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}

..


, EMILIO GIRARDIN.


LA. MUJER IGUAL AL HOMBRE
CONTESTACION .\.


LAS MUJERES QUE MATAN.
yt'~s MUJERES QUE VOTAN


',.


DE


A L E J A N D RO D U M A S.
VERSION ESPAÑOLA


de
P. SAÑUDO AUTRA!S •


• • a ••


GASPAR, EDITORES.
4. PRi:-¡CIPE, 4.


M A D R 1 D. - i 880




'.'


lis p'l'opiealld r.le los Editores.






CUATRO PLUMADAS,


1.


Con una fuerza de imaginacion verdaderamente poco·
comun, con una valentía estraordinaria, con un aCIerto
grande en algunas COsas, poniendo la mano en la llaga
de muchas heridas que están haciendo peligrar la exis-
tencia de la defectuosa sociedad en que por desgracia vi-
vimos; con la brillantez de que tan claras muestras tiene
dadas el eminente y fecundo publicista que ha llenado
con sus escritos Fr<.lDcia, Eurúpa y América, ha lanzado
á lús vientús de la publicidad Emilio Girardin uno de
estos que está llamado. á prúducir una revolucion en el
mundo.


LA MUJER IGUAL AL HO~IBRE es un reto animoso á las
preúcupaciones de nuC'stra época viciada en sus preten-
didas moralidarles, múralidades que á su manera disfraza
de justicia, de verdades y de virtudes.


No es decir esto. que me encuentre confúrme ni mucho
menos cún todas las ideas vertidas en la última produc-
cion del célebre periodista francés, perú sí cún la mayol'


'parte de ellas, y sobre todo, cún cuantas arrancan á la
sociedad la máscara con que cubre las ilegalidades de
varias de sus instituciúnes. .
. Amante del progreso, de la civilizacion, del adelanto.
enJa senda gloriosa de las libertades de la humaniaad.
acepto deslle luego en principio con verdadera simpatía, .
la idea de que la mujer conquiste los mismos derechos
que el hombre, la de que sea igual á éste en consideracio-
nes como ciudadana, como ser humano. perteneciente á
una misma sociedad; pero creo firmemente que en el




"I
terrpno do la práctica seria infructuoso el ejercicio en
absolutOllde todos, todos los derechos que tiene aquel.


Hay ciertos cargos que no podría llenar cumplidamen-
te la mujer, no porque para ellos le falt.e la suliciente in-
teligencia, ni criterio, ni seran faltas de geniQ, sino por-
(}ue sus mismas condiciones físicas se lo imeiden.


Por mas datos que en su libro cite el senor Girarrlin.
¿es posible que 38 nos pruebe que la delicada naturaleza
de la mujer le permite practicar ámpliamente la medicina?
-No.


¿Es posible que le permita como asegura dicho señor,
prestar el penosísimo servicio de las armas?-¿ Quíéu
puede creerlo't


Lo que sí juzgo. como el gran publicista, es que en
vano abogaremos durante nuestra vida. por una libertad
tan lata como vivificadora, tan provechosa para la ciencia
como para el progreso • tan. necesaria para la rebajada
dignidad humana, tan hermosa, tan bella. tan grande.
tan sublime para todos, porque á su luz se aclaran las
ideas, se ilumina el entendimiento, se unen en un soio
lazo Jos "arios individuos que componen un mundo mis-
mo, y cuyo sér es igual.


¡Dichoso el porvenir que lIegue.á la apoteosis de la ci-
vilizaciOll por la anchurosa via de la libertad!


n.


Ocupémonos del autor, deJ. libro LA MUJEn IGUAL AL
nOMBRE. 4_


Emilio Girardin nació ep París el 22 de junio de t806.
En f8t4 pasó aliado de Darel.
Su padre, casado hacia poco, dejó de ocuparse de él,


asignándole una suma para atender con ella á los gastos
de su sub~istenci3; Girardin fue creciendo así, COII, el
nombre supuesto de Emilio Delamothe. r .,


Pasó des pues á Normandí l y por último regresó á Par:s
l1n 1823 logrando entraren el.despacho de SenoJl,Jres, se-
cretario general de la casa real á donde solo estu.vo algu-
nos meses. Despues pasó aliado de un agente de Bolsa y
concluyó por hacerse bolsi-la; en ella perdió casi todo su




VIr
pcculio y quiso entonces sentar plaza en un regimicnto
ue húsares, pero no fue admitido, por causa de su en-
deblez.


No pudiendo tomar entonces la espada en la rifano, to-
mó la pluma, la mejor arma sin duda de que podia valerse
aquel hombre altivo, mquielo, ávido de renombre y de
hacer ruido.


Lo primero que escribió fue la novela íntima de su
vida que tituló Emilio y despues una coleccion de frag-
mentos con el nombre de A la casualidad.


Fue nombrado para un cargo en Bellas Artes.
Fundó des pues el periódico El Ládron, destinado á re-


producir escritos de otras publicaciones.
El fue quien inicIó la idea de abaratar 105 periódicos en


Francia, y fundó elDiario de los Conocimien!os útiles"que
costaba cuatro francos al año y que llegó a contar cIen-
to treinta mIl suscritores; I.ambien se debe á él la funda-
cion del Instituto agrícola de Coetbo escuela rural á don-
tIe se albergaban y educaban gratuitamente á cien jó-
venes.


En 18'31 se ca~6 con una cé\ebre \li)et\~a \a ~ñ.i)!\\a.
doña Dellina Gay.


En 1836 fundó el diario La Prensa que ha sido adonde
mas sostuviera esas célebres luchas que le han hecho temi
ble en el periodismo ...


De los debates acalorados que en La Prensa sostuvo,
result6 su célebre duelo con Mr. Carrel.


Girardin contaba ya con tres lances de honor.
o Fue elegido diputado por Bourganef distrito que eslu-


vo representando hasta 1848. ,
Intentó formar un grupo con el nombre de partido de


los conservadores progresistas, pero no vió coronada su
empresa del mejor éxito.


En 24 de febrero de {8iS fue el primero en aconsejar
al rey que abdicase,


Al dia siguiente de la revolucion, escribió su famosa
artículo titulado Confianza confianza.


E/general Cavaignat, dictó despues contra él una ór-
den de prision.


Ap'oy6la candidatura de Luis Napoleon para la presi-
denCIa.


Le fueron propueslos varios cargos públicos de impor-
tancia todos los cuales rehusó.




,'lII
- Publicó en Bruselas un libro titulado La polilica uni-
versal. ,


El año 1855 enviudó y diez y ocho meses despues con-
trajo segundas nltpcias con la señorita Mina de Jienffen-
bach separándose de ella judicialmente en i872.


En 1869 defendió con calor al gobierno.
Cuando la candidatura del príncipe Hoenzol1erns para


el trono de España •. provocó un conflicto entre Francia y
Prusia.


Vendió La Liberté. cuya propiedaJ habia adquirido
en 1867 á Mr. Leonce Detroyat, el mismo que se~un se
dice va á ponerse hoy al frente de un periódico en Madrid.


Girardin fue senador<.
{;na vez firmada la capitulacion de París, Girardin vol·


vió allá.
Despues de la Commune publicó un diario titulado' La


Union francesa y en él propuso la division de Francia en
quince Estados mdependientes.


Eu i872 compró el Día1'Ío oficial de la república fran-
-cesa.


En 1874 fue director de La Franee.
En 1877 hizo desJ.e sus colurimas una guerra cruda al


ministerio Broglie-Fourton.
¿De entonces acá quién no conoce la vida de Girardin?
Sus libros y folletos ascienden á una suma respetable.
Tambien se ha dedicado á escribir para el teatro.


EL TnAnCLTon.




PRIMERA CARTA.






PRIMERA." CARTA.


24 de setiembre de 1880.


L'


Mi querido Dumas:
Ocho anos hace, en 1872, apareciacon


el incentivo del nombre de usted un librito




titulado: EL HOMBRE-MUJER, cuyo éxito.
atestiguado por cuarenta y tres ediciones, r
daba orígen á otros dos volúmenes peque-
nos que he publicado;


El primero, bajo esta denominacion:
EL HO:MBRE y LA MUJER.


....


El hombre feudal, la mujer vasalla,






4 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


Hace algunas semanas leia en todos los
periódicos el anuncio de un nuevo tomito
de usted que iba á llamarse:


LAS MUJERES QUE MATAN. - LAS MUJERES
QUE VOTAN •


Habiéndome creido, equivocadamente,
que no concederia usted el derecho de votar
á la mujer, de la cual habia dicho: Tú eres
puramente animal, tú eres la mona del país,
de Nod. tú eres la hembra de Caín. me obli-
gué por convenio en papel sellado, firmado.
rubricado, y contrayéndome al pago de una
suma no despreciable. á no abandonar el
debate que habia sostenido contra usted,
el adversario declarado de los que enton-
ces llamaba en son de burla: Los mujm·-
'cistas.


Cuál no habrá sido mi sorpresa al leer en




LA MCJER IGUAL AL nOMBRE. !}


su libro. que ha visto la luz pública ayer,
la conelusion esta:


«Por consiguiente. la mujer. es decir, la
madre, la esposa, la hija, que es la mitad
de nuestra existencia en todas las edades de
la vida. teniendo sobre sí, como' nosotros,
toda la responsabilidad de sus acciones co-


• mo persona pública; siendo aun mas res-
ponsable todavía que nosotros de sus senti- •
mientos ante la opinion; la mujer, ese sér
viviente que piensa, que ama, que sufre, que
tiene un cerebro~ un corazon y un alma co-
mo nosotros, si es cierto que la tenemos; tie-
ne necesidades, aspiraciones é intereses par-
ticulares, progresos que conseguir, yen su
consecuencia,derechos á hacer valer que va-
len, que deben tener representacion de una
manera. directa en la discusion de los asuntos
públicos por medio de delegados nombrados
por ellas. Establezcan ustedes esa nueva ley
electoral de las mujeres segun la compren-
dan, al principio, con todo género de pre-




6 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


cauciones y reservas posibles necesarias en
un p.aís como este tan encariñado con la ru-
tina; hagan ustedes que sean de uno, de
dos ó de tres grados, si mejor les parece,
pero establezcan la tal ley . Debe haber en
la Cámara de los. diputados mujeres france-
sas. La Francia debe dar al mundo civili-
zado el ejemplo de esa gran iniciativa. Que~
se apresure á darla, pues de lo contrario, la
AJ)lérica está ahí para adelantarse á ella.»


Maravillosa conclusion que esplica usted,
con toda la predileccion debida á la lealtad y
haciéndose á sí propio esta objecion seguida
de esta respuesta:


- -«Es notorio que como inteligencia. la
mujer es inferior al hombre. Usted mismo
lo ha escrito. ,


-»Si yo lo he escrito, he escrito una
tontería y cambio de opinion hoy. N o seré
el primero que haya escrito una atrocidad,
ni el primero que haya cambiado de opinion;
esto es todo .•




...


LA llUJER IGUAL AL HOMBRE. I


Despues de haber leido con avidez la fla-
mante rehabilitacion que hace usted de la
mujer que ha difamado sin acordarse de que
una mujer ha sido su madre, que una mu-
jer ha sido su herm\na, que una mujer
llevaba el nombre que usted ha hecho ilus-
tre. sin acordarse que era el padre afortu-
nado de dos muchachas que por sü enten-
dimiento y la cultura de su ingenio, habian
de ser superiores á muchos hombres. -


¿Qué habia de hacer yo?
Separarme del pacto que habia firmado y


adherirme sin hacer ruido á vuestro parecer
en lugar de contradeCIrle, con toda la ma-
durez de una conviccion nunca desmentida
en mí.


Pero para obligarse como para dejarse de
obligar, preciso es por lo menos dos perso-



nas, y yo estaba solo.


Voy á esponerle en esta epístola bajo
qué puntos de vista estamos de acuerdo y
bajo cuálee¡ difiero de la opinion 'de usted.




R LA LUJER IGUAL AL HOMBRE.


No estoy de acuerdo con usted cuando
escribe;


«Segun yo, LAS MUJERES QUE MATAN lle-
van en pos de sí á LAS MUJERES QUE VOTAN. »


NO,-LAS MUJERES Q'tJE MATAl'\ no arrastran
tras de ellas á LAS MUJERES QUE VOTAN, asi
como los hombres que matan no llevan tras
de sí á los hombres que votan.


Lo mismo para las mujeres que para los
hombres, el asesinato no es el camino del
sufragio universal.


Comprensible hubiera yo encontrado que
aludiendo al párrafo once del artículo 324
del Código Penal (1) y como una protesta
á el mismo hubiese usted llamado á su es-
tudio:


(1) ARTÍCULO 324. En el caso de adulterio preve~id(}
en el artículo 336, el asesinato comefldo por el marido en
la pel'llona de su mujer, asi como en el de su cómplice,
si son sorprendidos infraganti en la casa conyugal yen el
momento de cometer el delito, es etcusable.




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 9


LOS HmfBRES QUE MATA'N, LAS MUJERES
QUE VOTA'N.


Se lo confieso á usted ingenuamente; yo
nq comprendo, yo no llegaria nunca á com-
prender cómo LAS MUJERES QUE VOTAN son
la consecuencia de LAS MUJERES QUE MATAN.


Mientras que el Código francés, en tanto
que la ley francesa mantenga entre el hom-
bre y la, mujer jlegalidades que ni la hu-
manidad, ni la naturaleza justifican, ten-
drán mucha razon las mujeres 'en revindi-
car el derecho de concurrir á la reforma de
leyes inícuas, de leyes que la rebajan, de
leyes que las hieren, de leyes que tienen
una'razon de ser en tiempos bárbaros y en
paises faltos de civilizacion, pero que no l~
tienen en tiempos y en paises de civiliza-
cion, de leyes en fin que son un anacro-
nismo.


Cuando el voto es una facultad Conferida


. ,


..




10 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


por el Estado á una categoría privilegiada
de contribuyentes, se comprende, puede
comprenderse sin duda que á la mujer, aun
siendo contribuyente. no se le conceda su
ejercicio; pero cuarido todos tienen derecho á.
votar aun el indigente que llega á la edad
de veintiun años. cuando el voto se llama
sufragio universal no se puede llegar á com-
prender que las puertas de los comicios don-
de votan los hombres se cierren injuriosa-
mente para las mujeres.


¿Si vivimos, no es por ellas?
¿Si pensamos, no es por ellas?
Si cuando niños nos vemos libres de los


peligros de la muerte que nos rodean por
todas partes; y se fortalece nuestra salud,
nuestra inteligencia se desarrolla y nuestro
corazon aprende á hablar ¿á quién lo debe-
mos' eino á ellas?


Significándole á usted mis simpatías, que-
rido Dumas, le felicito por haber venido
tan valerosamente á aumentar el número




LA MUlER IGUAL AL HOOIBRE. 11


de los que como yo juzgaban y juzgan que
el dia en que la mujer sea legal y legisla-
tivamente igual al hombre. será un gran
dia para la civilizacion y para la humanidad.


Entonces muchos progresos esperados no
tardarán en realizarse.


y muchos problemas de los cuales se
cree que no tienen solucion porque han es-
tado sin resolverse indefinidamente. se con-
vertirán en soluciones (}le ellos mismos.


