DE LA LEGISLACION
}

320 Ciencia
ro que la mano paterna cartigaria en el
silencio si tuviese derecho para hacerlo;
acostumbrar los individuos de la socie-
dad desde su nacimiento á una depen-
dencia suave por estar templada con el
amor, eficaz por estar combinada con
la vigilancia, útil porque corregiria el
vicio guando aun no ha tenido tiempo
para arraigarse; si las leyes están des-
tinadas á esto, guando estuviesen forma-
das segun el plan que propondremos en
el último libro de esta obra , ¡quán-
to menor número de oprobios estarian
ocultos dentro de las paredes domésticas!
;quanta contarninacion menos sufririan
los lechos conyugales! ¡ quántos liberti-
nos menos contada la sociedad!


Hé aquí como concurririan todas las
partes de la legislacion á precaver los de-
litos, y como en una buena legislacion
las leyes que parecen mas inconexás en-
tre sí se prestarian un auxilio recíproco,
:y se dirigirian á producir efectos que fue-
sen comunes á todas y á cada una de
ellas.


Esta verdad se ilustrará en el libro
siguiente,


CIENCIA


DE LA LEGISLACION
ESCRITA EN ITALIANO


POR EL CABALLERO


CATET ANO F ILANGIERI,
Y TRADUCIDA AL CASTELLANO


POR


DON JAIME RUBIO,
abogado de los reales consejos.


TERCERA EDICION


• corregida y añadida con discursos analí-
ticos en cada libro.


TOMO VIII.


MADRID
IMPRENTA DE NUÑEZ


1a22.


Francisco Italia


Fin del tomo VIL




(Iil)
:LtA,tfwi,;CAW,XX;(flitxXXXXXXXX


DISCURSO PRIMERO


DEL TRADUCTOR
SOBRE


Ovr, cP11, zplrrroy n vo thot gromt zumo;


9-1;-31.171s.
Nihil est civitati pnestatatitzs quam leges


recte.posita. Eurip. in Sup.


%a educacion pública de los ciu-
dadanos.


La educacion , que forma al
hombre y al ciudadano dándole
los principios y las reglas para
dirigir sus acciones en la vida
privada y social; que extendidas
sus luces y sus conocimientos le
hace salir de la ignorancia y le
preserva de tantos y de tan per-
judiciales errores, debe estar ba-
jo la inspeccion del gobierno para
que pueda producir estos efectos
tan útiles al bien de la patria y á
la felicidad del Estado. El legis-


a. 2




(IV)
lador debe apartar con sus sábias
leyes el espíritu de los jóvenes de
las especulaciones vanas y estéri-
les, y aplicarlas á los objetos só-
lidos é interesantes que puedan
influir en la suerte de las familias
y del pueblo. Si la educacion se
dejase al cuidado de los padres,
¡qué pocos jóvenes se verian edu-
cados como conviene! Porque mu-
chos por falta de luces y conoci-
mientos sori incapaces de educar
á sus hijos; - otros no pueden ha-
cerlo por sus destinos ú ocupacio-
nes precisas para mantener su fa-
milia; y así es necesario para que
sus hijos reciban alguna educa-
clon servirse de otras personas.
¿, Allas dónde se hallarán maestros
dotados de todas aquellas quali-
d. ades tan necesarias para este im-
portantísimo destino.?


Para desempeñar bien este em-
pleo es necesario un genio sua-


,


(V)
ve y amable , grandes talentos,
un profundo conocimiento del
corazon y del espíritu del hom-
bre, una aplicacion constante en
observar y dirigir los discípulos,
y una conducta tan regular que
cada accion del maestro sea una
leccion viva de virtud para los
discípulos. Los que poséen estas
prendas tan apreciables pocas ve-
ces quieren emplearse en ocupa-
ciones tan poco agradables. Estas
reflexiones nos manifiestan la ne-
cesidad de una educacion públi-
ca, que esté arreglada por las sá-
bias leyes del gobierno , á quien
no será dificil hallar hombres
muy capaces de desempeñar estas
penosas funciones; los quales eje-
cutando con toda puntualidad el
plan que el legislador establez-
ca por sus leyes , dirijan los jó-
venes al fin que se propone. Es-
ta educacion es el medio mas ef




(VI)
caz para conservar la constitu-i
cion del gobierno, para preser-
var los jóvenes de los errores fu-
nestos de que es tan susceptible
su tierna edad; para formar, di-
rigir, rectificar y corregir la opi-
nion pública, que tiene mas in-
fluencia para lo bueno y lo ma-
lo del Estado que todo el poder
del Soberano. Quando empiezan
á derramarse las luces en una na-
cion , los errores y la ignorancia
se disipan lentamente, y no sin
muchos combates se forman par-
tidos que en estas ocasiones sue-
len turbar el órden y la tranqui-
lidad pública.; la verdad combate
contra el error , y el partido de
la mentira y de la ignorancia, que
es el mas poderoso, se sirven de
la calumnia y de los medios mas
injustos y mas atroces para des-
acreditar las luces, atribuyéndo-
les las sediciones, las cabalas, las


(VII)
intrigas y los desórdenes, Un sa-
bio gobierno puede precaver to-
dos estos males promoviendo las
luces por medio de la educacion.


El corazon de los niños está.
abierto á todas las pasiones, y la
primera que se apodera de él sue-
le ser la que domina toda la vida,
y la que produce grandes efectos
para llevar los jóvenes á la vir-
tud, ó para precipitarlos en los
vicios. La sociedad se interesa en
que solamente dominen en su co-
razon aquellas pasiones que les
dén fuerzas y vigor para apartar-
se de los vicios y seguir la virtud
haciéndolos útiles al Estado y
buenos ciudadanos. La educacion
pública, si está bien arreglada y
dirigida por las leyes, es la que
podrá inspirarles aquellas pasio-
nes que son mas convenientes pa-
ra este fin. La reunion de los ciu-
dadanos entre sí hace toda la fuer-




(VIII)
za del Estado y de su libertad;
mas la tiranía para introducirse
y conservarse necesita sembrar
la division , para debilitar y d is-
ininuir la fuerza pública. La edu-
cacion pública, haciendo Vivir á
los jóvenes todos juntos estrecha
mas los vínculos_ de la union so=
cía', hace que se-:consideren
mo- .mi:-.-.mbrOs de uri:-mismo cuer-
po , hijos de una misma madre,
é individuos - de una misma fa-
milia así se desvanece la . - des
igualdad de la fortuna y de las
condiciones, y no' se oye,sino la
voz de la naturaleza, que les in-
tima y recuerda á todos la igual-
dad. i-Ella lds hará de un genio
suave, y por la experiencia cono
cerón la dependencia que tienen
los hombres entresí, y la necesi-
dad de vivir en sociedad. Estos
y otros efectos saludables que pro-
duce la educacion en los corazo-


(TX)
nes tiernos de los jóvenes, nos ma-
nifiestan claramente quán necesa-
ria y útil sea para el Estado la e-
ducacion pública establecida y di-
rigida por las leyes del Soberano.


Esta educacion debe ser
versal, de manera que todos los
ciudadanos de qualquiera clase
que sean, desde el mas pobre has-
ta el mas rico, deben educarse
sin distincion ninguna en diferen-
tes casas distribuidas por las ca-
pitales y distritos de las provin-
cias destinadas para este fin; por-
que si alguna clase de ciudadanos
quedase escluida de la educacion,
la ley privándolos de los socor-
ros que ofrece á los otros para
llegar á los fines que se propone,
sería parcial é injusta, y los de-
jaria sepultados en los vicios, y
entregados á las pasiones, sin lu-
ces y sin conocimientos, expues-
tos á corromper á los otros y cau


Francisco Becerra




(X) •
sar á la sociedad aquellos efectos
perniciosos que de este modo se
procuran evitar. ¡Pero será posi-
ble (nos dirá alguno) que pueda
ejecutarse el plan de la educacion
pública en un vasto imperio, don-
de se hallan los ciudadanos divi-
didos en tantas clases, empleados
en la agricultura, en las artes,
manufacturas, &c. en las magis-
traturas, en la milicia, en la ma-
rina, y en las funciones del sa-
cerdocio , &c.? ¡Cómo se podrá
educar á todos estos jóvenes á un
mismo tiempo, y dónde se en-
contrará una casa capaz de con-
tenerlos todos? Si la educacion
pública debiera ser para todas es-
tas clases de jóvenes uniforme, y
en una misma casa, sería una ex-
travagancia pensar en ella, porque
es imposible esta uniformidad en
las diferentes clases de ciudada-
nos. La educacion universal en


(XI)
la forma que la proponemos, con-
siste en que todos los individuos
de la sociedad puedan participar
de la que la ley y el magistrado
prescriben, cada uno segun sus
circunstancias y destinos ; y la
uniformidad no debe estar sino
en apartarlos del vicio y del er-
ror, y conducirlos á la verdad y
á la virtud; en inspirarles á todos
el amor á la patria, el respeto á
las leyes, y la obediencia al go-
bierno; en facilitarles los progre-
sos del arte, ciencia ó destino
que hayan de emprender; en una
palabra debe ser universal, pero
no uniforme; pública, pero no
comun. Determinada de este mo-
do la idea de la educacion públi-
ca, para disipar enteramente las
dudas que se puedan ofrecer, es
necesario primeramente dividir el
pueblo en dos clases principales;
es á saber, en los que pueden ser-




(XII)
vir á la patria con sus brazos,
y los que la pueden servir con
sus talentos. En la primera clase
se comprenden todos los que se
ocupan en los ejercicios corpora-
les, corno la agricultura y las ar-
tes mecánicas, &c. y la segunda
comprende los que se emplean en
las artes liberales, en el comer-
cio, la medicina, el servicio de
la iglesia, en gobernar los ejérci-
tos y las esquadras, en adminis-
trar el gobierno, y en difundir
las luces , &c. La diferencia que
pide la institucion de las clases
secundarias, en las quales se sub-
dividen las dos principales, nun-
ca puede ser tan grande como la
que tienen éstas entre sí.


Porque en primer lugar la pri-
mera es infinitamente mas nume-
rosa que la segunda, y esta dife-
rencia del número debe tambien
causarla muy grande en la educa-


clon, como tambien las del lugar
donde deben juntarse para recibir-
la, y la del tiempo, porque el la-
brador y el artesano necesitan po-
co tiempo para aprender lo nece-
sario para arreglar su conducta ci-
vil, y acelerar los progresos de si/
arte; mas los de la segunda clase
necesitan mayores y mas profun-
das instrucciones , conocimientos
mas sólidos y mas extensos , que
no pueden aprenderse sino en mu-
chos años. En quanto á la parte fisi-
ca debe ser tambien diversa la edu-
cacion de estas dos clases , por-
que el destino de los de la prime-
ra pide fuerzas y robustez como
absolutamente necesarias para sus
respectivos destinos ; mas en los
segundos dedicados á las ciencias,
esta fuerza del cuerpo es útil pero
no necesaria. En la parte moral,
debe haber tambien en la institu-
cion de estas dos clases una gran




(XIV)
diferencia. Los de la primera cla-
se caen ordinariamente en la vi-
leza y el abatimiento, y así por
medio de la institucion se debe
levantar sus pensamientos y sus
ánimos , recordándoles la digni-
dad y la igualdad natural de to-
dos los hombres; que todos somos
miembros de un mismo cuerpo
necesarios para su subsistencia,
inspirándoles al mismo tiempo un
noble orgullo para preservarles
del vicio de la vileza y del aba-
timiento. Los de la segunda clase
se suelen llenar de orgullo, y mi-
ran injustamente con desprecio á
los primeros. Para corregirles de
este vicio es necesario recordar-
les la igualdad natural de todos
los hombres , la dependencia mú-
tila y , necesaria que todos tene-
mos. Estas son las principales di-
ferencias que debe haber en la
educacion de las dos primeras cla-


(XV)
ses: las otras las manifestarémos
despues guando hablemos mas en
particular de la educacion de
cada una de ellas. Ahora expon-
dré primeramente todo el sistema
de educacion que corresponde á
la primera clase, y á las secun-
darias en que se subdivide.


En un imperio vasto que está
dividido en varias provincias de-
be establecerse en la capital una
junta general de instruccion pú-
blica , que tenga la inspeccion so-
bre todas las casas de educacion
de todo el imperio , y en cada
provincia otra que la tenga sobre
toda ella. Las provincia deben di-
vidirse en diferentes distritos de
poca extension y poblacion. En
cada distrito de éstos debe haber
una casa de educacion bastante
capáz para contener todos los edu-
candos del distrito, y en ella va-
rios custodios, encargando á cada




(XVI)
uno de ellos un número determi-
nado de muchachos que no exce-
da mucho de quince , ni sea mu-
cho menor. Además de estos cus-
todios en cada comunidad de és-
tas habrá un magistrado encarga-
do de la educacion. Los custodios
deben velar sobre los muchachos
que tengan á su cargo, dirigirlos,
alimentarlos, y vestirlos segun las
instrucciones que se les comuni-.
quen. Estos custodios deben ele-
girse de los hombres de bien de
diferentes artes y oficios del mis-
mo distrito, porque deben enseñar.
á los muchachos de su cargo los
primeros elementos del oficio ú
arre para que se les destine. El
magistrado encargado de la edu-
cacion de aquella comunidad les
instruirá en sus obligaciones, y co-
municará las órdenes que la junta
suprema de la instruccion pública
de la provincia le hubiere


(XVII)
cid. Por aquí se vé que el colegio de
educacion pública para esta pri-
mera clase se compondrá de las
casas destinadas para este efecto
en cada distrito de la provincia„
de los custodios de cada casa, y


- de su magistrado y de la junta su-
prema de la capital de la provin-
cia. Para hacer recomendables los
custodios y su empleo, deben ele-
girse los hombres de mas provi-
dad y de mayores conocimientos
en su arte ú oficio. La magistra-
tura de cada casa y la de los que
compongan la junta suprema de-
be distinguirse con singulares ho-
nores y emolumentos para que los
hombres de bien y mas ilustrados
entren en estos destinos honorífi-
cos, y tan útiles para la patria.
De este modo se dará importan-
cia á esta magistratura, y le con-
ciliará el respeto del pueblo.


El Soberano debe establecer
"Tcnw




(XVIII)
el plan de educacion por una ley
que señale con particularidad las
obligaciones de los custodios y
magistrados, y el método que se
ha de seguir en la educacion; y
ninguno de los ejecutores por nin-
gun título podrá apartarse de él.
La educacion pública de estas
comunidades se podrá dividir en
tres partes: es á saber, en educa-
cion física, en educacion moral, é
instructiva ó científica. Mas ¿có-
mo arreglará la ley la admision
y reparticion de los muchachos
en las clases secundarias en que
se divide esta primera como arrit-
ba hemos dicho?


Cada padre de familia tendrá
derecho. de presentar su hijo al
magistrado encargado de la edu-
cacion pública de la comunidad
de aquel distrito á la entrada del
año sexto de su_ edad, que es el
tiempo de su admision. La rnanu-


(XIX)
tencion en esta clase deberá ser
de cuenta del Estado, y por esta
razon ningun padre dejará de en-
viar su hijo á esta casa de edu-
cacion pública , por no perder
la ventaja de ser educado sin que
le cueste nada,la ley no tendrá
que hacer grandes esfuerzos para
conseguir lo que desea , pues les
convida á su cumplimiento con
una utilidad tan evidente. El ma-
gistrado por sí mismo , y sin
pedir á nadie el consentimiento,
llevará á su comunidad á los hi-
jos de los mendigos , de los huér-
fanos, y en fin á todos aquellos
que no tienen padre, ó que no
pueden recibir de él la educacion
conveniente, porque es justo que
la patria que es la madre comun
de todos los ciudadanos no les a-
bandone. Recibido el muchacho
se anotará en un libro destinado
para este objeto el nombre y ape-


b z


Frazcisco becea




(XX)
.ido , el de sus padres , el lugar
e su nacimiento y del dia que se


ha recibido, y se entregará una
opia de esta nota á sus padres,
atores ó curadores.


El destino de los muchachos
Lo puede determinarse ni por el
magistrado solo, ni por el padre
oló, porque resultarian muchos
nconvenientes de dejarlo al arbi-
do de uno solo de éstos; y para
)reca y erlos convendria que el pa-
rre tuviera derecho para preten-
l'er que su hijo fuera iniciado en
u misma profesion, y el magis-
rado de indicar el custodio del
mismo oficio ó profesion del pa-


quando éste quisiese usar de
n derecho , ó destinarlo por sí
iismo (quando el padre nada de-


,rminára) á la profesion que ten-
á'por conveniente.


La junta de los magistrados
e educacion de la provincia es


(XXI)
la que deberá elegir los custodios
de los distritos, arreglando el nú-
mero y su condicion á la pobla-
cion y á los intereses económicos
del distrito; y el magistrado par-
ticular de cada colegio no debe
hacer mas que destinar los mu,
chachos á tos custodios que no
tengan completo el número que la
ley les prescribe. Si en el distrito
hubiese muy pocos que se ejerci-
tasen en alguna arte mecánica , y
por consiguiente uno ó dos sola-
mente 6 muy pocos que quieran
aprender, no es justo que para
éste se establezca un custodio en
la comunidad, sino que deberán
educarse en la comunidad de otro
distrito por órden de la junta su-
prema de la capital; y lo mismo
debe hacerse quando el padre des-
tina su hijo para aprender su pro-
fesion , y los custodios tienen yá
completo el número de los edu-




(XXII)
.andos. ¡Pero esto no es destinar
as muchachos á unas artes con-
rarias á su genio y á sus disposi-
:iones naturales , y apartarlos de
,tro destino , en el qual podrían
er mas útiles á la sociedad ? Es
:ierto que alguna vez se padece-
á este error , pero siempre será
nfinitas veces menos que ahora
n el presente estado de las co-
as. En el plan de educacion pú-
dica que proponemos , este mal
e podrá corregir en la parte de
a educacion moral y científica,
n cuyo tiempo se manifiesta el
alento , el genio , y las disposi-
iones naturales de los mucha-
hos , lo que no sucede en la edu-
acion que ahora reciben. Además
e esto el magistrado de la edu-
acion conocerá en el discurso de
Ha si el muchacho podrá hacer
rogresos en el arte para que está
entinado; y viendo que su genio


(XXIII)
lo llama á otra arte, lo destinará
á ella por sí solo, 6 con anuen-
cia de su padre y con Orden de
la junta suprema , á quien ántes
hará saber sus observaciones. Los
muchachos que manifiesten un
gran talento para las ciencias, se
podrán destinar para el colegio de
educacion de la segunda clase á
expensas de sus padres; y guando
éstos por su pobreza no pudiesen
costearla , deberá hacerse á ex-
pensas del público. Hay muchas
artes y oficios que para aprender-
los no se necesitan sino las luces
naturales y pocos dial de ejerci-
cio ; y éstas , aunque no las ha-
yan aprendido con las luces que
sacan de la educacion, las apren-
derán con la mayor facilidad si
quieren destinarse á ellas.


Los primeros cuidados de esta
educacion deben ponerse en me-
jorar y perfeccionar la parte fisi-




(XXIV)
ca , haciendo á los muchachos
mas sanos , mas fuertes , mas ro-
bustos y mas ágiles. Algunos go-
biernos antiguos pusieron en esta
parte un cuidado tan particular,
que en el dia nos admira lo que
leemos de ellos. ¿, Qué soldado
podria hacer hoy lo que hacian
los Griegos y Romanos? Quién
llevaria


go
peso de sus armas y


resistiria á unas marchas tan lar-
gas ? No hay mas que leer á Pla-
ton para ver el cuidado parti-
cular que pusieron los legislado-
res en perfeccionar la parte fisi-
ca del hombre , los medios que
tomaron para este fin , los ejerci-
cios gimnásticos que instituyeron
para hacerles adquirir la destreza
necesaria para la guerra. En aque-
llos tiempos los hombres obraban
en la guerra como séres inteligen-
tes , y no como máquinas como se
hace hoy. Entónces llegaban á las


(XXV)
manos, y ensangrentaban sus es-
padas; el soldado veía , senda, y
tocaba aquel á quien daba la
muerte, ó de quien la recibia; las
armas que se usaban exigian fuer-
za y destreza ; y así la victoria
se debía á estas preciosas quali-
dades del soldado , que por esta
causa le hacian mucho mas re-
comendable; y como la seguridad
de los pueblos se debia principal-
mente á estas perfecciones de los
cuerpos , por esta razón los legis-
ladores pusieron tanto cuidado en
promover esta parte de la educa-
ción. Mas en él dia en los ejérci-
tos y en la armada se ha dado á
las máquinas la fuerza de los hom-
bres, y á los hombres la qualidad
de las máquinas. Los soldados son
los fusiles y cailones ; el soldado
huye ó acomete; dá la muerte ,
pierde la vida sin saber de quién,
ni á quién; el mas cobarde., el mas




(XXVI)
débil, y mas imperito, dá la muer-
te al mas valiente y al. mas dies-
tro , corno el mas experto , mas
disciplinado , y de mayor valor.
Los legisladores han puesto el cui-
dado en perfeccionar las armas y
no los hombres. El inspector solo
mira como están las armas , no
como están los hombres. Lo fisico
del hombre puede mejorarse corno
lo moral. El cuerpo del ciudada-
no como su espíritu. La educa-
clon , las costumbres y las leyes
harán siempre al pueblo dirigido
de este modo superior á todos los
otros , y será mas rico y mas fe-
liz. Para conseguir este fin el le-
gislador debe dirigir esta parte
de la educacion de la manera si-
guiente.


Como la quantidad y quali-
dad de los alimentos influye mu-
cho para la parte. física y moral
del hombre, y para poner en ejer-


(XXVII)
ciclo las facultades intelectuales
y sensibles de los niños, el legis-
lador en su plan señalará aquella
cantidad y calidad de alimentos
del pais que sean mas sanos y de
mas fácil digestion. Como los mu-
chachos digieren con mucha fa-
cilidad, y por otra parte necesi-
tan alimento con mas frecuencia
que los que son de una edad mas
adelantada, será preciso darles al-
muerzo, comida, merienda y ce-
na, y pan siempre que lo pidan,
porque el pan siendo bueno jamás
causa ninguna indigestion, y es
un alimento muy sano y muy sus-
tancioso. Los alimentos que se les
deben dar para las dos principa-
les refacciones son yerbas, legum-
bres, lacticinios, pescado, carnes,
sopa de pan y frutas. Debe evi-
tarse la uniformidad de alimentos
por no acostumbrar el estómago
á un solo alimento, y por no au-




(XXVIII)
mentar las necesidades, pues en
llegando á faltar este alimento, el
estómago se resentiria, y el hom-
bre se persuadiría que le faltaba
una cosa necesaria, y porque la
variedad de alimentos (segun la
opinion de muchos médicos) hace
mejor quilo. La bebida debe ser el
agua en qualquiera tiempo y oca-
sion que la pida. Siendo el sueño
necesario en todas las edades de
la vida para la restauracion de las
fuerzas, la edad de los niños pide
por esta razon un sueño mas lar-
go. El legislador señalará diez ho-
ras para dormir á los muchachos
de esta edad , y se irá disminu-
yendo así corno vayan creciendo
hasta siete horas, que es lo que
regularmente necesitan todos pa-
ra su descanso. Siendo el aire pu-
ro de la mañana el mas apropó-
sito para dar á todo el cuerpo
y á los órganos de los sentidos la


(XXIX)
elasticidad y el tono convenien-
te para todas las funciones, se
hará acostar temprano á los edu-
candos, y se les hará levantar
las cinco de la mañana en invier-
no, y á las quatro en verano; y
no se les dispertará jamás con es-
truendo ó ruido , sino (si puede
ser) con el sonido de algun ins-
trumento dulce. La cama de los
educandos no debe ser blanda sino
algo dura, para criarlos mas fuer-
tes, mas sanos y mas robustos; y
así no tendrá sino un jergon , una
manta y dos sábanas.
. El vestido deberá ser igual-
mente de paño burdo pero de fi-
gura elegante: un pantalon de pa-
fío en invierno , y de rnahon en
verano: una camisa , una chaquer
ta y un sombrerillo redondo será
todo su vestido. Los pies convie:-
ne que los lleven descalzos para
endurecer las plantas, de manera


n'Ud c.•<-1 _




(XXX)
que si se hallasen en su mayor
edad en algun camino sin calza-
do, ni medio para tenerlo, pue-
dan sin dificultad continuarlo. La
cabeza limpia y el cabello corta-
do. Se lavarán las manos y la ca-
ra todos los dias con agua fria
del tiempo. En levantándose se
abrirán las ventanas del quarto
donde duermen para que se venti-
len, y se pondrá el mayor cuida-
do en el aseo y limpieza no sola-
mente de las personas , sino tain-
bien de la habitacion.


Como los muchachos están cre-
ciendo, y es necesario que las fi-
bras y los vasos se dilaten, se ex-
tiendan y faciliten el incremento
de toda la máquina, es preciso que
se muevan y se agiten, y la natu-
raleza misma excita en ellos estos
deseos para este fin, y para que
la sangre y los humores circulen
mejor, las, digestiones y separa-


(XXXI)
dones sean mas pefectas , y el
quilo mas bien preparado; y así
siguiendo el impulso de la natu-
raleza se les permitirán y aun>
mandarán todos los ejercicios ca-
paces de fortificar el cuerpo, co-
mo correr, saltar, subir á los ár-
boles, luchar, levantar pesos, ar-
rojarlos y transportarlos; pero sin
permitir jamás que los lleven en
la cabeza, porque en ella se ter-
minan todos los nervios del cuer-
po, y podria ser que el excesivo
peso los aplanase ó los torciese,
de lo qual podrian resultar enfer-
medades gravísimas que les qui-
tarjan la vida ó les inutilizarian
para siempre. En fin, se les de-
ben permitir á los educandos to-
dos aquellos ejercicios que pueden
dar agilidad y vigor á sus miem-
bros, y fuerza y robustez á sus
cuerpos. Para excitar la emula-
clon se señalarán algunos premios




(XXXII)
para los que se aventajen en ellos.;
así se promoverán estos ejercicios.,
y se hará nacer en el corazon tier-
no de los niños , que aun no está
corrompido con las pasiones viles,
el amor á la gloria. Por ninguna
pretexto ni de frio ni de calor,
lluvia ó nieve , se interrumpirán
estos ejercicios tan necesarios; y
,en estos dias serán súrnamente úti-
les , porque los acostumbrarán á
la intemperie de las estaciones, y
á las alteraciones del aire.


No se les permitirá jamás que
se acerquen á la lumbre sino guan-
do estén mojados para secarse„
porque el uso de la lumbre guan-
do es excesivo debilita las fibras,
ocasiona muchas enfermedades, y
hace al hombre delicado y muy
sensible al frio. El remedio mas
saludable y mas eficaz contra el
frio es el movimiento. Si la situa-
cion del pais proporciona el ejer-


(CXXIII)
cicio de nadar, se debe acostum-
brar á los muchachos muy tem-.
prano á este ejercicio, que no se
debe interrumpir ni aun en invier-
no, porque así se acostumbrarán
á sufrir el frio y á despreciarlo,
y dará á sus cuerpos mucha robus-
tez y vigor. Tambien se deberá
hacer jugar á los niños por la no-
che, y sin luz, para hacerles des-
preciar los vanos temores de las
tinieblas, á que están expuestos la
mayor parte de los hombres que
se dejan llevar de la imaginacion,
la qual inficionada desde la niñez
con cuentos de •brujas, duendes y
fantasmas conserva toda la vida
estas i mpresiones. Si no hubiesen
tenido las viruelas se les vacuna-
rá 6 inoculará en una casa desti-
nada para este efecto. De este mo-
do me parece que deberia darse
á los m uchachos de esta prime-
ra clase en los colegios la eciu-Tomo VIII.




(XXXIV)
cacion física con la qual adqui-
rirían una constitucion robusta,
y podrían sufrir todas las fatigas
y trabajos en las edades siguientes.
Formada ciudadanos fuertes y sa-
nos, que comunicand o la misma
robustez á sus hijos y nietos hasta
las generaciones mas remotas, po-
drían servir á la patria en paz y en
guerra y promover sus intereses.


El objeto de la educacion mo-
ral es poner en movimiento y per-
feccionar las facultades del alma
para conocer la verdad y seguir
la virtud, para que sean buenos
ciudadanos y promuevan los in-
tereses de la sociedad . Quando el
hombre nace, su alma se halla
envuelta én las mas densas tinie-
blas; tiene las facultades de sen-
tir, conocer y querer, pero las tie-
ne sin ejercicio, impedidas, sin
ideas , y sin deseos , con algunas
sensaciones obscurisirna s y ciegas


(XXXV)
que son causa de los movimientos
irregulares que en los niños se ob-
servan. Para que estas facultades
se pongan en movimiento y se
ejerciten , es menester el concur-
so de algunas causas exteriores;
y si éstas faltan, el hombre se que-
da embrutecido y en el estado de
los salvages. La educacion pro-
porciona las diferentes causas que
ponen en ejercicio estas potencias
segun los destinos á que se dedi-
can en la sociedad, y ella es Cam-
bien la que constituye la desigual-
dad que vemos entre los hombres;
desigualdad que por la influencia
que tiene en la vida privada y
pública, y por estar fundada en
las fuerzas activas del espíritu
que nos distingue de las bestias,
merece con preferencia las mayo-
res distinciones. Esta educacion
debe empezarse por las instruc-
ciones morales para imprimir en


e




(XXXVI)
las almas:de 'los tiernos niños los
principios de la justicia, de la be-
neficencia y de las virtudes socia-
les , y las máximas verdaderas de
la religion : los principios
110SOS de la moral divina que nos
enseña el Evangelio para apartar-
los del error , de la supersticion
y de los vicios , para hacerles co-
nocer su dignidad y su grandeza;
y para que no caigan en la vileza
y el abatimiento, se les repetirán
estas instrucciones morales fre-
cuentemente: Tú eres el rey de la
naturaleza si respetas y obedeces
las leyes; si las desprecias y que-
krantás , té mismo te degradas y
envileces , y serás el monstruo mas
odioso ,y abominable. Para que es-
tas instrucciones morales sean
mas eficaces y sensibles , se les
deben presentar ejemplos, dichos,
hechos, y acciones que exciten en
su eorazon . ¿dio -al- vicio , -aguar


(XXXVII)
á. la virtud. Con 1:sta sencilléz (de
que son capacel.los muchachos)
su: boca proferirá la verdad que
el entendimiento conoce, y queda-
rimucho mas impresa en su alma.


.EJ magistrado .de cada colegio,
que está encargado principalmen-
te de la educacion, es quien debe
clarleslestas instrucciones; y ésta
debe ser la mas importante, y la
mas noble des.ps , funciones. Se
darla --estas instrucciones por la
mañana , que es el tiempo en que
el alma está mas atenta á las ver-
dades , y menos distraida con los
otros objetos que se le presentan
en el discurso del dia , y no du-
rarán sino media hora para evitar
el enfado y la,sdistraccion ; pues
á la edad de siete años en que de-
ben recibirlas los muchachos, no
pueden conservar mucho tiempo
la atencion , ni ocuparse en algu-
na cosa sin cansarse. Por esta ra-




(XXXVIII)
zon el maestro'debe abstenerse en
estas instrucciones de usar de
principios abstractos y raciocinios
obscuros ; debe presentarlos con
la mayor sencillez y evidencia,
haciéndoselos sensibles con he-
chos y sucesos si puede ser de los
mismos muchachos, que es el me-
dio mas eficaz para que queden
mas impresas las verdades, y sean
útiles las instr'neciones. El objeto
de éstas será :. en primer lugar la
religion. El magistrado procurará
darles la idea mas augusta y mas
sencilla de la divinidad, haciendo
que la práctica del culto corres-
ponda á las ideas rnagestuosas y
sublimes que les ha dado en sus
instrucciones. Les hará rezar por la
mañana y por la tarde á presen-
cia de los custodios , estando to-
dos con la mayor compostura y
reverencia , unas oraciones bre-
ves, sencillas; enérgicas, y llenas


(XXXIX)
de Ios principios luminosos de la
moral universal. En segundo lu-
gar la justicia particular y la vir-
tud humana , comprendida en es-
tos dos cánones 6 principios uni-
versales:


i.° No hagas á otro lo que no
quieres que se haga contigo.


2.° Haz á los demás todo el
bien que quisieras que los otros te
hicieran.


