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LEVANTA)IIENTO~ GUERRA YREVOLUCION
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'DE ESPANA.






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HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO~GUERRA YREVOLUCION
r>:


DE ESPANA
POR


EL CONDE DE TORENO;
"DICIO~ADA y CORREGIDA POR SU AUTOR,


PRECEDIDA DE SU BIOGRAFÍA
y EXORNADA CON SU RETRATO GRABADO EN ACERO.


SEGUNDA EDlCION.


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TOMO I. ~\.lotEC:'~
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MADRID.
lMPRENTA DE J. MARTlN ALEGRIA,


CALU:JON IlE SAN MARCOS, NÚM. 6.
1848.


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•..•••quis nescít , prnnam esse hístorlre Iegem , oe
quid falsi dícere audeat? delnde ne quid ver! noo
audeat? oe qua suspilio gratire si! in scribendo?
oe qua simultalis?


elesR. DoOratore; lió. u, c. j So




DON JOSE MARÍA QUEIPO DE LLANO,
eoNDE DE TORENO.


SON las épocas revolucionarias tiempos de prueba y tribulacion para
los hombres y las reputacioues. Llevados los acontecimientos por el viento
de la casualidad, ó arrollados por la pugna de intereses opuestos, gastan
en breve la opinion é inutilizan las prendas de los hombres superiores.
El euteudimieuto , la actividad, el saber l ensalzados por un momento,
se convierten acaso en pretextos de acusacion y en estímulos de encono
y descontento: siendo comun qt:!e un pueblo cuya existencia cambia sin
mejorarse, se muestre, como el hombre en igual sitnacion , desconfiado
y veleidoso. Por eso eu los últimos cuarenta años hemos visto sucederse
en España tau rápidas y violentas alteraciones l alzarse tan alto am-
biciosas é insignificantes medianías, y caer repetidas veces del trono
efímero del alifa popular almas elevadas é inteligencias de primer órden.


Pero el olvido es el triste y merecido término de aquellas medianías,
mientras que los hombres de mérito alto y verdadero l si pierden por al-
gunos momentos su natural influencia, jamas ven su celebridad l y su
nombre enteramente devorado por la hoguera de las pasiones. A estos
hombres pertenece el ilustre personaje cuya vida vamos á bosquejar: vi-
da agitada por vaivenes extremos de próspera y adversa fortuna; mirada
por muchos á la luz del espíritu de partido, de la envidia o del resen-
timiento personal; ya ensalzada por el entusiasmo l ya vulnerada por la
calumnia; sembrada! de bellos rasgos , hijos de un caracter noble y de




VI


una capacidad incontestable y eminente, y alguna vez de faltas no leves;
imágen en fin de las épocas que ha pasado, y fiel traslado de sus alter-
nativas y vicisitudes varias y borrascosas.


Nació don José l'laria Queipo de Llano, Buiz de Saravia, en su casa
(Plazuela de la Fortaleza) de la ciudad de (hiedo, capital entonces del
principado de Asturias y hoy de la provincia que lleva su nomhre, el 26
de noviembre de 1786. La circunstancia de ser es te el dia en qne cele-
hra la Iglesia los Desposorios de Nuestra Señora. unida á la de llamarse
Sil padre José, fué cansa sin dnda de qne el recien nacido recibiese
el nombre de José 'Haria. Sn padre llevaba á la sazon el titulo de vizcon-
de de 1'1atarrosa I como primogénito qne era de la casa de Toreno , una
de las ricas y mas antiguas é ilustres de aquel principado, cuna de la no-
bleza leonesa y castellana. La familia de su madre doña Dominga Ruiz
de Saravia, Dávila , Enriquez de Cabrera I es de las antiguas de Cuenca.


Habia recibido el entendimiento de esta señora cultivo esmerado á la
manera de aquel tiempo, habiendo entrado de educanda, por disposicion
de sus tutores el marqués de l'1ontereal y el señor Eulate , consejero de
Castilla, eu un convento de Dominicas de la ciudad de Leon , cuya prio-
la era hermana del conde de Toreno, abuelo del actual; y es de presu-
mir que contribuyese juntamente con sn esposo y su suegro el conde,
que pasaba por hombre ilustrado especialmente en ciencias naturales, á
dirigir á honrosos y nobles objetos aquellos primeros sentimientos de la
iufancia , gérmen confuso que crece y se desarrolla con los años, y del
cual dependen mas de lo que se piensa las inclinaciones y hasta el por-
venir de los hombres.


A los cuatro años de edad salió de Asturias el actnal conde de Toreno
con sus padres, los cuales se trasladaron sucesivamente á ñladrld , To-
ledo y Cuenca I donde su madre tenia bienes. En esta última ciudad ad-
quirió los primeros rudimentos de su edncacion literaria, la eual , segun
la rutina de entonces, empezó por el estudio de la lengua latina. ]\lostróse
en él singularmente aventajado , y no le fué dificil perfeccionarse com-
pletamente bajo la dircccion de nn preceptor asturiano llamado don
Juan Valdés, habiéndose establecido sus padres en l'fadrid en 1797. Era
el tal preceptor hombre de notable capacidad, y harto dado al liberalis-
mo, y es mas que probable que contribuyesen sus máximas á infundir y
despertar en el ánimo tierno de su alumno tendencias é ilusiones de li-
bertad. que no tardaron en arraigar y robustecerse.


Las nada comunes disposiciones que manifestaba don José en edad tan
temprana, y mas acaso todavia la predileccion con que le amaban sus




Vil


padres por no tener ningun otro hijo varon s, fueron causa de que re-
cibiese una edueaciou mucho mas completa y mejor dirigida de la que
entonces solia darse. Ademas de haber adquirido buena y no escasa
instruccion eu el ramo de humanidades, al cual se concedia particular
importancia, aprendió las matemáticas con RosselI, catedrático del se-
minario de Nobles, la física experimental con Vega, en San Isidro el Real.
y siguió con aprovechamiento y distincion los cursos de químiea, minera-
logia y botánica de los célebres Proust, Herrgenn y Cavanilles, En años
sucesivos adelantó considerablemente en las letras griegas, y lIet:ó a sa-
ber bien, y alguna de ellas con suma perfeccion, las lenguas francesa,
inglesa é italiana. Algo se ejercitó asimismo en el aleman, y mucho y sin
iutermision en el idioma patrio.


Hemos consultado a varias personas de autoridad que conocieron en
sus primeros años al personaje de que nos vamos ocupando, y todas
contestes nos han asegurado que a un gran desembarazo y a una facultad
de percepciou rápida y exacta, reunia estimables prendas de caracter,
un ansia ardiente de instruirse, y una perseverancia en el estudio que le
hadan aventajarse á la corta edad en que se hallaba, y solicitar y mere-
cer la amistad de hombres graves é instruidos, que ya le consideraban
como á j6veo de grandes esperanzas. Es de notar que no se apasionó es-
te exclusivamente, cual acontece á menudo, de la lectura de los poetas,
ni hizo esfuerzos por ensayarse en componer versos; ocupacion grata en
la ~rimera edad, que se aviene mas fácilmente con impresiones blandas
y amenas que con sérias meditaciones. El actual conde de Toreno, aun-
que inteligente apreciador de las obras de mero ingenio, no ha dado nun-
ca á su gusto semejante rumbo 2.


No será fuera de propósito referir unn circunstancia, que si bien insig-
nificante á primera vista, hubo sin duda de contribuir á cimentar y ex-
tender en el animo de Toreno las impresiones recibidas de sn preceptor


I El conde de 'I'oreuo , cuya vida refieren estos apuntes, tuvo solo cuatro her-
manas. ya difuntas, una de las cuales fué la esposa del desgraciado general don
Juan Diaz Porlíer.


• Parécenos, no ohstante, curíoso apuntar aquí , como prueba de que á los en-
tenrlimlcntos privllegiaoos no se les resisten ni aun las cosas a que se hallan menos
íncllnadns , que hemos leido unas lindas y fáciles quintillas escritas por el hístoría-
dor ronde de Toreno en nno de estos últimos años, para el albun de la esposa dol
conde ,l." Latour-hlauhonrg, embajador que ha sídn de S. M. el rey de los franceses
en nTaorid.Estos son acuso los únicos versos que compuso en su vtrla.




VIII


Valdés. Corrian entonces con buena fortuna, mal reprimidas y alimen-
tadas con el espectáculo de los desórdenes de la córte , las ideas de
emancipación politica que tan caro habían costado en Francia á las iusti-
tuciones conservadoras. Habíase sentido algun tanto y como de rechazo
en España el sacudimiento moral de la nacion vecina t destinado á remo-
ver hasta los cimientos de la antigua Europa, y los nuevos principios
cundían y hallaban eco aun en las clases cuya preponderancia habia de
ser un día minada y destruida por ellos; habiendo pasado los Pirineos ya
.con los escritos de los filósofos del siglo que Ienecia , ya con el gran nú-
mero de emigrados franceses, por la mayor parte eclesiásticos, que aun-
que lanzados de sus hogares y despojados de sus bienes y prerogativas,
llevaban sin saberlo las máximas de la Enciclopedia que les habían sido
tan funestas en el foudo del eorazon. No recibió el [óven Queipo de Lla-
no el influjo directo de ninguno de aquellos emigrados, que, como gente
en general de luces, habían entrado de maestros en seminarios públicos
y eu casas particulares; pero no faltaron apóstoles de aquella propaganda
que se encargasen de suplir su falta. El abad del monasterio de Benedic-
tinos de IUonserrate, situado en Madrid en la calle Ancha de San Bernar-
do, con quien no bien entrado en la adolescencia. habia trabado por acaso
couocimiento , liberal exaltado de entonces, y mny iucliuado á comu ..
nicar á los mozos sus libros é ideas, puso en sus manos el Bmilio y el
Contrato social de Rousseau; admirables creaciones de un genio alucina-
do, tanto mas perniciosas cuanto mas sublimes y elocuentes.


A ser posible, i qué e studio ideológico tan interesante hnbiera sido el
de las impresiones producidas en un alma nueva y ardiente por tan seduc-
tora lectura! j Cnónto dehieron conmoverla la inspiracion apasionada y
la elevacion espiritualista del Bmilio , y cuánto agitarla el tono imperioso,
los axiomas decisivos, la novedad de las reflexiones. la lógica impetuosa
de los argumentos y hasta las abstracciones del Contrato social! ¡Qué
vasto é inesperado campo debía este abrir á una imagiuaciou inexperta,
presentando la reforma política al lado de la reuovacion social! No
comprendía seguramente entonces el jóven que así alimentaba sus natu-
rales instintos de libertad J que las meditaciones de Roussean, formadas
en un tiempo ea que no se tenia idea de las violencias demagógicas,
consagraban sin la experiencia necesaria la infalibilidad de la muehedum-
bre; que DO limitándose á establecer la preponderancia legal de las
clases populares, dejaban sin fuerza ni proteccion al pueblo contra las
demasías del pueblo mismo; y que no poniendo coto alguno á la inde-
pendencia iudividual , y fijando desatentadamenle la mira en ejemplos de




IX


la antigüedad, inaplicables cuando la situación y las costumbres eran tan
diferentes, no hacian sino corregir un despotismo con otro aun mas
odioso t.


No podia ciertamente convenir al cultivo de uu ánimo tierno y apasio-
nado influencia tan contraria á la índole y á los adelantos de la modern..
libertad. Pero ese era el erróneo y torcido camino qne ihau tomando
entre nosotros las nuevas ideas. y no era dable que en aquellos tiempos
siguiese la juventud otro mas recto y menos inseguro.


Restituidos los padres de Toreno aAsturias en 1803, volvi6 sin em-
bargo este á Madrid. y pasó aUilargas temporadas, perfeccionándose en
sus estudios, J ocupado ademas en asidua y buena lectura; tarea en la
cual le alentaban y dirigían probablemente don Agustiu de Argiielles,
don José Fernaudez Queipo, don Ramon Gil de la Cuadra y otras perso-
nas instruidas é impregnadas de los principios pohticos mas avanzados.
alas cuales conoció y frecuentó mucho eu aquella época. Conjeturamos,
por no saberlo a punto fijo. que fué por estos años cuando ejecutó una
traduccion de Eutropio 2, que nunca se ha impreso; eleccion de autor
que anuncia ya su decidida afición á los estudios graves de la historia.


En Madrid se hallaba Toreno el dia j de mayo de 1808, en el cual le
hizo correr inminente peligro la noble resolucion de salvar de la muerte
que le amenazaba á su amigo don Antonio Oviedo 5. El fecundo y
horrible martirio de los héroes y de las víctimas de aquel din memorable,
excitó en su alma la mas vehemente y rencorosa indiguaeion. Veinte
años despues , al retratar con pincel vigoroso el horror de aquellas esce-
nas, duraba aun viva en su alma la recia y profunda impresion que había
experimentado. "Nuestros cabellos , dice en su obra, se erizan todavía
al recordar la tris le J silenciosa noche, solo interrumpida por los lastime-
ros ayes de las desgraciadas víctimas y por el ruido de los fusilazos y
del cañon que de cuando en cuando y alo léjos se oia y resonaba.:


Cundieron á manera de llama eléctrica portodos los ángulos de la mo-
narquía un sentimiento de independencia y de despecho y ?n clamor de
venganza, y al punto estalló un alzamiento general, el mas rápido, es-
pontáneo y magnánimo de que la historia hace menciono Aslnrias 1 ba-


t El célebre y liberal publicista Benjamin üonstant ha dicho: "Te ne connais
aucun systéme de sernitude qui ait consacre des erreurs plus {unestes que reter-
neite métaphysique du CONTRA T SOCIAL.


2 Escritor latino del siglo Ir, autor de uu Compendio de historia romana en
diez libros.


Z Historia del levantamiento ,guerra y revolucion de España, libro ,.0




x


luarte en remotos tiempos de la independencia española, tuvo en esta
ocasiou la gloria de ser la primera provincia que se levantó audaz y de-
nodada contra la dominacion extranjera. El actual conde lIe Toreno , á
la sazon vizconde de Matarrosa , titulo como hemos dicho de los primo-
génitos de su casa, habiendo salido de 1\1adrid pocos di as despues del
2 de mayo I llegó á (hiedo en ocasioo en que el pueblo conmovido daba
muestras de hallarse próximo á una abierta sublevacion, Contribnyó con
no poca eficacia á acelerar el deseado rompimiento, ora poniendo en
juego la influencia de que gozaba su familia, ora enardeciendo los ánimos
con la animada relaciou de los atentados y horrores que acababa de pre-
senciar. Dichosa casualidad fué para regularizar y dirigir acertadamente
la noble exaltaciou del pueblo , que se hallase en aquellos momentos con.
gregada la junta general del principado. Era esta una institucion antigua,
todavía existente, vestigio de sns perdidos fueros, que se reunía cada
tres años, dejando en el intermedio una diputacion de S\1 seno que la re-
presentaba. Todos los miembros eran elegidos popularmente por los con-
cejos, á excepcion de los condes de Toreoo , que lo eran natos t por pri-
vilegio de familia, y como alféreces mayores hereditarios del principado.
Levantado este, y declarada soberana la junta, de la cnal habia sido
desde luego nombrado individuo el vizconde de 1\fatarrosa I á pesar de
su corta edad, se resolvió enviar representantes ti Inglaterra en deman-
da de anxi lios I y con el fin de asentar las bases de una alianza qne era
realmente tan importante para llevar á cabo la aventurada empresa. Fué
el vizconde elegido para encargo de tanto empeño, en compañía de don
Andrés Ángel de la Vega, hombre de verdadero mérito, y digno diputa
do que fué despues eu las Cortes extraordinarias. Su claro euteudimien-
to, su desembarazo, su varia y sólida iustruccion , sus escogidos moda-
les, hacian asimismo sin duda al primero muy merecedor de tan elevada
confiauza; pero fué siempre una distiuciou señalada, y que debió enva-
necer y lisonjear justamente á un mozo de poco mas de veintiun años,
verse designado para representar en Londres y eo mision de tao alta en-
tidad ti la junta suprema de Asturias, como quiera que hubiese en ella
no pocos bombres de peso y grave autoridad.


El éxito probó que semejante eleccion habia sido en extremo acertada.
El 30 de mayo se hicieron á la vela los negociadores desde Jijoo, en un
corsario de Jersey que apareció oportunamente sobre el cabo de Peñas
no habiendo en aquel momento crucero inGlés eu toda la costa asturiana,
, siendo arriesgado aventurarse en barco de la propia uacion. En la no-
che del ü de juuio arribaron :i Fahnouth , y no eran todavía las siete de




XI


la mañana del dia signiente cuando pisaron en Londres los umbrales del
Almirantazgo. Poco despues se avistaron con Mr. Canning , ministro en-
tonces de Relaciones extranjeras, cuya pronta y viva peuetraeion colum-
bró desde luego el espiritu que debia reinar en toda España, y las con-
secuencias que una insurreccion peninsular podría tener en la suerte de
Europa , y aun del mundo t.


Desde aquel momento la permanencia en Lóndres de Jos envia-
dos asturianos, fué una serie no interrumpida de aplausos y de obsequio-
sas distinciones. El gobierno y la oposicion , la aristocracia y el pueblo
ensalzaron á una la noble y generosa conducta de Asturias 1 y tributaron
á sus representantes las demostraciones mas palpables y positivas de
aprecio y franca admiracion, No les era á estos dado presentarse en pu-
blico sin que se prorumpiese en derredor suyo en entusiasmadas aclama-
ciones, llegando á tal punto la viva sensación que su presencia ocasiona-
ba, que el primer dia que asistieron á la ópera en el palco del duque de
Queensbury, fué forzoso suspender la representaciou cerca de una hora.


Los honrosos auspicios que hablan dado principio á su carrera política,
y la feliz situaciou en que se encontraba en Lóndres el vizconde de Ma-
tarrosa , le proporcionaron fáciles medios de entablar amistad con mu-
chos persouajes ingleses de gran valer y nombradía 1 entre los cuales se
contaban los célebres Castelreagh 1 WelJington 1 Whimdam, Wilberforce,
lord Holland, y el insigne literato y orador Scheridan, con cuya irónica
é incisiva eloenencia tiene la de nnestro español no escasa analogía.
Tambien estrechó entonces los lazos de amistad que ya le nnian con don
Agustin de ArgiielIes , qne babia ido á aquella capital comisionado por el
príucipe de la Paz para entablar cautelosamente con el gabinete británi-
co una negociacion delicada que por diferentes causas no tuvo ni pudo
tener resultado alguno.


Regresó á Oviedo el vizconde de Matarrosa en diciembre del mismo
año, y encontróse á su llegada con la infausta novedad del fallecimiento
de su padre, que trocó el titulo que á la sazon llevaba en el de conde de
Torena. Permaneció en dicha ciudad hasta el mes de mayo del año si-
guiente, viviendo bastante retirado en su casa, y ocupado en el arreglo
de sus propios asuntos. No asistia el conde á las sesiones de la junta de
Asturias por andar levemente desavenido con algunos de sus individnos,
y en unda sonaba su nombre, hasta que entró en Oviedo el marqués dI'
la Romana, que babia llegado del norte poco tiempo antes. Dando este


t Hístoría del levantaruiento, guerra y revolucion de España , libro 3.'




XII


con sobrada facilidad oidos á las quejas y censuras de ciertas personas
descontentas con las enérgicas providencias de aquella junta, y acerba-
mente exasperado su ánimo con las respuestas de esta corporacion que se
negaba con altivez á subordinar sus propias atribuciones á la autoridad
meramente militar del general, se decidió á disolver la junta COIl la fuer-
za de las bayonetas, parodiando ridículamente el 18 Brumario de Napo-
leon, y formó otra, de la cual sabiendo su desvío há cia aquella, nombró
miembro á Toreno. A pesar de hallarse este, como hemos iudicado, al-"
!lUO tanto quejoso de la disuelta junta , y conocer ademas que babia ella
incurrido en merecida censura por algunas medidas arbitrarias contra
determinadas personas 1, olvidó agravios, y atendiendo únicamente á
lo que era justo y legítimo, no solo no aceptó el nombramiento del mar-
qués de la Romana, sino qne como diputado nato de la junta general, le
echó en cara la ilegalidad y violencia de su proceder, calificándole de
arbitrario y de muy pernicioso á la causa pública: firme y generosa re-
sistencia que hubiera podido acarrearle algun sinsabor de parte del ge-
neral en jefe, á uo haber sido repentinamente iuvadido el principado por
el mariscal Ney y el general Kellermann, Embarcase de prisa el marqués
de la Romana tomando en seguida tierra en Bibadeo , y el conde conti-
nuó en Asturias mientras duró la ocupaciou , ora andando por SllS breñas,
ora aliado de las tropas españolas que se habiau abrigado en las céle-
bres asperezas de Covadonga. No tardaron los enemigos en evacuar la
provincia, llamados por los acontecimientos de Oporto y otros de no me-
nor trascendencia y cuantía, y Toreno se resolvió á pasar á Andalncía,
como lo verificó por mar, llegando á Sevilla, donde se hallaba la Junta
central, por el mes de setiembre de 1809.


Habia acudido allí á abrigarse á la sombra del Gobierno supremo, y
participar de su suerte , nnmerosa turba de particulares 1 decididos á no
ser víctimas ni cómplices de la autoridad usurpadora, Toreno debió ser
llevado ademas en su determinaciou por la circunstancia de ser su tio el
marqués de Campo-Sangrado, individuo por Astnrias de la Junta central,
jnntamente con el ilustre don Gaspar lUelchor de Jovellanos, á quien ha-
bia el conde anteriormente conocido en 1Iladrid, y á qnien trató mucho
eutonces , debiéndole especiales favores, y singularmente entre ellos el
de contribuir á que se le habilitase para administrar sns bienes, cuando
aun carecía de la edad competente.


La Junta central, compuesto extraño de divergentes y mal avenidos


, Historia del Ievantamientu , guerra y revolucion de Espuña , Ilhro 8,·




XIIJ


elementos J incierta á veces por esta cansa en sus determinaciones y pro-
pósitos 1 pero afanada por el bien general , inclinada á la mejora de todos
los ramos de la administracion , y firme y noble eu las cuestiones de de-
coro nacional y de dignidad propia. iba perdiendo terreno cada dia en
fuerza y popularidad. La desavenencia de las opiniones de algunos de sus
miembros y las dificultades naturales de la situacion, la hacian aparecer
rehácia a los ojos de la generalidad en la cuestion de la instalacion de
las Cortes 1 que era el clamor continuo aun de aquellas personas mas se-
ñaladas por sus luces 1 por su cordura y por su adhesion á los principios
de moderacion y de órden. Las calamidades publicas y los reveses de la
guerra 1 aumentándose deplorablemente en aqnellos dias , acabaron de
quebrantar el ya vacilante poder de aquel gobierno, al cual, como de
ordinario acontece, se le achacó la culpa de todos los males, bijos real-
mente, mas que de su imprevision y mal manejo 1 de casualidad y des-
ventura l.


Dueños los franceses de los puertos del Uey y del1l1uradal el dia 20 de
enero de 18t O, y entrados con no prolongada resistencia los primeros
pueblos de las Andalucias 1 temerosa con fundamento la Jnnta central de
que ocupasen la capital, resolvió trasladarse á la Isla de Leon, Casi todos
sus miembros partieron apresuradamente y como en dispersion del 23 al
24; Y aunque agonizante, llegó areunirse de nuevo en la mencionada
Isla. Pero habia llegado el término de su existencia. El motin que estalló
en Sevilla a la salida de los vocales, el haberse erigido en suprema na-
cionalla junta provincial de aquella ciudad 1 y el haberse instalado una
nueva en Cádiz , complicaron de tal suerte la situacion , que siéndole
imposible á la Central hacer freute a tan recios embates, no alcanzó á
prolongar su vida ni siquiera dos dias, teniendo que ceder el depósito de
la.autcridad soberana el 31 de enero, en lugar del 2 de febrero que era
el dia designado, al Consejo supremo de Regencia nombrado de ante-
mano.


t Notables son, por el sentimiento de pesar que en ellas domina. las palabras
del insigne y recto Jovellanos en defensa de la Junta suprema de que rué individuo.
..El plazo de diez y seis meses, dice, en que yo concurrl al desempeño de sus fun-
ciones, rué á la verdad breve en el tiempo, pero largo en el trabajo, penoso por
las contradicciones y peligros. y angustiado por el continuo y amargo sentimiento,
de que ni la ínrencíon pura. ni la aplicacion mas asidua. ni el celo mas constante
bastaban para librar á la patria de las desgracias que la afligieron en este periodo...
-Memoria en que se rebaten las calulMias divulgadas contra los individuos de
de la Junta central. 'fomo I.




XIV


Toreno • como todos los demás que estaban entonces en Sevilla, y no
tomaron parte con los enemigos, habia pasado al seguro abrigo de Cádiz;
A poco de su llegada á esta ciudad • la junta de Levo le envió sus pode-
res para que la representase, en union con don Joaquin Baeza , natural
de aquella provincia. y oficial á la sazon de la secretaría de Indias, cer-
ca del Gobierno. que era ya como hemos dicho la primera Regencia, y
poco des pues le otorgó tambien los suyos para el mismo efecto el princi-
pado de Asturias. Al mismo fin hahian nombrado otros sugetos las demás
juntas , y unidos todos eu Cádiz , veíanse á menudo para ocuparse en el
manejo de los intereses públicos de sus respectivos comitentes. Ilahia
gran disgusto con la Begeueia , que se mostraba sin rebozo incliuada á
ideas y prácticas añejas; y que alentada por el Consejo real, desatendia
visible é imprudentemente la obligncion de juntar las Córtes, que al ins...
talarse habia contraído. Al punto á que las cosas habían llegado, era la tal
reunion de Cortes una necesidad patente, pues si bien podia dar ensan-
che y autoridad á ciertas doctrinas peligrosas y aun no ensayadas, con-
venia, y mucho por otra parte, satisfacer el deseo de la naeion para dar
vigor y robustez á la causa que el pueblo defendia. El conde de Toreno,
convencido de laurgeute perentoriedad de las circunstancias, y aumen-
tando el ardor de la juventud la natural actividad de su ánimo, exhortó á
los demas apoderados de las provincias á pedir á la Regencia que sin de-
mora con~regase las Córtes.Accedieron aquellos á su propuesta, y le die-
ron el encargo de redactar la exposieion , que salió en términos algo im-
periosos, y como de gente preponderante y mal dispuesta á tolerar una
negativa. Encargóse ademas á Toreno que en compañía de don Guillermo
Hualde , diputado por Cuenca, dignidad de chantre en su iglesia cate-
dral, y grande apostólico, presentase en persona á la Regencia la peti-
cion. Verificároulo asi el dia 17 de junio de aquel año (1810), y obtenida
la venia leyó el cande el citado escrito. Hubo de parecer girado á traza de
mandato el consejo de reunir las Córtes al obispo de Oren se , uno de los
regentes, pues contestó á los diputados con enojada destemplanza. Be-
plicaron estos con entereza, y aplacáronse todos al cabo con la interven-
cion del general Castaños t siendo tan inmediato y eficaz el resultado de
este mensaje, que no mas tarde que el dia siguiente se promulgó el deere-
to de la convocacion á Cortes.


Divulgárouse por Cádiz estos iucidentes , dando al conde fama y popu-
laridad para con Jos unos, y escitando contra él en los otros sentimientos
de desabrimiento y aun encono. Parte del Consejo real, que manifestaba
a las claras su aversiou á las asambleas deliherautes , trató de pouer es-




xv


torbos lila deseada reunion de las Córtes • y siete de sus individuos, entre
los cuales Sil hallaban el conde del Pinar y don José Colon, parientes de
Toreno , insistieron en qne se castigase con severidad á este y á los de-
mas diputados que habían firmado la meneiouada peticiono Pero esta
oposicion no podía tener fuerza ui resultado eu el breve recinto de la Isla
gaditana. Habíanse congregado alli muchos hombres de gran saber, ca-
pacidad é iuílujo 1 que daban vigoroso impulso á las opiniones liberales
que reinaban de suyo: la mocedad buscando senda á su noble ambicien,
se removía y pugnaba por la representacion nacional, y mal podian con-
trastar los enemigos de cambios é innovaciones una opinion que andaba
tan desencadenada y poderosa.


Los deseos de Toreno y demas reformadores se vieron por fin satisfe-
chos; siendo talla preponderancia que ya entonces habian adquirido las
ideas democráticas, que hasta los enemigos de todo sistema representiaivo
siguieron la voz comun apoyando la convocacion de una sola cámara. La
Regencia 1 inhábil é indecisa como siempre, y remisa hasta en los últimos
momentos en abrir las Córtes , se vió al cabo obligada á señalar el 24 de
setiembre para su instalacion.


Despues de la elecciou de suplentes para las provincias de España y
Ultramar, cnyos diputados no habian acudido todavia, y demas actos
preliminares, llegó el anhelado dia 24, é instalóse en nuestra patria un
sistema nuevo y desconocido; planta de dificil ar-limataeion entre noso-
tros, que si pudo ser provechosa en circunstancias dadas, escondia fe-
cundas semillas de discordia y trastorno, que habian de contribuir en ade-
lante á hacer mas graves y dilatados nuestros males. El conde de Toreno
miró no obstante aquel dia como principio de una era de regeneracion y
de gloria, y con él muchos hombres de luces, de patriotismo, de intencion
pnra.


1tlaspara caracterizar exactamente la revolucion efectuada entonces
en las instituciones y en la opinion , y dar la conveniente disculpa qne
deben la historia y la imparcialidad á los estravios mas trascendentales
que cnlpables de aquel tiempo. forzoso es presentar nna idea de la situa-
eion moral del país en aquellos momentos de trastorno y de confusión.


Desde el reinado de Cárlos 111 la influencia de la filosofía francesa del
siglo XVIII, escasamente eficaz en la literatura, se habia hecho notable-
mente sensible en el estado social y politico de la España. Los condes de
Aranda, Campomanes , y Floridablanoa , poseidos de cuanto había prac-
ticable y juicioso en aquella filosofía, dieron un noble y vigoroso impulso
al espiritu de reforma é innovacion, Estos hombres insignes ocupándose




XVI


práctica y especulativamente en las mejoras públicas, é introduciendo en
las determinaciones del gobierno las profundas miras de 11lontesquieu y
otros publicistas. couvirtieron la ciencia y la discusion en un medio de
prestigio y hasta en un arma del poder. Cási todos los monumentos á ins-
titutos que acercan la España actual á la civilizacion del resto de la Euro'
pa. son debidos á aquel reinado, en que la prudente represion del poder
monacal y el fomento concedido al comercio, á las artes y á la industria,
iban efectuando sin sangre ni violencia la revolueion social del siglo: en-
sayo á un tiempo y feliz testimonio de lo que puer'en hacer en pocos años,
cuando las pasiones populares no complican, ni embarazan su marcha,
la firmeza y la ilustracion de los gobiernos


Otro reinado semejante habría dado probablemente .ensauche y estahi
lidad á aquellas reformas, y satisfaciendo las nuevas tendencias de un
modo regular y ordenado 1 habria quitado causa y pretexto al ansia de
mudanzas que vino años despues á dividir los ánimos y á desquiciar has-
ta los cimientos de la envejecida monarquía. Acaso de aquel modo hubie-
ra esta corrido y logrado alcanzar mas tarde la suerte de los estados de
Alemania, que hoy remos prósperos y pasmosamente adelantados; pero
subió al trono Cárlos IV. Un hombre vulgar y ambicioso remplazó á los
hombres de estado que con tanto acierto y dignidad habian llevado las
riendas del gobierno, y desde entonces empezó á manifestarse y bullir el
desasosiego de las ideas. El espectáculo de abusos y debilidades sin
cuento. y por otra parte las doctrinas francesas de 1789 • que empezabau
á filtrar eu España. habían dado á las ideas progresivas del reinado ante-
rior un giro rápido. vicioso y extremado. Aquel espíritu sabiamente reor- .
ganisador , se transforma , se modifica y se exagera: y la invasión de Na-
popoleon , escitando ardientes sentimientos y sacudiendo violentamente
todas las clases de la sociedad, contribuye poderosamente á pervertir y
torcer las ideas.


Ya en 1810 110 se limita como en tiempo de Campomanes el espíritu de
reforma á mejorar la condicion del pueblo, Generalizando la educacion
ycreando los elementos materiales del bienestar: la teoría reemplaza ala
accion: los derechos del hombre y otras palabras alucinan el entendimien-
to de los mas ilustrados, y el dogma de la soberanía popular, proclamado
sin controversia cuando el pueblo era sober ano de hec ho , es acogido,
en momentos de entusiasmo é inexperiencia. como una ilusion seduc-
tora.


Nada mas natural; y si se fija desapasionadamente la vista en los tiem-
pos y circunstancias que entonces pasaban, se comprenderá fácilmente




XVII


que debió ser condicion de almas elevadas y generosas sentir á la sazou
aquel tumulto de preocupaciones democráticas.


El cuadro á la par triste y vergonzoso del abandono de Cárlos IV , Y del
gobierno doble, incierto y desmoralizador de Godoy, habia ido grabando
sucesivamente en los ánimos de los mas entendidos UD sentimiento de
pesar y de iudignacion , qDe. unido á la fermentacion moral que habia
propagado en la Europa el espíritu de la revolucion francesa , no podia me-
DOS de infundir en las almas jóvenes un deseo de reformas, vago como lo
es siempre el deseo de la inexperiencia , y DO obstante fogoso y arrebata-
do. porque le daban pábulo el ardor de la juventud y los peligros del mo-
mento. Convencidos los hombres de la época de que los medios de go
bierno hasta entonces empleados, eran iusuficientes para levantar á la
nacion del estado de abatimiento y corrupcion en que la habian visto,
buscaban una senda nueva, eu la cual se lanzaban cou vehemencia y fé ,
sin mirar que era desconocida, y sin sospechar siquiera que entrando en
ella. pudiera ser tan imposible volver atrás. como fácil hallar estorbos 'J
precipicios imprevistos. Asi la impericia y el patriotismo creaban sin sa-
bero gérmenes funestos, que desarrollados mas larde, habian de ser para
España ocasiou de terribles y largas desventuras.


La nueva invasion del principado de Asturias no permitió practicar alli
tan pronto las operaciones electorales ¡ pero luego que se vio libre, nom-
bró uuánimemente á Toreno por uno de sus dipntados á Córtes. Faltábale
cerca de un año para cnmplir los veinticinco que se requerian , y al tratar
en la sesion del t t de febrero de t 8ti de la aprobacion de los poderes que
habia presentado, se suscito la cuestion de si era o no mayor de edad, y
por consiguiente si podia ó no ser admitido como diputado por Asturias.
Apuyarun la admision los señores Mejia, Caneja , Cañedo. Argüelles y
otros. elogiando mucho el patriotismo y talentos del conde , y alegando
que la Regencia le habia dispensado la minoridad para entrar en la elec-
cion de suplentes por Asturias. y qne ademas estaba autorizado conforme
á las leyes de España para la administracion de sus bienes, presentacion á
los beneficios eclesiastieos , y nomhrnmiento de jueces en sus señorios y
territorios feudales. que todavía DO se habiau abolido. Opusiéronse los se·
ñores Anér , don José ñlartinez y otros varios clamando por la igualdad en
la observancia de la ley, y pidiendo que el conde fuese excluido con la
misma severidad con que fueron otros. por faltarles las cualidades pres-
critas en la íustruccion. finalmente, á propuesta de los señores Casteltó
y IUoralcs Galle¡;o, resolvió el Congreso que volviesen los poderes á la co-
mision, para que justificase el iuteresado ante la misma la habilitaciou de


b




XVIII


la edad que habia alcanzado del Gobierno; .v couformándose, en la sesión
del t6 de marzo, con el dictamen de dicha comision de poderes, aprobó
Jos del conde de Toreno , no obstante su menor edad t. Dos dias despues
entró á jurnr y tomó asiento como diputado propietario. Esta dispensa so-
lemne y desusada prueba, mas que cuantas retlexiones pudieran hacerse,
las relevantes prendas que le adornaban, y la alta estimacion y concepto
de que en tao corta edad disfrutaba.


l\Ias de dos meses y me..io pasó el conde desde su entrada en el Con-
:;reso sin tomar parte activa en las discusiones, no obstante haberse de-
batido varios puntos de Justicia y Hacienda, y algunas cuestiones inci-
dentales de IlO escasa importancia. La desconfianza y timidez propias de
la mocedad debieron sin duda, aunque algunos le juzgaban envanecido de
sí propio, ser causa de que temiese mezclar su voz sobrado á menudo COl)
la de hombres de larga edad )' carrera, de numerososy señalados antece-
dentes, y de grande experiencia en el manejo de los negocios públicos.


Pero llegó una cuestio» que hahia de despertar necesariamente en el
alma del coude todos los instintos generosos de la época, y su voz se es-
cuchó al cabo ardiente y desembarazada. Fué aquella la discusión sobre
señorios y derechos jurisdiccionales, larga y detenida, y que excitó no
obstante el interes general, mas porque halagaba las ideas reinantes que
por la entidad de la reforma que de ella se esperaba. En efecto, por mas
que la necesidad de, acallar eu reinados débiles ó en épocas de menorías
las exigencias de una nobleza díscola y querellosa, hubiese multiplicado
semej antes jurisdicciones y derechos, nunca habian tenido en España tan.
ta latitud y carácter tau abusivo y escandaloso como eu otros paises; y
si bien es cierto que habinn existido en algunos, aunque pocos parajes,
ciertas imposiciones y prerogativas feudales odiosas, como el derecho de
pernada, y la servidumbre luctuosa que se pagaba á los señores y prela-
dos, tamhieu lo es que tan bárbaros usos habiau desaparecido hacia mu-
chos siglos, olvidándose del todo ó convirtiéndose en prestaciones de poca
cuantía. La potestad real por otra parte, había vexido robusteciéndose
desde el reinado de los Reyes Católicos, y coartando activamente el fuero
de los señores, el cual, á la sazou que la cuestion se diseutia , se hallaba
singularmente menguado y decaido , quedando reducido al nombramiento
de jueces que habian de tener condiciones requeridas por la ley, y que
casi no conocian mas que de las causas civiles en primera instancia. Pe-
ro por insiguificante que fuese la participaciou que cabia á los señores


i Uiario de las discusiones y actas de las Cortes, 1011I. IV, páginas 239 y 250.




XIX


en la potestad judieial, era sin duda conveniente y aun necesario que des-
apareciese aquella enteramente, si se habia de dar la debida unidad á
la administracion de justicia; y no era menos importante abolir I<lS car-
gas ó pechos emanados de titulo señorial, como asimismo las concesio-
nes reales de caza , pesca, azudes , melinos, pontazgos, barcajes y otros
privilegios exclusivos contrarios á las exenciones comunes y á las sanas
doctrinas económicas.


Hahíase mezclado sin buen acuerdo á la discusion de este punto , la de
otro mas Grave aun Yesencialmente distinto de aquel; la reversion é in-
corporacion de fincas enagenadas de la corona. Pero annque ambas
cuestiones debiau haberse examinado principalmente bajo el aspecto
económico, no sucedió así , yel asuuto, desde que fué promovido en :~o
de marzo de f 81 t por los señores Lloret y Villanueva , tomó un carácter
político que halagó las pasiones populares sobremanera. Cada discurso
era un alarde de sentimientos patrióticos y una apología de la libertad.


Vehementes estuvieron cuasi todos los oradores, y como el que mas,
el señor Garcia Hereros, autor de la proposicion que se discutia, el cual,
acalorándose mas de lo que el asunto requeria, exclamaba en su violento
discurso del dia /! pronunciado despues de haberse leido la representa-
cion de varios Grandes: " ¿ Qué diria de su representante aquel pueblo
numantino (llevaba la voz de Soria), que por no sufrir la servidumbre
quiso ser páhnlo de la h~gnera? Aun conservo en mi pecho el calor d..
aquellas llamas, y él me inflama para asegurar que el pueblo numantino
no reconocerá Yi>. mas señorío que el de la nacion. "


A nosotros, los que no hemos sido ni partícipes, ni siquiera testigos de
los hechos que ahora referimos, nos cuesta gran dificultad comprender
cómo podia inspirar tan viva exaltacion el exámen de unos abusos de que
restaban no mas que nombres y vestigios, á un cuerpo supremo, cuyas
decisiones no podian ser contrastadas ni entorpecidas por ningun otro
poder semejante , y en un momento en que lejos de hallar resistencia
alguna temible que irritase su orgullo, solo encontraban las Cortes en la
opinion aplausos y popularidad. Confesamos que al recorrer la serie de
largos, eruditos y repetidos discursos que componen esta célebre diseu-
siou , suelen parecernos declamatorias é hijas del deseo de hacer gala
de ciertas doctrinas, muchas cosas que acaso fueron dictadas de buena
fé por 1:1 efervescencia del momento.


Varios oradores habian hablado con gran éxito desde el principio de la
discusion antes de que el coude de Toreuo usase de la palabra en la se-
siou del 7. Su amigo íntimo a la sazon dou Agustin de Ágüelles, habia




xx


pronunciado el dia anterior uno de sus mas largos dialécticos y ordena-
dos discursos, siendo tan extraordinario !JI aplauso del público, que obligó
al presidente á levantar la sesion,


No fué ciertamente igual el efecto producido por el discurso del conde,
nuevo en tal dificil carrera; pero no dejó de causar profunda seusacion,
habiendo ya auunciado en sesion del dia L° ser dueiio de varios seíio-
rios, y rogado al mismo tiempo al seiior Garcia Herreros que fijase su
proposici on por escrito para que el Congreso se sirviese aprobarla desde
luego, Veiase , pues, en el ahinco del conde un noble desprendimiento
que honraba tanto su carácter, cuanto daba realce á sus sentimientos
patrióticos, no faltando sin embargo quien tratase de rebajar el mérito
real que había en su decisiou, Como no todos los hombres que encerraba
el breve recinto de Cádiz estaban animados de la misma buena fé ni del
espíritu de fraternidad patriótica, de que algunos se hallaban poseídos,
aunque reprimidos y en embrion, mostrábanse ya alli todos los gérme-
ues de division, intolerancia, personalidad y apatía, que tomando cuerpo
con el tiempo, han acabado por desvirtuar y torcer la accion del sistema
representativo entre nosotros. Los enemigos del nnevo órden de cosas
publicaban á cada paso escritos satiricos y burlescos contra personas
determinadas, qne los indiferentes apl audian y ayudaban, atizando asi con
culpable abandono y como por mero entretenimiento el fuego del encono
individual, que algun dia habia de enseñorearse de la politica española,
y consumir y manchar glorias y nombres justa y afanosamente adqui-
ridos.


Dirigióse entonces contra el conde de Toreno alguno de esos escritos
insignlficantes en si mismos, pero á los cuales daban las pasiones un
valor positivo. Tratábase de poner en ridículo su patriotismo, alegando
para ello que era escasa la entidad de los señoríos de que se desprendía,
Mas aunque asi hubiese sido, todos conocian el apego de los seiiores as
turianos á las distinciones heredadas, y siempre probaba el conato del
conde despreocnpacion y generosos sentimientos.


Asi pareció en efecto á la mayoría del Congreso y del público, y el
conde empezó desde entonces á fundar Sil celebridad.


En cuanto á su discurso, uo podemos calcular hasta qué punto mani-
fesLana en él las preudas exteriores del orador, aunque sabemos que
pasaba en sus primeros años por vehemente declamador. Tal como ha
llegado á nosotros este discurso. si no puede compararse con otros que
en aquella señalada discusiou se pronunciaron , manifiesta no obstante
en medio de alguna confusion, viveza en el pensamiento y desembarazo




XXI


en la expresion. Las transiciones de unas ideas á otras no tienen lodavía
aquella liga y natural encadenamiento qne se debe á la práctica; pero
ya se anuncia el orador mas razonador que palabrero, mas lógico y ana-
lizador que pintoresco y florido. No se libró en él el conde del contagio
comuu de hacer de cada discnrso un alegato político de las ideas del
tiempo. Hay en su peroraeion pensamientos visiblemente inspirados por
el Contrato social, que eran los que, halagando las pasiones y los oidos,
y no sometidos al exámen de la razou , eorrian entonces con mejor for-
tuna: hay, decimos, aquello de que" los hombres se coustituven eu socie-
dad para so felicidad, no para darse grillos; 11 de que « las naciones no SOIl
manadas que se dan y toman á gusto de su dueño; » y de que « los reyes
jamas pudieron ni debierou hacer regalos con los pueblos como si fueran
joyas: l) llegando á tanto la exageracion de sus ideas, que no conociendo
derecho á la iudemnizaeion ni aun á los compradores de señoríos, y no
atreviéndose á negarla despues de propuesta y aprobada por varios ora-
dores, la presentó no como ohligaciou del estado , sino como. concesion
gratuita de las Córtes, por la peregrina razon de que tales compras
eran ilegitimas, porgue nadie habia tenido derecho para vender los
pueblos.


Pero repetimos que tales ideas eran propias de la mocedad en aquellos
momentos, y el mismo conde de Toreno, en sn Historia del levantamiento,
guerra y revolución de España , escrita estando maduras su edad y sus
ideas, ha rectificado cuerdamente su primera opinion , respetando aqueo
1I0s derechos como una derivacion del de propiedad y teniendo en cuenta
la orr,anizacion y modo de existir de la nacion en los apartados siglos en
que aquellas adquisiciones se verificaron.


No era ni podia ser el conde en estas primeras Córtes de aquellos que,
como los seiíores Argiielles, Mejía, Anér y otros pocos, llevaban voz
principal en los diferentes lances y debates que ocurrian, Pero no solo
pasaba ya por hombre de buenos estudios, de escogidos modales, de
condición activa y dominante, sino que era además reputado por mozo
entendido, sar,az y bullidor; y no faltaba quien le tachára de algo
arrogante y presumido; achaque comun en 10s cortos años, y si no digno
de disculpa, tolerable al meDOS cuando se apoya en mérito r,rande y
positivo. Era como tal generalmente reconocido el del conde, y propor
cionada á esta opinion la consideracion que alcanzaba; mas no se hallaha
todavía en el caso de aspirar :i un ascendiente semejante al que disfru-
taba don Agllstiu de Argüel1es, verdadero y brillante corifeo de aquellas
Córtes, siendo uatural que siguiese de ordinario el rumbo de las opiniu-




XXII


nes de este , '~OLl el cual le ligaban estrechos vínculos de amistad y de
paisanaje.


Ya en el breve plazo de vida que llevaban las Córtes hahíase tocado
el grave inconveniente que acontece á menudo en las asambleas es-
pañolas de prolongar indefinidamente las discusiones con discursos re-
petidos y ociosos, dietados por la impertinencia ó la presuncion ; ya se
daba el caso tan reiterado en tiempos mas recientes, de f>mpezar algn-
nos diputados sus discursos asegurando que « nada tenian que aíiadir á
lo expuesto por los señores preopinantes. II Y no omitiendo sin embargo
una peroracion larga y enfadosa. En 23 de marzo, convencido Ar(,'iielles
de que tantas dil aeiones entorpecian la acción del Gobierno, y de
que euando eran tan apuradas las circunstancias , y las necesidades
tan urgentes y perentorias, era menor mal algun error deslizado qne la
tardanza en la ejecución , y DO advirtiendo por otra parte qne sus pro-
pios discursos iban mas allá de los limites que exigia el esclarecimiento
de las materias debatidas, exclamaba con siguificativa , si no pequeña
exageracion , (1 absurdos, señor. obsurdos debemos decretar si no po-
demos evitarlos sin disensiones prolijas. II El conde de Toreno debió
conocer desde luego los males inherentes al conato de hablar sin nece-
sidad, haciendo interminables los dehates , pues solo tomaba la palabra
enando lojuzgaha verdaderamente útil , Y solia hacerlo con ¡[nn tino .V
eficnz resultado.


El dia antes de terminarse el debate de los señoríos. se discntió el
dictamen de la comision de :luerra sobre el reglamento y planta del esta-
do mayor general creado :i imitacion de los que existian en los ejércitos
franceses. Esta medida, necesaria sin duda para dar unidad á las opera-
ciones militares y repntada como no verdadero progreso en nuestras ar-
mas. fué terriblemente impugnada por gente interesada ó sobrado adicta
á prácticas añejas. Arrogante se mostró el tal dictamen, asegurando que
« todas las oposiciones y contrariedades qne la comision hnhia experimen-
tado, solo eran hijas de la parcialidad, de la ignorancia ó del interes
personal; " pero la razon estaba de su parte, y sostuvieron á la comision
hombres tan entendidos como los señores Aoér , Capmany y Argüelles.
Los discursos del conde. individuo y campeón de ella, fueron los mejo-
res qne se pronunciaron aquel dia , y en ellos se vió ya palpable que su
mérito principal cnnsistir 1'0 la refutncion y la réplica, género de elo·
cuencia el mas esencial)" característico de los verdaderos oradores par-
lamentarlos.


Era la sc(,'nnda vez que hablaba largamente en el Congreso, y teniendo




XXIII


en cuenta esta circunstancia y Sil edad de veinticuatro aíios , sorprende
verle rebatir con mas vigor de raciocinio todavía qne vehemencia á los
impugnadores de la comisión, convertir en armas propias los argumentos
de los contrarios, emplear la sátira corno medio oratorio, y mostrándose
siempre dnefio de si mismo, y argumentador tan sólido como fácil, ha-
cerse eco de la juventud innovadora de su época con serenidad y sin én
íasis,


En otras ocasiones volvió el cunde á defender eficazmente á la eomi
siou de guerra 1 de que formaba parte 1 y principalmente en la discusion
del reglameuto de guerrillas, y en la del dictamen acerca de la exenoion
de pruebas de nobleza para la admision de los alumnos en los colegios
militares. IUostróse en ambas mas sesudo que arrebatado, dando pme-
has de singular destreza para volver las cuestiones á su propia esfera,
cuando extraviándose se apartaban de ella l.V empleando nombres y he-
chos históricos, no como un mero alarde de su buena iustruccion , que
hubiera sido en su edad disculpable 1 sino como argumentos hijos de la
mas rigorosa ¡o¡:ica. Es notable que en la primera de estas cuestiones,
disgustado sin duda de la usurpacion de facultades y atrihuciones t au
eomnn en aquellas Cortes l tuviese b cordnra de hacer la distincion COI'·
respoodiente entre las medidas m-ramente legisfativas y propias por lo
tanto del Congreso, y las qne siendo puramente administrativas, exigian
aplicncion pronta y vnriable j y tlO lo es menos en la segunda 1 la cual le
inspiró una improvisacion sumamente feliz y animada 1 qne, :í pesar de
las erradas ideas de uivelacion social que luchaban en SI1 mente coo el
apev,o natural á las prerouativas de la clase á qne pertenecia, atacase
el abuso con razones de mera justicia y conveniencia l y mas bien diri-
gidas á convencer y acallar á la nobleza que se juzgaba despojada, que
á exaltar con vanas declamacicnes á las clases llanas por las cuales en
aquella sazon abogaba. « Nobleza l dijo, babia en el siglo XVI: mas con-
siderada y respetada era entonces que en p,1 dia , y por cierto no tenia
semejante privilegio. Aquellos invencibles tercios l aquellos tercios que
aterraron la Italia y la Flandes, J' llevaron sus banderas victoriosas hasta
los muros de Paris , desconocian estas distinciones para sus ascensos.
Londoño y Equiloz, oficiales de aquel tiempo, nos han transmitido sus
ordenanzas, y de ellas claramente se deduce que indistintamente se lle-
gaha á los pnestos primeros de la milicia. Y si la clase noble existia ,y
existia con mas brillo cuando no se couocia tal prerogativa • ¿ cómo osa
nadie aventurarse á pronunciar de un modo insidioso que se socaban los
cimientos de la nobleza? "




XXIV


Forzoso es convenir en qne al hombre de veinticuatro años que mani-
festaba tan templadas miras en unos debates vivos y acalorados, que
ofrecian ocasion para explayar con lucimiento las opiniones en voga, y
en los cuales no hablan andado escasas las invectivas contra la comision ,
no le cuadraba el papel de tribuno á que las circunstancias le arrastra-
ban alguna vez á pesar suyo. Los que gusten de comparaciones, hallarán
un progreso parlamentario no pequeño, hecho por el conde en el corto
periodo transcurrido desde el discurso que pronunció en la euestiou de
señoríos.


Mas en pugna con las distinciones y derechos de las clases nobles es·
pañolas estuvo el conde cuando propuso la extincion de las cuatro ór-
denes militares, dejándose llevar sobradamente de su espíritu reforma.
dor, corno aconteció asímismo al entonces célebre cura de Algeciras, el
señor Terreros, el cual presentó en seguida otra proposicion semejante,
Jusgaba el conde que dichas órdenes podrían ser convenientemente
reemplazadas por la órden nacional de San Fernando que iba á ser crea-
da, y que lo fué en efecto algunos dias despnes, en 31 de agosto; pero no
anduvo acertado en ello, porque las órdenes militares, siendo en aquella
época menos todavía recompensa del mérito que indicio de nobleza, te·
niau un carácter distinto y separado de la que se pensaba establecer,
destinada exclusivamente á excitar el valor militar, como decia el pream-
bulo del decreto de su crencion. El Cougreso dió á nuestro ver una
prueba de cordura, no admitieudo á discusión las proposiciones del con-
de de Toreno y del señor Terreros.


Comenzó de allí á poco el debate mas importante de aquellas Cortes,
e! de la Constitncioo que se preparaba. Mirábase esta como el cimiento
que habia de ser á UD tiempo base y defensa del pretendido edificio de
libertad que creian levantar. Erraban en ello, aunque de buena fé y con
el mas laudable deseo; pero erraban tanto lilas ciegamente, cnauto que
en vez de introducir en su obra las máximas del gobierno representativo
experimeutadas cou tan buen éxito en Inglaterra • tomaron por modelo un
Código abortado en la fiebre de una revoluciou, y desacreditado ya hacia
tiempo por sus funestos resultados. El conde de Toreno tomó, como era
de esperar, parte y muy activa en la discusion , dejándose arrastrar de
sus ilusiones y de su fogoso cuanto acendrado patriotismo. Hahló , al
discutirse el titulo primero, de la inaplicable doctrina de la soberania po-
pular, de UII modo ingenioso y vehemente. pero tan v~l;o como el prin-
cipio que le inspiraba. Salió algun tanto de la esfera de las geueralidades
metafísicas. al hablar del veto real y de las dos cámaras. Sostuvo, no en




xxv


verdad con buenas razones, que las Cortes debían componerse de un
cuerpo solo, y siguió en ello lo que babia dicho en la sesion anterior
don Agustin de Argüelles, siendo, como manifest6 al empezar su discur-
so, « unas mismas sus opiniones, y unos mismos sus sentimientos. »
Triunfó en este pnnto , como en todos los demas , la corriente de la opio
nion que en las concesiones democráticas se manifestaba nnida y
poderosa, y es menester confesar que eran uecesarias graD madurez de
principios y sobre todo una frialdad de razon dificil en tales circunstau-
cias , para concebir la utilidad de una institucion moderadora, destinada
á poner embarazo y limitacion á los ímpetus del poder popular. En efec-
to, deliberaban las Cortes cási al alcance del cañon francés, y no es de
extrañar que mirasen con entusiasmo á UD pueblo del cual esperaban la
salvacioo del estado, y cuyo heroismo y desprendimiento eran capaces
de avasallar la imaginacion. ¿ Quién no hubiera aplaudido el arranque
del agudo y elocuente diputado Mejía, cuando al pugnar porque ningun
español pudiese ser preso por causas civiles 1 exclamaba poseido de
ideas de imposible nivelacion social: « Desaparezcan de una vez esas
odiosas expresiones de pueblo bajo, plebe y canalla. Este pueblo bajo,
esta plebe, esta canalla es la que libertará á España.»


Mas desateutado y rnen..s disculpable se mostró el Congreso, y en
particular el conde de Toreno, en el debate promovido acerca de 'la san-
cion real. Trataban de establecer un gobierno misto, y 110 se temió inu-
tilizar el elemento monárquico basta el punto de hacer del Rey un mero
estor ho en el artificio constitucional. Al tratar del segundo titulo en qne
se asentaba qlHl la potestad de hacer las leyes residía en las Cortes con
el Iley , pronunció el conde un largo y especioso discnrso , apoyado, co-
mo él mismo ha dicho despues , en ideas teóricas, plausihles en la apa-
riencia, pero en el nso engañosas. No quedando satisfecho con restringir
tan latamente como lo hacia la comision , la interveneion de la potestad
real en la formacion de las leyes, terminaba asi su discnrso: (' Soy de
pinion de que en este articulo se suprima la cláusula con el Rey, y de
qne en el capítulo 8." se pongan ciertas trabas á las Cortes para la apro-
bacion de una ley, sin que dependa eu manera alguna de la voluntad del
Rey su decision. » Lo mismo pensaron y aun dijeron inexpertos otros
diputados que no veian en el velo sino una restriccion de la representa-
cion nacional, llevados de ilusiones polüicas, mas no disculpables en esta
parte con el patriotismo que todo lo escusaba. El patriotismo era enton-


• Sesion de 2S de abril de 's. l. Diario de las eórtes.




XXVI


ces un sentimiento estrechamente hermanado con la especie de adora-
cion que al Rey cautivo se profesaba •.v de la cual recibia aquel parte de
su unidad y de su fuerza; y era en verdad extraña inconsecuencia ensal-
zar al ídolo y minar sordamente el altar.


Nada habló ni sobre la reeleccion de diputados, ni sobre que los mi-
nistros no pudiesen ser elegidos de entre estos, no siendo por consi-
guiente responsable de dos de las mas graves faltas de aquel tan imper-
fecto Código. Habia en la mayoria del Congreso una especie de ojeriza
contra el poder ejecutivo , que algunos miraban como enemigo nato del
legislativo. Toreno , corno Argüelles y algunos otros de sus amigos , mas
enterados de las leyes del equilibrio de la nueva mecánica poluic« que
iha á establecerse, oompreudia los incouvenientes de apartar y hacer
extrañas y opuestas entre sí aquellas dos potestades ; pero no se atrevió
á chocar en las cuestiones de este Género con el ciego y mal entendido
desprendimiento de que aquellas Córtes hacian tanto alarde. Su delica-
deza por nna parte> no queriendo que se sospechase que sus opiniones
podian ser emanadas de interés personal, y la persuasion en qne estaba,
por otra, de qne la fuerza moral que habia de establecer sólida.neute en
su origeu el sistema representativo, dehia consistir principalmente en
las notorias muestras que diese de un desinteres á toda prurha , le im-
pusieron un silencio que DO es de creer hubiese guardado en otro caso, y
qne hnbiera debido romper en nuestro concepto, arrostrando unas consi-
deraciones, fundadas sí, pero no dignas de ser antepuestas en tamañas
cuestiones á la verdad y á la eonviceiou.


Siguió el coude mientras duraron las Córtes generales y extrnordina-
rías dando muestras de su aventajada capacidad , llevando la voz prin-
cipal en muchas cuestiones. y siendo cási siempre, por decirlo así, el
alma de lar. comisiones de r,uerra y hacienda, de que fué individuo.Jbau
perfeccionándose y extendiéudose sus ideas, rnadnr ándose su juicio y
cobrando con el hábito aqnel tino práctico tan difícil, que tanto se echa
de menos aun en las personas mas ilustradas , y que es cualidad esencial
de los hombres públicos, El estado de la hacienda y su reforma fijaban
la atencion de los diputados mas entendidos. y annque las necesidades
urgentes de la guerra y el desorden general de la adrninistracion no per-
mitian adopt.ar ningun plan fijo y ordenado, ya pudieron verse en los
dictámenes que extendió y en varios de sus discursos los buenos conoci-
mientos que poseía en esta materia. aunque no madurados todavía por la
experiencia. Pero así estos discursos como uno que pronunció sobre la
irresponsabilidad de la negencia, el larguísimo y bien preparado sohre la




XXVI!


abolición de la lnquisicion, y otros acerca del exámen de la conducta de
los ministros, tienen cierto sabor de práctica y gobierno, y algunos de
ellos un carácter de oposicion fundada en hechos y aplicaciones, que ya
anuncia á las claras la profunda sagacidad y el espíritu de observacíon
que caracterizan al estadista parlamentario.


Pero á decir verdad, campean mas prendas oratorias y mas rasgos de
imaginacion en los discursos teóricos que pronunció en las citadas Cór-
tes, halagando, annque sin aspirar IÍ ello, las pasiones populares. Es-
tos discursos bellos y dignos de disculpa, no lo son ciertamente de
alabanza, porque las doctrinas de mala ley y el vuelo arrebatado de sen-
timientos que los inspiraban, contribuyeron no pocas veces á las deter-
minaciones violentas y á las señales de intolerancia política que dió en
algunas ocasiones el Congreso constituyente. Toreno fué el autor de una
proposición para que se suspendiesen algunos individuos del Consejo
real, que aprobada por las Cdrtes , dió un mortal f;olpe á este cnerpo
hasta entonces tan respetado. Tuvo nsímismo gran parte en la funesta
invencion de las purificaciones qlle abría ancho campo á la arbitrariedad,
y que imitada despues en épocas de mas triste memoria, ha afligido tanto
á las clases dependientes del Gobierno. Pero nunca dió el conde mas
suelta á los ímpetus de s'] ardiente patriotismo que en el asunto de do»
]Uigll~r de Lardizáhal y Uribe , hombre de índole vana é inquieta, uoo de
los miembros de la primera ReFtencia. y autor de UD folleto, publicado
eu Alicante, en el cual condenaba la institucion y la conducta de la s
Cortes, llegando hasta el extremo de estampar estas imprndentes pala-
bras: Ce Vimos claramente que en aquella noche ( la de la iustalacion de
las Cortes) no podíamos contar ni con el pnehlo , ui con las armas; que
:í no haber sido así" todo hubiera pasado de otra manera.» Por audaz y
ofeusiva que pareciese esta declarncion , y por conocido y autorizado
que fuese el personaje que firmaba el tal libelo, segun lo calificó el señor
Argüelles , no hahia fundamento para ver en él UD anuncio de ocnltas
maquinaciones, ni era cuerdo ni generoso en el Congreso erigirse sin
necesidad en tribunal para juzgar en causa propia. Debió tenerse presen-
te que al cabo Lardizáhal babia osado, aunque de un modo avieso y
altanero, del deree ho de libertad de imprenta. y que I como expreso cou
suma sensatez el señor del IUonte al contestar al conde de Toreno, no
convenia , á pesar de la malignidad del escrito, tomar providencias tu-
multuarias, apartándose de la le}, pues aun admitiendo la existencia de
las tramas que se temían, el mismo papel era la prueba mas evidente de
su impotencia. El conde, apasionado defensor de la represeutacion na-




XXVIII


cional y receloso de los peligros que en su concepto la amenazaban, hi-
zo cuanto estuvo á su alcance por conseguir que se desviase el Congreso
en el asunto de los tramites ordinarios. Habló en su discurso de Roma y
de Caton , y con estos medios, eficaces solo en la infancia de las revo-
luciones, excitó los aplausos de las galerías, y alcanzó nuo de esos
triunfos de una mañana, á los cuales no da seguramente en el dia mas
valor del que realmente tienen. Arrastrado el Congreso, portóse con la
iutolerancia de corporacion ofendida, y abusó de su poder adoptando
para este caso una médida excepcional, que fué entre uosotros el primer
ejemplo de tirania ejercida en nombre del pueblo por las pasiones ó los
yerros de uu partido vencedor.


Posteriormente, eo su obra, ha querido el conde, sobrado indulgente
con las primeras Córtes, disculpar aquel hecho, encareciendo la traseen-
deucia del escrito de Lardisabal , pero en nuestro concepto, sin ¡¡rave
fundamento.


Otro acto reprensible y aun opresivo de aquel Congreso, á que con-
tribuyó con sus amigos el conde, fué el decreto expedido contra el
obispo de Orense don Pedro Quevedo y Quintano. Este prelado general-
mente venerado por su iutegridad y sus virtudes, y cuya noble y enér-
gíca respuesta á las proposiciones que por ganarlo le hicieron los france-
ses, habla tenido notable influjo para excitar al pueblo español á la
resistencia; llamado á jurar la nueva Coustituciou , expuso en términos
dignos y mesurados, que aunque estaba dispuesto á prestar el jurarneuto
que se le exigia , creia conforme á sus deberes pastorales hacer presente
que hallando en aquel Código máximas y disposiciones contrarias al
dictárneu de sn coucieucia , se reservaba la facultad de representar
cuando hubiese lugar sobre ciertos puntos que en su concepto debian
reformarse. El I::on¡¡reso sin tener en cuenta, ni su venerable carácter.
ni sus esclarecidos antecedentes, ni sn avanzada edad. ni el respeto
que le tanian los pueblos, y no advirtiendo qne erigir juramentos bajo
penas gravlsimas , era ejercer la coaccion mas contraria á la verdadera
libertad, trató de infamar al obispo de Orease declarándole indigno de
la consideracion de español, y ordenó que fuese expelido del territorio
de la monarquía veinticuatro horas despues de intimado el decreto.


"Hecha de este modo es despótica hasta la misma jnsticia,» decia con
razon uu periódico de aquel tiempo. Y en verdad, si la esencia del des-
potismo consiste en la mauera de ejercer el poder y no en el nrunero ui
en los títulos de los que lo ejercen, ¿ no era un escarnio que un gobierno
apellidado libre impusiese á los individuos del pueblo que babia declara




XXIX


do soberano 1 la alternativa de jurar sin restriccion una institucion fla-
mante y desconocida, ó de ser extrañados del país en que habian naci-
do? ¿ ó no era parte por ventura de ese pueblo el que se atrevía á pensar
de distiuto modo que las Córtes, ó á dudar de su infalibilidad? i Y hay
quien imagine que poner el poder en manos de muchos basta para el
afianzamiento de la libertad 1


Tambien se distinguió justamente el conde de Toreno oponiéndose con
todo esfuerzo á la regencia propuesta de la infanta doña AIaria Carlota,
gobernadora de Portngal y del Brasil. Temia • y con razon, que la indole
terca y traviesa de esta princesa pusiese estorbo al establecimieuto de
las libertades púhlicas , y que las intrigas de eórte promovidas como era
de presumir por el partido anti-Iiberal , perjudicasen al interes del Rey y
al éxito de una guerra que solo debía depeuder del espíritu nacional,
sostenido con tanto esfuerzo y tan rara perseverancia.


Llegó por fin el término de aquellas Córtes extraordinarias y eonsti-
tuyentes, que en medio de sus errores han dejado á la posteridad tan
justos titulos de gloria 1 siendo acaso su mayor falta la de haber invadido
con sobrada frecuencia las atribuciones del órden ejecutivo y aun del
judicial, sin acordarse del solemne y decantado desli nde de potestades
que habian hecho en el mismo dia de su instalacion. Bien es verdad que
al fenecer las Córtes de que vamos hablando, estalló en Cádiz con pre-
texto de la epidemia una asonada en que el partido democrático, extra-
viándose por primera vez de la senda trazada por sus caudillos, cometió
la irregularidad de juntar violentameute las Córtes recien disueltas: bien
es verdad que en aquellos días perdieron dichos caudillos parte de su
popular autoridad, intentando , aunque en balde, hacer comprender la
ilegalidad y desafuero que se cometia. Verdad es asimismo que al recibir
las Córtes ordinarias la herencia de la potestad legislativa que les com-
petia, recibieron tambien con ella una libertad de imprenta sin limitacion,
ejemplos, y eási hábitos de turbulencias en las galerias y en los cafés, y
otros elementos de trastorno; mas es justo confesar que si las Córtes
fundadoras contribuyeron á alimentar y desarrollar semejantes extravíos,
no nacieron estos ni de sus deseos ni de sus intenciones, sino de la fuerza
misma de las cosas, y del vuelo desenfrenado que iba tomando la opi-
nion, Empezaba la revolucion á soltar las andaderas de la primera edad,
é iba ya perdiendo coa ellas el candor y la confiauza.


El conde de Toreno había-seguido en los principios de su carrera par-
lamentaria los mismos pasos que el Congreso de que formó parte, mos-
trándose como él ya cuerdo. ya intolerante 1 ya diestro, ya alucinado, y




xxx


siempre inexperto, apasionado y deseoso del bien. Fenecido aquel Con-
greso, quedó sin responsabilidad ni ocupacion oficial, annque la fama llue
ya habia Ganado le colocaba en la primera línea de los personajes polí-
ticos. A. inútaciou de. la asamblea coustituyeute de l'rancia, habiau
decretado unánlmemeute las Córtes que ninguno de sus individuos pu-
diese ser reelegido para la diputaeion inmediata, ni ejercer cargo alguno
hasta un año despues. Esta prueba de desiuteres honrosa, bajo el aspecto
individual, era absurda como determinacioa política. Graves daños habia
causado la falta de conocimientos prácticos de gobierno eu los diputados:
íhase , pues, ahora á malograr la experiencia adqi-irida , siendo llano
que por este medio se condenaba á la nación á empeorar en punto á re-
preseutacion nacional. Pero así lo decidieron una delicadeza malacon se .
jada en los unos, y el temor de que se calumniasen sus sentimieutos en
los otros.


Los acontecimientos de la guerra, mas favorables y venturosos cada
dia , y la circunstancia de empezar á desaparecer de la Isla gaditana la
fiebre amarilla, consintieron la traslacion al centró de la monarquía de
la Regeucia y de las Córtes , que debían volver á abrir sus sesiones en
Madrid el15 de enero de 1814. Llegó tambieu en este mismo mes á la
capital el conde de Toreno.


Apurado Napoleon por este tiempo con los reveses de Alemania, alen-
tada la coalicion , y rotas las negociaciones de Chatillou , recibió su li-
bertad el Rey Fernando, y entró de allí á poco eu España, mas como
caudillo de un partido implacable y rencoroso, que como monarca agra-
decido á un pueblo fiel y entusiasmado, que acababa de alzarle un trono
de gloria sobre los escombros de sus bogares.


Permaneció el conde en Madrid hasta el 5 de mayo, en que salió para
Asturias, llamándole sus asuntos domésticos, J juzgando precario y mal
segnro el sistema de gobierno que á la sazon regia. Pero por fieles que
fuesen sus presentimientos é infalibles sus previsiones, no pudo caber
seguramente en su razou imaginar que el dia antes de su salida de la
capital firmaba Fernando VII en Valencia un odioso decreto, injusto
en el fondo, violento en las formas, y engañoso y pérfido en las pro-
mesas, en el cual eran declarados rebeldes y facciosos los que, aun
errando, se habían hecho merecedores por su lealtad acrisolada de
alabauzas y galardon. Como quiera que sea, el hecho es que no bien
hubo llegado al principado, cuando recibió la noticia de la disolucion
de las Cortes, juutameute con la prisiou de los regentes, de los ministros,
de varios diputados amigos suyos, eu vista de lo cual y del aviso que




XXXI


tuvu de que se intentaba prenderle , resolvió abandouar a España y se
d irigió á Iíihadeo , donde Sol embarcó para Lisboa, Obligado por la
contrariedad de los vientos á recalar en Vivero, se dirigió por tierra
a aquella capital , á donde no sin algunas dificultades llegó por fin á
mediados de junio.


Pensil detenerse al:;un tiempo en Portugal, y no podia decidirse á
abandonar la peuíusula. No conocia entonces Toreno ,la condicion vária
y movediza de los pueblos, y prohablemeute le parecia imposible que
una nacion que habia proclamado con tan vivo entusiasmo la Constitu-
cion en todas partes, y nombrado libre y espontáneamente sus diputados
á Córles , se mantuviese fria espectadora de una persecueion tan des-
pótica cuanto atroz. Pero el prestigio que llevaba consigo la presencia de
un monarca tan deseado , el aturdimiento consiguiente á nu golpe de
autoridad tan violento é inesperado, J la intervencion reaccionaria del
populacho 1 ciego instrumento entonces del partido anti-Iiberal , permi-
tieron que se atropellase iudiguamente cuanto apoyaban la raZOD, la
justicia, la convenieucia pública y hasta la dignidad y el iuteres del
trono, Conveucióse al fin Toreuo de que nada bueno habia que esperar
de nn Bey que tau errada y vituperable senda escogia , cuando le era
hacedero y hasta fácil conciliar opuestos intereses y marchar recto y firme
por un camino de adelantamiento y justicia; y temiendo por otra parte
la vigilancia de la policía portuguesa que le buscaba, se embarcó é hizo
á la vela para Inglaterra en los primeros dias de julio siguiente. El go-
bierno de Lisboa 1 indecorosamente condescendiente con el gabinete es-
pañol , mostró al conde las mas encendida ojeriza, llegando hasta perse-
guir activamente después de la salida de este á cuantos españoles de
todas condiciones babia u tenido con él alguna relación ó comunicacion
de cualquier linaje t.


Llegó Toreno á Londres á los pocos dias, apareciendo en aquella capital
como primer proscripto de Fernando VII, el mismo que en 1808 se
presentó allí el priwero á solicitar auxilios en favor de los que sosteniau
la causa de tan ingrato príncipe.


Permaneció en Londres hasta el mes de diciembre 1 en el cual pasó á
á París afligido siempre con las desventuras de su, patria, pero siempre
alentado con la esperanza de que serian pasajeras, pues creia que el


t Cuéntaseque descendió el miserable despique del gohierno portugués hasta
el punto de desterrar'á un sastreque, sin conocerle, había prestado al conde de To-
reno IUi5 servicios propios de su prutesíon ,




XXXII


sentimiento de la libertad no podría ya amortiguarse en los pechos de
los españoles, y no imaginaba que pudiese haber estabilidad en un go-
bieruo dirigido por la ineptitud y combatido por la opinion. El desembar-
co de Napoleon en Francia le obligó restituirse á Londres sin aguardar á
que este llegase á París. Poco satisfecho se hallaba de la conducta de los
aliados con respecto á España, á la cua 1 debian tanto los tronos y los
pueblos de Europa; pero no se dejó deslumbrar de las vanas esperanzas
que aquella novedad presentaba á la imaginacion de muchos, y quiso
alejándose evitar hasta la sospecha de tratos con Napoleon , y conservar
así su nombre de buen español intacto y sin mancilla. Como en galardon
de una conducta tan uoble y circunspecta, recibió en Lóndres la noticia
de estar sus bienes confiscados, y ele haber sido condenado á muerte
por tres de los ciuco jueces que componian la comision nombrada con este
fin especial por el Rey. Claro es que los cargos que se le imputaban eran
sus opiniones. No tenian otro crimen los diputados perseguidos. Mas á
falta de cargos se inventaron calumnias, pero tan groseras y absurdas,
que con ser calumnias uo hicieron mella sino en la honra del bando que
tan inicuos y villanos medios empleaba t. Toreno habia sido además,
sobre hombre de influjo, el dipntadomasjóven del Congreso constituyente,
y esta circunstancia, que hubiera debido hacer mirar con indulgencia
la exageracion de sus opiniones, que al cabo hahian nacido de la pureza
y elevacion de sus propósitos, fué un título mas de acusacion. ¿ Y CÓUlO
no habia de mirar con malos ojos un gobierno tan ignorante y suspicaz á
nno de los mas insignes representantes de la nueva ¡;eneracion que se al-
zaba, enemiga de abusos, activa y estudiosa?


Decidida en Waterloo la suerte de Napoleon , y restituido seguuda vez
al trono Luis XVIII, volvió Toreno á Francia al comenzar agosto de 1815,
obligado por las circunstancias criticas de sn situacion , y confiado en


t Entre los inrormes~ dados contra varios diputados de las Córtes generales r
extraordlnarias á los jueces de polícía de Madrid, á consecuencia de la real órden ex-
pedida al efeclo el 2i de mayo de ISI s , por don Pedro Macanáz, bay uno en que el
informanle, refiriéndose aoiüas , dice estas palabras, rídíeulas basta por su mala re
daccion. " Valido Toreno de la amistad y parentesco de Queipo (don Fernando) se
valian del dinero de las encomiendas de los íntantes , de que este último era director,
para pagar alos de las galerías." = Número correspondiente al mes de setlembre de
tSI9 de Et Españ.ot constitucionai, periódico mensual que se publicaba en Lóndres.


La calumnia de haber solicitado los diputados de Cadíz la intervenciou de las ga-
lerlas en las deliberaciones de las Cúrtes , rué rebatida cual convenia en el analísts
Ó inpngnaeion del decreto dado en Valencia el, de mayo, escrito por don Álvaro
Florez Estrada.




XXXIII


que su calidad de extranjero y S1l prudente conducta bastaban á ponerle
al abrigo de los tiros y acusaciones tau frecuentes eu aquel borrascoso
período.


Por este tiempo el general don Juan Diaz Porlier , cuñado de Toreno ,
caudillo insigne y afortunado en la guerra contra Bonaparte , y preso
entonces en la Curuña por su adhesión á los principios constitucionales,
se levantó el primero en favor de la restauracion del sistema abolido
en 1814, apoderándose de aquellaplaza.Plas la parte de fuerza moral que
acompaña siempre á los gobiernos en acción por desacreditados que se
hallen, el espíritu de lenidad con que fué dirigido el alzamíento por creer
el general que intento tan noble debia bailar eco en todos los corazones
generosos , y acaso tambien lo prematuro de la ejecneion , fueron causa
de que se malograse aquella tentativa, cuyo fruto pur el momeoto con-
sistió solo en exasperar al gobierno y eu aumentar su encono y su des-
confia nza. Alarmó este acontecimiento, como era natural en circunsta u-
cias tan criticas, á los leg;timistas de Francia, en cuyas manos estaba
el gobierno. Sospechóse probablemente cuando menos que Toreno no
ignoraba la couspiracinn que babia promovido el movimiento, y se fijó la
atencion en este y en los demás españoles del bando liberal residentes
en Francia. Era arriesgada la situacion de estos teniendo como teniau
por enemigos al partido dominante, al partido vencido, á los españoles
que habían ligado su suerte con la de este, y por último á los agentes
del R"y Fernando, absolntistas , Ó qne afectaban serlo. Asi sucedió que
en abril de 1816 y á pretexto de rumores qne se esparcieron acerca de
supuestas inteligencias de algunos 'liberales españoles que estaban en
Bayona con otros de Navarra, fné preso el conde de Toreno juntamente
con todos los de su casa, como asimismo Sil antiguo amig .. don José
Queipo t, el general Mina y algun otro. Recogiéronle sus papeles, y en
el único iuterrogatorio á que dió lugar tan violento y arbitrario proce-
dimiento, le hicieron extrañas preguntas. Era una de ellas, si tenia noti-
cia de un plan concertado para acabar con los Borbones de Francia,
Napoles y España, y otra, si era cierto que concurría con frecuencia á
la casa del duque de Wellington y del general don Miguel Ricardo de
Álava. Esta última pregunta hecha á traza de caq;o, sorprendió singu-


• Debemos el conocimiento de muchas de estas particularidades á unos apuntes
manuscritos de este caballero, antiguo jefe político de Segovia y diputado á Córtes
de la segunla época constitucional, el cual perseguído tamhíen entonces como libe-
ral por el gobierno español, siguió constantemente al conde de Toreno en esta emí-
gracinn.


e




XXXIV


larmente á Toreoo, que siempre hubiera creído el trato con ambos un título
de reeomendacion , y en especial con el primero, que tan eficazmento
había contribuido al.restablecimiento de los Borboues. Respondió con
la conveniente dignidad á todas las preguntas, y como quiera que no
resultase cargo alguno contra los presos, ni del exámen de sus papeles,
ni de las diligencias y averiguaciones de la policía. Mr. Decazes, á la
sazón jefe de este ramo, mandó que fuesen puestos en libertad, despues
de dos meses de prision, sin la menor prevenciou ni apercibimiento. Tal
fué el término de un procedimiento tan irregular como injusto, achacado
no sin visos de fundamento á las instigaciones del embajador español,
quejuzgaria este buen camino para recomendarse á la córte de IUadrid.


Aunque perseguido Toreno, y acaso por ello mismo, no le fallaron
sinceros amigos entre personajes franceses de cuenta y nota. Distinguié-
ronse Mr. Ternaux y Mr. Bérard por las pruebas de afecto y verdadera
estimacion que le dieron, empleando en favor suyo todo su crédito y va-
limiento. Desde entonces permaneció en París hasta el término de los seis
años que durb aquella primera proscripcion , pobre y obscurecido, pero
apreciado cual mereeia por todos los hombres imparciales, contento de
si propio, y dedicado al estudio y á la observacion. Entonces escibrió nn
opúsculo, algo, aunque involuntariamente, parcial en favor de las Cór-
tes constituyentes, razonado con notable juicio y claridad, que tuvo gran
aceptacion , y fué traducido en varias lenguas, cuyo titulo es: (( Noticia
de los principales sucesos ocurridos en el gobierno de España desde
1808 hasta la disolucion de las Córtes en 1814. » En fin Toreno en aque-
lla época de padecimiento no se humilló, no se retracto, no hizo una sola
peticion para mejorar la situacion en qne se hallaba, y aguardó con pa-
ciente confianza la llegada de dias mas venturosos, dando sin cesar
testimonio de un carácter noble y de un entendimiento elevado.


Antes de rayar el año de 1820 ya se advertian en España aquella fer-
mentacion de los ánimos, aquel desasosiego moral de los pneblos, aque-
lla desconfianza del gobierno, precursores de los grandes cambios polí-
ticos. Ya á mediados de 1819 se advirtieron síntomas de snhlevacion en
el ejército expedicienario destinado á Ultramar¡ pero sobre ser mal repri-
midos, no bastaron á enseñar al gobierno que la España de 1819 no era
la de 1808, y que una vez burlada la fé de una naciun que todo lo habia
esperado de su Rey, era necesario para conjurar la tempestad que ame-
nazaba cambiar de conducta y caminar franca pero enérgicamente hácia
un fin determinado y fijo, haciendo las reformas que requería el estado
del país, y dando á la administracion la aecion vital que le faltaba.




xxxv


Pero la imprevision del gobierno, su poca destreza, su marcha incierta
y débil alimentaron el descouento geuernl. Las sociedades secretas que
ya empezaban á organizarse cobraron aliento, yel deseo de salir de si-
tuacion tan infausta llegó á ser á no dudarlo un sentimiento nacional. Filé
en fin posible en 1820 que un puñado de perturbadores desquiciase un
trono y cambiase la existencia de una nación,


Al empezar la mañana del dia J.O de enero de aquel año, don Rafael
del Riego, comandante del segundo batallen de Asturias, proclamó en
las Cabezas-de-San-Juan la Constitucion de 1812. Los primeros pasos
de los sublevados fueron felices, pero no cundió como habían pensado
el fuego de la insurreccion , y aunque reunieron eu la Isla un ejército
bastante considerable, Cádiz no correspondió á la exeitacion, y se vieron
precisados asalir como en correría para acalorar el espíritu público y
proporcionarse víveres y dinero. Cerca de dos meses transcurrieron desde
el citado dia 1.·, sin que estallase en niugun punto del reino otra
sublevacion que viniese á dar fuerza y legitimidad á la primera. El go-
bierno por su parte se mostraba digno de sí mismo en el momento del
peligro, dejando que los pueblos y el ejercito se familiarisasen con el
alzamiento de la Isla de Lcon , y que pasando dias se abultase la idea de
su importancia, sin tomar ninguna determinación cuerda y vigorosa.
Parecia que el gobierno y la revolueion hacian alarde a porfía de indeci-
sion ,. apocamiento. Al cabo la apatía del gobierno puso de manifiesto
toda la extension de sn incapacidad: perdieronle el miedo los agitadores,
y estalló el movimiento revolucionario en diferentes provincias y aun á
pocas leguas de la capital. El Rey, aislado en los últimos momentos , se
vió en la necesidad de ceder, yprestó el dia 9 juramento ala Constitucion,
ala sazon que se hallaban en gran conflicto las tropas de la Isla, y dos
dias antes de que la columna de Riego, J'a eási destruida por la deser-
cion , acabase de disolverse. Contraste no menos singular ofrece :i la
historia la extraña coincidencia del horrible atropellamiento cometido
eu Cádiz contra el pueblo inerme y desprevenido en nombre del trono
absoluto, el mismo dia 10 de marzo en que el Rey daba su manifiesto
declarando que marchaba francamente el primero por la senda constitu-
cional.


Toreno debió recibir con profundo júbilo la noticia de tales mudanzas,
que realizaron por entonces la conviccion que le había alentado en su
destierro. de que un gobierno que llega á hacerse impopular y odioso, se
estrella al cabo contra el torrente de la opinion, Rotas las seutencias
políticas, y abiertas á los proscriptos las puertas de la patria. se vió el




XXXVI


Rey en la necesidad de colmar de mercedes á los mismos que unos dia~
antes permanecian por voluntad suya condenados á muerte; y el conde,
por una transiciou súbita, no rara en los anales de los últimos tiempos,
se vió restituido de un golpe al goce de sus bienes y prerogativas, y
nombrado ademas enviado extraordinaeio y ministro plenipotenciario eo
la córte de Berlin, Alto y honroso era este cargo, y no poco acomodado
á su carácter y aptitud; pero se negó á aceptarlo por tres veces, sin
que á pesar de tanta insistencia admitiese el Rey su renuncia. Ignoramos
las razones que á ella le decidierou, y solo podemos juzgar por conjeturas.
No dudamos sin embargo de que el conde, esperando ser elegido por su
provincia para las reeieu convocadas Córtes , prefirió á aquella mision
diplomática la honra de ir á defender en la tribuna nacional los intereses
de su país. Fué nombrado en efecto unánimemente diputado á Córtes por
la provincia de Asturias, y se trasladó inmediatamente á Madrid, donde
fué recibido con alborozado entusiasmo por sus amigos y compañeros
de infortunio. Un número muy considerable de diputados qniso nom-
brarle presidente para dar principio á la legislatura, y aun reunió grao
numero de votos en el primer escrutinio el dia de la eleccion; mas él se
opuso á ello, contribuyendo con su voto y el de todos sus parciales al
nombramiento del señor Espiga. electo arzobispo de Sevilla 1 el cual
en su concepto debia ser preferido en aquellas circunstancias por su
dignidad, por su carácter y por sus años.


El mismo dia de la apertura de las Cortes, acabadas las ceremonias
de aquel acto, propuso el conde de Toreno que á semejanza de lo prac-
ticado en otras uaciones , se nombrase una comision para que redactase
la coustestacion que debia darse al discurso del Rey. Nombróle el presi-
dente para el desempeño de este eucargo , dándole por compañeros de
comisión al señor Martinez de la Rosa y otros diputados de nota, y al dia
siguiente leyó Toreno , y fué aprobado despnes de algunas observaciones
insignificantes, el proyecto de contestacion. Este documento en que se
expresahau los sentimientos del conde, manifiesta ya bien á las claras
el nuevo temple de opiniones que le habian dado algunos años mas. me-
jor iustruccion y las meditaciones de la desgracia, Toda 7ia amaba ar-
dientemeute la libertad 1 porque ese era un sentimiento arraigado para
siempre en su pecho; pero ya no la comprendia del mismo modo que en
su primera juventud, y empezaba á ver claro que la libertad se cimenta
exclusivamente en el orden público, y que este no es posible, apadrinan-
do las exigencias desatentadas de la plebe. Era el cita do escrito juicioso
en las miras y mesurado en las palabras: hablábase en él de la conve-




XXXVII


niencia de que la representacion nacional estuviese en union estrecha
con el gobierno, y solo se babia deslizado como por acaso nna palabrajde
censura contra la pasada gobernacion del monarca. Acaso al suscribir
aquella coutestacien generosa yJ conciliadora, expresion de un espiritu
de templanza y tolerante olvido, honrosa 1por cierto en quienes tanto
habian padecido, creia el condeque era ella fiel eco de los sentimientos
de las Córtes y el programa de su conducta en lo venidero. Si así era,
j cuánto le engañaban sus deseos! Pronto iba á convencerse de que los
elementos de que aquellas se componian, eran contrarios al estable-
cimiento de cualquier orden de cosas sano y permanente, y de que no la
razon sino las pasiones iban á dirigir su marcha. Formaban en efecto el
tal Congreso dos clases de liberales, los de 1812 y los de t 820 , distin-
cion que empezó muy en breve á dividir los ánimos. Casi todos aquellos
habían moderado sus doctrinas, á excepcion de algunos pocos que, inca.
paces de adelanto intelectual, ó por inflexibilidad de carácter, o por cor-
tedad de Inces naturales , conservaban sus ideas en una situacion esta-
cionaria é inmutable, semejante a la civilizacion china. Entre los liberales
flamantes de la nueva época habia algunos que admiraban de huena fé
nn Código al cual por ceguedad de principios, o de entendimiento, no se
hallaban en estado de juzgar: otros, oriundos en su mayor parte de las
logias masónicas , estaban únicamente animados de vanidad y de ambi-
eion , o de otros móviles igualmente bastardos.


