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EXPOSICION




S. M. Li REINA NUESTRA SENORA


,iD. 'vclipc OIanga 2lrgildlcs.
Uf 185<.


MADRID.
IMPHEKTA Y L1BIIEI\/A lJE D. VICENTE MATU1'E,


calle rlt~ Carretas, núm. 8.


:1.852.






Señora:


DON Felipe Canga Argüelles, llega reverentemente á L. R. P. de
V. M., confiado en que Se ha de dignar acoger con la augusta be-
nevolencia que Le es característica la súplica del exponente, dispen-
sando á la familia del mismo un imperecedero testimonio del alto
aprecio con que la Reina de España sabe honrar los servicios hechos
al Trono tan dignamente ocupado por V. IV!. para ventura y gloria de
la leal nacíon española, y á los intereses bien comprendidos de esta.


No entra de modo alguno en el ánimo del que expone el designio
de que sus escasos méritos sirvan de fundamento, ni siquiera de
punto de apoyo á su pretension. La simple enunciacion, por una parte,
de las distinciones altamente honoríficas con que V. M. le ha favo-
recido en su carrera; y, por otra, la de las muestras de confianza
pública, que se le han dispensado, bastan para que se reconozca
que están liberalmente recompensados sus merecimientos.


Otro sentimiento mas fuerte, mucho mas elevado tambien, es el
que ha inspirado al que expone la idea de acercarse al venerando trono
de V. M., que teniendo su orígen cn los afectos mas puros del cora-
zon humano, es hoy el intérprete de la necesidad en que, á ley de


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-·1 -
buen hijo, se encuentra el c\:poncnte, de pagar á la idolatrada memo-
ria de su padre una sagrada deuda, procurando para el recuerdo de
tan ilustre nombrc señaladas y solemnes honras.


Propios y estraños han pagado, Señora, justo tributo de alabanza
y de honorífica consiJcracion á las virtudes domésticas y públicas,
y á los talentos y ulilísimos trabajos de D. José Canga Argüclles,
padre del que expone. La larga vida de aquel buen español se con-
sagró desde la juventud con el fervor del celo mas laborioso y con el
ardor del patriótico entusiasmo al servicio de su país y al de sus
Reyes, y ha conquistado algunas páginas en la historia de una época
memorable, gloriosísima; la que mas, tal vez, en los fastos de la
España moderna.


Llamado ya en sus años juveniles al dcsempcño de importantes
destinos, cúpole una parte principal, muy activa, en los sucesos po-
líticos de principios de este siglo; y puede asegurarse que tuvo nota-
ble influencia en el grande y heróico alzamiento d~ 180R, precursor
ele los asombrosos desastres que arrojaron al vencedor de Marengo y
de Austerlitz á las llesiertas rocas de Santa Elena. Su cabeza y su
corazon fueron siempre para el Monarca y para la Monarquía: su
fortuna, sus fuerzas, todo se sacrificó en provecho de la cosa pú-
blica, con aquella actividad incansable, y en su vasto alcance
asombrosa, con que se le veia acudir siempre á llenar las graves y
multiplicadas obligaciones que estuvieron á su cargo.


D. José Canga Argüelles, Cifuentes, Arias, Prada nació en Ovie-
do, y en la propia ciudad hizo sus primeros estudios, distinguiéndose
en las cátedras que frecuentaba, y alcanzando en ellas los primeros
puestos. Allí se vió honrado con las mas satisfactorias calificaciones,
y con los grados de Licenciado y de Doctor en Jurisprudencia y Cá-
nones, que recibió á los veinte años de edad, en 1791, en la Univer-
sidad de Zaragoza, obteniendo al recibirlos las notas de benemérito,
dignísimo, por todo el rigor de justicia, y sin voto en contrario.


Siete años trascurrieron desde el dia en que tomó la última de
estas investiduras hasta el en que fue llamado á la vida de los negocios
públicos. Durante aquel tiempo contrajo méritos literarios que le ga-
naron mucha reputacion ,y le facilitaron interesantes relaciones con
personas de gran valía en la república de las letras. Auxiliaba en el
despacho de los negocios á su padre, Fiscal del Consejo Supremo de
Castilla, formando los extractos, examinando las obras de consulta,
preparando, en fin, los elementos de utilísimos trabajos. Por enton-
ces tradujo del griego, en compañía de su hermano D. llernabé, y




con él publicó en verso castellano, las obras de Anacreonte y la~ de Safo,
Menalipo, Alceo y otros, como tambien las Oda s olímpicas de ·Píndaro.
Hizo ver asímismo la pública luz, bajo el título de Suplemento al Apén-
dice de La Educncion popular, á los escritos del famoso economista
Martinez de la Mata, poniéndolcs instructivas notas. Para un con-
curso abierto por la Real Sociedad Aragonesa escribió una memoria
sobre las causas de la despoblacion de Aragon y modo de remediarla.
Acerca de varias solicitudes de permiso para imprimir, y sobre las
obras con este objeto presentadas evacuó diferentes informes pedidos
por el Supremo Consejo de Castilla. Redactó muchos dictámenes que
se le pidieron en el Banco Nacional de San Cárlos, á cuyos accio-
nistas debió el nombramiento de Vocal de la Junta de gobierno; y
publicó una obra de edueacion, titulada Gaceta de los niños.


La breve reseña quc acaba de hacerse de sus fructíferas tareas en
aquel período primero de una existencia sin reserva consagrada al bien
general, ofrece ya una demostracion de la aprovechada laborio-
sidad con que acertó á distinguirsc dcsde jóven. Cuanto publicó en
los indicados siete años fué honrado con la aprobacion del Gobierno,
y mereció bien de corporaciones científicas y de multitud de personas
versadas en los mas importantes ramos del humano saber. Por ello
le prodigaron muestras de aprecio en los términos mas solemnes y
satisfactorios.


Frisaba apenas en la edad en que el hombre empieza á dar de
mano á las ilusiones que la inexperiencia de los primeros años engen-
dra generalmente; y al entrar en la vida de la'reflexion fué llamado
al desempeño de un puesto de importancia en la secretaría del des-
pacho de Hacienda, por concesion de Vuestro augusto abuelo, el
Sr. D. Cárlos IV, atendidos los especiales conocimientos del nombrado
y en gracia tambien de los buenos servicios de su padre. Los deberes
que esta nueva posicion le atribuia fueron perfectamente cumplidos,
sin desmentir jamás la actividad y el celo que constituyeron siempre
el fondo de su carácter. Uno de aquellos deberes era dar á conocer la
poblacion de la Península, los elementos de su riqueza y el valor de
las rentas de la Corona, promoviendo al intento la formacion del Censo,
eon la de la Balanza de Comercio, é igualmente los trabajos estadísti-
cos que respecto á lo demas se considerasen necesarios; determinando
asimismo los gastos del Estado, y calculándolo todo por dos quinque-
nios, uno relativo á tiempo de paz y otro á tiempo de guerra. Apro-
bado el pensamiento por el Ministro, se le encargó la realizacion de
tan prolijo trabajo, que desempeñó con su acostumbrada cfitacía,




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presentando en un breve espacio terminada la obra, original y única
en su especie.


Encargósele cn seguida la formacion de un reglamento para la
Secretaría, y le redactó precedido de una memoria en que se vieron
establecidos lógicamente, y con facilidad desenvueltos y explicados,
los mejores principios y máximas políticas y administrativas, funda-
mento y norma estas y aquellos de las complicadas combinaciones de
la teoría en materia de Hacienda. El reglamento mereció la Real
aprobacíon, y al ponerle en práctica, el Ministro confió al autor un
negociado de los mas graves y difíciles.


Para quedar airoso en su nuevo destino promovió la idea de que
se formase otro Censo de la poblacion de España, que publicó en el
año de 1800, con un prólogo original escrito por él, al intento. Activó
la reunion de datos para formar el Censo de la riqueza general, y
adoptó las mas eficaces disposiciones para que se imprimiese y pu-
blicase la Balanza tie Comercio. El Ministerio se habia puesto, por
escitacion del padre del que expone, en frecuente correspondencia con
todas las Sociedades económicas de España, á fin de conocer el estado
de la industria en sus varias aplicaciones, y el desarrollo en general
del comercio; cuyas operaciones en el estranjero estudió y protegió
tambien, estableciendo otra correspondencia activa con los emba-
jadores y ministros del Rey en todos los paises, y consiguiendo
evitar las vejaciones que en algunos sufrian nuestros compatriotas.


Hubo necesidad dc reponer las pérdidas que nuestro ejército habia
experimentado; el Ministerio de la Guerra trató del reemplazo, y quiso
ilustrar la cuestion oyendo á los otros. El de Hacienda encargó su
informe á D. José Canga Argüclles, quien escribió con tal objeto tres
memorias que fueron aprobadas por el Rey.


Hecha la paz con Portugal, y asentados los preliminares de otro
tratado con Inglaterra, al propio fin, se convocó el Congreso de Amiens
para el definitivo arreglo de los intereses políticos de Europa. Deseaba
el Rey que en aquclla asamblea figurase España del modo mas digno
posible; yordenó al Ministro de Hacienda la formarion de una memo-
ria comprensiva de las pretensiones que podrian presentarse en el men-
cionado Congreso. Trabajo de suma dificultad, por la actitud que pre-
sentaba la nacíon francesa, por la escasez de datos, por la agitacion
que respecto de estas cuestiones preocupaba los ánimos, y ademas
por la premura con que habia de hacerse, pues solo se concedieron
al intento diez dias. La proverbial laboriosidad de D. José Canga
Argüelles arrostró todos los inconvenientes, y los venció dentro del




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término prefijado para el desempeño de este nuevo y delicado encargo
que el Ministro le hizo. A los diez dias leyó al Rey la memoria:
S. M. se dignó aprobarla; se comunicó al Ministerio de Estado, y fué
remitida á nuestro embajador en el Congreso, mereciendo entonces y
despues grandes elogios de los hombres mas versados en la diploma-
cia, y sirviendo de base primordial para el tratado de Amiens. Consta
de seis partes; y pudiendo considerarse como uno de los mas honro-
sos y apreciables servicios del padre del exponente, se permitirá con-
signar aquí la mencion especial del asunto á que cada parte se
refiere.


Contiene la primera un sucinto relato del estado de nuestra po-
blacion en aquellos tiempos.-Ofrece la segunda un cuadro de la
situacion de las naciones europeas comparada con la de Inglaterra.-
Versa la tercera sobre el exúmen de las relaciones mercantiles
entre Inglaterra y España.- La cuarta es un análisis detenido de
todos los tratados hechos desde 1604 entre las dos poteneias.-Expó-
nense en la quinta las consideraciones que deberian tenerse en cuenta
para el ajuste del nuevo tratado.- Y la sexta comprende el plan
de disposiciones económicas que el Gabinete español debia de reali-
zar para que el poder y el consiguiente bienestar de la nacion espa-
ñola quedaran sólidamente cimentados.


Fuera difuso enumerar los demas trabajos en que brillaron por
aquella época los talentos y el patriótico y jamás fatigado celo de tan
útil funcionario, entre cuyas elucubraciones merecen distinguido lugar
y particular elogio las en que defenrlió vigorosamente y con habilidad
consumada los intereses de España contra pretensiones injustas de
Francia y otras potencias, hasta que salió del Ministerio de Hacienda ,{
para encargarse de la Contaduría general del ejército de Valencia y
Murcia, en cuya dependencia no economizó esfuerzo alguno para
que, desapareciendo los vicios y obstáculos que entorpeeian y desna-
turalizaban el curso de los negocios, fuese, como en breve fué, un
modelo de regularidad y de buen órden.


En los cuatro años que trascurrieron hasta el de 1808 resolvió
innumerables negocios de interes; y, alternando con los ordinarios
trabajos de la Contaduría, escribió una obra que, aprobada por el
Rey, proporcionó grande utilidad á la clase á que mas particularmente'
iba dirigida. Titúlase Recopilacion de todas las leyes, ordenanzas y
reglamentos del cuerpo politico de los ejércitos de Espafta. Hizo de ella
un prontuario para facilitar su uso; y la ilustró con una introduccion
histórica, enrir¡ueciéndola con muchos índices.




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Dedicado al propio tiempo, y con el mayor teson, al arreglo del
ramo del Patrimonio Heal, completamente descuidado por entonces,
y cuya importancia conoció, segun él mismo dice, desde luego, no
tuvo descanso hasta conseguir el objeto que se proponia. Hallábanse
todos los papeles alegajados sin concierto, sin órden : e),.istian sin li-
quidar cuentas de mas de veinte y cinco años: era evidente la usur-
pacion de muchos y preciosos derechos de la Corona: apenas se co-
nocian las órdenes generales vigcntes, emanadas del Gobierno para
el de este ramo de la Hacienda: los archivos Reales, en que se de-
positaban los instrumentos auttmticos indispensables para reintegrar
al Rey en sus usurpados derechos respecto de muchos biencs, cncon-
trábanse abandonados al polvo y á la polilla, y aquella parte de la
administracion presentaba el mas desconsolador aspecto; pero con
ánimo resuelto y con voluntad firme, llevó á cabo, allanando dificul-
tadcs sin número, un trabajo de grande utilidad para el Soberano, si
bien fecundo, relativamente al padre del que expone, en compromisos
y disgustos, odiosidades y pesadumbres. Ordenó en mas de doscien-
tos volúmenes los documentos de todas clases que andaban dispersos
en la Contaduría: hizo que se restableciese la junta patrimonial gu-
bernativa: llamó á residencia á cuantos habian manejado los produc-
tos del Patrimonio y carecian de finiquitos, cuya disposicion hizo
ingresar en pocos dias en aquella tesorería dos millones de reales:
arrendó las bailías , duplicando sus valores; y puso en evidencia un
desfalco de mas de veinte y cuatro mil duros en cartas de pago fal-
sificadas. Dedicose, no satisfecho su celo por el buen servicio con
aquellos resultados, al deslinde y apreciacion de los derechos todavía


. oscurecidos; y en muy corto espacio de {icm po se promovieron con
su iniciativa mas de tres mil cxpedientes de demanda judicial contra
los detentadores de fincas y derechos de la Corona.


Recibió muchas Reales órdenes de accion de gracias por su acierto
en cl manejo de tan interesantes negocios, y tuvo la satisfaccion de
que S. M. le calificase de modelo dc actividad y de amor al servicio,
como tambien la de que el Bey mandara imprimir á sus expensas el
suplemento á la obra de Branchat, que el padre del exponente com-
puso para dirigir las operaciones de los agentes del Real Patrimonio;
y sin que jamás se entibiase aquel ardor que tanto le distinguía ni se
relajara su continua eficacia, seguia entregado al descmpeño de su
importante destino cuando llegó á Valencia la funesta noticia de la
rcnuncia que se arrancó cn Bayona á Vuestro augusto Padre por el
afortunado gucrrero que con ,iolacíon sacrílega de los deberes mas




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santos manchó las glorias alcanzadas al frente de las Pirámides y en
lbs dominios del Capitolio.


Al llegar á esta época, el que expone habrá de proceder en su
narracion con mas pormenores, como que á ella se contraen princi-
palmente los servicios multipliGados y preciosos en que se atreve á
fundar la pretension de una gracia, cuyo otorgamiento espera del
magnánimo corazon de V. M.


Sonó la hora en que por altos designios de la inescrutable Provi-
dencia habia de inaugurarse una nueva era de prueba, de martirio
y de gloria para la nacion española: amaneció aquel dia nefando que
iba á legar á la historia la mayor de las traiciones; y el padre del que
expone corrió sin pérdida de momento á alistarse bajo las banderas
de la lealtad. Ki las fatigas, ni los reveses, ni la ingratitud domés-
tiea, ni la seduccion enemiga entibiaron su enLusiasmo; ni pOI' su
parte se omitió nada de cuanto pudiera contribuir á realizar mas
prontamente el deseo unánime de todos los buenos. No se obscurece
á V. M. la serie de amarguras que fué preciso atravesar durante aque-
lla guerra heróica, los raudales de sangre que inundaron el reino, los
inmensos sacrificios á cuyo precio se conquistaron inmarcesibles lau-
reles en Madrid y en Gerona, en Zaragoza y en Valencia, Bailen, Rio-
seco, Espinosa, Medellin y otros eien campos de batalla y de
triunfo para las armas de los leales. Pues bien, Señora: el nombre
ilustre del padre de quien hoy acude con esta reverente súplica á
V . .M. ocupa un lugar distinguido en esos fastos maravillosos, padron
insigne y eterno del valor y del patriotismo, símbolo y emblema elo-
cuente del amor al Tro!lo y del altivo cuanto noble y laudable senti-
miento de independencia. Por eso, al recorrer el exponente las memo-
rias que de aquel período redactó su padre: al ver consignados en ellas
los relevantes méritos de aquel que le dió el ser, ha sentido en su alma
la inspiracion de suplicar ú V . .M. le haga partícipe en otro sentido
de los dones de su Soberana munificencia, para que hoy él y des-
pues sus hijos y su posteridad toda la veneren y ensalcen, sobre tan-
tos otros motivos como ya tienen para venerar\a y ensalzarla, por el
de haber enaltecido y sublimado con tal timbre el honrosísimo ape-
llido que llevan.


Conocida y apreciada por todos la importancia del moYÍmicnto de
Valencia en mayo de iB08, y el consiguiente influjo que ejerció en la
inauguración, desarrollo y éxito de la santa guerra, sea permitido al
esponente reseñar la situacion de aquel antiguo reino en la época de
que se trala.




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Ocupadas Madrid y Barcelona por los franceses, Valencia tenia IÍ


cortas distancias ejércitos contrarios, numerosos y aguerridos, y en
cien campañas vencedores de las mas imponentes fuerzas de Europa.
Hallábanse las fronteras del reino sin otra defensa que la que la na-
turaleza les dió: las comunicaciones marítimas interceptadas por los
cruceros ingleses: desmanteladas las fortificaciones de los pueblos
del interior: la capital no contaba con mas tropa de línea que seis-
cientos veinte y un infantes y trescientos cincuenta y siete caballos:
en el resto del territorio, con Murcia y la plaza de Cartagena, habia
ocho mil trescientos cuarenta y tres infantes, ochocientos cuarenta y
un caballos, veinte y cinco cañones de todos calibres, cinco cureñas,
un carro de municiones, cinco mil vcinte y dos balas de cañon, dos
mil cuarenta y siete fusiles, noventa quintales de halas de fusil, cua~
trocientos cuarenta y cuatro quintales de pólvora de cañon, setenta
y seis quintales de pólvora de fusil, cien pistolas corrientes, ciento
ochenta carabinas útiles, doscientas trece espadas y ciento siete mil
cartuchos de fusil con bala. No existian baluartes, 1\0 habia ingenie-
ros, y el tesoro estaba exhausto.