Estas dos reglas son los prin-
cipios de la justicia y de la virtud
humana , y el maestro debe pro-
curar explicarlos en sus instruc-
ciones con toda claridad , dedu-
ciendo las consecuencias de que
sean capaces los muchachos, y
haciendo las aplicaciones á las
acciones humanas, para que vean
y entiendan cómo se deben diri-
gir y juzgar por estas máximas.


Las otras dos reglas que tie-
nen por objeto la justicia y la vi:-




(LX)
tud civil son las siguientes, las
quales deben ser en tercer lugar
el objeto de estas instrucciones. .


J.° Observa-las leyes , vene=
ra los decretos de la autoridad
pública, defiende al gobierno de
los enemigos exteriores, y proté-
gelo contra los interiores, como
son los sediciosos , rebeldes , y
conspiradores.:


2.`) Haz á favor de la patria
todo lo que conozcas que le ha de
ser útil, y el amor te sugiera; a-
demás de lo que te manda la ley,
prefiere siempre sus intereses á los
tuyos.


El maestro-ocupará todo el
año enseñando la religion ,. y ex-
plicando á sus discípulos las ver-
dades contenidas en estos qua-
tro principios generales, haciendo
las aplicaciones convenientes á la
naturaleza del gobierno; y para
Que se impriman mejor en la me-


(XLI)
rhoria de los niños, se les hará
concurrir el año siguiente á• las
mismas instrucciones haciéndoles
varias preguntas sobre cada una
de ellas , proponiéndoles dudas
para que las resuelvan, y hacién-
doles juzgar .los hechos por los
principios que han aprendido;-lo
que les obligará á estar con rria-
yor atencion, se acostumbrarán á
juzgar .


por principios claros y evi-
dentes , se disiparán las dudas que
se les podrian ofrecer , y el espí-
ritu con la nueva luz que se au-
mentará adquirirá nuevas fuerzas;
y los muchachos del primer año
de instruccion estarán tambien
con mayor atencion , y entenderán
mejor estos principios. El maestro
tendrá el mayor cuidado en resol-
ver.


las dudas , y hacer con exác-
titud las aplicaciones de los prin-
cipios á los hechos guando los.,
educandos no hayan sabido ha-




(XLII)
oerlo, no dejando nada de dudoso
pi de indeciso ; y si algunos no
están atentos, procurará conciliar
su atencion del modo mas suave.


Á estas instrucciones seguirán
.los discursos de moral que deberá
hacer el mismo maestro , y todos
jps que han asistido á las instruc-
ciones morales deberán asistir
igualmente á estos discursos que
.serán tambien de media hora. Por
medio de .,ellos el maestro pro-
curará hacer pasar la verdad del
entendimiento al corazon , dán-
doles una idea clara de la virtud
y- delas delicias que la acompa-
ñan y la siguen. Se les hará co-
nocer qué cosa es patria y qué sea
un ciudadano , qué beneficios les
hace la patria y qué reconoci-
miento se la debe. Se insinuarán
cambien en estos discursos las ver-
dades opuestas á los errores de la
opinion pública. Se les inspirará


(XLIII)
el sentimiento de su propia digni;.
dad en que consiste la verdadera
grandeza y la gloria , y que todos
son capaces de ella teniendo mé-
rito y virtud , confirmando todas
estas verdades por los hechos an-
tiguos y modernos , y haciendo
que se estimen y no se degraden
y envilezcan ; porque los que se
consideren como envilecidos, son
poco . capaces de grandes sentir=
mientos ni de grandes virtudes Y-
pasiones. Se les inspirará amor al
trabajo y &dio á la ociosidad, re-
presentándoles los frutos útiles y
deliciosos de aquél, y los funestos
y tristes efectos de ésta. Se les
hará conocer á los que estáxt
cerca de los diez y ocho años el
estado del matrimonio , la uti.-
lidad que resulta á la patria , á
los jóvenes , y á las costumbres
públicas, de unirse con una jóven
amable y virtuosa con vínculos




(LIV)
sagradog explicándoles los dere-
chos y obligaciones del esposo,
de los padres y de los hijos , y se
les presentarán todos los males de
tan celibato vicioso con los colo-
res mas vivos para hacerles ama-
bles el estado del matrimonio , y
odioso el celibatismo desordena-
do. Se presentará á sus ojos con
todo el explenelpr de la verdad, y
toda la energía de la pasion , la
bella imágen de dos esposos vir-
tuosos rodeados de los tiernos fru-
tos de sus inocentes amores. Les
representará la sociedad el ma-
trimonio corno la mas dulce, la
mas santa, y la mas inviolable de
todas las sociedades , para que
respeten siempre su pureza , y en-
tiendan que el que se atreve á vio-
larla , incurre en el ¿dio , la in-
indignacion, y las maldiciones de
todos los hombres. Se les inspirará
de continuo la, máxima general:


(XLV)
Que el que tiene que gobernar solo
debe servirse de la autoridad que
tiene para el bien de los goberna-
dos , y que la autoridad solamente
será un bien para el que la ejerce
si usa de ella de la manera que
hemos cacho. De poco servirán to-
dos estos discursos si no ván a-
compañados del buen ejemplo del
maestro y de los custodios , pues
ellos son el modelo que se les pre-
senta de continuo á sus ojos ; y
así los muchachos no deben ver
en su persona y acciones sino ejem-
plos de justicia., humanidad, dul-
zura , de amor al trabajo, de gra-
titud y reconocimiento á la patria,
de obediencia y respeto á las leyes,
y sumision á las autoridades y al
gobierno. Estos ejemplos serán u-
nas lecciones sensibles, vivas y e,
nérgicas que los muchachos no ol-
vidarán jamás, y procurarán siem-
pre copiar. con ¡Ducha fidelidad.




(XLVI)
Si alguno de los custodios fal-


tase á sus obligaciones, el magis-
trado de educacion dará cuenta á
la junta suprema para que dispon-
ga y determine lo que tenga por
conveniente. A la edad de nueve
años, despues que han aprendido
á leer, escribir, y los rudimentos
de la moral privada y pública, se
les hará leer romances en los qua-
les el héroe sea de aquel arte á
que se destinan los educandos que-
por sus virtudes y méritos ha lle-
gado á ocupar un lugar de los mas
eminentes en la república. El au-
tor del romance debe emplear to-
dos los primores del arte en pin-
tar las virtudes sociales que han
hecho tan estimable al héroe, el
amor á la patria y á sus conciu-
dadanos , representará los vicios
opuestos con los colores mas ne-
gros , debe inspirarles el amor á
la gkoria, y aquella noble eleva-


(XLVII)
don de ánimo que es tanto mas
gloriosa quanto menos apoyada
está de las riquezas y de la no-
bleza. El héroe de estos roman-
ces deberia ser verdadero y no fin-
gido; porque persuadidos los jóve-
nes que ha sido un hombre como
ellos, que ha tenido los mismos
principios ., y aun quizás menos
proporciones, se encenderán en su
corazon las pasiones de la gloria
y del amor á la patria, y unos ve-
hementes deseos de imitarle, y em-
pezarán desde su niñez á aprender
á ser héroes. Se dejará al arbitrio
del muchacho que lea el roman-
ce que quiera, ó que mas se aco-
mode á su gusto y á su genio , y
esta lectura deberá hacerse media
hora antes de irse á la cama: así se
les aficionará á la lectura, y servirá
infinito para propagar las luces y
la ínstruccion en todo el pueblo.
El deseo de distinguirse, que es




(XLXVIII)
comun al bárbaro y al civilizado,
al ignorante y al sabio, que pro-
duce la vanidad ó el amor á la
gloria , que hace héroes ú hom-
bres inútiles y perniciosos á la so-
ciedad; este deseo que nace con
nosotros, y que el hombre siente
en su corazon tan pronto como
empieza á reflexionar, puede pro-
mover infinito la educacion públi-
ca si se sabe hacer un buen uso
de él. Los premios pueden exci-
tarlo, y la naturaleza de ellos
puede dirigirlo al amor de la glo-
ria y apartarlo de la vanidad.
Los premios reales fomentan la
vanidad , el interés , el orgullo,
La pereza y la ociosidad, y los de
la opinion excitan el amor de la
gloria. En la educacion pública
no deben admitirse otros premios
que los de la opinion , y el legis-
lador debe proporcionarlos de mo-
do que distingan los grados y el.


(XLIX)
valor del mérito que se quiere
premiar. Estos premios no deben
ser ni muy raros porque dejarian
sin fuerza á la esperanza, ni muy
comunes porque se envilecerian y
no producirian ningun efecto. Por
otra parte deberán consignarse á
presencia de un gran concurso de
gentes , manifestando á todo el
mundo el mérito de las acciones
que se premian , para que al mis-
rno tiempo que se vea la impar-
cialidad y justicia con que se dis-
tribuyen , se excite la emulacion
en los educandos. Quando éstos
sean perezosos ó inaplicados, será
preciso alguna 'vez servirse de
castigos ; pero nunca deberán ser
humillantes ni de los que degra-
dan y envilecen , y así deberá
proscribirse el uso de los azotes y
del palo , porque se trata de for-
mar hombres libres y no esclavos,
ciudadanos y no siervos. Tampoco


To in 0 FEL


Francisco hect:U




(L)
se podrá usar con demasiada fre-
cuencia de penas ignominiosas
porque les quita su valor, y solo
podrá usarse de esta especie de
penas contra aquellos delitos que
la opinion pública tiene por in-
fames.


La parte científica de los edu-
candos de esta clase se reduce á
muy peca cosa , porque á los ar-
tesanos y labradores no intenta-
mos hacerlos sabios; y así las ins-
trucciones comunes á los de esta
clase se reducirán á leer escribir
y contar ; á saber los ejercicios
militares, y aquella parte de la
legislacion civil que es necesaria
para saber arreglar sus acciones,
evitar los fraudes y los delitos. Se
señalarán para estos estudios las
horas del dia que sean mas pro-
porcionadas. Los ejercicios mili-
tares se reducirán á la práctica
sólida y no á la teatral; á hacer


(LI)
pocas evoluciones , sencillas y
prontas; marchas largas, bien or-
denadas y veloces; descargas mas
prontas que simétricas y armonio-
sas. El estudio de esta táctica de-
be durar hasta el fin de la educa-
cion con el mayor cuidado, por-
que los ciudadanos son defensores
natos de la patria; y de este mo-
do la patria podría librarse del
peso enorme de los mercenarios
ociosos que la oprimen, la devo-
ran y la corrompen.


Además de estas instrucciones
que son comunes á todos los de
esta clase, á cada uno de los de
las secundarias en que se subdi-
vide ésta, se les darán instruccio-
nes particulares de agricultura , 6
del arte ú oficio para que esté des-
tinado , proporcionando las horas
del dia para todas estas instruccio-
nes. Esta educacion pública debe
durar desde los seis años de edad


d 2




(LII)
hasta los diez y ocho , en cuyo
tiempo se pondrá fin á esta educa-
cion; se les emancipará con un
-acto solemnísimo que haga una
-impresion fuerte en su imagina-
-cion , y se conserve en su memo-
ria toda la vida. Mas me dirá
alguno, ¡dónde están los medios
proporcionados para establecer
este plan de educacion? y sino
los hay, en vano nos cansarnos en
formar planes que jamás podrán
realizarse. No hay Estado gran-
de ni pequeño que no tenga to-
dos los medios que se necesitan
para este fin, casas muy oportu-
nas en todos los distritos, y ren-
tas mas que suficientes con talque
se quieran emplear para esta obra,
y no en objetos enteramente


ó perjudiciales al Estado. De
esta manera se mejoraría la par-
te física y moral del pueblo, se
precaverian infinitos males que


(LIT
afligen á la juventud, se disiparían
los errores, se les enseñarian y
difundirian las verdades mas úti-
les, la agricultura y las artes se
perfeccionarian, la patria tendria
unos defensores invencibles, y los
Soberanos podrian contar que con
esta educacion pública aumenta-
ban las fuerzas del Estado, y pro-
movian la felicidad del pueblo con
los medios mas eficaces.




(USO
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXV,YZ"


PRÓLOGO


DEL TRADUCTOR.
...11101011.1•••n•••1».


IOS filósofos han mirado siempre iS
la buena educacion corno uno de los
principales apoyos del Estado , pues
destierra los errores y. las preocupa-
ciones del pueblo, substituye en su lu-
gar útiles y sólidas verdades, y da vi-
gor y fuerzas al cuerpo, criando de
este modo almas grandes en cuerpos
robustos (z). De aquí nacen los sabios
magistrados , los valerosos generales,
los honrados y hábiles artistas, los la-
oradores endurecidos en el trabajo; en


(t) Men: sana in corpore sano. Juven.
Sar. lo. vers. 356.


Francisco tecefia




(LVI)


úr,Itz palabra, sin la educacion , si por
casualidad se aumenta la república, se
podrá decir que crece en hombres, pero
no en fuerzas. Ningun Estado, pues,
será jamás ni sabio , ni rico 5 ni pode-
roso sin la educacion (i). Bien persua-
didos de esta verdad los políticos y
filósofos han levantado en todos tiem-
pos la voz para despertar á los go-
biernos de su letargo y hacerles mi-
rar con la debida atencion tan impor-
tante objeto 5 procurando con excelen-
tes máximas y avisos enseñarles el ca-
mino aue debian seguir. Pero sin em-
bargo de un clamor que en el dia es
universal , vemos desatendida la ense-
ñanza, y gobernadas sus escuelas por
hombres en quienes no concurren nin-
,,-una de las .


circunstancias necesarias
para ser buenos maestros. Todos sus co-
nocimientos se reducen á formar buena
letra, á leer tal vez á saltos, y á en-


(:)
Leccion. de Com. p. r,


(LVII)
seriar de memoria el catecismo de Ri-
palda, á los muchachos : ignoran ente-
ramente lo que es filosofia moral : no
saben distinguir ni exárninar los inge-
nios , ni tienen el debido conocimiento
.de la augusta y sagrada religion que
profesan , por lo que no pueden gober-
nar las pasiones de los jóvenes, desen-
gañar á sus padres manifestándoles los
talentos ó la poca capacidad de sus hi-
jos , ni infundir en ellos aquellos no-
bles sentimientos que las saludables má-
ximas de nuestra religion imprimen en
los tiernos corazones ; en una palabra;
ignoran el arte de formar una alma
grande y cristiana los maestros de es-
tas escuelas : ántes es mucho de temer
.que se inficionen en ellas los ánimos de
los niños por el mal ejemplo de los otros.,
ó del mismo maestro, pues tal vez su-
cederá que sean testigos de las escanda
losas riñas entre marido y muger. Lo
que sí encuentran con abundancia los
muchachos en las escuelas son los azo-.




(LVIII)
tes castigo vergonzoso y que debla
desterrarse enteramente; pues les hace
perder parte de su rubor miran con
odio el estudio que se les debía pre-
sentar agradable , y engendran un áni-
mo servil. Por estas razones, y estando
obligados los padres por todo derecho
á criar y á educar á sus hijos , debe-
rán por si mismos , si les es posible,
desempear tan noble encargo, procu-
rando adquirir los conocimientos nece-
sarios para cumplir con tan estrecha
obligacion. Muchos son los tratados que
en todos tiempos nos han dado los filó-
sofos , donde se hallan algunas buenas
máximas de enseñanza. Entre los anti-
guos se distinguieronPlaton,Plutarco,
y algun otro que pueden leerse con
provecho; bien es verdad que goberna-
dos éstos por la razon natural, no cono-
cieron el origen de los defectos y del
desórden de la naturaleza humana, y
que solamente pudieron guando mas
formar un hoMbre político y sociable,


(LIX)
sin conducirle á su verdadera felici-
dad. Por esta causa debemos desconfiar
de la doctrina de aquellos filósofos, y
no admitirla sin que proceda un madu-
ro examen. Lo mismo podemos decir de
algunos modernos que han bebido en
aquellas fuentes ,ó en otras mas cenago-
sas, y han dejado impresos entre poco
bueno muchos delirios. No entra en este
número nuestro Filangieri , pues como
buen católico, penetrado de los mas vi-
vos sentimientos de la verdadera reli-
gion, no se aparta en la moral un punto
de su doctrina; y así su tratado es ex-
celente, tanto en lo que mira á la eclu-
cacion fisica, como á la moral y cien-
tífica. Dos reparos advierto que opon-
drán algunos-lectores á nuestro Filan-
gieri , y el uno de ellos podría causar
cierto error. i .° Oue aunque propone
los preceptos mas acertados , y las má-
ximas mas saludables de que pueden
aprovecharse los padres y ponerlas en
práctica, pero que el método inventado


FralaCISCO Beertia




(LX)
tara la ejecucion de su proyecto es
Practicable; es decir, que su doctrina
es excelente , y los padres y maestros
pueden gobernarse por ella en la ense-
ñanza de sus hijos y discípulos , pero
que el plan de ejecucion es inasequible.
Para satisfacer á este primer reparo,
basta decir por ahora que el celo filo-
sófico siempre lleva á nuestro autor á
desear lo mas perfecto , y que siéndolo
sin duda el plan ideado , por eso lo
propuso: á esto se añade que muchas
veces se nos ofrecen mil inconvenientes
en la teoría que desaparecen en la prác-
tica , lo que tal vez sucederia en nues-
tro caso si lo intentásemos. 2.° Que
nuestro Filangieri no empieza su edu-
cacion hasta los cinco años cumplidos,
lo que puede hacer creer á algunos que
ántes de esta edad los niños no son ca-
paces de instruccion alguna; y si lo
son , á por qué no dió preceptos sobre
ella? Este otro reparo se desvanece ad-
virtiendo que Filangieri trata de una


(LXI)
educacion arreglada y metódica de que
no son capaces los niños antes de esta
edad, y por esta razon no dió reglas
para ántes de los cinco años. Pero
para no dejar este vacío procuraré jun-
tar los mejores preceptos relativos á la
educacion de la niñez, valiéndome de
lo que nos enserian las sagradas Escri-
turas y los autores cristianos, sin ol-
vidar lo bueno que se halle en los filó-
sofos. Bien sé que muchos que han em-
pleado el tiempo en una lectura vaga
de malos libros, sin haberse instruido ja.
más• profundamente en ninguna ciencia,
prefieren la autoridad de uno de sus
filósofos á todas las demás pero no
hablo con ellos: estudien primero bien
los libros sagrados, y vean despues si
se halla filosofia mas sublime; sin em-
bargo me ha ocurrido una autoridad
°que para ellos tiene mucho peso,
quiero convencerles con sus mismas ar-.
1>-nas. Juan jacobo R.ousseau dice en la
cart. de la Mont, not. 1. No sé por




(DM)
qué se quiere atribuir al progreso de


filosofia la buena moral de .nuestros
libros. Esta moral sacada del Evan-
gelio era cristiana ántes de ser filósofa.
Los cristianos la enseriaban sin practi-
carla, yo lo confieso; pero ¿hacen otra
cosa los filósofas? Pues las muchas ala-
banzas que se dán unos á otros , sin
que otra persona convenga en ellas no
merecen en mi juicio aprecio. Muchos
preceptos de Platon son sublimes; pera
¿guamo yerra muchas veces? y ¿cl.
quánto se extienden sus erróres? Por
lo que respecta á Ciceron, ¿podrá -creer-
se que siendo orador hubiera hallado
sus oficios sin las luces de Platón? El
Evangelio solo es en la moral siempre
seguro , siempre verdadero siempre
único , y siempre semejante á sí mis-
mo." Perdóneseme esta ligera- digne-
sion que es bien necesaria en estos tiem-
pos, y volvamos á nuestro asunto.


Dos consideraciones , una racional
y. otra cristiana l .animarán mucho á los


(LXI II)
padres al desempeño de la noble y es-
trecha obligacion de criar á sus hijos.
La primera que ellos no pueden de-
jarles patrimonio de mas valor que la
buena doctrina que les den por medio
de una educacion cristiana y racional,
pues les será su compañera en todos los
estados de la vida 9 y les hará felices
en las mayores adversidades y en las
mas altas fortunas: las demás cosas son
perecederas que el tiempo las . consume,
6 las quita la fortuna (1). El filósofo
Orates deseaba subir á un lugar muy
alto de la ciudad , y dar una .voz que
la oyesen todos los padres, diciéndoles:
¿dónde carninais? todo vuestro cuidado
poneis en amontonar riquezas para
vuestros hijos y no os acordais de
darles una sana, educacion (2).


La segunda: que despees del bau-
tismo no deben mirar á sus hijos con


(s) Plutarc. de lib. educand. Commenx.
(a) Plutarc. ;.bid..




(LXIV)
los ojos de la carne, sino con los del
espíritu y corno hijos de Dios, y ha-
gan cuenta que el Señor tácitamente
les dice: Vosotros me habeis presenta-
do vuestro hijo, que es fruto de vuestro
matrimonio y efecto de mi bendicion:
yo le he recibido y me le he ahijado,.
y ahora os lo vuelvo, mas esto es con
la obligacion de que le eduqueis santa-
mente en el espíritu del cristianismo, y
segun las verdaderas reglas del Evan-
gelio, las que debeis saber para ense-
ilarlas. Y tened entendido que si por
vuestra negligencia y descuido, ó mal
ejemplo, no se instruye bien, y llega á
corromperse con la compañía de los ma-
los, y obrando mal pierde mi gracia y
vuelve al poder de Satanás vosotros
sois responsables de ello- (y).


Conformándome ahora con la coman
division de física , moral y científica
educacion, trataré de cada una de es-


(:) Rosell cap. 9. lib. de la Educacim,


(LXV )
:as especies separadamente , y con la cla-
ridad que me sea posible. Empecemos
por la física.


El primero y único alimento del
niño despees de nacido es la leche de
la madre, y la naturaleza enseña á es-
ta quál es su ministerio y oficio, dice
Plutarco ( y ), con la abundante leche
que ha puesto en las dos fuentes de sus
pechos. Es mucho lo que se ha escrito
en el dia para convencer á las madres
de tan sagrada obligacion, y de los sa-
ludables efectos que de su cumplimiento
resultan: yo me contentaré con referir un
pasage del filósofo Favorino que nos
ha conservado Aula Gelio (2).


¿No es contra la naturaleza, dice,
no son madres á medias y no cabales
aquéllas que , habiendo parido á sus
hijos , al instante los apartan de sí?


(i) Plutarc. de lib. educ. Con;ment.
(a) Noct. Attic. lib. 12. cap. r. y Ro-


sell de la Educaciou , cap. lo. lib. 1.
Tomo I7H e




(LXVI)
1/igualas que , habiendo alimentado
en sus entrañas con su sangre lo que
no sabian qué era ni lo veían, des-
pues que yá lo vén que vive , que es
hombre que implora con llanto el so-
corro de su madre no quieren alimen-
tarlo? ¿Piensas acaso que la natura-
leza dió los pechos á las mugeres como
unas desigualdades hermosas no para
alimentar á sus hijos, sino para adorno
de su regazo? Llevadas de un pensa-
miento semejante , muchas de estas es-
pantosas mugeres procuran agotar y
secar, aún con peligro de que se extra-
vie y corrompa la leche, aquella res-
petable fuente de su cuerpo, educadora
del genero humano, creyendo- que de
alguna manera afea las señales de su
hermosura.


Mas importa poco 5 dicen 5 que
sea con esta ó aquella leche con tal
7ue se atienda á su alimento y vida.
El que esto diiese supuesto que tan
'o; pe es para observar y entender


(LXVI1)
la conducta y dictamen de la natura-
leza, ¿por qué no añade que tambien
importa poco que el hombre se forme
en éste ó en el otro cuerpo , de ésta ó
de .aquella sangre? i Por ventura esta
misma sangre que por el mucho vapor
aparece blanca en los pechos despues
del parto , no es la misma que antes
de él se hallaba en las entrañas? ¿Aca-
so no es evidente en esto mismo el cui-
dado de la naturaleza, que despues
que aquella sangre en los ocultos retre-
tes formó el cuerpo del hombre, guan-
do llega el tiempo del parto se mani-
fiesta en las partes superiores , y está
pronta para fomentar los rudimentos de
la vida y del conocimiento, y ofrece un
conocido , fresco y familiar alimento?
Por esto no sin razon se ha creído que


la manera que para formar los cuer-
pos y los ánimos contribuye la natura-
leza y virtud del origen, no de otra
manera es útil para el mismo fin la
calidad y propiedades de la leche,


e 2




111kl
(LX VIII)


Y esto no solo se observa en los
hombres sino Cambien en las bestias.
Porque si los cabritillas se crian con
leche de ovejas, ó al contrario los cor-'
deros con leche de cabras, sucede que
la lana de éstos es mas áspera, y el
pelo de aquéllos mas suave. Tambien
respecto de los árboles y plantas se ob-'
serva que las tierras y aguas con que
se alimentan suelen tener mayor virtud
é influjo para conservarlos sin degene-
rar en su especie , que la semilla que
en ellas se arroja. Así se vé que si un
árbol verde y frondoso se trasplanta á
peor suelo, perece por la malignidad
del jugo. Pues ¿qué rozan habrá para
que la nobleza del hombre recien na-
cido su cuerpo y su ánimo , que blan-'
damente comienza á formarse por los
naturales principios llegue á corrom-
perse con el extralo alimento de la le-.
che de otra niyer?


En especial si la que destinais
que le cric es esclava ó de baja condi-.


(LXIX)
don, como sucede frecuentemente ; de
una bárbara y extraña nacían, ó de
malas costumbres, ó desarreglada ó des-
honesta, ó entregada al vino; porque
por lo regular, sin eleccion alguna se
suele tomar aquella muger que por a-
quel tiempo se halla que tiene leche,
sea la que fuere. tSufrirémos 5 pregiln-
ro, que este tiernecito rao sea inficio-
nado con un pernicioso contagio , y que
de un cuerpo y ánimo malísimos vaya
transportando los espiritas á su cuerpo
y á su ánimo? Esta es la causa de que
observemos con cidmiracion muchas ve-
ces que los hijos de mugeres ilustres
no sean semejantes en el cuerpo ni el
ánimo á sus padres. Pues para contraer
las costumbres tienen gran parte el in-
genio del ama y la naturaleza de la
leche, la qual, concretada en el origen
de los padres, segun el cuerpo y el
ánimo de la madre, forman también la
nueva índole.


»A mas de esto, quién será el




(LXX)
rue tenga en poco y menosprecie lo que
le esto se sigue? A saber es, que ape-
las que desamparan lo que han pa-
ido, lo apartan de sí, y lo entregan á
)tras para que lo críen, rompen el vín-
.ula y unjan de ánimos y de amor con
rue la naturaleza ata á los padres
'on sus hijos, ó por lo menos lo ¿chi-
itan y destruyen. Porque luego que
'levado el infante á otra parte se au-
enta de la vista, sensiblemente y por
vados se vá apagando la viveza del
uidado materno, y finalmente calla todo
d rumor de la irnpacientísima solici-
.ud; de modo que llega á ser el olvido
lel hijo que se ha entregado al ama
'al como si hubiera muerto. Tambien
'ocios los afectos del ánimo del mismo
liño, el amor y la reverencia están oca-
)adOs en aquella sola de la qual recibe
'1 alimento; y por lo mismo, como su-
ede en los expósitos, ni tiene sentimien-
o alguno ni deseo de la madre que le
∎arió. Por consiguiente, borrados y des-


(LXXI)
truidos los fomentos de la mata piedad,
aunque los que de este modo han sido
educados parece que aman á su padre
y á su madre, por la mayor parte ja-
más llega á ser natural aquel amor si-
no de pura urbanidad y de concepto."


Hasta aquí Favorino, no dejando
lugar á mas reflexiones para conven
cer obligacion que el derecho nata:-
ral impone á las madres de criar á sus
pechos los hijos: y aprendan las seño-
ras de alta gerarquía del noble ejem-
plo que las ofrecen Doña. Blanca de
Castilla reyna de Francia y madre
de San Luis, y Doña María Amalia
de Saboya ,habiéndose mostrado la pri-
mera tan escrupulosa en este. punto, que
habiéndola acometido una fiebre violen-
ta , una dama de palacio creyendo
complacer á la reyna, aplicó á su pe-
cho el niño Luis. Quanti° Blanca vol-
vió de la accesion intentó darle de ma-
mar, pero notó que el niño lo repug-
naba, y sospechando lo que podia ser,




(LXXII)
preguntó ¿si hablan dado de mamar á
Luis? dijéronle que si, y al punto lle-
na de un zelo maternal le metió los de-
dos en la boca y le hizo bomitar la le-
che. Este modo de obrar pareció dema-
siado violento á los circunstantes; pero
aquella incomparable reyna y zelosa ma-


- dre los satisfizo con unas razones que
por sí solas bastan para inmortalizar
su memoria. " Pues qué, les dijo, ¿pre-
tendeis que yo sufra se me quite el ti-
tulo de madre que tengo de Dios y de
la naturaleza?" (I)


Pero si la madre se viese dispen-
sada de esta obligacion por alguna cau-
sa legítima, entonces se debe pensar se-
riamente sobre la eleccion de una bue--
ta ama de leche. Así sucederá guando
por indisposicion natural ó enfermedad
de' la madre se puede temer con funda-
mento que no se crie sano y robusto el


(Y) Le Cocote de Valmont, tom. lect.
lo. en la not.


(LXXIII)
hijo. Bien entendido, que los médicos
deben proceder con mucho miramiento
en estas dispensaciones no condescen-
diendo por mera lisonja, y teniendo pre-
sente que algunas señoras endebles y
aun enfermizas se han puesto sanas y
robustas criando á sus hijos. Otro caso
pone Don Manuel Rosell (1), y es
guando la madre no pudiese desemba-
razarse de -algunas ocupaciones que la
impidiesen atender á la crianza de su
hijo. Pero sucederá raras veces que con.
curra al mismo tiempo otra obligacion
mas fuerte que aquella que obliga á
la madre á criar sus hijos.


Viéndose precisados los padres por
alguno de los casos insinuados á entre-
gar sus hijos á un ama, pondrán gran
cuidado en que se hallen en ella las
circunstancias de que "hayan (palabras
son del sabio Rey Don Alonso en una
de sus leyes) leche asaz, é sean bien


(x) Lib. x. de la Educacion, cap. ta.




(LXXIV)
dcustumbradas, é sanas, é ferMosas 5 é
de buen linage, é de buenas costumbres,
é señaladamente que non sean muy salu-
das. Ca si obieren abundancia de leche,
fueren bien complidas, é sanas, criarán
los niños sanos, é recios... E si non fue-
ren sañudas criarloshan mas amorosa-
mente, é con mansedumbre, que es cosa
Que han mucho menester los niños para
crecer ahina" .... Ultimamente para que
77.0 se juzgase que eran voluntarias las
insinuadas condiciones, añade una razon
general que nos convence de todas ellas:
"Ca bien así como el niño se gobierna,
é se crin en el cuerpo de la madre fas-
ta que nace, otrosí, se gobierna é se
tría del ama desque le dá la teta fas-
ta que ge la tuelle: é porque el tiem-
po de esta crianza es mas luengo que
el de la madre, por ende non puede
ser que non reciba mucho del contenen-
e é de las costumbres del ama." (I)9


(1) L. 3. tit. 7.'part. a.


(LXXV)
Pero debe tener entendido la madre,


que no se descarga de los cuidados de
la educacion porque dé á criar á su hi-


jo, antes bien debe crecer su vigilan-
cia, y en quanto lo permita su salud 6
situacion precisa procurará tenerle jun-
to á su persona ó en su regazo. De es-
ta suerte podrá corregir los defectos
que notare en el ama, y el niño se cria-
rá mejor. Pero el efecto mas impor-
tante que de esto se sigue es que el hi-
jo irá insensiblemente fomentando en su
corazon el amor y respeto debido á su
madre, y saldrá poco desemejante á ella
en las costumbres.


Sentados estos antecedentes exlimi-
nemos ahora cómo debe continuarse en
la educacion física del infante.


Al infante recien nacido no se le
dará de Mamar hasta que expela el
meconio, pues podria corromperse la le-
che ó acedarse, de que resultarian ma-
les que su tierna complexion no vence-
ría.- Tardándose la evacuacion del me-




YLXXVI)
copio, se podrá facilitar ó ayudar con
remedios suaves, y el mas natural le
parece al Abate Don Lorenzo Hervás
la primera leche de la madre (1). Oigá-
mosle.


