EL PAPA LA REVOLUCION, POR EL DR. D. ENRIQUE DE RIVERA Y DE PALIA, CANÓNIGO DE...
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EL PAPA


LA REVOLUCION,
POR EL


DR. D. ENRIQUE DE RIVERA Y DE PALIA,


CANÓNIGO DE LA SANTA IGLESIA. CATEDRAL DE LEON, PREDICADOR
BE S. lII., ACADÉMICO DE LA DE LOS QUIRITES DB ROMA. ETC.


MADRID:
WPRENTA DE J..A ESPERANZA, Á. CARGO DE D. A. PEREZ DUBRULL,


calle del Peil,·núm. 6, principal.


1867.







.sR ~tcmO'. i :Jrllnu)'. Sr. JDr. JD. laliJ1D
(asidUO' E. ~rntbO' t /"Of< k j1ltac¿:Z ~. ~e;"'?
de h Unta [¿de -+o¿¿¿¿éa (}~o ~ ~n.,
conde de «to~, ¿uu,'" ~ &¿ ~t<U de !tu ~f<.
""mada" JI ¿ úlJ";?am"án, oat'a//e"o pitan <G'IWZ
¿ h f/4eal JI ¿;'ánJ,tuda (}~n ame"tt:ana ¿
9';a&1 k «taé;¿~a, oonun¿¿,. ¿ .la 4ra~;¿'/a
¿ Yffá,.!o" '0e"ce1'() ? ~ h /"ol<éu~a de ~au!f<a
[¿I'Wf<a de h «toncrceÓn de úlJe7¿uH~;"'a, de/
~ndr ¿ [1' vI6., ele. .


«tomo muMépa ¿ jt""ná'a- vene"ac¿~n ? fiN ..
jteé«o¿o O¡:céo, '&¿~a edle rrtÚJ~




...






DOS PALABRAS A.L LECTOR.


, El escrito que hoy publico ha 'sufrido modifiCa.
ciones varias, antes de obtener permiso para.:que
mi~ hermanos los católicos puedan leerle.. Su histo-
ria es la siguiente:


. El domingo 18 de noviembrecelebrabala Iglesia
la fiesta del Patrocinio. de la Santísima Yirgen;PocÓi
dias antes, el Excmo. é IUmo. Sr. Obispo de León;
mi venerable Prelado, lleváqo desú., celo .por la' cau-
Sa de la Santa Sede, habia' dispuestó qUé en tóHáa
la, iglesias de su diócesi se celebráse la Jilisa,del
puebloó mayor con S.D. M. espuesto, eantá.ndose á
cot1tinuacion' de la misa las letanías de JosSant05
con las preces de costumbre y oraciones,Ph~~trfIO)
cCJ;nfra. perse,cutores Ecclesim,y otras" .EI éitado¡~i~
go; PQes,. se. verificó ~í tlnla:santa?iglesiaraatedral
de que tengo el hQnor:deser ca.nón!g~" ,:: ~~,::!'¡,l)


Yo DO sé ni pu~do. esplicar');o que ¡pasó; porbmi
cuando~ acabada la misa, que.8e·h.biasédebrilUdJcOlt
elSeii~ manifiesto, .vi :á,~i P,r~o-,¡,¡akClbfl(bJde
qUe formo parte, ' alclOl'P1 y; á;\UH.Qb!otnomerosoí
cantar, de rodillas todos, las letanías de)os,Sª,n.tosl
para,que por su inte:rcesiQn,~ qigqe Dios dispet;lsar


. ,: .. ",' ~t:t ; ..... ¡ ~ \.. ,'l., .! I 'r' \. _ • \. ".'


su proteccion al augusto "y atribulaao. Pio IX~·1 d~




baratar los planes de los enemigos del Pontificado y
de los sabios del siglo. Yo no sé qué fue lo que me
sucedió á la vista ,def espectáculo que presencié en-
tonces; solo sé que, recordando las oraciones de los
fieles y de la Iglesia toda durante la prision de San
Pedro en Jerusalen (1), esperim(?nté una sensacion
indefinible; y cuando me:levanté de orar, sentí, de-
seos de escribir algo que hiciese concebir una espe-
ranza y sostuviese la fe: de ase pueblo que, conmo-
vido, veia acercarse el quince de diciembre, y' que,
previendo peligros para la Santa Sede, oraba con sus
Pastores, pidiendo á Dios el triunfo del Pontificado
y la confusion de todos sus enemigos.


Cuando salí del templo, comencé mi trabajo bajo
el Patrocinio de María, y, á Dios gracias, lo terminé
en el dia de laPresentacion de la Santísima Vírge,n.


Pero como hay verdades muy amargas y los hom-
bres hemos convenido en que el lenguaje no signifi-
que ya lo que en realidad espresa, mi escrito tropezó
eon:dificultades que no pude superar, y he tenido
que rehacerlof siguiendo el consejo de personas tan
doctas como respetables, á fin de que el trabajo
hecho no quede sin publicarse, por si Dios quiere
bendecirle y hacerle fructificar.


-Este trabajo, en el que heiconservado todo mi
pensamiento, suprimiendo lo que se me ha indicado


(1) Oratio aUÚlm fiebat ab BedelÍa ad Deum pro eo. (Hechos de
los Ap68toles, cap. XlI, v. 5.r




que suprima, es el que ofrezco á mis hermanos en
el sacerdocio y á todos los católicos, no para que en
él aprendan cosa alguna, sino para que velen, oren
y confien en el que impone silencio á los vientos y
acalla las tempestades.


De todos modos, este, como todos mis escritos,
queda sujeto al juicio y decision de la Iglesia, mi
santa y cariñosa madre, y al juicio y decision del
sucesor de San Pedro, en cuya defensa deseo morir ..
y cuya bendicion implora de rodil1as


E. DE R. y DE P.




~; ':




Domt lJominus pios de tmtatione eN-
per~; iniquo81.!rO in diem judicí~ reserva-
re crucíandoB.


(Dela epist. 2. a de San Pedro, capítu-
lo lIt V. 9.)


No sé qué es lo que me impele á levantar mi voz en
medio del silencioso estupor que ha causado en unos el
exactisimo cumplimiento del tratado del 15 de setiembre
de 1864, Y entre la confusa griteda y los vitores que ha
arrancado á los otros IJanfa,lealtad de parte de los elevados
personajes contratantes; pero sé que cumplo con mi deber,
y esto me basta.


Estoy cansado de oirrepetir que los pueblos tienen ~U8
derechos, y tengo hambre y sed de que haya en el mundo
justicia para todos. Bastante se ha defendido ya la causa
de la fuerza ibastante se ha ensalzado la omnipotericiadel
fraude; bastante se ha proclamado que es preciso marchar
con nuestro siglo: yo trato de defender la. causa del :dere-
cho contra la fuerza, de la verdad contra el fraude; yo tra-
to, en fin, de hacer que los que hoy temen, alimenten aUn
una -esperanza, y proyeoto defender la cansa santa. de todas
lasinonarquias, defendiendo- la causa del poder tempora.!
del Santo Padre. Que -es muy justo noolvida.r los derechos
de los· ,Reyes hoy qu~ tanto se' enaltecen los derechos de
108 pueblos. .'


El q1dnce'de dicÍ67nm-6 último ha tenido el triste pri-
vilegio de alarmar todas hUI conciencias y de suscitar una




10
protesta muda, pero muy elocuente, de parte de todos los -
Estados de Europa. La mayor parte de ellos han envi~do
sus buques á Civita-Vecchia, y acaso no se encuentre uno
que no siga con ojo avizor y atento la marcha de los acon-
tecimientos en Roma, de dos meses á esta parte. En cuanto
al pueblo católico, se ha apresurado á mostrar su voluntad
poniendo gruesas cantidades á disposicion del Santo Padre,
haciendo novenas, votos y sufragios, y orando sin cesar con
sus Pastores para que Dios ampare su obra y la proteja
contra los tiros qe la iI}.credulidad y de la indiferencia mo-
dernas. Es verdad que esto acaso no merezca mucho apre-
ciopor.parte de 108 que intervienen en el conflicto creado
en Italia; pero los pueblos verdaderamente católicos no se
insurreccionan jamás ni vierten sangre aunque se vean
oprimidos ,á no ser que el sufrimiento se agote, conten-
tándose con protestar de un modo pacifico y legal contra lo
que afecta á Sil Padre, contra lo que _ daña los derechos de
la. Iglesia, guardadora de la: fe de sus conciencias.


Por lo tanto, no importa que Italia sea fuerte, y, olvi-
dando lo que á la Cátedra de San Pedro debe, se levanté
amenazadora contra la Sede que con su luz la ilumina; no
importa que la Revolucion se agite, ni que el tiempo vuele;
no importa. que los soberanos de Francia y de Cerdeña es-
presan su voluntad; lo que importa. es que la verdad sea
conocida, y que haya valor en todos, y,en todos esperanza.


Apenas hay quien no vllelva. sus ojos á Paris, esperando
que de allí venga el remedio necesario á los males que en
la Ciudad Eterna imperan; apenas ha.y quien no cuestione
sobre si el convenio franco-italiano, observado en todas sus
partes, garantirá á la Santa; Sede la posesion ·de sus domi~
nios actuales, 6 si se repetirá. la. fu.rsa. oclUrida en las Mar-
casyen la Umbría. Yo-creo, á pesar d6todo, que en la
situacion presente, y en el estado á. que las cosas han llega~
do, ni en Florencia ni en Paris debe buscarse el remedio.
Los que pretendan avanzar, que' avancen; pero los que
intenten resistir, que ~e apresten al combate. En medio de




11
unos y de otros, entre los injustos agresores y los defenso-
res leales, se encuentra Diós; Dios, infiltrando en todos
los corazones la nocion de lo justo y de lo injusto; Dios,
dando remordimientos al que se presmal crimen; Dios, en-
salzando á los humildes y abatiendo á los soberbios (1);
Dios, disipando los consejos de los Reyes (2) y mofándose
de los que declaran la guerra á su Cristo (3) ; Dios , en fin,
dando consuelos y defendiendo la causa de los principes
que se encuentran oprimidos y abatidos como David, y que,
como él, cantan: .ti uxilium meum . a Domino, qui jefYÍt
ca:lum et terram (4).


La solucion del problema que hoy personifica el augus-
to y santísimo Anciano que ocupa. la Silla de San Pedro,
y el juicio que al :fin se ha de pronunciar en la contienda
que sostienen el mal y el bien, ni está en manos de la
Franciá, ni lo pronunciará nacion alguna. Estoy seguro de
que Dios burlará á los hombres, y de que al fin se dirá e)1
Florencia y en Paris,. como en L6ndres y en Viena: 11 tQuién
lo habia de pensar? 11 Pero como hay, tí. pesar de todo, quien
cree que en las manos de la Francia está el sostener el
statu quo en que se halla lo que hoy se llama cuestion de
RQ'lna, voy á probar que no hay fuerzas humanas que tal
puedan; probando á. continuacion que la Santa Sede debe-
rá. su salvacion y su esplendor, su imperio terreno>y,sus
triunfos, no al Emperador de los franceses, no al Rey á.
quien hoy vitorea la republicana Venecia, no á los esfuér-
zos del hombre, sino ála voluntad de Dios, á la cual están
haciendo fuerza las diarias oraciones de doscientos millones
de católicos, que se ven lastimados en su Padre, en su: Bey
y en su Pontífice.


(1) lJepolfUitpoff,mesde mk, et e:colta,tJit }w,miles; (Cántico .de la
Santísima Virgen. Evaug. segun San Lúcas, cap. 1, v. 32.)


(2) lJominus dissipat rJonsilia gentium •.• etreprobat consilia prin-
cipum. (Salm. XXXII, v. 10.)


(3) ..dstiterunt Regt$ terra! et principu cMUimerulll in unum ad-
verms lJominum el ad1lerms Ohriltum tJqA&. (Salm. n, v. 2.


(4) Salmo cxx, v. 2.




12


.L


Cuestion de Roma.


Esta cuestion, que con la. cla.ridad posible procuré es-
poner en otro trabajo que ya. vi6 la. luz pública (1), es tan
sencilla, que no se comprende c6mo hay quien no esté pe-
netrado de la justicia indisputable que á la Santa Sede
asiste en las reclamaciones· que,a.ños há, . hace resonar por
todo el orbe.


De todos modos, voy á permitirme copiar á un escritor
ilustre, que en una obra. tan eminente como por muchos
ignorada, ha presentado esta cuestion de un modo nuevo, y
al mismo tiempo irresistible. Dice así: IITodo cuanto pue-
da ·decirse contra la autorida.d tempora.l de los Papas y
contra el uso que de ella hacen, se encuentra reunido en
estas violentas lineas de un magistra.do francés: "El delirio
"de la omnipotencia temporal de los Papas ha inundado
"la Europa de sangré y de fanatismo (2).11


"Sin temor de ofender á este magistrado, no vaciló en
asegurar que no es cierto que los Papas hayan pretendido
jaIpás la omnipoúnciatemporal;, ni lo. es tampoco que el
poder que han de~ado sea 'Un delir.io, ni menos aun que
est¡.t pretension haya, inundado la' Europa, de sangre y de
fanatismo. . .'


·"Desde luego, si se esceptÚR de ~ta p.retemwnatri-
buido. á. los Papas la posesion matériál de las tierras que
forman el Patrimonio de la Iglesia y la soberanía de estos
paises, lo demas no puede llamarse ciertamente omnipo-
tencia temporal. Este és precisamente el caso en que nos
encontramos; porque lo que los Papas han pretendido siem-


(1) Lo que son los Popas.
(2) Cartas sobre la hi&toria, tomo n. (Carta XXVIII, pág. 222.


-Ibid., carta XLI.)




13
pre ha sido que la justicia impere; y obedeciendo á este
prop6sito han reclamado el derecho de juzgar á los prin-
cipes que en el 6rden espiritual'les están sometidos, siem-
pre que se han hecho' culpables dé ciertos y determinados
crímenes.


nAhora, si el ejercicio de este poder, reconocido como
legítimo, produce consecuencias temporales, los Papas no
deben ser responsables de' éll{); porque las consecuencias
de un principio verdadero no pueden ser injusticias.


"No hay cosa menos exacta, como se ve, que esta es-
presion de omnipot.encw' temporal, empleada para signifi-
car el poder de los Papas. El mismo Voltaice se admira
~ucho ude este estraño poder que lo puede todo entre los
"de fuera, y tan poco en su casa; que ha dado reinos Y' él
"se halla violentado é insultado, teniendo que hacer uso
"de todos los resortes de la política para conservar ó reco-
lIbrar una pequeña aldea (1)." ,Qué viene á ser, pues, eSta
omnipotencia temporal, que carece de fuerzas temporales;
y que sin pedir territorios al estranjero tolera que hijos
ingratos se burlen y se mofen de e1' (2)111


Como se ve, los cat6licos BÍnce'ros de todos los tiempos
se han permitido las inÍsmas acusaciones sobre el poder
temporal de la Santa Sede, fundados siempre en la. inoon-
gruencia de que se vierta sangre en nombre de un princi-
pio que debe representar la paz del.mundo. Y pMtiendo
de aquí se ha dicho, hasta causar náuseas, que parl evitar
estos males y estos no pequeños escollos á. la causa de; la
Religion, por la cual tanto se interesan, esconvenienm· y
necesario que el Pontificado renuncie á su soberanía.>I;em-
pora.l; porque, añaden, usobre ser un grave peso para ·la
Santa Sede el cuidado terreno de ;mi gobierno temporal,
hay que tomar en cuenta la:voluntad de los pueblos,: que
al :fin tienen el derecho deoonstituirse como mejor les


(1) Voltaire: Essui sur l'histoire, tomo II, cap. LXV.
(2) De Máilltre:.Del Papa, lib. 11, cap. VllI.




