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EL CE'n SOB-


PERIODICO IPOLITICO


Y LITERARIO.


TOMO -XI.


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imprenta del lreimii't


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EL CENSOR,
PERIdDICO POLÍ'T'ICO Y LITERARIO.


N.° 61.


SILBADO 29 DE SETIEMBRE DE X 8,2 I


De las purificaciones políticas.


'El sapientísimo ministerio de Nápoles,
que ha dado tantas pruebas de conocer
profundamente el arte de gobernar á• los
hombres , no podia dejar de adoptar una
medida tan conforme al estado actual de
la civilizleion europea , como son las pu-
rificaciones. Esta medida por otra parte
es una consecuencia del pian adoptado por
aquel gobierno ; porque quien proscribe,
ha de purificar, á no ser que se quiera se-
guir un sistema de proscripciones indefini-
das, como el de Sila. No estraiíamos pues
leer en los papeles públicos, que se han
formado juntas (le escrutinio para purifi-
car, no solo á los militares superiores,


TOMO XI.




sino hasta los capellanes y cirujanos de los
regimientos, por haber administrado los
sacramentos y curado á los enfermos du-
rante las nueve lunas del régimen Consti-
tucional.


Debemos pues examinar qué cosa es
la purificacion, inventada por el tribunal
que se llamaba de la fe, transferida á /a
política por Robespierre , é imitada por
algunos gobiernos, ya liberales ya arbitra-
rios, á los cuales ha parecido justo perseguir.


La purificacion religiosa es la inquisi-
cion de las palabras, acciones y conducta
de un individuo, con el objeto de averi-
'guar su creencia en materias de religion.
Es muy diferente del procedimiento con-
tra los delitos : en estós hay ácusacion de
oficio , testigos y un hecho delatado : en
la purificacion entra el examen de casi to-
da la vida. Como la Inquisicion adnUtia to-
das las delaciones , aunque no fuesen capa-
ces de constituir una causa criminal,
se infiere que bajo su imperio estaban to-
dos los espaiioles en un estado permanen-
te purificacion, sin saberlo ellos mismos,
y sin poder conocer en que opinion los te-
nia aquella terrible autoridad. ¡ Tristes de
aquellos que adquirian este fatal conoci-


3
miento! Recibian la primera noticia en los
calabozos.


La purifica cion política es el examen
público y judicial de la conducta de las
opiniones ' de un individuo en tiempo de
disensiones civiles. Se ejerce en nombre
y á favor del poder dominante , que
cree siempre tener razon , y que cali-
fica de crímenes todo lo que se ha hecho
ó.. dicho . á . favor de st,ig rivales. Comun-


. mente. se hacen las purificaciones cuando
un partido derriba a otro que estaba po-
sesionado de la autoridad; y unas veces se
hacen de oficio por el partido triunfante,
corno sucedia •en Francia en tiempo de la
convencion, 'y ahora en Nápoles; y otras á
peticion de los mismos vencidos , que de-
seosos de conservar su buena fama ó sus
empleos bajo el dominio de los vencedo-
res, quieren justificar la conducta que ob-
servaron en el gobierno anterior.


Cuando un gobierno ha estado siempre
pues-que ceder elvigente sin haber tenido -


to á su enemigo, ni aun por breves momen-
tos, las purificaciones que ejercerá sobre sus
sábditos, no pueden recaer sino sobre las
opiniones : pues en cuanto á la conducta,
los que bajo un gobierno, sea el que fue-


t.




4
re, quebrantan la ley existente , son juzga-
dos como crimi,Itales, mas no purificados.
La purificacion mandada por un gobierno
que nunca ha eaido , es siempre un acto de
tiranía inquisitorial , pues se ejerce sobre
las opiniones. Veamos ahora de qué espe-
cie son las que ejerce un gobierna resti-
tuido sobre los partidarios del anterior.


Este género de purificaciones supone
que el gobierno mira corno un cielito ha-
ber servido bajo sus enemigos. Pero en este
caso no vemos para qué pueden servir las
purificaciones. Delitos de tanta gravedad
deben ser juzgados por los tribunales; y
siendo tan fila de probar el hecho, pues
es notorio públicamente quien sirvió y quien
no sirvió bajo el gobierno anterior, no hay
mas que hacer una de dos cosas: ó irupo-
nerles la pena de la ley, aplicada por juez
competente en juicio contradictorio , ó con-
cederles :una amnistía. La purificacion no
es necesaria , ni para los que fueron espías
ó fautores del gobierno restituido, pues es-
te los conoce muy bien y debe declararlos
por suyos , ni para los que hicieron bien eu
el destino que obtuvieron : porque en la
hipótesi <le que sea un críMen •haber con-
servado ú obtenido aquel empleó , no debe


5
salvar de la pena el buen uso que hicieron
de su autoridad : asi como no debe librar-.
se un ladron del castigo que merecen sus
robos, aunque justifique que empleó to-
do el dinero hurtado en socorrer mendi-
«os curar enfermos y dotar doncellas.a


Pero »las purificaciones son muy útiles
para distinguir á los que cometieron males
y vejaciones, délos que obraron pasivamen-
te ó quizá hicieron algunos bienes." Mas


quién no ve que de este modo se con-
funde el delito político. con el civil? Una
cosa es aceptar un destino, otra abusar
de la autoridad que aquel destino pone en
las manos. El abuso de la autoridad es ún
delito civil , sobre el cual no puede recaer
amnistía, porque es en daño 'de tercero,
ni purificacion , porque está sometido á los
tribunales ordinarios que deben obrar ó
de oficio ó á peticion de parte , segun la
naturaleza de los delitos. El crimen políti-
co, es decir, la aceptacion del empleo, es
absolutamente diverso y separado de los
delitos civiles : aquel se perpetró todo en-
tero en el acto de tomar posesion del em-
pleo estos son sucesivos y accidentales,
punibles bajo cualquier gobierno y en to-
das épocas. No son susceptibles de purifi-




G
cacion , sino de probanza legal , porque hay
parte que demande al reo , asi como no
son susceptibles de amnistía.


Si las purificaciones no sirven para
examinar el delito político, ni los delitos
civiles é individuales , se infiere que so-
lo pueden ser útiles para conocer las opi-
niones políticas de los purificados y por
consiguiente quedan reducidas á ser un ac-
to de tiranía. El sistema de purificaciones
justifica en todos los casos posibles los im-
puros manantiales del fanatismo religioso
y del despotismo popular, que le dieron la
cuna y el aumento.


Pero »es razon que los gobiernos conoz-
can cuales son las personas de que deben
desconfiar." ¿Y se logra este resultado por
medio de las purificaciones P No nos ha en-
señado la esperiencia , que no hay cosa mas
facil que purifearse en teniendo dinero y
amigos ?, Estas frases : mis votos fueron siem-


pre por el gobierno actual: siempre lloré en
las victorias de los enemigos: les obedecí lo
menos y lo peor que pude: fii forzado: el
miedo, la necesidad, mi familia, el temor
de perder mis bienes , me obligaron á tomar
destino, no llenan todos los espcdientes de
purificacion sin faltar en ninguno numero-


7
sos testigos que depongan del patriotismo
y fidelidad del purificado Desengaiienionos,
las purificaciones no se inventaron smo . pa-
ra humillar á los unos y enriquecer if los
otros. Aquellos que han adquirido muchos
enemigos por su mala conducta y por las
vejaciones que han causado, tendrán buen
cuidado de huir de las demandas ante los
tribunales civiles , y no se presentarán á la
purificacion : tampoco se presentarán aque-
llos que crean infringir la fe del juramento,
afirmando con él que no tuvieron las opi-
niones políticas que realmente profesaron,
aunque actualmente conozcan su pasada
equivocacion : porque en las purificaciones
no sirve -decir : yo erré: es menester decir:
yo pensaba como el gobierno actual.


Es evidente pues que todas las purificacio-
nes se versan esclusivamente acerca de las
opiniones políticas. Los gobiernos que nunca
han caido , las ejercen porque creen que es
un delito opinar de diferente manera que ellos:
los -gobiernos restitdidos las ejercen , por-
que creen que es un delito haber aceptado
empleos bajo el gobierno anterior: una y
otra máxima son falsas. Es un principio
inconcuso entre los publicistas liberales,
que reconocen y acatan los derechos del




8
hombre, que ninguna opinion puede' ser
crimen , escepto el 'caso en que se mani-
fieste de una manera Sediciosa y capaz de
comprometer la tranquilidad pública. Es
tambien un axioma entre los publicistas
que reconocen y acatan los derechos de la
comunidad, que cuando la sociedad se ha
sometido á un gobierno , sea el que fuere,
no es un crimen servir los destinos que él
nombre : y que el gobierno, que por impo-
tencia , ó por otra cualquiera razon , aban-
dona la sociedad , no tiene derecho para
imponerle leyes. Obsérvese que casi todas
las proscripciones que han afligido al géne-
ro humano, tuvieron su origen en las dos má-
ximas intolerantes que hemos citado, y que
casi todos los gobiernos adoptan , cuando
triunfan de sus enemigos.


¡Gobiernos liberales ! El ministerio ac-
tual tic Nápoles os está dando un bello
ejemplo. Haced todo lo contrario de lo que
él hace, ' y estais seguros dé acertar.


9


Sobre asonadas y motines.


Expergiscimini aliquando et capessite rempuirlicam.
SALUST.


Capitanes generales y gefes políticos de
todas las provincias, ministros responsables
de un rey constitucional, magistrados su-
balternos que gobernais bajo sus órdenes,
en vuestras manos está la suerte de esta
patria que debe ser el ídolo de todos sus
hijos. Llegado es el dia en que va á sal-
varse para siempre ó á completarse su rui-
na. Año y medio hace que el rey escu-
chando el grito de libertad, que lanzada"
cerca de las columnas de Hercules resonó
luego en las estrernidades y en el centro
de la península, se decidió á jurar y pro-
clamar la Constitucion política de la mo-
narquia que las Cortes generales y estraor-
dinarias habian decretado en su ausencia.
A los aciagos días de los seis años sucedió
una época mas dichosa : el llanto y el lu-
to en que vivian los buenos españoles, se
convirtieron en regocijo y en fiestas: el
entusiasmo llegó á su colmo , y las espe-
ranzas mas halagüeñas ocuparon el lugar




oz


de la desesperacion y el desaliento. Las
nuevas Cortes se reunieron; muchas leyes
útiles se han hecho; abusos envejecidos se
han reformado, y si la u»ion , la paz, la
concordia y la subordinacion de los ciu-
dadanos dan lugar á que fructifiquen las
semillas de nuestra futura felicidad que
están ya como esparcidas y sembradas en
cuanto se ha hecho desde marzo de 182o,
no pasarán muchos años sin que esta des:.
gradada nacion recobre el esplendor, la
gloria y la riqueza (le que le habian pri-
vado .tres siglos de mal gobierno. Pero ea
menester que os penetreis y nos penetre-
mos todos de una importante verdad , y
es que tan lisongera perspectiva no habrá
sido mas que un sueño, una sombra, una
ilusion , si llega á prevalecer una secta des-
organizadora, impia y liberticida , que
desde el principio mismo de la última
revoluoion está trabajando en secreto, pe-
ro con infatigable ardor , para precipitar-
nos en todos los horrores de la anarquía
y que paso á paso nos conduciria, si se
la dejase obrar, al olvido de las leyes, al
desprecio de la autoridad, al desorden , á
la disolucion social , y por último termi-
no al despotismo de un populacho desen-


II
frenado, bárbaro, cruel 'y sanguinario.
Esta secta jacobíníca é inmoral desea
el robo, el saqueo, los asesinatos, la
ruina del trono, la destruccion del- ac-
tual sistema para sustituir á la monar-
quía constitucional la república de Robes-
pierre. ¡ Ah! si ellos solos hubieran de vi,
vir en ella, mañana quisierátuos que ia tu-
viesen. Bien pronto serian ellos mismos
víctimas de su furor. Pero no son ellos so-
los los que serian envueltos en las ruinas
del edificio: lo serian los inocentes; lo
seria la nacion entera.


Por fortuna esta secta no es numero-
sa, pero existe: no se atreve á declararse,
se cubre con la máscara del patriotismo,
invoca el nombre de la libertad, pero cons-
pira para despedazar las entrañas de la pa-
tria, apoderarse del mando , esclavizar á los
ciudadanos, cubrir la España de cadalsos,
derramar torrentes de sangre, y reducir al
orbe entero, si pudiese, á la confusion del
caos. Esta. secta es la que secretamente
prepara, promueve, provoca y forma cuan-
do encuentra ocasiones favorables, 3os tu-
multos, las asonadas y los motines, la que
hace año . y medio que tiene en perpétuo
susto á los ciudadanos pacíficos, y en




Z2


continuo cuidado á los magistrados y ge-
ges militares; la que apenas permite des-
cansar á la tropa , y la que cada cha
está amenazando á todo el que no es
furioso, con el puñal ó la cuerda. Es-
ta secta es la que allana las casas de
los geles políticos , y los busca para ase-
sinarlos cuando se atreven á mantener el
orden en el teatro, á resistir con va-
lor á sus insultos y á despreciar sus in-
solentes gritos : la que reducida á un cor-
to número de miserables, ó ilusos ó asala-
riados , se atreve á tornar el nombre del
pueblo que los terne , los aborrece y los de-
testa : la que con este título usurpado quie-
re obligar con amenazas al ayuntamiento á
acceder á demandas injustas é inconstitucio-
nales : la que busca y paga desconocidos
agentes, que á favor de la confusion ó de
la oscuridad insulten al monarca : la que
penetrando en el asilo sagrado de las pri-


. siones, asesina los reos indefensos : la que
pretextando tributar honores á ilustres per-
sonages , desobedece osada y petulante las
órdenes que se lo prohiben : la que en va-
rias ciudades repite las escenas escandalosas
de la capital , y añade la injusticia de ha-
cer desterrar á ciudadanos muy inocentes


13 ,
sin delito probado, sin formacion de cau-
sa, y sin fallo judicial: la que dicta á los
jueces las sentencias que han de pronunciar,
y ó los busca para matarlos ó los
da y amenaza, si no escuchan sus sangrien-
tas inspiraciones. Y los que componen una
face,ion tan impía, serán liberales , adictos
á la Constitucion , alumnos de la filosofía,
amantes de su patria? c Hay ni puede ha-
ber libertad, Constitucion, sanas doctrinas,
ilustracion verdadera , leyes, gobierno., pa-
tria , sin orden sin paz , sin obediencia,
sin jústicia , sin virtud , sin humanidad ?


Lo que nosotros habiamos previsto ha,..
ce mas de un año, lo que habiamos anun-
ciado de cien mil maneras, lo que baba-
mos combatido con toda la energia que
inspira el verdadero phtriotismo, que con-
siste en querer el bien de la patria y no
en procurar su ruina ; lo que tantas veces
nos ha echado en cara el mentido libera-
lismo de los anarquistas, es ya por fin pil-
biico y notorio, lo confiesa el gobierno y
no pueden contradecirlo los escrite.res par-
ciales que se ostinaban en negarlo. Hay
entre. nosotros l'acetosos, hay perturbadores
del orden hay verdaderos jacobinos en to-
da la estension de la palabra. Es pues ne




cesario que el gobierno empuñe de una vez.
con mano firme las riendas del estado; es
preciso que se haga respetar y obedecer;
es menester que comprima la licencia, y
que haga cesar de una vez los desórdenes
y tumultos. De otro modo, si vacila tími-
do é irresoluto , si se contenta con reme-
dios paliativos, si transige con los facciosos,
adios libertad , •adios Constitucion , adios
Espaí-ia. ¡Gobernantes supremos, magistra-
dos subalternos, gefes civiles y militares de
todos grados! si no encadenais el mons,.
timo con• prisiones de diamante que nunca
pueda romper, vosotros sereis la primera
presa : de sus 'garras; vuestra sangre será la
primera que se derrame. Ya veis como los






fáriosos alternan siempre con
:• ya habeis visto no hace mu-


'elio . .e.omo pedian á gritos la cabeza de un
.1~1. 111 . ilustre 'y' benemérito , solo porque
eit cumplimiento de su deber había acudi-
-do, á la defensa de una guardia amenazada.
Y no os fiei.s.• en que hasta ahora los esce-
sos no hay•ati'llegado á su colmo , y se ha-


- yan reducido d• vociferaciones y amenazas:
el desenfreno y la anarquia son como el
torrente, que pequeño y casi impercepti-
-ble en su origen,..crece y se aumenta en su


curso, hasta que hinchado y espumoso rom,
pe los diques , arrolla los ostáculos que
e oponen á su paso, y todo lo inunda y


destruye.
Si nuestros anarquistas parecen hasta


hora comedidos; tímidos y cobardes, es
porque su número no es todavia conside-
rable: dejad que nuevos reclutas le acre-
cienten , y la impunidad les haga osados;
y vereis si se limitan á dar gritos y á figu-
rar procesiones. Ahora es tiempo, ahora
es la ocasion crítica de imponerles respeto
ara siempre , desconcertar sus planes , y
•tstrar sus criminales esperanzas. No os


detenga ni el nombre de la• libertad que
vacan ni el título de pueblo que se ar-


rogan. Afortunadamente la iniquidad se ha-
ce traicion á sí misma; y ellos han pro-
bado con los hechos que no quieren liber-
tad, sino licencia ; y que lejos de ser el
pueblo, este.


huye despavorido al instante
que se presentan. Ya han visto repetidas
veces que apenas empieza la asonada, las
tiendas se cierran, los hombres de bien se
recogen á sus casas, y solo quedan en las
calles algunos grupos compuestos por lo
general de gente perdida , de las infimas
-heces de la plebe , y de algunos ociosos





eme siguen el tumulto por mera curiosidad.
Y entretanto, ¿qué hacen los comerciantes,
los propietarios, los empleados de todas
clases, los-artesanos conocidos, en suma,
todos los vecinos honrados ? Huir del bu-
llicio y llorar en silencio desórdenes que
tan de cerca les amenazan , y esponen sus
bienes y sus vidas á la codicia y crueldad
de los malvados. No : estad seguros de que -
no es el pueblo de esta capital ni el de
ninguna otra ciudad de provincia el que des-
obedece á la ley, atropella á sus ejecutores,
y turba la tranquilidad : son los mismos
hombres que en todos los paises del mundo
se interesan en el desorden, porque solo á
su sombra pueden , ó mejorar de fortuna,
satisfacer sus pasiones. Son los ociosos, va-
gos y malentretenidos, á cualquiera clase • de
la sociedad que pertenezcan: son los hom-
bres corrompidos, los viciosos, los estafado-
res, los tattres , los que han devorado su pa-
trimonio si le tuvieron', los que se ven opri-
midos de deudas, los que nada tienen que
perder, los que sin talento , sin instruc-
cion , sin virtud, sin mérito , solo pueden
hacer • figura, y -solo tienen esperanza de
medrar entre las turbulencias y el trastor-
no del orden establecido. Sí: de esta clase


1›,/
serán siempre los hombres que se cojan en
los grupos gritadores : no se hallará cierta-
mente en ellos ni al sabio modesto, ni al vir-
tuoso padre de familias, ni al militar pundo-
noroso y obediente: y si por acaso se encuen-
tra en ellos algar' jóven bien educado que
no haya perdido todavia la inocencia , el
pudor y la probidad que le inspiraron sus
padres, este será algun iluso y fanatizado


'á quien haya seducido el ejemplo, ó algu-
na mal entendida doctrina. Asi , ¡ó magis-
trados! cuando no alcancen los avisos an-
ticipados,: la persuasion , el ruego mismo,
y los medios conciliatorios ; no os deten-
gais en hacer uso de la fuerza de que la ley
os permite disponer. No os arredren las •
palabrotas .de que haceis armas contra el
pueblo: responded con seguridad que no
las empleais contra el pueblo, sino contra
una cuadrilla de pillos pagados, y contra
los amotinadores que los pagan. Y si con-
tra semejantes criminales no fuese permiti-
do usarlas , para cuándo se querian ? Si es
lícito perseguir ú. los salteadores de cami-
nos, y si la tropa y la milicia nacional ha-
cen un servicio eminente cuando logran
esterminarlos , é con cuánto mayor derecho
se puede desenvaymu« la espada contra los


TOMO XI,
2




facciosos amotinados, y cuánto mas im-
portante no será estinguirlos por la fuerza?
El salteador al fin solo atenta contra la vi-
da de algun descuidado ,é indefenso cami-
nante; pero el amotinado atenta contra los
bienes y la vida de todos los habitantes de
un pueblo; y lo que es mas todavia , atenta
contra la nacion entera, contra sus leyes,
su gobierno y su Constitucion política.
Creen algunos que los motines y alborotos
populares no son otra cosa que inocentes
desahogos y pasatiempos, cuando son el
crimen mas funesto y capital que puede
cometerse en el estado de sociedad. Aun
cuando por fortuna y por •la cordura del
pueblo no resulten muertes ni robos, los
amotinados hacen cuanto está de su parte
para que los haya ; porque suponiendo
la mejor intencion en los alborotadores,
estos en el hecho de romper el freno de la
obediencia, y de contrariar la accion de la
autoridad, proporcionan ocasion á los mal-
vados, que nunca faltan en una poblacion
numerosa, para que á favor de la confusion
roben , saqueen y maten. Asi es, que rara
vez dejan de cometerse en los motines,
por muy ordenados que parezcan, algunos
escesos de esta clase.


rg.
-Hasta aquí hemos hablado con el go-


bierno : hablemos ahora con los pocos hom-
bres de buena fe, que por un celo mal en-
tendido , Y por un patriotismo mas ardiente
que ilustrado, toman parte en las como-
dones populares, las defienden O las escu-
san. ¿Qué bien resulta, les preguntaremos,
de osas tumultuarias reuniones? Es esta la
manera constitucional, legítima y util de
dar á conocer al gobierno sus desaciertos,
si los comete , y de esponerle las necesi-
dades, los votos y la opinion del verdadero
pueblo? ¿No es libre la imprenta ? ¿No está
espedito á todo ciudadano el derecho de
peticion ? Pues escribase cuanto se crea con-
veniente, represéntese. con el decoro de-


. bido cuanto parezca oportuno, para que
el gobierno reforme sus providencias, re-
conozca sus errores, ó repare sus omisiones;
pero no se vaya á presentar la peticiou al
magistrado. á quien competa, llevando el
papel en una mano, y el puñal, el sable ó
el martillo en la otra. ¿Se han convenido
veinte, treinta, ciento , mil ciudadanos en
hacer una esposicion á la superioridad? ¿La
han estendido ? ;La han firmado ? Pues que
vayan dos ó tres comisionados suyos á en-
tregarla respetuosamen te á la corporacion




20


Ó persona que haya de recibirla: pero ¿en
qué pais en que haya orden, y en el cual
las leyes sean respetadas, puede permitirse
ni tolerarse que se vaya en tumulto , con
gritos descompasados, y con ademanes y
gestos de amenaza á. presentar la que por
mofa se intitula reverente peticion ? Esto
solo se vió en Francia en los tiempos de
la anarquía jacobínica ; y aun en Inglater-
ra, en donde á veces son tumultuosas las
juntas populares en que se acuerdan y fir-
man peticones, no va luego á entregarlas
toda la multitud congregada, sino los di-
putados que se designan : y si la esposicion
es dirigida al parlamento, ni aun son los
diputados populares los que las entregan;
es menester que la presente un vocal de la
misma cámara, y sin este requisito no se
recibe ni se 'toma en consideracion.


Dejando á' parte lo irregular é ilegal de
'-este modo de pedir , descaramos que los
promOvedores ó fautores de movimientos
populares , nos dijesen qué motivos tan po-
derosos , qué peligros tan urgentes ha ha-
bido hasta ahora para que no bastando los
medios legales, haya habido que recurrir
á remedios tan violentos como esta especie
de insurrecciones parciales. ¿Está Anibal


las puertas? ¿ han llegado los rusos al Pi-
rineo:? ¿ .han penetrado en nuestro territo-
rio ? ¿ vienen marchando hacia la capital?
¿en lo interior están sublevadas dos ó mas
provincias?' el gobierno es conoeidamen7
te infiel? ¿se ha descubierto ele una Mane-
ra incontestable alguna trama en .que es-
ten implicados los. mismos que debieran
desbaratarla y perseguir á sus autores, de
suerte qué si el pueblo no se levanta'-va
á arruinarse infaliblemente el sistema cons-
titucional? Pues si nada de esto hay; .¿ á
que alborotar y trastornar el orden pres-
crito por la Constitucion , para ocurrir á
un daño muy pequeño ó deshacer.algnna
equivocacion que pueda haberse cometido?
Recorramos todos los alborotos que has-
ta ahora ha habido en Madrid, y se verá
cuán futiles han sido los pretestos que se
han alegado para1scitarlos y defenderlos.
Que una parte de /os espectadores pide que se
cante en el teatro una cancion que no es-
taba prometida en los carteles, y el ma°e-is-
trado no quiere condescender con su de-
manda: alboroto al carito : vamos en tu, .
multo -á casa de este magistrado , y si le
encontrarnos en ella , arrastrarle por las ca-
lles. Que el rey hace un nombramiento que




2 2
no acomoda , y que el oficio ó primer avi,-
so no viene en regla : alboroto , procesion
al ayuntamiento y á la diputacion de Cor-
tes, gritos, hachones, bulla y amenazas.
Que el gobierno, en uso de las facultades
que le concede una ley recientísima, man-
da suspender las sesiones de una: tertulia
patriótica : tumulto otra vez, desprecio de
la autoridad, y necesidad de la fuerza ar-
mada para que aquella se haga respetar, y
se ejecuten sus órdenes. Que unos guardias
ofenden y hieren á un .miliciano: alboroto
y sitio ál cuartel de guardias. Que, un juez
no condena á muerte al reo que á nuestro
juicio la merece: á matar al reo y al juez:
este por fin se oculta , pero aquel perece.
Que un oficial teme, con fundamento ó sin
él, que la guardia que manda puede ser
atropellada; que avisa al general, que este
acude , que llegan tambien los otros gefes
militares y los magistrados civiles: no bas-
ta : es menester que el tumulto vaya á ha-
cer su oficio, que se le insulte al general,
que se pida su cabeza, que se le obligue
á dejar el mando y que dure dos noches
el alboroto. Que el rey está en la Granja y
nombra para un ministerio personas que
no estan en estado de desempeñarle ó nek


23
convienen: el error se repara ; pero sin
embargo, nueva gresca, corrida al ayunta-
miento, y que venga el rey á Madrid. Que
el gobierno, con razonó sin ella, exone-
ra del mando de una provincia á un ge-
neral benemérito é ilustre sin duda , pero
amovible constitucionalmente: pues dis-
pongase pasear en público su retrato para.
ciar en ojos al „gobierno: procesion. Pro-
hibe este que se haga la procesion ; pues
hacerla contra su mandato espreso, despre-
ciar sus amonestaciones, ceder, solo á la
fuerza, y decir luego que e! gobierno tiene
la culpa de algunas desgracias ocurridas por
nuestra tenacidad é inobediencia Esta es la
historia de las asonadas de Madrid: y por la
sola- relacion de los hechos se ve cuán gra-
tuitas y no necesarias han sido todas ellas,
y cuán abiertamente se ha quebrantado por
sus autores la Constitucion , la cual 'én su
artículo 7.° dice•que » todo espailol está obli-
gado á obedecer las leyes y respetar las


.autoridades • establecidas." ¡Cuánto mas fa-
cilmente se hubiera obtenido lo que en to-
dos estos motines 'ha podido haber de jus-
to y razonable, si se hubiese observado el
orden prescrito por la. ley! jEl magistrado
del teatro fue imprudente Articulos en




los diarios y esposicion al ministro para que
le haga las prevenciones oportunas; pero
no tratar de arrastrarle porque esta pena
es demasiado grave para tan liviana culpa;
suponiendo que lo fuese no dejar cantar
unas coplas. Que el rey hace malos nom-
bramientos: demostrar en los diarios que
lo son , y exigir si ha lugar, la responsa-
bilidad al ministerio. Que el gobierno , man-
da cerrar un cafe : obedecer, representar,
y no justificar con la resistencia la provi-
dencia misma que se reclama. Que los guar-
dias se portaron mal: gefes tienen y con-
sejos de guerra que los juzguen. Que el
juez no sentenció en justicia: apelacion á
la audiencia , recurso al tribunal supremo,
queja á las Cortes. Que el oficial de la guar-
dia no procedió con prudencia, y exageró
en sus partes el peligro: ya estan alli sus
gefes.: ellos examinarán su conducta y pro-
cederán con arreglo á ordenanza. Que el
rey está fuera y se le dan malos consejos:
ahi están los ministros, el consejo de es-
tado y la diputacion permanente que le des- .
engañarán : escítese unicamente su celo
en los escritos, y ábraseles los ojos 5i . los
tienen cerrados. Que Riego va de cuartel
á Lérida-; defiéndase y pruébese la inocen,


cia de aquel héroe ; pero no sirva su nom-
bre de santo para un motin. Esto es lo que
se hace cuando se desea el orden, se ama
la Constitucion , y no se busca camorra. La
prueba terminante de que no es el amor h
la libertad y el temor de qué se pierda,
lo que produce los alborotos , es que es-
tos TIO se han verificado cuando ha habi-
do un peligro real , aunque remoto, .E1 cu-
ra Merino se presenta con una banda . . al-
go numerosa, varios pueblos de Castilla
parecen seducidos y animados de muy mal
espíritu , en Salvatierra se enarbola abier-
tamente el estandarte de la rebelion : es-
tas ocurrencias coinciden con la inva3ion
de Nápoles y el Piamonte por los austria-
cos : un -grande ejército ruso, n.o necesa-
rio ya para Italia, continúa sin embargo
marchando hácia el mediodia , y la veni-
da del rey de Portugal ofrece algunas du-
das sobre las intenciones de los ingleses:
y sin embargo , todo.este conjunto de cir-
cunstancias poco fa%orables á la .


conserva-


cion del régimen constitucional no causan
en Madrid la menor agitacion popular.
No decirnos nosotros que ni aun con este
motivo hubiese debido haberla , porque an-
tes de llegar á este estremo habia muchos




26
otros medios legales de conjurar la tem-
tempestad; pero decimos que si entonces
el verdadero pueblo , es decir , la mayor
parte de los ciudadanos se hubiera pre-
sentado eh cuerpo delante del salon de Cor-
tes y hubiesen dicho á sus representantes:
» Cuál es n uestra situacion ? ¿ peligra ó no
peligra la libertad ? ¿ nos 'amenaza alguna
'invasion estrangera? En todo caso os
'rogamos que con tiempo se tomen to-
das las providencias necesarias para sos-
tener la Constitucion jurada: escitad la
vigilancia del gobierno: si el ministerio ad-
mal no es bastante capaz, activo y enér-
gico, suplicad al rey que escoja otras per-
sonas mas á propósito para salvar la patria


-en el apuro en que se halla. En este ca-
so , decimos, la numerosa reun ion y el
bullicio inseparable de una comtiocion se-
mejante, serian 'en cierto modo disculpa-
bles visto el noble y patriótico celo que
los habian producido. Pero ¿por qué en-
tonces nadie se movió , y luego se alboro-
ta, se grita y se insulta al primer gefe
militar de' la provincia , solo porque un
oficial ha querido alejar de una guardia
unos cuantos tragalistas ? Porque lo que se
quiere es rio revuelto , desorden , impuni-


27


dad , y quitar unos mandones para poner
otros : y la patria y la Constitucion que Dios
las defienda como pueda. Estos nombres
son muy buenos para hacer callar con ellos
á los que. intenten quitarnos la máscara, y
revelar nuestras verdaderas intenciones; pe-
ro no son masque nombres: nuestra ver-


- dadera patria y nuestra predilecta consti-
lucion son el poder y las riquezas, y ni
no ni otro podremos conseguirlo sino. en
1 trastorno universal , y despees de haber
citado del. medio á todos los que hoy os-
an apoderados de tan apetecibles bienes,
bjeto eterno de nuestros potrióticos deseos.
sta es la libertad que quieren los jacobi-


nos. Pero es faca probarles que ellos son
los verdaderos , los eternos enemigos de
la libertad bien entendida , y que son mu-


ho mas,..temibles que los serviles.
Primeramente, con sus escesos, con sus


alborotos , con su mal disimulada sed de
sangre, con su espíritu de intolerancia, y
con sus crímenes , hacen odiosa esa misma
ibertad , cuyo . nombre pronuncian para


profanarle. Varias veces hemos dicho en .es-
té periódico, y no nos cansarémos de repe-
tirlo, porque es una verdad muy impor- -
tante, que el jacobinisino fran ces ha hecho




28
mas daño á la causa de la libertad, que to-
das las bayonetas y cañones del despotismo
conjurado contra ella. N o solo facilitó el
es ta b lecimien tó de un a monarqnía militar en
Francia , é hizo soportable y aun adorada
por cierto tiempo la tiranía de Bonaparte,
sino que ha estorbado que las doctrinas fi-
b,sóficas'penetren por todas partes, y se di-
fundan con la rapidez que- era de esperar,
dado ya el primer paso-Jdela revelticion
francesa. Si esta no hubiera degenerado en
anarquía, si el desgraciado Luis XVI y su
inocente familia no hubieran perecido en
un cadalso, y si á nombre de la filosofía no
se hubieran cometido tantos horrores y crí- •
menes ; crímenes y horrores cuya narra ion
sola hace estremecer á todo hombre .c ne
conserve en su corazon algun resto de há-
inanidad; el ejempló de la Francia, y el
grande influjo que esta nacion estaba ejer-
ciendo hacia muchos. asíos sobre los demas
paises de Europa, tanto por su situacion
central, la uniVersalidad de su lengua, y la
celebridad de sus escritores , Como por
otras varias causas que aqui es inútil enu-
merar; es tas circunstancias, decimos, hubie-
ran hecho que á imitacion suya las demas
naciones hubiesen ido reformando sus ins-


tituciones políticas sin convulsiones ni tras-
tornos, y casi sin resistencia ; y en poco
tiempo la Europa toda hubiera sido consti-
tucional. Pero ¿quién no miraria con hor-
ror unas reformas que veia acompañarlas de
estragos, ruinas, lágrimas, sangre y deso-
lacion ? ¿Quién no temblaria al oir los nom-
bres de libertad y de filosofía, cuando veia
inmolados en las aras de estas dos divini-
dades los hombres mas grandes de la na-
cion mas ilustrada; cuando veia reynar im-
punemente el vandalismo Mas atroz en la
patria de Bossuet, de Fenelon , de Racine
y de Voltaíre: cuando veia transformado en
un pueblo de tigres el mas culto, mas hu-
mano, mas afeminado y voluptuoso de la
tierra? Es menester pues que tengan pre-


. sente nuestros anar quistas, que estas esce_
ras de horror son todavia muy recientes
y estar grabadas muy profundamente en to
dos los ánimos, y que -por lo mismo cada
paso que ellos clan hacia el jacobinismo,
enagena,de la causa de la libertad á un gran
número de personas ; porque temen que con
este título no se nos quiera llenar á la cíni-
ca, inmoral y sangrienta república de Ro-
bespierre; y porque no hay hombre sensato
que no prefiera el poder absoluto de


.
un mo-




30
harca, que no sea .el de Marruecos ú Cons •
tantinopla, á la dominacion del populacho.


Mas el daño que los anarquistas hacen
á la causa misma que aparentan defender,
no se limita á retraer de abrazarla á muchas
personas dentro de su mismo pais, haciendo
que miren con desconfianza y aun con hor-
ror unos principios de que temen se abu-
sará luego para sumirlos en la anarquía, y
en todas las calamidades que este monstruo
lleva consigo á donde quiera que se le da
entrada y acogida : todavia es mayor el per-
juicio que hacen á las sanas .


doctrinas, dan
do á sus enemigos un pretesto plausible para
perseguirlas. Como tenemos•la desgracia de
que las verdades mas incontestables, y al mis-
mo tiempo mas importantes y necesarias de
publicarse , desagraden á ciertas gentes, y
pierdan mucho de su valor: solo porque no-
sotros las decimos (que tanto pueden la
preocupacion y el espíritu de partido) , co-
piaréinos por esta vez lo que juiciosamente
ha dicho con ocasion de las últimas ocur-
rencias un periódico, al cual no se puede
echar en cara que está compuesto por afran-
cesados: es la gaceta de Madrid, la cual .en
su número 268 recordando el artículo 7.°
de la Constitucion ya citado , para hacer


3
ver que en todo caso es menester empezar
por obedecer á la ley, continúa asi: «.¿Se-
rán pues verdaderos amantes de este códi-
go sagrado los que obran contra sus espre-
sos• mandatos? Si lo son , las pasiones los
ciegan hasta el punto de infringirla por irnos-
medios , cuyas consecuencias pudieran ser
muy perjudiciales á la causa queestos mis-
mos promotores de conmociones intentan de-


fender. Si nos dejamos dominar por nues-
tras pasiones, nosotros mismos seremos fa-
tales instrumentos de los planes de nuestros
enemigos; y en el efímero triunfo de una
procesion, como esta, hallaran un dia de
gloria todos aquellos enemigos del sistema
que intentan estraviar la opinion pública,
que procuran suscitar resentimientos y par-
tidos, que tratan de sembrar la discordia,
que se complacen en ver escenas escandalo-
sas que puedan servirles de base para for-
mar un triste cuadro de nuestra situacion,
y que no desean sino que haya gentes ca-
paces de menospreciar las autoridades, y
sacar de este principio consecuencias muy
funestas . para nosotros , y de utilidad para
ellos. Si guiándonos por nuestra propia vo-
luntad, desobedecemos á las autoridades, y
presentamos á la Europa escenas semejan-




3?
tes , darnos armas d los enemigos esteriores
para que continúen, y aun exageren, las es-
candalosas calumnias con que procuran de-
nigrarnos , presentando al orbe político . •
nuestra hermosa revolucion desfigurada en-
teramente para desacreditarla: revolucion
que si nosotros mismos no nos empeñamos ,
en mancillarla, será eternamente la'admira-
cion del universo. Si no sofocamos varonil-
mente nuestras pasiones , y desobedecemos
á las autoridades, atraeremos indefectible-
mente sobre nosotros la discordia , y con
ella todo el cúmulo de males que son con-
siguientes."=«En los gobiernos libres, di-
ce mas abajo el autor del artículo, es tanto
mas necesaria la obediencia y sumision á
las leyes , cuanto los individuos por sí solos
nada son; pero el magistrado con la ley en
la mano es una autoridad suprema á que no
se puede resistir sin trastornar de arriba aba-
/o todas los principios sociales. Si la ley que
manda ejecutar el magistrado tiene algun
inconveniente, la nacion puede reformarla
por medio de sus representantes , en quie-..
nes ha depositado el ejercicio de su sobera-
nía. Este es el camino verdadero, todos los
denzas conducen derechamente á la anarquía
y á la ruina de la libertad. = Obedeced y re-


33
presentad, decia un sabio político constitu-
cional."


Asi se ha esplicado la gaceta ; y noso-
tros nada podemos añadir á tan juicio sas
reflexiones. Concluiremos pues advirtiendo
á los promovedores (le motines que acaso
lo hagan de buena fe , creyendo que asi
conviene para afianzar el régimen constitu-
cional, que tal vez sin que ellos lo sepan,
lo entiendan y ni aun lo sospechen , son el
resorte secreto de que se vale alguna mano
oculta, quizá estrangera , para estraviar la
revolucion, destruir la libertad , y restable-
cer sobre sus ruinas el poder arbitrario. Mi-
ren que Pitt derramó en, Francia mucho
oro para promover el jacobinismo, y arrui-
nar por mano de sus propios hijos aquella
nacion rival.


romo XL




34


TEATROS.


entendemiento y el mas bobo
comedia de don José de


Concluida la última representacion de
esta comedia, fui testigo de un diálogo
bastante acalorado entre una señora , do-
tada de muy buen talento y de una ins-
truccion nada vulgar, y un literato que
'labia estudiado con sumo cuidado á Aris-
tóteles , á Horacio y denlas legiladores de
la dramática. Sus opiniones acerca del ca-
racter del bobo, protagonista de esta pie-
za, eran contrarias : el literato sostenía que
don Lorenzo de Maqueda es una carca-
tura, como el Domine Lucas y el Asturia-
no 'en la corte: que su caracter éra inve-
rosimil y no tenia en la naturaleza origi-
nal ninguno á que referirse .: en Fin que
la risa que escitaba, se debia no á la ver
dad y gracia del retrato, sino á algunas
sales chocarreras de cliccion, á la ejecucion
del actor y á la estravagancia grotesca del
bobo , antes y despues de hacerse discreto.


35
La selora confesaba que la eiecucion


del pensamicrto es defectuosa : que el ca-
racter de. don Lorenzo está mal sostenido:
que un hombre que nada sabia ni nada ha-
bia estudiado, aun cuando se le suponga
capaale desenredar con arte y prudencia
una intriga que tanto le interesaba, no de-
be hablar sentenciosamente, ni decir, por
ejemplo :


«Esperiencia con mugeres
Es zapatear sobre vidrio."


«Yo abandono, concluia, la defensa de
Cailizares en cuanto á la descripcion del
caracter que inventó; pero defiendo su in-
vencion , y afirmo que está en la naturaleza
la revolucion que él indica en las faculta-
des intelectuales de su protagonista, y que
no es inverosimil , cuando un interes tan
poderoso,.como el de averiguar la inocencia
de la esposa que amaba, agitaba á un tiem-
po su corazon y su fantasía. Digo mas: aun
cuando fuese este hecho inverosímil, basta
que esté dentro de los límites del mundo
ideal , para perdonar la inverosimilitud en
favor del interes dramático y moral que ins-
pira esta comedia."


El honor da
sabe mas:
Caiiizares.




36
No me fue dificil comprender que el li-


terato sostenia con ardor la severidad de
los principios dramáticos, y la señora la
gloria *de su sexo, interesado en que se le
atribuya la facultad de dar algunas veces el
entendimiento , que casi siempre quita. Es
verdad que don, Lorenzo fue agradecido al
don, pues lo empleó en hacer patente la
inocencia dé una inuger. Sea como fuere,
la crítica de esta comedia les condujo á dos.
cuestiones, no fáciles de ser resueltas en
una conversacion de sociedad. Primera: ¿es
verosimil, segun el curso ordinario de la
naturaleza ., que un bobo adquiera entendi-
miento, cuando obra en él una pasión ve-
hemente ? Segunda: ¿ basta que no sea im-'
posible para la verosimilitud teatral? Estas
dos cuestiones , una ideológica , otra dra-
mática, no pudieron decidirse en aquella
sesion. No trataré yo de decididas en este
breve artículo : me contentaré con hacer al-
gunas observaciones que deben tenerse pre-
sentes para la resolucion de ambas.


Y digo en primer lugar, que la palabra
bobo tiene en castellano una significacion
muy vaga, porque es un adjetivo de cua-
lidad, y por consiguiente caben en él in-
finitas gradaciones. El fatuo, cl el es-


37
trípido, el cándido (aunque dotado de un gran


de magia instruccion), reciben latalento y
calificacion de bobo. Hay pues muchas es-
pecies de boberías; y hay algunas que si no
las corrige fa educacion, las corrigen el mun-
do y la esperiencia. Veamos á cual perte-
nece don Lorenzo.


Aunque confesemos que Cañizares c-
metióti algunos yerro* en la descripcion do
este caracter, sin eoubargo su peregrino dei-
envolvimiento está dibujado con mucho ti-
no é inteligencia. En el. primer acto es un
verdadero niño á pesar de, su edad juvenil:
pero es un niño de talento, aunque consi-
derado como joven, sea un gran majadero.
Sus travesuras y disparates indican el inge-
nio y malicia que suelen tener los niños,
y que tan necia y peligrosamente alaban
en ellos sus padres.


En el segundo acto está ya casado y
ama á su mugen. Los motivos ,de este amor
se describen en ia primera,eseena. No estan
tomados de la metafisica cle,las, pasiones, ni
espresadoseon•la exageracion de un amante
de teatro, son sencillos y naturales. Lo-
renzo se halla bien servido, bien cuidado,
bien regalado de su esposa,. lo que le hace
decir á su padre :




3$
41)s confieso, que hasta ahora
No sabia yp que hubiese
Manjar tan bello : en fin , son
Lindas aves las rnugeres."


No es mucho pues que la dulzura del
trato, la discreción y la virtud de Leonor
le hagan inspirado el afecto tranquilo y
aaradable que se conoce con el nombre det,


cariño conyugal, y que. tan preferible es
á las tempestades del amor. El primer efec-
to de este cariño es hacerle conocer su in-
férioridad de talento y su falta de ins-


-trticcion.


«Padre-, yo la quiero mucho:
Bien sé que soy un zoquete,
'Y en la lengua que la hablo,
La pudro, pero me entiende."


Las puerilidades que . 11enaron todo el'
acto primero;--cesan, aunque le queda aque-
lla petulante-locuacidad que en él era ya un
hábito. Ya empiert á disgustarse con los
galanes que rondan su casa. Ya penetra el
sentido de la palabra honra, que para él se
reduce á no perder el autor de u esposa,
que tan feliz /e hace.


39
Todo esto prueba que la bobería de don


Lorenzo ni es estupidez ó negacion de ta-
lento, ni itheciiidad ó carencia de sentí-
mieñzos activos; sino una infancia prolon-
ada mas allá de la época,en que comun-
ente latermina la naturaleza. La idea fun-


intenta' que sirvió para crear su carácter,
es suponer que fue niño hasta que se .casó-,
y que el amor de su mugen desenvolvió sus
facultades intelectuales. Esta/hipótesis po-
drá ser inverosimil en ideología ) pero no
o . es en dramática; porque,:m el teatro n'o


tenemos dificultad ,en 'acceder: á las conven-
ciones dé queucis ha de resultan placeniu


Con e tino sigue d:eserívolvi eJ
(lose El caracter del bobo:en. él, segundp
acto: apenas se entera de lo que contie-
ne el fatal billete, su primer movimiento
es aborrevec Leonor ;..pero el. amor no
tarda en recObrar sus derechos ,y ea inspi-
rarle que haga- una .:mas ,informa-
cion del delito. :No , es estiraloie. necesi-
te de pruebas mas: evidetvtea,.. porque no
se condena coirlicilidad . :a-iquieu.se zuna.
Tampoco es,;est•aiio que tepnutbe los par,
tidos violentos 'que adoptan 'sn,,padresuY
suegro, en gañadOspo
pariewias : pues


habia sido
btestio'os 'del manejo de-doña Isa-





bel , y oido .qué el nombre verdadero de la
criada Dorotea era doña Irles. Bastaba pues


.


el amor, el temor de la ignominia, y el
deseo de ver justificada .á ,su esposa, _para
sugerirle los medios que empleó en la in7»
dao-acion de. la verdad; mucho mas cuan-
de doña loes . ,suiada por. .la generosidad y
la gratitud, no se negó 'á hacer las reve-


laciones necesarias.
El monólogo del tercer acto , aunque


esplica los pasos por donde ha pasado don
Lorenzo para llegar al estado de discrecion
en que se halla , tiene el defecto de ser de-
masiado elevado en la diccion : los pensa-
mientos son ciertos, pero el: lenguage ne,
es el del bobo.


»Yo de Leonor bien pódria
Saber la verdad : mas ¿cómo


.:Ha de ;manchar una indigna
Desconfianza á quien ha de
Vivir~~mi; compañia ?
Si • •Otá,itiOcente ( que es cierto),
¿Cómo viviré á su vista ?
¿ Ni cómo á un hombre querrá,
Que sabe que desconfia
De ella? ¿No es darle permiso.
Para la culpa., decirla


ue pudo ser capaz de ella?"
¿Pues cómo me he de arrojar
A Maltratarla, á reñirla,
Labrándome yo la ofensa ,
Que ella quizá no imagina?"


Todo esto y aquello de


»A una ignorancia
Una reprension castiga."


Y el final,
”y si el daño se confirma
Hay un : veneno qud.calla ,
Y no •tin puñal que publica."


es demasiado. lino para un bobo, Los mis-
mos pensamientos pudieron haberse pre-
sentado bajo formas mas análogas al carac-
ter de don Lorenzo.. Estos descuidos de
elocucion son los que haeen mas inverosi-
mil de lo . . que es la transformacion del
protagonista.


Cañizares, aunque no tenga la versi-
ficacion de Calderon , es sin embargo flui-
do , y cuando no es chocarrero noble. Es
menos gongorino que su antecesor Cánda-
mo y que su sucesor Zamora. Esta come-




1


42
dia es de las que versificó su autor con mas
descuido: sin embargo, podemos citar al-
gunos versos que den á conocer el giro de
su estilo. Pertenecen á la ésposicion que
hace doña Leonor en la primer escena del
primer acto.


Os vi, os oí, y me rendí :
Chipa fue , pero engañada,
Es culpa , en que hoy en el mundo
Hay muy pacas que no caygan.
Dígalo yo que despues
De franquearas la esperanza
Que á nadie di, continué •
Las veras con= .que os amaba.


Y asi porque no es razon
Despues ¿le ansencia tan larga ,
Que sobraI'de otras finezas ,
Querais conmigo gastarlas,
Idos con Dios .don Enrique:


Que como dió tu tardanza
Motivo á que se creyese
Tu muerte, buscaron traza (I)
De darme esposo mis padres:


(r) Espresion 'vulgar y baja. Ya empezaba el
prosaísmo á suceder á la hincliazon.


43
He ciado mi fe y palabra.
de obedecerlos sumisa:
No . es posible quebrantarla:
Si tú has tenido la culpa,
Tu allá contigo te habla
Y te responde; que aunque
mil satisfacciones haya,
No llegando á tiempo, solo
Me está bien el no' escucharlas."


radin Barbarroja: drama en tres,actos
en. prosa.


El célebre pirata argelina Ara¿lin Bar-
barrojafue completamente derrotado en una
interpresa contra Regio, ciudad de la Cala-
bria , defendida per el general' Alvarez,
gobernador de aquella plaza : y tuvo que
embarcarse precipitadamente con las reli-
quias de su ejército, dejando en poder de
los españoles tiendas, municiones y baga-
jes, siendo la pérdida que mas sintió la
de su esposa, que quedó en . el campamen-
to sin serle.posible abrirse paso hasta ella.
Veinte años de combates: nOv!ales y terres-
tres, el favor del gran Sultan , que le




44
nombró por su almirante, y- la gloria qué
Labia adquirido siendo terror de los cris-.
tianos , no pudieron ni hacerle olvidar su
pérdida , ni consolarle de .ella , ni estinj
guir el deseo de vengarla. Al cabo de aquel
tiempo se le proporciona tina ocasion de
atacar á Regio con ventaja : se apodera de
ella por la traicion de un caballero na-
politano: se goza en la venganza que va
á tomar del general Alvarez, quti . aun era
gobernador de aquella plaza, y que habia
caido en su poder. Pero en el momento
de saciar sus iras sabe que el gobernador
español habia encontrado á su esposa
próxima al parto en las tiendas abando-
nadas por los moros ; que la 'labia condu-
cido á su palacio y mandado cuidar con
el mayor esmero ; y que habiendo dado
á luz un niño entre las agonías de la
muerte, e,1 piadoso Alvarez le habia adop-
tado, corno hijo, dándole una educacion
distinguida , y formando su corazon al va-
lor y á la:virtud. Barbarroja reconoce á su'
hijo y se hace amigo -de su prisionero.


Este reconocimiento es muy dramá-
tico. Con él y con el caracter de Barbar-
roja se podria . haber compuesto un drama
del género novelesco, que aunque nunca •


45
pudiera elevarse ni aun á la dignidad de
la comedia sentimental, produeiria sin em-
bargo un efecto agradable en la represen-
tacion. El autor no lo quiso asi. En este
drama hace un papel muy principal el co-
barde , el vil, el traidor, el despreciado
Estéfano : y ya se sabe lo que es en el
teatro un amante desechado y un corazon
bajo. Hay tambien una poterna, cuya
puerta se abre á la serial de dos cañona-
zos : hay un anillo de Barbarroja que sirve
de salvo conducto para hacer cuanto se
quiera: hay una permita de la "Virgenque
el traductor llama Madona: en fin hay to-
do lo que se quiera, menos artificios dra-
máticos.'


El caracter de Barbarroja es el único
que está bien marcado : sin él no se po-
dría sufrir ni el primer acto. Es el . hom-
bre que no reconoce mas imperio que el
de la fuerza y de los sentimientos. Sus
rasgos mas característicos son la prepo-
tencia y la ven fianza. Cuando no quiere
admitir la palabra de Estéfano por ga-
rantia de sus promeas, y cuando le pre-
gunta al traidor con una admiracion in-
sultante ¡tú amas ! , casi se le perdona su
p rofes.io n.




46


Medio infalible para prestar su dinero sin
riesgo.


Aseguro por mi fe que nó entiendo una
palabra de eso que llaman economía pú-
blica; pero lo que es economía privada , y
aun s ; se quiere añadir un gradito mas lla-
mancilla privada miseria, todavia podré
decir que hay pocos que hayan llegado al
alto grado de mi saber. Decia yo muchas
veces entre mí mismo, ¿cómo es posible
que siendo tan corta la vida del hombre
para gozar, y tan larga para sentir, haya
tantos que se atrevan á disipar los znedios
de continuar gozando sin arredrarse de per-
petuar sus sufrimientos ? Este raciocinio
que yo hacia frecuentemente, y que no ha
dejado de atormentarme muchos ratos, Ha-
cia de' dos enormes equivocaciones, de.qtze
ya me voy corrigiendo poco á poco, mer-
ced








á la esperiencia y_ á los buenos ejem-
plos que se me presentan cada dia.


Creía yo, miserable, y creen todavia
algunos inespertos, que si bien hay uno ú
otro caso en que se puedan hacer ganan-


47
cias de pronto , como si dijéramos acer-
tando un aran terno en la lotería , ó arries-
gando una ó muchas veces con buen éxi-
to alguna especulacion mercantil , ó final-
mente , heredando á un indiano rico,
cuyo parentesco se ignoraba, lo comun y
mas ordinario es que el caudal grande
mediano proviene de las economias y de.
los ahorros que hace el baron prudente de
aquello que le sobra para el tiempo en que
le falte. Afanibame pues por adquirir y
por ahorrar , y no tenia. jamas un peda-
zo de pan en mi boca que 110 me viese ten-
tado á dividirle con lo's dientes, y reser,
var la mitad para otro dia. Eso del aguar
el agua, preguntar por la tercera mano, y
dormir en.cueros en las noches mas frias
del invierno , lejos ele ser para mí unos ras-
gos originales de avaricia , no eran sino ac-
ciones usuales é indiferentes , que así se me
venian á la Imaginacion como á iln juga-
dor de oficio el hacer trampas.


Otra de las equivocaciones que contri-
buia á hacerme mas económico de lo que
lo soy realmente, era la preocupacion y el
horror que se había apoderado de mi alma
contra los que piden prestado; pues aun-
que sé muy bien , y saben. otros muchos




48
que abundan por esos mundos de Dios, yo
estaba tan encalabrinado contra esta plaga,
que á cualquiera que me daba los buenos
dias le cortaba la espresion , pintándole mi
pobreza, mis desgracias, mis enfermeda-
des, mi desnudez y todo cuanto porfia con-
tribuir á disuadirle del propósito que yo
le suponia. Ya se deja discurrir que con
tales disposiciones hubiera sido mas facil
arrancar un clavo de las estrellas , que sa-
carme un peso duro ; y asi renuncié de una
vez á labrarme amigos ni ingratos , si la
adquisicion de unos ú otros me habia de
costar u la parte del fruto de mis afanes.


Fuime confirmando cada vez mas en la
idea de ahorrar cuanto pudiera, para au-
mentar mi peculio á costa de privaciones;
y era grande mi desconsuelo al ver lo poco
que al cabo del año encontraba en mi es:»
condite de reserva. Mas come, por otra par-
te estaba bien convencido de que con el
dinero sucede lo contrario que con los ma-
les, porque estos entran por arrobas y sa-
len por adarmes, no me atrevia á empren-
der nada en que hubiese de aventurar una
mínima parte de mi caudal.'Asi seguí unos
cuantos años, hasta que al fin un amigo,
que hasta los avaros los tienen , después de


49
aplaudir mucho mi prudencia, mi previ-
sion y demas virtudes que quiso suponer-
me, me dirigió el siguiente razonamiento:


» i Hasta cuándo le ha de durar á usted la
urania de desconfiar de todo el mundo , y
no aventurar nada á la suerte y á la bue-
na fe de los que bien le quieren ?' ¿Cómo
ha podido usted alimentar por tanto tiem-
po el error de que el dinero parado sirva
para mas que dar inquietud á su dueño, sin
que le provea nunca completamente para
calmar sus necesidades? No le digo á usted
que abra sus gabetas á todo yente y vi-
viente, ni que por una falsa vergüenza


-ponga en .
manos de cualquiera desconocido


el fruto de sus largos afanes. Esto seria lo
• mismo que aconsejarle sid próxima ruina,
en el caso no esperado de que usted signie--
ra semejante consejo ; pero todo tiene én
el mundo su justo medio , y no hay gé-
nero alguno de veneno, del cual, bien ad-
ministrado , no se pueda estraer alguna
medicina provechosa.


»Eso de prestar dinero es conforme ".á
quien se presta , á lo que se presta , y á
las condiciones con que se presta : de tal
modo , que puede llegar el caso de recibirse
un préstamo en el mismo momento y en la


TOITO X. 4




JO
misma operacion en pie hace uno el papel
de prestador , ó como se suele decir , de
prestamista. Mas claro : puede suceder , y
sucede efectivamente , que uno que presta
lo que tiene ó lo que no tiene, lo haga„
con tales condiciones, que antes de des;,
embolsar un maravedí, ya se le hayan su
ministrado medios para que preste ; en cu'
yo caso ya usted ve que no es grande el,
peligro de arruinarse."


De n.nera , amigo rujo, le repliqué, qu
si lo que usted se ha propuesto esta maiiw-
na no ha sido otra cosa mas que venir ••'
perder el tiempo y llenarme la cabeza.de pa-
radojas, hubiera hecho muy bien en no qui-
tarme el que tanto necesito para trabajar y
ganar el sustento. Parécele á usted acaso
que yo soy algun pelele ó un trillo á quien s
le haga creer cuanto se quiere, por mas ab
surdo é inverosimil que ello sea? ¿Quia
ha de poder persuadirse á que haya algun


tan a t
olondrado y tan pródigo , que film-


quee mismo dinero para que le saquen de


apuros ? NO le seria mucho • mas facil va-
lerse de sus recursos propios, que andar
mendigando y ofreciendo premios al que no
le hace ningun . favor ?


Ay que pobre Itombre.es usted , y cuá


51.
poco está en lo cierto de lo que pasa en este
miserable mundo! Si usted no estuviera tan
de priesa , y. no presumiera tanto de su sa-
ber en materia de economías, yo le mostra-
ria tales y tales documentos de tales y tales
operaciones de préstamos, que al paso que
le escitaseq la admiracion , despertarian su'
apetito de prestar en términos hábiles ; de
modo , que no: querria hacer otra cosa en
todo el dia. Venga usted acá, desdichado,
¿ no ha oido usted algunas veces referir el
capricho de los grandes señores de compro-
meter á. algun tertuliano suyo de escasa
fortuna para que les dé una comida ó al-


. muerzo , y que estos sin gasto ni molestia
salen cicl apuro avisando al repostero y co-
cinero de la casa , y asi no solo obsequian
espléndidamente á su rico Mecenas, sino


• que les quedan luego abundantes despojos
para el resto de la semana ? ¿Y no ha oido
usted á estos mismos decirles á sus amigos
con cierto ayre de propia conviccion : hoy
he dado de almorzar o de comer al duque de
tal, ó al marques de erial, que se empeñó en
sorprenderme Pues asi ni mas ni menos se
suelen hacer algunos préstamos en el mundo.


Citando era usted muchacho se hablaba
ya con escándalo de lo que llaman usura




J2
réditos inmoderados de las cántidades que
se prestaban. No rabia escritor adocenado,
ni predicador de plaza que no se ensangren-
tase contra los pícaros usureros , pintándo-
los con coloridos horribles; y aunque no de-
jasen de tener razon en el fondo , caerian
en el estremo de reducir demasiado el ver-
dadero valor del dinero, escluyéndolc casi
de la clase de los objetos productivos. Es-
tas y semejantes doctrinas estaban en ar-
monía con las leyes que regia!) entonces, y
unas y otras con los lentos progresos que
en aquella época Labia hecho la ciencia
económica. Pero lo que ciertamente á nadie
Rabia ocurrido, ni era fácil que ocurriese,
era el prestar recibiendo, como se presta
en el dia. • •


Qué diría usted si
,
se le presentase ma-


lana un hombre, que aparentando grande
amistad y afecto á su persona , le dirigiese
estas ó semejantes razones: «Señor D. Fula-
no, yo no puedo mirar sin pesadumbre el
mal estado de los negocios de usted, ni
permite mi amistad que vea con indiferen_
cia la ruina de su crédito, y la péraida de
su buen nombre: toda mi vida me he esta-


, do desvelando por contribuir al bien y á
la prosperidad de su casa, y no solo sacri-


5.3
ficaria gustoso mi caudal, sine también mi
propia,vida‘ por verla floreciente y acredi-
tada entre los propios y los. cstraños : por.
eso'ffie he determinado á venir 4 proponer-
le que se sirva: admitir un pstaino: sne
quiero hacerle sin interes-alguno r, y solo•eo:
1110 tributo : de mi fiel amistad.. Yo sé que
usted no tiente ;


dinero en arcas; que los.
acreedores le . persiguen . , y . (p;te yo mismo
soy uno de ellos por parte con que he
contribuido -á surtir su despensa en >estos
tSltimos años.de escasez; pero esto no le ha-
ce nada, y lejos de haber entibiado mi ca-
riño, me sirve de nuevo estímulo para dar-
le mas y mas pruebas del •iteres que siein,
pro me. ha inspirado.


»Propongo á usted pues que acepte do-
ce mil pesos que le .entregaré,en metálice,


• don la condicion preeila de:-que al término
élérininosqUe yo señalaré y •rms co • ven-
gamos , .me; los: ha de devolver usted- con
otros tres inil,mas á que montan los recibos
de •rni crédito , , que nadie,Ille quiere admi-
tir sin la pérdida de cuatro, ql.,intas partes.
De este modo,osted • restablecerá su crédito
Perdido, y podrá renovar el giro de su co-
Mercio, y reponerse de las pérdidas ante-
.riores.• La única dificultad que; me ocurre




54
es, que por decontado me ha de dar usted
letras á la vista, por valor de. diez mil pe7.
sos, y luego una autorizacion - para buscar
yo lo restante, bajo la firma de usted." •


Dígame ahora por su vida , ¿ cuál fuera
la respuesta qué le daria usted á quien vi-
niese haciéndole semejantes proposiciones?
¿No era cosa -de coger una tranca y rom-
perle las costillas, no tanto npr lo inicuo de
la propuesta,


-cuanto por el'insulto de vé--
nir presentándola corno un servicio ? Pues
sepa usted, amigo uno, que 'no-es una mera
hipótesis este caso que le figuro; .


sino que
suele presentarse decuando en cuando, y
lo : sue aun debe admirar mas es, que se
acepte y realice. ¿ Y seguirá usted to-
davía con el caprielp de mirar como ar-
riesgado el prestar•Su dinero? Vuelva usted
por fin sobré sí, y déjese .dé ésos mezqui-
nos -ahorros y economías:


•asi Dios le cen,
itiplique las ganancias , ya que en la forma
propuesta no es posible que• es,perimente
la mas mínima


- pérdida.-'Busque, indague,
solicite y no', 'desfallezca hasta encontrar
quien le admita sus benéficas proposició-
nes • que yo .s le • ofrezco -pOrierle en el ca-
mino de hallarlos con solo',darle una copia
de varios contratos que Casualmente tengo
en mi poder,


De la igual reparticion de los impuestos.


Esta cuestion interesante ocupa en la
actualidad á los . publicistas del reyno de
Hanover. Como en Alemania , segun las
antiguas instituciones feudales, no solo eran
nobles las personas, sino tambien los bie-
nes, gozan estos de la exencion de impues-
tos; y en algunos paises donde la ley per-
mito su venta, se transmiten con este privile-
gio á los compradores plebeyos. Parece que
no hay cosa mas natural, mas conforme á
razon , Mas 'imperiosamente dictada por ,la
justicia, base de todo bueni gobierno , que
la proporcional reparticion riel impuesto
'entre todos los que gozan el beneficio de la
asociacion. Los principios en que se funda
esta máxima son tan evidentes, que cree-
riamos hacer un agravio á nuestros lectores,
si tratasemos de desenvolverlos. Mas util
nos parece manifestar el orden de los acon-
tecimientos históricos, en virtud de los
cuales vino á,ser un principio reconocido
en todas las naciones europeas, que los que
mas ganaban en la asociacion , no debiesen.




56
contribuir en nada á los gastos necesarios
pa, a sostenerla.


Bajo los emperadores romanos , aunque
hubiese distincion de personas, no la La-
bia de bienes. El territorio de cada pro-
vincia pagaba las contribuciones asignadas
en el canon general del imperio , v sostenia
ademas las cargas municipales. Unas y otras
se repartian con proporcion entre los pro-
pietarios.


Pilas la invasion de los bárbaros del nor-
te cambió enteramente el sistema fiscal. Los
reynos que conquistaron , fueron mirados
como propiedad de los conquistadores, que
al fijarse repartieron entre sí las tierras, asi
como antes de fijarse repartian el botin he-
cho al enemigo. El rey sostenia el esplen-
dor de su casa con los inmensos dominios
que se adjudicaron á la corona ; y los gas-
tos públicos, reducidos entonces á los de
la guerra , no necesitaban de un erario na-
cional; porque los varones estaban obliga-
dos á acudir al ejército con todos los vasa-
llos que dependian de ellos inmediata y
mediatamen te. Todos los servicios se hacian
en especie. No se pagaba á los trabajadores
de 'una obra pública sino se imponia este
trabajo como una contribucion á la infeliz


J7
clase proletaria condenada á la servidum-
bre ; y que, si no nos engañamos, tomó de
aqui el nombre de pechera , asi como •el
servicio mismo se llamó pecho ó pecha en
algunas provincias. Este nombre .pasó á los
tributos en dinero, cuando los Subo. El
•nombre de pechero, es decir, de contribui-
dor á las necesidades del estado, fue un
nombre de ignominia, incompatible con la
ingenuidad ó la ciudadanía, que era la úni-
ca nobleza de aquellos siglos. Villano ó pe,
chero eran sinónimos; porque los que con-
tribuian eran esclavos, no ciudadanos. No
por eso dejaban los nobles de contribuir,
pues asistian con sus personas y vasallos á
la guerra, y á costa suya ; pero este servicio
era glwioso, porque era voluntario.


Se ve pues que el sistema de contribu-
cion personal establecido en los siglos bkr
bayos, tanto para la clase de los siervos,
como para la de los señores, debió poner
en descrédito la contribucion pecuniaria;
mucho mas, cuando las pocas que Labia de
esta especie, recaian sobre la clase mas in-
feliz ydespreciada del estado : ..es decir, so-
bre los artesanos y comerciantes, casi todos
judíos y odiosos á la Europa ignorante. y
fanática. De aqui nació la antipatía .entre




5 8
la nobleza y el comercio, que aun no esta
enteramente desarraygada : de aqui el des-
precio que manifestó la nobleza á la clase
opulenta , apenas empezó á renacer la in-
dustria despees de los siglos bárbaros: de
aqui la preocupacion general que se con-
virtió en máxima inalterable de politica , á
saber : que la nobleza no debe contribuir sino
con su brazo y con su espada.


Cuando los comunes cobraron su liber-
tad y se Pusieron bajo la inmediata protec-
cion del trono, entonces empezó á revivir
el antiguo gobierno municipal que habia
sido la principal fuerza de los romanos. Los
reyes tuvieron ejércitos y los mantuvieron
con las contribuciones que los comunes se
imponian á sí mismos en los estados ge-
nerales, cortes, dietas ó parlamentos. La
ciase noble que habikperdid,o la soberanía
feudal , no podia , como antes, llevar á la
guerra sus mesnadas, y ni ellos ni el clero
querían someterse á la ignominiosa con tri-
bucion. Por otra parte, el rey era mas fuer-
te que ellos. Se transigió pues entre el po-
der y la vanidad, y tomaron . el nombre de
donativo las contribuciones que el clero y
la nobleza se impusieron en los estados ge-
nerales. Mas como_ sus bienes eran de dife.


55
rente naturaleza que los del pueblo, y ellos
quedan distinguirse absolutamente de los
que contribuian , fue necesario que la
votacion . del 'donativo privilegiado se sepa-
rase de la del impuesto .comun; Y esta fue
una de las causas principales que .contri-
buyeron á la divisicn del cuerpo represen-


_ tativó en estamentos.
Las monarquias que se hicieron abso-


lutas en los siglos XV y XVI, conservaron
los impuestos que,


pagaba el prieb‘lo , los
-agravaron con otros nuevos, sé organi;:a-
ron poco á poco los sistemas de hacienda,
todos funestos y vejatorios, y fundados so-
bre el princip io que el rey tiene autoridad
»ara exigir. de .


sus súbditos las contribucio-
nes necesarias para sostener 'el estado. Pero
si el ministerio se atrevió: con él pueblo y
le oprimió facil é . impudentémente , no fue
-asi con las clases privilegiadas, á cuyo fa-
vor hablaba la costumbre de tantos • siglos,


• que los esceptuaba de impuestos á ellos • y
- á sus bienes. Por otra parte, la industria.
'crecia , el comercio prosperaba , el descu-
brimiento de las Américas transferia la opu-
lencia á la clase industrial; ylas contribu-
ciones de esta eran mucho mas importan-
tes para el erario , que lo : que podria sacar




(So
de los donativos de la clase privilegiada.
E/ gobierno quiso mas bien dejar á los no-
bles en.posesion de sus antiguas exencio,
nes , que disputárselas. con escándalo ó
exigirles donativos, para los , cuales era ne-
cesaria la convocacion y ,reunion de los es-
tamentos. En cuanto al clero, ,ya estaba
muy domesticado :, las bulas de Roma trans-
ferian al erario una gran parte de la con-
tribucion decimal , voluntaria al principio
y despees forzosa en el fuero interno y
esterno , cuando las tinieblas de la barba-
rie confundieron en un mismo caos la mo-
ral , la religion , • la política y la econo-
mía.


