do acreedor que le—lea.


4 •




12
,De la importancia utilidad dé tos perió-


dicos, de la proteccion que deben dispen-
sa.


des los gobiernos liberales , de la im-
parcialidad con que han de estar escritos,
r de las obligaciones de sus redactores,


La discusion que de tiempo en tiem-
po se renueva en la cámara de diputados
de Francia, vacaba de repetirse en la se-
sion actual sobre la .censura de los dia-
rios y demas papeles periódicos, suminis-
tra materia para hacer algunas observaciod
nes relativas á esta clase de escritos, á
su importancia y utilidad, á la proteccion
*I'Une''debe dispensarles todo gobierno ilus-
:..i; •
trado


, á la libertad é independencia de
que' necesitan sus redactores para escri-
bir con imparcialidad, y á las serias y gra-
ves obligaciones que contrae el que se de-
dica á la prefesion de ' periodista. Espon-
dremos pues algunas de las muchas re,.
flexiones que se nos ocurren sobre todos es-


- los puntos; per que 'miran no ser inútiles


5,3
tileS en un pais en que la libertad de im-
prenta está corno en la infancia , y en el
cual hemos visto nacer y Morir tantos pe-
riódicos en el corto espacio (le un afio.
Que cuando se vió restablecida la COliSti-
tucion hubiese muchos que se apresurasen
á ilustrar y dirigir la opinion pábliéa por
Medio .


de escritos periódicos;' nada tiene
de' estra5o : lo que debió suceder al
salir de la opresion en que se estaba. Pero


‹.que de tantos corno sucesivamente se han
antintiado y empezado'"álMblicar en lá
capital y las provincias; hayan contiriiiádo
tan pocos, no deja .


dé' ser ''algo estraordi-
bario. Sin embargo no es tampoco dificil
esplicar este terminen °. Soi pocos los que
conocen la dificultad de escribir un pe-
riódico útil é interesante . , Y menos los que
reúnen las cualidades que para ello se ne-
cesitan; y por tanto nada tiene de admi-
rable que muchos hayan emprendido ,


tan
dificil carrera sin consultar sus propias fuer-
zas;- y no pudiendo -continuar en ella con
honor, hayan tenido 'gane abandonarla es-
carmentados y confundidos.


Las naciones cultas de la antiguedad,
es-decir, los egipcios, griegos y romanos,
no tuvieron ni pudieron tener diarios. y




54
otros papeles periódicos, como los que de
algun tiempo á esta parte se publican en
los paises civilizados del inundo moder-
no. Tuvi ,fron sí registros en que diaria y
anualmente consignaban los sucesos pú-
blicos mas interesantes, y escribian las ac-
tas del gobierno, las leyes y resoluciones
de los magistrados y tribunales ; pero estos
escritos quedaban depositados en los ar-
chivos ., y no se circulaban por el pueblo
para instruccion de la multitud; antes bien
se le. ocultaban con una especie de su-
persticio3o misterio. En Roma sobre toda
fue por muchos siglos uno de los mas pre-
ciosos ,privilegios de los patricios el tener
á su cuidado la :redaccion, custodia y co-
nocimiento de los fastos, y de las actas -
de los pontífices. Y aunque por algun
fragmento que nos queda parece que hacia
los últimos tiempo de la repíiblica se pu-
blicaba en Roma un muy breve y su-
cinto boletín de las ocurrencias del dia,
este nunca se estendió á presentar obser,
vaciones sobre los hechos, ni á examinar
y controvertir cuestiones de política, moT
ral, literatura, ciencias etc. Ni pocha ser
de otra manera, cuando aun no se hacia
descubierto el arte maravilloso. de hacer


55
en pocas horas miles de copias de un es-
crito. Sin esta invencion „awn cuando uno
ó mas sabios hubiesen dado cada cha una
disertacion sobre asuntos que interesasen
la curiosidad del público, ¿ cómo podian
hacerse de un dia para otro \ tantas copias.
cuantas eran necesarias para 'que la obra
pudiese circular por el pueblo, y andar
en manos de todos?


• Asi es que los pri-
meros papeles periódicos verdaderamente
tales, relativos á las ocurrencias del dia,
empezaron •á publicarse mucho despues de
la invencion de la imprenta. En Venecia.
parece que fue donde se tuvo primeramen-
te esta feliz ocurrencia, y por cuanto el
papel que contenia las noticias del dia,
se ciaba á leer por una moneda de corto
valor, llamada gazzeta , quedó por mu-
cho tiempo este nombre á todos los pe-
riódicos en que se comunicaban noticias,
y aun hoy mismo le Conservan algunos
todavía.


El servicio que esta clase de escritos
ha hecho al género humano, promovien-
do la instruccion en todos los ramos del
saber, dando á conocer los nuevos des-
cubrimientos de todas clases, facilitando
y popularizando, por decirlo asi, el estudie,




dle las ciencias, formando y dirigiendo iá
bpinion en todas materias, y cuando han
Sido libres, revelando impórtantes verda-
des y combatiendo peligrosos errores; este
Servicio, decirnos, merecia que se consi-
derasen los periólicos, como la produccion
Mas i n teresan te- del entendimiento


, y obtuviesen , el primer lugar én la
estimación de los - hombres. Sin embargo,
Como las mayores maravillas dejan de serlo •
cuándo se repiten muchas veces , y las co-
sas' Mas preciosas se envilecen cuando se
vulgarizan demasiado; los escritos perió-
dicos, particularmente los que tratan dé
noticias y de política, si bien son bus-
cados con ansia para satisfacer la Curiosi,.
dad del momento , son arrojados luego
con desprecio, y olvidados tan pronto co.
311 O leidos. Por otra parte, como entre los
infinitos que se han publicado y publi-
Can ,‘son tan pocos los que estar escritos
19n la dignidad, juicio é imparcialidad qué


requiere su naturaleza; y como sus au-
tores suelen despedazarse unos á otros con
dicterios é indecentes invectivas; los nom-
bres de gacetero , periodista, y folicularid
que se les dan por desprecio , han veni-
do á ser casi una injuria y un baldon


inas á pesar dé este enVilccímiento no se
ha desconocido todavía ni puede des-
conocerse su importancia. De aqui es que
los gobiernos arbitrarios los prohiben 6
los sujetan á la censura, y aun en los pay-
ses libres el ministerio procura dirigirlos
y hacerles hablar segun sus miras; y cuan-
do hay algunos sobre los cuales no pue-
de ejercer sit imperio, les opone otros que
impug n sus doctrinas, y destruyan ó de-
biliten a inipresion que pudiera hacer sri
lectura ¿Porqué se'permite en Francia im-1
priinir in previa censura toda clase de
escritos; menos los que tienen el título 6
el simple caracter de periódicos? Por qué
la obra que no sale mas de tina vez es
leida de muy pocos, si e's abultada, y si
por su pequeñez puede (Anidar por mu-
chas nianos, la impresion\que hace en el
público es fugaz y pasageta. Todos saben
Ve en las obras de Voltaire, Rousseau,
flelvecio y otros- escritores del último si-
glo, se halla consignado y reunido cuan-
to puede escribirse contra el despotismo,
la supersticion, las procupaciones, y hasta
contra la religion en sí misma. Sin em-
bargo




el ministerio que con tanto empe-
ñó pide y obtiene la censura de los




58
dicos , no se opone á que en un solo ario
se hagan en París cuatro ediciones de Vol-
taire, y otras tantas de Rousseau. éY por.
qué ? Por que un pliego de papel penetra
hasta la última choza de una aldea y se
lee en menos de media hora ; y 70 ú So
volúmenes no circulan con tanta rapidez,
no hay muchos que puedan proporcio-
narselos , y son menos todavía los que.
tienen tiempo, gusto,, -y paciencia para
leerlos. Ademas las obras científicas tra-
tan las cuestiones en abstracto, y si citan
hechos en comprobacion de la doctrina,
estos hechos son antiguos y no se rozan
con el interes actual de los lectores; al
paso que en los escritos dictados por las
circunstancias del día, como son todos los
periódicos, se trata de acciones, sucesos y
acontecimientos que tocan muy de cerca
y hieren vivamente á las personas á cuya
lectura se destinan , y si en ellos se dis,
cuten cuestiones generales, es con relacion
á los negocios del tiempo, y las doctrinas
mismas abstractas toman el colorido de
las pasiones que se quieren escitar y con•
mover.


En cuanto á la utilidad de semejan,
tes escritos . nadie podrá negarla ó desco_.


59
nocerla, si reflexiona 'el fin que se pro-
ponen , el uso á que son destinados, y las
ventajas que resultan de su publicacion y
lectura. Comunican diariamente, ó de tiem-
po en tiempo á la capital del Estado cuan-
to pasa en el mas escondido rincon de las
provincias, y á estas cuanto hacen , Man-
dan , y ordenan el gobierno supremo y de-
rmis posestades que residen en la corte.
Comentar, e'splicar é ilustrar todos los. he-
chos públicos de alguna transcendencia;
promover, agitar y presentar bajo todos
los aspectos las cuestiones mas interesan-
tes de política y legislacion; anunciar las
nuevas obras que se publican, dar su es-
tracto y hacer su crítica: divulgar y ge-
neralizar los descubrimientos que se hagan-
avisar al público del estado del comercio, la
industria, la agricultura y hasta de la sanidad
de los pueblos; denunciar al tribunal de
la opinion los errores y abusos que se
noten en todas las partes de la adminis-
tracio!) ; acusar á los empleados que abu-
sen de su autoridad, recorrer con una sola
ojeada el mundo entero para dar cuenta
del estado de los dermis payses en aque-
llos negocios que pueden importar á los
habitantes de aquel para el cual se escri-




dio
ice ; y amenizar esta inniensa galería con
oportunas escutsiones hacia el florido.campd
de la literatura clásica, antigua y ino.•er--,
na; hacer todo esto., decimos, y hacerld
con frecuencia, reducirlo á pocas páginas
y ponerlo al alcance de la Multitud el
hacer un servicio eminente á Su pais y 1 -i
la civilización general. ,• Cómo podrá pues
llamarse ilustrado aquel gobierno que
promueva y fomente tan útil institucion
EL número y la clase de los periódicos
que se publican en cada nacion, son el
verdadero y casi el Único termómetro qué
indica y da á conocer de una manera in-
falible su estado de cultura, y el grada
de libertad de qt1e goza bajo el gobierno
que la rige. En lbs Estados-Unidos de Amé
rica, eli Inglaterra, en Francia, en la Bél-
gica, en España, én Portugal es muy creci-
do el número de periódicos que salen en
solas sus respectivas capitales: én las de Ita-
lia, Austria , Prusia , Rusia y Varios está'
dos de Alemania, son pocos los que se per-
miten : en Constantinopla, Tunez , Argel
Marruecos no se conocen , ni se sabe
quiera que-hay una cosa en el inundo, qué
se llama con aquel nombre..¿ Y habrá en
la Europa culta ó en cualquiera region


vilizada, un gobierno que pre f:era la bru-
tal ignorancia de los turco .-,, argelinos y
2narroquies á la cultura de Wassington,
1,ondres, París y Bruselas, por no hablar
de Lisboa y de Madrid ? Pues si no piel.
ren parecerse á los bárbaros Musulmanes;
.si desean que los pueblos que la Provi-
dencia ha puesto á su cuidado , lleguen
por medio de ./a ilustraciou á ser tan sa-
bios, ricos, y felices tomó los que habi-
tan á las orillas del Delaware, del Tamesis
y del Sena , protejan con todo su poder
la publicacion de periódicos Útiles, y cae
paces de instruir.


Mas no crean que por proteccion
gobierno entendemos la esclavitud de los
escritores. No queremos que estos esteta
.asalariados por el ministerio, ni que some-
tan á su inspiracion y censura prévia los ar-
tículos que hayan de insertar en sus periódi-
cos. La proteccion que exigirnos de. los go,
bernantes se reduce á que haciendo circular
gratuitamente aquellos papeles que esten es-
pritos con mas verdad, juicio é inteligencia,
y que de consiguiente sean mas á propó,


rdiepmiparasito que la opinion se ex-
travíe , los sostengan indirectamente con
la suscripcion que hagan á ellos por cuenta




62
del gobierno para esparcirlos por todas
partes. De otra manera puede tambien el
ministerio fomentar la publicacion de bue-
nos periódicos, que es con no perseguir
fi. sus autores cuando tengan el valor de de-
cirle la verdad, avisarle de sus yerros,.
y hacerle ver sus desaciertos ó las faltas
de los empleados de su ramo. El minis-
tro que lejos de premiar al escritor ani-
moso que se atrevió á desagradarle, le odia,
le persigue y le niega hasta los destinos
á que le llama su merito; por mas que se
arrogue el título de liberal, de filósofo y
de protector de las letras, manifiesta bien
en su conducta, cuan pequeña es su alma,
cuan estrecho su cerebro, cuan ruines y
bajas sus pasiones, y cuan usurpada la re-
puracion que le elevó al ministerio.


Lejos, y muy lejos de que nosotros lla-
memos proteccion á la clependencia en que
los gobiernos constituyen á los redactores
de los periódicos ministeriales, en los pay-
ses en que el tener unos cuantos asalaria-
dos para que sean perpétuos panegiristas
de cuanto hagan los mandarines actuales
se considera como una parte esencial de
la táctica del ministerio ; creemos al con-
trario, que la mas absoluta independencia


63
-es 'la primera condicion que se requiere
en un periodista para que pueda desempe-
ñar dignamente las importantes obligacio-
nes anejas á la especie de magistratura
que egerce, á nombre de la sociedad en-
tera. Un periódico no puede ser útil ni
estimable, sino en cuanto preside á su
redaccion la mas severa iMparcialidad. Por
-consiguiente la menor dependencia ó su-
bordinacion le privaria de la libertad de
'que necesita para ser verdadera y comple-
tamente imparcial. Y no se crea que el úni-
co influjo temible es el del ministerio
poder egecutivo , lo es igualmente el de
las sectas y los partidos : ni la imparciali-
dad consiste , cono se imaginan algunos,
en censurar cuanto se hace. Siempre que


..un periodista emite, no su opinion, si-
no la que otros le han inculcado; siempre que


'no juzga, segun su cónciencia, ni (le /os heebos,
ni á los hombres, no merece el titulo de im-


:parcial. Lo será cuando alabe lo que es dig-
'no de alabanza, y vitupere lo que merez-
ca ser reprobado, considerando y pesan-
do las acciones en sí mismas sin acencion
de personas. Si el ministerio se conduce
bien, es menester•decirselo asi al público,
para que descanse confiado en su vigilan..




64.
cia y su celo —Si. • se aparta del buen
camino, es igualmente preciso advertirselo
á él , para que no se despeñe en el abismo,
y al pueblo para que con sus clamores <S
le rctrayga de hacer mal, ó si se obstina
en su error, le derribe del puesto que no
merece. Lo que se dice del ministerio do-
}.)e entendese igualmente de todos ,los po-
deres constitucionales, de los magistrados
y empleados públicos, civiles y militares, y
de todos los actos que emanan de su au-
toridad .Una ley, un decreto, uri regla-
to, una orden, una sentencia, una provi-
dencia de cualquiera clase que sean, no de-
ben nunca ser condenados ó aprobados por
espíritu de partido, ó por miras de inte-
res personal. Es necesario trasladarse en
espiritu á los tiempos venideros, y juzgar
de los hechos contemporáneos, como si fue-
ran pasados y muy antiguos. Al examinar
una ley, y al fallar sobre la conducta pú-
blica de una persona, es menester hacer
lo que se hace cuando se califica la legis-
lacion de Licurgo, ó se. decide sobre la
administracion de Vericles. El sine ira et:
stwlio de Tácito ha <le ser la divisa de to-
do periodista.


Mas no es la imparcialidad la _única.


65
prenda de que debe estar adornado todo
el que se propone rectificar la opinion pú-
blica : otras obligaciones no menos graves•
y acaso mas dificiles de cumplir son las
que contrahe el dia que toma la pluma
para escribir . un periódico. Sin hablar de
los estudios serios y profundos con que
debe prepararse, de la infatigable actividad
con que ha de. procurar instruirse de los
hechos _para no inducir en error á sus
lectores, de 14 veracidad, candor y buena
fe con que debe referirlos, sin permitirse
malignas intei•retaciones, y del fino cria
terio con que debe examinarlos para no
confundir nunca la 'verdad con la menú-


; y dejando á parte todo lo pertenecien-
te al modo de .coordinarlos y referirlos pa-
ra que interesé Stt lectura, hablaremos SO,
ló del . gran cuidado que ha 'de poner
estúaár y conocer su tiempo y su gente
para acomodar la doctrina ,á la -capacidad
y sittiátion de sus lectores. Este es el
punto 'capital, y en el . que Más frecuente=
menté se alucinan los periodistas. Se les
figura qué todos tienen las mismas ideas
y ven las cosas 'bajo él Mismoaspecto que
ellos: y partiendo de este equivocado
puesto , extravían muchas veces la opij.


TORIO. X.




66
ilion con "aquellomismo con que se pro-
ponen rectificarla, y escandalizan al vulgo
en lugar de edificarle. Los periodistas de-
berian tener siempre á la vista, y aun mas
que los otros escritores, el ple • que diffe-
rat, et .pmesens iiztempus onzittat, que tan-
to encarga en otro sentido á los poetas
el legislador del Parnaso. Nunca es lícito
mentir ni defender el error ; pero tampo-
co se pueden ni se deben decir todas las
Verdades : hay algunas que es menester
reservar para cuando esten mas prepara-
dos los oidos. Cuando una nacion ha esta-
do sumergida por espacio de muchos si-
glos en la mas profunda ignorancia, re-
lativamente á las ciencias filosóficas ; cuan-
do la tenebrosa lnquisicion , las metafísi-
cas escolásticas, y la malicia jesuítica han
estado trabajando de concierto para man-
tenerla envuelta en espesas tinieblas; y


• cuando á consecuencia de la errada di-
reecien que por sistema se ha estado dan-
do largo tiempo á la instruccion pública,
tiene por -verdades inconcusas y respeta-
bles las mas absurdas preocupaciones, y
mira como heregias políticas, teológicas y
morales los principios mismos , las doctri-
nas. mas sanas, y las nociones mas cier-


67
tat , es necesario en los periodistas, y aun
en todos los escritores., gran tino y muy
fino discernimiento , para no chocar cara
á cara con los errores y preocupaciones


^
populares , para distinguir lo que podrá
cl ecirse mas adelante con fruto, y lo que
dicho ahora baria odiosa la revolucion, y
sospechosos á sus defensores y apóstoles.
De qué servira que en la Constaucion


política de una nacion, hasta entonces preo-
cupada y supersticiosa, se diga que la re-


.. ligion católica es la única verdadera y la
única que se permite profesar ; si atolon-
drados é imprudentes periodistas se descui-
dan hasta al punto de hacer burla y re-
chifla de prácticas y creencias que el pue-
blo tiene por- muy piadosas , y por inhe-
rentes á la sustancia misma de la religion?
Cuando el cargo principal que hacen sus
enemigos á las nuevas instituciones es el
de que son hijas de la impiedad, y fruto de
la mas irreligiosa filosofía, y de que cuan-
to dicen los amigos de la libertad sobre
el respeto dcf•bido á la religion sobre la
pureza del dogma y sobre la necesidad
de reducir la disciplina de la iglesia á su
primitiva sencillez, es un artificio hipó-
crita para destruir la antigua creencia y


5.




V


68
substituir en su lugar ó el puro deisin<4


á lo menos la indiferencia filosófica en
materias religiosas, ¿qué pensará el indocto
vulgo , y qué diran hasta las personas ins-
truidas, pero timoratas y piadosas, cuando


vean que se había con desprecio y aun
con mofa de los objetos de su veneración
y de su creencia ? Lo que por desgracia
han podido decir ya mas de una vez, al
leer ciertos artículos publicados en dell•
tos diarios que nos abstenemos de nom-
brar; porque na escribimos para zaherir
á nadie en particular, sino para hacer en-
tender á los periodistas en general que
un articulo inconsiderado :, una revelacion


prematura , y una chanza inoportuna so-
bre asuntos religiosos hacen mas daño al
sistema ,-constituciona l que las bandas ar-
madas de Morales y de Merino. Diran,
como en efecto lo dicen, que los libe-
rales son ateistas, impios, y por lo menos
hereges que se burlan de las cosas san-
tas. Es menester que les periodistas se
convenzan dé que rancias preocupaciones
én éstas materias delicadas no se desarray-
gan de entre 'el vulgo con chufletas y bu-
fónadas; y que el ignoráite no se hace •110


sabio sino por Medio '.de-una larga y bien


69
dirijida instrucion. ¿Se les figura acaso. que.
porque ellos han leido cuatro libracos de
jansenismo, han de hacer jansenista á to-
do el mundo con un > artículo de diario.?
Mucho se nos ofrecia decir sobre este han-
to , no solo á los periodistas , sino á los
traductores y libreros; pero lo omitirnos
porque entrando en pormenores, designa-
riamos con demasiada claridad mas de cua,
tro imprudencias que lloramos. Basten es-
tas observaciones generales.


Otra cosa que deben tener presente en
todos sus escritos los periodistas, es que
el . jacobinismo, las proscripciones, la san-
gre, los cadalsos deshonraron é hicieron
odiosa la revolucion francesa, y son cosas
detestadas y miradas con horror por los
liberales juiciosos de todos los paises. Por.
consiguiente es necesario que renuncien
los que la tienen, á la mania de pedir hor-
cas, y at»enazar con martillos. Tengan en-
tendido que cada dia que hablan con ciertas
complacencia del corbatin de hierro, del
palo, de las hogueras; y sobre todo si las
víctimas designadas pertenecen á cierta cla-
se muy respetada y muy respetable, ena-
genan de la causa de la libertad un nú-
mero muy considerable de personas, Si




guna vet la cuchilla de la ley manejad./
por la justicia cayere sobre reos conven -
cidos de crímenes políticos; es menester
anunciar con lágrimas este desagradable
suceso, y no con ayre de triunfo y res-
pirando una feroz alegria. Esto último no
es de liberales ni de filósofos : el libera-
lismo ilustrado es humano y compasivo
y la verdadera filosofía es la madre de to-
das las pasiones dulces y benéficas, y de
todos los sentimientos generosos. Por eso
nosotros no cesaremos de clamar contra
todo lo que tenga alguna tendencia al fa-
tal jacobinismo que estuvo á punto de aho-
gar en su cuna la libertad de Europa, y
desacreditar para siempre la causa de la fi-
losofía.


Se nos ha dicho varias veces y se nos
repite todavía, que nuestros principios son
en sí mismos ciertos y verdaderos ; pero
que por ahora es necesario ceder algun
tanto en orden á su estricta y rigorosa
observancia; que es menester conceder al-
go á ,la exa/tacion , y que sinó fuera por
la exajeracion, el entusiasmo de la liber-
tad, y el fanatismo político, ya los ene-
migos de la Constitucion la habrian bar-
renado y destruido ; y nosotros estamos


7
firmemente persuadidos de todolo contrario.
Creemos que si las ideas liberales no ha-
cen rápidos progresos, si se nota una casi


general apatía en el pueble, si este not9
abraza con ardor la causa de la libertad;
es precisamente porque en algunos la ve
ataviada, ó mas bien desfigurada con el
gorro del jacobinismo ; porque anuncian-
dosele el reynado de la justicia, ve que
se trabaja en establecer el imperio de las
pasiones; por que por entre el celo patriótico
descubre en no pocos la sed de la ven-
ganza por resentimientos personales; por
que observa que bajo la máscara del bien
público se ocultan la ambicion, el egoismo
y las miras interesadas; porque oyendo
clamar continuamente contra la. pasada ar-
bitrariedad , y las crueldades cometidas en
otro tiempo, nota ahora que algunos pue-
den ó egecutan actos arbitrarios de que
no Babia egemplo bajo el tan odiado des-
potismo, y que con la humanidad en la
boca tienen cntraiias de tigres ó imitan
al crocodilo.


Si se nos preguntase cuales han sido
los golpes mas funestos dados á las nue-
vas instituciones despues de su restableci-
miento, no. dudaremos en decir y para nos-




Otros es mas claro que la luz del dia, que
son las arbitrarias deportaciones pedidas,
y malamente concedidas en varias ciuda-
des, la escena horrorosa de la carcel ar-
zobispal, y esa sed de sangre que respiran
Ciertas gentes y aprueban ciertos papeles.
; Cuántos prosélitos hubiera hecho el libe-
ralismo, si siempre se le hubiera visto pro-
dicando tolerancia, humanidad; indulgen-
cia ,. disimulo de los errores, y olvido de
los pasados males! Las furias. de la fábula
pudieron ser temibles; pero nunca fueron
amadas. Y sin amor, ¿cuál ha sido el cetro
que no se ha roto en la mano del que le em.*:-
puf-jaba? Con tal: que me teman, nada importa
que Me. aborrezcan fue siempre la divisa de
los tiranos, y por lo mismo no debe serlo
nunca de los amigos de la libertad que
quieren mandar en nombre de la ley, y do-
minar por solo el ascendiente de la razon.
I Será ,posible, que los que profesan prin-
Cipios liberales, los que dicen que abrigan
en su pecho • sentimientos de filantropía.
universal, quieran hacer el papel de ver-
dugos ? ¿Habrá tampoco tín hombre racio-
nal y que entienda bien sus intereses, que
pudiendo optar entre la suerte de Un-.
¡mináis perseguido. y la de Robespierre per,,


áéguidor , chirlase en preferir la prision
del primero á la dictadura del segundo?'
Prescindiendo dé la obligacion moral de.
no hacer á otro lo que uno no quisie,
ra para sí, á la vista tienen cuan diferente
es por lo coman la suerte al hombre hu-
mano , sensible y tolerante, y la del cruel;
duro y perseguidor. Ei nombre de las
ilustres víctimas del jacobinismo pasará en
veneracion á las edades futuras, y el de sus
asesinos será execrado • en todos los tiem-
pos y paysés, y no hay hombre de alguna
propiedad que no anteponga la misma
muerte de Railli , de Rolan d y de Condorcet,
á la efímera dominacion de Marat y demas
corifeos del terror. Esta es y será siempre
nuestra prnfcsion de fé, y no dejarémos de.


. repetirla mientras escribamos para el públii.
eo. Halaguen otros en buen hora las pasio-
nes momentáneas ; nosotros preclicarémos
siempre el evangelio de la razon: todatria
dirémos mas á los que se quejan de que siem-
pre estamos hablando de moderacion , y es
que lejos de que nuestras doctrinas perjudi-
quen, como . ellos pretenden , al estableci-
miento del régimen .consti tucion al, este len-
guage es el único que debe emplearse para
hacerle amable y consolidarle entre noso-




74
tros. El bien que han hecho los periódicos
que han hablado en este sentido, no se co-
noce todavia ; pero se conocerá con el
tiempo. Entre tanto puede calcularse con
solo observar, que es imposible que pin-
gan pueblo abrace con gusto unas insti-
tuciones que se le presentan acompaña-
das de estragos, ruinas, sangre, proscrip-
ciones, lágrimas, excesos, licencia , horro-
res, y anarquia popular; y que el único
medio de reconciliar con la libertad á sus
enemigos es el de pintarsela amable , be-
néfica, generosa é indulgente, y de ha-
cerles ver que liberal no. es sinónimo de
furioso y jacobino; que puede hacerse una
revolucion política sin esterminar una par-
te de la generacion actual, y que la filo-
sofía, como el evangelio , no s'e propone
perder á los hombres, sino salvarlos. El
verdadero filósofo, el liberal puro é ilus-
trado instruyen á sus conciudadanos; pero
no los amenazan, y mucho menos los ase-
sinan. «Sé de mi opinion ó te mato » es el
lenguage del Alcoran ; « el que no profese
711deSi&S. principios muera por ende » era el


',.'e64'1-ila--de• la Inquisicion.
'Otra de l'as obligaciones de los perio-


distas es11:*de no calumniar á sus compalie-


75
ros de oficio, ni desacreditar las mercan-
cias agenas para despachar las propias.
Los periódicos son apelaciones al público:
este es su juez natural; y querer preocti-
prle y prevenir su juicio con negras im-
putaciones, es una especie de cohecho
prohibido, sino por las leyes criminales,
por el código de la honradez y la pro-
bidad. Se anuncia un periódico nuevo:
aguardar á que salga á luz ; y si su doctri-
na fuese peligrosa, impugnarle con buenas
y sólidas , razones, no con dicterios y falsas
acusaciones. Y ¿han cumplido siempre los
nuestros con esta obligacion moral y litera-
ria P. Los hechos mismos pueden hablar, sa-
lió el Censor hace un año, desagradó á cier-
tas gentes, y cierta secta su franqueza, y
no hubo género de calumnias que no se em-
please contra él, ni especie de malignidad
que no se atribuyese á sus autores. Estos
habían venido de Francia á destruir la Cons•
titucion: eran enviados por los ultras; estaban
pagados por los ingleses, Por los rusos , y
hasta por los turcos, y era una obligacion
cívica asesinarlos en medio de IwZrlílTiz;•'-'
una obra de caridad quemarWla:s7T-bnIltizi:\
ta. ¿Pero tienen ó no razotNtal r.q1S-


• ,


criben? Si la tienen, no hay
gyi.-/ti




tar contra ellos; y si no la tienen, facil
s-á impugnarlos y hacerles enmudecer. Se-
flor: lo que ellos dicen es verdad, los prin.
ripios que profesan son eminentemente li-
berales, la doctrina que predican es sa-
na , muy sana, y. la misma que enseñan los
publicistas mas célebres, los filosofos mas
Ilustres pero su intencion es mala ¿Ven us-
tedes esa moderacion , esa tolerancia , esa
indulgencia, esa reconciliación de todos los
partidos, ese olvido de lo pasado que tie-
nen siempre en la boca? Pues eso quiere
decir que tíos ardamos en guerras civiles,
y que nos degollemos unos á otros. Ha-
blan mal de los ultras, los combaten de
continuo y con mas vigor que otro ningu-
no ?, Piles esa es la prueba. mas clara de
que aquellos los pagan para , que los desa-
crediten. ¿Y parece ahora absurdo este
modo de discurrir, despues que un aio en,
Cero y nueve, tomes abultados ban probado
al mas In9rádtilo .,que los redactores del
Censor son tariliberales , tan constituciona-
les, tan amantes de la verdadera libertad
y tan partidarios de la filosofía, como el
primero de sus detractores?. Pues sin em..•
barbo este fue el tono en que se estuvo
hablando de ellos largo tiempo. Lo recor71


7 7.
damos, por que del mismo modo se habla
ya contra otro periódico, que aun no ha
salido á luz: solo porque se sospecha que
algunos de los redactores del Censor po-
drán quizá trabajar tambien en él. Esto
basta para que sin saber si el periódico tal
saldrá, si será bueno ó malo, se alarme al
público diciéndole que será costeado por la
policía de Francia y dirigido por la santa
alianza,, y que se publica para destruir
la Constitueion actual. Necedades!
rios, y pura malignidad!




Ft


c


78


ANUNCIO.


EDIJCACION DE LA INFANCIA.


Obra adoptada generalmente en las ca-
sas de educación en Francia.


Está traducida é impresa con singular
cuidado, y lleva 15 estampas finas.


UN TOMO EN 8.?


Esta obrita de Bir. Blanchar , autor de
otras varias muy apreciables , es uno de
los pocos libros que "pueden ponerse en
manos de los niños para su primera edu-
eacion. Doctrina pura espuesta con toda
la claridad y sencillez que conviene á lec-
tores tan poco adelantados, y ameniza-
da con •gemplos que graven facilmente
en su memoria las lecciones; es cuanto
puede exigirse en un libro de esta clase.
Asi es que en Francia se hace uso de es-
te trata.dito en casi todas las casas de edu-


cacion para inspirar á los niños sentimien-
tos virtuosos, darles á conocer las obli-
gaciones morales que les imponen las •re-
laciones sociales, é inculcarles aquellos prin-
cipios generales de buena crianza que de-
ben tener presentes para no hacer entre
las gentes un papel ridículo , desayrado y
aun despreciable.


En cuanto á las estampas con que va
adornada la traduccion que anunciamos, de-
seariamos que el' traductor hubiese hecho
abrir las láminas en España, ó á lo menos
hubiese puesto los,


epígrafes en castella-
no; por que ademas de que estando en
francés nada dicen para niños que no sa-
ben esta lengua, es una especie de ano-
mana que el libro esté en español y la le-
yenda de las estampas en una lengua es7
tranoera.


Se vende en la librería de Soso,
calle de las Carretas, en la de BAR-
CO , calle de la Cruz , y en la de
MONTERO, calle de la Concepcion
gerónirna.




80 EL CENSOR,


El señor Manzanares ha tenido la aten,
cien de enviarnos una obrita suya en que
procura manifestar la insuficiencia y los
defectos del método de enseñanza mútua
de Lancaster , pretendiendo que 10 lleva
-muchas .ventajas, y no es mas costoso,
que siguen los maestros de primeras letras
en España. Hemos visto con gusto que


este apreciable profesor presenta sus
zones con propio y buen lenguage; pero


lejos de que nos persuadan, creemos que el
señor Manzanares tiene sobrado juicio para
que deje de reformar sú opinion contral.
ria , luego que vea sensiblemen te los pro-
gresos que los niños de ambos sexos, Ins-
truidos por el método lancasteriano bien
entendido ., han hecho en Madrid , en


el
-.Orto tiempo que: han estado abiertas es-
tas escuelas bajo la direceion del señor
7,1(earney. Las niñas (le la escuela de la In-
clusa tendran .exámenes públicos en uno


de estos Bias.


PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO,


N.° 56.


25 DE AGOSTO DE 1821.


"Scsion del cuerpo le islatwo de Francia
en 1820 y 1821.


Concluyó en fin esta célebre sesion , en
que una minoría débil y ultrajada á cada
Momento y sin mas armas ofensivas ó de-
fensivas que las de la razon , ha disputado
el terreno paso á paso, ha impuesto res-
peto á SU3 enemigos, y ya que no ha po-
dido vencerlos , ha hecho su victoria
inútil ó peligrosa para los mismos vence-
dores. El resultado de esta memorable se-
sion en que el partido aristocrático se pro-
sentó con todas sus fuerzas , ha sido muy
tenue, si se compara con sus esperanzas y


TOMO X. 6




82
con el aparato formidable de una mayoría
inmensa , vana y orgullosa por educacion,
ostentadora imbécil (le su poder, y que no
disimulaba sus anlicio.as esperanzas. Las
ventajas que han conseguido se reducen &
un


artículo 'adicional del reglamento, que
pone en manos de la mayoría


reducir al


silencio al orador que les disguste , da, an-


te algunas horas. Como esta es un arma
de dos filos , puede algun dia ser funes-
ta á los mismos que la han forado:
así un triunfo semejante prueba mas bien
la imprevision de los que creen eterna su
superioridad , que la superioridad efectiva
de la actual mayoría. Una ventaja tan té-,
nue no


merece la impopularidad en que


han incurrido para conseguirla. Nosotros.
no contamos entre les triunfos del servi-
lismo , ni la aprobacion del presupuesto,
ni la continuacion de las leyes escepci(y-


nales ; porque no empeoran la situacion
de los liberales con respecto á la que te-
dian antes de la sesion : al contrario, aten-
dida la desigualdad de las fuerzas, no te-
nemos. dificultad en asegurar que el cam-
po delatada ha quedado por el lado iz-
quierdo : pues ni se aprobó el proyecto de
organizacion municipal, ni se substituy ó á


la censura previa de los periódicos una
ley represiva , que dictada por la mayo-
ría actual, hubiera (lado un golpe mortal
á la libertad del pensamiento.


La victoria que en la sesion anterior
consiguieron los ultras , fue señalada y
decisiva, porque colocó al frente del po-
der legislativo los grandes propietarios ter-
ritoriales, y casi cerró, por decirlo así, las
puertas de la cámara á los pequeños pro-
pietarios , y á la propiedad industrial y
mercantil. Así la batalla fue reñidísima en
razon de los intereses que se disputaban


• en ella entre fuerzas casi iguales. La .ó.L.
tima ley de elecciones produjo el fruto que
esperaban de ella los aristocratas. Abrieron
la campaiia de 1821 con tal superioridad
de fuerzas numéricas , que debió aterrar á
sus competidores. Es pues un fenóme-
no político muy digno de observar, que
con tantas ventajas hayan conseguido ián.
pequeños triunfos; porque aunque es ver-
dad que han vencido á los hombres , las
instituciones estan en pie. Los liberales,
vencidos en campo abierto , se han re-
fugiado á una fortaleza que por esta vez ha
sido inespugnable. Tratamos de averiguar
las causas de este fenómeno ,. y porque


6.




84
ademas de que su investigacion nos dará
inuchas luces acerca de la táctica constitu-
cional , es muy para deducir de la
esperterteia de una nacion , corno la fran-
cesa • reglas y máximas de conducta que
puedan servir en los paises representati-
vos para todos los casos posibles.


La primer causa de la impotencia del
partido aristocrático nace de su misma com-
posicion y de sus desmesuradas pretensio-
nes. En todas las épocas de la revolucion
ha proclamado á la tal de la Europa; que
su único objeto y su único voto es la de-
fensa del trono; pero nadie ha creidd sus
proclamaciones. Atrevido y turbulento en
la asamblea de los notables , donde creyó
ser mas fuerte , sedicioso en el intervalo
hasta la convocacion de los estados gene-
rales , fanático por la monarquía absolu-
ta cuando se vió inferior al partido nacio-
nal., porque solo en ella y de ella espera-
ba la restauracion (le sus perdidos pri-


, aspirante exclusivo á las gracias y
favores del rey desnues del restablecimien-
to de la dinastía esclavo inobediente en
1815 , y tirano arrogante en 1820 ; jamas
aquel partido insensato ha tenido Otro a-
cto que el conservar ó recobrar su su-


85
perioridad privilegiada. Llenan las dos cá-
maras del cuerpo legislativo; quieren in •
vadir el . ministerio , oprimir las luces , y
obligar al rey a goberrar, no segun los in-
tereses del poder, sino segun las miras de
la aristocracia. Su intencion es arrojar
la nacion á los pies del trono, para go-..
bernarla arbitrariamente en nottibre del po-
der real. Quieren el régimen arbitrario pa-
ra la Francia, y el constitucional para etlos
mismos. Quieren ser los únicos que gocen
de lo ciudadanía ; y si se les deja, converti-
rán la Francia en una aristocracia seme-
jante á la de Venecia. Resta saber , si en
llegando este caso , se le concederá al rey
de Francia mas autoridad que al augusto
esposo del mar adriático..
• La táctica y el sistema de este partido


se van perfeccionando con la espertencia.
En 1815 pedian francamente la abolicion
de la carta constitucional , y la restaura-
cion del antiguo régimen. En 1820 se ma-
nifiestan defensores de las formas repre-
sentativas, hacen la guerra al ministerio su
aliado antiguo, y se complacen en ven-
tilar y discutir los intereses nacionales.
De dónde ha procedido esta variacion ?


De haberles enseñado la esperiencia de que




86
la carta, corno la han puesto los ministerios
versátiles de Luis XVIII, no es ya una ga-
rantía , sino un medio de adquirir poder.
Así que toman y adoptan de ella todas
las doctrinas favorables a la situacion ac-
tual de su partido, y . rechazan abiertamen-
te ó martirizan con violentas interpreta-
ciones las que comprenden las garantías
del hombre y del ciudadano. Es preciso
confesar que la ceguera de los ministros
ha dado toda su fuerza á la faccion aris-
tocrática. Aquellos , abusando de la carta
para fundar la omnipotencia ministerial,
han mostrado á los ultras el camino de
apoderarse de ella , y de transferir á su
partido todos los derechos , todo el poder
que produjo aquella especulacion. El ase-
sinato del duque. de Berri fue una ocasion
favorable para indicar al gobierno aterra-
do la preponderancia de la propiedad ter-
ritorial, corno el único asilo de la autori-
dad. La autoridad se acogió á él , y en-
contró , no un asilo , sino un abismo. Si
en Francia . hay Constitucion, , es solo pa-
ra los aristocratas ; y esto lo deben á los
terrores del ministerio. Por qué un go-
bierno cuando teme , en lugar de arro-
jarse en los brazos de la nacion, se arro-


87
ja en los de un partido ? Porque cree
erradamente, que los partidos son mas fa-
vorables al poder , que. las naciones. De-
cimos erradamente, porque en efecto pa,
da es mas dificil de gobernar , que una
faccion : porque quien dijo faccion, dijo pa-
siones; y estas cuando trin O fa n, arroj an muy
lejos de sí el yugo de la


E:; verdad que el pueblo exijo que se
le gobierne con justic ia, y pide garantías;
y he aquí á lo que no se resuelven nunca
los ministros. Quieren tener en sus manos
el cuchillo aunque no hayan de usar de
•él quieren leyes de escepcion , quieren
una ola :abundancia de • poder, que haga
respetables hasta sus pasiones y defectos ;
y prefieren .esta situación brillante , aun-
que precaria y dependiente del partido á
quien se la deben, á la gloria tranquila de
ser ministros constitucionales , y á la feliz,
impotencia de satisfacer caprichos y pa-
siones desordenadas.


Todo el poder de que goza actualmente
la aristocracia francesa, se le debe á los
errores del ministerio , nacidos todos de
su miedo. Sin embargo, son tales sus mi-
ras y pretensiones , que á pesar de la su-
premacía del poder legislativo de que go-




88
zan , á pesar de la probabilidad con que
esperan apoderarse enteramente del poder
ejecutivo, esta aglomeracion de autoridad,
que en otras circunstancias y en otro si-
glo los hubiera ya colocado al frente de
toda gerarquía social, en el cha los emba-
raza y confunde , mas bien que los anima
y fortalece. La Francia les dice: una ley
ha colocado en vuestras manos todo el poder:
los franceses esperamos, que ya que sois.
poderosos, empleeis vuestra autoridad para
el bien público y la prosperidad nacional.
¿Qué pueden responder á esto ? ¿Pueden
decir : el bien y la prosperidad pública exi-
gen , que nosotros lo seamos todo y la na-
cion y el gobierno nada ; que nosotros go-
cemos , y la Francia sufra? ¿ Pueden decir :
nosotros trabajamos por mcestra cuenta y
utilidad, y no para el bien de la nacion ?
Respuestas de esta especie no se pueden
dar en el siglo XIX. Asi lo mas que ha-
cen los aristocratas es aumentar el número
de los eclesiásticos , que gozan sin mejorar
la suerte de los que trabajan; desacreditar
la enseñanza mútua socolor de no separar
á la clase indigente y laboriosa de las tareas
necesarias para su subsistencia ; interpelar
el nombre sagrado de la religion en los


89
negocios de la ambicion mundana, y so-
bre todo, hablar mucho mal de los libe-
rales, denigrarlos , calumniarlos, recordar
los horrores de la révolucion, describir el
despotismo militar que le suecedió , y con-
cluir exagerando la necesidad de un poder
enérgico, que termine las discordias civi-
les y dé á la Francia un gobierno consoli-
dado. Pero, aun cuando los franceses con-
vengan con los ultras en todos sus princi-
pios y en las consecuencias que de ellos
deducen, siempre tienen derecho para de-
cirles: sea cierto cuanto áfirmais ; pero ¿qué
necesidad hay de que ese poder regulador
exista en vuestras manos esclusivamente , y
sea privilegiado y no nacional?


A.si se vé que los aristocratas caminan
al poder ; pero no con aquella alacridad. , no
con aquella prontitud que debia esperar-
se de zu ambicion y de sus fuerzas. Ellos
mismos conocen que una faceion que as-
pira á apoderarse del mando con el pre-
testo del bien público, nunca es creida,
porque nunca obra con sinceridad ; y si
sucediese una vez el caso rarísimo de que
sus intenciones fuesen puras, patrióticas y
desinteresadas , tampoco seria ereida. Se
anuncia tantas veces con falsedad la veni-




90
da del lobo , que no se hace caso del
anuncio, aunque por casualidad sea cierto
alguna vez.


Estas reflexiones que la aristocracia
hace mas bien que nosotros, no les dejan
otro camino espedito para completar su
obra , que .el del oscurantismo. Acalla, la
razon rfavorecer las preocupaciones 5011 los
dos medios preliminares que •ha adoptado
en la presente sesion , que con tanta ironía
y fuerza de estilo les aconsejó Dannou en
sn eseelente obra de las Garantías indivi-
daales. En efecto , si llegasen á desterrar
del suelo de la Francia esos conocimientos,
esas luces importunas de la historia y de
la política ; si consiguiesen aniquilar hasta
la memoria de los derechos civiles y polí-
ticos del ciudadano ; si hiciesen el prodigio
de-convertir aquel pais , centro de la civi-
lizacion , en un noviciado de jesuitas ;
á fuerza de calumniar y desfigurar la re-
ligion , hiciesen contradictorias las obliga-
ciones del cristiano con los derechos del
hombre y las máximas del evangelio, códi-
go de libertad é igualdad, con las garantías
sociales: en din , si persuadiesen á la na-
cion mas democrática de la tierra , que no
hay felicidad comparable á la de trabajar


para que otros gocen, no hay duda que
Jr
su


triunfo era seguro. La esperiencia dirá, .
si éste plan es posible ; pero lo induda-
ble es que los ariStoeratas le han . con-
cebido, y lo que es mas raro todavia, han
empezado á ponerlo en ejecueion. Si no,
¿por qué ese ardor de leyes represivas de
la libertad de la imprenta , para sustituir-
las á la censura, que ya no les gusta, por-
que está á disposicion del ministerio, y
porque se teme mas una ley injusta que
castiga , que no una tinta inocente que
no hace mas que borrar? ¿Por qué han
conseguido la libertad de atacar en los pe-
riódicos á los mismos, á quienes han ata-
do las manos; cosa que hubieron tenido
por felonía los Bayard y Montmorency,


, sus


antepasados? ¿ Por qué los padres de la doc-.
trina cristiana ? ¿ Por qué ese aumento de
obispos y cabildos no necesarios? ¿ Por qué
ese terror pánico , ese furor involuntario y
maquinal, esa aversion incurable á las dis-
cusiones tribunicias ? y ¿ por qué en fin,
ese silencio, á que han condenado filos ora-
dores que les desagradan? Temen la luz,
y quieren apagarla ; porque las tinieblas
les son útiles. Pues ese mismo medio , que
que es el único que tienen.


para consoli-




9 2
dar su poder , dará con él en tierra. El
hombre fuerte que maniflesta temor, pier.
de todas sus ventajas. La minoría de los
liberales aterra á la inmensa mayoría <le
los sier.iles aristocratas ; y en la polémica
constitucional, asi como en los trances de
la guerra , aterrar es vencer.


Tiene pues el partido aristocrático en
su mismo seno un principio inevitable de
muerte , cual es la nesconlianza en su jus-
ticia y en sus fuerzas, la incompatibilidad
de sus pretensiones con las ideas del siglo,
.y la imposibidad de hacer retrogradar la
nacion basta donde ellos necesitan. Estas
dificultades se aumentan• por las disposi-
ciones del ministerio con respecto á los
aristocra ta s.


El ministerio francés despues de la res-
tauracion ha tenido por máxima constan-
te de conducta no solo imuedir el triun-
fo decisivo de un partido, lo cual seria
quizá digno de elogios , si los hubiese
fundido todos en un solo partido nació-
nal , sino tambien dar la ruano y enla-
zarse con el partido que acababa de ser der-
ribado, siempre que los que habian ven-
cido le inspiraban temor fundado
dado. Asi se vió que la imprudente te-


93
meridad de los ultras en la sesion de 1815
causó la disolueion de aquel parlamento,
y la ley de elecciones del 5 de febrero de
1817. Los ministros cometieron un yerro
irreparable' en no haber renovado enton-
ces toda la cámara de los diputin!os, se-
gun el tenor de aquella ley. Se disculpa-
ron entonces con el temor que tenias á
la santa alianza ; pero sus miedos no ve-
nian de allí. Ternian á los liberales. Creiao
que la ley de 5 de febrero era no tanto
una garantía de la perpetuidad del régi-
men constitucional, concedida á la nacion
entera , como un escalon que adquiria la
democracia para subir al pináculo del po-
der, en lo cual se engañaron torpemente,
porque son tantas y tan poderosas las ga.
rantías del orden que contiene la constitu-
clon francesa, que mal podria minarlas la
debilísima democracia de 90 ít too,000
electores. Pero en lin los ministros te-
mieron, no la elevacion del partido anar-
quista, sino la pérdida de las preciosas
leyes de escepcion , que seguramente bu-
hieran caido como las murallas de Jericó,
al primer grito de una cámara patriota.
Para evitar este resultado, conservaron los
antiguos ultras de la cámara de 1816, v




94
aumentaron el pesado bagaje del centros
como le llama Pradt , para estar seguros
en todos los casos posibles de la supe-
rioridad numérica.


De esta medida resultó que los libe-
rales no agradecieron una semi-concesion
que iba á retardar por algunos años to-
davia la consolidacion de las instituciones,
y á prolongar el imperio del régimen
discrecional , tan tiernamente amado por
todos los ministerios de la tierra. El dis-
gusto de los liberales aumentó, como eS
natural, el miedo de los ministros y las
esperanzas de los ultras: la elec,cion de
Gregoire fue pintada como la sedal de la
guerra contra el trono , y el crimen do
Louvel entregó el gobierno al partido aris-
tocrático tan ciegamente , que ya casi le
es imposible volverse atras de las conce-
siones que hizo entonces al principio de
la própiedad territorial, que es el caracter
distintivo de la faccion aristocrática. Esta
se apoderó del poder, en virtud de la
nueva ley de elecciones.


En vano el ministerio ha aumentado
su clientela central: en vano tiende algu-
nas veces los ojos al lado izquierdo de
la cámara , como implorando auxilio : la


95.
amenazadora é inflexible ley le hace aguardar
cada año un nuevo escuadro ') de aristocra-
tas dispuestos á atacarle para sucederle. No
hay medio de arrancarles á los vencedores
de 1820 los despojos de la victoria.


Pero aunque confesemos que el mi-
nisterio no tiene arbitrios para impedir
el triunfo de los ultras, y que muchas
veces tendrá que seguirlos, aparentando
que los dirige , tan:bien es indudable
que hay en el gobierno una fuerza acti-
va y de opinion, que retardando los pro-
gresos de la aristocracia, da lugar á mi-
narlos y desvanecerlos. La fuerza activa
consiste en la influencia que ejerce sobre
los hombres ya con promesas , ya con a-
menazas , como dispensador del favor y de
los destinos: esta fuerza es la que le ad-


.


quiere votos en el centro de la cámara de
los diputados. La fuerza de opinion pende
de la necesidad que tiene el pueblo fran-
cés de un gobierno , despues de tantos
años de revolucion. Esta necesidad es tal,
que no se separarti espontáneamente la
Francia de su gobieeno actual , sino en un
'caso, y esS .


de-un ataque directo y crimi-
nal al corto nAmero de principios que han
sobrenadado en los naufragios de la re-yo-




96lucion. La Francia está Unida á su gobier-
no , porque espera y colilla de él , que en-
frenará las pretensiones aristocráticas, y evi-
tará las calamidades de la anarquia. El dia
que los franceses se convenzan de que su
ministerio es el esclavo sometido de la aris-
tocracia, aquel dia se 'abrirá el sepulcro
espantoso, en que se hundan entrambos.


El ministerio no lo ignora; y se vé pre-
cisado á no conceder á un partido tan exi-
gidor, como es el de los ultras, sino aque-
llo que puede conceder sin incurrir en la
in di gnacion pública. Los aristocratas confiar
en que en la sesion venidera , aumenta
dos con un quinto mas de fuerza , podrán
librarse para siempre de la animadversion
incómoda del ministerio ; y este espera
aumentar él centro mas que lo que se
aumente la . derecha. Los ultras tienen á su
favor la ley y el espíritu de partido, exalta-
do por la esperanza de una victoria defini-
tiva : el ministerio lo espera todo de las re-
comendaciones y de los intereses indivi-
duales. La sesion que acaba ha sido testi-
go del triunfo de la aristocracia sobre el
liberalismo : la venidera , segun todas las
apariencias , lo será de una lucha reiiidisi-
ina entre el gobierno y los ultras; lucha,


97
cayo preludio hemos visto en la sesion de
este año en las acriminaciones de los De-
nadieu y Castclbajac. En fin , no basta á
los partidarios del privilegio haber venci-
do á los liberales, sus eternos é irreconci-
liables adversarios : tienen ahora que ven-
cer al ministerio que les ayudó á conse-
guir la victoria en la sesion pasada , y este
enemigo no es despreciable ; pues hemos
visto que en algunas votaciones el centro
solo ha formado pluralidad contra la de-
recha é izquierda reunidas. Las elecciones
de este otoño decidirán quien ha de
triunfar en la sesion venidera.


El gobierno tiene .á su disposicion to-
dos los secretos del poder, todos los co-
nocimientos, ya locales, ya personales, que
sirven para la victoria en estas guerras de
intriga. Por otra parte, los candidatos mi-
nisteriales son por lo regular hombres de
luces -


y sin 'estar muy firmes en Jos ver-
daderos principios , porque es muy raro
que los tenga quien es favorecido por el '
poder; sin embargo, ni son tan fanáticos
ni tan ignorantes de las máximas de un
gobierno libre, como los ultras exaltados
por la mayor parte, y que no conocen
sitas Francia que la del siglo XVI. Por


TOMO. X.. 7




98
esta razon han de ser mas populares que
-los candidatos del oscurantismo, y ha de
ser mas facil su alianza con el lado iz-
quierdo de la cámara, que con el dere-
cho. Por tanto , las probabilidades estan
-en esta parte á favor del gobierno ,
ultras se han anticipado muy impruden-
temente á descubrir su proyecto, que -es
el de arrojar los ministros plebeyos, y co-
locar al frente del gobierno los prohom-
bres de su partido.


:Aunque los liberales quedaron yenci-
:dos en la sesion pasada, y han llevado lo
peor en la presente, no por eso se crea que


-dejan de hacer una guerra cruel y terri-
ble á sus adversarios. Al contrario , cree-


mos que nunca . .será posible el debelar-
- los. Han sido vencidos como Leonidas en
las Termópilas, despues de haber • aterra-
do á sus enemigos y de hacerles-conocer
la iriposibilidad de la conquista que_em-


prenden.
Hay en Francia tres especies de libe-


. viles muy bien distinguidas y señaladas: los
exaltados, los ambiciosos y los doctrinarios.
Estos últimos, que son el honor de su partido
y la gloria dé su nacion, son /cisque dirigen,
por decirlo asi, el pequeño egército que


99
forman en -entrambas cá.ntaras: • Eí su fren-
te estan Lanjuinais, Bignon , Manuel, Des-
tout-Tracy y Royer • .Collard, Estos han
dado prendas suficientes de sus máximas.
y principios, ya en sus escritos, ya en su
conducta anterior. Se sabe en toda Euro-
pa que quieren la monarquía constitucio-
nal con todas las condiciones que la ca-
racterizaM á saber, la doble garantía del or-
den y de la libertad. Su probidad rígida,
la esteusion de sus conocimientos y la
constancia política los han hecho acree-
dores al aprecio y á la veneracion de la
Francia , la cual los. designaria en caso de
necesidad por los hombres de su confian-
za, del mismo modo qne el pueblo roma-
no designó á Catulo.


En el partido liberal, asi como en el
aristócrata, ó hay algunos para
los cuales las ideas y máximas que pro-
fesan no son mas que medios de ambi-
cion. Seria injusto calumniar los princi-
pios, porque' tal vez sirvan de pretesto
á las pasiones. El hombre se vale de to-
do , de la verdad y del error , para lo-
grar r- stw fines particulares: Esta clase de
liberales , sea su conducta la que fue-
re, es pura en su doctrina : porque tie-


7-




Yi


lo°
nen que seguir paso á paso á los doctri-
narios , que son naturalmente los geles
mas estimados y de mas opinion en su
partido.


Ultimamente, los exaltados, reliquias
de la antigua república , ó desechos de
régimen imperial, , no admitidos en la res-
tauracion , sueñan todavia la libertad de


Atenas y de Esparta , y no se creen Tia..7
ciclos sino para vivir en el volean de l'a
democracia pura. Su número es muy cor-
to; porque casi todas las ambiciones que
produjo la revolucion, han sido satisfechas
y hartas en sus diferentes épocas: su in-
fluencia es nula, porque la Francia está
muy escarmentada de las teóricas que se
fundan en las pasiones, y no quiere ni
debe confiarse á los discípulos de los que
la sumergieron no ha mucho en el abismo
de la anarquía.


Los ultras llaman anarquistas á todos
los liberales. La verdad es, que si todos
los liberales fuesen jacobinos, el triunfo
de la aristocracia seria seguro; porque de
nada tiene la Francia mas necesidad que
de ser gobernada; y la poca popularidad
de que gozan los ultras, se la deben á su
enemistad contra los desorganizadores. No.


Igt` xoz
es estrallo pues' . que calumniasen á sus
á dversarios y que quieran comprenderlos
á todos bajo una denominacion general-
mente anatematizada.


Pero sus calumnias no producen el
efecto que ellos quisieran. La Francia se
admira de oir llamar jacobinos á hombres
¿fue aunque son amigos constantes del tro-
no y del altar, creen sin embargo com-
patibles estas saludables instituciones con
la libertad y derechos del pueblo: á hom-
bres, que siendo riquísimos, muchos por
su industria y algunos por su propiedad
territorial, tendrian mucho que perder en
Cualquier convulsiona en 'fin, á hombres
Muy instruidos, y por consiguiente muy
enemigos del vandalismo, que acompaña
Ordinariamente las esplosiones políticas. ••


Los ultras saben bien que estos hom-
bres no son jacobinos, aunque quisieran
que la nacion lo creyese asi. Sienten en
su presencia una desazon, que se cambia
en furor, cuando los ven subir á la tri-
buna y defender los derechos de la Fran-
cia. El rugido del leen no es mas espan-
toso y aborrecible á los habitantes de las
selvas, que los discursos de Manuel y de
Benjarnin Constant al lacio derecho de la


"




/02
cámara. Si : no fueran mas que . jacobinos,
los ultras se reirían de ellos; pero son ver-
daderos liberales ; pero defienden los de-
rechos legítimos del pueblo ; pero sostie-
nen con todas sus fuerzas la constitucion
concedida por el monarca y aceptada por
la Francia:: y he aqui lo que no pueden
sufrir los que aspiran á dominar la Fran-
cia y al monarca. Ven en los liberales h
sus antiguos vencedores ; y aunque der-
rotados en el dia , aun ven en sus fren-
tes las señales del triunfo, que tarde ó
temprano la .superioridad de sus luces y
la justicia de su causa les ha de adquirir.


Su conducta en la sesion de . este año
ha sido tan noble, como bien dirigida.
Cuando se han visto mas perseguidos por
sus enemigos , han invocado el nombre
de la patria, la dignidad de diputados y
la potestad de la razon y de la opinion
pública: han hecho conocer al ministerio
las funestas consecuencias de su antigua
alianza con la aristocracia: han hecho
sentir á la aristocracia, que apelaban de
una mayoría facticia y mentirosa á la ma-
yoría nacional, única verdadera: de es-
te modo aterrando á los mas atrevidos,
descubriendo los proyecto de la ambicion


• 103
nóbiliaria y sembrando sospechas justas y
fundadas en el ministerio , han hecho fu-
nestas para sus enemigos aun las mismas
victorias , haciéndolos obgeto de la ani-
madversion y resentimiento del público, y el
partido que incurre en la indignacion gene-
ral, no será preponderante por mucho tiempo.


Todas estas causas han contribuido á
que desmaye un poco el ardor de los ul-
tras, y á que sus victorias en la presen-
te sesion hayan sido de tan poca im-
portancia. No confin ni en su justicia,
ni en sus luces, ni en sus fuerzas : su alia-
do el ministerio los abandonará en la pri-
mer ocasion ; y sus enemigos, fuertes por
su un ion, por sus conocimientos, por su
práctica en la carrera política , y por el
asentimiento y aprecio del pueblo fran-
cés, estan tan enteros ahora , despues de
tantas derrotas, como al principio de la
lid. La guerra, del privilegio contra el
derecho es una guerra nacional : es claro
que á la corta ó á la larga será vencido
el usurpador.