14:
plazca, saliendo del mamamo en que yacen bajo el cetro de
los Pontífices. Así el mundo e3tárá tranquilo, la paz de . las
conciencias jamás. se alterará, y nunca podrá repetirse el
ejemplo dado por la Emilia, por las Marcas y la Umbrla. u


Pero aun concediendo á los pueblos la suma de dere-
chos que en nuestros dias se diee que son su patrimonio
inalienable, lo cual no es· pooo ·coneeder, yo pregunto si
los derechos de los pueblosescluyen los derechos del mo-
narca .. Entiendo que se me contestará que no los pueblos
para los Reyes;.sino que estos han sido formados para aque-
llos; pero aparte de que juzgo fulsag ambas proposiciones,
con un escritor ilustre (1), no puedo suscribir jam4s á ·esa.
dependencia en que en último caso estarán los soberanos de
la voluntad de .sus pueblos, con mengua, no de su dignidad,
que doy al olvido, sino de ]a autoridad, que para bien
de esos mismos pueblos deben conservar ilesa y rodeada del
público' respeto. Por lo damas, nosotros que hemos visto
en Francia, en un periodo de ochenta años, regir el terror,
la república, el imperio, la restauracion, la monarquía cons-
titucional, otra república y otro imperio, sostenido y obe-
decido todo ello por el pueblo francés, no podemos dejar
de convenir en que es cosa dificil contentar á un pueblo
que.cada. diez ó doce años quiere cambiar, y de un modo
tan radical,Ias formas de su gobierno. Ahora bien; si en
este tiempó se ha vertido sangre y se ha dilapidado la for-
tuna p6blica y han aumentado los crím~nes lo que 'ha dis-
minuido la moral, ies la culpa de los soberanos que rigie-
ron el referido pais? N o; la culpa será del pueblo, 6 cuando
mas de los agentes que le hay.an pervertido y conducido al
error. ¿Por qué entonces culpar á los Reyes? ¿Por qué olvi-
dar la bondad del mártir Luis XVI, las empresas atrevidas
del primer Napoleon, la generosidad de Luis XVIII, las
dotes sobresalientes de Cárlos X, la prudencia de Luis Fe-
lipe, y la sagacidad del nuevo César? Pues bie~ séame


(1) Thorel: Orígend~ lasso~iedadelJ, tomo t, cuesto VI.




15
pe~mitido invocar igualea razones,.aimque muoho mas ele.
vadas y de mas magnitud y. peso, para. la cue8iíonde
Roma.


Dícese por los mensajeros del. error· que ·el pueblo ro-
mano (comprendiendo aquí el que forma el Patrimonio de
San Pedro) "está harto de la dominacion de los Papas;" y
se asegura con im.pudencia. risible que los males que á
aquel país aflígenproceden del mal gobierno de 108 Carde"!
nales. Confie$O que siento escuchar estas vulgaridades, si"
quiera por el bUen nombre del siglo en que vivo; y lo siento
tanto mas, cuanto que los que las propalan bien .persuadi-
dos están de que la. mentira anda rozando sus labios.


Si los deseos de un puebla no han de tener un límite;
si la volubilidad humana no hit de encontrar una barrera,
y las mudables aspiraciones del hombre no han de poder
fijarsejamás en un punto, en que estosdes60s y.estas as-
piraciones tengan por ún,ico fin la mayor suma posible de
bien·en la tierrp" ,~jOj:an,a,. forma estable y ordenada dégo-
biemo, iqué va.á fiar d,el~uI!.dó1 iq.ué será de las naoione~
iqué de la paz de los Estad()1il1 iqué de la justiciá. y el de';
recho? Pero no; ni ha sido, así como laa, naciones se han
formado, ni es de tal mll;nelJa como se hán. s~teIÜdo :y sos"
tienen los Estados. Rómulo en la Ciudad Eterna, F~
mundo en las Galias, Saul en Israel,' y mas ta.I:de.Jonathás,
prueban muy bien que los pueblos conocieron Janecesidad
de sujetar su voluntad caprichosa. á la voluntad a.ITeglada
de uno solo, perotambien que Dios designó un. limite á 10l!
caprichos populares, para lo cual sugirió en todos, 10aQIi~
tendimientos, por medio de laorganizacion .de la familia, la
necesidad de que uno solo mandase y le obedeciesen todos.
Asf se ve, eseierto, al fundador de Roma asociarse un Se-
nado, .compuesto de los jefes de las primeras familias que
se le unieron; y se observa á MarcomÍro y F:a.ramundo en
Francia haciendo tambien lo mismo que practicaron á su
vez los Macabeos. De manera que los padres de las familias
primiti vas eran los primeros á sostener la monarquía, los




16
primeros. en a.consejarla, los primeros én procurar BU es-
plendor, los primeros en defenderla., pero los únicos que
entraron á tomar parte en la eleccion de soberano; pero
tambienes verdad que cuando el desarreglo 6 las turbulen-
cias inquietaban alpriebio 6 amenazaban su existencia,
esos mÍSlnOS padres pedian la. dictadura. contra sus hijos, á
fin 'de que el esceso de libertad, no 1(l8 perjudicase, com-
prendiendo que ante la salud del:E8tadotodo debe ceder y
eoncluir. Así es cómo la. a.ntoridad da unosalv6 á Roma en
todas sus grandes crisis; llev~do10 toda á la. unidad; así
salvaron Césa.r Y KuguBto á Roma; y Heminio'pudo formar
una. nacion de unás cua.ntastribus que andaban' errantes
p01r! los bosques de Germania; así es, por fin, cómo J onathás
y despues Simon gobernaron el pueblo' de ¡smel, le defen-
dieron de sus enemigos, le dieron preceptos y leyes tales
cua.les en verdad convienen á los 'Estados y pueden hacer-
lEis florecientes;· grandes y temidos.' ,:


'. Pero, preScindiendo de esto, yo quiero admitir por un
.omento que en el orígeIi de las sociedades todos los pue-
blos, ansiosos de descartarse de ciertos cargos, segun es-
cribe Rousseau, se diesen ellos mismoBsoberanos ·que; con
toda libertad y hasta por el sufragio universal, se eligiesen;
y'admitiendo mas, supongo que en todos ellos fue designa-
do el monaroa.,no por Dios 'como:en Israel (1), sino por
el mismo pueblo. Esto sllpuasto,y no debiendo ser el sobe-
rano de peor condicion que el-puebloqué le eligió, claro es
que con· tal eleccion cesó la. pretendida. soberanía de la na-
cíon-, aunque no fuese mas que por iliteres propio; porque,
dé otro modo, ¡desgraciados pueblos! sobré ellos crugiria el
látigo de los tiranos; que los tiranos siempre se hicieron
de monarcas inseguros en sustI'&nOB, ó'deReyes que no
contaron con la sumisipu de sus respectivos súbditos. Véase,
pues, c6mo el monarca ha adquirido un derecho á la obe-
diencia y al respeto de los mismos· que le eligieron para el


(1); LilJ.I de los Reyes, cap. IX, v.17.




17
uso de la autoridad soberana; véase, pues, c6mo este de-
recho absorbe todos los demas derechos en interes de la
nacíon, en ínteres de los particulares y en interes de los
pueblos vecinos. Es indudable, por tanto, que desde el
momento en que el monarca existi6, todos le deben reve-
rencia, sin que sea preciso consultar diariamente la volun-
tad de los pueblos; porque entonces nada habrá estab1e, nada
fijo, nada permanente; y, lo que es mas triste, no se sabrÁ
jamás en d6nde está la verdad, el derecho ni la legitimi-
dad. Testigos son que me apoyan Grecia, ayer monarquía
de Othon -1, al cual detesta hoy; la Rumania, ayer entu-
siasta por el príncipe Couza y hoy ciega por el hospodar
Cárlos 1; Venecia, siempre republicana y hoy ferozmente
realista. i Se me puede decir quién es el verdadero Rey dé
Grecia y el legitimo hospodar de la region del Danubi01 iSe
me puede esplicar qué tradiciones, qué beneficios, qué his-
toria, qué hechos, qué ventajas han trocado la.~ ideas ó
borrado los recuerdos republicanos de Venecia en los aplau;.
sos que á su actual monarca prodiga1 Yo, por mi parte, lo
ignoro; en cuanto á Grecia, no veo el derecho, el derecho
santo, fuerte, legítimo, irresistible, el derecho en toda su
elevacion, ni en Othon ni en Jorge; lo que veo son las con-
vulsiones de un pueblo que ayer naci6 y hoy amenaza mo'"
rir; en cuanto á la Rumania, tampoco. Únicamente veó
c6mo se bambolea el imperio turco, y esto me esplica la
vida de los Principados; pero dejad correr el tiempo, y el
día en que la Media Luna desaparezca ante la planta ruma-
na 6 moscovita, veremos si la Rumania es una nacion 6 pasa.
á ser una provincia del nuevo imperio bizantino_ En cuanto
á Venecia, es otra cosa. Seis años, seis años -no mas de mo-
narquía para Venecia, y Venecia intentará la restauracion
de su pasado, y nuevas cadenas volverán á. aprisionarla;
que la fe y las creencias, las aspiraciones -y- los recuerdos
no se improvisan en los pueblos como se improvisan los
Reyes de teatro.


Espuesto esto así, y convencidos con el·testimonio de la
2




18
historin.(l) y con el aserto de los mismos pueblos de que
los que formaron el Patrimonio de la Iglesia y hoy constitu-
yen el de San Pedro se pusieron voluntariamente al amparo
de la Santa Sede, ya para precaverse del furor de los seño-
res de Oriente, ya para evitarse las calamidades que en su
pos llevaba la barbarie longobarda, ya, en fin, para salir
del caos en que el sistema republicano les sumió, es preciso
convenir en que esos pueblos, 6 anduvieron muy precipi-
tados en su resolucion,6. deben acatar la voluntad del
Santo Padre como regla á la cual juraron someter las vo-
luntades parlicularea. Precipitacion no hubo, porque antes
de ponerse á la sombra de la Santa Sede estuvieron largos
años apelando esos pueblos en sus querellas á la autoridad
de los Pontifices, haciendo esclamar á alguno que "no sabia
si era Pontifice 6 Rey (2) ; 11 gozaron de sus beneficios, y
les llamaron con el nombre de Padre y con el epiteto .de
Salvador; tiempo tuvieron, pu~s, para meditarlo, á lo me-
nos durante SEIS generaciones. Arrepentirse de su anterior
prop6sito no se han arrepentido; de esto dan testimonio
las frecuentes embajadas y los reiterados ruegos que hasta
los mismos enemigos del Pontificado han dirigido á los Pa-
pas para que residan en Roma, siempre que por cualquier
evento han abandonado los sucesores de San Pedro la Oiu-
dad Eterna (3); no se han arrepentido porque, como en
cierto escrito decia contestando á un importante sugeto,
lIese pueblo es el mismo que acudió á San Leon y á Gre-
gorio IV; es el pueblo que, despues de prestar su obedien-
cia al Papa Estéban I, aclamaba frenético á Estéban n,
llamaba padre á Adriano 1, aplaudia la restauracion de


(1) Véanse Gibbon, Historia de la decadencia del imperio ro-
mano; Sismondi, Hütoria de las república8 de Italia; Z~iler. Hüto-
ría de Italia.


(2) San Gregario IV.
(3) Cua.ndo en 1848 se vió obligado Pio IX á abandonar la


Ciudad Eterna para refugiarse en Gaeta, el Parlamento romano el!l-
vió al Santo Padre una comision de su seno para- rogarle que vol-
viese á 8U8 Estados. .




19
Juan XIII, saludaba lleno de gozo á Urbano n, cubria de
flores el camino que pisaba Inocencio n, acudia á las armas
á la voz de Alejandro nI, bendecia á Inocencio nI, sal-
vaba de sus prisiones á Bonifacio VIII, llamaba á grandes
voces á los Papas de Aviñon, entraba con Julio II por la.
brecha en la Mirándola, aclamaba á Leon X, defendía á
Clemente VII, admiraba á Benedicto XIV, se vestia. de
luto en la muerte de Pio VI, arrojaba á pedradas á los
opresores de Pío VII, hacia justicia á la sabiduría de Gre-
gorio XVI, y todavía bendice al Santo Pontifice Pio IX (1).11
N o: no se ha arrepentido ni fue imprevisor en su primera
resolucion; ¿qué es esto, pues? Lo diré lisa y llanamente;
es que el hombre, inquieto siempre, lleva siempre su in-
quietud á cuanto toca; y si vislumbra algun beneficio 6-
goce como premio de su veleidad y su inconstancia, enton-
ces es doblemente versátil, sin que repose en parte algu-
na. Así, pues, ha habido provincia, Bolonia, por ejemplo,
que harta de la república se someti6 á la Santa Sede; des-
pues se uni6 á la república francesa; luego volvi6 al Pon-
tificado, y últimamente se ha visto lo qu.e ha hecho. i Es
esto decir que no haya súbditos fieles en Bolonia? No; pero
hay otros que no lo son; otros que quieren medrar con las.
revueltas; otros, en fin, para quienes cada motin tiene un
precio ilimitado por lo que de ellos sacan, y estos sostie-
nen la agitacíon vitoreando un dia á Pío IX, otro á la re-
pública, otro á Víctor Manuel, y así de los demas. Esto
mismo es lo que sucede en la Umbría y en las Marcas, y
con mucha mas razon en. Roma, donde si mas directamente
se tocan los beneficios que con profusion dispensa el ange-
lical Pio IX, como poblacion tan concurrida de estranjeros
de todas condiciones, ofrece mas seguro abrigo á los agen-
tes y propagandistas de la Revolucion.


(1) La última EncícliM de Su Santidad 'V el partido pro-
gremta.




20
¿Debe, pues, consentir Pio IX, cualquiera que sea su


deseo y su afan por perdonar, que su autoridad se huelle,
se conculque su dignidad y se olvide su' poder? Quiero que
me ~ntesten con la mano sobre su corazon el padre que
te~~ fijos, el maestro que tenga discípulos, el capitan que
mai¡(I.e,Jioldados, el hombre que administre justicia, el Rey
que g~ierne una nacion; quiero que me contesten desde el
alcalde pedáneo de la mas pequeña aldea hasta el Czar de
todas las Rusias; desde el presidente de un Congreso cual-
quiera hasta el presidente de la república norte-americana.
Ninguno, nadie que tenga la menor nocion de lo que es la


. autoridad, responderá afirmativamente. N o gobierna el Papa
por otros poderes que los que recibi6 del cielo; solo al cielo
debe dar cuenta de su conducta, y solo ante él humilla su
autoridad. Jamás, ni Pio IX ni ningun Pontifice abdicará
su dignidad dejando que su pueblo marche á todo viento
de doctrina, y se incline, como las palmeras del desierto, ya
á un lado, ya hácia el otro; sostendrá su dignidad, sosten-
drá su derecho y con él su autoridad, que es para los cat6-
licos segura garantía de santa y necesaria independencia. Si
alguien le aconseja 6 le exige otra cosa, contesta: Non pos-
8umus, y ante esta imposibilidad, ¿qué hacer .. .1 ¡Ah! no se
destrona á un Papa como se destrona á un Rey; y, por otra
parte, los soberanos jamás lo consentirán; los pueblos nunca
se prestarán á ello. Mas entre tanto el Papa no cede, Víctor
::Manuel retiene varias provincias que pertenecieron al Pa-
trimonio de la Iglesia, á pesar de las censuras de la misma
Iglesia y de las protestas del Papa; Italia se muestra in-
quieta; en Roma se sienten sordos rumores y se ve venir
algo ignorado: ¿qué hacer en presencia de esta c'Uestion de
Roma, tan debatida, tan tratada y tan· dilucidada por ca-
tólicos y por cismáticos, por diplomáticos y por gobier-
nos? La situacion es tirante por de mas; cuenta ya fecha, y
no puede prolongarse su duracion. Es verdad que la Francia
hace esfuerzos sobrehumanos á este fin; pero la empresa,
tno será. superior á las fuerzas de un hombre, aunque se




21
llame Napoleon IU, y á los esfuerzos de una nacion, aun-
que se llame Francia1 Yo creo que sí, y voy á probarlo.


u.


El statu quo.


Cuando un hombre obra mal, no es porque ignore la
ley que 10 prohibe; una tradicion invariable prescribe en
todas partes los mismos deberes, prohibe los mismos delitos
y despierta los mismos sentimientoR. No hay quien no se
sienta indignado en presencia de la injusticia, ni quien des- .
conozca la virtud, á menos que la pasion le ciegue ó una
manifiesta utilidad imponga silencio á la voz de su con-
ciencia y al juicio de su entendimiento. Y esto precisamente
es lo que sucede hoy con todo lo que se refiere á Roma.


El statu qua en que esta cuestion se halla es insoste-
nible, porque Napoleon UI lo sostiene contra su voluntad
y contra sus propósitos; es insostenible, porque Víctor Ma-
nuel comprende bien los peligros que encierra tan tirante
situacion; es insostenible, en fin, porque tiene en contra
suya la conciencia universal.