Los pueblos de Europa perdieron su li-
bertad y cayeron en manos de los minis-
terios; pero la nobleza conservó. sus bie-
nes.


Era tambien esclava ; pero Sus grillos
eran de oro. Los . ministros les dijeron : re-
nunciad al poder que por ,tantos siglos ha-
beis ejercido: no seais mas.que que noso-
tros queramos que seais.: humillaos al ce-
tro absoluto ; os, daremos alguna parte en
el gobierno ; os conservarémos el privitegzo
de-no servir de izada á la naC1011 z en pago
solo os pedirnos, que realmente no seais nada.
Servid , adulad , cargaos de eondecoraciol


6r
nes , y sobre todo ," 'despreciad al pueblo, y
dejad en nuestras manos sus intereses.


Asi fue. La nobleza desde aquélla épo-
ca., ni sirvió en el ejército á su costa ,
ejerció gratuitamente ninguna magistratu-
ra , ni contribuyó en nada á los graváme-
nes públicos. No ignorarnos que ha habi-
do escepciones muy honoríficas ; pero no-
sotros hablamos de la ley , no de los in-
dividuos. El beneficio de una generosidad
aislada es muy parcial : las calamidades
que produce una mala ley, son incalcula-
bles.


Pero en fin, los progresos de la indus-
tria y los de la c¡vilizacion han enseñado
tanto al pueblo como á los gobernantes,
que la sociedad civil no es una compafi;a
leonina, en la cual trabajan muchos para
que gocen pocos; sino una verdadera co-
munidad , dirigida á conservar á cada uno
los bienes que posee ; y por consiguiente
que cada ciudadano debe contribuir en pro-
porcion de los goces que le asegura la aso-
ciacion. Establecido este principio en eco-
nomía, y generalizado en las naciones, se
ha estirpado la antigua preocupacion de
tal manera, que los mismos nobles son los
primeros eri, reconocer la injusticia de un


1


A


1




G2
privilegio , que los coriaena á la inutilidad.
Díganlo las dietas particulares de las pro-
vincias hanoverianas , compuestas en gran
parte de la nobleza del pais: dígalo la cá-
mara de Pares de aquel reyno , formada
de la nobleza superior : todas estas corpo-
ra!;:iones se han declarado á favor del re-
partimiento igual de la contribucion y en
contra de las exenciones nobiliarias. Toda-
via está libre la nobleza de algunos gra-
vámenes : mas no tardará en estar someti-
da á todos, corno sucede ya en muchos
estados de la confederacion alemana. Esta
saludable revolucion se debe á la influen-
cia que va insensiblemente tomando en los
'gobiernos la clase industrial y productora;
ya se mira como un honor contribuir á las
necesidades del estado ; y la ley que fija
en Francia la cantidad de contribucion
recta , necesaria para ser elector ó dipu-
tado, ha dado el último golpe á las preo-
cupaciones nobiliarias en materia de im-


_puestos.
Es muy digna de observacion la mane-


ra lenta y silenciosa con que Alemania va
haciendo sus reformas. Inglaterra y Francia
han debido . las instituciones de que gozan,
á sangrientas y horrendas revoluciones ,


63
grandes tentativas, á ft:llenísimos errores
y amargos desengaños: Italia, la mísera
Italia aun yacerla en la ignorancia de
los verdaderos principios políticos, sin las
invasiones de los ejércitos franceses, que
tantas calamidades derramaron en su her-
moso suelo : España , aunque su valor le
aseguró la independencia , y su cordura la
preservará de las guerras civiles , sin em-
bargo ha sufrido las reacciones del poder
absoluto, las persecuciones de los partidos,
y la guerra de adjetivos, si no tan sangrien-
ta , mas duradera é importuna que las pros-
cripciones. Solo á lá Alemania ha conce-
dido la Providencia una marcha progresi-
va sin convulsiones ni retrocesos. Algunos
atribuirán este fenómeno al carácter flema-
tico de la nacion ; pero no hay que fiarse
en el carácter nacional en tiempo de re-
voluciones ; porque entonces se trueca y,
desfigura. Algunos atribuyen á la ligereza
y volubilidad francesa los males de su re-


olucion : quisieramos saber á qué se de-
ben atribuir las calamidades de la revolu.-
don inglesa en el siglo XVII. Jamas los in-
gleses han sido ligeros ni volubles. Desen-
gaiiémonos: el hombre es el mismo en to-
dos los paises, cuando sus pasiones se exal.




64
tan; é iguales causas políticas producirán
en todas partes efectos semejantes.


Nosotros creemos , que los alemanes de-
ben la tranquilidad con que caminan á la
perfeccion de sus instituciones , al estudio
meditado y profundo que han hecho de la
historia de Francia é Inglaterra en el tiem-
po de sus revoluciones. Esos dos grandes
cuadros, tan fecundos déleccione,s para los
reyes y para los pueblos, deben contener
el deseo desapoderado del cetro absoluto, y
la urania de una libertad desenfrenada que
no está en nuestras costumbres ni en nues-
tras ideas. Bastannos las garantías consti-
tucionales: bastanos influir en el gobierno
por medio de la imprenta , por medio de
las elecciones, por medio de las peticiones;
pero la Europa no está en situacion , y
probablemente no lo estará nunca , de en-
cargarse ella misma de su gobierno , y de
ejercer la soberanía sin delegarla , cómo ha-
cian Roma , Atenas y Esparta.


Icé diria un viagero?


Escelente cosa es el viajar, sobre todo
cuando puede hacerse con la posible como-
didad y seguridad. Para lo primero, lo mas
esencial .es llevar buenas letras á la vista so-
bre diferentes pueblos ; y para lo segundo,
no poner los pies en ningun pais donde no
haya una escelente policía.


Luego que se reunen estas dos cosas,
ya puede un viagero dedicarse á observar
la diferencia que encuentra entre las cos-
tumbres, leyes, usos, diversiones ect. del
pais por donde viaja, comparadas con las
del suyo.


No es ahora nuestro intento hacer una
enumeracion de los estudios que deben pre-
ceder á los viars , ni mucho menos dar re-
glas y documentos para sacar el fruto debido
de ellos: puede ser que algun dia nos ocurra
decir alguna cosilla sobre esto, á pesar de
que estamos-convencidos de que los que tic.
nen medios para viajar no suelen tener tiem-
po para leer; y entre los que gustan de leer
hay muy pocos que tengan medios para -s'U-


TOMO XI,
5




66
jar. Hablarémos pues, no de los que em-
prenden un viage, sino de los que vuelven
á su patria habiéndose verificado en ella du-
rante su ausencia mudanzas sustanciales en
la forma del gobierno. Fiouremonos , por
ejemplo, que un español , amante de su pais,
hubiese pasado muchos años recorriendo di-
ferentes pueblos de Európa , y volviese en
el dia despues de planteado el régimen cons-
titucional , trayendo bien impresas en su
imaginacioo las diferentes escenas de que
hubiese sido testigo.


Parécenos que al llegar á España neo'• po-
dria disimular su admiracion , al ver las
grandes cosas que se han ejecutado en tan
pgrt, tiempo, y la inmensa carrera que se
ha abierto á las luces y á la libertad , úni-
cas fuentes de la prosperidad de las nacio-
nes. Verja ese palacio de nuestros reyes ro-
deado de las mismas señales de respeto y
amor hácut su augusto dueño, que siempre
han distinguido al fiel pueblo español; pero
mas facilidad para que penetre por él la
justicia sin necesidad de ir apoyada en el
brazo del favor.


Volveria.los ojos hacia otro. edificio in-
mediato, en el cual solo dejó á su salida
un semillero ele monges; y no podría me-


67
:nos de 'sorprenderse al encOntrar en aquel
mismo recinto á los representantes de toda
Ta nación, encargados "pin. ella 'de la tirilla-
éidh 'de lasleYes *de que ha de . depentler su
dicha acttil y venidera. ¡La' daciou eipario-
la reunida 'en un colegio de mangos! Esta
'sola consideración es capaz de suministrar
tantas t'an útiles reflexiones, corrió las que
hirieron la ini4itiacion (le Ivon al oir la
canipaiia de vísperas en el capitolio de
Roma.


Retrodederia Inicia la gran casa de los
consejos, y alli donde otráS 'veces estaban
refundidas la tutoría de los pueblos, y las
trabas de la ádministracidn municipal y li-
teraria USO el nombre de prdtéeción, solo
éncontraria lo que Siempre debió !latid ., que
és un tribunal supremo de JUsiicia , y solo
de justicia. ¡Ojalá que todos ti denlas ofi-
cinas 'qUe encierran aquellos 'innros hubie-
sen podido adquirir el inisnici grado de es-
tabilidad, y no estuviesen tan espuestas á re-
cibir formas y modificaciones diferen-
tes , (píe Se i




eiinevan á cada nueva planta
cine se quiere 'tlar á la administracion


Sttbiria-despties á. la plazuela (le'l'a villa,
y en vez de hallar los destinós ,de . la ma-
gistratura municipal constituidos en una




éspecie de mayorazgos de fija sucesion en-
tre padres é hijos, ó cuyo dominio se trans-
feria por medio de un contrato de compra
y venta, cual pudiera hacerse con un cajon
para vender fruta, solo verja alli una por-
don de' ciudadanos elegidos voluntaria y
legalmente por todo el resto del vecindario,
tanto mas poderosos para hacer el bien,
cuanto mas apoyados se hallan en la con-
fianza de sus comitentes. Alli encontraria
reunidos en una misma sala y elevados al
mismo nivel los personages de la primera
gerarquia, y los mas humildes artesanos;
desempeñando juntos una misma comision
el modesto fabricante y el que ocupó los
primeros empleos de la monarquía. Vería
últimamente unos hombres justamente or-
gullosos del aprecio de sus conciudadanos;
pero tan tímidos y desconfiados del acierto,
como el que sabe que dentro de dos años
ha de volverá la clase de simple particular.


De este modo iría recorriendo nuestro
viagero las calles de Madrid ; y ya que no
advirtiese grandes mejoras en la policía in-
terior y urbana , encontrarla á lo menos la
conviccion de su necesidad, que es el pri-
mer paso para buscar los medios de esta-
blecerla,


6.9".
Cuáles serian las primeras .refleiones


de . este viagero, cuando en. el silencio de
su gabinete empezara á meditar en el esta-
do actual de su patria, no ya comparán-
dole con el antiguo, sino con relacion á la
suerte futura que preparan á la España sus
nuevas instituciones ? Parecenos que su
primer temor seria el de que no supiesemos
aplicar bien los principios de la filosofia á
los actos de la legislacion, y que á fuerza
de no ver confirmadas por la práctica las
teorías brillantes de las ciencias económi-
ca y gubernativa, llegasemos á atribuir á
ellas mismas lo que solo dependiera de su
mala aplicacion. El esceso de gozo que hu-
biese esperimentado su corazon por ver
plantados los cimientos de la pública feli-
cidad, reconocidos todos los abusos, y pro-
clamados todos los' derechos , no lejimpe-
dipia el temor de que algun día se emplea-
sen los hombres mas viles y perversos co-
mo instrumentos necesarios de una revolu-
cion útil en sí misma.. •,Cuántd:recelaria
pie por falta ide prévision llegará á prosti-
tuirse al crimen el,Santo ftiego'dél patrio-
tismo, y que la licencia caminara triunfan-
te bajo las banderas de la libertad!


Veria_con placer que los encargados del




70
gobierno velan,


, atienden, temen. y precz.
ven los riesgos , infundados ó probables de.
alguna intencucion estrangera ; pero mira-.
ria como uu .gran .


mal esas voces insidio-
sas de:falsos terrores, qué acaso no se es-
parcen sino :para ocultarnos los verdade-
ros peligros, y 110 . inspiran funestas des-
confianzas,


para provocarnos á echar por.
tierra .sucesivamente todos los apoyos del
gobierno constitucional.


Mucho fflnsancharia su pecho el . ver el
fondo de . justicia y de rectitud que carac-
teriza á nuestro puebloiN .y, pn, deseo ina7
to de ver premiada la virtud, y


. castigado el
crimen ; pero se estremeeeriaal pensar lo
que seria si degenerara en una: alegria fe-.
roz, á la vista de los ,


patíbulos , , que levantó
el terrorismo de la Francia, y si bajo pre-.'
testo de descubrir..eriminales . se labraran
diariamente enemigos del nuevo orden de.
cosas.


Pasmado y complacido al mismo
po . al veruna multitud ,de reformas hechas,
ó proyectadas , no por, eso dejara de es-
timar peligroso el ciego espíritu de ino-
vacion , que sin pararse á elegir ,


lo que frie-
ra util y aun necesario conservar, quiere.
que indistintamente todo se destruya, sin


mas- nióriVo que una, rutina inbOadora.
Hombres y cosas muy buenas habia en el
réginien . antiguo que lo serán con mas
zon eneU .ritievo , y hombres y cosas muy
malas . se han debidó desechar , no-por án.
tiguas, sino . por haberse' demostrado' qué
son perjudiciales. ¡Si supieran esos' perpé•
tiros declamadores centra. todo lo' antigito,
cuán limitadús se Muestran á los ojos de
los honibtes sensatóS,• y cuán pobre idea
dan . de su' jitieio . eri' aque'
llo mistrib en que se 1.es • ligiirá que lo lu-
cen y que hacen el papel de hombres de
pro! Ca da inovaciOn • indiscreta y mal me-
ditada•ncis : aleja , inereibleniente del término
de las, verdaderas reformas. Cuán distinto
seria el estado de nuestra hacienda pública
si no se . huliese apoderado de nosotros
esa,, funestá:il tnania.. de destruir, solo para;
inóvar! .Nélay' cosa mas fácil que decla.
mar centra las . •preocupaeiones ; pero es'
bastante'dificil encontrar hombres entera-
nieta& despreocupados..


Dos eran- las causas principales que vi-
ciabánH en España , ' el poder monárquico,
haciéndole absoluto: y á veces injusto : el
no tener rseñaladós sus límites mas que por.
resistencias parciales, ylhó estar apoyadas




2
las bases del trono robre la soberanía esen-
cial de la nacion. Pero una vez recono-
cida y proclamada esta, y colocados aque-
llos perpétuamente en la representacion na-
cional , el poder monárquico es sin dispu-
ta alguna el menos espuesto al despotismo.,
La opinion general de Europa propende á
disminuir el poder de los reyes y á aumen-
tar los derechos de los pueblos ; y en Es-
paña no hay mas .medio seguro para con-
servar el justo equilibrio entre uno y otros,
que la confianza absoluta en el poder le-
gislativo.


Leeria con ansia nuestro. viagero la mul-
titud de escritos que se publican diaria-
mente, y si bien se complaceria al ver
publicadas en su lengua una multitud de
verdades que antes se recataban con es-
crupulosa severidad, se avergonzaria al ob-
servar la 'audacia y la estupidez de algu-
nos escritores que profanan el nombre de
patriotas. Estos son los que destruyen to-
dos los días aquello mismo que procuran
edificar los verdaderos liberales. Estos qui-
sieran consolidar un gobierno monárquico
constitucional, y los primeros se empe-
ñan en hacerle odioso : estos quieren que
el pueblo sea verdaderamente libre, y


73
aquellos se empeñan en convertirle en un
tirano feroz : estos desean reformar las cos-
tumbres, y aquellos proclaman el triunfo
de los vicios y la impunidad de los crímenes.


Verja á los hombres de bien y á los
amigos de la moderacion esparcidos, mudos
y consternados, mientras que los violentos
y exaltados se reunen, se electrizan y for-
man planes de desórden y de trastorno ge-
neral. Veria.....


é Pero á qué detenernos mas en decir lo
que venia un viagero cuando pueden ver
lo mismo hasta los que no se mueven (le
su Casa? Lo que principalmente importa
es que ni los que viagen tengan que hacer
á su vuelta estas tristes reflexiones, ni que
los hechos. que presencien en su pais les
despierten el deseo, 6 acaso la necesidad de
viajar,




.41'NT N CIÓ.S
Tratado de . los delitos y de las penar-;..es,-:


Grito en italiano. por el marques de Befa:,
ría, y traducido al castellano por D. Juan
Rivera.


El tratadito que anunciamos ,es tan co-.
nocido y estimado en las naciones cultas;
el nombre de su: autort iari, célehre.; .y. su
autoridad tan 'Clásica en materias de legis
lacion criminal, que hariamos•,un agravio'
manifiestokla instruccion de, nuestros lec..1'
tures, si nos:detuviese/nos á.tecomendarleS:1
una obra cuyo elogio queda hecho en el ac..¿•
te)) solo dwanunciarla. Asi nollablarémos,
sino de la nueva traduccion„ para asegurar
al público que es


• muy superior por lai fi-
delidad , lenguage y estilo á la publicada
el año último , y que contiene el erudito
comentario con que la enriqueció el escri-
tor mas elegante de Francia en el siglo i8,
comentario que no se incluyó en la tra-
duccion anterior. Por consiguiente, la nue-
va puede ser útil y aun hasta cierto punto ne-
cesaria lí,,.16-';1


. 'vayan tomado la primera.
Se vendY,kt ;14 .. -it'We ría de So jo, calle' de


las
-


Sistema de la moral ó la teoría de los de-
beres, desde el tiempo de los Bramas hasta
el presente. Un tomo en 12.° Valen-
cia i821.


En está obrita se hace esposicion de los
principios que mas han hecho prosperar á
la moral, desde las máximas que difundie-
ron los antiguos sacerdotes de la India,
hasta las que ha publicado en nuestros tilas
el célebre Cabanis.


En el discurso preliminar que le pre-
cede se hace un ligéro analisis de la doc-
trina de aquellos primeros códigos orienta-
les tan célebres como poco conocidos; ci-
tándose al paso preciosos fragmentos de
obras perdidas en las épocas • nas elevadas.
Lo mas apreciable de este discurso es un
principio abstracto que sirve de regla á
todas las ciencias intelectuales, y para de-
mostrar su evidencia se ha formado la his-
toria de la moral.


Alas si acaso envuelto el autor en la te-
nebrosidad de los si,1,\< de pasa , y
rodeado de la com II!aci"te'Ass axiomas


^




76
que espone „ no lograra en un todo llenar
el objeto que se ha propuesto , le que-
dará la satisfaccion de haber descubierto
y dado á luz el indicado principio, y de-
lineado los progresos de una de las cien-
cias que este puede regular en aquella edad,
en que al entrar de la estacion de la juven-
tud , la mayor parte de los hombres ali-
mentan solo lejanas esperanzas de poder
algun dia llegar á poseerlas..


Se hallará en la librerúz de Alonso y
Antoran, frente á san Felipe ei''real.


77


Catechisnze eastituzionale per il regno di
Napoli:,


Durante el tiempo de la revolucion de
Nápoles se han escrito en Italia obras muy
dignas de nuestra consideracion , porque
se han dirigido á ilustrar los plintos mas
dificiles de nuestra Constitucion política , y
á facilitarnos el vencimiento de los ostá-
culos que podremos encontrar á los princi-
pios de nuestra carrera en el establecimien-
to de un gobierno representativo. De esta
naturaleza es el Catecismo constitucional de
que damos noticia en este artículo, por
haberle visto casualmente. Es una imitacion
de otro catecismo español en que su au-
tor se habia propuesto ilustrar el entendi-
miento de todas las clases del pueblo sobre
los principios fundamentales de las leyes
constitucionales. Hemos hallado en él or-
den y mucha claridad : este libro inspira
amor purísimo á la religion , á la patria,
al rey y á la libertad : ataca el espíritu de
faccion; manifiesta los errores y peligros
de que es preciso huir, y señala con mu-
cho acierto lo que constituye verdadera-
mente la autoridad del rey y de sus mi.




N.' 62.
Slanno, 6 DE OCTUBRE DR /821.


De la dictadura.


9.8
nistros, la representacion nacional y las
'instituciones "ConstitircIiales. Suscítase la
cuestion tan comun de la necesidad de'una
segunda cámara, que no admite la Cons-
titucion espanola, adoptada interinamente
por los napolitanos; y se dice que Una so•'
la cámara pudiera pasar Mas. allá de sus
justos límites en un pais donde el clima y
temperamento de los habitantes inclinan á
la precipitacion. Mas una .cámara de pares
tiene apariencias de oligarquía, y podria
degenerar fácilmente hadendose auxiliar
del poder ministerial. Para remover este
peligro , discurre que en caso de estable-
cerla, se la deberia enlazar estrechamente
con los intereses generales de la ilación, y
piensa que se conseguiria en cierto modo,
haciendo personal y no hereditaria la dig-
nidad de los pares; que estos fuesen ele-
gidos por la cámara de los diputados , y
que el talento y las virtudes patrióticas
fueran siempre los mejores títulos de los
electos. No hay duda en que una nueva
cámara de esta naturaleza podria ser útil,
bastante dificil su degerieracion; pero los
publicistas napolitanos tenian la discrecion
necesaria para profundizar bien esta cues-
tion y otras semejantes , antes de resolver-
se á decidir un punto de tanta Importancia.


• CENSOR,
PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO.


1 ..Jos publicistas é historiadores mo-
dernos han prodigado los elogios á la sa-.
biduria de los romanos por haber creado
un poder supremo, pero temporal, inviola-
ble, enérgico y no sujeto á responsabilidad
en las ocasiones de grandes peligros civiles
ó militares. Al mismo tiempo han elogia-
do la virtud de aquellos rígidos y virtuo-
sos republicanos , que 'abdicaban la dicta-
dura y volvian á la vida privada , apenas
pasaba el peligro, sin esperar á que se
cumpliese el tiempo de .la: le Los Porfu-
mies , los Cincina tos, los Papirios y los Fa-
bios Maxirnos se presentan como modelos
de severidad , de valor y de moderacion


TOMO xr. 6




82
á la posteridad, que se contenta con admi-
rar sus virtudes sin imitadas : porque si
comparamos con aquellos grandes hombres
los dictadores modernos, solo encon traré-
mos á Wasington digno de entrar en pa-
rangon con ellos : y Crom-uel , Napoleen
y Robespierre deben desengañar á la Eu•
ropa moderna de que la dictadura no ,es
una institucion á prGpósito para las costum-
bres actuales.


Pero como hay algunas personas ins-
truidas que no pueden desentenderse de
la impresion profunda que les ha causado
la historia portentosa de los primeros si-
glos de la república romana, nos parece
muy conveniente disipar' el prestigio que
aquellos nombres venerables y aquellas ac-
ciones sobrehumanas causan en las almas no
tan gigantescas de la presente generacion:
y sin quitar su verdadero mérito ni á los
hombres ni á las cosas, tratemos de ave-
riguar sus causas políticas y morales. Me-
nos prodigiosos nos parecerán los sucesos
cuando se les vea contenidos como tm ger-
men en las causas que los produjeron.


Roma fue una aristocracia despues de
la espulsion de los Tarquinos. Los patricios
abusaron de su poder : el pueblo conoció


83
sus fuerzas , aspiró á mandar, y por la
creacion de los tribunos se estableció en
el foro una lucha perpetua y regular en,
tre




y el senado. El éxito de esta
Iid


la plebe
le.eyb no sangrienta fue la victoria del


partido popular, que entró á la partieipacion
de todas las magistraturas, lo que convir-
tió el gobierno en una verdadera democracia.


Obsérvese que el siglo de oro de la
dictadura romana fue en el intervalo de
esta lid entre la plebe y los- patricios. Des-
pues que se decidió la victoria , armella ter-
rible magistratura empezó,.:ti descaecer. Sos-
tenida como dignidad militar por Lucio Pa-
pirio, se hizo despues mas rara , se desti-
nó casi eselusivamente á ceremonias re-
ligiosas ; en fin , se envileció hasta tal pun-
to, que aun en la persona ilustre de Fabio
MaXimo estuvo sometida á los antojos y
caprichos de un favorito de la plebe. Sila
y Ce-;ar tomaron el nombre de dictadores:
mas su principal fuerza estaba en el pro-
consulado., no en la dictadura. Los dicta-
dores, hAblando rigo rosamente, no fueron lo
que debieron ser, y pa ra lo que se habian insti-
tuido, sino desde la guerra de los Latinos has.
ta la ley licinia, es decir, durante el intervalo
en que los patricios y los plebeyos'sedis-,




84
putaban el poder. Este hecho • solo basta
para dar á conocer con qué intenciones se
habia creado aquella suprema magistratura.


Roma estaba rodeada de enemigos este-
riores, que su sistema de depreda ,;ion y
conquista le habia suscitado. El gobierno,
que estaba esclusivamente en manos de los
patricios , necesitaba de soldados ; y el pue-
blo, que aspiraba al poder , no quería con-
tribuir á las victorias, á la opulencia y al
aumento de la domínacion de sus tiranos.
Solo se alistaba con gusto, ó cuando el pe-
ligro esterior era grande, ó cuando los con-
sules lisonjeaban sus esperanzas , ó cuan-
do los tribunos les adquirian en- el foro al-
guna ventaja sobre el partido contrario. Son
célebres y conocidas las secesiones de la ple-
be al monte Sagrado y A N'entino : la cobar-
dia afectada con que algunas veces huyó
del combate , . solo porque sufriese el des-
honor de la derrota un consul aborrecido:
en fin , tás contínuas interdicciones que opo-
nian al alistamiento los tribunos de la plebe.


Se ha observado con admiracion , que
el pueblo romano nunca tomó las armas
contra los patricio s. Esta admiracion es jus-
ta, y prueba la conviccion que tenia la
plebe . de que la destr uccion del senado dé-


85
jaria á: Roma entregada é los enemigos es-
teriores. Por eso .no quería apoderarse del
poder, sino repartirlo con la nobleza. Ade-
mas la eseeleute institucion del patronazgo
y la clientela, y la un ion íntima de las ideas re_


• 1 d ios as con el gobier no, impedian que las dis-
putas del foro fuesen fatales y-


sangrientas.
El gobierno de Roina.en esta época no


se sostenia por las leyes, sino por la moral.
El pueblo obedecia precisamente hasta
aquel punto,, y no mas, que era necesario
para que no se disolviese la asociacion.


En estas circunstancias los patricios pre-
pusieron á la aceptacion -del pueblo ladey
que creaba temporalmente uu supretnoma-
gistrado que administrase la repliblica C0
dominio. absoluto, y que no fuese.


respon-
sable de su administracion. Creado el dic-
tador, cesaban .en sus funciones todos loa
magistrados ordinarios, y si las conserva-
ban, era á voluntad del supremo gober-
nante. Su nombramiento pertenecia á uno
de los cónsules por invitacion del senado.
Los patricios. creyeron que los dictadores
nombrados de su mismo cuerpo , y tenien-
do sus misMos intereses, serian favorables á
sus pretensiones , y les dañan una victoria
facil en sus disputas con la plebe. Por ¡otra




86
parte , nadie podia desobedecer al dictador;
y por consiguiente estaban seguros de ob-
tener el alistamiento de las legiones, ya pa-
ra triunfar de los enemigos esteriores, ya
para alejar de Rema á los plebeyos mas
atrevidos y acreditados.


La plebe no vió á los principios en \ia
dictadura sino la ccsacicn del poder de sus
enemigos naturales, que eran los consules
y el senado. Con el tiempo se observó que •
la dictatura no era mas que una tregua de
la guerra del foro; y cada dictador , al . ab-
clicar la magistratura , dejaba las cosas in
statu quo. La razon de este fenómeno es muy
clara. El dictador era afecto á los privile-
gios de la nobleza; pero al mismo tiempo
necesitaba del pueblo para pelear con,los
pueblos del Lacio, y conseguir los honores


• del triunfo. Su política exigia que conten-
tase 'á entrambos partidos, y se limitase á
conservar el orden y la union durante -el ..
tiempo de su gobierno.


Los que celebran como tina gran vir-
tud, que ninguno de estos dictadores aspi-
rase á la tiranía, no conocen la historia de
Roma. Qué hombre se hubiera atrevido
á poner su ambicion entre las dos grandes
corporaciones que se disputaron palmo


87
palmo la fortaleza del poder durante siglo
y medio, sin temer ser oprimido con el
peso de entrambas El senado hubiera des-
deriado á un dictador que hubiera afecta-
do hacerle grandes servicios; y el, pueblo
hubiera hecho pedazos á un dictador que
se hubiera puesto á su frente para degra-
dar el senado y las magistraturas , á las cua-
les aspiraban los plebeyos. La moderacion
de los primeros dictadores romanos nacia,
no de sus virtudes, sino de la necesidad
irresistible de las cosas. Ante la ambicion
de las masas enmudece la de los individuos.
Los decenviros aspiraron .í la tiranía, por-
-que ejercieron la autoridad legislativa : mas
el dictador, magistrado 'meramente ejecu-
tivo , no podia ni aun pensar en prorro-
gar el tiempo de su magistratura.


Los dictadores hicieron á. Roma gran-
des servicios ; calmaban las disensiones in-
testinas , anudaban el vínculo social, cuan-
do ya estala para romperse ó desatarse:
tritinfaSan de los enemigos esteriores ; mas
no alteraban la situacion esencial de la re-


; porque su magistratura, ni servia
ni pocha servir para eso. Proclamaban las
-treguas; mas no hacían la paz. Esta no po-
cha obtenerse sino por un tratado solemne;




y los dictadores no tenian poderes para ha-
cerlo. Cuando el senado admitió en su se-
no y en las sillas enrules á los plebeyos, ce-
só la guerra, y fueron inútiles las treguas,


• y por consiguiente la dictadura, que desde
entonces quedó desacreditada. Los Scipio-
nes , los Flaminios, los Marcelos y los Ma-
reos triunfaron en los siglos siguientes, no
como dictadores sino como procónsules.


Nos hemos estendido tanto acerca de
la esencia y espíritu de la dictadura roma-
na , para que se conozca cuán imposible
es de aplicar su teoría á las exigencias de
las naciones modernas , y cuán. equivoca-
dos estan los que quieren hacer consecuen-
cia de sus buenos efectos á los que produ-
ciria en las naciones modernas de Europa
una institucion semejante. El resultado de
nuestras indagaciones es que la dictadura
en Roma solo era un medio para obrar enér-
gicamente conuco el enemigo esterior, y para
acalla,' por algun tiempo las disensiones in-.-
teriores. Mitigaba los síntomas de la enfer-
medad política; mas no la curaba radical-
mente. Impedia la muerte de la sociedad;
mas no ...le daba la salud.


Veamos ahora si las dictaduras estable-
cidas en las naciones -.modernas han teni-


89
do el mismo origen , y producido los mis-
mos efectos.


Las mas notables en la historia de los
últinios siglos son el poder absoluto con-
cedido á la familia real de Dinamarca , la
autoridad que Florencia concedió á los Mé-
dicis , la dictadura perpetua de los inqui-
sidores de estado en Venecia , el protecto-
xado de Cromuel , el gobierno revolucio-
»ario de la convencion , que fue una ver-
dadera dictadura popular, y el consula-
do de Bonaparte. No contarnos entre las
dictaduras el gébierno militar del ilustre
Wasington, porque aunque prolongado por
muchos años , su autoridad nació mas bien
de la confianza ilimitada que se tenia en
sus virtudes , que de alguna disposicion
legal. Ejerció una dictadura de opinion,
corno Thnoleon entre los siracusanos, é
igualó la perfeccion del belio modelo que
la 'antigüedad le presentaba. No hablare-
mos de las dictaduras ya efímeras, ya du-
raderas , que ejercen en la actualidad los
gefes de la América española insurreccio-
nada , porque aun no pertenecen al domi-
nio de la historia. Su carrera política no esta
Concluida, y las pasiones, pésimos jueces pa-
ra juzgar los hombres y las cosas, estan vivas.




yo
El motivo que ha dado nacimiento á


las dictaduras modernas, es muy diferente
del que creó la dictadura en Roma. El dic-
tador romano era un magistrado creado se-
gun las leyes para remediar un peligro in-
minente y para dar alguna .tregua á las di-
sensiones civiles: las dictaduras modernas
todas se han establecido para farminar las
discordias intestinas y consolidar la repú-
blica. Se proclamó la libertad, tras ella vi-
no la licencia, las venganzas, las reacciones
de los partidos, la sangre, la proscripcion, .
todos los horrores de la guerra civil : los
pueblos se cansaron de sufrir , y buscaron
un asilo en los brazos del poder absoluto.
Tal es el origen de las dictaduras tuode-r,
nas , seinejantes á la única (heladora roma-
na que les sirvió de modelo, aunque no
tuvo este nombre , cual fue la dictadu-
ra de Augusto.


La anarquia feudal devastaba la Dina-
marcá: el pueblo sufria alternativamente
la opresion de tantos tiranos como varones
hacia. Cansado de padecer, entregaron el
poder supremo y absoluto al rey ; y fue


»El primero que con una
Autoridad á su patria


91
Libró del yugo de muchas (1).


Abatióse la tiranía feudal bajo el des-
potismo del trono: el pueblo fue esclavo
y vivió -tranquilo. Pasaron los siglos; va-
riaron las ideas y las máximas de gobier-
no; pero el trono'no ha abdicado todavia
la dictadura , aunque hace mucho tiempo
que no es necesaria.


La democracia florentina, fatigada á ve-
ces de los disparates que hacia, cedió el
puesto en varias ocasiones á la aristocracia
mercantil , que gobernaba tan mal como el
pueblo. Sucedieronse tres hombres de ca-
beza y valor, canfióseles sucesivamente el
poder. Las turbulencias de la república flo-
rentina terminaron ; pero todavia subsiste
la pequeña monarquia absoluta que fun-
daron los Medicis, con el nombre de gran
ducado deToscana.


El fanatismo y la licencia tiñeron de
sangre el solio ingles despues de una guer-
ra civil ,'larga y sangrienta. Proclamóse la
república: eligióse por protector de ella al
mas atrevido, al mas hipócrita de los morta-


(1) D. Antonio Zamora , en la comedia : Castigan-
- do premia amor.




92
les. Cromuel se apoderó de la dictadura,
dió gloria y cadenas á la Inglaterra , mu-
rió en su lecho y transmitió su autoridad
á su hijo. Si Ricardo la dejó perder, este
beneficio lo deben los ingleses á su -mode-
racion, tachada injustamente de inbccili-
dad por los historiadores.


La efervescencia de los partidos, la con -
juracion de toda Europa contra la Francia
constitucional , la falta absoluta de con-
ciencia política en los magistrados, en las
corporaciones y en los ciudadanos, y la com- 1pleta disolucion de todos los vínculos so- . • '
ciales , sugirieron á la convencion la idea .,
nueva en los anales del gobierno , de con- ..1.',
fiar el poder dictatorial al pueblo mismo.
Creyeron con la institucion del gobierno 111!
revolucionario evitar los peligros de la
libertad, poniendo en manos del pueblo la
decision de su suerte, y dar á la autori-
dad toda la energia necesaria por medio
del terrorismo, que debia inspirar el ha-
cha de la ley, colocada permanentemente
en manos populares. El ensayo que se hizo
de esta nueva idea , fue muy funesto. Pro-
dujo, como se debia esperar, todos los ma-
les de la anarquia y todos los del 'des-
potismo. En semejantes circunstancias to-


93
da la dictadura popular debió caer en ma-
nos, no de los mejores generales, no de
los mas hábiles políticos, sino de los que


alasrnlisonjeasen pueblo con espectácu-
los sanguinarios : estos fueron Marat y
Robespierre, sostóvose este indefinible go-
'bierno hasta que sus primeros agentes co-
nocieron que iba acercándose á sus ca-
bezas el hacha revolucionaria. Tuvieron
valor un dia , y el dictador popular cayó
en el abismo que él' Babia colmado de
sangre.


Los que redactaron la Constitucion di-
rectoria) no dieron garantías á los parti-
dos en que estaba .dividida la Francia ; por
consiguiente no se terminó la revolucion


• ni la guerra estrangera, á pesar de tantas
víctimas y de tantas victorias. Los hombres
que ansiaban por la tranquilidad , entrega-
ron la dictadura á un gran general; y este
convirtió la Francia en una monarquia mi-
libar. El trono que fundó hubiera sido eter-
no, si él mismo no se hubiera complacido
en aglomerar sobre sí todos los rayos de
la Europa indignada.


Por esta rápida esposicion de los hechos
consignados. en la historia, se ve que es un


fenómeno general en las dictaduras moder-




94
nas haberse todas convertulo en tiranías per-
manentes, cuando por el contrario los dic-
tadores romanos no solo no conservaron
el poder absoluto , pero ni aspiraron á él
Este fenómeno general tiene dos causas muy
notables que vamos á desenvolver.


La primera es , que los dictadores ro-
manos no recibian la supremacia del poder
legislativo, sino la del poder ejecutivo, pa-
ra libertarla república de un peligró inmi-
nente. La dictadura no era otra cosa que la
roncentracion momentánea del poder. El se-
nado decia á los cónsules: la patria está en
peligro : el pueblo no quiere alistarse bajo
vuestras banderas : ceded vuestra autoridad
á un dictador , que triunfe de los enemigos
y suspenda la animosidad de la plebe. El
dictador nombrado tenia á un lado al se-
nado, celosísimo de su autoridad, y á otro
el pueblo , que no renunciaba á sus pre-
tensiones. Su fuerza consistió en el ejérci-
to; y este se componia de los mismos pa-
tricios y plebeyos que se disputaban la so-
beranía : Qué elementos de despotismo le
quedaban ? ninguno : asi un dictador , á
pesar de toda la grandeza del imperio que
se ponia en sus manos, ni era ni pocha ser
mas que un mediador.


g5
. No asi en las naciones modernas. En
esta 3 se ha entregado á un solo hombre to-
do el poder, cuando se le ha hecho dicta-
dor, sea cual fuere el nombre que se ha
dado á su autoridad. Los pueblos le han
dicho : confianzos en ti: da fin á las cala-
midades de la guerra esterior : consolida
nuestras instituciones: proporciónanos la paz
para que puedas hacerlo , ponemos en tus
manos toda la fuerza , todos los poderes de
la nacion. ¿Y qué han hecho estos grandes
delegados de los pueblos ? Han conseguido
victorias, y dado la paz esterior, pero para.
satisfacer su ambicion Han resta-
blecido el orden y la tranquilidad interior;
pero ha sido quedándose dueños del poder.
¿La culpa fue de Cromuel ó de Bonaparte?
No. Lo mismo sucederá siempre que el po-
der se coloque sin reserva en manos de un
solo hombre. Nunca le faltarán pretestos
para conservarlo.


é Fue virtud en Papirio ó en Camilo no
aspirar á la tiranía ? No : porque no te•
pian medios para ello. Fueron nombrados
dictadores para vencer á. los samnites y á
los galos ,




y no mas. Ni el senado , ni el
pueblo hubieran sufrido que hubieran pro-
longado su magistratura mas allá de la épo-




7,1


96
ca señalada por la ley. Cuando la abdica-
ban antes de los seis meses , era porque el
senado les hacia insinuaciones, que equiva-
lían á órdenes. La dictadura era mas bien
un espantajo para imponer respeto al pue-
blo, que una verdadera autoridad.


Y porque se conozca como iguales cau-
sas producen iguales efectos, á pesar de
la diferencia de tiempos y lugares, veamos
si esa decantada virtud de Jos romanos re-
sistió á una, prueba peligrosa. Estudiemos
la historia del decenvirato, y observaré-
m,os , que apenas se puso en sus manos to-
da la autoridad del estado , apenas se vie-
ron revestidos de una dictadura legislativa,
aspiraron á la tiranía aquellos rígidos des-
cendientes de Bruto y Valerio. Fue ne-
cesario para derribarlos que ultrajasen la
moral, y la sangre de una muger inocen-
te fue segunda vez el germen de la liber-
tad de los romanos. Pues lo que intentó
Apio Claudio en . Roma, hizo Medicis en
Florencia, Cromuel en Inglaterra, y harán
en todos los paises del mundo los hombres,
á quienes el pueblo confía todos sus pode-
res. Denme un punto fijo y conmoveré la
tierra, decia Arquimedes. Confíesele á cual-
quiera un poder ilimitado : no le faltará


97
ambicion para perpetuarse en él y escla-
vizar su patria..


Pero aun hay otra razon mas poderosa
para que las dictaduras modernas produz-
can un efecto contrario al de la romana, y
es la estension de los territorios, y el di-
ferente modo de ejercer la soberanía que
tienen los pueblos modernos con respecto
á los antiguos. El pueblo de Roma se re-


,


unia todo entero en la plaza pública, y el
dictador desde su silla curul, colocada en el
foro, estaba viendo toda la coleccian de los
ciudadanos , que era al mismo tiempo su
soberana y su súbdita. Ahora preguntamos
nosotros : d es posible que un solo hombre
aspire á esclavizar toda la nacion , que ve
y nota sus actos de administracion , que á
la menor sospecha de tiranía le depondrá,
corno al decenviro Apio Claudio, retirán-
dose á una montaña, ó si sus preocupacio-
nes se lo permiten , reasumirá toda la so-
beranía para distribuirla mejor, ó confiar-
la á mejores manos? Quién le libertará
del furor <le un pueblo injuriado, cuando
los soldados mismos que manda, son los
ciudadanos que le han de perseguir en
justicia ?


Por otra parte (y no nos cansarémos de
TOMO xi, 7




98
repetirlo, pi5r silegramos desarraygar el erli
ror funesto de tomar ejemplos (de los arr-
"fil'ims en los gobiernos modernos) la exis-
-tesucia moral de . los romanos era muy di,


4.erente de la nuestra. -Pasaban toda su vi-
•r a 'en el l'ore la •agricultura , las artes , la
ludirstria y aun las letras 'estaban eutrega-
das á los 'esclavos:


«Tu regere imperio populos, romane,
~cuto ;


•erunt artes."


Let libertad política, es decir, la partici-
pacion del poder era el ídolo de los roma-
nos. Las delicias de la vida doméstica, los
cuidados de la hacienda, los goces del lujo
y de la opulencia eran •cosas de •mny poca
importancia para ellos , comparadas con el
esplendor de las magistraturas, Icon la sed
de las conquistas, con la embriaguez de
lós 'triunfos.


Es esta nuestra manera de eXistir
pueblos de Europa , diseminados en vasto'
territórios, ¿ pueden velar sobre la adtni
nistracion de sus yOlternantes?-


PostumiO y Fabio Maximo vetan al re
dedor de sus tribunales taló él -pueblo ro


99
mano que observaba sus menores acciones.
Cromuel en. el palacio de Westminster, y
Bonaparte en el de las Tullerías, no vie-
ron mas que guerreros, magistrados, corte-
sanos , senadores, instrumentos de poder,
que mudamente les decian : Quered; .


y vues-
tra voluntad será cumplida ,aun antes que la
manifesteis.
.


.¿Cuándo llegaron los romanos á este
grado de corrupcion y de servilismo?Cuan-
do los límites de su república se estendie-
ron á los del universo; cuando el lujo y
los placeres les ensebaron á aislar su exis-
tenCia en magníficos palacios y jardines en-
cantadores; en 'fin cuando fueron lo que los
europeos son en el dia. La libertad romana
resistió á la• terrible autoridad de los dic-
tadores, y no pudo resistir al poder cons-
titucional de los procónsules, ni á la fuerza
de los ejércitos, que ya no se componian
de ciudadanos.


El resultado de nuestras reflexiones es:
primero, que la dictadura romana no puede
servir de ejemplo ni de modelo en los gobier-
nos actuales: segundo, que la disposicion de
lainaciones modernas es tal, que cualquiera
dictador que se nombre , se apoderará in-
faliblemente de la autoridad absoluta y




oo


oprimirá la patria. La Europa moderna guíe«,
re las libertades civiles en toda su estension:
libertad de pensamiento, libertad perso-
nal, libertad de industria y de bienes; por-
que estas libertades nos aseguran lo que
mas apreciamos, que son los goces domés-
ticos; y no hay que adoptar otro lenguage,
porque no se creerá, ni es util alterar en
esta parte las costumbres europeas, funda-
das sobre los progresos de la industria,
del comercio y de las ciencias. Aumentar
los placeres del hombre, y disminuir sus pe-
nas, debe ser la divisa de todo buen go-
bierno. Renunciamos de buena gana á las
soberbias y tristes segures de los romanos,
á su política opresora y sanguinaria; á sus
injustos carros de triunfo, tenidos con la
sangre, y salpicados con las lágrimas de
todo el mundo. Nos contentarnos con los
placeres mas humanos y virtuosos de la
vida doméstica : con la amistad, con 'la in-
dustria, con los libros, y solo pedimos que
la forma del gobierno nos los asegure.


Para esto queremos la libertad política,
aquella parte que -Sirva de garantía á los
derechos individuales, y los cuales estan
bastantemente cubiertos con la division de
los poderes, con la representacion nacio-


13I
nal, y con la inamovilidad é independencia
del poder judicial.


Pueblos libres de Europa, p os hallais
agitados por la divergencia de las opiniones
políticas, por las pretensiones de los par-
tidos,. por la ambicion de los individuos ?
No creeis una dictadura, que los compri-
mirá á todos para asegurar el• triunfo de un


• individuo ó de una faecion: no os dejeis
llevar del ejemplo de los romanos, cuya
dictadura no servia para consolidar, sino
para suspender las disensiones intestinas en
los momentos de crisis. Vosotros no de-
bereis vuestra salvacion sino á la escelen-
cia de las instituciones que ofrezcan ga-
rantías 4 todos los partidos. Teneis en vues-
tras manos los medios de remediar vuestros
males : nombrad buenos diputados , es de-
cir , diputados hábiles , virtuosos y valien
tes. No lis buqueis en esta la otra clase,
bajo este ó el otro adjetivo, porque la cien-
cia y la virtud son esencialinente persona-
les. Esperadlo todo de las buenas leyes:
mas ho conlieis una ilimitada autoridad á
ningun individuo. En la Europa moderna
no hay virtudes á prueba del poder ab-


.


soluto. Teneis á la vista ejemplos muy tris-
tes de esta verdad. Premiad el mérito y los


4




102
servicios á costa de la hacienda pUbiica;
jamas á costa de la ley.


Réstanos que hablar de la dictadura na-
nisterial, es 1:lecir, de la suspension de los
derechos civiles , que en todo el territorio
ó en parte de él se concede algunas veces
á, los ministros por medio de leyes de es-
cepcion, cuando circunstancias particula-
res hacen necesaria esta disposicion. Como
no. interrumpe la marcha constitucional,
pues el cuerpo representativo es el que
concede esta dictadura momentánea , y por
otra parte, en casi todas las constituciones
estan previstos los casos en que debe con-.
cederse, no son estas acrescencias del po,
der ejecutivo tan peligrosas como la erec-
cion de una magistratura absoluta , creada
para destruirlo todo, y reedificarlo todo.
Sin embargo, las leyes de escepcion si se
prodigan. con demasiada generosidad, y se
prorrogan por. muchos años, socaban el edi-
ficio de la libertad; porque acostumbran
á los ministros á ser superiores á las li-
bertades individuales, y acostumbran á. los
ciudadanos á temer al ministerio.


EnlInglaterra, donde la constituciou
está robusta y la libertad arraygada, no ha
tenido graves inconvenientes la suspension


193
.del acta habeas corpus durante, muchos,
años; pero somos test.gos de los males que
han pi:01.1Mo en Francia las leyes de es.
cepeion que someten la ceosura-
bertad del pensamiento,. y (lie enkreglIn
ministerio la libertad personal del ciudadar.
no. Despues de siete años de leyes escep-
cionales, ya no sabe el ministerio gober-
nar sino dictatorialmente.


Nosotros somos enemigos de todo po-
der absoluto, porque las ventajas que pue-
de producir son muy precarias, y el mal
es cierto é inevitable. Donde la nacion no
está toda presente para ver el uso que se
hace de la autoridad que ha confiado, el
amor de la dominacion hará que no con-
tentos con la autoridad que se ha obte-
nido, se trate de aumentarla cada dia. Esto
enseña: la esperiencia ; y contra su dicta-
men son vanos los gritos de la pasion, ni
las sugestiones de una política débil é in-
sidiosa.


El régimen constitucional tiene ..en sí
mismo el remedio de todos los males, y la
correccion de todos los errores. Para apren-
der á ser libres, no hemos de empezar por
ser esclavos. Hay quien clama por un des-
potismo liberal. Con igual razon podriamos


1
1




1


Io4
exigir un triángulo circular. ¡Insensatos
Ya se acabó la prole dé los Licurgos. La
Europa moderna solo produce hombres
que trabajen por su cuenta. El bien debe
esperarse de las instituciones, no de los
individuos.


io5


Tertulias patrióticas.


Ya preveemos la tempestad de injurias
que va á descargar sobre nosotros luego
que fa faccion anarquista lea el solo epígra-
fe de este artículo. Conocemos por expe-
riencia cuanto se enfurecen ciertas gentes
,cuando se les toca su cuerda favorita, y
cuando un escritor animoso les arranca la
máscara con que intentaban cubrir su de-
formidad. Pero hemos contraido con el pú-
blico la obligacion de hablarle la verdad.
y es preciso cumplirla , aunque sea disgus-
tando á los que quieren imbuirle ó mante-
nerle en peligrosos errores.


Una de aquellas desgracias á que el hom-
bre mas prudente y juicioso está espuesto en
las grandes conmociones políticas, nos te-
nia alejados de nuestra patria y sin esperan-
za de volver á ella : cuando llegó á nuestros
oidos la fausta y grata noticia de haberse
restablecido en Espada la Constitucion , y
al mismo tiempo recibimos un real decreto
que abria las puertas de la nacion á cuan-
tos se hallaban fuera de. ella, á consecuen-




o6
cia de sus opiniones políticas. Y corno no-
sotros nos creíamos comprendidos en este
beneficio, y 'O estabam:)s en realidad, aun
que despues el _espíritu de partido se haya
obstinado en negarlo; nadie Podrá dudar
de que tan feliz.acontecimieuto llenó de re-
gocijo nuestros. corazones., que . siempre SUS-
piraron por volver al suelo patrio: y la
prueba es la prisa que todos nos dimos á
dejar la Francia., aunque agradecidos siem-
pre á la generosa hospitablut gue
mos hallado en aquella. nacion benéfica..
Habia. ademas pana casi todos nosotros un
motivo mas poderoso de alegría ,, y era el
que, digan ahora cuanto, quieran. los que ó
no nos conocen e> afectan desconocernos,. ha,
hiendo profesado hace muchos aijos.printi.i-
pios liberales, no po.dia menos de . e,-leál..4ps,o,
nuestro entusiasmo viendo-restebkeid."0 en
España el régimen, constituciona•., y. triun-
fantes las doctrinas que constantemente ha-
biamos defendido cuando era muy, pe•ligro,
so el hacerlo. Asi los mismos liberales que:
se hallaban también en Francia huyendo. de
la persecucion del año pueden decir
con qué demostraciones• paliel4sde jAbilO
fue celebrado, por los. rellugiados. del ahli'
el restablecimiento -de la Coustátucion, ve.-


107
rificado en marzo de 1820; y pueden de-
cir tam.lnen como nue.stros votos habian
acompañado á los valientes de. la Isla luego
que la inesperada nueva de su glorioso al-
zamiento . resonó mas allá del Pirineo. Mas
tambien pueden decir algunos de ellos
cuanta fue la amargura. de los refugiados
que entendían, algo de revoluciones , y cuan-
to fue el: dolor de los corifeos del libera-
lismo frances que los honraban con su amis-
tad, cuando vieron fOrmarse los clubs revo-
lucionarios bajo el título, de, reuniones pa-
trióticas. Aquellos hombres. amantes. de la
libertad, pero enseñados por costosos. des-
engaños á no confundirla con la licencia,
se estremecieron al ver que con buen, celo
sin. duda, pero con mucha imprevision;. se
habia formado en Madrid, la rettnion lla-
mada de Lorencini , por juishtarse los socios
en el cal., de este nombre, y que á su ejem-
plo, se iban organizando. otras. semejantes
en las capitales de las provincias. «La Es-
paña , nos decian, que despues de haberach
mirado n orbe con su heroyca. resistencia
á la dominacion estrangera , y haber ense-
ñado. á los gobiernos de Europa. el camino
del honor , acaba de hacer, sin efusion de
sangre , y sin desórdenes de ninguna espe-




to8
cie, una mutacion política que á nosotros
nos costó tantas lagrimas y calamidades:
¿no habrá aprendido en la historia de nues-
tra rex, olucion á evitar todos los escollos á
que á nosotros nos condujo. la inesperien-
cia ? ¿ No habrá visto' en elia que los clubs
fueron la causa primordial, y acaso. la úni-
ca, de todas nuestras desgracias? ¿No ten-
dran los sensatos españoles , la cordura de
escarmentar en cabeza agena ? ¿No ven que
estas reuniones, al parecer inocentes, y que
hoy ha formado el liberalismo mas puro,
degenerarán necesariamente en conventícu-
los jacobínicos, desde los cuales se dictarán
leyes á las Cortes mismas , se insultará al
gobierno y á la persona sagrada del mo-
narca, se halagará á la ínfima plebe para
mandar con su auxilio, se la incitará á rom-
per el freno de la obediencia que debe á la
ley y á sus ministros, se provocarán desór- 111'.
denes y escesos de todas clases, se forma-
rán motines y tumultos , y se acabará por
desacreditar la libertad , hacerla odiosa , y
destruir su imperio, para que el despotis._
mo vuelva triunfante á erigir su abomina-
ble trono sobre las ruinas de su rival? Por
muy sabios, juiciosos y moderados que
sean los primeros fundadores de las reuni:c.-


109
nes patrióticas de España, no serán cierta-
mente mai patriotas , mas filósofos y mas
virtuosos que los grandes hombres de nues..
ira asamblea constituyente: que fueron los
que con muy patrióticos designios, pero con
harta improd •ncia, abrieron nuestros clubs
por la manía de imitar servilmente á los in-
gleses; pero bien pronto tuvieron ocasion
de arrepentirse. No tardaron , no, en co,
nocer su yerro; mas cuando quisieron en-
mendarle, ya . no fue tiempo : los facciosos,
los hombres corrompidos , sedientos de ri-
quezas y de sangre, se habian apoderado
ya dé las tribunas de los clubs, y se halan
alzado con el aura popular, y bien pron-
to extraviaron el movimiento revoluciona-
rio , exageraron los principios , derribaron
el trono, erigieron la república, vertieron
la sangre de su príncipe , é hicieron á nues-
tra desgraciada nacion cómplice ó víctima
de los mas horrorosgs crímenes que jamas
han manchado la historia de ningun pue-
blo civilizado. En vano los verdaderos li-
berales formados en la escuela de la filoso-
fía quisieron atajar los males que labia cau-
sado su imprevision: en vano algunos se
atrevieron á levantar su voz contra los nue-
vos tiranos: ya era tarde, el monstruo esta-,


1




lto
ha desencadenado y furioso., y el cadalso
el calabozo fue la respuesta que se dió
sus enérgicas representaciones : la virtud,
el saber, la humanidad, y hasta la buena
crianza tuvieron que esconderse, -6 huyeron
despavoridas de nuestro suelo ensangrenta-
do: hasta . que al ,fin los verduges cansados
de sacrificar inocentes, convirtieren sus pu-
ñales -contra sus mismos compañeros , se
degollaron unos á otros, y desunidos entre
sí los corifeos, fomentaron ellos mismos
una reaccion favorable, que suspendiendo el
furor de la perseCuoion, dió lugar á que poco
,á poco da 'razón. y Aa justicia volviesen á re•
cobrar su imperio, y á que la doininacion
de •Bonaparte restableciese per fin el orden,
y fuese bien -recibida ; porque aun degene-
rada en tiranía., era mucho Mas tolerable
-que el reynado del terror."


Asi nos .hablaban en abril ,de 182o, no
los ultras con los cuales nunca liemos te-
-nido couninicacion alguna, (ni su altivez se
hubiera dignado.tiqUierade saludarnos, sino
-los liberales alias puros -que tiene la Francia,
-y que con tanto valor estala combatiendo
'en el lado izquierdo •de la cámara por las
-libertades de •es,puebles. Y como nosotros
que hemos sido contemporáneos de la ro-


t
yolticion , y hemos ido observando todas sus
vicisitudes con mas interes acaso que mu-
chos (1.e los mismos franceses, abundaba-
mos en 'estas opiniones , y estibamos ín-
timamente penetrados de tan filantrópicos
sentimientos ,; creimos luego que entramos
en España que no podianins hacer á la pa-
tria mayor servicio, ni a l,radecerla mejor
el beneficio•e habernos vuelto. á recibir en
,su seno , que publicando un periódico con-
•agrado á combatir todos los errores poli-
'ticos que pudiesen predicarse, á prevenir.
'todos los estravios en mas ó en menos que
-pudiese. padecer la revolucion, y sobre to-
do á hacer la guerra al feroz jacobinismo,
descubriéndole y 'denunciándole á la exe-
-cracion _pública, •cualesquiera que fuesen los
disfraces con que. pretendiese ocultarse. For-
mado tau patriótico proyecto, lo primero
•que debimos hacer, é hicimos efectivamen-
te, fue procurar apagar el -foco de donde
infaliblemente labia de salir 'el incendio : y
por eso en nuestro primer número inserta-
mos un artículo contra las reuniones pa..
Irióticas. Este artículo fue vivamente com-
batido é impugnado en periódicos y en pa-
peluchos sueltos , fue quemado en la reu-
nion de la Cruz de Malta, nos valió una


o


ür




112
nube de injurias, denuestos y personali
dales , y una terrible aunque honrosa per-.
secucion; pero el artículo alli está, y hasta
ahora no se ha respondido sólidamente á
los argumentos que contiene. Pero cómo.
responder? si cuanto nosotros dijimos no
era mas que el anuncio , la historia fiel
de lo que desde entonces-acá ha estado
sucediendo, y sucederá eternamente mien»
tras% las reuniones sean lo que han sido
hasta aqui. Nosotros lo liemos estado vien-
do; pero aun no era tiempo de recordar
nuestra profecia. Mas ya que el gobierno
mismo ha reconocido la necesidad de po-
ner remedio al mal, y ha mandado suspen-
der las sesiones de la reunion de la Fonta-
na , es ocasion, no de que nosotros nos va-
nagloriemos de haber tenido razon , que
bien sabe el cielo que quisieramos habernos
engañado en nuestras predicciones, sino de
demostrar hasta la última evidencia que es-
ta disposicion es acertada , y que si se quie-
re que no caygamos y muy pronto en la
anarquia revolucionaria ,fes necesario de to-
da necesidad, que se dé otra forma á las
llamadas tertulias patrióticas, y se las suje-
te á tales reglas que no puedan ser perju-
diciales.


113
Para evitar toda equivocacion ; quitar


sus armas á !a mala fe, y fijar bien la cues
tion , haremos algunas advertencias antes
de entrar en materia. 1.a Nosotros recono-
cemos que en un pais libre los ciudadanos,
y aun los simples habitantes , tienen dere-
cho á shablar unos con otros en público v
en secreto sobre materias políticas, á exa-
minar todas las actas de las potestades cons-
titucionales, á censurar las que no les pa-
rezcan acertadas, y á publicar esta censu-
ra , sea de viva voz , sea por medio de la
imprenta, siempre que en ambos casos la
censura se haga de buena fe y con el de-
coro debido á personas que estan revesti-
das de cierta autoridad y han sido hbnra-
das non la confianza de la nacion , del rey
ó del gobierno. 2.a Reconocemos en con-
secuencia que no debe prohibirse ni impe-
sdirse á los hombres libres que se reun •n-
en un parage público para hablar de no-
ticias , de política , de las ocurrencias del
dia y de cuanto hagan los gobernantes.
3.a Reconocemos tambien que en estas reu-
niones pueden recitarse discursos en que
se ilustre al pueblo sobre sus derechos y
obligaciones , se le enseñen los elementos
de las ciencias políticas y morales, se pon-


TOMO xt. 8




a y 4
gan á su alcance las cuestiones dificiles , y
se haga la crítica justa y moderada de la
administracion pública , revelando los abu-
sos, señalando sus causas y proponiendo
reformas útiles. Pero creemos (aqui está el
punto de la dificulad) , que para que el ejer-
cicio de este precioso derecho no degene-
re él mismo en abuso, y sea causa de mu-
chos males , es necesario tomar las pre-
cauciones siguientes : La Los ciudadanos
que quieran reunirse con este objeto han
de ser personas que ofrezcan alguna garan-
tia de su conducta, no desconocidos aven-
tureros sin oficio, casa ni hogar, ó gente
notada en la opinion pública por su in-
moralidad y estragada ~duela. 2.a Debe-
rán dar aviso al magistrado local que la
ley designe , del parage , dias y horas en
que han de celebrar sus reuniones. 3.a EL
magistrado podrá ir él mismo ó enviar en.
su nombre una persona autorizada que es-
té á la mira ,de cuanto alli pase, y le avise
de los escesos que observare , y coniproba-
dOs estos podrá aquel disolver la reunion.
4.a Los discursos que alli se pronunciaren
han de llevarse escritos, se han de leer y
no declamarse, han de quedar archivados,
y sus autores han de ser responsables de


iza
su contenido como si estuviesen impresos.
5*.a Los oyentes, sean socios de número,
sean concurrentes eventuales , han de es-
cuchar en silencio los discursos , sin dar se-
ñal s rnidosas de aprobacion ni de disgus-
to. 6.a Estas reuniones no han de formar
corporacion , ni han de tener reglamentos
y/Ft:calares , ni han de tomar bajo nin-
gun pretesto la voz del pueblo , ni han de
ir en cuerpo á hacer de viva voz ó entre-
gar escritas peticiones de ninguna especie
á los funcionarios públicos , ni han de cor-
responderse entre sí, ui afiliarse unas con
otras, ;y en caso de que lo hicieren secre-
tamente, este solo acto será reputado por
una conjuracion. En suma, decimos que si
no se prescriben estas ó .sernejantes reglas
y formalidades 2í las reuniones en que se
discuten cuestiones políticas, y si se per-
mito , como hasta aqui, que en ellas se infla-
me con discursos declamados al auditorio , y
que de ella se salga en tumulto á intimidar á
los magistrados y á hacerles demandas en
nombre del pueblo, las tales reuniones serán
verdaderos clubs revolucionarios , que muy
pronto acabarán con la libertad constitucio-
nal , y sustituirán en su lugar la tirania del
populacho , la mas funesta de todas.




316
Para probar con hechos la necesidad de


que se sujeten las reuniones á las reglas que
hemos indicado , no teníamos mas que re-
cordar que no ha habido basta ahora es-
ceso, desorden , motin ni atentado públi-
co en sentido jacobínico, que no haya sa-
lido inmediatamente de ellas , ó no haya
sido el resultado inmediato de los discur-
sos acalorados con que alli se han foguea-
do los ánimos de los oyentes : todo Madrid
lo sabe, y no temeriamos ser desmentidos.
Pero como nuestro objeto no es acriminar
lo pasado, sino hacer ver que es de toda
justicia y necesidad que se tomen precau-
ciones para que estos males no se repitan
en adelante, justificaremos teóricamente la
utilidad de las reglas que liemos propuesto.


Que el gobierno, ó por mejor decir.
la sociedad toda ., tiene derecho á exigir
que las personas que compongan una reu-
nion pública, seab conocidas y presenten
alguna garantia de su civismo y :moralidad,
es tan evidente que será ocioso detener-
nos á demostrarlo ; ni habrá un solo hom-
bre de buena fe que se atreva á sostener
que en. un pais en que hay leyes gobier.
'no y orden , se , debe permitir á los pillos,
tunos y vagamundos reunirse para hablar


1T7
al pueblo , y mucho menos erigirse en ór..
ganos y directores de la opinion. Hasta los
antiguos exigian la probidad y la virtud
como condiciones indispensables en los ora-
dores populares. Fi» bonus , dicendi peritas.
. Que por consiguiente , para que el go-
bierno pueda asegurarse de que las ren.
niones patrióticas estan compuestas de chi-.
dadanos honrados y no de hombres inmo-
rales y facciosos , es indispensable que ten-
ga la lista de todos ellos ; es una conse-
cuencia tan legítima que nadie podrá ne‘.
garla „admitido el antecedente. Cómo ha
de saber el gobierno que tal reunion se ha
formado por hombres en cuyo civismo y
rectas intenciones pueda confiar, si no sa-
be quienes son estos hombres que pueden
hacer mucho bien ó mucho mal?


Que aun supuesto que sean ,gentes
no sospechosas , tiene todavia el magis-
trado local , no ya derecho, sino obliga-
cion de estar á la mira de sus .operacio-
nes, de saber lo que alli se hace y se
dice.„,y,


dé contener los escesos que alli
se cometan • de cualquiera especie que
fueren , es por decirlo asi , 14 esencia de
la magistratura. El objeto de esta es el
de cuidar de la seguridad de los ciudada-




410


•rp


e


I18
nos y mantener el arden establecido. Por
consiguiente está en sus facultades vigi-
lar cuanto hacen en público los ciuda-
danos, y al menor esceso ó desorden que
note oponer el oportuno remedio. Los
ciudadanos tienen incontestablemente el
derecho de hablar unos con otros cuanto
quieran, de disputar sobre materias de po-
lítica, de ilustrarse mutuamente sobr e los
asuntos que les interesan : pero en el mo-
mento en que reunidos en un parage pn-
Mico para este objeto se propasan á in-
sultar al gobierno, á pedir la cabeza de
tal individuo , á concitar al pueblo para
que mate ó arrastre á tal persona, 6 que-
me tal edificio, el gobierno tiene tambien
el derecho y la obligacion de separar á es-
tos furiosos, y de impedir que lleven á
efecto sus criminales proyectos: y no hay,
ni puede, ni debe haber ley ninguna que
diga lo'contrario. Supongamos que erune-
dio de lá calle se forma un grupo de
gentes que grita : muera Morillo, á ma-
tar á Morillo: ciudadanos, con el martillo
á san Mortin: á arrastrar á los jueces de
la audiencia: preguntamos, en este caso
los magistrados encargados de conservar el
orden ¿ pueden disipar este grupo? ¿ hay


2t9
ni puede haber en ningun pais que no
sea de caribes, una ley que diga que el
magistrado en estos casos debe estarse
muy quieto, y dejar que griten los agru-
pados, y que de alli vayan muy bonita-
mente á ejecutar lo que dicen ? Pues si
cuando el grupo que asi grita y asi ame-
naza , está en la calle, y puede y debe disi-
parle la fuerza pcíblica , ¿ no podrá hacer-
lo igualmente cuando está reunido en un
café? Porque el grupo gritador se intitu-
le á sí mismo tertulia patriótica, ¿estará ya
exento de toda autoridad? ¿Será su café un
asilo sagrado é inviolable, adonde "ni las
leyes tengan entrada ? ¿No es este un ab-
surdo que nadie se atreverá á sostener?
Pues este absurdo es cabalmente el de
los que dicen que los magistrados no tie-
nen facultades para disolver las tertulias
ó reuniones patrióticas al momento que
en ellas se cometen escesos como los que
dejamos indicados, y otros acaso mas gra-
ves que omitimos por prudencia. Las
tienen sin duda: la ley vigente les con-
cede la de tomar cuantas providencias es-
timen oportunas para evitar los abusos,
inclusa la de suspender las sesiones; pero
aun cuando la ley sobre reuniones no se




120
las diese espresamente , las tienen y tendrán
siempre por la ley general que les encar-
ga mantener el orden , proteger la vida y
los bienes de los habitantes, é impedir
que se altere la tranquilidad del vecindaiio;
porque con fiandoles este encargo é impo-
niendoles esta obligacion , li s da implí-
citamente toda la autoridad necesaria para
emplear los medios legales conducentes al
desempeño de su obligacion.


Que para evitar que con discursos im-
provisados sugeridos por la pasion , y acom-
pañados del prestigio de la declamacion,
se exalten indebidamente los ánimos de
los oyentes, y se estravie acaso su opinion
en vez de rectificarla y dirigirla por la
senda constitucional, es indiTensable que
los discursos que se hayan de pronunciar
en las reuniones patrióticas se lleven escri-
critos, se lean en tono doctrinal y no se
declamen, que sus autores sean respon-
sables de su contenido, corno si estuvie-
sen impresos, y que no debe permitirse
al auditorio que aplauda ó desaliente al
orador con palmadas , gritos, vivas y voci-
feraciones de ninguna especie: es un pun"
to tan capital, que ó nos engañamos mit-


ó con solo prescribir estas reglas á


las reuniones, y cuidar de que fuesen reli-
giosamente observadas , nos parece que se
evitaban todos los abusos, y se lograba
hacer util esta institucion tan peligrosa
cuando se la deja abandonada á oradores
improvisantes. Nosotros por lo menos, si
fuesemos magistrados., no llevariamos á
mal , antes promoveriamos que hubiese
una reunion política en cada calle, con
tal de que los discursos se leyesen y queda-
sen archivados, y que el auditorio escu-
chase en silencio. La razon que hay para
que los discursos que se hagan en Seme-
jantes juntas hayan de ser leidos y no de-
clamados, es tan obvia y sencilla que nos
admiramos de cómo no se ha indicado si-
quiera por ninguno de los que han tratado
.de la materia. Las reuniones patrióticas,
dicen sus mismos defensores , son utilés y
aun necesarias para que aquella parte del
pueblo que ó no sabe ó no puede leer, por-
que sus ocupaciones manuales no la dejan
tiempo para ocuparse en la lectura , qu.e no
tiene facultades pecuniarias para comprar
libros y papeles sueltos, se instruya en sus
obligaciones y derechos, sepa los aconteci-
mientos públicos que tengan relacion con
su bien ó mal estar, conozca las opera-.