Mucho mejor que su vencimiento se-
ria una paz sólida y duradera. Pero hay
medios hábiles para hacerla ? No, mien-
tras la aristocracia aspire al privilegio, y




0.4
el gobierno quiera retener las leyes de es-
cepcion y el poder discrecional. El esta-
do de la cuestion es el siguiente: en 18 r4
se celebró una gran transaccion. Se pro-
metieron al poder todas las garantías po-.,
sibles del orden: reconocimiento de la an-
tigua nobleza, reconocimiento de la nue-
va, segunda cámara sancion real de las
leyes , iniciativa de los proyectos de
ley, ¿qué cosa pidió el poder sin que se
le concediese? Todas estas garantías se
realizaron y pusieron en egecucion inme-
diatamente: el trono se puso en un esta-
do de defensa tal , cual no le tuvo
en los dias mas brillantes del poder ab-
soluto. Pero al mismo tiempo se prome-
tió á la nacion la garantía de las liber-
tades constitucionales, sin las cuales no es
posible que exista ya un pueblo civiliza-
do : se la concedió la responsabilidad de
los ministros, el derecho de eleccion por
3oo francos de contribueion directa, la
libertad de la prensa, la personal. ¿Se le
ha cumplido alguna? ¡ Ah! no.


Todas las garantías del poder estan vi-
gentes: la nacion no goza ninguna de las
que se le han prometido. Cuando se celebra
un contrato, la parte que falta á sus de-


105
beres , tiene la culpa de los pleytos futu-
ros. La nacion cumplió los suyos : falta que
el poder haga lo que ha prometido. ¿Lo
hará? Hasta entonces no hay que espe-
rar paz.




io6 '


Casa con _dos puertas mala es de guarda?:
comedia de don Pedro Calderon.


Esta comedia fue escrita cuando ya
habia Pegado á ,su perfeccion el genio
del autor. La cultura y amenidad del len-
guage , la buena direccion de la fábula, la
novedad (le los incidentes imprevistos y
la facilidad del estilo anuncian la época
en que nuestra antigua comedia era to-
do lo que porfia ser. Esta, como casi to-
das las de capa y espada de Calderon,
pertenece á la comedia urbana de intri-
ga ; asi no hay que hablar de los carac-
teres, sino de la fábula y del estilo.


La fábula es compleja : por esta razon to-
do el primer acto es de esposi clon , y el enla-
ce, aunque preparado en él , no empieza
verdaderamente sino en la primera esce-
na del segundo.


Laura ama á don Felix , aunque ce-
losa de una dama que su amante habia
tenido antes de conocerla. La satisfaccion
de sus quejas llena , una parte del primer


107
acto: Don Feliz tiene huesped en su ca-
sa á Lisardo, antiguo amigo suyo; y obe-
deciendo á las leyes del recato propias
de aquel tiempo, obliga á su hermana
Marcela á que habite recogida en su apo-
sento, de modo que su huesped no sepa
de ella. Marcela sin embargo, obedecien-
do á otra ley mas poderosa, que es la de
la curiosidad , le habla y enamora tapada
en el paseo ; y oyendo una conversacion en
que los dos amigos se dan cuenta de sus
amoríos en dos


Discretísimos roma n ces",


Como el mismo Calderon los llama, teme
que. Lisardo descubra á Felix alguna cir-
cunstancia que le hagas sospechar en ella,
y resuelve hablarle en casa de Laura que
era amiga suya, para afearle su confian-
za con su amigo.


Este diálogo es el enlace de la pie-
za. La casa de Laura tiene dos puertas, y
por la menos pública entra Lisardo á ha.
blar con Marcela, que se finge ama de la
casa en que está. Al mismo tiempó en-
tran Felix, y Fabio, padre de Laura. Ocúl-
tase el- amante : Felix sospecha : una cria-
da saca á Lisardo por. la otra puerta: Fe-




io8
lix vuelve, se oculta en el mismo sitio;
y Laura que ignoraba la anticipador' de su
criada , le dirige la palabra creyendo ser
un caballero desconocido. Feliz, ardiendo
en celos, se niega á sus satisfacciones, yuel-
ve á su casa, y cuenta á Lisardo lo que le
ha pasado : con que este cree lo que an-
tes sospechaba , y es' que amaba á la da-
ma de su amigo, por cuya sospecha re-
solvia ausentarse. Marcela labia entrado
tapada á su cuarto para disuadirle de su
viage, y cuando entró don Felix se ocultó.


Ya estaba Lisardo íntimamente conven-
cido de que su tapada era la dama de su
amigo, cuando un criado avisa que Lau.
ra estaba á la puerta y preguntaba por
don Felix. Esto aumentó estrordinariamen-
te su confusion , y los dejo solos, quedán-
dose á la vista para socorrer, sí fuese ne--
cesario , a su dama tapada. Marcela, vien-
do que 'Laura venia á satisfacer á Feliz,
y temiendo que descubriese su secreto,
salió de su escondite tapada, y tomó la
puerta, fingiendo ser la dama antigua de
don Felix; lo que irritó de tal manera á Lau-
ra , que quedaron los ¿os amantes mas
enojados que nunca.


En el tecer acto Laura y Marcela, va-


1-09
liéndose de la oportunidad de haber ido.
Fabio á un viage, determinan de trocar
casas por una noche; Laura, con el objeto
de examinar lo que hacia Feliz en su au-
sencia, y Marcela para hablar mas á su
salvo con Lisardo. Avisado este, como ya
estaba seguro de que no era rival de su
amigo, no, tuvo dificultad en que le acom-
pafiase. Ya se deja entender cual seria el
furor de Felix, cuando vió á su amigo
llamado y admitido á la misma casa de su
dama. Fabio, cuyo coche se habia roto,
volvió á deshora por la puerta principal;
sus criados acuchillan á Lisardo que libra
á Marcela, y la encomienda


.á Felix para
que la ponga en salvo en su casa. Este,
entrando en ella sin luz, la pierde, y ha
lla en su lugar á la curiosa Laura. Es un
golpe teatral muy original é ingenioso el
ver á Felix que no estralia hallar á Laura_
en su casa, porque cree haberla traido
él mismo, y el ver á Laura admirada de
las quejas y celos de D. Feliz, cuando
'ella se cree con mucho mas derecho para
quejarse por haberle visto entrar en su casa
con una muger. La taymada de Marcela, á
quien cita Laura , niega redondamente el
convenio que habian 'hecho las dos; mas




ti


IIO
Lisardo llega, pide su darns.t. Felix se ir-
rita; pero Laura le muestra á Marcela, y
la noticia que entbnces recibe Lisardo por
la primera veide que Marcela es hermana
de su amige, desenlaza una fábula tan com-
plicada, y que á pesar de su complicacion
es muy perceptible citando se representa,
por la claridad de la esposicion y la bue-
na coordinacion de los incidentes. Todos
ellos, aunque estraordinarios, son naturales,
con tal que se admita que una muger ta-
pada puede hacer que no la conozcan: conT
vericion necesaria en casi todas nuestras
comedias antiguas, y de cuya verosimili-
tud pudieron juzgar mejor que nosotros
los espectadores del tiempo de Moreto y
Calderon , cuando estaba en su mayor au-
ge la moda de los mantos. Esta comedia
agradará siempre en la representador', con
tal que los papeles de Felix y Laura se
,desempeiíen con la inteligencia y maes-
tría que manifestaron los actores la últi-
ma vez que se hizo esta comedia en el
teatro del Príncipe.


Los diálogos amorosos de Calderon ni
tienen la ternura de los de Lope , ni la
travesura y malignidad de los de Tirso
de Molina: la prenda superior que bri-


/la en ellos: es la urbanidad ingeniosa y
decente, en la cual dejó muy atras á to-
dos sus competidores. Tal vez raya en lo
conceptuoso, tal vez en lo lírico; pero es-
tos defectos se hacen menores, .sabiendo
que aquella era la manera no solo de ena-
morar, sino tapibien de hablar en la so-
ciedad. Hay escenas enteras de Calderon,
en que el estilo no se eleva mas de lo
que exige el tono general de la conver-
sacion ; pero es muy comun en él, corno
lo era entonces entre los que se llama-
ban discretos, usar ,de comparaciones in-
geniosas y demas adornos de la poesía lí-
rica para espresar los sentimientos' de los
interlocutores. He aqui lo que Lisardo res-
ponde á su tapada que le suplica que no
la siga:


«Dificilmente pudiera
Conseguir, señora, el sol,
Que el amante girasol
Su resplandor no siguiera:
Dificilmente quisiera
El norte, fija luz clara,
Que el iman no le mirara :
Y el iman dificilmente
Intentara que obediente
El acero le dejara."




TI 2
A lo que responde Marcela :


« A esa flor amante y bella
Términos el dia concede,
Bien como á esa piedra puede
Concederlos una estrella:
Y pues él se ausenta y ella ,
No 'culpeis la ausencia inia;
Decid á vuestra -porfia,
Piedra, acero ó girasol,
Que es de noche para el sol;
Para la estrella de dia."


Estos pensamientos no estuvieran fue-
ra de su lugar en un romance ó idilio
principalmente, si 'se les despojara de la
simetría epigramática , con que estan pre-
sentados. De la misma especie es la si-
guiente décima:


« Seis auroras esta aurora
Hace, que en este camino
Ciego el amor os previno
Para ser mi salteadora :
Tantas ha que á aquella hora
Os hallo á la luz primera
Oculto sol de 'su esfera,
De su campo rebozada
Ninfa, deidad ignorada
De su hermosa primavera."


¡Qué riquela de elocueion ! ¡ qué
IIJ
va-


riedad y escogimiento en los epitetos si-
nónimos oculto, rebozada, ignorada! y
sobre todo, ¡ qué artificio de versificaeion,
robusta á la par y fluida! Y prosigue:


«Vos me llamasteis primero
Que á hablares llegara yo :
Que no me atreviera, rió ;
Tan de paso y forastero.
Con estilo lisongero
Áspid ya de sus verdores,
No deidad de sus amores,


entonces fuisteis pues
que no deidad, es
da muerte entre las flores."


Como nuestros cómicos antiguos intrn-
ducian en sus piezas todos los géneros, no
se estraiiará hallar algunos trozos de poesía
satíricas que es la que mas relacion tie-
ne con la comedia. En la presente hay
uno que se puede llamar


- sátira contra los
sastres clA.


su tiempo, la cual se omite con
razon en la representacion. Es una espe-
cie de diálogo entre un sastre y su par-
roquiano.


«Selior maestro, ¿cuántas varas
Tomo x
8


Desde
Aspid
Quien




1


1


114
De palo son menester
Para mí? — Siete y tres Cuartas.---
Con seis y media le hace
Quifipnes. '--Pues que le baga:
Mas si él saliere cumplido,
Yo me pelaré las barbas.—


Qué tafetan ? — Ocho. — Siete
Han de ser.—No quite nada
De siete y media. — ?—
Cuatro.—No. —Si un dedo falta
No puede salir : de seda
:Dos onzas : treinta de lana,—
(I Bocací á los bebederos ?—
Media vara,—Angéo ?—Otra tanta.—


Botones ? — Treinta docenas. —
Treinta?-Habrá mas de contarlas ?-


Cintas, faltriqueras , hilo,
Vamos con todo esto á casa.
Junte vuesarced los pies ,
Ponga derecha la cara,
Tienda el brazo. —Seor maestro,
¿Son matachines ?— ¡ Qué gracia
Hará el calzon!—Oye usted,
La ropilla ancha de espaldas,
Derribadica de hombros
Y redondita (le falda.
Frisa para las faldillas
Haber sacado nos falta, —


In>
Pángala, usted.—Que me place;
'Ah , • si esto se me olvidaba,
Entre telas.—De . este. viejo
'Ferreruelo me las haga..--
Voy á cortarlo al momento.
V; Cuándo vendrá esto?—Mañana
A las nueve. —La una es: —
¡ 0 cuánto este sastre tarde!..
Seor maestro, todo el cija
Me ha tenido usté en casa.—
No he podido mas, que he estado
Acabando , unas enaguas ,
Que como mil paños llevan,
No fue posible acabarlas.—
Ah ! caballero, .muy seca
Está esta .obra. —Remojarla. —
Angoste vino el ca.lzon.—
De paño es, no importa nada,
Que luego dará de sí. —
Esta ropilla está ancha.—
No importa nada, es de paño,
Que ella embeberá. — Ah, sí, basta:
Que los paños dan y embeben,
Como el sastre se lo manda.
El ferreruelo está corto.—
Mas de media liga tapa,
Y ahora no se usan largos.-
ri Qué se debe ?—Poco á nada,


8.




I TS 117
Veinte del calzon y viente
De la ropilla y sus mangas,
Diez del ferreruelo, treinta
De los ojales.


Sobre el abuso actual de estar perpetuamen-
te declamando contra los abusos ante-
riores.


En un tiempo en que tanto se clama
contra los abusos, v en que no por eso
se deja de abusar muy bonitamente de u:S.,:
do, parecerá conveniente que antes de dis-
currir acerca de los abusos en general, nos
pongamos de acuerdo sobre- el verdadero
significado de esta palabra. :Si nos atene-
mos á la definicion que de ella da el dic-
cionario de la real Academia, abuso no
es mas que el mal uso de alguna cosa. Pero
sin que sea visto que faltamos al respeto
á un tomo tan abultado, nos parece que hu-
biera podido añadirse que el abuso no es
solo el mal uso, sino tambien el uso es-
ceszpo d injusto de cualquier cosa.


Está ya tan traqueada. y tan 'repetida
.gesta materia de los abusos en general, que
el escritor que sin duda nació con mejo-
res disposiciones para tratarla fundamen-
talmente (Mr':7 de Vtataire), sc . contenta.




x18
con decir en dos palabras, que es un vi-
cio inherente á todos los usos, leyes é ins-


. titaciones humanas , y que si se hubiera de
descender á por menores, no podrian caber


. en ninguna biblioteca. Si á esto se limita-
ba un sabio de primer orden que dedicó
toda su vida y sus profundos estudios á
corregir abusos de todo género , ¿qué po-
dremos decir nosotros en quienes hasta el
tomar la pluma para el público es un ver-
dadero abuso'


En efecto, pueden abusar los hombres,
no solo de los: bienes naturales y.adquiri-
dos, y aun de los males y desgracias pro-
pias suyas, sino tambien de las desgracias,
de: los vicios 3,fr hasta de las virtudes de
los denlas. Por consecuencia .apenas hay
una accion, una palabra y un .pensamien-
to, de que no pueda abusarse, ylle,gne:no
se abuse efectivamente. Desde lo ,mas su-
blime de la religion hasta el afecto. mas
indiferente del hombre;. desde el..poder
invencible •. hasta la más impoten-
•Cia.; desde, la salud mas robusta: hasta la
postracion alas lastimosa, y: desde la mas
opulenta riqueza-basta la mas deplorable
desnudez, todo puede ser obgeto de fre-
cuentes y perjudieiálisin3.os abusos. Los emz-


I 19
peradores, los papas, los ministros, los
magistrados, los militares , los clerigos, los
seglares , los religiosos , los nobles , los
plebeyos ; arristocra , republicanos, teo-
cratas , constitucionales, y finalmente to-
dos los hombres y todas las corporacio-
nes han abusado, abusan y abusarán,
mientras que no se cambie del todo su
naturaleza.


No h.abria cosa mas facil que citar una
multitud de egemplos de individuos de ca-
da una de estas clases ; y todo el trabajo
consistiria en elegir los mas visibles v
escandalosos, porque desde que se eser'i'
bíó la primera página de la historia has.
ta la época actual, todo ha sido destinado
á corregir ó á consagrar abusos. Pero co-
mo seria muy prolija ocupacion, y supe-
rior á los límites de un periódico, ha-
bremos de reducirnos á hacer algunas re-
flexiones, no tanto sobre los abusos en
general, cuanto sobre uno particular de
nuestros dial, que consiste en declamar
continuamente contra los antiguos abusos,
sin mas obgeto que el de que no se re-
pare tanto en los nuevos.


Es costumbre inveterada , no solo en
las grandes mutaciones de •los gobiernos,




220
sino hasta en las renovaciones de los al-
caldes de monterilla , hacer una pintura.
deforme de lo que habia pasado el año
anterior; de suerte que el que lee su pri-
mer edicto, bando , ó llámese torno se
quiera, al mismo tiempo que se hace cru-
ces de que no se haya venido abajo el lu.-;
gar con los pasados desaciertos, no le ca-
be la menor duda de que antes de mu-
chos meses va á renacer el siglo de oro
para aquellos desgraciados vecinos. Ya des-
de entonces piensa que 'van á terminarse
los embrollos del escribano , la parciali-
dad del juez , la arbitrariedad y falta de
pureza en el -manejo de los caudales pú-
blicos, las venganzas particulares, y la
acepcion de personas; pero no bien han
pasado un par de meses, cuando ya toda
la diferencia consiste en el nombre y co-
lor que han de tener los abusos actuales,
distintos acaso de los anteriores, mas no
menores ni de trascendencia menos fatal.


Terrible cosa era sin duda que solo por-
que al alcalde, ó al escribano, ó al cura,
ó al pariente, ó al amigo de algun seño-
ron de la corte, ó á cualquier delato * ó
espía, que era lo mas comun , se le pu-
siese en la cabeza que fulano era liberal


121
sin • mas ni mas se le sacase de su casa,
se le prendiese, se le aherrojase, ó por
lo menos, se tuviese sobre él una vigilan-
cia siempre humillante y molesta. Mucho
mas terrible era todavía que sin formarle
causa alguna, ni hacerle cargos, ni tener na-
da que echarle en cara , á no ser su pro-
pia honradez é inocencia , se le imputase
un nuevo crimen en el deseo de ser juz-
gado y convencido ante el tribunal com-
petente. Este era un abuso horrible que
reclamaba pronto y enérgico remedio, so-
pena de disolverse aquella forma de go-
bierno que autorizaba ó toleraba semejan-
tes - tropelías.


Pero veamos si en efecto es un buen
modo de preparar el triunfo de las leyes
juntarse en un pueblo quince ó veinte in-
dividuos, á quienes suele cuadrar tan bien
el titulo de ciudadanos como un par de pis,
tolas á un crucifijo, y sin mas que porque se
les pone en la cabeza formar una lista de
otros vecinos, que por lo menos valen
tanto como ellos, sin otro crimen que la
calificacion de servirles que les dan aquellos
botarates, se les intime una orden de arres-
to, se les arranque del seno de sus fami-
has, y se 10 traslade á otros climas con




I 2 9,


notable perjuicio de sus bienes, de su salud y
acaso de su vida. ¿ Pues qué diremos si
en medio de un abuso semejante, todavia
se añade la burleta de querer hacerles
creer que aquella providencia ha sido dic-
tada por su bien ? Toda injusticia es un
abuso enorme; pero el mayor de los abu-
sos es pretender que á uno le agradezcan
su propia debilidad y miseria.


Enorme era el abuso que hemos esta-
do tolerando en España desde que empe-
zó á prevalecer en ella el sistema minis
terial contra la libertad y la independen-
cia de los tribunales. ¿ Quién ha podido
ver sin horror que tanto en las causas civi_
les como en las criminales , despues de
falladas y terminadas por los magistrados
que señalaba la ley, y despues de haber
seguido los prolijos y costosos trámites de
un pleyto en que se interesaba nada me-
nos que la vida ó el bien estar de una fa-
milia; en el momento mismo en que iba
á llevarse á efecto. la providencia del tri-
bunal, bastaba un. simple oficio de cualquie-
ra de los ministros del despacho, ó acaso al-
guna esquela de un favorito, no solo para
suspender, sino tambien para revocar el fallo
de los jueces ? ciQuién no se admira de que


123
duran te tantos años hayan podido vivir vein-
te millones de individuos bajo un gobier-
no sin leyes, ó lo que es peor, en el
que las leyes tenian que ceder á la volun-
tad y ál capricho de uno solo ?


¿ Pero será un medio eficaz para re-
mediar este abuso y hacerle detestable á
los ojos de todos, el que cuando un ma-
gistrado no acomoda su decísion y el sen-
tido de las leyes á la voluntad de una
faccion , se reúna un grupo de asesinos,
y armado cada cual con el instrumento
Homicida que encuentra mas á la mano,
se dirija á la prision donde está la vícti-
ma custodiada por la fuerza pública, atro-
pelle la guardia, y dé una muerte cruel
á aquel á quien el órgano de las leyes des-
tinaba á vivir y. á corregirse de sus vicios?
Será un medio seguro de. conservar la


independencia del poder judicial el diri-
girse con las manos ensangrentadas á la
casa. del juez para repetir en su persona
la mismaatrocidad que la que acababa de
de cometerse en el acusado ? •


Si los abusos y la arbitrariedad de los
ministros .6 la preponderancia de un fa
vorito llegaron á envilecer tante la digni-
dad de la magistratura, que vino casi á




124
ser escala de premio de los servicios muy
geriles , y tan amovible como una plaza
de alguacil ; ¿ será un medio á propósito
para restituirla su lustre y su firmeza el
ver á un juez prófugo , escondido , y
privado de hecho de su destino y de su
sueldo , sin otro crimen que haber oido
el dictamen de su conciencia y el precep,
to de la ley, y sin otra autoridad que los
gritos de una 'porcion de vagamundos,
indignos hasta de la denominador' de hom-
bres ? Y el gobierno que tolerara tropelías
tan escandalosas, ¿ tendria derecho á in-
vectivar los abusos de los gobiernos an-
teriores ?


Escandaloso era sin duda el abuso que
se estaba haciendo de las rentas públicas, de
las cuales una gran parte se dilapidaba entre
las personas encargadas de su recaudacion
y manejo , y la restante se destribuia en-
tre una multitud de empleados , pensio-
nistas, y gente ociosa é improductiva. Los
males habian llegado á tal punto , que de
no ponerse un pronto y eficaz remedio el
número de los cohrantes hubiera llegado
á _escedef al de los contribuyentes ; y el.
Tabrador y el industrioso se hubieran
to precisados á, abandonat. sus talleres y


tlk5
sal aperos, por no poder alimentar con
su trabajo el .


ocio de los domas. Claro es
que un abuso de tal naturaleza . no po-
dia menos de escitar la i•ndignacion de
todos los amantes de su pays , y que no
habia otro remedio para minorar estos
males que una sabia y prudente eco-
nomía, .y una pura y bien entendida ad-
ministracion.


¿Pero •cabe en la humana locura
ber empezado las reformas de los abusos
por duplicar el número de los empleados
ó sueldistas , atestando esas oficinas de
gente , por lo menos inepta ó ignorantí-
sima ; destruyendo los Manantiales de don-
de se surtia el erario público antes de
substituir otros conductos que supliesen
para las necesidades urgentes; y oponien-
do un millon de -obstáculos á la egecu-
cion del nuevo plan de administracion que
se proponen adoptar las Cortes?


¿Quién hay que no se lamente de esa
manía, ó mas bien de ese furor de empleos,
que parece que nos han inoculado desde la
infancia, cuyo abuso ha sido tan justamente
sentido y ridiculizado de muchos siglos acá,
y que desgraciadamente es el síntoma que
menos disimula nuestra pobreza ? Cuanto





I26
se diga y. cuanto se haga para combatirle
será todavia -inferior á la urgencia de la
necesidad.


¡ Pero será un medio á propósito para
inspirar amor al trabajo y un justo des-
precio de los que hasta ahora han preten-
dido y prodigado los empleos el escribir
por la maiíana una sátira contra la em-
pleomanía, y por la tarde un centenar de
memoriales para todo lo que esté vacante
ó no vacante? ¿Producirá algun fruto una
disertacion muy pomposa contra los em-
pleados y pretendientes antiguos en boca
de los pretendientes ó de los empleados
nuevos ? ¿ Y no seria mas prudente acom-
pañar esas declamaciones con una certill-
eacion de los ministros y ciernas gefes de
que nunca se habia entablado ninguna so-
licitud , y aguardar para enfervorizarse
que estuviesen reducidas á la mitad de.stt
volúmen las guiar de forasteros, la de ha-
rienda , y la eclesiástica ? ¡Peró ay • del
concepto de los declamadores , si se publi-
case un estadito del. sueldo que disfruta-
ban antes , y del que disfrutan hoy y
sobre todo del: que gozan y el que me-
recen! Sobre que se han empeñado algu-.
nos en tenernos por tontos...


27
.14orror causa todavia la serie de abu-


sos y de violencias con que llegó la in-
quisicion á consolidar su cetro de hierro
sobre todos los pueblos en que logró ejer-
cer su funesto influjo. Tiemblan las carnes
y se estremece el alma al considerar hasta
qué grado pudo abusar de la fuerza que
puso en sus manos la ignorancia y la cre-
dulidad general. Verdad es que hace ya
mucho tiempo que el peso de la luz la
hizo abstenerse de los sacrificios de car-
ne humana, y de representar aquellas bár-
baras escenas que tanto júbilo causaban á
nuestros religiosísimos antepasados. Tam-
bien lo es que sus prisiones materiales, aun-
que seguras y solitarias , no eran tan mo-
lestas ni tan insalubres como las de otros
muchos juzgados civiles y militares. Pero
lo que era verdaderamente horrible , aun
en los últimos, tiempos , era aquella fe-
roz intolerancia con que obligaban á to-
do el mundo á esplicarse y aun á pensar
como ellos querian , y aquel despotismo
con que intentaban violentar la opinion.


Justo es sin duda declamar continua-
mente contra una institucion tan inhuma-
na, y pintarla con los negros colores que
la convienen. ¿ Pero será político y produ-




128
cirá el efecto que 5e desea el imitar sus
mismos abusos , persiguiendo á los que no
piensan corno nosotros ? ¿ Será conforme
al sentido comun , y á lo que con tanto
énfasis se llama libertad, el decretar pros-
cripciones y erigir patíbulos contra los que
tienen la desgracia de ver de distinto mo-
do los objetos? ¿Se logrará hacer odiosa
la inquisicion eclesiástica estableciendo un.
centenar de inquisiciones políticas? ¿Y po-
drá llamarse libre un pueblo, en el cual
solo sea lícito esplicarse y sentir corno sien-
te y se esplica el partido dominante ? Es-
ta clase de libertad hace ya muchos siglos
que la estaban disfrutando los turcos. •


Lastimoso era el abuso que por tantos
años se ha estado haciendo de eso que 1/a-
maban crédito de la nacion. No hay duda
de que exaltaba la _cólera del mas indi-
ferente ver la desvergüenza con que se
distraian de su verdadero objeto los cau-
dales y los arbitrios destinados á estinguir
su cuantiosa deuda. No hay voces con que
espresar, ni pecho para sentir las desgra-
cias y ruinas que ha ocasionado á tan-
tos particulares y corporaciones, esa per-
petua mala fe con que se ha estado fal-
tando á los contratos mas solemnes ,• á las


19.9
ofertas mas sagradas , y d lis garantías mejor
establecidas. Se necesita no tener sangre en
las venas para no afligirse de ver envile-
cido el crédito nacional, hasta el punto
de ser sus acreedores un objeto de risa y
de desprecio á los ojos de aquellos mismos
á quienes estaba encargada su custodia.


¡Pero estarnos autorizados hasta ahora
para burlarnos y zaherir á los anteriores
gobernantes, nosotros que en lugar de ha-
ber empezado á disminuir esta deuda la
hemos aumentado en solo un año mas de
mil millones de reales? ¿Nosotros que sa-
biendo que somos pobres y pobrísimos,
estamos empeñados en hacer creer á todo
el mundo qne somos muy ricos? ¿Nosotros
que en lugar dé mirar como sagrada una
hipoteca establecida por la autoridad su-
prema , quisieramos ampliarla indefinida-
mente para contraer nuevos y mas rui-
nosos empeños? ¿Nosotros, que por salir
del apuro del dia, no tendriainos reparo
en aventurar la suerte de muchos años?
¿Nosotros, en fin, que por carecer de las
virtudes necesarias para arrostrar las pri-
vaciones actuales y pasageras, diferimos
acaso por siglos la dicha y la prosperidad
de las generaciones futuras?


TONO X. 9




13o
Seria interminable este escrito si Mi-


biésernos de ir haciendo un cuadro com-
parativo de los abusos antiguos , que le-
jos de haberse reformado combinan al
abrigo de otros nombres, y acaso también
bajo otras formas. Justo es que unos y
otros se denuncien ante el tribunal de la.
opinion pública, para que por medio de
ella llegue á noticia de quien pueda re-
mediarlos. No se puede dudar tampoco de
que se ha procurado y conseguido dester-;
rar algunos de ellos, y que si tenemos la
dicha de que se consolide el régimen cons-
titucional, llegarán á desaparecer los mas
funestos y perjudiciales; pero entre tanto
que no podamos demostrar con hechos
las inmensas ventajas que han (le nacer de
nuestra constancia y de nuestra modera-
cion , no exasperemos con necias y repe
tidas declamaciones á una porcion nume«
rosa de hombres, á quienes importa mil-,
cho mas convencer que humillar. Reflexio-
nen esos periodistas y esos oradores que
con cada una: de las baladronadas que
vierten , sin duda con muy buena inten-
cion , hacen mas daño al nuevo sistema
que cuantos conspiradores se han presen-
tado hasta el dia de hoy. Acuérdense sobre


x


todo de aquella justísima observacion de
madama Stael , de que las denominaciones
injuriosas en tiempos de revolucion, lejos
de producir la enmienda en aquellos á
quienes se dirigen, no surten otro efecto
mas que el de fijarlos para si'mpre en el
partido de que se les intentaba separar.


te.


9.




x32


Sobre el ordeñ.


Son tantas y ,tan diferentes las aceP-
ciones de es'a palabra, que bien se necesi-
ta esplicarse clara y distintamente sobre
cuál de ellas es de la que se intenta hablar,
si se desea evitar, no así como quiera el
error , sino acaso tambien un verdadero
despropósito. Porque "¿quién encontrará la
mas ligera conexion entre la palabra or-
den cuando significa el concierto y buena
disposicion de las cosas , con aquella mis-
ma palabra cuando significa un conjunto


congregacion de personas que han he-
cho el ánimo rotundo de vivir á costa
apena ? ¿Ni qué semejanza puede haber
entre la situacion ó formadon de un ejér-
cito para dar una batalla con el sesto sa c


-cramento de la iglesia ? Cualquiera que re=
gistre los diccionarios de las lenguas mo-
dernas verá la multitud de ideas inconexas,
y aun contrarias, que se espresan con lá
palabra orden , y se admirará (le la po-
breza en que nos hallamos de voces que
expliquen propiamente los objetos que que-
remos representar.


r33
Mas no consiste el defecto únicamente


en aplicar una misma voz á cosas tan di•,-
ferentes y variadas , porque al fin todo el
daño se reduce á añadir una ó dos pala-
bra's mas para espresar lo que pudiera de-
cirse con una sola, sino que lo peor del ca-
so está en aplicar la voz orden á -lo que no
solo no le tiene, sino que suele ser un ver-
dadero desorden.


Todo ha vuelto á entrar en el orden
en estas provincias de mi mando , dice un
general el dia que á fuerza de sangre y
dé contribuciones ha puesto. á los infeli-
ces habitantes en el caso de no atreverse
á rehusar ni desobedecer sus mandatos por
absurdos y desatinados que sean. Cuatro
locos los habian estraviado con ideas de
independencia y de libertad, pero no hay
cosa mejor para poner en Orden á los
hombres que degollarlos ó dejarlos sin
camisa. Los primeros seguramente no vuel-
ven á hablar una palabra, y los segundos
tienen que recurrir á la compasion humi-
llante de algun feroz guerrero, que cree.
que protege cuando se cansa de asesinar.


¡ Oh , que no es ese el orden , clama
un fanático religioso , sino el de entre-


- garse ciega y absolutamente á la direccion




r 34
de un ministro del Altísimd; confiándole
no solo el estado de su conciencia , sino
tamb:en el manejo de su caudal y el go-
bierno de su familia ! ¿Sabemos acaso,,
nosotros miserables y débiles criaturas, si
nos conviene vivir en la abundancia ó en
la escasez ? ¿Basta nuestra flaca razon pa-
ra que acertemos á distinguir lo que es del
agrado del Hacedor supremo sin que nos
auxilien con sus luces y grandes estudios
aquellos que diariamente reciben una can-
tidad de gracia muy superior á la nuestra?


• Pues si evidentemente ignoramos corno
DOS hemos de conducir en las cosas inte-
riores, que son las que mas nos importan;
¿ cómo nos atrevemos á manejar esos ob-
jetos caducos y perecederos que no hacen
mas que arrastrarnos á una ruina inevita-
ble? El mundo no estará jamas en orden
hasta que todos á una nos resolvamos á
entregar todos nuestros bienes á nuestra
madre la iglesia, ó por mejor decir, á sus
ministros.


Nada de eso está en el orden, replica
un señor muy empolvado, porque ninguno
de esos bienes sor. de ustedes ni de la
iglesia , sino de sus señores naturales, á
quienes pertenece el dominio directo de


35


ellos sin que les sea los colonos
otra cosa qne el usufructo temporal de
una parte del producto de la mitad de su
trabajo. z Paréceles que se ha trastornado
poco el orden público desde que por una
piedad mal entendida les concedimos el
gobierno municipal y el altanero título de
hombres libres , para que sin islas ni mas
se consideren con derecho de disponer
de su hacienda? ¿No reflexionan que asi
como en la corte celestial hay diferentes
gerarquías , coros y dominaciones, así de-
be haber en la tierra señores que posean,
nobles que disfruten, y plebeyos que trabi-
jen? Todo lo que sea salir de estos prin-
cipios y exigir que también gocen los que
no nacieron para gozar , es invertir el or-
den de la naturaleza y llevarnos en dere-
chura á la anarquía mas espantosa.


¿Está vmd. loco , ó borracho , ó sueña
que estamos todavia viviendo en el siglo
nono , interrumpe un hombrecillo de tan
poca ropa como • talla, para venirnos á in-
sultar con sus presogativas y fueros dispa-
ratados? ¿No sabe que ya todos estamos ins-
truidos de los derechos del hombre, y
sabernos muy bien que debe haber una
absoluta igualdad, no solo en las leyes,




136
sino tambien en las fortunas y comodi-
dades de todos? ¿Piensa que no ha llega-
do á nuestra noticia que eso de la propie-
dad es un verdadero abuso, y que el des-
orden se introdujo en el inundo el dia en
que hubo quien se atreviese á decir, esto
es nziol) ¿'Donde hay razon ni justicia para
que la dignidad del hombre se abata hasta
el punto de servir á otro, solo porque
este tiene y aquel no; que el uno vaya
dentro del coche., y el otro á la zaga;, el
uno esté sentado á la mesa, y el otro an-
de dando vueltas al rededor, habiendo na-
cido todos iguales? No habrá orden en el
mundo hasta que se igualen las fortunas,
y todos los bienes pasen á ser comunes á
todos, así como .tambien deben serlo los
trabajos., las molestias y las enfermedades.
El que no tenga calzones, ese es el ver-
dadero patriota, y todo el que haya au-
mentado su propiedad por cualquier ramo,
debe despojarse voluntariamente de ella,
y luego repartirse entre 'los que hemos
perdido la nuestra para que se nivele la
sociedad, que es en lo que consiste el
orden.


¡Oh cuán errados van todos ustedes,
dice otro interlocutor, en ir á buscar el


137
orden en raciocinios y teorías que hayan
dominado cn diferentes siglos y naciones!
El orden no se debe esperar nunca de las
leyes y reglamentos generales, sino que.
debe ser un producto de las ser.saciones
y del entusiasmo particular de cada indi-
viduo. Inmediatamente que se logre que
todos los hombres caminen hacia un mis-
mo fin, se verá como el orden y ia armo-
nía se establecen por sí mismos, sin nece-
sidad de que á nadie se le recomiende su
observancia. Y no parezca dificil este. me.,
dio, porque yo estoy muy seguro' de con-
seguirle con solo que se resuelvan á po-
nerme á mí al frente del gobierno. Ni se
atribuya á vanidad, esta, al parecer escesi-
va confianza en mis propias 'fuerzas, por-
que después . de haber meditado y obser-
vado muy despacio á todos mis contempo-
ráneos, en ninguno encuentro aquella can-
tidad de luces y de conocimientos que á
mí me adornan , y solo siento que los de-
'mas no esten dispuestos á hacerme esta
rigorosa justicia.


¿Qué justicia, ni qué luces, ni qué simple-
zas son esas que está vmd. ahí diciendo? re-
plicó un hombron de cerca de nueve palmos
de estatura, levantando un brazo belludo




13 8
Y musculoso. ¿Quién es el necio que ha:.
pensado introducir el orden en cl mundo,
contrariando las eternas leyes establecidas
por la naturaleza? ¿Háse visto jamas que
los cuerpos débiles dejen de ceder su lu-
gar á los fuertes y poderosos, ni que es-
tos varien de direccion por temor de in-
comodar á los que no oponen resistencia?
Si la atraccion es la que dirige y arregla
la marcha de los orbes celestes, y la atrae-
cion es una fuerza, ¿ quién duda que esta
es la que debe ser señora natural del mun-
do? Si desde los astros descendemos á los
animales, ¿ quién puede dudar de que el
orden establecido por el Criador fue el de
que los débiles sirviesen de pasto y de
alimento á los fuertes, sopena de aniqui,.
larse las principales razas , así entre los
terrestres, como entre los marítimos y vo-
látiles? El hombre mismo no conserva el
imperio sobre los (lemas animales , sino
porque es el mas fuerte de todos; y re-
sulta Por una consecuencia rigorosa , que
el que entre ellos sea el mas fuerte , es
quien debe mandar á los demas , y esta-
blecer el orden que le convenga.


Aunque vmi. perdone, señor coloso,
y sin que sea visto que yo me atrevo á


x 39
contradecirle, dijo un hombrecito delgado..
y pequeñuelo que estaba como escondido
detras de los faldones de la casaca de aquel,
á mí me parece que esa fuerza de que vmd.
habla, podria muy bien establecer una es-
pecie de orden que no fuese del agrado de
todos. No es esto decir que yo no esté muy
convencido del respeto que se merecen los
hombres de mucho puño, á quienes soy
el primero á reverenciar y á conceder la
razon en todo ; pero ya cine vmd. ha te,
nido la bondad de tomar por comparacion
las leyes del orden fisico , no deberá es-
trañar que le recuerde que proporcional-
mente los animales negneños están • dota-
dos de mayor cantidad de cerebro, en
donde dicen que reside el órgano del or-
den y el don de gobierno; y así era yo
de opinion de que esclusivamente estu-
viese encargado el mando á los hombres de
corta talla, y que ustedes los gigantes cui-
dasen de ejecutar nuestras órdenes. Así
venia vmd. qué escelentes granaderos y
qué coroneles tan sabios teniamos para con-
servar el orden.


En esta forma estaban discurriendo,
Y discurren todos los que hablan del orden,
sin que á ninguno le ocurra la idea de fi-




v 4o
jar ante todas chsas -el-verdadero signifiea;1
do de esta palabra. De aquí nace que con-
fundiendo el orden con su conveniencia
propia , miran como un desórden y una
anarquía todo cuanto se opone ó contradice
á su interes privado. Y en efecto „; cómo
ha de encontrar el órden en la igualdad'
de derechos aquel que por un. efecto de
la casualidad ó por los caprichos de un,
poder arbitrario posee, ó tenia por lo me-
nos fundadas esperanzas de conseguir, un
destino que no.merece.? ¿Cómo ha de ad-
mirar el orden que proporciona el impe-
rio de las leyes, aquel que sabe por el tes-
timonio de su propia conciencia , que no
tiene que esperar de ellas mas que castigo?


El orden. no es mas que el concierto
que resulta de que todas las cosas y perso-
nas esten en el' sitio que deben ocupar,
conforme á los eternos principios de la
justicia ' y de la verdad. Pero aunque nin-
guno se atreva á dudar de la exactitud de
esta definicion, cada cual se esfuerza á ha-
cer una aplicacion diferente, segun el es-
tado de su ánimo , segun lo que le dicta
su propio interes , y segun el tempera-
mento que predomina en su máquina.


El hombre pusilánime , dejado y pere-


14r
zo1o, ordinariamente prefiere la calma pro:
pia de la servidumbre á la actividad y bulli-
cio que son hijos de la libertad. El menor
grito, un movimiento desusado , una fór-
mula nueva, son para él otros tantos desór-
denes precursores de la anarquía , que le
roban el sosiego y le pronostican desastres
y 'ruinas. Por el contrario, los que son ac-
tivos y enérgicos nunca ven detras de sí
mas que abusos, miseria y esclavitud, sin
poder concebir el orden mas que en las
nuevas y contfutias reformas que les su-
giere su entendimiento, ó acaso su volun-
tad. Asi para aquellos como para estos la
palabra orden es igualmente sagrada; pero
en unos y otros no es mas que un pretes-
to plausible para que el género de gobier-
no se acomode á sus Miras interesadas. Tal
hay que mira con indiferencia todos los
escesos y violencias arbitrarias del despo-
tismo , por no oir siquiera hablar de una
asonada popular ; y otro habrá que mire
con semblante sereno los horrores de una
guerra civil creyendo que asi evita el vol-
ver á caer debajo del poder absoluto.


Unos y otros se separan del órden, por-
que unos y otros abrazan los estremos,'en
los cuales es imposible que consista.. En




x42
un gobierno absoluto podrá cuando mas
haber una seguridad individual precaria y
sin garantías; mas cuando la libertad de-
genera en licencia, no tardan en disolverse
todos los vínculos sociales. El escritor que
preconiza las ventajas de una ciega obe-
diencia puede ser interesado ó necio; pero
el que predica la anarquía es un verdade-
ro monstruo, enemigo del genero humano.


Igual divergencia de opiniones suele
haber en la inteligencia de la palabra or-
den aplicada,.á la administracion de la ha-
cienda pública, á la disciplina de los ejér-
citos , al. plan de educacion pública y de-
mas ramos en que estriba la prosperidad
de las naciones. Unos descarian que nun-
ca se alterase la antigua rutina, porque á
pesar de los vicios que todo el mundo vé y
confiesa, todavia les arredra aquella espe-
cie de confusion que ocasiona á los prin-
cipios cualquiera novedad , por útil y ne-
cesaria que sea. Acostumbrados á mirar al
soldado corno una máquina sin discurso
ni rellexion , cualquiera acto que indique
libertad es mirado por algunos corno una
especie de rebeldía , y tanto en ellos co-
mo en los niños que asisten á la enselianH
za , se mira corno un desorden todo lo


143
que se aparta de la antigua senda , por
donde se les conducia á la esclavitud á
fuerza dé castigos y de humillaciones.


Este orden consuetudinario no es otra
cosa que el desorden reducido á sistema,
asi como la perpétua gritería, pidiendo no-
vedades en todo, es un signo nada equívo-
co de una ambicion mal disfrazada , y (le
un egoismo hipócrita. El verdadero aman-
te del orden no solo sabe sacrificar sus
propias inclinaciones , y amoldar su con-
ducta á los principios de justicia . y de
verdad , sino que tambien procura ven-
cer la impaciencia por las reformas salir-


," dables , cuando en la precipitacion ó en
'el modo se puede aventurar el acierto.


Los gobiernos representativos son sin
dispnta los mas á propósito para estable-
cer el orden en su verdadera y genuina
signiíicacion , pero no se crea que á pe-
sar de las buenas instituciones es del to-
do imposible que se turbe por la ambicion
de les . particulares y aun de las •corpora-
eiones ; porque tan lisongero como es el
goce de la propia libertad , así suele pa-
recer duro el dejar espedita la de todos
los ciudadanos, sin cuyo requisito no pue-
de asegurarse el orden entre los hombres.




x44


Juicio de la Obra, publicada últimamente
con el título de Caton constitucional.


Publicamos con la mayor satisfaceion
una obrita que nos ha hecho el honor de
dirigirnos su autor don Gregorio Gonzalez
Azaola, diputado á Cortes por la provincia
de Sevilla. El modesto título que ha que
nido darla de Caton constitucional no pre-
senta por el pronto una idea tan ventajosa


- como la que da su lectura, que en cada
página descubre los muchos conocimien-
tos. y el sanísimo juicio que distinguen á
este escelente diputado. Bien diferente en
esto de otros muchos autores que bajo un
título pomposo y altisonante apenas co-
munican al lector una idea nueva y bien
meditada, el señor Azaola ha dado real-
mente It luz la mejor y mas clara esplica-
cion dé nuestra Constitucion española que
se ha publicado hasta ahora.


Este librito, que consta de solo 70 pá-
ginas, es de la clase de aquellos pocos
que estan destinados á andar en ma-
nos de todos , desde que empiezan á apren-
der á leer hasta que ocupan los primeros
destinos de la república. Siguiendo riga-


x4';
rasamente el método analítico, que es el
mas á propósito para fijar las ideas en los


► tiernos cerebros de los jóvenes, principia
su obra por las nociones mas sencillas de
la vida social, y de verdad en verdad le
va conduciendo hasta las cuestiones mas
dificiles de la política:


• Demarca con tanta
claridad los límites de los tres poderes de.
que se compone el gobierno representati-
vo , que no puede ocurrir la menor duda
aun al hombre mas caviloso, la cual no
pueda resolverse al momento por los prin-
cipios establecidos en el Caton constitu-
cional.


Tratando del gobiernd provincial des..
linda con tanta rapidez 'como exactitud
las atribuciones de los befos políticos, las
de los intendentes, ylas de las diputacio-
nes provinciales, • que con solo leerlo se
ve cuán sabiamente fueron creadas estas
últimas corporaciones y cuán importante
influjo ejercen en el gobierno y prosperi-
dad de los pueblos.


Pinta con uná vehemencia verdadera-
mente patriótica la utilidad y la necesidad
de que todos los ciudadanos concurran á
las elecciones , y describe las prendas y
circunstancias que se deben buscar para


roTOYI0




1.46
lograr el acierto en las que hayan de ha.:
cerse para diputados. Nombrar hombres;
dice , de conducta irreprensible y de mas
probidad que ciencia. Buscar al que no
lo pretenda. Preferir los de las clases útiles'
y productoras á. los de las especulativas y
consumidoras; los de una honrada media-
nía á los de grandes riquezas; los mode-
rados en su trato y porte, económicos y
apartados del bullicio de las gentes á los
rumbones, gastadores y amigos de boato;
los reservados y estudiosos meditadores á
los que . hablan•y leen mucho sin conocer
al hombre; y en fin los buenos padres de
familia y aplicados ciudadanos á los célibes
y desocupados, que pasan los Bias ente-
ros en fondas, cafés y concurrencias, y se
ven siempre de sobra en toda diversion
pública, sea la que fuere."


Y hablando luego del derecho tan mal
entendido por algunos que creen ó afectan
creer, que porque los pueblos nombran
los representantes al Congreso se reservan
siempre la facultad, de volver á reunirse
para reclamar en cuerpo lo que les parez-
ca, dice, que a no la tienen, porque estan
ya representados en debida forma. Lo
único que pueden y deben hacer es pe-


147
dir y esponer cuanto tengan por conve-
niente por sus legítimos representantes;
pero nunca gritar contra las autoridades,
nunca intimidar á los ejecutores de las le-
yes, nunca amagar con desórdenes y con-
mociones, nunca saltar la barrera de la
ley, nunca tomarse la justicia por su ma-
no ; pues en llegando á este estrerno todo
está perdido : la ley enmudece, la justi-
cia huye, y la reunion popular mas ino-
cente , ó principiada con el mas fundado
motivo, se convertirá en motin , -asonada,
tumulto; y edconces la anarquía horren-
da levantará poco á poco su feroz cabeza.
rodeada. de sierpes sobre el hermoso y
virginal cadaver de la libertad caste-
1 1 a'na."


Por último, despues de haber defini-
do sumariamente las obligaciones de los
diferentes empleados, asi políticos como
militares y administrativos , concluye ha-
ciendo una rápida pintura de la antigua
prosperidad de la España y de los medios
que deben prepararla de nuevo, contan-
do como el principal de todos tus olvido
perpétuo de todo partido, discordia de opi-
niones y resentimientos.


Somos de d¿ctamen que este seria el
zo.




148
libro mas precioso para la enseñanza de
las primeras escuelas , y que su lectura
aprovecharia mucho mas que las esplica-
ciones verbales de la Constitucion, en las
cuales habrá tantas variedades como maes-
tros , mientras que con esta preciosa obri-
ta se lograria á mulos costa la uniformi-
dad y el acierto.


49
Jclaracion de un artículo del número 54


del Censor.


Cierto que se ven impresas cosas
que no estan escritas.


IRIARTE.


En efecto, estamos en un tiempo tan
fecundo en maravillas, que á cada paso su-
ceden, se dicen, y se imprimen cosas que
despues de sucedidas, dichas é impresas,
todavia parece imposible que hayan suce-
dido, que se hayan dicho, ó que haya ha-
bido quien tenga la impudencia de impri-
mirlas. Tal es la tempestad que entre un
cierto .número de gentes ( número corto
ain duda, pero que pretenden darse á sí mis-
mos una importancia que no merecen ni
tienen en realidad) escitó un artículo del
número 54 de nuestro periódico, en el cual
se impugnó irónicamente un opúsculo pu-
blicado en la Miscelánea. Nosotros ahorra-
rémos 'á nuestros lectores la escandalosa re-
lacion de cuanto ha pasado en este nego-
cio, y la noticia de los dicterios, las calum-
nias, las amenazas que ha valido á su. autor
aquel inocente juguete: y no nos degra-




3.)o
daremos tampoco respondiendo á las des-
vergüenzas de verduleras insertas en algun
periódico, no solo contra el colaborador
nuestro que compuso aquel artículo , sino
contra todos nosotros, y .contra nuestro
papel. Está este ya demasiado acreditado
para que aquel pobre periodista pueda des-
conceptuarle con sus violentas pero necias
é insulsas declamaciones; y esto es lo que
á él y á otros varios les aflige, les ator-
menta y les roe el corazon. Pero habrán
de tener paciencia, y tragarla, mal que les
pese ; porque hallándose la obra en manos
del público, y habiéndose empezado hace
mas de un año, continuando su publica-
cion , y siendo recibida con mas aprecio
cada dia , es ya muy tarde para persuadir
á los hombres juiciosos é imparciales que
la hayan leido ó la leyeren, que el Censor
es otra cosa de lo que es en realidad. Los
que le , leen y saben, hace mucho tiempo,
que el Censor se emprendió, se continua
y se continuará, no para desacreditar la
libertad bien entendida, que sus redacto-
res aman y han amado tecla su vida; no
para impugnar los principios filosóficos que
ya conocian y profesaban cuando los que
ahora los llaman observadores austriacos no


15
habrian acaso nacido, ó á lo menos no
sabían que hubiese en el mundo una cosa
llamada lilosofia; no para destruir un
orden de cosas sin el cual ellos, ni esta -
rian ahora en su patria , ni podrian adqui-
rir con sus escritos la tal cual celebridad
que estos les procuran y á la cual no pue-
den ser indiferentes, sino para combatir
con todas sus fuerzas el jacobinismo , la
anarquía, los tumultos, el desorden , los
asesinatos cometidos en nombre de la li-
bertad y las doctrinas desorganizadoras
de toda sociedad, que algunos confun-
den con las ideas liberales. Si esta censura
es saludable y necesaria, si es util y muy pa.
triótico el celo de los que á ella han consa•
'grado sus plumas, y si en efecto hay ó no
entre nosotros algunos ilusos ó furiosos que
llaman la libertad á la licencia; las ocurren...
cias y asonadas de estas dos últimas no-
ches (se está escribiendo esto en la ma-
ñana del 2 2 ) para no hablar de otros des-
órdenes anteriores pueden decirlo , y con-
fundir al que tenga la osadía de negarlo.


Vinisndo ya 'al artículo que tanto es-
cándalo farisáyco ha cansado á nuestros
anarquistas, no nos detendremos á espli-
caries el ssntido legítimo del artículo 3.°




52
de la Cnnstitucion, en cal cual se . dice,. •y
con mucha verdad , que 'da soberanía re-
side esencialmente en la nacion.» Se ha
comentado y esplicadO ya tantas veces y en
tantas obras esta doctrina; nosotros mismos
la hemos ilustrado tan completamente en,
varios. artículos , y la hemos reducido tan
luminosamente á que sea en adelante un
axioma de geometría, que seria abusar•de
la paciencia del pillico insistir mas en una
verdad que casi puede llamarse de Pero Gru-
llo. Ademas el Universal traia ayer, citando
cierto periódico de Málaga un articulo
que nada deja que desear ent la materia.
Sería pues inútil que repitiesemos lo que
saben ya hasta los nIños de la escuela. Así,
no fue el objeto esplicar el sentido consti-
tucional de la palabra soberanía , y mucho
menos »buscar el ridículo al artículo de la
Constitucion" que de ella trata. Fue el de
burlarse de los que maliciosamente dicen
pueblo .soberano y no nacion soberana: la so=
berania reside en el pueblo. y no reside en la
nacion: porque así á favor del equívocd que
envuelve la palabra pueblo, halagar, , enga-
ñan, seducen y estravian al ignorante vulgo
haciéndole creer que él es el verdadero sobe.
rano á quien toca dictar leyes, y á quien los


•153
magistrados 'mismos deben obedecer. Y es-
tos no son gigantes que 'solo existan en la
desarreglada imaginacion de algun Quijote,
ni son falsas suposiciones, ¡ ojalá lo fuesa
ni el quitar la máscara á los plebícolas es
desacreditar la regeneracion de la patria;
ni el citar al farolero y al pocero (no al
aguador) es burlarse de estos honrados
ciudadanos, sino hacerles entender que si
la sociedad entera es soberana-. respecto de
sus individuos, estos, tomado cada uno en
particular, son dueños y propietarios de
sus personas , industria, trabajo y perte-
nencias; pero no fracciones del soberano,
como decian los Sansculottes de Paris, por-
que la soberanía es un atributo de la na-
cion tomada colectivamente y no puede
dividirse en partes, de modo que á cada
miembro de la comunidad le quepa la suya.
Y el repetir y predicar esta doctrina á las
gentes indoctas , es tanto mas necesario
cuanto que fascinados por las adulaciones
de los que quieren amotinarlos contra la
autoridad. de los magistrados, se les oye
decir con frecuencia : »Nosotros somos el
pueblo soberano, el pueblo soberano quie-
re, manda ect.", cuando los que así hablan
no son Mas que una fraccion infinitamente


711




154
pequeña del gran pueblo español en quien
únicamente reside la soberanía. Y aun se les
podria disimular que se esplicasen con al-
guna impropiedad, si esta inexactitud de
lenguage no pudiese tener y no estuviese
teniendo ya consecuencias harto serias y
peligrosas; pero del ahuso de laS voces, se
pasa frecuentemente al abuso de las cosas.
Si las citadas espresiones, no solo impro-
pias, sino falsas, y lo que es mas, incons-
titucionales, saliesen de boca de personas
instruidas; el Censor las hubiera comba-
tido con seriedad y con las armas del, ra-
ciocinio; pero siendo proferidas por el vul-
go imperito, se prefirió la ironía y el uso
de lo ridículo, para que así resalte mas el
absurdo de ' llamar soberana á la plebe, la
cual estando compuesta de individuos, muy
útiles sin duda, pero obligados á ocuparse
en trabajos mecánicos y groseros, verán
ellos mismos que el magnífico Y pomposo
título de soberano con que algunos inten-
tan alucinar al pueblo, en cuanto se en-
tiende por esta palabra la totalidad de las
clases ínfimas de la sociedad , mas bien
que un honor es una especie de insulto he-
cho á su miseria ; porque la palabra sobe-.
rano por el hábito de aplicarla á los prín-


x55
ipes, escita necesariamente una multitud
e ideas que no pueden convenir á la des-


graciada situacion de los trabajadores, ni al
lugar que estos ocupan en la gerarquía so-
cial. Y si nos preguntan todavía nuestros
demagogos qué interes tenemos en desenga-
ñar á este pobre pueblo bajo de los errores
en que ellos procuran imbuirle, les res-
ponderemos que amamos á nuestra patria
y no queremos que en ella se repitan las


7)anoTientas escenas de la revolucion fran-
esa , y que un dia el pueblo soberano de
os barrios de Madrid entre en el salon
de Cortes ,y arroje sobre la mesa del pre-
sidente la cabeza de algun diputado , asi
como las soberanas secciones dé París lo
hicieron con la del desgraciado Ferrand.
Dii melio7a!


En cuanto al periódico indicada de-.
bemos prevenir á sus redactores que si no
rebatimos uno por uno todos sus groseros
insultos , no es porque no tengamos que
responder, sino porque la razon, la ló-
gica , la verdad y la pluma por una par-
te, y por otra el martillo , el puñal , la
cuerda y las teas encendidas , no son ar-
mas iguales. Bien saben ellos lo que esto.
quiere decir.




1 5 6


Sobre el uso natural de las canciones
patrióticas.


«Hace dias que habia previsto este resul-.
lado ú otro peor que pudo tener, y aun
recelo lo indiqué. Irritados los ánimos,
creidos unos que pueden cantar, y per-
suadidos otros de que esto-es ofensa, se ha.
ce preciso dictar una providencia que evi-
te una nueva inquietud." El alcaide de
bar, io del cuartel de las Descalzas en el
parte que paso en el 2 1 del corriente al
señor gefe político . sobre lo ocurrido en el
Postigo de san 'Varan.


Cuando un pueblo suelta las cadenas
que le




óprimian , y principia á sentir los
ensanches de la libertad, es tan natural
que exhale su alegría cantando las venta-
jas de Su nuevo estado y las alabanzas de
aquellos por quienes le alcanzó , corno
fuera violento é impolítico impedírselo ba-
jo cualquier pretesto. Por esto han abun-
dado siempre y resuenan en todos los pue-
blos recientemente libres los himnos á la
Libertad y á sus mas ilustres campeones,
sin que de un uso tan general resulte.


z57
disonancia sino para los oidos de los an-
tiguos opresores, ó los de aquellos que
tenian vinculada su fortuna en servirles
de instrumento. Suele suceder tambien
que en medio de la alegria universal, es-
tos últimos no pueden disimular su des-
contento; y el pueblo que por su gesto,


sus palabras y acciones penetra los
deseos de que se hallan poseidos , los con-
sidera como enemigos ocultos de las ins-
tituciones liberales, como egoistas pron-
tos á destruir el bien comun por fomentar
el suyo personal, y corno miembros es-
purios de h, sociedad, que tan solo quie-
ren mantenerse en ella por contribuir á
su disolucion ó su mas pronto trastorno.
No es tan facit penetrar los manejos su-
yos como sus intenciones siniestras ; y co-
mo estas, aun siendo claras, no estar su-
jetas al imperio de la ley, encuentran mu-
chas veces el freno y correctivo mas apro-
piado en las canciones picantes y en los
apodos satíricos, que nunca. dejan de ha-:
cerse ni de aplicarse bien ó mal. Son un
desaogo de la índignacion y tambien de
la malignidad, que á la semejanza del asma
cortante, sirven para sajar y curar las llagas
rebeldes del cuerpo político y para ha-




158
cerselas de nuevo : un remedio saluda-
ble contra los casi-delitos á que no pue-
de alcanzar la sancion de las leyes , y
un estimuló perjudicial para la salud
y tranquilidad del Estado , segun se
hace su aplicacion , con tino y dis-
cernimiento , ó con mala fe y por ca-
pricho. En nuestro juicio pudiendo ser un
insulto y á las veces un atentado crimi-
nal 'la aplicacion maligna ó indiscreta de
los apodos satíricos de serviles, caballeros
de la orden del apagador, pancistas etc. á
las personas mas juiciosas y moderadas ,
á príncipes poderosos y representantes su-
yos en las capitales donde residen, son
tambien capaces de obrar y efectivamen-
te han obrado en España y Francia gran
número de transformaciones útiles para
los intereses de la humanidad, sin verdu-
go , sin sangre, y sin mas violencia que
la del amor propio indirectamente zaheri-
do. Porque vemos que hasta los mas obs-
tinados partidarios del gobierno absoluto se
indignan de que les llamen por su nom-
bre serviles ó pancistas, y se avergüenzan
de merecerle: observacion util de que pue-
de sacarse mucho partido por los genero-
sos reformadores de antiguos abusos.


1 59
lo falta pues que asi corno el celoso pa-
dre de familias atiende á que su hijo no
se hiera ó hiera á otro con el manejo ca-
sual de un arma cortante ó mortífera, la
autoridad vigilante del Gobierno , que
egerce en la nacion las funciones de aquel
sobre el pueblo, compuesto no solo de in-
dividuos discretos y juiciosos, sino tam-
bien de niños , de locos y de malvados,
cuide de evitar que se ofenda ó se com-
prometa la tranquilidad pública con el abu-
so de las palabras y canciones satíricas,
castigando egemplar y prontamente al que
se las aplique á otro sin ju.sticia ni razon.
La cancion satírico, Trágala perro, cuyo
mérito está contenido todo en la enérgica
espresion de la primera palabra , repetida
con malicia delante del palacio real , de
la puerta de la casa de un sugeto virtuo-
so, ó de un estrangero respetable por su
caracter y representacion , es. un atenta-
do ó un verdadero insulto que los magis-
trados deben castigar luego que llegue á
su conocimiento ; y cantada á un servil
pertinaz é incorregible, aun cuando le
amargue, puede ser una animadversion me-
recida, y la mas suave y moderada que
se le pudiera aplicar, no dándole otra.




i 6o
Cont rayendo ahora estas reflexiones,


rápidamente indicadas, á la. cuestion que
presenta el juicioso alcalde del barrio de
las Descalzas, sobre si el pueblo puede ó
no puede cantar lo que se le antoje, no
nos detendriamos en responder afirmati-
vamente, cargando la responsabilidad del
abuso á la autoridad que á sabiendas le
tolerase ó consintiese. Si el alcalde quiere
decir tambien en las espresiones del parte
citadas al principio de este corto artículo,
que ya antes se Babia provocado á los
guardias encerrados en san Martin con la
repeticion de las mismas canciones, y que
habiendo dado parte al Gobierno no lia-
hia puesto remedio , este descuido vi tu pe:
rabie habria sido la causa de los desórde-
nes del Postigo de san Martin y de sus es-
candalosas resultas.