En Roma existe una monarquía que cuenta once siglos
de existencia y diez de restauracion por Carlo-Magno, des-
cansando sobre todos los derechos que hacen santa y res-
petable la poses ion. En Roma hay un Soberano que, apo-
yado en una sancion que cuenta con todos los documentos
que hacen legitima la posesion, se ve hoy despojado por la
Revolucion, la cual haciendo uso de la fuerza y apelando á
la veleidad de los pueblos, escitada con el fraude y con el
oro, aspira á terminar su obra, levantando su trono sobre
las ruinas del Trono mas antiguo y venerando de la tierra.
Este Soberano de Roma es al mismo tiempo Pontifice; y
no un Pontífice, sino el primer Pontifice por su existencia,
puesto que fue el primero y el único á quien se dió la ple-
nitud de potestad, simbolizada en las llaves; el primero




22
por su autoridad, como que sobre la suya solo está la auto-
ridad de Dios; el primero por sus funciones, como que es
la Cabeza de la Iglesia; el primero por su representacion,
como que ocupa el lugar de Jesucristo en la tierra; el pri-
mero por sus deberes, como que es el encargado de hacer
que la ley de Dios se estienda por todo el mundo; el pri-
mero, en fin, por la estension de su . poder, como que su
reino abarca todo el orbe, son todos los hombres sus súb-
ditos ratione peccati, tiene por enemigos á las pasiones, y
dicta reglas seguras é infalibles sobre las acciones y sobre
lo justo y lo injusto. Y este hombre, este Rey, este Pontí-
nce, ¿puede continuar en la situacion en que se halla hoy?
Monarcas y naciones de la tierra, ¿está bien el sucesor de
San Pedro pobre y acongojado, temiendo á cada paso verse
obligado á peregrinar á tierra estraña en busca de la in-
dependencia que há menester su santo y altísimo carácter,
y que ve á cada momento amenazada .. .1


Como la perfidia es el carácter dis1.intivo de las pasio-
nes, cuando estas se proponen destruir se presentan con la
apariencia del bien; y diciendo como la serpiente del pa-
raiso á nuestros primeros padres: Eriti8 8iout dii, seduce
á su placer á los incautos. La libertad, las mejoras, la feli-
cidad, una religion mas pura, un sacerdocio mas ejemplar,
y un Pontificado mas en oonsonanoia oon 8U mision de
paz y de perdon; en una palabra, una regeneracion com-
pleta en todos los ramos, hé aquí sus proyectos, tales son
sus prop6sitos, segun dicen sus ap6stoles. Algunos espíritus
superficiales 6 poco precavidos se sorprenden á la vista de
un ideal tan bello, y piensan que prestando su concurso á
esta obra de regeneraoion sooial, volverá á 'la tierra la


. edad de oro de los tiempos fabulosos... Se prestan á ello
llenos de entusiasmo; pero al poco tiempo, el desencanto
llega, túrbase la paz, protesta el pueblo diciendo que se le
ha engañado, manifiesta su voluntad de regresar con el
hijo pr6digo á sus hogares, que lamenta haber abandona-
do; pero no se le escucha. En cambio, corre la sangre, la




23
fuerza armada se encarga de convencerle y acallar sus gri-
tos é inútiles protestas, y, por último, se le aprisiona, se le
espatría, se le encadena ó se le condena á muerte. Si mi
pintura es exagerada, que lo digan las Marcas y la Um-
bría; que lo proclame Nápoles y que lo publique la infeliz
Sicilia.


Á pesar de todo, hoy no se trata de un hecho cualquie-
ra; se trata de un suceso bastante grave, y conviene que se
medite sobre él. En cuanto á mí, estoy intimamente con-
vencido de que semejante estado de cosas no continuará en
Italia, á pesar de todos los esfuerzos hechos y de todos los
que puedan intentarse, fundándome para ello en las razones
siguientes.


Por mucha que sea la habilidad de las partes interesa-
das en el sostenimiento del statu qua, jamás creeré que sea
tanta que lleguen á imponer sus convicciones al universo
católico. Yo comprendo que el Emperador de los franceses,
interesado en sostener el statu qua.á lo menos por algun
tiempo, siquiera por ser su obra; que Víctor Manuel, tam-
bien interesado en él, siquiera por conservar las fronteras
que hoy tiene el reino de Italia; . que el Emperador de
Rusia, con motivo de sus recientes desavenencias con la
Santa Sede á causa de la deplorable situacion de la infeliz
Polonia; que el Rey de Prusia y la señora que reina en In-
glaterra estén interesados hasta cierto punto en conservar
el statu qtW, porque al fin este es un pequeño castigo que
los disidentes, los incrédulos y los indiferentes han conve-
nido en imponer al Pontificado, que no transige con ellos;
Pero, ino es el mundo, no es la Europa cat6lica mas fuerte
que los gobiernos de los monarcas citados? Se dice hasta la
saciedad que nada resiste hoy á la corriente impetuosa de
las ideas; y bien, iqué piensa el mundo del statu qua? Lo
que el mundo piensa, lo que el mundo quiere lo han dicho
los Obispos en el mensaje que ellO de junio de 1862 pre-
sentó á Su Santidad, en nombre de todos ellos, el respeta-
ble Cardenal Mattei; lo que el mundo piensa lo dicen esa




24
multitud de obras y folletos que han visto la luz pública sin
descanso y sin interrupcion en una serie continuada de
ocho años; lo que e] mundo piensa lo han dicho los Prelados
franceses al Emperador Napolepn, los ingleses á la Reina.
Victoria, los polacos al Czar Alejandro, los prusianos al su-
cesor de Federico el Grande, los italianos al Rey Víctor
Manuel y á Europa, los españoles al universo entero. L()
que el mundo piensa lo dice la agitacion de los diplomáti-
cos, la multiplicidad de los proyectos que se conciben, y la
infinidad de telégraUl88 que por todas partes se cruzan. Di-
celo, en fin, el afan con que á toda costa se procura que
Pio IX sancione la obra de la Revolucion. Ahora si este
empuje de las ideas no es una mentira, ellas tienen que
veneer en la contienda, y elstatu quo debe desmoronarse
para que vuelva la Santa Sede á brillar cual antes de los
sucesos de 1859.


Por otra parte, ino teme el Emperador Napoleon al
sentimiento nacional, que se cree lastimado, y con razon,
en Francia? j C6mo! Se celebra el tratado de Zurich, que
pide vuelvan las cosas á su cauce y primitivo estado, y ca-
rece el César francés de medios y de fuerzas para obligar al
cumplimiento de él al que lo pisotea y lo huella; i Y tiene
fuerzas para exigirle la observancia del tratado del 15 de
Betiembre de 1864? No tiene medios para hacer que se
cumpla lo estipulado en Zurich por ser justo y favorecer
.la causa del derecho, iY tiene poder bastante para hacer
cumplir el convenio franco-italiano, contra el cual mas de
una vez ha levantado su voz la Santa Sede? Con razon se
cree lastimada la Francia en su decoro; en ese decoro por
cuya conservacion y brillo tantas hazañas ha llevado á
cabo y tan grandes empresas ha realizado siempre.


No es esto todo: el Emperador de los franceses, por
mas interesado que esté en el sostenimiento del statu quo,
no abriga simpatías hácia él, si por unos actos puede juz-
garse de los otros.


Napoleon III sabe, ante todo, que fueron los católicos los




25·
primeros que en su derredo!' se agruparon, y no ignora que
en la Santa Sede ha encontrado un Padre cariñoso y un
amigo tierno. Napoleon In sabe la mision que él mismo
confi6 al mariscal Oudinot en 1849, y lo que manifest6 en
cierta ocasion tratando del Pontificado: 11 Conviene, decia,
persuadirse de que la Santa Sede tiene un ejército de cien
mil bayonetas para tratarla como corresponde. 1I Napo-
leon nI, en cambio, no ignora lo que puede esperar de la.
Inglaterra, en que se ha. permitido á los periódicos insul-
tarle (1), y lo que debe prometerse del mismo Victor Ma-
nuel, acaso en tiempo no lejano. Pero, viniendo á mi ob-
jeto, hé aquí lo que me revela que Luis Napoleon no es
amigo del statu quo, por mas que esté interesado en su
duracion indefinida.


En primer lugar, N apoleon III ofreció á la Francia, de
un modo público yen ocasion solemne, que IIlos ejércitos
franceses no irian nunca á Italia á deprimir el poder del
Santo Padre, sino á robustecerlo y defenderlo (2); 11 aña-
diendo en otra ocasion que lila Francia, defensora de todas
las causas nobles, sacaba su espada para conciliar la liber-
tad de Italia con el esplendor de la Silla de San Pedro (3).11
Mas tarde, cuando la guerra con el Austria fue ya un he-
cho, y los sucesos se precipitaban por la pendiente por la.
cual los impulsó el Emperador francés, este, temiendo verse
envuelto en algun acontecimiento que le llevase mas lejos


(1) Véanse el Morning-Chronicle de 1.0 de enero de 1853, el
Times del 2 de igual mea, y el Morning-Advertisser de 7 del pro-
pio mes.


(2) Así lo manifestó N apoleon III al pedir á los Prelados y al
clero franceses que orasen á Dios para que le concediese la victoria
en la campaña que iba á principiar contra el Austria, en 1859. Esto
se confirmó por el Cardenal Milesi, legado de Bolonia, que decia á
las auto:t;idades pontificias de su legacion, al romperse las hostilida-
des, lo siguiente: "El gobierno francés ha asegurado en los términos
mas formales al gobierno pontificio, que en el curso de la presente
guerra no permitirá el Emperador que se intente la menor cosa en
detrimento de las consideraciones debidas á la augusta persona del
Santo Padre, ó que tenga por objeto atentar á su poder temporal."


(3) Proclama de Napoleon In á su ~ntrada en ~ilan en 1859.




26
de lo que al principio imagin6, se apresur6 á solicitar un
armisticio del Emperador de Austria, diciendo á este luego
que se avistaron: Ilambos queremos la salvacion de la San-
ta Sede. Salvemos al Pontificado;1l consintiendo en los pre-
liminares de Villafranca, el de Austria, á impulsos de esta
generosa idea. Y cuando las Marcas y la Umbría cayeron
en poder de los piamonteses del modo que todos saben, y
fue preciso engañar á Napoleon III para que consintiese
en que las tropas sardas pasasen por las citadas provincias
á fin de poner en 6rden, segun decian Fanti y Cialdini, el
reino de Nápoles, que Garibaldi amenazaba trasformar en
una república infernal (1), y el César francés se vi6 bur-
lado, observando c6mo, contra lo prometido solemnemen-
te, las tropas de Víctor Manuel se posesionaban de unas
provincias que en ningun tiempo crey6 se uniesen á la co-
rona de Cerdeña, retir6 su embajador de Turin, justamente
resentido del engaño de que acababa de ser víctima, mien-
tras que por su ministro de Negocios estranjeros aconseja-
ba á Víctor Manuel que fuese mas prudente en sus empre-
sas (2). No es esto todo; el mismo Napoleon, escribiendo
al Santo Padre el 13 de diciembre de 1859, rogaba á Su
Santidad que, Ilcomo un sacrificio que las potencias de
Europa tendrian muy en cuenta para garantizar á la Santa
Sede la posesion del resto de sus dominios, renunciase á
las provincia8 rebeldes ... " Luego el Emperador comprendia
que el Santo Padre tenia y tiene derechos á las provincias
anexionadas al Piamonte; luego el Emperador, puesto por
Dio8 y la 1!oluntad nacional al frente de una gran na-
cion para administrar justicia, no estima justa la pose-
sion del Rey Victor Manuel; luego, por su honor de mo-
narca, por su fe de caballero, por su bautismo de cristiano,


(1) En Chambery, en 1860.
(2) El 24 de febrero de 1860 decia. M. Thouvenel al embajador


francés en Turin: "Ha llegado el momento de esplicarse con entera
franqueza. El Piamonte debe cuidar de no en¡¡randecerse tanto, ni
tan pronto, haciendo para esto las anexiones de modo que no ofen-
dan á nadie." •




27
por su reconocimiento como favorecido, y por el decoro de
la nacion que rige, Napoleon III no puede abrigar simpa-
tías por el statu quo, que se burl,ade todo lo que mas caro'
debe ser á un hombre y á un soberano: luego el statu qno
tiene contra si , 6 debe tener, la conciencia del Emperador
de los franceses.


En efecto; Thouvenel, Grammont, Lavalette, icuánto
no han trabajado por dar una solucion á este conflicto ro-
mano! El mismo Emperador, ¡cuánto no ha hecho por
que la situacion se normalice y arregle! Es verdad que ha .
sido desgraciado en la eleccion de las personas que en este
asunto debieron intervenir; pero tambien es cierto que su
mayor desgracia ha consistido en pedir que ceda al único
que nunca podia ceder, al único que en ese terreno no po:'
dia escuchar sus ruegos, ni oir sus indicaciones, al Santo
Padre. Pero esta misma tenacidad muestra bien claramen-
te cuánto ansia el César francés poner un término á este
conflicto, como últimamente lo intent6 por medio del tra-
tado del 15 de setiembre. Sin embargo, aunque parece con-
tradictorio, Napoleon III es el único que hoy sostiene ese
mismo statu quo al cual desea poner término radical y
pronto.


Porque sin el apoyo de N apoleon III, ihu bieran ocurrido
en Italia los sucesos de 1859 y 18601 ¡Nunca! Ni las provin-
cias pontificias se hubieran eliminado de la autoridad del
Santo Padre, ni los Grandes Duques hubieran sido destro-
nados, ni menos hubiera sucumbido el Rey. Francisco 11
de Nápoles. Y no solo no hubiera acontecido nada de esto,
sino que acaso el monarca sardo hubiera visto hundirse 'Su
trono en el campo de batalla, como se rompi6 en Novara
el cetro que empuñ6 Cárlós Alberto. Por lo demas, esa
misma obra de Italia se hubiera desmoronado ya toda en-
tera sin la proteccion constante y la ayuda manifiesta que
el Emperador Napoleon viene prestando á la corte de Flo-
rencia. iAcaso se acallan tlon crueldades inauditas protestas
como la que Nápoles ha formulado sobre su situacion ac-




28
,tlJalfiPol' ventura hay quien crea 6 'quien pretenda pro-
bar que Víctor Manuel vive hoy su vida propia? ¿No está


. -en la conciencia de todósque es Napoleon III el protector
generoso del nuevo reino italianoJ ¡Ah! ¡la Francia, la
Francia! Bien sabe esa gran nacion todo lo que en Italia
ha sucedido y todo lo que acontece en ella; bien sabe tam-


,bien lo que Nápoles hubiera hecho en otras circunstancias;
lo que Sicilia hubiera realizado, y sobre todo lo que hu-
biera sido de la monarquía de Victor Manuel el dia en que
~ la. Francia le hubiera retirado su proteccion; porque en la


última campaña se ha visto su ejército siempre derrotado
por otro que le era inferior en número, y su Marina ha de-
jado en Lissa el Affondatore, como un recuerdo viviente y
úna prueba manifiesta de que no es lo mismo combatir con
10i navíos austriacos que atacar los muros de la pontificia
Ancona.


Así, pues, no puede menos de presumirse, ya que no es
dable la certeza en este punto, que Napoleon está cansado
de la tutela que ejerce, y que desea salir de una situacion
que encierra peligros para todos, menos para la Santa Sede,
'q'Ue ál fin nunca. puede sucumbir ni naufragar en las bor-
,rascas del mundo.
" • En cu&Btoá Víctor Manuel, no hay ma8 que examinar
el Parlamento que hoy aprueba sus actos; y al ver que su
gran mayoría es 'conservadora, se comprenderá. perfecta-
mente lo que hoy piensa y hoy quiere el soberano de Ita-
'na. Aun olvidándo sus cartas á Pio IX en demanda de una
ceBÍon que no ha podido obtener, ni obtendrá jamás, 6 de
mi. vicariato, que tampoco le será otorgado, de las provin-
cias anexionadas; aun dando al olvido sus humillaciones,
entre 1118 cuales no es la menor la que sufrió en Villafranca,
creo que ese Rey debe ambicionar una situacion estable
para su monarqliÍa; y el statu quo no lo es, porque está
erizado de dificultades y henchido de peligros, Peligros para
el Rey, porque, el'dia que menos se piense, salta una chispa
que incendia el combustible hacinado por la Revolucion;




29
Y iquién responde á Víctor Manuel de que no caiga su co:-
rona por el suelo? Mazzini no le perdona; Garibaldi no ha¡
olvidado, por mas que otra cosa digan sus amigos, su afren-
ta de Aspromonte; los republicallos no ceden ni dejan de
soñar con el reinado de la república universal.


Esta situacion entraña ademas peligros para Víctor
Manuel, como padre y como italianp. Como padre, medite .
mucho las últimas pala.bras que un hijo moribundo hizo
resonar en sus oidos, y luego vuelva su vista y examine á
los hijos varones que aun le quedan. Verá escrofuloso y.
débil al principe Humberto, su heredero; raquítico y ende- '


. ble al príncipe Amadeo. Ambos con pocas fuerzas, no ya. .
para sostener esta situacion, pero ni aun para llevar el
peso de una corona tan erizada de espinas como la que hóy
ciñe el Rey Víctor Manuel. Es cierto que aun le quedan
sus hijas; pero, ise presta el monarca sardo á entregar su
corona á débiles mujeres, enlazadas con príncipes estranje-
ros que llevarian á reinar sobre su trono apellidos que no
son italianos, ni tienen conexion con la Casa de Saboyat
.!gí, pues, como Rey, como padre, como italiano, COnlJ.)'
hombre que ve flaquear su salud y teme por el porvenir,
yo me atrevo á sostener que el Rey Víctor ~anuel, aunqU~
interesado en el statu, quo, desea salir de semeja.nte sit.aA-
cion, siquiera. para consolidar su trono y no dejar á aquel"
de sus hijos que esté llamado á sucederle, un legado fu- ~
nesto en la corona.


