...
}








































































































8 Ciencia
te conseguirémos la gran ventaja de precave•
desde esta edad á los niños contra los errores
de los sentidos, sino que tambien les dispore
drémos mucho mejor para concebir y creer 1-
verdades contrarias á estos errores. En el prc
greso de la institucion científica, y optando el
órden sucesivo de las instrucciones posterior
lo exija, nos costará menos persuadirles p
egemplo que el sol no es el que da. vueltas a
rededor de la tierra; que este astro es m
chas veces mayor que el planeta que habita
mos ; que las estrellas que se vén tan peque-
fías y como igualmente distantes de nosotros,
son de una magnitud inmensa y muy distant
entre sí ; que los ojos no vén las cosas sino I
luz, la qual les presenta la apariencia de ella
por medio de diversas combinaciones de ray
de diversos colores; que los objetos que cre
mos ver fuera de nosotros no los vemos si
dentro de nosotros; que los sonidos, los col
res, los olores y sabores no pertenecen á los o
jetos externos sino á nosotros; que están e
nosotros y no en ellos; que no son qualidades
realmente existentes en los cuerpos, sino pu,'
ras sensaciones excitadas en nosotros, &c. Ft
nalmente, nos costará menos de persuadid'
aquella gran verdad que nos precave de tan.
tos errores y disputas, enseñándonos que lo
sentidos se nos han dado para satisfacer tules'
tras necesidades y no nuestra curiosidad; pa


de la legislacion. 9
ra hacernos conocer la relacion que los séres
exteriores tienen con el nuestro, y no para
que los conozcamos en sí mismos; que deben
servir al entendimiento y no dominarlo; y que
nos engañamos siempre que queremos conse-
guir de ellos mas de lo que por su destino
pueden darnos: En una palabra, veremos fruc-
tificar esta instruccion fácil y preliminar en
todo el curso de la educacion científica. La
sencillez con la qual deberia comunicarse nos
dispensa de destinar un maestro para este
objeto.


El custodio de los niños de esta edad
bastarla para egecutarlo , con tal que se le
indicase el modo de instruirlos sin manifes-
tar que se les quiere dar una instruccion. Las
experiencias convenientes para conseguir este
fin son varias, y•las conoce todo el mundo, y
por esta razon no me detengo en describirlas.
Lo que no puedo dejar de advertir es que to-
da explicacion científica deberia prohibirse ri-
gorosamente en esta especie de instruccion.
En todo experimento el custodio se limitará á
atribuir la causa á la irnperfeccion de los sen-
tidos; y á las preguntas que los niños nodrian
hacerle, responderá que aún no están bastantein


struidos para poder entender lo que se les
El
tipmlicoarváo den adelante con mas oportunidad.


d
de disposicion.


se deduce tanevidentemente
mis principios que sería in-




IO Ciencia
útil indicarlo. Pasémos á la instruccion del,
tercer año.


ARTÍCULO III.
De la instruccion del tercer año.


n el tercer año se acortará el tiempo des.
finado á los precedentes egercicios , y se em-i
picará el sobrante en iniciar á los niños en una
nueva série de instrucciones, que cultivando,
la misma facultad y sirviéndose del mismo,
medio del placer, puedan conseguir el segun'
do de los dos fines propuestos, es á saber, e
de multiplicar el número de sus ideas, y
grandecer y extender las ya adquiridas. Est
nueva série de instrucciones, en las quales
lamente iniciarémos á nuestros alumnos en
este tercer año, son las que pertenecen á la
historia natural.


Tengamos presente que este estudio debe
considerarse como instrumento, y no como
objeto principal de su instruccion para los
alumnos de este colegio , y aprovechémonos
del consejo que el inmortal BuíFon dá á los
que deben iniciarse en este estudio. Esto nos
conviene , mucho mas á nosotros, porque es
mas adaptable al plan que hemos determi


-nado seguir en esta educacion científica.


-de la legislacion. I r
Supuesta la existencia de un edificio en el


qual á fuerza de tiempo, cuidados y gastos
se haya conseguido reunir y colocar con cier-
to órden los individuos bien conservados de
casi todas las especies de animales, de plantas,
y de minerales, y se haya formado una colee-
clon bien repartida de casi todas las obras de
la naturaleza ; supuesta la existencia de este
edificio, que debería ser el mas bello y mas
útil ornamento de la capital, y el objeto mas
glorioso de la magnificencia del Soberano, el
mejor método para iniciarse en el estudio de
la naturaleza, sería segun la opinion del autor
que se ha citado (t), de empezar á ver y reveer
con frecuencia estas muestras de todo lo que
puebla el universo, y estos modelos reunidos
de todo lo que se halla esparcido con profusion
sobre la tierra. Ninguna lectura deberia acom-
pañar las primeras visitas , y ninguna instruc-
ción debería precederla. Es necesario esperar
que los ojos empiecen á familiarizarse con
este caos, y con los objetos que la componen.
Es necesario ver mucho tiempo inútilmente
para disponerse á ver útilmente. Si el hombre
fmaqoureqduiere iniciarse en este estudio está ya


o , y si sus facultades intelectuales están


(1) Véase su discurso primero sobre la his-toz la natural.
Praucir,.. e- -


E




12 Ciencia
ya enteramente desarrolladas, no necesita d
guía para dar estos primeros pasos.


Sus repetidas observaciones sobre los mis.
mos objetos, la familiaridad que adquirirá co
ellos, formarán insensiblemente algunas im,
presiones durables , que ligándose pronto en s
espíritu con relaciones fijas é invariables, I
elevarán á consideraciones mas generales ,1
quales lo conducirán á formarse por sí mism
algunas divisiones, á conocer algunas dif
rencias y semejanzas generales, y á combin
por ciertas relaciones comunes muchos otr
objetos diversos. La necesidad de una gui
de una direccion particular para el hombr
ya formado , no empieza sino desde esta époc


No se puede decir lo mismo de un nifie•
En el primero la curiosidad está combinada
con la aplicacion , y la paciencia que dá el
deseo de saber : en el segundo no hay sin°
curiosidad. Los niños se cansan fácilmente de
las cosas que han visto, las vuelven á ver con
indiferencia , y por lo comun solo excita su
atencion la curiosidad.


Para llevarlos- hasta este punto donde el
hombre formado vá por sí mismo, tienen ne-
cesidad de una direccion y de una gula'
deben ser animados con todo lo que la cien'
cia ofrec'e de mas atractivo. Se les deben ha'
cer observar las cosas mas singulares , Pe.t°
sin darles una explicacion precisa: el rnisteo°


de la legislacion. 13
que disgusta á los hombres, excita la curiosi-
dad á los niños. Para hacerles ver frecuente-
mente y con atencion los mismos objetos, es
necesario presentarlos bajo de diferentes as-
pectos y distintas circunstancias. Es necesario
dispersar continuamente y dirigir su curiosi-
dad , y hacerles observar lo que el hombre for-
mado puede por sí mismo descubrir y conocer.


Así los primeros seis meses de este ter-
cer año no se destinarán sino á llevar los
niños hasta este punto. irán todos los dias á
observar las obras de la naturaleza en este
vasto edificio, y el maestro destinado para
este objeto, bajo la apariencia de satisfacer
su curiosidad, la dirigirá con el método pro-
puesto al fin que hemos indicado.


Empleada de este modo la primera mitad
del tercer año , llevados


. los niños al punto
donde los hemos' dejado, en el que familia-
rizados co,n los objetos, y dirigidos por una
sabia guía, comienzan á vér en este agrega-
do inmenso de producciones naturales algu-
nas diferencias y semejanzas mas generales,
y á formarse un cierto órden de divisiones;
entonces sus instrucciones empezarán á to-
mar mayor regularidad , y se empezará por
la primera vez á descorrer el velo que hasta
este tiempo habia tenido escondida la ciencia.
método primeras instrucciones serán sobre el


que deben seguir para reconocer las




14 Ciencia
diversas producciones de la naturaleza, y es.
te método será el que ha inventado Buffon
( r). El lector instruido y no preocupado po-drá juzgar de los motivos de esta preferencia.


Fiel á nuestro plan , usando solamente
de la facultad de percibir en esta época de
la educacion científica, no permitirémos que
estas instrucciones se separen de la inmedia-
ta observacion de los objetos á los quales per-
tenecen. El maestro haciéndoles ver la dife-
rencia y semejanza que hay entre las varias
producciones de la naturaleza reunidas en
aquel lugar , les comunicará las primeras
ideas de clases, géneros, y especies que los
hombres han imaginado para distinguirlos.
Estas instrucciones preliminares ocuparán b
otra mitad del tercer año.


ARTÍCULO IV.
De las instrucciones del quarto


En el quarto año se proseguirán estas b19
trucciones con observaciones mas distintas,'
mas circunstanciadas, y se manifestará á los!'
lumnos el método sencillísimo de las denoto!'
naciones que Buffon ha inventado y ha acial'


(i) Véase el primer discurso de este céleb0
escritor sobre la historia natural.


de la legislacion.
15


tado muy bien á sus divisiones y clasifica-
ciones. Por no abusar de su memoria , ni em-
plear antes de tiempo esta segunda facultad,
para que las impresiones sean excitadas con
facilidad, y no por una accion violenta y per-
niciosa , se recurrirá á un egercicio que al
mismo tiempo que favorecerá muchísimo sus
progresos en la ciencia, producirá otras mu-
chas ventajas igualmente preciosas, y todas
combinadas con el gran principio de la acti-
vidad y del placer (1).


Se dará á cada niño una copia del catá-
logo del gabinete, en el qual habrá una des-
cripcion breve pero exácta de las varias pro-
ducciones de la naturaleza que hay recogi-
das en él , y con el mismo órden que estándistribuidas. En la hora del paseo los 'lirios
de esta edad irán á los campos vecinos que
ofrezcan mayor número de materiales parala investigacion de las producciones


n atura-les. Se señalará un premio, que cada
seismeses se distribuirá á los que hayan ha-


(t) Que se me permita copiar aquí el lugarpr
ecioso de Platon, donde se inculca este prin-


cipio con tanta claridad — Cris docendi modus7/
accipiendus est , quo pueri minime coacti$3
discendum esse videantur. Non decet enim11 beruin hor


ninen] cum servitute, disciplinan] ali-
»guau' discere, quippe ingentes labores corporiS




Ciencia
Hado mayor número de especies diversas de:
estas producciones naturales , manifestando:.
su conformidad con las que están descritas
en el catálogo propuesto, indicando al mis-'
mo tiempo la clase, el género, la especie, yE
el nombre.


A ningun muchacho se le compelerá a,
que se ocupe en esta investigación, pues soló.,
el placer y la emulacion deben determinarlo
á este estudio. Esta libertad aumentará el
cer de la ocupacion , y combinada con la di
version , impedirá el fastidio y sus pernicicr
sas consecuencias. Las ideas se imprimirá
por sí mismas en la memoria sin recurrir
uso de esta facultad antes de tiempo. Contri
buirá mucho para la claridad de las idea.
que , como se ha dicho , es uno de los do
fines que la educacion debe proponerse en
uso de esta primera facultad, se conseguirá po
la precision que tendrán de observar bien lo
objetos para distinguirlos, reconocerlos y cla
sificarlos. Por este método, en fin, al misal


suscepti nihilo deterius corpus efñciunt,
,,la y ero animal violenta disciplina est stabilis.
' ,Vera loqueris. Ergo non tainquarn coactos pu
,,ros in dásciplinis , ú vir optime, sed quasi lu
,,dentes enutrias." Véase el Diálogo séptimo d.
República.


de la legislacion.
tiempo que se multiplicarán las ideas con el
estudio, se harán mas claras y distintas con el
egercício práctico de ellas.


A los mismos dos fines corresponderán
las otras dos especies de instrucciones que
daremos á los alumnos en este guarro


añode su educacion científica, Desde este año
se empezará un curso de experiencias quími-cas


con dos lecciones cada semana , y se con-
tinuará hasta el tiempo en que se podrá empe-
zar á hacer uso de la quarta facultad. Bastaestar un poco iniciado en el conocimiento dela naturaleza, para conocer la im portanciade estas experiencias, la multitud y la c:lari-ridad de las ideas que se adquieren, y el inte-rés que los niños tomarán en una instrucciontan agr


adable. Los motivos por los qualesq
ueremos que se'rUtinúen hasta el


tiempoen que se podrá hacer uso de la guarra facui,tad , se indicarán á su tiempo y lugar.Para hacer todo el uso que
se puede dela facultad de percibir, dar á los alumnos to-das las instrucciones com patibles con ella, yeconomizar el tiempo en q uanto se pueda , elqual en los años siguientes puede con mayorutilidad emp


learse en las instrucciones queexigen el uso co
mbinado de las otras facul-tades, darémos en este año los primeros co-nocimientos cosmológicos á nuestros alumnos.


Les enseñarérnos aquel movimiento percepti-Tomo




18 Ciencia
ble con solo el uso bien dirigido de los sen-
tidos que produce la noche y el dia la re-
currencia de las estaciones, la diversidad de
los climas, el curso de los planetas, los eclip-
ses varios, y las fases del satélite que alum-
bra la noche.


Las observaciones matutinas y noctur-
nas (i) del cielo serán los medios que em-
plearemos para comunicar estas instrucciones,
Se prohibirá el uso de la esfera armilar para
evitar las ilusiones que podria ocasionar en el
ánimo de los niños. Mas bien nos serviremos
de la máquina de Copérnico que se ha perfeo
cionado tanto en nuestros dias , en la qualse
indica muy sensiblemente este movimiento,
Dilas esta máquina no debe servir sino de so-
corro para las observaciones que se harán di-
rectamente en el cielo. El hábito de obser-
var, que habremos hecho adquirir á nues-
tros alumnos por tantos medios, y las instruc'
ciones que les habremos dado acerca de Ice
errores de los sentidos, harán mas útil este
método de instruccion, y nos asegurarán sus
efectos. Al fin de este quarto año se halla'
rán con aquellas nociones preliminares cloe
son necesarias para entrar en el estudio


(1) , Estas observaciones nocturnas
poda,


combinarse con los egercicios nocturn os en,
parte física de la educacion que hemos propues'


de la legislacion
19


una ciencia, la qual exigiendo el uso de la
segunda facultad, esto es, de la memoria, no
debe ser puesta en este plan sino en el quin-
to año de la educacion científica.


ARTÍCULO V.
De las instrucciones de! quinto, sexto


y séptimo año.


Llegamos á la segunda época de nuestra
educacion científica, en la qual la facultad
de la memoria ya bastante desenvuelta , nos
ofrece la entrada en una nueva serie de instruc-
ciones que exigen el uso de ella , y que antesde


este tiempo no habríamos podido empren-
der sin apartarnos del plan de la naturaleza,y e


xponernos al peligro casi inevitable deperder no solo inú tilmente un tiempo tan pre-
cioso, mas de impedir para siempre el enterodesarrollo de esta facultad tan n ecesaria paralas ciencias humanas. Hasta aquí ha obrado li-br


emente por sí misma. No nos hemos servi-do directamente de ella, ni hemos exigido na-da de la m emoria de los niños. Desde estemomento las cosas empezarán á mudar de as-pecto; mas siempre procuraremos con el ma-yor cuidado no co
nfundir el uso de esta fa-


cultad con el abuso: sobre todo nos guarda-remos de incurrir en aquella preocupacion tan


raB:cisco


-


1




20 Ciencia
perniciosa como frecuente, que hace conside-
rar á muchos la memoria como una máqui-
na cuyas ruedas son mas ágiles quanto mas se
usan, y cuyos resortes adquieren mayor vigor
á medida que se comprimen con mas frecuen-
cia y con mas velocidad. La experiencia nos
hace ver lo contrario. Pues no nos ofrece
ningun egemplo de una memoria que con
solo el socorro de un violento egercicio ha-
ya conseguido mucha fuerza y extension, si-
no por, el contrario muchos egemplos de hom
bres que con este medio han debilitado esta
facultad.


Mitridates que hablaba veinte y dos len-
guas , Ciro que pronunció los nombres de
treinta mil soldados que formaban su egét:
cito , Cinco el embajador de los Partos qu
dos días despues que llegó á Roma llamó
cada senador por su nombre, Lucio Scipio.
en Roma , y Temístocles en Atenas, que ha
blando al pueblo pronunciaron los nombres
de los que les oían, no reconocieron segur a


-mente estos prodigios como efectos del ha
-bito de repetir palabra por palabra las leccio'


nes de sus maestros.
Este método absurdo que imprime en la


memoria voces y nombres en vez de ideas,
que reduce el saber de los niños á. esfuerios
efimeros ' que produce el hábito de aprend er Y
de olvidar con la misma celeridad, y que 1/'


de la legislacion.
2 1


vorece tanto la vanidad de los niños, como
daña al progreso de sus conocimientos; este
método absurdo, consecuencia de la preocu-
pacion ya mencionada, seguramente no en-
trará en este plan. Sin recurrir á lo que Pla-
ton , Aristóteles, Ciceron, Quinti lia no , Séne-
ca y tantos otros han pensado sobre los me-
dios de aumentar la memoria , y conservar
el vigor de esta facultad, nos cefíitémos á
solos tres principios, es á saber: t.° No abu-
sar jamás de esta facultad obligándola á es-
fuerzos inútiles. 2.° Facilitar la conexion de
las ideas, de manera que la reproduccion dela una excite in mediatamen te la otra. 3•' Re-novar frecuentemente las im presiones de lasideas que podrian borrarse sin este auxilio.Estos tres principios arreglarán el uso que
harémos de la memoria. Verérnos la aplica-
cion desde este quinto año, en el qual em-p
u
eza
l rémos á hacer uso de esta segunda fa-ctad.


Establecidos estos principios prel iminaresvolvamos á tomar el hilo de n uestras ideas,y veamos quáles de las precedentes instruc-
ciones deban continuarse, quáles modificar-


, y quáles serán reemplazadas por otras.
se


Todo el estudio de la historia natural sere
ducirá á las experiencias químicasdarán dos -adi n


cl q se
histori


que
ls cada semana, destinados á laversio


-


y al placer, á aquel egercicio




22 Ciencia
bre y agradable que hemos propuesto para
la investigacion de las producciones natura-
les en los paseos diurnos y campestres, y en
las visitas del gabinete que solo se harán en
los dos dias indicados, en los quales las ins-
trucciones relativas á la historia de la natu-
raleza constante , se combinarán con las de
la naturaleza que Bacon llamó monstruosa;
esto es, con las que no pertenecen á sus ope-
raciones constantes sino á sus prodigios, cu-
yo conocimiento además de la exttnsion que
dará á las ideas de nuestros alumnos , servid
rá muchísimo para precaverlos contra la teme-
ridad de algunas proposiciones generales
axiom.ztum corrigatur iniquitas, se continua
rá el dibujo, pero se disminuirá mucho el
tiempo destinado á esta ocupacion. Las pocas
nociones cosmológicas que se habrán dado
el año precedente, se aplicarán al principio
del quinto al uso de la geografía,


Las primeras instrucciones sobre esta cien.
cia tendrán por objeto el uso de los círculos
que han inventado los hombres , y sobre la di'
vision general del globo. Se les comunicarán
las primeras ideas de Continente, de Isla, de
Península , de Istmo, de Estrecho, de Gol-
fo, &c. La direccion de la cadena de los mon-
tes, de los ríos principales, la situacion, ce'
municacion y interrupcion de los mares; en
pocas palabras, la descripcion general del es-


de la legislacion. 23
tado del globo, serán el objeto principal de
estas instrucciones preliminares. No se hará
uso hasta este tiempo sino del globo, y hasta
que la descripcion mas menuda de las varias
regiones de la tierra no haga necesario el
uso de las cartas planas , se evitarán éstas
con cuidado, porque embaranrian fácilmen-
te á los nifios , y obscurecerian la verdadera
idea de su posicion. Esta reflexion nos debe
mover á proponer el frecuente recurso al glo-
bo esférico, aun guando los alumnos habrán
llegado al estado de deber hacer uso de las
cartas planas. Esta precaucion influirá mu-
chísimo en la claridad de sus ideas geo-
gráficas.


Para conformarse con los principios esta-
blecidos, facilitar el enlace de las ideas, y fa-
vorecer por este medio la memoria, juntaré-
mos siempre el estudio de la historia con el
de la geografía, haciéndolos siempre caminar
á pasos iguales.


El principio de este quinto año se em-
pleará en las nociones preliminares de la geo-
grafía y de la historia. La distribucion de los
tiempos , la diferencia de las épocas, y una
oteada rápida sobre los tiempos que prece-


aiinlsudieron á aquellos en que empieza la historiaprofana


estas


aira s-sn los objetos de estas inruoef


*1
.aas instruccionesConcluidas


, en form á


prelirnina-




24 Ciencia
res que deben preceder al estudio de la geo-
grafía y de la historia; se unirán estas dos
ciencias para no separarse jamás. Una y o-
tra se enseñarán en una misma escuela, con
el mismo maestro y por las mismas instruc-
ciones.


La geografía antigua se estudiará con la
historia antigua , y la moderna con la mo-
derna. La descripcion geográfica acompaña-
rá siempre la narracion histórica. Se indica-
rá en el globo ó en el mapa si es necesario
la region , el clima, la situacion de los pue-
blos de que se habla, los paises conquistados;
ó perdidos por ellos, los que han sido teatro,
de la guerra, ú objeto de su comercio, de sus
emigraciones ó colonias.


No se dará jamás una sola descripcion:
geográfica que no pertenezca á la narrado.
histórica. Se obligará á cada alumno á dar,
Cuenta de la una y de la otra siempre que el.
maestro exija esta prueba de su memoria y
de su atencion; y se castigará su negligen
cia del modo que hemos indicado en el arti
culo general de los castigos.


Mas ¿por qué plan se arreglará en esta eda
el estudio de la historia del qual como hein
visto debe depender el de la geografía?


Reflexionando sobre lo que comunment
se practica , encuentro dos inconveniente
muy fuertes, que entrambos son fuentes fe,


de la legislacion. 2
cundísimas de errores y preocupaciones ; el
primero es relativo al &den de la historia, y
el segundo á la historia misma.


Se ha dado el nombre de historia univer-
sal á una coleccion de historias particulares
colocadas una despues de otra. Primeramente
se describe enteramente la historia de un pue-
blo, y despues se pasa á la de otro , el qual
si no tuvo un origen contemporáneo con el
primero, á lo menos existió con él al mismo
tiempo. Se empezó, por egemplo , la historia
de Roma despues que se concluyó la guerra de
Grecia. ¿Qué se sigue de esto ? Que se pro-
longa el estudio de la historia con las repeti-
ciones de tantos sucesos que este método ha-
ce indispensable , y resulta otro mal mucho


-peor. Estando muy expuestas al olvido las fe-
chas como todas las ideas numéricas , no han
podido impedir la confusion y los errores que
lós niños encuentran en este método. Acos-
tumbrados á oir y á leer la historia Griega
antes que la Romana , se forma insensiblemen-
te en ellos una ilusion sobre la relativa exis-
tencia de estos pueblos , de manera que si sepregunta á un niño instruido con este méto-do quién existió primero, Alejandro ó Rómu-


r
lo , no dudará un momento en responder


oló Alejandro. Por mas tablas y árboles cro-
ra el momento


to gicooms qeuneseinventen , no servirán sino Pa-
que se observan. La tabla únic




26 Ciencia
ea, el árbol, y la cronología que hay útil
estable, es la que está fundada en el órden
enlace de las ideas históricas. Exámínese ca-
da uno á si mismo y decida despues.


El otro inconveniente que como hemos
dicho no se refiere al órden de la historia sino
á la historia misma , no es menos fecundo de
errores que el primero. Este depende de la im-
perfeccion de las lenguas , y del abuso que se
ha hecho de algunas voces que no está en poder
del historiador ó del que enseria la historia el
corregirlo ; mas uno y otro pueden precaver
los errores que dependen de aquellos vicios.


Nosotros por egemplos darnos el mismo
nombre al gefe de pocas familias que gozaban
de casi toda la independencia natural, y al de
un inmenso pueblo que ha llegado al último
grado de la servidumbre civil. Llamamos Rey
á Cecrope , Rey á Rómulo, y llamamos coa
el mismo nombre á los gefes de las monar-
quías modernas de Europa (I).


¿Qué se deduce de esto? La uniformidad
del nombre produce la uniformidad de la idea•..
y el niño comparando lo que no conoce co
lo que conoce , forma de Rómulo y d e SI
reyno la idea que tiene de su propio Rey 1
de su nacion. Qué fuente inexáusta de er-
rores es 'esta! Los nombres de pueblo, de se-
nado, de patricios, de plebe, y de tantos ott


(o) Véase el cap. 3$. del lib. 3. de esta 0.0


de la legislacion. 27
son de la misma naturaleza. La edad , el es-
tudio , y las lecturas posteriores , no bastan
muchas veces para destruir estas primeras im-
presiones recibidas en la infancia Los errores
de tantos sabios producidos por esta causa
son una prueba de esta verdad.


Á. estos dos vicios principales y comunes
de la institucion histórica se añaden otros,
los quales no siendo tan perniciosos ni tan
universales , me abstengo de indicados. Me
contento solamente con notarios en el plan,
que por no extenderme mas de lo que convie-
ne, no haré aquí sino insinuados.


La historia empieza con la fábula ; y las
verdades que ésta oculta, aun guando fueran
descubiertas, no las podrian entender los ni-
dos ni la mayor parte de sus maestros. No-
sotros no debemos aspirar sino á lo que es
asequible,. y esto excluye frecuentemente lo
que es perfecto. Privar á los niños del cono-
cimiento de la parte fabulosa de la historia,
sería lo mismo que privarlos de una multitud
de con ocimientos que son necesarios para la in-
teligencia de infinitas cosas. 'Hacerles creer es-
tos fabulosos cuentos, sería lo mismo que lle-
narlos de errores. Precaver uno y otro mal esello col partido que debe tomar el maestro sabio; y
ridasnlseigs


duiinra isci con advertencias claras y repe-
hechos, la obscuridad


l
a
incertidumbre de aquellos


uridad de aquellos tiempos, las




28 Ciencia
alteraciones de las tradiciones vulgares, d
vanidad de los pueblos, y de la parcialidad
los historiadores nacionales. Lo consiguir'
sin hacer un estudio separado y especial d
crítica les manifiesta las reglas haciendo'
aplicacion á los casos que lo exijan ; lo c
siguirá si cada vez que halle los nom
magníficos de Rey , reyno , pueblo , sená
plebe, &c. aplicados á la infancia de las
ciedades , les indica las verdaderas ideas
estos nombres deben excitar. En fin, lo co
guirá si les persuade que no comparen
más el estado de aquellos tiempos con los
los posteriores, el origen y principios
sociedad. con su estado de perfeccion.9r.


Formando estos elementos históricos ar
rnodados á la edad que debe usar de
el autor no tendrá delante de sus ojos un
lo pueblo, una sola region , sino el tie0á,
de que habla , y todo el universo. Extende''
rá su vista sobre todos los pueblos, y sus
raciones no se arreglarán sino por el -Ordel'.0
de los tiempos y la importancia de los suce*T'.
contemporáneos . Evitará con una sabia c‘
nomía los dos extremos en los quales inc'
ren la mayor parte de los elementos de
ria que tenemos. No privará á los ciernen;
de su 'propiedad característica siendo denla,
do difuso, ni de la utilidad que nos proP°11,
mos conseguir siendo demasiado breve• á


de la legislacion. 29
Finalmente, en lugar de llenar sus escri-


tos de una enfadosa moralidad como lo hacen
algunos historiadores modernos, imitará á los
antiguos en el arte de hacerla nacer pintando
el vicio y la virtud con los colores que les
convienen.


Esta es en breve la idea del plan sobre el
qual quisiera que fuese arreglado el estudio
de la historia en esta edad. Las ventajas que
resultarian me parecen evidentes. La union de
la geografía con la historia favorecería la co-
nexion de las ideas y daría mucha luz para
una y otra instruccion. El recuerdo de los lu-
gares excitaria la memoria de los sucesos
que acontecieron en ellos , y el de los suce-
sos renovaria el de los lugares. Se cnseñaira á
los niños sin ninguna dilacion la geografía
antigua y moderna sin hacer de esta ciencia
un estudio separado y dividido , y así su cono.
cimiento sería mas luminoso y mas duradero.
Los sucesos que acompañarian la instruccion
de la parte fabulosa de la historia y el uso de
algunos nombres que deben excitar diversas
ideas en diversos tiempos y en diversos perío-
dos de la sociedad impedirían un número pro-
digioso de preocupaciones y de errores, de los
quales como hemos dicho es muy dificil li-
brarse. Con la contínua aplicacion de las re-


de la


,


buena crítica, sin manifestar elarte
as ó


la ciencia
t e


sin hacer un estudio sepa-




30
Ciencia


lado y una teoría distinta, se conseguí
todos aquellos efectos que están destinados,
producir , pero que se pierden estando se
ralos del objeto á que pertenecen. El árdea
de la historia arreglado por el de los tiempos,
la exposícion de los sucesos contemporáneos,
retativos á todos los pueblos, preferida algu-
na vez á la que es propia de uno solo, esta-
bleceria la memoria de las nociones cronoló-
gicas , no en el apoyo vacilante y efímero de
las datas , sino en el. órden y conexion de las
ideas históricas; se evitaría la confusion y los
errores del método antiguo, se extenderia la
inteligencia de los niños presentándoles un
objeto mas grande, y favorecería sus progre-
sos en la ciencia que hemos asociado á la bis•
toria. Finalmente , observando un justo medio
entre los dos extremos indicados, se daría
este estudio la extension que conviene en es-
ta edad , y el arte de pintar bien el vicio Y
la virtud , haria interesantes al corazon las
luces que se proporcionan al entendimiento'
Estas son las ventajas que se podrian conse"
guir del método propuesto.


No debo sin embargo dejar de advenir
que esta historia que se deheria y podria for
mar sin mucho trabajo para uso de los atoo'
nos en la edad de que hablamos, es bien
ferente de la que quisiera yo que fuera 1l
objeto de las profundas meditaciones de 1°'


de la legislacion. 31
hombres de esta clase despues de haber ter-
minado el curso entero de la educacion cien-
tífica. Pero me veo precisado á callar sobre
este objeto , no solo porque no es este lu-
gar oportuno para hablar, y porque no exis-
te la historia que yo deseo , ni ninguna de
las que hasta ahora se han imaginado ó pu-
blicado tiene relacion alguna con ella , si-
no porque la idea es tan atrevida y el plan es
tan vasto, que seguramente se reputaria por
imposible su egecucion. Yo he concebido el
proyecto de esta historia , y aun he preparado
algunos materiales. Quizás llegará tiempo en
que me ocuparé en este vasto y desconocido
objeto, y me reservo para entonces manifes-
tar al mismo tiempo la idea y su egecucion,


Despues de esta breve digresion volvamos
_ahora á las instrucciones propias de la edad
de que hablamos , y á la facultad de que
se debe hacer uso en ella.


Los tres años que hemos destinado para
las indicadas instrucciones se emplearán al
mismo tiempo en el estudio de una lengua
que despues de haber sido tanto tiempo el
objeto casi único de la educacion científica
de la juventud por un abuso que se resien-
te igualmente de la propension viciosa que
tienen los hombres á los extremos , se olvi-da enteramente en una gran parte de la Eu-
ropa Y Particularmente en la nacion que




32 Ciencia
cree tener derecho de dar la ley en las cien-
cias, como la dá hace mucho tiempo en la
opinion y las modas.


Por una consecuencia de este abuso,
lengua de Tulio, de Livio , de Plinio, y
Tácito, se han perdido en una gran parte
la Europa, juntamente con esta noble en
gía de la que nos ofrece modelos tan
llantes.


No nos dejarémos seducir de las apar
tes razones con que muchos escritores imp
rían el estudio de esta lengua , ni tampoco s
guirémos su egemplo prescribiendo el mét
de enseñarla.


Antes de la edad de que hablamos, e
es, de la que está comprendida entre los n
ve y doce años de la vida , ó sea entre'
principio del quinto hasta el fin del séptim
de la educacion, el estudio de esta leng
habria sido contrario al plan que nos habi
rnos propuesto seguir, pues antes de este tie
po la facultad de la memoria tan neces
para este estudio no debla cultivarse, por
aun no habla llegado á aquel grado de d
arrollo que se requiere para poder hacer ti
de ella sin peligro. Así la primera diferenc
entre lo que se ha practicado, y todavía
practica, y lo que nosotros hemos propuesr
consiste'en la edad que debe destinarse Par
este estudie,


de la legislacion,
33


La segunda es relativa al modo de em-
prenderlo y proseguirlo. Comenzar este estu-
dio por donde se comienza ordinariamente, es
lo mismo que empezarlo por donde debe aca-
barse mucho tiempo despues que se ha em-
pezado. Un laberinto de definiciones, de reglas
y de excepciones; una interminable exposi-
cion de principios todos relativos á la parte
mas metafísica de la lengua; un caos de pre-
ceptos, de los quales los niños repiten las
palabras sin entender el espíritu , y que los
dejan en la ignorancia perfecta de la lengua
despues que han acabado de aprender la cien-
cia, es el método absurdo á que hemos esta-.
do sujetos. De esta manera el error ha perpe-
tuado la ignorancia, ha hecho


aborrecible laciencia, ha esterilizado los ingenios mas fe-
cundos, ha inspirado á los


niños un ódio im-placable á la aplicacion y al estudio, y los
ha privado de aquella felicidad que la natu-
raleza parece que /labia reservado para este
período solo de la vida (r).


(I)
No puedo dejar de referir aquí dos pasa-ges de la elegantísima oracion de Facciolati adgramaticam en que pinta con colores muy vivos


los vicios de este método. Estas son sus palabras:
.Q


uemadnioclurn
ente: subitarius miles si inconfer-tissirnam hostium ocie»: statim


compellatur
riculi magnitudine atque insolentia de,rpendetanimum


o mo -T


suique prorsus oblitus , vix telum
, p


-


.<1.7




34 Ciencia
Yo me guardaré bien de imitar un InIto-


¿o que ha producido, y produce todavía tan-
tos males. Mis principios, el plan que me he
propuesto seguir, la triste experiencia que
me he visto precisado á hacer por mí mismo,
y la de los hombres que con sus escritos han
mostrado los vastos conocimientos que tenian
de esta lengua, todo me induce á aconseja:
un metodo nuevo, enteramente diverso del
antiguo.


Todas nuestras instrucciones prelimin a-
res se reducirán á las declinaciones y con-
jugaciones de los nombres y verbos, y á
aquellas pocas reglas y observaciones grama-
ticales, que son las mas sencillas y las mas
frecuentes en el uso, cuyo conocimiento es
mas indispensable para la inteligencia de )2
lengua. Segun la opinion de un célebre lati•


pedit ; ita literaria palestra tiruncaii ¡ngenttt
gramaticovun2 comelitationes agredi jussi, cor
tatione ipso diócultutis et labores exánirnaltlf
spemque omnem evudendi statim abficzunt.


Y h :blando de lo que á él mismo le haP1'
sucedido, dice; Ego obruebar infinita illa atqlle
implicatissima regularum strue nec
wotis adversa lempestate jactati nauta povIl
dPside • a n t quans ego inde me ut expediren;,:,
improbi lubo rts ierrninum aliquando contai'
T em, deortain hominunique operas implorabarg•


de la legislacion.
35


nista italiano, solos tres meses podrían bastar
para estas instrucciones preliminares (1). No-
sotros destinarémos los tres primeros del quin-
to año. La lectura y la explicacion de los es-
critores antiguos, y el arte de realzar y mos-
trar á /os jóvenes sus bellezas, deberia ser el
único, medio por el qual, lo restante de los
tres años que hemos destinado para el uso de
la segunda facultad , se debería proseguir el
estudio de esta lengua. Todos los que han
hecho mayores progresos confiesan deberlo
este egercicio (a).


Basta un solo principio para arreglar la
eleccion que se debe hacer de los libros que
se deben emplear para este uso. Los signosque r


epresentan las cosas sin la idea de ellasde nada sirven.


(1) Ved las dos cartas de Flaminio
escritasla una á monseñor Luis Calina, y la otra á mon-


señor Galeazzo Florimonte de Sessa.(a) El célebre Buo
namici, que es el César de


nuestro tiempo, autor de la historia i ntitulada:de rebus ad Pélitras gestis,
confesaba no haberhecho ningun estudio sobre la gramática , y ha-ber adquirido el conoc imiento de esta lenguacon sola la lectura de sus mejores


escritores , yparticularmente de César. Facciolati dice lo
mis-




mo


iceronCvoleoquid
en la citada oraci


ion , estas son sus palabras:
Si




,


, Horatio, cleteris
Terentio


q
,


-


filio
ue ejus, Casa-Livio C


e 2




36 Ciencia
En todas las lenguas las palabras son los


signos de las ideas, mas con esta diferencia,
que en las lenguas vivas las ideas de los ob•jetos que se perciben se unen inmediatamen-te con las palabras que se pronuncian, y en
el estudio de una lengua muerta, esta union
no se hace inmediatamente con la idea, sino
con la palabra del lenguage nativo que la
expresa. En la una las palabras son signos
de las ideas: en la otra son signos de los
signos de las ideas, lo que supone doble apli•
cacion del espíritu. ¿Qué no sucederá si á esto
se añade la ignorancia, y la poca claridad de
la misma idea?


Es necesario, pues, escoger entre las obras
de los escritores antiguos las que hablan de
las cosas, acerca de las quales los niños


scriptoribus debeo , nihil á me repetundarutnio:
re pastulet Priscianus , nihil Donatus vigdr
cet , nihil .Valla , Sanctius, nihil


waise; delicia quondani nostre , Enmanuel Aof
quos ornnes una cutis crepundiis vel abjeci,.51:
deposui. Exeidere jatnciiu animo eorum niosi(1:
excidere leges , nihilque mihi pote.it $1::


rUdium retardanduni co tingere infestius
tristis quedani eorum recordatio , ac tnettj)I'Y
de solent arida , ac exatguia prtficisci. ,
enim est aliud grarnatice loqui, qudin opio!
?atine non loqui , st credimus preeceptori tn0-
2uin ti li ano


de la legislaricn. 37
truidos segun nuestro plan puedan en la edad
de que hablamos, y en los tres diversos años
que componen este intervalo, tener ideas
claras ó adquirirlas con facilidad. En el últi-
mo de estos tres años se les enseriarán los
principales principios de la prosodia latina y
vulgar, y se egercitarán en la inteligencia
de los poetas de la una y de la otra lengua.
Se seguirá en la eleccion de estos poetas el
principio que dejamos sentado (1).


Finalmente así como la facultad de la me-
moria no es igual en todos los hombres, tam-
poco lo es su aptitud para todas las lenguas.
Los alumnos de este colegio que manifesta-
ren un talento mas decidido para este estu-
dio, serán tambien instruidos en la lengua
griega; y en esta instruccion que se les dará
en este período de la educacion científica, se
observará el mismo método que se ha pro-
puesto para la latina.


Nos reservamos hablar de la verdadera
gramática , y del estudio que se debe hacer
en la quarta época de la educacion, guando
se hará uso de la guarra facultad. Esta partede la filosofía, esta sublime metafísica de las


(I) Las lecturas propuestas en la parte moraltle la ed
ucacion de esta clase podrán tambien


contribuir para este objeto , las quales sin CIT1-


bargp deberán reducirse á solas las obras escritas




38 Ciencia
lenguas pide el egercicio de esta última f
cultad, y el prévio uso de las otras, para
derse estudiar y conocer con utilidad y apr
vechamiento. Quando se vea lo que yo e
tiendo bajo este nombre, espero que no
brá dudas sobre esta verdad.


Egercitada de esta manera la segunda
cultad del entendimiento, pasemos ahora
uso que se deberia hacer de la tercera. V
mos cómo nos podriamos aprovechar de
imaginacion, cómo se deberia egercitar, e
tivar, , y dirigir esta facultad en los alumn
de este colegio, para lo qual sin advertirlo
hemos preparado tantos materiales.


ARTÍCULO VI.
De las instrucciones del año octav


Este octavo año de la educacion,
el trece de la vida, se empleará enterame
en el uso de la tercera facultad, la qual
rece que en la mayor parte de los holt)
ha llegado en esta edad á aquel grado.
fuerza que es necesario para poderla culo


en lengua vulgar , 6 en aquella entre las
que 'neinos propuesto desde el principios
educacion.


de la legislacion. 39
sin peligro. Las vastas y multiplicadas ideas
de la naturaleza y de sus producciones, de
su fecundidad, de sus prodigios, y de sus
fuerzas adquiridas con las instrucciones de
la historia natural, con las experiencias quí-
micas, y con las observaciones cosmológicas;
el conocimiento de lo que ha sucedido de
mas importante en la tierra en varios tiem—
pos, en diversos pueblos y diversos estados
de la sociedad que nos ofrece la historia y
el conocimiento aún mas fecundo de prodi-
gios que el amor de la patria y de la glo-ia
ha producido entre los hombres, comunicado
en la parte moral de la educacion con dis-
cursos y con lecturas destinadas para este
objeto; la idea de lo bello inspirada con la


• contínua inspeccion de la naturaleza y con
el dibujo; el hábito de ver las mas bellas
producciones de este arte, y con la lectura
de los mejores escritores que se han propues-
to, componen el prodigioso rul mero de mate-
riales que hemos preparado á la imaginación
de nuestros alumnos antes de permitir que
se haga uso de ella. Era necesario esperar
requiere rei isazesor updvaairrealseesem plearla
que hubiese adquirido aquella fuerza que se


ssdipneerad


retenerlas,


restruirla; era


q a me—a n —tes de obligarla á componerlas; era necesario,en pocas palabras, hacer lo que hemos hecho,




40 " Ciencia
y esperar algun tiempo para aprovecharn
de esta facultad para usar de ella y dirigir'
Habiendo en fin llegado á este punto, vea
mos , pues, ácia que objeto debe aplicarse e
te uso y esta direccion.


Hay una época en que el espíritu human.
provisto de un número bastante considerable.
de ideas empieza á sentir la necesidad de tnb.
nifestarlas. Esta es puntualmente aquella en
que la facultad de la imaginacion ha adquiri-
do un cierto grado de actividad y vigor que
supone su entero desarrollo. El mejor uso que
podemos hacer de este período es aprovechar-
nos de esta necesidad y de esta disposicion,
pues no debemos hacer otra cosa sino fomen-
tar la misma naturaleza para aprovecharnos.
Las instrucciones que en los años precedentes
hemos comunicado á nuestros alumnos, les
dan, como se ha dicho, suficiente número de
materiales para las operaciones de su imag-
nacion , y al mismo tiempo les han preparad:
otra utilidad. La claridad de las ideas que
constantemente hemos procurado combina '̀
con el gran número de ellas , el hábito d'
las observaciones, el espectáculo continuo dB
las mas bellas producciones de la naturaleil
y del arte , y todos los otros medios co n 1G5.,
quales hemos procurado inspirarles la ide a cl
la verdadera belleza, precaverán fácilmc7'
los abusos y los errores de la imaginacio ii =


de la legislac*n. 41
disminuir la energía, la qual siempre es pro-
porcionada á la libertad que se le deja.


Aquel inmenso número de reglas y pre-
ceptos con los quales se encadena, se debilita
y se destruye finalmente la ímaginacion de
los jóvenes, bajo la apariencia de dirigirla,
serán proscritas de nuestro plan ; no solo como
inútiles, sino como perniciosas. La naturaleza
que de continuo les hemos presentado en su
realidad y en sus mas bellas imitaciones , ten-
drá lugar de preceptos y de reglas. Los escri-
tores que han leido, y seguirán leyendo, diri-
girán la elocucion y formarán el gusto. Lo
verdadero, lo bello, lo grande y lo sublime
estará en sus espíritus, en sus ojos y oidos,
y no en su memoria. El grande interés es que
ellos se acostumbren á escribir ó en verso
en prosa lo que imaginan, y se acostumbren
á imaginar, esto es, á componer y combinar
aquellos objetos que entre sí son combinables
y componibles ; que copien y hermoséen la
naturaleza en sus producciones, y no la aféen
y desfiguren á su capricho; que aprendan á
imitar á los escritores que se les proponen por
modelo en vez de aprender las reglas que se
han amontonado posteriormente sobre estos
mismos escritores (1); y que en vez de buscar
en éstos los tropos ó las antítesis busquen a-


.,


(I) El arte poética de Aristételes, i no está




42 Ciencia
quel vigor varonil de su espíritu que descubre
por todas panes el camino mas breve y mas
seguro para llegar al fin propuesto, y que
penetrado de la idea de la grandeza y digni-
dad de la naturaleza humana, desprecia todos
aquellos artificios, todos aquellos fraudes y
sutilezas de ún espíritu que quiere engafiar,
y de una imaginacion que quiere seducir.


En pocas palabras, el único, el verdade-
yo, el grande interés es que ellos mismos des•
cubran d arte en vez de aprender las reglas,
que hagan lo que se debe hacer en vez de
aprender lo que otros han dicho que se debe
hacer; que conozcan y egecuten las bellezas
del arte en vez de conocer los nombres, las
definiciones y sus preceptos.


Esto es lo que el sabio maestro debe pro-
ponerles en esta edad. Y será feliz si sabe es-
coger los asuntos sobre los quales la imagina'
cion de los alumnos rueda con mayor venta-
ja excitar sus operaciones y manifestarles los
materiales que deben emplear para este USO
indicarles los lugares de los mejores escritores
que pueden servirles oportunamente de mode'
lo para el asunto propuesto, haciéndoles vet.'
la belleza y los defectos de la egecucion;
comparándola con la nat p raltza les hace ob-
servar la semejanza y la diferencia en qu e 1/
por ventura fundada sobre los poemas de Holiw


de la legislacion. 43
hayan imitado y hermoseado, y en que la ha-
yan violado y afeado; si comparándol a con les
modelos que les ha propuesto sepa mostrarles
en qué consiste la diferencia del mérito; si
finalmente sabe él mismo corregir los errores y
las imperfecciones de sus obras , y substituir
lo bello y lo perfecto á lo feo y lo mediano.


De este modo se egercita.ria y dirigiria
bien esta tercera facultad. Todo el año nueve
de la educacion científica se empleará por
los alumnos del colegio de quienes habla-
mos en este objeto. Los otros seis años que
quedan bastarán para toda la instruccion que
pide el uso de la quarta facultad , y que yo
no podría excluir de mi plan sin hacerlo defec-
tuoso é imperfecto. z Podrémos en medio del
uso de esta nueva facultad conservar el eger-
cicio de aquélla de que acabamos de hablar?
Veámoslo.


ro? z Quántos preceptos ha deducido Horacio de
dos ó tres versos que quizás formó su imagina-.
cion divirtiéndose ? Antes que Tisia hubiese re-
cogido las reglas de la elocuencia , y que Platora
hubiese escrito su profundo diálogo intitulado
Gorgias ántes que Aristóteles hubiese for-
mado su retórica, y Ciceron compuesto los li,bros de oratore, ¿quántos oradores insignes ha-
habian conseguido de la naturaleza lo que estos
legisladores célebres prescribieron tomándolo deés tos ? Todo lo que estos insignes escritores nos




4


Ciencia


ARTICULO VIL


De las instrucciones de los.
Últimos seis alas,


razon hemos reservado para esta última
época de la educacion científica las instruccio-
nes que pide el egercicio de la facultad de ra-
ciocinar. Fieles al plan que nos hemos propues-
to, no podriamos antes de este tiempo empren-
derlas. Contentémonos de no haber perdido ni
un instante de un tiempo tan precioso, y de
haberlo empleado sin abusar de él. Contenté-
monos de haber recogido del uso. de las facul-,
tades precedentes todas las ventajas que nos
podian dar, y de haber conducido nuestros
alumnos á aquel punto en el qual los hemos
dejado sin exponerlos al fastidio ó al d o


-lor. Dejada la facultad de raciocinar en to"
da aquella libertad que e:eigia su MOS lento
desarrollo, la hallarérnos ahora mas dispuesta


han enseñado sobre el arte oratoria y la poesil/
qué otra cosa prueba sino la dificultad de ig Ja-


larse con ellos ? Demasiado ilustrados para creer
que sus reglas podrian hacer oradores y poetas'
seguramente no quisieron ellos sino exagerar 'II
dificultad; y con efecto, lo han conseguido y hall'
favorecido de dos maneras á su gloria , es á saber'
con la aparente invencion del arte , y con el 10
número de émulos q ue les ha quitado


de la legislacion. 45
á suministrarnos aquellos auxilios que el uso
prematuro de ella no nos hubiera permitido
obtener, y que no que le hemos


fuerpzuaedyenvigelsfrerarse sino de
apqerumelitgidruadaodridue irir. La direccion que darémos
á su fuerza, el método con que usarémos de
ella, aumentará el efecto así respecto del nú-
mero como de la solidéz de las instrucciones,
La naturaleza de estas instrucciones , el órden
con que deben disponerse, y el modo de co-
rnunicarlas, serán los tres objetos de nuestro
exámen.


Empezarémos el egercicio de esta quart
facultad por aquella ciencia que al tiempo que
acostumbra el hombre á raciocinar con órden
y eXáctitud , le comunica una multitud de co-
nocimientos necesarios ó útiles para adquirir
las demás ciencias..La geometría es esta cien-
cia. Siguiendo la distincion de algunos moder-
nos que la dividen en geometría elemental,
trascendental, y sublime, no proponemos para
nuestros alumnos sino las dos primeras, es á
saber, la elemental que no considera sino las
propiedades de las líneas rectas y circulares de
las figuras comprendidas en estas líneas, y de
los sólidos terminados por estas figuras; y la
tra scendental, esto es, aquella parte de la ge.o.•
metría de las curvas que no emplea los c ál-'
culos


sintesis
diferencial é


antiguos,
integral , y que se limita á


6 á la simple a21i-




1


46 Ciencia
cacion del análisis ordinaria. La geometi
sublime, ó de los nuevos cálculos, pidiendo ud.
tiempo mucho mas largo del que podemos
asignar á la educacion científica de nuestros
alumnos , terminada la educacion, podrán
aprenderla los que quieran extender sus co-
nocimientos en esta ciencia en las universida-
des , de las quales se hablará en el discurso
de este libro, en donde se enseñarán solamen-
te aquellas partes de la ciencia que han debi-
do omitirse en este plan.


En el primero de los dos años que se des-
tinarán para esta institucion geométrica, se
enseñará al mismo tiempo la aritmética y el
álgebra ; despues se continuará ésta con el
uso que se hará de ella en la institucion geo-
métrica; y el tiempo especialmente destinado
para su instruccion en el primer año, se em-
pleará en el segundo en la táctica.


El estudio y la práctica de esta última
ciencia se continuará en los otros años en
solos los dias festivos hasta el fin de la edu-
cacion. Quando los alumnos de este colegio
habrán aprendido la teoría del arte balltsti-
ca, se egercitarán en algunos de estos dias
en la práctica de esta arte; y una porcion de
los alumnos de la primera clase que se edu-
ca en los lugares de la capital, además de
los egercicios militares que , como se ha di"
Cho, deberian enseñarse á todos los alumnos


de la legislacion. 47
de aquella clase, se instruirá cambien en aquel
mecanismo que el simple artillero debe saber.


Los jóvenes militares que deben apren-
der á mandar, y los que deben aprender á obe-
decer y egecutar, , se reunirán en los mismos
dias y en el mismo campo para recibir sus
respectivas instrucciones prácticas. Del mis-
mo medio se podrán servir para la práctica
de los otros egercicios militares relativos al
mando y á la egecucion (1).


Los elementos de la ciencia fisicomatemá-
tica acompañados de la física experimental
ocuparán el tercero y quarto año. Las ins-
trucciones de la historia natural, las nocio-
nes cosmológicas que hemos comunicado
nuestros educandos por la via de los sen-
tidos en el último año de la época primera,


-y las experiencias químicas que hemos conti-
nuado por tanto tiempo (2), han proporciona-
do al estudio de estos dos años los mayores
auxilios.


Tambien se les podrían enseriar este ario
oportunamente , y con mayores luces , las
principales teorías de la economía rural ,


(1) En favor de esta parte de la educacion
respectiva al arte de la guerra, quisiera que los
custodios de este colegio fueran cambien milita-
res bien instruidos en la práctica de su a-te.(2) Véase el artículo 4. de este capitule,




43 Ciencia
y las instrucciones sobre las prácticas que
hasta ahora se han creido mejores para favo-
recer la vejetacion de las plantas , aumen-
tar la fecundidad de los terrenos , adaptar
segun su naturaleza las diversas especies de
abonos que ofrecen los tres reynos mineral,
vejeta( y animal, cuidar del ganado , conser-
var los granos y precaverlos de las enfer-
medades á que están expuestos. Si el depó-
sito de estos conocimientos queda inútil en
las manos de un miserable economista, no
lo sería ciertamente en las de los ricos propie-
tarios que compondrian la mayor parte de
este colegio.