EL CENSOR,.
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 57.


SttnAno, x.0 »E SETIENTB111 ?, »E 182 / .


De las elecciones populares en los gobiernos.
.representativos.


Se acerca ya la época en que la nacion
española debe nombrar personas que la
representen , que espresen su voluntad y
defiendan sus intereses; ya . empiezan -á
á agitarse la ainbicion, el espíritu de par-.
tido.


y los temores ministeriales.. Esta sor-
da. y general fermentacion que seobser-,
va en los paises libres, .cuaodo. se aproxi7
rrta el tiempo. en. que los ciudadanos ejer-
zan su mas. precioso. 4>de l'echo,. y el
cuyo ejercicio se reservaron- al delegar la
autoridad legislativa ., y ál confiar al prín7
cipe el cuidado 40 . hacer ejecutar todsa


TOMO X.
• II




I 62
las leyes, y de nombrar personas que las
apliquen en los casos contenciosos : esta
inquietud, decirnos, en que estan todos los
asimos en aquellos paises en que hay espíri-
tu público, lejos de ser temible, y de que sea
conveniente calmarla ni adormecerla , es al
contrario un síntoma favorable á la liber-
tad , y una prueba de que los particulares
miran con interes la causa pública. La na-
don, que al acercarse la época de las elec-
ciones, viese llegar tan crítico momento sin
dar muestras de solicitud ni cuidado , y en
que no hubiese candidatos que ambicio-
nasen el alto honor de ser los órganos de
la voluntad general, ya porfia decirse que
estaba, en vísperas de recaer en el régi .
men arbitrario. Asi vernos en la historia
cuán grande era el movimiento de Roma
libre en los las de los comicios para la
éleccion (le los supremos Magistrados; y
hey mismo vemos tambien qué especie de
anarquía tumultuaria se apodera de toda
la Inglaterra cuando tiene que renovar su
'parlamento. En Francia reyna tambien
cha agitacion , aunque de otra especie
cuando van •á juntarse los colegios 'electo.
Tales; y basta en los Estados-nidos de


ruérica, en los cuales una constitucion


163
'derativa disininnyé Mucho la importancia
de las elecciones para el gobierno central,
no deja tambien de escitar. lá curiosidad
pública el nombramiento d,e presidente. NO
estraiíamos pues que entre nosotros em-
piece ya la atencion del público á conver-
tirse hacia las elecciones para diputados;
y lejos de vituperar este sentimiento de
cínica solicitud, nos congratulamos con
todos los buenos ciudadanos, de 'que la
nacion •empiece á no ser indiferente á sus
mas caros intereses. Sin embargo, corno
se habla. -ya del influjo que el ministerio
desea ejercer en los futuros nombramien-
tos, se cita una circular suya dirigida á
los gefes políticos, y se ha comenzado ya
á tratar del asunto en las reuniones pa-
trióticas y en los diarios: nosotros , pres-
cindiendo, como lo hacemos siempre, de
la cuestion particular, examinaremos las
generales que ofrece la materia de elec-
ciones por el orden siguiente:. La ¿ Tiene
derecho el ministerio en los gobiernos
representativos para influir directamente
en las elecciones de diputados ? 2.a Su-
poniendo que le tenga, cómo, hasta qué
punto , y en qué sentido ha de ejercer tan
importante y.. peligroso derecho ? 3. a


:¿




tf


x14.
tienen los particulares para mostrarse can.;
didatos , y trabajar para que recarga en
ellos el nombramiento.? 4.a Cuáles son los
medios que lícitamente pueden emplear pa-
ra obtener la preferencia sobre sus competi-
dores? 5.a Qué deben hacer los electores des•
pues de recibir las inspiraciones del minis-
terio, y de escuchar á los pretendientes?


Para resolver la ,primera bastará exa-
minar cuál es la esencia del gobierno re-
presentativo., en . qué consisten sus venta-
jas , y qué clase de precauciones deban
tomarse para que en él no' se sustituya la
arbitrariedad á la regla , y las pasiones á
la razon. Sin estendernos sobre la teoría
de los tres poderes, ni sobre los dernas
principios que constituyen y caracterizan
á los gobiernos representativos, recordare-
mos solamente lo- que quiere decir esta
palabra. Todos saben, y la voz misma lo
indica, que se llama representativo aquel
gobierno, en el cual cierto número de ciu-
dadanos escogidos , y libremente nombra-
dos por la nacion , intervienen directa_
mente en la forniacion de las leyes, con-
tienen á la potestad ejecutiva, ya esté en
manos de uno solo, ya en las de muchos,
dentro de los límites que la Cowstitucion


165
La puesto á su autoridad, y cuidan de que
la ley fundamental sea fielmente observa..
da en todos sus artículos, y de que los
derechos de los individuos, y los fueros
generales de la nacion, sean religiosamen-
te respetados. Todos saben que para que.
estos representantes del pueblo, estos in-
térpretes de la voluntad general , estos
defensores de las libertades públicas, pue-
dan ejercer dignamente,


su alta magistra-
tura , y desempeñar. fielmente el importan-
te cargo que les han confiado sus comi-
tentes ; es necesario que gocen de la mas
completa libertad , y que sean absoluta-
mente independientes de la potestad eje-
cutiva , Fa cual deben vigilar en sus ope-
raciones y contener ea sus extravíos. To-
dos saben que para asegurarles esta liber-
tad y esta independencia , nuestra Consti-
tucion, ademas de tornar varias precaucio-
nes dirigidas á que las elecciones de di-
putados no sean influenciadas por las pa-
siones particulares cí los intereses de los
partidos , prohibe á los diputados, mien-
tras lo sean , admitir para sí, O


.
so-


licitar




para otros, empleo alguno de pro
vision del rey, y ni aun ascenso como
no sea de escala; y que llevando mas




Y.66
adelante su prevision, les prohibe tamiliera.
que durante el tiempo de su diputacion,.
y un año. despues , obtengan para sí ni so-
liciten para otro pension ni condecoracion
alguna dé las que concede el rey. Pregun-
tamos pues, si es tan necesario que los
representantes de la nacion sean libres é
independientes en el ejercicio de su au-
gusto ministeria; si á este fin se les
prohibe hacer, mientras sean diputados, lo
que es permitido al último ciudadano ,
saber , el pedir y obtener para sí ó para
otro. los empleos, mercedes y gracias que
dispensa. el gefe del poder ejecutivo: ¿ ten-
drá este ó tendrán sus, ministros el dere-
cho constitucional deintervenir en las elec-
ciones paro diputados, dirigir y manejar
á su gusto ton importante cperacion , ha-
cer que los nombramientos recaygan en
sus clientes y favoritos, y formar con ta-
les amaños uno representacion. nacional
compuesta de sus hechuras ? Si el minis-.
terio pudiese legítimamente., intervenir y
mezclarse en las elecciones, indicar y re-.
comendar los candidatos, y sobornar con
esperanzas y promesas á los electores pa-.
ra que diesen • su voto á los que le bu-.
biesen prometido sosteneyle en los deba,


n 67
tes , y aprobar cuantas propuestas hiciese
en uso de la iniciativa parcial que la Cons-
titneion le , permite,.¿ de qué serviria lue-
go que los diputados, asi escogidos, no pu-
diesen pretender ni admitir empleos, con-
decoraciones é gracias durante los dos años
de su diputacion ? ¿ Pues qué el ser dipit-.
todo no es, aunque no se llame empleo,.
una comision honorífica, lucrativa y cien.
veces mas apetecible pie un eintajo insig
nifican te? ¿Cómo. seria pues independiente
del ministerio el que le hubiese debido tau
honrosa distincion ? ¿ Y no debcria supe-.
nerse que el ministro que le hubiese pro-
tegido para obtenerla, no lo habria hecho
sino bajo- el tácito ó espreso convenio de
que en todas ocasiones defienda las opi-
niones ministeriales , sostenga el partido.
de la corona , y. vote en favor de sus pre_
tensiones ? ¿ No es esto lo que se está viendo
en Inglaterra? ¿No es esto de. lo que se
quejan todos los ingleses amantes de la liber,
tad ? ¿ No reconocen todos, como el vicio ea-
pital de la constitucion inglesa . , la influencia
que el ministerio ejerceen las elecciones par_
lamentarias ? ¿No es este influjo el que le
asegura. constantemente la mayoría en to-'
das las,. votaciones? . ¿No es la. ley -última,




168
dada en Francia sobre las elecciones ¿te
diputados la que , proporcionando al mi-
nisterio dirigirlas y amararlas, segun los
intereses del partido antiliberal, ha forma-
do la cámara ultrarealista, ultramontana
y ultrairracional, qué ha vendido tan baja,
vil y eseaWdalosamente la causa de la na-


.


cion, de la . libertad y de la filosofía en
la memorable sesion que acaba de 'termi-
narse? ¿Quién ha impedido que entrasen en
la cámara los ilustrados patriotas, que uni-
dos con la minoría liberal que habia pro-.
porcionado la antigua ley, hubieran he-
cho triunfar el partido de la razon, hu-
biera obligado al gobierno á observar fiel y
religiosamente la carta constitucional , y
hubieran acabado con ese régimen de es-
cepciones que tiene -encadenada con for-
mas legales la libertad del pensamiento, y
suspendido indefinidamente el derecho mas
precioso del hombre, que es la seguridad
de su persona!' La influencia ministerial en
las elecciones., ¿ Y consagraremos nosotros
un abuso tan funesto ? ¿ Y erigiremos en
derecho la pretension mas injusta de los
agentes del poder ? ¿Y pondremos en sus
manos una arma tan poderosa , y de que
pueden: abusar tan facilmeme ? Se dirá


169
tal vez que nuestros ministros actuales no
emplearán su influjo- para traer á las Cór-
tes fanáticos, anticonstitucionales y servi-
les. Lo creemos así: pero no se trata del
uso bueno ó malo que tal ó cual ministro
puede hacer del influjo que ejerza en las
elecciones : se trata de este influjo,
considerado en sí mismo, y de que una
vez consentido•, autorizado y reconocido
como una de las prerrogativas del gobier-
no, degenerará pronta y necesariamente en
un abuso intolerable , porque vendrá á pa-
rar en que la representacion nacional es-
tará siempre compuesta de hombres , si no
vendidos-al gobierno, agraciados á lo me-
nos por él; y que á fuer de agradecidos no
se atreverán á resistirle , cuando. lo exija
el bien publico , pon la firmeza de hombres
libres é independientes, y qiie nada le de-
ban nada esperen de su mano, y no ten-
gan porqué temerle. Ademas, si el minis-
terio 'actual no es capaz de recomendar
para diputados á los enemigos :de la Cons-
titucion , puede haber mañana otros mi-
nistros que sean muy capaces de hacer
lo , y que tal -vez serán buscados y elegi-
dos al intento. Finalmente, aun cuando es-
tuviesemos seguros, cosa imposible; de que




17e
los ministerios futuros pondriarislompre
mira en hombres adictos por principios.
al sistema constitucional, seria siempre fu-
nesto que las Córtes se compusiesen de
sus hechuras ; porque hay una infinidad
de negocios y una gran multitud de cues-
tiones , en que sin dejar uno de ser libe-
ral en el fondo , puede tornar un parti-
do contrario al interes general; y si por.
desgracia era este partido el del gobier,
no, las leyes serian malas, Aunque los di-
pinados no fuesen en su corazon enetni-
cros de la libertad. Esto se está viendo en
Inglaterra. Entre los individuos de la cá-
mara de los comunes acaso no habrá uno
que no sea lo que se llama un hombre
liberal, ni uno que no desee la gloria y
la prosperidad de su pais: y sin embar.
go, como la mayoría vota siempie lo que
desea el ministerio, y este no quiere siem-
pre lo mejor, pasan algunas leyes que no
merecen la aprobacion general. Entre no-
sotros, y en el poquísimo tiempo que lle-
vamos de régimen constitucional,.pudietan
ya citarse algunos casos en que la defe.
rencia del congreso á la opinion del
ministerio le hizo adoptar ideas que
luego ha tenido que .abandonar. Testigo el,


173/
sistema de hacienda adoptado en 1820,
y que ha sido preciso reformar en 1821.


Pero se dirá: el gobierno es el encar-
gado de la ejecucion de las leyes , y cuan-
do está de buena fe es el mas interesado
en que se conserve el sistema establecido:
por consiguiente, si teme, sabe ó presume
que van á hacerse malas elecciones, y que
estas por lo general van S. recaer en per-
sonas poco adictas á las nuevas institucio-
nes, puede y debe emplear todo su poder
en impedir que los electores , seducidos 45
ganados por los eternos enemigos de toda.
reforma , • envien al congreso hombres,
que lejos de trabajar en sostener y conso-
lidar el edificio de nuestra regeneracion,
se ocupen en minarle y destruirle. Si la.
Regencia, se añadirá, hubiera cuidado en
z81:5 de que las elecciones recayesen en
buenos y probados patriotas , no se hubie-
ra visto en 1814. á 69 diputados pedir ellos
mismos que se •disolviese y declarase ile-
gítimo el congreso en que se sentaban:
ni se hubiera visto tampoco transformadas
en concilio las Córtes españolas en el si-.
glo XIX como si estuviesenios en el de los
concilios toledanos.. Nos parece que hemos.
propuesto:la o.bjeciou Gu toda su fuerza; y no,




179.
se dirá que no ventilamos de buena fe la cues--
tion á que se refiere: oygase ahora la respues-
ta , la cual es en suma, la solucion del segun-
do problema que propusimos al principio,


Cuando negamos al ministerio el dere-
dio de dirigir y amañar á su gusto las elec-
ciones de diputados, queremos decir que
en. los gobiernos verdaderamente libera-
les no debe permitirse al. poder ejecutivo
designar a los electores los candidatos que
han de elegir, y muchz menos comprar sus
votos , 'ya ofreciéndoles empleos , honores
y mercedes en premio de su docilidad, ya
amenazándoles con Fu desagrado y su ven-
ganza en caso de que no accedan á sus in-
sinuaciones. Tampoco debe consentirse que
los ministros con órdenes é instrucciones se-
cretas, comunicadas á sus agentes subalter-
nos, les manden formar ocultas intrigas , ni
emplear sordas maniobras para escbir de
la cámara. representativa á determinadas
personas , ó para llenarla de sus clientes
y de. hombres que , ó por estar ya emplea-
dos,"ó por aspirar á serlo , se prestarán dó-
ciles á complacer y servir á los dispensa-
dores de las gracias. El único influjo le-.7
gal que el ministerio. puede ejercer en las
elecciones populares se reduce á ilustrar'


173
los electores-, 'á prevenirlos contra la


seducción y ocultos manejos de los parti-
dos , y á recomendarles la mas absoluta
imparcialidad en sus votaciones; mas es-
te influjo no se ha de ejercer á escondi-
das, y á manera de quien intriga y maqui-
na, sino abierta, pública y francamente por
medio de manifiestos y proclamas, en que
no se vea otra mira que la de impedir que
se yerre en tan importantes elecciones. Por
consiguiente, nunca deben los -ministros
hacerse los órganos de -una -facción , ni de
ninguno de los partidos en que la opinion
esté dividida : deben recomendar al pue-
blo que escoja los ciudadanos mas virtuo-
sos y mas sabios; pero jamás escluir cla-
ses enteras á pretesto de que se presume
que profesan ahora ó profesaron en otro
tiempo tales ó cuales opiniones ; porque.
toda esclusion , como inda proscripcion
general, es esencialmente • injusta. No hay.
clase ninguna , y mas si es un poco nume-
rosa, en la cual no se hallen individuos
que sean una escepcion honorífica de la re-
gla general, por la cual se pretende juz-
garlos y ..medirlos. Entre los clérigos , por.
ejemplo , no todos son partidarios de las
doctrinas ultramontanas : . entre los grandes,




'74
no todos piensan que la nobleza heredita-
ria sea una institucion filosófica : entre los
mayorazgos, no todos defienden las vincu-
laciones, ni piden que se conserven eter-
namente; y para contraernos al caso de-.
terminado que da lugar zi estas refiexio,
nes , entre los liberales exaltados hay mu-
chos hombres de buena fe, que si exa-
geran los principios es porque están erei-
dos de que en esto consiste el patriotismo:
los cuales, por consiguiente; cuando su
impetuosidad juvenil fuese templada , mo-
derada y contenida por la prudencia de
colegas mas formados y tranquilos , serian
escelentes -diputados. Entre los llamados
neciamente afrancesados , hay muchos que
no ceden al mas-acalorado patriota, ni en
amor á su patria , ni en celo por la liber-
tad, y que no carecen de la. instruccion y
esperiencia que se requieren para traba-
jar utilmente en materias legislativas. Por
otra parte, hay algun artículo eri la Cons-
titucion , hay alguna ley que inhabilite pa-
ra ser diputados á Córtes , ni á los libera-
les exagerados, ni á los que durante la in-
Vasion francesa se sometieron al vencedor?
Se dirá , que 'respecto de estos últimos hay
Un decreto de las Córtes estraordinarias que


s75
prohibe dar empleos á los que no hayan
trabajado por la independencia nacional.
Pero, primero, un decreto dictado por las
circunstancias de aquel tiempo no debe sub-
sistir cuando estas circunstancias no exis-
ten. Segundo, cuando una ley posterior
habilita á cuantos pudieran ser compren-
didos en aquella prohibicion , rara que
puedan aspirar á todos los destinos y ho-
nores á que se hagan acreedores , es evi-
dente que está derogado el que antes los
escluía de los empleos de nombramiento
del gobierno. Tercero, suponiendo que es-
ta esclusion estuviese todavia en su vigor
primitivo en orden á las elecciones que
tocan al poder ejecutivo , nunca puede es
tenderse á los cargos de república de nom-
bramiento del pueblo. Para estos no hay
ni puede haber otra ley que la Constitu-
clon: en ella se espresan las cualidades
que han de tener los ciudadanos para que
puedan ser nombrados diputados nacio-
nales y provinciales, alcaldes y regidores:
luego todo el que las reuna puede ser ele-
gido constitucionalmente, y el ministro ó
gefe político que de propia autoridad los
escluye, infringe notoriamente la Constitu-
eion , que deberia observar; se arroga




x


facultades que ella no le ha concedido , y
se erige en legislador constituyente,. Res-
pecto de los liberales exaltados , hay toda-
via otra razon. que hace mas brillante la
injusticia , y e; lo vago de la calificacion,
y lo imposible de aplicarla con seguridad.
Cuando se habla de los que sirvieron bajo
la dominacion estrangera , si esto fue-
se en el dia una tacha legal , es facil co-
nocer á los que se hallen en este caso, por-
que se trata de un hecho público que ellos
mismos no niegan ni podrian negar , aun
cuando quisiesen ; pero si se trata de exal-
tados, cómo podrá . escluirse á nadie de
las elecciones bajo este ridículo pretesto?
.¿ Qué quiere.decir exaltado? . ¿ Qué ha de ha-
ber hecho O dicho un individuo para que
merezca esta. calificación ? Cómo se pro-
bará que le conviene ? Pero ¿á qué insis-
tir -mas en una cosa tan notoria ? Pase-
mos la tercera cuestion.


Como somos. todavia novicios en esto
de gobiernos representativos, no será esa
trafio qne si alguno ó algunos .ciudada-=
nos se presentan públicamente como can-
didato, en las próximas elecciones, caygat.
sobre ellos toda la ira de los noveles pe-
riodistas y se sean regalados con los so,


177
poros epiteios de atrevidos, petulantes,
presumidos, insolentes y ambiciosos. Pero
deben saber los que asi los maltraten , que
en un gobierno libre es un acto de civis-
mo ofrecerse á servir á la patria en cual-
quiera ramo que sea , cuando el que se
ofrece está seguro de poder ser util en aque-
lla comision. En las antiguas repúblicas los
ciudadanos de Mérito, recordando al pue-
blo sus servicios cuando se iba á hacer la
eleccion de magistrados, no se avergon-
zaban de pedir para sí aquel cargo que me-
jor podian desempefiar. En' Roma se hacia
esto con tal publicidad y aparato , quedos
pretendientes al consulado no' solo roga-
ban uno por uno á todos los ciudadanos
que les favoreciesen con-Su voto , sino que
hasta en el vestido anunciaban su preten-
sion ; y hien sabido es que por cuanto acos-
tumbraban á llevar entonces una toga
blanca (candidal, se les dió el nombre de
candzdatos , que nosotros damos todavía á
toda clase de pretendientes , aunque 'estén
vestidos de negro. Hoy mismo en Ingla•-•
terca los que aspiran ser vocales del par-
lamento, no solo no recatan sus deseos, si-
no que emplean ostensiblemente todos los
medios que estan á su alcance para ganar


TOMO X.
13,




)78
los votos de los electores. No aprobamos a.,
algunos de los que se permiten en aque-
lla nacion , pero citarnos el hecho para
prueba de que alli no está mal vista la
pública candidatura ': y en efecto., si alli
y en todas las naciones cuitas es permi-
tido pretender públicamente los empleos
-de nombramiento del gobierno , y si este
mismo avisa poi edictos que han vacado,
convoca á los pretendientes y les invita ,á
que presenten sus , memoriales, por qué no


ha de permitirse que haya también preten-
dientes públicos para la honorífica é im-
portante comision de diputados? Al con-
trario, este seria un medio casi infalible de
acertar en. las elecciones. Si los candida-
tos presentasen en las secretarías de los ge-
les politices una esposicion documentada
de sus eircunstancias y servicios , si en
aquellas oficinas se formase. una lista de
los aspirantes , acompaáande á cada nom-
bre un breve estracto de su relacion de
méritos , y si estas listas se imprimiesen
y circulasen por toda la provincia poco an-
tes de reunir las juntas electorales, ten-
.drian los electores una como base de sus
deliberaciones, y todos los ciudadanos po-
drían darles noticias útiles por medio de


179
los diarios , acerca del mérito de los pre-
tendientes. Los electores no estarian suje-
tos á escoger precisamente en la lista cir-
tulada , y podrían ir á buscar en su oscu-
ro retiro al hombre tímido que no se hu-
biese atrevido á mostrarse pretendiente;
pero á lo menos no serian sorprendidos por
las intrigas sem etas de los qne hubiesen
aspirado públicamente al alto honor de
sentarse -en el congreso nacional. Su nom-
bre, sus méritos y sus acusaciones; todo es-
taría impreso , y ellos podrían juzgar con
conocimiento de causa : cosa que nunca ó
rara vez se consigue cuando la pretension
es secreta. Cuando se intriga ocultamente,
cuántos servicios se alegan que en públi-


co no sufririan el examen! i Cómo los va-
ledores de los candidatos alaban al oido
el talento, la probidad , la instruccion y
el civismo de sus clientes! y I cómo ten-
drian que enmudecer si hiciesen su pane-
gírico de!ante de quien pudiese.- desmen-
tirlos! Ademas, cuando no hay pretendien-
tes conocidos , es casi seguro que los que
intrigan á- escondidas no son los hombres
mas beneméritos ,


• y que los electores , no
conociendo sino á los que les recomien-
dan, los mariejadores de las elecciones , son


I 2.




1.


18o
dirigidos en estas, sin advertirlo , por el
espíritu de partido, y dispensan su favor no
á los mejores, sino á los mas intrigantes.
Para pretender á cara descubierta y suje-
tarse á la censura pública es necesario un
mérito superior : para sintrigar en secreto
basta un poco de maiIa y algun conoci-
miento de las artes de la cabala.


Y cuando reprobamos estas arterías en
los intrigantes oscuros , las aprobariamos
en los que tuviesen la noble franqueza de
decir á sus conciudadanos : »Creo que line-
do encargarme. de sostener vuestra causa
y defender vuestros intereses en el con-
greso nacional: ,rni edad , mi tal cual ins-
truccion en materias de gobierno , tni es-


/petiencia , Anis anteriores servicios, mi vi-
da .anteacta , os son garantes de nii celo, y
de la rectitud de mis intenciones : hon-
radme pues con vuestra confianza? " Claro
está . que ni el hombre que pudiese hablar
tan ventajosamente de sí mismo sin temor
de ser desmentido , tendría que recurrir
á bajezas ,-jadulaciones, cohechos ni otros
medios reprensibles para obtener, los sufra-
gios de los electores, porque su mérito so-
lo se los ganaria, ni nosotros aprebariamos
que buscase otra rccemenclacion que la del


181
testimonio público, que para salir ayroso en
su pretension echase mano de recursos re-
probados por el honor y por la virtud.
Se dirá tal vez que ofrecerse uno para la
mas delicada comision , alabarse á sí mis-
mo y preconizar su mérito, tiene siem-
pre mucho de arrogancia, y es demasiado
atrevimiento ; pero nosotros responderemos
que en -un país libre este orgullo es noble,
esta osadía laudable y esta franqueza ne-
cesaria. La hipócrita modestia con que nie-
ga su idoneidad para un destino aquel mis-
mo que se cree acaso superior á todo el
mundo , es propia de las córtes y de los
palacios en que reyna el despotismo : en
los gobiernos libres no solo no hav incon-
veMente en que el Mérito se anuncie y
recomiende . á


--sí mismo-, sitió que esta ape-
lacion ..al juicio de sus contemporáneos es
uno de los clementes de la libertad. Asi
vemos cuan francamente se alababan á sí
mismos y hacia!) alarde de sus servicios.
los hombres mas eminentes de la antigüe-
dad. La obra mas elocuente de la Grecia,
la famosa oracion pro Corona, es el pa-
negírico de Demóstenes, pronunciado por él
mismo en la plaza pública .de Atenas de-
lante del concurso mas brillante y nume-




182
roso que jamas tuvo orador ninguno ; y
los necios qvc tratan de vano y orgullo-
so á Ciceron , porque con tanta frecuen-
cia recuerda su consulado y el gran ser-
vicio que !labia hecho á su patria salvan-
dola dei furor de Catilina deherian refle-
xionar que á ello le obligaba la maligni-
dad de sus émulos, yque cuando un gran-
de hombre que, siente su superioridad so•
bre sus rivales ó enemigos, se ve insulta-


,' ,


do, calumniado y perseguido, tiene dere-
cho á levantar la voz, apelar al juicio de
la opinion pública ; y si esta estuviese preo-
cupada, atreverse á tener razon contra la
iniquidad de su siglo.


Mas i qué deberá hacer la nacion repre-
sentada en los electores cuando se vea so-
licitada para nombrar á determinadas per-
sonas por el gobierno -y sus agentes , por
los candidatos mismos qiie públicamente
se anuncien corno tales , y por los que in-
triguen en secreto para- que recayga en ellos
el-nombramiento, sin que parezca que ellos
lo han solicitado? Examinar los títulos de
todos los . pretendientes de estas tres ciases,
no atender a .


solas sus exposiciones , no
hacer caso de la recomendactou del poder,
estar muy alerta contra la sorpresa y la


183
seduccion , ver si acaso hay todavia otros
ciudadanos modestos , que ni sean propues-
tos por el gobierno , ni pretendan abierta-
mente , ni maniobren en la oscuridad, y
elegir al fin á los que atendidas todas las
circunstancias deba esperarse que la servirán
mas útilmente en el alto puesto á que los
llama con su eleccion. Si nosotros hubie-
sernos de hacer un manifiesto á los elec-
tores, les hablaríamos en estos términos:
»Ciudadanos, vais á ejercer el importante
y único derecho que os habeis reservado
entre los que componen la soberanía na-
cional : vais á hacer unas elecciones de cu-
yo acierto pende la estabilidad ó la ruina
de la Constitucion que habeis jurado : vais
á depositar vuestra suerte, la de vuestras
familias, la de la nacion entera y la de
las generaciones futuras en manos de cier-
tos hombres que con sus providencias ase-
gurarán vuestra felicidad ó labrarán vues-
tro infortunio: escoged pues los mejores y
los mas dignos. No deis vuestro voto á nin-
guno , solamente porque estuvo en Cadiz
durante la invasion francesa , porque alli
hubo, como en todas partes, hombres igno-
rantes , ineptos y malvados: ni esclu:
vais tampoco á ninguno, solo porque se


lb]




184
quedó en los paises invadidos; porque ,en
estos se quedaron por eleccion ó por ne-
cesidad hombres instruidos , hábiles y vir-
tuosos. No creais sobre su palabra á los
que hoy se llaman liberales , porque este
título conduce á los. honores , al poder , á


. los empleos y á los sueldos ; y que ma-
ñana mudarian de lenguage si el( viento
se cambiase. Preferid en igualdad de cir-
cunstancias á los que han padecido por la
causa de la libertad; pero no creais que
el patriotismo y la virtud cstan vincula-
dos en ellos solos : mil casualidades in-
voluntarias salvaron de la perseeucion
muchos que la hubieran arrostrado con
valor si hubiera venido á buscarlos 'en el
retiro en que los tenia su .oscuridad.
Contad como un mérito relevante el ha-
ber combatido por la independencia; pero
tened presente que haber tomado las armas
para. vengar la dignidad nacional , no su-
pone necesariamente amor á la libertad po-
lítica ni principios filosóficos: y no olvi-
deis que Morales , Merino , Eguia y otros
derramaron su sangre en defensa de la pa-
tria ; y sin embargo se hicieron luego fau-
tores y satélites del despotismo. Cuidad de
que los diputados que nombrareis tengan rel


.1J


185
la instruccion que se necesita para enten-
der y discutir las delicadas y dificiles cues-
tiones sobre que tendrán que deliberar; y
procurad que á la mas acendrada probidad
añadan la fortaleza cívica que se, requiere
para sostener con firmeza los intereses pi1-
blicos, y morir, si fuese necesario, en de-
fensa de las libertades y fueros de la na-
cion : y siempre que encontrcis hombres
de esta clase no os informeis de otra cosa
ni hagais caso de fanfarronadas d . ? libera-
lismo, cuando el talento , la instruccion
y la virtud no las abonan. En suma, si co-
noceis algunos hombres sabios y virtuosos,
esos sean vuestros diputados. La sabidu-
ría sin probidad es temible y puede ser fu-
nesta; la probidad sin instruccion es apre-
ciable, pero puede ser engañada.




X86


Definido/1 ele la anarquía , y elogio de la
guerra civil.


Siguiendo nuestro propósito de ser cada
clia mas traviesos y' alborotadores , hemos
tornado de coman acuerdo la resolucion
de hacernos valientes de pronto, y no ma-
nifestar temor ni á las cosas ni á los nom-
bres. Los años y la esperiencia nos dicen
que si á los niños se les espanta con el
coco, con la fantasma, y con otras mil lin-
dezas que inventan sus madres , abuelas y
criadas, tambien á los hombres barbados
se les asombra y arredra con ciertos so-
nidos', á los cuales se ha 1 uerido unir una
idea terrible bastante para paralizar sus pro-
yectos mas osados , y acaso sus mas sublimes
invenciones. Pero ya se sabe que toda la fuer-
za mágica de las palabras se disipa corno
la niebla , luego que la razon serena y re-
flexiva se acerca á definirlas y á darlas su
verdadero valor. No por eso pretendemos
negar la bien averiguada virtud que en
otros tiempos, de fe mas pura que los nues-
tros, tuvieron algunos nombres y algunos
números, ni los indisputables prodigios


187
que se obraron con solo pronunciarlos de
esta manera ó de la otra. Hasta los mis-
mos teólogos saben las maravillas que pro-
dujo la palabra sibolet ó schibolet, y las
virtudes divinas que atribuia Pitágoras á
los números. Aqui pegaria muy bien imitar
el ejemplo de algunos camaradas copian-
do 'párrafos y artículos enteros de libros
que uo son raros, con lo que ademas de
despachar faeibriente la tarea semanal, aca-
so pasariamos por sabios en el concepto
de la mayor parte de nuestros lectores;.
Pero este terror pánico que tenernos de
que nos aens'., n el plagio , nos pone en la
precisien de honrarnos con nuestra propia
medianía , sin atrevemos -h engalanar con
lo apeno , por mas que se nos venga el
agua ír la boca.


Volviendo pues á nuestro propósito,
decimos , que era tanto el asombro que
nos causaba el= nombre de anarquía, que
mas de cinco veces nos hemos contento
en decir y aun en hacer muchas cosas, por
parecernos que todo lo que 'pudiese con-
tribuir á hacernos caer «en ella era no so-
lo criminal en sumo grado , sino tambien
odioso é impolítico para toda clase de gen-
tes. ¿Qué será la anarquía, deciamos no-




88
sotros, cuando hasta los mismos que es-
tan interesados en ella , y que parece que
no podian medrar sino durante su reynado,
todavía la pintan con unos colores tan
siniestros y abominables? Erizábasenos el
cabello, y nos poniamos á temblar como
unos azogados , solo de imaginar que pu-
diésemos contribuir, aunque fuera indirec,
ta y remotamente, á que ni por un instante
profanase nuestro suelo un monstruo tan
feroz y tan maligno. Cada vez que escucha-
bamos ó leíamos esta terrible palabra que
tan frecuentemente se emplea en Los dis-
cursos de la gentualla moderada, nos pa-
recia ser ella sola un argumento irresis-
tible, capaz de suplir la falta de otras ra-
zones , y desconfiábamos de que las. nues-
tras pudiesen equilibrar el efecto de'aque-
lla mágica espresion. Cansados pues de tan-
to miedo pueril, y resueltos á verle la ca-
ra al enemigo, nos determinamos por fin,
deskues de bien pertrechados con bebidas
anti-espasmódicas, á abrir el diccionario de
la lengua castellana, y acabar de una vez
de salir de dudas á cerca de este vestigio.


¿Pero cuál seria nuestra vergüenza al
considerarnos en la misma situacion que
el caballero manchego despees de la aven-


189
tura (le los batanes ? c rs posible, dijimos,
que haya sido tal nuestra inocencia,
mas bien nuestra ignorancia, que nos ha-
yamos dejado amedrentar por un vano so-.
nido que jamas existe, y que aun cuando/
existiera, mas bien serviria para alegrarnos
que para ocasionarnos ninguna pesadum-
bre ? Anarquía, dice la academia, es el i.u-
tado que no tiene cabeza que lo gobierne, y
aunque nosotros no sabemos una palabra
de griego, y por consiguiente no podemos
decir si esta es una verdadera definicion
de la voz, con todo eso ya nos basta pa-
ra tranquilizar nuestras conciencias, y sa-
ber que no es tan bravo el leon como
le pintan.


ci De dónde puede inferirse que
siempre haya de ser la cabeza la que go-
bierne , cuando apenas hay lance alguno
de la vida en que no sea necesario.jugar-
/a de las manos ó de los pies ? Cuán-
tos gobiernos hay en el mundo en que
quien menos mando ejerce es,áquel que se
llama su cabeza, y cuántas :veces no le
falta cabeza al gobierno !


Verdad es que hay: otros autores que
dicen que la anarquía no es la bita ni la
sobra de cabeza en el gobierno , sino la
carencia absoluta de él, ó lo que viene




ego.
á ser lo mismo; cuando no tienen poder
alguno las personas encargadas de gober-
nar. Sí esto es lo que verdaderamente41a-
man anarquía , es doblemente .infundada
y calumniosa la idea que han esparcido
contra esta pobre señora, porque ¿qué co-
sa mas alagüeña ni lisonjera puede haber
para los hombres que el no tener nin-
guno que los gobierne ni les ponga cor-
tapisas ? Bien sabemos que á los niños se
acostumbra á ponerles un celador un ayo,
y algunas veces un maestro que los di-
rija y enderece hasta que aprendan á ma-
nejarse por sí mismos. Pero á los que ya
hemos cumplido veinte y cinco años , ¿no
es una cosa ridícula que nos esten midiendo
los pasos y las acciones, y llevándonos
de la mano para que no caygamos en
la anarquía? Pues qué, ¿es esta algun
pozo tan profundo y tan disimulado que
no podamos evitarle, ó en caso de caer en
él , no podríamos hacer alli dentro cuanto
nos diese la gana ?


Al cabo de hacer todas las reflexiones
en pro y en- contra de la anarquía, la conse-
cuencia natural que nos ocurre es que esta es
una forma .de gobierno como cualquiera otra,
y que si bien Aristóteles los denlas


591
políticos que han seguido sus pasos no
la clasifican en pingan género, no se de-
be atribuir mas que á pura ignorancia de
su parte y á la falta de esperieneia que
tenian de estas cosas. El gobierno llamado
anarquía es una invencion moderna y un
producto sublime de las secreciones de los
denlas gobiernos que han afligido al mun-
do desde el diluvio acá. Asignamos esta
época, porque entre las diferentes histo-
rias fidedignas que han llegado á nuestras
manos de los tiempos anteriores, apenas
cabe duda de que la anarquía tenia mu-
chos y muy honrados partidarios.


En lo único en que los historiadores
no estan del todo conformes es en dos pun-
tos bastante esenciales, á saber s en si este
método gubernativo fue anterior ó poste-
rior al gobierno patriarcal, y en si exis-
tió por sí solo ó nació ocompañado de su
hermanita la guerra civil. Los que sostienen
lo primero, ademas de las infinitas y po‘
derosas autoridades en que se fundan, ale-
gan las palabras del mismo Dios, que jus-
tamente ofendido de lo mal que habia pro-
badoe1 primer ensayo det gobierno teo-
cratino , plantó á nuestros primeros padres
en la corriente y les condenó .á cultivar


ta




192
la tierra , y ganar el- mendrugo con el su-
dor de su rostro. ¿ Quién no ve en estas
palabras todos los antecedentes y consi
giientes de lo que los hombres han dado
en llamar anarquía? é No pudiera Dios ha-
berles nombrado un rey absoluto para que
los gobernara, ó un rey constitucional cona
una ó con treinta cámaras , ó un ayunta-
miento soberano de nobles , ó en fin una
asamblea popular? Luego si no nombró
nada de esto, claro es que su voluntad fue
que viviesen bajo del suave yugo. de la
anarquía. ¿ Ni qué mayor anarquía se pue
de ver en el mundo que hallarse un hom-
bre , casi en pelota en medio de la calle
sin tener una peseta ni de donde le ven-
ga, y sin un bocado de pan tan siquiera
para llevar á la boca ? Pues si esto no es
anarquía, venga.Dios y vealo.


En cuanto á la segunda duda sobre si
nació , solita ó acompañada, nosotros casi
estamos convencidos de que sucedió lo pri•
mero , sin otra razon mas que la de saber,
que no era posible que en aquellos que
se llaman primeros tiempos hubiese subi-
do á tanta altura la perfeccion , que casi no
quedara ya nada que inventar. La anarquía
por sí sola , y mas si es de estas que se.


191
practican con mas facilidad que se nom-
bran, es un verdadero fenómeno político,
capaz de inmortalizar á su inventor y de
ilustrar para siempre á sus . directores y
secuaces ; pero si se la añade el magní-
fico adorno de una guerra civil , entonces
es cosa de chuparse los dedos y de cor-
rer las siete partidas del mundo por en-
contrarla. ¡Qué mayor regalo )pliede hacer


.1a Providencia á un pueblo favorito suyo,
decia no luí muchas noches un sabio , que
concederle una guerra civil bien encarniza-
da y general! Entonces es cuando se des-
plegan las viatudes de los ciudadanos ; y
se desenvuelve la actividad, la maña, y
hasta la fuerza de los individuos. ¡ Qué
rasgos tan sublimes de beneficencia y de
lealtad concibe entonces el alma de los
principales corifeos , y con qué escrupulosa
exactitud .


los ejecutan sus mandatarios!
Alli la voz de la patria ( que necesariamen-
te ha de resonar en ambos lados) absor-
ve y oscurece el grito de la amistad, el
de la gratitud y hasta el de la naturale-
za. ¿Qué gusto puede igualar al de ver á
un hermano sacarle las tripas al otro her-
mano, porque este habia dado su voto
91 rival del que protegia aquel ? ¿Quién


TOMO x. x3




1:,54
no rebienik de 'risa al ver á tin amigo
riunciar las mas secretas confianzas de su
amigo , ó á un hijo héroyco revelar el
asilo donde esta refugiado su padre?
Y vosotras, las alegres esposas de los
esposos celosos y avaros, ¡cuántas y cuán
oportunas Ocasiones tendríais de' deshace-
ros Sin riesgo :dé ésa pesadísima cadena!
Y 'Vosotros ta.ublen , los maridos mártires
de kis inugeres feas y flatidentaS,'¡ con cuán.,
ta facilidad podriais cambiarlas por otras
mas bonitas y de mejor olor!


Pués todos estos y otros muchos be-
nefici6s suele proporcionar una guerra ci-
vil que se arnie de cuando en cuando pa.
'ra Servir 'cOmO de una especie. de entre.
mes de fa anarquía. No hablemos ahora
del probabilisinio aumento de otros He-
iies temporales, que consisten en las ri-
quezas, porque estas ya se sabe -que no
influyen para nada en las almas • entusias-
Mulas de un santo celo por la virtuosa
anarquía. Pero como al fin y al cabo sue-
len hasta los mismos 'héroes tener alguna
"Vez la flaqueza de ser hombres niortales,.
no es 'inútil presentarles algun aliciente
-proporcionado 'á aquella triste situacion.
'Por mas que en tiempos tranquilos se oh,


¡95
serve la criminal condescendencia de per-
mitir que cada uno disfrute lo que Itere.-
ció de sus padres ó adquirió con su traba-
jo, no se crea que por esto han de renun-
ciar los buenos á la justa y dulcísima espe-
ranza de apoderarse de 'lo que impropia-
mente /laman ageno. Ya hemos dicho muchas
veces que solo los tontos y los cobardes pue-
den-'alimentar la ruin idea de qué hay na-
da agerzo en el inundo, y que eso de la
pertenencia individual siempre se debe en-
tender por ahora, y sin perjuicio de apro-
vecharse de las circunstancias. é No veis
aquella casa tan magnífica, en la cual entran
y salen tantos criados de librea, aquellas
colgaduras que se alcanzan á ver desde la
calle , aquellas vastas cocheras atestadas de
carruages , y sobre todo aquellas ventanas
bajas por donde exhala un olor sápido , su-
culento y corroborante? Pues sabed que
pertenece á un hombre que no 'está apo-
yado en /litigan partido, sino en esa necia
teoría de la seguridad personal y real. No
hay cosa mas facil , si se quiere, que ha-
cerle abandonar esa deliciosa morada; pe-
ro al principio es necesaria la mafia. antes
de hacer uso de la fuerza. Hágase todo lo
posible para obligarle á que sea conspi-


x3.


4




Z96
rador quiera ó no quiera: Para esto lo
primero es esparcir la voz de que lo es
efectivamente, valiéndose para desacre-
ditarle del , alto- y difusivo ministerio de
los periódicos, pues por uno que se
resista á servir de instrumento para esta
obra de caridad , habrá ciento que lo
soliciten.


Mas corno puede suceder que el tal se-
ñor sea de la numerosa clase de los que no
gustan de entretenerse con tan sabrosa lec-
tura , la diligencia inmediata ha de ser la
de ,Colocar todas las noches uno ó dos gru-
pos de célebres cantores, que le regalen los
oidos con cuantas desvergüenzas y dicte-
rios haya podido inventar la grosera musa
de algun i coplero frenético. Fínjanse lances
ruidosos en los cuales siempre haga el pa-
pel odioso alguno de sus criados : nómbre,
cele , para todo lo que no pueda desempe-
ñar ,• á fin de que aparezca que no quiere
servir al público: si fuere económico, dí-
gase que atesora para conspirar, y . si es-
pléndido que ya conspira efectivamente.
Dirijánsele cada correo algunas cartas anó-
nimas de diferente letra y en' contrario
sentido, unas amenazándole can diversos gé.1
neros de muerte, y otras exhortándole á que


97
se ponga al frente de alguna faccion in-
dicando antecedentes y relaciones que no
cuesta nada inventar, y que suelen ser de
gran provecho en su dia. Mas si todo es-
to no alcanza , que bien se necesita ser.de
palo, entonces pega muy bien hacer uso
de la victoria , despo¡andole sin cumpli-
mientos de lo que él miraba como suyo.
¿Y á quién han de ir a parar naturalmente
esos bienes , ni quién tiene mas derecho
para reclamarlos nue vosotros los creado-
res de la anarquía y de la guerra civil ? ¡ Qué
dicha no seria la nuestra al ver converti-
dos vuestros rasgones en placas , vuestros
remiendos en bordados y vuestras raidas
casacas en riquísimos vestidos de Sedan!


No os arredre el temoreillo de no sa-
ber al principio hacer el papel de señores,
porque os asegurarnos bajo nuestra palabra
honrada , que es una ciencia facilisima de
aprender, como (lijó muy bien Sancho Pan-
za , y como podrán deciros otros muchos
sucesores suyos. Mirad que no hay cara
mas fea en el mundo, que la de la necesi-
dad y la pobreza, y que no es facirque
vosotros salgais de ella , sino. por medio de
una honesta guerra civil y al abrigo de la
anarquía. Lugar os queda luego de desear




x98
otro orden de cosas, y de llamar bribones
á los que intenten desalojar,,,s de los en&
nentes puestos que hubiereis invadido, asi
como no sería estrario que hubiese ahora
malas lenguas que os calificasen de infa-
mes, de canallas, de asesinos y de enem i-
gos de la humanidad. Pero no tengais cui-
dado , ni hagais el menor caso de ha-
bladurías que dicta la envidia y la estup
dez. Los hombres eminentes en cual,
quier género siempre tienen enemigos que
procuran disminuir


.
su mérito , va quo no


puedan Oscurecerle del todo. El virtuoso
Cablina fue el blanco de las charlatanerías
de Ciceron ; pero no pudo quitarle la glo,
ria de haber tenido asustados á los hom-
bres de bien"que 'labia en Roma , del mis


-


mo modo que vosotros habeis logrado á
fuerza de virtudes tener en igual situacio n


los de Madrid.
Mas no creais que estan reducidas á lo


que dejamos dicho las ventajas de la guer
ra civil, ni que sus benéficos resultados
se limitan á mejorar la suerte de los que
lleven la bandera, porque hay otras que
se entienden y alcanzan aun á los mas pe-,
querios instrumentos, y sirven de un ali-
ciente poderoso para la multitud que gus-


199
ta de ser remunerada en el acto misml:, en
que presta algun servicio. Ya sospecha-
reis sin dada que queremos hablar del saie
queo y la violencia, que como todo el mun-
do sabe , son unas condiciones precisas
en estas venturosas disensiones. Aqui si que
no podernos menos de escitar vuestra aten-
clon , y reclamar el uso de todas vuestras
facilitarles intelectuales , no ya para la eje7


• cucion de las hazañas (que esas segun lo
visto se vendrán por su propio peso), si-
no para que mediteis seriamente sobre el
torrente de beneficios que vais á difundir
por la sociedad entera , si coma es de es-


*
penar, llevais á cabo vuestros filantrópi-
cos proyectos.


No es posible que hayais olvidado tan
pronto que las disposiciones de las Cór.
tes, tanto en la primera como en la se-


gunda legislatura , y tanto en los años de


1 3 y 14 como en los de zo y 21 ,
todas


iban dirigidas á subdividir cuanto fuese po-
sible la propiedad y la riqueza. Se conoce
que los señores diputados de unas y otras
estaban muy persuadidos de que este ha
de ser el término y el origen de la prosperi-
dad de la nacion. Pero este es el momen-
to crítico en que vosotros deis al mundo




200
otra prueba mas entre tantas como tiene
recibi;ias , de que un dia de anarquía
de guerra civil produce mas cosas gran-
des que un siglo <le gobierno moderado.
¿Qué medio mas espedito para subdividir
la propiedad que meterse de barullo en ca-
sa de esos avaros que tienen atestadas las
gabetas, las desper.sas y las arcas de toda
especie de monedas, comestibles y ropas?
¿Quién ignora la satisfaccion y el conten-
to que habria por esas calles él dia que se
supiese que los ilustres anarquistas habian
entrado con franqueza en la tienda de un
rico comerciante, y que llenos de valor y
de moderacion al mismo tiempo , se habian
disputado á puñaladas los objetos de ma-
yor precio y estima? ¿Pues qué diremos
si al paso , y como por via de marcialidad,
atropellan honradamente á las hijas ó á la
esposa de aquel infame detentor de lo su-
yo? ¡Quién sabe si á fuerza de repetir estas
travesuras se alimentaria tambien lo que di-
cen rice nos falta de poblacion!


No nos cansemos, señores; la nacion es-
pañola no llegará á ser grande mientras que
nosotros seamos : pequeños, y vive Dios
que lo seremos eternamente si no encon-
tramos el modo de adquirir algun caudal


r


de pronto, asi como si dijeramos por un
terno á la lotería. Nuestro ejemplo será en-
tonces eficacísimo , y del mismo modo que
el ver u otros colocados de repente en gran-
des empleos produjo tantos adictos al sis-
tema constitucional , asi nuestras sríbitas ri-
quezas han de ser un semillero abundante
de adictos á la guerra civil y á la anarquía.




203


Escuela de enseñanza nnítua en Sevilla.


Todos los que conocen bien aquella ciu-
dad, adivina rá n fa ci in , qth. la sociedad
económica de amigos del pais es el cuerpo
encargado de costear y dirigir tan precioso
establecimiento. Aquella sabia y respetable
corporacion , heredera del espíritu y patrio-
tismo del desgraciado O lavides , áquien una:
persecucion inquisitorial robó :a la España
en el vigor de sus años y de su Tazon , no
ha cesado desde su ereccion de dar pruebas
de su celo por la propagacion de las luces,
á pesar de todos los ostáculos que debia


• encontrar ,y efectivamente encontró, de par-
te de los hombres y de las circunstancias
Sus fondos han sido siempre cortos y pre-
carios; pero ha tenido la felicidad de tener
siempre en su serio-los hombres mas sa-
bios y celosos de la Andalucía ; y asi ha
podido suplir á costa 4 sacrificios la falta
de sus medios.


En efecto , causa admiracion que
corporacion de tan mezquinos recurso
haya podido fundar unos estudios de ma-


2o3.
temáticas, que igualan , por no decir que
esceden, á los mejores que hay en la na,
cien, ya porla estension y profundidad con
que se enseñan los ramos ,


superiores de estas
ciencias , ya por el perpetuo estímulo que tie-
nen sus alumnos para estudiar y distinguirse.
A aquellos estudios debe la nacion el sabio
traductor de la aritmética y álgebra de La-
croix, á quien una muerte anticipada ro-


. bó á las ciencias y á la amistad ( ). La
misma sociedad solicitó y obtuvo fondos
para crear cuatro escuelas gra:mitas • de
niñas, que colocadas en los barrios mas
pobres de la ciudad , diseminasen la ins-
truccion propia del sexo en la clase in,
digente, y,


convirtiesen en industriosas ma-
dres (le familia á las que su triste posi-


• cion condenaba quizá á la prostitucion
á la miseria. La sociedad reformó comple-
tamente el estudio de las primeras letras,
dirigiendo é instruyendo á los maestros,
y ejerciendo en la disciplina interior de
las escuetas su saludable influencia. La so-


( ) Don José Rebollo y Morales , tan aprecia-
Me por su dulzura, modestia y patriotismo , como
por la estension de sus conocimientos , fue víctima
de la Inquisicion : de sus cárceles salió ya con la en-
fermedad que terminó no dial.


una




204
ciedad estableció y pagó una clasepública de
lengua francesa , y erigió otra de huma-
nidades filosóficas , servida al principio gra-
tuitamente por individuos de la misma so-
-ciedad. En fin , se puede decir , que todo
Cuanto se ha adelantado en Sevilla en los
estudios preparatorios y de ornamento, se
debe á su sociedad económica. El autor
de este artículo se complace en confesar
que debe á aquel cuerpo ilustrado su edil"
cacion literaria.


Ha querido coronar los beneficios que
en solo el ramo de educacion le debe la
juventud sevillana, con el establecimiento
(le una escuela lancasteriana , ( capaz de loo
alumnos. La falta de ,fondos, escollo or-
dinario de todas las empresas útiles, no la
arredró : ofició á la compañía del Gua-
dalquivir, que se ofreció á costear la cons-
truccion y enseres de la escuela, y. anti-
cipó á este efecto 23.000 reales vellon, aun-
que circunstancias imprevistas le impidie-
ron despues completar aquel inestimable
beneficio. Los amantes y admiradores de
la aristocracia verán por este ejemplo, que
las únicas empresas que merecen el nom-
bre de grandes, las de utilidad pública, no
encuentran apoyo sino en las corporacio-


293
nes sabias ó industriosas, y aprenderán á
estimar las cosas y los hombres no: por
los títulos de la vanidad , sino por el ver-
dadero mérito, que consiste esclusivamente
en la virtud y en los talentos.


La sociedad; construido y adornado con-
venientemente el local, creó una comision
directora, compuesta de su censor don Ma.-
miel María de Marmol, conocido por el celo
infatigable con que ha consagrado su exis-
tencia á la instruccion de la juventud,
de otros doce individuos, cuyo patriotismo
rivalizaba con el de su presidente. Del ma-
nifiesto que ha mandado imprimir la socie-
dad, dando cuenta al público de la inver-
sion de los caudales, y de los progresos
de lós alumnos , constan todos los °sia-


1
culos que ha tenido que vencer la sociedad,
ya para encontrar local en que construir
la escuela, ya para darle un maestro.


idó-
neo , ya para vencer las preocupaciones con
pie el interes mal disimulado comba tia el
establecimiento aun antes de incer..


Los fondos con que cuenta para sostener
la enseñanza, son trescientas suscripciones
de á cinco reales vellon mensuales cada una:
este pequeño sacrificio da á los suscritores el
derecho de tener perpétuamente en la escue.




'206 .
la un niiio pobre de su nombramiento : asi
facultad de hacer bien sirve de premio cons-
tante á un primer acto de beneficencia:
tos progresos que han hecho los alumnos
en el corto tiempo de menos de seis meses
que llevaba la escuela cuando se publicó
cl citado manifiesto , son muy apreciables:
tenia 355 alumnos entrados en diferentes
épocas, de los cuales muchos saben ya leer
en verso , y solo les falta para escribir bien
adquirir algunos accidentes calográficos.


El citado manifiesto contiene observa.:
cienes muy juiciosas acerca de los medios
que emplea -la comision directora, ya para
estimular á los alumnos, ya para corregir
los defectos que la esperiencia demuestra,
yá para perfeccionar los métodos. El señor
Marmol, en el discurso que hizo á los alum-
nos en la instalacion de la escuela , y que
fue celebrado por los circunstantes con lá-
grimas de gozo , les dijo estas palabras, dig-
nas del hombre benemérito de la educacion
sevillana. que las pronunciaba , dignas de la
sociedad económica de Sevilla : mientras viva
un solo socio ,'no os ha de faltar un maestro.


¿Podrá creerse que ha habido un ecle-
siástico capaz.. de aconsejar á una madre en
el confesonario , que mas bien deje


207
hijo gin saber leer,, que enviarle á la es-


tinitna ? Y ¿ es posible que Tiombres
de' esta clase tengan la osadia de llamarse
maestros de la moral y de la relígion Has-
ta cuándo ha de ser la ignorancia estúpida,
.or .,'Ullesa é intolerante, directora de las
te:wiencias ? ¿ IlaSta cuand,) se ha de abu-
sar de un ministerio tan saludable corno
benigno, para . perver!ir las ideas de los hom-
bres ? Pélizmente los casos de esta rus-
tiquez selva tica, nos complacemos en creer-
lo, son muy raros. El número de eclesiás-
ticos instruidos es muy superior al de los
Ignorantes ; y todos los sacerdotes que co-
nocen oren la religion , saben que el mayor
bien que se puede hacer á lo5 hombres
es multiplicarles los medios de iustruccion,
y que una de las obras mas recomenda-
das de misericordia es enseñar al que no
sabe.


Nosotros prefeririamos de buena gana
á la esposicion de las teorías políticas, man-
chadas siempre per el furor de las pasio-
nes y partidos, la descripcion consolado-
ra de los bienes que hombres benéficos
y modestos hacen desinteresadamente á la
humanidad. Pero para hacer esta descrip-
cien completamente, seria forzoso copiar




208
todo el . manifiesto que tenernos á la vista.;
Contentémonos pues con presentar la so-
ciedad de Sevilla como un modelo á te-
clas las corporaciones del rey no , y suplicarle
que reciba, tanto ella , como los indivi-
duos de la comision directora, las felici-
taciones de su antiguo colaborador, amigo,
y -de algunos maestro.


209


Esposzcion del, ministro de hacienda de
Portugal acerca de las operaciones del
tesoro público en el pruner semestre de
1821 , y de las que puede hacer en .el
estado actual de las rentas, sin aumentar
sus deudas , dirigida á las Cortes genera-
les , estraordinaria s y constituyentes de
aquel red-no.


»Portugal, corno casi todas lasinonar-
guías actuales, gasta mas que sus rentas. Eles-
ceso de las obligaciones sobre las entradas es
de 1200 millones de reis por semestre, segun
los presupuestos que el ministro de hacienda
presenta para el segundo semestre de r 821. Es-
te deficit , que necesariamente debe ir crecien-
do, llegarla, si no se atajase, á ser tan con-
siderable , que comprometeria la seguridad
y acaso la existencia de la nacion.


Para cubrirlo , dice el ministro, no hay
mas que tres arbitrios : ó un empréstito,
ó un aumento en las contribuciones, ó
una disminución de los gastos.._


Los empréstitos, si es lícito esplicar
me - asi , pueden compararse á las medicinas
difusivas, cuyo efecto es pronto, pero que
disminuyendo la violencia de la accesion,


TOMO X.




Yr


2rO
militan al mismo tiempo el enfermo, por>
que la violencia del estímulo agota las fuer-
zas. Asi los empréstitos , produciendo un
efecto .repentino. y en cierto modo má-
gico, en cuanto á la satisfaccion de' los
gastos, exigen sacrificios estraordinarios de
parte de la nacion para pagar el capital
prestado y sus réditos : la mejoría efíme.
ra que 'se observa en la administracion,
agrava el mal, aumentando las contribu-
ciones ; 'y entretanto desaparece el presti-
gio y- sobrevienen nuevos y funestos sínto-
maS, que ponen en peligro la salvacion
del Estado : y siendo imposible en nuestras.
actuales • circunstancias aumentar los im-
puestos , el tInico • medio de que se pue-
de 'echar mano para ocurrir al mal inmi,
nente , es la diminucion de los gastos.


Ni se alegue para justificar los em-
préstitos el ejemplo de las naciones estran-
geras: • Semejantes ejemplos, que á pri-
mera vista parecen semejantes por la igual-
dad.'de los asuntos, rara vez lo son , porque
no hay igualdad de circunstancias. Estas
varían al infinito, segun los paises: y por
e§o , no siendo casi nunca aplicables , son
argumentos falaces, y sus consecuencias
son tanto mas peligrosas, cuanto conde.


2IE
éen al error con la apariencia de la ver-
dad. Sin entrar en el examen de los em-
préstitos en otras naciones, y prescindien-
do de otros argumentos , solo insistiré en
este: Portugal no puede pontraer deudas
por ahora, sin verse obligado á pagar ma-
yores impuestos.


En efecto; esta última razon nos pa-
rece decisiva. La hipotecó de las nuevas
deudas está en un nuevo sistema de con-
tribuciones que produzca una cantidad\
superior al rédito de la deuda contraida,
y que por consiguiente pueda amortizar
anualmente alguna parte del capital , par-,


t•• te que deber& crecer conforme disminuya
el rédito. Por consiguiente, la nacion que
no puede aumentar sus contribuciones, no
puede contraer deudas, porque ,


no tiene
hipoteca •que ofrecer.


Todo. empréstito es un mal absoluta-
mente hablando ; pero á


.veces es un bien.
relativo, porque escasa otro mayor mal,
que es la estorsion por medio de /os im-
puestos que se echan á la nacion de un
capital muy crecido. En lugar de sacar
este capital de los pueblos , se les hace
pagar no mas que el rédito; y las indus-
tria y el comercio nacional, especulando con




212
el capital que han conservado, le hacen
producir un rédito, mucho mayor que el
interes del préstáno.