El statu, quo es, por tanto, insostenible. La conciencia
universal le rechaza; no puede ni quiere sostenerlo el Em ..
perador de los franceses, y Víctor Manuel se ve perjudiC&¡dó
en él. El statu, quo tiene que concluir~ y la cueati<m, de
Rorna ha de tener al fin una solu<!ion que venga á llonel' un
término á las ansias del mundo y á los ayes de la. Iglesia.
Pero esa solucion no se deberá á la FmnQÜl¡ ni á Italia, ni
á nacion alguna; Dios solo obligará á los hombres á que
hagan justicia á su obra y á que restauren lo que ellos haJi
destruido.




30


In.


La FraDci~ ó NapoleoD ID .


.Ante todo debo advertir que al decir la Francia no me
refiero en modo alguno á la noble nacian de San Luis, cuya
piedad y cuyo celo por los derechos del Soberano Pontifice
conozco perfectamente; por eso he titulado este articulo con
el epígrafe de La Francia 6 N apolean 111; porque en todo
me refiero á este monarca, como representante de la católica
nacion que rige.


El drama de Italia, cuyo desenlace se aproxima, es de-
bido, como antes he dicho, á la actitud que Napoleon III
tomó en la campaña de Italia de 1859. Réstame añadir
ahora que aun cuando la voluntad de este soberano fuese
hoy la de mejorar la situacion de la Santa Sede haciendo
que las cosas volviesen á su antiguo ser y estado, no podria
conseguirlo, encontrándose impotente hoy para remediar el
mal que ha consentido, y al cual le han conducido los hom- .
bres que en. este asunto le han il'lUltrado con sus consejos.
Sin embargo, ob1igacion tiene de hacerlo si quiere estar en
paz con su -conciencia.


La Revolucion no cede en sus menguados propósitos.
Podrá estar con el arma al brazo entre tanto que otros des-
truyen lo que ella quiere destruir, y podrá permanecer con
la espada al cinto y la tea aprestada en tanto que otros re-
ducen á pavesas lo que ella quiere que desaparezca; pero no
abandonará sus armas ni desistirá de sus proyectos. Mien-
tras los Reyes y los soberanos de la tierra, ocupando el
lugar de la Revolucion, marchen contra lo que ella odia, la
Revolucion guardará silencio; mas cuando los monarcas
señalen un limite á sus obras, entonces se oirán de nuevo
sus rugidos y comenzará la lucha. Así, hace poco tiempo
que se gritaba en Turin: ¡Roma 6 la muerte! Pensó Napo-
leon IlI, y se dijo públicamente en los periódicos, que las




:n
tropas francesas salian de la Ciudad Eterna, y la Revolu-
cion calló; hoy exige el soberano francés el cumplimiento
del convenio franco-italiano, y de nuevo se oye decir: "iÁ
Roma! Quince dias despues de la salida de las tropas fran-
cesas, estaremos en la Ciudad Eterna." Porque es preciso
convencerse: lo que la Revolucion quiere hoy, lo que queria .
a-yer, lo que ha querido siempre, no es Milan, ni Florencia,
ni Palermo, ni N ápoles, ni Venecia. Es Roma, Roma, á la
cual camina por Toscana, Lombardía, Sicilia y las Marcas.
Garibaldi, Fanti, Mazzini, soldados todos de la Revolucion,
quieren esto ~ismo j y al acusar al Pontificado, al citarle
ante el tribunal de la opinion pública, al discutir y exami-
nar sus derechos, lo que pretenden es que por todo el mundo
se grite: "iAfuera el Papa! ¡Viva el imperio italiano (1)!1I
¿Qué importa, pues, que por espacio de varios dias nos
hayan anunciado los periódicos que la Gaceta de FlO1'encia
asegura que el gobierno italiano cumplirá lealmente el tra-
tado franco-italiano del 15 de setiembre de 18641 Pues
qué, e116 de noviembre, ino ha salido de Compiegne con
direccion á Florencia el general Fleury, ayudante de con-
fianza del Emperador, con instrucciones para hacer enten-
der al gabinete de Víctor Manuel la necesidad de ajustarse
en todo á la voluntad cesárea (2) 1 Pues qué, el general
Montebello, ino ha asegurado terminantemente al Cardenal
Antonelli que "siente no suscribir á los deseos del Santo
Padre porque la voluntad del Emperador de los franceses
se lo impide (3)1 11 Pues qué, ino es hoy presidente del
Consejo de ministros en Florencia el célebre Bettino Rica-
soli,que siendo gobernador de Toscana en 1860 arengaba
á las tropas el 4 de marzo con estas palabras: IINuestra
constitucion no puede encontrar otro escollo que su eterno


(1) Gaume: Nue&tra situacion. carta L·, pág. 8.
(2) La Correspondencia de España. núm. 3,.2.21. (Correspon-


dencia de Paris, fecha 16 de noviembre).
(3) La Correspondencia de España. núm. 3,219. (Noticias


'fi\\&\\aS. )




32
Y dem-épito enemigo, el poder temporal de Roma?u Pues
qué, ino rige aun los destinos de la, Italia 'Ui1Ut el Rey que
en 1859 decia á los comisionados de la Emilia que lino
podia aceptar sus votos para la anexion, ya porque era hijo
de la Iglesia, ya porque Pio IX no era un monarca eatran-
jero,1I y luego á los pocos meses unia á sus Estados esa pro-
vincia1 Sí; son los mismos hombres de siempre; los de Spo-
letto y Castelfidardo, "los de la Emilia y Ancona; son, en
fin, los que se han propuesto realizar las terribles predic-
ciones que entre sus tradiciones ~rda y conserva la
Iglesia.


IISegun palabras de los Ap6stoles, dice un autor, llega-
rá un dja en que Satanás, poseido de ira contra Jesucris-
to y Jos cristianos, recobrará el terreno que ha perdido,
afirmará su reino y 10 estenderá á lo lejos. Entonces se pre-
cipitará sobre Roma, dominará en ella, esp'Ulsará al Ro-
mano Pontífice, perseguirá á los verdaderos fieles, y asesi-
nará á los religiosos y sacerdotes (1).11 Y luego, en otro
lugar: IITomada Roma, Satanás vuelve á ser el príncipe
del universo, porque habrá desaparecido el postrer obs-
táculo que se oponía á su poder. Entonces creará un mun-
do, como el antiguo, en el cual se ignore si Jesucristo exis-
te; un mundo en que el poder humano y la soberbia de
los hombres, sin freno ni valla, oprimirán á la Iglesia. .. ;
despues del triunfo, los modernos Césares podrán grabar
sobre sus diademas la divisa de sus predecesores: IMPERA-
TOR ET SUMMUS PONTIFE::l( (2).


"Roma volverá á su esplendor gentil y á su antigua
idolatría. Pagana, despojará al Soberano Pontifice de toda.
libertad, y la ciudad de los Papas se verá de nuevo conver-
tida en la ciudad de los Césares (3).11


No parece sino que el conde de Cavour primero, y des-
pues el baron de Ricasoli, se propusieron dar exacto cumpli-


(1) Gaume:Nuestra situacion, cartaIII, pág. 25.
(2) Id., id., carta" 11, pág. 21.
(3) Id., id., ca.rta m, pág. 25.




;33


l'Ilientoá lo que los Padres de la Iglesia hah prenunciado.
Aquel anunci6 pocos dill.S . ,antes de su repentina muerte


. que "Roma seria la magnifica ca-pit8.1del gran imperio ita-
liano (1);" el segundo ha dicho en mas de una ocasion el
afecto que el poder temporal le merece.'


En preSencia, pues, de estos hombres, en presencia de
la Revolucion engreida con los triunfos que ha obtenido
sin hacer otra cosa que- arrojar unas ·cuantas bombas 'al
aire (2), yo pregunto si se cree que la mano de Napo-
leon III sea bastante fuerte para contener su impetu, y
asentar las cosas en el lugar en .que· se encontraban antes,
p'or mas que, como llevo dicho, tenga el deber de inten-
tarlo.


Pero no es esto todo: el Emperador de los franceses ha
declarado de una manera solemne y pública que "los tra-
tados de Viena están rotos: u obedeciendo sin duda á este
prop6sito, Bolonia, que habia formado parte del napole6-
nico reino italiano, y que fue devuelto á la Santa Sede
por aquellos tratados, ha quedado separado de la autoridad
pontificia (3); pero el condado de Aviñon y el Venesino,


(1) "Nuestra estrena respecto á Roma, dijo ese desgrl\ciado mi-
nistro en laR Cámaras piamontesas, es que llegue á ser la espléndi·
da capital del reino italiano." . .


(2) Se alude aquí al criminal atentado que Orsini y sus cóm-
plices llevaron á cabo, aunque sin fruto, contra la persona de Napo-
leon IlI. .


(3) "L'\ Romanía, dice el vizconde de LaGuéroBniere, es una po·
sesion enteramenulegítima del gobierno pont;!icio; y la insurreccWn
de sus habitantes es, por lo tanto, UNA REBELION CONTRA EL DERE-
CHO L'EGALy contra l08 trata4:08. La Romania, que formaba parte
del reino de Italia bajo el imperio, fue devuelta al Papa definif,i¡¡¡rv.
mente en virtud de los tratados de 1815; y, mientras estos tratados
subsistan, es indudable que el Soberano Pontifice está aut~ para
redamar, como lo ha hecho, la parte de territorio que se ka ,eparadiJ
de su soberanía." (El Papa y el Congreso.)


Cuando el vizconde de La Guéronniere se espresabaasí en 1860,
YSolas Romanías se habian anexionado al cetro tIe Víctor Manuel.
Ahora bien; lo que importa saber es si klstratado~1ie 1815 están ro-
tos de derecho. Segun N apoleon m, esldn rotos;, segan. el Empera-
dor de Rusia, esos tratad08lUbeistirán¡aIt i tMito que las potencias
signatariaS de ellos no se reuuan·,.tomen mroli.cmerdo qtte innlide
el anterior. Ademas,-falta I18berlo que sob1'6este punto. opinan. las


3




34
que:poclos mismos tratados se unieron á la Francia, á pe-'
S8ll' ,de las protestas del' Ca.rdenal Consalvi, no se han de-
wélto aun á su antiguo señor, como' parecia exigirlo la
equidad. Pues bien; por este msgo puede juzgarse, si es
posible, saber lo que pretende en cuestion tan ardua quien
se titula el protector del Soberano Pontífice. Este hecho"
y ,el consentimiento que á los males causados á la Santa
Sede Se ha prestado por el antiguo huésped de los Papas,
p~eden ilustrar ahora á los hombres pensadores acerca del
móvil que guió en 1849 al presidente ,de la república fran-
cesa para que 'se presentase ante' los 'muros de Roma la
espedicion qU.e ech6 por el suelo la ridícula república rQ~
mana. Es verdad que la carta dirigida á Edgardo Ney ya
indicaba mucho de lo que hoy se conoce y acontece.


, Lo digo Y lo repito; Napoleon es impotente hoy para
remediar el mal que ha consentido. Porque, ¿qué sucederia
si el Emperador de ·los franceses intentase reprimir los de-
seos que la Revolucionproclama y manifiesta1 Meditemos
un poco sobre esto, y pronto nos convenceremos de lo mu-
cho que tendriaque sentir el soberano francés el dia que
tal proyectase.


demaapotenmas que en los citadns tratados tomaron parte; porque ..
como Be comprende muy bien, no basta que el Emperador Napa-
leon quiera una. cosa, para que aquello lo quiera tambien la Europa.


Pero, sea como se&t,ai los tratados de 1815 están rotos, como á. la
faz de Europa lo ha proclamado el Emperador de los franceses, se le
deben devolver Á. la Santa Sedé el territorio Venesino y el condado
de Aviiíon, que fueron entonces segregados de los dominios pontifi-
ciosen provecho de]a Francia, aparte de 1M mismas Romanías, que
desde el siglo XVII pertenecen á. la Sa.nta Sede, no por derecho de
cenquista, sino por la voluntad espresa de sus habitantes, que en la.
monarquía. de los Sumos Pontífices buscaron un abrigo contra 1M
tempestades que originó entre ellos el sistema republicano, y contra.
las desgracÍJts y calamida.des en que se vieron sumidos, mientras se
gobernaron por la república. Y si 101 tratados referidos no están ra-
tos, como lo asegura el Czar Alejandro, y acaso lo piensan la mayor
parte de las potencias europeas, debe cumplirse entonces un deber
que el derecho legal, y 108 trat«dos reclaman, segun M. de La Guéron-
niere,devolviendo á la Santa blede:.el territorio integro de .las Lega.-
ciones, mas tambien 1M Marcas y la U nibria, que á la Silla; de San,
Pedro fueron garantizadM en aquellos tratados por la Europa, re·
presentada en Viena de un modo tan formal como le(itimo. .




35
. Cuando Napoleon caminaba por el sendero que tantos


apláusos le conquist6 al subir al trono, y francamente iba.
á su objeto, que no era otro que estirpar de su pueblo el
gérmen revolucionario, infiltrado en él por, la república del
año 48, se present6 un hombre, arrojó unas bombas bajo el
coche imperial, estallaron ... , y la Providencia salvó al sobe-
rano francés. El criminal fue preso y condenado á muerte.
Momentos antes de ir al suplicio quiso hablar á Napo-
leon IU, que descendi6 de su solio para prestarse á este
deseo de un reo de muerte. iQué escuch6 Napoleon? Se ig-
nora; pero al testamento de Orsini se atribuye por todos
una influencia fatal en los asuntos de Italia y de la Iglesia.


Ahora bien; Napoleon se ve amenazado hoy, no solo por
enemigos estraños, sino tambien por adversarios domésti-
cos. Entre los suyos, en su propia familia, hay quien sueña
con 'un trono levantado en hombros de la demagogia; hay
quien le resiste y se reserva el papel rojo, que tan ridículo
es en los que se titulan príncipes; Yiquién sabe? acaso el
temor de perder la vida sin dejar realizados sus proyectos;
acaso el temor de que la Revolucion se desborde; tal vez el
recelo de que se desmorone su obra, si ponen manos en ella
una mujer y un niño; tal vez, en fin, el ruan de eonciliarlo
todo, guien á Napoleon lIr en su conducta; pero lo ciérto
es que, sin satisfacer mas que á la Revolucion, que nunca
le perdonará el 2 de diciembre, ha permitido males que,
disgustando á sus antiguos y mas fieles amigos, le han
creado una posicion escepcional, en la eualse encuentra
inhábil para remediar el daño hecho.


Muchos opinan que el destierro de .A. viñon ftieun gran
bien para Roma. y para la. Iglesia, por lo que aquella fue
castigada y esta se purificó; yo, sin embargo, eómpréndo
que, aparte de lo providencial que en el suceso hubo, el
destierro de Aviñon fue un ensayo francés que Napoleon I
intentó repetir p¿r su desgracia. Felipe el Hermoso creyó
que la Santa Sede seria el patrimonio de la. Francia, rete-
niéndola en dominios inmediatos á los suyos, y solo logró




36
que el mundo se convenciese de que el Pontiíicado no puede
estar jamás cautivo; y mientras este Rey creia que tenien-
do en su poder al Papa era dueño de la Santa Sede, un
animal inmundo:hizo caer su caballo, yel terrible monarca
qued6 muerto. Algunos años despues dos débiles mujeres
llevaron al Papa á Roma; pero esas mujeres fueron Santa
Brigida y Santa Catalina de Sena.


Por mas que los Papas tuviesen entonces, como hoy,
justos motivos de queja contra Italia, jamás se olvidaron
de ella; gobernaron la Iglesia como siempre; sostuvieron la
doctrina sin el menor detrimento, y tuvieron el consu~lo
de ver que Dios suscitaba Santos. Hoy, cuando ya se pro-
yecta que el Papa pase á Jerusalen, ya que Roma sea una
ciudad municipal y libre, 6 ya, en fin, se pretende armoni-
zar la independencia de la Santa Sede con los deseos de la
Revolucion, parece que estamos en igual caso. Entonces, sin
otro auxilio que el del cielo, se lialv6 el Pontificado, y el
Papa volvi6 á Roma, encontrándola en un estado parecido
al en que Totila la abandon6; mas los espíritus estaban des-
impresionados, Rienzi habia muerto, y en todos los cora-
zones se albergaba el deseo de ver renacer la Roma cristia-
na. Nicolás V hizo mucho; pero ¡,quién remedi6 el mal cau-
sado por Felipe el Hermoso y por los suyos? El remedio no
vino entonces de Francia, ya lo he dicho; dos mujeres fue-
ron las que volvieron· á la Ciudad Eterna su esplendor con
la Silla de San Pedro, cautiva en Aviñon sesenta años.