122


ciones del gobierno en que vive, oyga
elogio de las buenas y la censura de las
malas, y aprenda á agradecer las primeras
y á desaprobar las segundas. Luego de aqui
se infiere, que para que las reuniones cor-
respondan al objeto de su institucion, y
sean verdaderamente utiles, es preciso que
los oradores se limiten á instruir, y el au-
ditorio á aprender. Y todo el mundo sabe
que no se instruye con declamaciones apa-
sionadas, movimientos oratorios, y gesticu-
lacion de teatro, sino con discursos doctri-
nales muy meditados y leidos en tono tran-
quilo; y que no se aprende interrumpien-
do á cada paso con palmadas y gritos des-
compasados , sino escuchando en silencio.
Se infiere tambien de lo mismo que se ale-
ga en favor de las reuniones, y. dejamos re-
capitulado que aquellas . no son , y esto
es muy cierto, aunque no se infiriese de su
apológia, una asamblea deliberante; es de-
cir, que no tienen autoridad para mandar
mi prohibir nada. Los oyentes formarán la
opinion que quieran de lo que les digan
los oradores ; pero su opinion no obliga á
los lemas ciudadanos. Esto es innegable:
y si no, digasenos qué autoridad puede te-
ner una reunion de simples particulares


x23
para mandar ni prohibir cosa alguna á los
(lemas individuos de la sociedad. Pues
bien, si esto es asi , como sin duda lo es,
esta es la demostracion de que los discur-
sos no deben ser declamados. La declama-
cion oratoria es útil y- hasta cierto punto
necesaria, cuando se habla á un concurso,
el cual á consecuencia de los discurso:: que
ha oido tiene que tomar una resolucion;
es decir, tiene que mandar que se haga lo
que se le ha propuesto como justo, util y
conveniente, ó prohibir que se haga lo que
se le ha representado como injusto, noci-
vo y perjudicial. En este caso, como el
orador se propone no solo ilustrar el en-
tendimiento de sus oyentes, sino determi-
nar su voluntad , es preciso que se dirija
á sus pasiones, •que los inflame y conmue-
va para que adopten con interes la reso-
lucion que les propone. Nada (le esto hay
cuando se trata solamente de instruir:
entonces no es permitido apelar á las,pa-
siones, ni sustituir al exacto raciocinio
las formas declamatorias ni el prestigio de
la elocuencia.


En cuanto á que los autóres de los dis-
cursos sean responsables de lo que en ellos
estamparen , es tan evidente que basta in-




I 24
• dicarlo solamente, pues que de otro rtio4
do podria cualquiera consignar en seme-
jantes escritos cuantas doctrinas erróneas,
cuantas máximas antisociales le sugiriesen,
ó sus preocupaciones, ó el interes de un
partido', y se podria combatir impune-
mente la Constitucion misma y los princi-
pios políticos en que se funda.


Que las reuniones patrióticas no hayan
de formar corporacion , ni reglamentarse
por sí mismas , ni tomar la voz del pueblo,
ni ir en cuerpo á hacer de viva voz de-
mandas á los magistrados ó presentarselas
escritas , ni corresponderse y. afiliarse unas
con otras, está ya prevenido en la ley
de 21 de octubre; mas no basta que esté
alli escrito, es menester que se observe.
. Hasta aqui hemos hablado de las re-


uniones públicas con auditorio eventual
compuesto de personas de todas clases; pero
ademas de estas puede haber todavia, como
ya indicarnos en otra ocasion, ciertas ter-
tulias privadas, compuestas de personas es-
cogidas que se reunan en cierto parage á
leer los papeles públicos, hablar de noti-
cias y de política, y discutir en disertacio-
nes escritas cuestiones de legislacion , de
economía y de cualquier otra materia que


r25
tenga conexion con la ciencia del gobierno.
Estas tertulias, como que á ellas no con--
curreñ mas que los socios que costean los
gastos, no necesitan de otro requisito que
el de manifestar al magistrado local el ob-
jeto y lugar de su reunion , y el nombre
de las personas que la componen; y lejos
de ofrecer peligro alguno, pueden ser muy
utiles para propagar la i nstruccion, sobre
todo si publicasen impresos aquellos escri-
tos que hayan merecido la aprobacion de
los concurrentes. De esta clase parece ser
la que ya existe en la calle


. de los Jardines,
y deseariamos que á su ejemplo se forma-
sen otras parecidas.




526


TEATBOS•


Los empeños del mentir: comedia de dora


Antonio de Mendoza.


Los empresarios y directores del teatro
deben. observar en la eleccion de las piezas
esta máxiina : cuando un asunto dramatice
es ya conocido de los espectadores en co- .40
medias acreditadas, no se deben represen- '
tar aquellas que han tratado el mismo ,
asunto con menós mérito. La combinacion
de los Einpeños del mentir


está muy repetida
en nuestras antiguas comedias: el Parecido


en la corte, la Villana de Ballecas,
la Oca-


sion hace al ladren, De fuera vendrá quien
de casa nos echará,, Dicha y de5dicha del


nolizbre , giran todas sobre la equivocacion
de un nombre, ó la in troduccion fraudu-
lenta en una familia. Por consiguiente , para
que la comedia de Mendoza pudiese agra-
dar, era preciso que la novedad de los in-
cidentes, ó la originalidad y gracia de las
situaciones teatrales, hiciesen perdonar la


T 27
osadia de luchar con libreto, Tirso y Cal-
deron. Pero la intriga es debilísima , el en-
gallado es tal, que ni aun merece la pena
de pensar en engañarle; y los embusteros,
variando á cada momento de mentira, no
dejan que ninguna situacion se radique y
produzca resultados cómicos. El desenlace'
es enteramente copiado de ?floreta El ver-
dadero don Luis de Vivero tiene la misma
suerte, del verdadero hijo en el Parecido:
se le tiene por un impostor, se le maltrata
y se le prende.


El lenguage cómico de Mendoza es tan
débil como su genio dramático. A veces imi-
tador del neologismo de Quevedo, á ve-
ces satírico con alusiones que nos son tan
desconocidas como las de Persio , tal vez
gongorino con algunos buenos rasgos noé-o
ticos, tal vez político adocenado, no son
sus versos los que han de cubrir la vulga-
ridad de una fábula ó la inverosimilitud.
de la intriga. Nosotros admiramos el cui-
dado y trabajo con que los actores habian
estudiado esta comedia ; porque pocas se
han representado mejor sabidas; y aun cret-
inos notar, que el público observaba lo
mismo que nosotros, y no silvaba por una
especie de gratitud hácia los actores : mas




F %8
al concluir la pieza ,'fue inevitable la es-
plosion del descontento general.


Debemos advertir en caridad á los que
se emplean en refundir nuestras comedias
antiguas , que las de Mendoza no son aco-
modables al teatro moderno, á pesar de los
elogios que tributa Montaban en su Para
todos al poeta favorito de las mondongas
de palacio; digno antecesor de Geranio Lobo
y de Montoro. La única de que puede sa,-
carse partido es El marido hace muger y el
Puto muda costumbre. La intriga es original,
y podrá agradar , ligando mejor los inciden
tes con la accion, y dando un poco mas de
nervio al estilo.


Véase una muestra del estilo cómico de
este autor. Uno de los embusteros dice al
otro:


»Jurarás cuantas cosas yo mintiere"


Y el compañero le responde:
«Si la misma mentira ella en persona
Fuera de sastre en sastre,
(Fu(garicéme) nunca un compañero
Le hallará mas cabal ni caballero
Haré verdad la& Cosas , que tu sueñas,
Y mentiré' por señas:
Y si quieres 'mentir mas descansados


z10
Y conocer quien soy, déjame ahora
Mil mentiras en blanco; que yo tenga
Para llenar despues cuando convenga."


Se nota en estos versos la pretension de
imitar la profundidad, á veces muy super.
ficial, del estilo de Quevedo. Mucho mejor
es la mentirá de Moreto que


«Sembrarla por la noche me sucede
Y á la mañana ya segarse puede:"


Veamos á Mendoza como lírico. Doña El-
vira se queja, en metáfora de una fuente,
del mal talle y de la groseria del marido
que la quieren dar.


Q
Blanda , risueña, cristalina fuente,
ue al hermoso esplayar de los albores,


Si las selvas le dan cuna de llores,
Márgen los campos son á su corriente:
-Si festiva, sonora, ayrosarnente
Los céfiros la van diciendo amores,
Si requiebros los dulces ruiseñores
Si el sol; fino plan, quejas de ausente.
¡Qué presto en hondo valle, aunque mas


bella,
De turbio arroyo vil desmerecida


corzo 5?




Las lágrimas de. la viuda. Comedia en
tres actos en prosa.


Este es un drama de intriga y de cos-
tumbres. La hija del conde de Lara quedó
viuda en su juventud. Con el pretesto de llo-
rar á su difunt\o-espwo, encubre y di simula
una pasion que la devora, inspirada por un
pastor. Ni su padre, ni su familia, tilos ami-
gos, ni los anedicos, ni los amantes, alcanzan
á conocer el anal que la conduce al sepul-


r 3o ?alluere
n vano gime, en vano se qEOb yo mil veces, yo mas ofendida!


Que en ella aun basta el ser murió con
ella ,


Y en mí viviendo el ser, pierdo la vida.


Es inutil notar la debilidad del. final,
el mal efecto de l


e


os tres adverbios, festiv,


sonora y ayrosanznte,
el mal uso del infini-


tivo esplayar
y otros defectos de este sone-


to : pero el primer terceto, los tres versos
que le anteceden , y' casi todo el primer
cuarteto prúeban que en aquella época sa-
bían versificar hasta los peores poetas.


x 3 r
era, y mucho menos á mitigarle. lin empíri-
co aran de observador de los hombres, y que5 b
se hallaba pobre , porque como él Mismo
dice , vendia la muerte mas barata , pene-
tra el mal de doña Sol, y averigua cual es
el vivo que se vestia la mortaja del muerto.
Lo restante del drama es novelesco. El pas-
tor es Ramiro , hijo del conde de Haro,
mortal enemigo del padre de doña Sol, y
para conseguir la curacion de esta amable
hipócrita , es preciso que se cure su padre
tomando la medicina que le receta él cu-
randero Peranzules : á saber , el olvido y.
perdon de los rencores pasados y la recon-
ciliacion completa y sincera con su enemigo.


La acciou está bien conducida , el diá--
logo rápido y lleno de sales , y la morali-
dad prolunda é inesperada (le que está
llena la pieza., manifiesta que pertenece al
género •aleman , y á la escuela de Kotzebue.
Agradará siempre en la repi-esentacion , con
tal que los papeles de doña So! y de Pe-
ranzules se desempeñen coa perfecciona
que la última vez en el teatro del Príncipe.
No nos parece posible representar mejor el
carácter del curandero.


El primer acto es un tejido de escenas
episódicas. Los ingleses y los alemanes 6us-




R52.
tan mucho de pOner er accion esposi-
cion ó prólogo de la pieza, y ciertamente
este método es mas agradable, y por con-
siguiente preferible á las largas relaciones
del antiguo teatro español y á los eternos
diálogos del teatro frances, Es verdad que
el desenvolvimiento de un caracter es mas
á propósito para la accion , que la esposi-
cion de una novela , cargada de inci-
dentes. El caracter de doña Sol se deseii
vuelve muy bien en la escena del fátuo
vipes , el conquistador de las mugeres , y en
la del médico filósofo clon Alonso, que da
por remedio á la enferma las obras . dé Sé-
peca y de Boecio , y que desmiente toda su
filosofía cuando recibe la noticia de que
ha muerto su hijo. Debemos advertir que
el autor cometió una falta irremisible con-
tra la humanidad , haciendo que la misma
doña Sol sea la que le entregue la carta
funesta. Atravesar el corazón de un padre
solo para probar si era -tan filósofo como
aparentaba , es una crueldad , y este rasgo
inútil basta para hacer aborrecible, y por
consiguiente sin interes , el caracter de la
condesa.


EL segundo acto es el mas agradable y
dramático. Contiene en una accion muy vi-


va y muy bien
.contrastarla por N . sincera


incredulidad de Leonor , los medios de que
se vale Peranzules para descubrir el mal
de la condesa. Es sumamente cómica la es-
cena en que se le presentan los ocho criados
de casa, que son


ocho serpientes en cuatro
siglos. No está entre vosotros lo que yo bus-
co , les dice el curandero al despedirlos.


El tercer acto no es bueno. Solo se sos-
tiene por el interes que han inspirado los
dos anteriores. La moral socarrona de Pe-
ranzules no se aviene bien con las violen..
tas conmociones de la última escena,




quepertenece al género novelesco.




134


_Respuesta á un articulo ó carta inserta en
el número 167 del Espectador y firma-
da X. Y. Z.


Sin embargo de que hay ciertos artí-
culos que. no se sabe cómo ni en qué tono -


- . se les ha de tratar, porque .su lectura so-
la les sirve de impugnacioh y respuesta,-
con tothr'eso conviene decir algo sobré
ellos, no para convencer á sus autores,
porque es imposible, sino .para que se se-
pa hasta qué punto puede. llegar el- des-,
tornillamiento de algunas cabezas.


Dejando á un lacio las desvergüenzas y
los dicterios que son la regalada salsa de
la mayor parte de los articuleros, veamos
solamente la doctrina legal que en este se
recomienda , al público espaiIol por su au-
tor X. Y. Z. Dice pues (y sin duda dirá
bien, puesto que puede apoyarlo con ejem-
plos ), que los jueces de hecho no deben juz-
gar con arreglo á la ley de la libertad de
imprenta. Esta proposicion , tal cual suena
y está escrita en el Espectador, es ademas
de falsa absurda : falsa , porque la misma
ley previene, no solo que no se separen


x35
de ella, sino. que se «tengan religiosamen-
te á las notas de calificacion espresadas en
el articulo 3.° ; y abstirda.,• porque uo hay
ni puede haber tribunal alguno en •el mun-
do, cuyos jueces, sean de hecho ó de de=
recho, no esten obligados á arreglarse á
una ley.


El .articulista, que, se conoce que tiene
mas facilidad para .maldecir que para ra-
ciocinar con buena lógica, quiso manifes-
tar una verdad que bullia allá en su sesera,
pero no; .-stipo espresarla : y asi creyendo
decir lo: que pensaba , dijo lo que ni él ni
nadie ha podido pensar ni discurrir. Los


jueces de .hecho no van alli á
calificar el grado de .pena que merece tal
ó-cual . accion, ni mucho menos tal ó cual
persona , con arreglo.á taló cual ley, sino
que son llamados para decidir , .segun su leal
saber y entender, si las palabras contenidas
en un escrito. ;que se les presenta, son ó
no injuriosas ,. obscenas, subversivas ect.,
en cuyo:; caso no deben tener otra regla




para jitZgar, que lo que les dicte su con-
ciencia , con forme al juramento que exige
la inisnia, ley que les idrtituyó:


Esto es lo que sin duda quiso decir el
bueno del articulista: I N:no:acertó á espre-




4




136
serlo en otros términos que con decir, que
los jueces de hecho , instituidos para cali-
ficar los abusos de la libertad de impren-
ta , no deben juzgar con arreglo á la ley
de imprenta. A quien discurre y se espresá
de este modo, vaya usted á "hacerle enten-
der que aun esto mismo que él quería de-
cir y no supo, - no es ni se acuerda de ser
una cuestion de hecho , sino cuestion de
derecho; y que los jueces encargados de
decidirla, aunque se les llame de hecho,
porque este es el nombre que les da la ley,
no resuelven en aquel acto sino una cues-
tion de derecho, y cien mil veces mas de
derecho que la que resuelve el juez de
primera instancia. En todo juicio de im-
prentas ( y lo mismo en cualquier otro
que recayga sobre materia criminal ) no
hay mas que una sola cuestion de hecho;
á saber , si tal escrito, tal robo, tal asesi-
nato ect. , han sido cometidos por el acu-
sado, ó no. Cualquier otra cuestion es pu-
ramente <le derecho , ya se resuelva por los
priucipios de la justicia natural , ó lo que
vulgarmente llamamos conciencia, ya Ee
decida por las reglas ó principíos del dere-Y
cho positivo.


Bien veo que todo esto es inútil para


137
el señor porque lo que él se pro-.
ponía no era aclarar ninguna duda, sino
decir un sartal de desvergüenzas , sin lo
cuáles muy probable que no se le hubie-
ra admitido el artículo en el Espectador.
Pero vamos mas adelante, y aclaremos un
poco la segunda pregunta que hace este
escritor rancio, que sin duda deberá serlo
puesto que dice de mí que soy novel, y es
la siguiente: »¿;Quién le ha dicho al Haga.
zan que el jurado es un tribunal legal, que
debe juzgar teniendo presente ( bella con-
cordancia) las leyes, y desentendiéndose de
las personas?» Si este desgraciado supiera
el valor de esta frase, considerada por la
razon , era imposible que la hubiese estam-
pado, por mas rancia que supongamos su
inania de escribir. ¿Con que el jurado es
un tribunal ilegal, que debe juzgar sin te-
ner presentes las leyes, y segun fueren las
personas que las reclamen? ¿ Puede estam-
parse en el mundo un despropósito seme-
jante? Y es este el escritor rancio , á quien
debe tener envidia un escritor novel? ¿Y es
este el modo de recomendar los juicios por
jurados?


Fuerte desgracia es, ó por mejor decir
es una grandísima fortuna , que todos es-




138
tos articulistas•de cascabel gordo estén tan
atrasados en esto da buen discurso ; por-
que en verdad que si como tienen saña- y
ferocidad , tuviesen buena lógica y una
mediana instruccion, fuera cosa de llevarse
de calles á !a gente.


EL señor X. Y. Z. no sabia cómo decir
que el tribunal de jurados no era como .los
(lemas, en los cuales hay necesidad de con-
sultar los códigos y los comentadores de
ellos , dar traslados , leer las doctrinas
mas corrientes, y fundar sis votos y deci-
siones : y para expresar esta diferencia , no
halló otra frase mas oportunamente dispa-
ratdda que decir, que el tribunal de 'jura-
dos no era legal. Confieso que esta especie
de equivocaciones no son de las que se usan
por el mund0,1 sino entre Ciertos y deter-
minados articulistas ; y ási pala que sepa
el favor que ha hecho á los j urados este
graciosísimo' defensor suyo ; le copiaré al
pie de la letra las dos significaciones que
tiene en. castellano la voz legal , y de ellas
podrá elegir la que mas le acomode para
aplicarsela á los jueces de. hecho. Le pre-
vengo antes, porque veo que lo neesita,
que para comprobarlas no tiene mas que
abrir el diccionario de la academia, é ir


139
buscando por orden alfabético , primero
la 1, luego la e, ect., hasta encontrar con
la voz legal, y verá lo siguiente.


Legal: que está prescrito por la ley, .
ó es conforme á ella.•


Legal : «verídico , fidedigno , puntual,
fiel y recto en el cumplimiento de las fun-
ciones de su cargo.


Ahora bien , reflexione el articulista las
consecuencias que se deducen de la pro-


, posicion que tan magistralmente ha sen-
tado , esto es , que el tribunal de jurados no
es legal. Luego el tribunal de jurados no es-
tá prescrito por la ley ni es conforme á ella:
luego el tribunal de jurados no es,


verídico,
ni es jidedtgno , ni es puntual.., ni es fiel y
recto en el cumplimiento de las funciones de
su cargo. Parecele que quedan bien ser-
vidos los caballeros jueces de hecho con
un campeon que les pir i ta con tan bellos
colores ? Pues así poco mas ó menos suce-
de siempre que no teniendo otro objeto
mas que injuriar, se intentan cubrir las


• injurias.con , una sombra de raciocinio. Te-
nia mas el articulista que poner un ,gran
parrafo en letras gordas diciendo : »Sefio-
res Espectadores; la •espuesta que ha dado
el autor de las Cartas del.


pobrecito kolga,


1; I




± 4o
ian en el mimero 6o del Censor á un fo-
lleto injuriosísimo que habia salido contra
él , está escrito con tanta moderacion , y al
mismo tiempo con tanta energia, que yo
ni nadie tiene medios de contradecirle;
pero corno es una diablura que ni siquie-
ra una vez quede triunfante entre nosotros
eso que el -mundo llama razon y verdad,
suplico á ustedes que me presten su im-
prenta para llamarle ladron, asesino, ser-
vil•, herege, republicano, ateo , ignorante,
afrancesado , judio , apóstata, mahometano,


y sobre todo, escritor novel."
Con esto se ahorraba el tiempo y el


trabajo de atormentar su mísero celebro
para hacer ilegales á los jurados, y el ar-
tículo quedaba tan redondo y tau ingenio-
so, como el mismo folleto que <lió ocasion
á él. Sobre que estos escritores rancios no
saben el modo de acreditarse con la gente
de provecho sin calentarse la mollera... .


Faliame únicamente aplaudir la máxi-
ma que quiere consagrar el articulista de
que los jurados deben tener acepcms de \per-
sonas, ó lo que viene á ser lo mismó , que
no deben desentenderse de las personas. A
no conocerse á tiro de ballesta que el • ar-
ticulista no entiende la materia que- trae


x
entre manos , era, presumible que esta fue-


' se una pulla indecente contra los actuales
jueces' de hecho, y á fe que en ese caso pe-
gaban divinamente las cuatro pala Imitas
inglesas con que intenta dar idea de que
sabe lo que alli pasa. ¡ Ojalá que lo supie-
ra, y no lo ignoraran otros que solo por
que han estado en Londres se creen auto-.
rizados para estampar tales doctrinas; pues
mas parece que fueron alli á olvidar que
no á aprender. Sea de ello lo que quiera,
¿en qué cabeza humana puede concebirse
la idea de que un juez, ni de hecho ni de
derecho, antes de distribuir la justicia ha-
ya de preguntar el nombre y circunstan-
cias de quien la reclama ? Mas aun cuan••
do esto fuera cierto generalmente , ó
mas bien, aun cuando .es to no fuese
una verdadera Iteregia legal, ¿ cómo pue•


. de ser aplicable al caso de que se trata?
Supongamos por un momento que la
persona que denuncia un escrito •por
injurioso , fuese, no solo merecedora de
las injurias que se le hablan dicho, sino
de otras mucho mayores y mas grose-
ras. ¿ Es esto lo que se les pregunta á los
jurados ? No por cierto : lo que se les pre-
ganta es, si tales ó cuales proposiciones di-


4t:




n


142


rigidas á persona determinada son ó no in-
juriosas en los terminas de la ley. Pero . si-
gamos inas adelante, y aumentemos la su-
posicion gratuita hasta el punto de que el
agresor ofrezca probar y pruebe efectiva-
mente ser fundadas las injurias y los dicte-
rios proferidos: dejará por eso de ser in-
jurioso el papel? ¿merecerá menor castigo
el injuriador ? La ley declara que no ; pero
el. articulista podrá pensar de otro • modo,
y en ese caso no tengo que replicarle.


Me he detenido demasiado en refutar
un artículo que no merecia refutacion ; y
aunque he procurado guardar la modera-
don que yo me debo á mí .


mismo, estoy•
cierto de que solo producirá otro nuevo


• chubasco, acaso mas furioso que el primero.
Venga enhorabuena , puesto que ese es el
único molo que se ha


•adoptado para tra-
tar materias literarias y opiniones políticas:
bastante favor hacen cuando pudiendo usar
de los puñales, se contentan con decir des-
ver,üenzas.




El autor de las cartas
del liolgazan.


143
Compendio histórico de la Inquisicion reli-


giosa en Francia, por el señor conde Lan-
juinais. Paris 1821.


A, fines del año de 18o8 llegando 13o-
naparte á Chamartin suprimió de un golpe
la Inquisicion, los irayles y el consejo . de
Castilla. Tal vez pensaba con esto indem-
nizar á la España de los perjuicios que la
Labia causado invadiendo su territorio. Po-
cos años despues, reunidas en Cadiz las
Cortes del revno, fue tambien abolida la
Inquisicion ; y ultimamente lo ha sido por
tercera vez en 1820, cuando consintió el
Rey que la monarquía volviera á tomar la
forma que se le (lió durante su ausencia de
España.


El solícito y laborioso escritor don Juan
Antonio Llorente ha descubierto al mundo
los reservados archivos de este misterioso
tribunal:- el señor Puigblanch le ha arran-
cado la máscara hipócrita con que se en-
bria, y el señor Ruiz Padron entre otros
eclesiásticos distinguidos le aterró con los
divinos oráculos de la religion , y con los
principios de la mas sana filosofia. Pero




544
¿estamos ya seguros de no ver mas los' ;dra-
mas espantables que con tanta frecuencia se
han representado en Sevilla, Toledo, -Ma-
drid, Logroño y otras muchas ciudades del
reyno durante los cuatro últimos siglos?


Verdad es que los reprueba la opinion
general, y que es indispensable vivir con
ella para obtener la quietud y la seguri-
dad del estado : verdad es que toda inqui-
sicion , sea política, sea religiosa, papal ó
episcopal, real ú oligárquica, es funesta y
destructora siempre, y en ninguna parte
ha dejado de ser la organizacion y la ac-
cion de un sistema de persecuciones y
crueldades , contrario directamente á la
religion , al orden social, al evangelio y á
los primeros sentimientos de la humani-
dad, y dirigido á arraygar y á ejercer sin os-
táculo el peder absoluto: no hay duda en que
es hija de la intolerancia y de las tinieblas,
y que los hombres son ya mas cultos é in-
dulgentes que en los siglos pasados; pero
mientras estemos nosotros poseidos de este
espíritu de partido dominante y esclu-
sivo que nos aqueja ; mientras se herma-
nen tanto entre nosotros la vanidad y la ig-
norancia, y circule por nuestras venas con
la sangre ese fatal fermento de persecucion,


145
de exaltacion y fanatismo que sobresale
siempre en cuanto hablamos, escribimos y
hacernos, aun preciándonos de mas libe-
rales y filósofos que nadie, ¿podemos con-
tar con que no volverán al encenderse las
hogueras de su venganza, ni seremos víc-
tima otra vez de sus terribles anatemas?


No quisieramos violar los límites de la
prudencia traspasando los de una justa des-
confianza; pero si la falta de la luz es la
que nos inspira todavia algunos recelos de
tropezar en la carrera que llevamos, apre-
surémonos á ver descritos en muy pocas
páginas por la pluma magistral de BU. Lan-
juinais los males que ha causado la Inquisi-
clon en la vecina Francia, desde el prin-
cipio del cristianismo hasta - nuestros dias.


Debemos este precioso opúsculo al de-
seo que tuvo el autor de rebatir una para-
dója del actual ministró frances de negocios
estrangerós, proferida en la cámara de los
pares á puerta cerrada. Quería mover aque-
lla ilustre asamblea á que 'sin ley ni dele-
gacioo se prestara á multiplicar las sillas
episcopales del reyno y su coste, supo-
niendo que los obispos franceses habian pre-
servado al pais del azote de la Inquisicion
contra. los hereges , presentándola siempre


Tomo XI.




ar


z46
los nzqyores ostáculos. El ilustrado é incor-


,...


ruptible Mr. Lanjuinais Se preparaba á des-
proposieion del ministro haciendo


„ •


rica, muestra de sus conocimientos históri-
cos;,, pero le impusieron silern-io, y esta
violencia produjo prontamente el escrito
que vamos á analizar.


Monsieur Lanjuinais se propone demos-
tra • con testimonios de la historia, que an-
tes del año de .1787 la Érancia jamas habia
estado libre de,la Inquisicion episcopal ó
de r la papal contra los hereges reales é in-
terpretativos; y que casi siempre habian
mostrado los obisposfrancesespeesivo celo
para alcanzar, por medio de. una • inquisi-
cion odiosísima, la estirpajón y esterminio
de Íes hereges, empleando penas puramente
temporales .y las mas severas. Divide su
discurso en cuatro partes y épocas: la una
principia desdeAsucristo ylos Apóstoles,
y se..termina á fines del siglo IV: la segun-
da acaba á la I mitad , del' XII : la tercera al
principio d0oglp , ,I.YI; y la cuarta en 1787.


147


PARTE PRIMERA.


.grites del fin del siglo I V.


No habia entonces penas temporales
contra los heregel. Durante toda esta pri-
mer época, los obispos en general se man-
tírvieron fieles en la yureza de la disciplina
evangélica y apostólica, Proclamaron , co;
mo el divino Maestro, plena libertad, (le
conciencia, -1 sobre este punto se esplica-
ron de un incido .exactísirno , justo y cari-
tativo. Reprimieron la heregía con penas
puramente espirituales y saludables para el•
alma : su doctrina y los ejemplos (le aquel
tiempo son la censura mas fuerte de lo que
por desgracia han enseñado, practicado y
hecho practicar des 'pues un gran número
'd obispos de Francia y de otras partes.




PARTE SEGUNDA.


Desde el fin del siglo 17/ hasta la mitad
del XII.


Aqui tuvieron principio la jnquisicion
'imperial " y la inquisicion episeópal contra


.los heieges : degeneró en persekticron civil
. : , 1.t)y religiosa', señalándose con condenacio.-


,..,


nes y penas "aleles ,y:áuri.Winbién la ap,11-.
cacion del "suplicio del fuego ,`VOr el odio=
so abuso de una ;he IWOla-CA',mpara. Cien que
Se halla en''á -evangeliode":san cai):
X.V. Los emperadores Y'l¿1' obispr, come-
tieron el sacrilegio de hacerle{ yenga ores
de la divinidad , y perseguidores' de las


:11
u-kraisiCion 1'154 ""activa
-


entonpes y as. general, tuetod.avia más
terriblel dégpiies : se c.a ó,poy cierto tiem--
pó. en 14Ukiizig fugare; pero formó ya sierra
pre el fondo de la legislacion , ó mas bien
la enfermedad, la urania demasiado comun
de los reyes y de los pueblos, y especialmen-
te de un gran número de obispos , hasta
fin del siglo XVIII. Cuantos mas obispos,


'49
provisores y curiales ha habido, mas estra:-
gos ha causado la InquiSicion; asi corno ha
habido mayor número de pleytos , al paso
que se han multiplicado los jueces y los
procuradores.


Veneranse los mártires de la fe católi-
ca , cuando esta se ha hermanado con el
amor á Dios y á los hombres; pero solo
son dignos de lástima los maistires del error,
inclusos varios obispos y clérigos, víctimas
las mas veces de su propia intolerancia ; y
siempre horrorizan las injusticias y los ardi-
des, el. furor y los crímenes de todos
los' que han perseguido, aunque fuese le-
galmente , á sus hermanos , so color de
religion , ó por opiniones relativas á la fi-
losofia y á la política.


El despotismo es perseguidor y feroz
por su naturaleza. Los emperadores déspo-
tas gentiles, hahian perseguido' á los cris-
tianos-con crueldad : los emperadores dés-
potas, convertidos al cristianismo , persi-
guieron cruelmente á ldí'. gentiles, á los
hereges y á `reyes cristianos
y muchos Obispos han linitado esta misma
conducta' brutal. Aconsejados por obispos,
4irector¿lityps , los emperadores cristia-


.nos mandaron al principio' demoler y con




15o
fiscar edificios consagrados á cultos no ca-
tólicos ; y estas fueron las primicias de la
intolerancia civil, reducida á sistema.


Desde el año de 382, y repetidas veces
despees de este tiempo, Teodosio, llama-
do el Grande, y sus sucesores , entregaron
varias sectas de hereges al brazo de los de-
nunciadores y de los inquisidores , que te.
p ian la ,facultad de condenarlos á la muer-
te civil y al último suplicio. Mas adelante,
aquel mismo rigor, esceptuandose la pena
de muerte, se aplicó indistintamente á to7
da clase de hereges , ademas de la infa-
mia , la coufiscaeion de bienes, la muerte
civil y el destierro. Esta es una idea justa
de las categorías de proscricion señaladas
en las leyes impwriales contra los hereges.


Las Galias estuvieron sometidas á. esta
tiranía cruel que vino luego á ser el cl,ere.,
cho comun de toda la Europa. CausÓngran;-
de admiracion que san Martín Turonense
se empeñara porque perdonasen la vida á
Prisciliano, obispo español , y á sus sec-
tarios, citando se pedía su muerte .con fa-
nático celo , y fue decretada por algunos
obispos de España. Este laudable ejemplo
de la humanidad de san Martin , aunque
de nada sirvió , no ha tenido en Francia


51
imitadores hasta Juan Hennuyer , de An-
gers en (57 2; único obis¡)o que se haya
distinguido combatiendo la intolerancia ci-
vil y su rigor espantoso.


Justiniano prescribió el catoliciámo á
los pueblos de su imperio , como les hu-
biera mandado el pago de un impuesto.
Carlo-magno fue tambien terrible conver-
tidor ; pero ni en la primera ni en la se-
gunda época de estos emperadores apare-
ció un obispo francés, ni otro ningún Clé-
rigo , que como san Martin se atrevieran á
interceder con ellos para salvar á lo menos
la vida de los infieles, de los malos cristianos
y,de los,relapsos supuestos ó reales.


Antes de pasar adelante conviene obser-
var que los obispos juzgaban de derecho
y de hecho las causas criminales sobre he-


' regia; y ase sentenciaban á los hereges
aplicandoles penas , no solo espirituales,
sino tambien temporales, como lo vamos
á esplicar.


En los siglos VIII y IX los obispos, so
color de riiiinisterio pastoral y de sacra-
mento de penitencia , juzgaban usual y pú-
blicamente, ya por sí solos , ya reunidos en
concilio , observando las formas jurídicas
de casi todos los pecados mortales , y espe-




152 .
cialmente del de heregia ; de cuyas restil-
tas . aplicaban á los pecadores entre las cor-
recciones espirituales ciertas penas tempo-
rales realmente, como entre otras la pri-


.


vaeion de los empleos seculares. Esto mismo
les sirvió luego de pretesto para deponer


los reyes, y declararlos incapaces de rey-
nar, mucho tiempo antes que los papas imi-
taran aquel fatal ejemplo, y hubiesen hecho


querido hacer de la destitucion de los
reyes un especial atributo ó una reserva
del pontífice de Roma. De todos los peca-
dos mortales castigados eelesiasticamente,
el de la heregia lo fue siempre con mas
celo y mayor severidad. Despucs de la sen-
tencia episcopal los pecadores que queda-
ban declarados hereges, si entregaban
al brazo seglar para la mera aplicacion de
ciertas penas , como las confiscaciones, los -
destierros y la muerte, con arreglo á los
códigós de Teodosio y de Justiniano..


Por ejemplo, en el año de 1022 un con-
cilio de Orleans condenó á varios hereges,
entre los cuales se hallaba comprendido el
antiguo confesor de la reyna, esposa del
rey Roberto, hijo de Hugo Capeto. El rey
los mandó quemar, y se vió entonces á. la
reyna de los franceses venir en persona á.


153
golpear á su antiguo confesor, al paso que
iba á ser entregado á las llamas.


PARTE TERCERA:


Desde la mitad del siglo XII hasta la mitad
del siglo Xri.


El mal se colmó en esta época , que to-
todos los pueblos vivian envueltos en
las tinieblas de la ignorancia y del feuda-
lismo. Generalmente la corrupcion , la anal-,
quia, la estupidez, el espíritu farisayco , la
hipocresia, y el ultramontanismo gober-
naban la tierra, y por un-detestable mo-
do de reprimir la heregia no se hizo mas
que multiplicar sus estragos, y provocar
desórdenes de todas clases en la iglesia y
en el estado.'T asi entonces los obispos es-
tuvieron tan distantes de salvar á los fran-
ceses de la inquisicion episcopal ni de la
papal contra los hereges, que por el con
erario ellos mismos eran los que querian
.una y otra, la provocaban, organizaban y
ejercian por sí y por sus provisores, hasta
que al fin la dieron la forma mas horrible
en sus concilios de Narbona, de Tolosa, de
Melun , de Beziers, de Albi, de Aviñon etc.




z54
Entonces era la inquisicion á un mis-


mo tiempo imperial , real, primiciera, do-
minical , parroquia! , papal, y siempre muy
episcopal ; ejerciéndola ademas los arce-
dianos , los arciprestes , los abades de los
monges , los jueces seglares, y hasta los mi-
litares, y llegando á ser por último diplo-
mática en el r evnado del célebre Enrique IV.
No tardaremos en verla introducirse en el
parlamento : en una palabra, no hubo en
Francia autoridad ni corporacion que no
se infestara de esta lepra.


En el siglo XII los papas, los obispos
y sus curiales inventaron , ó por mejor de-
cir perfeccionaron, el horrible método de
la sustanclacion secreta linquisitorial, del
cual conservamos todavia algunas formas
en nuestros procesos criminales. La Inqui-
sicion tuvo sus familiares, sus espias ó tes-
tigos sinodales , sus carceleros, sus verdu-
gos, sus sacos de infamia, sus confiscacio-
nes, sus destierros, sus demoliciones de edi-
ficios, sus tormentos . ordinarios y estraor-
dinarios; sus crueles hogueras, y sus es-
pantables cruzadas contra cristianos. -Enton-
ces se inventó tambien la farsa de los au-
tiZlos, ó el acto de la pública retractacion.
La Inquisicion ha sido siempre imperial,


155
porque nunca se han olvidado en el medio-
dia de la Francia las funestas leyes del có-
digo .teodosíano que se encuentran igual-
mente en el código de Justiniano.Los,gefes
del clero han estudiado las luyes imPeria-
les en Bolonia, en Paris, en Mompeller y
en otras universidades; han leido estractos
de voluminosas colecciones de cánones ,en
Graciano, en las falsas decretales, y en otros
códigos llenos de principios erróneos quedes-
honran á a quellasmismas,coleeciones; y cargl-
dos de esta falsa ciencia!, á la que se junta-
ba la teología escolástica propia del tiempo,
prefirieron sin pensarlo á las reglas divinas
de la razon y del evangelio las leyes atroces
del Rajo-Imperio, y la constitucion del em-
perador Federico II, á favor de la Inquisi-
cion, admitida en el cesto de Bonifacio VIII.
En medio de su ignorancia y de tantos .er-
rores pasan todavia por los maestros de
la doctrina, y su fanatismo seduce á todos
los legos, desde el que tiene el cetro en la
mano hasta los que manejan el cayado. La
Jnquisicion tainbien ha sido real. Felipe
'Augusto por los arios de 1204 y 1208 con-
sintió en el Languedoc á los comisarios in-
quisidores del papa. San Luis, digno por la
bondad (le su corazon, y por su :ingenio de


r




156
que no le hubiesen imbuido teorías tan ab-
surdas: San Luis estableció tres, veces por
capitulares ó decretos suyos la Inquisicion,
para estipar los bereges y castigarlOs: dos ve-
ces en el año de 1228 estableció en el Lan-
guedoc la de los' obispós y sus provisores;
y luego en Paris'por el año de 1254 permi-
tió la Inquisicion ejercida por dos inquisi-
dores mayores del papa. En el capítulo 125
del libro de los Establecimientos, que corre
con el nombre de San Luis, se lee que des-.
pues de condenados los hereges por el tri-
bunal de la iglesia , es necesario abrasarlos
(les ardoir).


Del año de 1298 hay un decreto de Fe-
lipe el Hermoso que confirma la inquisicion
episcopal y la inquisicion apostólica ó papal.
Este decreto dispone que los hereges, sus
cómplices y defensores entren en las .cárce-
les de los obispos ó de los inquisidores apos-
tólicos, y que pronunciada la sentencia.ecle-
siástica , se entreguen á los jueces reales para
que les apliquen el castigo , (es decir, para
que los quemaran vivos).


Otro. decreto de Felipe el Hermoso del
mes de junio de 13o2 nos informa de que
en Francia estaba entonces en pleno vigor
la inquisicion doble de los obispos y del


157
papa. Los legados de este, lOs inquisidores
generales y los obispos diocesanos perse-
guian .á los liereges, y . los sentenciaban por
sí ó por sus curiales o .delegados. Tambien
otros prelados inferiores, como arcedianos,
arciprestes,, capellanes":mayores de. palacio,
abades y superiores .de las órdenes regida-
res juzgaba? ó, podianluzgar á los hereges
sometidos a su. j Urisdiecion; Y,


los juzgaban
al principio por sí mismos y por sus comi-
sarios, y despues por sus comisarios y sus
curiales solos. Los juzgaban tambien estos
últimos en nombre de diferentes abadesas,
que con Igital título se empleaban en la es-
t irpacion de .las heregías Y,,de otros peca-
dos.. De «;ste:ModO se Concibe como desde




el Siolo XII . la Inquisicion, no solo fue
••


episcopal y papal, sino tambien arciprestal
y arcedianol, y si fuese permitido hablar


. , ,


de, este mildo , abadengo monacal, ect.
• •


n estos. delitos.intervenian los jueces


eclesiasticó'sylos legos. Los primeros inqui-






rian y pronunciaban sobre la lieregia apli-
.....
b


¿ando' las -
penas de prision , tormento y


otrosmuchos:eastigos secretos que por des-
,„...


gracia de aquellos tiempos se .tenian por es-
pirituales,, aunque fueran realmente . tempo-


`."¿órii")o la destitucion de los empleos




158
civiles, el enearcelátnié'nfOpéi'Otiío, la con-
denacion á las galeras, las fustigaciones, la
férula, y la aplicacion del hiáio rusiente.
Todas estas penas aflictivas se ,ejecutaban
por verdugos eelésiásticos , y para ello no
era necesario entregar. á los condenados al
brazo secular. Solo én.''Cier'


tos casos arbitra-
rios resultantes del proceso, berege ó el
sospechoso de heregia',.comb'el encubridor,
el protector, y áúri el ''defensor de ítn he;.
rege, eran entregados a los jueces seculares;
y eStos'n01 1ódián'bácer mas que aplicar la


cié'''hó .diiefátibh y de destierro, ei
del"kéjtf:'


'En el COnáli¿ general de Lyon depone
el Papa al eirilierá'dOr Fed &ie .° II, tenién-
dolo 'heregdra:SUS.lestadOs'se declaran


‘c,
apliables'al Prunéro 145SOi4.1pe..No hay
Un solo padre' eh el concilio qúe se atreva


reblámar; y . el papa ,
hace escribir en las


actas', apprei4iite . lugar de ob-
iiztitesbélitse-: -¿lile él Sileleióá'la vis-
tá`'de semejante esceso se
clon , y'` no' liarYc ¿n;


Fr'atícilnn obisposP
¿hilera que pihoteste contra fiin'jiiría de es-
tás d8Si preVatilaCien¿s.,,


o iasta e ter 12Desde .-"r I 3
se ven ocupadas eri 'Francia dos iiiquisicio-


159
síes, la episcopal y la papal, en perseguir á
los templarios franceses; y con este motivo
estirpan ó esterminan en las llamas á un
gran número de ciudadanos: las sospechas
mas violentas y odiosas se conciben contra
la injusticia brutal del rey y del papa , auto-
res principales de estos sacrificios.


Por un„decreto de Luis Rutin del año
de.1315 se adoptaron y elevaron á ley del
reyno los testos mismosl.de la' cruel y fa-
mosa ordenanza imperial de Federico
para autorizar , fomentar y estender las
diligencias;,de los inquisidores. En el dis-
cursé, del IMistno siglo nos,:enseña la histo-
ria que,,fiter.i*P•ouertos en el Delfiriado dos
inquisidores cl'él papa, los cuales tuvieron
quien les sucediese , viéndoseles hasta el si-


, glo XV, concurrir á que se oprimiera y que-
mará,viva,,,á pesar de stt inocencia, á la in-
mortal; heroina . de Orleans Juana de .Arco.
En fin. ; lós inquisidoreS• apostólicos Conti-
nuaron ejerciendo sus funestas funciones
en.Francia durante el siglo XVI, autori-
zándolas. ',Francisco h por un edicto de 23
de juliw.: de; 1543 , espedido, á solicitud de
los obispOk''katiceses, y es‘'ricitdrio que to,-
davia 5780 conservaba el prior'
de los dominicos de Tolosa el título de ín-




16o
quisidor de la fe en el reyno de Francia,
habiendo percibido el sueldo correspon-
diente á este ministerio de las rentas reales
hasta el siglo XVII.


De este modo por espacio de cinco si-
glos , á lo menos con el beneplácito y la
cooperacion de los obispos se han visto
oprimidos los franceses bajo el real yugo
de la inquisicion imperial, episcopal y apos•
tólica. En el siglo XIII era ademas primi-
ciera , dominical y parroquial. Los prínci-
pes , los magnates y todos los parroquia-
nos quedaron obligados en el año de 1215
por el concilio IV de Letran , al que con-
cu•rieron.


varios obispos franceses, y por
otros concilios posteriores, compuestos úni-
camente de obispos de la misma nacion,
á tramar de buena fe y con todas sus fuer-
zas en favor de la inquisicion para la es-
tirpacion y el, esterminio de los hereges;
viendose reducidos todos los franceses á
jurar que desempeñarian bien y fielmente
este ruin encargo. De aqui se ha derivado
sin duda la fórmula del juramento horri-
ble que en la ceremonia de la coronacion
prestan los reyes, •de estirpar los hereges,
y que se ha conservado á instancia de los
obispos hasta nuestros dias , puesto que
el desdichado Luis XVI le prestó tambien,
y tal vez se quisiera que le prestase Luis


segun ,se . ve á ciertas gentes preco-
nizar los .usos y estilos de los siglos pasados.


(Se concluirá).


E CENSOR,
PEB.IODICO POLÍTICO Y LITERARIO.


N.° 63.
• SABADO 13 DE OCTUBRE DE 82


De las sociedades secretas.


» ínfima et egenti elementa l
11


Cuando al hombre no• le e3 lícito de-
cir en público su pensamiento , abrirá un
hoyo en la tierra , y gritará con la boca
cosida contra ella : Midas tiene orejas de
asno ; aunque se esponga á que repitan
su clamor los cañaverales que nazcan
en el hoyo. La antigüedad nos dió á en-
tender con este ingenioso apólogo el im-
pulso irresistible del hombre á comunicar
á los denlas hombres la verdad que sabe
y entiende , por mas terribles que sean los
peligros á que se espone diciéndola. La
fábula no tuvo otro origen, segun Fedro,


TOMO xr. I I




x62
que la necesidad imperiosa , que impelía
al esclavo á decir la verdad, ya que no era.
posible claramente, á lo menos de ma-
nera que la pudiesen entender aquellos
para quienes la decia. El mismo erigen
han tenido las sociedades secretas. Cuan-
do el despotismo absoluto de una perso-
na ó la tirania popular de las 'preocupa-
ciones obligan al hombre al silencio, bus-
ca los que participan de sus mismas ideas
y sentimientos , se juran secreto y fideli-
dad , se enlazan con el vínculo de .una
amistad estrecha y hacen prosélitos de su
doctrina. Todo esto lo practican por ins-
tinto, obedeciendo al impulso del pensa-
miento , que busca su libertad natural, á
pesar de las cadenas -y de los suplicios. Y
sucede , que eipuesta en secreto la verdad,
como Moyses en las aguas del Nilo , lle-
ga con el tiempo á hacerse tan polerosa,
que sumerge en el abismo á sus tiranos,
como hizo aquel capitan con los egipcios.


Si recorremos la historia antigua , en-
contramos en ella vestigios de dos gran-
des asociaciones secretas , la de Helió-
polis en Egipto y la de Eleusis en Gre-
cia. La primera, inventada por el poder
Sacerdotal para tener al pueblo en la ig-


163
norancia y á los reyes en la dependencia,
era respetada por el mismo poder abso-
luto, bajo cuyos auspicios crecía, á no
ser que se quiera decir , que los auto-
res de aquella asociacion no se atrevie-
ron á chocar de frente el politeismo na-
cional ; y en este caso tuvo el •inismo
origen que todas las de su especie , á sa-
ber: la necesidad de, comunicar sin peligro
el pensamiento. Lo cierto es., que Jos sa-
cerdotes egipcios sacaron gran partido
de los misterios de Ysis. Es próbable que
en ellos se proclamaban los dogmas de la
unidad de Dios, y de la inmortalidad del al-
ma : que alli se estudiaba la verdadera in-
teligencia de los geroglíficds ., que para el
vulgo habian llegado ya á ser objetos del
culto; que alli se enseñaban los vrincipios
de la doctrina secreta, es decir , de lo po-
co que se sabia entonces de física y as-
tronomía , sin los velos oscuros con que
de intento encubrian estas ciencias á los
ojos del pueblo : pero al mismo tiempo
la superioridad, que daban á los iniciados
sobre el relto• de la nacion egipcia los co-
nocimientos y el patrocinio de los sacer-


=dotes, les ponia en las manos todos los
medios de dominacion en un pais don-


N




264
de todo se heredaba. Los reyes se vetan
obligados á obedecer al sacerdocio, baja
cuya direccion gobernaban al pueblo. El
que no respetase aquella corporacion re-
ligiosa y sabía que tenia tantas armas invisi-
bles para dañar , no podria vivir seguro
sobre el ,trono.


A pesar de la influencia política que
ejercia la asociacion de las misterios de
Ysis , se observa , que los sacerdotes egip-
cios no se desdeñaban de contar entre sus
adeptos á los estrangeros mas ilustres. Or-
feo , Lino , Hercules y otros sabios y he.:
roes de Grecia fueron inicia dos en aque-
llos misterios. Sin duda el objeto político
no se revelaba sino en los grados mas altos
y solo se recibia á los estrangeros en los
grados inferiores. Muévenos á pensar de
este modo el ver que los misterios de Eleu-
sis , fundados por los griegos , y que fue-
ron una imitacion servil de los de Ysis,
no tuvieron jamas objeto político. Solo se
versaron acerca de materias religiosas , ser-
vian para eSplicar á los iniciados los dog-
mas, ya morales , ya filosóficos , que solo
se presentaban al vulgo bajo el velo de
;las alegorías mitológicas, en cuyo idioma
habían traducida Vos griegos los geroglífi-


26 5
tos egipcios. Pero no hay en toda la his-
toria griega un solo hecho que pruebe la
influencia política de los


•misterios de Ce-
res: prueba de que sus fundadores solo co-
nocieron la parte religiosa de los de Ysis,
cuando los transfirieron á la• Grecia.


La asociacion de los iniciados de Ceres
no fue pues ni medio ni instrumento de
poder; pero era necesarso tener secreta la
doctrina que en ellos se enseñaba, por-
que era contraria á las preocupaciones po-
pulares. Es muy probable que Sócrates
fuese víctima del fanatismo ateniense y As-
pasia y Anaxágoras estuvieron antes de él
muy espuestos á serlo , por haberse atre-
vido á enseñar ó á esponer en . público los
dogmas de la doctrina oculta, que en nues-
tro sentir no eran otros que los de la uni-
dad y de las perfecciones del Ser Supremo.


Hay en la historia antigua una laguna
que hasta ahora nadie ha pensado en lle•-•
narla..Encontramos vestigios de los miste-
rios eleusinos desde los tiempos de Orfeo
hasta el reynado de Neron: pero despues, la
asociacion de Ceres desaparece de la his-
toria, como si nunca hubiera existido, sin
quei.. se vea ni adivine la causa de su des-
truccion. Nosotros creernos que durante




it56
los tres siglos primeros de la Iglesia se ve-
rificó una entera . y absoluta unjan de la
sociedad de Ceres con el cristianismo que
entonces era tatnbien una asociacion secre-
ta, aunque con la estrecha obligacion im-
puesta á tódos sus individuos- de confesar
su creencia' y doctrina en ciertos y deter-
minados casos. Las razonas en que fun-
damos nuestra conjetura, son las siguientes:


La Entre todas las sectas filosóficas de
la Grecia ninguna era mas conforme con
los principios de nuestra religion . que la
de los académicos ; y se sabe que estos des-
cendientes de Sócrates por Platon dieron
á la doctrina oculta de Eleusis toda la pu-
blicidad que las preocupaciones populares
permitían darle.


2.a • La escuela de Alejandría , entera-
mente académica, fue la primera en adop-
tar el cristianismo , y combinó sus prin-
cipios filosóficos con la moral y la creen-
cia evangélica.


3. a Habiendo perecido la libertad en
Grecia y en Roma, y por consiguiente .-ha-
biendose degradado y corrompido la mo.-
ral . , tan perseguidos debian ser por los ti-
ranos los iniciados en los misterios de Ce.
res , que conservaban las buenas doctri-


1(57
nas políticas y morales, como los cristia-
nos , ci rce prescindiendo de teorías políti-
cas, profesaban una moral purísima y una
religion santa. To:!a virtud era proscrita
bajo los Tiberios, los Nerones y: los Cómo-
dos. La tempestad que era comun á to-
dos, debió unirlos.


4.a El caracter mas ostensible del cris-
tianismo en aquella época fue la detesta-/
clon del politeísmo. No les era lícito dar
el menor signo esterior de adoracion á
los dioses del imperici : no se les permi-
tia asistir al teatro , 'porque todos los jue-
gos escénicos empezaban por hacer un sa-
crificio á Ilaco: en fin , la unidad de Dios
era el dogma fundamental que tenian que
confesar - , cuando caminaban al martirio.
Los iniciados de Eleusis miraban la mul-
tiplicidad de dioses como una alegoría in-
geniosa inventada. para esplicar los pode,-
res secundarios de la- naturaleza , y ado-
raban un solo ser, hacedor del cielo y de
la tierra.


5. a En fin , el espíritu del proselitismo
que animaba á los cristianos , la facili-lad
de. ganar á los que profesaban el mismo
dogma fundamental, la santidad de sus cos-
tumbres, y el heroismo con que se nega-




T 68
ban. á tributar sus adoraciones á los dio-
ses mentidos que detestaban y desprecia-
ban , debieron producir la incorporacion
de la antigua institucion de Eleusis en la grey
evangélica: mucho mas cuando esta insti-
tucion despues de tantos siglos necesita-
ba de un nuevo impulso para regenerarse
y resistir á la corrupcion general.


Si nuestra conjetura no es cierta , no
sabernos esplicar de otro modo la desapa-
ricion de la sociedad oculta de Ceres , du-
rante los primeros siglos de la Iglesia.


La grey evangélica formaba una sociedad
secreta ; pero no era lícito negar la creen-
cia que en ella se. 'profesaba , aúnque se
corriesen los mayores peligros. La doctrina
oculta era la relativa á los misterios sagra-
dos, por evitar las profanaciones de los
infieles, no por libertarse del martirio, pa-
ra el cual bastaba la confesion de un solo
Dios y el desprecio de las divinidades del
paganismo.


Cuando el evangelio subió al trono, y
fue el cristianismo la religion del imperio,
cesó toda distincion entre doctrina públi-
ca y secreta. Los misterios mas sagrados fue-
ron revelados á la faz de la tierra, y la
Iglesia salió de las catacumbas ele los már?;


2 rie
tires para triuntar en .templos magníficos.
La paz de Constantino dió fin á todas las
sociedades secretas de la antigüedad.


No hemos hablado ni de los misterios de
los Dioscuros en Samotracia , que fueron
como el gérmen de los eleusinos, ni de
las fiestas de la buena diosa en Roma , cu-
ya corrupcion llegó al estremo que es no-
torio, en tiempo de Pompeyo , ni de las
juntas oscenas y sacrílegas de los Gnósti-
cos y Maniqueos, ni de otras reuniones de
este jaez ; porque solo fueron una cor-
rupcion de los misterios primitivos, y no
produjeron otro efecto que el castigo de sus
inmorales individuos.


La primer sociedad secreta que encon-
tramos en la historia moderna es la .del
terrible é inesplicable tribunal de West-
phalia, cuya sentencia , semejante á la de
la justicia divina , era imposible de pre-
ver y de evitar. Esta horrenda asociacion
no pudo nacer sino en el seno de la anar-
quia , y debió morir apenas existió en Ale-
mania un gobierno arreglado. En aquella
reunion infernal no se trataba de doctri-
nas secretas , sino de proscripciones y
,Venganzas.


Si es cierto que los templarios perecie-


S




17o
ron por profesar una doctrina secreta y
contraria á la religion y á las buenas cos-
tumbres, hicieron muy mal el rey de Fran-
cia y el pontífice en no haber seguido los
trámites de la justicia en su proscripcion.
Si su doctrina secreta era como la pintan
los que• pretenden . derivar la masoneria
moderna de aquellos célebres y desgracia-.
dos guerreros, es menester confesar que
eran muy ilustrados para su siglo. Una y
otra suposicion son gratuitas é inadmisibles.
La verdad es que eran ricos y poderosos;
y los reyes de aquel tiempo tenian por
norte de su política la destruccion de to-
dos los poderes intermedios entre el trono
y el pueblo. Esta razon es mas que sufi-
ciente para esplicar la ruina de los templa-
rios, sin necesidad de suponerlos ni mas
hábiles ni mas perversos de lo. que eran.


La primer sociedad secreta de la Ft-
ropa moderna, y la única .que ha logrado
celebridad é influencia es la masoneria
mun, limitada por mucho tiempo á las cos-
tas de Ios mares del norte , y que .desde
los principies del siglo pasado ..se difándió
por el mediodia. No es posible asignarla
época ni el lugar de su origen. Lo mas pro-


. bable ea :, que nació entre las convulsiones


171
de la anarquia religiosa y civil que ator-
mentaron la Inglaterra y la Alemania en
los siglos XVI y XVII. El objeto político y
primordial de esta asociacion fue induda-
blemente unir con el vínculo de la toleran-
cia los hombres de diferentes cultos, y en
este sentido no se puede dudar qué ha
hecho mucho bien á la humanidad.


En efecto, considerase cual era el es
tado de la Europa en aquella infeliz épo-
ca en que los hombres se degollaban en
nombre del cielo. La moral religiosa esta-
ba contaminada por la supersticion , la mo-
ral política por el maquiavelismo, y la mo-
ral civil no existia. El origen de tantos tira-
les era el principio de la intolerancia : es
decir, la horrenda máxima que imponia á
los pueblos y á los rayes la obligacion de
esterminar á los que creían que eran ene-
migos de Dios. Algunas almas sensibles,
ilustradas por el instinto de la humanidad,
creyeron que el mejor modo de acabar con
las proscripciones religiosas seria enlazar
con el vínculo de la mas estrecha amistad


con la práctica de las virtudes benéficas
á los hombres de diferentes creencias, con
tal que admitiesen la existencia de Dios y
la inmortalidad del alma, y que diesen con




t72
la creencia de estos dogmas fundamentales
una garantia de su moral. Tal fue en nues-
tro sentir el origen de- la masoneria. Su
doctrina secreta consistia en este solo ar-
tículo: el hombre no tiene derecho para ven-
gar las injurias del cielo, ni para tratar co-
mo ene/nig-o al que no piense como él. Igno-
ramos si con el transcurso del tiempo se
han añadido nuevos dogmas religiosos al
dogma primitivo de la tolerancia: pero en
los principios no hubo otro.


Algunos han mirado á los masones co-
mo sucesores-de los antiguos iniciados de
Eleusis , porque admitian como dogmas
fundamentales la unidad de Dios y la in-
mortalidad del alma ; pero se engañan. Es-
tos dogmas se admitieron entre los maso-
nes porque eran comunes á todas las socie-
dades cristianas, que querian enlazar en
una misma asociacion. Seguramente no vi-
no de Eleusis el lenguaje simbólico de los
masones. Este r,blenauae tomado • de la re-
ligion hebrea, origen y fuente de la evan-
gélica , prueba que los autores de la maso-
neria quisieron habituar sus adeptos á un
idioma .comun & todas las sectas cristia-
nas, para hacer mas facil la reconciliacion:
pero es enteramente falso que los misterios


123
masónicos se deriven de alguna secta judayca.


El dogma de la tolerancia fue en tonces
una doctrina secreta, y debió serlo, por-
que no habia entonces una máxima mas
peligrosa para el que la profesaba en cual-
quiera parte de Europa. Tal era la barbarie
de aquellos siglos de sémi-ilustracion. Cuan-
do los progresos de las luces durante el si-
glo XVIII hicieron mas general este dogma,
la masoneria se difundió y sus secretos em-
pezaron á ser conocidos. La revolucion de
Francia rompió enteramente el velo que los
cubria.


El abate Barruel fue un calumniador
cuando atribuyó á la masoneria la revolu--
cien de Francia. Esta sociedad secreta no
tuvo nuncapor objeto la política, y /as cau-
sas de aquella terrible catástrofe estan to-
das señaladas con caracteres indelebles en
la historia pública del siglo XVIII. El obje-
to de la masoneria fue puramente moral; y
es un hecho constante que no ha habido
en Europa sociedades secretas con doctri-
nas políticas hasta el siglo XIX. La pre-
potencia de Bonaparte les dió nacimiento
en Alemania y en Italia : el poder absoluto
que sucedió á su dictadura les dió un au-
mento estraordinario ; y casi todas fueron




574
y son una conspiraciou permanente contra
la tiranía.


Las doctrinas secretas existen cuando
hay peligro en manifestarlas. Los dogmas
de Eleusis , la tolerancia masónica y los
misterios de la primitiva iglesia debieron
permanecer ocultos durante el rey-nado del
fanatismo. Cuando este muere, son inúti-
les las sociedades ocultas y se convierten
en públicas ; y en efecto , esto es lo que ha
sucedido. Ya Voltaire aseguraba en su tiempo
que el secreto de los masones era bien plat.


Lo mismo sucede en las asociaciones
políticas: mientras dura la compresion del
poder absoluto, conservan y transmiten las
buenas doctrinas , se alimentan de la mis-
ma persecucion; el heroismo de los már-
tires aumenta el número de los prosélitos,
y auxiliadas por el espíritu del siglo y por
la fuerza de la razon obligan al despotismo
á transigir: es decir, á caer; porque el des-
potismo Muere, siempre que transige con
los principios. Cuando llega este caso, la
doctrina secreta se hace pública en un ins-
tante; y una gran nacion se admira de pro-
fesar repentinamente aquella creencia polí-
tica que el dia anterior sumergia á sus adep-
tos en los calabozos.


175
Las asociaciones políticas sen pues uti-


lísimas bajo el régimen absoluto: decirnos
mas , son necesarias : porque es imposible
refrenar el pensamiento ni con las .boyo-
netas ni con los cadalsos. En un siglo de lu-
ces es una condicion necesaria del despo-
tismo la existencia .de tina oposicion secre-
ta ; asi como es una condicion necesaria
del gobierno libre la existencia de una opo-
sicion declarada. La primera mata al despo-
tismo : la segunda fortifica el imperio cons-
titucional.


Réstanos ahora que examinar ¿cuál
la influencia , de las sociedades secretas en
el régimen representativo? Cuestion im-
portante, y no tratada hasta ahora por nin-
gun publicista ," que nosotros sepamos.


• La libertad del pensamiento es el pri-
mer elemento del régimen constitucional,
y la publicidad del pensamiento es su mas
favorable efecto. Donde es lícito opinar li-
bremente y manifestar libremente sus opi-
niones,*no hay riesgo ninguno personal en
hacerlo, y por consiguiente las doctrinas se-
cretas sgn inútiles. Hay mas: todo .ciudadano
que ame su patria, está en cierta manera obli.
gado á no ocultar las doctrinas y máximas
políticas que él crea útiles y necesarias:




176
porque (1:cómo un buen patriota se resolve-1
rá á tener escondido su pensamiento, cuan-
do vive persuadido á que su pensamiento
es util á la sociedad ? La existencia del es-
clavo es en lo mas escondido de su casa:
la del hombre libre es en el foro. El pri-
mero.concentra sus afectos y sus ideas en
el corto número de hombres , de los cuales
se cree seguro : el segundo estiende su be-
nevolencia á toda la masa social : el prime-
ro escluye de su amistad y de su confianza
á todos los que no participan de su secre-
to: el segundo mira como amigos á todos
sus conciudadanos.


Ni hay que decir que á veces el hom-
bre oculta sus ideas, por no saber si serán
bien recibidas. El gobierno representativo
tiene obligacion de permitir la libre circu-
lacion de las ideas. Esta libertad es la úni-
ca que podrá distinguir las buenas de las
malas , las verdaderas de las erróneas: por-
que dará origen á una discusion en . juicio /
contradictorio , cuyo resultado final ha
de ser forzosamente el triunfo de la ver-
dad.


En una palabra, la razon se oculta cuan•
do la persigue el poder ; pero cuando el po-
der la favorece no vemos porqué haya de


177
buscar la sombra del misterio y de la ale-
goria para esponerse y propagarse.


No estamos ya en aquellos siglos faná-
ticos en que la verdad misma tenia nece-
sidad de adornarse con los atarlos del error,
ni con los prestigios de la deélamacion. El
siglo presente no se contenta con frases ora-
torias. ni con morisquetas alegóricas : exijo
lógica, análisis , razon; y solo se rinde de-
finitivamente á las demostraciones.


'Revístase pues la -verdad con los atavios
de su gloria: preséntese á hombres en to-
da su brillantez, como Sion despues de su
cautividad.. Cesaron los. tiempos del miedo
y del despo:isrno: abandone ya las catacum-
has de los martires; y prediquese en las.
calles y plazas, y domine en el alcazar del
poder y en el santuario de las leyes.. No sea
el patrimonio esclusivo de una asociacion
secreta, sino la herencia do una gran na-
cion. Tributemos nuestra gratitud á los que
conservaron ileso , bajo el imperio del po-
der absoluto, el sagrado depósito de la
verdadera doctrina á. costa de tantos peli-
gros y sacrifieios; pero aquellos valerosos
depositarios.entreguenlo ya en manos de la
n aci o n , para que esta conozca todo el pre-
cio del beneficio 'que le han hecho-, y lo


.
gu.-


TOMO XI.
12




o


178
mente con nuevas verdades, debidas á nue-
vas y públicas discusiones.


La influencia de las asociaciones secre-
tas en el régimen representativo es casi nu-
la , asi como es inmensa bajo el cetro del
despotismo. Este con sus violencias y fu-
rores aumenta cada dia el número de sus
enemigos y los partidarios de la doctrina
oculta ; pero en el imperio de la ley nadie
influye verdaderamente , sino los que diri-
gen la opinion pública. Ahora bien, una
asociacion secreta que disfrace sus doctri-
nas, ' que no diga con toda , claridad cual es
su pensamiento y . cuales son las razones en
que lo funda , C qué impresion puede hacer
en el espíritu nacional?


O las doctrinas de las sociedades secre-
tas se conforman con las máximas del go-


'bierno representativo establecido, ó se di-
rigen á modificarle, ó le son enteramente
contrarias. En el primer casa d de qué sir-
ve encubrirlas? En el segunda, deben expo-
nerse al tribunal de la opinion pública pa-
ra preparar los animos á modificaciones uti-
les, cuando sea posibe hacerlas por me-
dios constitucionales. En el tercer caso , la
doctrina oculta es mala, ya decline al ser-
vilismo, ya á la demagogia popular ; y por


'79
consiguiente seria muy útil publicarla, ra-
ra que su refutacion impidiese sus perni-
ciosos efectos. No sabemos que haya
otro caso fuera de los tres que hemos in-
dicado.


Si las sociedades secretas son un. me-
dio de contener al gobierno en sus justos
límites por la sobrevigilancia. que ejercen
sobre él, ¡ cuánto mejor se conseguirá es-
te efecto por medio de la publicidad! EL
congreso nacional, su diputacion perma-
nente, los escritores públicos , toda la na-
eion , en fin , vigila al ministerio en el ré-
gimen constitucional. Mucho mejor es reu-
nirse publicamente á la respetable masa
de la opinion pública , que espiar aisla-
dos y como con miedo las operaciones
Ministeriales.


Ultimamente , si el objeto de la asocia-
.cion secreta no es la propagacion de doc-
trinas políticas ni el examen de las actas
gubernativas , sino ganar parciales para
conspirar en pudiendo contra el régimen
establecido , en esta hipótesi nada tene-
mos que decir á los


.
asociados : nos con,


tentarémo.s solo con decir á las autorida-
des que velen.


De las reflexiones anteriores se dedu-




18o
ce , que las sociedades secretas deben su
existencia á la intolerancia del despotismo:
que son muy útiles para destruir el im-
perio del poder arbitrario : y que destrui-
do este poder , -y sustituido en su lugar el
imperio de la ley y el régimen liberal,
son inútiles aquellas asociaciones, porque
la consolidacion de la libertad ha de de-
berse á la razon universal de los pueblos
ilustrada por las luces del siglo. Es ne-
cesaria una conspi•acion , preparada en se-
creto para minar el trono del despotis-
mo : pero afirmar las libertades públicas,
no puede ser sino efecto de la coopera-
cion pública y universal de todos los ciu-
dadanos.


La teoria . que acabamos de esplicar se
apoya en el ejemplo de la Inglaterra , el
primero de los paises libres de Europa.
Hay en ella muchas sociedades secretas,
ya antiguas, ya modernas , ya con obje-
to religioso , ya político , ya dirigidas úni-
camente á divertirse y solazarse. Todas
subsisten , todas celebran tranquilamente
sus sesiones: ninguna tiene la menor in-
fluencia en los negocios públicos , porque
la libertad de la imprenta, sancionando
el imperió de la opinion nacional, separa


18 3:
naturalmente de la . escena del poder todo
lo que carece de publicidad.
. Este ejemplo prueba la inutilidad de
las asociaciones secretas en los gobiernos
libres ; pero no alcanza á probar su irre-
gularidad. Nosotros creemos que ni tienen
ni deben tener influencia en los negocios
públicos; mas no las crees mos ilícitas. Un
cierto número de ciudadanos se reune en
un punto á ciertas épocas, sin tumulto ni
asonada, ya para hablar sobre las materias
que tengan por conveniente, ya para cele-
brar banquetes , ya para estrechar con di-
ferentes ceremonias el vínculo de amistad
que los une. Nada vemos en esto ni repren-
sible ni contrario al órden público : al
contrario, la ley que prohibiese estas aso-
ciaciones , seria un atentado contra la li-
bertad personal. En una república bien or-
denada tienen los ciudadanos la facultad
de reunirse particularmente, salva al go-
bierno la accion de vigilar las reuniones,
y de 'castigar las que conspiren contra el
orden establecido, no á título de reuniones,
shio á título de conspiradoras. Nosotros
hacemos profesion de aborrecer las leyes
reglamentarias y de tutoria que castigan
el mal antes 'que suceda, con el pretesto de




182
prevenirlo, y matan la libertad con el mie •
do del desorden.