Aunque compuesto el primer ministerio cási en su totalidad de anti-
guos liberales de los que mas habían padecido en los últimos años, cono-
cia sin embargo que no podia ir á buen paradero el sesgo que iban dando
á los negocios públicos los restauradores del sistema vigente. El ejército
de la Isla, aclamado por todas partes con el título de libertador y man-
dado por su ¡;eneral Riego. que era mirado con todo el prestigio que da
el buen éxito al valor, constituia un poder mdepeudieute en el estado;
poder que crecieudo en audacia y convertido en instrumento de las so-
ciedades secretas, hahia de devorar, y no en plazo distante, el poder
legal del gobierno. Prudente y aun precisa fué por consiguiente la deter-
minacion de disolver como innecesario aquel ejército, diseminando los
cuerpos de que estaba formado, y mandando á Riego presentarse en
Madrid con pretexto de honrarle y premiar sus servicios. No agrado,
corno era consiguiente, la medida lÍ los ocultos instigadores de la exalta-
cion, y quedó propuesto hacer resistencia aunque paliándola al priucipio
con visos de obediencia y súplica. Mas sea, como algunos han dicho, que
Riego cediese á las razones de un hermano suyo, ó que él mismo desease




XXXVIII


recibir á traza de héroe los obsequios y aclamaciones de la capital, ello es
que el 31 de agosto entró triunfalmente en l\'Iadrid. La insensatez de su
conducta en las calles y en el teatro 1 al paso que le desacreditó entre la
gente de cordura, acaloró los ánimos de suerte, que temeroso el gobier-
no de al¡:un desman , y creyendo llegado el caso de hacer respetar á to-
da costa su autoridad, hizo salir de cuartel para Oviedo al que era obje-
to de aquel tan loco frenesí. Riego, hombre, segun cuentan los que de
cerca le conocieron, de un natural bien inclinado, pero inflamable y
desvanecido, era entonces jnguete ridículo de personas mas cautas aun-
que uo de mas juicio. Nadie hizo mas daño que él á la Constitucion que
poco tiempo antes habia restablecido: nadie contribuyó mas que él á
iufuudir en el pueblo, que se llamaba liberal, un espíritu de intolerancia
que rayaba en ferocidad. Prueba de este espíritu fué el motin que estalló
en la plaza principal de Palacio el mismo dia 6 de setiembre en que cun-
dió por IUadrid la noticia de su desgracia, motivado por negarse algunas
gentes del pueblo á añadir al Grito de viva el Rey el epíteto de constitu-
cional: pruebas entre otras, fueron las canciones populares de entou
ces, que contribuyeron, corno siempre acontece, á propagar y dar al
volgo las mas violeutas y exaltadas pasiones t.


Para poner freno á la agitacion desplegó el gobierno un alarde de
fuerza, verdadero simulacro de represion , que ni disol via las reunio-
nes de los promovedores de alborotos, ni dispersaba los grupos de las
calles, ni podía proporcionar por consiguiente á la causa del órdeo un
triunfo completo y duradero. Las disensiones de las Cortes perdieron por
aquellos dias la moderacion que hasta entonces habian tenido, y ya se
advirtió en los discursos y en las proposiciones de algunos diputados una
propension á la turbulencia que manifestaba bien claramente el curso
rápido que queria seguir la revolución. Pero la mayoría de las Córtes,
circunspecta J resueltamente decidida á favor de la tranquilidad pública,
contrastó con nobleza y valor lOS esfuerzos de los anarquistas. En la cé-
lebre sesion del 7 de setiembre, llamada de las páginas, cuando acababa
de anunciarse que crecian los síntomas de una conmoción semejante á la
de la noche anterior, deliberaba tranquila aunque enérgicamente el
Congreso para sostener á toda costa el amenazado edificio de las leyes.
El señor l\lartioez de la Rosa, impugnando las snbversivas ideas del


i Citarémos entre otras la llamada del Trágata que entunó por primera vez en
~Iadrld el mismo Riego con sus ayudantes en el teatro, y la que empezaba: "Diga
usted que viva Riego, y si flO te degotfamos. "




XXXIX


señor Romero Alpuente, que sosteuia que el pueblo debia hacerse jnsti-
cia por sí mismo, prorumpia en estas elocuentes palabras: " ¿ Dónde
está ese derecho, esa ley, ó por mejor decir, esa violacion de toda ley?
¿ Cómo ha podido existir en naciou alguna? ¿ Habrá gobierno donde se dé
al pueblo la facultad de decidir por sí, si aquel es moroso, y si cumple ó
no con eficacia sus obligaciones y deberes? Sin gobierno no hay patria,
ni gobierno sin leyes, ni leyes sin rígida observancia. " El conde de To-
reno por su parte queriendo traer las facultades coustitneiouales en apo-
yo del órdeu , y haciendo bonrosa aboegacion de la amistad que le unia
con algunos de los ministros y en especial con el señor Argüelles,
pedia que se hiciese efectiva la responsabilidad del gabinete, si pu-
diendo impedirlo, permitía que se turbase la tranquilidad pública. "El
gobierno, dijo, debia haber disipado esas reuniones sediciosas: para
ello esta autorizado y esa es su obligacion ..... Si los ministros no han te-
nido un carácter firme, tal cual se requiere en semejantes circuns-
tancias, exíjaseles la responsabilidad..... Por lo demas los diputados
de la nacion conservarán el carácter que les corresponde, y primero
consentirán verse sepultados bajo las ruinas de este edificio, que dejar
de cumplir con los deberes que la uacion les ha impuesto...... Si hemos
sido imparciales con personas que nos eran tan caras por los servicios
hechos á la patria, seremos tambien iuflexibles , y yo el primero, contra
los miuistros, no conociendo á los hombres siuo á las leyes. "


La posteridad, ya que no lo hagan los contemporáneos, sabrá dar el
premio de gloria que merecen á aquellos diputados que en medio de tras
tornos y peligros supieron volver por la causa del órden y las leyes con
tanta eutereza y severidad.


Desde este momento debió ir perdiendo mas y mas el conde de Toreno
las ilusiones de legislador que tanto habían halagado en Cádiz su imagi-
uaeion inexperta. Menester era que ahora conociese que la Constitucion
tenia defectos que la hacían incompatible con la esencia del gobierno
monárquico, y que con ella se imponiau obligaciones opuestas y contra-
dictorias á los ministros, habiendo estos por una inevitable alternativa
de pouerse en pugna con el principio liberal que entonces regia, ó con
la autoridad real de donde emanaba la suya propia. Por esto defendió
Toreno en muchas cuestiones, juntamente con los hombres mas capaces
de aquellas Córtes , el poder legal del gobierno, cuya situacion hadan
mas apurada é insostenihle las tramas contra la Constitucion que con
tanto descaro como poca destreza se urdian á cada paso en el palacio
mismo,




XL


Enemigo de las doctrinas desorganizadoras y de todo acto de insubor-
dinacion social, tuviéronle siempre los alborotadores por adversario in-
flexible y tenaz. Manifestó su oposicion á las sociedades patrióticas en
un oportuno discurso en qne rebatió de no modo superior las paradojas
disolventes del señor Romero Alpueute. Se nos ocurre naturalmente al
leer este discurso calcular los pasos que habia dado so razon en la es-
fera de la tolerancia, y sus conocimientos en la ciencia del gobierno. Su
elocuencia continuaba bastante despojada de galas y floridos atarlos,
pero cada vez mas razonadora, mas práctica, mas robusta. Cuanto ha-
bian perdido en tirantez estóica sus ideas con la dura leccion de los seis
años, otro tanto hahiau ganado en moderacion é indulgencia. Poco le
importaba el aura popular con tal que diese cumplimiento á sus deberes y
satisfaccion á sus convicciones, y los dias en que se mostraba mas
desafecto á las sociedades patrióticas, eran cabalmenle aquellos en que
estas reuniones iban tornando mayor carácter de turbulencia. Pero ya se
descubría en él aquella imperturbable severidad de que ha dado despues
tan señaladas pruehas , ya se advertía que no babia temor que le arre-
drase, ni e oacciou moral que pudiera imponerle silencio. Despues de
rectificar las erróneas doctrinas que acerca de la libertad habia emitido
el diputado de que acabamos de hacer menciou , y de probarle que la
verdadera libertad es el respeto recíproco de los hombres, fundado en
la snbordiuacion á la ley, exclamaba: .. j nunca me apartaré de mis prin-
cipios mientras tenga aliento para respirar, y lengua para sostener la
libertad! "


Igual energía manifestó siempre que se trató de reprimir ó condenar
las demasias de la gente bulliciosa. La interpelacion que dirigió al go-
bieruo el día despnes del asesinato del cura Vinuesa, con el fin de
hacerle cargo por no haber hecho tornar a las autoridades de Madrid
tudas las providencias necesarias para impedir aquel atentado 1 aunque
DU es una de sus mejores improvisaciones, está no obstante llena de sen-
cillez y de vigorosa decision en favor de la legalidad. Cosas inseparables
llamaba eu elllt al órden y la libertad, y este pensamiento, hijo de la re-
ílexion y la experiencia, puede considerarse como la fórmula fundamental
que caracteriza los opiniones de este hombre público en toda su carrera.


La declaracion anti-parlnmeutaria y de perniciosa trascendencia hecha
por las Córtes , de haber perdido los ministros la fnerza moral, incul-
pacion vaga , remedada después en otros dias y aun en ocasion muy re-
cien te , tuvo por antagonista á Toreno; pero alentada la tendencia anár-
tIuica con la indiscreta conducta del Congreso, no encontró ya freno ni




XLI


en las provincias ni en la capital. Hebeláronse Cádiz y Sevilla, duraudo su
desobediencia mas de lo que convenia al decoro del gobierno, y reinci-
diendo en hacer representaciones temerariamente insultantes, en las
cuales quedaba escarnecida y mal parada hasta la autoridad de las
Cortes. En esta ocasión pronunció Toreno elocuentes discursos, llenos
de razon y de fuerza, que arrastraron en pos de si la voluntad y la con-
vicciun de los diputados, "Nosotros, decia en uno de ellos, estamos
aquí reunidos para decidir de la suerte de España, y debemos tener pre-
sente que los pueblos en semejantes crisis, no se salvan nunca con be-
nignidad ni COIl transaciones , slno con energía y entereza: este es el
modo de defender las libertades públicas de la nacion. lO


Pero este noble lenguaje, al paso que le deba nueva fama y estimacion
entre la gente sesuda y de cuenta, le granjeaba enemistad y aun aver-
sion de parte de la pandilla alborotadora, qne por mal reprimida, se
hallaba tan desmandada y preponderante. Era aquella una época eu la
cual, como en otras que despoes hemos visto y vemos, se olvid.m pronto
los servicios y los padecimientos consagrados á la causa de la nacion , y
solo se tenian en cuenta como prendas de merecimiento los extravíos de
palabra o hecho que contribuiau á dar á la inquietud pública eosaoche ó
duración. Hacia mucho tiempo que Toreno habia alcanzado la gloria de
eseitar con sus discursos la antipatía de las sociedades secretas y de
todos los agitadores: llamábanle ministerial, sin ver que, como sucedió


... en el mes de marzo de 182 t , no dejaba de atacar al g"binete cuando
en su concepto erraba; y creian hacerle grave injuria en ello, siendo así
que era conforme al buen juicio, y no contrario al espíritu de los siste-
mas de gobierno apellidados libres, sostener la autoridad encargada del
cumplimiento de las leyes, en momeulos en que su poder andaba tan
flaco y mal equilibrado.


Llamábanle tamLien pastelero, nombre inventado para designar á Jos
liberales de opiniones templadas que condenaban los extravíos de la exal-
tacion, y el cual se explotaba para inspirar odio á aquellos individuos, IHl
solo en conversaciones particulares, sino hasta en las predicaciones de
las sociedades patrióticas. ¿ Cómo era posible que 00 se gastasen eu breo
ve las reputaciones de las personas mas dignas, cuando era licito á cual-
quier aventurero, convertido en censor por pasión , enemistad ó igno-
rancia, discutir y analizar en público las prendas morales y políticas de
los hombres de estado? t


1 Cuando se creó á príneípíus de IS" la sociedad ele los comuneros, rival de la




XLII


Los anarquistas, que ardientemeute deseaban tornar venganza de los
diputados que ponian estorbo á su desenfreno, y singularmente de los que
mas habían contribuido á la declaracion del Congreso de haber lugar á
formar causa d las autoridades de Sevilla, escogieron con aquel fin el 4
de febrero de t8'.!'.!,dia de la discusion del proyecto de ley adicional so
bre la libertad de imprenta, propuesto por el Gobierno, en el cual se res-
tringia , aunque harto incompletamente, la amplitud inconsiderada que
concedia la ley existente, y de la cual se estaba haciendo el abuso mas
lastimoso.


Grande clamor se había levantado en aquellos dias entre la turba des-
orgauizadora con motivo de las tales leyes represivas. La tribnna pública
se manifestaba agitada y ameuazadora. Pero Toreno, convencido de que
la atribucion mas elevada de un diputado es la independencia de sns opi-
niones, y queriendo demostrar tal vez que dotado de un valor civil admi-
rabIe, despreciaba la coaccion ilegal y tiránica que intentaban ejercer,
pronunció un extenso discurso, profundamente lógico, lleno de vigorosa
argumentacion, fundado en hechos de la bistoria del tiempo pasado y del
tiempo presente 1 y no escaso de atrevidas aunque justas censuras contra
la gente inquieta, de la cual escuchaba una parte, desabrida y alborota-
da 1 en el recinto mismo donde resonaban aquellas severas palabras:
u Debe castigarse con rigor, clamaba, al que use de la imprenta, uo para
ilustrar, sino para calumniar y meterse en la vida privada..... En esta
parte han sido cometidos los mayores excesos de la libertad de imprenta;
nadie se ve libre de la maledicenci i y calumnia de ciertas personas , y la
medida qne propone la e omision , Iéjos de atacar la libertad de los ciuda-
danos , es una garantía que se da ;i todos para su seguridad. En socieda-
des como la nuestra en que lodos tienen derechos iguales, es necesario
qne acompañen á las garantías sociales Ia tranquilidad y el sosiego como
parte priucipal de la felicidad del pneblo ..... Digo la verdad: en mi con-
cepto, si UIl gobierno quisiese destruir la Iibertad , no tendria que seguir
otro camino, ni adoptar mas medios qne hacer que continuasen estos


de los masones, se aumentaron las acusactones y la parcialidad. Una y otra califica-
ban á Toreno de pastelero, y en los últimos tiempos de aquella época, él y ~Jarlinez
de la Rosa y otros, los mas sinceros é ínñexihles adversanns de tudo desponsmo,
eran presentados en las peroratas de los patriotas como desafectos á la libertad. Pue-
de verse en prueba de esto la seston pública de la sociedad patriótica Landaburiana,
inserta en el número de Et Tndicador de 2. de diciembre de tR22, en la cual, porque
nada ridiculo faltase. un gran número de sillas estuoa ocupado por muchas eluda-
duuas-nao-totas.




XLIJI


abusos. Llegaria el caso de que los ciudadanos se arrojasen en manos del
despotismo, primero que vivir en una libertad tan borrascosa qne no les
ase¡:nrase sus verdaderos derechos. Pues qué, ¿ acaso es gozar de sus
derechos atacar á uno porqne piensa de diferente manera que otro? Esto
seria establecer una tiranía , y una tirania la mas cruel de todas , la po-
pular ...


Lejos estaria probablemente el conde de Toreno, al pronunciar estas
palabras, á pesar de las señales de desaprobacion con que fué recibido
su discurso, de pensar que algunos momentos clespues habia de ser hlan-
co su persoua de aquella brutal tiranía, En efecto, al salir del Congreso,
terminada la sesion , intentó asesinarle, como asimismo á su amigo don
Francisco ~lartinezde la Rosa, una turba de alborotadores, capitaneados
entre otros por un cómico llamado Gonzalez, que aspiraba, segull se dijo
entonces, á ser jefe político de Madrid. Hubiérales sin duda alcanzado el
puñal de los anarquistas 1 a haber sido menores su serenidad J la vigilan-
cia y el arrojo de las autoridades de la capital. El esforzado generallllo-
rillo 1 conde de Cartagena , desatendido por el populacho, se abrió paso
con la espada, y tomando á Toreno del brazo, le condujo á su propia casa,
haciendo frente á cada paso á los asesinos, á quienes como á gente baja
y cobarde impouia la tranquilidad de dos hombres, de los cuales uno es-
taba enteramente desarmado. Viendo frustrados sus feroces designios, y
antes de que pudiese la autoridad tomar providencias, se dirigieron las
turbas li la casa del conde, en la cual vivia tambien su hermana la viuda
de Porlier, de aquel general que habia espirado en un patíbulo, victima
de su odio al despotismo de Fernando VII, y cuyo nomhre habia sido, pa-
ra honrar su memoria, colocado en el salon mismo de las Cortes. Sin res-
peto á esta circunstancia, y sin miramiento de ningun género, la casa
del coxde fue allanada, y heridos algunos de sus criados.


1\las se eugníiahan neciamente los anarquistas si pensaban que podían
con la barbarie de la fuerza inspirar temor ó pouer freno á aquellos dos
insigues diputados. IUedian el corazon de estos con [a estrecha medida
del suyo propio, y uo imaginahan que corno en una valla de bronce habían
de estrellarse en el alto temple de aquellas dos almas sus maquinaciones
y violencias. Al dia siguiente se presentaban ambos en el Congreso con
impavidez digna de 105 españoles de remotos tiempos, á denunciar la
odiosa tropelía ejercida con dos diputados de la nacion, pidiendo al
mismo tiempo generosamente á las Corres que no tomasen providencia
alguna con respecto á los acontecimientos del dia anterior, y que diesen
un solemne testimonio de que nada podia torcer ni embarazar sus delibe-




xuv


raciones, continuando sin deteueion el debate pendiente acerca de lit
reforma propuesta á la ley de libertad de imprenta. El señor 11lartinez de
la Rosa, cortado á la manera de los filósofos antiguos, y dotado de una
impasibilidad á toda prueba, manifestaba que nada podia alterar su opi-
nion , diciendo que « así como una vez, tranquilo con el testimonio de su
conciencia, esperó que le arrancara la tiranía del asilo de su casa para
hacer el sacrificio de su vida, asimismo esperaba sosegado en su lecho
el puñal de los asesinos ... El conde de Toreno con igual fortaleza de áni-
mo t si bien con menor abnegacion , y aunque bajo de cuerpo. altivo de
pensamientos, segnn la expresion de un folleto célebre entonces t no
opinaba de la misma manera. " Admiro, decia, el modo de pensar del
señor Martinez de la Rosa, mas no le imitaré en esta parte: viviré de hU.f
en adelante tan prevenido. que si llegan á atacar mi casa, la hallarán en
disposicion de resistir COIIIO una fortaleza ... No contento con esto, diri-
gió invectivas irritantes á Jos perturbadores de la vispera, algunos de los
cuales escuchaban acaso desde los rincones de las galerías.


Siendo principal objeto de estos apuntes dar una idea aproximada del
carácter y demas prendas del personaje cuya vida intentamos trazar, no
uos es posible seguir paso á paso el exámen de todos los discursos impor-
tantes que pronunció en esta segunda época constitucional, ni el de los
trabajos qne desempeñó en diferentes comisiones, de fas cuales fué el
alma por su saber y actividad. Aunque adolecieron aquellas Cortes del
afan tan comnn en los cuerpos deliberantes inexpertos, de reformarlo
todo con preeipitacion, no tenian sin embargo el fondo de circunspeccion
y conocimientos necesarios para determinar con acierto en matenas de
hacienda ó administracion. El conde de Toreno , aventajado en esta par-
te 1 ilustró :í las Cortes en las cuestioues de estos ramos, y contribuyó
siempre que el espíritu de rutina ó de preocupacion permitió seguir su
dictamen, á las determinaciones prudentes y acertadas qne alguna vez
adoptaron aquellas Córtes. Aun no llevaban dos meses de existencia cuan-
do presentó en nombre de la comision de hacienda 1 de qne habia sido
desde Inego nombrado individuo. un informe acerca de los presupuestos
presentados por el ministro don José Canga-Argüelles , que mereció con
razon grandes alabanzas 2. Dejábase el conde llevar en él de sus buenos


s Condiciones y semblanzas de los diputados á Córtes llora la legislatura de ,s,o
y,a".


2 Puede verse este informe en ettomo IV del Diario de las actas y discusione$
de tas cortesde los años de '820 y '8".




XLV


deseos, y se hacia ilusión sobre la posibilidad de destruir eu plazo'no
distante abusos inveterados de muchos siglos 1 y dar órden y luz al caos
del sistema de rentas que entonces regia, Aseguraba 1 y estas son sus pa-
labras, que desde el año inmediato podría la España cubrit· todas sus
obligaciones. El amor á su patria le daba esperanzas que el tiempo dehia
desmentir. Cabalmente en la época en que él creia que las reformas
planteadas habrían nivelado los gastos con los ingresos del estado 1 se
contrató el segundo empréstito de aquellas Córtes , medida que hicieron
necesaria la escasez de los recursos naciouales y las complicaciones im-
previstas de la situacion. Pero fuera de estas ilusiones 1 fué tal vez el in-
forme en cuestion el documento mas útil, mas juicioso y mejor concebido
que se presentó á aquel Congreso. Hacianse economías de suma conside-
racion en los gastos, sin menoscabo del buen desempeño del servicio pn-
hlico , indicábanse reformas importantes en todos los ramos 1 y singular-
meute en el sistema de contribuciones, conciliando diestramente razones
políticas con miras de administracion j y se proponia por último un em-
préstito de 200 millones como único medio de llenar el deficit que habia
de resultar aquel año de las necesidades extraordinarias de la uacion , y
de hacer frente al desfalco del tesoro que debian producir en los prime-
ros momentos el nuevo arreglo de la hacienda y la rebaja propuesta en la
contrihucion directa. La gente i~norante, apocada ó descontentadiza.
como asimismo la gente malévola, movida por los intereses mezqninos y
mal calculados de la pasion ti de la envidia, miraron con malos ojos á
cuautos ahogaron en favor de este negocio, y en especial á Toreno , que
fué el que lo sostuvo con mas vigor y mejores razones. Cierto que hay
siempre Grau daño en tomar prestado 1 pero este daño era entonces ím-
prescindihle , como inherente á la situacion política que á todo riesgo era
preciso sostener. Cercenada la riqueza del país con los desastres y des-
ordenes pasados, sin foudos en el erario I sin órden en las dependencias
subalternas 1 sin práctica ni conocimientos en los nuevos empleados, sin
sistema en la recaudacion y distribucion de las rentas, y cuando las exi-
gencias del ejército y demas ramos del servicio publico eran vastas y
perentorias 1 ¿ cómo podia censurarse fundadamente que se apelase á nn
auxilio extraordiuario, eu el cual se interesaban la conservacion de las
instituciones liberales y la suerte de las clases contribuyentes 1 que no
podían ser gravadas cou mayores cargas sin exponerlas á su ruina? Han
sido acusadas aquellas Córtes de haber dado impulso y principio á una
serie de empréstitos que hirieron de muerte nuestro crédito, y dieron
lugar á abusos é inmorales manejos. De esta inculpacion no cabe la mas




XLVI


mínima parte á los que aconsejaron y defeudieron aquella primera ope-
racion, y mucho menos al conde de Toreno, qne la presento como exclu-
siva y únicamente necesaria para dar lugar al establecimiento de refor-
mas en el ramo de hacienda, que permitiesen :í las fuentes de la riqueza
nacional satisfacer por sí solas las atenciones del estado. Si estas refor-
mas no llegaron nunca á plantearse á pesar de haber sido indicadas por
el conde de Toreno, cúlpense por ello la timidez, el espíritu rutinario o
la ignorancia de algunos ministros, y la confusion misma de la situación,
que lejos de disminuirse aumentaba á pasos agigantados.


Careciéndose en España de los capitales y de la práctica necesaria,
como demostró mas adelante el no baberse realizado ni siquiera por un
tercio el empréstito llamado nacional, á pesar de los beneficios que pro-
metía á los prestamistas la operacion , y no siendo conveniente por otra
parte dar un empleo improductivo á aquellos capitales, que, reducidos
como eran, debian servir ante todo al fomento de empresas industriales,
menester era efectuar en el extranjero el mencionado empréstito. Toreno
comprendió que era para ello forzoso como medida preliminar, asentar
las bases de nuestro crédito por medio del reconocimiento de la deuda
de Holanda, contraída con particulares y bajo el gobierno legítimo de
de Carlos IV, Ysostuvo este reconocimiento como indispensable y legal,
convencido de que el único camino para inspirar la confianza en que
estriba el crédito de las naciones consiste en dar pruebas de justicia y
buena fé, Las Cortes aprobaron el empréstito y reconocieron la deuda
holandesa, y de advertir es que Toreno, habiendo sido nombrado presi-
dente de ellas en 9 de setiembre de 1820, no fué de la comision nom-
brada para examinar la cuesLion del empréstito, ni tomó mas parte en
la decisiou definitiva de este asunto, que la de haber pronunciado UII
discurso durante los debates. Tampoco intervino. como algunos supusie-
ron, en el nombramiento para ministro de Hacienda, verificado un año des-
pues. de don Ángel Vallejo: propúsole el ministro don Ramon Feliú, cuyo
ascendiente era decisivo en el gabinete, y todos los hombres públicos
enterados en los actos íntimos de la gobernacion de aquella época, como
los señores Martinez de la Rosa, Álvarez Guerra, Moscoso y otros,
saben que contradijo aquel nombramiento, á pesar de ser Vallejo amigo
suyo , por conceptuarle destituido de los conocimientos peculiares del
ramo. En los empréstitos posteriores verificados en el ministerio del
señor San I\liguel • incluso el célebre de 800 millones que intentó el mi-
nistro Egea , no tuvo ni por asomo parte alguna,


Achacárouse no obstante aToreno grandes faltas J errores de que no




XLVII


pudo ser responsable, nacidos de la impericia y audacia de los unos y
del empirismo é irresolucion de los otros. El espiritu de faceion acogió
como un hallazgo las sos pehas propagadas por la envidia ó la necedad, y
no tardaron en correr de boca en boca contra el conde de Toreno acu-
saciones vagas, y por lo tanto despreciables, sobre hechos cuyo origen,
posibiJidady circunstancias nadie se tomaba el trabajo de desentrañar.


La verdad es que Toreno fué el primero qre proclamó y sostuvo en
aquellas Cortes los verdaderos principios del crédito, de los que se des-
viaron abusando inconsideradamente ignorantes ministros: laverdad es
que el plan que formó siendo individuo de una comision especial de ha-
cienda, si no e Imas perfecto, se acomodaba á las mejores doctrinas de
administracion t¡ la verdad, en fin, que manifestó en las Cortes ordinarias
y extraordinarias de 1820 y 1821,las partes mas aventajadas del hombre
público parlamentario, vasta instruccion, claro y rápido discernimiento,
amor al órden, rectitud de juicio, firmeza de carácter , y una elocuencia
á las veces descargada de imágenes, á las veces vehemente y fogosa,
pero siempre espontánea y fácil, siempre llena de lógica argumentacion.
Sus discursos estan sembrados de máximas sanas y luminosas sobre
todas las materias polítieas , administrativas, fiscales, militares y aun
eclesiásticas. Dotado de una facilidad maravillosa para el desempeño de
los asuntos públicos, tomó parte en todas las cuestiones de entidad que
en aquel tiempo se suscitaron. Presupuestos, aduanas, estancos, moneda,
abolicion del trafico de negros, América, organizacion del almirantazgo,
imprenla, policía 1 leyes penales, diezmos, premios patrióticos, aran-
celes ¡ todos estos y otros ramos fueron tratados por el conde con la
elevacion de miras y la seguridad de principios qne caracterizan !Í los
entendimientos superiores.


Vuelto Toreuo á la vida privada por nopoder ser reelegido al terminar
las Córtes extraordinarias á mediados de febrero de 1822, renunció nueva
y definitivamente el cargo de ministro plenipotenciario en Berlin, pre-
viendo que segun el estado de la nacion, los negocios públicos habian de
ir á parar necesariamente á una situación extrema que repugnaba á sus
tendencias y convicciones, y prefiriendo tal vez su independencia é
irresponsabilidad personal al brillante destierro de una embajada.


Pero justamente temeroso el Rey Fernando de las Cortes qne venían,


• Este plan dc hacienda rué aprobado por las Oórtes , mas nunca se puso en
planta, hahténdolo encerrado para no ver mas la luz el ministro Barata, hombre tan
estimable como timido.




XI.ViII


puso la mira para formar un gobierno firme y resistente en el hombre
que con mas serena y audaz energía, habia defendido en las anteriores
la causa del órden y las prerogativas iegales del trono. Propuso en con-
secuencia al conde de Toreno , por medio de su pariente el respetable
duque de Castro-Terreño , que nombrase un ministerio y que se pusiese
á su frente. Toreno se negó diciendo al duque que no podia tomar tan
grave peso sobre sus hombros. Grave era en verdad en aquellos momen-
tos, y tanto que no había fuerzas humanas que pudiesen coutrarestarle.
La situación que se preparaba era una lucha permanente y á todo trance
entre el gobierno y la revolucion 1 en la cual babia forzosamente de lle-
var esta la mejor parte. El Rey, mal avenido con la nueva forma de go-
bierno que no le dejaba ni una sombra de autoridad, incapaz por su ca-
rácter de hacer frente abierta y resueltamente á la parcialidad que 1",
ofeudia, y convertido en mezquino conspirador, formaba con el Código
de t 812, perpetuo elemento de desórden , una monstruosa amalgama.
de la que inevitablemente habia de resultar ó UD absolutismo sin res-
triccion , ó una anarquía desenfrenada. Toreno repugnaba lo uno y lo
otro. Ni creia posible confiar en la buena é invariable fé del Rey para
contener la revolucion , ni juzgaba que sus opiniones ni su honor le per-
mitian echarse en manos de la última para contener al Rey, faltando así
á la confianza que en él queria depositare-e-El 7 de julio se realizo su
prevísion.


insistiendo el Rey sin embargo en su propósito, mandó al conde que
por lo menos le iudicase los sugetos que debiau componer el nnevo mi
nisterio , y el conde le- designo á don Francisco Martinez de la Rosa y
demas individuos que fueron despues nombrados. Receloso, no obstante,
de que se le forzase á aceptar el ministerio si permanecia en IIladrid.
apresuró su salida para Paris , verificándola la noche misma en que en-
tregó la lista.


Por este tiempo las demás potencias europeas, acordes con el Rey
Fernaudo en sentimientos é intereses. pensaron en poner coto á la
guerra civil española, que ya con furia se desplegaba en todos los ángu-
los de la monarquia. Las confereucias eJe Leibach y los acuerdos del
congreso de Verona decidieron la interveucion extranjera en los asuntos
interiores de España, á pesar de la mal encubierta oposicion de la In-
glaterra. Sabidos son la agitación y azoramiento producidos en Madrid
por las famosas notas dA las cuatro grandes potencias, Francia, Rusia,
Austria y Prusia, la salida del Rey y de las Córtes de la capital, la buena
acogida hecha por los pueblos al ejército del duque de Angulema, y de-




XLIX


mas aciagos acontecimientos de aquel desenlace, necesario sin duda,
pero verificado con ira reaccionaria é incidentes vergonzosos, y que
agravó en vez de curar los males de nuestra desventurada patria.


Entonces empezó para el conde una nueva proscripcion mas duradera
y no menos amarga que la primera. No concurriendo en él tantos motivos
de acerbo encono de parte del Rey Fernando como en otros sus compa-
ñeros de expatriacion , y reconocido y aun tachado en los últimos tiem
pos por acérrimo defensor del órden, y nn tanto desafecto al Código de
Cadiz, hubiérale sido hacedero, si no entrar en España, conseguir al
menos que se le permitiese el libre manejo y administracion de sns bie-
nes. Pero es Toreno de aquellos hombres que jamas adulan alos déspo-
tas, sean de sangre real ó de origen populachero, y aunque no faltaron
instigadores que a ello le incitasen, jamas dió pasos directos ni indirec-
tos para qne cesasen sus persecuciones, mostrando siempre áuimo ente-
ro y sufrido, COIDO los mas de los españoles que compartian con él la
suerte del destierro. E u los diez años que duró esta emigra cion, viajó
por Francia, Inglaterra, Bélgica, Alemania y Suiza, trabando ó reno-
vando amistades con los hombres mas insignes de cada uno de estos
paises, y mereciendo en todas partes seíiales de aprecio y agasajadora
estimacion. La observacion de las costumbres y practicas de gobierno,
y el estudio de las obras modernas sobre materias políticas , económicas
y administrativas, no pocas veces mezclado con la lectura de los autores
clásicos de la antigüedad y de los escritores españules de los siglos XVI
y XVII, constituian sus principales ocupacioues, Cuadraban ademas á
su carácter y á la íudcle de su juicio los estudios históricos, sabrosos
para él mas que cualesquiera otros de diferente naturaleza.


Aunque emigrado, y liberal constante é iuvariable, no tomaba parte
activa en las tentativas de conspiracion , ni,en los sueños y delirios con
que otros emigrados de aquellos dias alimentaban esperanzas, en la apa.
riencia locas, pero eu la realidad nada extrañas. Consistia esta indife-
reucia, que algunos tachaban de desvío , eu qne mas experimentado que
los unos, y menos estancado é inflexible en sus ideas que los otros. veía
claramante que babia tanta dosis de espíritu revolucionario como de sano
liberalismo en aquellas ilusiones de geute acalorada é impaciente, y
conocía que para llegar al término deseado era necesaria una gran mo-
dificaeion en el espíritu publico de la Península, cuya elahoracion y
desarrollo, á falta de acontecimientos extraordinarios que precipitasen
Sil marcha, no podían efectuarse sin una lenta progresiou. Habia en el
gremio .uuneroso y de vario linaje que formaban los emigrados españoles,


d




L


algunos personajes, cou los cuales ligaban á 'I'oreno vínculos de tierna
y antigua amistad. A estos, si bien uo pocos de ellos estaban ya all:o
apartados de sus doctrinas, .lió constantemente pruebas de leal afecto,
proporcionáudoles á veces hasta socorros para subsistir; muestra tanto
ruas desinteresada y digna de alabanza, cuanto que hallándose medie eu
secuestro sus bienes, no debian andar en muy próspero estado sus pro-
pios intereses '.


Ademas de las relaciones que había contraido con personajes france-
ses eminentes en letras y cieuc.as, como Chateaubriand, Say, Madame
de Stael, cultivó durante aquel tiempo amistades políticas no solo con
hombres de estado de ideas templadas como IUr. de Villele, sino tam-
bien con los mas ilnstres representantes de la escuela liberal de la res-
tauracion , Manuel, el general Foy, Benjamin Constaut , !llr. de Lafa-
yelte, y asimismo con lUr. Guizot, !llr. Thiers, el duque de Broglie y
otros insignes liberales que prepararon mas inmediatamente la nueva y
dichosa senda de libertad ordenada en que entró, y hoy se conserva la
Francia de 1830.


Los buenos y profundos estudios con que habia nutrido su entendimien-
to, el tener el tiempo desembarazado y libre, y mas qLle todo la necesi-
dad de imponerse una tarea que diese largo y honroso empleo, á su in-
cansable laboriosidad, le decidieron á llevar á cabo el propósito que
bullia en su mente hacia muchos años, de escribir la Historia de los
grandes acoutecimientos ocurridos en la Península española desde 1808.
Después de reunir la complicada y larga serie de noticias y decumentos,
necesaria para el completo conocimiento de una época tan confusa por
la variedad, iuconexion y número infinito de los hechos, empezó á poner
en practica su proyecto á fines de 1827, tiempo en el cual residía en
Paris. A veces fué interrumpida la obra comenzada por asuntos y ocupa-
ciones diferentes, llegando DO obstante á concluirse el libro décimo en
menos de tres años, y en la noche misma del 28 de julio de 1830 , en
medio i'ellevantamiento de Paris •. ~ Desde entunces, basta el mes de
setiembre de 1831, pudo solo escribir los libros undécimo y duodécimo.
Ausente luego de Paris por mas de un año, estuvo en Inglaterra, Bélgi-


t Una de las personas de esta suerte auxlltadas por el conde Ile Toreno, filé m
amigodon Agustin de ArgUelles. Así lo ha declarado este públicamente en las C6rtes
con una sinceridad espontánea digna de elogio.


2 ASl consta de un párrafo del manuscrtto de la misma ulu-n, extendido todo de
mano del conde de Toreno.




LI


ca, Alem:lDia y Suiza, y á pesar de la falta de sosiego, consiguiente <Í
estos viajes, escrihiú durante ellos otros seis libros, hasta el décimoe-
tavo inclusive, esto es, completó los cuatro primeros tomos de su Histo-
ria.


Caminaba muy de prisa por este tiempo eu España la tendencia refor-
mista. La revolucion de Paris de 1830 babia ocasionado alteraciones en
el espíritu de muchas naciones de Europa, y la Espaíi I , así por so posi-
cion geográfica como por sn estado polñico , habia entrado mas que otra
alguna en la esfera de su iníluencia. Los acontecimieutos de Portugal
dieron mayor impulso y nuevas esperanzas al partido liberal, y los des-
engaños de la Granja en setiembre de 1113'2, arrancando la máscara al
bando apostólico , apoyo hasta entonces del Rey Fernando, dieron á la
marcha del gobierno una direccion esencialmente distinta de la que habia
seguido hasta allí. La cuestión dinástica vino á precipitar el desenlace
natural de la cuestion política, y por una transicion tan rápida como
inesperada, ese mismo espíritu liberal, poco antes mirado como una
fnerza terrible que amenazaba al trono y cornu un contagio moral cuyos
propagadores se castigaban con la mnerte, era abara llamado por el im-
perio dé las cosas á ser el sosten de ese mismo trono, y el baluarte en
que habían de estrellarse los esfuerzos de la faccion carlista, que pujante
y cási sin re hozo , germinaba en todas las provincias.


La amnistía en favor de los que padecinu dentro y fuera de España,
era entonces un acto de olvido y generosidad, á par que una medida de
conciliacion y de alianza. La excelsa y benéfica Rein .. Gobernadora
acogió con júbilo un pensamiento que tan estrechamente se hermanaba
con los impulsos de su maguánimo corazon, y el15 de octubre de 1832
se publicó el decreto de la primera amnistía con ciertas restricciones que
h~bian de desaparecer en breve.


En diciembre de aquel año volvió Toreno á París, disponiéndose á
regresar á España en virtud del citado decreto. Permaneció en aquella
capital algunos meses todavía, sin adelantar en su obra, ocupado en el
arreglo de sns asuntos personales, bastante en desórden con 12 emigra-
cion é impensadas pérdidas. Restitnybse á España en julio de 1833, Y
llegado que hubo á Madrid, aunque acometido de unas tercianas, lauzóle
de allí sin miramiento alguno el ministerio Zea-Bermndez contra lo dis
puesto eu el decreto de amnistía. Inhumano era en sí este proceder, y
no es nuestro ánimo buscarle excusa; mas siendo extraño por emanar de
un gobierno dirigido por un hombre firme y euérgico , si, pero inclinado
á la templanza y enemigo de violencias, la imparcialidad exige que se




UI


explique, cuando no se disculpe. Halláhase el señor Zea en una de
aquellas situaciones ambiguas y resbaladizas de la política, en la que no
conociendo todavía á los hombres ni á las cosas, se desconfía de todo,
y cualquiera precancion parece insnficiente. La aparicion del carlismo y
la resistencia manifiesta que oponian al caer Jos antiguos intereses, IlO
eran los únicos peligros que los ministros teniau que combatir. Al cabo
eran armas en su apoyo la regia autoridad que ejercian , la legitimidad
de la cansa que sustentaban, la eivilisacion que cundia , y las nuevas
ideas que se levantaban. ¡\las no tenían iguales medios de defensa contra
los progresos de los revolucion, que se mauifestó exigente y con escaso
freno desde los primeros momentos. Los emigrados que volvian, por la
mayor parte con la audacia del triunfo é inoculados del radicalismo ex-
tranjero, eran y debiau ser para el gobierno un obstáculo, un objeto de
intimidacion. La firmeza y el rigor de su conducta, si habia de contrastar
los estorbos que se le opouian , debia estar en proporcion de la fuerza
que estos estorbos desplegaban, De aquí procedieron sin duda aquel
espíritu y aquellos actos de severidad, destinados en la mente de los
ministros mas bien á tener á raya al nuevo poder que tan preponderante
venia, qne á vejar y oprimir á uno cualquiera de los individuos de que
estaba formado.


Pero entre los emigrados habia diferencias que hubiera sido justo tener
en cuenta, J cabalmente la prevision del gobierno nunca pudo andar tan
mal atinada como al tomar sin motivo duras medidas de represión pre-
ventiva contra un personaje notado en los últimos tiempos constitucionales
de libio en su amor al Código, á la SaZOD reinan/e,:r mal qnerido y amena-
zado por 105 hombres de la anarquía, Habia empleado ademas el coude
de Toreno los años de la ernigracion de bien diverso modo que los mas
de los españoles, sus compañeros de destierro, y no era de presumir que
adeJautaudo en estudio y edad, hubiese atrasado eu lealtad y en prin-
cipios.


Pasó el conde á Asturias, donde permaneció hasta la muerte del Rey,
contaodo aquel lance de su vida eu la suma ya crecida de vicisitudes
pasadas y desengaños recibidos. Es inútil decir cual rué su opiuion en la
cuestion dinástica que entonces se suscitaba, y sí la manifestó de una ma-
nera explícita y terminante.Proclamó en aquella provincia, segun qae de de-
recho le competia como alférez mayor de ella, á la nueva Reina doií,? 1.<:1-
be] Il, y volvió en seguida á nradrid á felicitar á la Reina Gohernadora por
el ensalzamiento de su hija al trono, en nombre de la diputacion ¡¡eneral
de Asturias, que fe habia comisionado al efecto, Permaneció en la corte




LrTl


como particular, hasta que en jnnio de 1834, despees de la promulr,acion
del Estatuto real, fué nombrado por S. ~r. ministro de Hacienda.


Entraba la España por tercera vez en el sendero del sistema represen-
tativo de la moderna Europa, que) a en dos ocasiones había ensayado
con tan dudoso éxito; pero entraba ahora dando en él ancha parte á los
buenos principios del órden social, y conciliando, si no de uo modo per-
fecto, al menos cuerda y conveuientemeute la autoridad del trono, la
intervencion popular, y las diversas aristocracias del saber, del nacimien-
to y de los servicios hechos al estado. Practicábanse reformas esenciales
en la IIJáquina ¡:nheroativa: dabase á las provincias una division mas aco-
modada á la accion administrativa: deslindábase' esta de la judicial: su-
prirníanse antiguos Consejos: aliviábase á los pueblos de algunas exaccio-
nes muy onerosas, y se removi'In en fin sin atropellamiento ni violencia
las diferentes trabas que ponían embarazo al desarrollo de la pública
prosperidad. La hacienda, elemento fundameutal de la vida de las naeio-
ues, requeria para si el mismo beneficio que iban aIcauzando otros ramos
de la goberuacion. El estado del crédito, la escasez del tesoro , los vicios
del sistema tributario y la sitnacion misma, agravada con la plaga del
cólera y los progresos de la t;uerra civil, que ya ardia furiosa en algunas
provincias, exigiau mejoras prontas y eficaces. Pero siendo consiguiente
al nuevo orden de cosas que aquellas mejoras se llevase u á efecto con
anuencia é iuterveucion de la representacion nacional, era indispensable
que fuesen propuestas y sostenidas por un hombre inteligente y profundo
en el ramo, de espíritu activo y reformador, conocido por sus doctrinas
prndenternente liberales , y capaz al mismo tiempo de hacer frente en la
tribuna pública á los debates prolijos y complicados y á (as aGresiones Y
propuestas impertinentes á que dan ocasion con frecuencia las materias
de hacienda y crédito. Ningun otro podía satisfacer tan completamente
como el conde de Toreno aquellas condiciones. Sn nombre, asociado en
nuestro país á los principios de una libertad moderada, qne el tiempo y
la razon cimentaran al cabo, era uua fianza para los liberales de la nueva
generacion y auu para los emigrados , qne en aquella sazon no llevaban,
como llevaron despnes, á tan extremos fines sus doctrinas ni SIlS espe-
ranzas personales; y sus taientos, su carácter firme, y sus conocimientos
administrativos prometían salndahles reformas. Fué , pues, sn entrada en
el gabiuete generalmente aplaudida, por ser mirada como una necesidad
politica á par qlle una necesidad parlamentaria. Verificadas por ,este
tiempo las elecciones de procuradores á Córtes, con una re¡:ularidad y
buen órden que pueden sorprender, atendidos el breve plazo en qlle se




T.IV


hicieron y las dificultades que el cólera, el estado de rehelion y el choque
de los partidos presentaron eu algunas partes, rué el conde elegido por
las provincias de Cuenca y Oviedo.


Al subir' al ministerio de Hacienda tuvo qlle formar sin demora todo.'
los trabajos que por Sil ramo debían presentarse ¡j las Córtes , no hablen-
do encontrado niuguuo preparado, y estando próximas á juntarse aquellas.
Hallándose ya en situacion de poner en práctica los pensamientos de
mejora, que su deber, su alta capacidad y su amor á la patria le habian
dictado sin duda muchas veces léjos de esta, se dedicó con iuf'atigable
ahinco á reparar el abandono de la hacienda en cuanto fuese compatible
con el desasosiego y urgentes necesidades del momento, y con los abusos
y viciosas prácticas que el tiempo y la indiferencia del gobierno habinn
arraigado en la admiuistracion. Las sesiones de aquella legislatura qlle
dió principio en ':/4 de julio, fueron cási exclusivamente ocupadas por el
examen de los asuntos propios del ministerio que Toreuo desempeñaba. y
por el gran número de reformas importantes qlle presentó á la delibera-
cion de los cuerpos colegisladores. Llevó por consiguiente como ministro
del ramo el peso de las discusiones , sustentando sus ideas con saber co-
pioso y profundo y COtl una elocuencia algo diferente de la que había ma
nifestado en otras épocas, por haber gutlado no poco en concision v e spí-
rito práctico y de apliccion, y haber en parte reemplazado la vehemencia
con la i ronia.


Cerca de tres meses emplearon las Córtes ea el arreglo de la den-
da extranjera y empréstito de 400 millones, algo mas en el exá-
men de los presupuestos , y otro tanto en el de la deuda interior, (le
que no llegó á tratarse en la alta cámara; sin menciounr el l:ravísimo
asunto del arreglo de la moneda , que tlO filé en nuestro sentir bien com-
prendido por las Córtes, ni propuesto acaso con la latitud que requería
por el ministro mismo, como tampoco el bien pensado proyecto de ley
sobre el derecho impuesto á los documentos de giro y otros de semejante
naturaleza. En el confuso haciuamieuto de observaciones, réplicas, re-
peticiones y rodeos que constituyen el conjunto de aquellas discusiones,
es de notar cou admiración la meritoria y tranquila perseverancia del
conde de Toreno, su aguda perspicacia, la claridad y solidez de sus ex-
posiciones, la robustez y rigurosa exactitud de sus consecuencias. Aco·
sado á veces por enemigos insidiosos é ignorantes, y pasando de la
defensa á la agresion, es curioso verle recorrer rápidamente lus ar[:n-
meutos de sus impuguadores, dando á cada hecho su valor, á cada obje-
ciou su respuesta.




LV


A. pesar de las incalculables trabas inveteradas y del momento que
obstruían su marcha, abríase paso aunque lentamente el espíritu de or.
den en la admiuistracion de la hadenda pública. Cobraba esta mayor
fnerza, y los iugresns se iban aumentando cada dia; y si no llegaron á
equilibrarse con las necesidades de la uaciou, es porque tal resultado el'
absolutamente imposible en situaciones extraordinarias que exigen reeur-
sos análogos, y mucho mas cuando estas vienen después de un periodo
funesto que deja exhausto el erario y empobrecidos los contribuyentes,
Fnera por otra parte mera ilusion imaginar que las medidas de reforma
orgánica en el órden material pueden establecerse sólidamente en medio
de trastornos civiles que no cousieuteu una larga permaueucia de los
hombres públicos en el poder, y en los cuales se cuida mas del triunfo
de los principios políticos que f..vureceu á un partido, y que desaparecen
cuando es vencido, que de las mejoras é intereses permanentes en qne
cifra sn ventura la sociedad entera. Tales medidas son arrehatadas , eo
mo el prestigio de sus autores 1 por el viento de la instabilidad, y solo
queda de ellas un recuerdo ¡;loríoso para estos, y no sin fruto para el co-
mun provecho en tiempos sosegados,


Dos ¡;randes operaciones ó contratos se hicieron eutouces. El primero
fué ~I empréstito de los 400 millones votado por las Córtes. La iudispen-
sable necesidad de contraer este empeño, fué universalmente reconocí-
da, a pesar de la natural aversion con qne suele mirarse 1:>1 apelar á los
medios extra.rrdinarios del crédito. Pérdidas inmensas. desfalcos ante-
riores, desfalcos del momento 1, ¡;astos urgentes ocasionados por el au-
menlo del ejército, la imposibilidad de gravar en tan criticas circuns-
rancias con nnevas cargas á los pueblos, y la exorbitante suma que
importaba anualmente la deuda extranjera, pusieron al gobierno en una
situación verdaderamente apurada, de la cual no podia sacarle el medio
insuficiente é imperfecto de las anticipaciones, empleado ilimitadamente
solo cuando se hallaban aun en la infancia las teortas del crédito de las
naciones. La venta de los bienes nacionales no podia tampoco hacer
frente á las atenciones públicas, tan vastas cuanto perentorias, porqne


l El conde de Toreno manifestó en la sesíon del rs de setiembre de IS3', que
pasaba de 250 millones de reales la suma necesaria para cubrir el déficit existente.
Entre la, ca!lti'ladrs que lo componían citó 3' millones adeudados al ejército por
su, gastos de aquel año : 20 á la marina, 5S á los señores Bothschlld y Ardoiu por
antícipaciones hechus : 3 'le .Iesrulco causado por el cólera solo en el mes de ju-
Jio, etc. Nadie podra llegar el urgente ínteres que tenia el estado en satlsfacer stn
demora semejantes obligaciones.




LVI


sobre estar destinados al sagrado objeto de la deuda interior. era un-
probable y hasta imposible su realizacion inmediata aun precio elevado.
¿ Qué otro medio mas que el de un empréstito restaba. pues. para no
exponer a una ruiua segura la causa de la libertad y de la ilustracion , y
el mismo principio conservador de la legitimidad? « Los pueblos moder-
nos. dijo fundadamente el conde en la discusíon , solo conocen los em-
préstitos para salir de sns ahogos, asi como los antiguos solo conocian
las conquistas...


Hallábase sin disputa la España en nno de esos momentos de ahogo que
hacen indispensable el empleo de las determinaciones extremas. Pero
antes de apelar al recurso extraordinario del empréstito. era forzoso el
arreglo de la deuda extranjera, asi por razones de hacienda como por
motivos polüicos. La plaza de Lóndres había estado cerrada ala España:
la de París estaba inuudada de fondos españoles. Desacuerdo hubiera
sido emprender operacion alguna sin aquella medida preliminar. y mucho
mas estando en ello tan interesada la Francia, cuya amistad sincera y
estrecha era para nosotros de tan trascendental importancia. Aconse-
jáhala la bnena Ié , base la mas robusta del crédito. y la imponia como
una necesidad la conveniencia pública, siendo imprudente y aventurado
indisponernos con una nacion veci na y poderosa. que podia pesar tanto
en la balanza de la euestiou de existencia y tranquilidad que en las pro-
vincias del norte se ventilaba. Propuso el conde de Toreno una combi-
nación conciliadora fundada en las bases sigueutes <.


Declarar deuda dél estado todas las obligaciones sin distincion de ti-
tules, y convertirla por mitad en deuda activa y deuda pasiva.


Crear un fondo nuevo al 5 por tOO, que representase la deuda
activa, en el que habia de convertirse la parte de los antiguos emprés-
titos extra ajeros comprendida eu la deuda activa.


Aplicar un fondo de amortizacion a la deuda activa, y después de
comprada cierta suma, anular esta y admitir á la suerte equivalente de
la deuda pasiva eu la deuda activa, que entraria por cousiguieute a
participar del pago de los intereses y de la amortizacion.


Despues de no pequeña oposicion, triunfó el proyecto de ley presentado
por el conde, habiendo recibido en su primer texto diferentes modifica-
ciones. Quedó el empréstito decretado. y a unque los que presumian de
entendidos en la materia decían en las Córtes, hablando particularmente,


< Se presentóel proyecto de ley que contiene estas basesen la sesíondel Esta
mentode Procuradores del 7 de agosto de IS3 ••




LVII


que ni á 40 podria verificarlo. lo concluyó á 60 Y mas, es decir, con
mayor ventaja que cuantos se han hecho en España desde 1820. Y no
cabe duda en que á iO lo hubiera terminado á no haberse debatido el
asnnto tan latamente en el Estamento de Procuradores.


Es evidente que el conde de Toreno dió pruebas en el desempeño del
ministerio de Hacienda de las prendas que distinguen á los hombres
eminentes del ramo en los gobiernos representativos: órden, sagacidad,
sanas doctrinas, conocimiento práctico, afiiccion á la publicidad. Mas
como á nadie sea dado alcanzar en todos sus actos un grado de perfeccion
absoluta, de ahí es que el personaje que nos ocupa, con ser tao entendido
como prudente y perspicaz, incurrió á nuestro entender en algun error
no leve, qne á fuer de imparciales nos es forzoso seíialar. Consiste el
error á que aludimos, en el poco atinado desvío que á su entrada en el
ministerio manifestó el conde li la casa de Rothschild en el mismo mo-
mento en que esta , en prueba de su buena disposicion á nuestro favor,
hacia un adelanto de 60 millones. Notorio es que despues del fallecimiento
del Rey Fernando existia en París una especie de competencia entre los
capitalistas para contratar un préstamo con el gobierno español. Adelan.
tándose el baron James Rothschild á los demas con sus proposiciones y
el ofrecimiento de una cuantiosa ti inmediata anticipacion , fué preferido
por el gabinete Martinez de la Rosa, al cual urgía tener foudos para pagar
el semestre de la deuda exterior que estaba al caer. Celebráronse efectiva.
mente en París ,dos contratos, firmados ambos por el ambajador de España
y el secretario del Banco de San Fernando, enviado al efecto en calidad
de comisario regio. Comprometíase la casa de Rothschild, en el primero, á
verificar el mencionado adelanto de 60 millones al interes de 5 por 100.
y estipulaba en el segundo la preferencia á su favor en igualdad de
condiciones para cualquier empréstito que mas adelante pudiese negociar
el gobierno español, siempre que dentro de tres meses contados desde la
fecha del contrato, no se hallase aquel en disposicion de reintegrar la
suma anticipada. Es de advertir que esta anticipacion se verificó sin que
Rotbschild exigiese por parte nuestra la menor seguridad, porque si bien
se la habia ofrecido el citado comisario regio en títulos de la deuda, no
la habia admitido aquel, asegurando que no queria mas garantía que la
lealtad castellana, alarde de generosidad, que aunque probablemente no
nacia de mero desprendimiento, probaba no obstante la decidida incli-
nacion de dicha casa á tomar parte en las operaciones del crédito espa-
ñol. Ocasion mas feliz no podia al parecer presentarse de comprometer
en la suerte económica del nuevo reinado una casa tan respetable, que


d*




LVIII


acababa de sacar de la nada el crédito de la córte de Roma, y qne tanto
podia contribuir á levantar el nuestro. El conde de Toreno , descontento
tal vez en demasía con aquella condicion de preferencia, que no sin
razon jnzgaba irritante é impropia del decoro de la nacion española "
antepuso á la poderosa casa de Rotbschild la de Ardoin, mconparable-
mente menos sólida que aquella, y amenguada con algunas pérdidas. Erró
á nuestro ver en ello, aveutajando un rigorismo extremado de principios,
á razones de conveniencia y de prudente prevision política, pues no debió
desatender que ,,1 valimiento de la casa de Rothschild con los gabinetes
del norte. podia , viendo sus inmensos intereses empeñados en la causa
liberal de España, decidir á aquellos mas eficazmente que nuestra poco
influyente diplomacia al reconocimeuto de la Reina doña Isabel 11.


La otra operacion de que hemos hablado, es el contrato de azogues cele-
brado durante aquel ministerio; pero en breve tendremos oportuna oca-
sion de volver á este asunto.


Ocupado con exclusivo afan el conde de Toreno en las tareas pecu-
liares de su ministerio, uo tomó en los actos generales de la administra-
eion tan activa parte como hubiera sido de desear. Alguna censura merece
por ello, si pudo, como es ereible , eontribuir con su enérgico carácter
á que no se abriese, como sucedió entonces, la senda de impunidad, que
tantas veces ha dado paso al crimen y arrebatado á los principios monár-
quico- constitucionales la consistencia qne con mayor firmeza y mas rígida
justicia hubieran, á no dudarlo, adquirido. Dos grandes acontecimientos
de escandalo y sangre tuvieron lugar en Madrid por aquel tiempo: el
esesinato de los sacerdotes regulares enjulio de 1834, y el levantamiento
en enero siguiente de un batallon del regimiento de Aragon, segundo de
lijeros , inaugurado asimismo con el asesinato de un general. No siendo
Toreno entonces sino un simple miembro del gabinete, noes justo echar
sobre sus hombros ni todo, ni el principal peso de respon sabilidad moral
á que se hizo acreedor el gobierno en aquellas solemnes ocasiones, tole-
rando un momento siquiera la culpable apatía ó la mal entendida iudul-
gencia de ciertos generales. Es verdad que el conde se opuso como otros
miembros del gabinete, si bien con mayor esfuerzo, á la vergonzosa tran-
sacciou realizada entre el gobierno y el batallon sublevado 2. como


, Esto no es cierto. Toreno no antepuso á 1" caS"de Rothschild, la de Ardoin.
Rothschild no hizo proposiciones algunas , ui pensé nunca en hacer el emprés-
tito de !,OO millones. i Nota del autor.)


2 Nadie habrá olvidarlo que 8" permitió, segun el tenor rle la <apltuinctcn , salir
á dicho batallon con armas y tambor batiente.




ux


tambien que persevero basta el fin en su noble y resuelta opiniou, á pesar
de ser esta contraria á la del Consejo de gobierno y de los mas altos jefes
militares; pero creemos, aunque sea excesivo rigorismo de nuestra
parte, que solo batiéndose apartado eu aquellos momentos de un gabi-
nete vencido en uua cuestiou de vida o muerte para los principios de
orden, pudiera totalmente eximírsele de aquella responsabilidad, ó bien
habiendo tomado mientras Iué presidente del Consejo las finnes medidas
gnbernativas que eran indispensables para descubrir y castigar á los
autores de tan horribles asesinatos. Nosotros no comprendemos que tenga
el gobierno mas que un camino en semejantes casos: ó la represiou
inmediata cuando es posible, o cuando no, el ulterior castigo. Mal se
cubre un ¡:obierno, cuando cede con el manto de la clemencia: colúm-
brase la debilidad á través de ese manto, y en ciertos casos la debilidad
de un ministerio no es solo la causa de su caida , es tambien la ruina de
un principio, el r,érmen de la anarquía, I~ destruccion del órden social.
Hecórrase en España la serie de sangrientos atentados de los últimos
años, y al recordar que casi todos ellos han quedado sin castigo, se como
prenderá que no son dables ni el prestigio de la autoridad, ni el imperio
de la lej , ni el sosiego público, ni la estabilidad del gobierno, mientras
la impunidad permanezca erigida en sistema. Perdónense; olvídense en
bueuhora los extravíos de la polüic a , pero jamas se confundan con ellos
los crnneues civiles que se cometen á su sombra, por que estos ofenden
las leyes Generales de la justicia humana, que no tiene cousidernciou que
guardar ni con la política ni con los partidos.


Despnes del motin militar que acabamos de mencionar, iba siendo ca-
da vez mirado con ojos menos favorables el ministerio del señor martinez
de la Rosa. La impaciencia popular no tenia en cuenta ni su buena fé , ni
sus esfuerzos, ni las prendas positivas y existeutes de libertad que á él
exclusivamente se debían. La guerra del norle tomaba cada dia un aspec-
to mas triste é imponente, y echáhanse sobre la frente del honrado y
elocuente ministro faltas de que ni siquiera era cómplice, y en que solo
tenian parte los desaciertos de los generales y los reveses de la fortuna.
Despues de la rota de las Amezcuas , llegó el caso de pedir la interven-
cion francesa. La voz imperiosa del general en jefe don Geróuimo Valdé5,
sostenida por los demas generales de su ejército; el viaje á Madrid con
aquel objeto del general Córdoba, y las ofertas hechas por la Francia al-
gun tiempo antes decidieron al ministerio á reclamar la intervencion. El
señor Martinez de la Rosa, aunque le repugnaba semejante paso. cedió
á la autoridad de los qlle lo solicitaban cual medida de salvaciou , y como




J,X


ministro de Estado extendió las notas en las cuales se hacia tan impor-
tante peticiono Mientras tanto se introducia en Palacio el disgusto que
contra él manifestaba el público, y no contribuinn á disminuirle las insi-
nuaciones del recieu llegado general Córdoba, que como intérprete auto-
rizado de los sentimientos del ejército, tenia gran peso en aquellos mo-
mentos. Conoció el señor Martinez de la Rosa que ui los mejores deseos,
ni los actos mas plausibles podian ya sostener su ministerio contra la
desgracia y turbacion de los tiempos, y cuando llegó á entenderse en
Madrid. aunque no todavía de oficio. que la Francia negaba la interven-
cion , se aprovechó de esta circunstancia para presentar su dimision de
consejero de la corona y presidente del ministerio. Ocupó entonces su
puesto el señor conde de Toreno.


Háse dicho que este contribuyó por su parte á acelerar dicha separa-
cion; mas las personas enteradas de la verdad saben que, por el contra-
rio, defendió y sostuvo constantemente al señor Martinez de la Rosa, y
en especial en los dos meses últimos de su ministerio, en que la marcha
de los acontecimientos anunciaba ya su caida. ¿ Habrá quien censure á
Toreno porque no se retiró tambien en aquella ocasion ? injusto seria. Era
licito bajo todos aspectos á su noble amhicion el deseo de plantear, al
frente de los negocios públicos, aquel sistema qne juzgaba acorde con la
sitnacion y con las necesidades del país, y mal en nuestro sentir hubiese
obrado posponiendo el bien comun ti consideraciones subalternas. El mis-
mo Jl'lartinez de la Rosa le dió ejemplo de esta conducta conservando el
poder á pesar de la salida forzada y sucesiva de los señores Garelly, Illos-
coso y Zarco del Valle, que habían formado sn primero y compacto mi-
nisterio.


El nombramiento del conde de Toreno para el cargo de presidente del
Consejo de ministros, expedido en 7 de juuio de 1835, con retencion del
ministerio de Hacienda y el desempeño interino del de Estado, reanimo
visiblemente el espíritu público, que andaba desmayado. Algunos dias
transcurrieron sin que pudiese el conde vencer las dificultades que se le
presentaron para la formacion de su ministerio, vinieudo al cabo :í que-
dar definitivamente nombrados para Estado el mismo conde de Toreno;
para Guerra el marqués de las Amarillas, elevado 'á priucipios de aquel
mes á la dignida d de grande de España con el título de duque de Ahuma·
da; para Hacienda don Juan Álvarez y !Uendiz:íbal; para Gracia y Justi-
cia don Manuel Garda Herreros; para Mariua el general don ¡UiUllel Ri-
cardo de Álava; y para lo interior don Juan Álvarez Guerra, Aunque no
brillaba en verdad este miuisterio por la conexion de las personas ni por




LXI


la horuogeneidad de las doctrinas, sin embargo, y acaso por ello mismo,
no disgustó ni gustó á nadie de un modo absoluto. Los partidarios del mo-
vimiento rápido podian esperarle de al¡:unos de sus miembros, represen-
tantes del antiguo partido constitucional, y los aficionados á ideas ó mode-
radas ti aristocráticas, tambien podian esperar de los otros una conducta
acomodnda á sus fines y pensamientos. Fuera de esto, todos juzgaban
que tan completa mudanza de hombres habia de traer consigo alguna
mudanza de cosas, y esta circunstancia era entonces por sí sola la mejor
condicion de éxito. La gente alborotada y bullidora itbrigo por un momen-
to la insensata esperanza de que Toreno se pusiese á su frente, y muchos
de los que perteuecian á la oposicion de las Cortes empezaron por darle
su apo)o en vista del espíritu práctico de reformas que desplegó desde
los primeros momentos de su admiuistracion. Pero pronto se convencie-
ron de que no era el cunde de Toreno el que había de imprimir á la má-
quina gubernativa el movimiento rápido y desarreglado que cuadraba á la
ruca impaciencia de los unos y al bastardo iuteres de los otros; así, no
tardó en trocarse en despego la popularidad primera. No dejo de arri-
marse bastante el conde á los hombres mas señalados del bando liberal,
así de la emigracion como de los que hahian padecido en España durante
los diez años, escogiendo á muchos para cargos de la primera importan-
cia, pero lo hacia mas como ministro que pretende acallar a los partidos
no buscando entre sus Iudividuos otra distincion que la del mérito, que
corno hombre qne cede á sus pasiones o exclusivas tendencias. Toreno se
mostró en aquel breve periodo tolerante y liheral , y tanto que c ási raya-
roo en imprudentes algunas de las concesiones que llegó á hacer á la
oposicioo. Mas era i'¡flexihle en las cuestiones de orden público, y tenia,
como Montesquieu , la firme conviccion de que los hombres se gobiernau
con moderacion y no con excesos t.


Lit principal mira política que llevo durante su ministerio, rué la de
terminar cuanto antes la guerra civil, empleando para e\lo DO solo los
medios militares, sioo t arnbien los de conciliacion. En su tiempo empeza-
ron las negociaciones de esta especie, enviando con tal fin á las provin
cias del norte al desgraciado !Huñagorri, el cual manifestó inteligencia y
notable desintereso Otro de los objetos esenciales á donde dirigia sus
miras, era el afianzamiento del régimen representativo, conservando por
tina parte el elemento aristocrático de uaoimieuto , servicios , saber y
riqueza del Estatuto, y desarrollando por otra los buenos principios de


i Espril des loj8, C. 21, C. 22.




LXII


adunnistracion económica y de hacieuda , tan mal entendidos ,v abando-
nados en España. He la conducta que hemos visto se fluir ,,1 conde en sus
primeros años, puede iuferirse que la tendencia aristocrática que ahora
manifestaba, no era preocupacion de raza, ni personal orgullo: era la
couviccion de que podia contribuir al justo equilibrio , en la balanza de
las fuerzas políticas, el contrapeso de un órden ¡;erárqllico establecido
así eu la sociedad como en el sistema representativo. En cuanto á los
bienes reales y á las reformas proyectadas de su ministerio, baste decir
qne babia nombrado varias comisiones, escogiendo personas entendidas
de todas opiniones, para arreglar cual convenía el sistema tributario, la
aduiiuistraeion, la contabilidad, todas las partes en fin del vasto ramo de
hacienda, cuyos trabajos debiau terminarse eu breve para ser puestos á
la discusiou de fas Cortes: que iban muy adelantados en el norte los tra-
tos para terminar la guerra civil: y por último qne en su tiempo se paga-
ban con regularidad las atenciones púhlicas , se pagaban los intereses de
la deuda, se pagaron hasta los atrasos y quedaron á Sil salida 70 millones
para pagar el semestre de uoviembre; y todo en medio de la gnerra CIvil
mas calamitosa. ¿Qué mas podía pedirse entonces á un ministro? Hasta la
suerte de las armas se declaro en su favor, quitando pretextos á las pa-
siones y motivo á la desconfianza y al desaliento. Zumalacarregui, el can-
dillo qne habia dado organizacion y vida á la fncciou, habia muerto de
resultas de una herida, y lus generales La-Era y Córdoba acababan de re-
conquistar la superioridad de nuestras tropas haciendo levantar el uno á
Jos batallones enemigos el primer sitio de Bilbao, y ganadu el otro la bata-
lla de l1Iendiflorria, que hubiera terminado la gnerra sin la desgraciada fa-
talidad que nos impidió sacar todo el fruto que la victoria prometía t.
Pero por una ineonsecueucia singular, que solo puede explicarse no
perdiendo de vista la natuvaleza de los móviles que estimulaban á los
agitadores, estalló cuando menos se esperaba en las mas de las capitales
de provincia una de esas rebeliones, usadas despues tantas veces y con
tanto descrédito del partido que las ha promovido, siu espontaneidad. sin
fuerza, posibles solo cuando el r,obierno se halla sin medio alguno mate-
rial de sostener su autoridad.


Así sucedía entonces. Cási todo el ejército combatía en el norte, y la
milicia urbana, guardadora de las leyes y del orden público en el resto
de la monarquía, era la primera qne instigada por uu corto número de
perturbadores y no combatida por nadie, se levantaba contra el gohier-


l ñletuoría del general Cór.loba , cap. 5.




LXJJI


no de la augusta Reina Gobernadora, al paso mismo que por una espe-
cie de escarnio aclamaba su autoridad y ensalzaba su nombre. Revis-
tiéndose á sí propias del derecho de soberanía, las juntas de gobierno
formadas en dichas capitales levantaron tropas, depusieron autoridades,
contrataron préstamos, exigieron contribuciones y manejaron á su antojo
los caudales públicos. No tardó en alzarse en lUadrid la bandera de la
rebeliou . situó se en la Plaza lUayor al anochecer del dia 15 de agosto
alguna fuerza de la milicia urbana, qne en¡;rosada poco despues se ocu-
pó en abrir zanjas en todas las avenidas y en parapetarlas con barrica-
das, remedando pobremente lo hecho allá en París en julio de 1830. Las
autoridades militares de la capital, en vez de disipar cou la fuerza el
endeble y sedicioso movimiento, tuvieron vistas y explicaeioues con sus
jefes, que atendida la entereza del gobierno, no podian ir !Í parar á
resultado alguno. Este mismo se abstuvo por su parte de tomar medidas
violentas, y acaso por temor de la efusion de san¡;re, ya por estar conven-
cido de que abandonando la rebehou á sus propias fuerzas se desvanece-
ria en breve, probando a~i con mengua su impotencia. En efecto, des-
pnes de 30 horas de inaccion, quedó desierta la Plaza Mayor: declaróse
á iUadrid por real decreto en estado de sitio, y volvió á reinar la tran-
qnilidad priblica. Pero annque apaciguado el tumulto por entonces, esta
edncacion de impunidad que iba recibiendo el pueblo español, no podia
dejar de dar mas adelante amarGos frutos. Nosotros no tememos conde-
nar la apatía manifiesta de las autoridades durante la sedición de la
Plaza ilIayor, al menos con una imprevision de las mas funestas cense-
cuencias.


Un mes duró todavía el poder en manos del conde de Toreno, y en
este tiempo cundió la sublevacion por casi toda España, no teniendo el
Gobierno. á causa de la ¡;nerra del norte, medios positivos de resisten-
cia en las provincias, ,f habiendo sido mal servido en ellas por las mas
de las autoridades que estaban á su frente. No obstante, desavenidos
entre si muchos de los jetes amotinados, lisonjeábase el ministro de que
sosegado ¡Uadrid, como ya lo estaba, vendrian a partido las provincias,
de las cuales recibia noticias y aun promesas secretas que justificaban
su esperanza, y hubiérase esta realizado sin duda sin el cúmulo de eir-
cunstancias extraordinarias y azarosas qne le fnerou en aquella ocasion
contrarias.


El estado moral del pais era ya por aquella sazon en alto Grado lasti-
moso. Habian difundido los periódicos en las clases ínfimas, que ninguna
edncaeion recibian, esas nociones imperfectas ó erróneas, ese medio




LxIV


saber, que puede llamarse la ignorancia adquirida y que no solo contri-
buye á trastornar el orden un momento, sino qne pervierte durante algu-
nas generaciones los sentimientos y las ideas: había sucedido al espíritu
de reformas y sana libertad la mas implacable intolerancia: los allegados
á ideas de nivelacion proclamaban, no la igualdad civil, verdadero dog-
ma y último triunfo de un gobierno libre y bien constituido, sino la igual-
dad social contraria á la naturaleza, y por lo tanto imposible, el amor á la
cual no es en la gente inquieta sino la vanidosa envidia de los privilegios
de qne carece: tan largo trecho había corrido en fin la revolucion desde
la muerte del Rey Fernando, que su represiou era tan necesaria para
establecer uu gobierno firme y reparador, como la terminacion de la
guerra del norte, Toreno era acaso el hombre mas capaz de España para
dar robustez á la autoridad pública, haciéndola entrar en una senda fir-
me y segura de justicia y regularidad, el mas apto para subordinar los
intereses pasajeros de la política á los intereses permanentes de la ad,
ministracion; mas era para ello indispensable contar con el apoyo de la
fnerza pública, lo cual no era posible cuando la anarquía política habia
cási prostituido la discipliua militar, y roto, sin crear otros nuevos, los
vínculos respetables de las tradiciones antiguas,


A las dificultades naturales de la situación habia agregado Toreno otra
no menos grave, que puede contarse entre sus mas reparables errores.
Era esta el nombramiento para ministro de Hacienda de don Juan _Álvarez
y llIendizábal, que llegando á Madrid en momentos en qne el ministerio
se hallaba en sumo apuro. se retrajo de formar parte con él, haciéndose
dueño de este modo de las simpatías de los perturbadores. A juzgarse
únicamente los actos de los hombres públicos por las inteuciones que los
dirigen, no seria licito culpar el nombramiento de que hablamos. Al for-
mar Toreno su ministerio, se negaron á encargarse de la hacienda las
personas á quienes primero estaba destinada, alegando lo critico de las
circunstancias. la indiferencia de la Francia, y las demas dificultades
del momento. Viéndose por consiguiente en ¡;rande estrecho , echó mano
de un hombre. sobre liberal acreditado, aunque no todavía de ideas tur-
bulentas. osado. de singular actividad, entendido. segun fama, en ma-
terias de crédito, y fecundo en impensados arbitrios, y celebrado por
ultimo entre ingleses y portugueses por el apoyo decisivo que proporcionó
al emperador don Pedro de Bra¡;anza con empresas mercautiles tan atre-
vidas como afortunadas. Menester es convenir en que concnrrian en el
ministro nombrado circunstancias propias para alncinar al mas prevenido;
pero era de esperar todavía del conde de Toreno mayor suma de tacto y




LXV


prevision; altas prendas del hombre de estado que él mismo habia de-
mostrado poseer en tan repetidas ocasiones. No habiendo sido nunca dipu-
tado, ni servido empleos el señor llTendizáhal, y conociéndole muy poco
el conde, solo podia tener de él una opiuion incompleta , y por lo tanto
insuficiente para elevarle á puesto tan alto cnanto delicado. Es evidente
que atendió ante todo á la reputaciun lie inventiva y hahilidad para pro-
porcionarse recursos por extraños modos, de que gozaba con razou el
señor Meudizábal, y que no peusó en los males que podia acarrear eu-
toncas al estado la entrada en el gabinete de una persona cuya escrupu-
losidad y convicciones en materias políticas le eran cási desconocidas t.
El mismo conde de Toreno conoceria despues el desacuerdo que habia
cometido, y nn sen tiria probablemente poca sorpresa y desabrimiento al
encontrar en Quien hahia llamado como auxiliar, mas que un rival, un su-
cesor.


Rehusaba la Reina Gobernadora admitir á Toreno la renuncia que in-
tentaba hacer de sus cargos de ministro y presidente del Consejo; mas
no teniendo este á Sil disposiciou los elementos de fuerza indispensables
para sostener la autoridad del gobierno, y con ella la dignidad del trono,
hizo ver á S. ¡\l. cuán necesaria era por.el momento su desaparicion de la
escena política. Fué , pues, llamado al Pardo en la noche del H de se-
tiembre de 1835, para que extendiese los decretos acerca de su dimision
y nombramiento de nuevos ministros. Asi IQ verificó , llevando la pluma
el subsecretario de Estado don Jnlian Villa Iba , y es de advertir que el
decreto admitiendo al conde su renuncia, carece de aquellas fórmulas y
expresiones laudatorias que son de costumbre en semejantes casos. Esta-
ba presente á aquel acto el señor 11lendizábal, y el conde juzgó sin duda
conveniente á su decoro dictar el decreto en los términos mas severos ~.


Desde que llegó Toreoo á Madrid de vnelta de la emigracion hasta la
época de su salida del ministerio, apenas se ocupó de su obra; pero dib


t En prueba de que la opiníon de qur hablamos, ajustamente dquirída en el ex-
tranjero por el señor lllendizába1, llevó principalmente al conde de Toreno áelegirle
ministro de Hacienda, puede citarse el decreto mismo de su nombramiento, mas
largo y razonado de lo que semejantesdocumentos suelen serlo, y en el cual refi-
riéndose al señor Mendizábal, se habla de l. importancia de manejar con saber el
crédito, espeeiaimente an circunstancias dificite«,


2 Parece que reparando con extrañezaS. ln. la ReinaGobernadorata forma inusi-
tada del decreto, preguntó á Toreno la causa de tanta sequedad de expreston. Res-
pondíúle este que Ic bastabasaber la buena voluntad ':e S. llI. hácia m persona, y
que era ante todo conveniente no dar nuevos pretextos á las pasiones para encen-
dersc masy tratar con mayor desacato al trono.


e




..


l-XVI


á luz los cuatro primeros tomos, ó sean los primeros diez y ocho libros
ya concluidos. Ahora vuelto á vida mas sosegada, emprendió de nuevo y
con tal afan su interrumpido trabajo , que solo le faltaba escribir el vigé-
simo cnarto , esto es> el riltimo , cuando aconteció la suhlevaciou militar
de la Granja en agosto de 1836. Inútil es referir por tan sabido el enlace
del conde con doña María del Pilar Gayoso, Tellez Giron, bija de los
excelentísimos seíiores marqueses de Camarasa , verificado durante su
ministerio.


Al empezar la administración del señor Mendizabal, le aconsejaron al-
gunos amigos que saliese de España, y abiertas las Córtes á mediados de
noviembre de 1835, que no se presentase en elJas, por temor de que se
ensañasen contra su persona los vencedores en la sublevacion que dos
meses antes le habia derribado del poder; pero él, resuelto á no faltar ja-
mas ni á su dignidad propia ni á la confianza de su proviucia , no solo se
presentó en la Cámara popular, sino que tomó parte en las mas árdnas
discusiones. Fué una de estas la suscitada, al fenecer diciembre, acerca
del llamado voto de confianza, arcano célebre de aquellos dias , con el
cual el señor Meudizábal alucinó la candorosa credulidad de las Córtes,
y que si era absurdo en la esencia como fundado en una cosa inpraetica-
ble , no dejó de ser diestro y útil en cuanto aumentó la popularidad del
ministro con el prestigio del misterio. El conde de Toreuo pronunció con
este motivo un discurso elocuente y hábil, en el cual sinceró su adminis-
tracion de algunas acusaciones injustas. expresándose con tal fuerza y
tino, que le aplaudieron hasta sus mayores enemigos, En cuanto al voto
de confianza, era el conde de los pocos que en aquella sazón conoeian
cuán vano y estéril era el fondo del pensamiento en él contenido; y esto
pudo conocerse en las explicaciones alguu tanto malignas que pidió al
ministro, y en las prudentes reticencias que las acompafiaron , y por las
cnales le dio las gracias, al contestarle, el señor Mendizábal; pero no
quiso negar por su parte al gobierno, oponiéudose á aquella autorizacion,
que á nada era aplicable, una fuerza moral que, bien manejada, podia
redundar en provecho de la causa pública.


Pocos dias después se verificó la mas importante y acalorada discusiou
de aquella legislatura, la de la ley electoral. La comision , siguiendo los
deseos del señor Mendizábal, que abrigaba con particular predileccion
el sano auuque irrealizable propósito de aveuir las opiniones encontradas
que ya eu el asunto se habían manifestado, hizo una extraña fusion de
diversos y aun opuestos sistemas, proponiendo que hubiese dos especies
de electores, los unos dele;;ados ,elegidos por las juntas de vecindario,




LXVII


y los otros por derecho propio. Los jefes de los pasados ministerios arras-
traron entonces tras sí una mayoría considerable del Estamento, decla-
rándose contrarios al dictáineu que con tan mal acuerdo intentaba amal-
gamar lo qne de suyo era inconciliable. El conde votó en contra del
sistema misto y á favor de la elecciou por distritos, y demostró con
gran superioridad de raciocinio y copia de datos los inconvenientes de
conceder sin restriccion el derecho electoral á las llamadas capacidades,
esto es, á la Gente de carrera. Sus discursos en esta ocasion fueron tan
notables, y especialmente tan francos é imparciales, que alcanzaron
sincero elogio hasta de al(;nno de los principales autores y sostenedores
de los principios que combatía l.


Esta cuestiou produjo desconfianza, enemistades y descontento. Los
vencidos, acerbamente enconados contra los vencedores, aconsejaron
malamente al señor ~Iendizábal que disolviese unas Córtes, donde las
opiniones de ellos no eran las dominantes. El señor Mendizábal, Olas
cuerdo y mejor inspirado entonces, se resistia á tomar una medida que,
sobre violenta y de majas cousecuencias , ponía al gobierno en contra-
diccion consigo mismo, habiendo declarado desde el principio del debate
por medio del ministro de la Gobernacion, qne no consideraba aquel
asunto como cuestion de gabinete. Pero hostigado por sus amigos, se
resolvió al cabo y llevó á efecto la disolucion.


Las Córtes inmediatas, abiertas en 22 de marzo, habian sido elegidas'
bajo el influjo revolucionario. Faltaban en ellas muchos nombres respe-
tables de las anteriores, y entre estos, dos de Jos mas enlazados con las
instituciones representativas de España, los de los señores lUartinez de
la Rosa y conde de Toreno. Mientras qne el señor Mendizábal salia ele-
gido por siete diferentes provincias, i no hubo una sola que quisiese ser
representada por alguno de aquellos dos elocueutes defensores de la
libertad legal! ¿ Qué mas prueba de que son mas eficaces que las leyes
electorales, el modo de llevarlas á efecto J' la influencia de las circuns-
tancias?


En estas Córtes , trocados algo de súbito en rivales varios de los
amigos de lUendizábal, se formó una oposicion poderosa, la cual no tardó
en derrocar al gobierno existente. Ibaose ya agotando los recnrsos que
este habia debido al hervor de la situacion primera: el tiempo iba arran-
cando la máscara al célebre programa de setiembre de 183;) ,y al mis-


t Don AnlonioAlcalá Galíano. - véanse los artículos publicados pOI' este célelnc
orador en la Revista eeoaño:« del mes de enero de , 836.




LXV1Jl


terio contenido en el voto de confianza, y siendo calla dia menos abierta
y decidida la conducta del gabinete, no fué extraño que perdiese á un
tiempo el poder y la popularidad con que babia empezado su adminis-
tracion, Reemplazóle el procurador a Cortes don Francisco Javier de
Isturiz , jefe principal de aquella oposicion. El ministerio que este formó
estaba compuesto de hombres, aunque de acendrado liberalismo, resuel-
tos á sostener atoda costa ypor todos los medios legales los tres objetos
que constituian la base de sus principios y el programa de su conducta:
el órden , el trono, la libertad. Claro es que el conde de Toreno dió su
aprobacion y sus simpatias a un gobierno que se proponia hacer frente
al torcido rumbo que iba tomando la opinion , y hubiérale dado su ap oyo
en las Córtes entonces convocadas, á no haber apelado la faccion anar-
quista, segun su costumbre, al medioiufame de la rebelion, promoviendo
asonadas en las provincias, y comprando con oro en la Granja la insur-
reccion de una soldadesca desmandada. Cedió, pues, aquel gobierno al
embate revoluciouario, como babia cedido el del señor conde de Toreno,
por falta de fuerza material en que apoyar el imperio de su autoridad.


Restablecida en el nombre la ConsLitucion de 1812 con la declaraciou
de que seria revisada ó sustituida por otra, fué, s!'gun se ve, proclamada
y jurada no como una institucion sino corno un pretexto, Indicaba esto el
grado de fé y de conviccion con que entraba el bando triunfante en el
manejo de los negocios, y atendidos los primeros actos del gobierno y los
asesinatos y arbitrariedades que habian servido de auspicios al nuevo
orden de cosas, era de creer que empezab a para los vencidos una
época de inseguridad personal á par que de intolerancia y persecucion,
Toreno se trasladó con este motivo á Paris y á Lóndres, en donde por la
misma causa se reunió gran numero de distinguidos españoles, mientras
se decretaba en Madrid el secuestro de sus bienes y la pérdida de sus
honores. En aquellas dos capitales escribió el libro vigésimo cuarto de su
Historia, con el cual dió cima á esta admirable obra. Tambien paso en-
tonces á visitar la Italia.


Creada la nueva Constitución de 183 t , hoy vigente, donde entró
00 escasa suma de principios conservadores, derribado el ministerio
Calatrava por la fuerza de la opiuion y la voluntad manifiesta, aunque
indirectamente expresada, del general Espartero, y disuelto el Con-
greso coustituyente, efectnároose nuevas elecciones en que llevaron la
parle decisiva las opiniones moderadas. Acudió el conde á 1lladrid á
desempeñar el cargo de diputado, para el cual esta vez como tantas otras
habia sido llamado por su provincia , dejando á su esposa en Paris j cir -




LXIX


cuostaucia sobre la cual, aunque de carácter privado, puede formarse
la conjetura de que Tureuo, conociendo :í fondo los hombres y las COSilS
de España, habia previsto que el partido conservador, falto de sana di-
recciou y vigoroso impulso, no tenia en si los elementos necesarios para
hacer duradero su triunfo.


Aun no llevaban un mes de vida las Córles abiertas el 19 de noviem-
bre de 1837, cuando fué preciso formar un Gabinete que tuviese mas
unidad, y que representase mejor que el que á la sazon gobernaba, la
opinion dominante así en la mayoría de la nacion, cuanto en la mayoría
de las Córtes, Peusóse entonces en poner las riendas del gobierno en
manos de uno de los jefes de aquella opinion, que habian seguido firme
y decidida marcha en el mando, y aun se publicó por aquellos dias alguna
candidatura, á cuylt freute se hallaba 1') coude de Toreuo, Vencieron no
obstante consideraciones de segundo orden , y recayó el poder en una
persona digna, sí, y de buenos antecedentes y servicios, apta tal vez para
regir el estado en tiempos de sosiego; pero insuficiente , Ó por blandura
de carácter, ó por falta de conocimiento pr:ictico en el manejo de los
partidos, para sobreponerse á las circunstancias en que fué elegida. To-
reno obró, pues , eu nuestro sentir erradamente, contribuyendo con efi-
cacia á su nombramiento, aunque lo hiciese mas qne por conviociou pro-
pia, por condescendencia con el partido moderado. Convenimos con un
acreditado y buen escritor 1 eu que solo á uno de Jos jefes calificados de
Ja opinion monárqnico-coustitucional debió confiarse entonces la presi-
dencia del Consejo, En aquella época no bastaba que el gobierno fuese
una bandera de ciertas ideas: era necesario adema s que tomase la ini-
ciativa de la situacion ,que diese á su partido la organiz acion y el alien-
to de que carecía , qne le sirviese de centro de accion , que fijase sn por-
venir. El conde de Toreno pndo con su carácter enérgico y previsor
realizar todo esto, y siempre lamentarémos la triste fatalidad que indujo
á los actores de la escena política en aquellos momentos á adoptar, en
circunstaucias revolucionarias y extremas, términos medios y expedien-
tes de transicion.


Por lo demas el conde tomó parte activa en las primeras discusiones
de aquella legislatura, dando sn apoyo al ministerio; pero al fin de ella
habló poco, descontento cada vez mas con la marcba tímida é indecisa
que aquel seguia, En aquella legislatura fué cuando advirtiendo cuán
descaminado andaba el espíritu público con respecto á los medios de po-


, El señur Paohuco.