Esto mismo habrá de suceder hoy. Yo quiero suponer
que Napoleon III abrigue el buen deseo de otorgar á la
Santa Sede una eficaz proteccion; yo concedo que el Em-
perador de los franceses abrigue la voluntad de restaurar
al Pontificado en la posesion de lo que de derecho es suyo;
no obstante, reputo que son escasas sus fuerzas, y estimo
que el César francés es impotente para realizar este deseo.


Ha dicho un ilustre escritor (1) que los Papas tienen


(1) Luis VeuilIot: Biografia del Papa Pío '/ X.




37
en el mundo por mision el hacer imposibles. Yo creo que
Dios, como dice otro sabio (1), consuma diariamente' mi-
lagros en pro de la Santa Sede, á fin de que en tiempo al-
guno se atribuya á los hombres la gloria debida al Dios
que sabe lIescoger las cosas mas humildes y pequeñas para
destruir á los fuertes y soberbios (2).11


IV.


Víctor Manuel 11.


Todas las cosas humanas tienen su fin y llegan al des-
enlace que Dios les tiene marcado; pero hay algunas que se
creen los hombres impulsar, cuando en realidad es Dios
quien las mueve y las impulsa.


En las revoluciones es donde mas se observa este últi-
nio carácter dé la soberbia humana, que se juzga omnipo-
tente en nuestros dias, y para nada cuenta con la Providen~
cia, que, al par que tiene señalado su puesto á cada uno, á
.cada uno tambien ha designado los dias de su existencia.
As1, hoy se dice: "Víctor Manuel ha regenerado la Ita-
lia (3),11 y no se observa que Pio IX está regenerando al
mundo, y que Victor Manuel es solo un instrumento de
que Dios se vale para realizar la regeneracion universal.


En 1848, Odilon-Barrot, en Francia, iba á la reforma, y
se encontró con la república; Cárlos A.lberto, en Italia, iba
á Milan, y se quedó en Novara; mientras que Manin, que


(1) AuO'usto Nicolás: Estudíosfilosófícos sobre el CristianismO.
(2) Et ignobilia mundi el contemptihilia ~legit ])eU8, et ea· qut.e'


non aunt, ut ea qua! sunt destrueret. (Epist. 1 de San Pabi\) & los co-
rintios, cap. 1, v. 28.)


(3) El 28 de mayo de 1855 se espresaba el Times de este modo
sobre los asuntos del Piamonte: "Llega undia en lahiBtoria de Jos
pueblos en que estos deben ocuparse de la. tiranía eclesiástica que
sobre ellos pesa, so pena de ver paralizado el manantial de toda ac-
cion política .•. Sea cualqUiera el destino 'que esté teservadoá la Oer-
deña., es lo cierto qne M.ee muy bien en sacudir el yugo, ya que es po-
sible, y en librarse de la servidumbre en que yace respecto de Roma.




38
en Venecia iba á la república, se halló con el imperio nue~
vamente.


Hoy puede asegurarse que Víctor Manuel va por su
propia 6 por la ajena voluntad á Roma, y, sin embargo, á
los protestantes que. tal desean, á los católicos 8inceros que
tal ambicionan, y á los revolucionarios que le empujan, á
todos, en fin, se les puede decir: Ii N o os apresureis, PORQUE
VícrOR MANUEL NO REINARÁ. EN ROMA.JI


Si se me pregunta en qué fundo mi creencia, acaso no
pueda dar una respuesta brillante; una de esas respuestas
que tan pronto y con tanto lucimiento y habilidad podria
dar un peri6dico cualquiera; pero no por eso dejaré de creer
que Víctor Manuel no llegará á Roma, por mas que desee
una solucion á este conflicto romano, la cual sea favorable
para él, y tenga, no obstante, el don de hacer callar á la
Santa Sede, obligándola á resignarse ante su total ruina
temporal. Pero esto no lo logrará Victor Manuel; S. M.
italiana, antes y despues de su promocion á la soberanía
de Italia, ha conocido mp.y bien y de un modo muy directo
y personal todo el vigor de las negativas de Pío IX. Ade~
mas, los mismos que han inventado el derecho nuevo, de~
muestran que no le reputan como título bastante para con-
servar lo que se adquiere mal, y por eso se agitan y re-
vuelven, á fin de que, 6 el Papa consagre el despojo de que
ha sido víctima y el que le amenaza aun, 6 se preste á tras-
ladar su Sede á cualquier otro punto, donde su severa au-
toridad no sea un estorbo á las injusticias de los hombres.
Sin embargo, el Papa ha dicho: Non p088umus, una y otra.


La Cerdeña repre.~enta en Italia un principio que está en oposicWn
completa con el I.(ue represmta Roma. La Cardaña representa tacausa
~l progreso naC'tonal, de un movimientoq1le con el tiempo produ-
c¡,rá sus frutos. 11


Téngase en cuenta ~ue esto lIe escribía hace once años, pronosti-
cándose ya entonces á Cerdeña. los frutos que cogería de su oposicion
á Roma.


El Daily-News decia tambien el 20 de junio de 1856: "En el
mapa político de Italia no hay mas que un solo lugar privilegiado: el
reino subalpino."




39
vez; el' Papa se niega á fijar su residencia en otra parte que
no sea Roma, y tampoco accedO' á santificar con su ,&pl'O~
hacían las anexiones. Hay" pues, ,que pensar en una S'Olu~
cion que, dado el papel que en semejante asunto se ha re-
servado el soberano sardo, sin duda que es á él á quien mas
urge encontrarla. Pero ila hallará? y hallada, ¿será realiza~
ble? y siéndolo, ipodrá. ponerse en ejecucion ... 1


Es tanto lo que la Revolucion, á cuyo frente se veObli-
gado á marchar en Italia, á pesar de su corona, el Rey Víc-
tor Manuel, ha aguzado su ingenio, que nada tiene de es--
traño que, cuando ella no ha encontrado una solucion á su
placer, tampoco la encuentre el soberano citado. Se pens6
primero, y hace ya tiempo, en dar al Papa á J erusalen por
Roma, la Siria por los Estados-Pontificios (1). Alli al me-
nos no seria tan fácil que, impuesto en las miserias que
nuestra Europa oculta, fuese el molesto censor de los Reyes
y IQS pueblos; allipodria, por su contacto con Constanti-
nopla y la Turquía, convertir al Catolicismo á todos esos
hijos de Mahoma, por cuya eterna salvacion tanto se inti'l-
resa la demagogia moderna; alli, en fin, no era tan fácil el
acceso de los Obispos y los fieles á ,su Padre, y por tanto se
lespodria oprimir -sin que el acento dolorido del anciano
Padre viniese á arrancar llanto á los ojos de la Europa..
Luego, cuando ya el Papa hubiera civilizado la Siria y la
Judea, y las hubiera renovado, como sus antecesores han
renovado y salvado la Ciudad Eterna, se pensaria en con-
ducirle á otro punto, donde fuese necesaria su mision, y su
presencia no estorbase á sus súbditos el que disfrutasen de
todas las ventajas que la civilizacion ofrece. ¡Los pobres
negros de Sierra-Leona agradecerian por cierto que el Papa
residiese entre ellos! i Por desgracia el Santo Padre no
quiso acceder á tan brillante proposicion! Pero, por fortuna


(1) La. primera vez que se habló de esto, fne en 1856; es decir,
poco tiempo antes de que priflcipiase la guerra contra la Santa
Sede.




40:
delm,undo; ~e vi6' entonces que, no el ititeres del Catoli-
cismo, no el cslopor la salvacion de las almas, no el afan
de. proteger el sepulcrodel.Hijo,de Dios, que la impiedad
destruye y la .herejia 'contamina, no, en fin, el ansia de
hacer que fuese J erusalen de los cristianos, sino el deseo de
relegar al Pontificado á un . estremo. de EU1.'opa, fue lo que
movi6 á los autores de tan pobre plan.


J erusalen, pues, está eliminado de los proyectos del
dia. Si el mundo permaneciese impasible, acaso se condu-
ciria á Pio IX tí, la ciudad de. David, como otros anteceso-
res suyos fueron. conducidos aLPQnto yal Quersoneso j pero
el. mundo se inquietaría, y los .tiranosrodarian por el polvo ...


, Ybienj ahí tenemos á Malta, antigua fortaleza de una
~i¡6lica y religiosa Orden hospitalar~a. (1) ...


Confieso, en verdad, que sin pensar ,en ello se me ha
ocurrido la idea. de Malta j pero en, este momento me asll¡];-
taI¡l. porcion de ideas,: vienen á mi memoria: recuerQos ~ue
no tenia prese:p.tes ~ y comprendo que es preciso meditar un
poco sobre esa hospitalidad que, segun nos dicen diaria-
mente Jos peri6dicos, ofrece eIl; Malta la Inglaterra, COD in-
sistencia suma, aL Soberano Pontifice.


Ya se ha visto lo que acerca de Cerdeña decian hace
alguno tie~po los órganos mas a.utori~os del periodismo
británico, y no habrá nadie. qUe olyide que Inglaterra es
protestante. .J\.hora bien ; y~ no creo que los ofrecimientos
de Inglaterra al SantQ,Pad¡;e sean desinteresados yespon-
táneos; yo no creo que ~n~n parte en las ofertas de
:Mr. Oddo Russclllas creencias católicas de muchos súbditos
ingleses ni la agitacion de Irlanda, no. Yo creo, yo veo en
este momento otro plan mas vasto, que denuncio á mis her-
man.os; yo veo otros proyectos, que Dios haga que solo es-
tén presentes en mi imaginacion; de todos modos, hé aqui
lo que veo.


(1)' Sabida es lainsÍstencia con que un día y otro día se insta
al Santo Padre por Inglaterra para que, abandonando á. Roma, ee
traslade á. Malta.




41:
, ;Sll.p6:n.gáse·:que déSj:mes de salir'los franceses de Roma.


el 15 de diciembre, como así ha sucedido, ó algunos meses:
mas tarde, se busca un pretesto cualquiera, uno de los que
el lobo de la fábula halló para devorar alcoÍ'dero que bebia;
agua con él, y, fundados en una causa cualquiera, los ejér-
citos 'de Victor Manuel ó los soldados de la Revolucion, ca-
pitaneados por el héroe de Marsala, como se. vió en Nápo-
les; se precipitan sobre los Estados de la Iglesia. Suponga-
mos, porque todo es suposicion, que al ver desencadenadas'
las pasiones y al encontrarse amenazado y sin libertad el
Santo Padre, obligado por la cortesía de InglatelTa, tierna
amiga que se desvive por la Santa Sede, sale Pio IX de
Roma y acepta la hospitalid-ad' inglesa en Malta, en donde
los católicos no pueden temer que rnngun soberano influya.
ó pretenda influir en las resoluciones pontificias, toda vez
que en la Isla no existe soberano alguno. Supongamos aun
que la corte dél Rey de Italia se traslada á Roma, procla-
maildo desde el Capitolio que los Papas han dejado de reinar
en Roma; supongamos que realizando los planes, derroca-
dos en' 1815, del primer Napoleon, se desmembra del
reino de Italia territorio bastante para formar una monar-
quía, v. gr., las Legaciones, la Umbría, el Lombardo, Mó'"
dena y Toscana, con ·la cual se pueda dar por . satisfecho el
príncipe Napoleon, que es al fin yerno del Rey Víctor Ma-
nuel; ya indemnizado de esta pérdida <ion la posesion de
Roma'; supongamos que sustituidos con esta monárquia los
antiguos reinos de Italia y de Etruria, se da á los ingleses
la Sicilia, que tanto parecen codiciar hace ya tiempo, y;
concluyamos por suponer que se quita entonces á los ingle...
ses; ya indemnizados con Sicilia, la isla de Malta, que se
declara Isla libre y Patrimonio pontificio.;. Hay quien opina
que el Austria callaria á·trueque de compensaciones de no
escaso valor, y quien intenta suponer que Eápaña, mi no-
ble España, venderia su silencio por elPeñon de Gibraltar;
pero los que tal imaginan desconocen la mision del Austria
é insultan la altivez castellana dando cabida en sus cere-




42
broa á. tan mezquinas ideas. Tranquilicense todos; Pió IX
no piensa salir de la Ciudad Eterna en tanto que no se vea
obligado á ello;.y aunque los periódicos se atrevan diaria-
mente á decir al Santo Padre lo que debe hacer, será lo que
deba ser.
~Os acordais de 18461 Eutonces, como ahora,. condena-


ban muchos á Pio IX sin esperar al fin, y le argüian de te-
merario, como sucede hoy, en su empresa, que á. muchos
pareci6 colosal Sin embargo, Pio IX proM entonces al
mundo cuánta era su prudencia y su sabiduría, desenmas-
caro á la Revolucion, y esta sucumbió por fin entre los sil-
bidos d~ toda Europa, y entre les risotadaB del mundo.
Pues bieuj.esperemos aun. MuchaB máscaraB hay aunen el
universo, y Dios sabe si tardarán mucho en rodar por tier-
ra, quedando al descubierto, entre la burla universal, los
que hoy se cubren con ellas. Pio IX tiene fuerzas suficien-
tes para. vencer á la Revolucion interior, si acaBó 083 le-
va.ntar su repugnante cabeza;. en cuanto al esterior... dejad
correr el tiempo; la raposa no sabe que la paloma tiene
alas, y asi es que aun cuando encuentre medios de sor-
prenderla, jamás logra realizar sus malvados propósitos.
La paloma vuela, y la. raposa queda. burlada.


De este modo, yo estoy bien seguro de . que por mas
tormento que Víctor Manuel dé á su imaginacion, no en-
contrará una solucion al conflicto en que se ve; y si en-
cuentra alguna, esta no se realizará. Es verdad que la Re-
volucion le empuja, porque quiere á Roma á toda costa; es
cierto que su amor propio, el amor propio que perdió á su
padre, le lleva á. donde no debe ir; es indudable que los
hombres de mas talla política de Italia solo aspiran hoy,
que ya han conseguido la posesion de Venecia, á coronar
su obra con la posesion de Roma; pero iqué importa1 La
paloma volará y la raposa quedará burlada; pero precisa-
mente esto es lo que no quiere la RevolucÍon en Italia. .


Lo que por todos se anhela es una solucion estable;
una solucion que ofrezca condiciones de estabilidad para




43
lo futuro, y que no derroque la actitud quetiomenlos cató·
licos ó pueda tomar la EUl'opa. Así, pues, contra los deseoo
de Víctor Manuel y'~ontra su propia. voluntad, no se pre-
senta solucion alguna que puedil. ofrecer la. seguridad del
asentimiento de la Santa Sede, 6, por lo menos, el respeto
que en el siglo XIX setiene á los hechos consumados.


Se teme, y se teme con fundamento, que Pio IX y sus
sucesores continúen diciendo como hasta aquí: Non licet;
se teme, y se teme conrazon, que cada vez que á la Santa
Sede se pida una palabra de complicidad en lo hecho, ya
que no una formal aprobacion, la Santa Sede conteste
como siempre: Non p088umU8. Pues bien: un medio hay
para evitar todo eso; uno solo; pero uno solo que, aun cuando
Victor Manuel quisiera, no podria llevarlo á cabo, aunque,
como se anuncia ya hace dias, abdicase en su sucesor, y,
como dicen los periódicos hace tiempo, se retirase Ricasoli
del gobierno de Italia y entrase á ocupar su puesto el
hombre de confianza de Napoleon IlI, el conocido Ratazzi.
Ese medio es devolver á la Santa Sede cuanto se la ha
desmembrado; ese medio es impetrar la absolucion de las
censuras en que están incursos los que tal desmembracion
han consumado ó aconsejado, y despues vivir en buena
amistad con la Santa Sede, que siempre está dispuesta á
perdonar.


Pero he dicho que eso no lo puede Víctor Manuel, haga
lo que haga con tal fin, y voy á demostrarlo.


Cuando en 1849 Cárlos Alberto, impulsado por los mis-
mos hombres que hoy empujan á su hijo, emprendió su
segunda campaña contra el Austria, despues de la primera,
en que la suerte de 188 armas fue tan próspera para' el· mo-
narca sardo, y fue derrotado en Custozza y entró en Milan
fugitivo y fue vencido en N ovara, la Re.volucion) que tanto
le habia vitoreado; la Revolucion, que le llevó á aquel
campo de batalla, en que todos' Sus laureles del año anterior
se marchitaron, maldijo á aquel Rey, se separó de él y le
dejó entrega.do á sus propios remordimientos, no dignán-




44
dose cesar.en.sus insultos ni aun cuando vi6 á su antiguo
protegido caminar sin corona en direceion á Oporto á bus-
car una sepultura en tierra estraña. De la misma manera,
si Victor Manuel n, si· Humberto l, 6 cualquiera otro so-
berano, burlase las esperanzas de la Revolucion, despues de
estar .con ella en intimo consorcio, no solo renunciando á
Roma, lo qué ya seria mucho, sino devolviendo á la Santa
Sede lo que á la. Santa Sede pertenece de derecho, estoy
ciedo de ello, la corona y la cabeza de ese Rey rodarían
por el polvo entre las maldicionés de los que, segun confe-
sion del Rey Victor Manuel, le obligan á recorrer lapen-
diente en. que hoy se encuentra colocado.


y no se diga que la actitud de Europa seria bastante á
contener losimpetusde la Revolucion, porque ya hemos
visto de lo que han servido los protocolos de Viena, los
acuerdos de la Santa Alianza y los ejércitos de las potencias
que se llaman á sí propias conservado'l'as. ·La Revolucion
de este modo se precipitaría, produciendo horrores que no
son para calculados; y esto es preciso evitarlo á todo tranCé,
comenzando por arrojarla de las fortalezas en que se ha en-
castillado, para desde ellas combatir al mundo.