De .aquí se infiere ; que el empréstito
es util en una nación industriosa , que' haga
productiel capital; asi como un comer-
ciante activo no dificulta en pagar un cierto
rédito por los capitales que le prestan , y
que él emplea eri tina especulacion
crativa. Tambien se infiere, que una nacion
que 'carece de industria y comercio , se ar-
ruinará con los empréstitos , asi como se
arruma eón ellos el hidalgo ocioso , que
no pide prestado , sino para satisfacer á
lo que él ilamalá decencia y dignidad de
sil' estado. El hidalgo, y la nacion que se
le semeje, deben empezar por disminuir
sus gastos.


Uitimamente , si es forzoso el ernprés
tito (porque hay circunstancias en que la
existencia depende de pedir prestado), en-
t'Onces las naciones libres deben dirigirse
á los capitalistas de su pais , y no kí• los
estrangeros. La mitad de los males de un
empréstito se disminuye, cuando • el acree-
dor es de la familia.


Debemos pues elogiar la prudencia y
el patriotismo del ministro, que quiere mas


913


bien incurrir en la indignacion de los que
pierden en la reduccion ¿le los gastos, que •
imponer sóbre su pueblo un gravamen de
tanta trascendencia. Esta conducta patrió-
tica es muy de estimar en un ministro:
porque, generalmente habl.ando, mas bien
gustan de tener contentos á los 6tnpleados,
entre los cuales cuentan siempre un gran
número de clientes y de aduladores, que
mirar por los/ intereses públicos. Ademas,
el bien de un empréstito es inmediato:
i cuantos clamores se acallan.: cuantas bo-
cas se cierran : cuantos ríos de plata corren:
cuantos medios de poder se adquieren : en
fin, á cuantos se favorece, ó con justicia
sin ella en aquel momento! Es verdad que el
terrible porvenira enaza, pero es desde lejos;


Y en tanto , elefante ó yo
O el , r'ey nos habremos muerto"( r).


En el presupuesto. de los gastos (le Por-
tugal , el del ejército es tan considerable,
que de las ocho partes en que se divide
la suma,, siete son para él , y una para sa-
tisfacer las demas necesidades de la nacion.
Ni el ministro de hacienda , ni la comis'ion
que informa .á las Córtes sobre su memo-


(i) Calderon.




ri


4


914
ria ,• esplican el origen de este fenómeno,
que nosotros atribuimos al ,


enorme apa-
rato marcial, que tuvo que desplegar aque--,
lla nacion en la nItirna guerra contra Fran-
cia, y á la incertidumbre política que du-
rante la paz no permitió reducirle. Pero
el ministro de hacienda propone una re-
duccion muy considerable en este articulo:
Res imposible, dice, que mientras el•gasto
del ejército sea tan escesivo, y tan despro-
porcionado con las rentas pnblicas, pueda
dejar de haber una deuda enorme y un
desorden irreparable en la hacienda. Es
necesario que no nos engañemos con espe-
ranzas quiméricas de soñadas grandezas. Es
necesario en fin proclamar el amargo des-
engaño, de que la nacion está en la margen
de un precipicio , del cual no es posible
que se libre sin la mas severa economía.
El primer objeto de esta economía , capaz
de producir un resultado eficaz y pronto,
es el ejército: porque todas las que se pue-
den proponer en los ciernas ramos, son de
poca ó ningunainfluencia en eomparacion
de esta. Y si me es permitido hablar en.
una materia agena de mi profesion , juzgo
que el ejército puede admitir grandes re-
f?rnias sin perjuicio ninguno."


115
Nuestra posicion geográfica y nuestras


relaciones políticas nos dispensan actual-
mente de conservar en pie de guerra un
grande ejército. Cercados por todas partes
de España y del mar, tenemos suficientes
barreras; y un sistema de guardias naciona-
les bien organizadas, y apoyadas en un cor-
to rdunero de cuerpos de línea, bastará pa-
ra conservar el espíritu marcial del pue-
blo portugues., librándonos del enorme gas- ,
to , cuyo peso oprime la nacion , y tenien-


, do siempre soldados prontos á tornar las.
armas cuando la patria los llame. Mas aun-
que se quieran conservar algunas mas fuer-
zas de línea , puede reducirse el gasto sin
disminuirse la fuerza. Pueden componer-
se los regimientos de 'cuatro batallones ; co-
mo se practica en otros estados, y econo-
mizar de .este modo en el gasto de los es-
tados mayores : puede suprimirse el cuer-
po de artífices ingenieros, que cuesta mas
de i2 millones de reir , ademas del pan
y utensilios : pueden reducirse á una. las
cuatro brigadas de . artillería de á caballo:


puede ,dispensarse la música de los cuer-
pos , que ademas del pan y utensilios cues-


ta 5 7 millones de veis que se aplicarian
mejor á enjugar las lágrimas de tantas fa-




"Sr


2 t6
milias desgraciadas , huérfanas de oficiales,.
beneméritos , á las cuales n'o paga el mon-
te pio; y á librar de los horrores de la in-
digencia á aquellos oficiales que encaneci-
dos en el servicio , y mutilados en defen-
sa de la patria, no encuentran asilo sino
en la mendicidad , con escándalo de los es,
trangeros y oprobio nuestro: porque para des-
pertar el valor de los soldados portugueses,
nunca fue necesario otro son que el gri-
to de la honra y la voz de, la patria. Pue-
den tambien suprimirse las oficinas civiles
del ejército , que son necesarias en tiem-
po de guerra : pueden licenciarse dos ter-
cios de los cuerpos , en lo que ganarian
la hacienda pública y la agricultura : pue-
den disminuirse los estados mayores, tan-
to en las plazas corno en el ejército ; y
corno nuestro territorio , cortado casi todo
por montañas , es mas propio para la guer-
ra de puestos que para desplegar grandes
masas , se podrán conservar y aun aumen-
tar los batallones de cazadores, y disminuir-
se los regimientos de infantería.


Muy diverso es su modo de pensar con
respecto á,la marina. »Portugal , por la su-
perficie que ocupa en Europa, nunca fue
ni pudo ser potencia continental. Consúl-


2 1 ^
tese la historia , y se verá que el engran-
decimiento político de nuestro pais comenzó
cuando se entendió nuestra navegacion, y
se aumentaron nuestras armadas : y que el
peso de Portugal en la balanza europea
disminuyó cuando las (lemas potencias le
igualaron ó escedieron en las fuerzas nr:.
vales. Esta verdad , confirmada por los
hechos , prueba que Portugal solo pue-
de figurar como potencia marítima, y mu-
cho mas, en los circunstancias presentes.
La nacion portuguesa, compuesta de mu-
chas porciones de territorio , separadas por
el oceano atlántico , solo podrá conseguir
y estrechar su unidad por medio de fre-
cuentes é íntimas relaciones mercantiles, que
aproximen y confundan en una sola fami-
lia lo que la naturaleza separó por tan gran-
des distancias. Para proteger estas relacio-
ces , hacer respetable nuestro pabellon y
rebatir cualcuier insulto contra nuestros
hermanos transatlánticos, es necesaria una
gran marina." Por esta razon, ya que las
circunstancias no permitan aumentar el pre-
supuesto de este ramo , opina el ministro
que debe conservarse como está,. Lo mis-
mo dice del artículo de obras públicas, ya
por lo indispensables que son para los pro-


,




2I8
yertos de la industria ya por sostener en
ellas un gran número de familias. ¿Cuán-
do se empezará en España á trabajar en los
canales?


Con las reducciones que propone el mi-
. nistro de hacienda , los gastos quedan en
6915 millones de reis, S siendo las ren-
tas de 7 000 , quedan 85 á favor del teso-
ro público , con lo que podrá ocurrir
tsylos sus créditos sin nuevas contribucio-


ni empréstitos.


119


Sobre un artículo inserto en el Espectador
del 27 de agosto de 1821.


Hemos leido con singularísimo placer
un artículo inserto en el Espectador del
27 de agosto, relativo al desagradable su-
ceso ocurrido en la noche del 2o, entre
la. guardia del convento de san Martin
y los tragalistas de esta heroyca capital. No
podernos menos de publicar francamente
la sorpresa que nos ha causado ver por
la primera vez sustituido el noble y enér-
gico lenguage de la razon, á las grotescas
espresionazas de un entusiasmo , las mas
veces ficticio y casi siempre importuno.
Suena tan bien en la boca de unos mili-
tares la defensa de su gefe, y sobre todo
de un gefe tan valiente y acreditado, que
no podemos menos de felicitar á los se-
flores editores de aquel periódico, por
haber principiado á desempliar con tanto
acierto un objeto á que hace ya tiem-
po los llamaba su prufesion y sus de-
beres.


Pero no es solo por este respeto por
lo que nos .ha llamado la atencion el re.




2 2 0
ferido artículo, que- copiariamos gustosos,
k no haberle dado ya bastante publicidad
el Universal del 2 8 , sino por otra parti-
cularidad • que no puede menos de •dar en
ojos á todos los que no se. contentan con
leer superficialmente, sino que meditan
sobre el espíritu de los escritores. Doce
dias justos hacia que este mismo Especta-
dor se nos descolgó con un artículo, en_
tre tonto y desvergonzado., en el cual ha-
ciendo corno que quería defender una cier-
ta soberanía de yo no sé qué quisicosa,
que él llama pueblo ("nos dijo entre otras
lindezas, que nosotros creabamos gigantes
para combatirlos; eytampabamos suposiciones
falsas, y presenta hamos abusos que no
existen. Claro es que estos gigantes, es-
tas suposiciones y estos abusos bacian re-
lacion á lo que perpetuamente ha sido,
es y será el objeto de nuestra animadver-
sion y censura, es á saber : los que bajo
pretesto de celo. y entusiasmo por la li-
bertad estan desacreditando con frecuen-
tes asonadas el régimen que nos gobier -
na , y preparando á toda prisa algun nue-
vo género de despotismo. Pues ahora bien,
estos seres, que segun el Espectador del
15 de agosto eran fantásticos r creados


221
por el Censor, segun su pérfida costum-
bre, son-ya reales y efectivos en el Especta-
dor riel 27 del mismo mes.


En aquellos doce dias habian nacido
ya, y andaban por ese Madrid , algunos
pocos (gigantes sin duda) , de quienes di-
cen los Espectadores que no se les oculta
que con tenebrosas maquinaciones atentan
la vida del ciudadano guerrero , á quien
ellos se proponian defender. Ya habia
entonces en. Madrid' gentes que poseídas
de un insano furor, digno de los asesinos
de Esmirna, y de los incendiarios de Cons-
tantinopla, quedan manchar la "mas no«.
ble exattacion cívica. Ya el 27


de agosto
uo uodian los verdaderos amantes de la
libertad ver -sin indignacion que un puñado
de hombres inmorales , sin virtud alguna
¡n ni privada , se prevalen de los su-
cesos para vengar resentimientos antiguos,
y asesinar indefenso al que no osaron ha-
- cer frente en el . campo de batalla. Ya ha-
Lia persona de alto caracter , y que deseni-
pena altas funciones ( este si que será gi-
gante algo mas aereo y fantástico qüe los
creados por el Censor ), que se degradaba
hasta el estremo de acaudillar y mezclar sus
gritos con los furiosos que habían recibido




229.


su salario .; y á (pilen (vaya por amor
Dios. el solecismo ) se le dió por contrase.
ha el feroz grito de muera Morillo. Ya habia
por esas calles vocingleros, á quienes en otros
muchos artículos no ha tenido reparo el
Espectador en dar el honroso títuloleC pa-
triotas exaltados. Ya menudean por la ca-
pital de .España enein%os envidiosos que sa--
ben mejor calumniar que batirse , y asesij
nar alevosamente •mejor que acometer al ene'-.
nango que espera.


Todos estos fenómenos se han produ- '
sido en Madrid en el corto término de doce
días de intervalo, que han pasado entre la
publicado:, del asqueroso artículo inserto
en el número i23 del Espectador, y el
que se lee en, el número 135. No faltará
quien se admire de que en tan corto es-
pacio de tiempo se haya verificado una re-
volucion moral tan funesta corno repentina ;
pero cesará la admiracion, cuando se refle-
xione que no es lo mismo cerrar los ojos
á- los sucesos, que el que estos no existan real-
mente, y que hay una enorme distancia en.
tre la baja, ruin y cobarde in tencion'de adu-
lar á lo que se nos figura que es el sistema
dominante , y la noble decision de decir siem-
pre la verdad para que'se remedien los males;


223
El Censor ha visto y ha priblieado des-


de el primer dia lo mismo que ahora ven
y publican por primera vez los Espectado-
res, con sola la diferencia de que aquel no
preunta jamas el nombre , títulos , gra-
dos ni calidades de la persona contra quien
se infringen las leyes , r pesa con la misma
balanza al ciudadano que . gime en los ca-
labozos de una .prision , que al que está
al frente de una . guarnicion numerosa. Si
los Espectadores ó los que les prestan sus
artículos, ya que carecen de todas las cua-
lidades que deben adornar á un escritor
público, tuviesen á lo menos las que se
necesitan para ver las cosas como son en
sí , y si en lugar de cumplir lo que pro-
metieron , que era pensar ellos mucho para
que los lectores pensasen poco, no enun-
ciasen con tal impavidez sus propios jui-
cios, no nos darian ten frecuente ocasion
de echarles en cara unas contradieiones .tan
visibles, y unas lecciones tan amargas como
las que les acarrea su necio prurito de
'meterse á lo que no entienden.


El digno general Morillo tiene tan sen-
tada su opinion en el lance de que se tra.,
ta, que si algo pudiese hacerla vacilar, se-
ria tener unos defensores semejantes, por,




que es sobrada mengua y no pequeiia des
gracia para. una autoridad pública oir pro«,
nunciar su panegírico por la misma lengua
que celebró el asesinatode un infeliz. Es-
ta misma reflexion podemos aplicar á la no-
ta en que se dice que sujetos reaccionarios
y parricidas en el año de 14, r entonces
y ahora agentes del despotismo y 'autores de
las convulsiones que kan amenazado en va..
rias partes á las libertades públzcas, subsisten
en el año 2 1 con consideracion y poder, fi-
gurando entre los Quirogas cuando debieran
estar entre los porque está ya tan-
apestado el público de estas estúpidas re-
criminaciones del Espectador y demas pe-
riódicos de su laya , que maquinalmente y
sin otra averiguacion ulterior manifiesta su
estimacion y aprecio á las personas que
aquellos intentan denigrar. Por eso noso-
tros nunca nos tenemos por mas honrados
y aplaudidos, que cuando los Espectadores
-espresan una opinion contraria á la nues-
tra , porque esta es la prueba mas irrecusa.
ble de que tenernos razon. Dios les con-
Ceda las tres cosas que les faltan ; que son,
juicio ; instruccion y talento!


225


TEATROS.


La huerfanita ó lo que son los parientes:
Comedia en tres actos.


Esta' es una comedia de costumbres : to -
do su mérito consiste en la verdad de los
caracteres y de las escenas de la vida do-
méstica , que se representan en ella. Su
efecto es seguro en el teatro , siempre .que
los actores estudien y ejecuten bien sus
papeles.


Un rico comerciante muere sin testar,
dejando una hija natural, segun creen to-
dos, y varios parientes colaterales, que vie-
nen como cuervos al reclamo de la heren-
cia. Mientras ignoran que el padre de Hor-
tensia murió sin testar , no hacen mas que
adular á la huerfanita ; pero apenas se en-
teran de aquel hecho, la desprecian, la afli-
gen, la calumnian, y para cumplir en la
hija lo que debian á la memoria de su an-
tiguo bienhechor , la señalan dos pesetas
diarias de alimentos. El caracter de Hor-


TOMO x.




226
tensia es muy interesante por las lágrimas


;que tributa á su padre, por su dulzura, que
no se desmiente aun , emnedio de las ofen-
sas é insultos que recibe de sus parientes,
y por la ingenuidad con que. confiesa su
amor á su primo el capitan don Alvaro,
que aunque sin, parte en la herencia, la'ofre-


su corazon y proteceion.
El desenlace es brillante é inesperado.


llórtensia era hija de un -matrimonio legí-
timo , contraidd en Indias, aunque. ignora-
do ,de la familia. Los papeles y documen-
tes justificativos :paraban en poder de clon
Antolin , hermano ,del difunte 9,;, .peiwnage
medio misantroto, medio senti men 1AL:que
habia tenido la malicia de ocultar. lsi que
salvia- para conocerlas: inteneione s -dela fa-


milia con respecto:4 la. knezfattita : 1 y co-


nocer cuál de los, parientes era. digno de
obtener la manO:de Hortensia:;, y:e9.11 ella


la herencia opulenta que la dejó . su. padre.
La insensibilidad y egoisnie . de los pa,-


rientes de Ilorteusia iestaii bien :graduados.
En el brillante é inmeralBelinlgut es el amor
de los placeres; en doña Gertrudis el de la
vanidad; en doña liosa, su hermana, la no-


„lidad y la estupidez, y en el-Comereiaute
don Ambrosio , á quien el difunto desig-


a27
rió pararnarido de su hija, no ve,


ni en
- matrimonio, ni en, ,


la dureza con que
clespues despreció .a su ful4211 1


mas que los
medios :del:›Inteer- UPA ht.1,01 .w esp.eculacion
mercantil:Es muy córnioal


yáljnismo tiem -.po de una moral. muy
,
plohnda., la esce-


na, en que. quiere sostener Ja.
‘,palabra que


objet
ha_ dado


easarse.i..con Oortensia, con ét
o de 'aci.e.ditárse en0‘.;rnoreio.


Las. eseetiasestán bien, enlazadas , el diá-
logo es vivo;. :


pieza, interesante en la
representacioInpero es preciso saberla bien,
si. ha de pn<larbcir: todo su ,efecto.


En el dia debe fijar la atencion y-el. in.:
tetes. del público •otra huérfana,. cuyo


ape-
seráPeélebre ..en.. lo.5:,anaies de


11.5
artes mientras,; subsista la :escena. May-
quez ha 1.dejacld por: heredera de su nom-
bre á una hija:de:corta .edad, Los actores
de esta capital y, la. empresa,de: sus' tea tres
quieren ofrecer á la sombra


.
del; Roscio es-


'jallol el testimonio de la gratitud y vene-
raci<


ce


)n.
A este efecto. sedará ;ensopa de las pri-


meras noches de setiembre una.funcion es-traordinaria de beneficio, etr- ila que des-
plegarán sus talentos los principales actores
de represe


ntación,:música y bayle. El•ingre-
A 5.




1


228
so total de la funcion, aumentado. de las
cantidades con • que la generosidad de los
ciudadanos acrezca el beneficio , se desti-
na á formar el dote de la hija de Mayquez.
La empresa renuncia al resarcimienu de los
gastos diarios de la funcion, y los actores al
honorario de aquel dia , é invitan á hacer
lo mismo á' los individuos de la orquesta;
á los actores jubilados y á los demas de-
pendientes del teatro. Un amigo/de May-
quez ofrece para aquella funcianuna com-
posicion alegórica, en la cual se presenta-
rá su busto, hecho por el célebre escultor
Salvatierra.
- No contentos con esta soleinne prueba


de amor á la nieinoria de su director y niaeá•
tro, invitarán á todas las compañías cómi-
cas Id reveo á que imiten la de Madrid,
celebrando cada una un beneficio á favor
de la huérfana. Las sumas producidas, y
cuya Cuenta se presentara al público con la
mayor formalidad , serán puestas en giro
en casas acreditadas de comercio, tanto pa-
ra la seguridad del capital, como para su
aumento con los intereses que le corres-
pondan. Se pedirá tambien al gobierno que
designe sobre los fondos destinados por el
ministerio de la gobernacion para el do-


229
eOto, de los teatros", la cantidad suficiente
á la educacion de la hija de Mayquez en
un colegio. En fin una comision compues-
ta de cinco individuos quedará encarga-
da de llevar al cabo todos estos proyectos,
dirigidos á perpetuar por un acto de be-
neficencia nacional la memoria de aquel in-
signe actor. Si la huérfana falleciese antes de
casarse ó de llegar á la mayor edad , los
fondos se emplearán en un monumento pú-
blico , consagrado á la gloria de su padre.


Nada prueba mas bien los progresos
que hacen en una nacion las ideas libes a-
les, que los honores prodigados al genio.
Las cenizas de Garrik descansan junto á las
de los reyes y de los filósofos, cuando la
preocupacion estúpida dió un muladar por
sepulcro7á los restos del inmortal Moliére.
Pero ni los monumentos de gloria, ni la
estéril magnificencia de la tumba, pueden
ennoblecer tan dignamente la memoria de
los grandes hombres, como los favores y
beneficios que dispensan los pueblos á su ,
posteridad, á los objetos mas tiernos de su
amor, y sobre los cuales se fijan todavia sus
miradas cariñosas desde la regi©n de inmor-
talidad que habitan. La historia de los ro-
manos conservó con mucho cuidado los




1


1


230
nombres d4lOsliéroes , cuyas hijas fueron
alimentadas -y' dotadas á espensas del públi_
cc.. Esta polsr' eZa 'honorífica es el carácter
del verdadero mérito , el cual-los mismos
hombres. qu'el() zahirieron .en vida, se com-
placen en honrarlo despues de .la muerie
en su posteridad.


_El secretario y el cocinero.


Es una de laí Mas felices invenciones
que se han visto en el teatro para una
pieza en uri acto. Un embajador recien-
nombrado está recibiendo familia para
Partir á su embajada , y solo le falta lle-
nar los empleos de secretario y de coci-
riere. Su mayordorr►o, encargado de , exami-
Dar las recomendaciones de los que se pre-
sentan para estos destinos , trueca las es-
quelas , y entrega un espediente para que
'lo redacte al que solicita ser cocinero,
pone .á hacer chocolate-para la señorita al
que solicita .ser secretario. Esto da lugar á
escenas cómicas, y la risa de
los espectadores no cesa un momento. Co-
mo el cocinero casi no sabe leer , y e/


231
secretario!Tio entiende nada de la cocina,
la intriga acabaria bien pronto , si no fuese
por un artificio muy feliz. Uno y otro
estan en una misma sala ,-el primero pug-
nando- por conocer las letras del manus-
crito , y -el segundo por concluir mal que
bien la dificil operacion de hacer una jí-
cara de chocolate en el brasero. El coci,
nero , mas;atrevido ., está observando desde
su mesalainhabilidaddel. que le ha usur-
pado el oficio.::: no cesa de ::hacerle adver-
tencias y de-darle consejos:, hasta que en
fin , irritadorde f su torpeza;:le quita la cho-
colatera..y,t_se,:pone trabajar , diciendo
muy Cónlicamente• al secretario : id y aca-
bad aquel-espediente , mientras yo hago
este .chocolate.


Restituido.asi cada uno de los dos á su
profesion verdadera trabajaM:con rapidez
y perfeecioa; de .modo, que cuando vuelve
el rrniyordoMo ., el espediente está muy
bien redactado , y el chocolate en estado
de llevarlo á la señorita. EL embajadordee:
la minuta. y queda muy contento y satis-:
fecho eón- la espedicion y buen estilo de-
su secretario, •lo que .produce otra esce-
na muy cómica :. porque trata de exami-
narle á fondo en la diplomacia, y ya se




T


23 2
deja entender:las ansias de muerte que
pasaria el pobre cocinero en este exámen.


El desenlace es tambien natural y fes-
tivo. Un amigo del embajador conoce á los
dos: al secretario, porque es su hijo:, qua
solicitó aquel.destino para seguir en su
viaje á la hija del embajador , á quien
amaba y de quien era correspondido ; y al
cocinero por haberlo sido en su casa , de
la cual salió despues de haberle jugado
una pieza. De este modo queda vacante la
secretaría , y se da al secretario la plaza
de marido de la señorita : plaza que no se
habia pensado en proveer por entonces.


Esta comedia está en prosa : el diálogo
es gracioso y rápido ; pero todo el ridí-
culo consiste en la situacion que está muy
bien inventada y seguida. La moral que
resulta de ella es la necesidad que tienen
los empleados superiores de examinar con
mucho cuidado á qué persona fian el nom-
bramiento para los empleos inferiores.
Cuando estos se dan :ó por recomendacio-
nes ó por pasiones , no es estraño ver á
un cocinero redactar notas diplomáticas, ó
empleado en operaciones de hacienda al
que no sabe ni aun sumar.
Nota. Despues de haber publicado nitesz-..


/3


tro artículo acerca de la tragedia de Blan-
ca y Moncasin , ha llegado á nuestras ma-
nos el fragmento de un número de un
periódico antiguo matritense.. Decimos el
fragmento, porque le faltan la fachada y
las primeras hojas ; pero creemos que es
el Memorial literario. En él está inserta la
crítica en verso de aquella tragedia , con
el título de Reflexiones de entre actos, á la
cual pertenecen los versos que pusimos por
epígrafe á nuestro artículo.: POP tanto, cor-
regimos aqui el yerro en que involunta-
riamente incurrimos , creyendo •inéditos
aquellos versos. La crítica tiene algunas
notas literarias , y le antecede un discur-
so preliminar escrita con mucho juicio , y
firmado con la inicial A.


Tambien debemos advertir que las dos
partes de las Mocedades del Cid , de Gui-
llen de Castro, se hallan venales en la li-
brería de, Quíroga, calle de las Carretas,
de una edicion moderna hecha en Valen,
cia en la imprenta de Orga ;'pero no por
eso dejamos de insistir en que 'estas céle-
bres comedias, clásicas ya en la historia de
la literatura moderna, carecen de la pu-
blicidad necesaria. Debe hacerse de ellas
una edicion clásica , con discursos y notas


1




234
en que se advierta lo que Corneille imitó; .
lo -que se mejoró', etc. , con las noticias
que puedan adquirir 'acerca de vida y
escritos del dramático oscuro, á cuyas com-
binaciones se debe la primer tragedia del
teatro moderno; porque aunque sea verdad
que Corneille regularizó el plan de la pie-


no es menos indudable que la sima-
Cion trágica , las escenas mas interesan-
tes y las espresiones mas atrevidas ó mas
tiernas del diálogo , se deben esclusiva:
-Mente á Guillen' de Castro.


235


, Observaciones sobre una,. nota inserta en ;los
periódicos de esta capital , contra un ar-
ticulo del número 56 del Censor.


En. los periódicos de esta capital de
los. fdias..ag y 3o de agosto próximo p-a-
sado , bajó el epígrafe de Gobierno. po-
lítico superior de esta provai ciá , se dice que
en el numeró 56 del Censor , artículo` úl-
timo Sobre el uso general . de las canciones
patrióticas.,- al fin; habiéndose copiado un
periodo. del parte • que dió al señor gefe
político. de esta provincia el alcalde del bar-
rio .


delas Descalzas sobre los desórdenes
del Postigo de san Martin en la noche
del 2Ó , incurrimos. en una equivocacion
perjudicial, culpando-injustamente al Co-i, bierno de un descuido' vituperable. Para pro-
bar la equivocacion , y con el laudable fin
de desvanecer la mala impresion que .se
supone habrá -


hecho en el público, el au-
tor de lá nota comunicada á los periódicos
afecta copiar alli nuestras mismas palabras,
y luego inserta varios oficies" Circulados en
los dial 25 y 26 del propio:nies; lo que.
nos ofrece algunas observaciones.




236
Primeramente, liemos estraiíado que en


la nota comunicada se alteren lás palabras
de nuestro artículo proponiéndose Citarlas,
y se trastorne su sentido propio. Dé aquí
lo que literalmente habiamos escrito. «Si
el alcalde quiere decir también en las espre-
siones del parte citadas al principio de este
corto artículo , que ya antes. sé. habia pro-
vocado á los guardias encerrados • en san
Martin con la repeticion de- las• mismas
canciones, y que habiendo dado parte al
Gobierno no habia puesto .remedio', •este
descuido vituperable habría sido,.lá-:cáusa
de los desórdenes del Postigo (le san . Mar-
tin y de sus escándalosas resulsas."


La nota comunicada, refiriéndose á este
pasage, nos atribuye haber dicho; «que ha-
biendo dado parte al Gobierno (el alcalde
del barrio);: no habia puesto remedio , y que
este descuido vituperable habia sido la can -
sa de lo's desórdenes del Postigo de san
Martin y de sus escandalosas resultas."
•'; Cualquiera que coteje la cita con nues-


tras verdaderas :espresiones:,..hallará que no iL
sentamos una-'proposicion: afirmativa sino
condicional é hipotética: que no .aseguramos
que el alcalde habia dado parte :al Gobier-
no de sus recelo-1y. porque no lo dice po-


237
sitivamente , solo lo :insinua en el parte
diciendo.: y aun recelo le indiqué ( el re-
sultado) : que no culpamos á , las autorida-
des constituidas de un descuido cierto y
vituperable, sino en el caso que le hubie-
sen tenido : en fin , que ,no suena lo mis-
mo en castellano habia sido la causa, que
habria sido la pausa de los desórdenes del
Postigo (le san Martin , etc.


En segundo lugar ,pareceque el señor
gefe poUtico de esta provincia no habia
hecho alto en las notables_ expresiones del
celoso alcalde del barrio de las Descalzas,
hasta que . las vió estampadas en el nú,
Mero 56 del Censor , publicado el 25 dé


.agosto: último; porque , hasta este dia, desde
el 20 en que recibió el parte que las con-
tiene, no le habia ocurrido preguntar' al
alcalde cuál era la autoridad á quien te-7
nia comunicados anticipadamente sus pru-
dentes recelos.


A pesar de que se dice en la nota co•
municada á los periódicos que no hace al
caso la insercion del parte que con fecha
del 9 de agosto pasó el alcalde del barrio
de las Descalzas al regidor del cuartel , no-
sotros le echamos de menos para contentar
la curiosidad del público, de quien se ha.




238
reclamado la .atencion ; porque en él ma-
nifestaria el•'alcaide :


tus fündument'os que
ti() parall.irever"Itiiestros resultados del
frec'tiente canticio (lelos -vecinos delante del
cuartel envie eSraban‘ preso' losex - guar.
dias de la . Persona del 11.eY, podrik'cati-
Uarse mejor la‘condlicta del re ,id'or..


tiiiinyamenre obervaizios
• ; que si, prue-


ban los oficioS'y partes publicadas la falta
de'neticia é •inculpabilidad c lousiguietite del
señor gefe político de está proviiiew, sobre
los' antecedentes 'dé las fatales ocurrencias
del' 20 de agosto; dejan''al .


aicanee 'de al-
gátios cargos bastante graves al—caballero
regidor. Es indtitiable que falt ;ó :a.'stá deber
dejando de dar ctieffta al gefe polliti ,có del
parte que le'-liabir pasado-er"Ideálde- del
barrio de las .Descalzas ,sin : (pie sean bas-
tantes para escusarie las razónes que ase-
ga respondiendo al cargo quesóbre su orni-
sion le hace la superioridad. Las medidas
que tomó , limitadas á rondar el barrio
por las noches y observar la alegría y con-
fonnidacl de los cantores del Trágala, no
eran las convenientes paradisipar la causa de
los recelos del alcalde : por el contrario, de-
bian habérselos hecho sentir y conocer. Pen-
saba ver el espíritu invisible de .10-s'eanto•-


239
res,• y no reparaba en que tenia npor oyentes
á, hombres,de honor encerrados á causa de sus
Alyersal..ópintones., , los. eriales podian in-
terpretar insulto ,aquel constante pasatiem7
99.. , y Jo que 'era
tal yez . inocentedesahogo,de.sus ;tareas XII-,
rias. Convenimos en que *Pueblo pue
de cantar canciones patrióticas, , aun las
mas satíricas , siempre que no resulte in-
conveniente de un acto tan sencillo y na-
tural; pero tambien lienzos dicho en el
tado número 56 cuándo los tendria v bas-
tante graves. Ahora añadimos, que no debe
permitirse al pueblo , bajo este ú otro pre-
testo , aumentar la pena del culpado ante


pe la ley: en el Estado se le aplica la que esta
sanciona para que se corrija, no con el fin
de mortificarle. El caballero regidor, franco
patriota, no hubiera ofendido á los pacíficos
vecinos del cuartel de san Martin, hacién-
doles observar que sin pensarlo podian afli-
gir con la repeticion de sus canciones á los




presos ; dándoles á entender que los téniaa
por serviles incorregibles, ó enemigos irre-
conciliables contra las libertades de la na-
cion. Con un acto de esta naturaleza hubie-
ra probado su humanidad y prudencia, sin
que llegase el caso despues de que echara




240
menos estas mismas virtiidéSén el oficial
que estaba de guardia el dia 20 por la no.
che. Pudieramos dar mayor estension á los
cargos ó reparos que ofrece el oficio del se-
ñor regidor ;- pero no nos 'gusta ser fiscales
pesados de personas dignas, por otros res-
petos , de nuestro mayor apreció'.


EL CENSOR9
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 58.


SÁnAno, 8 DE SET/E DE 1821.


Nueva é infalible manera de acelerar los
progresos del saber.


En vano se ha dicho y se ha escrito
tantas veces que el gobierno absoluto es
funesto al entendimiento de los hombres,
que detiene los progresos de la civiliza-
ción , que es enemigo del saber , en fin,
que las ciencias y las artes no pueden ade-
lantar bajo su influencia. Este ha sido uno
de los tópicos mas comunes del liberalismo.
Pero lós patriotas mas furibundos tendrán
que callar á la vista de la experiencia,
que tanto en el mundo moral como en el
fisico es un argumento indeclinable. El
actual ministerio de Nápoles, á quien na-
die acusará de liberal , y que es un ciego


TOMO. X. 1 6




226
y humilde adorador, no solo del poder ab-
soluto , destinado á hacer feliz aquel
no, sino de cuantos poderes absolutos hay
en este miserable globo desde la China has-
ta la Guinea, acaba de dar un decreto que
llevará á su perfecciona las artes y las cien.
cias en la antigua Partenope, y la conver-
tirá en Atenas moderna ; y si todos los
pueblos no se apresuran á imitar. su ejem-
plo y aprovecharse del secreto que con
tanta generosidad ha divulgado , veremos
bien pronto al frances, orgulloso por su
saber , al anglo y . al ibero ir a buscar las
lecciones de la sabiduría al pie del Vesu
bio y en las márgenes del Sebeto.


Este secreto consiste en una medida
de policía muy sencilla, y es, obligar á.
todos los estudiantes de la capital á asistir
los días festivos á las congregaciones pia-
dosas , so pena de inhabilidad para obtener
grados' literarios.


En vano pues se presentará un estu-
diante orgulloso y engreido con los cono-
cimientos que ha adquirido , y con la
aplicacion y buena conducta que le ha-
brá sido necesaria para adquirirlos ;« en va-
no habrá bebido el espíritu á Demóstenes


Ciceron , y penetrado las bellezas de T-10-


227
mero y; Virgilio ; en vano habrá seguido
á Newton en sus profundas indagaciones;
en vano á• fuerza de estudio habrá hecho
suyas las sublimes ideas de Tracy,


, Ca-
banis; Montesquieu y Lavoisiére: todos es-
tes trabajos , los exámenes rigorosos que
haya sufrido , las pruebas á que se ofrezca,
son nada, si no presenta al mismo tiempo
una certificacion • del prefecto de una eo-
fradia, por la cual conste que ha asistido
con regidaridarl á los ejercicios piadosos.


Y corno socolor de adelantar en las cien-
cias, suelen algunas corporaciones litera-
rias celebrar juntas académicas en los Bias
festivos, que son los únicos que tienen li-
bres los profesores para emplearse en tra-
bajos estraordinarios , se prohibe por el
mismo decreto dar lecciones; hacer esperimen-
tos ejecutar operaciones anatómicas. r tener
academias en los diasfestivos: estaprohibicion
no se entiende solo con la universidad real,
sobre la cual se puede conceder alguna in-
fluencia al gobierno que la paga, sino tain-
bien con todos los liceos, colegios y escuelas
públicas y privadas. Aquel gobierno paternal
arregla por mínimas y semínimas lo que han
de hacer y lo que no han de hacer sus ventu-
rosos súbditos, señaladamente los que se des-


16.




228
tinan al estudio de la sabiduría, que son los
objetos mas preferidos de su benevolencia.


¡Oh in quisicion de España'. Si vivieses,
tú te avergonzarias de ver á un ministe-
rio lego y en el siglo XIX exceder con
muchos "quilates tu vigilancia suspicaz y los
reglamentos opresores que dictabas á los dó-
ciles gobiernos. Tá perrnitias á las 33 reim-
presiones del célebre y profundo Lárraga,
nuestro insigne maestro de moral, decir
que los trabajos literarios debian conside-
rarse. como una recreacion honesta, y por
consiguiente, permitida en los días festivos.
En tu presencia, y aun bajo tu inspeccion,
se reunian academias, ya literarias , ya cien-
tíficas , en los Bias festivos, y se estable-
cian en las universidades semejantes reunio-
nes , á las cuales estaban destinados aquellos
chas y no otros. Tú velabas; es verdad, y qui-
zá con demasiado rigor, sobre la observan-
cia y santiíicacion de los Bias festivos; y
conf•ndias la negligencia en estas materias
con el terrible crimen de la heregía: pero
nunca obligaste á los fieles á mas actos
de piedad, que la asistencia al santo sacri-
ficio y la conumion pascual, ni los preci-
saste á oir las exhortaciones y sermones,
á frecuentar los demas actos de religion, que


129
son propios de las congregaciones y co-
fradias piadosas. Estaba reservado al mi-
nisterio dé una monarquia en un siglo de
luces conocer la íntima relacion que tie-
nen entre sí las jaculatorias de un obe-
diencia, con las fórmulas de Neuton y de
Taylor , y las disquisiciones anatómicas y fí-
sicas con los salmos de vísperas y los ejer-
cicios de un retiro espiritual.


No podemos dejar de deplorar la mi-
serable ceguera de estos diplomáticos que
solicitan á viva fuerza emplear el poder
de la religion en sus sistemas de gobier-
no. Qué sucede? Que la desnaturalizan,
y le quitan por consiguiente toda la fuer-
za que le dió su divino 'autor. O la reli-
gion es nada en el hombre, ó es todo.
O no influye en sus acciones, ó es el prin-
tipio de su existencia morid:- Un obligado
de religioa no es piedad , es bipocresia. Sus
actos deben ser esencialmente voluntarios,
porque es(ablaCen la relacion entre el hom-
bre y el Ser supremo , el cual penetrando el
interior de las almas, no puede ser enga-
ñado • 'ni satisfecho con esteribridailes. NO
hay impiedad mas bien acondicionada pie la
frecuencia riiaqUinal y saerilega de bis 'ad-
tos religiosos, cuando no asiste


•ellos el




23o
corazon. Pero el . despotismo , como no se
cura de ser amado sirio de ser temido,
se ha forjado un Dios á .su imagen y se-
mejanza, y cree contentarlo .con el respeto
esteril de las ceremonias..


La religion está en el alma : la conduc-
ta civil y política que debe observar el
ciudadano , es, ostensible y rsterior: esta
diferencia hará siempre intuil y aun peli-
grosa la intervericion de las ideas religio-
sas en el gobierno de los pueblos, asi co-
m por una razon contraria la.piedad in-
fluye muy poderosamente , en la moral de
los individuos. En una palabra, el gobier-
no • debe considerar la religion como una
institucion moral, no como un medio pa-
ra . adquirir ó aumentar el poder.


Al mismo tiempo que en yápoles se
trabaja con tanto acierto para convertir los
literatos en novicios, la libertad de; la,pren,
sa está. casi aniquilada en la. Suiza'por las
notas di plonizíl':' (le la santat . alianza , que


, ,ya, han acabad. cota algurnis,,periódicos,„y
_probablemente harán que se supriman ,ca--
,s1 todos: T,a'.11einos hablado en ;otros artí-
culos de lo:precaria que es la independe in-
cia . actual deaquella república. Confedera-
da ; pero si n ecei taramos 9 ;:eyal., , demostra-


231
ciones de esta verdad , la influencia que
ejercen las grandes potencias en el pensa-
miento helvético, seria la prueba mas com-
pleta de todas ; porque no hay yugo mas
pesado que el que se impone sobre el alma.


No hay duda (li• el respeto debido á
los gobiernos reconocidos de Europa exi-
ge que los escritores se abstengan de epi-
,tetos y de calificaciones injuriosas, cuando
hablan de las naciones y de los monarcas
'estrangeros : de las naciones , porque nada
hay mas respetable que una sociedad ente-
ra é independiente : de los monarcas, por-
que son los representantes de su . poder eje-
cutivo y (le su autoridad con respecto á los
(lemas pueblos. La historia, no la actual
generacion , es el tribunal ante el cual son
responsables nac.:iones . y monarcas. Pero no
hay principio ninguno de derecho público
que haga, inviolables tambieu á los minis-
terios y á sus agentes y no vemos incon-
veniente alguno en que los periódicos de
un pais independiente, y lo quer:es mas,
libre , examine, analice, censure ó aplauda
la conducta de los ministros estrangeros y
los sistemas diplomáticos que hayan. adop-
tado ; mucho, mas cuando estos sistemas
deben influir tan poderosamente en la suer-




232
te de toda la Europa. Toda potencia tiene
derecho á quejarse de los escritores que insul-
ten á su nacion ó á su monarca; pero tanibien
todo escritor tiene derecho á hablar libremen-
te de los ministros estrangeros. En Suiza su-
cede en el dia una cosa muy singular, ay es
que los periódicos de aquel pais pueden cen-
surar la conducta de los magistrados helvé-


. ticos , y no les es lícito notar los yerros po-
líticos de Hardemberg ni de Metternich.


Hemos leido con mucho placer en el
Constituczonal de Francia del 9 de julio,
que los cantones helvéticos no renuncian
á la virtud de la hospitalidad. Acogen á
los emigrados piamonteses, pero no les per-
miten habitar en los cantones meridiona-
les. De esta manera han creido evitar toda
contestacion desagradable con las potencias
aliadas, y el viaje no es muy largo ni muy
incómodo en ttn pais como la Suiza. Los
cantones piensan que esto es lo mas que se
puede exigir razonablemente de un pais li-
bre. Falta saber si las potencias aliadas opi-
narán del mismo modo , y si se contenta-
rán con esta deferencia. Deben contentar-
se si no quieren manifestar á la/faz de Eu-
ropa el deseo de venganza y de omnipo-
tencia que agita sus .ministerios.


233
Al mismo tiempo que la..influencia de


la santa alianza en Italia y en. Suiza ataca
la libertad del pensamiento , las luces del
siglo y la mas sublime de las virtudes po-
líticas, existe en el seno mismo de Alema-
nia una sociedad, cuyo objeto eminente-
mente religioso ha sido, desde su funda-
cion , propagar las luces y los principios del
evangelio entre los pueblos de Grecia. Es-
ta sociedad, llamada de lzeteristas ó amigos,
existia ya en 1814. Como el clero griego
es sumamente ignorante , los heteristas se
han dedicado á proporcionarle los medios
de instruirse y de generalizar entre los grie-
c,os la lectura de los libros. sagrados. Tal
b •


fue la primer institucion de esta sociedad,
sin que se pensase entonces en ideas poli-
ticas. Asi es que M. Capo de Istria , mi-
nistro de Rusia, fue el que redactó los esta=
tinos de la sociedad, que Meten muy •po,
co de los que se siguen en las • escuelas y
colegios religiosos; y todos los monarcas, á
quienes se dió conocimiento de esta insti
tucion , la aprobaron. Es de notar, que éri
aquella época era moda entre los diploma=
ticos de la santa alianza el liberalismo ytá
moderacion. Se abrieron . suscriciones.,.r.Se
crearon fondos para abrir esencias y




2. 34
gios en el territorio griego, y se obtuvo el
permisd y la:•4Olerancia del gobierno tur-.
-co. En Munich-, en Venecia y en Moskow
se establecieron, con a probacion de los res-
pectivos gobiernos, depósitos de limosnas
para, la enseilanza; y los individuos mas
distinguidos de la Europa cristiana entra-
ron en una sociedad que restituia el pue-
blo griego al lene de la Europa por la iden-
tidad de ideas religiosas, y que le conso-
laba en sus cadenas , ya que no alcanzaba


romperlas.
Es verdad. que algunos diplomáticos,


arenados- del-movimiento rápido y enérgi-
co 'que, esta sociedad ha comunicado á la
naeion griega , y temerosos de esta coali-
cien


'


del oriente con el occidente, quisie-
ran en el dia desacreditarla y destruirla;
}yero ya es muy dificil , porque está bajo
la•proteccion de los estados constituciona-
lesde Alemania , y ademas favorece en par,
te las ,ideas de alguna gran potencia. Asi
que . tienen que sufrir, mal ve les pese,
estarinstituciow tan cristiana como ,liberal,


apelar; al arbitrio de eonsolarseeohla.fu,
rxesta influencia que ejercen en otros pai,
ses,:cle„ la libertad,. que se ven obligados á
tolerar en el suyo.


235
He aqui el gran defecto del gobierno


absoluto, y que hace forzosa su caicla cuan-
do las naciones se ilustran. El liberalismo
tiene una marcha igual , constante y pro-
gresi‘a porque su norte es la razon y la
justicia: el despotismo unas veces tiene que
volver atras , ya castiga , ya disimula y ro,
lera, y á veces permite en una parte lo que
persigue en otra ; porque su norte es el po-
der. Los medios de adquirir la prepotencia
son varios y aun contradictorios, segun las
circunstancias ; pero la razon. no tiene más
que una. senda, y se ve felizmente obliga-
da á caminar constantemente por ella.




136


LIBERTAD, IGUALDAD. Acepción legal de estas.
voces.


Loke q todos los buenos ideólogos que
le han seguido , y se han formado en su
escuela, han demostrado que una de las
principales causas de nuestros errores, y
acaso la única, es el abuso, ó lo que es
lo mismo, la mala inteligencia de las pa-
labras que empleamos para espresar nues-
tras ideas. De aqui han inferido con ra-
zon, que si las verdades mas claras é in-
contestables no lo son para todos, consis-
te, en que no todos entienden de una mis-
ma manera los términos con qee se enun-
cian; y que si fuera posible que todos los
hombres diesen el mismo valor á las vo-
ces, es decir, espresasen con cada una de
ellas una misma idéntica idea, se acaba-
rian para siempre las disputas , y no ha -
bria en el mundo mas que una sola opi-
nion. Esto se ve palpablemente en toda s
las palabras, sobre cuya significacion se es-
tá de acuerdo, es decir, todas aquellas que
representan ideas en cuya composicion en-
tra un mismo número de elementos. De es-
ta clase son todos los nombres de los ob-


237
jetos materiales, todos los términos técni-
cos, y todas las voces que significan se-
res abstractos de nuestra cotnposicion. Asi
porque se ha convenido en llamar oro,
plata á dos distintos metales, leon , caba-
llo á dos especies de animales, sierra, bu-
ril á dos clases de instrumentos , círculo,
triángulo cuadrado á ciertas superficies;
jamas ha habido ni habrá disputas sobre
la aplicacion de estas voces entre los que
conozcan su valor, y nadie que las en-
tienda llamará oro á la plata, caballo al


ileon, buril á la tierra, ni círculo al trián-
lu o ó al cuadrado. No sucede lo mismo


con las palabras que significan objetos in-
materiales, relaciones y cualidades mora-
rales ; y de ahi es que todas las disputas
y la divergencia de opiniones recaen so-
bre esta clase de objetos , porque las voces
que los significan no presentan á todos una
misma idea, y cada ano los entiende á
su manera. Sin embargo, se evitarian mu-
chas disputas y se uniformarian mucho las
opiniones, si al hablar de ellos se definie-
sen bien los términos , y se fijase su signi-
ficado con la posible exactitud. Esto es
pues lo que nos proponemos hacer con
as dos palabras, libertad é igualdad que




I38
todos emplean, y no todos entienden del
mismo modo; porque nos parece que una
vez determinado su valor, y aclarada su
signiíicacion , es imposible que baya so-
bre la tierra un solo hombre racional y
de buena fe que pueda poner en duda
que estos dos elementos son la base de
todo buen gobierno, y que cuanto se es-
tablezca contrario á estos principios es
injusto, opresivo y opuesto á la razon y á
la naturaleza del hombre.
-• La palabra libertad tiene varias acep-


ciones, que es necesario distinguir y des-
lindar cuidadosamente cuando se la em-
plea en cuestiones de política y de gobier-
no ; porque algunos las confunden mali-
ciosamente, y otros por ignorancia: y de
cualquier modo que esto suceda, se os-
curecen siempre y se embrollan las dis-
cusiones. Libertad significa primeramente
lo mismo que espontaneidad ó ausencia de
toda coaccionó violencia esterna, ya fi-
sien , ya moral: es decir, que sentama libre
el hombre que obra por solo el impulso
de su voluntad, sin que á ello le deter-
mine una fuerza esterior de cualquier,
clase que sea; y en este sentido es tan
claro que el hombre en sociedad debe


139
ser libre en todas sus acciones, que sin
esta libertad de eleccion en sus resoluciones
no podria merecer ni desmerecer, y la co-
munidad no podria castigarle por el mal
que hiciese, ni estaria obligada á re-
compesarle por el bien que obrase, pues se
supone que en ambos casos era impelido
por una obsoleta é irresistible violencia,
ya física , ya moral. Pero como entre estas'
últimas se comprenden el temor que ins-
pira la vista de grandes males, cí las ame-
nazas que los anuncian, y la esperanza que
infunde la perspectiva de grandes bienes,
es necesario distinguir entre las violencias
morales las..que vienen de los particulares;
y las que hace la comunidad entera. Todo
buen gobierno debe evitar en cuanto sea
dable las primeras;• pero en cuanto á las
últimas, la organizacion social mas per-
fecta seria aquella que con un bien cal-
culado sistema de premios y , castigos co-
siese á los individuos en la feliz necesidad
de obrar bien en todas ocasiones, y de
no cometer jamas el menor delito. Los
ciudadanos • de semejante república , que
por desgracia nunca llegará á existir, pe-
ro á la cual podemos irnos acercando
mas y mas, no serian libres, filosóíicamen-




/ 4o
te hablando , porque estarían perpetua-
mente sujetos á la accion irresistible de
la esperanza y del temor; pero serian los
mas felices de los hombres. Y aqui pue-
de verse cuan descaminados andan los
que confundiendo la libertad con la licen-
cia , creen que consiste aquella en sus-
traerse al imperio de las leyes, en que-
•rantarlas y en desobedecer á los magis-
tracios que les hablan en su nombre, y les re-
cuerdan la obligacion en que es tan de
conformarse con su tenor, y arreglar á
ellas su conducta. Es tan al contrario,
que la libertad civil bien entendida no es
otra cosa que una esclavitud voluntaria,
es decir, la dichosa precision en que el
hombre se constituye el dia que se reune
con sus semejantes, de. hacer lo que mari-
den las reglas generales consentidas por la
comunidad, de no hacer lo que ellas prohi-
ban , y de obedecer á los gefes á quie-
nes ella ha delegado la autoridad, salvo
el reclamar, por los medios que las reglas
mismas autoricen, contra el abuso que
aquellos hagan de su poder.


Por libertad se entiende tambien en
una acencion mas limitada el estado de
no esclavitud personal ; y en este senti-


a.1
do la euestion está ya resuelta hace mu-
cho tiempo., y es oprobio de la razon
Mana que existan esclavos todavia en na-
ciones civilizadas. Felizmente esa filosofia tan
calumniada ha levantado su voz contra
esté bárbaro abuso, y ha defendido tan
elocuentemente la causa de la humanidad
ultrajada , que al fin los gobiernos ilus,-
'trados se han resuelto á abolir ese vergon-
zoso comercio de hombres que deshonra-
ba nuestra .especie : y una vez destruido,
dentro de, pocos arios desaparecerá en el
mundo culto la esclavitud doméstica: cu-
yo solo hecho probará cuanto mas ade-
lantada está en el dia la civilizacion , que
lo .estuvoentre las naciones mas célebres
de la antiguedad ; en todas las cuales la
ley y la costumbre autorizaban la escla-
vitud personal:


Finalmente, se llama tambien libertad
el derecho que toda sociedad política ; ó •
sea toda reunion de hombres que componga--
lo que se llama una nación, tiene, aunque
acaso no le ,ejeria en toda su plenitud, para.
dictar las reglas y condiciones de la aso,
ciacion , y variarlas siempre que asi lo exi:-
ja el interes general. Estas dos especies de
derechos , que en realidad se reducen á


TOMO N,




242
uno solo , el de formarlas reglas por las
cuales ha de regirse la sociedad, se
maron antiguamente fueros , y tambien li-
bertades de las naciones , y hoy se llaman


libertad política , como si di;esemos , liber-,
tad en materias de gobierno , ,Tara distin-
guirla de la llamada libertad civil, ó sea la I i.:
bollad en:laS,acciones, sin otra sujecion que
á la ley. La necesidad la justicia de que
toda sociedad tenga y ejerza este.derecho de
hacer , revisar y reformar sus' estatedos y
reglainentos . , nos parecen tan evidentes,
que no alcanzamos cómo-há podido po-
nerse en duda , y cómo hay todavia escri-
tores de buena fe que se atrevan á negarlo.
Sin embarga; convencidos nosotros de que
la cuestion no se hace dificil: ni se com-
plica , s'inwpOrque no se presenta con cla-
ridad , ni se fija con exactitild el valor
de los términos, procuraremos hacerlo y
desalojar de sus -últimos atrincheramientos
á los fautores del régimen arbitrario. Para
esto es .menester distinguir entre el hecho
y el derecho.. En cuanto ,al hecho es de.
toda .notoriedad que ninguna de las socie-
dades primitivas se formó : ,por medió de
un tratado. formal y solemne, en el cual
los socios-.espresasen las condiciones, bajo


243
las cuales se unjan. El instinto formó pri_
mero familias aisladas , y la debilidad fue
reuniendo poco á poco varias de estas fa_
indias; pero se pasaron muchos siglos sin
que las familias asi reunidas celebrasen nin-
gun .cOnvenio espreso, en que ettipulasen
sus mútilos derechos, ni estableciesen re-
glas fijas para gobernarse. Costumbres in-
troducidas insensiblemente, eouser y adas por
tradicion , y alteradas y modificadas con-
tinuamente por las circunstancias y los su-
cesos , formaron por mucho tiempo el có-
digo del género humano ; la fuerza, el
valor, y si se quiere; el mérito personal,
'usurparon el poder , y los que por cual-
quiera* de estos medios llegaron una vez


empuñarle , dictaron leyes á los que
reconocian su autoridad, buenas unas, ma..!
las otras ; pero emanadas siempre de su
voluntad ó su capricho. Tal es la histo-
ria civil de todas las sociedades en los
primeros periodos de su ciVilizacion , hasta
que mas adelantada esta , y abusando dé
su autoridad los depositarios del poder, ya
fuese uno, ya fuesen muchos, y cualquiera
que haya sido el título de su niagistra-
tura, algunos pueblos se levantaron contra la
opresion , y destruido el anterior gobier.,




di


11,


d44
no, encargaron á uno ó mas ciudadanos
que arreglasen la forma del que debla su
cederle , y compusiesen ú ordenasen la co-
lecc;on de reglas, por las cuales deberian
regirse en adelante. Esta segunda época es
la de las repúblicas griegas, romana, car-
taginesa y de otros estados coetáneos, me-
nos conocidos en la historia. 'A estos ticin,.
pos , que podemos llamar constitueicmales,
siguieron los de las conquistas de los bár-
baros , los cuales acabaron eón la liben,.
tad política de las -naciovies Subyugadas,
y sustituyeron. el despotismo de uno solo
ó de muchos ;efes guerreros al gobierno
legítimo y nacional, y pusieron la potestad
legislativa en manos • de los . solos gober.,
nantes , hasta que varias casualidades fe-
lices , y mil circunstancias que, no es del
caso enumerar, permitieron en algunos pai-
ses á los gobernados recobrar en todo ó
en parte sus antiguos derechos , y concur-
rir mas 6 -menos directamente á la forma- z-
cion: de la ley. A esta cuarta época per-
tenecen nuestras antiguas. Córtes , la gran
carta de Inglaterra y la admision del ter-
cer estado en los generales de:Francia; y
á Ola se siguió la que puede llamarse
del.;despotistoo ministerial , porque abatí-,


a45
da la aristocra cía feudal: , y acrecentado es-
-cesivamente el poder de los monarcas, fue-
ron ó enteramente destruidas , ó reduci-
das á • meras fórmulas las antiguas libero
tales ; y los ministros y favoritos de los
reyes gobernaron arbitrariamente los pue-
blos, y erigieron en dogma político el
absurdo principio de 'que los príncipes son,,
no magistrados de las naciones, sino lu-
gartenientes de Dios, del cual reciben la
plenitud de autoridad : que á ellos t'Oca
hacer y derogar las leyes, y que aun cuando
estas fuesen malas, y los súbditos sean In-
felices bajo su adininistracion , no tienen
estos otro dereeho que el de pedir al cielo
que ilumine el entendimiento y mude -el
corazon de sus gobernantes. Llegó final..
mente la sesta época que es la nuestra,
en la cual algunas naciones mas instruidas,
ya ' en sus propios intereses y derechos, .se
han levantado contra la tiranía ministerial;
han elegido ellas mismas la forma de go-
bierno que han creido mas acomodada á
sus circunstancias, le han organizado en
todas sus partes , han determinado el mo-
do y tiempo en que la comunidad debe
concurrir á la formacion de las leves por
medio dé sus representantes, y han dio,




246
tado las reglas generales, por las cuales que.
riaa :ser regidas en adelante. La Inglater.
ra, ó mas bien la Holanda, dió el ejem,
plo que despues de muchos años ha sidc
imitado por todos los paises que tienen
una Constitucion política bien arreglada,
y una verdadera representacion nacional;
y es de esperar que aquellos que no dis-
frutan todavia de este beneficio, llegarán
á gozarle mas ó menos pronto, segun que
las circunstancias y las casualidades les sean
mas ó menos favorables.


Estos son los hechos veamos ahora si
en efecto existe este derecho que las nacio-
nes reclaman, y de que algunas se han pues-
to ya en posesion y en ejercicio, cí lo que
es lo mismo, examinemos si cuando cier-
to número de individuos de la especie hu-
mana se reunen ó se hallan ya reunidos de
hecho para formar lo que se llama una socie-
dad política, ó sea uno de los vados pueblos
independientes en que está dividida toda la
poblacion de la tierra, toca á ellos convenirse
entre sí acerca de las condiciones bajo las cua-
les consienten en permanecer unidos ; ó si
este chrecho puede pertenecer esclusivamen-
-te á uno solo ó á varios de ellos. Presen-
tada la cuestion en estos términos , está




247
ya resuelta, porque es Imposible que haya
un solo hombre racional que se atreva
,sostener seriamente y de buena fe , que
cuando cierto número de comerciantes se.
unen para formar una compañia de comer-
cio, no sean ellos los que deban estipular
las condiciones de esta asociacion y conve,
nirse en las reglas por las cuales ha de go-.
bernarse aquel establecimiento. ¿Ha dicho,
hasta ahora nadie, ni puede decirlo . á no
estar (demente , que los socios no tienen de-
recho á declarar cuáles son las condiciones.
con las cuales entienden asociarse , que so,
lo uno , dos , tres ó cuatro de ellos son
los que deben dictarlas, y que los restan,
tes tienen que sujetarse ciega, necesaria-
mente y por obligacion de conciencia á la,
decision de aquel uno ó de aquellos tres


cuatro ? Pues si nadie ha dicho semejan-.
te absurdo , cuando se trata de una asocia-
cion en la cual se interesan a lo mas los
caudales de los asociados, ¿ cómo podrán
sostenerle respecto) de suciedades en que
los individuos empeñan su vida , su honor,
sus bienes, en suma todo cuanto pueden aven-
turar? Este ejemplo de las sociedades mercan-
tiles es tanto mas convincente y oportuno,.
cuanto que en ellos se hace exactamente lo que.