LXX


uer término á la tlnerra del norte, y habiendo oido decir á un general
qne « las guerras de partido sobre principios tan opuestos se haciau á
mnerte, quedando el partido vencido en cierto modo aniquilado, 11 pro
nunció la palabra transaccion, tan atrevida y trascendeotal i. Alborotóse
interrumpiéndole la tribuna publíca , al escuchar un pensamiento que
heria aquellas pasiones populares que se toman por patriotismo en las
guerras civiles; pero el conde, sereno y deseoso de hacer escuchar la voz
de la razón en materia tan grave: "Nada importa, exclamó, alndieodo á
los rnmores de la tribuna: diré la verdad. Las guerras civiles nunca ter
minan por el exterminio de nn partido ..... Si con transaceion y olvido
se concluyese la nuestra, conclúyase en bueuhora, cou tal qne triunfen
el trono de Isabel II y la causa de la libertad." Nobles expresiones qne,
aun labrando en los ánimos, sonaron entonces como un escandalo eu la
nacion entera, y cuya exactitud y sano espíritu vino á demostrar año y
medio despues el gran acontecimiento del convenio de Ferqara.


Terminada la primera legislatura de aquellas Cortes volvió el coude á
Paris, y de allí pasó por segunda vez á Italia, deteniéndose principal-
mente en Florencia, Roma y Venecia, y regresando luego á aquella ca-
pital. Abierta la segunda legislatura al empezar noviembre, tachó su au-
seucia el general Seoane , y anu ució en contra de su pasado ministerio
una terrible acusacion que formalizó mas adelante en la sesion pública
de 7 de febrero del año inmediato. Pero ninguno de estos cargos estaba
hecbo con razón y con sosiego de ánimo. El conde de Toreno jamas se
ha mostrado remiso en acudir á doude le han llamado sus deberes. Es
cierto, aunque sea vergüenza el decirlo, que en vez de calumnias y se-
ñales de encono, recibía en el extranjero pruebas de afecto y considera-
cion de las personas mas insignes y elevadas ~ es cierto, y nosotros po-
demos afirmarlo, que era en Paris mas estimado y hasta mas y mejor
conocido que en su propia nacion; pero estas ventajas que tanto halagan,
ni han podido ni podrán jamas entibiar su patriotismo tan ardiente como
acendrado. Sabia el orador asturiano que la grandeza de España de pri-
mera clase, declarada poco antes en su persona y sucesores por la au-
gusta Reina Gobernadora, podía ser un obstáculo á su presentacion en
las Cortes, y escribia al señor ilIon que siendo su ánimo venir á tomar
asiento en ellas, le rogaba que averiguase si se hallaba ó no snjeto á


• Diario de las sesionesdel Congreso de Diputados en la legislatura de IS38, to-
mo1, sesiones de los díass y 10 de enero.




LXXI


reeleccion t. Determinado este punto afirmativamente por el Congreso,
permaneció el conde en Fraucia, hasta que arrastrándose vergonzosa-
mente los partidos, l'OIUO nadie ignoraba, en un circulo vicioso de triun-
tos y caídas, traspasando los limites de sus atribuciones el general en je-
fe del ejército hasta el punto de erigirse en regulador de la política del go·
bieruo , disueltas varias Córtes en sentidos opuestos y casi terminada la
guerra, vinieron las eleccioues para las Córtes de 1840. Hiciéronse estas
con mas empeño que otras veces, y aunque el bando extremado y bulli-
cioso se mostró cnal nunca activo y removedor, empleando segun su
costumbre todo génef'l de ilegales manejos, y aunque tenia en su apoyo
influencias poderosas, triunfaron no obstante los conservadores. Toreno,
como diputado electo, vino á su patria antes de acabar el año de 1839.
Su llegada anladrid, aunque nada tenia de censurable ni aun de extraño,
sino muy al coutrario, dio margen amurmuraciones y hablillas. El dipu-
tado por Asturias viuiendo a estar pronto á ocupar su puesto en el
Congreso , cumplia con una obligaeion , y por ello mas que de otra cosa
digno era de alabanza. Pesaba por otra parte sobre su buen uombre la
acusacion fulminada por el general Seoane , y ansiaba por sincerar so-
lemnemente su honor amancillado. El mismo hombre que decía en las
Córtes dos años antes: l( Desafio al mundo entero a qne se me tache en
mi conducta como ministro y como diputado, y estoy pronto á responder
legalmeute á cuanto sobre ella se me pregunte, » no podia, ahora que se
veia acusado , dejar de presentarse á rechazar vigorosameute los cargos
de sus adversarios.


El 19 de febrero principiaron las deliberaciones de las nuevas Córtes,
manifestándose la tribuua pública en los primeros dias mas andaz y des-
mandada que lo habia estado en ninguna otra ocasiono Mal resignado el
partido revolucionario con la reciente victoria. de sus adversarios, apeló
excitando por medios ocultos las feroces pasiones de una porcion de la
plebe, á las horribles armas de la sedicion y la violencia. Creció de tal
modo en los dias inmediatos la turbulencia y furia de la tribuna, que el
23 tuvo el presidente que mandarla despejar, lo cual verificó el popula-
cho, que allí estaba, tumultuariamente y con visos de resistencia. Al día
siguiente perdiendn Jos sediciosos aquel último resto de pudor que suele
impedir á los malvados escarnecer los objetos mismos que toman por em-
blema ó pretexto, se presentó una turba frenética delante del palacio del


, Discurso <lelseñor Mon, pronunciado en la sesínn del Congreso de Diputados
del día 2t tic noviembre de '03S.




LXXII


Congreso, y dió al sistema representativo en nombre de la libertad y del
pueblo el golpe mas funesto que recibir podía. Tres horas estuvieron si-
tiados los representantes de la nacion: tres horas vieron, no vulnerada
como la víspera su inviolabilidad con denuestos} nltrajes, sino amena-
zadas sus vidas por el puíiai de los asesinos, que no disimulaban SIlS
intentos, pidiendo con rabiosos gritos la muerte de algunos diputados, y
en especial la del conde de Toreno. Noble y briosa se mostró la mayoría
en los momentos del peligro, hablando y obrando como mas podia des.
agradar alos criminales alborotadores; y entretanto el gobierno, débil é
indeciso 1 permitía que continuase un escandalo que le fué fácil preve-
nir, 'Y que pudo reprimir siu esfuerzo alguno, pues solo emanaba de III!
reducido tropel de gente desalmada y soez, que no fundaba su osadía
sino en la impunidad que esperaba. El conde de Toreno oyendo los bra-
midos feroces qne contra él dirigian los asesinos, no manifestó la menor
alteracion, autes bien reprobó severa y enérgicamente el atentado, in
terpeló á los ministros por su culpable inercia 1 y hasta le fué dado intro
ducir en sn discurso el tono de sarcasmo, que le era habitual en momen-
tos de deliheracion tranquila , cuando el crímen seguia impune y hasta
pujante , y cuando de un momento á otro podia ser víctima de los puña-
les: ejemplo de serenidad admirable, qlle puede dar nua idea del robusto
temple de alma del hombre público que retratamos. Al fin despues de
una ligera demostracion de la fuerza armada, pudieron salir uno á uno
los diputados por difereutes puertas, acompañados de sus amigos y alle-
gados, y uo sin peligro de ser asaltados en las calles.


En estas Córtes de t lElO, que tan buena y justa memoria han dej ado
entre los hombres de la legalidad, habló Toreno muy rara vez, descon-
tento con un ministerio no muy aventajado en luces y miras, Y no muy
firme eu principios, De creer es que le habría hecho oposicion á no ha-
ber repugnado apartarse de sus amigos y temido dar brios á la gente de
la anarquía, Otros muchos individuos de los mas influyentes de la mayo-
ría de aquellas Córtes , entre los que pueden contarse sin temor de yerro
los señores Isturiz, 31on, Pidal, Pacheco, Hivaherrera , Galiauo y varios
mas, cediau :í las mismas consideraciones; mas juzgaban asimismo que
era grande error en el partido moderado querer sosteuer á uu gobierno
que llevaba los negocios públicos por una senda tan incierta como mal
segura. Es verdad que las Cortes deliberaban con gran acierto y superio-
ridad sobre reformas capitales de la orgauizacion y administracion del
estado; pero al paso que esto hacian, se olvidaban de qne en tiempos de
revolucion , es antes la accion del gobierno que el influjo de las leyes es-




LX XIII


critas, y us í fué que caído eu descrcdito ¡)(Ir iuerte y pasivo el partido
conservador. esas mismas prudentes leyes qne dictaban sus represen-
tantes sirvieron de excitacion y de pretexto para llegar á una situacion
en que aquel partido se entregó siu lucha á sus contrarios por no haber
tenido ni la fuerza ni la prevision necesaria para preparar al menos ar-
mas cou que defenderse y resistir.


Poca parte, como hemos dicho, tomó el conde de Toreno en las dis-
cusioues de aquellas Córtes. Pero mnerta la acusacion del general
Seoaue por haber terminado la diput:.cion en que se hizo, sin que la hu-
biese reproducido lllnguD otro diputado, viendo su honor en descubierto,
pidió y obtuvo del Congreso que se nombrase uua comision para que
examinando la proposicion de aquel general, manifestase si por ella ha-
bia Jugar á formalizar la acusacion. Hesncitada de este modo cuestion
que tan vivamente le interesaba, habló el conde con templanza y cordn
ra , pero dejando traslucir :i cada paso el amargo sentimiento que rebosa
ba en su corazon. Imposible seria dar en estos li¡jeros apunles una idea
completa del largo y razonado discurso que pronunció eu defensa propia,
llegado el dia de la discusion. Con frialdad de juicio y abundancia y vi-
gor de razones, analiz» y deshizo todas las partes en que se fundaba la
acusaciou, Nosotros le eseue hamo> en aquel momento para él tan soleiu
ue, J podemos afirmar que no hubo en su discurso ni los adornos de estilo
ni las imágenes que deslnmbran. Ni el conde hubiera podido emplearlas,
siendo incompatibles COII la dispnsieion de Sil ánimo , ni el asunto las
aduntia, Pero hablaba con el acento de la conviccion , y empeñaba po-
derosamente la ateucio.i de cuantos le oían, dospojando á los cargos
hechos de la apariencia falaz que tenian , y explicando el asunto COt!
aquel grado de claridad y certidumbre que no da lugar ni á dudas ni á
sospechas. Los argumentos que empleó fueron los únicos que no admiten
respuesta: los hechos y los números.


Annque vaga y no muy compasada en Jos términos, habíase coucre
tado la acusaciou á la contrata de azogues celebrada durante el rniniste-
rio del conde con la acreditada casa de Rothschild; y no tanto á la
primitiva, la m:IS regular y ventajosa que se ha efectuado desde que se
henefician las minas del Almaden ., sino á una disposicion meramente


i El conde de Torcno terminó esta contrata con publicidad sacándola á subasta
sin necesitad, ni excítaclon , ni ejemplo anterior que le obligase á elto, y el precio
en que se r-emntú el azogue rué mas subirlo que el de ninguna otra contrata de esta
especie, pues ascendió al de H pesos y 5 reales el quintal, y esto en medio de una
guerra civi l ; ~'¡ellllo H:-li que In últíma contrata hecha en tiempos de paz en medio (({'",


e*




LXXIV


ejecutiva que daba mas fuerza y mayores ventajas al contrato I sin alte
rar sus condiciones fijas y esenciales, que cousistinu en el tiempo y '"
precio. IIabian dado pretexto para fundar la acusacion varias observacio-
nes hechas al ministro en el asunto por don Antonio Barata I director de
la caja de Amortizacion en tiempo de la mencionada contrata, y hombre
de rectitud y estimables prendas. Mas siendo dipntado el señor Barata :i
la sazón que la proposicion se diseutia y hasta individuo de la comision
que la habla examinado. no dejaron de añadir notable fuerza á las razn-
nes del conde las sencillas y francas palabras que aquel pronunció en Sil
apoyo, al acabar este su discurso. Ninguno de los cargos de la acnsacion
pudo resistir al crisol del analísis; y así es que despues de haber conve
nido en sus discursos los señores lllartinez de la Rosa, Olózaga, Pacheco
y otros oradores en que 00 habia acusacion Di fundamento para ella, Se
aprobó, cási por unauimidad, la resolncion que la justicia y el honor del
conde reclamaban. De creer es que el general Seoane reputado por tan
ageno á conocimientos de hacienda, como vivo é impresionable de ca-
rácter, cedió á las sugestiones de algunos adversarios del conde encar-
gándose de un acto que, segun sus propias palabras, violentaba sus
sentimientos. Pero el celo, como dijo en su dictámen la comision, no
tiene el privilegio de acertar siempre, y si el señor Seoane hubiese medi
tado con mas detenimiento las consecuencias del paso que á dar iba, si
el espíritu de partido 00 hubiese anublado su razun , habria sin dud ..
conocido la fragilidad de las bases que servian de fundamento á la acu-
sacien que entablaba. habria advertido que hacer un caso de responsa
bilidad de cuestion semejante y prescindir al mismo tiempo de las fa1ta~
que á otros ministros podían achacarse , daba á la proposicion aparien-
cias, no de amor al bien público. sino de ojeriza personal; y sobre todo
habría visto cuán grave desacuerdo era en tiempos de guerra civil au-
mentar la discordia de los animos , avivando enconos y autipatias de
personas y de partidos, y echando. segun la vigorosa expresion del con-
de mismo, nuevo fuego en la hoguera ya tan encendida de las pasiones.


A juzgar por algunos pasajes de su discurso, esta prueba de mal que-
rer contra su persona causó al conde la mas profunda Impresiou de pesar.
Fortuna fué sin embargo para él que de tal modo se sujetase á examen el
hecho que escogieron sus adversarios como el mas adecuado para lasti-


la estabilidady firmeza que ofrecía en principios de IB30 el gobiernodel Rey Fer-
na.ido , se cerró en solo 31 pesosy un cuarto, precio que entonces y con sobrada
razonse consideróventajoso.




LXXV


mar su reputaciou. Hacia mucho tiempo que servia el cunde como de
blanco acierto linaje de recriminaciones vagas, de aquellas que nadie
prueba ni determina, pero que á fuerza de repetidas cobran cierto ca-
rácter de certeza á los ojos de la muchedumbre, poco cuidadosa de in-
quirir el fundamento de lo que afirma, y propensa siempre á pensar mal.
Su habilidad, su saber, Sil eutereza , su incisiva elocuencia dau susto á
sus contrarios. ¡Uueven :i envidia su situaciou , sus prendas y su fama; y
00 faltan eulre las [;cutes de su propio bando quienes se complazcan en
deprimirle ¡ siendo evidente que el brillo de ciertos hombres ofusca y
desazona á la medianía. Bepetimos , pues, que es de celebrar qne haya
habido quien se resolviese a acusar legal y solemnemente al señor conde
de Toreno, PU.,s de otro modo no hubiera podido patentizarse cuán difi-
cil era hallar la parle Haca de aquel hombre, al cual juzgaban tan vulne-
rable. u No estamos tau sobrados, ha dicho el insigne orador don Anto-
nio Alcalá Galiauo, de políticos ilustres, que podamos asi despedazar y
aniquilar lo poco que del género teuemos.)) Ya que no atendamos á los
talentos y a las calidades privadas, respetemos al menos en el conde de
Toreno al hombre que en una carrera pública de treinta años 110 ha cesa
do un momento de mostrarse fiel á la causa del trono legitimo y de las
iustitucioues libres '.


Verificado el viaje de la familia real á Barcelona, declarado el general
en jefe caudillo del baudo exalt.ido , trastornada la monarquia con el le-
vautamieuto de setiembre , realizadas en fiu las consecuencias naturales
de la política desatentada y débil que se habia seguido, pasó el conde de


• Si no temiéramos ofender la delicadeza del conde de Toreno, dariamos publi-
cidad ,j la generosa proteccion que ha dispensado y dispensa á algunos artistas es-
pañolesy á muchas Iamiltns pobres de las Aslurias y de "ftladrid. Diremos solamente
que de estas ha mantenido y mantiene á muchas, y que ha dado oeupacíon y gran-
des auxilios á no escaso número de 10-:; priruerus t pensionando á algunos en Roma y
otros puntos. Es tal el desprendimiento del conde que durante la emigracion y aun
en los momentos en que él mismo earecia de lo necesurto, se mostraba en alto grado
generoso. Sin embargo, ha encontrado ingratos, y ahora que, es ocasíon oportuna,
rcreríremos una particularidad curiosa, de la cual tenemos noticia mucho tiempo
hace. Acasono se habrán olvidado algunos lectores de un francés llamado Poisson
que publicó hace unos dos años en un periódico de Madrid un articulo lleno de
calumniosas suposiciones contra el conde de Toreno. Pues bien, este mismo sugeto
debe al conde ,ulemasde varias atenciones la cantidad de '0,000 reales. Conserva
este el recibo del tal Poisson, y aunque publicándolo como se lo aconsejaron varios
amigosque entonces lo leyeron, y señaladamente el embajador de Francia, marqués
de Rumigny, habría desvirtuado aquellas calumnias y confundído tan mal proceder,
.c llegó á haccrlo , juzgando este paso cosa impropia de Sil carácter.




LXXVI


Toreuo al extraujero , juutamenle con otros muchos iusigne s españoles
expatriados voluutariameute , ó por no creerse seguros eu su país, rei-
uando el uuevo orden de cosas.


Bosquejados ya los principales hechos de la vida púhlica del señor
conde de Toreno , creemos oportuno para completar I:'U cuanto lo pern.i-
ten la uaturaleza y extension de estos apuutes , la idea que haya podido
formarse de sus talentos , considerarle bajo sus dos mas bellos aspectos,
esto es , como orador y como historiador.


Allá eu las primeras Cortes de Cádiz , cuando nacia entre nosotros el
Gohierno representativo en medio de uua espantosa guerra , cuando la
sociedad ente ra eutraha en un periodo de sacudimiento y reuuvae ion,
cuando se confuudiao prestándose recíproca fuerza las confusas ideas de
libertad civil cou los briosos iustiutos de independencia nacional, la elo-
cuencia de un joven de veinticuatro años, de fogoso temple y altivo 1'0-
razou , debia estar en perfecta armonía con el estado de a¡;iLacion moral
en qne la nacion se eucoutraha. illostr¿ndose desde luego facil improvi
sador y correcto hablista, se dejaba arrastrar á menudo por el entusias-
mo, don de gran precio para el orador, pero ..1m.,s temible eutre todos,
si bien el mas brillante. Solian ser sus discursos la expresiou fiel del
cambio social que se verificaba en España: en ellos se encerraban sus
vagas esperanzas. sus recuerdos de gloria, sus errores J sus deseos,
Cuando tras la enseñanza de los años. del estudio y del iufortuuiu , y las
extrañas vicisitudes de su patria I volvió el conde en otras épocas á sos-
tener los intereses de su país en la Cámara popular. la mano fria del des
engaño habia ya roto el velo de sus ilusiones. Su elocuencia habia recibí-
do la misma modificacion que sus creencias: ya no se dejaba llevar de
los extravíos de la irnaginaciou ¡ su s discursos habiau perdido el sabor
dogmático de otros tiempos; ya no se mostraba muy aficionado á las imá-
genes pomposas ui á las expresiones pintorescas. Mas lógico y profundo
que deslumbrador y aparente, antes gustaba de persuadir que de coumo-
ver. Sin detenerse en varios rodeos. caminaba derecho á la iuvestigacion
del origen de todas las cuestiones y las analiz.aha COIl una firmeza y una
claridad admirables. Sus discursos, aunque de bella y muy castiza die-
ciou , no se distingueu , como los del señor IUartinez de la Rusa, por el
aticismo de las formas y el halago y juiciosa templanza de las ideas, ni
como los del señor Galiano • por la viveza de los afee tos y el brillo fasci-
nador de las imágenes , consisten sus prendas esenciales en la abundan-
cia y concentracion de Jos argumentos , en el enlace dialéctico de las
ideas, eu la irouía y 1;0 la sencillez, cultura y variedad del estilo. Su




LXXVIf


elncueucia en fin es dll aquellas que no reconocen mas principio que I~
soberanía de la razono Por eso convence J no deslnmhrn ¡ por eso dura la
impresion que prodnce.


Aunque es singularmente feliz en la exposicion de las cuestiones de
todo género , ya hemos dicho que sus cualidades oratorias, como esen-
cialmente parlamentarias, son en extremo adecuadas para la réplica.
Dotado de nm memoria extensa y firme, posee el raro don de clasificar
sin confusion las aserciones que impugna, ya dando al lenguaje vigor y
elevaeion , ya adoptando el tono de la mas ingeniosa y puuz aute iron/a ,
y dando siempre muestras así de s~g~cid;¡d natur ..1 é instintiva, como
de aquella sagacidad práctica que se adquiere con el conocimiento del
mundo.


De exterior, si no bello, simpático, de mirada fija y audaz, de modales
finos y naturales ademanes, esmeradamente atildado en 1'1 vestir, y real.
zado con el prestigio que acompaña á los hombres de entendimiento cla-
ro y cultivado, sus discursos han producido siempre viva impresion , y
removido á veces poderosamente las pasiones. Cabnllerosameute corté,
en su lenguaje cuando apoya las aserciones de sus parciales, ó cuando
rebate las de adversarios poco temibles, es mordaz , incisivo y violento
con apariencias de serenidad, cuando impugna á algull enemigo realmente
formidable por su posicion ó por sus doctrinas, ó que acierta á lastimar
Sil amor propio escrupuloso y fácil de alarmarse. Entonces á las armas
.11'1 improvisador fácil, diestro y agudo, arrrer:a con discrecion y felicidad
la hiel del sarcasmo, y no pocas veces, animada Su fisonnmta de expre-
sion sardóniea , clava los ojn~ en su agresor, empleando el lente segun su
costumbre, como para aumentar de este modo la molesta fasciuacion.


Héstanos hahlar de la Historia del levantamiento , guerra y revolucion
de España, titulo el mas belloj mejor asentado de la fama del conde de
Toreuo, En esta parte no ha habido ni en España ni en el extranjero mas
que unn opinion. Amigos y adversarios han declarado unánimemente su
obra un monumento levantado al heroismo de los españoles, á la litera-
tura contemporánea 1 al habla castellana; y bien puede afirmarse sin
agravio de otros escritores, que no hay en nuestro suelo quien lleve ven-
taja á su autor en vária y sólida instruccion • en sagacidad y firmeza de
juicio y "u cnncision y robustez de estilo.


Hánle censurado algunos el método ¡, sistema histórico al cual ha ajus-
tado la composicion de su obra. Echan de menos en ella los unos aquellas
Generalidades filosóficas y aquellas discusiones doctrinales que se hallan
en obras modernas: otros por el contrario, aunque pocos 1 piensan que




J.XX VIII


juzgando :i cada paso los hombres y los hechos, ha salvado la valla de lis
facultades del historiador, el cual debe ceñirse, segun ellos, auna nar-
ración descarnada. El conde de 'foreno ha seguido entre estos extremos
la senda intermedia qne le señalaba la escuela histórica de la autigñedad,
y ha obrado en ello, :i nuestro sentir. con sumo acierto. No tenemos
nosotros por historia la deseripeion fria é indiferente de los hechos, y
hasta creemos, segun escribia Voltaire á Dnclós ,lJue solo :i los filósofos
incumbe el escribirla. No somos ciertamente de los que miran con desden,
por ser cosa divulgada con reciente fecha, la ciencia lIam..da {üosoiia de
la historia; pero es cosa muy distinta, anuestro ver, escrihir la historia
con filosofía, voz de que tanto se abusa de un siglo aesta parle, de con-
vertir á aquella en un mero auxilio para formar un cuerpo de doctrina fi-
losófica. La filosofía de la historia, propiamente llamada, es una ciencia
independiente, de suyo demasiado lala y abstracta para que pueda apli-
carse al exámen de breves períodos ", El rumbo que señala alas ¡;euera-
ciones el dedo de la Providencia no se encuentra en los hechos y miuucio-
sos pormenores de una guerra de pocos años: es necesario pasar la vista
sobre el conjuuto de los grandes acontecimientos del mundo, para hallar
el oculto enlace y dependencia que los liga , pnra satisfacer en cuanto es
dado al entendimiento del hombre, la ¡;i¡;ante pretension de columbrar el
pensamiento de lrios en el desarrollo histórico de la humanidad.


Pero en cada uno de los hechos aislados que componen esta larga
cadena, hay enseñanza y no escasa para los individuos y los gobiernos.
El conde de 'foreno rara vez se desentiende de elia, y acompaña siempre
su narracion de breves y profuudas reflexiones, apreciando los hechos y
los hombres con la sagacidad propia del filósofo y del político, buscando
la razon de las cosas y deduciendo de los datos históricos nobles y enér-
¡;icas lecciones. La enseñanza mas alta que puede iuferirse de la guerra
de la independencia española. es la demostraciou de que no bay poder
tan robusto y encumbrado que pueda hollar impuuemeute las creencias,
los hábitos l los intereses y el orgullo de un pueblo; y esta enseñanza


t Todas las obras importantes destinadas li investigar las bases de la fitasafia de
ta ñistoria ; son el examen critico de los acontecimientos humanos ~eneralmente
considerados 1 y no la historIa de esos mismos aconlecimientos. Así sucede con los
Discours sur t'ñtstoire universe/te de Bossuet ; así con el Bssai' sur t'histoire géné-
rute et sur tes mteurs des nations de Vollaire; ast con la Scienza nuava de Vico;
así con la Ideen zur Phit060phíe der Gesobicñte der Men.ahheit de Herder; así en
lin con la admirable obra del célebre Friedrich von Schelegel, publicada no hace
muchos años con el titulo de Phitosopkíe der Geschichte.




LXXIX


está en casi todas las pá¡;inas de tan voluminosa obra, uo solo en el es-
piritu de los hechos, sino "U el ánimo del autor, y en las consecuencias
que deduce. Véase cómo piuta y rómo coudenael extravio de la ambiciou
desatentada de Napoleon , de aquel hombre que, jnzgando á las uacioues
iustrumeutos de su propio interes , decía á fines de t SOS á los españoles,
.. que nada pudia eufreuar por mucho tiempo el vuelo de su voluntad i. )1
i Qué ciego aparece traspasando como cosa de dominio propio á los
miembros de su familia autignos J respetados tronos, el hombre grande
qne babia restablecido eu Francia cou el consulado el orden, con el
concordato el culto, y con el imperio el principio monárquico! i Qné
pequeño aparece el negociador de Campo Formio en los tratos falaces de
Bayona! ¡Gran leccion histórica por cierto ver al brillante capitan de
Italia, al poético guerrero del Egipto, al restaurador de la legalidad, al
circunspecto diplomático de 'I'ilsit , ocupado en mengnadas combinacio-
nesy en innobles minuciosidades! El conde de Toreuo no olvida en su His-
toria esta y otras importantes lecciones, J SI no se extiende á conside-
raciones J teorías generales, es porque en su concepto , como en el de
muchas personas de discernimiento I saber J fama, no entra en las atrio
bucioues del historiador, el usurpar á los lectores el derecho de juzgar
por si misuios , bañando los sucesos del colorido de sus peculiares doc-
trinas, y sujetándolos á un pensamiento dominante, hijo las mas veces
de un sistema previo y apasionado. No le culpemos , pues, por haber
seguido uu método de composicion que cuenta nnmerosos defensores é
insignes ejemplares, y mucho menos habiéndole lIavado á tan acertado y
glorioso término el camino al cual concedió la preferencia.


El señor de Toreno pertenece á aquel corto número de escritores que
logran contener su imaginacion en los limites de la exactitud, sujetando á
ella la forma y el colorido. Algunas veces, y singularmente en las pinturas
y descripciones, levanta el tono hasta la poesía, pero esto 10hace siempre
COIl mucha sobriedad , y uunc a en meuoscabo de la sinceridad histórica.
Distinguese muy particularmente la obra que nos ocupa por el orden y
la claridad, prendas, des pues de la exactitud, las mas esenciales de la
historia. Eu esta parte nadie aventaja á nuestro autor. No solo se muestra
diligente como el qlle mas en la averiguaciou de los hechos, sino que los
dispone y encadena cou superior maestría. Cualquier elogio seria inferior
al mérito qne supone la perseveraute constancia que ha desplegado en la


i 11 n'est aucun obstacJe capnble tic rctarder long-lemps I'exéeutíon tic mes va-
tontés. (Hislolre de Frnncc SOllS Napoléon, por Mr. Uignon. t. VIII.)




LXXX


iuvestijaciou de tau .nrultiplicadus pormenores .v en la regularidad y
coherencia que ha sabido dar á la multitud de hechos parciales, tanto
militares como políticos, que acaecieron simultánea ¡'¡ sucesivamente en
las diferentes provincias de España. Aquella época, compuesta, á ma-
nera de mosáico , de hechos inconexos de diversa naturaleza y esca-
sa importancia individual, aunque todos ellos de ¡¡ran iuflueucia en
otros acontecimientos de mayor cuantía y en el resultado final de aquella
encarnizada lucha, presenta para su coordinaeion y lógico encade-
namiento una de las mas arduas dificultades que pueden ofrecerse al
historiador, El conde de Toreno la ha vencido de uu modo admirable, dando
en ello señalado testimonio de la profunda perspicacia, espíritu de órden
y exactitud metódica que son indispensables para concebir, agrupar y
presentar sin confusion tal cúmulo de iucidenles, siu que necesite el
lector para comprenderlos may ar intensidad de atencion, que para los
mas homogéneos y triviales. Resalta principalmente este precioso don de
claridad en la pintura de Jos grandes hechos militares, en medio de la
obscuridad que presentan al narrador las batallas de los tiempos moder-
nos, todas entre si parecidas y dificiles de individualizar asi en la historia
como eu la piutura , por estar reducidas, segun la expresión de un agudo
literato español, á masas, humo, ruido y movimiento. Léanse en prueba
la batalla de Bailen y el sitio de Gerona '.


Desouellan asimismo sohremanera en la obra del señor conde las cali-
dades que animan y embellecen la narracion. interes, unidad, estilo. La be-
lleza y vigor de las descripciones, el diestro enlace de los hechos, el uo-
ble y brioso tono de las reflexiones, la maestría y brillante toque de los
retratos y la acertada y cuerda disposicion del conjunto en que á la par
caminan los heroicos esfuerzos de la guerra y los progresos de la revolu-
cion, dan á la lectura de esta obra el mas poderoso atractivo; y no con-
tribuye poco á realzarle el sentimiento dp grnndeza y patriotismo que res-
pira en toda la Historia, que da vida á la uarracion, y qne proporcioua el
placer que se experimenta al encontrar un hombre donde solo se espera-
ba ver un autor.


La expresiou es siempre enérgica y severa, y no pocas veces brillante
y pintoresca; y si faltan en ella raptos de fautasia , y pinturas esencial-


t OeCÍaal autor de estos apuntes el mismo literato (el señor don J. N. G.) hablan-
do de la rucnciouadr ohra. u Puedo asegurar á usted que despues !ir. oir:i varios mi-
lítares , y ,le leer f'Ll go"etos y otros escritos la rlescripclon de 'o hatalla de. Bailen,
[unuis pude Iormar una ídcu lIIedi;:¡n(\.mr.nt,l~ clara de aquel gran ~lICl:'SO hasta que la
Id en la historia del conrl(~ ,le Torenu.»




LXXXI


mente poéticas , IJS porqne la historia no admite semejantes vuelos , los
cuales, si pueden darle mas gala y lozanía, lo hacen siempre li costa de
la confianza de los lectores.


Algunos tachan el sabor del lenguaje de rancio y anticuado, siendo
solo noble, castizo y grave. Verdad es que en él se advierte á veces cierta
traba y disposiciou artificiosa', y que en la relación de operaciones mi-
litares moderna forman extraña amalgama las voces antiguas interpoladas
por necesidad á cada paso con palabras técnicas enteramente nuevas;
pero tiene en cambio tanta elevacion y dignidad, que no sin razon ha
sido comparado al nervioso y enérgico tono de Tácito. El conde de To-
reno se halla tan familiarizado con nuestros bnenos escritores, que ha
llegado á inocularse, por decirlo así, de sus giros y locuciones, en tér-
minos que salen de su pluma espontáneamente y sin efeetacion 2. Mués-
trase algunas veces por demas aficionado á ellos empleando frases y
palabras cuyo uso no puede disculparse, por tener visos de afectacion:
tales son los traeres, opuestos y cumplidos del general Palafox, los in-
dividuos conspicuos de la potestad ejecutiva, el príncipe de la Paz ama-
lado, y alguna otra. Pero solo en caso muy raro se hallan voces y
locuciones á estas semejantes; pudiendo afirmarse que la historia del
conde de Toreno es nn modelo insigne del buen-decir castellano, donde
á la par compiten la estructura del lenguaje, la frase limpia y acendrada, y
la cadencia armónica y magestuosa de los periodos.


Los extranjeros , poco conocedores eD general de nuestra historia ín-
tima, han censurado al autor por haber lanzado á los lectores sin prepa-
raeion alguna en medio de Jos acontecimientos de 1807 ". De sentir es
en efecto que el señor conde, á la manera de los grandes historiadores
de los tiempos modernos, no haya puesto al frente de su obra UDa intro-
duccion en la cual diese cuenta del estado moral y material de la monar-
quía española en aquella época, de las causas y tendencias de su espíritu,
y de la situacion en que la colocaban con respecto á las demas potencias
sus relaciones, sus intereses y sus principios. Pero tales observaciones
no pueden en justicia ser objeto de la crítica , porque esto al cabo es


I En el último tomo, escrito muchosaños después de los primeros, rara vezpue-
de hacerse este reparo.
~ Sirva de ejemplo la espresíon postrera de las tierras con que el conde en el


primer capitulo calificaá España, á Imitacion del historiador Juan de llJariana, que
tambíen la llama en el capitulosegundode su obra «la postrera de las tierras hacia
donde el sol se pone.


3 Journal des Déhnts , del 00 dejulio de '830.
f




LXXXJI


juzgar al conr'e, no por lo que hahecho sino por lo que ha dejado de hacer.
Otro reparo mas positivo y mas grave hallamos nosotros en la parcia-


lidad mal encubierta que manifiesta el autor, al referir e! establecimiento
'J conducta de las primeras Córtes de Cátliz. Obra el conde cual sesudo
critico eu trasladarse paca juzgar aquellos acontecimientos, tan apar-
tados 'J~ de nosotros, á la época en que pasaron, pesando las circuns-
tancias del tiempo 'J las imperfectas nociones que se tenian en la Europa
del gobierno representativo¡ pero la complacen cia con que recuerda
aquel caznbio de nuestras instituciones tan enlazado cou los primeros
brillantes pasos de su carrera, da á su narracion y á sus reflexiones el
tono de la apología. Alguuas veces reconoce faltas de inexperiencia en
sí como en los demas noveles legisladores de aquella asamblea, pero
no deja por eso de manifestarse en sus palabras, inclinado á ciertas teo-
rias, alli dominantes, mas de lo que conviniera á un personaje cuyas opi-
niones !' 8 hau modificado. Ruoómiense en buenhora los aciertos y sano
espíritu de aquellas Cortes, discúlpense algunos de sus yerros; pero des-
pues de aleccionada la Europa cou el transcurso de los años, con los
escritos de los publicistas y con la experiencia de Jos trastornos y con-
vulsienes originadas por la aplicación de tales doctrinas, convenia que el
historiador hubiese dicho que á la par con el espíritu reformista que iba
tomaado cuerpo y enseñoreándose de la situación, uacian tambien males
de curacion larga y difícil: la discordia, la insubordinacion social, la
indiferencia religiosa. Convenia en una palabra , que hubiera señalado y
medido la parte perniciosa ó ilusoria y fascinadora que habia en el fondo
de aquella teoría.


Sea C(II1}) quiera , la Hi-toria del levantamiento, guerra y revolncion
de España, empezada, trabajada y concluida en medio de grandes afanes
y cuidados públicos y particulares, de viajes, agitaciones y pesares, con
pocos intervalos de verdadera dicha y tranquilidad, es el primer mo-
numento literario que hasta el dia presente ha producido en este siglo la
prensa española. Para prueba de su alto mérito, bastaría decir que no
obstante el desencadenamiento de los partidos en todo este tiempo con-
tra su autor como hombre público, apenas ha levantado la censura su voz
respecto de su obra, de la cual, adenias de la abundante edicion diri-
¡¡ida por el conde mismo , se han hecho uua española en París, otra en
Méjico y Jos s.ihrepticias en Barceloua, sin contar las traducciones pu-
blicadas en las lenguas francesa, italiana, alemana é inglesa.


Es ademas [a obra del conde un gran a cto de patriotismo, uu servicio
inmenso hecho á esta desventurada nación, cuyas ¡¡lorias andan tan olvi-




LXXXIII


dadas. Sin ella se huhiera perdido, como realmente se iba perdiendo ya,
la memoria de los nobles hechos y heroicidad de carácter que manifestó
la España en aquella época memorable, sin que de ella quedasen á la
Europa mas recuerdos qne los consignados en obras extranjeras como la
del coronel Napier, en que estan desfigurados ó imcompletos los hechos.
La Academia de la !Iistoria euvíoal conde, despnes de la publicacion de
su obra, el título de académico. La Academia española hubiera debido en
nuestro concepto seguir este ejemplo; pero se lo han impedido, segun
tenemos entendido I su reglamento y prácticas, que exigen una solicitud
del aspirante. Nimiedad parece tanto respeto á una gestion de mera fór-
mula, que hubiera podido sal varse de un modo legal, y que priva al
cuerpo académico de aumentar su lustre teniendo en su seno á nn escri-
tor tan esclarecido.


No queremos omitir al terminar estos apuntes, que el conde de Tore-
no, laborioso é infatigable siempre, ha reunido y continúa reuniendo
materiales para escribir la Historia de la dorninacion de la casa de Aus-
tria en España. Quiera Dios darle vida y sosiego para llevar á cabo tan
larga é importante obra, aumentando su justa fama, ya tan asentada en
diferentes títulos, é íntimamente enlazada cou los heróicos hechos que
su elocuente pluma ha trasmitido á las edades venideras.


CONCLUSION.


No plugo al cielo escuchar los votos con que terminó su tarea el ilus-
trado autor de los precedentes apuntes bicgráñcos t. Despues de los
acontecimientos de setiembre de 1840, se ausentó de Madrid con su
familia el conde de Toreuo eu febrero del siguiente año. Deseoso de reu-
nir materiales para escribir la historia de nuestros reyes de la casa de
Austria , y poniendo en ello el mismo cuidado. investigacion y pnntnali-
dad qne se admiran eu su obra de la Revolucion de España, donde no
se menciona el mas insigniñcante destacamento francés sin expresar por
su nombre el jefe que lo mandaba. recorrió la Alemania y la Suiza, y
sobre todo la Italia y Flandes, centro de los principales sucesos que iban
á ser digna ocupaciou de su severa y bien cortada pluma. Pero de vuelta
á París, y cuando ya se hallaba disponiendo su regreso á España I falle-
ció en aquella capital, el 16 de setiembre de 1843, de resultas de un


I El señor don Leopoldo augusto de Cuelo I actual encargarlo de negocios d
S. M. en Dinamarca.




I.XXXIV


grano maligno que le salió en la barba, y degenerando en una congestion
cerebral le arrebató en breves dias.


Gran sensacion produjo en nladrid la fatal é inesperada noticia de su
muerte, causando profunda afliccion en sus amigos y notable sorpresa eu
sus adversarios; mas cuando en épocas posteriores la suerte de Espa-
ña se encontró mas de una vez en una de aquellas situacioues criticas y
angustiosas ,á que la reflexion no hallaba salida, y de las cuajes solo ha
podido sacarnos la divina providencia, entonces el nombre del conde de
Toreno sonaba en boca de todos, avivando el dolor de su pérdida la ge-
neral persnasion de que con tal piloto no estaria tan expuesta á zozobrar
la nave del Estado. Hecho es este que no podrán negar sus enemigos 1 y
efecto necesario del concepto público que le granjearon su alta capaci-
dad, su vasto saber, y su firme entereza y elevado carácter. Ver desa-
parecer del mundo repentinamente á nn hombre de tales prendas, jóven
todavia, y cnya natural robustez parecía asegurar por mucho tiempo la
duraeion de su vida sóbria y arreglada, hizo en sus amigos una impresion
tan dolorosa, que apenas han bastado á amortiguar su recuerdo los
años que han transcurrido. El que esto escribe no olvida rá jamás la amar-
gura del momento en que se presentó á los umbrales de su casa la bella
y magestuosa figura de la condesa, rodeada de sus tres niños y envuelta
en nl'[lras gasas por entre cuyos pliegues brillaba el raudal de lágrimas
que corría por sus mejillas: espectáculo que le recordó vivamente el que
nos pintan los historiadores romanos de la hermosa viuda de Germáni-
ca, cuando llegó al pnerto de Brindis con las cenizas de su malogrado
esposo.


Los restos del conde de Toreno yacen deprsitados en el cementerio de
San Isidro de esta corte, del cual serán trasladados en breve al panteon
de su familia en Cangas de 'I'ineo,




RESUMEN
DEL


1.. 1nR O nu TillEn O.


TURRACION de los tiempos. - Flaqueza de España. - Política de Fran-
cia. - Paz de Presburgo. - Destronamiento de la casa de Nápoles.-
Tratos de paz con Inglaterra.- Itdmpense estas negociaciones.- Tam-
bien otras con Rusia. -Preparativos de guerra. - Tropas españolas
que van á Toscana. - Izquierdo: dinero que dá á ~apolcon. -Enfa-
do del príncipe de la Paz contra Napoleón. - Sus sospechas. -Piensa
ligarse con Inglaterra. - Envia allá á don Agustin de Argüelles.-
Proclama del 5 de octubre. - Discúlpase con Napoleon. -Proyectos
contra España. - Los dos partidos que dividen el palacio español. -
Entretiénese á Izquierdo en Paris. _. Mr. de Ilcauharnais embajador
de Francia en Madrid. - Secretos manejos con el partido del príncipe
de Asturias. - Tropas españolas que van al Norte. - Paz de Tilsit.-
Tropas francesas que se j untan en Ilayona. - Portugal. - Notas de los
representantes de España y Francia en Lisboa. - Se retiran de aquella
corte. - 18 de octubre de 1807, cruza elllidasoa la primera division
francesa. - 27 de octubre, tratado de Fontainebleau, - Causa del Es-
corial. - llIarcha de Junot hácia Portugal. - Entrada en Portugal,
19 de noviembre de 1807. - Llegada á Abrantcs, 23 de noviembre.-
Proclama del príncipe regente de Portugal, 22 de noviembre. -Ins-
tancia de Lord Strangíord para que se embarque. - 29 de noviembre, da




la vela la familia real portuguesa.-30 de noviembre, entrada de Junot
en Lisboa. - Entrada de los españoles en Portugal. - 16 de noviem-
bre, viaje de Napoleon á Italia. - Reina de Etruria. - Carta de Cár-
los IV á Napoleon. -Dudas de Napoleon sobre su conducta respecto
de España. - 22 de diciembre, Dupont en Irun. - 9 de enero de 1808,
entrada del cuerpo de iUoncey. - 24 de id., publicaciones del ñlonitor.
-1." de febrero de 1808, proclama de Junot.-Forma nueva regencia,
de que se nombra presidente. - Gravosa contribucion extraordinaria.
- Envía á Francia una division pórtuguesa. - 16 de febrero, toma de
la ciudadela de Pamplona. - Entra Duhesme en Cataluña. - Llega á
Barcelona. - 28 de febrero, sorpresa de la ciudadela de Barcelona.-
Id. sorpresa de Monjuich. -18 de marzo, ocupación de San Fernando
de Figueras. - 5 de marzo 1 entrega de San Sebastiano - 7 de febrero,
órden para que la escuadra de Cartagena vaya á Tolon. - Desasosiego
de la corte de JUadrid.- Conducta ambigua de Napoleon. - Sobresalto
del príncipe de la Paz. - Llegada á Madrid de Izquierdo. - Sale Iz-
quierdo el íü de marzo para Paris. - Tropas francesas que continua-
ron entrando en España. -Murat nombrado general en jefe del ejér-
cito francés en España. - Piensa la corte de NIadrid en partir para
Andalucía. -Providencias que toma.




HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO PRI JUERO.


LA. turbacion de los tiempos, sembrando por el mundo
discordias, alteraciones y guerras, habia estremecido hasta
en sus cimientos antiguas y nombradas naciones. Empobre-
cida y desgobernada Espaüa, hubiera al parecer debido an-
tes que ninguna ser azotada de los recios temporales que
á otras habian afligido y revuelto. Pero viva aun la memo-
ria de su poderío, apartada al ocaso y en el continente
europeo postrera de las tierras, habíase mantenido f.rme y
conservado casi intacto su vasto y desparramado imperio.
No poco y por desgracia habian contribuido á ello la mis-
ma condescendencia y baja humillacion de su gobierno, que
ciegamente sometido al de Francia, fuese democrático, con-
sular ó monárquico, dejábale este disfrutar en paz hasta
cierto punto de aparente sosiego, con tal que quedasen á


Turhacion
de los tiempos.


Flaqueza
de España,




Política
de Francin.


Paz
de Prcsburgo,


merced suya las escuadras, los ejércitos y los caudales que
aun restaban á la ya casi aniquilada Esparta.


l\'Ias en medio de tanta sumision , y. de los trastornos y
continuos vaivenes que trabajaban á Francia, nunca habían
olvidado sus muchos y diversos gobernantes la política de
Luis XIV, procurando atar al carro de su suerte la de la
nacion española. Forzados al principio á contentarse con
tratados que estrechasen la alianza, preveían no obstante
que cuanto mas onerosos fuesen aquellos para una de las
partes contratantes, tanto menos serian para la otra esta-
bles y duraderos.


l\'Ienester pues era que para darles la conveniente firmeza
se aunasen ambas naciones, asemejándose en la forma de
su gobierno, ó confundiéndose bajo la direccion de perso-
nas de una misma familia, segun que se mudaba y tras-
trocaba en Francia la constitucion del estado. Así era que
apenas aquel gabinete tenia un respiro, susurráhanse proyec-
tos varios, juntábanse en Bayona tropas, enviábanse expe-
diciones contra Portugal, ó aparecían muchos y claros in-
dicios de querer entrometerse en los asuntos interiores de
la península hispana.


Crecia este deseo ya tan vivo á proporcion que las armas
francesas afianzaban fuera la prepotencia de su patria, y
que dentro se restablecian la tranquilidad y buen órden. A
las claras empezó á manifestarse cuando Napoleon, ciñendo
sus sienes con la corona de Francia, fundadamente pensó
que los Barbones sentados en el solio de España mirarían
siempre con ceño, por sumisos que ahora se mostrasen, al
que había empuñado un cetro que de derecho correspondia
al tronco de donde se derivaba su rama. Confirmáronse los
recelos del francés despues de lo ocurrido en 1805, al ter-
minarse la campaña de Austria con la paz de Preshurgo.


Desposeído por entonces de su reino Fernando IV de




Nápoles, hermano de Cárlos de España, habia la corte de
Madrid rehusado durante cierto tiempo t asentir á aquel
acto y reconocer al nuevo soberano José Bonaparte. Por
natural y justa que fuese esta resistencia, sobremanera de-
sazonó al emperador de los franceses, quien hubiera sin
tardanza dado quizá señales de su enojo, si otros cuidados
no hubiesen fijado su mente y contenido los ímpetus de
su ira.


En efecto la paz ajustada con Austria estaba todavía lejos
de extenderse á Ilusia , y el gabinete prusiano, de equívoca
é incierta conducta, desasosegaba el suspicaz ánimo de
Napoleón. Si tales motivos eran obstáculo para que este se
ocupase en cosas de España, lo fueron tambien por extre-
mo opuesto las cspcranzas de una pacificacion general, na-
cidas de resultas de la muerte de Pitt. Constantemente
habia Napoleon achacado á aquel ministro, finado en ene-
ro de 1806, la continuacion de la guerra, y como la paz
era el deseo de todos hasta en Francia, forzoso le rué á su
jefe no atropellar opinion tan acreditada, cuando habia


t lUr. Rignon en su Historia de Francia, escrita por encargo que
Napoleónle dejó en su testamento, niega este hecho y los que tienen
eonexion con él. Sin embargo iguales é idénticos á los que nosotros
referimos los estampa en su historia el general Foy, amigo y compa-
ñero de nlr. Rígnon. Ademas, por papeles concernientes al propio asun-
to, que aun se conservan en la secretaría de Estado de España, consta
que luego que fué comunicada al gabinete de ~Iadrid la cesión en José
Bonaparte de la corona de Nápoles, se dió órden al embajador espa-
ñol en París, para que este se presentase al príncipe de Talleyrand y
le expusiese verbalmente los derechos oÍaquella corona de Carlos IV
y su estirpe. Cierto que los acontecimientos posteriores y la debilidad
del gobierno español no consintieron apoyar con la correspondiente
energía las reclamaciones empezadas, ni continuarlas; pero ellas
prueban no ser infundado cuanto en el caso refiere el autor de esta
historia.


Destronamiento
de la casa


de Nápoles.


Tratos de paz
con Inglaterra.




Preparativos
de guerra.


Rómpense
estas


negociaciones.


6
cesado el alegado pretexto, y entrado á componer el gabi-
nete inglés MI'. Fox y Lord Grenville con los de su partido.


Juzgábase que ambos ministros, sohre todo el primero, se
inclinaban á la paz, y se aumentó la confianza al ver que
despues de su nombramiento se había entablado entre los
gobiernos de Inglaterra y Francia activa correspondencia.
Dió principio á ella Fox valiéndose de un incidente que fa-
vorecia su deseo. Las negociaciones duraron meses, y aun
estuvieron en Paris como plenipotenciarios los Lores Yar-
mouth y Lauderdale. Dificultoso era en aquella sazon un
acomodamiento á gusto de ambas partes. Napoleon en los
tratos mostró poco miramiento respecto de España, pues
entre las varias proposiciones hizo la de entregar la isla
de Puerto-Rico á los ingleses, y las Baleares á Fernan-
do IV de Nápoles, en cambio de la isla de Sicilia que el
último cedería á José Bonaparte.


Correspondió. el remate á semejantes propuestas, á las
que se agregaba el irse colocando la familia de Bonaparte en
reinos y estados, como tambien el establecimiento de la
nueva y famosa confederacion del Rin. Rompiéronse pues
las negociaciones , anunciando Napoleon como principal
razon la enfermedad de Fox y su muerte acaecida en se-


'I'umhíen tiembre de 1806. Por el mismo término caminaron las en-
otras con Rusia.


tabladas tambien con Rusia, habiendo desaprobado públi-
camente el emperador Alejandro el tratado que á su nombre
habia en Paris concluido su plenipotenciario 1\11'. d'Oubril.


Aun en el tiempo en que andaban las pláticas de paz,
dudosos todos y aun quizá poco afectos á su conclnsion, se
preparaban á la prosecucion de la guerra. Rusia y Prusia
ligábanse en secreto, y querian que otros estados se unie-
sen á su causa. Napoleon tampoco se descuidaba, y aun-
que resentido por lo de Nápoles con el gabinete de Es-
paña, disimulaba su mal ánimo, procurando sacar (le la




7


ciega sumrsion de este aliado cuantas ventajas pudiese.
De pronto, y al comenzar el año de 1806, pidió que 'I'rnpas espaúalas


• qllP
tropas españolas pasasen á Toscana á reemplazar las fran- van á Toscana.
cesas que la guarnecian. Con eso lisonjeando á las dos cor-
tes, á la de Florencia porque consideraba como suya la
guardia de españoles , y á la de Madrid por ser aquel paso
muestra de confianza, conseguia Napoleon tener libre mas
gente, y al mismotiempo acostumbraba al gobierno de Es-
paña á que insensiblemente se desprendiese de sus solda-
dos. Accedió el último á la demanda, y en principios de
marzo entraron en Florencia de 4 á 5000 españoles man-
dados por el teniente general don Gonzalo Ofárril.


Como Napoleon necesitaba igualmente otro linaje de Izquierdo:
dinero que da


auxilios, volvió la vista para alcanzarlos á los agentes espa- á Napoleon.
ñoles residentes en Paris. Descollaba entre todos don Eu-
genio Izquierdo, hombre sagaz, travieso y de amaño, á cuyo
buen desempeño estaban encomendados los asuntos pecu-
liares de don 111anuel Godoy príncipe de la Paz, disfrazados
bajo la capa de otras comisiones. En vano hasta entonces
se habia desvivido dicho encargado por sondear respecto de
su valedor los pensamientos del emperador de los franceses.
Nunca había tenido otra respuesta sino promesas y pala-
bras vagas. Mas llegó mayo de 1806, Ycreciendo los apu-
ros del gobierno francés para hacer frente á los inmensos
gastos que ocasionaban los preparativos de guerra, reparó
este en Izquierdo, y le indicó que la suerte del príncipe de
la Paz mereceria la particular atencion de Napoleon, si se
le acudia con socorros pecuniarios. Gozoso Izquierdo y Ile-
no de satisfaccion, brevemente y sin estar para ello autori-
zado, aprontó 24 millones de francos * pertenecientes á la (' Al" !l. 1.)
caja de Consolidación de Madrid, segun convenio que firmó
el 10 de mayo. Aprobó el de la Paz la conducta de su agen-
te, y contando ya con ser ensalzado á mas eminente puesto




8
en trueque del servicio concedido, hizo que en nombre de


(. Ar>. n. 2.) Cárlos IV se confiriesen en 26 del mismo mayo * á dicho
Izquierdo plenos poderes para que ajustase y concluyese un
tratado.


Enfado Pero Napoleon, dueño de lo que queria y embargados
d~e)~í~~ír sus sentidos con el nublado que del norte amagaba, difirió


eontraNapoleon. • • •
entrar en negociacron hasta que se terminasen las desave-
nencias con Prusia y Rusia. Ofendió la tardanza al prínci-
pe de la Paz, receloso en todos tiempos de la buena fé de


Sus sospechas, Napoleon, y temió de él nuevos engaños. Afirmáronle en
sus sospechas diversos avisos que por entonces le enviaron
españoles residentes en Paris; opúsculos y folletos que de-
bajode manofomentaba aquel gobierno, y en que se anun-
ciaba la entera destruccion de la casa de Borhon, y en fin
el dicho mismo del emperadorde que « si CárlosIV no que-
» ria reconocer á Sil hermano por rey de Nápoles , su suce-
» sor le reconoceria. »


Tal cúmulo de indicios que progresivamente vinieron á
despertar las zozobras y el miedodel valido español, se acre-
centaron con las noticias é informes que le dió l\'1r. de Stro-
gonoff nombrado ministro de Rusia en la corte de Madrid,
quien habia llegadoá la capital deEspaña en enero de 1806.


Animado el príncipe de la Paz con los consejosde dicho
ministro, y mal enojado contra Napoleon, inclinábase á


Piensa ligarse formar causa comuncon las potencias beligerantes. Pare-
con Inglaterra.


cióle no obstante ser prudente, antes de tomar resolucion
definitiva, buscar arrimo y alianza en Inglaterra. Siendoel
asunto espinoso y pidiendo sobre todo profundosigilo, de-
terminó enviar á aquel reino IIn sugeto que dotado de las
convenientes prendas, no excitase el cuidado del gobierno


á d~nl~I=::~ de de Francia. Recayó la eleccion en 1 don Agustin de Argüe-
Arguelles.


1 Véase sobre esto la nota justificativa colocada al fin del tomo IV.




9
Hes qne tanto sobresalió años adelante en las cortes con-
gregadas en Cádiz. Rehusaba el nombrado admitir el en-
cargo por proceder de hombre tan desestimado como era
entonces el príncipe de la Paz; pero instado por don ]}Ia-
nuel Sixto Espinosa director de la Consolidacion, con quien
le unian motivos de amistad y de reconocimiento, y vis-
lumbrando tambien en su comision un nuevo medio de
contribuir á la caída del que en Francia habia destruido la
libertad pública, aceptó al fin el importante encargo con-
fiado á su zelo,


Ocultóse á ArgiieUes * lo que se trataba con Strogonoff, (' Al'. n.n
y tan solo se le dió á entender que era forzoso ajustar pa-
ces con Inglaterra, si no se queria perder toda la América
en donde acababa de tomar á Buenos-Aires el general Be-
resford. Recomendóseen particular al comisionado disere-
cion y secreto, y con suma diligencia saliendo de ]}Iadrid
á últimos de setiembre, llegó á Lisboa sin que nadie, ni el
mismo embajador conde de Campo-Alange, trasluciese el
verdadero objeto de su viage. Disponíase don Agustin de Su proclama


11 i emb lId'hi , de 5 de octubre.Argüe es a em arcarse para ng aterra, cuan o se reci 10 en
Lisboa una desacordada proclama del príncipe de la Paz,
fecha [) * de octubre, en la que apellidando la nacion á guer- (' ,Ip. n. :..)
ra sin designar enemigo, despertó la atencion de las nacio-
nes extrañas, principalmente de Francia. Desde entonces
miró Argüelles como inútil la continuacion de su viage y
así lo escribió á Madrid; mas sin embargo ordenósele pasar
á Lóndres , en donde su comision no tuvo resulta, así por
repugnar al gobierno inglés tratos con el príncipe de la Paz,
ministro tan desacreditado é imprudente, como tambien
por la mudanza que en dicho príncipe causaron los suce-
sos del norte.


Allí Napoleon habiendo abierto la campaña en octubre Dlscúlpase
con Napoleón.


de 1806, en vez de padecer descalabros habia entrado vic-




10
torioso en Berlin , derrotando en Jena al ejército prusiano.
Al ruido de sus triunfos atemorizada la corte de ]}Iadrid y
sobre todo el privado, no hubo medio que no emplease pa-
ra apaciguar el entonces justo y fundado enojo del empe-
rador de los franceses, quien no teniendo por concluida la
guerra en tanto que la Rusia no viniese á partido, fingió
quedar satisfecho con las disculpas que se le dieron, y re-
novó aunque lentamente las negociaciones con Izquierdo.


.GO~t~~YJ;I\~~a. ,~Ias no por eso dejaba de meditar cuál seria el mas aco-
modado mediopara posesionarse de España, y evitar el que
en adelante se repitiesen amagoscomo el del .5 de octubre.


L08 dos \Jartidos Columbró desde luego ser para su próposito feliz incidenteque dívídcn el
palacio cspañol.andar aquella corte dividida entre dos parcialidades, la del


príncipe de Asturias y la de don ]}Ianuel Godoy. Habían
nacido estas de la inmoderada ambicien del último, y de
los temores que habia infundido ella en el ánimo del pri-
mero. Sin embargo estuvieron para componersey disiparse
en el tiempo en que habia resuelto el de la Paz unirse con
Inglaterra y las otras potencias del norte; creyendo este
con razon que en aquel casoera necesario acortar su vuelo,
y conformarse con las ideas y políticade los nuevosaliados.
Para ello, y no exponer su suerte á temible caida, había
el valido imaginado casar al príncipe de Asturias (viudo
desde mayo de 1806) con doña Marfa Luisa de Borbon, her-
mana de su mujer doña Wlaría Teresa, primas ambas del
rey é hijas del difunto infante don Luis. El pensamiento
fué tan adelante que se propuso al príncipe el enlace. Mas
Godoy veleidoso é inconstante, variadas que fueron las co-
sas del norte, mudóde dictámen volviendoá soñar en ideas
de engrandecimiento. Y para que pasaran á realidad conde-
coróle el rey en 15 de enero de 1807 con la dignidad de al-
mirante de España é Indias, y tratamiento de Alteza.


Ventale bien á Napoleón que se aumentase la división y




ti
el desorden en el palacio de Madrid. Atento á aprovecharse Entretiénesc


ti Izquierdo
de semejante discordia, al paso que en Paris se traía en- en París.
tretenido á Izquierdo y al partido de Godoy, se despachaba
á Espsñs para tantear el del principe de Asturiasá ]JIr. de Mr..de JJea/lhar-


nais embajador
Beauharnais , quien como nuevo embajador presentó sus de Francia


enl\Iadrid.
credenciales á últimos de diciembre de 1806. Empezó el
recien llegado á dar pasos, mas fueron lentos hasta meses
después que llevando visos de terminarse la guerra del nor-
te, juzgó Napoleon que se acercaba el momento de obrar.


Presentosele en la persona de don Juan Escóiquiz con-
ducto acomodado para ayudar sus miras. Antiguo maestro
del príncipe de Asturias vivia como confinado en Toledo,
de cuya catedral era canónigo y dignidad, y de donde por
órden de S. A. con quien siempre mantenia secreta cor-
respondencia, había regresado á Madrid en marzo de 1807.
Conferencióse mucho entre él y sus amigos sobre el modo
de atajar la ambicien de Godoy, y sacar al príncipe de As·
turias de situacion que conceptuaban penosa, y aun ar-
riesgada.


Habian imaginado sondear al embajador de Francia, y de Seeretosman.p,jos
1 ieron nor d 1 "11 '1 con el parüdoresu tas supIeron por on Juan Manue de VI ena gentI del ]lrine.i]le de


Asturia•.
hombre del príncipe de Asturias, y por don Pedro Giraldo
brigadier de ingenieros, maestro de matemáticas del prín-
cipe é infantes, y cuyos sugetos estaban en el secreto, ha-
llarse ~Ir. de Beauharnais pronto á entrar en relaciones con
quien S. A. indicase. Dudóse si la propuesta encubria ó no
engaño ; y para asegurarse unos y otros, convínose en una
pregunta y seña que recíprocamente se harian en la corte
el príncipe y el embajador. Cerciorados de nu haber false-
dad y escogido Escóiquiz para tratar, presentó á este en
casa de dicho embajador el duque del Infantado, con pre-
texto de regalarle un ejemplar de su poema sobre la con-
quista de l\léjico. Entablado conocimiento entre Mr. de




'12
Beauharnais y el maestro del príncipe, avistáronse un día
de los de julio y á las dos de la tarde en el Retiro. La hora,
el sitio y lo caluroso de la estacion les daba seguridad de
no ser notados.


Hablaron allí sosegadamentedel estado de España y Fran-
cia, de la utilidad para ambas naciones de afianzarsu alianza
en vínculos de familia, y por consiguiente de la convenien-
cia de enlazar al príncipe Fernando con una princesa de la
sangre imperial de Napoleon. El embajador convino con Es-
cóiquiz en los mas de los puntos, particularmente en el últi-
mo, quedando en darle posterior y categórica contestacion.
Siguiéronse á este paso otros mas ó menos directos, pero
que nada tuvieron de importante hasta que en 50 de setiem-
bre escribió ]jIr. de Beauharnais una carta á Eseóiquiz, en
la que rayando las espresiones de que no bastaban cosas
vagas, sino que se necesitaba una segura prenda (une ga-
rantie), daba por lo mismo á entender que aquellas salían
de boca de su amo. lUovido de esta insinuacion se dirigió el
príncipe de Asturias en '1 '1 de octubre al emperador francés,
en términos que, segun veremos muy luego, hubiera podi-
do resultar grave cargo contra su persona.


Hasta aquí llegaron los tratos del embajador Beauharnais
con don Juan Escóiquiz, cuyo principal objeto se endere-
zaba á arreglar la union del príncipe Fernando con una so-
brina de la emperatriz, ofrecida despues al duque de Arem-
berg. Todo da indicio de que el embajador obró segun
instrucciones de su amo; y si bien es verdad que este des-
conoció como suyos los procedimientos de aquel, no es pro-
bable que se hubiera ~Ir. de Beauharnais expuesto con sobe-
rano tan poco sufrido á dar pasos de tamaña importancia
sin prévia autorizacion. Pudo quizá excederse; quizá el inte-
res de familia le llevó á proponer para csposa una persona
con quien tenia deudo; pero que la negociacion tomó ori-




15
gen en Paris lo acredita el haber después sostenido el em-
perador á Sil representante.


Sin embargo tales pláticas tenian mas bien traza de en- 'I'ropas cspaüolas
tretenimiento que deséria y deliberada determinacion.Ibale van ar~[;)rtc
mejor al arrebatado temple de Napoleon buscar por violen-
cia ó por malas artes el cumplimiento de lo que su política
ó su ambicion le sugería. Asífué que para remover estorbos
é irse preparando á la ejccucion de sus proyectos, de nuevo
pidióal gobierno español auxiliode tropas; y conformándose
Carlos IV con la voluntad dc su aliado, decidió en marzo de
1807 que una división unida con la que estaba en Toscana
y componiendo juntas un cuerpo de 14000 hombres, se
dirigiese al norte de Europa. * De este modo menguaban (" Al'. n. 5.)
cada dia en España los recursos y medios de resistencia.


Entretanto Napoleon habiendocontinuado con feliz pro- paz de 'filsit.
gresola campaña emprendidacontra las armas combinadas
de Prusia y Rusia, habia en 8 dc julio siguiente concluido
la paz en Tilsit. Algunos se han figurado que se concerta-
ron allí ambos emperadores ruso y francés acerca de asun-
tos secretos y árduos, siendo uno entre ellos el de dejar á
la libre facultad del último la suerte de España. Hemos
consultado en materia tan grave respetables personages, y
que tuvieron principal parte en aquellas conferencias y tra-
tos. Sin interes en ocultar la verdad, y lejos ya del tiempo
en que ocurrieron, han respondido á nuestras preguntas
que no se habia entonces hablado sino vagamente de asun-
tos d~ 'España i "'j que tan so\o Napo\eon que,jándoBe con
acrimonia de la proclama del príncipe de la Paz, añadía á
veces que los españoles luego que le veian ocupado en otra
parte, mudaban de lenguaje y le inquietaban.


Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que con la pazase-
guradoNapoleon de la Rusiaá lo menos por de pronto, pu-
do con mas desahogo volver hácia el mediodía los inquie-




Tropas francesas
que se juntan
en llayona.


Portugal.


14
tos ojos de su desapoderada amhieiou. Pensó desde luego
disfrazar sus intentos con la necesidad de extender á todas
partes el sistema continental (cuyas bases había echado en
su decreto de Berlín de febrero del mismo año), y de ar-
rancar la Inglaterra á su antiguo y fiel aliado el rey de Por-
tugal. Era en efecto muy importante para cualquiera ten-
tativa ó plan contra la· peninsula someter á su dominio á
Lisboa, alejar á los ingleses de los puertos de aquella costa,
y tener un pretexto al parecer plausible con que poder in-
ternar en el corazon de España numerosas fuerzas.


Para dar principio á su empresa promovió muy particu-
larmente las negociaciones entabladas con Izquierdo, y á la
sombra de aquellas y del tratado que se discutia, empezó
en agosto de 1807 á juntar en Bayona un ejército de 25000
hombres con el título de cuerpo de observacion de la Giron-
da, nombre con que cautelosamente embozaba el gobier-
no francés sus hostiles miras contra la península española.
Dióseel mando de aquella fuerza á Junot , quien embajador
en Portugal en 1805 habia desamparado la pacífica mision
para acompañar á su caudillo en atrevidas y militares em-
presas. Ahora se preparaba á dar la vuelta á Lisboa, no ya
para ocupar su antiguo puesto, sino mas bien para arrojar
del trono á una familia augusta que le habia honrado con
las insignias de la órden de Cristo.


Aunque no sea de nuestro propósito entrar en una rela-
cion circunstanciada de los graves acontecimientos que van
á ocurrir en Portugal, no podemos menos de darles aquí
algun lugar como tan unidos y conexos con los de España.
En Paris se examinaba con Izquierdo el modo de partir y
distribuirse aquel reino, y para que todo estuviese pronto
el dia de la c·onclusion del tratado, ademas de la reunion
de tropas á la falda del Pirineo, se dispuso que negociacio-
nes seguidas en Lisboa abriesen el camino á la ejecncion




Notas de los
representanle.


de Espnña
y Francia en


Lisboa.


15
de los planes en que conviniesen ambas potencias contra-
tantes. Comenzóse la urdida trama por notas que en 12 de
agosto pasaron el encargado de negocios francés ItIr. de
Rayneval y el embajador de España conde de Campo-Alan-
ge. Decian en ellas que tenian la órden de pedir SIlS pasa-
portes y declarar la guerra á Portugal, si para el 10 de se-
tiembre próximoel príncipe regente no hubiese manifestado
la resolucion de romper con la Inglaterra, y de unir sus
escuadras con las otras del continente para que juntas obra-
sen contra el comun enemigo: se exigia ademas la confis-
cacion de todas las mercancías procedentes de orígen bri-
tánico , y la detencion como rehenes de los súbditos de
aquella nacion. El príncipe regente de acuerdo con Ingla-
terra respondió que estaba pronto á cerrar los puertos á los
ingleses, y á interrumpir toda correspondencia con su anti-
guo aliado; mas que en medio de la paz confiscar todas las
mercancías británicas, y prender á extrangeros tranquilos,
eran providencias opuestas á los principios de justicia y
moderacion que le habian siempre dirigido. Los represen- SP. retirande aquella corte.
tantes de EspaI13 y Francia no habiendo alcanzado lo que
pedian (resultado conforme á las verdaderas intenciones de
sus respectivascortes), partieron de Lisboa antes de comen-
zarse octubre, y su salida fué el preludio de la invasión.


Todavía no estaban concluidas las negociaciones con Iz- 18 de octubre:
cruza el Btdason


quierdo; todavía no se habia cerrado trato alguno, cuando ¡la l~rjmrera
mvisron ran-


Napoleon impaciente, lleno del encendido deseo de empe- cesa.
zar su proyectada empresa, é informado de la partida de
los embajadores, dió órden á Junot para que entrase en
España , y el 18 de octubre CI'UZÓ el Bidasoa la primera
división francesa á las órdenes del general Delaborde , épo-
ca memorable, principio del tropel de males y desgracias.
de perfidias y heroicos hechos que sucesivamente nos va á
desdoblar la historia. Pasada la primera division , la siguie-




27 de octubre,
tratado de


Fontainchleau.


(" Al'. n. G.)


16
ron la segunda y la tercera mandadas por los generales
Loison y Travot, con la caballería, cuyo jefe era el gene-
ral Kellerman. En Irun tuvo orden de recibir y obsequiar
á Junot don Pedro Rodriguez de la Buria , encargo que ya
babia.desempeñado en la otra guerra con Portugal. Las tro-
pas francesas se encaminaron por Burgos y Valladolid há-
cia Salamanca, á cuya ciudad llegaron veinticinco dias des-
pues de haber entrado en España. Por todas partes fueron
festejadas y bien recibidas, y muy léjos estaban de imagi-
narse los solícitos moradores del tránsito la ingrata corres-
pondencia con que iba á pagárseles tan esmerada y agasa-
jadora hospitalidad.


Tocaron mientras tanto á RU cumplido término las nego-
ciaciones que andaban en Francia, y el '1.7 de octubre en
Fontainebleau se firmo entre don Eugenio Izquierdo y el
general Duroc gran mariscal de palacio del emperador fran-
cés, un tratado* compuesto de catorce artículos con una
convencion anexa comprensiva de otros siete. Por estos con-
ciertos se trataba á Portugal del modo como antes otras po-
tencias habian dispuesto de la Polonia, con la diferencia de
que entonces fueron iguales y poderosos los gobiernos que
entre sí se acordaron, y en Fontainebleau tan desemejan-
tes y desproporcionados, que al llegar al cumplimiento de
10 pactado r repitiéndose la conocids Isbuls del leon y sus


psrtijss , dejóse á Espai'ía sin nada, y dcl todoquiso hacer-
se dueño SI.1 insaciable aliado. Se estipulaba por el tratado
que la provincia de Entre-Duero-y-l\Iiflo se daria en toda
propiedad y soberanía con título de Lusitania septentrional
al rey de Etruria y sus descendientes, quien á su vez cede-
ría en los mismos términos dicho reino de Etruria al empe-
rador de los franceses i que los Algarbes y el Alentejo
igualmente Re entregarian en toda propiedad y soberanía al
príncipe de la Paz, con la denominacinn de príncipe de




2


17
los Algarbes, y que las provincias de Beira, Tras-los-jdon .
tes y Extremadura portuguesa quedarian como en secues-
tro hasta la paz general, en cuyo tiempo podrian ser cam-
biadas por Gibraltar, la Trinidad ó alguna otra colonia de
las conquistadas por los ingleses; que el emperador de los
franceses saldria garante á S. ~1. C. de la posesion de sus
estados de Europa al mediodia de los Pirineos, y le recono-
eeria como emperador de ambas Américas á la conclusion
de la paz general, ó á mas tardar dentro de tres años. La
convencion que acompañaba al tratado círcunstanciaha el
modo de llevar á efecto lo estipulado en el mismo: 25000
hombres de infantería francesa y 5000 de caballería habían
de entrar en España, y reuniéndose á ellos 8000 infantes
españoles y 5000 caballos, marchar en derechura á Lisboa,
á las órdenes ambos cuerpos del general francés, exceptuán-
dose solamente el caso en que el rey de España ó el prín-
cipe de la Paz fuesen al sitio en que las tropas aliadas se
encontrasen, pues entonces á estos se cedería el mando.
Las provincias de Beira , Tras-los-Montes y Extremadura
portuguesa debían ser administradas, y exigírseles las con-
tribuciones en favor y utilidad de Francia. Y al mismo tiem-
po que una division de 10000 hombres de tropas españolas
tomase posesion de la provincia de Entre-Duero-y-Miño,
con la ciudad de Oporto, otra de 6000 de la misma nacion
ocuparia el Alentejo y los Algarhes, y así aquella primera
provincia como las últimas habían de quedar á cargo para
su gobierno V administracion de los generales españoles.


v •


Las tropas francesas, alimentadas por España durante el
tránsito, debian cobrar sus pagas de Francia. Finalmente
se convenia en que un cuerpo de 40000 hombres se reunie-
se en Bayona el 20 de noviembre, el cual marcharía con-
tra Portugal en caso de necesidad, y precedido el consen-
timiento de ambas potencias contratantes.


TOM. J.




18
En la conelusiou de este tratado Napoleon , al paso que


buscaba el medio de apoderarse de Portugal, nuevamente
separaba de España otra parte considerable de tropas, co-
mo antes babia alejado las que fueron al norte, é introdu-
cia sin ruido y solapadamente las fuerzas necesarias á la
cjecucion de sus ulteriores y todavía ocultos planes, y lison-
jeando la inmoderada ambicien del privado español, le
adormecía y le enredaba en sus lazos, temeroso de que de-
sengañado á tiempo y volviendo de su deslumbraJo encan-
to, quisiera acudir al remedio de la ruina que le amenazaba.
Ansioso el príncipe de la Paz de evitar los vaivenes de la
fortuna, aprobaba convenios que hasta cierto punto le gua·
recian de las persecuciones del gobierno español en cual-
quiera mudanza. Quizá veia tambien en la compendiosa
soberanía de los Algarbes el primer escalen para subir á
trono mas elevado. Mucho se volvió á hablar en aquel tiem-
po del criminal proyecto que años atrás se aseguraba haber
concebido ~laría Luisa arrastrada de su ciega pasion, con-
tando con el apoyo del favorito. Y no cabe duda que acerca
de variar de dinastía se tanteó á varias personas, llegando
á punto de buscar amigos y parciales sin disfraz ni rebozo.
Entre los solicitados fué uno el coronel de Pavía don To-
mas de Jáuregui, á quien descaradamente tocó tan delicado
asunto don Diego Godoy: no faltaron otros que igualmen-
te le promovieron. Mas los sucesos agolpándose de tropel,
convirtieron en humo los ideados é impróvidos intentos de
la ciega ambiciono


Tal era el deseado remate á que habian llegado las nego-
ciaciones de Izquierdo, y tal babia sido el principio de la
entrada de las tropas francesas en la península, cuando un
acontecimiento con señales de suma gravedad fijó en aque-
llos días la atencion de toda España.


Vivia el príncipe de Asturias alejado de los negocios y




19
solo, sin influjo ni poder alguno, pasaba tristemente Jos
mejoresaños de su mocedad sujeto á la monótona y severa
etiqueta de palacio. Aumentábase su recogimiento por los.
temores que infundia su persona á los que entonces dirigian
la monarquía; se observaba su conducta, y hasta los mas
inocentes pasos eran atentamente acechados. Prorumpia el
príncipe en amargas quejas, y sus expresionessolían á veces
ser algun tanto descompuestas. A ejemplo suyo los criados
de su cuarto hablaban con mas desenvoltura de lo que era
conveniente, y repetidos, aun quizá alterados al pasar de
boca en boca, aquellos dichos y conversaciones avivaron
mas y mas el odio de sus irreconciliables enemigos. No
bastaba sin embargo tan ligero proceder para empezar una
información judicial; solamente dió ocasioná nuevo cuida-
do y vigilancia. Redoblados uno y otra, al fin se notó que
el príncipe secretamente recibía cartas; que muy ocupado
en escribir velaba por las noches, y quc en su semblante
daba indicio de meditar algun importante asunto. Era su-
ficiente cualquiera de aquellas sospechas para despertar el
interesado zelo de los asalariados que le rodeaban, y una
dama de la servidumbre de la reina le dió aviso de la mis-
teriosa y extraña vida que traia Sil hijo. No tardó el rey en
estar advertido, y estimulado por su esposa dispuso que se
recogiesen todos los papeles del desprevenido Fernando.
Así se ejecutó, y al dia siguiente 29 de octubre, á las seis
y media de la noche, convocados en el cuarto de S. 111. los
ministros del despacho y don Arias l\'1on gobernador interi-
no del Consejo, compareció el príncipe, se le sometió á un
interrogatorio, y se le exigieron explicaciones sobre el con-
tenido de los papeles aprehendidos. En seguidasu augnsto
padre, acompañado de los mismos ministros y gobernador
con grande aparato y al frente de su guardia, le llevó á Sil
hahitacion, en donde después de haberle pedido la espada,


CanS3
del Escorial.




20
le mandó que quedase preso, puestas centinelas para su
custodia: su servidumbre fué igualmente arrestada.


Al ver la solemnidad y aun semejanza del acto, hubiera
podido imaginarse el atónito expectador que en las lúgubres
y suntuosas bóvedas del Escorial iba á renovarse la deplo-
rable y trágica escena que en el alcázar de Madrid habia da-
do al orbe el sombrío Felipe 11 ; pero otros eran los tiem-
pos, otros los actores y muy otra la situacion de España.


Se componian los papeles hasta entonces aprehendidos
(0 Al" n, 7.) al príncipe * de un cuadernillo escrito de su puño de algo mas


de doce hojas, de otro de cinco y media, de una carta de
letra disfrazada y sin firma, fecha en Talavera á 18 de marzo,
y reconocida despues por de Escóiquiz , de cifra y clave para
la correspondencia entre ambos, y de medio pliego de nú-
meros, cifras y nombres que en otro tiempo habian servido
para la comunicacion secreta de la difunta princesa de As-
turias con la reina de Nápoles su madre. Era el cuadernillo
de las doce hojas una exposicion al rey, en la que después
de trazar con colores vivos la vida y principales hechos del
príncipe de la Paz, se le acusaba de graves delitos, sospe-
chándole del horrendo intento de querer subir al trono y
de acabar con el rey y toda la real familia. Tambien hablaba
Fernando de sus persecuciones personales, mencionando
entre otras cosas el haberle alejado del lado del rey, sin
permitirle ir con él á caza, ni asistir al despacho. Se pro-
ponian como medios de evitar el cumplimiento de los cri-
minales proyectos del favorito, dar al principe heredero
facultad para arreglarlo todo, á fin de prender al acusado y
confinarle en un castillo. Igualmente se pedia el embargo de
parte de sus bienes, la prision de sus criados, de doña Jo-
sefa Tudó y otros sugetos, segun se dispusiese en decretos
que el mismo príncipe presentaría á la aprobacion de su pa-
dre. Indicáhase como medida prévia,y para que el rey Cárlos




21
examinase la justicia de las quejas, una batida en el Pardo
ó Casa de Campo, en que acudiese el príncipe, y en donde
se oirían los informes de las personas que nombraseS. ]}1.,
con tal que no estuviesen presentes la reina ni Godoy: asi-
mismo se suplicaba que llegado el momento de la prision
del valido, no se separase el padre del lado de su hijo,
para que los primeros ímpetus del sentimiento de la reina
no alterasen la determinacion de S. WI.; concluyendo con
rogarle encarecidamente que en caso de no acceder á su
peticion, le guardasesecreto, pudiendo su vidasi se descu-
briese el paso que había dacio, correr inminente riesgo. El
papel de cinco hojas y la carta eran como la anterior obra
de Escóiquiz ; se insistía en los mismos negocios, y tratan-
do de oponerse al enlace antes propuesto con la hermana
de la princesa de la Paz, se insinuaba el modo de llevar á
cabo el deseado casamiento con una parienta del emperador
de los franceses. Se usaban nombres fingidos, y suponién-
dose ser consejos de un fraile, no era extraño que mezclando
Jo sagrado con lo profano se recomendase ante todo como
así se hacia, implorar la divina asistencia de la Vírgen. En
aquellas instruccionestarnbiense trataba de que el príncipe
se dirigiese á su madre interesándola corno reina y corno
mujer, cuyo amor propio se hallaba ofendido con los ingra-
tos desvíos de su predilecto favorito. En el concebir de tan
desvariada intriga ya despunta aquella sencilla credulidady
ambicioso desasosiego, de que nos dará desgraciadamente
en el curso de esta historia sobradas pruebas el canónigo
Escóiquiz. En efecto admira cómo pensó que un príncipe
mozo é inexpertohabia de tener mas cabida en el pecho de
su augusto padre que una esposa y un valido, dueñosabso-
lutos por hábito y aficion del perezoso ánimo de tan débil
monarca. l\'Ias de los papeles cogidos al príncipe, si bien se
advertia al examinarlos grande anhelo por alcanzar el man-




22
do y por intervenir en los negocios del gobierno, no resul-
taba proyecto alguno formal de destronar al rey, ni menos
el atroz crimen de un hijo que intenta quitar la vida á su
padre. A pesar de eso fueron causa de que se publicase el
famoso decreto de 50 de octubre, que como importante lo
insertarérnos á la letra. Decía pues: « Dios que vela sobre
» las criaturas no permite la ejecucion de hechos atroces
l) cuando las víctimas son inocentes. A:;í me ha librado BU
» omnipotencia de la mas inaudita catástrofe. Mi pueblo,
» mis vasallos todos conocen muy bien mi cristiandad y
» mis costumbres arregladas; todos me aman y de todos
» recibo pruebas de veneracion , cual exige el respeto de un
» padre amante de sus hijos. Vivia yo persuadido de esta
» verdad, cuando una mano desconocida me enseña y des-
» cubre el mas enorme y el mas inaudito plan que se tra-
)) zaba en mi mismo p¿l1acio contra mi persona. La vida mia
)) que tantas veces ha estado en riesgo, era ya una carga
)) para mi sucesor que preocupado, obcecado y enagenado
» de todos los principios de cristiandad que le enseñó mi
» paternal cuidado y amor, habia admitido un plan para
» destronarrne. Entonces yo quise indagar por mí la ver-
» dad del hecho, y sorprendiéndole en su mismo cuarto
]) hallé en su poder la cifra de inteligencia é instrucciones
» que recibia de los malvados. Convoqué al exámen á mi
]) gobernador interino del Consejo, para que asociado con
]) otros ministros practicasen las diligencias de indagacion.
» Todo se hizo, y de ella resultan varios reos cuya prision
» he decretado, así como el arresto de mi hijo en su habita-
» cion, Esta pena quedaba á las muchas que me afligen; pero
» así como es la mas dolorosa, es tambien la mas impor-
» tante de purgar, é ínterin mando publicar el resultado, no
» quiero dejar de manifestar á mis vasallos mi disgusto, que
» será menor con las muestras de su lealtad. Tendréislo en-




» tendido para que se circule en la forma conveniente. En
J) San Lorenzo á 50 de octubre de 1807. =Al gobernador
J) interino del Consejo.» Este decreto se aseguró despues
que era de puño del príncipe de la Paz : así lo atestiguaron
cuatro secretariosdel rey, masno obra original en el proceso.


POI' el mismo tiempo escribió Cárlos IV al emperador
Napoleon dándole parte del acontecimiento del Escorial. En
la carta despues de indicarle cuán particularmente se ocu-
paba en los medios de cooperar á la destruccion del comun
enemigo (así llamaba á los ingleses), y despues de partici-
parle cuán persuadido babia estado hasta entonces de que
todas las intrigas de la reina de Nápoles (expresiones no-
tables) se habian sepultado con su hija, entraba á anun-
ciarle la terrible novedad del día. No solo le comunicaba
el designio que suponía :í su hijo de querer destronarle , si-
no que añadía el nuevo y horrendo de haber maquinado
contra la vida de su madre , por cuyos enormes crímenes
manifestaba el rey Cárlos que debía el príncipe heredero
ser castigado y revocada la ley que le llamaba á suceder en
el trono, poniendo en su lugar á uno de sus hermanos; y
por último concluia aquel monarca pidiendo la asistencia
y consejos de S. ]H. 1. La indicacion estampada en esta car-
ta de privar :í Fernando del derecho de sucesion, tal vez
encubria miras ulteriores del partido de Godoy y la reina;
desbaratadas, si las hubo, por obstáculos imprevistos entre
los cuales puede contarse una ocurrencia que debiendo
agravar la suerte del principe y sus amigos, si la recta im-
parcialidad hubiera gobernado en la materia, fué la que
salvó á todos ellos de un funesto desenlace. Dieron oca-
sion á ella los temores del real preso y el abatimiento en
que le sumió su arresto.


El dia 50 á la una de la tarde, luego que el rey habia sa-
lido á caza pasó el príncipe un recado á la reina para que




24
se dignase ir á su cuarto, ó le permitiera que en el suyo le
expusiese cosadel mayor interés: la reina se negó á uno y á
otro, pero envió al marqués Caballero ministro de Gracia y
Justicia. Entonces bajo su firma declaró el príncipe haber
dirigido con fecha de 11 de octubre una carta (la misma de
que hemos hablado) al emperador de los franceses, y haber
expedido en favor del duque del Infantadoun decreto todo
de su puño con fecha en blanco y sello negro, autorizán-
dole para que tomase el mando de Castilla la Nueva luego
que falleciese su padre: declaró además ser Escoiquiz el
autor del papel copiado por S. A., Ylos mediosde que se
habian valido para su correspondencia: hubo de resultas
varios arrestos. En la carta reservadaá Napoleonle manifes-


(. A¡¡. n. 8.) taba el príncipe* « el aprecio y respeto que siempre babia
» tenido por su persona, lc apellidaba héroe mayor que
)) cuantos te habian. precedido; le pintaba la opresión en que
)) le habían puesto; el abuso que se hacia del corazon recto
j) y generoso desu padre; le pediapara esposa una princesa
)) de su familia, rogándole que allanase las dificultades que
» se ofrecieran; y concluía con afirmarle que no accederia,
» antes bien se opondria con invencible constancia á cual-
J) quiera casamiento, siempre que no precediese el consen-
J) timiento y aprobacion positiva de S. 1\1. I. Y R.») Estas
declaraciones espontáneasen que tan gravemente compro-
metia el príncipe á sus amigos y parciales, perjudicáronle
en el concepto de algunos; su edad pasaba de los veintitrés
años; y ya entoncesmayor firmeza fuera de desear en quien
habia de ceñirse las sienes con corona de reinos tan dilata-
dos. El decreto expedido á favordel Infantado hubiera por
sí solo acarreado en otros tiemposla perdicion de todos los
comprometidos en la causa; por nulas se hubieran dado las
disculpas alegadas, y el temor de la próxima muerte de
Cárlos IV y los recelos de las ambiciosas miras del valido




~5
antes bien se hubieran tenido como agravantes indicios que
admitídose como descargosde la aeusacion. Semejantes pre-
cauciones de dudosa interpretacion aun entre particulares,
en los palacios son crímenes de estado cuando no llegan á
cumplida ejecucion y acabamiento. Con mas razon se hu-
biera dado por talla carta escrita á Napoleon; pero esta
carta en que un príncipe, un español á escondidas de su
padre y soberano legítimo se dirige á otro extrangero, le
pide Sil apoyo, la mano de una señora de su familia, y se
obliga á no casarse en tiempo alguno sin su anuencia; esta
carta salvóá Fernando y á sus amigos.


No fué así en la causa de don Cárlos de Viana: aquel
príncipe de edad de cuarenta años, sabio y entendido, ami-
go de Ansias l\'Iarch, con derecho inconcuso al reino de Na"
varra , creyó que no se excedía en dar por sí los primeros
pasos para buscar la union con una infanta d-e Castilla.
Bastó tan ligero motivo para que el fiero don Juan su padre
le hiciese en su segunda prisión un cargo gravísimo por su
inconsiderada conducta. Probó don Cárlos haber antes de-
clarado que no se casaria sin preceder la aprobacion de su
padre: ni aun entonces se amansó la orgullosa altivez de
don Juan, que miraba la independencia y derechos de la
corona atropellados y ultrajados por los tratos de su hijo.