Sin embargo, en medio de circunstancias locales tan poco satis-
factorias, conocida la nueva infausta, y cerrando los oidos á las su-
gestiones del calculo y á los consejos de la prevision y de la pruden-
cia, resonó en las orillas del Turia el grito de guerra y venganza.
Herido el pueblo valenciano en lo mas caro de sus afectos: testigo de
los ultrajes que recibian el Soberano y la augusta Religion de sus
mayores; lleno de indignacion justa, y con ardoroso y patriótico en-
tusiasmo, corrió á presentarse ante sus magistrados, ofreció sacrifi-
car vidas y haciendas, tremoló pendones, y declaró solemnemente su
decision de pelear contra la Francia, sin dar paz á las manos, ni des-
canso á las armas, hasta vencer ó morir por !iU Dios, su Rey, y su
vulnerada independencia.


En 25 de mayo del año de i808 estableció Valencia una Suprema
Junta, para que, concentrando en sí cl poder, atendiese al gobierno
de las poblaciones y cuidase de la defensa general; y esta Junta
nombró al pa dre del que expone uno de sus vocales, en vista del
aprecio que todo el reino le dispensaba por sus conocimientos, su
patriotismo y su energía.


Los primeros dJas de aquel levantamiento memorable fueron tur-
bulentísimos. La Junta Suprema de Valencia tuvo el desconsuelo de
presenciar, sin poderlos reprimir, excesos fatales; la influencia que
los individuos de la Junta ejercian en la poblacion, el valor COIl que




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expusieron sus propias vidas no alcanzaron á evitar escenas desastro-
sas. Agitada con tan fuertes convulsiones, se dedicó, empero, aque-
lla corporacion á levantar y organizar tropas, y á crear y regularizar
otros medios para conducir á feliz cima y venturoso y breve término
la gloriosa y colosal emprcsa con tanto denuedo y tan al descubierto
acometida. Dirigió proclamas á todas las provincias españolas: nego-
ció con Inglaterra un armisticio: sacó de Mahon nuestra escuadra y
la restituyó á Cartagena: escribió circulares para nuestras posesiones
americanas: hizo conocer á nuestros agentes diplomáticos en el ex-
tranjero sus sentimientos dc lealtad y decision por la causa del cau-
tivo Rey: abrió comunicaciones al propio intento con los embajadores
y ministros de otras potencias en España; y coronó su iniciativa atre-
vida y heróica con los laureles militares en las murallas de la ciudad
del Cid, en el dia memorable que el mariscal Moncey eligió para
embestirlas.


El padre del que expone tuvo inmediata participacion en todos
estos sucesos, figurando de un modo muy activo en cuantas disposi-
ciones se tomaban. Como individuo de la comision de Hacienda, pro-
puso cuantos arbitrios estimaba oportunos para reunir fondos, y ex-
tendió muchas órdenes al intcnto; y como vocal de la Junta Suprema,
le presentaba proyectos útiles, le indicaba resoluciones convenientes,
tenia á su cargo la correspondencia diplomática para dentro y fuera
de la Península; y desde los primeros momentos se habia encargado
de redactar las proclamas que, profusamente difundidas en los pun-
tos invadidos por los franceses, inflamaban los ánimos, vigorizando
mas y mas el fuego del alzamiento, propagado en breve por todas
partes. Y no solamente desempeñaba con la actividad y el patrio-
tismo que nadie podrá negarle cuantas comisiones se ponian á su cui-
dado en aquellos dias de general conflicto, de apuro y de prueba, por
difíciles y arduas que fuesen; sino que, pródigo en sus sacrificios tra-
tándose de la salud de la patria, asistia personalmente á las baterías
en los momentos del ataque, animaba al paisanaje con las palabras
y con el ejemplo, y á riesgo muchas veces de perder la vida, reci-
bió y cumplió varias órdenes del capilan general en tan gloriosa
jornada.


La Junta Suprema de Valencia, en ccrtificacion espedida á 8 de
setiembre de 1808, y algunos de sus vocales en otra de f.o de abril
de 1814, aSAguran «haber sido D. José Canga Argüelles uno de los
JJ primeros que proclamaron por su augusto Rey y Soberano al señor
»D. Fernando VII, Y juraron sacrificar en defensa de sus legítimos




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)) derechos todos sus intereses, su reposo y hasta su \ ida: que hallÍa
)) manifestado el mas ardiente celo por la causa santa, y uesempefiado
») los encargos que la Junta le cometió enmedio de los riesgos que
))se corrieron en los primeros dias del glorioso alzamiento y en los del
») ataque al enemigo, prestándose gustoso á cuanto se le confió: que
))lIeno de un exaltado amor al Rey y á la patria, en todas las mociones
)) que hizo á la Junta invocó tan sagrados nombres y procuró fomen-
)) tal' el respeto y la adhesion á los mismos, empleando para ello todos
) los resortes de la oratoria: que no omitió diligencia ni perdonó fatiga
»)para propagar y mantener el entusiasmo con que todos los espa-
jj ñoles á porfia juraron no reconocer otro rey que Fernando VII, tra-
)) bajando incesantemente por proporcionar los medios con que hacer
j) mas fáciles los planes de defensa, y contribuyendo de un modo ad-
)) mirable para que nuestros ejércitos lograsen su subsistencia en los
)l momentos mas críticos.))


Moncey abatido y libre ya Valencia, dirigió sus miras la Junta ú
organizar un Gobierno central que ejerciese el supremo poder en nom-
bre del Rey, hacicndo desaparecer las soberanías provinciales. Tal
era la importancia del pensamiento, que puede asegurarse consistía en
su venturosa realizacion el éxito del alzamiento general. La Junta
Suprema de Valencia, con este propio convencimiento, encargó á don
José Canga Argüelles la formacion de la circular que convenia dirigir
á todas las Juntas de España, para determinarlas al establecimiento
de una Junta Central, cabi6ndole á Valencia la gloria de haber pro-
movido la primera y conseguido llevar á cabo esta empresa difícil:
la de mas beneficiosas consecuencias, la mas brillante sin disputa de
cuantas en el órden administrativo encierra la historia de aquella guerra
memorable.


Quiso la mencionada corporacion premiar. como le era posible,
tantos y tan distinguidos servicios, y concedió á D. José Canga Ar-
güelles el grado de Intendente_ de ejército, que el agraciado renunció
públicamente, asegurando que toda su gloria, como su mayor interés,
se cifraban en servir á su Rey el Sr. D. Fernando VII; Y cuando se
procedió á la eleccion de individuos de la Junta Suprema de Valencia
para diputados en la Central, compitió en el escrutinio con el Príncipe
Pio, aventajando este en solos dos votos al padre del exponente.


En setiembre de -1808 se vió precisado á pasar á Madrid para res-
tablecer su quebrantada salud, que habia sufrido infinito á lraves de
tantos trabajos. D. Pedro Ceballos le encargó informar sobre las bases
de un tratado de paz con Inglaterra, en vista de las que acabaha de




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presentar el agente diplomático oc aquella nacion; lo que realizó en
una larga y muy instructiva memoria, que fue aprobada, y de cuyas
resultas sc le propuso para destinos de la mas alta importancia.


Sorprendida por Napoleon con un ejército poderoso, en 1. o de di-
ciembre de '1808 la plaza de Madrid, los moradores de la capital, le-
jos de acobardarse al aspecto de tan imponentes fuerzas, hicieron
mucho mas de lo que esperarse podia de un pueblo indefenso, cuyas
masas carecian absolutamente de disciplina y de práctica en las
evoluciones, supliendo con el arrojo y con la lealtad lo que les faltaba
de experiencia. D. José Canga Argüelles, tomó parte en aquellos
acontecimientos, se presentó al presidente del Consejo y al inten-
oente militar, recorrió espontáneamente los puestos de peligro, ani-
mó á los inespertos y mal dirigidos defensores, é invirtió de su propio
peculio algunas cantidades en socorro de los necesitados.


Rinrliose Madrid, y quebrantando Bonaparte los pactos de la ca-
pitulacion, se negó á dar pasaportes á los que querian salir de aquel
recinto: arrestó á los individuos de la Junta de armamento, entre los
ruales se hallaba el padre de D. José Canga ArgüeIles, quien despues
de sufrir la prision, encontrándose á la sazon atacado de una pulmo-
nía, sufrió la suertc de prisionero de Estado, hasta su fallecimiento: y
rxpídió un decreto llamando á todos los individuos de las Juntas Su-
premas provinciales para que reconociesen por Rey al hermano el!']
Empcrador, amcnazándoles con la muerte si antes de un mes no se
sometían al nuevo Gobierno.


Esta disposicion comprendia de lleno al padre del exponente, como
yocal ele la Junta ele Valencia; y como contador del ejército del mis-
mo reino se hallaba incurso en las penas fulminadas contra los mi-
nistros y dependientes de los cuerpos políticos de los ejércitos espa-
ñoles que no prestasen desde luego á fayor de los invasores juramento
ele sumision y vasallaje.


En tales circunstancias era sumamente critica la po sic ion del pa-
dre del exponente; pero la sinceridad ele su amor al Rey, su celo pa-
triótico por la santa causa de la nacion no le dejaban alternativa en
las rcsoluciones. Abandonó, pues, á su esposa, á sus hijos, á su mo-
ribundo padre; desechó proposiciones ventajosas de fortuna. que se le
hicieron con grande instancia, salió de la corte, y despues de mu-
chas fatigas, corriendo infinitos riesgos, en un viaje de cien leguas,
y tomando diferentes direcciones para no caer en manos de los ene- ,
migas, llegó por fin ú Valeneia, en donde se hizo cargo de la Inten,.,~.J~~:-;.:'~~~,~
cIencia en comisiono ,~' ':'." ',/.'


.... ",


4'(~ .. ~~_ ¡f;"i~




14. -


Grandes dificultades ofrecia aquel puesto, atendidas las circun~­
tancias y vicisitudes de la época. Necesitó, por tanto, agotar todos los
recursos de su talento y de su energía, para cubrir las atenciones que
le asediaban. A fin de salir airoso en su empeño, dirigió al pueblo una
proclama, poniendo de manifiesto los sacrificios que Valencia habia
hecho desde el primer dia de su insurreccion gloriosa, escitando el en-
tusiasmo de los habitantes de aquel antiguo reino, haciéndoles compar-
tir la esperanza de que las arcas del Tesoro rebosarian con las presta-
ciones voluntarias debidas al patriotismo, tocando, en resúmen t todos
los resortes que mejor pudiesen estimular el amor propio, para obte-
ner por todos los caminos posibles el apetecido resultado. Tales fueron
los servicios que prestó, que con el objeio de hacer su apreciacion
mas fácil, cree conveniente el que expone ofrecerlos á la alta conside-
racion de V. M., clasificados en la forma que lo verificó su padre al
consignarlos en las memorias inéditas que ha dejado á su falleci-
miento. La testual narracion de D. José Canga Argüelles es como
sigue:


1.


Ejército activo de "alencla.


Durante el tiempo en que desempeñé la Intendencia de este reino,
jamás bajó de diez mil hombres el número de los que componian la
division de tropas que cubria la frontera de Aragon. Solo la parte del
prest y pagas, que se le satisfizo cumplidamente, importó en los ocho
meses de mi mando doce millones de reales. Ademas, con envios di-
rectos, le facilité:


Todo el aceite que consumió la division.
Raciones de pan. .
Cahices de trigo ....
Fanegas de cebada ..
Arrobas de garrofas.
Arroz y alubias. . .
Cabezas de ganado.
Cántaros de vino.
Bacalao ...
Zapatos.


1.040,570
f,768
5,209
5,074
9,579 aro


f2,696
14,000
7,000 aro
5,800 pares.




- u)-


11.


Socorros á la Inmortal Gerona.


La importancia de esta plaza, y la heróica defensa que de elJa hi-
cieron las denodadas tropas españolas empeñaban con justicia los de-
seos de los patriotas y del Gobierno, para socorrerla. Correspondiendo
á los votos de aquellos y á las órdenes de este, enmedio de las obli-
gaciones de Valencia, dirigí á aquel importantísimo punto:


En dinero.
Arroz ....
Bacalao ..
Harina y galleta.


IJI.


300,000 rs.
7,85! al'.
4,500 id.
1,740 id.


,


-ff


. '. . .;,:;~:.' .. Batalla de ~Icañiz.
No bien la victoria coronó los esfuerzos y el valor de las tropas


españolas. en esta feliz jornada, me dirigió el general en jefe, el
Excmo. Sr. D. Joaquin B1ake, desde el campo mismo de batalla, un
oficio escrito todo dc su puño, en el que me decia «( que una de las
)l causas que paralizaban el movimiento del ejército en la ocasion
1) mas importante y crítica, era la falta de dinero. Que no era fácil
JI se me presentase proporcion igual á aquella, de hacer un servicio deci-
» sivo en favor de nuestra causa, y de nuestro legítimo Soberano. Si
» por medio de préstamos, ó por cualquier otro de los que me sugirie-
JI se mi conocido talento, añadió, lograra remitirle un pronto socorro de
) tres á cuatro millones de reales, habia mucha razon para esperar que
JI sus operaciones tornarian el semblante mas favorable. JI


Al mismo tiempo que esta poderosa excitacion me ponía en el mas
honroso compromiso, la batalla referida aumentó mis apuros con los
pedidos que se me hacian de vendajes y demas utensilios de hospita-
les, necesarios para la cura de los heridos. Valiéndome de la feliz ca-
sualidad de haberse dado el combate el 25 de mayo, aníyersa-
río oe la santa insurreccion de Valencia, dirigí al pueblo una
proelama, reclamando prontos socorros; y de la que me parece del




-LG-
caso insertar algunos pasajes; porque descubren mi respeto ú las cla~
ses distinguidas del Estado; y mi decision (como dice la certificacion
citada) en favor del Rey y de la Patria, porque prueban hasta la
evidencia lo de que es susceptible un corazon enteramente consagrado
á tan privilegiados intereses.


Al mismo tiempo, dije, {(que en el entusiasmo de la alegría, ce-
)) lebrábamos el aniversario de nuestra revolucion, ratificando el jura-
)) mento sagrado de vencer ó morir: la division de tropas valencianas
lIaterró al enemigo bajo el mando del sabio general D. Joaquin
)) Blake ... Pero las victorias no se adquieren sin sangre; y la derra-
)) mada últimamente llama mis cuidados para atender al socorro de
lllos ilustres defensores de la Patria que yacen en el lecho del honor,
II rodeados de la muerte, pero coronados de laureles... Las providen-
.) cias que tengo acordadas, no bastarán para conseguirlo con toda la
)) prontitud que apetezco ... y en esta situacion, la caridad, excitada poI'
» la voz de la Patria, hace prodigios.)) « ¡Sacerdotes del Altísimo! ¡Es-
II posas de J. C.! cuyo amor al Rey y á la Religioll, lla ~ido el mas
/) ardiente desde el principio de nuestro santo movimimiento! j Hacen-
)) dados y nobles, que olvidados de las comodidades y privilegios de
»vuestras clases, os habeis presentado bajo las banderas de la N acion
)) acreditando ser dignos de los apellidos que os ilustran ... un campo
llinmenso os presento en que ejercitar vuestras virtudes. Los hospita-
))les de campaña necesitan camas y lienzos: y no puedo dudar que
j) vuestra s ofertas voluntarias los surtirán con una abundancia supe-
)l rior á sus necesidades.))


Con esto, y con actividad y celo, proporcioné ú los refe-
ridos hospitales los objetos que reclamaban ... y en el corto espacio de
siete dias remití dos millones doscientos mil reales al Sr. Blake, quien
en 7 de junio «(me dió las gracias mas sinceras por un auxilio tan
)) eficaz, y que se necesitaba con la mayor urgencia: añadiéndome
)) que aunque mi constante é ilustrado patriotismo no necesitaba mas
))estímulo que el alIlor á nuestro Soberano y ú la justa causa que sos-
)) teniamos, habia tenido particular satisfaccion en que la batalla de
»Alcañiz le hubiese proporeionado este nuevo testimonio de mi deci-
))dida voluntad de contribuir al bien de la Patria con toda la energía
,)que exigen las circunstancias.))


Continuaban las remesas, cuando la desgraciada accion de María,
dispersando el ejército, me sacó del empeño; teniendo que dedicar-
me á reponer lo que la fatalidad nos hiriera perder en aquella oeur-
rencia deplorable.




-li-


IV.


ResuUas de la acclon de Daría.


La desgracia, que desbarató en María los planes bien concertados
del Sr. Blake, le persiguió en Belchite, acabando de poner en el mas
completo desórden á unas tropas bisoñas en la mayor parte. Los
calores de la estacion atrajeron sobre ellas enfermedades, y esta ca-
lamidad aumentó mis apuros enmedio de los que me causaba la
derrota, y la seduccion que á su sombra derramaban los tímidos y
los apasionados al usurpador; y la que me alejaba los recursos. Sin
embargo, con once hospitales establecidos desde Valencia á San
Mateo; atendí á la curacion de los soldados enfermos; alejé de ellos
el contagio, que empezó á experimentarsr en la capital, y liber!!' á
esta de sus estragos.


Y.


Formaeion de euat.·o I'e~imientos de caballet·ia.


Descosa la Centml, de poner esta arma en un pie respetable,
comisionó en el mes de mayo al caballero subinspector D. Migurl
Valcárcel para que, pasando á Valencia, levantase con la nla)'Ol'
presteza, y pusiese en estado de entrar en batalla, cuatro regimien-
los. Estos fueron: Rey, Numancia, OIivenza y Maestranza.


El Gobierno no pudo proporcionarle caudales para la empresa, la
cual se hacia tanto mas difícil de realizar, cuanto se hallaban aun
i'lin pagar muchos de los cabanos anteriormente tomados á los labra-
dores. A p~sar de todo, en solos cuatro meses se realizó este impor-
tantísimo servicio, habiendo yo facilitado las cantidades sigui(~nt('s:


Por precio de los caballos .. rs.
Por prest y pagas ....
Por vestuario en dinero,
-En pal10 y lienzo.


(TOI' mnntura~ ..... , '


2.995,205
1.240,3~Ti
1.155,123 5.!1;):-i.84·\)


fi80,3(i4
462,.802


En consecuencia. el Sr. Valcúreel me dijo, con fecha 1í~ de julio,
('que le tenia dadas repetidas pnwhas de mi celo, y grande interes


2




- 18-
)) pOI' el servicio de la raballería : (IlIe /lO se ha bia cansado de mani-
» fcstúrmelo y ú todos, cuánto me dcbia para su pronto y eomplc!'o
)) equipo, viendo cuán grandes eran en aquellas circunstancias mis
» esfuerzos; y que tendria el gusto de manifestar al Gobierno sohera-
» no, cuando le diese cuenta de su comision, la gran parte con quc
J) habia ayudado al importante servicio de la caballería)); y el Go-
bierno, en Real ól'den de 9 de setiembre, me dijo ce que habia visto el
¡) pelo con que atendiera á la formacion, equipo y demas gastos de los
"cuatro regimientos de caballería que se levantaron en el reino de
)' Yalencin.»


VI.


UOllstrllccloll de vestua."ios.