La irreflexion no dará el nombre de so-
luciones á paliativos tales como la investi-
gacion de la paternidad, el divorcio, etc.,
que no son otra cosa que complicacione.~
tras complicaciones.


y el adulterio condenado por la ley reli-
giosa, no será condenado por la ley civil y
porJa inconsecuencia.


y no tendrá objeto debate alguno entre
los que creen que la investigaci0ll: de la
paternidad debe permitirse y los ,que pre-
tenden que no, por constituir esto el orígen




12. LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


de una série indefinida de abusos monstruo-
sos y de escándalos inevitables.


y no habrá dos clases de hijos; los hijos
segun la ley y los hijos fuera de la ley, de
igual modo que durante muchos siglos ha
habido ·hombres que se pertenecian á sí mis-
mos, á los cuales se les consideraba libres,
mientras que otros no eran dueños de sí
propios, se les miraba como esclavos. se les
tenia como siervos, vendidos y comprados
cual si fuesen ganados y tratados frecuen-
temente CGn mas dureza que á ellos.


y siendo todos iguales delante de la ley,
la lógica pedirá que todos los hijos sean
iguales delante de su madre, y que lleven
estos hijos en lo sucesivo el nombre de ella.


y será la madre entonces la que en su
conciencia será responsable del nacimiento
de estos hijos, de su salud .. de su educacion.
de su porvenir.


y lá maternidad vendrá á ser el eje de
la sociedad.




LA MUJER IGUAL AL HO~IBRE. 1;)


y la duda dejará el paso libre á la certi-
dumbre.


y de las funciones sociales todas que se
ejercen, la maternidad será la primera y
disminuirá el número de las mujeres estéri-
les aumentando el de las fecundas.


y no tendrá significado alguno la pala-
bra prostitucion.


Con respecto á este particular estoy con
usted cuando dice:


«La prostitucion de la mujer va perdien-
do poco á poco el carácter que ha tenido
otras veces. Los amores libres no llegarán
á hacer otra cosa sino embellecer y au-
mentar. ))




, .. :'.~




n.


¿Qué es en realidad la prostitucion?
-I.a mujer que se vende.
"Pero qué es lo que hace la jóven que


por obediencia á sus padres se casa sin amor
con un hombre, no por consecuencia de sus
cualidades, que ha reconocido, ,sino por con-


o


secuencia de la fortuna, que mas ó me-
nos grande, mas ó m~os real ó ficticia,
mas ó menos presente ó futura pueda llevar
á su matrimonio Ó presuma que debe llevar.
ora comunalmente, ora al quedarse viuda?


¿ Qué háce el jóven que se casa solo con
una muchacha, con una viuda ó con una
jamona por la dote que haya podido vis-
lumbrar?




16 LA MUJER IGUAL AL HOlIllRE.


¿En dónde ha de encontrarse la diferen-
cia .entre los dos, esa diferencia notable?


¿ y ~i despues del casamie:Q.to uno de los
dos cónyuges llega á ser para el otro objeto
de un desencanto, ya moral, ya físico, qué
nombre puede darse á la ejecucion legal-
mente forzosa de los actos que constituyen
la vida conyugal?


Por degradada que la- prostitucion sea,
tal como existe, á lo menos deja á la mujer
dueña de su cuerpo; la propiedad de sí mis-
ma le puede ser arrebatáda por la miseria,
pero no á perpetuidad por la ley. Ningun
macho (me sirvo de la frase favorita de us-
.ted), t~eneotros derechos que aquellos que
ella le quiere consentir dar ó dejar sobre
su persona.


Bajo este punto de vi~ta, la suerte de mu-
chas prostitutas es menos triste, menos de-
gradante que el de muchas mujeres ca-
sadas.


En el campo el casamiento esuua aso-




-LA l'IlUJER IGUAL AL HOMBRE. ti


ciacion de trabajo para- el cultivo de la
tierra, asociacion en que los hijos no tardan
en llevar á ella cuanto han costado. Son en
último resultado un anticipo y un gasto.


En las ciudades, entre los artesanos. los
casamientos libres; los cas.amientosen que
no se mezcla la ley para nada, son frecuen-
tes y no los menos dichosos. ni menos unidos
aunque en. las casas de aquellos los bijos
sean por bastante tiempo una pesada carga:


Es indudable que la alta prostitucion, la
que une con frecuencia aparte de la elegan-
cia, y del lujo á todas las culturas de la


. hermosura, á las culturas todas y distincio-
nes del espíritu, es un paso dado hácia el
casamiento sin la intervencion del Estado,
hácia el casamiento constantemente disolu-
ble. sin divordo, hácia el casamiento que
constituye un sacramento para el crisÚano
que tiene fé pero que no es otra cosa sino un
contrato ante escribano para el libre pensa-
dor que no cree.


2




1S LA ~IUJER IGI:AL AL HOMBlU;.


¿Cuando uno puede conservar su libertad
.:s razonable que sea enagenada indisolu-
blemente?


Concluyendo siempre por tener razon la
razon. puede predecir3e con seguridad que
mas adelante ha de llegar un dia en que dos
personas que tengan la tentacion de unir
sus destinos se abstengan de ello en la du-
da de tomar ó no el camino del Juzgado.


Hay costumbre de murmurar de la pros-
titucion, de ajarla, de tacharla de inmoral.


¿Acaso el soltero que hace amante suya á
la mujer del hombre á quien aprieta amisto-
samente la mano tiene mas honor, y mas
virtud, es mas moral que aquel que no ha-
biendo encontrado aun á la mujer á quien
deba dar su nombre mantiene ó contribuye
al sostenimiento de la que yo no llamaré
una ramera, segun se decia antes, ni una
entretenida, segun se dice hoy, pero que sí
llamaré una mujer que está á la espectativa?


¿Acaso esta mujer que no engaña á nadie




LA MUJER IGl'AL AL HOMBRE. 19


aunque sea infiel, toda vez que nadie tiene
fundamento para contar con su fidelidad y
no tiene que dar cuenta de su honor; acaso
esta mujer pregunto yo, esta mujer que si
tiene hijos no tendrá derecho á otra fort'una
y á otro nombre que al suyo ~ vale menos,
hablando con conciencia, que la mujer 1e-
gall1amada legítima que oculta en la som-
bramas ó menos oscura á un amante, es-
poniéndose al riesgo de tener uno ó mas
hijos de él?


Si por medio del engaño no se les ha he-
cho partícipes del caudal del padre, llamado
putativo y si no han distraido á su muerte
una parte de su fortuna en detrimento de
sus verdaderos herederos ¿ qué vienen á ser
estos hijos adulterinos? Vienen á ser un reto
audaz al artículo 345, que previene el crí-
men de supresioJl de estado y lo castiga con
pena de reclusion.


Esta pena de reclusion que temeraria é
inconscientemente se esponen á sufrir mu-




20 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


chas de las mujeres que ocupan los mas
elevados puestos de la sociedad, se halla es-
crita en estos . términos en el Código Penal.


ARTÍCULO 21. Todo indivíduo de cualquiera de los dos
sexos será encerrado en una cara de correcciofl y empleado
en trabajos cuyos productos podrán aplicarse á su prove-
cho tan luego como sean reglamentados por el gobierno. La
duracion de esta pena será de cinco años por lo menos y de
diez en adelante.


Preciso es no olvidarse de que si la in-
vestigacion de la paternidad se halla pro-
hibida por el artículo 340 del Código Ci-
vil , la maternidad enc;méntrase admitida
de una manera terminante en el artícu-
lo 341 con la condicion de que el deman-
dante reclame la posesion de su estado en
calidad de hijo legítimo y de establecer
judicialmente que por el tiempo en que
fuera concebido, el padre con mas ó menos
tardanza reclamado no habia estado como
marido en cela imposibilidad física de hacer
vida de matrimonio con su mujer durante
el tiempo trascurrido desde el trisentécimo




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. '!1


al centivigésimo cuarto dia antes del naci-
miento del hijo, ya sea por causa de ale-
jamiento ya por motivos de algun acci-
dente.))


Si no hubieran sido. ni fueran eficazmente
protegidos por el sentimiento innato de pie-
dad filial y por temor á la reprobacion pú-
blica ¿'cuántas mujeres se habrian encon-
trado yse encontrarian aun espuestas á los
rigores de los artículos 345 y 21 del Código
Penal?


La sociedad no podía pensar sin estre-
mecerse en todas esas causas. Y sin em-


. bargo, no piensa ni poco ni mucho, y se
duerme tranquilamente entre dos peligros,
de los cuales el mas pequeño es el encarce-
lamiento de tres meses á dos años.


Cuando se compara: la sociedad actual á
la sociedad antigua, á la sociedad feudal, á
aquella misma sociedad de suyo tan modifi-
cada antes de que el año 1789 viniese á ser
una gran fecha en nuestra historia, la idea




22 LA JUUJER IGUAL AL HOMBRE.


que acude á la mente es la de que la socie-
dad que ha dado yatantos p!!-sos hácia de-
lante no ha de detenerse, seguramente, en
su camino. Bajo este punto de vista, el pa-
sado viene á ser una garantía para el por-
venir:




In.


Tarde ó temprano no dudo yo que la 80-
ciedadserá lo que la razon y la justicia quie-
ran que sea .


. Entiendo por razon el raciocinio, y por
justicia la equidad.


¿Es razonable, es justo, que teniendo la
mujer en la sociedad los mismos intereses
que el hombre, tenga los mismos derechos?


Sobre esta pregunta que debia ser sola-
mente una habiéndose hecho la luz en la in-
teligencia de usted, luz que ésta ha dado en
gran cantidad y mas clara que el agua, no
he de decir nada. Asi es que el punto sobre
el cual insistiré, será el que usted no ha
abordado sino con reserva y con timidez.




24 LA MUJER JGUAL AL nOMBRE.


Cuando se trata de la eleccion que hace
la mujer del hombre, dice usted de una ma-
nera desenvuelta:


«No hay razon alguna para que las mu-
jeres no voten como los hombres .... Nunca
podrán hacerme creer que las mujeres que
pueden ser reinas, á pesar de su séxo,· no
pueden ser electoras por causa del mismo.))


Pero cuando se trata de la mujer elegida
por el hombre, de la mujer elegida por la
mujer, aplaza usted la solucion en 108 si-
guientes términos:


«Antes de diez 'años las mujeres serán
electores como los hombres. En cuanto á ser
elegibles, ya veremos despues si se portan
bien. »


¡Si se portan bien! Esta punzante reserva,
mi querido Dumas, permítame ustd que le
diga no es séria, porque no es lógica.


En la conquista de un derecho, el que
trata de alcanzarlo, no s~ detiene á la mitad
de su camino; á donde si se para, es para re-




LA MUJER IGUAL AL H01\lBRE. 25:


cobrar en el alto nueva'3 fuerzas que han de
hacer mas segura su victoria.


«Desde el momento en que el sexo feme-
nino sea elector. q úerrá ser elegible, y razon
tend,rá en pretenderlo así. aunque no fuese
mas que para borrar del Código Pimal el arA
tículo 324, en virtud del cual, LOS HOM-
BRES QUE MATAN, tienen escusa legal para
matar á la mujer; ese artículo del Derecho-
Romano que perpetúa el vasallaje de la mu-
jer. y el feudalismo del hombre.


¡Elegible! ¿Por qué no habia- de serlo ·po~
las mismas razones y títulos que la hubie-
sen hecho electora?


Pero á esto se n03 contesta á usted y ámü
¿ Es posible que pueda uno figurarse, sin


reirse Ó sin encogerse de hombros, á las
mujeres, una vez elegidas, sentadas en los
escaños de una Cámara Legislativa al lado
de hombres tambien elegidos, senadores los
unos, diputados los otros, oír pedir á esas
mismas mujeres la palabra y verlas subidas




26 DA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


en la tribuna con un abanico en la mano?
-¿Y despues de todo. seria esto tan raro


ni tan risible?
-¿Por ventura, en los salones ó donde


se ejercita el derecho de reunion, las muje-
re$ no están sentadas en los mismos bancos
que los hombres? ¿Por ventura, las mujeres
no toman asiento tambien en una oficina?
¿No suben á la tribuna? ¿Provocan acaso la
risa cuando dicen lo que sienten y lo dicen
en buenas f¡:ases? ¿Acaso los aplausos se les
niegan ó seles escatiman cuando los han me-
recido?


Hará -como cosa de diez años la inmensa
mayoría del público francés se hubiera es-
candalizado si hubiese visto sentadas á las
mujeres en las butacas de la platea de un
teatro; ahora que la costumbre ha concluido
por prevalecer, ¿ quién repara en ello y quién
no encuentra eso natural?


¿Y por otra par'te, mi querido Dumas, el
gobierno parlamentario es por- acaso la úl-




LA MUJER IGUAL AL HOlIBRE. 27


tima manera de ejercer la soberanía nacio-
nal? ¿El gobierno indirecto no es ciertamente
lo mismo que el gobierno de varios grados?
¿No es acaso un soberano bajo tutela? "Por
ventur~el advenimiento de un gobierno di·-
recto, en que ha de ejercerse yno delegarse,
no se anuncia si no como próximo, al me-
nos, como cierto?


La ciencia, la justicia y la libertad, tien-
den á sim plificar todo lo que la ignorancia,
la iniquidad y la tiranía habian compli-
cado.


¿Qué le faltará pues á un gobierno directo
para imponerse á todas las resistencias de
atrás? "


Bastará la libertad de imprenta y la liber-
tad de asociacion moderada, debatiendo.
madurando todas las cuestiones de interés
púhlico y de porvenir social.


Despues de fijadas, debatidas y madura-
das estas cuestiones, el sufragio que será en-
tonces verdaderamente universal por com-




23 LA lUUJER IGUAL AL HOMBRE.


prender á M's dos sexos. las admitirá ó las
. rechazará por un sí ó por un nó.


¿Puede haber náda mas sencillo, menos
complicado?


Entonces la objecion referente á .la ele-
gibilidad de la mujer se hará mas estensa,
esto es, la objecion referente á que la mujer
pueda ser elegida.


Interrogada la mujer, consultada su opi-
nion, solo podrá contestar con una sola pa-
labra.


Sí:
No:
A aquellos que nos preguntaran á usted


y á mí quién se encontrará en condiciones
para interrogar de ese modo á la nacion, t~­
da ella, sin escepcion de sexo, usted mis-
mo y yo, daremos esta contestacion:


Nada mas fácil que instituir un Comité .
de vigilancia nacional cuyas funciones con-
sistirian en pedir al soberano su parecer
siempre que un número determinado de elec-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 29


tores creyeran que habia lugar á consultar-
lo. Eso es lo que está en práctica en Suiza
sin dificultades y sin confusiones ningunas
bajo el nombre de Referendum.


¡Cuántas objeciones no se han suscitado
en los pasados tiempos que han detenido el
curso progresivo de muchos siglos y se han
desvanecido por sí mismas al solo hecho de
la adopcion de un principio ó del triunfo de
una idea! _


¡Cuántas objeciones en lo futuro se des-
vanecerán tambien así!


¡Ciego tiene que ser el que no vea que
la sociedad presenta insensiblemente nue-
vas fases.


¡Ciego el que no vea qu~ no podria per-
manecer inmóvil sin peligro!


¡Inmóvil cuando la ciencia y la instruc-
cion cambian sin des.canso é indefinidamen-
te las condiciones todas de su existencia!


¡Inmóvil cuando el nuevo mundo, el
mundo ese de Cristóbal Colon, y el anti-




:50 I,A ~lUJER IGUAL AL HOMBRE.


guo, solo están separados por al~unos dias
de travesía. en los cuales se gasta única-
mente una módica suma!


jInmóvil cuando físicamente hablando no '
hay distancias entre continente y continen-
te. y moralmente entre hombre y hombre!