Pero una cosa - es permitir las asocia -
ciones secretas, y otra concederles influen-
cia en el gobierno constitucional. No la
pueden ni deben tener; porque nada se-
creto; nada desconocido, nada misterioso
es ni puede ser elemento de fuerza en un
gobierno libre. Los. intereses y miras de
esta ó aquella corporacion aislada qué
son ante el gran interes nacional , que se
agita en el foro de una nacion restituida
á todos los derechos de la libertad? El mi-
nisterio que buscase apoyos en una socie-
dad secreta, el ciudadano que estudia sus
deberes en los misterios eleusinos , y el
hombre de estado que • tome sus princi-
pios de una corporacion aislada, no son dig-
nos de pertenecerá un pueblo libre.


183


TEATROS:


El Sordo eit la posada : comedia en dos
actos traducida del francos.


No sabemos por que se dice que este
drama es traducido , cuando en el. ori-
ginal francos. tiene tres actos, y en la pie-
za española se han suprimido todas las
ampliaciones' necesarias para hacer vero-
simil la intriga y dar la debida estension
á los retratos de los caracteres. El come-
diante Desforges, aunque poeta cómico del
tercer orden , escribió una verdadera co-
media, que después de,h0er sido repre-
sentada en el antiguo teatro de biontansier,
y en el de las Variedades , ha merecido el
honor de pertenecer al repertorio de la
comedia francesa : la traduccion española
ha convertido este drama en un saynete.


El fingido sordo que priva al estúpi-
do y grosero don Gil de su cena, de su
cuarto y de su novia , es un caracter ori-
ginal y agradable. No importa que esté al-
go recargado, porque los caracteres que se




I84
afectan, no es necesario que sean vero-
similes para los espectadores : basta que
lo sean para los personages que van á en-
gañar. El caracter de •Juana, que renuncia
á su amante y resuelve dar la mano al que
justamente aborrece, por impedir la ruina
de su' padre , es muy bello ; pero en la
traduccion española no está colocado en
primer término : todo se ha sacrificado en
ella á la soca rroneria del sordo y á las ri-
dículas querellas de don Gil.


La escena muda en que este dispone
su cama , se desnuda y se acuesta apagan-
do la luz con el vaso , puede variarse y
modificarse al infinito; :V es menester con-
fesar que los espectadores convidan al ac-
tor á hacer todo lo que entonces se le pon-
ga en la cabeza, seguro de ser perdonado
con tal que haga reir. Debemos observar que
la comedia original no exige del actor el sa-
crificio de desnudarse y acostarse en pre-
sencia del auditorio, como se hace en nues-
tros teatros ; solo le manda disponer ri-
dículamente su cama con los trastos que
encuentre á propósito en el comedor.


Hay otras dos comedias de Desforges
que han quedado taro bien en el repertorio del
teatro frances : TOmasito Tones en Londms y


185
la Celosa; una y otra. en cinco actos y en
verso. La Celosa es indisputablemente la
mejor de sus composiciones dramáticas.
Hemos visto una traduccion española de
esta pieza , pero en prosa. Fue tambien
autor de novelas y escribió su propia vi-
da con_ el titulo El poeta pesada compo-
sicion de cinco tornos , en que fatigan tan-b
to las repeticiones como las oscenidades.
Y sin embargo Desforges creia ser el ému-
lo de Louvet, y competir con la ingenio-
sa y filosófica sátira de Faublás.


El hombre convencido de la ra ron ó la mu-
ger prudente: comedia en tres actos.


Don Fernando de Leyba , caballero no-
ble de Zaragoza, se casa con doña An-
gela , bija de un honrado comerciante, ena-
morado de ella. Despues de un ario de fe-
licidad , se enamora de doña Beatriz , su
parienta, sostiene su casa , la da galas y
joyas, abandona á su mirgér , la despre-
cia, la aborrece, quiere divorciarse, apar-
ta. cama ( porque el autor no permite. que
ignoremos estas graciosas particularidades),
solicita que se vaya á Madrid , y no pu-
diendo conseguirlo, trata de enviarla al otro




186
mundo echando veneno en el agua de limon
que estaba preparada para su muger. Si hay
en todo esto algo con que componer una co-
media, venga Dios y véalo. Nosotros por lo
menos iy hemos encontrado nada que nos
haga reir, sino la estupidez del autor y la
paciencia de los espectadores.


Eso de envenenar á nri marido, á una
esposa ó á un padre, son ni g erias y trave-
suras, que acaso esten admitidas en las far-
sas italianas : pero vive Dios que no las
hemos podido leer sin sorpresa é indigna--
cipn en una comedia del celebrado Gol-
doni. La sangre se rebota y todas las fuer-
zas del alma se sublevan cuando se ve
convertidos en artificios y juegos 'dramá-
ticos los crímenes mas horrendos y mas vi-
les. No hay que decir que en la tragedia
son admitidos. Aquel es otro pais , donde
se trata de pintar los efectos funestos de
las pasiones en los grandes personages : alli
se trata de dar lecciones á los reyes y 1.9:-
bernantes, acostumbrados á someter la mo-
ral á la política. Pero lo horroroso en la
comedia es tan ridículo aun mirado sola-
mente bajo ún aspecto artístico , como lo
seria el (coloso de Rodas , colocado como
adorno en un jardin de flores.


187
Pocas mugeres hay que quisiesen atraer


á sus maridos, despues de saber que han
querido envenenarlas : asi la utilidad del
ejemplo es ninguna. Ademas que el he-


. _roismo del amor conyugal tiene sus lími-
tes, y no creemos que se deba exigir de
ninguna esposa , que continue viviendo con
un parricida.


Si don Fernando en un momento de •
furor hubiera atentado arrebatadamente
contra la vida de su muger, seria natu-
ral y verosimil el remordimiento posterior
Pero el que premedita un delito tan hor-
rendo sin remordimiento ninguno, y lo pre-
para con tanta perfidia , <3 por qué se ar-
repiente despues ? Un alma capaz de se-
mejanle iniquidad, no lo es de ningun sen-
timiento moral. Nada es mas delicado en
el teatro , que mudar los sentimientos de
los personages ; porque debe hacerse sin
que parezca que mudan de caracter, y
deben prepararse muy de antemano las si-
tuaciones que han de justificar la mudanza.


Y é qué cosa mas vil que doña Beatriz?
Altanera , chismosa, coqueta , vengativa,
complaciendose en los tormentos que le ha-
ce sufrir á su amante, y disponiendolo con-
sus arterias á que haga infeliz á su inocen-




83
te esposa, es tan proftindarmN.nie malvada
y tan seriamente perversa, que no es po-
sible ni discuparia- ni reirse de ella. Es ver-
dad que se dice que su trato con don Fer-
nando no pasaba de los límites de una de-
cente amistad.


»Forse era ver , una non pero credibile."


Y ya sabemos que esas cosas se suelen de-
cir en las comedias para poner á salvo el
decoro debido al las costumbres públicas.
Debemos agradecerle al autor este mira-
miento , ya que tan abiertamente faltó á la
decencia en tódo lo (lemas.


-


Los parásitos episódicos que iban siem-
pre armados de tirabuson , que apuraban
los vasos de vino y de agua de limon que
encontraban sobre las mesas, y que come-
tian todo género de bajezas por tomar cho-
colate y beber Peralta, pertenecen al anti-
guo entremés español , no á la buena co-
media ni á la sociedad de buen tono.


En fin , ni en la fz-duila ni en !os ca-
racteres hay por donde tornar esta comedia:
toda ella es sucia é infame. No sabemos por
que se representa todavía.


8 9


La Madre Hipócrita: coineclia . en
tres actos.


El epiteto de hipócrita no conviene á
doña Tecla. Es madre débil, que no tie-
ne dificultad en saerd.ca• una hija al inte-
res y á les placeres de un hijo mal criado
y consumado en la maldad : es una gazmo-
ña que cree que la virtud consiste en fra-
ses y esterioridades : es una estúpida que
implora el favor del cielo para . que prospe-
re la calumnia •y el engaño , que han de
sumergir en un claustro á la inocente eta-
- ra ; pero no es una hipócrita ; porque la hi-
pocresia supone el. conocimiento de que se
obra mal, y la protagonista de esta pie-
za ni aun es capaz de este conocimiento.


Pero en valcle observamos la impropie-
dad del título, cuando toda la pieza es un
in sulto continuado 5. las buenas costumbres.
Parece imposible que existan en ninguna
parte una madre tan despreciable, un her-
mano tan vil , un dependiente tan necio ni
una criada tan perversa. Estos personages
odiosos se conjuran para indisponer al pa-




1


igo
dre, que es irascible y poco delicado, con-
tra su hija y su amigo. Las armas de que
se vale la ,isociacion infernal , son cartas
en que el dependiente falsea letras , y un
anillo que la criada roba á sU señorita.


Para saber cuán poco conocimiento te-
nia el autor de esta rapsodia de las costum-
»res y usos, que se respetan en la socie-
dad de las gentes bien educadas, basta sa-
ber que preguntándole el padre á su hijo
¿ cómo habia llegado á su poder la carta
del padre de don Prudencio á este , en la
.que anunciaba su próxima quiebra, la res-
puesta del hijo es que la vió sobre la me-
sa de don Prudencio medio abierta : Yo no
soy curioso, prosigue; pero


»Conociendo que era letra
De su padre mientras él
Se lavaba en la otra pieza,
Le pasé la vista , y luego
Me la eché en la faltriquera." etc.


El padre no halla nada que reprender
en esta felonía. El escritor que as-
pira á pintar las costumbres , debe saber
por lo menos, que es un crimen imperdo-
nable entre las personas :de buena educa-


19(
don, no ya leer ó guardarse los papeles
agenos, pero aun estender la vista hácia
ellos, mucho mas, cuando en semejante ac-
cion quedan á un mismo tiempo agravia-
das la probidad y la confianza. Insistimos
mucho sobre esta máxima de moral, por-
que no son pocos los que ignorantes sin du-
da del respeto que merecen los secretos de
otros, se permiten revolver v examinar los
papeles que encuentran á su salvo ; y esto
lo hacen con tal seguridad de conciencia
que manifiestan mas bien su falta de crian-
za que su mala /intencion.


La mayor parte de los personages de es-
ta comedia son odiosos sin ser ridículos.
¡ Cuánto mas aborrecible es Tartufo ! y
sin embargo qué dósis tan completa de
ridiculez le echa encima su inimitable
autor Las gazmoherias de doña Tecla, úni-
co recurso cómico de efrta pieza, son mas
burlescas que cómicas; porque son de bue-
na fe y no fingidas como las de la Mogigata
de Moratin.


Todo hombre que tenga sentimientos y
educacion, rabiará y no se reirá con la Ma-
dre hipócrita.




192


Qué es lo que se quiere? e. Qué es lo que
consnene?


• No sin causa hacemos estas preguntas.
Alejados de los, negocios, sin pertenecer á .
ningun partido, sin destino , y co-
locados por nuestra misma situacion fuera
de la esfera de las pasiones políticas , pero
amantes de la libertad y adictos á las nue-
vas instituciones, observarnos con dolor qué
sus partidarios estan divididos en tan varias
y encontradas opiniónes , que conviniendo
todos al parecer en el punto capital de que-


,


rer sostener la Constitucion , y debiendo en
consecuencia tener unos mismos intereses,
.estan mas enemistados entre sí que con los
enemigos del sistema constitucional. Que-
remos averiguar la causa de esta desunion,


nos acercamos á los que pasan por perte-
necer á diferente partido, y dentro de uno
mismo á cada una de sus varias subdivisio
ices, todos parecen descontentos: les pregun-
tamos qué es lo que temen, de, qué se que-
jan ; y lo que sacamos en limpio es que ellos
no se entienden á sí: mismos , ni saben lo
que se quieren.


193
Preguntamos á Teiofilo qué' es lo qué


piensa de la situacion actual de España , y
al punto responde que todo va mal , que el
ministerio es inepto, que la mayor parte de
los empleados son serviles, que los buenos
yacen en el olvido y el desprecio, que si-
guiendo las cosas asi , el sistema no pue-
de sostenerse, y que no hay otro remedio
que restituir á las sillas ministeriales á los
siete esclarecidos varones que las ocupaban
el 28 de "febrero. Nosotros le replicamos,
que cuando aquellos señores manejaban las
riendas del estado, las cosas no iban mejor
que ahora; que en su tiempo'se verificaron
las intentonas de Morales , de: Barrio , del
Abuelo y dela junta apostólica. Se fragua-,
ron las conspiraciones de Erroz , Vinuesa
y otras, y se prepararon las •rebeliOnes de
Merino y d6:Salvatierra; que el ministerio.
actual bá conservado casi todos los emplea•
dos que dejó el antiguo , y que si no son
liberales; la culpa es de los que los eligie-
ron; que desde marzo acá no sehan deseu-'
bierto mievas tramas , se han comprimido
los esfuerzot,delos facciosos y' se, han des-
truido las' bandas




armadas que aquellos
habian dejado formar. Y á esto nos res-.
ponde que


• nosotros somos- afrancesados y
TOMO xr. x 3




194


no tenemos voto en la materia, y ni aun
podernos ser compromisarios de parroquia.
Nosotros enmudecemos á tan convincente
argumento , le damos gracias por el cumpli-
do, y pasamos á otro COITO.


Aqui está perorando Filostrato , y sen-
tando por principio que todo va mal, echa
la culpa á los siete de la fama, y sostiene
que ellos paralizaron el movimiento liberal,
entibiaron los ánimos , sembraron la des-
union entre los amigo s de la-Constitucion,
y disgustaron á los restauradores de la li-
bertad, disolviendo el ejército de la Isla,
forjando las famosas páginas y desayrando
á Riego; y añade que aquellos y la mayor
parte de los liberales del año de 12 no han
pensado mas que en sacar partido de la
revolucion para si y para los suyos, colo-
car á sus Clientes, por inéptos y serviles que
fuesen ; y hacer cada uno su fortuna apo-
derándose de los primeros destinos de la
nacion ; y que una vez entronizados no cui-
daron mas quo de conservar sus puestos, co-
brar sus buenos sueldos , y olvidar ingra-
tos á los que los sacaron de los .. presidios,
de los destierros ó de la oscuridad en que
yacian: que el ministerio actual, aunque bien
hallado-con haber sucedido á los corifeos


r9r)
del año 12 pertenece tambien á aquella
época, y sigue el mismo sistema que sus pre-
decesores, y que en consecuencia es menes-
ter acabar de una vez con la faccion ga -
ditana , deponer todos los altos empleados,
y remplazarlos con gente nueva de la que
se llama del año de 20. No falta quien le
replica, que si los autores de la Constitucion,
los fundadores de la libertad , los defenso-
res de la independencia, los mártires del
patriotismo no inspiran confianza, si se han
corrompido, si han olvidado los princi-
dios que en otro tiempo profesaban, si no
han defendido con ardor, pureza y desin-
terés la santa causa, por la cual habiau com-
batido y padecido persecucion, ¿qué mayor
garantía pueden presentar hombres menos
conooidos y menos probados . , y 'que si gri-
tan ahora libertad y liberalismo es porque
la borrasca es ya pasada , el triunfo parece
asegurado , y el hacer alarde de estas ideas
proporciona honores , mando y riqueza ? No
sotros escuchamos en silencio, nos abste-
nemos de tornar parte en la disputa para
que no nos vuelvan á llamar •afrancesados.,
y pasamos á otro grupo.


Aqui se presenta Furio , y conviniendo
con los anteriores en que todova mal, di-




96
ce que él conoce la causa , que la ha mani-
festado repetidas veces, pero no se hace ca-
so; y que nada se enmendará hasta que se
haga lo que él propone. ¿Y qué-es lo \que
propone este reformador universal? Que se
entrañen del reyno un par de docenas de
obispos, se. encierre en castillos ó en con-
ventos á unos doscientos canónigos , se ahor-
que á unos cuantos miles de frayles y clé-
rigos, se aligere la carga de las cárceles
despachando á todos los que se hallen pre-
sos por causa de conspiracion , sin detener-
nos á averiguar si en efecto merecen ó no
la pena capital ; que se despoje de sus ri-
quezas á los 'grandes y poderosos, y se re-
partan caritativamente entre los pobrecitos
liberales que nada tienen; que para man-
tener á• los serviles en un saludable .temor
se pasee por-las calles el martillo bajo de
palio; que paea reanimar un-poco el amor-
tiguado patriotismo se fomente y encienda
la guerra civil , y que entre, tanto se arme
cada quince dias una jaranilla, á la cual si
se la pudiese añadir un poquito de saqueo,
seria el medio de interesar en estas bellas
escenas al pueblo inerte ó aletargado; y que
per de pronto se mude el ministerio, se
renueven todos los tribunales , se quiten


192'
todos los gefes políticos, se haga una mon-
da en las secretarias y oficinas , y- se decla-
re _servil,. pancista y. conspirador contra el
sistema á todo el que tenga que comer y
se ponga camisa limpia."


A esto repone alguno que para consoli-
dar un nuevo sistema de gobierno es pre-
ciso hacerle amable á los gobernados ;'que
no puede serlo si con él no se propor-
cionan nttiaos bienes á la comunidad con
el menor perjuicio posible de los indivi-
duos; que no se debe derramar sangre si-
no en la mas absoluta necelidad , y siempre
lo menos que se pueda; que es menester
distinguir entre el error y 'el crimen; que
para hacer felices á las generaciones venide-
ras no es buen camino empezar estermi-
nando las tres cuartas partes de la genera -
don actual ; que la bondad , la dulzura , la
indulgencia concilian los corazones y gran-
gean muchos amigos, al paso que lá dure-
za, la crueldad y la persecucion enagenan
los ánimos , escitan y perpetuan los odios
y hacen imposibles la union , la paz y la
concordia , condiciones sin las cuales no
pueden prosperar los estados y ni aun con-
servarse largo tiempo ; que respecto de
los eclesiásticos , aun cuando por su inte-




res individual, por su "mala educacion lite-
raria, y por otras causas se presuma que
en general son poco adictos á las institu-
ciones liberales, es menester dejar al tiem-
po que con mejores estudios y con una sa-
bia reforma de ambos cleros se vaya me-
jorando insensiblemente su espíritu, hasta
que algun dia sean los apóstoles mas celo-
sos de la filosofia , asi como ya lo son del
evangelio, que no es otra cosa que la filo-
sofia misma perfeccionada por la revelacion:
y que entre tanto no siendo alta y pública-
mente criminales, aconseja la prudencia di-
simular mas bien pequeñas faltas, que perse-
guir con encarnizamiento á toda una clase
por los escesos de algunos individuos, par-
ticularmente cuando esta clase ejerce un
influjo tan poderoso y tan temible sobre
las conciencias de los .fieles : y en suma,
que para estirpar abusos envejecidos, cor-
regir errores consagrados por el hábito y
el transcurso de muchos años, entablar un
nuevo régimen y regenerar completamente
una gran nacion , es menester mucho pul-
so , tino y prudencia : proceder por grados
y con mucha lentitud, y no empeñarse en
transformar de repente á los hombres de
ignorantes en sabios, de preocupados en fi-


199
lósofos, y de esclavos en ardientes republi-
canos.-Ah ! ah !. Ya entendemos , escla-
man cincuenta voces á un tiempo : mode-
rado , liberal á la francesa , emplastador,
palaciego, emisario de los ultras pagado
por la santa flianza, y por lo menos pan-
cis ta , servilon de cuatro suelas : cantarle
el trátala, interin que el martillo le hace
confesar, mal que le pese , que sin exal-
tacion , delirio, rigor y perseeucion no hay
patriotismo.


Será todo lo que ustedes quieran , di-
ce entonces para su capote el hombre de •
buena fe que busca la verdad , desea el
bien y no entiende de partidos: pero en
suma ¿ en qué quedamos ? ¿ Qué es lo que
se quiere? ¿ Qué es lo que conviene ha-
cer para salvar la patria, que es de lo que
debe tratarse ? Todos los que hablan se
dicen patriotas, y yo creo que lo seran en
el fondo de su corazon ; pero en medio de
tan divergentes opiniones, ¿qué partido de-
berá tomarse? Uno quiere que vuelva el
antiguo ministerio, otro le detesta y de-
fiende al actual: un tercero viene y no es-
tá ni por 'el uno ni por el otro : llega un
cuarto y pretende que en saliendo el ti-
mon del estado de las Manos de los que




200
estaban en Cadiz en los arios de I 0 I
y .12, la nave dará al traste y se la tra-
garán las olas; y he aqui un quinto ase-
gurando que ellos son los que la llevan
derechita á estrellarse en los escollos ; y
que nadie puede sacarla á Puerto de sal-.
vacion sino los hombres de 1820, y los
que ellos designan , porque son los l'irá-
cós patriotas puros y desinteresados , y
todos los demas traficantes de empleos y
ambiciosos de poder: se acerca por últi-
mo el que los pondrá á todos en paz,
porque desentendiéndose de arios doces y
veintes , de Cadiz v de la Isla, de minis-
tros quitados y •


ministros puestos , quie-
re diezmar todos los partidos y formar una
nueva raza de hombres tan impasibles, tan
perfectos y tan virtuosos , como el sabio.
de los Estoycos: mas es de resumir que
en esto de diezmar no convengan nunca
sino los diezmadores, porque todo el mun-
do tiene el, ridículo capricho de amar un
poco su vida.


Y entretanto que asi se disputa, ¿quién lo
padece? La pobre patria. El erario no está so-
brado, el espíritu público no adelanta, la opi-
nion pierde, y los enemigos de la libertad se
aprovechan para desacreditarla de 'esta di.


201'
vision que observan entre los que se Hal»
man sus defensores. »Veis , dicen á la gen-
te menos instruida, veis h lo que se re-
duce el liberalismo y la filosofia de muchos
de vuestros regeneradores ? A. disputarse
los empleos. ¿Quereis la prueba ? Pues
haced que todos los que los ocupan hoy
sean simultaneamen te depuestos y obliga-
dos á ganar el sustento con su trabajo
corporal ó con algun género de industria,
y al punto viereis como la mayor parte de.
ellos son los primeros á murmurar de las
instituciones actuales y se convierten en
acérrimos serviles. » Y por desgracia los que
asi hablan , van muy descaminados. Li-
berales y filosofos de boca no faltan, ni
faltarán mientras que estos títulos conduz-


`can á los honores, al mando y á los suel-
dos ; pero liberales de corazon , filósofos
por convencimiento, estos son raros toda-
vía. Ni puede ser de otra manera. No•hace
cuarenta arios que las doctrinas filosóficas,
y las que con propiedad se llaman ideas
liberales, eran conocidas de tan pocas per-
sonas en España, que estas podian ser con-
tadas, y acaso no llegaban á dos do-
cenas.


Algunos de los patriarcas del liberáis-




202
rato español que viven todavia, saben que
no exageramos. La revolucion francesa es-
citó la curiosidad, y llamó la atencion de
toda la Europa hacia las grandes cuestiones
que entonces se ventilaban en la asamblea
constituyente , en los periódicos y en los
escritos sueltos (le aquella nacion , y la
española se resintió tambien de aquel in-
flujo; pero. los ostáculos que las inqui-
siciones eclesiástica y política oponian á la
propagacion de los principios proclama-
dos por , los reformadores franceses , y an-
teriormente consignados en los libros filo-
sóficos , hicieron. que la instruccion Lo pa-
sase todavia entre nosotros de la clase de
los 'literatos estudiosos, hasta que la guer-
ra de la independencia permitió predicar
y profesar públicamente doctrinas que po-
co antes llevaban á los calabozos del san-
to oficio , ó á los fuertes de Filipinas. Es-
ta luz sin embargo fue pronto, si no es-
tinguida, eclipsada por la reaccion del año
de z4 ; y aunque felizmente reanimada des-
de marzo del año último, no ha tenido tiem-
po todavia para penetrar ni aun en las
primeras clases de la sociedad lo bastante
para que todos los que hablan de libera-
lismo hablen con conocimiento de causa.


2o3
Los mas (5 repiten como ecos lo que


oyen á otros mas instruidos , ó solo tienen
una tintura superficial de las ciencias po-
líticas y morales en que se enseña , espli-
ca y demuestra la delicada y dificil teo-
ría del gobierno representativo. Asi el li-
beralismo no es para muchos mas que una
moda ,la cual abandonarían con tanta fa-
cilidad como dejan los pantalones estre-
chos cuando se estilan los anchos. Y esto
no lo decimos para desanimar á los libe-
rales de corazon , haciéndoles notar cuan
reducido es su número ; ni esta aparente di-.
gresion es apena del punto que empezamos á
tratar. Al contrario, hemos buscado de inten-
to este rodeo para venir á parar á dos pun-
tos capitales de que es preciso no apartar-
se si se quiere sinceramente conservar y
consolidar el régimen liberal felizmente res-
tablecido. Estos dos pun tos son, uniori perfec,
ta entre todos los que se dicen sus defensores,
y propagar sus luces sín exasperar los áni-
mos de los ignorantes, y sin perseguir ni á
las clases ni á los individuos, cuyas opi-
niones no estera todavia á la 'altura eonve-
niente.


En cuanto á lo primero no repetiremos
las generalidades tan sabidas de que la




2°4
desunion y la discordia entre los que for-
man causa comun , en cualquiera género
que sea, proporciona á sus enemigos la
victoria y acarrean la ruina de aquello mis-
mo que. se proponen defender. «El reyno
dividido será desolado , el valor unido es
mas fuerte, los mas pequefios estados se
engrandecen por medio de la union y la
cóncordia de sus individuos, asi como los
mas grandes se disuelven y acaban cuan-
do se desunen entre sí sus naturales»: son
proverbios ó aforismos políticos que to-
dos conocen , y que dejados en esta ge-
neralidad son hermosas frases que se .olvi--
dan regularmente cuando era mas necesa-
rio tenerlas presentes. `Veremos circuns-
cribir nuestras observaciones á la situacion
actual (le los negocios públicos- en Espa-
ña. Para esto suponiendo que nos escu-
chan los hombres mas distinguidos de to-
dos los partidos, nos tornaremos la liber-
tad de hablarles en estos términos!


» ¿ Son verdaderamente liberales? Lo
suponemos. ¿ Y qué entendeis por libera-
les? Hombres que quieren que en su patria
haya un gobierno fundado sobre las ba-
ses de la libertad civil y política , y la igual-
dad legal, de los ciudadanos : que estas be-


205
ses esten consagradas en una ley funda-
mental que se llama constitucion: que por
ella se establezca y arregle un cuerpo repre-
sentativo libremente elegido por la nacion,
el cual decrete las leyes: que las faculta-
des del .poder ejecutivo esten bien des-
lindadas y bien especificados los límites,
fuera de los cuales no deba nunca esten-
derse: que las contribuciones y cargas sean
repartidas con equidad y sin escepciones ni
privilegios ; que el poder judicial sea in-
dependiente, que la legislacion sea unifor-
me ect. ect., porque aqui no tratamos de es-
cribir una 1;onstitucion. Y bien ¿ existe esta
ya en España ? ¿ Está proclamada , jurada y
puesta en ejecucion? ¿Se hicieron los nom-
bramientos de diputados l¿Recayó la elec-
cion en personas que en general merecen
vuestra confianza? ¿ Han celebrado ya dos
sesiones legislativas? ¿ Han hecho en am-
bas muchas leyes útiles? ¿Han vuelto á
reunirse estraordinariamente para apresu-
rar la grande obra de los códigos genera-
les y despaehar otros negocios graves y ur-
«entes ? El ministerio actual con todas lasb
tachas que querais ponerle , ¿ no está com-
puesto de hombres que siempre han pa_
'salo por liberales y que han dado pruebas




206
positivas de ser adictos á las nuevas ins-
tituciones ? El consejo de estado ¿ no le
componen igual meute los hombres escogi-
'dos por las Cortes estraordinarias de Ca-
diz , es decir, por las fundadoras de la li-
bertad y autoras de la Constitucion , y
otros no menos dignos propuestos al Rey
por las Córtes actuales? Los altos empleos
de la administracion ¿ no estan ocupados
tambien por personas que ó han padecido
por la causa de la libertad , ó á le menos
han dado pruebas de no ser sus enemigos?
Pues ¿ qué quereis ? ¿ por qué os agitais?
¿ qué inquietud es esa? ¿ Por qué estais
tan mal avenidos los unos con los otros?
¿ Por qué os dais recíprocamente los nom-
bres de moderados , exaltados, ministeria-
les, rieguistas, liberales de Cadiz , libe-
rales de la Isla , hombres del año de I2,
hombres del año de 20? ¿ Por qué no os
llamais todos constitucionales , si lo sois en
realidad ? Por qué hay entre vosotros co-
muneros , masones colorados y masones
amarillos? Y ¿ por qué estas cofradias se
aborrecen y se persiguen unas á otras?
Si todos quereis una misma cosa, ¿ cómo.
podcis no ser amigos y estar unidos?


Es que hay todavia muchos males y


207
muchos abusos, y no estamos acordes so.
bre el modo de curar aquellos y corregir
estos. Algunos ó muchos de los empleados
no son en su corazon adictos al sistema
constitucional ; en los tribunales y juzgados
hay todavia muchos de los mismos hom-
bres que sirvieron durante los seis años; los
clérigos , los frayles , los palaciegos, y en
general los antiguos privilegiados no estan
contentos con el actual sistema; quisieran
verle destruido, y trabajan en secreto para
que se arruine cuanto antes y restablecer
el antiguo régimen : las causas pendientes,
ó contra lós perseguidores de los seis arios,
ó contra los que han conspirado para echar
abajo el gobierno constitucional despues de
restablecido, se siguen con estraordinaria
lentitud, y se buscan todos los medios de
que los acusados escapen con la vida ; y ade-
mas el pueblo mismo en general está tibio,
apático y casi indiferente; la piedra de la
Constitucion no se ha puesto aun en va-
rios lugares, los curas no esplican este có-
digo político , el ministerio no tiene firme-
za ni energia , y lo que es peor , persigue
á patriotas tan ilustres como Riego. Por eso
todos los que lo somos estamos inquietos
y'asustados; y aunque convenimos en que




208
las cosas van mal, discordamos luego sobro
los medios de mejorarlas. Los unos quisiera-
mos que volviese el ministerio pasado, otros
que se nombrase uno nuevo; unos desea-
mos rigor, otros blandura y suavidad:
hay quien piensa que la ere.ccion de la
pública con urrdictador lo remediaria todo;
y algunos creen que sin mudar la forma de
gobierno es por lo menos indispensable re-
novar todos las empleados y funcionarios
públicos , ó á lo menos la mayor parte,
sobre todo de los jueces.


Nos parece que hemos espuesto con to-
da fuerza , verdad y franqueza las quejas
de los liberales y los motivos que alegan
para legitimar su desasosiego y sus temo-
res. Veamos ahora basta qué punto son fun.
dadas , é indiquemos el medio legítimo de
ocurrir á los daños de que se lamentan. No
dudamos de que algunos, y si se quiere
muchos de los empleados no serán ardien-
tes liberales ; pero aun cuando por esta ra-
zon fuesen depuestos de sus empleos, en •
cuya eliminacion habria siempre mucho de
arbitrario y de injusto, porque los secretos
del corazon solo Dios puede conocerlos,
¿qué seguridad hay de que los que . se
siesen en su lugar serian mas amantes de


209
fas nuevas instituciones? Ademas, no sien-
do los ministros , los capitanes generales
y los ;efes políticos, én cuyas tres clases
no hay seguramente un servil , los (lemas
empleados basta que no sean enemigos de-
clarados y que cumplan puntualmente las
obligaciones de sus destinos : sus opinio-
nes personales , con tal que las reserven
en su pecho, cosa de que ellos tendran
-muy buen cuidado , no pueden hacer
gran ,


. daño ni deben incomodarnos. Que
se les paguen bien sus sueldos , y pronto
serán liberales , por muy serviles que ha-
yan sido. Rarísimo será el hombre que-
quiera ver destruido el gobierno que le
mantiene.


Lo mismo decimos de los tribunales y
juzgados. Siempre que los jueces actuales
no hayan sido encarnizados y gratuitos per-
seguidores de los patriotas durante los seis
años , el que hayan ejercido la magistratura
en aquella época desgraciada , no es un tí-
tulo legítimo de esclusion. Ademas, estan-
do ya nombrados constitucionalmen te ,


solo
pueden ser removidos por 'las causas y con
las formalidades que la Constitucion previe-
ne; pero no por depuraciones arbitrarias,
fundadas en pesquisas sobre su vida ante-


Tomo XL 14




441


210
acta. El ministerio pasado , quo ciertamen-
te no era servil, nombró interinamente pa-.
ra estos destinos : él mismo y el actual han
dado la propiedad á casi todos los interi-
nos, y han escluido algunos pocos ; pero
eligiendo en las propuestas del CODSCjO de
estado. Si este no siempre ha propuesto á
tres liberales y el. ministerio no haelegi-
do siempre al mas probado de los tres ; es-
tos son errores é injusticias, si se quiere, que
se cometen en todos los gobiernos, y se co-
meterán mientras haya hombres. Pero es
de advertir que las que se citan , son mas
disculpables que otra ninguna de esta cla-
se ; porque es seguro que ni el conse-
jo ha presentado , ni el ministerio ha ele-
gido á ninguno que no tenga en su fa-
vor recomendaciones é informes de los
ayuntamientos y de las diputaciones pro-
vinciales., Se dirá , y ya se ha dicho en al-
gun periódico , que estas corporaciones po-
pulares han obrado con parcialidad : sea
asi en Norabuena; pero si estas no dicen
la verdad al consejo , ¿ de quién fiarse ?
¿ qué otro conducto constitucional hay pa-
ra saberla?


-Concedamos'que se proceda con dema-
siada lentitud en algunas causas por delitos


21tpolíticos , y que se busquen subterfugios
y trampas legales para salvar la vida á al-
gunos reos : no lo aprobamos ciertamente:
las leyes deben ser ejecutadas; pero al fin
¿se arruinará la Constitucion , porque no
mueran en un patíbulo seis , diez ó vein-
te ilusos y fanáticos , que enviados á Fili-
pinas ó á Puerto-Rico no pueden hacer ya
dallo ninguno? ¿No bastarfin para saluda-
ble escarmiento las ejecuciones criminales
de Vitoria , y la del oficial que fue ajusti-
ciado en Madrid no hace mucho tiempo?
Y en delitos de esta clase en que las preo-
cupaciones tienen tanta parte , no valdrá
mas pecar por esceso de indulgencia , que
por nimia severidad ?


En cuanto- á que no amen en su cora-
zon el nuevo orden de cosas los que en él
han perdido intereses pecuniarios, crédito,
poder y autoridad; este es un mal inevi-
table en toda reforma. Nunca pueden estar
-contentos con ellas los perjudicados; pero
por esto no 'es justo ni necesario perseguir-
los ó esterminarlos : basta ,


que en lo este-
rior esten coMprimidos : basta que no
los pierda de vista la vigilancia pública pa-
va prevenir con tiempo cualquiera maqui-
nacion secreta que pueda,sugerirles su des-




ix2
pecho. Su conversion es obra del tiempci,
no de las horcas y castigos, que jamas han
persuadido á nadie.


Que la parte no instruida de la na-
cion no conozca teóricamente las venta-
jas del régimen cOnsti tucional , y esté to-
davia apática é indiferente , es también una
consecuencia necesaria del atraso en que se
hallaba la ilustracion entre nosotros , cuan-
do se han hecho las novedades políticas
que constituyen el sistema representativo:
y no hay por ahora otro medio de inte-
resar en él á la multitud, que beneficios
reales , sensibles , palpables : la persuasion
abstracta, fruto de la instruccion y la lec-
tura , no puede generalizarse hasta que la
ilustracion se estienda hasta las últimas
clases : y esto no puede verificarse sino
dentro de algunos arios.


Que las . inscripciones no se hayan pues-
to en algunos pueblos, es 11.11 mal muy pe-
queño : la Constitucion ha de estar gra-
bada en los ánimos , de donde no es fa-
cii borrarla ; las piedras ya hemos visto
que se arrancan y hacen pedazos por ma-
nos tal vez de algunos que hoy gritan co-
mo frenéticos, porque nO estan colocadas
en cuatro villorrios ignorados.


253
Si los curas no esplican todos la Coas-


titucion á sus felif;reses , tampoco es una
gran pérdidá. Para que se esplique del
modo con que lo hacen muchos, mas val.
dria que no la tomasen en boca. Ade-
mas no hay que engañarse, ni dar mu-
cha importancia á estos ejercicios catea
quísticos: en general hacen muy poco efec-
to en los oyentes , porque estos cono-
cen que no les salen del corazon á los
catequistas , y *que lo hacen solo por
cumplir.


En orden á la persecucion de los pa-.
triotas por el ministerio , no nos pare-
ce que hay motivo justo para hacerle es-
ta acusacion. El hecho particular de Rie-
go está envuelto todavia entre las sombras
del gabinete ; y mientras el velo.. no se ras-
gue, parece aventurado decir que se per-
sigue á aquel benemérito general , por-
que se le ha separado del mando de una
provincia. Riego puede ser' inocente y el
ministerio no ser injusto ni persegui-
dor: puede haber razones de convenien-
cia pública que autoricen una providen-
cia semejante, sin cine de parte del exo-
nerado . haya lo que se llama propiamen-
te criipen.•




214
Se ve pues que la libertad no está ame-.


nazada de tantos y tan grandes peligros , co-
mo pretenden los que exageran pequeños
males, muchos de los cuales son insepa-
rables de toda institucion de sistema pa-
ra tener pretesto de empezar una nueva
revolución. Mas aun concediéndoles que
fuesen mucho mayores de lo que son
en realidad , todavia insistiremos en que
el modo de remediarlos no es salir del or-
den constitucional , sino al contrarió ob-
servar puntual y religiosamente la C0115-
titucion , limitarse á ilustrar al gobierno
y á las Cortes , denunciar á estas los abu-
sos que se observen eh todos los ramos,
y confiar á su sabiduría y patriotismo
el cuidado de reformarlos. Sobré todo , lo
importante es que los que se llaman li-
berales, lo sean de corazón y buena fe ; que
renuncien á sus funestas divisiones , que
se unan estrechamente, que sacrifiquen en
el altar de' la patria sus intereses , resen-
timientos y querencias personales, y sobre
todo que trabajen en difundir .por toda la
nacion doctrinas sanas y principios .filosti-
ecos , y que lejos de predicar Máximas de.
terrorismo, no hablen sino de paz, de union,
Je clemencia , de olvido de lo pasado y


215


de reconciliacion sincera de todos los par-
tidos v de todas las opiniones. Hacien-
dolo asi, no tienen que temer los impo-
tentes. esfuerzos del servilismo.




116


Apuntes de un viagero español.


.Acababa yo de recorrer la Grecia,
que es la antigua patria de los dioses, de
los sabios y de los héroes , y que hoy
se ve reducida á un corto número de
desgraciados medio salvages , que mez-
clados con los Imhos, habitan entre las
ruinas y los escom1.2Js. Muchas vetea habia
frecuentado aquellos sitios santificados por
las artes y por la libertad , como Corinto,
Argos, Delfos, Platea y la célebre Pisa,
donde se reunian de cinco en cinco años
la gloria , las habilidades , la hermosura,
la fuerza y los ingenios de toda la Grecia.
Pisaba- con respeto la misma tierra honra-
da con las plantas de Sócrates , y habia be-
sado mil veces el mismo suelo en que la
virtud de trescientos espartanos contuvo
durante dos días todo el poder del Asia.
¿Pero qué es lo que queda de todas estas
grandezas ? Nada , sino algunos trozos de
columnas, algunos cimientos de murallas,
algunas estatuas mutiladas por los bárba-
ros, y muchos nombres ilustres.


217
- Apesadumbrado de no ver al rededor


de mí sino monumentos de una pasada
grandeza y de una libertad que ya no exis-
te, me hallaba decidido á continuar misTvia-
ges por las naciones que han reemplazado
á la Grecia en la escena del mundo , cuan-.
do recibí carta de ..un amigo que me hizo
cambiar de resolucion, y trastornar el plan
que acababa de concebir. En ella me co-
municaba la grande y feliz revolucion que
se habia verificado en España, y el inmen-
so campo que se habia abierto para soste-
ner la libertad del mundo y realizar en
cuanto fuera posible los suelios de Platon.


No.bien hube'acabado de leer la carta,
cuando me di prisa á arreglar todos mis
negocios , y preparé mi viage con aquella
alegria y gustosa precipitacion que se echa:
de ver en un cautivo que acaba de canse-.
guir su libertad. ¡Qué dicha puede haber
comparable, decía yo entre mí, con la de
vivir ed . tin pueblo de verdaderos héroes,
conducido por unos sabios que van á con-
solidar en su patria las divinas institucio-
nes de Licurgo , de Solon y de Zaleuco!
Allí sí que encontraré los Eparninondas,
los Fociones , los Demóstenes , y con ellos
los Fidias los Calímacos y los Eurípiikes;




258
porque en cualquiera parte donde se hallen
los grandes modelos , han de sobresalir ne-
cesariamente los grandes artistas. Dejé pues
aquellos sitios profanos , y embarcandoine
•en Lepanto , que es la antigua IV aupactus,
llegué despues de una corta navegacion al
puerto de Barcelona.


Mi primer .moviniíento despues de salir
de la fragata , fue prosternarme y besar el
suelo patrio, de .donde babia salido con
poco menos placer en un tiempo en que el
pensar era una. desgracia, y el esplicarse un.
crimen horroroso. Apenas llegué á las puer-
tas de la ciudad, cuando lo primero que
llamó mi atenciou fue el uniforme y ador-
nos de los que las guardaban, bien dis-
tintos por cierto de los que babia visto á
mi salida ; pero mucho mas me admiró el
tono de suavidad y cortesanía con que se
me acercó el centinela pidiendome el -pa-
saporte, y preguntándome mi procedencia.
Satisfice á uno y otro, y me tomé la li-
bertad de preguntarle el nombre de su re-
gimiento , á lo cual me contestó , que era
miliciano nacional voluntario. (1 ( qué mi-
licia es esta, le dije , porque yo no be co.
nocido otra con ese nombre , que la de los
quintos de las provincias' Esta es muy dis-


21g
tinta, me replicó, porque nosotros no he-
mos contraido la obligacion de salir á cam-
paña en las fronteras, como las tropas de.
línea ; pero estamos siempre prontos á de-
fender ,


nuestro territorio , á cuidar de la
seguridad interior, y sobre todo á conser-
var la libertad y el orden , tal como lo de-
signa nuestra admirable Constitucion.


Si no fuera por faltar al respeto que se
merece la funcion que está usted desempe-
ñando, le dije, le hubiera echado ya los bra-
zos al cuello, porque apenas puedo contener
mi gozo al oirle esplicarse en unos términos


•que tanto lisonjean mis oidos ; 'pero si
usted me lo permite, y quiere decirme su.
casa , me tomaré la libertad .. de pasar á
visitarle y á ofrecerle mi amistad y mis ser-
vicios. — Usted es,


muy dueño de hacerlo
cuando guste , rue respondió, y no tiene
mas que dirigirse á la calle de.... núm....
almacen de D. M. B. , donde se le servi-
rá en cuanto podamos complacerle.


Me despedí del centinela';surna mente
satisfecho y agradecido á su atencion , y
luego que evacué algunos encargos preci-
sos que traia de varios comerciantes grie-
gos, arreglé mis asuntos y tambien mi tra-
ge al estilo del pais , determiné pasar á




220
visitarle para enlazar de nuevo la conver-
sacion con un hombre que se me habia
n' estrado conforme á mis ideas y á los sen-
timientos que yo deseaba ver difundidos
en mi patria. Cuando entré en su habita-
cion , me costó alguna dificultad reconocer-
le, porque en higar del uniforme y forni-
turas con. que le habia visto dias pasados,
le hallé envuelto en una bata de seda acol-
chada , rica media y pantalon , v todo lo
denlas coroespondiente á un hombre de
buen gusto y facultades. El despacho en
que se hallaba trabajando , estaba perfec-
tamente adornado , y tanto los muebles que
labia en él, como el trage y modales de
los dependientes que escribian á su vista,
me hicieron formar idea de que me ha-
llaba en la casa de uno de los principales
comerciantes de la ciudad:


• Renové tris escusas y cumplidos por la
escesiva familiarida'l con que me habia pre-
sentado á visitarle ; pero sirvanre de dis-
culpa, le dije , la agradable impresion que
ha debido causar el patriótico lenguage
de usted en quien hace tantos años que
suspiraba por oirle en su propio pais , y. le
encuentra en boca de la primera . persona
.á quien tiene el honor de.hablar.


221
'Comerciante. la bario disculpable la


sorpresa de usted , porque en la época en
que emprendió sus viages , no parece si-
no que la voz patria era una especie de
voz subersiva, que servia como de contra-
seña para los enemigos del gobierno abso-
luto. Se deseaba que nos gloriasemos de
ser españoles, pero que nos abstuviésemos
al mismo tiempo de tomar en boca la na-
cion; porque no se quena que esta fuese
nada , sino que el gobierno lo fuese todo.
Mas en el dia acaso empezarnos á pecar
en un estremo contrario.


riagero. ¿Cómo en un estremo con-
trario ?'¿ Pues qué puede acaso haberle en
usar siempre de la voz patria, y en refe-
rir al amor de ella todas nuestas acciones
y aun todas nuestras virtudes ?


Comerc, Lejos de eso , amigo mio, y
ojalá que ese amor se radicase en todos
los corazones sin salir tan frecuentemente
á los labios , que nunca vocinglean mu-
cho los que aman verdaderamente. Pero lo
que yo quiero decir á itsted es que ni
la patria está mejor servida porque haya
muchos que ponderen el amor que la tie.
nen , ni puede amarse á la patria sin que
al mismo tiempo se ame también el go-




2221,


bierl que ella ha elegido. Usted á lo que
me parece viene persuadido á encontrar
realizadas todas las grandes ideas que ha
leido en los periódicos, si es que han lle-
gado á sus manos lo que le dicen las
cartas de algunos amigos de bueno pero
sencillo modo de pensar. bias yo le pre-
vengo . que antes de formar juicio de las
cosas observe por sí mismo , y no se de-
je prevenir por à pariencias que acaso le
hagan formar un concepto equivocado.


Viag. Mucho le agradezco á usted los
saludables avisos que quiere darme ; pero
me es bien doloroso renunciar á la agra-
dable ilusion de creer sinceros los votos
•de todos, y de que haya quien imitando
el antiguo error, ponga en oposicion los in-
tereses del gobierno con los de la patria.


Comerc. Nada de lo que be dicho á
:usted debe hacerle perder una ilusion tan
dulce, porque en efecto hay mucha parte
de verdad en las relaciones que le han he-


, cho del estado de la Espada. Aquellos que
en lugar de ver las cosas en grande , so-
lo paran sus miradas en individuos ó en
hechos aislados , no solo temen comolmuy
próxima la pérdida de nuestras libertades,


--sino que pronostican un retroceso acaso


223
mas terrible que nuestra antigua esclavi-
tud. Y no es lo peor que ellos lo digan,
sino que efectivamente, si se repitiesen con
frecuencia algunos que por desgracia se han
verificado, asi en esta como en otras ciu-
dades del reyno , era absolutamente impo-
sible que se consolidase el nuevo régimen
de cosas. Per© el que ve mas de bulto
la marcha de las ideas , y escudrifia el
fondo de' nuestra revoluciork , sabe que es
.del todo imposible, no digo un retroce-
so como el que he dicho , mas tampoco
una desviacion sustancial de las bases en
que se funda nuestra Constitucion.


Aunque no es lo mas oportuno moles-
tar la atencion de usted en esta primera
conversacion con tales discursos, sin cm-
bargo el motivo que me ha proporciona-
do este honor y las escelentes disposicio-
nes con que usted vuelve á su pais , me au-
torizan para estenderme algo mas de lo
que debiera , - facilitando el medio de
que pueda discernir lo que hay de real y
efectivo en nuestras ventajosas mudanzas,
de lo que solo es aparente y superficial.


Si en el estado no hubiese mas que
ciudadanos en la verdadera signifieacion de


• esta palabra, no podria menos de ser uno




mismo el interes de todos con respecto
su conservacion, Tanto los gobernantes
como. , los gobernados desearian igual-
mente obedecer á la ley , que no es mas
que la espresion (le la voluntad gene-
ral , y por consiguiente no habria opresion
ni despojo ; pero como se introducen en el
cuerpo social algunos elementos heterogé-
neos y partes que son del todo estrañas
la asociacion , es absolutamente preciso
distinguir dos ciases de hombres en el es,-
tado. La una es la de los ciudadanos, es
decir , aquellos que tienen algo que perder,
Y por consiguiente son algo en la comu-
nidad, la otra es la de los que no tienen
nada, y á quienes en lugar de ciudadanos
se les debe llamar habitantes. Del mismo
modo que estos se diferencian de aquellos
en su caudal , se distinguen en el modo de
mirar las instituciones. El que tiene que
perder forma el mayor empeño en que se
conserve 'el orden, porque de él y solo de
él depende su bien estar y el de sus hijos;
pero el que no tiene nada , como que solo
puede adquirir de pronto por medio de un
trastorno, lejos de desear el orden, le mira
como un suplicio inaguantable De aqui pro-
viene esa perpétua conspiracion de los que


225
grada tienen contra los que tienen algo, que
es como si dijesemos, una guerra abierta en-
tre el estado de nauraleza y el estado de so-


,


ciedad , que unas veces se sostiene de indi-
viduo á individuo , y otras acomete al cuer-
po todo entero.


Muchos y muy diferentes son los Cam-
pos que sirven de teatro á esta guerra, y
no, piense usted que solo se verifica en los
caminos Ú en los bosques , ó al revolver
de 'una esquina, en las noches oscuras y


• parages solitarios ; sino que se alimenta y
sostiene en los sitios mas públicos y aca-
so tambien en los mas respetables. No so-
lo lucha el que no tiene contra el que
tiene en los garitos y otros lugares de cor-
rupcion, sino en las secretarias del despacho,
en la de las Cortes, en las imprentas de
los periódicos, en el consejo de estado, en
las tertulias patrióticas y en todos los si-
ties donde se puede adquirir ó desacredi-
tar al que adquirió. En una palabra , ca-
si todo cuanto usted oyga ó vea no tiene
otra traduccion mas que decir : quítate tá
para que yo me ponga.


Sin embargo, esta guerra en el curso
ordinario de las cosas no es mas que un
duelo perpétuo de hombre á hombre , que


TOMO si. 15




226
perturba en algun modo el orden social;
pero que no le trastorno. No asi cuando
por negligencia de la 'autoridad, ó por es-
ceso de °sodio , se agrupan algunas doce-
nas .6 centenares de ociosos Necesitados;
porque entonces al mismo tiempo que to-
ma un caracter mas imponente y feroz,
'sus resultados son mas rápidos, y la dislo-
'cacion mucho mas 'completa.


Como el que nada tiene no ejerce nin-
gun derecho político, es claro que nada
puede en el gábierno , y solo se limita á
obedecer las leyes que se le han impuesto,
-reservándose la -facultad de violarlas siem-
pre que puede; asi eomo el gobierno. se
reserva la facultad de ahorcarle siempre.que
le coja'en el garlito. Pero cuando por efec-
to de una revolucion - llegan esos mismos
'que no tenian á tener , despojando á los
antiguos dueños ; ó lo que es lo mismo,
-cuando son invadidos los derechos del ciu-
•adano ' por estos enemigos -naturales -de


'ciudadania , lo primero que hacen es
apoderarse de las leyes y entrarse por la
propiedad como por real de enemigo. El
vencedor se lo apropia todo y -cambia su
•contlicion por la del -vencido , feoin0 -por
-derecho de . conquista-, hasta que , otra reL


227
volucion le despoja á su Vez y restituye
la propiedad á los antiguos dueños ó á
otros nuevos invasores.


Viag. Todo eso lo comprendo muy
bien, y veo que son verdades generales
gire se aplican á toda sociedad : pero no
entiendo por ,qué me las recuerda usted en
el momento en que llego á España, don-
de no puedo coücebir que haya semejan -
*te lucha. A lo menos todos dicen que de-
sean lo •mismo, y aun que lo deseaban
mucho antes de que se verificase.


COPlerg. Pues esos todos le equivocan
á usted icómpletamente, ,


y el mayor favor
que puede hacerseles, es creer que ese se-
rá en efecto su propio deseo ; pero falta
'mucho mochó para que sea general. ¿ Cree
Usted-que si todos hubieran .deseado este
feliz trastorno , como ahora .dicen , .se hu-
biera leguardado á verificarle el año de x 82o?
¿Ni cree .usted tampoco que se 'hubiera des-
truido en el año de i4, si la mitad siquie-
ra de todos esos todos hubiera tenido de-
seo de conservarle ?.Es.menester que usted
se acostumbre -á tiara verdadero valor á esas
y otras .n-luchas cosas que irá ‘


oyendo.
Viag. Ya ,yaSé yo que en el año x 4


fue-
ron los persaslos que tuvie•oula culpa des.:.




22E
. .


COMCPC. Déjese usted de persas y de
boberías, amigo-rnio , y Fiase de todos esos
espantajos con que se suele fascinar á los
que no saben ó no quieren ver en claro.
Los persas cometieron una gran falta , ó si
se quiere , un gran crimen en desmentir.
el juramento que habian hecho á sus
mitentes. Faltaron á la nacion y á su pro-
pia conciencia ; pero la falta, y el crimen,
y el error y todo hubiera sido inutil, si
la inmensa mayoria de los ciudadanos no
hubiese sido casi tan persa como los di-
putados á quienes se dió este nombre. La
Constitucion no era conocida, ó por me-
jor decir, era calumniada ; y un gran nú-
mero de los encargados de darla á conO-
cer y hacerla amar, se condujeron como si
su mision hubiese sido dirigida á lo con-
trario. En una palabra , el régimen consti-
tucional se interrumpió entonces porque
eran pocos los que le amaban', poquísimos
los que le conocian , y rarísimo el que
quena acomodarse á él.


Flag. Pues, seiior,
, cómo hemos de en•


tender lo que decian los papeles (le aquel
tiempo en que nos pintaban




C011iCtC. Como se entienden los de este:
es decir, creyendo de unos Yde otros menos


29
de la mitad de la mitad de lo que dicen. Si us-
ted ha de da r crédito, á los papeles públicos, ya
puede renunciar á saber lo que pasa por los si-
glos de los siglos. Habrá entre ellos quien le
diga á usted que lo blanco es negro y que lo
negro es blanco; que la opinion va mejorando-
se mucho en algunas provincias, solo porque
en ellas se canta frecuentemente el trágala
y el lairon, ó porque se han formado dos


• ó tres tertulias patrióticas.
T-'iag. ¿ Qué es lo que usted quiere


decir con esas voces de trágala y de lai-
ron; porque no me acuerdo haber oido en•
mi vida 'semejantes canciones ?


Comerc. Eso es para mas despacio,
amigo , y mejor será que lo dejemos pa-
ra otro dia , que á bien que no será la
última vez que usted se sirva favorecer-
me. Entretanto solo le recomiendo á us-
ted que calme su imaginacion acerca de to-
do lo que fuere accesorio á nuestras ac-
tuales instituciones. Conténtese con saber
que ellas son escelentes en sí mismas ; pe-
ro que se hace todo lo posible para im-
pedir que el pueblo las reconozca bajo es-
te aspecto.


Viag. Puesto que usted me da su per-
miso para que vuelva alguna vez á mo-




ni


23o
lestarle , yo le ofrezco no desaprovechar
este favor, y elegiré los ratos en que pue-
da serle menos importuna mi visita.


Con esto me retiré á mi posada , don-
de lo que h abia sido á aquel juicioso
comerciante, no solo me dió motivos para
hacer muchas reflexiones, sino que me ha
servicio de regla para conducirme en lo su-
cesivo.


(Se continuará).


223 z


Compendio histórico de la Inquísicion reli-
giosa en Francia. Por el señor conde
Lanjuinais. Paris 1821. (Vease el:m.5,111er°
anterior).


Conclusion.


El papa Lucio III en el ario de 1184
confirmó y reorganizó la inquisicion epis-
copal en el concilio de Verona : Inocencio.
III en el de 1198 recargó todavia el rigor
y las formalidades de este funesto tribunal,
y en el concilio IV de Letran el mismo pa-
pa , manteniendo constantemente la inqui-
sicion episcopal, inventó para ella nuevas
severidades. Despues .por los años de
1204 y 1208 quiso que la Inquisicion fue-
ra papal bajo distinto respecto , es decir,
ejerciéndola .en nombre de él un legado, su-
yo y ciertos frayles, á quienes confirió el
título de inquisidores generales. La Francia
pues fue el primer teatro de esta irritante
novedad, que escitó el furor del pueblo has-


, ta el estremo de asesinar á los tales inqui-
sidores del papa, los cuales fueron luego
llamados mártires y canonizados. Hubo
por entonces un obispo de Beziers , que
aprobando. la inquisicion episcopal, no que-
ria sin embargo que fuera papal; y esto
bastó para que el legado del papa le pu-
siera entredicho y hubiera nuevos inqui-
sidores apostólicos en el Languedoc por




23/
nombramiento de Gregorio IX, que confir-


. mó san Luis. Por el alio de 1233 los ca-
pitulares de Tolosa echaron de alli á su
obispo , atrozmente cruel como inquisidor
episcopal y papal; pero bien pronto tuvie-
ron que ceder y sufrir que sn ciudad se so-
metiese á todo liDage de inquisiciones con-
tra la herética pravedad.


Queda por probar que en Francia la
Inquisicion ha sido muchas veces militar.
Ya en las leyes imperiales se habia habla-
do de ejecucion militar contra los hereges;
y concilio ha habido despues en que se ful-
minó el terrible anatema contra los obis-
pos que se descuidasen en aplicar las eje-
cuciones militares á la conversion de los
infieles, y la reconciliacion de los hereges
con la Iglesia.


Todavia hizo mas el concilio IV de
Letran : instituyó contra .los hereges las
cruzadas, inventadas antes por Gregorio VII
contra los infieles solos. Cnizandose para
esta heroyca empresa, ganaba un francés
grandes indulgencias, y por añadidura los
privilegios del fuero clerical; mereciendo
asi la honra y dicha de someterse á la pri-
vativa jurisdiccion del inquisidor general,
ó legado director de la cruzada , ó á la del
obispo y su provisor; ¡secreto famoso para
que los legados del papa, los inquisidores-
generales del papa, los obispos diocesanos
y sus curiales se hicieron en Francia árbi-
tros, y por consiguiente gefes superiores de
los ejércitos nacionales! Díscurráse lo que


233
con tan locas y ridículas jornadas ganarian
el orden público , la disciplina eclesiástica
y la potestad real.


Con todo eso , el padre de san Luis se
cruzó dos veces con casi todos los obispos
y los barones de Francia para militar bajo
la bandera de la Inquisicion, hacer la guer-
ra y esterminar á los hereges de Albi y
de Vaud , sus súbditos: ¡y esta horrible guer-
ra sagrada duró mas de veinte aliosl San Luis<
se cruzó tambien otras dos veces , como
su padre, para hacer la guerra á cristianos
vasallos suyos, estirpando las heregias y


• purgando de ellas el pais.
Ya estaba pronto á cruzarse igualmen-


te contra el emperador, á instancias del
Papa. En el año de 1240 Inocencio IV le
comunicó que habia depuesto á Federico II,
súbdito indocil de Roma , y por lo me-
nos sospechoso de heregia : que con arre-
glo al derecho canónico papal , los imperia-
les quedaban libres y absueltos de su ju-
ramento de fidelidad; que últimamente el
imperio era del primero que le ocupara,
y -que baria Luis una obra piadosa vinien-
do á apoderarse de él.


San Luis se aconseja de varios obispos
franceses ; y-admitiendo como ellos los fal-
sos principios de aquel tiempo sobre la
Iteregia y la Inquisicion , queda la cuestion
reducida á saber antes si Federico II era
herege realmente. San Luis , asesorado de
su consejo episcopal , no se fia mucho en la
infalibilidad del papa, y le responde que en-




234
loa embajadores 'd Federico para que le
examinen de doctrina cristiana ; y que co-
mo le encuentren infiel , cuente su santi-
dad con que le hará la guerra hasta morir..
Véase pues en Francia ejercida la inquisi-
cion militar y diplomática antes del rey-
nado de Enrique IV. Entonces era una
obra de misericordia batallar por ciertas
confesiones de fe religiosa : ¿será mas
justa en el dia la formacion de una alian-
za santa para sostener con las armas cier-
tas constituciones políticas ?


Ya se ha manifestado que los inquisi-
dores episcopales y los de cualquier otra
clase contra los hereges tenian en Francia
por diferentes concilios nacionales y decre-
tos de los reyes la facultad de demoler
las casas; pero luego se autorizó tambien
á los familiares y ejecutores de la In-
quisicion para reducirlas á cloacas (ster-
quilinia) que. apestaran el ayre de las habi-
taciones de los buenos católicos en las ciuda-
des. Ahora poco en el a ño .de 1815 hemos visto
un simulacro admirable de aquellos mismos,
escesos del fanatismo religioso y político en
la demolicion de casas de Aviñon y de
otros muchisimos pueblos del mediodia de
la Francia, y en la multitud de asesina-
tos legales ó consentidos que han pasado
tanto tiempo por calumnias de Mr. de
Argenson.


Los concilios provinciales del siglo XIII
atormentaban su ingenio para apropiar y
variar el trabe burlesco y el saco de infa-


235
ola con que hacian medio cubrir sus car-
nes á los hereges; pero Cambien los que
lean las relaciones de Mr. Lame de Per-
ret sobre lo que pasaba en Nimes y sus
contornos durante los seis últimos meses
de 1815 , verá que los exaltados esclusivos
de nuestro tiempo aceleraron prodigiosa-
mente las formas inventadas por algunos
obispos diocesanos y los legados pontifi-
cios de los siglos de mayor ignorancia y
supersticion.


PARTE CUARTA.


Desde la mitad del siglo XVI hasta el ario
de 1787.


En este espacio de tiempo la inquisicion
de los obispos ó de sus curiales , contra
los bereges y sospechosos de heregia , se re-
novó y corroboró muchas veces per dife-
rentes edictos y declaraciones copiosas. To-.
davia en el año de 1 7 89


, como hemos in-
dicado antes, pasaba en Francia la estir-
pacion de los hereges por principio incon-
cuso de derecho, confirmado por el jura-
mento del rey ; y la competencia de los
curiales en estas materias DO se acabó has-
ta que se suprimieron- las curias episcopa-
les por la ley de 1790.


En el año de 1535 la Inquisicion de
orden del rey mandó quemar en Paris á
seis luteranos como hereges ; y estas eje-
cuciones , que eran muy frecuentes desde




236
el año de /525, • no se mitigaron hasta el
de 1560. Francisco I, siendo él propio lu-
terano, fue quien hizo la señal de la car-
nicería ¡ y á este hombre, que fue ade-
mas fundador de la censura y suspendió
'enteramente el ejercicio de la • imprenta
por aversion á los hereges, se le ha llama-
do en Francia padre de las letras!


A fuerza de representaciones de los
obispos franceses al citado monarca Fran-
cisco I, sobre las dificultades que encontra
ban en el año de 1543 persiguiendo á los
hereges,dió este un edicto en que mantenia la
autoridad de los inquisidores del papa y la
de los prelados del reyno , para proceder
en causas de heregia , con arreglo á las
constituciones canónicas y á la declaracion
ó sentencia de los jueces de Iglesia. En este
mismo edicto se mandó á los tribunales
reales castigar á los hereges por una fic-
cien de derecho, corno sediciosos, pertur-
badores de la re publica), conspiradores ocultos.


El horrible decreto de 154o, en que
se mandó quemar á los hereges del pais de
Vacad , reducir á cenizas sus casas y aldeas,
esterminar á los habitantes 6 enviarles á
Temar en las galeras, fue espedido á soli-
citud del arzobispo de . Arlés y del arzo-
bispo de Aix; de modo que habiendo em-
pleado las mas vivas instancias para obte-
ner del rey que se llevara á ejecucion
el año de 1545 las inquisiciones episco-
pal , real y parlamentaria reunidas (ontra
los hereges de Vaud, saciaron su fe.roci-


23,7
dad en aquella parte del reyno queman-
do; talando y destruyendo hasta vein-
te y dos pueblos con el mayor número de
sus habitantes.


En el año de 156o el cardenal de Lo-
rena , que era obispo de diferentes dióce-
sis de Francia , pidió en nombre del, clero
del reyno que se restableciesen los inqui-
sidores generales de Roma contra los here-
ges: este era tanibien el clamor de otros mu-
chos obispos franceses; y el famoso canci-
ller Hospital , á pesar de ellos, salvó de
esta calamidad á s'u patria, por medio del
edicto de Romorantin que restablecia y cor•
roboraba sin embargo la antigua inquisi-
don episcopal, como ha observado muy bien
•el docto y piadoso abad Fleuri.


Todavía no pudo esto contentar al fa-
nático celo de aquellas ...entes: para dar
mas poder y actividad á la Inquisicion,
la hicieron parlamentaria. En el parlamen-
to de Paris y en los denlas del reyno prin-
cipió á asistir un juez eclesiástico , y se
estableció una sala iluminada ó una capi-
lla para convencer á los hereges, senten-
ciarlos y quemarlos. Paris y todas las ciu-
dades principales del reyno atizaron enton-
ces las hogueras , á que se siguieron in-
mediatamente las atrocidades del día de
San•Bartolomé , y despues los horrores de
la Liga, aprobada por el Papa contra el
rey herege, en que figuraron con los je-
suitas y los capuchinos la mayor parte de los
obispos , clérigos y frayles franceses. Vie-




r
238
ronce luego las bulas escandalosas y las sen-
tencias inquisitoriales de Roma para privar
del trono al gefe de la familia de los Bor-
bones , 'como herege , y el breve de Cle-
-mente VIII del año de 15g2 para obligar
á elegir en Francia un Rey catolico ( ):
áltimamente se vió á los embajadores de
Enrique IV, reconciliado por los obispos
-de su reyno , azotados públicamente en
Roma para alcanzar la absolucion del
-Papa , que era por cierto muy superflua.


Y .en qué vinieron á parar la inqui-
sicion de los obispos y todas cuantas in-
quisiciones promovieron estos en Francia?
-En la libertad de conciencia en el céle-
bre edicto de Nantes del arto de;1598. Pe-
ro este no fue mas que una tregua , no
una 'estipulacion solemne de paz sólida y
verdadera. El que se tenia por el monar-
ca mas grande de la tierra y se hacia Ila-
.mar asi , Luis XIV , no tardó mucho, en
renovar las antiguas locuras y persecucio-
nes: sacrificó la justicia , la humanidad y la
-paz de su reyno á las intrigas de los je-
suitas y de su confesor, jesuita tainbien:
-preparó por medio de largas é insufribles
vejaciones la revocacion del citado edicto
-de Nantes y el restablecimiento riel siste-


(r) No hemos visto en el año -de 182/ soste-
nerse en ,nombre de una comision central , sin ha-
ber uno .cine reclamara en la cámara de los dipu-.
tados , que el rey carece de libertad en cuanto á
su creencia, y que por fuerza tiene que ser cató-
lico? (Nota de 51r. Lanjainais.).


23g
sna inquisítorial contra los hereges : últi-
mamente promovió la mas artera persecu-
don , la mas atroz y perseverante contra
dos millones de franceses industriosos. Apli-
cóles sin compasion las leyes imperiales de
Theodosio y sus sucesores, ampliadas por la
barbarie de los siglos XII y XIII , y em-
pleó á los. intendentes , y á dragones y
verdugos en la soñada conversion de dos mi-
llones de hombres mucho mas cuerdos que él.


Los jesuitas triunfantes y orgullosos die-
ron largo ensanche á su ,desmedido é in-
teresado celo ; 'emplearon el ardid y la
violencia en perseguir á los varones mas
-distinguidos del ,reyno por .su saber y se-
ñaladamente por la ciencia práctica de la
religion: y de buenas -costumbres. Ya
servia de pretesto un formulario sobre cier-
to hecho dogmático, sobre el sentido ver-
dadero de Jansenio.;ya la exigencia de una
sumision ciega á cierta bula ultramonta-
na por todas sus formas , y por .su redac-
cion insusceptible de proponerse como re-
gla de fe católica.


• El negocio del quietismo en que Fe-
nelo.n manifestó tanto acaloramiento como
Bossupt, hasta llegar á decir expresamen-
te que -•abrasaría á madama Gion y se abra-
saria á sí mismo , si la Iglesia peligrara , fue
puramente inquisitorial y movido .por el
rey y los obispos , empleando agentes de
policía y fulminando mandamientos de pri-
sion. Si no se vió obrar á los verdugos or-
dinarios , no dejaban por eso de llevarse




24o
á ejecucion las órdenes mas absolutas con,


•. tra los hereges imperceptibles, es decir, con-
tra los que no eran amigos de los jesuitas
ni de los obispos parciales suyos. Por con-
tentar á estos buenos padres se espidieron
cien mil mandamientos de prision que an-
gustiaron á otras tantas familias y corrom-
pieron el poder real haciendole de protec-
tor y. benéfico , tiránico y arbitrario. Por
espacio de un siglo no cesaron despues de
afligir á la Francia el alucinamiento fa-
nático de los ministros , la debilidad de
los monarcas y la intolerancia de un gran
número de obispos . , poco escrupulosos por
otra parte y de costumbres nada edifican-
tes. Mas é quién duda que la persecucion
de los indiferentes ó los hipócritas es la
peor de todas?


Por último un edicto del mes de fe-
brero de 1787 restituyó á los protestantes
su estado civil, haciendo que se bendije-
ra perpétuamente el nombre de Luis XVI
y de sus consejeros.


Véase pues por lo que va- ákho , si
la justa libertad de conciencia tiene mucho
que agradecer ni aun que esperar del ma-
yor número de los obispos franceses ; y
cuando esto no baste, meditense los actos
suyos posteriores y observese con atencion
su conducta actual.