"El niño al principio no necesita
ni desea mamar, mas ayuna voluntaria-
mente, y á este ayuno natural (que pue-
de llegar hasta veinte y cuatro horas)


.corresponde la tardanza natural en pre-
pararse su alimento, ó en venir la leche
á la madre. Será efecto del acaso la
correspondencia admirable entre estos
dos fenómenos? Pasemos adelante, y ve-
remos la correspondencia prodigiosa de
otros dos. La leche primera de la madre
aparece impura ó poco purgada; y esto
lejos de ser un yerro de la naturaleza es
efecto de la sabia providencia del Cria-
dor, que prepara al nilo en la prime-
ra leche de la madre la mas saludable


(i) Historia de la vida del hombre, tom.
Y.. lib. cap. $.,§. 3.


(LXXVII)
y natural medicina, para que se pur-
gue y arroje de su cuerpo todo lo que
perjudica á su salud con la nueva vida
y nuevo alimento. Los calostros, que la
vulgar medicina había mirado como de-
sechos ó heces de la leche buena, son la
purga y el primer alimento que la na-
turaleza sabiamente gobernada ha com-
puesto y quiere dar al infante?" Hasta
aquí son palabras suyas,


El mismo autor, por lo que hace
á los ba;los de los niños recien nacidos,
se conforma con el parecer de Tissot,
que se explica de este modo:" Importa
mucho que el recien nacido se limpie
Cuanto antes, y para limpiarle la me-
jor cosa es usar de dos terceras partes
de agua y una de vino, El vino solo no
conviene. Los baños se pueden repetir
por algunos días continuos, mas NO se
repitan con agua caliente. Si el humor
es muy vicioso „ úsese un cocimiento
de manzanilla con un poco de jabon
como una avellana, La basa de la sa-


Francisco Peca




(LXXVIII)
tad es la regularidad de la transpira-
cion 5 y para lograr esta tronspiracion
regular son buenos los baños frior, y
muy nocivos los calientes




Es nece-
sario tambien lavar á los infantes po-
cos' dios despues de su nacimiento con
agua natural. Esto se puede hacer con
una esponja: se empezará por el ros-
tro despues se lavarán las orejas, el.
pescuezo 5 el cogote (sin tocar la mo-
llera, porque no están aún unidos sus
huesos), el cuello , y todo el cuerpo.
Este método 5 usado en la antig-íiedad5
y renovado en estos tiempos , es utilí-
simo. Los niños endebles tienen parti-
cular necesidad de ser lavados, los muy
robustos no tienen ninguna. Es necesa-
rio lavarlos cada dio, y en tiempo bue-
no y caliente convendrá entrarlos en el
agua. La gran ventaja de estos baños
es facilitar la transpiracion, y hacer
á los infantes menos sensibles á las va-
rias impresiones de la atmósfera ; y de
este modo se preservan de la contrae-


(LXX1X)
cían de los nervios, de las obstruccio-:-
nes, de los males cutáneos, y otras en-
fermedades comunes en la infancia. El
anónimo que ha puesto notas á la obra
del Tissot advierte que no se usen los
baños con los niños , que por ser algo
endebles necesitan del calor de los cor-
diales , de friegas &c, para no pe-
recer (1).


Cornunmente reprueban los AA. el
uso de las fajas con que se envuelve y
aprisiona al niño ; pues no pudiendo
dilatarse fácilmente el pulmon por es-
tar oprimido el pecho y el vientre 5 ni
correr con libertad la sangre por las
arterias carótidas y vertebrales que
tambien están oprimidas, se impide la
libre respiracion y la circulacion de la
sangre , lo que causa graves daños en
la salud de los niños , y algunas de-
formidades en la gentileza de sus cuer-
pos. Por estas y otras razones algunos


(x) 1-lervás ibid. §. a. á lo último.




(LXXX)
kan pretendido desterrar enteramente
el uso de las fajas pareciéndoles que
basta envolverlos en una ligera manti-.
Ila teniéndolos abrigados ; pero otros
quieren que se les faje con aquel tiento
y delicadeza que corresponden á unos
miembros tan tiernos como una cera,
ciñendo el cuerpo con la mayor suavi-,
dad y rodeando muy flojamente los •
brazos , para que éstos adquieran for-
taleza, é impedir en ellos qualquiera
peligro de lesion notable,


Despues de veinte horas de nacido
el infante conviene mudarle de ayre,
para que insensiblemente se .acostumbre
á las impresiones de la atmósfera , y
porque el ambiente enjuga y consume
las humedades naturales y superfluas,
y fortifica y reune los huesos.


Al principio se dejará dormir al
infante quanta quiera , pues el suelo
contribuye mucho para la salud _y que
el cuerpo tome aumento. Si tuviere ne-
cesidad de alimento él dispertará nata-


(LXXXI)
ralmente; y en caso de tener que desper-
tarle, se le llamará con voz natural, sin
causar estrépito ni ruido alguno mo-
viéndole un poco si fuere necesario para
conseguirlo.
. Para dormir se le acomodará en


una cuna separada, sin permitir que la
madre ó el ama le tenga en su cama
durmiendo pues ha sucedido no pocas
veces ahogar aquéllas á los nií'os ccn
alguna. vuelta ó movimiento indelibe-
rado.


En órden al uso de la cuna se debe
observar que conviene colocarla de 7;20.
do que el infante reciba la luz por los
pies porque si ésta viene de algun
lado , el infante por mirarla puede
quedar fácilmente vizco; pues estando
fajado y algo hundido en los colchones
y almohadas no puede mover la ca-
beza, por cuyo motivo mueve al través .
los ojos para ver los objetos luminosos


estrepitosos ; y en este caso sus ór-
ganos visuales que son tiernísimos se


Tomo VIII




(LXXXII)
vician con facilidad, y se tuerce habi-
tualmente la vista. Conviene, pues,ha-
blar á los infantes por los pies que
por éstos les venga la luz, y que no
se haga ruido continuado por los lados.
Si se advierte torcida la vista del in-
fante conviene ponerle en la parte opues-
ta alguna cosa resplandeciente que lla-=
me su atencion. Y si sucediese que por
inaccion ó debilidad de los nervios óp-
ticos mire con la vista atravesada , se
le pasará blandamente la mano de ar-
riba abajo por delante de los ojos, pues
con esta sola diligencia se le pone en
accion regular. Tambien debe tenerse
presente que conviene sacar al infante
de la cuna, y hacerle estar al descu-
bierto en ayre ventilado.


Hemos dicho arriba que el prime-
ro y único alimento del niño es la le-
che de la madre y éste segun algunos
se le debe dar en los primeros meses
de dos en dos horas. Pero á mí me pa-
rece que debe pasar algo mas tiempo,


(LXXXIII)
para que deteniéndose la leche en los
pechos de la madre, adquiera madurez
y coccion, la que le faltaría si el niiío
tomase muy de continuo el pecho, y esto
no es provechoso para el infante como
es lo primero. A que se añade que el
nifao puede pasar tres horas sin ali-
mento. Bien es verdad que no deberá
tardarse mucho mas en darle de ma-
mar ; pues podría suceder que moles-
tado de la hambre mamase mucho con
peligro de indigestiones.


Conviene mucho que el infante ma-
me al descubierto porque la mayor
elasticidad del ayre conduce para que
chupe mas fácilmente la leche, tenien-
do que hacer mayores esfuerzos para
atraerla en el ayre caliente y rarefacto
de los aposentos.




Con2unmente cometen las madres y
amas el grande yerro de querer acallar
las criaturas- siempre que lloran dán-
doles de mamar ; lo que consiguen con
esto .es que se. ahíten con frecuencia y


f




(LXXX1V)
que se les corte y arrequesone la leche,
causándoles dolores de vientre inquie-
tud comezones y otros males. Por esto
es bien que sepan las madres que al
gunos tienen por útil el llanto en las
criaturas porque con él es ayudada
su naturaleza para expeler los excre-,
mentos 5 sacudir los flatos, dilatar y
fortificar las entrañas digerir mejor
el alimento, &c. Pero otros aconsejan
que no se les deje llorar, porque el
llanto los hace obstinados y regañones,
y los expone á otros moles. Quisiera
que las madres usasen de cierta mode-
racion entre estos dos extremos deján-
doles llorar si conocen que las lágri-
mas nacen de pertinacia en el niño que
quiere ser alhagado y .


acariciado, y no
de necesidad ó mal alguno que padez-
ca ; pero con la advertencia de que no
han de dejar convertir en costumbre
el llanto. Observemos lo que practican
algunas madres que se vén precisadas
á acudir á los trabajos de,


su casa, 47G7'


(LXXXV)
de marear al niño 5 y le echan sobré
una cuna; llora aquél, pero como no es
atendido ni oído, se cansa y calla.


Tambien cometen otro yerro las
madres mezclando alimentos diferentes
con la leche 5 sin advertir que el estó-
mago é intestinos del infante en los
primeros meses están poco abiertos, y.
sus fibras son endebles y poco elásticas,
pudiéndose temer y con razon si se hace
aquella mezcla que padezcan indiges-
tiones grandes y quizá mortales.


No debemos empeñarnos en hacer
caminar al infante ántes de tiempo,
pues guando él se siente forticacio em-
pieza hacerlo por si mismo, y entonces
convendrá enseñarle á dar algunos pa-
sos,(5 ponerle derecho en sitio en donde
sin peligro de opresion ni lesion pueda
moverse algo. De los andadores se debe
usar únicamente quanta baste para que
no caiga pues la costumbre de hacer
andar á los niños sostenidos y ayudados
en un todo de los andadores 5 el menor


4 ‘4'40SCO bernia




(LXXX VI)
mal que acarrea es alguna alteracion
en la situacion de las chuecas tiernas
del espinazo. Los barios de agua natu-
ral son excelentes para fortificar los
nervios , y así quiere Lock que se la-
ven los pies á los niños todos los días
desde la cuna, para fortificarlos y pre-
caverlos de algunas enfermedades.


Una de las cosas mas importantes
en la educacion lisien es conservar en
los niños enteras las fuerzas interiores
del celebro, para lo que convendrá mu-
cho guardarles de todo sonido agudo y
violento , proporcionarles vistas apa-
cibles y deleitosas, y no presentarles
jamás objetos que les puedan ocasio-
nar espanto , ni hacerles miedos indis-
cretos.


No-debemos olvidarnos de la lim-
pieza que debe ser mucha la que se
tenga con los niños limpiándoles in-
mediatamente que se empuerquen 5 pues
los infantes atraen facilísimamente y
reciben los hálitos pestíferos. Por esta


(LXXXV 11)
misma razon no se permitirá que los
toquen personas poco sanas.


Los avisos hasta aquí propuestos
pueden servir para la educacion fisica
en los primeros meses, que variará al
paso que el niño vaya entrando en edad.


La misma naturaleza enseña guan-
do puede variarse el alimento; pues con
la sucesiva salida de dientes, muelas,
&c. nos avisa de que provee á los ni-
ños de instrumento para triturar otras
viandas mas sólidas, y de licores mas
activos para disolverlas, y éste es el
tiempo de destetar á los niños.


Los primeros manjares serán los
mas simples y fáciles de digerir, su-
ministrándoles sucesivame nte y con mu-
cha moderacion los mas crasos y jugo-
sos, á proporcion que se aumente su ro-
bustez.


Siguiendo esta regla se les podrán
dar á los principios unas sopitas de
leche por la mañana, al medio día al..
gua potage de legumbres ó sopas, y




(LXXXVIII)
alguna fruta de las sanas que ofrece
el tiempo, como pasas, &c. Luego por
la tarde un pedazo de pan sobado y
tostado con manteca, y por la noche
otras sopitas de leche. Se variará de
manjares, porque la costumbre debilita-
vio las fibras del estómago, de modo
que seria éste incapáz de digerir qual-
quiera cosa diversa de aquélla á que
estuviese acostumbrado. Tambien con-
vendrá mudar las horas ;


para que el
estómago no eche menos la comida en
llegando aquéllas que están se5aladas.
Las viandas no se sazonarán con espe-
cia alguna, pues hemos de huir cuida-
dosamente de quanto pueda recalentar
la sangre de los nifíos ;y aun debe usarse
la sal con mucha moderacion.


Entre dia si quieren comer déseles
m pedazo de pan, que si tienen ham-
5re lo comerán, y si es golosina no inz-
>orta que lo dejen.


Lo que conviene mucho es hacerles
lascar bien todo lo que coman, pues


(LXXXIX)
de lo contrario se originan indiges-
tiones.


Por lo que hace al vestido , cama,
&c. podrán los padres valerse de la
que dice nuestro Filangieri , teniendo
presente siempre aquella grande má-
xima suya de que en la educacion
fisica se ha de procurar disminuir las
necesidades de la naturaleza , no au-
mentarlas. Y tarnbien lo que dice Mon-
tagne : Acostumbra á tu hijo á todo,
porque no es una damita ó pulido
mancebo lo que crias , sino un mozo
floreciente y vigoroso. Pasemos á la
educacion moral y científica.


Algunos créen que el nulo no debe
ser tratado conforme á razon en una
edad, en que segun ellos no la conoce
ni la alcanza. Pero estos tales no han
atendido ni reflexionado sobre las ac-
ciones del niño que son el lenguage
con que explica su conocimiento y racio-
nalidad. Su llanto y su risa, su triste-
za y su alegría, publican desde la mis-


7-1ratleiscoteed




(XC)
91,ta cuna la pasion que dulcemente le
encanta ú dolorosamente le atormenta..
¿Qué hombre explica el descontento, y
aun podemos decir la ira, con señales
mas vivas que un infante guando se ha-
lla mortificado ó se vé obligado á estar
en un lugar que no le acomoda, ó á ha-
cer cosa que le desagrada? Mueve lar
manos y hace esfuerzos para apartar lo
Que rehusa; agita los pies y la cabeza;
aparta la vista del objeto que le des-
agrada; le des-Precia con desatenderle.
todo su rostro se descompone con ges-
tos violentos é iracundos; se irrita, se
enciende, y el ardor de su furia hace
brotar de sus ojos, como de dos fuen-
tes, el pavor caliente que cid principio


las lá-rimas ; y últimamente se des-
ata en sollozos y gemidos que producen
un lamentable llanto. Todo lo contrario
e vé en un infante alegre y placentero:
re esfuerza para explicar su placer
o.12 todos sus miembros , su boca gra-
z..oset y risue/5a, sus


.
ojos vivos, espiri-


,


(XCI)
tesos y halaguelos; su perseverancia
en fijar la vista en el objeto que le
agrada, sus suaves movimientos de ma-
nos y pies, y su concertada risa, son
señales de quien se alegra y rie con to-
dos sus miembros. De este modo se em-
pena y esfuerza el alma que anima
aquel pequeño cuerpecillo en declarar-
nos que ella es la que obra en lo inte-
rior. Esta alma, aunque tan principian-
te en explicar lo que piensa y desea
reconoce luego por amigo y compañero
al hombre distinguiéndole de la bestia,
El infante que vé un animal y se en-
tretiene con él , no le habla como á los
hombres; le mira fijamente en ademan
de curiosidad; se rie divirtiéndose co-
mo quien se burla de él ; y tal vez
sus ojos y rostro se convierten 6 la ma-
dre, de quien espera aplauso por la
diversion con la bestia; mas nunca se
verá que dirija al animal, con quien
se divierte, los efectos del alma que
manifiesta al hombre.. Esta agradable


4




(XCil)
y verdadera pintura prueba que el al-
ma de los niños conoce desde sus prin-
cipios, y consiguientemente que no hay
en la vida del hombre tiempo alguno
en que no necesite de cuidado y de ins-
:rUCCiOn.


manif
La verdad de esta consecuencia se
iesta aun mas, atendidos los sagra-


dos principios de nuestra religion, que
nos enseña que el hombre nace con el
libre alvedrío debilitado y enfermo por
f
el pecado, y mas propenso y con mas
uerzas para lo malo que para lo bue-


no. Su entendimiento tampoco está con
igual disposicion para admitir la ver-
dad ó abrazar el engaño; y general-
mente todas las potencias y hasta seis
sismos miembros participan de un des-
rden que, al paso que inhabilita para
>l conocimiento de la verdad y para
Itie lo bueno sea recibido sin repugnan-


inclina á lo malo, y hace que
. se


iga con mas gusto lo falso que lo ver-
adero. Desde la mas tierna edad co-


mknza manifestarse y fortificarse es.,
te desórden; pues en niños que apenas
pueden articular palabra se observan
inclinaciones malas, gustos perversos, y
pensamientos altivos: se advierte que
aman á los que los lisonjean, y miran
con aversion á los que los castigan. Así
el Espíritu Santo advirtió á los padres:
"que la necedad (por la qual se enciende
el principio de todos los vicios) está co-
ligada con el corazon del niño, y la va-
ra dé la disciplina la ahuyentará (1)."
Dando á entender claramente que en
los niños„ no solo se ha de atender
enderezar sus inclinaciones, sino que
tarebien tienen vicios que corregir, y
que en su reas tierna edad necesitan de
buena educacion para este efecto.


Los padres para llegar á conse-
guirlo empezarán por la reforma de
su casa y costumbres. Solamente han de
ver los 7.i;',1os acciones virtuosas y 12ir


() Pros' , 15.




(XCIV)
palabras honestas ; no hay lenguage
mas eficaz para apartarles del vicio é
inclinarles á la virtud que el buen
ejemplo. De modo que casi podremos
decir con verdad, que si no vieran al-
rededor de si mas que hombres virtuo-
sos ellos sin otra leccion tambien lo
serian. Pongan pues los padres el
mayor cuidado en desterrar de la pre-
sencia de sus hijos toda accion inde-
cente toda palabra indecorosa todo
objeto de vanidad y 'hasta las pintu-
ras deshonestas. Y estén bien persua-
didos de que aún no sabe hablar el
niño , y ya le entran por los ojos las
ideas del lujo y de la vanidad con las
de los vestidos y muebles que se le pre-
sentan. Yá entonces vé y copia en su
ánimo la ira, el desprecio y orgullo
que se retratan en los rostros de los
que tiene á su vista. Las diferentes ac-
ciones desordenadas que se ejecutan en
su presencia son Otras tantas semillas
del vicio que se depositan en su cora-


(XCV)


Z072 ; y al paso que vá, poniendo en ejer-
cicio sus sentidos 5 vá abriendo nuevas
puertas 1" por donde francamente y con
el mayor disimulo se entra la maldad
y la mentira, con falsas ideas que vá
adquiriendo - de las cosas.


Lo dicho bastará para que cono-
ciendo los padres que los niños se in-
clinan naturalmente á imitar lo que ven.,
pero que con mas facilidad se les pega
lo malo , procuren enmendar los defec-
tos que comunmente se advierten en la
educacion. Teniendo entendido que su
descuido, amor irracional y falsa ter-
nura siembran , como dice Montagne
( 1), en el corazon del infante las se-
millas de todos los vicios desde sus.
primeros años.


Me extendería demasiado si
siera detenerme en contar los defectos
Considerables que acompasan en nues-
tros dios la educacion, cosa que ya han


(x) Les Essais lib, a. cap. a.
krazeisc,oilevet4




(XCV
hecho otros. Lo cierto es que estamos
viendo 5 segun dice Loc (1), que los
padres no piensan sino en adular las
pasiones de sus hijos , y aún en ala-
barles el mal que dicen y hacen, cosa
verdaderamente vergonzosa. Pero en
ellos tendrán el premio , y será la in-
gratitud de sus hijos.


Desde la misma infancia procurará
el padre establecer bien su autoridad
sobre el niño, la que conservará entera
si se ajusta á los consejos que dá el
Espíritu Santo (2): "Si tratas , dice,
7on blandura á tu hijo llegarás á te-
werle : si juegas con él te contristará.
IVo rías con él no sea que te pese y
9or último sea grande tu dolor. No le
•oncedas facultades en su juventud y
)ela hasta sus pensamientos ; dobla su
•erviz guando es mozo, y en la infan-
• a sacúdele, para que no se endurezca


(X CV 1-1.)
y deje de creerte, de lo qual te resulte
sentimiento que ¡legue al alma."


A estas máximas podemos añadir
otra que han de tener muy presente los
padres, por ser la basa y fundamento de
las virtudes que deben adornar vi
hombre ; y es, acosturpbrar á los ,hijos
. que quebranten.clesde la cuna sus
propios apetitos , y obren guiados de
la razon haciendo las cosas, no pre-
cisamente porque les gustan sino
porque son útiles y convenientes (-1)
conforme á esta regla jamás se le ha
de conceder al niño lo que una vez con
razon se le hubiere negado; y esto
aunque llore, grite y se impaciente.
Porque si experimenta que por seme-
jante medio alcanza lo que desea, se
hará voluntarioso y mal acostumbrado,
y entonces sucederá lo que dice un filó-
sofo: " Al principio querrá vuestro
hijo el baston que teneis en la mano,


(1) De 1'Education, cap. 2. (t) Lock , de Education , c. §. 35.
(a) Eccies, cap. 3o. vers. 9. :Cono Vil




(XLVIII)
bien 'presto se le antojará vuestro re-
lox luego querrá; el pájaro que vé
volar , querrá


• 14 estrella que vé en el
cielO , y querrá quanto se presente á
Sus ojos , aturdiendo el ayre con sus
grito s si no se 2 -te obedece." Pero si
encuentra fir' —eíT • en- . el padre y da
siempre con el :dls.-engaño cederá por
último á la razói4:y se hará mas dócil
de cada dia. -


.El inconveniente que en esto suele
haber es que 'el . nígo halla apoyo mu-
chas veces para sus caprichos en la
condescendencia de las madres ó de los
familiares. Pero debemos estar conven-
cidos de una verdad, y es, que siempre
que el padre y la madre no vayan
acordes en la crianza de sus hijos, no.
es posible vayan educados , porque
lo que el uno fabricará destruirá el
otro, y serán inútiles todos los esfuer-
zos. Suponiéndolos pues conformes `á
los padres , si en nuestro caso alguno
de los familiares hubiese condeicendida


(XLIX)
ron el antojo del niño , es preciso que
aquéllos miren por su autoridad cas-
tigando al que en esto haya faltado.
procurando que sus órdenes sean respe-
tadas, y que toda la familia se con-
forme con sus pensamientos.


No quiero decir con esto que se
trate con tal rigor á . los niños que no se
les permitan juegos ni entretenimien-
tos, que es lo que ellos mas gustan re-
gularmente, sino que se les haga en-
tender guando los piden que no se les
conceden porque son niños, sirio porque
les son útiles y convenientes. Pero si lo
que ellos desean, aunque sea útil , lo
piden con alg-una género de imperio,
éste es precisamente el caso de hacer-
les conocer su dependencia , nn conce-
diéndoselo hasta que lo hagan con hu-
mildad y agrado. De este modo poco
á poco -se irá abatiendo su orgullo, y
se logrará con suavidad y fortaleza
que sigan el camino de la rezan, y ha-
cerles dóciles y humanos.


g 2




(C)
Uno de los vicios mas comunes en


los niños, y que merece que los padres
velen sobre él cuidadosamente , es la
mentira. Creyendo aquellos ,que no hay,
medio mas fácil para librarse de la
correccion y el castigo, luego en pan-
tas ocasiones se presentan se valen 'de
ella. Pero sobre este punto son exce-
lentes las máximas de nuestro Pilan-
gieri.


Otro vicio tambien coman en ellos
es la avaricia. Este se manifiesta en el
ánsia con que se apoderan de lo que se
les presenta 5 costándoles lágrimas el
soltar alguna cosa. Para apartarles de
este vicio, á mas de afearlo en su pre-
sencia como indigno de una alma gene-
rosa y bien nacida , se les dará algun
ejemplo de liberalidad y se les hará
repartir entre los circunstantes sus cha-
cherias. Si se muestran pesarosos;, y
reservan parte de ellas , es señal evi-
dente que sus dádivas no nacen del ca-
razon, y que solo lo hacen por hallar-


(CI)
se presentes los padres. Entonces se les


afeará su conducta 5
mandándoles lo


distribuyan todo sin reservar nada para
si. Este sacrificio al principio les cos-
tará mucho y les será muy sensible;
pero con la repeticion de estos actos se
logrará que lo hagan con desasimiento
y magnanimidad.


Se advierte tambien en los niños
el deseo de dominar; pero como este
orgullo es mas coman en los de la se-
gunda clase, en el tomo siguiente trae
nuestro Filangieri buenos documentos
para apartar de él á los muchachos.


Pero lo mas importante en la edu-
eacion moral es imponer á los niños en
el conocimiento de la sagrada religion
cristiana y sus principales máximas.
Estas corrigen las inclinaciones vicio-
sas , y defienden de la maldad:"El
jóven (dice David) corrige su caminoguardando las palabras del Seriar.


(1) Psalm. 118. y. 9>


Yrameisco 13t




(Cii)
"Toda palabra de Dios (se dice en lot
Proverbios) (I), abrasadora, es escudo
de defensa para los que esperan en él."
Y en otra parte (2): 'El mandamien-
to es antorcha la ley luz y la re-
prenJion doctrinal camino de vida, que
te pone á cubierto de la mala muger,
y del hablar dulce de la extrangera."


Si los padres quieren, pues 5 -con-
seguir el fruto de sus fatigas vayan
imponiendo á sus hijos desde niiíos,
acomodándose á sus luces en el verda-
dero conocimiento de Dios y de


su.;mandamientos, de la religion cristiana,
y de sus principales máximas.


La brevedad de un discurso no me
permite extenderme sobre este punto
corno lo pide su importancia. Véase á
D. Manuel Rosell que en la Educa-don corylbrrne á los principios de la
religion cristiana, &c, ha tratado esta


(
(i) P-ov. cap. 3, 6.
2) Prov. cap. 6. ,


v. Q4.


(CIII)
materia con solidez y piedad en el
lib. 2.


No puedo dejar de advertir que
guando se hable á los nilos de los pre-
mios ó de los castigos de la otra vida,
se les distinga (acomodándose en la ex-
plicacion á su capacidad) el mal moral
del mal físico ó civil, y no se confunda
el mal mortal con el venial ,pues sin esta
noticia formarán una conciencia errónea.




La educacion científica se dirige á
formar la razon del hombre previnien
do y desterrando el error y enseiiándole
la verdad; pero como el entendimien7
to se vá desenvolviendo poco á poco, y
sus facultades se van manifestando por
grados , es preciso en la educacion
acomodarnos al órden que señala la-na-
turaleza.


Segun este órden la facultad de
percibir , que consiste en la impresion
que al presentarse hace en el ánimo un
objeto por medio de los sentidos, es la
primero que se manifiesta en el niño.


t




(CIV)
La ignorancia y curiosidad inclinan' á
éste á que pregunte; es preciso enton-
ces responderle con claridad y pureza,
valiéndose de las voces mas propias y
naturales para que adquiera una idea
'clara de lo que ha preguntado. De
donde se sigue que en estos primeros
anos se debe poner el mayor cuidddo
en que los niños vayan' adquiriendo
ideas claras de las cosas. El librito de
la Infancia es excelente , y los padres
pueden valerse de él para este fin. Si
no saben satisfacer á sus preguntas, lo«


- confesarán llanamente pues con esto
ya les enseñan una importante verdad,
y es que no se debe mentir.


Pero quién no se lastimará al ver
quán al contrario sucede ; pues vinien-
do al mundo ignorantes , y por consi-
guiente sujetos al magisterio dé todos,
nos hallamos en los primeros años (que
es guando mas se debía velar sobre
nuestra razon) rodeados de gentes ne-
cias (7 v, ,- solamente nos clán ideas erra-


(CV)
das y viciosas de las cosas, Tengan en-
tendido los padres `.` que el Espíritu
Santo huirá de las ficciones de la edu-
cacion, y se apartará de los pensa-
tnientos destituidosde razon (1)."


En los demás puntos me remito á
las excelentes máximas de nuestro ri-
langierio


(1) Sap. cap. v•




(CVI)


INDICE


de los capítulos contenidos


en este tomo VIII.


Páginas


Discurso primero del traductor III
Prologo de i LV
Cap. I. Introducción
Cap. II. De las ventajas y de la ne-


cesidad de la educacion pública
17


Cap. III. De la universalidad de esta
educación pública 28


Cap. IV. De la posibilidad de esta
empresa




31
Cap. V. Distribución del pueblo 34
Cap. VI. Diferencias generales entre


la educacion de las dos clases prin-
cipales en que hemos distribuido
el pueblo 36


Cap. VII. Ideas generales sobre la
educacion de la primera clase


40
Cap. VIII. Disposiciones relativas á


<C1311)
la admisión y distribucion de los
niños de esta primera clase


Cap- IX. Reglamentos generales so-
bre la educación física de la pri-
mera clase 67


Art. I. Del alimento
Art. II. Del sueño
Art. III. Del vestido y del aseo 82
Art. IV. De los ejercicios 8;
Art. V. De la inoculación de las vi-


ruelas


Cap. X. Reglamentos generales so-
bre la educación moral de la pri-
mera clase roo


Art. 1. De las instrucciones y de los
discursos morales


103
Art. II. Del ejemplo


120
Art. III. Lecturas que deben propo-


nerse a los niños de esta clase
125


Art. IV. De los premios 130
Art. V. De los castigos 139
Art. VI. De la religión
Cap. X/. Reglamentos generales so-


bre la educación científica de esta
primera clase


153
Cap. XII. Instrucciones particulares


para los alumnos de las varias
clases secundarias en que está sub.


Francisco Lkteefiz


47


7t
78


97


147




(CVIII)
dividida esta primera


Cap. XIII. De la distribucion de las
horas


t66
Cap. XIV. Duracion de la educacion


de esta primera clase , y su tér-
mino


Cap. X.V. De las solemnidades que
deberian acompasar d la emancipa-
cion pública, y del modo con que
deberia ser arreglada y dirigida
por la ley


Cap. XVI. Medios de atender á los
gastos que exige este plan de edu-
cacion pública


187
Cap. XVII. De la educacion de la se-


gunda clase, y principalmente de
las causas por que la deben pagar
los educandos


Igs
Cap. XVIII. De la creacion y divi-


sion de los colegios para los alum-
nos de la segunda clase


201
Cap. XIX. Del lugar que debe pre-


ferirse para la funclacion de es-
tos colegios


206
Cap. XX. De la magistratura de e-


ducacion para esta segunda clase


Cap. XXI. De la admision de los ni-
nos de esta segunda clase, y de


(C IX)
su destino 209


Cap. XXII. Reglamentos generales
sobre la educacion física de la se-
gunda clase 211


Art. I. Del alimento id.
Art. II. DA sue-c'o 212
Art.I11. Del vestido y de la limpieza 213
Art. IV. De los ejercicios 214
Cap. XXIII. Reglas generales sobre


la educacion moral de la segundc;,
clase 213


Art. I. De las instrucciones y de los
discursos morales 219


Art. II. Del ejemplo 228
Art. III. Lectura que debe proponerse


á los alumnos de esta clase 232
Cap. XXIV. Principios generales por


los que se debe arreglar el siste-
ma de la educacion científica de
la segunda clase 236


"9


173


175


208




CIENCIA


DE LA LEGISLACION.


LIBRO CUARTO.


De las leyes relativas á la edu-
cacion, costumbres é instruc-


ción pública.


PARTE PRIMERA.


De las leyes relativas á la
educacion.


CAPITULO PRIMERO.


Introducción.


Recorriendo el viagero atrevido un
pais desconocido, á cada paso se ofrecen
á sus ojos atemorizados bosques horroro-


Torno VIII.
A




2 . Ciencia.
sos , lagunas peligrosas, cuevas espan-
tosas , malezas impenetrables , caminos
estrechos, cruzados unos con otros y sin
ninguna huella. El sol obscurecido con
densas nieblas no le ofrece sino una guia
incierta y momentánea , que llega á ser
inútil por los obstáculos del terreno. Al
paso que se interna se multiplican y se
aumentan los temores de poderlo pene-
trar , y es menor la esperanza de ven-
cerlos. El silencio espantoso no se in-
terrumpe sino con los silbidos de las ser-
pientes, los rugidos de las fieras, y los
gritos inútiles del atemorizado pasage-
ro. Algunos esqueletos esparcidos en el
vastO espacio •son los únicos vestigios
humanos qué halla en el largo cami-
no, monumentos tristes de la suerte de
los que le precedieron. La naturaleza
hermosa y risueña en otras partes pa-
rece que empleó en aquel sitio todas sus
fuerzas para mostrar sus prodigios en su
misma deformidad. El excesivo espan-
to redobla las fuerzas del yiagero, y su.
constancia llega finalmente á ser pre-
miada, presentándose á sus ojos repen-
tinamente un nuevo cielo y una nueva
tierra. Una vasta llanura cubierta de


de la legislacion.
3


plantas y de flores, regada de apacibles
ríos, y dividida en caminos amenos y fre-
cuentados , forma la mas deliciosa con-
traposícion entre el espacio que ha recor-
rido y el que le falta que andar. Da-
do el último paso y llegado el viagero
á los confines del nuevo pais, mientras
que su cuerpo procura reparar sus fuer-
zas en un breve reposo, su corazon pe-
netrado de tiernos sentimientos de reco-
nocimiento bendice la divinidad tutelar
que le ha protegido en el peligroso ca-
mino que emprendió.