V.


La Europa.


Es de todo punto incuestionable que, aparte de la vo-
luntad de Dios y de lo que en sus juicios esté resuélto, el
único medio de que se hiciese justicia pronta á. lo que el
derecho y la razon exigen, ·sin trastornos, sin convulsiones
y sin temor alguno, era el de que la Eutopa toda adoptase
de consu~o unaresolucion enérgica sobre Italia y sobre el
mundo, y comO en 1823, y mejor aun, diese el último golpe
á la Revolucion. Falta empero saber: primero, si la Revo-
lucionpuede ser herida de muerte, hoy por hoy; segundo,




45
si la Europa lo querrá, y despues si, queriéndolo; podria
verificarlo.


La Revolución hoy no es, ante todo, la rebelion armada
que se domina á cañonazos; la Revolucion está en la edu-
ca,cion, en las ideas, en la política y en la marcha de todos
los gobiernos europeos y de todas las naciones. Ya no tiene
este ó el otro nombre, ya no invade estaÓ la otra clase
social; su nombre hoyes legion, como dice muy bien un
sabio escritor (1), y sus súbditos, amigos y afiliados perte-
necen á todas las clases ,de la sociedad.


Para convencerse de esta verdad no hay mas' que con-
siderar, siquiera rápidamente, el espectáculo que la Europa
ofrece; yal ver, como dice Gaume, lIá los pueblos jugar con
las coronas de los Reyes, como los niños con los bolos;' al
ver cómo en setenta años han caido CINCUENTA Y OCHO
tronos, y VEINTICUATRO dinastías' vagan á pie por los ca-
minos de Europa; al ver VEINTICINCO Constituciones acla-
madas y juradas, y luego pisoteadas; al ver cómo se suCe-
den en un mismo pueblo las formas de gobierno mas
opuestas, como los trajes 'de arlequin en las espaldas del
histrion; al ver apurados, inquietos y vacilantes en sus tro-
nos á cuantos aun se llaman Príncipes, Reyes y Empera-
dores,1I yo quiero que se me diga IIsi no puede compararse
Europa á una tabla apolillada, que el menor golpe puede
reducir á polvo (2).11


Si en Europa hubiese todavia algun lazo que uniese á
las naciones; si hubiese el vinculo de la autoridad que en-
lazase á los gobiernos entre sí, 6 el de las creencias, que hi-
ciese á los pueblos unos en todo y para todo, aun podria
abrigarse alguna esperanza; pero nada menos, que eso.
Mientras en unos paises se proclama la soberania nacional
como el dogma fundamental de su Constitucion (3), en


(1) Gaume: Nuestra 8ituacion, carta 1, pág. 9.
(2) Id., id., carta XIV, pág. 141.
(3) En la mayor parte. .




46
otJ:os, muy pocos (1), se sostiene el principio salvador de-
la autoridad y del derecho divinos; yen tanto que las tres
cuartas partes de Europa son infieles, heréticas, racionalis-
tas 6 impias, una sola parte conserva sus creencias, que .en
verdad no merecen gran proteccion ni cuidado á sus go-
biernos.


Rusia tiene grandes elementos de vida. Conserva sus
tradiciones, conserva su autoridad, .es fuerte, rebosa vida,
dispone de un tesoro inagotable y ·de un ejército tan va-
liente como numeroso y nel; pero esCÍ8'lnátiea, y su perse-
cueion al. Catolicismo en Polonia. le ha enajenado las .sim-
patiM delos cat6licos, quenunO& se agruparían en torno al
perseguidor de la nacion· de San Estanislao. Prusia defien-
de· BU autoridad contra el radiealismo, se burla de este, y
llena de vigor, aunque gobernada por un monarca anciano,
sostiene su dignidad, 'Y hace que su voz se escuche por el
mundo; pero es p7'otestante, y nunca. ha.brá tra.~accion po-
sible entre aqu.ellos y los católicos, en tanto que la Reforma
no doble su cerviz soberbia ante la autoridad de· Roma.
Inglaterra se encuentra en el mismo caso respecto á sus
creeneias, aunque no respecto á sus condiciones de existen.-
cia.; se ve -agitada en el interior por los reformistas; y con-
movida en el esterior por los fenw.n8; siente agitarse sus
entrañas á impulsos del socialismo, que cunde, de los po-
bres, que se aumentan, y de su Iglesia oficial, que se des-
,morona. No hay, pues, que pensar en Inglatena¡ porque,
sem~jante á los gladiadores de la antigüedad, que siempre
pro~uraban caer sobre la arena al par que su contrario, así
Inglaterra desea que las demas naciones participen de su
agitooion, para que, si ella cae, todas caigan á la par.


Inglaterra representa en Europa el. principio de diso-
lucíon de las antiguas soCiedades y doctrinas, por cuya
consecucÍon há tres siglos que trabaja. Á pesar de todo y
quizás á causa de esto mismo, ¡cosa rarar nadie la ama,


(1) Rusia. Prusia. y acaso el Austria.




47
nadie abriga simpatías Mcia ella., y hasta. los mismos revo-
lucionarios, que en gran parte la deben sus triunfos, la.
miran con prevencion.


El Austria declina por momentos. Desde principios del
siglo actual lleva sufridos gol p.e s muy rudos, y hoy se ve
inqui~ en presencia de la fermentacion que cunde en
H~i1I'ia. Su catolicismo, su valor y su glorioso pasado po-
drían salvarla aun y ayudar á la salvacion de Europa; pero
sus mas distinguidos homb:t:es de Estado son en gran parte
escépticos ó eclécticos, y se encuentra sola. i Qué ha de
haced Hoy está vencida; vencida en Alemania por la im-
pericia, ya que no por la defeccion de sus aliados; vencida
en Italia por la impericia. de sus propios hombres. ¡ Si al
Austria se uniese España! Pero España tiene que atender
á si propia, y há menester de reposo para ver de cicatrizar
un tanto las heridas que ha sufrido. A pesar de tod~, me
atrevo á Iilecirlo, España,con sus Reyes y con su gobierno,
están. prontos á luchar por la buena causa y á defenderla
justicia. La gloriosa espada de Santiago no vacilaria en
relucir al aire, y sus leones se alegrarían de sacudir sus
melenas, lanzándose á tan santa. empresa.


Portugal, reducido hoy á ser ,una factoría inglesa; se
encuentm casi en el mismo estado, si no se encuentra poor,
porque los lazos de la familia (1) tienen sujeto al sobe-
rano, mientras que los vínculos del interes le retienen en
los brazos de los mismos adeptos de la Revolucion. La Bél-
gica y la Holanda, católica una y protestante la otra, ¿qué
pueden, ó qué son? Como Sajonia, sombra hoy de una mo-
narquía, icuál es su papel en Europa? ¡Ay! Han escuchado
la voz que por todo el mundo ha dicho: IIEsprecisoconsti ..
tuir grandes naciones haciendo desaparecer á las pequeñas; 11
han visto cómo se ha realizado esto en Italia y Alemania,
y temen, con razon, que, en virtud del derecho del mas


(1) Se recordará que el Rey D. 'Luis de Portugal contrajo ma-
trimonio con la princesa Pi~ hija de Victor Manuel.




48
fuerte, llegue· un dia; acaso no lejano, en que deSapareicari.
del mapa~


Restan en Europa Francia é Italia; pero haciendo abs-
traccion de esta, contra la c1l'aldebia coaligarse la Europa
para librarl~ del espíritu revolucionario que se ha posesió.
nado de ella , échese una, ojeada sobre la Francia, en otro
tiempo báculo de los Pontífices y espada del Cristianismo.
Mas sobre esto nada mejor puedo hacer que copiar lo que
dice un escritor francés: uEn vano se intenta la regenera-
cÍon de Francia. Hay en: nuestra patria una sociedad per'-
versa que está impregnada de las doctrina8 de la sociedad
moderna, y·que puede decir como los cristianos·del segun-
do siglo, aunque en sentido bien diferente: "De ayer somos
"y lo llenamos todo; vuestras ciudades, vuestras fortalezas,
flvuestras colonias, vuestras villas, vuestros municipios,
"vuestros campos, vuestras tribus,el Palacio, el Senado y
"el foro; solo os dejamos libres vuestros templos.u Y, entre
tanto, esta sociedad sorda, ciega·y materialista, se hunde
mas y mas cada dia en el abismo del mal (1)."


Sí, diré con el mismo autor; "Ja noche ha invadido á
la Europa; y para que lo creais, no aduciré mas que una
prueba. Entáblase contra el Pontificado una causa sin ejem-
plo y sin nombre en la historia, y naciones que se dicen
hijas de la Iglesia atacan en público á su Madre, y, des-
pues de acusarla, piden que se la despoje. La Europa en-
tera ha tomado parte en los debates en pro 6 en contra ... ;
unos dicen: "bien hecho está;" otros: "es un hecho con-
sumado;" algunos: "es un parricidio (2)." ¡Pero no hay
que estrañarlo! Hace cuatro siglos, Iren la época de Ma-
quiavelo, la Iglesia era el mayor propietario de Europa, y
nohabia propiedad mas sagrada que la suya. Con la polí-
tica cesárea, restaurada por Maquiavelo y su escuela, todo
cambia; y predicada esta doctrina por el luteranismo, apli-


(1) Gaume: ¿Á dónde vamos á pararl pá~. 99.
(2) Id.: Nuestra sítuacion, carta I, pág. 7.




49
cada por todo8 los gobiernos, el despojo de la Iglesia. .. , ó,
como se dice hace pocos años, la anexion, invade con rapi-
dez la Prusia, la Suecia, Holanda y Dinamarca. Pasa lue-
go á Inglaterra, y allí, como en los demas paises, se consu-
ma la desamortizacion derramando torrentes de sangre
ilustre y fiel... El despojo se propaga á los Estados católi-
cos. José JI pasa su vida despojando á la Iglesia; la Fran-
cia sigue sus huellas; Portugal, España y hasta Italia las
imitan ... Luego lo que hoy se practica y se maquina contra
Roma, no es mas que el complemento de un sacrilego aten-
tado empezado hace cuatro siglos y con8umado por la Eu-
ropa entera (1).


IIl!irad al Oriente: iqué veis? En Cochinchina, quinien-
tos mil católicos acosados como fieras, y entregados á todO!!
los horrores del hambre, de las cárceles y,de los tormentbS.
En Siria, una verdadera matanza de cristianos, un degüe-
llo que por el número de las víctimas, por el refinamiento
de la crueldad y por la duracion y la tenacidad del ester-
minio, se distingue de todos los demas.


"Fijad vuestras miradas en el Occidente: ¡qué espec-
táculo! El reino del mal estendiéndose con rapidez inaudita;
un mundo que se llama cristiano sublevado contra Dios
y contra su Cristo, vomitando contra ellos, en todos los to-
nos y en todas las lenguas, el insulto y la blasfemia; ha-
ciendo igual escarnio de su autoridad que de sus promesas
y de sus amenazas. Toda una familia de pueblos bautiza-
dos calumniando á la mejor de las madres; prodigándola
ultrajes, despojándola, espulsándola de su postrer asilo y
'haciéndola una, guerra, mas cruda que la que nacen al tur-
co, asesino de sus hermanos.


"Los principios mas sagrados de derecho público, holla-
dos con un cinismo hasta ahora sin ejemplo; la libertad
humana, precio de la sangre diViDa, vendida y cruci ficada,
la propiedad y la familia conmovidas en sus bases; la hi-.


,


(1) Gaume: Nuestra 8ituacion, carta IT, pág. 43.
4




50
pocresía de Judas, la debilidad de Pilatos, la felonía bajo
todos los nombres, el robo, la violencia, el trastorno de to-
das las cosas divinas y humanas, erigidos en derechos y
hasta en obligaciones; y dominándolo todo la ingratitud y
la insensibilidad de los culpables. Hé aquí una parte del
cuadro.


,,¡Ved al otro lado á ese Anciano, menos venerable por
sus canas qne por su dignidad suprema y por su angélica
mansedumbre, humillado y despreciado! ¡Al Rey mas legí-
timo entre todos, que ha pasado haciendo bien, acusado de
ser un malhechor! ¡Al Pontífice Santo, que no ha cesado de
amar, de orar y de bendecir, reservado para el cautiverio ó
la muerte! ¡Al representante de la libertad del mundo con-
"denado como un tirano! ¡Al Padre que llora y que en vano
pide á aquellos que se llaman sus hijos, si no consuelos
iguales á sus aflicciones, á lo menos la limosna de un auxi-
lio eficaz en su suprema angustia, sin que ninguna voz po-
derosa conteste á la suya, viéndose obligado á esclamar:
IIHe alimentado y educado hijos, y ellos me han despre-
IIciado (1)1!1I


.. Pero lo mas alarmante es la actitud de las naciones en
presencia de tales atentados. La Europa está minada, de-
vastada por un puebto de bárbaros; y entre los Reyes, unos
apláuden y otros permanecen con la espada al cinto. En
vano el oráculo de la verdad, el Sumo Pontífice, se afana
en gritar que lila Revolucion se dirige contra todos los tro-
linos; que la sociedad marcha al comunismo, es decir, á los
lIúltimos limites del des6rden y del infortunio (2).11 Los
sordos no oyen, los ciegos no ven. La Europa oficial se
irrita ó se sonrie, y los hornbres de bien repiten que el
triunfo de la Revolucion es Imposible (3).11


(1) Gaume: Nuestra 8ituacion. carta VI, pág. 55.
(2) Pronum est intellig~re, quantum unícuique (Jubernío dú·


crimen in dies comparetur, et quanta in universam civílem societatem
redundet pernicies, cUm itafatalicommunismoaditus aperíatur. (Alo-
cucion de 28 de setiembre de 1860.).


(3) Gaume: Nuestra 8ituacion, carta tx, pág. 83.




51
Pues bien; ¡mirad, mirad! Subid hasta los gobiernos,


descifrad las notas de los diplomáticos, oid las conversacio-
nes de los generales, penetrad en los talleres, id á los cam-
pos, llegad á las escuelas, preguntad al adolescente, inter-
rogad al menestral, examinad al mendigo, yen el gobierno,
en los generales, en los diplomáticos, en los talleres, en los
campos, en las escuelas y por todas partes, solo hallareis
confusion, delirio, espíritu de rebelion, mentira y division.


En efecto: ¡¡iqué se ha hecho aquella unidad majestuo-
sa de pueblos que crecen juntos; aquel concierto unánime
de corazones, que creen, que aman y que ruegan juntos? N o
oireis por todas partes sino gritos discordantes; gritos de
Italia,· que canta los triunfos de la Revolucion (1); gritos
de la Alemania, que pondera el racionalismo; gritos de la
Inglaterra., que predica la herejía; gritos de la Rusia, que
proclama el cisma; gritos de la Francia, que exalta la estú':'
pida indiferencia, y gritos de todos los pueblos, que están
diciendo: 11 Desprecio de Jesucristo, odio á la fe antigua, una
"y universal." Y ¿qué será si, bajando de las naciones á los
particulares, aplicais el oido para escuchar tantos millones
de voces estrañas, que todos los dias, todas las horas y en
todos los tonos están proclamando en toda Europa millares
de millares de opiniones absurdas, desatinadas y contra-
dictorias, frutos monstruosos de inteligencias adúlteras,
divisiones de la division, negaciones de la negacion, desfi-
guradosvestigios de la grande unidad cristiana que forma-
ba la gloria de Europa en los días de su madurez?


"Bajando esta division de las regiones superiores del
6rden religioso hasta las inferiores del 6rden político, se
halla en todas partes produciendo sus propios frutos, que
son la desconfianza y el odio. Desconfianza de unos gobier-
nos respecto de otros; desconfianza de los Reyes respecto
de los pueblos, y de los pueblos respecto de los Reyes, y


(1) El autor dice "el Catolicismo;" pero cuand8 Mons. Gaume
escribió su obra, Italia no era lo que es hoy.




52
desconfianza de unos particulares respecto de otros ... Des-
confianza recelosa, que arrastra en pos de sí por todos los
caminos de Europa leyes, decretos, órdenes, sentencias y
un ejército de abogados y de diplomáticos ...