En el quinto ario se enseriarán los prin-
cipios del derecho natural y de gentes, y aun
reservarémos para el mismo las intrucciones
de aquella sublime metafisica de las lenguas,
que con razon hemos llamado gramática fi-
losófica, y de la qual hablarémos muy en bre-
ve ( 1).


Finalmente , el estudio del derecho pá-
trio, acompañado de los verdaderos y lumi-
nosos principios del órden público y de la
prosperidad social, coronarán en el sexto alío
el curso de esta educacion científica (2)• •


(r) Véase el artículo 5. del mismo.
(2) Estas instrucciones deberian estar á • -c


go del magist.ado de educacion de este


de la legislacion. 49


Si la legislacion fuese lo que debe set
como nos proponemos que sea en esta obra, y
qual suponernos que es para conseguir de es-
te plan de educacion les mayores efectos,


diversas
en-


las partes de esta legislacion,ronces
sus disposiciones sobre varios objetos relati-
vos al órden público y á la prosperidad social,
ofrecerian al sabio maestro los mas copiosos
materiales y las ocasiones mas oportunas para
manifestar á sus discípulos los principios lu-
minosos de aquella ciencia que ha guiado al
legislador, y que forman el espíritu de sus
leyes. El conocimiento del verdadero estado
de la propia nacion , y de lo que se comprende
bajo este nombre (r), el de sus verdaderos
intereses y de sus relaciones, serian las. con-
secuencias de estas instrucciones.


Mas si la legislacion fuese lo que es ho-j-
en casi toda Europa, y si este plan de educa-
cion precediese á la reforma de las leyes, en-
tonces un maestro sabio deberia deducir de
los vicios é imperfecciones de la legislacion
nacional los verdaderos principios, con los


Ésta deberla ser una de las mas importantes fun-
ciones de su ministerio, y esta sola funcion has-
ha llarse e la
ta para hacer conocer las luces que deberia11,


persona á quien se confiase estecarg ,
S
z'


r ) Véase lo qt;eklejamos dicho sobre /o quaQma




50 Ciencia
quales se harian sus discípulos dignos de con. -
tribuir algun día á la grande obra de su CON
reccion y reforma. Platon alaba especialmen-
te la ley de Minos , que prohibia á los jóve-
nes poner en duda la bondad de las leyes
que se les enseñaban (2). Si la legislacion fue-
se perfecta, podría ser útil , esta ley ; pero
siendo viciosa , no haria sino perpetuar los
males.


Estas son las instrucciones que se debe-
rian dar en esta quarta época á los alumnos
del colegio de que hablarnos, y hé aquí el
érden con que deberían disponerse.


No se debe estrafiar que no hayamos he-
cho dos instituciones separadas y distintas de
la metafísica y de la lógica. La razon es sen-
cillísima. No lo hemos hecho de la prime-
ra , porque considerando la metafísica bajo su
verdadero aspecto, es á saber, como la cien-
cia universal que contiene los principios de
todas las otras, repartiremos este estudio e n


-tre los otros; pues como luego observaremos,
queremos que las instituciones de todas las
ciencias estén acompañadas de la metafísic a de
la misma ciencia.


Tampocó formado de la lógica un


forma este estado desuna nacían , en el cap, 1°'
.atu


del lib. r. hasta el fin.
(2) Piaron diálogo r. de las leyes,


51de la legislacion.
estudio separado y distinto (t), porque la par-
te de esta ciencia ó arte que enseña á dispo-
ner las ideas en el órden mas natural, á for-
mar la cadena mas inmediata, á descomponer
las que son demasiado compuestas, á consi-
derarlas por todos sus aspectos, y finalmente,
á. presentarlas á los otros bajo una forma que
las haga solamente inteligibles; esta parte,
digo, de la lógica se juntará con la institu-
don geométrica, y el maestro de esta cien=
cia no tendrá ningun trabajo en hacer. od-
nocer á sus discípulos las reglas de un arte


jque en ninguna parte se han conservado me-or que en la que ésta enseña., La otra parte
de la lógica, que considerando separadame.nte
por medio de la abstraccion las diversas ideas
que son el objeto del pensamiento, y de las re-
laciones que el espíritu percibe entre ellas , lle-
ga á analizar en cierta manera el pensamiento
que de su naturaleza es indivisible ; y por
medio de esta análisis reduce el uso de la pa-
labra á algunos preceptos universales é in-
variables, manifiesta hasta las mas pequeñasdiferencias de las ideas , enseña á distinguir-
las con bsi anos mas ventajosos, manifiesta y
corrige el abuso que se hace de


algunos de
éstos, destruye ó nos preserva de los errares


(i) Se sabe que se ha disputado sin fin sobresi la lógica es
arte 15 ciencia.


D




S2 Cíencia 1
que dependen de este abuso , distingue clUárs
do y cómo se puedan dar diversos sentidos
á la misma voz, guando y cómo se puede
representar la misma idea con diversas vo-
ces; descubre frecuentemente por medio de
un exámen profundo la razon de aquella elec-
clon , en apariencia extravagante, que hace
preferir un signo á otro y no deja final-
mente á aquel capricho nacional, que se llama
uso, sino lo que no puede absolutamente qui-
tarle. Aquella otra parte de esta ciencia ó ar-
te, como se quiera llamar , se juntará con
aquella gramática filosófica, de la qual co-
mo se ha dicho, deberian enseñarse los prin-
cipios en el penúltimo año de esta educacion
científica.


La razon es evidente. Sea la que se fuere
la lengua de un pueblo, sean las que se fue-
ren las voces y el modo con que se han m o


-dificado , siempre deberá significar con estas
voces las percepciones , los juicios y los ra-
ciocinios. Siempre serán necesarias las voces
para explicar los objetos de sus ideas, sus mo'
dificaciones y sus relaciones; siempre debela
hacer sensibles los disversos aspectos por los
quales los ha considerado. Habrá siempr e vo


-ces que expliquen las ideas compuestas, y que
como tales se puedan definir ; y las habrá para
significar las ideas simples, que como tale s no
se pueden definir, y que en todas las lengua/


de ta legislacion. 53
deben considerarse como las raíces filosóficas
de la misma lengua. Las habrá para signifi-
car los séres reales y los abstractos, las habrá
para significar las afecciones internas y las
abstracciones de estas afecciones. Con las pri-
meras distinguirá los séres reales de los efec-
tos de sus reflexiones sobre estos séres , y
con las segundas las afecciones internas de los
efectos de sus reflexiones sobre estas afeccio-
nes. No pudiendo haber tantos nombres como
son los individuos , muchas veces deberá ha-
cer uso de las voces determinativas para res-
tringir el significado demasiado vago de las
apelativas y generales. Habrá voces para sig-
nificar clases, géneros, especies, &c. que sus
abstracciones sobre las propiedades, qualida-
des, &c. de los entes reales le han hecho in-
ventar para distinguirlos. Habrá voces de un
sentido incompleto que será necesario comple-
tar. Usará unas veces de las voces en un senti-
do propio y original, y otras en un sentido fi-
gurado y extenso. Si el pueblo ha hecho mu-
chos progresos en la cultura, la lengua ten-
drá muchos sinónimos , no precisamente de
aquellos que tienen absoluta y rigorosamente
el mismo sentido, sino de los que están destina-
dos para significar las mas pequeñas diferencias


guando


de una misma idea, y que entonces solamente
es permitido


usar á su arbitrio una por otra es
necesario significar la sobredicha




54 Ciencia
e,,,erencia. Sea la que fuere la lengua, sus
proposiciones tendrán siempre sus sugetos
atributos, y la parte destinada para significar
la existencia ó no existencia del atributo en el
sugeto, serán simples ó compuestas, princi-
pales 6 incidentes.


En pocas palabras, sea la que se fuere la
lengua del pueblo, siempre estará sujeta á
las leyes de la análisis lógica del pensamiento,
y estas leyes fundadas sobre la naturaleza y
manera de proceder del espíritu humano, son
invariables , inmutables y perpetuas como
aquéllas. Pues esta metafísica de las lenguas,
esta gramática universal que tiene sus prin-
cipios invariables y eternos, de los quales de-
berian deducirse las instrucciones de la gra-
mática particular de cada lengua, ¿qué otra
cosa es sino aquella parte de la lógica que
nosotros hemos indicado? ¿Por qué, pues,
separar dos instrucciones que por su natura-
leza están inseparablemente unidas? ¿Por
qué redoblar el tiempo, el fastidio y la di fi


-cultad para separar dos estudios que tienen
tanta necesidad de los auxilios mútuos qu e se
prestan? (r)


El lecto pr rofundo, que en luar de se'
guiri al autor le previene, no tendrá


g
dificultad


en preveef que la gramática filosófica cunee-


(a) Por una razon aun mas evidente no he'


de 7a legislacion. 55
bida segun la idea que hemos dado, deberia
contener necesariamente los principios lumi-
nosos del orígen y generacion de nuestras
ideas, á las quales algunos ilustres modernos
quisieron, como es notorio, que se limitase
la metafísica. Dejo á los filósofos que cono-
cen las relaciones , por las quales las ciencias
que se créen mas distantes entre sí se com-
binan y entrelazan , que juzguen de las uti-
lidades que resultaria de sus varias combi-
naciones en el plan que hemos propuesto. El
elementista servil es mas propio para hacer
la burla , que para concebir estas ideas.


Disueltas estas oposiciones que se me po-
drian hacer, y expuesta la naturaleza y el Or-
den progresivo de las instrucciones que se
deberian dar en esta quarta época, veamos
ahora el modo y método que debe seguirse
en comunicarlas. Solo esto me resta que exá-
minar para cumplir lo que he prometido. Las
pocas ideas relativas á este importante objeto,
que procuraré exponer con la mayor breve-
dad que me sea posible, me parece que po-
drian ser bastantes para indicar el nuevo mé-
todo que deberia sustituirse al antiguo. Su-
plico á mis lectores que dejando aparte las


mos hablado de la Ética, porque como hemos di-
cho, los principios de esta ciencia deben enseñar-




56 Ciencia
preocupaciones de la costumbre, atiendan so-
lamente á la razon.


1. En toda ciencia se empieza definiendo,
y la primera definicion es la de la misma
ciencia. Esta definicion muchas veces no es
exácta, puesto que una buena definicion es
la cosa mas rara; y guando es exácta no bas-
ta por sí sola para darnos la verdadera idea
de la ciencia, sino la hemos estudiado ente-
ramente. ¿Qué se deduce de esto? El jóven
que no toma ningun interés en el saber,
aprende de memoria las palabras, cuidándo-
se muy poco de comprender el sentido con
claridad; y el que tiene deseo de saber, 6
creerá haber concebido la idea mientras está
muy léjos de ella, ó si tiene bastantes luces
para conocer que no la concibe , tiene una
desconfianza de sus talentos y de su aptitud
para aquella ciencia , de la qual no ha podi-
do concebir ni aun la definicion que se ima-
gina ser la parte mas fácil de ella. Empezada
la carrera de las ciencias con tan infelices
auspicios, ¿qué progresos pueden hacerse ja-
más en élla? La razon llama á su socorro la
memoria, y las operaciones de esta segunda
facultad , que son tan felices en una época


se en la parte moral de la educacion en las ins--
micciones, y en los discursos morales.




de la cion. 57
en que está élla en su mayor vigor, enga-
ñan al maestro y al discípulo no dejándoles
conocer la pérdida que se hace de un tiempo
tan precioso. Un convencimiento tan material
y pasagero del lenguage técnico de la facul-
tad, y de las partes que componen la ciencia,
es todo el fruto de esta instruccion. Los jó-
venes parecerán grandes geómetras en la es-
cuela y ea las conversaciones, sin saber aún
que cosa es geometría. Pocos meses despues
que han abandonado esta ciencia para pasar
á otra, ocupada la memoria con un nuevo
ienguage , se olvidan del antiguo ; y al geó-
metra hecho publicista ó jurisconsulto, no le
quedará otra impresion de su ciencia antigua,
sino la del tiempo que inútilmente empleó
en ella.


Estos males que dejan á los talentos me-
dianos en la ignorancia mas perniciosa , qual
es la que se oculta bajo una ciencia superfi-
cial , y que retardan los progresos de los
grandes talentos, los quales deben emplear
en reparar los vicios de la institucion el tiem-
po que podrian ocupar en dilatar los lími-tes de la misma ciencia; estos males , digo


podrian corregirse y precaverse
con 1.1'


método diferente de institucion.




manifestar lo que yo he pensado
primeros


sc-


i
bre estos




ciencia pasos de la institucion dequalquiera ien
cia , tomemos por egempio




58


Ciencia
la geometría que segun mi plan deberia set
la primera , en la qual se hiciese uso de
este método. Veamos , pues , de qué ma-
nera quisiera yo que se diese la idea de ella
á los alumnos, y así podrá concebirse fá-
cilmente lo que se deberia hacer en las otras
ciencias.


Léjos de pretender conseguir este fin con
solo el medio de la definicion de la ciencia,
esta definicion no deberia ser sino el apéndi-
ce y el resultado del luminoso exámen que
deberia precederla. Que se me permita exa-
minar brevemente, y de esta manera, su na-
turaleza y su importancia. Supongamos, pues,
que yo fuese el maestro de esta ciencia, y'n
reduciria la primera y la mas importante de
mis lecciones á lo que se sigue.


Yo empezaria manifestando á mis discí
-pulos que el estudio que les conduce al gra
-do mas alto de la ciencia , es el que les mani


-'l'estará por la primera vez la pequeñez de
nuestras fuerzas y la debilidad del enten dí


-miento humano. Procuraria hacerles ver que
aunque rodeados de cuerpos, y siendo nono'
Cros mismos cuerpos , ha sido necesari o des'
componerlos, por decirlo así, para poder te'
per de ellos algun conocimiento ; separar e S
nuestra iinaginacion las propiedades sensibl es
de los mismos cuerpos á que pertenecen; exs
minar no solo separadamente estas propieds,


de la leOslacion. 59
des para conocerlas, sino dividirlas y descom-
ponerlas despues que están ya separadas de
las otras; finalmente ha sido necesario supo-
ner en estas propiedades mismas así abstrac-
tas, separarlas y descompuestas, una exácti-
tud hipotética é imaginaria, que no existe
sino en nuestra definicion y no en la natu-
raleza misma , y que no nos permite cono-
cerla sino por aproximacion.


Para ilustrar esta idea tomarla con las
manos un cuerpo, y mostraria á mis discípu-
los todas sus propiedades sensibles. Les baria
vér como hacemos poco á poco con nuestro
espíritu la separacion y la abstraccion de es-
tas diferentes propiedades, acostumbrándonos
á considerarlas separadas de las otras y aun
de los cuerpos á que pertenecen. Despues les
haria ver en la extension figurada la única
parte de las propiedades de los cuerpos en
que se ocupa la geometría, manifestándoles
como esta ciencia se limita á observar los
cuerpos como simples porciones del espa-
c io penetrables, divisibles y figuradas. Lesharia,concebir la idea del cuerpo geométrico,
que no es mas que una porcion del espacioter


minada en todos sus aspectos por límitesintel
ectuales. Desde el principio les haria


considerar
como en una idea general estaporcion figurada del espacio, 6 bien la exten.mon de un
cuerpo en todas las tres cilmensio-




6o Ciencia
nes. Despues les baria vér como no bastar
considerar separadamente esta extension fi-
gurada, sino que para determinar sus propie.
dades debe descomponerse esta misma ext,m-
sion. Que desde el principio debe conside-
rarse con abstracciones que están aun mas
distantes de la realidad, como limitada por
una de sus dimensiones , qual es la longitud;
después por dos de estas dimensiones como
son la longitud y la latitud; finalmente por
sus tres dimensiones corno son la longitud,
latitud y profundidad; y de esta manera les
baria vér como las propiedades de la exten-
sion considerada en la línea, en la superficie,
y en los sólidos , forman el objeto de esta
ciencia.


Finalmente, les baria vér como después
de haber descompuesto la extension para ob-
servarla en cada una de sus dimensiones, Y
de haber formado abstracciones sobre abstra c


-ciones, ha sido necesario que el hombre diera
otro paso, que es el que mas nos demuestra
la debilidad de sus fuerzas, es á saber, sur*
ter en estas líneas, en estas superficies, Y en
estos sólidos, algunas condiciones determina"
das; suponerlas en un estado de perfecciun
hipotética que jamás se halla en la natura le-
za, y no existe sino en sus definiciones; que
hace las verdades geométricas verdad es 'e
definicion, 6 bien hipotéticas, como lo son


dela legislacion,
61


las definiciones de las quales proceden; y en
fin las hace tales, que no nos conducen ni
pueden conducirnos al conocimiento del es-
tado real de esta extension en los objetos fí-
sicos en los quales no se encuentran sino por
aproximacion. Los primeros objetos que se
deben presentar en aquella parte de la geo-
metría elemental, que es la primera que se
enseña, me servirán para ilustrar mejor esta
verdad. Mostrándoles las figuras de la línea
recta, de la superficie rectilínea, y del círcu-
lo, les haria ver que no existe en la natura-
leza ni una línea perfectamente recta, ni una
superficie pe rfectamente rectilínea , ni un
círculo perfecto, como no existen


ni perfec.tas curvar, ni superficies perfectamente cur-
vilíneas, ni sólidos perfectamente terminados
Por tales superficies; mas al mismo tiempo


lesharia vér que qua nto mas se acercará al cír-
culo perfecto la figura circular, por egernolo,
que existe en la na turaleza , sus propiedades
se acercarán mas á las que ellos mismos des-


_


cubrirán en el círculo perfecto; y así en lasdemás les haria ver que se pueden
aproximarhasta un grado suficiente para el uso que se


debe hacer; y finalmente les haria ver quesin re
currir á esta perfeccion hi potética ja-más ihubéramos podido llegar á conocer ydem


cularesostra alguna de las propiedades par-ti
Pie aquella propiedad principal




62 Cicncia
de los cuerpos que se llama extension.


Hé aquí un ensayo corto y apénas delinea-
do del examen analítico y luminoso que de-
berian dar á los alumnos la verdadera idea
de esta ciencia, del qual no debería ser sino
el apéndice , ó por mejor decir , el resultado
la definicion que se dá de ella. Lo que acabo
de decir sobre la geometría espero que basta-
rá para hacer conocer quáles sean mis ideas
sobre este primer paso que se debe dar en la
institucion de las demás ciencias. Los sábies
maestros que se elegirán para enseriar las que
se han propuesto en este plan, procurarán ha-
cer las aplicaciones que yo mismo habria he-
cho si la naturaleza de esta obra me lo hubiera
permitido. Dejando, pues , á ellos este cuida-
do, prosigamos entre tanto la exposicion
las otras ideas relativas al importante objeto
de que tratamos.


H. En todas las ciencias hay algunos
principios que no pueden explicarse ni contes


-tarse, sino que se conciben por una especie
de instinto al qual es necesario abandonarse
sin resistencia. El filósofo no vé ni puede Ver
mas claro que el vulgo en estos primeros
principios , que son los puntos de los quales
deben partir todas las ciencias porque son los
hechos simples y reconocidos que para su
mas alto que ellos faltan los medios así á los
ignorantes como á los doctos, y como tales,


de la legislacion. 63
ni pueden ser explicados ni contradichos. La
superioridad que el filósofo tiene sobre los
demás hombres, consiste en que combina es-
tos principios y deduce consecuencias, las qua-
les son principios de otras muchísimas nocio-
nes; mas el ignorante que posée como él la
llave de estos tesoros , ignora aun que -los
posée. Pero esta superioridad que tiene el fi-
lósofo en el uso que hace de estos principios,
no la tiene, como se ha dicho , ni puede tener-
la en quanto al convencimiento de ellos. Debe
contentarse con entenderlos como el resto de
los hombres, y considerar las discusiones su-
tiles y minuciosas como perniciosas , porque
no producen otro efecto sino obscurecer el
principio, de evidente que era hacerlo du-
doso, y por consiguiente hacerlo todo incier-
to por no tener punto fijo de donde partir. En
la ciencia geométrica, por egemplo , debe E-
mitarse un sabio maestro á exponer la exten-
sion como la suponen todos los hombres sin
hacer caso de las objeciones y de las suti,-
lezas escolásticas.


El examen de la qüestion que pertenece
al modo con que el hombre llega á concebirla co


ntigüedad de las partes, en la qual co-lmosatessabe todo el mundo consiste la nocion de
a


extension,
6 bien d


,)e' ll ia nvestigacion de la natura._
la esencia de la misma exten-


sion, no harían sino obscurecer la idea clara




64 Ciencia
que sus discípulos tienen de la extension en vez
de añadir luces acerca de la esencia y del mo-
do con que han llegado á adquirirla. La razon
es evidente. La idea de la contigüedad de las
partes depende de una percepcion compues-
ta, la qual debe depender de las percepcio-
nes simples , que son los elementos. De la
misma manera consistiendo la extension en
la contigüedad de las partes , es un sér com-
puesto, cuyos elementos es preciso que sean
simples.


Por lo qual, así corno una percepcion pri-
mitiva única y elemental no puede tener por
objeto sino un sér simple, y así como un sér
simple no puede percibirse sino por una per-
cepcion simple , así las percepciones simples
elementos de las percepciones compuestas,
deberán tener por objeto séres simples ; y los
séres simples, elementos de la extension, de-
berán ser el objeto de estas percepciones. Así
para conocer de qué modo hemos llegado á
adquirir la idea de la extension , y concebí:
su naturaleza, sería necesario no solamente
poder subir hasta los elementos de las pe r


-cepciones y de la extension, concebir de qué
manera un sér simple pueda obrar sobre nues-
tros sentidos, y cómo un número finito 6 in-
finito de percepciones simples pueda pro du-
cir una percepcion compuesta, sino lo qu e es
aún mas imposible, concebir de qué. manera


de la legislacion. 65
que un sér compuesto, pueda formarse de
seres simples.


Así las sensaciones que nos hacen conocer
la extension y la esencia de la misma, son
y serán siempre tan incomprehensibles pa-
ra nosotros , como lo son y serán siempre
los principios de todas las cosas. Mas esta in-
comprehensibilidad de la naturaleza de la cau-
sa, y de la esencia del efecto, no nos priva
de aquella claridad que tiene en todos los
hombres la idea de la extension , sino guando
queremos hacer esfuerzos para concebir la
esencia y la sensacion que la produce.


La idea que todos los hombres tienen de la
extension ha sido bastante, como poco antes
se ha visto, para considerarla en los cuerpos
simplemente como figurada , para descubrir
sus tres dimensiones ; para formar ideas claras
de las líneas , super ficies y sólidos que depen-
den de ella, y para considerarla en cada uno
de estos modos separadamente. En pocas pa-
labras, la idea que todos los hombres tienen
de la extension ha sido bastante para hallar
el modo de descubrir efectivamente las propie-
dades secundarias que pertenecen á esta pro-
piedad primitiva é inco mprehensible ; y estamisma
hacerla


ide.,ne
concebirá


s, er bastante al maestro para
icrtoarseus esdliscípulos.Hee queridoá los lectores este egemplo para ha-cer


uso que se ha hechoTomo IX, E




66 Ciencia
de este importante precepto en el ensayo que
se ha dado del modo con que se deberia dar
á los discípulos la idea de la ciencia geomé-
trica. No hemos intentado mostrar en la
realidad ni el origen ni la esencia de la ex-
tension, sino que nos hemos limitado á ma-
nifestarles la necesidad que han tenido los
hombres de considerar la extension simple-
mente como figurada , de considerarla por
decirlo así como aislada, esto es, como se-
parada de los cuerpos á los quales pertenece
y de sus otras propiedades sensibles, y las ul-
teriores abstracciones é hipótesis que se han
visto precisados hacer para llegar á descubrir
las propiedades particulares de esta propiedad
general de los cuerpos que se llama exten-
sion. Les hemos manifestado la debilidad del
hombre , y no su locura ; la lentitud y la cor-
tedad de sus pasos en el descubrimiento de
las verdades que puede comprender, y no su
arrogancia en investigar las que son y serán
siempre inaccesibles á su inteligencia. En fin,
hemos procurado precaver la obscuridad, la
ilusion , las dudas y el orgullo, y no promo-
ver y favorecer todos estos males.


Lo que hemos dicho relativamente á 1.a
extension , se verifica en los primeros princi-
píos de todas las ciencias. Tal , por egemPl°/
es la idea de la tendencia recíproca que tienen
las partes de la materia, á moverse las unas


de la legislacion. 67
ácia las otras, esto es, de la atraccion ó gra-
vitacion universal ; tal es la de la impene-
trabilidad , de la qual nace la mútua accion
de los cuerpos ; las del espacio, del tiempo y
movimiento; las relativas á nuestras observa-
dones sobre el modo con que el alma conci-
be, ó es afectada ; tales son en la moral y
en la política las ideas de los afectos primi-
tivos comunes á todos los hombres, y tales
son muchas otras ideas semejantes á éstas
que son todas nociones clarísimas y eviden-
tísimas por sí mismas ; mas son tales, que si
el maestro no se sirve de ellas en las cien-
cias , en las quales sirven de principios del
modo que todos los hombres las conciben ; si
quiere sumergirse en las cuestiones metafísi-
cas relativas á ellas ; ti en vez de limitarse á
analizar guando es necesario la generador:
de estas ideas, indicando la sucesion progre-
siva de las operaciones intelectuales que las
producen, quiere hacer vanos esfuerzos pa-
ra reducirlas á nociones menos comunes y
mas arcanas, no hará sino obscurecerlas y
hacerlas perder aquella evidencia que es nece-
saria para el uso que se debe hacer de ellas.


Abandonemos, pues, las vanas investiga-
ciones y las cuestiones i ndisolubles, especial-m


ente en la instruccion de la juventud que,
nu n ca r aess j?dreirimcais21130


.dsodcalagrau.e Choanbslidameroésrnocsoilnol:


E a




68 Ciencia
puntos desde donde se debe partir, y no como
obstáculos que deben vencerse. Persuadámo-
nos que el progreso de la ciencia no consisteOv
en hacer retroceder estos puntos, sino en pa-
sar de los términos á que se ha llegado par-
tiendo de ellos. Consolémonos con la idea
agradable de que todo lo que es incom-
prensible al hombre, le sería inútil concebir-
lo; y en vez de disminuir con las sutilezas y
los sofismas el número demasiado pequeño
de nuestros conocimientos ciertos y claros,
procurémos con el método opuesto facilitar
á los jóvenes el modo de adquirirlos y dispo-
nerlos á multiplicar el número de ellos.


El sabio maestro lo podrá conseguir sino
confunde jamás el rigor exácto con el imagi-
nario; el primero ayuda tanto á la inteligen
cia y al descubrimiento de la verdad como•


dalla el segundo. Ei primero es el de N eVi-
tan , y el segundo es de Escoto.


111. Hemos dicho que en todas las cien-
cias se empieza definiendo, y que la primera
definicion será la de la misma ciencia. Hemos
indicado nuestras ideas sobre esta primera de-
fi nicion. Ahora expondrémos las relativas á las
demás definiciones.


En todas las ciencias se define , pero mu-
chas veces se define guando no se puede de-
finir, ó guando no se debe empezar por la
definicion p y no se. hace uso de lo que se de-


de la legislado% 69
hería en el primer caso en lugar de la defi-
nicion, y en el segundo no se pone lo que
se debería poner antes de la definicion. Este
es el primer mal.


Muchas veces se pretende conseguir de
la definicion lo que no puede darnos, y
llevados de este error proscribimos las de-
finiciones que deberian preferirse , y pre-
ferimos las que deberían proscribirse. Se-
gundo mal.


Muchas veces se pretende conseguir con
las definiciones en todas las ciencias, lo que
no puede conseguirse sino solo en algunas.
Tercer mal.


Muchas veces es la definicion viciosa por
exceso, y otras por defecto. Quarto mal.


Finalmente , muchas veces se peca por
demasiado definir, y otras por poco definir.Quinto mal.


¿Qué debe hacer el maestro sabio? Evi-
tar igualmen te todos estos males. La expli-
cacion de estas pocas reflexiones mostrará su
importancia.


Hemos dicho que muchas veces se define
guando no se puede definir, ó guando no se
debe empezar por la definicion, ó no se hace
uso en el primer caso de lo que se deheria en


'


lu
lugar ide la definicion




se deberla
, y en el segundo deque


10. Expliqué la poner antes de la defini-clon
mos esta primera reflexion.




70 Ciencia


Poco antes hemos observado los lírnites
que no se pueden traspasar en el uso de al-
gunos principios, y aquí veremos dentro de
qué límites debemos contenernos en el uso
de las definiciones. Para definir es necesa-
rio descomponer y enumerar las ideas sim-
ples que se comprenden en una idea com-
puesta.


Así las ideas simples son los últimos lí-
mites de las definiciones, y los últimos ele-
mentos en los quales deben resolverse; luego
las ideas simples no se pueden definir. Esta
consecuencia no necesita de examen. ¿Mas
de qué manera se deberá hacer conocer y de-
terminar el sentido de las palabras que las
significan? ¿De qué medio nos serviremos en
este caso en vez de las definiciones? Esto es
lo que debemos examinar.


Si todas las ideas simples y abstractas son
indefinibles , no todas las ideas abstractas y
simples son de la misma naturaleza. Algunas
las adquirimos inmediatamente por los se n


-tidos , como la de un color particular, la del
calor y del frio , y otras muchas de esta na-
turaleza que yo llamo abstractas y simples/
pero directas, porque nos vienen directamente
de los sentidos.


Otras no nos vienen de los sentidos sino
remotamente, y las adquirimos, ó por mejor
decir, las formamos por las operaciones su-


ecefia


de id legislacion. 71
cesivas y combinadas del entendimiento, como
la idea que significamos por la palabra gene-
ral de sensacion , la de la existencia, la del sér
que es la mayor de nuestras abstracciones,
porque es la mas general de nuestras ideas,
y otras muchas de esta naturaleza que yo
llamo abstractas y simples , pero indirectas
porque no nos vienen directamente de los
sentidos.


Finalmente otras reconocen como las
segundas su remoto origen de los sentidos,
se forman como ellas por operaciones del en-
tendimiento sucesivas y combinadas, mas des-
pues se hacen en cierto modo sensibles por
los medios que los hombres han imaginado.
Tales son, por egemplo, en la geometría las
ideas de la línea recta y de la superficie pla-
na ( i) que reconocen en los sentidos su origen
primero y remoto, como es la percepcion de
los objetos corpóreos que de aquí se han for-
mado con sucesivas y combinadas operacio-
nes del entendimiento , las abstracciones y
las hipótesis geométricas de las quales he
hablado, y despues se han hecho de nue-
vo en cierta manera sensibles por medio de
la figura que los hombres han imaginado.


( I ) Para evitar la equivocacion, advierto quela sencillez de las dos ideas de que se habla , es
propia no de la idea ex plicada con la palabra lí-




1


72Ciencia
Para distinguir esta tercera especie de ideas
simples de las de la primera y segunda espe-
cie, yo las llamo ideas abstractas y simples,
pero indirectas y figuradas.


Por poco, pues, que se reflexione sobre
la diferencia de estas tres especies diver-
sas de ideas simples, se conocerá que si son
igualmente indefinibles porque son igualmente
simples, no por esta razon el medio de que
debemos servirnos en vez de la definicion pa-
ra hacer conocer el significado de las pala-
bras que las expresa , puede ser el mismo. Lo
que es oportuno para las primeras no lo será
para las segundas, y lo que es suficiente para
las segundas no bastará para las últimas. Por
tanto será necesario servirnos de tres medios
diversos , igualmente adaptados á la diversa
naturaleza de estas tres especies diversas de
ideas.


En la primera especie de estas ideas, esto
es, en las abstractas y simples, pero direc-
tas, el medio único es el que Lock nos proPo


-ne. Pronunciar la palabra que significa la idea,
y despues excitar la sensacion que le es pro-
pia, para hacer conocer de este modo la idea
cuyo nombre ya se ha aprendido.


nen, sino con la palabra recta; no de la idea ex-
presada con la palabra superficie, sino con la ps


-iabra playll2.


de la legislacion. 73
Para hacer conocer, por egemplo, la idea


que significa la palabra rojo, no hay otro me-
dio que presentar á la vista este color des-
pues de haber pronunciado el nombre. Este
medio es el único que hay ; de manera que
el que está privado de este sentido, jamás po-
drá formar una idea clara del significado de
esta palabra. Sabemos el hecho del ciego que
el mismo Lock refiere, el qual despues de ha-
ber meditado mucho tiempo , y oido leer mu-
cho sobre la materia de los objetos visibles,
comparó el color de escarlata con el sonido de
una trompeta.


Pero todo el mundo vé que este medio
único y eficaz, guando se trata de ideas abs-
tractas y simples, pero directas, no se podria,
emplear quando se trata de ideas abstractas
y simples, pero indirectas. Todo el mundo vé
que en éstas es necesario servirse de otro me-
dió para conseguir el mismo fin. Mas ¿quál
es este medio ? No hay sino uno, el análisis
de la generacion de aquella tal idea , ó bien.
de las sucesivas operaciones del entendimien-
to, con las quales hemos llegado á formarla.
Este es un medio singular y sublime que si
se hubiera conocido y usado de él en todos
tiempos,
fml etantos


as oinsoiglli,t)ts per ohubiera l s
errante la filoso-


s espacios de las qui-
, confundido la ciencia de las pala-bras con la de los hechos. Esta verdad se con-




74
Ciencia


cebirá mas claramente con un egemplo de
estas análisis que presentaré mas adelante.


Finalmente, ¿ de qué medios nos serviré-
mos para la tercera especie de ideas abstrac-
tas y simples, pero indirectas y figuradas?
No es necesario discurrir mucho para cono-
cerlo, es el segundo medio combinado con el
primero. Analizar la generacion de la idea
o bien la progresiva sucesion de las opera-
ciones intelectuales, con las quales se ha
formado, y presentar despues á los sen-
tidos la figura que los hombres han in-
ventado para hacerla visible en cierto
modo.


Para hacer, por egemplo, conocer la idea
que en la geometría se explica con la P a


-labra recta, se hará primero el análisis de las
operaciones intelectuales, con las quales se
ha llegado á formar la idea de las tres di-
mensiones de la extension geométrica. Dis-
tinguida de este modo la idea de la longitud,
de la latitud, y de la profundidad , se mos-
trará la formacion de la idea de líne a , 1s
qual es definible porque se compone de las
dos ideas simples de extension y de dimensi014
puesto que la longitud es una dimensi"
la extension. Premisa la generacion de la idea,


ade línea', y su definicion; para proceder
, lo


idea de la línea recta, se presentará a en.
sentidos la figura que la representa, Y se


de la legislacíon. 75
sefiará de este modo la idea que la pala-
bra recta debe excitar (i).


Mas se dirá: segun esto ¿debe proscribir-
se de los elementos de la geometría la defini-
cion que se dá de la línea recta ? A esta pre-
gunta responderé que no. Esta definicion, y
qualquiera otra que se podrá imaginar, jamás
será á propósito para hacer conocer la idea
que esta palabra recta significa, porque es
idea simplicísima y por consiguiente indefi-
nible. La definicion que se dá, lejos de ha-
cerla conocer , supone ya la nocion primitiva
en el espíritu (2). Para hacer conocer la idea
abstracta y simple pero indirecta y figurada
que se significa con la palabra recta , no hay
otro medio sino el que he propuesto para las
ideas de esta especie.. Á pesar de esto, no se


(t) Que me perdonen los geómetras si me
sirvo de la palabra figura hablando de la línea.
La novedad de las ideas permite la novedad delas ex presiones; y la universalidad de mis ideas,
hacia aquí necesario el uso de este derecho.


(a) Que se reflexione por qué razon conce-birnos súbitamente la definicion que se dá de la
línea recta diciendo que es la mas corta que se
puede tirar de un punto á otro, y se verá que
ésta no puede depender sino de la nocion primi-tiva que t enemos de la linea recta. Supongamos
efectivamente que no la tuviéramos, de dónde




76 Ciencia
debe proscribir de los elementos de geometría
la definicion que comunmente se dá por una
razon particular que luego diré, guando ex-
plique la segunda refiexion (1).


Aquí nos vemos precisados á dejar por un
poco de tiempo suspensa la curiosidad de los
lectores por no faltar al órden que nos hemos
propuesto. Entretanto sigamos el hilo de nues-
tras ideas, y no dejemos de poner en una
materia tan dificil, tan complicada, y aun tan
ignorada por nuestra desgracia, toda la cla-
ridad de que es susceptible , y toda la preci-
sion que es compatible con la universalidad
de nuestro objeto.


Hemos dicho que toda idea simple es
indefinible y abstracta, pero no toda idea
abstracta es simple. La idea , por egemplo,


sabremos que de un punto á otro no hay sino un
solo camino que sea el mas breve ? i No podré'
mos creer que hay muchos todos iguales y r°5
breves? Si estamos persuadidos que no hay sino
uno solo, si suponemos esta verdad como /in'
plícitamonte comprendida en la definicion so"
bredicha., ¿ quál puede ser la causa de esto sino
la nocion primitiva que tenemos ya de la línea
recta , de la qual esta definicion no es sino una
consecuencia ?


(1) Lo mismo se debe decir de la definicion
de la superficie plana.


de la Zegislacion. 7


del cuerpo es abstracta, y al mismo tiempo
compuesta de tres ideas simples, es á saber,
de impenetrabilidad, de extension, y de lí-
mires por todos lados, ó de figura. La idea
del cuerpo geométrico es aun mas abstrac-
ta , mas tambien es compuesta , como hemos
dicho, de dos ideas simples , es á saber,
de extension , y de límites por todos la-
dos ó de figura. Si recorremos de este mo-
do las varias ideas abstractas que reflexio-
nando y generalizando nos hemos formado,
hallaremos que la mayor parte de ellas son
compuestas. Luego la mayor parte de las
ideas abstractas son definibles; pues entre es-
tas ideas abstractas compuestas , y por con-
siguiente definibles, hay muchas que por te-
ner ya súbitamente una considerable progre-
sion de operaciones intelectuales, no podrían
definirse con claridad con ninguna defini-
cion , si no precede á ella el análisis de
su generacion , de la qual deberá usarse , en
vez de la definicion (como hemos visto) en
las ideas abstractas, pero simples é indirectas;
y que en las ideas abstractas pero compuestas,
Y que tienen súbitamente una progresion con-
siderable de operaciones intelectuales, deberiapreceder, como se verá, á la definicion.


En el ensayo que hemos dado del modo conque la
se ciencia explicar á los discípulos la ideade


a geométrica, hemos seguido este


Frand.crrs h.




73


Ciencia
método luminoso, del qual solo puede proce•
der la claridad de semejantes nociones. Pero
infelizmente este método, ó se ignora, 6 no se
se usa en las escuelas; y esta es una de las
causas principales de la obscuridad, de los
errores que reynan comunmente en las cien-
cias, y de la ignorancia en la qual nos halla-
mos (piando creíamos haber concluido nuestra
carrera. Para hacer mas evidente esta verdad,
me serviré de un egemplo: examinemos la de-
finicion que se dá en las escuelas de la subs-
tancia: veamos quál es el efecto que debe
producir en un hombre esta definicion que no
haya sido precedida del análisis de que ha-
blamos; y veamos despues quál es el efecto que
producirla el método que hemos propuesto.


La substancia , dicen algunos filósofos,
es lo que existe por sí; otros dicen que es lo
que existe en sí. La primera de estas defini-
ciones induce á creer que se habla de la di-
vinidad , ó que la substancia y la divi


-nidad son una misma cosa , puesto que so-
lo Dios es lo que puede existir por sí. La
segunda, si no conduce á la misma equivo ca


-cion , no dá sin embargo alguna idea distin
-ta: porque, qué puede significar el ser es


sí, ó existir en sí ? Nadie lo adivinarla si 11°
supiese que así los que usan la primer a del'
nicion , como los que se sirven de la segunda'
pretenden explicar con ella la diferencia de


de la legislacion. 79
la substancia que existe independientemente
de la modificacion, de la misma modificacion
que no puede existir sin la substancia. Mas
admitamos lo que no es: supongamos que en
las dos definiciones se explicase evidentemen-
te esta diferencia, y veamos quál es la nocion
de la substancia, que á pesar de esto podria-
rnos dar á un jóven que no quisiera limi-
tarse á aprender y re petir solas las palabras.
Veamos quál sería la aplicacion que baria
de esta definicion la primera vez que viera
usada esta voz. Supongamos que él qui-
siese aplicarla á la definicion que estos mis-
mos filósofos dán de la materia. La mate-
ria , dicen , es una substancia extensa é impe-
netrable. Este jóven oyendo la palabra subs-
tancia dirá, si la substancia es lo que puede
existir por sí ó en sí esto es , independiente-
mente de la modificacion, luego podré haces
abstraccion de todas las modificaciones suce-
sivamente una despues de otra ; podré imagi-
nar, que lo que se llama substancia ó sugeto
de estas modificaciones queda sucesivamente
despojado de ellas. Así hará primero la abs-
traccion de la impenetrabilidad , y le quedará
la extension. Despues abstraerá la e.xte.nsion , y
entonces procurará saber qué cosa es la subs-
tancia de la materia. Consultará los libros , yno hallará


sino la definicion de la substancie.
y de la m ateria. Consultará el maestro ; éste




8o Ciencia
si se ha instruido de la misma manera,
quiere proceder de buena fé , le deberá con-
fesar que despues de este examen, no sabrá
encontrar en la substancia mas que un nom-
bre vano que nada significa (I).


Mas ¿acaso esto es así? ¿Por ventura esta
substancia es una palabra vana, y sin sentido,
que deberia proscribirse no solamente del
lenguage de las ciencias, sino aun de la so-
ciedad? ¿Pero cómo pudo inventarse una pa-
labra que no fuese destinada para algun uso,
que no significase alguna idea, ó por mejor
decir que no fuese precedida de una idea que
teniendo necesidad de algun signo particular
para ser explicada , fué causa que se in-
ventase esta palabra? ¿Por qué en vez de
deducir del precedente exámen que la pala-
bra substancia no contiene ninguna idea, no
deducimos mas bien que la definicion qu e se
dá de ella hace perder y confundir su verda de


-ra nocion, y que el mismo efecto producirla
qualquiera otra definicion que se diera guando
no la precediese el análisis de la generacion de
esta idea, 6 bien del modo con que se ha lle-
gado á formar ? Sirvámonos de este medio; ha*
gamos preceder este análisis á la definicion,
verémos la diferencia del resultado.


Veo por egemplo una encina, después


(r) ¿Quién creería que uno de los mas 14.:


de lalegislacion. 8 1
veo otras, observo lo que hay de comun en
todas ellas , esto es, las ‘


hojas de un mismo
color y de una misma naturaleza, el fruto
de un mismo .


color( -y :de una misma figu-
ra , &c. Por 'medio de 'esta refiexion formo
primeramente la idea general de encina, en
la qual empieza ya á ¡ haber una pequeña
abstraccion puesto que he prescindido de
todo lo que había de particular en cada
una de las encinas , y solo atiendo á lo
que hay en ellas de comun para hacer •un
ser ideal que no se puede hallar fuera de
mf , porque en la naturaleza no se halla una
encina general, sino tal y tal encina parti-
cular. ¿Quál es, pues, la causa que ha pro-
ducido esta idea general de encina? Las re-
flexiones que he hecho sobre lo que había


comun en las diversas encinas que se han
presentado• á


mis sentidos. ¿Qué contiene de
privativo esta idea ? La abstraccion ó la subs-
t raccion de lo que hay de particular en cada
encina. ¿Qué contiene de positivo? Su se-
mejanza, ó bien su qualidad comun. ¿Quál
es, pues, la idea que significa la palabra en-
mosos filósofos del siglo precisamente por esteexámen, esto es, de la aplicacion de la definicion
materia,


que se dá de la substancia, á la que se dá de la
a penas me ar reveria á Suponerlaalguna eflexion '


haya deducido esta consecuencia que
en un joven der


Tomo, o en un maestro mal instruido




82 Ciencia
cina? La nocion de esta semejanza, 6 bien
de esta qualidad comun.


Dado este primer paso en los espacios de
las abstracciones, doy el segundo. Comparo
la encina con un álamo blanco, con un oli-
vo, &c. y de la semejanza ó bien de la qua-
lidad comun que percibo entre aquélla y és-
tos , esto es, de tener raices, un tronco, ra-
mos, hojas, &c. me formo la idea mas gene-
ral del árbol. Esta idea es mas abstracta que
la primera, porque la abstraccion, ó sea la
substraccion de lo que hay de particular en
la encina, en el álamo y el olivo, 8m. es
mucho mayor de lo que era en la prime-
ra idea general de la encina la substrac-
clon de lo que hay de particular en las diver-
sas encinas. Así la idea de árbol contendrá
de privativo todo lo que hay de particular en
diferentes árboles de diversas especies , y no
contendrá de positivo sino su semejanza 6
su qualidad comun. Luego la palabra ár-
bol explica la nocion de esta segunda Y
mas pequeña semejanza, ó de estas qualíd a


-des comunes y en menor número.


pero de buena fé? Los que han leido las ol-ras
del filósofo de quien hablamos, conocerán la ver-
dad de esta asercion , y me elogiarán porque (%a•
Ilo un nombre tan respetable en una cornparaci0a
tan humillante.


de k legislacion. 83
Con la misma operacion del espíritu for-


maré la idea de planta mas abstracta que
la de árbol , y la idea de vejetable mas abs-
tracta que la de planta. En cada una de las
ideas se contendrá siempre la semejanza 6
la concurrencia de la qualidad comun que se
percibe entre la encina y los objetos, con los
quales la he comparado; mas esta semejanza
será siempre mas pequeña, y el número de
la qualidad comun será siempre menor, á me-
dida que la abstraccion será mas grande, es-
to es, á medida que la idea será mas general,
y las palabras de planta y de vejetable ex-
plicarán las nociones de esta semejanza pro-
gresivamente mas pequeña, ó de esta quali-
dad comun progresivamente menor.


Continúo mis reflexiones, y comparo la
encina con una piedra, con un mármol, con
un animal; en una palabra, con qualquier
otro cuerpo. Exámino lo que hay de comun
entre estos objetos, y advierto que sea qual
se fuere el cuerpo con que la comparo,
por mas considerable é indefinida que sea
su diferencia, siempre se le asemejará por
tres qualidades comunes que tiene con todos
los cuerpos, es á saber, porque es como los
demás cuerpos impenetrable, extenso, y limi-
tado por todos lados, ó figurado.


cuero_cue
Con esta refiexion formo la idea general


mas abstracta que todas las otras
F 2




84 Ciencia
que he formado primero, porque la substrac-
cion de lo que hay de particular en cada
cuerpo, es mucho mas inmenso, y la seme-
janza está limitada á las tres qualidades
cadas. La idea, pues; de cuerpo contendrá de
privativo todo lo que distingue un cuerpo de
otro, ó todas las qualidades particulares de
los cuerpos, y no contendrá de positivo sino
su semejanza general 6 las tres- qualidades
comunes indicadas ; y la palabra cuerpo no
significará sino la nocion de esta pequeñísi-
ma pero generalísima semejanza, ó estas tres
qualidades comunes.


No pudiendo ya comparar la encina con
otro cuerpo con quien pueda tener menos
semejanza, me detengo en esta abstraccion
y vuelvo al objeto particular del qual he
partido. Tomo una segur, corto la encina,
hágola pasar por todas las alteraciones que
el arte 6 la ciencia pueden 'Obrar -en este
cuerpo , y veo desaparecer las varias qualida-
des- que le daban mayor ó menor semejanza
particular con los diversos objetos que la- he
comparado , mas que persevera siempre aqu e


-lla por la qual conserva constantemente una
semejanza general con todos los cuerpos. La
observo reducida á carbon , y: la hallo impe


-netrable, extensa y figurada la observo re
-ducida á cenizas, y la hallo lo mismo: la o b


-servo reducida á .vapores,_ y con el socorro


de la legislacicn. 85
del arte la hallo tambien impenetrable, ex-
tensa y figurada.


Hago las mismas operaciones sobre los
demás cuerpos, y su resultado siem pre es el
mismo.


Reflexiono sobre este resultado constan-
te, y el efecto de esta reflexion la idea que
formo de la union de algunas qualidades,
sin la qual no puedo pensar que haya exis-
tencia corporal; esta union concibo que existe
al mismo tiempo que el cuerpo, y que no pue-
de separarse, ni destruirse , ni disolverse por
ninguna alteración ó mutacion que tenga.
Busco una palabra que pueda significar las
ideas de esta union, y prefiero á todas las que
me ocurren la de substancia, como mas cor-
respondiente á la idea que me he formado,
puesto que veo que esta union subsiste á pesar
de todas las mutaciones y alteraciones que
pueda sufrir un cuerpo; y por la misma razon,
llamo modos á todas las otras qualidades
como las que concibo propias del actual modo
de existir un cuerpo, puesto que le veo sepa-
rarse, perderse, alterarse, 6 ser substituido
por otro , segun que el cuerpo recibe diver-


cacion.
so modo de sér , esto es, diversa modifi-


Despues de haber formado esta idea , y
haberle dado este nombre, ex:iendo despues
el uso á todos los séres en los quales hallo




86 Ciencia
creo hallar una union semejante de qualida.,
des que concibo existentes con el sér indiso-
lubles, indestructibles, inseparables, sin la
destruccion total del mismo sér, y enteramen-
te independientes de su modificacion; y de-
fino la substancia , segun su idea mas gene-
ral: union de qualidades que concibo subsistir
en el sér independientemente de sus modifi-
caciones.


No quiero hacer la apología de esta defi-
nicion , ni exáminar si determina con mas
precision la idea que debe contener la pala-
bra substancia; solo digo, que con esta defi-
nicion precedida del análisis que hemos he-
cho, no quedará expuesto el jóven á los erro-
res á que esta misma definicion podria in-
ducirle sino precediera esta análisis: que las
dos definiciones de las quales se ha hablado,
á pesar de su obscuridad é imperfeccion, no
pocirian tampoco conducirlo á aquellos erro-
res si fueran precedidas de la misma análisis:
que despues de estas definiciones, precedidas
del análisis, aplicando el jóven la idea de la
substancia á la definicion de la materia, es
una substancia extensa é impenetrable, no con-
sideraría la extension y la impenetrabilidad
como dos modificaciones de esta substancia:
que en lugar de hacer abstraccion de la una
y de la otra consideraría la union de la ex-
tension y de la impenetrabilidad como la que


de la legislación. 87
constituye segun nuestro modo de pensar la
substancia de la materia: deduciría que qual-
quiera que sea la modificacion que pueda su-
frir la materia, esta union que hemos dicho
que es la substancia, subsistirá siempre, esto
es, subsistirá segun nuestro modo de conce-
bir hasta que sea aniquilada la materia; y
que así como la substancia del cuerpo, esto
es , la union de las tres qualidades de las
quales liemos hablado, es á saber, de la im-
penetrabilidad, de la extension y de los lími-
tes de todos lados, ó la figura, no podria
concebirse ni destruida ni separada por qual-
quiera modificacion 6 mutacion que pueda su-
frir el cuerpo : así la substancia de la mate-
ria ó la union solamente de dos de estas qua-
lidades , es á saber , de la extension y de la
impenetrabilidad, no puede concebirse ni se-
parable ni destructible por qualquier modi-
ficacion ó mutacion que pueda sufrir la ma-
teria, como efectivamente no la hallamos, ni
separada ni destruida, guando observamos la
materia convertida en cuerpo.


Digo finalmente que tanto con la anti-
gua, como con la nueva definicion, siendo
precedidas de esta análisis , no podria estar
expuesto el alumno al peligro , del qual no
han sabido librarse los filósofos que se creían
mas despreocupados; al peligro, digo, de rea-
lizar -esta abstraccion, y de tomar esta subs-




88


Ciencia
tanda por una realidad oculta del sér : mas
conocería qüe-no es otra cosa sino un concep-
to puramente metafísico , dependiente de
nuestro modo de ver y concebir , y de las
reflexiones que hemos hecho sobre los séres
reales que las han exigido. Estos serian los
efectos de esta luminosa análisis, que deberia
frecuentemente preceder á la difinicion de las
ideas abstractas y compuestas , y por. consi-
guiente definibles.


Reasumamos todo lo que hemos dicho
sobre esta primera refiexion , y determinémos
en pocas palabras el resultado.


En las ideas abstractas , pero simples , no
se puede ni se debe definir.


En las ideas abstractas y simples , pero
dírectas , es necesario servirse del medio que
propone Lock , pronunciar la palabra que
significa la idea, y excitar la sensacion que le
es propia.


