POLíTIOA y SISTEMAS COLONIALES CONnRRXCI!S D!D1S EN EL umo DE l.lDRID DURANTE EL CURSO...
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POLíTIOA
y


SISTEMAS COLONIALES
CONnRRXCI!S D!D1S EN EL umo DE l.lDRID


DURANTE EL CURSO DE 1869-'711


POli


RAFAEL M. DE LABRA


INTRODUCCION


MADRID
1874


l)lPRI1NTA DE J, NOGUERA, Á CARGO DE M. MARTINi.Z
calle rle IJIJ1'rladores, núm.. 7




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Tres años hace inauguré en el Ateneo de Madrid
el primer curso que en la España contemporánea-
en la ~tria adoptiva de Colon y en la tierra del li #
cenciado Suazo, de Page, de Campillo y de D. José
Galvez-se ha dado sobre política y sistemas colo-'
niales,


A pesar de la preocupacion hostil de la mayor
parte de nuestros hombres políticos, á. despeche de
mi quebrantada salud y de las angustiaa que en mi
espíritu producían las dolencias de mi buen padre,
conseguí llegar en mis Confere:acias hasta .los albo ..
res del siglo XIX. y terminé aquellas lecciones con
ltnimo de continuarlas al año siguiente.


Por desgracia la muerte de mi padre me cerró
la tribuna. del primer establecimiento eientífíeo de
España. Nuevos y terribilísimos dolores-sobre to-
dos, la pérdida de mi santa madre cuando todavía
tenia los ojos llenos de lágrimas-me mantuvieron
alejado de todos los centros literarios de Madrid, y
cuando mis profundas heridas comenzaban á cer-
rarse, la. política palpitante, y señeladamente la
campaña que dentro y fuera del Con¡reso hice
en 18'72 en 1'r6 de la reforma de Puerto-Rico y de
la abolicion de la esclavitud, me quitaron absoluta-
mente el tiempo que mis obligacioaes foreMe. me
cOD'SeDtian' para d~ica:rme á estudios y aslUl.~s de ea-




IV


rácter científico y seria trascendencia, y que por esto
mismo requerían detenido exámen y mucha calma.


Por esto me fué imposible, no sólo continuar míe
Conferencias sobre Política y Sistemas coloniales, si
que dar la. última mano á los discursos que en el
Ateneo había pronunciado.


El tiempo ha corrido y las cosas se complican ca-
da vez más. Hoy no alcanzo cuándo ni cómo podré
concluir el libro cuyas primerss páginas van á eonti-
nuaeíon.


"Pero he llegado á presumir (perd6neseme esta
pretension) que importa á la causa que defiendo,
(que es la causa de la libertad y de la democracia,
combatida por el doctrinarismo y la reacción desde
sus últimas guaridas de Ultramar) la publicacion
de algunas de las ideas vertidas en las primeras
Conferencias de-mi curso de Política y Sistemas co-
loniales. Tal vez las circunstancias se disponen de
tal modo, que la reforma colonial, tan brava comofe -
lizmente iniciada en Puerto - Rico, sea pronto un
hecho en todos los dominios ultramarinos de Es-
paña; y es conveniente propagar el sentido noble y
relativamente desinteresado que debe revestir la Cü-
lonízaeion, conforme á los progresos de la ciencia y á
las leyes de la historia.


AdemáEl, las páginas que siguen forman un todo,
y aún publicada la obra integra, las -tres primeras
Conferencias siempre aparecerian como una introduc-
cion que prepara al lector para entrar en la coloni-
saeion moderna.


No respondo de que la obra se complete. Lo he di-
cho en otro libro: vivo al dio. y sin esperanza, ¡ay! de
de~ar tlas mi un rastro duradero Hombre de- ba-
talla, más que inquirir y reflexionar, lo que hago es
pensar .alto,~ mientras:~me muevo y lucho.JDe aqaí




,-


v


mis innumerables artículos, mis folletos, mis discur-
80S..... que nunca leo, una vez entregados al público,


En mis propósitos entraba poner al frente de este
libro un nombre para mí sagrado: el nombre de mi
padre. Al pié de su lecho concebí mi obra, y mis con-
sultas y mis conversaciones calmaban los dolores de
aquel anciano, de aquel doceañista: emigrado del 23,
cuya vida teda fué un constante sacrificio en aras de
la libertad de su país, y cuyos nobles consejos tanto
me alentaron en la ruda empresa que por aquel en-
tónces acometí de sostener l~ compatibilidad de los
intereses de la democracia con la santa causa de la
pátria; esto es, de las leyes del mundo moderno y ele
la civilizacion contemporánea con el porvenir, y lo
que es más, con la honra de España.-Pero since-
ramente hablando, no creo que este ligero bosquejo,
este fragmento de un libro, que yo no sé si se hará,
merezca. aquel recuerdo. Basten estas indicaciones; y
perdone el lector esta espontaneidad. Era una. pro-
mesa.


Enero ele18¡4.--}¡fadrid.




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íND:rCE


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Introdoecion.


Excrdio.-Manerr. vulgar de apreciar las cuestiones ultrama-
rinas.-Los intereses materiales, la burocracia, la preooupacion
patrióti<:a.-El problema colonial á la luz de los principios.-
Nuestro régimen colonial y la Revolucion de Setiembre.--Univer·
salidad de los principios de la democracia modema---Laa socieda-
dades coloniales y la sociedad europea en sus relaciones con la
economía política, el derecho y la ouestion social.-El porvenir
de nuestras Colonias. -Deberes de las metrópolis. -Modo de con-
siderar la colonizacion.r--La política nacional de España.-Portu-
galo - América. - La unidad ibérica. -La federacion hispano-
américana.-Nuestras Antillas bajo la dictadura y con la esclavi-
tud.-Imposibilidad de -dar un paso sin la reforma. -Plan del
curso.-La colonizacion en la Historia. -Principios fundamenta-
les de eolonizacion.e-Pclítiea colonial.........•......• (Pág. L)


11
La colonizaeion en la Biito:ía.


Qué es la colonizacion.c-Üondiciones de un pueblo para coloni-
:¡ar.-Teorías estrechas de la explotación y el imperio.-La colonia
es una saciedad con destino propio y vínculos júridicos constantes,
pero no eternos, con la metrópoli. - Tradicion colonial española,
negada por el moderno constítucionalismo.c-La colonizacion es
un empeño sério y sistemá.tico.-La Edad Media no es un perío-
do colonizador.-La época griega.-El genio hélénico.s--Períodoa
de la colonizacion griega.-Disposiciones morales y físicas de la
Grecia para la colonizacion.-Colonias griegas.-Su acción sobre
la Metrópoli y su trascendencia en la Historia.-La época romana,


, -Tu reaere imperio populos... Desenvolvimiento del carácter ro-
mano.-Las alianzas, los municipios, las provincias, las colonias,
r-La dedicion, el JU8 'italicum y el Edictoperpetuo..... (Pái. 30.)




VIlf


111
1,8 preparacion de la CO\811i7.acion moJeraa.


Dificultades del estudio.-La Edad Media.-Su carácter.-DefI-
de el siglo x al xlv.-La Iglesia representante de la vida moral, la
unidad europea y la solidaridad dc la existencia. humana. -·El
feudalismo representante de la vida familiar y de la vida extra-
urbana.-El municipio. -Choqnes y luches.e-Las naciones.- El
siglo XIV. - Guttemberg y Colon.i--Los viajes. -Carácter de la
emigración europea del siglo AV. -Los portugueses. -D. Enrique
de Portugal, Bartolomé Diaz y Vasco de Gama.-El siglo XVI.-
Los españoles-Colon, Ojeda, Pinzon, Solís y Grijalva.-Cortés en
Méjico, Alvarado en Chile, Pedro Mendoza en la Plata, - El si-
glo xvrr .......Hootman y los holandeaes.c-Tentativaa de Francia.
-Francia no es colonizadoras-e-El siglo xVIII.-Inglaterra, Ga-
boto, Gilbert, Raleigh, los peregrinos de Plímouth, Roberto Cli·
ve "J Warren Haatíngs.c-Penodoe en que puede dividirse la his-
toria de estos siglos.-Período de los descubrimientos. - Periodo
de la conquista. -,Retratos de Cortés, Pizarro, Colon y Nuñcz


de Vaca.-Período de reilexion y organizacion.c-Las leyes de
Indias de España.-La ordenanza de 1650de Java-. Acta de na-
vegaeion de Inglaterra y los bill~ de Jacobo 1I y Jorge l.-Pe·
ríodo de reforma.-El indivíduo yel Estado en la colonizacion.-
Los aventureros, las Compañías, los galeones y los monopolios del
Estado.-Vario carácter de las colonizaciones portuguesa, espa-
ti ola, holandesa y británica.-La explotacion, el imperio, la ex-
pansion como fines ó como toques de la colonizacion moderna.-EI
siglo XIX .•••.•..•.•.........•••..• , .. , .. "., ..•.• (Página 57.\


IV
Advertencia. -Indicaciones sobre las conferencias ulteriores.


J. Fundación de los Estados Unidos.-II. La independencia
norte-americana.-lII. Francia y la catástrofe de S~nto Domingo.
- tV. ,La. civilización española. - V. Nuestra' co].Dnizacion.-VI. El
decaimiento de nuestras Américas.-VII. La. pérdida del conti-
nente hispano-ameríceno.c-Yffl. Portugal y el Brasil.-IX. La.
emancipacion brasileí'ia.-X. Resultados generales de 1:.1 inde-
pendencia de Aménca.-Xl. Influencia de este hecho en lo co-
lonizacion moderna , '., , (Páll. 89.:




POLITIC \'Y SISTEMAS COLONIALES.


CONFERENCIAS


In"troduooion.


SESORES:


Ante todo debo recomendarme á vuestra benevolencia.
mas por la materia sobre que voy á discurrir 'J lo compro-
metido de las circunstancias en que la he de tratar. que
por mis flaquezas personales; yeso qUIJ basta conocerme
un poco para saber que siempre y para todo necesito de
la bondad ajena.


Tiene esta casa para mí tan dulces recuerdos y me ins-
pira tantos y tan gratos sentimientos, que yo no puedo
ocupar este sitio. desde donde han prodigado su saber J
su elocuencia cuantos figuran en el cuadro de nuestras
contemporáneas celebridades político-literarias, sin reco-
nocerme dominado por una profunda emocion y sin con-
tar con la seguridad de que este público tan indulgente.
mejor dicho. tan cariñoso siempre conmigo en los debates
que tiempo atrás se sostenian en este recinto, me ha de
prodigar de nuevo sus favores; que fuera, no ya soberbia,
sí que evidente locura de mi parte el emitir un solo con-o
cepto sin ponerme al abrigo de esa bondad, que en situa-
ciones análogas pero con menos y muy distintos motivos•.




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han solicitado humildemente nuestros millonarios del ta-
lento y nuestros grandes de la inteligencia.


Pero sobre esto, como lie dicho, está la materia de que
voy á hablar, y muy particularmente las circunstancias que
por desgracia nos rodean. Porque vosotros sabeis que estas
conferencias han de versar sobre POLITICA y SISTEMAS COLO-
l'üALES.


Es triste, señores, muy triste, la manera que han teni-
do .de presentarse á los ojos del público lis cuestiones ul-
tramarinas, y no lo es menos que las razones mas podero-
sas que hoy existan para que el ánimo público se fijeen los
gravísimos problemas que aquellas encierran, revistan el
carácter de un interés nacional rudamente comprometido
en medio de las mas desatentadas pasiones, y entregado
esclusivamente al esfuerzo de las armas. Hasta estos mo-
mentas-bien lo sabeis-hablar de nuestras colonias era co-
sa peregrina. ¿Quién creia que sobre ellas pudiera fundarse
una gran politica? ¿Quién que su estudio pudiera ofrecer
grandes atractivos al estadista? ¿Quién que allí existian gra-
vísimas cuestiones cuya urgente solucion interesaba á la
honra de España, al porvenir de nuest ro país, á la tranqui-
idad de nuestra conciencia?


Nuestros políticos desconoctan por entero, no solo las
ccndiriones físicas y morales de aquellas comarcas. si que
la importancia verdadera que para España tenia la pose5ion
de tan remotas tierras; y así, contentándose con mirar el
asunto únieamente por lo que á nuestra pátria podía afec-
tar la posesion de unas pulgadasmasó menos de terreno, y
con el interés con que el comun de las gentes atiende á
que no se disminuya la herencia paterna, se entregaban por
completo á los informes y los consejos de aquellos que,
crecidos y educados en el seno de las oficinas de Ultramar
y al calor de la centralización importada en aquellastierras
en todo el presente siglo, bien que dotados de innegable
talento y positivos estudios, pensaban y aun piensan que
nada es posible fuera de la tutela mas ó menos opresiva
del Estado. Y no quiero decir nada de las escitaciones y
hasta las ascchnnzas, ora de aquellos que (parte impor-




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'tantísima 1", hoy quiza capital, d61 la administración ul"
tráinaHna), por la mera circunstancia de haber pasado
10's" mares y vivido unos cuantos años á la sombra de
la ' dictadura, creen haber acaparado todos los cono-
cirnrentos de política, de historia, de economía y de ad-
ministracion necesarios para resolver en primera y últi-
ma instancia los negocios coloniales, y que de vuelta á la
Península. con sus pretensiones y su soberbia, toman el
camino de los ministerios. y llenan con sus huecas frases y
sus malévolas insinuaciones las esferas oficiales, en vez de
reducirse á gozar humilde y silenciosamente de la munifi-
cencia del nepotismo ó de las estravagancias de la SUerte.
ora de aquellos otros que, viviendo de los errores del pasa-
do, interesados en la conservacion de vergonzosos mono-
polios, propicios al empleo de todos los medios para de-
fender su posicion amenazada, constituyen aquí una espe-
ciede aristocracia, hasta cierto punto deslumbradora, que
no desdeña las antesalas de nuestros departamentos minis-
teriales é influye y ha influido mas de Jo que es imaginable
en la marcha de las cosas trasatlánticas.


¡Yde aquí cuántos males! De aquí que nuestras colo-
nias no se hayan visto mas que bajo el interés de la buro-
cracia, que de todo desconfia, que lo envidia todo, que no
puede comprender la existencia de necesidades que eIJa no
haya previsto, ni otro modo de atenderlas que los que eIJa
haya confeccionado. De aquí que cuantas protestas y cuan-
tas observaciones se hayan hecho en papel sin timbre
ó desde un lugar no consagrado con tratamientos y
gastos' de representacion, hayan sido sucesivamente sos-
pechadas, rehuidas, desatendidas y á la postre sofoca-
das entre la indiferencia y la calumnia. De aquí. en
fin, que jamás se comprendiera en las altas esferas tel
gobierno que allende los mares habia verdaderos pueblos,
que allí habia aspiraciones, que allí se querian derechos,
que allí fermentaban resentimientos, y que era imposible,
absolutamente imposible-porque no lo consentían ni las
exigencias de los tiempos, ni laa condiciones geográficas de
nuestras colonias, rodeadas de pueblos mas ó menos libres,




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pero todos dentro de la civilizacion moderna-consolidar-
el imperio de España en tan lejanos paises, cerrando los;
ojos al porvenir, negando realidad á las palpitaciones de
aquel mundo, sosteniendo una política de menguada esplo..
tacion, dando por salvajes á hombres que á despecho de
mil contrariedades tenian puesto el oido á la voz del siglo,.
y encomendando la gobernacion de aquellassociedades, en
medio de una atmósfera corrompida por los efluvios del
monopolio y de la esclavitud, á la estrujadora ciencia de
los burócratas y mas frecuentemente á los brutales arrebatos.
del sable.


Yen tanto el público, la masa de nuestro país, acom-
pañaba con su inmensa cuanto natural ignorancia la ciega
política de nuestros gobiernos. El trato con aquellos pue-.
blos ha sido hasta poco hace bastante dificil: hoy mismo lo
es con Filipinas y no muy ospedito con Puerto-Rico. Por
otra parte, la mayoría de las gentes que abandonando su
hogar, ya por aquel espírítu aventurero que nos ha dado
un gran puesto en la Historia, ya cediendo á inescusahles
exigencias de la vida, corrian en busca de la Fortuna que,
al decir de la leyenda, andaba sonriendo por las playasame-
ricanas y aguardando á todos los recien llegados para tirar
su pañuelo y elegirsu favorito-la mayoría de aquellasgen-
tes, digo, que en Ultramar representan con su energía y su.
laboriosidadel aliento y la fuerza de la madre España, na-·
turalmente veía las cosas solo por un lado; por el lado.
del negocio, del comercio, del interés material. Estos hom-
bres no habíanatravesado el Atlánticopra inquirir el esta-·
do de aquellos países, ni mucho menos para redactar me-
morias. Su vída en las colonias era pasajera. Su aspíra-
cion, la aspiración de la casi totalidad, se reducía á tra-·
bajar lo mas'posible del modo mas fácilá casi todos ellos,
esto es, con los brazos, con los recursos físicos, y hacer
algunos ahorros para volver muy luego á respirar el aire
natal, á ver el rincon donde nacieron, á llorar sobre la hue-
sa de sus padres, á sonreír ante las quimeras de su infan-
cia, y á ahuyentar la misería de aquellos idolatrados luga-
res, paseando tranquilos l)or las playas de Sitges ó entre los _




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naranjos de Llanassus recuerdos, sus sortijas y su envidia-
-da reputación de "indianos. n


No era estraño, pues, que en este vasto grupo no se ha-
-blase mas que del movimiento mercantil y de los intereses
materiales; y no era mucho, por tanto, que mediante sus
correspondencias y sus ligeros informes, nuestras masas, y
masas á veces muy ilustradas en otros particulares, forma-
sen la idea de que las colonias españolas eran á modo de
simples factorías, y que aUí todo el mundo allegaba rique-
zas, y que nadie pensaba mas que en sacos de café, atados
de tabaco y cajas de azúcar.


Pero los tiempos corrieron; las circunstancias cambia-
'fono Nuestro trato con Ultramar se hizo mas frecuente.
Aqui vinieron muchos hijos de aquellas, tierras; muchos
peninsulares arraigaron allí. La prensa comenzó á ocuparse
-de aquellas cuestiones; el personal de nuestra administra-
cion colonial, ya que no su esencia. se depuró algo; un par-
tido político necesitó hacer de aquellos asuntos arma de


-cornhate afirmando la autoridad de las Córtes para entender
-en las cosas de Ultramar y resolver definitivamente so-
bre ellas ..... Y todas las cosas iban disponiéndose admira-
blemente para que realizando una gran justicia, al cabo le-
vantásemos el pié de Pizarra y de Valdivia de aquellas des-
venturadas comarcas, acometiendo el gran empaño á que
'Para su gloria está comprometida la primer nacion coloni-
-zadora del mundo moderno y la madre de las repúblicas
'sud-americanas,cuando el génio de la guerra ha osado po-
ner en aquellospaises SIl bárbara planta, y evocando ódios,
despertando ambiciones, infundiendo terrores, y llamando
en su auxilio á los frenéticos espíritus de la desolación y de
la venganza, ha hecho posible que á un grito fratricida se
'tinte en sangre y se empape en maldiciones aquella com-
placiente tierra que, bajo el amor de los cielos y al arrullo
-de los mares, habia logrado cubrir con un manto de flores
la inmensa lepra de la servidumbre.


Claro está. En estos momentos el debatir la cuestion
de Ultramar entraña inmensas dificultades. No que yo crea
que ellas seanbastantes para obligarnos á enmudecer, como




6
aquí enmudece la mayor parte, sobre aquellos asuntos.
prescindiendo de que á mas de jugarse alli la vida de cen-
tenares de hermanos nuestros, con semejante silencio se
entregan al acaso algunos de los grandes intereses que Es-
paña tiene en América, y que tanta representación la dan
en el Nuevo Mundo y tanta influencia han ejercido y han de
ejercer todavía en nuestra vida interior, siquiera el vulgo
de nuestros políticos aun no lo haya reconocido. No que yo
piense que esos obstáculos sean suficientes para quitarnos
la superior capacidad que aquí tenemos para discutir y re-
solver encalma, á dos mil leguas 'del teatro de los suce-
sos, las graves cuestiones que hoy .se ventilan en Cuba, y
cuya solucion no se debe encomendar-¡no, y mil veces
no!-á la «esclusiva» acción de las armas y á los implaca-
bles escesos de la fuerza.


.Las dificultades de que hablo son otra cosa. Consisten
en lapreocupacion que naturalmente debe pesar sobre vues··
tro espíritu, dada la actualidaddel problemacolonial, yque
os llevará á pedir que la cuestion ante todo se trate como
al parecer las circunstancias exigen; bajo el punto de vista
que importa en este instante á los mas, y que la prensa
generalmente ha tomado; con el interés, en fin, que quizá
aparentemente tiene ahora mas realidad 'i mas trascenden-
cia : es decir, que se hable de Ultramar y de nuestras co-
lonias como se debe de unas comarcas en que luchan por
el pabellon de España esos almogávares que un dia fueron
el asombro de Oriente, y aquellos castellanos que en Italia
renovaron las imposibles empresasde los tiempos heróicos,
contra hombres de nuestra misma raza. contra individuos
de nuestra misma familia, contra verdaderos hermanos
nuestros, presa hoy de ciega pasion, dominados por hor-
rible vértigo, precipitados en un caminode perdicionsobre
el que vagan tristemente los ecos del pobre Placido. y e
último! desesperado acénto del inmortal cantor del Niá;
gara.


, Pues bien, yo no voy, señores, á sa~isfacer esa preocu-
pacion: 10 no debo responder á esa esperanza, que mu-
chos, seguramente, acariciareis, Y no lo haré, porque este




7
lugar no lo consiente. El meeting, la prensa, el club....
allí podemos debatir el problema del modo que he apunta-
do; y allí lo discuto yo, señores; yo que en esta ruda cam-
paña, á que me llevan altísimos deberes, no he rehuido 'el
rostro ni abandonado un solo dia la brecha, ahogando en
la serenidad de mi desprecio los exabruptos de la calum-
nia y pidiendo á todos un momento de calma y otro instan-
te de ref1exion antesdeque formulasen su sentencia.


y esto que os digo no 'es por mera jactancia; es para
queveais que al negarme á discutir aquí la cuestion de
Ultramar bajo el aspecto mas doloroso, no padezco el mie-
do de los indecisos ni pagel tributo á la prudencia de los
hábiles y los aprovechados. Es que no estimo pertinente
semejante estudio en este sitio: es que aquí debemos mirar
las cosas mas por cima, tratar los asuntos en el terreno da
los principios. Esto es lo propio del Ateneo: á .ello rne
obliga la tradicion de esta ilustre casa..... Verdad que eh-
traña una verdadera dificultad, por las circunstancias en
que he de realizar este empeño y por ser de los pocos-
quizá el único-que en estos momentos solicitan la atencion
del público sobre los asuntos coloniales .... ; pero fio en que,
así y todo, me habreis de seguir con vuestra reconocida ilus-
tracion.


Dejemos, pues, á .m lado, hombres de entendimiento!
esa faz, ese aspecto momentáneo de la cuestion ultramari-
na. Levantémonos sobre las miseriasdel presente y las con-
tingencias de esa lucha para lograr que á la luz de los prin-
cipios se disipen las sombras, las aprensiones, los errores
que envuelven nuestro espíritu. En este terreno podemos


, movernos desembarazadamente, y las conquistas que en él
hagamos al cabo trascenderán con poderosa energía a 1
esfera de la realidad sensible, del hecho positivo y mate-
rial. Estudiemos, pues, el problema colonial como un 'in-
terés vivo de nuestra pátria que subsistirá, cualquiera que


. sea el término de la espantosa guerra de Cuba; y tambien
como un motivo para verificar el valor y la trascendeneia
de ciertas ideas generales sobre política y administracion.
Fijémonos en la Historia para ver cómo se ha venido al




8
momento actual. Observemos de que manera se ha" enten-
dido y realizado el fenómeno de la colonizacion en el tras-
curso de los tiempos; pongamos-la mirada en la esperiencia
del instante presente, en el modo de ser de las colonias porw
tuguesas, bátavas, francesasy británicas; deduzcamosde sus
inconveniencias y S'JS bondades los verdaderos principios de
colonizacion; elevemos estos resultados, gencralicemoslos y
contrastemoslos con las grandes ideas en que descansa hoy
la política de los pueblos civilizados ycuyas virtudes apriori
demuestra la ciencia; formulemos, en fin, las bases de un
verdadero y fecundo sistema colonial, y volviendo la vista á
nuestras Antillas y al Archipiélago filipino, indiquemos,
luego de apreciar la situacion de estos países, aquellas re-
formas que son necesarias, que son urgentes para que Es-
paña, este gran compensador de la Historia del mundo
cristiano, pueda lanzar, con mano potente, sobre esas tier-
ras en que el porvenir se contempla, las magníficas ideas,
los principios fecundos y salvadores con que la última revo-
lucion ha avalorado y engrandecido su agobiada conciencia.


y hé aquí el plan de estas conferencias. La teoría junto
á la historia: la critica" al compás de los hechos: la realidad
siempre; pero sobre la realidad que se toca y que se ve
con los sentidos corporales la eterna realidad de la idea;
de los principios.


y esto que en todo momento tiene importancia tra-
táudose de las cuestiones coloniales, porque nos lleva á re-
giones serenas y hace posible que hablemos en este sitio
sin pasion de género alguno, es de superior monta, habida
cuenta del estado general por que atraviesa nuestro pais.


Gusto poco, señores, de cantar las glorias del vence-,
dar; por manera que no estrañareis si peco de sóbrio ha-
blando de las ventajas que ha reportado á nuestro país la
revolucion de Setiembre, de que me declaro apasionado
devoto, Pero no he de ser tan menguado que deje de lla-
mar vuestra ilustrada ajencion sobre un fenómeno que ha
sido su consecuencia, y respecto del que, sospecho, no se
ha pensado y ménos dicho lo bastante para ponderar su
verdadera y legítima importancia.




9
Me refiero al hecho de que hoy veamos en las esferas


del poder, y puesta en ellos la esperanza pública, á los que
.ayereran motejados de utopistas, al mismo tiempo que
una muchedumbre que hasta la víspera del 29 de Setiem-
bre se sonreía de los derechos individuales, hoy ante ellos
se dé golpes de pecho, con grave riesgo de su envidiable
salud, cuando no de su respetabilidad reconocida y ponde-


- t
rada (1).