248
debe hacerse en las asociaciones políticas
que constituyen las naciones. Cuando se
forma una compañia de comercio, como
los que ponen en ella sus fondos no tienen
todos la instruccion necesaria 'para redac-
tar las'condiciones de la asociaCion, y diri-
gir despues las operaciones comunes, se eli-
gen á pluralidad de votos los mas hábiles
para organizar la compañia y componer sus
estatutos ; y luego que todo está arregla-
do , se confia la direccion de los negocios
á los que parecen mas capaces de hacerlo
con inteligencia y probidad ; reservándose
siempre la compañia el derecho de rever y
reformar sus reglamentos cuando haya ne-
cesidad, y el de revocar sus poderes á los
directores, si estos no corresponden á la
confianza con que los habian honrado, que
es puntualmente lo mismo que debe hacer
se en la grao sociedad nacional. 'Como to-
dos los individuos que la componen no tie-
nen ni pueden tener la inteligencia y la
instruccion necesarias para redactar las con-
diciones del contrato y las reglas por las
cuales han de gobernarse los socios , es pre-
ciso escoger algunos que lo hagan, y encar-
gar despues á otros que cuiden de la pun-
tual ejecucion de los reglamentos, y diri.,


249
jan las operaciones y negocios de la conm-
nidad. La única diferencia que hay, con-
siste en que las sociedades políticas pue-
den tener, y en ciertas circunstancias de-
ben tenerle, un gefe único , perpétuo , in-
amovible y hereditario: cosa que no puede
ni debe hacerse en las sociedades mercan-
tiles. Pero esta institucion no procede de
ningun derecho esclusivo que el cielo haya
concedido á las familias de estos gefes in-
amovibles: porque d cuándo y por qué ma-
nos han recibido este diploma celestial?
Este privilegio les es concedido por la so-
ciedad misma , cuyo interes exige que se
eviten las convulsiones , desórdenes y tras-
tornos que acarrearian las frecuentes reno-
vaciones del primer magistrado, ó sea direc-
tor supremo de la nacion.


Pero sin recurrir á ejemplos, demostre-
mos ya teóricamente que -la liberal polí-
tica de las naciones, es decir , el 'derecho
de consentir ó repugnar las leyes que han
de gobernarlas es inherente á su misma na-
turaleza , existe de hecho en todas ellas y
hasta cierto punto le ejercen aun las que pa-
recen mas oprimidas. ; Qué es una nacion?
La reunion de algunos centenares, miles ó
millones de hombres que se rigen por unas




25o
mismas leyes y obedecen á unos in ismo
magistrados. Y por qué ese cierto núme-
ro de hombres forman esta reunion? Por,
que quieren; pues si todos ellos dijesen un dia
que no querian estar reunidos por mas tiem-
po , y en efecto se separasen , claro es que
aquella sociedad quedaba disuelta. Luego.
mientras esta existe , es porque sus miem-
bros consienten en vivir bajo aquella for-
ma de asociacion , y en ser regidos segun
aquellas regias, y gobernados por aquellas
personas á las cuates dieron ellos en otro
tiempo la comisicm de mandarlos, ó que.
han usurpado , si se quiere , esta autoridad.
Yero ello es que si estos mandan, es por-
que hay quien los obedezca , pues el dia en
que nadie les obedeciese , á quién habian
de mandar? Se ve pues cómo aun en la na,..
cion mas oprimida y en el gobierno mas
despótico las leyes no tienen fuerza ni pue,
den tenerla sino en virtud del consenti,
miente; nacional , ó de la tácita sancion que
los gobernados dan con su obediencia y su,
mision. Y hé aqui por que hemos dicho va-
rias veces que e! principio de la soberanía
nacional , ó la gran cuestion de si las leyes
reciben su fuerza de la sancion popular,
viene á reducirse, cuando, se sabe esplicar,


25 t
á dos axiomas de geometria , ó mas bien á
dos hechos materiales : 1. 0 Que un todo no
lo es sino en cuanto las partes que le com-
poneu permanecen reunidas. Que todas
ellas juntas son mas fuertes que cada una
en particular. No se crea pues que cuando
un pueblo se da á sí mismo una Constan-
cion política, por la cual arregla el modo
de formar las leyes , hace otra cosa que re-


. gularizar el ejercicio del derecho de san-
cion que antes tenia y no puede dejar de
tener. Lo único que añade es tornar cier-
tas precauciones para que las leyes se dis-
cutan y redacten por personas que se de-
ben suponer inteligentes é interesadas en
la felicidad general; pero aun en este sis-
tema , y aun concediendo al príncipe un ve-
to perpétuo ó temporal que malamente se
llama sancion, esta pertenece siempre de he-
cho á la comunidad y no puede pertenecer á
nadie sino á ella. La unica diferencia que
hay entre el régimen constitucional y el ar-
bitrario está en que en este último las le-
yes se hacen sin noticia del pueblo, y en
aquel intervienen en su redaccion los di.-
putados nacionales; pero su fuerza ó la san-
cion la reciben en ambos del consentimien-
to de los gobernados. Si estos las resistie-




252
sen , al punto dejarian de ser leyes, y serian
á lo mas opiniones de. los. Individuos que
las hubiesen redactado, ya fuesen estos re-
presentantes populares , ya miembros- del
gobierno nombrados por el monarca. Aho-
ra , si en la suposicion de que las leyes no'44
son tales sino en cuanto el pueblo: las con-
siente y se sujeta á ellas, ¿será mas Conve-
niente que los que las discutan y escriban
sean personas de la confianza del mismo
pueblo, ó algun empleado oscuro del go-
bierno , tal vez un simple olicinista , como
sucede en los paises regidos arbitrariamen-
te?. Que lo diga el hombre mas amante 'del
despotismo. ¿ En qué caso habrá mas pro-
babilidad de acertar ? ¿ cuando muchos hom-
bres inteligentes, escogidos é interesados
en que las leyes sean buenas, las discuten,


•441T


cí cuando las entiende un cualquiera , un
ignorante, un desconocido , que tal vez
halla su cuenta en que sea mala aquella
misma que le hand encargado formar? Pues
á esto se reduce en suma la cuestion , y
en esto consiste la diferencia entre los go-
biernos arbitrarios , 37 los constitucionales.
En unos y en otros las leyes son leyes , y
los gobernantes gobiernan porque la na-,
cion lo consiente; pero en los primeros las


2.5.1
leyes son malas muchas .veces, y los gober-
nantes mandar' ó pueden mandar impune-
mente cosas in:i nstas , y en los segundos si
estan bien organizados, las leyes son bue-
nas generalmente, y los gobernantes no man
dan injusticias, ó si las Mandan son depues-
tos inmediatamente. Preguntamos pues, ¿va-


.


le mas que las leyes sean buenas y justas
sus ejecutores, ó al contra;-io, es tic desear
que las leyes.sean plsimas, y 'peores los que
mandan en su nombre ? Claro está que na-
die, á no ser un loco , sostendrá que los
hombres serán mas felices cuanto peores
sean las reglas á las cuales conformen Kit
Conducta , y cuanto mas malos sean los que
los dirijen y gobiernan. Preguntamos mas:
reducida. á .estos términos precisos la gran
cuestion de; la\ libertad política, .(,• habrá un
solo individlió de: la especie humana que
desee en su corazon , aunqUe su boca. di-
ga , vivir en un pais regido por malas le-
yes y gobernado por magistrados injustos?
Pues para que asi tío sea, es menester que
las leyes sean hechas poi, personas escogidas,
y que los gobernantes se arreglen á ellas
én lo que manden , respondan de cuanto
hagan como hombres públicos , y puedan ser
castigados por sus prevaricaciones, Cuando




!¿5/1.
decimos los gobernantes , ya se entiende
que no comprendemos en este número a
gefe supremo y hereditario del gobierno,
si le hubiese, cuya persona no "ni puede, ni
debe ser responsable, por la sencillísima razon
de que no haciendo él ningún acto guberna-
tivo sin la intervencion de los ministros,
toman estos sobre sí la responsabilidad á
que puede dar lugar aquel acto del poder.


Resumiendo ya todo lo dicho acerca de
la libertad, considerada cómo base de to-
do buen gobierno , resulta , primero, que
los ciudadanos deben estar libres de toda
Violencia física esterior, y aun de la mo-:
ral, emanada "de los particulares : segundo,
que ninguno' -dé ellos debe ser esclavo de
otro : tereerO ;" que la comunidad 'debe con •
eurrir á la forniacion de la ley POr uno de
los mil medios que pueden adoptarse pa-
ía eSta...COoperacion suya sea utit y no
Perjudiqüe'al .orden , ó lo que es lo mismo
én términos nias claros y concisos: que un
buen gobierri'iS debe proporcionar á los go-
bernados la libertad natural que consiste
en no ser esclavos, la libertad Civil qué
Consiste en ser regidos por leyes y no por
el capricho de los magistrados, y la liber-
tad política 'que consiste en concurrir di-


255
recta ó indirectamente ; segun la naturale-
za del gobierno, á la formacion de la ley.
Si estas pretensiones son justas, si son con-
formes al objeto que los hombres se pro-
ponen viviendo reunidos en sociedad , que
es el: de aumentrr el número de sus bienes
y disminuir el de sus males', digalo todo
hombre que. no quiera efigafiarse á sí mis-
mo con absurdos y ridículos .sofismas.


9 . Antes de concluir este punto es , nece-
sario hacer una observacion importante
acerca de la libertad civil. Se dice comun-


a mente que esta consiste en poder hacer
do lo que las leyes. no prohiben, y no
hay duda que bien entendida la palabra
leyes , estzi definicion es verdadera ; pero
es falsa y May-. falsa, si por leyes se
tienden. solo las que estad ,materialmente
consignadas en los códigos positivos. Hay
otras riluchas.que el hombre debe observar..
Primeramente :prescindiendo . de los pre
Ceptos.doSla religion hay las leyes de la
inoral...úniVersal que á nadie es lícito que-
brantar. Elsize: falte. á alguna .que no esté
copiada eirAalegislacion .de , sti pais , no.
podrá ser .castigado judicialmente; pero lo:
será por la opinion pública, tribunal harto,
mas• severo y temible que las salas crimi-




256
vales. ‘En segundo lugar hay las leyes dé
la buena crianza que obligan en sociedad
tanto corno los convenios escritos, y el que
las viole hallará el castigo, tante en el des-
precio de sus semejantes, como en los dis-
gustos y peligros á que le espondrá su falta
de educacion. Finalmente, hay Ciertas re-
glas generales de conducta , que aunque
no esten especificadas en las leyes , por-
que se dan por supuestas - no son menos
obligatorias. Por ejemplo, en ningun código
se prohibirá cantar ó dar músicas en las
calles; pero al que en el tiempo» co sa-
«rudo al descanso incomode con sus can-
tidos y músicas á sus convecinos , se le
debe: impedir que les cause esta incomodi-
dad; y si amonestado .atentamente por el
magistrado ít: quien toque , desobedeciere
alegando su libertad , se le puede y se le
debe castigar para que aprenda á ser libre •
sin perjudicar (á. sus conciudadanos. Deci
mos esto, .porque vemos con dolor que
al pueblo bajo se le da una idea-equivocada
de la ,bbertad:cuando• se le dice que porque
hay ..Constitueion puede hacer, libre é
impunemente • cuanto no esté prohibido
por las leyes positivas: Hay tantas cosas no
prohibidas en los códigos de las naciones


257
que uingun hombre honrado y • ningun buen
ciudadano debe hacer , que si se enumera-
sen ), redujesen á reglas ocuparían muchos
volúmenes. Es pues muy importante incul-
car á la plebe que la Constitucion no la
exime de las obligaciones morales y de
pura civilidad que la imponen las relaciones
sociales. Esto es tanto mas necesario, cuanto
es mas facil que las personas poco instrui-
das confundan la libertad con la inmora-
lidad y la groseria, corno sucedió en Fran-
cia en los tiempos de la exaltacion jacobí-
nica. El respeto debido á los magistrados,
á los ancianos y al sexo debil, las prácti-
cas de buena crianza autorizadas por el
uso , la decencia en toda la conducta , el
buen ejemplo, son obligaciones independien-
tes de la forma del gobierno , de las cuales
ninguna constitucion nos dispensa. Tam-
poco nos eximen las constituciones polí
ticas de la dependencia y stunision en que
la naturaleza nos constituye respecto de
nuestros padres y mayores , ni á la mu-
ger de la obediencia racional que debe á
su marido, por solo el hecho de enlazarse
con él en matrimonio. En suma, la liber-
tad civil bien entendida , lejos de aflojar
los vínculos sociales , los estrecha mas po-


TOMO x. 18




258
derosamente; porque no entendiéndose mas
que á poder hacer lo que no se halle.
prohibido por ninguna . ley divina ó hu-
mana., natural ó positiva , tradicional ó.
escrita , emanada de la autoridad ó fundada
en el tácito convenio de los asociados, por
lo mismo que asegura nuestros derechos,
nos obliga á respetar escrupulosamente los
agenos.


Es necesario advertir que cuando los
anarquistas franceses dijeron en su famosa
declaraeion de los derechos del hombre,
que asi corno el ciudadano puede hacer lo
que no esté prohibido por la ley, asi tam-
bien no está obligado á hacer lo que ella
no manda , dijeron una cosa que, pudien-
do ser cierta en sentido limitado , es falsa
enunciada con esta generalidad. Ciertamente
los tribunales de justicia no perseguirán'
ni ce3tigarán al que se contente con ha-
cer lo que las leyes mandan positivamente;
pero el que no estienda su civismo y su
virtud á mas de lo que está ordenado
por la ley, ya que no sea criminal, tam-
poco será un hombre muy benemérito.
¡Cuántas obligaciones no espresadas en las
leyes nos imponen las relaciones socia-
les , á las cuales si faltasemos seriamos


259
monstruos de iniquidad , aun cuando los
tribunales no pudiesen.


. condenarnos por
semejantes omisiones! Ninguna ley nos man-
da 'arrojarnos al agua para salvar al infe-
liz que está en peligro de ahogarse ; y
ciertamente que no se nos hará causa por
haber dejado de hacerlo : pero si pudiendo
salvar la vida á nuestro semejante, le
jamos perecer , no daremos muy buena
idea de nuestra humanidad y ni aun de
nuestro civismo, ni habremos cumplido
real men te con las obligaciones sociales. Nin-
guna ley civil nos manda agradecer y pagar
los beneficios ; pero por eso , no esta-
remos obligados á socorrer en las necesi-
dades, y alimentar en su vejez al criado fiel
que nos sirvió en su edad robusta ? Y no
se .responda que en nuestra Constitucion
se dice que los espainales deben ser justos
y benéficos; y que asi 'dejando de serio
ya faltamos á la ley , porque este es un
consejo y no una ley verdaderamente tal:
y asi á nadie se le puede perseguir judi-
cialmente en virtud de este -artículo , aun
cuando omita algun acto de beneficencia.
Para esto era menester espresar los casos
en que deberia ejercitarse esta virtud, y
señalar penas á los que dejasen de ha-


.


x8.




26o
cerio en aquellos casos determinados.


Hay todavia otra definicion poco exacta
de la libertad. Se dice que esta consiste en
poder hacer «todo cuanto no perjudique á
los ciernas": pero esta generalidad, ademas
de que nada enseña, está sujeta á mil es-
cepciones y modificaciones que hacen falsa
la regla á cada paso. 1.0 No solo debernos
abnenernos de lo que perjudique á los
deuas , <. 'no de lo que nos perjudique á
nosotros mismos; y asi el satisfacer nues-
tras pasiones en perjuicio de nuestra sa-
lud y de nuestros intereses, vio es usar le-
gítimamente , sino abusar de nuestra li-
bertad ; y las leyes pueden en ciertos casos
reprimir y castigar estos abusos. Asi en al-
gunos paises la ley prohibe los juegos de
suerte, y en todos pueden prohibirse cier-
tas diversiones ó habilidades en que los
jugadores exponen su vida , su caudal ó
su salud.' 2." Si la definicion se torna á la
letra, y en toda la generalidad con que está
enunciada , pocas acciones se hallarát, de
que no pueda resultar perjuicio de tercero,
y a muy poco quedarla reducida nuestra
libertad , si nos hubiesemos de abstener
de todas aquellas que directa ó indirecta-
mente pueden perjudicar á otro. El ten-


26 t
clero , el tabernero , el astesano que abre
su tienda , su taberna ó su taller cerca y
au n lejos de otro de su mismo oficio, in-
faliblemente le causa algun perjuicio , por-
que disminuye su venta. Pero qué j no
será lícito á cualquiera ejercer su indus-
tria, porque un tercero se incomode ? Hé
aqui uno de los mil absurdos á que con-
ducen las definiciones vagas. (Se concluirá.)




26n


De la renovacion del cuerpo legislativo.


Esta cuestion constitucional está ínti-
mamente ligada con la de la:mayoría y de
la influencia ministerial. No :separarémos
pues estas dos teóricas: al contrario, de-
duciremos los principios que deben regir
en la renovacion de los diputados del gra-
do de fuerza que merezca tener en el go-
bierno la influencia de los ministros.


Es tina coi:clic:ion esencial del régimen
constitucional, que la mayoría del cuer-
po legislativo y el ministerio profesen unos
mismos principios y máximas, y esten siem-
pre reunidos: porque siempre que sucede
el caso contrario, el ministerio cae, y sus
sucesores se ven obligados í evitar el es-
collo en que naufragaron sus antecesores.


Ahora bien, esta coincidencia del mi-
nisterio y la mayoría pueden obtenerse de
dos maneras muy diferentes : ó gobernan-
do el ministerio á gusto de la epinion
pública, representada por la mayoría, ó so-
metiéndose la mayoría á la voluntad del
ministerio. Las naciones se complacen mu-
cho y estan muy contentas y son felices,
cuando se verifica el primer caso; , pero


263
los ministres gustan mas del segundo,
que los exime de la responsabilidad y po-
ne ••en sus manos una suma Mas grande
de . poder.. Es, verdad que se gobierna con
finas dificultad; pero tambien se gobierna


.con mas autoridad: y ya se sabe que clamor


..de la omnipotencia es el pecado original
de los gobernantes.


En efecto , nada seria Mas. •facil que
-dirigir una nacion, estudiando su espíri-
tu, consultando su, opinion y siguiéndola,
4 mas bien anticipandose á ,ella en todas
las operaciones legislativas. ,El 'ministerio
que asi obrase , tendria una autoridad á la
verdad dependiente de la opinion.pública,
peno por lo::mismo muy sólida y perilla -


-nente. ¿Quién tuvo mas influencia en Ro-,
ma libré; :los Valerios que gobernaban se-
gun los intereses del pueble ó los Clan- •
dios., acérrimos defensores de los- privile-
giesdel patriciado? Un ministro habil no
.es. 'el que á fuerza , de intrigas adquiere
una. mayoría facticia y mentirosa, porque
no ;representa :la' opinion pública; sino el
que••sabe someterse: al espíritu de su na-


• clon ; y. dirigirle ;y ;modificarle . cuando se
estrav ia4 . Este. camino es el seguro, y es
eLque seguirian todos los ministros , si las


owiz




264
luces y la probidad política los 'dirigiesen
en sus operaciones:••


Pero el deseo de fundar clientelas, el
temor de la responsabilidad, ú otras pasio-
nes menos nobles, les obligan á separar-
se del buen sendero. Asi no 'hay un go-
bierno constitucional, en que el ministe-
rio no quiera influir en la elcccion de los
diputados. En vano clamar'la razori, la
justicia , los derechos de la soberanía na-
cional. Los hombres que se hallan al -fren-
te del poder , que dan y quitan los desti-
nos , que tienen en sus manos tantos-y tan
poderosos medios de seduccion , no per-
derán jamas la ocasion de emplearlosen
la formacion de una mayoría , que adop-
te ciegamente sus principios , y que los
haga : árbitros del santuario de las leyes.
A la verdad permiten en él un partido de
oposicion , cuyas esplosiones• virulentas
prueban que en . el cuerpo legislativo hay
libertad'de hablar; pero en 'última ánali-
sis las leyes vienen á ser la espresion de
la voluntad ministerial. Este manejo dura
basta que el aumento del poder enseña
á abusar de él. La •nacion-se enfada, los
diputados la temen mas que á los minis-
tros , y el ministerio cae por' los mismos


265
escalones que habia fabricado para elevar-
se. Esta es la marcha constante del go-
bierno. No es buena; pero es la que se
sigue: porque los gobernantes son hom-
bres, tienen pasiones , y aunque tengamos
derecho para exigir de ellos que las so-
metan al bien público, esta es cosa mas
de decir que de esperar.


Por 'consiguiente, el -deber de los le-
gisladores constitucionales 'consiste en dis-
minuir cuanto sea posible la influencia
ministerial en las elecciones. Nuestra Cons-
titucion establece en esta materia '.xlispo-


. siciones ',muy: sabias. 'para' impedirrquela
ambieion de lOsdestinos someta lbs dipu-
tados al :ministerio: :Pero generalmente
hablando-,; naka. toca' mas• de cerca 'és'-
ta euestion ten tribuye tanto á aumentar,
ó disminuir .1a infidencia ministerial , -ce?-
nto la Manera de renovar' el cuerpo légig


-lativo.
En Inglaterra, donde cada sesion del


parlamento dura siete -años, y la renoVal
-cion es total al fin de aquel periodo';' el


ministerio adquiere una preponderancia Iníiy
notable. Siete años tienen muchos dia¿; y
no pasa uno solo; yen poder no
tenga medios de ganar prosélitos, ademas


*1




266.
del gran número de diputadosp que .


debió
adquirir en las elecciones. Añádese á . esto,
•que un gobierno rico puede,sebornar
muchos, y que no renovándose iá ocasion
de hacer este . gasto sino de siete .en. siete


.años, está mas que compensado con la
seguridad de la. aprobacion de subsidios.
Asi vemos que. la cámara de diputados de
Inglaterra tiene siempre..la mayoría -necesa-
sria paya, que.. se adopten 10s proyectos


Ty,la:Oposioimi necesaria para
que tasfil iscusicm es: t.engan una, a pa rien cia de,
censé delibertad..,Es verdad que . ; la escena . Va-
lla étlaild0 los ministroS.se atreven .á ,tocar
4110's .objetos.:que. re:v-orenciá O:.-ama.: la .na,


inglesa:. -Iniiniísterio: rtactital por
ejemplo, no está • rutty .t seguro potila:petii-
~ujeion.• ~Ora 1; 'én icierto incido: idí-
-%bia„ 1 41.1e-111::suseitadO:cOntraiitair,eyna de
.I13111teyra, , !La ,-)historia-:indicaráiflasta qué
pu-nto ha llegado el furor del gobierno
contra: aquella ••Itiuger , i pero si
los pAniltros .ingleseS,;:zno áeiertan á Ha_
Imarola,.;lateneion ;:ole;,' ! -Finehici.-hácia otros
,objetos, no*de ..pronosticar su


.• ,,:• ,•


En:•Fran•cialla renevácion •de la cáma-
.-ra,e1: V‘por •quintas partes . ; • de; in o-


267
do que el ministerio tiene que repetir to-
dos los Otoños las mismas intrigas, las
mismas amenazas y las mismas promesas
para influir en las elecciones. Estos medios,
á fuerza de repetirse, llegan á ser tan co-
nocidos, que casi no producen efueto. Por
otra parte , el soborno con- dinero no es
tan faca! en Francia corno en Inglaterra,
(ronde el •;isterna de las pensiones está muy
perfeccionado: y como en •fin el número
de destinos es limitado, llegará el caso
de que. el ministerio francés ni) • -tenga :en;-
picos ní gracias que prometer áf elee-


kil •Aores •c5 á los diputados. Lal, ,nuevi ley de
elecciones; anillen:te la dificultad, porque
lcrs grandes propietarios , favorecidos por
aquella ley no, son muy fáciles•de ganar*
,con promesas




: ni- con dinero.




üo .en . Vald e,.pues se: queja el Monitor,
periódico midisterial, de la ley'de renova-
cion,' inserta, en, la carta constitucional,.
,que obliga al gobierno á repetirse anual-
Mente, en. una 'Materia eniqu•e no es fa-
ci ni obrar: com ..decencia ls .ni, • evitar,. la
monotonia-i, El miti•isteria,francés 'tiene que
siufrir laAey., que :él mismo impuesto
-á:la Fr'ancla.,Sustituyó lila voluntad na-
cional la •v,.untad de la grande propiedad




268
territorial : no quiso sufrir el yugo saluda-
ble de la opinion pública , y tarde ó tem-
prano tendrá que „sufrir el de la aristo-
cracia privilegiada.


La Constitucion española, que aproxi_
ma en límites mas estrechos la renovacion
total del congreso , opone todavia mayores
ostáculos á la influencia ministerial , aun-
que la manera indirecta de la elecrion
necesaria. cuando no se quiere privar de
su voto á ningun ciudadano, pueda favo-
recer en algunas circunstancias las reco-
mendaciones.. de los gobernantes .


De lo espuestollásta aqui se .infiere , que
mientras mas: próximas:sean las épocas de las
renovacionel.pa reial es del cuerpo legislativo,
menos fuerza.. tendrán en el público y
en los individuos los recursos (le que se


, .vale el gobierno para influir en las elec-
ciones. Enhórabuena que de. una sesion
para otra se conserve una parte del cuer -
po legisl itivo- para evitar la divergencia
absoluta en las operaciones legislativas,
diferencia: que muchas veces seria muy
rápida -de una sesion á otra, si:la renova-
cion fuese , total; pero á lo menos haciendo
renovaciones pardales con mucha frecuen-
cia, ó la náciou se fastidiará de ver al


269
min isterio empleado en desmoralizada todos
los otoiíos periódica y regularmente, ó.
el ministerio , renunciando á esta manera
poco decorosa de adquirir prosélitos, en-
trará por el ancho y seguro sendero cons-
titucional: es decir , dominará en la opi-


1á nion de los diputados , dejándose dominar
por la opinion pública. Esta es la perfec-
cion del régimen constitucional, que el mi-
nisterio deba su induencia y su consideracion
en el cuerpo legislativo, no á intrigas ni cope.
dios , sino á la bondad y sabiduria de los
proyectos que presente:


La queja del ministerio francés, con-
signada en el artículo del Monitor que
hemos citado, es tan ridícula corno ino-
portuna, porque es lo mismo que si le


~difieran al legislador de la Carta : habeis
dispuesto las elecciones de tal manera, que
vendrán al congreso los diputados que quie-
ren los electores , y no los que nosotros
queremos. Los ultras, dueños en el dila de
las elecciones, leerán en aquella queja la
conlesion tácita de su superioridad sobre
el ministerio, y la lenta y sucesiva destruc-
cion del centro de la cámara. En fin, los libe-
rales conocerán que los ministros quieren ser,
absolutamente electores , y se desespera-




27o
rán de ver que no lo pueden ser. Esta
conducta los hace despreciables á todos
los partidos y -sospechosos al mismo mo-
narca


, autor de la Carta constitucional.
Sin embargo , un medio de salvacion


le resta al ministerio francés , y es su
reunion sincera con los liberales, sin se-
gundas intenciones ni proyectos para des-
pues. Ya saben por la esperiencia que no
es domable la 'aristocracia: se postra en
palacio, y manda con arrogancia en el
congreso. Los liberales tienen las mismas
doctrinas, los mismos intereses que los
ministros. Si estos temen la exageracion
de la libertad, consideren que los libera-
les no se exaltan, sino cuando el poder


el privilegio los ataca. Renuncien á las
leyes de escepcion , renuncien á la mons-
truosa alianza del gobierno constitucional
con la aristocracia, y tendran una influen-
cia ilimitada en el cuerpo legislativo.


27


TEATROS.


Pruebas ,de -amor y amistad. Comedia en
tres actos de Tirso de Molina.


Esta comedia -es una de las mejores do
Tirso de Molina, no solo plr la gravedad
de las sentencias, y la honestidad-de los ca-
racteres, sino tarnbien por la verosimilitud
y buen orden de la fábula, cuyos inciden-
tes son muy dramáticos é interesantes. Es
comedia de costumbres, de carácter, y emi-
nentemente moral. Basta decir que en ella
se encuentra el germen de la combinacion
dramática de los Tiieres de Picard: y aun-
que es muy probable que el autor francés
no conoció ni aun el título de la pieza de
Tirso , sin embargo no deja de ser muy glo-
rioso para el poeta español del siglo XVI
la coincidencia con una de las comedias
mas apreciables del teatro francés, escrita
en el siglo XIX.


Don Guillen de Montada, rico hombre
de Cataluña, estaba ligado en los lazos de




272


la mas tierna amistad con don Ramon , her-
mano del conde de Barcelona , y su here-
dero presuntivo. El conde tenia en aborre-
cimiento á su sucesor : despojOle de sus bie-
nes , destertóle , persiguióle en los paises
estrangeros , quiso privarle del derecho de
sucesion, llamando 'á ella al rey de Fran-
cia. Don Ramon no tuvo en tantas calami-
dades mas auxilio ni consuelo que el . de su
amigo don Guillen , el cual vendió 'sus . es-
tados para socorrerle en sus necesidades con
el esplendor debido á su nacimiento, in-
currió en la indignacion de su príncipe, y
aun espuso su buen noinl•re á las murmu-
raciones del vulgo , que creia por las su-
gestiones de los cortesanos, que don Gui-
llon conspiraba con su amigo -don Ramon
contra el conde de - Barcelona.


Este príncipe murió, y conociendo en
sus latimos instantes la injusticia de su odio,
llamó por su testamento á su hermano pa-
ra que le sucediese en la corona. Don Ra-
mon, apenas ascendió al trono de Catalu-
ña, llamó a su lado á su amigo y bienhe-
chor don Guillen , depositó en él su poder
y su confianza , y premió con la generosi-
dad de un amigo y de un príncipe la cons-
tancia y los sacrificios de la amistad.


273
Don Guillen era amante correspondido


de doña Estela , marquesa de Miraba] : al
mismo tiempo habia contraido amistad
ron un caballero catalan , llamado don Bus-


, tos de Grao; pero en la época del adveni-
miento de don Ramon al trono, tenia ve-
heni entes é infundadas sospechas de que Es-
tela y Bustos se amaban : siendo por consi-
guiente traydores al amor y á la amistad.
Por otra parte, todos los cortesanos se le
vendian por amigos : todas las damas de pa-


, lacio le solicitaban por marido , y algunas
llegaron á interponer la amistad del con-
de para obtener su mano. Don Guillen, ena-


e morado siempre de Estela, no asegura-
' do ni desengañado de sus celos, y fatiga-


do. por tantos pretendientes á su amistad y
á su amor, determina poner en prueba los
unos y los otros. Para esto suplica al con-
de, que finja estar enojado-contra él , que
le despoje de sus bienes, que le mande pren-
der y formar cansa ; en fin , que persuada
á toda su corte que la indignacion del prín-
cipe ponia en mucho riesgo la vida del pri-
vado. El conde 3e presta con alguna difi-
cultad á este artificio. La desgracia y pri-
sion de don Guillen es pública: las aman-
tes palaciegas y los amigos cortesanos re-


TONO X. T




274
sultan de la prueba lo que debia esperar
de ellos; mas don Bustos ofrece sus esta-
dos en satisfaccion del fingido alcance que
el erario suportia tener contra don Guillen,
habla al conde con fuego y osadía á fa-
vor de su amigo , desecha con indignacion
las promesas que le hace el príncipe de ca-
sarle con Estela y de confiarle su amistad
y el gobierno del estado , y sufre por su
atrevimiento una estrecha prision. Estela,
la amante, la generosa Estela, cuyo carac-


- ter es el mas bello de la comedia , ofrece
como don Bustos sus estados para satisfa-
cer por don Guillen, ruega con lágrimas
al conde, quiere interesar á favor de su
amante á todos los cortesanos que la res-
ponden con el despego y la vileza propias
de su profesion , y en fin espuesta por el
conde mismo, que la ofrece su amor y su
corona , á la terrible prueba de los celos y
de la ambicion , sale de tantos contrastes
pura' y acrisolada.


Esta fábula ingeniosa, original, instruc-
tiva y agradable proporciona al autor una
infinidad de rasgos y situaciones satíricas
contra los palaciegos. La accion está muy•
bien conducida desde el principio del se-
gundo acto en que don Guillan se resuel-


275
ve á hacer la prueba ; pero el primer acto
es malo y está como desligado de !a pieza.
Hemos sentido mucho que se le haya con-
servado casi en su misma forma en la co-
media refundida.


_Refundir una pieza antigua no es su-
primir algunos versos ó algunas escenas
inútiles, cosa que los autores de compañías
cómicas saben hacer con mas ó menos tino;
sino darle á la accion la marcha regular que
debe tener segun las leyes dramáticas, con-
servando y aprovechando todos los buenos
versos , todas las buenas escenas del ori-


1 ginal. Por de contado esta comedia debeempezar por el principi del segundo acto, ycuanto dice Tirso en el primero debió in-
sertarse por via de esposicion. Tambien de-
bió suponerse en palacio la primer escena
del primer acto , que es el enlace de la fá-
bula, porque en ella sospecha don Guillen
de su amante y (le su amigo : aquella escena
•es mas verosimil en un palacio que en el
campo. De este modo don Guillen , propo-
niéndose hacer la prueba al fin del primer
acto, debió comunicarla con el conde al
principio del segundo; y no omitiendo la
tentativa de Gilote para libertar á su amo
preso, quedaba materia para llenar los dos


19




276
últimos actos. Es una ley dramática , que se
deben tocar todos los puntos interesantes
de la accion en el primer acto. La prueba
es la parte mas esencial de está comedia,
y *sin embargo Tirso no habla de ella has-
ta mediado el segundo acto: mas diremos,
ni las damas ni los cortesanos son conoci-
dos del espectador en el primero. El refun-
didos de la pieza no debió haber conserva-
do este defecto del original.


La escena del desenlace, aunque está
muy bien preparada , no está bien segui-
da. El conde atormenta con celos á Estela,
diciéndola que don Guillen amaba á la in-
fanta: al mismo tiempo la ofrece su Mano
y su corona: don Guillen que escuchaba
encubierto este diálogo ,.no debe prorum-
pir , como hace, en quejas contra el conde:
al contrario, debe esperar la respuesta de
Estela para concluir su prueba, aunque des-
pues 'se queje de la ofensa que cree reci-
bir de su príncipe. No deja de ser dema-
siado -cómico para una pieza, cuyo tono es
algo levantado , que el conde auxilie tan de
veras el proyecto de su amigo , y quiera
por sí mismo hacer la prueba del amor y
de la virtud de Estela. ¿Si sería la intencion
del autor castigar con aquel pasagero do-


277
lor la imprudencia de poner á prueba el
corazon - de la muger? Sea como fuese, la
decencia teatral y la satisfaccion completa
del amante suspicaz exijen que don Guillen
no se manifieste hasta estar ,seguro de la
constancia heróyca de su amante.


Matos Fragoso, uno de nuestros autores
cómicos del tercer orden, en su comedia
El yerro del entendido , la cual bien refun-
dida baria un efecto agradable en el teatro,
espone á la prueba el amor de un prínci-
pe Inicia su valido. Pero el poder queda ven-
cido en la prueba. En efecto, no es posible
esperar de él tanto, como dei. 'amor ,y de la
amistad.


Estela es el mejor carácter de- muger
que ha delineado Tirso de Molina. Tiene
la dignidad y nobleza de las damas de Cal-
deron , y la ternura, pasion y constancia de
las de Lope , sin la liviandad-indecente que
«eneralinerite caracteriza á las heroinas de
Tirso. Pero las dos clamas, palaciegas son
imbéciles y monótonas. Sin duda quiso el
autor presentar en toda su fealdad nativa el
estúpido egoismo de los serviles adorado.-
res del poder. Sin embargo, los caracteres
de los cortesanos estan muy bien -contras-
tados y graduados. Unos son,rrias viles, otros


111


1




1


278
manifiestan su egoismo con mas osadía : hay
alguno que finge ser amigo todavía del pri-
vado despues (le su cuida.


En esta comedia el estilo es casi siem-
pre serio y moral: las sentencias graves,
los donayres y chocarrerias raros : en una
palabra , se conoce la intencion del poeta,
que fue escribir una comedia de costum-
bres, y II o de intriga ni de amoríos. Por
consiguiente pertenece á un género muy
poco cultivado en aquella época ; y la eje-
cucion prueba que nuestros antiguos có-
micos tenían grandes disposiciones para él,
si hubiese sido del gusto de su siglo. Pero
entonces no se concurria al teatro para
estudiar al hombre , sino para reirse con
los graciosos , ó para admirar una intriga
-complicada con mas ó menos arte.


Copiarémos, segun nuestra costumbre,
algunos de los mejores versos de esta pieza,
que está escrita con mas cuidado que otras
del mismo autor.


«Mirad ese arroyo frio,
Que ronda esas (lores bellas,
Curas aguas ondas se hacen,
Y solo se satisfacen
En que se miran en ellas.
Estos olmos , siempre presos


279
De las parras que los miden,
Qué premios á su amor piden,


Sino es abrazos y besos ?
Estas aves, que acrecientan
Su amorosa inclinacion,
En fe que amor es union,
Con. unirse se contentan.
Las peñas con su firmeza
Me enseñan á ser constante:
No bay planta, que no sea amante
En la gran naturaleza.
En. aquestas soledades
Los brutos, que amar pretenden,
Voluntades solas venden
A precio de voluntades.


En el tercer acto, Estela , confundiendo
las sospechas de su amante, le dice:


«¿Pierde por ser combatida .
De los cañones la fuerza,
Que desanimando escalas,
Queda inmovil, rotas ellas ?


Pierde ,la encina constante,
Porque á los vientos opuesta,
No solo el tronco, sus hojas
Victoriosas permanezcan?
Oro , que apuran trabajos?
Nave, que vence tormentas?
Valor , que gana blasones?




IL •


'¿1


28o
Sol, que desvanece nieblas?
Hablóme el conde en su amor:
Ostentóme sus finezas.
Las admití? Le di el si?
Mostréme alegre? Di señas


De placer? Intimé gracias?
Besé manos? Honré prendas?


Nuestros lectores verán con placer la
breve noticia que da de nuestro Tirso de
Molina el doctor Juan Perez de Montalvan
en el índice de los Varones ilustres de Ma,
drid, inserto en su Para todos , que en el
dia podria intitularse mejor: Para nadie.


El padre maestro fray Gabriel Tellez,
presentado y comendador de la orden de
nuestra Señora de la Merced, predicador,
teólogo , poeta y siempre grande, ha im-
preso y escrito con el nombre supuesto del
Maestro Tirso de Molina , muchas come-
dias eteelentísimas y Los cigarrales de To-
ledo; y tiene ahora para dar á la estampa
unas novelas ejemplares, que con decir que
son suyas quedan bastante alabadas y en-
carecidas." Tan diminutas como esto son
las noticias que nos han quedado de los
grandes ingenios de aquel siglo.


281


Sobre el clespotigao.


Habiendo hablado en el número ante-
rior de la anarquía y de la guerra civil con
el aprecio que se merecen,. justo será en-
tretener tambien un rato á nuestros lec-
tores , en obsequio de su inmediato suce-
sor, ó digamos mas bien de su legítimo he-
redero el despotismo. Se creia com numen te
que este era antiguo en el mundo y mo-
derna la libertad ; pero una niuger ilus-
tre ha demostrado, que quien verdade-'
ramente goza del privilegio de la antigüe-
dad es esta última , y que aquel es una
especie de intruso en los gobiernos de las
naciones.,


Nosotros renunciarémos de buena gana
el derecho que tenemos, como cualquie-
ra , de profundizar esta enestion : por-
que habiendo sentado ya como principio
inconcuso que hasta la anarquía se podia
considerar como un género de gobierno,
y que su principio se oscurece en I> no-
che de los tiempos, claro es que consi-
deramos á los Urnas unos mozalbetes




?la


282
respecto de aquella utopia , sin que in-
fluyan para nada algunos siglos mas
menos. Dícese que el despotismo es la au-
toridad absoluta que no está limitada por
la,s. leyes ; lo cual bien analizado se po-
dría reducir íá que el despotismo no es otra
cosa que el abuso de la fuerza- en cualquier
género en que se emplee. Siendo esto asi,
como lo es , muy larga debe ser la lista de los
déspotas, y muchos, muchísimos los géneros
de despotismo de que han sido , son y
sepan víctimas los hombres.


Esto nos da motivo á presumir que una
multitud de cosas que se llaman buenas ó
malas pasan recíprocamente á ser lo uno
ó lo otro, segun la voz de que se usa para
designarlas. El poder supremo pertenece en
toda sociedad á los que tienen en sus ma-
nos la fuerza de las arma ( ); y así los
que las manejan , rara vez dejan de ser dés-
potas ó instrumentos del despotismo, aun-
que el pueblo que los paga no haya reco-
nocido este género de gobierno. -Pero. este
mismo instrumento que hace que en las
monarquías absolutas sea déspota el mo-
narca, en las aristocracias los nobles y en


( Robertson , Cuadro del estado de la Europa.


.183
los gobiernos representativos las leyes, sue-
le servir de cortapisa á estas tres clases
de despotismos, produciendo tan buen efec-
to en las dos primeras , como funesto en
la última.


No suelen ser bastante claras las ideas
que se tienen acerca del despotismo, h pesar


N de la concisa definicion que copiamos ar-
riba, porque generalmente se confunde el
despotismo de hecho con el despotismo, di-
gamoslo asi , de derecho. Este último es y
ha sido tan raro en el mundo , cuanto aquel
ha sido y es usado y frecuente bajo todas
las formas de gobierno. El sullan- de Cons-
tantinopla , que es el tipo y ejemplar que
justamente se cita para describir un. dés-
pota , es verdad que no tiene ninguna de
aquellas trabas que en los (lemas estados
limitan el ejercicio ó atemperan el rigor
del poder absoluto. Es cierto que no hay
en la capital ni en las provincias tribuna-
les perpetuos que ejerzan una jurisdiccion
legal, ó que esten en posesion de tener parte
en la promtilgacion y ejecucion de las le-
yes. Ni un cuerpo de nobleza hereditaria
que circunscriba la autoridad del príncipe,
y forme un cuerpo intermedio entre él y
el pueblo: ni mucho menos una cámara de




*11


p


.11


tr84
representantes de la nacion , en quien esen-
cialmente resida la soberanía. Pero tiene
el freno de la religion que es á un mismo
tiempo un límite de su autoridad y el fun-
damento de ella , y sobre todo tiene á los


,gemzaros , que unas veces son sus esclavos
y otras le tiranizan , le deponen ó le de-
güellan.


A la verdad que no es facil compren-
der, por qué dicen que es abusivo este
gobierno, cuando por el contrario no hay
ninguno mas conforme con la naturaleza,
ni que mas se asemeje al gobierno pater-
nal. Aun por eso son tan comunes y usa-
das en boca de los reyes absolutos las
dulces frases de «mis amados vasallos; el
amor paternal con que los miran, el paternal
sentimiento con que reciben la noticia de los
tantos y cuantos miles de vasallos armados,
que murieron ehtál batalla, yla dolorosa pre-
ciSiod en que se ven á cada instante de
acudir á los bolsillos de sus fieles y ama-
dos hijos, etc. Ni ofrece menos estraiieza el
ver que entre tantos y tantos millares de
memoriales como se les presentan . , 1 nin-
guno le ocurre firmarse su mas afecto.
y mas cariiioso hijo, sino su mas fiel
y humilde vasallo , que es la fórmula


285
recibida en donde hay • déspotas pater-
nales.


Y si bien se reflexiona, no hay géne-
ro alguno de gobierno en que mejor pue-
da realizarse la suspirada igualdad ít que
propendemos los hombres, porque al fin
si volvemos los ojos á -ese mismo impe-
rio






turco, ¿ en qué se distingue un súb-
dito de otro súbdito, respecto del Sultan?
¿No puede mandar machacar en un mor-
tero á ocho ó diez miembros del ulema
con la misma facilidad con que corta el
pescuezo á unos cuantos pescadores-?--¿Pues
qué mas pueden apetecer aquellos ciuda-
danos? Alli no hay que salir con la or-
gullosa simpleza de si mi padre se llamó
de este ó del otro modo , si obtuvo tales'
ó cuales destinos ó condecoraciones, por
que si él por sí mismo no se eleva hasta
obtener la gracia del Único que puede
dispensarla, tan turco se quedará y tan
confundido con la multitud como el mas
ínfimo 'del pueblo.


Se sigue pues que en Turquía tenemos •
por decontado la perfecta igualdad., á lo
menos de derechos pasivos, y la falta de
nobleza, hereditaria que tanta sangre y dis-
turbios costó abolir por .


un tiempo du-


7-7




C:


a


s


3


2 8 6
rante la república francesa. Vease pues
cuan poquito les falta ya para ser unos
completos liberales. ¿ Mas qué digo libe-
rales? Casi casi se les puede numerar en-
tre los mas ardientes republicanos. Una de
las mayores dificultades que dice que se
opusieron en Francia á qpe se consoli-
dase aquel gobierno turco-liberal que di-
rigieron Marat y Robespierre, fue aquello
del llamarse de tú por tú: pues sepan los
que lo ignoren que este es ni mas• ni me-
nos el tratamiento favorito entre los mu-
sulmanes, y que no hay quien les meta
en la cabeza el tratarse unos á otros con
la debida cortesania y miramiento.


Pues respecto á la franqueza en el emi-
tir sus opiniones, no hay nadie que les
iguale; porque sea por ignorancia, como
pretenden algunos, ó por esceso de Bus-
tracion , como parece mas natural, lo cierto
es que ellos no desmienten su obediencia
con sus palabras, ni mucho menos con
sus escritos; bien diferentes en esto de
tantos y tantos pueblos.en quienes la hi-
pocresia politica es mucho mas comun que
la hipocresia religiosa. Es verdad que no
circulan periódicos, pero esto solo depen-
de de que no se imprimen , pues en tal


n87
so no faltaria alguno que los leyese, y
as si eran de aquellos en que se com-
onen himnos y cantatas en elogio de la de-
ollacion. Mas en cambio, tampoco tie-


n en leyes represivas, ni preventivas, ni
protectoras de la imprenta, y váyase • lo 't


no por lo otro.
En cuanto á los genízaros que tanto


sombro causan con solo pronunciar su
nombre, es menester hacerse cargo de que
i hemos de creer á los autores que re-


fi eren la historia de su creacion , no se
ornaron los. cuadros de entre los mismos


turcos , ni otros paises esclusivamente
espóticos , sino que por orden del sultan


Amurates se secuestró la quinta parte de
os prisioneros de guerra, entre los cuales
iabria individuos de toda especie de :go-
biernos, para formar de ellos unos sol-
dados nuevos , que esto quiere decir la pa-
abra genízaros.


No quisiéramos por cierto que algun lec-
tor socarran y maligno se llegase por eso
á figurar que todo soldado nuevo es un ge-
nízaro: antes por el contrario sabemos por
esperiericia , que hay muchos soldados vie-
jos á quienes se puede aplicar con mucha
justicia este nombre , y muchísimos solda-




dos nuevos que le mirarían como una in-
juria. Lo decimos para ostentar este •asgui-
Do de erudicion , y para seguir nuestra cos-
tumbre de llamar las cosas por sus propios
nombres. Lo cierto es, que esta milicia que
al principio era reducida, como que estaba
destinada á la guardia de la persona del sul-
tan , ha llegado á ser ya tan numerosa que
apenas hay ninguna familia en todo el im-
perio que no tenga algunos individuos alis-
tados en ella. De lo cual se infiere que con
solo hacer una ligera variacion , como si
dijeramos, convirtiendo su fuerza en favor
del pueblo y en la proteccion de las perso-
nas y de las propiedades , en menos que can-
ta un .pollo se hallaban los turcos con una
milicia nacional de honra y provecho.


Pero, señor, que no tienen constitucion
carta en la cual esten consignados y ga-


rantidos los derechos y las obligaciones de
todos los ciudadanos, y por consecuencia
carecen, de la única prenda que distingue á
los gobiernos liberales de los despóticos.
Convenimos en ello, y ya nos habiamos he-
cho cargo de esta dificultad ; pero por lo
mismo que no tienen tal carta, estarnos mu-
cho mas seguros de que no la desobedecen
ni se burlan de lo que ella dice. A nuestro


289
modo de entender, eso de tener ó no te-
ner constitucion, no consiste en que haya
un libro que contenga los mas bellos pre-
ceptos de justicia y de libertad racional;
ni consiste tampoco en un sonido agradable
que le recuerde al hombre que debe ser.
contado por algo en la sociedad de que ha-
ce parte ; sino que se necesita ademas que
se ejecute y obedezca puntualmente por tu-
dos y en beneficio de todos, sin lo cual se-
ria muy posible tener á un mismo tiempo
constitucion y despotismo.


No se crea pues que si los turcos ca-
recen de esta solidísima ventaja , es porque
ignoren su precio, ó porque sus almas en-
vilecidas con una larga esclavitud hayan
perdido la fuerza que se necesita para ser
libres. Nada de eso, sino que 1 9


hacen de
puro astutos y esperimentados. Su propio
instinto les dice, y su estrernada civiliza-
cion les confirma en la idea de que asi co-
mo son felicísimos los pueblos en donde es
exactamente obedecida la constitucion que
ellos mismos se han dado, asi tambien son
muy dignos de lastima aquellos en quienes
la constitucion no es mas que un honrado
pretesto para que gocen algunos á. costa de
todos los domas. El dia qué los turcos se de-


TOXO X.
20




290 •
cidan á formar una constitucion , y á crear
las autoridades que deban gobernarlos, ma-
nifestarán probablemente el mismo ape-
go y teson por sostener una y otras , que
el que han manifestado hasta , ahora por
sostener la religion y el gobierno que
los rige. No hay que pensar en que los
turcos emprendiesen su carrera consti-
tucional desayrando y desacreditando á
las mismas autoridades constitucionales;
ni es de presumir de su buena crianza
que despues de haberlas dado sus poderes


para regirlos , todavia afectasen haberse
reservado otros para gobernarlas a ellas
mismas.


Nombrarían probablemente sus manda-
tarios y representantes del pueblo , eligien-
do entre toda la Turquia los turcos mas de
bien y mas ilustrados, sin escepcion de cla-
ses, y sin manifestar una animosidad estú-
pida y feroz; pero una vez elegidos, estos
y no otros, tomarian el título y la deno-
minacion de pueblo ; estos serian los úni-
cos que espusiesen las necesidades y los me-
dios de remediarlas. Luego que hubiesen re-
suelto adoptar el gobierno representativo,
y verificado sus elecciones, creerian de bue-
na fe que estab an representados, y se abs-


29 t
tendrian rae personificarse de nuevo mas que
para advertir •modestamente las faltas ó los
defectos que llegasen á su noticia. Una vez
proclamada la igualdad legal , no habria
ningun pretesto-, por plausible que fuese,
para que unos cuantos turcos se declarasen
mas fuertes que las leyes, y las atropellasen
todos los dhs impunemente. Si como es de
esperar se consagraba la libertad absoluta
de la imprenta , lo seria para todos y para
cada uno , sin que se castigase en los indi-
viduos aislados é inermes lo mismo que se
aplaudia en las reuniones que inspirasen
temor.


Una cabeza turca que en el dia depen-
de del capricho de un Saltan , de un Dey
ó de un Baja , no se separaria entonces del
cuello de ningun individuo sino por volun-
tad de la ley comunicada , por el órgano le-
gítimo. No se encomendaria el arreglo y la
direccion de la fuerza armada sino á los
que hubiesen dado repetidas pruebas de
que conocian su mecanismo , su uso, sus
ventajas y sus defectos , y tuviesen la ne-
cesaria disposici0 fisica y moral para diri-
girla. No habria glase ninguna destinada
sufrir perpetuos denuestos, privaciones é
injurias : y otra en cuasi-derecho 6 pose,


20,


1.1




.1


292
sion de causadas con absoluta impunidad.
No se designarian con apodos infames unos
ciudadanos á otros, ni se escitaria y pro-
vocaria á la guerra civil á. ciencia y pacien-
cia del gobierno. No se abandonaría el ma-
nejo de la hac ienda pública al primero que
dijese de sí mismo que entendia !a materia,
ni se concederia un premio á su orgullo-
sa ignorancia. Los aficionados á la músi-
ca podrían satisfacer libremente su inclina-
cion y destreza , pero en sus casas ó en el
campo , ó en los sitios destinados á estas
diversiones , y no á la puerta ni debajo de
las ventanas de la habitacion de ninguri ciu-
dadano á quien pudiese ofender una armo-
nía insultante.


Todas estas y otras muchas cosas deja-
rían de hacer los turcos el dia que se re-
solviesen á jurar una constitucion, y nos
consta por noticias muy fidedignas que no
estati esperando otra cosa hace ya medio si-
glo , sino un modelo acabado, no de consti-
tuciones escritas, que de esas no fuera difi-
cil enviarles un buen surtido, sino de una
bien obedecida y guardada por todos los
que hubiesen jurado obedecerla. Hasta aho-
ra no hemos podido nosotros satisfacer los
deseos de los buenos (que también los hay


293
entre los turcos); pero es de esperar que el
dia en que los españoles nos decidamos á
querer serlo realmente, á es tinguir los odios
recíprocos y á aprovecharnos de las gran-
des ventajas que nos asegura nuestra pro-
pia Constitucion, no necesitarémos otras ar-
mas para combatir y arruinar toda clase de
despotismos.




294


Merecido elogio de una representación de la
Milicia nacional de Madrid al gefe po-
lítico supe7ior de esta provincia.


Qué placer tan puro esperimenta un
escritor honrado, cuando ademas del tes-
timonio de su propia conciencia, que por
sí solo bastaria para consolarle de una
injusta contradiccion, ve apoyadas sus opi-
niones en el juicio recto de una corpo-
racion ilustrada , numerosa y depositaria
de la fuerza! Tal es el que probaron los
editores del Censor al leer la representa-
cion de la Milicia nacional local de esta
heróyca -villa al escelentisimo señor gqle po-
lítico de la provincia. , inserta en el núme-
ro 244 del Universal.


Muchos meses há que esforzaba m os nues-
tra debil voz para que todos sintiesen los
graves perjuicios que se seguian de que
una limitada porcion de ciudadanos, ó no
ciudadanos , usurpase la del pueblo para
tiranizar no solo á los individuos , sino
también á las mismas autoridades, ya para
el logro de sus caprichos , en lo que no


295
les tocaba meterse, y ya para satisfacer
ruines venganzas , si no para consumar a tro7
cidades horrorosas que mancharán algunas
páginas de nuestra historia. Esta idea , lla-
memosla asi , dominante en nuestro pe-
riódico, trabajaba nuestra imaginacion con
tanto mayor ahinco, cuanto que teniamos
muchas pruebas de que la Milicia nacional
veia los sucesos bajo el mismo punto de vista
que nosotros, aunque tardaba en mani-
festar sus sentimientos con aquella ener-
gía y firmeza que corresponde á su repre-
sentacion. Ora se considere la Milicia na-
cional como la parte mas robusta del pue-
blo destinada á proteger los bienes y las
personas de la parte mas debil v ocupada,
era la miremos individualmente compuesta
de agricultores , artesanos , fabricantes y
demas propietarios que forman el verda-
dero núcleo de la sociedad política , siem-
pre resultará que si alguna corporacion,
sin estar revestida de los poderes del pue-
blo , pudiera en ocasiones críticas tornar
su voz , lo seria sin disputa la Milicia na-
cional local.


La representacion con que acaba de }ion-
rarse la de Madrid á los ojos de su dignísi-
mo gefe y de sus conciudadanos pacíficos,




296
no es asi como quiera un testimonio espon-
táneo de las esceleutes disposiciones y del
recto modo de pensar de sus individuos
(de lo cual teniamos ya una multitud de
pruebas), sino que debe mirarse como un
documento histórico, que al paso que seña-
laba el precipicio á que nos han arrimado
los errores ó la mala fe de algunos enemi-
gos del orden, servirá de modelo á las ge-
neraciones futuras que itniten la noble con-
ducta de los que se alistaron aqui volunta-
riamente para protegerle. ¡Qué contraste
tan singular no presenta el lenguage de la
Milicia nacional , ofreciendo sus brazos y
su pecho á su gefe superior político para que
los emplee en apoyo de las leyes y de las
autoridades con los rugidos feroces de ese
puñado de gentes, que tomando indebida é ile-
galmente la voz de un pueblo pacífico y res-
petable , osaron graar voces subversivas del
orden, é »intentaron atropellar el sagrado asi-
lo de la primera autoridad militar! La Mi-
licia nacional de Madrid siente todo el pre-
cio de su dignidad, y sabrá desembarazar
la sagrada senda de las leyes de todos los
estorbos y malezas con que intentan obs-
truirla los maléficos instrumentos de las fac-
ciones:, que acaso sin saberlo, nos conducen


297
rápidamente á la guerra civil y á la anarquía.
• Quisieramos engañarnos, pero nos pa-


rece que ha llegado el momento de que
estos beneméritos cuerpos despleguen su
inmensa fuerza física y moral, para que ri-
valizando en gloria con el ejército activo,
halle la Constitucion española y las autori-
dades que ella establece todo el apoyo de
que necesitan con urgencia para disipar los
inicuos planes dé 'nuestros enemigos inte-
riores y esteriores. Acabense de una vez esas
miserables rencillas que tienen divididos á
los hijos de la heróyca España : resolvámo-
nos de una vez á unir nuestros deseos é
intereses , y tomando ejemplo de la virtuo-
sa Milicia nacional de Aladríd no disipemos
el vigor de nuestros brazos ni el de nues-
tras plumas, sino en aterrar á los enemi-
gos ocultos ó descubiertos de las institucio-
nes liberales. Los editores del Censor, á quie-
nes tanto se ha 91ainniado solo por haber
previsto antes que otros los desastres que
amenazaban á la patria ; por lo mismo que
ahora mas que . nunca reciben - continuas
pruebas de la certeza de sus anuncios, ven
con sume dolor que otros periódicos, aca-
so contra su conviccion propia , y solo por
la mazna de contradecir, se empeñan, no so-


zto




2g 8
lo en disfrazar los males que nos afligen,
sino en asignarles causas que solo existen
en su imaginacion. Repetimos por la mi-
llonesima vez que los verdaderos y únicos
enemigos de la Constitucion no son otros
que los exaltados, asi de los llamados ser-
viles, corno de los que se dan á sí mismos
el título de liberales.


299


Actas principales de la causa, que empezada
por una supuesta conspzracion contra per-
sonas respetables de uno y otro sexo en el
tribunal de primera instancia de la ciudad
de Zaragoza , continúa sobre el delito de ca-
lumnia contra un considerable núnzero de
individuos. Núm.° 1.0 que comprende la
acusado') fiscal, el escrito de separacion de
la causa de algunos de los calumniados por
respeto á su ministerio sacerdotal, y de los
denlas ofendidos en la calumnia, coadyu-
vantes hoy de la accion del promotor fis-
cal en el proceso.
Se vende á 3 reales vellon (la mitad de


su justo precio) en la libreria de Sanz, ca-
lle de Carretas.


Esta causa escandalosa, oprobio eterno
de los patriotas postizos cine con la más-
cara de un celo violento y exagerado pro-
curan labrar su fortuna personal; y cuan-
do no comprometen la tranquilidad de
su pais con baladronadas necias é im-
prudentes contra • las potencias exteriores,
por medios ruines -é indignos irritan, exas-




3oo
peran ó atropellan á las clases y familias
mas respetables del estado que se debie
ran ganar, alejándolas de contribuir es-
pontáneamente con sus grandes facultades
á la prosperidad comun ; atizan el fuego
de antiguas discordias entre ciudadanos de
diferentes partidos deshechos, mantenien-
do el abuso de denominaciones odiosas y
apodos satíricos, y van de este modo lle-
vándonos- poco á poco al cabos de la anar-
quía, y á los horrores de la guerra civil,
si antes no al sufrimiento de una guerra
estrangera , tan obstinada y ruinosa como
la ; será leida y solícitamente bus-
cada algun dia por los que escriban ó
estudien la historia de nuestros últimos.
sucesos para su aprovechamiento propio
y el de las generaciones futuras. ¿ Quién
observando el constante y funesto influjo
que la impunidad ha permitido ejercer en
nuestra regeneracion actual á estos mal-
sities impudentes, no leerá con indignacion
que en nuestros dias han 'sido arrastrados
las cárceles públicas de Zaragoza, viendose en
peligro de perder la vida de un modo violen-
to ó ignominioso, el dean de aquella metro-
politana iglesia, otros• dos canónigos, el
coronel de un regimiento que estaba de


3O
guarnicion en la ciudad y una hija de>
la virtuosa condesa del Montijo , ilustre
por su nacimiento, interesante por su mé-
rito personal , y respetable por el grado,
por los servicios patrióticos y por la re-
ciente representacion pública de su espo-
so en la misma provincia, en virtud de
una groserísima calumnia, discurrida por
agentes revolucionarios, tan estúpidos co-
mo malévolos , y presentada por un acey-
tero oscuro á magistrados ó parciales ó
ilusos, que solo el espíritu ciego de partido
sacara de la nada para poner en sus ma-
nos el gobierno del antiguo y nobilísimo
reyno de ArágonP Ciertamente nos han
hecho estremecer la indisculpable creduli.
dad de aquel gefe político, ó mas bien
su prevencion contra las ilustres personas
calumniadas; la feroz alegria que mostró
al estenderse en su presencia la declara-
eion de un chisme tan mal urdido por el
comandante Gurrea, el sargento Martínez,
el vil Salillas y consortes en el meson de
las Animas de Zaragoza y en el villar del
patriota Loscos para perderlas, y el ban-
quete cínico con que festejó luego aquellos
monstruos en nombre de la patria y la
exalta.cion del partido liberal. Esta buena




302
patria, violenta bajo el yugo indigno de
'tales mandatarios, y el liberalismo aíren.
tado de la prostitucion de sus principios
en semejantes almas, veían con dolor y
maldijeron sin disimulo la perpetracion
escandalosa de tamaños atentados, pro-
bándolo el júbilo puro y universal de la
ciudad al punto en que la inocencia triun-
fante desenredó aquella grosera madeja de
maldades. Este júbilo fue la mas dulce com-
pensacion del sufrimiento de los calunmia-
dos, y pudiera ahora su generosidad con-.
sentir que se disminuyese á sus enemigos
la pena merecida ; pero nada ganará la
buena administracion de las provincias del
reyno, si este ejemplo tan grave no hace
abrir los ojos al ministerio para dar los
empleos á los ciudadanos mas beneméri-
tos, y no á los que levanten mas el grito
para 'pedírselos.