En las ideas abstractas y simples , pero
indirectas, es necesario en lugar de la defi-
nicion servirse del análisis de su generacion.


En las ideas abstractas y simples , pero
indirectas y figuradas, es necesario en lugar
de la definicion servirse primero del análi-
sis de su generacion; y presentar despues á
los sentidos las figuras imaginadas po r los
hombres, con las qualés se han hecho en al


-guna manera de nuevo sensibles.


de la legidacion. 89
En las ideas abstractas , pero compuestas,


y por consiguiente definibles , se debe usar
de la definicion ; pero guando la idea ha su-
frido una progresion considerable de opera-
ciones intelectuales, entonces es necesario ha-
cer preceder á la definicion el análisis de su ge-
neracion, 6 de las operaciones progresivas del
entendimiento con las quales se ha formado.


Pasemos á la segunda refiexion.
Fiemos dicho que muchas veces se preten-


de conseguir de la definicion lo que no nos
puede dar, y con este error se proscriben de-
finiciones que deberian ser preferidas , y se
prefieren las que deberían ser proscritas. Ilus-
trétnás esta segunda refiexion.


Toda regla tiene sus excepciones. Hay
casos en los quales se debe definir, aun guan-
do no se puede definir; mas en estos casos
no se debe pretender conseguir de la defini-
cion lo que podriamos exigir de ella guando
se tratase de definir lo que es definible.


La idea por egemplo de la línea recta,
como hemos dicho , es una idea simplicísi-
ma (1), y por consiguiente indefinible; mas


(i) Repito aquí lo que poco antes he he-
cho advertir en una nota. La idea simple de la
goal hablamos, es aquella, que se expresa con


palabra t ecta.




90 Ciencia
á pesar de esto se define en geometría la línea
recta , y se debe definir la línea mas breve que
se puede tirar de un punto á otro; porque para
conocer las propiedades de esta línea es nece-
sario partir de un principio, y este principio
es la nocion que se dá en la definicion de su
propiedad mas sencilla y mas perceptible á
primera vista.


Esta definicion es imperfecta si se consi-
dera relativamente á la idea , porque en efec-
to no comprende la nocion primitiva , la su-
pone como hemos visto y no la produce (1);
expresa antes una propiedad de esta línea
que la verdadera nocion de ella, que no pue-
de comunicarse á los que no la tienen sino
por el medio que hemos propuesto. M as es
perfectísima si se considera relativamente al
uso para el qual está destinada , y por esta
razon necesaria (2).


Así en todos aquellos casos en los quales
hay un principio tan inmediato y eviden te


-mente inherente á la idea indefinible , que s
puede percibir á primera vista por el espíritu
con tal que se exprese , y que se debe preso"


(i) Donde se ha hablado de las ideas abst:.ac•
tus y simples pero indirectas y figuradas . Vea°
tambien la nota que explica esta proposicion•


(2) Se sábe en efecto que los gedmetr2squeihan querido mudar, han caido en muchos nci)n-
venientes.


de la legislacion. 9'
poner para partir de él á la inteligencia de
los demás principios , que no son de la mis-
ma naturaleza, el mérito de la definicion que
expresa este principio no debe apreciarse
por la conexion que tiene con la idea que con
relacion á ella debe ser necesariamente imper-
fecta, sino por la que tiene con el principio
que debe expresar ; de manera que no debe
proscribirse sino quando no exprese clara-
mente el principio del qual se habla. Si lo
expresa claramente, el maestro filósofo no de-
be proscribir la definicion como imperfecta,
sino que debe reconocer y tolerar la necesidad
de la imperfeecion , y no empeñarse en subs-
tituirle otra, la qual por aspirar á una perfec-
cion imposible, probablemente sería inútil pa-
ra el fin particular para que se emplea ; y que
á pesar de la imposibilidad de difinir, ó por
mejor decir, de definir perfectamente , se de-
bió para esto recurrir á la expresada defini-
cion. Pasemos á la tercera refiexIon.


Hemos dicho que muchas veces se preten-
de conseguir de la definicion en todas las
ciencias lo que no se puede conseguir de ella,
sino solamente en alguna ciencia. Este error


hraev
producid




er o exá mi deon
otrosque s em suicghuoes. , es el objeto(de bliu


Sabemos la distincion que se hace en las
escuelas entre la definicion del nombre y dela cosa. s a , e ,ti.os que quando se trata de la




92Ciencia
definicion de U. cosa se pretende que la defi-
nicion explique la naturaleza de la cosa defi•
vida. En qué casos esta pretension es racio-
nal, y'en qué otros es una fuente fecundisi-
rea de errores ? Tv'éamoslo.


Quando el geómetra dice el círculo es
una figura en la qual todos los puntos que se
pueden imaginar en la circunferencia , están
igualmente distantes del centro ; guando dice
el quadrado es una figura de quatro lados, cu-
yos ángulos y lados son iguales, &c. no solo
determinan la idea que se ha formado del
círculo y del quadro que quiere expresar con
cada palabra de estas, sino que explica al
mismo tiempo la naturaleza ó la esencia de
estas figuras. Mas por qué? Porque el círcu-
lo y el quadro , &c. considerados como fig u


-ras son séres enteramente hipotéticos que el
hombre ha criado , ó por mejor decir ha ima-
ginado á su arbitrio , y por consiguiente sil
esencia está en la misma idea aue hemos for-
mado de ellos.


He dicho considerados como figuras, p or-
q ue si se consideran corno porciones del es-
pacio terminado por estas figuras, la esencia
de este espacio ó de esta extension segura


-mente no puede explicarse en la definiciori,
porque cornb poco antes hemos probado, es-
ta esencia no la puede concebir ni el idiota
ni el geómetra. La figura que ha imaginad°


de la legislctcion. 93
y que se define, es el sér hipotético, mas no lo
es la extension. Explica la esencia de la pri-
mera definiéndola , porque definiendo el cír-
culo y el quadro determina lo que constituye
la figura del círculo ó quadrado. Mas si se
atiende al sér abstracto y no hipotético


'


quiero
decir, á la extension que termina estas figuras,
se reconocerá la imposibilidad de concebir, y
por consiguiente de explicar con alguna de-
finicion su esencia.


Así luego que se sale de la region de los
séres enteramente hipotéticos , la defini-
cion ya no puede explicar la naturaleza de la
cosa definida. Un breve examen sobre la de-
finicion del cuerpo bastará para convencer-
nos de esta verdad. Quando el filósofo dice:
el cuerpo es un sér extenso , impenetrable y
figurado, ¿qué otra cosa hace, pregunto, si-
no enumerar las sensaciones mas universales
y mas constantes que todos los séres corpó-
reos han excitado en él? Si determina con es-
ta difinicion la idea que se ha formado del
cuerpo, y lo que constituye el cuerpo relati-
vcuaemrpeno te ó loánosotros , ¿se dice acaso por esto
lo que efectivamente constituye el mismo


es la esencia dgelecueesrp
loo?mismo, explica qudi


I.a i mpenetrabilidad , la extension y la E-
gura ¿qué otra cosa son en realidad sin9
zelaciaries que hemos percibido entre los ct.ler.-


.15\ralacisco 8ecela




94
Ciencia


pos y nosotros? Con un sentido de mas 6 de
menos, la idea del cuerpo sería mas 6 menos
compuesta á medida que las relaciones que he.
mos percibido serian mas ó menos numerosas.
¿Pero la esencia del cuerpo habria variado
por esto?


Quando decimos el cuerpo es un sér ex-
tenso, impenetrable , y figurado, no decimos se•
gun esto lo que es el cuerpo en sí mismo,
sino lo que es relativamente á nosotros. ¿Pues
quién podrá decir que el conocer la relacion
que hay entre una cosa y otra, sea lo mismo
que conocer la naturaleza ó esencia de las
mismas ? Por lo qual en todas las ciencias en
las quales no se trata de ideas que tienen por
objeto séres enteramente hipotéticos , las defi-
niciones no pueden explicar la naturaleza 6 la
esencia de la cosa que se define, sino sim-
plemente determinan las relaciones esenciales
que se perciben entre la cosa que se define Y
nosotros.


¿Quántas quimeras y errores ha produ-
cido la ignorancia de este principio? P or e!
contrario, el maestro que hiciera uso d e él,
siempre que hallase semejantes definiciones,
quánta luz daria á sus instrucciones? ¿quán ta


á sus ideas ? ¿ quántas preocupacio-:
nes precavería ? ¿quánto tiempo ahorraría .a
sus discípulos, manifestándoles desde los pry
meros pasos que dán en- las ciencias lo que


de ¡a legislacíon. 95
nos ha costado á nosotros tantas meditaciones
y tanto trabajo para descubrir la diferencia
inmensa que hay entre lo que el hombre sabe,
y lo que crée saber?


Pasémos á la quarta reflexion. En ésta
hemos dicho que muchas veces la definicion
es viciosa por exceso, y otras por defecto. Ex-
pliquémos esto con la mayor brevedad.


Hemos dicho que para definir es necesario
descomponer y enumerar las ideas simples que
se contienen en una idea compuesta. Que se
combine esto con el principio general de la
precision, que excluye todo lo que es super-
fluo , lo que principalmente debe observarse
en las definiciones; y se verá que las ideas
simples que entran en una definicion deben
ser tan distintas entre sí, que no se pueda
suprimir una sin hacer la definicion incom-
pleta, ó lo que es lo mismo, sin exponer la
cosa que se define á quedar confundida corz
otra muy diferente. De aquí se sigue que una
definicion puede ser viciosa ,6 por exceso 6 por
defecto. Lo será por exceso guando se haga
entrar en ella inútilmente una idea simple que
se supone ya indicada por otra; 6 guando se
haga entrar una idea que la definicion no
debe contener, sino que debe ser consecuen-
cia de ella. Puede ser viciosa por defecto,g
uando se omite una idea simple que entra


en la composicion y ninguna de las indicadas




96 Ciencia
supone, ni podria ser consecuencia de la defl-
nicion , ó guando se hace entrar una idea com-
puesta que aun no ha sido definida, y que
por consiguiente en este caso deberia tambien
descomponerse (t). El sabio maestro conser-
vará un justo medio entre estos dos extremos,
evitando igualmente el exceso y el defecto.
Se apartará igualmente de los otros dos ex-
tremos que hemos indicado en la última re-
fiexion.


Hemos dicho en esta reflexion que mu-
chas veces se peca por demasiado definir,
y otras por poco. Esta reflexion no es menos
verdadera que la otra , ni menos universal,
ni menos interesante el evitar los dos extre-
mos opuestos que condena. El primero ya lo
hemos explicado en la primera reflexion. Ha-
biendo manifestado en ella la imposibilidad


(s) Segun estos principios que me parecen in'
disputables, la definicion que se daría del cuer-
po diciendo: que es un sér extenso, impenetra-
ble, figurado, compuesto de partes, dotado de lafuerza de inercia, movil y quiescible , sería v i -
ciosa por exceso, y la que se diese diciendo Ve
es un sér extenso é impenetrable, lo sería porcl e-
fecto. Solamente seria perfecta la que lo definiese


sér extenso, impenetrable y figurado . E l lee'
ror debe reflexionar sobre este egernp lo Para
concebir con claridad Jo que set ha dicho sobre




de la legislacion. 97
fa imposibilidad de definir las ideas simples,
aquí solo afiadirémos que sin embargo de esta
imposibilidad evidente, quizás no hay una es-
cuela ni un solo maestro que en esta parte ha-
ya abandonado enteramente la autoridad esco-
lástica, la qual á pesar del descrédito en que
ha caído, influye aun mas de lo que se crée,
y seguirá quizá mucho tiempo influyendo so
bre el destino del espíritu humano. No se ha
dejado de definir guando no se podia ni se de-
bía definir (1). Esto es lo que yo entiendo por
definir demasiado. ?:. Mas qué debe entenderse
por definir poco?


En todas las ciencias, aun en aquellas que
tienen ,


menos libertad en la expresion de las
ideas, se han inventado y se usan frecuente-
mente algunas que en el sentido metafísico que
presentan parecen principios poco exáctos, y lo
son efectivamente; pero se deben consideraz
como modos breves de explicarse, y tienen
la gran ventaja de expresar en pocas palabras
una idea, para cuyo desarrollo y explicacion
exácta hubieran sido necesarias muchísimas.
Estas expresiones no deben desterrarse de las
cie


ncias, porque esta severidad metafísica pro-
ducirla muchos i nconvenientes de los quales
los


dos vicios opuestos, en los quales tan frecuen-te
mente se incurre guando se define.O) dicho


icho que no se podia yro,„,


no se debla




99 Ciencia
no sería ni el mayor ni el único, aunque por
otra parte muy grave , el de no acostum-
brar á la juventud á estas expresiones que han
adoptado y usado con frecuencia los auto-
res que algun dia han de leer. Pero sino de-
ben desterrarse, á. lo menos deberia hacerse
lo que no se hace, ó se hace muy rara vez;
se deberia en la institucion de cada ciencia,
antes de hacer uso de estas expresiones, de-
finidas, ó hablando con mas exáctitud expli-
carlas, quiero decir , fijar con precision y cla-
ridad la nocion que contienen.


En la mecánica, por egemplo, guando se
trata del movimiento uniforme se dice, la
velocidad es igual al espacio dividido por el
tiempo. Esta manera de expresarse tomada en
rigor no presenta ninguna idea clara. Una
quantidad no puede dividirse sino por otra
quantidad de la misma naturaleza. ¿Pues dón-
de está esta igualdad de la naturaleza en el
espacio y el tiempo? Nosotros concebimos el
espacio como un todo inmenso, inalterable,
sin accion , y suponiendo que todas sus pa r


-tes coexisten juntamente en una eterna in-
mobilidad. Por el contrario, todas las partes
del tiempo parecen anonadarse y reproducir


para excluirlos casos indicados en la segunda r?"
11exion, en los quales no obstante la imposi bili-
dad de definir, debe definirse.


de la legislacion. 99
se de continuo. Nos lo representamos como
una cadena infinita de la qual no puede exis-
tir sino solo un punto á un mismo tiempo; que
por una parte está unido con el que ya pa-
só, y por la otra con el que aun no existe.
¿Pues cómo puede dividirse el espacio por el
tiempo?


El sabio maestro para evitar la equivoca-
cion ó la obscuridad, antes de usar de esta ex-
presion, determinará con precision y claridad
el sentido que se le debe dar. Hará ver que
por mas que las partes de la extension abstrac-
ta, ó del espacio, se supongan permanentes>
no obstante esto , se pueden concebir succe-
sivas guando corre por ellas un cuerpo que
se mueve, y que por mas que las partes del
tiempo parezcan huir de continuo y correr sin
interrupcion , sin embargo , el espacio cor-
rido por un cuerpo que se mueve, fija por de-
cirlo así el movimiento del tiempo, y dá una
especie de consistencia á esta abstraccion li-
gera y fugitiva.


De este modo hará ver como las quan-
tidades relativas al espacio y al tiempo ad-
quieren por medio del movimiento aquella ho-
mogeneidad que permite dividir la una por
la otra ; de manera, que guando se dice que la
v


elocidad de un cuerpo que se mueve con un
mov imiento uniforme es igual al espacio di-
vidido por el tiempo, es lo mismo que decir,


G 2




10C) Ciencia
es igual al cociente del número de las partes
de una línea que expresan las partes de un
espacio, que sucesivamente corre el cuerpo
dividido por el número de las partes de otra
línea que expresan las partes sucesivas del
tiempo que ha empleado en correrle, pues-
to que por medio del movimiento la idea de
la línea se ha hecho igualmente adaptable á
la del espacio que á la del tiempo.


Este es un egemplo de las explicaciones
que deberian preceder al uso de algunas ex-
presiones, las quales á pesar de su incide-
titud deben respetarse y conservarse en las
ciencias por las ventajas considerables que
de ellas resultan, y por el fin para que se han
inventado, aunque pueden producir equivo-
caciones ó una obscuridad perniciosa, (piando
en la institucion de las diversas ciencias á
que pertenecen no se procura fijar el sentido
preciso que se les debe dar. Por esta razon he
querido indicar la omision de esta diligencia
en casi todas las escuelas, diciendo que los
que pecan por definir demasiado, pecan al
mismo tiempo por definir poco.


Estas son las diversas especies de males
que un sabio maestro debe igualmente evi-
tar, y voy á proponer la multitud de bie-
nes que se seguirian si se substituyese al
antiguo moda de definir el nuevo que he pro


-puest9,


de la legislacion. Ior
El modo con que segun mi plan debe-.


tia en cada ciencia proseguirse y terminar-
se la instruccion, no produciria menores uti-
lidades.


IV. Todas las verdades tienen un enlace
entre sí, y esta cadena interrumpida de con-
tinuo á los ojos de los hombres, se continua
de tal manera en la suprema inteligencia de
la divinidad, que toda la ciencia divina se re-
duce á un principio único é indivisible, del
qual todas las otras verdades no son sino las
consecuencias mas ó menos remotas.


Si pudiéramos conocer todas las verdades,
podríamos descubrir esta cadena y llegar á
este principio. Entonces todas las ciencias
dependerian de un solo principio, y estos
principios de las diversas ciencias no serian
otra cosa sino las consecuencias mas inmedia-
tas de aquel principio único é indivisible, en
el qual esrarian todas comprendidas. Enton-
ces la sabiduría del hombre sería tan exten-
sa como la de la divinidad, y no habria otradiferencia entre la inteligencia del Criador y
la de la criatura, sino que aquélla colocada
en este punto de vista vería en una sola per-
cepcion todas las cosas de este principio, mien-
tras que el hombre tendria necesidad de cor-
terlas una despues de otra para tener un
conocimiento particular.


Mas el. hombre está. tan léjos de poder




102 Ciencia
descubrir y conocer todas las verdades, como'
lo está de poder llegar á la sabiduría divina.
Pues si el hombre no puede conocer todas
las verdades, no solamente no puede conocer
aquella cadena que las une todas, mas la
porcion de las verdades que ignora le impide
tambien ver el enlace ó conexion de las que
conoce, pues este enlace y esta conexion es-
tá de continuo interrumpida por aquellas ver-
dades intermedias que deberian formar la
union y que le son desconocidas. Por una
consecuencia de esta misma ignorancia, no
solamente no puede ver el enlace de todas
las verdades que pertenecen á las diversas
ciencias, sino que ni aun puede ,7er el de
las que pertenecen á una sola ciencia. Por es-
ta razon hasta ahora no hay ninguna ciencia
que haya reducido todos sus principios á un
solo principio, y las que se han perfeccio na


-do mas son las que tienen menor número de
principios.


La sabiduría del hombre se limita, si
puedo explicarme con este símil, á un corto
número de pequeños y separados fragment°5
de las varias ramificaciones de aquella incoen'
sa cadena que empieza en aquel principio
Cínico é iíldivisible que es el primer anill°•
Las diversas ciencias forman las varias ram i


-ficaciones de esta cadena. Aquella corta sé
-rie de verdades q ue cada ciencia nos ofrece


de la legislacion. 103
en la qual sin poder ver la conexion que une
la una série con la otra, sin embargo pode-
mos ver lo que une las verdades comprendi-
das en la misma série, son los fragmentos
que conocemos de cada una de aquellas ra-
mificaciones. El conocimiento del primer ani-
llo de cada uno de estos fragmentos, ó de
los principios de los quales procede la série
de verdades de aquella ciencia , constituye
el conocimiento de la metafísica de aquella
ciencia.


Esta metafísica que ha guiado ó debido
guiar á los inventores, sin la qual la ciencia
no es sino una coleccion de casos , y el que
la profesa no es mas que un casuista; esta
metafísica, digo yo, debe ser el principal
objeto de toda institucion. El arte del maes-
tro debe consistir en manifestar á los discípu-
los, á medida que se internan en la ciencia,
aquellas diversas series de verdades que suce-
sivamente se encuentran en ella, haciéndoles
ver el vínculo que las une , y el principio co-
mun del qual dependen, como cada una de
aquellas proposiciones que anuncia una de
aquellas verdades, no es, por decirlo así, si-
no la repeticion de la primera concebida en
diversos términos, y presentada bajo de una
forma diversa para adaptarla á un uso di-
ferente.


Si en la ciencia hay alguna verdad . aisla-




104 Ciencia
da que no se una con otra, ni como prin-
cipio ni como consecuencia , no se descuidará
de mostrarla á sus discípulos bajo su verdade-
ro aspecto.


Finalmente, las que no dependen de una
sola verdad fundamental, sino de la combina-
cion de dos ó de muchas de la misma es-
pecie , 6 de dos ó muchas verdades secunda-
rias, pero que pertenecen á diversas séries,
tambien se les mostrarán con la verdadera de-
pendencia que tienen de la indicada combi-
nacion ; y si estas mismas verdades forman el
anillo de otra série de verdades, tendrán tam-
bien un lugar distinguido en esta instruccion
metafísica, y se considerarán como verdades
fundamentales, pero de un órden inferior á
las primeras.


Para dar mayor eficacia á esta importan-
te instruccion, impondrá á los discípulos la
obligacion de presentarle disertaciones bre-
ves, pero fundadas, en las quales despues de
haber recibido las instrucciones sobre la c o


-nexion y el principio de una de estas séries
de verdades, manifestarán haber concebido lo
uno y lo otro por un discurso escrito que ser-
virá no solamente para que estén atentos, si-
no tambien para_ egercitarlos en el arte de
ordenar sus ideas y escribir con claridad y
precision. Finalmente , esta instruccion meta-
física que acompañará de continuo á la cien-


de la legislacion. los


da, se reputará como el término de la ins-
truccion , y será como el epílogo de la mis-
ma ciencia.


Instruida de este modo la juventud en la
ciencia, arreglado de este modo el principio,
el progreso y el término de cada una de ellas,
¿quién no vé las utilidades que resultarian
así para el progreso de los discípulos como
para el de las mismas ciencias?


Despues de la primera leccion , la idea
de la ciencia, de su objeto, y la de su uso,
sería mas clara para los discípulos que lo ha
sido para muchos despues de haber concluido
el curso entero de la ciencia.


No se hallarian los principios de la cien-
cia obscurecidos con las vanas investigacio-
'nes y cuestiones indisolubles; ni empezaria.n
su estudio con quimeras, hijas de la vanidad
de los hombres, y de su loca curiosidad. Aque-
llos hechos sencillos y reconocidos que la ob-
servacion manifiesta á todos los hombres , y
que se conciben por una especie de instinto,
Pero que nadie puede concebir de diversa ma-
nera que los otros porque no puede subir mas
alto que ellos, y por consiguiente ni se pue-
den explicar ni poner en duda, se usarian
en la enseñanza, y los discípulos los mira-
rían como puntos en donde empiezan y de-
ben empezar las ciencias, y no como arcanos
que se deben indagar.




o6 Ciencia
La luz que el nuevo método producida


en todas las ciencias, desterraria la obscuri-
dad, las preocupaciones, y los errores que
proceden del método de definir que acabamos
de impugnar. Se usaria de las palabras para
expresar las ideas, y no para tener lugar de
ellas. Los hechos y no los dichos , las verda-
des y no las quimeras, constituirán la ciencia
de nuestros discípulos. La evidencia acompa-
fiada y seguiria en este camino dificil, así los
primeros como los ulteriores y últimos pasos.


Finalmente, el conocimiento de las ver-
dades fundamentales de cada 'ciencia que se
ensefia; esta verdadera y sublime metafísica
desconocida á la mayor parte de los que es-
tudian, y que no estada oculta á ninguno de
nuestros discípulos, ;qué progresos no prepa-
rarla para la juventud y para las mismas
ciencias? Conociendo los vacíos que separan
las diversas séries de verdades comprendidas
en la misma ciencia, y las verdades funda-
mentales de las quales proceden; conocie n


-do aquellos principios sobre los quales no se
puede subir, y distinguiendo por consiguiera'
te lo que el hombre no sabe ni puede sa-
ber, de lo que no sabe pero puede saber, tan'"
bien conocerian la imperfeccion de la misma
ciencia, diltin patirian la que es necesaria de
la que . se puede remediar, y conocerian el
punto de donde se debe partir para darle


de la legislacion. 107
aquella extension y perfeccion de que es sus-
ceptible.


Con esta guia delante de los ojos no se
dejarian seducir del número inmenso de vo-
lúmenes que se han escrito sobre cada cien-
cia, y no desfallecerian en medio de esta
aparente fecundidad. Conocerian el verdade-
ro estado de los progresos que se han hecho
en cada ciencia, y en vez de comenzar por
donde empezaron sus predecesores, comen-
zarian por donde éllos acabaron ; emplearian
en dilatar y extender los límites de la cien-
cia el tiempo que la institucion actual obliga
á gastar en buscarlos ; y despues de albura
tiempo que se hubiese usado un método tan
favorable á la invencion de todas las ciencias,
y por todas las naciones, los hombres par-
tiendo de los mismos puntos y concurriendo
á diversos objetos de las ciencias con las mis-
mas direcciones , Ilegarian quizás á descubrir
y conocer todas aquellas verdades de que es
capaz el espíritu humano.


Dejando al tiempo y á la posteridad el
juzgar si estas esperanzas son bien fundadas,
contentémonos por ahora de haber seguido
en el órden progresivo de las instrucciones
el plan que la naturaleza ha indicado para el
egercicio progresivo de las facultades inte-
lectuales del hombre , contentémonos de ha-
ber correspondido en el plan entero de esta




To3 Ciencia
educacion científica al doble destino de Ios
discípulos del colegio para quienes lo hemos
propuesto; contentémonos finalmente de ha-
ber hecho ver como combinándose la educa-
cion del magistrado y del guerrero, se po-
drían ver aquellos tiempos felices en los qua-
les el campo, el senado, y el foro, veían de
continuo reunidos en la misma persona los
talentos y las virtudes que exigian sus fun-
ciones diversas.


Creo haber dicho poco, siendo así que
mis lectores quizás rae acusarán de haberme
e ,:tendido demasiado sobre este objeto. Los
siguientes capítulos seguramente no darán lu-
gar á esta queja, porque podré de continuo
remitir el lector á lo que en éste dejo dicho
y explicado.


El capítulo en el qual se hablará de los
colegios de las bellas artes, es el único que
exigirá un exámen algo dilatado. Empezaré-
mos por el colegio de marina.


CAPÍTULO XXVI.
Del colegio de marina.


Quando la 'situacion de un país y los in-
tereses de un pueblo exigen una marina mi-
litar, los que están destinados para mandarla


de la legislacion. 109
y dirigirla no deberian seguramente ser omi-
tidos en este plan de educacion pública. No
permitiendo la naturaleza de su destino la
conibinacion de las funciones políticas y mi-
litares, se puede suprimir una parte conside-
rable de los estudios que se han propuesto en
el capítulo anterior para el colegio de los
magistrados y de los guerreros; exige otros
que hubieran sido inútiles para aquellas cla-
ses, y en otros es preciso hacer algunas mo-
dificaciones.


En las primeras tres épocas de la educa-
cion no se deberia proponer otra diferencia
sino la de substituir los egercicios militares
de marina á los de tierra , y la de enseñar la
maniobra en los viages que pasada la prime-
ra época se deberian hacer una vez cada año
.por los discípulos de este colegio. En estos
viages, repartiéndose los discípulos de ma-
nera que los de una misma época estuviesen
reunidos en la misma embatcacion, se podría,
fácilmente evitar la interrupcion de las otras
instrucciones, puesto que los maestros po-
drian estar repartidos con el mismo Orden en
diversas naves.


En la quarta época, las ciencias geomé-
tricas y físicas que se han propuesto, no de-b
erian recibir otra modificacion sino la quedependería de la aplicacion de estas ciencias


á la teoría náutica. La instruccion de la tác-




Ira Ciencia
tica de tierra deberia conmutarse en la tácti-
ca naval, y los principios complicados de la
con.struccion deberian substituirse á los es-
tudios civiles y políticos que hemos propuesto
en el capítulo precedente.


Si una parte de las sobredichas instruc-
ciones parece que no tienen una relacion in-
mediata y directa con el destino de los discí-
pulos de este colegio, no se puede dudar que
tienen la indirecta y muy importante.


Cultivarian su entendimiento haciendo un
uso tan racional de sus facultades, y los ha-
Tia capaces de prestar en varias ocasiones ser-
vicios importantísimos á la patria; adquiri-
rian luces con las quales podrian algun dia
aumentar los progresos de la ciencia náutica;
finalmente les presentarian tantos objetos ea
que ocupar su espíritu que de esta manera
se librarian del ócio, del fastidio , y de sus fu-
nestas consecuencias , á que están particul ar


-mente expuestos los marinos.


CAPITULO XXVII.


Del colegio de los comerciantes.


El que está en el caso de conocer qué cosa
es, ó por mejor decir, qué debe ser un co-
merciante, no estará sorprendido de las P o-


de la legislacion. 111
cas y pequeñas diferencias que in,licarémos
entre la educacion científica de una clase tan
preciosa al Estado, y la de la clase de que
tratamos en el capítulo XXV. Conocerá que
en las instrucciones de la primera época (I) no
se debe proponer ninguna mutacion ; que en
la de la segunda no hay mas que adaptar un
poco mas estrechamente los conocimientos
históricos y geográficos (a) al uso del comer-
cio; que en la de la tercera no debe haber
ninguna diferencia (3); y que en la de la
guarra bastaria substituir las varias teorías
del comercio (4), y el mecanismo de esta
ciencia ó la práctica de ella á las instruccio-
nes militares, para conseguir el plan mas com-
pleto de educacion científica para este cole-
gio de que hablamos. Conocerá qué multitud
de utilidades podria sacar un comerciante de
las varias instrucciones comprendidas en este
plan, la extension que podria dar á sus ideas,
la perfeccion que podrian recibir las artes


(1) Esta es aquélla en la qual no se usa si-
no la facultad de percibir.


(a) Quando se usa de la facultad de la me-
moria.


(3) Quando se excita la facultad de la ima-ginacion.
(4) Quando se egercita la facultad de ra-


ciocinar.




I2 Ciencia
mecánicas que en gran parte dependen del co.
mercio , y principalmente la agricultura que el
negociante deberia saber , la qual como aqué-
llas recibe de la física sus principios mas lu-
minosos; que por este medio sus especulacio-
nes serian mas fecundas, mas vastas, menos
arriesgadas y dudosas; que las pérdidas que se
atribuyen á la casualidad , siendo comunmen-
te efectos de la ignorancia , serian mucho me-
nos frecuentes ; que su vida sería mucho mas
feliz , dividiendo su tiempo entre las ocupa-
ciones activas del comercio y la tranquila cul-
tura de las ciencias. El que haya leido el so-
bredicho capítulo, y sepa lo que debe ser un
negociante , convendrá conmigo en la opor-
tunidad de este plan de instruccion , de la uti-
lidad que produciría, y del abuso que haria
del tiempo y de la paciencia si me empeñase
en una explicacion mas extensa.


CAPÍTULO XXVIII.
Del colegio de los médicos.


Hallada la verdad , su uso es de una aplic a' .
cion fácil y universal. El plan sobre el quai
nos hemos propuesto levantar el sistema de la
educacion científica de las diversas clases s e


-cundarias que componen la segunda de 115


de la legislacion.
1 1 3


dos principales , en las que hemos dividido
todo el pueblo, y que como hemos demostra-
do es el de la naturaleza , es igualmente opor-
tuno para la instruccion del magistrado, del
militar , del comerciante y del médico.


Las varias diferencias que exigen la di-
versidad de sus destinos no alteran en nada
ni el órden del edificio , ni el plan sobre el
qual debe ser levantado , ni el método con
que debe construirse. Fieles á lo que hemos
prometido con la intencion de evitar qual-
quiera repeticion inútil , suponiendo que el
lector tendrá siempre á la vista lo que pro-
pusimos y explicamos por extenso en el ca-
pítulo. XXIV, donde hicimos la primera y
la mas difusa aplicacion de este plan para la
educacion científica de la primera y de la mas
importante de estas clases secundarias, comoes la que está comprehendida en el colegiode los m agistrados y de los militares, la ex-p
osicion de las diferencias que pide la diver-


sidad de los destinos de la clase de la que ha-blamos
ahora , la podrémos egecutar con lamayor facilidad y brevedad. Las instruccio-


nes que hemos propuesto para el colegio de
magistrados y de los militares en la pri-pri-mera,en la segunda, y en la tercera época,


qu


Tonto, y


dl
las


dependen del mejor uso que sepuede h
acer de las tres facultades del entc-n-di T mo
pertenecen mas á la institucion


1i




114
ciencia


de todos los hombres que á Ios destinos pat.
ticulares de los discípulos de aquella clase.,
estas instrucciones , digo yo , deberian incul-
carse y prescribiese en este colegio corno en
el primero. Sin añadir mas que las lecciones
anatómicas , las quales formando un objeto
importantísimo de la institucion médica, de-
berian emprenderse desde el quarto ario de la
primera época, y continuarse hasta el mismo
de la quarta época , en la qual podria substi-
tuirse á este estudio el de una buena filoso-
fía. El sabio maestro no se limitará á solo la
anatomía del cuerpo humano, sino que bus-
cará en la de los otros animales todos los so-
corros que un conocimiento claro y exácto de
la primera hacen ó necesarios ó útiles.


Como el primer ario de esta ínstruc-
clon anatómica perteneceria , como hemos
dicho , á la primera época , en la qual sola-
mente debe usarse la facultad de percibir, así
en este año el discípulo no deberia hacer
otra cosa sino observar las secciones anatóm i


-cas sin ninguna otra obligacion. En los arios
siguientes, en que segun nuestro plan, se Po-
ne en uso la segunda facultad que es la de la
memoria , se le obligarla á dar razon á arbi-
trio del maestro de los nombres diferentes
de las diversas partes sólidas del cuerpo hu-
mano que en aquel estudio se observan,
de sus particulares descripciones. En la rerce"


de la legislacion.
Y r


ra época se deberia exigir alguna cosa mas.
Así como la facultad de la imaginacion está
destinada á combinar y componer las ideas,
ó las imágenes y las representaciones de los
séres reales , adquiridas por las percepciones
y retenidas por la memoria ( I ),


así en esta
época en vez de una individual descripcion
de las varias partes del cuerpo humano , se
deberia pedir al discípulo la descripcion del
todo que se compone de estas partes, con lo
qual Ilegarla al término de esta ciencia, y se
dispondría para la inteligencia mas clara de
la fisiologia , para la qual debe servir la ana-
tomía corno de criada, y que exigiendo el co-
nocimiento de una buena física , el estudiode ésta debe necesariamente reservarse para
la quarta época , en la qual se hace uso de la
facultad de raciocinar.


En esta quarta época todas las instruc-
ciones propuestas para el primer colegio (a)
que no son relativas ni al arte de la guerra
ni á la economía pública, ni :á la política niá la legislacion (3), deber ian ser comunes al
uno y al otro colegio , y á las relativas á estos


1) Véase el capítulo XXIV.
3)
a) Véase el mismo capítulo.No deberian aprender sino aquella partede las leyes patrias que es necesaria para el go-


1


II 2




I 16 Ciencia
objetos deberian substituirse en las instruc-
ciones médicas.


La fisiologia debería ser uno de los obje-
tos principales de la institucion médica , y
esta parte importante de la física deberia ser
en este colegio, por decirlo así , el fin de
todas las otras. Esta ciencia que tiene por ob-
jeto la economía animal, y el uso de las di-
versas partes que la anatomía nos hace ob-
servar en los cuerpos; que considera en qué
consiste la vida, la salud , y los efectos de
ella; que precedida del conocimiento de las
leyes mecánicas, y del que tiene por objeto
los fenómenos de la organizacion, que aún es
mas importante, y acompañada de una jui-
ciosa aplicacion de entrambos ..conocimie n


-tos, puede producir muchas veces la eviden-
cia en el exámen de aquellas operaciones. que
en vano ha procurado la naturaleza .oculta.r-
las á los ojos de los hombres ;..1a.
como se ha dicho, deberia ser uno: de, 195
objetos mas importantes de la institucion
médica.


Parece evidente por los escritos luminosos


bierno de los ciudadanos particulares, y que tiene
una relacion inmediata con su destinol -nialosy
gistrados particulares de educacion de su colegie>
deberian instruirles en este ramo como se bacs
en las otras clases.


de la legislacian. 1 17
del célebre Buffon, que entre las leyes, á las
quales están sometidas las moléculas orgánicas
y los cuerpos organizados, debe haber algunas
que son esencialmente diferentes de las que
arreglan la materia puramente móvil, y quies-
cible ó inerte. El querer, pues, explicar la
economía animal , con solo las leyes mecáni-
cas, debe necesariamente hacer caer en gra-
vísimos errores , como ha sucedido á aquellos
médicos que se han empeñado obstinadamen-
te en esto.


Mas no debe confundirse el abuso de la
mecánica en la fisiologia con el verdadero
uso de ella. Si el primero ha ocasionado tan-
tos falsos sistemas y tantos errores, ¿quán-
tas verdades luminosas é importantes ha he-
•cho descubrir el segundo, y quántas otras se
hubieran descubierto si se hubiera imitado á
aquel ilustre italiano, que fué el primero que
aplicó la mecánica á la fisiologia, y mostró
el verdadero uso que debe hacerse de la pri-
mera de estas ciencias en la segunda?


El docto é infatigable Borelli , este inge-
nio sublime y creador, este observador geó-
metra , nos hace ver bastantemente que el fi-
siólogo debe usar de la mecánica para esti-
mar y determinar los hechos, y no para adi-
vinarlos; para asegurarse en quanto sea posi-
ble de lo que se obra en los cuerpos animados,
y no para pronosticar lo que se debe obrar.




118
Ciencia


En vez, por egemplo, de usar de aquella
ley mecánica que hace consistir el mayor efec-
to del prolongamiento de la punta de la par-
te de la palanca , y de la brevedad de ella
de la parte de la resistencia; en vez, digo yo,
de servirse de esta ley para adivinar la eco-
nomía que la naturaleza debe observar en la
posicion de aquellas palancas con las qua-
les se obran los movimientos de los anima-
les , observó la posicion de esta palanca,
vid que la naturaleza lejos de buscar la ex-
tension abreviaba las puntas de la parte de
la palanca y las prolongaba de parte de
la resistencia , aplicó á esta posicion aquella
ley, y con ella aplicada á estos hechos, lle-
gó á estimar, determinar y demostrar la can-
tidad de la fuerza que la naturaleza emplea
en estos diversos movimientos , y quanto ex-
cede esta fuerza la resistencia.


Observando, por egempio, que los mús-
culos que conservan en una situacion horizon-
tal el codo y la mano , guando sostienen el
mayor peso.


posible, se entrornenten en la
tuberosidad del hueso del codo á una dis"
rancia del centro de la articulacion cerca de
veinte veces menor del que está léjos, sos


-tenido por la mano, deduce: que para s°s"
tener estos músculos un peso de veinte Y
ocho libras, egercian una fuerza equivale n


-te á quinientas setenta libras. Con el uso


de la legislacion. 1 19
de la misma ley estimó que un hombre que
sostiene sobre sus espaldas un peso de cien-
to veinte libras, la suma de las fuerzas que
la naturaleza egerce en los músculos exten-
sores de la espalda, y en los cartílagos de las
vertebras , será equivalente á 25585 libras,
y que la fuerza de solos los músculos no se-
rá inferior á 6404 (1). Con el uso finalmente
de la misma ley llegó á estimar y demostrar,
que un hombre emplea para saltar una fuer-
za 2 9 0o veces mas grande que la del peso de
su cuerpo (2).


Esta breve digresion , pero esencial al ob-
jeto que tratamos, espero que bastará para
indicar el uso que propongo que se haga de
la mecánica en la instruccion fisiológica, y


• el abuso que se ha hecho muchas veces de
ella. Explicada esta idea continuémos la ex-
posicion del curso progresivo de la ciencia
Médica.


Á la fisiologia que considera el cuerpo
humano en estado de sanidad, debla seguir-
se, como se hace efectivamente en las institu.
ciones médicas de los modernos, la patologia
que considera el cuerpo del hombre en el es-
tado de enfermedad y de desórden.


Siguiendo el principio que tantas veces


(r) Proposicion 6r.
(2) Proposicion r7É.




""Y•120 CtenCiét
he inculcado (t) de no separar aquellas ins-
trucciones que deben correr juntas, aunque
enteramente profano en los misterios de Es-
culapio, me atrevo á condenar el uso de aqué-_
líos que hacen una instruccion separada y di-
vidida de la Semio'ttica.


Si esta parte de la medicina teorética con-
sidera los signos generales de la sanidad y
de la enfermedad, ¿por qué motivo se separa
de las otros dos, de las quales hemos habla-
do? ;Por qué no se combina la semióttica de la
salud con la fisiología, y la semióttica de la
enfermedad con la patología? Por qué divi-
dir y apartar aquellas instrucciones, que uni-
das pedirían menos tiempo y tendrian mayor
claridad ?


Otra instruccion se deberia combinar con
éstas, la qual es importantísima para el eger-
dejo del arte médica, pero demasiado olvida-
da en la institucion comun, y que hallaria ea
la semióttica, de la que se ha hablado, la cir-
cunstancia mas oportuna para comunicarse sin
hacer un estudio separado y distinto. Hablo
del arte de conjeturar, el qual por su impe r


-feccion tiene mayor necesidad de reglas, Y
que por el uso continuo que se debe hacer en
el arte médica, tendría la mayor necesidad de


(r) Véase el citado capítulo XXIV.


de la legislacion. T2/
comunicarse á . aquellos que se destinan á
este importante ministerio. Las pocas reglas,
á las quales se podria y deberia reducir esta
arte, y la aplicac.ion de éstas á los he-
dios 6 signos , en los quales la semióttica se
ocupa y que deben guiar el juicio del mé-
dico, podrian producir considerables ventajas.
Podrian precaver el abuso que se hace de es-
ta arte, y reducirla á sus límites ; evitar la
prccipitacion en los juicios, disminuir los fre-
cuentes errores, y con ellos sus funestas con-
secuencias; impedir que los médicos pronos-
ticasen con facilidad , y libraría á la medicina
y á. los médicos del descrédito á que los expo-
ne esta facilidad. En fin , podria dar así á las
deliberaciones de los médicos como á su len-
guage aquella sabiduría y precaucion que es
tan rara y tan importante en el ministerio de
que hablamos; y que si impone poco , y antes
bien desacredita á los ojos de los ignorantes;
es la verdadera piedra de toque, con la que
el sabio reconoce á su semejante, y descubre
la impostura, la ignorancia y la locura.


Así como la fisiología que trata de la
constitucion del cuerpo humano en el estado
d e sanidad deberia preceder á la patología quet
rata de la constitucion del cuerpo humano en


el estado de enfermedad, así la Hi Onea quecon
sidera los medios de conservar la salud,


debe da
preceder á la terapéutica que tra-




122 Ciencia
ta de los de repararla y restablecerla guan-
do se ha perdido.


De estas dos últimas partes de la institu-
cion médica, la penúltima tan cultivada de los
antiguos porque conocian que el arte médi-
ca es mas eficaz para conservar que para resti-
tuir la salud, y tan olvidada de los modernos
porque vén que el vulgo aprecia mucho mas
al médico que les hace creer que ha restitui-
do la salud al enfermo, que el que efectiva-
mente la prolonga y la conserva en un hom-
bre sano; esta parte de la medicina, en la
qual Hipócrates, Galeno y Celso nos han de-jado tantas instrucciones saludables (i), de-
beria ser uno de los principales objetos de la
educacion científica de este colegio.


La terapéutica, finalmente, terminará co-
mo hemos dicho el curso de la institucion
médica. Las instrucciones de la historia natu'
Tal y las experiencias químicas que segun el
método que dejamos expuesto en el mismo
capítulo al qual nos hemos remitido en éste,
tendrían tanta parte en el plan de la educa-
cion científica, y suministrarian á aquella p ar-
te de la terapéutica, que tiene por objet o la
farmacia, los mayores auxilios; así como las
instrucciones anatómicas los dan á la Parre
que se lla ma cirugía considerada en aquella


(a) E/ tratado profundo de Hipócrates ds


de la legislacion. 123
extension que un médico debe saber, puesto
que el egercicio de ella se ha hecho el minis-
terio particular de una clase distinta.


No hablo de aquella instruccion práctica
del arte médica que se adquiere con la ins-
peccion de las curas que hacen los médicos
famosos en los lugares públicos confiados á su
cuidado y diligencia, porque ésta deberia em-
pezar guando el discípulo saliese de la educa-
cion pública. El legislador deberia limitarse
en estos objetos á fijar con el consejo de los
sabios médicos la duracion de esta instruccion
práctica y los hospitales públicos donde de-
beria recibirse, prohibiendo con penas riguro-
sas el egercicio de la medicina al que no
haya cumplido el tiempo prescrito por la ley.
" Que se combine lo que hemos dicho en


este capítulo con lo que debe servirle de su-
plemento, que es lo que dejamos explicado en


ore, aquis et locis; el de dicta salubri, el de li-quidorunz usa, y su libro de alimento, y las otrasinst
rucciones relativas á este objeto, que frecuen-


temente se hallan esparcidas en sus obras, nos
hacen ver con onánto cuidado se aplicó este pa-dre de la medicina á la parte mas importantede ella.


Los qua.tro libros de Galeno de san tate tuen-da , y les tres de alimentas, el de attenuante2,ictu el de exercitatione , el de consuetudine,




124 Ciencia


el capítulo XXIV, al que nos referimos, no
solamente en todo aquello que es relativo á
la disciplina comun á los dos colegios, sino
cambien en lo que se ha dicho sobre el modo
de instruir y de enseriar; y que se juzgue si
el sistema propuesto de educacion científica
para el colegio de los médicos mereceria ser
seguido y adoptado.


CAPÍTULO XXIX.
Del colegio de los cirujanos.


Los maestros de cirugía dividen la teoría
en general y particular. La general es la teo-
ría médica terminada para el uso de las e n


-fermedades externas. Esta la deben conocer
en toda su extension el cirujano y el médico;


de salubri diceta, además de sus comentarios sobre
los aforismos de Hipócrates relativos á este obje-
to; y finalmente, todo el libro primero de re
médica de Celso, es bastante para hacernos ver
quánro se habían ocupado en la Higinea los 11/e-.
dicos antiguos que atendian mas al bien de ,
humanidad que á sus propios intereses, y estas
muy distan' tes del espíritu de


,


impostura que e:
algunos paises ha desacreditado demasia do á es t°
clase respetable de la suciedad,


125de la jegisiacion,
y así todas las instrucciones médicas propues-
tas en el capítulo precedente deberían practi-
carse en los dos colegios.


La teoría particular tiene por objeto las
operaciones de las manos, y contiene una lar-
ga serie de principios y reglas científicas rela-
tivas al conocimiento del modo y de la nece-
sidad de obrar, del carácter de los males que
exigen la operacion, de las dificultades que
nacen de la estructura de las partes , de su
accion, del ayre que las circunda, de las re-
glas que prescriben las causas y los efectos del
mal, de los remedios que éste exige , del
tiempo determinado por las circunstancias
y por las leyes de la economía animal y de la
experiencia , de los accidentes que pueden
turbar la operacion 6 indicar otra, de los mo-
vimientos de la naturaleza y de su influencia
en la curacion de los medios de hacerla mas
fácil, y de los obstáculos causados por el
tiempo, el lugar, y la estaciona y tantos otros
conocimientos de esta naturaleza que deben
formar una parte esencial de la institucion
quirúrgica.


Si esta teoría particular debiera formar
tía estudio separado y distinto del de la leo-


-U general , la institucion quirúrgica pediría
m


ucho mas tiempo que la médica, y quizás
/1,0 podría comprenderse en el tiempo destina-
" para la educacion en .este plan universal


.Nradaw 13 3




x26 Ciencia
de educacion pública. Pero el sabio maestro
combinando la teoría general con la particu-
lar, haciéndolas caminar de continuo á pa-
sos iguales y contemporáneos, sirviéndose de
los principios de la una para la ilustracion de
la otra, precaverá este inconveniente, y dará
al mismo tiempo mayor luz y solidez á sus
instrucciones.


En esto, pues, debe consistir la diferencia
de la institucion médica y quirúrgica. En todo
lo demás la educacion científica de estas dos
clases será la misma. En las instrucciones ana-
tómicas se deberia en este colegio empezar
adiestrando la mano de los discípulos, em-
pleándola en las secciones, lo que no sería
necesario para los discípulos del colegio mé-
dico. El egercicio práctico del arte no deberia
ser sino preparado por este socorro preli


-minar.
Una larga inspeccion , una asistencia de


muchos arios en los hospitales públicos, don
-de las operaciones quirúrgicas son mas fre'


cuentes; la costumbre de tener parte en las
operaciones y en las curas que los profesores
mas célebres hacen, ó de egecutarlás bajo su
inmediata direccion; esta práctica institucion,
igualmente importante que la primera (que
como hemos dicho en los alumnos del colegio
de los médicos debería empezar quando se
acaba la educacion . pública, y durar el tico).-


de la legislacion. 127
po prescrito por la ley) , es el medio único
con que se deberia comunicar á los discípulos
ya emancipados el egercicio, la experiencia y
la práctica aplicacion de la ciencia, de la
qual hasta aquel tiempo no habrian aprendido
sino la teoría.


CAPÍTULO XXX.
Del colegio de los farmaceutas,


Corro rápidamente sobre estos objetos que
pasaria con gusto en silencio si el órden de
este plan no me lo impidiese, y procuro tra-
tar con la mayor brevedad, no solamente por-
que me lo permiten las ideas que dejo expli-
cadas, sino porque no sin gran temor me
atrevo á poner la mano en la mies agena.


Los alumnos de este colegio deberán ser
educados de una manera muy diversa, que
hoy lo son los que se dedican á la farmacia.
Sumergidos la mayor parte en la mas crasa
ignorancia, privados de toda teoría, apenas
instruidos en la gerga y en el mas grosero
mecanismo del arte, no solamente son inca-
paces de añadirle níngun grado de perfecciona
sino que la desacreditan con los errores mor-
tales en que incurren de continuo, y comu-
nican su. descrédito á la medicina que ne-




128


Ciencia
cesariamente debe servirse de su ministerio y
resentirse de su ignorancia.


Si los individuos de los tres reynos de
la naturaleza, y un gran número de produc-
tos químicos son el objeto del arte farmacéu-
tica , las instrucciones de la historia natural
y las experiencias químicas que liemos asig.
nado en las tres épocas primeras de la educa-
clon científica de los alumnos del primer co-
legio, serán tambien para los de éste él-obje-
to mas importante de su institucion. Se dis-
tribuirá, pues, con una sábia economía una
parte del tiempo destinado á los otros es-
tudios, para dar á éste mayor extension. Pa-
ra hacerles muy familiares estas nociones , Y
disponerlos por medio de las operaciones
químicas á la práctica de esta arte, su minis-
terio se empleará en hacer las experiencias; Y
el maestro instruyendo su entendimiento, no
olvidará de adiestrar sus manos con el eget-
cicio, y sus sentidos con la experiencia.


En la quinta época los estudios geomé-
tricos y físicos que hemos propuesto para el
primer colegio, no serán omitidos en éste;
pero á los demás ramos que tienen por objeto
los destinos particulares de aquellos alumnos,:
se substituirán en éste los estudios relativos
al inmediato destino de esta clase. La filosofia
de la química y la de la farmacia ocupará en
este tiempo su razon, mientras que el labor a-


de la leg,islacion.
r29


torio farmacéutico substituido al quiniicO,'
suministrará el mecariisnió del-arte.


El farrnaceuta instriiidé tre este modo'sé---
rá un sabio que se consaptá•á este arte;1' /a
qual llevará las luces'clétifi filósofo, y la pa:-


-


sion que inspiran las operaciones de la gni....
mica combinada con las luces que ha adqtli-
rido en esta ciencia, podria lecerlo tí t'l no
solamente al arte que prófesa , sino también
á todas las otras sobre lás quales tinte tanta
influencia la química (s).


CAPÍTULO XXXI.
De los colegios dé lci:s


'Hilas artes t.-! -


Los muchos y estrechos vínculos ni1-`31,13.1.P
nen las bellas artes entre sí ; los dit'?-fort,?.es
objetos dirépertenecen áicarla tina de ellas; loslimites estrechos é i nviolaiq0s :-


-éri qbe me Obli-
ga á contenerme la natúráleza


- de mi obra, son
los motivos que me h-an inducido á preferir
un plan general de institucion para todáWlas


(1) No he hablado ?aque : de' la instruccicn
que tiene por objeto la hitengencii de aquella
gerga que los médicos usan en sus recetas. Este
lenguage simbólico que cuesta tanto trabajo á los
médicos


Torno pata. aprenderlo, y á los farmace.u-




1,30 Ciencia
bellas artes á un examen individual de la ins-
titución particular que se deberia prescribir
para cada una de ellas. Dejémos pues á otros
el cuidado de aplicar estas ideas generales al
uso particular de cada uno de estos colegios,
y esforcémonos entretanto en combinarlo de
manera que los grandes artistas instruidos en
las diversas artes, lo hallen igualmente adap-
table á la que ellos profesan.