¡Quién nos lo habia de decir! Cuando en un oscuro y es~
traviado recinto discutían años hace en Madrid un puña
do de enamorados de las especulaciones científicas, los
principios de Roeder, de Krausse y de Hegel; cuando en
otra modesta sala se hablaba de Say, D unoyer y Bastiat;
cuando allá en la Universidad se leian entre el aplauso de
una juventud ansiosa de algo que templase su sed de lo
absoluto y la injuriosa benevolencia de los sacerdotes del
eclecticismo, aquellas memorias tan bellas y tan espontá-
neas sobre la Democracia en' la' Historia y la Libertad en
Economía, y el Krausismo en Metafísica; cuando aquí, en


-este mismo salan, se citaban para reñir duras batallas con
los últimos representantes de aquella ciencia que había lle-
nado esta cátedra por los afias de 40 al 50, 'los partidarios
de las nuevas y más atrevidas ideas;jcuando la prensa demo-
crática realizabade un modo qne desafíatoda comparación
con la prensa estranjera, la ruda empresa de criticar y des-
trozar el monopolio de las clasesmedias, mientras un hom-
bre ilustre en el Parlameuto pulverizaba el doctrinarismo
oficial, aventando las miserias del pasado..... cuando todo
esto sucedía, [quién nos habia de decir que á los pocos
años, en este país tan muerto, tan ignorante, tan incapaz
de ciertossaltos, segun de público se aseguraba, y merced á
una revolucion en que habian de poner la fuerza y el entu-
siasmo dos grandes partidos históricos, aquellos hombres
teóricos, aquellos filósofos habían de constituir el alma de
nuestros partidos gobernantes y aquellas vagas teorías se


{1) Esto se decia en 1870.




10
habian de consignar, punto menos que por completo, en el
título 1 de la Constitucion de España!!


¿Quién hizo esto? ¿De dónde vino este cambio? ¿Cómo
se realizó esta trasíormacíonrasabeis vosotros, señores, 'de
otro ejemplo mas asombroso, mas concluyente, de la fuerza
de las ideas? ,Tras hecho tan soberbio, á que no dañan
imperfecciones de detalles, ¿no debemos levantar la voz los
que creemos que el derecho es una ciencia, qué en ella se
inspira la política y que la vida se rige por principios de
eterna justicia? ¿Qué importa que el accidente nos quiera
confundir con la brutalidad de su evidencia? ¿Qué importa
que las preocupaciones y los intereses creados, tomando
fuerza ·en su propia ceguedad, y despues de cualquier fra-
caso, nos griten loscuue ogni spertnvuü


La r;azon al cabo triunfa. No nos encarnicemos con
lo momentáneamente imposible, y consagremos todas
nuestras fuerzas á tr abajar el espíritu del país, á formar
la opinion pública. Quizá las costumbres tengan á un pue-
blo oprimido; quizá las sombras de un pasado, poderoso
por el solo peso de muchos siglos, sofoquen su conciencia;
quizá la mano férrea del despotismo, quizá la ignorancia,
el torpe interlis, la brutalidad de las pasiones, le tengan
clavado entre el lodo y la miseria ..... Pero trabajad de to-
dos los modos posibles; difundid las ideas á despecho de
la calumnia, de la indiferencia y de la persecucion .....
Trabajad como la gota de agua en la dura piedra, como
él espiritu del tiempo sobre la fortaleza del ayer, y fiad que
en tanto, la nueva idea germinará en el espíritu donde la
habeis dejado caer. y quizá contra su voluntad, el dia mé-
nos pensado, con un pretesto cualquiera, el sudario en que
aquel pueblo esté envuelto se hará pedazos y brotará rien-
te y exuberante de [energía y de frescura toda una vege-
tacion de creencias y de fantasías, de pensamientos y de
caractéres.


Con este ejemplo tan elocuente, ¿podemos desconfiar
de que todos los problemas al fin encuentren la solucion
debida? Por eso la misma cuestion de Cuba, en nuestras
conferencias hallará esplicacion satisfactoria, siquiera no la




11
toquemos de frente, y vuestro mismo espíritu heeho ya á
la bondad absoluta de los.verdaderos principios de coloni-
zacion, llevará al problema, que hoy solo de cierta esclusi-
va é imperfecta manera se os presenta, la solucion acerta-
da, la misma solución que encontrariamostomando el otro
camino que hemos desatendido, y cuyas gravisirnas diflcul-
tades de seguro se os alcanzan.-Y cuenta que ya hedi-
cho que aquí no nos interesa la cuestion cubana en su de-
plorable actualidad, sino todo el problema colonial, como
un interés permanente de España.


Por otro lado, hoy corremos un gran peligro que yo no
debo ocultar. La política no es la ciencia de los ideales. Vi-
vir, hacer su jornada en vista siempre de lo mejor, mar-
chando siempre á lo perfecto, pero por lo mismo teniendo
en cuenta10 que bajo sus piés se estiende y lo que sobre su
cabeza amenaza-c-hé aquí el empeño del estadista, del
gobernante: empeño grave, siquiera el vulgo de abajo lo
mire siempre como cosa productiva y sencilla, mientras el
de arriba acostumbre á verlo bajo el prisma de su interés
personal y como pretesto para una gran justicia de compa-
dres. Mas no por eso deja de ser la empresa ruda. Así que
al gobernar es necesario hacer la parte debida á las imper-
fecciones de la realidad, contar con las impaciencias y los
recuerdos, atender las preocupaciones, pulsar el momento
histórico.. '" Y de aquí las inteligencias, de aquí las tran-
sacciones, que yo tengo por necesarias, sí, pero tambien
por muy espuestas.


Pues en este momento importa, quizá como en ningun
otro, mantener alta la bandera de los principios y avivar la
conciencia de los grandes intereses sociales sosteniendo la
pureza del ideal; porque la pendiente de las transacciones
es rápida y dándose, como hoy se dan, el gobierno :y la so..
ciedad en una contradiccion mas ó menos enérgica, pero
positiva siempre, se corre gran peligro de que el esceso de
celo lleveá los gobernantes á deplorables estralimitaciones:
y porque, en fin, en estos instantes de grandes cambios, de
peregrinas exaltaciones y de asombrosos hundimientos, en
estos períodos de inesperadas aproximaciones y de inteli-




12
gencias íntimas entre hombres y partidos hasta poco hace
irreconciliables, y que por lo mismo de estar en permansn-
'te lucha no se habian podido hasta ahora ni conocer ni es-
timar, en estos momentos, digo, es preciso vivir muy sobre
'sí, y tener muy cerca la voz que vuelva por los fueros de la
razou sobre las sugestiones del sentimiento, para no caer
inocentemente y con la mejor voluntad del mundo, desde
la transacción en Ja complacencia, y desde la flaqueza en la
complicidad.


y este recuerdo de los grandes principios puede y debe
hacerse á todo propósito, pero con mayor motivo al tratar
-delmundo colonial y de las cuestiones que sobre él se dan.
Esto es así, no ya solo porque la cuestión ultramarina, y
muy singularmente la cuestion de Cuba es hoy uno de. los
-mas graves y trascendentales problemas que ocupan (ó de-
ben ocupar por lo menos) á nuestros políticos; no tampoco
.porque sea un hecho incontestable, que la reacción vencida
en Setiembre é impotente para volver por intereses harto
conocidos y no menos execrados de todos cuantos viven en
el corazon de la madre patria, amparándose del prestigio de
ciertas palabras y prevaliéndose de la general ignorancia
que aqui reina sobre las cosas y las personas de Ultramar,
.pretende conseguir de los poderes revolucionarios una
tregua, un plazo, un alto, á fin de no abandonar por como
pleto el terreno perdido y recogerse en algun benévolo plie-
gue de la llueva situacion; hasta que pueda exigir IluP, re-
neguemos del movimiento que ha producido nuestra apari-


-eion en el concierto de las naciones cultas y libres y que
nos inclinemos con la rabia en el pecho y la vergüenza en
el rostro ante lo que ella llama sus principios en materias
coloniales, que son sus principios en todo: esto es, el em-
pirismo, la torpeza, la arbitrariedad y los monopolios.


Aun prescindiendo de esto, que indudablemente presta
grandísimo interés á todo estudio que tenga por objeto la
'cuestión colonial, aun prescindiendo de todo esto, siempre
quedará en pié la particularidad de que en ningun órden de
.problernas, como en el de los problemas coloniales, en
.ninguna esfera de vid1 como en la de la de esas sociedades




13
en que ó todo es nuevo ó se juntan los elementos de una,
civilizacion avanzada con los de otra inferior en siglos a la,
de los primeros, en ninguna parte como en el mundo ul,
tramarino tienen mas valor, muestran mas su eficacia y,
evidencian mas su necesidad 10$ principios de la moderna.
democracia. por mas de que el observador superficial solo.
tope con dificultades superiores á las que presenta la eco-
nomia social, la historia y las diversas condiciones de.
la vieja Europa.


Porq le es necesario decir y repetir mil veces que las,
coloniasno se rigen por otros principios que los que presi-
den al desenvolvimiento fácil, fecundo y esplendoroso de-
las sociedadesque admiramos dentro del círculo del mun-
do civilizado. Si alguna diferencia hay solo está en el mo-
do de aplicar esos principiosy en las condiciones de su rea-
lizacion.


Apenas si precisa mas que echar una ojeada sobre la,
manera de ser de las sociedades coloniales para compren-
der cuán diferentemente se presentan en ella los mas grao.
ves problemas que han preocupado á Europa. de cómo han
venido en esta al tapete de los pensadores y los esta-o
distas.


Los problemas económicos entrañados en las relacio-
nes que entre nosotros mantienen un capital, acumulado
por espaciode muchos siglos en manos de algunas clasess-.
y el trabajo abundantemente ofrecido por una poblacion
numerosa, toman allí otro carácter, porque los términos-
son inversos, adquiriendo-el hombre, por el mero hecho de
estar datado de energía y de ciertos recursos físicos ó in-
telectuales, un valor, una significacion, una importancia de
que, hoypor hoy, no se puede formar verdadera idea en Eu-·
ropa, Por otra parte, esa tutela asidua, al pormenor, inti-
ma del Estado á que estamos hechos en el viejo mundo, y
que los gobiernos no se resuelvená renunciar, preocupados
así de su mision de educadores, como de su estraordinario
poder, como, en fin, de la actitud poco amistosa en que.
se les presenta la sociedad-tutela que hace posibles el
régimen protector en el comercio, las trabas gremiales en.




14
las profesiones, y las reservas y las garantías administrati-
vas en la asoeiaeion mercatitil,-es alli incomprensible
contraproducente siempre é irrealizabie las' mas de las ve-
ces, porque allí todo lo hace el esfuerzo individual y todo
vive de aqueldesáhogo qué el hombre disfruta, cuando no
porefeclo de las leyes que le garantizan ordenadamente su
libertad, por el hecho mismo de la irregularidad de la
existencia propia y del modo de ser social que escapa
constantemente á los mil ojos y á las cien manos de ese
Poder que en Europa todo lo tiene á su alcance, y todo
dispuesto y condicionado de manera que sus caprichos ha-
yan de traducirse en prácticas ó instituciones, en cuanto
lo permite la naturaleza intrínseca de las cosas.


, Los problemas políticos allí aparecen tambien de un
modo singular, característico. Cierto que allí como aqui el
empeño capital es identificar la democracia con la libertad,
porque este es el empeño que da color y significado en la
esfera política al siglo XIX; pero fuera de esto es preciso re-
parar, por una parte, la importancia escepcional que en las
colonias tiene la organizacion de los poderes, merced á la
fuerza absorbente, celosa y esclusiva de la vida local, ver-
dadero punto de partida y suprema garantía de la obra
colonizadoraen las remotas comarcas en que el inmigran-
te planta su tienda y pone sus esperanzas, murmurando el
nombre de la madre pátria; y por otro lado, como allí se dá
el problema de las nacionalidades, no solo bajo el punto de
vista de las relaciones de aquellos paises con lasmetrópolis
sino de cada una de sus partes entre sí ycon el todo, de rna-
nera, que así como en Europa marchamos bajo la presion de
las grandes colectividades, corriendo el peligro de la sofo-
cacion por el imperio universal, allí se camina bajo el im-
pulso de la idea separatista, corriendo la contingencia de
la insignificancia por el atomismo y la anarquía.


Por último, los problemas sociales revisten allí otro
carácter que el que estamos acostumbrados á observar
aquí.


En aquellosmundos, ó no existen esos intereses tradi-
cionales que tanto han influido, bien ó mal, en el progreso




15
europeo y esas clases poderosas que arrancan del feuda-
lismo y á quienes lo ilustre de la prosapia pone por cima
de la generalidad de los ciudadanos, inspirando un respeto
que no ha logrado barrer el vendabal de 1793, ó si apa-
recen con cierta influencia tienen su raiz y su verdadero
apoyo fuera de aquellas comarcas, en las metrópolis; toda
vezque alli la misma fiebre del trabajo, la misma ánsia de
allegar un capital mas que de gozarlo, de producirlo mas
que de consumirlo, la misma preferencia que comun-
mente se da á la posesion de la riqueza sobre el do-
minio del poder político, no solo hacen imposible la con~ti­
tucion de grandes familias á quienes corresponde la ociosi-
dad mas completa y el alejamiento sistemático de las capas
medias y bajas de la sociedad, sino que determinan una SE-
ric infinita de caidas y de exaltaciones. de grandes mudan-
zas de posicion, de caprichos maravillosos de la fortuna;
en una palabra, la instabilidad mas perfecta de las clases so-
ciales y de lacondicion de los individuos.


Al lado de esto hay que poner los graves problemas
que nacen de la relación, mas ó menos frecuente de razas
distintas y aun de opuestas civilizaciones, en una misma
comarca. y es de ver cuán diferentemente se realizan es-
tas inteligencias, porque unas veces es la esclavitud quien
las facilita, bien por medio de la trata, bien por el fomento
de la raza esclava en la misma colonia; otras es la con-
quista de varios modos realizada y consolidada, ya inter-
nándose el vencedor en el pais y confundiéndose un poco
con el vencido, ya manteniéndose á la defensiva y conser-
vando bajo un pié de desconllanza los puntos estratégicos;
en ocasiones es el interés mercantil quien determina esas
relaciones, y no pocas HeCeS la propaganda religiosa .....
Y.de aquí, señores, un mundo de problemas secundarios,
todos dignos de la particular atencion del filósofo, del his-
toriador y sobre todo del político.


Naturalmente, sobre todos ellos, ó al menos sobre los;
mas capitales, he de discurrir en estas conferencias, apro-
vechando la ocasion que nos presentará el estudio de las
colonias del mundo contemporáneo; 'j para entonces apla-




16
zo el desenvolver estas cuestiones, si no como ellas se me-
recen, de la manera que yo.pueda y sea compatible con la
naturaleza de mi empeño. Pero es preciso decir desde hoy
que esos problemas no tienen mas que una solucion, y que
esa solucion es la que dan los principios radicales de la
democracia moderna.


Sí, señores, yo os declaro que de mis estudios humil-
des, pero constantes, sobre este órden de materias no he-
podido sacar la conclusion de que unos sean los principios
que rigen la vida á los 30 ·gradoslatitud Norte y otros los
que la hacen risueña y envidiable á los 20 Sur: yo no he
podido deducir de mis desinteresadas investigaciones que
el hombre varie fundamentalmente con los climas, y que
por tanto los derechos primeros, esenciales, naturales (co-
mo las escuelas dicen) carezcan de realidad y de fecundi-
dad, segun tengan por teatro las suntuosas ciudades de la
culta Europa, ó los espléndidos bosques de la Australia, las
amplías orillasdel Missisipi ó las márgenes sagradas del Gan-
ges; yo, en fin, señores, no he podido concluir de mis obser-
vaciones y mis raciocinios que del contacto, de la amalga-
ma, mejor de la combinacíon de d03 pueblos, el uno en el
apogeo de la civilizacion y el otro en la aurora de la vida, el
uno dueño de todas las conquistas, de todas las artes, de
todas las ideas de la edad moderna, el otro agobiado bajo
el peso de las preocupaciones de una sombría historia, de-
ban resultar, para bien del mundo, instituciones fundamen-
tales mas ó menos empapadasen el espíritu del pueblo mas
atrasado .....


No. Esto no puede ser y no es. Reíos, señores, cuando
pretendiendo abusar de vuestra buena fé os vengan dicien-
do que es imposible resolver los problemas ultramarinos
con el criterio delas escuelas políticas mas avanzadas; reíos.
cuando amontonando frases y dando gritos, os disparen la
blasfemia científica de que c.on nuestras ideas, las ideas que
han triunfado aquí en Setiembre, quizá "se salven los prin-
cipios, pero que de seguro se perderán las colonias.» Es
falso-c-permitidme la palabra-es falso que jamás esto ha-
ya sucedido; yen este curso hemos de ver toda la fuerza..




17
todo el valor de los principios radicales, por los resultados.
que su presencia ó ausencia den, lo mismo bajo el abra~!l~
do solde los trópicos qué entre las espumas de la ~Ialasiíl'jh
así en las destrozadas, orillas del Jndus, como en las altuHJ
ras de Hudson y del Príncipe Eduardo, así en las sonilihÜl8a
comarcas y las temerarias estremidades de Africa, commech
esas pequeñas islas, que perdidas en las soledadesedB:¡ililb
mar, parecen como una flor entregada á los capril)hrl8ñd~hJ
Océano. de9 noioul


Por tanto, bien puedoasegurarque estos estudleaptiesíeer
un objeto de interés general. Supongamos que nCBiiÍs'l3JjJér(J1
jese elporvenir de nuestras colonias; ¡mes bienl:¡¡'~mR~'¡
os debe interesar la prueba que pretendo 'fdedIJCWYE1i~Jh
examen de las colonias estranjeras, en favotlldedtn;¡ prliIroiJob
pios radicales, de las ideas democráticas quei'baqEJlmilqnmtiaJ
en nuestra última revolucion,-ideas que es l:eóasluJocooH
Iender y esplicar en todos momentos, perdr rmis:~)qúepnlfuca
ahora por las razones que he tenido antes el¡[i1¡<JJbJ;¡t. €'JS;<[
poner.i'Olfi; 1;"1 fl'Hwvir 011


Pero es, señores, que os debe intereEiair pmuahp e'lBJÍ01'l1)
vemr de nuestras colsnias. ,·,r;I';I,,'1 "J fl9 é9[dipo'I


No os quiero hablar de ciertos de~lí~ (q~lo'lrilida~:nla81
metrópolis tienen respecto de esas s@(\Iedlld~¡'. (¡¡iyos r,i)ulllwL
damentos ellas han echado y a la:Jíqulldhdudal:Jl~dtl:l'El$;;¡¡
tán unidas por vínculosanálogosil lnk qll.e.retli:lrllJI] l8:,6ms·'1i
tencia de los hijos á la vida de J(J~¡patf}Ñll.lrcNa;l\ennWn.t1' :!lá¡
planta el pabellon de un.pueble ointitam efiur'en1ot¡t9utiell")
ras, y se impide que otro pu~blolltwll.~rtro.üi s:u:l th:lndawoj)¡
en vano se llama a un centen3rcdldJfflnIl:fÍ"etí'PaNÍlqQb abllJnOI
donen sus hogares y vayan ,\Íl fúndaÍ"¡núeqastifuqúlias ''fl11al
constituir una nueva sociecW¡¡dlt~'deJ!<'J¡!maf.\r;(rpá:Wianpe>l1
ro bajo la garantia de qup ~!ltlI!i!iOIl~ltafl(!nftb'l'qi(Jg cQvteS>il
ponda á su esfera, de lOSJi#tiijlflgeÉl'Ycd'éllp~@¡qIlfl~~I''h{J~v&
pueblo, no en 'vanose ~pa(91)hdcfri¡¡íi~él4W oQrópi3J ~HI~
mas diversas razas yllBi~lkimialt~:ds'Jma§'n1I1tá~(Jrrl~ onp
se.fomentan, por errClri(ffljfilllrlorr~~ttlJmQt!Jlans!l~t~:
problemas cuya solut.ip~ oo'¡;mpollibleee!1Mlmeridoofáá~
esclusivas fuerzas de los colonos; no en vau'OJ ls'lP:f1ett\1l1bU


2 ,-




18
Yviolenta el modo de ser de las poblaciones indígenas, ni
se goza en medio de las grandes potencias del viejo mundo,
de la importancia que ha dado y aun da la posesion de ?on-
tinentes enteros, de millones de hectáreas y de millones de
súbditos.·Respecto de esas colonias, las metrópolis están sé-
riamente obligadas, y tanto mascomprometidas cuanto más
difíciles y trascendentales son (como sucede en las colonias
españolas) losproblemas que P,U ellas se dan y en cuya so-
lucion estriba absolutamente la ruína ó el desenvolvimien-
to de aquellos paises. Pero al lado de estos deberes están
los que las metrópolis tienen con motivo de las colonias
respecto del mundo civilizado y respecto de la humanidad;
deberes que no por ser hasta boy morales-pues que el
derecho internacionalaun nc ha formulado terminantemen-
te sus preceptossobre el particular-dejan de ser efectivos é
incontestables.


Mas de estos deberes no os voy á hablar, porque doy
por sentado que los hombres que vienen á estas cátedras
no vivenen esa atmósfera corrompidade egoísmo y de pe-
queñez, que hace á los hombres raquíticos, y que ha hecho
posibles en las esferasdelgobiernoá los hábiles y á los em-
píricos. Tiempollegará, al hablar dé alguna colonia estran,
jera (la holandesa de Java), en que por una perversion la-
mentable del sentido moral, y una desviación quizá de los
estudios políticos, se ha llegado á organizar un vasto plan
de esplotadon colonial: tiempo llegará de discutir este pun-
to, porque es una de tantas cuestiones como se dan en el
círculo de las colonias contemporáneas. y no podremos
menos de fijar en ella nuestra atención, mostrando de paso
cómo el espíritu públicode la metrópoli á que aquel siste-
ma pertenece, protesta contra su subsistencia. Pero aquí
no debo recordar las obligaciones que España tiene respec-
to de sus colonias. dado su carácter de madre pátria, por-
que os hago la justicia de creer que entre vosotros no hay
uno solo que crea que Cuba ÓFilipinas existan en el mun-
do solo para proporcionar sobrantes á nuestro Tesoro, mu-
jeres ricas á nuestros aventureros y pingües rentas á nues-
tros empleados.




19
A otro órden de ideas os quiero llevar. Los problemas


'-que he apuntado hablando de las colonias, se pueden y
deben examinar desde dos puntos de vista: desde la colo-
nia mirando al rededor, y desde la metrópoli mirando há-
cia abajo. Del primer modo nos ocuparia la suerte de la
'coloniaesclusivamente, y si nuestras conferencias se redu-
jesen á esto, podriamos calificarlas de un curso de política
-interior digno de profesarse solo (si las circunstancias lo
permitieran) en Manila ó en la Habana.


De la otra manera el estudio se ensancha, revistiendo
'iÍ la par un interés de suma. gravedad para la metrópoli,
hasta un estremo tal que una cátedra consagrada á estas
especulaciones se comprende mejor en Madrid que en
ninguna de nuestras colonias. No se trata en este segundo
caso solo del porvenir de estas nacientes sociedades, y
cuanto mas del beneficio que á la postre é indirectamente
puede reportar la nacion del progreso de cada una de sus
partes. Lo que entonces cautiva el espíritu es el carácter y
la dignidad de la madre pátria, realizando uno de sus mas
altos y mas trascendentales deberes; haciendo entrar en la
vida libre á pueblos jóvenes; trayendo al mundo de la ci-
vilizacion comarcas desconocidas ó pueblos salvajes. En-
tonces lo que preocupa es la importancia que la metrópolí
adquiere en el concierto de los pueblos cultos, por la
misma gravedad de su empeño, y por el mismo mérito
-de Sil realizacion. Entonces, en fin, loqueatrae es el interés
de la humanidad, la causa del progreso universal. Vé ahi,
pues, el alcance, en todos sus grados. de las cuestiones
.coloniales examinadas desde el punto de vista de la metró-
poli,


Pues bien; este segundo modo de considerar los pro-
blemas de la colonizacion responde á un alto interés polí-
tico, que ningun pueblo á cierta edad puede ignorar y me-
nos desatender. Todos los pueblos adultos tienen una doble
mision que realizar. La una, la educacion y el progreso inte-
riores; es decir, la felicidad del hogar. Esto se consigue con
el órden y la libertad; y á esto van dedicados los esfuerzo
de la política íntima, ó si mejor quereis, la polltica de Jos




20
partidos La otra es la que'debe realizar como nanon fren-
te á las demás naciones; es decir, como individuo de una-
gran familia. Y esta mision, que podriamos caracterizar di-
ciendo que reclama la cooperacion de todos los partidos y
es la gran base de una políticanacional, esta mision no pue-
de ser otra que representar los grandesintereses de la civili--
zaeion, impidiendo el desquiciamiento del mundo politico;
procurando ensanchar el dominio de los intereses generales
á cuyo desarrollo responde la actual yprecipitadaformacion
de las grandes nacionalidades consagradas en Solferino y
Sadowa, y cuyo porvenir está protegido por la estension y
la fuerza que todos los dias adquiere el derecho de gentes;
dando la mano sin orgullo, sin petulancia, sin egoismo,
sino como quien realiza un deber muy grato, á las socie-
dades que están en el comienzo de la vida para que en-
tren lo mas pronto posible en el goce de todas las ventajas
que al viejo rnuúdo han proporcionado muchos siglos de
trabajos, de ensayos y de catástrofes; y abriendo, en fín,
al espíritu de los futuros tiempos nuevos y dilatados es-
pacios.


Qué parte corresponde en esta empresa á los particula-
res y cuál la que toca al Estado, no son estremos que
debamos ahora examinar, como tampoco seria pertinente
discurrir en esta conferencia sobre las condiciones que de-
ben presidir y acompañar á la colonizacion para que esta
produzcala plenitud de sus efectos. Bástenos conestablecer
el verdadero valor y la trascendental importancia de aque-
lla empresa.


y despues, señores, fijad la vista en nuestra patria. Re-
cordad que hubo un tiempo en que el sol no se ponia en los
dominiosde España, y que todavía viven de nuestra sangre
y hablan nuestra lengua allende el Atlántico millones de
hombres, los unos compatriotas nuestros y los otros proce-
dentes de las familias españolas de los siglos XVIl y XVll1.
Considerad que nuestras colonias están en medio de socie-
dades nacientes que vinieron al mundo, merced al esfuerzo
de nuestros mayores, y que hoy mismo y por la poderosa
lógica de las cosas inevitables, gravitan sobre la que fué-




21
'madre patria, y la que está indudablemente destinada á
llevar su representacion-es decir, la representacion de los
-intereses de familia-en el viejocontinente. Pensad, en fin,
que todavía figuramos como la segunda nacion colonizado-
ra del mundo contemporáneo, por la estension de nuestro
territorio, en el círculo de las naciones civilizadas.