¡Inmóvil cuando el pobre y el rico van
con la misma velocidad. en un mismo tren ó
á bordo de un mismo vapor!


¡Inmóvil cuando la mujer easada y la que
no lo e~tá. viajan codeándose en el mismo
departamento una con su marido y con su
amante la otra!


¡Inmóvil cuando los hijos del trabajo ha-
cen tantos esfuerzos por elevarse. como po-
cos hace el heredero de muchas generacio-
nes para no verse obligado á .descender!


¡Inmóvil cuando la aristocracia abastece
de muchísimos menos asuntos al estado ma-
yor social que la democracia!


¡Inmóvil cuando la flor y nata, lo mas
escogido, esto es, la inteligencia en lo mas




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 5i


alto de su vuelo solo se encuentra en las
multitudes!


ilnmóvil cuando en todos los paises que
marchan ,á la cabeza de la civilizacion, la
mujer tiende á ser cada vez mas, igual al
hombre!


No solamente esto es así. sino que seria
de desear y un.a dicha que así fuese.


Los hombres no seremos nunca todo lo
que podemos y debemos ser hastá tanto que
alejando cada vez mas de nosotros el criterio
de nuestras madres se haya desprendido el
nuestro de muchas ideas erróneas y. atra-
sadas que lo falsean y lo oscurecen; en que
seamos para nuestras madres la carta á la
cual jueguen mas haciendo sobre ella su
mayor postura; en que durante nuestra in-
fancia leg pertenezcamos á ellas solas; en
que ya sea por cariño. ya por cálculo, to-
das cuantas facultades tengan lis empleen
para el desarrollo de las nuestras; en que
no nos roben· el pecho que nos pertenece




32 'LA MI:JER IGUAL AL HOMBRE, .


dándoselo á otros séres que no son 'nues-
tros hermanos, ni nuestras herm~l\as •.


,


Ese robo, jah! ese robo constituye, un
verdadero crímen, y semejante cr'Ímen con-
tra la naturaleza y la maternidad, el Códi-


.go Penal no lo castiga aunque la estadística
~sté ahí pará testimoniar que el infanticidio
~xiste en grande escala, el infantieidio ele-
vado á su mas alto 'Poder.


Tal crímen, ó por mejor decir, ese doble
crímen viene á ser el de dos mujeres, se me
resiste decir el de dos madres, que se dicen
una á otra:


({Acabo de tener un hijo, pero si yo lo
criara, tendria que renunciar á mi trabajo ó
á mis placeres; usted acaba de parir, á ese'
niño que es su hijo, retírele la leche, esa
leche que es suya, y désela usted á mi
hijo. Con lo cual no hará usted ni mas ni
menos que lo que yo; le pongo una ama
de leche á mi hijo, usted se la porie tam-
bien al suyo, pero se la pone á media ra-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 55


cíon; entre ei sueldo mensual que ha de
~gade- y el que ha de recibir por criar á
mi hijo habrá una pequeña diferencia; dife-
rencia qué constituirá la ganancia que us~
ted pueda tener ... »
, y semejante comercio que es un riesgo
que puede costarle á los dos niños la pér-
dida de su salud, ó de su vida, parece lo mas
natural del mundo, lo mas legítimo porque
no viene á herir á la legalidad, ese molde
de las conciencias 'Vulgares.


No solo pasa que nadie" se indigna por
esto, sino que hay muchas personas que to-
mando la palabra, me dirán:


¡Ah;í tiene usted á una jóven recien pa-
rida! Convengo en que ha tenido la sufi-
ciente fuerza para llevar á su hijo en sus
entrañas durante nueve meses y para tra~r.
lo al mundo, pero es endeble para criarlo,


-... .


¡,quiere usted obligarla á hacer lo que seria
peligroso que hiciese para su salud y para
la de su hijo? ...




:14 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE •


. y yo contestaré sin titubear: sí señor.
Contestaré que sí, porque yo no sabría


permanecer indíferente tratándose de la suer-
te de un niño que nacido de padres pobres,
como compensacion á su pobreza, tenia en
la persona de su madre. portándose como es
deb:do, una escelente ama de criade lo me:
joro una buena, una robusta, 'una sana no-
driza que lo habria querido con un cariño


, ,.


maternal, y que en lugar de ella, solo ten-
drá un~ que le escatimará su leche y que
será menos robusta, menos buena, menos
sana, no tendrá mas que una mercenaria que
no ha de ver otra cosa en su hijo de leche de
segunda estofa. que las monedas que.pueda
gah~r mensualmente en la indigente casa.
¿De" dOs reeien nacidos, si alguno de ellos
d~bia perderse, si alguno de ellos debia mo~



rir, no valia mas que lo fuese el peorforma-
do, e(menos robusto'! 6De dos criaturas, si
una de ellas debía vivir con preferencia á la
otra, no seria ciertamente la que para satis-




,LA ,~IUJER IGUAL AL HOMBRE. 35


facer su hambre y su sed hubiese tenido el
pecho. la leche de su madre, y en suconse~
cuencia, mas probabilidades. ofrecido hubie-
ra de perpetuar la especie sin. hacerla dege-
'nerar física ó intelectualmente?


Bajo el régimen fuera de lo comun, por
el que la sociedad rebaja sus corrientes
sin darse cuenta de dónde van á ir á parar,
sucede con frecuencia que la madre es causa
de que enferme el niño, y la mujer de que
enferme el hombre.


Lo p~mero q~e debia preocupar á la 'so-
ciedad. su primero, su principal cuidado de-
bia ser impedir el empobrecimiento de nues-


" tra ~angre, y la degenerac:on de nues~a
raza. .,


y para nada se ocupa de es,o.. ..';
Hacemos lo contrario de lo que debemos


. .. .


bacer.
. .


. Una jóven sin permiso de la)ey;~h~ trai-
do al mundo un hijo.


Lo nutre con su leche.




3() LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


Con el mayor cuidado vela. por su edu-
cacion.


Pues bien, en lugar de ver en aquella
maternidad la compensacion de'su flaqueza,
no encontramos bastantes palabras para me·
nospreciarla y juzgarla severamente. Vién-
dose condenada ia pobre jóven á sufrir toda
.clase de molestias para ocultar su embara-
zo. ¿Y esas mortificaciones, quien las pade-
cerá? El niño, si no se muere.


Cuando se contempla á la sociedad desde
muy alto, y muy de cerca á la humanidad,
un problema existe que parece pequeño; el
divorcio, que sin embargo, suscita contro-
v,.ersias tan numerosas y pertinaces, que no
puede menos de pensa!: uno, si llegarán á
desa~m!l.rla y á vencerla.
~, ; :f..a cuestion go~da, la cuestion magna, yo
no m~ cansaré, de repetirlo á cada momen-


. to, ~s la del papel que desempeña la mater-
nidad en la sociedad.


Tratándose de la mujer honrada, la madre




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 57


que se hace venerar por estar llenando cum-
plidamente su mision, vá á reunir la pl'osti-
tucion con el pasado, la esclavitud y la ser-
vidumbre. Ya no habrá mas mujeres prosti-
tuidas, como no hay mas esclavos ni siervos.


¡Qué le importa al Estado, qué le importa
á la Nacion que el hijo llamado á los veinte
años para satisfacer, bajo los pliegues de su
bandera la contribucion de sangre, y la del.
tiempo, sea reputado como hijo natural ó
adulterino!


Lo que le importa es que tenga la talla
reglamentaria, que no sea ciego. ni sordo.
ni jorobado, ni cojo; en una palabra, que
sea bien formado, que no sea diforme.


¿Por qué se mezclará, pues, el Estado en
Francia cuando se unen dos séreS"en la union
esta, en que jugando un gran papel el mi",
terio, la tal inmiscuicio~ del Estado,.puooe
constituir para ellos una situacion desespe~
rada, un verdadero suplicio?


¡,Con qué títulos, en nombre de la ley,




38 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


pretende rehace~ á la humanidad á riesgo
de falsear sus corrientes, y tiene por críme-
nes punibles actos que en realidad no son
culpables?


¡Si el adulterio es un crÍmen, que cas-
tigue entonces á todos los adúlteros; pero
para un adúltero que por casualidad cas-
tiga, hay una suma innumerable de ellos
que no!


La prostitucion que .el Estado infama y
combate, ¿acaso en su mayor parte no es
obra suya? ¿Por qué no ha de permitir que
sea reglamentado el casamiento por la cos-
tumbre y por la idea que de él se tenga?


¿Por qué no ha de permitir que varíe se-
gun los tiempos, como varia segun los paises?


Si para algo debía intervenir en ello, que
fuera para impedir á la mujer casada el tra-
bajo manual en la fábrica, en la máquina,
en el taller. en todo ese trabajo incompati-
ble con los cuidados que exigen los hijos


_ .euttndo sus madres quieren educarlos bien y




LA ~IUJEIl IGUAL AL HOMBRE. 39


con los necesarios, para un puen arreglo de
casa, para que cuando el hombre vuelva á
ella despue&, de su trabajo durante el dia, no
pase la noche en la taberna.


,Cuando llegue la hora de abordarse re-
Rueltamente la cuestion socia'l, se empezará
por el principio, es decir, por la reforma de
los alojamientos de las familias pobres.


Cuando la madre, el padre y los hijos, los
hermanos y las hermanas, los enfBrII!OS y
los que están buenos viven todos revueltos
en un mismo cuarto, ¿es justo que exija-
mos de ellos la misma idea de la pulcritud,
de la decencia, del pudor y de la virtud,
que los que ti~nen cada uno el suyo?


Si pudiesen disponer en su casa de una
bodeguita á donde embotellado y bien dis-
puesto colocaran su vino, no irian á beber
el de la, taberna costándole cuatro veces
mas caro.






IV.


(


Justo es que se gaste mucho dinero en la
instruccion de las masas ignorantes; pero
cometeríamo,s una gran imprudencia si lo
redujéramos todo á eso.


Debemos prever tambien la llegada del
dia en que las mujeres sepan que el Gobierno
de la República ha retrasado su enseñan-
za. Teniendo entonces mas conciencia de
lo que son, y de su legítima influencia, no
se contentarán ciertamente con una con-
die ion social tan inferior. Tasarán la pose-
sion de sus personas en precios mas eleva-
dos. La mujer no querrá entonces para sí un
marido incivil. Siendo independiente de él
de una manera legal, no ha de sufrir, bajo




42 LA ~leJER IGUAL AL HOMBRE.


ningun concepto. que la maltrate. Sus hijos
vendrán á constituir su fuerza. Los criará
con otras aspiraciones, con otros sentimien-
tos. Sentirá por ellos mas orgullo de madre
y mas ambiciono


El nivel de una sociedad. no desciende.
cuando menos, sensiblemente. sin que se
conmueva su fondo y sin que lleguemos á
mirar con desprecio muchas ideas que pasa-
ban por verdaderas y que no l~ eran en rea-
lidad.


Cuando se ha visto salir de un hotelito ar-
tísticamente amueblado . puesto con esqui-
sito gusto, á una linda jóven muellemente
reclinada en un carruaje tirado por dos ca-
ballos con grandes aparejos, la cual jóven
no es otra que la que el año anterior lle-
vaba los encargos de un establecimiento;
cuando hemos hablado con ella. cuando nos
ha hecho los honores de la casa con una de-
licadeza admirable; cuando le hemos escri-
to, y nos ha contestado con un billetito ver-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 43


daderamente encantador, cuando hemos sido
testigos de su afan por aprender, lo que se
abochornaba de ignorar; cuando la hemos
oido hablar de teatro, de cuadros, de libros
de actualidad, con una sorprendente exac-
titud en sus apreciaciones, no podemos me- ,
nos de creer que el porvenir de la sociedad
pertenece á la mujer, toda· vez que ella sabe
y puede sufrir una metamorforsis tan rápida
y tan completa.


No le sucede lo mismo al hombre á quien
ha faltado una buena educacion materna y
una distincion innata en él. -Si desde su na-
cimiento ha sido una persona vulgar, difí-
cilmente: deja de serlo; cuando la fortuna
llega á cólocarlo en otra situacion, en vez
de convertirlo en un hombre agradable. be-
névolo, lo convierte en uno vanidoso, áspe-
ro é indigesto.


Una nacion tarda muy poco en ser 10 que
las mujeres hacen que sea.


Por su instruccion, aunque tardía, y por




44 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


la educacion dada á sus hijas desde la cuna.
se reformarán las costumbres.


El cieno que se deposita en el fondo de
toda sociedad, tiende á disminuirse cons-
tantemente. Existen ya hoy muchos menos
de los que á principios de eite siglo no sa-
bian comprender profundamente el signifi-
cado de las palabras: Hombres, y mujeres.




v.


A la que conviene estudiar hoy, no es á
la mujer que mata al hombre, sino á la que
mata á esta decrépita sociedad espirante, lo
que conviene estudiar hoyes á la mujer á
quien el hombre habia cometido el abuso de
quitarle el lugar que ocupa y que l~ reco-
bre legítimamente.


Para darse cuenta del camino que la mu-
jer ha andado ya en este sentido, basta solo
comparar, mi querido Dumas, el libro que
ha escrito usted en 1880, y el que escribió
en 1872, en que no se atrevia todavía á fun-
dar uua opinion sobre el divorcio, que es una
transicion, pero que no es una solucion~




46 LA MUJER IG UAL OL HOlIBRE.


puesto que no se la da un corte, puesto que
no se aclara la cuestion de la indivisibili-
dad del hijo,


¿Despues de la separacion, ó del divorcio,
si el hijo es único, á quién pertenecerá?


¿A la madre ó al padre?
¿Si el tribunal encargado de la causa se


inclina á favor del padre, qué le pasa á la
maternidad? ¿Si se inclina á favor de la ma- ,
dre, en qué lugar queda la autoridad legal
del marido?


y tanto en uno como en otro caso, ¿qué
respeto puede tener ya el niño á su madre,
que lo ha traido al mundo con peligro de su
vida, y á su padre que seguramente no ha
de condenarse á no reemplazar por ningn-
na otra mujer á aquella que judicialmente
ha hecho que sea castigada como adúltera?


A medida que he reflexionado mas, mas
tambien se ha arraigado en mí la conviccion
de que la sociedad se habia de encontrar
siempre con las contingencias de los apuros




LA MCJER IGUAL AL HOMBRE. 47


de un problema que no puede resolver, y
cuya solucion debe pedir á la humanidad.


Esta ni se equivoca, ni engaña.
La humanidad ha hecho á la mujer. y la


prueba la tenemos en que, á escepcion del
acto en que se lleva á cabo en la union de
los dos séxos, no hay ni una sQla cosa si-
quiera de las que hace el hombre que no la
pueda hacer la mujer (1).


(1) Setiembre de 1880:-Eslracto de periódicos ameri-
canos:-"La señora de Gordon, que lia sido la primera -mu-
jer-abogado que ha hecho uso de la palabra ante un Jura-
do, en San Francisco, acaba de de.nder á un hombre acusado
de haber cometido un asesinato.


Dlt!ha señora vestia de negro, llevando por todo adorno,
una rosa en su cintura. Su entrada ha causado en el audi-
torio un movimiento general demostrativo de una emocion
que la señora de Gordon ha hecho como si no hubiese
notado.