Si para imitar y adornar la naturaleza,
para conseguir este objeto comun de las be-
llas artes, se necesita observarla bien , hacer
buena eleccion , presentarla escrupulosamente,
corregir los defectos, ó lo que es lo mismo,
reunir las bellezas separadas para formar un
todo maravilloso ; si la belleza ideal no pue-
de ser sino el compuesto de las bellezas reales
que existen en la naturaleza, pero que están
separadas y divididas ; si las ideas de estas be-
llezas esparcidas en la naturaleza no pueden
adquirirse sino con las percepciones, no pue-
den retenerse sino con la memoria , no pueden
combinarse y componerse sino con la imagi-
nación,; si, finalmente, el ministerio de la


g as para entenderlo, y que ocasiona tantas
equivocaciones deberia ser abolido. Las re-
cetas médicas deberian escribirse con la m a-
yor claridad, y sería muy conveniente que se
adoptase el uso de escribirlas en lengua vulgar.


de la legislacion,
1 31


razon debe venir á auxiliar estas otras facul-
tades para dirigir las operaciones, no son ne-
cesarios muchos esfuerzos para conocer que
además de la destreza de la mano que debe
servir al entendimiento, es tan necesario un
uso bien arreglado de las facultades intelec-
tuales en la institucion del artista como lo es
en la del sabio y del filósofo.


No nos apartemos, pues, del plan que la
n


aturaleza nos ha indicado, y que hemos se-
guido fielmente en todas las otras partes de
este sistema universal de educacion cientifica,
apliquémoslo á la instruccion de los alumnos
que se destinan á las bellas artes, y fijémo-nos en la idea de la infalibilidad de la gulaque nos hemos propuesto consultar y seguir.
. Sin hablar de aquellas instrucciones ini-
ciales que deben ser comunes á todos los alum-
nos de esta segunda clase, y que hemos asig-
nado en el año primero y principios del se-
gundo de la primera época (I); sin hablar
de aquellos egercicios relativos al puro me-
canismo de cada arte, y que deberian empe-
zar con la misma educacion; ocupados úni-camente en el


examen del mejor uso que se
Podría hacer de las facultades intelectua-les para instruir al artista, veamos como lade p


ercibir que es la primera de que se debe


(I) Véase el capítulo as.
1 2




32 Ciencia
usar podria emplearse y dirigirse á este fin.


El hombre tiene el sentimiento interior de
la belleza. Además de las razones que se po-
.d.rian traer , y que no es este lugar oportu-
no de exponerlas. (1), bastará para conven-
cernos observar lo que pasa en nosotros quan•
do vemos algun objeto. Este sentimiento in-
terior puede estar oprimido,alterado ó destruí.
do como los externos, puede ser socorrido y
perfeccionado. Puede ser oprimido, ó si pue-
do servirme de esta expresion, entorpecido
por el no uso; puede ser alterado ó destrui-
do por el mal uso ; puede ser perfeccionad o y
socorrido por un uso sabio y oportuno. En el
salvage puede estar oprimido y entorpeci


-d; en el artista mal instruido puede estar
alterado y destruido; y en el que recibe una
buena institucion seguramente está socorrido
y perfeccionado. Una mala institucion pide
mayor tiempo para producir algunema l que
no una buena para producir este bien , pues"
lo que cuesta mas resistir á la naturaleza que
favorecerla.


Aprovechémonos de esta verdad. Di rija-
mos por este principio el uso de la primera
facultad. llagamos que desde el princip io (1e•
.1a educacion el ojo del escultor, del
.recto y del pintor se egerciten en ver, v1


(i) Véase el ensayo doctísimo sobre 1115: be-


de la legislado%
bien las mas bellas producciones dé la-natura-
leza y del arte. Hagamos que antes de apren-
der los principios de la proporcion, de la sime-
tría, del Orden, de la regularidad y de la uni-
dad combinada con la variedad de los con-
trastes, proporciones, &c. ellos mismos vean,
revean y conozcan los efectos. Procurémos que
el que se destina á la música antes de em-
plear sus oidos ea sentir aquel inmenso agre-
gado de reglas que forman , por decirlo así,
la gramática de su arte, y que en la época de
que hablamos son molestas , importunas y per-
niciosas como aquéllas los emplée en sentir
y en egecutar aquellas simples pero sublimes
canciones, cuya belleza sacada de la cotnun
fuente de la naturaleza no piden el sentido
egereitado del artista, sino que todos las en-
tienden y todos las pueden sentir y compla-
cerse en ellas. Hagamos que sus tiernos órga-
nos se empléen mucho tiempo en las modula-
ciones sencillas de la melopeya de los antiguos,
antes que en los sonidos compuestos de la ar-
monía de los modernos. Hagamos, digo, que
el sentido interno de la belleza esté fomen-
tado con estos medios y socorros , y no tema-


llas artes de Francisco María Pagano, nuestro
docto y virtuoso conciudadano, donde ha defen-
dido las idea:, platónicas sobre lo bello de las
objeciones de algunos famosos modernos.




1 34 Ciencia
:nos de no hacer de la facultad de percibir el
uso mejor que se puede para el destino de
nuestros alumnos.


La segunda época no se empleará menos
útilmente , guando sin omitir los egercicios
indicados, antes bien adaptándolos al mayor
desarrollo que en esta edad se debe suponer
en el entendimiento ( t), se hará de la segunda
facultad, esto es, de la memoria, un uso igual-
mente oportuno del que se ha hecho y se ha
de hacer de la primera.


Si la historia es tan necesaria al artista,
como lo es al filósofo y al poeta; si la igno-
rancia de ella ha causado imperfecciones en
las obras de los artistas mas hábiles, y les ha
hecho incurrir en los errores mas groseros; si
para aspirar á la perfeccion y conservar lo que
se llama costumbre, y que forma uno de los
principales méritos de las producciones de las
artes, no solamente es necesario saber los he-
chos particulares que se quieren representar,
sino tambien conocer las circunstancias que
los han precedido y acompañado, los usos Y
costumbres, y la índole de los pueblos y ",de
los tiempos en que han sucedido; el estado


(r) Véase en el citado capítulo a4 !a edad
en que empieza la segunda época de la educa-
do!) científica,


de la legidacion 135
físico y político de los lugares; la naturale-
za del gobierno, de la religion y del culto;
los vestidos, las armas y el modo de comba-
tir; si el escultor y el pintor deben tener es-
tas nociones no solo para evitar los errores
en que podrian caer sin estos conocimientos,
y para usar de ellos siempre que lo exija la
necesidad, sino para dar á su imaginacion
muchos mas materiales; si el arquitecto debe
tenerlos para conocer los usos á que estaban
destinados los monumentos antiguos que se
hallan de su arte para poder aprovecharse de
estos modelos con mayor discernimiento , y su-
plir con juicio lo que está defectuoso en ellos;
para poder suministrarles en la imitacion que
se proponen hacer aquellos ornamentos que se
deben pedir á las otras artes, y á otros artis-
tas, sino que debe saber imaginar y dirigir con
arreglo á las leyes de la unidad y de la opor-
tunidad; si estas nociones pueden tambien ser
de un gran socorro para el que se destina á la
música, como que debiendo servir al poeta,
debe penetrarse del espíritu del poema , por
consiguiente conocer bien los materiales de
que se ha servido su imaginacion ; si en la mis-
tila música instrumental no se puede segun la
opinion de un gran maestro (1) criar nada de


el artífice no sebello, si propone pintar un he-


(a) Tartini.




126 Ciencia
cho 6 algun suceso ; y si éste Setía-clemedid
único de evitar en la música sinfíniaca. aquella
enfadosa uniformidad, que es tau qornun en
ellalsi finalmente aun guando esta instruccion
no tuviese manifiestamente y directamente in-
fluencia sobre el egercicio de. una de estas ar-
tes, la tendria siempre indirecta y ocultamen-
te; lo que no dejarla de ser por esta razon muy
importante, puesto que la imaginacion, esta
facultad preciosa para todo artista, recibe su
alimento precioso de la memoria bien acon-
dicionada y robusta las ideas necesarias, ¿qué
mejor uso podrémos hacer de la facultad de
la memoria en la institucion de los alumnos
que se destinan á las bellas artes, que em-
plearla en adquirir nociones tan importantes?


Por lo qual, la instruccicn de la historia
dirigida sobre el plan que hemos indicado en
el capítulo XXV de este libro, y enriquecida
con aquellos conocimientos particulares que
interesan mas de cerca al artista y al arte,
será el objeto :principal del uso que se hará
en esta segunda época de la segunda »cuí-
tad (i). La instruccion de las regias primeras
y mas sencillas que sean indispensables en ca-
da unade estas artes para poder empezar en la
segunda época á hacer uso de la imagininacion
de los alumnos, formará el otro objeto.


(i) Para adquirir mas fácilmente estas no-


de la legislacion• 137
Dispuestas de este modo las cosas, prepa-


rados con el uso bien arreglado de la pri-
mera y de la segunda facultad todos estos
materiales para la imaginacion llegado el
tiempo en que hemos creido que se puede
hacer uso de esta tercera facultad del enten-
dimiento sin peligro alguno, veamos cómo pue-
de usarse y dirigirse en los alumnos de este co-
legio; veamos con qué medios es necesario ex-
citarla y enfrenarla ; veamos cómo se podria
desde esta tercera época empezar á. conocer
en sus producciones los efectos de una insti-
tucion sabia y luminosa.


Empiezo proponiendo la lectura de los
mejores poetas, como la mas oportuna para
comunicar un movimiento necesario á la ima-
ginacion de nuestros jóvenes artistas, y para
indicarles el modo con que se puede hacer
uso. de los varios materiales que se les han
suministrado en las dos primeras épocas de
esta institucion, los quales se aumentarán
considerablemente con esta lectura. Me pare-
ce que los poemas épicos deberian preferirse


clones, creo que se deberian representar estos ob-jetos en estampas, lo que ahorraria mucho tiempo
á los maestros y á los alumnos el fastidio de largas
Y p enosas descripciones, interesaria su curiosidad.
Y la i nclinacion comun que tienen todos los jó-
venes á las efigies, v facilitaria la inteligencia




138
Ciencia


á los demás. Primeramente porque las gran-
des y fuertes pasiones que son el objeto de
estos poemas, son mas fáciles de expresar por
el artista que no las tiernas y pequefias. En
segundo lugar porque siendo estos poemas
susceptibles de imágenes mas grandes y su-
blimes , son capaces de comunicar aquel ca-
rácter de grandeza que tanto se desea en las
producciones de las artes. En tercer lugar,
porque los poemas épicos , versándose ordi-
nariamente sobre los sucesos heróycos de los
pueblos, esto es, de aquellos períodos de bar-
barie en que los hombres estando aun ved-
nos á la independencia natural , y no habien-
do tomado la máscara de la servidumbre ci-
vil, manifiestan aquella prodigiosa diversidad
y oposicion de caractéres que no se conoce
sino en la independencia, y se pierde en la
sujecion civil, pueden con este medio, digo
suministrar á la imaginacion de nuestros
alumnos un gran número de objetos oportu-
nos de imitacion , la qual siempre es mas fá-
cil en los caractéres marcados y opuestos, que
en los indecisos y quasi semejantes.


y el recuerdo de dichos objetos. Una estampa,
por egemplo , que representase el vestido de Un
Espartano y sus armas, &c. sería mas útil que
las descripciones minuciosas para dar una idea
clara y distinta de este objeto.


de la legislacion. T 39
Por los mismos motivos , y por otro aun


mas fuerte, quisiera que á la lectura de los
poemas relativos de los tiempos de la barbarie
se uniese la de los poetas bárbaros. Si en este
estado de la sociedad, las grandes diferencias
de los objetos, así físicos como morales que
ocultan las pequefias diferencias, y las hacen
menos interesantes ; la inconstancia de las
observaciones que necesita del tiempo y del
Ocio civil para relevarlas ; la pobreza de la
lengua que las debe expresar , y otras varias
concausas físicas, morales y políticas, no per-
miten á los hombres de sentir, buscar y ex-
presar las pequeñas modificaciones que son
necesarias para la perfeccion de lo bello , y
que por consiguiente deben necesariamente
faltar en las producciones de su imaginacion;
los grandes y vastos espectáculos de la natura-
leza en comparacion de esto, son mas bien
sentidos por ellos , y por consiguiente mejor
transmitidos en sus poesías, que por todas
partes respiran lo maravilloso y sublime con
aquel estro heróyco y patético vivo que las
acompaña. En las sociedades cultas por el
contrario, infinitas concausas físicas , morales
Y políticas preservan al artista del defecto que
hemos hablado ; pero otras tantas de la mis-
m a naturaleza lo alejan de aquella sublimi-
dad y grandeza que campea en la poesía de
los bárbaros, y que pueden ellos adquirir con




1 40 Ciencia
tanta utilidad. Pues si el mérito de la insti-
tucion consiste en aprovecharse igualmente
de las circunstancias favorables, que en pre-
caver las contrarias y suplir las defectuosas,
las propuestas lecturas corresponderán admi-
rablemente á este objeto. Es necesario enri-
quecer y engrandecer la imaginacion de los
artistas jóvenes antes de pensar en afinarla.
Las circunstancias que la conducen á la finu-
ra existen en las sociedades cultas, y se pre-
sentan por sí mismas; mas las que la condu-
cen á la grandeza y á la fecundidad , es ne-
cesario buscarlas en otra parte y suministrár-
selas.


Suministrados, pues, estos socorros consi-
derables á la imaginacion de nuestros jóve-
nes artistas , el maestro pondrá su mayor es-
mero en dirigirla bien en sus producciones, y en
corregir sus imperfecciones y sus abusos. Les
dejará elegir á su arbitrio el asunto, y 00 se
anticipará á su imaginacion sobre el plan de
la egecucion , la favorecerá y socorrerá siem-
pre que el plan de ella lo admita; la corregí'
rá guando incurra en defectos, y la conten-
drá solamente guando caiga en falso, q ue es
guando combina y compone los objeto s que,
son de su naturaleza incompatibles. Este tilo
que depende de la corrupcion del gusto, Y
del defecto y escasez de las ideas que la ifna
gina.cion debe combinar y componer , Ya lo


de la legisiacion. 141
hemos precavido en gran parte con muchos
socorros que hemos suministrado al senti-
miento interior de lo bello , y con el número
considerable de materiales que hemos pre-
parado á la imaginacion de nuestros alumnos.
Sus imágenes y sus producciones rara vez se
resentirán , y quizás nunca de este vicio que
se ha precavido con tantos medios; mas se
resentirán frecuentemente de otros defectos,
-que importa muchísimo corregir con tiempo
.antes que se conviertan en costumbre. La di-.
•ligencia del maestrojamás será demasiada en
-esta 4)11111,-1:puesto que vale mucho mas para
-formar .el:gusto la observacion de una be-
lleza ,. ó la censura de un defecto , que
mil instrucciones abstractas de reglas y de
principios.


Así corno el uso de la imaginacion es el
objete


• principal de la institucion en esta épo-
ca, al para adiestrar quanto sea posible esta
-facultad en el ministerio para que está desti-
nada, el maestro despues de haber hecho co-
nocer al discípulo los defectos de su produc-
cion, no deberá guando mas sino una sola
vez permitirle que vuelva á hacer la misma
cosa, para evitar que la imaginacion, ocupa-
da demasiado tiempo en el mismo objeto, no
pierda en la monotonía de los mismos objetos
los frutos de


- aquella energía que podría con-
seguir de la frecuente variacion de sus tra-




142 Ciencia
bajos. No se debe pretender desde el princi-
pio la perfeccion ; basta indicar los de-
fectos , y hacer conocer cómo se deberian
evitar.


Esta indulgencia que es necesaria en esta
época , no se deberá tener en los últimos
años de la institucion. Entonces exigiremos
la perfeccion que por ahora nos contenta-
mos con indicarla, y las repetidas correc-
ciones y renovaciones de un mismo traba-
jo que podrian impedir los progresos de una
imaginacion que aun no estará bastante eger-
citada; entónces no hará sino darle un im-
pulso mas para la exactitud, y la per-
feccion.


En la quarta época el uso de la quarta
facultad no excluirá el de la tercera ; egerci-
tando la facultad de raciocinar, no dejare-
mos en la inaccion la de la imaginacion.


Uniremos los egercicios indicados á aque.
Has instrucciones que piden el uso de la quar-
ta facultad , y que por consiguiente debian
reservarse para esta quarta época , en la que
suponemos la facultad de raciocinar en aquel
grado de desarrollo que nos permite usar de
ella sin peligro (1).


(1) Véale en el capitulo XXV el año en que
debe empezar esta quarta época


de la legisla cion. 143
Estas instrucciones se reducirán á enseñar


aquellas reglas teoréticas del arte que no con-
venia enseñar antes de este tiempo, porque
no convenía hacer uso de la facultad de ra-
ciocinar (r).


En algunas de las bellas artes se condu-
cirán tambien á dar las nociones de aquellas
ciencias cuyo conocimiento es necesario para
el egercicio de ellas. He dicho en algunas de
las bellas artes, porque esto no debe hacerse
en todas. He dicho que deben enseñarse aque-
llas ciencias que son necesarias para el eger-
cicio de las artes, porque alguna ciencia pue-
de tener una estrecha relacion con alguna de
las bellas artes , puede tambien ser la base de
sus principios, y esto no obstante la nocion
de ella puede no ser necesaria al egercicio
del; arte. Las teorías matemáticas , por egem-
plo , tienen una relacion tan estrecha con las
de la música que se puede decir que son el
fundamento ó la base; y esto no obstante se
puede ser excelente maestro de música, ig-
norando aun la difinicion del punto y de la
línea. Pero esto no puede decirse del arqui-
tecto. Una parte considerable de las teorías


(1) En el curso de esta instruccion, y en los
ah. os que la siguen hasta el término de la educa-
lion , los alumnos del colegio de la arquitectura
todos los dias serán conducidos á los lugares don-




144 Ciencia
matemáticas es tan necesaria al egercicio de
su arte , que sin su socorro, el arquitecto in-
cierto en sus operaciones se verá precisa-
do á cada instante á detenerse ó caer en
el error.


Sin la teoría de la óptica, el pintor esta-
ria frecuentemente expuesto á los mismos re,
ligros. Sin el conocimiento de la anatomía
externa del cuerpo humano, el escultor S el
pintor no podrán jamás dal.xocta la verdad á
sus obras, é incurrirán en muchos errores; y
por mas que esta ciencia , que está fundada
únicamente sobre las observaciones, podria
enseñarse tambien en las épocas precedentes
como lo hemos propuesto en la institucion de
los médicos y cirujanos , sin embargo pa-
ra los artistas la reservamos á esta quar-.
ta época porque puede hacer mas .
su conocimiento el largo egercicio del di-.
bujo.


Sin entrar , pues , en otros pormenores, PrO•
ponemos aquí la instruccion de aquellas -cien.
cías solamente, cuyas nociones son necesa-
rias para el egercicio de aquellas. artes que
se quieren profesar ; y una institucion mas


de se construye algun edificio , para aprender la
práctica de este arte. El mismo maestro que 1°5
enseñará 'la teoría, los llevará á estos lugares pa-
ra manifestarles la práctica.


de la legislacion.
145


extensa podria producir un gran mal. Podria
cultivar la razon en perjuicio de la imagina-
cion , la qual debe ser para el artista la mas
preciosa de todas las facultades del entendi-
miento, y la mas cultivada en su educacion.


La otra especie de instrucciones que he-
mos reservado para esta guarra época, y que
deberían seguir á las que hemos propuesto, se
reducirían á los principios generales del buengusto, que por tantos medios hemos procura-
do inspirar á nuestros alumnos , y que re-
cibirla el último impulso de las importantes
instrucciones que vamos á proponer.La razon , cuyo ministerio principal con-
siste en dirigir las otras facultades del enten-
dimiento, debe Cambien ser egercitada por el
artista; para este fin debe dirigir su imagina-
cron, precaver, y corregir los errores; debe
darle medios para arreglar el examen de sus
producciones, y debe asegurarle contra la di-
versidad de juicios que necesariamente han
de sufrir.


El gusto no es arbitrario. Esta verdad no
n
ecesita de prueba, porque nadie la niega.Igu almen te la admiten los que reducen el gus-


raciocinar (t).10 a sentir, y los que lo quieren reducir á
(I) El proverbio tan vulgar que sobre gestod


erado en el sentido
T


huy disputa,
no se entiende del gusto consi-


?no


gue lo tomamos aquí.c




146 Ciencia
Mas aunque el gusto no es arbitrario,


sin embargo es poco comun. El interés, las
pasiones, las preocupacio nes , los usos y cos-
tumbres, los climas y gobierno, los cultos,
la ignorancia, ó las luces, la educacion, y
la institucion falsa, 6 verdadera, algunos ex-
traordinarios sucesos, y tantas otras seme-
jantes circunstancias pueden alterar, corrom-
per ó perfeccionar el gusto de un individuo
6 de un pueblo, no de otra manera que pue-
den oprimir, destruir ó perfeccionar en el uno


en el otro el sentido interno de lo bello. Estas
vicisitudes, á las quales está expuesto el gusto
y que pueden alterarlo, corromperlo ó perfec-
cionarlo en un individuo , 6 en un pueblo,
mas no hacerlo arbitrario, son puntualmente
las que nos deben empeñar á manifestar á
nuestros alumnos aquellos principios invaria


-bles sobre los quales está fundado el gusto
verdadero, y con cuya aplicacion se . pueden
dirigir y juzgar en qualquier tiempo las
obras de todas las artes.


Si la fuente del placer y del fastidio es-
tá únicamente y enteramente en nosotros,
no debemos hacer sino exátninarnos á noso-
tros mismos , echar una profunda mirada
dentro de nosotros para descubrir y fijar es
tas reglas pniversales é invariables del gusto,
y darle al artista jóven una norma para ase'.
gurar su imaginacion , corregir sus errores?


de la legislacion.
147


juzgar de las producciones propias y agenas,
y para no caer de ánimo neciamente con la
injusticia de las sentencias dadas por el inte-
rés, la envidia , ó la corrupcion del gusto.


Para facilitar esta empresa , y mostrar
la posibilidad , quiero indicar las siguientes
reflexiones.


El autor de la naturaleza dando á los
hombres el inestimable dón de la perfectibili-
dad , al mismo tiempo ha gravado en nues-
tras almas algunos afectos que la excitan á
aprovecharse de este dón, y á corresponder á
los grandes designios para que les fué conce-
dido. La curiosidad es uno de estos afectos,
y uno de aquellos resortes originarios que in-
citan el espíritu humano á la perfeccion. Es
general, obra en todos los hombres, y el vi-
gor y universalidad de su accion se mani-
fiesta de continuo en nosotros con los place-
res . que de él proceden. Tal es el de perci-
bir muchas cosas con facilidad, y por decirla
así en un momento. Tal es el de la variedad,
opuesto al fastidio de la monotonía. Tal es elde la sorpresa. Todos los hombres gustan depe


rcibir muchas cosas, de percibirlas fácil-mente , y por decirlo así, de una sola mirada
gustan de la variedad y se fastidian de la
monotonía. Todos gustan de la novedad. Es-tos


placeres son de todos los tiempos y de to-dos los ho
mbres, porque en todas las épocas y


I< a




t 48 Ciencia 171:,
en todos los hombres es inherente la curio-
sidad al espíritu humano. Estos placeres no
están expuestos á la inconstancia , y á los
caprichos como los que proceden de los usos
y de la moda , porque el afecto que los pro-
duce está en el hombre, y no en las circuns•
tancias que lo modifican. Estos placeres son
generales y perennes, porque el afecto que los
crea es general y perenne como lo es la cu-
riosidad.


Pues si el inmediato destino de las be.
alas artes es el placer , como nadie duda, es
claro que para conseguir que las produccio-
nes de las bellas artes tengan una perfeccion
constante y comun, 6 universal y perenne,
es necesario que los placeres que ellas su-
ministran sean constantes y comunes, ó uni-
versales y perennes ; y si las reglas del guau
están destinadas para hacer conocer lo que
produce 6 impide la perfeccíon en estas pro`
ducciones , es igualmente claro , que para
conseguir que estas reglas sean universales
y perennes , es necesario que se deduzcan
del conocimiento de lo que produce, ó irnP i


-de el conseguir estos placeres universales Y
perennes en las producciones de las bellas ar
tes. Ahora pregunto, qué placeres universa"
les y perennes se pueden suministrar con las
producciones de las bellas artes, fuera d e lo>
que proceden de la curiosidad, y que estar/


de la legslacion. 49
eamprehendidos en alguno de los que hemos
hablado ? Exámine -el lector esta cuestion, y
decida, y ocupémonos nosotros en la expo-
sicion de las reglas del gusto, las quales se-
rán universales y constantes deduciéndolas del
principio universal y constante que se ha in-
dicado.


Hemos dicho que el hombre gusta de per-
cibir muchas cosas , y percibirlas fácilmente,
y por decirlo así de una sola mirada.


Luego las primeras regias del gusto rela-
tivas á las bellas artes, deben deducirse del
conocimiento de lo que produce ó impide el
conseguir este primer placer en las produccio-
nes de las bellas artes. Tales son las relativas
á la claridad, sencillez, órden, simetría, uni-
dad , insinuacion y expresion.


Sin la claridad no se satisface la curiosi-
dad , ó tiene necesidad de mucha refiexion y
de un largo exámen para estarlo. En el pri-
mer caso no se excita el sentimiento del
placerria. , y en el segundo se debilita y se
resfria


Sin la sencillez la curiosidad queda frus-
trada de sus esperanzas , porque lo que el al-
rus halla eses


esperaba
muy inferior á lo que desde el


principio


a e percibir.


encontrar.
, Sin el órden no hay claridad ni facilidad


La proaresion de las ideas del au-
tor no se combina 'con las eue excitan en el




1s,0 Ciencia
observador de sus obras. El alma no adivina
ni retiene ninguna cosa. La confusion de sus
ideas y la ignorancia en que la dejan la tie-
nen abatida y humillada. Al sentimiento
del placer, se substituyen el del dolor y del
fastidio. La curiosidad no queda satisfecha,
ni se consigue el fin por el qual obra en no-
sotros este afecto.


Las reglas de la simetría dependen del
mismo principio , y se dirigen al mismo fin.
En una obra compuesta de muchas partes,
que los ojos de los hombres deben ver todas
á un mismo tiempo, la simetría place al ob-
servador , porque le facilita la percepcion.
Divide en dos partes por decirlo así la obra
y le permite percibirla toda de una ojeada.
Mas por el contrario , en una obra cuyas
partes no están destinadas para presentarse á
un mismo tiempo sino sucesivamente, la si-
metría es viciosa, disgusta porque no facilita
ni ayuda á las funciones del alma sino que la
fastidia con la monotonía y la privacion de
aquella variedad que tanto le agrada. Así la
regla general relativa á la simetría será que
esta exácta relacion de paridad en las partes,,
de una obra será loable siempre que sera
útil para facilitar la percepcion , y rePre;
hensible guando es inútil para este fin.
así será loable en las obras de arquitectu ra Y
reprehensible en las de pintura ó escultura, ea


de la legislacion. I 5
las de música, y en muchas otras produccio-
nes de las artes.


No se puede decir lo mismo de la unidad.
Esta no tiene por objeto las relaciones de pari-
dad, sino las de concurrencia á un mismo fin;
no excluye la variedad, sino la dirige y deter-
mina; no priva al alma de los diversos place-
res que la variedad de las partes de una obra
pueden causarle , sino solamente exige que
todas éstas se dirijan á acrecentar la fuerza
del sentimiento que le debe causar el todo.
Esta es necesaria en todas las obras de las ar-
tes , porque sin ellas jamás hay un todo , no
hay sino partes, y el alma distraida por mu-
chas impresiones que se combaten y destru-
yen recíprocamente , y engañada en sus es-
peranzas, se queda en el vacío del qual ha-
ba deseado en vano salir (I).


Al mismo fin corresponde otro principio
general del gusto para conseguir que el alma
perciba un gran número de cosas fácilmente
y por decirlo así como de un golpe, y no de-
ben expresarse en ella todas las cosas con las
quales el artífice debe proporcionar al obser-
vador de sus obras este placer. Algunas so-
lo deben indicarse, ó por mejor decir insi-
nuarse. Si la expresion de una cosa sugiere


(I) Denique lit quodvis simplex durntaxat,
8z. unum. Horas. ,Arte poética.




152 Ciencia
á mi alma las ideas de otras varias , lo mismó
se excitará mi curiosidad con la expresion de
la primera que con la explicacion distinta de
todas las otras, mas el placer no será el mis-
mo. Debiéndose detener el ánimo en cada una
de las cosas expresadas, recibirá dividido el
placer , que en el primer caso estaria concen-
trado en un solo punto, y por consiguiente se-
ría mucho mas vivo.


Peor sería si el artífice no solamente no
prefiriese la expresion única á las distintas, si-
no que al mismo tiempo hiciese lo uno y lo.
otro ; quiero decir, que uniese la expresion
distinta de las cosas sugeridas á la de la co-
sa que las sugiere. En este caso no se dis-
minuiría el placer, sino que le siguiria el do-
lor, porque las expresiones de las cosas ya
sugeridas excitarian el fastidio en lugar de
alimentar la curiosidad, y producirian la con-
fusion en lugar de aumentar la abundancia
Así el grande artifice expresará siempre que
pueda las cosas que sugieren mayor número
de otras, y no las sugeridas. He dicho siempre
que pueda, porque debe conciliar el uso de
este principio con el de la claridad, de la opor-
tunidad, y unidad.


El otro placer que nos causa la accion
de la curiosidad , corno hemos dicho, es
el de la variacion opuesto al fastidio de la
monozonía.


de la Zegislacion. Z 53
Y así las otras reglas generales del gusto


dependerán del conocimiento de lo que pro-
duce, ó nos impide conseguir este otro placer
en las producciones de las bellas artes. Tales
son las que indican los justos limites de la
variedad, y de los contrastes. Si una larga
uniformidad nos fastidia , una excesiva varia-
cion nos disgusta : la causa de uno y otro fe-
nómeno es la misma. El placer de la variaciort
como hemos dicho es un apéndice de la cu-
riosidad. La uniformidad nos fastidia, porque
no alimenta este afecto del ánimo ; y la va-
riacion guando es excesiva , quiero decir,
guando es tal que el ánimo no la puede perci-
bir , nos disgusta porque se aparta de su fin,
y no satisface la curiosidad.


La arquitectura gótica, por egemplo, nos
disgusta porque la pequeñez de sus orna-
mentos variados impide á la vista que los
distinga, y su multitud no la permite fijar-
se sobre alguno de ellos. No se excita el
placer de la variacion , porque la variedad
que el ánimo no puede percibir , degenera
en uniformidad, aun mas desagradable que
la que depende del vicio contrario , puesto
que en ésta permanece en el ánimo alguna
idea distinta, siendo así que en aquélla no
deja mas que confusion é incertidumbre.


Lo mismo con poca diferencia debe decir-
se de los contrastes. Para suministrar el_placer




154
Ciencia


de la variacion es necesario que haya va-
riedad en las posiciones de las partes de un
todo. Lo que se llama en las bellas artes
contraste, está destinado para conseguir es-
te fin. Sin él las producciones de las be-
llas artes están privadas de uno de los prin-
cipales ornamentos del gusto ; sin él rey-
na la uniformidad , y la naturaleza nunca
está bien imitada ; sin él, sea el que se fue-
re el mérito de las obras, el sentimiento del
placer siempre es débil y lleva consigo el fas-
tidio, porque la curiosidad no recibe de todas
las partes del todo, ni mayor, ni diversos ali-
mentos de los que le presta una sola de e-
llas. Pero así como el exceso en la variedad
de las partes produce la uniformidad, así
tambien el exceso en la variedad de sus po-
siciones ó de los contrastes, produce la mo-
notonía y la uniformidad.


No solo las obras de muchos artistas sino
tambien los escritos de muchos autores de la
baja latinidad , en los quales son continua s las
antítesis, nos ofrecen una prueba de esta v er


-dad. El espíritu encuentra en ellos tan poca
variedad, que en aquellas guando se ha visto.
la posicien de una figura, luego se puede ab
vinar la de otra que tiene á su lado; y en és-
tos, guando se ha leido una parte del período
siempre se adivina con certeza la otra. E s te
continuo contraste , esta perpétua oposiciort


de la legislacion. 755
degenera en una uniformidad , en una mono-
tonía insoportable, mas contraria á la natura-
leza y al gusto, que no lo es la que toca en el
extremo opuesto. Por lo qual las reglas gene-
rales del gusto relativas á la variedad y á los
cotrastes serán las siguientes.


Primera. La variedad place guando es
perceptible. Es necesario que el alma sienta
Ja diversidad , la distinga fácilmente , y pue-
da reposar sobre cada una de las partes. Es
necesario, en pocas palabras, que el objeto sea
bastante sencillo para ser percibido, y bastante
variado para percibirse con gusto.


Segunda. Las partes pequeñas no convie-
nen sino á los todos pequeños. Los todos gran-


. des no deben tener sino partes grandes. La
arquitectura griega,; que tiene pocas divisiones
y éstas grandes , está fundada sobre esta re-
gla, que no es otra cosa sino apéndice de la
otra.


Tercera. El contraste place guando no se
podia preveer; es bello guando parece necesa-
rio ; es oportuno guando se siente, porque
existe en las obras, y no porque el autor ha
querido mostrarlo (1).


El placer de la sorpresa que como los


(i) Victrix causa Diis plaenit, sed viera ea-
toni• Aquí se ve un modelo de contraste que en
hs bellas letras se llanca antítesis. El docto Po-




t56 Ciefwia
otros dos, de los quales hemos hablado, teta.
nifiesta la accion de la curiosidad en nosotros,
será el objeto de las otras reglas generales del
gusto de que hablarémos ahora.


Llamo con este nombre aquel sentimiento
que excita en nosotros, guando percibimos al-
guna cosa que no esperábamos, ó que no es-
perábamos de la manera que se ha presentado.
Lo sublime , lo marivilloso , lo nuevo , lo
inesperado , son objetos de esta sorpresa y
fuentes de este placer. Las bellas artes pueden
servirse de estas quatro fuentes para excitarlo.
Ninguna produccion de gusto merecerá este
nombre sino produce este efecto. El grande
artífice no se contentará solamente con ex-
citar estos sentimientos, sino que procurará
prolongarlos. La perfeccion del arte consiste
en que la sorpresa que desde el principio es
mediana se sostenga , se aumente, y por gra-
dos excite en nosotros la admiracion. Este es
el efecto que produce el templo mas grande
de Europa ; el que produce el antiguo Pan-
teon elevado en el aire por el arte de Mi


-guel Angel en el domo de aquel templo
donde esta inmensa masa parece ligera por


gano en el ensayo de las bellas artes, de go°
poco antes hemos hablado , refiere con raro" es:
te verso de Lucano , como un egemplo de subte,
ruidad.


de la legislacion. 157
Le proporcion que se han dado á las bases so-
bre las quales está apoyada. Este es el efecto
que producen á juicio de todos , la mayor
parte de las obras del divino Rafael; y el que
produce así en las bellas artes, como en la
poesía y la elocuencia, todo lo que es ver-
daderamente sublime cuyo carácter consiste
en la expresion sencilla de una idea grande.


Estas son las reglas generales del gusto,
que yo quisiera que se enseñasen y expli-
casen á los alumnos de este colegio en el
Ultimo período de la instruccion. Son gene-
rales, y como tales susceptibles de muchas
aplicaciones , observaciones y consecuencias.
Yo no he hecho sino indicadas y deducir-
las del gran principio de la curiosidad , pa-
ra mostrar que son universales y perpetuas,
esto es, propias de todos los tiempos y de to-
dos los pueblos , porque el principio de donde
dimanan es de todos los pueblos y


ptiemos.
La universalidad de mi argumento y la


naturaleza de mi obra no me permiten hacer
otra cosa. Los maestros de cada una de las
artes cuidarán de la egecucion de lo que no
hago iras que proponer. Sin embargo sus
cuidados no deberán limitarse solamente 4:
explicarlas bien , sino á aplicarlas al arte
que enseñan, y á hacerlas ver en las mas
bellas obras que existen de aquella arte
manifestar en las 9:educci,ones de los discí-




153 Ciencia
pulos , guando las han seguido y guando las
han violado ; é indicarles el modo de corre-
gir estos descuidos ó estos errores , guando
vuelvan á hacer las mismas obras que como
hemos dicho en esta edad deberian repetirse
á arbitrio del profesor.


La imaginacion de nuestros alumnos léjos
de turbarse por esta importante instruccion
recibiria mayores auxilios. En el momento de
la produccion, que es tan enemiga de freno y
de violencia, se abandonarian con mayor ar-
dor y libertad á sus operaciones. La incerti-
dumbre no turbaria sus vuelos, y no se de-
tendrian cada momento sus pasos por el temor
y por las dudas. Seguros de la infalibilidad de
la norma, que arreglaría sus juicios posterio-
res, dejarian correr con mayor libertad su
imaginacion creadora, y esperarian el mo-
mento de su cansancio y disipacion para lla-
mar á su socorro la razon que corrige y per-
fecciona. Volviendo entonces sobre los prime"
ros lineamentos de sus producciones, sustit u


-yendo á los vuelos independientes y rápidos de
la imaginacion los pasos lentos y medidos de
la razon, llamando á su socorro los principios
Y las reglas aprendidas, conservarian y Per"
feccionarian lo que es efecto del verdadero
entusiasmo, y desecharian lo que procede del
demasiado Calor ó por mejor decir de la e m-
briaguez y del delirio.


de la legislacion. 159
Hé aquí cómo las artes producen las obras


mas perfectas, y el objeto de la indicada ins-
truccion. Sus principios y sus reglas estarian
destinadas á evitar los errores y no á pro-
ducir bellezas; á ser el freno de la imagina-
clon que se extravía, y no la guia de la que
se abandona á sus vuelos ; á sugerir la cor-
reccion y no la produccion; á venir al socor-
ro del artista, despues que ha creado, y no
mientras crea; en pocas palabras, á socorrer al
juez y no al autor.


Que el artista filósofo examine estas
ideas, que observe sin preocupacion ni par-
cialidad el plan entero de institucion que le
he propuesto, y decida. Yo me ño igualmen-
te en su discernimiento y en su experiencia,


CAPITULO XXXII.


Del colegio de los sacerdotes.


El Sacerdote que inciensa el ruímen que
el ciudadano adora; que predica los dogmas
que forman la creencia del pueblo; que en
algunos paises mas afortunados enseña, in-
culca , y propaga aquella moral que la filosofía
mas profunda no pudo descubrir sino imper-
fectamen te bajo el velo denso de las pasiones
que la ocultaban; y que sin el socorro da




6o Ciencia
una revelacion divina hubiera sido siempre
combatida, siempre obscura, vacilante é in-
cierta, y apénas habria formado el patrimo-
nio exclusivo de aquellos pocos filósofos que
son verdaderamente dignos de este nombre;
pero que combinada hoy con la religion, mez-
clada con el culto, y con la fé, santificada en
los altares, predicada en los templos, adquiere
aquel vigor y aquella extension que no hubie-
ra podido jamás conseguir desde la cátedra y
en la escuela; el Sacerdote, digo, donde eger-
ce todas, ó solamente alguna parte de estas
funciones, debe tambien estar educado é ins-
truido bajo la direccion del gobierno y de las
leyes. Es ciudadano como los demás porque
participa de los mismos derechos , y de las
mismas obligaciones; es magistrado como los
otros , porque está revestido de un carácter
público ; es ministro de funciones públicas,
útil ú pernicioso al Estado como los demás que
le sirven, á medida que cumple, olvida ó que


-branta las obligaciones de su ministerio, y las
de su condicion civil originaria , debe pues
como los demás disponerse desde la infancia á
concurrir á los grandes designios de la ley
con las instituciones que ella prescribe.


¿Mas quál ha de ser el plan de esta ins-;
titucion , que la ley deberla prescribir para
este colegio?


Yo. lo expondria .con mucho gusto, Y al


dela legislaciona
mismo tiempo advertirla en qué debe unifor-
marse, y en qué debería distinguirse de las
otras clases secundarias, en las quales esta
segunda clase principal se subdivide; mani-
festaria tambien los graves males que se pe-
drian precaver con este medio, y los gran-
des bienes que se podrian proporcionar si hu-
biese explicado aquella parte de este siste-
ma legislativo que tiene por objeto las leyes
relativas á la religion. Por tanto para no ex-
poner mis ideas á las calumnias que podrian re-
sultar de la ignorancia de aquellos principios,
que no podria explicar aquí sin turbar el ór-
den de esta obra ; y por no dejar igualmen-
te al lector envuelto en mil dudas que po-
driza preocuparle contra este plan de educa-
cion eclesiástica, si se antepusiera á las idea::
(lile debo ' manifestar posteriormente en el li-
bro quinto de esta obra, en el qual trataré
de este objeto; me contentaré por ahora de.
haber mostrado en este capitulo, que esta
clase de la sociedad no quedará excluida de
este pian de educacion pública.


CAPÍTULO XXXIII.
De la emancipacion pública de los discípulos


de esta segunda clase.


-5..nsot,arnuidIazde esta manera la juventud de la
To o




j62 Ciencia
segunda clase, y arreglada con los principios
propuestos la física , la moral, y la educa-
cion científica de ella , la solemnidad con
que deberia hacerse la emancipacion públi-
ca, no deberia distinguirse en los alumnos
de esta clase de la propuesta para los de la
primera, sino en las pequeñas diferencias que
exigen la diversidad de sus destinos, las
quales son tan evidentes y tan fáciles de en-
tender, que creemos inútil indicarlas. Basta
leer el capítulo en que hemos hablado de esta
importante ceremonia, para ver quál deberia
ser el objeto de la modificacion necesaria de
que hablamos.


Confiamos , pues , de la atencion y dis-
cernimiento de los lectores que entenderán
esto fácilmente ; y nosotros pondrémos fin al
plan de la educacion pública con el examen
de un objeto que comprendiendo la mitad de
los individuos de todas las sociedades, no p o


-dríamos omitirlo sin exponernos voluntaria
-mente á la censura mas justa y merecida.


de la legislacion. 163


CAPITULO XXXIV.


Apéndice al plan propuesto de educador;
pública.


DE LA 5EDUCACION DE LAS IVITJGrrtES.


La sociedad no se compone de solos hom-
bres, pues las mugeres son por lo menos
la mitad de sus individuos. Ellas engendran
los ciudadanos, los crian y los educan los pri-
meros afros de su vida, derramando en sus
ziernós corazones las semillas de la virtud 6
del vicio; les sugieren y trasmiten los pri-
_meros errores ó las primeras verdades ; cau-
san el gozo ó la tristeza en las familias; to-
man parte, disminuyen, y aumentan nuestras
desgracias, nuestros temores, y nuestras es-
peranzas; derraman la copa del dolor ó del
placer en el seno de las pequeñas sociedades
de las quales se compone la gran sociedad.
Sin tener parte en el gobierno, dirigen al-
gunas veces el poder; sin romper sus cade-
nas , dominan muchas veces á sus señores;
y sin disputarles el aparato de la autoridad,
participan , y algunas veces usurpan entera-
mente la realidad.


Esta importante porcion de la sociedad,
L 2




x64 ciencia
deberá estar sujeta tambien á la educacion
del magistrado y de la ley ?


Platon en su república concede á las mu-
geres los mismos egercicios que á los hom-
bres (1). Parece que la diferencia del sexó, y
todas las consecuencias que proceden de ella,
no exigen á los ojos de este grande hombre
una diferencia notable en su educacion. Á mí
no me admira esta idea de Platon , porque es
una consecuencia necesaria de su plan. Este
ingenio sublime lo veía y preveía todo. Qui-
so prevenir una objecion que pocos hom-
bres hubieran tenido talento para hacerla (2).
Habiendo quitado de su república las fami-
lias particulares, y no sabiendo ya qué ha-
cer de las mugeres, se vió precisado á hacer-
las hombres.


Mas esta unidad de familia, esta promis-
cuidad civil entre los dos sexos que depende
de ella, y es muy diferente de la comunion
de las mugeres que erróneamente se ha im-
putado á Platon, no podian tener lugar sino
en el plan de una república imaginarla por
este hombre sumo, no para instruir á un pue-
blo sino para pintar la justicia. Siendo pus


( i )


Véanse los diálogos quinto y séptimo de
su república.


(z) Véase el libro qu3rto del


de la legislaciono 165
nuestro objeto diferente del suyo, los medios
tambien deben ser diversos.


La sociedad de que hablamos debe com•
ponerse de familias, y la administracion in-
terna de éstas pide la vigilancia y el cuida-
do de uno de sus individuos. La muger se-
dentaria por su naturaleza física, menos fuer
te pero mas vigilante que el hombre, exclui-
da por la naturaleza de su sexó de la mayor
parte de las funciones civiles, y de las otras
por el uso, la opinion y las leyes; la muger,
digo, parece que está destinada á esta admi-
nistracion interna, así por la naturaleza como
por las instituciones sociales. Por esta razon
en todos los tiempos , y en todos los paises
en que el bello sexó no vive, ni en el ex-
ceso de la servidumbre ni en el de la liber-
tad, lo hallamos ocupado en este ministerio
doméstico.


La práctica y la instruccion de este mi-
nisterio hacen necesaria y doméstica la edu-
cacion para las mugeres. Una educacion pú-
blica , privándolas de este hábito y de esta
instruccion, las apartaria de su destino; las
baria menos apropósito para sufrir las penas y
sentir los placeres , y haciéndolas mas sociales
las haria menos familiares.


La experiencia justifica esta proposicion.
Las mugeres educadas en los conventos ordi-
nariamente son malas madres de familia; y en




166 Ciencia
los paises donde no hay este abuso hay en las
mugeres mas virtudes domésticas, mas órden
en las familias, mas felicidad en los matrimo-
nios, menos disipador', y mas vigilancia en
las esposas y en las madres.


Si las mugeres no deben educarse pública-
mente, si la educacion doméstica es la única
que les convenga, luego no deben participar
de la del magistrado y de la ley, puesto que
el magistrado no debe entrar en las paredes
domésticas, y la ley no debe prescribir si-
no lo que el magistrado puede hacer ege-
cutar.


Este es el motivo por qué no entran las
mugeres en este plan de educacion pública;
mas no por esto dejarán de participar de sus
felices efectos. Obligados á excluirlas de la
educacion inmediata y directa de las leyes,
no estarán privadas de la mediata é indirec-
ta que procederá de sus sabias instituciones.


Formando á los hombres las leyes, tam-
bien llegarian á formar indirectamente á las
rnugeres. Es un error creer que el hombre se
modifique por el modelo de las mugeres. Esta
sería una contradiccion á aquella ley eterna y
constante de la naturaleza que ha establecido,
que el mas fuerte sea siempre el primero en
dar la ley al 'mas débil. Es verdad que el un
sexo procura agradar al otro, mas esta am-
bicion única en la rnuger está combinada con


de la legislacion. 167


muchas otras en el hombre. ¿En quién obrará.
pues ella con mayor eficacia? En quál de los
dos sexos podrá con mas facilidad produ-
cir los efectos mas universales y mas se-
guros?


Si por los vicios del gobierno y los erro-
res de las leyes se corrompen las costumbres
de los pueblos, ¿qué sexo es el que hace las
leyes y administra el gobierno? ¿Qué sexo
es el que tiene mas frenos contra la corrup-
cion y menor fuerza para comunicarla? El
pudor que aumenta tanto las gracias de la
rnuger , y que se ha perdido, por ventura ¿no
bastaria á persuadirnos que la corrupcion em-
pieza por los hombres, y que comunicándose
despues á las mugeres se hace el fundamento
y - el apoyo del mismo mal , del qual no ha si-
do al principio sino su efecto? ¿Si en los tiem-
pos de la caballería la aprobacion de la dama
conducía al amante á las fiestas, á los tor-
neos, y á las cruzadas; si la cimera, la cora-
za y la empufiadura de su espada adornada
de cintas enlazadas con la mano de la belleza
que adoraba, eran otros tantos monumentos
de su valor, de su destreza é intrepidéz ; si
en los tiempos felices de Grecia y de la li-
bertad Romana, el bello sexo' conducia al
ciudadano á la victoria, hacia volver los lu-gitivos al campo, derramaba lágrimas de jú-
bilo sobre los cadáveres de los es posos , y de




I 68 C'iencia
los hijos muertos en defensa de la patria,
coronaba al defensor de la libertad y al ho-
micida del tirano, empuñaba guando era ne-
cesario las armas contra los enemigos exterio-
res, se servia del pufial y del veneno contra
el usurpador interno , y compraba con una
muerte voluntaria la vida y la libertad de la
patria ; si en Esparta se vieron muchas veces
las madres matar á sus propios hijos fugitivos


tímidos , cubrirlos de ignominia con los di-
chos mas injuriosos, y quasi siempre lamen-
tarse y llorar la suerte de aquéllos que sin
culpa suya volvian al campo vivos pero ven-
cidos (1); si en Roma aquellas mismas leyes
que daban á los maridos tanta autoridad so-
bre las mugeres concediéndoles el derecho de
divorcio que negaban á éstas, y que levan-
taban en el seno de la familia un tribunal
espantoso, en el que la muger podia ser juz-
gada pero no juzgar, condenada á muerte
pero no vengar y castigar los agravios del
padre ó del esposo ; si estas mismas le-
yes, digo yo, fueron tantas veces defendidas
por las mugeres , si ellas salvaron tres ve-
ces la patria, y la libraron otras tantas de la


(1) Véanse las varias aneeclotas relativas á
este objeto qee Nicolas erario ha recogido en
su obra de República Laced. lib. a. tab. 15. §.
I t, y 1 3. en el Tesoro de Gronovio tom.


de la legislacion. 169
venganza de Coroliano, de la codicia de Bre.
no, y de las armas victoriosas de Anibal;
si merecieron tres veces del senado un decre-
to público de reconocimiento, ¿no son otras
tantas pruebas convincentes de la influencia
que tiene el sexó mas fuerte en el ,carácter,
las costumbres, y la opinion del mas débil?


Formemos, pues, á los hombres, y tam-
bien formaremos á las mugeres; y así coma
por una consecuencia necesaria de las combi-
naciones sociales, lo que desde el principio
no ha sido sino un efecto , se convierte
despues en un apoyo, un fundamento, y
por decirlo así, en causa de la misma causa
que há producido; así como las mugeres de
los tiempos y de los pueblos de que hemos
hablado, obligadas desde el principio para
agradar á los hombres, para aplaudir y tomar
parte en su intrepidez, en la destreza y el
valor del caballero, ó en la virtud guerrera
y patriótica del ciudadano y del soldado, fue.
ron despues uno de los principales apoyos de
estas mismas virtudes sin las quales los hom-
bres ya no podian agradadas; de la misma
manera la correccion de las costumbres y de
las opiniones de las mugeres, precedida y
ocasionada de la que conseguiremos en los
hombres , ella misma será un apoyo y una
causa de las costumbres públicas y de la
vinud universal.




170
Ciencia


Las leyes de que hemos hablado están
destinadas para preparar esta saludable mu-
racion , y aquellas de las que ahora hablarémos
están destinadas para confirmarla y perfeccio-
narla. Aquéllas tenian por objeto al jóven pues-
to bajo la educacion del magistrado y de la
ley, y éstas al hombre ya emancipado de es-
ta educacion, y confiado á sola la direccion
de sí mismo. Aquéllas, por decirlo así, son
relativas á la primera educacion del ciudada-
no, y éstas á la segunda.


• 1— • -.1


SEGUNDA PARTE.


De las leyes relativas á las costumbres.


CAPÍTULO XXXV.
Objeto de esta parte de la ciencia le-


gislativa.1.441 hombre no puede ser feliz sin ser libre;
en esto todos convienen. El hombre no Pue
de ser feliz sin vivir con sus semejantes; yo-
dos conocernos esto por el sentimiento . El
hombre no puede vivir con sus semejantes
sin una forma de gobierno y sin leyes; todos


de la legislacion. 171
lo concebirnos. Luego el hombre para ser fe-
liz debe 'ser libre é independiente. Mas la li-
bertad y la dependencia ¿no se excluyen mú-
tuamente? Si la libertad supone el poder de
hacer lo que se quiere , ¿cómo podrá combi-
narse con la dependencia que supone la obii-
gacion de hacer lo que se debe? ¿Es posible
hallar un medio para juntar y conciliar estos
extremos tan opuestos?