En el cúmulo multiplicado de obligaciones perentorias, que dt~S­
eansaban sobre Valencia, cuyo reino su fria ya invasiones enemigas
por la parte de Aragon, tuve que valerme de trazas para no drjar
abandonada la vasta empresa por falta de caudales. Así para suplir
los necesarios, como para satisfacer las prendas de vestuario de la s
tropas, tomé los géneros de mano de los comerciantes, asegurándo-
les el pago por los derechos que sucesivamente adeudasen en la
Aduana; y dirigí circulares muy atentas y expresivas á todas las co-
munidades de religiosas y á las damas, conjurándolas del modo mas
dicaz para que se dedicaran gratuitamente á coser los vestuarios:
con lo que al ahorro de los jornales se añadia la mejor calidad de
la obra.


Los resultados correspondieron á mis esperanzas: pues las monjas
y las señoras se disputaron, el honor ele tan digno servicio; y \arios
individuos del comercio, fiados en mi palabra, me facilitaron catore'e
mil cuatrocientas treinta libras de rica baqueta de Moseovia, á precios
cómodos, y con ellas construí los atalnjrs mas vistosos y ele n1<l~'or
Juraei)JI que huho en aquel ejéreito.


VII.


Hedidas COIl que sostuve el crédito.


Tanlo el comercio como ('1 pueblo correspondieron ú mis insinwJ-
ciones con una docilidad que no puedo encarecer bastante: L (1, po['-




- lB -


que me vcian seguil' iu!lcxible las reglas que me habia propuesto al
entrar en la Intendencia: 2.°, porque veian mis cuidados en favO!' di'
la agricultura y artes; á cuyo bien dirigí la gracia de la estraccioll
de quinientas mil libras de seda en rama que logré del supremo Go-
bierno; 3. o, porque cada mes publiqué los estados de ingresos y sali-
nas de la Tesorería: 4. 0 , porque jamás hice pedidos de dinero al pueblo,
que no le anunciase seguidamente los nombres de los contribuyentes
y el destino dado á sus sacrificios: y 5. o, porque, á pesar de las es-
trecheces del Tesoro, se reintegraron cuatrocientos ochenta mil
quinientos reales á varios sugetos que los habian anticipado en el afio
anterior á préstamo, cuyo reintegro venció en mi tiempo.


VIIT.


ACllñacion de moneda.


La gran cantidad de plata labrarla que el patriotismo de las santa"
iglesias y de los particulares habia llevado ú Tesorería, y las necesi-
(lades de moneda que teniamos para pagar los inmensos gastos que
nos rodeahan, me hicieron pensar en el establecimiento de una ('asa
de moneda con arreglo á ordenanza. En Valencia encontré diestros
gravadores y operarios: de la casa de Madrid tomé los ensayadores:
y el Consulado se encargó de desempeñar gratuitamente los destinos
de contador, tesorero y oficiales; hahiendo cedido su Casa-Lonja
para las elaboraciones,


De suerte que, interesado el comercio en que fuese de ley la mo-
neda, y recibiéndola el público de su mano; se alejaban hasta las
sospechas que acaso se hubieran suscitado en época tan funesta. El
resultado de esta operacion fué el haherse dcrramado en la circula-
cion cuatro millones cuatrocientos ochenta y cinco mil quinientos
treinta y tres reales que se acuñaron desde el din 18 de marzo
hasta 31 de diciembre de 1810: haber provisto de troqueles á la casa
de Cataluña; y haber evitado que la plata labrada recogida en pago
de contrihuciones, ca~'ese en poder (lel f'nemigo como Sllcf'dió en
otras part es.




- ~o-


IX.


Soeo."."OS dados al ejé."clto del CCllf.ro.
Apl'Ovechando la Junta Central la afortunada coyuntura de habers(~


Napoleon empeñado en la guerra con Alemania, resolvió hacer IlIl
grande esfuerzo para libertar la capital del reino, reanimando eOIl
ello el entusiasmo de la nacion, y asegurando su vacilante autoridad.
Heunió al efecto en la Mancha un ejército brillante, compuesto de
ochenta mil combatientes, bien equipados y socorridos de todo lo
necesario para su subsistencia. Habiendo llegado ú la villa de Ocaña
la fatalidad de una hora menguada, dió al traves con las esperallZas.


Como era de la mayor trascendencia el plan de operaciones de este
cuerpo militar, encargó el Gobierno á todos los intendentes de las
provincias inmediatas al pais por donde caminaba que le prestasen
los socorros que les pidiese su intendente.


No podia Valencia eximirse de contribuir á una empresa que tenia
en lisonjera espectacion al pueblo. El intendente me manifestó «que
• habiéndose reunido las tropas del ejército de Estremadura á las dpl
)) Centro, ~ran grandes las necesidades: y difíciles los medios para
)) atender á su subsistencia; en cuyo supuesto, y en el de que oeu-
»paba su mayor cuidado el ramo riel pan, me pedia un millon de ra-
» eiones de galleta, y cuarenta mil arrobas de menestra; en el eon-
!lcepto de que importaba la brevedad, debiendo yencerse á toda cosla
)) las dificultades que se presentasen.))


La contestaeion que le dí fué remitirle el millon dc raciones, y
hasta el dia de la derrota ...


Anoz ....
Alubias ..
Bacalao ..
Cano8 ..


19,351 aro
'l4-,977 id.
fi,4-03 id.


100


El Intendente del referido ejército, al acusarme el recibo, me dijo
oque tan considerable socorro ... sobre los demas que le tenia facilita-
») dos, era la prueba mas constante de mi acreditado celo en favor de
)) los defensores de la Patria; y que no podia dejar de darme las
¡¡gracias mas e8presiyas.))




-- 21 -


x.


Forlnacloll de ahnacelles de 'YÍveres.
El deseo de tener abundantes repuestos para acudir eOIl pl'Ollti-


tud y ensanche á los respectivos pedidos que se me hacian de todas
partes, me llevó á formar un almaeen, en donde hubiese siempre depo-
sitadas cincuenta mil arrobas de arroz, treinta mil de bacalao y qui-
nientas mil raciones de galleta. Empecé á realizar esta idea casi al
mismo tiempo que los envíos de que se ha hecho mérito, y sin contar
con los granos que debian rendir la Albufera y Sueca, cuando á me-
diados de diciembre dejé la Intendencia tenia ya reunidas catorce mil
arrobas de arroz, veinte y siete mil de habichuelas, setecientas novellta
y cinco de bacalao y mil quinientos quintales de galleta.


XI.


Hospital militar de cOln'alecencla.


Las repetidas quejas dadas al Capitan general de Valencia por los
militares que salían del santo hospital sin hallarse restablecidos, y
los daños que causaba á la disciplina el dejarlos pasar á sus casas ú
reponerse, me hicieron pensar en la formacíon de un hospital de con-
valecencia. Aunque la penuria de fondos ponia obstáculos á la em-
presa, contando con el patriotismo de los valencianos, y fijándome
en la idea de sostenerlo á costa de la caridad, me valí de los religio-
sos mas acreditados para que hiciesen demandas: formé una junta
caritativa, compuesta de seculares, eclesiásticos y religiosos, cono-
cidos por sus virtudes y patriotismo: hice socios de ella á todos los
curas párrocos: dentro del hospital puse religiosos legos dotados de
un ardiente amor al prógimo , que fuesen celadores del buen órden:
y excitada por estos medios de dulzura la accion espontánea de los
vecinos, hallé en las donaciones voluntarias suficientes caudales para
establecer un hospital con doscientas plazas, en el que brillaban la
religiosidad y el órden, y competian la limpieza y la abundancia con
un débil recargo del Erario.


En una memoria impresa en euarenta y tres púginas dí noticia al
público del objeto de este hospital, que tituló de San Fcrnando, eH
memoria del Bcy, eon menuda cspI'csion de cuantos habian eontri-




- 22-


Luido ú su creacion en dinero y efectos: manifestando su total importe
é inversion; y esta sinceridad nutrió la confianza y dió nuevos ím-
pulsos á la caridad.


Para vigorizarlos con los poderosos estímulos de la Religion, acudí
al M. R. Arzobispo, pidiéndole las gracias espirituales que estuviesen
en su autoridad para los que hiciesen algun oficio de caridad personal
ú real á fa VOl' del hospital; y el prelado concedió ochenta dias de in-
dulgencia, añadiéndome en su oficio de 2G de setiembre ('que mi re-
n ligioso pensamiento era el mas conforme al que S. E. debia obser-
)) val' en su ministerio pastoraL))


Fueron tan públicas como sinceras las señales de aprecio que me-
reCÍ al pueblo por este establecimiento, único en su especie: aun me
acuerdo con una dulce emoeion de las repetidas y sinceras gracias
que me daban los enfermos. En las repetidas visitas que les hacia
para asegurarme personalmente dc su buena asistencia y oir con ¡n-
tcres sus quejas, fueron grandes los consuelos que mi corazon sen tia
al ver pintada la alegría en sus rostros.


Habicndo dado cuenta de todo á la Suprema Junta Central, 110
satisfecha con haber aprobado el establecimiento del hospital, eleván-
dole á la clase de Real y lI1ilúar, por órden particular que me comu-
nicó su secretario general en 27 de noviembre, me dijo «habia visto
))con la mas viva satisfaccion el manifiesto que yo le habia remitido:
"y que mirando S. 1\1. á los defensores del Estado como á sus hijos
)) predilectos, y que mas reclamaban su consideracion y aprecio, no
) podia menos de serle grato un establecimiento en que á un tiempo
»se prodigaban en favor del soldado los desvelos y auxilios necesarios
))para convalecer de sus heridas ... ) Y añadió: «si de la gratitud que
)) excita un establecimiento tan patriótico y digno, cabe una parte al
)1 vecindario, que á porfia se esmera en concurrir á él, no será pe-
llqueña la que se debc á V. S. por habcrlo promovido.)


y el señor marques de la Romana, vocal de la Ccntral por Valencia,
me dijo « que el establecimiento del hospital de convalecencia de San
)) Fernando, era digno del pueblo valenciano, que tanto se habia dis-
) tinguido en rasgos de patriotismo por la justísima causa que soste-
)} niamos; y quc el haberlo puesto á mi cargo y direccion, le con ven-
)) cia de que llegaría al grado de prosperidad que se habia prometido;
j)por lo cual, no solo merecia su aprobacion , sino que daba órden ú
)) su apoderado para que contribuyese ú su manutencion con arrcglr,
)) á sus facultades.})


Animado con tan lisonjeras ilprobaciones, y COln cucido de las




- 23-


\iI'Lude:; y decidida caridad dc las damas de Valencia, me propu:;e
formal' una asociacion religiosa, para el cuidado del hospital en la
parte compatible con la delicadeza del sexo, y con sus circunstan-
cias. Mas ant~s de llevarlo á cabo. encargué al comisario de guerra
D. Lacinio Romagnoli que confidencialmente les propusiera la idea ú
las señoras que mas muestras habían dado de sus virtudes patrióticas,
acordando con ellas el plan. Correspondieron exactamente á mis de-
seos, y cuando me proponia llevarlos á ejecucion, acaecimientos plO:"
pios de las circunstancias me separaron de Valencia y los dejé sin
realizar.


XII.


Despacho de los ne¡;oclos jlldlciales.
Acababa yo de hacer una visita de cárcel, y de reconocer con


disgusto el atraso que sufria el despacho dc las causas de contrabando,
euando recibí una órden de la Junta Centrql, reconviniendo á to-
dos los subdelegados y asesores por la misma causa, y encargándo-
les quc procediesen con actividad y celo. Deseoso de realizarlo, llamé
á junta de Hacicnda, para poncr en ejecucion los medios, y oido su
dictámen , se acordó como cl mas eficaz para llevar á efecto la vo-
luntad del Gobierno: Lo, que se fijasen dos dias á la semana para el
dcspacho de causas: 2.0 , que este se hiciese en público, como en
los juzgados ordinarios: 3. 0 , que en el juzgado se oyescn las quejas,
las acusacioncs y las defensas, y se diesen los autos y sentencias: 4.",
que se quitase la mala costumbre de despachar los escribanos sc-


. cretamente con el intendente, debiendo hacerlo en el juzgado, como
se ejecutaba en la Real Audiencia; y 5.", que en la casa de la Inten-
dencia se señalasen salas para el juzgado y para las escribanías.


Servicios como vocal (le la junta superlo.' de
"alencia en :1 809.


Aunque las atenciones de la Intendencia bastaban para ocuparmc,
la asistencia á las sesiones de la junta de gobierno, á las cuales tuve
que concurrir para acordar los medios y los recursos, segun órdenes
de la Central, aumentó mis tarcas por la satisfaccion que los vocales
hacian de mí.




- 24 -


1.


E.oeceioll .le ulla estátuB del Señor DOIl
Fernando ~II.


Al cumplirse, en 23 de mayo de J809, un año de la gloriosa in sur-
reccion de Valencia, la junta, el baron de Sabasona , el capitan gcne-
ral D. José Caro y yo decidimos celebrar la memoria de este suceso
de un modo que estimulase el amor del pueblo al Sr. D. Fernando VII.
Se eligió como medio mas á propósito, el de levantarle una eS4
tátua en una de las plazas públicas, ratificando con este motivo el ju-
ramento de vencer ó morir en su defensa; y supliendo con el aparato
y la pompa la que habia faltado en el año anterior cuando se levanta-
ron pendones. y se le proclamó por Rey legítimo y único de España.


Se me encargó la parte mas difícil de la empresa, que era la de
hallar el dinero necesario para realizarla. Con una proclama al pue-
blo y con circulares derramadas por el reino, provoqué la generosidad
de Valencia, y en pocos dias reuní caudales superabundantes para
costear el diseño en grande de la única estatua que se levantó en Es-
paña á Fernando VII; habiéndose realizado el dia 25 de mayo entre
las expresiones mas ardientes de amor y fidelidad, al mismo tiempo
que los valencianos derramaban su sangre en la batalla gloriosa de
Alcañiz.


i Valencianos! les dije: en la citada proclama «( la imágen del de-
)1 seado Fernando va á presidir vuestras acciones y á aumentar vues-
JI tro santo ardor! Y ya que en el 23 de mayo de i808 jurásteis defender
» sus derechos y los vuestros, y en el 28 de junio lo sellásteis con
)1 vuestra sangre y con la victoria, es preciso sostener este monumento
) augusto de vuestra lealtad! Que el enemigo aterrado no se atre-
»va á hollarle con sus manos atroces; y que vuestras esposas, al en-
)) señarle á sus hijuelos, les digan en la emocion del agradecimiento:
)) Este es el simnlac1'O de nuestra libertad: ante él se estrelló el orgullo
» frances: las águilas abatieron su vuelo; y vuestros padres con sus fa-
JI tigas y valor se captaron el renombre de invencibles.)


Encargado ademas de hacer acuñar medallas con las inscripciones
que me pareciesen mas análoga.s al objeto, lo hice hajo una forma
('nteramente nueva. En el anverso puse el retrato del Soberano con
la inscripeion.-¡1 Fernando VII Re.'! de ESJiarw é ludias-180!).~-




- 2;) -
y ell el reverso las armas de Valencia con el lema : - Rati/ica Valencia
Sil jllramento sellado con su sangre.


11.
t


Correspondencia con personajes extranjeros.


La política del Gobierno inglés, que le llevaba á asegUJ'ar el re-
sultado de los auxilios que nos prestaba, le sugirió la idea de enviar
emisarios á las provincias libres de España para examinar el espíritu
que nos animaba. A Valencia vino primero el honorable Federic No-
hort , individuo de la Cámara de los Comunes, y despues le siguieron
los lores edecanes del general Wellesley y duque de Ciudad-Rodrigo.
La junta los cumplimentó por medio de diputaciones, á cuyo frente
tuve el honor de presentarme, habiendo tratado con dichos perso-
najes de la guerra de España, haciéndoles concebir ideas ventajosas
de nuestra revolucion. La junta, enterada del resultado, me contestó:
« que habia llenado, cual ella se prometiera, la comision que me ha-
nbia dado.))


JII.


Honras fúnebres por los pat."iotas.


Correspondiendo la junta de Valencia á las órdenes de la Central,
y deseosa de estimular el ardor patriótico, resolvió celebrar unas so-
Jernnísimas exequias á la memoria de los campeones del 2 de mayo
en Madrid, y del 28 de junio de 1808 en Valencia; habiendo compe-
tido en ellas la religiosidad, la magnificencia y el buen gusto. Para
que nada faltase á un acto tan digno, se acordó repartir al pueblo y
á las tropas una proclama que dándoles á conocer el objeto de la fun-
cíon, inflamase su alma. Me cometieron su redaccion, y tuve el gusto
de verla leer á todos con ansia.


'c¡Valencianos! decia: al acercarse el dia 28de junio, se renuevan
nen vuestros pechos el odio á la tiranía, el amor al perseguido Fer-
))nando, y el valor y entusiasmo marcial con que habeis abatido la
Jlsoberbia altiva del opresor de la Europa, destrozando sus huestes,
)) cuando tuvieron la loca osadía de presentarse delante de vuestra in-
n vicIa eapital. Honra y recollocimiento á los valientes que yacen en




- 2G -
)dos campos de Cuarte, y á los que han muerto en las murallas
» de esta ciudad, débiles y sin almenas; pero fortalecidas con los pe-
» chos de sus intrépidos habitantes! ¡ Prez á sus nombres, y odio y
»guerra, y detestacion y muerte á los víles instrumentos de la ambi-
)) eion francesa, y á cuantos abriguen en sus pechos sentimientos con-
» trarios á la noble resolucion que nos anima!


» j A las armas, valencianos, á las armas, que Dios protege nuestra
JI causa! La sangre inocente de vuestros compatriotas derramada CH
» Madrid el dia 2 de mayo de 1808, Y las desgracias de vuestro Rey
» prisionero claman por la venganza! i Sí ; venganza piden la religioli
» ultrajada, el honor virginal violado, ]a propiedad destrozada, la fe
»rota de los tratados, las leyes de la amistad atropelladas, y la genc-
»rosidad correspondida con burlas y con el infame proyecto de domi-
l!flarnos! Rodeados á la tumba sagrada que la gratitud valenciana
» erige á los que murieron por nuestra defensa, juremos nuevamente
»derramar hasta la última gota de sangre antes que ceder á la oprc-
») sion!))


IV.


lIIaniflesto de los servicios del reino de
"Walencia.


Deseosa la junta de Valencia de salvar el honor de este Heino tIc
las falsas imputaciones que se le hacian, acordó publicar un resúmell
de los servicios hechos en la santa insurrecciono Esta obra, enton-
ces precisa, que no podia realizarse sin estar muy enterado de la his-
toria del tiempo, y sin haber tenido una parte muy inmediata en los
sucesos; y que era la primera de su clase que iba á aparecer en Es-
paña, se me encargó, y en ello me dió la junta una nueva prueba de
su confianza y aprecio.