Durante su peroracion, se han podído escucharporvarias
veces atronadores aplausos, que no han conseguido impe-
dir las severas amonestaciones de los jueces. Por último, el
Jurado :ha declarado al defendido de la abogada, exento de
culpabilidad, lo que ha sido causa de una nuev,a esplosion
de-entusiasmo. La señora de Gordon eS jóvcn y bonita.




48 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


El argumento basado en que la mujer no
serviria para soldado. argumento vulgar.
no significa nada.


¿Por qué no habia de poder serlo?
¿Acaso tiene menos valor, acaso es me-


nos intrépida que el hombre?
Pero esta contestacion que no seria con-


siderada como bastante séria no es sin em-
bargo la que yo haria.


Yo diria que era precisó desesperar de la
razon humana y del buen sentido de los
hombres políticos si fuera solo una quimera
el pensar que habia de llegar un día para
la Europa en que los ejércitos fuesen redu-·
cidos á menor número para no existir como
en Inglaterra y en los Estados Unidos sino
una carrera regida por reglamentos propios
y sostenida por un contingente voluntario.


Usted dice. querido Dumas:
(eNo se haria mal con pedir que se ad-


mitiera la mujer para los cargos de juez y
de Jurado; si no ha lugar á concedérsele .el




LA M1:lJER IGUAL AL HOMBIIE. 49


-derecho de dirigir el Estado, es porque no
se le ha impuesto el deber de defenderlo,
que sea soldado, y podrá ser en seguida,
-desde entonces, Jue~, Cónsul ó Jurado.»


Darle un corte de esta naturaleza á la
cuestion. es ponerse en abierta contradic-
cion con lo que usted escribe en algunas
-páginas despues (179,200 Y 201):


«Todo se enlaza, todo es lógico y deduc-
tivo en el mundo moral y en el físico.
. »8i mujeres como Clotilde, que convi~tió
á los Francos; A.na de Beanjeu, la buena
reina Ana, Blanca de Castilla, Isabel de
Hungría, Isabel de Inglaterra, Catalina la
Gr.mde y Maria Teresa, han reinado del
modo que han sabido hacerlo. han probado
que por su inteligencia y por su. energía.
podrian reinar tan bien como los hombres.»


Desde el momento en que ha admitido us-
ted que el sér femenino debe ser elector. quiera
usted ó no quiera será elegible; y si no es
iuez civil jurado siendo licenciado, siendo


4




50 LA, Mr:JER IGUAL AL HOMBRE.


doctor en derecho, será, porque no querrá
serlo.


Siendo elector y siendo elegible, lo que
implica poder ser senador ó· diputado y te-
ner voz por causa de cualquiera de estas dos
cualidades en las discusiones y votaciones
de las leyes, el femenino si juzga que puede
haber cargos, que no le convenga desempe-
ñar, 10 declarará y así lo votará obrando
con conciencia al hacerlo. .


Votará que para ser juez, para ser jurado,
para ser cónsul se haga preciso tener algu-
nas condiciones especiales de las cuales una
de ellas será la de pertenecer al sexo mas-
culino


Véase si la cosa es sencilla.
y así para lo sucesivo. bajo el régimen


llamado de la soberanía ni}cional , no seria
únicamente el hombre el que pronunciara
su fallo sobre la suerte de la mujer, el que
fijara legislativamente su estado civil y po-
lítico; mancomunadamente el hombre y la




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 51


mujer tendrian el mismo de~echo de subir
á la misma Tribuna y de depositar cada
uno su papeleta de votacion en la misma
urna~


La Francia electoral entonces, en lugar
de ser representáda por diez millones de
electores, lo seria por veinte, no siendo úni-


, camente una mentira legal el sufragio uni-
versal, puesto que fuera de él solo se, en-
contrarian los mineros: y los reos de delitos
en los cuales recaeria la incapacidad por
hallarse. sub iudive. '


O yo he perdido ya el discernimientQ, ó
se llegaria á una política mas elevada, mas
profunda, mas.duradera, el dia en que á eso
se viniera á parar, á una política cada vez
menos revolucionaria, y cada vez mas social
en la mejor acepcion de esta última palabra.


Lo cierto es que las cuestiones que mas
interesar pueden al ,porvenir de la democra-
cia son aquellas en cuyo fondo no ha pene-
trado ninguno de los gobiernos que se han




52 LA MC1ER IGCAL AL HOMBRE.


venido sucediendo desde que la República
fue por primera vez proclamada en Francia.


El hombre no ha salido de la senda por
que ha penetrado desde esta época y por la
que continúa aun. Tiene todavia que estar
re vindicando y siempre en vano, la libertad
de imprenta, la libertad de asociacion, la de
reunion y la de enseñanza: Estas cuatro
libertades esenciales se convierten en pode-
rosos instrumentos en manos de el elegido
para' la gobernacion del Estado, pero si éste
no hace uso de ellas de una manera eficaz
para que disminuya cada vez mas el desvio
que existe entre él y la multitud ¿para qué
sirven á esta última?


¿Qué ganará por ejemplo con el cambio
del escrutinio ullinomioal de distrito, por el
escrutinio pluninominal de. departamento.
por el mantenimiento ó la supresion de la
i,namovilidad en la magistratura?


Mientras que la mujer ante la ley no sea
igual al hombre, no hay que esperar que la




LA lIUIER IGUAL AL HOMBRE. 55


política cambie de giro y se ·aparte en el
porvenir de una manera ostensible de lo que
ba sido en el pasado.


Merece ser leido detenidamente el pár-
rafo que sigue de libro de usted:
- «La mujer no debe hacer del casamiento


su único fin, y del amor su solo ideal: pue-
de pasarse sin el hombre para conquistar la
libertad; y la libertad que por su trabajo
obténdrá, será de otra bien distinta manera
real y completa que pueda serlo la libertad
en el nombre solo, que obtenga por el ma-
trimonio. »


Usando de ese lenguaje bien se conoce,
querido Dumas, que usted ve solo la socie-
dad y sus vicios, pero que no ve usted la
humanidad y sus leyes.


La ley de 11\ mujer, su ley suprema es la
maternidad.


Su ,objeto ser madre, su ideal tener hijos
muy hermosos de los cuales pueda estar or-
gullosa; de los cuales sea el ángel tutelar;




54 LA MUJER IGUAL Al, nOMBRE.


que constituyan el objeto de todas sus
preocupaciones y el de todos sus cuida-
dos cuando llegue á la edad en que na-
turalmentese hace el vacío alrededor de
la mujer cuando ha llegado á una edad
avanzada; hijos que .sean su apoyo que le
devuelvan en su vejez los cuidados que les
ha prodigado durante su infancia y su ju-
ventud.


El papel que la madre desempeña en la
sociedad no es todo lo que pudiera y debiera
ser; por eso preoisamente es por lo que
nuestra sociedad es tan defectuosa y tan vi-
ciosa y por lo que el problema de la ley pe-
nal parece irresoluble. El amor maternal es
una cuerda que no vibra todavía sino de una
manera imperfecta, una cuerda, en fin. que
no produce todos sus sonidos.


La madre que tiene un hijo á quien criar,
á quien velar t á quien educar, á .quien
instruir. una casa de que cuidar y que no
tiene nada para ayudarle, con mas razon si




LA M"CJER IGLAL AL HOMBRE. 55


-esa madre, en. lugar de uno tiene dos; tres
hijos ,algunas veces mas ¿á qué· trabajo
despues del cumplim;ento de osos deberes
quereia que se dedique? ¿Qué trabajo puede
en su cousecuencia 'desempeñar á menos
que descuide aquel para el cual. es irreem-
plamlble?


,La libertad que la mujer consigue por medio
de su trabajo no es su libertad sino su per-
version. Estoy conforme con que trabaje en
el campo yen,su easf.tymejór aun conque
trabaje con su: inteligencia. Conforme con
losiJargos que desempeñala institutriz, por
que estos, no separan al niño de la madre ..
Cuando la mujer, se une al hombre, no es ya
soloelórden de la casa el que gaRaeon esto,
sino ,que ademasbaja el presupuesto de la
misma. Su entrada representa un salario que
disminuye la tasa d~l que constituia 10l! gas-
tos de dicha casa.


A la perturbacion social que existe y de
la cual es una de las principales causas la




aH LA MLJER IGUAL AL HOMBRE.


nodriza, hay que añadir otra que la agra-
va mas: el biberon, esa invencion modernt\
tan ponderadapo.r la gente superficial.
~Qué hace el biberon?


Ro.mper con el vínculo que existe entre la.
madre y el hijo y el hijo. y la madre; el ho.,..
gar se reduce entonces á Ilo. servil' mas que-
co.mo habitacio.n de dormir que esperimenta.
algo. del co.ntagio. de la taberna.


Cuando. haya usted reflexionado Co.n roa·
durez co.mo. yo sobre el particular, mi que-
rido. Dumas, abando.n~rá su o.pinio.n por la
mia; y no. vo.l verá usted á decir nunca mas «la
mujer puede., debe pasarse sin el ho.mbre. J)


¡Ah! no., no., la mujer no. debe pasarse sin
el hombre.


Tiene cada uno. su mision marcada.
La de trabajar.por la mujer el ho.mbre.
La de pro.po.rcionarle la tranquilidad en


el interior de su casa, tI'atando. de que lle-
. gue á quererla el ho.mbre, la mujer.


Si éste es bruto, perezo.so. é inclinado. á la




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. ni


embriaguez; para estimularlo, para atraerlo
no debia emplear otro medio que el de ame-
nazarlo con su separacion llevándose con-
sigo á sus hijos. que le pertenecerian solo á
ella legalmente y á él nada mas que por el
apego que les tuviese.


Siguiendo el órden de mis ideas por el que
todo se enlaza, la madre adquiere de esta
suerte un~ fuerza que la proteje de la debi-
lidad. de su debilidad de mujer; pero eso si
á condicion de que para lo futuro la mater-
nidad no llegue á ser nunca mi motivo de
vergüenza y sí siempre un honor.


¡Oh! y verdaderamente. ¿por qué ha de
ser una vergüenza?


Esto ni se comprende ni Ee esplica.




;.,! -fr'. {~'. <1 'f". :" ~ j"




VI,


Lo cierto, lo verdadero es la uniQn libre
realizada entre el hombre y la mujer con
conocimiento de causa y ennoblecida por su
mayor duracion;· esa es la ·familia.


Lo erróneo es la union indisoluble pacta-
da con plena ignorancia recíproca y envile-
cida por el adulterio; á eso es á lo que se
llama casamiento.


Lo cierto, lo verdadero seria que para
los derechos de la viudedad se tuviesen en
cuenta á los hijos que pudiesen probable-
mente ser habidos.


Lo falso, lo equivocado, la norma segui-
da para la dote, á la que con Jamayor fres-




1)0· LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


cura son sacrificados los hijos que han de
nacer.


El Estado que para nada se le importe de
las generaciones futuras hace mal.


En su libro, querido Dumas, ha consig-
nado usted una gran verdad.


Esta es la siguiente:
.. La ciencia es la religion del porvenir.»
La ciencia ha llegado á adelantar tanto,


que ha conseguido estirpar las huellas de-
jadas por el veneno desplles de la muerte,
ha conseguido borrarlas todas. absoluta-
mente todas; en su consecuencia la libertad
del casamiento, la libertad del hogar serán
las únicas garantfas eficaces contra el ries-
go inherente á las uniones indisolubles tan
mal a.decuadas que se convierten en verda-
deros tormentos que ahogan el grito de la
conciencia en el colmo de la desesperacion
y en la lucha contra la sociedad, que está
en abierta oposicion con la humanidad.


Esta oposicion es la que es preciso com-




LA nn;JER IGUAL AL HOMBRE. 61


batir. esta la, que es preciso destruir.
Yo respeto á la humanidad, usted la vio-


lentaría á ser posible que' su proposícion
prevaleciera.


¡,Qué seria y qué podria valer una socie-
dad en que «se dedicara la mujer á ver cómo.
le era posible pasarse sin el hombre'!))


¿Una sociedad que viniese á constituir el
antagonismo del hombre ó de la mujer en
lugar de ser su unioil? Valdria todavía me-
nos q Ile la sociedad actual.


No intente usted deshace1=la par~volver­
la. á hacer de nuevo. Correria usted el ries-
go de edificarla peor.


Ni usted ni yo pedimos ni mas ni menos
que lo que la humanidad desea una vez
vuelta á entrar en la plenitud de su derecho.


La huma.nidad es la naturaleza.
¡,Puede pasarse el hijo sin la madre?-No.
Caso de desav~nencia ,entre la madre y


el padre. ¿ puede dividirse el hijo entre los
dos?-No.




62 LA MUJER IGUAL AL HmIBRE.
------------- .- --------


Esta indivisibilidad del hijo. no es cier-
tamente unl!- ley de la naturaleza?-Sí.


¿La ley de la naturaleza entonces á quién
concede la propiedad del hijo hasta el dia en
que se pertenezca á sí' mismo?


¿Acaso quiere que sea propiedad de un
padre del cual se duda si es el suyo?-No.


¿O se quiere quizá que el hijo sea propie-
dad de la madre sobre la cual no hay duda
que lo ha llevado en sus entrañas?-Sí.


Pidamos pues que asi sea.
En vano lo pediremos durante toda nues-


tra vida; pero esto no es una razon para no
pedirlo.


La marcha de la verdad es lenta; pero la
gloria de librarla de sus enemigos es tanto
mayor cuanto desde mas lejos se la venga
avanzando, y cuanto mayor esfuerzo y cons-
tancia haya sido necesario tener para com-
batirla y desarmarla.


Con nosotros estarán todos los hijos que
la sociedad coloca arbitrariamente fuera de




LA Ml1JER IGUAL AL HOMBRE. 6:>


su ley y cuyo número bajo el nombre de
hijos naturales y adulterinos aumenta cons-
tantemente. Ellos serán los soldados de la
causa cuya bandera hemos enarbolado.


Despues de la aboJicion de la esclavitud
y del servilismo. ¡qué abolicion mas glorio-
sa que la de esta ilegalidad social. que la
de esta iniquidad legal!








SEGUNDA CARTA·






SEGUNDA CARTA.


París 28 de octubre de 1eSO.


I.


Mi querido Dumas:
La libertad en cuya infancia estamos hoy


no es un falso culto ni una palabra vana.
La libertad es el camino que ha de con-


ducirnos hasta la conclusion de todas las
iniquidades legales, de todas las consecuen-
cias legales.


Ese será el acontecimiento del nuevo
mundo que ha de formarse y tener por eje
la soberanía del Número.


En ese nuevo mundo ~e habrá acabado




68 LA MOlER IGUAL AL HOMBRE.


con la ilegalidad civil y la política que en-
tre la mujer y el hombre .. existe , y con la
civil y social cntre los hijos de una misma
}\Iadre: cuanto resistir no pueda á la prueba
irrecusable de la discusion y á la decisiva
de la publicidad sucumbirá no sin resistirse
antes, pero tampoco habrá piedad para nada.


Preciso es que los privilegios de seme-
jante órden social cuyo edificio se viene
abajo piedrapor piedra se resignen y estén
preparados para el inevitable cambio de con-
diciones que les espera y amenaza.


Lo que á ellós les conviene es que estalle
una revolucion por medios violentos, pues
de ·verificarse así, no se haria esperar mu-
cho una reaccion que retardaría la revolu-
cion de la ciencia, de la equidad y de la ló-
gica. que es lo que mas temen, porque seria
definitiva. y no retrocederia un paso en su
camino.