Por fortuna existe este medio. ¿Mas qual
es? ¿Dónde se halla? ¿Quién puede dár-
noslo?


Si la obligacion sin voluntad excluye la
libertad ; si la voluntad sin la obligacion ex-
cluye lá dependencia , querer lo que se debe
conserva la libertad sin destruir la depen-
dencia. Por lo qual la voluntad de hacer lo
que se debe, será el vínculo que une y com-
bina la libertad con la dependencia. Quando
el ciudadano desea lo que la ley prescribe;
guando corriendo donde su voluntad lo mue-
ve, vá donde las leyes lo llaman; entónces
es dependiente, porque vive bajo las leyes;
3c'r eibsielirbarne. porque sigue su voluntad , y baria.
lo que las leyes prescriben aunque no lo pres-


Este es el medio que se buscaba. ¿Mas
dónde se encuentra? La segunda cuestion es
m ucho mas fácil de resolver que la primera.
Dadme una sociedad donde el interés y las




172 Ciencia
pasiones del individuo estén tan bien combi-
nadas con el interés de la sociedad misma,
que el uno no pueda buscar su felicidad sin
contribuir á la de la otra , y hallareis en ella
el medio propuesto. Hallareis que la mayor
parte de sus individuos quieren lo que deben,
y no hallareis privados de esta voluntad
sino los estúpidos y los locos , ó aquellos que
por circunstancias extraordinarias han sido
conducidos á la depravacion ó al delitó.


Mas ¿de qué depende esta combinacion
sublime? ¿es ésta posible? ¿quién puede su-
ministrarnos este medio que concilia la liber-
tad con la dependencia, y es el único que
puede establecer la felicidad humana? Hé
aquí la tercera y la mas importante de las
cuestiones propuestas, y el objeto de esta par-
te de la ciencia de la legislacion. El ca-
pítulo siguiente nos presentará las prime"
ras ideas.


CAPÍTULO XXXVI.
De la posibilidad de llegar al objeto indic,J°'


a naturaleza ha hecho al hombre para la
sociedad ; `la naturaleza lo ha hecho amante
de sí mismo. La sabiduría de esta madre an-
tigua que se manifie s ta mas que en otra cosa


de la legislacion 173
en la consonancia de los medios, de las fuer-
zas, y de los fines, nos obliga á suponer una
relacion entre la propiedad del sér y su des-
tino, entre el amor propio y la sociabilidad.
¿Por qué motivo pues la experiencia nos ha-
ce encontrar una relacion negativa antes que
positiva entre estos dos objetos morales? ¿Por
qué motivo encontramos mas frecuentemente
en el amor propio las causas de la destruc-
don , que no las de la conservacion y de la
fuerza de la sociedad? La naturaleza tan ar-
mónica y consiguiente en todas sus produc-
ciones , ¿habrá acaso dejado de serlo en la
mas bella Y mas augusta de ellas? ¿Habrá
pues to en el hombre una fuerza que lo lle-
va á la sociedad, y otra que lo excite á des-
truirla? Si mereciese esta imputacion , los
efectos de su inconsecuencia, ¿ no deberian
hallarse en todos los pueblos y en todos los
tiempos? Por ventura, ¿la naturaleza no es
la misma en todos los lugares y en todas las
edades? Y los efectos que proceden de la na-
turaleza de las cosas, ¿ no son acaso tan uni-
versales y constantes como las causas que los
P roducen? Sien una sola sociedad ó en un solo
Pueblo y en un solo tiempo se hallase una sola
d
excepcion contra esta experiencia, ¿acaso no


eberia ésta bastar para justificar á la naturale-
za contra la injusticia de esta imputacion ?Pues


, ¿no es la misma experiencia la que nos


L




174 Ciencia
hace ver no en un solo pueblo sino en varios
no en un solo tiempo sino por muchos siglos,
que la sociedad encuentra en el amor propio
mas exáltado de sus individuos, pero bien di.
rigido, un apoyo y un vigor que no hubiera
podido conseguir y esperar de ningun otro
principio? Si el amor propio, como no hay
ya quien lo dude, es hoy la única de todas
las pasiones; y si las acciones mas grandes,
tanto en el vicio como en la virtud , suponen
las pasiones mas fuertes, ¿ quién fué jamás
agitado de una pasion mas fuerte que Scévo-
la , Atilio , Curcio y los Decios , y por consi-
guiente quién se amó á sí mismo mas que
ellos? Y ¿quién sirvió mejor á la sociedad y
á la patria ?


Luego que los hombres se reunen en so-
ciedad, la naturaleza de esta union es tal que
obrando cada uno por sí , el prcducto de sus
acciones se refiere necesariamente á la u tili-
dad ó al dafio de los otros. Si se reflexiona,
profundamente sobre esta verdad, se hallara
-que las acciones mismas que parecen mas in-
diferentes no están exbtas de esta ley. hi
vínculo necesario que cada parte tiene con las
otras y con el todo , es la razon que po ne en
la mayor evidencia esta verdad. Este es, Pues'
el efecto mas admirable, y al mismo tiempo
el mas incontestable de la sociedad. Sin al'ar*
tamos de obrar para nosotros, ella siempre


de la iegislacion. 175
nos transporta fuera de nosotros; sin destruir
aquel principio primero y único de actividad
y de movimiento que hay dentro de nosotros,
que nos inclina á que no cuidemos sino de
nosotros mismos, antes bien haciéndolo mas
activo y mas enérgico con las necesidades
que nos suscita y con las ocasiones de obrar
que multiplica, nos obliga al mismo tiempo
á obrar fuera de nosotros; de manera que
muchas veces desaparece nuestro propio in-
terés por quererlo favorecer demasiado. Mu-
do deja quemar su mano con intrepidéz. Ati-
lio abandona una patria que le adora para
volverse á poner en las cadenas de un ene-
migo que le ha preparado la muerte. Curcio
se arroja en la sima. Los tres Decios se imo-
lan á la patria, y compran su salud con una
muerte cierta. i Quántas necesidades, qué pa-
siones es necesario suponer en cada uno de
estos héroes para determinarles á cada una de
estas acciones ! Estas necesidades y estas pa-
siones tenian seguramente su raiz en este mis-
mo principio que hizofirmar tantas proscripcio-
nes á Sila , cometer tantos atentados á Catilina,
Y envilecer el alma de César hasta llegar á la
traicion ; mas en los primeros las ramificaciones
e
staban tan distantes del tronco de que proce-dían, que les habian hecho perder de vista el


Propio interés por el que obraban. Hé aquí porq
ué el carácter mas comun de las grandes pasio-




176 Ciencia
nes es puntualmente el de ocultar la confor-
midad de su objeto con la causa principal que
las ha hecho nacer, y por qué á los ojos del
observador poco perspicaz parece que tienen
un carácter existente por sí mismo, y ente-.
lamente separado del amor propio que es el
origen único, verdadero y universal, mas 6
menos remoto, mas ó menos oculto, mas 6
menos excéntrico, á medida que los arreglan
6 dirigen bien ó mal las circunstancias so-
ciales.


Por tanto, si el amor propio puede apre-
tar y reforzar los vínculos sociales de la misma
manera que puede debilitarlos y desatarlos;
si por una consecuencia necesaria de la union
social, obrando el hombre por sí, el pro-
ducto de sus acciones debe necesariamente
referirse á la utilidad ó al daño de la socie-
dad , y como hemos visto puede producir
uno y otro efecto, es á saber, la utilidad 6
el dallo de ella ; se sigue que el objeto pro-
puesto no es una quimera, y que el obstácu-
lo que debe vencerse no está ni en la natu-
raleza del hombre ni en la de la sociedad,
y por consiguiente que no puede ser impos i


-ble conseguirlo.
Dejemos, pues, al moralista vulgar sus


invectivas contra este principio comun de ac-
tividad y de movimiento. Dejémosle el necio
y estéril empefio de oprimir y destruir esta


de la legislacion.
fuerza que puede conducir el hombre á las
virtudes mas altas, corno desgraciadamente
lo arrastra muchas veces á los mas horrendos
delitos. Respetando mas la naturaleza, y mos-
trando menos arrogancia, declamemos contra
las causas que hacen perniciosa esta fuerza y
contra el gobierno y las leyes que no saben
dirigirla.


CAPÍTULO XXXVII.
De la pasion única originaria del hombre, y
de los efectos- de sus modificaciones , en .ias
diversas pasiones facticias dominantes en


diversos pueblos.


dl hombre se ama á sí mismo. Esta es la
pasion única , impresa en su naturaleza é
inseparable de ella. Esta es la sola pasion
originaria, las demás no son sino facticias y
modificaciones de este amor producidas por
causas externas. El hombre se ama á sí mis-
mo en el estado salvage de so independencia,
y en el de la servidumbre civil: so ama enla re pública, en la monarquía , en la anar-
quía y en el despotismo: se ama en el gobier-
n
o mas bien arreglado , como en el mas cor-


ro
mpido: se ama y se ha amado en todostie
mpos, en todos los lugares y en too.os losZumo
IVI




178 Ciencia
climas. Pero no ha amado por egemplo en
todos los tiempos, en todos los lugares, y
en todas las circunstancias, la gloria ni las
riquezas.


Antes de formarse las sociedades, y en
las tribus salvages, no amaba el poder que su-
pone la pérdida de la independencia y el de-
seo de recobrarla: no conocía el amor de la
patria que supone su existencia, ni la avari-
cia que supone el:establecimiento de las pro-
piedades y el espíritu de prevision. Amaba el
ócio y el reposo mas que el hombre civiliza-
do, porque tenia menos necesidades que él y
mas facilidad de satisfacerlas. Era mas incli-
nado que él á la venganza , porque tenia me-
nos frenos contra esta pasion , y mas incen-
tivos porque no conocía una fuerza públi-
ca que lo refrenase , lo asegurase , y 10
vengase.


En el estado de barbarie empezó á amar
el poder , porque empezó á perder la inde-
pendencia: empezó á conocer la avaricia, Po r


-que empezó á ser propietario: empezó á a fi
-cionarse á la patria , porque empezó á tenerla:


empezó á sentir los estímulos de la gloria'
porque empezó á sentir el deseo de disting uir-
se y la necesidad del sufragio de los demá s (1)*


(i) Véase lo que se ha dicho en el artículo.
del capitulo X de este guano libra.


de ia iegislaeion. 179.
Estas pasiones se .hacían mas -fuertes , y las
que de éstas procedían se multiplicaban mas
á medida que se apretaban mas los-nudos so-
ciales, y con ellos se fortificaban las ,causas
que los producían.


En el estado civil finalmente los materia..
les de las pasiones- fueron casi infinitos; mas
las circunstancias físicas , morales y políticas
de cada pueblo disiparon y debilitaron algu-
nas ,. y dieron mayor fuerza á otras ; algunas
pasiones fueron debilitadas ó destruidas Por
este medio ; pero se introdugeron otras, se
establecieron , entendieron y se hicieron mas
fuertes, y de esta operacion , mas que de
ninguna otra cosa, depende el destino de los
pueblos y el estado ,de sus costumbres. Pros-
peró.,ek. pueblo, zflorecieron las costumbres;
quando.áe introdugeron, establecieron ,exten-
dieron y se fortificaron aquellas pasiones que
tenian la mas estrecha relacion con aquel
grande objeto que nos liemos propuesto'como
fin de esta parte de la legislacion ; quando su
fuerza se dirigía á combinar la voluntad t'o illa obligacion. Pereció el pueblo, y se corrom-
pieron las costumbres, quando d esaparecióesta relacion , quando las pasiones introduci-das y fortificadas no produgeron esta saluda-ble combinacion , quando inclinaron la vo-luntad á la parte opuesta de aquélla á que lallamaba .9‘


M




8o Ciencia
¿Mas es cierto que procede esta opera-


don de las circunstancias físicas, morales y
políticas los pueblos? Y si depende de la
combinadion de estas circunstancias, ¿qué lu-
gar ocupan entre estas leyes? Y además de.
aquella parte inmediata y directa, ¿qua' es la
mediata é indirecta que pueden tener? ¿Quál
es la influencia que pueden tener sobre las
otras circustancias para hacer á las unas opor-
tunas para producir el efecto deseado, y á las
otras para no impedirlo?


CAPITULO XXXIII.


De las circunstancias ftsicas, morales y polí-
ticas que concurren á formar las pasiones do-
minantes de los pueblos, y de la doble y prin-


cipal influencia que en éstas tiene
la legisiacion.


Seamos sinceros con nosotros mismos ;
nos hagamos ilusion , ni se la hagamos á nue s


-tros lectores. No nos propongamos mas-que
lo que podamos conseguir ; no prometamos
mas de lo que podamos egecutar, , y mida-
mos nuestros proyectos con nuestras fuerzas.


Si nos propusiéramos indagar el grado
de eficacia, con que_cada una de las circuns-
tancias físicas, morales y políticas de un pue:
blo influye en la inzlicada operacion,


incurrí.-


de la legislacion.
T8 r


riamos en los males que nos hemos propues-
to evitar, perderíamos en vano nuestro tiem-
po, y el resultado de nuestros esfuerzos se-
ría ó el engafío ó el error. Para apreciar el
valor de una causa es necesario que sea sim-
ple, y siempre la misma; que su accion sea
constante, ó que su variabilidad esté sujeta
á una cierta regla exáctamente conocida.
Quando faltan estas qualidades se pierde el
hilo del raciocinio , y nuestras vanas é in-
titiles investigaciones nos dejan en la misma
incertidumbre en que estábamos. El químico
conoce la fuerza de un cuerpo compuesto. Di-


-.midiéndolo llegará tambien á conocer la fuer-
a de cada una de las partes cern-


-ponentes ; pero sin embargo no podrá de-
-terminar la eficacia de cada fuerza determi-
nada en el concurso de la accion de las otras
fuerzas componentes.


Lo mismo nos sucede á nosotros en el
asunto de que nos hemos propuesto tratar en
este capítulo. Vemos algunos materiales depasiones debilitados y destruidos en un pue-
blo, y otros materiales de otras pasiones mul-
tiplica


algu
dosna y


s
fortalecidos. Vemos por este me-dio


en pasiones privadas de todo vigor
este pueblo, y otras establecidas y forta-


lecidas
;
conocemos que este efecto no pue-de pr


oceder sino de las circunstancias parti-
culares de este pueblo, porque de otro mo-




131 Ciencia'
do el mismo hecho se debería hallar en todos
los otros pueblos. Empezamos á . examinar
quáles son las circunstancias que han podi i-
do concurrir á producir este efecto, y des-
pues de un maduro examen las llegamos á des-
cubrir.; las hallarnos en lo físico en lo moral
y lb, político de este pueblo. Vemos que el
efecto indicado procede de sus fuerzas com-
binadas, pero jamás podrémos medirréi vigor
con que:11bn en el concurso cada una' de estas
causas, amás podrémos determinar la eficacia
de cada fuerza determinada en el concurso de
la accion de las otras fuerzas conspirantes.
Lo mas que podemos hacer, es ver si entre
estas causas hay alguna, la qual además de
la parte que tiene en la accion , la tenga:tam-
bien en la de unir y combinar las otras cau-
sas para, hacerlas concurrir jun tas , y en tal
caso dar á ésta el nombre de causa principal.
Un egempio podrá ilustrar mucho esta idea.


Yo veo en Esparta debilitados 6 proscr ip
-tos todos los materiales de la codicia, deja


vanidad.; y del temor; veo: multiplicadosl
fortalecidos los materiales del amor de la ,gib-
ria , de la patria , y de la libertad; vedlf15.(4.
este medio desconocida muchos siglos la a0-
ricia y debilitada la vanidad , y quasi des-
truida la pasion del temor; y veo la pasión
de la gloria, de la patria y de la-...libertad
obrar con un vigor increible. Busco las tau-


de la legislacion. 183
sas de este efecto, y hallo muchas de diver-
sa naturaleza. Veo en la fertilidad de su sue-
lo la posibilidad de prohibir el comercio ex-
terior, y por consiguiente la de desterrar el
oro y la plata. Veo en el carácter originario
de este pueblo una cierta fiereza que abre el
camino á las pasiones fuertes y grandes , y
que se combina mal con las débiles y viles.
Veo en su situacion en medio de pueblos be-
licosos y vecinos ,á la espantosa potencia de
de un gran Rey (I) una circunstancia capaz
de obligar al legislador á que se determine á
hacer enteramente guerrero este pueblo, á ex-
citar en sus ciudadanos la pasion de la gloria
de los combates y de la libertad inaccesible al
temor , y para que acostumbre el cuerpo y
el espíritu á las fatigas , á los peligros y á
las privaciones que lleva consigo la guerra.
Veo en los Ylotas una fuente de materiales
todos oportunos para coadyuvar á este de-
signio. Veo en ellos los medios para dispen-
sar á los ciudadanos de la agricultura y de
las artes, y ocuparlos enteramente en lo que
tenia por objeto la guerra ; y mayormente
para alejarlos del amor de la ganancia, que
el egercicio de las artes debe necesariamen-
te inspirar, para facilitar,el establecimiento
de aquellas mesas públicas, que eran la es-


(1) El Rey de Persia.




1 84 - Ciencia
cuela del patriotismo , y de la sobriedad. Fi-
nalmente para tener siempre viva delante de
sus ojos la imágan de la servidumbre, y dis-
persar con el espectáculo de los males que
ésta produce la idea de las utilidades inesti-
mables que lleva consigo la preciosa liber-
tad. Veo en la forma de su gobierno una
circunstancia la mas favorable para fortifi-
car y multiplicar los materiales de la pasion
de la patria, y hacer ésta comun á todos los
ciudadanos. Participantes roci de la sobera-
na autoridad en las juntas publicas, admi-
tidos todos á la esperanza de poder algun
dia tener parte en el senado , no teniendo
nadie cerrada la puerta para las magistratu-
ras y otros cargos, sino los que están sin mé-
rito, y sin habilidad para egercerlos, ¿qué
constitucion mas oportuna para inspirar á sus
ciudadanos el mayor afecto por ella (1)?


Observo finalmente las leyes de este pue-
blo, y veo no solo la parte inmediata y d i


-recta que tiene la legislacion en esta opera-
clon. Veo y distingo no solo su accion en el
concurso de las otras fuerzas, sino rambien veo
en ella la causa que emplea, une y combina
todas las otras circunstancias favorables, cor-
rige las que no lo son, y todas las dirige al
fin deseado.,


(r) Véase á Xenof. de Rep. Lac.


de la legislacion. 185
Las leyes sagradas que establecian el cul-


to de los dioses armados (1), y la mayor fru-
galidad en los sacrificios (2); las leyes mor-
tuorias que prohibian la pompa y el llanto en
los entierros ( 3), y negaban el honor de las
inscripciones sepulcrales al que no hubiese
muerto en defensa de la patria (4); las leyes


(r) Todas las estátuas de los dioses y diosas,
odebian estar armadas en Esparta. (Plural . . Insti-
tut. lacónic.) El legislador quiso ensalzar hasta
el cielo la gloria bélica para hacerla descender
mas fácilmente á la tierra. La misma Venus no
estaba inerme en este pueblo. Además de los tes-
timonios de Pausanias lib. 3. de I,act. Divina-
tura institutionum cap. ao, y de Quintiliano lib.
a. cap. 4. se encuentran varios epigramas grie-
gos de los (iales nos place copiar el siguiente.


Et Yenus Sparti e , non urbibus ut in:,iliis
Posita est , mulles incluía stolas ;
Sed in capite quidem hnbet galeam pro mitra,
Pro aurli,r autem acubus hastam :
Non enim °portet sine armis esse conjugem
Thracii Martis , et Lacediemoniam.
V. Antholagiw lib. IV. cap. ta. epíg. 22.
El legislador ensalzó hasta el ciclo la gloria


la tierra.
bélica parahacerla descender mas fácilmente á


(2.2popPhlutetgnarc)a.os en la vida de Licurgo , y ens ,


(3) En sus Instituciones lacónicas.
SzpvidPaivateariciocureoco Instituciones lacónicas ye




t86 Ciencia
agrarias que arreglaban el repartimiento de
las tierras, y la igualdad de la propiedad (1);
las leyes censorias (z), hereditarias (3) y do-
tales (4) que la conservaban ; las leyes nutna-
rias que,prohibian el oro y la plata, y casti-
gaban con pena de muerte á los que la rete-
nían (y), que prohibian el egercicio de qual-
quiera arte mecánica al ciudadano (6), y de


(t) Heráclides de Politiis, y Plutarco en la
vida de Agides.


(a) Polibio en el lib. 6. de su historia y j'as-
tino en su lib. 3.


(3) Plutarco en sus Instituciones lacónicas.
Estas leyes censorias proporcionaban el número
de las suertes al de los ciudadanos. Quando el
número de éstos excedia al de aquéllas, se recur
ria al arbitrio de enviarlos á las colonias. La larga
duracion de este establecimiento se confirma por
las varias colonias de Esparta de que hablan Pie-
ton, Aristóteles, Herodoto, Tucídides , Pausa-
nias y Isócrates.


(4) Los bienes de los padres se subdividia n á
los hijos , y si alguno de éstos moria sin hijos,
su parte d porcion pasaba al que tenia may or


nú.
m ero de ellos. Véase á Plutarco en sus Instit.
lac. y en la vida de Licurgo.


(5) Las dotes estaban prohibidas. Véase á
jusrino , lib. 3. Plutarco en los Apophtegm ás , Y
á I-Eliano lib. 6.


(6) Plutarco en sus Intt: lacón. Nicolao de
Moribus gentiurn apud Stob,eum, Xenofonte
Rep. Lacedem. y Ateneo 6.


de la legislador. 187
todo tráfico ó ministerio mercenario (1); las
leyes suntuarias, que prescribian la igualdad
y la sencillez en los vestidos (a) y la mayor
rusticidad en los muebles (3); las leyes sisia-
sca que establecian las mesas públicas (4) y
la qualidad de los alimentos que se debian ser-
vir en ellas (5), y que castigaban el uso de los


(t) Pintaren en el misrÉcl : ltigar y J'Elan°
Var. Hist. lib. 6. cap. 6. y liba XIII. cap. XIX.
y Isócrates Panathenaci , donde- atice que tam-
bien la agricultura estaba prohibida.


(a) Xenofonte de Rep. Laced. y Nicolas de
Mori bus ›-entium apud Stoheurn.


(31 A-ri.s:tótels Pont. lib. IV. cap. IX. Jus-
tin. lib 3. y Xenoi..de Rep. Laced. nos ha-
blan de la sencillez tie•stitlyestidos , haciéndonos
ver la atencion del legislador en destruir todos
los, motivos de la codicia. Véase tambien á Thu-
cídides en el lib. 1.


(4) Los muebles no podían trabajarse sino
con el hacha y la sierra. Véase á Plutarco en la
vida de Licurgo.


(5) Plutarco dice: Ut luxum inhiberet , et
divitiarum studium toleret syssitia instituit.
Xenofonte considera estas mesas públicas como
una escuela de sobriedad, como el vínculo del
amor civil, y.-.como un instrumento poderosísmo
de ) patriotismo. Por lo que toca á la qualidad de
los alimentos que en ellP.s se servian , véase á
P lutarco en sus Inst. lacónie. y en la vida de
Licurgo, y á


Histor. lib. 3. cap. 34.




188 Ciencia,.


muy substanciosos (t) ; las leyes que hacían
educar á los nidos á expensas del público (a),
que apenas hablan nacido los arrebataban de
la casa de sus padres ; que los acostumbra-
ban desde la primera infancia á sufrir el do-
lor, el hambre y las tinieblas (3); que prescri-
bian los combates de los mancebos (4); que
privaban de los derechos de ciudadanía á los
que no se habian sujetado á la educacion pú-
blica (1); que estableciendo la dependencia del
mas »ven respecto del mas viejo, hacían que
todo Espartano viese en la patria su familia,


Véase tambien á Ciceron en sus Tusculanas lib.
1. núm. 34. donde habla de la salsa negra que se
reputaba por el mas"exquisito plato que se servia
en esta mesa.


(a) 2Eliano Var, Hist. lib. XIV. cap. VII. •
(a) Plutarco en sus Instituc. lacónic. y ea


.la vida de Licurgo.
(3) El mismo en el mismo lugar, habland o de


las obligaciones de lis nodrizas, y de las flage la
-ciones que se liacian sufrir á los niños sobre el


. ara de Diana para probar su constancia en sufrir
el dolor. Véase á iEliano lib. 13. Ciceronáy
en las Tusculanas, líb. 2. núm 14.


(4) Véase á Pausanias in Laconicis sobré es-
tos combates, juveniles. No se puede leer este se


-. ceso sin admirarse.
(5) Plutarco en sus Inst. lac. y en la vida de


Licurgo.


de la legisla'cion. 189


y en el conciudadano un padre, un hijo ó un
hermano (I); en pocas palabras, echaban des-
de la aurora.de sus días en el corazon de los
ciudadanos la semilla de aquellas pasiones
que algun día debian dominarlo; las leyes
bélicas que prohibian levantar muros al re-
dedor de las ciudades (a), que daban á cada
soldado una corona antes de ir á la bata-
lla (3), que privaban al fugitivo, al cobarde
y al tímido del trato de los demás (4), que
prometian las mayores distinciones al mas va-


(i) Véase al mismo en los mismos lugares, y
S Xenef. de Rep. Laced. los quales refiriendo
las varias leyes re!ativas á este objeto manifiestan
quánto influjo tenia este establecimiento, no so-
lamente para sostener el buen órden , sino tam-
bien para dar mucho mas vigor que todo lo de-
más al patriotismo de los Espartanos.


(a) Plutarco en los Apophtegmas y en la vi-
da de Licurgo, y Ovidio en sus Metamórfosis.
Es bien sabido el dicho célebre de algunos Es-
partanos que pasando cerca de los moros de Co-
rinto , preguntaron: 2 Qué mugeres habitan en
esta ciudad? Y habiéndoles respondido que los
Corintios, replicaron : hon;bres cobardes y viles,
¿no saben que los muros inexpugnables de una
ciudad


son
solamente las ciudadanos resueltosir ?


(3) Véase á Xenof. de Rep. Laced. , y á
Plutarco en la vida de. Licurgo.


(4) Xenof. en el lugar citado, y Nicolas




¡90 Ciencia
Rente y al mas intrépido (1), que hacían mas
feliz la condicion del guerrero en campaña
que en la ciudad (2). Las leyes, finalmente,
que para corregir los efectos de un clima que
convida demasiado al amor y á sus excesos,
prohibian al esposo de cohabitar con la espo-
sa, no le permitian llevarla á su casa sino de
oculto y para pocos momentos (3), hacían
baylar y combatir desnudas á las doncellas con
los jóvenes (4), las privaban del pudor para
privarlas de una parte considerable de sus a-


de Moribus gentium apud Stobccurn. Incurría ea
la ignominia el que vivia con él, 6 se egercitaba
con él, como nos lo aseguran entrambos autores.


(t) Véase el tratado de Nicoiao Craghio de
Rep. Laced. lib. 4. cap. J. en el volumen $. de
la coleccion de Grevio y Gronovio.


(t) Es digno de leerse el dicho célebre de
Plucarco sobre este objeto : Exercitationibus ute•
bantur per bella mollioribus , et relipam pa-
gue vitam minus adstrietam , et obnoxican daba
luventuti. Ita solis inter mortales respirado


9-;
xercitationis erat ipsurn bellum. Véase'
Plutarco en la vida de Licurgo.


(3) Véase al mismo en las Inst. lac.
vida de Licurgo.


(4) Véase al mismo en el mismo lugar 'Y
3enef. de Rep. Lac., y á Propercio líb. 3. Efe"
giarum, donde este poeta describe con e legari-
cia los combates indicados.


de la legislacion. 191
tractivos; y de este modo reducian la circuns-
tancia física del clima tan contraria al objeto
deseado á la imposibilidad de dañar al gran
designio. Todas estas leyes y muchas otras
que omito por brevedad, se dirigian á des-
truir ó debilitar los materiales de las pasiones
bajas que se querían proscribir ; ó á multi-
plicar y fortificar los de las pasiones que se
querian establecer y conservar ; ó á emplear,
combinar y dirigir las otras circunstancias fa-
vorables que concurrian á esta operacion pa-
ra prevenir y debilitar los obstáculos de las
que podian exponerse á la misma.


Hé aquí como las circunstancias físicas,
morales y políticas de un pueblo concurren á
debilitar ó destruir algunas pasiones , y á
establecer y fortificar otras ; y como sin em-
prender valúan el grado de fuerza con que
obra cada una de estas circunstancias en el
concurso de las otras, podemos dar el primer
lugar á la legislacion , como aquella que
además de la parte directa que tiene en el
concurso de las acciones , gozan tambien de
la que depende de la influencia que puede
tener sobre las otras circunstancias para hacer
que las unas sean capaces de producir, y las
otras no puedan impedir el efecto deseado,


y en la




192






Ciencia


CAPÍTULO XXXIX.
De la conexion de las ideas antecedentes, y


del examen á que nos conducen.


Volvamos la vista sobre lo que dejamos di-
cho para hacer ver al lector el enlace de nues-
tras ideas, y el órden de nuestro discurso.
Hemos visto que el hombre no puede ser fe-
liz, sin ser libre é independiente; y que para
combinar la libertad con la dependencia, era
necesario combinar la voluntad con la obli-
clon. Que esta combinacion no es imposibte,
porque no es contraria á la naturaleza del
hombre ni á la de la sociedad. Que no es in-
asequible, porque la experiencia nos hace ver
que se ha conseguido muchas veces. Además
de esto hemos visto que así como las leyes
terminan la obligacion, así el amor de nos o


-tros mismos determina la voluntad ; que cs'e
mismos


originaria del hombre, inseparable de su
pasion única


natu-
amor de nosotros es la


raleza , y por consiguiente universal y con stan-
te; que las demás pasiones no son origin a


-rias ni universales, ni constantes, porque si
el hombre las conoce en un estado, en otrn le
son desconocidas; si dominan á algunos ho al


-bres, á algunos pueblos, y en algunos tiempos,
no tienen ninguna fuerza en otros hombres,


de la legislacion.
193


otros püeblos, y en otros tiempos. Hemos visto
que todas estas otras pasiones no pueden lla-
marse naturales, sino en quanto se consideran
como modificaciones de aquella Cínica pasion
originaria; pero en lo demás son facticias,
porque las causas externas son las que produ-
cen estas modificaciones. Hemos visto que es-
tas causas externas que hemos llamado mate-
riales de estas pasiones facticias, se multipli-
can á medida que los hombres se apartan del
estado salvage , y se acercan al estado civil.


Llegados al estado civil decimos que las
diversas circunstancias físicas, morales y polí-
ticas de los diversos pueblos debilitando ó pros-
cribiendo los materiales de algunas pasiones,
y fortificando y multiplicando los de algunas
otras , debilitan , restringen ó proscriben con
este medio algunas pasiones , é introducen,
establecen , extienden y fortifican otras; y de
esta operacion mas que de ninguna otra deci-
rnos que


• procede el destino de los pueblos , y
el estado de sus costumbres. Hemos dicho
que es feliz el pueblo y florecen las costum-
bres, guando introducidas, extendidas y for-
ti ficadas las pasiones , son capaces de producir
la combinacion de la voluntad con la obliga-
cion y; y que decae el pueblo y se corrompen las
cost


umbres guando introducidas, establecidas,
ext


endidas y fortificadas no son oportunas para
co


mbinar la voluntad con la obli gacion.t)Tomo /X.
N




Ciencia
Hemos exáminado la primera de estas


proposiciones, y visto como del concurso de
las circunstancias físicas, morales y políticas
de un pueblo, proceda efectivamente la for-
xnacion de sus pasiones dominantes. Hemos
visto que la legislacion merece entre éstas el
primer lugar, como que además de la parte
directa que tiene en el concurso de la accion,
'cambien tiene la que depende de la influen-
cia que puede tener sobre las otras circuns-
tancias para combinarlas , componerlas y mo-
dificarlas. La legislacion puede aumentar la
fuerza de las favorables, y debilitar ó destruir
la oposicion de las contrarias, y poner á las
una.Ç en disposicion de producir, y á las otras
de no impedir el efecto deseado. Ilustrada
esta primera proposicion conviene ahora exá-
minar la segunda, y ver cómo de la forma-
don de las pasiones dominantes de los pue-
blos dependa en efecto el llegar ó apartarse
del fin propuesto: cómo éstas unen y separas
la voluntad y la obligacion; y cómo de esta
union ó de esta separacion proceda el destino
de los pueblos, y el estado de sus costumbres.


lié aquí lo que debemos exáminar si que-
remos proceder con aquel órden que sirve al
mismo tiempo para descubrir é ilustra r las
grandes verdades, y para animar al auto r Y
al que lée en las investigaciones difícil es Y
complicadas.


de la 195


CAPITULO XL.


Cómo de las pasiones dominantes de los pueblos
dependo la consecucion ó el malogro del


fin propuesto.


o abusemos de la palabra pasiones, usé-
mos de esta voz para indicar los débiles y
efímeros deseos que nacen y salen de noso-
tros, sin dejar níngun vestigio de su curso rá-
pido é imperceptible. El hombre que no está
agitado sino de estas fuerzas débiles, diversas
y multiplicadas, jamás llegará á sentir el vi-
gor de las pasiones, ni experimentará ni tila-


. nifestará jamás sus efectos. Sus acciones se
resentirán de la debilidad y de la inconstan-
cia de las causas que las producen, y el
amor propio disipado, dividido y distraido en
él en tantas diversas direcciones, siguiendo
la ley universal de toda fuerza, perderá aque-
lla eficacia que se disminuye á medida que se
aleja mas de la unidad en sil tendencia. No
hay sino la unidad, ó al menos la preponde-
rancia de un deseo sobre todos los otros, la
que pueda constituir la pasion. Quien quiera
que tú seas, decia Omar, que amante de lalibertad quieres ser rico sin bienes, poderoso
sin súbditos, súbdito sin señ'or , sabe despre-


N 2




r 96 Ciencia
ciar la muerte. Los Reyes temblarán delante
de tí: tú solo no temerás á nadie.


Hé aquí la naturaleza y el carácter de
la pasion. Ella destruye la divergencia del
amor propio, y lo concentra en su único ob-
jeto; excluye la variedad de los deseos, ó á
lo menos su igualdad ; los proscribe ó los do-
mina; supone la unidad ó la preponderancia
de un solo deseo sobre los demás, de ma-
nera que guando todcs llegasen á luchar á
un mismo tiempo con él, todos deberian ce-
der á su fuerza , y él solo se llevaria el
triunfo.


Consideradas bajo este aspecto las pasio-
nes podemos afirmar sin ninguna duda que
aunque todos los hombres sean igualmente
susceptibles de pasiones , no todos las sien-
ten. Que una gran parte de ellos fluctuantes
en la variedad de los deseos, no sabrian ellos
mismos discernir quál es el que les domina,
ó si hay alguno que con mayor frecuencia
los agita, éste no es bastante fuerte para ven-
cer en el combate la oposicion de todos los
demás. Su voluntad débil é inconstante como
sus deseos , muda continuamente de direc-
don , como mudan las causas que la deter-
minan.


Lo contrario sucede en el hombre agita-
do de una fuerte, esto es, de una verdadera
pasion. Su. voluntad dominada de esta paslorl


de k Y97
será corno ella vigorosa y constante. La unidad
ó la preponderancia del deseo la hará activa y
uniforme corno la fuerza que la determina; y
si esta pasion se combina con la obligacion, sijesta pasion es conducente para el grande ob-eto, éste solo querrá vigorosamente, y querrá
constantemente lo que debe. Sin tener otros
deseos, ó aunque los tenga siendo todos infe-
riores al que forma su pasion dominante, y
que combina su voluntad con su obligacion,
no hallará ningun obstáculo que vencer, ó si lo
halla éstos serán demasiado débiles para apar-
tar su voluntad de la direccion ácia la qual
la impele y determina la pasion dominante.


Para no impedir la combinacion de la vo.,
!untad con la obligacion son necesarias las
pasiones , y para conseguirla son necesarias
las pasiones conducentes; mas ¿quáles son es-
tas pasiones conducentes?


CAPÍTULO XLI,
CONTINUACION DEL MISMO ASUNTO.


De lar pasiones conducentes.


Si la avaricia que condujo los sequaces deC
ortés al nuevo mundo les hizo triunfar delos obstáculos combinados del clima, de la


necesidad , del número y del valor con una




193 Ciencia
fortaleza tan impetuosa como constante; si
la misma pasion hizo de los Filibustieres un
pueblo quizás mas maravilloso en las armas
de quantos hace mencion la historia antigua;
y si la esperanza imaginaria de las delicias
materiales de una vida futura, hizo de un
Escita fugitivo (i) el conquistador del Septen-
trion, y de sus discípulos otros tantos guerre-
ros fanáticos, que sirviéndotne de las expresio-
nes de un poeta suyo, deseosos de la muerte la
buscaban con furor en el campo, y heridos del
golpe afortunado se les veía caer, reir y morir;
si con el mismo medio, con la misma esperan-
za, con la misma pasion, se vieron los mismos
prodigios en el Mediodía ; si los Árabes bajo
los estandartes de IVIahotna sujetaron mas pue-
blos en menos de un siglo que no habian
conquistado los Romanos en seiscientos años
de guerras y de triunfos ; si el puente místico
que ofrecia al valeroso y al intrépido paso para
el cielo, y hacia que el tímido y el cobarde se
precipitasen en la boca horrible de la serpiente
que habita la caverna obscura de la casa del


(r) Sigge, hijo de Tridulfo Príncipe Escitap
que se crée huyó de su patria guando PornPe"
yo habiendo vencido á Mitridates puso en gran'
de consternacion á los aliados del Rey del Pon-
to. Dirigidse ácia el Septentrion de la Europ a , Y
:hecha la conquista de algunos pueblos celtas to-


de la legislacion. 199
humo (r); si las hermosas Huris que esperaban
al guerrero intrépido despues de su muerte
en el palacio del placer ; si estas y otras de-
licias de la vida futura pintadas por la ima-
ginacion acalorada y fecunda del voluptuo-
so Profeta inspiraron mayor valor á los Sar-
racenos, que no inspiraron quizás á los Grie-
gos y á los Romanos el amor combinado de la
gloria de la patria y de la libertad , no por
esto el Español, el Filibustier, , el Celta y el
Sarraceno hallaba en la pasion que lo hacia
tan terrible en el campo de batalla, la que
podía hacerle igualmente virtuoso, en la ciu-
dad. Fuera de las filas, el héroe desaparecia,
y la ciudad no experimentaba sino los efec-
tos perniciosos, ó de la codicia en unos, ó de
tina voluptuosa é insana supersticion en otros.
La historia de estos pueblos, la suerte que
tuvieron, y el estado de sus costumbres son
las pruebas indudables de esta verdad.


tn6 el nombre de Odino, quizás porque con este
nombre se llamaba el dios supremo de estos pue-
blos , de los quales acaso se hizo Sacerdote yPontífice. Yéase la introduccion á la historia de
Dinamarca por el se ►or Mallet.


(1) El Eterno, decia un Profeta, echa-do un puente sobre el abismo de los infiernos. Es-
te puente es mas estrecho que el filo de una ci-
mi tarra, Despues de la resurreccion el valiente lo




200 Ciencia
No se puede decir lo mismo del Griego


6 del Romano. La pasion que lo hacia héroe
en la campaña lo hacia igualmente virtuoso
en la ciudad. Siempre era el mismo á la vista
del enemigo exterior y del ambicioso interior.
La misma disposicion mostraba (piando se tra-
taba de obedecer al cónsul en la guerra y al
magistrado en la paz. El mismo brazo que pe-
leaba con el enemigo en las legiones salvaba
la vida del ciudadano en la ciudad. En el se-
nado, en las juntas páblica.s, en el foro y en
el campo, la misma fuerza le impelia ácia. la
misma direccion , y la misma causa que hizo á
Camilo el terror de los Ernicos, de los Veyos,
de los Volscos, de los Equos y de los Tosca-
nos , le hizo, resplandecer en la censura , le
hizo merecer del senado el nombre de segun-
do fundador de Roma (i), le hizo dar en el
Sitio de Faleria los rehenes con el traidor que
los habia. conducido, le indujo á desterrar-


pasará con la ligereza de sus pasos para lenvan-
tarse sobre las bóvedas celestes; pero el cobarde,
precipitándose de este puente, caerá en la ga r


-ganta de la espantosa serpiente que habita la in
dicada caverna.


(a) s:Por haber impedido con tanta firmeza la
emigrado ', ¿e los Romanos al pais de los Ve;
yos. Véase á Plutarco en la vida de Camilo ,y
Aurelio Victor de los hombres ilustres ,cap. '28•


de la legislacio g . ao t
se por sí mismo, y le hizo volver á la patria
para librarla dos veces de los Galos. Luego
si todas las pasiones fuertes, que son ver-
daderamente tales , conducen á los grandes
efectos , no todas nos conducen á los que
nosotros nos proponernos, y que se deberia
proponer el sabio legislador. Algunas harán.
á un pueblo formidable en el campo de ba-
talla, pero no virtuoso en la ciudad; le da-
rán una prosperidad aparente y rápida, pe-
ro no real y duradera; le prepararán un le-
targo eterno con pocos instantes de una em-
briaguéz activa é impávida. Tales son las que
están fundadas sobre prestigios y errores; las
que suponen la ceguedad del ánimo, y no su
elevacion; y las que animaban á los sequaces
de Odino y de Mahoma. Algunas los condu-
cirán á las riquezas, á las conquistas , á las
empresas mas atrevidas; pero no á la virtud
civil , que combina la voluntad con la obli
gacion , y que solo puede constituir la felici-
dad humana. Tal es la pasion que animaba
á los conquistadores del nuevo mundo, y la
que hacia indomables á los Filibustieres; y
del mismo carácter es la avaricia. Algunas
podrán armar un pueblo contra otro ; produ-
cir prodigios de valor y de intrepidéz; po-
drán dar guerreros y mártires, pero no ciu-
dadanos. Tal es el espíritu de la rivalidad
entre las naciones y los pueblos; tal es el fa-




102 Ciencia
uatismo religioso, y la furibunda intolerancia.
Algunas podrán obrar en un gobierno, pero
no podrán tener lugar en otro; tal es el amor
de la libertad en las repúblicas. Algunas po-
drán obrar en un tiempo y en una circuns-
tancia ; mas no en todos tiempos y en todas
circunstancias; tal es la venganza inspirada
por el agravio ó por el insulto que un pue-
blo ha recibido de otro pueblo; tal es la es-
peranza de defenderse de un enemigo es-
pantoso, y la de destronizar al tirano ó de
arrojar al usurpador. Algunas podrán produ-
cir los mayores efectos en un individuo, pero
no sobre un pueblo ; tal es la amistad y el
amor. Algunas conducen al delito ó al vicio,
antes que á la virtud; tal es el ódio, la en-
vidia, y la vanidad pueril é insensata. Alg u


-nas podrán inducir al ciudadano á hacer lo
que debe, pero no á quererlo; podrán apar-
tarlo del delito, pero no conducirlo á la vir-
tud ; tal es el temor. En pocas palabras, si se
examinan profundamente todas las pasiones
de que es susceptible el corazon del hombre,
no se hallarán sino dos, las quales así en la
guerra como en la paz, así en la república
como en el reuno, así en el individuo, co


-mo en el pueblo, tengan en todos tiempos
constantemente y en todas circunstancia s esta
qualidad sublime; y éstas son el amor de la
patria y de la gloria, guando el legislador


de la legislacion. 203
las sabe introducir, combinar, difundir y for-
tificar. La primera, madre de todas las vir-
tudes sociales , hace á la segunda fuente -fe-
cundisima de los prodigios de esta misma vir-
tud. La una presta socorro á la otra, y mú-
tuamente se fortifican y se hacen fecundas.
Quando la pasion de la patria domina en la
mayor parte de los corazones , l en qué pue-
de ocuparse el que está dominado del deseo
de la gloria? El bien público, medida de la
estirnacion pública, será el objeto de sus glo-
riosos designios. Penetrada el alma de esta
sublime pasion, persuadida que no puede sa-
tisfacerla sino'con los méritos que hace á fa-
vor de la patria, no lo buscará sino en aque-
llos dichos, hechos y acciones que correspon-
den al gran fin; y semejante á aquellos as-
tros benéficos que derraman la luz y la vida
en


ios,


la esfera de su actividad , de la qual alter-


fic
nativamente


sacri ici
sacan su alimento; su egernplo,


sus


virtud por, y


su sus laureles, y sus triunfos,
h parte mas enérgica y mas acti-.
ya en los otros la pasion de la patria con el
exPectáculo grandioso que les presenta de su


con la parte que les suministra de
su gloria.


La historia de los Egipcios, de los Per-
sas, de los Griegos v de 'íos Romanos; la de
todos los pueblos quese han distinguido por
la virtud, y por la verdadera y sólida prospe-




104 Ciencia
ridad que han adquirido por ella, no es sino
una prueba continua de esta verdad. Dejé-
mos dudar de élla á los que son ó muy viles,
ó muy ignorantes, é> muy corrompidos para
poderla conocer; y nosotros menos inútiles
que ellos en el mundo moral , en vez de per-
der el tiempo en convencerlos, empléenoslo
con mayor utilidad en indicar los caminos,
por los quales pueden ser conducidas estas
pasiones en un pueblo, y los medios que el
legislador debe emplear para establecerlas,
combinarlas, difundirlas y fortificadas.


CAPÍTULO XLII.
Del amor de la patria, y de la influencia que


tiene sobre esta pasion la sabiduría de las
leyes y del gobierno.


o confundamos las ideas mas distintas
entre sí. No abusemos del sagrado nombre
de amor de la patria para indicar aquel afec-
to del suelo patrio, que es un efecto de los
inconvenientes de las uniones civiles, y se
puede hallar así en la sociedad mas corrom-
pida como en la mas perfecta. Ni en la "a
ni en la otra el hombre civil goza , po r de-
cirlo así, ` de los beneficios de la naturaleza
sino en su infancia. A medida


-
que sus fuer-


zas y su- es píritu se desenvue l ven, Pierde de


de la legislacion, 205
vista lo presente para no ocuparse sino en
lo venidero. La edad de los placeres , el tiem-
po sagrado que la naturaleza ha destinado al
goze de ellos, se pasa en las especulaciones y
muchas veces en las amarguras. Agitado de
los temores y de la esperanza, dominado de
las pasiones, ó virtuosas ó viles, el corazon
desecha lo que desea , se reprende lo que se
ha permitido, y está igualmente atormentado
por el uso y por la privacion de los bienes
que excitan sus apetitos. Corriendo sin cesar
en busca de una felicidad imaginaria, que se
le escapa de continuo, el hombre vuelve sus
ojos suspirando á sus primeros años, que un
inmenso número de objetos siempre nuevos
Producia én su alma un sentimiento no inter-
Iurapido de curiosidad y muchas veces de
gozo. El recuerdo de estos inocentes placeres
Ocupa muchas veces los intervalos de sus pe-
nosos cuidados, y adornando la imágen de
su Cuna le conserva en su patria ó le hace
volver á ella.


Esta es la causa verdadera y universal
del afecto que tenemos al patrio suelo, que
S e


halla así en la sociedad mas corrompida
'°110 en la mas perfecta; mas este afecto es
ruu Y diverso del amor de la patria del quequeremos hablar aquí.
in Esta pasion es como todas las otras una


odificarsion del amor de nosotros mismos.;




206 Ciencia
es una pasion facticia que puede ser domi-
nante y desconocida, no tener ninguna fuer-
za en un pueblo, y ser del todo poderosa en
otro. La sabiduría de las leyes y del gobierno
la introducen, la establecen, la difunden, y
la fortifican; su ímperfeccion y sus vicios la
debilitan y la destruyen.


Para convencernos de esta verdad, su-
pongamos un pueblo instituido segun el sis-
tema legislativo que forma el objeto de esta
obra. Supongamos que la parte política y eco•
nómica de las leyes haya concurrido á divi-
dir las propiedades y multiplicado el número
de propietarios, destruido y evitado las cau-
sas que producen el exceso de la opulencia
por una parte, y por la otra el de la miseria;
haya facilitado los matrimonios, adquiriendo
los medios de subsistencia ; disminuid o , Y
casi anulado el número de los que no tie-
nen patria, porque no tienen fundos ni fami-
lia. Supongamos que aboliendo una tropa
mercenaria que empobrece y espanta al pu e


-blo, haya substituido una tropa civil que ase-
gure al ciudadano y á la patria; que afiance
el uso de la autoridad y no el abuso; Y que
haga al mismo tiempo mas fuerte el Estado
y menos arbitrario el gobierno, mas v,ig°10-
sas las leyes y menos desconfiados á los pue"
blos , más libre al ciudadano y menos odi°52"
la dependencia. Supongamos que esta Palt`


de la Zegislacion.
207


de la legislacion , disipando los obstáculos que
se oponian al progreso de la agricultura, de
las artes y del comercio haya favorecido la
felicidad del pueblo y la prosperidad públi-
ca; que corrigiendo el sistema de los tributos
haya impedido las vejaciones, los fraudes, las
injusticias, las miserias, las guerras, las vio-
lencias, y los ódios recíprocos entre los que
mandan y los que obedecen, entre los que
gobiernan y los que son gobernados, y todos
los otros males que producen en el estado
presente de las cosas. Supongamos finalmen-
te que promoviendo la reparticion , y la difu-
sion de las riquezas, haya promovido la de la
felicidad. Supongamos que estas leyes que
Promueven la conservacion de los pueblos
hayan sido seguidas de las que conservan su


son


tranq uilidad; que una sabia legislacion cri-
m inal haya fundado la libertad civil del pue-
blocasobr


que
re los dbs polos de la tranquilidad pú-


blica, la mayor seguridad del ino-
c
ente, y el mayor terror de los reos; que la


aquella gerarquía


del proceso criminal, la distribucion
de las funciones judiciales, la supresion de


gerarquía bárbara que ocasiona la
opr


esion, el envilecimiento, y la injusticia
e n una parte de la nacion y la independencia
en la otra , y la perfeccion del código penal,hayan ya p roducido este efecto saludable. Su-
Pongamos que se haya adoptado un plan de




ao3 Ciencia'
educacion pública, semejante al que hemos
propuesto; que todos los hijos de la patria
hayan sido educados desde su infancia por la
madre comun; que su educacion dirigida por
el magistrado y por la ley hubiera destruido


precavido los errores, disminuido la igno-
rancia, preparado la rectificacion de la opi-
nion pública, multiplicado y fortificado los
vínculos de la union civil, aproximado las
varias condiciones, y precavido una gran par-
te de los tristes efectos de su inevitable des-
igualdad; que elevando los ánimos de la cla-
se ínfima., y precaviendo la vanidad y el or-
gullo de las clases superiores, hubiese prepa-
rado sus ánimos para hacerlos capaces de
sentir el imperio de las dos pasiones que se
quieren introducir, establecer, difundir, lY
fortificar. Supongamos que el egemplo,
instrucciones, los discursos del magistrado,
los otros medios directos é indirectos prescri-
tos por las leyes é indicados por nosotros, hu-
biesen correspondido á este gran fin. Supon-
gamos que la otra parte de la legislacion que
se propone difundir las luces y hacer mas
comun la instruccion pública, acabando lo
que preparó la educacion pública., hubiese
hecho al pueblo bastante ilustrado para co-
nocer su felicidad, y pesar la utilidad inesti-
mable de pertenecer á una patria, de depen-
der de un gobierno, y de estar atreglado por


de la legislacion.
209


unas leyes que se la proporcionan y suminis-
tran por todos los medios. Supongamos que
las leyes relativas á la religion, al mismo
tiempo que protegiesen esta fuerza divina que
puede producir tantos bienes en la sociedad,
hubiesen corregido el abuso que se ha hecho,
y que ha producido tantos males; que des-truyendo la diferencia absurda entre los inte-
reses, y las máximas del sacerdocio y del
imperio, dirigiesen al mismo fin los sermo-
nes del Pontífice y las órdenes del magistra-
do , las obligaciones del creyente y las del
ciudadano. Supongamos que el recinto del
templo levantado dentro de los muros de la
ciudad indicase al sacerdocio los principios
que dependen de esta posicion; que, en po-
cas palabras, el altar, el templo, el palacio
y el foro se e mpleasen igualmente en inspi-
rar la misma virtud á los ciudadanos, el mis-mo amor de la patria, y el mismo respeto de
sus leyes. Supongamos que la otra parte de
la legislacion que tiene por objeto la propie-
dad y las adquisiciones, su bstituyendo la cla-ridad, la u


niformidad y la precision á la in-ce
rtidumbre , á la confusion , al número in-menso, y á las con tradicciones de las leyes,que hoy componen esta parte del derecho,hubiesen s ubstituido la seguridad , la con-cordia y la paz á la incertidumbre, los peli-gros á los Odios y á los litigios que hoy lle-T dux.omo I O




210 Ciencia
nan de terror, atormenta n y dividen á. los
ciudadanos. Supongamos que las leyes rela-
tivas á la patria potestad y al buen órden de
las familias hubiesen puesto dentro de las pa-
redes domésticas aquel órden que es tanto
mas necesario á nuestra felicidad, quanto nos
toca mas de cerca y mas de continuo. Supon-
gamos que la sabiduría de las leyes combina-
das con la forma del gobierno hubiesen ar-
reglado de manera la division del poder, y la
emanacion de la autoridad, que ningun indi-
viduo del Estado fuese excluido por la natu-
raleza de su condicion de la posibilidad de
participar de él. Supongamos que las reglas
generales que hemos establecido sobre la co-
nexion entre las leyes y el principio que ani-
ma todos los gobiernos hubieran sido segui-
das , y que con los medios indicados en ellas,
y de los que en la exposicion de nuestro sis-
tema legislativo nos hemos servido , y nes
servirémos constantemen te , se hubiese con-
seguido que el amor del poder, este princ


i


-pio de accion inseparable del hombre civil,
porque procede de la pérdida de la indepen"
dencia y del deseo de recobrarla, estuviese
tan combinado con el amor de la patria que
debiese servir para esto , fortalecerlo, exte


n-


derlo, y cónservarlo (i). Supongamos fina
l-


(r) Si se me preguntase por qué no habla he"
Itt.