Ahoraen la sometida y acobardada corte del Escorial, al
oir que el nombre de Napoleon andaba mezclado en las de-
claraciones del príncipe, todos se estremecieron y anhela-
ron poner término á tamaño compromiso: imaginándose
que Fernando había obrado de acuerdo con el soberano de
Francia, y que habia osado con su arrimo meterse en la
arriesgada empresa. El poder inmenso de Napoleon, y las
tropas que habiendo empezado á entrar en España amena-
zaban de cerca á los que se opusiesen á sus intentos, arre-
draron al generalísimo Godoy, y resolvió cortar el comen-




26
zado proceso. Mas y mas debió confirmarle en su propósito


(. Ap. n. 9.) un pliego que desde Paris * en 11 de noviembre le escribió
Izquierdo. En él insertaba este una conferencia que había
tenido con Champagny , en la cual el ministro francés exi-
gió de órden del emperador que por ni11gun motivo ni J'a-
zon , y 6a}o ningun pretexto se hablase ni se pubticase en
este negocio cosa que tuviese alusion al emperador ni á su
embajador. Vacilante todavía el ánimo de Napoleon sobre el
modo de ejecutar sus planes respecto de España, no queria
aparecer á vista de Enropa partícipe en los acontecimientos
del Escorial.


Antes de recibir el aviso de Izquierdo, le fué bastante al
príncipe de la Paz saber las nuevas declaraciones del real
preso para pasar al sitio desde JUadrid, en donde como
amalado habia permanecido durante el tiempo de la prision.
Hacia resolucion con su viaje de cortar una causa, cuyo
giro presentaba un nuevo y desagradable semblante: vió á
los reyes, se concertó con ellos, y ofreció arreglar asunto
tan espinoso. Yendo pu-es al cuarto del príncipe se le pre-
sentó como mediador, y le propuso que aplacase la cólera
de sus augustos padres, pidiéndoles con arrepentimiento
contrito el mas sumiso perdón: para alcanzarle indicó como
oportuno medio el que escribiese dos cartas cuyos borrado-
res llevaba consigo. Fernando copió las cartas. Sus desgra-
cias y el profundo odio que habia contra Godoy no dejaron
lugar á penosas reflexiones, y aun la disculpa halló cabida
en ánimos exclusivamente irritados contra el gobierno y
manejos del favorito. Ambas cartas se publicaron con el
decreto de .1 de noviembre, y por lo curioso é importante
de aquellos documentos merecen que íntegramente aquí
se inserten. « La voz de la naturaleza (decia el decreto al
)) Consejo) desarma el brazo de la venganza, y cuando la
1) inadvertencia reclama la piedad, no puede negarse á ello




27
» un padre amoroso. Mi hijo ha declarado ya los autores del
J) plan horrible que le habían hecho concebir unos malva-
» dos: todo lo ha manifestado en forma de derecho, y todo
l) consta con la escrupulosidad que exigela ley en tales prue-
1) bas: su arrepentimiento y asombro le han dictado las re-
» presentaciones que me ha dirigido y siguen:


SEÑOR:


(( Papá mio: he delinquido, he faltado á V. WI. como rey
)} y como padre; pero me arrepiento, y ofrezco á V. M. la
) obediencia mas humilde. Nada debia hacer sin noticia de


,


)) V. 1\1.; pero fui sorprendido. He delatado á los culpa-
1) bies, y pido á V. 1\1. me perdone por haberle mentido la
» otra noche, permitiendo besar sus reales pies á su reco-
» nacido hijo.e-Ferñando.e-San Lorenzo 5 de noviembre
» de 1807.))
sEt~ma :


«( Mamá mía: estoy muy arrepentido del grandísimo de-
l) lito que he cometido contra mis padres y reyes, y así
) con la mayor humildad le pido á V. M. se digne interce-
» del' con papá para que permita ir á besar sus reales pies
) á su reconocido hijo. =Fernando. =San Lorenzo ;) de
» noviembre de 1807.))


« En vista de ellos y á ruego de la reina mi amada es-
)) posa perdono á mi hijo, y le volveré á mi gracia cuando
» con Sil conducta me dé pruebas de una verdadera refor-
» ma en su frágil manejo; y mando que los mismos jueces
)) qlle han entendido en la causa desde su principio, la si-
l) gan, permitiéndoles asociados si los necesitaren, y que
)) concluida me consulten la sentencia ajustada á la ley,
» segun fuesen la gravedad de delitos y calidad de perso-
» nas en quienes recaigan; teniendo por principio para la




28
» formacion de cargos las respuestas dadas por el prín-
» cipe á las demandas que se le han hecho; pues todas
» están rubricadas y firmadas de mi puño, así como los
» papeles aprehendidos en sus mesas, escritos por su ma-
l) no; y esta providencia se comunique á mis consejos y
» tribunales, circulándola á mis pueblos, para que reco-
)) nozean en ella mi piedad y justicia, y alivien la afliecion
» y cuidado en que les puso mi primer decreto; pues en
)) él verán el riesgo de su soberano y padre que como á hi-
» jos los ama, y así me corresponden. Tendreislo enten-
)) dido para su cumplimiento.eeSan Lorenzo D de noviem-
» bre de 1807.»


Presentar á Fernando ante la Europa entera como prín-
cipe débil y culpado; desacreditarle en la opinion nacional,
y perderle en el ánimo de sus parciales; poner á salvo al
embajador francés, y separar de todos los incidentes de la
causa á su gobierno, fué el principal intento que llevó Go-
doy y su partido en la singular reconeiliacion de padre é
hijo. Alcanzó hasta cierto punto su objeto; mas el público
aunque no enterado á fondo echaba á mala parte la solícita
mediacion del privado, y el odio hácia su persona en vez
de mitigarse tomó nuevo incremento.


Para la prosecucion de la causa contra los demas proce-
sados nombró el rey en el día 6 una junta compuesta de
don Arias Mon, don Sebastian de Torres y don Domingo
Campomanes del Consejo real, y señalé como secretario á
don Benito Arias Prada alcalde de corte. El marqués Caba-
llero que en un priaoipio se mostró riguroso, y tanto que
habiendo manifestado delante de los reyes ser el príncipe
por siete capítulos reo de pena capital, obligó á la ofen-
dida reina á suplicarle que se acordase de que el acusado
era su hijo; el mismo Caballero arregló el modo de seguir
la causa, V descartar de ella todo lo que pudiera com-




í29
prometer al príncipe y embajador francés; rasgo propio de
su ruin condiciono Formada la sumaria fué elegido para fis-
cal de la causa don Simon de Viegas , y se agregaron á los
referidos jueces para dar la sentencia otros ocho consejeros.
El fiscal Viegas pidió qu.e se impusiese la pena de traidores
señalada por la ley de Partida á don Juan Escóiquiz y al
duque del Infantado, y otras extraordinarias por infidelidad
en el ejerciciode sus empleos al conde de Orgaz, marqués
de Ayerbe, y otras personas de la servidumbre del príncipe
de Asturias. Continué el proceso hasta enero de 1808, en
cuyo día .25 los jueces no conformándose con la acusacion
fiscal, absolvieron completamente y declararon libres de
todo cargo á los perseguidos como reos. Sin embargo el rey
por sí y gubernativamente confinóy envió á conventos, for-
talezas ó destierros á Escóiquiz y á los duques del Infanta-
do y de San Cárlos y á otros varios de los complicados en
la causa: triste privilegio de toda potestad suprema que
no halla en las leyes justo límite á sus desafueros.


Tal fué el término del ruidoso y escandaloso proceso del
Escorial. COIl dificultad se resguardarán de la severa cen-
sura de la posteridad los que en él tomaron parte, los que
le promovieron, los que le fallaron; en una palabra, los
acusados, los acusadores y los mismos jueces. Vemos á un
rey precipitarse á acusar en público sin.pruebas á su hijo
del horrendo crimen de querer destronarle , y antes de
que un detenido juicio hubiese sellado con su fallo tama-
ña acusacion. Y para colmo de baldon en medio de tanta
flaqueza y aceleramiento se nos presenta como ángel de
paz y mediador para la concordia el malhadado favorito,
principal origen de todos los males y desavenencias: con-
sejero y autor del decreto de 50 de octubre comprometió
con suma ligereza la alta dignidad del rey: promovedor de
la concordia y del perdon pedido y alcanzado, quiso des-




50
conceptuar al hijo sin dar realce ni brillo á los sentimientos
generosos de un apiadado padre. Fué tambien desusado, y
podemos decir ilegal el modo de proceder en la causa. Se-
gun la sentencia que con una relacion preliminar se pu-
blicó al subir Fernando al trono, no se hizo mérito en su
formacion ni de algunas (le las declaraciones espontáneas
del príncipe, ni de su carta á Napoleon , ni de las confe-
rencias con el embajador francés; á lo menos así se infiere
del definitivofallo dado por el tribunal. Difícil seria acertar
con el motivo de tan extraño silencio, si no nos lo hubie-
ran ya explicado los temores que entonces infundíael nom-
bre de Napoleón. Thlas si la política descubre la causa del
extraordinario modo de proceder, no por eso queda intacta
y pura la austera imparcialidad de los magistrados: un pro-
ceso después de comenzado no puede amoldarse al antojo
de un tribunal, ni descartarse á su arbitrio los documentos
ó pruebas mas importantes. Entre los jueces había respe-
tables varones cuya integridad habia permanecido sin man-
cilla en el largo espacio de una honrosa carrera, si bien
hasta entonces negocios de tal cuantía no se habian puesto
en el crisol de su severa equidad. Fuese equivocacion en
su juicio, ó fuese mas bien por razon de estado, lo cierto
es que en la prosecucion y término de la causa se apartaron
de las reglas de la justicia legal, y la ofrecieron al público
manca y no cumplidamente formada ni llevada á cabo. Se
contaban tambien en el número de jueces algunos amigos
y favorecidos del privado, como lo era el fiscal Viegas.
Al ver que se separaron en su voto de la opinion de este,
aunque ya circunscrita á ciertas personas, hubo quien
creyera que el nombre de Napoleon y los temores de la
nube que se levantaba en el Pirineo, pesaron mas en la
flexible balanza de su justicia que los empeños de la anti-
gua amistad. Es de temer que su conciencia perpleja con lo




51
escabroso del asunto y lo árduo de las circunstancias no
se haya visto bastantemente desembarazada, y cual conve-
nia , de aquel sobresalto que ya antes se había apoderado
del blando y asustadizo ánimo de los cortesanos.


Esta discordia en la familia real, esta dívision en los que
gobernaban siempre perjudicial y dolorosa, lo era mucho
mas ahora en que una perfecta union debiera haber estre-
diado á todos para desconcertar las siniestras miras del ga-
binete de Francia, y para imponerle con la íntima concor-
dia el debido respeto. Ciegos unos y otros buscaron en él
amistad y arrimo; y desconociendo el peligro comun, le
animaron con sus disensiones á la prosecucion de falaces
intentos: alucinamiento general á los partidos que no aspi-
ran sino á cebar momentáneamente su saña, olvidándose de
que á veces con la ruina de su contrario el mismo vencedor
facilita y labra la suya propia.


Favorecido por la deplorable situacion del gobierno es- Marcha
1 r d 1 de Junot háciapaño , fué el francés a e ante en su propósito, y confiado Portugal.


en ella aceleró mas bien que detuvo la marcha de Junot
hacia Portugal. Dejamos á aquel general en Salamanca,
adonde habia llegado en los primeros días de noviembre,
recibiendo de allí á poco órden ejecutiva de Napoleon para
que no difiriese la continuacion de su empresa bajo pre-
texto alguno ni aun por falta de mantenimientos, pudiendo
20000 hombres, segun decia , vivir por todas partes attn en
el desierto. Estimulado Junot con tan premioso mandato,
determinó tomar el camino mas breve sin reparar en los
tropiezos ni obstáculos de un terreno para él del todo des-
conocido. Salió el 12 de Salamanca, y tomando la vuelta de
Ciudad-Rodrigo y el puerto de Perales, llegó á Alcántara al
cabo de cinco días. Reunido allí con algunas fuerzas espa- Entrada
ñolas á las órdenes del general don Juan Carrafa atravesa- en Portngal:


, i9 de novíembre
ron los franceses el Erjas , rio fronterizo, y llegaron á Cas- de .807.




52
tello-Branco sin habérselesopuesto resistencia. Prosiguieron
su marcha por aquel fragoso país, y encontrándose con ter-
reno tan quebrado y de caminos poco trillados, quedaron
bien pronto atrás la artillería y los bagages. Los pueblos del
tránsito pobres y desprevenidos no ofrecieron ni recursos ni
abrigo á las tropas invasoras, las que acosadas por la nece-
sidad y el hambre cometieron todo linaje de excesos con-
tra moradores desacostumbrados de largo tiempo á las cala-
midades de la guerra. Desgraciadamente los españoles que
iban en S1l compañía imitaron el mal ejemplo de sus aliados,
muy diverso del que les dieron las tropas que penetraron
por Badajoz y Galicia, si bien es verdad que asistieron á es-
tas menos motivos de desórden é indisciplina.


Llegada La vanguardia llegó el 25 á Abrantes distante 25 leguas
á Abrantes: • b h bi ibid 1 b"


'3 de noviembre. de LIS oa. Hasta entonces no a la reci loe go terno
portugués aviso cierto de que los franceses hubieran pasado
la frontera: inexplicable descuido, pero propio de la deja-
dez y abandono con que eran gobernados los pueblos de la
península. Antes de esto y verificada la salida de los emba-
jadores, había cl gabinete de Lisboa buscado algun medio
de acomodamiento, condescendiendo mas y mas con los
deseos que aquellos habian mostrado á nombre de sus cor-
tes: era el encontrarle tanto mas difícil, cuanto el mismo
ministerio portugués estaba entre si poco acorde. Dos opi-
niones políticas le dividian; una de ellas la de contraer
amistad y alianza con Francia como medida la mas propia
para salvar la actual dinastía y aun la independencia nacio-
nal; y otra la de estrechar los antiguos vínculos con la In-
glaterra, pudiendo así levantar de los mares allá un nuevo
Portugal, si el de Europa tenia que someterse á la irresisti-
ble fuerza del emperador francés, Seguia la primera opinion
el ministro Araujo, y contaba la segunda como principal
cabeza al consejero de Estado don Rodrigo de Sonsa Couti-




55
ño. Se inclinaba muy á las claras á la última el príncipe
regente, si á ello no se oponia el bien de sus súbditos y el
interés de su familia. Despues de larga incertidumbre se
convino al fin en adoptar ciertas medidas contemporizado-
ras, como si con ellas se hubiera podido satisfacer á quien
solamente deseaba simulados motivos de usurpacion y con-
quista. Para ponerlas en ejecucion sin gran menoscabo de
los intereses británicos, se dejó que tranquilamente diese
la vela el 18 de octubre 1:1 factoría inglesa, la cual llevó á
su bordo respetables familias extrangeras con cuantiosos
caudales.


A pocos días, el 22 del mismo mes, se publicó una pro- Proclarua
I hibi d t d . laci 1 G del pnuctpoC ama pro 1 len o o o comercio y re acion con a ran regente


"'" • • de Portugu 1:Bretana, y declarando que S. lU. F. accedía a la causa ge- 22 de noviembre.
neral del continente. Cuando se creía satisfacer algun tanto
con esta manifestacion al gabinete de Francia, llegó á Lis-
boa apresuradamente el embajador portugués en Paris , y
dió aviso de cómo había encontrado en España el ejército
imperial, dirigiéndose á precipitadas marchas hácia la em-
bocadura del Tajo. Azorados con la nueva los ministros por-
tugueses, vieron que nada podia ya bastar á conjurar la
espantosa y amenazadora nube, sino la admision pura y
sencilla de lo que España y Francia habíanpedido en agos-
to. Se mandaron pues secuestrartodas las mercancías ingle-
sas, y se pusieron bajo la vigilancia pública los súbditos de
aquella nacion residentes en Portugal. La órden se ejecutó
lentamente y sin gran rigor, mas obligó al embajador inglés
Lord Strangford á irse á bordo de la escuadra que cruzaba
á la entrada del puerto á las órdenes de Sir Sidney Smith.
¡Uuy duro fué al príncipe regente tener que tomar aquellas
medidas: virtuoso y timorato las creía contrarias á la debi-
da proteccion, dispensada por anteriores tratados á laborio-
sos y tranquilos extraugeros: la cruel necesidad pudo solo


TOM. l. 3




54


forzarle á desviarse de sus ajustados y severos pnneipios.
Aumentáronse los recelos y las zozobras oon la repentina
arribada á las riberas del Tajo de una escuadra rusa, la cual
de vuelta del Archipiélago fondeó en Lisboa, no habiendo
permitido los ingleses al almiranteSiniavinque la mandaba,
entrar á invernar en Cádiz: lo que fué obra del acaso, se
atribuyó á plan premeditado, y á conciertos entre Napoleón
y el gabinete de San Petershurgo.


Para dar mayor valor á lo acordado el gobierno portu-
gués despachó á Paris en calidad de embajador extraordina-
rio al marqués de l\larialva, con el objeto tambien de pro-
poner el casamiento del príncipe de Beira con una hija del
gran duque de Berg. Inútiles precauciones: los sucesos se
precipitaron de manera que Marialva no llegó ni á pisar la
tierra de Francia.


tnstancía de Noticioso Lord Strangford de la entrada en Abrantes del
Lord Strangford • lvi d b . di'para ejército francés, vo VIÓ á esem arcar, y reiteran o a prm·
que Beembarque. • 1 f . . . d dcipe regente os o recímíentos mas amistosos e parte e su


antiguo aliado, le aconsejó que sin tardanza se retirase al
Brasil, en cuyos vastos dominios adquiriria nuevo lustre la
esclarecida casa de Braganza. Don Rodrigo de Sousa Cou-
tiño apoyóel prudente dictamen del embajador, y el 26 de
noviembre se annnció al pueblo de Lisboa la resolucion que
la corte habia tomado de trasladarsu residencia á Bio-Janei-
ro hasta la conclusiónde la paz general. Sir Sidney Smith,
célebre por su resistencia en San Juan de Acre, queria po-
ner á Lisboaen estadodedefensa; pero este arranque digno
del elevado pecho de un marino intrépido, si bien hubiera
podido retardar la marcha de Junot, y aun destruir su fa-
tigado ejército, al fin hubiera inútilmente causado la ruina
de Lisboa, atendiendo á la profunda tranquilidad que toda-
vía reinaba en derredor por todas partes.


El príncipe don Juan nombróantes de su partida un con-




55
sejo de regencia compuesto de cinco personas, á cuyofrente
estaba el marqués de .ábrantes , con encargo de no dar al
ejército francés ocasión de queja, ni fundado motivo de que
se alterase la buena armonía entre ambas naciones. Se dis-
puso el embarco para el 27, Y S. A. el príncipe regente
traspasado de dolor salió del palacio de Ayuda conmovido,
trémulo y bañado en lágrimas su demudado rostro: el pue-
blo colmándole de bendiciones le acompañaba en su justa y
profunda afliccion. La princesa su esposa, quien en los pre-
parativos del viaje mostró aquel carácter y varonil energía
que en otras ocasiones menos plausibles ha mostrado en lo
sucesivo, iba en un coche con sus tiernos hijos, y dió órde-
nes para pasarlos á bordo I y tomar otras convenientes dis-
posiciones con presencia de ánimo admirable. Al cabo de
diez y seis años de retiro y demencia apareció en público la
reina madre, y en medio del insensible desvarío de su locura
quiso algunos instantes como volver á recobrar la razon per-
dida. nlolesto y lamentable espectáculo con que quedaron
rendidos á profunda tristeza los fieles moradores de Lisboa:
dudosos del porvenir olvidaban en parte la suerte que les
aguardaba, dirigiendo al cielo fervorosas plegarias por la
salud y feliz viaje de la real familia. La inquietud y desaso-
siego creció de punto al ver que por vientos contrarios la
escuadra no salia del puerto.


Al fin el ~9 dio la vela, y tan oportunamente que á las 29 de noviembre:
., da la vela


diez de aquella misma noche llegaron los franceses á Soca- la familia real
portuguesa.


ven, distante dos leguas de Lisboa. Junot desde su llegada
á Abrantes habia dado nueva forma á la vanguardia de su
desarreglado ejército, yhabia tratado de superar los obstácu-
los que con las grandes avenidas retardaban echar un puen-
te para pasar el Cécere. Antes que los ingenieros hubieran
podido concluir la emprendida obra, ordenó que en barcas
cruzasen el rio parte de las fuerzas de su mando, y con di-




56
tigencia apresuró su marcha. Ahora ofrecia el país mas re-
cursos, pero á pesar de la fertilidad de los campos, de los
muchos víveres que proporcionó Santaren, y de la mejor
disciplina, el número de soldados rezagados era tan consi-
derable, que las deliciosas quintas de las orillas del Tajo, y
las solitarias granjas fueron entregadas al saco, y pilladas
como lo habia sido el pais que media entre Abrantes y la
frontera española.


30 rieJlOV,iCTI,'hrc: Amaneció el 50 y vió Lisboa entrar 1101' sus muros al in-
entra: .'3 (e


Junot en Lisboa. vasor extrangero; dia de luto y desoladora afliccion: otros
años lo habia sido de festejos públicos y general regocijo,
como víspera del dia en que Pinto Biheiro y HlIS parciales
arrojando á los españoleshabian aclamado y ensalzado á la
casa de Braganza; época sin duda gloriosa para Portugal,
sumamentedesgraciada para la union y prosperidad delcon-
junto de los pueblos peninsulares. Seguiaá Junot una tropa
flaca y estropeada, molida con las forzadas marchas, sin
artillería, y muy desprovista: muestra poco ventajosa de las
temidas huestesde Napoleon. Hasta la misma naturaleza pa-
reció tomar parte en suceso tan importante, habiendoaun-
que ligeramente temblado la tierra. Junot arrebatadopor su
imaginacion, y aprovechándose de este incidente, en tono
gentílico y supersticioso daba cuenta de su expedicion es-
cribiendo al ministro Clarke: (( Los dioses se declaran en
» nuestro favor: lo vaticina el terremoto que atestiguando
» su omnipotencia no nos ha causado daño alguno. jj Con
mas razon hubiera podidocontemplar aquel fenómeno grao
duándole de présago anuncio de los males que amenazaban
á los autores de la agresion injusta de un estado indepen-
diente.


Conservó Junot por entonces la regenciaque antes deem-
barcarse habia nombradoel príncipe, pero agregando á ella
al francés Hermann. Sin contar mucho ron la autoridad




57
nacional resolvió por si imponer al comercio de Lisboa un
empréstito forzoso de 2 millones de cruzados y confiscar
todas las mercancías hritánicas , aun aquellas que eran con-
sideradas corno de propiedad portuguesa. El cardenal pa-
triarca de Lisboa, el inquisidor general y otros prelados
publicaron y circularon pastorales en favor de la sumision
y obediencia al nuevo gobierno; reprensibles exhortos, aun-
que hayan sidodados por impulso é insinuaciones de Junot.
El pueblo agitado dió señales de muchodescontento, cuan-
do e11?) vió que en el arsenal se enarbolaba la bandera ex-
trangera en lugar de la portuguesa. Apuró su sufrimiento
la pomposa y magnífica revista que hubo dos dias despues
en la plaza del Rocío: allí dió el general en jefe gracias á
las tropas en nombre del emperador, y al mismo tiempo se
tremoló en el castillo con veinticinco caüonazos repetidos
por todos los fuertes la bandera francesa. Universal mur-
mullo respondió á estas demostraciones del extrangero, y
huhiérase seguido una terrible explosion, si un hombre
audaz hubiera osado acaudillar á la multitud conmovida.
La presencia de la fuerza armada contuvo el sentimiento de
indignaeion que aparecía en los semblantes del numeroso
concurso; solo en la tarde con motivo de haber preso á un
soldado de la policía portuguesa, se alborotó el populacho,
quiso sacarle de entre las manos de los franceses, y hubo
de una y otra parte muertes y desgracias. El tumulto no
se sosegódel todo hasta el dia siguiente por la mañana, eu
que se ocuparon las plazas y puntos importantes con arti-
lleria y suficientes tropas.


Al comenzar diciembre, no completa todavía su divísíon,
don Francisco María Solano marqués del Socorro, se apo-
deró sin oposicion deYelbes, despues de haber consultado
su comandante al gobierno de Lisboa. Antes de entrar en
Portugal habla recomendado á sus tropas por medio de una


Entrada
de los españoles


en Portuga1,




i &de noviembre:
viaje


de Napoleon
á Ilalia.


58
proclama la mas severa disciplina; conservóse en efecto,'
aunque obligado Socorro á poneren ejecucion las órdenes
arbitrarias de Junot, causaba á veces mucho disgusto en
los habitantes, manifestando sin embargo en todo lo que
era compatible con sus instrucciones, desinteres y loable
integridad. Al mismo tiempo creyéndose dueño tranquilo
del pais, empezó á querer transformar á Setúbal en otra
Salento , ideando reformas en que generalmente mas bien
mostraba buen deseo, que profundos conocimientosde a€!-
ministracion y de hombre de estado. Sus experiencias no
fueron de larga duracion.


Por Tomar y Coimbra se dirigieron á Oporto algunos
cuerpos de la division de Carrafa, los que sirvieron para
completar la del general don Francisco Taranco, quien
por aquellosprimeros dias de diciembre cruzó el Miiio con
solos6000hombres, en lugar de los 10000 que era el con-
tingente pedido: modelo de prudencia y cordura, mereció
Taranco el agradecimiento y los elogios de los habitantes de
aquellaprovincia. El portugués Accursio dasNeves alaba en
su historia la severa disciplina del ejército, la moderacion
y prudencia del general Taranco , y añade: «el nombre
)) de este general será pronunciado con eterno agradeci-
)) miento por los naturales, testigos de su dulzura é inte-
)) gridad; tan sincero en sus promesas como Junot pérfido
) y falaz en las suyas.. Agrada oir el testimonio honroso
que por boca imparcial ha sido dado á un jefe bizarro,
amante de la justicia y de la disciplina militar, al tiempo
que muy diversas escenas se representaban lastimosamente
en Lisboa.


Así iban las cosasde Portugal, entretanto que Bonaparte
después de haberse detenido unos dias por las ocurrencias
del Escorial, salió al fin para Italia eH6 de noviembre. Era
uno de los objetosde su viaje poner en ejecucion el artíeu-




59
lo del tratado de Fontainebleau, por el que la Etruria ó
Toscana era agregada al imperio de Francia. Gobernaba
aquel reino como regenta desde la muerte de su esposo la
infanta doña l\laría Luisa, quien ignoraba el traspaso he-
cho sin su anuencia de los estados de su hijo. Y no habien-
do precedido aviso alguno ni confidencial de sus mismos
padres los reyes de España, la regenta se halló sorprendída
el 25 de noviembre con haberle comunicado el ministro
francés d'Aubusson que era necesario se preparase á dejar
sus dominios, estando para ocuparlos las tropas de su amo
el emperador, en virtud de cesion que le habia hecho Es-
paña. Aturdida la reina con la seguridad é importancia de
tal nueva, apenas daba crédito á lo que veía y oia , y por
de pronto se resistió al cumplimiento de la desusada inti-
macion ; pero insistiendo con mas fuerza el ministro de
Francia, y propasándose á amenazarla, se vió obligada la
reina á someterse á su dura suerte; y con su familia salió
de Florencia ello de diciembre. Al paso por Mitan tuvo
vistascon Napoleon: alegrábase del feliz encuentro confian-
do hallar alivio á sus penas, mas en vez de consuelos solo
recibió nuevos desengaños. Y como si no bastase para opri-
mirla de dolor el impensado despojo del reino de su hijo,
acrecentó Napoleon los disgustos de la desvalida reina,
achacando la culpa del estipulado cambio al gobierno de
España. Es tambien de advertir que despues de abultarle
sobremanera lo acaecido en el Escorial, le aconsejó que
suspendiese su viaje, y aguardase en Turin ó Niza el fin
de aquellas disensiones; indicio claro de que ya entonces
no pensaba cumplir en nada lo quc dos meses antes habia
pactado en Fontainebleau. Siguió sin embargo la familia
de Parma, desposeida del trono de Etruria, su viaje á Espa-
ña , á donde iba á ser testigo y partícipe de nuevas desgra-
cias y trastornos. Así en dos puntos opuestos, yal mismo


Reina
de Etruría.




Carta
,!(, Carlos Pi
¡j Napoleón.


Dudas
de Napoleón


sobre
su conducta


respecto
de España.


40
tiempo, fueron despojadas (h~ sus tronos dos esclarecidas
estirpes: una quizá para siempre" otra para recobrarle con
mayor brillo y gloria.


Aun estaba en Milán Napoleon cuando contestó á una cal"
ta de Cárlos IV recibida poco antes, en la que le proponia
este monarca enlazar á su hijo Fernando con una princesa
de la familia imperial. Asustado, como hemos dicho, el
príncipe de la Paz con ver complicadoel nombre francés en
la causa del Escorial, parecióle oportuno mover al rey á dar
un paso que suavizara la temida indignacion del emperador
de los franceses. Incierto este en aquel tiempo sobre el mo-
do de enseñorearse de España, no desechó la propuesta,
antes bien la aceptó afirmando en su contestaeion no haber
nunca recibido carta alguna del príncipe de Asturias; di-
simulo en la ocasion lícito y aun atento. Debió sin duda
inclinarse entonces Bonaparte al indicado casamiento, ha-
biéndosele formalmente propuesto en ]}lántua á su hermano
Luciano , á quien también ofreció allí el trono de Portugal,
olvidándose ó mas bien burlándose de ]0 que poco antes
había solemnemente pactado, como varias veces nos lo ha
dado ya á entender con su conducta. Luciano ó por des-
vío, ó por no confiar en las palabras de Napoleon , no ad-
mitió el ofrecido cetro, mas no desdeñó el enlace de su
hija con el heredero de la corona de España , enlace que á
pesar de la repugnancia de la futura esposa, hubiera tenido
cumplido efecto si el emperador francés no hubiera altera-
do ó mudado su primitivo plan.


Llena empero de admiracion que en la importantísima
empresa de la península anduviese su prevenido ánimo tan
vacilante y dudoso. Una sola idea parece que hasta enton-
ces se habia grabado en su mente; la de mandar sin emba-
razo ni estorbos en aquel vasto país , confiando á su feliz
estrella ó á las circunstancias el conseguir su propósito y




41


acertar con los medios. Así á ciegas y con mas frecuencia
de lo que se piensa suele revolverse y trocarse la suerte de
las naciones.


De todos modos era necesario contar con poderosas fuer-
zas para el fácil logro de cualquiera plan que á lo último
adoptase. Con este objeto se formaba en Bayona el segun-
do cuerpo de observacion de la Girouda , en tanto que el
primero atravesaba por España. Constaba de 24000 hom-
bres de infantería, nuevamente organizada con soldados
de la conscripcion de 1808 pedida con anticipacion, y de
5~00 caballos sacados de los depósitos de lo interior de
Francia, con los que se formaron regimientos provisionales
de coraceros y cazadores. l\Iandaba en jefe el general Du-
pont, y las tres divisiones en que se distribuia aquel cuerpo
de ejército estaban á cargo de los generales Barbou, Vedel
y l\Ialher , y al del piamontés Fresia la caballería. Empezó
á entrar en España sin convenio anterior ni conformidad
del gabinete de Francia con el nuestro, con arreglo á lo
prevenido en la convencion secreta de Fontainebleau: in-
fraccion preeursora de otras muchas. Dupont llegó á Irun 22 tlc dicíemhre:


Dupont en rruu.
el 22 de diciembre, y en enero estableció su cuartel gene-
ral en Valladolid con partidas destacadas eamino de Sala-
manca, como si hubiera de dirigirse hácia los linderos de
Portugal. La conducta del nuevo ejército fué mas indiscre-
ta y arrogante que la del primero, y daba indicio de lo
que se disponia. Estimulaba con su ejemplo el mismo ge-
neral en jefe, cuyo comportamiento tocaba á veces en la
raya del desenfreno. En Valladolid echó por fuerza de su
habitacion á los marqueses de Ordoño en cuya casa aloja-
ba, y al fin se vieron obligados á dejársela toda entera á
su libre disposicion : tal era la dureza y malos tratos, ma-
yormente sensibles por provenir de quien se decia aliado,
y por ser en UII país eu donde era transcurrido un siglo




• de enero:
entrada del


cuerpo
de Moncey.


Publicaciones
del Monitor:
,. de enero


de 1808.


42
con la dicha de no haber visto ejército enemigo, con cuyo
nombre en adelante deberá calificarse al que los franceses
habían metido en España.


No se habian pasado los primeros dias de enero sin que
pisase su territorio otro tercer cuerpo compuesto de 25000
hombres de infantería y 2700 caballos, que habia sido for-
mado de soldados bisoños, trasladados en posta á Burdeos
de los depósitos del norte. Principió á entrar por la fronte-
ra el 9 del mismo enero, siendo capitaneado por el maris-
cal Moncey, y con el nombre de cuerpo de observacion de
las costas del Océano: era el general Harispe jefe de esta-
do mayor; mandaba la caballería Groucbi, y las respectivas
divisiones Musnier de la Converserie, Morlot y Gobert.
Prosiguió su marcha basta los lindes de Castilla, como si
no hubiera hecho otra cosa que continuar por provincias
de Francia, prescindiendo de la anuencia del gobierno es-
pañol, y quebrantando de nuevo y descaradamente los
conciertos y empeños con él contraídos,


Inquietaba á la corte de Madrid la conducta extraña é
inexplicable de su aliado, y cada dia se acrecentaba su
sobresalto con los desaires que en Paris recibían Izquierdo
y el embajador príncipe de Maserano. Napoleon dejaba
ver mas á las claras su premeditada resolucion , y á veces
despreciando altamente al príncipe de la Paz, censuraba
con acrimonia los procedimientos de su administracion.
Desatendia de todo punto sus reclamaciones, y respon-
diendo con desden al manifestado deseo de que se mudase
al embajador Beauharnais á causa de su oficiosa diligencia
en el asunto del proyectado casamiento, dió por último en
el Monitor de 24 de enero un auténtico y público testimo-
nio del olvido en que habia echado el tratado de Fontai-
nebleau y al mismo tiempo dejó traslucir las tramas que
contra Bspaña urdia. Se insertaron pues en el diario de




45
oficio dos exposiciones del ministro Champagny, una atra-
sada del 21 de octubre, y otra mas reciente del 2 de enero
de aquel año. La primera se publicó, digámoslo así, para
servir de introducción á la segunda, en la que despues de
considerar al Brasil como colonia inglesa, y de congratu-
larse el ministro de que por lo menos se viese Portugalli-
hre del yugo y fatal influjo de los enemigos del continen-
te, concluia con que intentando estos dirigir expediciones
secretas hácia los mares de Cádiz , la península entera fija-
ria la atencion de S. ]}l. I. Acompañó¡á las exposiciones
un informe no menos notable del ministro de la Guerra
Clarke con fecha de 6 de enero. en el que se trataba de
demostrar la necesidad de exigir la conscripcion de 1809
para formar el cuerpo de observacion del Océano, sobre el
que nada se habia hablado ni comunicado anteriormente
al gobiernoespañol: inútil es recordar que el sumiso sena-
-do de Francia concedió pocos días despues el pedido alis-
tamiento. Puestas de manifiesto cada vez mas las torcidas
intenciones del gabinete de Saint-Cloud, llegamos ya al
estrecho en que todo disfraz y disimulo se echó á un lado,
y en que cesó todo género de miramientos.


En 10 de febrero hizo Junot saber al público por medio
de una proclama ( que la casade Braganza había cesado de
» reinar, y que el emperador Napoleón habiendo tomado
» bajo su proteccion el hermoso pais de Portugal, queria
» que fuese administrado y gobernado en su totalidad á
» nombre suyo y por el general en jefe de su ejército. ))
Así se desvanecieron los sueños de soberanía del deslum-
brado Godoy, y se frustraron á la casa de Parma las es-
peranzas de una justa y debida indemnizaeion, Jünot se
apoderó del mando supremo á nombre de su soberano,
extinguió la regencia elegida por el príncipe don Juan an-
tes de su embarco, reemplazándola con un consejo de re-


l' de, rebrero
de 180S:


proclama de
Junot.


Forma
nueva regencia


de que se
nombra


presidente.




Gravosa
contríhuclon


cxrrnordmarta.


44
gencia de que el mismo era presidente. Y para colmar' de
amargura á los portugueses y aumentar, si era posible, Sil
descontento, publicó en el mismo día un decreto de Napo-
leon , dado en :Milan á 25 de diciembre, por el que se im-
ponia á Portugal una contribueion extraordinaria de guer-
ra de 100 millonesde francos, comoredencion, decia, de
todas las propiedades pertenecientes á particulares; se se-
cuestraban tambien todos los bienes y heredamientos de la
familia real, y de los hidalgos que hahian seguido su suer-
te. Con estas arbitrarias disposiciones trataba :í Portugal,
que no había hecho insulto ni resistencia alguna, como
pais conquistado, y le trataba con dureza digna de la edad
media. Gravar extraordinariamente con 100 millones de
francos á un reino de la extension y riqueza de Portugal,
al paso que con la adopcion del sistema continental se le
privaba de sus principales recursos, era lo mismo que de-
cretar su completa ruina y aniquilamiento. No ascendía
probablemente á tanto la moneda que era necesaria para
los cambios y diaria circulacion , y hubiera sido material-
mente imposible realizar su pago si Junot , convencido de
las insuperablesdificultades que se ofrecian para su pronta
é inmediata exaccion , no hubiera fijado plazos, y acordado
ciertas é indispensables limitaciones. De ofensa mas bien
que de suave consuelo pudiera graduarse el haber trazado
al márgen de destructoras medidas un cuadro lisonjero de
la futura felicidad de Portugal, con la no menos halagüeña
esperanza de que nuevosCamoens nacerian para ilustrar el
Parnaso lusitano. A poder reanimarse las muertas cenizas
del cantor de Gama, solo hubieran tomado vidapara alen-
tar á sus compatriotas contra el opresor extrangero, y para
excitarlos vigorosamente á que no empañasencon su sumi-
sion las inmortales glorias adquiridas por sus antepasados
hasta en las regiones mas apartadas del mundo.




Todavía no había llegado el oportuno momento de que
el noble orgullo de aquella naeion abiertamente se decla-
rase; pero queriendo con el silencio expresar de un modo
significativo los sentimientos que abrigaba en su generoso
pecho, tres fueron los solos habitantes de Lisboa que ilu-
minaron sus casas en celebridad de la mudanza acaecida.


Los temores que á Junot infundía la injusticia de sus
procedimientos, le dictaron acelerar la salida de las pocas
y antiguas tropas portuguesas que aun existian , y forman-
do de ellas una corta division de apenas 10000 hombres,
dió el mando al marqués de Aloma, y no se habia pasado
un mes cuando tomaron el camino de Valladolid. Gran nú-
mero desertó antes de llegar á Sil destino.


Clara ya y del todo descubierta la política de Napoleón
respecto de Portugal, disponían en tanto los fingidos alia-
dos de España dar al mundo una señalada prueba de ale-
vosía. Por las estrechuras de Roncesvalles se encaminó há-
cia Pamplona el general d'Armagnac con tres batallones, y
presentándose repentinamente delante de aquella plaza, se
le permitió sin obstáculo alojar dentro sus tropas: no con-
t.ento el francés con esta demostracion de amistad y con-
ñanza , solicitó del virey marqués de Vallesantoro meter
en la ciudadela dos batollones de suizos, socolor de tener
recelos de su fidelidad. Negóse á ello el vireyalegando que
no le era licito acceder á tan grave propuesta sin autori-
dad de la corte: adecuada contestacion y digna del debido
elogio, si la vigilancia hubiera correspondido á lo que re-
queria la crítica situación de la plaza. Pero tal era el des-
cuido , tal el incomprensible abandono, que hasta dentro
de la misma ciudadela iban todos los dias los soldados fran-
eeses á buscar l'US raciones, sin que se tomasen ni las co-
munes precauciones de tiempo de paz. No así desprevenido
pi ¡,(ent'ral d i\rmagnae se habia de antemano hospedado


1~il\' lu
;j Fr:lllrin


nn.: {~l\'isioll
11(lrr1IgTlPSfl.




<6 de febrero:
toma


de la ciudadela
de Pamplona.


46
en casa del marqués de Vesolla , porque situado aquel edi-
ficio al remate de la esplanada y en frente de la puerta
principal de la ciudadela, podia desde allí con mas facili-
dad acechar el oportuno momento para la ejecucion de su
alevoso designio. Viendo frustrado su primer intento con
la repulsa del virey, ideó el francés recurrir á un vergon-
zoso ardid. Uno á uno y con estudiada disimulacion man-
dó que en la noche del 1a al 16 de febrero pasasen con
armas á su posada cierto número de granaderos, al paso
que en la mañana siguiente soldados escogidos, guiados
bajo disfraz por el jefe de batallon Robert, acudieron á la
ciudadela á tomar los víveres de costumbre. Nevaba, y ba-
jo pretexto de aguardar á su jefe empezaron los últimos á
divertirse tirándose unos á otros pellas de nieve: distraje-
ron con el entretenimiento la atencion de los españoles, y
corriendo y jugando de aquella manera se pusieron algunos
sobre el puente levadizo para impedir que le alzasen. A po-
co y á una señal convenida se abalanzaron los restantes al
cuerpo de guardia, desarmaron á los descuidados centine-
las, y apoderándose de los fusiles del resto de la tropa co-
locados en el armero, franquearon la entrada á los grana-
deros ocultos en casa de d' Armagnac, á los que de cerca
siguieron todos los demas, La traieion se ejecutó con tanta
celeridad que apenas habia recibido la primera noticia el
desavisado virey, cuando ya los franceses se habian del to-
do posesionado de la ciudadela. D'Armagnac le escribió
entonces, á manera de satisfaccion , un oficio en que al
paso que se disculpaba con la necesidad, lisonjeábase de
que en nada se alteraría la buena armonía propia de dos
fieles aliados: género de mofa con que hacia resaltar su
fementida conducta.


Entra Dubesme Por el mismo tiempo se babia reunido en los Pirineos
en Cataluña. • 1 li ., 1 t "1" forienta es una (IVISlOn (e ropas Ita lanas y rancesas, com-




47
puesta de 11000 hombres de infantería y 1700 de caballe-
ría: en 4 de febrero tomó en Perpiñan el mando el general
Duhesme , quien en sus memorias cuenta solo disponibles
7000 soldados: á sus órdenes estaban el general italiano
Lecchi y el francés Chabran. A pocos dias penetraron por
la Junquera dirigiéndose á Barcelona con intento, decian,
de proseguir su viaje á Valencia. Antes de avistar los muros
de la capital de Cataluña recibió Duhesme una intimacion
del capitán general conde de Ezpeleta ,sucesor por aque-
llos dias del de Santa Clara, para suspender su marcha
hasta tanto que consultaseá la corte. Completamente igno-
raba esta el envío de tropas por el lado oriental de España,
ni el embajador francés habia siquiera informado de la no-
vedad, tanto mas importante cuanto Portugal no podia
servir de capa á la reciente expedicion. Duhesme léjos de
arredrarse con el requerimiento de Ezpeleta, contestó de
palabra con arrogancia que á todo evento lIevaria á cabo
las órdenes del emperador, y que sobre el capitan general
de Cataluña recaeria la responsabilidad de cualquiera desa-
venencia. Celebró un consejo el conde de Ezpeleta, y en él
se acordó permitir la entrada en Barcelona á las tropas
francesas. Así lo realizaron el 15 de aquel mes quedando
no obstante en poder de la guarnicion española Monjuich
y la ciudadela. Pidió Duhesme que en prueba de buena
armonía se dejase á sus tropas alternar con las nacionales
en la guardia de todas las puertas. Falto de instrucciones
y temeroso de la enemistad francesa accedió Ezpeleta con
harta si bien disculpable debilidadá la imperiosa demanda,
colocando Duhesme en la puerta principal de la misma
ciudadela una compañía de granaderos, en cuyo puesto
habia solamente 20 soldados españoles. Pesaroso el capi-
tan general de haber llevado tan allá su condescendencia,
rogó al francés que retirase aquel piquete; pero muy otras


Llega
á Barcelona.




28 de f{'hrrrn:
sorpresa


lk la r:iwladela
dI-' Ui-Ircdona.


48
eran las intenciones del último, no contentándose ya con
nada menos que con la total ocupaciou. Andaba tambien
Duhesme mas receloso á causa de la llegada á Barcelona
del oficial de artillería don Joaquin Osrna I á quien suponia
enviado con especial encargode que se velase por la eonser-
vacion de la plaza, probable conjetura en efecto si en Ma-
drid hubiera habido sombra de buen gobierno; mas era tan
al contrario, que Osma habia sido comisionado para facili-
tar á los aliados cuanto apeteciesen, y para recomendar !a
buena armoníay mejor trato. Solo se le insinuó en instruc-
cion verbal que procurase de paso indagar en las conver-
saciones con los oficiales cuál fuese el verdadero objeto de
la expedicion, como si para ello hubiera habido necesidad
de correr hasta Barcelona, y de despachar expresamente
un oficial de explorador.


Trató en fin Duhesme de apoderarse por sorpresa de la
ciudadela y de Monjuich el 28 de febrero: fué estimulado
con el recibo aquel mismo diade una carta escrita en Paris
por el ministro de la Guerra, en la que le suponía dueño
de los fuertes de Barcelona; tácito modo de ordenar lo
que á las claras hubiera sido inicuo y vergonzoso. Para
adormecer la vigilancia de los españoles esparcieron los
franceses por la ciudad que se les habia enviado la órden
de continuar su camino á Cádiz, mentirosa voz que se ha-
cia mas verosimil con la llegada del correo recibido. Dijeron
tambien que antes de la partida debían revistar las tropas,
y con aquel pretexto las juntaron en la esplanada de la
ciudadela, apostando en el camino que de allí va á la
Aduana un batallan de vélites italianos, y colocando la
demas fuerza de modo" que llamasehácia otra parte la aten-
cion de los curiosos. Hecha la reseña de algmios cuerpos
se dirigió el general Lecchi, con grande acompañamiento
de estado mayor, del lado de la puerta principal de la ciu-




4H
dadela , y aparentando comunicar órdenes al oficial de
guardia se detuvo en el puente levadizo para dar lugar á
que los vélites, cuya derecha se había apoyado en la mis-
ma estacada, avanzasen cubiertos por el rebellin que de-
fiende la entrada: ganaron de este modo el puente emba-
razado COIl los caballos, después de haber arrollado al
primer centinela, cuya voz íué apagada por el ruido de los
tambores franceses que en las bóvedas resonaban. Entonces
penetró Lecchi dentro del recinto principal con su nume-
rosa comitiva, le siguió el batallan de vélites y la compa-
ñía de granaderos, que ya de antemano montaba la guardia
en la puerta principal, reprimió á los 20 españoles , obliga-
dos á ceder al número y á la sorpresa: cuatro batallones
franceses acudieron despues á sostener al que primero ha-
bia entrado á hurtadillas, y acabaron de hacerse dueños de
la ciudadela. Dos batallones de guardias españolas y walo-
nas la guaruecian: pero llenos de confianza oficiales y sol-
dados habían ido á la ciudad á sus diversas ocupaciones, y
cuando quisieron volver á sus puestos encontraron resis-
tencia en los franceses, quienes al fin se lo permitieron
después de haber tornado escrupulosas precauciones. Los
españoles pasaron luego la noche y casi todo el siguiente
dia formados enfrente de sus nuevos y molestos huéspedes;
é inquietos estos con aquella hostil demostracion, lograran
que se diese órden á los nuestros de acuartelarse fuera, y
evacuar la plaza. Santilly comandante español así que vió
tan desleal proceder, se presentó á Lecchi como prisione-
ra de guerra, quien osando recordarle la amistad y alianza
de ambas naciones, al mismo tiempo que arteramente que-
brantaba todos los vínculos, le recibió con esmerado aga-
sajo.


Entretanto y á la hora en que parte de la guarnicion
hahia bajado á la ciudad , otro cuerpo francés avanzaba há-


TOM. lo


~orprf'~a
de lUolljuich:


as de rebrt~'¡'o.




~o
cia Monjuich. La situación elevada y descubierta de este
fuerte impidió á los extrangeros tocar sin ser vistos el pié
de los muros. Al aproximarse se alzó el puente levadizo, y
en balde intimó el comandante francés Floresti que se le
abriesen las puertas: allí mandaba don Mariano Alvarez.
Desconcertado Duhesme en su doloso intento recurrió á
Ezpeleta, y poniendo por delante las órdenes del empera-
dor le amenazó tomar por fuerza lo que de grado no se le
rindiese. Atemorizado el eapítan general ordenó la entrega:
dudó Alvarez un instante; mas la severidad de la disciplina
militar, y el sosiego que todavía reinaba por todas partes,
le forzaron á obedecer al mandato de su jefe. Sin embargo
habiéndose conmovido algun tanto Barcelona con la alevo-
sa ocupacion de la ciudadela, se aguardó á muy entrada la
noche para que sin riesgo pudiesen los franceses entrar en
el recinto de l\'Ionjuich.


Irritados á lo sumo con semejantes y repetidas perfidias
los generosos pechos de los militares españoles, se toma-
ron esquisitas providencias para evitar un compromiso, y
dejando en Barcelona á las guardias españolas y walonas
con la artillería, se mandó salir á Villalranca al regimiento
de Extrernadura.


,. de marzo: Al paso por Figueras habia Duhesme dispuesto que se
ocupacion d . 11' 1 d 1 1 .de San .Fernando . etuviese a 1 a guna e su gente, a egaIH o especiosos pre-


de Pígueras. . d . di h 1textos. Durante mas e un mes permanecieron IC os so -
dados tranquilos, hasta que ocupados todos los fuertes de
Barcelona trataron de apoderarse de la ciudadela de San
Fernando con la misma ruin estratagema empleada en las
otras plazas. Estando los españoles en vela acudieron á
tiempo á la sorpresa y la impidieron; mas el gobernador
anciano y tímido dió permiso dos días después al mayor
Piat para que encerrase dentro 200 conscriptos , bajo cuyo
nombre metió el francés soldados escogidos, los cuales con




;)1
otros que á su sombra entraron se enseñorearon de la plaza
el 18 de marzo, despidiendo muy luego el corto número
de españoles que la guarnecían.


Pocos días entes habia caído en manos de los falsos ami- 5 de marzo:
entrezu


gos la plaza de San Sebastian: era su gobernador el briga- lleSan SebOastian.
dier español Daiguillon, y comandante del fuerte de Santa
Cruz el capitan Douton. Advertido aquel por el consul de
Bayona de que Murat gran duque de Berg le había indica-
do en una conversacion cuán conveniente seria para la se-
guridad de Sil ejército la ocupaeion de San Sehastian , dio
parte de la noticia al duque de 1\Iahon comandante general
de Guipúzcoa , recien llegado de ¡Uadrid. Inmediatamente
consultó este al príncipe de la Paz, y antes de que hubiera
habido tiempo para recibir contestacíon , el general Mon-
thion jefe de estado mayor de 3Imat escribió á Daiguillon
participándole cómo el gran duque de Berg habia resuelto
que los depósitos de infantería y caballería de los cuerpos
que habian entrado en la península se trasladasen de Rayo-
na á San Sehastian , y que fuesen alojados dentro, debien-
do salir para aquel destino del 4 al 5 de marzo. Apenas
habia el gobernador abierto esta carta cuando recibió otra
del mismo jefe avisándole que los depósitos, cuya fuerza
ascenderia á 550 hombres de infantería y 70 de caballería,
saldrían antes de 10 que habia anunciado. Comunicados
ambos oficios al duque de Mahon , de acuerdo con el go-
bernador y con el comandante del fuerte, respondió el
mismo duque rogando al de Berg que suspendiese su teso-
lucion hasta que le llegase la contestacion de la corte, y
ofreciendo entretanto alojar con toda comodidad fuera de
la plaza y del alcance del caüon los depósitos de que se
trataba. Ofendido el príncipe francés dc la inesperada ne-
gativa escribió por sí mismo en 4 de marzo una carta altiva
y amenazadora al duque de J\Iahou , quien no desdiciendo




52
entonces de la conducta propia de un descendiente de Cri-
llon, replicó dignamente y reiteró su primera respuesta.
Grande sin embargo era su congoja y arriesgada su posi-
cion , cuando la flaca condescendencia del príncipe de la
Paz, y la necesidad en que había estrechado á este su cul-
pable ambicion, sacaron á todos los jefes de San Sehastian
de su terrible y crítico apuro. Al márgen del oficio que en
consulta se le había escrito puso el generalísimo Godoy de
su mismo puño, fecha;') de marzo (( que ceda el goberna-
» dar la plaza, pues no tiene medio de defenderla; pero
» que lo haga de un modo amistoso segun lo han practi-
» cado los de las otras plazas, sin que para ello hubiese
» ni tantas razones ni motivos de excusa como en San Se-
» hastian.. De resultas ocupó con los depósitos la plaza y
1'1 puerto el general Thouvenot.


He aquí el modo insidioso con que en medio de la paz
y de una estrecha alianza se privó á España de sus plazas
mas importantes: perfidia atroz, deshonrosa artería en
guerreros envejecidos en la gloriosa profesion de las armas,
agena é indigna de una nacion grande y belicosa. Cuando
leemos en la juiciosa historia de Coloma el ingenioso ardid
con que Fernando Tello Portocarrero sorprendió á Amiens,
notamos en la atrevida empresa agudeza en concebirla,
bizarría en ejecutarla y loable moderacion al alcanzar el
triunfo. La toma de aquella plaza, llave entonces de la
frontera de Francia del lado de la Picardía, y cuya sürpre-
sa , segun nos dice Sully, oprimió de dolor á Enrique IV,
era legítima: guerra encarnizada andaba entre ambas na-
ciones, y era lícito al valor y á la astucia buscar laureles
que no se habian de mancillar con el quebrantamiento de
la buena fé y de la lealtad. El bastardo proceder de los ge-
nerales franceses no solo era escandaloso por el tiempo y
por el modo, sino que tambien era tanto menos disculpa-




1 rlo Iebroro:
6rnen llOra que


la escuadra
de Cartagena


vaya á Tolon.


55
hle cuanto era menos necesario. Dueño el gobierno francés
de la débil voluntad del de Madrid, le hubiera bastado una
mera insinuacion , sin acudir á la amenaza, para conseguir
del obsequioso y sumiso aliado la entrega de todas las pla-
zas, como lo ordenó con la de San Sebastiano


Tampoco echó Napoleón en olvido la marina, pidiendo
con ahinco que se reuniesen con sus escuadras las españo-
las. En consecuencia dióse el 7 de febrero la órden á don
Cayetano Valdés, que en Cartagena mandaba una fuerza
de seis navíos, de hacerse á la vela dirigiendo su rumbo á
Tolon, Afortunadamente vientos contrarios, y, segun se
cree, el patriótico zelo del comandante, impidieron el cum-
plimiento de la órden , tomando la escuadra puerto en las
Baleares.


Hechos de tal magnitud no causaron en las provincias
lejanas de Espana irnpresion profunda. Ignorábanse en ge-
neral , ó se atribuían á amaños de Godoy: lo dificultoso y
escaso de las comunicaciones, la servidumbre de la impren-
ta, y la extremada reserva del gobierno no daban lugar á que
la opinion se ilustrase, ni á que se formase juicio acertado
de los acaecimientos. En dias como aquellos recoge el po-
der absoluto con creces los frutos de su imprevision y des-
afueros. Tambien los pueblos, si no son envueltos en su
ruina, al menos participan bastantemente de sus desgracias;
como si la Providencia quisiera castigarlos de su indolencia
y culpable sufrimiento.


Por lo demasla corte estaba muy inquieta, y se asegura que Desasosiega
r • , • • de la


el prmclpe de la Paz fue de los que pnmero se convencieron corte de I\Iadrid.
de la mala Ié de Napoleon y de sus depravados intentos:
disfrazábalos sin embargo este, ofreciendo á veces en su
conducta una alternativa hija quizá de su misma vacilacion
é incertidumbre; pues al paso que proyectaba y ponia en Conduela


ambigua depráctica hacerse dueño de todo Portugal y de las plazas de Napoleon ,




Scln-esalto
del prmcípe


de la Paz.


Lleruda
á U~drid


de Izqníerdo,


(Ap. n, ll.)


la frontera sin miramiento á tratados ni alianzas, no solo
regalaba á Cárlos IV en los primeros dias de febrero, en
prueba de Sil íntima amistad, quince caballos de coche,
sino que asimismole escribía amargas quejas por no haber
reiterado la peticion de una esposa imperial para el princi-
pe de Ast1ll'ias: y si bien no era union esta apetecible para
Godoy, por lo menosno indicaba Bonaparte con semejante
demostracion querer derribar del trono la estirpe de los
Borbones. Dudas y zozobras asaltaban de tropel la mente
del valido, cuando la repentina llegada por el mes de fe-
brero de su confidente don Eugenio Izquierdo acabó de
perturbar su ánimo. En la numerosa corte que le tributaba
continuado y lisonjero incienso, prorumpia en expresiones
propias de un hombre desatentado y descompuesto. Habla-
ba de su grandeza, de su poderío; usaba de palabras poco
recatadas, y parecía presentir la espantosa desgracia que
comoen sombra ya le perseguía. Interpretábase de mil ma-
neras la apresurada venida de Izquierdo, y nada por en-
tonces pudo traslucirse, sino que era de tal importancia, y
anunciadora de tan malas nuevas, que los reyes y el priva-
do despavoridos preparábanse á tomar alguna impensada y
extraordinaria resolucion.


Por una nota que despues en .24 de marzo escribió Iz-
quierdo, * y por lo que hemos oido á personas con él co-
nexionadas, podernos fundadamente inferir que su mision
ostensible se dirigía á ofrecer de un modo informal ciertas
ideas al exámendel gobierno español. y á hacer sobre ellas
varias preguntas; pero que el verdadero objeto de Napo-
leou Iué infundir tal miedo en la corte de Madrid , que la
provocase á imitar á la de Portugal en Sil partida, resolu-
cían que le desembarazaba del engorroso obstáculo de la fa-
milia real, y le abria fácil entrada para apoderarse sin resis-
tencia del vacaute y desamparado trono español. Las ideas




y preguntas arriba indicadas fueron sugeridas por Napoleon
y escritas por Izquierdo. Reducíanse con corta variacion á
las que el mismo extendió en la nota antes mencionada de
24 de marzo, y que recibida después del levantamiento de
Aranjuez, cayó en manos de los adversarios de Godoy.
Eran pues las proposiciones en ella contenidas: 1.a Co-
mercio libre para españoles y franceses en sus respectivas
colonias. ~. a Trocar las provincias del Ebro allá con Portu-
gal, cuyo reino se daría en indemnizacion á España. 5.a Un
nuevo tratado de alianza ofensiva y defensiva. 4.a Arre-
glar la sucesión al trono de España: y a.a Convenir en el
casamiento del príncipe de Asturias con una princesa im-
perial: el último artículo no debía formar parte del tra-
tado principal. Es inútil detenerse en el exámen de estas
proposiciones que hubieran ofrecido materia á reflexiones
importantes, si hubieran sido objeto de algun tratado ó
seria discusion. Admirano obstante la confianza ó mas bien
el descaro con que se presentaron sin hacerse referencia al
tratado de Fontainehleau , para cuya entera anulacion no
habia España dado ni ocasion ni pretexto. La mision de Iz- 8a10 Izquierdo


. dui 1d d f 1 d el 'Q de marzoquierdo pro uJO e eseat o e ecto; y aunque e 10 e marzo para París.
salió para Paris con nuevas instrucciones y carta de Cár-
los IV, habíanse ya perdido las esperanzas de evitar el
terrible golpe que amenazaba.


El gobierno francés no habia interrumpido el envío su- Tropas francesas
.. que contwuaron


cesivode tropas y oficiales , y en el mes de marzo se formó 8ntrandy
en Espana.


un nuevo cuerpo llamado de observacion de los Pirineos
occidentales que ascendia á 19000 hombres, sin contar con
6000 de la guardia imperial, en cuyo número se distinguian
mamelucos, polacos y todo género y variedad de uniformes
propios á excitar la viva imaginacion de los españoles. Se en-
comendó esta fuerzaal mando de Bessieresduque de Istria:
parte de los cuerpos se acabaron de organizar dentro de la




Piensa la corte
de nIadrid


en partir para
Andalucía.


56
península , y era continuado ~1I movimiento y ejercicio.


Habia ya en el corazon de España, aun no incluyendo
los de Portugal, 100000 franceses, sin que á las claras se
supiese su verdadero y determinado objeto, y cuya entra-
da, segun dejamos dicho, había sido contraria á todo lo
que solemnemente se había estipulado entre ambas nacio-


}Iun,t nombrado nes, Faltaban á los diversos cuerpos en que estaba distri-
general en Jefe
delr;!le[éc~to buido el ejército francés un general en jefe, y recayó la
en Españo. eleccion en 11lurat, gran duque de Berg, con título de lu-


garteniente del emperador, de quien era cuñado. Llego á
Bayona en los primeros dias de marzo, solo y sin acompa-
ñamiento; pero le habian precedido y le seguian oficiales
sueltos de todas graduaciones, quienes debian encargarse
de organizar y disciplinar los nuevos alistados que conti-
nuamente se remitían á España. Llegó n'Iurat á Burgos 1'115
de marzo, y en aquel dia dió una proclama á sus solda-
dos « para que tratasen á los españoles, nacion por tantos
» títulos estimable, como tratarían á los franceses mismos;
» queriendo solamente el emperador el bien y felicidad
» de España.»


Tantas tropas y tan numerosos refuerzos que cada dia se
internaban mas y mas en el reino; tanta mala fé y quebran-
tamiento de solemnes promesas, el viaje de Izquierdo y sus
temores; tanto cúmulo en fin de sospechosos indicios im-
pelieron á Godoy á tomar una pronta y decisiva resolucion.


Providencias Consultó con los reyes y al fin les persuadió lo urgente que
que toma.


era pensar en trasladarse del otro lado de los mares. Pareció
antes oportuno, como paso prévio , adoptar el consejo dado
por el príncipe de Castel-Franco de retirarse á Sevilla, desde
donde con mas descanso se pondrian en obra y se dirigirian
los preparativos de tan largo viaje. Para remover todo gé-
nero de tropiezos Re acordó formar un campo en Talavera,
y se mandó á Solano que de Portugal se replegase sobre




57
Badajoz. Estas fuerzas con las qu(' se sacarían de Madrid,
dehian cubrir el viaje de SS. JHM. , Y contener cualquiera
movimiento que los franceses intentaran para impedirlo.
Tamhien se mandó á las tropas de Oporto, cuyo digno ge-
neral Taranco había fallecido allí de un cólico violento, que
se volviesen á Galicia; y se ofició á Junot para que permi-
tiese á Carrafa dirigirse con sus españoles hacia las costas
meridionales, en donde los ingleses amenazaban desembar-
cal'; artificio, por decirlo tle paso. demasiado grosero para
engañar :JI general francés. Fue igualmente muy fuera de
propósito enviar á Dupont un oficial de estado mayor para
exigirle aclaracion de las órdenes que habia recibido, como
si aquel hubiera de comunicarlas, y como si en caso de
contestar con altanería estuviera el gobierno español en
situacion de reprimir y castigar su insolencia.


Tales fueron las medidas preliminares que Godoy miró
como necesarias para el premeditado viaje; pero inespera-
dos trastornos desbarataron sus intentos, desplomándose
estrepitosamente el edificio de su valimiento y grandeza.


--"""~






RESUMEN


DEL


LIBRO SEGUNDO.


PRIMEROS indicios del viaje de la corte. - Orden para que la guarni-
cion de JUadrid pase á Aranjuez. - Proclama de Cárlos IV de 16 de
marzo. - Conducta del embajador de Francia y de ])Iurat. - Síntomas
de una conmociono - Primera conmocion de Aranjuez. - Decreto de
Cárlos IV: prision de don Diego Godoy. - Continúa la agitacion y te-
mores de otra conmociono - Segunda conmocion de Aranjuez. - Pri-
sion de Godoy. - Retrato de Godoy. - Tercer alboroto de Aranjuez.
-Abdicacion de Cárlos IV el 19 de marzo. - Conmocion de lUadrid
del19 y 20 de marzo.- Alborotos de las provincias. - Juicio sobre la
abdicacion de Cárlos IV. -lUinistros del nuevo monarca. - Escóiquiz.
- El duque del Infantado. - El duque de San Cárlos. - Primeras
providencias del nuevo reinado, - Proceso del príncipe de la Paz y de
otros, 23 de marzo. - Grandes enviados para obsequiar á Murat y á
Napoleon. -Avanza Murat hácia JUadrid.-Entrada de Fernando en
JUadrid en 24 de marzo. - Conducta impropia de Mural. - Opinion de
España sobre Napoleon. - Juicio sobre la conducta de Napoleon.-
Propuesta de Napoleon á su hermano Luis. - Correspondencia entre
JUurat y los reyes padres. - Juicio sobre la protesta. - Siguen los
tratos entre JUurat y los reyes padres. - Desasosiego en Madrid.-




60
Llega Escóiquiz á í\'Iadrid en 28 de marzo.- Fernan Nllliez en Toms.-·
Entrega de la espada de Francisco I. - Carta de Napoleon á l\Iurat. -
Viaje del infante don Cárlos. -Lkgada á Madrid del general Savary.
- Aviso de Hervas. - 10 de abril: salida del rey para BUl'gos.- Noui-
bramiento de una junta suprema. - Sobre el viaje del rey. -Llega el
rey el 12 de abril á Burgos, - Llega á Vitoria el 1'J. - Escribe Fer-
nando á Napoleon: contesta este en 17 de abril.·- Seguridad que da
Savary. - Tentativas ó proposiciones para que el rey se escape.-
Proclama al partir el rey de Vitoria. - Sale de Vitoria el19 de abril.
- 20 de abril: entrada del rey en Bayona. - Sigue la correspondencia
entre iVlurat y los reyes padres. -Pasan los reyes padres al Escorial.
- Entrega de Godoy en 20 de abril.- Quejas y tentativas de i\lul'at.-
Reclama Cárlos IV la corona, y anuncia su viaje á Hayoua. - Inquie-
tud en ¡Uadrid, - Alboroto en Toledo. - En Burgos. - Conducta alta-
nera de IUurat. - Conducta de la junta, y medidas que propone.--
Creacion de una junta que la sustituya. - Llegada á 1\Iadrid de don
Justo Ibarnavarro. - Posicion de los franceses en ¡Uadrid.- Revista de
mural. - Pide la salida para Francia del infante don Francisco y reina
de Etruria. - '.2 de mayo. - Salida de los infantes para Francia el 3 y
el 4. - Llega Napoleon á Bayona. - Se anuncia á Fernando que re-
nuncie. - Conferencias de Escóiquiz y Ccvallos. - Llegada de Cár-
los IV á Bayona.- Come con Napoleon. - Comparece Fernando de-
lante de su padre. - Condiciones de Fernando para su renuncia. -No
se conforma el padre. - Comparece por segunda vez Fernando delante
de su padre. - Renuncia Cárlos IV en Napoleon. - Cárlos IV y l\Iaría
Luisa. - Renuncia de Fernando como príncipe de Asturias. - La reina
de Etruria. - Planes de evasíon. - Se interna en Francia á la familia
real de España. - Inaccion de la junta de JUadrid. - JUurat presidente
de la junta. - Equívoca conducta de la jnnta.- Napoleon piensa dar la
corona de España á José. - Diputación de Bayona. _.- l\Iedidas de pre-
caución de Murat.




HISTORIA
DEL


U:V..\.NTAllIIENTO., GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.
..-=s.~-


I.AIBRO SEGlJNDO.


Los habitadores de España alejados de los negocios públi-
cos, y gozando de aquella aparente tranquilidad propia de
los gobiernos despóticos, estaban todavía ajenos de pre-
veer la avenida de males que, rebalsando en su suelo como
en campo barbechado, iban á cubrirle de espantosas ruinas.
l\ladrid sin embargo 3gitado ya con voces vagas é inquieta-
doras, creció en desasosiego con los preparativos que se
notaron de largo viaje en casa de doüa Josefa Tudó, par-
ticular amiga del príncipe de la Paz, y con la salida de este
para Aranjuez el día 15 de marzo. Sin aquel incidente no
hubiera la última ocurrencia llamado tanto la atencion,
teniendo el valido por costumbre pasar una semana en flla-
drid , y otra en el sitio en que habitaban ss. 11M. , quienes
de mucho tiempo atrás se detenían solamente en la capital


Primeros
indicios del


viaje delacorte.




62
dos mesesdel año, y aun en aquel al trasladarse en diciem-
bre del Escorial á Aranjuez, no tomaron allí su habitual
descanso, retraídos por el universal disgusto á que había
dado ocasion el proceso del príncipe de Asturias.


Vióse muy luego cuán fundados eran los temores púhli-
cos , porque al llegar al sitio el príncipe de la Paz, y des-
\lue~ de "abe,r couf'e,re,nc\ado con \mi TI.',J'''''\', , \\\\\l\\ü6 Cfw-
\os 1'v a\os ministros oe\ ñespacno Ia determinacion de


Orden paro, retirarse á Sevilla. A pesar del sigilo con que se quisieron
que la guarmcion Ias nri di .. l .. hide.nladrid tomar as pnmeras IspOSIClOnes, se tras UCIO ien pronto
pase a AranJuez. • 1


el proyectado viaje , y acabaron de cobrar fuerza las voces
esparcidas con las órdenes que se comunicaron para que la
mayor parte de la guarnicion de Madrid se trasladase á
Aranjuez. Prevenido para su cumplimiento el capitán gene-
ral de Castilla la Nueva don Francisco Javier Negrete, se
avistó CIlla mañana dcl16 con el gobern;¡dor del Consejo el
coronel don Carlos Velasco, dándole cuenta de la-salida de
las tropas en todo aquel dia, en virtud de un decreto del gP-
neralísimo almirante; y previniéndole al propio tiempo de
parte del mismo publicar un bando que calmase la turba-
cion de los ánimos. No bastándole al gobernador la orden
verbal, exigió de don Cárlos Velasco que la extendiese por
escrito, y con 'ella se fué al Consejo, en donde se acordó,
como medida prévia y antes de obedecer el expresado man-
dato, que se expusiesen reverentemente á S. M.las fatales
consecuencias de un viaje tan precipitado. Aplaudióse la
determinacion del Consejo, aunque nos parece no fué del
todo desinteresada, si consideramos la incierta y preca-
ria suerte que, con la temida emigracion mas allá de los
mares de la dinastía reinante, había de caber á muchos
de sus servidores y empleados. Así se vió que hombres
que como el marqués Caballero en los dias de prosperi-
dad hablan sido sumisos eortesanos , fueron los que con




65
mas empeño aconsejaron al rey que desistiese de su viaje.


Fuese influjo de aquellas representaciones, ó fuese mas
bien el fundado temor á que daba lugar el público descon-
tento, el rey trató momentáneamente de suspender la par-
tida, y mandó circular un decreto á manera de proclama
que comenzaba por la desusada fórmula de (1 amados vasa-
llos mios.» La gente ociosay festivacomparaba por la nove-
dad el encabezamientode tan singular publicación al comen-
zar de ciertas y famosas relaciones que en sus comedias nos
han dejadoel insigne Calderon y otros ingenios de su tiem-
po; si bien no asistia al ánimo bastante serenidad para de-
tenerse al exámen de las mudanzas é innovaciones del es-
tilo. Tratábase en la proclama de tranquilizar la pública
agitacion, asegurándose en ella que la reunion de tropas no
tenia por objeto ni defender la persona del rey, ni acom-
pañarle en un viaje que solo la malicia habia supuesto pre-
ciso: se insistía en querer persuadir que el ejército del em-
perador de los franceses atravesaba el reino con ideas de
paz y amistad, y sin embargo se daba á entender que en
caso de necesidad estaba el rey seguro de las fuerzas que
le ofrecerian los pechos de sus amados vasallos. Bien que
con este documento no hubiese sobrado motivo de satis-
faccion y alegría, la muchedumbre que leia en él una es-
pecie de retractacion del intentado viaje se mostró gozosa
y alborozada. En Aranjuez apresuradamente se agolparon
todos á palacio dando repetidos vivas al rey y á la familia
real, que juntos se asomaron á recibir las lisonjeras demos-
traciones del entusiasmado pueblo. l'las como se notó que
en la misma noche del 16 al 17 habían salido las tropas
de lUadrid para el sitio en virtud de las anteriores órdenes
que no habíansido revocadas, duró poco y se acibarópres-
to la cornun alegría.


Entonces Re desaprobó generalmente la resolucion toma-


Proclama
de Carlos IV


de t6 de marzo-
(Véase el ap.
lib. 2,n. t.)




Opinton
sobre el viaj¡~.


64
da por la corte de retirarse hacia las costas del rnediodia , y
de cruzar el Atlántico en caso urgente, Pero ahora que con
fria imparcialidad podemos ser jueces desapasionados, nos
parece que aquella resolucion al punto á qUI' las cosas ha-
hiau llegado era conveniente y acertada, ya fuese para pre-
pararse á la defensa, ó ya para que se embarcase la familia
real. Desprovisto el erario , corto en número el ejército é
indisciplinado, ocupadas las principales plazas, dueño el
extrangero de varias provincias, no podia en realidad opo-
nérsele otra resistencia fuera de la que opusiese la naciou,
declarándose con unanimidad y energía. Para tantear este
solo y único recurso, la posioion de Sevilla era favorable,
dando mas treguas al sorprendido y azorado go-hierno. Y
si, como era de temer, la nacion no respondía al llama-
miento del aborrecido Godoy ni del mismo Carlos IV , era
para la familia real mas prudente pasar á América quc en-
tregarse á ciegas en brazos de Napoleon. Siendo pues esta
determinacion la mas acomodada á las circunstancias, don
Manuel Godoyen aconsejar el viaje obró atinadamente, y la
posteridad no podrá en esta parte censurar su conducta, pero
le juzgará si gravemente culpable en haber llevado como de
la mano á la nacion á tan lastimoso apuro, ora dejándola des-
guarnecida para la defensa, ora introduciendo en el corazon
del reino tropas extrangeras deslumbrado con la imaginaria
soberanía de los Algarbes. El reconcentrado odio que habia
contra su per¡;:.ona fué tambien causa que al llegar al desenga-
ño de las verdaderas intenciones de Napoleon se le achacase
que de consuno con este habia procedido en todo: aserciou
vulgar, pero tan generalmente creida en aquella sazon que
la verdad exige que abiertamente la desmintamos. Don Ma-
nuel Godoy se mantuvo en aquellos tratos fiel á Cárlos IV
Y á i\IarÍa Luisa, sus firmes protectores, y no anduvo des-
acordado en preferir para sus soberanos un cetro en losdo-




minios de América, mas bien que exponerlos, continuando
I~U España , á que fuesen destronados y presos. Ademas
Godoy no habiendo olvidado la manera destemplada con
que en los últimos tiempos se habia Napoleon declarado
contra su persona, recelábase de alguna dañada intencion,
y temia ser víctima ofrecida en holocausto á la venganza y
público aborrecimiento. Bien es verdad que Iué después su
libertador el mismo á quien consideraba enemigo, mas de-
biólo á la repentina mudanza acaecida en el gobierno, por
la cual fueron atropellados los que confiadamente aguar-
daban del francés amistad y amparo, y protegido el que se
estremecía al ver que su ejército se acercaba: tan inciertos
son Jos juicios humanos.


Averiguada que fué la traslacion de las tropas de la ca-
pital al sitio, volviéronse á agitar extraordinariamente las
poblaciones de JUadrid y Aranjuez con todas las de los alre-
dedores. En el sitio contribuia no poco á sublevar los áni-
mos la opinion contraria al viaje que pública y decidida-
mente mostraba el embajador de Francia; sea que ignorase
los intentos de Sil amo y siguiera abrigando la esperanza del
sallado casamiento, ó sea que tratara de aparentar: nos
inclinamos á lo primero. ]l'[as su opinión al paso que daba
brios á los enemigos del viaje para oponerse á él, servia
también de estímulo y espuela á sus partidarios para acele-
rarlo, esperando unos y temiendo otros la llegada de las
tropas francesas que se adelantaban. En efecto lU'uat diri-
gia por Aranda su marcha hacia Somosierra y lVladrid, y
Dupont por su derecha se encaminaba á ocupar á Segovia y
el Escorial. Este movimiento hecho con el objeto de impeler
á la familia real, intimidándola, á precipitar su viaje, vino
en apoyo del partido del príncipe de Asturias, alentándole
con tanta mas razon cuanto parecía darse la mano con el
modo de explicarse del embajador. Murat en su lenguaje


TOM.L 5


Agitacion
de ll[adrül y


Aranjuez.


Conduela del
embajador


de Francia y
ele lllurat.




66
descubría incertidumbre, imputándose entonces á disimulo
lo que tal V1lZ era ignorancia del verdadero plan de Napo-
leon. Al despues tan malogrado don Pedro Velarde comi-
sionado para acompañarle y cumplimentarle, le decian en
Buitrago en 18 de marzo que al dia siguiente recibiria ins-
trucciones de su gobierno; que no sabia si pasaría ó no
por Madrid, y que al continuar su marcha á Cádiz proba-
blemente publicaría en San Agustin las miras del empera-
dor encaminadas al bien de España.


Sintnrnas de Avisos anteriores á este y no menos ambiguos ponían á
"na conmocion. la corte de Aranjuez en extremada tribulacion. Sin embargo


es de creer que cuando el16 dió el rey la proclama en que
públicamente desmentia las voces de viaje, dudó por un
instante llevarlo o no á efecto, pues es mas justo atribuir
aquella proclama á la perplejidad y turbacion propias de
aquellos días, que al premeditado pensamiento de engañar
bajamente á los pueblos de l\'Iadrid y Aranjuez. Continuan-
do no obstante los preparativos de viaje, y siendo la des-
confianza en los que gobernaban fuera de todo término, se
esparció de nuevo y repentinamente en el sitio que la sali-
da de SS. l\'IlU. para Andalucía se realizaria en la noche
del17 a118. La curiosidad junto probablemente con oculta
intriga habia llevado á Aranjuez de l\'Iadrid y de sus alrede-
dores muchos forasteros cuyos semblantes anunciaban si-
niestros intentos: las tropas que habian ido de la capital
participaban del mismo espíritu, y ciertamente hubieran
podido sublevarsesin instigacion especial. Aseguróseenton-
ces que el príncipe de Asturias habia dicho á un guardia de
Corps en quien confiaba «( esta noche es el viaje, y yo no
Jl quiero ir,» y se añadió que con el aviso cobraron mas re-
solucion los que estaban dispuestos á impedirlo. Nosotros
tenemos entendido que para el efecto advirtió S. A. á don
lllanuel Francisco Jáuregui amigo suyo, quien como oficial




67
de guardias pudo fácilmente concertarse con sus compañe-
ros de inteligencia ya con otros de los demas cuerpos. Pre-
venidos de esta manera, el albotoroto hubiera comenzado
al tiempo de partir la familia real; una casualidad lo an-
ticipó.


Puestos todos en vela rondaba voluntariamente el paisa-
naje durante la noche, capitaneándole disfrazado, bajo
el nombre de tio Pedro, el inquieto y bullicioso conde del
J\'Iontijo, cuyo nombre en adelante cási siempre estará mez-
clado con los ruidos y asonadas. Andaba asimismo patru-
liando la tropa, y unos y otros custodiaban de cerca, y
observaban particularmente la casa del príncipe de la Paz.
Entre once y doce salió de ella muy tapada doria Josefa
Todó , llevando por escolta á los guardias de honor del ge-
neralísimo: quiso una patrulla descubrir la cara de la dama,
la cual resistiéndolo excitó una ligera reyerta disparando
al aire un tiro uno de los que estaban presentes. Quien
afirma fué el oficial Tuyols que acompañaba á doña Josefa
para que vinieran en su ayuda, quien el guardia ~lerlo para
avisar á los conjurados. Lo cierto es que estos lo tomaron
por una señal , pues al instante un trompeta apostado al
intento tocó á caballo, y la tropa corrió á los diversos pun-
tos por donde el viajepodía emprenderse. Entonces y levan-
tándose terrible estrépito, gran número de paisanos, otros
transformados en tales, criados de palacio y monteros del
infante don Antonio, con muchos soldados desbandados,
acometieron la casa de don Manuel Godoy, forzaron su
guardia, y la entraron como á saco, escudriñando por to-
das partes, y buscandoen balde el objeto de su enfurecida
rabia. Creyesepor de pronto que á pesar de la extremada vi-
gilancia se habia su dueño salvado por alguna puerta desco-
nocidaó escusada, y que ó babia desamparado á Aranjuez,
Ú ocultádose en palacio. El pueblo penetró hasta lo mas


Primera
conmocion de


Aranjuez.




68
escondido, y aquellas puertas antes solo abiertas al favor, á
la hermosura y á lo mas brillante y escogido de la corte, die
ron franco paso á una soldadesca desenfrenada y tosca, y
á un populacho sucio y desaliñado, contrastando tristemen-
te lo magnífico de aquella mansion con el descuidado arreo
de sus nuevos y repentinos huéspedes. Pocas horas habian
transcurrido cuando desapareció tanta desconformidad, ha-
biendo sido despojados los salones y estrados de sus sun-
tuosos y ricos adornos para entregarlos al destrozo y á las
llamas. Repetida y severa leccion que á cada paso nos da
la caprichosa fortuna en sus continuados vaivenes. El pue-
blo si bien quemó y destruyó los muebles y objetos precio-
sos, no ocultó para sí cosaalguna, ofreciendo el ejemplo del
desinteres mas acendrado. La publicidad siendo en tales
ocasiones un censor inflexible, y uniéndose á un cierto li-
naje de generoso entusiasmo, enfrena al mismo desórden,
y pone coto á algunos de sus excesos y demasías. Las ve-
neras, los collares y todos los distintivos de las dignidades
supremas á que Godoy habia sido ensalzado, fueron pre-
servados y puestos en manos del rey; poderoso indicio de
qne entre el populacho habia personas capaces de distinguir
los objetos que era conveniente respetar y guardar, yaque-
1I0s que podian ser destruidos. La princesa de la Paz mirada
como víctima de la conducta doméstica de su marido, y
su hija fueron bien tratadas y llevadas á palacio tirando la
multitud de su berlina. Al fin restablecida la tranquilidad
volvieron los soldados á sus cuarteles, y para custodiar la
saqueada casa se pusieron dos compañías de guardias espa-
ñolas y walonas con alguna mas tropa que alejase al po-
pulacho de sus avenidas.


Decreto La mañana del 18 dió el rey * un decreto exonerando al
!le Cárlos IV. ,. d l P d 1 di' . I .(0 Ap.lib 2,n. 2.) prlllClpe e a az e sus emp eos (e genera isrmo ya mi-


rante , y permitiéndole escoger el lugar de Sil residen




69
cia. * Tarnhien anunció á Napoleon esta resolucion que en c' Al'. lib. 0, n, 3.)
gran manera le sorprendió. El pueblo arrebatado de gozo
con la novedad corrió á palacio á victorear á la familia real
que se asomó á los balcones conformándose con sus ruegos.
En nada se turbó aquel dia el público sosiego sino por el Prísron d"


duu Diego
arresto de don Diego Godoy, quien despojado por la tropa Godo).
de sus insignias fué llevado al cuartel de guardias españo-
las, de cuyo cuerpo era coronel: pernicioso ejemplo en-
tonces aplaudido y despues desgraciadamente renovado en
ocasiones mas calamitosas.


Parecía que desbaratado el viaje de la real familia y aba- Cnntinúa
id 1 ' . d I P lid 1 d la agitacion yu O e pnnclpe e a az, eran ya cump 1 os os eseos temores de


. ,. . otra conmOCIonode los amotinados ; mas todavía continuaba una terrible y
sorda agitacion. Los reyes temerosos de otra asonada, man-
daron á los ministros del despacho que pasasen la noche
del 18 al1 CJ en palacio. Por la mañana el príncipe de Cas-
tel-Franeo y los capitanes de guardias de Corps , conde de
Villariezo y marqués de Albudeite, avisaron personalmente
á SS. flIl\I. que dos oficiales de guardias con la mayor re-
serva y bajo palabra de honor acababan de prevenirles que
para aquella noche un nuevo alboroto se preparaba mayor
y mas recio que el de la precedente. Habiéndoles pregun-
tado el marqués Caballero si estaban seguros de su tropa,
respondieron encogiéndose de hombros (( que solo el prín-
)) cipe de Asturias podia componerlo todo.» Pasó entonces
Caballero á verse con S. A. , Yconsiguió que trasladándose
al cuarto de sus padres les ofreciese que impediria por medio
de los segundos jefes de los cuerpos de casa real la repetí-
cion de nuevos alborotos, como también el que mandaria á
varias personas, cuya presencia en el sitio era sospechosa,
que regresasen á J\'Iadrid, disponiendo al mismo tiempo
que criados suyos se esparciesen por la poblacion para aca-
har de aquietar el desasosiego que aun subsistia. Estos ofre-




Segunda
conmocion


de Aranj uez.


Priston
de Godoy.


70
cimientos del príncipe dieron cuerpo á la sospecha de que
en mucha parte obraban de concierto con él los sediciosos,
no habiendo habido de casual sino el momento en que co-
menzó el bullicio, y tal vez el haber despues ido mas allá
de lo que en un principio se habian propuesto.


Tomadas aquellas determinaciones no se pensaba en que
la tranquilidad volveria á perturbarse, é inesperadamente
á las diez de la mañana se suscitó un nuevo y estrepitoso
tumulto. El príncipe de la Paz, á quien todos creian léjos
del sitio , y los reyes mismos camino de Andalucía, fué
descubierto á aquella hora en su propia casa. Cuando en
la noche del i 7 al 18 habian sido asaltados sus umbrales,
se disponia á acostarse, y al ruido, cubriéndose con un
capote de bayeton que tuvo á mano, cogiendo mucho oro
en sus bolsillos y tomando un panecillo de la mesa en que
habia cenado, trató de pasar por una puerta escondida á
la casa contigua que era la de la duquesa viuda de Osuna.
No le fué dado fugarse por aquella parte, y entonces se su-
bió á los desvanes, y en el mas desconocido se ocultó me-
tiéndose en un rollo de esteras. Allí permaneció desde
aquella noche por el espacio de 56 horas privado de toda
bebida y con la inquietud y desvelo propio de su critica y
angustiada posiciono Acosadode la sed tuvo al fin que salir
de su molesto y desdichado asilo. Conocido por un centi-
nela de guardias walonas que al instante gritó á las armas,
no usó de unas pistolas que consigo traia , fuera cobar-
día ó mas bien desmayo con el largo padecer. Sabedor el
pueblo de que se le habia encontrado se agolpó hacia su
casa, y hubiera allí perecido si una partida de guardias de
Corps no le hubiese protegido á tiempo. Condujéronle es-
tos á su cuartel, yen el tránsito acometiéndole la gente con
palos, estacas y todo género de armas é instrumentos pro-
curaba matarle ó herirle buscando camino á sus furibundos




71
golpes por entre Jos caballos y los guardias, quienes escu-
dándole le libraron de un trágico y desastroso fin. Para ma-
yor seguridad, creciendo el tumulto, aceleraron los guar-
dias el paso, y el desgraciado preso en medio y apoyándose
sobre los arzones de las sillas de dos caballos seguia su le-
vantado trote hijadeando , sofocado y casi llevado en vilo.
La travesía considerable que desde su casa habia al paraje
adonde le conducian, sobre todo teniendo que cruzar la
espaciosa plazuela de San Antonio, hubiera dado mayor
facilidad al furor popular para acabar con su vida, si te-
merosos los que le perseguian de herir á alguno de los de
la escolta no hubiesen asestado sus tiros de un modo in-
cierto y vacilante. Así fué que aunque magullado y contuso
en varias partes de su cuerpo, solo recibió una herida algo
profunda sobre una ceja. En tanto avisado Cárlos IV de lo
que pasaba ordenó á su hijo que corriera sin tardanza y
salvara la vida de su malhadado amigo. Llegó el príncipe al
cuartel adonde lehabian traido preso, y con su presencia
contuvo á la multitud. Entonces diciéndole Fernando que le
perdonaba la vida, conservó bastante serenidad para pre-
guntarle á pesar del terrible trance II si era ya rey» á lo
que le respondió « todavía no, pero luego lo seré.» Pala-
bras notables y que demuestran cuán cercana creia su exal-
tacion al solio. Aquietado el pueblo con la promesa que el
príncipe de Asturias le reiteró muchas veces de que el pre-
so seria juzgado y castigado conforme á las leyes, se dis-
persó y se recogió cada uno tranquilamente á su casa.
Godoy desposeído de su grandeza volvió adonde habia ha-
hitado antes de comenzarse aquella, y maltratado y abatido
quedó entregado en su soledad á su incierta y horrenda
suerte. Cási todos á excepción de los reyes padres le aban-
donaron, que la amistad se eclipsa al llegar el nublado de
la desgracia. Y aquel á cuyo nombre la mayor parte de la




Retrato
de Godoy.