Por su misma esencia el Número á cuyo
reinado ha dado márgen, el sufragio uni-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 69


versal, nada tiene que ver con 10 que mas
ó menos aproximadamente parecerse pueda
á un privilegio.


E15 de marzo de 1848 el dia ese en que
por medio de un decreto se abolió el censo
electoral estableciéndose el derecho de vo-
tar para todos los franceses que tuvieran
veinte y un años de edad sin distincion al-
guna entre los que sabían ó no leer, en-
tre ricos ni pobres hallándose escluidos
solamente los apercibidos por la justicia
acusados de incapacidad política, las muje-
res pudieron asegurarse de que no se verian
privadas por mucho tiempo de un derecho
que le era propio hasta á la gente merce-
naria.


¿Por qué ha de privarse por la ley á la
mujer ilustre, á la mujer de génío, de ta-
lento, de ciencia, que ha recibido el grado
de bachiller en letras ó en ciencias, el de
doctor en derecho ó en medicina, por qué
prohibirle que tome parte en la eleccion de




iO LA. MUJER IGUA.L AL HOMBRE;


un concejal, de un consejero general, de un
senador, de un diputado, cuando al criado
que sirve á esta mujer se le llama pala con-
currir á los comicios cuyas puertas se le
abren todas de par en par?


¿Puede admitirse esto?
¿Puede sostenerse?
¿Semejante interdicto no es un contrasen~


tido que viene á falsear las nociones todas
que de la justicia se tienen? ¿Por acaso re-
sisten á un concienzudo exámen y á un de-
hate sério? .


¿No siendo en la arbitriaridad y en la ru-
tina. en qué puede fundarse?


¿De qué se trata?
Para conferir ciertos grados, ¡,no se trata


de que el presunto mandatario sea el mas
discreto y fiel á los intereses, sentimientos
y opiniones del mandante?


¿Por acaso en esa sociedad en que el hom-
bre y la mnjer viven, tiene ésta sentimien-
t()S, intereses, opiniones, que merezcan te-




I.A MUJER IGUAL AL HOMBRE. if


nerseen cuenta menos que las opiniones, los
sentimientos y los intereses del hombre que


• la está sirviendo, de un hombre que á te-
nor de las c03tumbres tradicionales segui-
das generalmente en el hogar doméstico,
hasta la presta una obediencia pasiva?


Al reclamarse el sufragio universal mas-
cul~no el 5 de marzo de 1848, se incluyó
sin conciencia de lo que se hacia, pero im-
plícitamente el sufragio universal femé-
nino


y si no incluyéndose en dicho sufragio
diez millones de electores, que con los que
figuraban en las listas electorales habian
de formar los veinte mil que debía haber
.;,porqué llamaba á esto el legislador equivo-
cadamente sufragio universal?


Podrá acumularse contra el sufragio uni-
versal femenino cuantas controversias ima-
ginables sean, pero con todo esto. solo se
.conseguirá detener el curso de los aconte-
.cimientos.




72 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


Lo que ha de suceder. sucederá sin que
pueda impedirse: es inevitable.
¿~ómo evitarlo, cuando pongan de mani-


fiesto desde luego la mujer y el hombre su
igualdad de inteligencia haciendo los mis-
mos estudios. recibiendo la misma educa-
cion é instruccion, leyendo los mismos dia-
rios ,los mismos libros. obteniendo los mismos


, .


diplomas despues de haber, pasado para re-
cibirlos por las mismas pruebas?


Las corrientes de los acontecimientos tie-
nen como las de los rios, su embocadura al
estremo opuesto de su nacimiento. La em-
bocadura del sufragio universal es el voto
para todos, sin distincion de sexo.


Los que no sean de esta opinion, que se
embarquen en el Hane con direccion á
Nueva-York, y visiten losEstados-Unidos,
en donde el sufragio universal nos ha lleva-
do la delantera; y podrán ver todo el terre-
no que la mujer. que el femenino conquista
cada año con la rapidez de la velocidad ad-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. i5


quirida ya. Existe en los Estados-Unidos
una sociedad nominada, Comité del Estado
para el sufragio de las mujeres.


The Wameu's right's association, cuenta al-
gunos años de existencia lo mismo que The
Womeu's Medical College. que ha concedido
últimamente el diploma de medicina á diez
muchachas. Otra asociacion ha tomado el tí-
tulo de The National Womeu's suffrage asso-
ciation, y tiene por presidente á mistress
Elisabeth Cady Stauton.


Lo que sigue á continuacion está estrac-
tado del Leader de Cheyeune:


«Diez años de esperiencia han probadola
ventaja de estender á las mujeres el derecho
del sufragio. El Estado ha visto aumentar
el número de sus habitantes. La sumision
de estos á la ley ha sido mayor; en todos
ha habido estímulo por elevarse; las mu-
jeres, las madres. las hijas, se han iden-
tificado en sus miras y en sus intereses con
sus padres, sus maridos, sus hermanos; el




,4 LA lUUJEIl IGU,lL AL I10lIBRE.


cuerpo político ha ganado con esto vida y
salud.


))Las mas brillantes esperiencias de los
apóstoles del sufragio. de la mujer se han
realizado, debiendo esto acelerar el día en
que la influencia civilizadora lleve sus be-
neficios á todos los Estados de la Union.»


El profesor John W. Hoyt, gobernador
del territorio de \Vyo:ning, dice por su
parte:


«La investigacion escrupulosa, las mu-
chas observaciones que tengo hechas en to-
das las secciones del territorio, para darme
cuenta prácticamente de los efectos produci-
dos por el derecho del sufragio ejercitado
por las mujeres, me obligan á declarar que
los hechos hablan en todas partes á favor de
su sistema.


»)El derecho del sufragio en las muje~es
es innegable en sí mismo, yes lo cierto que
en toda sociedad el porvenir le pernecece. )


Lo que antecede lo vemos confirmado por




J.A ?d:UJER IGrAL AL HO~IBRE. 75


un diario no sospechoso, The New· York Ob-
server, que se espresa de esta manera por bo-
ca de sus corresponsales:


«Las mujeres de Wyoming, y particular-
mente las de la clase elevada, tienen como
un honor el derecho de sufragio, y lo ejer-
cen como los hombres.


«Las elecciones se llevan á cabo con tan-
ta tranquilidad y decencia como cualquier
otro acto público, y yo estoy plenamente con-
vencido de que si los hombres y las mujeres
pueden. sin perjuicio alguno; reunirse en el
hogar, en la escuela, en la iglesia y en
todos los lugaresde la vida, desde la cuna á
la tumba, tambien deben estarlo en laselec-
dones, á donde las mujeres, sin obstáculo
.alguno para la moral, se asocian momentá-
neamente á sus padres, á sus esposos y á sus
hermanos.


>lAquí no solamente confiesan todas las
señoras lo que vale el sistema, sino que en-
cuentra en él la socied'ld ventajas preciosas.




76 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.
~_._---------------


Los únicos elementos sociales que se han
opuesto al derecho del sufragio en las muje-
res, son las personas viciosas y corrompidas.


» Como consecuencia del predominio de
las mujeres en las elecciones, los diferentes
partidos políticos haJ;l reconocido la necesi-
dad de proponer como candidatos á los hom-
bres mas recomendables ba:io todos concep-
tos. O bmr de otra manera seria ir á parar á
una derrota cierta.»


Citemos como otro testimonio el del res-
petable D. W. Kingman, natural de Wyo-
ming, al dirigirse al periódico Sunday He-
rald de Boston.


(Nuestras mujeres votan y ejecutan este
derecho con el mismo interés que los hom-
bres. Las mejore~. las mas instruidas dan
entre ellas el ejemplo; todas votan con dis-
crecion é independencia; no están sujetas
como los hombres á dejarse llevar por la
oferta de un vaso de vino á afiliarse 6 tomar
partido en los corrillos.




LA MUIER IGUAL AL HOMBRE. 77


En las elecciones como en las demás re-
laciones que existen en la. vida, !ecilaz-a.n
los elementos perniciosos y secundan los
buenos y leales por medio de una oposicion
tranquila, pero que no por eso está menos
segura de llegar á su fin.


Todos empezamos aquí á apreciar y á
sentir la influencia del derecho del sufragio
en las mujeres. Cualquiera que sea el que
ambicione un cargo público en el territorio
de Wyoming tiene que poseer una buena
conducta privada y una reputacion sin ta-
ena. Inútil es que se proponga uno ser can-
didato teniendo inclinacion al vicio, al jue-
go ó á la borrachera. En tal caso la decep":
don es segura. )


«Como declaracion importante y decisiva
la del respetable D. H. Howa, presidente
del Consejo Supremo de Wyoming:


A pesar de todo lo previsto por mí. en es-
ta materia, debo en conciencia declarar que
las mujeres han desempeñado sus funciones




78 LA MUER IGUAL AL HOMBRE.


de Jurado con tal dignidad, con tal decoro,
con tal in~eligencia y tino, que han causa-
do ~a admiracion de los hombres,de saber en
Wyoming.


Las mujeres se han presentado cuidado-
sas, atentas, infatigables, inteligentes y
concienzudas.


Con firmeza y resolucion han defendido
siempre el derecho tal y como lo establecia
la ley y las pruebas.


Sus veredictos han sido correctos, y des-
pues de tres ó cuatro procesos criminales
así juzgados, los abogados defensores de
personas acusadas de haber cometido críme-
nes, empezaren á hacer uso de su facultad
de recusar á varios del Jurado para dar gusto
á sus clientes, á fin de separar á aquellas
mujeres que aplicaban laley y castigaban el
crímen.


Despues de dos dias de sesion en el gran
Jurado, los propietarios de salones de bailes,
casas de juego y de desórdenes, llenos de




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 79


temor, huian de la ciudad para no sufrir Iae
reprensiones de esos Jurados femeninos.


Por último, despues de veinticinco años
de vivir en los tribunales de la comarca, yo
no he visto nunca ningun jurado de mayor
ó menor importancia, mas fiel. mas inteli-
gente, de una manera mas resueltamante
honrado que ese de mujeres.»)


¿ Qué piensa usted, mi querido Dumas,
de tal testimonio y del bill (1) que declara á
las mujeres aptas para desempeñar los car-
gos de los jurados y tomar parte en los tri-
bunales supremos de justicia?


Se o:reció la presidencia de los Estados
Unidos á mistrees Victoria Woodhall, sin
que este ofrecimiento llegase á tenerse por
irrisorio. Mistres Victoria Woodhall pOEee
en alto grado el don de la palabra. Mas de


(1) Y oz ing!esa, que se dice del proJ ecto de a~gun acto
del Parlamento de Inglaterra.


N. delT.




80 LA MUJER IGUAL AL llOMBRE.


diez mil oyentes se apresuraban en Lón-
dres á ir á sus conferencias °de Saint-James
Hall y de Mechanic's Hall, en donde espo-
nia y discutia las condiciones políticas y so-
ciales de los Estados Unidos. Los derechos
y deberes de la maternidad difícilmente po-
drian haber hallado adalid mas elocuente
que ella.


Las mujeres administran las parroquias,
celebran las ceremonias del culto, los casa-
mientos, los bautizos, las exequias (mis-
tress Julia Ward Howe, conferencia dada en
París).


El sistema de educacion comunal de los
dos sexos se encuentra aplicado en mas de
cincuenta colegios; la superioridad de esta
manera de instruir es indudable. El núme-
ro de mujeres empleadas en el servicio de
Correos pasa de cuatro mil.


En N ueva-York las dos terceras partes de
las personas dedicadas á la enseñanza en las
escuelas públicas son mujeres, y la mayor




LA MU1ER IGUAl, AL HOMBRE. R1


parte jóvenes. Su número pasa ya de vein-
tidos mil. Las mujeres votan en union con
los hombres los candidatos para los car-
gos de directores é inspectores de dichas es-
cuelas y 10 hacen esto con solicitud. Muchas
que tienen el grado de doctor en medicina
ejercen la facultad con éxito. No pocas son
bibliotecarias, pues el número de bibliotecas
abiertas para todos, es allí grande.


En el·Estado de Massachussets, la Uni-
versidad de mujeres de Wellesley cuenta
mas de trescientos estudiantes y mas de
ocho institutrices por cada instructor.


En el Estado de Winscosin reconoció un
bill á las mujeres casadas el derecho de ser
electoras y elegibles para todos los cargos
públicos. Este bill se halla sometido á ser
ratificado por el pueblo. :Miss Lavinia Goo-'
sell, dotada de una escelente palalabra y de
un talento indisputable. 'fue recibida como
abogado en el Tribunal Supremo. En Mil-
vrankee se le dió igualmente permiso á mis-


G




82 LA LU1ER IGUAL AL HOMBRE.


tressKate-Kane para pleitear como abogado.
En el Estado de Ohio, miss Agnés Scott,


natural de Tiftin,despues de haber obtenido
su correspondiente diploma fue tambien re-
cibida en el Consejo Supremo en calidad de
juez (National Citizan),


En el Estado de Yova, la Academia de
Ciencias de Davenport. acordó 'para su presi-
dencia el nombramiento de mistress Putman,
nombramiento que fue muy bien recibido.


En el Estado de Yllinois, el Simpson Co-
legio de Indianapolis. nombró profesor de
lengua griega á miss Josie Baker, que ade-
mas de leerlo y hablarlo correctamente, es-
taba familiarizada con el francés, el aleman
y el latino A la edad de ocho años habia
traducidó á Homero y á otros autores grie-
gos. En la actualidad cuenta diez y seis
años y es una gran cosa en matemáticas.


En el territorio 'de Washington. el nú-
mero de mujeres que desempeñan cargos
públicos pasa de 1,300.




LA.MUIER IGUAL AL HOMBRE. 85


En San Francisco de California, segun he
dicho ya, mistress Gordon defendiendo á
uno, acusado de haber cometido un asesina-
to. logró sacarlo en bien, en medio de los
aplausos entusiastas del auditoI'io.


Estos esfuerzos hechos por la mujer para
llegar á colocarse al nivel del hombre, en
lo que está en su derecho, no tieñe única-
mente lugar en los Estados-Unidos.


En la Cámara de los Comunes de Ingla-
terra se presenta todos los años una-propo-
sicion para revindicar en favor 4e la mujer,
el mismo derecho electoral que tienen los
hombres. Es una cuestion de actualidad há-
cia la cual se inclinó ya sir Stafferd-Nirthco-
te en 1877, siendo entonces canciller del Tri-
bunal del fisc;.o. Por aquella época un ora-
dor, desde la tribuna. quiso significar que
las mujeres, particularmente las que habian
contribuido á la fundacion de Girten (cole-
gio de mujeres de Cambridge) despertaban
poco interés en favor del derecho del sufra-




84 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


gio femenino. Semejante aserto file enérgi-
ca y elocuentemente recbazado por mÍs-


tress W'{{füm Grey, que por sus esruerzos á
fin de elevar cáda vez mas el nivel de la
instruccion de las jóvenes, llegó á adquirir
una gran autoridad. La reunion, que era
numerosa, tenia lugar en los salones de la-
dy Anna' Gire-Langton. Mistress Willian
qrey vino á decir en resúmen, que desde
que se ocupaba de las co.ndiciones de vida
de la mujer, habia' reconocido cada vez mas
cuánto era ~ecesario que fuesen investidas
del derecho electoral, si habian de alcanzar
una educacion superior á la que tenían.