I:de la legislacion. 2 I
mente que la sabiduría del gobierno, favore-
ciendo la de las leyes, conservase religiosa-
mente el vigor, fomentase constantemente el
espíritu, precaviese aquella diferencia per-
niciosa entre la legislador, y la administra--
clon, y hiciera servir ésta á aquélla; esto su-
puesto, ¿quién no vé que en esta hipótesi
que tenemos derecho de considerar como un
dato concedido por los lectores, porque no su-
pone sino la egecucion del mismo sistema le-
gislativo que hemos propuesto? ¿quién no vé,
digo yo, que el amor de la patria sería intro-
ducido por todas las partes, sostenido, difun-
dido, y fortificado en este pueblo? ¿quién no
vé que los varios deseos é intereses, las diver-
sas esperanzas del ciudadano vendrían á com-
binarse con esta pasion, y que en los pocos


cho del amor de la patria, antes que del amor
del poder , el principio de actividad de todos losgobiernos, responderia lo que ya indiqué sobre
este obgeto en el libro primero, que el


amor delpoder existe en la sociedad , y el de la patria sedebe i ntroducir; que el legislador no debe ha-
cer sino servirse del amor del poder, mas que
debe dispertar primero el amor de la patria ydespues servirse de él ; que el amor de la Patria
no existe en la sociedad corrompida, y el del po-der


deebl si ; l aque el atnor de la patria no es insepara
isla


-so
ciedad, y el del poder sí; que el le-g


dor debe servirse de aquel principio, que es
O2




212 Ciencia
casos de oposicion deberían ceder á su fuer-
za sostenida y fortalecida por tantas partes?
¿quién no vé que la voluntad sería admira-
blemente combinad a con la obligacion en esta
sociedad feliz, y que para llevar el amor de
la patria á aquel entusiasmo que es el último
grado de la pasion , no se necesitaba mas
que dar al pueblo los egemplos luminosos de
aquella virtud extraordinaria, que el legisla-
dor debe buscar en la segunda de las dos pa-
siones que hemos escogido como conducen-
tes, la qual, como hemos dicho ( t ), guan-
do domina en una porcion de los individuos
del mismo pueblo donde reyna el amor de la
patria , recibe de éste la direccion , le sirve
de espuela , conduce á los que ella domina
al mismo fin, comunica á los demás su ener-


universal é inseparable para introducir y con-
servar aquella fuerza que no es ni universal ni
inseparable; y que así como en la física una fuer-
2-a que resulta de la union de muchas otras cons-
pirantes es superior á cada una de sus causas,
así en nuestro caso la pasion de la patria deri"
vada del concurso de tantas fuerzas sería sine"
rior á la del poder que concurre á forma1:1.
Aquélla tendria todas las propiedad es de la pa."
sien, y á ésta no le quednria sino la de un de'
seo incapaz de resistirle guando lielaria á esor


e.n
(i) Véase en el fin del precedente cap í'u!o•


de la legislacion. 213
gía y sus efectos, y produce en todo el pue-
blo aquellos prodigios que leemos con sor-
presa en la historia de algunas naciones, los
ouales se consideran y se mirarán siempre co-
ro fabulosos y como inasequibles por aque-
llos que observan los efectos sin exáminar las
causas; y que no habiendo experimentado las
grandes pasiones, ignoran hasta dónde pue-
da llegar en los hombres el fanatismo mis-
mo de la virtud? El capítulo siguiente hará
mas clara esta importante verdad.


CAPITULO XLIII.


APL*ND10E AL PRECEDENTE CAPÍTULO.


Sobre los efectos de la pasion de la gloría
en un pueblo donde reyna el amor


. de la patria.


,.
.uando el Romano se consagraba á la sa-


lud de la patria con las ceremonias terribles
é i mponentes; guando en las calamidades pú-
blicas y en los horrores de una sangrienta
d errota, los crédulos hijos de Quirino, atemo-
rizados con los indicios del furor de los dio-
ses y de la conjuracion de las divinidadesinf


ernales, hallaban en el sacrificio volunta-
rio de uno solo su salvacion; guando el duda-
dano ilustre, el guerrero 6 el cónsul asistido




214 Ciencia
del Pontífice , con rito solemne y religio-
so (1), invocaba sobre su persona toda la ex&
cracion de los dioses, y despues de la cere-
monia egecutaba su terrible promesa; guan-
do Curcio se arrojó en la sima (2), y los tres
Recios se precipitaron en las filas de los ene-
migos (3), quizás el amor de la gloria antes


(1) Tito Livio en el lib. 8. cap. IX. describe
consagracion de Decio la guerra contra los


Latinos, los efectos que ésta produjo, y las so-
lemnidades que acornpAaron esta ceremonia.
Quiero poner aqui la fórmula que en estos casosdebla proferir el que se consagraba, como que
se resiente de toda la virtud y magestad latina.
Sane, yupiter, Mari' pater, , ,Quirine , Bellona,
Lares, Divi Novensiles, Dii indigetes,
quOrum est potestas nOstrOrton,hostiuraque, Dii-
que manes, vos pretor, venerar, venias .); peto,
feroque, uti populo romano .9uiritium vim ViC-
tOriarnque prOspetitis hostesque populi romant
.Quiritium , tervore , formidine , morteque
eiatis. Sicut verbi: nuncupavi ,ita pro republica
‹Quiritium, exercitu, legionibus, auxiliis populi
toman quiritium , legiones, auxiliaque hostia"%
mecum, Diis Manibus , Tellurique devoveo.


(a) I.ivio lib. 7. cap. 6.
(3) Véase á Livio lib. 8. cap. 9. donde habla


de la indicada consagracion del primer Decio
en la guerra contra los Latinos, y lib. so. cap . 9•
donde habla de la consagracion del segundo De-
cio en la guerra de los Galos y de los Samnices,


de la legislacion. 215
que el de la patria, era la causa inmediata de
estos prodigios; mas este mismo amor de la
gloria que en Francia excitó á Richielieu á
enviar el mismo dia un regalo á Cornea,
para persuadirle que le cediera el Cid, y
una órden á sus confesores para publicar que
no 'labia pecado nunca mortalmente, para
tener la gloria de ser célebre igualmente en
la corte, en el consistorio, en el teatro, y en
el altar (1); este mismo amor de la gloria,
digo yo, no producia en Roma sino las ac-
ciones necesarias ó útiles á la salud de lá re-
pública, porque solo éstas en un pueblo don-
de reynaba el amor de la patria, podian con-
ciliar la estimacion pública y el aplauso u-
niversal. Este es el primer efecto del amor
de la gloria en un pueblo donde reyna el
de la patria. De este primer efecto depen-
de otro.


Aunque la muchedumbre en este pueblo
esté animada de la pasion enérgica del amor
de la patria, tiene sin embargo necesidad de
algunos incentivos y egemplos oportunos para
comunicarle aquel vigor extraordinario que
en algunos casos es absolutamente necesario


Ciceron atribuye la misma gloria al cónsul Decio
que mandaba el egército de Roma contra Pirro
en la batalla de Ascoii.


(i) Véase á Lumanie• lifemorias para servir




216 Ciencia
para la salud de la república; y que solo pue-
de librarla en los graves riesgos y en los ac-
cidentes extraordinarios. Quando por un efec-
to del amor dominante de la patria, el de la
gloria no puede producir sino prodigios de la
virtud patriótica, estos impulsos y egemplos
se los suministra el hl,nor de la gloria, que
siendo la mas fuerte de todas las pasiones,
agita y atormenta extraordinariamente á los
hombres, y les obliga á hacer prodigios incon-
cebibles. Scévola, Curdo , Atilio, y los tres
recios, deseosos de gloria la busca ron. en los
tormentos y en la muerte por la salud públi-
ca. El pueblo no vé la causa, pero observa
los efectos. La virtud sola parece, y la pasion
se esconde. El entusiasmo del individuo se
comunica á la muchedumbre; la energía de.
una pasion se comunica á la otra; el pueblo
corre donde el héroe lo llama ; y lo que el
amor de la gloria ha producido en uno solo,
el de la patria lo produce despues en toda la
nacion, que no tenia necesidad sino de un
impulso y de un egemplo para conocer hasta
qué grado de fuerza puede y debe llegar la
virtud. La historia nos ofrece innumerables
pruebas de esta verdad.


á la historia de Holanda, artículo Grotius. Ver-
daderamente es cosa extraña ver un cardenal de
Vlehlelieu solicitar Ir. c:rionizzeion.


de la legislacion. 2 i 7
Todas las páginas de Livio y de Plutarco


están llenas de egemplos de esta naturaleza.
Meditémoslos para conocer los efectos venta-
josos del amor de la gloria en un pueblo don-
de reyna el de la patria ; para apreciar la ex-
traordinaria energía que recibe éste de aquél,
Sírvanos principalmente para manifestar al
legishdor la importancia de introducir, esta-
blecer, difundir y fortificar el amor de la glo-
ria, la mas sublime de todas las pasiones, y la
mas generalmente desconocida de los hom-
bres. Los medios que la legislacion debe em-
plear serán el objeto del capítulo siguiente.


CAPÍTULO XLIV.
De los medios que la legislacion debe emplear
para introducir , establecer, difundir, y dar


vigor á la pasion de la gloria.


orno todas las partes de una sábia legisla-
don se prestan alternativamente socorros re-
cíprocos; como lo que una intenta mas de
c
erca y mas directamente, la otra lo prepara


Y lo dispone de léjos , ó mas indirectamente;
corno cada efecto es siempre en ella el resul-
tado del concurso de muchas causas, de las
"ates la mas inmediata no hace mas que dar
el último impulso ; los que ignoran esta de-
-pendencia,


esta accion secreta 8 ó no la com-




218 ciencia
prehenden, fijando su consideracion solamen.
te sobre la última, la mas inmediata y la mas
visible, están sorprehendidos, viendo que un
medio tan pequeño produce un efecto tan
grande, y les parece prodigioso é imposible lo
que no es sino regular ó necesario. Oponen
la idea de prodigioso al hecho , y la de im-
posible á lo que llaman sueños platónicos,
vanas y obscuras especulaciones de una filo-
sofía insensata. Esto es lo que produjo en
otros tiempos una ignorancia semejante de la
fuerza de la naturaleza y de su concurso.
Nuestros bárbaros abuelos hallaban en todo
milagros ó mágicos, y con igual injusticia con.
duelan algunos hombres al altar y otros á la
hoguera ó á la vergüenza (t).


Ni unos ni otros hubieran caldo en el
mismo error , ni fueran sorprehendidos de la
misma maravilla, ni cometido la misma inju s


-ticia, si hubieran conocido que así el autor de
la naturaleza , como el legislador sabio lo
obran todo por concurso de causas y de fuer


-zas; que la que creen que es causa absoluta
de algun efecto, no es sino la mas inmediata


(1) No quisiera que se me hiciera aquí t
e


s
que estoy seguro que no merezco .es-


toy muy lé: de
.°5 ~e hablar aquí de todos los mila-gros, no hablo sino de aquellos que la ignors°.


cia ha fingido.


dela kgislacion. a r9
á la mas visible , pero que está muy lejos de
ser la única ; que concurren un infinito nú-
mero de otras causas con su accion; y que
así como muchas pequeñas fuerzas unidas
componen una gran fuerza, del mismo modo
el medio que separado sería demasiado débil
para producir aquel efecto , es eficacísitno
guando se combina y une con otros medios,
causas y fuerzas.


La naturaleza produce los efectos mas
grandes con las causas mas pequeñas, pero
¿ de qué manera ? destruyendo el equilibrio.
Una media dragma puede hacer pasar de la
quietud al movimiento dos masas de un peso
enorme, guando la quietud dependia del e-
quilibrio, y la media dragma lo ha destruido
por su accion. Mas ésta, ¿hubiera producido
este efecto sin la accion de la masa entera,
á la qual se ha juntado? Los ojos vulgares no
vén sino la accion de la media dragma, y está
oculta para ellos la gravedad de la masa en-
tera. Este es el origen de lo maravilloso , de lo
P rodigioso , de lo imposible de estos juicios
tcarneidfroecuentes en la boca del ignorante y del
necio, y tan raros en la del docto y del sabio.


.Para precaver semejantes oposiciones he
cimie
introducir era necesario anticipar estos cono-.


ntos. Los medios que propondré para
lapas:on, establecer , difundir, y dar vigor


de la gloria , no serán sino las




220 ciencia
causas mas inmediatas y las mas visibles de
este efecto deseado; mas suponen el concur-
so de otras muchas causas , de otras muchas
fuerzas, y de otros muchos medios que depen-
den de todo el sistema legislativo que es el
objeto de esta obra. Suponen la destruccion
de todos aquellos males , y la reforma de to-
dos aquellos abusos que envilecen , degra-
dan y oprimen una parte del pueblo , y ha-
cen á la otra orgullosa é insolente; que oca-
sionan ó perpetúan los excesos de la miseria
por una parte, y los de la opulencia por otra;
que exponen la muchedumbre á las opresio-
nes, y animan unos pocos á la violencia. Su-
ponen la adquisicion de todos aquellos bienes
y el vigor de todas aquellas leyes, que multi-
plicando y facilitando los medios de la subsis-
tencia, hacen el corazon de cada ciudadano
susceptible de aquellos sentimientos que no
pueden penetrar en él , criando los de la mi-
seria le ocupan y oprimen enteramente. Supo-
nen la formacion y el vigor de todas las leyes
que igualando las fuerzas individuales de to


-dos los miembros de la sociedad bajo la-protec
cion de la fuerza pública , establecen la igual-
dad de la libertad civil sin destruir la desigual


-dad de las condiciones. Suponen finalmente las
disposiciones que hemos indicado en nuestro
Plan de educacion pública para quitar los o bs


-tácuelcs c favorecer la íntroduccion así de esta


de la legislacion. 2211
como de otras pasiones conducentes, de las
cuales hemos hablado. Todas estas concausas,
y las que suponen, deben concurrir con las
que voy á proponer si se quiere conseguir el
efecto deseado.


Supuesta esta protesta , veamos ahora
quáles son estos medios que se deben consi-
derar simplemente como los últimos, los mas
inmediatos y directos entre las causas necesa.,-
alas para introducir , establecer , difundir, y
poner en vigor la pasion de la gloria. Nadie
se admirará que empiece por aquellos medios
que pasan en silencio las leyes modernas, de
los quales los gobiernos actuales no hacen
uso ó abusan, quiero decir , de los honores y
de los premios.


Nuestros gobiernos han olvidado la co-
nexion que hay entre estos medios, y el fin
que nos proponemos lo han omitido y de-
bian omitirlo. Sin aquellas causas , de las
quales hemos hablado, ¿qué podian jamás
conseguir con esta sola ? Debian , pues ,
abandonar el medio , ó aplicarlo á otro uso;
y esto es lo que han hecho. Dispensan ho-
nores, conceden premios ; mas ni unos ni,
otros tienen la menor conexIon con la pasion
á la qual queremos que sirvan. Recurren al
dinero para premiar el mérito, y á los bono-
/ es para decorar el nacimiento, las condicio-
/les y los cargos. Alienernan la avaricia y la




2 22 Ciencia
vanidad , pasiones únicas que infelizmente
reynan entre nosotros, y pueden reynar en-
tre los vicios de nuestras leyes y entre los
-errores de la política moderna , pero á qué
impulso dán á la pasion de la gloria? Así es
necesario recurrir á la antigüedad para co-
nocer la conexion que hay entre estos medios
y el fin para que los empleamos. Es necesario
consultar la historia de aquellos pueblos, en
los quales la pasion de la gloria tuvo la ma-
yor fuerza y extension para ver el uso, co-
nocer la eficacia , y determinar la regla. Pa-
tria de Milciades y de los Arístides ; patria
de los Camilos y de los Salinos ; patria de la
gloria y de la inmortalidad , vosotras solas bas-
tais para este exátnen , y así á vosotras vuel-
vo los ojos : vuestra historia es la que yo di-
go que es garante de mis opiniones; consul-
to vuestras leyes para determinar mis reglas
sobre este objeto tan importante de la cien-
cia legislativa. La antigüedad me ofrecería
muchos pueblos , en los quales podria hallas
las mismas luces y los mismos socorros; pero
prefiero las costumbres y las leyes de estos
dos pueblos, porque son mas conocidos de
todos.


A pesar de tantas causas como en Atenas
y en Roma concurrian á elevar las almas,
é inspirar el amor de la gloria , los leg is


-ladores de estas dos repúblicas reconocieron


de la legislacion. 223
igualmente la importancia de los honores y
de los premios para sostener, dar vigor, y di-
fundir esta sublime pasion. Vieron que para
hacer mas vigoroso , mas enérgico y mas co-
mun el amor de la gloria, era necesario hacer
representativa la gloria , dar un vestido ma-
terial á este sér moral, hacer sensible lo que --
no lo es, dar á la opinion pública señales que
expresasen los sufragios y manifestasen el
juicio favorable , que indicasen los diversos
grados de estimacion y de aplauso , que evi-
tasen la incertidumbre y la duda así en la
persona de el que la había merecido como \
de los que la formaban (1). Tal es el origen
y el verdadero y antiguo uso de los honores
y de los premios : eran señales del aplauso
público , trofeos que anunciaban la conquista
de la estimacion pública , y el expectáculo que
la razon ofrecía á los sentidos para agitar los
corazones. Bajo este aspecto consideraron los
sabios legisladores de estos pueblos los ho-
nores y los premios , y la relacion que ha-
bla entre el medio y el fin fué exñctisima,


(t) Una antigua ley ática hablando de las co-
ronas, y de la razon , por qué se usaban, nos in-
dica expresamente esta idea. A fin, nos dice, que
los que la conseguian : Contenti essent sui ci-


opinione. Véase á l'otero .drcheologia
€r ca, lib. so. cae. XXV-





224 Ciencia
y se sirvieron de ella con la mayor prudencia.


Un exámen breve de sus leyes nos hará
descubrir los principios luminosos que los di-
rigieron , y por consiguiente hallarémos los
que deberian dirigir á los legisladores para
quienes escribo, si quieren llegar con los mis-
mos medios al mismo fin.


I. Nunca fué la plata en Roma ni en
Atenas el objeto del premio. Las mesas de
los beneméritos en el Pritáneo , no forma-
ban seguramente una excepcion de esta re-
gla (t), pues eran una distincion honorífi-
ca , y no un premio lucrativo. La frugalidad
que reynaba en ellas (2), y la importancia
que daban á estos honores los hombres mas
ricos de la república ( 3) no nos permiten du-
darlo.


Así los legisladores de estos pueblos cono-
cieron que la virtud no se compra, sino que


(i) ,:ro:FecT15 fa: 0. 17;19. 4s- E7 IipyTeCIICO,
era un premio que consistia en el derech o do
participar de las comidas que la república daba á
sus beneméritos en el Pritáneo : los que se hablan
distinguido en la legislacion tenian un titulo par"
titular para este honor.


Solon autern , dice Ateneo , jis qui ini
Prytanoeo alebautur placentarn pnebere Jube.,t,
paaern verp diebus festis apponere , &C• 17i14
Atitem. Deipnosoph. lib. 4.


(a) Sabernos que los descendientes de 1-Ii26'


de la legidacicm.
225


se honra; que el premio del siervo y del escla-
vo no debe ser el mismo que el del ciudadano
y el del héroe; que el hombre que ama la glo-
ria no busca riquezas , sino distinciones y
aplausos; que lo que aumenta su fortuna no
hace sino igualarlo con los hombres mas ri-
cos que él, mas no lo distingue de los demás;
que para inspirar, difundir, y poner en vigor
el amor de la gloria , era necesario alimentar
esta pasion, y no la que le es mas contraria;
que las recompensas pecuniarias son gravosas
al público, las quales deben cesar guando son
insoportables; que apartan del fin y destru-
yen el medio con el mismo uso que hacen de
él 5 que finalmente miéntras no sirven sino para
producir el vicio y la ingratitud, los honora-
rios tienen la doble ventaja de elevar las almas
y ganar los corazones, puesto que guando el
beneficio vá acompañado de la gloria, el que
lo recibe se esfuerza para hacerlo parecer


trates, de Armodio y de Aristogiton gozaban de
esta distincion. Sabemos quinto se gloriaban de
ella Demóstenes y sus parientes que por su res-
peto fueron admitidos á ella. Véase á Plutarco
en la vida de Demóstenes. Se sabe quáles fue-
ron las riquezas de este orador, que sola su con-
tri bucion para reedificar los muros de Atenas:
que fué la causa de su célebre oracion pro corona,bast a para contarlo entre los ciudadanos mas ri-tos de Atenas.


l'on20 IX.




226 Ciencia
aun mas grande por la grandeza misma del
reconocimiento.


II. La ley prescríbia el premio, los hom-
bres no hacian sino concederlo con arreglo á
ella (i). Así los legisladores vieron que era ne-
cesario proponer algun objeto fijo y seguro á
las pasiones que querian proteger; que no
convenia abandonar el destino de los honores
y de los premios á la incertidumbre y á los
caprichos del arbitrio ; que guando la ley no
se interpusiese, el esplendor de una accion
mas brillante que útil y meritoria , podia en
un momento de admiracion producir un gran
mal, destruir aquella proporcion que no es
menos necesaria conservar entre los premios
y la virtud que entre los delitos y las penas,
puesto que dalia menos para conseguir el fin,
al qual deben servir los premios, la injusticia
cometida contra la virtud que la parcialidad
usada en favor de la medianía. El veneno


(i) Véase la célebre oracion de Eschines
contra Tesifon ó contra el decreto que éste dtó
para coronar á Demóstenes. En Roma las leyes,
y no el arbitrio de los hombres, prescribian y d e


-terminaban las varias coronas á la variedad de
méritos. El que habla vencido á los enemigas P o


-co dignos de egercitar el valor Romano, podia
aspirar al honor de la oracion y no del gran
triunfo, á la corona oval y no á la triunfil• El
que rodia conseguir la corona rostral no podia


de la legislaciones
227


dado á Sócrates fue menos funesto que la
estátua levantada á Phrine (1); y el asesina-
to de eiceron menos que la apoteosis de su
hija.


HL Habla muchas y muy diversas espe-
cies de honores (2). La grandeza del mérito
determinó al principio el valor del premio,
y despues el valor del premio sefialó la gran-


con el mismo mérito obtener la castrense 6 lamural, y et que conseguia una de éstas no po-
dia con el mismo mérito tener la cívica ti obsi-dional. Era necesario extender los limites de la
república, y dejar muertos en el campo lo menos
cinco mil enemigos para conseguir el honor del
gran triunfo. Todo estaba prescrito por la ley:
el egército, el cónsul , y el senado no hacia sino
egecutarla.


(1) Se sabe que esta célebre cortesana fué
honrada despues de su muerte con una estatua de
oro levantada en Delfos entre las de dos Reyes.


(2) Los antiguos escritores nos han conserva-
do varias, aunque una parte muy consicieraLle ha
consumido el tiempo. &hemos quál era en Ate-
nas el premio llamado erpecfpux que daba al que
lo conseguia el derecho de ocupar el primer lu-
gar en los espectáculos públicos, en los convi-
tes, y en los discursos públicos, y obligaba átodos los otros á levantarse y cederle el puesto.Véase á Aristoph. in equitibur y á su Scoliasta.S
abemos quál era el llamado surcan, esto es, elhonor que se Liá á un ciudadano levantándole




228 Ciencia
deza del mérito. Con este método establecie-
ron la proporcion entre los premios y la vir-
tud ; y evitaron el envilecimiento de esta
preciosa moneda sin limitar el uso. Si eran
muchos los honrados y los premiados , nunca
eran muchos los que tenian un mismo pre-
mio. La pasion de la gloria recibia frecuentes
impulsos, y el medio de que se servian para


una estárua, ó poniendo su imágen en uno de los
lugares públicos de la antigüedad. Véase á De-
most. de falsa legatione. Sabemos quál era el pre-
mio de la corona en Atenas, las dos obras mas
elocuentes de la Grecia nos han informado me-
nudamente sobre esto. Véase á Eschines contra
Tesifon y á Demósteres pro corona.


Ya hemos hablado de las mesas públicas en el
Pritáneo. Además de estas habla otras muchas
especies de premies militares; tales eran las co-
ronas con la inscripcion del nombre y de las glo-
riosas acciones del que lo habia merecido; las
columnas y ir.s estatuas , en las quales se escri-
/p ian las victorias que habia ganado el General á
quien se concedia este honor singular ; tal es el
de depositar las armas en la fortaleza en memo-
ria del valor y de la intrepidéz que se habia mos-
trado en los combates, y tantos otros que omito
por brevedad, y que se pueden ver en Partero,
./grch‘cologia Grce.ca lib. 3. cap. 13. No hablo
de las varias especies de honores y de premios
de los Romanos, porque son bien conocido s ás
todos.


de la legislacion. 229
dárselos , nunca se debilitaba ni gastaba.


IV. La mayor solemnidad y publicidad
acompañaban siempre el honor y el premio.
Sábia disposicion que tiene la relacion mas
inmediata y directa con el fin , por el qua/
se usa este medio. El espectáculo en este gé-
nero de cosas es igualmente útil al que es
objeto de él y á los espectadores. La pasion
de la gloria se fortifica en el alma de aquél,
y se excita en la de éstos.


V. En uno y otro pueblo habia honores
y recompensas despues de la muerte. Sus le-
gisladores conocieron que la muerte que se-
para al hombre de todo lo que vive, puede
mirarse de diversa manera por el que está
dominado y dirigido por la pasion de la glo-
ria. Abreviar el curso de sus dias por la de-
fensa de la patria, era efectivamente lo mis-
mo que prolongar los de su gloria para e/
Ateniense y el Romano. La ley de Solon que
prohibia escribir sobre el sepulcro el nombre
de los muertos , y exceptuaba de esta pro-
hibicion al que habia muerto en defensa de
la patria (t), las otras leyes mortuorias que


(r) Esta ley exceptuaba tambien á las mu-
geres que morian de parto. Véase á Plutarco en
la vida de Solon. Parece que este legislador con-
si deraba á las mugeres que morian de parto como
muertas por la salud de la patria, pues que mo-
rian por darle ciudadanos.




930 Ciencia
rescribian la pompa fúnebre que se debía


practicar en esta ocasion (t), y las dos leyes
de las doce tablas relativas á este objeto (a),
todas se dirigian á prolongar mas allá de la
vida la gloriosa esperanza del ciudadano.


VI. No todas las virtudes ni todos los mé-
ritos llevaban consigo un premio. En Atenas
el magistrado que se distinguia con alguna
empresa feliz durante su magistratura era des-


(i) Véase á Potrero Arclucologia Grao
lib. 4. cap. 8. donde habla de los honores fúne-
bres que se hielan en Atenas á los que hablan
muerto en defensa de la p- tría. Los tres discur-
sos fu behres, el uno de Pericles, referido por
Tucidides, el otro de Demóstenes hecho por
aquellos que perecieron en la batalla de Charo-
nea, y el que Piaron hace pronunciar á Aspasia
en su ill,nexéno nos dán una idea bien de
esta especie de honores.


grande


(2) Ciceron r,fiere estas dos leyes, la una
en el segundo libro y la otra en el tercero de
Legibus. La una excluía de la prohibicion gene-
ral de quitar un miembro del cuerpo de un muer-
to para hacerle nuevos funerales á los que hablan
muerto en defensa de la p ,dria, y otra mandaba
que se cantasen públicamente lns alabanzas en los
funerales de aquéllos que se habian distinguido
por su celo en defensa de la patria ,ó que a
muerto defendiéndola. Esta ley afiadia el honor


h blan
rt


los cant-res lúgubres, llamados Nenia que
se cantkan al sonido de la flauta.


de la legislacion. 231
pues coronado (r); mas en Roma no habla
la misma ley. Algunos méritos por el con-


El mismo Ciceron en su libro de Claris. Ora-
toribus cita un lugar de Caton, el qual en sus
orígenes hablaba de algunos cánticos que se can-
taban en los primeros tiempos de la república
en los convites en honor de los ciudadanos ilus-
tres: Utinam extarent , dice , illa camina que
multis sxculis ante man: ietatem in epulir esse
cantitata á singulis convivir de clarorum viro-
rum laudibus in originibus scriptum reliquit Cato.
Tenemos razon de creer que este honor estaba
arreglado y prescrito por las leyes. Por lo que
toca á los elogios fúnebres no se puede dudar.
Leemos en Dionisio de Alicarnasia que el hijo
de Appio necesitó del órden del cónsul y de los
tribunos para pronunciar el elogio de su padre
delante del pueblo; y Dion Casio hablando de
un Romano ilustre, nos dice, que el senado des-
pues de la muerte le dec , etó una estátua, y el
honor de un elogio público. En los tiempos fe-
lices de la república éste era un premio que la
ley prometia, y el magistrado concedia al be-
nemérito de la patria, y no un vano incienso que
la adulacion ofreció despues al poder y á las ri-
quezas, y no sirvió como dice el mismo Ciceron,
sino para confundir y obscurecer la historia.
Cicerón ibidern.


(t) Despues que habla dado sus cuentas.
Véase á ./E.schines in Ctesifontem.




Ciencia
trario Que eran premiados en Roma no lo
eran en Atenas.


Sin embargo de esto las virtudes premia-
das en Roma eran igualmente frecuentes en
Atenas, y las coronadas en Atenas no dejaban
de ser bastante comunes en Roma. Qué prin-
cipio supone este hecho? Una prueba indu-
.dable que los legisladores de estos pueblos
hablan conocido aquella importante verdad,
que poco antes hemos establecido, y es que en
un pais donde reyna el amor de la patria,
basta inspirar el de la gloria para que esta
'pasion sea dirigida de la otra. La prueba de
que estos legisladores conocieron la otra gran
verdad , que el verdadero objeto de los pre-
mios no es sino fomentar la pasion de la
gloria, y ésta es puntualmente la observacion
que acabamos de hacer. Estos legisladores
conocieron que no se debia buscar en los pre•
rnios una recompensa de la virtud, sino un
alimento de la gloria. Quando conseguian es-
te fin lo habian conseguido todo por el m e


-dio de que se hablan servido. Las virtudes
que no premiaba la ley no por esto dejaban de
serlo por la opinion. Bastaba, pues, premiar
una parte de las virtudes para contribuir tam-
bien á las otras , porque bastaba alimentar,
dar vigor, y, difundir la pasion de la gloria;
para conseguir todas aquellas virtudes que
proceden de esta pasion. La estátua de M il-


de la legislacion. 233
chiades contribuyó quizás tanto á la virtud de
Sócrates como á la de Temístocles.


Que no se crea, pues , el legislador obli-
gado á premiar todas las virtudes para conse-
guir el fin que nos hemos propuesto por este
medio ; que el egemplo de los pueblos, entre
los quales fué usado con tanta sabiduría y
produjo los mayores efectos, lo anime y lo di-
rija ; que fomente los luminosos principios,
que la profunda meditacion sobre las leyes de
estos pueblos nos ha hecho descubrir, y no
dude del efecto. Así dará á la pasion de la
gloria todo el alimento, la extension, y el vi-
gor que este medio puede suministrarle , y
que efectivamente le suministró en los dos
pueblos de que hemos hablado.


CAPÍTULO XLV.
Continuacion del mismo astineo.


A bramos de nuevo los fastos de la gloria.
Volvamos á la historia y á las leyes de aque-
lios pueblos , en los quales esta pasion es-
tuvo en el mayor favor y recibió la mayor
extension , y no abandonémos estos precio-
sos depósitos de la sabiduría antigua sin ha-
ber antes hablado de todos los medios que
conducen al fin propuesto, y que por poco




234 Ciencia
que se modifiquen son y serán siempre adap.
tables en qualquier tiempo, por qualquier
pueblo, en qualquier clima y bajo qualquiera
forma de gobierno. El sistema de los antiguos
espectáculos se presenta oportunamente á nues-
tra memoria, y nos ofrece luces muy impor-
tantes para el argumento que tratamos.


Estos débiles instrumentos de nuestros
placeres, estos momentáneos é inciertos refu-
gios de nuestro tedio; estos alimentos de
nuestros vicios y de nuestra molicie; estos
perniciosos apoyos de nuestra frivolidad fue-
von muy diferentes entre los pueblos de que
hemos hablado , como lo deberian ser tambien
entre los que con los mismos medios quisie-
ran llegar al mismo fin. El vigor de los cuer-
pos que tiene tanta influencia sobre el de los
ánimos, la destreza, la agilidad, la fuerza, y
el valor , no eran los únicos bienes que se
combinaban con el placer en los egercicios
de la Grecia y de la palestra Romana que
servian á sus espectáculos. La pasion de la
gloria estaba admirablemente alimentada, di-
fundida y puesta en vigor en estos espectác u


-los, á los quales Sócrates asistia como por
obligacion. Platon en sus libros de las leyes
los consideraba súmamente útiles (1). Tig ra


-nes hallaba en ellos tanta razon de temer al


(r) Véase el diálogo 8. de las leyes.


de la legislacion.
235


enemigo contra quien habla de combatir (1),
Alcibiades ganó en ellos tres premios (2) , y
Caton se preparaba en su juventud para ser
lo que fué en su vejez (3).


Las coronas de olivo, de laurel, de apio
verde ó seco que se daban á los vencedores
de diversos juegos en la Grecia (4); los pre-
mios casi semejantes que se daban por el mis-
mo mérito en Roma preparaban á los que


(1) Este general de las tropas de Xerxes
habiendo oido á qué se reducia el premio del
vencedor en estos juegos , se volvió, dice Hero-
doto , á Mardonio, que corno capitan mandaba
todo el egército, y dijo: ó cielo, ¿con qué hom-
bres vamos d combatir? Estos insensibles al in-
terés no combaten sino por la gloria, y no cono-
cen otra pasion. Véise á Herod. lib. 8. n. a6.


(a) El g-Inó el primero , el segundo y el
guarro premio en la corrida de los carros en los
juegos olímpicos. Véase á Ateneo donde habla de
la maRnificencia del atleta Leofron.


(3) Quando Sila mandó que se hiciera por
los jóvenes el torneo sagrado á caballo, nombró
á Sexto nieto del gran Pompeyo por uno de
los capitanes de las dos bandas. Todos los jóve-
nes protestaron que no correrian. Syla les dejó
la eleccion , y todos eligieron á Caton; y Sexto
mismo le cedió voluntariamente este honor co-
mo al mas digno. De quántas reflexiones es sus-
ce tible esta anecdota pueril.


(4) Véase la oda de Píndaro.




236 Ciencia
despues se conseguian con el valor y con
los talentos del magistrado y del guerrero.
La misma pasion que hacia merecer éstos,
hacia conseguir aquéllos , y se alimentaba y
difundia por los unos y por los otros. En
el circo y en el campo , en la palestra y en
el foro, los sacrificios eran diversos, pero la
deidad á la qual se ofrecian siempre era la
misma.


El motivo mismo que habia dado origen
á diversos espectáculos, y que arreglaba sus
celebraciones periódicas, muchas veces se di-
rigia al mismo fin, como el que recordaba y
perpetuaba la gloria de los ciudadanos, que
habian hecho algun importante servicio á la
patria ó favoreciendo su prosperidad ó impi-
diendo su ruina.


La gloria de los héroes que habian ve n
-cido en Platea, los talentos , las virtudes , el


valor de Pausanias y de Arístides, la sangre
Griega que habia regado aquellas mismas are-
nas por la salud comun, se manifestaban ju n


-temente con los atletas á todos los espectado
-res en los juegos Eleutheros llamados de la


lilTrtad (i). Las alabanzas de Armodio y de
Aristogiton eran el objeto del premio en los
combates músicos y poéticos instituidós por


(1) Véase á Pausanias in Poeticis.


de la legislacion, 237
Pericles en el Panateneo de Atenas '1). Des-
pues se les juntaron los de Trasíbulo para
premiar con el mismo honor la virtud (2). Los
juegos honorarios de los Romanos que no se
llamaban así sino por su destino estaban ins-
tituidos para honrar á los que habian hecho
algun importante servicio á la patria.


Los juegos plebeyos recordaban la expul-
sion de los Reyes y el valor de Bruto (3); el
quarto dia de los juegos grandes perpetuaba
la gloria de Camilo, que habla conciliado al
Senado y al pueblo (4). Los juegos capitoli-
nos la excitaban aun mas (5), los de Castor y
Polux recordaban los peligros, en los quales
se hallaba Roma guando Posthumio subió á la
dictadura para librarla (6). Finalmente, todo
el mundo sabe quánto contribuyeron á este


(a) Véase á Meursio en su Gracia feriata.
(a) Al mismo en el mismo lugar.
(3) Rosino Antiquit. Roman.
(4) En esta ocasion los juegos grande: que


duraban tres dias se convirtieron en los máxi-
mos que duraban quatro. Livio en el lib. 5.


(5) Estos recordaban la irrupcion de los Ga-
los y el sitio del capitolio librado por Camilo,
que como hemos dicho en otra parte mereció
el nombre de segundo fundador de Roma. Li-
vio ibid.


(6) Véase á Hospiniano de origine festorum,
á Pitisco Lexicon A ntiquit. Roman.




238 Ciencia
grande objeto de sus fundadores los juegos
triunfales.


De este modo una multitud de ideas entre
sí muy diversas estaban asociadas en estos
pueblos por la sabiduría de las leyes para dis-
persar continuamente la que tenia por obje-
to la pasion que siempre se queda avivar;
sus sabios legisladores hallaron en los mismos
placeres tantos medios de promover, difun-
dir, y dar vigor á la pasion que querian pro-
teger; consiguieron que los espectáculos pa-
gasen varios é importantes tributos á la utili-
dad pública ; y suministrando á los hombres
placeres útiles, impidieron que se formasen
ellos mismos otros perniciosos; y cómo suple-
1011 servirse del instinto que conduce los jó-
venes á la .tcciort y al placer para habituar-
los al órden , al sufrimiento de los trabajos,
al vigor del cuerpo, á la energía del espí-
ritu , al entusiasmo de la gloria, para librarlos
del Ocio siempre seguido del tedio, de la fri-
volidad , y del vicio, que destruyen siempre
las pasiones grandes y útiles. ¿Qué podemos
oponer á placeres tan bien dirigidos ? ¿qué
cuidado toman de ellos nuestras leyes ? ¿ qué
uso hacen de estos medios? ¿ qua! es la natu-
raleza, y quáles los efectos que producen en
los pueblos modernos de la Europa?


Ah! el exámen sería demasiado ignomi-
nioso, y e/ paralelo demasiado humillante,


de la legislacion. 239
Dejémos para una posteridad mas virtuosa el
deprecio de nuestros contemporáneos. No di-
vidamos la ignominia de nuestras leyes y de
sus autores con los que son víctimas inocen-
tes de ellas. ¿Qué podríamos ser nosotros guan-
do no nos permiten ser otra cosa de lo que
somos? Por ventura ¿ no hemos hecho lo que
podíamos hacer por nosotros mismos sin su
socorro ? ;quién ha reformado nuestro teatro?
¿quién ha imitado la tragedia antigua, y les
ha excedido en la comedia ? ¿qué ley ha dic-
tado las obras maestras de Racine, de Corne-
lio, de Maffei y de Volter ? ¿ qué ley ha ex-
citado á poner en el teatro la virtud para ha-
cerla objeto de la gloria ó del amor, y mos-
trarla siempre grande y fuerte aun en la mis-
ma depresion ? ¿qué ley ha inducido á estos
hombres á excitar aquellas pasiones que las
mismas leyes ó destruyen ó impiden que naz-
can ? ¿qué ley les ha obligado á hacer abomi-
nable el juego, la crápula, la intriga, la ga-
lantería, la mala fé , la hipocresía, la amistad
falsa y la perfidia? ¿ quál es la que ha hecho
servir tan oportunamente la poderosa arma
del ridículo contra las preocupaciones, la ig-
norancia, la frivolidad , y la vanidad? ¿ quál
es, en fin, la que les ha hecho emplear la
tragedia para mostrar á los Reyes y á los que
les aconsejan los efectos espantosos de la tira-
nía y de la injusticia, de la ambicion y del




240 Ciencia
fanatismo, de la debilidad y de la ferocidad,
de la omnipotencia del monarca y de la ser-
vidumbre del pueblo, de los delirios del uno
y de los resentimientos del otro?


La prueba de que toda la ignominia debe
caer sobre las leyes , son los obstáculos que
ellas oponen á sus esfuerzos. Quando nues-
tra escena podria ser constantemente honrada
con la virtud y con el buen gusto, ellas mis-
mas toleran que sea muchas veces deshonra-
da con el vicio y la ignorancia. Mientras que
los Eurípides y los Sófocles del siglo , per-
suadidos como Piaron del vigor que adquiere
el talento del poeta guando está unido con
el del músico , procuran como ellos contri-
buir á dispertar con esta fuerza combinada
las grandes pasiones, I no autorizan y per-
petúan en nuestros teatros una especie de dra-
ma y de música, que no alimentan otra fa-
cultad del hombre, sino la de reir y burlarse
de las costumbres groseras y obscenas que se
trasmiten . ó se perpetúan en el pueblo por el
aplauso que 'tienen en la escena? Quando la
pluma benéfica de los poetas virtuosos se em-
peña en presentar al teatro los Escipione s , los
.Atilios, los Catones y los Brutos, las leyes
consideran como infames á las personas que
deben representarlos, y condenándolas á una
ignominia tan perniciosa como injusta , ellas
mismas son las que los inducen á merecerla,


de la legislacion.
241


puesto que una acusacion falsa produce mu-
chas veces delitos verdaderos (1). ¿Qué efec-
tos pueden producir las invectivas de Ca-
ton y los discursos de Bruto en boca de un
hombre á quien la ley prohibe dar testimo-
nio; y que una torpe mutilacion , alteran-
do su voz , nos hace dudar guando le °i-
ritos , si las orejas 6 los ojos nos engañan?


qué efectos pueden producir las máximas
de una Lucrecia que ha pasado á la es-
cena desde el prostíbulo , y ha partido el
resto de la noche con una parte de los ad-
miradores de su virtud?.Er-tearro que aque-
llos hombres virtuosos querian reducir á ser
lo que fué en su origen


.;la escuela de la vir-
:ud y el incentivo de la gloria, ¿ no es aca-
so por un efecto de estos errores y de esta
inconstancia de las leyes, el asilo de la depra-
vacionoy de los vicios? ¿La corrupcion de las
rnugeres, acaso no se debe en gran parte á la
corrupcion de los hombres corrompidos por
las actrices? Sus gracias simuladas, los varios


(1) Este mismo motivo debe hacer á . 1 0s 0, 0£de los sabios mucho mas
• respetables á los qué han


sabido elevarse hasta la mas sublime virtud des-
de este estado de abatimiento. El teatro nos


• haofrecido y
sexo hombres dignos de la mas justa estimacion,
D° solamente por su virtud y elevacion de:,sus al-Towo


nos ofrece todavía en el uno y ctro




242- Ciencia
modos de agradar que ellas han imaginado,
su simulacion y su impudencia, debían nece-
sariamente hallar imitadoras luego que tu-
vieran adoradores. La setlora debió parecer
actriz para agradar al hombre alternativa-
mente corrompido y corrompedor ; y la misma
mano que se esforzaba á levantar en el tea-
tro sobre las ruinas del vicio los trofeos de
la virtud , por un efecto de estas leyes fué la
causa inocente del triunfo opuesto.


Ved cómo las leyes modernas sin aprove-
charse de las ventajas de los antiguos espectá-
culos, han impedido las que podian producir
los únicos que nosotros tenemos. Los unos y
los otros hubieran podido fomentar eficazmen


-te la pasion que queremos promover, si la le-
gislacion los dirigiese á este fin y los hiciese
concurrir juntamente


á fiemo


objeto con las
otras concausas de que os hablado. Para
conseguirlo deberia precaver los inconvenie n


-tes que los hombres introdujeron en los es-
pectáculos antiguos (r), y los que las leyes


mas , sino tambien por sus talentos. IVIi patria
cuenta algunos entreflualciudadanos, y otros en-
tre los que han honrado:sus escenas. Quanto mas
raras son estas exeepciores; tanto mas honoríficas
son para los que las merecen.(i) ¿Quién no sabe las obscenidades que se
introdujeron en los juegos florales de Roma coa


de la legislacion.
243


han. introducido en los modernos. La ley de-
beria modificar la palestra antigua y purifi-
car el teatro moderno; desterrar la ferocidad
y la indecencia (i) de aquéllos y de éstos, la
necedad , la seduccion y la infamia. Deberla
imitar las leyes de los antiguos, dando á la
juventud diversiones y egercicios que fortifi-
casen el cuerpo y el espíritu, y á estos egercl-
dios premios que fomentasen la gloria ; pero la
eleccion de estos egercicios deberia ser arregla-
da por la condicion de los tiempos y de los lu-


ql progreso del tiempo y guando se corrompie-
ron las costumbres? La sátira sexta de Juvenal
nos hace una horrible pintura de esta deprava-
rion. Es bien conocido el suceso de Caton que
refiere Valerio Máximo lib. 6. cap. io. y Séneca
en su carta 97.


( 1 ) Todo el mundo conocerá que yo quiero ha-
blar aquí de la desnudez de los Atletas en la Gre-
cia, y de la de los combates de los gladiadores delos Romanos, la qua] deshonraba á los ojos (' :1
sabio la augusta magestarl de aquellos juegos, en
los que se introdujo este abuso mucho mas tar-
de, esto es, en la olimpiada 87. como lo refiere
Tucídides. Los combates de los gladiadores ori-
ginados de la grosera supersticion de honrar con
la sangre humana la memoria de los muertos,
seguramente no merecian hacer parte de aquellos
espectáculos, á los quales conduela la pasion de
la gloria á los ciudadanos libres y virtuosos. Pera


(2 2




244 Ciencia


gares, y por el gran principio de la oportu-
nidad (1).


La ley deberia dar á estos egercicios una
cierta variedad y medida que excitase el pla-
cer y lo aumentase, y precaviese la desagra-
dable saciedad ; sujetarlos á la inflexibilidad
de sus reglas para impedir toda alteracion
perniciosa , y hacer amable la exáctitud de
la disciplina extendiéndola hasta los pla-
ceres. Con estos egercicios debería instituir
los espectáculos, y por medio de ellos recor-
dar la virtud y la gloria de algun ciudadano
que la hubiera merecido.


Hada servir el teatro de dos maneras para
inspirar el amor de la gloria, es á saber, cor-
rigiendo la opinion pública, determinándola
á estimar lo que verdaderamente es estima-
ble , y celebrando alguna accion grande de
algun ciudadano benemérito , y si podia ser de
alzan contemporáneo ilustre. Introducida a-


por nuestra desgracia no hay institucion hum a
-na, que no lleve consigo alguna imperfeccion•


(1) Esta institucion sería mas fácil de egecu-
tar, , porque la juventud en nuestro plan de edu-
cacion pública habria ya adquirido el hábito y
el gusto de esta especie de placeres y egercicios,
y continuaría con la misma aficion los afios que
suceden á la emancipacion, que erigen como 51
ha dicho la segunda educación.


de la legislacion. 245
quena especie de música, cuya mutacion mi-
raba Platon como una de las causas de la de-
cadencia de su patria (r). Para facilitar y mul-
tiplicar los efectos de un teatro tan bien diri-
gido, sería necesario dejar la entrada libre á
todos los ciudadanos, y no poner una puerta
mercenaria entre el pueblo y las lecciones de
virtud. Sería necesario destruir no solo la in-
famia de estos hombres que la razon debe
mirar como sacerdotes de la gloria , y ha-
cer ciudadanos á los actores , sino trabajar
para que los mismos ciudadanos corno en
Atenas fueran actores (2). De este modo, ade-
más de la utilidad que la legislacion podría
sacar de los placeres y espectáculos públicos,
hallaria-Cambien una multitud de medios pro-
pios para establecer, fortificar y extender la
pasion de la gloria.


(r) Véase su tratado de Legibus.
Á (2) Demóstenes nos ha conservado dos leyesticas relativas á este objeto. Voy á referirlas
para manifestar quánta importancia debe darse á
lo que he dicho.


Primera. ignominiosos in choro saltantes de
.rcena deturbare fas esto.


Segunda. Hospes in choro ne saltato, si se-
cta' fecerit choragus »dile drlichmis nialctator.
Véa.se á Demóstenes ea la oración contra Lep-


rb~bliwzdag




246 Ciencia


CAPÍTULO XLVI.
01 jecion.


D emos un nuevo paso ácia la evidencia y
suministrémos á esta parte de la ciencia legis-
lativa toda la luz que puede recibir. No nos
abandonémos á sola la penetracion de un lec-
tor inteligente y profundo, y prevengamos
una obiecion que seguramente él no me baria,
pero no dejarian de hacérmela la mayor parte
de los que leerán este libro. No hay historiador
moralista, ni poeta que hablando de la corrup-
cion de las costumbres de un pueblo, no atribu-
ya la causa á las riquezas y á las consecuencias
que proceden de ellas. No hay nadie que haya
sospechado la posibilidad de una excepcion á
los hechos, á los raciocinios y á las declama-


Cines. Estas dos leyes Áticas tenian una relacion
con la que arreglaba la condicion de las personas
que podian combatir en los juegos olímpicos. Ca-
da


.Atleta debia presentarse a] pu. eblo antes de en-
trar en la arena, y el araldo preguntar en alta
voz: ¿ hay alguno que pueda acusar á este hom-
bre de ser esclavo , ladron ó infame ? Sí había
una acusacion semejante, el Atleta debía justi-
ficarse 6 no presentarse al combate. Véase á
Meursio en el lugar citado.


de la legislacion. 247
clones, sobre las quales está apoyada esta opi-
nion. La imposibilidad de crear , sostener y
establecer en el estado actual de las cosas la
prosperidad de un pueblo , sin adquirir, con-
servar y establecer la riqueza pública ; esta
imposibilidad tantas veces confesada por no-
sotros y demostrada en esta obra, sería la
menor del silogismo con que la mayor parte
de mis lectores creeria echar por tierra todo
el edificio que hemos procurado levantar.


Para destruir esta objecion conviene exá-
minar quáles son las verdaderas causas por las
que las riquezas se han hecho, son y podrán
siempre ser la fuente de la corrupcion de los
pueblos; y ver despues si se hallarian estas
causas en el pueblo, donde el sistema legis-
lativo que forma el objeto de esta obra se
seguirla en todas sus partes. Este es el ob-
jeto y el motivo de los dos siguientes capítu-
los con los quales egecutando lo que en el
plan de esta obra he prometido , procuraré
destruir una opinion tan errónea como comuo
Y perniciosa.




948
Ciencia


CAPÍTULO XLVII,
De las verdaderas causas por las quales las
riquezas se han hecho, son y pueden ser las


fuentes de la corrupcion de los pueblos.