Luego recoged vuestra mirada, y poniendo el oido
·al rumor que há tiempo domina en Europa levantado por
el hecho de esas grandes nacionalidades que en nuestros
mismos dias se realiza con energía incontrastable, con-
sagradvuestra atención á ese otro pueblo cuyas costas baña
el mismomar que amenazaá Cádiz yá la Coruña; cuyos rios
son los mismos que, naciendo en el corazón de la Penínsu-
la, pasan por Zamora y por Toledo; cuya lengua es un dia-
lecto de nuestra rica habla; cuya historia arranca, como la
de casi todas las provincias españolas del antiguo reino de
:Lean; pueblo que vive bajo nuestro mismo cielo, que ha
.padecido nuestros mismos dolores y comprometídose en
nuestras mismas fantasías; pueblo que la mano artera del
absolutismo ha separado de nuestros brazos á despecho de
la Naturaleza que no habia puesto entre los dos ni una
colina ni un riachuelo; y cuyo porvenir tiene que ser la
anulacion mas completa, la insigniflcancia-e-jqué insigni-
ficancia!-la consuncion y la muerte, si pretende vivir la
vida estrecha del provincialismo con pretensionesde nacion,
pagando tributo á ese grosero esclusivismo del territorio,
trasunto incontestabledelinfecundo y viejo amor al terruño.


Yen seguida decidme, señores, si nuestro destino ma-
nifiesto no está en Portugal y en América.


En Américay en Portugal, por medio del desvanecí-
miento de las prevenciones que nos separan de entrambos
pueblos; por el abandono de toda idea de predominio; por
-el olvido de Aljubarrota, de Ayacucho, y de las Chinchas;
por la revision de los tratados de naturalizacion de españo-
les en el Nuevo Mundo y la abstencion-sisternátíca de nues-
tros compatriotas, como tales, en las luchas de los parti-
'-d08 americanos; por la comunicacion directa y permanente
de las ideas, las personas y las cosas; por la intimidad de




22
.los paises en una empresa cornun, grande y desinteresada;'
por las buenas inteligencias políticas y la unidad de repre-
sentacion diplomática; por el Zollvereing aleman, y la deni-
zation inglesa hoy, mañana por la con{ederacion germánica,
quizápor la unianlJersonal escandinava conPortugal, y por'
lafederacian suiza con la América latina.


Pero contad que ni esto, ni aquello, ni nada será posi-
ble sin que á todas esas medidas precedanpor nuestra parte
actos de puro régimen interior. Portugal nunca entrará á·
formar la unidad ibérica, porque en ellono encontrará in-
mediato provecho ni garantías para el porvenir, mientras
no aseguremosel órden público abandonando el camino de
los pronunciamientos. y de las algaradas sin trascendencia;
mientras nuestros partidos no acepten sinceramente una
legalidad comun, y no prescindan de los procedimientos de
fuerza que han hecho tan terriblemente famosos y tan te-
midos de los portugueses. nuestros cotidianos fusila .•
mientos; mientras no resolvamos la cuestión financiera,
que puede convertirse de repente en una cuestion social;
mientras no renunciemos al militarismo, tan impropio de
nuestra tradicion política y que tantos males trae á la pa-
tria, espuesta á toda hora á la fragilidad de un Belisario ó
á las disputas de los generales de Alejandro; mientras, en
fin, con la regularidad de nuestra vida no demos base á la
aproximacion y la fusion del espiritu que dictó al pié del
Guadarrama la Constitución de 1869 y la proclamacionde
los derechos individuales, y el que poco há inspiró en la
desembocadura del Tajo el Código civil de 1867 y la aholi-
cion de la pena de muerte.


y si esto pasa tratándose de la unidad ibérica, consi-
derad los obstáculos con que tendremos que luchar cuan-
do, pretendiendo realizar en América lo que Rivadavia y..
aun el mismo Bolivaridearon al comienzo de la revoluciono
americana, y lo qlle desde entonces ha venido siendo una
tendencia mas ó menos enérgica de todos los primeros es-
tadistas de aquellos países,-eslo es, dará los pueblos lati•.
nos del Nuevo Mundo un punto de referencia para la obra,
de su reorganizaciony aproximacion hasta constituir ver-




23
daderameats la sociedad hispano-americar,a,- cuando.
pretendiendo revivir dentro de las nuevas condiciones
creadas por el derecho moderno y las exi gencias de. los
nuevos tiempos, 'nuestro gran carácter histórico allende el
Atlántico, cerramos los ojos ante lo que pasa en las Anti-
jlas, si es queno inclinamos la frente ante los errores de un
sistema (si tal nombre pudiera dársele) que pugna, con los
resultadosde todas las mas recientes esperiencias de colo-
nizacion.


¡Cómo! Toda la existencia de la América independiente
arranca de esta afirmacion: la soberania de los pueblos-
Toda su revoluoion tuvo por bandera la igualdad respecto
de la metrópoli. Toda su vida es la negación mas perfecta
del centralismo político. Todo su porvenir está en la liber-
tad.-Nosotros, inspirándonosen el gran sentido de nuestra
historia y para fines verdaderamente universales, deseamos
recuperar nuestra influencia en América, adquirir su repre-
sentacion en Europa, prestar á aquellos paises medios y
ocasion para que se recomponga el mundo colombiano con
un espíritu análogo al que caracterizó á toda la colonizacion
española, pero al amor y bajo la luz de los principios de]
derecho novísimo y de la sociedad contemporánea. ¡Y sin
embargo, transigimos con el statu quo colonial á las puer-
tas de la libre América, desafiando la comparacion con los
Estados-Unidos, despertando los recuerdos de nuestra de-
cadencia en el continente meridional. negando, en fin, en
el mar de los trópicos. lo que constituye el alma de la so-
ciedad españoladespues de 18681! !¡Oh! El éxito es imposi-
ble. ¿A qué acariciar estas ideas? ¿Cómo intentar tal empre-
sa? Renunciemos, sí, renunciemos á esta aspiracion nobi..
lísima.-De lo contrario, pongamosla vista en nuestras co-
loniasy acometamos franca y resueltamente su reforma,


Y hé aquí, señores. cómo uno de los término s de nues-
tra política nacional exige inescusablemente el examen de
lOS problemas coloniales. Y ved, pues. si aun prescindiendo
de toda otra consideracion, por esta sola no os debe inte-
resar el porvenir de nuestras colonias.


Por manera, señores, que con estas conferencias, su-




24
poniendo que yo no quede muy por bajo de mis modestos
deseos, podemos lograr dos cosas. La primera una nueva
demostracion de larealidad, la eficacia y las virtudes todas
de los grandesprincipiosque dan alientoá la democracia
moderna: y la otra, la esplicacion de uno de los medios
mas adecuados para realizar una gran políticanacional, qne
reanude, bajo la Luz de la revolucion y á impulsos de sen-
timientos generosos, aquella tradicion brillante que inau-
guraron nuestros mayores casi al romperse el mundo ro-
mano, y que ha dado á nuestra patria un gran puesto en la
.~ sucesion de los tiempos, ora durante la epopeya de la re-


conquista, ora merced á los alejandrinos sueños de las ca-
sasde Aragon y de Austria, ora en la incomparable em-
presa 'del descubrimiento de las Américas, ora en la gran-
diosa alborada de nuestra revolucion contemporánea;-
tradicion en que podemos apoyar como sobre bases de
diamante, nuestras inmensas aspiraciones y nuestras inñ-
nitas esperanzas de un porvenir riente y esplendoroso.


Tras esto, señores, y para dar por terminada la confe-
rencia de esta noche. réstame llamar, aunque brevemente,
vuestra ilustrada atencion sobre algunos puntos que se re-
fieren al carácter y plan del curso que ahora empezamos.


Del propósito que antes he enunciado al esplicar el fin
-de la empresa que tomo sobre mis débiles hombros, aco-
metiendo desde aquí lo que nadie (que yo sepa) ha hecho
en nuestra pátria, claramente se infiere que el carácter de
estas conferencias, es, y no puede menosde ser, un carácter
de propaganda. Aun dando por cierto que yo fuera capaz
de comunicar otra importancia y otro valor á mis discur-
sos, aun suponiendo que yo pudiera enseñar algo respecto
de las materias sobre que vamos á discurrir en las noches
siguientes, declaro con toda franqueza que no seguiria hoy
este camino ni daria á mis esplicaciones el tono, el sentido,
el carácter, en fin, puramente didáctico y rigorosamente
científico que desde luego echareis de menos en este curso
y que tan bien sienta á las enseñanzas profesadas en la cá-
tedra de la Universidad. Tengo para esto varias razones,
pero entre ellas, la principal estriba en la creencia en que




25
estoy de que no solo todavía en España no existe el gusto
de los estudios de política colonial, sino que el mero nom-
bre,el mero título de estos, inspira comunmente invenci-
blé' repugneneia por suponerse que entrañan el exámen y
tlf¡scusictn der,rrestiones puramente locales, de asuntos rela-
tivos al movimiento mercantil y á la produccion de ciertos
géneros, y en fin, y á lo sumo, de cuestiones sin otro interés
que el que ofrece una variedad de los estudios geográficos.


Ahora bien, mientras este gusto no se despierte,mien-
tras no se entrevea la estension y riqueza del tema de es-
tas conferencias, mientras no se produzca la conviccion de
la utilidad y aun la necesidad de estas especulaciones,
píénso yo que sería muy dificil sostener, y mas aquí, dado
el carácter reconocido de los trabajos del Ateneo, el
interés de unas lecciones sometidas al procedimiento ri-
goroso de la ciencia, sin olvidar un detalle, ni prescindir de
un fundamento, ni adelantar una conclusion, ni dar por su-
puesta una referencia. En mi juicio} hoy por hoy, lo que
urge es levantar el velo que cubre estos estudios, ofrecer
perspectivas, estimular la curiosidad, desvanecer las pre-
venciones, sacudir en todo caso la indiferencia del público.
y esta consideracion debe servirme de escusa á los ojos de
los críticos para ciertas irregularidades, ciertos saltos, en
una palabra, ciertas licencias que se notarán de seguro,
pues que yo las conozco y las confieso, en el plan de este
curso. "


Después debo deciros algo respecto del método y des-
arrollo que pienso dar á mi pensamiento al tratar de estas
cuestiones coloniales, Algo de pasada he dicho hace algu-
nos minutos. Ahora lo desenvolveré, aunque tamhien rá-
pidamente. Mi propósito consiste en dividir este curso en
tres partes. La primera dedicada á la Colonizacion en la
Historia: la segunda á los Principios fundamentales de Co-
lonizacion, y la tercera á las reglas y procedimientos de
gobierno, á la Política colonial que exigen nuestro carácter,
nuestros antecedentes, nuestros destinos y el estado ac-
tual de los pueblos que al otro lado de los mares viven á
la sombra del pabellón de España.




26
Al presentaros primeramente los ejemplos y las leccio-


nes de la Historia (supuesta una ligera noticia de lo.que la
colonizacion es en sustancia) .pretendo acomodarme al ei-
tado general de los. espíritus en nuestra patria: estado que,
responde bastante bien (salvas las diferencias que hace im-
prescindibles la diversidad de los tiempos) al modo que se
tenia hace siglos de considerar el carácter y fin de las colo-
nias. Mi empeño consiste en ir rectificando una, á una las
prevenciones que sobre este particular se padecen, y nada
mas adecuado á mi propósito que mostrar cómo los pueblos
mas adelantados del mundo han ido rectificando uno á, uno
los errores en materia de colonizacion, ora.previniendo con-
flictos, ora por la fuerza de grandes escarmientos. Así la
Historia me servirácorno medio de indagacion de la ver-
dad, en vez de utilizarla como medio de prueba de los
principios sacados del estudio directo y la vision inme-
diata de las graves cuestiones que hoy se dan en nuestro
mundo colonial y en el órden general del derecho.


A este fin pienso tomar como punto de partida el siglo
décimo sesto, que es en el que se inicia la colonizacion mo-
derna, fijándome despues en los cuatro grandes períodos
en que puede dividirse para nuestro objeto todo el tiempo
trascurrido desde los esfuerzos de Vasco de Garua, Colon y
los primeros colonizadores hasta nuestros dias: periodos
en que destacan hechos tan graves como la emancipacion
de America (que limita el primero), la reforma colonial de
las Indias occidentales de Inglaterra y de la Australia al
mediar el siglo actual, la pavorosa insurrección de la India
y la.reforma de aquella vasta administracion, y por último,
las recientes innovaciones hechas en el régimen del Cana-
dá, en la organizacion de las colonias holandesas de Asia,


en el modo de ser .de la Argelia y los establecimientos
europeos que existen en el continente africano.


Mirando despacio el contenido de estos períodos, fácil es-
mostrar algunas faltas. Quizá la primera estriba en comen-
zar la historia de la colonizacion en la edad moderna; otra
en dar sobrada estension al primer período. Yo confieso
todas estas faltas y declaro que me guardaria muy bien de-




27
incurriren ellas si este curso fuese profesado en la Univer-
sidad central, sin interés político ni aplicacion inmediata
de ningun género. Pero repito que no es así. La coloniza-
cion antigua no tiene para el fin de estas conferencias una
utilidad directa: podrá convenir quizá una referencia. y yo
me prometo hacerla, como mero antecedente. Mas lo im-
portante para nosotros es esa colonizacion que ha nacido Y'
se ha desarrollado dentro de las condiciones generalesde
nuestra vida y con los elementos mismos que han formado-
la sociedad moderna.


Aparte de esto, pretendo presentaros solocuadros y re-
súmenes, yen este supuesto .puedo muy bien prescindir.
no solo de una rigurosa clasificacion de épocas y periodos.
si que tambien de la esposicion cronológica de los hechos
que han constituido la modernacolonizaoion, Por eso me
he de permitir hablar antes de la colonizacion en América
que de las empresas llevadas á cabo en Asia. Verdad que
las empresas de Portugal y aun de Francia é Inglaterra tu-
vieron un éxito mas inmediato en el continente asiático que
en el nuevo continente; de hecho allí tuvieron lugar prime-
ro los descubrimientos y conquistas; pero verdad tambien
que la colonizacion como sistema adquirió la plenitud de
su desarrollo antes en América que en Asia, hasta tal punto
que los grandes sucesos que se registran en la historia
de aquella influyen casi decisivamente en la organiza-
cion y la vida de Jos establecimientos europeos de la se-
gunda. Y esto se explica perfectamente teniendo en cuen-
ta que el carácter generalde las colonias de América es el
de estar constituidas casien totalidad por individuos 'de la
raza colonizadora, mientras que en Asia el elemento indí-
gena no solo está mezclado con el colonizador, sino que
bajo ciertos respectos le domina y le sofoca, Lo mismo su-
cede en Africa.-Por esto, dentro de la primeraparte de este
curso haremos una subdivisión caracterizada deeste modo;
Europa en América; Europa 'en Asia; Europa en A{ricas
Las colonias comtemporáneas.


La segunda parte se habrá de dedicar necesariamente
alexámen de lo que es una colonia; de sus problemas pri-




28
meros (poblacion de lugares incultos, reducción y educa-
cion de pueblos atrasados ó salvajes); de sus problemas
fundamentales (las razas, el trabajo, la espontaneidad local):
<le sus condiciones esternas é internas (éondiciones geográ-
ficas é históricas); de la .coloaísacíon.en sí misma, de sus
fines, superiores y trascendentales; de los pueblos educado-
res;' de la ley del progreso; de la ciudad, la nacían y la fede-
racion; de la autonomía y la anarquía.e-conceptos todos
precisos dentro de Jos estudios coJoniales;-de la impor-
tancia secundaria de la colonizacion (mercados, puestos mi-
litares,lugares de refugio, etc.); dejos medios de llevarla á
cabo, segun el valor y estension de poder del indivíduo y
del Estado; y en fin, de los principios y bases del derecho
colonial, así como de las diferentes escuelas que con los
nombres de autonómica, asimiladora, progresiva, fusionis-
ta, etc., etc., pretenden tomar la dirección de la coloniza-
cion contemporánea.


Esto hecho, restariame solo consagrar la atencion al es-
tado actual de las Colonias españolas, Prescindiendo de
todo tnterés de partido, estraño á toda prevencion de es-
cuela, aunque sin olvidar un solo instante los principios ge·
nerales del derecho y las leyes demostradas por la ñloso-
fía de la Historia, seria oportuno examinar de qué modo,
por qué causa, y en qué condiciones han venido al mundo
de la civilizacion y desarrolIádose en el correr de los tiem-
pos esos pueblos que hoy se llaman, no se por qué, nues-
tras provincias de Ultramar. Tras este estudio histórico
vendría el exámen de la situacion actual de esos países, pa-
ca concluir siempre en la region serena de las ideas y en
vista de nuestros destinos manifiestos, cuáles son las refor-
mas que la ciencia,' el derecho, la voz del mundo civilizado
exigen en nuestro atrasado imperio colonial.


Tal es mi propósito al comenzar estas conferencias.
Como veis, él plan es vasto, y claro se está que no he de
llevarlo á cabo durante este año académico. Muchas con-
.sideraciones podrian contenerme para acometerlo. Sin em-
bargo, al inaugurar estos estudios con mas fé que con-
diciones y mas voluntad que recursos, lo hago cum-




29
pliendo un deber. Vosotros pcdreis prestarme grande ayu-
da, dedicándome vuestra benévola atencion; y de todos
modos unos y otros fijándonos en estos asuntos, adelan-
tando yo el resultado de mis modestosesfuerzos, corrigien-
do vosotros mis estravíos, discurriendo todos sobre la ma-
teria, rompiendo la indiferencia pública, atacando siempre
anacrónicas preocupaciones y buscando inspiracion en e
mímen de los tiempos modernos podremos contribuir,
cuandomenos, á ahondar el terreno en que otros mas doc-
tos y mas felices hayan de echar los cimientos de una gr an-
de. verdadera y dignapolítica colonial,la propia del pueblo
ilustre que dió hombres y recursos á Colon para arrancar
del secreto de los mares un nuevo y asombroso conti-
nente, y que al escribir las célebres leyes de Indias, pre-
tendió con justicia el carácter de perdurabilidad para su
civilizacion, y. como al principio he indicado, el primer
puesto entre las grandes naciones colonizadoras del mundo-
moderno.


He dicho.




La Colonlzaclon en la Historia.


La Colonízacíon gríega.=LaColonizacíon romana.


SEÑORES:


La- primera cuestion que, entrando en la materia de
estas Conferencias. debemos plantear, es la relativaá la in
teligencia del concepto de Colonizacion. Sobre la coloniza-
cion vamos á discurrir por espacio de muchas noches, y
como en la Conferencia anterior os dije, en la primera
parte de este curso vamos á estudiar la Colonizacion en la
Historia. Precisa por tanto fijar bienIo que la Colonizacion
sea y formar el juicio de tal modo, que al recorrer la série
de suceROS que constituyen la vida de los grandes pueblos
en los pasados tiempos, podamos distinguir perfectamen-
te los hechos que son de nuestra competencia y aquellos
otros que teniendo ciertas semejanzas con estos, no merez-
-can, sin embargo, el mismo nombre nI. entren, en rigor,
en el cuadro de nuestros estudios.


En tal supuesto importa consignar desde ahora, y sin
prometernos descender á esplicaciones detalladas que ven-
drán á su tiempo, que la Colonizacion no es otra cosa (es-
toy lejos de querer definirla) que uno de los modos nece-
·sarios de esteriorizacion de un pueblo; y, por tanto, que en
su iniciacion y desarrollo, obedeceá la ley generaldel pro-
greso y á las condiciones características é históricas (así
internas como esternas)delpueblo que la realiza, así como




31
que, apareciendo en un momento dado del desenvolvimiento
social, desde entonces constituye una de las bases de la
existencia regular del país que sobre sí toma tan grave
empresa.


No es por consecuencia la colonizacion un mero acci-
dente, ni puede obedecer á .fines de poco momento, ni Un
hecho cualquiera, casual tal vez y pasajero siempre, entra
en el órden de sus fenómenos; del propio modo que tamo
poco la colonia puede ser considerada, bajo ningun respecto,
cual cosa estrañaá la madre pátria, sin que á ella trascien-
dan los menores movimientos de esta y sobre esta reobren
los graves sucesos de aquella; ni en fin, es lícito creer que la
colonia haya de moverse fuera de las condiciones generales
del progreso universal, sin otro destino, ni otro norte que
servir mera y esclusivamente, por siempre y liara siem-
pre, los intereses de la metrópoli.


Bien considerado el.asunto, la colonizacion es el empe-
ño mas grave que puede acometer un pueblo, así que nada
mas imponente en la .Historia que esas naciones que se lla-
man y llevan con justicia el nombre de grandes naciones
colonizadoras. A ellas ha correspondido la misión de en-
lazar el pasado con lo porvenir; ellas han sido las deposi-
tarias de la antorcha de la civilización, para con segura
mano llevar sus resplandores al seno de sociedades bár-
haras, ó fijar. uno de sus rayos, en remotas y abando-
nadas tierras, abriendo nuevas vías á la corriente huma-
na, revuelta y comprimida en los cáuces de la existencia
antigua. Desde el momento en que esos pueblos se lanzan
á tales empresas sus proporciones se'agigantan; yasí como
su historia adquiere grandes semejanzas con la historia
universal, porque los sucesos salen de la esclusivaesfera
de la vida interior, y el empeño mira. sobre todo, á lo fu-
turo y á lo genéricamente humano, así su derecho reviste
todas las apariencias del derecho de gentes, porque nada
de lo que en el órden juridico afecta á su existencia, deja
de tener una resonancia inmediata entre los demás pue-
blos que con él mantienen gravísimas, diversas y compli-
'cades relaciones.




32
Por esto ni todos los pueblos pueden tomar sobre sí la


carga de la colonizacion, ni su desempeño es posible en
todos los momentos de la Historia. Necesitan aquellos ha.
ber llegado á la plenitud de su sér, representar algo en el
concierto de esas grandes familias que se llaman Naciones;
tener, en 'fin, vida propia y propio y distinto carácter. Ne-
cesitan poseer condicionesque aseguren la continuidad de
la empresa colonizadora y la duracion del vínculo: que une
á la colonia con la metrópoli: necesitan dominar el empe-
ño comprendiendo su alto valor y trascendencia y moverse
por motivosgenerales y de cierto carácter permanente; cir-
cunstanciastodas que nospermiten distinguir perfectamen-
te las tentativas de colonizacion hechas por tal Ó cual pue-
blo, obedeciendo á un capricho ó á una necesidad de mo-
mento, y los ferrómenos aisladosque ha producido la erni-
gracion de algunas bandas. armadas ó una muchedumbre
de aventureros, de harnbrientos.ó de díscolos, de aquellos
otros hechos de gran sentido; de positiva trascendencia.
de verdadera sustancia que entran, con pleno derecho, en
la historia de la colonizacion, que producen hoy las colo-
nias dignas de este nombre como han producidolos grandes
imperios coloniales, y que constituyen los antecedentes de
los pueblos llamadosá ser el alma d"e la Historiaen los ape-
nas entrevistos tiempos del porvenir.


Harto se me alcanza qne no son estas las ideas que pri-
van entre los mas de nuestros hombres políticos. Para es.
tos (y permitidme qne insista en aprovechar todas, las oca-
siones de dar relieveá errores tan generalmente profesados
como fecundos en perturbaciones y desastres) para estos la
cuestion colonialsupone uno de los dos siguientes puntos de
vista. Se trata de las colonias que nos han legado"nuestros
mayores; pues bien, aqui hay que tener en cuenta, primero
que esas envidiadas comarcas vienen á ser como un mer o
obsequio de la fortuna que fuera locura no esplotar; des-
pues, que en ellashemos consumido hombres y riquezas.
realizando sacriflcies, cuya cempensacion inmediata y ma-
terial es de toda justicia. De aquí .la confortante teoría de
lOS sobrantes ee Ultramar; la proteccion á las harinas)' los




3:5
vinos de la Península; la desigualdad sistemática entre las
colonias y la metrópoli; la reduccion de aquellos paises á
una situación de fuerza ó al estado de una vasta empresa
industrial.


Se trata (alguna vez se ha tratado) de alguna tentativa
de colonizacion: se trata, por ejemplo, di) crea:' una colo-
nia en el litoral del O. de Africa ,) en las playas de Cochin-
china. Entonces es preciso que el Estado torne la iniciati-
va, cubra los gastos y ponga su mallo en todo: en la inteli-
gencia de queja empresa es viable solo si el Estado cree
que necesitamos una penitenciaría lejana, ó algun puerto
para nuestros buques ó un mercado para nuestra industria.
Se trata, pues, de crear una colonia con un fin particular,
esclusivo, hasta si se quiere egoista. Los colonos no pue-
den llamarse á engaño; el Estado no ha querido crear un
pueblo, no le ha pasado por las mientes proporcionar me-
dios para que una nueva SOCIedad nazca, crezca, y en un
plazo mas ó menos próximo pueda vivir por si. con inde-
pendencia de la madre pátria y para bien de la gran fami-
lia humana. Nada de eso. La coloniase levanta y se·fomen-
ta con una idea puramente utilitaria: lo mismo que se le
vanta y fomenta una hacienda. Par tanto la colonia depen-
derá absolutamente del fin esclusivo con que se ha funda-
do. Asi Java es un modelo; y un crimen, la existencia de los
Estados-Unidos.-Que esto es lo que piensan mas ó menos
claramente y lo que dicen los mas de nuestros estadistas,
lo demuestran los preámbulos conque .se ilustran las co-
lumnas de la Gaceta y los pocos discursos que sobre estos
asuntos se han pronunciado en nuestras Córtes.


Verdad es que tales ideas parecen, á primera vista, como
un eco de los errores dominantes en Europa hácia los si-
glos XVI y XVII; ] algunos, dejándose llevar de lo que ciertos
escritores estrañjeros dicen con sobrada ligereza, apuntarán
la opinion de que en esto nuestros políticos son dignos con-
servadores de nuestra tradición colonial. Pero nada de esto
es fundado. Muchas veces he dicho 'j sostenido que lo
fiue hoy priva .en.nuestras Co\onias,en abiertaiopoeiciou
con \0 fiw~exi;;te en \al'eninsu\a. repugna absoluta, ,':.er..


a




..


34
minantemente á toda la tradicion española en materia de
colonizacion. Aquello no es ya la decadencia de nuestro
sistema colonial, no; que esto solo puede decirse de la Amé-
rica del siglo XVIII. Aquello es la completa negacion del
espíritu que dictó las famosas LEYRS DE INDIAS Y sostuvo á
nuestros grandes colonizadores:espíritu cuyos últimos des-


, tellos inspiraron el Reglamento de esclavos de f 789 (al fin
no observado) y la famosa declaracion (anulada en la prác-
tica) de la Regenciaespañola de '1810 de «que los vastos y
preciosos dominios que España posee en las Indias no son
propiamente colonias ó factorías como las de otras nacio-
nes, sino una parte esencial é integrante de la monarquía
sspañola.»


Lo que puede haber y de hecho hay de verdad en todo
esto, es, que si bien el espíritu de la colonizacion españo-
la fué evidentemente levantado, en su determinaeion y en
su aplicacion amparó no pocos errores. ¿Quién podria sos-
pechar que yo habia de sostener aquí, que nuestras Leyes de
Indias y el sistema de que estas forman parte. son aplica-
bles, ni por un solo día, á nuestras actuales Colonias? ¿Quién
puede..... presumir siquiera, que de mis lábios no salga la
condenacion mas completa de los principios en que des-
cansaba la sociedad española de hace dos siglos? La crítica
histórica exige ciertos supuestos y ciertas hipótesis; y
cuando yo hablo de la bondad de la colonizacion española,
hablo de un modo relativo.