En virtud del Married women' s Proferty
aet, votado en 1870, las mujeres inglesas
disfrutan de varios derechos q ~e no les son
cqncedidos en Francia.


Segun éstos, las ganancias y sueldos de
una mujer casada, adquiridos por ella en
cualquier destino ó comercio que ejerza in-
dependientemente de su marido, deben ser




LA MUJER J(;UAL AL HOMBRE. 85


considerados como de su propiedad y em-
pleados en su uso particular, sin la in-
tervencio·n de aq:uel, debiendo suceder lo
mismo tratándose de todo dinero y toda pro-
piedad que adquiera por la aplicacion de sus
aptitudes literarias, científicas ó artísticas.
La colocacion que deba darse á estos suel-
dos, ganancias y beneficios, es tambien de
su incumbencia. Las cartas de pago que la
mujer espida por sus propiedades persona-
les, aseguran la libertad de los deudores.


Los depósitos hechos en una caja de ahor-
. ros antes de su casamiento. continúan sien-


do de~pues propiedad de la mujer; lo mis-
mo pasa con los depósitos hechos por la
mujer casada, á menos que no se hayan és-
tos constituido con el dinero de su marido
y sin cOnsentimiento suyo, en eu yo caso pue-
de o~denar el juzgado que le sea de vuelto.


La mujer puede firm~r una póliza de se-
guro en provecho suyo, ya sobre su vida,
ya sobre la de su marido.




86 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


La mujer casada tiene derecho á compa-
recer· ante el juez y reclamar en su nombre;
los sueldos, ganancias, dinero y propiedád
que constituyen la personal que le reconoce
la ley. Enla University-college~ de Lóndres.
se admiten indistintamente jóvenes de am-
bos sexos sin que la innovacion esta haya
dado lugar á ninguna queja, á objecion al-
guna ni bajo el punto de vista de la disci-
plina ni bajo el de las conveniencias.


En una proporcioll casi doble. respecto de
la de los estudiantes se han· presentado las
estudiantas en los exámenes.


En la Universidad de Lóndres pueden re-
cibir las mujeres los mismos grados que los
hombres. La nueva carta ha sido puesta en
vigor en 1879. ·En su co~secuencia, once
mujeres se matricularon para sufrir el e'ia-
men correspondiente al bachillerato en ar-
tes. Una sola fue suspendida, las otras diez
aprobadas. y de ellas. nueve con honours
(distincion honorífica).




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 87


En Manchester, la sociedad creada para
hacer estensivos los derechos electorales á
las mujeres, ha tenido siempre su sesion
anual presidida por Bennett.


En Cambridge. es cada vez mayor la
afluencia de jóvenes estudiantas á la. Uni-
versidad.


En Liverpool. la condesa de Derby abre
un colegio para jovencitas capaz de conte-
ner trescientas sesenta discípulas.


En Irlanda, exis1;e una asociacion para el
sufragio de las mujeres. que tienen sus asam-
bleas anuales en Bel.fast ..


La escuela de medicina de Irlanda acaba
de elegir miembro·de la Universidad á miss
Jex Blake y á otras dos mujeres que como
ella tenian la licenciatura en medicina.


fin Alemania la clínica femenina institui-
da en Berlin por la señora doña Enriqueta
Ilirschfeld. de acuerdo con otra señora reci-
bida como médico en la misma época que
ella.. en el solo decurso de un. año, tuvo




8$ LA MUJER IGUAL AL HOM.&1lE.


nada menos que . tres 'mil ciento seSenta y
dos cOD~ultas distribuidas entre mil ciento-
diez y nueve. personas. Estas dos señoras
doctoras gozaban de una gran reputacion en
Berlin. á donde adquirieron una numerosa
clientela particular.


Lo mismo podemos decir de la señorita
Damss, en Hamburgo.


En Espaiia (l)la UniversidaddeBarcelona
confirió el grado de doctor á la señorita
doña Dolores Aleu. ~ufriendo unos bri-
llantes exá.menes~


En Holanda existe una asociacion indus-
trial y artística de trabajadores presidida
por la señora Menalda Harmans. que abrió
en Leeunardeu una 'esposicion solo COD 13US
productos.


En Rusia una j6ven de aquel país.la.~e-


(l) No ha sido esta la única que ha recibido en nuestro
fais.gradO& académicos.


(N. riel T.)




LA MUJER IGUAt. AL HOMBRE. 89


ñorita Zenaide Ocounkoff. desarrolló en
París la tésis de su discurso de dot.tórado en
medicina.


En ésta trataba del papel fisiológico que
desempeña el éter inyeccionado dentro del
cútis y de su empleo como medicamento es-
citante y estimulante.


El catedrático que presidia el Tribu-
nal, doctor Verneuil, felicitó á la jóven
por sus estudios, que dijo la colocaban en-
tre los mas eruditos discípulos; estendióse
despues en consideraciones· sobre el valo-r
de latésis, los nuevos datos científicos da-
dos y el escelente talento que acusaban
la concepcion y buen desenvolvimiento del
tema.


El dicho presidente se ñor Verneuil alen-
tó con entusiasmo á la señorita Oconukoff
para que siguiese trabajando sobre lo es-
puesto en su tésis, y le dijo que si llegaba
á obtener mayores pruebas y á demostrar
aquellas de modo que no dejase lugar á du-




90 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE:


da alguna, su nombre se uniria al de la
ciencia (1).


A la eonclusion de sus estudios la seño-
rita Ocounkoffhabia merecido ya los públi-
cos elogios del señor Broca.


Una señora rusa, la señora Bérnadsky,
fue tambien admitida en la facultad de me-
dicina de París. Sostuvo una tésis admira-
blemente pensada sobre un particular de
;histología.


En Finlandia, la Universidad de Helsing-
fors ,confirió el grado de doctor en medici-
na á la señorita Rosine Heyhel despues de
un riguroso exámen.


En Suiza, consultado el pueblo del can-
ton de Bale-campagne por medio de un ple-
biscito (referendum)sobre una ley que abolía
la tutela Ilegallle las mujeres, la· aprobó.


(1) Las mujeres tienen Una aptitud especial para la IM-
dicina, seguil h~ podido verse allí dónde se :las ha permiti-
do ejercerla. (Academia de Ciencias fIIOf'alu 11 polltica •. )




LA MUJER IGt'AL AL HOMBRE. 9'1


En Austria un comité de la dieta de
Croitie (1), decidió que las mujeres po-
dian ser elegidas miembros de los consejos
de los Comunes (consejos municipales).


En Rumanía la igUaldad de la mujer
tiene en el Parlamento muchos partidarios.


Cinco múchachas rumanas, de las cuales
la mayor ténia diez y nueve años, reci-
cibieron el grado de bachilleres en letras
y en ciencias, mereciendo las mas lisonje-
ras menciones.


La suma que arroja la siguiente lista. de
las mujeres que en Francia son doctoras en
medicina, licenciadas en ciencias, bachille-
ras en letras y en ciencias ó solamente ba-
chilleras en letras, tienen su sitio señalado
en este libro:


Doctoras en medicina, cinco. - La se-


(1) J unta de E stados en 101( círculos del imperio de Ale-
mania.


(N. del r.)




92 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


ñorita María Verneuil (Facultad de Pa-
rís.' 1870.-Señorita Androline Dumergue
(M{mtpellier, 1875). - Señora Madeleine
Brés, nacida en Gobelin (París, 1875).-
Señora Ribard (Paris, 1876), ej erciendo en
Nantes. -Señora Anna Dahms, del Norte
(París, 1877).


Licenciadas en ciencias. dos.-La seño-
rita EnIija Chenu (París~ 1868), autora de
obras pedagógicas. - Señorita Lye (Pa-
rís, 1878).


Bachilleras en ciencias y letras, dos.-
La señorita Benoist, de Fontenay-le·Comte
(Poitiers, 1867 y 1875 ).-La señorita Amé-
lie de Barruan, de Muratel (Toulouse, 1876).


Bachilleras en ciencias, siete. - La se-
ñorita Pérez. natural de Bordeaux (Bor-
deaux, 1871).-La señorita Cornebois, na-
tural de Constantine (Aix, 1872).-La se-
ñorita M. Hugonin, natural de Lambin
(Isére, París, 1873.-La señorita E. Gue-
not, natural de Bouillansdy (Oise, Pa-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 93
-------_. -----


ris, 1873. -La señorita Emilie Desportes,
natural de Orleans (Paris. 1877).-La se-
ñorita Leblois, natural de Strasbourg (Tou-
louse.1878).-La señorita Joséphine Sé-
néchal (1879).


Bachilleras en letras, -veinte.-La seño ..
rita J. Renguer. natural de 1a Lime, d' AI-
ger (Aix, 1866).-Señorita C. Sibert. na-
tural de Veinne (Lyon. 1866.-Señorita
Berthe Mandel, natural de Bouen (Pa-
rm, 1868).-Señorita C. Bulat. natural de
Ronchére (París. 1870).-Señ.orita María
Florent(Douai, 1871 ).-SeñoritaBontemps,
natural de París (París, 1871).-Señorjta
Alexis. hija de un consejero general de
Marseille (Aix. 1872).-Señorita Regnault,
natural de Marseille (Aix, 1872).-Seño-
rita Pugnault (Lyon, 1872). - Señorita
Marie-Elise-Sophie Paturel (París, 1874).-
Señorita Olon, natural de Toul (Nan-
ey. 1875).-Señorita Yéméniz, hija menor
del sabio bibliófilo lionés (Lyon 1877),-




!:J4 LA .MUJER IGUAL AL HOMBRE.


Señorita Marie-Zélie Boulard. institutriz en
Toulon (Aix. 1877).-Señorita Lahille, na-
tural de Toulouse (Toulouse, 1878).-8e-
ñorita Gidel, natural de París (París, 1878).
-Señorita Henriette Griess (París, 1878).
-Señorita Justine Ytyll, natural de De-
laygue (Aix, 1878).-Señorita Louise Au-
diat, natural de Saintes (Poitiers, 1878).




JI.


El hecho de que la mujer vote en union
con el hombre, el hecho ese contra cuya
realizacion protestan sonriéndose maliciosa-
mente, mi querido Dumas, la mayor parte
de los electores de usted y de los mios, no
debe sorprendemos, puesto que ya en el si-
glo· XIV hemos visto una prueba de esto
mismo en el estudio que hace Germain, pro-
fesor de historia en la facultad de Montpe-
llier, sobre el consulado de Courmonter-
ran (1), distrito pequeño de las cercanías de
Montpellier. .


El 8 de agosto de 1334, la fundacion del
(1) El consulado de Courmonterran fue publicado en 1855


y se le encuentra en la Biblioteca Nacional bajo esta aco-
tacion: L. 7, K. 2285. .




!Jü LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


consulado fue sometida á una votacion. Las
mujeres votaron con los hombres. La lista
de las adhesiones arrojó treinta y siete nom-
bres de mujeres por ciento setenta y cinco
de hombres.


No solamente eran admitidas á votar las
mujeres, sino que se les imponia uIl:a multa
de cinco sueldos á las que se abstuvies:n de
hacerlo en dia de eleccion.Aquello por .con-
siguiente era mas aun que el sufragio uni-
versal, era un sufragio obligatorio.


Otros ejemplos existen en diferentes cir-
cunstancias de mujeres que han votado.


En Lombardía, hasta el año 1859 la mu-
jer que tenia bienes formaba parte de los
consejos municipales.


Durante el siglo pasado y á principios
del presente, el espíritu de imitacion, por
el ejemplo en Francia decaia; lo mismo pasa
ahora cuando se trata de la moda de los tra-
ges, pero cuando se trata del progreso de
las ideas se levanta aun.




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 9i


En el mes de octubre del año pasado, ve-
rificóse un Congreso" que se llamó Congreso
obrero soetalista de Marsella.


¿Se detuvo ante la rutina? ¿Rehusó reco-
nocer y proclamar que la mujer, siendo na-
turalmente igual al hombre, debia serlo le-
gal y legistativament~?-No.


Formularon sus conclusiones; hélas aquí.
«El Congreso 'Obrero socialista de Marsella,


considerando lo ventajoso que para la clase
proletaria seria buscar el concurso de las
mujeres para l~ lucha ,contra. 'los privilegios
emite el voto de que la educacion civil de
las mujeres sea objeto de una atencion es-
pecial. Los hombres las admitirán en sus
reuniones, en sus círculos de enseñanza, en
sus comités socialistas electorales yen don-




de quiera que tengan voto y v'oz deliberada.
El Congreso. considerando que valen lo


mismo el hombre que la mujer y que son
equivalentes el uno del otro ante la natura-
leza; considei'ando tambien que si son in di s-


j




!l8 lA ~1r::JEIl IGUAL AL HOMBRE.


pensables para perpetuar la sociedad, de-
clara que deben gobernarla juntos, formal'
y participar del ejercicio de los mismos de-
rechos, tanto en la vida pública como en la
privada.


El Congreso. partiendo del principio de la
igualdad absoluta de los dos sexos reconoce en
las mujeres los mismos derechos sociales y
políticos que en los homores.


Considerando el Congreso que las preo-
cupaciones. que los errOl'es que bajo el nom-
bre de conveniencias. restringen la liber-
tad de la mujer son perjudiciales para su
emancipacion, decide que siempre, cuales-
quiera que las circunstancias puedan ser,
las mujeres tengan como los hombres su
libertad de acciono Esta libertad, anudando


#


entre ellas el sentimiento de la responsahi-
lidad será una garantía de dignidad y de'
moralidad.


Considerando el Congreso que para que
un cometido pueda llenarse bien debe rele-




LA JllUlER IGUAL AL HOMBRE. , 99


var de su eleccion al indivíduo que lo des-
empeña, no señala ninguno en particular á
la mujer, desempeñando ésta en la sociedad
el puesto y el cometido á que por vocacion
se sienta mas inclinada.


.. Ahora bien, teniendo por corolario el re-
conocimiento de derechos, la satisfaccion
de deberes que llenar, el Congreso emite el
voto de que los deberes inherentes á·la ma-
ternidad se llenen únicamente por la ma-
dre. El amamantamiento maternal será de
rigor á menos que por un caso escepcional
fuese perjudicial para la salud del hijo.


A este Congreso_ de hombres asistieron
mujeres, distinguiéndose entre ellas la seño-
rita Hubertine Anclere, cuyo éxito tribuni-
cio fue tan grande que la aclamaron presi-
denta.


,


La junta se estaba renovando todos los
di as y las mujeres á cada sesion ocupando
puestos allí, ya como asesoras, ya como se-
cretarias.




tOO LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


. Por aquel tiempo, en octubre de 18791
tenia lugar en París otro congreso, el Con-
greso de la educacion, en el que Víctor Hugo
aceptó la presidencia en los siguientes tér-
minos que merecen ser citados.


París 16 Octubre 1879.


«Mis queridos conciudadanos.
Me ofreceis vuestra presidencia honora-


ria. Yola acepto. N o podré tomar parte en
vuestras sesiones, lo siento, pero haré vo-
tos fervientes por el triunfo de vuestras ideas
que son las mias.


El porvenir es la juventud: enseñando á
la juventud preparan ustedes el porvenir.