303


ANUNCIO.,


Se nos ha presentado el prospecto de
unos opúsculos sobre la filosofia médica,
la peste y la calentura amarilla. Su autor
don Juan Llacayo , ex - médico del hos-
pital general de santa Cruz de Barcelona,
se propone aplicar los principales princi-
pios de la filosofia á la medicina práctica,
presentando con esto unos elementos, que
serán los primeros que haya sobre esta
materia.


Asi tratará del modo de observar y pre-
guntar á los enfermos: del uso que debe
hacerse en la medicina del discurso: de
la analogía : de los esperimentos, y de la
esperiencia : de la duda: del escepticismo:
ole la certidumbre: de la crítica :‘de las hi-
pótesis: de la analisis y sintesis : del método
de estudiar la medicina : de las nosologias:
de la peste y de la calentura amarilla.


Seguirán un plan de salud pública : una
taquigrafia médica fácil de aprender scon
la que se podrá escribir la historia de los
males á la cabecera de los enfermos con




304
la mayor velocidad y exactitud : una me-
moria sobre que el alfabeto taquigráfico
deberia formar la primera eclucacion de los
niños , empezando de este modo á dirigir
el entendimiento de los niños / por lo mas
sencillo , y seguir por este medio el mé-
todo analítico en desarrollar sus facultades
intelectuales ect. : manifestará asimismo cuan
importante seria agregar el estudio de la
taquigrafia al plan general de estudios, y
por último ensayará una taquigrafia latina
muy fácil y sencilla.


Saldrá todos los meses un opúsculo en
8.° de ochenta paginas poco mas ó menos.
Se admiten suscricioues por tres meses á
razon de 16 reales vellon. Luego que haya
un número de suscriciones que pueda ser
suficiente á cubrir en algun modo los gas-
tos de impresion, se darán á la prensa los
citados opúsculos , remitiéndose cada mes á
los suscritores de fuera de la corte, y avi-
sando á los de esta , cuándo podrán acu-
dir á recogerlos.


Se suscribe á este semi-periódico en
Madrid en la librería de Cruz y Miyar, en-
frente de las gradas de san Felipe el Rea•


EL CEIN
PERIdDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.o 59.


BABADO, 15 DE SETIEMBRE DE 1821.


LIBERTAD, IGUALDAD. Ácepcion legal de es-
tas voces. Concluye el artículo del número


anterior.


Hemos visto cual es la libertad de que
goza el hombre en los gobiernos represen-
tativos : veamos ahora en qué consiste la
igualdad legal que le aseguran las buenas
constituciones.


Cuando los anarquistas de Francia al
proclamar tan pomposamente los derechos
del hombre y del ciudadano, establecieron
por principio, que todos los hombres •na-
cen libres é iguales ea derechos, sentaron
una proposicion , cuya falsedad está demos-
trada por los hechos mismos: una propo-
sicion destinada únicamente á fascinar. al


TOMO a. 2I


41 SOR,




9j22
populacho y á erigir en sistema la anarquía:
Un volumen podria escribirse contra tan
absurdo principio, y aun no se arteria
la materia. El hombre no nace libre en nin-
guno de los sentidos que puede tener la pa-
labra libertad. No es libre entonces, si por
esta voz se entiende un estado de absoluta
independencia respecto de sus semejantes:
al contrario no hay entre todos los anima-
les ninguno que al nacer sea mas depen-
diente de los otros. Su debilidad y sus ne-
cesidades le hacen esclavo de cuantos le ro-
dean ; si sus auxilios le faltasen perecena:
durante cierto número de años está bajo
la tutela de los que cuidan de su infancia,
y las leyes mas liberales no le emancipan
hasta que lleva corrida la cuarta parte de
su vida, suponiendo esta de muy larga du-
racion. No nace libre, si por libre se en-
tiende capaz de determinarse á obrar por.
eleccion razonada , libre y espontánea : pues
en los primeros anos abra maquinalmente
á impulso de las sensaciones actuales ; y aun
cuando adquirido ya el uso de la razon
puede determinarse por sí mismo , conti-
núa todavia sujeto á una coaccion casi con-
tíriva , sin ser dueño de sí mismo ni de su
propia voluntad. Finalmente , no nace tam-


323
poco libre políticamente, es decir , con el
derecho actual de intervenir en la forma-
cion de la ley , y la constitucion mas favo-
rable no le concederá el ejercicio del de-
recho radical que puede darle la feliz ca-
sualidad de nacer en un pais libre , sino has-
ta pasados muchos años , y esto en el caso
de que retina otras cualidades que al nacer
nadie le puede asegurar: De suerte que la
proposicion verdadera seria la contradicto-
ria • de la • :enunciada en la famosa decla-
racion ; pues en cualquier sentido que se
tome la palabra libertad . , será siempre cier-
to y certísimo que el hombre nace en un
estado de esclavitud natural, moral, legal y
política. Natural , porque nace sujeto á las
personas que le rodean: moral , porque pa-
ee-sin el uso de la razon, el cual es in-
dispensable para tener libertad de eleccion:
legal, porque la ley le pone bajo la tutela
de los que le cuidan, y no le permite dis-
poner hasta pasado mucho tiempo , ni de
su persona, nide su trabajo, ni de sus bienes:
política, porque le niega igualmente hasta
la mayor edad el ejercicio de los derechos
políticos.


Si de la primera parte de la proposicion
pasamos á la segunda, la encontrarémos


21.




324
igualmente falsa. Cuando se dice que los
hombres nacen iguales en derechos, ó se
habla (le los hombres en el estado salva-
cre malamente llamado de naturaleza, ó de
7:5 5
los hombres que nacen en una sociedad ya
formada y constituida. Si de los primeros,
es tan falso que nazcan iguales ni desigua-
les en derechos , que ni aun nacen con-de-
rechos ningunos pocos ni muchos ; por-
que está demostrado, ¿ qué decirnos demos-
trado? es un hecho material é incontesta-
ble, que no hay ni puede haber derechos
ningunos 'anteriores á la instItucion de los
gobiernos ; que no hay verdaderos derechos
naturales; que esta espresion es metafórica,
y que cuando uno la da un sentido literal
cae en errores funestos y trascendentales.
Estas proposiciones no son de ningun es-
critor anti-liberal, sino del ilustre Bentham
en su tratado de los sofismas anárquicos. Y
aunque, su nombre solo pudiera ser auto-
ridad en la materia, copiarémos sin em-
bargo las razones en que se funda, porque
importa mucho aclarar una materia que de
intento oscurecen y embrollan los anarquis-
tas para deslumbrar á los incautos con las
palabrotas de derechos naturales, derechos
eternos, derechos imprescriptibles, derechos


325
inenagenables. »Sabemos, dice el jurisconsul-
to inglés, lo que es vivir sin gobierno : te-
nemos noticia (le varias tribus de salvases,
los cuales viviendo en un estado de abso-
luta independencia, no tienen gefes ni le-
yes;; pero sabemos tambien que donde no
hay leyes no hay derechos, ni seguridad,
ni propiedad. El salvage aislado puede po-
seer algo ; pero esta posesion es actual é
incierta , y no dura sino en tanto que otro
no se la disputa ó que él puede defender-
la: y un derecho supone una garantía para
gozar y disponer de la cosa poseida , no so-
lo al presente , sino en lo sucesivo.


»Derecho de una parte sin cbligacion exi-
gible de la otra es una pura quimera: lue-
go no hay ni puede haber derechos en el


1itado de naturaleza , porque en él un in-viduo nada puede exigir de otro. La liber-
tad es completa , si se quiere, en cuanto no
conoce el freno de un gobierno ; pero es en
estremo incierta, porque está sujeta á la
opresion contínua del mas fuerte. Juzgando
por analogía , y aun con arreglo á las tra-
diciones históricas, los antiguos habitante.;
de Europa (y aun de todo el mundo) estu-
vieron largo . tiempo en este estado de bar-
barie , sin gobierno y por consiguiente sin




326
leyes. Vida precaria, existencia para el dia,
posesion momentánea, largas privaciones,
y todos los feroces hábitos del temor : tal
era la situacion de aquellos desgraciados.
Iguales en todo lo ¿lemas á los animales,
les eran inferiores en punto de felicidad;
porque no estando su vida mas segura que
la de los brutos , tenian los hombres la pre-
vision del mal y el conocimiento de los pe-
ligros: cosas de que los brutos carecen.


Afortunadamente esta misma infelicidad
era el gérmen de la civilizacion. Cuanto mas
padecia el hombre en un estado de cosas
en que no habia derechos, mas razones te-
nia para desear la existencia de estos de:
l'echos : pero desear que una cosa se esta-
blezca, lejos de probar su existencia, supo-
ne al contrario su falta.


-
Las necesidades


no son los medios de satisfacerlas: el ham-
bre no es alimento. Los que hablan pues de
derechos naturales , es decir, de• derechos
en el estado de naturaleza y anteriores á
la institucion de los gobiernos , caen en una
grosera peticion de principio. é Y cómo unos
sabios legisladores pudieron desconocer que
en esta parte el lenguage de la verdad es alidi
el mas propio para hacer que los hombres
amen el gobierno y las leyes, para demos-


1


327
trar á los pueblos el inmenso beneficio de
la legislacion , y para hacer que aborrezcan
y detesten el desorden y la anarquía que
conducen al estado de-naturaleza en que
todos son enemigos de todos? Al contrario,
conviene demostrarles que esos derechos,
esos nobles derechos que duran toda la vi-
da, unen las generaciones y protegen al dé-
bil contra el fuerte , son obra de las leyes
y de la sociedad, premio de la obediencia al
gobierno, y recompensa de la . subordina-
cion ; recompensa infinitamente superior al
sacrificio que exige." Asi se esplica Bentham,
asi hablan los filósofos, y asi debe hablar to-
do el que no se propone halagar las pasiones
de la multitud y engañar á los ignorantes pa-
ra apoderarse del mando con su auxilio , y
tiranizar á su patria á nombre de la libertad.


Mas ya que los hombres en el estado
salvage no sean iguales ni desiguales en
derechos , pues que no los tienen ni ma-
yores, ni menores, y que es imposible que
los haya donde no hay sociedad , gobier-
no y leyes , ¿ será cierto que en el estado
social son iguales en derechos todos los
individuos de la especie humana que viven
en una nacion ya formada y constituida ?
Para resolver completamente esta ctiestion,




32.8
hay que hacer una multitud de distincio-
nes. En ningun pais civilizado y bajo nin-
guna constitucion , por liberal que la su-.
pongamos, son iguales en derechos todos
los individuos de la especie humana que
viven en el recinto de aquel país : 1.0 Las
niugeres no tienen ni deben tener los
mismos derechos que los bomba es , porque
siendo los derechos proporcionales y cor-
relativos alas obligaciones, claro es que sien-
do muy diversas las de los dos sexos, no
pueden ambos ser iguales en sus derechos.
2.° Entre los hombres que habitan un mismo
pais , tampoco son iguales los derechos de
los naturales y de los éstrangeros, mientras
estos conservan él caracter de tales. 3.° En-
tre los naturales y naturalizados tampoco
tiene los mismos derechos el ciudadano que
el que no lo es. 4.° Entre los ciudada-
nos tampoco son iguales en derechos actua-
les el que los tiene espeditos , y aquel á
quien le está suspendido el ejercicio por
alguna causa legal, en cuyo número se cuen-
tan en todas partes los procesados crimi-
nalmente, los menores de edad , los im-
béciles y los locos , y en alguna


legisla-
clon como la nuestra los bancarroteros,
los criados domésticos , los que no ten-


329
gan empleo, oficio ó modo de vivir con*;


, y desde el año de i83o les que no
sepan leer y escribir.


Resulta pues que solo los ciudadanos
en ejercicio actual de los derechos de.
tales , son verdadera y compinamerne
iguales en derechos. Pero d cuáles son es-
tos derechos' Los que la Constitucion
declara comunes á todos ellos; porque
luego cada uno tiene ciertos derechos par--
ticulares propios de la clase á que perte-
nece en la gérarquia social. Asi el mili-


,„ tar, el eclesiástico, el juez, el legislador,
el empleado en la administración, tienen
derechos propios de que no gozan los ciu-
dadanos.1.. que- no pertenecen á -"estas clases.


. . Y no puede menos de ser asi ; porque
estas profesiones y destinos llevan consigo
ciertas obligaciones, á las cuales corres-
ponden ciertos derechos, ó lo que es lo
mismo otras obligaciones correlativas en los
otros individuos de la comunidad. Asi por-
que el defensor de la patria tiene que ha-
cer en servicio suyo largos y frecuentes
viages, tiene el derecho á hospedarse en
las casas de los particulares, y estos la obli-
gacion de darles este hospedage. Porque
el eclesiástico y el e copleado estan obliga-


í
711.




Ojo


33o
dos á ocupar el tiempo en beneficio del
estado, tienen derecho á que este los man..
tenga, y los denlas tienen la obligacion
de contribuir para mantenerlos. Porque el.
juez está encargado de aplicar las leyes, tie-
ne el derecho -de maridar prender y de


'imponer pena á los delincuentes; derecho
que no tienen los que no ejercen esta clase
de magistraturas. Porque el legislador debe
discutir libremente las leyes que han de
decretarse, goza durante su comision de una
libertad de hablar, y de una inviolabilidad
en su persona,.


que no es concedida á los
que no estan revestidos de tan augusto
carácter, ect. ea., porque esta enumeración
podría prolongarse por tantas clases y pro..
fesiones , cuantas son las que componen
la sociedad. Pero no debernos omitir que
no solo cada clase tiene derechos esclusi.J
vos, es decir, que no competen á las otras
sino que dentro de una misma ¿clase ge-
neral hay lu,go divisiones y subdivisiones,
cada una de las cuales tiene tambien sus
particulares derechos, á como vulgarmente
se dice, sus prerogativas. Asi entre los ecle
siásticos el obispo tiene derechos que no
son los de los párrocos : estos disfrutan de
algunos que no competen á los simples sa.


331
cerdotes : estos á su vez ejercen funciones
que no son las de los diáconos, subdiáco-
nos y clérigos de menores : y todos los in-
dividuós del clero gozan de ciertas inmu-
nidades que no tienen los legos. En la mi-
licia ¿ son acaso iguales las obligaciones y
por consiguiente los derechos del general,
del oficial y del soldado ? En la gerarquía
zdministrativa ¿son las mismas las faculta-
des de un ministro , un gefe político y un
alcalde constitucional ; las del intendente,
el administrador de rentas, y el simple guar-
da de puertas ? En la judicatura , ¿las del
tribunal supremo , las audiencias, los jue-
ces de primera instancia, los conciliado-
res , y los alguaciles y porteros que de-
penden de los juzgados ? Pues si en las
obligaciones de cada destino , .y en las fa-
cultades que para desempeñarlas les concede
la sociedad , hay tanta desigualdad, ¿ cómo
han de ser iguales en derechos sus indi-
viduos? ¿En qué sentido pues es cierto
que los hombres son iguales en derechos?
Para hablar con exactitud y verdad, es me-
nester responder de esta manera : todos los
hombres que por cualquier motivo se ha-
llan en un determinado pais, son iguales
en aquellos derechos que las leyes del pais




332
conceden á todos los que habitan. el ter


-


ritorio en que ellas rigen: de estos habitan
tes serán despues iguales en los derechos
que les son propios los que tengan la cua
lidad de ciudadanos en actividad: entre es
tos participarán' de los derechos-comunes
á cada clase y profesion los individuos que
pertenezcan á ella; y finalmente cada in


-


dividuo tendrá los que sean peculiares del
grado en que esté colocado dentro de aque


-


lla clase general en que se halle compren
-


dido. En suma , cuando se dice que los
ciudadanos son iguales en derechos, es me


-


nester añadir, si se habla de buena fe, «en
ciertos derechos", es decir, en los comunes
á todos ellos ; pero son muy desiguales en
los que son privativos y propios del lugar
que cada uno ocupa en la escala social. Véase
pues con cuánta falsedad, con cuanta ma.
lisia, y cuan sofisticamente hablan los anar-
quistas á los pueblos, cuando para incitarlos
y sustraer e á la subordinacion , y para
aniquilar si pudiesen todo respeto, toda
obediencia y toda sumision á los supe•
riores, superiores =nuy legítimos! pues que
los establece la ley; les gritan y les re -
piten con enfasis: «todos somos iguales." No,
vocingleros : no, enemigos del órden y de


333
la patria: no, provocadores de la anarquía:
no: vosotros no sois iguales en autoridad
al príncipe, á sus ministros y consejeros, á
los, representantes de la nacion , á los gefes
administrativos y los militares, á los.jueces,
y si sois simples particulares , ni al úl-
timo alguacil del último tribunal; porque
este ejerce á nombre • de la ley cierto F o-
der que á vosotros no os es ciado ,,y por
consiguiente tiene derechos que vosotros
no teneis , y vosotros ..estais con relacion á
él en cierta . obligacion que él no tiene para
.con vosotros , 'que es la de' obedecer á su
voz cuando en debida forma os marida se-
guirle y os arresta- Si queréis hablar al pue-
blo el lenguage de la verdad, y no es-


. traviarle y darle falsas ideas, decidle: todos
los individuos de la especie humana que ac-
tualmente residen en el territorio español
tienen igual derecho á que la nacion pro-
teja sus personas y propiedades contra la
violencia y la espoliacion ; y á hablar, es..
cribir y -publicar por medio de la imprenta.
cuanto quieran , salvo á responder del abu_
so : los que á• la simple residencia ahaden
la cualidad de naturales ó naturalizados,
tienen ademas derecho á las ventajas que
por la ley estan anejas á la cualidad de ve,




334
cipos estantes : y lbs que sobre esta circuns,
tancia sean ciudadanos en el goce de sus
derechos , tienen tambien el de ejercer
ciertos actos: y obtener las comisiones y .des-
tinos que la Constitucion reserva á los solos
ciudadanos, y aun estos mismos, si siendo
estrangeros han obtenido la ciudadanía,
.no tienen igual derecho que los ciudadanos
oriundos esparmles para todos los destinos
públicos ; pues que la Constitucion los es-
chive de ciertas eminentes dignidades. Tan
falso es que todos los habitantes de un
pais sean iguales en derechos, que aun los
ciudadanos mismos no lo son aun en los que
se llaman derechos comunes.


No dejaremos este punto sin rebatir
antes, apoyados en la doctrina de Bentham


7 lo que es mas en la ve:dad y en la razon,
otro de los sofismas anárquicos de los cons-
-tituyentes de Francia. Dijeron estos en to-
no . de• oráculo: «La ley debe ser la misma
para todos, ora proteja, ora castigue;'' y
Bentham observa con su acostumbrada y
fina crítica, que esta proposicion, verda-
dera en cierto sentido, no lo es enuncia-
da de una manera tan absoluta; porque
no permite escepcion alguna, y las hay
muy necesarias. La ley de Inglaterra, con-


3 3.5
tinúa el mismo autor, concede á la per-
sona del rey y al heredero de la corona
mas proteccion que á los otros individuos,
pues castiga mas severamente los atenta-
dos contra su vida.'Y con mucha justicia;
porque si aquellos estan, .mas expuestos , y
si el peligro que resulta de estos atentados
es mas grande, es conveniente fortificar
la salvaguardia. '' Y nosotros añadimos que
no solo en Inglaterra, sino en España y
en los demas paises libres, la ley dispen-
sa á ciertas personas una proteccion que
no concede á las demas. La ley da una
guardia al príncipe, al capitan general de
una provincia, al gobernador de una pla,
va y hasta al coronel de un regimiento que
está de guarnicion ; y claro es que sus
vidas estan respectivamente mas protegi-
das que las de los otros ciudadanos y
habitantes. Y es muy justo que asi se ha-
ga, porque aunque la accion de matar.
al primer magistrado, ó alguno de los
gefes militares, y la de asesinar á un QS-
curo ciudadano sean iguales físicamente
considerarlas, no es igual el dado que se
causa á la sociedad , y por tanto es muy
puesto en razon que se tomen mayores
precauciones para impedir la primera, que




336
para estorbar la segunda. «En cuanto á las
penas, vuelve á decir Bentham, l'a verda-
dera regla es la de no aplicar jamas , si
es posible, ninguna mas grave que lo que
sea estrictamente necesario para conseguir
el fin que la sociedad se propuso al im-
ponerlas. Y como entre dos individuos
puede 1:aber una medida de sensibilidad
•nuty diferente á consecuencia de sus situa-
ciones respectivas, una pena que fuese
'nominalmente la misma para ambos ,
lo seria en realidad. Doscientos azotes
( en España está ya abolida esta pena,
pero para la fuerza del ejemplo es lo
mismo que si no lo estuviese ), se dice,
pueden parecer iguales en la estimacion
de la, ley á otros doscientos azotes; pe-
ro este castigo aplicado á un joven robus-
to y endurecido al 'trabajo, y á un an-
ciano enfermo y deba , ó á una doncella
delicada y sensible, no puede parecer igual
al juicio de ningun hombre sensato., Un
destierro puede, én el estilo de la ley,
parecer igual á otro destierro; pero esta
pena no será la misma para un padre
de familia, á quien quita todos sus re-


, cursos , y para un aventurero para el cual
todos los paises son patria. Hasta aqui


337
Bentham, y nosot ros olaserVarétries de pa-
so cuan importante es que en los códigos
criminales se fije para cada delito el máxi-
mo y el mínimo de la pena , cuando esta-
es divisible, y se dejen varios grados in-
termedios á fin de que los jueces puedan
proporcionarlas , no solo á la menor ó ma-
yor Malicia y gravedad del crimen, sino
á las circunstancias personales del criminal..
Cuando una ley impone á tal delito una
determinada multa , esta pena será muy
grave ;:para el pobre, y nula para el muy
rico. Es preciso pues tener presente que
en la aritmética moral cuatro no son
siempre iguales á cuatro. Por esto es muy
justa y juiciosa la imposicion de las pe-
nas, cuando se dice p. ej. á tal delito
una prision que no pueda bajar de tan-


r tos Bias , meses ó zafios , ni esceda decuantos; una multa que no baje de tantosreales ni pase de cuantos. Asi se pueden
graduar con alguna proporcion : de otro
modo es imposible ; y pareciendo siempre
iguales porque son siempre unas mismas
materialmente, seran por lo comun muy
desiguales é injustas.


Recapitulando ya todo lo dicho , re-
sulta que la igualdad legal de los 110111'


Torro 22




1
338
bres consiste en que todos tienen derecho
á que el gobierno del pais en que residen,
proteja sus personas, respete y haga res-
petar sus propiedades: que la de los ciu-
dadanos añade á esto el igual y libre ejer-
cicio de los derechos anejos á la ciudadanía;
y que ademas de estos derechos generales,
comunes á todos los miembros de la co-
munidad, hay luego otros derechos par-
ticulares privativos de ciertas clases y de
sus diferentes graduaciones , los cuales es,.
tablecen entre los ciudadanos una des-
igualdad legal y muy legal, pero tan gran-
de que con dificultad se hallarán dos in-
dividuos absolutamente iguales en to-
dos sus respectivos derechos ; pues aun
dentro de una misma clase y en un mis-
mo grado sucede con frecuencia que uno.
de los dos tenga alguna ventaja sobre su
compañero, ya por la antigüedad que la
da ciertas preeminencias, y•t por alguna
conciecoracion ó distintivo que ha mere-
cido al gobierno, ya por algun otro car-
go que, 'ejerce conjuntamente. Asi entre
dos oficinistas de una misma oficina, el
uno es t.° y el otro 2. 0 , y sus dotacio-
nes son desiguales: el uno es alcalde de
su barrio y el otro no : el uno tiene una


33g
ondecoracion que el otro no ha merecido:


tl uno por haber servido antes en la mi-
licia goza del fuero militar y el otro no,
porque no ha seguido la misma carre-
ra etc. etc.


Hasta aqui hemos hablado de la igual-
dad legal que da el título de ciudadano,
y de las desigualdades igualmente legales
que establecen entre los mismos ciudada-
nos las diferentes comisiones que desem-
peñan; pero hay todavia otras desigualda-
des igualmente justas y muy reales y efec-
tivas, las cuales establecen tal graduacion
entre los individuos de una misma socie-
dad, que cuando se tonsideran todas ellas,
es ya no dificil , sino casi imposible, ha-
llar dos que sean absolutamente iguales
bajo todos los aspectos. Muchos son los
principios de estas desigualdades sociales;
pero los reduciremos á dos para no con-
fundir la materia con prolijas divisiones:
L.9 el de la subordinacion ó dependencia;
y T.° el de la opinion cí estimacion púi
blica.


Por subordinacion se entienden las re-
laciones de inferior á superior que resul-
tan de la gerarquia. doméstica, y de la
dependencia en que accidentalmente se


22.




34o
encuentra un hombre respecto de otró per
cualquier título que sea. Así el hijo nó
es igual al padre, al tico ni al abuelo;
porque estos en su caso y : lugar tienen
derecho á mandarle, reprenderle y aun
castigarle, y él no tiene el de hacer otro
tanto con sus mayores : el criado no es
igual al amo, él discípulo al maestro, el
trabajador al que le emplea , ni el 'comi-
sionado factor ó 'dependiente á sus prin-
cipales, en aquellos actos que constituyen
la cualidad 'de criado , discípulo;,- obrero


"y dependiente de un estableciiniento: Y.
ya se ve cuan pocos son los hombres 'que
no se hallen en el caso de reconocer al-
guna de estas superioridades.


Y si á todos los principios de des-
igualdad que quedan ya enumerados ,
que son consiguientes al estada de so-
ciedad, se añade la desigualdad de apre-i.
cio eri , la opinion pública, que resulta
de las circunstancias personales de los in-
dividuos, y se funda en desigualdades muy
reales, cuánto mas resaltará la verdad de
la proposicion antes sentada, á saber, que
es casi imposible hallar dos hombres abso-
lutamente iguales ? Desigualdad de talento,
de instruccion, de crianza, de genio, de


34t
eón. ducta , de nacimiento, de edad, de
riqueza, de mérito, y lo . que es mas im-
portante, desigualdad entre las mismas
profesiones á que se dedican los hom-
bres. Recorramos brevemente todos estos
principios de desigualdad, y nos conven-
ceremos mas y mas de que si se quisiese
hablar el lenguage de la verdad, en lugar
de decir, « todos los hombres son iguales,"
debería decirse: no hay dos hombres per-
fecta y completamente iguales; " si bien
todos tienen igual derecho á que sus coa-
sociados no los maten , no los ofendan,
no les roben ni les coarten la libertad que


.
la ley les asegura.


Desigualdad de talento. Es esta tan real
y positiva, que por mas esfuerzos que haya
hecho e,1 ingenioso Hele; ecio para dar un
colorido de verdad a su. paradoja , no hay
ya un solo hombre de buena fe que no
confiese y reconozca que tan diferentes co-
mo son los rostros de los hombres tan di-
ferentes son los talentos que les da la na-
turaleza. Porque siendo constante en todos
los sisteinas de filosofía, que el ejercicio de
las facultades mentales está subordinado
la organizacion física, siendo imposible que
en tantos y tan delicados órganos, corno son




342
los del cuerpo humano, haya una perfec-
ta igualdad entre todos sus individuos , ya
en la finura , ya en la irritabilidad


,
ya en


otras mil cualidades de estos órganos; y no
siendo otra cosa el talento que la aptitud
para ejercer mas ó menos bien las faculta-
des mentales, se ve que bien examinada la
cuestion , lejos de que todos los talentos sean
iguales, es fisicamente imposible que lo sean,
porque es fisicamente imposible que en tan
complicada maquina no tenga cada indivi-
duo ciertas modificaciones en algunos de
sus órganos que le sean propias y peculia-
res, y la mas ligera basta para que el jue-
go de estos órganos no sea absolutamente
igual en todos ellos. Esta verdad pudiera
demostrarse hasta la evidencia, si nos de-
tuviesemos 1 enumerar y hacer sentir la
diversidad de caracteres, inclinaciones 'y
afectos que se observan en los hombres,
y que son el resultado' de su particular or-
ganizacion , y la prueba demostrativa de que
esta es infinitamente variada; pero lo omi-
timos porque nos alejaria mucha del asun-
to que tratamos. Supuesta pues la desigual-
dad de talentos, ya se deja conocer cuan des•
igual será el aprecio que los hombres se
grangeen en el mundo en razon de su des-


343
igual capacidad ; y ello es un hecho que in-


voluntariame nte miramos con cierto respe-
to al hombre en quien reconocemos supe-
rioridad de talento, y que este respeto nos
obliga á tener con él cierta deferencia que
no tenemos con los denlas.


Desigualdad de instruccion. Esta es to-
davia mas notoria é incontestable, y mas
palpables los efectos que produce en la opi-
nion de las gentes. Asi no nos detendre-
mos á probar que no habiendo dos hom-
bres que sean iguales en instruccion , no hay
tampoco dos que en esta parte logren igual
estímacion y aprecio , ni impongan igual
respeto. Lo mismo decirnos, por no alar-
garnos demasiado , de la- desigualdad en la


crianza y en el genio ó earacter, cosas que
tanto influyen en la opinion que forman de
nosotros les denlas hombres , y que tanto
diversifican su estimacion respecto de
nosotros.


Desigualdad en la conducta. Que el hom-
bre de bien , honrado y virtuoso es aprecia-
do y respetado hasta de los malos, y que
estos son detestados , aborrecidos y des-
preciados, á lo menos interiormente , por
cuantOs los conocen , es un hecho constan.,
te y palico:Que esta diferencia que la opi-.


trP




344
nion hace entre los hombres en razon de
su moralidad es justa, no habrá , nos pa-
rece, quien se atreva á negarlo. Y que no
siendo los hombres igualmente justos, igual-
mente morigerados , igualmente juiciosos,
igualmente modestos etc. ; y no habiendo
acaso dos que posean las mismas virtudes y
en el mismo grado, ha de resultar entre
ellos una grandísima desigualdad moral, y.
un muy desigual derecho á la estimacion
pública, es consecuencia innegable en bue-
na: lógica.


Desigualdad de nacimiento. Esta es la
mas futil de todas, y será una preocupacion
y aun una injusticia si se quiere; pero al
fin existe. Nosotros suponemos que en un
gobierno liberal no hay ni debe haber ningu-
na desigualdad legal, fundada en la casua-
lidad del nacer , es decir , que no debe ha-
ber nobles y plebeyos ; que en caso de que
por respeto á las antiguas instituciones se
conserve la de la nobleza , no ha de ser
esta hereditaria sino personal ; y que aun
suponiéndola hereditaria, no ha de llevar
consigo ningun privilegio esclusivo , ningu-
na exencion de las cargas públicas; pero
decimos que aun abolida la nobleza, la opi-
nion hará siempre alguna distincien entre


345
el hijo de un ciudadano esclarecido que
ha hecho grandes servicios á su patria, y
el del hombre oscuro, del cual hasta)a exis-
tencia sé ignora. Esta especie de gloria que
el padre transmite á sus hijos , este lustre
que las virtudes y el mérito de un gran-
de hombre, en qualquier género que lo sea,
hace reflejar sobre su descendencia mientras
dura su memoria, estan fundados en un
sentimiento de gratitud, grabado por la na-
turaleza en todos los corazones. Por eso,
aunque la nobleza legal no exista ni haya
existido en todas las naciones, la nobleza de
opinion la encontramos hasta en las masrepu-
blicanas. Los atenienses tenian sus eupatri-
das (hijos de buenos padres) , y los griegos
todos empleaban la palabra euguen. es (bien
nacido) para designar aquellos que tenian
la dicha de contar entre sus ascendientes
algunos ciudadanos ilustres. Ahora mismo
en los países cultos , por muy filósofos y
despreocupados que sean sus habitantes, el
hombre cuyo apellido recuerda :hazañas de
antiguos héroes , recibe todavia cierto ho-
menage de respeto , á' no ser que él con
una conducta depravada se haga absoluta-
mente indigno (le la pública estimacion.


Desigualdad en las edades. Esta es ya




346
muy poco influyente; pero aun se conserva
algun vestigio del r espeto que en otro tiem-
po se rnerecian las canas , y que tanto dis-
tingnia al venerable y prudente anciano del
mozalbete imberbe y petulante ; y nada per-
&riamos en que hasta cierto punto se res-
tituyesen sus antiguos derechos á la edad
de la esperiencia y del juicio. De cualquier
modo, será siempre cierto que la mayor
sensatez que se supone en el que ha vivido
mas alios, establece alguna diferencia entre
él y el joven todavia inesperto y atolondrado.


Desigualdad de riquezas. Esta es aun mas
real, positiva é importante que la que re-.
su!ta del nacimiento y de la edad. Existe
de hecho ahora , ha existido antes y exis-
tirá siempre mientras haya sociedades que
no esten niveladas á la Baboetif, si es que
semejante nivelacion es posible. Supuesta
pues la desigualdad de hecho en los bienes
de fortuna, ¿quién puede desconocer la des-
igualdad de influencia que de ella resulta
entré los ciudadanos de un mismo estado?
Hagan cuanto quieran las leyes, y clamen
cuanto puedan la filosofia Y-la razon, el
co será siempre muy superior al pobre en
poder y autoridad , por la sencillisima ra-
zon de que el pobre necesita y el rico le pue-


347
de dar. Este como presentimiento de que
al¿un dia podernos necesitar al hombre acan.
da lado , hace que el mas filósofo y el mas ra-
cional , cuando al estar . en una concurren-
cia oye que alguno de los presentes es un
hombre muy rico, empiece ya á mirarle
con cierto respeto , y á hacerle cumplimien-
tos y obsequios que ciertamente no hace
al porlosero que implora su compasion.
Tal es el hombre.


Desigualdad de mérito en cualquier li-
nea que sea, por servicios hechos á la patria.
Que existe y no puede dejar de existir es
un hecho: que no siendo iguales en méri-
to todos los ciudadanos , no lo son en la
estimacion del público , es otro hecho ; y
que esta desigualdad es muy justa , muy
fundada en razon y muy útil, es demasia-'
do evidente para que nos detengamos á
probarlo.


Desigualdad de honor entre las mismas
profesiones. Esta cousiste en que ciertas
operaciones, ciertas habilidades , ciertas
artes, son mas estimadas pie otras y los
que las ejercen mas respetados. Este mayor
honor de ciertas profesiones parece á algu-
nos una injusticia, y quisieran igualarlas to-
das en la opinion pública ; pero es imposi-




348
ble. El hombre estimará siempre mas- á. los
queso ejercitan en cosas ó mas útiles, ó mas
difíciles, ó mas arriesgadas en sí mismas, ó
que suponen mas talento y mas instruccion
en los que las hacen.


Asi por mas que digan los pedantes
y charlatanes que injustamente usurpan
el título de filósofos, los hombres apre-
ciarán siempre mas al artesano que los
viste y que los calza , que al saltimban-
quis ó decidor de buena ventura , que
en tretierie un momento su curiosidad
en una plaza ; mas al arquitecto. que
dirige toda la obra , que al albañil, que
solo forma los tabiques; mas al - mili-
tar 'que espone su vida, que al buho-
nero que sin riesgo alguno está vendien-
do agujas en la esquina de una calle; y
mas al abogado, al sabio, al matemátíco,
al literato, al poeta (si es bueno ), que
al mozo de esquina, al barrendero de
calles y aun al trabajador que labra la
tierra ; porque aunque estos últimos sean
mas necesarios que los poetas, y aunque
los oficios mecánicos sean de una utili-
dad mas inmediata y sensible que las
profesiones literarias, todos conocen que
para ser barrendero ó cabador p. ej. no


34,1
le necesita mas que tener brazos; pero
para Cultivar las letras se necesita talento
y largo aprendiiage. Hay tambien otro prin,
cipio de 'deshonor entre las ocupaciones,
fundado en una preocupacion, si se quiere;
pero preocupacion invencible, que es lo
asqueroso ó repugnate de la materia que
algunas tienen que manejar. Asi , por mas
que se haga, el matachín, el carnicero,
el zurrador y el pocero no serán nunca
'tau honrados como el ebanista, el plate-
ro -y el dorador. Todavía hay otra cosa
que degrada ciertas profesiones honradísi-
mas en sí mismas, y las mas útiles y ne-
cesarias , que es la especie de mercena-
riedad ( si .puede decirse) que llevan con-
sigo: tales son la medicina y la cirujía.
El médico y el cirujano deberian ser los
hombres mas honrados y respetados en
la sociedad, porque su profesion es uti-
lísima y aun absolutamente necesaria : es
dificil , es arriesgada , y -supone mucha
instruccion en • los que la ejercen sin
embargo no es tan honorífica como la
militar y otras. Y ¿ por qué Porque los
facultativos reciben la paga de mano de
los enfermos.


Y á vista de tantos principios de des-




35o
igualdad entre los ciudadanos, d habrá to-
davia demagogos que se llenen la boca
con las vagas palabrotas de « todos somos
iguales?" Lo somos sí, les diid el hom-
bre amante del orden y de la subordina-
cion , lo somos en ciertos derechos comu-
nes : en todo lo (lemas ni lo somos ni
podemos serlo, ni conviene que lo sea-
mos. Hé aqui en dos palabras lo que hay
de razonable y verdadero en materia de
igualdad.


33x


Memoria sobre los medios de perfeccionar el
estudio de la medicina , y sobre el es-
tablecimiento de una academia en la vi-
lla de Osuna con este objeto. Presentada
á las Cortes por el diputado don An-
tonio García y García , catedrático de
prima de medicina de la universidad de
Osuna.


El principio fundamental sobre que
se funda esta memoria, es el siguiente. La
esperiencia y la observacion son las úni-
cas fuentes del estudio (le la medicina,
la cual, considerada como arte , no puede
ser otra cosa que el empirismo auxiliado
por el raciocinio , y considerada como cien-
cia se reduce al corto número de verda-
des seguras ó aforismos que presenta la
induccion de un gran número de hechos
particulares. Por consiguiente, la historia
de las efermedades , de sus síntomas y de
sus métodos curativos, acompañada y mo-
dificada por las circunstancias de tiempo,
lugar , sexo , edad y temperamento, es la
única base de los buenos estudios médi-
cos; y los sistemas y las hipótesis mere-.




35a
cen en medicina la misma consideracion que
en fisica ; es decir , no son mas que m&
todos ingeniosos inventados para auxiliar
la memoria , sin que por eso deban in-


. fluir en el pronóstico ni en la curacion de
las enfermedades ; porque los tópicos de
uno ybtro estan escl usivamente en los hechos.


Este principio nos parece tan sencilló
como luminoso. El fue quien enseñó al
divino Hipócrates á redactar sus aforismos:
él es quien ha enseñado á los modernos
el camino de la verdadera fisica : por él
es una ciencia la política : en una pala-
bra , toda ciencia no es mas que la co-
leccion de principios generales abstraidos
de ,hechos individuales : los sistemas no
son la ciencia: prueban el ingenio del au-
tor , mas no los progresos del saber.


El señor Garcia deduce de este principio
que para la redaccion de unas buenas ins-
tituciones de . medicina es necesario ante
todas cosas formar numerosas tablas mé-
dicas de enfermedades individuales , acom-
pañando la historia de alada una con las
notas de las condiciones accidentales de
tiempo , lugar ect. Cada una de estas con-
diciones, si se ha de estudiar bien, supone
el conocimiento de ciencias auxiliares. Es


353
necesario , dice muy oportunamente el se-
ñor Garcia, formar los elementos de estas
ciencias preliminares de tal manera , que
en ellos se aprenda lo que es necesario para
la medicina; pero no tan estensos que roben
al alumno todo el tiempo que debe em-
plear en su carrera principal.


Ademas de las instituciones se necesita
un diccionario y una historia de la me-
dicina. La redaccion de estas obras debe
fundarse sobre el mismo principio. La 'his-
toria debe ?Imitare S. los verdaderos pro-
gresos de la ciencia , relegando la esPo-
sicion de los sistemas á la historia, mas
general y copiosa, de los estravios del en-
tendiiniento humano.


Ya se deja entender cuan vasto este
pian, y cuan -forzosa es-'pana realizarle. la
cooperacion de muchos hombres instruidas.
Solamente eri'tina academia protegida por
el gobierno, y auxiliada con todos los ar-
bitrios del poder y de las luces , parece
posible no ya la ejecucion , pero aun el prin«
cipio de tamaña empresa. Sitrembargo, el
señor Garcia, cuyo celo por los progresos
de las letras y de la civilizacion es bien co•
nocido en Andalucía , se atrevió á ponerla
un planta en una pequeña ciudad, coma:


TOMO X.




354
es Osuna, época. muy calamitosa y en
medio del fuego de la persecucion : que. le
suscitó su notorio y antiguo liberalismo:
siendo muy de- notar que las reuniones de
la academia de medicina que fundó, se ce-
lebraban con el mismo secreto y precaucio-
nes que las masónicas: tal era atepror que
inspiraban las luces á los gobernantes de
aquella época. Muchos años antes habla si-
do el mismo señor Garcia uno de los prin-
cipales promotores de otra, sociedad secre.-
ta que sin objeto político ni religioso se
dirigia á la perfeccion y,propagacion de lbs
conocimientos en humanidades y: en filo-
sofía , y á promover y alimentaria:senti-
miento sagrado de la amistad entré sus in-
dividuos. Esta sociedad se disolvió por la
separacion accidental del cortomnúmerode
los individuos que la componian; : pero sus
frutos permanecen: á ella debe Sevilla los.
buenos estudios de. humanidades que, tiene,
y los poetas ,y; escritores políticos que ha
producido :140e fines del siglO,Tasado..


La acaden4,4 medicina de Osuna ha
-hecho progresos, muy apreciables),„debidos
al celo y. ,ál„pa.triotismo de sus individuos.
En el dia tiene ya juntas cinco mil histo-
rias clínicas ; paraeuyo manejo se han he-


35:
olio veinte y ocho índices. Impone á sus indi-
iduos corresponsales, entre otras obliga-
iones , la de formar la topografía médi-


,a del lugar donde habitan, espresando su.
;lima, egposic•on, vientos reynantes , afec-
ciones meteorológicas , enfermedades endé-
micas, aguas etc. , con el objeto de juntar ma-
'eriales para la formacion de una geografía
médica, cuya falta es causa de no poderse ge-
neralizar la teórica de las enfermedades; pues
las condiciones que tienen en un pais, no
s irven para caracterizadas en otro.


A la memoria acompaña el reglamento
p rimitivo ele la academia , y uno y otro fue-
ron presentados al congreso nacional en la
esion de primero de octubre de 1820. Las


Cortes , oido el informe do su comision de'
nstruccion pública , hicieron mencion ho-
orifica de la memoria en sus actas, y de-
retaron pasarla al gobierno para que la.
uviera presente la dirección de estüdíói


cuando llegase el ,caso de establecer defi.-.
itivamétite los de medicina.


Semejantes- empresas son las que mere-
cen á sus autores el título de patriotas. El
hombre que consagra su tiempo y sus vi-
gilias al servicio de la patria y á la perfec-
cion de
, de las artes, de la,


2:3.


1




356
industria y del comercio , ese es el verda.,
dero patriota. Esta es una mina intacta


•6
inagotable en España : intacta, porque no
ha sido posible cultivarla en tiempo del
poder absoluto : inagotable, porque hay
muy poco hecho y casi todo está por ha-
cer. Nosotros deseamos que el espíritu de
los españoles, tan fogoso, tan noble, tan
constante, se lance á esta anchísima carrera,
que le abre el régimen constitucional, y
conquiste en ella el saber, la prosperidad
y las riquezas que nos faltan. Los españo-
les quieren ser libres., pues en el estado ac-
tual de la civilizacion no puede haber li-
bertad sin luces y sin industria. El hom-
bre que no tiene industria para subsistir es
esclavo de las pasiones de los gobernantes,
porque espera de ellos un sueldo y un em-
pleo. El que vive de su industria , ese sí
que es verdadero ciudadano : independien-
te enmedio de su familia, y fuerte por su
razon que ningun interes acalla, no es-
pera ni las órdenes de una secretaría ni
las vociferaciones de un partido pasa sa-
ber como ha de pensar. Nosotros concluire-
mos este artículo felicitando por su ilustra-
do patriotismo á nuestro antiguo amigo
colaborador en la grande y entonces peli-
grosa tentativa de propagar las luces.


357


Sobre un artículo inserto en el luímarv 553
la Miscelánea.


Válgate Dios por artículos comuni-
cados de la Miscelánea, y cuántas ocasio-
nes nos dan de encomiar á ciertos sugetos,


pesar de que ellos por su parte no pa-
rece sino que estan trabajando á destajo
ara situarse en el verdadero punto de


vista en que siempre debieron ser obser-
vados por sus crédulos compatriotas. El
artículo que nos inserta en su número 553
relativo al pasage ocurrido en el juicio
fue se celebró el 29 de agosto próximo
pasado , se nos dirigió á nosotros en el
mismo (ha y con el propio objeto ; pero
no tuvimos por conveniente darle la pu-
blicidad que se deseaba.


Hay ciertas cosas, señor editor de la
Miscelánea, que no basta que se digan , ni
que se sepan , ni que realmente hayan su-
cedido , para ir sin mas ni mas á darlas
publicidad y hacer que sean platillo de
( onversacion para los ociosos y mal inten-
cionados, porque á veces deducen de ta-
les hechos consecuencias poco favorables




358
tí las cosas y á las personas. que en ellos
tienen parte. ¿ Qué idea quiere usted que
hayan formado de la manera con que se
verifican en Madrid.los juicios por jurados
todos los que hayan leido la relacion que
usted hace de uno de ellos, y todavía mas
no publicándola con algunas notas ó co-
rolarios para ponerla un poco confusa ó
ininteligible? ¿ No conoce, pecador, que re-
firiéndose el suceso asi ni n:as ni menos
como pasó, la primera consecuencia que
resulta es. que la administracion de justi-
cia en un ramo tan delicado depende de
que haya ó no entre los jurados algun pe.,
dante tan necio como presumido , que trate
de avasallar á sus modestos compañeros con
su petulante garrulería ?
• Prescindamos por un instante del fon-


do del negocio que. se presentaba aquel dia
á la calificacion de los jurados , porque
una vez que el articulista no quiso ha-
cer mencion de él , motivos tendria pode-
rosos para callarlo. Pero vea usted áqui el
primer efecto de su condescendencia en
publicar los accesorios, que no ha hecho mas
que avivar la curiosidad del público, siem-
pre deseoso de enterarse del objeto prin


.cipal. Ni debe parecer importuna , si bien


359
se mira, esta curiosidad, porque aparecien-
do visiblemente oficiosa en el articulo ci-
tado la. proteccion del' señor don Barto-
lo-meen favor del acusado, era muy de pre-
sumir que la justicia de su causa , ó las
particulares circunstancias de la persona
exaltasen su santa bilis en favor de la parte
debil : que es muy antiguo el concepto que
ha sabido grangearse su merced de apa-
(binador moral de los .míseros apaleados.


Hubo pues muchos curiosos que se
acercaron á saber quien era el noble ob-
jeto de un arranque de elocuencia tan po-
co usado entre jueces; pero imagínese usted,
¡ cuál habrá sido su sorpresa é indignacion
al ver que. todo ese escándalo se habia dis-
puesto en favor no de uingun individuo
del gremio irritable de los escritores, á
quien el amor propio ofendido pudiera
haber hecho romper los diques de la na-
tural modestia - , ni tampoco en favor de al•
gun celoso satírico en quien una exaltacion
laudable contra el vicio ,arrancara alguna
diatriba: personal . , .sino en• favor de un
testa de fierro , ó llamémosle rincon de
apagar hachas , el cual sin ser movido del
odio, de la cólera , ni de ninguna otra pa-
sien , ha tomado el oficio de alquilar su




36o
firma para manchar la reputacion de los
buenos ! ¿ Qué quiere usted que hayan di-
cho los simples y los ignorantes al ver á
un señor jurado , i y qué jurado ! enfure-
cerse en público , echar veneno por la bo-
ca, y dar al traste con la ley, logrando
el piadoso objeto de dilatar que se hicie-
se justicia de un calumniador ?


Usted dirá, y dirá muy bien , que pa-
ra los que ya le conocemos nada puede
perder su merced por esta ni por otras
cosas ; pero pudiera encontrarse alguno que
lo atribuyese á malicia , á espíritu de •fac-
cion , ó acaso , acaso. á ser el engendro pro-
pio ; pues no seria la Primera vez que uno
se encuentra de juez de las mismas culpas
que ha cometido. Usted y yo bien sabemos
que esto es tan natural en él, y que lo ha-
ce de tan buena fe , que no es poderoso
á otra cosa. Ademas de eso, ¿quién sabe
si será usó y costumbre en Inglaterra el anu-
lar de hecho un juicio, cuando hay un ries-


go notorio de que condenen á un ahijado;.)
, pues cuando lo tomó con tanto calor,


sus motivillos tendria.
En cuanto. á si fueron Ó no absurdos


los principios que sentó alli delante de
todos, al resultado me atengo. <7Se hizo el


36r
juicio, ó no se hizo el juicio? Pues si se lo-
gró burlar la ley, ¿cómo habia de ser ab-
surdo el medio que se empleó para ello?
Que le pregunten al inocente calumniador
si le parece absurdo, y verán cual es su
respuesta. Todo en el mundo es perfecto,
cuando corresponde á los fines para que
fue criado : por eso hasta las culebras....
- Pero ¿qué conexion tienen las culebras


con un juicio de jurados? Hablemos de
nuestro don Bartolo-me, cuya alta reputa-
cion de sabiduria ha dejado usted dudosa
para algunos, con poner en su boca aque-
llas palabras de que bastaba que el escri-
tor estuviese convencido en si mismo de que
era cierto t, que escribia , para publicarlo
sin necesi,¿ad de prevenirse de la prueba.
¿ Cómo quiere usted que nadie crea posi-
ble semejante desacierto en un hombre
que no tendria reparo en imponer la pena
de horca al que solo insinuase la menor
duda sobre si su merced era ó no un tan-
tico memo' de potencias? ;Buenas pruebas
tiene dadas por cierto de indulgencia con


- los escritores, cuando á otro que se atrevió
-- á decir que tres y dos eran cinco, no ha-


llaba. pena suficiente que le cuadrase! En-
tonces le pareció mas bonito el papel de




3(;
fiscal , y tambienle atribuyeron el no me-
nor desatino de. que los jueces del hecho
no tienen que 'sujetarse á la denuncia, sino
que pueden caqicar segun se les ponga en
la cabeza : ahora le habrá tenido cuenta ha-
cer el oficio de abogado, y al verle acalo-
radilio le cuelgan la otra sandez. Pero esté
usted persuadido de que tan cierto seria lo
uno como lo otro , y que no basta que lo
aseguren trescientas ó cuatrocientas perso-
nas, si él se obstina en decir que no han.
logrado entenderle. Muchas veces parece
que uno está fiscalizando , y entonces es
cuando hace una defensa mas fina, y otras
se toma el aspecto de defensor para clavar.
el puñal mas á su salvo. Bien conoce usted,
que don Bartolo-me no puede ignorar•eso.
que sabemos todos, y si sentó semejantes
máximas, no merecen otra calificacion que
la de ser cose che si dicono.


Mas no solo padece la reputacion lite-
raria de dicho señor, que ya hace tiempo
andaba de capa caida, sino que tampoco
queda muy bien puesta la entereza del juez
letrado que presidia en aquel importantí-
simo acto. Porque ¿quién_ que tenga idea=
de las altas funciones que ejerce el presi-
dente de un juicio de jurados `no sabe im-


363
poner respeto al que, ó por pura petulan-
cia 6 por cualquier otra razon , se atreve á
introducir el desorden en el santuario de
la justicia, burlarse de las leyes y menos-


/!1 ' preciar al público y á las cinco sestas par-
tes de sus compañeros ? Pues qué d no hay
mas que decir yo pienso, yo digo, yo afir-
mo, para hacer cuanto á uno se le antoje
en un cuerpo colegiado contra el dictamen
de todos los ciernas, y lo que es peor con-
tra lo que dicta el sentido comun ? é.No
habia por alli cerca ningun alguacil que hue
biese cogido de la oreja al caballero des-
obediente, y le hubiese llevado á dormir
en donde debieran hacerlo todos los que
se olvidan de que el juez presidente del
juicio está ejerciendo alli todo el lleno de
su jurisdiccion? No, pues en Inglaterra na-
die Je hubiera libertado de satisfacer los
perjuicios irrogados á la parte , por mas
que alegase testos de lo (pis.> se acostumbra
en Californias.


En cuanto á los susodichos.veinte y cin-
co doblones, de que tanto se lamentaba
aquel compasivo procesador, ese es nego-
cio para mas despacio y que mereceria un
artículo apsrte ; porque en lo poquito que
llevarnos de este nuevo método de enjui-




364
ciar, habría quien pudiese presentar cuen-
tas que bastarian por sí solas para limitar
setenta libertades de imprenta. ¿Qué -ley
puede compararse en el murdo á la que
antes de ejecutarse empieza por dar oca-
sion á que á, uno le limpien el bolsillo ?
¿Ni quién habrá que no sufra cuantas in-
jurias son imaginables cuando sabe que la
reparacion es las mas veces dudosa y siem-
pre aérea, y el desollamiento cierto, efec-
tivo é indubitable? ¡Oh! en esa parte per-
donemos el ofendido, que no tiene gran mo-
tivo para quejarse de su suerte; mas antes
para dar gracias á Dios y al señor don Bar-.
tolo-me , que tuvo el buen pensamiento de
hacer una higa á los jueces y al auditorio;
pues si no , algo mas cara le habia de ha.-
ber salido á estas horas la funcion. Dejé-
monos de cuentos, señor editor de la Mis-
celánea , y procuremos ocultar nuestras
miserias, porque es de temer que provo7
quemas la risa de mas de cuatro burlones,
si nos empeñamos en hablar de juicios de
jurados mientras haya Bartolos en el mun-
do. Las instituciones mas sabias y saluda-
bles suelen llegarse á desacreditar por la
necedad ó el orgullo de los instituidos


365


TEATROS.


Del rey abajo ninguno : García del Cas-
tañar: comedia de don Francisco de Rojas.


El caracter de Garcia, tan noble, tan
pundonoroso, la situacion dramática en
que el autor los coloca; las escenas de
felicidad campestre y de amor conyugal
turbadas por un inmoral cortesano, y la
habilidad con que nuestro insigne Alay-
quez creó y representó su papel, asegura-
rian á esta pieza la permanencia en el
repertorio español, si la manera con que
se ejecutó la última vez en el teatro de
la Cruz no hubiera desengañado al públi-
co, que aquel inimitable cómico se llevó
consigo á la tumba el arte de hacer resal-
tar los hermosos versos y la soberbia idea
de Rojas.


Garcia vivia tranquilo y contento en
su Castañar. Ve de noche en su casa sí
un hombre que cree ser el rey, equivo-
cado por señas falsas. Su turbacion y res-
peto, que don Menda atribuye á miedo;


iPf




Z66
á pesar de que la sangre fria con que le
deja salir de su casa avisándole por donde
ha de huir, bastaria hacerle formar una
idea exacta del hombre á. quien ultrajaba,
son muy conformes con los e sentimientos
de lealtad y de pundonor de los antiguos
castellanos. Queda - solo: quiere matar á
su esposa, aunque sabe que es inocente.
Luchan en su'altivo pecho el amor y la
honra. Llamado del rey que quiere em-
'picarle en la guerra contra los moros, co-
noce su yerro; y el desengaño de Gar-
cia es la sentencia de muerte del infame
deshonrador. Pocos versos hay mas terri-
bles, pocos reconocimientos mas trágicos
que el de don Mendo, cuando al venir Gar-
cia á postrarse á sus pies, le dice:


«Aquel 'es el rey , Gareia."


...Sin embargo, en la esplosion de su jus-
ta. venganza no se olvida del respeto de-
bido al palacio, y antes de caer sohre.su
enemigo con la violencia y rapidez del rayo,
da parte. al rey, de su ofensa, y para cas-
tigar á don ,Mendo, le separa de la pre-
sencia: del monarca.


Las descripciones .
de la vida campestre


no estan escritas en el estilo de la-égloga,


ni son escenas del mundo ideal, sino to-
madas de la misma naturaleza, ll lenguage
sencillo y algunas veces rústico de Garcia
y de su Muger contribuye á la verdad de
los cuadros.


Blanca, requestada por. don Mendo, se
'hace la desemenclida, diciéndole:


¿Que de donde soy, senor?.
Para serviros, dé' Orgaz.


Mendo.


Qne eres del cielo sospecho,
Y en el; rigor de la-sierra.


Blanca.


¿Son bobas las de , mi. tierra?
Merendad, y bnewippoy.echo.


Viendo que' `41' aliño Mi'Váltaba la pre
sa, llama 'á ri.» tii.aridó y' 'le' dice:


«Haced al señor entrar,
Que no quiere hasta acabar
Un cuento de Calainos."


En estos,.yersos y en esta conducta
se reconoce la sencilla malignidad de los
habitantes del campo. Idos los huéspedes,
dice Garcia á su esposa:




368
360


Observese la palabra hermano em-
pleada como requiebro amoroso, cuyo uso
no tienen sus equivalentes en las lenguas mo-
dernas. Nosotros creemos que es un orienta-
lismo que se nos quedó como otros muchos
del trato con los árabes. Soror mea sponsa se
dice en los cantares; y en efecto, esta
espresion de cariño debia ser coman en
las lenguas de Persia y de Syria, donde
el amor de hermanos no escluia el afec-
to ,conyugal.


La descripcion que hace García en el
primer acto. de la caza de perdices, tiene
mucha verdad y originalidad. Está ador-
nada con las sales rústicas que le prestan
elcolorido característico del labrador del
Castañar:


« Y tú, bella como el cielo.,
Ven al jardin, que convida
Con dulce paz á mi vida,
Sin consumirla el anhelo
Del pretendiente, que aguarda
El mal seguro favor,
La sequedad del señor,
Ni la provision que tarda,
Ni la esperanza gafe yerra,
Ni la ambicion arrogante
Del que armado de diamante
Busca al .contrariweu ,;la. guerra;
O por los mares del •norte:
Que envidia pudiera dar
A cuantos del Castañar
Van esta tarde á la corte.
Mas por tus divinos ojos,
Adorada Blanca
Que es hOy el primero dia,
Que he tropezado en enojos.


Blanca.
¿De qué son tus descontentos'


Gai cia.
Del cuento del cortesano.


Blanca.
Vamos al jardin , hermano,
Que esos son cuentos de cuentos.'


Con vinagre y aceyte,
Pimiento , sin aceyte
Las none en mi limpia mesa;
Donde en servicio de Dios
Una yo y otra mi esposa
Nos comemos : que no hay cosa,.
Corno :i dos perdices, dos.


'COMO x.




7C.)


L ITE 11. T U A.


Obras póstumas de don Nicolas Fernande4'
Moratin. Barcelona 1821.


Esta preciosa coleccion es un legado he-
cho á la literatura española por uno de sus
mas insignes reformadores en el siglo XVIII,
y cumplido por la piedad filial. El nombre
de Moratin es glorioso en el Parnaso cas-
tellano, no solo por las producciones de
dos genios ilustres, sino tarnbien por la res-
tauracion del buen gusto, á que tan po-
derosamente han contribuido.