La naturaleza, ó por mejor decir el Cria-
dor , ¿ ha separado en la tierra la virtud
de la felicidad, ó antes bien las ha unido con
los vínculos mas estrechos? ¿Se debe acaso
suponer tanta injusticia en sus leyes , tanta
extravagancia y locura en las emanaciones
de su voluntad ? Si el vulgo crée hallar mas
frecuentemen t e separados que unidos estos
dos bienes, ¿tiene acaso las verdaderas ideas
de la virtud y de la felicidad del virtuoso
y del feliz ? Sus juicios fundados sobre la
opinion , ¿deben acaso prevalecer á los del
filósofo, fundados sobre la ciencia (r)? ¿Quál
ha sido sobre esto la manera de pensar de la
filosofía antigua? Aquella filosofía misma que
parece que daba tanto peso al argumento que
se hace contra nosotros, ¿ha dudado jamás de
la union de estos dos bienes, y de la indi-


(1) Véase la sublime idea de Platon relativa
á esta diferencia de la opinion y de la ciencia en
sus diálogos 6. y 7. de República.


de la legislacion 249
solubilidad de sus relaciones? ¿En qué con-
sigla la felicidad de Sócrates y el deleyte
Epicuro? Si el primero buscaba la virtud en
la felicidad y el otro la felicidad en la virtud,
¿este disenso aparente no suponia quizás un
consentimiento real sobre el vínculo que une
la una con la otra, y que las hace indivi-
sibles?


Todo el tratado de república de Platon;
esta obra maestra de la sabiduría antigua
tantas veces citada, calumniada, y tan poco
entendida; esta imagen política destinada á
establecer una verdad moral , ¿ qué otra co-
sa es sino una demostracion sublime y pro-
iuncla del vínculo.. de que hablamos? ¿qué
otra cosa era la imperturbabilidad estoyca, si-
no el esfuerzo insensato de hacer á la felici-
dad independiente de las causas externas para
darle aquella constancia que se queda comu-
nicar con él á la virtud?


Los principios de Cenon y la tabla de Ce-
bes ¿ no nos confirman por ventura el consen-
timiento de las escuelas y de las sectas mas
discordes entre sí sobre el indicado vínculo
entre la felicidad y la virtud (1).


Mas no hagamos al lector el agravio


(a) Véase á Dióg. Laert. Vidas de los Filóso-
fos, lib. 7 . Epitecto en su Enchiridion, y la tabla
de Cebes el Tebano.




250 Ciencia
de demostrarle lo que no deberia ignorar,
ni impugnar y sospechar de él , que piense
como el vulgo mas grosero é ignorante. Pa-
semos al objeto por el que le hemos recor-
dado este principio, y apliquémoslo á la cues-
tion que se disputa.


Si las riquezas de un Estado conducen á
la felicidad de un pueblo ¿por qué no debe..-
rán conducir á la virtud? ¿ por qué motivo
deberia disolverse en este solo caso aquel vín-
culo tan indisoluble que hay entre la virtud
y la felicidad? Si la experiencia nos hace ver
que la corrupcion de algunos pueblos acom-
paña á sus riquezas, ¿quál es la razon? ¿No
nos debe decir que en estos Estados las rique-
zas en vez de conservar y aumentar la felici-
dad de estos pueblos , han disminuido y des-
truido la que tenian ?


¿Por qué de estos hechos particulares S'
de aquel principio general no deducimos una
consecuencia que combine los unos con los
otros , y que igualmente dependa de ellos?
¿ por qué se concluye que las riquezas se
oponen á la virtud de un pueblo guando se
oponen á su felicidad , y son útiles á la virtud
guando lo son á la felicidad ? Hagamos de
esta consecuencia tan luminosa, como n ue


-va, el objeto de nuestro examen. Veamos por
qué causas las riquezas pueden impedir 6 des'
truir la felicidad de un pueblo, y hallarérnos


de la Zegislacion. 25Y.
las verdaderas causas por la quales pueden
impedir 6 destruir su virtud.


Si un pueblo pobre y virtuoso conquista
y sujeta á un pueblo rico; si el egército ven-
cedor conduce á la patria además de los pri-
sioneros hechos en la guerra, tesoros inmensos
que ha usurpado á los vencidos; si las pres-
taciones y tributos á los quales les ha conde
nado , prolongan y perpetúan los beneficios
de la victoria , este pasage rápido é instan-
táneo de la pobreza á las riquezas, ¿favore-
cerá por ventura la felicidad de este pue-
blo, ó le privará antes de la que tenia? Ad-
quiridas no con los sudores de la agricultura,
con la industria del artífice, y las especula-
ciones de los comerciantes, sino con la vio-
lencia de las armas, y el éxito de la guerra,
¿quál será su efecto en el pueblo que las
poséejos, ? La cesacion de sus ocupaciones y tra-
bajos, gusto de la inaccion y del Ocio, el
deseo vano de los placeres facticios incapa-
ces de proporcionar la felicidad guando no
están preparados y condimentados por el tra-
bajo, el tédio enemigo de la felicidad y de la
virtud, las cabalas, las intrigas y todos los des-
órdenes que necesariamente hacen insufrible la
'v ida al hombre holgazan y ocioso; en pocas pa-Li bras, la pérdida de los apoyos y de los ins-
tru mentos mas necesarios de la verdadera fe-
licidad,


la adquisicion de las fuentes mas fe-




252 Ciencia
tundas de la corrupcion y de los vicios. E/
espíritu militar y las antiguas instituciones
resistirán algun tiempo á la perniciosa accion
de estas fuerzas, pero al fin deberán sucum-
bir. Este es el caso de Roma y de muchos
otros pueblos guerreros de la antigüedad.


Si un Estado adquiere riquezas por medios
frenos violentos y mas pacíficos , pero por
los errores de las leyes, y los vicios del go-
bierno, éstas se concentran en pocas manos,
;esta distribucion desigual será favorable ó
contraria á la felicidad del pueblo ? La po-
breza que se puede sufrir en la igualdad , ¿no
se hará intolerable á la vista de la opulencia?
Las privaciones indiferentes en sí mismas,
guando no se conocen los deleites , acaso
continuarán en serio aun guando éstos se co-
nozcan? La humillacion junta con la miseria,
¿no duplicará la infelicidad? La subsistencia
¿ no será por ventura mas dificil en un pue-
blo donde la muchedumbre es pobre y pocos
los ricos, que en aquel donde todos son po-
bres (i)? La libertad civil que no se puede
debilitar sin destruir la felicidad social, ¿ po-
drá conservar su vigor entre el exceso de la
opulencia y el de la pobreza?


Si llega á disminuirse la felicidad de la


(x) Véase el cap. 3. y 4. del a. lib, de esta
obra.


de la legislada:,
muchedumbre pobre, y á destruirse en este
pueblo, ¿será acaso favorecida de la de los
pocos ricos ? ¿ Su felicidad aparente y en-
vidiada , estará acompañada de la felicidad
real ? La inaccion y el tedio, ¿no acibaráis
sus placeres ya debilitados por la facilidad ex


-cesiva de experimentarlos? La desproporcion
entre las necesidades y los medios para satis-
facerlas, ¿no es siempre igualmente contraria
á la felicidad en qualquiera parte que esté el
exceso? Después de haber gozado y abusa-
do de todos lo' á placeres , ¿ no llegarán al
punto en que los' extremos se tocan y em-
pieza el dolor? La ausencia de todas las pa-
siones, ¿no incomodará á estas infelices víc-
timas de la abundancia y de los deleites?
Buscar vanamente los deseos, ; no será tan
doloroso para dios como lo será para otra
clase buscar inútilmente los medios de satis-
facerlos ? La industria misma ':que acompaña
á la medianía de la fortuna y- excita en ella
un sentimiento tan dulce , ;7no está igual-
mente apartada del extremo de la miseria que
del de la opulencia ?


Si despues de haber visto la influencia
q ue esta especie de riquezas tiene sobre la fe-
licidad de este pueblo, pasamos á considerar
la que tiene sobre las costumbres, ;no halla-
rémos que la misma causa que la hace des-
tructora de su felicidad, la hace tarribien una




254 ciencia
fuente de corrupcion ? Quando las riquezas
están en pocas manos, ¿de qué sirve el tra-
bajo y la industria para adquirirlas? La baje-
za, la vileza, la cabala y el fraude, ¿no serán
los caminos únicos por los quales se puede
pasar de la miseria á las riquezas, y de la opte-
sion á la violencia? El pobre que quiere ser ri,
co , ¿ no debe pasar en este caso por todos los
puntos del abatimiento, y por consiguiente por
todos los vicios que éste exige_ y supone? La
avaricia que puede no ser la pasion dominan,
te de un pueblo rico guando- las riquezas es,-
tán bien distribuidas, ¿ podr1:09•serio en aquel
donde están tan mal repartidas? El hombre
que tiene bastante para atender á sus necesi-
dades con un , uso moderado de sus fuerzas;
¿está acaso .dispuesto á esta . pasion como el
que se •consume en la indigencia? Si en un
pueblo.'dondt las riquezas .están bien distri-
buidas ,,elas distinciones que, éstas producen
son muy pocas , y en el que están mal repar,
tidas son mochas , ¿ dónde serán éstas mas
deseadas y buscadas? Si el primero de estos
pueblos puede ser dominado de pasiones grao,
des y nobles, como lo hemos probado, ¿po-
dria jamás serlo el segundo? La vanidad ¿no
deberá dominar en este pueblo en los pocos
ricos, como la avaricia en el gran número de
pobres? El rédio que conduce á la frivolidad,
4 no los llevará tatnbien á la vanidad que.: ',1


-1,


de la legislacion. 255
una consecuencia inevitable? Y estas tres fuer-
zas combinadas además de impedir que naz-
can las virtudes, y producir muchos vicios,
-no introducirian la galantería que pone el
sello á la obra de la corrupcion?


La prostitucion pública puede arraigarse
en un Estado en medio del heroismo y de la
virtud. La Grecia y Roma tenian cortesanas
en los tiempos mas célebres por sus buenas
costumbres ; pero la galantería no se intro-
duce sino guando faltan el heroísmo y la vir-
tud, porque no puede existir con las pasiones
que las producen , es efecto de muchas pe-
queñas pasiones, y no puede nacer ni exten-
derse sino con el odio , el tedio y la,frivoli-
dad. En un pueblo donde ésta reyna , la de-
pravacion del sexó mas fuerte se comunica al
mas débil, y la del mas débil sostiene, forti-
fica y extiende la del mas fuerte.


Las mugeres son siempre las últimas que
se corrompen; pero guando lo están propagan
fácilmente la corrupcion con el mal egemplo,
con los consejos insidiosos , y con el ridí-
culo que es todavía mas funesto que aqué-
llos, con, sus gracias., sus artificios , sus lágri-
mas, su dolor, sus enfados y su cornpasion;
con la proteccion que dispensan y procuran
á los hombres dignos de su interés; en fin,
con el imperio que adquieren desde el prin-
cipio en sus familias , y despues extienden




256 Ciencia
sobre los magistrados y sobre las leyes.


áQuál podrá ser este estado de las cos-
tumbres guando está destruido el asilo de la
inocencia , y está profanado el santuario del
matrimonio ? á Qué hombre tendria pudor
guando ya no tienen vergüenza las mugeres,
y qué freno tendria el pueblo guando los que
deberian servirle de modelo triunfan en el
oprobio , y por el mas vergonzoso trastorno
de la opinion ennoblecen la depravacion y el
vicio ?


Este es el estado en que se hallan actual-
mente la mayor parte de los pueblos de Eu-
ropa ; y así la misma causa que hace á las
riquezas destructoras de su felicidad , es de-
cir , el exceso de la opulencia de pocos y el
de la tniseria de muchos, sirve tambien para
corromper sus costumbres. Prosigamos este
importante examen,


Si en un Estado que posée ricas minas y
una balanza de comercio enteramente venta-
josa, las leyes no han sabido dar una salida
conveniente á la cantidad supérflua del nu-
merario que en él se acumula, á quál será el
efecto de este exceso de riquezas en la fe-
l icidad del pueblo ? La prosperidad aparen-
te y efímera que le darán á no se convertirá
bien pronto en una calamidad verdadera?
Quando la poca estimacion del numerario
habrá hecho crecer excesivamente el precio de


cíe la legislacion. 257
tas mercaderías y de las obras manufactura-
das, guando no pudiendo ya sostener la con-
currencia del extrangero no podrian ser tras-
portadas fuera del reyno ni consumidas dentro,
quál será la suerte del ciudadano en medio


de sus tesoros (1)? El propietario no podrá
cultivar sus tierras, el colono no hallará don-
de emplear sus brazos , el artesano no po-
drá egercer su arte, el comerciante no sa-
brá cómo y en qué objeto aplicar su activi-
dad y sus especulaciones. Miserable y ocioso
sin participar del exceso de la riqueza pú-
blica , sentirá todo el peso de la pobreza in-
dividual. Abandonará al principio las ocupa-
dones , la industria y la fatiga , porque no
hallará en qué emplearlas; y guando el ex-
ceso de las riquezas habrá desaparecido, las
aborrecerá por el hábito y el afecto de la
ociosidad que ha contraido. El ocio establece-
rá y extenderá el imperio triste y vicioso
del tedio y de la frivolidad , de la vanidad y
de la galantería. El amor y el hábito de la
inaccion perpetuará la miseria. Esta dismi-
nuirá los matrimonios y multiplicará los li-
bertinos , el celibato destruirá la poblacion,
los cortejantes y libertinos corromperán las


(1) Véase e] cap. 38. del segundo libro de
esta obra , donde difusamente se ha hablado de
esta materia.


Tomo /X.




253 Ciencia
mugeres, las quales corrompidas propagarán
la corrupcion de los hombres , y todas estas
fuerzas unidas y otras que por brevedad omi-
to originadas de la misma causa, es á saber,
de lo supérfluo detenido , concurrirán igual-
rnente á apartar léjos de este pueblo la feli-
cidad y la virtud.


Hé aquí el estado de algunos otros pue-
blos de la Europa (t). De qualquiera manera,
pues, que observémos las cosas , siempre ha-
llaremos , que las mismas causas que pueden
hacer á las riquezas de un pueblo destruidoras
de su felicidad, son tambien las que en reali-
dad pueden corromper sus costumbres.


Mas estas causas i existirian en un pue-
blo en que se adoptase el sistema legislativo
que forma el objeto de esta obra? Sus rique-
zas introducidas, adquiridas, y conservadas
en sus justos límites , y distribuidas por los
medios que hemos propuesto, z podrian dejar
de influir en su felicidad ? y por su influjo
t. no se promovería la virtud ? Léjos de impe-
dirla, z no podrian ser tales , como las hemos
considerado, esto es, una de tantas concausas
que concurririan en este pueblo á establecer
su imperio bajo los auspicios de las dos pasio-
nes, de las quales hemos hablado ? Veainoslo»


(1) Véase el citado capítulo del segundo
libro,


de la legislacion.


259


CAPÍTULO XLVIII.
De la ausencia de estas causas en el pueblo
que adoptase el sistema legislativo que forma


el objeto de esta obra.jo trastornemos la unidad, el órden y la
conexion-de nuestras ideas; recordémoslas á
nuestros lectores, y no temamos de conservar
siempre viva esta luz que manifiesta con igual
claridad la verdad y el error , y disipa con
igual utilidad las dudas que podrian obscu-
recer la una y las ilusiones que podrían oc.ul-
zar el,otro. Esto es lo que exige de nosotros
la ciencia, y lo que puede hacer merecer á
esta obra el título que tiene. Esto mismo.es lo
que distingue las obras del momento, de las
que durarán siglos , y lo que hace admirar
aun hoy algunos libros de la antigüedad, y
hará olvidar 'muy pronto los de muchos mo-
dernos famosos.


En el segundo libro de esta obra , guan-
do tratamos de las riquezas y de los me-
dios de introducirlas , distribuirlas y difun-
dirlas en un Estado ; guando manifestamos
la debilidad, los males y peligros á que ex-
pone la pobreza á los pueblos en el estadopresente de cosas ; guando considerarnos la
agr icultura, las artes y el comercio, estas tres


2




6o Ciencia
fuentes de las riquezas, corno otros tantos
apoyos necesarios de su prosperidad interior
y de su fuerza en lo exterior ; guando hemos
mostrado que la libertad misma no se podria
hoy conservar sin las riquezas , z quál es la
idea que hemos expresado con esta palabra?
¡qua' es la que nos hemos formado de un
pueblo rico? i qual es la riqueza que hemos
deseado y procurado? z quál es la que hemos
temido y evitado?


No hemos propuesto á un pueblo pobre la
conquista de un pueblo rico , ni considerado
la violencia de las armas y la fortuna de la
guerra como una fuente de riquezas ; no la
hemos contado entre los medios que deben
introducirlas en un Estado.


No hemos llamado rico á un pueblo en el
que hay pocos ricos y muchos pobres, muchas
riquezas, pero en pocas manos.


Léjos de celebrar la prosperidad de un
pueblo en el que sea introducido y amon-
tonado una cantidad excesiva de numerario
por la riqueza de sus minas, ó por los benefi-
cios de su comercio, hemos demostrado los
males que dependen de este exceso y los me-
dios oportunos para precavarlost y destruirlos.


Hemos buscado las riquezas en la agri-
cultura, en las artes y en el comercio en es-
tos beneficios sólidos , duraderos, y pacíficos,
del trabajo de la ocupacion de los hombres,


de la legislaciott„ 26 r
y de su industriosa y enérgica actividad. He-
mos llamado rico al pueblo donde las rique-
zas son tales, y tan bien distribuidas y difun-
didas, que cada ciudadano con un trabajo pru-
dente de siete tí ocho horas por dia , pueda
atender cómodamente á sus necesidades y
mantener su familia; y donde la cantidad del
numerario no es desproporcionada ni por de-
fecto ni por exceso al goce y á la conserva-
clon de este estado de prosperidad.


Fara conseguirlo hemos indicado las leyes
propias para dividir las propiedades y multi-
plicar los propietarios , para destruir las gran-
des masas que hacen la opulencia de pocos y
la miseria de muchos, poner en eirculacion
los fundes que hoy quedan siempre en las
mismas manos; y hacer divisible y enagena-
ble lo que hoy es indivisible é inagenable.


Destruyendo los obstáculos que se oponen
á los progresos de la agricultura, de las artes,
y del comercio, se quicarian aquellos males
que producen los miserables y los ociosos,
que destruyen la proporcion que debe haber
entre el salario para que sea agradable, útil,


cornun; que lo hacen odioso é insoportable,
porque es insuficiente y excesivo; que destru-
yen la industria, porque la privan de aquella
libertad que es necesaria para su movimiento
Y para sus efectos; en pocas palabras, conde-
nan una parte de la nacion al ócio y la otra á




262 üi e cia
la indigencia , y las dos á la infelicidad y á
los vicios que procesen de estas dos causas.


Á estos males que destruiria nuestro sis-
tema de legislacion, substituida aquellos bie-
nes que darian al pueblo la actividad, sin la
qual no hay felicidad ; la energía, sin la qual
no hay virtud. Colono


-y propietario, comer-
ciante ó artífice el ciudadano tan léjos del
trabajo como del ócio, del tedio como del
tormento, hallaria en estos diversos objetos
de su ocupacion ó de su industria un instru-
mento igual de su felicidad y un apoyo -at'Sti
virtud. La necesidad de vivir , 6 el deseo dé
mejorar su suerte, no le conducirían á las sa-
las de los ricos , ó á las especulaciones de la in-
triga y de la vileza. Las fuerzas de su cuerpo
6 las facultades de su espíritu le ofrecerian
medios mas fáciles para su subsistencia, 6 cam-
pos mas vastos para sus esperanzas. La capi-
tal no sería la sima donde se sumiesen las ri-
quezas y los hombres. Los medios con que
nuestras leyes conseguirian la distribucion
de las unas , procurarian la división de los
otros. Menos pobladas las ciudades, mas po-
blados los campos , los hombres menos uni-
dos y mas esparcidos serían además menos
molestos y mas tranquilos, mas felices y mas
virtuosos.


La opulencia pítblica y la ausencia del
ócio, multiplicando los matrimonios, é


de la legislación. 163
pidiendo la galantería, favorecerían la felici-
cidad de las mugeres y la de los hombres, y
sostendrian en las unas y en los otros el dul-
ce imperio de la virtud.


Las lágrimas de la indigencia y los va-
pores del tedio no cerrarian el corazon de los
ciudadanos á las dos pasiones que deben do-
minarlos, si ha de dominar la virtud. La pa-
sion de la patria y de la gloria tambien se en-
cenderian con el sentimiento de la felicidad,
y de la elevacion que ésta produce en el áni-
mo, y por la energía que este estado de pros-
peridad dispertaria en todas las clases del
pueblo (r).


Las contribuciones prescritas por nuestras
leyes, por su intensidad, por su naturaleza, y
por el modo de cobrarse, no impedirían nin-
guno de estos felices efectos; no acostumbra-
rian ninguna porcion de ciudadanos á la vio-
lencia, á las opresiones, ó á los fraudes; no
fomentaría alguno de tantos males que na-
cen y dependen de esta causa, ni de tantos
vicios q


lu
u jeo proceden de estos males.
El


,


que
y


hemos creido conducente á la
reparticion al equil brio de las riquezas,
no se dirigiría á una insana ostentacion que


(t) Véase lo que poco antes hemos dicho so-
bre esta materia en el cap. XLII. y XLIV. de
este libro.




254 Ciencia
disminuye los placeres de la vida, y que no
alimenta sino la vanidad. Las leyes que pro-
tegerian la agricultura, las artes, y el comer-
cio, despoblarian las salas y las caballerizas
de los ricos, y las que apartarian á toda la
nacion de la vanidad separarian la ostenta-
don del lujo. Reducidos al goce de las cosas
que aumentan la comodidad y los placeres
inocentes y útiles de la vida, el lujo adquiri-
ria entonces una influencia favorable sobre la
felicidad , y por consiguiente sobre las cos-
tumbres. El vínculo que une la felicidad y la
virtud se venia aún en las bellas artes que el
lujo fomenta, y en los efectos que se conse-
guirían, los (piales dependen del enlace ocul-
to , pero indudable que hay entre lo bello y
lo bueno.


La influencia tácita pero poderosa de las
dos pasiones que se introducirian, establece-
rían, extenderian , y se fortalecerían en un
pueblo por tantos medios diversos, instituidos
segun nuestros principios, extendiéndose so-
bre todos los objetos de las acciones civiles,
se manifestarla frecuentemente en el uso de
las riquezas privadas. Construir un camino
público, levantar un edificio público, reparar
una calamidad pública, socorrer una familia
benemérita de ,


la patria, animar ó promover
un descubrimiento útil, serian muchas veces
el objeto de los gastos y de la gloriosa y be-


de la legíslacion. .265
nérIca emulacion de los mas ricos. La nacion
única de la Europa, donde estas dos pasiones
conservan aún algun vigor , aunque esta
muy lejos de tener aquel imperio que adqui-
rida con nuestro sistema legislativo, nos ofre-
ce muchos hechos de esta naturaleza que
bastan para justificar nuestras esperanzas. Las
subscripciones libres tan frecuentes en In-
glaterra y tan desconocidas en otras partes;
que tantas veces han protegido la seguridad
de la nacion , y siempre la han llenado de
gloria; que distinguen los ricos ingleses de
los de las demás naciones , nos hacen ver
bastantemente que las riquezas fomentan la
virtud, guando ésta és fomentada por las pa-
siones.


Concluyamos:.se-vé por lo que hemos dr-
cho, que ninguna de las causas que pueden
hacer las riquezas corrompedoras de las cos-
tumbres de un pueblo, existirían en el que
adoptase nuestro sistema legislativo; que léjos
de producir estos males fomentarían los bie-
nes opuestos, excitarian á la virtud favore-
ciendo la felicidad, y especialmente el domi-
n io de las dos pasiones que deben producir
la union de la voluntad con la obligacion,
Y que como hemos visto sería introducida,
extendida , y puesta en vigor por muchas
concausas en el pueblo instituido segun nues-
' ros principios.





266 Ciencia
Entre estas concausas hemos propuesto


la instruccion pública. Veamos, pues, la in-
fluencia., y cómo deberian dirigirla y animar-
la.
leyes.


............ xxxn.


TERCERA PARTE.


eles leyes relativas 4 la educacio«


CAPÍTULO XLIX..
De


-la -influencia.zdraa:.instrucciottpüblica
sobre la, virtud., -y: la felicidad .de- los


c-
• • p.ueblo.r.


a .
ignorancia produce la imperfeccion de


las ,, leYes , y de su imperfeccion nacen los
vicios de los pueblos. Los errores corrom-
pen las opiniones , esto es , corrompen lo
que es mas fuerte que el Sobérano y las
leyes. La ignorancia oculta el bien y el
mal el error confunde lo uno con lo•otro;
-la primera hace al pueblo insensible al bien
que se le quiere hacer, el segundo se lo hace


de la legislacion. 267
aborrecer; la una desanima la mano bienhe-
chora, el otro la combate; y la una y el otro
impiden el bien y perpetúan el mal.


Al principio de las sociedades los pueblos
pueden ser virtuosos é ignorantes. No es di-
ficil formar sus leyes, y hacérselas aceptar.
La evidencia las sugiere (:), y la supersticion
las santifica (a). Mas habiendo llegado á aquel
período del estado civil en que las relaciones
se multiplican casi infinitamente, ya no es la,
evidencia la que las sugiere, sino un conoci-
miento profundo y dificil de estas combina-
ciones; y no las puede hacer adoptar la su-
persticion , sino el conocimiento de estas re-
laciones bien combinadas. En este estado
de la sociedad , la virtud necesita de la ins-
truccion pública para dictar buenas leyes, y
para hacerlas estimar y darles valor.


Un pueblo virtuoso no puede conservar
su virtud sin adquirir las luces y los conoci-
mientos necesarios, y un pueblo corrompido


(1) La uniformidad que se halla en el siste-
ma legislativo de todos los pueblos bárbaros, nos
M anifiesta claramente que la evidencia es la que
Sugiere las leyes, porque en las mismas circuns-
tancias todos han imaginado las mismas leyes.
Véase el cap. 35, del lib. 3 . donde se ha demos-
trad?)


esta uniformidad.
(2) Véase el mismo capítulo que se ha citada,




Ciencia
no puede ser virtuoso sino substituyendo la
instruccion á la ignorancia, y la verdad al
error.


malvado, dice Obbes, es .un niño ro-
busto, sin tener mas que él sino la fuerza del
cuerpo , de la qual ha privado sábiamente á
la infancia la próvida naturaleza, para librar-
la de los males á que éstas conducen guando
no están acompañadas y dirigidas por las
fuerzas del ánimo. En un pueblo que está
en la infancia, la fuerza física es proporcio-
nada á su fuerza moral. La debilidad de la
primera no exige un gran vigor en la segun-
da para ser arreglada y dirigida. Mas si cre-
ciendo los arios, las fuerzas físicas de la vi-
-rilidad no están acompañadas y dirigidas por
las fuerzas morales de esta edad, el pueblo
será como el malvado de Obbes, un niño ro-
busto, que sin experiencia, prevision, ni ju i


-cio, ni razon, guiado de los apetitos y de lo
caprichos de la infancia convertirá en ins-
trumentos de desgracias y de infelicida d , Y
muchas veces de muerte, las mismas fuerzas
que diri gidas. por la razon y por la sabiduría
pública, le hubieran proporcionado y conser


-vado su felicidad. Por lo qual un pueblo pue-
de gozar de una cierta prosperidad 'en medio
de la ignorancia mientras que es !lirio; pero
no puede ni conservarla en la virilidad , n1
volverla á adquirir guando la ha perdido, sgl


de la legislacion, 269
los conocimientos y luces que la instruccion
pública suministra y difunde.


Esta es la verdadera influencia de la
instruccion pública sobre la virtud y la feli-
cidad de los pueblos; y por el indicado vín-
culo que une estos dos bienes, llega á in-
fluir doblemente sobre cada uno de ellos por
los auxilios que mútuamente se ofrecen y se
prestan.


Si los apologistas de la ignorancia y los
de la ciencia hubiesen considerado este ob-
jeto bajo este aspecto , no se hubiesen sumi-
nistrado mútuamente los materiales para im-
Pugnarse ; y ni'unos ni otros hubieran abu-
sad o de la historia para sostener sus partidos
°Puestos. Esta luminosa guía del moralista y
d el político se convierte en un instrumento de
sed uccion y de errores para el que abusa de
ella 6 no sabe consultarla.


Se ha declamado mucho contra el método
escolástico de nuestros padres, y el que se ha
introducido me parece peor. Se proscribe el
raciocinio y se abusa de la experiencia. Lahistoria nos hace ver la ignorancia unas ve-
°`s combinada con la virtud , con la prospe-
c ,dad y con la libertad; y otras con los vi-
kt'a. ) con las desgracias, y con la se han


han re-
\̀,e ; iclo aquellos hechos, y han callado éstos;
'('s del partido opuesto han referido los úl-




270
Ciencia


timos, y no han dicho nada de los primeros.
Upos y otros han tenido sequaces, pero to-
dos han hecho traicion á la verdad, ó se han
apartado de ella, y han perpetuado la duda
que no se puede destruir sino con la verdad.
Sin citar aquí los hechos, que son bien cono-
cidos, sobre los quaies los dos partidos esta-
blecen la defensa de la causa, que se combinen
entre sí, y se verá que no prueban sino la ver-
dad que hemos indicado. Se verá que la igno-
rancia compatible con la virtud y con la pros-
peridad en un período del estado civil, no lo
es en otro ; que sus efectos en la infancia de
un pueblo, no son los mismos que en su ma-
durez; que en este período la virtud y la pres.
peridad pública no pueden ni conservarse ni
recobrarse sin la instruccion pública; que fi-
nalmente reduciéndose su accion solamente a
los términos de la influencia, no debe conside-
rarse como oportuna para producir por sí sola
lo que depende del concurso de muchas otras
causas, y que por consiguiente siempre que ha
estado sola y separada de éstas, no ha podi-
do producir aquellos efectos que necesar ia


-mente hubiera producido estando combina
-da y asociada con estas concausas. Que se re


-corra toda la historia, y estoy seguro que no
se hallará un solo hecho que oponer á esta
verdad, sino que todos la confirman ; y si 1100
halla uno que la establezca plenamente, esto


de la legislacion. 271
no prueba sino que hasta ahora no ha habi-
do ningun pueblo donde todas las concausas,
que en nuestro sistema legislativo se pon-
drian en accion, hayan obrado á un tiempo con
aquella unidad de direccion y con aquel vigor
que es el objeto de nuestros designios, y se-
ría el efecto de la egecucion del nuevo y vas,
to plan que forma el objeto de esta obra. Que
lo juzgue el profundo lector, que la posteri-
dad pueda experimentar los efectos, y entre
tanto ocupémonos en egecutar todas las par-
tes con aquella exáctitud que exige la im-
portancia de la materia , de la qual nos he-
mos hecho deudores á toda la humanidad
desde el punto que hemos empezado á ma-
nejarla.


La instruccion pública , cuya necesidad é
influencia hemos manifestado, es aquella con-
causa que forma el objeto particular de esta
Parte de la ciencia legislativa.


Mas así como las varias partes de una sabia
legislacion se prestan y deben prestarse mú-
tuamente socorros recíprocos , así conviene
exáminar ante todas cosas qué auxilios recibi-
r la la instruccion pública de las otras partes
de nuestro sistema legislativo, y despues pasar
á ver quáles serían los que por esta parte que
le toca mas directamente se le proporcionarian
Y darían.


Con este órden se hará siempre mas sen-




272 Ciencia
sible la unidad del edificio complicado que
hemos proyectado, y el observador atento é
imparcial juzgará con mayor seguridad.


CAPÍTULO L.
De los socorros que la instruccion pública re-


cibiria de las otras partes de este sis-
tema legislativo.


ería necesario ignorar enteramente la his-
toria de los progresos del espíritu humano
para negar las muchas é innegables relacio-
nes que hay entre la instruccion pública y la
opulencia pública , entre el estado de la cien-
cia y las luces de un pueblo, y el de su in-
dustria y sus riquezas. Empezando por la his-
toria del Egipto y de la Caldea, y descendi en


-do hasta nuestros tiempos, hallarémos que
donde empieza la historia de los conocimien


-tos, allí mismo empiezan los monumentos de
esta verdad que jamás se ha desmentido. H a


-llarémos que las primeras semillas de las cien-
cias físicas, morales y políticas empiezan a
desarrollarse en medio de las ricas monarquías
del Egipto y de la Asiria, dejar en íViem fis Y
en Babilonia los preciosos monumentos de sus
progresos, y transmitirnos las sedales de una
perfeccion que la mas remota posteridad les


de la legislacion.
273


ha negado porque quizás no conoció el en-
lace ; pero nosotros tenernos mucha razon de
suponerlo en las naciones y en los pueblos
que fueron la escuela y los maestros de Or-
feo , de Hornero, de Pitágoras y de Platon,
de Solon y de Licurgo, y donde la ciencia
arcana, depositada en sus misterios, contenía
aquellas sublimes verdades que el silencio y
los símbolos ocultaban al vulgo y al profano;
y no transmitian si no despues de largas prue«
has al feliz iniciado (i).


(t) El secreto que era una de las principales
obligaciones de los iniciados, y que se perpetuó en
todos los misterios de la antigüedad, ha dejado
á la posteridad en la ignorancia de las mas su-
blimes verdades que se enseñaban, se profesaban
y se transmitian en estos misterios. A nosotros
no nos ha llegado sino un conocimiento muy su-
perficial de la sabiduría antigua. Debemos ignorar
n ecesariamente los principios mas luminosos de
ella, porque no era permitido divulgarlos. La car-
ta de Platon escrita á Dionisio, en la qua! le re-
cuerda lo que le habia dicho de palabra debajo del
plátano sobre lo uno y trino, y que la sagrada
ley del secreto no le permitia extenderse sobre
aquel objeto ; asegurándole que sus escritos son
muy inferiores á su filosofía; el juramento quehallamos en las obras de Hipócrates de no di-v


ulgar los principios de su ciencia, y no comu-
nic


arlos, sino solamente á los iniciados; la carca
Tomo 1-X.




274 Ciencia
El círculo de oro que adornaba el sepul-


cro de Osimado, y que en los trescientos cin-
cuenta y cinco codos de circunferencia come-
nia todas las revoluciones que el cielo nos
presenta en el curso de otros tantos dias (1):
la magnificencia de los Obeliscos, que eran
los Gnomones de la Meridiana Egipcia (a):


escrita por Alejandro á su muger despues que fué
admitido á los misterios, y la órden que le dió
de entregarla inmediatamente á las llamas des-
pues de haberla leido , nos muestran bastante
quán imperfecto debe ser nuestro conocimiento
de la sabiduría antigua.


(i) Véase á Diodoro lib. s. pág. 19. No se
debe creer que los Egipcios fijando su ario en el
período de 365 dias, no hayan conocido el de-
fecto de aquellas pocas horas que se hallaban en
su calendario. Su ario magro, llamado tambien
ario helíaffi , los defiende ríe esta irnputacion. El
primer mes del ario egipcio se llamaba Theih•
Quando el ascenso helíaco de la canícula caía
en el cija primero de este mes, se decia que el
7'lzath era canicular y se comprehendia bajo el
.nombre de ciclo canicular el tiempo que corría
desde un Tlioth canicular hasta el siguiente. Este
intervalo necesariamente (labia ser de 146o arios
julianos y de 1461 Egipcios, puesto que todo ario
J uliano excedia al arlo Egipcio cerca de seis ho-
ras. Y así este largo período formaba el _ario mag-




no ó helíaco de l'os Egipcios. •
(a) Véase á A l>. en JosefoHeb. adv. Ap. 1*


de la legislacion. 275
el soberbio templo de Belo que Semiramis
habia construido , sobre cuya bóveda estaba
levantado aquel célebre observatorio donde
se hicieron las tablas que Calisthenes envió á
Aristóteles, en las quales se hallaron regis-
tradas las observaciones celestes de tantos
centenares de arios (t) , y donde es muy ve-
rosímil que el sistema solar fué hallado trein-
ta siglos antes que los Copérnicos y Galileos
hubiesen sospechado la teoría (2). Este lujo,
esta magnificencia en los mismos instrumen-
tos de la ciencia y de la sabiduría, nos mani-
fiestan bastante los conocimientos de estos
pueblos precedidos y acompañados de sus
riquezas.


El pasase que hicieron las ciencias á los
Fenicios nos anuncian la misma verdad. Es-
ta república de comerciantes se hizo el depó-
sito de las luces del Oriente despues de haber
Sido el emporio de sus producciones. Los li-
bros antiguos de Sanconiaton (3), y el testi-
monio de los historiadores mas famosos de
32, mas remota antigüedad no nos permiten
dudarlo (4).


(
(1) Simplicio lib. a. Comraent. de calo.
a) Véase á Aristarco Samio que nos ha he-


eho mas oue probable esta conjetura.
(3) Véase el fragmento de este antiguo escri-


Ior refarido por Ensebiopraparat. evang. lib. I.(4) Véase á Estrabon lib. 16. donde habla de
S 2




276 Ciencia
La Grecia y las colonias griegas estable-


cidas en nuestra Italia no hacen sino confir-
marla. Los paises en que Pitágoras, Tha-
les , Xenofanes , Lencippo, Parmenides , Ze-
non , Protágoras y Pirro (1) fundaron sus es-
cuelas , tuvieron sus sequaces y discípulos,
y echaron las primeras semillas de la sabidu-
ría griega hala , fueron como se sabe los pai-
ses de la industria y del comercio. Crotona (2),
Mileto (3), Elea (4), Atenas (5), eran ya co-
merciantes y ricas guando empezaron á oir
las lecciones de sus mas antiguos maestros.


Pasando á Roma, quién no sabe que la
patria de los Camilos y Fabricios fué necesa-
rio que saliese de su antigua pobreza para
producir los Hortensios, los Tulios y Virgi-
lios, los Horacios , Plinios y Varrones.


Volviendo al Oriente en una época, que
es mas cercana á nuestros tiempos, veremos
que á pesar :de los obstáculos de un poder
arbitrario, y de un dogma absurdo, las cien-
cias no dejaron de hacer rápidos progresos en
la cosmogonia imaginada por Mosco que
hácia el tiempo de la guerra de Troya.


(r) Pirro de Elea fundó la célebre secta
eleática.


(a) Justino lib. 3. cap. a.
(3) Diógenes Laercio vitro filos. lib.
(. 1) Estrabon lib. 6.
(5) Xenof. de augendie realitibus.


de la legislacion. 277
a Arabia bajo el reynado de los Califas, en
el tiempo en que la mayor parte de las rique-
zas del Asia, y aun una porcion de las de Eu-
ropa y Africa pasaba á la capital de estos sé-
res misteriosos, que uniendo los derechos del
trono á los del altar , los de la espada á los
del entusiasmo , ventilan los cetros y daban
las investiduras , quitaban la corona á los
unos para darla á los otros, y ponian en con-
tribucion á casi todo el Oriente (1). Sabemos
quán cultivadas estaban en los Árabes de
aquel tiempo la química y la medicina. A
ellos debemos aquellos remedios que 'se lla-
man moderativos , mas suaves, y roas saluda-
bles , que los que la escuela de Hipócrates y
Galeno nos transmitieron.


El álgebra , esta ciencia perfeccionada
sucesivamente por Pacciolo , Scipion Ferrey;
por Tartaglia, Cardano, por Francisco V iete,
por Arriot , por Descartes y Newton, no llegó
á nosotros sino por los Árabes de aquel -tiem-
po. Ellos tradugeron el célebre Almagesto de
Ptolomeo (2); y el autor de esta version lle-
vó tan adelante sus observaciones, que llegó
hasta demostrar que Ptolomeo habia fijado


Bruck hist, Philosoph. tom. 3. pág. 631.
(a) Esta era como se sabe una coleccion de


un gran número de observaciones y de proble-
mas de los antiguos, relativos á la geometría y


vivía




2,3 Ciencia
demasiado al SeptentrionIa.


mayor declinacion
del sol , ó que la oblicuidad de la eclíptica
habla ,sufrido alguna mutacion. Finalmente,
bajo,,e1..gobierno del Califa Almamon se mi-
dió la .primera vez geométricamente un gra-
do del meridiano para determinar la magni-
tud de la tierra.


Volviendo finalmente nuestros ojos al re-
nacimiento de las letras en Europa , y á la
suerte;,que han tenido en los varios pueblos
que Iallabitan , nos confirmarémos aun mu-
cho mas en la indicada verdad. Veremos que
al principio se introducen y prosperan entre
las riquezas que el comercio, la industria y
la autocracia pontifical hacían venir de to-
das partes á nuestra Italia; las veremos cor-
rer por toda la Europa con la misma guía, y
abandonar los pueblos pobres ó empobrecidos;
y no detenerse y prosperar sino en aquellos
en quienes las riquezas han tenido la misma
suerte.,


Todos-estos hechos, esta experiencia ja-
más contradicha, lo que la razon sola indepene
dientemente de la experiencia nos sugiere so-
bre la necesidad de la opulencia para dar al
pueblo pensadores, maestros é instrucciones,


astronomía. Esta coleccion estaba escrita en grie-
go intitulada


.,:mplísinia coleccion. Los Árabes
la llamaron dimugherii , y nosotros Almagesto.


de la legslacion. 279
son digo yo, argumentos convincentes de los
socorros que la parte política y económica
de nuestro sistema legislativo ofreceria y su-
ministraria á la instruccion pública.


Si la opulencia general favorece la ins-
truccion pública, no lo hace menos la libertad
civil. En los pueblos donde ésta se ha debili-
tado ó extinguido, las ciencias y las artes no
han podido tener momentos favorables ; han
podido por algunas circunstancias particu-
lares tener algunos períodos de prosperidad;
pero su• suerte siempre ha sido precaria ,su
difusion- muy corta, y su duracion efímera.
La cultura de los espíritus supone la eleva-
cien de los ánimos, la ausencia de la violen-
cia , el vigor de las leyes , la confianza en
su proteccion, en pocas palabras, la libertad
civil. El goce de estos bienes es tan eviden-
temente favorable á la instruccion pública,
como es evidente que le es contraria su dimi-
nucion ó su pérdida. -


Así las leyes que establecen, fortifican y
extienden la libertad civil, dán al mismo tiem-
po á la instruccion pública uno de los socor-
ros mas necesarios y mas importantes, como
son aquéllos de los quales hemos hablado en
el libro tercero de esta obra, y de los que ha-
blarémos muy pronto (i).


(e) Las leyes relativas á la patria potestad,
Y al buen órden de las familias , de las quales




280 Ciencia
La instruccion pública es tan enemiga de


la supersticion, corno ésta lo es de aquélla.
Por lo qual, por una consecuencia tan cierta
corno evidente , las leyes que promueven la
instruccion pública concurrirán á destruir la
supersticion, y las que destruirán ésta promo-
verán aquélla. El que haya leido el plan de
esta obra podrá preveer quánto podrá con-
tribuir á este fin aquella parte de nuestro
sistema legislativo que tiene por objeto la
religion.


Por una reaccion semejante de los efectos
sobre las causas, la instruccion pública que
corno hemos visto concurriria con tantas otras
concausas á establecer y extender el imperio
de las dos pasiones, sobre las quales en nues-
tro sistema legislativo se fundada el vigoro-
so edificio de las costumbres , recibirla alter-
nativamente de estas dos pasiones considera-
bles socorros. La pasion de la gloria, multi-
plicando los esfuerzos, y las empresas de los
talentos promovería los progresos de la ins-
truccion pública; y la pasion de la patria di-
rigiendo como hemos visto la de la gloria


hablarémos despues , me parece que tienen aún
mayor influencia por la paz que proporcionarían
á las familias, que es uno de los mas necesarios
al hombre que se destina y consagra á las cien-
cias.


de la legislacion, r


á los objetos del bien público, darla á esta.
instruccion la misma direccion.


Así aquella parte de nuestro sistema le-
gislativo que tiene por objeto las costumbres,
favorecería de dos maneras á la instruccion
pública, es á saber, dirigiéndola y promovien-
do sus progresos.


¿Qué socorros finalmente no le suminis-
trada la que tiene por objeto la educacion pú-
blica? No es necesario indicarlos, pues son de.
masiado sensibles y evidentes. El lector debe-
da omitir enteramente esta parte de mi obra,
ú olvidarse de lo que en ella se trata, para
no conocer y ver que todo lo que puede pro-
meterse y desear la instruccion pública de es-
ta educacion, se ha dispuesto y conseguido en.
este plan. t Qué se podria , pues, oponer y
conseguir con esta parte de la legislacion, que
está destinada y dirigida particularmente á
esta instruccion?


Terminar y perfeccionar la obra favo-
recida y auxiliada por las otras partes su-
yas, y por la que es relativa á la educacion.
pública, emprendida, comenzada. ; 'y exten-
dida hasta un cierto punto. Á. esto deben li-
mitarse y dirigirse nuestros cuidados en esta
parte de la ciencia legislativa. Determinado
el fin, pasemos á la investigacion de los
medios.


_ _ _




n82 Ciencia


CAPÍTULO LI.


De los socorros que la instruccion pública re-
cibiría de esta parte de la legislación, que in-
mediatamente es relativa á ella, y ante todas
cosas del nuevo plan sobre el qual deberian


fundarse las universidades de los
estudios.


Volviendo al punto en que hemos dejado
en la parte científica de nuestro plan de edu-
cacion pública, los alumnos de aquella parte
del pueblo, que se destinan á servir á la so-
ciedad con sus talentos, desde donde ahora
debernos partir, hallarémos que concluida la
obra de la educacion tendrian suficientemen-
te abiertos los caminos de la ciencia ,
do en cada una de ellas una parte considera-
ble de esta carrera dificil; que se les habrian
suministrado los auxilios que la cultura de
una ciencia debe tomar de los conocimientos
de las otras, y que para facilitar las disposi-
ciones que los ingenios tienen para diferen-
tes ciencias , no restaria otra cosa que hacer
relativamente á la instruccion de la juventud,
ya emancipada de la educacion pública, sino
fundar sobre un plan muy diverso del que
hoy tienen en toda la Europa las universida-


de la legislacion. 283
des de los estudios, y dar á esta antigua ins-
tizucion una forma nueva que fuese análo-
ga al nuevo uso á que se destinada,, y á las
circunstancias diversas en las quales se ha-
llaria la juventud de que hablamos.


Para manifestar con la mayor brevedad
que sea posible nuestras ideas sobre esta ma-
teria , suponemos que todo lo que hemos
dicho en el sistema de educacion -científica
que hemos propuesto, lo tiene bien entendido
y muy presente en su memoria el lector. Esto
supuesto , podernos sin peligro de ser contra-
dichos , asegurar que el jóven emancipado ya
de la educacion pública que quisiese proseguir
la carrera de las ciencias , y entregarse á su
inclinacion parcial por alguna de ellas con
el fin-de hacer algunos progresos , se hallaria
bastante instruido para conseguirlo por sí
mismo ;,y para acelerar sus pasos, sostener su
carrera, quitarle algunos obstáculos , y librar-
le de algunos errores, la ley le deberia dar
ántes una guia que un maestro; un hombre
á quien consultara, que un orador á quien
Oyera.


Para corresponder á estas ideas, el nuevo
método de instruccion , que deberia pres-
cribirse en las universidades de que habla-,
reos, deberia ser muy diferente del antiguo.
El profesor de una ciencia no deberia ense-
ñarla , ni subir á la cátedra á comunicar




Ciencia,
por un discurso seguido lo que podría ma-
nifestar y publicar con igual utilidad por sus
escritos, ó que el jóven ya provecto podria
aprender eh las obras mejores que sobre aque-
lla ciencia se han publicado. Sus funciones
deberían ser muy distintas, y muy diversas sus
obligaciones. Su ministerio sería menos fácil,
pero mas augusto y mas útil, guando se diri-
giese á ayudar amigablemente al jóven que im•
plora su socorro para disolver una dificultad
que le embaraza , y que podvia. distraerle de
la ciencia, ó hacerle caer en el error ; para pre-
sentarle aquellas grandes ideas que el hom-
bre superior que observa la ciencia en todas
sus partes suministra muchas veces sin adver-
tirlo á quien le pregunta; para dirigirle en la
eleccion de los libros que crée mas oportunos
para el estudio de aquella ciencia; para im-
pedir la pérdida de un tiempo precioso que
la juventud emplea tantas veces en la lectura
de libros superficiales, que causan dos darlos
considerables, comunicándoles la ilusion de
la ciencia y perpetuando la ignorancia real;
en manifestar muchas veces á sus discípulos
la historia del descubrimiento de las verdades
mas grandes que en aquella ciencia se con' •
tienen ; en revelarles los secretos de la invei l


-clon para favorecer los progresos, y hacerles
ver la parte que el acaso y el ingenio han te-
nido en ello; en manifestarles el pasage que


de ¡a legisiacion.
la mayor parte de ellas ha debido hacer del
estado de opinion al de la verdad ; en des-
acreditar siempre que la ocasion se presente
aquel extremo opuesto al antiguo, pero no
menos pernicioso, y con el que de la manía
de dar á las opiniones el peso que se debe á
la verdad, se ha pasado á la de despreciar sin
distincion todo lo que es opinion 6 está en-
lazado con ella; para mostrarles la diferencia
que hay entre las opiniones, que no consis-
ten sino en una nueva combinacion de pala-
bras, ó que en lugar de derramar mayor luz
sobre los hechos de la naturaleza, ó sobre
las ideas de los hombres, falsifican, alteran,
confunden y obscurecen los unos y los otros;
y las opiones , que aunque nuevas y atrevidas
están fundadas sobre la observacion , gene-
ralizan muhos grandes hechos considerados
como solitarios, les asignan una causa coman,
y los explican de una manera mas probable
que ninguna otra hipótesi antes imaginada;
en hacerles distinguir la primera especie de
opiniones que merece el mayor desprecio de
la segunda , que es uno de los medios mas
ctiv s y mas eficaces del descubrimiento de


nuevas verdades , y del progreso real del es-
píritu humano; para animar de este modo el
espíritu de conjetura , y dirigirlo al mismo
tiempo , y para destruir una preocupaciors
que desalienta tanto á los ingenios inventore$




286
Ciencia


quánto favorece la pereza natural del hombre
que es mucho mas permanente quando está
combinada con una especie de aplicacion li-
gera, y por decirlo así mecánica, que alimen-
ta su curiosidad sin excitar la actividad de
su alma ; . en una palabra , el ministerio de es-
tos segundos maestros sería mas dificil , pero
mas precioso, guando se reduciese á conver-
sar de este modo con los jóvenes que concur-
ririan á su escuela , y á prestarles estos so-
corros en vez de pronunciar un discurso no
interrumpido , en el qual el jóven no haria si-
no oir lo que podría leer con Menos dificul-
tad y con mayor provecho. Esto es lo que
deberian prescribir las leyes á los profesores
de las ciencias en las nuevas universidades,
que deberian suceder al nuevo plan de edu-
cacion científica que hemos propuesto. Dejo
á mis lectores que juzguen quán útil sería á
los progresos de la instruccion pública este
nuevo método , y quánto favorecería á los
de la misma ciencia. Indicado este prime_ so-
corro pasemos á los otros.


CAPITULO LII.


De las academias científicas.


La union de Muchos hombres , que baj&ix
vroteccion de las leyes y con su direcciort


de la iegisiacion. 287
trabajan de concierto para el progreso de las
ciencias, y descubrir nuevas verdades, sin du-
da es uno de los principales socorros que es-
ta parte de la legislacion puede suministrar á
los progresos de la instruccion pública. La sa-
biduría con que las leyes de algunos pueblos
de la Europa protegen y dirigen estas socie-
dades científicas ; el conocimiento universal
que se tiene de estas leyes; los efectos que
han producido, y que no nos permiten du-
dar de su perfeccion; el arte que han tenido
de conciliar en ellas la dependencia con la
libertad, y de subordinarlas á las leyes del
Estado sin someterlas inmediatamente á la
autoridad del que las dicta ; la sabiduría,
digo yo , de estas leyes, y la evidencia de las
Pequeñas modificaciones , que las harían adap-
tables á qualquier pueblo, me dispensan de
indicar mis ideas que muchos de mis lectores
conocerán muy bien, y los demás las pueden
adquirir facilísimament e. Ellos no deberían
hacer otra cosa , sino instruirse en las leyes
c'.e aquellas academias de la Europa que han
prosperado mas , y compararlas con las que
han hecho perecer á otras en su mismo naci-
miento , para conocer plenamente lo que se
deberia hacer y lo que se deberia evitar.


Solas tres cosas me veo obligado á pro-
Poner , las quales no son relativas á esta aca-
demia sino á algunos objetos que-el legislador


-




288 Ciencia
deberia expresamente prefijar, y que así por
su importancia como por la conexion que tie-
nen con el plan de educacion pública que he
propuesto, no podian seguramente ser omiti-
das ú olvidadas. La primera de éstas es relativa
á una de las fuentes mas fecundas de los er-
aores, y al modo de disminuirla y destruirla.