Nuestro espíritu era escelente, digo, y luego añado:
continuémosle En nuestro tiempo, pero dentro de las con-
diciones de la época actual y teniendo en cuenta lo que
lógicamente hubieran sido nuestros colonizadores del si-
glo XVIl, á vivir en el siglo XIX: ellos, de un carácter tan
eminentemente civil y un sentido tan enérgicamente igua-
litario!


Errores, pues. contenia nuestro sistema colonial; y
uno, comun á toda la colonización moderna, á saber: el
predominio de la idea de esplotacion que, como todo el
mundo sabe, ha bastado á muchos escritores contemporá-
BeOI:> s-a reducir á esto todo el sentido de aquella coloni-




venciones,


35
zacion. Mas entiéndaseque, aparte de que precisamente en
la colonizacion española es donde menos vida tiene aque-
lla preocupacion, aunque otra cosa digan desde Robertson
hasta Blanqui, es un hecho positivo que la idea de la es-
plotacion -la preocupacion mercantil-no es ni única ni me-
nos esclusiva de las empresasrealizadas en aquellos tiempos.
Predomina, pero no absorbe: y de este modola colonizacion
obedece-instintiva ó retlexivamente, segun los casos-á
fines generales, y produce grandes resultados. é influyeséria
y permanentemente en la existencia misma del pueblo que
la realiza, y tiene signifícacion en el desenvolvimiento de la
vidauniversal y reviste todas las condiciones de que hablé
antes: y, en fin, por eso mismo, los hechos que constituyen
la trama, entran en el cuadro de la historia de la coloni-
zacion ,


Nuestros políticos, empero-los políticos á que aludo-
no participanmas que de los errores de la cololizacíon mo-
derna. Creyendo que se han puesto á la moda con reírse
(hasta cierto punto) de la balanza mercantil y de la antigua
teoría de la moneda y de los metales preciosos, persisten,
sin embargo, en confesar y practicar-pocas v-ces con re-
flexion, pues que ya sabemos que aquí todo el mundo sir-
ve para ministro ó para subsecretaría de Ultramar-los dis-
lates que, compensados y basta vencidos por otras escelen-
cias, contenia la colonizacion del sigloxvn.i--Pero dejemos
por ahora á estas gentes, satisfechas con su córte de aspi,
rantes á los suculentos empleos de la administración ultra-
marina y con la devocion y los aplausos de los poseedores
de esclavos.


Lo dicho se me antoja que basta para que entremos ya
á investigar qué cosa ha sido la colonización en los tiempos
pasados, es decir, de qué mojo ésta se ha realizado en el
correr de los siglos; qué caractéres ha revestido, qué erro-
res ha profesado, qué trasformaciones ha sufrido, y cómo
las esperiencias han servido para eliminar del cuadro los
detalles inconvenientes y las sombras abrumadoras. Mas al
entrar en este terreno, permitidrne que os haga dos pre-


r:f·~. f¡'!/ ...o
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'" -v,~"r~" 'J




36
Vamos á hablar de historia: pues bien señores, yo os


declaro que siempre que para fines políticos y con propó-
sitos prácticos, tengo que volver los ojos al pasado, pidien-
do luz y argumentos á la ciencia de los Vico, los Herder y
los Laurent carezco del ánimo suficiente para sumergirme
en los tiempos primitivos y llevar mis indagaciones mas
allá de la eivilizacion greco-romana. Pueden influir muo
cho en esto así la naturaleza de mi espíritu poco oí propósi-
to para ciertos trabajos de análisis y ciertas minuciosida-
des de erudito, cuanto las exigencias de mi vida, por en-
tero consagrada á la obra de la propaganda. poco ó nada
compatible con la paciente investigacion de losorígenes de
los pueblos y las civilizaciones. Pero sobre todo esto hay,
señores, que yo creo que es bastante dificil buscar los últi-
mos fundarnentos de la sociedad actual mas allá de los
tiempos griegos, á no ser que el asunto se mire desde un
punto de vista pura y genéricamente humano y con el mero
interés de la historia universal.-En este supuesto, yapar-
\ándome de la costumbr:muy generalizada de discurrir con
cualquier propósito, sobre la sociedad oriental, los gran-
des imperios de Asiria, y la civilizacion hebráica, pien-
s o, hablando de colonizaciones, no retroceder mas allá
de la época griega. Y notad, señores, de qué mane-ra, con
qué objeto y hasta qué punto. En la Conferencia anterior
lo dije: solo en cuanto esto sirva para entender el origen,
fin y desarrollo de la colonizacion moderna: solo como an-
tecedente de la obra comenzada en el siglo XVI, que es
por las razones desenvueltas la otra noche, el objeto preciso
de nuestros esfuerzos y de este curso.


Por otra parte, las consideraciones apuntadas poco
hace justifican el silencio con que hemos de pasar por todo
el gran periodo histórico conocido con el nombre de la
Edad Media. En aquel período no se han dado verdaderos
fenómenos de colonizacion: no ha habido colonizacion ver-
daderamente hablando. Sin duda entonces hubo grandes
mudanzas de tribus y grandes desbordamientos de pueblos,
á partir de aquellos bárbaros sin mas pátria que sus carros
ni mas Dios que su espada. que á impulsos de inquietud




37
tan implacable como misteriosa y atraidos por los nacara-
Jos celajes de la puesta del sol, y los rumores fe las gran-
des corrientes que desde el confin septentrional del impe-
rio romano venian ansiosas buscando las amplitudes dcl
Atl~n[ico, bajaron turbulentos, y de su propio empeño
asombrados, ya para, desvanecidos, rendirse á las caricias
del tibio y perfumadoaliento de Sibaris y de Cápua, ó encana
tados perderse bajo el riente cielo y entre los bosques de na-
ranjos de la le3wldariaIberia-la de las entrañas de plata y
la coronade jazmines-ya para volver palpitantes, atormen-
tados, presa de la locura de lo desconocido, hartos pero
nunca satisfechosde lo peregrino de sus correrías, embria-
gados, pero aun sedientos de las maravillas de aquellos
mundos de brisas y de jardines, de grandes horizontes y
de perdurable primavera, á sus sombrías cavernas y sus vír-
genes estepas.


Sin duda desde aquella primera y grande irrupcion de
los hijos de Arminio y de los héroes de Jornandes hasta la
formacion de las naciones modernas y el relativo aquieta-
miento del mundo al terminar el siglo XIV, se verificaron
grandes mudanzas de sociedades, grandes emigraciones
y estrañas cuanto robustas apariciones de nuevos pueblos
en lugares á veces desiertos; y puede bien asegurarse que
en cste vasto y laborioso período de nueve ó diez siglos se
dan muchos casos de que la muchedumbre emigrada, lejos
de olvidar su procedencia, mantenga cierta clase de relacio-.
nes con los sitios de donde partió; relaciones que algun
observador ligero podria reconocer como un tanto análo-
gas á las sostenidas por las colonias griegas con sus metró-
pólis. Sin ir mas lejos y para tomar hechos capitales, las
Cruzadas produjeron algo por estilo en el Oriente, y la in-
vasion mahometana en el Occidente europeo dió otro re-
sultado análogo,
~as es preciso ver las cosas con espacio y parar la


atendon en varios puntos. El uno, que ni esas relaciones son
tan frecuentes ea el mundo de la Edad MedIa que puedan
constituir série, ni revisten un carácter de regularidad y de.;;;;::~
permanencia que pueda exigir su inclusion en el órden~•. \1CA [j ~


.41 0'\ ji"
i ,,> •/. ~ .•...
,,~ ,·¡;:~t;.1t'c




38
los fenómenos que observamos en todo el mundo moderno
y que constituyen verdaderamente el cuadro oe la rulornza-
cion. Unas veces aquellas emigraciones son meramente
temporales; otras los emigrantes, desde el principio, desco-
nocen la autoridad de la madre pátria; frecuentemente sus
empre~as tienen solo el carácter de una gran algarada, y ni
la metrópoli funda en las coloniasasí constituidas una aten.
cion séria, y menos cree que en su existencia ó su porve-
nir inrluyan la actitud y el desarrollo de aquellas nacientes
sociedades, ni estas verdaderamente crecen al abrigo de la
metropóli, hasta tal punto que, de ordinario, aparecen con
pretensiones de rivalizar con el poder de los lugares de
donde provienen. Díganlo los califatos de España y los rei-
nos de los cruzados en Tierra Santa.


Por otro lado debe tenerse en cuenta que, como ya he
dicho, no basta que de un pais salgan aventureros y emi-
grantes para otro, ni aun que establecidos ya en este, reco-
nozcan la supremacía de aquel y mantengan cierto género
de relaciones con la madre pátria, no basta, repito, para
que en seguida se declare que allí tienen efecto fenómenos
de colonizacion; porque para que esto así sea se requiere
que la metrópoli tenga condiciones de tal y el momento
histórico sea adecuado para el empeño, Los pueblos colo-
nizadores necesitan para serlo, vivir la plenitud de su vida
(no me cansaré de decirlo, porque saturados de estas ideas;
la cuestion colonial revestirá para nosotros proporciones
hoy desconocidas y comunmente, ni sospechadas) necesitan
haber llegado á una concrecion y una sintésis, representar
algo en el concierto del mundo, tener algo preciso, termi-
nante, determinado que llevar á otras comarcas para que
allí se desenvuelva y tome nuevas condiciones bajo la in-
fluencia de un medio distinto y así pueda servir al progreso
general de la civilizacion. Y no basta esto tampoco; es pre-
ciso iUC los tiempos hayan llegado, que el medio en qu~ el
pueblo colonizador vivele escite á lanzarse á la obra ¡fe la
colonizacion: ¡qué digo le escitel le permita acometer esta
gran empresa que de grande y gloriosa que es, realizadaen
ondiciones, se trueca en ridícula yno pocas veces en inmo-




39
ral, si á pesar de todos los esfuerzos ytodos ios deseos. no
sale del círculo de una intentona grotesca Ó una aventura
desastrosa,


Pues bien, Europa (yno quiero hablar mas que de Eu-
ropa por no alargarel discurso)no tenia condiciones en la
Edad ~fedia para acometer aquella obra. Aquella edad es
el períodode la fermentacion de la gran sociedad europea,
el momento de la depuracion de la sociedad antigua y de
la trasformacion de aquella vida en vida moderna. Todos
los elementos sociales estaban en revuelta pugna, produ-
ciéndose, como en los crisoles del químico, mil reacciones
y combinaciones llamadas ideas é instituciones, destinadas
á su vez á desaparecer asi que los elemento'> de abajo lle-
gaban á la superficie, determinando ese gran vapor que se
apodera de todo el horizonte de aquel mundo y que le hace
presentarse envuelto en pavorosas é inextricables tinieblas.
En aquel periodo hay tendencias, hay esfuerzos, hay ten-
tativas, hay, quizá,momentáneo pero siempre instable equi-
librio..... nunca dominio perfecto éindisputado de una idea
ó de una institucion, como sucede á partir del siglo xv.
Aquella es la edad delas grandes inquietudes, de los in-
comparables arrebatos, de los supremos terrores, de las in-
mensas injusticias y de las provocadoras iniquidades: aque-
lla la edad de losesbozos, de las informaciones, dela vague-
dad en todo, como cumple al sentimiento, toque relevante
de lavidade los siglos VIl al XI v. Por esto mismo no podia
servirpara lacolonizacion. que necesita una cultura determi-
nada, un punto de partida preciso, un caudal de ideas fijas
que encarnar y difundiren remotas tierras con la misma
energía y la misma perseverancia con que el navegante se
lanza al mar preguntando su secreto á la inmensidad, y el
pioneer tala el monte, atraviesa el torrente, desaflaal indio,
levanta su tienda y grita: [Tierra por Castilla! ¡Un mundo
por Portugal!


Por todo esto veis cuán justificado está que prescin-
damos de la Edad Media. Fijémonos ahora en los tiempos
que caen bajo nuestro dominio; en la colonizacion griega y
en la colonizacion romana.




40
Todo lo que hemos echado de menos en la Edad Media,


todo brota á simple vista y del mas ligero estudio de la so-
ciedad clásica. El pueblo griego. como el pueblo romano,
coIÍsiguenllegar á una síntesis; su carácter adquiere ver-
dadera precision, y sobre sus variados movimientos y sus
diversos aspectos destaca siempre un 'algo perfectamente
distinto y que sirve para determinar, en el gran cuadro de
la historia, la civilizacion latina y la vida helénica. Por eso
pudo tener efecto, y lo tuvo, la eolonizacionen aquella épo-
ca y por aquellos pueblos.


Fijáos, señores, en el pueblo griego. En tres grandes
'momentos se realiza la colonizacion griega; dentro, se en-
-tiende, de los tiempos históricos y dada la espalda á las
brumas y los espejismos de la leyenda. El prime.o , ar-
ranca de la guerra de Troya y de la invasion de los He-
ráclidas: momento en que surgen, corno Venus entre las
'espumas, la risueña Esmirna, dominando los feraces y di-
latados campos de la Eolide, y las doce ciudades que se es-
tendiau desde las playas'del El~eo al pié del fragoso y perfu-
mado Ida: la exuberante Leshos, el gran teatro de la volup-
tuosidad helénica, el nido de los amores insaciables, la tier-
-ra de aquel chispeante y rojo vino, rival afortunado del de
Chio y del de Falerno, favoritosde los poetas clásicos desde
Anacreonte hasta Horaeio : J\Iitylene la opulenta, la de las
mujeres bellas y la música arrebatadora, la del templo de
Juno y la hra de Terpaodro: y en fin, todas aquellas islas
y ciudades llenas de colores, de vida y de Iragancia, entre ..
vistas y admiradas por los héroes de la Odisea,y que esmal-
tando los limite, occidentales del Asia menor, parecen


'un enjambre de turbulentas y brillantes mariposas despren-
didas de los sagrados y poéticos bosques del Ilimeto en
busca del primer rayo del naciente sol.


El segundo momento es después de la invasion dórica
en el Peloponeso. Entonces se alza Creta, la patria de Jú-
piter y el hogar de aquellos bravos marineros y terribles
piratas que un dia impusieron espanto á la misma Cartago
y al pueblo-rey; la rica Samas, con su tempro de oro ysus
calles de mármol; la activa Hodi,s, la esposa del sol, la tier-




41
ra de las rosas, la gran legisladora del mundo comercial
de la'antigüedad clásica: Éfeso, inmortalizada por Erostra-
to r por Heráclito; por la piedad y el ostracismo: y en fln;
Mlleto, rival de Tiro, y de Cartago.superior á Corinto,
precursora de Alejandría yde Venecia, el bazar de Occi-
dente, la madre de trescientas colonias esparcidas y pal-
pitantes en el tranquilo mar que baña a Grecia, al Ponto,
á Fenicia ya la mismaItalia, como otras tantas estrellas que
enamoradas suspiran y se estremecen en ellimpido y se-
reno azul del cielo.


.El tercero y último momento abarca el gran periodo de
los siglos VII al IV antes de nuestra Era: esto es, el periodo
brillante y magnífico de la historia de Grecia; el período de
las hegernonias, de las guerras médicas, de Pericles.....
aun de Alejandro; y entonces la colonizacion llega á su apo·
geo y va á buscar Jo mismo las pl.iyas del primitivo conti-
nente dando la mano á las caravanas que, cubiertas del
polvo de Babilonia y de Nínive y agobiadas con el oro,
las perlas, y las especies, vienen d'l más allá del Éufrates,
que las tierras apenas descubiertas por los fenicios en el
estremo Occidente yel hálito ardoroso del desierto africa-
no. Entonces brotan Partcnope en Italia, B'zancio sobre el
Bósforo. Agrigentoen Sicilia, Cireneen África, Marsella, Ro-
sas, Sagunto, y quién sabe cuántas coloniasmas que ponen á
la civilizaoion helénica frente á Jos abismos de lo descono-
cido y la ilirnitacion de los siglos.


Seguramente que no fué una misma la importancia de
la vida griega en cada uno de estos tres momentos, pero en
cambio, sí puede asegurarse que, desde el primero, apenas
salvado el siglo XII antes de Cristo, ya estaban definidos
los rasgos caracteristicosde aquella sociedad, desenvueltos
en el trascurso de los tiempos, pero nunca modificados
sustancialmente. Así es posible el fenómeno de que en las
primeras colonias griegas se desarrolle el espíriLu heléni-
co de un modo análogo á como adquiere vigor y alcance en
la madre patria; y así es posible. tambien , el hecho nota-
bilísimo, que se realiza en todas las grandes colonizaciones
(yen el que os debeis fijar muy particularmente, porque




42
esto viene á constituir una ley de la colonizacion) de la
reacción de las colonias sobre la metrópoli, de la devolu-
cion que las nuevas sociedades hacen á las antiguas de
donde proceden, de aquellas ideas, aquellas institucío-
nes y aquellos intereses que éstas les habian enviadodu-
rante elperíodo colonial, ahora depurados yen condiciones
que hacen imprescindibles nuevos progresos en la madre
patria, fecundas novedadesen elviejo mundo. ¡Prueba for-
tísima de la solidaridad de intereses de entrambas socieda-
des,y razon poderosa para que jamás los hombres políticos
y los gobernantesde la metrópoli tolerenenlas colonias,por
abandono, por debilidad ó por perfidia, la subsistencia de
aquellas institucionescontrarias ó enemigas de los progresos
que en la madre patria se hayan conseguido en el órden polí-
ticoó en las esferas moraly economica'<-rüh! Se equivocan
mucho, se equivocan grandemente.los que piensan que el
malestar de nuestras Antillasy de Filipinas no trasciende á
nuestro órden interior; y se equivocan, señores, con tanto
mayor motivo cuanto que la asimilacion (política que se ha
intentado en Puerto-Rico, y que parece ser el SllTnum delas
concesiones de nuestros partidos avanzados en lo relativo á
nuestras Colonias) da á estas comarcas medios peregrinos
y directos de influencia en la vida interna y en el desenvol-
vimiento político de la Península.


Mas volved á Grecia y observadla gravedad de la indi-
cacion que os he hecho. Considerad cómo en las colonias
se desarrolla el espíritu griego, y de qué modo aquellas
jóvenes sociedades influyen en la suerte general de las me-
trópolis. Los dos primeros maestros de la filosofía griega
fueron dos colonos: Tales y Pitágoras; salió de Egina el in-
mortal autor de Fedro y del Banquete; de otra colonia bro-
tó, si no miente la leyenda, la armoniosa voz de Homero; ea
Caos, Hipócrates y Apeles nacieron;Herodotoen una colonia
escribió: Anacreonte suspiró en Teas; Safoamó en Lesbos;
cantó Arion en Mjtilene; de las colonias arrancó la vida de
aquella arquitectura que en vano quiso eclipsarla Edad Me-
dia, y siempre partió de las colonias el grito irresistible é
iniciadorde las grandes revoluciones de la inmortal Grecia.




43
.No soy yo, señores, de aquellos que con suma facilidad


inclinan la cabeza ante la sencillez deslumbradora con que
esplica los fenómenos del espíritu, lo mismo que los acci-
dentes de la historia. esa escuela que de tanta voga hoy
gozay tiene por apóstol á Comte, por pensador á Spencer,
por político á ~Iill, por artrsta á Taine y por historiador á
Buckle, Dar por incontestable que todas las ideas y todos
los hechos son consecuencia precisa del clima. de los ali-
mentos, de la situación geográficay topográfica de los paí-
ses, como el Positivismo pretende, parécerne rebajar bas-
tante el valor de la individualidad humana y uncir al carro
de la fatalidad á este sér chispeante, movible, resistente,
osado. infatigable que-¡no hay que olvidarlo!-jamás ha
sido un Dios, pero ha llegado á ser un Prometeo. Mas de
esto á negar que las condiciones físicas en qu~ un plle-
blo viva puedan influir grandemente en la realizacion de los
destinos de este. va una distancia considerable que no he-
mos de salvar de un salto y á ciegas.


Ved la Grecia y pensad por un momento cómo alli todo
estaba brindando á los helenos á llevar el espíritu de su
patria hasta los confines del mundo, Tres mares la rodean.
digo mal, la abrazan y festejan; mares tranquilos, cuya
espuma es gracia, cuyo oleaje es palpitacion, cuya reso-
nancia es alegría. ¡Quién ha de soñar que bajo aquella na-
carada superficie ha de existir el abismo! [Quién que en-
tre aquellas hondas que un dia arrullaron á Venus, ha de
ocultarse la Muerte! Aquella placidez misma inspira con-
fianza, y esta confianza la aumentan la trasparencia de la
atmósfera, la serenidad de los cielos, la clarid~d del hori-
zonte. la tersura de aquel inmenso espejo en que destacan
sembradas á certísima distancia unas de otras, y como pa-
ra nunca dejar sin guia al marinero, ese puñado de islas
tan brillantes. tan hermosas. tan opulentas de vegetacion y
tan soberbias de colorido. que llenan el mar Egeo y el poé-
tico Tirreno, y que parecen corno una cadena de rosas que
junta al mundo primitivo con el mundo clásico y por don-
de ha pasado el Espíritu de la lIístoria, desde las abruma-
doras magnificencias de la sociedad oriental al movido y.




44
risueño espectáculo del Agora y la armónica y encantadora
sencillez del Partenon. Así se esplica que cuando un grie-
go, vencido por esa espontaneidad, por esa fuerza espansi-
va que le liacaracterizado en toda la Ilistoria,y acosado por
la misma'monotonía de una existencia tan fácil como be-
lla, corriese las playas de su tierra, bajo aquel firmamen-
to tachonado de enamorados luceros, dando el rostro á las
brisas de' Lesbos y el oido á los rumores de aquellos bos-
ques poblados de musas, poetas y céfiros, cuando viese á
sus piés ese rrar que jamás inunda y siempre besa, y re-
cordasela pequeñez de cuantos obstáculos se presentan en
el corazón de la Península helénica á toda clase de empe-
¡lOs-aquellos rios como arroyos, aquellos montes suaves y
bajos, aquellos valles cuajados de olivos, viñas y naranjos,
aquellos riscos en que la anémona crece, aquellos laberin-
tos..... de estátuas y de monumentos, aquellos promonto-
rios que como los del Alica avanzan en el Egco solo para
derramar sobre él flores y aromas-al fin selanzaseen bus-
ca de mas luz, de mas originalidad, de nuevas impresio-
nes, tímido al principio, confiado luego, atrevido mas
tarde, creyendo, si no como nuestros árabes en su buena
estrella, al menos que en todas parles y en todos los mo-
mentos habla de encontrar las caricias de la próbida Natu-
raleza.


y así se realizó .... ; así pudo realizarse perfectamente la
difusión del espíritu helénico.


Claro está que yo no puedo detenerme á estudiar los
rasgos característicos de la civilizacion griega: me permi-
tiré,por tanto, reducirlos á dos esenciales, de cuya tras-
cendencia prescindo. El uno en el órden moral, que es la
espontaneidad del espíritu, consagrada en la vida social, de
un modo mas ó menos perfecto, como libertad del pensa-
miento; y esté rasgo si por un lado hizo imposibles en Gre-
cia la omnipotencia religiosa, la tealogíaoficial y el régi-
men de las castas, por otro dió ancha liase al prodigioso
desenvolvimiento de las ciencias y las artes, y eornunieó á
la vida griega aquella movilidad, aquella agitacion, aquel
centelleo que tanto interés presta, á su historia} ',{ que hu-




45
hiera sido un peligro, por las estravagancias y las irregula-
ridades que comporta, si no lo dominase la misma armo-
nía que en las esferas del pensamiento y en un espíritu
espontáneo preside al ejercicio de las facultades anímicas.


El otro rasgo pertenece al órden político, y es la con-
sagracion de la idea de ciudadanía, 13 cual aparte de ga-
rantizar la originalidad y la diversidad de tendencias del
pueblo griego, no sofocado bajo el manto de un rey asiá-
tico, hizo posible la condensacion de aquellos intereses y
la intimidad de aquellas fuerzas que mas tarde necesitaron
el molde de las nacionalidades, y cuya existencia era el
supuesto obligado del advenimiento de la democracia.


Pues bien, estos rasgos mismos fueron los que apare-
cieron en la sociedad colonial: yen ella se desenvolvieron y
tomaron si cabe mayor energía, trascendiendo de allí,
de un modo muy superior á como brillaron en el corazón
mismo de la Metrópoli, Porque no puede olvidarse que el
desarrollo del carácter griego y el progreso así de las cien-
cias especulativas, como de las instituciones políticas,
como de la vida material, pudo realizarse en las colonias
sin los obstáculos ya vencidos en la madre patria, y. utili-
zando las esperiencias y los esfuerzos hechos en esta; y
además, porque la situación de aquellas comarcas, su se-
parncion material del continente, su proximidad á nuevas
y estrañas sociedades ó á tierra" desconocidas en que ne-
cesariamente había de realizarse el porvenir, la naturaleza
misma de aquellos grupos sociales creados fuera del hogar
patrio por la fuerza del principio espansivo, protesta ins-
tintiva contra el peso de la tradicion, todo hacia que desde
las colonias con mayor facilidad se comunicaran al mundo
las conquistas sérias y fundamentales de la civilizacion
helénica, contribuyendo así á la difusion de las ideas.al
choque de las diversas culturas sociales, á la renovacion
del estado histórico-humano, y al fin y al cabo al progreso
universal.


y si todavía quereis nuevas pruebas de cómo el carácter
griego se desenvolvió con la mayor acentuacion posible en
las colonias helénicas, fijáos un momento en algunos to-




46
ques capitales de aquel y en el modo general de ser de es-
tas frente á sus metrópolis, relacionándolos en vista de sus
lógicas consecuencias. Con efecto, merced á la espontanei-
dad del espíritu y á aquella palpitación de vida de que an-
tes hablé, natural era la propensión, comun á todos los
griegos, de franquear los umbrales de la casa para lanzarse
en busca de nuevas sorpresas y para realizar una vez mas
y bajo diferentes formas, sus vagos deseos, sus insaciables


.aspiraciones.
Claro está aquí que la empresa de la colonizacion P'lltra-


ba perfectamente en el carácter griego; y se comprende
muy bien que una circunstancia 'cualquiera que viniese á
estimular esta propension-por ejemplo, las invasiones de
un puebloen una comarca vecina, las guerras domésticas,
las tempestades políticas, un año de escasez. el esceso de
poblacion, etc.,-habia de producir invenciblemente el he-
cho de que un puñado de hombres se dirigiese en masa
en demanda de nuevas playas, cuajadas de murmullos,
brisas y tentaciones. Así la leyenda de Baca y de Hércules
era el Evangelio griego.