Estos son los dos estados opuestos
en que se ha hallado y se halla hoy mi
espíritu. Escribiendo el libro de las leyes
criminales no se han ofrecido á mi vista
sino horrorosos obstáculos que vencer te-
nidos hasta ahora por insuperables, erro-
res que impugnar, preocupaciones con
que chocar, intereses privados que ofen-
der, monstruos antiguos y fieras espanto-
sas que combatir. En vez de guiarme la
experiencia, que es el astro de la razon,
solamente aumenta mi incertidumbre ha-
ciéndome ver la imperfeccion de las legis-
laciones antiguas y modernas, y la inutili-
dad de los esfuerzos que en todos tiempos


A


Francisco Beceña




.T14 Ciencia
han hecho para corregir y perfeccionar


esta parte que es la mas antigua y la mas
viciosa de los códigos civiles. Si consulta-
ba á los escritores antiguos, en compen-
sacion de un pequeño número de verda-
des rara vez aplicables al estado actual
de las cosas, bailaba un número inmen-
so de errores. Sí á los modernos, hallaba
entre un número menor de errores mu-
chas menos verdades, y en unos y otros
reconocia la imposibilidad de perfeccio-
nar esta parte de la legislacion.


La jurisprudencia Romana compues-
ta de varios fragmentos de las leyes de un
rey nado heróico, de una república aris-
tocrática, de una democracia mixta, y
de un despotismo alternativamente simu-
lado, feroz, suave, supersticioso y faná-
tico, me arrastraba á un laberinto don-
de á cada paso me hallaba en peligro de
perderme. La jurisprudencia posterior, y
particularmente la de nuestros tiempos,
¡ qué caos no presentaba á mis ojos. ! ¡
tos otros obstáculos no oponia al descu-
brimiento de la verdad desconocida 1 El
empego solo de observar lo que se habia
pensado, escrito y establecido en varios
tiempos -en los estados diversos de las


de la legislacion,
sociedades y en los diferentes gobiernos,
¿no hubiera debido ser bastante quizás
para desanimarme en una empresa, en
la que los mismos auxilios se convertían
en obstáculos, y las guias que se me pre-
sentaban no servian sino para facilitar
mi extravío?


Si á las dudas del entendimiento aria-
dimos las del corazon , es fácil imaginar
quál sería mi situacion viéndome siempre
en medio de dos extremos igualmente per-
niciosos, es á saber, los peligros de la
inocencia, y los males de la impunidad.
Obligado á no salir de aquella linea que
dista igualmente de estos dos extremos,
¿qué temor debia acompañar todos mis
pasos, y quántas medidas habia de tomar
antes de darlos?


¿No debia acaso tambien unirse 'á
todos estos obstáculos el interés persona!?
La suerte de tantos infelices que tuvie-
ron valor de combatir contra las clases
mas poderosas de la sociedad y los inte-
reses de los cuerpos, ¿ no debla anun-
ciarrne los riesgos á que me exponia yo
mismo imitándoles?


Finalmente la necesidad de observar
siempre á los hombres por el aspecto del




6 Ciencia
delito y de la malignidad , ¿no debla por
Ventura aumentar mi pusilanimidad exá-
gerando continuamente la idea triste y
funesta de la inutilidad de los esfuerzos
para mejorarlos?


Este es el retrato fiel del estado en
que se ha hallado mi espíritu mientras
que me he ocupado en tratar de las le-
yes criminales. ¡ Qué diferente es el que
goza en el dia!


Una série de ideas consoladoras y
agradables se presentan á mi razon , cu-
yo objeto no es castigar el delito y
aterrar al malvado, sino el de premiar la
virtud y animar al heroismo.


La primera parte de este libro me obli-
ga á observar al hombre en aquella edad
en que aun no ha tenido tiempo de cor-
rom perse.


La segunda me obliga á observarle
en aquella en que preparado por la edu-
cacion , y abandonado á la inmediata de-
pendencia de las leyes, debe ser condu-
cido á la virtud por el camino mismo de
las pasiones. Finalmente la tercera me
obliga á observarle en el estado de ins-
truccion que es necesaria para conocer
los verdaderos intereses, distinguir las


de la legislacion. 7
ventajas reales de las aparentes, librarse
de los errores que nos hacen confundir los
prestigios de la virtud con la virtud ver-
dadera, las apariencias del mal con el
mal verdadero , y los prestigios de la fe-
licidad con la felicidad real.


La experiencia, lejos de debilitar mis
esperanzas, las anima con los egemplos
que me ofrece en todos los tiempos y en
las diferentes sociedades, pues me hace vez
en aquella célebre república de la Gre-
cia los prodigios de la educacion , y la
alteracion que causó en la misma natu-
raleza del hombre ; y la que me mues-
tra en Esparta el candidato (i) , que ex-
cluido del consejo de los trescientos, se
alegra de que en su patria se hallen tres-
cientos hombres mas dignos que él de la
confianza pública ; el nido qua espira con
los azotes que para probar su resistencia
recibe en el ara de Diana sin dar la menor
serial de sentimiento ó de dolor (2); el


(1) Pederato.
(a) Todos los escritores antiguos se ad-


miran del prodigioso sufrimiento de los mu-
chachos Espartanos en resistir los azotes que




8 Ciencia
jóven que en los combates juveniles pres-
critos por la ley mas quiere morir que
mostrarse vencido (a); la viuda que
dá gracias á los dioses porque su espo-
so ha muerto defendiendo la patria ; y
las madres de los que perecieron en la
batalla de Leuctra , que se felicitan
mútuamente, al mismo tiempo que las


cada L'U les daban en el ara de Diana,
.para enseñarles (dice Xeroiont() que el que
sufre por en breve tiempo el dolor , gozade pues., mucho tiempo de las alabanzas.
E i ianó;Piutareo, Ciceron, y otros muchos
escritores antiguos, nos aseguran que muchas
veces morian en esta prueba sin despedir un
suspiro. Véase á EliPno lib. i3. Pintare.
institutis Laconicis. Cie. T'uscul. a. y 5. y
Si:neca en el optisculo donde exáminii la


tion , ¿eógio es que los virtuosos sufren
.males húbzenelo PI evidencia?


(1) ,Vdolescenturn (dice Ciceron en la
Tuscul. 5.)gf eges Laced,:emone vidirnus ip-
si incredibili contentione et , rtartes pagnir,
caleibus unguibus, ti:orsu denique, ut exa-
Iliniarentur pius9ut,n2 se vistes Játereriur.
Vé,se tambien á t.-éncea de Bendieiis, lib.
5. y á P;utarco 'in Licurgo.


de La legislacion.
- 9


otras veían con lágrimas la vuelta de sus
hijos vivos, pero vencidos (1).


Pasando de la educacion á las cos-
tumbres, la misma experiencia me hace
ver en Roma que las costumbres suplieron
y corrigieron mucho tiempo los vicios y
los defectos de las leyes, de la constitu-
don, y del mismo culto. Por una parte me
:manifiesta el exceso de la patria potes-
tad , y por otra la moderacion con que
se usaba de ella; la libertad del divor-
cio, y la perpetuidad de los matrimonios
por espacio de muchos siglos; tanta cruel-
dad en las leyes penales, y tanto respe-
to á la vida de los ciudadanos; tantos.
desórdenes, y tan pocas revoluciones; tan-
tos principios de opresion en el sistema
del gobierno, y tantos instrumentos de
libertad en las virtudes de sus indivi-
duos; tanta ambicion en el Senado, y
tanta moderacion en los Senadores; tan-
to odio en la plebe, y tanta suavidad en
sus resentimientos; tanto horror á la mo-
narquía, y tanta confianza en la virtud
del dictador absoluto. La experiencia me


(a) Plutarc. .in 4gesil. y .1Elian. Pa?,
list. lib. 12. cap. .19i




YO Ciencia
hace ver que las costumbres triunfan de
la supersticion misma, y que desechan
con indignacion al vicio que baja del
cielo á la tierra en forma de las divini-
dades abominables de la mitología paga-
na, y entre los altares del delito y de
las pasiones. Aplaudida la virtud de Lu-
crecia al mismo tiempo que se celebra-
ban las disoluciones de Júpiter; la Ve-
nus impúdica adorada por la casta Ves-
tal; el Romano intrépido sacrificar al
miedo, é invocar al dios que habla mu-
tilado á su padre, mientras que perecia
por los golpes del suyo sin quejarse. En
una palabra, la voz santa de las costum-
bres mas fuerte que la de los dioses, con-
servó la virtud en la tierra, mientras que
parecía haber desterrado á los cielos el
delito y los delincuentes.


La experiencia misma por el contra-
<_ io me muestra la impotencia de las le-
yes sin las costumbres (I), y que los re-
medios que se oponen en una sociedad
corrompida á la corrupcion del pueblo
se convierten en un manantial de cor-


fi
(i) Quid leges sine aoribus vana-, pro-


ciunt. Horat. 3 . ad 23.


de la legislacion.
rupcion. Por ella veo que la censura des-
tinada á conservar las costumbres en un
pais corrompido, llega á ser una inqui-
sicion odiosa y detestable, un castigo es-
pantoso, un instrumento de las opresio-
nes, de las venganzas, y de todos aque-
llos atentados que atacan abiertamente
la seguridad de los ciudadanos; que en
vez de reprimir la depravacion de las
costumbres la sostiene y la fomenta po-
niendo tributos ignominiosos sobre la
corrupcion pública , sobre la prostitu-
cion , sobre los delitos mismos, que lejos
de reprimir la bajeza y la vileza, llena la
ciudad de delatores y de espías, de al-
mas viles, y de mercenarios infames que
protegen el vicio que les paga, y per-
siguen la virtud que les detesta.


Pasando finalmente de las costum-
bres á la instruccion pública, la expe-
riencia me hace ver que en las modernas
sociedades europeas la instruccion y las
luces disminuyen los tristes efectos de la
corrupcion , y levantan el único dique
que se opone á los progresos del despo-
tismo y de la tiranía.


¿Qué sería de nosotros si en medio
de la depravacion de nuestras costura-


27razciscr.-6 _ .




Ciencia '
bres, de los vicios de nuestra educacion,
y de la imperfeccion de nuestras leyes; si
en medio de un millon y quatrocientos
mil hombres siempre armados y prontos
á defender los atentados de los Príncipes
de la Europa, los escritos libres de los
filósofos no inculcasen los principios lu-
minosos de la moral, no impugnasen el
vicio, y no avergozasen á los tiranos?
¿ Que sería de nosotros si la opinion
pública manejada y dirigida por ellos
no cubriese de infamia al monarca que
promulga una ley injusta , al ministro
que la propone, y al magistrado que la
egecuta ? Si los golpes arbitrarios que
la autoridad absoluta descarga contra
los pueblos no fuesen inmediatamente
denunciados por las plumas libres de los
filósofos, manifestando al mismo tiempo
!a ignominia de sus autores; si las vir-
tudes de nuestros Príncipes no hallasen
panegiristas elocuentes y sus vicios acu-
sadores intrépidos ; si en nuestras mo-
narquías no oyesen jamás los pueblos
la voz -


de la libertad que renovase en
ellos la memoria de sus derechos pre-
ciosos é inagenables; si nuestros monar-
cas instruidos ton tantos escritos lurnino-


de la legislacion. 13
sos no hubiesen conocido que sus intere-
ses están combinados con los de sus pue-
blos, que su fuerza depende de la pros-
peridad pública, y que su trono está
siempre vacilante , su corona es siempre
precaria, su imperio débil y expuesto á
mil peligros sino está apoyado en la fe-
licidad pública, y en el amor de los pue-
blos que deben defenderlo.


Flé aquí como la experiencia de va-
rios tiempos y de diferentes sociedades
viene á reanimar mis esperanzas.


La razon no hace mas que confir-
marlas. Esta me dice, si la educacion en
Esparta, si las costumbres sin la educa-
cion en Roma, si en las monarquías mo-
dernas la instruccion pública sin la edu-
cacion y sin las costumbres han tenido
tanto poder, I gual sería su vigor, qua-
les sus efectos, si estas tres fuerzas es-
tuviesen combinadas entre sí y dirigidas
por una sabia legislacion?


Si el fiero Licurgo pudo por medio
de la educacion formar un pueblo de
guerreros fanáticos insuperables en la
destreza, en la fuerza, y en el valor, ¿pot
qué un legislador mas humano y mas sa-
bio no podria formar son loa mismos me-




1 4 Ciencia
dios un pueblo de ciudadanos guerreros,
virtuosos y racionales? Si la educacion
de Esparta pudo inspirar á las mismas
mugeres una grandeza de alma y una
fuerza que nos sorprende, ¿por qué no se
podria infundir por el mismo medio en
sus corazones sentimientos nobles y ge-
nerosos propios para hacerlas mas útiles,
mas dignas de la estimacion de su pa-
tria , mas queridas de sus maridos, y
mas respetables á sus hijos? Si una edu-
cacion opuesta á la naturaleza tuvo tan-
ta fuerza, ¿por qué no deberia tenerla
igual la que la ayudase y favoreciese ?


Si entre las discordias domésticas y
las guerras extrangeras; si entre las di-
sensiones perpetuas de la ambicion y de
la libertad, de los patricios y de la ple-
be , del Senado y de los Tribunos; si
con una constitucion siempre inconstan-
te, y un gobierno siempre alterado; con
una religion sin moral y un culto que
porfia corromperla , reyn6 la virtud en-
tre los Romanos, ¿por qué no podria ésta
brillar en el seno de la paz y la tranquili-
dad en los gobiernos estables y arreglados,
S' con una religion que perfecciona la moral
y favorece á los magistrados y á las leyes?


de la legislacion 1S
Si la pluma del político, del mora-


lista, del historiador y del poeta per-
seguida por el gobierno, espiada cui-
dadosamente por el magistrado, escla-
vizada por la ley , calumniada por
el fanático y poderoso , ha produci-
do á pesar de todos estos abstáculos los
mayores efectos en las sociedades moder-
nas de la Europa, ¿qué no deberiamos
esperar si la animase el gobierno, la pro-
tegiese el magistrado, y la ley la hicie-
ra concurrir á sus designios sin privarla
de libertad?


Si los progresos de los conocimientos
y de las luces nos han dado, por decirlo
así, fuerza para dominar la naturaleza
y hacerla servir á nuestros designios ; si
la mano poderosa del hombre dirige el
rayo, sujeta los vientos , impone leyes á
las aguas; d.á á los vegetales y á los ani-
males nuevas é individuas qualidades;
cria , digámoslo así, en unos y en otros
nuevas especies secundarias ; forma y se
sirvo de nuevos fluidos y sales; se sos-
tiene y viaja con alas artificiales por los
espacios inmensos de los ayres; si el pro-
greso, digo, de los conocimientos y de
las luces nos ha dado tanto imperio so-




16 Ciencia
bre el mundo físico, ¿ por qué no podre-
ritos esperar adquirirlo tambien sobre el
mundo moral ? Si una sabia legisladora
dirigiese el curso del espíritu humano,
y apartándole de las vanas especulacio-
nes, le fijase enteramente en los objetos
que interesan á la prosperidad de los pue-
blos y á la suerte de los Estados, ¿no
llegada por ventura á ser fácil la ad-
quisicion de este imperio, y la perpe-
tuidad de la felicidad de un pueblo y
de su virtud no dejaria acaso de ser un
problema irresoluble?


Estos son los objetos que me propon-
go exáminar en este libro, y los motivos
que me hacen emprender este trabajo
con confianza y valor. Volviendo los
ojos al espacio que he recorrido hasta
ahora, me alegro con la idea del que
me falta que andar para concluir mi em-
presa. Hablaré primero de la educacion:
¿debe ser pública? ¿ puede serlo en las
grandes naciones? ¿todas las clases de
la sociedad podrian participar de ella?
¿quál deberia ser su objeto? I guales sus
medios? ¿quál el plan conveniente á tan
vasto designio? Véamoslu.


de la legislacion.


CAPÍTULA I I.
De las ventajas y de la necesidad de k


educacion pública.


Para formar un hombre me parece que
es preferible la educacion doméstica á la
pública, mas para formar un pueblo creo
que debe elegirse la segunda. El discípu-
lo del magistrado y de la ley no será
jamás un Emilio: sin esta educacion ha-
bria quizás Emilios y ciudad, mas no
ciudadanos.


Si es muy dificil dar una educacion
perfecta dentro de la casa privada, porque
es necesario el concurso favorable de la
naturaleza, del arte, y de las circunstancias-
que rara vez suelen unirse ; si un hombre
dotado de todas las virtudes, de los talen.
tos mas raros, de un carácter suave y pa-
cífico, y de una constancia incansable, del
mas profundo conocimiento del hombre,
y del desarrollo del espíritu humano,
ocupando todos los momentos del dia
únicamente en observar y dirigir al dis-
cípulo sin dárselo á conocer, necesita no
obstante para lograr el fruto de su educa-


Tom. VJIL




18 Ciencia
cion de la disposicion favorable de la natu-
raleza del muchacho y del carácter moral
de los padres , de los adherentes, y de los
domést ; cos; si un hombre solo malvado 6
estúpido se acercase por un instante al
niño podria destruir el trabajo de muchos
años; si en la larga carrera de esta edu-
cacion no deberia hallarse acontecimien-
to alguno que no fuese oportunamente
preparado ó empleado para algun fin por
el sabio preceptor; si el niño debe ser
educado mas bien por los hechos que con
las palabras , por egemplos que con pre-
ceptos, por la experiencia que con reglas;
si la conducta y el arte del preceptor de=
ben ocultarse de tal modo y ser descono-
cidas del niño, que tenga éste á aquél por
su socio, su confidente, su amigo y su co-
laborador, mas bien que no por maestra
y por su inspector ; si la curiosidad debe.;
ria guiarlo á la instruccion la libertad al
trabajo, y el placer á la ocupacion; si todo
lo que es necesario en la educacion pú-
blica para conservar el órden y acelerar
los progresos de los niños , sería un vicio
imperdonable en la educacion privada; si
el relox que debe arreglar todas las ac-
ciones en la,primera debería ser desterra<


de la legíslacion.
19


do de la segunda; si la uniformidad ne-
cesaria en la una debe evitarse cuidado-
samente en la otra; si la emulacion que
se debe usar en aquélla como de instru-
mento de perfeccion debe evitarse en ésta
como un principio de vanidad y de en-
vidia; en una palabra, si todas estas cir-
cunstancias son necesarias para' una per-
fecta educacion, que apénas hay espe-
ranza de hallarlas en la educacion de uno
solo , ¿cómo sería posible combinarlas ja-
más en la pública?


Pero volvamos ahora la medalla, y
observémos el reverso. i Qué podríamos
esperar de la. educacion si ésta estuviese
enteramente ¡abandonada al cuidado de
los particulares ? ¡Quán pocos serían los
individuos de una sociedad , aunque fue-
se muy numerosa, que se hallasen en las
circunstancias de dar una buena educa-
clon á sus hijos ! Entre estos pocos indi-
viduos, ¿ quántos menos serian los que
uniesen el poder á la voluntad? Y entre
estos últimos , ¿ no serian infinitamente
menos los que pudiendo y queriendo sa-
liesen bien de la empresa?


La ignorancia y la miseria en el bajo
pueblo; la pérdida de los padres y el


B 2


rauciseq eceiw:




20 Ciencia
abandono de los mismos en los huérfanos
y en los expósitos; la continuacion y la
importancia de las ocupaciones de aquella.
clase de ciudadanos que vive con el fru-
to de su industria ó con el egercicio de
sus talentos; las disipaciones de los pla-
ceres en los ricos; las distracciones de la
vanidad y de la ambicion en los nobles;
el egercicio de los cargos y de los em-
pleos públicos en los magistrados y en los
poderosos; las preocupaciones y los erro-
res casi universalmente adoptados, y que
son diametralmente contrarios á los ver-
daderos principios de la educacion ; el
efecto mismo del amor mal entendido , y
de la debilidad tan frecuente en los pa-
dres; el cuidado excesivo de la conser-
vacion física de sus hijos, y la tímida soli-
citud de socorrerlos aun guando la nece-
sidad no lo exige, que dá á los nilos una
cierta pusilanimidad y debilidad de áni-
mo que destruye el valor y la confianza
en las propias fuerzas; el poco aprecio y
las cortas ventajas que proporcionan las
enfadosas y dificiles funciones de ayo 6
maestro particular, y los talentos singular
lares y profundos, los conocimientos, la
virtud y el carácter moral que requiere


de kt Iegislacion. 2r
este oficio ; finalmente la corrupcion de
costrumbres que deberia ser remediada
y destruida por las buenas leyes, pero
que se halla hoy desgraciadamente intro-
ducida en todas las clases y en todas las
órdenes de la sociedad, ¿no nos muestran
con evidencia quán poco hay que esperar,
y quánto que temer de la educacion
privada?


Si á la evidencia de estas reflexiones
que nos muestran la insuficiencia de la
educacion privada, unimos las que nos
hacen ver las ventajas de la pública, nos
persuadiremos fácilmente de su necesidad
á pesar de las inevitables imperfecciones
que la acompañan.


Empezando por los maestros dignos
de egercer funciones tan respetables,
puesto que su número debe ser muy pe-
queáo dándoles todo el honor y estima-
cion que merecen , formando de estos em-
pleos una de las magistraturas mas res-
petables del Estado, y convidándoles con
grandes esperanzas ; elegidos por el go-
bierno y dirigidos por la ley serian supe-
riores á todas aquellas preocupaciones,
capaz cada una de ellas de trastornar
y destruir el plan mas perfecto de educa-




22 Ciencia
don establecido para dirigir los hijos de
la patria conforme á los grandes desig-
nios de su legislador.


Fundándose la educacion casi entera-
mente en la imitacion , no tendria nada
que hacer el legislador sino presentar
buenos modelos para formar las copias.
Es verdad que éstas no serian todas per-
fectamente semejantes, muchas serian in-
feriores al original, otras quizás le exce-
derian; pero la mayor parte tendria por
lo menos algunos lineamentos de seme-
janza que formarian cabalmente el carác-
ter nacional.


Los nidos y los jóvenes, del mismo
modo que los adultos y los viejos, son
dirigidos por la opinion. No es tanta la
evidencia de la verdad como la opinión
que se tiene de la persona que la profiere,
la que puede producir los mayores efec-
tos. Si el ilustre guerrero cubierto de
heridas y rodeado de las coronas de sus
triunfos recomienda el valor y las virtu,
des marciales; si el magistrado encaneci-
do en la toga y en el foro enseña la jus-
ticia, é inculca el respeto á las leyes; si
el ciudadano mas benemérito de la patria
inspira el amor que se debe á la madre


de la legislacion. 23
comun , ¿ qué efectos no producirán sus
instrucciones? ¿quién podrá dudar de su
superioridad sobre las de un mercenario
pedagogo ?


El medio mas eficaz (dice un profun-
do político de la antigüedad) para con-
servar firmes y estables lar constitucio-
nes de los gobiernos, es educar la juven-
tud conforme á la constitucion (i). ¿Este
grande objeto se podria acaso conseguir
sin una educacion pdblica? ¿quién pue-
de haber mas interesado en esto que el
Soberano? ¿quién mas poderoso para pro-
porcionar los medios? ¿quién puede co-
nocer mejor que el legislador su impor-
tancia y el plan mas á propósito para
realizarla?


El hombre nace en la ignorancia,
pero no en los errores. Estos son todos
adquiridos. Siendo la infancia la edad de
la curiosidad y de la imperfeccion de la
razon, ordinariamente es la época de esta
fatal adquisicion. Si se procura que los
oidos de los niños sean inaccesibles al
error, la verdad hallará la entrada y pe-
netrará fácilmente sin ningun trabajo. La


(t) Aristót. polis. lib. s.




24 Ciencia
educacion arreglada por el magistrado y
por la ley sería la única que podria con-
seguir este fin en el pueblo, y esta edu-
cacion pública podría ser arreglada por
el magistrado y por la ley.


En todos los gobiernos y todos los
pueblos la opinion pública es la mayor
fuerza del Estado. Su influjo para el bien
y para el mal es muy poderoso, porque
es superior á la accion y á la resistenciade la autoridad pública , y por consiguien-
te es de una i mportancia suma que sea
rectificada , dirigida y corregida. Entre.
los varios medios que debe emplear el
gislador para conseguirlo , ¿ qua/ podrá
ser mas eficaz que el que proponemos?


Una triste experiencia nos ha hecho
ver muchas veces que la introduccion
de las luces en una nacion ha sido acom-
pañada de turbulencias internas y luchas
sa ngrientas. Los enemigos de la verdad,
los observadores superficiales y parcia-
les de la historia, se han servido de es-
tos hechos como de otros muchos para ca-i•lumniarla. Mas el observador imparcial
y profundo debe atribuir estos efectos á.
otras causas diferentes. Guando se ins-
truye é ilustra


.
una parte de la nacion,


de la legisracion. 25
y se queda la otra sumergida en los er-
rores, la lucha de la verdad con los er-
rores debe producir otra entre los partí=
Barios de aquéllos y de ésta. En esta
cha se turba la tranquilidad interior, se
derrama sangre, el error adquiere el vi-
gor que le dá el espíritu de partido, y
la verdad los obstáculos que le produce
la notan de sediciosa é inquieta. ¿Qué
preservativo contra estos males? Es me-
nester procurar destruir los errores del
vulgo , mientras se procura introducir y
promover las luces en la otra porcion de
la sociedad. Mas ¿cómo se puede conse
guir esto sin la educacion pública ?


Entre la serie de las pasiones que agi-
tan el corazon del hombre, hay algunas
que tienen tan estrecha relacion con la
virtud, que se puede decir que son la
fuente de ella. El corazon de la juven
tud está abierto á todas las pasiones. La
primera que se hace dueña de él es la
que suele ordinariamente conservar toda
la vida su imperio sobre las otras; y así
la pasion dominante es la única que pue-
de producir grandes efectos. El interés
de la sociedad sería que las pasiones do-
minantes de sus individuos fuesen sola-




26 Ciencia
mente las mas eficaces para hacerlos ver-
daderos ciudadanos útiles al Estado. No
se puede dudar que esta eleccion depende
en gran parte de la educacion. Y así
podria el legislador hallar en la educa-
cion pública el medio mas eficaz para
hacer comunes aquellas pasiones que crée
roas útiles y mas convenientes á este
objeto.


Al paso que se multiplican los víncu-
los que unen á los ciudadanos entre sí,
adquiere mayor vigor el cuerpo social
y está menos expuesta su libertad. La ti-
ranía , dice el hombre grande que acabo
de citar (1), no puede introducirse ni
conservarse sino sembrando entre los ciu-
dadanos la division, madre de la debili-
dad. Los enemigos de la tiranía reunie-
ron siempre á los hombres, y los tiranos
los separaron y dividieron. Reunamos,
pues , los hombres desde la infancia. El
hábito de vivir juntos en una edad en
que las causas de la discordia son pocas,
débiles y momentáneas, fortificará la u-
nion social, y acostumbrará á los cilla.-


(1) Aristcrt. Este es el orígen del divi-
de 6 imperá.


de ¡a legislacion. 27
danos á considerarse todos como miem-
bros de un mismo cuerpo, hijos de una-
misma madre, é individuos de una sola
familia.; la desigualdad de las clases y.
de los bienes perderá una gran parte de
sus tristes efectos; y la voz poderosa de
la naturaleza que intima y recuerda . á
los hombres su igualdad, hallará los oídos
de los ciudadanos dispuestos y prepara-
dos á escucharla. La triste soledad tan
perniciosa á los niños porque suele im-
primir en su carácter cierta melanco-
lía y. aspereza , será substituida por la
energía que inspira la sociedad de los
iguales. Habituándose á conocer la ne-
cesidad que tienen del concurso de sus
semejantes para sus juegos y diversiones,
con la concurrencia de sus iguales se a-
costumbrarán tambien á ser por su par-
te reconocidos y atentos; y estos buenos
oficios que mútuamente se prestarán de
continuo, no dejarán de producir en sus
tiernas almas el amor de la sociedad, y
el conocimiento práctico de la dependen-
cia recíproca del género humano. Se acos-
tumbrarán tambien á conocer la necesi-
dad de someter su voluntad á la de los
demás, á ser corteses é indulgentes, be-




aa Ciencia
néficos y agradecidos; á aborrecer la obs.
rinacion y los arrebatos de la ira, y á
circunscribir en sus justos límites el ins-
tinto natural de la libertad.


Estos son en parte los motivos que
ros deben convencer de las ventajas y
de la necesidad de la educacion pública.
La explicacion de esta importante teoría
nos manifestará otros.


CAPÍTULO 111.
Je la universalidad de esta educacion


pública.


ntre los antiguos donde habia edu-
cacion pública era ésta universal y comun.
dinos (1), Licurgo (2) y Piaron ( 3 ) pen-
saron uniformemente sobre este objeto.
Bastaba no ser extrangero• peregrino ni
siervo, para no ser excluido de la edu-
cacion doméstica , y para deber parti-


Strab. lib. T.
Arisc6t. Polit. lib. 4. donde habla
niños Espartanos, y Piot, instit.


Piar.' de Lege diálog.


de la legislacion. 29
cipar de la pública. Los hijos del solda-
do y del capitan , del sacerdote y del
magistrado, del último ciudadano y del
gefe de la nacion, eran educados, alimen-
tados, y vestidos igualmente. Apénas ha-
bian cumplido los niños la edad de seis
años guando la patria los pedia á sus
padres, y éstos les abandonaban al cui-
dado de la madre comun (s).


Mas este método admirable de los
pueblos de que se trata, I podria adoptar-
se y establecerse en las naciones moder-
nas de Europa? Qué diferencia entre
una república de pocos millares de ciu-
dadanos y una monarquía de muchos mi-
llones de súbditos; entre los muros de
una pequeña ciudad y los límites de un
vasto imperio! ¡ Entre un pueblo ocupa-
do únicamente en las armas (2), y una


(i) Plat. ibid. y Nicolas Pragio de Re-
,pub. Laced. lib. 3. in T'aesaur. Grev. y
Gronov. vol. 5.


(a) En Creta y en Esparta el cultivo de
la tierra estaba enteramente al cuidado de
los esclavos, las manos libres solo mane-
jaban el arco y la espada. El azadon y el
arado estaban abandonados en Creta á los




30
Ciencia


nacion que es á un mismo tiempo guer-
rera y agricultora, industriosa y comer-
ciante; entre pueblos en que rara vez se
alteraba la mas completa igualdad de
bienes (t), y otros en que la mayor igual-
dad que se podria esperar y conseguirse
con buenas leyes, sería que no hubiese en
ellos exceso de opulencia por una par-.
te, y por otra exceso de miseria (2)!


Me parece que estas pocas reflexiones
bastarán para mostrarnos la diferencia
que debe haber entre el sistema de la
educacion pública de los antiguos y el de
los modernos. Pero uno y otro pueden y
deben asemejarse en un solo artículo, que
es el de la universalidad. Mi plan sería
imperfecto y vicioso si una sola de las
clases de los ciudadanos fuese excluida
de esta educacion , porque no extirparla


Periecos, y en Esparta á los -Dotes. Arist.
Polit. a. Strab. lib. 12. Athen. lib. 6.
Flotare. in vita Licurg.


(r) Véase lo que dice Plat. de 'Leg.
dial. 5 . Y por lo que mira á los Espartanos
á Nícolas Gragio de Repub. Laced. 3. tab.
4. Grevi Gron. Thes. s.(2) Acuérdese el lector de lo que he-


de la legislacion. 31
el fermento de la corrupcion ; perderla
una gran parte de las ventajas que he-
mos atribuido á la educacion pública; de-
jaría en la sociedad una porcion de sus
individuos privada de los auxilios que
la ley ofreceria á los demás para condu-
cirles á los fines que se han propuesto, y
hada toda la legislacion parcial é iniqua;
porque la igualdad de los castigos y de
los premios sería entonces una injusticia
manifiesta.


Dejo al lector el exámen de estas ra-
zones , y paso rápidamente á mostrarle
cómo se podria conseguir en los pue-
blos grandes y en las naciones modernas
esta universalidad necesaria en un siste-
ma de educacion pública,


CAPÍTULO IV.
De la posibilidad de esta empresa.