La ciencia humana, decia Sócrates, con-
siste antes en la ausencia del error ó de la
falsedad, que en la afirmacion de la verdad (t).
idea profunda , digna del oráculo que la
ha pronunciado, y del divino discípulo que
supo hacer tanto uso de ella (2). Ya lo hemos
dicho y lo repetimos , el mayor enemigo de
la verdad no es la ignorancia, sino el error.
Para descubrir aquélla es necesario destruir
éste; el que quiera multiplicar el número de
las verdades, es preciso que disminuya el
número de los errores.


Despues de. los escritos profundos del
inmortal Loke, no es permitido dudar que
una de las fuentes mas fecundas de los
errores sea el abuso de las palabras, y la po-
ca claridad de las ideas que representan. Car-
tesio antes que Loke habla dicho ya que los
peripatéticos atrincherados detrás de la obs-


(t) Véase el argumento de Marsilio al pri-
mer diálogo de Piaron sobre la república.


(a) Flaton.


de la kÉislacion.
289


¿unidad de las palabras , podian compa-
rarse -á los ciegos 'que para hacer igual el
combate llevasen á un hombre que vé á una
caverna obscura; que este hombre, aladía él,:
sepa hacer penetrar la luz en la caverna, que
obligue á los peripatéticos á que representen
ideas claras con sus voces , y seguramente
triunfará de eliós. El proyecto célebre, y
záálnasequible de una lengua filosófica y uni-
VerSal, en la que cada Palabra tuviese un sen-
tido preciso determinado , no fué imaginado
por Leibnitz , sino para precaver este mal.


Pero mucho tiempo. antes que Leibnitz,
Loite, y Cartesio , los filósofos griegos no so-
lamente habian reconocido el abuso de las pa-
labras como una fuente fecundísima de erro-
res, sino que se habían, servido de este cono-
cimiento para destruir ó al menos disminuir
el mal. Sabemos que éste era uno de los prin-
cipales objetos de la dialéctica antigua, de
aquella, digo , que era bien diferente de la
de los últimos tiempos con la cual se ha
con fundido; de aquella cuyo estudio pro-


Platon en su república al que no hubie-
se dado muchas pruebas de virtud, de fuer-
za de entendimiento, y de constancia de áni-
mo , y no hubiese llegado además á los trein-ta 23 :ons2eo i s:ios de edad (e). Á esta atribuía


( 1 ) Véase el diál. 7. sobre la-Rep. al fin.
T




290 Ciencia
exclusivamente el nombre de ciencia , que
negaba á todas las otras facultades (i). El que
ha leido las obras de este sublime filósofo ha-
brá observado, que su principal cuidado era
determinar el sentido preciso de las palabras
para evitar y destruir los errores que de sta
abuso dependian.


Para seguir, pues, el plan de estos hom-
bres consumados que he citado, y aprove-
charnos de una verdad cuya importancia ha
reconocido igualmente la filosofía de tiempos
tan distantes, propongo una academia parti-
cular que deberia ser la primera de todas las
otras, y componerse de los hombres mas con-
sumados de ellas. Ésta deberia determinar el
sentido de las voces, fijar bien el que los gra-
máticos llaman propio, que siempre es úni-
co, originario, y primitivo; y deducir, arre-
glar, y limitar el figurado, que consiste en la
aplicacion que se hace á un objeto sensible
de una palabra destinada para expresar un
objeto sensible, 6 á un objeto sensible de una
palabra destinada á expresar un objeto in-
telectual; y lo mismo deberia hacer sobre el
sentido extenso que es el medio entre el pro-
pio y el figurado, que consiste en extender
á varios objetos sensibles ó intelectuales una


(i) Véase el precioso lugar del mismo filá-
soto, que se halla en el diálogo citado donde ha-


de la legislacion. 291
palabra destinada propiamente á expresar uno
solo de estos objetos sensibles ó intelectua-
les. Esta academia deberia empezar por aque-
llas voces de las que se ha hecho mayor abu-
so , y sobre las quales por consiguiente se
ha errado mas; y finalmente reparar la po-
breza de la lengua, multiplicar las voces á
proporcion que se han multiplicado ó se mul-
tiplican las ideas, y precaver de este modo
los errores que dependen del abuso ó del de-
fecto de ellas.


ce la distincion entre la ciencia, la fé y la irna-
ginacion , comprendiendo las dos primeras en la
voz mas general inteligencia , y las dos últimas
en la voz upinion. Este filósofo demuestra por
qué la dialéctica sola merece el nombre de cie;;-


• cia , y la geometría solo el de cogitacion, sin em-
bago que una y otra pertenecen á la inteligencia.
Que se me permita copiar aquí una parte de este
lugar profundo.


Nemo auters adversabitur no bis dicentibus,
quód disserendi facultas dumtaxat conatur ordi-
ne certó airea unumquodque, quod ipsum sit in-
venere. Siquidem cater.n artes, aut opinases ho-
minum cupiditatesque respiciunt ; val ad genera-
tiones , et compositiones, val ad culturam eoruni,
qua generantur , et componuntur. Reliqua verte
quas diximus verarum rerum , guagua modo par-
ticipes esse, Geometria scilicét , ejusque- (omi-
tes circa ipsam esscstium quodanimodo soniniant,


T 2




52 Ciencia
Esta institucion, despues del trabajo no


nterrumpido de muchos afios, podria produ-
.:ir un grande efecto. Los hombres que ha-
Dlarian y escribirian aquella lengua podrian
.ntenderse, y transmitir con exactitud sus
deas; se terrninarian las disputas y los erro-
res que el abuso y la falta de las palabras
ocasiona ó perpetúa; se distinguirla , como di-
rémos en otra parte (i), lo que se sabe de
lo que se cree saber; las verdaderas nocio-
nes de las aparentes; y no se tardaria tnu-


sinceré autem quidquam .9b illis cernere irnpori-
bile est, tantisper dio?: suppositionibus kerent,
easquo ratas ,et immobiles aded servant , ut illo-
rum rationem reddere nequeant. Nana ubi prin-
cipito?: quidern ponitur ,id quod est ignoto:» finis
autem , et media ex ignoto tracto invicem con-
nectuntur : conectan; inde assertionem quoniam
pacto scientiam vocernus? Nuiio. Dialectica verá
sola, sublatis suppositionibus ad ipsum princi-
pian; , ut compertum habeas, pergit, ac revera
znimz oculum cieno barbarico obrutum , paulatim
rursum tradt , ac ducit , tarnquant adjutricibus,


ministris quihusdam utenr his artibus a quas
uarravimus. Eas porro nos supe scientias proP-
rer nominovimus. indigent autem
'dio nomine 2c.


(i) Qulndo expondré:7os nuestras ideas rela-
:ivas al arte de definir en el último artículo del
:apículo al. de este IV. libro,


de la legislacion. 293
cho en ver adoptarse los mismos principios
por los hombres en las diversas ciencias.


La otra cosa que propongo, y que no se-
ría de menor importancia, sería la formacion
de los elementos de las diversas ciencias,
que para corresponder al .plan de la educa-
cion científica que hemos propuesto no podria
ser sino la ocupacion de los hombres mas con-
sumados que hay en cada ciencia ; y pe-
dirla la unjan de muchos versados en las di-
versas ciencias para egecutar las verdaderas
combinaciones de ellas en el plan propuesto,
que ahorrarian mucho tiempo, y derramarian
mucha luz sobre las ciencias en general y
sobre cada una en particular. No digo que
todo lo que allí he propuesto no se podria
conseguir sin este medio, ni que los maestros
sabios escogidos por el gobierno, arreglados


dirigidos por la ley, no pudiesen egecutar-
lo por sí mismos; sino que la egecucion del
plan se facilitaria mucho, guando la campo-
sicion importante y dificil de los elementos de
las diversas ciencias fuese uno de los princi-
pales objetos de los trabajos académicos.


Finalmente la tercera cosa no menos in-
teresante que las otras dos , y que no puedo de-
jar de proponer sin faltar á lo que he prome-
tido en el plan de educacion pública (i), es


(1) Véase el cap. 12. de este IV. libro.




294


Ciencia,
la institucion de una sociedad económica,
cuya dirección ha de ser análoga al uso para
que la hemos propuesto. El objeto de esta so-
ciedad económica es la perfeccion de la agri-
cultura y de las artes mecánicas. Sus miem-
bros han de estar difundidos por todo el Es-
tado (1). Cada provincia deberia tener los
suyos, los quales al fin de cada afio se jun-
tasen en la capital de la provincia para juz-
gar y determinar sobre lo que en el mismo
afio han propuesto así los socios de élla , como
los de las demás provincias. La memoria apro-
bada por la mayoría de los votos de toda la
sociedad se habia de remitir despues al go-
bierno, y por éste á los magistrados supre-
mos de educacion de las diversas provincias,


á los de aquella en que habria de poner
en práctica la novedad propuesta. El ma-
gistrado supremo deberia remitirla á los ma-
gistrados particulares de los diversos distri-
tos comprendidos en su provincia , y el ma-
gistrado particular de cada comunidad en-
cargar la egecucion á los custodios que pro-
fesan el arte que se quiere perfeccionar ccin
la invencion propuesta. Uno de los miembros


(a) Para poder conocer los males particula-
res que se deberian quitar, y los bienes que se
podrian substituir á aquéllos en cada par te del
Estado.


de la legislacion. 295
mas vecinos de la sociedad económica diri-
girá los custodios y los alumnos en la ope-
racion que se debe hacer , y procurará ha-
cerles concebir los principios que demuestran
la utilidad de la invencion propuesta. Esta
instruccion , juntando la teoría 'con la prác-
tica, será la mas útil y oportuna para la parte
del pueblo de que hablamos.


Los gastos de cada una de estas experien-
cias deberia.n costearlos los fondos de la edu-
cacion pública, y ceder las utilidades que re-
sultarian á los mismos custodios para animar-
les por este interés á egecutar con mayor afi-
ción las funciones de su penoso ministerio.
Si la experiencia justificase la especulacion,
deberia coronarse la memoria propuesta, im-
primirse y publicarse por todo el Estado. El
gusto de lectura que hemos inspirado en nues-
tro plan á todas las clases de la sociedad;
la ausencia de los errores y preocupaciones
vulgares que se oponen con tanta fuerza á
todas las novedades útiles, y que les hemos
proporcionado por el mismo medio; la ener-
gía que hemos comunicado á nuestros edu-
candos, y que no tardaria mucho en ser co-
mun en el pueblo, que despues de algun tiem-
po no se compondria sino de los alumnos de
la educacion pública, todas estas causas corn,
binadas y unidas á la evidencia de la cape-
tienda, darian á esta sociedad económica una




t295


importancia y utilidad que no podría jamás
'conseguir ni esperar sin estos medios.


Debiendo aplicar naturalmente á la agri-


d
cultura sus primeros cuidados, ¿qué utilida-


es no podria
-
sacar de esta sociedad? ¿qué


mejoras no recibirían sus instrumentos? ¿qué
perfeccion sus prácticas? ¿qué fecundidad no
conocida sus producciones? ¿quántos terrenos
abandonados, porque se ignora ó la naturale-
za de los frutos que podrian producir, ó la
de los socorros que deberian dárseles para
quitarle su antigua esterilidad, se harian fér-
tiles? ¿quántos errores perniciosísimos.se exr-
tirparian? ¿ quántas verdades se adoptarían y
se practicarian? ¿quántos extraños descubri-
mientos, que están muchos siglos desconocidos
de aquellas personas que deberian aprovechar
se, se divulgarían y se practicarian por este me-
dio ? ¿quántos males se disminuirian ó destruí-
rian ? ¿ quántos se evitarían ó se corregirian ,. y
quántos bienes que , on actualmente precarios
inconstantes, serían estables y constantes?Ti-
nalmente, ¿qué utilidad no recibiria todo el
Estado de este espíritu de perfeccion i,que in-
troduciéndose en todas los artes ,se comun-i-
(caria á todas las clases del pueblO i. .y.., :cl.e esta
extension que se daría á una de las,




mas
preciosas de la instyuccion pública; ?- .




Para acelerar este movimiento general
'convendría asociar de tiempo en. tiempo .algo.


de la. legiskcion.
nos agricultores y artesanos mue.,se. distinguen
en su artes á la sociedad económica, y hon,
zar y premiar de este modo su industria y seis
talentos. El hombre de letras no perdería nar
da de su lustre y de su dignidad comUnicán7
dola á estos ciudadanos beneméritos , y la
agricultura y las artes ganarian muchísimo
_viéndose asociadas á la sabiduría. Se aplica-
rían coa mas interés á los trabajos, si la opi-
nion los apreciase y la gloria los coronase'.
¿Quién. podria dudar de este resultado habién-
dose disminuido los obstáculos y. aumentado
.muchísimo los impulsos?


CAPÍTULO Lin.
De la libertad de imprenta.


Si la sabiduría de las leyes no consiste sola-
mente en procUrar el bien, sino en perpetuar-
lo; si,la prosperidad futura no menos que la
presente . , debe reclamar, los sabios cuidados .
del legislador; si debe extegler sus miras has-
ta el fin de los tiempos, felicidad perpe-
tua de los pueblos debe ser el térrninó...tínico
de sus' esperanzas; si su. providencia Paternal
no solo debe procurar destruir los males que
oprimen el pueblo ; . ó,impedir los que, le ame-
nazan, sino tambien rrecavegjos que 00 pue-




20 - Ciencia8
de preveer, y podrían introducirse por cir-
cunstancias extraordinarias y desconocidas; si
una de las mas profundas ideas del legislador
sabio debe dirigirse á conseguir que todo el
cuerpo de la legislacion tenga los remedios
oportunos para reparar las imperfecciones á
los vicios que se puedan descubrir ó intro-
ducir en sus partes, y á contener , por decir-
lo así, en sí mismo la fuente inagotable de
los materiales oportunos para su conserva-
cion , restauracion y reparacion ; si finalmente
la eficacia de las buenas leyes supone la cor-
respondencia de una sábia administracion, y
si ésta depende de la sabiduría del legislador
en darle todos los socorros para conservar y
extender el bien , y quitar los obstáculos que
favorecen ó introducen el mal; sino se puede,
digo, dudar de la evidencia de esta verdad,
tampoco se podrá dudar de la utilidad de la
libertad de imprenta que contribuye maravi-
llosamente á producir estos efectos.


Hay un tribunal en cada nacion que es
invisible, porque no tiene ninguna de las se-


' fíales que podrial-in'anifestarld; pero que obra
de continuo, y es mas fuerte que los magis"
trados , que las leyes , Ique los ministros, y que
el rey; que puede ser pervertido por las rria"
las leyes, dirigido, corregido y hecho justo Y
virtuoso por las buenas, pero que no puede
ni por'las unas ni por las otras 'ser combatidoy


,


de la legislacion. 299
dominado. Este tribunal que per el hecho
mismo nos demuestra que la soberanía está
constante y realmente en el pueblo , y que
no deja en cierto modo de egercerla á pe,
sar de que la haya depositado de qualquier
modo que sea entre las manos de muchos ó
de uno solo, de un senado ó de un Rey ;
este tribunal , digo yo , es el de la opinion
pública.


En un pueblo ignorante y corrompido es-
te tribunal desconoce sus intereses, y con la
om nipotencia de sus decretos perpetúa el mal
é impide el bien. Mas en un pueblo institui-
do segun nuestro plan de educacion pública;
en un pueblo dominado de aquellas dos pa-
siones que nuestras leyes procurarian introdu-
cir , establecer, difundir y dar vigor con tan-
tos m edios; en un pueblo apartado del error,
aproximado á la verdad, conducido á la vir-
tud por todas aquellas concausas que nuestro
sistema legislativo pondria en accion ; en este
Pueblo el tribunal de que hablamos sería sa-bio yy virtuoso , y uniendo estas dos qualida-
cles a su omnipotencia originaria é insepara-
ble, no tendría necesidad de otra cosa que ser
adv


ertido del bien que se podría hacer, y del
mal que se podria evitar para conseguir lo uno


i mpedir lo otro, y perpetuar de este modo
,49. Prosperidad pública introducida y estable-
lelecida tan vigorosamente por la sabiduría del




300 Ciencia
legislador, y confiada prudentemente á la vi-
gilancia de un tribunal tan poderoso y tan
interesado en conservarla.


Mas este tribunal no tiene ni foro ni tri-
buna , no hay en él. comicios ni conciones,


pues de qué manera se le podrá instruir de
la observancia de una ley útil, del defecto ó
del vicio que se ha descubierto en otra, de
un error en que ha caido ó está para caer la
administracion , de un. mal que ha hecho
quiere hacer el gobierno? ¿de quéqüé manera re-
clamaremos sus sufragios en favor de un bien
que debe hacerse, de otro que debe extender-
ee , y de otro que se le debe dar vigor? ¿de
qué manera se le advertirá de los designios de
un ministerio iniquo, ó del abuso de la auto,-
rided de 7.111 magistrado? ¿de qué modo se li-
1‘..rará de aquel sueño en que la prosperidad
misma combinada con la pereza natural del
hombre ha sumergido tantas veces los pueblos
que estaban en. su posesion, y de qué manera
podrá el legislador proporcionar constanteme n


-te, y oponer á la actividad del ambicioso que
maquina y ataca el Estado, la vigilancia de
este tribunal que deberia conservarlo y defen-
derlo? En fin , 5 de qué modo este tribunal pu-
dria corresponder siempre á aquellos planes
del sabio legislador, que se dirigen á sumi-
nistrar al gobierno todos los socorros para
conservar y extender el bien, y quitar tOc19s


de lá kgislacion. 301
los 'obstáculos que favorecen 6 introduce:1
el mal?
• La libertad de la imprenta es este medio,
y así el legislador no debe olvidarla sino que
debe establecerla y protegerla; el interés pú-
blico lo exige, la conservacion de sus leyes,
y la perpetuidad de la suerte feliz del pue-
blo; y lo que es mas, la justicia , esta divi-
nidad inflexible que siempre debe consulta:
y jamás debe desobedecer el legislador, pro-
hibe manifiestamente la privacion de esta li-
bertad. La prueba es sencillísima.


Hay un derecho comun á todo individuo
de la sociedad que no se puede perder, ni re-
nunciar, ni trasladar; porque depende de una
obligacion que contraemos guando entramos
en la sociedad, que subsiste tanto tiempo co-
rno ella, y del qual nadie puede librarse sin
ser excluido de ella ó sin que ésta se destru-
ya. Esta obligacion es la de contribuir quan-
to podamos al bien de la sociedad de que so-
mos miembros, y el derecho que depende es
el de manifestar á la misma las propias ideas
que creemos conducentes 6 para disminuir sus
males 6 para multiplicar su bienes.
' Por esta razon la libertad de imprenta
por su naturaleza está fundada sobre un de-
recho que ni se puede perder ni enagenar
mientras estamos en la sociedad; que es su-
perior y anterior á todas las leyes, porque de-




302 Ciencia
pende de la que las comprende y precede á
todas ellas; que la violencia destruye , pero
que la razon y la justicia defienden; y nos
dicen unánimemente que la autoridad legíti-
ma de las leyes no puede tener mayor influen.
cia sobre el egercicio de este derecho que so-
bre el de los demás, y por consiguiente que
su sanción no puede caer sino sobre la perso
na del que abusa de él. Si no hay derecho
del qual no pueda abusar el malvado, y sin
embargo la leyes permiten su egercicio y no
castigan sino el abuso, ¿por qué razon no se
seguirá la misma regla en favor del derecho
de que hablamos, cuyo egercicio como he-
mos visto es mucho mas precioso para el hom-
bre y para la sociedad, que muchos otros,
y el abuso mas dificil y quizás menos perni-
ci oso ?


Si el mal que se puede hacer con la im-
prenta es muy dificil ocultarlo y fácil repa-
rarlo, y en el que se puede hacer con la e s


-pada sucede todo lo contrario, ¿ por qué s
ha de temer mas la imprenta que la espada,
y espiar al que escribe y no al que anda a r


-mado ?
¿Por qué en lugar de destruir un derecho


tan precioso, no se somete al que abusa de éi
á la misma ley á que está sujeto el que ah u


-sa de qualquiér otro derecho, esto es, á la
pena del delito que se comete con el abuso?:


de la legislacion. 303
¿Por qué no establecer que todo escrito que
se imprime deba contener el nombre del au-
tor, ó al menos el del editor; ó guando se
oculta el primero exigir que el segundo res-
ponda por él, y esté obligado no solo á ma-
nifestarlo , sino á probarlo siempre que sea
preguntado por el juez (a), y dejar de este
modo á todos el derecho de llamarle á juicio
y acusarle como reo del delito de que se ha
hecho culpable con sus escritos?


Con un sistema de proceso criminal y le-
gislacion penal como el nuestro, este estable-
cimiento no pediría sino esta sola ley, pues-
to que todo lo demás estaría precavido y dis-
puesto por la legislacion criminal, así para
defender al autor si es inocente, como para
proporcionar la pena á su delito, ó á la quali-
dad y grado del reato que ha cometido si re-
sulta reo. El que tiene presente aquella parte
de nuestra obra relativa á la legislacion cri-
minal no podrá dudar de la oportunidad y
de la eficacia de esta ley (a).


(r) El editor deberla, guando el autor quisie-
ra ocultar su nombre, hacerle dar los documentos
que en qualquier caso podrian atestar y conven-
cerle de ser el autor de aquel escrito que quie-
re publicar sin su nombre.


(2) Que se vea lo que hemos dicho sobre
los delitos contra la divinidad, contra el sobe-


F.ranc5...zry,




304. Ciencia
Mas se dirá, si el error es siempre perni.:


dos() aunque no esté combinado con el
to, un autor podrá ser pernicioso aunque nti
sea delincuente. ¿Cómo se remediará este mat
siendo libre la imprenta? Por la libertad mis-:
ma de la imprenta.


Un error jamás es pernicioso guando ge-
neralmente es conocido, ó se puede hacer co-j
cer como tal. Así ó el error del escritor es
generalmente conocido como tal, y entonces
:fa desaprobacion pública contiene la pena y
él remedio, ó es adoptado por muchos, y en-
tonces así como no hay error que no dañe á
alguno , tampoco habrá alguno que no sea im-
pugnado; y como la evidencia no puede acom-
pañar sino la verdad, el interés de impugnar
el error hará descubrir ó ilustrar la verdad,
y disipará pronto por la evidencia la ilusion
del error. En este caso el triunfo de la ver-
dad será la pena y el remedio; y la utilidad
que resultaria á la instruccion pública será
el efecto de la discusion, la qua' es efecto de
la libertad.


rano, contra el órden público, contra las cos-
tumbres públicas, ó contra el honor de los ciu-
dadanos, y particularmente los relativos á las de"
-tracciones públicas y libelos famosos; y se verá
como todos los delitos que se pueden cometer
Por medio de la imprenta se reputan y compre n


-den ea estas ciases. No quiero dejar de obse r-


de la Tegislacion. 305
Al paso que se publicarán los errores, se-


án desacreditados ó impugnados ; y guan-
do antes por medio de la obscuridad hubieran
podidó propagarse lentamente, seducir á los
menos cautos, y quizás á los mismos que tie-
nen el poder en sus manos, con el favor de
la libertad se presentarán con toda su defor-
midad, y darán á la verdad ocasiones de mos-
trarse en todo su lustre y acompañada de sus
triu nfos.


Por esta causa la publica.cion misma del
error es el mejor remedio contra sus seduc-
ciones. No hay sino la verdad que gane en
ser divulgada. El error no tiene sino solo un
aspecto favorable, la verdad los tiene todos.
Aquél pues pierde tanto siendo espuesto al
público quanto ésta gana. Aquél puede enga-
ñar no siendo considerado sino bajo un solo
aspecto; y ésta puede ser dudosa hasta que se
considere por todas sus partes. Que se publi-
que aquél y ésta. Un solo aspecto no bastará


'lar este prop3sito , que la libertad de la impren-
ta léjos de ser una cosa fatal para la reputacion
de los ciudadanos, es por el contrario el mas se-
guro baluarte. Quando no hay ningun medio de
comunicacion entre el individuo y el público, to-
do el mundo está expuesto sin defensa á los gol-
pes secretos de la malignidad y de la envidia. El.hombre vé disminuida ó destruida su rcputacion,Tomo 12C
V




306 Ciencia
ya á tantos observadores que formarán como
un círculo al rededor del objeto, y este cír-
culo que destruye la ilusion del error es el
mismo que disipa las dudas de la verdad.


Y así la libertad de la imprenta conside-
rada segun la relacion que tendria en nuestro
sistema legislativo con aquellas grandes ideas
de que hemos hablado al principio de este ca-
pítulo, como consecuencia de un derecho que
no se puede trasladar, ni renunciar, ni des-
truir, sino que se puede contener fácilmente
en sus justos límites; 6 bien se considere co-
mo uno de los mas fuertes diques contra el
error, ó como uno de los medios mas efica-
ces para propagar y defender la verdad, se
verá que es una de las fuentes mas inagota-
bles de bienes, uno de los derechos mas efica-
ces para la conservacion de los demás, una
de las libertades menos expuestas que las de-
más al peligro de la licencia, y uno de los
mas vigorosos socorros que la legisiacion pue-
da dar á la instruccion pública.


sin conocer ni sus enemigos, ni sus tramas. Este
mal es menos frecuente y mas reparable con la
libertad de la imprenta. El temor de que se ma-
nifieste al público su iniquidad refrenará al de-
tractor, y la facilidad de publicar los hechos que
manifiestan la inocencia hará inútil la detracciun
y la calumnia.




de la legislacion.
307


En fin por este medio se podria ver cum-
plido el voto de Platon que deseaba, para ha-
cer felices á los pueblos , que reynasen-los
filósofos 6 fueran filósofos los reyes (r). En el
pueblo instituido segun nuestro sistema legis-
lativo se hallarían entrambos bienes, puesto
que las leyes criaria.n filósofos y los harian
reynar, refrenarian á los reyes y les obliga-
rían á filosofar. Reinarían los primeros diri-
giendo la opinion, y filosofarian los últimos
para conseguir los sufragios, y ser honrados
por ella.


CAPITULO LIV.


De los premios científicos.


o niego ni ignoro que se hallan cala cul-
tura de las ciencias y en la investigacion de
la verdad los deleytes mas vivos, mas profun-
dos y. mas duraderos ; y que la meditacion
que parece tan triste y tan severa y que es
el suplicio de los ingenios superficiales y de
las almas disipadas, sea la ocupacion favorita


(i) Nisi filosofi civitatibus dominentur,
, ved


hi , qui nunc Recaes , potentesque dicuntur, , legi-
time
iliip


su
oten t i
fficienter


a , et q filoso
ue


fia
filosofentur , in


.>seque ci-v llegue quod
nunc fit , á diversis duO .kec tractentúr ingenios,
non erit civitati , vel ut mea fert opio ,' hotni-


V 2




308 Ciencia'
da aquel que ha experimentado sus delicias.
Sé muy bien que el vigor y la elevacion que
esto suministra al espíritu, la extension que
dá á sus planes, la prodigiosa variedad de
objetos que le presenta, y el sentimiento que
procede de todas estas cosas, bastan para pre-
miar las fatigas de los séres privilegiados que
gozan de ellas. No me admiro guando leo que
Demócrito se retiró á una cueva, y Demetrio
renunció el trono de Efeso por no estar dis-
traido de sus meditaciones.


Pero no por esto excluirla de una sabia
legislacion los premios reservados para los ta-
lentos, ó por mejor decir, para sus mas bellas
producciones. Los placeres sobredichos no son
ni conocidos ni visibles , no se pueden cono-
cer, sino guando se experimentan, y para ex,
perimentarlos es necesario haber sufrido mu-
cho tiempo con paciencia las penas de la me-
ditacion y del trabajo. Por lo qual es preciso
excitar de otra manera la esperanza del hom-
bre para hacérselos emprender. Es necesario
prometerle otros bienes y otros deleites para


9iurn generi requies olla malorum , peque priu:
kvc Re:Publico , guau; verbis exposuimus ,orie-
tur pro viribus , et lumen Sois aspiciet. Hoc
est quod ego jandio dicere vereor , quasi sit irP-
credit hile dicto. Véase el diál. 5 , de Re-
pública.


de la legislacion. So9
hacérselos tolerables desde el principio , los
quales son muy diferentes de aquellos de que
antes hemos hablado ; deben pues por su na-
turaleza ser sensibles, y preveerse de antema-
no, siendo así que los otros ni se pueden ma-
nifestar ni preveer.


Este es el motivo y la utilidad de los pre-
mios científicos , los quales sirven mas para
introducir á los hombres en la carrera de las
ciencias que para premiar las fatigas de los
que han hecho progresos extraordinarios en
ellas ; para multiplicar los concurrentes mas
que para remunerar al atleta feliz que se ha
distinguido en esta carrera ; en fin servirian
para dispertar y dar un nuevo alimento á la
pasion de la gloria , con tal que fuesen de-
term inados y dirigidos segun los mismos prin-
cipios que he expuesto en el capítulo 44 de
este libro, y á los quales remito al lector poz
no repetir inútilmente las mismas cosas (1).


(t) El lector podrá consultar el mismo capf–
tul°
ste, para ver que todo laque podria desearse ené


se halla ya prevenido, resuelto y estableci-do en aquellos pocos principios generales, en los




312 ciencia:
estas artes en los premios de la virtud, y
en los monumentos destinados para eternizar
la gloria de el que los ha merecido. Puede
tambien dispertar y conservar el patriotismo
por los ejemplos que perpetúa , por los mo-
vimientos que comunica , por los sentimien-
tos que inspira la accion de un heroe , á la
qual el talento del artista ha sabido dar todo
aquel realce que es necesario para hacer mas
profundos y mas enérgicos estos sentimientos.
Puede finalmente conservar el sentimiento-
na-tural del amor de sí mismo , tan favorable
al patriotismo que no lo experimentan sino los
pueblos que tienen la fortuna de pertenecer á
una patria que les


. : hpnra , haciéndoles parti-
:;ipar de su gloria y ,de su dignidad.


Se puede por la música excitar , enfrenar, '
rritar,


, enternecer y dispertar el odio,de al-
;unos objetos y el amor de otros; comunicar
ina cierta energía á los ánimos, un , .ciorto ca-
or á los corazones, -cipo . pueden ser mucho
aas eficaces de lo que se crée (1) ; se puede en
na palabra dispertar aquellos sentimientos
ara lo qual hemos empleado tan frecuente-
lente el ministerio de este arte en nuestro
lan de educacion pública, y quisiéramos que
„legislacion dirigiese el egercicio como 'de-
aria dirigir el de todas las bellas


.
-artes para.


(s) Los que han leido los escritores antiguos


de la legislacion. 313
hacerlas cooperar á la conservación de la ins-


no tendrán seguramente por extravagantes estas
ideas, sino que las hallarán conformes á lo que la
filosofía antigua tenia por mas cierto. Las halla-
rán conformes á los principios de Pitágoras , de
Tales, de Platon y de Aristóteles ; confirmadas
por las leyes de Licurgo, y por los hechos refe-
ridos por los historiadores mas acreditados. Ha-
llarán en Polibio los efectos que producia la ni-1
sita en los Arcades, y los de la privacion de ella
en los habitantes de Cineto. Ateneo nos dice que
todas las leyes divinas y humanas, las exórtacio-
nes de la virtud , el conocimiento de las cosas
relativas á Dios y á los hombres, la vida y he-


/los de, las personas ilustres, todo esto se escri-
bia en verso, y se cantaba públicament e al son
de varios instrumentos. Hallarán en algunos pue-
blos el uso de los coros de música durante la bata-
lla. Verán los diversos efectos que Timoteo produ-
cía en A lejandro, con los modos frigio y lidio; y
el queTerprando nos cuenta producido por
sito Prando en Lacedettionia. Verán en la his-
toria célebre de David Hume, que Eduátkro :Fte!So
deInglaterra despues de haber conquistado •a


.


pr incipado
su
de Galles , para conservar el puebla


bajo


condenó á muerte á los poetas;


magestuosa


h izo
en
quemar sus escritos, y prohibió aquellas fies--


tas


d rtaban


qual es sus cantos acompañados de'eá.
mús i ca
mos, y


ispeera,eleovpatibeasntélrlInZ
os Ysentim ientos geru r


que conv ienen al usurpador.- Sr al tirano. Final




4


3 1 4 Ciencia
truccion pública y de la virtud del pueblo (r).


mente, conocerán que si la música no produce ya
en los pueblos modernos los mismos efectos es ne-
cesario atribuirlo á dos causas , es á saber, á la
ignorancia de los legisladores que no conocen ni
la importancia ni el uso que se deberia hacer
de ella , y á las alteraciones del arte, habiéndo-
se substituido á la antigua sencillez que ha du-
rado tantos siglos , una música complicada y di-
ficil , sin sencillez ni lógica, cont ¡minada con
todos los vicios del siglo, y guiada solamente de
algunas reglas mecánicas y de un estro mas ex-
travagante que sólido.


(1) , Espero que no me opondrá el lector nin-
guno! de los hechos de la historia , en los quales
se véla:perfeccion de las bellas artes combina-
da con la corrupcion de costumbres , despues que
he:•.explicado con bastante claridad esta dificul-
tad en el cap. 49


, en el qual he exáminado la
misma qiiestion respecto:4,1a ciencia. Si las be-
llas artes se han reunido con la corrupcion de
costumbres de un pueblo , léjos de ser la causa
quizás:han retardado los progresos. En medio de
tantas, y tan poderosas causas de corrupcion,
¿qué podian producir, qué.-.podian obrar? Que
se combinen con las otras causas de la virtud, Y
entonces se verá-,de qué modo cooperarán ,y se


-rátrama de las coneausas, y de qué modo- ésta es
tará . muy léjos de ser del .número de aquellas que
merecelel último lugar.


de la legislacion. 315
Y así las bellas artes piden proteccion y di-
reccion.


Ya les hemos dado una y otra en gran
parte en nuestro plan de educacion pública.
Hemos facilitado los progresos con la instruc-
cion qua hemos dado á los artistas (1); hemos
dirigido el uso con la educacion moral, de la
qual participarán (2); y las hemos protegido
con el gusto que hemos inspirado en la misma
educacion á todas las clases del Estado que
están en el caso de emplearla ( 3 ). Al mismo
tiempo la hemos dirigido con la ideas mora-
les que hemos establecido en esta clase (4).
Esto es lo que hemos hechor) locque nos res{
ta es mucho mas fácil.


Se puede hacer un uso de las bellas artes
que incluye la doble ventaja de promoverlas y
dirigirlas,al , mismo tiempo , y que correspon-
de admirablemente con las ideas poco antes
indicadas. Sería necesario servirse de las bellas
artes para premiar algunos méritos, para bon-


e) Véase el cap. 31. de este libro sobre el
colegio para las bellas artes.


(2) Véase el cap. ab. sobre la educacion mo-
ral de la•segunda clase.


t ae colegio
le l de


(3) iTlase el Cap. 25. sobre' la educacion cien.7
fic
el cap.


c d l los magistrados y guerreros,y


eleiracdlaosee.ap. sobre la eduea.e174
moral


(4 eV éase
la segunda




316 Ciencia
rar algunas virtudes, y eternizar algunos he.
chos. Las estatuas, las pinturas, los monu-
mentos públicos deberian tener lugar en las
diversas especies de premios prescritos por las
leyes. Las obras de los artistas deberian coro-
nar la virtud de los héroes, excitar su talen-
to y honrar su mano. Sería necesario promo-
ver las artes con la virtud , y ésta con las ar-
tes; restablecer entre ellas aquella correspon-
dencia recíproca que contribuyó en la Grecia
á multiplicar los artistas y los héroes, que la
apartó de aquel olvido en que fueron sumidas
todas las ilaciones que la precedieron, no
porque fueron privadas de virtud sino por-
que no tuvieron quien las celebrase.


Vixere Artes ante Agarnemnona.
Multi; sed omnes illacrymabiles
Urgentur, ignotique longa
Nocte: carent quia vate sacro. Horat.


Este es el mejor medio que la legisla-
don puede emplear para promover y diri


-gir las bellas artes y llevarlas á aquella per
-feccion y- utilidad que no tendrán jamás


mientras que se empleen , y se las haga
servir al lujo , á la vanidad y al deleyte,
hasta que el artista sea atendido y no se con-
sidere él mismo como un hombre que divierte
á los grandes y al público; y que libra por al'


de la legislacion. 317
gunos momentos del tedio á la ociosa opulen-
cia, hasta que las bellas artes no ocupen en el
vasto plan del legislador un lugar distinguido
entre las causas del patriotismo y de la glo-
ria, y por consiguiente de la virtud; y hasta
que el artista sea llamado frecuentemente pos
el Príncipe para comunicarle sus órdenes con
arreglo á las leyes, como las comunicaría al
magistrado encargado de una comision impor-
tante y dificil, y por lo mismo lisonjera y ho-
norífica por los talentos que pide , y la con-
fianza que supone.


Por tanto si el legislador despues de ha-.
ber educado é instituido al artista lo egercita
y le honra empleándolo en sus grandes ob-
jetos, y haciéndole concurrir á sus vastos
proyectos, no debe dudar del efecto. No ne-
cesitará de hacer otra cosa para dar á las be-
llas artes la proteccion que es propia de las
leyes: lo demás debe abandonarlo al cuidado
de la administracion.


CAPÍTULO LVI.
De la suerte y de los efectos de la instruccion
pública en el pueblo instituido segun nues-


tro sistema legislativo.


Protegida y dirigida de este modo la ins-
truccion pública ; introducida con estos me-




3 18 Ciencia
dios la ilustracion entre los doctos ; proscritos
los errores y difundidas las luces en el pue-
blo ; animadas, dirigidas y egercitadas de es-
te modo las bellas artes, Igual será la suerte
de la cultura de este pueblo? ¿ quáles serán
los efectos ? La experiencia de lo que ha su-
cedido á tantos pueblos ¿deberá quizás diri-
gir el importante presagio que en este mo-
mento nos ocupa ? ¿ será acaso un decreto
del Altísimo que dos mil anos de ignorancia
y. de barbarie deban necesariamente suceder
á uno ó dos siglos de ciencia y de cultura?
Si 'la 'experiencia parece que nos induce á
esta opinion , ¿ qué nos debe decir la razon?
Para pronosticar con prudencia fundándonos
en la experiencia, ¿no se necesita acaso partir
de la igualdad de las causas para llegar á la
igualdad de los efectos? Por ventura , ¿ no es
éste el cánon tan olvidado de algunos filóso-
fos modernos, pero tan inculcado por la ra-
zon, guando se trata de conjeturar lo que ha
de suceder por lo que ha sucedido?


Pues pregunto ,Iquál es el pueblo en que
la instruccion pública haya sido conducida
y dirigida por todas aquellas causas que la
conducirian y dirigirian en el pueblo, que
sería instituido y dirigido segun nuestro siste-
ma legislativo ? ,¿ quál es el pueblo en el que


-todas las partes de la legislacion hayan con-
currido á conducirlo y á. conservarlo en este


de la legislacion. 3 1 9
estado de instruccion? ¿quál es aquel en que
todas las causas de la prosperidad pública ha-
yan sido las de la instruccion pública, y ésta
al mismo tiempo efecto y causa de la sabidu-
xla de las leyes, y ella misma sea una de las
causas y apoyos de la prosperidad pública?
lquál es el pueblo en el que la educacion
científica de las clases superiores , y la difu-
sion de las luces en las clases inferiores se
haya obrado inmediatarnemte por las leyes,
haya sido dirigida por las mismas, y por con-
siguiente conducida á sus fines y asociada á
sus medios?


Si observamos las causas que concurrieron
á promover las ciencias y las bellas artes en
Roma , encontraremos entre ellas muchas
que léjos de ser las de su prosperidad fueron
puntualmente las de su decadencia y ruina.


Las riquezas tan conducentes como se ha
visto (1) para la introduccion y progresos de
las ciencias y de las bellas artes, que en el
pueblo instituido segun nuestro sistema legis-
lativo favorecerian corno se ha visto (2) la
virtud, y serian esenciales á su prosperidad;
las riquezas, digo yo, que mas que todo con-
tribuyeron á conducirlas en Roma , en vez de
favorecer su virtud y su prosperidad, debian


/r) Véase el cap. so. de este IV. libro.
1,2) El 48. del mismo.




320 Ciencia
como hemos demostrado (1) corromper sus
costumbres, y concurrir á su ruina. La otra
causa tan propicia para el egercicio del talen-
to humano, y que tuvo en Roma tanta parte
en la produccion de los hombres mas insig-
nes que ha habido en el mundo, ¿no fué por
ventura la discordia civil que precedió, acom-
pañó, siguió la dictadura de Sita, y que no
se terminó sino con la ruina total de su li-
bertad ? Finalmente la causa mas directa , la
mas inmediata, y la mas poderosa de las que
favorecieron las ciencias y las bellas artes en
Roma, ¿no fué por ventura el interés y la va-
nidad de un despotismo que nacía, y de un
tirano astuto que para distraer los ánimos de
la memoria reciente de la libertad perdida,
para ocultarles la triste inaccion de la servi
dumbre, para dejar un desahogo á la pasion
de la gloria antes de poderla destruir ente-
ramente, y para determinar en su favor á los
hombres que tienen la mayor influencia so-
bre las opiniones de los otros, volvió los áni-
mos á las ciencias y á las bellas artes , honró,
premió, animó y promovió con todos los me-
dios las unas y las otras, y las condujo á aquel
grado de prosperidad que aun hace y hará
siempre la admiracion de la mas remota pos-
teridad?


(t) Y el 47. del mismo libro.>


de la legislacion. 321
¿Quál podia , pues, ser la suerte y los


efectos de las ciencias y de las bellas artes
producidas por estas causas, y dirigidas á estos
fines? ¿Qué maravilla que su prosperidad fue-
ra tan breve y de tan poco precio, y sus efec-
tos tan pasa geros respecto del bien público?


En la Grecia misma , donde las ciencias y
las bellas artes fueron asociadas con la liber-
tad, y en donde varias causas de la prosperi-
dad pública lo eran tambien de la instruccion,
habia sin embargo una diferencia esencial
respecto á este objeto entre ellas y el pueblo
instituido segun nuestro sistema legislativo.


En los varios pueblos que habitaron esta
feliz region, no había ni uno solo en el qual
estuviese arreglada y dirigida inmediatamente
por las leyes, como en el nuestro, la educa-
clon científica. Esta sola diferencia esencial,
además de las otras varias, que procede del
entero sistema legislativo de estos pueblos, y
del nuestro, quizás no bastará para hacernos
ver la diferencia igualmente esencial que debe
haber entre la suerte y los efectos de la ins-
truccion pública de aquellos pueblos y los del
nuestro. ¿Qué debia producir este silencio de
las leyes sobre la educacion científica? ¿Qué
debla particularmente resultar en los pueblos
ardientes y vivos por la natureleza de su cli-
ma, y por la forma de su gobierno? Lo que
efectivamente resultó por el discurso del tient-


Tome Dee X




322
po. Una multitud de escuelas diversas que se
convirtieron en otras tantas sectas de filóso-
fos, el espíritu de partido que es el alma de to-
das las sectas y de sus sectarios, y el espíritu
de sofisma que tarde ó temprano necesaria-
mente debe nacer, y que es tan contrario á
la ciencia como lo es el primero á la concor-
dia y á la paz. En fin el templo sagrado de la
filosofía y de la ciencia , convertido en un
campo de batalla, donde no se hacia sino ata-
car y defender las diversas opiniones; y don-
de los triunfos y las pérdidas que eran igual-
mente obra del abuso de la razon causaban un
perjuicio grande á la ciencia y á la verdad.


Esta fué una de las causas mas podero-
sas que preparó en su mismo nacimiento la de-
cadencia de las ciencias, y de las de las bellas
artes en la Grecia, la qual no se hallaría se-
guramente en el pueblo instituido segun nues-
tro sistema legislativo.


Lo poco que sabemos de la historia del
Egipto y de la Caldea, nos basta para no te-
mer las consecuencias que se querrian sacar
por los tiempos futuros de la experiencia de lo
que ha sucedido en estos pueblos. El velo mis-
terioso con que algunos individuos deposita-
dos de los conocimientos humanos los ocul-
taban á los demás hombres, este vicio trans-
mitido por ellos, pero modificado, suavizado,
y corregido por otros pueblos, debia necesa-


de la legislacion. 323
riamente oponer un poderoso obstáculo á la
comunicacion de las luces y de los resultados
útiles de la ciencia arcana para la reforma
de la opinion pública, y la proscripcion de
los errores vulgares, que como hemos dicho
deben ser los resultados mas preciosos que el
legislador debe esperar y conseguir de la ins-
truccion pública.


Además de esto la ley no solamente no
arreglaba ni dirigia en estos pueblos la iris-
truccion pública, mas ni aun podia penetrar
en el sagrado recinto en que estaba encer-
rada la ciencia , y apartada de los ojos de la
curiosidad profana.


En fin era un vicio político muy consi-
derable, pero poco observado en la forma de
gobierno de estos pueblos. Este vicio que con-
sistía en dar al Monarca un poder mas judicial
que legislativo, debia conducir los gobiernos
al despotismo, como en efecto los condujo;
fecundaba la semilla de aquella planta vene-
nosa que debla hacer volver á la ignorancia
y á la barbarie estos pueblos que la historia
nos presenta corno los primeros maestros del
género h u mano.


No hablo de los Árabes bajo el imperio
de los Califas. Las ciencias y las artes na-
cidas en este pueblo, entre el despotismo y la
su persticion, pueden compararse con un hom-
bre que tiene la desgracia de nacer en un aire


X2


Ciencia




.0 111,


ou


324 Ciencia
apestado, y en un suelo infestado de fieras y
de monstruos. Una vida lánguida y una muer-
te inmatura debia ser necesariamente su suerte.


Pero ¿qué diremos de la Italia en la épo-
ca feliz del renacimiento de las letras y de
las bellas artes? La suerte que tuvieron, los
efectos que produgeron , ¿pueden jamás influir
sobre el presagio de la suerte y de los efectos
que deherian tener en un pueblo instituido
segun nuestro sistema legislativo? Observan-
do como filósofos la historia de aquellos tiem-
pos, ¿no se hallará por ventura que la cau-
sa mas poderosa de las que concurrieron á re-
clamar y promover las unas y las otras ea
esta amena region , fue la opulencia de los Pa-
pas y el interés que tenian de sostener por
la opinion una autocracia temporal fundada
sobre la opinion? Reuniendo en torno de la
cátedra de Pedro las obras de los artífices mas
consumados , y las personas de los doctos,
¿tuvieron otro fin que el de aumentar la ve-
neracion por el que la ocupaba ? La autori-
dad que hizo quemar las obras de Galileo, y
que pagaba y premiaba los talentos á expen-
sas de la ignorancia extrangera, ¿ podia aca-
so tener otro objeto que el de promover la
ciencia y las bellas artes?


Si observamos además el estado político
de la Italia de aquellos tiempos, hallaremos
en esta funesta política que dirige los gobier-


de la legislacion. 325
nos absolutos y débiles, un obstáculo podero-
sísimo á la comunicacion de las luces y á su
duracion. Unas circunstancias extraordinarias
podian producir grandes hombres en estos
gobiernos; mas las causas que favorecian la
ignorancia y el error, eran permanentes y es-
tables. Finalmente la proteccion de los Mé-
dicis, qualquiera que fuese, no tenia ningun
apoyo en las leyes, que ni la producian, ni la
dirigían; en una palabra era la proteccion de
un ciudadano rico y magnánimo, de un de-
magogo ambicioso, del soberano, pero no dél
legislador y de las leyes.


Estas pocas reflexiones que apenas he in-
dicado, y que si el que lée se toma la pena
de extender y profundizar , las hallará siem-
pre mas convincentes , nos manifiestan bas-
tante el abuso que se baria de la experiencia
si se quisiera arreglar por ella el presagio que
examinamos. Abandonemos, pues, la historia
y los hechos, y veamos lo que la razon y el
juicio nos dicen.


Guando muchas fuerzas que mútuamente
se ayundan y se conservan producen un efec-
to; Guando todas las fuerzas contrarias que
podrian impedir la accion de las favorables,
han sido debilitadas ó destruidas; guando la
naturaleza de las fuerzas que se emplean es
de hacerse mas eficaces á) medida que obran
mas ; guando finalmente el efecto mismo que




326 Ciencia
producen y sostienen, se hace por este enla-
ce admirable de cosas el alimento de las fuer-
zas que concurren á producirlo y sostenerlo,
en esta hipótesi el presagio de la estabilidad
y perpetuidad de este efecto , g no sería por
ventura aprobado con evidencia por la ra.zon
y el juicio ? Este es el caso de que hablamos.


Todas las partes de la legislador, serian
como se ha demostrado las fuerzas que con-
curririan á conducir y conservar el pueblo en
este estado de instruccion; estarian de tal ma-
nera formadas y combinadas que obrarian de
concierto para ayudarse y conservarse. Todas
las fuerzas contrarias que podrian impedir la
accion de las favorables esto es, todas las
causas que podrian estorbar la accion de las
partes diversas de la legislacion, serian como.,
hemos visto y se continuará viéndolo en el dis-
curso de esta obra, precavidas y apartadas por
todo el sistema legislativo. Todas estas partes
de la legislacion que directa ó indirectamente
concurririan á conducir y conservar al pueblo
en este estado de instruccion , y contribuirian
para hacerle conseguir su felicidad, que es el
objeto cornun y general de todas ellas, serian
mas eficaces á proporcion que obrarian mas
de.continuo sobre el pueblo y le hiciesen ex-
perimentar su influencia.


Finalmente el efecto de que hablamos, es
á saber , la instruccion producida y sostenida


de la legislacion. 327
directa ó indirectamente por todas estas par-
tes de la legislacion, sería como hemos de-
mostrado el alimento de las fuerzas que con-
curren á producirla y sostenerla, puesto que
haciendo conocer al pueblo sus verdaderos in-
tereses, favorecerla la accion de las leyes que
la fomentan ; y haciéndoles conocer y estimar
su felicidad , concurririan con ellas á conse-
guir con el influjo de las dos pasiones de que
hemos hablado la deseada union de la volun-
tad con la obligacion , y formando y dirigien-
do la opinion pública, ésta formarla y diri-
giria lo que es mas fuerte que el Soberano y
que las leyes, y por consiguiente lo que debe
conservar y perpetuar el vigor y la perfeccion
de la legislacion, es á saber, lo que debe pre-
servarla toda de la inobservancia y de la lan-
guidéz, y á sus partes de las imperfecciones 6
de los vicios que el tiempo y las circunstancias
puedan descubrir, introducir, ó causar en ellas.


1Quál sería, pues, la suerte y los efectos
de la instruccion pública en el pueblo insti-
tuido segun nuestro sistema legislativo? Con-
siderada como efecto, el estado de prosperidad
al qual tantas y tan eficaces fuerzas concur-
ren á conducirla y sostenerla , sería estable y
perpetua. Considerada como causa , no sola-
mente concurriria á producir y sostener la
prosperidad pública , sino tambien á per-
petuarla conservando el vigor y la perfec-


ligl~




223 Ciencia
don de la legislacion que la produce (t).


Estas ideas se combinan perfectamente
con las que dependen de todo mi sistema le-
gislativo, pues no son sino consecuencias sen-
cillas y naturales de él. Mas para destruir las
dudas que se pueden excitar, es necesario an-
tes determinar la construccion de las demás
partes de este vasto edificio, y aun hacer al-
guna cosa mas. Concluida la obra debemos
ponerla en un punto de vista, desde el qual
se puedan ver todas las relaciones y concebir
toda su union. En habiendo dado este último
paso, harémos de nuevo presente á mis lec-
tores estas consecuencias, y esperaremos sa
juicio sin inquietud y sin apelacion.


Continuémos entre tanto la construccion
del edificio. La parte que debe contener las le-
yes religiosas, y que tiene tanta relacion con la
que hemos terminado , reclamará de nuevo
nuestros cuidados. Este será el santuario del
templo que levanto á la felicidad y ¿I la virtud.
Si la impostura lo ha profanado antes de verlo
construido, espero que la verdad vengará y jus-
tificará á los ojos de los hombres los designios
del arquitecto, conocidos de Dios que láe en los
corazones, y condena los juicios temerarios.


(I) Véase lo que poco antes hemos dicho en
el capítulo de la 'libertad de la imprenta


Fin del torno IX.


CIENCIA


DE LA LEGISLACION
ESCRITA EN ITALIANO


POR EL CABALLERO


CATETANO FILA NGIE.R.I,
Y TRADUCIDA AL CASTELLANO


POR


DON yAlm-E RUBIO,
abogado de los reales consejos.


TERCERA EDICION


corregida y afiadida con discursos analíticos
en cada libro.


TOMO X,


1,,TADR1D
IMPRENTA DE NUÑEZ


I1322.


1