Pero fuera de la ciudad, en Grecia no habia mas que
enemigos, aliadosá vencidos; y estos últimos soloen cierto
periodo de la historia. Ni este ni el primer Postremo cabian
tratándose de relaciones enlre hombres salidos de un mis-
mo hogar, que con frecuencia lo visitaban, que en él se
reconocian y que con amor recordaban en su nueva pátria,
los encantos y las glorias de la patria abandonada. Cabia
si la alianza..... pero indudablemente para Atenas eran
mas Andros, Amphípolis y Samas que Esparta y 'I'ebas:
porque aquellos pueblos no eran solo hermanos.


De aqui relaciones de un cierto orden entre las colo-
nias y las metrópolis: relaciones no determinadas por una
rigurosa ley que no cansentia el carácter de la sociedad
griega-de suyo poco codificadora y de espíritu poco jurí-
dico-sino relaciones de órden moral, mas no por eso me-
nos efectivas é incontestables.


Así la colonia tomaba sus primeros magistrados de la
madre patria; recogía sus leyes del libro [inmortal de So-




47
ion; sacaba el fuego sagrado del Prytaneo; al templo de
Apolo enviaba sus ofrendas; en un rincon de sus medallas
y sus monedas ponia el sello de la metrópoli; daba á sus
mayoresel primer sitio en las fiestas y los espectáculos, y
en ayuda de aquella corria en los momentos de peligro ó
de lucha. En cambio, la madre patria le dispensaba su
proteccion constante, arrostraba grandes dificultades y á
veces guerras por ella, reservaba en muchas ocasiones el
derecho de ciudadanía á los colonos, atralalos para que
participasen de la vida griega al pié de Delfos, en medio de
los juegos de la Elide. y hasta dentro del Consejo de los
Anfictiones-formas de aquella comunidad helénica que
nunca llegó á constituir una nacíon, como soñaron Pericles
y Epaminondas.


Por manera que lejosde considerar las metrópolis grie-
gas que las colonias eran una cosa estraña , un puro acci-
dente, un simple medio para su material provecho, en es-


, tas respetaban y fortalecian el espiritn de la patria y el ca-
. rácter de la raza, sin negar y menos combatir en el seno


de aquellas jóvenes sociedades lo que constituia en las an-
tiguas su vida y su grandeza. Por su parte las colonias,
exentas de todo vinculo de fuerza, satisfechas de su origen,
conocedoras 'de las ventajas que reportaban de la tutela de
1" metrópoli, dueñas de una gran libertad de accion que
les permit.ia fundar colonias á su vez, identificadas con el
progreso y las glorias de aquella, fieles á su tradicion y
atentas al comun destino, pagaban á la madre patria el
tributo de su obediencia y frecuentemente el apoyo de sus
soldados y sus naves, y disponian las cosas de modo que,
sin sentirlo ni lamentarlo, sin violencias ni colisiones, Ile-
gaban á la emancipacion, manteniendo siempre los dulces
lazos de la familia. Las luchas de Corinto y Corcyra son
solo una repugnante escepcion , como lo es el parricidio.
Mas frecuente es el ejemplo de Crotona, enviando sus sol-
dados desde la Gran Grecia para rechazar á los persas.


y esto es tan verdad, como que el hecho de la coloni-
zacion griega es una prueba aducida por los historiadores
del comercio para probar la poca disposicion de aquel pue-




48
blo y su inferioridad respecto del fenicio. por ejemplo, para
las empresas mercantiles. El principio utilitario no privaba
en aquel mundo; traficábase. sin duda, porqlle el tráfico es
una necesidad de la vida, y todo lo que es necesario se en-
cuentra en todos los periodos de la historia ; pero se trafi-
caba de muy distinta manera á corno se hizo en los tiem-
pos verdaderamente comerciales. Se cambiaba masque por
todo por hacer algo. por moverse, por esparcirse; se cor-
rian mundos, se dirigian naves, se levantaban mercados, se
comerciaba, en fin, por espansion. Y por espansion se crea-
ban colonias; y hasta tal punto, que la colonizacion era
casi siempre individual, y cuando los gobiernos formaron
algunas de aquellas sociedades, lo hicieron siempre de un
modo bien distinto á corno lo realizaron los grandes pue-
blos del siglo xv; sin reservas, sin monopolios. sin mi-
ras interesadas, á lo menos sin que estas condiciones pri-
varan,


PUl' otro lado sugiere un mundo de. consideraciones el
observar la trascendencia que para el progreso de la huma-
nidad tuvo la existencia de las colonias griegas. por lo que
obligaron ,á las metrópolis en cierto órden de ideas. Harto
sabido es hasta qué punto preocupó á Grecia el espiriti
municipal, y por lo que hemos observado se comprende
que las colonias siendo algo mas que aliadas de la madre
patria, vinieron á formar corno un sub-urbio de esta, obli-
gándola á echar los límites de la ciudad algo mas allá de
las murallas y á desvanecer un tanto el rigor de los prin-
cipios y lo exclusivo y uraño del municipio. Y ved por
donde pudo hacer camino la idea de la reconstruccion he-
lénica, la idea de la unidad griega que quizá no hubiera
brotado, ó por lo menos se hubiera hecho esperar mucho
con grave peligro de malograrse, si el ateniense nunca hu-
biera visto delante de sí mas que al tebano, y si solo las
dos únicas relaciones de enemistad y de alianza se hubie-
sen dado en aquel heróico mundo de Salarnina, Platea y
Marathon que con tan poderosa mano contuvo el pavoroso
desplome de Id sociedad oriental sobre la naciente civiliza,
cion europea, realizando una de esas maravillas de la his-




49
toria, repetidas solo al cabo de muchos siglos en la inmor-
tal tierra de Covadonga, Las Navas de I'olosa ySanta Fe de
Granada, Y ved de qué sorprendente y poderosa manera
dentro de la historia griega se obra la dilatacion de aquella
cultura, eldesarrollode aquella vicia y la reorganizacion de
aquella sociedad. La colonia, respondiendo al espíritu es-
pansivo de la raza helénica, hace imposible que la vida se
reduzca á los estrechos limites. de la ciudad: la colonizacion
saca fuera, esterioriza,difunde lasconquistas del Alica de la
Elide y de la Eubea. Y sin embargo, esas mismas colonias
sirven para que en los espiritns brote la idea dc la raza,para
que se quebrante el esclusivismo de la ciudadanía,para que
seintente en ciertas condiciones y hasta cierto punto, el re-
greso á la unidad, después de afirmada la variedad: esto
es el triunfo del gran principio de toda vida: la armonia.


Pero no debo abandonarme á este género de considera-
ciones. Volvamos al objeto capital de esta Conferencia. Lo
hemos visto; el toque relevante, el sentido original,el ca-
rácter. en una palabra. de la colonizacion griega es este: la
espansion. Ysin embargo comprendo que todavía se pu-
diera aducir algun argumento en contra de esta afirmacion
tan decidida y rotunda.-¿Pues qué, sedirá.no existieronen
Crecia algunas colonias fundadas con un carácter eminen-
temente mercantil? ¿Acaso no fueron muchas las caracteri-
zadas por su espíritu, por su origen y por sus hábitos pura-
mente militares? Díganlo las últimas colonias de la Propón-
tide y del Ponto Euxino y muchasde aquellashijas de Chal-
cis y de Milete (las mas fecundas de toda la Grecia) crea-
das casi esclusivamente rara él comercio de las especies, de
los granos y de los esclavos. las tres materias importantes
del tráfico de aquellos tiempos. Diganlo las setenta colo-
nias militares levantadas por Alejandro en su espedicion al
Oriente; díganlo las célebres cleruchias formadas despues
de las guerras médicas, no inferioresenrigor á las mismas
colonias de los Sila y los Octavio en la devastada Etruria


Pero esto, señores,no ernpece lo mas mínimo á la exac-
titud de mi afirmacion. Podría alegar que esos hechos
constituian una escepcion confirmatoria' de la regla gene-


4




50
ral, pero no debo valerme de e~te argumento de segun
órden.


Es natural que tales' colonias hayan existido en el
mundo griego, porque responden á ideas vivas en todos los
períodosde la historia de la colonizacion. Así es que en el
griego, como en el romano, como en el moderno, si ob-
servais bien, de seguro echareis de ver que existen no po-
cas colonias militares ó por dorninacion ,' y nopocas mer-
cantiles ó por esplotacion; como e~isten no. pocas de un
carácter eminentemente espansivo, como la generalidad de
las colonias griegas. La diferencia está en que en un pe-
rlodo dominan las unas! en otro las otras; y segun impe-
ran estas ó aquellas, así el período toma este ó aquel ca-
rácter. Porque la colonización es un fenómeno muy com-
plejo en que influyen muchas causas, y que se plantea de
muy diversa manera: ni mas ni menosque todoslos hechos
capitales de la historio, todos los que responden á una ne-
cesidad real de la humanidad. Por esto insisto en afirmar
que la colonizacion griega no puede recibir el carácter de
esas colonias mercantiles y militares, las menos en núme-
ro, que aparecen en su historia y que responden tan difi-
cilmente á todo su modo de ser.


Del propio modo, si en el mundo romano se presentan
algunas escepciones, rarisimasen verdad. de colonias como
las griegasó como las modernas, nadie con justicia podrá
por esto negar que.el carácter de lacolonizacion romana
es un carácter de conquista, de imperio, de dominacion.


¡Y cómo, si este carácter se compadece perfectamente
y cual otro ninguno, con el rasgo relevante del pueblo-
rey!-Roma habia recogido de la civilizacion griega la idea
<le ciudad, y la consagró para siempre. Habia recogido
tambien los destellos de aquel espíritu espontáneo y fecun-
do cuyas grandezas hemos celebrado, pero sin levantarse
asu origen ni emular su potencia creadora;que esto no en-
traba en el modo de ser de aquel pueblo,'antes energía que
inteligencia, antes voluntad que pensamiento, activo sí,
pero nunca febril; osado, pero nunca fantaseador; audaz,
pero nunca insensato; ambicioso, pero nunca impaciente;




51
pueblo <le acero, todo perseverancia, todo precision, todo
rigor; hecho para la unidad, antipático iá todo desborda-
miento, amante de lo positivo, nacido' para hacer el dere-
dio, predestinado al señorío del mundo.


Si considerais un momento. todas estas condiciones; del
pueblo romano, harto comprendereis que, de no perecer,
no tenia mas remedie que encadenar el Universo. Por su
temple no podia menos de reñir batallas con los pueblos
vecinos, y toda la: historia demuestra que una vez puesto
el pié del romano en la cerviz del vencido, el dominio era
tan seguro como perdurable: muy al contrario de lo que
sucedía en Grecia, cuya movilidad y cuyo desinterés pero
mitian que el caído se rehiciese á la postre y volviera, en
tiempo mas ó menosremoto, á .luchar con el vencedor y á
disputarle su independencia ysu gloria. Y como si no fueran
sulicientes estas condíciones para realizar prodigios en la
obra de la aproximación de todos los pueblos y la sujecion
de todos los paises al augusto FOl um de la Ciudad eterna,
todavía avaloraba el carácter del pueblo romano una cir-
cunstancia de inmensa fuerza, a saber: la conciencia per"
recta de su propio valer, y la fé absoluta en sus inmortales
destinos consagrados en aquel tu regere imperio populos....
del gran poeta.


En este supuesto la esteriorizacion romana tenia que
obedecer á un interés' de seguridad y un principio de do-
minio: y por tanto la colonia no podía ser una obra de mera
espansion, ni vivir una vida propia, ni brotar de la inicia-
tiva individual, ni eximirse en momento alguno del impe-
rio de la metrópoli. Nada de eso: la colonizacion romana
es antes que todo un medio de asegurar al pueblo-rey el
dominio absoluto del universo conocido. Así se esplica que
los primeros colonos y aun despues la mayor parte de los
emigrantes, fueran soldadosconducidosy.aun trasportarlos
por el poder supremo: soldados en toda la este.nsion de la
.palabra,ora se llamasen plebeyos de la Ciudad Eterna, que,
á pesar de Licinio y de los Gracos y vencidos por la ruda
competencia del trabajo esclavo, se morían de hambre .con
toda su grrndezaal pié del Capitolio,ora tribus de los paises




52
conquistados, que era preciso arrancar de sus hogares,
dondesiempre constituian un ,peligro "y llevar á otra co-
marca donde quizápor gratitud, masordinariamente por
necesidad, debían ser un apoyo ó un recurso del Imperio,
ora, en fin, bárbaros' tomados al servicio de las águilas
romanas, cuyas hazañas era forzoso recompensar con tier-
ras de los vencidos y cuyo porvenir se levantaba sobre la
completa estirpacion de los pueblos subyugados. Así se
fundaron Segovia, Mérida, Itálica famosa; así Sylla repar-
tió elSammiun, la Lucania y la Etruria entre sus 120.000
legionarios; así Trajano llevó al corazon de la Dacia aque-
lla inmortal'colonia romana, que al cabo de diez y siete
siglos, y después de pasar sobre ella los. bárbaros del
Nortey la media luna africana, protesta contra la sobera-
nía del ruinosoEstamboul, pretende entrar en el concierto
de los pueblos libres .bajo el nombre de Rumania, lucha
contra la artificial geografia de la diplomacia, yen el co-
razon del eslavismo recuerda las grandes tradiciones del
pueblo-rey y proclama la federacion de la gran familia la-
tina, pareciendo una estrellaperdida y temblorosa, pero
vibrante y refulgente, en un cielo de preñadas nubes y
aterradoras sombras.


Interesante por muchos conceptos seria estudiar el
modo con que Roma estendió y aseguró sus conquistas en
tI mundo antiguo, y el procedimíeato verdaderamente
admirable de que se váliópara 'fundir todos aquellos pue-
blos y todas aquellas civilizaciones • imponiendo en todas
partes su carácter. Las alianzas, los municipios, las pro-
vincias: hé aquí una gradacion considerable en el órdendel
ensanche yde las conquistas. La dedicion, el derecho latino,
e! Jus italicum, el Edicto perpétuo, lel decreto de Caracalla;
héaqui el proceso de la reduccion y trasformacion del mun-
do barbara en mundo romano.Pero al lado de todos estos
medios no se puede olvidar ni por un instante á las colo-
nias, porque no solo para fundarlas necesitó Roma (poco
poblada par¡l sus gigantescos empeños) de todos sus súb-
ditos, lo mismo que de sus ciudadanos. haciendo así que
81l mezclasen unos y otros y se difundiese su espíritu por




t


53
las estremidades' del mundo y en el seno de las suciedade:::
incultas, sinoque en ellas mas que en otra agrupacion, mar
que en las províncias y que en los municipios, patentizó y
desarrolló 'su espíritu y su sentido.


Notodos loscolonos tenian igual derecho ni gozaban de
igual consideracion. El latino, antes de Caracalla, solo te-
nia en la colonia el derecho de los de su clase: esto es, el
derecho civil. con mas todos los medios acostumbrados
para adquirir la ciudadanía. En cambio el ,romano disfru-
taba de todos los de la ciudadanía, lo mismo del connu·
bium,que del commercium, que de la factio testamentis, que
de los derechos politicos, et sufragio y la capacidad para
los honores y altos puestos.


y ved, señores, cómo Roma entera} con su rigoris-
mo y su organizacion, vivia á cientos de leguas del Fa-
rum, del mismo modo que' en el Senado y en las orillas
del Tiber; reparad de qué' soberbia manera aquel pueblo
consagraba el valor y la dignidad de sus miembros hacien-
do de la ciudadanía yde los derechos á ella inherentes algo
superior á las contingencias de tiempo y lugar, y dispo-
niendo las cosas de suerte que el romano pudiese en todas
partes erguir la frente diciendo, ego sum cives romanus: no-
tad, en fin, cómo el colono no vivia solo de los destellos
de la- Ciudad eterna, sino que la luz que de las Siete Coli-
nas venia, en él selconcentraba para.desprenderse de él otra
vezy difundirse en medio de las nuevas sociedades y entre
los pueblos bárbaros que en cada romano veian , y no po-
dian menos de ver, la majestad, el poder y la gloria de la
inmortal patria de los Quinto Curcio, los Scipion y los Cé-
sares. ¡Cuánto no tienen que aprender en aquella coloniza-
cion, con ser inadmisible, los que todavía en los tiem-
pos que 'corren despojan al español ó al francés de los
derechos que le caracterizan en la comunidad europea y de
que gozan en la metrópoli, así que entran y residen en la
colonia, donde, sin embargo, se pretende que se estimen,
se aplaudan y se admiren la grandeza y la virtud de la ma-
dre patria, solo visibles á muchas. leguas de distancia! jY
cuánto no sorprenden las analogías reparando cómo In-




54
glaterra, tan parecida bajo otros muchos puntos de vistaal
pueblo-rey de la .antigüedad, ha consagrado de idéntica
manera que Roma el carácter del ciudadano" reconociendo
al inglés en todas partes, y á despecho de toda género de
contrariedades, los mismos derechos que en el corazón de
la Gran Bretaña!


Pero si dentro de cada colonia se presentaban los ras-
gos y las diferencias referidas, ]0 que era comun á todas y
mereceparticular atención, es el modo de ser gobernadas
por la metrópoli. Un jurisconsulto romano (Servio) decia:
Colonia esi crutus e01'Um homimun, qui universi deducti. suni
in locum certumrudificiis munilurn. quem certo jure obtine-
rent. Con esto reconocido estaba que la colonia no se fun-
daba con la mira de crear tan solo una sociedad; así como
que sus leyes y su vida entera pendían .de la voluntad de
Roma. Nada de esfera particular de accion; nada dedesti-
no propio: nada de espontaneidad y de movimiento; nada
de libertad y autonomía. La colonia era un instrumento de
Roma, y de Roma bajaban las órdenes y venian losimpul-
sos, y para Roma aseguraban el imperio, universal,


No cumple á mi propósito entrar en la esplicacion de
qué manera y cómo por estos medios eÍ pueblo de Rómulo-
llegó á estender su espíritu por todoel mundo entonces co-
nocido; cómola colonia sirviómas que para lanzarlasideas
á los cuatro vientos del horizonte y para atraer á las tribus
bárbaras á la comuniori civilizada, á la manera de las colo-
nias griegas, para reducir los pueblos lejanos, imponerles
la cultura romana, destruir sus costumbres y sus leyes y
trasformarlos y fundirlos en aquella sociedad nacirla á la
sombra de las Doce Tablas. Menos, despues de lo que con
gran estension he dicho al tratar de la influencia de las co-
loniashelénicas en los progresos de la metrópoli. debo mos-
trar aquí la manera con que las colonias de Roma obraron
sobre la madre pátria ''1 á la postre sobrela civilizacion uni-
versal. señalando al bárbaro el camino de la Ciudad Eterna
y haciendo primeramente posible que junto á Júpiter Capi-
talinose alzase el Panteon y al lado de las actiones legis se
sentase la jurisprudencia del pretor. Sobre que seria tarea




"
55


larga y mas propia de un curso general de Historia, solo
tendria que repetir en terreno distinto y cen nuevos ejem-
plos, las observaciones que ya he apuntado.


Mas vale que os fijeis séria y reflexivamente en el ca-
rácter de la colonizacion romana frente á la griega, como
resúmen de nuestro estudio. En ésta, la iniciativa indivi-
dual es el origen: la causa, la necesidad de la espansion;
en la otra, el Estado es quien crea la coloniay la crea para
dominar y asegurar el imperio del mundo. De la primera
á la segunda van abismos. La simpatía nos arrastra hácia
el mundo griego: el mundo romano nos impone admira-
cion. Pero cuidemos bien de no bastardear el pensamiento
de Roma: no lo confundamos con una idea repugnante,
egoista, raquítica. Roma no dominaba solo por adquirir
un mayor goce, por insaciable capricho, por miserable
vanidad; en todos sus empeños obedeciaá colosales propé-
sitosy á fines verdaderamente universales. Por eso la colo-
nizacion romana con su rigorismo, su dureza y su apa-
rente estrechez, se hace estimar. No es solo la obra de un
ambicioso ó de un aventurero. Detrás de aquel empeño
hay un maÍla~a magnífico. hay un porvenir soberbio; se
entreveen de un lado las grandezas de la civilizacion cris-
tiana y de otro las deslumbradoras tintas del apoteosis.


Roma rehizo el mundo y fundió la sociedad clásica;
los pueblos todos 'Se tocan pero no luchan; la vida del de-
recho se hace universal, y todas las diferencias concluyen
en el gran molde..... pero en tanto se apaga el fuego en el
Pritaneo y unos marinos oyen en el mar Tirreno: ¡El dios
Pan ha muerto! Dad que no sobrevenga un hecho estraño
y de una energía trascendental, y el mundo morirá por
corrupcion en el estancamiento. Pero ahí están de un lado
los bárbaros con sus rugidos, de otro los apóstoles con su
limbo: allí la espada de Teodorico y el caballo de Atila,
aquí el amor de San Juan y el gran espíritu de San Pa-
blo. Suena la hora de la catástrofe, y sobre Europa cae ese
diluvio de sangre, esa tempestad de invasiones, esa nueva
confusion de razas y de lenguas, ese estridente ruido y ese
movimiento frenético que caracterizan los primeros siglos




56
de la Edad Media, y sobre Jos que á poco se distinguirá el
rumor de Jos frailes en sus conventos,el relincho del t'a-
ballo en el casti1lo feudal y el vocear en romance de los
concejos. La Edad Media llama á la puerta: ¡llaso al génio
de la Historia que ha de trazar en la inmensidad del tiem-
po los gigantescos contornos de la sociedad moderna!


He dicho.




La· preparacion de la colonizacion.
Illoderna.


Tentativas.-EnsaY6s.-Rasg6s generales de esta c,616nizac,i6n.


SEÑORES:


Debemos esta'noche ocuparnos de la colonizacion mo-
derna, de la colonizacion de Jos siglos XV, XVI, XVIl y xvm:
de ese gran período que se abre con el descubrimiento del
paso de Buena Esperanza y de aquella magnífica Española,
«la tierra mas hermosa que jamás vieron ojos humanos,»
y termina con la emancipacion de las Américas y la apari-
cion en el circulo de las naciones independientes del gran
pueblo delos Estados Unidos yde las simpáticas repúblicas
latinasdel continente colombiano.


Si yo hubiera de llevar á cabo mi empresa con todo el
esmero y todo el pormenor que el asunto de por sí y en
absoluto exige, la tarea seria tan larga que á ella tendria-
mos que consagrar esclusivamente este curso, y tan dificil
que podria muy bien asegurarse que, ea este sitio, y en
momentos harto desfavorables, intentábamos lo que, con
mas calma, mayor competencia y mayores, recursos no han
'conseguido realizar, hombres de la talla de [Gervinus, del
saber de Bara1t y de la voluntad de AJaman, consagrados
enla soJedad del gabinete y sin mira alguna'especial y me-




58
nos política á estos estudios, aficionados hasta donde no
es decible á las cosas americanas.e-Jos últimos por.razqnde
su orígen, y el primero por la escepcional importancia y la
profunda influencia que atribuye á las revoluciones del
Nuevo Mundo en el progreso de la sociedad europea y en
la marcha general de la civilizacion. No digo ya hablar de
la accion del mundo antiguo sobre el nuevocontinente ha-
bida cuenta de los varios intereses, los diversos medios y
las corrientes tan distintas como encontradas que se han
dado.en la rápida sucesion de aquellos preñados tiempos;
no digo ya estudiar y describir los antecedentes y el modo
de la colonizacion de las Indias orientales y occidentales
por cada uno de los grandes pueblos que, á partir del ad-
mirable descubrimiento de Vasco de Gama, tomaron sobre
si este empeño: pero aun reduciendo nuestro exámen-y las
observaciones que son consiguientes-e-á nuestro propio país,
el compromiso seria en verdad grave, delicado. rudo. por
mas de que lasseducciones igualaran cuando no superasen,
si fuese posible, las asperezas y las dirlcultades.


En primer lugar, este trabajo irnportariaun estudio de-
tenido y conforme á lo que hoy exige el adelanto de la crí-
tica histórica, de los hechos que precedieron á la inmortal
empresa del.peregrino de Génova, y de los accidentes y las
peripecias por que pasaron, primero, la conquista de las
Américas-.obra en que no hay que admirar mas si la fé, el
valor ó la perseverancia de aquel puñado de héroes del si-
glo XVI, cuyo esfuerzo tengo para mí que no ha.encontrado
rival en los tiempos modernos, ni siquiera entre Jos esplo-
radares de los mares árticos y de las calcinadas y estériles
soledades de] Africa; después, la colonizacían de aquellas
inmensas cuanto maravillosas comarcas que entre los fu-
riosos abrasosdelPaciflco y del Atlántico, bajo los fuegos
de un sol siempre apasionado, y sirviendo constantemente
de colosal teatro á las gigantescas trasformaciones de la
Naturaleza y á la reproduccion vertiginosa de los dias gene-
siacos, se astiende des.le la, encantada .California, con su
tierra de oro y su cielo d~ nácar y brillantes, hasta la
apenas comprensible desembocadura del Plata y el quimé-




59
rico avance de Hornos sobre las regiones antárticas; y por-
último, la gobernaclon de aquellas sociedades tan laborio-
samente formadas y tan sólidamente constituidas dentro de
las condiciones de la época y conforme á las ideas que así
en el órden de la colonizacíon como en el círculo de los
intereses mercantiles, como en. la esfera de la política .y el
movimiento de la vida social, privaron desde el siglo XVI
al xvm: obra verdaderam~nte soberbia si se examina con
un criterio imparcialy con ánimo de hacer la parte debida
á los errores del tiempo y de tener en cuenta lo que por
aquel entónces ocurria en otras colonias; timbre glorioso
de nuestra historia, de que podemos ufanarnos como en
ninguna otra ocasion en estos momentos en-que proclama-
da por nuestros hombres de gobierno la política de 11 fuer-
za y de los estados de sitio como medio de aquietar nues-
tras provincias ultramarinas ó de asegurar nuestro imperio
en Asia y en América, la prensa estranjera y los estadistas
de la Europa contemporánea se esfuerzan en propalar la
incapacidad de España para la colonizacion; como si este-
pueblo no hubiera sostenido su imperio á. través del Océa-
no durante cerca de dos siglos, solo por la fuerza del pres-
tigio, por la devocion de los colonos. por una política tan
reflexiva como perseverante, y tan perseverante como le-
vantada, y cual si esta tierra no hubiera dado al mundo
colonizadores como Irala y Legaspi, gobernantes como 'I'o- .
ledo y Guzman, y Anda y Linares. estadistascomo Ramirez
y Pinillos....• nombres todos que debiéramos siempre te-
ner en la mente, porque representan, hasta cierto punto
mejor que los de Gonzalo de Córdova, el duque de Alba y
D. Juan de Austria. la grandeza de nuestra calumniada Pa-
tria. .