Correspondiendo á él, presenté á aquella corporacion en un tomo
en 4.0 , lleno de documentos interesantes, la historia de los méritos subli-
mesde aquel reino, con el título siguiente: ((Manifiesto de los servicios y
lter6icos esfuerzos prestados por este reino desde eldia 25 de mayo de 1808
en favor de la libertad é independencia de la Nacion, y de los derechos
de su augusto y legítimo Soberano el Sr. D. Fernando VIT de eterna me-
moria.) En la introduccion hice una rápida pintura del movimiento
generoso de Valencia, y de su inmortal defensa contra las tropas del
mariscal Moncey ; y despues de asegurar (( que con esta rclacion no




- 27-


»se illtentaba exigir el tributo de gratitud, sino inflamar los ánimos
» para que continuasen con energía la noble empresa, dejando á la
» posteridad monumento de gloria y de amor á la Patria,) pasé á
describir los servicios, clasificándolos en siete secciones ó puntos,
derramando en todos las ideas mas puras dc lealtad y de amor al
Gobierno monárquico que abrigaba en mi pecho. De ellas ofreceré
alguna muestra.


En el punto 1.", al referir el número considerable de hombres
que habia presentado Valencia en el campo del honor: pagué al clero
el tributo de mi respeto cuando dije: (( La mano sagrada del mi-
)) nistro del altar escribia los nombres de los jóvenes en el libro de
))los defensores de la patria: bendecia sus propósitos, y los encami-
))naba al combate. No es posible referir menudamente los servicios
llque ha hecho el clero. Contuvo los excesos populares, dió direccion
)) á los ánimos, alentó los alistamientos, esforzó el entusiasmo, ayudó
)) al Gobierno en todas sus fatigas, y adquirió un derecho eterno al
))reconocimiento de la nacion.))


En el punto ~. Q hablé de los aprestos militares: en el o. o de las
obras de fortificacion; y en el 4. o, haciendo una reseña de los ves-
tuarios , monturas y arneses construidos en Valencia para el equipo
de las tropas, elogié á la nobleza del modo siguiente: «¿Cómo olvidar
llel rasgo de amor á la patria de los caballeros maestrantes? A su
)1 voz imperiosa forman un escuadran de caballería, se alistan en él,
)y renunciando los grados que se les ofrecian, sirven de simples sol-
)) dados. ¡ Castelvis! j Cardonas! ¡ Rodrigos! j Baciero! j Fernandez de
"Córdoba! Vuestros apellidos conservan por este medio los timbres
l/ heredados, y la patria agradecida dirá á la posteridad: ((Estos son
)ínombres respetables de los nobles que en la irrupcion de los fran-
) ceses del siglo XIX nos libertaron de la degradante esclavitud que
lInos amenazaba.))


En el punto 5. o hice la relacion de los auxilios que Valencia prestó
á las demas provincias: en el 6. 0 la de las contribuciones de dinero
que satisfizo para sostener la guerra; y el 7. o comprende la nota de
los servicios políticos de Valencia, entre los cuales dí la preferencia,
1. o al desinteres de los vocales de la Junta, 2. 0 á los desvelos de esta
para restablecer el órden interior, perdido por las revueltas, 3.· al
establecimiento de la Central, 4. o á la amistad ajustada con la In-
glaterra y 5. 0 á la legacion enviada á Sicilia, cuyo monarca, instruido
de nuestra situacion, y del ardor con que defendiamos los derechos
de su augusta familia, nos remitió un socorro de armas, y las alhajas




- 28-
de la difunta Princesa de Asturias, esposa del deseado Fernallllu.
Al hablar de este interesante suceso, no pude contener los movimien-
tos de mi amor respetuoso á esta señora, y en la nota 25 folio 55 los
espresé del modo siguiente: «¿Quién podrá acordarse sin ternura de
llesta dignísima señora sacrificada á la tiranía de la corte? Despues
JJde muerta, sus preseas sirven para alivio de nuestra miseria. ¡Alma
» benéfica! ¡Recibe el tributo del agradecimiento, que algun dia hon-
J) raremos tu memoria de un modo correspondiente á tus virtudes, y al
Jlcariño que te profesa la nacion!))


La Junta aprobó el manifiesto, le imprimió y comunicó á la Cell-
tral y á todas las Juntas de España, y en 23 de agosto me dijo: «Que
) cuando me habia encargado dicha obra, para que la posteridad ad-
» mirase en ella el fuego del mas acendrado patriotismo, y el colmo
») de la lealtad á su legítimo soberano Fernando VII, esperó ver una
) obra digna de tanto sacrificio; pero que yo halJia superado sus es-
)peranzas, pintando con los colores de la verdad y de la energía, en
Jlun escrito elegante y conciso, cuanto supo hacer el pueblo de la fi-
Jldelidad, para sostener con decoro la independencia nacional y la
)) salvaeion de la patria... Que me manifestaba su agradecimiento
Jlpor los desvelos con que me prestaba siempre al bien del reino, y
» particularmente en el servic:io de que se trata; el que habia mereei-
») do la general aceptacion, acordando en consecuencia que se impri-
»miesen con toda la brevedad posible cuatro mil ejemplares.,)


Estableeimiellto de bellefieellcia Illilita.·.


Acercábase el dia del cumple-años de nuestro Monarca, y deseosa
la Junta de Valencia de celebrarlo, de un modo digno del Soberano y
que estimulase el ardor de las tropas, cediendo á mis insinuaciones
verbales, resolvió verificarlo, anunciando en aquel dia el estableci-
miento de un depósito de beneficencia, para socorrer y premiar en él
á los dignos defensores de la patria que se inutilizasen en campaña.


Me encargó la Junta la formacion y ejeeucion del plan dc tan
digna obra, redacté un informe sobre el asunto en JO de octubre, en
el que desenvolví cuantas ideas me sugirió mi celo, y por medio de
una suscripcion voluntaria reuní fondos suficientes para llevarlas á efec-
to. Este proyecto filantrópico, recibido en todas partes con el mayor
entusiasmo, quedó sin ejecucion, por haber dejado yo la Intendencia,
cuando no restaba mas que señalar dia para hacer la instalacion COIl




- 2H-
toda la pompa y magt'stad correspondientes á lo grandioso del ob-
jeto y á los scnicios dc los inutilizados. El programa y PI plan corren
impresos.


&.rbitrio!!!l para sostenel' la "uerra.


Reconociendo yo con alguna anticipacion la negra perspectiva
que nos ofrecia el año de 1810, por los nuevos y sangrientos choques
en que debíamos hallarnos comprometidos, propuse á la Junta los
recursos pecuniarios de que debíamos echar mano, para hacer frente
á las necesidades del Erario, y asistir abundantemente á las tropas.


«A fuerza de trazas, de trabajos y de angustias, dije, vamos
II saliendo del año; pero entramos ~n el inmediato sin fondos ni re-
))puestos, cuando las circunstancias políticas nos empeñan en gastos
llenormes.) Presenté el cálculo de lo que costarian los ramos de la
Guerra y las dcmas clases que viven á costa de la Tesorería: escité
á la Junta, á que reformase varios gastos que podian excusarse, y
señalé diferentes arbitrios; pero persuadido de la ineficacia de los
préstamos y negociaciones, me decidí por las contribuciones directas,
y propuse una estraordinaria sobre las rentas, sueldos y utilidades,
repartida en razon directa de la compuesta de los haberes y riquezas,
y del mayor ó menor interes que tenia cada cIase, en el buen éxito de
la guerra, habiendo formado las instrucciones, y hasta los formularios
para el cobro.


A mediados de noviembre del referido año de J8to recibí una
órden, escrita toda de puño del Excmo. Sr. D. José Yazquez Fi-
gueroa, que entonces despachaba el ministerio de Marina, concebida
en estos términos: ¡rlnmediatamente que V. S. reciba esta, se pon-
,)drá en viaje para esta Isla, á presentarse al Consejo de Regencia, de
))cuya órden lo digo á V. S. para su cumplimiento. Dios etc. Isla
»de Leon 7 de noviembre dc 18W.-José Vazquez Figueroa.-Señor ))D. José Canga Argüelles.» Obedecí sin pérdida de momento,
abandonando mi familia en Valencia, enmcdio de los riesgos que ya
corria este reino dc ser invadido. Llegado á la Isla el dia 15 de enero
de 1811, la Regencia del Reino, «por las circunstancias que con-
) currian en mí, y los conocimientos que tenia adquiridos,) me nom-
bró secretario interino de Estado y del despacho universal de
Hacienda de España, destino que admití, pero manteniendo el de
contador del ejército de Valencia.




- ;)0


Sltuaelon en que hallé el lIinlsterio.


Las noticias que recibí para conocer el estado de los negocios
del Ministerio, me convencieron de que no se tenia conocimirntn
exacto de la magnitud de las obligaciones del Erario: que todas las
provincias reclamaban prontos socorros para sus tropas: que la Ma-
rina sufria atrasos considerables, en el pago de sus consignaciones; y
que las desavenencias, entre el Consejo de Regencia y la Junt¡l
Superior de Cádiz, habian interrumpido las tareas de este cuerpo
patriótico.


La Tesorería general contaba en caja, á fines de diciembre
de 1810, la débil suma de un millon ciento cuarenta y cuatro mil
cuatrocientos treinta y un reales y trece maravedís; y los apuros que
la rodeaban, obligaron á su jefe á representar al Gobierno: ((Que sin
)) recursos nuevos, era una verdad demostrada que no podia ocurrirse
)J ni á los objetos mas ejecutivos, y que por su naturaleza no dan
))espera, sin causar el desórden y trastorno. Que la situacion del
)) Tesoro se hacia mas penosa y difícil, á causa de haberse devuelto á
)Jla Tesorería general el ejercicio de sus funciones, y de consiguiente
)) todas las cargas, sin haberle dado fondos. Que era nada el producto
))de las rentas de Cádiz, con respecto á las obligaciones, ni aun cuando
llse verificase la llegada del navío Baluarte, J) como se verificó, ha-
biéndose consumido los caudales que condujo antes de tomar yo el
despacho.


Recordó su exposicion de 1 ,1 de junio, en la cual manifestó que
falLaban cuatrocientos veinte y dos miIIones de reales cada año, si
habíamos de ir adelante con la causa sagrada. (( Esto, añadia, sin
)) perjuicio de reunir las noticias necesarias para la formacion de un
)) plan, en que, á primera vista, se encontrase demostrado, por clases,
Jlel importe de todas las obligaciones y gastos, calculando por juicio
)) prudencial hasta los eventuales, y asimismo los productos de las
)) rentas, arbitrios y cuantos ingresos pudiera haber en el Erario, tam-
)) bien por aproximacion, y con la distincion correspondiente.


)) Semejante obra, prosiguió, la mas precisa y esencial para una
)) buena administracion de Hacienda, no es actualmente fácil, pero
ntampoco hay una imposibilidad en su formacion: desgraciadamentr
)\ ha sido objeto siempre descuidado en España, y por lo mismo exis-
)) ten preocupaciones y errores muy peljudiciales, así en razon dc




31


}) productos de rentas, como acerca de los gastos é inversion de los
'¡(~audales. Tambien este defecto ha producido confusion y obscuridad,
» hasta para los mismos jefes de Hacienda, quienes, por falta de ideas
)) y datos exactos y clasificados, se habrán visto imposibilitados de
» poner en práctica planes económicos, con respecto á la reduccion de
)dispendios, y otros para el aumentos de recursos.»


De todo deducia el tesorero general: 1.0, la necesidad de propor-
cionar inmediatamente las mayores sumas posibles, para sostener las
obligaciones mas preferentes; 2.°, la de fijar el órden gradual de los
pagos, y 3.° la de formar presupuestos de las cargas y fondos de Cá-
diz, de la Isla y de las demas povincias.


En los almacenes de víveres de Cádiz, y á disposicion de sus
directores, habia en 21 de enero tan cortas existencias, como que
solo se contaba con mil seiscientas cincuenta y seis fanegas de trigo,
cinco mil ciento diez quintales de harina, nuevecientas setenta arro-
bas de galleta, cuatro mil doscientas cuarenta y cinco arrobas de
vino, trescientos cuarenta y cinco quintales de tocino, setecientos
setenta y uno de carne, ciento ochenta y nueve de bacalao. La
rescision de la contrata del Sr. Haklcy aumentaba las urgencias, y
alejaba á los empresarios, para auxiliar al Gobierno.


Los efectos de la deuda nacional, abandonados á las operaciones
del agio, apenas habian obtenido de los gobernadores del reino, du-
rante la revolucion, un decreto capaz de sostener su valor; y al paso
que las necesidades del Erario obligaban á aumentar las deudas, des-
aparecia cl crédito. Los acreedores del Estado lloraban su ruina, de-
bilitaban la confianza con su ejemplo, y estrechaban el círculo de los
recursos.


Los arbitrios estraordinarios, con que se contaba para salir de apu-
ros, se reducian á los aprobados por la Junta Central, cortos en nú-
mero, é insuficientes para llenar los objetos á que se aplicaban. A
impulsos de la piedad, se habia anulado la aplicacion al Erario de la
mitad de los diezmos; y los consultados por la Junta de Hacienda,
que á la posibilidad reunian utilidades conocidas, se habian desesti-
mauo, porque recayendo en la mayor parte sobre América, pareció
prudente suspenderlos por las ocurrencias de aquellos paises.


En tan difícil situacion , me dediqué con preferencia á conocer, si
no con exactitud aproximadamente, el importe anual de las rentas y
cargas públicas, para que las Cortes buscasen arbitrios ó sancionasen
los que se les presentasen. De los datos que reuní al efecto, ucduje
ser absolutamente precisos sesenta millones de duros, para sostener un




- 32


año á los ejércitos, y á las clases que libraban sobre el Estado ~1J
subsistencia.


Tuve presente la nulidad de los arbitrios, fundados sobre el giro,
porque carecíamos de crédito, y porque siempre han sido gravosos é
infecundos los recursos buscados, en las urgencias para sostener ex-
pediciones militares, infinitamente menos costosas que las de aquella
época; y en tal apuro, me propuse seguir un plan análogo á las cir-
cunstancias.


Este plan se redujo por mí á los puntos siguientes: 1. o, reanimar
el crédit.o público: 2. o, reforma de gastos: 3.°, mejora de rentas:
oÍ. o, arreglo de la direccion y manejo de los ramos de Hacienda:
5.°, consolidar el sistema de cuenta y razon: 6.°, señalar arbitrios di-
rectos é indirectos, capaces de producir caudales para nutrir el Te-
soro: 7. ° , organizar el servicio económico de los ejércitos, de cuyo
desórden pendian en mucha parte las desgracias: 8. o, asegurar víve-
res para las tropas en el año de 1811 y en el siguiente, que se pre-
sentaba escasísimo de ellos, por la mala cosecha y por las atroces
exacciones del enemigo: 9. o, estimular la concurrencia de granos el
la Península, para que siendo menor la penuria, fuese mas fácil el
surtido de los ejércitos : y 10. o, dar impulso al entusiasmo nacional.


EJECUCION DEL PLAN.


1.


Reaullnar el crédito público.


En una memoria que leí públicamente á las Cortes, en 6de mayo.
y la cual hizo en aquel dia bajar un ;) por 100 la pérdida de los yales,
manifesté la naturaleza y magnitud de las deudas de la corona, y los
efectos de la mala fé que desgraciadamente habian destruido la COI1-
(lanza. Para restablecerla, propuse y conseguÍ: 1.0, que la naCÍan se
(leclarase obligada al pago de todos los créditos legítimos, sin !listin-
cion de épocas ni de nombres; 2.°, propuse un nuevo y sencillo plan
para amortizar las deudas, convirtiendo los papeles que las repres(~n­
I aban y multiplicando los propietarios; 3. o, pedí que los crMitos de!




Estado se admitiesen en pago de contribuciones; 4. 0 , dí publicidad á
las operaciones de Tesorería; 5. o, dí conocimiento al público de los
fondos que llegaban de América, y de su distribucion, y 6.°, apoyé
eficazmente, ante el Congreso, las varias solicitudes que me hicieron
algunos acreedores, para que se les diesen valdíos en pago.


11.


Reforma de ,;astos.


La situacion en que se hallaba la patria, obligaba á reducir los
desembolsos del Tesoro, al compás de los inmensos sacrificios de los
pueblos, y á limitar las pretensiones de la ambicion, que si eran dis·
culpables en tiempos de calma y abundancia, no podian mirarse sin
horror en los á que me refiero.


A impulso mio se suprimieron algunos destinos no necesarios: se
redujo el número y dotacion de los de precisa provision: formalicé es-
pediente sobre algunas economías útiles al Tesoro en el ramo de ejér-
cito y en otras clases : reduje á la mitad el sueldo de los agraciados
con empleos, en cuyo goce no hubiesen entrado, antes del santo levan-
tamiento; y suprimí plazas en la secretaría de Estado, habiendo for-
mado, para el gobierno metódico de esta primera oficina de Hacienda
un reglamento.


Pero, todas estas medidas no eran capaces de cortar Jos abusos.
Para lograrlo debia señalarse á cada clase del Estado la cuota de sus
gastos, con presencia de la situacion de este, del órden gradual que
debian llebar los pagos y del importe de las rentas públicas. Con t11l
objeto, y respondiendo á la escitacion de las Cortes, leí en ellas el
dia 9 de mayo una larga memoria, sobre las rentas y gastos de la Co-
rona, ántes y despues del santo levantamiento de la nacion.


En dicha memoria, descubrí la situacion política y económica de
España, ántes de la insurreccion y la que ofrecia en aquella S3zon : el
número, calidad y producto de las rentas y contribuciones: los gas-
tos de la Corona en dichas dos épocas, y las reformas y mejoras que
me pareció debian hacerse en ellos. Mas, como sin unidad de accion
en las operaciones de las autoridades políticas y militares, y sin órden
en el desempeño de las funciones dc los ministerios económieos de
los ejércitos, no era posible que estos estuviesen bien asistidos, senf(~
los principios de economía que debian fijarse en aquellos. Y queriendo
quitar el choque continuo quc habia entre los pueblos, los militare!'


;)




34 -
y los empleados de Hacienda. figé las bases de mi plan sobre re-
gIas seguras, que ví apoyadas des pues por el invicto duque dc Ciudad-
Rodrigo.


IlI.


IIlejora en las rentas.
Es bien cierto que muchas de las que componian el sistema de Ha-


cienda de España eran mas dañosas, por el método de su recaudacion,
que por las cuotas que sacaban al contribuyente. Resultado de, las
ideas asoladoras de los asentistas, y nacidas algunas enmedio de la
feudalidad y de las guerras, exigian una reforma que las sustituyese,
con otras mas producti vas y menos gravosas al pueblo.


En exposicion de 24 de enero, que mereció el elogio y aprobacion
del Congreso, yen la cual ofrecí el resúmen de las operaciones, en que
pensaba ocuparme, descubrí con rapidez las máximas económicas que
formaban mi sistema, enteramente ageno de la opresion, monopolio y
estanco que por tanto tiempo habia prevalecido, causando la ruina de
nuestra agricultura y artes, sin ventajas del Tesoro.


Fundado en ellas, me habia propuesto examinar detenidamente
la índole constitutiva y los valores, juntamente con los daños, que
cada una de la~ rentas causaba á los manantiales de la riqueza pú-
blica, indicando las mejoras ó reformas quc respectivamente me su-
giriesen mis conocimientos. La salida del Ministerio cortó el hilo de
un trabajo, que pudiera haber sido útil; sin embargo, formé y pre-
senté al Congreso tres memorias: una sobre las rentas provinciales
de Castilla; otra sobre la del tabaco, y la última sobre la renta de
Aduanas, las cuales se mandaron imprimir de órden de las Cortes,
siendo este por entonces el único resultado de mis esfuerzos.


lV.