,,:~':¡ 7~"'~~":
...... ,; ..


72
monarquía todavía temblaba, echado sobre unas pajas y
hundido en la amargura, era quizá mas desventurado que
el mas desventurado de sus habitantes. Así fué derrocado
de la cumbre del poder este hombre que de simple guardia
de Corps se alzó en breve tiempo á las principales dignida-
des de la corona, y se vió condecorado con sus órdenes y
distinguido con nuevos y exorbitantes honores. ¿Y cuáles
fueron los servicios para tanto valimiento; cuáles los sin-
gulares hechos que le abrieron la puerta y le dieron suave
y fácil subida á tal grado de sublimada .grandeza? Pesa el
decirlo. La desenfrenada corrupcion y una privanza funda-
da, ¡oh baldan! en la profanacion del tálamo real. Menes-
ter seria que retrocediésemos hasta don Beltran de la Cue-
va para tropezar en nuestra historia con igual mancilla, y
aun entonces si bien aquel valido de Enrique IV principió
su afortunada carrera por el modesto empleo de paje de
lanza, y se encaminó como Godoy por la senda del desho-
nor regio, nunca remontó su vuelo á tan desmesurada al-
tura , teniendo que partir su favor con don Juan Pacheco,
y cederlo á veces al temido y fiero rival.


Don l\Ianuel Godoy habia nacido en Badajoz en 12 de
mayo de 1767, de familia noble pero pobre. Su educación
había sido descuidada; profunda era su ignorancia. Natu-
ralmente dotado de cierto entendimiento, y no falto de
memoria, tenia facilidad para enterarse de los negocios
puestos á su cuidado. Vario é inconstante en sus determi-
naciones deshacía en un dia y livianamente lo que en otro
sin mas razón habia adoptado y aplaudido. Durante su mi-
nisterio de Estado, á que ascendió en los primeros años de
su favor, hizo convenios solemnes con Francia perjudicia-


. lils y vergonzosos; primer orígen de la ruina y desolacion
a..e España. Desde el tiempo de la escandalosa campaña de
Portugal mandó el ejército con el título de generalísimo;




75
no teniendo á sus ojos la ilustre proíesion de las armas otro
atractivo ni noble cebo que el de los honores y sueldos;
nunca se instruyó en los ejercicios militares; nunca dirigió
ni supo las maniobras de los diversos cuerpos; nunca se
acercó al soldado ni se informó de sus necesidades ó recla-
maciones; nunca en fin organizó la fuerza armada de modo
que la nacían en caso oportuno pudiera contar con un ejér-
cito pertrechado y bien dispuesto, ni él con amigos y par-
tidarios firmes y resueltos: así la tropa rué quien primero
le abandonó. Reducíase su campo de instruccion á una mez-
quina parada que algunas veces ofrecia delante de su casa
á manera de espectáculo á los ociosos de la capital y á sus
bajos y por desgracia numerosos aduladores: ridículo re-
medo de las paradas que en París salia tener Napoleon.
Tan pronto protegia á los hombres de saber y respeto, tan
pronto los humillaba. Al paso que fomentaba una ciencia
particular, ó creaba una cátedra, ó sostenía alguna mejora,
dejaba que el marqués Caballero, enemigo declarado de la
ilustración y de los buenos estudios, imaginase un plan ge-
neral de instruccion pública para todas las universidades in-
coherente y poco digno del siglo, permitiéndole tamhien
hacer en los códigos legales omisiones y alteraciones de suma
importancia. Aunque confinaba léjosde la corte y desterra-
ba á cuantos creia desafectos suyos ó le desagradaban, or-
dinariamente no llevaba mas allá sus persecuciones ni fué
cruel por naturaleza: solo se mostró inhumano y duro con
el ilustre Jovellanos. Sórdido en su avaricia vendia como
en pública almoneda los empleos, las magistraturas, las
dignidades, los obispados, ya para sí, ya para sus amigas, ~ . < ,
ó ya para saciar los caprichos de la reina. La Hacienda fU~<~:Y' _~,~'::>.~::-" :'.
entregada á arbitristas mas bien que á hombres prOfUnd~o.tí~: '~1;::.;'${;>< ....~\
en este ramo, teI~iéndose que ~cudir á ca~la paso á minos ':.;: .~',\.'.'. ,'," '" -Ó /
recursos para salir de los contmuos tropiezos cansados pOI ~;~i<': ',·< .;', ;
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.....~;<..~ ¡¡\if\ .... -./
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(' San Juan Crí-
sóstomo : ap.
lib. 2, n. 4-.)


74
el derroche de la corte y por gravosas estipulaciones. Des-
embozado y suelto en sus costumbres dió ocasíon á que
~I\tr~ ~\ 'Vulgo "e, pu"i('."e, en crMito el esparl.',ido rumor de
estar casado con dos mujeres; habiéndose dicho que era
una doña María Teresa de Borbon prima carnal del rey,
que fué considerada como la verdadera, y otra doña Josefa
Tudó su particular amiga, de buena índole y de condicion
apacible, y tan aficionada á su persona que quiso consig-
nar en la graciaque se le acordó de condesa de Castillo-Fiel
el timbre de su incontrastable fidelidad. Conteníale á veces
en sus prontos y violentos arrebatos. Godoy en el último
año llegó al ápice de su privanza, habiendo recibido con la
dignidad de grande almirante el tratamiento de Alteza, dis-
tincion no concedida antes en España á ningun particular.
Su fausto fué extremado, su acompañamiento espléndido,
su guardia mejor vestida y arreada que la del rey: honrado
en tanto grado por su soberano fué acatado por casi todos
los grandes y principales personajes de la monarquía. ¡Qué
contraste verle ahora y comparar su suerte con aquella en
que aun brillaba dos dias antes! Situación que recuerda la
del favorito Eutropio que tan elocuentemente nos pinta
uno de los primeros padres de la Iglesia griega.* Il Todo
1) pereció, dice; una ráfaga de viento soplando reciamente
» despojó aquel árbol de sus hojas, y nos le mostró des-
J) nudo y conmovido hasta en su raiz..... j. quién habia Ile-
» gado á tanta excelsitud? ¿No aventajaba á todos en ri-
1) quezas? ¿No habia subido á las mayores dignidades? j. No
1) le temían todos ':f temblaban á su nombre? Y ahora mas
1) miserable que los hombres que estan presos y aherroja-
» dos; mas necesitado que el último de los esclavos y
J) mendigos, solo ve agudas armas vueltas contra su perso-
)) na; solo ve destrucción y ruina, los verdugos y el cami-


JI no de la muerte. » Pasmosa semejanza y tal que en otros




7.~
tiempos hubiera llevado visos de sobrehumana profecía.


Encerrado el príncipe de la Paz en el cuartel de guardias 'fercer
movimiento dede Corps, y retirado el pueblo, como hemos dicho, á ins- Aranjuez.


tuncias y en virtud de las promesas que le hizo el príncipe
de Asturias, se mantuvo quieto y sosegado, hasta que á
las dos de la tarde un coche con seis mulas á la puerta de
dicho cuartel movio gran bulla, habiendo corrido la voz
que era para llevar al preso á la ciudad de Granada. El pue-
blo en un instante cortó los tirantes de las mulas y des-
compuso y estropeó el coche.


E! rey Cárlos y la reina JUaría Luisa sobrecogidos con
las nuevas demostraciones del furor popular, temieron pe-
ligrase la vida de su desgraciado amigo. El rey achacoso y Abdicacion


de Carlos IV el
fatigado con los desusados bullicios. persuadido ademas i9 de marzo.
por las respetuosas observaciones de algunos que en tal
aprieto le representaron como necesaria la abdicacion en
favor de su hijo, y sobre todo creyendo juntamente con
su esposa que aquella medida seria la sola que podria sal-
var la vida á don Manuel Godoy. resolvió convocar para
las siete de la noche del mismo dia 19 á todos los ministros
del despacho y renunciar en su presencia la corona, colo-
cándola en las sienes del príncipe heredero. Este acto fué
concebido en los términos siguientes: {e Como * los acha- (. Ap.lib. 2, n.s.)
» ques de que adolezco no me permiten soportar por mas
» tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos, y me
» sea preciso para reparar mi salud gozar en un clima mas
» templado de la tranquilidad de la vida privada, he deter-
») minado después de la mas séria deliberacion abdicar mi
1) corona en mi heredero y mi muy caro hijo el príncipe
)} de Asturias. Por tanto es mi real voluntad que sea reco-
)} nocido y obedecido como rey y señor natural de todos
» mis reinos y dominios. Y para que este mi real decreto
» de libre y espontánea abdicacion , tenga su éxito y debí-




Conmocion
de Madrid


del J9 y 20 de
marzo.


76
» do cumplimiento, lo comunicareis al Consejo y dernas á
» quien corresponda. = Dado en Aranjuez á 19 de marzo
)) de 1808.=Yo el rey. = A don Pedro Cevallos.Jl


Divulgada por ('1 sitio la halagüeña noticia, rué indecible
el contento y la alegría; y corriendo el puehlo á la plazuela
de Palacio, al cerciorarse de tamaño acontecimiento uná-
nimemente prorumpió en vítores y aplausos. El príncipe
despues de haber besado la mano á su padre se retiró á Sil
cuarto en donde fué saludado como nuevo rey por los mi-
nistros, grandes y demas personas que allí asistían.


En Madrid se supo en la tarde del 19 la prisión de don
M:lIluel Godoy, y al anochecer se agrupó y congregó el
pueblo en la plazuela del Almirante, así denominada desde
el ensalzamiento de aquel á esta dignidad, y sita junto al
palacio de los duques de Alba. Allí levantando gran grite-
ría con vivas al rey y mueras contra la persona del derri-
bado valido, acometieron los amotinados su casa inmediata
al paraje de la reunion, y arrojando por las ventanas mue-
bles y preciosidades, quemáronlo todo sin que nada se
hubiese robado ni escondido. Despues distribuidos en va-
rios bandos, y saliendo otros de puntos distintos con ha-
chas encendidas repitieron la misma escena en varias casas,
y señaladamente recibieron igual quebranto en las suyas la
madre del príncipe de la Paz, su hermano don Diego, su
cuñado marqués de Branciforte, los ex-ministros Alvarez
y Soler, y don ~1anuel Sixto Espinosa, conservándose en
medio de las bulliciosas asonadas una especie de orden y
concierto.


Siendo universal el júbilo con la caida de Godoy, fué
colmado entre los que supieron á las once de la noche que
Carlos IV habia abdicado. Pero como era tarde, la noticia
no cundió bastantemente por el pueblo hasta el dia siguien-
te domingo, confirmándose de oficio por carteles del COII-




77
sejo ljue auuuciahau la exaltacion de Fernando VII. Enton-
ces el entusiasmo y gozo creció á manera de frenesí, lle-
vando en triunfo por todas las calles el retrato del nuevo
rey, {fue fué al último colocado en la fachada de la casa
de la Villa. Continuó la algazara y la alegría toda aquella
noche del ~O; pero habiéndose Y::l notado en ella varios
excesos fueron inmediatamente reprimidos por el Consejo,
y por orden suya cesó aquel nuevo género de regocijos.


En las mas de las ciudades y pueblos del reino hubo Alborotos
.. en las provincias.


tarnbien fiesta y rnotin, arrastrando el retrato de Godoy
que los mismos pueblos habian á sus expensas colocado
en las casas consistoriales: si bien es verdad que ahora su
imágen era abatida y despedazada cou general consen-
timiento, y antes hablan sido muy pocos los que la ha-
bian erigido y reverenciado buscando por este medio em-
pleos y honores en la única fuente de donde se derivaban
las gracias: el pueblo siempre reprobó con expresivo mur-
mullo aquellas lisonjas de indignos conciudadanos.


Fué tal el gusto y universal contento, ya con la caída Juíeio sobre
la abdicacionde don J\'Ianuel Godoy y ya tambien con la abdicacion de Carlos {V.


Cárlos IV. que nadie reparó entonces en el modo con que
este último é importante acto ;:;e había celebrado, y si hahia
sido ó no concluido con entera y cumplida libertad: todos
lo creían así llevados de un mismo y general deseo. Sin
embargo graves y fundadas dudas se suscitaron despues.
Por una parte Cárlos IV se habia mostrado á vecespropenso
á alejarse de los negocios públicos, y María l ..uisa en su
correspondenciadeclara que tal era Sil intencion cuando su
hijo se hubiera casado COIl una princesa de Francia. Con-
firmó su propósito Cárlos al recibir al cuerpo diplomático
con motivo de su abdicacion, pues dirigiendo la palabra á
lUr. de Strogonoff ministro de Rusia, le dijo: 11En mi vida
» he hecho cosa con mas gusto. » Pero por otra parte es de




78
notar que la renuncia fué firmada en medio de una sediciou,
no habiendo Cárlos IV en la víspera de aquel dia dado in-
dicio de querer tan pronto efectuar su pensamiento, porque
exonerando al príncipe de la Paz del mando del ejército
y de la marina se encargó el mismo rey del manejo supremo.
En la mañana del 19 tampoco anunció cosa alguna rela-
tiva á su próxima abdicacion , y solo al segundo alboroto
en la tarde y cuando creyó juntamente con la reina poner á
salvo por aquel medio á su caro favorito, resolvió ceder el
trono y retirarse á vida particular. El público léjos de en-
trar en el exámen de tan espinosa cuestion , censuró amar-
gamente al Consejo, porque conforme á su formulario
habia pasado á informe de sus fiscales el acto de la abdica-
cion: tambien se le reprendió con severidad por los minis-
tros del nuevo rey, ordenándole qne inmediatamente lo
publicase, como lo verificó el ~o á las tres de la tarde. El
Consejo obró de esta manera por conservar la fórmula con
que acostumbraba proceder en sus determinaciones, y no
con ánimo de oponerse y menos aun con el de reclamar
los antiguos usos y prácticas de España..Para lo primero ni
tenia interes , ni le era dado resistir al torrente del univer-
sal entusiasmo manifestado en favor de Fernando; y para
lo segundo pertinaz enemigo de Córtes ó de cualquiera re-
presentacion nacional, mas bien se hubiera mostrado opues-
to que inclinado á indicar ó promover su llamamiento. Sin
embargo para desvanecer todo linaje de dudas, conveniente
hubiera sido repetir el acto de la ahdioacion de un modo
mas solemne y en ocasion mas tranquila y desembarazada.
Los acontecimientos que de repente sobrevinieron pudie-
ron servir de fundada disculpa á aquella omision ; mas pa-
rándonos á considerar quiénes eran los íntimos consejeros
de Fernando, cuáles sus ideas y cuál su posterior conducta,
podemos afirmar sin riesgo que nunca hubieran para aquel




79
objeto congregado Cortes, graduando su convocaciou de in-
tempestiva y peligrosa. Con todo su celehracion á ser posi-
ble hubiera puesto á la renuncia de Carlos IV (conformán-
dose con los antiguos usos de España) un sello firme é
incontrastable de legitimidad. Congregar Córtes para asunto
de tanta gravedad Iué constante costumbre nunca olvidada
en las muchas renuncias que hubo en los diferentes reinos
de España. Las de doña Berenguela y la intentada por don
Juan 1 en Castilla; la de don Ramiro el nfonje en Aragon
con todas las otras mas ó menos antiguas fueron ejecuta-
das y cumplidas con la misma solemnidad, hasta que la in-
troduccion de dinastías extrangeras alteró práctica tan fun-
damental, siendo al parecer lamentable prerogativa de
aquellos príncipes atropellar nuestros fueros, conservar
nuestros vicios, y olvidándose de lo bueno que en su pa-
tria dejaban, traernos solamente lo perjudicial y nocivo. Así
fué que en las dos célebres cesiones de Cárlos 1 y Felipe V
no se llamó á Córtes ni se guardaron las antiguas formali-
dades. Verdad es que no hubo ni en una ni en otra asomo
de violencia, y á la de * Cárlos 1 celebrada en Bruselas pú- ('Ap.lib.•, D. e.)
blicameote con gran pompa y aparato asistieron ademas
muchos grandes. La de Felipe V fué mas silenciosa, po-
niendo en esta parte nuestros monarcas mas y mas en olvi-
do la respetable antigüedad segun que se acercaban á nues-
tro tiempo. El rey dijo que obraba * (1con consentimiento ('Ap.lib. " D. 1.)
J) Y de conformidad con la reina su muy cara y muy amada
» esposa. » Singular modo de autorizar acto de tanta tras-
cendencia y de interes tan general. La opinion entonces á
pesar de estar reprimida no quedó satisfecha, pues los « ju-
» risperitos y los mismos del Consejo real, * nos dice el ('Ap.lib .,D.S.)
» marqués de San Felipe, veian que no era válida la re-
» nuncia no hecha con acuerdo de sus vasallos pero
» nadie replicó, pues al Consejo real no se le preguntó so-




80
» hre la validacion de la renuncia, sino se le mandó que
» obedecieseel decreto » Ahora lo mismo; ni á nadie
se le preguntó cosa alguna, ni nadie replicó esperándolo
todo de la caída de Godoy y del ensalzamiento de Fernan-
do: imprevisión propia de las naciones que entregándose
ciegamente á la sola y casual sucesion de las personas, no
buscan en las leyes é instituciones el sólido fundamento de
su felicidad.


Ministros Exaltado al solio Fernando, VII del nombre, conservó
del


nuevo monarca. por de pronto á los mismos ministros de su padre, pero su-
cesivamente removió á los masde ellos. Fué el primeroque
estuvo en este caso don Miguel Cayetano Soler, dotado de
cierto despejo, y que encargado de la Hacienda fué mas
bien arbitrista que hombre verdaderamente entendido en
aquel ramo. Se puso en su lugar á don 1\Iiguel José de Azan-
za antiguo virey de 1\léjico, quien confinado en Granada
gozaba del concepto de hombre de mucha probidad. Quedó
en Estado don Pedro Cevallos con decreto honorífico para
que no le perjudicase su enlace con una prima hermana
del príncipe de la Paz. Teníanle en el reinado anterior por
un cortesano dócil, estaba adornado de cierta instruccion,
y si bien no descuidó los intereses personales y de familia,
pasó en la corrompida corte de Cárlos IV por hombre de
bien. Se notó posteriormente en su conducta propension
fácil á acomodarse á varios y encontrados gobiernos. Con-
tinuó al frente de la ll'Iarina don Francisco Gil y Lemus,
anciano respetable y de carácter entero y firme. Sucedió á
pocos dias en Guerra al enfermizo y ceremonioso don An-
tonio Olaguer Feliu el general don Gonzalo Ofárril recién
venido de Toscana, en donde habia mandado una division
española. Gozaba créditos de hombre de saber y de mas
aventajado militar. Empezó por nornbrársele director ge-
neral de artillería, y elevado al ministerio fué acometido




81
de una enfermedad grave que causó vivo y general seu-
timiento: tanta era la opinion de que gozaba, la cual hu-
biera conservado intacta si la suerte de que todos se la-
rneutabau hubiera terminado su carrera. El marqués Ca-
ballero ministro de Gracia y Justicia, enemigo del saber,
servidor atento y solícito de los caprichos licenciosos de la
reina, perseguidor del mérito y de los hombres esclarecí-
líos, habia sido hasta entonces universalmente despreciado
y aborrecido. Viendo en marzo á qué lado se inclinaba la
fortuna, varió de lenguaje y de conducta, y en tanto gra-
do que se le creyó por algun tiempo autor en parte de lo
acaecido en Aranjuez: debió á su oportuna mudanza ha-
bérsele conservado en su ministerio durante algunos dias.
Pero perseguido por su anterior desconcepto y ofreciendo
poca confianza, pasó en cambio de su puesto á ser presi-
dente de uno de los Consejos. Contribuyó mucho á su se-
paracion el haber maliciosamente retardado cuatro dias el
despacho de la orden que llamaba á Madrid de su confi-
namiento á don Juan Escoiquiz. Entró en el despacho de
Gracia y Justicia don Sebastian Piñuela ministro anciano
del Consejo. Se alzaron los destierros á don Mariano Luis
de Urquijo, al conde de Cabarrus y al sabio y virtuoso
don Gaspar ~lelchor de Jovellanos , víctima la mas desgra-
ciada y con mas saña perseguida en la privanza de Godoy.
Tambien fueron llamados todos los individuos comprendi-
dos en la causa del Escorial, mereciendo entre ellos par-
ticular mencion don Juan Escóiquiz, el duque del Infanta-
do y el de San Cárlos.


Era don Juan Bscóiquiz hijo de un general y natural de Bscótqutz.
Navarra. Educado en la casa de Pajes del Rey prefirió al
estruendo de las armas el quieto y pacífico estado eclesiás-
tico, y obtuvo una canongía en la catedral de Zaragoza de
donde pasó á ser maestro del príncipe de Asturias. En el


l'OM. J. u




El duque
rle1lnfantu,lo.


8~
nuevo y honroso cargo en vez de formar el tierno corazon
de su augusto discípulo infundiendo en él máximas de vir-
tud y tolerancia; en vez de enriquecer su mente y ador-
narla de útiles y adecuados conocimientos, se ocupó mas
bien en intrigas y enredos de corte ajenos de su estado, y
sobre todo de su magisterio. Queriendo derribar á Godoy
se atrajo su propia desgracia y se le alejó de la enseñanza
del príncipe, dándole en la iglesia de Toledo el arcedianato
de Alcaráz. Desde allí continuó sus secretos manejos, has-
ta que al fin de resultas de la causa del Escorial se le con-
finó al convento del Tardon. Aficionado á escribir en prosa
y verso no descolló en las letras mas que en la política.
Tradujo del inglés con escaso númen el Paraiso perdido de
Milton, y de sus obras en prosa debe en particular men-
cionarse una defensa que publicó del tribunal de la Inquí-
sicion ; parto torcido de su poco venturoso ingenio. Fué
siempre ciego admirador de Bonaparte, y creciendo de plln-
to su obcecacion comprometió con ella al príncipe Sil dis-
cípulo, y sepultó al reino en un abismo de desgracias.
Presumido y ambicioso, somero en su saber, sin cono-
cimiento práctico del corazon humano y menos de la corte
y de los gobiernos extraños, se imaginó que cual otro Ji-
menez de Cisneros desde el rincon de su coro de Toledo
saliendo de nuevo al mundo, regiria la monarquía y suje-
taria á la estrecha y limitada esfera de su comprension la
extensa y vasta del indomable emperador de los franceses.
Condecorado con la gran cruz de Cárlos 1II fué nombrado
por el nuevo rey consejero de Estado, y como tal asistió
á las importantes discusiones de que hablarémos muy pron-
to. El duque del Infantado dado al estudio de algunas cien-
cias, fomentador en sus estados de la industria y de ciertas
fábricas, gozaba de buen nombre, realzado por su riqueza,
por el lustre de su casa 1 y principalmente por las persecn




cienes que su desapego al principe de la Paz le habiau
acarreado. Como coronel ahora de guardias españolas y
presidente del Consejo real tomó parte en los árduos ne-
gocios que ocurrieron, y no tardó en descubrir la flojedad
y distraccion de su ánimo, careciendo de aquella energía
y asidua aplicacion que se requiere en las materias graves.
Tan cierto es que hombres cuyo concepto ha brillado en
la vida privada ó en tiempos serenos, se eclipsan si son
elevados á puesto mas alto, ó si alcanzan dias turbulentos
y borrascosos. Dio la América el ser al duque de San Cár-
los, quien despues de haber hecho la campaña contra Fran-
cia en 1795, fué nombrado ayo del principe de Asturias,
y desterrado al fin de la corte con motivo de la causa del
Escorial. La reina l\'Iaría Luisa decia que era el mas falso
de todos los amigos de su hijo; pero sin atenernos ciega-
mente á tan parcial testimonio, cierto es que durante la
privanza de Godoy no mostró respecto del favorito el mis-
mo desvio que el duque del Infantado, y solicito lisonjero
buscó en su genealogía el modo de entroncarse y empa-
rentar con el ídolo á quien tantos reverenciaban. Escogido
para mayordomo mayor en lugar del marqués de Mos, es-
tuvo especialmente á su cargo, junto con el del Infantado
y Escóiquiz , dirigir la nave del estado en medio del recio
temporal que habia sobrevenido, é inexperto y desavisado
la arrojó contra conocidos escollos tan desatentadamente
como sus compañeros.


Fueron las primeras providencias del nuevo reinado ó
poco importantes o dañosas al interes público, empezán-
dose ya entonces el fatal sistema de echar por tierra lo ac-
tual y existente, sin otro examen que el de ser obra del
gobierno que habia antecedido. Se abolia la superinten-
dencia general de policía creada el año anterior, y sr deja-
ba resplandeciente y viva la horrible lnquisicion. Permi-


El duque
de Sau Cárlos.


Primera•
. providencia.


del
nuevo reinado.




Proceso
del principe


de la Paz
y de otros:


'3 de marzo.



tíase en los sitios y bosques reales la destruecion de alima
ñas, y se suspendia la venta del séptimo de los bienes ecle-
siásticos concedida y aprobada dos años antes por bula del
papa: medida necesariay urgentísima en España, obstrui-
da en su prosperidad con la embarazosa traba del cási to-
tal estancamiento de la propiedad territorial i medida que,
repetimos, hubiera convenido mantener con firmeza, cui-
dando solamente de que se invirtiese el producto de la
venta en pro comunal. Se suprimió tambien un impuesto
sobre el vino con el objeto de halagar á los contribuyen-
tes, como si abandonando el verdadero y sólido interes del
estado no fuera muy reprensible dejarse llevar de una mal
entendida y efímera popularidad. Pero aquellas providen-
cias, fueran.o no oportunas, apenas fijaron la ateucion de
España, inquieto el ánimo con el cúmulo de acontecimien-
tos que unos en pos de otros sobrevinieron y se atrope-
liaron.


El príncipe de la Paz en la mañana del 25 de marzo ha-
bia sido trasladado desde Aranjuez al castillo de Villavicio-
sa , escoltáudole los guardias de Corps á las órdenes del
marqués de Castelar comandante de alabarderos, y allí fué
puesto en juicio. Fuéronlo igualmente su hermano don
Diego, el ex-ministro Soler, don Luis Viguri antiguo in-
tendente de la Habana, el corregidor de ¡)Iadrid don José
j1¡Iarquina, el tesorero general don Antonio Noriega, el di-
rector de la caja de Consolidacion don Manuel Sixto Espi-
nosa, don Simon de Viegas fiscal del Consejo, y el canó-
uigo don Pedro Estala distinguido como literato. Para
procesar á muchos de ellos no hubo otro motivo que el de
haber sido amigos de don l\lanuel Godoy, y haberle tribu-
tado esmerado obsequio; delito, si lo era, eu que habían
incurrido todos los cortesanos y algunos de los que toda-
vía andaban colocados en dignidades y altos puestos. Se




8,·;)
confiscaron por decreto del rey los bienes del favorito,
aunque las leyes del reino entonces vigentes autorizaban
solo el embargo y no la confiscacion , puesto que para im-
poner la última pena debía preceder juicio y sentencia le-
gal, no esceptuándose ni aquellos casos en que el individuo
era acusarlo del crímen de lesa magestatl. Ademas convie-
ne advertir que no obstante la justa censura que merecía
la ruinosa administracion de Godoy, en un gobierno como
el de Carlos IV, que no reconocia límite ni freno á la vo-
luntad del soberano, difícilmente hubiera podido hacérsele
ningun cargo grave, sobre todo habiendo seguido Fernan-
do por la pésima y trillada senda que su padre le había de-
jado señalada. El valido habia procedido en el manejo de
los negocios públicos autorizado con la potestad indefinida
de Cárlos IV, no habiéndosele puesto coto ni medida, y
léjos de que hubiese aquel soberano reprobado su conduc-
ta despues de su desgracia, insistió con firmeza en soste-
nerle y en ofrecer á su caído amigo el poderoso brazo de
su patrocinio y amparo. Situacion muy diversa de la de
don Alvaro de Luna desamparado y condenado por el mis-
mo rey á quien debia su ensalzamiento. Don Manuel Go-
doy escudado con la voluntad expresa y absoluta de Carlos,
solo otra voluntad opresora é ilimitada podia atropellarle
y castigarle; medio legalmente atroz é injusto, pero debi-
do pago á sus demasías, y correspondiente á las reglas que
le habían guiado en tiempo de su favor.


Pasados los primeros dias de ceremonia y públicos rego-
cijos se volvieron los ojos á los huéspedes extranjeros que
insensiblemente se aproximaban á la capital. La nueva cor-
te soñando felicidades y pensando en efectuar el tan ansia-
do casamiento de Fernando con una princesa de la sangre
imperial de Francia, se esmeró en dar muestras de amistad
y afecto al emperador de los franceses y á su cuñado 11Tu·


¡;randes
enviados para


obsequiar
á Mura! y á


Napoleon




Avanza Murat
húcia ~Jadrid,


86
rat gran duque de Berg. Fué al encuentro de este para ob-
sequiarle y servirle el duque del Parque , y salieron en
busca del deseado Napoleon, con el mismo objeto los du-
ques de Medinaceli y de Frias, y el conde de Fernan-Nuñez.


Ya hemos indicado cómo las tropas francesas se avanza-
ban hácia l\ladrid. El 15 de marzo habia Murat salido de
Burgos, continuando despues su marcha por el camino de
Somosierra. Traia consigo la guardia imperial, numerosa
artillería y el cuerpo de ejército del mariscal Moncey, al
que reemplazaba el de Bessieres en los puntos qne aquel
iba desocupando. Dupont tambien se avanzaba por el lado
de Guadarrama con toda su fuerza, á excepcion de una di·
vision que dejó en Valladolid para observar las tropas espa-
ñolas de Galicia. Se habia con particularidad encargado á
Murat que se hiciera dueño de la cordillera que divide las
dos Castillas, antes que se apoderase de ella Solano ú otras
tropas; igualmente se le previno que interceptara todos los
correos, con otras instrucciones secretas, cuya ejecucion
no tuvo lugar á causa de la sumisa condescendencia de la
nueva corte.


l\lurat inquieto y receloso con lo acaecido en Aranjuez
no quiso dilatar mas tiempo la ocupacion de l\ladrid, y el
25 entró en la capital llevando delante, con deseo de exci-
tar la admiracion, la caballería de la guardia imperial, y lo
mas escogido y brillante de su tropa, y rodeado él mismo
de un lujoso séquito de ayudantes y oficiales de estado
mayor. No correspondia la infantería á aquella primera y
ostentosa muestra, constando en general de conscriptos y
gente bisoña, El vecindario de Madrid, si bien ya temero-
so de las intenciones de los franceses, no lo estaba á punto
que no los recibiese afectuosamente, ofreciéndoles por to-
das partes refrescos y agasajos. Contribuia no poco á alejar
la desconfianza el traer á todos embelesados las importan-




87
tes y repentinas mudanzas sobrevenidas en el gobierno,
Solo se pensaba en ellas y en contarlas y referirlas una y
mil veces; ansiando todos ver con sus propios ojos y con-
templar de cerca al nuevo rey, en quien se fundaban lison-
jeras e ilimitadas esperanzas, tanto mayores cuanto así
descansaba el ánimo fatigado con el infausto desconcierto
del reinado anterior,


Fernando cediendo á la impaciencia pública señaló el
dia 24 de marzo para hacer su entrada en Madrid. Causó
el solo aviso indecible contento, saliendo á aguardarle en
la víspera por la noche numeroso gentío de la capital, y
concurriendo al camino con no menor diligencia y afan to-
dos los pueblos de la comarca. Rodeado de tan nuevo y
grandioso acompañamiento llegó á las Delicias, desde don-
de por la puerta de Atocha entró en Madrid á caballo, si-
guiendo el paseo dcl Prado, y las calles de Alcalá y Mayor
hasta palacio. Iban detrás yen coche los infantes don Cár-
los y don Antonio. Testigos de aquel dia de placer y hol-
ganza, nos fué mas fácil sentirle que nos será dar de él
ahora una idea perfecta y acabada. Horas enteras tardó el
rey Fernando •.,n atravesar desde Atocha hasta Palacio: con
escasa escolta, por do quiera que pasaba, estrechado y
abrazado por el inmenso concurso, lentamente adelantaba
el paso, tendiéndosele al encuentro las capas con deseo de
que fueran holladas por su caballo: de las ventanas se tre-
molaban los pañuelos, y los vivas y clamores saliendo de
todas las bocas se repetian y resonaban en plazuelas y ca-
lles, en tablados y casas, acompañados de las bendiciones
mas sinceras y cumplidas. Nunca pudo monarca gozar de
triunfo mas magnífico ni mas sencillo; ni nunca tampoco
contrajo alguno obligacion mas sagrada de corresponder
con todo ahinco al amor desinteresado de súbditos tan
fieles,


Entrada
de Fernando
en Madrid


en 2!¡. de marzo.




88
Conducta Murat obscurecido y olvidado con la universal alegria,


impropia de~Iural. procuró recordar su presencia con mandar que algunas de
sus tropas maniobrasen en medio de la carrera por donde
el rey había de pasar. Desagradó órden tan inoportuna en
aquel dia , como igualmente el que no estando satisfecho
en el alojamiento que se le había dado en el Buen-Retiro,
por sí y militarmente sin contar con las autoridades se
hubiese mudado á la antigua casa del príncipe de la Paz,
inmediata al convento de dalia María de Aragon. Aconte-
cimientos eran estos de leve importancia, pero que influ-
yeron no poco en indisponer los ánimos del vecindario.
Aumentóse el disgusto á vista del desvío que mostró el
mismo lUurut con el nuevo rey, desvío imitado por el
embajador Beauharnais , único individuo del cnerpo diplo-
mático que no le habia reconocido. La corte disculpaba á
entrambos con la falta de instrucciones, debida á lo im-
pensado de la repentina mudanza; mas el pueblo compa-
rando el anterior lenguaje de dicho embajador amistoso y
solícito con su fria actual indiferencia, atribuia la súbita
transformacion á causa mas fundamental. Así fué que la
opinion, respecto de los franceses, de dia en día fué tro-
cándose y tomando distinto y contrario rumbo.


Opínton Hasta entonces, si bien algunos Re recelaban de las in-
de Espuña sohre . d N 1 1 I .


Napoleou. tenciones e apo eon, a mayor parte so o Vela en su
persona un apoyo firme de la naeion y un protector sincero
del nuevo monarca. La perfidia de la toma de las plazas ú
otros sucesos de dudosa interpretacion , los achacaban á
viles manejos de don l\'Ianuel Godoyó á justas precauciones
del emperador de los franceses. Equivocado juicio sin duda,
mas nada extraño en un pais privado de los medios de pu-
blicidad y libre discusion que sirven para ilustrar y rectificar
los extravíos de las opiniones. De cerca habían todos sen-
tido las demasías de Godoy, y ileNapolcon solo y de lrjos




89
se hahiau visto sus pasmosos hechos y maravillosas campa-
ñas. Los diariosde España, ó mas bien la miserable Gaceta
de Wfadrid, eco de los papeles de Francia, y unos y otros
esclavizados por la censura prévia , descrihian los sucesos
y los amoldaban á gusto y sabor del que en realidad do-
minaba acá y allá de los Pirineos. Por otra parte el clero
español habiendo visto que Napoleon había levantado los
derribados altares, prefería su imperio y señorío á la irreli-
giosa y perseguidora dominación que le habia precedido.
No perdían los nobles la esperanza de ser conservados y
mantenidos en sus privilegios y honores por aquel mismo
que habia creado órdenes de caballería, y erigido una nue-
va nobleza en la nación en donde pocos años antes habia
sido abolida y proscripta. ¡\'liraban los militares como prin-
cipal fundamento de Sil gloria y engrandecimiento al afor-
tunado caudillo, que para ceñir SIlS sienes con la corona
no había presentado otros abuelos ni otros títulos que su
espada y sus victorias. Los hombres moderados, los aman-
tes del orden y del reposo público cansados de los excesos
de la revoluciou, respetaban en la persona del emperador
de los franceses al severo magistrado que con vigoroso bra-
zo habia restablecido concierto en la Hacienda y arreglo en
los demás ramos. Y si bien es cierto que el edificio que
aquel habia levantado en Francia no estribaba en el dura-
dero cimiento de instituciones libres, valladar contra las
usurpaciones del poder, había entonces pocos en Espaüa y
contados eran los que extendían tan allá sus miras.


Napoleón bien informado del buen nombre con que cor- Juicio
• t •• • sobre la conducta


na en España, cobro aliento para intentar su atrevida em- de Napoleon.
presa, posible y hacedera á haber sido conducida con tino
y prudente cordura. Para alcanzar su objeto dos cami-
nos se le ofrecieron, segun la diversidad de los tiempos.
Antes de la suhlevaeion de Aranjnez la partida y embarco




90
para América de la familia reinante era ('1 mejor y mas aco-
modado. Sin aquel impensado trastorno, huérfana España
y abandonada de sus reyes hubiera saludado á Napoleou
como príncipe y salvador suyo. La nueva dorninaciou fácil-
mente se hubiera afianzado, si adoptando ciertas mejoras
hubiera respetado el noble orgullo nacional y algunas de
sus anteriores costumbres y aun preocupaciones. Acertó
pues Napoleon cuando vió en aquel medio el camino mas se-
guro de enseñorearse de España, procediendo con grande
desacuerdo desde el momento en que desbaratado por el
acaso su primer plan, no adoptó el único y obvio que se le
ofrecía en el casamiento de Fernando con una princesa de
la familia imperial: hubiera hallado en su protegido un rey
mas sumiso y reverente que en ninguno de sus hermanos.
Cuando su viaje á Italia, no había Napoleon desechado este
pensamiento, y continuó en el mismo propósito durante al-
gun tiempo, si bien con mas tibieza. El ejemplo de Portu-
galle sugirió mas tarde la idea de repetir en España lo que
su buena suerte le había proporcionado en el pais vecino.
Afirmóse en su arriesgado intento despues que sin resis-
tencia se habia apoderado de las plazas fuertes, y despues
que vió á su ejército internado en las provincias del reino.
Resuelto á su empresa nada pudo ya contenerle.


Esperaba con impaciencia Napoleon el aviso de haber
salido para Andalucía los reyes de España, á la misma sa-
zon que supo el importante é inesperado acontecimiento
de Aranjuez. Desconcertado al principio con la noticia, no
por eso quedó largo tiempo indeciso; y obstinado y tenaz
en nada alteró su primera determinacion. Claramente nos
lo prueba un importante documento. Había el sábado en la
noche 26 de marzo recibido en Saint-Cloud un correo con
las primeras ocurrencias de Aranjuez, y otro pocas horas
después con la abdicacion de Cárlos IV. Hasta entonces solo




Propuesta
de NapolelJll


á su
hermano Luis.


91
él era sabedor de lo que contra España maquinaba : sin
compromiso y sin ofensa del amor propio hubiera podido
variar su plan. Sin embargo al dia siguiente, el 27 del mis-
mo, decidido á colocar en el trono de España á una per-
sona de su familia, escribió con aquella fecha á su herma-
no Luis rey de Holanda. * « El rey de España acaba de ('Al'. liIJ. 2, n. g.)
)) abdicar la corona, habiendo sido preso el príncipe de la
)) Paz. Un levantamiento había empezado á manifestarse
)) en Madrid, cuando mis tropas estaban todavía á cuarenta
) leguas de distancia de aquella capital. El gran duque de
)) Berg habrá entrado allí 1'125 con 40000 hombres, desean-
)) do con ansia sus habitantes mi presencia. Seguro de que
)) no tendré paz sólida con Inglaterra sino dando un grande
)) impulso al continente, he resuelto colocar un príncipe
» francés en el trono de España En tal estado he pen-
)) sado en tí para colocarte en dicho trono Respóndeme
,) categóricamente cuál sea tu opinion sobre este proyec-
» too Bien ves que no es sino proyecto, y aunque tengo
» 100000 hombres en España, es posible por circunstan-
)) cias que sobrevengan, ó que yo mismo vaya directamen-
» te, ó que todo se acabe en quince dias , ó que ande mas
» despacio siguiendo en secreto las operaciones durante
)) algunos meses. Respóndeme categóricamente: si te nom-
)) bro rey de España, ¿, lo admites? ¿, Puedo contar conti-
)) go L .... )) Luis rehusó la propuesta. Documento es este
importantísimo, porque fija de un modo auténtico y posi-
tivo desde qué tiempo habia determinado Napoleon mudar
la dinastía de Borhon , estando solo incierto en los medios
que convendria emplear para el logro de su proyecto. Tam-
bien por estos días conferenciando con Izquierdo le pre-
guntó, si los españoles le querian como á soberano suyo.
Replicóle aquel con oportunidad plausible: « con gusto y
)) entusiasmo admitirán los españoles á V. M. por su mo-




9~
J) narca, pero después de haber renunciado á la corona de
1) Francia. JI Imprevista respuesta y poco grata á los delica-
dos oidos del orgulloso conquistador. Continuando pues
Napoleon en su premeditado pensamiento, y pareciéndole
que era ya llegado el caso de ponerle en ejecucion. trató de
aproximarse al teatro de los acontecimientos, habiendo sa-
lido de Paris el ::! de abril con direccion á Burdeos.


En tanto Murat retrayéndose de la nueva corte anunciaba
todos los dias la llegada de su augusto cuñado. En palacio
se preparaba la habitacion imperial. adornábase el Retiro
para bailes, y un aposentador enviado de París lo disponía
y arreglaba todo. Para despertar aun mas la viva atencion
del público se enseñaba hasta el sombrero y botas del de-
seado emperador. Bien qne en aquellos preparativos y
anuncios hubiese de parte de los franceses mucho de apa-
rente y falso, es probable que sin el trastorno causadopor
el movimiento de Aranjuez , Napoleon hubiera pasado á
Madrid. Sorprendido con la súbita mudanza determinó bus-
car en Bayona ocasion que desenredase los complicados


Correspondencia asuntos de España. Ofreciósela oportuna una correspon-
entre lllura!


y los dencia entablada entre Murat y los reyes padres, y á que
reyes padres.


dió origen el ardiente deseo de libertar á don Manuel Go-
doy, y poner su vida fuera de todo riesgo. Fué mediadora
en la correspondencia la reina de Etruria , y IUllrat consi-
derándola como conveniente al final desenlace de los in-
tentos de Napoleou , cualesquiera que ellos fuesen, no
desaprovechó la dichosa coyuntura que la casualidad le
ofrecía. De ella provino la famosa protesta de Carlos IV
contra Sil abdicacion, sirviendo de base dicho acto á todas
las renuncias y procedimientosque tuvieron después lugar
en Bayona.


(' Ap. /.', n. iO' * Nació aqnella correspondencia poco después del dia 19
dI' marzo. Ya en el 22 las dos reinas madre é hija escribían




95
con eficacia en faVOl' del preso Godoy, manifestando la de
España que estaba su felicidad cifrada en acabar tranqui-
lamente sus días con su esposo y el único amigo que am-
bos tenian. Con igual fecha lo mismo pedía Cárlos IV, aüa-
diendo que se iban á Badajoz. Es de notar el contexto de
dichas cartas en las que todavía no se hablaba de haber PI'O-
testado el rey padre contra la ahdicaoion hecha en el día HJ,
ni de asunto alguno conexo con paso de tanta gravedad.
Siu embargo cuando en 1810 publicó el Monitor esta cor-
respondencia, insertó antes de las enunciadas cartas del.22
otra en que se hace mencion de aquel acto como de cosa
consumada; pero el haberse omitido en ella la fecha, di-
ciendo al mismo tiempo la reina que á nada aspiraba sino
á alejarse con su esposo y Godoy, todos tres juntos, de in-
trigas y mando, excita contra dicha carta vehementes S05-
pechas , ó de que 5(~ omitió la fecha por haber sido poste-
riormente escrita á la del 22, o 10 que es tarnbien verosímil
que se intercaló el pasaje en que se habla de haber protes-
tado, no aviniéndose con este acto é implicando mas bien
contradiccion los deseos de la reina allí manifestados. La
protesta apareció con la fecha del 21; mas las cartas del 22
COl1 otras aserciones encontradas que se notan en la corres-
pondencia, prueban que en la dicha protesta se empleó
una supuesta y anticipada fecha, y que Carlos no tuvo de-
terminacion lija de extender aquel acto hasta pasados tres
días despues de su abdicacion.


La lectura atenta de toda la correspondencia, y lo que
hemos oido á personas de autoridad, nos induce á creer
que Cárlos IV se resolvió á formalizar su protesta despues
de las vistas que el 25 tuvieron él y su esposa con el gene-
ral Monthion jefe del estado mayor de Murat, De cualquie-
ra modo que dicho general nos haya pintado su conferen-
cia, y bien que haya querido indicarnos que los reyes




94
padres estaban decididos de antemano á protestar contra su
abdicadon , lo cierto es que hasta aquel dia Cárlos IV no
se habia dirigido á Napoleon, y entonces lo hizo comuni-
cándole cómo se habia visto forzado á renunciar, « cuando
» el estruendo de las armas y los clamores de una guardia
)) sublevada le habian dado á conocer bastante la necesi-
» dad de escoger entre la vida ó la muerte; pues ( añadía)
)) esta última se hubiera seguido á la de la reina.») Con-
cluia poniendo enteramente su suerte en las manos de su
poderoso aliado. Acompañaba á la carta el acto de la pro-


(. Al'. 1. 2, n, !l.) testa así concebido" * « Protesto y declaro que todo lo que
») manifiesto en mi decreto del 19 de marzo, abdicando la
» corona en mi hijo, fue forzado por precaver mayores
» males y la efusion de sangre de mis queridos vasallos, y
» por tanto de ningun valor. = Yo el rey. = Araujuez 21
» de marzo de 1808. »


Del cúmulo de pruebas que hemos tenido á la vista eu
un punto tan delicado é importante, conjeturamos funda-
damente que Cárlos, cuya abdicacion fué considerada por
la generalidad como un acto de su libre y espontánea vo-
luntad, y la cual el mismo monarca, de carácter indolente
y flojo, dio momentáneamente con gusto; abandonado des-
pues por todos, solo y no acatado cual solia cuando empu-
liaba el cetro, advirtió muy luego la diferencia que media
entre un soberano reinante y otro desposeído y retirado.
Fuéle doloroso en su triste y solitaria situacion comparar
lo que habia sido y lo que ahora era l y dió bien pronto in-
dicio de pesarle su precipitada resolucion. El arrepentimien-
to de haber renunciado fué en adelante tan constante y tan
sincero, que no solo en Bayona mostraba á las claras la
violencia que se habia empleado contra su persona l sino
que todavía en Roma en 1816 repetía á cuantos españoles
iban á verle y en quienes tenia confianza, que su hijo no




!)!)
era legítimo rey de España, y que solo el, Carlos IV, era
el verdadero soberano. No menos ahondaba y quebrantaba
el corazon de la reina el triste recuerdo de su perdido in-
flujo y poderío: andaba despechada con la ingratitud de
tantos mudables cortesanos antes en apariencia partidarios
adictos y afectuosos, y grandemente la atribulaban los ries-
gos que cercaban á su idolatrado amigo. Ambos, en fin,
sintieron el haber descendido del trono, acusándose á sí
mismos de la sobrada celeridad con que habian cedido a
los temores de una violenta sublevacion. No fueron los
primerosreyes que derramaron lágrimas tardías en memo-
ria de su antiguo y renunciado poder.


Pesarosos Cárlos y ]}Iaría Luisa y dispuestos sus ánimos
á deshacer lo que inconsideradamente habian ofrecido y
ejecutado el dia 19, vislumbraron un rayo de halagüeña
esperanza al ver el respeto y miramiento con que eran tra-
tados por los principales jefes del ejército extranjero. En- Siguen los tratos


entre Mural
tonces pensaron seriamente en recobrar la perdida autori- y los


reyes padres.
dad, fundando mas particularmente su reclamación en la .
razon poderosa de haber abdicado en medio de una sedi-
cion popular y de una sublevación de la soldadesca. Murat
si no fue quien primerosugirió la idea, al menos puso gran
conato en sostenerla, porque con ella fomentando la des-
union de la familia real, minaba por su cimiento la legiti-
midad del nuevo rey, y ofrecia á su gobierno un medio
plausible de entrometerse en las disensiones interiores,
mayormente acudiendo á buscar el anciano y desposeído
Cárlos reparo y ayuda en Sil aliado el emperador de los
franceses.


Murat al paso que urdia aquella trama ó que por lo me-
nos ayudaba á ella, no cesaba de anunciar la próxima lle-
gada de Napoleon , insinuando mañosamente á Fernando
por medio de sus consejeros cuán conveniente seria que




96
para allanar cualesquiera dificultades que se opusiesen al
reconocimiento, saliera a esperar :.i su augusto cuñado el
emperador. Por su parte el nuevo gobierno procuraba con
el mayal' esfuerzo granjear la voluntad del gabinete de


(' Ap.!. ',D. 12.) Francia. Ya en 20 de marzo se mandó al Consejo * publi-
car que Fernando VII, léjos de mudar el sistema político
de su padre respecto de aquel imperio, pondria su esmero
en estrechar los preciosos vínculos de amistad y alianza
que entre ambos subsistian , encargándose con especialidad
recomendar al pueblo que tratase bien y acogiese con afec-
to al ejército francés, Se despacharon igualmente órdenes
á las tropas de Galicia que habian dejado á Oporto, para
que volviesen á aquel punto, y á las de Solano, que esta-
ban ya en Extremadura en virtud de lo úitimamente dis-
puesto por Godoy, se les mandó que retrocediesen á Por-
tugal. Estas sin embargo se quedaron por la mayor parte
en Badajoz, no cuidándose .Tunot de tener cerca de sí sol-
dados cuya conducta no merecia su confianza.


El pueblo español entre tanto empezabacada dia á mirar
con peores ojos á los extranjeros, cuya arrogancia crecia
segun que su moradase prolongaba. Continuamente se sus-
citaban empeñadas riñas entre los paisanos y los soldados
franceses, y el '27 de marzo de resultas de una mas acalo-
rada y estrepitosa, estuvo para haber en la plazuela de la
Cebada una grande conmocion, en la que hubiera podido
derramarse mucha sangre. La corte acongojada queria so-
segar la inquietud pública, ora por medio de proclamas,
ora anunciando y repitiendo la llegada de Napoleon que
pondria término á las zozobras é incertidumbre. Era tal en
este punto su propio engaño que en SH de marzo se avisó


(' Ap. i, 2, D. 13.) al público de oficio * (( que S. 1\'1. tenia noticia que dentro
» de dos días y medio á tres llegaria el emperador de los
» franceses ..... » Asi ya no solamente se contaban los días




97
sino las horas mismas: ansiosa impaciencia, desvariada en
el modo de expresarse, y afrentosa en un gobierno cuyas
providencias hubieran podido descansar en el seguro y fir-
me apoyo de la opinion nacional.


i Cosa maravillosa! Cuanto mas se iban en Madrid des-
engañando todos y comprendiendo los fementidos desig-
nios del gabinete de Francia, tanto mas ciego y desatentado
se ponía el gobierno español. Acabó de perderle y desear-
riarle el28 de marzo con su llegada don Juan de Eseóiquiz,
quien no veia en Napoleon sino al esclarecido, poderoso y
heróico defensor del rey Fernando y sus parciales. Deslum-
brado con la opinion que de si propio tenia, creyó que
solo á él le era dado acertar con los oportunos medios de
sacar airoso y triunfante de la embarazosa posicion á su
augusto discípulo, y cerrando los oidos á la voz pública y
universal, llamó hácia su persona una severa y terrible
responsabilidad. Causa asombro, repetimos, que los en-
gaños y arterias advertidos por el mas ínfimo y rudo de los
españoles se ocultasen y obscureciesen á don Juan de Escói-
quiz y á los principales consejeros del rey, quienes por el
puesto que ocupaban y por la sagacidad que debía ador-
narles, hubieran debido descubrir antes que ningun otro
las asechanzas que se les armaban. Pero los sucesos que
en gran manera concurrian á excitar su desconfianza, eran
los mismos que los confortaban y aquietaban. Tal fué el
pliego de Izquierdo, de que hablamos en el libro anterior.
Las proposiciones en él inclusas, y por las que nada me-
nos se trataba que de ceder las provincias del Ebro allá, y
de arreglar la sucesion de España, sobre la cual dentro
del reino nadie habia tenido dudas, no despertaron las
dormidas sospechas de Escóiquiz ni de sus compañeros.
Atentos solo á la propuesta indicada en el mismo pliego
de casar á Fernando con una princesa, pensaron que todo


TOM. l. 7


Llega Escóiquiz
á Madrid


en '8 de marzo.




}'ern;,n-Nuñ¡)z
en 'I'uurs.


98
iba á componerse amistosamente, llevando tan allá Escói-
quiz y los suyos el extravío de su mente, que en su Idea
sencilla no se detiene en asentar « que su opinion, confor-
» me con la del Consejo del rey, había sido que las inLen-
» ciones mas perjudiciales que podian recelarse del gohier-
» no francés, eran las del trueque de las provincias mas
» allá del Ebro por el reino de Portugal, ó tal vez la ce-
» sion de la Navarra ;» como si la cesion ó pérdida de
cualquiera de estas provincias no hubiera sido clavar un
agudo puñal en una parte muy principal de la naciou, des-
membrándola y dejándola expuesta á los ataques que con-
tra ella intentase dirigir á mansalva su poderoso vecino.


El contagio de tamaña ceguedad habia cundido entre al-
gunos cortesanos, y hubo de ellos quienes sirvieron con
su credulidad al entretenimiento y burla de los servidores
de Napoleon. Se aventajó á todos el conde de Fernan-Nu-
ñez, quien para merecer primero las albricias dejando atrás
á los que con él habian ido á recibir al emperador de los
franceses, se adelantó á toda diligencia hasta Tours. No
distante de aquella ciudad cruzándose en el camino con
~Ir. Bausset, prefecto del palacio imperial, le preguntó con
viva impaciencia si estaba ya cerca la novia del rey Fernan-
do, sobrina del emperador. Respondióle aquel que tal so-
brina no era del viaje ni habia oido hablar de novia ni de
casamiento. Tomando entonces Fernan-Nuñez en su ade-
man un compuesto y misterioso semblante, atribuyó la res-
puesta del prefecto imperial á estudiado disimulo ó á que
no estaba en QI importante secreto. No dejan estos hechos
por leves que parezcan de pintar los hombres que con su
obcecacion dieron motivo á grandes y trascendentales acon-
tecimientos.


Léjos Murat de contribuir con Sil conducta á ofuscar á
los ministros del rey, obraba de manera que mas bien ayu-




99
daba al desengaño que á mantener la lisonjera ilusiono Con-
tinuaba siempre en sus tratos con la reina de Etruria y los
reyes padres, no ocupándose en reconocer á Fernando, ni
en hacerle siquiera una visita de mera ceremonia y cum-
plido. A pesar de su desvío bastaba que mostrase el menor
deseo para que los ministros del nuevo rey se afanasen
por complacerle y servirle. Así fué que habiendo manifes- Entrega


de la espada
tado á don Pedro Cevallos cuánto le agradaria tener en su de Francisco r.
poder la espada de Francisco 1 depositada en la real Arme-
ría, le fué al instante entregada en 4 de abril, siendo lle-
vada con gran pompa y acompañamiento y presentada por
el marqués de Astorga en calidad de caballerizo mayor. Al
par que, como en sus anteriores procedimientos, se portó en
este paso el gobierno español débil y sumisamente, el fran-
cés dejó ver estrecheza de ánimo en una demanda ajena de
una nacion famosa por sus hazañas y glorias militares, como
si los triunfos de Pavía y el inmortal trofeo ganado en buena
guerra, y que adquirieron á España sus ilustres hijos Die-
go de Avila y Juan de Urbieta, pudieran nunca borrarse de
la memoria de la posteridad.


Napoleon no estaba del todo satisfecho de la conducta Carta
d 1\lr E 1 ihi , G\9 d 1 de Napoleóne lIJ.urat. n una carta que e escn 10 en z e marzo e á lUurat:


. viaje del infante
manifestaba sus temores, y con diestra y profunda mano le don Carlos.
trazaba cuánto habia complicado los negocios el aconteci-
miento de Aranjuez. * Este documento si fué escrito del (' Ap.l ••. n. fI,.)
modo que despues se ha publicado. muestra el acertado
tino y extraordinaria prevision del emperador francés. y
que la precipitacion y equivocados informes de J\'Iurat per-
judicaron muy mucho al pronto y feliz éxito de su empre-
sa. Sin embargo ademas de las instrucciones que aparecen
por la citada carta, debió de haber otras por el mismo
tiempo que indicasen ó expresasen mas claramente la idea
de llevar á Francia á los príncipes de la real familia; pues




Llegaría
IÍ Manrid del


general Savary.


100
Murat siguiendo en aquel propósito y no atreviéndose á
insistir inmediatamente en sus anteriores insinuaciones de
que Fernando fuese al encuentro de Napoleon , propuso
como muy oportuna la salida al efecto del infante don Cár-
los, en lo cual conviniendo sin dificultad la corte, partió
el infante el 5 de abril. No habían pasado muchos días ni
aun tal vez horas cuando JUurat poco á poco volvió á re-
novar sus ruegos para que el rey Fernando se pusiese tam-
bien en camino y halagase con tan amistoso paso á su ami-
go el emperador Napoleon. El embajador francés apoyaba
lo mismo y con particular eficacia, habiendo en fin clara-
mente descubierto que la política de su amo en los :lS1.JI1tos
de España era muy otra de la que antes se hahia figurado.


Pero viendo el rey Fernando que su hermano el infante
no había encontrado en Burgos á NapoJeon y proseguia
adelante sin saber cuál seria el térrnino de su viaje, vaci-
laba todavía en su resolucion. Sus consejeros andaban di-
vididos en sus dictámenes: Cevallos se oponia á la salida
del rey hasta tanto que se supiera de oficio la entrada en
España del emperador francés. Escóiquiz constante en su
desvarío sostenía con empeño el parecer contrario, y á pe-
sar de su poderoso influjo hubiera difícilmente prevalecido
en el ánimo del rey, si la llegada á IUadrid del general Sa-
vary no hubiese dado nuevo peso á sus razones y cambia-
do el modo de pensar de los que hasta entonces habían
estado irresolutos é inciertos. Savary, general de division y
ayudante de Napoleon, iba á l\fadrid con el encargo de lle-
var á Fernando á Bayona, adoptando para ello cuantos
medios estimase convenientes al logro de la empresa. Juz-
góse que era la persona mas acomodada para desempeñar
tan ardua comision , encubriendo bajo un exterior militar
y franco profunda disimulacion y astucia. Apenas, por
decirlo así, apeado, solicitó audiencia particular de Fer-




101
nando , la cual concedida manifestó con aparente sinceri-
dad « que venia de parte del emperador para cumplimentar
H al rey y saber de S. M. únicamente si sus sentimientos
)) con respecto á la Francia eran conformes con los del rey
J) su padre, en cuyo caso el emperador prescindiendo de
J) todo lo ocurrido no se mezclaria en nada de lo interior
)) del reino, y reconocería desde luego á S. ¡U. por rey de
)) España y de las Indias.» Fácil es acertar con la contes-
tacion que daria una corte no ocupada sino en alcanzar el
reconocimiento del emperador de los franceses. Savary
anuncio la próxima llegada de su soberano á Bayona , de
donde pasaria á 1\ladrid, insistiendo poco despues en que
Fernando saliese á recibirle, con cuya determinacion pro-
baria su particular anhelo por estrechar la antigua alianza
que mediaba entre ambas naciones, y asegurando que la
ausencia seria tanto menos larga cnanto que se encontra-
ria en Burgoscon el mismoemperador. El rey, vencido con
tantas promesas y palabras , resolvió al fin condescender
con los deseos de Savary , sostenido y apoyado por los mas
de los ministros y consejeros españoles.


Cierto que el paso del general francés hubiera podido
hacer titubear al hombre mas tenaz y firme, si otros in-
dicios poderosos no hubieran contrapesado su aparente
fuerza. Ademas era sobrada precipitacion antes de saberse
el viaje de Napoleon á España de un modo auténtico y de
oficio, exponer la dignidad del rey á ir en busca suya, ha-
biéndose hasta entonces comunicado su venida solo de pa-
labra é indirectamente. Con mayor lentitud y circunspec-
cion hubiera convenido proceder en negocio en que se
interesaban el decoro del rey, su seguridad y la suerte de
la nacion , principalmente cuando tantas perfidias hahian
precedido, cuando ¡\'furat tenia conducta tan sospechosa,
y cuando en vez de reconocer á Fernando cuidaha sola-




Avisa
de Hervas.


to de abril:
salida del rey
para Burgos.


102
mente de continuar sus secretos manejos con la antigua
corte. NIas el deslumbrado Escóiquiz proseguia no viendo
las anteriores perfidias, y achacaba las intrigas de Murat á
actos de pura oficiosidad, contrarios á las intenciones de
Napoleon. Sordo á la voz del pueblo l sordo al consejo de
los prudentes, sordo á lo mismo que se conversaba en todo
el ejército extranjero, en corrillos y plazas, se mantuvo
porfiadamente en su primer dictámen y arrastró al suyo á
los mas de los ministros, dando al mundo la prueba mas
insigne de terca y desvariada presuncion l probablemente
aguijada por ardiente deseo de ambiciosos crecimientos.


Hubo aun para recelarse el que don José Martinez de
Hervás , quien como español y por su conocimiento en la
lengua nativa habia venido en compañía del general Sava-
ry, avisó que se armaba contra el rey alguna celada, y que
obraria con prudente cautela desistiendo del viaje ó difi-
riéndole. Pero j oh colmo de ceguedad! los mismos que
desacordadamente se fiaban en las palabras de un extran-
jero, del general Savary l tuvieron por sospechosa la loa-
ble advertencia del leal español. Y como si tantos indicios
no bastasen, el mismo Savary dió ocasion á nuevos recelos
con pedir de órden del emperador que se pusiese en liber-
tad al enemigo declarado é implacable del nuevo gobierno,
al odiado Godoy. Incomodó sin embargo la intempestiva so-
licitud, y hubiera tal vez perjudicado al resuelto viaje, si
el francés á ruego del Infantado y Ofárril no hubiera aban-
donado su demanda.


Firmes pues en su propósito Jos consejeros de Fernando
y conducidos por un hado adverso, señalaron el dia 10 de
abril para su partida, en cuyo dia salió S. 1\'1. tomando el
camino de Somosierra para Burgos. Iban en su compañía
don Pedro Cevallos, ministro de Estado, los duques del In-
fantado y San Cárlos , el marqués de ~Iuzquiz, don Pedro




105
Labrador, dou Juan de Escóiquiz, el espitan de guardias de
Corps, conde de Villariezo, y los gentiles hombres de cá-
mara, marqués dc Aycrbe, de Guadalcázar, y de Feria. La
víspera había escrito Fernando á su padre pidiéndole una
carta para el emperador con súplica de que asegurase en
ella los buenos sentimientos que le asistian , queriendo se-
guir las mismas relaciones de amistad y alianza con Fran-
cia que se habían seguido en su anterior reinado. Cár-
los IV ni le dió la carta, ni le contestó, con achaque de
estar ya en cama: precursora seüal de lo que en secreto se
proyectaba.


Antes de su salida dispuso el rey Fernando que se nom-
brase una junta suprema de gobierno presidida por su tia
el infante don Antonio y compuesta de los ministros del
despacho, quienes á la sazon eran don Pedro Cevallos, de
Estado, que acompañabaal rey; don Francisco Gil y Lémus,
de Marina; don ]}liguel José de Azanza, de Hacienda; don
Gonzalo Ofárril , de Guerra, y don Sebastian Piñuela, de
Gracia y Justicia. Esta junta, segun las instrucciones ver-
bales del rey, debía entender en todo lo gubernativo y ur-
gente, consultando en lo demas con S. M.


En tanto que el rey con sus consejeros va camino de
Bayona, será bien que nos detengamos á considerar de
nuevo resolucion tan desacertada. La pintura triste que
para disculparse traza Escóiquiz en su obra acerca de la
situacion del reino, seria juiciosa si en aquel caso se hu-
biese tratado de medir las fuerzas militares de España y sus
recursos pecuniarios con los de Francia, á la manera de
una guerra (JC ejército á ejército y de gobierno á gobierno.
Le estaba bien al príncipe de la Paz calcular fundado en
aquellos datos como quien no tenia el apoyo nacional; mas
la posicion de Fernando era muy otra, siendo tan extraor-
dinario el entusiasmo en favor suyo, que un ministro hábil


Nombramiento
de una


junta suprema.


Sohre el .,.Jaje
del rey.




Llega el rey
el i2 de abril


á Burgos.


101
Y entendido no debia en aquel caso dirigirse por las re-
glas ordinarias de la fria razon, sino contar con los es-
fuerzos y patriotismo de la nacion entera, la cual se hu-
biera alzado unánimemente á la voz del rey, para defender
sus derechos contra la usurpacion extranjera; y las fuerzas
de una nacion levantada en cuerpo son tan grandes é in-
calculables á los ojos de un verdadero estadista, como lo
son las fuerzas vivas á las del mecánico. Así lo pensaba el
mismo Napoleón, quien en la carta á lUuratdel 29 de mar-
zo arriba citada decía: « La revolucion de 20 de marzo
) prueba que hay energía en los españoles. Habrá qne Ii-
» dial' contra un pueblo nuevo lleno de valor, y con el en-
)) tusiasmo propio de hombres á quienes no han gastado
)) las pasiones políticas..... )) y mas abajo. oo •• « se harán
)) levantamientos en masa que eternizarán la guerra..... )
Acertado y perspicaz juicio, que forma pasmoso contraste
con el superficial y poco atinado de Escóiquiz y sus secua-
ces. Era ademas dar sobrada importanciaá un paso de puro
ceremonial para concebir la idea de que la política de un
hombre como Napoleón en asunto de tal cuantía hubiera
de moderarse ó alterarse por encontrar al rey algunas le-
guas mas ó menos léjos; antes bien era propio para encen-
der SIl ambician un viaje que mostraba irnprevision y ex-
tremada debilidad. Se cede á veces en política á un acto de
fortaleza heróica, nunca á miseros y menguados ruegos.


El rey en su viaje rué recibido por las ciudades, villas y
lugares del tránsito con inexplicable gozo, haciendoá com-
petencia sus moradores las demostraciones mas señaladas
de la lealtad y amor que los inflamaban. Eulró en Burgos
el 1.2 de abril sin que hubiese allí ni mas léjos noticia del
emperador francés. Deliberóse en aquella ciudad sobre el
partido que debia tomarse; de nuevo reiteró sus promesas
y artificios el general Savary, y de IIlWVO se determinó qlH)




101>
prosiguiese el rey su viaje á Vitoria. y he aquí que los mis-
mos y mal aventurados consejeros que sin tratado alguno ni
formal negociacion, y solo por meras é indirectas insinua-
ciones habían llevado á Fernando hasta Burgos, le llevan
tambien á Vitoria, y le traen de monte en valle y de valleen
monte en busca de un soberano extranjero mendigando con
desdoro su reconocimiento y ayuda, como si uno y otro
fuera necesarioy decoroso á un rey, que habiendo subido al
solio con universal consentimiento, afianzaba su poder y le-
gitimidad sobre la sólida é incontrastable base del amor y
unánime aprobacion de sus pueblos.


Llegó el rey á Vitoria el 14. Napoleon quc había perma-
necido en Burdeos algunos dias , salió dc allí á Bayona , en
donde entró en la noche del 14 al 15, de lo que noticioso
el infante don Cárlos , hasta entonces detenido en Tolosa,
pasó á aquella plaza. Savary, sabiendo que el emperador se Escribe


. b . 1 f . d 1 d d Fernando áaproxIma a a a rontera , y vien o que ya no e era a o Nanoleon :
por mas tiempo continuar con fruto sus artificios si no acu- co~;ei{: a~~\t en
dia á algun otro medio, resolvió pasar á Bayona llevando
consigo una carta de Fernando para Napoleon. * No tardó eAp. 1. 2, n, <5.)
CIl recibirse la respuesta estando con ella de vuelta en Vi-
toria el dia 17 el mismo Savary, y la cual estaba concebida
en términos que era suficiente por sí sola á sacar de su er-
ror á los mas engañados. En cfccto la carta respondía á la
última de Fernando, y en parte tambien á la que le babia
escrito en 11 de octubre del afioanterior. Sembrada de ver-
dades expresadas con cierta dureza, no se soltaba en ella
prenda que empeñase á Napoleon á cosa alguna: lo dejaba
todo en dudas dando solo esperanzas sobre el ansiado ca-
samiento. Notábase con especialidad en su contexto el inju-
rioso aserto que Fernando « no tenía otros derechos al trono
)) que los que le habia transmitido su madre: » frase alta-
mente afrentosa al honor de la reina, y no menos indeco-




Tentativas
Ó proposiciones
para que el rey


se escape.


106
rosa al que la eserihia que ofensiva á aquel á quien iha di-
rigida. Pero una carta tan poco circunspecta, tan altanera
y desembozada embelesó al canónigo Escóiquiz , quien se
recreaba con la vaga promesa del casamiento. Por entonces
vimos lo que escribia á un amigo suyo desde Vitoria , y le
faltaban palabras con que dar gracias al Todopoderoso por
el felix éxito que la carta de Napoleon pronosticaba á su
viaje. Realmente rayaba ya en demencia su continuada ob-
cecacion.


Savary auxiliado con la carta aumentó sus esfuerzos y
concluyó con decir al rey, « me dejo cortar la cabeza si al
)) cuarto de hora de haber llegado S. J\'!. á Bayona no le ha
» reconocido el emperador por rey de España y de las Ill-
» días ..... Por sostener su empeño empezará probablemente
l) por darle el tratamiento de Alteza; pero á los cinco mi-
l) nutos le dará Majestad, y á los tres dias estará todo ar-
» reglado, y S. IVI. podrá restituirse á España inmediata-
) mente ..... » Engañosas y pérfidas palabras, que acabaron
de decidir al rey á proseguir su viaje hasta Bayona.


Sin embargo hubo españoles mas desconfiados ó cautos
que, no dando crédito á semejantes promesas, propusieron
varios medios para que el rey se escapase. Todavía hubiera
podido conseguirse en Vitoria ponerle en salvo, aunque
los obstáculos crecían de dia en día. Los franceses hahian re-
doblado Sil vigilancia, y no contentos con los 4000 hombres
que ocupaban á Vitoria á las órdenes del general Verdier,
habian aumentado la guarnicion especialmente con caba-
llería enviada de Burgos. Savary tenia órden de arrebatar
al rey por fuerza en la noche del 18 al 19 si de grado no
se mostraba dispuesto á pasar á Francia. Cuidadoso de no
faltar á su mandato, estando muy sobre aviso hacia rondar
y observar la casa donde el rey habitaba. A pesar de su es-
merado celo la evasión se hubiera fácilmente ejecutado á




107
haberse Fernando resuelto á abrazar aquel partido. Don
~Iariano Luis de Urquijo, que habia ido de Bilbao á cum-
plimentarle á su paso por Vitoria, propuso de acuerdo
con el alcalde Urbina un medio para que de noche se fu-
gase disfrazado. Hubo también otros y varios proyectos,
mas entre todos es digno de particular mencion como el
mejor y mas asequible el propuesto por el duque de Mahon.
Era pues que saliendo el rey de Vitoria por el camino de
Bayona , y dando confianza á los franceses con la direccion
que habria tomado, siguiera así hasta Vergara, en cuyo
pueblo abandonando la carretera real torciese del lado de
Durango y se encaminase al puerto de Bilbao. Añadia el
duque que la evasión seria protegida por un batallon del
Inmemorial del Rey residente en Mondragon , y de cuya
fidelidad respondía. Eseóiquiz, con quien siempre nos en-
contrarémos cuando se trate de alejar al rey de Bayona y
librarle de las armadas asechanzas, dijo: « que no era ne-
" cesario habiendo S. ~1. recibido grandes pruebas de amis-
» tad de parte del emperador. » Eran las grandes pruebas
la consabida carta. El de Mahon no por eso dejó de insistir
la misma víspera de la salida para Bayona, habiéndose au-
mentado las sospechas de todos con la llegada de 500 grao
naderos á caballo de la guardia imperial. 1\Ias al querer
hablar, poniéndole la mano en la boca, pronunció Eseéi-
quiz estas notables palabras: (( es negocio concluido, ma-
l> llana salimos para Bayona: se nos han dado todas las se-
» guridades que podíamos desear. »


Tratose en fin de partir. Sabedor el pueblo se agrupó Proclama
al partir el reydelante del alojamiento del rey, c~rtó los tirantes de las de Viloria.


mulas, y prorumpió en voces de amor y lealtad para que
el rey escuchase sus fundados temores. * Todo fué en vano. ('Ap.lo •. n. 16.)
Apaciguándose el bullicio á duras penas, se publicó un
decreto en que afirmaba el rey « estar cierto de la sincera




Sale de Vitoria
el t 9 de abril.


20 de abríl :
entrada del rey


en Bayona.


108
») y cordial amistad del emperador de los franceses, y que
» antes de cuatro ó seis dias darían gracias Dios y á la PI'II-
» dencia de S. 1\'I. de la ausenciaque ahora les inquietaba»


Partió el rey de Vitoria el19 de abril y en el mismo lle-
gó á Irun cási solo, habiéndose quedado atrás el general
Savary por hahérsele descompuesto el coche. Se albergó
en casa del señor Olazáhal, sita fuera de la villa, en donde
había de guarnicion un batallón del regimiento de Africa,
decidido á obedecer rendidamente las órdenes de Fernan-
do. La Providencia á cada paso parecía querer advertirle
del peligro, y á cada paso le presentaba medios de salva-
cion. 1\las un ciego instinto arrastraba al rey al horroroso
precipicio. Savary tuvo tal miedo de que la importante
presa se le escapase, á la misma sazon que ya la tenia
asegurada , que llegó á Irun asustado y despavorido.


El 20 cruzó el rey y toda la comitiva el Bidasoa , y entró
en Bayona á las diez de la mañana de aquel dia. Nadie le
salió á recibir al camino á nombre de Napoleon. l\Ias allá
de San Juan de Luz encontró á los tres grandes de España
comisionados para felicitar al emperador francés, quienes
dieron noticias tristes, pues la víspera por la mañana ha
hian oido al mismo de Sil propia boca que los Borbones
nunca mas reinarian en España. Ignoramos por qué no an-
duvieron mas diligentes en comunicar al rey el importante
aviso, que podria descansadamente haberle alcanzado en
Irun : quizá se lo impidió la vigilancia de qur estaban cer-
cados. Abatió el· ánimo de todos lo que anunciaron los
grandes, echando tambien de ver el poco aprecio que á
Napoleon merecia el rey Fernando cn el modo solitario
con que le dejaba aproximarse á Bayona , no habiendo sa-
lido persona alguna elevada en dignidad á cumplimentarle
y honrarle, hasta que á las puertas de la ciudad misma se
presentaron con aquel objeto el príncipe dc Neulchatel y




109
Duroc, gran mariscal de palacio. Admiró en tanto grado á
Napoleon ver llegar á Fernando sin haberle especialmente
convidado á dio, que al anunciarle un ayudante su próxi-
mo arribo exclamó: «cómo? .... ¿viene? .... no, no es po-
» sihlc, .... )) Aun no conocía personalmente á los conseje-
ros de Fernando.


Despues de la partida del rey prosiguiendo Murat en su Sigue la .
. . 1 .. d las i correspondenciapnncipa proposrto e apoyar as intrigas que se prepara- entre I\lurat


y los
han en la enemistad y despecho de los reyes padres, avivó reyes padres.
la correspondencia que con ellos había entablado. Hasta
entonces no habían conferenciado juntos, siendo sus ayu-
dantes y la reina de Etruria el conducto por donde se en-
tendían. Mucho desagradaron los secretos tratos de la últi-
Ola, á los que particularmente la arrastró el encendido deseo
de conseguir un trono para su hijo, aunque sus esfuerzos
fueron vanos. En la correspondencia, despnes de ocuparse
en el asunto que mas interesaba á I\'Iurat y su gobierno, esto
es, el de la.protesta de Carlos IV, llamó á la reina y á su
esposo intensamente la atencion la desgraciada suerte de
su amigo Godoy, del pobre príncipe de la Paz, con cuyo
epíteto á cada paso se le denomina en las cartas de l\laría
Luisa. Duda el discurso al leer esta correspondencia, si es
mas de maravillar la constante pasión de la reina por el fa- •
vorito, ó la ciega amistad del rey. Confundían ambos su
suerte con la del desgraciado á punto que decia la reina,
« si no se salva el príncipe de la Paz, y si no se nos con-
» cede su compañía. moriremos el rey mi marido y yo.»
Es digna de la atenta observacion de la historia mucha
parte de aquella correspondencia, y señaladamente lo son
algunas cartas de la reina madre. Si se prescinde del enfado
y acrimonia con qne están escritas ciertas cláusulas. da su
contexto mucha luz sobre los importantes hechos de aquel
tiempo, y en el se pinta al vivo y con colores pOI' desgra-




110
cia harto verdaderos el carácter de varios personajes de
aquel tiempo. Posteriores acontecimientos nos harán ver
lastimosamente con cuánta verdad y conocimiento de los
originales trazó la reina l\iaría Luisa algunos de estos retra-
tos. Los reyes padres habian desde marzo continuado en
Aranjuez, teniendo para su guardia tropas de la casa real.
Tamhien había fuerza francesa á las órdenes del general
Watier, socolor de proteger á los reyes y continuar dando
mayor peso á la idea de haberse ejercido contra ellos par-


Pasan ticular violencia en el acto de la abdicacion. El 9 de abril
los reyes padres .••• .


alEscorial. pasaron al Escorial por msmuacion de i\lurat con el mtento
de aproximarlos al camino de Francia. No tuvieron allí otra
guardia mas que la de las tropas francesas y los carabine-
ros reales.


Entrega En Madrid, apenas babia salido el rey, cuando Murar pi-de Godoy en
2. de abril. dió con ahinco á la junta que se le entregase á don Manuel


Godoy, afirmando que así se lo habia ofrecido Fernando
la víspera de su partida en el cuarto de la reina de Etruria:
asercion tanto mas dudosa cuanto si bien allí se encontra-
ron, perece cierto que nada se dijeron, retenidos por lJO
querer ni uno ni otro ser el primero á romper el silencio.
Resistiéndose la junta á dar libertad al preso, amenazó
Murat con que emplearía la fuerza si al instante no se le
ponia en sus manos. Afanábase por ser dueño de Godoy,
considerándole necesario instrumento para influir en Bayo-
na en las determinaciones de los reyes padres, á quienes
por otra parte en las primeras vistas que tuvo con ellos en
el Escorial uno de aquellos días, les babia prometido su li-
bertad. La junta se limitó por de pronto á mandar al Con-
sejo con fecha del 15 que suspendiese el proceso intentado
contra don Manuel Godoy hasta nueva órden de S. 1\'1., á
quien se consultó por medio de don Pedro Cevallos. La
posición de la junta realmente era muy angustiada, que-




111
dando expuesta á la iudignacion pública si le soltaba, o á
las iras del arrebatado Murat si le retenia. Don Pedro Ce-
vallos contestó desde Vitoria que se habia escrito al empe-
rador ofreciendo miar con Godoy de generosidad perdo-
nándole la vida, en caso de que fuese condenado á la pena
de muerte. Bastóle esta contestacion á l\'Iurat para insistir
en '.20 de abril en la soltura del preso con el objeto de en-
viarle á Francia, y con engaño y despreciadora befa decia
á su nombre el general Belliard en su oficio: * « El gobierno (" Al'. l. " n, t 7.)
» y la nacion española solo hallarán en esta resolucion de
» S. 1\'1. 1. nuevas pruebas del interes que toma por la
)) España, porque alejando al príncipe de la Paz quiere
» quitar á la malevolencia los medios de creer posible que
» Cárlos IV volviese el poder y su confianza al que debe
.¡ haberla perdido para siempre.)) jAsí se escribia á una
autoridad puesta por Fernando y que no reconocía á Cár-
los IV! La junta accedió á lo último á 12 demanda de I\'lu-
rat, habiéndose opuesto con firmeza el ministro de WJarina,
don Francisco Gil y Lémus, l'\Iucho se motejó la condes-
cendencia de aquel cuerpo; sin embargo eran tales y tan
espinosas las circunstancias, que con dificultad se hubiera
podido estorbar con éxito la entrega de don Manuel Godoy.
Acordada que esta fué, se dieron las convenientes órdenes
al marqués de Castelar, quien antes de obedecer, temeroso
de algun nuevo artificio de los franceses, pasó lÍ Madrid á
cerciorarse de la verdad de boca del mismo infante presi-
dente. El pundonoroso generalal, oir la oonfirmacion de lo
que tenia por falso, hizo dejación de su destino, suplicando
que no fuesen los guardias de Corps quienes hiciesen la
entrega, sino los granaderos provinciales. El bueno del
infante le replicó que « en aquella entrega consistía el que
» su sobrino fuese rey de España: » á cuya poderosa razon
cedió Castelar , y puso en libertad al preso Godoyá las 11




Quejas
y tentativas
de Mura!.


tU
de la noche del mismo día 20, entregándole en manos del
coronel francés Martel, Sin deteucion tomaron el camino de
Bayona , adonde llegó Godoy con la escolta francesa el 20,
habiéndosele reunido poco después su hermano don Diego.
Se albergó aquel en una quinta que le estaba preparada á
una legua de la ciudad, y á poco tuvo con Napoleon una
larga conferencia. El rey, si bien no desaprobó la conducta
de la junta, tampoco la aplaudió, elogiando de propósito al
Consejo que se había opuesto á la entrega. En asunto de
tanta gravedad procuraron todos sincerar su modo de pro-
ceder; entre ellos se señaló el marqués de Castelar, apre-
ciable y digno militar, quien envió para informar al rey no
menos que á tres sugetos, á su segundo el brigadier don
José Palafax , á su hijo el marqués (le Belvcdcr y al ayu-
dante Butron. Así y como milagrosamente s..~ libró Godoy
de una cási segura y desastrada muerte.


En todos aquellos dias no habia cesado Murat de inco-
modar y acosar á la junta con sus quejas é infundadas re-
clamaciones. Ello hahia llamado á Ofárril para lamentarse
con acrimonia ó ya de asesinatos, ó ya de acopios dc armas
que se hacian en Aragon. Eran estos meros pretextos para
encaminar su plática á asunto mas serio. Al fin le declaró el
verdadero objeto de la conferencia. Era pues que el empe-
rador no reconocía en España otro rey sino á Cárlos IV, Y
que habiendo para ello recibido órdenes suyas iba á publi-
car una proclama que manuscrita le dio á leer. Se suponia
extendida por el rey padre, asegurando en ella haber sido
forzada su abdicaeion , corno así se 10 había comunicado á
su aliado el emperador de los franceses, con cuya aproba-
cion y arrimo volvería á sentarse en el solio. Absorto Ofár-
ril con lo que acababa de oir informó de ello á la junta, la
cual de nuevo comisionó al mismo en compañía de Azanza
para apurar mas y mas las razones y el fundamento de tan




Reclama
Carlos IV 'a


corona,
y anuncia su


viaje
aBayona.


115
extraña resolucion. Murat acompañado del conde de Lafo-
rest se mantuvofirme en su propósito, y solo consintió en
aguardar la última contestacion de la junta que verbalmente
y por los mismos encargados respondió: « 1.0 Que Cár-
» los IV y no el gran duque debia comunicarle su deter-
)J minacion. 2.° Que comunicada que le fuese se limitaria á
» participada á Fernando VII: y 5.° Pedía que estando
» Carlos IV próximo á salir para Bayona se guardase el ma-
» yor secreto y no ejerciese durante el viaje ningun acto de
» soberanía.» En seguida pasó l\Iurat al Escorial, y po-
niéndose de acuerdo con los reyes padres * escribió Cár- ('Ap.l. 2,n .• s.)
los IV á su hermano el infante don Antonio una carta en
la que aseguraba haber sidoforzada su abdícaeion del 19 de
marzo, y que en aquel mismo dia habia protestado so-
lemnemente contra dicho acto. Ahora reiteraba su primera
declaracion confirmando provisionalmente á la junta en su
autoridad como igualmente á todos los empleados nombra-
dos desde el 19 de marzo último, y anunciaba su próxima
salida para ir á encontrarse con su aliado el emperador de
los franceses. Es digno de reparo que en aquella carta ex-
presase Cárlos IV haber protestado solemnemente el 19,
cuando despues dató su protesta del 21, cuya fecha ya
antes advertimos envolvia contradiccion con cartas poste-
riores escritas por el mismo monarca. Prueba notable y
nueva de la precipitacion con que en todo se procedió, y
del poco concierto que entre sí tuvieron los que arreglaron
aquel negocio; puesto que fuera la protesta extendida en el
dia de la abdicacion ó fuéralo despues , siendo Cárlos IV y
sus confidentes los dueños y únicos sabedores de su secre-
to, hubieran por lo menos debido coordinar unas fechas
cuya contradiccion habia de desautorizar acto de tanta im-
portancia, mayormente cuando la legitimidad ó fuerza de
la protesta no dimanaba de que se hubiese realizado el 19,


TOM:.l. 8




Inquietud
en Madrid.


114
el21 Ó el 25, sino de la falta de libre voluntad con que ase-
guraban ellos habia sido dada la abdicaoion. Respecto de
lo cual como se habia verificado en medio de conmociones
y bullicios populares, solo CárIos IV era el único y compe-
tente juez, y no habiendo variado su situacion en los tres
dias sucesivos á punto que pudiera atribuirse su silencio á
completa conformidad, siempre estaba en el caso de alegar
fundadamente que cercado de los mismos riesgos no habia
osado extender por escrito un acto que descubierto hubiera
sobremanera comprometido su persona y la de su esposa.
En nada de eso pensaron; creyeron de mas, al parecer, de-
tenerse en cosas que imaginaron leves, bastándoles la pro-
testa para sus premeditados fines. Cárlos IV, despues de
haber remitido igual acto á Napoleon, en compañía de la
reina y de la hija del príncipe de la Paz se puso en camino
para Bayona el 2i> de abril, escoltado por tropas francesas
y carabineros reales, los mismos que le habian hecho la
guardia en el Escorial. Fácil es figurarse cuán atribulados
debieron quedar el infante y la junta con novedades que
obscurecian y encapotaban mas y mas el horizonte político.


La salida de Godoy, 'las conferencias de Murat con los
reyes padres, la arrogancia y modo de explicarse de gran
parte de los oficiales franceses y de su tropa, aumentaban
la irritacion de los ánimos, y á cada paso corria riesgo de
alterarse la tranquilidad pública de Madrid y de los pueblos
que ocupaban los extranjeros. Un incidente agravó en la
capital estado tan crítico. Murat habia ofrecido á la junta
guardar reservada la protesta de CárIos IV, pero á pesar
de su promesa no tardó en faltar á ella, ó por indiscrecion
propia, ó por el mal entendido celo de sus subalternos. El
dia 20 de abril se presentó al Consejo el impresor Eusebio
Alvarez de la Torrre para avisarle que dos agentes franceses
hahian estado en su casa con el obieto de, im\\timit una




115
proclama de CárIos IV. Ya habia corrido la voz por el pue-
blo, y en la tarde hubiera habido una grande conmocion,
si el Consejo de antemano no hubiese enviado al alcaldede
casa y corte, don Andrés Romero, quien sorprendió á los
dos franceses Funiel y Ribat con las pruebas de la procla-
ma. Quiso el juez arrestarlos, mas ni consintieron ellos en
ir voluntariamente, ni en declarar cosa alguna sin órden
prévia de su jefe el general Grouchy, gobernador francés de
JUadrid. Impaciente el pueblo se agolpó á la imprenta, y
temiendo el alcalde que al sacarlos fuesen dichos franceses
víctimas del furor popular, los dejó allí arrestados hasta la
determinacion del Consejo, el cual no osando tomar sobre
sí la resolocion , acudió á la junta que, no queriendo tam-
poco comprometerse,dispuso ponerlos en libertad, exigien-
do solamente de lUurat llueva promesa de que en adelante
no se repetirian iguales tentativas. Tan débiles é irresolutas
andaban las dos autoridades, en quienes se libraba enton-
ces la suerte y el honor nacional. La libertad de Godoyyel
caso sucedido en la imprenta, al parecer poco importante,
fueron acontecimientos que muy particularmente indispu-
sieron el espíritu público contra los franceses.En el último
claramente aparecía el deseo de reponer en el trono á Cár-
los IV , y renovar así las crueles y recientes llagas del an-
terior reinado; y con el primero se arrancaba de manos de
la justicia y se daba suelta al objeto odiado de la nacion
entera.