"El mundo europeo, que hace trescientos años no creia
sino en Dios yen su Iglesia, hoy cree en todo. No hay lo-
cura en religion, política ó filosofia, de la cual no se le
persuada; no hay error que no proclame como una verdad,
ni una utopia por la que no esté dispuesto á batirse, y por
la cual no se haya batido de tres siglos á esta parte. ¿No
veis cómo es remolcado sucesivamente por todos los impos-
tores, por todos los empíricos y charlatanes que han queri-
do abusar de su credulidad y burlarse de su flaqueza? Lu-
teranos, calvinistas, zuinglianos, jansenistas, volterianos,
deistas, materialistas, eclécticos, panteistas, racionalistas,
¿qué mas? Todos los representantes de los mas ridículos y
mas funestos sistemas, le han hallado dócil, ha jurado por
todos los maestros y ha incensado á todos los dioses (1).


11 El mundo ha visto dos veces y él mismo ha hecho dos
veces lo que jamás se habia visto en el Cristianismo, ni se
hubiera creido posible. El mundo ha levantado dos veces
un patíbulo; dos veces ha cogido el hacha, y dos cabezas
de Reyes, que él mismo ha juzgado y condenado, han roda-
do por el fango en medio de sus aplausos. i De cuántos Re-
yes no ha puesto la ,,"ida en peligro, ya por medio de cons-
piraciones ocultas, ya atacándoles abiertamente! i Cuántos
no están hoy viajando por sus órdenes en la tierra del des-
tierro! Contadlos si podeis. Y en todos estos hechos y otros
muchos que podríamos presentar, ¿ no veis justificado este
dicho, que tan célebre se ha hecho: 11 los Reyes pasan1 11 Y
¿quién lo estrañará? ¿Son hoy, por ventura, otra cosa que
unos coronados vasallos de sus propios súbditos ... ? Así es
que los Reyes actuales, desde la cumbre de su poder, están
temblando, con corta diferencia, como tiembla el piloto


(1) G~ume: tA dónde vam?s 'á parar? pág. 47.




53
que dirige un barco averiado y violentamente batido por
las olas (1).11


Paris, Lóndres, Turin, "Basilea, Amsterdam, La Haya.
y Ginebra son otros tantos grandes laboratorios de ponzo-
ña ... Es cosa que espanta el ver que en el espacio de un año,
de un mes, de un dia, y acaso de una hora, se esparcen hoy,
y se devoran mas doctrinas antisociales é inmorales que
habia visto Europa en todo el curso de los siglos anterio-
res. Poco importa que contra el error y la perversion de las
ideas se levante una voz que diga á los pueblos: "Que todos
"consideren que, segun el aviso del Apóstol, no hay poder
"que no venga de Dios; que las potestades que existen han
"sido establecidas por Dios; que así, el que resiste á la po-
"testad resiste á la órden de Dios y atrae su propia con-
"denacion." Poco importa que esta voz, que en otro tiempo
ponia en movimiento á la Europa,· resuene hoy, diciendo á
los Reyes: "Que consideren que les ha sido dada su auto-
"ridad, no solo para el gobierno temporal, sino principal-
"mente para defender la Iglesia; y que todo lo que hagan
"por la Iglesia lo harán en bien de su propia autoridad y
"d¡¡¡ su reposo; que se persuadan que deben mirar como
"mas preciosa la causa de la Religion que la de sus tronos,
"y que lo mas importante para ellos, segun el Pontifiée
"San Lean, es el que la corona de la fe sea añadida á su
"diadema por mano del mismo Dios (2).11 Á la voz de
los Santos que exhortaban á la Europa á penitencia, ha
respondido la Revolucion en Alemania, en Inglaterra, en
Suiza y en otros muchos paises, gritando con un acento
infernal: "No queremos á Cristo, sino á Barrabásj antes
"todos los errores que el Catolicismo (3)."


"y el poder espiritual del Romano Pontifice sobre las
naciones cristianas, ¡,en qué ha venido á parad Para la


(1) Gaume: lA dónde vamos áparar? pág. 62.
(2) Enciclica Mirarivos de 15 de agosto de 1832.
(3) Gaume: lA dónde vamQS á parar? pág. 131.




54
parte protestante de Europa, el Papa es el Antecristo; para
el resto, un Soberano estranjero. ¿Qué pueblo hay en que
se le mire como el oráculo, el regulador, el Padre obede-
cido y realmente poderoso de los Reyes y de las naciones
como naciones .. .? Los ojos menos perspicaces descubren con
evidencia que los gobiernos cat6licos ya no tratan al Papa
como Papa, como á Padre comun de los Reyes y de las
naciones y como 6rgano de la fe social, sino simplemente
como á un Príncipe temporal. De mucho tiempo á esta
parte las comunicaciones diplomáticas han reemplazado á
las relaciones filiales, rompiendo así los gobiernos su union
espiritual con la Santa Sede.


11 Escúchese la voz de los sectarios, la voz de los fil6sofos
la voz de aquellos que forman la opinion, tanto en las cáte-
dras como en las tribunas legislativas; léanse los innumera-
bles periódicos que diariamente se publican; estúdiense las
máximas que generalmente se hallan mas acreditadas, y se
hallará por todas partes la blasfemia, el naturalismo, la ne-
gacion del mundo sobrenatural, y hasta la negacion del
Evangelio; por todas partes se verá la fe debilitada, y las
prácticas y las creencias cristianas olvidadas, si no burladas
é insultadas. Examinad las grandes naciones, la Francia, la
España, Portugal, Austria y la Italia; por todas partes
multiplica la apostasía sus estragos (1)."


Así por todas partes no se observa otra cosa mas que la
persecucion éontra la Iglesia, el desprecio á sus principios
y dogmas, el olvido de sus prácticas mas preciosas y las
burlas mas sangrientas á su Cabeza, á sus Pastores y á sus
rebaños. Del mismo modo las naciones se encuentran sepa-
radas unas de otras, mirándose con aviesos ojos, recelosas
siempre y siempre ocultando sus deseos para mejor lograr
la satisfaccion de todos ellos; y de la misma manera yacen
en el olvido los principios mas esenciales de toda perfecta
sociedad. Decid á la Europa que Jesucristo es el verdadero


(1) Gaume: ¿A dónrU VIlm08 á parar? pág. 203.




55
Rey; que toda potestad viene de Él, y que por tanto el de-
recho divino de los Reyes es una verdad incontestable; y
se burlarán de vosotros y os escarnecerán, diciendo y gri-
tando siempre: 11 ¡Oscurantismo! 11


Pero IIpara reducir todo este horizonte, ved lo que su-
cede en Italia, en Nápóles sobre todo. Un pirata emprende
la conquista de un reino de diez millones de almas con un
látigo en la mano. Hasta llegar á Cápua, Garibaldi solo
cont6 entre los suyos ocho muertos y treinta y cinco heri-
dos. Entra en la: capital, y mientras la, fidelidad se refugia
entre las mujeres y los campesinos, una muchedumbre de
generales, de oficiales de mar y tierra, de empleados, de
nobles y de literatos ... corren á la traicion,,como se corre á
la gloria. Ante el abandono universal; el Rey levanta su
voz, que se pierde en el vacío; huye entonces, la monarquía"
se delTumba, y la nacían es borrada del número de las na-
ciones, para convertirse en proconsulado de no sé qué nuevo
imperio.


IIAl contemplar semejantes hechos, la Europa entera
sinti6 subir á su rostro los colores de la vergüenza (1);"
pero la Europa permaneci6 en la inaccion, toleró una trai ..
cion tan repugnante, y, lo que es mas, reconoció luego" como
Rey de Italia al mismo que se habia ceñido la cotona de
los paises que sucumbieron ante la fuerza, la traicion y el
dolo. Ahora bien; estas agitaciones de todos los pueblos,
estas afrentas increibles en un siglo en que tanto se habla
de honor y de justicia, estas catástrofes imprevistas, ~no
dicen bien lo que la Europa es en nuestros dias1


iQué importa, pues, que haya en todas partes y todos
los hombres sientan la necesidad de concluir con la Revo-
lucion, si esta se ha infiltrado en nuestras leyes, en nues-
tras costumbres, en nuestra educacion y en nuestros usos,
y la Europa entera tolera y aplaude sus triunfos? iQué im-
porta que se levanten millares de voces en el mundo pi-


(1) Gaume: Nuestra situacion, carta XIV, pág. 141.




56
diendo que la Revolucion sucumha, dándola sin miedo l~
batalla, si la Europa no puede ponerse de acuerdo para
ello, merced á la diferencia de sus aspiraciones y á sus dis-
tintas creencias1 tQué importa, en fin, que la Europa, re-
suelta por un momento á volver á sentar las bases de una
sociedad perfecta, en la forma conveniente, se levante un
dia y diga á la Revolucion, como Dios al mar: IIhasta aquí
"llegarás, y no pasarás mas adelante? u N o, todo esto es nada;
porque, como antes he dicho, quedan siempre los hábitos,
el interes y la educacion; y como un eminente orador ha
repetido varias veces en el Congreso español, IIlos niños
son mas fuertes con su educacion que los soldados con sus
armas (1).11


En vista, pues, de esto, ino hay remedio posible ni so-
lucion alguna para Roma y para el mundo? Si lo hay; pero
la Europa no se pondrá de acuerdo para ello. Lo que unos
desean, lo aborrecen otros; lo que apetecen estos, es odiado
por aquellos; y lo que es objeto de veneracion y amor para
algunos, es objeto de saña para unos CUántos, y aun quizás
pretenda especularse con ello por otros. ¿Quién responde
de que la defensa armada del Santo Padre, iniciada por
España, Francia y Austria, no seria reputada como un
casus belli por Inglaterra, Rusia y Prusia, que se pondrian
de parte del sóberano de Italia? Y si esto seria de temer
por las consecuencias que podria traer, aun tratándose de
tres naciones fuertes y que están hoy indignadas en vista
de lo que en el mundo sucede, ¿qué aconteceria si cualquiera
de ellas separadamente intentase acometer la empresa1 Pero
demos por supuesto que las tres naciones reunidas lograran
su deseo sin contradiccion ni conmociones. Encastillada la
Revolucion en Inglaterra, de donde ha salido siempre para
agitar á !as naciones y derrocar los tronos, itardaria mucho
en presentarse de nuevo arrogante y osada para conmover
de nuevo al mund01


(1) El ilustre diputado católico Sr. D. Antonio Aparisi y Guijarro.




57
El mal, pues, consiste' en haber permitido á la Revolu-


cion avanzar en los términos. que lo ha verificado; el mal
está en que los gobiernos todos la han favorecido, la han
prestado su omnipotente apoyo, la han introducido en to-
das partes, la han colocado en los tronos y en las cátedras,
y ahora, cuando se pretenda arrojarla de los lugares en que
como reina y señora domina, ¿podrá conseguirse? No;
se la podrá contener, como sucede hoy en España y en
Francia; pero para destronarla es preciso que una nueva
genera,cion, nutrida con la lJavia de la fe y educada en los
principios del Evangelio, se encargue de ello; es preciso
que la Iglesia recobre todos, ab8oZ,utamente todo8 8US de-
recho8; es preciso, en fin, que esto suceda, no en España,
no en Francia, no en esta 6 en la otra nacion, sino en toda
Europa. Mientras esto no se haga, mientras no suceda así,
la Revolucion seguirá dominando en todas partes, y en to-
das partes triunfará, sin que la Europa pueda oponerle,
como hoy, mas que unas cuantas simpatías estériles y unos
cuantos discursos que ni la estorban en ,sus proyectos, ni
la hieren en su vida.


Es inútil insistir mas sobre esto. Conozco, no obstante,
que se me preguntará si no hay remedio posible para la
enfermedad que al mundo aqueja. Sí le hay; hay el que he
indicado, único remedio á tanto mal, pero remedio que
la Europa no aplicará, estoy seguro de ello, porque la Re-
volucion ha tenido buen cuidado de dividirla y enemistar-
la. Y hay otro remedio, que es el que se reserva Dios, sin
duda para probar á la 8abiduría del siglo XIX que en ella
todo es necedad, y que sabe sacar el bien del mal y la luz
de entre la oscuridad de las tinieblas.


VI.


Lo que sucederá.


Son las persecuciones una herencia preciosa que Jesu-




58
cristo ha dejado á su Iglesia. Las ha sufrido violentisimas,
y la que sufre hoy pertenece á este género. Es verdad que
todavía no se dice 11 fuera la Iglesia, 11 pero se dice "fuera
el Papa," y ya sabemos que ub;¡' Petrus, ib;¡, Ecelesia (1).
Esta es la razon por qué los herejes é incrédulos de otros
tiempos sacudieron las hojas y las ramas del árbol, atre-
viéndose algunos á llegar al tronco; pero hasta nuestros dias
no se habia intentado arrancar la raiz, como se proyecta
h~y, desde el momento en que se piensa herir al Pastor
para que las ovejas se descarrien y se pierdan (2).


Sin embargo, que los católicos esperen, porque no su-
cederá así. Si una hist.oria de diez y nueve siglos puede
servir para ilustrar la historia de un dia, nosotros pene-
traremos esta historia, y antes de que se realicen los suce-
sos, serán conocidos por nosotros, pobres y humildes solda-
dos de la fe, en cumplimiento á las palabras del Salvador
del mundo: Oonfiteor tibi, Pater, quia abscondisti hao d
sapientibus et revelasti ea parvulis (3).


El baron de Ricasoli, presidente del Consejo de minis-
tros del Rey Víctor Manuel, en su alta sabiduría ha pro-
nunciado ya su fallo sobre la ouestion de Roma, segun nos
dicen los periódicos; y apenas ha llegado el general Fleury
á Florencia (4) ha espedido aquel á los prefectos italianos
una notable circular, en la cual se lee lo siguiente: "Des-
pues de ejecutada la convencíon de setiembre, la cuestion
1'omana no ha de ser una causa de agitacion. Italia ha
ofrecido á Francia y á Europa no interponerse entre el Papa
y los romanos. Italia debe mantener su promesa y esperar
de la eficacia del principio nacional EL TRIUNFO IN-


(1) San Ambrosio: Esplicacion del salmo XL.
(2) Percutíam pastorem et díspergentur oves gregis. (Profecía de


Zacarías, cap. XIII, v. 7.)
(3) Evang. de San Mateo, cap. XI, v. 25.
(4) Se recordará que el general Fleury, ayudante de campo de


Napoleon y hombre de toda su confianza, salió de Compiegne para
Florencia el 16 de este mes. Ahora bien; ]a circular tiene la fecha
rlel18, en que ya debia encoBtrarse en la corte de Italia el ayudan-
te del Emperadar de los fra.ncesas.




59
FA.LIBLE DE SUS DERECHOS. Toda agitacion que tenga por
pretesto la cueBtion romana debe, pues, ser desaprobada,
prohibida y reprimida. u La circular declara tambien cuáles
son las garantías debidas al Jefe del Cristianismo, á fin de
que, quedando libre é independiente, pueda ejercer su mi-
nisterio espiritual. uEl gobierno del Rey Víctor Manuel está
dispuesto, mas que cualquiera otro, á otorgar cuantas ga-
rantías sean necesarias para dejar á salvo la libertad y la
independencia del Santo Padre, con.vencido de que pueden
otorgarse sin perjudicar l08 derecho8 de la nacion (1).11
¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo ... ?


Ya saben, pues, los cat6licos, que Italia no 8e inter-
pond1'á entre el Papa y lo~ roman08; por consiguiente,
podrá enviar sus emisarios, si ya no están en Roma, y por
medio de estos hará lo que en Bolonia y las Legaciones, en
donde Italia, dije mal, Turin, no pretendi6 hollar la neu-
tralidad de la Santa Sede en la guerra de 1859, sino tan
solo calmar la efervescencia patri6tica, y acceder, casi obli-
gado por la necesidad de las circunstancias, á los deseos de
las Romanías (2). Si los romanos se insurreccionan, mer-
ced á consejo estraño, ino deberá acudir allá al momento el
soberano de Italia, siquiera para que el Papa, quedando
libre é independiente, pueda ejerce?' 8U ministerio e8piri-
tual? ¡Ah! ya, ya sabemos lo que valen estas palabras. El
mundo no ha olvidado aun que Víctor Manuel ofreci6 tam-
bien solemnemente no dar l1ll paso mas allá de las Roma~
nías en el territorio pontificio, y, sin embargo, sin previa
dec1aracion de guerra, contra el derecho de gentes y contra
10 que la costumbre exige, cay6 con un ejército de cuaren-
ta mil hombres sobre las Marcas y la Umbría, que tuvie-
ron bastante dignidad para resistirse al fraude y á las dádi-


(1) La Oorrespondencia de Españx, núm. 3,223, del 20 de
noviembre.


(2) Véase la carta que Víctor Manuel dirigió en 20 de marzo de
1860 al Santo Padre.