Arre¡;lo de la direccloll y manejo de los ramo.
de Hacienda.


Cuando me hice cargo deIMinisteÍ"io, hallé que no existia el Con-
sejo Supremo de este ramo importantísimo, ni el tribunal de Cruzada:
que el de Cuentas estaba enervado: que en la Secretaría se reunían
la indicacion de las leyes, la direccion de las rentas, y hasta los por-




3D -
tnenores de la ejecucion, y que los negocios se conducían por infor-
mes de particulares, y por los auxilios de una Junta de Hacienda,
compuesta de sujetos llenos de luces y probidad, pero que carecian
de facultades para entenderse con los gefes subalternos ..


En tal situacion, me propuse la idea de reunir el gobierno y direc-
cion de los fondos eclesiásticos de Hacienda en una mano, y los que
llamaremos seculares en otra. Con este fin, restablecí el Tribunal de
Cruzada y Gracias, encargándole la Bula, el Noveno, subsidio y ex-
cusado, y aseguré la autoridad del comisario general: restablecí la
Contaduría general de Maestrazgos, y encomendé su manejo á este
y al Consejo de Ordenes.


En Memoria particular, que dirigí á las Cortes, propuse el restable-
cimiento del Consejo de Hacienda, á cuya sala de gobierno debia con-
fiársele: LO, la superintendencia general de Hacienda: 2.°, la direccion
de todos los ramos ordinarios y extraordinarios de esta: 3.0 , meditar y
proponer las reformas: 4. o, formar los presupuestos de los gastos: 5. 0 ,
indicar los arbitrios de que debiera echarse mano para cubrirlos:
6. o, entenderse directamente con los intendentes y administradores,
para la ejecucion de todos los decretos que se expidiesen, y 7. o, for-
malizar las propuestas, para todos los empleos que vacasen. Esta
idea reunia á la sencillez y uniformidad, que habia de comunicar al
despacho de los negocios, una no pequeña economía en los gastos.


Como á las Juntas de provincia se las habia autorizado, para en-
tender en el cobro y distribucion de las rentas, en la circular que
expedí en l8 de abril establecí las reglas oportunas á fin de evitar
etiquetas y obstáculos, entre aquellas corporaciones y los intendentes,
y apartar á los empleados, que no mereciesen la confianza pública:
les autoricé para que eh las provincias en parte invadidas, habilitasen
el papel sellado, y beneficiasen las salinas, sin esperar la intervencion
del Gobierno, á fin de obviar los inconvenientes de la tardia y difícil
,comunicacion con él: dí mis instrucciones para libertar los efectos de
la Hacienda pública de la rapacidad enemiga, en sus incursiones sobre
los pueblos libres; y dícté las reglas que debian observarse con los
administradores, que ponian continuamente en data caudales robados
por los franceses. Así procuré remediar los males, que de una dema-
siada indulgencia sufda el Erario; y, finalmente, reuní en Tesorería
general los rendimientos de la renta de Correos y de otras del Estado,
que f'e manejaban con independencia de aquella primera oficina de la
Hacienda.




36


V.
(Jon8oUda." el sistema de cuenta y razoll.


Restablecido por mí el Tribunal de Contaduría Mayor á la pleni-
tud de sus funciones, y estrechados todos los que habian manejado
fondos públicos, durante la insurreccion, á presentar ante él sus cuen-
tas, previnieron las Cortes á la Regencia que les informase sobre el
arreglo de la cuenta y razon del Estado.


En una Memoria leida por mí en 29 de agosto, y que el Congreso
mandó publicar, despues de hacer un elogio de las antiguas. orde-
nanzas y leyes del ramo, y de la integridad y celo de los ministros del
Tribunal, demostré la necesidad de imprimirle toda la importancia
que requiere la delicadeza del negociado.


Con este fin, propuse, que se declarase al Tribunal de Cuentas
parte del poder judicial, con las facultades necesarias para el exacto
desempeño de sus funciones: que se volviese al ejercicio á las Con-
tadurías generales de Valores y Distribucion, se separasen las de
ej(\rrito de las de rentas, se suprimiesen las de cargo y data de Te-
sorería general, y se hiciese á las de provincia Tribunales de Cuen-
tas con jurisdiccion para el caso, aunque sujetas á las generales; y,
finalmente, que se designase el Tribunal Mayor, para la formacion de
los estados anuales de entradas y salidas del Erario, y sus deudas.


Por ültimo, apoyando la idea de la Junta de Leon, propuse la
formacíon de un Tribunal ejecutivo, compuesto del intendente y ase-
sor, dos hombres buenos, un militar elegido por el general y un
fiscal; con el objeto de conocer de todo fraude, colusion ó torpe ma-
nejo en la cobranza y distribucion de las rentas, arbitrios y recursos
establecidos para cosl.ear la guerra, y de los abusos que cometiesen
los encargarlos del repartimiento de raciones; cuyo tribunal debia
proceder en la sustanciacion breve y sumariamente, castigando con
el mayor rigor al empleado en Hacienda, que se complicase en tan feo
delito.


«En lar; terribles circunstancias, en que se encuentra la patria, dije
llá las Cortes, debe reputarse como reo de la mayor gravedad, el que
))usurpe, robe ó se apropie efectos de la Hacienda pública, porque
J) aumenta sus necesidades y la conduce tí su ruina. Los pueblos c1a-
llman continuamente contra estos males, que crecen con la impuni-
»dad y deben corregirse con mano fuerte, porque el castigo de tales
¡¡excesos llenará de consuelo á los ciudadanos, y hará que todos miren,
)lcon respeto, al que con sus sudores nos sostiene y costea la guerra.»




- 37 -


VI.


Señalar arbitrios directos é indirectos capaces
de producir caudales para nutrir el


Tesoro.


Todos los fondos extraordinarios, que, en los trece meses de mi
ejercicio en el Ministerio, entraron en arcas, para suplir el déficit
enorme de Tesorería, se redujeron á ochenta y tres millones diez y scis
mil seiscientos reales, á saber: setenta y tres millones diez y scis mil
seiscientos venidos directamente de América, y diez millones, nego-
ciados con el señor embajador de Inglaterra. á reintegrar en Lima.
Suma débil para hacer frente á las inmensas obligaciones que me 1'0-
deahan, las cuales me hicieron acudir á recursos extraordinarios,
ideados por mí y por una junta de medios que establecí al efecto.


Precisado á hacerme proyectista, no me detuve en manifestar,
que entraha en tan difícil empeño, con la desconfianza que inspiraba
la dificultad en el acicrto, la cOllviccion de mi insuficicncia y el horror
que me causaba la imágen de las privaciones que una mala eleccion
pudiera traer al pueblo, añadiendo: {(Que temblaba, al considerar que
llpudiesc algun dia confundirse mi nombre, con el de los arhitristas
Jlquc nos habian hecho gemir en la opresion.JJ


A vista de la estrcchez del territorio, que quedaba libre de ene-
migos, de la dificultad que habia para comunicarse el Go-
bierno con las provincias, y del riesgo inminente que corria la patria,
senté por máxima en la materia «que el estado fa tal de esta exigia
¡) que sus hijos acudiesen á su libertad, no en razon directa de sus
J) haberes, sino en razon compuesta de la directa de estos y del riesgo
)) mayor ó menor que corriesen de perderlos, para siempre, si sucum-
llbíamos bajo el dominio del usurpador."


Con arreglo á este principio, presenté cinco arbitrios directos so-
bre las rentas, propiedades y utilidades de la industria y comercio,
sobre los derechos feudales, sobre los diezmos, y sobre los capitalistas
que muriesen sin dejar cosa alguna á la patria, y treinta indirectos,
reducidos á gravámenes sobre los objetos de lujo, venta de fincas,
préstamos sobre hipotecas seguras con la nacion británica, acuñacion
de moneda (que llegó en solo Cádiz á veinte millones seiscientos cua-
renta v siete mil seiscientos ochenta y ocho reales), á dar alicientes_~_ .
illos dapitalistas para que trajesen sus fondos á Cúdiz, á la est.enSion~~~\::-':


# t,_ l ~.; .
"} t·.: .
- ; ;.-~
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- 58-
del uso del papel sellado, y á otros varios que pueden verse en una
Memoria que publiqué en aquella plaza en el año de 1813, eon el
título de Apuntes para la Historia de la Hacienda de España en el año
de 'J8H.


VII .


.... ,;anlzacion de la parte económica de 108
ejé."citos.


En la Memoria de 9 de mayo de 1811 senté las máximas condu-
centes á la organizacion del cuerpo político de los ejércitos, reuniendo
en una mano sus operaciones, proscribiendo la diversidad de princi-
pios que se seguia en cada uno, y metodizando sus planes. Mientras
el Congreso resolvia lo conveniente sobre ellas, tocando cada dia los
malos efectos de la dilacion, adelanté la obra, presentando al Go-
bierno el Reglamento correspondiente, que se sujetó al exámen de la
Secretaría del despacho de la Guerra, del Estado Mayor, y de las
Inspecciones.


Mi proyecto se redujo á la creacion de una Superintendencia ge-
Ileral de la Hacienda de los ejércitos, unida al Estado Mayor; á cuyo
cargo estuviese la direccion de todos los ramos económicos de las
tropas, y el mando sobre los intendentes, contadores, tesoreros, co-
misarios y demas dependientes, ejerciéndola por medio de unos sub-
inspectores que debia haber en cada ejército. Por manera que, mo-
viéndose toda la máquina complicada de la Hacienda militar bajo un
órden metódico, y apartados del ministerio infinitos pormenores que
le distraian sin fruto, se introdujese la disciplina en esta parte. Así
lIegarian al Gobierno los planes y los resultados en grande: se lim-
piarian los ejércitos de empleados perjudiciales; y las tropas se halla-
rian mejor asistidas que hasta entonces.


" III.


Ase,;u."a." ~-íTel'es para el ejército.


A los once dias de mi entrada en la Secretaria , propuse al Minis-
terio de Estado las bases de una negoclacion con los ingleses, por un
rnillon de duros, con destino al acopio de víveres para las tropas: me
dediqué á conocer el estado en que se hallaban las provisiones: eu




- 39-
una detenida Memoria, presenté al Gobierno todos los datos necesa-
rios para dirigir su accion, con los arbitrios que me sugirieron mis
conocimientos á fin de hacer prontos y abundantes acopios; y las
reglas que debian de seguirse en el establecimiento de almacenes.


Ocho meses tardaron las Cortes en el exámen, y al cabo de tanto
tiempo sin acordar resolucion alguna, ni aun interina, se contentaron
con resolver el expediente para que se instruyera sobre extremos que
no eran tan urgentes como el de salir del apuro en que nos hallába-
mos. En 24 de noviembre firmé un largo informe, en el que se co-
mUllicaron al Congreso cuantas noticias y datos podia necesitar para
la completa organizacion de las provisiones en todos sus ramos.


[nterin se acordaba resolucion, no omití diligencia de las que
pendian de la precaria autoridad del Gobierno, con el objeto de adqui-
rir víveres para la manutencion de las tropas, valiéndome al intento
de préstamos y de contI'atas parciales, que no hacian mas que cubrir
las necesidades del momento. Reformé, con una instruccion dada á
los comisarios, los abusos que se cometian en la saca de raciones á
los pueblos; y habiéndose puesto en ejecucion por ensayo, en la r.x-
pedicion que salió de Cádiz para la Albuhera, se hizo general por los
buenos efectos que produjo.


Se autorizó á las Juntas de las provincias para que estableciesen
almacenes, ampliándoles las facultades y señalándoles recursos abun-
dantes á fin de lograrlo: se rebajaron los derechos á la extraccion de
frutos de América y de las lanas de España, en favor de los que con-
dujeran víveres á los ejércitos; y con estos arbitrios sostuve los sumi-
nistros de Cádiz y la [sla, y las remesas á los presidios y varios pun-
tos de la Península, enmedio de la penuria de recursos, de la lentitud
del Congreso que debia proporcionarlos, y de la ausencia de los
compradores, retraidos por nuestra pobreza y por las hablillas que
el genio de la discordia, cuando no fuese el partido francés, ha-
cia circular, siempre que se procmaba asegurar la subsistencia del
soldado.


En tan penosas circunstancias, viendo la negra perspectiva del año
próximo de '1812, Y que una Junta de subsistencias establecida por
mí, con el fin de que propusiera medios prontos y expeditos para salir
de apuros, no proporcionaba recurso alguno capaz de aliviar la urgen-
cia, elegí como mejor el de cerrar una contrata con casas de comer-
cio, por cantidades grandes, á pagar á plazos cómodos. Se hizo sa-
ber la idea, citando por medio de edicto á cuantos quisieran tomar
part.e en la cmpre~a, Solo se presentó D. Ricardo MeRde (á quien se




- 40-
estaban debiendo cantidades considerables de dinero por anticipacio-
nes de víveres), el que se ofreció á proporcionar subsistencias á pl'e-
cios cómodos, para sostener ocho meses nuestros ejércitos, allanán-
dose á recibir el valor en letras sobre Inglaterra, y por los caudales
que vinieran de América.


No se hubiera detenido la Regencia en cerrar el trato, si el comer-
ciante no hubiera ex.igido, para su seguridad, la aprobacion de las
Cortes; las cuales no la dieron, obligándonos á guardar fórmulas de
que nos dispensaban las circunstancias. Meade retiró la proposicion,
Y.la Regencia nombró una Junta particular que corriese con llamar
nuevos postores, y con cerrar los tratos, porque no le pareció regular
que se empañase su honor con sospechas injustas y con rumores in-
decorosos, como los que se habian suscitado de resultas de la repulsa
de la contrata.


La Junta llamó por edictos á los empresarios; y las resultas, del
método señalado por el Congreso, fueron obtener una proposicion sola
de doce mil barriles de harina, cuando las del que yo habia indicado
nos aseguraban ciento cuarenta mil de esta especie, cincuenta mil
quintales de arroz y diez mil barriles de tocino, y abrian campo á
especulaciones mas grandiosas, cuyas primeras bases tenia yo en mi
poder para examinarlas.


Sc les presentó mas tarde un nuevo plan de repuestos, con las in-
dicaciones que nos parecieron adoptables para conseguirlos; mas las
Cortes le desecharon tambien, dejando á nuestra prudencia valemos
de algunos de los recmsos que presentábamos, y desaprobaron el que
tratásemos con ex.tranjeros, deseando que los acopios se hiciesen en
las provincias, cuando era evidente que estas se hallaban ocupadas
pOI' los franceses, y amenazadas de una hambre cruel, por la mala
cosecha y las dmas exacciones de aquellos.


Tan repetidas repulsas, sin que el Congreso adoptase un arbitrio,
hueno ó malo, derramaron el descrédito del Gobierno, el cual estre-
chado á socorrer con víveres en enero de 'J8-12 las plazas de Carta-
gena y Alicante, amenazadas por las tropas de Napoleon, que aca-
baban de conquistar á Valencia, se vió imposibilitado de hacerlo; y
no hubiera enviado una onza de harina á aquellos interesantísimos
puntos, si Meade, por pura atencion á mis ruegos, y fiado en la reli-
giosidad de mis palabras, no hubiese prestado doce mil barriles de
harina, con los cuaJes se mitigó el hambre de los que defendian la
libertad de la patria.




- 41-


IX.


Estiulular la concurrencia de ,r;ranos á la
Península.


La escasa cosecha de granos en 1811: las exorbitantes requisicio-
Hes de ellos hechas por los enemigos en las provincias invadidas; y
las medidas violentas á que obligaba á acudir en las libres la preci-
sion de mantener nuestros ejércitos me hicieron temer los efectos de
la miseria en el año próximo, y me obligaron á tomar cuantas provi-
dencias estuvieron á mi alcance, para libertar de aquellos á las tropas
y á los pueblos, y para proponer á las Cortes las que no correspondian
á mis facultades.


En mi memoria de 'l6 de febrero, les manifesté, con viveza, mis
recelos de que la continuacion de la guerra, el aumento de consumos
que ocasionaba, la ruina de los labradores y la pobreza de los pue-
blos trajesen tras de sí la miseria mas espantosa y las dolencias mas
mortíferas; y presenté el plan de arbitrios y medios que me parecie-
ron mas eflcaces, para estimular la importacion de granos del extran-
jero, socorriendo así la indigencia doméstica.


No satisfecho con los decretos que expidieron las Cortes, viendo
el'ecer las neeesidades y que la epidemia empezaba á desolar las
fértiles campiñas de Murcia y Alicante, llamé á Junta á varios ma-
gistrados y otros sugetos, dotados de instruccion y celo, para que
examinando las providencias por mí tomadas, ó indicadas, sugirieseu
olras capaces de libertar á la nacion del azote que la amenazaba.


La Junta, des pues de califlcar de eficaces y poderosos los medios
aprobados, como dictados por el celo mas ardiente y combinados de '111/
modo tal con la razon y la práctica de las naciones mas adelantadas,
que en iguales circunstancias ninguna hubiera hecho mas, propuso va-
rias ampliaciones á las providencias ya acordadas; y he tenido el pla-
cer de observar sus felices resultados, habiendo debido á su influjo la
PellÍnsula, en el año de '1812, los auxilios que le habia negado la na-
turaleza.




- ,(,2 -


x.


Impulsos dados al entuslasnlo nacional.


«Aunque nuestra santa causa (dije á las Cortes en la memoria
»Ieida el dia 30 de junio de 18H) no necesita los estimulos artificio-
» sos de la elocuencia, ni los ardides de la política para sostenerse,
II porque los tiene en sí misma muy poderosos; sin embargo, conviene
lldispensar proteccion al espíritu público, causador de prodigios, que
II ha formado una segunda naturaleza en nosotros, desde que desplegó
»su energía en Madrid el dia 2 de mayo de 1808; Y que durará mien-
lltras haya españoles y mientras viva un solo descendiente, de los que
lIhemos tenido la gloria de empezar la lucha santa.)