Si se hubiese de levantar un vasto edi-
mos dicho sobre este objeto en el libro de las
leyes políticas y económicas en los capí-
tulos donde hemos hablado de la multipli-




32 Ciencia
ficio donde debiesen ser conducidos todos
los niños del Estado; donde el hombre
destinado á cultivar la tierra recibiese
la misma educacion que el que ha de go-
bernar algun dia el Estado; donde los hi-
jos del artesano , del guerrero , del colo-
no, del magistrado, del plebeyo, y del
patricio , reunidos bajo un mismo te-
cho, tuviesen la misma instruceion ; si
la educacion pública , digo , para set
universal exigiese esta uniformidad , es-
te sistema, y estos medios , ¿quién no
conoceria la imposibilidad de la em-
presa, y la extravagancia del que sedu-
cido por el egemplo de los antiguos y sin
atender á la diversidad infinita de las
circunstancias se atreviese á proponerla á
los legisladores de los pueblos modernos
de la Europa?


Mas no es necesario para hacer gene-
ral la educacion pública establecer esta
uniformidad de sistema y de medios. Lo
que exige es que todos los individuos de la
sociedad puedan participar de la educa-


eaciori de los propietarios y de la distribu-
cion de las riquezas,.




de la leg,islacion.
33


don del magistrado y de la ley, pero
cada uno segun sus circunstancias y su
destino. Pide que el colono sea instruido
para ser ciudadano y colono , y no para
ser magistrado ó capitan ; que el artesano
pueda recibir en su infancia la educa-
cion conveniente para alejarle del vicio,
conducirle á la virtud , al amor de la pa-
tria , al respeto de las leyes, y facilitarle
los progresos en su arte, mas no la que
se necesita para dirigir la patria y admi-
nistrar el gobierno. En fin, la educacion
pública exige para ser universal que par-
ticipen de ella todas las clases y todos
los órdenes del Estado pero no es nece-
sario que sea de un mismo modo. En una
palabra, debe ser universal, pero no uni-
forme; pública , pero no comun.


Considerada bajo este aspecto la uni-
versalidad de la educacion pública, em-
piezan á disiparse las dudas sobre la po-
sibilidad de esta empresa en las grandes
naciones y en los pueblos modernos, y
espero desvanecerlas enteramente expo-
niendo el plan que he meditado.


Si la educacion pública para ser uni-
versal no debe ser uniforme, veamos an-
te todas cosas la naturaleza y la condi-


:romo e




34 Ciencia
don de las clases en que deberia distri-
buirse el pueblo por lo respectivo á este
objeto, y las diferencias necesarias que de-
beria exigir su respectiva educacion.


CAPÍTULO y.
Distribucion del pueblo,.


D ivido desde luego el pueblo en
dos clases. En la primera comprendo ro--
dos los que sirven ó podrian servir á la
sociedad con sus brazos ; en la segunda
los que la sirven ó podrian servirla con
sus talentos. Despues subdivido cada u-
na de estas dos principales en varias cla-
ses secundarias que pertenecen á cada
una de ellas. Sin que sea necesario au-
mentarlas ni indicarlas todas , es fácil
conocer las que pertenecen á la una y á
la otra.


Nadie, por egemplo, se engaitará en
atribuir á la primera que es mas nume-,
rosa las diversas clases secundarias que
se componen de los que se destinan á la
agricultura, á los oficios, y á todas las
artes mecánicas , &c. en atribuir á la


de la legislacion.
35


segunda que es menos numerosa aque-
llas clases secundarias que se componen
de los que se dedican á las artes liberales,
al comercio, á servir al'altar,


, á reparar
los males físicos del hombre, á instruirle
en el mando de los egércitos y escuadras, á
dirigir al gobierno, y á difundir las luces.


Por la simple exposicion de esta dis-
tribucion del pueblo, se vé claramente
que aunque las varias clases secundarias
en que se subdivide cada una de estas dos
clases generales deban exigir algunas di-
ferencias en sus respectivas intrucciones,
sin embargo, estas diferencias jamás pue-
den ser ni tan numerosas ni tan conside-
rables como deben serlo necesariamente
las que tienen por objeto las mismas dos
clases principales , á las quales estas se-
cundarias pertenecen. Para proceder ,
pues , con el órden que facilita al que
escribe el descubrimiento de la verdad, y
la inteligencia al que lée, empecemos ob-
servando las diferencias que debe haber
en la educacion de las dos clases princi-
pales en que se ha dividido el pueblo,
reservando para despues el observar las,
que debe haber en la educacion de las
clases secundarias respectivas en que ca-


z




36 ciencia
da una de las dos principales se subdivi-
de (r).


CAPITULO VI.


Diferencias generales entre la educacion
de las dos clases pricipales en que hemos


distribuido el pueblo.


-Lr a primera de estas diferencias depen
de de la inmensa distancia que hay en-
tre el número de los individuos que com-
ponen la primera de estas dos clases, y el
de los que componen la segunda. Si las
casas públicas de educacíon apenas ten-
dejan capacidad para la segunda clase,
¿cómo podrán servir para la primera? Se-
ría menester fundar ciudades para cole-
gios , oprimir al pueblo con impuestos
ekBrbitantes , b gastar en la construccion
sola de los edificios las cantidades que
en un plan mas sencillo y fácil podrian
asegurar para siempre los gastos de la
educacion misma. Reservarémos pues,
las casas públicas de c-ducacion para la
segunda clase , y para la primera recurrí-


(1) Ruego al lector que no juzgue er.rs


de la legislacion,
remos á otros medios. Esta es la primera di-
ferencia que procede del número, las otras
dependen del destino de sus individuos.


El agricultor, el fabricante, el arte-
sano, &c. cuyo destino es servir á la so-
ciedad con sus brazos, no necesitan sino
una instruccion fácil y breve para adqui,
rir los conocimientos necesarios para ar-
reglar su conducta civil, y acelerar los
progresos de su arte que abusívamente
pueden llamarse científicos. ¿Pero se po-
dría decir lo mismo de los que se desti-
nan á servir á la sociedad con sus talen-
tos? Qué diferencia entre el tiempo que
se requiere par• la instruccion de los
unos, y la de los otros !


plan antes de haberlo leido y observado en-
teramente. Yo no puedo decir todas las co-
sas de una vez. Cada uno de estos artículos
preliminares sugerirá al lector muchas difi-
cultades y objeciones pero se irán desva-
neciendo á medida que vaya entrando en la
materia. Esta distribucion del pueblo podrá
sugerirle una que, si se verificase, deberia
desacreditar á los ojos de un fi;ósofo huma-
no todo el plan que he meditado. Podria
persuadirse que qu.ria introducir en la En..
ropa la division y la perpetuidad de las cas-


.Franciv.r, _




38Ciencia
Si en los primeros la fuerza y la ro-


bustez del cuerpo es absolutamente ne-
cesaria para su destino, y en los últimos
solamente útil, ¿ no debe prevalecer tanto
en aquéllos la parte física de la educacion
sobre la científica, quanto en éstos la
parte científica sobre la física?


El diferente destino de estas clases,
no debe por ventura producir algunas


diferencias esenciales en la parte misma
de la educacion moral ? Si los hombres
destinados á servir á la sociedad con sus
talentos están regularmente dispuestos á
despreciar á los que se destinan á servir-
la con sus brazos ; si la vana altivez y
el orgullo insensato son ordinariamente


tas. de los indios; pero guando lea el capí-
tulo octavo y décimosexto de este libro, co-
nocerá quán léjos estoy de intentarlo y
quán injusta sería esta imputacion. Reser-
vándome disipar esta objecion en los citados
capítulos , me contento con decir en este
lugar que las dos clases en que he dividido
todos los individuos de la sociedad, no ha-
cen relacion á su estado político, sino á su
destino; no á la condicion en que han naci-
do , sino á la que le destinan las circunstan-
cias que despues expondrémos.


de la legislacion. 39
los vicios de los primeros, como el abati-
miento y la vileza suelen serlo de los últi-
mos; y si la naturaleza misma de estos dos
diferentes destinos abre la entrada á estos
dos vicios opuestos, ¿quién no vé que la
necesidad de prevenirlos debe producir
una gran diferencia en la parte moral de
su respectiva educacion? Los medios que
recuerdan á los hombres su igualdad na-
tural, y que nos anuncian la dependen-
cia recíproca del género humano, ¿no
deberán por ventura emplearse tanto en
la educacion moral de los unos como
deberian serlo en la de los otros, los que
mostrándoles la primitiva dignidad de la
especie humana pudiesen elevar sus áni-
mos é inspirarles aquel noble engreimien-
to que es incompatible con la degradacion
y la vileza?


Estas son las diferencias generales que
debe haber necesariamente entre la edu-
cacion de las dos clases principales en
que se ha dividido al pueblo. Por poco
que se observen se verá que cada una de
ellas lleva consigo otras muchas , que sin
empeñarnos ahora en indicarlas, se mani-
festarán exponiendo esta importante teo-
ría. Suspendamos, pues, por un poco la




Ciencia
curiosidad del lector, y pasemos á expo.
ner el sistema de educacion que conven-
dría á la primera de las dos clases prin-
cipales en que se ha dividido el pueblo.
Exáminétnos antes lo que es relativo á la
clase entera, y despues lo que pertenece
á las clases secundarias en que se sub-
divide.


CAPÍTULO VII.
Ideas •<,:enerales sobre la educacion de la


primera clase.


P roponer la fundacion de las casas pú-
blicas de educacion para los individuos
de esta primera clase, sería lo mismo que
renunciar la esperanza de ver egecutado
este plan de educacion pública. Los gas-
tos de los edificios exigirian como se ha
dicho tesoros inmensos, y absorverian
las sumas que la mano paternal del pa-
dre de la patria podria destinar á la edu-
cado! '


de esta parte de sus hijos, que es
la mas numerosa. Al contrario, si se pro-
pusiese dejar dentro de las paredes do-
mésticas, y bajo la vigilancia inmediata


de la legislacion. 41
de los padres, á los niños que pertenecen
á esta primera clase, ¿qué se podria espe-
rar de nuestro plan de educacion? ¿A
qué podria reducirse? A convocar quan-
do mas en cada distrito á estos niños á
ciertas horas del dia para inspirarles aque-
llos principios de moral patriótica que el
egemplo doméstico les enseriada á des-
preciar en lo restante del dia; edificar dé-
bilmente con una mano lo que luego se-
ría destruido violentamente con la otra;
abandonar á manos corrompidas el cui-
dado de fecundar las semillas de la vir-
tud; renunciar enteramente la esperanza
de dar á la nacion un carácter por medio
de la educacion, y al pueblo una pasion
que le pueda modificar segun los grandes
designios de su legislador. Fié aquí lo
que se conseguiria con este plan ridículo
y pueril de educacion popular. Para ob-
viar estos dos males opuestos, el pri-
mero de los quales hada inasequible la
empresa de la educacion pública de esta
primera clase , y el último la inutilizaría,
voy á proponer el medio que he pen-T
sado.


El magistrado supremo encargado de
la educacion pública de la provincia de.




42 Ciencia
hería eligir entre los ciudadanos mas 'hon-
rados del distrito un número de directo-
res proporcionado á su poblacion. Esta
magistratura popular debería ser distin-
guida con todos aquellos honores y emo-
lumentos que pudieran hacerla, no solo
apetecible , sino tambien convertirla en
un medio de premiar la providad y la
virtud de los individuos de la clase dé
que se habla. La ley que puede producir
con medios pequeños los mayores efectos,
deberia disponer que acompañasen á esta
eleccion las ceremonias mas respetables
y convenientes para aumentar la impor-
tancia del cargo y conciliarle el respeto
que exige.


Á cada uno de estos directores se de-
bería confiar un número determinado de
niños, que no excediese de quince, sien-
do de su obligacion no perderlos nunca
de vista , dirigirlos, alimentarlos, y ves-
tirlos conforme á las instrucciones que se
le comunicasen.


Debiendo ser una parte esencial de
esta direccion , como luego veremos, ini-
ciar é instruir á los niños en el oficio á
ene fuesen destinados , deberian elegirse
estos directores de las varias profesiones


de la legislacion. 43
que hubiese establecidas ó que conven-
dría establecer en cada distrito, toman-
do la mayor parte de ellos de la profe-
sion en que se deban ocupar el mayor nú-
mero de los individuos del distrito.


Estos directores deberian estar ins-
truidos en sus obligaciones, y observa-
dos en su conducta por el magistrado
encargado de la educacion de aquella
comunidad, bajo la inmediata dependen-
cia del supremo magistrado de educacion
de la provincia á que pertenezca.


Deberia , pues, componerse el colegio
de la magistratura de educacion para es.
ta primera clase de los supremos magis-
trados de las provincias, de los magistra-
dos inferiores de los distritos, y de los
directores (s).


El plan de educacion que expondré.


(r) No quiero dejar de advertir que en
las grandes capitales no podria ser suficien-
te un solo magistrado inferior de educacion
para atender á todas las obligaciones de su
ministerio. Quando se hayan explicado se
verá la necesidad que hay de dividir estas
grandes ciudades en muchos quarteles pro-
porcionados á su poblacion, y señalar á ca.




44
Ciencia


raes nos manifestará las funciones respec-
tivas, las obligaciones particulares, y las
prerrogativas de cada una de estas ma-
gistraturas. Este plan de educacion de-
beria ser establecido por la ley, y sin
que ninguno de los egecutores tuviera
derecho para alterarlo. Le dividirémos
en tres partes. La primera será relativa
á la parte física, la segunda á la moral, y
la tercera á la parte instructiva ó cientí-
fica. Antes de entrar á explicarlo suplico
al lector tenga presente lo que queda
dicho.


La educacacion pública no puede serjamás tan perfecta respecto á cada uno
en particular, como puede serlo la edu-
cacion privada; pero si ésta apénas pue-
d,e formar algun individuo, solo aquélla
puede instruir á todo un pueblo. No es-


da uno su magistrado particular. Conven.:
dria tambien que en las grandes ciudades
los directores fijasen su residencia en los
arrabales en los parages mas inmediatos, y
no en el centro de la ciudad. La lectura
del plan de educacion manifestará los mo-
tivos de está advertencia.


de la legislacion. 45
perando, pues, de este plan de educadora
pública una perfeccion absoluta, procu-
rémos hacer de modo que corresponda á
una perfeccion relativa; y si no nos es
permitido formar por este medio al hom-
bre, procurémos formar si puede ser al
ciudadano. Acordémonos que dentro de
los muros de Esparta (tan celebrada por
su educacion ) apénas se hallaba un solo
hombre, pero quizás no habla un solo Es-
partano que no fuese ciudadano. Héroe
en las juntas populares, en el foro y en
el egército, era un tirano en presencia
del Ilota; era al mismo tiempo un pro-
digio en la ciudad y un monstruo en la
naturaleza (r). Sin permitirnos el mismo


(a) Basta leer lo que nos dice Plutarco
en la vida de Licurgo, y Aten. en el lib. 6.


14. sobre la ferocidad con que los Espar-
tanos trataban á los Ilotas para convencer-
nos de la verdad de esta expresion. Sabemos
también por Tucídides lib. 4. wum. go. y
por Diod. lib. ia. que habiéndose aumen-
tado en una ocasion el tinniero de los Ilo-
tas hasta poner en cuidado á los ciudada•
ar os, sa publicó un edicto por el qual se con-
vidaba á los usas fuertes y robustos de ol-
SO5 eslavos á que ac prcaeriaasea para ser.




46 Ciencia
exceso en el mal, á. podrémos conseguir
igual perfeccion en el bien ? Véamoslo.


incorporados en el órden de los dudada-
nos. Se presentaron dos mil de estos infe-
lices que fueron coronados de flores y con-
ducidos al Templo; pero poco despues des-
aparecieron estos dos mil Ilotas, y comun-
mente se crée fueron asesinados. Tambien se
sabe lo que se significaba con el terrible
nombre de emboscada. Los que estaban en-
cargados de la educacion de la juventud ea
Esparta elegian de guando en guando entre
sus alumnos los mas sagaces y atrevidos,
los armaban de puñales, y les daban los vi-
veres necesarios para cierto número de diaso
Hecho esto se esparcian por el campo y se
escondian de dia en los bosques y en las
cuevas; por la noche salian de sus embos-
cadas, y apostándose en los caminos públicos
mataban á quantos Ilotas encontraban. Al-
gunas veces andaban de dia estos jóvenes y
mataban á todos los Ilotas que les pare-
cian mas fuertes y robustos. Pitar. y Aten.
¡cc. cit.


Finalmente, nos confirmarémos siempre
mas en estas opiniones acerca de los Espar-
tanos si leemos lo que nos dicen los escri-
tores antiguos sobre la conducta que obser-
varon con los Atenienses y Siracusanos. Dio-


de la legislacion 47
Para proceder con el órden que con-


viene exáminarémos primero cómo debe-
ria arreglarse por la ley la admision y
distribucion de los niños en varias clases
secundarias en que está subdividida esta
primera clase, y prevengamos por este
medio algunas objeciones que se nos po-
drian hacer.


C A P T ULO VIII.


Disposiciones relativas. á la admision y
distribucion de los niños de esta


primera clase.


S i la perpetuidad de las clases y la su-
cesion hereditaria de las profesiones a-
fean á los ojos del sabio la legisladora
de los antiguos Egipcios excesivamente


doro nos indica en el lib. 24. la traicloa
que usaron con los Siracusanos; y Xenofont.
de veb. gest. Gr.ec. lib, a. describe con se
acostumbrada elegancia la crueldad que eger-
cieron con los primeros. Véase Cambien la
pintura que hace de su carácter Herod.
p. num. 53 . y Xenof. de Rep. Laced.


ji.X.cCiSCO 13tetalal




48 Ciencia
venerada ( 1 ); si los historiadores mas int-
parciales y los viageros mas fidedignos
nos aseguran las tristes Consecuencias que
produce esta misma institucion en algu-
nos pueblos de la India, donde está in-
troducida desde tiempo inmemorial y con-
servada religiosamente la division y la
perpetuidad de castas (2); si la razona
sola sin el socorro de la experiencia bas-
taría para demostrarnos cómo se aflojan
con este método los vínculos sociales„
se divide la sociedad en otras tantas so-
ciedades de intereses y miras distintas, se
malogran los talentos , se priva á ta vir-
tud de la fuerza que le infunde la espe-
ranza, y la unidad social tan necesaria se
divide y se destruye; si éstas son, digo,
las funestas consecuencias de un sistema
tan obsurdo , nos guardarémos muy bien
de fomentar una division tan pernicio-


(1) Arisr. Polit. lib. 7. cap. so.
E-le:od. lib. 2. num. 163. Plat. in Thin:.
Diod. lib. 1.


(2) Diod. lib. 2. Strsb. lib. I,. Viages
de la Boulaye le Gouz. p. $ 9. 16o. y 122.
Cart s coiticantes ion:. 1$ top).


tom. 24.
aCe Viages de Pyrard.
273,


de la legislacion. 49
sa con nuestro plan de educacion


Para apartarnos en rinanto sea posi-
ble de este mal, arreglaremos en la for-
ma siguiente la admision y distribucion
de los niños de esta primera clase.


Todo padre de familia tendrá dere-
cho de presentar su hijo, luego que haya
cumplido cinco años, al magistrado en-
cargado de la educacion pública de su
distrito. Como todos los gastos de ma-
nutencion y educacion de los niños de
esta primera clase han de ser de cuenta
del gobierno, bien se deja conocer que
será muy pequeño el número de los padres
que renuncien esta ventaja. La seguridad
de tener un hijo educado é instruido sin te-
ner que pensar en su subsistencia, son
dos estímulos bastante poderosos para sa-
car de las paredes domésticas, y convidar
á recibir la educacion del magistrado y
la ley , á todos los niños de esta clase sin
cohartar la libertad de los padres. La ley
enemiga de la violencia debe siempre que
pueda convidar los hombres á concurrir
á sus designios y no forzarlos. Su im-
perio es siempre mas fuerte y mas au-
gusto guando lo egerce sobre la voluta-


Tortzo




so Ciencia
tad del que obra , y no sobre la accion.


De esta regla exceptuaremos á los hi-
jos de los mendigos, porque en éstos no
debe el magistrado solicitar el consenti-
miento de los padres para sacarlos de ma-
nos tan peligrosas, y conducirlos á la edu-
cacion de la ley.


Igual derecho egercerá sobre los expó-
sitos, huérfanos, y hijos de aquellos que
han perdido el uso libre de la razon. Es
justo que un niño que ignora ó que ha
perdido á su padre, ó no puede recibir
de él su educacion , halle en la madre
coman la compensacion de esta pérdida,


Admitido el niño registrará el magis-
trado su nombre y apellido, y el dia en
que fué presentado, entregando copia de
este registro á su padre ó tutor. ¿Pero
quién determinará su primer destino?


Se ha dicho que esta primera clase
principal, del mismo modo que la segun-
da , está subdividida en varias clases se-
cundarias ; que se debian elegir los direc-
tores de las varias profesiones que se ha-
llan establecidas, ó que sería convenien-
te establecer en el distrito; que el mayor
número de éstos deberia tomarse de aque-
lla profesiot en que ocupa ó deberla ocu-


de la legislacion. s
par el mayor número de individuos de
aquella comunidad; que á cada uno de
estos directores deberia confiarse un nú-
mero determinado de niños , que no pa-
sase de quince; y en fin, que una de las
obligaciones del director sería iniciar é
instruir á los niños que tuviese á su car-
go en el oficio que profesa.


Dependerá, pues, de la designacion
del director el primer destino del mucha-
cho. Mas examinemos quién deberá elegir
al- director si el magistrado ó el padre, 6
entrambos. •


Dejar enteramente al padre un arbi-
triolimitado sobre esta eleccion produ-
ciría dos graves desórdenes. El primero
sería inutilizar todas las medidas tomadas
por el magistrado supremo de educacion
de la provincia , sobre la eleccion de los
directores de varios distritos comprehen-
clidos en la misma. Si en una comunidad
donde son necesarios muchos agriculto-
res y pocos artesanos , ha escogido pro-
porcionadamente y segun su poblacion é
intereses , cien directores labradores ,
y diez artesanos, podría suceder que la
mayor parte de los padres se declarasen
por los últimos; y en. este caso sería pre-


D




5 2 Ciencia
ciso aumentar el número de los directo-
res artesanos, y disminuir el de los labra..
dores.


El otro desórden todavía mayor que
el primero naceria de la vanidad de los
padres, y. de los falsos datos con que
suelen calcular los intereses de sus hi-
jos. Las artes mas necesarias para susten-
tar al pueblo son las que requieren mayor
número de individuos ; pero al mismo
tiempo son las que dán á quien las eger-.
ce menos estimacion , ya dependa esto
de la misma multiplicidad , que divi-
diendo entre un número mayor la estima-
cion que se merecen las tales artes, hace
que á cada uno de ellos toque una porcion
mas pequeña , ó porque se aprenden or-
dinariamente con mas facilidad, ó por
una y otra causa, no puede dudarse que
la estimacion que el egercicio de estas
artes da á sus individuos , es inferior á la
que adquieren con otra profesion menos
necesaria y numerosa. El arte mas pre-
cioso para el Estado es la agricultura,
pero el labrador es el artesano menos esti-
mado.


Además de esto sucede frecuente-
mente que d'hombre emplea sus brazos


de la legislación. 58
con mayor utilidad en las artes menos ne-
cesarias que en las que lo son mas. Un pa-
dre sin preveer que multiplicándose mas
de lo que se requiere en aquéllas el núme-
ro de los profesores, no solo perderia esta
ventaja de mayor lucro con la concurren-
cia, sino que una parte de estos artesanos
sería condenada á la indigencia , sin repa-
rar en estos inconvenientes hallaria en la
vanidad y en el interés dos fuertes estí-
mulos para dar en esta eleccion la pre-
ferencia á las primeras , y en este caso las
artes mas necesarias decaerian , y con
ellas la sociedad y el Estado.


Estos son ios desórdenes que nacerian
del arbitrio ilimitado de los padres. Los
que produciria el del magistrado , no se-
rian tampoco indiferentes.


Un padre que se halla acreditado en
un oficio , tiene las mas veces un grande
interés en instruir en él á su hijo. La so-
la ventaja de poderle dejar los materiales
y los instrumentos y enseñarle los secre-
tos económicos del arte , que una larga
experiencia le ha dado á conocer , basta-
ria para que se determinase á darle este
destino ; pero si éste dependiese del ar-
bitrio ilimitado del magistrado, sucede-




54 ciencia
ria muchas veces que el hijo de un rico
artesano fuese aplicado á la agricultura,
y el de un labrador que tiene propias
fincas que cultivar fuese destinado á una
arte mecánica , quedando entrambos en
este caso privados de una gran parte de
las ventajas de la herencia de sus padres.
De este primer desórden nacerla otro.
Muchos padres por no exponerse á este
peligro renunciarían las ventajas de la
educacion pública , y la ley á pesar de
sus generosas invitaciones , y frustradas
sus esperanzas, venia que una parte con-
siderable de los individuos de esta pri
mera clase estaba excluida de su edu
cacion.


Despues del mas profundo y madu-.
ro exámen , no he hallado sino un medio
para evitar los desórdenes que en uno y
otro caso acompafiarian á este primer
destino. Limitar el arbitrio del magistrado
y del padre , y dar al uno y al otro una
parte en la eleccion. El padre deberia te-
ner únicamente el derecho de pedir que su
hijo fuese iniciado en su misma profesion;
el magistrado deberia tener la facultad
de indicar el director de la misma pro-
fesion del padre, si éste quisiese usar de su


de lalegislacion. 55
derecho; pero si le renunciare, entonces
podria aplicar el nifio al oficio que le
pareciese mas conveniente.


Como la eleccion de los directores
dependería del magistrado supremo de la
Provincia y no del particular del dis-
trito , y como su número y su condi-
clon sería arreglada por la poblacion
y por los intereses económicos del mis-
mo distrito; en fin como el número de
los nifios que se podrian señalar á ca-
da director sería fijado por la ley , del
mismo modo en uno y otro caso el arbi-
trio • del magistrado particular de la co-
munidad en la designacion del director
sería limitado por estas disposiciones an-
teriores del magistrado supremo y por la
ley. Su arbitrio , pues , se reducirla á ele-
gir uno de aquellos directores que aun no
tendria el número entero de los nifios
que señala la ley (t).


(1) El destino de los expósitos deberia
depender enteramente del arbitrio del su-
premo magistrado de educacion de cada
provincia, el val podría valerse de este
recurso para proveer de artistas aquellas ar-
tes ve faltasen en su provincia ó que con-




5 6 ciencia
Mas se dirá: entre las mismas artes me.


tánicas hay algunas que apénas requie-
ren un solo artífice para atender á las
necesidades de una comunidad bastante
numerosa : será preciso, pues, ó excluir
las instituciones de tales artes, ó emplear
un director para la instruccion de un solo
niño, ó multiplicar inútilmente los indivi-
duos de esta arte: tres males igualmen-
te perniciosos, entre los quales segun este
plan no quedaria al legislador sino la
necesidad de la eleccion.


Esta objecion tendria lugar si segun
mi plan fuese de una necesidad absoluta
que todos los individuos de una comuni-
dad se educasen en la misma. Mas debien-
do ser uniforme este plan de educacion
para todas las partes del Estado, qué
inconveniente habria en establecer en to-
da la provincia el número determinado
de directores para estas artes, proporciona-
vendria introducirlas en ella.


En este plan de educacion pública no
haré mencion de esta porcion de individuos
de la sociedad , pues debiendo ser admitidos
á los cinco arios de su edad corno los demás
del pueblo, no habria diferencia alguna en-
tre ellos y los otros educandos de la clase


de la legislacion. 57
do al número de los individuos que con-
vendria instruir en ellas, y que los niños


de que hablarnos. Una sola cosa deberia es-
tablecerse en su favor, y es, que al tiempo de
su emancipacion el gobierno les diera algun
socorro pecuniario para acudir á las prime-
ras necesidades que se ofrecen, lo que no
hará con los demás. No puedo determinar
la cantidad de este socorro, porque deberia
depender de las circunstancias de los lugares,
y de los pueblos en que se adoptase este
plan.


Pero no puedo menos de aprovechar esta
ocasion para manifestar los justos deseos que
tengo de que se mejore el método moderno
de recibir y educar estas infelices víctimas
del vicio ,'de la debilidad, y de la miseria.
El inmenso número que perece ha excitado
fi muchos gobiernos á tratar de este impor-
tante objeto de la administración. En mu-
chos paises de Europa se ha pensado y se
piensa todavía en reparar este mal. Mas es
necesario confesar que todo lo que se ha
hecho y se ha pensado nos deja aún mucho
que desear.


El mal ha superado siem p re los reme-
dios ; porque no se ha hallado aún el modo
de cortarle de raíz. Es preciso quitar los
hospitales de los expósitos si queremos que




5 3 Ciencia
que fuesen destinados á aprenderlas pasa-
sen á aquel lugar de la provincia donde


éstos vivan. Mientras que un niño recien na-
cido tendrá que sufrir las incomodidades de
un largo camino para negar al hospital; mien.
tras que estará á cargo de una nodriza que
tendrá quizas que partir su leche y sus cui-
dados entre dos ó tres niños; mientras que
respirará el ayre mal sano y estará metido
en la miseria é inmundicia inevitable en se-
mejantes lugares; mientras que su delicada
y débil máquina, que nunca ha sido resta-
blecida, tenga que sufrir estos males, será
siempre cosa prodigiosa el que viva , sin em-
bargo del mucho cuidado del gobierno y de
la vigilancia de sus ministros.


En nuestro plan de educacion ptíblica se
podrían fácilmente remediar todos estos des-
órdenes. En cada comunidad ó distrito el
magistrado de educacion deberia tener cui-
dado de todos los expósitos que se presen-
tasen en ella. Una familia elegida por él
para este objeto deberia recoger los expósi-
tos y alimentarlos los primeros dial hasta
que hiciera publicar por toda la comunidad
que hay un expósito que criar. Deberia fijar-
se ántes el salario que se daria al ama que
se encargase de criarlo , hacerlo saber al
público, y mandarla pagar con la mayor


e


de la legislacion. 59
residiese uno de los directores de este ofi-
cio, para recibir allí bajo la proteccion de
las leyes la misma educacion que recibi-
ría en qualquiera parte del Estado?


Este mismo remedio se debería usar
en todos aquellos casos en los quales un
padre queriendo usar de su derecho en el
destino de su hijo, hallase en su comuni-
dad completado ya el número de los ni-
ños confiados á los directores del arte que
egerce , y en la que quiere que sea ins-
truido su hijo. En este caso el magistra-
do de la comunidad dará cuenta al ma-
gistrado supremo de la provincia , el qual
teniendo un registro exacto de la distri-
bucion de los niños de ella, le destinará
al director de la misma arte, que aún no


puntualidad. El cuidado de criarlos deberia
durar en los varones hasta los cinco años,
en cuyo tiempo serán recibidos en la edu-
cacion pública ; y en las mugeres hasta los
doce , edad en que ya pueden cómodamente
atender á sus necesidad _s con su trabajo. No
se puede dudar que los caudales que se expen-
den en mantener los hospitales de los expósi-
tos, bastarian superabundantemente para el
pago de todas estas pensiones y otros gastos




6o Ciencia
tiene bajo su direccion el número entero
de niños señalado por la ley.


Arreglado de este modo el primer
destino de los niños, reducida á sus justos
límites la libertad de los padres y del
magistrado, y prevenidas las primeras
objeciones que se nos podrian hacer, es
justo responder á otra que es de mayor
peso. ¿Cómo combinarémos , se dirá, este
método que debe seguirse en la distribu-
clon , con la libertad que debe darse al
talento? Un niño destinado á un arte será
inferior á ella : otro será superior á la
profesion que se le ha dedicado: uno
manifestará claramente un genio declara-
do para un arte enteramente diversa de
aquella á que ha sido destinado: otro
mostrará las mas raras disposiciones para


que exigirla este método, entre los quales el
del indicado socorro para los varones despues
de su emancipacion, y el de las dotes para las
mugeres, no formarian un nuevo gasto, su-
puesto que ambas cosas están recibidas gene-
ralmente donde hay casas de expósitos. Dejo
al lector el exámen de las ventajas que se
conseguirian con este método, pues no me es
permitido decir mas en una nota.


e


de la legislcícion. 61
servir á la sociedad con sus talentos : todos
estos niños podrian ser algun dia muy
útiles al Estado en otro destino mas aná-
logo á su genio y disposicion , y le serán
seguramente gravosos en el que se hallan
sin culpa suya. En la edad de cinco años ni
el magistrado ni los padres podian descu-
brir en los niños estas disposiciones que se
manifestaron en el progreso de su adoles-
cencia. ¿ Quién le favorecerá en este
caso?