Don Nicolás Fernandez de Moratin , á
quien la posteridad conocerá con el nom-
bre de Moratin el padre, ha dejado varias
composiciones:líricas de todos géneros, el
célebre canto épico de Las Naves de Cortés,
que ha conseguido ya la justicia que le
negó la academia, y algunas obra's dra-
máticas, de que solo se insertan algunos
fragmentos en esta coleccion. Antecede á
ella la vida del autor , escrita por el editor


de stts'olYrá'l lióstumas. Este trozo biográfi-
ca , ademas de7ser un modelo dé-buen len-
guage,, 'contiene noticias muy importantes
rata la historia literaria del siglo pasado y
Cómo estan redactadas potnn testigo irse-
citsable, y Tete ha teniclo:tanta parte en
la favorable revolucion que se hizo enton,
"d5 en la literatura , no dudamos qúe est:a
preciosa coleccion será clásica en los tiem-
pos venideros , tanto por el mérito de ::las
poesías que contiene, como por los hechos,
que recuerda; perdidos ya quizá en la me-
moria de los hoinbres y publicados y cdor.
dinados atiotú por la primera vez. Debién-
dose considerar al señor Moratin, no Solo
como poeta , sino tambien como reforma-
dor hablaremos primero. del mérito .de
sus poesías, y . despues nianifestarétnos cuan
acreedor se hizo al agradecimiento clé bis
musas españolas por su constancia en per-
seguir -el mal gusto y sus contítmo.s afanes
para restituir sí nuestro Parnaso su antiguo
esplendor; . ;oscurecido por


- siglo y Medio :<le
disparates.


La versificacion del señor Moratin es
mas tallista y artificiosa que fluida y lige-
ra3 fries prOporcitmada á la dignidad de la:
epopeya y .de. la lírica sttbilme, que :á la


24.




37a
delicadeza dela anacreóntica ó del idilio. Asi
vemos que los versos mas agradables se ha-
llan en sus odas, ó en sus romances mc•ris-
cos , ó en el canto de Las Naves de cortés.
No es esto decir que no describe perfecta-
mente las bellezas suaves; mas las describe
con pinceladas fuertes, que imitan mas bien
el sombreado enérgico de Argensola, que
la facilidad y soltura de Jáuregui. No tal..
darémos en presentar ejemplos que justifi-
quen nuestro modo de pensar.


Su estilo es verdaderamente poético : es
decir, pinta para la fantasia, y está sem-
brado de frecuentes y hermosísimas imita-
ciones de los clásicos latinos, en las cuales
lucha algunas veces con mucha felicidad
contra los mejore3 poetas de Roma. Rara
vez decae su estilo , y esto solo en las poe-
sías ligeras, lo que nos demuestra que su
genio, era mas á propósito para la poesía
sublime, que para la erótica.


Pero lo que eleva las poesías de Moratin
á la dignidad clásica, es el lenguage. No ha-
blamos de la pureza de la frase ni de .la
propiedad de las voces , en que tiene po-
cos escritores que le igualen y ninguno que
le esceda; porque estas cualidades grama-
ticales de la diccion, auuquw son condi-


373
-eiones necesarias, no constituyen la esen-
cia del poeta, sino del escogimiento y apli-
cacion de las palabras gráficas , principal-
mente cuando habla de las a•ina, vestidos
y costumbres de los antiguos.


castellanos.
, No conocemos ningun escritor que pueda
compararsele en esta parte. Sus .- composi-
ciones forman una silva de-voces poéticas,
que tendrán que consultarlos . que quieran
escribir en lo sucesivo sobreF,las materias
que tocó Moratin. Son conocidas de todos
los literatoá sus hermosas descripciones_
de los guereero3. que acompañaron á Her-
nan Cortés-en la : conquista de: Méjico por..
tanto tomaremos ejemplos delovromances
moriscos O•castitila tios iniertol leuiesta'eo-
leccion , -Se abatuldn&, mas .
qul en otrasnobras , al placer ..dhldescribir
nuestras antiguas costumbres. •


En el . roturatióe' kle don- Santlio en Za.
mora describo tres'Icotnliatientes..
que se acercaban; .:-á .


la ciudad


Y 0-anoícVS'djlatalla,
De acero Itiaeilie•armados.
Desde la' We'tWe' á- las ancas,
El ayre manso tremola




124
Pendoncillns de sus lanzas,
La 40 enXnedio, va en la 9nja,


lado la 041iAtrAhAn•


Martinetes y galzetás.
EA JaS.: penacheras, al»s
Conquandiocados
Q-ku al, rayo del sol, Inillaban.
SQl.ye,_1 1os quijotes venden.
De19sPtInos las espadas,


: Al movw:de los caballos
'han Annando las ,almas.


i.QoériloAUza y robustez,! Qn4 Otte01
T11,411i14d rriquza, pollal Lpá


c,uAtIvoíprillier00 Yei'SQ$uiy los: ?dos <Itimol
ent,rg/allan9104-,objetos ,tinffidescriben,,V1kr
sérmes,w.p.remelto
lace .el poeta gOaült


TrIt1.1P9¿ilenbs-anifk.plOs9 dor .AkteAPN Ignáint


IsP41/:Ip9chos sOhne, ilw11»eiv?
Prr107,


Con un . delgadn alfarenle,
Está cubriendo la cara.
Por /a rbitlIcrt, e fucjw.lf,e,
Que ya en cél,cielp,[4:919M11.
Leon a d;o0 19Rr 4pMj
Y negr9r...1T99411';4-FF1411


375
Las oiejál que dirige á gti hernian° son


las siguientes:


Rey don Sánchn, tny don Sancho,
El hardido en lal .bátállt,.
Valiente contra una dé.1511
Muger, sin culpa y tu hét'rhária
Asi del rey ntiestroádre


La disposicion se guarda?
¡ Oh! ¡mathaya el caballero,
Que al finado no le adata!


Azarques y sátifa.eilld$
En Segovia jtiepti.eat'ulí,
Y en Zocodover coti;cliztlal
Resplandecen sus adargas.
Y guarte no llegue el dia,
Que dándoles tú.' dmisa;
Vengan á b41.3ef-s11,á , yeittás'
Del Duratol;


LaJ 1"'Splieta d /Ion Sailató es propia
de las' epsiutabres déDtiétnpn:


Mi padre erró: juzgue el nutrido:
Sarrey : esto digo . y basta.


(1 , ;¡ Qué heimosa gradacíon , y cómo hace re-
saltafet sarcasmo pie contienen estos dos versos




rFÁ


376
Despues se queja la infanta del (le Vibar.


« ¡Ah ! soberbio castellano,
El de la amarilla banda,
El de grabado gorjal
Y rapacejos de plata,
El de la dorada espuela,
Que yo le calcé, ¡cuitada!.


Quién creyera que tizona
Coa-ara mí se desnudara,
Cuando cabezas de reyes
Pensé me diera por arras!'
Esto espere del amor
La muger apasionada;:
Bien sé lo. , que merecí,
Bien sé como se me paga.»


Al leer este romance, se traslada la irnagi-
nacion á aquellos siglos, en que hasta la vir-
tud y el amor epan feroces; y creemos estar
presentes á la injusticia de don Sancho, á la
traicion de Bellido y al reto de .


Ordoiíez de
Lara. No queremos dejar de notar, que en el
dia se mira como un defecto la terminacion
aguda' de los versos no asonantados en el
romance, porque quita parte :de la redon-
dez- y armonía. Decimos esto, porque algu-
n6:s no se valgan del ejemplo de Moratin pa-


377
ra disculparse de este defecto. Se deben
notar en los poetas insignes hasta los luna-
res mas leves, porque sirven de modelos,
y mas facilmente se . imita lo malo que lo
bueno, con la diferencia de que los imi-
tadores , casi siempre serviles, aumentan
en sus copias las faltas, y .degradan las be-
llezas.


Véase, en un género muy diferente, la
pintura de la mora Galiana,. esperando é.
su amante:


«Ella impaciente le aguarda ,
Habla á solas y suspira,
Y maldice el temporal,
Que asi dilata su dicha.
Por los dorados andenes:
Vaga inquieta y no se enfria :
Quien sabe lo que es amor ,
Si esto es. imposible diga.
Pomposo Zaragucel
De blanco •tuan vestia


.Ilastal morado, chapín .
Con muchos toliegues,,t.y.
.labrada.cotr,grau
Lleva; Una marlota encima-y.
La.; Mitad era turquí,
La otra mitad




378
Un velo sobre el tocadef
Que un peyne de nacar riza,
Colgando el sutil cendal
Con.inyencion nunca vista.
Verde liston '5 diadema
Su frenté hermosa ceiba,
Con zafiros y balajes
Y una inedia luna encima.
Rojos corales al cuello,
Fragrante y sütil camisa
Y un apretador azul
Con dos lazos que pendian.


Las fiestas de toros en Madrid, y la em-
presa de !dice)? Jaques Borgoiion abundan
en bellezas .de esta especie; y seria nece-
sario copiar una y otra composiciowpara no-
tar la propiedad de las


• descripciones y la
pala del lenguage.o b'


Pasemos ya 171,1as imitacione&de los an-
tiguos. Entre estas sobresale4-; nuestro pa-
recer la que hace de unos versos de. Catulo
en la silva á las boda.. de: la ¡infanta:de Es-
paña doitá i Manía» Luisal*IBorbow con el
archiduque•e Anstria,Yedro::Leopoldo. El
Manzanarev, triste per partida de la nue-
va esposa, solicita detenerla; diciéndole:
,Corno la flor,:_ ..Ine en


ergel• umbroso


3•9
Nace en sitio:ignorado ,
De espinas, guarnecida,
Ni la toca el arado,
Ni de planta mortal seve-xigenelida;
Con blanda lluvia crece, -
Y el sol sial <P•escos tallOs reverdece,
Los zéfiros la orean,
Vírgenes y mancebos lá desean.
Mas cuaiabla,cortacia
Pierde el"aVoirria ylweolorliretiada;
Ni las vírgenes bellas,
Ni los inabeelVos, que la . aunaron antes',


:,1.3ültiaii-alUllelantes.
Asiink:lentras intactas 'permanecen
Las'itIvenetlliérinosas;
Sotx UtoclInitei,idásq
PerO,SiVenvllisk.amorosa
D.esuucio's;',Goliyugale•
Olvidaiállos-rubOres
INIdohs .átp. ltiiisos ni el amor merecen
De niñ s ili doncellas;."


—Eta)a-mibio
osa á sus orillas , en los siguientes,WrgeiSti


«Clal vid desamparada
Inculta:,. y sin voIullo,
Sus estériles ramos clilataiile,




380
insítil crece y vive despreciada,
No enriq uccida de su (1) fruto opimo ,
Ala,: si á un olmo galan tiende los brazos,
Y en torno le circunda
Con samorosos lazos ,
Bella se torna y próspera y fecunda
Asi la víreti , que los años piel*
En soledad esquiva :
Asi la que gozó de su edad :,verde
En dulce union-la . . gloria fugitiva.":


'


Si leyéramos estos versos Al" t saber eI
nombre de s.0 autor . ,_ los atribuiríamos á
Rioja. La eleccion de epitetos es adroira7-
b'e. Frescos tallos, el aronza :y la color-pre-
ciada, estériles nunos, crece inútil, olmo ga-
lan (ulozo ~rito de Gatillo), soledad esqui-
va, la gloria fugitiva de,.su,verde edad,pierde
los años son espresiones poéticas, descono-
cidas en el siglo,XSIII hasta noratin..Com-
para.clos ,


sus versos 'coy los je i.C4Z410., , se
ve que imitó coni o ni aestro.


He aqui o tras.,irnitacion es en u» género
mas sublime.


(1) Aquí no es pronombre *de persona, sino del
géneroz:El Poeta liá-Ynitado en esta t•allacion
non sita points de yirGiiia.


38£
Del excudent alú spirantia ?nonius aerea


die Virgilio, en la oda al conde de Arunda.


«Otros al son de cítaras suaves
Los ánimos feroces
Tompleti ,con estudiadas armonías.
Otros honor procuren-, imitando
Bellezas naturales,
Dando espíritu al lienzo y piedras frias:
O velen calculando
De los astros la máxima distancia
O del mundo el origen y la infancia:
Que reprimir con ánimo prudente
La malicia insolente,
Dar justísimas leyes á lá tierra,
En paz segura prevenir la guerra (I),
Ocupar en virtud la larga vida,
Que ya le tiene el ciclo prometida ;
Temido y grato á la nacion que manda
Estas las artes (2) son del grande Aranda.


Del quantum, ~taus ab zlb , ect.


•»Al . fin se me presenta
Casi al morir la luz del postrer dia.


Hermosísimo verso.
(2) Perfectamente traducido el hes tikk erunr


artnls,




382
Pero ¡ ay cielos q.qué horrible .y demudado!
¡Ay de mí


estaba y cuán • trocado
De aquel Rodrigo , á quien Toledo augusta
Vió en las fiestas de. galas .adornadol
La faz terrible., pálida, adusta,
Todo sangriento, y del sudor y .elpedvo
Y heridas coti horror desfigurado::
la barba yerta , sucio y erizado
Tenia el Cabello , que empapado en sangre
Ajena y propia en hilos destilaba.
Y con largos gemidos y profundos
Tristísimos suspiros , sollozando
Dice: ¡ ó Pelayo , todo lo perdimos!
Fuimos un tiempo godos y vencimos :
Fue Toledo, fue España, fue Rodrigo :
Mas Dios, de •mi lascivia por castigo,
Contra mí levantó cuantas naciones
La inedia lima en Africa y en Asia
Tremolan en sus bárbaros pendones.
A Damasco de Syria y á la Arabia
El gótico poder ha trasládado (3).
Huye, hijo de Favila.


Quien imita de .esta•Illait6a , es digno
de que lo limite la edad futura.


Farus ¿Mi/lit] Jupiter yírb,os.


183
En el género lírico las ocias á Ceballos,


al duque de Medina Sidoniai,al infante don
Gabriel y al conde de .Iranda son her-
mosísimas : pero la que á nuestro parecer
tiene mas bellezas poéticas es la oda á Pe-
dro




Romero, torero insigne. Irs tenni labor,
podria decir el autor, despues de haberla
hecho, con harta mas razon que Virgilio;
pero leyendo las obras de Moratin , se ob-
serva la predileccion decidida á las costum-
bres españolas, y á todo lo que está liga-
do con nuestros hábitos é inclinaciones na-
cionales. No puede llegar á mas esta pre-
dileccion, que á decir, hablando de la fies-
ut de toros,


«Que por nativo brío
Solamente no es bárbara en España."


Este a Mor á todo lo español le inspiró
unbello -cuadro en el elogio de las niñas pre-
miadas por la sociedad económica de Madrid:


«Discípulos de Apeles ,
Alumnos de Timantes ,
La doncella española
Asi ha de retratarse.
1,\To la pinteis. moviendo(3)Transtulit.




384
El cuerpo en torpe bayle..
Con lujos peregrinos,
Vedados á sus madres;
Sino al trabajo atenta
Sin perder un instante,
Llenas de rubor casto
Sus luces adorables.
Huyendo , roto el arco
Y l ' arpones penetrantes
Al pérfido Cupido
Y á su alevosa madre."


Basta lo dicho para conocer el carac-
ter y el mérito de su estilo poético : ya es
tiempo de que hagamos rápidamente la
enumeracion de los beneficios que debe el
Parnaso español al señor Moratin , conside-
rado no como poeta, sino como literato:
beneficios que hubieran podido perderse
en el abismo del olvido, si no hubiera sal-
vadosu 'memoria el celo literario y la pie-
dad filial del Terencio español.


Nadie ignora hasta qué punto de de-
gradacion 'labia llegado nuestra poesía, pla-
gada de todos los vicios , que el Cultera-
nismo, el furor de los conceptos y de los
juegos de palabras , y la falta absoluta de
erítica en todos los ramos del saber son ca-


385
paces de producir. Estos males eran mucho
mayores y de mucha mas trascendencia en
el teatro, donde se enseñaba al público á
aplaudir las mayores monstruosidades. La
mezcla de lo sagrado y de lo profano , de
lo noble y de lo ridículo, el estilo á hin-
chado ó puerilmente conceptuoso y la dic-
cion sembrada de equívocos, paronoma-
sias, voces bárbaras, y logogrifos y ana-
gramas„ ,eran á principios del sigló pasado
las delicias de nuestros literatos. A esto cor -
respondia el fondo de las materias: ni ca-
racteres, ni imágenes, ni verdad, ni jui-
cio , ni decencia, ya en los objetos que
se tomaban para las composiciones., ya en
los planes poéticos, ya en la ejecucion mis-
ma. La historia literaria de nuestra nacion
señalará por causa universal de tantos ma-
les el abandono de los estudios filosóficos
que jamas estuvieron en hono• en España,
ni aun en el siglo de oro de nuestra lite-
ratura.


Feijoo indicó el verdadero camino del
estudio de las ciencias naturales , y á él le
debe la patria la ruina de muchas. preocu-
paciones , y por consiguiente la facilidad
de penetrar en el santuario de la verdade-
ra física; pero la fuerza de su talento que


TOMO
. 23




386
le hizo reconocer los errores del • método
vulgar de enseñanza en el estudio de.la na-
turaleza, no alcanzó á formar su gusto ni
á manifestarle los verdaderos principios de
las humanidades. El esterminador de las
brujas, duendes, milagros falsos, y energú-
menos , colocaba con mucha seriedad á Lu-
cano sobre Virgilio y preferia el estudio de
la lengua francesa al de la latina, y escri-
bia el romance del pecador arrepentido.


Hasta mediados del siglo pasado no
apareció ningun defensor de las buenas le-
tras contra el torrente universal: el prime-
ro fue Luzan. Sus poesias tienen buen sa-
bor , y su tratado de poética fue la aurora
del buen gusto. Mas el efecto que produ-
jo aquel humanista benemérito en nuestra
literatura , fue muy tenue; á no ser que se
mire como obra suya la educacion litera-
ria de don Nicolas Fernandez . Moratin.


Este fue el primero que peleó con buen
éxito contra las monstruosidades -antiguas.
A él se le debió la prohibicion de los autos
sacramentales, monumentos del pésimo gus-
to que nos habia dejado el siglo anterior : 'á
él se ledebió la primer comedia regular que
tuvo nuestro teatro, y el hacerse vulgares
y conocidas entre los hombres cultos las


387
leyes de la dramática. En las tragedias que
escribió, se ciñó -rigurosamente á estas le-
yes , y enseñó al público á apreciar la ver-
dad en los caracteres , la .sencillez, en la ac-
cion , la verosimilitud en los incidentes, y
la nobleza y dignidad en la diccion. impri-
mió varios discursos y poesias que fueron
entonces el código de los literatos , porque
na habla otra fuente conocida adonde re-
currir para conocer los principios del buen
gusto. Sus conexiones con Ayala , Conti,
Bernasconi y Cadahalso y los denlas litera-
tos de. aquella época ; la academia que
formaron consagrada .esclusivamente á las
bellas letras- ó á pasatiempos que no desdi-
cen de ellas; el ardor con que animaba á
los jovenes que prometian distinguirse en
la carrera de las musas .; el.. celó con que
alababa sus aciertos ó corregía sus' yerros,
le dieron una influencia. inmensa en nues-
tra literatura, y se puede decir que Mora-
tin fue en aquella época el que desmontó
nuestro Parnaso, abrasó sus malezas y lo
convirtió en un bello jardin , digno de los
cantores que le sucedieron. No) solamente
le debió Melendez , joven.. entonces, los
consejos y advertencias que perfeccionaron
su gusto y contribuyeron á elevarle al ht-


25.




388
gar distinguido que ocupa entre los poetas
españoles, sino tambien le creó , por de-
cirlo asi, un auditorio capaz de 'entender',
le y admirarle. Pero el beneficio mas gran-
de que le debe la literatura española , es el
haber sido padre y maestro del autor del
Café.


Debe fijarse pues en el tiempo de Mo--
ratán el padre la época en que empezamos á
tener una buena literatura, combatidos y
aniquilados los monstruos de la antigua : y
nadie duda que esta victoria se debió en
gran parte á sus escritos y á su influencia.
En efecto, ninguno de los poetas . de aque-
lla edad puede igualarsele ni en la correc-
Cion ni en el estilo. No hablemos de Mon-
tiano , algo anterior , cuyas tragedias hu•
hieran seguramente tenido mejor éxito, si
la-versificaeion y el estilo hubiera auxilia-
do la regularidad de los planes : pero ni el
P. Gonzalez , ni Huerta, ni Iriarte, ni aun
el mismo Cadahalso entendían la esencia del
estilo poético. Huerta caja frecuentemente
en la hinchazon , defecto genial suyo , y los
denlas en el prosaismo, defecto en que iri-
currian por buscar la naturalidad, y evitar
el gongorismo de sus antepasados. Moratin
es el único de todos sus compañeros , que


38g
supo manejar',. el pincel . .de la poesia.


En cuanto al gusto, no compararemos
el de Moratin con el de sus colaborado-
res. Baste decir que habia llegado á tal pun,
to de perfeccion , que en la academia de
que hemos hablado antes fueron conoci-
dos y censurados les. defectos del Parnaso
español , en cuanto á la eleccion de las pie-
zas y la necedad de los elogios de estam-
pilla, que alli se le tributan á los poetas
de nuestro buen siglo. Comparense los dis-
cursos de Moratin con los del colector del
Parnaso, los de Huerta en leí teatro espa-
ñol, y aura los de Iriarte en sus obras polé-
micas, y se conocerá facilmente quien era
entonces el Horacio de la literatura.


Al mismo tiempo que Moratin mani-
festaba con valor y buen éxito los defectos
de nuestros antiguos cómicos, sin dejar
por eso de reconocer sus bellezas dramáti-
cas y de estilo , se iba formando otra nue-
va secta de autores que llenaban el teatro
de monstruosidades insípidas , y por con-
siguiente menos perdonables que las del. si-
glo XVII. Los nombres de Comella, Zaba-
la , Fermin del Rey resonaron por algunos
años en nuestros teatros , donde se admi-
raban las paites de Federico 17 , las de Car-




390
los XII, Carlos h sobre Dura , y otras pre-
ciosidades de este jaez. Don Nicolas Mora-.
fin legó á su. hijo y discípulo la obligacion
de purgar el templo de Taifa de semejan-
tes impurezas, y de no permitir que el buen
gusto retrogradase. La comedia nueva, con
los nuevos y famélicos invasores de nues•
tro teatro.


n•••••nnnn•n


395


Sobre los anales de la diputacion provincial
de Cadiz.


Anunciamos al público los anales que
acaba de dará luz la diputacion provin-
cial de Cadiz, que comprenden los traba-
jos y tareas en que se ha ocupado durante


año primero de su instalacion. Bien se
necesitaba espresar este término, porque
apenas habria quien creyese que en tan
corto espacio de tiempo, y en las noven-
ta sesiones á que limita la Constitucion
la reunion de estos cuerpos, hubiese po-
dido despachar la diputacion de Cadiz dos
mil ciento y sesenta y- dos espedientes,
todos dirigidos al bien del pueblo y á
la prosperidad coman. Semejantes traba-
jos bastarian para ilustrar los anales
de un siglo, si todas las denlas ruedas
de la máquina administrativa hubiesen
correspondido al impulso que ha querido
darlas esta benemérita diputacion. ¿Pero
qué desgracia es la nuestra de ver siem-
pre frustradas las mejores ideas, y hasta
los conatos mas. bien dirigidos, por el fa-
tal empeño de sostener el -espíritu de tu-




392
toria, á pesar del estado en que ya se
halla la ciencia del gobierno ,• y lo que
todavia es mas admirable, á pesar del
espíritu de nuestras instituciones actuales?


Seria escesivamente prolijo, y acaso inu-
til, haber de dar una idea circunstanciada


. de
cada una de. fas mejoras que han llamado
la atencion de los ilustres individuos de
la diputacion provincial de Cadiz; porque
no dandose en los anales mas que un
estracto rapidísimo de su objeto, y cuan-
do mas de las causas que las motivaran,
dificilmente acertaria el lector á distinguir
por cual de ellas merece la diputacion
mas gratitud y 1espeto de. parte de sus
conciudadanos. Baste decir que todas ellas
se versan sobre las tres bases principales
de que depende la felicidad de los pue-
blos, á saber, la administracion gubernativa,
Za administracion ecónomica, y la adminis-
tración protectora. Mas lo que no debemos
pasar en silencio y sin mover la curiosidad del
lector , son en primer lugar las reflexiones
que hace la diputacion acerca de los ostáculos
que retardan y embarazan lá formacion de la
estadística, sin la cual necesariamente han
de ser cortos los progresos que se hagan
en los ramos administrativos , y ,en se-


393
gundo las que se dirigen á hacer palpa-
ble la inhabilitacion en que se hallan las
diputaciones provinciales, para obrar el
.bien por sí mismas , y sin que ít cada
paso encuentren mil tropiezos nacidos de
diferentes causas. -


En cuanto á la primera, manifiesta la
diputacion su pesar de ,no haber podido
adquirir los trabajos que de su orden se
empezaron en el año de 1814, para le-
vantar un mapa topográfico de la provin-
cia de Cadiz, bien que aun despues de
adquiridos, dice, «no hubiera podido con-
tinuarlos, en tanto que no se fijen defi-
nitivamente los límites de su territorio."


« Verdad es que la formacion de este
plano toca mas á la geografia que á la
estadística ; pero es inseparable y- prelimi-
nar de esta, asi como el suelo no es obra
de la arquitectura, y es necesario para
construir el edificio. No se contiene la
estadística en un simple catálogo de los
productos, si no los refiere á sus causas,
y los compara con los auxilios y los es-
torbos de . su acrecentamiento, y no pue-
de dudarse que el terrerno es el primer
término de sus comparaciones. é Podrá fór-
marse alguna idea de los recursos de un




394
pais sin conocer siquiera su estension?


»¿ Y cuántas manos, cuán instruidas
y laboriosas se han menester para solo
el acopio de tantos y tan díversps mate-
riales, diseminados por toda la superficie
dé la provincia ? Cuántos caudales para
proveer á l'Os gastos de todas las opera-
ciones? Si el conocimiento de los medios
empleados en Otros paises no bastase pa-
ra instruirnos, sobraria nuestra esperien-
cia propia para desengañarnos. Para for-
mar el estado de riqueza , que es una so-
la parte de la estadística, se instituyeron
en el régimen' anterior juntas de provin-
cia, juntas de partido, juntas de pueblo:
se les agregaron peritos y empleados ce-
santes: se ocupó en esta obra á las-justi-
cias y ayuntamientos: se enviaron á los
'pueblos comisionádos , y se impuso á to-
dos muy grave responsabilidad: Aplicóse
para los trabajos la suma de uno y medio
por ciento, sobrecargado á la contribu-
cion que importaba muy poco menos de
ciento sesenta mil reales en esta provin-
cia, sin hacer cuenta de las dietas exigi-
das á los ayuntamientos morosos. Dieron-
se reglas y modelos para la formacion
de cuadernos , estados y resúmenes. Y


395
cuán corta ha sido el fruto de tan cre-


cido número de operarios y de tantos au-
xilios ! No puede negarse que en algunos
pueblos, y aun en provincias, se ha tra-
bajado con asiduidad y con mas ó menos
.inteligencia; pero la empresa era de suyo
muy ardua, las manos capaces de desem-
peñarla muy pocas, y los recursos toda-
via insuficientes para ejecutar todas las
operaciones que requiere el hallazgo de la
verdad. Asi los encargados hubieron de
contentarse con informes ó noticias co-
munes , con cálculos aproximados , con
relaciones sospechosas, y limitaron su ta-
rea á disponer las noticias , segun las
fórmulas determinadas, sin curarse mucho
de su verdad, aun en la parte que pudie-
ra justificarse."


Si tan mezquinos fueron los frutos que
se lograron durante el gobierno anterior,
:í pesar de los auxilios que quedan enu-
merados, (1 qué podria hacer en el dia la
diputacion de Cádiz hallándose destituida
de agentes, de recursos y de instrucciones,
falta de poder para nombrar aquellos , su-
ministrar esotros, y dictar estas con la ge-
neralidad conveniente , sino reposar sobre
la vigilancia de las Cortes é implorar su




396
asistencia ? Entretanto pues y mientras no.
se hayan creado los grandes auxilios que
ha menester su ejecucion, empezando por
la division territorial, «no podrá desempe-
ñarse por las diputaciones, ní convendrá
que se desempeñe; porque para formar una
estadística sin loe medios indispensables,
mas vale que no se forme. El error es mas
dañoso que la ignorancia, porque autoriza


perpetúa los desaciertos."
En cuanto á la segunda parte , esto es,


á la inhabilitacion en que se hallan las di-
putaciones provinciales para ejecutar el bien
por sí mismas, no es esta la primera vez
que la de Cádiz levanta su voz para hacer
presente el estado de nulidad á que las
dejó reducidas el decreto de las Cortes de
23 de junio de 18'3. Ya desde el mes de
mayo del presente año dirigió al congreso
Una esposicion tan reverente como enér-
gica, apoyando las que con el mismo ob-
jeto le habian dirigido las diputaciones de
Cataluña, Madrid y Vizcaya. Todas ellas
hacian ver clarísimamente cuanto se habia
alterado y violentado por medio de este
decreto, no solo el discurso preliminar con
que fue presentado el proyecto de Consti-
tucion , sino tambien el artículo 335 de


397
esta ley fundamental. Tanto en aquel como
en esta se les asigna á las diputaciones pro-
vinciales una accion propia suya, y se las
da facultad para obrar sobre los objetos
que se ponen á su cuidado; pero de todo
las despoja el citado decreto por solo ha-
ber dado un sentido equivocado é impro-
pio á las voces promover y fomentar , re-
duciendo á un• mero consejo las funciones
que las encarga la Constitucion de velar,
cuidar, promover y fomentar protegiendo
los objetos de prosperidad pública.


Así es , que despues de referir sumaria-
mente la diputacion de Cádiz las principa-
les tareas en que ha invertido el primer
año de su instalacion , enumera los ostá-
culos que la han impedido realizar sus be-
néficas miras, y despues de hacerse cargo
de los que naturalmente opone el tránsito
á una nueva administra-don, y la multitud
de atribuciones que antes eran propias de
diferentes autoridades, corporaciones y jun-
tas , se esplica en el número III en los tér-
minos siguientes :


«He aqui ya los grandes é insuperables
ostáculos para obrar .que. tienen las dipu-
taciones. Uno, la falta.absoluta de medios.
Se quisiera de ellas la. reparacion de las




398
carreteras, la construccion de travesías, la
abertura de canales, el desecamiento de
las lagunas , la ereccion de institutos (le
enseñanza , la trasmutacion de su territo-
rio en un vergel. Y ¿ conoce el público los
caudales que para esas grandes empresas
se han puesto á su dispesicion ? Pues el fon-
do de que usará la diputacion provincial
(han dicho. las Cortes) para la reparacion
de obras públicas de la provincia ó construc-
cion de las nuevas y demas gastos de , ella,
será el sobrante de propios y arbitrios de la
misma, despues de satisfechas las necesi-
dades de los pueblos. Los que sepan bien
(y ¿ quién lo ignora?) el estado de insu-
íiciencla, de alcance, de ruina antiqUísiMa
en que se hallan generalmente los propios
y arbitrios , admirarán que se haya dictado
un artículo semejante.


»IV. Otro estorbo invencible. Si no bas-
tase fisica en que pone á
estas corporaciones la falta de medios, la
inhabilitacion legal ataria sus .manos para
tales empresas. Sobre ninguna de las obras -
mencionadas puede deliberar: ninguna pue-
de ejecutar la diputacion. Quéjanse mu-
chos , y tal vez la acusan de los precipicios
en que peligran apenas salen de la capital;


399
pero ignoran que las diputaciones solo
pueden dar cuenta de los caminos genera-
les y tener aquella intervencion que les die-
re el gobierno.... sin entrometerse en ningun
caso en la direccion de lasóbras. Laméntan-
se otros del mal estado en que se halla este
ó aquel instituto de beneficencia , cuyo ce-
lo está encomendado á las diputaciones y
ayuntamientos; mas no saben que cuando
estas casas son de fundador '


particular, co-
mo sucede comunmente, ó estan encar-
gadas por el gobierno á personas 6 cuerpos
determinados, solo les toca dar parte de
los abusos , ..sus perturbar da modo alguno
en el ejercicio' de sus respectivas funciones á
los directores, administradores y demas em


-pleados en ellas.
»¿A qué recordar determinaciones par-


ticulares que embarazan la accion de las
diputaciones ? Esa idea que el pueblo tie-
ne de su influencia en la prosperidad de la
provincia la ha formado por la lectura de
la Constitucion. El origen de los bienes y
la reparacion de los males parece que se
han puesto en sus manos y que se les ha
confiado el régimen económico de las pro-
vincias ; pero todo ese régimen y dispensa-
cion de beneficios que se les concediera,




/too
ha venido á parar en proponer sus opinio-
nes ó contestar á las consultas del gefe su-
perior. Cuando los negocios, dice el decreto
citado, sean de aquellos en que estuviere en-
cargado á las diputaciones por la ConstitU -
cion ó las leyes, solo el cuidar, velar, ó pro-
Mover, ó fomentar las cosas pertenecientes al
bien público, la autoridad para las resolucio-,-
MS será toda del gefe político oyendo en
los casos señalados y graves el consejo de
la dzputacion. Ved aqui minado el cimiento
sobre que se fundaba la autoridad de las
diputaciones provinciales. Presumió alguno
al leer la Constitucion que aquel cuidado;
aquella vigilancia, aquella promocion y fo-
mento Uo significaban accion propia , ni
contenian poder alguno, sino el mero y
solo consejo dado á quien es árbitro de se-
guirle ó de abandonarle. Es necesario que
lo entienda bien la provincia y la nacion
toda : sobre las grandes mejoras que han
menester los pueblos , las diputaciones solo
pueden hablar."


EL CENSOR,
PERIODICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 6o.
SILBIDO, 22 DE SETIEMBRE DE / 82


De la nobleza.


»d Stemmata quidjaciunt?"
JUN/EN.


Los estúpidos y malignos detractores
del Censor han repetido tantas veces que los
redactores de este periódico estan pagados
por la aristocracia parisiense ti por .la del
Danubio; que su objeto es establecer, á pe-
sar de la Constitucion, una segunda cáma-
ra aristocrática y favorecer las pretensiones
y privilegios de la nobleza , que ya es ne-
cesario esponer públicamente la doctrina
que profesamos , y que sostendremos sobre
materias de tanta trascendencia, y cerrar
por lo menos este portillo á los ataques de
la calumnia , del rencor y de la' envidia.


Tomo X. 26




,09


402
Otro motivo tenemos para discutir con


estension este objeto. FI rey de Suecia ha
propuesto al cuerpo legislativo de su nue-
vo reyno de Noruega adicionar la consti-
tucion de aquel pais , y admitir la noble-
za cutre sus estamentos. La obligacion que
hemos contraido con el público de exami-
nar las actas mas notables de los gobiernos
estrangeros nos fuerza á examinar la in-
fluencia moral y política de esta antiquísi-
ma institucion. •


Noble , nobilis, significa literalmente
hombre que merece ser conocido , y por con-
siguiente , ateniéndonos al valor etimoló-
gico de la palabra , es cierta no menos en
moral que en gramática la definicion de
Juvenal:


»Nobilitas sola est atque unica virtus."


No hay mas nobleza que la yinzul , por-
que Solamente la virtud hace al hombre
merecedor del reconocimiento, del aplauso y
de la estimacion de sus semejantes.


Esta nobleza es tan antigua como los
hombres: existe, y existe necesariamente en
todas partes donde haya una reumon de seres
racionales. Supongamos por un momento la
democracia mas pura de todas , cual seria


4e3
aquella , en que la universalidad de los ciu-
dadanos se juntase en la plaza pública á de-
liberar sobre los negocios de la sociedad
con absoluta igualdad de sufragios. No pa-
sarán muchos Bias sin que sean conocidos
y señalados los hombres mas virtuosos, mas
sabios,`] mas valientes ó mas ricos • (1) de
la comunidad; y los ciudadanos, por la
resistible fuerza de la moral pondrán re-
gularmente en sus manos el manejo de los
negocios públicos. La desidia de los unos,
la arnbicion de los otros,- el espíritu de
clientela y el deseo del buen éxito liarán
que el sufragio de los individuos mas acre.-
ditados sea preponderante. A la verdad , el
resto de los ciudadanos no renunciará al
derecho de votar ; pero el único uso que
harán de este derecho, será conformar su
voto con el de los principales del pueblo.
Asi se ve que la naturaleza produce en el
seno mismo de la democracia constitucional
una aristocracia de hecho.. El tiempo, la
corrupcion de las costumbres, y el desen-


(t) La igualdad de riquezas no puede existir
si no se destruye el derecho de propiedad y la in-
dustria ;. asi no podrá encontrarse sino en la repú-
blica d c Platon.


2 1.




4.04
frenado deseo de la doinínacion, podrars
tal vez convertir aquel hecho en un pri-
vilegio, como sucedió en Venecia y en al-
gunas repúblicas de la antigüedad. Pero el
hecho es general y reconocido en todos los
paises. No hubo ciudad en Grecia que no
tuviese sus Anstos , ó en Italia que no tu-
viese sus optinzates. Una y otra palabra sig-
nifican los mejores ; y prueba el origen na-
tural y legítimo de la nobleza primitiva,
única verdadera é independiente de las
convenciones humanas.


Sin embargo , no en todas partes se. or-
ganizó la aristocracia de la manera que aca-
bamos de esponer. En Roma que fue á los
principios una monarquía templada , el pa-
triciado tenia su origen enla misma . cons-
titucion; pero corno el pueblo ejercia el
supremo poder legislativo y j udicial , Ser-
vio Tulio introdujo la aristocracia de las
riquezas , que en aquel tiempo coincidia
con la de nacimiento, y le dió una prepon-
derancia escesiva : de modo , que en la épo-
ca de la fundacion de la república, el pa-
triciado era la corporacion mas podero-
sa de Roma , habiéndose aumentado su po-
der con el beneficio de. haber cspelido á
los Tarquinos ; obra de los Brutos, de los


4(3.5
Espurios, de los Valcrios, de los Horacios,
todas familias patricias. El abuso del po-
der que sigue como sombra al poder, no
destruyó la preocupacion , arraygada ya á
favor de la nobleza de origen. El pueblo
romano vejado por sus opresores ro en-
contró „mas remedio para sus males , que
irse de Roma y traTigir con los patricios:
prueba de que entonces creia legítima su
autoridad, y solo se juzgaba con derecho
para impedir su abuso. Cuando despees,
conociendo mejor sus fuerzas , quiso par-
ticipar de la% magistraturas cundes , Clau-
dio le decia : para las magistraturas eurales
se necesitan auspicios , y estos son esclusiva-
mente de los patricios: á lo plebe le asean
negados ; y el pueblo rey no sabia qué . res-
ponder 'á este ridículo argumento. Los pa-
tricios habian fomentado y establecido á


-favor suyo todas las preocupaciones civiles
y religiosas:,. Pero en fin nada bastó contra
la energía de la plebe : todas las magistra-
turas fueron comunes , el patriciado se re.
dujo á un título de honor, y la repú-
blica-- romana fue una verdadera demo-
cracia.


Entonces fue cuando la indomable ne-
cesidad de las cosas introdujo la nobleza de




406
ilustracion , la verdadera lolnleza, que sin
necesidad de privilegios ni de atribuciones
constitucionales fue la que mandó en Ro-
ma hasta la estincion de la república. Se
tenia por mas noble aquella familia, que
aunque originaria de la plebe, conservaba
mas imágenes y ornamentos triunfales. Es
verdad que la influencia de esta segunda
nobleza era soló moral , pero por lo mismo
era Mayor, porque no hay dominio mas fir-
me que el que se ejerce sobre las volunta-
des. Cuando en Roma se corrompieron las
costumbres y se pudo pronosticar la cai-
da de la república, la rivalidad de las fa-
milias patricias y plebeyas impidió que los
nobles formasen, como en Venecia, una cor-
porarion para oprimir al pueblo. Ademas,
en aquella soberbia ciudad los hombres
grandes se desdeñaban de ser iguales con
los otros: cada uno aspiró separadamen-
te al pOder supremo: por eso ,la agonía de
la república fue tan larga y sus funerales
tan sangrientos.


Es pues una verdad inconcusa que
la nobleza personal y debida á la virtud
existe por sí misma, es anterior á las con-
venciones escritas, y una necesidad de
la naturaleza humana. Veamos cómo de


407
esta primitiva nobleza ha nacido la de
origen ó hereditaria.


Es imposible que los hijos desde el
momento que nacen dejen de gozar de
la ilustracion de sus padres. En la repú-
blica mas popular •podran ser iguales an-
te la ley con los ciudadanos mas oscuros;
pero .no lo serán ante la opinion. Atenas,
la libre Atenas esperaba mas del hijo de
Milciades , que de lbs jóvenes proletarios
de su misma edad. Esta es ya una preo-
eupacion : pero es Una preoeupaclon in-
destructible. La revolucion francesa pros-
cribió la nobleza antigua y produjo otra
nueva. Las buenas leyes no hacen vanos
esfuerzos para destruir errores imposibles
de desarraygár: se limitan- á impedir que
estos errores se conviertan•eUabusos.


Las razones de esta preocupacion uni-
versal son fáciles de conocer. La educa-
cion que un padre ilustre da á su hijos
.la herencia de un nombre glorioso, la
obligacion moral que la sociedad impo-
ne á todos sus hijos de respetar la me-
moria de los Autores de su existencia;
obligacion tanto mayor, cuanto mas fa-
mosos y célebres fueron sus ascendientes;
en fin , teclas las sugestiones de una hon-


,.


j




4o8
rada altivez, tollos los afectos que cons-
tituyen las.costumbres y hábitos del hom-
bre en el •seno de su familia , le incitan
á emular la gloria (le sus antepasados ,
forman una presuncion muy poderosa á
favor cuyo. De esta que nunca puede ser
mas que una presuncion, nació la preo-
cupacion de la nobleza hereditaria. De
la moral -pasó á la política, y ya la nin-
bieion de los pa r̀ticulares ganosos de la
dominacion, ya el desea que tuvieron los
monarcas de formar uña clientela heredi-
taria y permanente, produjo la clase privi-
legiada de los nobles , v las usurpaciones
de los siglos bárbaros le distribuyeron la
soberanía que poco á poco le fue arran-
cando el maquiavelismo ministerial, (Lin-
dote vanos títulos y distinciones 'en resar-
cimiento del poder efectivo, y servir en
palacio fue la recompensa de los que re-
nunciaron á mandar. Sin embargo, con-
servaron 'un gran número de privilegios
daiíosos á la república , corno la amortiH
zaeion de los bienes, la exeneion de tri-
butos y la posesion esclusiva de los em-
pleos mas lucrativos y honoríficos; posesion
que adquirieron en el hecho aun en aquellos
paises donde el derecho no se la daba.


409
lié aqui en samario el origen, progresos


y estado actual de la nobleza europea;
quAtabiendo sido soberana, está ya des-
tronada, y solo conserva, de su antigua
gloria títulos y privilegios. El espíritu del
siglo les deja los títulos, porque estas se-
fíales de honor pueden ser incentivos de
virtud y de emulacion; pero ataca jus-
tamente los privilegios, porque estos solo
sirven (le mantener en la opulencia á po-
cos con el gravamen de muchos. Los que
han merecido bien de la patria no deben
ser premiados á costa de la ley..


Si la nobleza hereditaria fuese sola-
mente la transmision de padre á hijo dé
un título honorífico que recordase á la
posteridad las hazañas y virtudes de la'
familia, seria entonces una institucion
ral que produciria grandes utilidades sin
inconveniente alguno. Asi fue en Roma
desde que las magistraturas se hicieron co-
munes á todos los órdenes del estado: asi
ha dejado la nobleza la Gonstitucion de
España. Pero si esta institucion pasa de
Ja moral á la política, y trae consigo de-
rechos civiles, entonces ya es perniciosa,
no solo á la nmeion , sino mucho mas á
los mismos que la gozan. Esta que parece




Oto •
una paradoja , no lo es si se reflexiona lo
que es en una monarquía templada la
nobleza con privilegios.


Qué es un noble rodeado de toda ,
)a opulencia de que goza en virtud de sus
privilegios políticos ? Un hombre que ca-
rece de todo incentivo para el bien, y
que.tione todos los alicientes posibles pa-
ra- el mal. Desde el momento que nace,
está condenado á los placeres, •á la ocio-
sidad y al fastidio. Parece que sus fuer-
zas físicas y morales se agotaron en el es-
fuerzo que hizo para ver la luz del dia
y respirar el ayre comun de los hombres.
Educado con molicie, con aquella deli-
eadeza afeminada, con aquellos cuidarlos
escesivos que se prodigan al que es obje-
to de grandes esperanzas , adulado no so-


. lo de sus sirvientes, sino aun de sus mis-
mos hermanos, á quienes la institucion
bárbara de los •mayorazgos coloca en el
número.de sus dependientes, halagado con
la perspectiva de los placeres fáciles, acos-
tumbrado á ver su voluntad obedeci-
da , mira desde su mas tierna juventud
con un desprecio insultante las luces de
que no necesita para gozar, y las virtu-
des que se oponen constantemente á que


LPr


,'gozo. Sus amigos , sus clientes, todo
cuanto le rodea le prueban que es hom-
bre de mucha importancia. Si ve que al-
gunos hombres plebeyos á fuerza de ser-
vicios y de hazaiias se elevan . .de la cla-
se en que nacieron, se consuela ' dicien-
do : pues para llegar á la • clase en :que
estoy, todayia necesita su familia de mu-
chos años de antigüedad.


Si hay algunas eseepciones de esta re-
gla general , es preciso confesar' que se de-
ben á una shperioridad de talento , á
una fuerza de earacter ó á una educacion
poco comunes. La opulencia reunida al
nacimiento destruye todos los móbdes de
las grandes acciones; hasta el orgullo; por-
que le da una direccion viciosa. No es
natural al hombre 'trabajar en valle:


y qué objeto ha de • tener en su trabajo
rel que no puede ser mas grande ni mas
feliz de lo que es? En las nnmarquías ab-
solutas toda la a mbicion de los grandes
está limitada á brillar al pie del trono, y
á consumir en el lujo y en las delicias
de la corte cantidades muy superiores á
sus rentas : en las monarquías constitucio-
nales se les abre una carrera mas noble
y mas digna de ellos y de sus antepasados:




412
la emulaeion es mas activa, el patriotismo
produce mayores esfuerzos; pero ni el pa-
triotismo ni la emnlacion alcanzan á des-
truir la funesta influencia de la ociosidad,
fruto de la primera educador!, aquellas
nobles pasiones no obran en la edad en
que ya los vicios que son hijos de la opu-
lencia, han , echado profundísimas raices.
Hasta en Inglaterra, cuya nobleza puede
y debe ser modelo de todas las de Eu-
ropa, se queja 4 pueblo de la indolen-
cia de los sinecuras.


De lo dicho hasta aqui se infiere : r.°
que la nobleza personal es una condicion
forzosa del estado social: e.° que la trans-
mision hereditaria de los títulos honorí-
ficos es una institucion moral , fundada en
una presuncion legítima , que - sin tener
inconvenientes produce y ha producido en
todas las naciones y en todos los siglos
efectos' utilísimos : 3.° que los privilegios
de la alta clase, ademas de ser injustos
y atentatorios en su origen, son gravosos
á la nacion , enemigos de su industria ru-
ral y urbana , y mas enemigos todavia de
la misma nobleza, á cuyo favor se insti-
tuyeron; porque la reducen á gozar,
lugar de incitarla á merecer.


4z 3
llagamos la aplicacion de estos princi-


pios al caso presente de la Noruega. Es-
te pais , asi como los demas reynos del nor-
te, estuvo en tiempo de la anarquia feudal
sometido á la nobleza , sobre la cual des-
collaba muy poco el monarca ; pero es de
advertir que el poder de la aristocracia,
fundado en todas partes sobre la propie-
dad territorial inenagenable , debió des-
truirse en un territorio estéril y cubierto
de nieve casi todo el año : apenas los puer-
tos de Obslo, Arhus y Barhus se abrieron
al comercio de la Europa despues del re-
nacimiento de las luces. Un solo comer-
ciante de Cristiania debió entonces poseer
mas riquezas que toda la grandeza norue-
ga. Asi no es de estrafiar que las institu-
ciones nobiliarias decayesen eu un pais
donde la opulencia relativa favorecia los
progresos de la industria y comercio. El
rey de Suecia dice en su manifiesto, que
la rivalidad de las clases productoras ani-
quiló la nobleza : nosotros creemos que su
aniquilacion fue efecto mas bien de la
necesidad de las cosas que de esa rivalidad.
El pobre desaparece siempre en presencia
del rico : no hay ley mas general é inde-
clinable en el mundo social. Por consiguien-




4.4
te, querer establecer una nobleza privile-
giada en Noruega es una operacion inu-
til ó perniciosa. Si sus privilegios se fun-
dan sobre la propiedad territorial será °pe•
racion inútil, porque la nobleza. sera po-
bre relativamente á las denlas clases del es-
tado. Si se fundan sobre leyes opresivas del
comercio y la industria, la nobleza no val-
drá los males que costará su institucion. Se
ve pues que si, la institucion de una aris-
tocracia privilegiada es en la época actual
contraria al espíritu del siglo/y á los in-
tereses reconocidos de las naciones, en No-
ruega seria mas funesta que en otros pai-
ses á la riqueza y prosperidad pública.


Vengamos ya á la cuestion de la noble-
za constitucional. ¿Es uta ó perniciosa la
znstitucion de una nobleza no privilegiada
de nonzbra:niento real , á la cual puedan as-
pirar todos los ciudadanos, encargada de
formar. el senado ó cuerpo conservador, .y
cuya dignidad sea hereditaria en las fami-
lias? Obsérvese que esta cuestion es muy
diversa de la de la representacion por es-
tamentos , en los cuales entra como un ele-
mento principal la nobleza hereditaria de
ciertas y determinadas familias , las cuales
gozan de un privilegio esclusivo é incomu-


4
ssicable, como sucedía poco há en las cor-
tes de Navarra. El senado conservador he-
reditario no da lugar á privilegios : está
abierto á todos los ciudadanos que nom-
bre el rey , asi .como el senado de Roma
se componia, ademas de los padres primi-
tivos, de todas las familias consulares.
Bien entendida esta hipótesi, decimos , que
segun nuestra op-in-ion , la dignidad con-
servadora ni debe ser hereditaria ni de nom-
bramiento esclusivo monarca. Trata re-
mos de fundar esta opinion contra la de
muchos y sabios publicistas que sostienen
la contraria.


Y ante todas cosas advertiremos que
donde la dignidad conservadora sea de
nombramiento real, es preciso hacerla he-
reditaria. •


Es un deseo innato á todos .lbs
hombres transmitir á su. descendencia no
solamente sus bienes, sino tarnbien todas
las ventajas de que gozan en la sociedad.
Si la ley pone al magistrado que ocupa un.
puesto tan distinguido, entre este deseo y
su deber comete mi yerro gravísimo, por-
que no se -debe poner á los hombres en la
precision de ser héroes. Un senador nom-
brado por un monarca será toda su vida
un esclavo de .


sus voluntades , con el oh-




4z6
jeto de lograr para su hijo la herencia de
su dignidad. Tenemos un ejemplo muy no-
table de esta verdad en el principio de las
instituciones feudales. Los beneficios mili,
tares que concedió Carlos Martel fueron
solo de por vida y casi de- la misma espe-
cie que los que gozan los timariotas entre
los turcos , .y es muy digno de observarse
'en la historia el celo y la fidelidad con que
sirvieron los beneficiados . al mismo Alartel
y á sus•descendientes Pipino , Carlomagno
y Lndovieo Pio por el espacio de mas de
un siglo. Aquellos barones eran mas bien
esclavos del príncipe que ciudadanos de
la repalica. ¿ Y cuál fue la causa de su
lealtad y de su sumision á la voluntad del
rey? La esperanza de que sus hijos here-
dasen ya los beneficios, ya los gobiernos
que habian gozado. g uando los feudos se
radicaron en las fan liar nobles ó por la
usurpacion á que d. ban lugar las revueltas
de los tiempos ., ó por las concesiones de
príncipes débiles , los señores feudales ar-
rojaron muy lejos de sí las cadenas que ha-
bian sufrido, y se hicieron primero los
iguales y despees los tirarlos de sus reyes.


Para evitar pues este inconveniente, es
necesario, si la ley constitucional concede


4'7
al monarca la prerogativa de nombrar los
senadores, dar una entera independen-
cia á esta alta dignidad , y hacer que el
senador nombrado no tenga nada que es-
perar ni que temer del trono , ni para sí ni
para sus hijos. El cumplimiento del augus-
to deber á que es llamado, debe ser . el ilni-
co objeto de su ateucion. ¿Cómo podrá.
juzgar imparcialmente á un ministro el que
espera del ministerio la radicacion de su
dignidad en su familia ? Las •.mejores leyes
no obtendrán la aprobacion del cuerpo
conservador , si los individuos de este tie-
nen que esplorar la voluntad del amo para
saber cómo han de votar. Si se establece
un poder conservador , es menester que sea
independiente ; porque el poder precario no
es poder.


Hemos dicho que donde el rey nombra
los senadores, debe ser esta dignidad per-
pétua y hereditaria en las familias; pero
estamos muy lejos de creer que sea esta
la combinacion mejor para estable cer el
cuerpo conservador. Nuestra opini on es,
como ya liemos indicado arriba, que ni el
rey debe nombrarlos esclusivamente , ni de-
be transmitirse por herencia esta dignidad,
En la digresion anterior hemos tenido por


TOMO
27




418
objeto manifestar que la herencia de la
dignidad conservadora es favorable á la li-b -
bertad en la hipótesi de que el nombramien-
to para esta dignidad sea una prerogativa
de la corona. Ahora vamos á esponer las
razones en que se apoya nuestra opinion.


Dos son las atribuciones esenciales del
cuerpo conservador, defender4 trono, opo-
niéndose á las tentativas que se hagan con-
tra las prerogativas constitucionales del mo-
narca, y defender la libertad, juzgando á
los ministros delincuentes y acusados por
el cuerpo representativo. Contiene al po-
der legislativo que representa la voluntad
de la nacion, cuando no la representa de-
bidamente: contiene al poder ejecutivo que
representa la fuerza de la nacion, cuando
abusa de esta fuerza: por consiguiente, la
organizacion del poder conservador debe
ser tal que ofrezca garantías de orden y de
libertad para el trono y para la nacion. Si
solo se formase de individuos nombrados
por el cuerpo legislativo , no obtendria la
confianza del monarca; pero si este solo
tuviese el derecho de elegirlos, cómo po-
drian ofrecer una salvaguardia segura á la
libertad hombres que han merecido la pre-
dileccion del poder? A nosotros nos pa-


4 19
rece que no tiene réplica este argumento;
y por consiguiente es muy defectuosa la
combinacion que pone á disposicion del
monarca el nombramiento de los senado-
res, aunque se le aijada el correctivo de
la transmision hereditaria.


Es cosa demostrada que no hay ningu-
na combinacion mas sabia para la forma-
cion del cuerpo conservador que la de la
presenta.


don nacional y el nombramiento leal.
El cuerpo legislativo no puede dejar de pre-
sentar hombres que reunan el amor de la
patria é ilustres servicios. Buen cuidado
tendrá por el espíritu democrático que de-
be animarle; de no nombrar personas sos-
pechosas en materia de liberalismo : buen
cuidado tendrá por respeto á la opinion
pública y á su propio decoro, de no pre•
sentar nombres osc.uros ó personas


.
desti-


tuidas de mérito y de celebridad. La pre-
sentacion del congreso es pues una garan-
tía suficiente á favor de la libertad.


Pero el gobierno nombra ; y ¿sobre
quién recaerá su nombramiento


. sino sobre
aquellos hombres que crea mas á propón
sito para sostener el orden , que es el ele-
mento del poder constitucional? Los que
solo miran las cosas superficialmente, di-


27.




420
rán que puede el congreso nacional presen-
tar tales personas, que ninguna de ellas
ofrezca garantía al gobierno. Pero esto es
imposible : al contrario , creemos que esta
combinaeion es mas favorable aun al or-
den que á la libertad (y debe ser asi pues
el baluarte verdadero de la libertad está
en el congreso). La razon es muy obvia. El
congreso se ve obligado á presentar hom-
bres ilustres y célebres por los servicios que
han hecho á la patria. Ahora bien, nada
es mas interesante á los que han adquiri-
do gloria y opulencia, que la conservacion
del orden, sin el cual nada son. No por eso
se debe negar que tambien estan muy in-
teresados "en la conservacion de la libertad,
sin la cual nada son en el orden político.
Como hombres necesitan del orden; como
magistrados de la libertad.


Es ocioso añadir que esta combinacion
escluye la transmision hereditaria de la dig-
nidad conservadora , y por consiguiente
ahorra los mayorazgos constitucionales y
la influencia perniciosa de la propiedad me,
ramente territorial en el gobierno. Solo por
escusar • las sustituciones y amortizaciones
de riquezas debia adoptarse esta manera de
componer el cuerpo conservador, aun cuan-


42
do no fuera tan conforme por Otros capí-
tulos á los principios de un buen gobierno.


Haremos la enumeracion de los prin-
cipios que hemos sentado hasta aqui , la
cual nos servirá al mismo tiempo de pro-
fesion de fe en estas materias.


La nobleza personal no solo es
util, sino tambien necesaria é in avicable
en el estado social: 2.° la herencia de
títulos honoríficos y denominaciones ilus-
tres es una institucion util y capaz de pro-
ducir los mejores efectos : 3.° es perni-
ciosa la amortizacion de bienes , la esen-
cion de la ley coman y los privilegios
hereditarios : 4. 0


el cuerpo conservador de-
be componerse de los hombres mas iltrá'-
tres de la nacion por su mérito personal
y por los servicios hechos al estado: 5.°
el cuerpo legislativo debe presentar la lis-
ta en que el monarca debe elegir los in-
dividuos del senado: 6.° su dignidad no
debe ser hereditaria. Esta es y será cons-
tantemente la doctrina del Censor sobre esta
importante materia ; y á lo menos hasta
ahora nadie ha tachado á este periódico
de ser versatil en sus opiniones políticas,
ni de desfigurarlas.


Lo último de que tenemos que hablar




422
es de la aplicacion de esta doctrina al
estado actual de la naden española. En
cuanto á la nobleza todo lo que hemos
dicho de ella es una ampliacion de los
principios consignados en nuestra Consti-
tucion y eri las leyes sancionadas en las
(los legislaturas anteriores. En cuanto al cuer-
po conservador, nuestra opinion es que
esta cuestion no es . del dia por tres ra-
zones muy poderosas.


.1.a Los elementos conservadores de
nuestra Constitucion estan actualmente en
el consejo de estado y en el tribunal su-
premo de justicia. Esta separacion es in-
dispensable en un pais donde no' se pro-
cede por jurados en las causas criminales.
Nuestros detractores , atribuyéndonos el
deseo de que hubiese en España una cá-
mara de pares , ignoran probablemente
que la principal atribucion de esta cáma-
ra es convertirse en tribunal de jurados
para juzgar á los ministros prevaricado-
res; y por tanto que no es posible que
exista mientras las formas del procedi-
miento judicial permanezcan como estan
en el dia.


2.. a Nuestra Constitucion ha señalado
la época en que debe revisarse: por tan-


423
to las cuestiones subalternas acerca del
poder conservador, que son las únicas que
faltan que resolver en España, no tendran
lugar sino en aquella época. Estas cues-
tiones son dos: ¿ es conveniente que
el consejo de estado tenga voz delibera-
tiva en materia de legislacíon ? 2. a ¿ Es
conveniente establecer que se convierta en
tribunal de jurados para juzgar del hecho
en las causas de los ministros , acusados
por el congreso? Estas cuestiones se ver-
san , como se ve , sobre puntos muy su-
balternos: en el actual estado de nues-
tros negocios políticos no salen de la es-
fera de cuestiones abstractas, y los que, es-
criben para el público deben abstenerse de
ellas , porque hay otras materias mas im-
portantes y de una, aplicacion mas inme-
diata á nuestras circunstancias.


3.a El interes de la patria, que debe ser
la suprema ley de los escritores políticos,
exige que empleemos todos nuestros esfuer-
zos para conservar la Constitucion !al co-
mo está. Los, principios que ella establece
no son ya susceptibles de discusíon ; por-
que los ha sancionado la razon universal
de los españoles. Defendamoslos contra las
invasiones de los partidos; y cuando ya es-


o




424
ten sólidamente establecidos , será facil ha-
cer las modificaciones subalternas que dic-
te la esperiencia y que la misma Constan-
eion reclama, cuando señala la época y las
formas de su revision.


El público leerá este artículo y compa-
rará nuestra doctrina con los principios
aristocráticos que nos atribuyen los ene-
migos del Censor. Nosotros les damos per-
miso para convertir sus calumnias en acu-
saciones legítimas el dia que nos vean pro-
fesar otra religion política que la que he-
mos proclamado.