EL CENSOR,
PERIÓDICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 64.
SILBADO 20 DE OCTUBRE DE 182 / .


_Respuesta general á cuanto se ha dicho CIZ
varios periódicos contra el artículo de


Asonadas, inserto en el número 6x
del Censor.


~amas sané suspicionezn;
eniin augebimuy


c..


Furibundos artículos se lían impreso en
algunos periódicos contra nuestro discurl.
so sobre asonadas, y en ellos se ha apura-
do el diccionario de los dicterios. Ultras,
serviles, fautores del despotismo, enemi-
gos de la patria , calumniadores de la' na-
cion , mal intencionados, infames, y otros
cien epítetos igualmente injuriosos ., y lo
dije


es peor , no merecidos, han sido los
TOMO XI.




242
argumentos con .que se ha probado que
no tenemos razon en suplicar al gobierno
que comprima con mano fuerte, firme y
vigorosa la faccion anárquica que con tan-
ta frechencia escila connioeiones y turba
el sosiego de los pacíficos habitantes de
esta capital y de otras varias ciudades. No-
sotros no nos detendremos á refutar las
calumnias y falsas suposiciones con que so
pretende hacer sospechoso nuestro civismo
y nuestra probidad : en manos del pública
estan los 63 números del Censor, publi-
cados hasta el dia , es decir , mas de diez
tornos bastante gruesos, y los hombres de.
buena fe que los hayan ó se tomen
la molestia de leerlos, pueden decir si sus
autores son le que suponen sus enemigos.
Desafiamos á estos á que aun entresacando
cláusulas sueltas de nuestros artículos,
con tal que no esteii truncadas, puedan
citar un solo principio servil, una doctri-
na desaprobada por la filosofia, ó una idea
que no sea completamente constitucional.
No lo hallarán, no, por mas que busquen.
Asi no tratamos de justificar y probar
nuestro liberalismo : consignado está en
mas de cuatro srUl páginas : y hombres que
han soltado tantas y tales prendas, y han


243
pulilicado sus opiniones en una obra, con
la cual pueden siempre ser reconvenidos,
ni son de los que se mudan segun el vien- -
to que sopla , y transigen con la tirania,
ni pueden ser contados jamas entre los.
apóstoles del oscurantismo. Queremos pues
únicamente responder á varias acusaciones
que se nos han hecho de nuevo, aunque
ya las habiainos rebatido en otras ocasio-
nes. Las primera es, que cuando • combati-
mos la faccion anárquica , alanceamos un
molino de viento; porque no existe, seme-
jante faccion : la segunda, que aun existien-
do, exageramos los peligros de que por
ella estamos amenazados: la tercera, que
con nuestras animadas pinturas desacmlí-
tamos á la nacion, damos á los e.nrange-
ros una mala idea de nuestra situacion ac-
tual , y los animarnos á continuar en su
empresa de perseguir y destruir , si pudie-
sen, la obra de la revolucion ; y la cuarta,
que hariamos• mejor en emplear nuestro .
talento, nuestro saber y nuestra elocuencia
(prendas' que maliciosamente se exage-
ran para escitar contra nosotros la odio-
sidad, dando por sentado que abusarnos de
tan preciosas cualidades en dafio público y
deservicio de la patria), ó ya contra los


L




244
.


eternos enemigos de la libertad, ó ya en
materias de literatura, abandonando la po-
lítica á los liberales puros, es decir, á los
cantores del pacífico trágala y del huma-
nísimo lairon. Nos parece que hemos es
puesto y presentado con toda claridad los
capítulos de acusacion ; y, dicho sea de pa-
so, asi quisieramos que lo hiciesen nues-
tros impugnadores; porque aquello de no
fijar jamas cuestion alguna, de perderse en
vagas y eternas declamaciones , de no pro-
bar una sola proposiciOn , y de (lar por to-
do argumento lo de afrancesados, traydo-
res que sirvieron al intruso, y denlas le-
tania de injurias de que nadie hace caso,
porqnc se ha respondido ya mil y mil veces
á esas vociferaciones de partido; es en su-
ma lo de »quien mal pleyto tiene á tiara:
to lo mete." Responderemos por su orden
á estas imputaciones que aunque no estan
fundadas mas que en él dicho de los que
las hacen, ni probadas con ninguna razon
plausible y valedera, pueden parecer gra-
ves, y acaso justas á los que solo hayan lei-
do la acusacion.


¿Con que en España no hay facciosos , no
hay anarquistas, no hay enemigos del orden?
iInesplicable fenómeno, estupendo prodigio


245
seria por cierto en una nacion de diez millo-
nes de habitantes! Pues sepan !osqtte lo nie-
gan, que no solo los hay, sino que no puede
Menos de haberlos, por la sencillísima ra-
zon de que los hity necesariamente en to-
da sociedad algo numerosa. Sí, en toda na-
cion que merezca el nombre de tal, y aun-
que no sea muy grande, hay forzosamen-
te hombres viciosos y corrompidos; hay
hombres que nada tienen que perder por-
que nada tuvieron jamas, ó porque en vi-
cios malgastaron lo que tenian ; hay gente
vaga, ociosa y mal entretenida; hay tunos,
estafadores y tatues; hay calaveras , locos
y díscolos ; y hay malvados y criminales
por hábito y corrupcion. Y todas estas
gentes , que no son la nacion sino sus he-
ces , su azote y su afrenta, son enemigos
del orden, estan personalmente interesados
en que á favor de los motines.y trastor-
nos queden sin vigor las leyes, los delitos
impunes y triunfante la maldad: y . desde
la conjuracion de Catilina hasta la faccion
jacobínica de Francia, han formado siem-
pre y formarán eternamente el ejército de
operaciones de todo amotinador. Estos
anarquistas , comprimidos mientras la es-
pada de la ley está pendiente sobre sus




2 4 6
cuellos, se agitan y hacen todos los es-
fuerzos posibles para romper el freno, lue-
go que la accion vigorosa del poder nacio-
nal se entorpece ó debilita momentánea-
mente en el tránsito de un nuevo orden
de cosas , cualquiera que sea la causa de
esta mutacion. Esto se ha visto en todas
las revoluciones políticas, en todas las
guerras civiles y aun en las pasageras con-
mociones de que hace mencion la histo-
ria de los pueblos. Esto sucedió en la se-
suda y grave Inglaterra ; esto se repitió
en la ligera y voluble Francia, y esto se
está viendo entre nosotros. Y si todavia lle-
ga á tanto la impudencia de nuestros im-
pugnadores que se ostinen en negarlo,
tergiversando la cuestion , que vayan res-
pondiendo á estas preguntas : ¿Es falso que
en una de las primeras noches de setiem-
bre de z82o un grupo de gente allanó la
casa del gefe político, el señor Rubianes,
buscandole para matarle, solo porque en
el teatro se habia opuesto á que se canta-
se el trágala ? ¿Es falso que en 4 de mayo
de este año una banda de asesinos violen-
tó las puertas de la carcel arzobispal , y
mató del modo mas bárbaro, atroz y co-
barde á un sacerdote, criminalisimo cuanto


247
se quiera , pero indefenso, encerrado entre
cuatro paredes , sin tener siquiera el re,.
curso de la fuga, y sobre todo ,istando
bajo la salvaguardia y la proteccion de la
ley? ¿ Es falso que en agosto último se
pidió á gritos la cabeza del capitan gene-
ral Morillo bajo la calumniosa suposicion
de que habia desenvaynado el sable con-
tra los amotinados? ¿ Es falso que á prin-
cipios de febrero , al salir de palacio las
personas reales, durante el paseo y á su
vuelta se oyeron voces poco respetuosas por
no decir algo mas? ¿Es falso que el Rey mis-
mo se quejó de estos insultos ante el Congre
so nacional? Es falso, ... pero ¿á qué recordar
mas eseesos y desórdenes ? Preguntamos
ahora: los que esto han hecho '¿ son man-
sísimos corderos, obedientísimos y vinilo-
sísirnos ciudadanos, religiosísimos observa-
dores de la Constitucion , hombres huma-
nísimos, amantísinms de la paz, del orden
y de la tranquilidad, ó teas de discordia
y furias infernales vomitadas por el aver-
no ? Y cuando estos insultos á la autori-
dad, este . desacato al poder legítimo, esta
desobediencia á la ley, este desprecio de
la Constitucion, que al mismo tiempo se
.invoca y victorea como por mofa é




248
sulto , se han repetido varias veces, bajo
varias formas y con muy diferentes y aun
encontrados pretestos , y no solo en Ma-


- drid sino en varias otras ciudades, ¿ puede
duclarse de que existe entre "nosotros un
cierto número de hombres que trabajan en
secreto, pero con infatigable ardor, para pre-
cipitarnos en todos los horrores de la anar-
quia , y que si se les deja obrar nos con-
ducirán , y bien pronto , al olvido de las
leyes , al desprecio de la autoridad , al
desorden, á la di5olucion social, y por úl-
timo término-al despotismo de un populacho
desenfrenado, bárbaro, cruel y sanguinario?
¿ Puede dudarse de que estas ciertos hom-
bres„ hemos dicho mal, estos monstruos, son
los que preparan, promueven , provocan
y forman cuando encuentran ocasiones fa-
vorables , los tumultos, las asonadas y
los motines; los que hace año y medio'
tienen en perpetuo susto á los ciudada-
nos pacíficos, y en continuo cuidado á
.los magistrados y geles militares, los que-
apenas permiten descansar á la tropa, y los
que cada dia estar amenazando á todo
el que no es furioso con el puñal ó la
cuerda ? ¿ Hemos dicho nosotros otra co-
sa? ¿ Hemos Mentido en algo ? ¿ Hemos ci-


249
tado algun hecho que no sea público: y
notorio de toda notoriedad ?..¿ , Pties de qué
se nos acusa ? ¿ Acaso de que á este cier-
to número de amotinadores y perturbado-
res del orden les hemos dado el nombre
de faccion ? ¿Pues qué otro puede con-
venir á gente que se une y asocia para
cometer atentados políticos ? Acaso de
que calificada de faccion su sociedad, la
hemos llamado impia y liberticida ? ¿ Pues
qué no lo es ? ¿ Es piadoso para con su
patria el que hace cuanto puede para pre-
cipitarla en la guerra civil', en la anarquia
y en un abismo de calamidades y horro-.
res ? d Es amante de la libertad el que la
deshonra con - crímenes 9


Pero hemos exagerado. ¿ Cuando ? ¿có-
mo? ¿en qué? ¿Hay en nuestro discurso una
sola cosa que no sea la verdad misma? Al
contrario, no hemos dicho todo lo que bu-
bieramos podido ; hemos tenido la pruden-
cia de no revelar todoslos misterios de ini-
quidad de la faccion anarquista, y en cuanto,
á los colores que empleamos en nuestro cua-
dro, ya ha podido verse en lo que acabamos
de decir, que aun nos quedaban otros mas
fuertes en la paleta , y que no recarga-
mos los escogidos tanto como hitbieramos




250
podido. -1,'n cuanto á los peligros que nos
amenazan por parte del jacobinismo , ro-
gamos á nuestros impugnadores que no nos
pongan en la triste iwcesidad de correr el
velo á lo futuro y de anunciar sin nece-
sidad de ser profetas , porque desgracia,
(lamente se estar ya viendo y tocando to-
dos los males que infaliblemente caerán
sobre este desgraciado pais , Si ahora que.
todavia hay tiempo no los previene el
gobierno; si este es debil , si transige con
los facciosos , y si corno dijimos , no PD-
cadena para siempre al monstruo con pri-
siones de diamante que nunca pueda rom-
per. ¡ Ay de la patria ! ¡ ay de los gober-
nantes actuales, si malogran esta ocasion!
Ellos serán, repetimos, la primera vícti-
ma : ¡y cuántas seguirán á las primeras!
Y no se fien en transacciones, en prome-
sas , en aparentes reconciliaciones. Los ja-
cobinos .no perdonan ; y el ,ministerio ac-
tual ha dado pasos, de los cuales no se
puede retroceder con honor y sin peli-
gro. No decidiremos si ha podido ó debi-
do escusar la lid; pero lo que sí le ase-
gurarnos es, que unavez empeñada no le da-
rán cuartal si él es vencido.


Pero ustedes desacreditan á la nacion,


211
la infaman entre las estrangeras y dan ar-
mas á la Santa alianza para que persi-
ga la libertad española. d A la nacion ? Eso
quisieran los anarquistas, que los confun-
diesenios con la nacion : esa es la táctica
de los jacobinos, darse á sí mismos el nom-
bre de pueblo , y hacer creer que lo que
ellos piensan, quieren, dicen y hacen, lo
hace, dice , quiere y piensa la nacion. Pe-
ro á nadie engañan con este título usur-
pado, y nosotros ya tuvimos buen cuida-
do de arrancarles esta máscara con que
pretenden cubrirse. Ya dijimos , y repeti-
mos ahora , que no es la nado'', españo-
la, no es el pueblo y ni aun el vecinda-
rio entero de una miserable aldea, quien
busca , fomenta y proteje la anarquia: es
un puñado de miserables , es una (Ma-
drina de pillos , una gavilla de facinero-
sos. A estos pues' es á los que nosotros
hacernos la guerra , á los que procurarnos
y procurarémos desacreditar, para que los
incautos é ignorantes se precavan contra
sus execrables proyectos , y no den crédi-
to al aparente pero mentido liberalismo
con que procuran engañar y seducir á los
que tienen la desgracia de no conocerlos
á fondo. En cuanto á la Santa alianza, le-




252
jos de darla nosotros armas, puede
cirse con verdad que la quitamos la úni-
ca en que confia. Sí , seiiores jacobinos,
es menester que sepan ustedes y sepa la
nacion toda, que ustedes son las tropas
auxiliares del despotismo. Lo que este quie-
re , lo que desea y lo que pagarla á
peso de oro es que ustedes continuen en
sus sanguinarios proyectos, que intimiden
al gobierno , que hagan callar á la ley,
que tiranicen al verdadero • pueblo, á la
nacion por medio de sus clubs , de sus
agentes y de sus afiliaciones, que derriben
el trono, que ensangrienten el altar, que pa-
seen el martillo bajo de palio por las ca-
lles , que enciendan la guerra civil , y que
derramen torrentes de sangre, para que ven-
gan luego sus huestes, sean recibidas como
libertadoras, restablezcan el despotismo, en-
tronicen la ignorancia , reedifiquen las in-
quisiciones; y poder decir luego á los pue-
blos con ayre de triunfo: ‹, Ah' teneis lo
que el filosofismo llama libertad , Constí-
tucion , derechos del ciudadano, ideas li-
berales : mirad esa triste Espada desola-
da , devastada , regada de lágrimas y de
sangre : ved qué ensayo tan costoso ha he-
cho de esas funestas teorias con que' os


. 253
halagan y deslumbran los hombres,


sedien-
tos de sangre y de riquezas, que toman
vuestro nombre y os adulan para apode-
rarse del marido , desmoralizaros , envile-
ceros y someteros por fin al mas atroz é
insoportable de todos los despotismos. Sí: es-
to es lo que quisieran los fautores del régi-
men arbitrario y los gabinetes antilibeta-
les ; y, esto es preCisamente lo que noso-
tros procuramos evitar. Quién es pues
mejor patriota y mas liberal , el que con
peligro de su vida trabaja y emplea su plu.
ma y su tal cual talento , únicos medios
que tiene, para impedir que los espantosos
crímenes del jacobinismo manchen nues-
tra revolucion como mancharon la fran-
cesa, ó los que solicitan , promueven y
cometen estos crimen es?¿El que quiere quela
Constitucion se observe , que la ley sea obe-
decida, que se respete á los magistrados y que
no se corneta ningun desorden ni esceso pú-
blico, ó los que infringen la Constitucion á
cada paso, desobedecen á las leyes , in-
sultan á sus ministros y escitan cada quince
dias un tumulto popular? ¿Quién será mas


• humano y mas filósofo ? d El que quisie-
ra que á ser posible no se derramase ni
una sola gota de sangre por delitos poli-


NIF




.254
ticos , ó los que todos los dias estan
do cabezas , aun de ciudadanos muy ino-
centes y beneméritos , y no saciarian su
crueldad de tigres aun cuando viesen una-
guillotina en cada plaza ? En suma , ¿quién
mira mas por el honor de la patria, el que
eéha la culpa de lOs escesos y desórdenes
qué se cometen á un corto número de fac-
ciosos , ó los que se empeñan en sostener
que estos escesos y desórdenes son el uso
legítimo de la libertad constitucional , la
obra de todo el pueblo , é inocentes desa-
hogos 'que la autoridad debe aplaudir y
aun promover con sus órdenes? No nos de-
tendremos á refutar la absurda acusacion
de que nosotros revelamos á los demos go-
biernos estos escesos , siendo asi que son
públicos , y pasan á vista del mundo en-
tero. Pues ¿qué aun cuando nosotros ca-
l'asemos , los ignorarian los gabinetes es-
trangeros ? Cabe en cabeza humana supo-
ner que los Capo d'Ystria , los Metter-
nich , los Hardemberg , los Castlereagh,
y los Pasquieres estan esperando á que se
les envio el Censor para saber lo que pasa,
no ya en Madrid sino en toda España?


Permitasenos aqui una corta digresion
que no será inutil para ilustar la cuestiou


255
de que tratamos, y demostrar la mala fe
de nuestros impugnadores. Estos nos acu-
san , como hemos dicho, de que darnos á
los estrangeros una mala idea (le nuestra
situacion actual , cuando nosotros nada he-
mos dicho ni contra la nacion en general,
ni contra las Gules, ni contra el gobierno, ni
contra los jueces, y únicamente hemos cla-
mado contra una fa ccio n poco numerosa. Pues
veamos ahora quien da á los estrangeros
ideas menos ven tajosas acerca de la Si tuacion
de España , nosotros que echamos la culpa
de ciertos hechos criminales , públicos y
verificados ya, á un corto número de fac-
ciosos, ó nuestros furibundos acusadores,
los cuales destines de hacer una pintura
'horrible del estado actual, culpan de todo
al gobierno.


En el Eco de Padilla núm. 63 ( 2 de
octubre) se lee lo siguiente : « d


Estamos
en Africa ó en Europa? es posible que
en la capital de un pueblo libre se repitan
las escenas escandalosas de los tiempos omi-
nosos del mas degradante despotismo?


Atropellar á ciudadanos beneméritos y pa-
cíficos! ¡ Desatendidas las mas fundadas re-
clamaciones ! ¡tratar de facciosos y anar-
postas á los patriotas decididos ! ¡ocupar




2a7
Doloroso es tener que confesarlo : calum-
nias, persecuciones y esterminio son el pre-
mio de sus penosos sacrificios: misterios,
páginas y ,


secretos son el escudo del mi-
nisterio: un fárrago ininteligible de leyes
oscuras y contradictoria.; el parapeto de la
apatía y rutina de los tribunales : la divi-
sion de las opiniones, los rusos y los cosa-
cos, y sobre todo, el encarnizamiento con-
tra los patriotas ect. Completemos este be-
llo cuadro con lo que se lee en el Espec-
tador .


de 29
de setiembre ( núm. 168),


«¿ qué responderá (el ministerio) á sus car-
gos (los que le hagan los exaltados)? ¿Có-
mo desvanecerá sus .


reconvenciones ? Han
apagado el. espíritu público, han -
do el descontento, los empréstitos con que
envolvemos en nuestra ruina á las gene-
/aciones futuras , contratados con condicio-
nes dispendiosas é invertidos sin cuidar de
atenciones muy principales : en todos los
ramos se ve una general dislocacion y des-
concierto, y los errores del ministerio ne-
cesitan muchos años para repararse. Sin
caracter ni energia , hace que la nacion sea
despreciada fuera , y que dentro todos pue-
dan atacar impunemente las institucio-
nes etc. »


TO310 XI. 1 7


256
militarmente el asilo inviolable de un
rado ciudadano!, ¡Negarse un gefe político
á conceder á los ciudadanos el tiso/ de la
palabra que la Constitucion. garantiza! ¡es-
tampar en un edicto rúblico una firma fal-
sificada! ¿qué mas . haria un bajá de Tur-
quia P ¿ puede suceder mas en Argel ó en
Marruecos? A vista de esto y enmedio de
las continuadas quejas y oscilaciones de
todos los ángulos de la península , ¿habrá
quien tenga valor de predicar moderacion
y paciencia? ¡ qué-de males se siguen á la
nacion de la ignorancia é infame proceder
de algunoshombres! La triste experiencia lo
está acreditando. El espíritu público amor-
tiguado , * dividida la opinion , entroni-
zada la arbitrariedad, calumniado el in-
mortal restaurador de. las Espaiias , po-
Hados los caminos de facciosos y saltea-
dores, r'ecelosos é intranquilos los buenos,
nadie se contempla seguro, males en fin de\
toda especie amenazando á la patria.... Y
cl ministerio ¿qué providencias ha tomado
para reprimir tantos y tan repetidos esce-
sos? ¿ qué energia ha caracterizado los tri-
bunales de justicia .? ¿qué amparo y pro-
teccion han encontrado los hombres deci-
didos en favor de las libertades patrias?




,158
¡ Lectores de buena fe! decid en vues-


tra conciencia , si el Censor hubiera dicho
la centesima parte de lo que atabais de leer,
¿. qué seria á esta hora de sus redactores?
cuántos panales, martillos, cuerdas, ho-


gueras y patíbulos se hubieran pedido ó
empleado contra ellos! Pero lo dicen los
que se dan á sí mismos el glorioso título
de patriotas, y en su boca todo pasa. De-
jando esto aparte , quisieramos que nos di-
jesen el Espectador y el Eco : si de inten-
to se hubiesen propuesto trazar el cuadro
de una completa anarquia , de un gobier-
no inmoral y tirano y de una nacion opri-
mida , infeliz, esclavizada , descontenta y
reducida á la deSesperacion , ¿qué otros
rasgos mas enérgicos , qué otros colores
mas visos pudieran haber elegido para su
pintura ? ‹,El gobierno (le Argel , Maruecos
ó'Constantinopla , escenas escandalosas de
degradante despotismo , ciudadanos bene-
méritos- y pacíficos atropellados , las mas
fundadas reclamaciones desatendidas , pa-
triotas decididos tratados de facciosos , el
asilo inviolable de un honrado ciudadano
ocupado militarmente, el uso de la pala-
bra garantido por la Coustitucion nega-
do á los ciudadanos, un edicto del Befo


259
político con firma falsificada, este gefe ha-
ciendo lo que baria 'un bajá de Turquía,
continuadas quejas y oscilaciones de to-
dos los ángulos de la península, el espí-
ritu público amortiguado, dividida la opi-
nion, entronizada la arbitariedad, calumniado
el libertador de España , poblados los cami-
nos 'de facciosos y salteadores, recelosos
é intranquilos los buenos, nadie contein- •
plandose seguro, males de toda especie
amenazando á la patria, los buenos desa-
lentados , problemática la buena fe de los
funcionarios públicos de primer orden,
los tribunales de justicia sin energia ,, los
hombres decididos por las libertades pa-
trias sin amparo ni proteccion, y encon-
trando por premio de sus servicios calum-
nias, persecucion y esterminio , el minis-
terio escudado con misterios, páginas y se-
cretos la apatía y • rutina de los tribuna-
les parapetada con un fárrago ininteligible
de leyes oscuras y contradictorias , la opi-
nion dividida , encarnizamiento contra los
patriotas, el espíritu publico apagado , cm.
préstitos contratados con condiciones dis-
pendiosas é invertidos sin cuidar de aten-
ciones muy principales, envolviendo en
nuestra ruina á las generaciones futuras,




6 o
y sembrando el descontento, general clislo-
cacion y desconcierto en "todos los ramos,
errores del . ministerio ‘que necesitan mu-
chos años para repararse , la nacien des-
preciada fuera, sus instituciones 'atacadas
impunemente ,dentro etc." ¡Gabinetes de
Europa! aqui teneis el estado de Espa-
ña , el cuadro de su situacion política, Y
esto no lo dice ningun afrancesado : os lo
dicen el Eco de Padilla y el Espectador
matritense , esto es, segun- ellos, los mas
puros y acrisolados patriotas, los libera-
les por excelencia ; y ya veis que cuando
ellos lo dicen, forzoso será creerles, por-
que es gente que en ninguna materia, y
en esta mucho menos, no dirlan una cosa por
otra. Por fortuna que toda su eterna enu-
rneracion de males , traducida al lenguage
de la verdad y de la razon, se reduce en
gran parte á que el gobierno tiene juicio
y no da un empleo á cada gritador de pla-
zas, y á que los tribunales no ahorcan tan-
to y tau de prisa corno quisieran los que
se imaginan que los patibulos 'han de ha-
cer amables las nuevas, instituciones. El
grave y terrible mal es el que 'ellos ocul-
tan cuidadosamente, á saber, que el jaco-
binismo levanta entre nosotros su herri-


26r
ble cabeza, va haciendo progresos y los
hará mayores cada dia si la autoridad no le
comprime.


Vengamos ya a la última acusacion
mas bien consejo que nos ha dirigido el
Eco . de Padilla, y es del tenor siguiente:
«En nombre de la paz, nos decia en su nú-
mero &a, mudad ,


de asunto en vuestros
escritos: ahi teneis la literatura, en que di-
cen que sois sobresalientes la economia
en que se puede delirar sin ostáculo , el tea-
tro , las artes, las ciencias que reclaman plu-
mas diestras y discusiones profundas. Dejad
la política á los que no la juzgan con el rom-
pas y la mgla, sino con el en tusiasmo.que ins-
piran la virtud y la justicia. Vuestro idioma
solo se entiende en Laybach v en Viena : á
nosotros nos es enteramente desconocido.
¿Qué nos enselíais en estos ramos ? qué
bien pueden producir vuestras doctrinas?
¿ Envalentonar á una autoridad sobrado en-
greida con el poder? ¿ sembrar odios y des-
confianzas ? ¿ irritar los animos y desalentar
á los hombres rectos ? Lo decirnos con la
seguridad que nos inspiran nuestro buen
deseo y nuestra severa imparcialidad: Los
que asi provocan todos los males que pue-
den, sobrevenir ¿L'una nacion'; los que tan des-


iik





A


1


262
caradamente tontrarian el torrente de una
opinion,.cimentada en una dolorosa espe-
riencia ; los que calumnian al pueblo gene-
roso que apare,:e hoy tan brillante á !os
ojos de la Europa, se preparan á sí mis-
mos una serie de males que no les po-
drá evitar la severidad del gobierno, ni las
amonestaciones de los prudentes." Comen-
temos este precioso párrafo, en el cual hay
espresiones que merecen .estar esculpidas
con letras de oro en todos los clubs de ja-
cobinos, presentes y futuros.


Dejemos aparte nuestra literatura bue-
na ó mala, sobre la cual pudieramos .decir
al Eco, que tal cual sea no dejamos de
cultivarla en los ratos que nos deja libres
la principal obligacion que nos hemos im-
puesto , que es la de escribir contra el ja-
cobinismo. Pudieramos añadir (lile acaso
no tardará el público en ver producciones
literarias nuestras, que cuando no sean
obras clásicas, no deshonrarán ciertamente
á la nacion en que se escriben. Pudiera-
mos decir tambien, si no fuese público,
que trabajamos diariamente en propagar
el buin gusto literario , enseñando huma-
nidades y ciencias á varios jovenes, y que
hasta ahora no estan' descontentos con


263
nuestras lecciones ni ellos Dilos padres y
tutores que nos han confiado su educacion
literaria. Pero todo esto no es lo importan-
te: que nosotros seamos ó no sobresalien-
tes en la literatura nada tiene que ver con
la cuestion del jacobinismo. Vamos á las
otras preciosidades del articulito citado.
»Ahi tienen ustedes la economia , en la
que se puede delirar sin ostáculo? ¡ Bravo


• señor Eco! i.° La economia es una de las
ciencias políticas: con que si ustedes nos
permiten tratar de ella, nos dejan una par-
te á lo menos de la política. ¡ Qué incon-
seimencia! ° ,j Con que en economia polí-
tica se puede. delirar sin ostáculo ¡ Braví-
simo! Nosotros creiamos al contrario, que
acaso no hay ciencia humana en la que
los errores sean mas funestos , peligrosos
y trascendentales; pero cuando usted ,ase-
gura lo contrario , sus razones tendrá pa-
ra ello.


»Dejad la política á los que no la juz-
gan con el compas y la regla; sino con el ,
entusiasmo que inspiran la virtud y la
justicia." ¡ Tres veces hravísimo! Con . que
la política no tiene reglas , ó si las tiene
no se han de juzgar por ellas las operacio-
nes de los que gobiernan y de • los gober,




&64
nados , y doctrinas de los escritores.
¡Bendita sea esa boca! Eso es precisamen-
te lo que decia Robespierre, que en tiem-
pos de revolucion no se debe hacer caso
de las reglas, ni andar midiendo con un
compas las acciones de los individuos pa-
ra ver si son ó no co'nfirrines con la re-
gla de la ley. ¿Qué ley ni qué calabaza?
¿ para qué se quieren leyes?: basta el entu-
sias ► o que inspiran la virtud y la justicia.
Pero se nos ofrece un escrupulillo : ¿ pue-
de haber un entusiasmo inspirado por la
virtud y la justicia que no sea conforme á
las reglas de la moral ? ¿Y la pol:tica es
otra cosa que la moral aplicada al gobier-
no de los pueblos?


.Vuestro idioma solo se entiende en
Laybach y en Viena : á nosotros nos es en-
tuamente desconocido. » ¡ Preciosísima con-.
fesion! El Censor ha predicado -en todos
sus números obediencia á la ley , respeto
á los magistrados , orden , juicio , mode-
racion , tolerancia , union , paz , concor-
dia , benignidad , dulzura, no matar á na-
die sin forma de juicio, no escitar moti-
nes , no turbar la tranquilidad pública ect.
ect.; y el Eco dice que este lenguage le es •
desconocido. Confesion de parte releva de


265
prueba. Pues ni Marat llegó á decir otro
tanto.


Los que asi provocan todos los males
que pueden sobrevenir á una nacion; los
que tan descaradamente contrarian el tor-
rente de una opinion cimentada en una do-
lorosa esperiencia; los que calumnian al
pueblo generoso que aparece hoy tan bri-
llante á los ojos de la Europa ( sin embar-
go el Espectador dice que el ministerio
hace que la nacion sea despreciada lacra,
y lo que es despreciado no aparece muy
brillante) , se preparan á sí mismos una se-
rié de males que no les podrá evitar la se-
veridad del gobierno. » Vamos por partes
para que se vean uno por uno estos ab-
surdos.


r.° Los redactores del Censor han he-
cho la enumeracion de todos los males
que caerian sobre la nacían, si llegase á
triunfar y á hacerse domlnante el jaco-
binismo , la devastacion , el derramamiento
de sangre, la guerra civil , la disolucion
social, el cinismo, la inmoralidad mas com-
pleta , y por último la ruina de 14- liber-
tad y el restablecimiento del régimen arbi-
trario: han exortado al gobierno á que los
prevenga y evite cuando todavia es tiem-




266
po , y han estando la vigilancia de la na-
cion y de los particulares para que no se
dejen sorprender y seducir- por las . engaño-


. sas esterioridades de popularidad y las pro.
testas de liberalismo con que se disfrazan
los jacobinos: luego los editores del Cen-
sor <provocan todos los males que pueden .
sobrevenir á una nacion.» ¡ Admirable ló-
gica! ¿ Con que anunciar lo; males antes
de que lleguen , pedir y rogar que se evi-
ten , es provocarlos•? ¡Depare Dios tales
provocadores irtodas las naciones del globo!


2.° Los que contrarian el torrente de
una opinion cimentada en una dolorosa
esperiencia. Dale con la opinion. No seño-
res : el , Censor no contraria la opinion
general, sino la de unos cuantos particu-
lares: no 'contraria la opinion del pueblo,
sino la de sus mortales y mas temibles ene-
migos, que son los que toman 'su nombre
para esclavizarle. Y sino digannos ellos mis-
mos , ¿es opinion del pueblo que se armen
motines á cada paso, que se insulte á les
magistrados , que se les busque para ma-
tarlos , que se pidan sus cabezas , que se
tenga en continuo susto á toda una
poblacion solo porque cuatro locos quie-
ran alborotar , meter bulla y buscar rio
revuelto P


267
3.° n( Los que calumnian al pueblo ge-


neroso


etc. Otra vez el pueblo. No , señores
jacobinos, nosotros no calumniamos al pue-
blo , y ni aun á ustedes, pues no decimos
sino lo que es público , y todo el mundo
está viendo; y ustedes no son el pueblo,
ni el- pueblo piensa como ustedes; al con-
trario, el pueblo los teme á ustedes , y va
han visto varias veces corno toda persona
honrada huye y se mete en su casa asi
que ustedes empiezan su asonada. ¡Qué


• empeñó de querer pasar por el pueblo los
que mas le insultan y le deshonran!


4.° Se preparan á sí mismos ( ¿los edi-
tores del Censor solos , ó todos los aíran •
cesados?) una serie de males que no les
podran evitar la severidad del gobierno,
ni las amonestaciones de los prudentes.»
En cuanto á estas es muy cierto, porque
cuando estemos ya asesinados, no nos re-.
sucitarán la amonestaciones de nadie: en
cuanto á lo primero ya lo oye usted, se-
ñor gobierno , todo su poder de usted, es
decir, el de la ley, el de la sociedad, el de


nacion entera, no podrá defender nues-
tras personas contra los puñales de los ja-
cobinos, y no se crea que exageramos


suponemos gratuitamente. peligros que




168
no nos amenazan. Ahi está el Zurriago
que no nos dejará mentir. En este inmun-
do y abominable libelo se ha estampado
en el número 4.° una cláusula que no se
estamparia igual entre caribes. Despues de
decir mil necedades contra una proposicion
de eterna verdad que se baila en nuestro
articulo de Asonadas, á saber, que todo hom-
bre sensato preferirá el poder absoluto (le
un monarca , 'que no sea el de Marruecos ó
Constantinopla , á la dcminácion del iibint-


, y despues de levantar á Mably,
Rousseau y otros filósofos que el autor co-
noce solo de nombre , el falso testimonio
de.que defienden el despotismo de la
be , concluye con estas palabras: « Despo-
tismo pero ¿á qué cansar á nuestros
lectores ? •, que gusto tendrian los editores
del Censor si lloviesen albardas por 24


! ¡ Y qué gust. o tendrian sus enenukos en
arrancarles el COM2,0111 ¡Virtuosos, hu ► a-
nos y cristianos españoles! Esta es la mo-
ral que os predican algunos de los que se
llaman liberales : esto lo que imprimen,
y á esto llaman libLIrtad. ¿ Y se dirá to-
davia que no hay jacobinos en España?


Ah tigre • cómo se está viendo en tus
palabras el bárbaro placer con que te ha-


269
riarias en la sangre de unos hombres que
no Oponen á tan horribles amenazas mas
que su pluma y la verdad?


Nor.v. Escrito ya este articulo hemos
leido con sumo placer el que se insertó so-
bre el mismo asunto en la gaceta de 13
de este mes, y aunque en él se califica
de inexacto nuestro discurso de asonadas,
nosotros calificarnos de exacto y exactísi-
mo el de la gaceta, suscribinuis á lo que
dice y recomendamos su doctrina.




Una galería de cuadros Y situaciones mo-
rales es siempre Agradable en el teatro. El
orgulloso servilismo de los cortesanos, la
estúpida presuncion , la incomprensible


k avilantez, con que se permiten casi al mis-
mo tiempo la adulacion , la envidia y la
versatilidad , estaban dibujadas en esta pie-
cecita , quizá con menos disimulo que el.
que conviene al asunto ; porque muchas
veces el poeta , para hacerse . entender de
los espectadores, convierte los retratos en
caricatras. Es muy delicada la gradacion
de colorido que separa al necio adulador
del cortesano astuto ; y el autor de esta
pieza ha empleado rasgos demasiado fuer-
tes en donde era necesaria una miniatura
fina.


270


Una mañana de Henrique IV: comedia en
un acto y en prosa.


.111
Sin embargo , hay espresiones muy felices


y pinceladas muy propias del asunto. El diá-
logo es facil y animado. El amor del oficial


TEA T O S.


271
de guardias y de la baronesa está tratado con
la ligereza propia de una corte, donde reyn-a-
ba la galanteria, y donde el monarca da-
ba -el ejemplo de los amoríos. Como el
rey y su ministro el duque de Sully eran
los personase; mas instruidos de la corte,
resaltan mas en su presencia las neceda-
des de los cortesanos, y aun por eso de-
bió' el autor hacer. Menos estúpidos á los
cortesanos ; porque las adulaciones que
serian biene recibidas en la corte de Luis
XIII ó bajo el ministerio de nuestro con-
de duque, no podian ni debian serlo da
Henrique IV ni de su amigo.


El caracter de Tugier es el que está
mejor dibujado : la embriaguez pasagera
de orgullo que se apodera de él , apenas
se ve favorecido de su príncipe , cesa á la
primera reconvencion; y sin hacerle odioso;
sirve para hacer conocer los peligros de
la. prosperidad en la niansion de los pres-
tigios.


Los cortesanos que tienen calor y filo,
segun ias sensaciones del principe, que dan
una grande importancia á la orden mas in-
significante , la interpretan y la exageran,
que dan por disculpa de todas sus san-
deces el afecto á la persona del monzrca




222
que colman de elogios al favorecido y mi-
ran al despreciado con un desden, insul-
tante , que son duros por naturaleza , co-
mo todos los ruinmente ambiciosos , y se
hacen sensibles á Una mirada del monar-
ca , que lisonjean al ministro y no pier-
den la menor ocasion de desacreditarle;
en fin, que no arriesgan una sola pala-
bra sin las salvas y cortapisas necesarias
para no comprometerse, forman um cuadro
muy variado é instructivo y un espectácu-
lo digno de los reyes, que en nuestro en-
tender deben ser los únicos espectadores
de esta clase de comedias: Cuando se ri-
diculicen en la escena los aduladores de
los pueblos y los hipocritas de liberalismo,
entonces convidarémos las naciones libres
al teatro.


A suegro irritado nuera prudente: comedia
en tres actos de don Antonio Valladares


de Sotomayor.


Esta comedia no podria sufrirse si no
la sostuvieran las caricaturas episódicas.
El conde de Zimbal, madama Violeta, mon-
siur de Pompaduc , el baron de Tutiplen


:273
y las fatuidades de doña Camila divierten
y hacen reir á los espectadores que no to-
man enteres ninguno en que don Blas per-
done á su hijo ó no le perdone el horren-
do crimen de haberse casado con una pobre.


Esta comedia, el Ayo de su hijo,
otras (le la misma especie se fundan sobre
la combinacion dramática de l'Epreuve heu-
'reuse , comedia en dos actos , en la cual
•el viejo quiere casarse con la: esposa del
joven teniéndola por otra ; justifica de
este ~ció el matrimonio que tanto habia
desaprobado: La comedia francesa es de
costumbres , la de Valladares es burlesca,
a.un que.


tiene rasgos satíricos originales.
Tal es el del viejo que recomienda la ho-
nesticktd á nueva•criada al mismo tiem-
po que presta con usura exorbitante á un
hijo de familia jugador. Su amor á su nue-
ra Jacinta es grotesco y raya un si es no
es en lo indecente. Pero el público se
Tic con sus gesticulaciones y ,apóstrofes
•á don Blas. •.Su hijo '.debe .agradecerle,
•que al conocer quien es.'heigt4 , no conser-
ve'mada .de su ridículo amor,. •y solo sea
sensible al placer de tener una hija tan per-
fecta. No asi aquel,




»Qui nihil molitur inepté."
TOMO xr.




• Valladares, don:Leila y Zavala compo--
pian el famoso triunvirato dramático que se
apoderó de la escena espaiiola á fines del
'siglo pasado, y que le fue tan funesto co-
mo á Rorna sus triunviratos políticos. En
las cainedias de Valladares encontramos to-
dos los defectos de nuestras antiguas pie-
zas. Es verdad que no hay invencion ni
buenos versos. El lenguage es arrastradít,


.inio,
y tenemos mucha lastima á los actores que
hayan de aprender de memoria sus periodos.
Cada uno de ellos es un arenal en cuanto á
las ideas, y un laberinto en cuanto á la fra-
se. Mi inteligencia quedará bien enterada:
está
está


muy engañada vuestra comprelzsion:
abandonada la memoria de mi hijo,


son modismos con que Valladares enrique-
cia la lengua: está empedrada de ellos es-
ta comedia donde podrá verlos el curioso
lector.


Si don Diego en el Sí de las niñas ce-
de á su sobrino la mano de su prometida
esposa , no es sin pesadumbre, mostrando
que no se desarrayga facihriente el amor
cuando ha llegado á apoderarse de un co-
razon , aunque sea de nieve. Es -verdad que
el amor de don Diego es verdaderamente.
dramático, y los espectadores no hacen ca.:,
so del de don Blas , sino por las risotadas
que escila : asi no lo echan menos al con-
cluirse la pieza.


El caracter de la fatua Camila está va-


ciado en la misma turquesa que el de doña
Melchora en el Domine Lucas; pero hace reir,
y todo actor tiene razon cuando hace reir al
péiblico. Su amor decidido é indeterminado
á todo el género varonil , y su disposicion
á casarse con el primero que esté desocu-
pado para ello , divierten mucho. Pero no
se sabe qué cosa es mas ridícula : sus bo-
berias nupciales ó la paciencia de su aman-
te don Pablo , que á pesar de ser un jovei
amable y de juicio, y de conocer que es ton-
ta, dice sin embargó que adora sus senci-
lleces, y para obtenerla por esposa tiene que
poner en movimiento todas las baterias ne-
cesarias para conquistar una princesa de
comedia.




276


Continua la conversacion entre el Viageió
y el Comerciante.


Viag. El otro - dia me dejó Usted den
la curiosidad de saber qué canciones -eran.
aquellas á las cuales atribuian algunos pe-
riodistas los progresos de la opmion en


ciertas provincias; . y á la .verdad que si es-


to es asi como elles 'dicen; no solo las con.,
silero como muy patriotieas, sino que de=
searia aprenderlas cuanto antes para can=
tallas yo tambien.


CO mere. No le sérk .ti usted dificil apreti=


denla segun se vaya internando en la pe-
niusula , y aun acaso antes dé salir de . eS-


te pueblo, .sin einbarge -de no ser el que
mas se ha distinguido en este funesto can-
tar. Pero sí le ruego á usted que no
cante ni una ni otra , si es qué quiere con-
servar el concepto de hombre honrado y
de corazon sensible, porque cualquiera


de
las (los hasta para desacreditar, no digo á
un individuo sino á una corporacion en-
tera. El trágala no pudo menos de ser algun
presente hecho por la discordia para que


177
derramado entre los españoles sirviese
de contraseña- entre los opresores y opri-
midos, entre los hombres de bien y los
malvados, entre los amantes del orden y
los anarquistas. N.o han faltado personas
que han creído que su propagacion y la
grosera celebridad que ha querido darsela,
se dirigia no tanto á los que pudieran creer-
se desafectos á nuestra Constitucion po-
lítica, cuanto á los que respetan como de-
ben una de sus mas principales ruedas. De
cualquier modo puedo asegurar á usted
que por estimable que sea una persona , si
llega á cantar el trágala, pierde una gran
parte de su prestigio.


La otra cancion llamada el lairon es
toda via mas ominosa, porque es la de los
asesinos , y ha de saber usted que por me-
dio de ella se logró encender la cólera y
el entusiasmo feroz de unos, cuantos des-
almados que echaron ellos solos la mas fea
mancha sobre nuestra revolucion. El prime-
ro que compuso coplas contra el presunto
conspirador que estaba baja la custodia de
la ley , ese fue el que puso.


el instrumen-
to homicida en las manos de los furiosos
que cometieron aquel horrible atentado.
Mas lo peor de todo es el irresistible ar-




278
gumento que han dado á los enemigos de
nuestra causa para que puedan cubrir con
un honroso pretesto sus ocultos deseos
de destruir el actual gobierno.


Viag. Ya he oido hablar de esa fechu-
ria que se cometió en Madrid , y he lei-
do días pasados en un periodico que to-
da la culpa estuvo de parte de los ser-
viles.


Comerc. Y tiene mucha razon ese pe-
riodico, porque en efecto la verdadera
significacion de la voz servil solo puede
recaer en aquellos que sustituyen ó quie-
ren sustituir la satisfaccion de sus pasio-
nes al precepto de la ley. Por esa misma
razon los editores de ese periodico son unos
verdaderos serviles y tanto mas serviles cuan-.
to ellos mas se pavonean con el título de
liberales.


Viag. Mucho me alegraré que me
b


ha-
«a usted el favor de darme una idea cla-
ra 'del sentido genuino en que se' aplica
ese dictado que tan frecuentemente oygo
repetir, y que , cada dia entiendo menos
á quien se dirige verdaderamente.


Comerc. Y aunque usted lo esté oyen-
do mil alos , llegará á averiguarlo con
exactitud ; porque cada tino lo entiende á


229
su manera, ó por mejor decir,. lo pronun
cia sín entbnderlo. La palabra servil es una;
voz técnica del diccionario de todas las
revoluciones, por la cual se intenta bal-
donar á los qué piensan de diferente mo-
do en materias políticas. Entre nosotros
se empezó á aplicar este adjetivo contra
los que no eran de opinion de que se hi-
ciesen ciertas mudanzas que ha sancionado
nuestra Constitueion ; suponiéndoles que
preferian la servidumbre del gobierno ab-
soluto á las nobles libertades del régimen
representativo. Ni entonces ni en tiempo
alguno son de mi aprobacion las denomi-
naciones injuriosas en masa ; pero confie-
so sin embargo que en aquella época era
acaso la menos impropia que se podia ha-
ber puesto en uso. Mas posteriormente es
tanto y tan estúpido el abuso que se ha he-
cho de semejante voz, que segun el paso que
lleva no tardará en convertirse en un tí-
tulo. de elogio.


Ya no se llaman serviles á los partida-
rios del gobierno arbitrario , ni á los de-
votos de la Inquisicion , ni á les protecto-
res de la frayleria, porque apenas existen se•
meian tes entes, ó si existen, carecen de todo
poder é influjo. Llamase serviles á todos los




p.80
que no se esplican ó escriben exagerando
los principios en cualquiera materia do
que traten , y á todos los que aman y pre-
dican el orden v la quietud entre los ciu-
dadanos. Llamase servil á todo ministro que
no condesciende con las descabelladas pre-
tensiones de .ese enjambre de vampiros
que quieren invadir todos los puestos.
Igual título adquiere todo magistrado que
pára administrar justicia no se propone
otro norte que la espresion de la ley, y
desprecia los gritos de los furiosos. Llama-
se servil á todo general ó gobernador que
durante los últimos seis años cumplió es-
trictamente con sus deberes, y ann á los
que mas de una vez se separaron de ellos
por aliviar á los que entonces eran opri-;
midos. Llamase servil á todo el que no se
hace complice en los alborotos y asonadas
que con cualquier pretesto suelen armar
les enemigos del sosiego público. Llama-
se servil á toda autoridad constitucional
que forma empeño en que se observe lo
que previene la Constitucion , y en hacer
efectivas sus propias atribuciones. Llamase
servil a' todo gefe militar que hace guardar
la ordenanza y una exacta disciplina. Lla-
mase servil á la. misma milicia nacional cuan-•


20
do se pone de parte de las autoridades des-
acatadas por algun peloton de vagamun-
dos ; y por último se llama servil al dipu-
tado ó diputados de Cortes cuando , con-
formes con sus compañeros en promover
el bien de la nacion, difieren en el mo-
do ó en alguna otra circunstancia del dic-
tamen de los domas.


Flag. Pues, señor, por lo que es cuen-
ta , seran pocos ó ninguno á los que se de-
ba llamar liberales.


COI/le/V. Esa consecuencia seria efec-
tivamente legítima en todo el rigor lógico,
si la tal denominacion ó apodo, ó como us-
ted quiera llamarlo, no fuese un verdade-
ro estravio de la razon y un efecto del des-
pecho y de la rabia de ver obstruido el
camino para los criminales proyectos que
han formado algunos. Persuadase usted á
que en España hay muchos mas liberales
de-lo que vulgarmente se cree.; pero no se
confunda la idea del liberalismo con la de
la exaltacion , porque_ dista mas una de
otra, i tie el polo ártico del antártico.


Por principio general debe usted saber
que ningun exaltado es ni puede ser li-
beral , y que cuando él se imagina que es-
tá dando una gran prueba de sus deseos




á


9


282
liberales, és cuando la da mas perentoria
de sus disposiciones serviles. ¡ Qué poco
que oirá usted apodo ninguno en boca de
un verdadero liberal! Ni le verá tampoco
dar importancia á ese título, porque sa,
be desempeñarle sin hacer el menor es-
fuerzo , como que ,le es natural , y le sa-
le , decirlo asi, de adentro.


Pero vea usted por el contrario á esos
escarabajos del liberalismo que lie saben
mas que recoger sus inmundicias, ¡cuál se
afanan por 'darse á sí mismos el nombre
de liberales! ¡qué de gestos y contorsiones
se echan/de ver hasta en su lenguage
ra meterse en docena! ¡ y cómo logran vi-
lipendiar un dictado de honor solo por
verle empleado por semejantes insectos!
Ninguno de los que tanto babosean esa pa,
labra deja de ser, ó un solemne mentecato,
I) un grandísimo bribon que adula servil-
mente las ideas reynantes , ó para adqui-
rir lo' que no tiene, ó para conservar lo que
ya arrebató.


En efecto, en los pocos pape-
les pób!icos que basta ahora han llegado
á mis manós, veo algunos que en casi to-
dos sus artículos hacen una especie de pre-
gon de sus prendas liberales, que á mí me


283
parece del todo inútil , á no ser que hagan
lo que los curanderos y saltimbanquis, los
cuales para deshacerse de sus drogas las
ponderan y encomian para engatusar á los
incautos.


COM:31'C. El caso es, que asi en esto
como en todo lo que se recalca con segun-
da intencion , sé ve surtir un efecto absolu-
tamente contrario ; porque todo el que en
las actuales circunstancias toma en sus ui-
dos. un papel público, ya supone que ha de
ser liberal, que si no lo fuese no, se publi-
caria ; pero al ver que echan tantas sal-
vas por delante, y que los que lo dicen no
presentan otra prueba que su propio tes-
timonio , dudan y con razon de la verdad
de tal aserto.


Viag. ¿Y por qué dice usted que todo
cuanto se publique ha de ser liberal ? Pues
qué no es cada uno dueño de escribir en
el sentido que quiera , con tal 'que obser-
ve las leyes que rigen .sobre este i)nnto?
Yo tengo entendido que la Constitucion au-
toriza 4 todos los españoles para que pue-
dan publicar libremente sus ideas de pa-
labra ó por escrito , segun ellos las conci-
ban 17 no segun lo que agrade á los unos
ó á los otros. Y sé tambien que la ley que




29 4
rige en materia de imprentas, no demarca
el sentido en que se debe escribir , sino
que castiga únicamente los escritos suver-
sivos , sediciosos , oncenos ect. ; pero no
se mete en si han de ser serviles, ó libe-
rales , ó moderados , ó como se les anto-
je. Yo de mí sé decir, que si conforme soy
apasionado por temperamento y educacion
-á las justas libertades de todos los paises,
lo fuera á ciertas limitaciones de que gus-
tan ios serviles , me creeria con derecho
á espresarlas en España, al mismo tiempo
que guardaria las leyes asi en eso corno en
todo. Porque ¿ qué. quiere decir libertad
para escribir, si no se puede tomar la plu-
ma sino para elogiar lo que ahora gusta?
Esa libertad siempre la ha habido en Es-
paña, y la hay y siempre la habrá en to-
das partes. Yo diria por ejemplo, que me
agradaba mucho la Inquisicion , que se au-
mentase hasta lo infinito el número de
fraylcs 'y monjas, que hubiese veinte bene-
ficiados simples en cada aldea, y que los
canónigos tuviesen cada uno un n'ilion de
reales de renta: ¿qué importa? Usted cree-
rá lo contrario , y demostrará 'que yo me
equivoco, que no sé lo que me digo, qué
cometo mil errores ; pero usted no tendrá


islas derecho para hacer esta demostracion
que -el que yo tuve para publicar mis equi-
vócaciones. Y hay mas ; que si usted en
lugar de demostrar con buenas razones. su
opinion sé pone á decirme injurias y á in-
terpretar siniestramente mis intenciones,
ademas del crimen que cornete de hecho,
da una prueba terminante (le que el ver-
dadero servil es usted y no yo-, por mas
que amontone párrafos y baladronadas de
liberalismo.


Comerc. Ay, ay, ay, amigo, y como se
le conoce á usted pie viene dé la Grecia,
eri donde todo lo mas que ha quedado
son las teorias de la libertad ! Estarnos por
acá tan distantes de entender siquiera ese
lenguage, que no (lijo las ideas que usted
acaba de espesar , mas 'Con • sola una lige'-
ra pincelada que diese en favor de esos
objetos, pasaria en el mundo reriodistico
por el mas abominable de los hombres.
No haya miedo que ninguno-descendiese á
la menudencia de raciocinar 'con t;no y
con acierto para hacerle . ver su error y los
flacos fundamentos en que estrivaba, na-
da menos que eso ¿ 'labia de perder un
periodista vigotudo (51: tiempo y el espacio
que necesita para amontonar declamacio-


1




286
nes, en hacer razonamientos, reunir prité-
bas' y comprobar citas de escritores acre-
ditados ? Con veinte ó treinta desvergon-
zones pelados, .que les vienen á la boca
como llovidos , sabrian aterrar á usted
de modo que se le quitase la gana de
cribir,


, y hasta la de leer y pensar.
Aun podria usted tenerse por muy di-


choso si la persecucion se liinitaba á los
dicterios , porque no fuera maravilla que le
amenazasen con puñales, con martillos n.
otros instrumentos alevosos.


Viag. Pero, señor, no hay leyes qué
puedan contener esas amenazas y reprimir
ese feroz lenguage ?


Comerc. ci Mucho que las hay; pero no
falta mas sino que se obedezcan y cumplan
por todos y en favor de todo& Es preci-
so que usted se penetre bien de la idea
do que en lag


grandes conmociones polí-
ticas, entretanto que dura la fiebre de las
pasiones y las. cosas toman el asiento que
deben, tener, hay una cierta casta de hom-
bres que creen que las nuevas :leyes no s e
hacen sino para los demas, porque se tes
figniw que su garruleria es una especie de


(inviolabilidad,. Estos tales tienen- siempre
Ja ley en la boca, pero cuando les


287
,riza á ellos ó á sus paniaguados ponen en
movimiento todos los resortes para. de,, ar-
la sin aecion , y lo logran con bastante
frecuencia.


Viag. Pero eso 'bien conoce usted que
es una verdadera tiranía, por mas que se
revista con el título que se quiera , y está
en oposicion directa con el sistema que ha
adoptado la nacion.


Comerc. De eso de las tiranías habla-
rémos algun dia mas despacio, porque es
materia muy vasta y seria una lástima in-
:terrumpirla. Mas por lo que' hace á z-:sa que
usted indica, es tanto mas violenta y ofen-
siva , cuanto ella sola ha hecho y hace mas
daño á las instituciones liberales , que la
cooperacion de todos los malévolos juntos.
Una sola vez que queden ilusorias las le-
yes, y mas si á ello contribuyen los mis-
mos que estan encargados de cumplirlas, es
Una herida mortal de que no se restable-
cen sino, por una especie de milagro. Arar-
tunadamente que tal género de tirania es
por su naturaleza de may corta duracion,
y que los que creen haber conseguido un
triunfo de partidó: á costa, de atropellar-
las leyes'de su patria, no tardan en ser
ellos mismos .víctima de otros atropella-




288


mientos ó del triunfo de la ley. Las
jurias personales pueden perdonarse ú
yidarse; pero las injurias hechas á la len
que es la razon universal, duran eternamen-
te, y tarde ó temprano aquella ha de que-


.+ dar vengada. No bastará entonces ponde-1
rar ese liberalismo ficticio con que ahora
pretenden algunos justificar sus escandalo-
sos desaciertos , sino que se les culpará
tanto mas cuanto mas interesados se mos-
traban -por sostener un régimen tan ven-
tajoso.


riag. Mucha pena me causa ver , que
segun todo lo que llega á mis oidos, el
único ostáctilo que esperimentan las nue-
vas instituciones proviene del escesivo Celo
ó de la mal disfrazada ambicion de los Mis-
mos que se llaman sus apasionados. Yo te-
nia formada en los años anteriores una
idea muy ventajosa de los creadores de.
nuestra libertad , y nunca me persuadí
que pudieran alucinarse hasta


Conzérc. Ni se lo persuada usted and-
ra tampoco , porque no son ellos cierta-
mente los que han causado este estravio.
No le diré yo á usted que asi esos seño-
res como otros muchos que se distinguen
en las grandes épocas, sean tan dignos de


289
admiracion en la fortuna próspera como
en la adversa , porque en eso han pagado
y pagan el tributo ordinario á la flaque-
za humana. Pero sí puedo asegurarle que
ellos son los que mas lloran la indiscre-
cion de sus falsos amigos. Repito á us-
ted por la última vez que los verdaderos
liberales aborrecen los apodos, las cancio-
nes indignas, y sobre todo las facciones de
cualquier 'género' y de cualquier color. Pa-'
tria, leyes, Constitucion monárquica y con-
cordia entre los españoles son el compen-
dio de los deseos de los liberales de cora-
zon. Empleos, arbitrariedad, griteria, insul-
tos y rencillas son la divisa de los exal-
tados de todos los Partidos. Si aquellos
triunfan, la España será dichosa para siem-
pre ; pero si prevalecen estos, es muy te-
mible que llegue un dia en que suspire us-
ted por la barbarie de los paises que aca-
ba de abandonar.


TOMO XL




290


DE LA ITALIA.


Por desgracia de este hermoso pais y
de la humanidad, se va cumpliendo la pro-
fecía política que tantas veces hemos re-
petido en nuestro periódico. La oeupacion
.de Nápoles por las tropas austriacas es un
acontecimiento el mas, funesto para la in-
dependencia de la Italia. La seguridad de
los ejércitos acantonados actualmente en
el ► ediodia y el norte de la peninsula exi-
ge la prolongacion de la linea mili • r por
los estados intermedios de Roma y de os-
cana , y por consiguiente la ocupacion
las fortalezas que se hallen en dicha linea. Los
papeles públicos han anunciado las estipu-
laciones celebradas entre el gabinete aus-
triaco y aquellos estados, con el objete
de p.'mer en ejecucion 'esta medida de se-
guridad.


Primero es preciso que yo pase poi
tierras para vengar el trono absoluto:


despues tengo que permanecer en el pais
rebelde para sostener en 'él el orden , es
decir, el imperio del despotismo : luego es


29 t
forzoso que yo cuide de la seguridad de
mis tropas, y que me cedas interinamen-
te tus fortalezas y tu territorio : tambien
es preciso que contribuyas á la manuten-
cion de mis soldados que tan útiles te son,
pues sin ellos los liberales te hubieran obli-
gado á jurar una constitucion : alguna par-
te deben tener mis generales en el gobier-
no civil y político , para que la seguridad
y la subsistencia de la tropa no esté mm


-ca comprometida : despues


7 A donde
se para el poder absoluto, cuando está au-
xiliado por la superioridad de la fuerza
y por los ardides de la diplomacia ? Polo-
nia y España saben ya lo que es tener


.ejér-
citfls estrangeros que vienen á restablecer el
orden y á dar la felicidad. Ya se sabe en
toda Europa lo que los soldados entien-
den por orden, y lo que los gabinetes en-
tienden por felicidad. La desgraciada Ita-
lia , aunque tiene muchos motivos para sa-
berlo, lo va á experimentar por la cente-
sima vez.


Nosotros no nos admiramos de la am-
bicion de los poderosos, porque su enfer-
IViedad natural es la insaciable hidropesia de
dominacion tampoco nos admiramos de
que los pueblos sufran los funestos efectos


tus




e


110


292
de la Trepotencia diplomática, sin atrever<
se á dar quejas contra ella, cuanto mas á
rechazarla ; y aunque la historia coloca en
el número de las naciones heroycas las que
sin mas armas píe las que ministra la
indiguacion , se han resuelto á repeler la
fuerza CO. D. la fuerza, es preciso confesar
que no todos los pueblos tienen ni la mis-
ma energía , ni la misma posicion, ni los
mismos recursos para desnudar la espada,
tirando muy lejos la vayna , y arriesgar el
todo pOr el todo.


No estrafiamos pues ni las pretensio
nes de las potencias superiores, ni la flo
jedad de los pueblos., que no teniendo
su disposicion medios de defensa ni de po
der, , miran como una osa muy indiferente
el nombre y los títulos del_ que les ha de
imponer las únicas angarillas queianeden
llevar. El hombre acostumbrado al poder
absoluto no cuenta por gran cosa la indepen-
dencia nacional , á no ser que el usurpador
ataque sus hábitos morales , sus pasiones
mas nobles ó sus opiniones religiosas.


Pero lo que no-es posible dejar ele • .esi-
traiíar es la indiferencia con, que los lar
binetes ,de segundo orden miran los pro-
gresos del poder en los estados principales.


293
Sin duda se ha perdido en los gobiernos
aquella honrada ambieion que casi hasta
nuestros Bias liemos visto animar todas
las repúblicas europeas.


La casa de Austria amenazó la liber-
tad de Alemania en tiempo de Car-
los V ; pues el mismo Mauricio, á quien
el emperador habia dado la investidura
de Sajonia , fue el que abatió su orgullo
y le hizo firmar el tratado de Passau. Los
estados pequeños de Alemania , coligados
con la Francia, dictaron el tratado de West-
phalia , fundamento de la libertad euro-
pea. El peqnélitielo estado ' dé Saboya
humilló á principios del siglo pasado la so-
berbia de Luis IXIV; y á mediados del mis-
mo siglo hemos-visto á la república de Gé-
nova tener . un


• influjo poderoso en los ne-
gocios de 'Italia.
- Pero en nuestros Bias está ya casi ani-


quilada la sObérania de las naciones pe-
sueñas: hada .: son en la• balanza de En-
. ropa : dentro fuera de su territorio na-
da se hace, nada se deja de hacer, sino por la
intervencion'de Tá grandes potencias. s
pueblos lo sufren •:'' ¿qué mucho; si lo sufren


-'los gobernantes , que son á quien mas inte-
'resa la soberanía, pues son los-que la poseen




P.94
en los gobiernos absolutos ? ¿Se acabó ya
la energia en los principes de segundo or-
den ? ¿ Renunciaron no solo á la ambicion
funesta y gloriosa de engrandecer sus es-
tado ;, sino tambien á la justisima pretension
de gobernarlos libres de toda influencia es-
trangera ? ¿Han dejado olvidar el arte de opo-
ner una gran potencia á otra , y de con-
servarse independientes en el choque ter-
rible de las grandes masas ? ¿ No saben ya
buscar la proteccion del mas lejano ó mas
generoso contra los ataques del mas am-
bicioso ó mas vecino ? Nosotros no cree-
mos, que se hayan olvidado en un nionien-
to los principios de diplomacia defensiva,
tan conocidos y practicados en Europa.
Atribuimos la voluntad (le los estados de
segundo orde la influencia que ejercen
sobre ellos las gr ndes potencias. Son opri-
midos, porque qui en serlo. Sufren d po-


.1e• estrangero é in wto del Austria,. por-
que no quieren admit4r á los pueblos ala
participacion de las libertadeS civiles y
políticas.


Sí : la esplicacion del fenómeno con-
siste en el caracter particular de que se
ha revestido la diplomacia en nuestros dias.
Antiguamente el poder lidiaba con las .ar-


295
mas fisicas . : hubo un tiempo en que las
opiniones religiosas se pesaban en la 'tia.
lanza de la ambicion , y se estimaba con
exactitud lo que valia ir á misa ó asistir
á las prédicas de los reformados. Esta mone-
da no corre ya en la diplothaeia: sus pro-
fundas combinaciones se fundan sobre las
opiniones políticas , únicos elementos de
poder moral.


Las grandes potencias dicen al duque
de Toscana .57 al sumo pontífice: El libe-
ralismo infesta las orillas del /hizo y del
Tiber: no teneis poder para defender vues-
tra autoridad absoluta, si no os apoyáis en
una fuerza estrangera: aqui estan nuestras
tropas , no contaminadas todavia por el es-
píritu del siglo. Los pueblos de Italia cla-
man por el contrario á sus monarcas: Ni
nosotros podemos estar contentos, ni vosotros
gobernar bien , sino con una adounistracion
liberal. Ceded á nuestras instancias, admita
el yugo de la ley: tendreis en premio la


, la independencia y nuestra felicidad.
Estos dos gritos se han oido á un mis-


mo tiempo en los gabinetes italianos : ¿cuál
ha prevalecido? el que aconseja la esclavi-
tud , el deshonor y la nulidad ; y el que
convida á la glmia , á la libertad y á la




296
independencia , se ha tratado de sedicioso
y anarquista.


Un principe, por el mero hecho de
serlo , tiene su honra identificada con la
de sus súbditos; y la alta clase á que per-
tenece, le obliga á preferir la honra á
la vida. Es pérfido y vil el consejero ó mi-
nistro que atiende á la seguridad de su mo-
narca primero que á su honor. Los parti-
culares pueden tener todo el miedo que
quisieren ; pero la cohardia está prohibi-
da á los principes. El contrapeso que la
opinion y el honor han puesto á la alta
dignidad y á los placeres de que gozan , es
la estrechisima obligacion de despreciar su
propia vida, cuando se tr a de la gloria
nacional y de la independ e ncia de su pais.


Las transacciones entre/iin rey y su pue-
. blo son de la misma esmcie. que las que
un padre celebra con sul hijos. Son nego-
cios de familia; y sea/cual fuere él resul-
tado de ellas, no cotnprometen en ningun
caso ni el honor personal del monarca, ni
la gloria nacional. No asi en las estipula-
ciones con los gabinetes estrangeros: la me-
nor señal de surnision á una potencia es-
traña envilece el trono, porque ataca la
independencia que es el honor de las na-


297
ciones, asi como la valentia es el honor de
los individuos. Que un rey gobierne con
estas ó aquellas máximas , que sus súbdi-
tos adquieran mas ó menos grados de li-
bertad , que paguen mas ó menos contri-
bucio• es, que los poderes esteu mejor ó
peor equilibrados, siempre el esplendor
y la dignidad de la corona secan los mis-
mos mientras la nacten sea independiente;
pues esta independencia es la única que ha-
ce grande á los ojos del mundo al deposi-
tario y representante del peder físico de
la sociedad. ¿Se perdió esta independe
cia? ¿ El poder nacional quedó sometido a
la influencia estrangera Pues el monarca
es nada : por sí solo es un individuo: y
cocho monarca si no hay poder público, na•
da representa.


De estas reflexiones se infiere, que los
principes que por conservar el poder ab-
soluto se someten á la influencia estrange-
ra, se condenan á sí mismos á la nulidad,
porque destruyen la fuenwde su gloria y
esplendor y que es la independencia de sus
pueblos : y que los ministros y consejeros
que•los incitan á transigir 'vergonzosamen-
te con las potencias superiores mas bien
que con las ideas y el espíritu , de la na--


1




P98
cion , venden el honor de sus monarcas
á la prepotencia estrainera. Con la espe-
ranza de mandar mas se reducen á no nia n-
dar nada, v lo que es peor, á obedecer. O-
mnía serviliter pro dominatúme.


No puede adoptar el príncipe un par-
tido peor que el de invocar ó aprovechar-
se de la fuerza estrangera para establecer 2'
su autoridad; porque ó triunfa ó es ven •
cido en la lucha : en el primer caso go-
biernan los estrangeros" y no él : y en el
segundo pierde infaliblemente su corona.
De modo , que aun sin atender mas que
á su propio interes , debe/ entenderse con
sus pueblos , y en ningun aso con las po
tencias estrangeras. Las horribles catástro-
fes de las revoluciones de Inglaterra v
Francia procedieron del influjo verdade-
ro en parte , y en parte exagerado , que los
gabinetes estrangeros ejercieron sobre los
dos infelices monarcas. ¡Terrible leccion,
pero necesaria de. estudiar! Las • naciones
no perdonan nunca, que la autoridad quie-
ra afirmarse sobre un apoyo, que esté fue-
ra de ellas mismas.


En efecto, quien dijo rey, sea absolu-
to , sea constitticional , sea como fuere, (li-
jo depositario del poder Jísico .de la sociedad.


999
Ni es, ni puede ser otra cosa. Derívese su
autoridad del cielo ó de la convencion
de los hombres , sea su autoridad limi-
tada ó ilimitada , fíoidese ó no en la
religion , el hecho es, que ni obra ni rue-
de obrar sino con el poder; que la socie-
dad ha puesto en sus manos. ¿Qué es pues
un rey que somete su pueblo con ba-
yonetas estrangeras ? ¿ Que ataca COT1 una
fuerza estraiia las que él debia representar?
Es un rey que se destrona -á sí mismo pues
renuncia al poder que la sociedad le habia
confiado , y dice á sus pueblos : yo os
mandaba legítimamente; pero quiero inan-
claros por usurpacion: mis fuerzas no son ya
las de la nacion, sino las de las potencias,
bajo cuyas banderas milito. Tal es la suer-
te actual de los principes de Italia.


Ni se puede decir que los italianos son de-
masiado débiles para medir sus armas con la
Santa-alianza. Sea así : porque esta cuestion
no es de ahora ; pero la verdad es que si S. M.
el rey de Nápoles hubiera tenido en el
congreso de Laybach ministros que luibie.
sen sostenido la independencia napolitana,
•que hubieran mostrado á 4os dos empera-
dores que aquel monarca habia abrazado
libre y espontáneamente la Censtitncion




300
española , y que hubieran hecho solemnes
protestas á la faz de toda Europa contra
la ocupacion de la Italia meridional, jamas
las tropas de la Santa-alianza hubieran pa-
sado el Pó.