No se circunscribia á Madrid la pública inquietud. En
Toledo el dia 21 de abril se turbó tambien la tranquilidad
por la imprudencia del ayudante general lllaroial Tomás,
que habia salidoenviado á aquella ciudad con el objeto de
disponer alojamientos para la tropa francesa. Explicáhase
sin rebozo contra el alzamiento de Fernando VII, afirmando
que Napoleon habia decidido restablecer en el trono á CáI'-


Alboroto
en Toledo.




En Burgos.


Conducta
altanera de


Murat.


116
los IV. Esparcidos por el vecindario semejantes rumores, se
amotinó el pueblo agavillándose en la plaza de Zocodover,
y paseando armado por las calles el retrato de Fernando, á
quien todos tenian que saludar ó acatar, fueran franceses ó
españoles. La casadel corregidordon José Joaquin de San-
ta María, y las de los particulares don Pedro Segundo y
don Luis del Castillo fueron acometidas y públicamente
quemados sus muebles y efectos, achacándose á estos su-
getos afecto al valido y á Cárlos IV: crimen entonces muy
grave en la opinion popular. Duró el tumulto dos días. Le
apaciguó el cabildo y la llegada del general Dupont, quien
con la suficiente fuerza pasó el 26 de Aranjuez á quella ciu-
dad. Iguales ruidos y alboratos hubo en Burgos por aque-
llos dias de resultas de haber detenido los franceses á un
correo español. El intendente marqués de la Granja estuvo
muy cerca de perecer á manos del populacho, y hubo con
esta ocasion varios heridos.


Apoyado en aquellos tumultos provocados por la impru-
dencia ú osadía francesa, y seguro por otra parte de que
Fernando habia atravesado la frontera, levantó Murat su
imperioso y altanero tono, encareciendo agravios é impor-
tunando con sus peticiones. Guardaba con la junta, auto-
ridad suprema de la nacion, tan poco comedimiento,que en
ocasiones graves procedia sin contar con su anuencia. Asi
fué que queriendo Bonaparte congregar en Bayona una
diputacion de españoles, para que en tierra extraña tratase
de asuntos interiores del reino, á manera de la que antes
habia reunido en Leon respecto de Italia; y habiendo l\'Iurat
comunicado dicha resolución á la junta gubernativa á finde
que nombrase sugetos y arreglase el modo de convocacion;
al tiempo que esta en medio de sus angustias entraba en
deliberacion acerca de la materia, llegó á su noticia que
el gran duque Murat habia por si escogido al intento ciertas




117
personas, quienes rehusando pasar á Francia sin órden ó
pasaporte de su gobierno, le obligaron á dirigirse á la mis-
ma junta para obtenerlos. Diólos aquella, creciendo en de-
bilidad á medida que el francés crecía en insolencia.


Nlas adelante volverémos á hablar de la reunion que se
indicaba para Bayona. Ahora conviene que parémos nues-
tra atencion en la conducta de la junta suprema, autoridad
que quedó al frente de la nacion y la gobernó hasta que
grandes y gloriosos levantamientos limitaron su flaca do-
minacion á frladrid y puntos ocupados por los franceses. A
pesar de no haber sido su mando muy duradero varió en su
composicion, ya por el número de sugetos que despues se
le agregaron, ya por la mudanza y alteracion sustancial que
experimentó al entrar lrlurat á presidirla. Nos ceñirémos
por de pronto al espacio de su gobernacion, que compren-
de hasta los primeros días de mayo, en cuyo tiempo se
componia de las personas antes indicadas bajo la presiden-
cia del infante don Antonio, asistiendo con frecuencia á sus
sesiones el príncipe de Castel-Franco, el conde de Mon-
tarco y don Arias .I110n, gobernador del Consejo. Se agrega-
ron en 10 de mayo por resolucion de la misma junta todos
los presidentes y decanos de los Consejos, y se nombró por
secretario al conde de Casa-Valencia. En su dificil y ardua
posicion hostigada de un lado por un jefe extranjero im-
petuoso y altivo, y reprimida de otro con las incertidum-
bres y contradicciones de los que habian acompañado al
rey á Bayona, puede encontrar disculpa la flojedad y des-
mayo con que generalmente obró durante todos aquellos
dias. Hubíérase tambien achacado su indecision al modo
restricto con que Fernando la habia autorizado á su parti-
da, si don Pedro Cevallos no nos hubiera dado á conocer
que para acudir al remedio de aquel olvido ó falta de pre-
vision, se le habia enviadoá dicha junta desde Bayona una


Conducta
de la Junta y


medidas
que propone.




Creacion
de una Junta


que la
substituya.


118
real órden para « que ejecutase cuanto convenía al servicio
J) del rey y del reino, y que al efecto usase de todas las
)) facultades que S.1\'1. desplegaría si se hallase dentro de
)) sus estados.: Parece ser que el decreto fué recibido por
la junta, y en verdad qlJe con él tenia ancho campo para
proceder sin trabas ni miramiento. Sin embargo, constante
en su timidez é irresolucion no se atrevió á tomar medida
alguna vigorosa sin consultar de nuevo al rey. Fueron des-
pachados con aquel objeto á Bayona don Evaristo Perez de
Castro y don José de Zayas: llegó el primero sin tropiezo
á su destino; detúvose el segundo en la raya. Susurróse
entonces que una persona bien enterada del itinerario del
último lo habia revelado para entorpecer su mision: no fué
así con Perez de Castro, quien encubrió á todos el camino
ó extraviadaveredaque llevaba.La junta remitia por dichos
comisionados cuatro preguntas acerca de las cuales pedía
instrucciones. ( 1.a Si convenia autorizar á la junta á suhs-
) tituirse en caso necesario en otras personas, las que S. lU.
) designase, para que se trasladasen á paraje en que pu-
» diesen obrar con libertad, siempre que la junta llegase á
» carecer de ella. 2. a Si era la voluntad de S. M. que em-
)) pezasenlas hostilidades, el modo y tiempo de ponerlo en
» ejecución. 5.a Si debia ya impedirse la entrada de nuevas
» tropas francesas en España, cerrando los pasos de la
) frontera. 4.a Si S. M. juzgaba conducente que se convo-
) casen las Córtes, dirigiendo su real decreto al Consejo, y
)) en defecto de este (por ser posible que al llegar la res-
)) puesta de S. NI. no estuviera ya en libertad de obrar) á
) cualquiera chancillería ó audiencia del reino. ))


Preguntas eran estas con que mas bien daba indicio la
junta de querer cubrir su propia responsabilidad, que de
desear su aprobacion. Con todo habiendo dentro de su seno
individuos sumamente adictosal bien y honor de su patria,




119
no pudieron menos de acordarse con oportunidad algunas
resoluciones, que ejecutadas con vigor hubieran sin duda
influido favorablemente en el giro de los negocios. Tal fué
la de nombrar una junta que substituyese á la de Madrid,
llegado el caso de carecer esta de libertad. Propuso tan
acertada providencia el firme y respetable don Francisco
Gil y Lérnus , impelido y alentado por una reunion oculta
de buenos patriotas que se congregaban en casa de su sobri-
no don Felipe Gil Taboada. Fueron los nombrados para la
nueva junta el conde de Ezpeleta, capitan general de Cata-
luña que debía presidirla; don Gregorio García de la Cuesta,
capitán general de Castilla la Vieja; el teniente general don
Antonio de Escaño, don Gaspar Melchor de Jovellanos , y
en su lugar y hasta tanto que llegase de Mallorca, don Juan
Perez Villamil , y don Felipe Gil Taboada. El punto señala-
do para su reunion era Zaragoza, y el último de los nom-
brados salió para dicha ciudad en la mañana misma del
aciago 2 de mayo, en compañía de don Damian de la Santa
que debia ser secretario. Luego veremos cómo se malogró
la ejecucion de tan oportuna medida.


Los individuos que en la junta de lUadrid propendian á
no exponer á riesgo sus personas abrazando un activo y
eficaz partido, se apoyaban en el mismo titubear de los
ministros y consejeros de Bayoua , quienes ni entre sí an-
daban acordes, ni sostenían con uniformidad y firmeza lo
que una vez habian determinado. Hemos visto antes cómo
don Pedro Cevallos habia expedido un decreto autorizando
á la junta para que obrase sin restriccion ni traba alguna;
de lo que hubiéramos debido inferir cuán resuelto estaba á
sobrellevar con fortaleza los males que de aquel decreto
pudieran originarse á su persona y á los demas españoles
que rodeaban al rey. Pues era tan al contrario, que el mis-
mo don Pedro envió á decir á la junta en 25 de abril por


Llegada
á JlIadrid de
don Justo


lbarnavarro.




120
don Justo Ibarnavarro, oidor de Pamplona, que llegó á Ma-


(' Ap.l. 2, n. '9.) drid en la noche del 29, * «que no se hiciese novedad en
)) la conducta tenida con los franceses para evitar funestas
j) consecuencias contra el rey, y cuantos españoles (porque
» no se olvidaban) acompañaban á S. 1\1. » El mencionado
oidor, después de contar lo que pasaba en Bayona , tambien
anunció de parte de S. M. (( que estaba resuelto á perder
» primero la vida que á acceder á una inicua renuncia .....
» y que con esta seguridad procediese la junta: » aserción
aJgun tanto incompatible con el encargo de don Pedro Ce-
valles. Siendo tan grande la vacilacion de todos, siendo
tantas y tan frecuentes sus contradicciones j fué mas fácil
que despues cada uno descargase su propia responsabili-
dad, echándose recíprocamente la culpa. Por consiguiente
si en este primer tiempo procedió la junta de Madrid con
duda y perplejidad, las circunstancias eran harto graves
para que no sea disimulable su indecisa y á veces débil con-
ducta, examinándola á la luz de la rigurosa imparcialidad.


Posíclon La fuerte y hostil posicion de los franceses era tambien
de los franceses


en Madrid. para desalentar al hombre m3S brioso y arrojado. Tenian
en Madrid y sus alrededores 25000 hombres, ocupando el
Retiro con numerosa artillería. Dentro de la capital estaba
la guardia imperial de á pié Yde á caballo con una division
de infantería mandada por el general Musnier , y una bri-
gada de caballería. Las otras divisiones del cuerpo de oh-
servacion de las costas del Océano á las órdenes del mariscal
Moncey, se hallaban acantonadas en Fuencarral, Chamar-
tin, convento de San Bernardino , Pozuelo y la Casa de
Campo. En Aranjuez, Toledo y el Escorial habia divisiones
del cuerpo de Dupont , de suerte que Madrid estaba ocupa-
do y circundado por el ejército extranjcro, al paso que la
gnarnicion española constaba de poco mas de 5000 hom-
bres, habiéndose insensiblemente disminuido desde los




l'H
acontecimientos de marzo. Mas el vecindario, en lugar de
contener y reprimir su disgusto, lo manifestaba cada dia
mas á cara descubierta y sin poner ya límites á su descon-
tento. Eran extraordinarias la impaciencia y la agitacion, y
ora delante de la Imprenta real para aguardar la publica-
cion de una gaceta, ora delante de la casa de correos para
saber noticias, se veian constantemente grupos de gente de
todas clases. Los empleados dejaban sus oficinas, los ope-
rarios sus talleres, y basta el delicado sexo sus caseras ocu-
paciones para acudir á la Puerta del Sol y sus avenidas, an-
siosos de satisfacer su noble curiosidad: interes loable y
señalado indicio de que el fuego patrio no se habia aun
extinguido en los pechos españoles.


Murat por su parte no omitia ocasion de ostentar su fuer-
za y sus recursos para infundir pavor en el ánimo de la
desasosegada multitud. Todos los domingos pasaba revista
de sus tropas en el paseo del Prado, después de haber oido
misa en el convento de Carmelitas descalzos, calle de Alcalá.
La demostracion religiosa acompañada de la estrepitosa re-
seña, léjos de conciliar los ánimos ó de arredrarlos, los
llenaba de enfado y enojo. No se creia en la sinceridad de
la primera tachándola de impío fingimiento, y se veia en
la segunda el deliberado propósito de insultar y de atemo-
rizar con estudiada apariencia á los pacíficos, si bien ofen-
didos moradores. De una y otra parte fué creciendo la ir-
ritacion siendo por ambas extremada. El español tenia á
vilipendio el orgullo y desprecio con que se presentaba el
extranjero, y el soldado francés temeroso de una oculta
trama anhelaba por salir de su situacion penosa, vengándose
de los desaires que con frecuencia recibia. A tal punto ha-
bia llegado la agitacion y la cólera, que al volver Murat el
domingo 10 de mayo de su acostumbrada revista, y á su
paso por la Puerta del Sol fué escarnecido y silbado con


Revistas
.de nJurat.




Pide la salida
para Francia
dellnfanle


don Francisco
y reioa


de Elrurla.


2 de mayo.


12~
escándalo de su comitiva por el numeroso pueblo que allí
á la sazon se encontraba. Semejante estado de cosas era
demasiado violento para que se prolongase, sin haber de
ambas partes un abierto y declarado rompimiento. Solo
faltaba oportuna ocasion , la cual desgraciadamente se ofre-
ció muy luego.


El 50 de abril presentó l\'Iurat una carta de Cárlos IV para
que la reina de Etruria y el infante don Francisco pasasen
á Bayona. Se opuso la junta á la partida del infante, de-
jando á la reina que obrase segun su deseo. Reiteró Murat
el 10 de mayo la demanda acerca del infante, tomando á
su cuidado evitar á la junta cualquiera desazon ó respom:a-
bilidad, Tratóse largamente en ella si se habia ó no de acce-
der: los pareceres anduvieron muy divididos, y hubo quien
propuso resistir con la fuerza. Consultóse acerca del punto
con don Gonzalo Ofárril como ministro de la Guerra, quien
trazó un cuadro en tal manera triste, si bien cierto, de la
situacion de l\'Iadrid apreciada militarmente, que no solo
arrastró á su opinion la de la mayoría, sino que tambien se
convino en contener con las fuerzas nacionales cualquiera
movimiento del pueblo. Hasta ahora la junta habia sido
débil é indecisa: en adelante menos atenta á sus sagrados
deberes irá poco á poco uniéndose y estrechándose con el
orgulloso invasor. Resuelto pues el viaje de la reina de Etru-
ria conforme á su libre voluntad, y el del infante don Fran-
cisco por consentimiento de la junta, se señaló la mañana
siguiente para su partida.


Amaneció en fin el 2 de mayo, dia de amarga re-
cordacion , de luto y desconsuelo, cuya dolorosa imágen
nunca se borrará de nuestro aflijido y contristado pecho.
Un présago é inexplicable desasosiego pronosticaba tan acia-
go acontecimiento, ó ya por aquel presentir obscuro que
á veces antecede á las grandes tribulaciones de nuestra al-




125
ma, ó ya mas bien por la esparcidavoz de la próxima par-
tida de los infantes. Esta voz y la suma inquietud excitada
por la falta de dos correos de Francia, habían llamado des-
de muy temprano á la plazuela de Palacio numeroso con-
curso de hombres y mujeres del pueblo. Al dar las nueve
subió en UII coche con sus hijos la reina de Etruria , mira-
da mas bien comoprincesa extranjera que como propia, y
muy desamada por su continuo y secreto trato con l\'1urat:
partió sin oponérsele resistencia. Quedaban todavía dos
coches, y al instante corrió por la multitud que estaban
destinados al viaje de los dOH infantes don Antonio y don
Francisco. Por instantes crecia el enojo y la ira, cuando
al oir de la boca de los criados de Palacio que el niño don
Francisco lloraba y no queria partir, se enternecieron to-
dos, y las mujeres prorumpieron en lamentos y sentidos
sollozos. En este estado y alterados mas y mas los ánimos,
llegó á Palacio el ayudante de Murat ::lIr. Augusto Lagran-
ge encargado de ver 10 que allí pasaba, y de saber si la
inquietud popular ofreciafundados temores de alguna con-
mocion grave. Al ver al ayudante, conocido como tal por
su particular uniforme, nada grato á los ojos del pueblo,
se persuadió este que era venido allí para sacar por fuerza
á los infantes. Siguióse un general susurro, y al grito de
una mujerzuela: que nos los llevan, fué embestido 1Ur. La-
grange por todas partes, y hubiera perecido á no haberle
escudado con su cuerpo el oficial de walonas don JUiguel
Desrnaisieres y Florez; mas subiendo de punto la gritería
y ciegos todos de rabia y desesperacion, ambos iban á ser
atropellados y muertos si afortunadamente no hubiera lle-
gado á tiempo una patrulla francesa que los libró del furor
de la embravecida plebe. Murat prontamente informado de
lo que pasaba envió sin tardanza un batallon con dos pie-
zas de artillería: la proximidadá Palacio de su alojamiento




124
facilitaba la breve ejecucion de su órden. La tropa francesa
llegada que fué al paraje de la reunion popular, en vez de
contener el alboroto en su orígen, sin prévio aviso ni de-
terminacion anterior, hizo una descarga sobre los indefen-
sos corrillos, causando así una general dispersion, y con
ella un levantamiento en toda la capital, porque derramán-
dose con celeridad hasta por los mas distantes barrios los
prófugos de Palacio, cundió con ellos el terror y el miedo,
y en un instante y como por encanto se sublevó la pohla-
cion entera.


.Acudieron todos á buscar armas , y con ansia á falta de
buenas se aprovechaban de las mas arrinconadas y enmohe-
cidas. Los franceses fueron impetuosamente acometidos por
do quiera que se les encontraba. Respetáronse en general
los que estaban dentro de las casas ó iban desarmados, y
con vigor se ensañaron contra los que intentaban juntarse
con sus cuerpos ó hacian fuego. Los hubo que arrojando las
armas é implorando clemencia se salvaron, y fueron custo-
diados en paraje seguro. i .Admirable generosidad en medio
de tan ciego y justo furor! El gentío era inmenso en la ca-
lle l\'Iayor, de .Alcalá, de la Montera y de las Carretas. Du-
rante algun tiempo los franceses desaparecieron, y los inex-
pertos madrileños creyeron haber alcanzado y asegurado su
triunfo; pero desgraciadamente rué de corta dnracion su
alegría.


Los extranjeros prevenidos de antemano, y estando
siempre en vela, recelosos por la pública agitacion de una
populosa ciudad, apresuradamente se avalanzaron por las
calles de Alcalá y Carrera de San Gerónimo barriéndolas
con su artillería, y arroIlándo :í la multitud la caballería
de la guardia imperial á las órdenes del jefe de escuadron
Daumesnil. Señaláronse en crueldad los lanceros polacos y
los mamelucos, los que conforme á las órdenes de los ge-




125
nerales de brigada Guillot y Daubray forzaron las puertas
de algunas casas, ó ya porque desde dentro hubiesen tira-
do, ó ya porque así lo fingieron para entrarlas á saco y ma-
tar á cuantos se les presentaban. Así, asaltando entre otras
la casa del duque de Hijar en la Carrera de San Gerónimo,
arcabucearon delante de sus puertas al anciano 'portero,
Estuvieron tambien próximos á experimentar igual suerte
el marqués de ViIlamejor y el conde de Talara, aunque no
habian tomado parte en la sublevación. Salváronlos sus alo-
jados. El pueblo combatido por todas partes fué rechazado
y disperso, y solo unos cuantos siguieron defendiéndose y
aun atacaron con sobresaliente bizarría. Entre ellos los hu-
bo que vendiendo caras sus vidas se arrojaron en medio de
las filas francesas hiriendo y matando hasta dar el postrer
aliento: hubo otros que parapetándose en las esquinas de
las calles iban de una en otra haciendo continuado y mor-
tífero fuego: algunos tambien en vez de huir aguardaban á
pié firme, ó asestaban su último y furibundo golpe contra
el jefe ú oficial conocido por sus insignia!". j Estériles esfuer-
zos de valor y personal denuedo!


La tropa española permanecia en sus cnarteles por órden
de la junta y del eapitan general don Francisco Javier
Negrete, furiosa y encolerizada, mas retenida por la dis-
ciplina. Entretanto paisanos sin resguardo ni apoyo se pre-
cipitaron al parque de artillería, en el barrio de las Maravi-
llas, para sacar los cañones y resistir con mas ventaja. Los
artilleros andaban dudosos en tomar ó no parte con el pue-
blo, á la misma sazon que cundió la voz de haber sido
atacado por los franceses uno de los otros cuarteles. Deci-
didos entonces y puestos al frente don Pedro Velarde y don
Luis Daoiz abrieron las puertas del parque, sacaron tres
cañones y se dispusieron á rechazar al enemigo, sostenidos
por los paisanos y un piquete de infantería á las órdenes




126
del oficial Ruiz. Al principio se cogieron prisioneros algu-
nos franceses, pero poco despues una columna de estos de
los acantonados en el convento de San Bernardino se
avanzó mandada por el general Lefrane , trabándose de
ambos lados una porfiada refriega. El parque se defendió
valerosamente, menudearon las descargas, y allí quedaron
tendidos número crecido de enemigos. De nuestra parte
perecieron bastantes soldados y paisanos: el oficial Ruiz
fué desde el principio gravemente herido. Don Pedro Ve-
larde feneció atravesado de un balazo: y escaseandoya los
medios de defensa con la muerte de muchos, y aproxi-
mándose denodadamente los franceses á la bayoneta, co-
menzaron los nuestros á desalentar y quisieron rendirse.
Pero cuando se creia que los enemigos iban á admitir la
capitulaeion se arrojaron sobre las piezas, mataron á algu-
nos, y entre ellos traspasaron desapiadadamente á bayo-
netazos á don Luis Daoiz, herido antes en un muslo. Así
terminaron su carrera los ilustres y beneméritos oficiales
Daoiz y Velarde: honra y gloria de España, dechado de
patriotismo, servirán de ejemplo á los amantes de la inde-
pendencia y libertad nacional. El reencuentro del parque
fué el que costó mas sangre á los franceses, y en donde
hubo resistencia mas ordenada.


Entretanto la débil junta azorada y sorprendida pensó en
buscar remedio á tamaño mal. Ofárril y Azanza habiendo
recorrido inútilmente los alrededores de Palacio, y no sien-
do escuchados de los franceses, montaron á caballo y fue-
ron á encontrarse con Murat, quien desde el principio de
la sublevacionpara estar mas desembarazadoy mas á mano
dedar órdenes, ya á las tropas de afuera, ya á las de aden-
tro, se colocó con el mariscal Moncey y principales gene-
rales fuera de puertas en lo alto de la cuesta de San Vicen-
te. Llegaron allí los comisionados de la junta, y dijeron al




127
gran duque que si mandaba suspender el fuego y les daba
para acompañados uno de sus generales se ofrecían á res-
tablecer la tranquilidad. Accedió JUurat y nombró al efecto
al general Harispe. Juntos los tres pasaron á los Consejos,
y asistidos de individuos de todos ellos se distribuyeron por
calles y plazas, y recorriendo las principales alcalizaron que
la multitud se aplacase con oferta de olvido de lo pasado y
reconciliacion general. En aquel paseo se salvó la vida á
varios desgraciados, y señaladamente á algunos traficantes
catalanes á ruego de don Gonzalo Ofárril.


Retirados los españoles, todas las bocacalles y puntos
importantes fueron ocupados por los franceses, situando
particularmente en las encrucijadas cañones con mecha en-
cendida.


Aunque sumidos todos en dolor profundo, se respiraba
algun tanto con la consoladora idea de que por lo menos
haria pausa la desolacion y la muerte. j Engañosa esperan-
za! A las tres de la tarde una voz lúgubre y espantosa em-
pezó á corrrer con la celeridad del rayo. Afirmábase que
españoles tranquilos habian sido cogidos por los franceses
y arcabuceados junto á la fuente de la Puerta del Sol y la
iglesiade la Soledad, manchando con su inocente sangre las
gradas del templo. Apenas se daba crédito á tamaña atroci-
dad, y conceptuábanse falsos rumores de ilusos y acalora-
dos patriotas. Bien pronto llegó el desengaño. En efecto, los
franceses despues de estar todo tranquilo habian comen-
zado á prender á muchos españoles, que en virtud de las
promesas creyeron poder acudir libremente á sus ocupacio-
nes. Prendiéronlos con pretexto de que llevaban armas:
muchos no las tenian , á otros solo acompañaba ó una navaja
ó unas tijeras de su uso. Algunos fueron arcabuceados sin
dilacion , otros quedaron depositados en la casa de correos
y en los cuarteles. Las autoridades españolas, fiadas en el




128
convenio concluido cou los jefes franceses, descansaban
en el puntual cumplimiento de lo pactado. Por desgracia
fuimos de los primeros á ser testigos de su ciega confianza.
Llevados á casa de don Arias Mon, gobernador del Consejo,
con deseo de librar la vida á don Antonio Oviedo , quien
sin motivo habia sido preso al cruzar de una calle, nos en-
contramos con que el venerable anciano, rendido al can-
sancio de la fatigosa mañana, dormia sosegadamente la
siesta. Enlazados con él por relaciones de paisanaje y pa-
rentesco, conseguimos que se le despertase, y con difícul-
dad pudimos persuadirle de la verdad de lo que pasaba,
respondiendo á todo que una persona como el gran duque
de Berg no podia descaradamente faltar á su palabra ... ,.
í Tanto repugnaba el falso proceder á su acendrada probi-
dad! Cerciorado al fin, procuró aquel digno magistrado
reparar por su parte el grave daño, dándonos tambien á
nosotros en propia mano la órden para que se pusiese en
libertad á nuestro amigo. Sus laudables esfuerzos fueron
inútiles, y en balde fueron nuestros pasos en favor de don
Antonio Oviedo. A duras penas penetrando por las filas
enemigas con bastante peligro, de que nos salvó el hablar
la lengua francesa, llegamos á la casa de correos donde
mandaba por los españoles el general Sesti. Le presenta-
mos la órden del gobernador, y friamente nos contestó
que para evitar las continuadas reclamaciones de los fran-
ceses, les habia entregado todos sus presos y puéstolos en
sus manos: así aquel italiano al servicio de España retri-
buyó á su adoptiva patria los grados y mercedes con que le
habia honrado. En dicha casa de correos se habia juntado
una comision militar francesa con apariencias de tribunal;
mas por lo comun sin ver á los supuestos reos, sin oirles
descargo alguno ni defensa los enviaba en pelotones unos
en pos de otros para que pereciesen en el Retiro ó en el




lSl9
Prado. Muchos llegaban al lugar de su horroroso suplicio
ignorantes de su suerte; y atados de dos en dos, tirando
los soldados franceses sobre el monton, calan ó muertos Ó
mal heridos, pasando á enterrarlos cuando todavía algunos
palpitaban. Aguardaron á que pasase el dia para aumentar
el horror de la trágica escena. Al cabo de veinte años nues-
tros cabellos se erizan todavía al recordar la triste y silen-
ciosa noche, solo interrumpida por los lastimeros ayes de
las desgraciadas víctimas y por el ruido de los fusilazos y
del cañon que de cuando en cuando y á lo léjos se oia y
resonaba. Recogidos los madrileños á sus hogares lloraban
Incruel suerte que habia cabido ó amenazaba al pariente, al
deudo ó al amigo. Nosotros nos lamentábamos de la suer-
te del desventurado Oviedo. cuya libertad no habíamos lo-
grado conseguir, á la misma sazon que pálido y despavo-
rido le vimos impensadamente entrar por las puertas de la
casa en donde estábamos. Acababa de deber la vida á la
generosidad de un oficial francés movido de sus ruegos y
de SIl inocencia, expresados en la lengua extraña con la
persuasiva elocuencia que le daba su critica situacion. Ata-
do ya en un patio del Retiro, estando para ser arcabuceado
le soltó, y aun no había salido Oviedo del recinto del pala-
cio cuando oyó los tiros que terminaron la larga y horrorosa
agonía de sus compañeros de infortunio. l\'Ie he atrevido á
entretejer con la relacion general un hecho que, si bien
particular, da una idea clara y verdadera del modo bárbaro
y cruel con que perecieron muchos españoles, entre los
cuales había sacerdotes, ancianos y otras personas respeta-
bles. No satisfechos los invasores con la sangre derramada
por la noche, continuaron todavía en la mañana siguiente
pasando por las armas á algunos de los arrestados la víspe-
ra, para cuya ejecucion destinaron el cercado de la casa
del Príncipe-Pie. Con aquel sangriento suceso se dio corres-


TOM. l. 9




150
pondiente remate á la empresa comenzada el ~ de mayo,
dia que cubrirá eternamente de balden al caudillo del ejér-
cito francés, que friamente mandó asesinar, atraillados sin
juicio ni defensa, á inocentes y pacíficos individuos. Lejos
estaba entonces de prever el orgulloso y arrogante Murat
que años des pues cogido, sorprendido y casi atraillado tam-
bien á la manera de los españoles del 2 de mayo, seria ar-
cabuceado sin detenidas formas y á pesar de sus reclama-
ciones , ofreciendo en su persona un señalado escarmiento
á los que ostentan hollar impunemente los derechos sa-
grados de la justicia y de la humanidad.


Dificil seria calcular ahora con puntualidad la pérdida
que hubo por ambas partes. El Consejo interesado en dis-
minuirla la rebajó á unos 200 hombres del pueblo. Murat
aumentando la de los españoles redujo la suya acortándola
el Monitor á unos 80 entre muertos y heridos. Las dos re-
laciones debieron ser inexactas por la sazon en que se hi-
cieron y el diverso interes que á todos ellos movia. Segun
lo que vimos y atendiendo á lo que hemos consultado des-
pues y al número de heridos que entraron en los hospitales,
creemos que aproximadamente puede computarse la pér-
dida de unos y otros en HOO hombres.


Calificaron los españoles el acontecimiento del':! de mayo
de trama urdida por los franceses, y no faltaron algunos de
estos que se imaginaron haber sido una conspiracion pre-
parada de antemano por aquellos: suposiciones falsas y
desnudas ambas de sólido fundamento. llla~ desechando los
rumores de entonces, nos inclinamos sí á que Murat cele-
bró la ocasiou que se le presentaba y no la desaprovechó,
jactándose, como después lo hizo, de haber humillado con
un recio escarmiento la fiereza castellana. Bien pronto vió
cuán equivocado era su precipitado juicio. Aquel dia fué el
orígen del levantamiento de España contra los franceses,




Di. 3.


Salída
de los infantes
para Francia
el 3 y el 4.


151
contribuyendo á elJo en gran manera el concurso de foras-
teros que habia en la capital con motivo del advenimiento
de Fernando VII al trono. Asustados estos y horrorizados,
volvieron á sus casas difundiendo por todas las provincias
la infausta nueva y excitando el odio y la abominacion con-
tra el cruel y fementido extranjero.


Profunda tristeza y abatimiento señalaron el dia 5. Las
tiendas y las casas cerradas, las calles solitarias y recorri-
das solamente por patrullas francesas ofrecían el aspecto de
una ciudad desierta y abandonada. Murat mandó fijar en las
esquinas una proclama * digna de Atila, respirando sangre ('Ap.l. 2, n, 20.)
y amenazas, con lo que la indignacion , si bien reconcen-
trada entonces, tomó cada vez mayor incremento y braveza.


Aterrado así el pueblo de Madrid, se fué adelante en el
propósito de trasladar á Francia toda la real familia, y el
mismo dia 5 salió pal'a Bayona el infante don Francisco,
No se habia pasado aquella noche sin que el conde Lafo-
rest y l\lr. Freville indicasen en una conferencia secreta al
infante don Antonio la conveniencia y necesidad de que
fuese á reunirse con los demas individuos de su familia,
para que en presencia de todos se tomasen de acuerdo con
el emperador las medidas convenientes al arreglo de los ne-
gocios de España. Condescendió el infante consternado con
los sucesos precedentes, y señaló para su partida la madru-
gada del 4, habiéndose tomado un coche de viaje de la du-
quesa viuda de Osuna, á fin de que caminase mas disimu-
ladamente. Dirigió antes de Sil salida un papel ó decreto (no
sabemos qué nombre darle) á don Francisco Gil y Lémus
como vocal mas antiguo de la junta y persona de su par-
ticular confianza. Aunque temamos faltar á la gravedad de
la historia, lo curioso del papel, así en la sustancia como en
la forma, exige que le insertemos aquí literalmente. (( Al se-
( ñor Gil. = A la junta para su gobierno la pongo en Sil no-




Llega
Napoleon
á Hoyona.


152
~) ticia cómo me he marchado á Bayona de órden del rey, y
l) digo á dicha junta que ella sigue en los mismos términos
» como si yo estuviese en ella. = Dios nos la dé buena.= A
) Dios, señores, hasta el valle de Josafat, = Antonio Pas-
» cual.» Bastaba esta carta del buen infante don Antonio
Pascual para congeturar cuán superior era á sus fuerzas la
pesada carga que le había encomendado su sobrino. Habia
sido siempre reputado por hombre de partes poco aventaja-
das, y en los breves dias de su presidencia no ganó ni en
concepto ni en estimacion. La reina María Luisa le graduaba
en sus cartas de hombre de muy poco talento y luces, agro-
gábale además la calidad de cruel. El jnicio de la reina en
su primera parte era conforme á la opinion general; pero en
lo de cruel, á haberse entonces sabido, se hubiera atribui-
do á injusta calificacion de enemistad personal. Por desgra-
cia la saña con que aquel infante se expresó el año de 1814
contra todos los perseguidos y proscriptos, confirmó triste
y sobradamente la justicia é imparcialidad con que la reina
babia bosquejado su carácter. Aquí acabó por decirlo así la
primera época de la junta de gobierno, hasta cuyo tiempo
si bien se echa de menos energía y la conveniente prevision,
falta disculpable en tan delicada erisis , no se nota en su
conducta conivencia ni reprensibles tratos con el invasor
extranjero. En adelante su modo de proceder fué variando
y enturbiándose mas y mas. Pero ya es tiempo de que vol-
vamos los ojos á las escenas no menos lamentables que al
mismo tiempo se representaban en Bayona.


Nspoleon al aia siguiente de su llegada, el 16 de abril,
dió audiencia en aquella ciudad á una diputacion de portu-
gueses enviada para cumplimentarle, y les ofreció conser-
var su independencia, no desmembrando parte aJguna de
su territorio ni agregándola tampoco á España. No pudo
verle el infante don Oárlos por hallarse indispuesto; mas




155
Napoleon pasó it visitaren persona á Fernando una hora des-
pues de su arribo, el que se verificó como hemos dicho el
día 20. El recien llegado bajó á recibirle á la puerta de la
calle, en donde habiéndose estrechamente abrazado estu-
vieronjuntos corto rato, y solamente se tocaron en la con-
versaciou puntos indiferentes. Fernando fué convidado á
comer para aquella misma tarde con el emperador, y á la
hora señalada yendo en carruajes imperiales .con su comi-
tiva fué conducido al palacio de l\larrac donde Napoleon
residía. Salióle este á recibir hasta el estribo del coche, eti-
queta solo usada con las testas coronadas. En la mesa evitó
tratarle como príncipe ó como rey. Acabada la comida per-
manecieron poco tiempo juntos, y se despidieron quedan-
do los españoles muy contentos del agasajo ton que habian
sido tratados, y renaciendo en ellos la esperanza de que
todo iba á componerse bien y satisfactoriamente. Vuelto
Fernando á su posarla entró en ella muy luego el general
Savary con el inesperado mensaje de que el emperador ha-
bia resuelto irrevocablemente derribar del trono la estirpe
de los Borbones , substituyendo la suya, y que por consi-
guiente S, WL l. exigia que el rey en su nombre y en el de
toda su familia renunciase la corona de España é Indias en
favor de la dinastía de Bonaparte, No se sabe si debe sor-
prender mas la resaludan en sí misma y el tiempo y oca-
sion de anunciarla, ó la serenidad del mensajero encargado
de dar la noticia. No hablan transcurrido aun cinco días
desde que el general Savary habia respondido con su cabeza
de que el emperador reconoceria al príncipe de Asturias por
rey si hiciese la dernostraciou amistosa de pasar á Bayona;
y el mismo general encargábase ahora, no ya de poner du-
das ó condiciones á aquel reconocimiento, sino de intimar al
príncipe y á su familia el despojo absoluto del trono here-
dado de sus abuelos. ¡Inaudita audacia! Aguardar tarnhieu


Se anuncia á
Fernando


que renuncie.




Conferencias
de Escóiquiz
y Cevallos.


154
para notificar la terrible decisión de Napoleon el momento
en que acababa de darse á los príncipes de España pruebas
de un bueno y amistoso hospedaje, fué verdaderamente
rasgo de inútil y exquisita inhumanidad, apenas creíble á
no habérnoslo trasmitido testigos oculares. Los héroes del
político florentino César Borja y üliveretto di Fermo en sus
crueldades y excesos parecidos en gran manera á este de
Napoleon, hallaban por lo menos cierta disculpa en su pro-
pia debilidad y en ser aquella la senda por donde camina-
ban los príncipes y estados de su tiempo. nlas el hombre
colocado al frente de una nacion grande y poderosa, y en
un siglo de costumbres mas suaves nunca podrá justificar
ó paliar siquera ni su aleve resolueion, ni el modo odioso é
inoportuno de comunicarla.


Después del intempestivo y desconsolador anuncio, tu-
vieron acerca del asunto don Pedro Cevallos y don Juan de
Escóiquiz importantes conferencias. Comenzó la de Ceva-
1Ios con el ministro Champagny, y cuando sostenía aquel
con teson y dignidad los derechos de su príncipe, en me-
dio de la discusion presentóse el emperador, y mandó á
ambos entrar en su despacho, en donde enojado con lo que
á Ccvallos le habia oido, pues detrás de una puerta habia
estado escuchando, le apellidó traidor, por desempeñar
cerca de Fernando el mismo destino de que habia disfruta-
do bajo Carlos IV. Añadidos otros denuestos, se serenó al
fin y concluyó con decir que {( tenia una política peculiar
Jl suya; que debia (Cevallos) adoptar ideas mas francas,
» ser menos delicado sobre el pundonor y no sacrificar la
) prosperidad de España al interes de la familia de Borbon..


La primera conferencia de Escóiquiz fué desde luego con
Napoleon mismo, quien le trató con mas dulzura y benig-
nidad que á Cevallos, merced probablemente á los elogios
que el canónigo le prodigó con larga mano. La conversacion




tenida entre ambos nos ha sido conservada por Escóiquiz ,
y aunque dueño este de modificarla en ventaja suya, lleva
visos de verídica y exacta, así por lo que Bonaparte dice,
como tambien por aparecer en ella el bueno de Escóiquiz
en su original y perpetua simplicidad. El emperador fran-
cés poeo atento á floreos y estudiadas frases, insistió con
ahinco en la violencia con que á Cárlos IV se le habia arran-
cado su renuncia, siendo el punto que principalmente le
interesaba. No por eso dejó Escóiquiz de seguir perorando
largamente; pero su cicerónica arenga, como por mofa la
intitulaba Napoleon, no conmovió el imperial ánimo de
este, que terminó la conferencia con autorizar á Escóiquiz
para que en nombre suyo ofreciese á Fernando el reino de
Etruria en cambio de la corona de España; en cuya pro-
puesta quería dar al príncipe una prueba de su estirnacion,
prometiendo ademas casarle con una princesa de su familia.
Despues de lo cual y de tirarle amistosa si bien fuertemente
de las orejas, segun el propio relato del canónigo, dió fin
á la conversacion el emperador francés.


Apresuradamente volvió á la posada del rey Fernando
don Juan de Escóiquiz, á quien todos aguardaban con ansia.
Comunicó la nueva propuesta de Napoleon, y se juntó el
consejo de los que acompañaban al rey para discutirla. En
él los mas de los asistentes, á pesar de los repetidos desen-
gaños, solo veian en las nuevas proposiciones el deseo de
pedir mucho para alcanzar algo, y todos, á excepcion de
Escóiquiz, votaron por desechar la propuesta del reino de
Etruria. Cierto que si por una parte horroriza la pérfida
conducta de Napoleón , por otra causa lástima y despecho
el constante desvaríode los consejeros de Fernando y aquel
continuado esperar en quien solo babia dado muestras de
mala voluntad. La opinion de Escóiquiz fué aun menos dis-
culpable; la de los otros consejeros se fundaba en un juicio




Llegada
d~ Cárlos IV


á Bayona.


156
equivocado, pero la del último no solo le deshonraba corno
español queriendo que se trocase el vasto y poderoso trono
de su patria por otro pequeño y limitado, no solo daba
indicio de mísera y personal arnbicion, sino que tarnbien
probaba de nuevo imprevision incurable en imaginarse que
Bonaparte respetaria mas al nuevo rey de Etruria que lo
que habia respetado al antiguo y á los que eran legítima-
mente príncipes de España.


Continuaron las conferencias habiendo substituido á Ce-
vallos don Pedro Labrador, y entendiéndose con Escéiquiz
lUr. de Pradt, obispo de Poitiers. Labrador rompió desde
luego sus negociaciones con MI'. de Champagny: los otros
prosiguieron sin resultado alguno su recíproco trato y ex-
plicaciones. Daba ocasion á muchas de estas conferencias
la vacilacion misma de Napoleon , quien deseaba qne Fer-
nando renunciase sus derechos, sin tener que acudir á una
violencia abierta, y tambien para dar lugar á que Carlos IV
y el otro partido ¡le la corte llegasen á Rayana. Así fué que
la víspera del dia en que se aguardaba á Jos reyes viejos,
anunció Napoleon á Fernando que ya no trataria sino con
su padre.


Ya hemos visto cómo el 25 de abril habian salido aque-
llos del Escorial, ansiosos de abrazar á su amigo Godoy, y
persuadidos hasta cierto punto de que Napoleón los repon-
dria en el trono. Pruébanlo las conversaciones que tuvieron
en el camino, y señaladamente la que en Villa-lleal trabó
la reina con el duque de 1\lahon; á quien habiéndole pre
guntado qué noticias corrian, respondió dicho duque, «ase-
JJ gúrase que cl emperador de los franceses reune en Baya-
l) na todas las personas de la familia real de España para
» privarlas del trono. » Paróse la reina como sorprendida,
y despues de haber reflexionado un rato, replicó: « Napo-
/) lean siempre ha sido enemigo grande de nuestra familia:




157
» sin embargo ha hecho á Carlos reiteradas promesas de
)) protegerle, y no creo que obre ahora con perfidia tan
)) escandalosa.)) Arribaron pues á Bayona el 50, siendo
desde la frontera cumplimentados y tratados como reyes, y
con una distinción muydiversa de aquella con que se había
recibido á su hijo. Napoleon los viri el mismo dia , y no los
convidó á comer sino para el siguiente 10 de mayo; que-
riéndoles hacer el obsequio de qlle descansasen. Desemba-
razados de las personas que habian ido á darles el parahien
de su llegada, entre quienes se contaba á Fernando, mira-
do con desvío y enojo por su augusto padre, corrieron
Carlos y ftlaria Luisa á los brazos de su querido Godoy, á
quien tiernamente estrecharon en su seno una y repetidas
veces COIl gran clamor y llanto.


Pasaron en la tarde señalada á comer con Napoleon , y
habiéndosele olvidado á este invitar al favorito español, al
ponerse á la mesa, echándole de menos Carlos fuera de sí
exclamó: ¿!J i}/anuel? ¿ dónde está I/'lanuel? Fuéle preciso
á Napolson reparar su olvido, ó mas hieu condescender
con los deseos del anciano monarca: tan grande era el po-
deroso influjo que sobre los hábitos y carácter del último
había tomado Godoy, quien uo parecía siuo que con bebe-
dizos le había encantado.


No tardaron mucho unos y otros en ocuparse en el im-
portante y grave negocio que habia provocado la reunion
en Bayona de tantos ilustres personajes. ]}luy luego de la
llegada de los reyes padres, de acuerdo estos con Napo-
leon, y siendo Godoy su principal y cási único consejero,
se citó á Fernando é intimóle Carlos en presencia del sobe-
rano extranjero, que en la mañana del dia siguiente le de-
volviese la corona por medio de una cesion pura y sencilla,
amenazándole con que « si no el, sus hermanos y todo Sil
J) séquito serian desde aquel momento tratados como emi-


Come
con Napoleon.


Comparece
Fernando


en presencia
de su padre.




Condiciones
de Fernando


para
su renuncia.


158
» grados.. Napoleon apoyó Sil discurso , y le sostuvo con
fuerza; y al querer responder Fernando se lanzó de la silla
su augusto padre, y hablándole con dignidad y fiereza quiso
maltratarle, acusándole de haber querido quitarle la vida
con la corona. La reina hasta entonces silenciosa se puso
enfurecida, ultrajando al hijo con injuriosos denuestos, y
á tal punto, segun Bonaparte , se dejó arrastrar de su arre-
batada cólera, que le pidió al mismo hiciese subir á Fer-
nando al cadalso: expresion, si fué pronunciada, espantosa
en boca de una madre. Su hijo enmudeció y envió una re-
nuncia con fecha 10 de mayo limitada por las condiciones
siguientes: « 1.8 Que el rey padre volviese á Madrid. hasta


(' Ap. l. 2, n. 22.) » donde le acompañaria Fernando, y le servirla como * su
» hijo mas respetuoso. St8 Que en Madrid se reuniesen las
» Córtes , y pues que S. ]\'1. (el rey padre) resistía una
» congrcgacion tan numerosa, se convocasen todos los tri-
» bunales y diputados del reino. 5. a Que á la vista de aque-
» lla asamblea formalizaría su renuncia Fernando, expo-
1) niendo los motivos que le conducian á ella. 4. 8 Que el
/) rey Cárlos no llevase consigo personas que justamente se
» habian concitado el odio de la nacion. 5.8 Que si S. JYL
» no quería reinar ni volver á Espaüa , en tal caso Fernan-
» do gobernaria en su real nombre, como lugar teniente
) suyo; no pudiendo ningun otro ser preferido á él.. Son
de notar lOE- trámites y formalidades que querian exigirse
para hacer la nueva renuncia, siendo así que todo se había
olvidado y aun atropellado en la anterior de Cárlos. Tam-
bien es digno de particular atencion que "Fernando y sus
consejeros, quienes por la mayor parte odiaron tanto anos
adelante hasta el nombre de Córtes, hayan sido los prime-
ros que provocaron su convocacion , insinuando ser nece-
saria para legitimar la nueva cesion del hijo en favor del
padre la aprobacion de los representantes dI' la naeion , ci




159
pOI' lo menos la de uua reuniou numerosa en que estuvie-
ran los diputados de los reinos. Así se truecan y trastornan
los pareceres de los hombres al son del propio interes , y
en menosprecio de la pública utilidad.


Carlos IV no se conformó. como era de esperar, con la No se conforma
el padre.


contestacion del hijo. escribiéndole en respuesta el ~ una
carta. en cuyo contenido, en medio de algunas severas si
bien justas reflexiones, se descubre la mano de Napoleon, y
hasta expresiones suyas. Sonlo por ejemplo * ( todo debe (.Ap. 1. 2. n. sa.)
» hacerse para el pueblo. y nada por él. No puedo con-
)) sentir en ninguna reunion en junta nueva sugestion
)) de los hombres sin experiencia que os acompañan. » Tal
Iué la invariable aversion con que Bonaparte miró siempre
las asambleas populares, siendo así que sin ellas hubiera
perpetuamente quedado obscurecido en el humilde rincon
en que la suerte le había colocado. * Fernando insistió el (.Ap. 1. s, n. '4.)
4 en su primera respuesta « que el excluir para siempre del
») trono de España á su dinastía, no podia hacerlo sin el ex-
)} preso consentimiento de todos los individuos que tenian
)} ó podían tener derecho á la corona de España, ni tam-
)} poco sin el mismo expreso consentimiento de la nacion
» española, reunida en Cortes y en lugar seguro. » Y tanto
y tanto reconocia entonces Fernando los sagrados derechos
de la nacion , reclamándolos y deslindándoloscada vezmas
y con mayor claridad y conato.


En este estado andaban las pláticas sobre tan grave ne- Comparece
por segunda vez


gocio, cuando el 5 de mayo se recibió en Bayona la noticia Fernando
delante de su


de lo acaecidoen Madridel dia 2: pasó Napoleón inmedia- padre.
tamente á participárselo á los reyes padres, y despues de
haber tenido con ellos una muy larga conferencia se llamó
á Fernando para que tambien concurriese á ella. Eran las
cinco de la tarde; todos estaban sentados excepto el prín-
cipe. Su padre le reiteró las anteriores acusaciones; le hal-




140
donó acerbamente; le achacó el levantamiento del 2 de
mayo; las muertes que se habian seguido; y llamándole pér-
fido y traidor, le intimó por segunda vez que si no renuu-
ciaba la corona. seria sin dilacion declarado usurpador, y
él Y toda su casa conspiradores contra la vida de sus so-


(" Ap. 1.2, n. 25. yberunos. Fernando atemorizado * abdicó el 6 pura y senci-
llamente en favor de su padre, y en los términos que este


Renuncia le habia indicado. No habia aguardado Cárlos á la renunciaCárlos IV en
Napoleon. de! hijo para concluir con Napoleón un tratado por el que


le cedía la corona, sin otra especial restriccion qlle la de la
integridad de la monarquía y la conservacion tic la religioll
católica, excluyendo cualquiera otra. El tratado fué firmado
en 1)de mayo por el mariscal Duroc y el príncipe de la Paz,
plenipotenciarios nombrados al efecto; con cuya vergon-
zosa negociacion dió ('1 valido español cumplido remate á
su pública y lamentable carrera, Ingrato y desconocido puso
su firma en un tratado en el que no estipuló sola y preci-
samente privar de la corona á Fernando Sil enemigo, sino
en general y por imluccion á todos los infan tes, á toda la
dinastía, en fin, de los soberanos sus bienhechores, reca-
yendo la cesion de Cárlos en un príncipe extranjero. Pe-
queüo y mezquino hasta en los últimos momentos, don
Manuel Godoy única y porfiadamente altercó sobre el artícu-
lo de pensiones. POI' lo demas el modo con que Carlos se
despojó de la corona, al paso que mancillaba al encargado
de autorizarla por medio un tratado, cubría de oprobio á UII
padre que de golpe y sin distincion privaba indirectamente
á todos sus hijos de suceder en el trono. Acordada la 1'1'-
mmcia en tierra extraña, faltáhale á los ojos del mundo la
indispensable cualidad de haber sido ejecutada libre y es-
pontáneamente, sobre todo cuando la cesión recaía en fa-
vor de un soberano dentro de cuyo imperio se había con-
cluido aquella importante estipulacion. Era asimismo cosa




141
no vista que un monarca, dueño si se quiere de despojarse
ásí mismo de sus propios dereehos , no contase para la ce-
sion ni con sus hijos, ni COIl las otras personas de su dinas-
tía, ni con el libre y árnplio consentimiento de la nacion
española, que era traspasada á ajena dominacion como si
fuera un campo propio ó un rebaño. El derecho público de
todos los paises se ha opuesto const:mtemente á tamaño
abuso l y en España l en tanto que se respetaron sus fran-
quezas y libertades, hubo siempre en las Cortes un firme é
invencible valladar contra la arbitraria y antojadiza volun-
tad de los reyes. Cuando Alfonso el Batallador tuvo el sin-
gular desacuerdo de dejar por herederos de sus reinos á los
caballeros del Temple, léjos de convenir en su loco ex-
travío l nombraron los aragoneses en las Córtes de Borja
por rey de Aragon á don Ramiro el itlonje, y por su parte
los navarros para suceder en Navarra á don García Ramirez.
Hubo otros casos no menos señalados en que siempre se
pusieron á salvo los fueros y costumbres nacionales. Hasta
el mismo imbécil de Cárlos II, aunque su disposición tes-
tamentaria fué hecha dentro del territorio, y en ella no se
infringian tan escandalosamente ni los derechos de la fami-
lia real ni los de la nacían, creyó necesario por lo menos
usar de la fórmula de « que fuera válida aquella su última
» voluntad, como si se hubiese hecho de acuerdo con las
» Cértes.. Ahora por todo se atropelló y nadie cuidó de con-
servar siquiera ciertas apariencias de justicia y legitimidad.


Así terminó Carlos IV su reinado, del que nadie mejor
que él mismo nos dará una puntual y verdadera idea. Comia
en Bayona con Napoleon cuando se expresó en estos tér-
minos: (1 todos los días invierno y verano iba á caza hasta
¡l las doce, comia y al instante volvía al cazadero hasta la
)) caida de la tarde. l'Ianuel me informaba cómo iban las
) cosas, y me iba á acostar para comenzar la misma vidaal


Carlos IV
Y ~laria Luisa •.




Renuncia
de Fernando


'Como príncipe
de Asturias.


JI dia siguiente, á menos de impedírmelo alguna ceremonia
J) importante. )) De este modo gobernó por espacio de vein-
te a110S aquel monarca, quien segun la pintura que hace de
sí propio, merece justamente ser apellidado con el mismo
epíteto que lo fueron varios de los reyes de Francia de la
estirpe merovingiana. Sin embargo adornaban á Cárlos pren-
das con que hubiera brillado como rey, llenando sus altas
obligaciones, si menos perezoso y débil no se hubiese cie-
gamente entregado al arbitrio y desordenada fantasía de la
reina. Tenia comprensión fácil y memoria vasta; amaba la
justicia, y si alguna vez se ocupaba en el despacho de los
negocios, era expedito y atinado; mas estas cualidades des-
aparecieron al lado de su dejadez y habitual abandono. Con
otra esposa que María Luisa su reinado no hubiera desme-
recido del de su augusto antecesor; y bien que la situación
de Europa fuese muy otra á causa de la revolucion francesa,
tranquila España en su interior y bien gobernada, quizá
hubiera podido sosegadamente progresar en su industria y
civilizacion sin revueltas ni trastornos.


Formalizadas las renuncias de Fernando en Carlos IV, y
de este en Napoleon , faltaba la del primero como príncipe
de Asturias, porque si bien habia devuelto en 6 de mayo la
corona á su padre, no habia por aquel acto renunciado á
sus derechos en calidad de inmediato sucesor. Parece ser,
segun don Pedro Cevallos , que Fernando resistiéndose á
acceder á la última cesion , Napoleon le dijo: « no hay me-
JI dio, príncipe, entre la cesion y la muerte. » Otros han
negado la amenaza, y admira en efecto que hubiera que
acudir á requerimiento tan riguroso con persona cuya de-
bilidad se habia ya mostrado muy á las claras. El mariscal
Duroc habló en el mismo sentido que su amo, y los prín-
cipes entonces se determinaron á renunciar. Nornbróse á


• Ap. L 2, n. 27.) dicho mariscal con Escóiquiz para arreglar (°1 modo, * y




145


ellO firmaron ambos un tratado por el que se arreglaron
los términos de la cesion del príncipe de Asturias, y se fijó
su pensión como l~ de los infantes con tal que suscribiesen
al tratado; lo cual verificaron don Antonio y don Cárlos
por medio de una proclama que en union con Fernando
dieron en Burdeos el * 12 del mismo mayo. El infante don (. ap. l. 2, n.•s.)
Francisco no firmó ninguno de aquellos actos, ya fuera
precipitacion , ó ya por considerarle en su minoridad.


Bien que Eseóiquiz hubiese obedecido á las órdenes de
Fernando firmando el tratado del 10, no por eso pone en
seguro su buen nombre, harto mancillado ya. Y fué singu-
lar que los dos hombres Godoy y Bseóiquiz, cuyo desgo-
bierno y errada conducta habian causado los mayores daños
á la monarquía, y cuyo respectivo valimiento con los dos
reyes padre é hijo les imponia la extrecha obligacion de sa-
crificarse por la conservacion de sus derechos, fuesen los
mismos que antorizasen los tratados que acababan en Es-
paña COII la estirpe de los Borbones. La proclama de Bur-
deos dada el 12 , Y en la que se dice á los españoles, « que
)) se mantengan tranquilos esperando su felicidad de las sá-
» bias disposiciones y del poder de Napoleon, JI fué pro-
duccion de Escóiquiz, queriendo este persuadir despues que
con ella habia pensado en provocar á los españoles para que
sostuviesen la causa de sus príncipes legítimos. Si realmen-
te tal fué su intento, se ve que no estaba dotado de mayor
claridad cuando escribia , que de prevision cuando obraha.


La reina de Etruria, á pesar de los favores y atentos oh- La reina
de Etrurtu.


sequios que habia dispensado á lUurat y á los franceses, no
fué mas dichosa en sus negociaciones que las otras personas
de su familia. No se podía cumplir con su hijo el tratado
de Fontainebleau, porque el emperador habia ofrecido á
los diputados portugueses conservar la integridad de Portu-
gal: no podia tampoco concedérseleindemnizacion en Italia,




Planes
rlc evasion.


Se interna
en Francia la
familia real
de España.


Hl
siendo opuesto á las grandes miras de Napoleoll permitir
que en parte alguna de aquel país reinase una rama, cual-
quiera que fuese, de los Borhones : con cuya contestacíon
tuvo la reina que atenerse á la pension que se le señaló, y
seguir la suerte de sus padres.


Durante la estancia en Bayona del príncipe de Asturias
y los infantes, hubo varios planes para que se evadiesen.
Un vecino de Cervera de Alhama recibió dinero de la junta
suprema de Madrid con aquel objeto. Con el mismo tarn-
bien habia ofrecido el duque de Mahón una fuerte suma
desde San Sehastian: los consejeros de Fernando, á nom-
bre y por órden suya, cobraron el dinero, mas la ruga no
tuvo efecto. Se propuso como el medio mejor y mas ase-
quible el arrebatar á los dos hermanos don Fernando y don
Cárlos, sosteniendo la operacion pOI' vascones diestros y
prácticos de la tierra, é internarlos en España por San Juan
de Pié de Puerto. Fué tan adelante el proyecto, que hubo
apostados en la frontera 500 miqueletes para que diesen la
mano á los que en Francia andaban de concierto en el se-
creto. Despues se pensó I1n salvarlos por mar, y hasta hubo
quien propuso atacar á Napoleon en el palacio de Manac.
Había en todas estas tentativas mas bien muestra de patrio-
tismo y lealtad, que probable y buena salida. Hubiérase
necesitado para llevarlas á cabo menos vigilancia en el go-
bierno francés, y mayor arrojo en los priucipes espaüo-
les, naturalmente tímidos y apocados.


No tardó Napoleón, extendidas y formalizadas que fueron
las renuncias por medio de los convenios mencionados, en
despachar para lo interior de Francia á las personas de la
familia real de España. El 10 de mayo Cárlos IV y su espo-
sa 1\'1aría Luisa, la reina de Etruria con sus hijos, el infante
don Francisco y el príncipe de la Paz salieron para Fontai-
nehleau y de allí pasaron á Compiegue. El J1 partieron




145
tambien de Bayona el rey Fernando VlI y su hermano y
tio t los infantes don Cárlos y don Antonio; habiéndoselas
señalado para su residencia el palacio de Valenoey, propio
del príncipe de Talleyrand.


Tal fin tuvieron las célebres vistas de Bayona entre el
emperador de los franceses y la mal aventurada familia real
de España. Solo con muy negra tinta puede trazarse tan
tenebroso cuadro. En él se presenta Napoleon pérfido y
artero; los reyes viejos padres desnaturalizados; Fernando
y los infantes débiles y ciegos; sus consejeros por la mayor
parte ignorantes ó desacordados , dando todos juntos prin-
cipio á un sangriento drama, que ha acabado con muchos
de ellos, desgarrado á España, y conmovido hasta en sus
cimientos la suerte de la Francia misma.


En verdad tiempos eran estos ásperos y difíciles, mas los
encargados del timon del estado ya en Bayona , ya en Ma-
drid, parece que solo tuvieron tino en el desacierto. Los
primeros acabamos de ver qué cuenta dieron de sus prínci-
pes: examinarémos ahora qué providencias tomaron los se-
gundos para defender el honor y la verdadera independencia
nacional, puesto que por sus discordias y malos consejos
se habían perdido el rey Fernando, sus hermanos y toda
la.real familia. Mencionamos anteriormente la comision de
don Evaristo Perez de Castro, quien con felicidad entró en
Bayona 1.'14 de mayo. A su llegada se presentó sin dilacion
á don Pedro Cevallos, y este comunicó al rey las propo-
siciones de la junta suprema de l\ladrid de que aquel era
portador, y cuyo contenido hemos insertado mas arriba. De
resultas se dictaron dos decretos el 5 de mayo, uno escrito
de la real mano estaba dirigido á la junta suprema de go-
bierno, y otro, firmado por Fernando con la acostumbrada
fórmula de Yo el Tey. era expedido al Consejo, ó en Sil lugar
á cualquiera chancillería ó audiencia libre del influjoextran-


TOII. J. ro


Inaccion
de \.junto suprema.




146
jero. Por el primero el rey decía: « que se hallaba sin liber-
» tad, y consiguientemente imposibilitado de tomar por sí
» medida alguna para salvar su persona y la monarquía; que
» por tanto autorizaba á la junta en la forma mas ámplia
» para que en cuerpo, ó suhstituyéndose en una ó muchas
» personas que la representasen, se trasladara al paraje
» que creyesemas conveniente, y que en nombre de S. M.
» representando su misma persona ejerciese todas las fun-
» ciones de la soberanía. Que las hostilidades deberían em-
» pezar desde el momento en que internasen á S. 1\1. en
» Francia, lo que no sucederia sino por la violencia. Y por
» último, que en llegando ese caso tratase la junta de im-
» pedir del modo que creyese mas á propósito la entrada de
» nuevas tropas en la península. » El decreto al Consejo de-
cia: « que en la situacion en que S. M. se hallaba, privado
» de liherlad para obrar por sí, era su real voluntad que se
» convocasen las Córtes en el paraje que pareciese mas
» expedito; que por de pronto se ocupasen únicamente
» en proporcionar los arbitrios y subsidios necesarios para
» atender á la defensa del reino, y que quedasen permanen-
» tes para lo demás que pudiese ocurrir. »


Algunos de los ministros ó consejeros de Fernando en
Bayona creyeron fundadamente que la junta suprema au-
torizada, como lo habia sido desde aquella ciudad, para
obrar con las mismas é ilimitadas facultades que habrian
asistidoal rey estando presente, hubiera por sí debidoadop-
tar aquellas medidas, evitando las dilacionesde la consulta;
mas la junta que se habia apartado del modo de pensar de
los de Bayona , y que en vez de tomar providencias se con-
tentó con pedir nuevasinstrucciones, llegadas que fueron,
tampoco hizo nada, continuando en su inaccion, so color
de que las circunstanciashabíanvariado. Cierto queno eran
Ias mismas, y será bien que para pesar sus razones refira-




147
mos antes lo que en ese tiempo habia pasado en llladrid.


En la mañana misma del 4 de mayo en que partió el Mural presidente
• de la junta.


infante don Antonio, el gran duque de Berg manifestó á
algunos individuos de la junta que era preciso asociar su
persona á las deliberaciones de aquel cuerpo, estando en
ello interesado el buen órden y la quietud pública. Se le
hicieron reflexiones sobre su propuesta; no insistió en ella
por aquel momento, pero en la noche sin anuncio anterior
se presentó en la junta para presidirla.Opúsose fuertemen-
te á su atropellado intento Gil y Lémus; parece ser que
tambien resistieron Azanza y Ofárril, quienes aunque al
principio protestaron é hicieron dejacion de sus destinos,
al fin continuaron ejerciéndolos. Temerosa lajunta del como
promiso en que la ponia lllurat, y queriendo evitar mayo-
res males, cedióá sus deseos y resolvióadmitir en su seno
al príncipe francés. Mucho se censuró esta su determina-
cion, y se pensó que excedia de sus facultades, mayormen-
te cuando se trataba del jefe del ejército de ocupaeion , y
cuando para ello no babia recibidoórdenes ni instrucciones .
de Bayona. Hubiera sido mas conforme á la opinion gene-
ral, ó que se hubiera negado á deliberar ante el general
francés, ó haber aguardado á que una violencia clara y sin
rebozohubiesepodido disculparsu sometimiento. Pesarosa
tal vezla junta de su fácil condescendencia, en medio de su
congoja * le sacó algun tanto de ella y á tiempo un decreto (" AJI. r, 2, n.29.)
que recibió el 7 de mayo, y que con fecha del 4 había ex-
pedido en Bayona Cárlos IV, nombrando á lllurat lugarte-
niente del reino, en cuya calidad debía presidir la junta
suprema: decreto precursor de la abdicacion de la corona
que al diasiguiente hizoen Napoleon. Acompañaba al nom-
bramiento una proclama del mismo Cárlosá la nacion, que
concluía con la notable cláusula de que: « no habría pros-
)) perirlad ni salvacion para los españoles, sino en la amistad




Equivoca
COI) ducta de la


junta.


148
» del grande emperador su aliado. » Bien que la resoluciou
del rey padre vinieseen apoyo de la prematura determina-
eion de la junta, en realidad no hubiera debido á los ojos
de este cuerpo tener autoridad alguaa: la de dicha junta
delegada por Fernando VII, solo á las órdenes del último
tenia que obedecer. Sin embargo en el dia 8 acordó su cum-


.plimiento; y solamente suspendió la publicacion, creyendo
con ese medio y equívoco proceder salir de su compro-
miso. Finalmente le libró de él y de su angustiada posicion
la noticia de haber devuelto Fernando la corona á su pa-


(' i\p.L a,n, 30.j dre , recibiendoun decreto * del mismo para que se some-
tiese á las órdenes del antiguo monarca.


Hasta el dia en que Murat se apoderó de la presidencia,
hubiera podidoatribuirse la debilidad de la junta á circuns-
peccion,su imprevision á prudencia excesiva, y su indolencia
á falta de facultades ó á temor de comprometer la persona
del rey. Mas ahora habia mudado el aspecto de las cosas, y
así ó estaban sus individuosen el caso de poner en ejecucion
las convenientesmedidas para salvar el honor y la indepen-
dencia nacional, ó no lo estaban. Si no. ¿ por qué en vez
de mancillar su nombre aprobando con su presencia las ini-
cuas decisiones del extranjero, no se retiraron y le dejaron
solo? Y si pudieron obrar, ¿ por qué no llevaron á efecto
los decretos dados por el rey en Bayona á consulta suya?
¿ Por qué no permitieron la formacion acordada de otra
junta, fuera del poder del enemigo? Léjos de seguir esta
vereda tomaron la opuesta y fijaron todo su conato en im-
pedir la ejecucion de aquellas saludables medidas. Un pro-
pio habia entregado á don Miguel José de Azanza en su
mano los dos decretos del rey; por uno de los cuales se
autorizaba á la junta con poderes ilimitados, y por el otro
al Consejo para la convocacion de Córtes. Azanza los comu-
nicó á sus compaüeros, y todos convinieron en que dados




149
estos decretos el 1) de mayo y el de renuncia de Fernando
el 6 del mismo, no debían cumplirse ni obedecerse 108 pri-
meros. ¡Cosa estraña í Decretosarrancados por la violencia,
en los que se destruian los legítimos derechos de Fernando
y su dinastía y se hollaban los de la nacion, tuvieron á
sus ojos mas fuerza que los que habiendo sido acordados
en secreto y despachados por personas de toda confianza,
tenianen sí mismos la doble ventaja de haber sido dictados
con entera libertad, y de acomodarse á lo que ordenaba el
honor nacional. Pone aun mas en descubierto la buena fé
y rectitud de intenciones de los que así procedieron, el no
haber comunicado al Consejo el decreto de convocacion de
Córtes, cuya promulgacion y ejecucion se encomendaba
particularmente á su cuidado, tocando solo á aquel cuerpo
examinar las razones de prudencia ó conveniencia pública,
de detenerle ó circularle. No contentos con esto los indivi-
duos de la junta suprema, y temerosos de que los nombra-
dos para reemplazarla fuera de Madrid en caso necesario
ejecutasen lo qne se les habia mandado, tomaron precaucio-
nes paraestorbarlo. Al conde de Ezpeleta, á quien se habia
comunicado por medio de don José Capeleti la primera de-
terminacionde que presidiese la junta, cuya instalacionde-
biaseguirse á la falta de libertad de la de Madrid, se le dió
después expresa contraórden; y apremiadopor Gil Taboada
para que pasase á Zaragoza en donde aquel aguardaba, le
contestó cómose le habia posteriormente mandado lo con-
trario.


Por lo tanto la junta suprema de Madrid, que con pre-
texto de carecer de facultades, á pesar de haberlas desde
Bayona recibido amplias, anduvo al principio descuidada
y poco diligente, ahora que con mas claridad y extension,
si era posible, las recibía, suspendió hacer uso de su poder,
alegando ser ya tarde, y recelosa de mayores comprometí-




Nalloleon
piensa dar la


corona
tle España


á José.


150
mientos. Aparece mas obscura y dudosasu conducta al con-
siderar que algunos de sus individuos débiles antes, pero
resistiendo al extranjero, sumisos despues si bien todavía
disculpables, acabaron por ser sus firmes apoyos. traba-
jando con ahincopor ahogar losgloriosos esfuerzosque hizo
la nacion en defensa de su independencia. Es cierto que en
seguida los españoles de Bayona estuvieron igualmente lle-
nos de sobresalto y zozobra con el miedo de que se ejecu-
tasen los dos consabidos decretos. Así lo anunciaba don
Evaristo Perez de Castro, que volvió á l'ladrid por aquellos
días. Todo lo cual prueba que ni entre los españolesque en
Bayona influian principalmente en el consejo del rey, ni
entre los que en España gobernaban, habia ningun hombre
asistido de aquella constante decision é invariable firmeza
que piden extraordinarias circunstancias.


Napoleón por su parte considerándose ya doeño de la
corona de España en virtud de las renuncias hechas en fa-
vor suyo, habia resuelto colocarla en las sienes de su her-
mano mayor José, rey de Nápoles , y continuando siempre
por la senda del engaño quiso dar á su cesion visos de ge-
nerosa condescendencia con los deseos de los españoles.
Así fué que en 8 de mayo dirigió al gran duque sus ins-
trucciones para que la junta suprema y el Consejo de Cas-
tilla le indicasen en cuál de las perlSonas de su familia les
seria mas grato que recayese el trono de España. En 12
respondió acertadamente el Consejo, que siendo nulas las
cesiones hechas por la familia de Borbon , no le tocaba ni
podía contestar á lo que se le preguntaba. JUas convocado
al siguiente dia á Palacio por la tarde y sin ceremonia, y
bien recibido y tratado por ~lurat, y habiendo fácilmente
convenido este en la cortapisa que el Consejo queria po-
ner á su exposicion de que (( no por eso se entendiese
» que se mezclaba en la aprobacion ó desaprobacion




11)1
» de los tratados de renuncia, ni que los derechos del
') rey Cárlos y su hijo y demás sucesores á la corona, se-
» gun las leyes del reino, quedasen perjudicados por la
» designacion que se le pedía; » cedió entonces y acordó
en consulta del 15 dirigida al gran duque. que bajo las
propuestas insinuadas « le parecia que en ejecucion de lo
II resuelto por el emperador podia recaer la eleccion en su
J) hermano mayor el rey de Nápoles.» Llevaba trazas de
juego y de mutua inteligencia el modo de preguntar y de
responder. A lVInrat le importaban muy pocoaquellas secre-
tas protextas, con tal que tuviese un documento público
de las principales autoridades del reino que presentar á los
gobiernos europeos, pudiendo con él Napoleon dar á en-
tender que habia seguido la voluntad de los españoles mas
bien que la suya propia. El Consejo empezando desde en-
tonces aquel sistema medio y artificioso que le guió des-
pnes l mas propio de un subalterno de la curia que de un
cuerpo custodio de las leyes, se avino muy bien con lo que
se le propuso. imaginando así poner en cobro hasta cierto
punto su comprometida existencia, ya que se afirmase la
dominacion de Napoleón,ya que fuese detruida. Conducta
no atinada en tiempos de grandes tribulaciones y vaivenes,
y con la que perdió su crédito é influjo entre nacionalesy
extranjeros. Escribió tambien el mismo Consejo una carta
al emperador. y á ruego de ]}Iurat nombró para presentarla
en Bayona á los ministros don José Colon y don Manuel
de Lardizábal. La junta suprema y la villa de Madrid prac-
ticaron por su parte iguales diligencias, pidiendo que José
Bonaparte fuese escogido para rey de España.


No satisfechoNapoleoncon las cesionesde los príncipes,
ni con la sumision y peticion de las supremas autoridades,
pensó en congregar una diputacion de españoles , que con
simulacro de Córtes diesen en Bayona una especie de apro-


üíputacíon de
Bayona.




152
bacion nacionalá todo lo anteriormente actuado. Yadijimos
que á mediados de abril habia intentado Murat llevar á efec-
to aquel pensamiento ; mas hasta ahora en mayo no se pu-


(' AJ'. L 'J, n. 31.) so en perfecta y cumplida ejecución. La * convocatoria se
dió á luz en la gaceta de Madrid de 24 del mismo mes, con
la singularidad de no llevar fecha. Estaba extendida á nom-
bre del gran duque de Berg y de la junta suprema de go-
bierno , y se reducia en sustancia á que siendo el deseo de
S. 1"1. 1. YR. juntar en Bayona una diputación general de
ciento cincuenta individuospara el 15 de junio siguiente, á
fin de tratar en ella de la felicidadde España, indicando to-
dos los males que el antiguo sistema habia ocasionado, y
proponiendo las reformas y remedios para destruirlos, la
junta suprema habia nombrado varios sugetos que allí se
expresaban, reservando á algunas corporaciones, á las ciu-
dades de voto en Córtes y otras sus respectivas elecciones.
Segun el decreto debían tambien asistir grandes, títulos,
obispos, generales de las órdenes religiosas, individuos del
comercio, de las universidades, de la milicia, de la marina,
de los Consejos y de la Inquisicion misma. Se escogieron
igualmente seis individuos que representasen la América.
Azanza, que en 25 de mayo había ido á Bayona para dar
cuenta al emperador del estado de la Hacienda de España,
se quedó por orden suya á presidir la junta ó diputacion
general próxima á reunirse. Mas adelante examinaremos la
índole y los trabajos de esta junta, y hablaremos del solem-
ne reconocimiento que ella y los españoles allí presentes
hicieron del intruso José.


Medidas lUurat luego que estuvo al frente del gobierno de España,
de precaucíon


.:c illu¡'at. recelando en vista del general desasosiego que hubiese su-
blevaciones mas ó menos parciales, adoptó varios medios
para prevenirlas. Agregó á la division ó cuerpo de Dupont
dos regimientos suizos españoles , y puso á la disposicion




155
del mariscal ldoncey cuatro batallones de guardias españo-
las y walonas y los guardias de Corps. Pasó órdenes para
enviar 5000 hombres de Galicia á Buenos-Aires, y en 19
de mayo dió el mando de la escuadra de Mahon al general
Salcedo con encargo de hacerse á la vela para Talan; lo
cual afortunadamente no pudo cumplirse por los aconte-
cimientos que muy luego sobrevinieron. Se ordenó á la di-
vision española acantonada en Extremadura pasase á San
Roque, y á Solano, que hasta entonces habia sido su jefe,
se le previno que regresase á Cádiz para tomar de nuevo el
mando de Andalucía, yendo á explorar sus intenciones el
oficial de ingenieros francés Constantino Con el mismo ob-
jeto y con pretexto de examinar la plaza de Gibraltar se
envió cerca del general don Francisco Javier Castalios, que
mandaba en el Campo de San Roque, al jefe de batallon
de ingenieros Rogniat: otros comisionados fueron enviados
á Ceuta. El Buen-Retiro se empezó á fortificar, encerrando
dentro de su recinto abundantes provisiones de boca y guer-
ra, habiéndose los franceses apoderado por todas partes de
cuantos almacenes y depósitos de municiones y armas estu-
vieron á su alcance. Cortas precauciones para reprimir el
universal descontento.


Pero ahora que ya tenemos á Napoleon imaginándose po-
der enajenar á Sil antojo la corona de España; ahora que
ya está internada en Francia la familiareal; Muratmandan-
do en Madrid; sometidos la junta suprema y los Consejos,
y convocada á Bayona una diputacion de españoles, será
bien que desviando nuestra vista de tantas escenas de per-
fidia y abatimiento, de imprevision y flaqueza, nos volva-
mos á contemplar un sublime y grandioso espectáculo.






RESUMEN


DEL


LIBRO TERCERO.


INsURRECCIoN general contra los franceses. - Levantamiento de Astu-
rias. - Mision á Inglaterra. - Levantamiento de Galicia. - Levan-
tamiento de Santander. - Levantamiento de Leon y Castilla la Vieja.
-Levantamiento de Sevilla. -Rendicion de la escuadra francesa surta
en Cádiz. -Levantamiento de Granada .-Levantamiento de Extrema-
dura. - Conmociones en Castilla la Nneva. - Levantamiento de Car-
tagena y Murcia. - Levantamiento de Valencia. - Levantamiento de
Aragon. - Levantamiento de Cataluña. - Levantamiento de las Balea-
res. - Navarra y provincias Vascongadas. - Islas Canarias. - Re-
flexiones generales.-Portugal. -Su situacion, - Divisiones francesas
que intentan pasar á España. - Los españoles se retiran de Oporto.-
Primer levantamiento de Oporto. - Levantamiento de Tras-los-Montes,
y segundo de Oporto. - Se desarma á los españoles de Lisboa. - Re-
chazan los españoles á los franceses en Os Pegóes. -Levantamiento
de los Algarves. - Convenciones entre algunas juntas de España y
Portugal.






HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO TERCERO.


ENCONTHADOS afectos habian agitado durante dos meses á
las vastas provincias de España. Tras la alegría y el júbilo,
tras las esperanzas tan lisonjeras como rápidas de marzo
hablan venido las zozobras, las sospechas, los temores de
abril. El !'l de mayo habia llevado consigo á todas partes el
terror y el espanto, y al propagarse la nueva de las renun-
cias, de las perfidias y torpes hechos de Bayona, un grito
de indignacion y de guerra lanzándose con admirableesfuer-
zo de las cabezas de provincia, se repitió y cundió reso-
nando por caserías y aldeas, por villas y ciudades. A porfia
las mujeres y los niños, los mozosy los ancianos arrebata-
tados de fuego patrio, llenos de cólera y rabia, clamaron
unánimey simultáneamente por pronta, noble y tremenda
venganza. Renació España , por decirlo así, fuerte, vigoro-


Insurreccíou
general


contra los
franceses.




158
sa , denodada; renació recordando sus pasadas glorias; y
sus provincias conmovidas, alteradas y enfurecidas se re-
presentaban á la imaginacion como las describía Veleyo
Patérculo, tam diffusas, tam frequentes, tam [eras. El via-
jero que un año antes pisando los anchos campos de Castilla
la hubiese atravesado por medio de la soledad y desamparo
de sus pueblos, si de nuevo hubiese ahora vuelto á recor-
rerlos, viéndolos llenos de gente, de turbacion y afanosa
diligencia, con razon hubiera podido achacar á mágica trans-
formacion mudanza tan extraordinaria y repentina. Aquellos
moradores como los de toda España, indiferentes no habia
mucho á los negocios públicos, salian ansiosamente á in-
formarse de las novedades y ocurrencias del dia, y desde
el alcalde hasta el último labriego embravecidos y airados,
estremeciéndose con las muertes y tropelías del extranjero,
prorumpian al oirlas en lágrimas de despecho. Tan cierto
era que aquellos nobles y elevados sentimientos, que en-
gendraron en el siglo XVI tantos portentos de valor y tan-
tas y tan inauditas hazañas, estaban adormecidos, pero
no apagados en los pechos españoles, y al dulce nombre de
patria, á la voz de su rey cautivo, de su religion amena-
zada , de sus costumbres holladas y escarnecidas se desper-
taron ahora con viva y recobrada fuerza. Cuanto mayores
é inesperados habian sido los ultrajes, tanto mas terrible y
asombroso fué el público sacudimiento. La historia no nos
ha transmitido ejemplo mas grandioso de un alzamiento tan
súbito y tan unánime contra una invasión extraña. Como si
un premeditado acuerdo, como si una suprema inteligencia
hubiera gobernado y dirigidotan gloriosa determinacion, las
mas de las provincias se levantaron espontáneamente cásien
un mismodia, sin que tuviesen muchas noticia de la insur-
reccion de las otras, y animadas todas de un mismo espí-
ritu exaltado y heroico. A resolucion tan magnánima fué




159
estimulada la nacion española por los engaños y alevosías
de un falso amigo, que con capade querer regenerarla des-
conociendo sususos y sus leyes, intentó á su antojo dictarle
otras nuevas, variar la estirpe de sus reyes, y destruir así
su verdadera y bien entendida independencia, sin la que
desmoronándose losestados mas poderosos, hasta su nom-
bre se acaba y lastimosamente perece.


Este uniforme y profundo sentimiento quiso en * Astu- (' Ap. I. 3, n, t. )
rias primero que en otra parte manifestarse de modo mas Levantami.ento


, , de Asturias.
legal y concertado. Contribuyeron á ello diversas y muy
principales causas. Juntamente con la opinion que era co-
mun á toda España de mirar con desvío y odio la domina-
cion extranjera, aun se conservaba en aqnel principado un
ilustre recuerdode haber ofrecido su enmarañado y riscoso
suelo seguroabrigo á los venerables restos de los españoles
esforzados, que huyendode la irrupcion sarracénica dieron
principio á la larga y porfiada lucha que acabó por afianzar
la independencia y union de los pueblos peninsulares. Le
inspiraba tambien confianza su ventajosa y naturalmente
resguardada posiciono Bañada al norte por las olas del Océa-
no, rodeada por otras partes de caminos á veces intransi-
tables, la ceñian al mediodia fragosas y encumbradas mon-
tañas. Acertó igualmente á estar entonces congregada la
junta general del principado, reliquia dichosamente pre-
servada del cási universal naufragio de nuestros antiguos
fueros. Sus facultades, no muy bien deslindadas, se limi-
tabaná asuntospuramente económicos; pero en semejante
crisis, compuesta en lo general de individuos nombrados
por los concejos, se la consideró como oportuno centro
para legitimar atinadamente los ímpetus del pueblo. Reu-
níasecada tres años, y casualmente en aquel cayó el de su
eonvoeaciori , habiendo abierto sus sesiones el i o de mayo.


A pocos días con la aciaga nueva del 2 en Madrid llegó á




160
Oviedo la órden para que el coronelcomandante de armas,
don Nicolás de Llano Ponte, publicase el sanguinario bando
que el 5 había Murat promulgado en la capital del reino.
Los moradores de Asturias conmovidos y desasosegados al
par de los demas de España, habían ya en 29 de abril ape-
dreado en Gijon la casa del cónsul francés, de resultas (l~
haber este osadoarrojar desde sus ventanasvariosimpresos
contra la familia de Borbon. En tal situacion y esparcién-
dose la voz de que iban á cumplirse instrucciones rigurosas
remitidasde Madrid por el desacato cometido contra el cón-
sul, se encendieron mas y mas los ánimos en gran manera
estimulados por las patrióticas exhortaciones del marqués
de Santa Cruz de Marcenado, de su pariente don Jl'Ianllel
de JHiranda y de don Ramon de Llano Ponte, canónigo de
aquella iglesia, quien habiendo servido antes en el cuerpo
de guardias, estaba adornado de hidalgasy distiuguidisirnas
prendas.


Decidida pues la audiencia territorial de acuerdo con el
jefe militar á publicar el 9 el bando que de Jl'Iadrid se había
enviado, empezaron á recorrer juntos las calles, cuando á
poco tiempo agolpándose y saliéndoles al encuentro gran
muchedumbre á los gritos de viva Fernando VII y muera
Murat, los obligaron á retroceder y desistir de su intento.
Agavillándose entonces con mayor aliento los alborotados,
entre los que se señalaron los estudiantes de la universidad,
reunidos todos enderezaron sus pasos á la sala de sesiones
de la junta general del principado.Hallaronallí firme apoyo
en varios de los vocales. Don José del Busto, juez primero
de la ciudad, y en secreto de inteligencia con los amotina-
dos arengó en favor de su noble resolucion; sostuviéronle
el condeJl'Iarcel de Peñalva yel de Toreno (padre del autor
de esta historia), y sin excepcion acordaron sus miembros
desobedecer las órdenes de l}Jurat , y tomar medidas cor-




161
respondientes á su atrevida determinacion. La audiencia en
tanto desamada del pueblo, ya por estar formando causa
á los que habian apedreado la casa del cónsul francés, y ya
tambien porque compuesta en su mayor parte de agracia-
dos y partidarios del gobierno de Godoy, miraba al soslayo
unos movimientos que al cabo habian de redundar en daño
suyo, procuró por todos medios apaciguar aquella primera
conmocion, influyendo con particulares y con militares y
estudiantes, y dando sigilosamente cuenta á la superiori-
dad de lo acaecido. Consiguió tambien que en la junta el
diputado por Oviedo don Francisco Velasco, apoyado por
el de Grado don Ignacio Florez, discurriese largamente en
el dia 15 acerca de los peligros á que se exponia la provin-
cia por los inconsiderados acuerdos del 9 , Y no menos la
misma junta habiéndose excedido de sus facultades. El Ve-
lasco gozando de concepto por su práctica y conocida ex-
periencia, alcanzó que se suspendiese la ejecucion de las
medidas resueltas, y solo el marqués de Santa Cruz de
1l1arcenado que presidia, se opuso con fortaleza admirable,
diciendo que « protextaba solemnemente, y que en cual-
1) quiera punto en que se levantase un hombre contra Na-
JJ poleon tomaria un fusil y se pondria á su lado. » Palabras
tanto mas memorables cuanto que salían de la boca de un
hombre que rayaba en los sesenta años , propietario rico y
acaudalado, y de las mas ilustres familias de aquel país:
digno nieto del célebre marqués del mismo nombre, dis-
tinguido escritor militar y hábil diplomático, que en el
primer tercio del siglo último, arrastrado de su pundonor,
habia perecido gloriosa pero desgraciadamenteen los cam-
pos de Oran.


Noticiosos Murat y la junta suprema de Madrid de lo que
pasaba en Asturias procuraron con diligencia apagar aque-
lla centella, llenos del recelo de que saltando á otros pun-


TOM. l. ti




162
tos acabase por excitar una general conflagracion. Dieron
por tanto órdenes duras á la audiencia, y enviaron en co-
mision al conde del Pinar, magistrado conocido por su cruel
severidad, y á don Juan MelendezValdés , 'mas propio pa-
ra cantar con acordada lira los triunfos de quien venciese,
que para acallar los ruidos populares. Se mandó al propio
tiempo al apocado don Crisostomo de la Llave, comandante
general de la costa cantábrica, que pasase á Oviedo para
tomar el mando de I!tprovincia, disponiendo que concurrie-
sen allí á sus órdenes un hatallon de Hibernia procedente
de Santander, y un escuadren de carabineros que estaba
en Castilla.