425


Proyectos republicanos.


»El tiempo, decia el orador romano,
destruye las opiniones infundadas, confir-
ma y sanciona los fallos de la razon ;" y lo
mismo pueden decir hoy, sin que se les
deba tratar de vanidosos, los redactores
del Censor, respecto de sus presentimien-
tos y predicciones. Un año entero há que
estan clamando contra los perturbadores
del orden, los anarquistas y los facciosos
que siendo un puñado de miserables se
arrogan el título de pueblo, hablan en su
nombre y quieren dictar leyes al rey, á
los ministros, á los tribunales y á las Cor-
tes mismas: y un año entero se ha estado
gritando contra ellos por los interesados
en el desorden, que semejantes clamores
eran inútiles; porque entre nosotros no
habia ni jacobinos, ni anarquistas , ni al-
borotadores, ni sanguinarios. Pero al fin
llegó el día en que no ha sido posible re-
sistir á la evidencia, y en que hasta los
magistrados mismos han tenido que al:
zar su voz contra, los revoltosos que á
nombre del pueblo procuran intimidar




426
á los depositarios de la autoridad. Pueden
verse las últimas proclamas del ayunta-
miento y del gefe político , la represen-
tacion de fa milicia nacional y varios ar-
tículos insertos en periódicos que antes
hablaban otro lenguage. Lo mismo ha su-
cedido con otros muchos de los princi-
pios consignados en el Censor; los cuales,


ió combatidos ó despreciados al principio,
han sido al fin reconocidos por verdade-
ros. Larga seria la enumeracion. Por aho-
ra nos limit,:témos á las ideas republica-
nas, 'hácia las cuales el Censor empezó á
notar cierta tendencia, y contra las cua-
les se apresuró á prevenir al público ya
desde sus primeros números. Por entonces
no se hizo caso del aviso ; y si alguno se
dió por entendido fue para negar que hu-
biese en España la mas remota idea de
republicanismo. Y en efecto, el Cens©r mis-
mo 116 creyó ni dijo que fuesen muchos
los que soñasen en repúblicas; y solo in-
sinuó que acaso »algunos jóvenes recien-
salidos de las aulas, con la imaginacion
llena de las encantadoras imágenes y se-
ductoras impresiones que deja en el áni-
mo la lectura de la historia griega y ro-
mana, suspirarian por la tribuna de Ate-


7 2 4
nas y los comicios de Roma." Sin 'em-
bargo desde entonces acá parece que algo
han cundido aquellas ideas, si es que tie-
nen algun fundamentó los rumores que
corren estos dias , y si se refieren á esto
ciertas espresiones (le las proclamas del
gefe político de Zaragoza , sobre una se-
creta maquinacion dirigida á mudar la for-
ma actual del gobierno. Nosotros no dire-
mos que en efecto haya existido ni exista
semejante trama, ni que en ella hubiesen
entrado tales ó cuales personas: nada sa-
bemos ni queremos aventurar temeraria-
mente; pero siguiendo siempre el sistema
de conjurar la tempestad antes que llegue,
por si algo hubiere de cierto, nos ha pa-
recido util y aun necesario discutir con
alguna estension las dos grandes cuestio-
nes que presenta la materia. ¿ Es posible
establecer en España el gobierno republi-
cano ? Suponiendo . que lo fuese, ¿ seria
conveniente hacerlo ?


La palabra república, ademas de su
acepcion etimológica, que es la de cosa
pública , interes comun , utilidad general,
significa tambien algunas veces el estado
mismo, la ,


nacion , la comunidad entera;
y 'aplicada á la forma del gobierno tiene




11


o


428
luego significaciones muy diferentes, que
pueden reducirse á d clases generales:
'repúblicas puras ó democracias absolutas,
y' repúblicas mistas, en las cuales puede
haber infinidad de variedades. Examinaré-
mos pues si seria posible en el dia esta-
blecer en España alguna de estas dos clases
de gobierno.


En cuanto á la democracia absoluta
deciamos ya en 2 de setiembre del año
último (n.° 5.° del Censor ) lo que va-
mos á copiar literalmente para que se vea
cuan consiguientes son nuestros principios,
y cuan de antemano hemos procurado pre-
venir errores peligrosos, y hemos traba-
jado para que se respete y mantega la
Constitucion establecida, y no se lleve la
revolucion mas adelante de lo que exige
él interes comun, y puede comportar el
estado de la generacion actual. Las Cor-
tes estraordinarias , deciamos, las cuales
colocadas en una situacion única en la
historia del mundo, tuvieron en su ruano
elegir entre las muchas combinaciones que
ofrecen las formas primitivas de gobierno,
la que mejor les pareciese: escogieron muy
acertadamente la de una' monarquía mo-
derada. Si los hombres no tuvieran pasio-


429
nes, si escucharan siempre la voz de la
razon , y -encaminaran todas sus acciones
al bien general de la sociedad de que son
miembros, la mejor forma de gobierno
seria la republicana. Concurriendo á la
formacion de las leyes todos los padres
de familia, porque aun en las puras de-
mocracias á ellos solos deberia conceder-
se este derecho ; escogiendo para ejecu-
tarlas á los mas hábiles y virtuosos, y no
teniendo ninguna magistratura hereditaria,
porque en efecto la virtud y el talento no
se heredan: limitando á cierto tiempo el
ejercicio del poder, porque ó carga ó re-
compensa es justo que se reparta alterna-
tivamente entre todos los que sean capa-
ces de desempeñar tan augustas como pe-
nosas funciones; y debiendo ser necesa-
riamente, en la suposicion que hemos he-
cho, las leyes buenas y sus ejecutores
íntegros, ¿ qué mas podrian pedir para
ser felices, hombres gobernados de una
manera tan sencilla y tan conforme. con
la igualdad legal de los ciudadanos; pues
no se admitiria entre ellos otra distincion"
que la que de justicia establecen entre
los hombres la sabiduria y la virtud ? Pero
dónde ha existido jamas un pueblo, en




43o
el cual sacrificando los individuos sus in-
tereses particulares al general de la co-
munidad, las leyes sean perfectas, su eje-
cucion infalible, su aplicacion imparcial,
y los depositarios de la autoridad fieles
é impasibles como la ley? Semejante re-
pública, mas que platónica, es buena pa-
ra deseada; pero ni se ha realizado to-
davia , ni se realizará nunca entre hombres
organizados como nosotros. Si la civiliza-
cion continúa haciendo progresos, como
necesariamente continuará , á no ser que
alguna revolucion física ó política la obli-
gue á retrogradar , el género humano
se habrá acercado bastante dentro de
muchos siglos á aquella perficcion ideal;
pero no espere llegar á ella mientras no
se hagan hombres de otra especie que los
que ha habido y hay sobre la tierra. De-
biendo pues arreglarse las instituciones
políticas al estado de los pueblos que han
de adoptarlas, y habiendo estado hasta
ahora los mas morigerados muy distantes
del alto grado de virtud que exige la for-
ma republicana en toda su pureza y sim-
plicidad, ha sido necesario en todos los
paises alterarla mas ó menos segun que
las circunstancias han permitido dar mas


431
ensanches á laiibertad primitiva, ú obli-
gado á coartarla con mayores trabas ó
cortapisas. Y se engañan mucho los que
creen que la pura democracia ó gobierno
de todos ha existido en alguna sociedad
antigua ó moderna. Busquese la que se
quiera, examinese bien su organiracion
política, y se verá que en ella hay alguna
mezcla de monarquía ó aristocracia.—En
suma está demostrado que la pura y ri-
gorosa democracia ni . ha existido jamas,
ni podrá existir sino en una sociedad muy
poco numerosa, encerrada en un cortísimo
territorio, y que las que 'se han llamado
tales han participado siempre mas ó menos
de las otras formas . simples , y pertenecen
en realidad á los sistemas mistos."


Asi discurriamos hace un año acerca
de la imposibilidad de establecer repúbli-
cas puras en cualquiera pais de una esten-
sion considerable: y como esta es una co-
sa en que generalmente se conviene, no in-
sistiremos mas en este punto , y pasarémos
á examinar, si á lo menos seria posible for-
mar en los grandes estados repúblicas mis-
tas bajo cualquiera de las muchas combi-
naciones que comprende esta denominacion
genérica. No nos detendremos sirr embar-




432
go á demostrar lo imposible que seria or-
ganizar hoy y hacer estable cualquiera de
las formas republicanas mistas ensayadas
ya , y cuyas imperfecciones é instabilidad
ha comprobado la esperiencia. ¿ Qué hom-
bre sensato se atreveria hoy á proponer pa-
ra una gran nacion ni los dos reyes de Espar-
ta iguales y hereditarios, pero responsables y
amovibles, ni los senados permanentes, aris-
tocráticos y perpétuos de Roma, Venecia y
Génova con uno ó mas gefes temporales y
electivos, ni las dietas nobles é interrum-
pidas de Polonia con un llamado rey vita-
licio de su eleccion, ni los estados genera-
les de Holanda con su Stathouder,


, ni los
Arcontas perpétuos ó temporales de Atenas
con su consejo permanente y sus juntas
populares , ni cualquiera otra de las cons-
tituciones que ni aun pudieron sostenerse
en las antiguas republiquillas de Grecia y
de Italia? ¿Y quién querrá tampoco que se
repitan los ensayos de los dos consejos de
mozos y ancianos con su directorio eje-
cutivo , ni los tres cónsules con la distin-
cion de primero, segundo y tercero, con el
senado, el cuerpo legislativo y el tribuna-
do, ni el consul perpetuo con la facultad
de nombrar su sucesor, ni el consejo eje-


433
cutivo con una representacion nacional pu-
ramente consultiva en la formación 'de la
ley , ni cualquiera otra de las inven-
ciones que ó han ensayado , ó propuesto
imaginado en Francia los fabricantes de
constituciones ? El tiempo , los hechos, lá
esperiencia han probado que todos estos
proyectos , muy bellos en teoría, son im-
practicables, y que aun suponiendo que
lleguen á realizarse por algunos ,meses, lle-
van en sí mismos el prncipio de su ruina,
y desaparecen luego , dejando bien escar-
mentados á los pueblos , y llenos de con-
fusion á sus autores. Nos limitaremos pues
á examinar la única forma republicana que
presenta alguna perspectiva de estabilidad,
y que ademas puede mirarse como la obra
mas perfecta en su línea que hasta ahora
ha salido de manos de hombres , y como
el último esfuerzo que ha hecho el enten-
dimiento humano para conciliar los intere-
ses siempre opuestos de gobernantes y go-
bernados, poniendo á los primeros en la
feliz impotencia de abusar ele su poder, y
dejando ,:á los segundos la mayor libertad
posible: junta con la necesidad de obede-
cer mientras no mandan , para mandar .al-
gen dia. Ya se deja entender .que hablamos


TOMO X. 28




434
de la república fundada en nuestro tiem-
po en las colonias inglesas de América, y
por lo que acabamos de decir acerca (le su


• admirable constitucion , se ve cuan lejos
estamos de despreciarla. Pero no es esta la
cuestion: no se disputa si la constitucion
americana'es buena ó mala en sí rnistna; sino
si suponiéndola perfecta , seria posible esta •
blecerla en España ó en cualquiera otra gran
nacion europea. Nosotros decimos que no:
y las razones son tan obvias, claras, sencillas
y poderosas que DOS parecen demostrativas.


1.a. Para que una dé las grandes nacio-
nes de Europa pudiese adoptar la censti•
tucion cíe los . Estados-Unidos de América
era menester que empezase por divirdirse
en una multitud de pequeñas repúblicas,
las cuales . gobernandose cada una por una •
constitucion particular y por' leyes propias,
formasen luego una -confederacion para su
rattua defensa , para unifótniar sus re-
laciones con las denlas potencias , atender
á las empresas de utilidad comun , y cen-
tralizar la direceibn de los negocios gene-
rales. Preguntamos. ahora: ¿ seria posible
(preseindarn-Os de lo conveniente) :dividir
en estados peqüeSos é independientes cual-
quiera de las antiguas y vastas monarquias


435
en que está divida la. Europa ? ¿ Quién ba-
ria esta division ? Qué base se tomaría pa-
ra hacerla ? ¿ Seria la demarcacion de las
actuales prov=incias, el dialecto particular
que se habla en cada una , su estension geo-
gráfica , su población ó la relacion de esta
con aquella ? Supongamos que se tratase de
hacer la division en F,spaba, y veamos cuan
imposible seria verificarla, tomando por ba-
se cualquiera.


de los principios indicados.
Ante todas cosas , para asegurar el equili-
brio entre las republiquitas


,
federerativas,


cosa indispensable para quélas mas fuer-
tes no se tragasen pronto á las mas débiles,
era preciso hacerlas igualMente poderosas.


Y se lograrla esto siguiendo la demarcacion
actual ? ,; Serian iguales en poder, territo-
rio,-riqueza y„ poblacion la repliblica de
Toro y la de Galicia ¿Lo serian tampo-
co si-se formaba un 'soloestado de las que
hablasen un 1,-:ismo dialecto, los cuatro
reynos de Andalucia , las dos Castillas, Ara-
gon y Murcia , que en aquel supuesto se-
ría necesario reunir en un solo estado, com-
paradas con cualquiera de las otras que
tienen un dialecto particular ? Si se aten-
diese -á:la'sola estension, el estado que se
formase de Estremadara, seria igual en


28.




436
superficie á otro cualquiera de los otros que
resultasen ; pero no lo seria en poblacion.
Y si se prefiriese esta base , la sola Guipúz-
coa formaria una república que por el nú-
mero de sus habitantes seria mayor que
una buena. porcion de Andalucía, pero muy
inferior por la feracidad. del terreno , y de
consiguiente por la futura riqueza de am-
bos estados. Pero aun suponiendo que com-
binando los dos elementos, la poblacion
y el territorio, pudiese hacerse sobre el
mapa una division adecuada , se confor-
marian con ella los pueblos? ¿consentiria
una parte de la Galicia en unirse con otra de
Asturias ó de Castilla para formar de ahí
en adelante un solo estado? Lo mismo de-
cimos de Gataluiia con Al agon ó Valencia,
de Vizcaya con Navarra , y de las domas
provincias que seria necesario desmembrar
para , hacer la reparticion igual. Esta pue-
de y debe hacerse en un estado indivisi-
ble cuando se trata de subdividirle en pro-
vincias ó departamentos para la mejor ad-
ministracion, pero para formar repúblicas
separadas no es lo mismo. En la América
inglesa se pudo adoptar la division • en es-
tados, porque esta existia ya, estaba hecha
y se }labia ido regularizando durante mas


437
de un siglo por la fundacion sucesiva de
nuevas colonias; pero hacerla de nuevo en
un pais que despues de haber/estado divi-
dido en varios reynos, llegó por fin á reu-
nirse en un solo cuerpo de naCion , y exis-
te bajo esta forma hace ya tres ó mas si-
glos, e3 absolatamente imposible.


Se dirá acaso que para establecer la cons-
titucion americana no es necesario dividir
primero el territorio en republiquitas seo'
paradas , y que aquella forma puede con-
venir tambien á un grande estado indiviso.
Este es un error : la constitucion de los
Estados-Unidos está tan identificada con el
sistema federativo, que en el dia en que
aquel pais mismo se reuniese en un solo es-
tado , se acababa de hecho y necesariamen-
te su constitucion actual. Los nombres
puede que se conservasen ; pero las Cosas
serian absolutamente distintas. Ni el pre-
siderite de entonces , ni el senado , ni la
cámara de los representantes serian lo que
son ahora , ni los diferentes estados de la
union podrian seguir gobernándose por las
particulares constituciones que ahora Tos
rigen. Todo seria menester variarlo , á no
suponer que un estado indiviso puede sub-
sistir sin un sistema uniforme en tollos los


isw




438
ramos de la admmistracion. Queda pues
demostrado, que no siendo posible estable-


cer la forma republicana •cle América sino
en estados federativos, y que estos no
pueden formarse en las naciones que estan
ya formando un solo todo homogéneo, es
quimérica é imposible de realitar .la idea
de una república española con la constitu-
cion de la americana .


2.a Prescindamos de la Constitucion en-
sí misma: supongamos ó que ella puede
acomodarse psi á un grande estado indi-
viso como á una confederacion de peque-
ñas repúblicas separadas, ¿ estan en Espa-
ña los unimos preparados para pasar casi re-
pentinamente del gobierno monárquico ab-
soluto al régimen republicano? Bastará arlo
y medio de constitucion representati va para.
mudar las opiniones, los hábitos y aun los
intereses formados y fortificados por el cur-
so de muchos sia•los ? ¿ Se ha pensado si-
quiera en las grandísimas novedades que
habria que hacer para plantear la constitu-
cion americana ? Primero , seria necesario
abolir la nobleza hereditaria •y todas las
decoraciones y distinciones aun personales,
y dadas en recompensa de servicios emi-
nentes. Segundo , seria indispensable esta-


43g.
blecer por ley .fundamental , no la toleran-
cia, sino el libre , público é igual ejercicio
de todas las religiones y sectas. Tercero,
habria que hacer otras muchas novedades,
tanto en el sistema administrativo corno en
el judiciario , tan opuestas á las ideas re-
cibidas y á las prácticas actuales , que se-
rian necesarios siglos para que el pueblo se
familiarizase con las nuevas instituciones.
Se está viendo cuanto trabajo cuesta intro-
ducir ciertas reformas, conservando en par-
te. el antiguo sistema ; ¿ y se cree posible
hacerlo todo nuevo ? d Se piensa que con es •
cribir en un papel unas cuantas clausulitas
se transformaria de repente una nacion ente-
ra, y que todos sus individuos se someterian
gustosos á las nuevas reglas , y renunciarian
generosamente á sus intereses privados pa-
ra concurrir á lo que otros llamasen felici-
dad pública , cuando ellos no verian en -la
proyectada mutacion mas que su ruina per-
sonal? Supongamos nada mas que dos pe-
que5as alteraciones consiguientes á la li-
bertad de culto, la de no estar pagado nin-
guno por la nacion, y la de. no formar sus
ministros una clase distinguida y hasta cier-
to punta privilegiada. 'Pueden hacerse enEs.
pala semejantes innovaciones? ¿No se levan-




44o
tarian pueblos y provincias enteras 4 la voz
de los perjudicadosen ambas providencias?


3. a No hablemos ya/
de los ostaculos


que la opinion , las costumbres y las preo-
cupaciones opondrian á la introduccion del
gobierno republicano : cOncedamos que el
pueblo español en general y los individuos"
de todas clases se someten dóciles á la vo-
luntad ' de los reformadores, que todos de
repente se hacen filósofos y despreocupados,
y que (14 voluptuosos y delicados europeos
se transforman corno por ensalmo en aus-
'terna y duros espartanos : ¿y dónde estan
los hombres que han de ponerse al frente
de la nueva república? No pretendemos re-
bajar el mérito de ninguna persona deter-
minada ; pero nos parece que no tenemos
todavia ,hombres tan recomendados por la
opinion Pública y tan capaces de gobernar
corno Wasington, Adams y Jefferson: y
afiadimos que el primero á quien el aura
popular elevase á la suprema magistratura,
perderia muy pronto la popularidad y nun-
ca llegaria á obtener aquel grado 'de res-
peto SI.veneracion que ahora inspira el po-
der hereditario. Es menester observar cuan-
do se alega el ejemplo de la Amér .:ea in-
glesa que esta era una colonia gobernada


44 z
por gefes enviados de la metrópoli, y que
acostumbrados á no ver alli la silla supre-
ma del gobierno, el esplendor del trono
y la brillantez de la corte, al reconocer
un presidente no hicieron mas Ine mudar
de nombre.


4. a Démoslo todo por allanado : cons-
titucion acomodada á todas las circunstan-
cias de España, y capaz de sostenerse : pue-
blo preparado á recibirla y resignado á
hacer los sacrificios personales que exija
el nuevo orden de cosas, y grandes hom-
bres en todos sentidos que tomen en sus
manos el timon y conduzcan habilmente la,
nave por entre los peligrosos escoljes de una
regeneracion universal; pero la España ¿ es
un punto aislado del globo? ¿ no está en
contacto y en relacion con grandes y be-
libosas,monarquias que se opondrian con
todo su poder á que en ella se establecie-
se el gobierno republicano? Si tanto se in-
comoda






y se asusta la santa alianza solo
porque se. quiera una monarquia constitu-
cional , ¿ qué seria cuando viese derribado
el trono , abolida la nobleza , proscritas
las decoraciones y sustituido al fausto de
los palacios el sencillo aparato de una ma-
gistratura popular? ¿No es de suponer que-




Ifk


442
no solo los monarcas absolutos , sino hasta
los constitucionales formarian una cruzada
general contra la nueva república á pretes-
tó de que su ejemplo podia ser contagio-
so, y de que tan peligrosa inovacion trae-
ria consigo la ruina de las dinastias rey-
nantes ? ¿Y podria la pobre España sola,
y no bien convalecida de sus graves he-
ridas , luchar con todo el poder de la Eu-
ropa, y salir triunfante de tan desigual ba-
talla? Hombres y valor no faltarian ; pero
¿y los recursos pecuniarios, mas necesarios
en las guerras modernas que los mismos
combatientes ? Supongamos que al fin ven-
ciese : ¿Cuánta sangre cuántos estragos,
cuan general desolacion, ruina y em-
pobrecimiento- no costarla tan dificil vic-
toria ? Y aun seguros de obtenerla , ¿ se-
ria prudente ni justo precipitar á la gene-
racion actual en un abismo de \males por
añadir un gradito de perfeccion institu-
ciones que solo podrian fructificar para las
generaciones venideras? Si con la Cons-
titucion actual se han conquistado los de-


•rechos mas preciosoa é importantes, si ella
bien observada basta para procurar á la na-
cion un alto grado de libertad , de prospe-
ridad y de gloria, ¿á qué fin aventurar el


443
bien que ya se tiene, por la muy dudosa
esperanza de conseguir otro que seria ó
no seria un gradito mayor?


Hasta aqui hemos omitido la mayor de
todas las dificultades ,que se presentan en
-el tila para pasar al régimen republicano,
que es la de hallarse establecido y ocupa-
do el trono, porque le hemos supuesto va-
cante por renuncia de la dinastia que le
ocupa; pero si hubiese que arruinarle por
la fuerza , la violencia y el crimen , enton-
ces.... pero apartemos la vista de tan
horrorosa idea.


Hemos probado, nos parece, lo absurdo,
lo impracticable, lo imposible de un pro-
yecto dirigido á mudar en republicana la
forma monárquico-representativa, estable-
cida por la Conititucion actual : pasemos
todavia mas adelante. Demos por posible,
llano y facil el Paso de la monarquía á
la república: ¿ seria conveniente darle?
¿ Qué ganariamos en el tránsito ? Para
responder brevemente y no prolongar de-
masiado este artículo, diremos, que con
semejante mutacion lo que sé ganaria se-
ria hacer instables leas instituciones libera-
les, precaria la existencia del gobierno,
cierta la guerra civil é infalible la vuelta




444
" del despotismo. Se ha dicho que en el
gobierno de una gran nacion el trono he-
reditario es la clave de la bóveda: y es-
ta espresion feliz dice en una sola pala-
bre lo que sucederá infaliblemente en
oualqUiera de las antiguas monarquias -que
inconsideradamente adoptase el régimen
republicano , de cualquier modo que se
quisiesen combinar sus elementos. -Asi co-
mo faltando la clave, las piedras de la
bóveda se desunen , y el edil cio que en
ella se apoyara viene al suelo -asi tambien
cuando en un pais que ha sido monar-
quia por una largó serie de siglos , se
proclama la república, es lo -mismo que
proclamar la disolucion social. La ambi-
cion que en la monarquia hereditaria se
limita á los puestos inferiores, porque
sabe que llegar al primero es imposible,
se desencadenara luego que este se decla-
rase vacante y accesible. Y corno los am_
biciosos serian muchos y cada uno tendria
sus pretectores y clientes, los bandos y
las parcialidades no tardarian en mani-
festarse públicamente y en llegar á las
manos, cuando las , secretas intrigas no
bastasen para asegurar el triunfo. Y'aun
cuando con hacer temporal la primera


445
magistratura, se lograse templar la am-
bicion de los particulares y que fuese me-
nos activa y funesta, siempre babria el
gran inconveniente de relajar los vínculos
de la obediencia y la subordiriacion. Este
es el gran beneficio de la monarquía , el e.
de imponer respeto al pueblo y mante-
nerle' • en la justa dependencia, sin la cual
no hay orden, ni gobierno', ni sociedad.
Reconcentrado, perpetuado y transmitido
por herencia el poder supremo, legítimo
y constitucional (no hablamos del abusivo
y arbitrario), la persona que en cada ge-
neracion se halla revestida de la alta dig-
nidad, de gele del estado, nace ya y vi-
ve siempre rodeada de cierto prestigio y
causa cierta ilusion muy necesaria para
hacer respetar la autoridad; porque el
hombre ni respeta mucho ni se somete
gustoso .a1 .-que ayer. era simple particular,
y concluidos los tres ó cuatro años de
su magistratura , volverá á entrar en • la
clase de los ciernas ciudadanos. Y esta es
la razon porque en una buena constitu-
cion se hacen vitalicias é inamovibles las
grandes dignidades y magistraturas judi-
ciales, porque si con frecuencia se mu-
dasen, llegarian á ser mirados con cierto




446
desprecio los ciudadanos que las .ocupasen
temporalmente. Es menester penetrarse de
una verdad , y es que la monarquía cons-
titucional no se establece en favor de- la
persona y dinastia que se llama al trano,
sino en beneficio del orden, y para dar
estabilidad, consistencia y firmeza á las
mismas instituciones.


Y no se diga que estas teorias estan
ya falsificadas de hecho


.
en los Estados-


Unidos; -porque á este argumento se ha
respondido ya mil veces, que el ejemplo
de aquel pueblo nada prueba respecto de
los de Europa. Aquel gobierno sub-
sisre sin inconveniente, porque su anterior
division , sus costumbres, su situacion geo-
gráfica y otras mil circunstancias permi-
tieron


• dividirle en pequeñas repúblicas,
y formar luego de todas ellas una confedera-
cien : cosa que como hemos visto no de-
be suponerse hacedera en las grandes na-
ciones de Europa. 2.° Aquel gobierno sub-
siste bajo su forma actuál, porque no tie-
ne al lacio poderosas


.
y 'guerreras monar-


quías, ni vecino ninguno á quien temer;
pero supongamosle al lado del Austria ó
de. la Rusia , y bien puede afirmarse , que
no Intbiera subsistido ni durado, no ya


447
los cuarenta años que cuenta, pero ni una
media docena. 3.° En la América misma


puede verse lo que de su poca estabilidad
dice Volney, que no es ciertamente un
escritor antil:beral ni antifilósofo.


No nos valemos del argumento más
poderoso que hay en la materia que es
lo acaecido en Francia por haber procla-
ma intempestivamente le república ; porque
sabemos que se nos d.aria la acostumbra-
da respuesta de que los españoles no son


franceses; pero sí decirnos que siendo hom-
bres los españoles, los ingleses, los alema-
nes y todos los habitantes de Europa, en


cualquiera pais en que se estableciese
ahora 'luz] república sucécieria lo que en
Francia. La llamada iepública será una
verdadera anarquía los ciudadanos se
estarán degollando unos á otros por espa-
cio de algunos años, 'y cansados de sus
males tendrian que volver á una monar-
quia justa y templada, y acaso al despo-
tismo que con tal cruel desengaño prefi-
rieran á la dominacion del populacho.


Concluimos de todo lo dicho, que pues
tenemos una buena Constitucion , tratemos
solo de conservarla , no nos deslumbre-
mos con especiosas teorias, ,no aspiremos




448
á una perfeccion ideal én materia de go_
bierno , á la cual no es dado llegar, y no
realicemos la fábula dei perro que soltó
el bocado real y seguro que tenia ya en
la boca, por coger el que solo estaba pintado
an la corriente del arroyo.


449


TEATROS.


La beata enamorada, ó Marta la piadosa.
Comedia de TirsoMolina , refundi-r.
da en cinco actos.


La hipocresia de Marta no es verda-
dera sino fingida; y esta es una diferencia
esencial que ' distingue este caracter del
Tartufo y de la Mogigata. Marta está ena-
morada de don Felipe, perseguido por su
padre, y obligada á casarse con el anciano
capitan Urbina: y buscando un medio de
evadirse de esta obligacion y de- lograr su.
amorío, no encuentra otro que el fingirse
devota. Así'su gazinoiiería es producida por_
las circunstancias , pero no está en su co-
razon. Esta combinacion produce un buen
efecto dramático, y es el. de ridiculizar la
Conducta y el lenguage de los :hipócritas,
sin hacer odiosa á la que se valió de la
gazmoñería para librarse de una violencia
injusta, porque de tiempo inmemorial es -
tan convenidos el auditorio y los actores,




en que todos los ardides •utiles al amor son
disculpables. La ridiculez cae toda entera


TOMO X. 29




45o
sobre un viejo tan crédulo como avarien-
lo, que dice á su hija, persuadiéndola á
que se case con el capitan :


»La misma edad que yo tiene
El capitan : mas pues viene
Con mas de cien mil ducados,
Años que estan tan dorados,
Reverenciarlos conviene.
Darásle , Marta , la mano,
Que no es viejo el interés,
Aunque el capitan es cano:
Y aun menos enfermo es
El invierno que el verano.
Invierno viejo es mi yerno;
Verano suele llamar
La juventud á amor tierno:
Pero bien podrás pasar
Con tanta ropa este invierno.


Y en ,otra escena :


»No necia y poco sutil
Pierdas este casamiento:
Que aunque sean los arios ciento
Son los ducados cien mil."


¿Quién se atreverá á culpar á una jo-
ven que va á ser desgraciada por la ava-


451
ricia de su padre , que burle y castigue
con su astucia el proyecto inmoral y des-
atinado que la va á hacer infeliz por' to-
da su vida P Es verdad que la chanza pa-
sa muy adelante. Su amante don Felipe,
disfrazado de estudiante pobre y epilépti-
co , se acoge en casa de su beata, que le
regala , le enamora, y aprende de él el
latir y otras cosas. Las escena de amor y
celos entre los dos amantes y dolía Luda;
hermana de Marta y personage episódico,
son de la misma especie


.
que casi todas las


de Tirso : llenas de donayre , de sales , de
malignidad 'y de indecencia , que es nece-
sario sufrir ,,si se han de representar sus
comedias.


En una de estas escenas dofia Lucia,
que sorprende á los dos amantes acaricián-
dose ( porque Tirso no es mas limpio que
esto), dice:


«NO hay engario mayor
Que el engaño á lo beato.
¡ Qué divinos tan humanos !
¡ Cielos los brazos se dan l"


El fingido Berrio dice á su beata:


»Por ti profeso clausura :
29.




452
Desecho modas y galas:.
Que si ellas sirven de ^medios
Para amorosos remedios,
Y á merecerte me igualas,
Esto me entalla mejor,
Que galas y joyas bellas,
Que amor no se hizo para ellas,
Sino ellas para el amor.
Mas precio mi epilepsia
Que las perlas de Ceylan.


Lucia (oculta).
¡ Oh, que devotos estan !
¡Bien rezan por vida mia!


No sabernos como pudieron escaparse
de la Inqu


»En rni rosario de cocos
Cuentas paso por contar.
A lo bueno en estos Bias
La devocion va aspirando;
Pues el rezar ya es cocando
Hasta las avemarias.
Profananse ya las suertes,
Y la devocion es gala,
Traygan todas, noramala,
Unos rosarios de muertes." •


45g
Esto, el deseo que tenia Marta de apren-


der el latin para entender las vidas de los
santos, y el proyecto de fundar un hos-
pital para hombres y mugeres peregrinos,
son los rasgos de su gazinofieria. En la li-
nea del cómico moral y profundo haya
mucha distancia de esta debil ficcion á las
pinceladas fuertes del Tartufo y al retrato
fino é ingenioso de la Mogigata: que en
nuestra opinion es el caracter mas bien
delineado que posee nuestra escena cómi-
ca. Para la hipocresia no basta el ridículo:
es necesaria la odiosidad.


isicion los siguientes versos:




454 •


Coniestacion que da el autor de las Cartas
del Pobrecito Holgazan al: infame libelo
que tiené•por título: Vida, virtudes, mi-
lagros etc. , publicado en estos -últimos
dias.




No hay ve apresurarse „seiiores, á leer
con ansia,


este artículo, si ekqp e Ustedes han
pensado encontrar en él alguna respuesta
digna del brutal ataque que con notable
ofensa de la decencia publica tne La diri-
gido una pluma frenética ,y:,:deseSperada.
Muy voraz debia de ser el fuego que encer-
raba en su pecho aquel escritor, sea quien
fuere, cuando con tal ímpetu le ha exha-
lado por la boca envuelto entre un humo
tan denso y de tan fétidó olor. Tampoco
esperen ustedes encontrar aqui una apología
á guisa de manifiesto, en que, sin arredrar-
me los 'bostezos del lector, me pusiera de
propósito á rebatir uno por uno los cargos
y las calumnias. No debo darme tanta im-
portancia con 01 público que le suponga
ansioso de saber lo que hay


. de cierto so-
bre mis acciones privadas: ni las públicas
cuando ofrecen duda se aclaran bien por
medio de papeles sueltos, los cuales siétn-


455
pre prueban , ó que el acusador terne pre-•
sentarse ante los tribunales, ó que las le-'
yes le niegan al acusado el medio de de-
fenderse.


Por desgracia mia este es el caso preciso
en que me encuentro, porque habiendo acu-
dido al juicio de jurados con arreglo á lo
que previene la ley de imprentas , reuni-
dos en la forma ordinaria los sefiores jue-
ces de hecho


Don Francisco del Acebal y Arratia,
Don Dionisio Salís,
Don Manuel Diaz Moreno,
Don Saturnino Lozano,
Don Juan Francisco Rodrigo,
Don Atadres
Don Mariano . Lagasca,
Don Modesto Galban y Escudero,
Don Andres. Moya Luzuriaga,


decidieron que - no ha lugar á la formacion
ele causa.


Inútil fuera y aun peligroso que yo me
pusiese á hacer comentarios sobre seme-
jante fallo , porque para los que han leido
el libelo son enteramente superfluos, y á
los que no le han leido poco ó nada debe
importarles. Cuando nueve ciudadanos, á
cuya conciencia y sana razon ha fiado la




456
ley el cuidado (le pesar la justicia y las pa-
siones de los demas ,„ deciden que las inju-
rias no son injurias, preciso es que no lo
sean, ó que haya otras razones mas pode-
rosas que la misma razon. Asi pues no me
queda otro arbitrio que conformarme con.
la ley, aun en el caso que ella misma ó sus
intérpretes me prohiben la. defensa de mi
honra.


A ser yo tan inconsiderado y tan malig-
no como el autor del libelo infamatorio,
¿qué mejor ocasion se me pocha presen-
tar para llenar de denuestos y de injurias
al que me figurase que le balaia compues-
to, ó por lo menos cOrregido? Entonces
con averiguar algun pasage cierto de su
vida; y añadir yo de mi cabeza todos los
que me pareciese que le podian desacredi-
tar, tendria hecha la segunda parte de su
obra, y acaso. autorizaria á nuestros lec-
tores para creer que no habiamos exagera-
do ni uno ni otro.


Mal conoce sus intereses el que piensa
vindicar su honor volviendo injuria por in-
juria, y desvergüenza por desvergüenza;
porque lejos de escitar con ellas el afecto
que se propone , solo consigue enagenar
los ánimos y desarmar á los que pudieran


451
ser sus defensores. No intento pues dar
por cierto y averiguado que el autor del
tal libelo so llama de este ó del otro mo-
do, que tiene tal ó cual empleo, y que ha
hecho tales ó cuales acciones ; porque no
pudiéndose ya saber de un modo legal ni
aun el nombre del que le alquiló la firma,
toda suposicion, por verosimil que fuese,
nunca podria pasar de una mera suposicion.
'Pero lo que ciertamente no se arriesga nada
en afirmar es, que produccion semejante
solo puede ser aborto de un amor propio
literario ofendido; porque no hay nadie
que ignore que esta clase de avechuchos
son los mas,irascibles entre los vivientes.


Paréceme, y no me engaño, que el ver-
dadero objeto del libelista no era otro que
el de introducir la cuestion de si las Cartas
del Pobrecito Holgazart. estan mejor ó peor
escritas que otras obrillas de este género;
ó cuando mas á calcular el mayor ó menor
producto de su venta. Cuando yo di á luz
aquella fruslería, estaba por cierto muy
distante de creer que la mezquina celebri-
dad que quisieron darla los ociosos , me
habia de ocasionar el odio y la malevo-
lencia de los que clan importancia á estos
efímeros aplausos: ni podia imaginarme




$45
tampoco que debiera escitar la envidia una
ganancia, que ademas de ser muy inferior
en sí misma á lo que han creido algunos,
no dependió dé' mí el que otro rio sé hu-
biera aprovechado de ella. Apenas borra-
geé la primera carta, fui á llevarsela al se-
ñor editor de la Miscelánea para que la)n-


. sertase, si gustaba, en su periódico; y.-él
fue el primero que me hizo conocer el tal
cual mérito que tenia. La aceptó muy gustos
so, y juntos fuimos á casa de su impresor
Dávila, - para: Ver si podia insertarse ínte-
gra en el número próximo. Era menester
cortarla, y el Mismo editor fue de opinion
de que se publicase en forma de folleto,
el cual vino á producir luego una espe-
cie de periódico semanal.


Refiero este hecho, no porque valga la
pena de publiOrle, sino para que se vea
qué especie de 'importancia ó de cálculo
formé yo sobre el tan decantado producto
de las Cartas del Ilolgazan. Las felices cir-
cunstancias en qué nos hallabamos enton-
ces del restablecimiento de la Constitu-
cion , , y el ansia que las gentes tenian por
leer algo que no fuese novenas ó bandos
de proscripcion, hizo que muchos se apre-
surasen á comprarlas y aun á.aplaudirlas.


459
Esta lectura próditio comparaciones,,. .y ya
se sabe-duári odiosas son estas paró; el que
sirve de término inferior, y acaso tambien
para el superior. Hubo alguno sin duda
que se creyó humillado de que sus escritos
satíricos no sostuviesen la comparacion:Con.
aquel rasguño de mis caltas, • y yo no He-.
vé tampoco muy á bien, que me cámpara,
sen con aquellos ; porque rniaguer Mengua-
do, no deja de • aleanzarseme lo poco que
se gana en éstas aproximaciones.


Este es..el principal origen de la mal
disinmladaaabia que traspirapor cada:frase
del infame-libelo, y eso ..es-lo que ha die.
tado los carteles , la gritería de los ciegos
y (lemas medios indignos que se han' to-
marlo para solemnizar las Calumnias
que ha intentado denigrarme. Para resol-
ver pues_ esta primera duestion, qué, como
he dicho, es. la verdadera, y 1)11).1wIdé',Ini,
vida y milagros, entiendo que como parte
interesada puedo ceder voluntariamente de
mi derecho , y declarar que las •Cartos. del:
Holgazan no valen ni siquiera la pena ;de-
leerse, que son muy- pobres:.; y que:nonw
acercan de mil leguas á


• -


sal ática, y sobre todo á la moralidad•:que•
se echa de ver en otros muchos escritos,,




460
aunque contemos ehtre ellos la


..dpologi4
de lóis Pálos y el Diccionario burlesco.


Lo mismo goce:digo de estas cartase
quiero que se estienda tambien á cuanto •
he insertado en el Censor, porque' no, pue-
do negar que todo lo que pertenece á rui
parte es débil , lánguido, necio y entera;;
Diente desaliñado. Las Cartas deiligadrileiip
son insípidas, frias; y si se quiere, atra-
sadas, que es lo peor que puede tener una
,carta ; que sola


•haniipodido leerse por algu-
tos á la sombra' de:los escelentes artículos


• de mis sabios y estimables colaboradores; y
finalmente que estas cartas sóloedebieran
haberse publicado allá por los años once
y doce de este siglo. Todo esto lo con-
fieso de muy buena voluntad, y solo me
reservo una cierta-respuesta quedí á una -
cierta Casta blanca: ,que publicó cierto li-
cenciado de ruin memoria, no porque con-
sidere que la tal respuesta tenga en sí mis-
ma -ningun precio, sino porque con ella
conseguí dos cosas interesantes para mí,
son las siguientes: la primera defender= á
una porcion de inocentes á quienes el im-
pertinente licenciado quiso sindiewcomo
autoresede un folleto intitulado : Condicio-
nes y semblanzas de los diputados d.,Cor-


-401


id etc. ; y la segunda por haber ridiculi-
'lada (para siempre) un necio sistema de
ortagrafia que pretendia introducir el au-
tor, sir; mas razon de utilidad que su pro-


trio capricho.
Ya que hablarnos de las Semblanzas, las


cuales pueden mirarse como la segunda cues-
tion suscitada en el referido libelo, no al-
eanzo ciertamente como ha podido caber
en la cabeza <le ningun hombre de juicio
el atribuirmelas, siendo no solo dificil , si-
po moralmente imposible que yo haya .sido
Su autor. Antes de pasar adelante conviene
que sepan todos los que leyeren este papel,
que en calidad de escritor de circunstan-
cias-, nada me lisonjearia tanto como ha-
ber sil) el autor de ellas; porque á mi en-
tender no se ha publicado nada desde que
hay libertad de imprenta, que pueda ser
comparable con esta produccion. Hay en
ella verdad, ingenio, concision , decencia,
deseo del bien, y una melritud de cosas
que se sienten mucho mejor que se es-
plican.


Debo decir tambien que conozco á su
autor, y que él mismo está pintado en la
galería con colcres algo menos brillantes
de los que pudiera haber empleado en su




462
retrato, sin que dejasen de convenirle los
que se emplean en otros muchos, á,quienes
ciertamente se les prodigan. Con solo


.
decir


esto basta para desmentir la calumniosa
sospecha que introduce el infame folletis-
ta , queriendo atribuir á los señores dipu-
tados por América lo que ni les ha ocur-
rido ni pasado por su imaginacion. No
pretendo mezclarme en la defensa suya,
porque ni ellos ni las demas personas que
se nombran en esa infame Verrina lo ne-
cesitan, sabiendo cada uno de ellos muy
bien lo que tiene que hacer: pero tampoco
quiero desentenderme del atroz cargo que
sin duda se les piensa hacer á ellos ó á mí
de• la estrecha amistad que •prefesamos.
;Ojalá que asi fuese, porque inz tendria
por muy honrado! Mas es el caso que solo
he visto una vez en mi vida al señor Cañedo,
y á los denlas no tengo siquiera la satis-
faccion de conocerlos de vista, ni presumo
que me conozcan-.


Demos sin embargo de barato que rey-
nase esa amistad, ese trato, esa conni-
vencia y ese todo que se nos quiere echar
en cara : qué conexion tiene eso con mi
vida particular, con mis costumbres, con
mis defectos y con mis virtudes?. é Qué


463
enlace hay entre todas estas cosas y el
folleto de las Condzeiones y semblanzas?
Si yo fuera realmente su autor, é cree el
vil calumniador que me recataria de ello?
Pues sepa que no sin mucha pena renun-
cio á la reputacion de sedo, porque me
linsogearia infinito. Tampoco lo fue el li-
cenciado Palomeque , ni el Momo, ni
tantos otros á quienes se les colgó el mi-.
lagro, por la perentoria razon de que ni
ellos ni yo , ni yo ni ellos tenemos el
talento necesario para hacer una cosa tan
bien acabada. Qué mas quisiera cualquie-
ra de estos que poderse engalanar con
semejante 'obrita! Y debieran persuadirse
á que la mayor parte de los que les van
con la simpleza de decir que todos se lo
atribuyen , no es mas de por hacerles
burla, siendo lo gracioso del caso que
los pobres hombres se ponian muy for-
males á desmentir la noticia , y hacian
como que se enfadaban de que se les
colgase. Esto me recuerda el pasage de
un cierto canónigo que habia en cierta
catedral, el cual inmediatamente que va-
caba un obispado les iba diciendo á todos
sus conocidos: » no crea usted una pala-
bra de esa especie que corre de que me




464
« han dado la mitra de tal parte, porque
« no hay nada , ni he tenido el menór
« aviso."


Tan mentecato era aquel en soñar que
ningun ministro podia pensar en hacerle
obispo, corno estos otros en persuadirse á
que los demas los tenian por autores del fo-
lleto. Repito que las Semblanzas son obra
única y esclusiva de quien pudo y supo
escribirlas ; que está este retratado en ellas
mismas , y que no cede á. ninguno de sus
compañeros en patriotismo y amor á la
verdad, y escede á muchos de ellos en
viveza y comprension. Acaso no debiera
yo decir nada de esto, sino aguardar á
que el tiempo llegase á descubrirlo: acaso
tambien habrá quien piense que este es
un artificio, para disfrazar mejor la verdad
del hecho. Pero en cuanto á lo primero,
estoy bien convencido de que toda esa
cadena de indignidades con que un fu-
rioso ha prostituido la imprenta españo-
la, no proviene mas que de' la errada
persuasion de creerme autor de un li-
brejo, en el cual no he tenido la menor
parte: y en cuanto á lo segundo, claro
es que quien no tiene reparo en aplau-
dirle y desear que fuera suyo, poca di-


465
ficultad tendría tambien en confesar que
lo era.


Tengo respondido á los dos verdade-
ros cargos ó motivos que, dictaron el ne-
gro libelo que se ha estampado contra
mí pero no me olvido de que hay otros
menos fuertes á verdad, aunque han
contribuido tambien á escitar la cólera
del impudente escritor. De este género es


' una cierta Palinodia testamentaria que, ha-
blando con la franqueza que me es pro-
pia, no leí siquiera hasta muchos diasdespues
de publicada; y por cierto que tambien
vinieron á decirme que se me creia au-
tor de ella. Me volví entonces á acordar
del cuento del canónigo y callé, porque
no se pensase que quería ser obispo. Ape-
nas me acuerdo de lo que en ella se di-
ce; pero sí que el fondo de las ideas es
enteramente conforme con mi modo de
pensar ; esto es en cuanto al concepto que
me merece el sujeto á quien se intenta
calificar.


Lo mismo Con corta diferencia debo
decir de otro papel que se publicó con
el título de Córifesion espontánea etc., en
el cual vi casi materialmente copiadas va-
rias frases de la Respuesta nada osetwa


OMOT X. 30




466
al. autor de la Carta blanca, que inserté
en el Censor. Si aquella fuera mia, lo di-
ria francamente, como 'lo he dicho de to-
do lo cine he publicado ; pero no lo es,
ni he tenido noticia de semejante cosa.
Bien podria suceder- que el sil autor del
libelo, y acaso con mas motivo el dale,-
mente vil que le ha . firmado por ganar
cuatro reales., sepan exactamente que es
verdad lo que. yo digo ; pero sépanlo
no lo. sepan ¿ cómo y en qué pa. is del
mundo se permite tomar una venganza tan
atroz contra quien se ignora si ha dado
pretesto para ella ? ¿ Cómo el autor de esas
palinodias y dems escritos no tiene bas-
tante honradez para deshacer con sola una
plumada tales y tan infundadas sospechas?


Es muy singular que ese cobarde li-
belista. se atreva á darse á. sí mismo el
titnio de liberal. ¡ Harta desgracia seria pa-
ra los' verdaderos liberales, fuesen ó no
de. Cadiz , contar en sus filas á Jyn ser
tan menguado de juicio que sale al público
terario para manifestarle su vergonzosa des-
nudez , y revolcarse en el lodazal de la calum-
nia! No son ciertamente los liberales los que
le 'labran agradecido el servicio que cree ha-
berles. hecho. Repito, que mi ánimo no


467
es- zaherir á persona deterthinada , par mas


ó si se quiere certezas, que ten-
ga de quien es el verdadero autor. Mas
si cometiese la bajeza de imitarle y de
tomar represalias (acaso nunca mas jus-
tas que en el-caso presente) „; qué concepto
se formaría del estado ,


de la libertad de im-
prenta en España? d qué de la' ley que
rige sobre ella y- de' las autoridades
cargadas de su ejecución ?


Si en materias tan delicadas como 'es-.
tal bastase para tino perder ó recuperar
su reputado/1' él dicho del ofensor- ó del
ofendido, nada podria añadir aquel á las'
calumnias que ha vomitado en pocas 1T--
neas , yo tuidria que escribir tornos
para desmentirle. Por eso es inuta que
me estienda en la propia' defensa , habien-
dota ya hecho.por mí no solo el ilustrísimo
cabildo de Sevilla que tanto me honra,
sino toda la parte del pueblo que fue testigo
de mi conducta durante la dominacion
francesa. Yo desafio con frente alta al in-
fame detractor á que sea capaz de en-
contrar un individuo siquiera á quien ha-
ya hecho , no digo mal , porque esto me
fuera imposible ,. mas ni la menor esca-
sa para dejar de hacerle bien. Pero calzan-


30.




468
nia, que algo queda: este es el 'lema de
ciertos escritores , y con particularidad de
aquellos que tienen segura la impunidad.


Nada quiero ni debo añadir á lo que
dejo dicho, sino suplicar á mis lectores
que no infieran de este hecho tan es-
candaloso otras consecuencias que las que
deduzco yo mismo; porque podria hallarse
chasqueado el que con este ejemplo creyese
que le era lícito escribir contra cualquier
otra persona determinada. La ley está vi-
va y tendrá sin (luda su aplícacion , siem-
pre que haya quien la reclame; como no
sea alguno de los que se hayan atrevido
á levantar la voz contra ciertos abusos que
no á todos les parecian tan urgentes ni tan
peligrosos como'


AL AUTOR de las cartas del Holgaz
y del Madrileño.


NOT d.


Para responder h los que dicen que
la declaracion de los señores jurados ha
sido correspondiente á la irregularidad de
la peticion del interesado, se inserta aqui
al pie de la letra:


» S. M., presbítero, de esta vecindad, á


469
V. S. con el mayor respeto espone, que
habiendose publicado el adjunto libelo in-
famatorio , cuyo título es: Vida, virtudes y
milagros del Pobrecito holgazan , por otro
título, el autor de las Semblanzas , ó séa se
Mr. el abate IV. , lo denuncia todo él por
injurioso y calumnioso á la persona del es-
ponente, con particularidad desde la pagi-
na 27 hasta la 36 inclusive. Por tanto,
V. S. suplica se digne mandar reurai'ei
jurado con . arreglo á lo que previene la ley
actual sobre delitos cometidos por medio
de la imprenta:' que es justicia que pide , y
gracia queespera de la justificaeion de V. S.
Madrid 14 de Setiexnbre de 1821.=Firma.!
do. S. M.




470


*Anuncio de la traduccion del Tratado del
Gobierno civil de Locke.


Se eta publicado la traduccon del tra-.
tale del Gobierne civil de Leeke


, hecha
por los ciudadanos D. G. C. y L. C., al-
fereces de Caballeria.


Seria inutil recomendar el mérito de
esta 91)ed á los que saben que


.
Locke fue


uno •de los creadores de la ciencia del go-
bierno , y qme reunió en este tratado tollo
el fruto je stis largas meditaciones, de sus
viages y de su estudio. Despnes


.
de haber


concluido en Holanda el Ensayo sobre el en-
tendinziento humano que fue su primera pro-
duccion , y la obra mas profunda de me-
tafísica que habia salido á luz , volvió á
Inglaterra , donde esperirnentó las desgra-
cias y persecuciones que ordinariamente
sufren los grandes hombres en todos ra-
mos. Por haber analizado bastante bien las
facultades del entendimiento humano , fue
tildado de materialista, y por haber pre-
dicado el orden y declamado contra los abu-
sos del gobierno arbitrario, fue despojado


471
de la cátedra que regentaba én el colegio
de Cristo en Oxford. En- vano le instaron
sus amigos despues de la ,muerte de Car-
los II , para que solicitase su reposicionl
estando ya descubierta su inocencia, por-
que la injusticia rabia ulcerado su corazon
y no fue posible hacerle aceptar ningun
destino público, que acasole hubtera .ser-


vido de ostáculo para esplicarse con la


Claridad que debia en el Tratado del gobier-


no civil. Solo tomó por algun tiempo el
empleo de comisario del comercio 'y de les


colonias inglesas, que desempeñó con alpau•
so de sus gefe-s"; y luego se retiró al cam-
po en casa cíe un amigo su-yo , donde no
tuvo motivo para echar de ~nos el bulli-
cio de la capital.


La obra que anunciamos no •es ya la


primera en su género por haberse adelan
tado mucho mas los conocimientos sobre
la ciencia- del gobierno, y asi es que en
casi toda ella verá el lector tratadas las
materias sociales por el mismo orden ,
casi en la misma forma que en las domas
obras elementales de esta elase.'Todos em-
piezan á."'-tratar de la formacion (le los go-
biernos por 'el estado de la naturaleza ,• y
siguen sucesivamente por el ,orden mas




47a


sencillo y verosímil de irse constituyendo
los hombres segun les indica la necesidad,


Pero .en lo que nadie ha escedido
tampoco igualado á Locke es en el modo
de tratar de la disolucion de los gobiernos,
y á fe que esta materia es acaso mas im-


, portante que la de su formacion


El in-
' teres principal de los gobernados no es tan-


to el saber los grados por donde han lle-
gado á estarlo, cuanto las precauciones que
se deben tomar para no perder la forma
de gobierno que les agrada. En este pun-
to es en el que mas sobresale la gran me-


- ditaeion y estudio que había hecho Locke
de la historia de todos los siglos y de to-
das las naciones ; pues solo de este modo
poclria haber formado una reseña tan exac-
ta (le las causas que pueden contribuir á
la disolucion de los gobiernos, 'prescin-
diendo de las que contribuyen ( des-
truir la sociedad. Para la disolucion de
esta áltiena , señala los efectos de una con-
quista , porque la espada de un conquista-
dor no solo trastorna y confunde, sino
que tamhien destruye todas las cosas y las
reduce á fragmentos : los subyugados que-
dan entonces privados de la proteccion dela ley y sujetos esclusivamente á la fuerza,


473
Pero son muchas las causas que con-


tribuyen á la disolucion del gobierno, de
las cuales-haremos una rápida meneion por
el orden mismo con que las espone el au-
tor. Por de contado se verifica de hecho,
luego que se altera el poder legislativo; por-
que siendo este el principio de vida de
todo el cuerpo político , su alteracion
influye en todos los ramos de la conser-
vacion , union • y felicidad de sus miem-
bros. El poder legislativo es el intérprete
de la voluntad general , y su nombra-
miento el acto primero y fundamental de
la sociedad.


Se disuelve tambien el gobierno cuan-
do el príncipe estorba que los miembros del
Cuerpo legislativo se reunan en los tiem-
pos convenientes, ó que obren con toda
libertad y segun los fines para que fueron
nombrados. Inutil seria que se reuniese
cierto número de hombres á deliberar si
no gozaban de la independencia y libertad
necesarias pana córresponder á la voluntad
de sus comitentes ; pórque un gobierno re-
presentativo no consiste en que se le dé
ese nombre , sino en el libre uso y ejercicio
de los poderes que le forman.
. Lo mismo,,sucede cuando_ el príncipe




474
arbitrariamente , y sin consentimiento de
los representantes del puetdo, altera el mé-
todo de elecciones, asignado por la Consti-
Iticion , ó cuando de intento entorpece la
ejecucion de las leyes dictadas por el


,cuer-
po legislativo. Porque como las leyes no
se han hecho para sí mismas sino para ser
observadas y servir de freno á las pasio-
nes de los hombres, cláro es que desde el
momento en que á la tormacion de las leyes
no se siga su puntual ejecucion, queda nu-
lo é ilusorio el poder legislativo.


Tanibien por parte de este queda di-
suelto el gobierno, siempre que Obra de
un modo contrario á la confianza que el
pueblo depositó en él. Esto sucede siem-


• pre que el poder legislativo usurpa la pro-
piedad de los particulares y dispone de .nn
modo arbitrario de la vida , libertad ó •ri.
pieza del pueblo; porque este no pudo
nunca conferir sus poderes sino para ase-
gurar estos derechos.


Ultimamente repetimos, que este trata-
do de Locke es luminoso y de mucha uti-
lidad para .todos los que se dedican al es
tudio de la política. Hubiera sido de desear
que los caballeros traductores no hubiesen
elegido la traduccion francesa que es ma-


455
la , hasta el punto ..de desfigurar; en muchos
pasages el original inglés.


Se vende en la libreria de Brun, en-
. frente de las Covachuelas , y en la de Pe-
rez , calle de Carretas.


s


Eglóg,as del pastor deF,stremadura;


U. M. ele la R. Un tomo en octavo de be-
lla impresion y buen papel.


Se hallará en Madrid en la libreria de
Villareal , calle de las Carretas , en la de
Paz, calle mayor, enfrente de las gradas de
S. Felipe , y en Badajoz en la de Patron
é hijo, á I2 reales.


Hace muchos años que conocemos al


autor de estas poesías , persona muy apre-
ciable por su aplicacion , por su buen gus-
to y por sus principios ilustrados.




rl


477
INDICE


De los artículos contenidos en el tomo YC


DEL CENSOR.


Verdadero punto de vista bajo el cual debe
conside..arse la revolucion de España en
1820


pág. 3
TEATROS. El Atolondrado , comedia en un


acto de D.Vicente Rodriguez de Arellano. 36
Trabajillos que cuesta el artículo 172 de


la Constitucton 39
De la importancia y utilidad de los perió-


dicos, de la proteccion que deben dispen-
sarles los gobiernos liberales, de la un-
parcialidad con que han de estar escri-
tos , y de las obligaciones de sus re-
dactores


. 5 2
Anuncio.
79


Sesion del cuerpo legislativo de Francia en
1820 y 1821 8


Teatros : Casa con dos puertas mala es de
guardar : comedia de don Pedro .61-
deron


I of4




294


299
3o3


478
Sobre el abuso actual de estar perpetua-


mente declamando contra los abusos




anteriores




Sobre el orden


Juicio de la obra publicada últimamente
con el titulo de Caton constitucional. .


Aclaraczon de,un artículo del número 54
delCensor . .


.
.......... 149


Sobre el uso natural. de las canciones




patrzótica.s


. • . .
256


De las elecciones populares en los gobier-,
nos representativos


Definido/2 de la anarquía, y elogio de la




guerra civil


186
Escuela de ensedanza ,nútua en Sevilla. .
-esposunon del ministro de hacienda de


Portugal, acerca de las operaciones del
tesoro público , dirigida á las Cortes de




aquel reyno


Sobre un artículo inserto en el Espectador
del 27 de agosto de 1821 . . . . .


Teatros. La Huerfanita, ó lo que son los
parientes: comedia en tres actos. . . . 225 /
- El Secretario y el Cocinero .... 23 0 /


Observaciones sobre una nota inserta en
los periódicos de esta capital, contra un
artículo del núm. 56 del Censor . . • . 235


479
Nueva 'é infalible manera


los progresos del saber
LIDEUTAD , IGUALDAD. .4cepcion legal de


estas voces
De la renovacion del cuerpo legislativo.
Teatros. Pruebas de amor y amistad :


comedia en tres actos de Tirso de


Molina
Sobre el despotismo
Merecido elogio de una representacion


de la Milicia nacional de Madrid al
gefe superior político de esta provincia.


Anuncio. Actas principales de. la causa
incoada en Zaragoza contra la esce-
lentísima señora marquesa de Lazan,
el dean de aquella iglesia, otros dos
canónigos , un coronel , etc. , sobre
plan de conspiracion


Otro anuncio
LIBERTAD, IGUALDAD. Acepcion legal


de estas voces. Concluye el artículo del
número anterior


Memoria sobre los medios de perfeccio-
nar el estudio de la Medicina , por el
diputado D. Antonio Garcia y Garcia. 351


Sobre un artículo inserto en el número 553


de la Miscelánea


x17


132


144


161


202


2 o6


219


de acelerar
225


236
262


271


un


321




357 ,




48o,
Teatros. Del rey abajo ninguno : Cal_


cia del Castañar : comedia de D. Fran-
cisco de Rojas


365
Literatura. Obras póstumas de D. Nicolas


Fernandcz Moraren •


37o
Sobre los anales de la diputacion provin-


cial de Cadiz
39r


De la nobleza 401
Proyectos republicanos


425
Teatros. La Beata enamorada ; ó Marta


la piadosa, cómedia de-Tuso de




, refundida en cinco actos
449


Constestacion que da el autor de las Car-
tas del Pobrecito Holgaran al infame li-
belo que tiene por título : Vida, virtu-
des , milagros , etc. , publicado en estos ,
últtnzos Bias


.inuncio de la traduccion del tratado del
gobierno civil de Loe ke •


470>
Otro. EglQgas del pastor de Estremadura,


D. M. de la 11.'
475