Nosotros no cesarémos de clamar á los
pueblos libres; que no afeen su libertad con
los horrores de la licencia y de la anarquia;
pero al mismp tiempo clamarémós á los re-
yes que mas vale transigir con sus pueblos
que con los estrangeros. Lo primero se que-
da en casa: lo segundo envilece el trono
para siempre. Ningun Monarca apoyado
en estrangeros réynó con gloria, y muchos
de ellos acabaron desastradamente.


30t


Estado actual de la iglesia de Francia.


El ilustre conde Lanjuinais , en quien
la religion compite con el liberalismo, ha •
manifestado cuales son los males que afli-
gen á la iglesia galicana, haciendo la ana-
lisis del decreto del' obispo de Dietz. No
se debe. temer ni exageracion en los he-
chos, .ni error „en los principios de un
hombre que ha dado tantas y tan declaradas
pruebas de piedad y de sabiduria. El ori-
gen (le todos los infortunios y peligros ac-
tuales de la iglesia de Francia está en la
sed de dominacion del clero y en la falta
de liberalismo de los agentes del gobierno.


En los siglos bárbaros se erigió con
el favor de anarquia feudal el poder
temporal del clero. La revolucion dió en
tierra con aquel edificio , minado ya por
los progresos de la civilacion y por el es-
píritu del siglo; y á pesar de lo horroro-
so de la catastrofe , vuelve el clero á sus
pretensiones, no aterrado por las calami-
dades pasadas, que él llama martirios, á
la verdad sin ninguna razon. La ignoran-




302
cia , el fraude y la intriga son los artífices
que se emplean en la reconstruccion ; y
se aííaden á estos agentes miserables las
opiniones .ultramontanas, cuya impugna-
cion ha sido durante muchos siglos un tí-
tulo de gloria para la iglesia de Francia,
cuyos gefes actuales renuncian á las maxi
mas de los Gerson y de los Bossuet.


En los catecismos de algunos obispa-
dos se enserian corno preceptos el respeto
al sedo/ . de la parroquja y el pago de los
diezmos , cuando la ley ha abolido los se-
gundos, y cuando a ley , la razon y la re-
ligion misma h sepultado para siempre
ese título in • me de senior de parroquia (1),


' que insultaba con la misma osadia á la liber-
tad civil y á la igualdad evangélica. A este
primer abuso , por el cual la autor idad cele«
siastica se ha puesto en guerra abierta con
la civil, se agrega el atentado de algunos obis-
pos que se han atrevido á insertar en sus
pastorales diatribas políticas, á anatematizar


(i) A lo menos la aristocracia española no llegó
nunca á desconocer la independencia religiosa de los
hombres. Tuvimos ricos hombres , infanzones , se-
ñores de villas ect. : nunca seiiores de parroquia. An-
te Dios todos eramos iguales.


303
ton el lenguage y las armas de la religion
opiniones puramente humanas, á pertur-
bar el mundo civil en nombre del cielo,
y á gobernar la tierra cuando su reyno y
su poder no son de la tierra. Se ha visto
negar injusta y escandalosamente los sacra-
mentos y' la sepultura eclesiástica á los que
habiendo adquirido bienes nacionales, quizá
de quinta ó sesta mano, no han creido que
el evangelio les imponia la obligacion de
ceder el fruto de' sus sacrificios y de su in-
dustria á favor de un clero pagado por la
nadan , ni dejar á sus hijos desheredados.
Se han visto procesiones , celebradas con
el objeto imprudente de ofender y de irri-
tar, y con la segunda intencion de exaltar


• el fanatismo de los unos para disponer la
persecucion contra los otros : se han vis-
to resucitar los antiguos frayles con los mis-
mos trapes que les habian servido ..de mor-
tajas, y con todos los distintivos y masca-
ras que habian servido de entretenimiento
y solaz á la penúltima generacion : se han
visto resucitar con ellos las cofradias supri-
midas, envueltas en sus sabanas, aqui ne-
gras, alli blancas, acullá.. azules : se han
visto misiones de nueva especie, dignas
mas bien del teatro que de la cátedra evan-




304
gélica , y que por muchos títulos pudie-;
ran ser objeto de una empresa de comer-
cio, -á -no serlo de la política mas insen-
sata ; pues predica la discordia , la rcaccion
y la venganza por las mismas bocas de don-
de n debieran salir sino palabras de paz y
de rec ciliacion. ,Se han' plantado solem-
nement cruces enormes sIn mas objeto que
el de ren var memorias odiosas con el sím-
bolo mism de la salud universal: se han con-
vertido regí ientos enteros: se ha adminis-
trado el augusto Sacramento del altar en las
plazas públicas: se han predicado sermones
contrarios al régimen constitucional , dado
por el rey y aceptado por la nacion: se han ful-
minado y publicado censuras para anular y
deshonrar matrimonios que eran válidos por
la ley civil : se ha destituido y suspendido á
sacerdotes muy estimables : se han concedi-
do dispensas á los ricos y se han nega-
á los pobres, porque los primeros podian
pagarlas y los segundos no: se han impre-
so libros para el uso de la juventud, pla-
gados de doctrinas falsas , suversivas y
contrarias á las leyes políticas y civiles de
la monarquia, .en los cuales lo menos es
la reclamacion de las antiguas riquezas y
honores temporales del clero.


305
Quién lo creyera ? Hacese mucho ca-


so en Paris de los decretos de la con,
gregacion romana del Indice sobre libros
prohibidos , cuando casi no se atiende á
ellos en ningun pais de la cristiandad, por-
que el derecho de instruirse es una de las
mas claras prerogativas del hombre, y nadie
puede privarle de ella , ni incomodarle en
su ejercicio , y mucho menos un tribunal
estrangero. Hay en Francia sacerdotes fa-
náticos que se llaman á sí mismos las co-
lmúznas de la re4sfion, y que unen su voz á
la de los incrédulos para desacreditar atre-
vidamente la lectora de la escritura santa,•
prescrita á los fieles por Jesucristo , por loS,
apóstoles, luir la Iglesia y por el hecho
mismo de su existencia: pues hasta que
exista la palabra divina para que el hom-
bre tenga obligacion de oirla y meditarla.


El origen de tantos males es la conni-
vencia funesta del: gobierno, por no decir
su aprobacion. En los. periódicos y en los
libros que tienen un caracter ministerial,
se ven celebrados todos estos abusos como
actos legítimos y como partes integrantes
(le una cierta regeneraczorrreligiosa y
lítica. El concordato de 181 7 , rechazado
con indignacion é ignominia de las cámaras,


TOMO XI.
20




11


3o6
es un código obligatorio para el cler :el
concurso del gete de la iglesia y del gefe
del estado , estipulado con demasiada a ec-.
tacion en aquel concordato , sin duda
ira. dejar á un lado, cono cosa desprecia
ble , los derechos políticos y religiosos - de.


la nacion , es el. ídolo de los que siguen
las doctrinas ultramontanas.


Bastaba para haberle rechazado el que el
voto del pueblo frances no se contó por
nada en su redaccion; sin embargo, otro
motivo mas poderoso todavia, si es posi-
ble, debe hacer el concordato un objeto
de detestacion para la iglesia francesa. Es-
ta después de la tempestad revolucionaria,
no conservó mas ,,,códigó relativo á la po-
licía esterior del culto , que la declaracion
del clero frances en 1.682, que contiene
los cuatro célebres artículos, de donde se
derivan las. libertades de la iglesia (le Fran-
cia. Pues bien , un concordato que las des-
truye , un concordato: rechazado por el
cuerpo. legislativo , un . concordato contra-
rio igualmente á' la Francia antigua y á la
nueva, es el objeto de las adoraciones
del clero; y los que ocupan el primer pues-
to en la iglesia, disfaman y censuran pú-
blicamente las máximas de la declaracion,


307
ponen en su lugar las doctrinas ultramon-
tanas, que en el dia no se defienden ni
aun en Italia, y renuncian á la gloria de
Bossuet y á los derechos de ciudadanía. ¡Y
el ministerio lo ve, lo permite y lo aprueba!


El derecho antiguo francos habia es-
tablecido los- recursos de fuerza ante los
magistrados ordinarios contra los excesos6
de los superiores eclesiásticos : el régimen
imperial sustituyó la apelacion al consejo
de estado, inutil en el dia é ilegal en to-
das tiempos, porque los consejeros , sien-
do como son amovibles, no pueden ser jue-
ces, ni confundirse en una misma corpo-
racion atribuciones administrativas y judi-
ciales. Segun el espíritu del artículo 68
de-la carta constitucional , lós'recursos de
fuerza deben hacerse ante los_jueces ordi-
narios ; pero los ministros y los fiscales no
quieren reconocer en esta materia mas que
competencia ilegítima y anticonstitucional
del consejo de estado : en el cual , á lo me-
nos por mucho. tiempo , tendrán siempre
razon los superiores eclesiásticos.


Los ministros del culto son funcionarios
públicos, pues que los paga el tesoro pa:-
ra que enserien la religion y la moral, y
practiquen el culto : deben pues ser res-




3o8
ponsables ante la autoridad civil de las vio-
laciones de la Constitucion y de 14 dere-
chos de ciudadanía. ¿Por qué puesl se ha
convertido la adminístracion temporal y ge-
neral del : culto católico en un ministerio •
no responsable , confiado al primer capellan
de S. M. con el título de lbnosnero mayor?
Este es un ministro sin nombre, asi corno
hav nombres sin ministerio. Estaba reser-
vado á la Francia restaurada ver y sufrir
tantos ludibrios. No es el menor de ellos
ese inmenso número de corporaciones ecle-
siásticas inútiles, peligrosas ó prohibidas
por la ley.


Pero entre todos los abusos el que ata-
ca mas directamente las máximas del de- ,
recho político , las leves mas claras, las li-
bertades mas preciosas, es el restableci-
miento de las curias eclesiásticas.


Estos tribunales conocian , antes de la
revonicion , de las faltas , delitos y crímenes
de los eclesiásticos, pero no podian con-
denar mas que á actos de penitencia cris-
tiana , como limosnas y oraciones , y á las
costas del proceso. Ademas se entrometian
en muchos actos que huelan- como conten-
ciosos: en sus notarías se archivaban inter-
rogatorios, pesquisas y dispensas de Roma


300
en materia de votos y matrimonios: cono,
cian de la nulidad de estos últimos, se-
ñaladamente en los casos de impotencia,
para los cuales habian inventado en tiem-
pos Inas antiguos la indecente prueba del
congreso , que estigmatizó Boikau en la
sátira octava ( Estos mismos tribuna-
les habian sido los principales agentes de
la Inquisicion , y habian condenado á muer-
te á los hereges , á los hechiceros, á los
mágicos y á las langostas, cuando comian
demasiado ; y con el pretesto de lo espiri-
tual puro y de lo espiritual misto, habian
estendido su jurisdiccion á los matrimo-
nios , á los testamentos , á los contratos,
todas las acciones en fin, pues todas ellas
pueden ser consideradas bajo un aspecto es-
piritual, y estan sujetas á ser virtudes ó
vicios. Con esto habian aumentado infinito
las obvenciones de los obispos por las mul-
tas con que castigaban ciertos pecados, y
•despues habian tornado por asiento aque-


( ) Jamais la bicbe en rizt n'a pour fait d'im-
puissance


Tramé du fond des bois un ccrf á l'audience ;
Et jainais juge entr'eux, ordonnant le congIés
De ce burlesque mot n'a sali ses arréts."




310
alas multas, enriquec iendosc con las cul-
pas de los fieles.


La sabia y célebre ley de la asamblea c ns-
titu yente, dada en 7 de setiembre de o,
suprimió la fuente de tantos abusos a
tipos y modernos , aboliendo las curia
eclesiásticas y todos los tribunales de es-.
cepcion, y estableciendo como principio de
derecho público, que los obispos no pue-
dan tener en Francia jurisdicion con-
tenciosa. Esta máxima sobrevivió á la re7
volueion.


Es verdad que en tiempo de Napoleon
el arzobispo de Paris , por su r•opia au-
toridad, creó una curia para su arzobispa-
do: Cambien es verdad, que Napoleon su-
sufrió esta usurpacion insensata del poder
legislativo, porque esperaba valerse, como
efectivamente se valió, de aquel simulacro de
tribunal para dar al divorcio de su her-
mano Geronimo y despues al suyo algun vi-
so de Canonicidad.


Desde 1814 ha crecido la osada: y sin
autorizacion previa de las cámaras ni aun
del rey, que aunque insuficiente en este ca-
so , á lo menos ira.


sladaria la responsabi-
lidad de los obispos' al ministerio, se han
formado curias en diferentes obispados con


3
jurisdicion esterior y contenciom en lo


: atentado •contrario á la ley funda-
mental de los franceses : atentászlo que
no se atreveria el clero á cometer si
no estuviese seguro de la aprobacion del
ministerio.


Pero ¿ cuáles son las miras del gobierno
en permitir que los eclesiásticos usurpen la
autoridad de las cámaras ó se burlen tan
á las claras de las leyes fundamentales del
estado ? ¿ Creen posible gobernar la los fran-
ceses del siglo XIX con un freno que la
esneriencia mostró que era insuficiente en
el siglo anterior ? ¿Pueden tener ni aun
la remota esperanza de darle á la autori-
dad eclesiástica íntervencion en el gobier-
no? El siglo es muy instruidlo, y ni aun
el cristiano mas sencillo y menos instrui-
do ignora ya , que e! 'poder espiritual es-
ti únicamente instituido para santificar las
almas, y que degenera, apenas se estien-
de á objetos propios de la felicidad tem-
poral de los pueblos. No hay que decir
que las nuevas curias no estienden su ju-
ris-licion mas allá de lo espiritual. Esto es
ilusorio : porque donde hay tribunal con
estrépito contencioso , jueces y notarios,
juicio esterior, costas de proceso .y




312
tos, hay cosas temporales y muy tem\po.
rales : á no ser que quieran decir, que 1
dinero se espiritualiza, apenas toca en la
manos de los eclesiásticos.


La Francia no puede estar bien gober-
nada hasta que se haga efectiva la respon-
sabilidad de los ministros. Si estos supie-
ran que habian de ser juzgados ante un
tribunal recto y verdaderamente nacional,
¿se verían con escándalo de la nacion y de
la iglesia las colusiones entre el clero y el
gobierno , ese silencio afectado, esa cul-
pable negligencia con que se observan sus
pretensiones atrevidas , y sus esperanzas in-
sensatas ., ese mudo diálogo ; en que el
uno dice: yo quiero autoridad , y el otro
le replica atrévete á usurparla ? ¡O Ingla-,
terra, el primero de los paises, siempre que
se trata de gobierno! ¿qué ministro se atre-
verla alli á chocar tan de frente las ideas
y el espiritu del pueblo.?


Si hay algo mas inesplicable que la con-
ducta del ministerio frances, es la osadia
y la ambicion del clero. Hubo un tiem-
po en que sus deseos eran los únicos lí-
mites de su autoridad. Diremos más : quizá
fue util entonces su poder, porque á
menos , aunque usurpado , era mejor re-


313
conocido y no tan cruel como el de los


-señores feudales. Las naciones eran igno-
rantes, y el clero sabia mas que el pueblo.
Se obedeció pues á la ley de la naturale-
za, que manda que el ignorante obedezca
al. que sabe mas. Pero ¿ estarnos todavia
en el mismo caso ? ¿Les queda á los ecle-
siásticos otro elemento de poder que las
virtudes ?


liemos oido á algunos sacerdotes que-
jarse del poco fervor cristiano de este si-
glo. Y c, tiene la culpa ? Si los pas-
tores se emplean enteramente en sostener
sus intereses particulares y en defender has-
ta el último maravedí el precio del vellon
de sus ovejas, ¿cómo han de tener estas
pastos saludables?


Sacerdotes de la ley de gracia , ¿que-
reis recobrar vuestra antigua influencia,
la veneracion moral, que es la única que
os es decente ? sed virtuosos : desprendeos
de los bienes del siglo : enseñad á los pue-
blos la sana . moral, la sumision á las le-
yes , el buen orden, las virtudes cristianas,
y que jamas se encuentren en vuestros la-
bios ni aun en vuestros pensamientos esas
pretensiones á la autoridad, ese furor de
honores y dignidades ostensibles , ese amor


zgá




f3I4
de dominacion , fflie sienta tan mal en
los díscipulos y sucesores de los após-
toles. Om,iis gloria ejus 'dice regir ab


315


Noticias literarias de don km? Sempere y
Guarinos. Un folleto en 8. o de 68 páginas
que se hallará en la librería de Paz, en-
frente de las gradas de san Felipe.


Mediando el interes mayor de apro-
piarse esclusivamente y por tiempo inde-
finido todos los empleos que puede confe-
rir el gobierno, haya ó no haya capacidad
para desempeñarlos , no es estraño que al-
gunos se empeñen tanto en oscurecer y de-
primir el mérito real y verdadero que tu-
vieren muchos de los españoles que han
estado en Francia de resultas de la joya-
sion ele Bonaparte. Don Juan Sempere
Guarinos, que es uno de ellos, hace muy
poco caso de semejante esclusion , y no da
ahora al público estas noticias relativas á
su vida laboriosa y á sus tareas literarias
con el fin de formar una relacion de mé-
ritos y ponerse otra vez á pretender algu-
na toga en concurrencia de algun nuevo
abogado tragalista. Al fin de una carrera
brillante y coronada con el aplauso uni-
versal de los primeros literatos de Europa,




3 6
el viejo magistrado de Granada no hace
alarde de los servicios que puede todavia
hacer á la nacion , sino de los que la ha
hecho, y celoso de que su buen nombre
pase sin tacha á la posteridad, prueba no
solo que ha empleado todos los instantes
de su vida en ilustrar á sus compatriotas
y enriquecer al estado que le pagaba, si-
no tambien que fue muy disculpable el par-
tido que tomó á presencia de la desorga-
nizacion y el desorden del gobierno pro-
visional .y errante de la patria en el año
de iSio.


El folleto contiene la demostracion de
.que el señor Sempere ha sido uno de los
hombres mas aplicados de su siglo : literato
distinguido, magistrado sabio é incorrupti-
ble , buen servidor del gobierno y patriota ce-
loso y desi n teresado. Los primeros ensayos de
su pluma infatigable merecieron ya el apre-
cio de los eruditos nacionales y estrartg-eros
mas célebres de aquel tiempo. A él ha debi-
do la historia literaria la noticia mas cabal
que tenemos de los escritores nacionales
del ilustre reynado de Carlos III la ma-
gistratura sus observaciones sobre el origen,
establecimiento r preeminencias de las chart,
cillarias de Valladolid y Granada, y la lis-


317
toria del antiguo consejo de Castilla, obras
deseadas por los individuos mas aplicados
y curiosos de nuestros tribunales, y des-
empeñadas con sana crítica y un rico cau-
dal de nociones históricas; la jurisprudencia
su Historia del derecho español, que está
acabada, y el autor no la da á luz por-
que no halla quien se la compre ni tiene
medios para imprimirla por su cuenta, no
obstante la importancia de este trabajo sen-
tida por cuantos tienen necesidad de ma-
nejar y entender bien las disposiciones, á
veces inconexas, á veces contradictorias,
hacinadas en nuestros voluminosos códi-
gos de leyes , y que nadie hasta ahora se
habia atrevido á emprender, su Historia de
los vínculos y ma,rorazgos de España , que
•es tan justamente celebrada por las exactas
noticias que contiene sobre el establecimien-
to de la propiedad rural en la península,
los diversos modos de adquirirla , las dis-
tintas especies de dominio, realengo, aba-
dengo y de señorio , y la diferencia entre
los bienes alodiales ó de propiedad abso-
lutamente libre , y los feudales, poseidos
en usufructo'; cómo estos se ,


poseyeron al
principio por vida y se hicieron luego he-
reditarios etc. etc. ; su História del lujo r de-




3 r8
las leyes suntuarias de España, en que el au-
tor despues de ostentar una erudicion vas-
ta , rebate muchos errores políticos array-
gados en nuestro pais , defiende la propie-
dad industrial, y hace palpables las -uti-
lidades que traen al estado los que se em-
plean en promoverla y aumentarla-: últi-,
mamente su Historia de los recursos de fuer-,
za y retencion de bulas, que tampoco se:
ha dado á luz. El estado debe al señor
Sempere que fuera el primero que le su-
giriese la ventajosa idea de vender los bie-
nes de patronatos y obras pias , desamor-
tizandose estos para pasar á manos mas
activas y laboriosas , é imponiéndose en la
real hacienda el producto de su venta que
ha llegado á cerca de dos mil millones de
reales; asi corno tambien el que se redi-
miese el antiguo censo llamadodepoblacion,
impuesto á las casas y tierras confiscadas á.
los moriscos en, Granada, que retardaba
los progresos de la agricultura en aquella
provincia sin gran ventaja riel erario.


En fin, la nacion tiene que agradecer
al señor. Sempere la Biblioteca española
econonaco-política , en que . .ademas de: sus
memorias propias, harto apreciables, nos ha.
recogido noticias curiosisimas sobre la vi,


3T9
da literaria y los escritos económicos dé nues-
tros antiguos sabios don Diego Saavedra
y Fajardo, don José Pellicer-de Ossau , don
Juan de Palafox, don Guillen Barbon y
Castañeda, Francisco M;irtinez de la Ma,
ta , el doctor Sancho de Moncada , Caja
de Leruela , el licenciado Pedro Fernam
déz Navarrete , y G:Toniino Cevallos: ade-
mas de muchas nociones , si no tan lison-
jeras como las del señor Marina, mas con-
formes á la verdad histórica , sobre nues-
tras primitivas asambleas nacionales , tanto
en sus Observaciones sobre las cortes y las
leyes fundamentales de España; impresas en
Granada el año de 18ro , como en su Histo-
ria de las cortes dada á luz en Burdeos
el año de 1815.


Si la larga enumeracion de tantos y tan
útiles escritos , acabados uno despues de
otro sin interrnision , y sin perjuicio de la
administracion de justicia ni del mas pun-
tual desempeño de las funciones propias
de la magistratura en uno de los primeros
tribunales del reyno, prueba demostrati-
vamente que el señor Sempere ha emplea-
do casi todos los instantes de su vida pú-
blica y privada en servir é ilustrará su pais,
¿ cuántos magistrados hay en él, aun en-




n•


320
tre los mas patriotas y que nunca han estado
én Francia, que llamados hoy á una rigoro-
sa residencia pudieran producir mayores
pruebas de aptitud, de ilustracion y de vera
dadero civismo?


EL CEI\SOR,
-PERIÓDICO POLÍTICO Y LITERARIO,:


N.° 65.
SABIDO, 27 DE OCTUBRE DE 1821.


ANUNCIO.


Las Cartas del Madrileño , sacadas de
este periódico. Un volumen en 8.0 marqui-
lla , que se halla de venta á zo reales
en las librerias de Paz , Villareal , Brun y
viuda de Alonso y Antoran , de esta corte. tia idea de examinar eswcuestion impor-


tante nos la ha sugerido la lectura de un
cuadernito que se vende en la libreria dé
Perez , y que tiene por 'título : Conducta


, que .deben observar los gefes .
políticos, ó sea


carta de un padre á un hijo, al tiempo de
ir á ejercer este empleo. Esta carta contie-
ne á la verdad. escelentes documentos y
consejos utilisimos ; pero como á veces
sean estos -demasiado vagos, y á veces al-
go diminutos•; nos ha parecido convenien-


' te estender algunas observaciones sobre el
mismo asunto, que nos lisonjeamos de que
serán leidas con interes, porque podrán con-


TONO X1;. 21


Qué son, ó qué deben ser los gafes politicos?
.





322
tribuir á desvanecer errores funestos y á
fijar las ideas sobre un objeto que es mu-


(kilo mas trascendenta l de lo que se creepara la prosperidad y la venturpa de nues-
tros conciudadanos.


Bien, conocian los autores de la Cons-
titucion cuan necesario era dar á las dis-
posiciones administrativas aquella unidad
y convergencia , sin las cuales ni llega á
generalizarse ninguno de sus beneficios, ni
se puede . eaminar.rapidansente á su com-
plemento. Esta conviccion fue sin duda la
que presidió á la creacion del ministerio
de la Gobernacion y al establecimiento de
.gefes políticos en las provincias , que ba-
io.su ..direecioneancentrada y uniforme .di-
fundiesen con la ,Celeridad que siempre re- -
claman 'las necesidadespúblicas, los consue-
los, los estfrmalos,los bienes de toda clase, en
fin, que nó deben cesardepromover, si•quie-
re:ti-que los pueblos los respeten y los amen.
Este es todo el secreto del arte de aober-
par ; y á esto está por consiguiente redu-


_


.eida. la suma de los deberes de los gefes
políticos, :que en todas sus atribuciones y
ieu el decoro y en la importancia que se
,baí dado 4 sil:dignidad, no deben ver otra
,cosa que inedi r,,, para desempeñar mas:cona,-


323
pletamente la esencialisima oblig,acion do
hacer bien.


Es verdad que para esto mismo se crea-
ron igualmente todos los demas destinos
públicos ; pero hay algunos en que por
la naturaleza' de sus funciones pueden los
que los desempeñan provocar, aun haciendo
hien, la animadversion de muchos ciudada-
nos, como un gefe del ramo de hacienda,
por ejemplo, apremiando severa é inexora-
blemente á


•uzia 'multitud dé deudores '6 mo-
rosos ó imposibilitados, romo otros varios
-empleados condenados á •ejercer funciones
duras , de qué no.


siempre se recono-
ce, cual es debido, la importancia ó la
utilidad. "lbs las atribuciones 'de un gefe
político son siempre de beneficencia y de
proteccion , y ora proporcione una
nication facil entre pueblos que no la te-
nian , ora multiplique los medios de di-
fundir la enseñanza primaria , y con ella
los gérmenes de la civilacion, ora tienda
una mano protectora á la horfandad desva-
lida ó á la vejei menesterosa, siempre de;-
be merecer alabanzas y bendiciones, so pe-
na de mostrar que no es digno de ellas.
Aun exylos casos de que la tranquilidad
pública se halle amenazada y cornprome-




324
tida , sus •funciones nada tienen de odio-
sas ni aun de desagradables , puesto que
no es el gefe político el que debe pronun-
ciar la sentencia contra los delincuentes,
sino la autoridad judicial.


El alma de un gefe político debe sen-
tirse elevada al contemplar las importan-
tes atribuciones que la patria confia S. su
celo y su ilustracion. A él corresponde, ya
esclusivamente , ya en union con las dipu-
taciones provinciales, el cuidado. de la se-
guridad y el reposo de los habitantes de
su provincia : la vigilancia sobre el mane-jo de las rentas de los ayuntamientos y de
los cuerpos ó establecimientos públicos,
sobre casas de correccion ó de beneficen-
cia , sobre el comercio, la agricultura , po-
licia rural y urbana , salubridad , manu-
facturas, artes y oficios, obras públicas, es-


.
tablecimientos literarios, milicia nacional,
y en fin sobre todos losramos de fomento y
de prosperidad general. i Qué campo tan
vasto para un hombre de luces , de acti-
vidad y de patriotismo ! En cada hora de-
be hacerse á sí mismo, al gobierno que le
emplea y á las instituciones bajo cuyo im-
perio manzla , un centenar ó acaso un mi-
llar de prosélitos ; en cada hora puede die-


325
tar muchas providencias, y cada una de-
be ser un beneficio.


Pero la estension y la importancia de
estas atribuciones exige que no se fie su
desempeño sino á hombres dotados de gran
capacidad , de ardiente filantropia , de ac-
tividad infatigable, de salud robusta, de ca-
racter vigoroso, y de una multitud de cir-
cunstancias , que es muy raro encontrar en
.todos tiempos, ymucho mas en medio de
las crisis políticas. Durante ellas es lacil y
aun frecuente hacer pasar como un mo-
delo de actividad al que no durmió en mu-
cho tiempo por ,


hacer la corte á un po-
deroso; como un prodigio de ilustracion
al que en una ú otra ocasion desempe-
ñó medianamente- una comision insignifi-
cante; como un heroe de la filantropia al
que si habló alguna vez de amor. á los in-
dividuos de su especie, nunca hizo nada
en favor de ellos ; y en fin , como un pa-
triota de primer orden al que durante un
festin entonó con el fervor que le inspi-
raba el vino ó la ambicion algun himno
en loor de la libertad. En tales circunstan-
cias los intringantes que aspiran á los suel-
dos, á la consideracion y á los honores, cam-
bian alternativa. ó sucesivamente de disfraz,




3a6
y apoyados por otros individuos que usan
de las mismas artes para conseguir el mis-
mo objeto, no se contentan con vender co-
mo realidades las apariencias • del talento y
de la virtud , sino que por cuantos me-
dios estan á su alcance- , desacreditan el ta-
lento y la virtud verdadera, que suelen ó
pueden arrancarles la. máscara con que se
ostentan , y mostrar en toda su desnudez,
ya su nulidad ó ya sus vicios ;• siendo co-
mun que los hipócritas del, patriotismo y
de la ilustracion hagan esta guerra con tan-
to mas encono, cuanto mayor es la tilo-
deracion y la cordura de los que realmente
poseen las virtudes que los ,ambiciosos afee-
tan.. De aqui resulta que estos últimos re-
ciben á veces por premio de sus intrigas
rateras y de sus torpes maquinaciones tes-
timonios solemnes de una confianza que no
merecen y de que siempre son víctimas los
pueblos.


Dalo tan grave no es peculiar de es-
ta ni aquella revolucion , es comun á -to-
das , aunque sea mas particularmente pro-
pio de las que se hacen en un pais poco
adelantado en la carrera de la civilizacion,
y donde por esta causa es menos facil des-.
cubrir las ruines arterías de los aspirantes


J 2 7
á los empleos. Asi que, los altos depo
sitarios del poder deben estar constan-
temente alerta para' no dejarse sorprender
por apariencias que pueden ser. enghfio-
sas , y que lo son ea efecto con mucha
frecuencia, y no dispensar jamas su con-
fianza sin-o á aquellos que hayan mostra-
do en dircunstanciaSdiferenteS,,true en rea-
lidad posee* las od'a1idades ventaj o sas , de
cuya esterioridad procuran adornarse. Esta
desconfianza de- los depositarios , del- poder`
debe ser tanto mayor cuanto Más impor-
tarites sean los destinos;,:deiettya provision
se• trate ,• y rayar -en nimia y escrupulosa
cuando se haya de nombrar á' un' gefe po-
lítica, de cuyas virtudes ó vicios,' de cu-
ya sabiduria ó ignorancia puede depender
la suerte de - tina' provincia. Do que tenga
mas ó menos prendas un magistrado de
una audienCia, por ejemplo:, peco perjui-
cio' puede resultar á un' territorio, porque
no debi-ulo• <24 nombrado obrar nunca in-
dividual sino Colectivamente .,. es de•presu-
mir que • entre muchos ' buenos se report...
siempre el, dalo que, uno mak) pudiera ha-
cer alguna vez: pero no sucede • Mismo
con un gefb politicw,nria'pooviderieia des-
acertld'a. ptiede ? cegar- 9.1 uttá! hora(




328
nantial de ventura, asi como otra dieta
da con sabiduria y prevision puede hacer
correr veneros inagotables de. prosperidad..


A varios sugetos que tienen relaciones
con algunos gefes políticos conocidos ya
en todo el reyno por el esceso de su nulidad,
hemes oído hacer su apologia , pretendien-.
do que las circunstancias son tan dificiles,
los negocios tan complicados, la falta de
recursos tan constante , la resistencia de
los enemigos del sistema tan ostinada , que-
es imposible hacer. mas que salir del dia,
aguardando una época mas venturosa. Fin-
gir que difieren para mejor tiempo lo que
en ningun tiempo saben hacer, es siempre
el recurso de los hombres de pocos alcan-
ces, á quienes el favor ó la hipocresía han
elevado á puestos importantes; pero en
boca de tales hombres ó de sus amigos, el
diferir el bien es confesar .paladinamente
que ignoran los medios de hacerlo: Pre-
cisamente en las circunstancias dificiles es
cuando los hombres que saben muestran
de lo que son capaces , y hasta qué pun-
to dominan á los acontecimientos ó se de-
jan dominar de ellos. Mandar en tiempos
tranquilos, pasar unos espedientes á la di-
putacion provincial, otros á informe de un


329
cuerpo ó ele un individuo , conformarse
unas veces con su dictamen malo ó bueno„
y otras sustituir á él el de un secretario bue-
no ó malo, eso ya se ve que es una cosa bien
fácil y bien adocenada, que desempeñaria tan
bien corno cualquiera gefe político el mas.
oscuro é inútil sargento de invalidas ; pe-
ro hacer eso no es mandar, es ser man-
dado, es vejetar en una nulidad.oprobiosa,
y robar. al estado, no solo los sueldos y la con-
sideracion anejas al empleo, sino la suma
de ventura y de prosperidad, de que esta con-
ducta torpe, y por desgracia frecuente, pri-
va á los habitantes de una provincia.


Pero ¿ qué bienes se pueden 'dispensar
en las calamitosas circunstancias del día,
en que hay á cada paso que luchar con
tantos ostáculos? Infinitos : para demos-
trarlo sin réplica , seria necesario contraer-
se á una localidad determinada ; mas im-
pidiendonos descender á estos pormenores
el temor de que se hagan aplicaciones de
que nosotros estarnos muy lejos , diremos
que nada es mas facil al depositario de
una grande autoridad que ver realizados
en minutos muchos de sus deseos filantró-
picos,por poco que tenga la sagacidad y
el tino que son tan esenciales- á los que




330
ejercen altos destinos. Asi por ejemplo, lie.
•gando gefe político á un pueblo don-
de halle muy descuidada la educacion pri-
maria, por no estar dotado competente-
mente el encargado de dirigirla, pudra ha-
cer que se mejore la suerte de este -por
medio de up a suscricion voluntaria een cuya
lista hará él que se le inscriba el primero,
dando despues á los denlas suscritores
testimonios de benevolencia , proporcio-
nados á la clase de cada , uno. Estos testi-
monios nada cuestan,. convidar á comer á
un individuo, dispensar el tratamiento á
otro , alargar á este la . mano en señal de
amistad, saludar á aquel afectuosamente,
todos estos son otros tantos medios de se-
duccion util y legítima, de que pueden
usarles gefes políticos , sea para intere-
sar á- los habitantes de los puebles en el
fomento de una escuela, en la reparacion
•de un trozo de camino, en la eanstruccion
de una presa que proporcione á una vega
árida los beneficioá ,sdel riego ,. y- en otras
mil empresas semejantes , que faciles y
poco . costosas no necesitan-ordinariamente
mas que de un pequeño estímulo para. rea
lizarlas. Y si estos medios y otros, infinitos
que tienen á-Sty disposicion los gefes poli-


331
ticos no bastan siempre para proporcionar
estos resultados , ¿ no debe el gobierno au-
torizarlos á que cuenten con alguno de los
suyos? ¿ no debe apresurarse á atender sus.
recomendaciones en favor de un rico que
destine una parte de sus fondos á promo-
ver una industria util ó á fomentar aigun
ramo de prosperidad? ¿Qué le importa. al:
gobierno una de esas condecoraciones de
que puede disponer ? Recompensas <le es-
ta






especie aumentarian los medios que tie-
nen los gefes políticos de interesar en. el.
bien de sus conciudadanos á los habitan-
tes ricos de sus provincias , á quienes po-
drian facilment.e hacer benéficos y genero-
sos por especulacion ó por cálculo. Los
que conocen á los hombres no deben exi-
gir que. un motivo loable sea siempre el
movil de. una accion util : baste á los que
mandan. que las acciones útiles se multi-
pliquen y sean acptellos ó estos los motivos.


No acabariamos si cediendo al entu-
siasmo que nos anima por todo lo rpia se
refiere á la gloria y á la- prosperidad de
nuestra patria , hubiesemos. de señalar el
partido que de todas las ocurrencias posi7
bles debe sacar un gefe político habil y:
activo en beneficio de los pueblos ; pero:




332
no debemos omitir que á poco tiempo el
mando de un hombre dotado de estas cir-
cunstancias, influye muy notable y venta,
josamente en la remocion de todos los os-
táculos que se oponen al bien , que lo di-
latan ó lo imposibitan , y entre los cuales
es uno de los mayores la funesta descon-
fianza que aflige á muchos individuos sobre'
si se consolidará ó no el regimen repre,
sentativo restablecido el año anterior. Esta
desconfianza se funda particularmente en
la impunidad¡ de ciertos escesos que ata-
can en sus bases al sistema liberal , y que
por mas que se pretendan estusar, no
conspiran sino á la disolucion del pacto
augusto que nos rige. De esta clase son
las escandalosas sediciones suscitadas 'ha-
ce unos meses en Barcelona, Cartagena,
Sevilla y otros puntos para arrojar de ellos
á hombres que sin conocerlos creemos muy
respetables por el solo hecho de haber me-
recido la animadversion de los que !os
proscribieron; y á esta clase pertenece asi-:
mismo la abominable conducta tenida
ultimamente en ciertas parroquias, exclu-
yendo de las elecciones á algunos indivi-
duos que sií-vieron á su patria durante la
invasion estrangera , cuya esclusion se tu-


333
Yo la audacia de votar con infraccion ma-
nifiesta de las leyes y con escándalo de to-


• dos los que aman el orden y la justicia.
Mientras semejantes infamias queden im-
punes, mientras los díscolos no proclamen
la Constitucion sino para esplotarla en su.
provecho , no podran menos de generali-
zarse la desconfianza y el temor, y enton-
ces será dificil, si no imnosible , coger los
frutos que deben esperarse de la actividad
de los gefes políticos.


Pero en las provincias donde estos .ma-
gistrados tienen las cualidades de que de-
jamos hecha mencion , no se cometen los
atentados que lamentamos, ó no quedan
-sin castigo cuando se cometen. Un gefe po-
lítico que ha ganado á fuerza de benefi-
cios la confianza y la voluntad de sus go-
bernados, disipa un motin con solo pre-
sentarse. A su voz se animan y se reu-
nen los ciudadanos amantes del bien , y
tiemblan y se dispersan los pocos .malva-
dos que dirigen la corrimocion ; pero si al-
guna vez no sucede asi , y son desoidos
sus paternales acentos , el aparato de la
fuerza arredra á los cobardes que aguzan-
do en secreto sus puñales fratricidas, se es-
tremecen delante de los aceros que blan-,




334
den en sus manos puras los soldados de lá
patria. En fin , si este alarde de la fuerza
no es suficiente para reprimir la exaltacion
frenética de los perturbadores del orden,
el uso moderado y circunspecto de esta
fuerza misma establecerá el imperio de las
leyes, hará caer la espada de la justicia so-
bre las cabezas de - los delincuentes y con-
servará la tranquilidad, que es el primer
elemento de la confianza, con la, cual no
se suspenderá el curso de los beneficios
'que una administracion tutelar debe estar
derramando siempre sobre los pueblos.
El gefe político que no sea capaz de ob-
servar esta conducta , el que se sienta
dispuesto 'á transigir con la canalla en un
dia de tumulto y á ceder á sus infames é
insolentes vociferaciones, ese debe renun-
ciar oportunamente un empleo que no es
digno de desempeilat , y que,sole se le con-
fió • bajo la condición de que edificase en.
vez de destruir, y de que 'sostuviese el
orden público , el respeto Élebidó á las le-
yes •aun -á costa 'de su propia vida. Una con.
ducta opuesta puede ser útil 'al individúo,
pero sobre cubrirle de oprobio, deshonra
al gobierno tino leeniplea , y desacredita
las instituciones , á las cuales se suele


333
putas en los tránsitos de sistema político
el porte criminal de los empleados supe-
riores.


De lo dicho creemos poderse inferir que
los gefes políticos son las ruedas mas im-
portantes de la. máquina del gobierno , y
que ellos solos si tuvieran una idea preci-
sa de sns atribuciones , y los talentos y
virtudes necesarios para su desempeao , po-
drian ya haber dado -una ,


grandísima con-
sistencia al edificio de la Constitucion, en
vez de que algunos han hecho estremecer-
se momentáneamente este edificio con su
nulidad ó con sus desaciertos. Al gobier-
no toca meditar estas observaciones, refle-
xionando que él es cómplice de la nulidad y
de los desaciertos de los gefes políticos si
los tolera cí disimula , del mismo modo que
si para estos eminentes .destinos nombra
hombres que no tengan otro mérito que el
de la adhesion , que es el. mas trivial de to-
dos los méritos, y con el cual puede muy
bien un gefe político arruinar á una pro-
vincia, que otro que no cacarease lá ad-
hesion , podria elevar en poco tiempo á un
grado de :.prosperidad asombroso.


ri •




PS


!« •


336


TEATROS.


El Sí de las niñas: comedia en tres ac-
tos en prosa. Su autor Inarco


Celenio P. A.


. Cuando se dió esta comedia á luz pú-
blica , se escribió tanto en los periódicos
de aquella época, ya elogiandola , ya criti-
candola , que ha quedado muy poco que
decir á los literatos posteriores. Sin em-
bargo , como es uno de los pocos dramas
perfectos que hay en nuestro idioma , y
el entusiasmo que escita su representacion
no se desmiente ni se desmentirá mientras
haya teatro español, nos creemos obliga-
dos á manifestar la impresion que nos ha
hecho , aunque sea con el riesgo de re-
petir lo que ya otros han dicho. El ca-
racter de las obras clásicas es parecer nue-
vas cada vez que se leen otra vez, y encon-
trar á la centésima lectura nuevas bellezas,
que no se habian notado en las anteriores.


El Si de las niñas , sin ser inferior á
ninguna de las anteriores obras de nuestro


337
Terencio en cuanto al lenguage y los ca-
racteres, las escede en la intriga y el ín-
teres de la fábula. Se habia notado en el
Viejo y la Nula la sencillez cl, la accion.
El Baron , aunque con mas incidentes, tie-
ne poco interes dramático. El inimitable
Ccife por la naturaleza misma de la ma-
teria debe consistir mas bien , en diálogos
que en incidentes: la Mogigata y el Sí de
las niñas son mas complicadas que las an-
teriores, y la fábula de la última , ade-
mas de ser mas compleja que la de la Mo-
sigata , está distribuida con mas artificio.
Los lances á pesar de estar previstos por
el auditorio , nó lo estan por los persona-
ges, que es lo que constituye lo natural
y lo maravilloso de las situaciones dramá-
ticas. Estas abundan en toda la comedia:
la llegada de don Carlos, su huida cuan-
do conobe que su tio es su rival, su entre-
vista nocturna con doña Paquita , el desen-
gaño de don Diego, la .aparicion de su


- sobrino en .la última escena tienen suspen-
dido é interesado al espectador, que no sa-
be hasta el fin cuál será la suerte de los
(los jóvenes , pendientes de la determina-
eion de. un viejo, aunque bueno, enamorado.


Entre los caracteres de esta comedia
TOMO -XI.




338
los que nos parecen mas bien dibujados
son el de la niña y el de don Diego, pre-
cisamente los dos mas dificiles , porque en
ellos no era permitido cargar los colores,
como en el de doña frene. Ademas , estos
dos caracteres son los que contribuyen á
formar el argumento de la pieza y á jus-
tificar su título. Doña Paquita tiene todas
las buenas cualidades que da la natut ale-
za : belleza , ternura , constancia , gratitud;
pero ha debido á la educacion y al carac-
ter estravagante de su madre aquella exce-
siva timidez, aquel arte de encubrir sus
sentimientos, que aunque naturales al be-
llo sexo , deben desaparecer sin embargo
en ciertas situaciones críticas , que han de
fijar para siempre la felicidad ó infelicidad
propia y apena. Ni la honradez caballe-
rosa de don Diego, ni sus instancias ami-
gables , ni la certidumbre que tiene la ni-
ña en' el último acto de que su secreto es
conocido de su anciano novio, bastan á ven-
cer su ostinacion y su silencio. Es verdad
que el autor añade otro motivo mas en el
último diálogo con don Diego ; y es el
enojo de ella contra su amante y contra to..
dos los hombres. Don Diego á fuerza de
instancias y protestas hubiera podido trino.-


339
far de su timidez; mas todos sus esfuer-
zos fueron vanos contra la desesperacion
de creerse abandonada por su amante ó
pérfido ó cobarde. Las respuestas de ella
anuncian mas bien su enojo que su rubor.


Pero todavia está mejor sacado el re-
trato de don Diego. Su virtud , su pruden-
cia, su honradez no Ie libran de ser en-
gañado por una muger estúpida . y por una
niña ignorante del mundo. Para hacer ve-
risimil su equivocacion , basta la dosis de
amor que á pesar de su edad.arde en su
pecho. Este amor es el que le. hace no re-
perar en sus cincuenta y nueve años, a pe-
sar de la ostinacion de su criado en que-
rer casar la niña con su sobrino: él es el
.que le hace esperar que un corazon , li-
bre hasta entonces, pudiera interesarse á
favor suyo, como si tarde ó temprano pu-
diera dejar de suceder que una joven en-
cuentre quien la enseñe á amar : él es el
que le hace no reparar en que las respues-
tas de doña Paquita son siempre dictadas
por su. madre , aunque su prudencia le avi-
sa que desconfie de la eterna locuacidad
de esta: él es el que, aun despues que aca-
bó su ilusion , le deja un aguijon doloroso
perfectamente descrito en estas espresiones:


viW




340
Y ¿'d quien debo .culpar ? ¿Es ella la


delincuente, ó su madre, ó sus ti-as , ó yo?
¿Sobre quién , sobre quién ha de caer es-
ta cólera , que por mas que lo procuro , no
la sé reprimir? ¡La naturaleza la hizo tan
amable á mis ojos ! ¡qué esperanzas tan ala-
gfteñas concebí! ;qué felicidades me pro-
utetia ¡Celos! ... ¿yo ?.. . ¡ en qué edad ten-
go celos! ... Vergüenza es... (I). Pero _es-
ta inquietud que yo siento, esta indigna-
cion ,estos deseos de venganza ¿de qué pro-
vienen ?-.. ¿cómo he de llamarlos ?...."


Finalmente!, el amor es el que le hace
reñir á su sobrino, y aun quitarle toda es-
peranza, despues de hacerle volver á la po-
sada, aunque la razon 7y la virtud reco-
bran facilmente sus derechos. Se puede
asegurar \que no se encontrará facilmcnte
en nuestro teatro un caracter mas superior-
mente descrito que el de don Diego.


Observese que todas las comedias de..Mo-
ratin presentan en la catástrofe un cuadro de
virtud y de enternecimiento., escepto la del


Viejo y la Niña. Esta semejanza con el au-


(a) Estos rasgos son característicos del hombre
á quien la edad y la virtud han enseriado á exa-
minar y á calificar sus sensaciones.


34x
tor de la Andria , ademas de- la perfec-
cion y urbanidad del lenguage y la grave-
dad de.


la sentencia, en que rivaliza con
él , hará que se le dé en los siglos futu-
ros el nombre de Terencio 'español, aun-
que sea muy superior al latino en la fuer-
za cómica, en la cual compite con Mo-
liere y Moreto.


Ha habido quien diga ( porque si to-
do se imprime, con mas razon se dice to-
do) que todo el cómico de Moratin consis-
te en el uso de las espresiones tornadas del
lenguage medio devoto , medio rídiculo de
los locutorios. Esta es una falsedad; cuya
propagación han encargado los envidiosos,
á los que no


• saben leer. Los que asi ha-
blan, afectan olvidar los consejos de IVIu-
ñoz, los embustes del baron de Illescas y
las profusiones greco-latinas de don Eleu-
terio para no acordarse mas que de la carta
de la madre Transverberacion y de fa san-
ta Gertrudis de alcorza. El cómico de Mo-
ratin es siempre el de la situacion de los
caracteres. En la Mocyata se propuso des-
terrar de la sociedad ese lenguage que en-
señó la hipocresia, y que el hábito y la es-
tupidez conservan : se propuso hacer ver
que la moral, 'y mucho mas la xnmal cris-






342
tiana , no consiste en prácticas viciosas ni
en frases estériles, sino en el cumplimien-
to de los deberes y el ejercicio de las vir-
tudes. Como moralista profundo atacó un
vicio que mas que otro alguno corrom-
pia al pueblo español, arrullado por la gaz-
moñería desde la cuna. En esto ha hecho
un gran bien. Pero leanse sus comedias
y se verán en ellas 'ridiculeces de todas
clases, abusos • de toda especie, el vicio
y el error abatido siempre, y la virtud y
la razon triunfantes. El mismo que desti-
nó un tomo en folio para cada año de la
vida del venerable obispo de Mechoacan,
escribió el diálogo entre Simon y Rita acer-
ca del tordo caido y el gato que le que-
ria pillar.


rl Maestro de. la Niña, ó el abate chasgaea-
, do: comedia en m acto.


Es una de las mejores piezas: en. un ac-
to que posee nuestro teatro. Un pillo, me-
ti.clo á maestro, enttsigue á fuerza de adu.,-
laciones. infatuar á, doña Luisa, viuda ri-
ca que• le etwarga la educador' literaria, y
raCkrai de su, ;hija Cecilia. El se vale de. la


343
ocasion para seducir á su discípula ; pero
esta , que bajo las apariencias de la candi-
dez oculta una alma astuta y al mismo tiem-
po estaba enamorada de su primo Silverio,
da largas, sin comprometerse á la pasion
de su maestro, hasta que le arranca una
prenda que puede arruinarle para siempre.
'Esta es un papel de amoríos en que ade-
mas de las espresiones Mas enardecidas
que le sugirió la pasion , hay espresiones
muy ofensivas para la madre. Poseedores
Cecilia y su amante de este documento,
obligan al seductor burlado á que favorez-
ca su pasion , y esto en el momenÉO en que
doña Luisa, mas apasionada que nunca de
él , pensaba en darle la mano de su hi-
ja; siendo lo mas gracioso de la catástro-
fe, que al mismo tiempo que se aplau-
día la generosidad con que cedió su ama-
da á su rival , era el objeto del ludibrio
de los dos amantes, del padre de Silverio
y de las' criadas , bastante maliciosas. pa-
ra sospechar la verdad. La última escena
es de las mas graciosas. Socolor de darle
gracias, se le. acercan sucesivamente los
teresados , y le dan: al oido consejos muy
Saludables.


Cecilia- le' dice:




te
le


344
«Esposo tengo


Que sabe ya vuestras mañas
Idos mañana al convento:
Y si no es la vocacion
Verdadera , á los infiernos.»


Silverio le deja en el bolsillo el bille-
fatal y dinero para hacer el viage , y
añade:


« Idos, y no volvais mas:
Porque us costará el pellejo. »


El padre de Silverio le hace el siguien-
te cumplido :


« Dios que os dió la vocacion
Os haga monge perfecto :
Y si no os gusta, la celda,
Os plantaré yo en un cepo_


Siendo lo mejor del caso , que el po-
bre don Roque tiene que responder á to-
dos 'estos insultos con acciones de gracias.
Es imposible cargar mas dosis de ridicu-
lez sobre la perversidad de un vil' seductor.
Esta es la verdadera comedia.


El caracter de Cecilia es el que está me-
jor dibujado. La artería con que corrige
el humor impetuoso de su amante en la pri-


345
mer escena, y templa sus celos cuando.
ve en manos de su amada el papel de don
Roque, es como un preludio del manejo
pérfido que emplea para divertirse á cos-
ta de su seductor y arruinarle completa-
men te.


El único defecto que notarnos en esta pie-
za es lo deba del argumento , de que se va-


' le Cecilia para hacerle escribir. Para obli-
gar á un hombre astuto á dar este paso,
debió emplearse un artificio mas fino. De-
bió, por ejemplo , suponerse que Cecilia
gustaba de ver espresados con la elocuen-
cia de un hombre instruido los sentimien-
tos amorosos : lo que hubiera escitado el
amor y la vanidad del. seductor á cometer
aquel yerro.


El Español y la Francesa: comedia
en un acto.


Este es un juguete agradable , que en
la representacion produce un efecto pasa.:
gero , pero cierto. La curiosidad imperti-
nente del criado español, y la petulante vi-
vacidad y lenguage híbrido del criado fran-
ces dan lugar á escenas mas divertidas que




346
interesantes. El marido que quiere probar
á su muger, para sostener la calificacion de
celosos que atribuyen los estrangeros á los
españoles, no debió sospechar tan pronto,
que su muger sabia que él era el que ron-
daba






su calle y la daba músicas: debió ha-
ber llegado al estremo de sus sospechas,
para que la vista de su retrato, hecho por
doiia Teresa durante su fingida ausencia,
le hubiese satisfecho completamente. Pero
el autor no quiso dejar desayrada á ningu-
na de las dos naciones; y asi dispuso las
cosas de modo , que al principio fuese el
español el burlado , y al fin la francesa. Si
esta disposicion . no aumenta el interes de
la pieza, por lo menos no disminuye el
buen humor de los espectadores. La ham-
bre del asistente Juanillo , que no puede.
contenerse dentro del gabinete donde esta-
ba encerrado por su amo , cuando oyó que
se iba á cenar, sirve de catástrofe.


El diálogo es vivo, animado y gracioso,
y aumenta su gracia el' castellano chapur-
rado de Picard, las ráálteias de Canuto y
la socarroneria 'de Juanillo. Las escenas en-
tre don Fernando y su muger caracterizart
bien la impetuosidad del uno y la malig;-
nidad de la otra , que la hace acreederá-4


- 347
la leve mortificacion de no encontrar mas
que los postres en la cena de que habia
proyectado privar á su esposo: asi como
la calaverada de este queda bien castiga-
da con el pesar de ser admitido como aman-
te por el balcon , con las sospechas que
le inspiró el retrato y con la precision de
pedir perdon para desenojar á su muger.
Per tanto la justicia dramática está exac-
tamente observada.


Desde la novela del curioso imperti-
nente hasta la comedia en un acto del Es-
pañol y la Francesa, se han inventado mil
combinaciones, ya novelescas ya dramáticas,
para demostrar que poner á las mugeres á
la prueba, es un empeño, ó funesto ó por
lo menos ridículo. Nosotros quisiéramos
que esta verdad se estendiese tambien al
otro sexo , como en efecto lo hizo nuestro
Matos Fragoso en la comedia del . Yerro
del entendido : porque vivimos persuadidos
que la mayor parte-del género humano ca-
rece de aquella sublimidad y elevacion de
pensamientos, que es necesaria para que
la virtud resista al contraste ;y esto es tan
cierto del sexo bello como del sexo fuerte.


El hombre que sospeche-fundadamente
que se le injuria en ,


el amor ó en la amis-


4.1




343
tad,' tiene derecho para examinar á fondo
la verdad ó falsedad de su sospecha ; por.
que no hay una situacion mas cruel que
la incertidumbre para un alma verdadera-
mente apasionada. Pero la prudencia y aun
la moral misma prohiben esponer á riesgo
de la prueba la fidelidad de aquellos que
no nos han dado motivos justos de sos-
pecha. En este caso la confianza es un de-
ber, y la malignidad de presentar una pie-
dra de 'escándalo para que trópiece el ino-
cente, es un delito contra las búenas cos-
tumbres.


• Querernos saber cuál es la cansa deC
este delito ? La vanidad. El hombre sen-
cillo y bueno, como salió de las manos de
la naturaleia, se contenta eón tener una
esposa fiel y un buen amigo; pero esto no
basta al hombre de la sociedad. Quiere darse
á sí-mismo una alta idea de su mérito, per-
suadiéndose que no hay martillo capaz de
quebrantar las joyas que posee. Aquel de
quien se apodere esta locura, merece que
se le deshagan al primer golpe.


349-


lgurzcr observaciones sobre un opúsculo in-
titulado: Discurso sobre -la suprema jun-
ta central de conspiradores contra el siste-
ma constitucional, r acerca de la r'spon'
labilidad legal y nim al de los ministros,
por el ciudadano Juan Romero Alpuente.


1-lace algunos dias que llegó á mies-
tras manos este opúsculo, y aunque nos pa-
recieron algo exageradas y demasiado fuer-
tes las acusaciones que en él se hacen


-


al ministerio , y notamos tambien que al-
gunas aserciones no estaban bastante bien
probadas, y que se sientan ciertos princi-
pios demasiado vagos, de. los cuales pu-
dieran hacerse aplicaciones no muy acer-
tadas ; sin embargo creimos, y creemos to-
davia, que estos ligeros defectos debian di-
simularse en favor de la buena intencion
con que se escribió la obra y de las sanas
doctrinas que contiene en puntos muy ca-
pitales. Mas habiendose realizado lo cine des-
de luego temimos , y es el que se abu-
sase del nombre y autoridad del escritor,
y de ciertos pasages . de su escrito, nos pa-


é-




350
rece necesario reducir á su justo valor lo
que en él puede haber de exagerado , y re-
batir las perniciosas consecuencias que se
deducen de principios muy ciertos y cons-
titucionales en sí mismos , pero espues-
tos acaso con demasiada generalidad.


Las cuestiones que el señor Romero Al-
puente se propone examinar y resolver, son
las siguientes:— ha ¿Existe en Madrid una
junta central con ramificaciones en las
provincias y paises estrangeros contra el ac-
tual sistema constitucional y á favor del
antiguo despotismo ? 2.a El ministerio con
su moderacion decantada ¿ ha puesto á es-
ta conspiracion algunos ostáculos , ó la ha
dado auxilios? 3.a La instruccion del pue-
blo sobre las ventajas de la Constitucion
¿seria con el tiempo un golpe mortal pa-
ra estos conspiradores ? 4.a La responsabi-
lidad del ministerio ante la -ley ¿ bastaria
interinamente para esterminarlos ? 5. a La
responsabilidad de los ministros ante la opi-
nion pública, ilustrada sobre la línea divi-
soria entre el interes de ellos y el del
Rey, y acerca , tanto de la ninguna respon-
sabilidad de su sagrada é inviolable per-
sona , como de que su poder constitucio-
nal es mayor que el de todos los reyes


35t
de la tierra, ¿ suplirá la ineficacia de la res,
ponsabilidad ante la ley ?


El autor resuelve la primera afirmati-
vamente, y nosotros nos inclinamos á su
opinion ; pero observarétnos que no añade
otras pruebas á las congeturas presentadas
por la comision de Cortes, cuyas palabras
copia, que las de haberse descubierto pos-
teriormente á aquel informe otras inten-
tonas ó maquinaciones parciales en Sevilla
y Murcia y la de haber sido reemplazados
los emigrados serviles que entonces había en
Rayona por otros de sus mismas opiniones, y
que forjan , supuesto que asi sea , planes
de invasion tan descabellados é impracti-
cables -Como los que se atribuian á los pri-
meros. Nosotros creeremos sin dificultad
que el partido vencido trabaja en secreto
para reparar su derrota y recobrar el po-
der; tenemos por muy probable que los
movimientos parciales que hasta ahora se
han manifestado ó descubierto, han sido
unas como tentativas ó ensayos, á los cua-
les hubieran seguido operaciones mas en
grande si aquellos hubieran tenido buen
éxito, y no tendremos reparo en suponer,
á dar por concedido , que algunas manos
ocultas dirigen estos movimientos ; pero,




352
decimos que la existencia de una junta cena
tral en Madrid no ha adquirido todavia un
grado de evidencia , cual se requiere pa-
ra producir el convencimiento. Hay sos-
pechas graves, conjeturas fundadas , vehe-
mentes indicios; pero hasta ahora las prue-
bas que se alegan no pasan de aquellas que
se llaman -presuntivas , y no salen de la es-
fera de las probabilidades. Al leer el ti-
tulo del opúsculo que examinamos, crei-
mos firmemente que en él ,se presentaban
hechos constantes, datos innegables , prue-.
bis materiales que hiciesen evidente la
existencia en Madrid • de la -junta direc-
tora : nol; imaginamos que se babrian co-
gido sus planes, su correspondencia y al-
guno. ó .algunos:. de sus agentes; y que los
individuos directores eran ya :conocidos .y
acaso estaban . arrestados : pero cuál ha
sido nuestra sorpresa al ver que el asunto
tiene toda. la el mismo grado de oscuri-
dad é incertidumbre, que tenia en marzo
último? EL señor, Alpuerite tendrá tal vez
noticias reservadas que no habrá creido
conveniente publicar ; mas en lo impreso,
que es de. lo que podemos juzgar, no hay
todavia otras pruebas qua las conjeturaleS
presentadas por la. comision; porque las


353
tramas nuevamente descubiertas- en Sevi-
lla y en Murcia, y las de Bayona no prue-
ban en buena lógica que haya en Madrid
una junta conspiradora. Se ,


han descubier-
to en Sevilla y en Murcia individuos que
maquinaban contra el sistema actual: lue-
go en Sevilla y en Murcia ha habido un
principio de conspiiacion: buena consecuen-
cia. En dos provincias se han cogido cons-
piradores : luego. hay en Madrid una' jun-
ta que los dirige :•el consiguiente puede ser
cierto, pero no se infiere del antecedente
en todo el rigor de lá lógica. Lo mismo
debe decirse del coneilialuilo de Bayona,
de los cuatro mil fusiles y correspondien-
tes municiones que tiene acopiadas , y de
los trescientos vascos que se dice haber
reclutado para hacer tina invasion por Jaca.
Estos hechos siendo ciertos probarán que
alli traman y forman planes muy crimina-
les algunos españoles desnaturalizados ; pe-
ro no demuestran que reciban de Madrid
el impulso y la direccion. Quisieranms tan:-
bien que el autor . del d i scurso hubiese da-
do alguna prueba de que se hacen en efec-
to estos preparativos marciales, porque aun-
que no hay .plan tan disparatado que no
pueda caber en la cabeza de un incorre-'


TOMO XI.
23


1




354
gible servil ; sin embargo el que se nos
anuncia es tan absurdo , tan dificil ó mas
bien tan imposible de realizar, que sin
datos muy seguros no g ay tragaderas tan
anchas que le puedan admitir sobre el so-
lo dicho de un ciudadano. t.° No parece
posible que la condescendencia del gobier-
no frances con los serviles emigrados llegue
hasta el punto de permitir que á su vis- .1111';


ta ciencia y presencia compren fusiles,
acopien municiones y enganchen, gentes pa-
ra hacer en España una invasion precisa.
inente en el momento en que el gobier-
no espaiiol ha desbaratado una intentona
semejante por parte 'de los emigrados li-
berales ó bonapartistas franceses, ha arres-
tado al gefe , y le ésta formando causa.
a.° Suponer que no lo sabe, siendo cierto
el hecho, es absurdo. ¿Pueden ignorar el co-
mandante militar, el subprefecto y el co-
misario de policia de Bayona lo que pasa en
aquella ciudad , no muy populosa, cuando
lo sabe en Madrid el señor Romero , y


lo que es mas , cuando , si acaso lo igno-
raban , se lo ha revelado en letras de mol-
de? Caso pues de que antes lo ignorasen,
ya lo sabran hace días, y nada tenemos que
temer, porque va habran dado las provi-


355
dencias oportunas para que no se verifique
la espantable invasion de 3oo vascos ar-
mados con 4000 fusiles. 3.° Prescindien-
do de que el gobierno frances sepa ó ig-
nore tan formidables aprestos y de que ha-
ga ó no la vista gorda , ¿ cabe en cabeza
alguna bien organizada, que el obispo de Ta-
razona por estúpido ó iluso que le suponga-
mos , haya llegado á creer que con tres-
cientos hombres puede entrar en España á
sangré y- fuegoy apoderarse de Taca? ¿Puede
ignorar que Jaca es una plaza fuerte que no
se toma ni puede tomarse con trescientos
hombres de infantería? ¿Puede ignorar que
hay en Aragon tropas de línea muy valientes
y muy constitucionales, que al instante actx-
dirian al punto invadido y harian pedazos á
sus trescientos vascos? Puede ignorar que


• hay ademas una milicia nacional en cada


jpueblo, y que á un toque de campana seuntarian las de todos los comarcanos y no
permitirian dar un paso Inicia adelante al
ejército invasor ? Puede ignorar




pero
supongamos que todo lo ignora , y que su
pasion y su fanatismo le ciegan de tal mo.
do que nada ve , nada medita , nada refle-
xiona, y no repara en pelillos; pero ¿y los
30o vascos?... ¿Qué?... ¿Se dejarán traer




356
al matadero solo porque S. I. les ofrez-,
ca una peseta diaria ó dos ó tres, ó cuan=
to se quiera ?'¿ Tan tontos se les hace que
se supone posible, que sin un ejército que
los apoye , sin una division de tropas á que
agregarse , sin oficiales que les inspiren
confianza, y sin alguna probabilidad de buen
éxito se han de arrojar á cuerpo perdido
á una derrota infalible y á una muerte cier-
ta ? Bonitos son los vascos para que asi se
metan en empresas mas que quijotescas. Ya,
ya saben bien los tales Bernetas donde les
aprieta el zapato , para que el señor obis-
po ni nadie los comulgue con ruedas de mo-
lino. Mirese pues la tal invasion mientras
no se tengan otras pruebas, como una de
las mil paparruchas que los serviles divul-
gan para engaiiar á los suyos y sostener
sus esperanzas; yero no como un peligro
real que nos amenaza. ¡ Ojalá no hubiera
otros mus inminentes y terribles para el sis-
tema constitucional! -


En orden á la segunda cuestion , el se-
ño Alpuente opina que el ministerio ac-
tual no solo no ha puesto ostáculo algu-
no á la conspiracion , sino que la ha da-
do auxilios con su decantada moderacion.
Veamos en qué lo funda. Recorre las ope-


357
raciones de los cuatro ministerios, estado,
gracia y justicia , gobernacion de la penín-
sula y guerra, y de las observaciones que
hace sobre la conducta de los actuales mi-
nistros de estos ramos, aun prescindiendo
de los otros tres, deduce, que «ni la ma-
lignidad de los Eguias, ni los Torres-Lo-
zanos puestos en las sillas ministeriales se
hubieran atrevido á proteger la conspiia-
cion tanto como la han protegido la im-
prevision y pusilanimidad de los secreta-
rios actuales."• ( pág. 16 ). Veamos si tan
terrible acusacion es fundada, y examine-
mos uno por uno ,


todos los cargos que se
alegan para justificarla.


»El ministerio de estado, dice el autor, ¿qué
medidas enérgicas habrá tomado. para estor-
bar las maquinaciones que se fraguan en los
paises estrangeros por nuestros enemigos re-
fugiados en ellos,' cuando ha enviado á Por-
tucral á Revillagigedo, á Paris á Casa-Iru-b 'jo , y á los Estados-unidos.


á Anduaga ; y
cuando si á nuestras puertas en Bayona con-
siente esa junta conspiradora que piensa ocu-
par nuestras plazas fuertes sitas en aquella
parte hasta Jaca (es decir San Sebastian y
la friolerilla de Pamplona )., mantiene de
consul en Burdeos á Montenegro, marcado




358
en Madrid como individuo de la camari-
lla?"


Vamos por partes. Primer argumento.
»Revillagigedo ha sido enviado como emba-
jador ó ministro plenipotenciario á Lisboa,
Casa-Irujo con el mismo caracter á Paris,
y Anduaga á los Estados-unidos de Amé-
rica ; luego el ministro de estado no ha
tomado medidas enérgicas para estorbar las
maquinaciones que se fraguan en paises es-
trangeros por nuestros enemigos refugia-
dos en el los. Respuesta. Para que este ar-
gumento tuviese alguna fuerza era menes-
ter probar antes que el conde de Revilla-
gigedo, el marques de Casa -Irujo y el se-
ñor Anduaga son conspiradores ellos mis-
mos ó fautores de la conspiracion, y que van
á fomentarla á los paises adonde son en-
viados como agentes diplomáticos: tres pro-
posiciones que el señor Alpuente no se atre-
verá ciertamente á sostener. Revillagigedo,
Irujo y Anduaga no seran si se quiere li-
berales de garrote, niveladores y bebedo-
res de sangre ; pero desde aqui hasta cons-
pirar centra su patria y á proteger con
su autoridad á los conspiradores, hay una
inmensa distancia. Nosotros no los conoce-
rnos por cierto; pero siempre hemos oido


359
hablar de ellos, y señaladamente de los dos
primero;,, ccoma de sugatos de conocida
probidad , de honrado caracter, y fieles á
su juramento y a su honor. Podernos afia-.
dir l'espero del señor Irujo una circuns-
tancia que le honra é inspira en su favor
la presuncion de que sus principios son li-
berales , y es la de que fue el primero que
puso en castellano la doctrina de Smith
hace ya treinta años por los menos ; y un
hombre que en aquella época estaba ya em-
papado en los grandes y filosóficos prin-
cipios de la econoinia política , y se, ha,
bia formado en la escuela del fundador de
esta ciencia , no es ciertamente de los que
han aguardado al ario de 20 para amar la
libertad , ni de aquellos que necesitan oir
lecciones de liberalismo de boca de los
liberales de nuevo cuño. En cuanto á An-
duaga es todavia mas futil la acusador];
pues la república de los Estados-unidos
de América no es un pais donde hayan ido
á refugiarse nuestros serviles, ni de alli nos
amenaza ningun peligro, ni alli se ha de frit,
guar ninguna invasion servil en la penin-
sula. Por consiguiente, el carácter ó las opi-
niones' personales de nuestro residente en
aquella república nunca probarán que ha


44g, t




36o
sido enviado para proteger alli las maqui-
naciones de los enemigos de la Constitu-
cion , puesto que alli ni hay tales enemigos
ni tales maquinaciones.