Esa preparacion es útil, esa enseñanza
es necesaria. Crear al jóven de hoyes ha-
cer al hombre de mañana. El hombre de




l.A MUJER tGUAL AL HOMBRE. fU:f.


mañana es la República, la union, la uni:..
dad. la armonía. la luz, el trabajo constitu-
yendo el bienestar; el término de los con-
fletos existentes entre los hombres y las
naciones, de las e.~plotaciones inhumanas~
la abolicion de la ley de muerte y el es-
tablecimiento de la ley de vida. Cin'da:..
danos, estas ideas germinan en vuestras
mentes, yo no hago otra cosa que interpre-
tarlas; el tiempo de las sangrientas y ter:..
ribles necesidades revolucionarias ha pasado
ya; para lo que queda: todavía por hacer la
indomable ley del progreso basta; por otra
parte, estemos tranquilos en los combates
de las, grandes batallas que aun d~bemos
librar, batallas que la evidente' necesidad de
ellas no altera la serenidad de la gen j e pen-
sadora; batallas en las cuales la energía re ...
-volucionaria igualará al encarnizamiento
monárquico; batallasen las cuales la fuerza
unida al derecho derribará la violencia mez lo
ciada ti la usurpacion; magníficas batallas




:102 ,LA llUJER IGUAL AL 1I0MBRE.


entusiastas, gloriosas decisivas, cuyo éxito
.no es dudoso y que serán 'los Tolbiacs, los
Hastings y los Austerlitz de la democracia.


Ciudadanos, ha llegado la época de la
disolucion del viejo mundo'. Los despotis-
mos de antes se encuentran condenados por
laley providencial; el tiempo ese sepultu-
rero que agachado se oculta en la sombra'
Jos enterrará, y cada dia que pasa los irá se-
pultando cada vez mas en la nada.»


j La república es el porvenir!
Estrecha cordialmente vuestras manos.


VICTOR HUGo.


En, ese Congreso se dijo:
«Asegurar el derecho que tie~e el niño i


la vida. á la salud. á la instruccion, al des-
envolvimiento íntegro de todas sus faculta-
des, á la ,satisfaccion de sus legítimas nece-
sidades, á la libertad, es llevar á cabo una
Qbra de justicia y de progreso.»


Se votaron las proposiciones siguientes:




· LA MUJER IGUAL AL HO)lBRE. 103


(( El niño tiene derecho á la salud, á la
educacion íntegra: al desenvolvimiento li-
bre y completo de su sér.


En interés de todos está que estos dere-
ehos del niño se respeten.


Crean para la familia y para la sociedad
deberes, primero de proteccion y de vigi-
lancia. segundo de r,espeto acerca de la li-
bertad intelectual del hiño y tercero de
ayuda ásudebilidad y á su pobreza.


Todos los establecimientos para niños:.
escuelas, talleres. escuelas especiales, obra-
dor~s. casas de huérfanos y de jóvenes re-
cogidos. de ciegos, de sordo-mudos, con-
ventos' cláustros. etc., se abrirán bajo la
inspeccion de comisiones constituidas por
medio de la eleccion.


A los niños vagamundos ó sorprendidos co-
metiendo alguna falta, debería metérseles
en la escuela en lugar de castigarlos y de
conducirlos á sitios á donde completan su
corrupcion.




1\]-1 LA ML'JER IGUAL AL HOMBRE.


El Congreso desea:
Que las jóvenes y las' madres de familia


puedan asistir ~ las clases de la escuela é
iniciarse en los cuidados anejos á la . educa-
cion de los niños.


Que los muchachos de seis á ocho años
sean confiados, asi como las niñas, al cui-
dado de institutrices. »


Ser institutriz. hé ahí un cargo, un car-
go útil indudablemente para la mujer que
no tiene hijos óque teniéndolos pueda ha-
cer 8.e manera de conciliar los deberes im-
periosos de la maternidad con los de la ins-
titutriz.


Si al niño pobre se le ha privado de la
leche, de los cuidados y de la custodia de
su madre, si ésta no puede esperar que él
llegue á ser un día su apoyo y hasta su ho-
nor y su fortuna. ¿qué hará, qué podrá hacer
la sociedad para impedir que llegue á ser
desde luego un vagabundo, despuesun mal·
hechor y un crimimal siempre reincidente.




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 105


La mejor prueba de que el divorcio tal
como ha existido en Francia durante vein-
ticuatro años, desde el 20 de setiembre
de 1792 hasta a18 dernayo de 1816, no era
ni mas ni menos que un paliativo, la en-
contramos en que deja en pie sin aclararla
ni darle un corte la cuestion culminante, la
fundamental, la del hijo.
• La cuestion· esta que siempre estoy sa-
cando á relucir es la de la maternidad, la
de la sociedad tomada desde donde debe to-
ma~, desde. su orígen, la de la reforma
penal y penitenciaria que solo tiene esa so-
lucion, la del porvenir desgraciadamente
complicada con todos los problemas empla-
zados, con todas las iniquidades j untas y con
todas las promesas que cuatro revoluciones
seguidas no han tenido.


Por importante y grave que sea la inse-
parable cuestion de la igualdad de la mujer
ante la ley y de la igualdad de los hijos
ante la madre, setia peligroso el esperar in~




tUl) LA MUJER IGL"AL AL HOMBRE.


definidamente SU solucion,si esta soluciono
mi querido Dumas, fuese únicamente obra
de los esfuerzos de usted, de los mios y de
los tanteados por algunas mujeres- y por
algunos hombres con la mas plausible per-
cSeverancia. Entre estos es digno de citarse
tributándole toda· clase de honores á don
Leon Richerd, fundador y director del pe-
riódico mensual: El derecho de las mu ~
jetes.


La sociedad, qúe suele decirse así en opo-
sicion á la Multitud cuyo papel ha cambiado
considerablemente desde que se llama El
Número y es la soberanía, la sociedad no
abriga los sentimientos que le animan á
usted; lo que pensaba hace ocho años cuan-
do escribia EL HOMBRE MUJER, lo que ya no
piensa usted y aquella continúa pensan-
do aun.


LAS MUJERES QUE MATAN, LAS MUJERES
QUE VOTAN es un mal libro en opinion de
la sociedad; lo mismo dirá regularmente de




,LA MUSER IGUAL AL HOMBRE. 107


LA 1\1UJER IGUAL AL HOMBRE; lo qu~ viene
I


á dañar las miras de usted, y las mias no
hieren las suyas; lo que nos parece odioso y
que debia reformarse parece á ella necesario
y que debe conservarse; no encuentra que
sea una pérdida cscesiva la de que de diez
niños mandados á criar fuera perez,can siete
privados de la leche y de los cuidados de su
madre; encuentra justo que la hija que h~
sido seducida y se avergüenza de su em.ba-
razo hasta el punto de que en su delirio
ahogue á su hijo, sea condenada á muerte
por el crímen de infanticidio. La cifra de
tres millones de bast:udos en una poblacion
como París de treinta y seis millones de
hombres y de mujeres. de viejos y de niños,
nada hay que pueda levantarla; esos bas-
tardos. esos hijos naturales, los hijos esos
ilegítimos, esos niños que sufren y se aver-
güenzan de verse, llamados asi, debian no
haber nacido.


-¡Pero no son responsables de su naci-




108 LA }lUJER IGUAL AL HOlllBRIt.


miento! ¡son inocentesl ¡no son ellos los que
han solicitado nacer y vivir!


-¿Qué importa eso?
-'-¡Sé consecuente entonces, sociedad! ¡Si


,


tusleyes se meten con ellos, que no se me-
tan con su madre, que en su lógica incons-
ciente ahuyenta de sí matando á su hijo to-
dos los dolores, todas las verg-q.enzas, todas
~as luchas, todas las torturas de toda una
vida en que tendria que sufrir pruebas terri-
bles! Y si sucumbe en ellas su hijo, 6qué
dices, sociedad, qué dices tú?


- Dices; tanto peor para él.
¿Qué haces?-Nada.
Pero estoy en un error; te acuso equivo-


cadamente: tan pronto suprimes los tornos
de los hospicios, esa hipocresía del infanti-
cidio, en nombre de la moral indignada,
-como los restauras en nombre de la huma-
nidad sublevada.


¡Qué opinion! ¡qué lógica! ¡qué con-
ciencia!




LA MUJER .IGUAL AL HOMBRE. 109


Si los hijos abandonados por su madre te
pertenecen, edúcalos, consuélalos, y no los
afrentes mas. '


Si pertenecen á su madre, déjala en li-
bertad de dar el fallo sobre su existencia,
segun lo dab~ el padre en la antigüedad.


Si temes que la impunidad del infantici-
dio cometido por la madre pueda fomentar-
lo, de tí depende el que no tenga en lo su-
cesivo fundamento el temor ese; honra á la
maternidad.


Eso precisamente es lo que no hacen tus
códigos.


Pero tambiell. su d.eslill.o no se-rá otro que
el de dejar su sitio á otJ,'os, á los de la Hu-
manidad cuando ésta te suceda.
. Esos códigos serán 'obra y honra del Nú •.
mero, al cual no detendrán en su marcha
paliativos algunos, ni se dejará eIlgañar por
ellos.


No tolerará que se inmolen por mas tiem ..
po los principios á consideraciones que son




1 lO LA MUJER IGUAl. Al, "110MB1\&.


unas un anacronismo y otras un contra sen-
tido.


De la escepcion no hará la regla ge-
neral.


Allí donde sienta el efecto, preguntará
la cauSa y no la confundirá.


Aun tratándose de un delito ó de un crí-
men parecido el uno al otro, sabrá distinguir
entre dos acusados sentados en el mismo
banco. ya pertenezcan éstos á la Courde
Assises, ya á la policía correccional: sabrá
hacer distinciones entre los que durante su
infancia no han visto sino malos ejemplos,
y el que no pueda invocar como circunstan-
cia atenuante la falta de una educacion pre-
servadora.


Reforma todo lo lalso y todo lo que ha
sido falseado.


¡Ah! sociedad, cuando te hayas atrinche-
rado, tras una muralla de caducas preocu-
'Ilaciones y de abusos inveterados. será ya
tarde para arrepentirte y comprar la conser-




LA Ml'JEH IGUAL AL HOMBRE. 1 ,11


vacion áca[ll bio de reformas que hace algun
t:empo hubieran bastado para ello, pero que
aplicadas de pronto no bastarán. .


Llegarás á arruinar á los trabajadores ba-
jo el peso de los mas ilegales impuestos de
consumos, pero los trabajadores votarán con-
tra tí, y la justicia se habrá abierto paso.


Entre el lujo que estingue la compasion
en nuestros corazones, y la miseria que los
corrompe, habia y hay un vacío demasiado
grande, que era posible llenar en obsequio
al bienestar de todos. Como no habrás en-
contrado nada en contra, los indigentes, los
'pobres, los hambrientos, votarán contra tí
y se te estará muy bien empleado.


Tú te has burlado de que las mujeres vo-
ten, pues bien, el dia en que 16 hagan.
votarán contra tí y se te estará muy bien
empleado.


Los menos, protegidos por las bayonetas,
han abusado de una manera secular y tor-
cida uajo su imperio de los mas, yel Número,




112 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


el soberano ese tomará su revancha de lo
lindo, votará contra tí y te lo habrás me-.
recido.


La política debia ser previsora. debia ver
claro en el porvenir, y justamente sucede
todo lo con trario.


La política, es la ceguera en medio de su
optimismo.


Segun ella, es lo que deheser. ya pase la
accion en Oriente. PJl.Ís en donde reina el
islamismo. ya pase en Occidente, país don-
de está en auge el crÜ¡!tianismo.


Si es cierto que no habrá ya á fines de
este siglo cuestiones políticas aisladas, será·
mucho mas cierto todavía que esto suceda á
principios del próximo.




111.


Antes de que hayan pasado veinte años,
.el sufragio universal no será ya el sufragio
de los engaños, será realmente el sufragio
universal, toda vez que fuera de él solo esta-
rán los mineros y aquellos sobre los cuales
penda una ~entencia. Sufragio que recibirá
un aumento de diez millones de electores ..


El divorcio habrá hecho sus ensayos cuan-
do haya visto que era una traBsicion útil,
pero no una soluciono


Los hospicios de niños abandonados, los
tornos y la impunidad esa del infanticidio
desaparecerán, porque la responsabilidad de
la Commune (1) llamada la Commune-mére


.( 1) Inslitucion francesa de carácter especial.
(N. del r.)


S




H4 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


inagotablemente dotada, no será. una pa-
labm sin razon de ser.


El sentimiento público, el sentimiento de
la masa soberana, habrá hecho justicia á
las malas madres, y serán llamadas así las
que bajo un pretesto ú otro traten de sus-
traerse del deber mas sagrado, del deber ma-
ternal, no amamantando á su hijo por dife-
rentes medios de eleccion embarazosa.


La liga para la propaganda del amaman-
tamiento maternal (1) habrá vencido, no
teniendo ya entonces razon de ser.


Se sorprende usted, mi querido Dumas.
de que los legisladores no hayan contestado
á este llamamiento que copio íntegro de su
libro:


«Debian ustedes hacer leyes que prote-
giesen la inocencia de la jóven, la dignidad
de la mujer, la vida del niño, los derechos


(1) Presidente: M. Leblond, senador.
Vice.presidente: M. Schrelcher, senador.
Vice-presidentas: MUe. Leon de Picque, París,' rue 41e


Sévres, 14: MUe. de Boureuille.




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. i f5


del marido, 'y que castigasen alguna. vez
siquiera á los culpables, en lugar de cas-
tigar siempre á los inocentes.»
'A este llamamiento, ¿qué han podido res-


ponder los legisladores? U no de los princi-
pales errores de estos tiempos y del país en
que vivimos, es el de pedir muchísimo- á las
leyes, y sumamente poco á ias costumbres.


¿Quién hace . las leyes? El' arbitrario es
quien las impone.


¿Quién hace las costumbres?L'a. libertad
que es la que las corrige.


Tenemos leyes que castigan severamente
el adulterio: ¿lo impiden?


I.Por qué no lo impiden?
Porque la naturaleza en lucha con la so-


ciedad, la lleva y la llevará. siempre consigo
á menos de ultrajar á la humanidad, que es
lo que hace el musulman, que encierra á
sus mujeres y castra al hombre que destina
á vi gilarlas.




1 t6 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


¡ Proteger legalmente á la inocencia y á la
jóven! Fácil ea decirlo. ¿pero por medio de
qué ley?


¡Proteger legalmente la dignidad de la mu- .
jer,la vida de los niños, los derechos del esposo!
¡Qué fáciles son de decir todas estas cosas!
Pero ¿con qué leyes han de protegerse se-
mejantes derechos?


Usted que con sus éxitos dramáticos ha
probado que tiene una poderosa imagina-
cion, invente las tales leyes.


Haberle dado al marido el derecho de ma-
tar impunemente á su mujer al sorprender-
la en su casa infraganti cometiendo el deli-
to de adulterio, ¿no es acaso darle mucha
proteccion al marido?


¿Qué proteccion mas eficaz puede tener?
¿Con cuál mejor ampararle?


Me limito únicamente á dejar consignado
ese punto en forma de preguntas.


Para lo futuro el progreso consistirá en
ir estrechando cada vez mas el círculo de




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. i i 7


las leyes positivas. y ensanchando, por el
contrario el de las naturales.


Toda ley natural es un principio que tie-
ne efecto por la justicia de sus consecuen-
cias.


Toda ley positi~a es solo un rec~rso que
queda al descubierto por sus complica-
ciones.


Esta es una verdad que empezará usted
por disputarla, pero concluirá seguramente
por reconocerla. ¿Qué digo por reconocerla?
la ha reconocido usted ya, mi querido Du-
mas, (p. p. 33 Y siguientes) (1).