¿Pero quién les favorece hoy les res-
ponderia yo? ¿Quántos agricultores y ar-
tesanos quizás habian nacido con talen-
tos para administrar el gobierno, y quán-
tos magistrados con disposicion para cul-
tivar la tierra ó manejar una hacha? Es-
te mal que es una consecuencia necesa-
ria del mismo estado social, ¿no se dis-
minuiria léjos de aumentarse en nuestro
plan de educacion pública ? Y aunque no
le opusiésemos ningun remedio directo,
¿ no se debilitarla con la educacion mo-
ral y científica que deben recibir todos
los individuos de esta primera clase? En
el actual estado de cosas el hijo del agri-
cultor y del artesano que hubiese nacido
con disposiciones para llegar á sex escri-




Ciencia
•ter célebre ó magistrado ilustre, ¿ halla-
1iá en la educacion paterna los auxilios
que ofrece la que proponemos? ¿Hallaría
en un padre ignorante y en una madre
imbécil las lecciones de un magistrado
ilustrado que al mismo' tiempo que le
instruyan en sus obligaciones, introduz-
can en su corazon las' grandes pasiones,
y-1e :Inspiren aquel noble orgullo que es
'tan dificil de combinar con la bajeza de
su estado? Manejando la azada ó el ha-
cha á la vista del padre, entregado á la
ignorancia ';t5 á los errores, rodeado de
vicios Srfde gente testigo de la in-
digencia y de la codicia, ¿ hallaría quien


-ÉéeundaSe su espíritu y le dispusiese á la
-irirtud ,corno sucedería en la educacion
-del magistrado y de la ley?


". A la edad de los diez y ocho años
'el hijo del agricultor y del artesano
instruido en el oficio de su padre, y
educado segun nuestro pian, ¿no tendrá
acaso mas errores y preocupaciones, mas
dignidad y energía; una instruccion qui-
zás menos extensa, pero seguramente mas.
racional y útil que la que en el dia tie-
ne una gran parte de los jóvenes, no di-
go dé esta 'primera clase , sino de la se-


de la legislacion.
63


gunda? Con razon , pues, podriamos res-
ponder á esta objecion presentando las
pruebas deducidas de la diminucion del
mal. Pero no nos contentemos con este
pequeño triunfo: es demasiado débil el
enemigo que hemos vencido para en-
greirnos con esta victoria. Despues de
haber demostrado que los obstáculos que
se oponen á la libertad de los talentos en
el estado presente de las cosas, son mas
fuertes que lo serian en nuestro plan de
educacion pública, veamos cómo los que
entonces quedasen podrian disminuirse y
debilitarse. El medio que he pensado es
el siguiente.


Uno de los cuidados del magistrado
particular de cada comunidad deberia ser
observar en el curso de la educacion si
entre los niños distribuidos en las va-
rias clases secundarias hay algunos que
no tengan la capacidad y disposiciones
necesarias para el arte á que se les ha
destinado ; y si hay otros que manifiestan
mejores disposiciones para sobresalir en
otra arte , ó para brillar en la clase de
los que se destinan para servir á la so-
ciedad con sus talentos. Si el primer des-
tino del niño dependió del padre, el ma-




64 Ciencia
gis trado no tomará ninguna resolucion
antes de persuadirle la necesidad de dar
otro destino á su hijo y haber obtenido
su consentimiento; sino dependió de el
del padre, ó si prestó su consentimiento
el magistrado de la comunidad, estará
obligado á dar cuenta al magistrado su-
premo de la provincia de lo que resulta
de sus observaciones. Corno este magis-
trado supremo de la provincia tendrá
obligacion de visitar al menos dos veces
cada ario las diferentes comunidades que
comprende su provincia, en el tiempo
de estas visitas exáminará las observacio-
nes que le ha comunicado el magistrado
de la comunidad, y hallándolas exáctas
procederá á la .mutacion de los destinos.
En pasar de una arte mecánica á otra
no hallaría ninguna dificultad; pero se-
ría muy grande en pasar de la educacion
de la primera clase á la de la segunda
por los gastos de los alimentos. En nues-
tro plan, como se ha dicho, los gastos
para la educacion de la primera clase
correrán de cuenta del gobierno; pero .
los de la segunda deberán pagarlos los
que se aprovechan de ella. El hijo de
un labrador pobre que muestra las mas




de la legislacion. 65
raras disposiciones para servir á la pa-
tria, no con sus brazos sino con sus ta-
lentos, ¿dónde hallará los medios para
pagarlo? Para obviar este mal propone.
mos la fundacion de una casa llamada
de educacion , en la qual cada provincia
tendrá igual porcion para el manteni-
miento de un cierto número de niños de
la primera clase que pasen á la educa-
cion de la segunda. Siendo limitado este
número será de cargo del magistrado su-
premo el escoger entre los de la primera
clase los que ofrecen mayores esperanzas.
Con el sobrante de las rentas públicas
que destinarémos para la educacion del
pueblo se deberia fundar la casa propues-
ta; y guando se tratará de los medios
para atender á los gastos de este vasto
plan de educacion pública, se conocerá
la posibilidad de esta empresa.


Finalmente, por no dejar ninguna
cosa indecisa en este plan , al qual pro-
curaré dar toda la claridad y evidencia
que exige la importancia y la complica-
cien de los objetos, debo advertir que
como entre las artes y oficios necesarios
á la sociedad hay algunas que , por de-
cirlo así , no necesitan de instruccion al-


Tomo V.111.
E




66 Ciencia
guna; y que todo hombre que tiene al-
gun vigor en sus miembros, y cierto eger-
cicio de sus fuerzas, puede egercerlas des-
pues de haberse dedicado por algun tiem-
po á ellas tan bien como el que se ha
ocupado en las mismas por muchos años.
Por este motivo no señalaremos ningun
director para estas artes, ni destinaré-
mos á ningun niño, porque qualquiera
puede aplicarse á ellas despues de haber
salido de la educacion pública; y enton-
ces tendrá la ventaja de saber otra arte
que no podria aprender con la misma fa-
cilidad. Estos oficios de que hablamos
serán tambien el asilo de todos aquellos
que no han aprovechado ni adelantado
en el arre en que desde el principio fue-
ron instruidos y destinados, y serán, di-
gámoslo así , egercidas por el desecho de
las otras. Tal sería, por egemplo, el de
los carruageros, de los criados, en una
palabra, muchos otros oficios de esta na-
turaleza que todo hombre puede en qual-
quier tiempo emprender, como no haya
perdido el uso de la razon ó el vigor de
sus fuerzas.


Despues de haber arreglado el desti-
no y la distribucion de los niños de esta


de la legislacion. 67
primera clase, pasemos á exponer nues-
tras ideas sobre la parte física de su edu-
cacion.


CAPITULO IX.


Reglamentos generales sobre la educacion
física de la primera clase.


E l hombre ha perfeccionado y perfec-
ciona todas las cosas. Las manos, la ra-
zon , y el instinto social, han transmitido
á la obra mas hermosa de la naturaleza
una parte considerable del poder del su-
premo artífice. Lo que vejeta , lo que
vive lo que oculta la tierra en sus en-
trañas, y lo que está sobre ella, nos anun-
cian igualmente el poder del émulo de
la naturaleza, y del que sabe perfeccio-
nar sus obras. Este Sér admirable y po-
deroso sobre todo lo que tiene cerca de
sí y le rodea, ¿será por ventura débil é
impotente solo sobre sí mismo? ¿no po-
dria mejorar su especie como ha mejora-
do la de los brutos?


La historia destruye esta duda que
parece nos inspira el estado presente de
las cosas. Es preciso negar la fé á todas


Ea




68 Ciencia
las historias para dudar de que entre algu-
nos pueblos el hombre ha recibido en lo
fisico una perfeccion de que nosotros esta-
mos muy léjos. El Cretense, el Esparta-
no y el Romano, ¿ no nos parecerian en el
dia hombres de una especie diferente de
la nuestra ? En medio de un millon y
quatrocientos mil hombres mercenarios
armados, ¿qué guerrero hay entre noso
tros que pudiera resistir los egercicios y
fatigas de la falange Griega y de la le-
gion Romana? ¿Quién podria soportar
el peso solo de sus armas? ¿ Quién se-
ría capaz de hacer sus largas marchas?
Basta leer en el diálogo octavo de Platon
la descripcion de los egercicios gimnás-
ticos que propone, para conocer hasta
donde se extendía esta diferencia, y co-
rno toda ella era efecto del cuidado y vi-
gilancia del legislador (t). Entre otros
males que ha causado el descubrimien-
to de la pólvora, debemos contar la indi-
ferencia en los legisladores respecto de la
parte física . de los hombres. Quando la
idea de la guerra excitaba la de una lu-


(I) Véase lo que dice Cambien en el cii4-
kg. 7. de respecto á este punto.


de la legislacion. 69
cha en que se empleaban los hombres
como séres inteligentes, y no como má-
quinas; guando por mar y tierra los cuer-
pos opuestos se mezclaban y chocaban, y
ensangretaban al mismo tiempo las espa-
das y las manos; guando el soldado veía,
oía, y tocaba á aquel á quien daba, ó de
quien recibía la muerte; guando las ar-
mas de que se usaba no excluían la
destreza y la fuerza, sino que la exi-
gian , la fomentaban, y no suplían por
ella, entonces la robustez, el vigor y la
destreza de los individuos contribuían
principalmente al éxito de la guerra, y
la perfeccion física de los cuerpos lle-
gaba á s,:r el instrumento principal de
la seguridad ó de la arnbicion de los pue-
blos, y por consiguiente merecía el pri-
mer cuidado de los legisladores.


Pero hoy que se ha dado á las má-
quinas en los egércitos y en las escua-
dras el valor de los hombres, y á éstos
la qualidad de las máquinas; hoy que
los verdaderos soldados y guerreros son
el fusil y el cafion, y los campos y los
egércitos no son sino el pasto y el alimento
de estas fieras metálicas; hoy que el sol-
dado muere sin saber quien le mata 5 bu-


1:.raueiseo teceful




70 ciencia
ye, persigue, ó ataca á unos séres que no
vé ni toca ni oye; recibe la muerte igual-
mente del mas cobarde que del mas fuer-
te que él; hoy que han mudado de as-
pecto las guerras, los legisladores han
puesto en la perfeccion de las armas el.
cuidado que empleaban exclusivamente.
en la perfeccion del hombre.


Á la revista que antes se hacia de
los cuerpos, se ha substituido la que se
hace de las armas (1); y contento el ins-
pector moderno, á diferencia del antiguo,
de hallarlas en buen estado, ni aun vuel-
ve los ojos á la robustez y vigor del bra-
zo que las ha de manejar.


Luego no es cierto que la especie
humana sea la -única en que el hombre
no pueda egercer su poder; tampoco es
verdad que no se pueda mejorar su par-
te física como se puede la moral. Cor-
rijamos la educacion, las costumbres y
las leyes, y el cuerpo del ciudadano se
mejorará juntamente con su espíritu; y
si por este medio no podrá hoy adqui-
rir un pueblo en las filas y en el cam-
po de batalla toda aquella superioridad


(1) Eliano nos ha conservado la siguien-


de la legislacion. 7t
que hubiera tenido en otros tiempos, ten-
drá en la paz otra mucho mas precio-
sa , que es la de ser menos pobre y
mas feliz.


Para que la educacion física de esta
primera clase correspondiese á este ob-
jeto, me parece que el legislador debería
dirigirla por el plan siguiente.


ARTÍCULO 1.
Del alimento.


Empiezo por el alimento, pues te-
niendo la cantidad y qualidad de la co-
mida una grande influencia sobre lo físi-
co y moral del hombre , y aun sobre los
progresos de las facultades intelectuales
de los niños , no debe el legislador dejar
de arreglar esta parte de su educador'
física. La educacion pública le ofrece un


te ley de Esparta en el lib. 54. cap. v7«
Vía'. hist.: adscriptiim etiam hoc erat in le-
ge ut decimo quoque die Ephebi ad ununt
ornnes se coram Ephoris nudosprib r ice sis-
terent; acsi rssent solida corporis habita-
dine , vaiidique , quasi scuipti e.




72 Ciencia
medio seguro para conseguirlo , y ésta es
otra gran ventaja de esta institucion.


Dependiendo mucho del clima y de
la naturaleza del pais la eleccion de la
cantidad y qualidad de los alimentos, no
podria entrar en por menores sobre este
objeto sin apartarme de la universalidad
de mi asunto. Dejo á los médicos que
tienen el debido conocimiento de su arte,
sin estar preocupados, el cuidado de suplir
en cada pais la imperfeccion necesaria de
esta parte de mi plan. Solamente indica-
ré algunos principios generales q ue me
parecen mas susceptibles de una aplica-
cion universal; y ante todas cosas, digo,
que siendo la digestion de los niños mas
pronta , y necesitando con mas frecuencia
de alimento, no se podria dejar de dar-
les de comer amenudo sin oponerse á los
designios de la naturaleza que nos anun-
cia evidentemente esta necesidad. El pan


certarninibus
tornati , commenclaban-


tur : sin aliquod snenibrum filas esset tur-
gidum vel malle,


, ob suppositani
subcres-


centem ex ocio pinguedinern: verberaban-
tur
mulctabantur. Véase tan: bien á Athen:


dib. 12.


de la leoíslacion. 73
deberia dárseles á qualquiera hora del
dia que lo pidiesen. El niño (dice Lock)
( z) que se contenta con este alimento,
manifiesta que su necesidad era real y
no imaginaria. El arca del pan que está
siempre abierta y libre (dice el célebre
autor del Emilio) (2) para los niños del
campo, no produce en ellos las indiges-
tiones á que están expuestos frecuente
mente los de la ciudad y de las clases
Mas distinguidas, cuyo apetito contenido
por las preocupaciones de los padres, se
sacia . desordenadamente siempre que el ni-
fío hambriento tiene ocasion para egecu-
tarlo. Además del pan que se les debe-
rá dar quanto pidan , y de la comida y
cena , se deberán dar á los niños otras
dos refecciones reducidas á frutas de la
estacion y propias del pais con pan. La
comida del mediodia deberia reduCirSé
á un plato, y algunos dias á dos, y á
frutas que ofrece el tiempo; y una so-7
pa de pan bien seco bastaria para cena.


Los alimentos que deberán formar la


(1) Trataclo sobre la educacion. Sect. r.
(a) Emil.tit.




74 Ciencia
comida serán yerbas , legumbres, lacti-
cinios , pastas, pescados y carne. Este úl-
timo alimento no deberá dárseles todos los
dias por no hacer con la costumbre ne-
cesario un manjar que en la mayor edad
quizás no podrán tomar con tanta fre-
cuencia , y entre las varias carnes con-
vendria preferir siempre aquéllas cuyas fi-
bras son mas fuertes, porque siendo menos
delicadas que las otras, fortifican el estó-
mago con la mayor trituracion que exi-
gen. Algunos creen sería útil no acos-
tumbrar los niños al uso de la carne.
El tratado de Plutarco en defensa del
alimento pitagórico ha contribuido tal
vez bastante para aumentar el número
de los partidarios de los Lotofagos (t).


(s) El autor del Emilio entra en este
número. Véase el lib. z. No me admiro el
ver que este célebre escritor haya adopta-
do esta opiniou; pero sí me sorprende que
haya incurrido en un vicio tan raro entre
los pensadores profundos como él , y.tan
frecuente entre los escritores superficiales,
qual es el de atribuir un efecto de muchas
causas combinadas á una sola causa. Atribu-
ye la fiereza de los Ingleses y de los salva-
ges al grande uso que hacen de la carne,


de la legislacion. 75
Pero por otra parte hombres sensatos y
doctos médicos créen que el uso mode-
rado de este alimento puede contribuir
no poco para la robustez de los cuerpos,
especialmente en los niños ; pero esta opi-
nion no es nueva, pues encontramos que
Licurgo habiendo prohibido á los adul-
tos el uso de las carnes, lo permitió y
prescribió á los niños (i).


La uniformidad de los alimentos de-
berla evitarse por dos razones que me
parecen muy convincentes. La primera
por no. acostumbrar el estómago de un
hombre á un solo alimento; pues llega-
ria luego á desordenarse si éste le faltase.


y la suavidad de otros á la abstinencia de
este alimento. Mas i quántas causas físicas,
morales y políticas concurrirán á producir
este efecto! ¿Por qué la humanidad y la
dulzura son virtudes tan raras entre los frai-
les que por su instituto deben observar la
abstinencia Los hombres errarian menos si
en vez de atribuir muchos efectos á una so-
la causa, atribuyesen á muchas causas un
solo efecto.


(r) Inter opsonia prima laus erat inri
nigro: quiste carnibus non indigebant ma-
jores nata, sed eas permittebant juniori-




76 Ciencia
Uno de los mayores cuidados de la
educacion debe ser el de disminuir y
no aumentar las necesidades; y la uni-
formidad de los alimentos se opon-
dría á este principio reconocido. La se-
gunda razon se deduce de una observa-
cion médica comunmente aprobada. Se
ha observado que la variedad de las co-
sas simples forma un quilo mejor que
la continuacion de un mismo alimento
por bueno que sea, porque los alkalis y
los ácidos, dominando mas ó menos en
los diversos alimentos, los sucos de otra
especie se combinan con el residuo ó asien-
to del alimento anterior que se halla en


3us , ip.ri decuriati jure vesceba,ztur. Vid.
pita. inst. Laconic. id. in Licurgo.


No quiero dejar de advertir _que en los
paises en extremo cálidos se podria hacer
una excepcion de la regla relativa al uso
ventajoso de la carne; porque así como los
humores del cuerpo en éstos se inclinan mu-
cho al alkali, así los vegetales hacen mejor
nutricios que las carnes. La misma natura-
leza nos indica esta excepcion, pues en los
tiempos caniculares estamos menos dispues-
tos para las comidas de carne que en los
ziempos fries.


de la leg, islacione 77
el estómago, transportan juntamente con
el de éste aquellos residuos á los intesti-
nos, y le descargan de los fermentos da-
ñosos de las precedentes digestiones. Se
ha observado tambien que los hombres
que ordinariamente se alimentan de una
sola comida están mas expuestos á las
enfermedades humorales que los que va-
rían; y este efecto se atribuye á la falta
de la sobredicha combinacion.


Proponiendo que algunos tilas se va-
ríen los alimentos simples, me guardaré
bien de aconsejar las comidas compues-
tas; pues además del mal uso que se ba-
ria de ellas en la clase de que hablamos,
son tambien dañosas á la salud. Las sal-
sas demasiado condimentadas y el uso
de las especias , deberian proscribirse
de estas comidas de educacion. Los li-
cores , y todo lo que pone en mucha agi-
tacion la sangre, deberia tambien estar
sujeto á la misma regla, de la qual po-
dria exceptuarse solo el vino distribuido
con una prudente economía. Un docta
médico, digno de la fama que ha adqui-
rido (s), demostró la saludable influen-


Tissot„




78


Ciencia
cia de esta bebida en los niños, sin em-
bargo de la contraria preocupacion apo-
yada en la venerable opinion de Pla-
ton (t) , de Lock (a) , y de Rous-
seau (3).


Por lo que respecta al agua, se debe-
rá dar oídos á la voz imperiosa de la na-
turaleza en qualquiera ocasion y tiempo
que la pidiese. La preocupacion contraria
ha sido impugnada hasta la evidencia,
y creo que las luces del siglo me dispen-
san el trabajo que pondria en demos-
trarlo.


ARTÍCULO II.
Del suelo.


El mejor cordial (dice Lock) que
naturaleza ha preparado al hombre es el ,


(t) Platon quería que hasta los diez y
ocho años se prohibiese el vino á los mu-
chachos. Didl. a.. de Legibus.


(a) Lock tratado sobre la educacion.
Ses. t. cap. 1.


(3) Ernil., lib. s.


de la legislacion, 79
sueño (i). En efecto hallamos en él la
reparacion de nuestras fuerzas, la res-
tauracion de nuestras facultades físicas
y morales, y una dulce tregua á los in-
finitos cuidados que acompañan la vida
de los séres sociales de nuestra especie
guando están despiertos. Aunque es ne-
cesario al viejo, al jóven y al niño, no
exige igual duracion en todas las eda-
des de la vida. Los viejos en los quales se
compensa la diminucion de las fuerzas
con la inercia de esta edad, necesitan
menos tiempo de este descanso que los
jóvenes, en quienes el vigor de las fuer-
zas vá acompañado de un proporcionado
movimiento; y los jóvenes necesitan me-
nos que los niños, porque combinada en
éstos la debilidad con la mayor mobili-
dad , exige que sea mayor la reparacion
de sus fuerzas menos extendidas y mas
egercitadas.


Así la infancia es la edad de la vida
que pide un sueño mas largo: la natura-
leza nos lo manifiesta claramente, y de-


(1) Tratado sobre la educacion, Sec.
1. §. 23.




8o Ciencia
bemos conformarnos con ella. El legisla-.
dor señalará diez horas para el sueño del
niño de esta primera clase desde el mo-
mento de su ingreso, y este tiempo se
disminuirá á proporcion que crezca en
edad, de modo que quedará reducido á
siete horas el último año de su edu-
cacion.


La noche sola se destinará para esta
:restauracion, y el legislador prohibirá la
siesta ó el sueño del medio dia á los de
esta clase en todas las estaciones del año.
El destino de estos niños exige esta dis-
posicion, y la contraria se opondria.


Otros motivos combinados con éste
deben obligarle á fijar la hora de la ma-
ñana en que deben despertarse y levan-.
tarse, la qual debería ser en invierno
las cinco y en verano las quatro. El ayre
de la mañana es mas conveniente para
dar cierto vigor á la máquina del cuerpo
.quando éste ha recibido un suficiente
descanso. La mayor elasticidad que dá á
la fibra causa tambien un gran bien al
órgano de la vista. El dia es mas largo
si no se emplea ninguna parte en el sue-
ña. Acostumbrados los niños á acostarse
en anocheciendo, tendrán. un. obatá.culo




de la legislacion. 8r
mas que vencer, guando serán adultos
para emplearlo en placeres peligrosos; y
se conseguirá con este método la venta-
ja de acostumbrarlos á un tenor de vida
mas análogo á la naturaleza de su des-
tino. Se prohibirá al director que se sir-
va de ruidos fuertes y espantosos para
despertar á los niños que le están con-
fiados. Nadie ignora las razones de esta
prohibicion (r).


La dureza no sérá una qualidad ex-
clusiva de las camas, y no se exigirá
mas requisitos que un calor moderado, y
una suma limpieza (a). La cama de los
niños Espartanos ( 3 ) se reducia á una
manta tosca , y sabemos que éllos llega-
ban á ser fuertes y robustos. Lock atri-
buye al usó de las camas demasiado blan-
das muchas enfermedades á que no se


(s) Persuadido el padre de Montagne de
esta verdad, quiso que siempre despertase su
hijo al sonido de algun dulce instrumento.
Essais. lib. 1. cap. as..


(a) He. dicho de un moderado calor, por-
que las copiosas transpiraciones perjudican
á los niños debilitándoles.


(3) Piaton se valió de la voz zs-,eco-Pxy
Tomo F




32 Ciencia
expondría jamás el hombre usando de
una cama muy dura ( I ). Sería tambien
un error muy esencial acostumbrar los
niños de esta clase á aquellas comodida-
des y necesidades que no podrian satis-
facer en llegando á ser adultos. El pa-
sar de una vida austera á otra mas có-
moda es fácil , pero lo contrario no se
compra sino con la pérdida de la salud ó
de la felicidad.


ARTÍCULO III.
Del vestido y del aseo


La piel, único vestido que la natu-
raleza ha dado al hombre, podria ser
bastante si se hubiese endurecido con las
impresiones del ayre, y acostumbrado á


instratuns lectura, para expresar el modo
de dormir de los nifios Espartanos. Dial. I.
de Legibus Véase á Justino lib. 3 . :intuir-
se Licurgum, dice, nihil ut sonini caussa
substerneretur.


(I) Tratado sobre la educacion. Seso
v, §.


de lcc legislacion. 83
despreciar sus alteraciones. El egemplo
de muchos pueblos, y la respuesta céle-
bre del escita Anacarsis, nos muestran
la posibilidad de conseguir en todas las
partes del cuerpo lo que hemos conse-
guido en el rostro. No pretendo restituir
los hombres al primer estado de desnu-
dez, ni privarles de las comodidades y
placeres que el progreso de la sociedad y
de las artes le suministran. Solo quisiera
que aprovechándose el hombre de los
socorros del arte, no renunciase los de la
naturaleza , de modo que si le faltasen
los primeros no fuesen inútiles los úl-
timos.


¿Por qué, pues, hemos de acostum-
brar los niños, particularmente los de
esta clase á ir siempre calzados con zapa-
tos ? Acostumbrándolos á ir siempre des-
calzos, ¿les privariamos por ventura de
la comodidad de poder ir calzados en lle-
gando á ser adultos? Pero haciéndoles
llevar zapatos, si éstos llegan á faltarles,
¿tendrian las plantas de los pies endure-
cidas de modo que pudiesen sufrir un
viage largo y dificil?


Los niños, pues, de esta primera cla-
se llevarán los pies descalzos. Cubrirán.


F 2
Fralacisco bectlial




84 Ciencia
los,muslos y piernas con un pantalon de
paño , ancho y largo; lo demás del cuer-
po se abrigará con una camisa ordinaria
pero limpia, que se mudará muchas ve-
ces, y con una chaqueta ancha de paño
6- algodon , que llegando á la cintura
pueda abotonarse por delante sin necesi-
dad de ceñirla. Podrán en verano y en
invierno quitarse este vestido siempre
que quieran, ó guando el director lo man-
de , segun las instrucciones que se le ha-
yan dado. Su cabeza se defenderá de los
rayos del sol y de las lluvias con una
gorra de cuero, y para evitar la pérdida
del tiempo que ocasionaria el cuidado del
pelo , establecerémos que se les corte así
que vaya creciendo, sin olvidarse por eso
de la limpieza de la cabeza, que deberia
lavarse y peynarse todos los dias. La cara,
las manos, y los pies, deberán lavarse á
lo menos una vez al dia con agua fria
á presencia del director, y lo demás del.
cuerpo se lavará en los días destinados
para enseñarles á nadar.


El director enseñará á los niños mis-
mos á que tengan aseado su guarro con-
servando siempre la limpieza necesaria.
Se servirá de 'los mayorcitos entre ellos


de la legislacion. 85
para que ayuden á los mas chicos, dls....
poniéndoles de este modo para que,-,sean
buenos padres de familias.
- • Nunca será inculcado demasiado el
aseo del cuerpo y dá las habitaciones. 511
influencia no se limita á lo físico, sino
que se extiende á lo moral del hombre,
y la experiencia sola basta para mostrar-
nos- su importancia.


ARTICULO IV.'
De los egercicios.


• El movimiento y el deseo de moverse
constituyen una gran parte de la existen-
cia física de los niños. Este es un dón
que el Autor de la naturaleza les conce-
de en aquella edad de incremento, en la
qual las fibras y las túnicas de los vasós
necesitan de un impulso mayor para alar-
garse y extenderse , favoreciendo de es-
te modo al desarrollo universal de la má-
quina. Todas las veces que este movi-
miento será detenido ó interrumpido, la
circulacion no será feliz en los niños;
serán imperfectas las-digestiones y las se-
paraciones , y ekq•ilo mal preparado. La
naturaleza atenta:1. conservar la.salud y




86 Ciencia
la vida nos indica los medios, y el hom-
bre orgulloso ó estúpido desprecia ó no
entiende sus lecciones, y substituye á las
instrucciones del instinto los errores de
la razon. Alejémos de nosotros un vicio
tan comun , oigamos los preceptos del
grande artífice, arreglémonos á sus de-
signios, sigamos sus huellas, concurra-
mos á sus fines con sus medios , y sirvá-
monos de sus mismos instrumentos para
perfeccionar su obra.


Todos los egercicios convenientes para
fortificar el cuerpo serán no solo tolerados
sino prescriptos por la ley. En las horas
destinadas á este objeto se excitará á los
niños de esta clase á correr , saltar, tre-
par á los árboles, luchar unos con otros,-
levantar piedras y otros cuerpos pesa-
dos (i), lanzarlos y trasportarlos, experi-
mentar, medir, y probar de varios modos
sus fuerzas para aumentar el vigor y la
dibilidad de sus miembros, 3,


á dar á sus
cuerpos la energía y robustez que se
pierde en la desidia y en la inaccion.


(r) De qualquier modo como no sea en la
cabeza : porque siendo éste el origen de todos
los nervios, tos quales se ramifican y distribu-
yen desde allí á lo demás del cuerpo, cargan-


de la legislado% 87
Para dar á estos egercicios las ven-


tajas de una emulacion útil y de mayor lu.
cimiento , de cierto espíritu de sociedad,
y de una direccion oculta pero necesaria,
establecerá el legislador que en las horas
señaladas para estos egercicios todos los
niños de la comunidad sean conducidos
por sus respectivos directores á un mis-
mo lugar , donde se junten y confundan
unos con otros sin distincion alguna.


Presidirá estos egercicios el magistra-
do de la comunidad , y en su defecto el
director mas antiguo. Algunos premios de
poca importancia que consistirán en dis-
tintivos honoríficos asignados de tiem-
po en tiempo á los que venzan á los
otros en• estos egercicios, proporcionarán
al magistrado el medio de promover los
que tenga por mas útiles, sin quitar á los
niños la libertad de divertirse á su arbi-
trio; y excitarán al mismo tiempo la pa-
sion de la gloria en estos tiernos corazo-


do sobre ella algun peso considerable se com-
primen demasiado las vertebras del cuello, y
no estando perpendicular el peso puede el
espinazo -inclinarse á un lado, y sufrir al-
gun daño la médula espinal por su dema-




88
Ciencia


nes que aún no están subyugados pot
las pasiones viles (r).


Ni la lluvia, ni la nieve , ni el hielo,
ni los vientos , ni el mucho calor , ni el
mucho frio, privarán á los niños de los
placeres y de las ventajas de tan útiles
egercicios. En estos dias llegarán á ser
mas provechosos que en los otros, porque
á las ventajas que traen consigo se añadi-
rán las de acostumbrarlos á la intempe-
rie de las estaciones, y á todas las alte-
raciones del ayre. Tendrá cuidado cada
director que criando vuelvan á sus respec-
tivas casas se enjuguen y limpien bien,
y en este solo caso se les permitirá acer-
carse al fuego : en lo demás del tiempo
estarán apartados de él.


No hay cosa que haga al hombre mas
delicado , mas afeminado , mas pesado,
mas perezoso , menos apto para resistir
el frio, que relaje tanto la fibra , y le
prive del tono necesario para la acCion,


siada dilaticion; y así los directores im-
pedirán que los niños lleven pesos en la
cabeza.


(t) In omnibus enim ludendo ccnari de-
benws ut eo ,voluptates , cupidit at es pue-


de la legislacion. 89
ni que mas facilite las flux iones, y otros
males, que el uso inmoderado del fue-
go. La naturaleza nos ha dado un me-
dio muy eficaz para- librarnos de los
tormentos del frio , y éste es el movi--
miento. En efecto estamos mas dispuestos
al movimiento en invierno, y mas incli-
nados al reposo en verano. En los niños,
particularmente de esta clase , es fácil de
remediar el frio por este medio.


Volviendo á los egercicios , que for-
man el objeto de este artículo , creo que
ito debe omitirse el nadar. El conocido
adagio , de los Latinos y Griegos nos
hace ver quán comun era el conocimien-
to de este arte, y quán ignominioso ig-
norarlo. En todas las comunidades donde
lo permita la cercanía del mar ó de los
ríos deberia usarse este eget-dejó una
vez á lo menos cada semana. Tanto en el


rorum vertamus , quo eos tarden; pervenire
cupimus. Caput avtem disciplince rectam
educationem dicimus, qua? ludentis qnirauT
irz amorem preecipue illius perducit qtiojf
,virili 'tate perfecte sit , comparara virote
artis ejes , jarn acturus. Plat. de Leg.
Dial. f.


(i)• iVec littera: , nec retare.