60
vas. ¡No; la historia de Perusa, la historia del sitio de Spo--
letto, la historia de lo ocurrido en Péssaro, la historia de
las emboscadas de Oastelfidardo, la historia del bombardeo
de Ancona, no las ha olvidado el mundo, que sabe muy
bien hasta dónde llega la lealtad del Rey de Italia!


Por lo demas, yo recuerdo que un folleto célebre, El
Papa y el Oongreso, pretendia el despojo de la Santa Sede,
aunque con "guarnicion europea en Roma y lista civil su-
fragada por los Estados cat61icos ," precisamente para que
el Santo Padre, quedando libre é independiente, pudiese
ejercer su ministerio esp'¿ritual, mal avenido, segun el ca-
t6"V¿cosincero, con el ministerio temporal de la soberanía.
Este recuerdo me hace presumir que acaso se piense hoy
lo mismo, arrojando al viento esa hueca frase, que nada
significa, para adormecer á los incautos y sencillos.


Tam bien ha venido á mi memoria, al leer la circular
mencionada, lo que ha ocurrido en Nápoles, donde, como
todo el mundo sabe, conservó Víctor Manuel II su emba-
jador, que daba seguridades de amistad al Rey Francis-
co II, mientras que Garibaldi y los suyos invadían aquel
antiguo reino; y he recordado que cuando Garibaldi se
encontró impotente para continuar sus hazañas, acudió en
su auxilio, sin previa declaracion de guerra tampoco, un
ejército piamontés que al fin cercó á Gaeta, se apoderó de
ella, é hizo de la monarquía de Nápoles una provincia del
reino uno de Italia. Es imposible, pues, que se engañe á
los católicos con palabras vacías de sentido, por mas que
en su composicion y arreglo tome parte un amigo de con-
fianza de la persona que da y ofrece mayores seguridades;
porque esta persona ofreció que 11 no permitiria que se me-
noscabase la soberanía temporal de la Santa Sede;" iY, sin
embargo, todos saben lo que ha ocurridol


Motivos son estos, por lo tanto, para esperar que la
Santa Sede se vea despojada del todo, y para creer que el
Santo Padre tendrá que peregrinar segunda vez en su la-
borioso Pontificado; pero al mismo tiempo son motivos




61
tambien para que los cat61icos estén sobre aviso y no se
dejen sorprender.


JI El edificio de la Iglesia Romana, escribia Federico II
de Prusia al impío D'Alembert, se desmorona por momen-
tos y me COIlSlJff)jiJO iJe vl!it>J? (1) Ji) JiS!!J7JJ?Ill'O 00) ptl.l".f}i-
so quedará reducido á no ser mas que Obispo de Roma (2)'
La ambician y la política de los monarcas humillarán á
la Santa Sede en todo lo que sea contrario á: sus jntereses;
por eso conviene sustraer al clero de la dependencia de
Roma, á fin de que él no alarme al pueblf1 contra aquel
que despoje al Santo Padre (3).11 El siglo que ha trascur-
rido desde que esto se escribia, parece que no ha pasado;
de todas manera.'l, los fil6sofos del siglo XVIII se regocija-
rian al ver en Víctor Manuel un soberano segun sus pro-
pios deseos; un soberano que no tiene los escrúpulos que
tenia el Rey fil6sofo; porque, cuando Voltaire le decia que
era lástima que la Santa Sede no tuviese territorios colin-
dantes con los del Rey de Prusia, á fin de que la despojase
de ellos (4), este le contest6 en estos términos: JlRespeto
los derechos de posesion, sobre los cuales está fundada
toda sociedad, para atreverme á tanto. Aunque Loreto es-
tuviese lindando .con mi viña, ciertamente no la tocaria.
Los tesoros de alhajas, joyas, etc., po~rán seducir á otros ...
No conviene dar un escándalo (5).11 Así, pues, lo que un
Rey incrédulo y protestante no queria hacer, tanto por
juzgarlo indigno, cnanto por no tocar á los fundamentos en
que la sociedad descania, ¡lo ha osado un monarca que se
llama cristiano y caballero, por mas que se escusa con que
la Revolucion le empuja!


Sin embargo, se ha evocado el recuerdo de Pío VI, des-


(1) Oarta de 14 de setiembre de 1769.
(2) Oarta al mismo de 24 de setiembre de 1770.
(3) Carta al mismo de 10 de noviembre de 1770.
(4) Carta de Voltaire á Federico II de Prusia, de 5 de julio de


1775.
(5) Oarta de Federico II de Prusia á V oltaire, de 22 de agosto


de 1775.




62
pojado por la fuerza de sus Estados, aunque preservó al--
guna parte de ellos por el tratado de Tolentino; pero .. la.'!
circunstancias son muy distintas. ER la época de Pio VI la
Revolucion no se habia esplicado aun con claridad, y se
podia uno engañar acerca de sus proyectos, creyendo que
se limitarla á una usurpacion parcial; pero en el dia no es
ya posible una ilusion semejante; la Revolucion no quiere
parte del dominio de San Pedro: lo quiere todo. Sin rebozo
lo ha proclamado (1).11 Esto se ve confirmado por lo que á
Pio, VI aconteció; pues sabido es que el célebre tratado no
impidió el que se le acabase de despojar de todo el territo-
rio de la Santa Sede.


El resultado, pues, parece que ha de ser el total despojo
de la Iglesia y la salida de Roma del Santo Padre. No hay
que hacerse ilusiones sobre esto; ni hay que prestar asenso
á las palabras de aquellos á quienes en realidad se ha dado
la palabra para ocultar sus pensamientos; porque ya se es-
cuche á Víctor Manuel, ó ya á N apoleon nI, nunca se po-
drá saber ]0 cierto, segun lo han acreditado los aconteci-
mientos, y se han encargado de probarlo los hombres que
mas conocen los secretos de la corte del soberano de Italia.
No ha habido, no hay uno siquiera de los amigos de este
que no haya insultado á Roma, que no haya escarnecido á
la Santa Sede, que no haya amenazado al Papa, y que, en
fin, no haya espuesto la necesidad de hacer de Roma la ca-
pital del nuevo reino de Italia. Un diputado piamontés,
Juan Siotto Pintor, el amigo íntimo de los hombres mas
notables con que Víctor Manuel ha contado y cuenta, es-
cribia en 1854: .. No hay gobierno que no sea mejor que el
de Roma, incluso el ruso. De todos los Estados de Italia, el
romano es el peor y el mas miserable (2).11 Á su vez aña-
dia Bianchi Giovini: "iQuereis libertad, progreso, ínteli-
gencía1 iAmais la Italia1 Pues arrojad de ella al Papa


(1) Gaume: Nuestra situacion, carta VII, pág. 66.
(2) De las verdadera¡ esperanzas de It«lia, pág. 158.




63
con todo su séquito de la Edad Media; con sus Decretales,
sus Bulas, sus Ooncilios, sus Ooncordatos y sus dogmas.
Borradlo todo, como lo hizo en su tiempo el famoso tratado
de Westfalia, que estableci6 las bases del derecho público
europeo (1).11 Sterbini decia en 1849 que la mision del triun-
virato era" consumar la obra de Arnaldo de Brescia, y Oar-


. bonelli continuaba diciendo á los romanos que "debian le-
vantarse indignados contra el Papa, si querian ser hijos
dignos de la Roma que di6 leyes al mundo (2)." Ahora
decidme si estos hombres, hoy amigos del principio que
Víctor Manuel representa, no merecen mas crédito que las
estudiadas, pero intencionadas frases del baron de Ricasoli.


Se engañan, no obstante, miserablemente. Oomo antes
he dicho, la historia de diez y nueve siglos es para los ca-
t6licos segura garantía de que Víctor Manuel y sus amigos
se verán burlados. Se engañan, repito, los que aspiran á
resucitar el cesarismo pagano, pretendiendo coronar en el
Oapitolio á un Rey que sea señor de bienes, de cuerpos, de
almas, y de todo; Rey-Pontifice, en una palabra. Se enga-
ñan, sí. La ferocidad de los Oésares de Roma fue vencida;
y por mas que hoy venga á reemplazarla la felonia de los
que pretenden resucitar las traiciones, los parricidios y las
invasiones de los Oésares de Bizancio, tambien, tambien
vencerá el derecho, tambien vencerá la justicia. Poco im-
porta que por un momento triunfe el mal; que la Sede de
San Pedro se traslade por unos instantes á otro punto, y
que Roma vuelva á ser la Roma de los paganos; poco im-
porta, si, porque el triunfo de la verdad no se hará esperar
por mucho tiempo, ni tardará tampoco el castigo de los
que se burlan del derecho y la verdad. Roma es de la Igle-
sia, que la ha purificado, la ha ennoblecido, la ha restaura-
do, y la ha defendido contra los bárbaros de Oriente y Oc-
cidente; y Roma, IIdestinada por la Providencia de Dios


(1) L'Unionede 28 dejunio de 1857.
(2) Procesas contra los asuin08 de &,&Í, pág. 91.




64
pa~a la libertad de los Papas (1)," constantemente será la
ciudad de los Pontifices y la morada de los sucesores de
San Pedro.


Tres veces ha mudado de aspecto la Europa entera;
pasó la antigüedad; desapareció la Edad Media; levantá-
ronse y cayeron fuertes y vigorosos imperios; pero la Santa
Sede, á través y por cima de todos esos sucesos ha pasado,
pudiéndose asegurar que en medio de los acontecimientos
humanos solo una ciudad y solo un hombre ofrecen á la
imaginacion la idea de perpetuidad y de sucesion. Roma
y el Papa. Búsquese otra ciudad que haya sufrido solo una
centésima parta de las sacudidas que ha esperimentado la
Ciudad Eterna, y no se encontrará. Búsquese una institu-
cionque haya sostenido una lucha tan perenne como el Pon-
tificado, y que, como él, haya vencido siempre, y jamás se
hallará. De todos modos, vean los romanos lo que un hom-
bre que no puede serles sospechoso, Vicente Gioberti, lía
dicho: "Tendré por redimida civilmente á Italia cuando la
vea católica y orgullosa de poseer la Silla de la Religion y
la gloria del Pontificado cristiano." Mientras los a,ntiguos
romanos respetaron la majestad del Senado, fueron libres den-
tro, y fuera señores del mundo; pero en cuanto comenzaron
á vilipendiar aquella paternidad civil, cayeron bajo el yugo
imperial para caer despues bajo el yugo de los bárbaros. Los
italianos de los bajos tiempos florecieron tambien en la
libertad, en el comercio, en las artes, las letras y las armas,
y fueron gloriosos mientras adoraron la paternidad del pri-
nwr ciudadano italiano ... Desengañémonos: el único cami-
no de redencion es este. LA SALVACION DE ITALIA NO PUE-
DE VENIR !IrAS QUE DE ROMA. Por un decreto eterno de la
Providencia, Roma ha tenido el privilegio de ser la me-
trópoli y la dominadora del mundo... Crescencio, Arnaldo
de Brescia, Nicolás Rienzi, Estéban Pórcari, qui8ieron res-
taU1"a1' á Roma, re8ucitando unfantasmade Ubertad gen-


(1) Muratori: Anales de Italia, año 1312.




65
taica, y PERECIERON. No era posible que tuviera otro :fin
su empresa. Restaurar la Roma cristiana 1'enovando las
instituciones de tiempos del paganismo. ES UN ANACRO-
NISMO DEMASIADO GRANDE (1).


Así es que yo estoy íntimamente persuadido de dos
cosas. Primera, que VICTOR MANUEL NO REINARÁ EN ROMA;
Y segunda, de que, á pesar del convenio franco-italiano; á
pesar de las protestas de N apoleon nI y de su filial inte-
res por la Santa Sede; á pesar de las circulares del minis-
tro Ricasoli, y quizás tambien á causa de todo ello, no pa-
sará acaso mucho tiempo sin que los emisarios y los agen-
tes de la Revolucion promuevan alborotos en la Ciudad
EterIla' y el Santo Padre se vea obligado á abandonar á
Roma para trasladarse á otro punto. Si se me pregunta en
qué fundo mi persuasion, acaso no pueda responder; pero,


.de todas maneras, VICTOR MANUEL NO REINARÁ EN ROMA,
persuádanse de ello los. católicos.


Acaso Dios en sus profundos designios se ha propuesto
hacer de la cuestion de Roma el lazo que á los pueblos una
y á los gobiernos acerque; acaso Dios se ha reservado la fa-
cultad de hacer servir á sus juicios las mismas pasiones de
los hombres, y haya reservado á Roma para unir á Europa
y á Pio IX para ver realizadas las promesas del Eterno (2);
acaso si los piamonteses marchan sobre Roma, la Europa
cismática, la Europa protestante y la Europa cat6lica se
unan al fin para anonadar á los que intentan resucitar los
siglos del gentilismo; acaso, en fin, la restauracion univer-
sal no esté tan lejos, y todos, herejes, cismáticos, raciona-
listas, sansimonianos é incrédulos concluyan por alabar y
por bendecir á Dios.


De todos modos, ese hombre que solo contra el mun-
do defiende hoy en la tierra el derecho de la justicia contra
el derecho de la Revolucion; ese hombre que, á pesar de


(1) lntroduccion al estudio de la füosoJía, tomo l.
(2) Ut omnes unum sint. (Evang. de San Juan, cap. XVIl, v.21.)


5




66
verse abandonado por todos, defiende en su persona y sus
derechos el 6rden contra el des6rden, la autoridad contra.
la anarquía, la propiedad contra el socialismo, la ciyiliza-
cion contra la barbarie; ese hombre que, defendiendo el
trono desde el cual rige y gobierna la: Iglesia, defiende la
corona de los Reyes, el palacio del noble, la caja del ban-
quero, la tienda del mercader, las economías del menestral,
f;ll campo del labrador y el har!tpo del mendigo; ese hom-


O'


bre que hoy sufre tantos ultrajes, tanw.s persecuciones y
tan prolongado ~rtirio; ese hombre, en fin, al cual acusan
de obstinado los que se dicen sus amigos y de ambicioso
sus enemigos de siempre, ese hombre, no lo dudeis, TRIUN-
F ARÁ, como triu~faron sus antecesores en todo tiempo,
por 'mas que haya quien diga que los tiempos han pása-
do (1); VENCERÁ, como vencieron ellos, aunque haya
quien asegure lo contrario, .Y como ellos sacará á salvo lús


. derechos de la Iglesia y sus derechos todos, porque Dio8
sabe libertar á, los 8Uyos de toda tentacion, en tanto que
reserva á los impío8 para condenarlos á, 8U tiempo en la
equidad de sus juicio8.


(1) Cuéntase una anécdota, de cuya exactitud no respondo,
, ocurrida en Venecia al po8esiOl~arse de este territorio el Rey Víctor


Manuel. ExamiRaba S. M. con atencion y curiosidad loa monumen-
tos públicos de la reina del Adriático, cuando, observando en la
iglesia de San MArcos una piedra roja, que desdecía del resto del
templo, y que ocupaba un lugar preferente en el planisferio de su
capilla mayor, preguntó al Patriarca que le acompañaba. qué indica-
ba aquella piedra. El venerable Prelado contestó A Víctor Manuel:
"Señor: em piedra señala el 8itio en que el Emperador Federi-
co I se humilló ante Alejandro lIr, despues de la guerra sin tregua
que á la Santa Sede hizo. Barbaroja se arrepintió de lo pasado, y
aquí, despues de besar el pie al Santo Padre, P11JlO. su ~beza sobre
el polvo. y cogiendo el pie de Alejandro llI,lo colocó sobre su cue-
llo para mas humillarse ante aquel poder Bin semejante." S. M. en-
tonces volvió el rolltro hácia. el baron de Ricasoli, que tambien le
seguía, y aonriendo le dijo: tempi é pa8sati. Ya pasaron esos tiemp~.




61


VII


CODclusioD.


Al terminar este trabajo, que á Dios gracias ha estado
espuesto á naufragar, solo debo añadir á lo ya manifestado
que no deben los católicos desoir la voz interior que á todos
dice: ¡Estad sobre aviso! Todos conocen que son criticas
las circunstancias y por de mas peligrosos los momentos
que atravesamos; todos saben que, frente á frente, como
lo están hoy EL PAPA Y LA REVOLUCION, ha de lle-
gar el dia en que se dé la batalla, para vergüenza de la Re-
volucion y confusion de sus adeptos, para gloria de la
Santa Sede y honor y gozo de los verdaderos cat6licos.
Mientras esto sucede; hermanos mios, vigilemos y oremos,
porque la hora se acerca en que la verdad sea conocida y
su triunfo seguro. Para concluir, pues, repetiré con San
Pedro: Vigilad, porque eZ enemigo, como un leonfurioso,
nos rodea por todas partes buscando á, quién devomr. i Vi-
gilad Y resistidle firmes en la fe!


6 de elero de 1867.