Argumento 2.° «El ministro de esta-
do , al paso que consiente en Bayona la
junta conspiradora que piensa ocupar nues-
tras plazas , mantiene de consul en Bur-
deos á Montenegro, marcado en Madrid
como individuo de la camarilla: luego el
ministro de estado no ha tornado medi-
das enérgicas para estorbar las maquina-
ciones que se fraguan en los paises estran-
'geros."= Respuesta. Para que la conclusion
fuese legítima , era menester probar : 1.°
que existe en Bayona una junta conspira-
dora: 2.0 que el ministerio la consiente; y
3.o que Montenegro es en Burdeos uno
de sus agentes. Lo podrá ser cierto; pe-
ro no está suficientemente probado , ni has-
ta ahora hay sobre ello , á lo menos en
público , mas que hablillas, rumores in-
ciertos, y cartas que se refieren á se dice,
se asegur a , se cuenta ; y ya se sabe la
que valen estas pruebas. En cuanto á lo
2.° es absolutamente improbable que exis-
tiendo la tal junta conspiradora , el minis-
terio la consintiese. Ignorarnos los arcanos


361
de la secretaria de estado, con la cual no
tenemos el menor punto de contacto; pe-
ro juzgamos por los hechos , y hechos no-
torios é incontestables. El ministro ac-
tual luego que entendro que la permanen-
cia de Mozo-Rosales y otros serviles en Ba•
yona porfia tener inconvenientes políticos,
pidió al gobierno franees y obtuvo de él,
que se les mandase internar y establécer-
se á cierta distancia de la frontera de Es-,
paila. Con que si ahora entendiese lo mis-
mo respecto del obispo de 'I'arazona y con-
sortes, haria igual gestion y obtendria igna-
les resultados. d 'Y quién sabe si la habrá
hecho á estas horas? Ademas, es menes-
ter que el sernor Romero tenga presente
que el actual ministro es sobrino del ilus-
tre Azara, hombre que profesaba públi-
camente principios muy liberales y filosó-
ficos , cuando los mas de los ciudadanos
que ahora quieren vincular en un corto
número de adeptos el. título ele patriotas
y liberales , no habian saludado las prime-
ras páginas de la filosofia; y no es de creer
que aquel sabio espaíiol inspirase á su
sobrino máximas y doctrinas contrarias á
las que él mismo profesaba. Por lo tan-
to , mientras no haya pruebas terminantes


a




M i


S II


362
de que se ha separado de las huellas de
su ilustrado preceptor, es por lo menos
muy. aventurado suponerle fautor de los
Conspiradores. En orden á lo lo abando-
namos al señor Alimente la persona de Mon•
tenegro y de iodos los camaristas y cama-
rilleros, para que diga de ellos cuanto quie-
ra; pero le preguntamos. Estando ya de
consul Montenegro cuando el señor Parda-
ji entró en el . ministerio, si aquel cumple
bien con su Oblig,acion , si cualesquiera
que sean sus opiniones privadas, obedece
y ejecuta las órdenes que se le comunican,
si no conspira ni favorece á los conspira-
dores , y si en lo esterior se porta como
buen constitucional , ¿qué razon ni justicia
tendría el nuevo ministro para separarle
de aquel destino ? ¿Que fue favorito del
Rey en los seis años, que cuidaba de los
casinos, que era el arbiter elegantiarum:
y que no será juicio temerario suponer que
en su corazon es afecto al régimen arbi-
trario ? Sea en buen hora , y demos esta in,
suncion por justa causa para privarle de
su destino. Pero y si el Rey no convie-
ne en esta.separacion , ¿ qué hará el pobre
ministro ? ¿ tendrá cada dia un altercado
con el Rey sobre que el consul de Burdeos


363


no se llame Montenegro ? Si se tratara de
un capitan general, de un gefe político
de otro empleada de mucha autoridad y
grande influjin los negocios públicos,
podio exigir el interes general que el mi-
nistro luchase á brazo 'partido para obte-
ner su remorion , y aun podria llegar el
caso , como diremos luego , de que debie-
se dejar el ministerio antes que autorizar
con su firma una eleccion perjudicial; pe-
ro para un consulado en que no se ven-
tilan mas que nogocios de coriiercio , con
tal que el consul no sea un conspirador
manifiesto , ¿qué importará que se llame
Montenegro ó Monteblanco? ¡Qué maula
la de que todos todos los empleados han
de ser prototipos de liberalismo ! Sobre
que esto no puede ser todavia porque la
cosecha de ellos no es tan grande como
se aparenta. Ademas, ¿ no bastará que sean
hombres honrados , pundonorosos , é inte-
ligentes en sus respectivos ramos? ¡ Qué em-
peño el de querer escudriñar sus concien-
cias y adivinar sus opiniones, cuando tal
vez habran abjurado ya las que profesa-
ron en otro tiempo! Ya hemos dicho va-
rias veces que en general los empleados
estan por el gobierno que los paga ; y el




364
mas servil se hace liberal el rifa en que
recibe la patente. Today ia volveremos á
tocar este punto. Pasemos ya al ministerio
de gracia y justicia.


Las acusaciones que el señor Romero
hace á este ministro son : «Que ha te-
nido en su mano la mejor ocasion de li-
brar á la patria de los malos obispos cu-
yo abuso de autoridad y de riqueza da el
cuerpo , la vida y el soplo á _la conspira-
cion. 2 . a Que en la provision de magistra-
turas , en vez de perder han ganado mu-
cho nuestros enemigos con inconsolable
escándalo de los pueblos. 3.a Que sordo, no
solo á la Opinion sino tainbien á la ley que á
voz en grito le pide quedé por vacante la pla-
za de Castaños , por haber intervenido en
la causa de Lacy y sus compañeros, fir-
mando su sentencia de muerte, consiente,
no uno ni dos días sino meses enteros , que
la esté ocupando. 4.a Que 'no se ha nom-
brado juez de primera instancia en propie-
dad al interino clon Juan Antonio Caste••
jon „ habiendo sido propuesto -dos veces
por el consejo en primer lugar." Examine-
mos con imparcialidad estos cargos.




En cuanto al r.0 no hay hombre sensa-
to que no reconozca que el ministerio le-


365
jos de haber hecho poco, ha hecho quizá
demasiado. Qué ¿ no hay mas que des •
terrar obispos á, .pretesto de que no son


. liberales de corazón? Los- que asi hablan
¿ sé han olvidado de'. que estarnos en Espa-
ña, es decir, en una nacion generalmente
ignorante, supersticiosa y preocupada en
materias eclesiásticas: en una nacion que
por espacio de cinco ó seis siglos ha ge-
mido nbajo


que elhasta
yugo pocodel Santo-oficio:


hace estado pl
una


a-


_


nacion
garla de frayles y envuelta en' las espesas
tinieblas de la mas crasa ignorancia: en
una nacion que el año mismo de 14 re-
cibió en general con alborozo y aplauso el
decreto de 4 de mayo , por la persuasion


`z, en que estaba de que las reformas civiles
se dirigian á destruir la religion de Jesu-
cristo : en una nacion en la cual los mis-
mos legisladores constituyentes, por no
chocar con las preocupaciones vulgares,
tuvieron que consagrar Como principio
constitucional y dogma político inconcu-
so la intolerancia religiosa , abolida hasta
en los estados del Papa : en una nacion,
en'fin , en la cual se dan todavia en mu-
chos pueblos á los constitucionales los ti-
-tulos de judios, hereges y francmasones? ¿En




E 1


366
una nacion, decimos, tan atrasada en es:
ta; materias, se puede sin peligro atrope-
llar á cuantos obispos se sospeche que no
son adictos á las nuevas instituciones ocu-
parles sus temporalidades y estrañarlos de
estos reynos ? ¿ No será mas prudente di-
simular , cuando de su parte no haya una
resistencia abierta, 6 no trabajen ostensible-
mente en derribar la Constitueion ? ¿No
vale mas esperar á que las sillas vayan
vacando para proveerlas en eclesiásticos
ilustrados , que esponerse á una reaccion
sostenida por el fanatismo r eligioso ; reac-
cion muy temible si viesen los pueblos que
se les quitaban pastores muy venerables y
ejemplares, aunque hayan tenido la des-
gracia de haber sido educados en las doc-
trinas ultramontanas? No hace aun dos años
que hemos salido de la esclavitud , y ya
se quiere que hasta los individuos- del in-
docto pueblo esten transformados en fi-
lósofos. El desarraygar y desvanecer preo-
cupaciones muy antiguas. no es obra de los
decretos y Menos de los destierros , es obra
del tiempo, y el precipitar lo que ha de
ser el resultado de una instruccion que no
ha comenzado todavia, es el colmo de la
imprudencia, es esponerse á perder el fu-


367
to de la revolucion por no querer cerrar
los ojos á ciertos males inevitables que el
tiempo y solo el tiempo puede curar y cu-
rará infaliblemente. Asi pues vernos que
al obispo de Oviedo se le ha reducido al
silencio y á la nulidad , y al arzobispo de
Burgos se le ha puesto un gobernador que
obre en sentido contrario. Digamos de los
ministros actuales en este punto lo que de
ciertos general: s decia con otro motivo Ci-
eeron : «laus est tribuenda quod egerunt ;ce-
nia dando quod reliquenint.. Se les debe
alabar por lo que hicieron y perdonarles
lo que dejaron de hacer." No se puede to-
davia todo lo que se quiere, señor Borne.
ro Alpuente. Ya sabe V. S. lo de festina
lenta. En cuanto á la prorision de las pla-
zas de judicatura de todos grados, repeti-
remos lo que dijimos en uno de los últi-
mos ntlinerOs de este periódico , á saber,
que ninguna se ha dado á persona que no
haya tenido en su favor escelentes
mes y recomendaciones de los ayuntamien-
tos y de las diputaciones provinciales. Si
estas corporaciones populares se engañan
ó engañan al consejo de estado, la culpa
no es del ministro. Este , en eligiendo el
Rey dentro de la terna propuesta por el




z


361 •
consejo, no tiene responsabilidad alguna;
y si hubiese de elegir siempre al propues-
to en primer lugar , la formaeion de ter-
nas seria una ridícula é inutil forma lidad.—
Está bien ; pero al elegir el Rey , no siem-
pre se ha escogido al mas patriota.— ¡Cuán-
to hay que responder á semejante obje-
cien! 1.0 Era menester probar el hecho:
no basta decirlo. 2.0 El propuesto que en
linea da liberalismo lleve alguna ventaja á
sus contrincantes puede serles inferior en
Ciencia , en probidad , en meritos anterio-
res , en práctica ; en prudencia y en otras
mil cualidades muy necesarias en un juez,
y que no se adquieren con baladronadas de
patriotismo. 3.0 ¿Dónde estan esos. sabios
adictos al sistema , que debían haber sido
colocados, y ha desatendido el ministro?


Tenemos ya los necesarios para llenar con
ellos todas las judicaturas de primera ins •
tancia, todas las. plazas de las audiencias y
tribunales superiores? No parece sino que
al grito de libertad lanzado en las Cabezas
han nacido entre nosotros los liberales ilus-
trados , las sabios jurisconsultos, los filóso-
fos de todas clases, como los bhon«os na-
cen en los campos. Algunos años han de
pasar antes que haya suficiente número de


369
letrados que á la cualidad de patriotas aña-
dan las otras muchas que constituyen un
buen juez para que el ministro pueda es-
coger, prefiriendo en igualdad de circuns-
tancias á los que pasen por mas ardientes
liberales. Por ahora contentémonos con que
siendo puros, incorruptibles, sensatos é
instruidos, no sean enemigos declarados de
las nuevas instituciones. Les hechos parti-
culares de taló cual juez interino que sien-
do muy patriota y muy sabio no haya si-
do nombrado en propiedad; concediéndo-
lo gratuitamente por no entrar en perso-
nalidades siempre odiosas , probarán á lo
mas que se han hecho tres ó cuatro elec-
ciones que pudieran haber sido mejores;
pero se arruinará por eso el sistema cons-
titucional? ¡ Pobre Constitucion , si su es-
tabilidad dependiese de que en tres ó cua-
tro juzgados de primera instancia se colo-
quen hombres buenos sin duda y benemé-
ritos (porque esto no lo negará el señor
Alpuente habiendo sido incluidos en la ter-
na por el consejo y á consecuencia de in-
formes que debe suponer imparciales); pe-
ro no tan buenos ni tan liberales como
otra de los propuestos! ¿En qué gobier-
no se llegará jamas áobservar siempre estric •


TOMO xt.
24




370
fomente esta rigurosa justicia distributiva?


Esta misma respuesta pudieramos dar
en el caso particular del señor Castejon;
pero querernos decir todavia algo mas po-
sitivo y circunscrito :á esta acusacion.
Suponemos que el señor Castejon era en
efecto bajo todos aspectos el mas benemé-
rito de la terna , y que por eso el con-
sejo le consultó dos -veces seguidas en pri-
mer lugar ; pero si al presentarsela al Rey,
prefirió S. M. al de segundo ó tercer lugar,


,¿ qué podio hacer el ministro?— Esponer
con elocuencia y firmeza el mayor merito
del postergado. — Supongamos que asi lo
hizo , y probablemente, aunque no lo sa-
bemos , no 'será esta suposicion arbitraria;
y supongamos tambien que el Rey insis-
te en su primera resolucion : ¿qué 'ha de
hacer el ministro en este caso? ¿ dejar el
ministerio ? Trist,e condicion seria, no la
suya , porque perder un ministerio en es-
tos Bias no debe ser pérdida muy sensible,
sino la de la nacion, si cada vez que la
opinion de los ministros esté en conflicto
con la del Rey en los puntos en que S. M.
puede constitucionalmente disentir , se hu-
biese (W, mudar el ministerio. ¿ No se ve
que los perjuicios que resultarian de estas


371
continuas mudanzas son infinitamente mas
graves que el que puede haber en que den-


Ir
tro de una terna no se escoja precisamen-
te al mas digno ? El mismo señor Rome-
ro reepnoce (pág. 19) que «si Jos secreta-
rios de estado se estuviesen separando, y
nombrando cada dia cuatro ó seis secreta-
rios, el perjuicio que con tanta mudanza.se
irrogaria al sisterna en el descrédito de S. 1W.
y.


en el gravamen de sueldos, polio ser
hasta ruinoso al sistema mismo"; y ya se


1 deja - conocer que esto sucederia tambien
si los ministros anduviesen renunciando to-
dos los dias sus destinos. ¿Cual seria.el des-
crédito de S..M.: ( dejemos. Jo de los suel-
dos) cuando se viese que tantos y tantos1 se negaban á servir empleos tan apeteci-
bles? Para que se vea cuan poco funda-
das son las acusaciones que se hacen á los
ministros actúales, y como por Ja mayor
parte son dictadas, no por la razon , la jus-
ticia y la verdad., .sino por n' ,..


obel
de


partido, haremos
i


' curiosa. Ya hemos visto que el señor Ro-
mero quiere que cuando el Rey no elige
ali.que á juicio del ministro es-el mas dig-


„, no, debe el secretario resistir. don- firme-
.za á la voluntad :particular del Rey, y si




3 7 '2
no logra vencer su resistencia, hacer diluí:,
sion del ministerio ; y que partiendo de
este principio acusa á los actuales de que
no lo hayan hecho en los casos particula-
res que cita. Pues bien , otro de los mas
terribles enemigos de los ministros actua-
les los acusa precisamente de lo contra-
rio, á saber, de que en las elecciones no
se conforman con las querencias persona-
les del Rey, y contrarian su voluntad. Es-
te enemigo es el Eco de Padilla , el cual
én su núm. So (dia rg de octubre) hablan-
do de que no se paga con puntualidad la
asignacion de la real casa , añade estas no-
tables palabras ; «Esta ultima circunstancia
destruye la confianza con que los amigos
del ministerio cuentan con el apoyo del
trono, pero no es ella sola; y si nos fue-
ra licito dar rienda suelta á nuestras con-
jeturas, se venia cuán gratuita es esta su-
posicion , y cuán lejos está el trono de
unirse con los que no le kan dado pruebas
de condescendencia. Quizas no será pruden-
te considerar esta cuestion delicada bajo
todos sus aspectos ; permitasenos sin em-
bargo hacer una pregunta á los señores
secretarios del despacho. En la distriba-
cion de sus favores e- han respetado siempre


373
ln opinion del Monarca ? ‹.; No han pasado
por cima de ciertas repugnancias, no solo dis-
culpables sino legítimas, cuando se ha tra-
tado de complacer á las hechuras de sus
predecesores ?.. Nosotros no decidiremos
entre el señor Alpuente y el Eco de


, solo queremos que se nos diga qué
ha de hacer un ministro cuando acerca
de un nombramiento la opinion persa-


. real del Rey no está de acuerdo con lo
que él cree mas acertado y ventajoso. Si ce-
de y refrenda el nombramiento, aunque
luego proteste, jure y perjure que se opw-
so,- que hizo presentes al Rey los inconve-
nientes y empleó para disuadir á S. M. to-
do su ascendiente, toda su persuasion y
su elocuencia, el , señor Romero le respOn-\de (pág. 33) , « que si no logró convencer
al Rey, si le fue imposible desengañarle,'
no hay tal ascendiente ni tal elocuencia:
lo que hay es mucha ignorancia , mucha
torpeza. delengua, mucha adulacion y gran-
de amor al destino, pues de otra manera
hubiera renunciado á él en el último tran-
ce." Si no cede, si resiste ostinadamente,
y si al fin triunfa del empeño personal del
Rey, el Eco de Padilla le acusa entonces
de poco condescendiente, de que no res-





374
peta la opinion del monarca, y de que pa-
sa por encima de repugnancias escusa-.
bles.— ¿ Qué ha de hacer; décimos , el mi-
nistro qu. e& se encuentre en semejante con-
flicto' ¿Seguirá la opinion del señor Al-
puente ó la del Eco• de Padilla? ¿Refren-
dará ó no refrendará el nombramiento?
Nosotros le daremos un consejo que nos
parece muy prudente. 'Si se trata de un
destino del cual dependa tal vez la suerte
de la patria, corno seria el de plenipoten-
ciario para un congreso, el mando de los
ejércitos en caso de guerra, ú otro semejan-
te , retirese del ministerio antes que auto-
rizar con su firma una eleceion que pueda
comprometer la seguridad del estado; pe-
ro si se trata de un juzgado de primera
instancia, siempre que el Rey elija den-
tro de, la terna , puede firmar despues
de haber abogado por el que conceptúe
mas benemérito; y sino , ó. habrá que mu-
dar de ministros á cada paso, ó el-Rey ha
de ser un palo une no haga sino lo que le
digan Sus ministros.


En orden á .
la remocion del general


Castaños, desearíamos que el señor Alpuen te
no hubiese tocado esta odiosa cncstion; pe-


re pues ha ;tenido la poca delicadeza de


375
provocar la discusion, se hace preciso ha-.
blar con la verdad y franqueza que exije,
no solo la persona del .acusado, sino tu:1-
bien lo grave de la acusacion que se le
hace. Dejemos aparte el escándalo que se
daria al mundo culto , si se espeliese ig-
nominiosamente del consejo de estado al ven-
cedor de Baylen, es decir, al hombre, sin el
cual ni hubiera habido Cortes en Cadiz y
Constitucion del año r2 , ni el Rey hubiera
salido de Valencey, ni la España hubiera con-
servado su independencia ; y concediendo
que un gran crimen posterior debiese ha-
cer olvidar sus eminentes servicios , exa-
minemos solamente si elegeneral Castaños
ha cometido efectivamente este gran cri-
men. ¿ Cuál es el que se le imputa? « Ha,
ber intervenido en la causa de Lacy y
sus compañeros, firmando-su sentencia de
Muerte." Y esto en el tiempo en que se
verificó, ¿fue un crimen? ¿Por qué ley ? ¿En
qué código estaba prevenido y especifica-
do ? ¿Puede ser crimen en un gefe militar
cumplir y hacer cumplir la ordenanza.del
ejército ? Pues ésta ley., de cuya ejecu-
cion estaba encargado el capitan genera
de Cataluña, le mandaba prender. á Lacy
formarle consejo de guerra., y firmar la




44.


141


376
sentencia que este tribunal pronunciase.—
Pero Lacy • quería restablecer la Constitu-
cion y dar la libertad á la España. Ac-
cion heroyca que la nacion está 'premiando
en la viuda é hijo de aquel héroe y con
los monumentos y honores que ha decre,
tado á. su memoria, pero con la cual na-
da tiene que ver un capitan general, á quien
se denuncia la insurreccion de una parte
de las tropas que estan bajo sus órdenes.
La ley vigente, cuya observancia habia ju-
rado , le mandaba comprimirla , arrestar á
los caudillos y motores del levantamiento,
y proceder contra ellos con arreglo á or-
denanza. ¿ Cómo, pues habia de eludir una
obligacion triste, penosa y de que su co-
razon se resentiria ; pero al fin sagrada en
un militar ? Supongamos que Castaños se
hubiese desentendido del aviso , que hu-
biese dejado obrar á Lacy y que la ten-
tativa de este hubiese tenido o exito
que la de Porlier , cosa muy verosimil y
casi segura en las circunstancias en que se
verificaba : ¿ qué hubiera sido de Casta-
ños ? Que hubiera •perdido su cabeza en
un cadalso. ¿Y se le acusa ahora de que no
espuso su vida favoreciendo una empresa
que justamente debió mirar como desea-


577
bellada y prematura ? Supongamos que no
lo fuese : ¿pudo ser crimen no comprometer-
se en ella ? Esto á lo mas será no haber
querido participar de la gloria que á Lacy
le esperaba ; pero desde privarse de cierta
especie de heroismo hasta ser altamente cri-
minal, como se, pretende, hay una dis-
tancia inmensa. Estrechemos mas el argu-
mento. ¿Será crimen oponerse á una ten-
tativa como la de Lacy y perseguir á sus
autores, cuando todavia no se ha pronun-
ciado la voluntad general de la nacion ? Los
sucesos del año último han demostrado que
no. El ejército espedicionario ( que valia
algo mas que el batallon de Lacy ) pro-
clamó la Constitucion : el gobierno mandó
juntar tropas para sujetar á los que lla-
maba insurgentes, dió el mando á Freyre,
y este en efecto se presentó á combatirlos
é hizo armas contra ellos. Preguntarnos
ahora: ¿ si no hubiesen ocurrido los desgra-
ciados sucesos de Cadiz , se le baria causa


Freyre por el solo hecho de haber com-
batido contra los constitucionales de la Is-
la ? Claro está que no ; pues no se le ha
formado á 0-Donell que persiguió á la co-
lumna de Riego hasta destruirla ó disper-
sarla enteramente. En semejantes cuestio-




378
nes es menester partir de un hecho pú-
blico é innegable y es que la Constitucion
fue abolida en 1814, no por los persas ni
por Elio , ni por este á aquel confidente,
sino por la equivocada voluntad de la ma-
yoria de la nacion ; y que mientras no ha
sido restablecida por la misma mayoria ya
desengañada y mas cuerda , los militares
y aun todos los particulares no podián de-
jar de obedecer al gobierno existente, to-
lerado , reconocido y por mucho tiempo
aplaudido por la casi totalidad de los es-
pañoles. No hay que olvidar el .celo con
que los pueblos se apresuraron á arrancar
las piedras de la Constitucion , y á , destruir
todos los emblemas, signos y recuerdos del
regimen constitucional. Cul pese pues de la
desgracia de Lacy al pueblo español que
le dejó arcabucear, , no al general Castaños
que para impedirlo hizo acaso mas de lo
que debia y podia en la situación en que
se hallaba.


(Se concluirá.)


379


Disculpa honesta de los asesinatos.


Cuando consideramos á la nacion reu-
nida en Cortes estraordinarias para tratar
asuntos gravisimns, y entre ellos el masim-
portante sin duda, que es el de la formacion
de un código penal bien entendido, no po-
demos menos de considerarla en un esta-
do de lucha entre eso que las gentes han
dado en llamar inocencia, y lo que por ma-
nía ó por costumbre se llama crimen, de-
lito, culpa y quebrantamiento de la ley. En
esta última clase se colocan como los pri-
meros el asesinato y el robo, no siendo
todos los denlas sino upas debiles modi-
ficaciones de estos primeros lineamentos que
se pierden de vista ó desaparecen del ° to-
do cuando se forma comparacion entre ellos.
Por consiguiente , si logramos , ya que no
disculpar del todo, atenuar á lo menos el
odio con que se miran aquellos actos hu-
manos , habremos dado un gran pa-
so para evitar á nuestros representantes una
multitud de dudas y de quebraderos de ca-
beza. No se nos oculta lo dificil y ardua




38o
que es la empresa que acometemos y /o
poco que se prestan estas acciones á una
completa apologia ; pero con tal que lo-
gremos disipar algunas preocupaciones vul-
gares , no faltarán luego otros abogados
mas habiles que las sepan elevar al grado
de hechos h eroycos y las presenten como
modelos ilustres de imitacion. Defender á
los asesinos en hipótesi , ó lo que es lo
mismo , probar que tal ó cual indivi-
duo acusado de serlo , no lo es en rea-
lidad, es cosa que se ve todos los filias;
pero defender la tesis ó el asesinato en sí
mismo estaba reservado á nosotros los
apologistas de •la anarquía y de la 'guer-
ra civil.


Ya saben nuestros lectores que tene-
mos per costumbre antes de entrar en cual-
quiera materia, por vulgar y conocida que
sea, definirla con la posible claridad para
evitar equivocaciones , y aun con todo y
con eso no siempre hemos logrado que nos
entiendan , ó han procurado hacerse los
desentendidos. Por eso ahora antes de ha-
blar de los asesinatos con viene presentar por
delante la definicion de la palabra asesinar
tal como está en el diccionario de la aca-
demia española de la quinta edicion , que


381
es la Anica que tenemos. Dice pues que
asesinar es matar alevosamente; y aunque
ya se deja entender que ha de ser á otro
individuo de su misma especie, con todo.
no hubiera sido del todo inutil espresarlo.


Esta oinision que suponemos fundada
en aolidisimas razones , nace en gran par-
te de la costumbre en que estamos de no
llamar robo ni asesinato al matar ó despo-
jar á un animal de otra especie, sino que
les damos el nombre de necesidad, instin-
to, ley de la naturaleza, raz.on , industria,
y algunas veces tambien les llamamos arte. Ya
se deja discurrir que esta nomenclatura es
propia y peculiar de los gramaticos hu-
manos, porque son los únicos que tienen -
la facultad de esplicarse; mas si supiesemos
traducir el lenguage de los pavos , de los
capones, de las codornices y de los peces,
á buen seguro que los autores de los dic-
cionarios de todas las academias se hubie-
ran ido mas despacio para redactar este
artículo, Cuando reducimos á morir de
hambre uno ó muchos enjambres de abe-
jas robándolas su miel y su cera; cuando
devoramos un hato de carneros despues de
haberles esquilado la lana , ó cuando aho-
gamos con el calor de un horno ó por me-




382
dio del agua hirviendo los gusanos de se-
da en el mómento mismo en que ellos se pre-
paraban á salir del capullo que fabricaron
para sí y no para nosotros, no se nos pa-
sa siquiera por la imaginacion que estemos
.cometiendo robos ni asesinatos. Lejos de eso,
ponderamos mucho las lucientes bugias, los
ricos paños y las finisimas medias que nos
proporcionan estas•inocentes acciones.


Hacemos esta reflexion , aunque vulgar
y muy repetida, solo con el objeto de de-
mostrar que esto que se llama economia
orden fisico del universo se funda princi-
palmente en que todos los seres que le ha-
bitan , sean asesinos ó asesinados, despoja-
dos 'ó ladrones; viniendo á reducirse . nues-
tra vida mortal á una serie ó genealogia de
muertes y de rapiñas. No estrariamos que
haya algunos que quisieran que el orden
se hubiese establecido de otro modo; pe-
ro nos hacemos cargo que los que asi se
esplicaO , ó pertenecen á la porcion pasiva,
ó son gente que no lo entiende. Porque en
efecto no todos han de gozar á un tiem-
po, sino que es indispensable que los unos
se vayan sucediendo á los otros.
. • Siendo pues el asesinato una consecuen-
cia necesaria de aquella sublime regla de


383
derecho natural de que el debil ceda al
fuerte, y que el que .goza hoy debe dejar
el puesto para que otro goce mañana, ¿con
qué Cara se imponen castigos rigorosos por
una accion tan sencilla en sí misma y ca-
si tan indispensable? Bien sabemos que hay
algunos moralistas escesivamente rígidos que
solo dan por lícito el homicidio en algun
caso de estreina necesidad, como la propia
defensa :


ó el próximo é inminente peligro
.de morir (le hambre. ¡ Pero qué poco que
saben calcular esos entendimientos nimios
la enorme diferencia que suele haber entre
unos y otros con respecto á los efectos del
hambre y (le los riesgos! Hay algunos que.
aunque, no hayan probado un bocado en
cuarenta y ocho horas , y sepan que en la
casa inmediata hay un convite suntuoso,
no son capaces de alterarse ; al paso que
otro se irrita y se desespera , y es capaz
de salir á un camino con •que se le•retar-
de un poco el almuerzo. Esto sin duda
dió ocasion al antiguo proverbio español
de que cada uno tiene su estómago; y asi
"ó no debe admitirse ninguna disculpa para
ningun asesinato, lo cual seria una lastima,
ó es arreglado á justicia el que se disculpen
lódos.en . calidad de acciones necesarias.




1
384


Esta misma diferencia que se observa
en las sensaciones de unos individuos res,
pecto de otros, se echa de ver tambien •
en la vehemencia de los deseos con que
apetecen los objetos que les agradan. Tal
hay que al ver una mesa bien servida, un
trabe, un mueble cualquiera, manifiesta en
sus ojos y en sus palabras una inquietud y
desasosiego que descubren la agitacion que
esperimenta su alma, mientras que otro á.
quien tambien le agradaria poseerlos, con-
serva la serenidad necesaria para disimular
su inclinacion. Suponiendo pues que am-
bos cometiesen para conseguirla un robo
ó un asesinato , ¿ no habria una enorme di-
ferencia entre la culpabilidad del uno y del
otro, en caso de que en estos actos la
hubiese?


Pues ahora bien , exige la prudencia y
aun manda la caridad que siempre supon-
gamos de parte de los ladrones y de los
asesinos un impulso irresistible que los
obliga y compele á ejecutar aquella accion,
no corno término , sino como medio para
la consecucion de sus deseos. Un preten-
diente aburrido que sabe que su colocacion
depende de que haya muchas vacantes; un
marido enamorado de otra soltera que le


385'
gusta mucho mas que su toner ; un hon-
rado jugador que sabe por cabida segura
que sin dinero no se pueden hacer ganan-
cias; un heredero que está por decirlo asi
barbeando una pingüe herencia ; un celo-
so que ve mas claro que la luz que su mu-
ger no mira con hastío los obsequios de
algun otro , y ultima mente , cualquiera ,que
penetrado de su propio mérito , ve cons-
tantemenle preferido á su rival , no tie-
nen sobrada disculpa, ó digamos mas bien,
no es una cosa naturalisima y 'casi necesa-
ria que procuren quitar de .enmedio to-
dos esos ostáculos que se oponen á su fe-
licidad?


Pues qué diremos de aquellos que ase-
sinan á fuerza de virtud, y que no encuen-
tran otro desahogo á su ardiente celo po-
lítico ó religioso ? ¡Qué justas alabanzas no
se tributaron á los asesinatos teológicos de
los Henriques , y cuántas no se merecen
tambien los asesinos políticos que aComa-
ten con mano ayrada á los que piensan de
un modo diferente del suyo! Esto; , estos
si que lejos de ser criminales, son acaso los
mas beneméritos de les hombres; ¿por-
que qué comparacion tiene la comezon que
causan el hambre, la impaciencia y la va-


TOMO XI. 25




386
nidad, con :aquel fuego devorador que en,
tienden las pasiones políticas, sobre todo
cuando se las -.reune la noble competencia
de los .empleos-? ,t Qué furor mas :heroyco
que el Alure..:muvstra .cualquiera de esos pa-
lad•nes de partido, cuando dice que en
materias de:apinien se las tendrá tiesas con
su mismo padre ; ni qué ejemplo tras gran-
dioso para. la:, futuras generaciones que pro-
curar á pniialadas el convencin:iento de
sus contrarios ? Dichosas una y •m veces
esas,:enérgicas almas ;que saben sopreponer-
se ,ó ponerse encima de los raciocinios y
de las •.prtiellas, :cortando con mas opor-
tunidad que Alejandro el nudo que. no sa-
ben.ó no ,quieren desatar ! Estos •tales pu-
fialibtas estan :en nuestro conefflpUr tOn dis-
tan Ites::de •aelécer ningutt castigo , que los
juzgamos ‘reeci1031C'S á los mayores p remi os,
yjle.sde luego .‘les...:..drn:.olamos nmesl,ro voto pa-
ra.•quez:dirijan . zá SU :gusto todos •nuestros
negocios. r


flesp,t:toAe esta primera clase de ase-
si se siguen inmediatamente en
noettaio, :aprecio los. i Hm o ses wsoinps : de de-
sa0; 1; fique son:lodos mquellos que devorados
de ira sunto . . 10 'poi- la. justicia . quisieran
Tac esta rio . taityiese:otra oca-polo» qu e la


387
de derramar sangre. Estas benéficas almas
ya que no tengan un temple tan enérgico
y vigoroso corno las de los primeros, de-
muestran á lo menos que no es por falta
de ganas lo que dejan de ejecutar, y que
aspiran á la gloria de. participantes y de
aiuzadores. Qué fuerza de patriotismo no
Supone el encerrarse en su cuarto , poner-
le junto á una mesa, tajar una ó dos plu_
mas , aviar el tintero y. escribir una lar-
guisima representacion contra lOs que estan
encerrados en un calabozo: leerla una y
muchas veces , corregir los descuidos , bor-
rar las repeticiones, mudar algunos adje-
tivos, Ponerla luego en limpio , envolver-
la en otro pliego, salir luego de casa con
ayre sosegado, hablar primero á unos po-
cos, leersela con cierto- misterio ,
les la firma, tomar con ellos unas copas de
ponche en el cafe inmediato, convidar á
1¿)s- que se acerquen , proponerles igual
honra é ir luego de casa en casa aumentan-
do el número de los suscritores? Esto si
que puede llamarse saborear el asesinato y
beber gota á gota el bálsamo de la pasion
favorita. ¿Pues qué si á en


.o se añade la
noble precaucion de imprimir aquel escrito
para que circule por el reyno, no ostan-




II


pa


388
te haber sido hecho solo para el monarca,
y con la generosa precaucion de ocultar,
las firmas, que es el rasgo mas delicado de
la heroycidad ? ¡Oh ubbi!isima en.presa,
digna de nobilísimos pechos ! ¡cómo arre-
batas ,ivensiblemente la admiracion y el
respeto de todos les ciudadanos! é Y hairá
quien osadamente se atreva á r,epraar es-
_tos asesinatos preparatorios-? Gloria inmor-
tal merecen tan ilustres asesinos, solo por
el hecho de poner su firma; y un premio
pecuniario ademas por la modestia <le ocul-
tarla en el impreso, renunciando á 'la fa-
ma póstuma que necesariamente les adqui-
riría semejante accion.


No sabemos cómo .hay personas que
digan que van haciendo progresos las lu-
ces , cuando por el contrario vemos y pal-
pamos que se abandona cada dia mas el es-
tímulo que reclaman imperiosamente estos
patrióticos rasgos. Muévenos á esta reflexion
el ver malamente abolidas las confiscacio-
nes, que desde el tiempo del filantrópico
Syla eran el digno y merecido premio de
estos ayudantes del asesinato. ¿Qué mal les
vendria á esos respetabdisimos firmantes el
que por medio de un simple decreto se •
les trasladase la posesion y propiedad de


38g
los bienes de los presos, y aun á mayor
abundarniento los sueldos y obvenciones
de los jueces que por pusilanimidad ó ra-
zon no dictaron la pena de muerte? Ni sir-
va de disculpa decir que las conffseaciones
solo son propias de los paises donde rey-
na el despotismo , porque aun cuando no
tuvieramos á la civilizada Atenas y á la
virtuosa LaCed-emonia que favorecieron' con
todo su poder el ejercicio de los asesina-
tos y rapias en los estados vecinos y en
el partido qu.a estaba ligado Con sus inte-
reses, vemos mucho mas en grande á la-an-
tigua Roma , degollando y saqueando á sus
propios ciudadanos por medio de los mis-
mos soldados que acababan de degollar y
saquear cuanto habian podido en toda la
tierra entonces conocida.


Debierase pues respetar la coniscacion,
aunque no fuese mas que por ser casi tan


"antiva como el mundo, asi como nadie
negará (pie merecen ?erto respeto los ase-
sinos y ladrones, por' mucho mas anti-
guos que las leves contra los robos. y ase-
sinato Es lastima ciertamente que haya
quedado en olvido el nombre de los pri-
mer•s inventores de estas proezas, porque
esceptuando Caint, de quien tenemos noIi-




390
cias positivas, los denlas protoasesinos es-
tan ya tan ignorados como el nombre del
primer hombre compasivo que acudió a
socorrer á un desgraciado. Y hé aqui na-
turalmente otra prueba terminante de que
son tenidos en Mas pró los destructores que
los favorecedores, porque para uno de es.'
tos que haya hallado cabida en la historia,
se encuentran muchos miles de aquellos
bautizados con el altisonante nombre de
héroes, de conquistadores y de bravos. ¿Y
qué premio mas mezquino se le puede
dar á quien se toma el trabajo de asesi-
nar á otro , y mas si se le dan encerra-
dito ó atado de pies y manos, que el po-
nerle en posesion de la herencia del di-
funto i) Esto debiera ser una cosa que se
cayese de su peso , y que animaria el en-
tusiasmo de muchos que no se atreven 't
por pereza á declararse exaltados.


Cese pues el congreso de trabajar con
el ¿Alineo con ,que ha empezado á hacer-
lo , por dar leyes represivas de estos pre-
tendidos crímenes; porque puede estar se-
guro que inmediatamente que se sancionen
y empiecen á ejecutarse, se apagará come
una vela el sagrado voceamiento de los que
claman por asesinatos jurídicos.


391


Constantinopla considerada como escala.
. de Comercio.


Algunos publicistas ingleses, cuando ven-
tilan la importante cuestion . de la eman-
cipacion de la Grecia, tornan pOr elemen-
to para resolverla el intere•. mercantil de
la Inglaterra , y las pérdidas qué sufriria
el comerció británico , si lis turcos no fue-
ran dueños• de los mares- vecinos . á Cons-
tantinopla. «Aquellas escalas, (Leen po-
seidas por una nacion civilizada no se-
rian tan ventajosas para nosotros : porque
el partido que, hoy sacamos de ella, se que.
darla en poder del pueblo que las po-
seyese."


Si esta refleiion es exacta, se inferiria
de ella, que el interes del comercio inglés
es contrario á las progresos .de la civiliza-
cion en el globo, lo que estableceria el
estado de guerra entre la nación ingle-
sa y el ,mundo civilizado. Pero si esta má-
Dtima pido estar algo M'editada era los
siglos anteriores al presé`nte•, en que se de-
cia que todas las guerras éran , guerras de




ar


392
mercaderes, en el dia es una heregia po-
lítica aun para .los•ingleses mismos , porque
ya es un axioma económico , que los pro-
gresos de la civilizador'


de un pueblo son
favorables á la industria y al comercio de
los damas.


Pero prescindiendo de' este principio,
examinemos la importancia de Constantino-
pla , considerada como una escala de co-
mercio , y veremos , que si la guerra, in-
dispensable para que se emancipe la Gre-
cia , debe producir algunas pérdidas mo-
mentaneas y parciales en el comercio de
los pueblos Occidentales de Europa, estas
pérdidas seran superabundantemente re-
compensadas, cuando aquel pais quede de-
finitivamente libre de la opresion de los
bárbaros.


Constantinopla fue en la antigüedad la es-
cala mas activa de comercio entre el Asia y
la Europa. Su comunicacion por el mar y
por grandes ríos con el norte del Asia , y
por los estrechos y el egeo con el mediodia
de aquel vasto pais y con el Africa , la
facilidad de los transportes al centro y
occidente de Europa , ya por el mediter-
ráneo , ya por el Danubio , y suposicion
central entre los mares y las tierras, hizo


393
que fuese mirada desde los siglos mas re-
motos como el emporio comun de todas las
naciones. Los que han censurado en Cons-
tantino la traslacion (le la silla del impe-
rio á Bizancio , aunque puedan tener ra-
zon en algunas consecuencias políticas, no
la tienen considerando aquel punto como
centro de las operaciones militares de los
romanos y del comercio del universo. Cons-
tantino logró hacer en Bizancio lo que Ale-
jandro quiso hacer en Alejandria. Los proyec-
tos mas vastos y grandiosos de los antiguos
se dirigian siempre á establecer comuni-
caciones faciles entre Europa y Asia.


Si el viage de los argonautas fue una
espedicion mercantil , embellecida despues
por la imaginacion mendaz de los griegos,
son muy antiguos los esfuerzos de los eu-
ropeos para abrirse comunicacion con los
pueblos del Asia. Pero los viages de los fe-
nicios y cartagineses para abrirla por mar
rodeando el Africa ; el reconocimento que
mandó hacer Alejandro en los mares me-
ridionales de Persia y Arabia ; el canal del
Nilo al mar rojo y la fundacion de Ale-
jandria, son demostraciones evidentes de la
importancia que daban los antiguos al co-
mercio de la India , ya por las delicias que




394
proporcionaba , ya por las ganancias que
producia.


Cuando se abandonaron ó se olvida-•
ron las navegaciones al rededor del Afri-
ca , cuando cegado el canal dél Nilo , per-
dió Alejandria la ventaja de ser un punto
central de conie•cia, !n'e Constantinopla el
Único- que enlazaba' el oriente con el de-
ciden te.


.Los géneros de la India stitian en ca-
ravanas hasta la altura del mar Caspio. En-
trando en él poi• los grandes i". to's que
alimentan aquel lago, salian ó por el Ara-
cs ó por el Volea , desde los cuales atea=


vesando el Cáucaso ó los desiertos de la
Circasia , entraban en los mares de Con's
tantinopla. Las producciones de 13 India li-
toral, de la Persia, Arabia y 3Lsopdtarnia
tomaban una diree':cion iras corta. Ya por
el Eufrates, yá á hombros de camellos y
dromedarios, desembocaban por el O ronteá
y Antióquia ó iibt el Nilo y Alejandria en
los mares del iniperio romano. Pero siern-
pre era la ciudad dominadora del Bósforó
el emporio de los pueblos occidentales de
Európa.


Este comercio tomó su mayor crecimien-
to , cuando los árabes , ya sabios , civili-


395
zados y-comerciantes, estendieron su impe-
rio y su religion desde las columnas de
Hércules hasta las orillas del Jajartes. Abra-
zando en SUS vastas especulaciones la Es-
paña , el Egipto , la Persia y la India, á
pesar de la diferencia de religion y de sus
continuas guerras contra el imperio griego,
los agentes casi esclusivos del comercio de
Europa con la India.


Los turcos vinieron á interrumpir ó á
lo menos á debilitar esta comunicacion. Des-
de las márgenes orientales del Caspio se es-
parcieron por toda la Armenia y el Asia
menor , convirtieron en miserables ruinas
las florecientes ciudades de aquellos paises.,
y obstruyeron las comunicaciones de Cons-
tantinopla con la India por el mar negro. So-
lo quedó el camino del Eufrates y del Nilo.


Venecia, levantada casi milagrosamen-
te entre las ondas del adriático , robó á la
capital del imperio griego lo que le res-
taba de su antiguo esplendor mercantil.
Los venecianos llenaron con sus buques
todos los golfos y ensenadas del meditee-
raneo. Tornaban los géneros de la India,
ya en los puertos de Fenicia , ya en los
de Egipto , y de alli los tránsmitian al oc-
cidente de Europa, sin necesidad de que


:t;




396
pasas:n por los puertos de Grecia. El al..
macen 1.entti al del comercio deIndia se ha-
bid transferido de Constantinopla á Venecia.


Se ve pues , que la invasion de lt‘ s pro-
vincias asiátic,Is por los turcos despojó á
Constata: no [da de la importancia que an-
tes tenia como plaza de comercio. La bar-
barie de los otomanos , su ferocidad, que
no se ha desmentido en ningun periodo ele
su historia, su absoluta ignorancia en las
artes de la industria y civilizacion , hacían
inutiles todas las estipulaciones de comer-
cio .que se ptOieron entablar con ellos.
Mas facil es esterntinar aquella nacion fa-
nática y guerrera que hacer renunciar' á
los agentes superiores y subalternos á la
facultad de afligir y robar á los hombres
en quienes se suponen riquezas. Es impo-
sible establecer un kinercio regular y Iti-
crtitivo .un pais ende hay bajaes, ca-
dis y geniz-aros.


Desde un siglo antes de la toma de •
Constantinopla por Mahomet II , se halla-
ba aquella soberbia metrópoli reducida casi
al circuito de sus murallas. Sin embargo to-
davia era el centro del comercio entre las
riberas del mar egeo y las del mar negro.
Su situacion militar y mercantil , y el ca-


39 7


acter de perpetuidad que los romanos le
habian impreso, lucieron muy larga y do-
lorosa la agonia del imperio griego.


Cayó al fin y desapareció aquel copla
nzortuum , residuo de la antigua gloria ro-
mana. Casi al mismo tiempo descubrieron
los portugueses el paso á las Indias por
el cabo de Buena-esperanza, y dejaron de
ser los puertos del mediterraneo escalas del
comercio para el mediodia del Asia.


Desde que los turcos fijaron en Constan-
tinopla la silla de su imperio, fue esta ciu-
dad emporio de la Turquia por dos ra-
zones : sus comunicaciones con el mar ne-
gro servian para pasar al occidente de Eu-
ropa las producciones de sus orillas; y co-
mo capital del imperio turco., era el cen•
tro de las negociaciones mercantiles con
Grecia, Asia menor, Siria y Egipto. Por
consiguiente , aunque despojada del esplen-
dor que le daba antiguamente el comer-
cio con la India, fue todavia escala y cen-
tro mercantil de paises muy fértiles y cu-
yas producciones eran muy apreciadas en
occidente. Pero en el cha se ha disminui-
do--mucho esta ventaja. .


En primer lugar, los turcos no son•due-
Dos de todas las márgenes del mar negro.




398
Solo poseen su orilla meridional y parte
de las de oriente y occidente.. La célebre
península de Crimea , establecimiento de
comercio muy importante, cedido por los
emperadores griegos á los genoveses , está
en poder de la Rusia , dueño igualmente
del mar de Azoff, de la desembocadura
del Boristenes y casi casi de.la del Danubio.


En segundo lugar, la anarquía despóti-
ca que reyna en casi todas las provincias
del imperio turco, hace á cada bajá inde-
pendiente en el pais que gobierna: y por
consiguiente Alejandria y Alepo , plazas im-
portantisimas de comercio , estan casi siem-
pre en poder de un sátrapa rebelado, y
no es ya Constantinopla el punto donde
deben dirigirse los que quieran enta-
blar relaciones mercantiles con aquellas
ciudades


Constantinopla está reducida en el dia
al comercio del Asia menor y de la Grecia.


Supongamos ahora, que verificada la
emancipacion de los griegos, y lanzadas los
turcos al Asia menor, permaneciesen los
griegos y los turcos en un perpétuo estado
de hostilidad que impidiese las especulacio-
nes Mercantiles de un pais para otro. Cuál
seria en este caso la suerte del comercio


399
europeo en 'aquellos paises? ¿ Perderian el
comercio de la Grecia y del Archipiélago?
No: porque 'las relaciones .marítimas de
Constantinopla con la Macedonia, Tesalia,
Morea y las islas quedaban las mismas que
hay .en el dia. Perderian el comercio del
Asia menor ? Tampoco : porque si los tur-
cos pierden á Constantinopla, lijarán la si-
lla de su imperio en alguna ;ciudad del Asia
menor, y el emporio del comercio para los
paises sujetos á su dominacion seria Esmir-
na, y esta plaza seria para los pueblos oc-
cidentales lo que es en el dia Constantino-
pla, es decir, la escala del comercio de
levan te.


Pero en la misma hipótesi de la ornan-
cipacion de los griegos es imposible que
estos y los turcos se hagan una guerra eter-
na, ni aun una guerra larga : porque su
resultado seria la emancipacion de los pue-
blos del Asia menor , que todos son grie-
gos de origen , y por consiguiente amigos
y aliados naturales de les pueblos euro-
peos. Una de dos, ó la paz se l'estable-
cenia entre el nuevo imperio griego y los
turcos, ó si la guerra continuaba , los tur-
cos serian lanzados mas alla del Tauro , y
este pueblo feroz,




400
De la Europa despojado,
Del Asia desposeido,
Aunque haga temblar la tierra
A sus últimos bramidos,
Volverá á tener por centro
Los montes de donde vino (i).


En cualquiera de estas suposiciones,
restablecida la paz, el comercio de los oc-
cidentales será en el levante , cuando me-
nos, lo mismo que es en la actualidad.


(Se concluirá).


11;
_LA SO


;11


PERIODICO POLITICO Y LITERARIO.


N.° 66.
glOg SILBADO,


DE NOVIEMBRE DE 1821.


Constantinopla considerada como escala de
comercio. (Conciusion de este artículo


principiado en el número anterior).


pedamos que restablecida la paz, el co-
merció de los occidentales seria en el le-
vante cuando menos lo mismo que es en
la actualidad, porque hay dos razones muy
poderosas para creer que será mas esten-
so y lucrativo:


La primera es la situacion en que se
hallará entonces el imperio griego. Sean
las que fueren las necsidades y el lujo de
los otomanos, la forma actual del gobier-
no y las plj'eocupaciones religiosas hacen
que los estados turcos no sean un merca-


TOMO XI. 26( I Cándamo. •




.402
do de tanta ganancia para los pueblos co-
merciantes de Europa , como debieran ser-
lo. Donde los propietarios son continua-
mente atormentados, por el gobierno, los
hombres que adquieren riquezas, tratan de
enterrarlas y de ocultar la prosperidad á
que han llegado, no de manifestarlas con
un lujo eseesivo , ya de gusto', ya de co-
modidad. Alti son desconocidas las socie-
dades , en que el bello sexo desplega sus
atractivos , y que en la Europa culta son
un manantial inagotable de consumo ea
objetos de adorno , placer y comodidad.


Alli no hay teatros ni . conservatorios
de musita, en cuyas reuniones brillantes
el. buen gusto por un lado , ó por otro la
vanidad, ponen en contribucion tanta varie-
dad de artefactos. Alli no se lee : y ya •se
sabe cuán importante es el comercio de- li-
bros en las naciones cultas.• En fin , si hay
algunas artes son, por decirlo asi , musul-
manas como los que las ejercen y las go-
zan. Pero si aquellos estados quedan en po-
der de un pueblo civilizado, de una ima-
ginación, Ifogosa, y que arde en deseos de
gozar y dia instruirse en razon misma de las
privaciones que ha'aufrido por tantos siglos,
qué vasto mercado se abrirá entonces pa-


4o3
ya la industria europea, que indudable-
mente servirá de modelo á los nuevos se-
iiores de aquella tierra, aunque no fuera
mas sino para destruir hasta en los peque-
ños objetos los vestigios de la odiosa do-
minacion de los otomanos! Libros , vesti-
dos, costumbres, teatros, todo lo que per-
tenece al placer y á la comodidad, todo ten-
dría que pasar alli del occidente. Los grie-
gos, apoderados ya de su independencia/


r
bajo un gobierno justo y moderado, adop-
tarian todas las artes que han elevado el
occidente de Europa al grado de.gloria y de
superioridad que justamente obtiene en el
universo. Esto en cuanto á los pedidos.


En cuanto á los medios de satisfacer,
los, no cabe dificultad alguna que enton-
ces serán cien veces mas abundantes que
ahora. Se conoce cuán activo es el comer-
cio interior de la Grecia por el Archipiela-
go, cuyos estrechos , golfos y derroteros son
otros tantos canales naturales; las provin,.
cias meridionales, abundantes de todo gé-
nero de frutos, y aunque separadas por al-
tas y asperas montaíias, fáciles de comunicar
por medio de los innumerables golfos que
se insinuan hasta en lo mas interior de
aquel continente. Ya eran célebres en la




404
antigüedad los campos de Ja Macedonia y de
la Tracia por su fertilidad. No lo son menos
las provincias que riega el Danubio. Póngase
este pais en poder de un pueblo indepen-
diente, sabio é industrioso, y en pocos
años se le verá satisfacer con sus produccio-
nes superfluas todos los objetos de comer-
cio que pida á la Europa occidental.


Pero hay otra razon muy poderosa pa-
ra creer que Constantinopla en poder de
los griegos será un mercado mas vasto pa-
ra Europa , que en poder de los turcos, y
es la actividad que tendrá entonces el co-
mercio •de aquel punto con la Natolia, la
Armenia y la Mesopotamia , aunque supon-
gamos que estas provincias queden en po-
der de los turcos.


Se sabe que la mayor parte del comer-
cio de levante se hace por medio de los
griegos y de los armenios: pero someti;
dos siempre á la vigilante rapacidad de los
turcos: Elías, que no entienden ni quieren
entender sus intereses , en lugar de prote-
ger á los que se dedican á aquella pro-
fesion tan util al estado , los vejan de mil
modos , los obligan á ocultar sus negocia-
ciones , perturban los planes mejor com-
binados , é imposibilitan las especulaciones


en grande. Scan libres los griegos de Eu-
ropa : el comercio de los de Asia reco-
brará parte de la. antigua opulencia. La
facilidad de transferirse en una noche á
pais libre con sus géneros y riquezas, cuan-
do teman ser vejados por los turcos , ha-
rá á estos mas circunspectos y mejorará
la suerte de sus esclavos. Con esto se atre •
verán á especular mas en grande , y el
punto que naturalmente se elegirá por
centro comun de todas las negociaciones,
será Constantinopla , donde los comercian-
tes europeos podrán recibir las produccio-
nes asiáticas con mas equidad que actual-
mente en Esmirna ó Alepo , sin necesidad
de esponerse á los insultos del orgullo y
la ferocidad musulmana. Los géneros son
mas baratos, cuando no estan sobrecarga-
dos con el interes de los capitales, que
arranca de manos de los comerciantes la
insaciable voracidad de un gobierno idio-
ta. Ademas, que el contrabando tan fati(
por la comunicacion marítima de Europa
y Asia, por la venalidad de los aduaneros
turcos y por la igualdad de lengua , cos-
tumbres y origen entre los griegos de am-
bos continentes, convertiría en breve á
Constantinopla en un almacen surtidísimo




4o6
de géneros asiáticos á buen precio.


.No debe pues la libertad de los grie-
gos ser odiosa á la Inglaterra , por el temor
de que su comercio decayga en aquellos
paises, ó sea menor el pedido de manu-
factura inglesa, ó mayor el precio de las
producciones del Asia ; ni creemos noso
tros que este miedo influye verdadera


-


mente en el gabinete británico, aunque al
-


gunos periódicos lo anuncien ó lo exage
-


ren, y aun cuando creyésemos que dichos
periodicos hablan asi por orden del mi
nisterio. Otra cosa es, en nuestro enten-
der , la que tiene cuidadosa y solícita á la
Inglaterra. Bien sabe ella que la Grecia
emancipada seria un escelente mercado pa.
ra el comercio británico. Bien sabe que lo:
verdaderos comerciantes son mas protéos
que la política y que la moda , y que si-
guen á estas dos divinidades tan incons-
tantes en todas sus variaciones. El temor
de la Inglaterra no es mercantil , es po-
lítico.


Si todas las potencias de Europa ( in-
cluso la Rusia) se conviniesen en establecer
desde el Danubio basta el promontorio Té-
naro un estado libre é independiente, ya
formado de repúblicas federadas , forma


407
de gobierno mas análoga que ninguna al
caracter de los griegos , va una sola mo-
narquía moderada , que I esucitase bajo me-
jores auspicios el estinguido imperio de
Constantinopla ; y esta determinacion eu-
ropea y digna de la porcion mas civiliza-
da del globo estuviese garantida por el
asenso y cooperacion de las potencias mas
considerables del continente , estamos se-
guros de que la Inglaterra concurriría á
ponerla en ejecucion con tanto ó mas ar-
dor que las naciones, en que hay mas en-
tusiasmo ,por la einancipacion de los grie-
gos.




Pero el ministerio ingles observa que
de las dos grandes potencias fronterizas
de la Turquid , la una que es el Austria,
mira con recelo la operario,) de libertar
á tos griegos, porque no acostumbrada á
calcular sino con miras de interés , no ve
en. ella mas que un motivo de desavenen-
cias futuras con la Rusia : la otra que el
la Rusia , abraza con ardor una ocasion
de engrandecerse en una guerra , que los
rusos miran como nacional y religiosa.
serva tambien que el gabinete de Peters-
burgo ha hecho por sí solo la guerra pre-
liminar y diplomática , sin contar para ella





4o8
con las ciernas potencias. Observa que á
las notas de los agentes austriacos contes-
tan los ministros rusos, recordando que
el Austria ocupó con solas sus fuerzas la
Italia; siendo asi que á esta operacion prece-
dieron los congresos de Troppa u y Laybach,
donde se dejó sentir en toda su estension
la influencia rusa. Observa en fin , que
aquella temible y colosal potencia se nie-
ga á admitir la intervencion de las ciernas
en sus desavenencias diplomáticas con Tur-
quia , que hará la guerra por sí sola, y que
impondrá á su enemigo y á . los iegos las
condiciones que sean de su agrado, cuando
se digne de conceder la paz. La Inglater-
ra observa todo esto : la Inglaterra no quie-
re á los rusos en el mediterraneo; y por
consiguiente no quiere la emancipacion de
los griegos de la manera que la entienden
en Petersburgo. Esto y no otra cosa es lo
que escita la solicitud del ministerio inglés.
Asi vernos , que la tenebrosa diplomática,
adoptada tanto tiempo há en Europa , y de
la cual no pudo triunfar la revoludon fran-
cesa , frustrará quizá .los esfuerzos heroycos
del pueblo griego y las esperanzas del mun-
do civilizado.


Nosotros no calificamos la conducta del


409
gabinete de Londres: la esponenios sencilla-
mente. Los ingleses son los que deben juzgar
á su ministerio: ellos podrán calcular hasta
qué punto comprometeria la prosperidad
de su comercio la aparicion de los escua-
drones rusos en las playas del Egeo. Pe-
ro como individuos de una Dador, euro-
pea , no podemos dejar de temer el pro-
digioso acrecentamiento, que reciluria el po-
der de la Rusia , si agregase, á sus estados
algunas provincias del imperio turco; mu-
cho mas., cuando el Austria , por engran-
decerse en Italia , ha abandonado la acti-
tud de centinela avanzada contra la Ru-
sia , á • que estaba obligada por su posicion
geggráfica y política. Al mismo tiempo, co-
mo ciudadanos del mundo civilizado, de-
seamos que los turcos sean arrojados al
Asia, y que los griegos vuelvan á ser her-
manos de las naciones cultas. No quere-
mos ni que la Rusia se engrandezca, ni
que los griegos sean esclavos ; y por des-
gracia la ambicion y la mala fe de la di-
plomacia han traido las cosas á tal situacion,
que parece imposible lo uno sin lo otro.


Si se nos pregunta cuál es en la si-
tuacion actual de las cosas el deseo que
Mas lugar se hace en nuestros animosa




.rwa


4.


dr


4io
no titubearémos en responder, qué la liber-
tad de los griegos,. aunque de ella haya
de resultar un aumento de poder para la
Rusia. Nada es peor que dejar aquella he-
royca nacion bajo la cimitarra de los mu-
sulmanes. ¿Qué .freno pondrán estos á su
feroz resentimiento, á su fanatismo y á sus
venganzas ? En valde los tratados mas so-
lemnes les atarian las manos. Si ellos lle-
gan á convencerse de que la rivalidad de
los europeos es toda su fuerza, se burlarán
de todas las estipulaciones, y trataran á
los griegos como-les dicte la ira. Ademas,
¿ qué tratado puede servir de garantía al
que yace bajo el látigo de su señor? qué
importará que se publique una amnistía,
si el amo irritado no olvida , y le sobran
las ocasiones y los pretestos para maltra-
tar al miserable que tiene á su disposicion?
¡Infelices de los griegos, si vuelven á su-
frir el. yugo musulinan! Segun el cómpu-
to menos exagerado , los griegos de Euro-
pa componen de 8 á ro millones. Pues la
suerte de tantos hombres es un objeto del
mayor interes para los corazones sensibles;
son europeos, no pueden ser indiferentes
sus males para un ciudadano de Europa.
Nos parece que las miras, sospechas y pre-


/ixic
tensiones de la diplomacia son objetos muy
mezquinos en comparacion del sagrado in-
teres de la humanidad.


Debese advertir, que los griegos bajo
la influencia ó dominio ruso no• serian go-
bernados por los principios de la tirania
feudal, que reyna en las provincias inte-
riores de aquel imperio. Ni el emperador
Alejandro lo querria asi, ni los griegos lo
consentirían. Su gobierno bajo cualquier
forma seria moderado, como lo es en la
actualidad el de Polonia ; por co.nsiguien-
te su suerte seria muy semejante á la de
los alemanes, polacos etc. : serian una ver-
dadera nacion europea; serian felices, por-
que pertenecerian al pais de la civilizacion.


El engrandecimiento de la Rusia será
sin duda un mal , fecundo quizá de nue-
vas guerras y calamidades; pero no es un
mal sin remedio , como lo seria la vuelta
de los griegos á la esclavitud. Nosotros es-
tamos persuadidos á que el occidente de
Europa• es invencible, si se mantiene per-
fectamente unido. La Francia confedera-
da con las dos repúblicas adyacentes y au-
xiliada por la Inglaterra .y por los estados
constitucionales de Alemania (como lo se-
ria infaliblemente en caso..de una guerra




412
defensiva), presenta un baluarte inexpugna-
ble, contra el cual vendrian á estrellarse to-
das las tribus de la Tartaria. Ademas , en
el caso de una guerra europea, la Suecia
puede pesar mucho en la balanza i• y si en
1813 defendió el oriente contra el occi-
dente , podrá , variando las circunstancias,
asociarse con mucha utilidad á la causa de
las naciones occidentales contra la ambicion
de la Rusia : ademas el Austria en el caso
de ataque no podria dejar de favorecer á
los que tratasen de poner límites al engran
decimiento del imperio ruso. En fin , pa-
sarán muchos siglos antes que la marina
inglesa se halle en el caso de mirar como
competidora suya á la de los moscovitas;
Si hasta ahora la diplomacia francesa se ha
mostrado tan desidiosa en defender la in-
dependencia europea, como lo estuvo en
el siglo pasado, llagará el caso en que el
peligro, que cada año se aproxima un pa-
so , la obligue á recobrar su energía , y
acabe de conócer, , que si la Providencia no
la ha llamado á ser la dominadora de Eu-
ropa', como pretendia Napoleon , la ha lla-
mado á ser la defensora nata de la inde-
pendencia de los pueblos. Su posicion cen-.
tral, su estenso territorio y sus inmensos re-


413
cursos son las señales manifiestas de su mi-
sion. Si no la ha ejercido hasta ahora , es
porque sus gobernantes, ó han, dejado dor-
mir sus armas cuando las imploraban los
pueblos , ó las han empleado no para de-
fenderlos sino para subyugarlos. La balan-
za europea existirá desde el dia que el go-
bierno &anees deje de ser ó débil ó


Nada prueba mejor la escelencia del sis-
tema constitucional que la cuetion de la
libertad de los griegos , que se agita al pre-
sente-en toda Europa: cuestion sumamen-
te complicada y de muy dificil resolucion:,
cuestion que ya estaria resuelta si el siste-
ma constitucional estuviese generalmente
adoptado. La nacion rosa desea con el ma-
yor ardor medir sus armas con los otoma-
nos, y lanzarlos de Europa; mas no se crea
que este- deseo nace de miras ambiciosas


de engrandecimiento del imperio : no.
Los rusos obedecen al instinto religioso que
los identifica con los griegos y les hace
detestar á . los turcos: su voto se limita á
libertar á sus hermanos de religion del yu-
go férreo que los oprime, y se volverian
muy contentos á sus hogares sin preten-
der provincias ni agregaciones' al territorio


:t




414
ruso, si dejaban á loS griegos contentos,
independientes y felices. Tal es el espíri-
tu actual de la nacion rusa , muy semejan-
te en esto al de todas las naciones euro-
peas, que auxilian , por lo menos con sus
votos cuando no pueden otra cosa , la eman-
cipacion de los griegos: pues si el gobier-
no de Rusia fuese constitucional, es decir,
se viese en la necesidad de obedecer al
voto de la nacion sin pretender nuevas' con-
quistas. que pudiesen manar contra ella al
resto de Europa, su cooperacion con los
,brieaos contra los turcos no escitaria sos-
pechas en los lemas estados, y la indepen-
dencia de la Grecia seria infalible.


Dejemos al tiempo que desenvuelva las
semillas que la razon ha esparcido en Eu-
ropa: dejemos á las luces que vayan dis-
poniendo los pueblos y los gobiernos á
recibir la saludable reforma de las leyes
constitucionales. El movimiento .natural
hacia él bien que recibió la Europa en el
siglo pasado , cada} dia es mas rápido y
mas seguro: porque la esperieneia ha en-
seriado á corregir sus convulsiones. Llega-
rá el dia en que toda la Europa sea consti-
tucional : entonces la diplomacia tendrá que
renunciar á sus cifras misteriosas: porque


415
los foros de las naciones serán su teatro.
Los estados no querrán engrandecerse, por-
que el gobierno tendrá que consultar al
pueblo, y los pueblos industriosos, y por
consiguiente felices y. humanos , estimarán
en mas las artes de la paz quedos laureles
de la victoria. No habrá mas guerras que
LAS necesarias para aterrar la tirania , si le-
vanta ,en algun pais su ignominioso estan-
darte. Entonces toda la Europa correrá sin
miedos ni sospechas á libertar á los grie-
gos en el caso de que aun se • hallen so-
metidos bajo el poder, de los Otomanos.
Consideraciones tan subalternas , como son
los cálculos del comercio , no apagarán en-
tonces el santo ardor (le la humanidad, que
incita á socorrer al oprimido. Mientras lle-
ga este tiempo venturoso tendremos que
contentarnos con poco bien entre muchos
males porque la diplomacia actual no sa-
be trabajar de otra manera.'




4 16


TEATROS.


Donde hay agravios no ha) celos, y el amo
criado : comedia de don Francisco de
Rojas.


D. Juan de Alvarado viene á Madrid á
casarse con doña. Líes, hija de un antiguo
amigo de su padre y de su familia : pero
habiendo llegado á la corte muy entrada
la noche , y no queriendo descansar hasta -
haber visto á su novia, de la cual estaba
enamorado por el retrato , busca la casa
<le su futuro 'suegro , y al llamar á ella ve
descender de un balcon á un Balan embo-
zado, á quien no pudo reconocer. Las sos-
pechas y los celos que se apoderan de su
corazon , luchan en él con el amor. Ulti-
mainente resuelve examinar la conducta de
su esposa , trocando nombre y estado con
su criado Sancho. Este fingimiento era po-
sible, porque Sancho habia enviado inad-
vertidamente á Madrid su retrato, en lu-
gar del desu amo, poco antes (le ponerse
ambos en camino para la corte: lo que pro-
dujo desde luego en doña Ines una aversion


417
invencible al dueño que su padre le des-
tinaba.


Instalanse en casa de .este, Sancho co-
mo yerno suyo , y don Juan como criado.
Esta combinacion sola era suficiente para que
un ingenio tan fecundo como el de Rojas hu-
biese creado lances y situaciones, que hubie-
ran llenado agradablemente los dos últimos
actos de la comedia. La escena en que Ines
declara su amor al criado fingido, y Sancho,
creyéndose amadó de aquella dama , se atre-
ve á hacer traycion á su amo, es apaleado
á solas por él, y le apalea é injuria cuan-
do acude gente; las exortaciones de su sue-
gro para que se desafie con don Lope , la
riPia con este , el miedo del criado verda-
dero , y las disculpas y escusas ridículas que
da para no llevar al cabo su duelo, prue-
ban cuan rica era la imagmacion de nues-
tro autor, y cuan facil le hubiera sido com-
poner su drama con una sola intriga.


Pero en su tiempo era de rigorosa eti-
queta teatral que hubiese en toda comedia
dos damas y dos galanes, y que se divir-
tiese al auditorio con dos casamientos por
lo Menos al fin de la fiesta. Era preciso
pues conducir dos fábulas á un mismo tiem-
po. Por esto introdujo Rojas el caracter


romo XI. 27




a


418
episódico de doña Ana, hermana de don
Juan, amante de don Lope, y amada de él
en otro tiempo, de modo que don Juan
tiene que vengar en su rival, no solo los
celos que le da , amando á su esposa, si-
no tantbien la deshonra de su familia. Es-
ta especie de superfetacion dramática dis-
minuye el interes de la combinacion prin-
cipal, y no produce otro efecto que el de
hacerle decir á don Juan que ya no tenia
celos porque tenia agravios, que su honor
era primero que su amor , y otras linde-
zas de este jaez que enfrian notablemente
el último acto de la comedia.


El caracter de don Fernando, el padre
de doña Ines, es muy estravagante. En lugar
de aconsejar con prudencia , como estaba
Obligado por ser padre de la upa dama y
protector de la otra, no hace mas que irritar
á los dos rivales para que terminen su que-
rella con sangre. Es verdad que de este
yerro resulta el hermoso diálogo con San-
cho en la tercera escena del tercer acto,
que está llena de doáayre y es una de las
mejores de esta comedia. Los actores con-
vierten el papel de Sancho en una carica-
tura: no hay razon para eso : dejándolo en
su situacion natural , es bastante agra-


419
dable , principalmente si el qué lo ejecuta
se da traza á hacer resaltar las gracias de
'elocucion que con tanta prodigalidad estan
derramadas en él. Vease sino el soliloquio
de Sancho cuando viene de merendar en
uu bodegon :


«Despues de Dios , bodegon.
Luego dirán que es deshonra
Comerlo alli á su sabor :
Bendito seais vos, señor,
Que no me habeis dado honra.
En ser hombre desigual (i)
Por mas me vengo á tener :
Porque yo mas quiero ser
Pícaro , que cardenal.
Esto tengo por mas bueno
Que ser señor y aun reynar :
Que alli suele en el manjar
Disimularse el veneno.
Pues ser pícaro dispongo;
Que, como Lope advirtió,
A ning,un hombre stivió
Darle veneno en mondongo.
Yo me entro á ser mas profundo,


(e) Esta palabra equivalia entonces á bajo: asi
la frase con que se significaba la humilde estraccion
de un hombre , era : no tuala, .