Mas estas providencias en vezde aquietar los ánimos solo
sirvieron para irritarlos. Los complicados en los aconteci-
mientos del 9 vieron la suerte que se les preparaba, y per-
sistieron en su primer intento. Vinieron en su ayuda los
avisos de Bayona que provocaban cada dia mas á la altera-
cion y al enojo, y la relacion que del sanguinario dia 2 de
mayohacian los testigos oculares que sucesivamente llega-
ban escapados de ]}ladrid. Redoblaron pues su celo los de
la asonada del 9, y pensaron en ejecutar su suspendida pe-
ro no abandonada empresa. Citábanse en casa de don Ra-
mon de Llano Ponte, y con tan poco recato, que de distin-
tas y muchas partes se acercaba á aquel foco de insurreeeion
gente desconocida con todo linaje de ofrecimientos. Asis-
timos recien llegados de la corte á las secretas reuniones, y
pasmáhanos el continuo acudir de paisanos y personas de
todas clases, que con noble desprendimiento empeñaban y
comprometian su hacienda y sus personas para la defensa
de sus hogares. Se renovaban las asonadas todas las noches,
habiendo sido bastantemente estrepitosas las del 22 y 25;
pero se difirió hasta el24 el final rompimiento por esperar-
se en aquel dia al nuevo comandante la Llave enviado por




163
Murat, Para Sil ejecucion se previno á los paisanos de los
contamos que se metiesen en Oviedo al toque de oracio-


. nes , circulando al efecto don José del Busto esquelas á los
alcaldes de su jurisdiccion, Se tomaron además otras con-
venientes prevenciones, y se cometió el encargo de acau-
dillar á la multitud á-los señores don Ramon de Llano Pon-
te y don JUanuel de Miranda. Antes de que llegase la Llave,
con gran priesa se le habia anticipado un ayudante del
mariscal Bessieres, napolitano de nacion, quien estuvo muy
inquieto hasta que vió que el comandante se acercaba á las
puertas de la ciudad. Entró por ellas el 24 acompañado de
algunas personas sabedoras ele la trama dispuesta para aque-
lla noche. Se había convenielo en que el alboroto comenza-
ria á las once de la misma, tocando á rebato las campanas
de las iglesias de la ciudad y de las aldeas de alrededor.
Por equivocacion habiéndose retardado una hora el toque se
angustiaron sobremanera los patriotas conjurados, mas un
repique general á las doce en punto los sacó de pena.


Fué su primer paso apoderarse de la casa de armas, en
donde habia un depósito de 100000 fusiles, no solamente
fabricados en Oviedo y sus cercanías. sino tambien tras-
portados allí por anteriores órdenes del príncipe de la Paz.
Favorecieron la acometida los mismos oficialesde artillería
partícipes del secreto, señalándose con singular esmero
don Joaquin Escario. Entre tanto se encaminaron otros á
casa del comandante la Llave, y de puerta en puerta lla-
mando á los individuos de la junta del principado, se for-
mó esta en hora tan avanzada de la noche agregándosele
extraordinariamente vocales de afuera. Entonces reasu-
miendo la potestad suprema afirmó la revolucion, nombró
por presidente suyo al marqués de Santa Cruz, y le confió
el mando de las armas. Al dia siguiente 25 se declaró so-
lemnemente la guerra á Napoleon, y no hubo sino un grito




164
de indecible entusiasmo. i Cosa maravillosa que desde un
rincon de España hubiera habido quien osase retar al des-
medido poder ante el cual se postraban los mayores poten-
tados del continente europeo! A frenesí pudiera atribuirse,
si una razon tan noble y fundada en el deseo de conservar
el honor y la independencia nacional no mereciese mas
respeto,


La junta se componía de personas las mas principales
del país por su riqueza y por su ilustracion. El procurador
general don Alvaro Florez Estrada, enterado de antemano
de la conmocion urdida, la sostuvo vigorosamente, y la
junta en cuerpo adoptó con actividad oportunas medidas
para armar la provincia y ponerla en estado de defensa. Los
carabineros reales llegaron muy luego así como el batallon
de Hibernia, y ni unos ni otros pusieron obstáculo al levan-
tamiento. Los primeros pasaron despues á Castilla á las ór-
denes de don Gregorio de la Cuesta, y se entresacaron del
último varios oficiales, sargentos y cabos para cuadros de
la fuerza armada que se iba formando. La junta había re-
suelto poner en pié un cuerpo de 18000 hombres. Multi-
plicó para ello inconsideradamente los grados militares, y
con razon se le hicieron justos cargos por aquella demasía.
Sin embargo, disculpóla algun tanto la escasez en que se
encontraba de oficiales veteranos para llenar plazas que exi-
gia el completo del ejército que se disciplinaba. Echóse ma-
no de estudiantes ó personas consideradas como mas aptas,
y en verdad que de los nuevos salieron excelentes oficiales
que, ó se sacrificaron por su patria, ó la honraron con 8\1
conducta, denuedo y adelantamiento en la ciencia militar.
No poco contrihuyeron á la presteza de la nueva organi-
zacion los dones cuantiosos que generosamente se ofrecie-
ron por particulares, y que entraban todos los días en las
arcas públicas.




165
Como en el alzamiento de Asturias habian intervenido


las personas de mas valía del pais , no se había manchado
su pureza con ninguu exceso de la plebe, y menos con atro-
pellamientos ni asesinatos. Pero transcurridos algunos días
estuvo á riesgo de representarse un espectáculo lastimoso y
sumamente trágico. Los comisiados de 1\lurat de que arriba
hablamos, el conde del Pinar y don Juan Melendez Valdés,
por su propia seguridad habian sido detenidos á su arribo
á Oviedo juntamente con el comandante la Llave, el coro-
nel de Hibernia Fitzgerald y el comandante de carabineros
Ladron de Guevara, que solos se habian separado de la
unánime decisiou de los oficiales de sus respectivos cuer-
pos. Desde el principio el marqués de Santa Cruz, pertinaz
y de condiciou dura, no habia cesado de pedir que se les
formase causa. Halagaba su opinion á la muchedumbre; pero
la junta dilataba su determinacion esperando que se tem-
plase la ira que contra los arrestados habia. Acaeció en el
intermedio que acudiendo sucesivamente de los puntos mas
distantes los nuevos alistados, llegaron los de los concejos
que median entre el Navia y Eo , y notóse que eran mas in-
quietos y turbulentos que los de los otros partidos. Recelosa
la junta de algun desman , resolvió poner á los detenidos
fuera de los lindes del principado. Por atolondramiento ú
oculta malicia de mano desconocida, se trató de sacarlos
en medio del día y públicamente, para que en coche em-
prendiesen su viaje. A su vista gritaron unas mujerzuelas 1
que se marchan tos traidores i y juntándose á sus descom- \.
pasados clamores un tropel de los reclutas mencionados, A
cogieron en medio á los cinco desventurados y los conduje- ~•.
ron al Campo de San Francisco extramuros de la ciudad, en 11
donde atándolos á los árboles se dispusieron á arcabucear-
los. En tamaño aprieto felizmente se le ocurrió al canónigo
don Alonso Ahumada buscar para la desordenada multitud .




nIi,jon
de Inglaterra.


166
1el freno de la religion , umco que ya podia contenerla, y
con el Sacramento en las manos y ayudado de personas au-


o torizadas salvó de inminente muerte á los atribulados per-
o seguidos, habiéndose mantenido impávido en el horroroso
i trance el coronel de Hibernia. Con lo que al paso que se! preservaron sus vidas, quedó terso y limpio de todo lunar el
(


bello aspecto del levantamiento de Asturias. Raro ejemplo
de moderacion en tiempos en que, desencadenándose el
furor popular, se da á veces suelta bajo el manto de patrio-
tismo á las enemistades personales.


Desde el momento en que la junta de Asturias se pro-
nunció y declaró soberana, trató de entablar negociaciones
con Inglaterra. Nombró, para que con aquel objeto pasasen
á Lóndres, á don Andrés Angel de la Vega y al vizconde de
Matarrosa, autor de esta historia, así entonces llamado por
vivir todavía su padre. La misión era importante y de em-
peño. Pendia en gran parte de su feliz resultado dar for-
tunada cima á la comenzada empresa. El viaje por sí pre-
sentó dificultades t no habiendo en aquel momento crucero
inglés en toda la costa asturiana, y era arriesgado para el
deseado fin aventurarse en barco de la propia nacion. A
los tres dias de la insurreccion y muy al caso apareció so-
bre el cabo de Peñas un corsario de Jersey, el cual sospe-
chando engaño resistió al principio entrar en tratos; .mas
con el cebo de una crecida suma convino en tomar á su
bordo los diputados nombrados, quienes desde Jijon se
hicieron á la vela el 50 de mayo.


No es de mas ni obra del amor propio el detenernos en
contar algunos pormenores de la mencionada mision, ha-
biendo servido de cimiento á la nueva alianza que se con-
trajo con la Inglaterra, y la cual dio ocasion á tantos y tan
portentosos acontecimientos. En la noche del 6 dejunio ar-
ribaron los diputados á Falmouth , y acompañados de IIlI




167
oficial de la marina real inglesa se dirigieron en posta y con
gran diligencia á Lóndres. No eran todavía las siete de la
mañana cuando pisaron los umbrales del almirantazgo, y su
secretario, MI'. Wellesly Pool, apenas daba crédito á lo que
oia, procurando con ansia descubrir en el mapa el cási im-
perceptible punto que osaba declararse contra Napoleon.
Poco despues yen hora tan temprana se avistó con los dipu-
tados :\11'. Canning, ministro entonces de relaciones extran-
jeras. En vista de las proclamas y del calor y persuasivo
entusiasmo que animaba á los enviados asturianos (comun
entonces á todos los españoles), no dudó un instante el
ministro inglés en asegurarles, que el gobierno de S. M. B.
protegeria con el mayor esfuerzo el glorioso alzamiento de
la provincia que representaban. Su pronta y viva penetra-
cion de la primera vez columbró el espíritu que debia rei-
nar en toda España cuando en Asturias se babia levantado
el grito de independencia, previendo igualmente las con-
secuenciasque una insurrección peninsular podria tener en
la suerte de Europa y aun del mundo.


Ya con fecha de 12 de junio 1\'11'. Canning comunicaba á
los diputados de oficio y por escrito: * (e El rey me manda ('Ap. 1 3, n. 2.)
» asegurar á VV. SS. que S. 1\'1. ve con el mas vivo interes
JI la determinacion leal y valerosa del principado de Astu-
II turias para sostener contra la atroz usurpacion de la Fran-
» cía una contienda en favor de la restauracion é indepen-
» dencia de la monarquía española. Asímismo S. M. está
» dispuesto á conceder todo género dt:apoyo y de asistencia
JI á un esfuerzo tan magnánimo y digno de alabanza.....
e/ El rey me manda declarar á VV. SS. que está S. 1\1. pron-
» to á extender su apoyo á todas las demas partes de la
J) monarquía española que se muestren animadas del mis-
JI 1110 espíritu que los habitantes de Asturias. ))


Siguióse á est.a declaraclon el envio á aquella provincia




168
de víveres, municiones, armas y vestuarios en abundancia:
no fué al principiodinero por no haber los diputados creí-
dolo necesario. Fueron nombrados para que pasasen á As-
turiasdos oficiales y el mayor generalsir TomásDyer,quien
desde entonces fué el protector constante y desinteresado
de los desgraciados patriotas españoles.


Era á la sazonprimerlord de la tesorería el duque de Por-
tland, y los nombres tan conocidos despues de Castlereagh,
Liverpool y Canning entraban á formar parte de su minis-
terio. Tenian por norma de su politicalas reglas que habían
guiado á I\k Pitt , con quien habian estado estrechamente
unidos. Pero en cuanto á la causa española todos los partí-
dos concurrieron en la misma opinión , sin que hubiese la
menor diferencia ni disenso. Claramente apareció esta con-
formidad en la discusion parlamentaria del 1 i:l de junio en
la cámara de los comunes. 1\11'. Sheridan, uno de los cori-
feosde la oposicion, célebre como literato, y célebrecomo


"Ap. J. 3. n, 3.) orador, decía en aquella sesion, « *¿El denonado ánimo de
» los españoles no tomará mayor aliento cuando sepa que
)) su causa no solo ha sido abrazada por los ministrosaisla-
) damente, sino tambien por el parlamento y el pueblo de
1) Inglaterra? Si hay en Españauna predisposicion para sen-
» tir los insultos y agravios que sus habitantes han recibido
) del tirano de la tierra, y que son sobrado enormes para
» poder expresarlos con palabras 1 ¿ aquella predisposicion
)) no se elevaráal mas sublime punto con la certeza de que
)) sus esfuerzos han de ser cordialmente sostenidospor una
) grande y poderosa nacion? Pienso que se presenta una
» importante crisis. Jamás hubo cosa tan valiente, tan ge-
» nerosa 1 tan noble como la conducta de los asturianos. ))


Ambos lados de la cámara aplaudieron aquellas elocuen-
tes palabras que expresaban el comun sentir de todos sus
individuos. Trafalgary las famosas victorias alcanzadas por




169
la marina inglesa nunca habían excitado ni mayor alegría
ni mas universal entusiasmo. El interes nacional anduvo en
esta ocasion con lo que dictaban la justicia y la humanidad,
y así las opiniones mas divergentes y encontradas en otros
asuntos, se juntaron ahora y confundieron para celebrar
en comun y de un modo inexplicable el alzamiento de Es-
paña. Bastó solo la noticia del de Asturias para causar efec-
to tan prodigioso. No les era dado á los diputados moverse
ni ir á parte alguna sin que se prorumpiese enderredor suyo
en vítores y aplausos. Detenemos aquí la pluma ciertos
de que se achacaría á estudiada éxageracion el repetir aun
compendiosamente lo qne en realidad pasó.* En medio sin
embargo de la universal satisfaccion estaban los diputados
contristados, habiendo transcurrido mas de quince dias sin
que aportase barco ni aviso alguno de las costas de España.
No por eso menguó el entusiasmo inglés: mas bien, á ser
posible, vino á aumentarle y á sacar á todos de dudas y so-
bresalto la llegada de don Francisco Sangro, enviado por la
junta de Galicia, y el cual traía consigo no solamente la
noticia del levantamiento de tan importante y populosa
provincia, mas tambien el de toda la península.


Galicia en efecto se habia alzado el 50 de mayo, dia de
San Fernando. La extension de sus costas, sus muchas rias
y abrigados puertos, la desigualdad de su montuoso ter-
reno, su posicion lejana y guarecida de angostas y por la
mayor parte difíciles entradas, sus arsenales , y en fin sus
cuantiosos y variados recursos realzaban la importancia de
la declaracion de aquel reino.


Ademas de la inquietud, necesaria y general consecuen-
cia del 2 de mayo, conmovió con particularidad los ánimos
en la Coruña la aparicion del oficial francés Mongat, comi-
sionado para tomar razon de los arsenales de armas y arti-
llería , de la tropa allí existente, y para examinar al mismo


(" Ap. 1. 3. D•••l


Levantamiento
de Galic! a.




170
tiempo el estado del país. Por ausencia del capitán general
don Antonio Filangieri mandaba el mariscal de campo don
Francisco Biedma , sugeto mirado con desafectopor los mi-
litares y vecinos de la ciudad, é inhábil por tanto para cal-
mar la agitacion que visiblemente crecía. Aumentóla con
sus providencias, porque colocando artillería en la plaza
de la capitanía general, redoblando su guardia y viviendo
siempre en vela, dió á entender que se disponía á ejecutar
alguna órden desagradable. El Biedma obraba en este sen-
tido con tanto mayor confianza cuanto quedaban todavía
en la Coruüa , á pesar de las fuerzas destacadas á Oporto
en virtud del tratado de Fontainebleau , el regimiento de
infantería de Navarra. los provinciales de Betanzos, Sego-
via y Compostela, el segundo de voluntarios de Cataluña y
el regimiento de artillería del departamento. Para estar mas
seguro de estos cuerpos pensó también granjearse Sil volun-
tad, proponiéndoles conforme á instrucciones de Madrid la
etapa de Francia que era mas ventajosa. Hubo jefes que
aceptaron la oferta, otros la desecharon. Pero este paso fué
tan imprudente, que despertó en los soldados viva sospecha
de que se fraguaba enviarlos del otro lado de los Pirineos,
y llenar su.hueco con franceses. Sobrecogiese asimismo el
paisanaje de temor de la conscripcion, en el que le confir-
maron vulgares rumores con tanta mas prontitud creidos
en semejantes casos, cuanto suelen ser mas absurdos. Tal
fué, por ejemplo, el de que el francés ]}longat había manda-
do fabricar á la maestranza de artillería miles de esposas
destinadas á maniatar hasta la frontera á los mozos que se
enganchasen. Por infundada que fuese la voz no era extra-
ño que hallase cabida en los prevenidos ánimos de los ga-
liegos, á cuyos oídos babia llegado la noticia de violencias
semejantes á las que en la misma Francia se cometían con
los conscriptos.




171
En medio del sobresalto llegó á la Coruña un emisario de


Asturias, portador de las nuevas de su primera insurrec-
ciou , con intento de brindar á las autoridades á imitar la
conducta del principado. Se presentó al señor Pagola, re-
gente de la audiencia, quien con la amenaza de castigarle
le obligó á retirarse sigilosamente á n'Iondoñedo. Con todo
súpose , y mas y mas se pronunciaba la opinion sin que hu-
biera freno que la contuviese. Alcanzaron en tanto á 1\la-
drid avisos del estado inquieto de Galicia , y se ordenó pa-
sar allí al capitan general don Antonio Filangieri, hombre
moderado, afable y entendido, hermano del famoso Caye-
tano , que en su elocuente obra de la legislacion habia de-
fendido con tanta erudicion y celo los derechos de la hu-
manidad. Adorábanle los oficiales, le querian cuantos le
trataban; pero la desgracia de haber nacido en Nápoles le
privaba del favor de la multitud, tan asombradiza en tiem-
pos turbulentos. Sin embargo habiendo quitado la artillería
de delante de sus puertas, y mostrádose suave é indulgen-
te, hubiera quizá parado la revolucion, si nuevos motivos
de desazon y disgusto no hubiesen acelerado su estampido.
Primeramente no dejaba de incomodar la arrogancia desde-
ñosa con que los franceses establecidos en la Coruña mira-
ban á su vecindario desde que el oficial J\Iongat los alentó
con su altivez intolerable, si bien á veces templada por la
prudencia de J\lr. Fourcroy, cónsul de su nacion. Pero mas
que todo, y ella en verdad decidió el rompimiento, fué la
noticia de las renuncias de Bayona, y de la internacion en
Francia de la familia real, con lo que al paso que el poder
de la autoridad se entorpecia y menguaba, creció el ardor
popular saltando la valla de la subordinacion y obediencia.


Algunos patriotas encendidos del deseo de conservar la
independencia y el honor nacional, se juntaban á escondi-
das con varios oficiales para dar acertado impulso al público




175!
descontento. Asistian individuos del regimiento de Navar-
ra, de lo que noticioso el capitan general mandó que aquel
cuerpo se trasladase al Ferrol; medida que tal vez influyó
en su posterior y lamentable suerte. En lugar de amorti-
guarse avíváronse con esto los secretos tratos, y ya tocaban
al estado de sazon, cuando la víspera de San Fernando en-
tró á caballo por las calles de la Coruña un joven de rostro
halagüeño, gallardoen su porte, y tan alborozadoque atra-
vesándolas con entusiasmadosgritos movió la curiosidadde
sus atónitos vecinos. Avistóse con el regente de la audien-
cia, quien cortándole toda comunicacion le hizo custodiar
en la casa de correos. Allí se agolpó al instante la muche-
dumbre, y averiguó que el desconocido mozo era un estu-
diante de la ciudad de Leon, en donde {¡ imitacíon de Astu-
rias habia la pohlacion tratado de levantarse y crear una
junta. Con la nueva espuela determinaron los que secreta-
mente y de consuno se entendían , no aguardar mas tiempo
y poner cuanto antes el reino de Galicia en abierta insur-
reccion,


El siguiente dia 50 ofrecióse como el mas oportuno im-
peliendo á su ejecucion un impensado incidente. Era cos-
tumbre todos los años en dicho dia enarbolar la bandera en
los baluartes y castillos, y notóse que en este se habia omi-
do aquella práctica que solamente se verificaba en conme-
moraeion de Fernando I1I, llamado el Santo, sin atender á
que e'¡ soberano reinante llevará ó no aquel nombre. IU3s
como ahora desagradaba su sonido al gobierno de Madrid,
fuera por su órden ó porlisonjearle , se suspendió la anti-
gua ceremonia. El pueblo echando de menos la bandera se
mostró airado, y aprovechando entonces los secretos con-
jurados la oportuna ocasion, enviaron para acaudillarle á
Sioforiano Lopez, de oficio sillero, hombre fogoso, y que
dotado de verbosidad popular, era querido de la multitud




175
Y á su arbitrio la gohernaba. Luego que se acercó al palacio
del capitan general, envió por delante para tantear el áni-
mo de la tropa algunos niños que, con pañuelos fijos en la
punta de unos palos, y gritando viva Fernando VII y mue-
ra ]}Iurat, intentaron meterse por sus filas. Los soldados, en
cuyo número se contaban bastantes que estaban de con-
cierto con los atizadores, se reian de los muchachos, y los
dejaban pasar y gritar, sin interrumpirlos en su aparente
pasatiempo. Alentados los instigadores se atropellaron de
golpe hácia el palacio, diputando á unos cuantos para pedir
que segun costumbre se tremolase la bandera. Aquel edifi-
cio está sito dentro de la ciudad antigua; yal ruido de que
era acometido, concurrió la multitud de todos los puntos,
precipitándose por la puerta Real y la de Aires. Los pri-
meros que en diputación habian penetrado dentro de los
umbrales de palacio, alcanzado que hubieron que se enar-
bolase la bandera, pidieron que volviera á la Coruña el
regimiento de Navarra, y como acontece en los bullicios
populares ,á medida que se condescendia en las peticiones,
fuéronse estas multiplicando: por lo que y encrespado el
tumulto. don Antonio Filangieri se desapareció por una
puerta escusada y se refugió en el convento de Dominicos.
No así don Francisco Biedma y el coronel Fahro , quienes
á pesar del odio que contra ambos habia como parciales del
príncipe de la Paz. osaron salir por la puerta principal.
Caro hubo de costarles el temerario arrojo: al Biedma le
hirieron de una pedrada, pero levemente; y al Fabro, que
puesto al frente de los granaderos de Toledo, de cuyo cuer-
po era jefe, dió con su espada de plano á uno de los que
peroraban á nombre del pueblo, trataron de apalearle , sin
que sus soldados hiciesen ademán siquiera de defenderle:
tan aunados estaban militares y paisanos.


Como era dia festivo y tambien por avisos circulados á las




174
aldeas, habia acudido á la ciudad mucha gente de los COIl-
tornos. y todos juntos los de dentro y los de fuera asalta-
ron el parque de armas, y le despojaron de mas de 40000
fusiles. En la acometida corrió gran peligro el comisario de
la maestranza de artillería don Juan Varela , á quien falsa-
mente se atribuia el tener escondidas las esposas que habían
de atraillar á los que se llevasen á Francia. l\luy al caso le
ocurrió á Sinforiano Lopez sacar en procesion el retrato de
Fernando VII, con cuya artimaña atrayendo hacia sí á la
multitud, salvó á Varela del fatal aprieto.


En fin por la tarde se formó una junta, y á su cabeza se
puso el capitán general; entrando en ella las principales au-
toridades y representantes de las diferentes clases y corpo-
raciones ya civilesya eclesiásticas. Por indisposicion de Fi-
langieri presidió los primeros días la junta el mariscal de
campo don Antonio Alcedo, hombre muy cabal y prudente,
y permitió en el naciente fervor que cualquiera ciudadano
entrase á proponer en la sala de sesiones lo que juzgase con-
veniente á la causa pública, Púsose luego coto á una conce-
sion que en otros tiempos hubiera sido indebida y peligrosa.


La junta anduvo en lo general atinada, y tomó disposi-
ciones prontas y vigorosas. Dió igualmente desde el princi-
pio una señalada prueba de su desprendimiento en convocar
otra junta, que elegida libre y tranquilamente por las ciu-
dades de Galicia, no tuviese la tacha de ser fruto de un al-
boroto, y de solo representar en ella una pequeña parte
de su territorio. Para alcanzar tan laudable objeto, se pre-
firió á cualquiera otro medio el mas antiguo y conocido.
Cada seis años se congregaha en la Coruña una diputacion
de todo el reino de Galicia, compuesta de siete individuos
escogidos por los diversos ayuntamientos de las siete pro-
vincias en que está dividido. Celehrábase esta reunion para
conceder la eontribucion llamada de millones, y elegir un




17;)
diputado que, en union con los de las otras ciudades de
voto en Córtes , concurriese á formar la diputacion de los
reinos, que constando de siete individuos, y removiéndose
de seis en seis años residia en lHadrid, mas bien para pre-
senciar festejos públicos y obtener individuales favores, que
para defender los intereses de sus comitentes. Conforme á
su digna resolucion expidió la junta sus convocatorias, y
envió á todas partes comisionados que pusiesen en ejecu-
cion las medidas que habia decretado de armamento y de-
fensa. Siendo idéntica la opinion de todos los pueblos, fue-
ron aquellos á do quiera que llegaban recibidos con aplauso
y sumisamente acatados. En algunos parajes habían prece-
dido alborotos á la noticia del de la Coruña, y en todos
ellos se respetaron y obedecieron las providencias de la
junta, corriendo la juventud á alistarse con el mayor en-
tusiasmo. Solamente en el Ferrol hubiera podido descono-
cerse 13 autoridad del nuevo gobierno por la oposicion que
mostraban el conde de Cartaojal , comandante de la division
de Ares, y el jefe de escuadra Obregon, que mandaba los
arsenales; pero los demas oficiales y soldados conformes
con el pueblo en sus sentimientos, y pronunciándose alta-
mente, desbarataron los intentos de sus superiores.


Conmovidoasí todo el reino de Galicia , se aceleró la for-
macion y organizacion de su ejército. Se incorporaron los
reclutas en los regimientos veteranos, y se crearon otros
nuevos, entre los que merece particular distincion el bata-
llon llamado literario, compuesto de estudiantes de la uni-
versidad de Santiago, tan bien dispuestos y animados corno
todos los de España en favor de la causa sagrada de la pa-
tria. La reunion de estas fuerzas con las que posteriormente
se agregaron de Oporto, ascendía en su totalidad á unos
40000 hombres.


No tardaron mucho en pasar á la Coruña los regidores




176
nombrados por los ayuntamientos de las siete capitales de
provincia en representacion de su potestad suprema; ins-
talándose con el nombre de junta soberana de Galicia. Aso-
ciaron á su seno al obispo de Orense, que entonces gozaba
dejusta popularidad, al de Tuy y á don AndrésGarcía, con-
fesor de la difunta princesa de Asturias, en obsequio á su \
memoria. Se mandó asimismo que asistiesen álas comisio-
nes administrativas, en que se distribuyesen los diversos
trabajos, personas inteligentes en cada ramo.


El levantamiento de Galicia tuvo como el de toda España
su principal origen en el odioá la dominacionextranjera, y (
en la justa indignacion provocada por los atroces hechos de
Madrid y Bayona. Fueron en aquel reino los militares los
primeros motores, sostenidos por la poblacion entera. El
clero, si bien no dió e! impulso, aplaudió y favoreció des-
pues la heróica resolucion , distinguiéndose mas adelante
los curas párrocos, quienes fomentaron y mantuvieron la
encendida llama del patriotismo. Sin embargo miraron allí
con torvo rostro las conmociones populares dos de los mas
poderosos eclesiásticos, cuales eran don Rafael l\luzquiz,
arzobispo de Santiago, y don Pedro Acuña, ex-ministrode
Gracia y Justicia. Celosos partidarios del príncipe de la
Paz, asustáronsedeladvenimiento al trono de Fernando VII,
y trabajaron en secreto y con porfiado ahinco por deshacer
ó embarazar en su curso la comenzada empresa. El de San-
tiago, portentoso conjunto de corrupcion y bajeza, procura-
ba con aparente fanatismo encubrir su estragada conducta,
disfrazar sus vicios y acrecentar el inmenso poderío que le
daban sus riquezasy elevadadignidad. Astuto y revolvedor,
tiró á sembrar la discordia so color de patriotismo. Había en-
tre Santiago, antigua capital de Galicia, y la Coruña, que lo
era ahora, añejasrivalidades; y para despertarlas ofreció un
donativo de ¡,:) millones de realescon la condición sediciosa




177
de que la junta soberana fijase su asiento en la primera-de
aquellas ciudades. ]Huy bien sabia que no se accedería á su
propuesta, y se lisonjeaba de excitar con la negativa reyer-
tas entre ambos pueblos, que trabasen las resoluciones de
la nueva autoridad. ¡Uas la junta mostró tal firmeza, que
atemorizado el solapado y viejo cortesano, se cobijó bajo
la capa pastoral del obispo de Orense para no ser incomo-
dado y perseguido.


A pocos dias de la insurreccion una voz repentina y ge-
neral difundida en toda Galicia de que entraban los france-
ses, dió desgraciadamente ocasion á desórdenes, que si bien
momentáneos, no por eso dejaron de ser dolorosos. Así íué
que en Orense un hidalgo de Puga mató de un tiro á un
regidor á las puertas del ayuntamiento, por hahérsele di-
cho que el tal era afecto á los invasores. Bien es verdad que
Galicia dentro de su suelo no tuvo que llorar otra muerte
en los primeros tiempos de su levantamiento.


Tuvo sí qne afligirse y afligir á España con el asesinato
de don Antonio Filangieri , que saliendo de los lindes galle-
gos había fijado su cuartel general en Villafranca del Vierzo,
y tomado activas providencias para organizar y disciplinar
su gente, el cual creyendo oportuno, así para su propósito
como para cubrir las avenidas del país de su mando, sacar
de la Coruña sus tropas (en gran parte bisoñas y compues-
tas de gente allegadiza), las situó en la cordillera aledaña
del Vierzo, extendiendo las mas avanzadas hasta Manzanal,
colocado en las gargantas que dan salida al territorio de
Astorga. Lo suave de la condicion de dicho general y el
haberle llamado la junta á la Coruña, alentó á algunos sol-
dados de Navarra, cuyo cuerpo estaba resentido desde la
traslacion al Ferrol, para acometerle y asesinarle fria y ale-
vosamente el ~4 de junio en las calles de Villafranca. Los
abanderizó un sargento, y hubo quien buscó mas arriba la


TOM. l. hI




Levantamiento
de Santander.


178
oculta mano que dirigió el mortal golpe. Atroz y fementido
hecho matar á su propio caudillo, respetable varou é ino-
cente víctima de una soldadesca brutal y desmandada. Por
largo tiempo quedó impune tan horroroso crimen: al fin y
pasados años recibieron los que le perpetraron el merecido
castigo. Habia sucedido en el mando por aquellos dias al
desventurado Filangieri don Joaquín Blake, mayor gpneral
del ejército, y antes coronel del regimiento de la Corona.
Gozaba del concepto de militar instruido y de profundo tác-
tico. Ln junta le elevó al grado de teniente general.


De Inglaterra llegaron tambien á Galicia prontos y cuan-
tiosos auxilios. Su diputado don Francisco Sangro filé hon-
rado y obsequiado por aquel gobierno, y se remitieron libres
á la Coruña Jos prisioneros españoles que gemian hacia años
en lospontones británicos. Arribó al mismo puerto sir Carlos
Stuart, primer diplomático inglés, que en calidad de tal pisó
el suelo español. La junta se esmeró en agasajarle y darle
pruebas de su constante anhelo por estrechar los vínculos
de alianza y amistad con S. IVI. B. Las demostraciones de
interes que por la causa de España tomaba nacion tan po-
derosa, fortificaron mas y mas las novedades acaecidas, y
hasta los mas tímidos cobraron esperanzas.


Santander agitado y conmovido ponia en sumo cuidado
á los franceses, estando cásisituado á la retaguardia de una
parte considerable de sus tropas, y pudiendo con su insur-
receion impedir fácilmente qne entre sí se comunicasen.
Tambien temían que la llama una vez prendida se propagase
á las provincias Vascongadas, y los envolviese á favor del es-
cabroso terreno, en medio de poblaciones enemigas, fatigán-
dolos y hostigándolos continuadamente. Así fué que el ma-
riscal Bessieres no tardó desde Burgos en despachar á aqnel
punto á su ayudante general J\Ir. de Rigny, que después
se ha ilustrado mas dignamente con los laureles de Navari-




179
no. Iba con pliegos para el cónsul francés Mr. de Ranchoup,
por los que se amonestaba al ayuntamiento, que en caso de
no mantenerse la tranquilidad pasaria una divisison á casti-
gar con el mayor rigor el mas leve exceso. Semejantes ame-
nazas léjos de apaciguar acrecentaron el disgusto y la Ier-
mentacion. Estaba en su colmo, cuando una leve disputa
entre Mr. Pablo Carreyron, francés avecindado, y el padre
de un ñiño á quien aquel habia reprendido, atrajo gente,
y de unas en otras se enardeció el pueblo clamoreando que
se prendiese á los franceses.


Tocaron entonces á rebato las campanas de la catedral y
los tambores la generala, resonando por las calles los gritos
de viva Fernando VII y muera Napoleon y el ayudante de
Bessieres. Armado como por encanto el vecindario , arrestó
á los franceses, pero con el mayor órden; y conducidos al
castillo cuartel de San Felipe, se pusieron guardias á las
puertas de las respectivas casas de los presos para que no re-
cibiesen menoscabo en sus propiedades. Era aquel dia el26
de mayo, y como de la Ascension festivo; por lo que arre-
molinándose .numerosa plebe cerca de la casa del cónsul
francés, se desató en palabras y amenazas contra su perso-
na y la de JUr. de Rigny. Sus vidas hubieran peligrado si los
oficiales del provincial de Laredo, que guarnecian á Santan-
der, no las hubieran puesto en salvo exponiendo las suyas
propias. Los sacaron de la casa consular á las once de la
noche, y colocándolos en el centro de un círculo que forma-
ron con sus cuerpos, los llevaron al ya mencionado cuartel
de San Felipe, dejándolos bajo la custodia de los milicia-
nos que le ocupaban.


Al día ínmediatoáf se compuso unajunta de los individuos
del ayuntamiento y varias personas notables del pueblo, las
que eligieron por su presidente al obispo de la diócesi don
RafaellUenendez de Luarca. Hallábase este ausente en su




180
quinta de Liaño á dos leguas de la ciudad, no pudiendo por
tanto haber tomado parte en los acontecimientos ocurridos.
El gobierno francés, que con estudiado intento no veia en-
tonces en el alzamiento de España sino la obra de los cléri-
gos y los frailes, achacó al reverendo obispo de Santander
la insurreccion de la provincia cantábrica. WIllS fué tan al con-
trario, que en un principio aquel prelado se resistió obstina-
damente á admitir la presidencia que le ofreció la junta, y
solo á fuerza de reiteradas instancias condescendió con sus
ruegos. Era el de Santander eclesiástico austero en sus cos-
tumbres, y acatábale el vulgo como si fuera un santo: es-
taba ciertamente dotado de recomendables prendas, pero las
deslucía con terco fanatismo y desbarros que tocaban cási
en locura. Dió luego señales de su descompuesto temple,
autorizándose con el título de regente soberano de Can-
tabria á nombre de Fernando VII y con el aditamento de
Alteza.


A poco se supo la insurreccion de Asturias, con lo que
tomó vuelo el levantamiento de toda la montaña de Santan-
del', y aun los tibios ensancharon sus corazones. Inmedia-
tamente se procedió á un alistamiento general, y sin mas
dilacion y faltos de disciplina salieron los nuevos cuerpos á
los confines y puertos secos de la provincia. Mandaba como
militar don Juan Manuel de Velarde , que de coronel fué
pramovido á capitan general, yel cual se apostó en Reino-
sa con artillería y ilOOO hombres, los mas paisanos, mezcla-
rlos con milicianos de Laredo. Su hijo don Emeterio, muerto
después gloriosamente en la batalla de la Albuera , ocupó el
Escudo con 2;>00 hombres, igualmente paisanos. Otros 1000
recogidos de partidas sueltas de Santoña , Laredo y demas
puertecillos se colocaron en los Tornos. Por aquí vemos
cómo Santander, á pesar de su mayor proximidad á los fran-
ceses, se arriesgó á contrarestar sus injustos actos y á em-




181
plear contra ellos los escasos recursos que su situacion le
prestaba.


Osadía filé sin duda la de esta provincia, pero guarecida Levantumlento
_. de Leon ydetras de sus montanas no parecl3 serlo tanto como la de Castilla la Vieja.


las ciudades y pueblos de la tierra llana de Castilla y Leon.
Sus moradores no atendiendo ni á sus fuerzas ni á su posi-
cion, quisieron ciegamente seguir los ímpetus de su patrio-
tismo, y á los pueblos cercanos á tropas francesas salióles
caro tan honroso como irreflexionado arrojo. Apenas había
alzadoLogroño el pendon de la insurreccion, cuando pasan-
do desde Vitoria oondos batallones el general Verdier l fá-
cilrnentearrolló el 6 de junio á los indisciplinados paisanos,
retirándose después de haber arcabuceado á varios de los
que se cogieroncon I3s armasen la mano. ó á los que se cre-
yeron principales autores de la suhlevacion. No fué mas di-
chosa en igual tentativa la ciudad de Segovia. Confiando
sobradamente en la escuela de artillería establecida en su
alcázar, intentó con su ayuda hacer rost.ro á la fuerza fran-
cesa, cerrando los oídos á proposiciones que por medio de
dos guardias de Corps le habia enviado ]}Iurat. En virtud
de la repulsa se acercó á la ciudad el 7 de junio el general
francés Frere , y los artilleros españoles colocaron las piezas
destinadas al ejercicio de los cadetes en las puertas y aveni-
das. No había para sostenerlas otra tropa que paisanos mal
armados, los cuales al empeñarsela refriegase desbandaron
dejando abandonadas las piezas. Apoderóse (le Segovia el
enemigo, yel director don l\liguel de Cevallos , los alumnos
y cási todos los oficiales se salvaron y acogieron á los ejér-
citos que se formaban en las otras provincias.


Al mismotiempo que tales andaban las cosas en puntos
aislados de Castilla , tomó cuerpo la insurreccion de Valla-
dolid y Leon, fortificándose con mayores medios y estri-
bando sus providencias en los auxilios que aguardaban de




182
Galicia y Asturias. Desde el momento en que la última de
aquellas provinciashabía en el25 y 24 de mayo proclamado
á Fernando y declarádose contra los franceses, había Leon
imitado su ejemplo. Como á Sil definitiva determinacion hu-
biesen precedido parciales conmociones, en una de ellas
fué enviado á la Coruña el estudiante que tanto tumultuó
alli la gente. ],\las el estar asentada la ciudad de Lean en la
tierra llana, y el serles álos franceses de fácil empresa apa-
ciguar cualquiera rebelion á sus mandatos, babia reprimido
elardor popular. Por fin habiéndose enviado de Asturias800
hombres para confortar algun tanto á los tímidos, se erigió
el 10 de junio una junta de individuos del ayuntamiento y
otras personas, á cuya cabezaestaba como gobernador mi-
litar de la provinciadon l\'Ianuel Castañon. No eran pasados
muchos dias cuando se transfirió la presidencia al capitán
general bailio don Antonio Valdés, antiguo ministro de 1\'Ia-
rina, y quien habiendo honrosamente rehusado ir á Bayo-
na, tuvo que huir de Burgos á Palencia y abrigarse al ter-
ritorio leonés. Fueron de Asturias municiones, fusiles y
otros pertrechos, con cuya ayuda se empezóel armamento.


Estaba en Valladolid de capitán general don Gregario de
la Cuesta, militar antiguo y respetable varon , pero de con-
dicion duro y caprichudo, y obstinado en sus pareceres.
Buen español, acongojábale la intrusión francesa, mas acos-
tumbrado á la ciega subordinacion miraba con enojo que
el pueblo se entrometiese á deliberar sobre materias que, á
su juicio, no le competían.El distrito de su mando abrazaba
los reinos de Leon y Castilla la Vieja, cuya separacion geo-
gráfica no ha estorbado que se hubiesen confundido ambos
en el lenguaje comun y aun en cosas de su gobierno inte-
rior. La pesada mano de la autoridad los había molestado
en grau manera, y el influjodel capitan general era extrema-
damente poleroso en las provincias en que aquellos reinos




185
se subdividían. Con todo, pudiendo mas el actual entu-
siasmo que el añejo y prolongado hábito de la obediencia,
ya hemos visto cómo en Leou , sin contar con don Grego-
rio de la Cuesta, se babia dado el grito dellevantamieuto.
Era la empresa de mas dificultoso empeño en Valladolid,
así porque dentro residia dicho jefe, como tambien por el
apoyo ({lw le daba la chancillería y sus dependencias. Sin
embargo la opinion superó todos los obstáculos.


En los últimos días de mayo el pueblo agavillado quiso
exigir del capitán general que se le armase y se hiciese la
guerra á Napoleón. Asomado al balcon resistiese Cuesta, y
con prudentes razones procuró disuadir á los alborotados
de su desaconsejado intento. Insistieron de nuevo estos, y
viendo que sus esfuerzos inútilmente se estrellaban contra
el duro carácter del capitan general, erigieron el patíbulo
vociferando que en él iban á dar el debido pago á tal ter-
quedad, tachada ya de traicion por el populacho. Dobló en-
tonces la cerviz don Gregorio de la Cuesta, prefiriendo á
un azaroso fin servir de guia á la insurreccion , y sin tar-
danza congregó una junta á que asistieron con los princi-
pales habitantes individuos de todas las corporaciones. El
viejo general no permitió que la nneva autoridad ensan-
chase sus facultades mas allá de lo que exigiael armamen-
y defensa de la provincia; conviniendo tan solo en que á
semejanza de Valladolid se instituyese una junta con la mis-
ma restriccion en cada una de las ciudades en que habia in-
tendencia. Así Ávila y Salamanca formaron las suyas; pero
la inflexible dureza de Cuesta y el anhelo de estos cuerpos
por acrecer su poder, suscitaron choques y reñidas contien-
das. Valladolid y las poblaciones libres del yugo francés se
apresuraron á alistar y disciplinar su gente, y Zamora y
Ciudad-Rodrigo suministraron eu cuanto pudieron armas
y pertrechos militares.




184
Enlutaron la comun alegría algunos excesos de la plebe


y de la soldadesca. l\'Iurió en Palencia á sus manos un tal
Ordoñez que dirigia la fábrica de harinas de lUonzon, su-
geto apreciable. Don Luis Martinez de Ariza, gobernador de
Ciudad-Rodrigo, experimentó igual suerte, sirviendo de pre-
texto su mucha amistad y favor con el príncipe de la Paz.
Lo mismo algun otro individuo en dicha plaza; y en la
patria del insigne Alonso Tostado, en Madrigal, fué asesi-
nado el corregidor, y unos alguaciles odiados por su rapaz
conducta. Castigó Cuesta con el último suplicio á los mata-
dores; pero una catástrofe no menos triste y dolorosa afeó
el levantamiento de Valladolid. Don Miguel de Cevallos,
director del colegio de Segovia, á quien hemos visto alejarse
de aquella ciudad al ocuparla los franceses, fué detenido á
corta distancia en el lugar de Carbonero, achacando infun-
dadamente á traición suya el descalabro padecido. De allí le
condujeron preso á Valladolid. Le entraron por la tarde, y
fuera malicia ó acaso, despues de atravesar el portillo de la
Merced, torcieron los que le llevaban por el callejon de los
Toros al Campo-Grande, donde los nuevos alistados hacían
el ejercicio. Alas voces de que se aproximaba levantóse
general gritería. Iba á caballo y detras Sil familia en coche.
Llovieron muy luego pedradas sobre su persona, y á pesar
de querer guarecerle los paisanos que le escoltaban, des-
graciadamente de una cayó en tierra, y entonces por todas
partes le acometieron y maltrataron. En balde un clérigo,
de nombre Prieto, buscó para salvarle el religioso pretexto
de la confesion: solo consiguió momentáneamente meterle
en el portal de una casa, dentro del cual un soldado por-
tugués, de los que habian venido con el marqués de Alorna,
le traspasó de un bayonetazo. Con aquello enfurecióse de
nuevo el populacho, arrastró por la ciudad al desventura-
do Cevallos , y al fin le arrojó al río. Partian el alma los




185
agudos acentos de la atribulada esposa, que desde Sil co-
che ponia en el cielo sus quejas y lamentos, al paso que
empedernidas mujeres se encarnizaban en la despedazada
víctima. Espanta que un sexo tan tierno, delicado y helio
por naturaleza, se convierta á veces y en medio de tales
horrores en inhumana fiera. ]llas apartando la vista de ob-
jeto tan melancólico, continuemos bosquejando el magní-
fico cuadro de la insnrreccion , cllYo fondo, aunque sal-
picado de algunas obscuras manchas, no por eso deja de
aparecer grandioso y admirable.


LlIi provincias meridionales de España no se mantuvieron
mas tranquilas ni perezosas que las que acabamos de recor-
rer. ~Iovidos sus habitantes de iguales afectos no se desviaron
de la gloriosa senda que á todos habia trazado el sentimien-
to de la honra é independencia nacional. Siendo idénticas
las cansas, linos mismos fueron en su resultado los efectos.
Solamente los incidentes que sirvieron de inmediato estí-
mulo variaron á veces. Uno de estos, notable é inesperado,
influyó con particularidad en los levantamientos de Anda-
lucía y Extremadura. Por entonces residía casualmente en
~Ióstoles, distante de l\ladrid tres leguas, don Juan Perez
Villamil, secretario del Almirantazgo. Acaeció en la capital
el suceso del '2 de mayo, y personas que en lo recio de la
pelea se hablan escapado y refugiado en Móstoles, conta-
ron lo que allí pasaba con los abultados colores del mie-
do reciente. Sin tardanza incitó VilIamil al alcalde para
que, escribiendo al del cercano pueblo, pudiese la noti-
cia circular de uno á otro con rapidez. Así cundió cre-
ciendo de boca en boca, y en tanto grado exagerado que
cuando alcanzó á Talavera pintáhase á Madrid ardiendo
por todos sus puntos y confundido en muertes y destro
zos. Expidiéronse por aquel administrador de correos avi-
sos con la mayor diligencia, y en breve Sevilla y otras


Levantamiento
de Sevilla.




186
ciudades fueren sabedoras del infausto acontecimiento.


Dispuestos como estaban los ánimos no se necesitaba
sino de un levísimo motivo para encenderlos á lo sumo y
provocar una insurreccion general. El aviso de l'Tóstoles es-
tuvo para realizarla en el mediodía. En Sevilla el ayunta-
miento pensó seriamente en armar la provincia, y tratóse
de planes de armamento y defensa. Órdenes posteriores de
Madrid contuvieron el primer amago; pero conmovido el
pueblo, se alentaron algunos particulares á (lar determinado
rumbo al descontento universal. Fué en aquella ciudad uno
de los principales conmovedores el conde de Tilly, d~casa
ilustre de Extremadura , hombre inquieto, revoltoso y ta-
chado bastantemente en su conducta privada. Aunque dis-
puesto pura alborotos, é igualmente amigo de novedades
que su hermano Guzman, tan famoso en la revolucion fran-
cesa, nunca hubiera conseguido el anhelado objeto, si la
causa que ahora abrazaba no hubiese sido tan santa , y si
por lo mismo no se le hubiesen agregado otras personas
respetables de la ciudad.


Juntábanse todos 'en un sitio llamado el Blanquillo hácia
la puerta de la Barqueta, y en sus reuniones debatian el
modo de comenzar su empresa. Aparecióse al propio tiem-
po en Sevilla un tal Nicolás Tap y Nuñez, hombre poco
conocido y que habia venido allí con propósito de conmo-
ver por sí solo la ciudad. Ardiente y despejado peroraba
por calles y plazas, y llevaba y traia á su antojo al pueblo
sevillano, subiendo á punto su descaro de pedir al cabildo
eclesiástico tSlOOO duros para hacer el alzamiento contra los
franceses; peticion á que se negó aquel cuerpo. Se ejercita-
ba antes en el comercio clandestino, y con el título intruso
de corredor tenia mucha amistad con las gentes que se ocu-
paban en el contrabando con Gibraltar y la costa, á cuyo
punto hacia frecuentes viajes. Callaban las autoridades te-




187
morosas tic mayor mal, y los que COl! TiIly maquillaban
procuraron granjearse la voluntad de quien en pocos dias
habia adquirido mas nombre y popularidad que ningun
otro. Buscáronle y fácilmente se concertaron.


No transcurria dia sin que nuevos motivos de disgusto
viniesen á confirmarlos en su pensamiento, y á perturbar
á los tranquilos ciudadanos. En este caso estuvieron varios
papeles publicados contra la familia de Borbon en el Diario
de llladrid que se imprimiadesde el IOde mayo bajo la ins-
peccion del francés Esménard. Disonaron sus frases á los
oidosespañoles no acostumbrados á aquel lenguaje, y unos
papeles destinados á rectificar la opinion en favor de las
mudanzas acordadas en Bayona, la alejaron para siempre
de asentir á ellas y aprobarlas. Gradualmente subia de pun-
to la indignacion, cuando de oficio se recibió la noticia de
las renuncias de la familia real de España en la persona de
Napoleon. Parecióles á TilIy, Tap y consortes que no con-
venia desaprovechar la ocasion, y se prepararon al rom-
pimiento.


Se escogió el dia de la Ascencion, 26 de mayo, y bora del
anochecer para alborotar á Sevilla. Soldados del regimiento
de ülivenza comenzaron el estruendo dirigiéndose al depó-
sito de la real maestranza de artillería y de Jos almacenes
de pólvora. Reunióseles inmenso gentío, y se apo&ron
de las armas sin desgracia ni desórden. Adelantóse á aquel
paraje un escuadron de caballería mandado por don Adrian
Jácome, el eual léjos de impedir la snblevaeion , mas bien
la aplaudió y favoreció. Prendiendo con inexplicable cele-
ridad el fuego de la revolucion hasta en los mas apartados
y pacíficos barrios, el ayuntamiento se trasladó al hospital
de la Sangre para deliberar mas desembarazadamente. Pe-
ro en la mañana del 27 el pueblo apoderándosede las casas
consistoriales abandonadas, congregó en ellas una junta




188
suprema de personas distinguidas de la ciudad. Tap y Nu-
ñez , procediendo de buena fé, era por su extremada popu-
laridad quien escogía los miembros, siendo otros los que
se los apuntaban. Así rué que como forastero obrando á
ciegas, nombró á dos que desagradaron por su anterior y
desopinada conducta. Se le previno, y quiso borrarlos de la
lista. Fueron inútiles sus esfuerzos y aun le acarrearon una
larga prision, mostrándose encarnizados enemigos suyos los
que tenia por parciales. Suerte ordinaria de los que entran
desinteresadamente é inexpertos en las revoluciones: los
hombres pacíficos los miran siempre, aun aplaudiendo á
sus intentos, como temibles y peligrosos, y los que desean
la bulla y las revueltas para crecer y medrar, ponen su
mayor conato en descartarse del único obstáculo á sus pen-
samientos torcidos.


Instalóse pues la junta, y nombró por su presidente á
don Francisco Saavedra, antiguo ministro de Hacienda, con-
finado en Andalucía por la voluntad arbitraria del príncipe
de la Paz. Decarácter bondadoso y apacible, tenia saber ex-
tenso y vario. Las desgracias y persecuciones habían quizá
quitado á su alma el temple que reclamaban aquellos tiem-
pos. A instancias suyas fué tambien elegido individuo de la
junta el asistente don Vicente Hore , á pesar de su amistad
con ~aido favorito. Entró á formar parte y se señaló por
su particular influjoel padre nIanuel Gil, clérigo reglar. La
espantadiza desconfianzade Godoy, que sin razon le habia
creído envuelto en la intriga que para derribarle habian ur-
dido en t 795 la marquesa de nIatallana yel de Mala-Espi-
na, le sugirió entonces el encerrarle en el convento de
Toribios de Sevilla, en el que se corregían los descarríos
ciertos ó supuestos de un modo vergonzoso y desusado ya
aun para con los niüos. Disfrutaba el padre Gil, si bien de
edad provecta, de la robustez y calor de los primeros años:




189


con facilidad comunicaba á otros el ruego que sustentaba
en su pecho, y en medio de ciertas extravagancias mas bien
hijas de la descuidada cducacion del claustro que de extra-
víos de la mente, lucia por su erudición y la perspicacia de
su ingenio.


La nombrada junta intitulóse suprema de España é In-
dias. Desazonó álas otras la presuntuosa denominacion; pero
ignorando lo que allende ocurria, quizá juzgó prudente ofre-
cer un centro comun, que contrapesando el influjo de la
autoridad intrusa y usurpadora de l\ladrid, le.hiciese firme é
imperturbable rostro. Fué desacuerdo insistir en su primer
título luego que supo la declaracion de las otras provincias.
Su empeño hubiera podido causar desavenencias que feliz-
mente cortaron la cordura y tino de ilustrados patriotas.


Para la defensa y armamento adoptó la junta medidas
activas y acertadas. Sin distinción mandó que se alistasen
todos los mozos de diez y seis hasta cuarenta y cinco años.
Se erigieron asimismo por órden suya juntas subalternas en
las poblaciones de gJOOO y mas vecinos. La oportuna inver-
sion de los donativos cuantiosos que se recibían, como tam-
bien el cuidado de todo el ramo económico, se puso á car-
go de sugetos de conocida integridad. En ciudades, villas y
aldeas se respondió con entrañable placer al llamamiento
de la capital, y en Arcos como en Carrnona , y en Jerez
como en Lebrija y Ronda no se oyeron sino patrióticos y
acordes acentos.


En la conmocion de la noche del gJ6 y en la mañanadel 27
nadie se había desmandado, ni se hahian turbado aquellas
primeras horas con muertes ni notables excesos. Estaba 1'1'-
servado para la tarde del mismo 27 que se ensangrentasen
los muros de la ciudad con un horrible asesinato. Ya indi-
camos cómo el ayuntamiento había trasladado al hospital
de la Sangre el sitio de sus sesiones. Dió con este paso ]u-




190
gar á hablillas y rencores. Para calmarlos y obrar de con-
cierto con la junta creada, envió á ella en comision al con-
de del Aguila , procurador mayor en aquel año. A su vista
se encolerizó la plebe, y pidió con ciego furor la cabeza
del conde. La junta para resguardarle prometió que se le
formarla causa, y ordenó que entre tanto fuese enviado
en calidad de arrestado á la torre de la puerta de Triaua.
Atravesó el del Aguila á Sevilla entre insultos, pero sin ser
herido ni maltratado de obra. Solo al subir á la prision que
le estaba destinada, entrando en su compañía una banda
de gente homicida, le intimó que se dispusiese á morir, y
atándole á la barandilla del balcon que está sobre la misma
puerta de Triana, sordos aquellos asesinos á los ruegos del
conde y á las ofertas que les hizo de su hacienda y sus ri-
quezas, bárbaramente le mataron á carabinazos. Fué por
muchos llorada la muerte de este inocente caballero, cuya
probidad y buen porte eran apreciadosen general por todos
los sevillanos. Hubo quien achacó imprudencias al conde;
otros, y fueron los mas, atribuyeron el golpe á enemiga y
oculta mano.


Rica y populosa Sevilla, situada ventajosamente para re-
sistir á una invasion francesa, afianzó, declarándose, el le-
vantamiento de España. Mas era menester para poner fuera
de todo riesgo su propia resolucion contar con San Hoque
y Cádiz , en donde estaba reunida la fuerza militar de mar
y tierra mas considerable y mejor disciplinada que habia
dentro de la nacion. Convencida de esta verdad despachó
la junta á aquellos puntos dos oficiales de artillería que eran
de su confianza. El que Iué á San Roque desernpeüo su en-
cargo con menos embarazos, hallando dispuesto á don Fran-
cisco Javier Castaños,que allí mandaba, á someterse á lo que
se le prescrihia, Ya de antemano habia entablado este ge-
neral relaciones con sir Hugo Dalrymple, gobernador de Gi-




191
braltar , y léjos de suspender sus tratos por la llegada á su
cuartel general del oficial francés Rogniat, de cuya comi-
sion hicimos mencion en el anterior lihro, las avivó y estre-
chó mas y mas. Tompoco se retrajo tic continuarlos ni por
las ofertas que le hizo otro oficial de la misma nacion des-
pachado al efecto, ni con el cebo del vircinato de JUéjico,
que tenían en Madridcorno en reserva para halagar con tan
elevada dignidad la amhicion de los generales, cuya deci-
sion se conceptuaba de mucha importancia. Es de temer no
obstante que las pláticas con Dalrymple en nada hubieran
terminado; si no hubiese llegado tan á tiempo el expreso de
Sevilla. Asu recibo se pronunció abiertamente Castaños, y
la causa comun ganó con Sil favorahle declaracion 8941
hombres de tropa reglada que estaban bajo sus órdenes.


Tropezó en Cádiz con mayores obstáculos el conde de
Teba , que fué el oficial enviado de Sevilla. Habitualmente
residía en aquella plaza el capitan general de Andalucía,
siéndolo á la sazon don Francisco Solano, marqués del So-
corro y de la Solana. No hacia mucho tiempo que habia re-
gresado á su puesto desde Extremadura y de vuelta de la
expcdicion de Portugal, en donde le vimos soñar mejoras
para el país puesto á su cuidado. Despues del '2 de mayo
solicitado y lisonjeado por los franceses, y sobre todo ven-
cido por los consejos de españoles antiguos amigos suyos,
con indiscrecion se mostraba secuaz de los invasores, gra-
duando de frenesí cualquiera resistencia que se intentase. Ya
antes de mediados de mayo corrió peligro en Badajoz por
la poca cautela con que se expresaba. No anduvo mas pru-
dente en todo su camino. Al cruzar por Sevilla se avistaron
con él los que trabajaban para que aquella ciudad definitiva-
mente se alzase. Esquivó todo compromi:óo, mas molestado
por sus instancias pidió tiempo para reflexionar, y se apre-
suró á meterse en Cádiz, No satisfechos de su indecision,




192
luego que tuvo lugar el levautamiento del 27 siendo ya al-
gunos de los conspiradores individuos de la nueva junta,
impelieron á esta para que el 28 enviase á aquella plaza al
mencionado conde de Teha , quien con gran ruido y estré-
pito penetró por los muros gaditanos. Era allí muy amado
el general Solano: debialo á su anterior conducta en el go-
bierno del distrito, en el que se habia desvelado por hacerse
grato á la guarnicion y al vecindario. En idolatría se hubiera
convertido la ancion primera, si se hubiese francamente
declarado por la causa de la nacion. Continuó vacilante e
incierto, y el titubear de ahora en un hombre antes presto
y arrojado en sus determinaciones , fue calificade de preme-
ditada traiciono Creemos ciertamente que las esperanzas y
promesas con que de una parte le habian traido entretenido,
y los peligros que advertía de la otra examinando militar-
mente la situacion de Espaüa , le privaron de la libre fa-
cultad de abrazar el honroso partido á que era llamado de
Sevilla. Así fué que al recibir sus pliegos ideó lomar un
sesgo con que pudiera cubrirse.


Convocó á este propósito una reunion de generales l en
la que se decidiese lo conveniente acerca del oficio traído
por el conde de Teba. Largamente se discurrió en su seno
la materia, y prevaleciendo como era natural el parecer de
Solano, se acordó la publicacion tle un bando, cuyo estilo
descubria la mano de quien le habia escrito. Dábanse en él
las razones militares que asistían para considerar como te-
meraria la resistencia á los franceses, y después de varias
inoportunas reflexiones se concluia con afirmar que pueslo
que el pueblo la deseaba, no obstante las poderosas razo-
nes alegadas, se formarla un alistamiento y se enviarian per-
sonas á Sevilla y otros puntos l estando todos los ouce l que
suscribían al bando, prontos á someterse á la voluntad
expresada. Contento Solano con lo que se había determi-




195
nado, le faltó tiempo para publicarlo, y de noche con ha-
chas encendidas y grande aparato mandó pregonar el bando
por las calles, como i\i no bastase el solo acuerdo para dar
suficiente pábulo á la inquietud del pueblo.


La desusada ceremonia atrajo á muchos curiosos, y luego
que oyeron lo que de oficio se anunciaba, irritáronse so-
bremanera los circunstantes, y con el bullicio y el nume-
roso concurso pensaron los mas atrevidos en aprovecharse
de la ocasión que se les ofrecia , y de montan acudieron to-
dos á casa del capitán general. Allí un joven llamado don
Manuel Larrús subiendo en hombros de otro, tomó la pa-
labra y respondiendo una tras de otra á las razones del ban-
do, terminó con pedir á nombre de la ciudad que se decla-
rase la guerra á los franceses, y se intimase la rendicion á
su escuadra fondeada en el puerto. Abatióse el altivo Sola-
no á la voz del mozo, y quien para dicha suya y de su pa-
tria hubiera podido. acaudillándclas , ser árbitro y dueño
de las voluntades gaditanas, tuvo que arrastrarse en pos
de un desconocido. Convino pues en juntar al dia siguiente
los generales, y ofreció que en todo se cumpliria 10 que de-
mandaba el pueblo.


La algazara promovida por la publicacion del bando si-
guió hasta rayar la aurora, y la muchedumbre cercó y alla-
nó en uno de sus paseos la casa del cónsul francés ftIr. le
Roy, cuyo lenguaje soberbio y descomedido le habia atrai-
do la aversion aun de los vecinos mas tranquilos. Refugióse
el cónsul en el convento de San Agustin, y de allí fué á
bordo de su escuadra. Acompañó á este desman el de sol-
tar á algunos presos, pero no pasó mas allá el desórden.
Los amotinados se aproximaron después al parque de arti-
llería para apoderarse de las armas, y los soldados, en vez
de oponerse, los excitaron y ayudaron.


A la mañana inmediata, ~9 de mayo, celebró Solano la
TOM. l. 13




194
ofrecida junta de generales, y todos condescendieron con
la peticion del pueblo. Antes había ya habido algunos de
ellos que, en vista del mal efecto causado por la publica-
cion del bando, procuraron descargar sobre el espitan ge-
neralla propia responsabilidad, achacando la resolucion á
su particular conato: indigna flaqueza que no poco con-
tribuyó á indisponer mas y mas los ánimos contra Solano.
Ayudó tambien á ello la frialda.d é indiferencia que este de-
jaba ver en medio de su carácter naturalmente fogoso. No
descuidaron la malevolencia y la enemistad emplear contra
su persona las apariencias que le eran adversas, y ambas
pasiones traidoramente atizaron las otras y mas nobles que
en el dia reinaban.


Por la tarde se presentó en la plaza de San Antonio el
ayudante don José Luquey, anunciando al numeroso con-
curso allí reunido que. segun una junta celebrada por ofi-
ciales de marina, no se podia atacar la escuadra francesa
sin destruir la española todavía interpolada con ella. Se
irritaron los oyentes, y serian las cuatro de la tarde cuan-
do en seguida se dirigieron á casa del general. Permitióse
subir á tres de ellos, entre los que hahia uno que de léjos
se parecia á Solano. El gentío era inmenso, y tal el bulli-
cio y la algazara, que nadie se entendía. En tanto el jóven
que tenia alguna semejanza con el general se asomó al bal-
con. La multitud aturdida tomóle por el mismo Solano, y
las señas que hacia para ser oido , por una negativa dada á
la peticion de atacar á la escuadra francesa. Entonces unos
60 que estaban armados hicieron fuego contra la casa, y la
guardia mandada por el oficial San lVlartin, después caudi-
no célebre del Perú, se metió dentro y atrancó la puerta.
Creció la saña, trajeron del parque 5 piezas y apuntaron
contra la fachada, separada de la muralla por una calle ba-
ja, 1 cañon de á veinticuatro de los que coronaban aquella.




195
Rompieron las puertas, huyó Solano, y encaramándose por
la azotea se acogió á casa de su vecino y amigo el irlandés
Strange. Al llegar se encontró con don Pedro Olaechea,
hombre obscuro, y que habiendo sido novicio en la Cartu-
ja de Jerez, se le contaba entre los principales alborotado-
res de aquellos dias. Presumiendo este que el perseguido
general se habria ocultado allí, habíasele adelantado en-
trando por la puerta principal. Sorprendióse Solano con el
inesperado encuentro, mas ayudado del comandante del re-
gimiento de Zaragoza Creach , que casualmente entraba á vi-
sitar á la señora de Strange , juntos encerraron al ex-cartujo
en un pasadizo, de donde queriendo el tal por una claraboya
escaparse se precipitó á un patio, de cuyas resultas murió
á pocos días. Pero Solano, no pudiendo evadirse por parte
alguna, se escondió en un hueco oculto que le ofrecia un
gabinete alhajado á la turca, donde la multitud corriendo
en su busca desgraciadamente le descubrió. Pugnó valero-
sa, pero inútilmente, por salvarle la esposa del señor Stran-
ge, doña María Tuker; hiriéronla en un brazo, yal fin sa-
caron por violencia de su casa á la víctima que defendia.
Arremolinándose la gente colocaron en medio al marqués,
y se le llevaron por la muralla adelante con propósito de
suspenderle en la horca. Iba sereno y con hrio , no apare-
ciendo en su semblante decaimiento ni desmayo. Maltrata-
do y ofendido por el paisanaje y soldadesca, recibió al lle-
gar á la plaza de San Juan de Dios una herida, que puso
término á sus dias y á su tormento. Revelaríamos para exe-
cracion de la posteridad el nombre del asesino, si con cer-
teza hubiéramos podido averiguarlo. Bien sabemos á quién
y cómo se ha inculpado, pero en la duda nos abstenemos
de repetir vagas acusaciones.


Reemplazó al muerto capitan general don Tomás de Thlor-
la, gobernador de Cádiz. Aprobó la junta de Sevilla el nomo




196
bramiento, y envió para asistirle y quizá para vigilarle al
general don Eusebio Antonio Herrera, individuo suyo. Se
hizo marchar inmediatamente hácia lo interior parte de las
tropas que habia en Cádiz y sus contornos, no contándose
en la plaza otra guarnicion que los regimientos provinciales
de Córdoba, Écija, Ronda y Jerez, y los dos de línea de
Burgos y Ordenes militares, que casi se hallaban en cua-
dro. El 51 se juró solemnemente á Fernando VII y se esta-
bleció una junta dependiente de la suprema de Sevilla. En
la misma mañana parlamentaron con los ingleses el jefe
de escuadra don Enrique Macdonnell y el oidor don Pedro
Creux, Conformáronse aquellos con las disposiciones de la
junta sevillana, reconocieron su autoridad y ofrecieron5000
hombres, que á las órdenes del general Spencer iban des-
tinados á Gibraltar.


Cobrando cada vez mas aliento la junta suprema de Se-
villa, hizo el () de junio una decIaracion solemne de guerra
contra Francia, afirmando « que no dejaría las armas de la
)J mano hasta que el emperador Napoleon restituyese á Es-
» paña al rey Fernando VII y á las demas personas reales,
» y respetase los derechos sagrados de la nacion que babia
j) violado, y su libertad, integridad é independencia. )) Pu-
blicó por el mismo tiempo que esta declaracion otros pa-
peles de grande importancia, señalándose entre todos el
conocido con el nombre de Prevenciones. En él se daban
acomodadas reglas para la guerra de partidas, única que
convenía adoptar; se recomendaba el evitar las acciones
generales, y se concluía con el siguiente artículo, digno de
que á la letra se reproduzca en este lugar: « se cuidará de
)J hacer entender y persuadir á la nacion que libres, como
J) esperamos, de esta cruel guerra á que nos han forzado los
1) franceses, y puestos en tranquilidad y restituido al trono
)J nuestro rey y señor Fernando VII, bajo él y por él se con-




197
» vocarán Córtes , se reformarán los abusos y se establece-
)) rán las leyes que el tiempo y la experiencia dicten para
» el público bien y felicidad; cosas que sabemos hacer los
» españoles, que las hemos hecho con otros pueblos sin
» necesidad de que vengan los franceses á enseñar-
» noslas ..... )} Dedúzcase de aquí si fué un fanatismo ciego
y brutal el verdadero móvil de la insurreccion de España,
como han querido persuadirlo extranjeros interesados ó in-
dignos hijos de su propio suelo.


Jaen y Córdoba se sublevaron á la noticia de la declara-
cion de Sevilla, y se sometieron á su junta, creando otras
para su gobierno particular, en que entraron personas de
todas clases. En Jaen desconfíándose del corregidor don An-
tonio María de Lomas , le trasladaron preso á pocos días á
Valdepeñas de la Sierra, en donde el pueblo alborotado le
mató á fusilazos. Córdoba se apresuró á formar su alis-
tamiento, dirigió gran muchedumbre de paisanos á ocupar
el puente de Aleolea , dándose el mando de aquella fuerza
armada, llamada vanguardia de Andalucía, á don Pedro
A.gustín de Echaváni. Aprobó \a junta de Sevi\la dicho
nombramiento, la que por su parte no cesaba de activar y
promover las medidas de defensa. Confió el mando de todo
el ejército á don Francisco Javier Castaños, recompensa
debida á su leal conducta, y el 9 de junio salió este gene-
ral á desempeñar su honorífico encargo.


Entre tanto quedaba por terminar un asunto qne, al paso
que era grave , interesaba á la quietud y aun á la gloria de
Cádiz. La escuadra francesa surta en el puerto todavía tre-
molaba á su bordo el pabellon de su nacion , y el pueblo se
dolia de ver izada tan cerca de sus muros y en la misma
bahía una bandera tenida ya por enemiga. Era además muy
de temer, abierta la cornunicacion con los ingleses, que no
consintiesen estos tener largo tiempo cási 31 costado de sus


Reudiclon
de IRescuadra


francesa
surta en Cádlz.




198
propias naves y en perfecta seguridad una escuadra de su
aborrecido adversario. Instó por consiguiente el pueblo en
que prontamente se intimase la rendicion al almirante fran-
ces Rossilly. El nuevo general nlorla, fuera prudencia para
evitar efusiónde sangre. ó fuera que anduviese aun dudoso
en el partido que le convenia abrazar (sospecha á que da
lugar su posterior conducta). procuraba diferir las hostili-
dades divirtiendo la atencion pública con mañosas palabras
y dilaciones. El almirante francés con la esperanza de que
avanzasen á Cádiz tropas de su nacion , peilia que no se hi-
ciese novedad alguna hasta que el emperador contestase á la
demanda hecha en proclamas y declaraciones de que se en-
tregase á Fernando VII: estratagema que ya no podia enga-
ñar ni sorprender á la honradez española. Aprovechándose
de la tardanza mejoraron los franceses su posicion , metién-
dose en el canal del arsenal de la Carraca. y colocándose de
suerte que no pudieran ofenderles los fuegos de los casti-
llos ni de la escuadra española. Constaba la francesa de 5- .
navíos y una fragata: su almirante 1\11'. de Rossilly hizo
despues una nueva proposicion , y fué que para tranquili-_ (
zar los ánimos saldría de bahía si se alcanzaba del británico,
anclado á la boca, el permiso de hacerse á la vela sin ser
molestado; y si no que desembarcaria sus cañones, conser-
varia á bordo las tripulaciones y arriaria la bandera, dán-
dose mutuamente rehenes. y con el seguro de ser respetado
por los ingleses. MarIa rehusó dar oidos á proposicion algu-
na que no fuese la pura y simple entrega.


Hasta el 9 de junio se habian prolongado estas pláticas:
en cuyo dia temiéndose el enojo público se rompió el fuego.
El almirante inglés Collingwood, que de Talan babia venido
á suceder á Purvis , ofreció su asistencia, pero no juzgan--
dala precisa fué desechada amistosamente. Empezó el cañón
del Trocadero á batir á los enemigos l sosteniendo sús fue-




199
gos las fuerzas sutiles del arsenal y las del apostadero de
Cádiz, que fondearon frente de Fort-Luis. El navío francés
Aljeciras, incomodado por la batería de morteros de la Can-
tera , la desmontó; tambien Iuéá pique una cañonera man-
dada/por el alferez Valdés, y el místico de Escalera, pero
sin desgracia. La pérdida de ambas partes fué muy corta.
Continuó el fuego ellO, eu cuyo día á las tres de la tarde
el navío Héroe, francés, que montaba el almirante Itossilly,
puso handerayspaiiola en el trinquete, y afirmó la de par-


/'- lamento el navío Príncipe, en el que estaba don Juan Ruiz
de Apodaca, comandante de nuestra escuadra. Abriéronse
nuevas conferencias que duraron hasta la noche del 15, Y
enella se intimó á ,Rossilly que á no rendirse romperían


, fuego destructor dos baterías levantadas junto al puente de
la nueva poblacion. El 14 á las siete de la mañana izó el na-
vío Príncipe la bandera de fuego, y entonces se entregaron
los franceses á merced del vencedor. Regocijó este triunfo, si
'bien no-costoso ni dificil, porque con eso quedaba libre y
del todo desembarazado el puerto de Cádiz, sin haber habido
que recurrir á las fuerzas marítimas de los nuevos aliados.


En tanto Sevilla acelerando el armamento y la organiza-
, don militar, envió á todas partes avisos y comisionados; y
Cahariasy las provincias de América no fueron descuidadas
en su solicita diligencia. Quiso igualmente asentar COIl el
gobiérno inglés directas relaciones de amistad y alianza, no
hastándole las que interinamente se habían entablado con


• sus almirantes y generales; á cuyo fin diputó con plenos
poderes á los generales don Adriall Jácome y don Juan Ruiz.
de Apodaca , que después veremos en Inglaterra. Ahora con-
viene seguir narrando la insurreccion de las otras provincias.


Hemos referido mas arriba que Córdoba y Jaen habian
reconocido la supremacía de Sevilla. No fué así en Granada.
A~iento de una capitanía general y de una chancillería, no


Levanlamienlo
de Granada.




200
había estado avezada aquella ciudad, así pOI' esto como por
su extensiou y riqueza, á recibir órdenes de otra provincia,
Por tanto determinó elegir un gobierno separado, levantar
un ejército propio suyo, y concurrir con brillantez y es-
fuerzo á la cornun defensa. En los dos últimos meses se ha-
bian dejadó sentir los mismos síntomas de desasosiego que
en las otras partes; pero no adquirió aquel descontento
verdadera forma de insurrección hasta el 29 de mayo. .A la
una de aquel dia entró por la ciudad á caballo y con gran-
de estruendo el teniente de artillería don José Santiago,
que traia pliegos de Sevilla. Acompañado de paisanos de las
cercanías y de otros curiosos que se agregaron con tanta
mas facilidad cuanto era domingo, se dirigió á casa del ca-
pitan general.


Eralo á la sazon don Ventura Esealante , hombre pacífico
y de escasotalento, quien aturdido con la noticia de Sevi-
lla, se quedó sin saber á qué partido ladearse. Por de pronto
con evasivas palabras se limitó á mandar al oficial que se
retirase, con lo que creció por la noche la agitacion , y
agriamente se censuró la conducta tímida del general. Ser
el día siguiente 50 el de San Fernando, no poco influyó
para acalorar mas los ánimos. Así Iué que por la mañana
agolpándose mucha gente á la Plaza Nueva, en donde está
la chancillería, residencia del capitan general, se pidió con
ahinco por los que allí se agruparon que se proclamase á
Fernando VII. El general en aquel aprieto con gran séquito
de oficiales, personas de distincion y rodeado de la turba
conmovida salió á caballo, llevando por las calles como en
triunfo el retrato del deseado rey. Pero viendo el pueblo que
las providencias tomadasse habían limitado al vano aunque
ostentoso paseo, se indignó de nuevo, é incitado por algu-
nos acudió de tropel y por segunda vez á casa del general,
y sin disfraz le requirió que, deseenfiándose de su conduela,




.201
era menester que nombrase una junta, la cual encargada que
fuese del gobierno, cuidara con particularidad de armar á
los habitantes. Cedió el Escalante á la imperiosa insinuacion.
Parece ser que el principal promovedor de la junta, y el que
dié la lista de sus miembros, fué un monje jerónimo llama-
do el padre Puebla, hombre de vasta capacidad y de carác-
ter firme. Eligíóse por presidenle al capitan general, y mas
de 40 individuos de todas clases entraron á componer la
nueva autoridad. Al instante se pensó en medidas de guer-
ra : el entusiasmo del pueblo no tuvo límites. y se alistó la
gente en términos que hubo que despedir gran parte. Lío-
vieron los donativos y las promesas, y bien pronto no se
vieron por todos lados sino fábricas de monturas, de uni-
formes y de composiciou de armas. Granada puede gloriarse
de no haber ido en zaga en patriotismo y heróicos esfuer-
zos á ninguna otra de las provincias del reino. Y j ojalá que
en todas hubiera habido tanta actividad y tanto órden en el
empleo de sus medios!


Pero ciudad extendida é indefensa, hubiera sin embargo
corrido gran riesgo si una fuerza enemiga se hubiera acer-
cadoásus puertas. Se hallaba sin tropas, destinadas á otros
puntos las que antes la guarnecían. Un solo batallón suizo
que quedaba, por órden de la corte se habia ya puesto en
marcha para Cádiz. Felizmente 110 se habia alejado todavía,
y en obediencia á un parte de la junta retrocedió y sirvió
de apoyo á la autoridad.


Declarada con entusiasmo la guerra á Bonaparte , requi-
sito que acompañaba siempre á la insurreeeion , se llamó
de Málaga á don Teodoro Reding, su gobernador, para darle
el mando de la gente que se armase, y tuvo la especial co-
mision de adiestrarla y disciplinarla el brigadier don Fran-
cisco Abadía, quien la desempeñó con celo y bastante acier-
to. Todos los pueblos de la provincia imitaron el ejemplo de




202
Granada. En Málaga pereció desgraciadamente el 20 de ju-
nio el vice-cónsul francés 1'lr. d'Agaud y don Juan Croharé,
que sacó á la fuerza el populacho del castillo de Gibrallaro
en donde estaban detenidos. Pero sus muertes no quedaron
impunes, vengándolas el cadalso en la persona de Cristó-
bal Avalos y de otros dos, á quienes se consideró como
principales culpados.


La junta de Granada, no contenta con los auxiliospropios
y con las armas que aguardaba de Sevilla, envió á Gibraltar
en eomision á don Francisco Martiuez de la Rosa, quien á
pesar de su edad temprana era ya catedrático en aquella
universidad, y mereció por sus aventajadas partes ser hon-
rado con encargo de tanta confianza. No dejó en su viaje
de encontrar con embarazos, recelosos los pueblos de cual-
quiera pasajero que por ellos transitaba. Siendo el segun-
do español que en comision fué á Gibraltar para anunciar
la insurreceion de las provincias andaluzas, le acogieron
los moradores con júbilo y aplauso. No tanto el goberna-
dor sir Rugo Dalrymple. Prevenido en favor de un enviado
de Sevilla, que era el que le habia precedido, temia el inglés
una fatal desunion si todos no se sometian á un centro co-
mun de autoridad. Al fin condescendió en suministrar al
comisionado de Granada fusiles y otros pertrechos de guer-
ra, con lo que, y otros recursos que le facilitaron en Alje-
ciras , cumplió satisfactoriamente con su encargo. A la lle-
gada de tan oportunos auxilios se avivó el armamento, y
en breve pudo Granada reunir una division considerable de
sus fuerzas á las demas de Andalucía, capitaueándolas el
mencionado don Teodoro Reding, de quien era mayor ge-
neral don Francisco Abadía, y teniendo por intendente á
don Carlos Veramendi, sugetos todos tres muy adecuados
para sus respectivos empleos.


Deslustróse el limpio brillo de la revolucion granadina




203
con dos deplorables acontecimientos. Don Pedro Trujillo,
antiguo gobernador de Málaga, residía en Granada, y mira-
hásele con particular encono por su anterior proceder y
violentas exacciones, sin recomendarle tampoco á las pa-
siones del dia su enlace con doña Micaela Tudó, hermana
de la amiga del príncipe de la Paz. Hiciéronse mil conje-
turas acerca de su mansion, é imputábasele tener algun
encargo de Murat. Para protegerle y calmar la agitacion
pública, se le arrestó en la Alhambra. Determinaron des-
pues bajarle á la cárcel de corte, contigua á la chancillería,
y esta fué su perdicion , porque al atravesar la Plaza Nue-
va se amontonó gente dando gritos siniestros, y al entrar
en la prisión se echaron sobre' él á la misma puerta y le
asesinaron. Lleno de heridas arrastraron como furiosos su
cadáver. Achacóse entre otros á tres negros el homicidio,
y sumariamente fueron condenados, ejecutados en la cár-
cel, y ya difuntos puestos en la horca una mañana. Al ase-
sinato de Trujillo siguiéronse otros dos, el del corregidor
de Velez-Ilálaga yel de don Bernabé Portillo, sugeto dado
á la economía política, y digno de aprecio por haber intro-
ducide en la abrigada costa de Granada el cultivo del algo
don. Su indiscrecion contribuyó á acarrearJe su pérdida.
Ambos habian sido presos y puestos en la Cartuja extramu-
ros para que estuviesen mas fuera del alcance de insultos
populares. El 23 de junio, dia de la octava del Corpus,
habia en aquel monasterio una procesion. Despachábase
por los monjes con motivo de la fiesta mucho vino de su
cosecha, y un lego era el encargado de la venta. Viendo
este á los concurrentes alegres y enardecidos con el mucho
beber. díjoles: (l mas valia no dejar impunes á los dos trai-
II dores que tenemos adentro. » No rué necesario repetir la
aleve insinuacion á hombres ébrios y casi fuera de sentido.
Entraron pues en el monasterio, sacaron á los dos infelices




204
Y los apuñalaron en el Triunfo. Sañudo el pueblo parecía
inclinarse á ejecutar nuevos horrores, maliciosamente in-
citado por un fraile de nombre Roldan. Doloroso es en
verdad que ministros de un Dios de paz embozados con la
capa del patriotismo, se convirtiesen en crueles carniceros.
Por dicha el síndico del comun llamado Garcilaso, distrajo
la ateneion de los sediciosos, y los persuadió á que no pro-
cediesen contra otros sin suficientes y justificativas prue-
bas. La autoridad no desperdició la noche que sobrevino:
prendió á varios, y de ellos hizo ahorcar á 9, que cubiertas
las cabezas con un velo, se suspendieron en el patíbulo,
enviando después á presidio al fraile Roldan. Aunque el
castigo era desusado en su manera, y recordaba el miste-
rioso secreto de Venecia, mantuvo el órden y volvió á los
que gobernaban su vigoroso influjo. Desde entonces no se
perturbó la tranquilidad en Granada, y pudieron sus jefes
con mas sosiego ocuparse en las medidas que exigia su no-
ble resolución.


Levantamiento La provincia de Extremadura había empezado á desaso-
de Extremadura.


segarse desde el famoso aviso del alcalde de Móstoles, que
ya alcanzó á Badajoz en 4 de mayo. Era gobernador y co-
mandante general el conde de la Torre del Fresno, quien
en su apuro se asesoró CaD el marqués del Socorro, gene-
ral en jefe de las tropas que habian vuelto de Portugal.
Ambos convocaron á junta militar, y de sus resultas se dió
el auna proclama contra los franceses, la primera quizá
que en este sentido se publicó en España, enviando ade-
mas á Lisboa, Madrid y Sevilla varios oficiales con comi-
siones al caso é importantes. Obraron de buena fé Torre
del Fresno y Socorro en paso tan arriesgado; pero recibien-
do nuevos avisos de estar restablecida la tranquilidad en la
capital , así uno como otro mudaron de lenguaje y sostu-
vieron con empeño al gobierno de Madrid. Habían alucina-




~05
do á Socorro cartas de antiguos amigos suym;, y halagá-
dole la resolucion de Murat de que volviese á su capitanía
general de Andalucía para donde en breve partió. Su ejem-
plo y sus consejos arrastraron á Torre del Fresno, que ca-
recia de prendasque le realzasen: general cortesanoy pro-
tegido como paisano suyo por el principe de la Paz, apla-
dale masla vida floja y holgada que las graves ocupaciones
de su destino. Sin la necesaria fortaleza aun para tiempos
tranquilos, mal podia contrarestar el torrente que amena-
zaba. La Iermentaclon crecía, menguaba la confianza háeia
su persona,y avivando las pasioneslos impresosde Madrid,
que tanto las despertaron en Sevilla, trataron entonces al-
gunas personas de promover el levantamiento general. Se
contabas en su número y eran los masseñalados, don José
María Calatrava, después ilustre diputado de Córtes , el te-
niente rey Mancio y el tesorero don Félix Ovalle , quienes
se juntaban en casa de don Alonso Calderon. Concertóse
en las diversas reuniones un vasto plan, que el 5 ó 4 de ju-
nio debia ejecutarse al mismo tiempo en Badajoz y cabezas
de partido. En el ardor que abrigaban los pechos españoles
no era dado calcular friamente el momento de la explosion
comoen las comunes conjuraciones. Ahora todos conspira-
han, y conspiraban en calles y plazas. Ciertos individuos
formaban á veces propósito de enseñorearse de esta disposi-
cion general y dirigirla; pero un incidente prevenia eási
siempre sus laudables intentos.


Así fué en Badajoz , en donde un caso parecido al de la
Coruña anticipó el estampido. Habia ordenado el goberna-
dor que el 50, dia de San Fernando, no se hiciese la sal-
va, ni se enarbolase la bandera. Notóse la falta, se apiñó la
gente en la muralla, y una mujer atrevida, después de re-
prender á los artilleros, cogió la mecha y prendió fuego á
un canon. Al instante dispararon los otros, y á 8U sonido




206
levantóse en toda la ciudad el universal grito de 'viva Fer-
nando VII y mueran los franceses. Cuadrillas de gente re-
corrieron las calles con banderolas, panderos y sonajas, sin
cometer exceso alguno. Se encaminaron á casa del gober-
nador, cuya voz se empleó exclusivamente en predicar la
quietud. Impacientáronse con sus palabras los numerosos
espectadores, y ultrajáronle con el denuesto de traidor.
Mientras tanto y azarosamente llegó un postillón con plie-
gos , y se susurró ser correspondencia sospechosa y de un
general francés. Ciegos de ira y sordos á las persuasiones
de los prudentes, enfureciéronse los mas y treparon sin
demora hasta entrarse por los balcones. Acobardado Torre
del Fresno se evadió por una puerta falsa, y en compañía
de dos personas aceleró sus pasos hácia la puerta de la ciu-
dad que da al Guadiana, Advirtiendo su ausencia siguieron
la huella, le encontraron, y rodeado de gran gentío se
metió en el cuerpo de guardia sin haber quien le obedecie-
se. Cundió que se fugaba, y en medio de la pendencia que
suscitó el quererle defender unos y acometerle otros, le
hirió un artillero, y lastimado de otros golpes de paisanos
y soldados rué derribado sin vida. Arrastraron despues el
cadáver hasta la puerta de su casa, en cuyos umbrales le
dejaron abandonado. Víctima inocente de su imprudencia,
nunca mereció el injurioso epíteto de traidor con que amar-
garon sus últimos suspiros.


El brigadier de artillería don José GalIuzo fué elevado al
mando supremo, y al gobierno de la plaza el teniente rey
don Juan Gregorio ]}Iancio. Interinamente se congregó una
junta de unas 20 personas escogidas entre las primeras
autoridades y hombres de cuenta. Los partidos constituye-
ron del mismo modo otras en sus respectivas comarcas, y
unidos obedecieron las órdenes de la capital. Hubo por
todas partes el mejor órden, á excepcion de la ciudad de




~()7


Plasencia y de la villa de los Santos, en donde se ensan-
grentó el alzamiento con la muerte de dos personas. Las
clases sin distincion se esmeraron en ofrecer el sacrificio
de su persona y de sus bienes, y los mozos acudieron á
enregimentarse como si fuesen á una festiva romería.


Entristeció sin embargo alos cuerdos el absoluto poder
que por pocos días ejerció el capitán don Ramon Gavilanes,
despachado de Sevilla para anunciar su pronunciamiento.
Al principio con nueva tan halagüeña colmó su llegada de
júbilo y satisfaccion. Acibaróse luego al ver que por la fla-
queza de don José Galluzo procedió el Gavilanes á manera
de dictador de índole singular, repartiendo gracias y hono-
res, y aun inventando oficios y empleos antes desconoci-
dos. La junta sucumbió á su influjo, y confirmó cási todos
los nombramientos; mas volviendo en sí puso término á las
rlemasías del intruso capitan , procurando que se olvidade su
propia debilidad y condescendencia con las medidas enér-
gicas que adoptó. Después ella misma legitimó la autoridad
provincial, convocando una junta á que fueron llamados
representantes de la capital, de los otros partidos, de los
gremios y principales corporaciones.