Para fomentarle, en la parte que podia hacerlo el ministerio de mi
cargo, logré dotes en favor de las doncellas que prefirieran enlazarse
con los nobles defensores de la patria: eximí á los oficiales del de-
creto que prohibia el goce de sueldos y pensiones, siempre que estas.
fuesen dadas en premio de sus servicios militares: propuse un esta-
blecimiento de beneficencia militar, en donde se socorriese abun-
dantemente y honrase á los sl.ldados inutilizados en campaña: hice
que se declarase preferencia á los mismos, para ser cDlocados en los
empleos de rentas, y tuve el gusto de llevarlo á efecto en muchos:
establecí Juntas insurreccionales en Avila y Toledo, que alteraron
grandemente los planes de dominacion del enemigo en estas provin-
cias y en las de Segovia y Madrid, y mantuvieron la comunicacioll
elel fuego patriótico desde Cádiz á las provincias internas: restablecí
y dí vigor á las de Búrgos y Soria: tuve correspondencias interesan-
tes en favor de la causa en Sevilla, con sugetos muy inmediatos al
mariscal Soult: facilité fondos al confidente reservado que pasó con
Victor á Francia, á tantear el modo de correspondernos con nuestro
deseado Monarca: propuse varios arbitrios para socorrer á los espa-
lioles, que por no obedecer al tirano emigraban al pais libre, abando-
nando sus intereses, y en este perecian víctimas de su heroicidad:
respecto de la concesion de tres pensiones de la cruz de Cárlos IlI,
(Iue hallé vacantes en Hacienda, hice presente que se dieran ti los
que mas hubiesen sobresalido en patriotismo, consultando para ello
ti las Juntas de las provincias, y caJlando yo á la Regencia que hacia
años me hallaba condecorado con la cruz sin pension : excité el celo




- 43-
de los cnmanaantes de guerrillas, para que se emplearan en conducir
por los pueblos invadidos noticias ex~tas del Gobierno y de sus pro-
videncias, á fin de sostener por este camino su espíritu en favor de
la causa santa que defendiamos; y con este objeto establecí en Ali-
cante y la Coruña un Boletin patriótico, cuyo instituto era dar á co-
nocer las resoluciones de la Regencia y de las Cortes, y las noticias
favtlrables á nuestro intento, con el de que los españoles oprimidos
pudiesen contrarestar los embustes de que el enemigo se valia, sedu-
ciendo la fidelidad.


Fueron repetidas y muy lisongeras las pruebas de aprecio que
merecí al Congreso, y honrosas las expresiones que sus presidentes
me han dirigido , cuantas veces subí á la tribuna de órden del Go-
bicrno, para evacuar los informes que le pedia sobre los puntos mas
delicados de la Hacienda. Concluida la lectura del que extendí acerca
de las bases del crédito público, se me respondió: (,Que S. M. le ha-
n bia oido con satisfaccion, y esperaba que yo continuase trabajando
l) en beneficio de la causa pública, con la pureza, celo y energía con
,) que lo habia hecho hasta allí; y como lo exigia de sus hijos la
)nacion.)


Oyó el Congreso con el mayor interés mi memoria, sobre las rentas
y gastos de la corona, y Clse lisongeó dc mi laboriosidad, patriotismo
)) y talento esperando que continuaria dirigiendo la Hacienda con el acierto
"que se necesitaba: calificó de sabias y juiciosas las reflexiones que
,de hice sobre la cuenta y razon , y me encargó que continuase tra-
"bajando con mi acostumbrado celo, y proponiendo cuanto conside-
)rase útil, tanto para el aumento del Tesoro público, como para bien
¡)de la nacion.·) A vista de mi memoria sobre las rentas provinciales,
,se me dijo: (,Que S. M. se habia enterado de ella con satisfaccion, y
¡)que esperaba continuarla aplicando mis luces y talentos á la mejora
,)del ramo de que estaba encargado.) Iguales esperanzas formó en
fuerza de mis informes sobre las rentas del tabaco y de Aduanas, y
se me encareció: (, Que continuase acreditando mi celo, actividad y
¡) talentos en desempeño de mis obligaciones y beneficio de la causa
¡)comun.)}


Trece meses desempeñé el cargo dificilísimo del Ministtrio de Ha-
cienda, y tres el de Indias. Cuando la regencia interina, que desem-
peñaban los Sres Blake, Agar y Ciscar fué reemplazada por la
propietaria, compuesta de los Sres. Duque del Infantado, D. Joa-
quin Mosquera, D. Juan VilIavicencio, D. Ignacio nihas y el Conde
(lc Labisbal, esta por su dccreto de 6 de febrero de 18'12, (,haciendo




- 44-
»el debido aprecio que merecian mis señalados y distinguidos SCl'ví-
)) cios, 1I me nombró Ministro de.capa y espada del Cc,nsejo supremo
ue las Indias, de cuya plaza tomé posesion el dia 2 de marzo del
mismo año.


No permanecÍ mucho tiempo en el Consejo. Los diputados de
Valencia habian hecho presente el estado lastimoso de aquel reino,
de resultas de la invasion francesa, no menos que la necesidad· de
restablecer el órden en la Hacienda pública, y de reanimar el espí-
ritu nacional demasiadamente decaido, haciendo pasar á aquel país
una comision de Gobierno que reemplazara á la Junta antigua, y un
Ministro de actividad y luces que fuese conocido allí por su patriotis-
mo, á fin de organizar los ramos económicos, que se hallaban dislo-
cados. La Regencia del Reino accedió á todo, y en órden de 11 de
abril de 1812 me dijo: «Que conociendo la utilidad que debia deresul-
B tal' á la Patria con mi traslacion á Valencia, para encargarme de
)j aquella Intendencia, como ministro de su confianza, me mandaba
)) que pasase á servirla por comision.))


Obediente á la voz del Gobierno, sin reparar en etiquetas, en
riesgos ni en desembolsos, el dia :5 de mayo me embarqué en la
bahía de Cádiz; y despues de haber sufrido una recia tempestad, y
en la navegacion todo género de incomodidades, llegué el dia 18 del
mismo mes á Alicante, única ciudad que se podia considerar libre
en el reino de Valencia, en la que residian las autoridades superiores
de la provincia, y hasta cuyos muros llegaban diariamente los ene-
migos con sus correrías. El dia 23, aniversario de la santa insufl"l~c­
cion de aquel Reino, dí á conocer á los pueblos mi comision, con una
proclama que traia preparada desde Cádiz, y de cuyo contenido hahia
informado verbalmente al Sr. Presidente de la Regencia.


En ella, hice una vivísima pintura de la situacion lastimosa, á que
habian reducido á Valencia las atroccs vejacioncs del enemigo: re-
cordé á los moradores sus triunfios: los estimulé con el ejemplo he-
róico de otros pueblos subyugados; y excité su ardor encareciendo
la infamia del yugo que llevaban. « Acostumbrados, les dije, á obe-
)) decer á los Fernandos, á los Jaimes, á los Alfonsos y á los Felipcs,
)) no podeis sujetaros á un hombre nuevo, á quien la casualidad y la
))inconsecuencia francesa sentaron en el trono de Clodoveo.J) Les
presenté una perspectiva lisonjera de felicidad, en los triunfos logrados
por las armas leales, en varios puntos de la Península, con las nego-
ciaciones diplomáticas: en los eficaces auxilios de la Gran Bretaña,
y en los decretos de las Córtes; y en consecuencia provoqué su pa-




- 45-
triotismo para sacudir las cadenas francesas, y para acudir con so-
corros abundantes á las tropas españolas.


Esta proclama que procuré derramar por los pueblos invadidos,
alarmó en tanto grado al gobierno intruso, como que empleó una Ga-
ceta entera cn rebatirla: me acusó de reo de lesa humanidad: me
hizo responsable de la sangre que se derramase; y no contento con
esto, y con haberme hecho objeto de la sátira de sus periodistas,
trató de sorprender mi persona en los varios viajes que de órden del
Gobierno hice á los lugares que iban quedando libres, para conocer
su situacion y remediar sus males. En estas correrías patrióticas
llegué hasta las avanzadas enemigas, en cuya expedicion arriesga-
dísima, segun certificacion del Cónsul inglés que me acompañó,
conseguí entusiasmar á los pueblos en favor del Sr. D. Fernando VII,
en tales términos, que los vivas y aclamaciones se podian oir desde
el campamento enemigo ... , por cuyo medio logré reanimar y sos-
tener el espíritu público, que los franceses se empeñaron en destruir,
y fomenté el amor al Monarca.


Desde el principio dc mi comision, despues lie habcr restablecido
las Contadurías, Tesorerías y Administraciones de Rentas al pie de
sus ordenanzas dotándolas con los individuos de ellas, que se halla-
han prófugos en Alicante y Mallorca, y que debian de cobrar el tercio
de sus haberes sin ocupacion; y despues de haber obligado á rendir
cuentas á cuantos hubiesen manejado fondos públicos, me acerqué
á conOCer el estado económico de esta parte libre del riquísimo reino
de Valencia; y su examen me llenó de amargura, al reconocer la mi-
seria que me rodeaba, y las ningunas esperanzas de hallar recursos,
eon que atender, ni aun debilísimamente, á las inmensas obligaciones
del Erario.


Mis investigaciones me ofrecieron el siguiente resultado: Que las
atenciones mensuales de aquel ascendian á un millon doscientos se-
tenta y tres mil ochocientos cuarenta y nueve reales, y que todo el
producto de las rentas de Alicante desde 1. o de enero hasta 1. °de junio
de 1812 , habia llegado á ciento ochenta y cinco mil cuarenta cada
mes.-Que eran nulos los productos de los demas pueblos libres, pocos
en número y agotados por los saqueos del enemigo.-Que no se habian
puesto en planta los arbitrios extraordinarios, aprobados por el Gobier-
no.-Que el contrabando escandaloso, que se hacia en la bahia de Ali-
cante, debilitaba los ingresos del Erario.-Que los comerciantes sene-
gaban á hacer préstamos, escarmentados con la infiel cOfl'espondencia
J'(>,specto de los anteriores.-Que las tropas de la guarnieion carecia'll




- 46-
muchos dias hasta de! pan.-Que los castillos se hallaban sin repues-
tos. -El hospital militar en la mas lamentable situacion; y el ramo
de utensilios conservaba el nombre solamente.


En Jan penosa situacion mandé reunir en la Tesorería de ejército
todos los fondos públicos, quitando los manejos parciales con que se
gobernaban algunos: llamé á los comerciantes á que liquidasen sus
créditos contra el Tesoro; y llevé á ejecucion el reintegro por los me-
dios aprobados por el Gobierno, acomodándolos á las circunstancias'
locales. Para apartar hasta la sombra de arbitrariedad, en la distribu-
eion de los pobrísimos fondos que se reunian, no solamente publiqué
mensualmente los estados de Tesorería, sino que exigí que la junta
de gobieruo, con acuerdo mio, hiciese la aplicacion semanal de lo
que se recaudaba á las urgencias, segun su gravedad.


Al cotejar lo mezquino de los valores con la magnitud de las obli-
gaciones , me fijé, de acuerdo con los gefes militares, en la idea de
que á las tropas de la plaza no les faltase la comida, proveyendo los
almacenes de los castillos, socorriendo las demas atenciones del modo
mejor posible, y regularizando la saca de raciones de los pueblos en
razon de su fuerza. A este fin presenté á la comision de gobierno un
plan circunstanciado, con los formularios oportunos.


Para corregir los abusos ya añejos, en el hospital militar de Ali-
cante, excité el celo de los caballeros y eclesiásticos mas distingui-
dos, con quienes formé una asociacion caritativa, para que velase
sobre la buena asistencia del soldado: dí al establecimiento una parte
principal en los fondos que se recogian: activé en su favor la conmn-
tacion de obras pías; y dirigí á los curas una circular, para que hicie-
ran demandas en favor de objeto tan digno.


Desde el dia 25 de mayo hasta el 9 de julio, en que la Regencia
me relevó de este cuidado, estuvo al mio el suministro de las racio-
nes á las tropas de la plaza; y en dicha época se contaron desde seis
á doce mil plazas. Ademas, tuve que acudir al suministro de las fuer-
zas sutíles y de las expediciones militares que entraban y salian en
Alicante, y al acopio de los castillos, sin que el gobierno hubiese faci·
litado mas auxilio, que el de dos mil barriles de harina.


Por medio de contratas á pagar sobre los productos de las adua-
nas de Torrevieja y Alicante, hice frente á todo. En el castillo de
Santa Bárbara puse para un caso de sitio (sobre las existencias que ya
tenia) los repuestos necesarios. Se completaron los del de San Fer-
n~ndo para todo el tiempo que se calculó podria sostenerse sin comu-
nicacion eon la plaza. A las divisiones de Roche y Witingham les




- 47-


hice entregas de ,·íveres, en cantidades de consideracion para la sa-
lida de Alicante: y todo se realizó sin cometer vejaciones, y sin que al
retirarme de la comision se quedase á deber un maravedí á los presta-
mistas. El general Witingham me dió las gracias mas expresivas, por
la actividad y celo con que hahia socorrido á sus tropas. Los cuerpos
militares de la guarnicion, yel comandante de las fuerzas sutiles con-
fiesan, en certificaciones que conservo, haber estado asistidos comple-
tamente.


El estado lastimoso á que estaban reducidas las Tesorerias, en
razon de los cortos productos de las rentas, me indujo á procurar su
arreglo. Al efecto publiqué, en union de la Junta de Gobierno, un
bando para cortar el escandaloso contrabando que hacian Jos geno-
veses, abusando del pabellon inglés: intercepté el curso de las guias
falsas: exigí los derechos á los extractores de lanas, que des pues de
dos años no habian presentado las torna guias : para evitar fraudes,
entonces muy comunes, prohibí el embarque de aquellas si no se pa-
gaban en el acto los derechos: facilité la saca de sal de la Mata: arre-
glé los derechos de la sosa y barrilla, y dí salida al tabaco existente.


Tales fueron los trabajos. y tareas que produjo mi comisiono
Sino hice todo lo que se· necesitaba, ejecuté lo que pude, en
medio de la escasez, de las contradicciones y de las amena-
zas con que el enemigo intentó acobardarme. !< La situacíon de·
llla Península, dice el consul ingles en la certificacion citada en
»aquella época, era la mas crítica que se ha conocido en nue!'.l-
"tra gloriosa insurreccion, y la provincia de Valencia, casi del todo
»)invadida, presentaba un aspecto demasiado triste para lisongear las
"esp~ranzas del mas esforzado patriota ... Al tino con que este acredi-
J) tado ministro se condujo, y á su natural perspicacia, se debió el res-
)) tablecimiento del órden, que se habia perdido en todos los ramos de
n la Hacienda, pues consiguió sistematizar las operaciones de las ma-
nflOS subalternas, y nivelar los sacrificios de tal modo que las tropas
)) no carecieran del aliño y asistencia. Los contribuyentes vieron que
)) las exacciones no eran violentas ni arbitrarias, sino solo proporcio-
))nadas á la necesidad; concluyendo con decir» que eanga Argüelles
)) puede y debe estimar como el mayor de todos sus grandes servicios
"esta árdua y delicada comision.»


A servicios tan distinguidos como los que resultan del resúmen
que acaba de hacerse hay que añadir otro, digno complemento, en
concepto del que suscribe; servicio que viene á realzar los nobles me-
recimientos de su ilustre padre en la época gloriosa á que se refiere.


-p.:~~:-;
P . ..
" ,


--




- 48-
Rebosando siempre de amor patrio el alma de aquel, y ardiendo


en sed inestinguible de manifestar los leales sentimientos de su cora-
zon, defendió á España cuando al llegar á la historia los hechos de
aquella época un historiador extranjero, bajo el patrocinio del que di-
rigió las armas inglesas en nuestra Península, vió ofendida la patria
por los mismos que habian compartido en nuestros campos con los es-
pañoles los triunfos alcanzados sobre los ejércitos franceses.


En el año de 1829 los señores Clarke, Southey, Londonderry y
Napier publicaron una historia de la guerra de España, en la cual tra-
taron con desden y poco miramiento á los españoles, desfigurando los
sucesos, faltando á la verdad, y calificando con innobles epítetos el
heróico alzamiento que salvó á la nacion de la esclavitud, y le devol-
vió el augusto Monarca llamado á regir los destinos de aquella.


Las observaciones á esa historia, escritas por D. José Canga Ar-
güelles son una obra notable bajo cuantos aspectos pueda considerarse
poI' la mas severa crítica. Literaria y políticamente examinada, me-
reció los aplausos y los mayores elogios de los que la juzgaron; y to-
dos cuantos tuvieron ocasion de leerla apreciaron al mismo tiempo
que la lealtad y patriotismo de que aparece llena el alma noble y en-
tusiasta dc su autor, la pureza y vigor de estilo que brilla en tndas
sus páginas.


El que suscribe, Señora, al hacer mérito de tal obra, cree im-
prescindible para que V. 1\1. pueda apreciar la exactitud del juicio
emitido acerca de ella trascribir en este lugar el prólogo que va al
frente del primer tomo. Dice así:


ccAl cabo de veinte años, durante los cuales nadie ha osado negar
á la nacinn española el tributo de la admiracion que se la debe, por la
noble tenacidad con que sostuvo la lucha contra el Capitan del siglo:
algunos historiadores ingleses se empeñan en rebajar su mérito y en
poner en duda la heroicidad de sus servicios. Por manera que, al
trasmitir á la posteridad la relacion de la gloriosa guerra de la Penín-
sula, los mismos que han tenido parte en los triunfos y que han reco-
gido una abundante cosecha de honor, por un exaltado amor propio,
deprimen á los que les franquearon el campo y les acompañaron en
los combates, despojando á la fama que han adquirido en ellos, del
brillo y esplendor que les corresponden.


El teniente coronel inglés Napier, de un modo claro y decidido, y
el ilustre marques de Londonderry, con mas disimulo y arte, en las
Historias de la guerra de España, que acaban de publicar, tratan con
desden á los españoles; como si la gloria que á estos les corresponda




- 4U-


pudiera defraudar nunca á la que pertenezc"a á la nacían brit,inica.
Demasiadamente confiado Napier en el derecho que sus circunstancias
puedan darle para ser creido de sus paisanos, vilipendia á la nacion
española, que si en el dia se ve privada del premio debido á sus méritos
insignes, en el año de 1808, con su asombroso sacudimiento, sacó
á las demas naciones del letargo en que yacian, enseñándoles con su
ejemplo el único camino honroso que les quedaba, capaz de condu-
cirlas al recobro de la independencia y dignidad que lloraban perdidas.


Olvidado Napier de las obligaciones que contrae el que se llama
historiador, y desgraciadamente ansioso de realzar á su patria, trata
con poco miramiento al pueblo español, que despues de haber abierto
la campaña fiado en sus propias fuerzas y señalado los primeros
pasos de su carrera con victorias tan ruidosas como inesperadas,
facilitó á la Inglaterra el campo de batalla que largo tiempo deseaba
adquirir, segun exposicion del Sr. Londonderry, en el cual luchó con
toda seguridad, sin temer los reveses que proporcionan las intrigas
sordas de los gabinetes, ni los del odio nacional, que hahia sufrido
en Flandes; y desconcertando los planes de su enemigo, aceleró su
vencimiento, asegurando la suerte venturosa que hoy disfruta con ma-
yores utilidades que hasta allí hahia logrado, á costa de descalabros,
de desembolsos y de alianzas infructíferas. Sin hacer aprecio de la in-
expugnable buena fe que los españoles guardaron á la nacion britá-
nica en las épocas mas apretadas, en las cuales la conveniencia
propia aconsejaba el abandono, y los militares británicos desespera-
ban del éxito feliz de la lucha; el citado historiador no encuentra en
la insurreccion española el resultado de las virtudes, ni ve en ella mas
que robos y asesinatos, venganzas y mala fe, barbarie, inconstancia,
doblez y corrupcion; dando lugar á que de todo se deduzca, como él
mismo lo infiere, que los españoles han hecho poco en la guerra de
su independencia: que es usurpada la opinion que disfrutan; y que
todo el premio de la "ictoria se debe escIusivamente á la nacion
inglesa.