En segundo lugar un trabajo del género.del que voy
hablando exigiria un análisis de la condición moral, de los.
países descubiertos en América y Asia,y de la Índole, cos-
tumhrss é historia de razas tan importantes como l~ de los-
aztlecas 10,8 incas y los guaranis-por no citar mas que'
las principales. Y del mismo -modo.seria preciso estudiar
los problemas que en aquellas comarcas determina la im-




80
plantacion de ciertas industrias europeas y de cierto régi-
men económieo, así'como el mundo de relaciones y de in-
tereses creados por 'hl cónjuncion de variascivilizaciones,
por la influencia del catolicismo y delcarácter español-se-
vero en medio de los arrebatos de la sangre latina, y de las
fantasias comunicadas á nuestro espíritu por el íntimo enla-
Ce de la raza cobijada en las poéticas asperezas de Asturias
con la oriental familia de los Abderramanes Y los espléndi-
pos constructoresde la Alhambra de Granada· y el Alcázar
de Sevilla.


Mas para esto, señores, no sólo se requiere espacio,
gusto y preparacion, sí que recurses, y los recursos faltan
donde, como en nuestro país, todavíano han salido los do-
curnentos mas importantes y precisos para la historia de
la dominaeion española en América, del célebre cuanto
empolvado Archivo deIndias, Por maneraque, hoy por hoy,
tenemos que atenernosá los trabajos parciales de Prescott ó
de Irving, ó de los escritores que poco hace recordé, si no
hemos de pagar tributo á losmaravillosos relatosde los Lo-
pez Gomara ó losFernandez de Oviedo,


Pero de todos modos, yo no tengo para qué pulsar la
diñcui fad de semejante tarea,:y aun si me fuera factible
acometerla, no seria este el mornento por mí elegido: Im-
pórtame, sí, estimar públicamente y con motivo de estas
Conferencias el valor de semejante trabajo, porque así tal
vez en el ánimo de alguno de los que me honran con su
atencion brote ó se avive el deseo de consagrarse á estos
estudios, tanto mas necesarios, cuanto que yo creo que
mientras no conozcamos conla profundidad yel detalleque
otras especulaciones revisten entre nosotros, la historia de
la dominacion arábiga en la Península, y la suerte de la
dominacion española en América, soloconoceremos á me-
dias la historia nacional, toda vez que aquellos grandes
acontecimientos han ocupado un-lugar preferente en nues-
tra vida é influido hasta donde hoy no selimagina, en nues
tro carácter.


De suerte, señores, que al hablar de -Ia colonización
moderna pretendo hacerlo, si no con la mismageneralidad




61
con que he tratado en la Conferencia anterior de las colo-
nizaciones griega y romana (pues que, al fin y al cabo, la
moderna es de, un interés muy superior en el órden de los
estudios á que venimos dedicandonuestra atencion), sí con
análogo sentido al que una crítica perspicaz puede descu-
brir en todo lo que hasta aquí he dicho examinando pun-
tos históricos, esto es, prescindiendo de todo pormenor y
de todo análisis que no constituyan una necesidad para el
objeto especial de estas Conferencias, y fijándome solo en
los hechos prominentes y los resultados generales de la
obra realizada por lasgrandes naciones colonizadoras en el
trascurso de los cuatro siglos referidos.


Esto así, volved conmigo al punto en que dejábamos
nuestra tarea la noche última. Habíamos asistido á las pri-
meras irrupciones bárbaras yal advenimiento de losprime-
ros dias de la Edad Media: habíamos observado la forma-
cion de las densas tinieblas y las inextricables confusio-
nes que llenan el revuelto período de los siglos v al x:
percibiendo en medio de tanta oscuridad y tanto ruido la
aguja del templo gótico, que se perdia en las inmensidades
del espacio, el rumor de los pueblos que se constituian á
la sombrade sus fueros y el desatentado galopar de aque-
llos señores y aquellos caballeros que inconscientemente
buscabansu ruina alejándose de sus torreones, atraídos y
deslumbrados por elesplendor de la realeza.


Ocho siglos necesitó Europa para encontrar su asiento;
siglosde lucha, de choques, de revueltas. de torbellino, de
estremecimientos y de nebulosas, en que, á partir de la
disgregacion mas peregrina de los antiguos elementos so-
ciales, del atomismo mas perfecto, mas movible, y al .pare-
cer mas irreconciliable preducido por el incesante golpear
de los bárbaros sobre la corona de los Césares, se van con-
densando, cada vez con mayor actividady superior energía,
todos los intereses y todas las tendencias, hasta encarnarse
en tres grandes instituciones que con su agitacion, sus pre-
tensiones, sus esfuerzos, sus rivalidades y sus batallas, lle-
nan elperíodo que arranca del siglodécimo, y se estiende
hasta él décimo cuarto.




62
'La Iglesia representando el triple interés, ora de la vi·


da moral sobre la materialidad de instintos, 1<\ rudeza de
relaciones y la brutalidad de movimientos que se apoderan
.del mundo á la caidá del imperio de Occidente, ora de la
unidad europea, sobre la division de los pueblos, el frac-
cionamientode los intereses y la variedad é incertidumbre
de las ideas (mediante el catolicismo de su doctrina y el
cultivo delicadoycscepcional de las ciencias y las letras
-pátria comun de los espirttus-s-en las soledades del
claustro), ora, en fin, de la vida comun, de la solidaridad


-de las existencias racionales y terrenas, de la intimidad de
los afectos, las esperanzas, los goces, las penalidades, los
actos y los deseos de la colectividad humana (pormedio de
la propiedad conventual, la mano muerta, el" canso, la li-
mosna y el asilo); el Feudalismo, representando, por una
parte, la vida familiar resucitada entre los' escombros de
aquélmundo romano que referia al Estado toda la existen-
-cia social sin tolerar ni comprender siquiera pretension al-
guna de vidapropia ni movimiento espontáneo ó ageno al
órden general políticoen las esferas estrañas ó inferiores de
aquel gigantesco y poderosoorganismojurídico, y por otro
lado, la vida extra-urbana y los interesesrurales tan deseo,
nacidos en la edad antigua, gracias al esclusivismo de la
-ciudad y al envilecimiento del trabajo rústico parla serví-
dumbre encargada en aquellos tiempos de la produccion
.agricola: representaciones entrambas defectuosas, exage-
radas, violentas, tambien esclusivas (y así entrañaron la
primogenitura, losvínculos, los señoríos y otros errores),
por ser una reaccionnatural y una lógica protesta contra las
exageraciones y la tiranía de la sociedad clásica; y,en fin,
el Municipio, el Concejo representando la vida local freno
te al cosmopolitismo de la Iglesia y la colectivafrente al in-
dividualismo de los Señoríos, la propiedad' viva, trasmisi-
hle, individual y progresiva frente á la mano muerta, la in-
dustria frente á la agricultura, el trabajofrente al pietismo,
la leycomun frente al privilegio, la vida secular frente al
sacerdocio, la vida civil frente al órden feudal: ved ahí, se-
.ñores, las gcanrles entidadesque llevan la voz en ese laho-




•63
rioso período de la civilizacion europea, cuya aurora como
cide con las últimas escursiones de los bárbaros-no sé si
rendidosó hartos,-y los primeros estremecimientos de los
milenarios; y cuyos postreros destellos alumbran el camino
de los reyes y los vagos é informesperfilesde las naciona-
lidadesmodernas.


Yo no debo decir de qué manera influyeron estas enti-
dades en el modo de ser de la sociedad en cada uno de los
siglos posteriores al siglo x; cómo la familia se constituye-
esa familia que llega nada menos que á la revolucionfran-
cesa y al código de Napoleon;-cómo la propiedad-la
propiedad inmueble siempre-se organiza, para que luego
sobre ella se levante esta otra propiedad movible, ligera,
que no tolera la tasa, ni el vínculo, ni las formas antiguas
de opresion y desconfianza, poco aparente pero inmensa,
instable pero poderosa. que constituye toda la riqueza del
mundo moderno y que ha hecho posible la aparicion de
ese tercer factor que se llama el crédito y que está desiina-
do á trasfornar todo el actual órden económico; cómo se
esboza una nueva casta sacerdotal, cómo el pensamiento
se forma, cómo se resquebrajan los muros del castillo feu-
dal, cómo la caballería declina, cómo las tinieblas se es-
clarecen y el cuadrante de los tiempos marca la hora de
que concluyan los terrores milenarios, las correrías de los
señores y las empalizadas de los foreros, amaneciendo los
dias de la reconstruccion social. Si de esto hago aquí men-
cion, es solo para llegar fácilmente al siglo xv, al comienzo
de la edad moderna, pasando por el siglo XIV en que la
monarquía poco antes naciente y tímida, firma las carta-
pueblas, pone el pié sobre los señores, sujeta la mano del
sacerdote pródigo de excomuniones, y con la misma espa-
da con que destroza el Fuero viejo, golpea los privilegios y
abre el camino de los nuevos intereses y traza los límites
de las incipientes nacionalidades.


[Las naciones! hé ahí el término de toda esta evolucion;
¡las naciones! hé aquí los nuevos moldes en que cae hir-
viente la civilizaciou formada en ese largo perledo de cris-
talizaciones en que aparecen como hechos capitales y pun-


'"\.~""II'._"",(: ~i




64
tos salientesá cuyo al rededor se desenvuelve toda la His-
toria, las Cruzadas y Id guerra de los albigenses, la Carta
Magna y las Córtes de Castilla, las costumbres de Beauvoi-
sis y las Partidas, Gregorio VII y la Liga Lombarda, el
Cisma oriental y las universidades de Occidente, el hundi-
miento del Califato cordobés y las victorias de Gengiskam,
Abelardo y Santo Tomás, la caballería y los trovadores.


En. el siglo XIV se presenta ya una socíedad delineada.
Europa ha encontrado su asiento: los pueblos pueden mi-
rar por cima de sus murallas: el Estado alienta: las necesi-
dades de la vida tranquila aparecen: el comercio principia
á moverse. En este momento suena la hóra del siglo xv.
Miradle; en el dintel se levantan dos grandes figuras: el
inventor de la imprenta y el descubridor de las Américas.
No puede darse, de hecho no se dá en la historia fenóme-
no mas sorprendente. Cuando el mundo antiguo vuelve á
reunirse, cuando sobre la individualidad uraña de los si-
glos mediosse alza una comunidadde ideas y de intereses.
cuando la sociedad europea pareceaquietarse, y la vida se
encauza, y el órden renace, y el espíritu comienza á do-
minar el abigarrado y revuelto conjunto de hombres y de
cosas, de instituciones y de doctrinas, de hechos y de as-
piraciones. que bajo un cielo de pesadumbres y en una
atmósfera apenas respirable, se nos ofrece en ese periodo
de penumbras que se llama Edad Media. ved por qué ma-
ravilloso acaso, por qué acuerdo providencial se ensan-
chan los espacios y se-dilatan los horizontes. surgiendo la
nave que cruza las soledades de la mar en busca de •
nuevas playas. y el libro que atraviesa las tinieblas de la
ignorancia y arrostra las tempestades de la preocupacion
En busca de nuevas inteligencias. El mundo S8 dobla; el
progreso fuerza la máquina; la humanidad da un verdadero
paso de gigante. Tras el descubrimiento de la imprenta,
podían venir ya, era lógico que viniesen, elRenacimiento,
la Reforma, la revolucion inglesa y la emancipacion de
lIolanda. Tras el descubrimiento de las áméricas, las pe-
regrinaciones por el Pacífico, el comercio de alta mar y
las grandes colonias de Inglaterra y de España. ¡Qué abis-




155
mos deaYf'r á hoy! ¡Qué avance tan colosal! ¡Qué aumento
de tierras y de ideas, de satisfacciones y de necesidades!
¡Podría decirse repetida la creacion!


Pero no !lOS distraigamos de nuestro objeto Europa
habin lleg.ido á una slntesis al finalizar el siglo XIV, y ya
he dicho en otra Conterencia q'18 estas síntesis son grande-
mente favorables para que una sociedad piense en esteriori-
zarse é intente difundirse; es decir, para los empeños ,te co-
lonizaeion. En elúrden politice Europa había llegadoá la mo-
narquía, yeuel érden social á las nacionalidades; -esto es,
á la muerte de todos los esclusivisrnos y la aparieion de ne-
cesidades generales, permanentes, posihles de prever, que
arrancando del movimiento ordinario de la vida revisten un
carácter verdaderamente humano, y cuyo desenvolvimien-
to y satisfaccron son dables dentro de esas grandes agrupa-
ciones sociales que al inaugurarse la Edad moderna comen-
zaron á vivir bajo el amparo y por la direccion de los reyes.


Desde aquel momento el caballero pudo abandonar se-
guro su campo. el ciudadano dejar la guarda de sus mura-
llas y el comercio desarrollarse en Medina del Campo lo
mismo que en las Ciudades anseáticas. Los hombres se vie-
ron fuera del campo de batalla; se codearon con frecuen-
cia; se escucharon y entendieron repetidas veces: antojó-
seles instantánea la trégua de Dios; pareciéronles pesada la'
espada de Roldan é insoportable la sagrada armadura
del Cid: el fraile ech6 de menos algunas docenas de
mendigos que antes vivian de la sopa del convento: el
magistrado vino periódicamente á administrar justicia en,
nombre del rey, casi á la puerta de la Iglesia; sacó el judío--
la cabeza de su escondrijo: las férias inauguraron su his-
toria; surgió la idea de la vida tranquila; comenzaron á. ser
gustadas las comodidades de la existencia ordinaria, y los
campos, los, caminos. las veredas y las encrucijadas fueron
despoblándose de los vestiglos, los enanos, los mágicos,
las bestias. las cuadrillas y los caballeros hostigados por la'
Santa Hermandad, para dejar ámplio teatro á las inmorta-
les hazañas de aquel soberbio peregrino de la Man(;ha" que
con el yelmoroto, deshecho el lanzan, la jspadamohosa,


5




66
el caballo maltrecho, magullados los huesos, pero radiante
el rostro y rungnlflcos los ojos, escitaba la universal car-
cajada d« la Europa moderna. sin mas que relatar o repe-
tir ya á deshora. los hechos que habian hecho eterna la
Tab.a Redond«, adorable á Amadis de Guula, y grandes.
nutrido- y Iecundos los ti('mp~s de la Edad \Il1dia.-De aqui
que el primer resultado del triunfo de la nacionalidad fuese
una gran eornunicaoion social y un aumento de necesidades
cada día erecientes.


Pero á su lado, aunque con un carácter secundario, es
preciso poner otro fenó¡neno-en parte consecuencia del
anterior, en parte consecuencia de otros hechos mas
antiguos que caracterizan en cierto órden al siglo déci-
mo tercerot-e-fenómeno que es un accidente en la Historia
universal, pero de notoria fecundidad en la f\sfera de nuestro
estudio. Quiero hablar de aquel espíritu inquieto y fantasea-
dar que vaga por Europa en los comienzos de la Edad mo-
derna, que encarna en ciertos grupos, y qlle no rué el me-
nor obstáculo para la consolidacion de las monarquías;
espíritu nacido de la contradiccion que naturalmente bro-
taba de la HW va y cada vezmas enérgica ygeneral tenden-
cia á la regularizacion de la vida y el afianzamiento del
órden social, frente á Iatradicion levantisca y la poderosa
irregularidad de los tiempos medios: espíritu tanto mas ti-
ránico cuanto que sus triunfos constituyen una escepcion y
aparecen como una protesta contra las nuevas corrientes.
y tanto mas palpitante cuanto que su nacimiento se verifi-
ca en los dius de aquella liebre, de aquella exaltacion ver-
dade~amcnte nerviosa que sucede al siglo XIIl (como antes
habia sucedido otra análoga al siglo VIII) y que de tan po-
derosa manera influyó en los descubrirmrntos con que se
inaugura la moderna Edad.


Pues bien, á estas circunstancias juntad el prodigio de
la imprenta que lleva á manos de cualquier desocupado ó
cualquier nerviosolos sueños de aquella Atlanlida de Platon,
-(-continente mas grande que el Asiay el Afl'ica reunidas,
situado frente al estreho de Gades y en el que radicaban los
diez reinos gobernados por diez hijos deNeptuno-),-ó aque-




67
11a grnn isla desrrÍla por bioiloro y Pomponio Mela, situa·',
da nI Sur de la Arabia, donde el fénix eonstruia su nido so-
bre d altar del Sol, ú el vaticinio de Séneca.


..... Syphisqlle novos
de{¡'f]al orbes, 'IlI~C sil lerris
ultima Thule,


•v sobre torlo, las fantásticas relaciones de Marco Polo eJ
grnll amigo de Cubilai y el infatigable viajero de la India
y la rhina en el siglo XIII, así CO<110 las inverosímiles des-
cripciones de Juan .\Iandeville,servidor del soldan deEgipto
por espacio de mas de treinta años y que ya en el siglo XIV
afirmaba la redondel de la tierra y la posibilidad de darle
la vuelta.


Añadid, en seguida, el descubrimiento de nuevos cami-
nos para irá las Indias orientales y traer, sin la peligrosa co-
operación de los árabes, las ricas especies, entonces como
nunca, solicitadas en las Córtes de Luis XLI, Enrique VII, Ma-
ximiliano y los Reyes Católicos. Agregad el hallazgo de las
Américas, cuajadas de aquel oro que como en ninguna otra
ocasión en aquellos días, comienza á ser necesario, dada la
frecuencia, variedad y estension de los tratos, mientras por
otra parte ofrecian ámplios y vírgenes espacios para dar
rienda suelta á todos los ímpetus y todas las estravagancias
en Europa, ya punto menos que imposibles.... Y despues
decid si no está esplicado por el único hecho de sus ante-
cedentes el fenómeno de la colonizacion moderna, llevada
á cabo necesariamente bajo la tutela de los reyes represen-
tantes de la gran forma social de aquellos tiempos, fe lJmeno
del que, si son varios los caractéres relevantes ~i promiuen-
te, el que mas acentuacion demuestra, el que, en fin, res-
ponde mejor al carácter general de la época, es el mercan-
til, el de explotacion.


Pero cuidad, señores, de no atribuir solo al espíritu
mercantil la empresa en que Europa se compromete al ra-
yar la nueva edad: cuidad de no olvidar que todas las cir-
cunstancias de que he hablado con cierto detalle son meras




li6
~1 caballo maltrecho, magullados los huesos, pero radiante
el rostro y magníficos los ojos, escitaba la universal car-
cejada d... la Europa moderna, sin mas que relatar o repe-
tir ya á deshora. los hechos que hsbian hecho eterna la
Tab.« Redonda, adorable á árnadis de G:IUI;¡, y grandes,
nutrido- y fecundos los tiemposde la Edad \ltldia.-De aquí
que.el primer result.adodel triunfo de la nacionalidad fuese
una gran eomunicacion social y un aumento de necesidades
cada día crecientes.


Pero á su lado, aunque con un carácter secundario, es
preciso poner otro fen6meno-en parte consecuencia del
anterior, en parte consecuencia de otros hechos mas
antiguos que caracterizan en cierto órden al siglo déci-
mo t.ercero;-fenómeno que es un accidente en la Historia
universal, pero de notoria fecundidad en la p,sfera de nuestro
estudio. Quiero hablar de aquel espíritu inquieto y fantasea-
dor que vaga por Europa en los comienzos de la Edad mo-
derna, que encarna en ciertos grupos, y que no fué el me-
nor obstáculo para la consolidacion de las monarquias;
espíritunacido de la contradiccion que naturalmente bro-
taba de la nu. va y cada vez mas enérgica y general tenden-
cia á la regularizacion de la vida y el afianzamiento del
órden social, frente á la tradición levantisca y la poderosa
irregularidad de los tiempos medios: espíritu tanto mas ti-
ránico cuanto que sus triunfos constituyen una escepcion y
aparecen como una protesta cintra las nuevas corrientes.
'j tanto mas palpitante cuanto que su nacimiento se verifi-
ca en los dias de aquella ííebre, de aquella exaltaeion ver-
daderamente nerviosa que sucede al siglo XlIl (como antes
babia sucedido otra análoga al siglo VIII) yque (le tan po~
derosa manera influyó el1 los descubrirnn-ntos con que se
inaugura la moderna Edad.


Pues bien, á estas circunstancias juntad el prodigio de
la imprenta que lleva á manos de cualquier desocupado Ó
cualquier nervioso lossueños de aquella Atlaniido: de Platon,
-(«continente mas grande que el Asia y el Af'rica reunidas,
situado frente al estreho de Gadesy en el que radicaban los
diez reinosgobernados por diez hijosdeNeptuno»),-ó aque-




67
Ila gran isla descrita por bio.loro y PomponioMela, situa- '.
da al Sur de la Arabia, donde 1'1 fénix construia su nido so-
bre el altar del Sol, 6 el vaticinio de Séneca.


..... Sypllisque novo",
dell'got orbes, 'lleC sit terris
ultima Thule,


v sobre todo, las fantásticas relaciones de Marco Polo .1',
gran amigo dll Cubilai y el infatigable viajero de la India
y la i.hina en el siglo XIII, =lsí CO.1I0 las inverosimiles des-
cripcionesde Juan Mandeville, servidor del soldan deEgipto
por espacio de mas de treinta años y que ya en el siglo XIV
afirmaba la redondez de la tierra y la posibilidad de darle
la vuelta.


Añadid, en seguida. el descubrimiento de nuevos cami-
nos para ir á las Indias orientales ytraer, sin la peligrosa co-
operacion de los árabes, las ricas especies, entonces como
nunca. solicitadas en lasCórtesde LuisXLI, EnriqueVII, ~Ia­
ximiliano y los Reyes Católicos. Agregad el hallazgo de las
América~. cuajadas de aquel oro que como en ninguna otra
ocasion en aquellos dias, comienza á ser necesario, dada la
frecuencia, variedad y estension de los tratos, mientras por
otra parte ofrecían amplios y vírgenes espacios para dar
rienda suelta á todos los ímpetus y todas las estravagancias
en Europa' ya punto menos que imposibles.... Y despues
decid si no está esplicado por el único hecho de sus ante-
cedentes el fenómeno de la colonizacion moderna, llevada
á cabo necesariamente bajo la tutela de los reyes represen-
tantes de la gran forma social de aquellostiempos, ferómeno
del que, si son varios los caractéres relevantes, ~~ promiuen-
te, el que mas acentuacion demuestra, el que, en fin, res-
ponde mejor al carácter general de la época,es el mercan-
til, el de explotación.


Pero cuidad, señores, de no atribuir solo al espíritu
mercantil la empresa en que Europa se compromete al ra-
jar la nuevaedad: cuidad de no olvidar que todas las cir-
cunstancias de que he hablado con cierto detalle son meras




68
condiciones, meras facilidades. meros antecedentes de la
obra, El alma de la empresa está enJa necesidad que los
grandes pueblos. come las sociedades en general, tienen de
de esteriorizarse cuando han llegado á una sintésis, eU,lfl-
do han log.ado su constitucion interior: cuando la vida no
cabe ya en los limites materiales impuestos por el pasado.
Entonces la vida desborda, y un génio invisible murmura
en l()t!as partes, al oido del hombre de gnb.erno, en el se·
creta :de-l hogar, en medio de la plaza pública, eSPj MAS
AtLA!que ha lanzadoal través de lo desconocido, á las gran-
des emigraciones. Si me pedís, en este momento, la eSflli-
caoion de este fenómeno, yo no os la podria dar. Es uua
le1 de la historia: sin ella la civilizacion se estancaría yseria
una.horrible mentira aquel reino de la fraternidad univer-
sal, en que reconociéndose la familia humana, ha de re¡le-
tir con el poeta bíblico el hosamna á Dios. «sentado cada
uno al lado de su vid y debajo de su higuera».


Pero, señores, lo dicho. naturalmente, no basta para
formar exacto juicio respecto de lo que la colonizaeion
moderna sea en sí, y mas aun, en el curso completo de su
total desarrollo. Porque en esta como en todas las grandes
empresas humanas, hay que distinguir, prirneramente, los
momentos y luego pesar muchas y muy diversas conside-
raciones qUI\ afectan á los varios elementos y las distintas
fuerzas que en cada uno de los periodos que corre la
obra se presentan y ponen en juego.


iY quién lo duda! ¿Quién medianamente discreto y que
tan solo haya saludado estos estudios puede poner en tela
de juicio que existen profundas diferencias entre el pedo-
dé de los descubrimientos y el que se debe llamar con
exaétitud rperlodo de la colonizacion propiamente dicha?
¿Quién que haya seguido con cierto espíritu el colosal em-
peño de nuestros mayores en la hermosa América, ó la sé-
rie de estraordinarios esfuerzos de los ingleses en Asia ylos
holandeses-enOceania; puede confundir dentro del primer
período, la obra de los descubridores con-lade los conquis-
tadores; y dentro del segundo, la política de los primeros
días, la política de la dominacion con el esfuerzocontinuado




69
Yreflexi vode la época siguiente, que puede ser caracterizada
con el apellido de la época del gobierno? Y esto así, precisa
que entremos en ciertos pormenores; fuera de que ha-
blando de la historia de la colonizacion, no se comprende-
ria que prescindiésemos de inquirir cuáles son las tentati-
vas y los pasos con que esta comienza y que sirven, en
cierto modo de base á la constitucion de las grandes colo-
nias del mundo moderno.


Harto sabeis, señores, que los grandes viajes en direc-
cion de las Indias, comenzaron en el siglo xv merced á -la
proteccion del infante D. Enrique de Portugal. aquel ena-
morado de Marco- Polo, fundador de lino de Jos primeros
observatorios astronómicos de la moderna Edad y de una
academia de náutica, junto al promontorio de Sagres: espiri-
tu atormentado del deseo de pasar los horizontes conocidos
en su tiempo, buscando nuevas tierras por la inmensidad del
Atlántico; lipa admirable de aquellos príncipes y aquellos
magnates de otros dias para quienes el acaso del naci-
miento que les habla dudo fortuna y honores, les obligaba
estrecluunento á prestar auxilio á los hombres de cieneiay
á poner to.lo su valer en obsequio de esos grandes empe-
ños que exig-n rec,\, sos escepcionales: carácter fortísimo
y el mas propio para hacer frente á las prevenciones del
vulgo temeroso cuando no en-migo de tuda empresa que
sale del círculo de lo ordinario, lo palpable ó lo interesado;
grande servidor de la gl.rria de Portugal en cuyos Anales
figura con el nombre de el Nallegante y como el amigo y
corresponsal de todos los sabios que por aquel entonces
brillaban en Europa: y hombre. en fin, como dice uno de sus
cronistas "de gri¡n consejo yautoridad, avisado y de buena
memoria; pl~ru en algunas cosas. como distraido y vagaro-
so, ora fuera por su complexion flemática, ora por su vo-
Iunta.l , ruovidaa algun fin determinado no conocido ti lo
demlÍs .»