Frerucisco Bectña




90 Ciencict
verano como en el invierno (r) se debe-
rá en los días señalados aprender y eger-
cer este arte, con sola la diferencia que
no se deberia empezar jamás esta ins-
truccion sino en verano. De este modo
se acostumbraria el niño por grados á
resistir á los progresos del frio , y se
prepararla á despreciar la excesiva frial-
dad del agua en el invierno.


La robustez que este egercicio da-
rla á los cuerpos sería superior á toda es-
peranza ; pues sabemos que con solo el
uso de los baños frios han adquirido los
hombres mas débiles el vigor de los mas
fuertes (a).


Á este beneficio se añadirla el de ins-
truir á los niños en un arre Cuya igno-
rancia ha costado y cuesta todos los dias
la vida á tantos hombres, y además se
conservaria la limpieza del cuerpo tan
útil á la salud y al vigor del espíritu.


Del mismo adagio usaban los Griegos para
señalar á un ignorante.


( i) Con tal que el clima lo permita.(a) Lock , tratado sobre la educacion.
Ser. r. §.


de la legislacion. 9
Á este egercicio , que se deberia repe-


tir una vez á lo menos á la semana, junta-
remos otro que no deheria ser menos fre-
cuente. El profundo autor del Emilio (1)
me sugiere esta idea que él mismo ha sa-
cado tal vez de las obras inmortales del
mayor observador de la naturaleza y del
mas elocuente escritor de la Francia (2).
Aconseja los juegos nocturnos para los ni-
ños , y dice que esta advertencia es mas
importante de lo que parece. La noche es-
panta naturalmente á los hombres, y al-
guna vez á los animales. La razon , los
conocimientos, el talento y el valor libran
á pocos de este temor. Se atribuye esto
á los cuentos de las amas , y se yerra;
hay una causa natural y es la misma
que hace á los sordos desconfiados y al
pueblo supersticioso, y esta es la ignoran-•
cia de lo que nos rodea y de lo que sucede
cerca de nosotros. Acostumbrados á descu-
brir desde lejos los objetos y prever antici-
padamente sus impresiones, guando no se


(2) Emilio lib. a.
(3) Buffon Historia nattsr. ton. 6. edit.


en 1 2
. sexta, donde habla del origen de los


Espectros.




9 2Ciencia
vé ni podernos ver lo que nos rodea ,
imaginacion del hombre se inflama, y le
hace ver mil seres , mil movimientos, mil
accidentes que pueden dañarnos, y de los
quales no podemos preservarnos. Por
mas que crea que está seguro en el lu-
gar en que se halla, nunca estará tan
cierto como si lo viese.


Y así siempre tiene un motivo de
temer que no tendria de dia. El amor de
su conservacion le obliga al menor rumor,
del qual no puede ver la causa, á poner-
se en estado de defensa, de vigilancia , y
por consiguiente de espanto y de temor.
Sino siente ningun rumor, no por esto se
tiene por seguro , porque sabe que pue-
de ser sorprendido sin estrépito. Para
asegurarse contra este silencio es necesa-
rio que suponga las cosas tales como eran ,
antes , tales como son , y que vea lo que
no puede ver. Obligado á poner en mo-
vimiento su imaginacion le es imposible
sujetarla, y todo lo que hace para ase-
gurarse solo sirve para infundirle mas
espanto. Las causas de su seguridad
existen en la razon , y las del espanto y
temor en $u instinto mucho mas fuerte
que aquélla.


de la legislacion. 93
Á esto se añade que guando por


las circunstancias particulares no po-
demos tener ideas exáctas de las distan-
cias, ni juzgar de los objetos sino por la
grandeza del ángulo, ó mas bien por la
imagen que forman en nuestros ojos, en
este caso nos formamos necesariamente
una idea falsa de la grandeza de estos
objetos. El que ha viajado de noche ha-
brá experimentado que un arbolito que
tenia cerca de sí le ha parecido un
árbol muy grande que estaba léjos, y al
contrario un árbol grande que estaba
léjos le' parecia un arbolito que tenia
cerca de sí. Si las tinieblas ú otras cir-
cunstancias no le permitian distinguir
los objetos por sus formas, se habrá en-
gañado no solo sobre la magnitud , si-
no tambien sobre la naturaleza del ob-
jeto. Habrá tomado una mosca que pasa-
ba rápidamente á una pulgada de sus
ojos por una ave muy distante de sí, y
un macho cabrío que tenia cerca por un
buey que está léjos. El marinero Ingles
que se habia perdido en una isla desierta
del mar del Sur, y que tanto por el ham-
bre que habia padecido dos dial, como por
las llagas que se habian formado en su




94 Ciencia
cuerpo , no podia gritar ni tenerse de
pie, pareció por la noche un monstruo dos
veces mas grande que un elefante á los
valientes guerreros que envió Cook en
busca de él (r); y sabemos quántos erro-
res semejantes han producido las dos cau-
sas insinuadas, y quántos males han re-
sultado de tales errores.


Las dos causas que hemos hallado del
mal nos indican el remedio. El hábito
destruye la imaginacion , y la frecuencia
en errar precave el error. Por lo que to-
ca á la imaginacion sabemos que solo
los objetos nuevos la excitan; y que no
es ella , sino la memoria, la que obra sobre
aquéllos que se vén frecuentemente. Por
lo respectivo á los errores de la vista,
bemos tambien que la frecuencia de co-


(t) Véase la relacion del tercer viage
de Cook, hecha por un oficial ingles, tra-
ducida en lengua francesa, é impresa en Pa-
ris año de 1782, ton. t. en 8.° pag. 267.
hasta la 280. Este marinero se llamaba Tre-
cher. La relacion de este suceso es muy im-
portante , y no la refiero porque no puedo
alargarme como lo exigirian las circunstan-
cias que le acompañaron.


de la legislacion. 95
meterlos nos enseña á preservarnos de
ellos. ¿ Quántas veces es necesario que
se engañe el niño sobre la posicion y el
número de los objetos , ántes que aprenda
á verlos en su verdadera posicion y nú-
mero ? ¿No se forman al revés todas las
imágenes en la retina de nuestros ojos?
¿No vemos duplicados todos los objetos
sencillos? ¿no es acaso necesario pasar
por una larga série de errores , án-
tes que con el auxilio de la verdad del
tacto aprendamos á corregir los de la
vista , y nos acostumbrémos á ver al
derecho y sencillos los objetos que en
efecto vemos al revés y duplicados?
¿ Quántas veces es necesario que el niño
alargue en vano sus brazos para coger
una cosa que no alcanza por mas que
los extienda, ántes que aprenda á cono-
cer la distancia á que puede llegar con
ellos? ¿Quántas veces echa inútilmente el
pescador el anzuelo ántes que llegue á
conocer la magnitud del ángulo que for-
ma el rayo guando sale de un medio mas
denso y pasa á otro que lo es menos? Del
mismo modo el hombre que se ha enga-
fiado muchas veces por la noche sobre la
grandeza de los objetos, aprenderá á no




96 Ciencia
fiarse de sus sentidos guando este: en las
tinieblas , y despues de muchos errores
aprenderá á no errar en adelante.


Para librar, pues , á los niños de los
temores que inspiran las tinieblas, y de
los errores visuales que causan, es nece-
sario acostumbrarlos á ellas destruyendo
así la imaginacion con el hábito y el
error con la experiencia. Fié aquí el mo-
tivo por qué siguiendo los consejos del
grande hombre que he citado, propongo
para los niños de esta clase el egercicio
de las diversiones nocturnas, á lo menos
una vez cada semana. La noche de la
víspera del dia de fiesta debería destinar-
se para este objeto. El director llevará
los niños que están á su cargo á diferen-
tes sitios, y les permitirá todos aquellos
juegos inocentes á que diesen ocasion las
circunstancias del lugar y del tiempo.
Las ventajas que gozarian de noche los
que están educados de este modo, que no
tendrían los demás, son tan evidentes que
no creo sea necesario referirlas. Este ob-
jeto parecerá mucho mas importante si
se atiende á los varios destinos de los de
esta clase, así en tiempo de paz como de
guerra. Acordémonos que Licurgo pres-


de la legislacion.
97


•ribió que los niños tuvieran egercicios
'en lal-Iinieblas (i), y prohibió el uso de
las antorchas á los adultos (2).


Paso rápidamente á otro objeto que
no podría omitir sin dejar imperfecto este
plan de la educacion física.


ARTÍCULO Y.
De la inoculacion de las viruelas,


Este mal, que afea, mutila, 6 mata
la mitad de la especie; que aun quandu
no quita la vida deja frecuentemente en
ella funestos é indelebles vestigios de su
ábdon que sé manifiesta con señales equí,


y - qüe , se comunica árites de des-.
cubrirse; esta .enfertriedad llega á ser Mas
funesta guando la union de muchos ni-
ños' facilita la extension y el contagio.
Por fortuna la vanidad y el interés de
un pueblo que forma de' la hermosura
un objeto de industria y de comercio, ha
aplicado á esta enfermedad un remedio


(t) Plutarc. en la vida de Licurgo.
(2) Ut in tenebris, & noctu audacter,


6' sine filio ~tu inceclere consuescant.
Torno VIIL




Ciencia93
que no solamente le priva de su fuerza
mortífera, sino que limita su propaga-
clon. La inoculacion es este feliz reme-
dio. Dejemos á los fanáticos é imbéciles
las dudas mal fundadas y los argumen-
tos absurdos contra una práctica que ha
dado la vida á muchos millones de hom-
bres, y ha conservado á otros muchos
mas millones el vigor de sus miembros,
la salud y la hermosura. Opongamos á
las dudas de la ignorancia ó del interés
la voz imperiosa de la experiencia; y
entre tantos descubrimientos, que por lo
comun no han servido sino para exten-
der el imperio de la muerte , no renun-
ciemos á aquellos solos que felizmente
han producido un efecto opuesto. Para
aprovecharse de este beneficio deberia el
legislador fundar en cada provincia un
hospital de inoculacion, donde todos los
niños de esta clase que no hubiesen te-
nido viruelas antes de su admision, fue-
sen conducidos luego que el médico de
la , comunidad juzgase que estaban dis-


in itzstitutis Laconicis, donde habla de loe
egercicios nocturnos.


de la legislacion. 99
puestos para ser inoculados (i). Esta de-
beria ser la única curacion preservativa
que convendria usar con los niños edu-
cados de este modo. La práctica de los
reglamentos propuestos relativos á la co-
mida, al vestido, al sueño y á los eger-
cicios sería por sí sola mas eficaz para
librarlos de las enfermedades á que es-
tán expuestos, que todos los remedios
que ha soñado el arte médica, y cuyo
uso en lugar de precaverlos los excita
y promueve con mucha frecuencia (2).


Esto es lo que he pensado sobre la
educacion física de esta primera clase.
Los que conocen la influencia de lo pre-
sente sobre lo venidero, y las relaciones
necesarias de la infancia con las edades
subsiguientes, conocerán muy bien quá-
les serian los efectos de estas institu-
ciones sobre todo el pueblo, quáles so-


(i) Este hospital podria tambien estar
abierto para las nifias de la misma provin-
cia, y suministrar este beneficio á los dos
sexós.


.(2) La fundacion de las enfermerías es
necesaria para evitar el contagio de las en-
fermedades que mas fácilmente se comuni-


G 2




ioo Ciencia
bre las generaciones futuras, quáles
la paz, y quáles en la guerra.


CAPÍTULO X.
Reglamentos generales sobre la educaciosa


moral de la primera clase.


A ntes de negar á la investIgacion de
los medios, determinemos con precisiont
el fin que nos proponemos conseguir..
Demos al objeto toda la claridad posible,
y hagamos que de este modo sea el ca-
mino menos tortuoso y mas seguro.


á Quál es , ó por mejor decir , quál
debe ser el objeto de la parte moral de
la educacion de los de esta primera cla-
se? Hé aquí lo que conviene fijar ante
todas cosas.


can, entre los nifios que entre los adulto
pero si la cercanía de algunos distritos'lo
permitiese , se podria fundar una enferme-
ría para el uso coman de muchos de',ellos„
lo que disminuiría los gastos y facilítaría
el buen &den.


de ¡a legisiacion.
rol


Nace el hombre, y su alma está des-
mida como su cuerpo. No tiene ideas ni
deseos. El primer instante de su vida le ha-
lla envuelto en una indiferencia aun res-
pecto de sus mismas necesidades. Un sen-
timiento ciego muy inferior al de los bru-
tos, es el primer regulador de sus movi-
mientos: existen en él las facultades de
sentir, pensar y querer; mas las causas
del desarrollo de ellas están fuera de él.
Estas facultades, estas potencias, no son
iguales en todos los hombres, aunque
existen en todos ellos, y forman una par-
te de su esencia desde la aurora de sus
días. El salvage puede poseerlas mas ex-
tensas que el hombre civilizado; pero las
causas externas que se necesitarian para
desarrollarlas es el motivo de que que-
den, por decirlo así, sin accion y sin
movimiento en el primero, mientras que el
concurso de las mismas que se combinan
para desenvolverlas en el segundo las
ponen en toda su actividad. Newton,
quizás no hubiera sido sino el mejore
cazador si hubiese nacido entre los Iro-
queses, y el mejor cazador entre los Iro-
queses hubiera sido un Newton si hubiese
nacido en las mismas circunstancias que él.


Pi. >11 nr. tl




TOZ Ciencia
La desigualdad entre un hombre y


otro hombre depende menos de la diver-
sidad intrínseca y originaria de la apti-
tud de las facultades de sentir, pensar
y querer, que de las diversas causas que
se combinan para desarrollarlas. Estas
causas son las circunstancias en que se
halla el hombre , y entre estas circuns-
tancias las que dependen de la educacion
como son las primeras, tambien son las
que tienen la mayor parte en este desar-
rollo. El objeto, pues, de la educacion
moral es en general el suministrar un
concurso de circunstancias el mas opor-
tuno para desarrollar estas facultades con-
forme al destino del individuo , y á
los intereses de la sociedad de que es
miembro.


El destino de los individuos de esta
primera clase es servir á la sociedad con
sus brazos. Los intereses de la sociedad
son hallar en ellos ciudadanos laboriosos
é'Industriosos en tiempo de paz, y de-
fensores en tiempo de guerra; buenos
maridos y mejores padres, instruidos en
sus obligaciones y en sus derechos; do-
minados de aquellas pasiones que condu-
cen á la virtud; penetrados del respeto


de la legislacion. 103
debido á las leyes, y del conocimiento de
su propia dignidad.


Por tanto el objeto de la parte moral-
de la educacion de los individuos de es-
ta primera clase es suministrar un con-
curso de circunstancias el mas apropósi-
to para desarrollar sus facultades confor-
me á este destino y á estos intereses so-
ciales.


Fijado el objeto, pasémos á la inves-
tigacion de los medios.


ARTÍCULO L


De las instrucciones y de los discursos
morales.


El autor del Emilio entendió y ex-
plicó bien un principio que no puede apli-
carse á un plan de educacion pública,
es á saber, que la instruccion debe dar-.
se por hechos y las reglas por experien-
cias. Hemos dicho que la educacion de
un hombre solo , es muy diferente de
la de un pueblo. El Ayo privado de un
niño que nunca le pierde de vista, puede
preparar los acontecimientos -á su arbi-




104 Ciencia
trio (1), aprovecharse de los que la ca-
sualidad le ofrece, en una palabra poner
en egecucion el método del autor célebre
del Emilio, si tiene las luces, los cono-
cimientos y la constancia necesaria. Pero
el maestro público, aunque adornado de
todos estos requisitos, ; podria jamás es-
perar de realizar una empresa como ésta?


En nuestro plan no podrémos confiar
este cuidado á los directores, porque no
podemos exigir de ellos las luces necesa-
rias para este objeto. Mucho menos po-
driamos obtenerlo del magistrado particu-
lar del distrito , que es el maestro co-
mun , porque á pesar de los conocimien-
tos, virtudes y constancia que supone-
mos en él , la extension de sus cuidados
sobre todos los nidos del distrito harían
seguramente imposible lo que apénas es
practicable en uno solo. Nos vemos, pues,
obligados á renunciar á este método, que
llega á ser quimérico é impracticable
guando quiera aplicarse á la educacion


(a) Véase particularmente e] medio de
que se vale Rousseau para comunicar á Emi-
lio la idea de la propiedad. El mismo confie-
sa que el suceso del jardinero dispuesto por él


de la legisláCion. 105
pública. Contentémonos de adquirir lo
que se puede, y no desacreditemos nues-
tro plan con las ideas de una perfeccion..
imposible.


Si por la ignorancia de los padres y la
supersticion de las madres se comuni-
can y transmiten á los hijos las preocu-
paciones , los errores, las falsas máximas
de la moral y de la religion , las ideas
erradas del bien y del mal; si el imperio
del error y del vicio se extiende y sos-.
tiene con el auxilio de las lecciones per-
niciosas que se reciben en la infancia mas
que con otro qualquier medio; ;por qué
no podrémos fundar y extender el impe-
rio de la verdad y de la virtud con el
socorro delecciones é instrucciones opues-
tas á aquellos errores?


¿Por qué no podrémos substituir los
principios mas sencillos de la justicia, de
la beneficencia y de las virtudes sociales á
estos errores, á estas preocupaciones, á
estos falsos principios de moral con que
se carga la memoria de los nidos?


¿Por qué en vez de las falsas máxi-


para este fin, exigia mas meses de prepa-
racion.


Francisco Bectila




tc6 Ciencia
mas de religien que oimos pronunciar
con horror por estos tiernos prosélitos
del error, hechos supersticiosos antes de
ser creyentes no podremos oir repetir
de sus inocentes labios los principios lu-
minosos de la moral de aquella misma re-
ligion que quiere la misericordia mas bien
que el sacrificio (t)? ¿Por qué no po-
driamos substituir á las ideas de la vi-
leza y abatimiento que apocan y degra-
dan su corazon las que podrian ennoble-
cerio y engrandecerlo? ¿Por qué en vez
de decir al niño que es un gusano de la
tierra ,no se le podria decir, tú eres el Rey
de la naturaleza mientras que respetes las
leyes, y serás el monstruo mas odioso lue-
go que llegues á envilecerte y pervertirte.


¿ Por qué en lugar de aquellos dis-
cursos, de aquellas acciones, de aque-
llos egemplos, de aquellos hechos que
abren el corazon de los niños á las pa-
siones perniciosas y viles, no podremos
servirnos de discursos, acciones, egem-
plos, dichos, y hechos que los dispongan
á las pasiones generosas y útiles?


(r) Misericordion velo , non sacrificium.
Oseas cap. 6. '


de la legislacion. 107
Vuelvo á decir que el hombre na-


ce en la ignorancia , y no en el error.
Quando se halla en estado de aprender
el error, tambien lo está en el de apren-
der la .verdad; y como los niños no son
capaces de recibir toda especie de erro-
res, tampoco lo son de todas las verda-
des. Es necesario empezar por las mas
sencillas, y pasar por grados á las mas
complicadas. No haciéndolo así se dán
nombres en vez de ideas, y la boca pro-
ferirá una verdad, mientras que el en-
tendimiento concibe tal vez un error.
Esto es lo que principalmente debe evi-
tarse en la dificil instruccion de los niños.
¿Y á quién se confiará en nuestro plan
este importante cuidado? ¿Quién será el
que instruya en las máximas de la mo-
ral á los niños de esta primera clase?
¿De qué modo, en qué tiempo, y con
qué órden se arreglará este primer paso
de su educacion moral ?


El magistrado mismo de educacion
de la comunidad tendrá á su cargo es-
ta instruccion, que será la mas impor-
tante y la mas noble de sus obligacio-
nes. Su dignidad, el lustre de su cargo,
y el respeto que deberia conciliar á la




vo8
Ciencia


persona que estuviese autorizada con él;
la veneracion que los directores deberian
excitar en los niños á este gefe comun;
las qualidades de que debe estar adorna-
do el que egerciese este ministerio; todas
estas circunstancias darian mayor eficacia
á sus instrucciones , uniéndose á la evi-
dencia de la verdad la fuerza de la opi-
nion (1).


El tiempo de la instruccion deberia ser
el de la mañana, guando no habiéndose di-
sipado aún el alma con las distracciones
del dia, pudiese tener todo el recogi-
miento necesario para atender á las ver-
dades que debe oir.


La duracion de la instruccion no de-
beria pasar de media hora para no debi-
litar su fuerza con el fastidio, exigiendo
de los niños un recogimiento mas largo
del que son capaces.


El niño deberia ser admitido á la
instruccion á la edad de siete ú ocho
años.


He dicho de siete ú ocho años, puesto
Que sería indispensable la diferencia de po-


(r) Véase lo que se dijo en el cap. 2.
de este lib. 4:


de la iegislacion. 109
cos meses por una razon que no debo
omitir. Como la entrada de cada niño á
la educacion pública debería depender,
como hemos dicho (t), del dia en -que
cumple el quinto año de su edad,
término que hemos establecido para que
esté expuesto lo menos que se pueda al
peligro de inficionarse de los errores y
preocupaciones de sus padres; resulta
que para conseguir que cada año haya
un número suficiente de niños en estado
de emprender á un mismO'tiempo el cur-
so de las instrucciones morales debernos
despreciar esta pequeña diferencia en SU
edad , la qual no produciria por otra par-
te ningun inconveniente. Así se admitiL
1án á las instrucciones todos los años'IOS
niños que tengan la edad de siete á ocho
años.


Si. se me pregunta -01 qué empe-
zar. >tan temprano una instruccion • que
podría - darse en edad mas adelantada,
preguntaré yo tambien , ¿quáles • Sefiata
los principios que dirigirían las -acciones
de estos niños si se empezasen mas tarde?
Dejándoles por mas tiempo en la


(1) Véase el cap. 8. de este lib. 4.




Cárncia
rancia de estos principios, ¿ no los expo-
nemos al riesgo de que se formen por sí
mismos otros arbitrarios, falsos y per-
niciosos?


Si á la edad de siete años vemos á la
,mayor parte de los niños muy internados
en •el camino del error, ¿ por qué no po-
driamos introducirlos en la misma edad
en el camino de la verdad? ¿No es éste
mucho,mas luminoso y fácil que aquél si
Ilguia,es sabia y experimentada?


No se trata aquí de enseñarles alguna
ciencia, sino de instruirles en sus obliga-
ciones; no de definir sino de prescribir:
á esto debe reducirse el grande arte del
maestro. El que instruye debe suprimir
todo lo que tenga alguna apariencia de
ciencia; ocuparse solamente en la verdad,
que es, ó á lo menos debe ser , el objeto
y resultado de -sus trabajos. Los princi-
pios cute.;chrigen,las acciones humanas
por nuegra>feytuna son tan luminosos,


atan sencillos;, y tan susceptibles de eviden-
cía, que solp:puede obscurecerlos. la pre-
:ocupacion _del error ó el lenguageacien-
tífico. Tenga, pues, presente elmaestro
la edad y el destino de los que deben
oirle .1 recurra á todos los medios que


de la iegislacion.
pueden interesar á los niños á quienes
habla para hacer mas claras sus instruc-
ciones haciéndolas al mismo tiempo me-
nos enfadosas y mas permanentes; apro-
véchese lo mas que pueda de los sucesos
que han acaecido á sus oyentes, ó de los
que ellos mismos han sido testigos ; en
una palabra, recurra á todos los medios
que la razon , el juicio la experiencia y
el conocimiento del ,estado del espíritu
humano en la edad _de que se trata le
sugerirá, y no tema que sean inútiles sus
instrucciones,


-Yo: distingo las instrucciones de los
discursos ?norales. Las primeras durarán
1.0q.. un año, y los otros deberán conti-
rivarse todo el tiempo que dure la misma
educacion. El legislador establecerá el
órden que debe seguirse en las primeras,
y los otros quedarán al arbitrio del ma-
gistrado , con tal que correspondan á los
objetos indicados por la ley. Las prime-
ras se repetirán por el mismo órden to-
dos los años, para que participen de ellas
los niños que han sido admitidos mas tar-
de, y no estando sujetos á órden los dis-
cursos quedarán exceptuados de esta re-
gla. Veamos, pues, el órden que debería




112 Ciencia
fijar el legislador para las instrucciones,
y qué objetos deberia indicar para los dis-
cursos.


No hagas á los demás lo que no quie-
ras que se hiciese contigo. Esta es la pri--
mera regla de la moral, cuya exposicion
y apiicacion deberia ser el objeto de la
série de las primeras instrucciones mo-
rales.


Procura hacer á los otros todo el bien
que puedas. Esta es la segunda regla que
debería ser el asunto de la segunda série
de instrucciones.


Á estos dos cánones ó reglas, cuya
explicacion contiene todos los principios
de la justicia y de la virtud humana ,
berian seguirse otros dos relativos á lá.
justicia, y á la virtud civil.


Observa las leyes, venera lordecritos
de la autoridad pública, defiéndela :del


ero, protégela,
, y líbralaenemigo extrangero,


del traidor interno , del sedicioso y rebel-
de. Este es el tercer cánon, el qual tiene.
por objeto la ;justicia civil , y servirá,--de
asunto para la série de las terceras . ins-
trucciones.


Proporciona á la patria todas las ven-
tajas que puedas: además de lo que te


de la legislacion.
113


prescriben las leyes, haz quanto te sugiera
su amor; y prefiere siempre sus intereses
á los tuyos. Este es el quanto cánon rela-
tivo á la virtud civil, que deberia ser el
asunto de la série de las quartas ins-
trucciones morales.


En la explicacion de este cánon y en
la del que precede, tendrá presente el
magistrado la naturaleza del gobierno en
que vive, y las consecuencias que de-
penden de la aplicacion de estos cánones
á su constitucion. Un objeto tan impor-
tante nunca será bastante inculcado por
un sabio legislador.


Estas quatro clases de instrucciones
deberian comprehenderse en el curso de
moral que se habla de empezar en cierto
y determinado dia , y terminarse cada
año. Para que las verdades que se les en-
señan queden mas impresas en la memo-
ria de los niños , se podria establecer que
los que han acabado el curso entero vuel-
van á empezarlo el año inmediato con
los niños que serán admitidos por la pri-
mera vez. De este modo cada niño con-
cluiría dos veces este curso breve, senci-
llo y completo de instrucciones morales.
Mas en el segundo año se exig irá de ellos


Tomo VIII.




114 Ciencia
alguna cosa mas que en el primero. Aca-
bada la instruccion el magistrado les ha-
rá algunas preguntas relativas á lo que
se ha explicado en aquel dia, dirigiéndo-
se ya á unos y ya á otros. Estas preguntas
contendrán dudas que resolver ó hechos
sobre que juzgar conforme á los princi-
pios que se les han enseñado. Este eger-
cicio , que deberá durar la otra media
hora que sigue á la primera que sirvió
para la instruccion, procuraria al mismo
tiempo tres grandes ventajas. La primera
obligar á •los niños á prestar atencion de-
biendo dar pruebas de ello. La segunda
acostumbrarlos á que sepan aplicar los
principios generales á los sucesos y casos
particulares , y á despejar su entendi-
miento de todas las dudas que podrian
ocurrirle. La tercera finalmente facilitar
á los niños que asisten por primera vez
al curso de las instrucciones la inteligen-
cia de los principios y de la verdad que
se les enseña por medio de las discusio-
nes en que se egercitan los del segundo.
Hecha la pregunta, sino le parece oportu-
na la respuesta al magistrado, mostrará
el error, y se dirigirá á otro ú otros niños
hasta encontrar la verdad. Si está para


de la legislacion.


115
acabarse la hora sin que resuelva la cues-
tion , el magistrado expondrá brevemente
el principio del quai debe depender la
solucion de la duda ó del juicio propues-
to , y la resolverá con la mayor claridad.
Los niños que habrán dado pruebas de
poca atencion serán castigados por el ma-
gistrado conforme á los reglamentos que
luego se indicarán.


Terminado el segundo curso de estas
instrucciones, serán admitidos los niños
á los discursos morales. El orador será
el mismo magistrado. Todos los niños de
la comunidad que hayan acabado el se-
gundo curso, asistirán 'como se ha dicho
todo el tiempo que durase su educacion,
y aun despues tendrán derecho de asis-
tir á oirlos. Se destinará para este ob-
jeto el tiempo que sigue á la hora de
las instrucciones, y su duracion no pa-
sará de media hora prescribiendo la ley
los objetos siguientes.


El primero será hacer que los niños
se penetren de lo que les ha enseñado;
transmitir á su corazon las verdades que
se han comunicado al entendimiento por
las instrucciones ; que conozcan y sien-
tan lo que es virtud, y quáles son las de-


z


1-?rancisco P.Teç•-441




116 Ciencia
licias que la acompañan y siguen ; qué
cosa sea la patria y qué sea el ciuda-
dano ; qué beneficios recibió de ella, y
quál el reconocimiento que la debe. No
es inútil repetir que en estos discursos,
del mismo modo que en las instruccio-
nes morales , no debe jamás perder de
vista el magistrado la constitucion del go-
bierno.


El otro objeto no menos interesante de
estos discursos será insinuar las verda-
des opuestas á los errores de la opinion
pública, preparando de este modo su re-
forma.


El tercero será inspirarles el senti-
miento de su propia dignidad, hacer que
se estimen á sí mismos dándoles á cono-
cer quál es la verdadera grandeza y quál
la verdadera gloria, en qué consiste, dón-
de se halla , y cómo pueden todos parti-
cipar de ella poseyendo el verdadero mé-
rito, que es la virtud. Para inculcar vigo-
rosamente estas verdades, el maestro se
servirá de hechos que las confirmen , los
quales tienen tanta influencia en el en-
tendimiento y el corazon. Debe ser de
cargo de la educacion el precaver en
ellos, como se ha dicho, aquella vileza y


de la legislacion. 117
abatimiento, al que la naturaleza de su
destino parece que los expone. Este ob-
jeto se juzgará de la mayor importancia_
si se reflexiona que para hacerse estimable
es preciso estimarse, y que el hombre de-
gradado y envilecido á sus ojos, es inca-
paz, tanto de las grandes virtudes, como
de las grandes puiones.


El amor al trabajo será el guarro ob-
jeto de estos discursos morales. La tris-
te pintura de los funestos efectos de la
ociosidad y del fastidio y disgusto que la
acompañan , y las enérgicas compara=
clones de las ventajas y placeres. insepa-
rables de la ocupacion y del trabajo
combinados con el hábito de ocupacion
que les hará adquirir el sistema mismo de
la educacion , contribuirá infinito para
conseguir este importante objeto.


Finalmente , si concurren infinitas
causas para hacer preciosa á toda la socie-
dad la frecuencia y multitud de los ma-
trimonios , si la . exigirla principalmente
la conservacion de las buenas costumbres,
y si la idea de un término y de un obje-
to virtuoso y legítimo á las necesidades
que atormentan la edad juvenil es mas
propio para precaver los desórdenes que




118
Ciencia


todos los demás, es muy fácil conocér que
uno de los objetos mas importantes de
estos discursos morales será inspirar á loS
alumnos, al salir de la educacion públi-
ca , el deseo de este estado (1) , y en-
seriarles al mismo tiempo los derechos
y las obligaciones que acompañan á los
dulces nombres de padre y esposo. Les
pintarán con los mas vivos colores los
males que acompañan á un celibato vi-
cioso , la triste indiferencia de este es-
tado, las agitaciones que le acompañan
en la juventud, el fastidio que le sigue
en la vejez, &c. y se presentará á sus
ojos con todo el esplendor de la verdad,
y la energía de la pasion , la hermosa
imagen de dos virtuosos esposos rodea-
dos de los tiernos frutos de sus inocen-
tes amores.


Haciéndoles considerar el matrimo-
nio como la sociedad mas deliciosa , se
les mostrará tambien como es el mas in-
violable y el mas santo de todos los con-
tratos. Se expondrán con fuerza y ener•
gía todas las razones que hace respeta
ble á todos los hombres un vínculo tan


(r) Los discursos sobre este objeto no de-


de la legislacion. 159
ságrado, y que deben cubrir de ódio y
de maldiciones al que se atreva á man-
cillar su pureza. Formarán tambien parte
de estos discursos algunos principios fun-
damentales de la conducta que deben te-
ner los padres y los maridos, aplicando
á estos estados el principio general que
arregla el uso de toda autoridad, hacién-
doles ver que la autoridad del que go-
bierna debe emplearse en utilidad de los
gobernados , y que solo de este modo es
un bien para el que gobierna.