420
Y me meto á discurrir;
Porque esto me ha de pudrir ,
Que se use honra en el mundo.
¿Que aquestos duelos prosigan ?
¿ Que sea el mentir afrenta ,
Y no importa que yo mienta,
E importa que me lo digan?
¿Que haya en el mundo este afan ?
¿Que este uso en los hombres haya ?


, Señor , aun los palos , vaya,
Que duelen cuando se dan.
Duelista que •andas cargado
Con el puntillo de honor,
Dime, tonto , ¿ no es peor
Ser muerto que abofetado?
¡Y que á la muerte tan ciertos
Vayan , porque el duelo acaben !
Bien ...parece que no saben
Los vivos lo que es ser muertos."


Todo el papel de Sancho está lleno de sales:


«Si, señor don Juan : ¿ pues cuándo
No ha venido -á un hombre pobre
Cualquier vestido pintado? »


Espresion que ha quedado en proverbio.


• Oyes, la propia muger
No ha de ser mas que bonita ,


42!
Y que ha de tener sabrás-
Semblante modesto y casto--
Y hermosura para el gasto
De su marido no mas.


Preguntándole Bernardo , ¿si ha . cenado?
responde:


« Sí he cenado :
Mas tú y tu padre y tu abuelo
Y tu alma son los borrachos: »


Seria menester copiar todo el papel de
Sancho y todos los diálogos en que in-
terviene




, para manifestar todos sus chis-
tes y donayres. Pero hemos observado que
en esta y en 'las denlas comedias , que se
llaman de gracioso en el idioma de entre
bastidores , casi ningtin actor estudia ni
sabe los papeles serios , lo que quita al
diálogo su vivacidad y su gracia á las sa-
les del protagonista.


En el género serio es tambien Rojas
buen versificador, mas cuando espresa sen-
tencias; que cuando pinta imágenes. Com-
parense entre sí los dos trozos siguientes:


«Porque el mas habil pincel
Es el que mas lisonjea :


r




422
«Que corno ya el interes
Lisonja y pinturas premia,
Se han hecho de un mismo arte
Los pinceles y las lenguas.»


Estos versos espresan con mucha ga,
llardia un pensamiento moral. Los -siguien-
tes pertenecen a la poesia de imagen.


«El olmo, rey de los prados,
A quien las flores cortejan,
Se deja amorosamente
Solicitar de la yedra
Ella humilde se conoce,"
Primero los pies le besa,


como se muestra amante
A enlazar sus brazos trepa ,
Hasta que iguales los dos
Son dos atinas y una mesma,
Pues ella al olmo asegura
Y él á la yedra sustenta."


Estos versos, aunque contienen dos
tres rasgos delicados , ni son tan armo-
niosos como exige el género , ni hay
variedad en sus periodos.


La descripcion que hace doña Ana en
el primer acto de la noche en que se de-


423
jó vencer del amor de su amante, tiene
. rasgos hermosisimos para un idilio.


« Salimos á un jardin , él me rogaba:
Yo lloré sin saber por que lloraba.
Consolóme, admiti grata el consuelo:


Con razones procuro convencerle:
Dijo mas , tuve gana de creerle,
Dándome una palabra incierta y vana,
Que el deseo creyó de buena gana.


El final, aunque algo afectado, es ingenioso.


Mas si digo, que dijo que me amaba,
Que amena soledad nos convidaba,
Que dió sombra la noche á mi vergüenza,
Que con sus flores nos brindaba el prado,
¿Qué te cuento, si ya te lo he contado ?


La descripcion que hace la criada Bea-
triz, en un soliloquio del tercer acto de los
matones y dá sus amoríos , es una pintura
(le costumbres, que aun en nuestros dial
tiene originales. ()maese en la representa-
cion por importuna y redundante.


De los caracteres serios de esta come-
dia el mejor es el de doña Ines. Si los amo-
res episódicos de doña Ana y de don Lo-




424
pe no llenaran gran parte de los dos úl,
timos actos , el autor hubiera podido des-
envolverlo con mas tino , preparar su ena-
moramiento con el criado fingido y haber
dado mas verosimilitud é interes á las es-
cenas entre don Juan y su esposa ; pero
en la fabula donde hay dos acciones di-
ferentes , es imposible dar á ninguna de
ellas el grado de atencion necesario para
interesarse, porque ninguna situacion se
radica en el animo de los espectadores.


El papel de don Lope es miserable y
, contribuye á la catástrofe cediendo el ter-
reno paso á paso. Pero en •los desenlaces
de esta especie , el espectador pregun-
ta, por qué no hizo en el primer acto lo
que se hace al fin del tercero ? y esta re-
flexion destruye todo el interes de la in
triga.


42 5


Continúan las observaczones relativas al opús-
culo intitulado: «Discurso sobre la suprema
Junta central de conspiradores contra el
sistema constitucional, y acerca de la res-
ponsabilidad legal v moral de los minis-
tros, escrito por el ciudadano Juan Ro-
mero Alpuente.


Del ministerio de gracia y justicia pa-
sa el señor Alpuente al de la gobernacion
de la península ; y si no hemos analizado
mal el artículo que le concierne, las acu-
saciones que se le hacen son las siguien-
tes: 1.a. Estando encargado de promover
la instruccion pública y mantener la segu-
ridad interior, hay pueblos en que no se
esplica la Constitucion , ni se ha colocado
su lápida.' 2.a Mantiene en Leon , Zamo-
ra, Málaga y Cordoba gefes políticos que
no son muy patriotas ó muy á propósi-
to para 'tan importante comision. 3.a Está
empeñado en preferir para empleos de tal
consecuencia á los militares, y entre estos
no siempre á aquellos letrados juiciosos que
por correr al socorro de la patria colgaron




426
la pluma y chsenuaynaron la espada. 4.a Ha
pasado una circular á los gefes políticos
sobre el modo de lograr que las próximas
elecciones de diputados á Cortes salgan á
su gusto.; y si aquella produjese su efec-
to, proporcionaria un gran triunfo á la su-
prema junta de conspiradores. =Examine-
mos estos Cargos Sin pasion.


Estamos seguros de que en tódos los
pueblos grandes é importantes existe ya
colocada en la plaza pública la piedra de
la -Constitucion , y que solo faltará poner-
la en algunos pocos villorrios ó insignifi-
cantes aldeas : pero aun cuando se hubie-
se dejado de hacerlo en uno ú otro pue-
blo considerable, ya hemos dicho en otro
número que esta omision no es tan capi-
tal y de tan alto - interes corno se pretende.
Las piedras se quitan con la misma faci-
lidad que se ponen : testigo el año de x4:
y las inscripciones se borran por la manos
mismas que las grabaron, si las círeunstan--
cias varían : testigos tantas inscripciones al-
ternativamente . esculpidas y borradas en to-
dos los pueblos de Francia por espacio de
treinta años. Con letras bien grandes se
estampó en la fachada del palacio de las
Tullerias la republicana inseripcion : La


427
royauté est abolie eic Frarzce , elle ne se re-
leyera jamais: pero aquellas letronas no im-
pidieron que el trono fuese erigido de nue-
vo con aplauso y aprobacion de aquellos
mismos que habian ayudado á derribarle:
y por cierto que tampoco sostuvieron en
él al primero que le ocupó, todas las in-
numerables N de que se inundó la Fran-
cia bajo su imperio. Quiere decir esto que
pues está mandado que se pongan en los
pueblos inscripciones que digan Plaza de
la Constitucion, debe hacerse; pero que no
se dé mucha importancia á esta ceremonia,
que por sí sola nada significa si al mismo
tiempo no está profundamente grabado en
los corazones el amor á las nuevas insti-
tuciones. Ademas , habiéndose espedido y
repetido por el ministerio las órdenes para
que se cumpla con lo mandado en esta parte,
si á pesar de ellas algun ayuntamiento no lo
ha hecho, la culpa del ministerio que acaso
lo ignora es leve y levísima, y no merece la
pena de que sobre este descuido de algu-
na corporacion popular se le haga una se-
ria acusacion. Que no todos los párrocos
espliquen á sus feligreses la Constitucion,
como les está prevenido, es una omision
que acaso conviene disimular ; porque si




428
algunos lo han de hacer de mala gana, por
puro cumplimiento, y tal vez en mal sen-
tido, mas vale que no lo hagan. Aun sn-
poniendo que los curas desempeñen con
celo este encargo del gobierno, es menes-
te• convencerse de que el fruto que se sa-
ca de estos sermones políticos es muy cor-
to. El pueblo no es tan ignorante , que no
conozca que si su párroco le habla de Cons-
mucion y de negocios temporales, es por-
que se lo mandan-; y esta sola circunstancia
basta para que oyga con mucha indiferencia,
si ya no llega á desprecio, estas exortaciones
mundanas , en que supcne interesados á
los gobernantes. Mas há de treinta añolque
el gobierno de entonces encargó á los obis-
pos que espidiesen pastorales declarando -
pecado mortal la accion de defraudar al
erario por medió del contrabando. Las pasa
torales se espidieron, se leyeron en• los púl-
pitos, los curas las esplicaron y comenta-
ron, y amenazaron con las llamas del in-
fierno á los contrabandistas; pero ¿dejó por
eso de hacerse el contrabando -como antes?
Preguntarselo á los resguardos y á las adua-
nas. No hay que cansarse: los beneficios de
la .Constitucion se recomiendan y se reco.,
mendarán por sí mismos : cada dia se ha-


429
wán mas sensibles, y cuando todo el mun-
do los conozca • y aprecie por esperiencia
propia , el nuevo régimen será indestructi-
ble é inespugnable; pero entre tanto las
prédicas forzadas de los curas tal vez ha-
rán mas daño que provecho.


No conocemos á los gefes políticos de
Leon , Zamora , Cordoba y Málaga: igno-
ramos cuales sean sus opiniones privadas;
cuales sus méritos anteriores , y cual su
aptitud para el destino que ocupan ; pero
cualesquiera que sean las tachas que les
ponga el señor Alpuente, observarémos,
z.° que no son ni pueden ser enemigos de-
clarados y notorio-Sdel régimen liberal, pues
fueron elegidos por el ministerio anterior,
al cual nadie ha culpado • todavia de desa-
fecto á las nuevas instituciones; y ni el mis-
mo señor Alpuente creerá que escogió aque-
llos cuatro sujetos para promover por su
medio la conspiracion servil: 2.0 que cuan-
do no sean linces , tampoco pueden ser ab-
solutamente ineptos, pues que dos ministe-
rios seguidos-los han conservado en sus
empleos : 3.0 que aun concediendo que otros


:/
' 1 .•• individuos puedan ocupar mas dignamen-


::'.
, 0! :'-te sus puestos , no habiendo por su parte


un :crimen positivo, una completa inepti




43o
tud ó un absoluto abandono, no es bas-
tante razon para deponerlos la de que otros
les llevarian tal vez un gradito de venta-
ja en esta ó aquella cualidad. ¿Dónde ha
existido ó existe el pueblo, en que cada em-
pleo esté ocupado por el ciudadano mas be-
nemérito y mas habil en aquel ramo ?. ¿A
qué pues exigir esta perfeccion puramente
ideal en un gobierno nuevo, en el cual, val-
ga la verdad, ni abundan todavia los hombres
perfectos y consumados, ni ha habido tiempo
bastante para tener bien probados y conoci-
dos á todos los aspirantes y pretendientes? En
esta situacion, ¡ cuán facil es hacer eleccio-
nes que no sean las mejores posibles! y
¡ cuán grande injusticia acusar á un ministro
de fautor de conspiradores, porque entre
treinta y tantos gefes políticos hay cuatro
que no agradan á ciertas gentes, porque
acaso no tragulean tanto como ellos quisie-
ran! La buena fe y el candor del señor Al-
puente convendrán sin dificultad en que se-
niejantes acusaciones se fundan en quis-
quillas y miserias que no merecian tomar-
se en boca.


En cuanto á que el ministro actual es-
tá empeñado en preferir para el destino do
gefes políticos á los militares , y no siem-


41i
pre á aquellos que siendo antes letrados,
dejaron la pluma y desenvaynaron la es-
pacia durante la guerra de la independen-
cia, la verdad es que casi todos los gefes
políticos que hoy existen , fueron nombra-
tirados por el ministro anterior. Por con-
siguiente, si se hizo mal en preferir milita-
res , este mal le


• encontró hecho el actual
ministro, y aunque él ha tanibien
algun otro militar , no ha hecho mas
que imitar el ejemplo de su ilustre prede-
cesor : y entre los electos está precisamen.
te el de Madrid , el cual por acudir al so-
corro de la patria, si no colgó material-
mente la pluma , abandonó una profesion
literaria y desetwaynd la espada. Mas de-
jando aparte que los militares que ocupan
plazas de gefes políticos hayan sido nom-
brados por este ministro ó por el pasado,
y que hayan colgado ó no la pluma para
empuñar el acero, ¿ quién esperaria que el
señor Alpuente citase este hecho como una
prueba de que el ministerio actual favorece
á los conspiradores serviles? Pues qué
,los valientes que han sido nombrados gefes
políticos , no lo han sido por los servicios
hechos á la causa de la libertad ? ¿no son
todos constitucionales? ¿no han derrama-




432-
do su sangre en defensa de la patria ? d se
puede ni aun imaginar que esté de acuerdo.
ninguno de ellos con los enemigos del sis-
tema liberal , y que protejan sus secretas
maquinaciones ? Al contrario , si el minis-
terio pasado y el actual han ido á buscar
en el ejército muchos de los gefes políti-
cos , ha sido precisamente porque siendo
el 'ejercito el restaurador de la liad , á
ningimo podia confiarse con mas seguridad
este precioso( depósito que á los mismos
que halan espuesto su vida para conquis-
tarle. Sin einbargo , pues. que el señor Al-
puente no lo aprueba, y funda su opinion
en tres hechos, en los cuales nos parece
que ha padecido alguna equivocacion, es
preciso rectificarla. « ¡Cuán diferente, dice,
seria'hov la salud de Barcelona, uno de los
baluartes de nuestra libertad , y el terror
de los conspiradores, si su gefe político
militar hubiera sabido que la contemplacion
y la clemencia á los principios de una epi-
demia es infinitamente mas cruel que la epi-
demia misma! Zaragoza , cuna de los sa-
bios y de los valientes , ¡ cuán diferente
cordura y respeto hubiera guardado al in-
trépido restaurador de sus gloriosos anti-
guos fueros y libertades, si su gefe políti-


433
co militar hubiera sido menos militar y mas
político ! ¡Cómo habria de pasar en Madrid
lo que está pasando en estos aCiagos mo-
mentos con el cuadro de la. libertad de la
patria, si no fuese militar el gefe político
de este gran pueblo!" Nos parece , decimos,
que estos tres hechos no estan presentados
ebn bastante exactitud. Si en Barcelona ha
cundido la epidemia, no es porque el ge-
fe político sea militar ó paysano; sino por-
que el populacho, á quien los exagerado-
res de principios han acostúmbrado á des-
obedecer las órdenes y á despreciar á los
magistrados, quebrantó la muy sabia y
oportuna prolubicion que se le habia hecho
de no comunicar con la Barceloneta. Si en
Zaragoza el pueblo dió crédito á los absur-
dos rumores que se esparcieron al acercar-
se el ilustre .Riego, y llegó .á temer á este
benemérito general, no fue porque el gefe
político lleve en la manga tres galones, sino
porque los cantores del trágala le tenian
atemorizado con sus vociferaciones y ame-
nazas.,.y nada creyó imposible si abusan-
do.,del nombre -y de la presencia • de Riego


ods,_ llegaban á intimidar á los magistrados los
— perturbadores del orden. Finalmente, si en


Madrid el cuadro del general ha sido mal.
TOMO XI. 28




434
tratado, y ha rodado por el suelo, no con-
siste en que el gefe político sea brigadier
de ejército, sino en que cincuenta descami-
sados se empeñaron en tener el inocente
desahogo de pasear el cuadro por las calles
contra el espreso mandato de la autoridad
superior, penetrar en el ayuntamiento y
hacersela tragar á los gefes supremos de la
provincia y del pueblo que alli estaban reu-
nidos. Y quién sabe si á no haberlos con-
tenido la valiente y fiel milicia nacional se
hubieran permitido tambien el inocente des-
ahogo -de arrastrar unos cuantos regidores?
Porque de cincuenta descamisados, canalla
y no pueblo, todo se puede temer.


En orden á la famosa circular conveni-
mos con el acusador en que el ministro hu-
biera hecho mejor en esplicarse en térmi-
nos generales, recomendando -á los pue-
blos que escogiesen para diputados los hom-
bres mas virtuosos , mas prudentes, mas sa-
bios y iras sinceramente adictos á los prin-
cipios constitucionales ; pero sin hablar de
exaltaciones , ni escluir clases enteras: por,
que con tal que los electos • tuviesen cien.-
cia , virtud, juicio y amor á la libertad,
poco ó nada importaba la denomtnacion , tal
vez no merecida, con qué el vulgo los de-


435
signase. Convenimos tambien en que hu-
biera sido mejor omitir costosos viages
dirigidos unicainente á asegurar por medio
del influjo de personas de reputaczon el re-
sultado de las próximas elecciones ; y es-
tamos de acuerdo en que el gobierno de-
be limitarse•á ilustrar en términos genera-
les la conciencia de los 'electores, dejando-
los luego en absoluta libertad para que
honren con. su voto á los individuos que
merezcan su confianza; pero no podemos
convenir en las consecuencias. que de tan
ciertos\principios deduce el señor Alpuen-
te. Copiarémos. sus palabras para que no se
crea que "levantamos á S. S. algun falso tes-
timonio alterandola letra desu testo, y por-
que será necesario hacer varias reflexiones
sobre este pasage .


de su discurso. Va hablan-
do de lo que la Constitucion dispone y
quiere en materia de elecciones, y conclu-
ye asi : «La Constitucion quiere .que la elec-
cion de diputados á Cortes sea.la espresion
libre de la confianza que la íntima convic-
clon de las prendas de sus conciudadanos
le inspira de que procurarán,:con todas sus
fuerzas su • conservacion y felicidad, cor-
tandaeon mano fuerte y sabia los abusos,
los latrocinios y las violencias con que sa-.




436
quearon los frutos de sus sudores , envite-


. cieron la dignidad de sus personas y, ago_
taron su sufrimiento en tantos siglos el


- fiero despotismo, la insolente aristocracia,
y el avaro fanatismo : y el gobierno no quie-
re estas almas grandes, no quiere los heroy-
cos españoles promovedores y ejecutores de
los principios r opiniones exageradas, con
que valerosamente procuran despedazar la
hidra monstruosa de aquellas tres cabezas:
el gobierno no quiere á los que defienden
las sociedades patrióticas; y es dé presu-
mir que por eso negó .1a sancion á la ley
de ellas: no quiere á los que atacan los se-


"ñorios , y por la misma razon se valdria de
todo el término constitucional para no dará
conocer su opinion en punto tan importante
y urgente en la próxima legislatura: quiere
que triunfen los conspiradores y mueran los
primeros liberales, porque quiere lo que
quería Vinuesa, pues Vinuesalaciendo tres
clases de liberales , condenaba á. muerte á
los de la primera ,.y el gobierno los conde-
na á la privacion de la prerogativa mas
preciosa para elifbuen español, á la' muerte
civil , que. es mil, veces mas .crUel ,que ./a. na-
tural. EL:gobierno dirá que él no quiere
esto, y lo creo; pera lo dirá en vana, por.


437
que las palabras llevan el sentido que las
da el que las oye, sea cual fuere la inten-
cion•del que las pronuncia, tanto mas cuan-
to 'el uso las da una determinada inteligen-
cia. ¿ Quién dudará que cuando la nacion
oyga que Vinuesa quería dar . muerte á.
los liberales de primera clase , entenderá
por unanimidad que hablaba de los Riegos
y los diputados que mas celo han mani-
festado por .los derechos del pueblo , y
con mayor impavidez han reclamado la res-
ponsabilidad y desaciertos de los funciona-
rios públicos ? ¿Y quién oyendo al gobier-
no que no quiere que los diputados que
vengan sean de principios.), opiniones. exa-
geradas, dudará que rió - quiere que vengan
los Riegos, ni los. diputados parecidos á:es-
tos ? ¿ Y es esto lo que quiere la çonsti-
tucion?" . Hasta aqui el autor , y como en
este largo pasage estan acumulados y es-
puestos oratoriamente mucbos argumentos,
no será hilad que los . presentemos con se-
paracic.n y los reduzcamos á la forma lógi-
ca para que mejor se . sienta su fuerza ó
debilidad.


El gobierno: no quiere que sean ele-
gidos para diputados . .á Cortes los promove-
dores y ejecutores de los principios r opi-




438
niones exageradas : luego no quiere las al-
mas grandes y los heroycos españoles que
valerosamente procuran despedazar la hi-
dra monstruosa de las tres cabezas , el des-
potismo, la aristocracia re/ fana tismo..._


-± Ya
se ve que para que !a consecuencia fuese
legítima era menester haber probado antes
que la grandeza de alma, el heroismo y el
valor necesario para combatir contra el des-
potismo, la aristocracia y el fanatismo, con-
sisten en promover y ejecutar los princi:
pies y las opiniones exageradas: cosa que
ni el autor ha probado , ni le


.
será facil pro-


bar. Sin recordarle que los Aristides , Tra -
síbulos y Fociones, los Valerios , Camilos,
Fabios, Escipiones y otros mil ilustres grie
gos y romanos tuvieron almas grandes , fue-
ron héroes y combatieron valerosamente
por la libertad de su patria , sin exagerar
los principios y las opiniones; y que al con-
trario los promovedores y ejecutores de
princípiós y opiniones 'exageradas fueron los
Saturninos, los Catilinas, los Clodios y los
Antonios: solo le diremos que Wasington,
Franktin , Condorcet, Brissot, Petion, tan-
juinais , Lafayette, Destutt- Tracv , Manuel,
Constant, Fox , Sheridam y tantos otros li-
berales de todos los paises tuvierón y tie-


439
nen respectivamente valor y firmeza para
defender las libertades pública s ; y no solo -
no exageraron ó exageran los principios, si-
no que si alguno para elogiar á los que hoy
viven los llamase promovedores y ejecuto-
res de principios exagerados , no le agrade-
cerían ciertament•el cumplido , y mas bien
lo mirarian como un insulto. Y si el se-
ñor Alpuente lo duda , que se tome la mo-
lestia de escribir una cárta al mas ardien-
te diputado del parlamento británico ó de
la cámara de Francia, diciendóle : Monsitur:
Sacharte que vous étes un promoteur et ex-
cuteur des principes et des opinions exagerées¡
et moi appartenant aussi á cette illustre confré-


.


rie , je vous fais mon compliment, et je prends
la liberté de fmterniser avec vous; y verá
la respuesta que recibe.


2. ° I',1;. gobierno no quiere los promoto-
res y ejecutores de los principios y opiniones
exageradas : luego no quiere á los que de-
fienden las sociedades patrióticas. Para que
la consecuencia sea verdadera y legítima, es
menester sobrentender la proposicion me-
nor que es esta: «es asi que los que defien-
den las sociedades patrióticas son promo-
vedores y ejecutores de loa principios y
opiniones exageradas"; la cual creemos que




440


el gobierno, no tendrá reparo - en conceder,
y concedida admitir luego la consecuencia.


Con que en efecto, señor Romero Alpuen-
te los que defienden las sociedades pa-
trióticas son promotores y ejecutores de
principios y opiniones exageradas? Eso es
lo mismo que nosotros, es decir, los redac-
tores del Censor, estamos diciendo hace
mas de un año, y nadie quería confesarlo;
pero ahora ya, gracias á Dios, nadie podrá
contradecirlo, teniendo nosotros en favor
nuestro la respetable autoridad de V. S.


3.' El gobierno no quiere á los promo-
vedores etc.: luego no quiere á los que
atacan los señorios. Decirnos lo mismo : pa-
ra que el argumento valga, es preciso su-
plir la menor. « Es asi que los que atacan
los señoríos son promovedores y ejecuto-
rer de principios exagerados;" pero aqui du-
damos mucho de que todos los señores
diputados que han atacado los señorios en
el sentido de exigir la previa presentacion
de títulos , para que los territoriales y so-
lariegos sel,n reconocidos como propiedades
de dominio particular, porque los señorios
en general, los derechos feudales que de
ellos se derivaban, y los privilegios eselu-
sivos que les estaban antes anejos, los ata-


441
ca la Constitucion , los atacan todos los
que no sean señores y aun muchos de es-
tos mismos , y estaban ya abolidos antes de
la ultima ley ; dudamos mucho , decimos,
que todos los señores-diputarlos. cine vota-
ron esta, reciban como un elogio, que se les •
llanta promovedores y ejecutores de prin-
cipios exagerados.


4.° El gobierno no quiere á los promo-
vedores etc.: luego quiere que triunfen los
conspiradores y mueran los primeros libe-
rales. (Se prueba la consecuencia). El go-
bienio quiere lo que quería Vinuesa: es
asi que este quería que murieran los pri-
meros liberales ; luego el gobierno quiere
esto mismo. (Se prueba la mayor). Vinue-
sa quena la muerte'física de los liberales:
es asi que el gobierno quiere su muerte ci-
vil , que es mil veces mas cruel que la na-
tural ; luego el gobierno quiere lo que que-
ria Vinuesa y aun algo mas. Nada diremos
sobre este 'modo de discurrir: nuestros lec.
tores sentirán toda la fuerza de semejante
argumento': nosotros nos contentarémos con
observar al seSor Alpuente , que cuando el


J. gobierno ha mostrado su deseo de que no
sean electos para diputado's los promo-
vedores y ejecutores de principios y opi-




442
niones exageradas, no quiere sin duda
que mueran ni fisica ni civilmente los ver-
daderos liberales , es decir, los que aman
de corazon el régimen constitucional ya
felizmente restablecido , y que le sostienen
y sostendran á precio de su sangre y de
su vida : quiere unicamente que no vengan
al Congreso nacional los .locos , los faccio-
sos , los anarquistas , los jacobinos, los pro-
motores de desórdenes y motines , los que
sueñan en impracticables repúblicas, los que
acaso pueden pensar en regencias, en dicta-
duras, en justicias mayores, ó en otras magis-
traturas estraordmarias , no reconocidas por
la Constitucion, los que aparentando peligros
que no amenazan , ó exagerando algunos po-
co temibles, pudieran pedir Cortes perma-
nentes, estraordinarias , perpétuas y consti-
tuyentes, es decir, una Con venci on nacional,
los que á pretesto de ineptitudes, inhabi-
litaciones•, seducciones, presidencias de jun-
tas, pudieran pretender que se supliesen por
algun tiempo las funciones del gefe del po-
der ejecutivo por este •ó por aquel medio
para organizar entre tanto y consolidar el
sistema á h Robespierre ó á la Babocuf, ect.
ect. Ningun buen español quiere en efec-
to que los futuros diputados sean de esta


443
calaña , no por odio á sus personas , sino.
por temor á sus principios exagerados y á
sus opiniones desorganizadoras; y porque
son enemigos capitales de la libertad que
deshonran y hacen odiosa , enemigos de
la Constitucion monárquica, con la cual no
estan contentos, y enemigos de su patria,
la cual precipitarian en todos los horrores
de la guerra civil y de la estrangera , y
reducirian á una nueva esclavitud mas du-
ra que la que antes la oprimia..= El señor
Alpuente dirá que no existen en España
hombres que profesen semejantes principios
y opiniones y que abriguen en su pecho tan
funestos y criminales proyectos : y noso-
tros nos alegrarémos mucho de que asi sea;
pero insistiremos siempre en que dado el
caso de que los hubiese', no convienen pa-
ra diputados : y nos parece que esto es lo
que ha querido decir el gobierno. Y ¿ ha
dicho mal en esto ? La verdad, señor Al-
puente: si hubiese entre nosotros semejan-
tes locos y malvados, ¿ convendria que com-
pusiesen. las próximas Cortés? ¿Si, ó no?
Esta es la cuestion. Todo lo (lemas de Vi-
nuesa , y de muertes civiles, y ele diputados
animosos que defiendan con celo los de-
rechos del pueblo , y reclamen con impa-




444
videz la responsabilidad de los funciona.
ríos públicos ; si hablasemos con una per-
sona no tan respetable como la de V. S.
le diria mos que no venia muy al caso ; pe-
ro á V. S. nos limitáremos á responderle
que el gobierno no esciuye ni teme á los
hombres sensatos y juiciosos, por ardientes
y celosos patriotas que sean , sino á los
facciosos demagogos , á lós discípulos de
Marat. Y como estamos seguros de que V. S.
los detesta igualmente, creemos que toda.
su disputa con el ministerio viene á ser
cucstion de voz. V. S. y el ministerio quieren
liberales puros, enérgicos y valientes que
no transijan con la tirania, y no nos vuel-
van al dulce régimen de los seis años: pe-
ro no quieren frenéticos que por aspirar á una
perfeccion inasequible en el dia. , renue-
ven en España 'las sangrientas escenas
de la revolucion francesa. Y pues V. S.
tetina ,i'inicamente que con aquello de pro-
movedores de principios exagerados se qui-
siese escluir á los verdaderos liberales, sa-
biendo que no es esta la intencion del go-
bierno, se habrá ya tranquilizado. Sin em-
bargo para que á V. S. no le quede nin-
gun escrúpulo , continuarémos respondien-
do á los otros cargos que hace á los mi-
nistros actuales.


445
Los relativos al de guerra. son los si-


guientes: 1..) Ha asignado sueldos de cam-
paña y atribuciones del consejo de' estado
á una nueva junta militar .auxiliar suya,
compuesta de seis ó siete generales : 2.0 Ha
provisto en cinco pages del Rev otras tan-
tas plazas de capitanes : 3.o Ha suspendi-
do del servicio al comandante de armas (le
Logroño: 4.o Ha removido al sub-direc-
tor de la fábrica de pólvora de Murcia:
5.o Ha abolido el derecho de poner los
militares su firma en cuerpo: 6.6 Ha saca-
do de Zamora al regimiento de Málaga: y
há trasladado de Ciudad-Real á. Cuenca el
de Navarra: 7 .0 Ha separado á Riego del
mando de Aragon : 8.o Ha trasladado á
Lopdt-Baños desde Navarra á -Guipuzcoa:
9.° Se han hecho los escandalosos nombra-
mientos de Contador y de Rodriguez. =
No entraremos en los eternos y fastidio-
sos pormenores que pediria una respues-
ta directa y separada á cada uno de estos
cargos , ni tenemos los datos necesarios pa-
ra darla ; porque no hemos visto los es-
pedientes respectivos que han motivado to-
das estas resoluciones del ministerio de
guerra; y asi concediendo al Señor Alpuen-
te cuanto quiera decir sobre la justicia ó


1




446
injusticia, la oportunidad ó la impertinen-
cia de todas ellasintas , y (le cada una de.
por sí , le'pregunt\rémos únicamente: ¿y•
qué. se deduce de todo este cúmulo de car.
gos ,que el ministro actual y su ante-
cesor favorecen la conspiracion de los ser-
viles ? Pues ¿ qué depende la estabilidad
de las nuevas instituciones, de que no ha-
ya en Madrid una junta de generales pa-
ra auxiliar con sus luces al ministro de
la guerra ? ¿ Depende de que estos gene-
rales no disfruten el sueldo de campaña,
mientras dura su comision? ¿Depende de que
á cinco individuos pages ó no pages, que te-
nian ya la gracia de capitanes , se les ha-
ya dado plaza efectiva? ¿ Depende de que
el comandante de • Logroño se llame Egua-
guirre, y el director de una fábrica tenga
el apellido de Avalle ? ¿ Depende de que
se haya , no abolido' el derecho que nun-
ca existió ni puede existir , sino destruido
el abuso malamente tolerado de que los
militares hagan representaciones en. cuer-
po? ¿Depende de que el regimiento de Má-
laga esté en Zamora y el de Navarra en
Ciudad-Real? ¿ Depende de que el capitan
general de Aragon en tiempo de paz se
Dame Riego y no Alava y 'el de Navar-


447
ra Baños y no Mendizabal ? A propósito
de este último, si Lopez-Baños es búen
patriota , ¿no lo es tambien Mendizabal?
Nada decimos de los nombramientos de Ro-
driguez y Contador , porque no habiendo-
se refrendado ni por 'el ministro act3ia1 de
guerra ni por su antecesor , nada prueban
contra ellos. Digan pues de buena fe cue
todo lo alegado contra el ministerio de
guerra probará á lo mas que se ha hecho
algun agravio á dos ó tres particulares (su-
poniendo injusta su separacion ), y que
tal regimiento estalla Mejor aqui ó alli;
ro que todas estas acusaciones nada •tie
nen que ver con las conspiraciones servi-
les. En efecto, ¿qué han adelantado los cons-
piradores con todos estos auxilios que les
ha prestado el ministerio de guerra? ¿Se han
apoderado. de la fábrica de pólvora de Mur-
cia, luego que el señor Avalle dejó de di,
rigirla? ¿ Se hicieron dueños de Logroño
as: que el señor Eguaguirre dejó la coman-
dancia de aquel punto.? ¿Han tomado á
Jaca , Benasque y Zaragoza asi que salió
Riego de .Aragon, y á PamplOna luego que
pasó Baños á Guipuzcoa y vino de alli Men-
dizabzil ? Se han sublevado ,Zamora y Ciu-
dad-Real , cuando se han mudado sus par--




448
niciones Pues si nada de esto ha suce-
dido, ¿por qué suponer favorables á la cons-
piracion estas disposiciones gubernativas,
que en tiempo de paz son absolutamente
indiferentes? Si fuera en tiempo de guerra,
podia °ser muy importante, que tal ó cual
general mandase en las provincias fronte-
rizas al enemigo; pero ahora en este dia,
volvemos á decir , ¿ qué importará que el
capitan general de Aragon se llame Rie-
go? Si estando este alli se ha hecho. bien
ó mal en removerle , si ha habido 4ó no
justos y razonables motivos para so exo-
neracion , esta es otra euestion en la que
el señor Alpuente seguirá la opinion que
le agrade; pero inferir de este. hecho que
el ministro de guerra favorece á los cons-
piradores, nos parece un peu trop jort.


Baste de acusacion contra los ministros;
vengamos ya á la 3.a cuestion de las ven-
tiladas en el discurso del señor Alpuente;
pero antes prevengamos un mal juicio que
puede haber formado alguno de los lec-
tores , y que nuestros enemigos converti-
rán al punto en un hecho real, constante


inegable.
En efecto, viendo cuan de propósito nos


hemos puesto á responder á los cargos que


449
hace el señor Alpuente 'á los ministros , no
faltará quien sospeche y diga, que estos nos
han ciado la comision ele defende Hos; que
nos han pagado por ello, ó que nos han
ofrecido algun emplee en recompensa de
nuestro trabajo. Pues sepan los que asi dis-
curran


t
, que ni los ministros actuales ,


ninguna-otra persona nos ha encargado .es-
cribir este 'largo artículo, ni nadie, sino
los impresores, ha sabido siquiera que exis-
tia , hasta que le hayan visto impreso ; y
sepan que su autor no solo no ha recibido
ó pedido premio , promesa ni recompensa
de ninguna especie, sino que ni la ..espera
ni la quiere. Asegura mas , y es bien no-.
torio entre los que\ pueden saberlo ., que no
conoce ni aun de vista á los ministros; que.
Do. tiene con ellos relaciones ni de paren-
tesco, ni de amistad , ni de ,paysanage, ni
de ninguna otra clase; que- hace muchos
años que no ha atravesado los umbrales de
ninguna secretaría del despacho ; que no
tiene pendiente ,en ellas espediente alguno
suyo ó ageno que le interese : y que por
lo que -hace á las personas materiales -


que
ocupan las sillas ministeriales, le .es' absolu-
tamente indiferente que se llamen Feliu,
Cano Manuel , Barata Salvador, Bardají,
TO:110 XL 29




45o
Escudero y Pelegrin , ó que tengan cual-
quier otro apellido. Pues por qué defienden
ustedes al ministerio? se nos dirá. Porque
defendemos y defenderemos siempre la ver-
dad, la razon y la justicia donde quiera
que se hallen ; porque estarnos muy con-
vencidos de que en la situacion actual . es
importante que todos los buenos españoles
sostengan, no á las personas fisicas de los
gobernantes, sino á las morales del gobier-
no; porque conocernos que el encarniza-
miento con que se le persigue, se le su-
ponen gravisimas faltas , y se abultan sus
mas ligeros é inevitables descuidos ó errores,
tiene por objeto hacer creer que la patria
está en peligro , para que en este equivo-
cado concepto se tomen providencias es-
traordinarias saliendose del orden consti-
tucional ; y porque prevemos que el dia
en que esto se verifique se acabó la mollar-
quia entra el gobierno revolucionario , y
con él todos los males y todos los horro-
res que pueden afligir á un pueblo. Noso-
tros no lo veremos; porque sabemos que
estamos ya marcados como unas de las pri-
meras víctimas que deben ser sacrificadas
en el altar ensangrentado de la anarquia;
pero por eso mismo . , mientras todavia nos


451
es permitido' hablar, clamamos y clamaré.-
mos hasta el último suspiro contra el
monstruo del jacobinismo que nos amena-
za. Nada conseguiremos tal vez; porque


qué puede nuestra debil voz contra el tor-
rente de las pasiones ? Pero á lo Menos
habremos dejado en nuestros escritos un
monumento duradero de nuestro verdade-
ro é ilustrado patriotismo.


Otra prueba de lo imparcial y desinte-
resada que es nuestra apología, es el tiem-
po en que se ha escrito y se publica. Se
empezó á escribir cuando se nos aseguró
por buen conducto que iba á mudarse el
ministerio en todo ó en parte : se ha con-
tinuado cuando estos rumores han adqui-
rido cierto grado de probabilidad ; y aca-
so cuando se publique se habrá ya verifica-
do la separacion de alguno ó algunos de los
ministros; y será la primera vez que se
haga la defensa de un poderoso el dia de
su *caida (i).


(Se concluirá).


(1) Con efecto, ya estaba escrito y acabándose
de imprimir cuando se ha sabido la separacion del.
señor Barata.




45 2


Continua,: los apuntes del viagero espanol,


Al cabo de pocos dias despees de mi
segunda conversacion con aquel ilustrado
,comerciante de Barcelona, empezaron á cor-
rer voces de la mayor inquietud, asi acerca
del estado sanitario de aquel pueblo, como
de la situacion política de una provincia
limítrofe ; y si bien con lo primero habia
mas que suficiente para que yo tratara de
salir de aquella . ciudad , no dejó de ser un
aliciente lo segundo para ir á ver por mí mis-
mo á qué se reducian las voces que wort tan-
to énfasis como misterio empezaban á es-
parcirse por entre toda clase de gentes.


Las muchas atenciones que habia de-
bido á diferentes personas de. la ciudad , me
pusieron en el caso de observar el espíri-
tu público, y de confirmar por mí mismo
la verdad de las advertencias que me ha-
bia hecho mi juicioso interlocutor. Segun
el tono general de las conversaciones, vi
que para los habitantes de Barcelona la Cons-
titucion no era una institucion nueva ni
estraña á sus hábitos é inclinaciones, sino


453
por el contrario un régimen que ellos no
pueden menos de amar por instinto , co-
mo que siendo la mayor parte industrio-
sos y fabricantes, solo pueden prosperar
el los gobiernos representativos, al paso
que es segura su ruina con el régimen ar-
bitrario. Poco medrarán alli los serviles,
si es que hay algunos , porque semejantes
ideas solo cunden en aquellos pueblos en
que la ociosidad es honrosa , y el trabajo
personal un título de vilipendio. Bien pue-
de; asegurarse que entre los catalanes no
hay otro escollo que evitar , que el de la.
exageracion de la libertad; porque esta siem-
pre,


amenaza la seguridad personal y real,
con la cual no hay nirigun otro interes
estímulo.,


que sea comparable.
Continué frecuentando mis visitas á ca-


sa del comerciante, de quien cada tia re-
eibia nuevas demostraciones de cariño y
' aficion , admirandóine mas y mas el tino
con que iba observando la marcha de las
ideas,. y de lo bien que demarcaba el trán-
sito desde la verdad al error, ó lo que vie-
ne á ser lo mismo , desde el justo medio
hasta los estremos que en cualquier géne-
ro son viciosos. En uno de los últimos
dias de mi permanencia en Barcelona , le




454
hallé ocupado en arreglar con mucha pri-
sa el viage de su familia á una casa de
campo , no quedándose mas que con dos
dependientes que le eran indispensables pa-
ra el giro de su comercio ; y preguntan-
dote la causa de tanta precipitacion , me
dijo:


Ya habrá usted oído las tristes noticias
que ,corren acerca de la salud pública, y
.segun los avisos que tengo, vamos á sernos
envueltos en una de las mayores desgra-
cias que pueden sobrevenir á una pobla-
cion. Yo me apresuro á enviar mi fahnilia
al campo , porque estoy persuadido de que
el único servicio que en tales casos pue-
den hacer los habitantes que no tienen al-
gun encargo público, es disminuir con sn
ausencia el pábulo de la enfermedad. Esta
medida es mil, si se toma con tiempo; pe-
ro si se retrasa hasta que el mal haya he-
cho progresos en la ciudad , no solo lle-
.ga á sér-inutil para los que se quedan , si-
no tambien peligrosa para los mismos que
se deben ausentar.


M'ag.
Y usted no piensa tambien


acompafiar á su familia ?
Comere. En cualquier otro tiempo no


me hubiera detenido un instante en acom-


455
palada, porque estoy convencido de que
esta es la única barrera que se puede opo-
ner á esta clase de estragos; pero en el
dia . no me considero- con derecho de ha:-
cerio, porque estoy ligado á un servicio
local , que acaso mirarán algunos corno in-
significante, pero que yo considero como
de suma importancia. Ami cuando supon-
gamos el mayor celo é interes de parte de
la tropa de la guarnicion par.," impedir la
entrada de personas ó géneros de proce-
dencias sospechosas, nunca puede igualar
al celo <le los propios vecinos, que somos
los verdaderos interesados en la conserva-
cion de la salud pública.


Por otra parte, no se debe olvidar-que
en tiempo de calamidades públicas es cuan-
do exaltandose la falsa devocion suele va-
lerse de su influjo para estraviar á los in-
cautos, y bajo pretesto de aplacar la ira
de Dios , promueven el foco de la enfer-
medad física , y no se descuidan tampo-
co en suscitar otra moral que es no me-
nos peligrosa.


kiag. No entiendo lo que usted quie-
re decir en eso último.


Comen:. Pues yo se lo diré á usted.
Por grandes que sean las plagas con que la na-




456
turaleza aflige á los hombres , nada es bas-
tante á borrar en ellolas impresiones del
espiritu de partido. Esta ideztobra con tal
vehemencia , que cuanto bueno ó malo
sucede,. todo quieren algunos atribuirlo 4
causas que no tienen la mas remota co-
nexion con los efectós. Capaces son los
enemigos del sist ema constitucional de atri-
buir la epidemia que se nos viene encima,
á esta mudanza política que contraría sus
miras interesadas.




'nag. En efecto , me acuerdo de ha-
ber oido atribuir :en otro ,tiempo las ma-
las cosechas y las hambres a las ideas fi-
losóficas que se iban esparciendo por Es-
paña, y aun no hace Muchos años que se
decia con gran descaro , que los grandes y
envidiables progresos que se hablan hecho en
ella r,.en artes 'y ()aludes , se deban esclusiva-
mente al santo tribunal .


de la Inquisicion.
Conzerc: Pues no dude usted tampo-


co que ' habrá en el dia quien se propon.;
ga hacer creer al pueblo , que la aparicion
de la peste no proviene mas que de ha-
berse suprimido algunos conventos, y •dis-
minuidose la mitad de la contribucion de-.
cimal : del- mismo modo que habrá . otros'
muchos que 'se propongan cortarla á fuer-


457,
za de procesiones y,festividades dentro de
las iglesias.


Y-tal. ¿ Pero qué ha de remediar us-
ted á todo eso, no teniendo otra autori-
dad que la de ser un simple miliciano?
.¿ Cree usted que los magistrados no ten-
drán bastante fuerza é ilustracion - • .


Conzerc. Nuestros magistrados harán
fielmente su deber, y no omitirán nada de
cuanto esté en su mano para ,aliviar la
suerte del pueblo; pero las autoridades ní
pueden ni deben hacer otra cosa mas que
mandar ; y si los que han de obedecer no
estan bien penetrados de que lo que ellas
determinan es justo y útil, suelen omitir
por error ó por malicia la parte mas esen-


.


cial de lo mandado. 'En este pueblo, como
en todos , hay un gran fondo de supérsti-
cion , que no puede destruirse con órdenes
y decretos de las autoridades , - ni mucho
menos con injurias y dicterios de los que
quieren pasar por ilustrados. Es menester
que los mismos vecinos, á quienes nos .in-
teresa tanto que no triunfe el error en
ningun género, manifestemos en el modo
de obedecer la importancia de lo que se
manda. No quieren persuadirse algunos de
que por buena y útil que sea una medida




258
ó una reforma cualquiera , el modo se-
gurisimo de retardarla es querer que se adop-
te por uerza. A los hombres es necesa-
rio alhagarlos , hasta cuando se les dispen-
san beneficios; porque con solo que se em-
plee alguna violencia física ó moral basta
para que los miren con odio, y se adhie-
ran mucho mas al error antiguo.


M'ag. ¿Con que usted quisiera que á
un infeliz , que por descuido ó por demen-
cia se estuviese ahogando en un rio, ó an-
duviese por el borde de un precipicio, en
lugar de asirle con violencia y apartarle
(le aquel riesgo , se le dirigiese una plá-
tica bien razonada , persuadiéndole á que
-huyese del peligro? Yo no creo que fuesen
muchos entonces los que se lograse salvar.


Comerc. No hay cosa mas espuesta á
viciar el orden de un discurso, que una eom-
paracion tomada (le los casos estremados,
y sobre todo cuando con ejemplos mate-
riales se quieren esplicar los afectos del
alma. Claro es que en los casos que us-
ted pone, si se les puede sacar del peli-
gro, aunque sea usando de violencia, debe
hacerse asi, porque el riesgo ,


es evidente;
y conocido que sea, no puede menos de
considerarse la violencia como un benefi-


459
cio : pero cuando un pueblo camina por
la senda del error , no solo está per-
suadido á que sigue el camino del acieito,.
sino que le confinan en la misma idea aque-
llos de quienes cree que se interesan mu-
cho en su bien. En una palabra , nada le
ofende tanto al pueblo como la persua-.
sion de que le tiranizan.


Convengo con usted en todo eso;
pero por mas que el pueblo desconozca el
influjo que ejercen sobre él algunas clases
ó personas, lo que es la tirania ya la
noce inmediatamente, y no tarda en der-
ribarla del trono.


COMCM. Eso seria muy bueno si no
hubiese mas tiranias que las que se sien-
tan en los tronos ; pero es menester que
usted se persuada de que esas son las menos
peligrosas, porque son las menos durables,
y las mas conocidas, por ser las que me-
nos se disfrazan.


Ya le dije á usted dias pasados, que
el artículo de las tiranias era demasiado
estenso para tratado asi como un acceso-
rio en la conversacion ; porque yo entien-
do que su clasificacion metódica podria ser-
vir de materia para muchos libros. La ti-
rania no siempre se adorna con corona y




46o
cetro, ni solo se sienta en el solio de los
yes, sino que á veces se cubre con trages hu-
mildes y toma un esterior modesto , y aun
sumiso. No solo sé tiraniza en nombre de
la fuerza militar, sino tarabien en nombre
de la religion , en nombré de la ley , y en'
nombre. de la libertad -, y aun tambien en
nombre del pedantismo.


Los nombres suelen perder de su anti-
gua significación ; pero las cosas no variary
nunca porque siempre y en todos tiempos
son unas mismas. Antiguamente era tira-
no todo el que llegaba á la autoridad su-
prema, aun cuando fuese por medios legí-
timos.luego se aplicó esta denominacion
i los que usurpaban el poder supremo sus•
tituyendo se á. los legítimos poseedores , y
Illtiniamente á todos los que para -gober-
nar no siguen otra regla que su propia vo-
luntad y capricho.


Esta ultima significación que sin duda
es la mas propia, por ser la que se ha adop-
tado en las lenguas 'modernas, es aplica-
ble no solo, como he dicho á usted, á los
reyes, sino tambien á los cuerpos, cuando
invaden los derechos de los denlas.; á los
particulares cuando usurpando el nombre
del pueblo tiranizan al pueblo mismo;


las sociedades públicas ó secretas, cuando
sin otra mision que la que ellas se han da-
do á sí mismas, procuran esclavizar al go.
bierno ; á los charlatanes políticos, cuando
con cuatro teorías mal aprendidas ., y desa-
creditadas ya por la esperiencia de. ' otros
paises, adquieren un influjo funesto sobre,
los que gobiernan los pueblos ; y creyén-
dose los mejóres atletas dela ilustracion, ejer.,
cen realmente, ayudados de la fuerza, la tira-2'
nia mas violenta é insoportable de todas,
que es la del pedantismo. Es aplicable,
igualmente al clero secular y regular , cuan-
do no sólo emplea las verdades religiosas,.
mas tambien las piadosas ficciones para. ti-
ranizar las conciencias de la gente sencilla;
y por último es aplicable á-lnuchisimos ti-


: ranos que se proponen tiranizar y tiranizan
en efecto á fuerza' de hablar de tiranias.


Vial-. Ya ., ya comprendo lo muy bas.,
/ante para desconfiar , asi en esta materia
como 'en todas , de la urania de cornbati
unos estrenos con otros; porque en efec-
to , á mi modo de entender, no hay en el
Mundo mas- que• una sola tirania , la cual
consiste en gobernar ú los denlas hombres;


'no segun exige el bien general , sino con-
forme al capricho ó al interés de lós




462
bernantes. Que la tirania se adorne con. el
manto real, que se enmascare con un bo-
nete ó con una capucha , ó que ande lle-
na de trapajos y remiendos, siempre será
la misma tirania, y siempre tendran igual
obligacion los verdaderos amigos de los
hombres de perseguirla y asediarla. Si se
encastilla en los regios alcázares , es indis-
pensable minarlos por sus propios cimien-
tos; porque cuando se les ataca de frente
suelen estrellarse contra sus muros los va-
lientes que se: encargan de dirigir el ase-
dio. Mas cuando se guarece en las taber-
nas, ó en otros sitios igualmente oscuros é
innobles, basta con descubrir su fealdad , y
mostrar que no se la teme, para que ella
huya cobardemente y busque su salvacion
en las cadenas mismas que destinaba á los
demas.


No asi la tirania que se apoya en los
errores de conciencia; porque esta sabe
defender paso á paso y aun á dedos el ter-
reno adquirido con las armas de la m'e-
ocupacion. Por eso seria, no solo inutil si-
no tambien perjudicial, combatirla de fren-
te , y querer restituir en un solo dia á la
razon el imperio perdido por tantos si-
glos, Está reconquista ha de ser obra del


463
tiempo y de una edueacion general bien
dirigida: la escesiva impaciencia en este
ataque, lejos de destruir la tirania sacerdo-
tal, la consolida y la da mayor fuerza.


Comere. De eso quisiera yo que se p&
netrase bien nuestro gobierno, y muchos
de nuestros escritores publicos, los cuales
piensan hacer un gran servicio á la causa
de las luces con invectivar y zaherir dia-
riamente á los cuerpos y á las personas
constituidas en dignidad eclesiástica. Có-
mo no conocen que de este modo se po.
nen en guerra abierta con una clase pode-
rosisima del estado, é introducen la descon-
fianza en las conciencias de Casi todos los
individuos de la sociedad?


Viag. Pero al fin dejemos esta con-
versacion , porque usted está muy ocupado
y no quiero quitarle el tiempo: ademas,
yo tambien . le necesito para disponer mi
viage ; y ya que tantos favores le he me-


, reciclo durante mi estancia en esta ciudad,
quisiera rogar á usted todavia que se sir-
viese darme alguna carta de recomendacion.


Comerc. ¿Y adonde piensa usted diri-
girse? Porque aunque apenas hay ciudad al-
guna donde yo no tenga algun correspon-
sal, hay ciertos y ciertos con quienes ten-




464
go una amistad mas estrecha.


Flag. Mi plan es ir á la corte; pero
antes de eso quisiera detenerme algo en
Aragon, así por ver aquella ciudad que por
_tantos títulos merece el renombre de he-
royca como por informarme por mí mis-
mo del origen de esos rumores que han.
corrido estos días, los cuales á la verdad
me han dado poco menos cuidado que la
peste..


Comérc. ¿Habla usted acaso de esa
ridícula éonspiracion para formar una re-
pública? Disculpable es en usted semejan-
te inquietud por el mucho'tiempo que ha-
ce que falta de España; pero en. verdad
que si no fuera por. esta justa disculpa, le
tendria por tan simple ó tan iluso en dar
importancia á esos ruidos, -como á los mis-
1130S que han dado ocasion á ellos.


ria'g. Pero qué tendría • de estrafio
que entre tantos y tan diversos enemigos
como tiene el sistema constitucional hubie-
se algunos que para derribarle intentaSen,
formar una república con el objeto de po-
nerse á su cabeza? Bien sabe usted que
no es nueva en el mundo esta táctica, y
que aun cuando no -se logre en España,
como en efecto no lo creo , basta que se


465
hagan tentativas para producir males in-
calculables.


Comerc. Me hago cargo de lo que us-
ted dice , y aun me despierta una idea que
yo no sé cómo no ha llamado antes la aten-
cion de los escritores, y es esa palabra sis-
tema , que veo sustituir con sobrada fre-
cuencia á la de Constitucion. Pero reser-
vando para despues indicar la enorme di-
ferencia que yo encuentro en la acepcion
de estas dos voces , entiendo que las que
se han esparcido , relativas á república, son
absurdas en cuanto á la


•calificacion del he-
cho , pero sobradamente fundadas en cuan-
to á' que existe un plan para derribar el
actual género de gobierno. Me esplicaré
mas claro.


Estoy persuadido de que en España", y
mucho menos en Aragon , no hay ninguna
cabeza tan destornillada que sea capaz de
concebir como practicable un plan de re-
pública ; pero me inclino mucho á creer
que hay no pocos ansiosos de mudanzas,
no para volver al régimen antiguo, en el
cual bien saben que no tendrian nada que
ganar , sino para armar eso que llaman re-
bugina ; y no atreviendose á decir clarito
lo que les mandan desear, procuran do-


sromo xx. 3o




rarlo con una palabrilla afilosofada que es
la de república. Digo que les mandan de-.
sear , porque en efecto esos miserables que,
segun se dice, estan presos , no son los mas
criminales , sino los mas tontos dé los que
estan mezclados en ese manejo. La repú-
blica que algunos desean , no está reducida
á otra cosa sino á que lo que ahora hace
Juan , lo haga mafiana Pedro ; y son tan
po.co disimulados y tan escasos de meo-
llo, que hasta las viejas les .cuentan los pa-,
sos, les oyen las palabras y les leen .los
pensamientos. Causa lástima y asco al mis-
mo tiempo , que unos seres tan ridículos, y
despreciables sean . ni siquiera designados
con el nombre de conspiradores.


T/iag. Mucho me parece que despre-
cia usted- á esas gentes,- sean las que quie-
ran , y yo soy de opinion de que nunca
es bastante pequeño el enemigo para po-
der vilipendiarle. Bien conozco que si ese
plan de que se habla , no pasa de algunos
ilusos, que en este ci el otro pueblo de Ara-
gon han soñado que pueden hacer conmo-
ciones, la cosa no merece grande estrépi-
to ; pero si por desgracia esta no fuese si-
no una rama de algun tronco .mas array-
gado , y que se estemdiese tambien por otras


467
provincias, en tal caso yo no creo que se
deba mirar con tanta indiferencia, solo por
la vulgar consideracion de que ni en Eu-
ropa son ya de moda las repúblicas, ni lo
permite la estension de nuestro territorio.


Comerc. , No son esas las razones que
á mí me mueven para espresarme asi, ni pre-
tendo yo tampoco que el dksprecio se con-
funda con la impunidad. Lo que'aseguro
ciertamente es , que eso que llamar, ad 1w-
norem proyecto de república, no es sino
proyecto de hambre y de mentecatez. Bien


h
creo yo que haya algunos, qoe porque les


an hecho creer en alguna borrachera que
tienen un gran partido, los vapores del vi-
no y del amor propio les hayan llegado á
persuadir de que son capaces de reunir la
confianza y el voto general ; pero como esos
infelices, por .limitados que sean , no pue-
den menos de conocer que los mismos que
los embriagan son á un mismo tiempo el
objeto y el instrumento de la burla del pú-
blico, no se atreven á dar la cara, por mie-
do de que los apedreen hasta los mucha-
chos. Y asi no crea usted , que en el caso
de que hubiese algun majadero que aspi-
rase al cargo de dictador, de consul ó de
edil, se necesitarian cadalsos para casti-




468
garle, porque bastarian los tronchos y las
naranjas podridas para hacerle arrepentir
de su desatinado proyecto.


T"iag. ¿ Con que usted cree que todo
eso que se...dice no es mas que una ridícula
farsa, y que no merece . la pena de ir á ob-
servar la opinion de aquellos pueblos?


Comerc. ¡Pues no ha de ser farsa y en-
tremes todo eso, cuando apenas hay quien no
esté estomagado de oir los nombres de los
mamarrachos que suenan en ese pueril ne-
gocio ! Poquita fuera la risa que se arma-
ra en cualquier pueblo al ver una estan-
tigua disfrazada con túnica ó manto repu-
blicano, y 'mas si se encaramaba sobre la ca-
lavera algun bonete bordado, así como si di-
jéramos , á lo Hernan Cortes en Troya.. .
Vaya, no perdamos el tiempo en discutir ta-
les simplezas , y lo que importa es que us-
ted lleve feliz viage, que yo inmediata-
mente, que deje á mi familia en el campo,
me volveré á la ciudad , donde estaré pron.
to á complacer á usted con cartas de re-
comendacion , ó con cualquier otra cosa
que pueda ser de su agrado.


Con esto nos despedimos dandonos un
abrazo ; y aunque pensé volver á verle , no
me fue posible por lo que diré en otra
ocasion.


469


Un ejemplíto de las contradiciones chocan- • •
tes del ministerio actual de Francia.


Rara será la persona iniciada en el co-
mercio que no conozca siquiera de nom-
bre




la respetable casa de los señores Ter-
naux , hermanos , de París, y que ignore
los adelantamientos que ha hecho en la fa-
bricaeion de paros y de todo genero de te-
gidos de lana. El hermano mayor de estos
seaores, miembro ilustre de la cámara de
los diputados , mereció en 27 de diciem-
bre de 1819 , que el Rey le diera el tí-
tulo de baron ennobleciendo á su familia,
por ser uno de los promotores mas distin-
guidos de la industria francesa: mas este
placer le acibaró al instante el caso si-
guiente :


Pocos Bias despues un Mr. Hervier de
Charrin , individuo del ayuntamiento de la
villa de Saint-Chaumoud , en el departa-
mento del Loira , pensando que habia de-
generado su linaje, y necesitaba purgar la ta-
cha de haber ejercido el. comercio su padre y
abuelo, pidió en forma una'eédula de rehabi-




47o
litacion de sus antiguos títulos de nobleza,
para disfrutar las prerogativas inheren-
tes ti este estado. Lejos de desvanecer sus
escrúpulos , Mr. de Serre, guardasellos y
ministro de la justicia , le despachó la cé-
dula solicitada, en 20 de enero de 182o,
afectando el estilo y el uso de las voces
propias del reynado de Francisco I ; lo
cual chocó con mucha razon á Mr. Ter-
naux. Debia reparar que la merced del Rey
era ilusoria , si no se apartaba inmediata-
mente del comercio para consagrarse al ocio,
ó servir algun empleo en palacio ; que sus
hijos perderian el título y la nobleza á que
tenian derecho , ejerciendo la misma pro-
fesion que se los Babia grangeado, y que
los denlas nobles se desdeñarian de alter-
nar con ellos mientras no obtuviesen. cé-
dula real de gracia ó de rehabilitacion por
el tiempo que su padre hubiese sido fa-
bricante de paños.


Habiendo D'Ir. Ternaux manifestado en
la cámara el disgusto que le causaban es-
tas con tradiciones , Mr. de Serre , en la
sesion del x6 de julio de este año, ha dicho
entre otras cosas, que la animosidad contra
el gobierno del Rey y una ingratitud odio-
sa podrán solamente envenenar y deprimir


47r
Un acto tan justo y tan sencillo , como el
despacho de la cédula citada ; que esta se
ha ajustado á las- preces del suplicante,
'el cual porfia muy bien pensar, como to-
do el mundo , que hay profesiones, aunque
muy necesarias en la sociedad, que de-
gradan el lustre de las familias; y última-
mente que en la misma real cédula se reco-
noce que el ejercició del comercio por ma-
yor no envilece á nadie en Francia.


La doctrina proclamada por Mr. de
Serre en- este discurse; deprimiendo á ciervas
clases útiles del estado, y acusando por otra
parte del horrible vicio de la ingratitud
á un sugeto tan honrado y pundonoroso Co-
mo Mr. Ternaux, es el asunto de una cir-
cular impresa que ha pasado este á sus
corresponsales, para rebatir la falsa iinpu-
tacion persona! del ministro, y volver por
el interés de la industria en general.


Son tan 'luminosas como sólidas las ra.
tones de Mr. Ternaux , por lo cual sentimos
no ponerlas todas, traduciendo su carta lite-
ralmente ; pero aquellos que no puedan en-
contrarla y leerla , se alegrarán de hallar
aqui los retazos que podamos tomar de ella.


« Usted reconocerá como yo , que


no ha sido muy feliz 'el señor ministro de




la justicia en encontrar un medio para re-
parar la afrenta que la citada cedula ha
causado á la honrosa profesion del comer-
cio. Admitiase en Francia , dice, que el
comercio por mayor era muy compatible con
la nobleza ; pero por otro lado reconoce
que hay curtas profesiones , como la de ha-
cer zapatos , que nadie hasta ahora ha pen-
sado en mirar como nobles, ni siquiera co-
mo liberales. Confieso que no me es posi-
ble descubrir lo que hay de innoble y
de iliberal en hacer zapatos. ¿ Es acaso que
el zapatero se somete á la orden de quien
le emplea ? Pero en el estado social todos
nos sometemos del mismo modo á las ór•
denes que los unos dan á los otros ; el
negociante que compra ó vende una mer-
cadería en virtud de la orden de su cor-
responsal, está á las órdenes de este cor-
responsal.


»Por otra parte, ¿cómo pueden fijarse


jlos límites que hayan de separarlos traba,os innobles de los que no lo son ? johnAdam, presidente de los Estados-Unidos,
habia hecho zapatos, y el noble autor de
Zenobía los hace todavía. La profundidad
de las ideas y energia de los sentimien-
tos que resaltan en una multitud de hm.-


473
sosos versos de la tragedia de Mr. Fran-.
cois , no le ennoblecen tanto, en mi juicio,
como su generoso desinteres , y la prefe-
rencia que ha dado siempre al trabajo y
á su independencia, cuándo le han brindado
con pensiones y favores de la fortuna.


»Mr.Brunel , francés de Origen, consi-
derado como uno de los mas distingui-
dos inecániCos de Inglaterra , é inventor de
máquinas para hacer poleas ó garruchas en
los navios, y sierras circulares , ¿'habrá per-
dido algo de su lustre por haber creado una
serie de máquinas , á cual mas "ingeniosas,
mediante las cuales se hace un par de zapatos
en ocho minutos, y en poquisirno tiempo
puede ponerse en estado de marcha un copio-
so ejército ? Este mismo Mr. Brunei me ha
ofrecido pruebas de lo perjudicial que es á la
prosperidad de mi pais la preocupacion que
rebato. Solicitando sus amigos que se en-
cargara de ciertas obras hidraúlicas en Fran-
cia , é instandole yo h qué viniera a esta-
blecerse en su patria , me respondió: «¿ Qué
quiere usted que haga yo ahí entre perso-
nas que me tratan y me consideran como
á un simple zapatero , solamente porque
han oido decir que he inventado unas má-
quinas para hacer zapatos?




474
»d En qué se funda la distincion que ha-


ce. Mr. de Serre entre la lesna de un za-
patero y la lanzadera de un tejedor? Yo
no la encuentro, ni sé por que razon zapa-
teros de esta clase puedan dejar de ser ba-
rones, del m ismo


o modo que fabricantes como
yo. En esta materia la única máxima justa y
que convendria seguir, es la de honrar el
trabajo y deprimir la holgazanería. Una má-
xima de esta especie, proclamada por un
ministro en la tribuna de las cámaras de la
nacion, valdria mucho mas que todas esas
vejeces que quieren renovarse para enno-
blecer el ocio.


»Una admuustracion sostenida por la
buena fe y la franqueza tendrá siempre
á su favor la mayoria de la representacion
nacional , y cortará de una vez el perni-
cioso influjo de los cortesanos , que si
continuara , acarrearia al trono peligros de
que se estremecen todos los franceses ver-
daderos. Yo no he hecho dimísion de las
funciones gratuitas que desempeño, por no
acrecentar estos peligros ; pero cómo' es
posible sostener largo tiempo á un gobier-
no que no quiere sentarse en bases sóli-
das ? El dia que los amigos leales y des-
interesados de la monarquia se retiren ca-


475
liando y oprimidos de dolor, será infali-
blemente víspera de un terrible sacudimien-
to social. Entonces será dolerse , aunque
tarde , de haberse conducido como si las
naciones pudieran retrogradar en su vida
política, mas facilmente que los hombres
en su vida natural, y de haber querido que
la Carta se amoldase al gusto del antiguo
régimen, mas bien que el. antiguo régi-
men al gusto de la Carta. »




476 477


Aviso á nuestros suscritores:


Se ha publicado el número I.° de un
nuevo periódico intitulado el Contra - Cen-
sor. Nosotros nada diremos de su eonteni-


o : impreso está como nuestros números:
el público comparará y decidirá, ó por me-
jor decir, ya ha comparado y decidido sin




apelacion, que el tal folleto es del género
tonto , que está escrito en bárbaro , y que
no impugna lo qué ha dicho el Censor,
sino lo que el fonetista quisiera que hu-
biese dicho.


INDICE
de los artículos contenidos en el tomo n


DEL CENSOR.


De las purYicaciones políticas
sobre asonadas y motines
Teatros. El honor da .entendimiento y el


mas bobo sabe mas : comedia de don José
de Caiiizares
Áradin Barbaroja : drama en tres actos
en prosa. 43


Medio infalible para prestar su dinero sin
riesgo. 4 6


De la igual repa •ticion de impuestos. .. . . 55
¿Qué tibia un viagero 65
Anuncibs. Tratado de los delitos y penas,


escrito en italiano por el marques de Be-.
. carta , y traducido al ( castellano por


don Juan. de Rivera
78


—Sistema de la Moral ó la teot la de los
deberes, desde el tiempo de los Bramas
hasta el presente 75


—Catechtsmo costituzionale per II
di Sicilia


De la dictadura
Tertulias patrióticas
Teatros. Los empefios del mentir: comedia


9 -


34


regno
77
8r


I o 6




342


349


478


de don Antonio Mendoza


Las lágrimas de la Yiuda : comedía en
tres actos en prosa


Respuesta á un artículo ó carta inserta en
el rimero 167 del Espectador, y fr-
azada X Y. Z


Compendio histórico de la Inquísicion re-
ligiosa en Francia , por el señor conde
Lanjuinais. Paris 1821




De las sociedades secretas


Teatros. El Sordo -
en la posada


El hombre convencido de la razon ,-ó
la muger prudente


-- La Madre hipócrita


Qué es lo que se quiere? c
.
Qué es lo que


conviene ?


Apuntes de un viagero español


Compendio lastórko, de la inquisicion re-
ligiosa en Francia. Por AL Lanjuinais. 231


Respuesta general á cuanto se ha dicho en
varios periódicos contra el artículo de
Asonadas, insertó en el núm. 61. . .




24 1
Teatros. Una mañana de Heurique 17:


comedia.
en un acto y en prosa


A suegro irritado nuera prudente come-
dia en tres actos de D. Antonio Valladares


Continúa la conversacion entre el riagero
y el Comerciante


276
De la Italia
Estado actual de la iglesia de Francia. 3o x


.


Noticias literarias de D. Juan Sempere y
Cuarinos.


479
(7 Qué' son , ó qué deben ser los geles po-


líticos
Teatros. El si de las Niñas : co.mgdia 322 •


en tres actos en prosa. Su autor mar-
co Ce,lenio


El maestro de la Niña, ó el abate chas-
queado : comedia en un acto. . .


El Español y la Francesa : comedia en
un acto


-Algunas observaciones sobre el Disc rso
acerca de la suprema Junta de cons-
piradores contra el sistema consti-
tucional , etc. , por el ciudadano Juan
Romeró Alpuente


Disculpa honesta de los asesinatos.
Constantinopla considerada como esca-


la de comercio 39'
Constantinopla considerada como esca-


la de comercio. ( Con clusion de este
artículo principiado en el número
anterior ) 4o1


Teatros. Donde ha, agravios no hay
celos, y tuno criado : comedia de D
Francisco de Rojas 4 x 6


Continúan las observaciones relativas
al opúsculo intitulado : Discurso so-
bre la suprema junta central de
conspiradores contra el sistema cons-


126


13o


134


143 -
161


185
189


192
216


2^0


9^2
'/


290


315


336


• 379




48o
titucional , y acerca de la responsa-.
bilidad legal y moral de los minis-
tros, escritó por el ciudadano Juan
.Romero Alpuente 4 25


Continúan los apuntes del. wiagero es-
pañol. . . . , . . 452


Un d'empato de las contradiciones
chocantes del ministerio actual de
Francia .


46g
"'viso 4 nuestros suscritores


.476


s' n