A sus escitaciones y sus directos esfuerzos, debióse
que los portugueses iuaugut aran la época de las grandes
empresas marilimas. El Cabo Nom, primero, y despues el
terrible Bogador-s-objeto de las mas espantosas quimeras




'i0
ue aquellos tiempos-en las costas africanas, fueron el tér-
mino de los trabajos con que principia este período, y la
mira de las tentauvas de nuestros' vecinos, que antes del
primer cuarto de aquel siglo, con Tristan Vaz y Gonzalo
Zarco habianpuesto el pié en la isla de Madera (embelle-
cida, sobre los dones de la Naturaleza que babia hecho de
ella la rival de Chipre y Malvasia, por una leyenda no me-
nos tierna que la de nuestros Aman/es de Teruel), y con
Gil Yañez babian anclado en la costa de Guinea. de donde
inmediatamente comenzaron á sacar oro yesclavos. Á poco


, )' merced á informes, exagerados cuando no falsos, de los
habitantes de las tierras «escubiertas, la preocupacion ab-
sorvente de los portugueses, Iué dar con el famoso Preste
Juan de las Ind.as; que en Africa debía estar y cuva alian-
za debla -valer al rey de Lisboa pervgrinas ventajas para la
esplotaciou de aquellos p,li;;ps de infieles. Y con este lin,
mientras que Pedro Corvilhan y Alonso de I'uyva aeorno-
tinn, en nombre del rey D. Juan II de Purtug.i], la obra
de buscar á aquel renombrado personaje pnr el lado de
Asia, corriendo las aventuras mas eslrai\d~ que n'gisl';) la
historia, Bartolomé Disz, con UIIU escuadra lo hu"c..bu por
la costa del Atlántico Ni los un 18 ni d otr, dieron con el
Preste Juan, pero en cambio. y por lino de esos a['arelJle~
acasos de que está llena la historia dll los de-cuurimieutos
modernos. Diaz dobl.i el C,lbo dl'!,l" Torrnentas-c-iras el que
se aseguraba qUE'. el aire no era rf'spi,'ablp..-rlJtrf'vil~IIIJo el
camino qllt' muy IlH'go y pICO antes de CUlllell/,al' el si·
glo XVI. habia de recorrer el rlusue Vasco de Gama COII sus
tres naves, Sal! Gabriel, San llafoe! y BI'Nio, para IIFg'lf
á las Indias de Oricnt» y real zar 11I1il dI) las lilas grauJel>
aspiraciones de dl)lH·lIUS ruem.n ahles dras