Los efectos de estcs discursos serán
tanto menos dudosos, guamo menos obs-
táculos opondrán las leyes económicas á
los matrimonios; y la seguridad de ha-
llar en el magistrado y en la ley la edu-
cacion y la subsistencia de los hijos hasta
el tiempo en que puedan dirigirse por sí
mismos, y atender á sus necesidades, será
un nuevo y eficacísimo impulso para la
eleccion de este estado, que es siempre
el mas feliz guando no está arreglado


berian pronunciarse sino á presencia de los
alumnos que están próximos á concluir el
curso de la educacion. Por consiguiente debe•
rian ser raros y extraordinarios, empleando




120 Ciencia
sino por eI amor, guando no le acompaña
la indigencia , y no le precede ni le si-
gue la corrupcion.


Estos serán los objetos que deberia
prescribir la ley á los discursos morales;
pero el egemplo habria de corresponder
á las instrucciones y á los discursos.


ARTÍCULO II..
Del egemplo.


Los filósofos Griegos llamaron al hora-
bre animal imitador (1). En efecto, en-
tre todas las especies de animales los
hombres son los que mas se imitan en-
tre sí, ya por su disposicion mecánica, y
ya tambien por la mayor perfeccion de su
sensibilidad. Esta es una especie de necesi-
dad que se manifiesta desde la infancia,
y que de ella debe sacar la educacion
aquella ventaja á que parece ha sido des-


el magistrado en ellos los intervalos y los
dias mas acomodados y menos ocupados pa-
ra los jóvenes que deben oirlos.


(1) Aristót. Probleruat. sect. 3o.


de la legislacion. r 2T
tinada por la naturaleza. El magistrado
y los directores son los modelos que la
ley debe ofrecer á los nidos de esta cla-
se en el plan de educacion pública que
presentarnos. Así el uno y los otros de-
berían contribuir á tan grande objeto con
egemplos continuos de justicia , de hu-
manidad, de dulzura, de complacencia,
de amor al trabajo, de celo por el bien,
de gratitud á la patria, y de respeto á
las leyes. La presencia de los nitros debe-
ria recordarles la importancia del minis-
terio"á que están destinados, é inspirar á
sus acciones aquellos miramientos que
exige la fuerza del egemplo y la eficacia
de la imitacion.


Con este objeto se deberia establecer
tina instruccion particular para los di-
rectores que les sería comunicada por el
magistrado particular de educacion antes
de ser admitidos á tan importante minis-
terio, y se les deberia recordar de con-
tinuo á lo menos dos veces al mes con-
forme á las reglas prescritas por el le-
gislador (t). Suponemos al magistrado


(1) Se podria destinar para este objeto
los domingos, mientras que los Laos están




122
Ciencia


instruido á fondo en sus obligaciones , y
en las de los que inmediatamente depen-
den de él.


Tendrá cuidado de no corregir ja-
más al director en presencia de los ni-
:tíos. Si alguno de ellos se mostrase in-
digno ó incapaz del ministerio que se
le ha confiado, ciará cuenta al magistra-
do supremo de educacion de la provin-
cia en la que esté comprendido el distri-
to, y esperará sus órdenes. Si se hubiese
de proceder á la separacion, se procede-
rá en este asunto con toda aquella dili-
gencia y cuidado que exigen sus cir-
cunstancias. Si los niños conocen las fal-
tas del director , se les hará saber tam-
bien su exchision; pero si las ignoran,
será justo dejarles sin el conocimiento de
la pena , dándoles á entender en este caso
que el director ha renunciado volunta-
riamente su empleo por no poderlo eger-
cer pot justos y razonables motivos.


El magistrado de la comunidad no
omitirá ninguna diligencia para obser-
var la conducta de cada director, y di-


ocupados en sus egercicios. La instrucción
de los directores se deberia hacer en cada


de la Zegislacion.
rigida en todas las circunstancias en que
tendrán necesidad de sus luces.


Uno de los principales objetos de las
instrucciones que se darán á los direc-
tores, será arregladas sobre el modo con
que deberian responder á las varias pre-
guntas que les harán los niños, relativas
á los diferentes objetos que llamarán su
curiosidad. Corno una de las mayores
ventajas de este plan de educacion pú-
blica sería alejar los errores para dejar li-
bre el camino á la verdad , y suponien-
do per. otra parre que los directores no
están bastante instruidos para poder dar
á los niños ideas verdaderas y exáctas de
todo lo que puede despertar su curiosidad;
así creernos que se deba preferir el par-
tido del silencio, y no exponerse al pe-
ligro de darles' respuestas erróneas é in-
adecuadas.


Así siempre que el niño haga al di
rector alguna pregunta superior á su in-


domingo, asistiendo á ella la mitad de
ellos alternativamente : de este modo todos
los directores asistirian á dos instrucciones
rada mes, y los nifios escarian siempre
cuidados.




r 24 Ciencia
teligencia, .le aconsejará que se dirija al
magistrado, que es el único é inmediato
maestro, y le confesará no estar bastante
instruido para ilustrarle sobre aquel ob-
jeto. Este método producida al mismo
tiempo dos grandes ventajas, precaveria
el contagio involuntario de las preocu-
paciones y de los errores, y dando á los
nidos el utilísimo egemplo del respeto
que se debe tener á la verdad , les acos-
tumbraría á avergonzarse mas del error
que de la ignorancia.


No he querido omitir esta adver-
tencia porque es mas importante de lo
que parece.


Pasémos ahora á la exposicion de
otro medio que debería emplear la edu-
cacion moral para conseguir su fin, y
expongámonos intrépidos á las irrisiones
del ignorante, y á las censuras del necio
y del fanático.
1 I


de la legislacion. 125


ARTÍCULO HL
Lecturas que deben proponerse á los niP;os


de esta clase.


Propongo la lectura de las novelas
para los niños que han llegado á la edad
que se exige, segun el órden que hemos
expuesto , para asistir á los discursos mo-
rales (1).


¿Pero qué novelas serán estas? ¿So-
bre qué asuntos deberán versar? ¿Qué
tiempo se debería destinar á esta lec-
tura ?


Toda condicionó clase de ciudada-
nos puede tener sus héroes ó sus mons-
truos, pues éstos se hallan en todas las
naciones, en todas las edades, en todos


(1) En leyendo el capítulo siguiente se
verá que para que los nifios de esta primera
clase a pr en d a n á leer y escribir, sefialo el tiem-
po que media entre la admision á la educa-
cion y á la de las instrucciones morales,
á las quales segun dejamos dicho, empeza-
rán á asistir cumplidos los siete ates, es á




126
Ciencia


los gobiernos, y en todas las clases del
Estado. Los andrajos del último ciuda-
dano , y la toga del primer magistrado,
ocultan muchas veces las mayores virtu-
des y los vicios mas viles. La vista del
filósofo penetra este velo , mientras que
el vulgo no vé sino andrajos y toga.


Las novelas de que hablo deberian
formarse sobre estos hechos que nos pre-
senta la historia de todos los tiempos. El
héroe deberia ser de la misma clase que
son los niños que deben leerlas. El agri-
cultor, pues, el pastor, el marinero, el
artista, el simple soldado, O el capitan que
empieza, y que ha manejado el arado
antes de guiar la legion, deberian sumi-
nistrar el asunto y el héroe de las no-
velas que propongo para los niños de
esta clase. El escritor deberia emplear


saber, dos años dcspues de su primera ad-
rnision ; y como élIcs no serian admitidos
á los discursos morales antes de haber asis-
tido dos años al curso de las instrucciones
morales, la lectura de los romances que
propongo aquí no se podria verificar sino
cumplidos los ,nueve años,


de la legislacion. 127
toda su habilidad en presentar con la
mayor brillantez las virtudes civiles y
militares mas acomodadas á la capaci-
dad de los niños de esta clase, y en
pintar con los coloridos mas negros los
vicios á que están mas expuestos; en fe-
cundar las semillas del amor á la patria
y á la gloria, que de tantos modos se
ván sembrando en el corazon de nuestros
alumnos, é inspirarles aquella grandeza
de alma que es tanto mas gloriosa quan-
to menos se puede combinar con las ri-
quezas de la fortuna, y con la dignidad
de una condicion ilustre.


Yo quisiera que el asunto de las no-
velas fuese por lo comun un hecho ver-
dadero y no enteramente imaginario, y
que el autor lo asegurase así al lector.
Es increíble la fuerza y eficacia que esta
prevencion daría á la lectura.


Las muchas y excelentes obras que
de este género se han escrito en todas
las naciones, y en todas las lenguas de
Europa , baria muy fácil la coleccion de
estas novelas que propongo para la edu-
cacion. Los efectos y las ventajas que
esta lectura produciria son bien notorios
á quien conoce la fuerza de los sentí-




22 Ciencia
mientos, y la influencia que éstos tienen
en la formacion del carácter y en el des-
arrollo de las pasiones.


Además de las novelas sería necesa-
rio formar cada año una coleccion de to-
dos aquellos sucesos que podrian condu-
cir al mismo fin, y publicarlos impresos
para el uso de nuestros educandos. Deberla
estar de continuo abierta á su vista la
historia de la virtud, cuyos anales, aun-
que en algun tiempo han sido muy redu-
cidos, nunca por fortuna se han inter-
rumpido, porque no se limitan á una so-
la ciudad ó á un solo pueblo, sino que
abrazan la patria coman y la especie en-
tera á que pertenecen.


Se deberia señalar para esta lectura
el tiempo de la noche. En el capítulo an-
tecedente (1) hemos dicho que las diez
horas asignadas al sueño de los niños
en el momento-de su admision se deben
disminuir á proporcion que crece su edad,
de modo que en el último año de su e-
ducacion quedarán reducidas á siete. Pa-


(t) Véase el artículo del suero ea la edn«
cacion física.


d.,? la legislacion. 129
ra conseguir esta dimínucion progresiva
del sueño, sin alterar la hora de dispertar-
se que deberia ser la misma para todas
las edades, sería necesario arreglar la ho-
ra en que deberían acostarse todos los
niños sin distinguir de edad , pues para
dar una ocupacion agradable á los de la
clase propuesta que los aparte del sueño
sin fastidiarles, lo que debe evitarse con
mucho cuidado en todo plan de buena e-
ducacion, las propuestas lecturas podrian
ser mu.y eficaces con tal que fuesen libres
y arbitrarias , lo que sería otra ventaja de
esta saludable instruccion (t); en fin,
todas estas ventajas se añadiría la de ins-
pirar á los individuos de esta clase el
gusto de la lectura, y fomentar por este
medio los progresos de la instruccion
popular.


s211345M11@stkl


(e) Á ningun muchacho se le deberia
obligar á leer un libro con preferencia á
otro. En la casa de cada uno de los direc-


Torno 1




130




Ciencia


ARTICULO IV.


De los premios.


De una misma fuente nacen dos pa-
siones, la una pequeña y la otra gran-
de ; útil la una, perniciosa la otra ; la una
incompatible con la grandeza de alma,
y la otra su constante compañera. La va-
nidad y el amor de la gloria son estas dos
pasiones , y el deseo de distinguirse es la
madre comun de ellas. Este deseo de dis-
tinguirse , indicio y efecto de la socia-
bilidad, se manifiesta en el bárbaro y en
el hombre civilizado ; en el necio y en
el sa bio ; en el malvado y en el héroe;
se descubre en la adolescencia, y acom-
paña al hombre hasta el sepulcro ; produ-
ce una y otra pasion , segun ha sido bien
6 mal manejado y dirigido. En unos llega
á ser vanidad, y en otros amor de la glo-
ria. El es el que dora la carroza del rico, y
mueve como un rayo la espada del guer-


tores debería haber varios egempiares de es-
tas colecciones para que la eleccion fuera
mar libze,


de la legislacion.
131


rero ; él el que introduce á Popea en un ba-
ño de leche, y clava el puñal en el pe-
cho de Lucrecia ; él hace que Creso ma-
nifieste sus tesoros , y que Scévola se abra-
se su mano.


Reservándonos para la segunda parte
de este libro el examen general del uso
y de la direccion que debe dar el legis-
dor á este deseo , contentémonos en este
lugar con observarle solo por aquella par-
te que interesa á nuestro plan de educa-
cion pública, y veamos como el uso de los
premios, al mismo tiempó que debe pro-
mover los progresos de los niños, puede
preparar al mismo tiempo el desarrollo
del deseo insinuado de distinguirse de
modo que sea su efecto el amor de la
gloria , y no la vanidad.


Por poco que se reflexione sobre es-
te importante objeto, se conocerá que la
consecucion de estos dos fines depende
de dos causas, de la naturaleza de los
premios, y de su destino.


Toda distincion es un premio; pero
no todo premio es una distincion. En la
educacion privada los premios no pue-
den ni ayudar ni dirigir el deseo de dis-
tinguirse, porque en ella faltan otros in-


1 2


Francisco13-ectfia




132 Ciencia
dividuos con quien compararse, y estando
aislado no tiene de quien distinguirse.
Sus premios deben ser todos reales, por.
que los de la opinion no pueden existir
sino guando se ha de adquirir en com-
petencia de otros,, En la educacion pú-
blica al contraríct , los premios que están
fundados en la distincion si están bien
dirigidos pueden ser mas deseados , por-
que el deseo de distinguirse es poderosa-
mente fomentado por la multitud y pro-
ximidad de los sugetos de quienes nos
queremos distinguir.


El célebre Mariscal de Villars repe-
tía muchas veces que no habia experi-
mentado en su vida sino dos especies
de placeres vivos el de un premio en
el colegio , y el de una victoria en la
guerra.


Y así el deseo de la distincion de-
terminará la naturaleza de los premios
en nuestro plan; y como ésta podria ve-
rificarse tanto en los premios reales como
en los de opinion, por eso no nos servi-
remos sino de estos últimos para acos-
tumbrar al niño á que no desée otra cosa
sino la gloria. Queremos, por egemplo,
que se ciñera su frente con una corona de


de ¡a leglsláHon. T33
laurel; pero no querríamos que se le die-
ra un vestido mas sobresaliente que el de
los demás, que dispertaria en él la vani-
dad ; ni una comida mas delicada, que
podria disponerle á la glotonería; ni dis-
pensarle de las ocupaciones comunes, pués
podria hacer honroso á sus ojos el ócio y
el reposo.


No habrá, pues, mas premio en nuesa
tro plan de educacion pública que el que
está fundado en sola la opinion. El le-
gislador cuidará de designar estos pre-
mios distintivos del mérito, determinan-
do su relativo valor, y proporcionándolos
al precio relativo'de los méritos á que
se destinan. La corona de la victoria y
la de la paz; la que se daba en el circo y
la que se daba en el campo de batalla; la
que adornaba la frente del atleta .y la que
ceñía las sienes .del general victorioso,
no tenian para el Griego ni para el RO-
mano diferencia alguna en su valor real,
pero la tenian muy grande: en la opi-
nion. El mérito á que eran destinadas
determinaba su importancia, y su -úni-
co valor el grado de distincion que seña-
laban. Determine, pues, el legislador los
varios méritos á los quales deban asignar-




1 34 Ciencia
se los diferentes premios ; dé el pritnet
lugar y el primer premio á las acciones
generosas, que manifiestan la grandeza de
alma y la nobleza de pensar. Pasando des-
pues á los varios objetos de las tres par-
tes en que hemos dividido nuestro siste-
ma de _educacion., señale .


en cada uno
cierto premio para el niño que selaya
distinguido en él, dando al premio=y al
objeto el lugar proporcionado á su
portancia. Establezca premios para los que
se hayan distinguido en los varios eger-
cielos relativos á lá parte física de la edw-
eaCion , para los que hayan dado pruebas


h
&l'intrepidez y de valor , para. los que


ayan librado de algun grave peligro.
gun compañero, para los que haya/v.:Mos:-
trado mayor atencion y perspicaciaerr las
varias especies de instrucciones•.,:paralos
que hayan hecho mayores progresos, en
el arte á que fuera :destinados; pero
siempre con la condicion que no hayan
perdido el derecho de ellos por otros mo-
tivos.. Que la distribucion de. estos pre
/tíos se haga solo dos veces al año , parta.
que . no disminuya su valor la deMasiai
da frecuencia. ó escaséz , y debilite la
esperanza de conseguirlos: que para. di-


de la legislación. r 35
rigir con acierto la distribución mande
al magistrado de cada comunidad que
tenga un registro exacto de los objetos
en que cada muchacho se ha distingui-
do , y de los motivos que pueden pri-
varle del mérito que se ha adquirido
con otros medios: finalmente, que llega-
do el tiempo de la distribucion arregle el
juicio de la manera siguiente.Se convocará á todos los muchachos
de la comunidad, y todos los que han
acabado el curso de las instrucciones to-
tales tendrán parte en este juicio. Para
precaver la envidia, y sus funestos efec-
tos , no he hallado medio mas eficaz que
hacer premiar y honrar el mérito por a-
quellos mismos que pueden envidiarlo. El
hombre que honra y premia el mérito se
asocia á la gloria que produce , y este
sentimiento basta para precaver en él la
envidia."A :.esta causa atribuyo en gran
parte el peco vigor que tiene la envidia
en los Obremos libres.


Despnes que habrá pronunciado el
magistrado un breve discurso sobre la
rigurosa imparcialidad de la justicia , y
exhóliado á estos jueces jóvenes al cum-
plimiento de sus obligaciones, empezará




W1
136
ciencia


proponiendo los nombres de los niños
que se han distinguido en el curso de
los últimos seis meses con acciones ge-
nerosas y nobles. Les manifestará el mé-
rito de cada una de estas acciones, y
las presentará bajo aquel aspecto que le
parezca mas oportuno para mostrarles
su valor relativo. Los muchachos arre-
glarán su juicio por esta exposicion , di-
rán qué accion merece ser coronada , y
decidirán tambien del mérito respectivo
de las demás. Los votos serán públicos, y
la pluralidad decidirá, siempre que el ma-
gistrado no juzgue que es injusta la sen-
tencia ; y en este caso les manifestará
su error, y corregirá su juicio.






De este primer juicio se pasará al se-
gundo relativo al premio que seáalará
el legislador para el mayor mérito des-
pues del que tiene por objeto las ac-
ciones generosas ; y por eU mismo érden
se procederá, hasta el juiciorkiel último
premio asignado al objeto rrrew Impor-
tante. Hecha la distribucion..5-3e:lol..pre-
míos se aguardará•basta el. clIa;4e fiesta
mas inmediato parl-celebrarlo.lim,.mar-
cha grave y magestuosa condue41.,:los
muchachos al templo. Precesjerá....en ,esta


de la legislacion. 137
pornra solemne el que haya merecido la
primera corona ; luego seguirán los que
se hayan distinguido en el mismo objeto,
aunque no con igual mérito, ocupando
cada uno de ellos el lugar correspondien-
te al mérito relativo de sus acciones. Lite.-
go vendrá el que haya recibido el se-
gundo premio, seguido tambien de sus
beneméritos competidores; y se procede-
rá por el mismo Orden hasta el último;
que será el que haya recibido el último
premio. Si alguno de los que se hayan dis-
tinguido por alguna accion generosa hu-
biese tambien merecido algun premio por
otro objeto, será condecorado con el qué
le corresponde; pero no abandonará el
puesto que le haya correspondido por el
grado del mérito de su accion generosa.
El último lugar entre los que se han dis;.
tinguido por este medio debe considerar-
se como mas digno que el primero entre
los que se han distinguido en qualquier
otro objeto. De este modo les ciaremos la
verdadera idea del mérito y de sus grados.


Los alumnos que no hayan me-
recido ninguna distincion cerrarán la
marcha.


La entrada en el templo será libre




133 Ciencia
para todos; y se convidará en particu-
lar á los padres de los muchachos.


Llegados al templo , el magistrado
anunciará los méritos de cada uno, y los
premios que se han destinado. Alabará
la justicia de los jueces, y hará un bre-
ve discurso sobre la estimacion y la glo-
ria que acompa.fia al verdadero mérito.


En vez de hacer invectivas
tes contra los que no han merecido nin-
guna distincion , les animará á que pro-
curen hacerse dignos del premio. Se pros-
cribirá del plan de educacion pública
todo lo que la energía del ánimo debilita
y exáspera el carácter de los niños.


Se terminará esta ceremonia con un
himno oportuno al objeto, y los mucha-
chos premiados conservarán todo el día
las seriales distintivas de su mérito.


Son evidentes las ventajas que produ-
ciría esta institucion, pues inspiraríamos
en los muchachos una noble emulacion sin
exponerlos á los peligros que suelen acom-
pañarla. El mérito sería premiado y pre-.-
cavida la envidia, y se infundida la ge-
nerosidad del ánimo en una clase que pa-
rece la menos susceptible. Se animaría
la fuerza , la destreza, el valor, y la inS•


de la leg, islacim 139
truccion. Se fortificada y engrandecería
la idea de la propia dignidad. El deseo
de distinguirse se c.onvertiria en el no-
ble amor de la gloría, y no en una va-
nidad perniciosa : se inspiraría el amor
de la justicia á los jueces, y se comuni-
cada por el mismo medio la verdadera
idea del mérito y de sus diferentes gra-
dos. En una palabra, por esta institucion
se suministraria y dispondría una copio-
sa serie de circunstancias las mas favora-
bles para el deseado desarrollo de las fa-
cultades morales de los niños de esta cla-


. se. ¿Pero qué dirémos de los castigos?


ARTÍCULO V.
De los castigos.


El legislador no debe seguramente
formar un código penal paró los mucha-
chos , pues no es justo desconfiar hasta
este punto de la providad y de las luces
del magistrado encargado de la educa-
clon ;ni se debe cohartar tanto su auto-
ridad. Los motivos que podrian persua-
dirle el abuso son tan débiles y en tan
pequefio número, y los requisitos que se




1 40


Ciencia
requieren en quien la egerce están tan
lejos de admitir una desconfianza tan ir-
ra.cional , y los casos que harian inapli-
cables ó perniciosos los reglamentos par-
ticulares de este código serian tan fre-
cuentes , que tengo por mejor partido
establecer algunas disposiciones genera-
les relativas á este objeto , y dejar á la
prudencia del magistrado el cuidado de
cooperar en la aplicacion á los designios
del legislador, sin descender á aquellos
pormenores que no solo podrian embara-
zarlo, sino llegar á ser frecuentemente in-
útiles y perniciosos.


La mayor parte de estos reglamentos
deberian ser negativos mas bien que po-
sitivos. Ei legislador deberia decir sobre
este objeto mas bien lo que no debe ha-
cerse, que indicar con demasiada preci-
sion lo que se deberia hacer.


Deberia prohibir ante todas cosas el
uso de los a.zotes, y de la vara. El ma-
gistrado y los directores no deberian te-
ner derecho de maltratar á los niños de
ningun modo, y por ningun motivo, ni
Permitir que los medios destinados para
dispersar la idea de la propia dignidad,
e mezclen 'y combinen con los,431e la


de la kgislacion. 141
envilecen y degradan; que los que se
dirigen á fortificar el cuerpo y el espíri-
tu, se combinen con los que perjudican
á entrambos; y que los medios destina-
dos á formar el ciudadano, se mezclen
con los que forman el criado y el escla-
vo. La experiencia nos hace ver que los
muchachos acostumbrados á llevar gol-
pes y temerlos, pierden regularmente la
salud del cuerpo y la sensibilidad natu-
ral, madre fecunda de tantas virtudes
sociales; se hacen viles, feroces, hipó-
critas, simulados, malévolos, vengativos
y crueles; empiezan desde la infancia á
sentir aquel placer secreto de hacer su-
frir á los otros los males á que ellos mis-
mos han estado sujetos,


Por otro reglamento se deberia pre-
caver el abuso de las penas ignominio-
sas. En la sociedad de los muchachos, así
como en la de los adultos de los ciuda-
danos , la excesiva frecuencia de esta es-
pecie de penas, y el número extraordina-
rio de los que las sufren, debilitan su vi-
gor y fuerza. En una y otra sociedad
se deben usar con economía las penas
fundadas en sola la opinion ; en una y
Qua no se deben aplicas sino contra




1 42 Ciencia
aquellos delitos y faltas que por su na-
turaleza la opinion misma las condena á
13 ignominia y á la vergüenza. Los prin-
cipios para precaver el abuso de estas
penas son comunes á una y otra sociedad,
y los he explicado con bastante exten-
sion en el libro anterior (i), y no creo
necesario repetirlos.


Conformándose, pues, el legislador
con la evidencia de estos principios, pro-
hibirá al magistrado encargado de la edu-
cacion el abuso de esta especie de casti-
gos, y le indicará el uso moderado y
útil. Le mostrará los perjuicios que se
seguirian de acostumbrar los niños á
ver con indiferencia la diminucion ó la
pérdida de la opinion de sus semejan-
tes; cómo podria debilitar el amor de la
gloria y la idea de su propia dignidad,
que hemos procurado inspirarles y fo-
mentar por tantos medios; le enseñará
la graduacion que se podria dar á los di-
ferentes castigos de esta especie para
proporcionarlos á los diversos grados de
las faltas punibles con estas penas; le
manifestará. finalmente cómo deberia ar-


(r) Véase en el tont. 4. parí.
el cap. 7.


de la legislacion. 143
reglar la publicidad , y cómo precaver
un gran mal que podria depender de ésta.
Si un niño cometiese una falta ignomi-
niosa, que solo la saben los otros que vi-
ven con él bajo las órdenes de un mismo
director, les encargará el secreto, y les
hará ver la importancia de ocultar á los
demás el delito de su compañero. La
pena en este caso será severa, pero
no pública , y no será conocida sino de
los niños que viven con él en la misma
casa.


Mas si la falta es ignominiosa y públi-
ca, entonces el castigo será ignominioso y
público , y el magistrado acompañará esta
egecucion con todo aquel aparato que
exige la naturaleza del delito y la im-
portancia de mostrar su horror. Pero en
este caso, Ino se perderla sin remedio el
muchacho delincuente infamado pública-
mente? El sentimiento de la propia vile-
za , y la pérdida de la opinion comun,
¿no impedirán quizás en él la accion de
todas las causas que podrian corregirlo
y mejorarlo?


Para precaver este mal proponernos
un remedio que nos parece el mas eficaz.
Egecutada la pena ignominiosa., el rua.--


1




144 Ciencia
gistrado hará un enérgico discurso sobre
las consecuencias del delito y los males
que le acompañan. Despues volviéndose
al niño delincuente le dirá; "Has per-
»dido el derecho que tenias al amor
»y á la estimacion de tus compañeros;
»pero puedes recobrarlo. La generosi-
»dad de una accion puede destruir la ig-


nominia de otra; una enmienda sincera
»y visible puede reparar los daños de
»una corrupcion vergonzosa. Quando
»vuelvas á merecer nuestra estimacion y
»nuestro amor, te será restituido y ma-
7> nifestado este precioso derecho con otra
2) ceremonia igualmente pública; y yo,
,,que por la ley soy vuestro padre co-
»rnun , seré garante de la promesa que
»te hago en nombre de mis hijos y de
»tus hermanos." Cuidará despues el ma.
gistrado de cumplir esta promesa, y dar
á la ceremonia indicada toda la ternura
y eficacia de que es susceptible. Dejo al
lector que considere la doble ventaja que
producirian el perdon y la pena. Pase-
mos á los otros reglamentos generales
relativos á este objeto.


Para que los niños respetasen mas
la persona, y las órdenes del director,


de lct
145


convendria dejarle el derecho de corre-
girlos con alguna especie de castigo. Tal
sería, por egemplo, la privacion de al-
guna comida y de alguna diversion, co-
mo no pasase de un dia, pues los casti-
gos mas severos por su duracion, ó por su
naturaleza, solo puede imponerlos el ma-
gistrado de la educacion.


El magistrado y el director deberian
observar en las correcciones y en los cas-
tigos la serenidad que nace de la razon,
y no abandonarse jamás al calor y á los
arrebatos que indican y proceden de la
pasion. El legislador deberia inculcar ri-
gorosamente este principio, cuya viola-
clon podria en muchos casos hacer no
solo inútil sino perjudicial la correccion
y el castigó.


Para inspirar á los niños el mayor
respeto á la verdad , y el mayor horror á
la mentira , no permitirá jamás el le-
gislador que ésta quede sin castigo; y
encargará á los magistrados y á los di-
rectores que le minoren siempre que el
muchacho haga una sincera confesion de
su falta.


La calumnia será castigada severa-
mente, como tambien toda accion que
Tom. MI.
I(




146 Ciencia
manifieste un corazon perverso, bajo, 6
vil. Se usará por el contrario de la opor-
tuna indulgencia en las faltas que pro-
ceden de la viveza, que mas bien debe
desearse que temerse en esta edad.


Se evitarán con el mayor cuidado la
parcialidad y la injusticia, así en la cor-
reccion como en el castigo. Qualquiera
que haya observado profundamente el
curso que sigue el espíritu humano, co-
nocerá la alteracion que puede produ-
cir en el carácter moral de un niño la
íntima persuasion de una injusticia,
de un agravio recibido de aquél que está
encargado de su educacion. Este mal de-
be evitarse con el mayor cuidado en la
educacion pública, porque son mas fre-
cuentes las ocasiones de incurrir en él,
y sus consecuencias son mas funestas.
Si el magistrado ó el director advier-
ten que han cometido ínvoluntariatnente
una injusticia contra un niño, deberán
luego repararla, sin manifestar ninguna
repugnancia en confesar su error. Es-
tará á cargo del magistrado de educa-
cion velar sobre la imparcialidad y justi-
cia de los directores, y obligarles á que
observen el reglamento propuesto, siem-


de ¡a legislacion.
147


pre que dejen de cumplir voluntaria ó in-
voluntariamente con las obligaciones pres-
critas en él.


Estos son los reglamentos generales
con que el legislador deberia dirigir el
uso de los castigos, y su relacion con
todo el sistema de la educacion moral
es evidente. Veamos ahora la que debe-
rian tener los reglamentos generales re-
lativos á la religion.


ARTICULO VI.


De la religion.


* Si no escribiese para todos los paises,
para todos lbs pueblos , y para todos los
tiempos; si la universalidad y la dura-
cion no fuesen el objeto de esta ciencia,
ó si fuese uno el templo, una la ara, y
una la deidad; si fuese comun el culto,
los dogmas uniformes, y la fé una misma
en todos los pueblos y tiempos, no dejada
ciertamente de entrar en algunos porme-
nores sobre este objeto, que ahora debo
evitar ; y en vez de limitarme á pocos
principios susceptibles de una aplicacion
mas universal, expondría menudamente


K z




X48


Ciencia
todos aquellos que deben dirigir esta
parte de la educacion moral. Despues de
esta advertencia, creo que el lector no me
acusará de que miro como poco impor-
tante este objeto por la brevedad con
que trato de él , y porque parece que le
considero de un modo superficial. Pasé-
mos , pues, á la exposicion de los pocos
reglamentos que pueden ser susceptibles
de un uso mas universal.


Sin admitir ni impugnar el principio
bien conocido del autor del Emilio so-
bre la edad en que convendria empezar
á dar las primeras ideas de la religion al
educando, es evidente que su sistema
no podria realizarse en ningun plan de
educacion pública. Las razones de la im-
posibilidad de esta aplicacion son tan
evidentes ;que sería inútil exponerlas.


La edad que destinaria yo á las ins-
trucciones religiosas sería la misma que
hemos destinado en nuestro plan á las
instrucciones Morales. En cada domingo
deberian substituirse aquéllas á éstas,
estando á cargo del mismo magistrado
esta instruccion. Si se me opusiese que
este cuidado deberia confiarse á los mi-
nistros del altar mas bien que al magis-


de la legislación. 149
arado de educacion , responderé que así
como ninguna religion prohibe á los pa-
dres el instruir en sus dogmas á los hijos,
mucho menos podrá prohibirlo al magis-
trado elegido para hacer sus veces por
la autoridad pública: diré que no debe
jamás multiplicarse inútilmente el núme-
ro de los maestros: que se debe supo-
ner mas instruido al magistrado en el arte
de enseñar á los niños , que no los que
se han dedicado á otros objetos: final-
mente, que mientras no se combinen per-
fectamente los intereses del sacerdocio
.con los de la sociedad y del imperio,
siempre tendré por peligroso que aquél
tenga parte en la educacion pública.


Si no se quieren hacer de los niños
otros tantos idólatras, ó á lo menos otros
tantos antropomorfitas , no omitirá el ma-
gistrado medio alguno que sea conducen-
te para comunicarles la idea mas sencilla
y mas augusta de la divinidad, alejando
de sus expresiones todo lo que podrá aso-
ciarla á las imágenes materiales, á las
quales. está demasiado inclinado el hom-
bre á referirlas.


"No os esforceis , les dirá , á conce-
,,bir la naturaleza del Sér que debeis