Si un amor exaltado á su patria condujo las plumas de este y de
otros historiadores, y si el impulso de su conducta disculpará tal vez
á los ojos de sus conciudadanos sus lastimosas aberraciones; si la
imparcialidad es su guia, proponiéndose hablar solamente de lo que
han presenciado; yo, que víctima de una revolucion política, en-
,"uelto en sus destrozos, y desterrado de la patria que me dió el sér,
miro corno propio su honor y su buen nombre: que tuve alguna inter-
vencion en varios de los acaecimientos (¡ue se refieren; y fuí testigo





- 50-


del heróico alzamiento, desde que empezó en el año de 1808, hasta
que terminó con la victoria en el de 1814; calorosamente conmovido
por las narraciones, poco ajustadas á la verdad, de los sucesos que
contienen las obras á que me refiero: viendo que gratuitamente se
procura envilecer á una nacion, que para poseer los timbres de noble,
de heróica, de sabia y denodada, no necesita mendigar memorias
modernas, ni disminuir el mérito de las demas; enmedio de la or-
fandad y del disgusto que me rodean, respondiendo fiel á los estímu-
los del amor á mi nacion, que me devora, no puedo permanecer
pasivo, ni dejar de ocuparme, del modo que me sea dado en su
defensa.


Bien conozco que mi situacion favorece muy poco á mis deseos;
siendo para mí tan desventajosa la que me cabe, cuanto cs favorable
á los á quienes contesto la que disfrutan. Ellos se encuentran en su
pais nativo, gozando consideraciones que naturalmente deben influir
en el buen acogimiento de sus escritos: tienen facilidad de adquirir
los documentos necesarios; y se han tomado para redactar sus obras
todo el tiempo que han creido del caso, mientras que yo me encuen-
tro en un pais extraño, sin proteccion ni apoyo: sumido en la fatalidad
que acompaña á un desterrado: desnudo de los copiosos datos, me-
morias y apuntaciones que poseia en España; y precisado á contestar
sin dilacion á los que violentamente han atacado mi sensibilidad, por
haber vulnerado el decoro de mi patria. La vindicacion de su honor
es á mis ojos tan urgente, cuanto es atroz el insulto recibido ; y el
silencio y la morosidad en repelerle, dando vigor al veneno de la de-
traccion, causarian daños irreparables.


El rigor de tan poderosas circunstancias, disculpando los defect.os
de este escrito, me hará mas conciso de lo que debiera, ciñendo mis
observaciones á los puntos que pueda sujetar á la crítica, afianzada
sobre los documentos que poseo, y sobre los auxilios que me prestará
mi memoria; la cual no me hará traicion en este lance, porque el
tamaño é importancia de los sucesos que debo examinar han hecho
en ella tan profunda impresion, que ni el tiempo, ni el torbellino de
mis desgracias, ni la serie de mis aventuras políticas han sido pode-
rosas para borrarla.


Partiendo de esta base y llevando por guia la verdad y la justicia,
me propongo contestar al Sr. Napier y á cuantos hayan visto los acon-
tecimientos de la Península del modo que él, sin otro objeto que el
de salvar la opinion nacional del naufragio que la amenaza. i Ojalá
que esta muestra débil del amor á mi nacion estimule á otros mas




- ;')1 -


,liestros, para haeer su defensa ue Ull modo eUl'I'espolllliente ú su gral1-
deza! ¡Quiera el cielo que este tributo que un emigrado paga ú la patria
que se ha visto precisado á abandonar, peneLramlo por medio de los
que se empeñen aunen desacreditar su buen celo, llegue á manos del
monarca español! Tal vez convencido por su lectura de la imperiosa
necesidad en que está de vindicar el honor de la nacion que dirige, que
es suyo propio, hará que al cabo salga ú la luz pública la historia ve1'-
dadera de los sucesos ·de la Península, limpia de las inexactitudes y
consejas con que la afean los que, no siendo españoles, se empeñan en
escribirla.


Historia tan deseada como interesante, por serlo de los aconteci-
mientos mas ruidosos, que hasta aquí nos ofrece el siglo en que vivi-
mos. Su falta podrá influir en que la fama, justamente adquirida por
la naelon espafiola, pase desfigurada á la posteridad, si la mano del
patriotismo no procura arrancar los neg¡'os lunares con que la rivali-
dad intenta afearla, obscureciendo el brillo de las heróicas hazaJ1as
y de las virtudes de que hizo un glorioso alarde, por espacio de !"eis
años. Al fin se trata de defendcr el honor patrio, y á tan sagrado oh-
jeto ¿no se sacrificarán las mezquinas pasiones, poniendo en contribu-
cion para 10gt'arJo los talentos, sin diferencia de colores políticos?


El honor espafiol, repito, y la fama, justamente adquirida durante
los seis años sangrientos de la guerra contra el genio militar de llllns-
tra edad, se interesan en impedir, que, sin contestaeioll alguna, tic
parte de los que hcmos sobrevivido á tan hercúlea lucha, circulen
por los pueblos cultos las historias á que me refiero. El mal efcdo de
Sil lectura debe ser correspondiente ú la ansia con qHC son buscadas,
segun lo acredita la rapidez ¡lel despacho que han tenido; y el objeto
que se han propuesto sus autores al escribirlas, siendo demasiada-
mente lisongero al amor patrio de los ingleses, pone un obstáculo po-
deroso al frio escrutinio, que sin él harian de la rigorosa exactitud <1('
los hechos sobre que descansan.»)


El que cxpone, Señora, quisiera haberse limitado á menor espa-
cio, para no causar á V. 1II. tanta molestia con un escrito difuso.
Cuenta, empero, COIl la siempre amable, como siempre grande, bon-
dad de su Soberana; y bajo el consolador influjo de esta creencia, el
corazon de un hijo se ha permitido la efusion y las digresiones que
V. M. se dignará perdonarle benévola. El ¡ntcres que la vida púhlica
de D . .Tos(~ Canga Argüelles naturalmente excita, en todo buen espa-
ltol, (y el que expone blasona de tal) adquiere mucho mayores propor-
ciones en razon de tan sagrados víncu los. Nuestras glorias se reflejan




- ;;~ -


en nuestra posteri(lad : y este reflejo ljue para los Reyes, como para
los pueLlos, es oríjen necesario, prenda segura , j(~['mcn fructífero y
por demas fecundo de preciosas virtudes, inflama el alma del expo-
nente, subyuga sus potencias, y le veda soltar la pluma todavía.


Referida mas principalmente la narracíon á aquclla época me-
morable, que sin contradiccion de ningun género ha recibido entre
lIosotros el solemnc bautismo de la verdadera gloria tan imperecedera
en los fastos ele la lealtad y del patriotismo como lo es y lo será á
despccho de la ignorancia y de la envidia, el recuerdo de los altos
triunfos que bajo la cnseña de los Castillos y Leones alcanzaron nues-
tras armas sobre las águilas imperiales, el exponente omitirá, sin
embargo, multitud de pormenores referentes á otras épocas, en que
el digno funcionario, á quien debe con el ser un nombre ilustre, se
distinguió tambien por sus eminentes servicios, y padeció injustas
persecuciones. Acrisolada en ellas mas y mas la pureza de los
sentimientos nobilísimos á que durante su larga peregrinacion en
el mundo tributó constantemente religioso culto, compartia el tiempo
entre los cuidados que siempre le afectaron, como representante, á
tan justo título, de los intereses del pais, y como padre de familia
quc idolatraba á su esposa y á sus hijos; y mientras estos recibian de
aquel documentos elocuentes de honradez, de amor al Trono y á la
patria, tributaba á la patria y al Trono, que tantos sacrificios le cos-
taron, nuevos homenajes de rcspeto y de fidelidad, como le era posi-
ble, en nuevos servicios.


En efecto, Señora: el hombre privado, moviéndose en el círculo
de las relaciones puramente domésticas, fué un modelo, como lo rué
el hombre público; uno y otro merecieron bien de esta jenerosa na-
cion, cuna de tantos varones insignes. Entre otras corporaciones
científicas y literarias, se le disputaron y apropiaron desde principios
de este siglo las Sociedades económicas de Madrid y de Asturias,
Jijon, Murcia y San Lúcar de Barrameda; la Real Academia de San
Cárlos de Valencia, la de la Historia y la dc Ciencias naturales de
Madrid. Como hombre de letras, honran y enaltecen su memoria
cuarenta y siete obras con cerca de ochenta volúmenes, correspon-
dientes á varios jéneros, compitiendo en ellas lo ameno con lo pro-
fundo, el talento artístico con el científico y el administrativo, el poeta
con el hacendista, el historiador con él hombre de gobiemo. Y me-
rece Botarse que una buena parte de estos trabajos fué emprendida
por el autor de órden y bajo la proteccion del Gobierno, y que todos
han obtenido jeneral aplauso en la república literaria.




Hplutivumellte al hornl)\'e público, cuarenta y cinco aIlOS erediyos
de servicio cn sesenta empleos y comisiones importantes, eutre ellos
tres ministerios, y la plaza del Consejo Real de Espafia é rndias, ates-
tiguan su prodigiosa aptitud para los negocios en tanlas y tan dis~
tintas aplicaciones, no menos que el alto concepto en que se le tuvo;
todo lo cual acreditan asímismo las honras que se Ic dispensaron.


Desde que recibiendo las principales investiduras universitarias, y
adquiriendo con ellas un derecho á la pública consideracíon, contrajo
el deber de retribuirla con los frutos de su talento, se le ha visto de-
vorado por el celo mas fervoroso, activo siempre, incansable, fe-
cundo, dar vida á cuantos negocios le rodeaban, diríjir su marcha,
buscar medios y modos para el mejoramiento de la administracion en
los varios ramos en que el Gobierno le ocupó, y conseguirlo, llenando
cuando menos y sobrepujando muchas veces las esperanzas de sus
inmediatos jefes y los deseos del monarca, cuyo fiel y eumplido seJ'-
\ÍdOI' se preció de ser siempre, cuyos derechos domésticos y políti-
cos deslindó y defendió con tanto acierto como perseverancia y entu·
siasmo, lo mismo en las posiciones de desahogo y de mando que
en las de apuro y persecucion, en los peligros y terribles peripecias
de una guerra heróica y desesperada como en los calabozos y emi-
graciones; sin desmentirsc nunca, sin que jamás decayese ni por un
momento la fortaleza de su espíritu, ni vacilase la lealtad de su
corazon.


Adjuntas son, Señora, cinco relaciones que pueden considerarse
como el índice biográfico del padre uel exponente.-La primera de
sus estudios, grados académicos, y actos públicos, como hombre de
excelentc carrera literaria. - La segunda de las corporaciones cientí-
ficas y literarias tí que perteneció, -La tercera de los destinos y
cargos públicos para que fué nombrado, y ue los honoJ'es y conside-
raciones que se le concedieron, - La cuarta dc las mas importantes
obras que en varios ramos del saber humano redactó, de muehas de
las cuales se han hecho varias publicaciones. - La quinta de los do-
cumentos en que se acreditan los eminentes ~ervicios prestados- desde
la insurreccion gloriosa de 1808, durante toda la guerra de la inde-
pendencia, y de las declaraciones honoríficas á que dieron motivo en
el Real decreto del Sr. D. Fernando VII fecha 2t de octubre (fe UdS,
en el manificsto de la Junta pI'Oyisional dc 9 de julio de 1820, Y en el
dccreto de las Cortes, de 10 de mayo de 1821 , por el cual señalaron
á D. José Canga Argüelles y á los demas ministros, sus compañeros,
una pension de sesenta mil reales, en atcn('ioll á los mucho:- y di!'-




tiuguitlos servicios que habían hecho á la nacíon y al Bey, y ;'t lo
que habian padecido por la independcncia y libcrtad de la patria.


Las mencionadas relaciones comprueban en todos sentidos, Se-
ñora, el justo pancgírico que de esta humilde y rcverente exposicioll
resulta, en hOllor de la memoria de un utilísimo servidor del Estado.
Panegírico preciso para el intento del que expone, pero exacto, y que
viene ya formulado de muchos modos y en todas épocas, á tra ves de
dos generaciones, de acontecimientos singulares, de confusiones y
conflictos, de revoluciones y trastornos en la sociedad española, por
hombres antiguos y por hombres nuevos respcctivamente represen-
tantes de todas las opiniones posibles; y entre las cuales se encuentran
por cierto, sin excluir el mismo Sobcrano en la plenitud de un dis-
crecional poder, los mas notables quc la nacíon ha producido en la
última mitad del siglo antcrior y en la primera del presente. Pues
bien, Señora, lo que todos ellos han asegurado y repetido: lo que la
nacíon política ha proclamado y sancionado con su alta estimacion,
con su solemne aprccio, demostrados tantas veces por los medios
mas inequívocos, eso y no mas es 10 que hoy con diversa forma, pero
de acuerdo en la esencia, se ha permitido reproducir el que expone.


V. M. á quien la Divina Providencia ha contiado los destinos del
pueblo español, se dignará fijar los ojos en el cuadro que el exponente
acaba de trazar, y querrá derramar, no le es permitido dudarlo, el
tesoro de sus Reales gracias sobre la huesa del hombre que contrajo
tales y tantos merecimientos. No han menester sin embargo, estí-
mulo alguno sus hijos para sacrificarse una y mil veces si fuere ne-
cesario por su Reina y por su patria. Cuando por principios y por
inspiracion propia no lo hicieran, idea que rechazan con todas sus
fuerzas porque á ello han estado y están siempre dispuestos, el nom-
bre con que se honran decidiria siempre de la fé dc sus corazones, del
sacrifiCio omnímodo de sus facultades, de sus afectos y hasta de su
entusiasmo. La respetable sombra del ilustre jefe de esta dilatada
familia le comunicaria desde la tumba su entusiasmo y su fé.


Por todo lo cual, y deseoso de obtener de la Real munificencia
un testimonio de nueva y honorífica consideracion para tan cara
memoria,


á V. l\f. reverentemente suplica: que resultando igualmente do-
cumentada al inlcnto su aptitud legal, sc digne hacerle merced de




- 55 -
título de Castilla, con la denominacion de Conde de Canga Argüelles,
Yizcondc de Valencia, y con relevacion delTñipuesto especial esta-
blecido por la ley, hallándose en el caso por la misma ley previsto,
aunque á reserva de dar cuenta á las Cortes en la primera reunion.


Maurid 2.3 de junio de 1852.


SdiOl'3 :


ú L. H. P. de V. M.


Felipe Canga Argüelles.






1"'-"


~


4PE1\IDICE.


NÚMERO 1.


GRADOS ACADEMICOS, y ACTOS PUBLICOS


DEL


Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles.
Tres ailOs de Filosofía. Sostuvo en esta facuItad un acto mayor y otro menor.
Las facultades de Leyes y Cánones.
Bachiller en Leyes; nemine discrepante.
Repasó por nombramiento del Claustro dos años la facultad de Leyes.
Presidió siete actos menores y arguyó muchas veces.
Bachiller en Cánones.
Substituto de la Cátedra de Prima de Leyes.
Defendió un acto público solemne y mayor de Conclusiones de Derecho Canónico.
Licenciado y Doctor en la facuItad de Cánones, -eon todos los títulos, honores '!


calidades.
Cursó cuatro aiios de Matemáticas en la Real Socie(lad Aragonesa. Sufrió ocho exú-


menes públicos, y fué premiado dos ycees en el discurso de sus tareas.
Cursó el idioma griego en 17\)2.




- 58-
Cursó Derecho natural y de Gentes con singular aplícacion. Compuso tr'es diserta-


ciones que fueron leidas públicamente con general aplauso, acreditando el ta-
lento é instruccion del autor en el Derecho público y privado; en 1792 con don
Manuel Joaquin de Condado.


Doctor en Leyes por el Claustro de la Universidad de Oviedo, en 13 de Febrero
de 1822, en testimonio de la i1ustracion, virtudes y señalados servicios que le
reconoce.


______ Uu =




- 5H-


NÚM. 2.


CORPORACIONES CIENTlFICAS y LITERARIAS


Á QUE HA PERTENECIDO EL


Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles.


Sócio de mérito de la Real Económica de Madrid; en 25 de Mayo de 1800.
Súcio de mérito de la del Principado de Asturias; en 8 de Agosto de 1801.
Sócio honorario de la de San Lúcar de Barrameda; en 4 de Mayo de 1803.
Académico correspondiente de la Academia de la Historia; 2 de Setiembre de 1805.
Académico de honor de la Real de San Cárlos de Valencia; 2 de Octubre de 1809.
Individuo de la Sociedad Económica de la provincia de Murcia; 28 de Noviembre


de 18'20. Se acompaña el Informe que para la admision dió la Junta de oficia-
les de la misma.


Sócio de mérito y Director de la Real Sociedad económica de Gijon; 2 de Agosto
de 1834.


Académico supernumerario de la de la Historia; 16 de Enero de 1835.
Individuo de la Comision de Córte de la Sociedad de Oviedo; 11 de Octubre


<1eI837.
Académico de número de la de la Historia; 20 de Abril de 1838.
AcarJ{:mico de honor de la Hpal dí' Ci"ncias naturales rlc Madrid.




- 60-


NÚM. 3.


DESTI~OS " C .... RGOS PÚDLIUOS
DESEMPEÑADOS POR EL


Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles.
L Procurador Síndico general por el Estado noble de la Villa de Gijon. EUi)['O


3 de 1798.
2. Oficial del Ministerio de Hacienda; 3 de Marzo de 1798, para los asuntos rela-


tivos á la Caja de amortizacion de Vales Reales.
3. Oficial cuarto primero de la Secretaría de Estado; 23 de Agosto de 1803.
4. Idcm segundo tercero en 18 de Noviembre de 1803.
5. Secretario de S. M. con ejercicio de Decretos; 8 do Enero de 1800.
6. Nombramiento para asistir á la confrontacion á igualacion de los tres ejempla-


res del Marco con el original de Castilla; 23 de Agosto de t 1l04.
7. Criado de la Real Casa, con relevacion de la media annata; 18 de Setiembre


de 1803.
8. Contador principal dol ejército de Valencia; H de Octubre de 180~.
9. Merced de Caballero de la neal órden EspallOla de Cárlos 111; 18 de Octubre


de 1805.
iO. Vocal de la Junta Suprema de Valencia; 1808.
H. Intendente del Egército y Reyno de Valencia y Murcia; 28 de Abril de 1809.
12. Vocal de la Junta Superior de observacion y defensa de Valencia; 10 de Octu-


bre de 11llO.
13. Secretario de Estado y del despacho de Hacienda de España; 7 de Noviembre


de 1810.
H. Nombrado y encargado del de Indias; L° de noviembre deJ8H.
15. Habilitacion para despachar la Superintendencia general de Hacienda; 4 de


Noviembre de 1811.
f6. Ministro de Capa y Espada del Consejo de Indias; 6 de Febrero de 1812.
17. Intendente en Comision del Reyno de Valencia; 11 de Abril de 1812.
18. Intendente en ComisioIl de los ejércitos segundo y tercero; 2 de Agosto


de 1812.
f9. Gefe Político de Soda; 15 de Diciembre de 1812.
20. Diputado á Cortes por la provincia de Asturias; 2 de Setiembre de 1813.
21. Condecorado con la Flor de Lis por S. 1\[. el Rey de Frallcia; 23 de Abril


de 1816.
22. Secretario de Estado y del despacho de Hacienda; 22 de "larzo cle1820.
23. Se le conceden los mismos tratamientos y honores que i't los Consejeros de E,-


lado; Hi de Mayo de 1820.