La ha reconocido usted. en aquel inter-
rogatorio en que la ley se halla representa-
rla por el presidente del tribunal ante el
cual comparecen la jóven seducida. su se-
ductor y el padre vengador de la dicha jó-
ven en cinta.


(1) Se refi"re el autor á la obra que contesta del señor
Dumas.


(N. del 1'.)




118 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


¿Qllé le dice la ley á la jóven?
(Nada podemos. Vuélvase usted á sen-


tar. »-Qlle traigan aljóven.
. ¿Qllé le diee la ley al seductor?
«N~da podemos. Vllélvase ust~d á sen-


tar.»-Hagan ustedes que se levante el
padre.


¿Qué le dice la ley al padre?
«Nada podemos. No se 'Vuelva usted á


sentar. Plleden ustedes todos retirarse á su
casa.»


¿De qué otro lenguaje podia valerse la
ley sin faltar á la humanidad?


¿Qué prueba mas concluyente puede dar-
se ae la superioridad de las leyes' naturales
sobre las leyes positivas?


Bazon tiene usted en poner el grito en el
cielo y decir:


« ¿ Qué haceis ahí magistrados, J arado
gendarmes, alguaciles, Código Civil, justi-
-cia, alegorías mitológicas, amenazadoras y
tranquilizadoras, Cristo crucificado?




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 119.


¿Por qué todo ese aparato inútil, toda esa
solemnidad. vacía, todo ese gasto, todas esas
molestias?


«Las leyes de la naturaleza son siempre
anteriores á las del Código y aun á las de
la moral y en definitiva las mas poderosas. »


Estaopinion es la que sostendrán los nue-
vos legisladores que despues de dos legisla-
turas tambiennuevas, la de 1881 y la
de 1885, vendrán en 18S9 'á la obra em-
prendida en 1789,. que se. apartó de su ver-
dadero camino.
, A esta victoria de la humanidad sobre la
sociedad que tendrá efecto dentro de nueve
años, asistirá usted. mi querido Dumas, pu-
diendo aplaudirla con sus propias manos,
pero la muerte habrá aprisionado las mias
en la mortaja que ha de envolverlas. Razon




120 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


de mas para que la pluma que aun pueden
sOiltener no desperdicie ~sta ocasion propi-
cia que se le presenta de unirse á la de us-
ted haciendo la campaña juntos.


De mis ideas, que completan las suyas, es
el porvenir, pues á menos de dudar de la
fuerza. de la lógica y de la soberanía de la
razon ¿ cómo no creer por fin en el triunfo
de la verdad y de la equidad?'


Será equidad que l~s mujeres iguales á
los hombres en número yen inteligencia y
notables por sn instrucciou sean iguales á
éstos en sus derechos; equidad será que te-
niendo el derecho de élegir tengan el de ser
elegidas y que en la ley puedan introdueh'
la verdad en vez del error.


Que no exista aun sino un pequeño nú ..
mero de mujeres que se hayan pronunciado-
en favor de esta justa revindicacion y que
no la hayan tomado en sério, no es una ob-
jecion que deba hacernos titubear ni á usted
ni á mí. ¿Con cuántos apóstoles ha contado




LA MUJER IGUAL AL nOMBRE. 121


en su principio el cristianismo y de cuántas
clases de la sociedad los ha reclutado en
nuestros dias? ¿Acaso estaban en mayoría
los negros q~e en los Estados Unidos de-
seaban, 'imploraban y revindicaban la liber-
tad. á trueque de la cual hubieran dado su
vida y las de sus familias? ¿Estaban, en ma-
yoría los siervos que·en Rusia consideraban
su mannmision como un beneficio?


Por otra parte ¿quién será el que tenien-
do arraigada la idea de la dignidad huma-
na, el que sintiéndola en su pecho negará
que el cristianismo fue un progreso y que
la abo licio n de la esclavitud en los Estados
Unidos y del servilismo en Rusia fue otro?
¿A quién que tenga conciencia se le ocur-
rirá tomar la palabra en demanda de que
los dioses del paganismo sean devueltos á
sus templos,' que se coloque á los negros
en las mismas condiciones de las cuales
fueron sacados por la gran guerra de .la Se-
cession, en que los siervos vuelvan á ser




122 LA MUSER IGUAL AL HOMBRE.


una mercancía vendible y. comprable 1
j Ah, progreso! por débil y por legítimo


que seas, al mismo tiempo, cuántas dudas.
cuántas incredulidades, objecciones, resis- .
tencias y hostilidades levantas y cuántas
burlas lléganse á convertir en una quimera
cuando se trata de eregirte en ley; pero una
vez acabada tu tarea ¡qué sencillo, qué na-
tural, qué lógico pareces! La ingratitud
borra todo tan pronto que se .cree que has
existido siempre.


Sin la historia, que la tenemos ahí. sin
su irrecusable testimonio pondria la razon
en tela de juicio las supersticiones de la an-


, tigñedad y las costumbres feudales, aun-
que por muchos siglos hayan existido.


Las mujeres que nos han ayudado con
sus palabra y con sus votos se cuentan solo
por centenares, pero las que nos han reuni-
do en una misma causa á pesar de su iner-
cia, se cuentan por decenas de millares. Y
ninguna causa mas grande que la nuestra.




LA MUJER IGUAL AL HOl\1BRE. 123


El que así no lo vea mira hácia atrás y
DO hácia adelante.


y aun á trueque de tenernos que lanzar
una 'Vez mas á la. revolucion, hay que des-
engañarse, la sociedad de hoy debe siempre
mirar hácia adelante.






IV.


El sufragio universal puesto en marcha á
pasos agigantados -por ]a instruccion de la
mujer y no se parará hasta llegar al fin.


Fin que será la estirpacion de la igno-
rancia del pueblo y el bienestar universal,
del cual es la mujer su personificacion por
medio del amor maternal, la economía, la
prevision y el ahorro.


El ahorro es el abandono de la taberna,
porque es el buen arreglo en el hogar, y
nada mas esdusivista que un órden de co-
sas que nos ha hecho contraer el hábito, há-
bito que no tarda mucho en convertirse en
una verdadera necesidad.


El ahorro, es el hombre realzado por la
mujer, puesto que es el hijo educado mejor




12() LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


por]a madre. ¿Qué viene á ser el hombre?
¿no es el niño crecido?


((No. me objetan los críticos, no, el casa-
miento tal como usted lo llama, abusando
de este nombre, no es aquel en que el hijo
pertenece,. pro-in-di'/)iso, á su padre y á su
madre, sino la familia en la cual perteIl:ece
el hijo esclusivamente á ella; no es esto el
hombre realzado, sino rebajado.


¡Ah! sí, el hombre rebajado ; el hombre
rebajado hasta el punto de considerársele
como un garañon.


y bien, aunque así fuese, ¿qué mal le
vendría con combatir la dismiuucion de
nuestra poblacion y su bastardeamie:p.to?


Pero ese r~ultado puramente físico, no
es el que apunta principalmente la reforma,
reforma en que el temor del ridículo y de la
burla no han bastado á impedirme que una
públicamente mi nombre á ella.


Donde yo he puesto, sobre todo mis mi-
ras, ha sido en el resultado moral.




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 127


Al cabo de catorce años, habrá mas pro.
babilidades, desgraciadamente, de que el
adulto se pervierta, quede que se corrija
de los defectos y de los vicios inherentes á
su naturaleza, contraídos por causa de un
un perñicioso medio.


Los tribunales y lo ineficaz de todos los
medios de correccion, están ahí para a~esti­
guarlo. Se han inventado toda clase de sis-
temas penales y de suplicios ¿para qué han
servido, si no para demostrar su impotencia?


Se han planteado toda clase de ensayos
penitenciarios, ¿para qué han servido sino
para despertar y mantener la duda entre
dos teorías contrarias, la del escesivo rigor-
en las penas y la de la suavidad en éstas?


Siendo asi que se han subido y bajado sin
éxito alguno todos los peldaños de la escala
penal, es indudabl~ que resta por hacer algo
mas de lo que se ha hecho hasta aquí.


Si mis ideas reformistas acerca de la so-
ciedad que tienen por objeto volver los ojos




12S LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


hácia la humanidad, no son las mas justas.
que se le -opongan otras. y que se las some-
ta respectivamente á la prueba de la discu-
sion. Bien puede asegurarse que yo no hui-
ré el bulto:


Pero á ser posible. desearia que los que
sacan á relucir los derechos del feudalismo.


¡


tengan la. b,ondad de presentarme objecio-
nes de la novedad y de la fuerza de ésta:


«La igualdad de la mujer ante la ley y
la igualdad de los hijos ante la madre. se-
ria el trastorno de la sociedad hasta en sus
mismos cimientos y su desmoralizacion; seria
inmolar el sentimiento paternal; seria el
hOmbre desnaturalizado y altivo; la pérdida
del mayor encanto de la mujer, cuya fuer-
za consiste en su debilidad.»


Voy á responder en cuatro palabras:
Si esa vuelta de conversion hácia la ley


de la naturaleza viene á ser el. trastorno
hastaensus cimientos de la sociedadysudes-
moralizacion •. ¿qué hay que pensar entonces




LA Ml:JER IGUAL AL HOMBRE. 1:29


de los sentimientos sembrados por el cris-
tianismo en el corazon del hombre y de la
mujer desde hace diez y nueve siglos? ¿no
ha.brán echado ningunas raices? ¿la fideli-
dad conyugal no será, segun eso, sino una
violencia odiosa, un abominable suplicio?


¿Si tan fácil fuera inmolar el sentimiento
paternal, seria entonces una invencion so-
cial y no esencialmente natural, seria la
ley y no la naturaleza la que constituiria,
segun eso, la paternidad?


«Seria el hombre desnaturalizado.y alti-
vo, ¡desnaturalizado el hombre cuya infide-
lidad condenaríale á la emienda de la viu-
dedad legitimada por la prevision maternal
¡Arrogante! ... ¿por dónde el deudor de una
viudedad llevaria la cabeza mas levantada
que el que va tras una dote7 La objecion
esta es irrisoria:


«Seria la pérdida del mayor encanto de
la mujer cuya fuerza consiste en su debili-
dad.» ¿Críticos profundos, de qué mujeres


9




150 LA MUJER IGUAL AL HOMBRE.


débiles hablais? ¿acaso de las que en inmensQ
número se asocia~ á todos los rudos trabajos
del campo? ¿de aquellas que en número no
menos considerable apenas le dejan llegar
á la vejez las fatigas de los trabajos de las
fábricas, de la manufactura y del taller? ¿ó
es por último, de todas aquellas que tienen
hijos que educar, una casa á que atender,
uha comida que preparar, unos trages _que
arreglar, etc., etc., etc.? Siempre, siempre
la escepcion como regla general, lo ideal co-
mo lo real, la mujer de salon, la mujer
del palacio, la que va á los bailes y á los
espectáculos, la que lee novelas, tomada
por la que trabaja para atender á todas las
necesidades de su casa con su trabajo, tra-
bajo con. el que no pueden llenar la mayor
parte de ellas.


¿Cuándo acabaremos, pues, con las pala-
bra~ falaces y las faramallas?


Cuando se cubra al adúltero con el velo
de la legalidad, buenos amigos, señores




LA MUJER IGUAL AL HO:UBRE. i5l


mios, ¿encuentran ustedes justo y noble que
á los hijos que no tienen padre se les inscriba
erila herencia del marido y bajo el nomb-re
de éste, que no tiene el derecho de pro-
testar, que ni aun tiene siquiera la liber-
tad de testar y de disponer de una heren-
cia que con respecto á aquella parte es un
robo?


¿ Acaso nunca ha existido mas que una
sola clase de casamiento, el casamiento in-
disoluble, tal como en Francia está eregido
en ley?


¿Por ventura, en Roma, en tiempo de Ca-
ton, el antiguo, y de Ciceron, no habia si-
multáneamente cuatro clases de casamientos
para .escoger? el casamiento por conferrea-
líon, por usucapíon, por t'oemption y por usur-
pation (1).


Puesto que el casamiento no es lo que ha


(1) CUESTIONES FILOSÓFICAs.-La libertad en el casamien-
to. Librería Camann Lévy.




1;;3· LA MUJER IGUAL AL 1I0MBRE.


sido siempn, no es una institucion invaria-
ble sino que puede variar.


'Ante3 de acabar esta carta, mi querido
Dumas, le confesaré á usted que una preo-
cupaeionexiste en mi ánimo que domina to-
das mis ~deas. y es ésta: ¿qué podrá suce-
der si como ya por tres veces Jo he visto,
en 1830, en 1848 ven 1870, la fuerza ar-


.. ..,


mada llamada para reprimir un movimiento
popular, volvia la culata hácia arriba. y si
esa vez la multitud. el número, como pri-
mer acto de su soberanía, decretaba la abo-
licion del reclutamiento obligatorio?


Mi sentir es que echándose el tiempo en-
cima sin detenerse, preciso es que se piense
en asentar la sociedad en otro fundamento
que no sea el de la fuerza representada por
la punta de una bayoneta.


Semejante fundamento resulta débil. des-
pues que bajo las mas severas penas se ha
enseñRdo á tener valor y á despreciar la
muerte á todos los jóvenes robustos de vein-




LA MUJER IGUAL AL HOMBRE. 155


te años. ¿Cuándo haremos uso de la razon
con que ha sido dotado el hombre, para
obrar razonadamente?


¡,Qué es prevenir? Razonar teniendo cui-
dado de no echar fuera ninguna hipótesis.


Existe una escuela.. á la cual yo no, he
pertenecido nunca, la de los fantasmones,
que tienen la pretension de hacer sus cosas
mejor que sus antepas~dos ó sus contrincan-
tes despues que lo hacen lo mismo que es-
tos. Rara vez se justifica semejante pre-
tensión.


La mia es la de hacerlo de otra manera, y
me ha salido bien :mas ;dé una vez, por lo
que insisto.


El que me acuse de andar buscando 10
padagógico, se equivoca, y da con 'ello á
conocer solamente que pertenece á esa in-
mensa multitud de espíritus que flotan en la
superficie de las cuestiones y no van al fon-
no de ellas.


Lo que yo busco es lo verdadero, no lo




verdadero que huye de la discusion por el
señorismo, sino de lo verdadero que no ha
entrado aun en el dominio de los hechos
consumados, á donde entrará mas tarde.


Parece como que el error, era el único
qu~ debia tener enemigos. y la verdad solo
contar con amigos, pero sucede 10 con-
t~ario. Los que militan en las filas del error,
son e,n mayor número. que los pocos que mi-
litan en las de la verdad; esto tiene su es-
plicacion; la verdad está siempre aislada.
Para tener que defenderla uno, contra mi-
llones de ciegos y de sordos corriendo el
peligro de su ignorancia. el de su suerte,
el de su intolerancia, el de su libertad, el
de su propia vida y el de pasar por locos,
es preciso valor y audacia.


Tanto usted como yo, mi querido Dumas,
acabamos de demostrar que no nos faltan.
Volvamos ahora cada uno á nuestras tareas
á donde el pliblico está con nosotros; usted
al teatro, en el que tanto se distingue, y yo




I


á la política. ,fin de mi camino, á donde no
habré conseguido combatiéndola desde hace
cincnenta años, sino demostrar por su mis-
ma impotencia la de la prensa.


Su amigo


EMILIO GIRARDIN.