En la agonía del -iglo ,xv CoJUI1 CUUIl'I1Z"' SIIS viajes
protegido tilmbien, lfleJor didIO. sustc(Ji,Jo directamente
por la monarquia, y en los f" in.eros ,¡i¡ins del siglo x VI,
haciendo un terceroy últiu.o Vi..jl', puso ,,1 pnbr-llun de
España en el continente amvrivauo. TI¡IS él IIl'garoll Ojl~lb
á Venezuela, Pedro ~iilo á Colombia, Ponee de 1.1'(111 á la.
Florida, Córdova á Yucalan, Grijalvaá Nueva España, Pin-




~~~'~
'.'.-"


71
zon al Brasil ySalís á la Plata; y un poco después de haber
Balboa hollado la I ierra de Panamá y metidose hasta la cin-
tura en el mar Paciflco, proclamando en alta voz el imperio
de España sobre tallas aquellas tierras y aquellos mares.
Magallanes con Sehastian Cano, (el primero que dió la vuel-
ta al mundo) cruzó el estrecho que hoy lleva su nombre,
atravesó bravamente el Grande Oceano y al fin descubrió el
arclnpiélago filipino.


Todo esto pasaba antes de 1525. El segundo cuarto de
siglo lo llenan con sus hazañas Cortés en Méj ico, Pizarro en
el Perú, Alvarado en Chile y Pedro l\Iendoza en la Plata,
Hácia 1550 comienzan el tomar regularidad la gobernacion
de las nUPV1S tierras y á ser frecuentes los decretos y or-
denanzas reales que. á fines dI'! siglo XVlI, son colecciona-
das y llevan 1'1 nombre de Leyes d(~ Indias. Y así t-rmiua el
siglo décimo scsto, asentadas las bases de la gobernucion
colonial di I continente sud-americano, cerrado ti periodo
primero de la colonizacion. yasl'gurado 1,1 d .rniuio de Es-
pafia en 1'1 Nuevo-Muudo, ya por el esfuerzo d,~ IIIS dpseu-
hridnres y conquistadores en la virgen América, ya p"r los
oficios de nuestra dlplomucia. que obtuvo Jel papado.-que
al principio y fiara estimular las empresas ruaruiu.as había
conredi.l i ind'li.;elwia plvnaria á los IFlVl'glllJte, lu-itanos
que pereciesen en los viajt'f, y piseüorio IH~rpélllO JI' lodas
las tierras y pals('s situados entre el cabo Bogudur y las la-
dias orien.ales, al rey de Portugal-que conviniese en trazar
la célebre liuea de polo á pul», á las cien I.'guas de 1.18 Azo-
res y de CaboVcrd«, dundo 'á Español las tierras que SI' en-
centrasen 1I1.IS idl;1 de esta hlJea,~'a en lin, por el ingreso en
la grau monarquía española de la mouurquia portuguesa,
COII todas SIiS «olouias: con el Brasil, de '1ue muchos años
antes de 1:"JlH. en I)U" se verilica la uniou ibérica. se habia
posesio ado Alvaro Cabral v los hermanos Souza, por estar
dentro del espacio asignado al n.y de LIsboa; con lal-lMulu-
eas, constantemente di-putadas por C;'lrluS V. Yen Iiu, COIl
todas I.Js C .nsider.ib'os posesiones con que el tau-n:» yel va-
lor de los Alburquerqu-s y los Alllleidas hablan ('1Ji i.juecido
en Asia el poder JI' los monarcas de Portugal, mientras los.




72
nuestros guerreaban en ltaliaó atendian esclusivamente a·
las Américas: grande y sorprendente hecho por el que pudo
nuestra' Patria realizar lo que ningun pueblo ha realizado
jamás, convirtiendo la inmensidad del ALlántico en un ver-
dadero lago español, llevando á todas partes el acento de
sus inmortales poeLas y la voz de sus grandes legisladores,
pretendiendo relacionar íntimamente todo PI Universo y
fundir todos los pueblos ytodas las civilizaciones.c-eiquiera
esto por la naturaleza misma de tan colosal empeño pecase
de implacable y tiránico,-reproduci.endo, á pesar de la
dificultad dB los tiempos, pero con mayur estension yener-
gla, el espléndido espectáculo del gl'iln imperio rumano,
eclipsando á Alejandro, venciendo á Carla-Magno y evo-
cando donde quiera. así en la nevada cumbre de Jos An-
des como en la ardiente arena del lndusran, así entre los
bosques druídicos de la Germania como entre los jardines
eternos de la Florida, sobre el sagra.lo suelo de la madre
Italia como ante las sombrías costas del Baltico y sobre el
ensangrentado mar de Lepanto, el genio inmortal de su re-
fulgente historia.


Por manera, que si el siglo xv correspondió bajo el as-
pecto que aquí 110'; ocupa, y hablan.!o con ciert.a gmerali-
dad, á los portugueses, el décimo sesto nos toca-á los es-
pailflle,;.l\tuy Juego Holanda, emancipada del yugo de
nues: ros t-rcios, sustituye á unos y 01.1'0';. CJrlleho
Hoohnaam lleva la bandera de los Estados Gt'lH'r'ales al
Asia: créanse muchas coml'añías mercantiles para sostener
el tráfico con los pueblos independientes de aquella parte
del mundo; establécense allí nurn-rosas Iactcriss ydepósitos,
'Y para resistir á Esp;¡ña que con SU3 inmensos recursos se
opone á semejante comercio, fúndense las diversas compa-
ñías ha staentonces existentes en una graud« ypoderu,;a, que
habla de llamarse la Compaüia de las J,ullos Orieu tules, y
que Laja los auspicios y la proteccion posi.iva d-I gobierno
neerlandés, pero dirigida y sostenida pUl' los 'po in.eros ce-
me. c.autes de Amsterdarn, echa las bases del imperio de
Holanda en el vasto archipiélago oceánico. Las guerras de
Holanda con España, dan á la primera muchas de las 4;:010-




'73
nías españolas y portuguesas: y el poderío. colonial de la
patria de Warwick y de Ruyter, se afianza, organiza y
desarrolla en todo este :'¡glo, mediante las instrucciones
de 1617 y 1632, Ymuy singularmente la de Abril de 1650,
sobre el gobierno de Java, verdadera espresion del carác-
ter J sentido de la colonización neerlandesa,


Mas luego dos potencias de primera fuerza se de-
ciden á seguir el camino trazado por los navegantes y
colonizadores españoles y holandeses. La una Francia,
que con Cartier y Champlain se establece en el Ca-
nadá, con La Sa'le é lberville, descubre y se posesiona
de la Luisiana, merced á Caron entra en la India y por
conducto de ":olbert compra unas cuantas isla" de Amé-
rica, descubiertas y pobladas por particulares. La otra,
Inglaterra que lTluy luego toma el cetro cuma glnn na-
cion colonizadora. llevando á un uernpo su atencion y
sus ambiciones al MUIlLio primitivo y al Continente recien
descubierto.


Vulgar es ya de [11l rOrepetido, y á pesar de las cons-
tantes protestas de 103 escritores franceses, que Francia
nada ha lrecho s\~rio en materia de colonizacion: cosa á
primera vista sorprendente, dado el carácter espansivo y
cosrnopolit.i de su- revolu-iones, 'Y fenómeno hasta cierto
punto compa.ahle COII 1'1 menos estraño que ofrece la
hisu.ri» d« la J'I"del fin Italia, de todo punto infecunda, en
este particular dI' la esterioriz.rcion y propaganda del carác-
ter y las ideas de un pueblo p Ir med.o del descubrin.ieuto
de nu 'vas tierras, la 1'1If1,/:H:ion de lactorlas y colonias, la-
conquista y rc.lurrioud« tribus iud-peud.eutes y la reforma
de ¡1il!i~It;IS socivd.ules sep-rrad.rs de la corriente general de
la civihzuciou.


No gl!slo yo, 8!'ilOrCS, de aceptar opiniones J¡.'chas
para drsp-usarmo de dil)' las pruebas; de suerte que no por-
que esto diga he de ,lt'Jar en Sil hora de presentar á vues-
tra cnusid-r.rcion las falla,; sin cuento y los descalabros
interminables Ill,le casi desdo el siglo XVI hasta nuestros
mismos dius han sufrido uuestros vecinos de allende el
Pirineo siempre que en estas obras de culonizacion se




74
han comprometido. Mas por hoy me bastará hacer un
recuerdo de cierto valor dirigiéndome á un público ilus-
trado. No quiero hablar de la indiferencia con que en
Francia se viú siempre la organización del Canadá, cuya
primera Carta, debida á Colbert, lIl.WÚ al otro lado de los
mares la organizacion feudal deja vieja Europa, no tam-
poco, del punto de"vista estrecho y el interés puramente
de momento con que Law pretendió dar importancia á la
Luisiana ya por aquel entonces disputada por los ingleses.
Mf) basta traer á la memoria las perspectivas magnificas
que en la India se abrieron á los franceses rol' los e,;fller-
zas de Martin, el fundador de Ponrlichery, á Ilnes del si-
glo XVII, y muy especialmente de Uupl..ix~' Labourdonnais:
-y como la lalta absoluta de todo sentido col.miza.lor en la
:M¿lrúpoli, la rnrencia de todo espiriiu de comiuuidn.l en
la mayoría de los colnnizad.ires, las r.vali.lades y luchas
'inu-stiuas de lo" g bernautes de Asia, su poca aptitud para
el trato de los i[JIlígl'f1i1" y otros 1Il'!'el'los por el estilo, de
fllle 'se hiz», lal VI'.Z injustam-nu-, viva renresentacion á
aquel iufortuuarlo Lally, que SP~IIII propia f'l"ase~ trajo tí
París SI! cabcs« YS!t iWJCt'IWÚ¡, di"l'"n al traste en l111'n:)3
de "inCIIPJJta años con lod s las e"pl'l"lIIZaS y lodos Jos in..
ter ('se~ qll(~ en aqnr-l couir.ente se habiuu fundado en ho-
nor y provecliu de F.anria.


De SlWI t.', señores, que lJJ parece sino que el empeño
t1(~ l.. I'"Z;I latina de llevar á todas partes COlJ su espíritu el
hijo de la civilizncion, ha sido enconu-n.lado, ¡j partir de]
siglo WI, á estos pueblos de la estrerui.lad occidental de
Europa, lanzados sobre los uhi-ruos del OCé,lIlO, ante las
'jnml~usas p-rspecti vas del Al (¡¡nticu, quizil para que nada
entorperiese la n-ahza-iou de lall truscen.Jeutul empresa, J
todo Instasl~ á la comision de nqur-llos actos necesarios para
la COlllIllJlCo!eioll de los pueblos, el uveciuamu-nto de los con-
tinentes, la relación de las civilizacion-s, la influencia mú-
tua d« las soci-dades, y el progresu general del mundo.


¡GlaJlu,' estudio seria t'l que tornando en cuenta este
fenúllleno y considerando eí carácter de nuestra raza, tu-
viese por objeto er.contrar cómo dentro de un sentido de-




75
terminado, dentro del sentido latino, trabajan por la difu-
sion de sus principios y de su espíritu, España y' Portugal
de un lado, atravesando los mares, creando colonias J
educando mundos que han de servir de teatro al porvenir;
de otro. Italia y Francia con el renacimiento del arta y la
revolucion de 1789, que atraen la mirada de todas las
gentes, constituyendo un foco de inestinguible luz y un
centro en cuya conternplacion Jos espiritus se levantan J
depuran, y los pueblos descubren el princ.pio de vida ar-
mónica y universal!


Pero no nos distraigamos de nuevo con este detalle, que
solo prueba \" fecundidad de las especulacicnes á que ve-
nirnos consagrando estas noches, Reconocida la insignifi-
cancia (relativa se entiende)de las tentativas de nuestros ve-
cinos del Pirineo, fijémonos en los esfuerzos de Inglaterra.


Inglaterra, señores, había comenzado las tentativas de
colouizucion ya á Iiues del siglo xv. Gilboto .ántes de servir
á Espam, sirvió di rey EuriIJlle Vil y hasta se asegura que
en esta época le cupo la gloria de poner el pié en el eoil-
tincnte americano dos ó tres años ántes que el inmortal
gl'll()ve". 811 el ,ijlo XVI Gilbert, trató de posesionarse del
Norte de América y especialmentede Tcrranuva, á nombre
de la Beina Vir3l'1l, yel fantástico Walu-r Bateigh pretendió
echar los fundamentos del futuro Estado de Virginia, que
junto con el de Nueva Inglaterra, ha "ido el punto de par-
tida de la g¡'iH) Rl'pLÍlJlica de los Estallos-Unidos.


Pero la colonizaeiou corno uu empeño sério y una obra.
de perseverancia y conunui.ín.l por parte de la poderosa é
int'atig;,ble Albiun, no comenzó en el Nuevo l\lunllo hasta el
siglo XVII, realizándose ora por las turbas de emigrantes
protegidus por el Estado, pero escitados, conducidos é ins-
talados allende los mares por cornpañias que residian en
Lúndres, ora flor la emgracion espontánea de sectas reli-
giosas {) partidos políticos imposibles en Inglaterra, dada la
legalidad vigente en este pais, refugio despues de todos IOi
hambrientos de justicia y todos los perseguidos por el ab-
solutismo monárquico ó teocrático del continente europeo.
ora por la acción irregular de los aventureros que por-si.




76
á su costa y á todo riesgo tomaban posesion de aquellas
comarcas y soloreconocían la alta, pero lejana,soberanía de
]a madre pátria, quedando ellos dueñosdelterreno que pisa-
ban. Así se poblaron las Antillas inglesas y l~ mayor parte
de los que después fueron Estados de la República.norte-
americana.


Calli al mismo tiempo ponia Inglaterra su atención en
Asia. Habia tenido á raya, por mucho tiempo, á aquellos
inquietos insulares, el poderío de España y la audacia de
Holanda, pero al cabo las sugestiones del amor propio, el
espíritu de aventuras y mas que todo la ambician que no
cabía, ya por aquel entonces, en los estrechos límites de las
dos grandes islas del Norte europeo, quebrantaron todas
las resistencias determinando en 1600-en los dias de la
reina I:<ubel-la constitucion de aquella "Compañía de los
negociantes de Londres para el comercio de las Indias
OriLltltales» que abrió al Reino-Unido las puertas del vasto
Imperio en cuyo seno corren las aguas sagradas del G.Hl-
ges, é hizoposible en el curso de los tiempos, que en aque-
llas remotas tierras un Ola regida" por la sabiduria de Ak-
bar y cuya imperfecta uescripcion nabia exaltado á los
aventureros de 1.. Edad Media, se demostrasen los grandes
talentos y la virilidad de carácter de Roberto Clive, del
mismo Warren Ilastings y de toda la pléyade de gilberna-
dores.y generales qUI~ lograron afianzar el ímperio l» itúui-
ca en Ll India, mientras á su lado se deshacia, por falta de
espíritu y de cons.ancia en sus sostenedores, la obra qne á
despecho de su raza habia Ievantad» en honor de Francia
aquel UlJpleix, que como casi todos lo" grar,dl~s hombres.
estuvo á punto de recoger el pago de sus servicios enel
patíbulo y de hecho los vil! recompensados con la miseda
mas irritante y la indiferencia pública mas escandalosa.


Desde el momento en que Inglaterra se lanzó á la con-
quista de lasIndias, sus tentativas no tuvieron número ni
sus aspiraciones limite. Tras aquel paso vinieron las guerras
marítimas de Jos siglos XVII y XVII!. Ytras la" guerra:; 1'1 en-
sanche del imperio colonial de Id Gran Bretaña á costa del
poderío de España, Holanda y Francia, así en América




7'7
como en Asia. A este período, que puede llamarse de con-
solidacion, pertenecen el acta de nnvegacion (1663) de Cár-
los 1I y los bilis de Jaeobo 1I y Jorge 1sobre las colonias
de América, 1'1 acta de Iusion de las dos compañías or;ifJn-
tales de 1708, la flegulucting act de 1773 y el Bill de las
Indias de Pitt.


y no digo mas porque estas ligeras indicaciones bastan
á mi propósito. re~erválldome entrar en ciertos pormeno-
res cuando especí,i1menle me ocupe de-los esfuerzos de
cada uno de los grandes pueblos de Europa en el orden de
la colonizacion , llora es ya de apuntar algunas observacio-
nes que se desprenden de la rápida reseña que acabo de
hacer.


Lo que desde luego habrá aparecido á vuestros ojos,
es la exactitud de lo que antes os dije respecto á la gran
diferencia que existe entre 10s diversos períodos de la
colonización: diferencia que se advierte en la historia de
todos y cada uno de los pueblos que he citado. Y se com-
prende. En el período de los descubrimientos y las conquis-
tas todo ha de ser anormal y en una buena parte producto
de la casualidad, entrando, por tanto, mas ó menos en el
círculo de lo imprevisto y lo indeterminado. La idea del
descubridor rara vez Ó nunca se precisa, como el empeño
del guerrero difícilmente se sujeta á un plan séria y madu-
ramente ordenado. En esta época la ref1exion ocupa un lu-
gar muy subalterno-si alguno:ocupa-y todo lo hace la es-
pontaneidad, el ímpetu, el amor de la aventura, la fe ciega
en un destino que confusamente se entreve, pero que na-
die comprende y mucho menos razona y esplica. Por esto
seria un error incomparable que cualquiera que al estudio
de la historia colonial Sil dedicara se fijase en este período,
pata inducir ó deducir, segun los casos, de sus rasgos capi-
tales ó de sus menudospormenores, el espíritu, la tenden-
cia y, en una palabra, el carácter de la colonizacionde este
óaquel pueblo.


No por esto se entienda que el exámen de semejante
época deja de tener sil importancia. La tiene porque
siempre el origen de una sociedad y las condiciones que




/


78
acompañan al nacimiento de ,un pueblo influyen, y hasta
cierto punto viven, er.el desenvolvimientode este; ytratán'-
dese de lacolonizacion indudablemente no puede ser la mis
ma la suerte de las colonias spglln que el espíritu y fa con-
dueta de SIlS fundadores hayan sido mas ó menos pacíficos
y razonables, mas ó menos nobles y desinteresados, mas ó
menos decididos' y perseverantes.


Siempre que en estos estudios me engolfo me place mu-
cho, señores, esta singular comparacion de que uo puede
menos de sacar un gl'an consuelo el ánimo, educado á la
luz de los principios de una sana moral: la comparación de
los hombres de idea y de los hombres de fuerza. Grande es
sin duda la figura de aquel hidalgo estrerneño, cursante de
leyes, de capa tan rota, como pensamiento altivo y larga es-
pada, á quien su pobreza y su fantasía llevaná laEspañola de
donde pasa á la entonces apenas estimada Cuba, y que con
menos de 700 hombres, á quienes 'infunde un respeto iues-
plicahle y una confianza de que solo se dan casos en los
momentos mas críticos yen las empresas mas temerarias
de la Ilistona, arrostra la enemiga del gobernador Velaz-
quez, desatiendo la voluntad régia, se lanza al mar como
un navegante, busca entre las brumas y las tormentas un
Imperio corno los héroes clásicos buscaban en su tiempo' .
un reino de ciclopes ó un antro de dragones, salla con de-
nuedo á la playa, quema sus naves para cerrarse la retirada
y fiando en su corazon y en su brazo penetra en la sagrada
tierra de los Aztecas, derrota ejércitos, destruye fortale-
zas, abate seculares dinastías, esclaviza millones de indios,
embellece su leyenda con dulces amores, y después de ha-
be!' realizado en período brevísimo lo que hubiera hecho la
empresa de toda una Edad en el mundo antiguo, vuelve á
España vencidopor los años y por la nostalgia de lo impo-
sible, á detener undia, pobre, roto y achacoso, 61 carro
del emperador Cárlos V, Yantes de morir tristemente olví-
dado, gritar al que habia de ser el monge de Yuste: «Se-
ñor, yo soy el conquistador de Méjico; soy el-que os ha da-
do mas provincias que ciudades habeis heredado de vue:)-
tros abuelos.• Grande es sin duda aquel bastardo, porque-




79
rizo de Trujllo, soldado de Italia, génio díscolo y espíritu
UlI tanto torcido, á quien su rudeza y sus bellaquerías lle-
varon á AmÍ'l'ir..¡ y que con poco mas de 100 hombres y en
barcos ,¡penas dispuestos para correr sobre un ri«, se mete
mar' adentro sin pensamiento ni rumbo, y Ir.!" el fracaso y
in burla repite su tentativa, } 1I1'3a al Perú. desafia á los
Incas, arrolla sus I'jercito", destruye de un modo que pare-
l:P sueño un colosal imperio y levanta sobre man-s de san-
gre y maravillas de t.-rror e! nombre de aquel Cárlos V qua
en Europa era objeto de todos los temores y para quien
la conquista de las Américas era asunto por estremo
baladí, Soberbias se presentan-s-yo no In niego-estas
dos figuras. guardando siempre la distancia que las se·
para; pero no menos cierto, que á la una dan sombra la
memoria de Guatimozin y los dolores de Marina, y á la
otra la empañan el recuerdo de Atahualpa y las horribles
crueldades que dieron al héroe de Trujillo, en sus mismos
días, el mote de verduyn; tristes sombras, reparos terri-
bles, cortejo fatal de ódios, desconflanzas, lágrimas y que-
brantos que hubieran bastado por sí solos para dar al tras-
te con toda la obra de Cortés y de Pizarro (como ya produ-
jeron la muerte de éste y la división y la luché] de los mis-
mos vencedores), si tras ellos no hubieran venido los hom-
bres de gobierno, los Campillo y los Casas, los legisladores
de Indias y todos los egregiosvarones que aquende yallen-
de los mares lomaron en serio y como una empresa tan
meritoria como trascendental, la de consolidar el poder
de España en el Nuevo Mundo declarando que aquellas ca,
lonias no eran meras dependencias, si que parte integrante
de la nacionalidad española.


En cambio, señores, poned al Jada de estos hombres á
aquel marino de Génova, caballero de Placencia, navegante
de las costas africanas bajo la bandera portuguesa: grande
cultivador de los estudios astronómicos y geográficos,
amigo de Toscanalli, émulo de Behaim, que en la práctica
de sus correrías marítimas y la profundidad de sus espe-
culaciones cisntiflcas descubre la posibilidad de atravesar
el Atlántico, y al cabo, demuestra, con la evidencia de los




80
hechos, la existencia de grandes y hermosas tierras hasta
entónces solo esbozadas en 1<1 fantasía de los poetas: espí-
ritu privileg.ado que en mediodel entusiasmo no pierde un
momento el dominio de la realidad, y que revolviéndose
entre la leyenda y la ciencia, la ilusión yel deseo. la con-
trariednd y el éxito. jamás sustituye con las visiones del
soñador ó las ánsias del aventurero la imponente sereui-
dad y la perseverancia reflexiva propias del que tiene fé en
la razon humana y cree en los destinos armónicos de la
humanidad; carácter de acero, que resiste por cerca de
treinta años, en medio del hambre y de la fiebre. así las re-
pulsas de los reyes de Portugal y de Inglaterra, y la indife-
rencia de las dos repúblicas marítimas de Italia, así la ene-
miga de los teólogos de Salamanca. como la frialdad del rey
católico D. Fernando, así las risas de aquellos soldados que
rodeaban al pobre loco genovés al pié de Granada ó en la
inmediacion de Málaga cuando Colon, sin más amparo que
el de Fray Juan Perez ni más esperanza que una mirada
de la gran Isabel, seguia á los ejércitosespañoles para sor-
prender la hora de su triunfo y de su gloria, como, en fin.
las iras de la muchedumbre alarmada y lasrprevenciones
de los marineros de Palos asustados del proyecto de cruzar
el Océano y resistentes á monlar 'nquellas tres inolvidables


. carabelas cuyos nombres constituirán eternamente una de
las más brillantes páginas de la historia moderna; génio
probado y demostrado tanto por el completo aislarnienlo en
que vivia y la indiferencia cuando no el desprecio que le
inspiraban los hechos de verdadera aunque inferior impor-
tancia que á su rededor se desenvolviau, como por las pe-
ripecias que ofrecen los tres viajes del gran navegante á
las Lucayas, á la Española y al continente americano.
como, enfin, por aquellas cadenas con que Bobadilla envió
á España la vez segunda, al inmortal piloto de la Santa
María y el proceso abierto por el R:eycatólico, apenas
muerto aquél, olvidado, miserable y maltrecho, para negar
á Colon la gloria de su maravilloso descubrimiento.


y añadid á Nuñez de Vaca, aquel aventurero que se
pierde en la Florida, y llega hasta el Misoud, y se hace




Hi


adorar de los indios, y retrocede suuna ligerabarca há-
ciael Brasil, y sin más guia que su sentido atraviesa-e-
jaspmbra tanta audacial-i-el corazón .de la América meri- •
dional, allí donde hierven las fuentes del Parana, del Ori-
neoco y del Amazonas, y donde la naturaleza se entrega á
la orgía de sus espontaneidades y sus trasformaciones-e-
para asentar.por la paz y la conñanza el imperio de Espa-
ña.en la Plata. Añadid á FranciscoOrellana, que con Gon-
zalo Pizarro.salió de Quito para el interior del continente
sud-americano en busca de aquel Doradoque tenia las c.a-
sas y los monumentos del codiciado metal, y que atraviesa
ríos corno m~re~ y cordilleras 'como los Andefi,para
venir por el Atlántico áEspañaánarrar lo que soloen su
imaginacion habia visto' añadid....: en fin, á todosaque-
llos hombres de algo mas que fuerza, de voluntad, de ü-
hra, de Ié, de amor desbordado si se quiere lo imprevis-
to, á lo inverosímil, á lo gigantesco que tan en alto pusie-
ron el nombre español en todo elsjglo XVI, pero que tu-
vieron tarnhien la suerte de que su memoria no, quedase
oscurecida por las maldiciones de sus víctimas. por los
ayesde generaciones condenas por su esfuerzo y sin que
jamás de sus lábios saliese una protesta. al, duro yugo
de .una servidumbre tan oprobiosa como irritante.


La diferencia es enorme, sin duda.bajq el punto de
vista de la moral; pero no lo es menosconsiderada en lo
que toca alcarácter y los resultados de lascolonias funda-
das por el esfuerzo de unos y otros hombres. Donde los
conquistadores pusieronla planta. se impuso tambien una
política enérgica, de recelos, de rigor, de intolerancia y
hasta si se quiere de violencias, lo mismo respecto de los
indígenas, si los habia en las comarcas dominadas, que de
los inmigrantes que á éstashabi¡mido, creando allí intere-
ses, con ánimo de permanecer alguntiempo lejosdesu pa-
tria, pero á la sombra del pabellon de lametrópoli: política
cuyos rasgos capitales y cuyo espíritu sobrevivieron indu-
dablemente á los dias de su iniciacion, produciendo á la
postte los resultados funestos que la fuerza erigidaen sis-
tema tiene que dar de si,y de que es una prueba cons-


6




82
tante la historia del Perú. Donde los descubridores habian
plantado su tienda yacon ánimo de fundar un pueblo, ya
conla mira de buscar la amistad de lastribus.salvajes ó de
traer dulcemente á lao-beJiencia(rellttCirse llamaba en-
tonces) á las 5ociedad~ independientes de los paises des-
cubiertos,' 'aMi ~ iniciaba 'unaipolitioa de atraccion, de
concesiones, 'de tolerancia;'de benevolencia.de que dieron
señaladas pruebaslos españoles que'penetraron énel inte-
tior deIa'Platay' los inglesesde alguna queotra colonia del
Norte de América, coriJ'oPr.ovidencia y Pensilvania.


Pero sobré estosesfirerzos 'siempre'-obrá la política del
segundo'periodo, del! l\efiÓ<fo de la 'reflexion ,y de In'organi-
zaeion,' destiiJadü¡H:drregir'los e~travios de\11 épóeapríme-
ra iy' á' 'dar' ciertO carácter deestabllidad á la'empresa colo-
nizadora,'I'~ra pasar'en seguida (y~sto 'á suvez era la base
de unanuevasubdivision) á atar, todos los cabo¡" á dictar
ordenanzas y 'leyes de un modo regular, á fijar las bases
deflnitivillíJde la- gobernacron dé' lanuevasociedad yá dispo-
nerlotodo'de maneraquelacoloniarespondiese alfin que CiJ-
r~cteriza>en lá historia álacolonizaeion moderna. Estoeslo
quesignífican,p6r ejemplo, las Leyes delndia« de España,
y la' rfNle,na'ltza de1650 de Holandapara Java.


Esté flni.;.;yá. 'lo lié dicho-no es otro que el de la es-
'Plótikion,queen'aquélla época reviste las siguientes for-
mas: n\onOpOlidde los prcductcsboloniáleé por la trie-
trópoli; réserva del mercado colonial paraTos produc-
tos de ésta:'Ifegacion á' 'las colonias del derecho de producir
artículos similaresá los d~ la madrepátriarimpósícion dI'
trib'I'Jitd8:es(H)clales á la sociedadcolonial y reserva por parte
de lamstrópoli.sentre otros derechos, del dehacer el co-
mercio Y' el de proveerlos empleosde la administracion de
aquellospueblos' en-los nacidos en el seno de la sociedad
oolonizadesa,le!' ':',':


Perdes,de notar," señores, de' qué diversa manera se
realizaeste fin1por dada ttrto'detM grandes pueblosqnaso-
bre si tornaft;efi loS,¿uatto'siglos<déquc voy; hablando, el
emp'éfió 'dela oo}ónizilCión, lo 'é1.HH nos trae como-por la
ruanoá'la scgundaconsíderacion que se desprende del rá-




83
pido exámen que heheeho.de las tentativas y los esfuerzos
queregistra la historia moderna. en la especialidad.de.que
estamos tratando.


Habéis visto, señores, cómo sucesivamente se han ido
pasando la gloriosa, pero dificilmision dellevar portodo el
mundo, y mediante el descubrimiento ·óla dominacion de.
nuevas tierras. el caudal de ideas, costumbres é 'intereses,
que forman lo que se llama la civilüaeion,los grandes pue-
blos encargados de hacer la historia moderna; y con: talio
pensamiento me he fijado en los siglos que la llenan.para
mostrar cómo en cada uno de ellos predominaba esta ó
aquella nacion europea. Nose hace; pues, en esta época la
colonizacion de un,golpe; yahora deboobservarque -si ,bien
todos los pueblos que sobre sí toman: estas empresas las
realizan dentro de las condiciones generales' de su tiempo
y con el.fin comun de que antes he, hablado. en su práctica
y desenvolvimiento hay diversidad de matices .y áunde
tendencias. Y esto se demuestra considerando de un lado
<'1 Portugal y España, y todavía si se quiere Francia, y de
otro á Holandaé Inglaterra.


En las primeras, cuando la mcmarquíanotomó la ini-
ciativa de lasespediciones lejanas,dió siempre losrecursos
.;i los descubridoresyconquistadores, y sentó desde luego el
principio de que al Estado correspondía el dominio de los
paisesdescubiertosó conquistados yla intervencion direc-
ta en su organizacion y gobierno.r Y esta intervenciendel
Estado en la obra colonizadora se llevó hasta el punto de
que en nuestro país, por ejemplo, se censiituyeran á raíz
del descubrimientode las Américas, deun lado, el Consejo
deIndias, presididopor 'él célebre padre Fonseoavarcedia-
no de Sevilla, á quien desdeColon hasta-el último aventurero
tuvieron que dar cuenta detallada de los progresos de 511
.empeño; y de otra parte, la célebre Casa de contratacion
de Sevilla, directora de todo el movimiento mercantil ul-
tramarino.


.El Estado, pues.iquehabia hecho-todc [génel1~de sao
criñcios, y asumido una 'buena :,par~te, .cuando .no:.toda)a
responsabilidad deaquellas tentativas, debia l1,.atur¡<'j.¡~cl1te




84
-l más aun dadas las ideas corrientesde la época-pre-
ocnparse de Iaexplotaeioatde los países' descubiertos en
provecho del Tesoro, pero al mismo tiempo atender ála
conservacion del órdeninteriot de la colonia, por el con-
certado moviniiento- de sus internos organismos y la fácil
disposicion de SOs menudos ~etalles, pues que en el éxito
de aquella empresa estaba directamente comprometido. De
aquí, el 50 por tOO sobre los productos de-las.rniáas, de
aquíel rigor del diezmo, de aquí lapreóeupacion de les
sobrantes, de aquí las condiciones impuestas alcomercio ya
n las famosas ferias ultramarinas, ya,en la 'navegaciofl


sn convoyde los buquesparticulares protegidos por las es-
cuadresdel EstadovDe aquí, por otra parte, la extensión-á
Ultramar de los principios y las instituciones que cons-
ituian la vida política y social de la metrópoli y la reserva


para ésta de la facultad de dirigir las cosas de aquellas tier-
ras hasta en sus más delicados pormenores.


Otra cosa sucedía en las Colonias de Holanda é Ingla-
terra. Allí el Estado habia puesto relativamente poco en la
obra de la colonización y ésta se habia llevado común-
mente á cabo, á cuenta y riesgo de aventureros y comer-
ciantes.Sin duda el Estado se reservaba la soberanía de los
países descubiertos por sus súbditos, toda vez que segun
las doctrinas de la época, el súbdito se debia al Estado,
aparte de que éste siempre protegía ó garantizaba la:'! ern-
presasde aquellos con el poderdesusescuadras; perode esta
garantía á laparticipación directaó la iniciativa lomada por
los gobiernos de España óPortugalenobrasanálogas. va una
inmensa distancia. De aquí que el EStado, en los países de
quevoy hablando, cuidasen másdelórdeneconómico quede
la vida política de lascolonias por elloscreadas, siendo po-
sible el abandono, en mayoró menor grado, de la gestion
de los intereses sociales ya á 103 mismos colonos, como su-
cedeen una buenapartede los Estados ingleses de América,
ya á las compañías mercantiles ó á los.señores y losaventu-
reros que á su costa habían acometido la tareadeeolenízar
las Antillas inglesas y reducirel antiguo imperiode la India.
De aquí que los gabinetes de Léndres y Amslerdam, cuí-




85
dasen de asegurar el monopolio del mercado colonial y los
pingües rendimientos que las Colonias daban, no precisa.
menteal Tesoro, sí que al país colonizador bien en gene-
ral, bien enparticipacioncon las sociedades que se habían
hecho cargo de este peligroso negocio.
, No necesito indicar siquiera las consecuencias de. esta
diversidad de modos de colonizar, comotampoco .deJ,jo de-
cir muchas palabras para demostrar que aún dentro de las
dos tendencias, antes señaladas, hay tarnhien sus grados y
colores, hijos del carácter particular de cada pueblo, Así,
por ejemplo, en la colonizacion portuguesa predominó cier-
toespíritu militar, y en la española el elemento civil, has-
ta el punto de hacer de la religion un instrumento político,
pagando ambas tributo auna vigorosa intolerancia: Holan-
da llamó á h. explotacion de una parte de sus Indias á los
extranjeros supuesta la condicion de que el tráficono se hi-
ciese fuera de los puertos neerlandeses; é Inglaterra, mer-
ced á la clasiñcacion de.los géneros ~nnumerado$ y no n¡~.
merados, permitió á sus colonias el libre cambio de ciertos
productos. Todo esto dió sus resultados en el curso de.los
tiempos; todo se reconoce aún hoy mismoen la vida de
los pueblos que un dia fueron colonias y gozan ya de la in-


, dependenciaj y por eso importa tenerlo muy en cuenta. asi
por lo que á las colonias hace, como por lo que importa á
las metrópolis.


Todavía otra consideracion se desprende de lo que es-
ta noche hemos brevemente analizado; y es; que, 'á partir
de la Edad moderna, la colonizacion no se. limita á crear
factorías ó poblar lugares desiertos, si que tambien como
prende la empresa de reducir pueblos ya existentes. Por
manera que en las colonias modernas, con mucha frecuen-
cia. entra un factor nuevo~61 .elemento indígena~que el
colonizador no trata de estirpar ó de espulsar, ..sino que
con él cuenta, y, segun le estima y considera más ó ménos,
así realizacon mayor ó menor éxito su gran empeño eivili-
zador.. su dificil cuanto gloriosa tarea. .De este. modo.
señores·, se dan dentro do cada.coloniarasas qiversasy oí'·,
vilizaciones difertWtesy.hlstaopue;;tas.: con lo:q,u6 si los




86
obstáculos para el colonizador crecen, se centuplican las
ventajas para IIr -causa de la civilizacion.


y aqul-deypor terminada la Conferencia de esta noche.
He '","aminado'las·· causas de la colonizacion- moderna.y
esplicado su carácter muy principalmente por las condicio-
nes y é'i'rcufJstlmCias que concurren á su inieiaciornfiemos
visto eérno hi'Stóricamenttl-severifica esta colonizacian, co-
menzandO' podas tentativas de Enrique el Navegante. hasla
lIe~;ir á las últtmasadquisiciones de Inglaterra: y ~jándome
en este estudioj en aquel exámen, he hecho algunas
consideraciones-que, aunque ligeras, creo yo suficientes
para comprenderel sentido y carácter general de la.ce-
10nlzaciol1 que arranca del siglo XVI. Parece yaque es-hora'
dé'entt1tdn'un período de gran influencia en nuestro estu-
dio: el período que se inaugura con el siglo xü. .


Hemos llegarlo á la,agoníadel siglodécimo octavo. Un
ruidoestraño sorprende á aquella sociedad. Losunos creen
que'es-él estertor de uh gran rey; losotros, el crugido deal-
gunpoderoso elemento que se resiente; otros, el ragido de
ungénlo.... Despues de la Enciclopedia no eabianlos ter -
rores'milenarios; perola inquietudes inmensa 'En el fondo
de íoscampos algose mueve; enlas ultimas capas sociales
algo palpita. Acábáfi. 'de morir reyes que' pretendíande filó-
sof/lS;'Las'páhibras de,Vollairey Montesquieu parecen es-
culpidasen el frontispicio de la Academia y en el palacio
de lbsviéj'os Parran'iento~;La atmósfera se hace caja vez
máirdensa;·l\ii'incerlidumbrecrece; los ánimos se pra-
paran, como advertidos por un terrible presentimiento.....
Luego la' minaestalla: et mundo se ilumina; y entre un
pavdroséceatelleo f'Ja 'i5rilei'ía del universo asombrado,
brotal1';'S"óbteJiuÍl mar desangre, la Declaraoion de losde-
I'echos'det hOmbré~1 fentre un religioso hosarnna la primera
Cun$titucitm de'llJs Eslados-Unidos. A nueva época, nuevas
ideas. Estos gfiall.di!ssilcesos' no podrán menos de ejercer
su influenciaI en- la, eólonizacioÍl,'1 así es en efecto'. Un
período comienza con la' emanclpaclon de las Américas r
bajo la influencia de larevolueion' fr3nCega:'pet'íodo que se
nuevo estiende casi hasta mediada nuestro siglo,




87
Entiéndase. sin embargo, que las indicaciones hedas:


no bastan ni, puedenbastar Rara formal' un exacto juiciode
la colcmzacion moderna; ni siquiera para adquirir aquellas
ideas y conocer aquellos antecedentes que hace precisos el,
plan delcurso que contando con vuestra benevolencia he
comenzado.


Señalados están,los esbozos.de ,la colonizacion. moder-
na, es cierto; mostradas quedan las causas determinantes
del movimiento expansivo.quese .operaen Europa hacia
los siglos xv y XVI, Ytal vez alguno tenga por-sufícientes
las ligeras indicaciones¡ que. sobreel.carácter general y.los
toques comunes, de la colonizacion realizad« ,por cada UnO
de los diferentes pueblos que aquende el Atlántico se de-
dicaroná esta obra, he hecho principalmente en 1<1 Confe-
renda d~e$ta noche. .


Pero es necesario ahondar más la materia. Es menester
que nos ocupemos detenida y especialmente de cada uno
de esos pueblos, paraconocer lo que eran. lo que significa-
han en el seno de la sociedad europea, lo que podian lle-
val' al otro lado de losmares, y lo que hicieronen la obra de
la colonizacion, dados su carácter y valor respectivos. De
esta manera podremos ver como Portugal llevó á sus colo-
nias su ambicion y sus recelos; Españasu espíritu unificador
ysu intolerancia religiosa; Holanda su actitud mercantil, su
frio protestantismo y su temperamento flemático; Inglater-
ra su carácter duro y su pasion por la libertad política;
Francia su espíritu variable, fosfórico y excesivo. Así vere-
moscómo en los Estados del Norte América, en el conti-
nente Sur-americano, en las Antillas yen el Brasil. se plan-
tearon los problemas politicos, económicos y sociales que
eternamente han preocupado al mundo, y que como la es-
finge de la fábula, vienen pidiendo á todas las sociedades
una solucion afortunada dentro de las condiciones del
tiempo y segun las variedades de las 'circunstancias. Así
veremos cómoesos problemas han sido afectadospor el ge-


.neralde la colonizacion, que tratándose de aquellos paises•
. debia dominarlos cuando no englobarlos todos; y cómo, en


fin, las cosas se preparan paraque un gransuceso-la inde-




8~
pendencia de América"'-tuerza la-direccion de la historia in-
fluyendo ya no sólo en la soll1c!oride losproblemas colonia-'
les y dando nuevos datos'á 'la ciencia, sí que tarríbien re-
obrando sobre la vida' d'e las metrópolis I influyendo en el
sentido y la marcha de-la-soéiedad-europea 'y 'aflrmando
nuevas bases para el progreso del mundo.


Hal'to,;'cú.mprendereis'/señbTes, póf!t{)do esto: que no
hemos pasadodél' dintel-de nuestrocurso, Sabemos la im-
portancia deinUaSll'Otlestudros;conocemosloqull es lá
oolonizaeioní hemoaerrtrerísto los rasgos generales, los
tóquesrelevantes y las apoai-iencfas IMs acentuadas' de la
colbnttacionínódetna, que tiene que ser-el. objeto ptiu-
cipal-delaprinierá' parte de estas Conferencias)' el punto
de partida de todo el curso. Ahoro nos toca ver por den-
tro esa colonizacion. Para ello cuento con la buenavolun-
tad de quehastaaqul mehabeisdado tantas pruebasy que
me haobligado tanto.: .


tIe dicho,


,.\,:¡"


·;1:\ ':i;,




ADVERTENCIA


A partir de' esta Conferencia se entraba en el fon-
do de la primera parte del curso de Política y siste-:-
'ínas coloniale8:esto~J·la parte dedicada al exámen .
de la 'colonizacion en la historia.


'rodas las ConferenciAs queIlen~ron el curso de
. .


1869-70, tuvieron por objeto precisar de qué modo
se inicié y asegur6 la colonizacion europea en Amé-
rica en toda la edad moderna; quedando reservado
para el siguiente curso el hacer un estudio análogo
en A.siay A.frica, como antecedentes precisos del exá-
mendel estado y ~rácte~ de~mu~do colonial oon.-
temporáneo.


Comohe dicho al principio de este trabaJo no me
ha si~~ posible ,corregir y poner en limpio todos p1w
diseursos. Por estOme limito á reproducir 'aquí los
sumarios de ras conferencio quequizás.1"uedá pu-«
blicara'ndánqo el tiempo, Hé aquíel$umariode:.la.·


. .' • .,,"" ' '; ¡.¡ i ~
eonfereneía





IV


Inglaterra yel vulgo.-Rectificaciones de la opinión.
-Carácter del pueblo inglés.-La posicion geográfica.-
La retigíon.e-Las instituciones políticas.-El rey, la no-
bleza, la plebe.s-Sentído de la Charla ftlagna y de la de-
cleraeum. de cJeréchl)$.;d.e la (¡ó11}mo1l1tiw/y de las Cortes
de Westmínster.-CarácterutiÍitarÍo de lacivilizacion bri-
tánica.-Las Colonias.-EI Canadá, las Floridas, las An-
tillas y la Guyana.-Los futuros Estados-U nidos.-Exten-
sion de los dominios ingleses á la subida de los Estuardos,
-Division de la Virginia por Jacobo l.-Derivaciones de
la. colQljIi;¡, del-Sur y de la colonia de Plymouthentodo et
siglo.xvn.-Clasificacion de las colonias inglesas segun
FÍlákslone.~Historj¡i de Virginia.-Risloria de Nueva In-
:,tffiítl'í'rá.':-:'Perlodos de la colonízacionbritánica antes de
1776.-Los cincuenta años-anteriores á .los EstUílrdQs.'7""""
La reetauraciou.c-La casa de I1¡mnoyer.-Toques distinti-
vosde la colonización británica:' .


,


V


La vida económica en .las Colonias de Amérida.-LIl
cootrjb,qpQn y la. representación, ~u~qqrte& segun los in-
gleses.-;-!<a, vida~oIí~!~a .C? América.-Relacion de las
Colonias 'entre s1.-Congreso deAlbani en 1754........;La vida
cientiflca y literaria en América.-El Parlamentoinglés.-
El Aot¡l deLtim1lfa~-,-La cuestion del té.-Lastnrb4Iencils
de nostori"7L~ po~Hicll. de Lord North.~Franklin en
Lóndres .....:L'osgrandes: dia~ del Parlamentobritáriico.c--
Burkb yCliattaÍn;-':":l!:l fiilO'Vtmíento instirreccional en Amé·
fi-ca.-El acta- :de:jndependeiroia .1l776\-taguerra."",=,,El
reco1)~ci,llliellto."Ú¡¡r*c~er~·I~ revoIAciRn..d!f,l~ Estades-
Unidos.v-Consecuencias: ei librecambio. .....:. La reforma eco-
nómica. '




91


VI


Francia.-Su espiritu.i--Su incapacidad para colonizar.
-Sus tentativas en América.v-El Canadá.-La Luisiana,
-Santo Domingo.-ElCódigo negro.-La eselavitud.-
Primerosefectesde la revolución Irancesa.e-La Consütu«
yertte,losLlancos y los mubtos.-Ogée.--E1 patriotismo
de los esclavistas.-Los libertos defensores de la integridad
llacionaI.-Toussaint-L'Omerture.-La Convencion y el
decreto de 1793.-Lo~ ingleses en Guadalupe, en la Mar·
tinica, en Santo Domingo.-Francia vence.-EI tratado de
Amiens.-Napoleon.--EI martiriode 'I'oussaint.e-Resteble-
cimientode la esclavitud en 1804.-La gran catástrofe.-,
Consecuencias...-Calumnias del esclavismo.


VII


España.-Su papel enla historia moderna.j--Su cous-
titucion politica.-El <:arácter' espaüol.i--Las Castillas:
Aragon; losandaluces y los catalanes: los extremeños y los
astures.c-Orsndésperlodos de la his\ória de EsPaña.-;-Ele. ,
mentes fundamentales de su civilizadon.-:-El siglo xvlii.-
La decadericia.c-Goyá, D. Ramon de l~ Cruz,'Ü novela pi-
caresca.-El teatro de Camellas y'el arte de ChUrriguel:a.
-La Tuna los conventos, el cuartel de 'Guardias y la Plaza
de Toros.-JovelJanos. Campomanes, Calnrrus, Sampere
y Canga Argüelles. Ln fibra sensible: el patriotismo an-
tiguo.. ' ;


VIII


La colonizacion española.-Vístas genérales sobre el
Árric~.-"LOÍ:i'colonizadores de América y Asia.--~riárir.
zacioh del' mundo colonlalespañol' en el sig¡¡)"xvj~.--:.1Ja
intolerancia religiosa.e-ElaisJamiehto Il'l~í'caritíL')La¡stl:'"




92
prernacia del poder civil.-La igualdad ante la ley.-La
proteccion á los indios.e-Las colonia~españolas no son fac-
torías.-Los vireyes, las audiencias y los alcaldes.c--Los
concejos y los concilios provinciales.--EI Consejo de In- '
dias.c--La Casa de Contrataclonde Sévilla.s-La esClavitud,'
los repartimientos y Ias-encomieadas.e-La .relorma de
Cár)(HdlJ......La situacion de laAmérica española en,1808.
--,-lnf9r.me de D. Jorge Juan y n. Antonio deUlIoa.-,.
Humboldt en Nueva-España.-EI conde de Aranda.-EI
Español de Lóndres.


IX
; l


La revolucion española de 1808.-8u espidÚi, sus pe-
ríodosy sualcanoe.c-Las juntas provilicialeS:.':":'La Cen-
tral.-La Regencia.-Influeneia de estos sucesos en':A'Itié-
rica.v-La Plata.-Venezuela .-Nueva·España.-L,a libertad
l~ecoJl1ercio.-Los patrioteros de Cádiz.-Las Córtes
de 1810.-Los diputados americanos.-Sus calumniado-
res.-Mejía, Aleocer, Larrazabal.-La esclavitud, el co-
mercio,la dictadúra.e-La Constitucion de 1812.-8u in-
.¡;¡uficiencia.-Causas generales y particulares de la irisur·,
rí'c~i,on de la América españala.-Inglaterra,-,pórtugal.-
Los"Est~dos~Unidos.-Lossoldados delslaliúuo en Amé-
ricaIueron deepues los soldados de la reaccionen 'Espana~
-Soiídáridact, d~, los intereses liberales en ambos muiúlos.


x


Segundo periodo.i--La segunda época constitucional-ea
España.-Las cuestiones de Ultramar y los liberales espa-
fioles.-Ellibro de Florez E!Lríl\la.-EI de Urquinaona.-
El de Yadillo.s--Los diputados del20 al 25.-Feliu, Navar- .
rete etc.ctc.-OpinionesAe Argü~lles y Tore!:w.-¡.Lps,es-
lJuñole$ de Méjipo.-I9Sufp~ciqnr~~~L~ ,d~,~~"aJi:spa-.
üa.-Itúrbid,e y elconsulado, -:-Propósicion ~e; ,\I>s,diputa-
dos americanos.e-La libertad de. comercio.......,La autono-




93
mía colonial.c--Seutido tk Hivadavia y del mismo Bolivar.i->
Resistencia de Toreno.i--América perdida.


XI


Portugal.-Su grandeza.-Su carácter.-Su mi~ion.­
Recuerdos históricos.-Grandes periodos rle su \ ida.-E l
jesuitismo y el comercio de esclavos.i--La influencia in-
glesa.-Decadencia de PortugaL-Su destino.


XII


Descubrimiento del Brasi1.-0rganizacion de esta co-
lonia. - Período de aislamiento.-Período de centraliza-
cion.c-Pombal.t--Las compañías mercantiles. - Portugal
invadido.-Los reyes en Hio-Juneiro.c--Esplritu del país.-
Los ingleses en Lisboa.-Levantamiento riel BrasiL-Ca-
rácter de esta revolucion.


XIII


Resultados generales de la emancipacion de las Amé-
ricas.-Para el comercio.-Para el derecho de gentes.-


• Para el derecho político.-Teoría de Gervinus.-Carácter
y destino de la República norte-americana.-Las Repúbli-
cas latinas.-Errores que sobre ellas se profesan.-Sus
grandes adeJantos.-Su espíritu simpático y progresivo.-
El imperio del Brasil.-América para la democracia.-Pro-
blemas planteados en el órden político. económico y so-
cial.-La federacion.-La libertad deltrabajo.-La asocia-
cien libre.


XIV


Influencia de la emancipacion de América en la política
colonial.-Restimen.-Perspectivas: 1824,1855 Y1850.-
El libre cámbio.-La abolicion de la escial·itud.- El Self-
government.-Fin.