- ()J
24. Cruz concedida por S. M. Fernando VlI á los que fueron vocales de las Juntas


del Reyno en 1808.
25. Diputado á Cortes, en lR22 y lR23.
26. Individuo del Tribunal de las Cortes; 6 de marzo de 1822.
27. Cruz de distincion del segundo Egército, concedida por S. ~1. Fernando VII,


en 14 de Abril de 1815.
21<. Presidente de la Comision especial de Visita del Crédito Público; 10 de Marzo


de 1822.
29. Encargado de la recopilacion de las Leyes de propios; por Real órden de 1 ~


de Agosto de 1833.
~30. Encargado de escribir los elementos de la ciencia de Administraeion; Real


órden de 3 i de Enero de 1834.
'. _.,31. Visitador del Instituto Asturiano; Real órden de 14 de Marzo de 1834.


32. Ministro de la Seccion de Fomento del Consejo Real de España, é Indias; 7 de
Abril de 1834.


33. Reintegro en los honores del Consejo rle Estado; gracia dispensada al merito
relevante de D. J. C. A.; ;; de Enero de lR35 .


.34. Comisario Regio para las Juntas generales de los cinco Gremios; 9 de Marzo
de IS35.


3t). Individuo de la Junta Suprema de Sanidad; 16 de Abril de 183~.
36. Individuo de la Comision para informar sobre el reconocimiento de la indepen-


dencia de las Américas; Real órdcn de 16 de Octubre dI' 1835.
3i. Encargado de la formacion de las instrucciones para los comisionados para el


arreglo de la navegaeion del Duero; Real órden de 13 de :\Toviembre de 18:l5.
38. Presidente de la Comision para informar sobre el sistema orgánico de la Arl-


ministracion económica del Reyno; 21 de ~oviembre delFi3ii.
39. Presidente de la Comision para el arreglo de la Jm'isdiccion contenciosa rle


Hacienda; Real órden de :1:1 de Junio de :1835.
40. Individuo de la Comision para el arreglo del Consejo Real, en consideracion á


sus vastos conocimientos; Real órden de 2 de Marzo de 1836.
H. Para informar sobre la pertenencia al Patrimonio Real de los Bienes del Mo-


nasterio riel Escorial, atendiendo á sus vastos conocimientos, Real órden de
24 de Marzo de 1836.


42. Presidente de la Comision con carácter de Tribunal de Administracion; Real
órden de 18 de Noviembre de 1836.


43. Presidente de la Ca misio n para el arreglo de los Ayuntamientos y Diputaciones
provinciales; Real órden de 4 de Diciembre de 1837.


44. Caballero Gran Cruz de lá órden Americana de Isabel la Católica, en
atencion a sus dilatados servicios, padecimientos por la Cllusa Constitucio-
nal y adhesion no desmentida al Trono legitimo; Real Decreto de :lO de diciem-
bre de 1837.


45. Comision para el arreglo de las franquicias que gozan los individuos dd
cuerpo Diplomático; Real órden de 15 de Febrero de :1838.


46. Vice-Presidente de la Junta Suprema de Sanidad; 2:1 de Febrero de :1838.
47. Visitador de los Colegios de Esculapios; Real 6rden de 13 de Junio de 1838.
48. Vocal de la Comision creada con el fin de investigar el mejor medio de cubrir


las obligaciones que grabitan sobre el impuesto decimal; Heal órdcll de l.· de
Julio de 1~38.




I g /. ':.....


- t¡2-
49. Por Real 6rden de 9 de Agosto de l83R se le llomhrtÍ para una confCl'CI)l'i:t


con los Señores Ministros de Estado y de Hacienda, sobre rcclamaciolle;; de
Inglaterra.
~o. Vocal de la Comision para el deslinde de las fincas y derechos del Patrimonio


Real; Real órrlcn de f 6 de Noviembre de f 838.
51. Presidente de la Ca misio n revisora de Aranceles; Beal órden (le 1 (le Enero


de 1839.
52. Por Real árden de 28 de Noviembre de f 839 se le convocó al Consejo de Se-


ñores Ministros para examinar los espedientes instruidos en los Ministerios
de Hacienda y Guerra relativamente á una contrata general de Suministro,
al Ejército.


53. Presillente de la Comision encargada de examinar el espediente sobre 1'1 Ca-
mino de hierro de Guimes iÍ. la Habana. Beal 6rden de 8 de Abril tle lR40,
en la que se manifiesta que S. :\1. habia resueIto confiar el exámen de rstc ne-
gocio á una Comisioll compuesta de personas de su mayor confian~a 11 públi-


54.


55.
:;6.


57.


¡lO.


r·)
.1_-


camente respetadas por su ilustracion, esperiencia !I celo.
Presidente de la Comisioll creada para examinar ulla proposicion para tomar


en arrendamiento los derecbos que sellala á la importacion de torla clase de
Tabacos; Real ónlen de 11 de ~{arzo tle H:41.


Presidente de la Junta revisora de Aranceles; 23 de Noviemhre .le j S10.
Nombrado para la Comision encargada de proponer lo conveniente sobre


hermanar la Hacienda militar con la civil; Real órden de 26 de Marzo
de 184i.


Presidente de la Junta consultiva de Aduanas y aranceles, en atencion á
sus circullstancias rele~'alltes; 4 de Mayo de 1841.


Presidente de la Comision encargada de proponer lo cOllveniente sobre pago
de Censos de las fincas Nacionales que se han vendido, y de las cargas pia-
dosas de que respondian; Real árden de 26 de Febrero de 184L


Presidente de la Comision encargada de proponer la forma en que segun el
Decreto de 29 de Mayo de 1840, sobre centralizacion, debia quedar euda una
de las dependencias nuevamente agregadas al Ministerio de Hacienda; Real
árden de 7 de Junio de f841.


Presidente de la Comision para formar el proyecto ele ley respecto á la fl'ndi-
cíon y documentacion de cuentas; Real órrlen lle 7 de Junio tI[) l1i41.


Presidente de la Comision encargada de proponer un proyecto de ley de sani-
dad y Ii~pieza publicas; Real 6rden de 30 de Noviembre de 18H.


Presidente de la Comision encargada de proponer la rectilicacion de nuestro
sistema monetario; Real órdeu tle 1.0 de Enero de iKi2.


6:1. Presidente de la Comision encargada de examinar el proyecto del estableci-
miento de un Banco Anglo-EspullOl ; Real úrden de 4 de Setiembre tle lSi2.


04.


6" J.


Autorizacion para pl'csitlir la Junta gennral lk los cinco Gremios; Real órden
de 13 de Octubre de 1842.


Presidente de la Comision encargada de informar sobre la inteligencia del art. 6:!
de la Ley de .\duanas; Hral Ól'den de 1 R dt' S(~tiembre de 1812.




~ 65-


NUM.4.


NOTA
DE LIS


DEL


Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles.


. rol l· ,>1'-
" ~-~;-.: .: .


Discurso sobre los derechos del bello sexo en la Sociedad civil y matrimonial. Califi-
cada ventajosamente por la Socieda'd Aragonesa en 1794, en l'Uzon de sus pen-
samientos originales y bellísimos, con los que prueba el autor su talento y
~rudicion,


:\'(emoria sobre el estudio que deben hacer de la filosofía los Pintores y Estatuarios,
Calificada ventajosamente por la Sociedad Aragonesa.
Traduc~ion con notas .de la carta del Sr. Gesner al Sr. JuesJin gobre el Paisage.


Calificada ventajosamente por la Real Academia de S. Luis, en 23 de Enero
de 179ü.


Disertacion sobre las causas de la despoblacion de Aragon, y su remedio: en f79B.
Premiada por la Sociejad Económica de Amigos del País, de Zaragoza, en 5 de
Marzo de j 796.


Discurso de D. Francisco Martinez de la Mata, con notas, publicado como apéndice
ú la educacion popular. Premiado con el nombramíenlo de socio de mérito lite-
rario por la Real Sociedad Aragonesa; 25 de Octubre de 1794.


Suplemento al apéndice de la Educaeion popular. Obra publicada en Madrid en la
Imprenta de D. Antonio Sancha. 1776.


Odas del Célebre Anucreonte, traducidas del Griego en verso castellano. Impresas J
en 17%.


Poetas líricos griegos Alesnan, Stersícore, Alceo, Menalipo, Safo y otros. Traduci-
dos é impresos en 1796,


Odas olímpicas del Sublime Píndal'o, Traducidas é impresas eH 1i!:!?




- Gí-
Enciclopedia de Matemáticas, traducida con notas. Dos Tomos.
Gaceta de los niños; obra impresa en la oficina de Sancha. Aprobada por el Gobierno


y elogiada por varios escritores.
Apuntaciones Canónicas de la Iglesia de Espaiia, sacadas de sus concilios. Dos


Tomos.
Coleccion de órdenes relativas al Patrimonio Real de Valellcia. Un tomo impreso en


Valencia.
Reglamento para la Secretaría de Hacienda, precedido de una memoria, en que se


fijan los pdncipios y máximas políticas y administrativas, que soo. el fundamento
de la Ciencia de Hacienda; escrito por órden del Excmo. Sr. D. Miguel Caye-
tano Soler, aprobado por el Rey, é impreso en el Diccionario de Hacienda.


Memoria para fijar las bases del tratado que debería ajustarse con la Gran Bretaña
en el Congreso de Amiens; escrita de órden de S. M. Esta memoria que mereció
el elogio de los diplomáticos, fué redactada en el perentorio término de 10 dias.
Se halla impresa en el Diccionario de Hacienda.


¡ Observaciones sobre el tratado de Amiens. Impresas en el Diccionario de Hacienda,
Memorias de Diplomacia Comercial.
Prólogos al Censo de Poblacion de 1797.


, Memoria sobre nivelar los ingresos y salidas del Erario, publicada rn el Diccionario
de Hacienda.


Memoria en defensa del Consejo Real, publicada on Valencia en 5 de Agosto
de 1808.


Memoria sobre la Constitucion de la Junta Central de Gobierno. Publicada en Va-
lencia en 1808.


Manifiesto de la Junta Superior de observacion y defensa del Heino de Valencia, so-
bre los servicios y heróicos esfuerzos prestados por este en favor de la libertad
é independencia de la nacion y de los d'erechos de su Augusto y legítimo Sobe-
rano el Sr. D. Fernando VII; escrito~· publicado en 23 de Agosto de 1809,
habiendo merecido las mas distinguidas calificaciones.


Observaciones sobre las Cortes de Espaim y su organizaeion; publicadas en 1809.
Ciencia de la Hacienda, aplicada á Espaita. Cuatro Tornos.
Diccionario de Hacienda. Obra impresa en Lóndres, en nueve tomos en 4 .• y l)!l


Madrid en dos en fólio, conocida y elogiada en Europa, y cuya crítica ha sido
hecha por varios escritores. Se acompaña una Real órrlen referente á su publi-
cacion.


Recopilacion de todas las leyes, ordenanzas y reglamentos del Cuerpo polítko de
los Egércitos de Espai'ta. Seis Tomos en fólio, formada dr, órden de S. M. [)e
esta obra compuso un Prontuario que se imprimió en Valencia.


¡ Memorias como Secretario de Estado y de Hacienda en 18H. Dos Tomos en cuarto.
Manifiesto de la Conducta política de D. José Canga Argüelles, Diputado por As[u-


rias, en las Córtes de 1813 y 1814 Y preso en 10 de Marzo de 1814; escrito en
el Castillo de Peñíscola en 29 de Marzo de 1816. Un Torno en fólio.


Memorias como Secretario de Estado y de Hacienda, en 1820. Tres Tomos.
Observaciones sobre la Historia de la Guerra de Espalia, Escrita en Ingles por los


Señores Clarke, Sonthey, Londondcrry y Napier. Impresa en Lóndrcs y en
Madrid; tres Tomos.


Elemen[os de la Cirnciu ele Ilaeienda. Se ucom]lntla ¡¡na !leal úr¡J"1l I!II 'JUl' se lIla-




- u¡; -
nil1esta haber visto S. M. ron Ilgrado uquella produrcioJl, llutorizunuo al aulo/'
para formar los elementos de la Administracion, los cuales servirán de texto
para la enseiJanza en una escuela que de aquella ciencia queria S. M esta-
blecer.


lIisloria del Principado de Asturias, durante los seis ailOs de la (~uerra de la Inde-
pendencia. Se acompaiJa una Real órden en que S. M. autoriza al autor á que
ponga al frente de la obra el Augusto nomhre de la Serma. SeilOra Princesa
Doña María Isabel Luisa, á quien se lo dedica. Dos Tomos Manuscritos.


Ocios de Españoles emigmdos, que. publicó en Lónd['es en 182·¡ y aiJos posteriores
con los insignes literatos O. Joaquin Lorenzo Villanueya y Mendiyil. Siete To-
mos en cuarto.


Apuntaciones de la Historia civil de España. tin Tomo.
El emigrado observador. Un Tomo en cuarlo.
El Semanario de Agricultura y Artes, que bajo la proteccioll del (iobiel'llo Espúiol


escribió en Lóndres. Un Tomo en fú]jo en 500 páginas, publicado ,>111 ~2(j
Y i830.


Folleto sobre el comercio de los algodones Inglpsps rn E~pai¡a. Lóndre~ Hi (le Di-
ciembre de ·1829.


Memorandum sobre la derogacion de la ley Sálica ('[1 E,;palm. LílIldre~, Junio
de i 830.
~Iemorandum sobl'e la interyencion de los Cónsules de Francia en las visitas domi-


ciliarias de los Súbditos de su nacÍon residentes en Espalm. 1831.
Di~cllrso acerca de la necesidad que los Hacendistas tienen de dedicarse al estudio


de la Historia: leido en la recepcion de Académico de la Real de la Historia. t (j
de Febrero de t83¡j.


In,estigaciones históricas en los Códices ~Ianllscritos ljlW se COlH;el'Vall en el Museo
Britúnico de Lóndres .


.. ".~ \11~morias de su tiempo. Dos Tomos.
,'Elementos de la Ciencia de Administracion, obra escrita por manualo de S. M. eH


Real órden de 21 de enero de i 834.
HI'Cilpitulacioll de las leyes y Reales ónl'~lws uc Propios. Encargo de S .. \1. por !leal


úrden de 13 de Ago3to de 183:J.




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DOCUlllENTOS


qHe aer ... dUIIH que D .o .. é «: .. o"a "r."elle. rué de lo. que .e apre.llrllrOll
• aU.S.r.e eo la. bandera. de la pa'rla eo .808, T que el dla:l8 de .unlo
a"l.tló á la. batería" eo lo" momeato" del ataque dado á Taleoel .. por .. 1
!IIarlMeal noaeey ; lo. audlloa raellUado. á 1011 eJéreUo., T dema. .er'l'lel ....


lIue baeen relaelon á .... ta época memorable, y que "e meuelooan ... 0
la Expo.lelo ••.


Manifiesto que hace la Junta Superior de observacioll y defensa del Heino de V¡¡lell-
eia de los servicios y heróicos esl'uerzos prestados por este desde el rlia 2:1 d,~
~Iayo de 1808, en favor de la Iibm'tad é indeptlndencia rle la nacion y de los
rlereclJOS de su Augusto y legítimo Soberano, el Sr. D. Fernu[l(]o VII.


La Junta de Valencia en 23 de Agosto de i80\!, dió á DOll José Cuugu Argüelles lü-
gracias por la redaccion del manifiesto, en el que habia superaclo sus e~pe­
mnzas, expresándole su agradecimiento pOI' los d!'svelos con que se pre~l;¡
siempre al bien del Reino.


Arbitrios propuestos al Excmo. Sr. llamll de Sahasona, Comisario de la Juuta cell-
tral en Valencia. para sostener la Division de Trupas del Reino de Valencia; L¡
de Abril de iSOll.


Felicitacion tí. Sir Frcderic ,"orll!, miembro del Parhmellto Inglés; Julio de 180fl.
El'cccion de una EsUtua al Rey D. Fernando VI!.
I'lau de Al'bitrios para sostener la guerra en i8tO.
Creacion de Depósitos de Beneficencia militar para los soldados inutilizados "n


c'lmpalla.
Establecimiento del Hospital militar de conyalecencia, titulado de S. Fernando.
Plan de Arbitrios para sostener la guerra; 10 de Diciembre ,le HlO9.
Yarias actas de la Junta de Valencia en i81O.
Calificaciones de los servicios prestados por las Jun!¡¡s.
El Hr~y Nnestro Señor, por su Real Decreto de 2i de Octubrr' ¡le l8i8, tuvo á bi~J1


declarar: « Que las Juntas de las provincias han hecho esfuerzos dignos de 1(J~
),mayores elogios; que han acomelino acciones grandes y arriesgadas; quP-
"mantuvieron en t"rlas las partes de esta basta Monarquía el órc!(,ll y el espí-
"ritll público; que reuniendo gentes y caudales socorl"Íel'on con ('smero, celo "!
»prontitud cuantas necesidades públicas llegaron tí. su noticia; y que Ú ~II
"abrigo y ua.io sus continuas fatiga~, trab~jos y di~rosici()nr~, s!' rormaron \




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"alimentaron los ejércitos que con tanta gloria del nombre E,pailOl at'llbal'Hn
»de consumir y arrojar al oiado enemigo, que se vió hollado 1 abatillu
"casi en el momento en que se creyó el dominador de las tres partes
"de la tierra: considerando todos estos sucesos, y que por lo mismo era lIe-
"gada la ocasion de dar á dichas Juntas y sus individuos una muestra del aprr-
))cio con que miró tan particula(es servicios, y del deseo de que pasando ,je
"generacion en generacion la memoria de ellos conozca el mundo entero que
),jos Españole~ no necesitan de otro estimulo que el de su innata fidelidad y
))virtudes para Ilegal' á la cumbre del heroismo, cuando se trala de la salvacion
»de su Rey y de su Patria ............. »


La Junta provisional, en 9 de Julio de i820, manifestó: (i Que entre lo!! grandr~
))motivos que la Junta tiene para gozarse ya, no es el menor el \'el' Ú la iIlIIIC-
"diacion del Trono y ocupando las sillas del Ministerio á los fundadores de
.Hluestra libertad, á los que dieron á la España las instituciones bienhechora~
"que la rigen, y á los que las han sabido sostener aun LÍ costa de los mas
»crueles y penosos sacrificios.))


Las Córtes, por decreto de iO de ~layo de 18tl, seimlaron á D. José Canga Argüe-
,,1Ies y á los demas ~linistros, sus compañeros, la pension de sesenta mil rea-
"les, en atencion á los muchos y distinguido~ servicios que han hecho á la n,l-
llCiOIl y al Re>", y {l lo que han padecido por la Inilcpendencia y libertad tlp la
"Patria .•