Cásidesmantelada la plaza de Badajoz y desprovistos sus
habitantes de lo mas preciso para su defensa, fué su reso-
lucion harto osada, estando el enemigo no léjos de sus puer-
taso Ocupaba á Yelbes el general KelIerman , y para disfra-
zar el estado de la ciudad alzada, se emplearon mil estrata-
gemas que estorbasen un impensado ataque. La guarnicion
estaba reducida á 500 hombres. La milicia urbana cubría á
veces el servicioordinario. Uno de los dos regimientos pro-
vinciales estaba fuera de Extremadura, el otro permanecia
desarmado. Las demas plazas de la frontera, débiles de su-
yo, ahora lo estaban aun mas, arruinándose cada dia las
fortificaciones que las circulan, Todo al fin rué remedian-




Conmociones en
Castilla


la Nueva.


208
dose con la actividad y celo que se desplegó. Al acabarju-
nio contó ya el ejército extremeño 20000 hombres. Sirvie-
ron mucho para su formacion los españoles que á bandadas
se escapaban de Portugal á pesar de la estrecha vigilancia
de Junot: y de los pasados portugueses y del propio ejér-
cito francés pudo levantarse un 'cuerpo de extranjeros. Im-
portantísimo fué para España y particularmente para Sevi-
lla el que se hubiera alzado Extremadura. Con su ayuda se
interrumpieron las comunicaciones directas de los franceses
del Alentejo y de la Mancha, y no pudieron estos ni com-
binar sus operaciones, ni darse la mano para apagar la ho-
guera de insurrección encendida en la principal cabeza de
las Andalucías.


Ocupadas ú observadas de cerca por el ejército francés
las cinco provincias en que se divideCastilla la Nueva, no
pudieron en lo general sus habitantes fomar juntas ni cons-
tituirse en un gobierno estable y regular. Procuraron con
todo en muchaspartes cooperar á la defensa comun , ya en-
viando mozos y auxilios á las que se hallaban libres, ya
provocando y favoreciendo la desercion de los regimientos
españolesque estaban dentro de su territorio, y ya tambien
hostigando al enemigo é interceptando sus correos y comu-
nicaciones. El ardor de Castilla por la causa de la patria
caminaba al par del de las otras provincias del reino, y á
veces raros ejemplos de valor y bizarría ennoblecieron é
ilustraron á sus naturales. Mas adelante veremos los servi-
cios que allí se hicieron, sobre todo en la desprevenida y
abierta nlancha. Ya desde el principio se difundieron pro-
clamas para excitar á la guerra, yaun hubo parajes en que
hombres atrevidos dieron acertado impulso á los esfuerzos
individuales.


Penetradas de iguales sentimientos y alentadas por la
protección que las circunstanciasles ofrecian, lícito les fué




209
á las tropas que tenian sus acantonamientos en los pueblos
castellanos, desampararlos é ir á incorporarse con Jos ejér-
citos que por todas partes se levantaban. Entre las accio-
nes que brillaron con mas pureza en estos dias de entusias-
mo y patriotismo, asombrosa fué y digna de mucha loa la
resolucion de don José Veguer, comandante de zapadores
y minadores, quien desde Alcalá de Henares y á tan corta
distancia de Madrid partió en los últimos días de mayo con
110 hombres, la caja, las armas, banderas, pertrechos y
tambores, y desoyendo las promesas que en su marcha re-
cibió de un emisario de 1\lurat, en medio de fatigas y peli-
gros, amparado por los habitantes, y atravesando por la
sierra de Cuenca, tomó Ia vuelta de Valencia, á cuya junta
se ofreció con su gente. Al amor de la insurreccion que
cundia , buscaron Jos otros soldados e] honroso sendero ya
trillado por Jos zapadores. Así se apresuraron en la lUan-
cha á imitar su glorioso ejemplo los carabineros reales , y
en Talavera sucedió otro tanto con los voluntarios de Ara-
gon y un batallon de Saboya que iban con destino á dome-
ñar la Extremadura. ¿Qué mas? De Madrid mismo deserta-
ban oficiales y soldados sueltos de todos Jos cuerpos y par-
tidas enteras, como se verificó con una de dragones de
Lusitania y otra del regimiento de España, la cual salió
por sus mismas puertas sin estorbo ni demora. Fácil es fi-
gurarse cuál seria la sorpresa y aturdimiento de los france-
ses al ver el desorden y la agitacion que reinaban en las
poblaciones mismas de que éran dueños, y la desconfianza
y desmayo que debían sembrarse en sus propias filas. Por
momentos se acrecentaban sus zozobras, pues cada día re-
cibian la nueva de alguna provincia levantada, y no poco
los desconcertó el correo portador de lo que pasaba en la
parte orienta] de España, que vamos á recorrer.


Fué allí Cartagena la primera que dió la señal, compe-
TOM. l. 14




J.evantamiento
de Cnrtagena


J Murcia.


210
liendo á levantar el estandarte de independencia á Murcia
y pueblos de Sil comarca. Plaza de armas y departamento
de marina, reunía Cartagena un cúmulo de ventajas que
fomentaban el deseo ue resistencia que la dominaba. Se es-
parció el 22 de mayo que el general don José Justo Salce-
do pasaba á l\lahon para encargarse de nuevo del mando
de la escuadra allí fondeada y conducirla á Tolon. Intere-
saba esta providencia á un departamento de cuya hahía
aquella escuadra había levado el ancla , y en donde se :11-
bergaban muchas personas conexionadascon las tripulacio-
nes de su bordo. Por acaso en el mismo dia vinieron las
renuncias de Bayona , vehemente incitativo al levantamien-
to de toda España, y con ellas otras noticias tristes y des-
consoladoras. Amontonándose á la vez novedades tan ex-
traordinarias, causaron una tremenda explosiono El cónsul
de Francia se refugió á un buque dinamarqués. Reemplazó
á don Francisco de Borja, capitan general del departamen-
to, don Baltasar Hidalgo de Cisneros, siendo despues el íü
de junio inmediato asesinado el primero de resultas de un
alboroto, á que dió ocasion un artículo imprudente de la
Gaceta de Valencia. Escogieron por gobernador al marqués
de Camarena la Real, coronel del regimiento de Valencia,
y se formó en fin una junta de personas distinguidas del
pueblo, en cuyo número brillaba el sabio oficial de marina
don Gabriel Ciscar. Cartagena declarada era un fuerte es-
tribo en que se podían apoyar confiadamente la provincia
de Murcia y toda la costa. Abiertos sus arsenales y depósi-
tos de armas, era natural que proveyesen en abundancia,
comoasí lo hicieron, de pertrechos militares á todos los que
se agregasen para sostener la misma causa. Nada se omitió
por la ciudad despues de su insurrecciono para aguijar á las
otras. Y fué una de sus oportunas y primeras medidas po-
ner en cobro la escuadra de Mahon , á cuyo puerto y con




2lt
aquel objeto fué despachado el teniente de navío don José
Duelo, quien llegando á tiempo impidió que se hiciese á la
vela. como ibaSalcedo á verificarlo conformándose con una
órden de Murat recibida por la vía de Barcelona.


De los emisarios que Cartagenahabía enviado á otras par-
tes, penetraron en l\'1urcia á las siete de la mañana del 24 de
mayocuatro oficiales aclamando á voces áFernando VII. Se
conmovió el pueblo á tan desusadorumor, y los estudian-
tes deSan Fulgencio, colegio insigne por los clarosvarones
que ha producido, se señalaron en ser de los primeros á
abrazar la causa nacional. Acrecentándose el tumnlto , los
regidores con el cabildo eclesiástico y la nobleza tuvieron
ayuntamiento, y acordaron la proclamacion solemne de
Fernando, ejecutándose en medio de universales vivas. No
hubo desgracias en aquella ciudad, y solo por precaucion
arrestaron á algunos mirados con malos ojos por el pueblo
y al que hacia de cónsul francés. En la de Villena pereció
su corregidor y algun dependiente suyo, hombres 'antes
odiados. Se eligió una junta de 16 personas entre las de
mas monta, resaltando en la lista el nombre del conde de
Floridablanca, con quien á pesar de su avanzada edad to-
davía nos eneontrarémos. El mando de las tropas se confió
á don Pedro Gonzalez de Llamas, antiguo coronel de mili-
cias, y comenzaron á adoptarsemedidas de armamento y de-
fensa. Como esta provincia por lo que respecta á lo militar
dependia del capitán general de Valencia, sus tropas obra-
ban cási siempre y de consuno, por lo menos en un prin-
cipio, con las restantes de aquel distrito.


Pero entre las provincias bañadas por el JUediterráneo,
llamóla atencion sobre todas la de Valencia. Indispensable
era que así fuese al ver sus heroicos esfuerzos, sus sacrifi-
cios y desgraciadamente hasta sus mismos y lamentables
excesos. Tributáronse á unos los merecidos elogios, y ar-


Levantamiento
de Valencia.




212
rancaron los otros justos y acerbos vituperios. Los natura-
les de Valencia activos é industriosos, pero propensos al
desasosiego y á la insuhordinacion , no era de esperar que
se mantuviesen impasibles y tranquilos, ahora que la des-
obediencia á la autoridad intrusa era un título de verdadera
é inmarcesible gloria. Sin embargo ni los trastornos de mar-
zo, ni los pasmosos acontecimientos qne desde entonces se
agolparon unos en pos de otros, habían suscitado sino ha-
blillas y corrillos hasta 1'125 de mayo. En la madrugada de
aquel dia se recibió la Gaceta de J'Tadrid del 20, en la que
se hablan insertado las renuncias tie la familia real er: la
persona del emperador de los franceses. Solian por entonces
gentes del pueblo juntarse á leer dicho papel en un puesto
de la plazuela de las Pasas, encargándose uno de satisfacer
en voz alta la curiosidad de los demás concurrentes. Tocó
en el 25 el desempeño de la agradable tarea á un hombre
fogoso y atrevido, quien al relatar el artículo de las citadas
renuncias, rasgó la Gaceta y lanzó el primer grito de viva
Fernando VII y mueran los franceses. Respondieron á su
voz los numerosos oyentes, y corriendo con la velocidad
del rayo se repitió el mismo grito hasta en los mas apartados
lugares de la ciudad. Se aumentó el clamoreo agrupándose
miles de personas, y de tropel acudieron á la casa del ca-
pitan general, que lo era el conde de la Conquista. En vano
intentó este apaciguarlos con muchas y atentas razones. El
tumulto arreció, yen la plazuela do Santo Domingo mos-
tráronse sobre todo los amotinados muy apiñados y fu-
riosos.


Paltábales caudillo, y allí por primera vez se les presentó
el padre Juan Rico, religioso franciscano, el cual resueIto,
fervoroso, perito en la popular elocuencia y resguardado
con el hábito que le santificaba á los ojos de la muchedum-
bre, unia en su persona poderosos alicientes para arrastrar




.215
tras si á la plebe, dominarla é impedir que enervase esta su
fuerza con el propio desorden.


Arengó brevemente al innumerable auditorio, le indicó
la necesidad de una cabeza, y lodos le escogieron para que
llevase la voz. Escusóse Hico , insistió el pueblo l y al cabo
cediendo aquel , fué llevado en hombros desde la plazuela
de Santo Domingo al sitio en que el real acuerdo celebraba
sus sesiones. Hubo cutre los individuos de esta corporación
y el padre Rico largo coloquio, esquivando aquellos con-
descender con las peticiones del pueblo, y persistiendo el
último tenazmente en su invariable propósito. Acalorándose
con la impaciencia los ánimos, asintieron las autoridades
á lo que de ellas se exigia, y se nombró por general en jefe
del ejército que iba á formarse al conde de Cervellon, grande
de España, propietario rico del país, aunque falto de las
raras dotes que semejante mando y aquellos tiempos tur-
bulentos imperiosamente reclamaban. Como el de la Con-
quista y el real acuerdo habian con repugnancia sometídose
á tamaña resoluciou , procuraron escudarse con la violencia
dando subrepticiamente parte á ~~Iadrid de lo que pasaba, y
pidiendo con ahinco un envío de tropas que los protegiese.
El pueblo, ignorante de la dohlez , tranquilamente se reco-
gióá sus casas la noche del ~5 al '24. En ella había el arzo-
bispo tanteado á Rico, y ofrecídole una cuantiosa suma si
queria desamparar á Valencia l cuyo paso habiendo fallado
por la honrosa repulsa del solicitado, se despertaron los
recelos, y en acecho los principales promovedores del albo-
roto prepara1"On otro mayor para la mañana siguiente.


Rico se habia albergado aquella noche en el convento del
Temple en el cuarto de un amigo. ]}luy temprano y á la sa-
zou en que el pueblo empezó á conmoverse , filé á visitarle
el capitan de Saboya don Vicente Gonzalezilloreno con dos
oficiales del propio cuerpo. Era de importancia su llegada,




214
porque ademas de aunarse así las voluntades de militares
y paisanos, tenia ftIoreno amistad con personas de mucho
influjo en el pueblo y huerta de Valencia, tales eran don
Vicente, don l\'lanuel y don Mariano Beltran de Lis, quienes
de antemano [untábanse con otros á deplorar los malesque
amenazaban á la patria, pagaban gente que estuviese á su
favor, y atizaban el fuego encubierto y sagrado de la insur-
reccion. Concordes en sentimientos Moreno y Rico medita-
ron el modo de apoderarse de la ciudadela.


Un impensado incidente estuvo entre tauto para envolver
á Valencia en mil desdichas. La serenidad y valor de una
dama lo evitó felizmente. Habíase empeñado el pueblo en
que se leyesen las cartas del correo que iba á Jlladrill, y en
vano se cansaron muchos en impedirlo. La halija que las
contenia fué transportada á casa del conde de Cervellon, y
á poco de haber comenzado el registro se dió con un pliego,
que era el duplicado del parte arriba mencionado, y en el
que el real acuerdo se disculpaba de lo hecho, y pedía tro-
pas en su auxilio. Viendo la hija del conde, que presenciaba
el acto, la importancia del papel, con admirable presencia
de ánimo al intentar leerle le cogió, rasgóle en menudos
pedazos, é imperturbablemente arrostró el furor de la ple-
be amotinada. Esta, si bien colérica, quedó absorta, y res-
petó la osadía de aquella señora, que preservó de muerte
cierta á tantas personas. Accion digna de eterno loor.


En el mismodia 24 y conforme á la conmocionpreparada,
pensaron Rico, lVIoreno y sus amigos en enseñorearse de la
ciudadela. Con pretexto de pedir armas para el pueblo se
presentaron en gran número delante del acuerdo, y como
este contestase, segun era cierto, que no las habia l exigie-
ron los amotinados para cerciorarsecon sus propios ojos que
se les dejase visitar la ciudadela. en donde debian estar de-
positadas. Se concedió el permiso a Rico con otros 8; pero




':W¡


llegados que fueron, todos entraron de rnontou , pasando
asu bando el barónde Itus, que era gobernador. Gran brío
dió este suceso á la revoluciou , y tanto que sin resistencia
de la autoridad se declaró el dia ~1) la guerra contra los
franceses, y se constituyó una junta nurnerosísima en que
andaba mezclada la mas elevada nobleza con el mas humil-
de artesano.


La situacion empero de Valencia hubiera sido muy peli-
grasa, si Cartagena no la hubiese socorrido con armas y
pertrechos de guerra. Estaba en esta parte tan exhausta de
recursos, que aun de plomo carecía; pero para suplir tan no-
table falta empezóigualmente la fortuna á soplar con prós-
pero viento. Por singular dicha arribó al Grao una fragata
francesa cargadacon 4000 quintales de aquel metal, la cual
sin noticia del levantamiento vino á ponerse á la sombra de
las baterías del puerto, dándole caza un corsario inglés. A
la entrada fué sorprendida y apresada, y se envióá su con-
trario, que bordeaba á la banda de afuera, un parlamento
para comunicarle las grandes novedadesdel dia • y confiarle
pliegos dirigidos á Gibraltar. En esta doble y feliz casuali-
dad vio el pueblo la mano de la Providencia, y se ensanchó
Sil ánimo alborozado.


Hasta ahora en medio del conflicto que habia habido en-
tre las autoridades y los amotinados, no se habia cometido
exceso alguno. Sospechas nacidas del acaso empezaron á
empañar la revolucion valenciana , y acabaron al fin por en-
sangrentarla horrorosamente.


Don l\1iguel de Saavedra,¡baron de Albalat,habia sidouno
de los primeros nombrados de la junta para representar en
ella á la nobleza. Mas reparándose que no asistia , se susurró
haber pasado á Madrid para dar en persona cuenta á lUurat
de las ruidosas asonadas; rumor falso é infundado. Sola-
mente había de cierto que el haron, odiado por el pueblo




216
desde años atrás, en que como coronel de mrlicias decíase
haber mandado hacer fuego contra la multitud opuesta á la
inlroduccion y establecimiento de aquel cuerpo, creyó pru-
dente alejarse de Valencia mientras durase el huracán que la
azotaba, y se retiró á Buñol, siete leguas distante. Su ausen-
cia renovó la antigua llaga todavía no bien cerrada, yel es-
píritu público se encarnizó contra su persona. Para aplacarle
ordenó la junta que pues babia el baron rehusado acudir á
sus sesiones, se presentase arrestado en la ciudadela. Obe-
deció, y al tiempo que el29 de mayo regresaba á Valencia,
se encontró á tres leguas en el más del Poyo con el pueblo,
que impaciente habia salido á aguardar el correo que venia
de i\Iadrid. Por una aciaga coincidencia el de Albalat y el
correo llegaron juntos, con lo cual tomaron cuerpo las sos-
pechas. Entonces á pesar de sus vivas reclamaciones cogié-
ronle y le llevaron preso. A media legua de la ciudad se
adelantó á protegerle una partida de tropa al mando de don
José Ordoñez , quien á ruegos del baron en vez de condu-
cirle directamente á la ciudadela, torció á casa de Cerve-
llon , extravío que en parte coadyuvó á la posterior catás-
trofe, extendiéndose la voz de su vuelta, y dando lugar á
que se atizase él encono público y aun el privado. Entró en
aquellos umbrales amagado ya por los puñales de la plebe:
aceleró hácia allí sus pasos el padre Rico, y vió al baron
tendido sobre un sofá pálido y descaecido. El infeliz se ar-
rojó á los brazos de quien podía ampararle en su descon-
suelo, y con trémulo y penetrante acento le dijo: (r padre,
» salve usted á un caballero que no ha cometido otro delito
) que obedecer á la órden de que regresase á Valencia. )
Rico se lo prometió, y contando para ello con la ayuda de
Cervellon fue en su busca; pero este, no menos atemorizado
que el perseguido, se había metido eu la rama con el simu-
lado motivo de estar enfermo, y se negó á verle y á l'avore-




217
cer á un desgraciado con quien le enlazaba antigua amistad
y deudo. Ruin villanía y notable contraposicióncon el valor
é intrepidez que en el asunto de las cartas habla mostrado
su hija.


Entonces el padre Rico, pidiendo el pueblo desaforada-
mente la cabeza del baron, determinó con intento de sal-
varle que se le trasladase á la ciudadela, metiéndole en me-
dio de un cuadro de tropa mandado por Moreno. Sin que
fuese roto por los remolinos y oleadas de la turba, consi-
guieron llegar al pedestal del obelisco de la plaza. Allí al
fin forzó el pueblo el cuadro, penetró por todos lados, y
sordo á las súplicas y exhortaciones de Rico dieron de pu-
ñaladas en sus propios brazos al desventurado baron , cuya
cabeza cortada y clavada en una pica la pasearon por la
ciudad. Difundiese en toda ella un terror súbito, y la no-
bleza para apartar toda sospecha aumentó sus ofrecimientos
y formó un regimiento de caballería de individuos suyos,
que no deslucieron el esplendor de su cuna en empeñadas
acciones.


Triste y doloroso como fué el asesinato del baron de AI-
balat , desaparece á la vista de la horrorosa matanza que á
pocos dias tuvo que llorar Valencia, y á cuyo recuerdo la
pluma se cae de la mano. En 10 de junio se presentó en
aquella ciudad don Baltasar Calvo, canónigo de San Isidro
de Madrid, hombre travieso, de amaño, fanático y arreba-
tado, con entendimienao bastantemente claro. Entre los
dos bandos que anteriormente habían dividido á los pre-
bendados de su iglesia de jansenistas y jesuitas, se había
distinguido como cabeza de los últimos, y ensañádose en
perseguir á la parcialidad contraria. Ahora tratando de
amoldar á su ambician las doctrinas que tenazmente había
siempre sostenido, notó muy luego que el padre Rico con
su influjo pudiera en gran manera servirle, é hizo resolu-




~18
cion de trabar con él amistad; pero ya Iueseu celos, ó ya
que en uno hubiera mejor fé que en otro, no pudieron en-
tenderse ni concordarse. El astuto Calvo procuró enton-
ces urdir con otros la espantosa trama que meditaba. Para
encubrir sus torcidos manejos distraia con apariencias de
santidad la atencion del pueblo, tardando mucho en decir
misa, y permaneciendo arrodillado en los templos cua-
tro Ó cinco horas en acto de contrita y fervorosa oracion.
Queria ser dominador de Valencia, y creyó que con la hi-
pocresía y con poner en práctica la infernal rnaquinaciou
de matar á los franceses, cautivaria el ánimo del pueblo
que tanto los odiaba. Para alcanzar su intento era necesa-
rio comenzar por apoderarse de la ciudadela, en cuyo re-
cinto habia ordenado la junta que aquellos se recogiesen,
precaviéndolos de todo daño y respetando religiosamente
sus propiedades y haberes. No era difícil la empresa, porque
solo habían quedado allí de guarnicion unos cuantos invá-
lidos, habiéndose ausentado con su gente para formar una
división en Castellon de la Plana don Vicente J!oreno,
nombrado antes por la junta gobernador de dicha ciudade-
la. Calvo conoció bien que dueño de este punto tenia en
sus manos una prenda muy importante, y que podría á
mansalva cometer la proyectada carnicería.


El y sus cómplices fijaron el .) de junio para la ejecucion
de su espantoso plan, y repentinamente al anochecer le-
vantando gran gritería y alboroto, sin obstáculo penetra-
ron dentro de los muros de la ciudadela y la dominaron.
Fué Calvo de los primeros que entraron, y apresurándose á
poner en obra su proyecto, se complació en unir á la cruel-
dad la mas insigne perfidia. Porque presentándose á los fran-
ceses detenidos, con aire de compuncion les dijo: (( que
Jl intentando el populacho matarlos, movido de piedad y
II caridad cristiana se había anticipado á preservarlos, dis-




219
)) poniendo él á escondidas que se evadiesen por el postigo
)) que daba al campo, y partiesen al Grao, en donde en-
)) contrarian barcos listos para transportarlos á Francia. ))
Al mismo tiempo que de aquel modo con ellos se expresa-
ba, habia preparado para determinarlos y azorar aun mas
sus caídos ánimos, que se diesen por los agavillados gritos
amenazadores de traicion y venganza. Con semejante ama-
go cedieron los presos á las insinuaciones del fingido amigo,
y trataron de salir por el postigo indicado. Al ir á ejecutarlo
corrió la voz de que se salvaban los franceses, y hombres
ciegos y rabiosos se atropellaron hacia su estancia. Dentro
comenzó el horrible estrago: presidiale el feroz clérigo. Hu-
bo tan solo un intermedio en que se llamaron confesores
para asistir en su última hora á las infelices víctimas. Apro-
vechándose de aquellos breves instantes algunas personas
humanas volaron á su socorro, acompañarlas de imágenes
y reliquias veneradas por los valencianos. Su presencia y
las enternecidas súplicas de los respetables confesores á
veces apiadaban á los verdugos; pero el furibundo Calvo,
convertido en carnívora fiera, acallaba con el terror las lá-
grimas y los quejidos de los que intercedían en favor de
tantos inocentes, y estimulaba á sus sicarios añadiendo á
las esperanzas de un asalariado cebo la blasfemia de que
nada era mas grato á los ojos de la Divinidad que el matar
á los franceses. Quedaban vivos 70 de estos desgraciados, y
menos bárbaros los ejecutores que su sanguinario jefe, sus-
pendieron la matanza, y pidieron que se les hiciese gra-
cia. Fingió Calvo acceder á su ruego, seguro de que en
vano hubiera insistido en que se continuase el destrozo,
y mandó que los sacasen por fuera del muro á la torre de
Cuarteo l\'Ias, i quién creyera tamaña ferocidad! Aquel tigre
habia á prevencion apostado una cuadrilla de bandidos cer-
ca de la plaza de Toros, y al emparejar con ella los que ya




~20
se juzgaban libres, se vieron acometidos por los eucuhier-
tos asesinos, quienes fria y traidoramente los traspasaron
con sus espadas y puñales. Perecieron en la noche 550 fran-
ceses: pensóse que con la obscuridad se pondria término á
tan bárbaro furor, pero el de Calvo no estaba todavía sa-
tisfecho.


Al empezar el alboroto había la junta comisionado á Rico
para que le enfrenase y estorbara los males que amagaban.
Inútiles fueron ofertas, ruegos y amenazas. La voz de su
primer caudillo fué tan desoída por los amotinados, como
cuando mataron á Alhalat. Nueva prueba, si de ella se ne-


CO A.p. l. 3, D.S.) cesitase, de que * « los tribunos del pueblo (segun la expre-
)) sion de Tito Livio) mas bien que rigen, son regidos casi
o siempre por la multitud. J) Calvo ensoberbecido se erigió
en señor absoluto, y durante la carnicería de la ciudadela
expidió órdenes á todas las autoridades, y todas ellas hu-
mildemente se le sometieron empezando por el capitan ge-
neral. Rico desfallecido temió por su persona y se recogió
á un sitio apartado. Sin embargo por la mañana recobrando
sus abatidas fuerzas montó á caballo, y confiando en que
la multitud con su inconstancia desampararía á su nuevo
dueño, pensó en prenderle, y estaba á punto de conseguir
contra su rival un seguro triunfo, cuando el coronel don
1'lariano Usel propuso en la junta que se nombrase á Calvo
individuo suyo. Le apoyaron otros dos, por lo que de re-
sultas hubo quien á estos y al Usel los sospechara de no
ignorar del todo el orígen de los horrores cometidos.


Calvoen la mañana del 6, todavíaempapado eu la inocen-
te sangre, tornó asiento en la junta. Consternados estaban
todos sus miembros, y solo Rico, despechado por el suceso
de la anterior noche, alzó la voz, dirigió con energía su
discurso al mismo Calvo, acriminó con negros colores su
conducta, y afirmó que Valencia estaba perdida si al ins-




221
tante no se cortaba la cabeza á aquel malvado. Sorpren-
dióse Calvo, pasmáronse los otros circunstantes, y en esto
andaban cuando una parte del populacho destacada por su
jefe sediento de sangre, después de haber recorrido las ca-
sas en que se guarecían unos pocos franceses y de haberlos
muerto, arrastró consigo á la presencia de la misma junta
ocho de aquellos desgraciados que quiso inmolar en la sala
de las sesiones. El cónsul inglés Tupper, que antes habla
salvado á algunos, intentó inútilmente y con harto riesgo de
su persona libertar á estos. Los individuos de aquella corpo-
racion amedrentados precipitadamente se dispersaron, sal-
picándose sus vestidos con la sangre de los ocho infelices
franceses, vertida sin piedad por infames matadores. Todo
fué entonces terror y espanto. Rico se escondió y aun dos
veces mudó de disfraz, temiendo la inevitable venganza de
Calvo,que triunfante dominaba solo, y se disponía á ejecu-
tar actos de inaudita ferocidad.


Felizmente no todos se descorazonaron: al contrario los
hubo que trabajando en silencio por la noche, pudieron
congregar la junta en la mañana del 7. Vuelto en sí Rico
del susto llevó principalmente la voz, y queriendo los asis-
tentes no ser envueltos en la ruina comun que amenazaba,
decretaron el arresto de Calvo, y antes de que este pudiera
ser avisado diéronse priesa á ejecutar la resolución conve-
nida, sorprendiéronle y sin tardanza le pusieron á bordo
de un barco que le trasladó á Mallorca. Allí permaneció
hasta últimos de junio, en que preso se le volvió á traer á
Valencia para ser juzgado. Grandes y honrosos sucesos
acaecieron en el intervalo en aquella ciudad, y con los
cuales lavó algun tanto el negro borron que los asesinatos
hahian echado sobre su gloria. Ahora , aunque anticipemos
la serie de acontecimientos, será bien que concluyamos
con los hechos de Calvo y de sus cómplices. Así con el




222
pronto y severo castigo respirará el lector angustiado con
la nefanda relacion de tantos crímenes.


Habiendo vuelto Calvo á Valencia, alegó conforme á la
doctrina de su escuela en una defensa que extendió por
escrito, que si habia obrado mal habia sido por hacer el
bien, debiendo la intencion ponerle á salvo de toda incul-
pacion. Aquí tenemos renovada la regla invariable de los
sectarios de Loyola, á quienes todo les era lícito, con tal


(' Ap. lo 3, D. s.) que, * como dice Pascal, supiesen dirigir la intencion. No
le sirvió de descargo á Calvo, porque condenado á la pena


. de garrote, fué ajusticiado en la cárcel á las doce de la no-
che del 5 de julio, y expuesto su cádaver al público en la
mañana del 4. Hubo en la formacion y sentencia de la cau-
sa algunas irregularidades, que á pesar de la atrocidad de
Jos crímenes del reo hubiera convenido evitar. Achacóse
tambien á Calvo haber procedido en virtud de comision
de Mural. Careció de verosimilitud y de fundamento tan
extraña acusaeion. Se inventópara hacerle odioso á losojos
de la muchedumbre, y poder mas fácilmente atajarle en su
desenfreno. Fué hombre fanático y ambicioso, que mez-
clandoy confundiendo erróneos principios con sus feroces
pasiones, no reparó en los medios de llevar á caboun pro-
yecto que le facilitase obtener el principal y quizá exclusi-
vo influjo en los negocios del dia,


La junta pensó ademas en hacer un escarmiento en los
otros delincuentes. Creó con este objeto un tribunalde se-
guridad pública, compuesto de tres magistrados de la au-
diencia, don Josél\'Ianescau y los señoresVilIafañe y Fuster.
Había la previsión del primero preparado una manera fácil
de descubrir á los matadores, y la cual en parte la debió á
la casualidad. En la mañana que siguió á la cruel carnice-
ría, quince ó veinte de los asesinos con las manos aun te-
ñidas de sangre, creyendo haber procedido segun los de-




225
seos de la junta, se presentaron para entregar los relojes y
alhajas de que habían despojado á los franceses muertos, y
pidieron en retribucion del acto patriótico que habian eje-
cutado alguna recompensa. El advertido Manescau condes-
cendió en dar á cada uno 50 reales, pero con la precauciou
al escribano de que les tomase los nombres bajo pretexto
que era precisa aquella formalidad para justificar que ha-
hian cobrado el dinero. Partiendo de este antecedente pudo
probarse quiénes eran los reos, y en el espacio de dos me-
ses se ahorcó públicamente y se dió garrote en secreto á
mas de 200 individuos. Severidad que á algunos pareció ás-
pera, pero sin ella la anarquía á duras penas se hubiera
reprimido en Valencia y en otros pueblos de Sil reino, en-
tre los que Castellon de la Plana y Ayora habían visto tam-
bien perecer á su-gobernador y alcalde mayor. Con el ejem-
plo dado la autoridad recobró la conveniente fuerza.


Luego que la junta se vió desembarazada de Calvo y de
sus infernales maquinaciones, se ocupó con mas desahogo
en el alistamiento y organizacion de su ejército. El tiempo
urgía, repetidos avisos anunciaban que los franceses dispo-
nian una expedicion contra aquella provincia, y era preciso
no desaprovechar tan preciosos momentos. Cartagena su-
ministró inmediatos recursos, y con ellos y los que pudie-
ron sacarse del propio suelo se puso la ciudad de Valencia
en estado de defensa. Al mismo tiempo se dirigió sobre AI-
mansa un cuerpo de laOOO hombres al mando del conde
de Cervellon, á quien se juntó de Murcia don Pedro Gon-
zalez de Llamas, y otro de 8000 bajo las de don Pedro
Adorno se situó en las Cabrillas. Tal estaba el reino de Va-
lencia antes de ser atacado por el mariscal Moncey , de cu-
ya campaña nos ocuparémos después.


La j usta indignacion abrigada en todos los pechos bullía
con acelerados latidos en el de los moradores del antiguo


Levantamiento
de aragon.




224
asiento de las franquezas y libertades españolas, en la in-
mortal Zaragoza. Gloria duradera le estaba reservada, y la
patria de Lanuza renovó en nuestros dias las proezas que
solemos colocar entre las fábulas de la historia. Su levanta-
miento sin embargo nada ofreció de nuevo ni singular, ca-
minando por los mismos pasos por donde habian ido al-
gunas de las otras provincias. Con mayo empezaron los
corrillos y las conversaciones populares, y al recibirse el
correo de lUadrid agrupábanse las gentes á saber las nove-
dades que traia. Siendo por momentos mas tristes y ad-
versas, aguardaban todos que la inquieta curiosidad finali-
zaria por una estrepitosa explosiono Repartieron en efecto
el 24 las cartas llegadas por la mañana, y de boca en boca
cundió velozmente cómo Napoleon se erigia en dueñode la
monarquía española de resultas de haber renunciado la co-
rona en favor suyo la familia de Borbon. Instantáneamente
se armó gran bulla; y hombres, mujeres y niños se preci-
pitaron á casa del capitan general don Jorjc Juan de Gui-
llelmi. Los vecinos de las parroquias de la lUagdalena y San
Pablo concurrieron en gran número capitaneados por va-
rios de los suyos, y entre ellos el tio Jorje que era del arra-
bal. Descolló el último sobre todos, y la energía de su
porte, el sano juicio que le distinguia, lo recto de su in-
tencion y el varonil denuedo con que á cada paso expuso
despucs su vida, le hacen acreedor á una honrosa y parti-
cular menciono Hombre sin letras y desnudo de educaeion
culta, halló en la nobleza de Sil corazon y como por ins-
tinto los elevados sentimientos que han ilustrado á los va-
rones esclarecidos. Su nombre, aunque humilde, escrito al
lado de ellos resplandecerá sin deslucirlos.


La muchedumbre pidió al capitán general que hiciera di-
mision del mando. Costó mucho que se resolviese al sacri-
ficio , mas forzado á ello y conducido preso á la Aljafería,




'roM.l.


fué interinamente substituido por Sil segundo el general
Mor]. Al anochecer se embraveció el tumulto, y desconfián-
dose del nuevo jefe por ser italiano de nacion , se convidó
con el mando á don Antonio Cornel, antiguo ministro de
la Guerra, quien rehusó aceptarle.


lVlol'i el .25 congregó una junta, la cual tímida como su
presidente, buscaba paliativos que sin desdoro ni peligro
sacasen á sus miembros del atascadero en que estaban huno
dídos: inútiles y menguados medios en violentas crisis. En-
fadóse cl pueblo con la tardanza, volviendo sus inquietas
miradas hacia don José Palafox y Melci. Recordará el lector
que este militar á últimos de abril, en comision de su jefe
el marqués de Castelar , había ido á Bayona para informar
al rey dc lo ocurrido en la soltura y entrega del príncipe de
la Paz. Continuó allí hasta Jos primeros dias de mayo, en
que se asegura regresó á España con encargo parecido al que
por el propio tiempo se dio á la junta suprema de l\1adrid
para resistir abiertamente á los franceses. Penetró Palafox
por Guipúzeoa • de donde se trasladó á la torre de Alfran-
ca, casa de campo de su familia cerca dp Zaragoza. Perrna-
neciéndo misteriosamente en su retiro, movió á sospecha
al general Guillelmi, quien le intimó la orden de salir del
reino de Aragon. Tenemos entendido que Palafox incomo-
dado entonces, se arrimó á los que anhelaban por un rom-
pimiento, y que no sin noticia suya estalló la revolucion
zaragozana. Por fin al obscurecer del 2.5, depuesto ya Gui-
Ilelmi y II1WjOSO el pueblo de Jlori , se despacharon á AI-
franca ;)0 paisanos para traer á la ciudad á Palafox. Al prin-
cipio se negó á ir aparentando disculpas, y solo cedió al
expreso mandato que le fué enviado por el interino capitán
general.


Al entrar en Zaragozapidió qne se juntase el acuerdo en
la mañana del ~6 con intento de comunicarle cosas del ma-


f5




226
yor intereso En la sesión celebradaaquel dia hizo uso delas
insinuacionesque se le habian hecho en Bayona para resis-
tir á los franceses, y sobre las cuales ácausa de estar S. M.
en manosde su enemigose guardó profundo silencio. Rogó
despues que se le desembarazase de la importunidad del
pueblo que se manifestaba deseoso de nombrarle por cau-
dillo, no obstante que su vida y haberes los inmolariacon
gusto en el altar de la patria. Enmudecieron todos, y vis-
lumbraron que no desagradaban á los oídos de Palafox los
clamores prorumpidos por el pueblo en alabanza suya.
Aguardaba la multitud impaciente á las puertas del edifi-
cio, é insistiendo por dos veces en que se eligiese capitán
general á su favorecido, alcanzó la demanda cediendo Mari
el puesto que ocupaba.


Alzado á la dignidad suprema de la provincia don José
Palafox y Melei , fué obedecido en toda ella, y á su voz
se sometieron con gusto los aragoneses de acá y allá del
Ebro. Admiró su elevacion , y aun mas que en sus proce-
dimientos no desmereciese de la confianza que en él tenia
el pueblo. Todavía mancebo, pues apenas frisaba con los
veintiocho años, bello y agraciado de rostro y de persona,
con traeres apuestos y cumplidos, cautivaba Palafox la afí-
cion de cuantos le veian y trataban. Pero si la naturaleza
con larga manole habia prodigado las perfeccionesdel cuero
po , no se creia hasta entonces que hubiese andado tan ge-
nerosa en punto á las dotes del entendimiento. Buscado y
requerido por las damasde la corrompida corte de Carlos IV,
se nos ha asegurado que con porfiado empeño desdeñó el
rendimiento obsequioso de la que entre todas era, si no la
mas hermosa, por lo menosla mas elevada. Esta tenacidad
fué una de las mas principales cualidades de su alma, y la
empleómas oportuna y dignamenteen la memorable defen-
sa de Zaragoza. Sin práctica ni conocimiento de la milicia ni




227
de los negocios públicos, tuvo el suficiente tino para ro-
dearse de personas que por su enérgica decision, ó su saber
y experiencia le sostuviesen en los apurados trances, ó le
ayudasen con sus consejos. Tales fueron el padre don Ba-
silio Bogiero , de la Escuela Pia , su antiguo maestro; don
Lorenzo Calvo de Rozas, que habiendo llegado de Madrid
el 28 de mayo íué nombrado corregidor é intendente, y el
oficial de artillería don Ignacio Lopez , á quien se debió en
el primer sitio la direccion de importantes operaciones


Para legitimar solemnemente el levantamiento , convocó
Palafox á Córtes el reino de Magon. Acudieron los diputa-
dos á Zaragoza, y el dia 9 de junio abrieron sus sesiones * eAp. t. 3, n, 6.)
en la casa de la ciudad, asistiendo 54 individuos que repre-
sentaban los cuatro brazos, en cuyo número se comprendía
el de las ocho ciudades de voto en Córtes. Aprobaron.estas
todo lo actuado antes de su reunion , y despues de nombrar
á don José Rebolledo de Palafox y IHelci capitan general,juz-
garon prudente separarse, formando una junta de 6 indivi-
duos que de acuerdo con el jefe militar atendiese á la defensa
comun. La autoridad y poder de este nuevo cuerpo fueron
mas limitados que el de las juntas de las otras provincias,
siendo Palafox la verdadera, y por decirlo así, la única ca-
beza del gobierno. Dependió no poco esta diferencia de la
particular situación en que se halló Zaragoza, la cual te-
miendo ser prontamente acometida por los franceses, ne-
cesitaba de un brazo vigoroso que la guiase y protegiese. Era
esto tanto mas urgente, cuanto la ciudad estaba del todo
desabastecida. No llegaba á 2000 hombres el número de
tropas que la guarnecian, inclusos los miñones y partidas
sueltas de bandera. De 12 cañones se componia toda la ar-
tillería, y esta no gruesa, escaseando en mayor proporcion
los otros pertrechos. En vista de tamaña miseria apresura-
ronse Palafox y sus consejeros á reunir la gente que de to-




228
das partes acudia , y á organizarla, empleando para ello á
oficiales retirados y á los que de Pamplona, San Sebastian,
Madrid , Alcalá y otros puntos sucesivamente se escapaban.
Restableció en la formacion de los lluevas cuerpos el ya des-
usado nombre de tercios, bajo el que la antigua infantería
española había alcanzado tantos laureles, distinguiéndose
mas que todos el de los estudiantes de la universidad, dis-
ciplinado por el baron de Versages. Se recogieron fusiles,
escopetas y otras armas, se montaron algunas piezas arrin-
conadas ó viejas, y la fábrica de pólvora de Villafeliche su-
ministró municiones. Escasos recursos si á todo no hubiera
suplido el valor y la constancia aragonesa.


El levantamiento se ejecutó en Zaragoza, sin que feliz-
mente se hubiese derramado sangl'l~, Solamente se arrestaron
las personas que causaban sombra al pueblo.


Enérgico como los demas, fué eu especial notable su pri-
mer manifiesto por dos de los artículos que comprendía.
({ 1. o Que el emperador, todos los individuos de su familia,
» y finalmente todo general francés, eran personalmente
» responsables de la seguridad del rey y de su hermano y
») tia. 2. o Que en caso de un atentado contra vidas tan pre-
» ciosas , para que la Bspaña no careciese de Sil monarca,
» usaria la nacion de Stt derecho electivo á favor del archi-
») duque Cárlos, como nieto de Carlos IlI, siempre que el
» príncipe de Sicilia y el infante don Pedro y demas here-
J) deros no pudieran concurrir. » Echase de ver en la cláu-
sula anotada con bastardilla que al paso que los aragoneses
estaban firmemente adictos á la forma monárquica de su
gobierno , no se habían borrado de su memoria aquellos an-
tiguos fueros que en la junta de Caspe les hahian dado de-
recho á elegir un rey, conforme á la justicia y pública con-
veniencia.


« Cataluña , como dice Melo , una de las provincias de




229
l) mas primor, reputación y estima que se halla en la grande
» congregacion de estados y reinos de que se formó la na-
» cion española, n levantó erguida su cerviz, humillada por
los que con fementido engaño habian ocupado sus princi-
pales fortalezas. Mas desprovistos los habitantes de este
apoyo, sobre todo del de Barcelona, grande é importante
por'el armamento, vestuario, tropa, oficialidad y abundan-
tes recursos que en su recinto se encerraban, faltóles un
centro de donde emanasen con uniforme impulso las provi
dencias dirigidas á conmover las ciudades y pueblos de su
territorio, No por eso dejaron de ser portentosos sus esfuer-
zos, y si cabe en ellos y en admirable constancia sobrepujó
á todas la belicosa Cataluña. Solamente obstruida y cortada
por el ejército enemigo, tuvo al pronto que levantarse des-
unida y en separarlas porciones, tardando algun tiempo en
constituirse unajunta única y general para toda la provincia,


Las conmociones empezaron á últimos de mayo y al en-
trar junio. Dentro del mismo Barcelona se desgarraron el
51 de aquel mes los carteles que proclamaban la nueva di-
nastía. Hubo tumultuosas reuniones, andúvose á veces á las
manos, y resultaron muertes y otros disgustos. Los fran-
ceses se inquietaron hastantemente , ya por lo populoso de
la ciudad, y ya tambien porque el vecindario amotinado hu-
biera podido ser sostenido por 5500 hombres de buena tro-
pa española, que todavía permanecian dentro de la plaza,
y cuyo espíritu era del todo contrario á los invasores. Sin
embargo acalláronse allí los alborotos, pero no en las po-
blaciones que estaban fuera del alcance de 1;; :::;'lfY1l francesa.


Habia Dnhesme su general pensado en hacerse dueüo de
Lérida para conservar francas sus comunicaciones con Za-
ragoza. Consiguió al efectouna órden de la junta de Madrid,
ya no débil, pero sí culpable, la cual ordenó la entrega
á la tropa extranjera. Cauto sin embargo el general francés


Levan!~mlenlo
de Ostaluña.




250
envió por delante al regimiento de Extremadura, que no
pudiendo como español despertar las sospechas de los leri-
danos, le allanasesin obstáculo la oeupacion. Penetraron no
obstante aquellos habitantes intencion tan siniestra, y ha-
ciendo en persona la guardia de sus muros, rogaron á los de
Extremadura que se quedasen afuera. Con gusto condescen-
dieron estos, aguardando en la villa de Tárrega favorable
coyuntura para pasar á Zaragoza, en cuyo sitio se mantu-
vieron firmes apoyos de la causa de su patria. Lérida por
tanto rué la que primero se armó y declaró ordenadamente.
Al mismo tiempo Manresa quemó en público los bandos y
decretos del gobierno de BIadrid. Tortosa, luego que rué in-
formada de las ocurrencias de Valencia, imitó su ejemplo
y por desgracia algunos de sus desórdenes, habiendo pere-
cido miserablemente su gobernador don Santiago de Guz-
man y Villoría. Igual suerte cupo al de Villafranca de Pana-
dés don Juan de Toda. Así todos los pueblos unos tras de
otros ó á la vez se manifestaron con denuedo, y allí el lidiar
fué inseparable del pronunciamiento. Yendo uno y otro de
compañía, nos reservarémos pues el hablar mas detenida-
mente para cuando lleguemos á las acciones de guerra. El
principado se congregó en junta de todos sus corregimientos
á finesde junio, y se escogió entonces para su asientola ciu-
dad de Lérida.


Levantamiento Separadas por el Mediterráneo del continente español las
de las Baleares. • .Islas Baleares, no solo era de esperar que desconociesen la


autoridad intrusa, resguardadas como lo estaban y al abri-
go de sorpresa, sino que tambien era muy de desear que
abrazasen la causa comun, pudiendo su tranquilo y aislado
territorio servir de reparo en los contratiempos, y dejando
libres con su declaracion las fuerzas considerables de mar
y tierra que allí habia. Ademas de la escuadra surta en
Menorca, de que hemos hablado, se contaban en todas sus




251
islas unos 10000 hombres de tropa reglada, cuyo número,
atendiendo á la escasez que de soldados veteranos había en
España, era harto importante.


Notáronse en todas las Baleares parecidos síntomas á los
que reinaban en la península, y cuando se estaba en dudas
y vacilaciones arribó de Valencia el 29 de mayo un barco
con la noticia de lo ocurrido en aquella ciudad el 25. El
general, que lo era á la sazon don Juan ]}Jiguel de Vives,
en union con el pueblo mostróse inclinado á seguir las
mismas huellas; pero se retrajo en vista de pliegos recibi-
dos de Madrid pocas horas despues , y traidos por un oficial
francés. Hízole titubear su contenido, y convocó el acuerdo
para que juntos discurriesen acerca de los medios de con-
servar la tranquilidad. Se traslució su intento, y por la
tarde una porcion de jóvenes de la nobleza y oficiales for-
maron el proyecto de trastornar el orden actual, valiéndose
de la buena disposicion del pueblo. Idearon como paso pré-
vio tantear al segundo cabo el mariscal de campo don Juan
Oneille con ánimo de que reemplazase al general, quien
sabiendo lo que andaba paró el golpe, reuniendo á las nue-
ve de la noche en las casas consistoriales una j unta de au-
toridades. Se iluminó la fachada del edificio, y se anunció
al pueblo la resolucíon de no reconocer otro gobierno que
el de Fernando VII. Entonces Iué universal la alegría, uná-
nimes las demostraciones cordiales de patriotismo. Evitó la
oportuna decision del general desórdenes y desgracias. Al
dia siguiente 50 se erigió la junta que se habia acordado en
la noche anterior, la cual presidida por el capitan general
se compuso de mas de 20 individuos, entresacados de las
autoridades, y nombrados otros por sus estamentos ó cla-
ses. Se agregaron posteriormente dos diputados por l\le-
norca, dos por Ibiza, y otro por la escuadra fondeada en
Mahon.




252
En esta última ciudad, siendo las cabezas oficiales de


ejercito y de marina, se babia depuesto y preso al gober-
nador y al coronel de Soria, Cabrera,y desobedecido abier-
tamente las órdenes de Murat, Itecayó el mando en el co-
mandan te interino de la escuadra, á cuyas instancias envió
la junta de ñlallorca para relevarle al marques del Palacio,
poco antes coronel de húsares españoles,


En nada se habia perturbado la tranquilidad en Palma
ni en las otras poblaciones. Solo el 29, para resguardar su
persona, se puso en el castillo de Bellver al oficial fran-
cés portador de los pliegos de Madrid. Doloroso fué tener
tambien que recurrir á igual precaucion con los dos distin-
guidos miembros del Instituto de Francia, Arago y Biot,
quienes en union con los astrónomos españoles don José
Rodriguez y don José Chaix, habían pasado á aquella isla
con comisioncientífica importante. Era PUlo:'; la de prolon-
gar á la isla de Formentera la medida del arco del meridia-
no, observado y medido anteriormente desde Dunkerque
hasta l\Ionjllich en Barcelona por los sabios Mechain y De-
lambre. La operacion dichosamente se habia terminado an-
tes que las provincias se alzaseu, estorbando solo este su-
ceso medir una base de verificacion proyectada en el reino
de Valencia. Ya el ignorante pueblo los había mirado con
desconfianza,cuando para el desempeño de su encargo eje-
cutaban las operaciones geodésicas y astronómicas uecesa-
rias. Figuróse que eran planos que levantaban por orden de
Napoleon para sus fines políticos y militares. A tales sos-
pechas daban lugar los engaños y aleves arterías con que
los ejércitos franceses habian penetrado en lo interior del
reino: y en verdad que nunca la ignorancia pudiera alegar
motivos que pareciesen mas fundados. La junta al princi-
pio no osó contrarestar el torrente de la opinion popular;
pero conociendo el mérito de los sabios extranjeros, y la




235
utilidad de sus trabajos, los preservó de todo daño; é im-
posibilitadapor la guerra de enviarlos en derechura á Fran-
cia, los embarcó en oportuna ocasion á bordo de un buque
que iha á Argel, pais entonces neutral, y de donde se res-
tituyeron despnes á sus hogares.


El entusiasmo en Mallorca Iué universal, esmerándose
con particularidad en manifestarle las mas principales se-
ñoras; y si en toda la isla de Mallorca 1 como decia el car-
denal de * Iletz, «no hay mujeres feas, )) fácil será imaginar
el poderoso influjo que tuvieron en su levantamiento.


En Palma :ie creó un cuerpo de voluntarios con aquel
nombre, que después pasó á servir á Cataluña. y aunque
al principio la junta obrando precavidamente no permitió
que se trasladasen á la península las tropas que guarnecían
las islas, por fin accedió á que se incorporasen sucesiva-
mente con los ejércitos que guerreaban.


Unas tras otras hemos recorridolas provincias de España
y contado su glorioso alzamiento. Habrá quien eche de
menos á Navarra y las provincias Vascongadas; pero lin-
daIH.10 con Francia, privados sus moradores de dos impor-
tantes plazas, y cercados y opresos por todos lados, no
pudieron resolverse ni formalizar por de pronto gobierno
alguno. Con todo, animadas de patriotismoacendrado impe-
lieron á la desercion á los pocos soldados españoles que ha-
bia en su suelo,auxiliaron en cuanto alcanzabansus fuerzasá
las provincias lidiadoras, y luego que las suyas estuvieron
libres ó masdesembarazadas se unieron á todas, cooperando
con no menor conato á la destruccion del cornun enemigo.
y mas adelante veremos que aun ocupado de nuevo su ter-
ritorrio , pelearon con empeño y constancia por medio de
sus guerrillas y cuerpos francos.


En las islas Canarias, aunque algo lejanas de las costas
españolas , siguiese el impulso de Sevilla. Dudóse en un


c< Ap.!. 3, n. 7.)


Navarra
y provincias
Vascongadas.


Islas Canarias.




~54-
principio de la certeza de los acontecimientos de Bayona,
y se consideraron como invencion de la malevolencia, ó
como voces de intento esparcidas por los partidarios de los
ingleses. Mas habiendo llegado en julio noticia de la insur-
reccion de Sevilla y de la instalacion de su junta suprema,
el capitan general, marqués de Casa-Cagigal, dispuso que
se proclamase á Fernando VII, imitando con vivo entusias-
mo los habitantes de todas las islas el noble ejemplo de la
península. Hu~o sin embargo entre ellas algunas desave-
nencias, renovando la Gran Canaria sus antiguas rivalida-
des de primacía con la de Tenerife. Así se crearon en am-
bas separadas juntas, y en la última despojado del mando
Casa-Cagigal, ya de ambas aborrecido, fué puesto en su
lugar el teniente de rey don Cárlos O'Donell, Levantáronse
despues quejas muy sentidas contra este jefe y la junta de
Tenerife, que no cesaron hasta que el gobierno supremo de
la central puso en ello el conveniente remedio.


Por lo demas el cuadro que hemos trazado de la insurrec-
cion de España parecerá á algunos diminuto ó conciso, y
á otros difuso ú harto circunstanciado. Responderemos á
los primeros que no habiendo sido nuestro propósito escri-
bir la historia particular del alzamiento de cada provincia,
el descender á mas pormenores hubiera sido obrar con des-
acuerdo. Y á los segundos que en vista de la nobleza de la
causa y de la ignorancia cierta ó fingida que acerca de su
origen y progreso muchos han mostrado, no ha sido tan
fuera de razón dar á conocer con algun detenimiento una
revolucion memorable, que por descuido de unos y malicia
de otros se iba sepultando en el olvido ó desfigurándose de
un modo rápido y doloroso. Para acabar de llenar nuestro
objeto. será bien que fundándonos en la verídica relacion
que precede, sacada de las mejores fuentes, añadamos al-
gunas cortas reflexiones, que arrojando nueva luz, refuten




255
las equivocaciones sobrado groseras en que varios han in-
currido.


Entre estas se ha presentado con mas séquito la de atri-
buir las conmociones de España al ciego fanatismo, y á los
manejos é influjo del clero. Léjos de ser así, hemos visto
cómo en muchas provincias el alzamiento fué espontáneo,
sin que hubiera habido móvil secreto; y que si en otras hu-
bo personas que aprovechándose del espíritu general trata-
ron de dirigirle, no fueron clérigos ni clases determinadas,
sino indistintamente individuos de todas ellas. El estado
eclesiástico cierto que no se opuso á la insurreccion, pero
tampoco fué su autor. Entró en ella como toda la nacion,
arrastrado de un honroso sentimiento patrio, y no impelido
por el inmediato temor de que se le despojase de sus bienes.
Hasta entonces los franceses no habian en esta parte dado
ocasion á sospechas, y segun se advirtió en el libro segun-
do, el clero español antes de los sucesos de Bayona mas
bien era partidario de Napoleon que enemigo suyo, consi-
derándole corno el hombre que en Francia habia restable-
cido con solemnidad el culto. Por tanto la resistencia de
España nació de odio contra la dominacion extranjera: y el
clérigo como el filósofo, el militar como el paisano, el no-
ble como el plebeyo se movieron por el mismo impulso, al
mismo tiempo y sin consultar generalmente otro interes
que el de la dignidad é independencia nacional. Todos los
españoles que presenciaron aquellos días de universal en-
tusiasmo, y muchos son los que aun viven, atestiguarán
la verdad del aserto.


No menos infundado, aunque no tan general, ha sido acha-
car la insurreccion á conciertos de los ingleses con agentes
secretos. Napoleon y sus parciales, que por todas partes
veian ó aparentaban ver la mano británica, fueron los auto-
res de invencion tan peregrina. Por lo expuesto se habrá no-


ReOexiones
generales.




256
tado cuán ajeno estaba aquel gobierno de semejante SUCf'SO,
y cuánto le sorprendió la llegada á Londres de los diputados
asturianos, que fueron los primeros que lo anunciaron. lUu-
ehas de las costas de España estaban sin buques de guerra
ingleses que de cerca observasen ó fomentasen alborotos, y
las provincias interiores no podían tener relacion con ellos
ni esperar su pronta y efectiva proteccion ; y aun en Cádiz,
en donde había un crucero, se desechó su ayuda, si bien
amistosamente, para un combate en el que por ser maríti-
mo les interesaba tomar parte. Véase pues si el conjunto de
estos hechos dan el menor indicio de que la Jnglaterra hu-
biese preparado el primero y gran sacudimiento de España.


Mas aun careciendo de la copia de datos que muestran lo
contrario, el hombre meditabundo é imparcial fácilmente
penetrará que no era dado ni á clérigos ni á ingleses, ni ;J
ninguna otra persona, clase ni potencia por poderosa qlJI'
fuese, provocar con agentes y ocultos manejos en una na-
cion entera un tan enérgico, unánime y simultáneo levan-
tamiento. Buscará su orígen en causas mas naturales , y 8\1
atento juicio lo descubrirá sin esfuerzo en el desorden del
anterior gobierno, en los vaivenes que precedieron, y en
el cúmulo de engaños y alevosías con que Napoleón y los
suyos ofendieron el orgullo español.


No bastaba á los detractores dar al fanatismo ó á los in-
gleses el primer lugar en tan grande acontecimiento. Hanse
recreado también en obscurecer su lustre, exagerando las
muertes y horrores cometidos en medio del fervor popular.
Cuando hemos referido los lamentables excesos que enton-
ces hubo, cubriendo á sus autores del merecido oprobio, no
hemos omitido ninguno que fuese notable. Siendo así, dí-
gasenos de buena fé si acompañaron al tropel de revueltas
desórdenes tales que deban arrancar las desusadas exclama-
ciones en que algunos han prorumpido. Solo pudieran ser




257
aplicables á Valencia y no á la generalidad del reino, yaun
allí mismo los excesos fueron inmediatamente reprimidos
y castigados con una severidad que rara vez se acostumbra
contra culpados de semejantes crímenes en las grandes re-
voluciones. Pero al paso que profundamente nos dolemos
de aquel estrago, séanos lícito advertir que hemos recorrido
provincias enteras sin topar con desman alguno, y en todas
las otras no llegaron á 50 las personas muertas tumultua-
riamente. Y por ventura en la situacion de España, rotos
los vínculos de la suhordinaeion y la obediencia, con auto-
ridades que, compuestas en lo general dehechuras y parcia-
les de Godoy, eran miradas al soslayo y á veces aborrecidas,
¿no es de maravillar que desencadenadas las pasiones no se
suscitasen mas rencillas, y que las tropelías, multiplicán-
dose , no hubiesen salvado todas las barreras? ¿Merece pues
aquella nacion que se la tilde de cruel y bárbara? ¿ Qué
otra en tan desecha tormenta se hubiera mostrado mas mo-
derada y contenida? Cítesenos una mudanza y desconcierto
tan fundamental, si bien no igualmente justo y honroso,
en que las demasías no hayan muy mucho sobrepujado á
fas que se cometieron en la insurreccion española. Nuestra
edad ha presenciado grandes trastornos en naciones apelli-
dadas por excelencia cultas, y en verdad que el imparcial
examen y cotejo de sus excesoscon los nuestros no les seria
favorable.


Después de haber tratado de desvanecer errores que tan
comunes se han hecho, veamos lo qne fueron las juntas y
de qué defectos adolecieron. Agregado incoherente y sobra-
do numeroso de individuos en que se confundia el hombre
del pueblo con el noble, el clérigo con el militar, estaban
aquellas autoridades animadas del patriotismo mas puro,
sin que á veces le adornase la conveniente ilustraeion. Mu-
chas de ellas pusieron todo su conato en ahogar el espíritu




258
popular, que les había dado el ser, y no le substituyeron la
acertada direccion con que hubieran podido manejar los neo
gocios hombres prácticos y de estado. Así fué que bien pron-
to se vieron privadas de los inagotables recursos que en todo
trastorno social suministra el entusiasmo y facilita el mis-
no desembarazo de las antiguas trabas; no pudiendo en su
lugar introducir órden ni regla fija, ya porque las circuns-
tancias lo irnpedian , y ya tambien porque pocos de sus indi-
vidnos estaban dotados de las prendas que se requieren para
ello. Hombres tales, escasos en todos los paises, era 1l3tU-
ral que fuesen mas raros en España, en donde la opresiva
humillacion del gobierno había en parte ahogado las bellas
disposiciones de los habitantes. Por este medio se explica
cómo á la grandiosa y primera insurreccion , hija de un sen-
timiento noble de honor é independencia nacional, que el
despotismo de tantos años no habia podido desarraigar, no
correspondieron las medidas de gobierno y organizacion
militar y económica que en un principio debieron adoptarse.
No obstante, justo es decir que los esfuerzos de las juntas
no fueron tan cortos ni limitados como algunos han pre-
tendido; y que aun en naciones mas adelantadas quizá no
se hubiera ido mas allá si en lo interior hubiesen tenido estas
que luchar con un ejército extranjero, careciendo de uno
propio que pudiera llamarse tal, vacías las arcas públicas y
poco provistos los depósitos y arsenales.


Fué muy útil que en el primer ardor de la insurreccion se
formase en cada provincia una junta separada. Esta especie
de gobierno federativo, mortal en tiempos tranquilos para
España, como nacion contigua por mar y tierra á estados
poderosos, dobló entonces y aun multiplicó sus medios y
recursos; excitó una emulacion hasta cierto punto saluda-
ble, y sobre todo evitó que los manejos del extranjero,
valiéndose de la flaqueza y villanía de algunos, barrenasen




sordamente la causa sagrada de la patria. Un gobierno cen-
tral y único, antes de que la revolucion hubiese echado
raíces, mas fácilmente se hubiera doblegado á pérfidas insi-
nuaciones , ó su constancia hubiera con mayor prontitud
cedido á los primeros reveses. Autoridades desparramadas
como las de las juntas, ni ofrecian un blanco bien distinto
contra el que pudieran apuntarse los tiros de la intriga, ni
aun á ellas mismas les era permitido (cosa de que todas
estuvieron léjos) ponerse de concierto para daño y pérdida
de la causa que defendian.


Acompañó al sentimiento unánime de resistir al extran-
jero otro no menos importante de mejora y reforma. Cierto
que este no se dejó ver ni tan clara ni tan universalmente
como el primero. Para el uno solo se requería ser español
y honrado; mas para el otro era necesario mayor saber que
el que cabia en una nación sujeta por siglos á un sistema de
persecucion é intolerancia politica y religiosa. Sin embargo
apenas hubo proclama, instruccion ó manifiesto de las jun-
tas, en que lamentándose de las máximas que habían regido
anteriormente, no se diese indicio de querer tomar un rum-
bo opuesto, anunciando para lo futuro ó la convocacion de
Córtes, ó el restablecimiento de antiguos fueros, ó el des-
agravio de pasadas ofensas. Infiérase de aquí cuál seria sobre
eso la opinion general cuando así se expresaban unas autori-
dades que, compuestas en su mayor parte de individuos de
clases privilegiadas, procuraban contener mas bien que es-
timular aquella general tendencia. Así fué que por sus pasos
contados se encaminó España á la refoma y mejoramiento,
y congregó sus Córtes sin que hubiera habido que escuchar
los consejos ó preceptos del extranjero. Y i ojalá nunca los
escuchara! Los años en que escribimos han sido testigos de
que su intervencion tan solo ha servido para hacerla retroce-
der á tiempos comparables á los de la mas profunda barbarie.




Portugal.


Su sítuacíon.


240
Nos parece que lo dicho bastará á deshacer los errores á


que ha dado lugar el silencio de algunas plumas españolas,
el despique de otras y la ligereza con que muchos extranje-
ros han juzgado los asuntos de España, país tan poco cono-
cido como mal apreciado.


Antes de concluir el presente libro será justo que demos
una razon , aunque breve , de la insurreccion de Portugal,
cuyos acontecimienuos anduvieron tan mezclados con los
nuestros.


Aquel reino, si bien al parecer tranquilo, viéndose agovía-
do con las extraordinarias cargas y ofendido de los agravios
que se hacían á sus habitantes, tan solo deseaba oportuna
ocasion en que sacudir el yugo quc le oprimia.


Junot en su desvanecimiento á veces hahia ideado ceñir-
se la corona de Portugal. Para ello hubo insinuaciones,
sordas intrigas, proyectos de Constitucion y otros pasos que
no haciendo á nuestro propósito, los pasarémos en silencio.
Tuvo por último que contentarse con la dignidad de duque
de Abrantes, á que le ensalzó su amo en remuneracion de
sus servicios.


Desde el mes de marzo con motivo de la llamada de las
tropas españolas anduvo el general francés inquieto, te-
miendo que se aumentasen los peligros al paso que se dis-
rninuia su fuerza. Se tranquilizó algun tanto cuando vió
que al advenimiento al trono de Fernando habian recibido
los españoles contra érdeu. Asi Iué , como hemos dicho,
que los de Oporto volvieron á sus acantonamientos; se man-
tuvieron quietos en Lisboa ysus contornos los de don Juan
Carrafa ; y solo de los de Solano se restituyeron á Setúbal
cuatro batallones, no habiendo Junot tenido por convenien-
te recibir á los restantes. Prefirió este guardar por sí el Alen-
tejo, y engió á Kellerman para reemplazar á Solano, cuya
memoria fué tanto mas sentida por los naturales, cuanto el




241
nuevocomandante seestrenó conimponer una contribucion
en tal manera gravosa, que el mismo Junot tuvo que des-
aprobarla. Kellerman transfirió á Yelbes su cuartel general
para observar de cerca á Solano, quien permaneció en la
frontera hastamayo, en cuyo tiempo se retiró á Andalucía.


En este estadose hallabanlas cosas de Portugal cuando,
después del suceso del 2 de mayo en Madrid, receloso Na-
poleon de nuevos alborotosen España, órdenó á Junot que
enviase delladode Ciudad-Rodrigo 4000 hombresque ob.-
sen de concierto con el mariscal Bessíeres , y otros tantos
por la parte de Extremadura para ayudar á Dupont, que
avanzaba hácia Sierramorena. Al entrar junio llegaron los
primeros al pié del fuerte de la Concepcion , el cual situado
sobreel cerro llamado el Gardon, sirvecomodeatalaya para
observar la frontera portuguesa y las plazas de Almeida y
Castel-Rodrigo. El general Loison, que mandaba á los Iran-
ceses, ofreció al comandanteespañolalgunas compañíasque
reforzasen el fuerte contra los comunes enemigos de ambas
naciones. El ardid por tan repetido era harto grosero para
engañará nadie. Pero no habiendo dentro la suficiente fuer-
za para la defensa, abandonó el comandante por la noche
el fuerte, y se refugió á Ciudad-Rodrigo, cuya plaza dis-
tante cincoleguas, y levantadaya comotoda la provincia de
Salamanca, redobló su vigilancia y contuvo así los sinies-
tros intentos de Loison. Por la parte del mediodia los 4000
franceses que debian penetrar en las Andalucías, trataron
con su jefe Avril de dirigirse sobre Mértola , y bajando des-
pues por las riberas de Guadiana, desembocar impensada-
mente en el condado de Niebla. Allí la insurreecíon habia
tomado tal incremento, que no osaron continuar en empre-
sa tan arriesgada. Al paso que así se desbarataron los pla-
nes de Napoleon, que en esta parte no hubieran dejado de
ser acertados, si mas á tiempo hubiesen tenido efecto los


TOM.t. 16


Divislonés
francesas que


intentan
pasar á España"




Los españoles
se retira n de


Oporto.


242
acontecimientos del norte de Portugal, vinieron del todo á
trastornar á Junot, y levantar un incendio universal en
aquel reino.


Los españoles á su vuelta de Oporto habían sido puestos
á las órdenes del general francés Quesnel. Desagradó la
medida inoportuna en un tiempo en que la indignacion ere-
cia de punto, é inútil no siendo afianzada con tropa fran-
cesa. Andaba así muy irritado el soldado español, cuando
a.ndose Galicia comunicó aquella junta avisos para que
los de Oporto se incorporasen á su ejército y llevasen con-
sigo á cuantos franceses pudiesen coger. Concertáronse los
principales jefes, se colocó al frente al mariscal de campo
don Domingo Belestá como de mayor graduacion, y el 6
de junio habiendo hecho prisionero á Quesnel y á los suyos,
que eran muy pocos, tomó toda la division española que
estaba en Oporto el camino de Galicia. Antes de partir dijo
Belestá á los portugueses que les dejaba libres de abrazar el
partido que quisieran, ya fuese el de Bspaüa, ya el de Fran-


Primer cía, ó ya el de su propio pais. Escogieron el último como era
levantamiento


ríe Oporto. natural. Pero luego que los españoles se alejaron • ame-
drentadas las autoridades se sometieron de nuevo á Junot.


Levantamiento Continuaron de este modo algunos dias , hasta que el 11
<le 'I'ras-Ins-Hon-


tes y sagundo de junio habiéndose levantado la provincia de Tras-los-Mon-
de Oporto,


tes. y nombrado por su jefe al teniente general l\lanuel
Gomez de Sepúlveda, hombre muy anciano. se extendió á
la de Butre-Duero-y-Miüo la insurreccion, y se renovó el 18
en Oporto, en donde pusieron á la cabeza á don Antonio de
San José de Castro, obispo de la diócesi. Cundió tambien
á Coimbra y otros pueblos de la Beira , haciendo prisione-
ros y persiguiendo á algunas partidas sueltas de franceses.
Loison, que desde Almeida babia intentado ir á Oporto, re-
trocedió al verse acometido por la poblacion insurgente de
las riberas del Duero.




245
Unajunta se formó en Oporto que mandó en union con


el obispo, la cual fué reconocida por todo el norte de Por-
tugal. Al instante abrió tratos con Inglaterra, y diputó á
Londres al vizconde de Balsemao y á un desembargador. En-
tabló tamhien con Galicia convenientes relaciones, y entre
ambas juntas se concluyó una convencionó tratado de alian-
za ofensiva y defensiva.


Súpose en Lisboa el 9 de junio la marcha de las tropas
españolas de Oporto, y lo demas que en esta ciudad habia
pasado. Sin dilacion pensó Junot en tomar una medida vi-
gorosa con los cuerpos de la misma nacion que tenia con-
sigo, y cuyos soldados estaban con el ánimo tan alborata-
do como todos sus compatriotas. Temíase una sublcvacion
de parte de ellos y no sin algun fundamento. Ya en el mes
anterior y cuando en ::; de mayo dió en Extremadura la
proclama, de que hicimos mencion, el desgraciado Torre del
Fresno, habia sido enviado allí de Badajoz el oficial don
Federico Moreti para concertarse con el general don Juan
Carrafa y preparar la vuelta á España de aquellas tropas. La
comision de Moreti no tuvo resulta, así por ser temprana y
arriesgada, como tambien por la tibieza que mostró el men-
cionado Carrafa; pero despues embraveciéndose la insur-
reccion espaüola , llegaron de varios puntos emisarios que
atizaban, faltando solo ocasion oportuna para que hubiese
un rompimiento. Ofrecíasela lo acaecido en Oporto, y con
objeto de prevenir golpe tan fatal, procuró Junot antes de
qu~ se esparciese la noticia sorprender á los nuestros y
desarmarlos, Pudo sin embargo escaparse de 1\Iafra y pasar
á Espaüa el marqués de l\'Ialespina con el regimiento de
dragones de la Reina; y para engañar á los demás emplea-
ron los franceses varios ardides, cogiendo á unos en los
cuarteles y á otros divididos. JUil y doscientos de ellos que
estaban cn el campo de Ourique , rehusaron ir al comento


Se desarma
á lo. españoles


de Lisboa.




Rechazan
108Españoles


á los franceses
en Os-Pegocs,


244
de San Francisco, barruntando que se les armaba alguna
celada. Entonces Junot los mandó llamar al Terreiro do
Pazo, fingiendo que era con intento de embarcarlos para
España. Alborozados por nueva tan halagüeña llegaron á
aquella plaza, cuando se vieron rodeados por 5000 fran-
ceses y asestada contra sus filas la artillería en las bocaca-
lles. Fueron pues desarmados todos y conducidos á bordo
de los pontones que había en el Tajo. No se comprendió á
los'" oficiales en precaucion tan rigurosa; pero no habiendo
creido algunos de ellos deber respetar una palabra de ho-
nor que se les habia arrancado después de una alevosía, se
fugaron á España, y de resultas sus compañeros fueron so-
metidos á igual y desgraciada suerte que los soldados.


No fué tan fácil sorprender ni engañar á los que estando
á la izquierda del Tajo vivian mas desembarazada mente.
Así desertó la mayor parte del regimiento de caballería de
María Luisa, y fué notable la insurreccion de los cuerpos
de Valencia y Murcia , de los que con una bandera se diri-
gieron á España muchos soldados. Estaban en Setúbal , y
el general francés Graindorge que allí mandaba los persi-
guió. Hubo un reencuentro en Os-Pegoes, y los franceses
habiendo sido rechazados no pudieron detener á los nues-
tros en, su marcha.


Levantamiento El haber desarmado á los españoles de Lisboa, motivó la
de los Algarbes. . . d 1 1 b . 1 d d


msurreceron e os A gar es, y por consecuencia a e to o
el mediodia de Portugal. Gobernaba aquella provincia de
parte de los franceses el general Maurin, á quien estando
enfermo substiyó el coronel Maransin. Eran cortas las tro-
pas que estaban á sus órdenes, y cuidadoso dicho jefe por
los alborotos, habia salido para Villareal, en donde cons-
truia una batería que asegurase aquel punto contra los
ataques de Ayamonte. Ocupado en guarecerse de un peli-
gro, otro mas inmediato vino á distraerle y consternarle.




245
Era el 16 de junio cuando Olhá, pequeño pueblo de pesca-
dores á una legua de Faro, se sublevó á la lectura de una
proclama que habia publicado Junot con ocasion de haber
desarmado á los españoles. Dió el coronel José Lopez de
Sousa el primer grito contra los franceses, que fué repeti-
do por toda la poblacion. Este alboroto estuvo á punto de
apaciguarse; pero obligado l'laransin, que habia acudido al
primer ruido, á salir de Faro para combatir á los paisanos,
que levantados descendian de las montañas que parten tér-
mino con el Alcntejo, se sublevó á su vez dicha ciudad de
Faro, formó una junta, se puso en comunicacion con los
ingleses, y llevó á hordo de sus navíos al enfermo general
Maurin y á los pocos franceses que estaban en su compañía.
]}Iar:msin en vista de la poca fuerza que le quedaba se re~
tiró á I'tlértola, para de allí darse mas fácilmente la mano
con los generales Kellerman y Avril que ocupaban el AJen-
tejo. Se aproximó despues á Reja, y por haberle asesinado
algunos soldados la entró á saco el 125 de junio. Prendió la
insurreccion en otros puntos, y en todos aquellos en que
el espíritu público no fué comprimido por la superioridad
de la fuerza francesa, se repitió el mismo espectáculo y
hubo iguales alborotos que en la península. Entre la junta
de Faro y los españoles suscitóse cierta disputa por haber
estos destruido las fortificaciones de Castro-Marino De amo
bos lados se dieron las competentes satisfacciones, y amis-
tosamente se concluyó un convenio adecuado á las circuns-
tancias entre los nuevos gobiernos de Sevilla y Faro.


No faltó quien viese, así en este arreglo como en lo que
antes se habia estipulado entre Galicia y Oporto, una pre-
paracion para tratados mas importantes, que hubieran po-
dido rematar por una union y acomodamiento entre ambas
naciones. Desgraciadamente.varios obstáculos con los cui-
dados graves de entonces debieron impedir que se prosi-


Convenciones
entre


algunas jnntas
de España y


Portugal.




246
guíese en designio de tal entidad. Es sin embargo de desear
que venga un tiempo en que desapareciendo añejas rivali-
dades, é ilustrándose unos y otros sobre sus recíprocos y
verdaderos intereses, se estrechen dos paises que al paso
que juntos formarán un incontrastable valladar contra la
ambicien de los extraños, desunidos solo son víctima de
ajenas contiendas y pasiones.




RESUMEN
DEL


LIBRO CUARTO.


JUNTA de Madrid. - Comision que da al marqués de Lazan. - Su pro-
clama de " de junio. - Su celo en favor de la diputaeion de Bayona.-
Valdés. - Marqués de Astorga. - Obispo de Orense. - Proclama de
Bayona á los zaragozanos. - Comisionados enviados á Zaragoza.-
Avisos enviados por Nopoleou á América. - Napoleón renuncia la co-
rona de España en José. - Llegada de José á Bayona. - Recibimiento
de José en ~Iarrac. - Diputaciones españolas. - La de los grandes. -
La del Consejo de Castilla. - La de la Inquisicion.-La del ejército.-
Otra proclama de los de Bayona. -- Prévias disposiciones para abrir el
congreso de Bayona, -Abrense sus sesiones. -- Sus discusiones.- Si
gozó de libertad.·-Juramento prestado á la Oonstituciou.c-Beílexiones
sobre la Constitucion.-Visita de la junta de Bayona á Napoleon.-Fe-
licitaciones de la servidumbre dé Fernando.-Felieitaeion de Fernando
mismo. -l\Iinisterio nombrado por José. - Jovellanos, - Empleos de
Palacio. - José entra en España el 9 de julio. -Primera expedicion
de los franceses contra Santander. - Expedicion contra Valladolid.-
Quema de Torquemada, - Entrada en Palencia. - Accion de Cabezon.
- Entran los franceses en Valladolid. - Segunda expediciun contra
Santander. - Obispo de Santander. - Noble accion de su junta.-




248
Expedicion contra Zaragoza. - Accion de Mallen. - De Alagon. -Ca-
taluña. - Somatenes. - Accion del Bruch. - Defensa de Esparrague-
ra. - Chabran en Tarragona. - Reencuentro de Arbós. - Saqueo de
Villafranca de Panadés, - Segunda accion del Bruch. -Expedicion
de Duhesme contra Gerona. - Resistencia de Mongat. - Saqueo de
Mataró. -Ataque de los franceses contra Geroua. - Vuelve Duhesme
á Barcelona. - Reencuentro de Granollers. - Somatenes del Llobre-
gato - Murat. 0-- Envia á Dupont á Andalucía. - Accion de Alcolea.
- Saco de Córdoba. - Situacion angustiada de los franceses. - Exce-
sos de los paisanos españoles.-Resistencia de Valdepeñas. - Reti-
rase Dupont á Andiíjar. - Saqueo de Jaen. - Expedicion de Moncey
contra Valencia. - Reencuentro del puente Pajazo. - De las Cabrillas.
- Preparativos de defensa en Valencia. - Refriega en el pueblo de
Cuarteo - Defensa de Valencia. - Proposicion de Moncey para que
capitule la ciudad. - Hechos notables de algunos españoles. - Retí-
rase Moncey.-Inaccion de Cervellon.-Conducta laudable de Llamas.
-Enfermedad de IUurat.-Enfermedades en su ejército.-Opinion de
Larrey.-Savary sucede á lUurat. - Singular comision de Savary.-
Su conducta. - Envia á Vedel para reforzar á Dupont. - Paso de
Sierramorena. - Hefuerzos enviados á Moucey. - Caulincourt. -
Saquea á Cuenca. - Frere. - Segundo refuerzo llevado á Dupont por
el general Gobert. - Desatiéndese á Bessiercs. - Cuesta. - Ejército
de Galicia despues de la muerte de Filangieri. - Batalla de Bioseco,
14 de julio.-Avanza Bessieres á Leon: su correspondencia con Blake.
- Viaje de José á Madrid. - Retrato de José. - Su proclamacion. -
Su reconocimiento. - Consejo de Castilla. - Acontecimientos que
precedieron á la batalla de Bailen. - Distribucion del ejército español
de Andalucía. - Consejo celebrado para atacar á los franceses. - Ae-
cion de ~Ienjibar. -- Batalla de Bailen, t 9 de julio. - Capitulacion del
ejército francés. - Rinden las armas los franceses. - Reflexiones sobre
la batalla. - Camina el ejército rendido á la costa. - Desórden en
Lebrija causado por la presencia de los prisioneros. - En el Puerto de
Santa Maria. - Correspondencia entre Dupont y Morla. - Consterna-
ciou del gobierno francés en l\Iadrid. - Retirase José. - Españoles
que le siguen. - Destrozos causados en la retirada.




HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO ~ GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO CUARTO.


A.NTES de haber tomado la insurrección de España el alto
vuelo que le dieron en los últimos días de mayo las renun-
cias de Bayona , recordará el lector cómo se habian derra-
mado por las provincias emisarios franceses y españoles que
con seductoras ofertas trataron de alucinar á los jefes que
las gobernaban. La junta suprema de Madrid , principal
instigadora de semejantes misiones y providencias, viéndose
así comprometida siguió con esmerada porfía en su propó-
sito, y al crujido de la insurreccion general, reiterando
avisos, instrucciones y cartas confidenciales, avivó su des-
acordado celo en favor de la usurpacion extraña , conser-
vando la ciega y vana esperanza de sosegar por medios tan
frágiles el asombroso sacudimiento de una grande y pun-
donorosa nacion.


Junta
de Madrid.




Comislon
que da


al marqués de
Lazan.


250
Sobresaltada en extremo con la conmociou de Zaragoza,


acudió con presteza á su remedio. Punzáhala este suceso
no tanto por su importancia, cuanto por el temor sin duda
de que con el se trasluciesen las órdenes que para resistir
á los franceses le habían sido comunicadas desde Bayona, y
á cuyo cumplimiento habia faltado. Presumia que Palafox
sabedor de ellas, y encargado de otras iguales ó parecidas,
les daría entera publicidad, poniendo así de manifiesto la
reprensible omision de la junta, á la que por tanto era ur-
gente aplacar aquel levantamiento. Como el caso requería
pulso, se escogió al efecto al marqués de Lazan, hermano
mayor del nuevo capitan general de Magan, en cuya per-
sona concurrían las convenientes calidades para no excitar
con su nombre recelos eu el asustadizo pueblo, y poder
influir con éxito y desernbarazadamente en el ánimo de
aquel caudillo. Pero el de Lazan al llegar á Zaragoza, en
vez de favorecer los intentos de los que le enviaban, y per-
suadido tambien de cuán imposible era resistir al entusias-
mo de aquellos moradores, se unió á su hermano, y en ade-
lante partió con ellos trabajos y penalidades de la guerra.


Su proclama Arrugándose mas y masel semblante del reino, y tocan-
de 4- de junio. do á d .. 1 4 * de i . . l' 1(' Al'. l. 4-. n. r.) O a punto e venir a as mauos, en e Jmuo circu o a


junta de acuerdo con lVlurat una proclama en la que se os-
tentaban las ventajas de que todos se mantuviesen sosega-
dos, y aguardasen á que el heroe que admiraba al mundo
concluyera la qrande obra en que estaba trabajando de la re-
generacion política. Tales expresiones alborotaban los áni-
mos léjos de apaciguarlos, y por cierto rayaba en avilantez
el que una autoridad española osase ensalzar de aquel mo-
do al causador de lasrecientes escenasde Bayona, y ademas
era, por decirlo así, un desenfreno del amor propio ima-
ginarse que con semejante lenguaje se pondria pronto tér-
mino á la insurrecciono




Valdés.


Su celo
en favor de la


díputucíon
de Bayona.


Viendo cuán inútiles eran sus esfuerzos, y ansiosa de
encontrar por todas partes apoyo y disculpa á sus compro-
misos, trabajó con ahinco la junta para que acudiesen á
Bayona los individuos de la diputacion convocada á aque-
111.1 ciudad. Crecían los obstáculos para la reunion con los
bullicios de las provincius , y con la repulsa que dieron al-
gunos de los nombrados. Indicamos ya como el hailio don
Antonio Valdés habia rehusado ir, prefiriendo con gran pe-
ligro' de su persona fugarse de Burgos, donde residia, á la
mengua de autorizar con su presencia los escándalos de
Bayona. Escusose también el marqués de Astorga sin re- Marqués


de Aslorga.
parar en que siendo uno de los primeros próceres del rei-
no, la mano enemiga le perseguiría y le privaria de sus
vastos estados y riquezas. Pero quien aventajó á todos en Obispo


de Orense.
la resistencia fué el reverendo obispo de Orense, don Pedro
de Quevedo y Quintano. La contestación de este prelado
al llamamiento de Bayona , obra señalada de patriotismo,
unió á la solidez de las razones un atrevimiento hasta en-
tonces desconocido á Napoleon y sus secuaces. Al modo de
los oradores mas egregios de la antigüedad, usó con arte
de la poderosa arma de la ironía, sin deslucirla con bajas é
impropias expresiones. Desde Orense y en ~9 de mayo no
levantada todavía Galieia, y sin noticia de la declaracion de
otras provincias, dirigió su contestacion al ministro de Gra-
cia y Justicia. Como en Sil contenido se sentaron las doc-
trinas mas sanas y los argumentos mas convincentes en fa-
vor de los derecbos de la nscion y de la dinastía reinan-
te, recomendamos IIlUY particularmente la lectura de tan
importante documento, que á la letra hemos insertado en
1'1 apéndice. * Difícilmente pudieran trazarse con mayor vi- (" Ap.l ••. n. 2.)
gOl' Y maestría las verdades que en él se reproducen. Así
fué que aquella contestación penetró muy allá en todos los
corazones, causando impresión profundísima y duradera.




Avisos
enviados por


Napoleon
á America.


Pero lllurat y la junta de Madrid no por eso cesarou en sus
tentativas, y con fatal empeño aceleraron la partida de las
personas que de monton se nombraban para llenar el hue-
co de las que esquivaban el ominoso viaje.


Proclama El 15 de junio debian abrirse las sesiones de aquella fa-de Bayona a los
zaragozanos. mosa reunion, y todavía en los primeros dias del propio mes


no alcanzaban á 50 los que allí asistían. Mientras que los
tiernas llegaban, y para no darles huelga, obligó Napoleon
á los presentes á convidar á los zaragozanos por medio de


r Ap. I. 4, n, 3.) una proclama * á la paz y al sosiego. Queriendo agregar al
co~~~i~~~~os escrito la persuasion verbal, fueron comisionados para lle-


á Zaragoza. l 1 . . ,1 e 1F don Ianaci M . ,1var o e pnnclpe ue aste - ranco, on gnaclO 1 artmez ue
Villela, consejero de Castilla, y el alcalde de corte don Luis
Nlarcelino Pereira. No les fué dable penetrar en Zaragoza,
y menos el que se atendiera á sus intempestivas amonesta-
ciones. Tuviéronse por dichosos de regresar á Bayona: mero
ced á los franceses que los custodiaban, bajo cuyo amparo
pudieron volver atrás sin notable azar, aunque no sin men-
gua y sobresalto.


Napoleon, que miraba ya como suya la tierra peninsu-
lar, trató tambien por entonces de alargar mas allá de los
mares su poderoso influjo, expidiendo á América buques
con cuyo arribo se previniesen los intentos de los ingleses,
y se preparasen los habitadores <le aquellas vastas y remo-
tas regiones .espaüolas á admitir sin desvío la dominacion
del nuevo soberano, procedente de su estirpe. Hizo que á
su bordo partiesen proclamas y circulares autorizadas por
don Miguel Azanza, quien ya firmemente adicto á la par-
cialidad de Napoleon , se figuraba que el emperador de los
franceses habia de respetar la union íntegra de aquellos
paises con España, y no seguir el impulso y las variaciónes
de su interés ó su capricho.


Luego que Fernando VII y su padre hubieron renuncia-




Napoleon
renuncia la


corona
de España en


José.


255
do la corona, se presumió que Napoleón cederia sus pre-
tendidos derechos en alguna persona de su familia. Funda-
basesobre todo la conjetura en la indicacionque hizo ]}Iurat
á la junta de Madrid y Consejo real de que pidiesen por rey
á José. Ignorábase no obstante de oficio si tal era su pen-
sarniento., cuando en 23 de mayo dirigió Napoleon una
proclama* á los españoles, en la que aseguraba que ( no ('Ap. I. 4, n, 4.)
)J queria reinar sobre sus provincias, pero sí adquirir dere-
n ehos eternos al amor y al reconocimiento de su posteri-
» dad. » Apareció pues por este documento de una manera
auténtica que trataba de desprenderse del cetro español,
mas todavía guardó silencio acerca de la persona destinada
á empuñarlo. Por fin el 6 de junio se pronunció clara-
mente dando en Bayona mismo un decreto del tenor si-
( guiente. * Napoleon , por la gracia de Dios etc. A todos (·Ap. I. 4, n, s.)
» los que verán las presentes salud. La junta de Estado,
» el Consejo de Castilla, la villa de Madrid etc. etc. ha-
» biéndonos por sus exposiciones hecho entender que al
)J bien de la España exigia que se pusiese prontamente un
» término al interregno, hemos resuelto proclamar, co-
l) mo Nos proclamamos por las presentes, rey de Es-
») paña y de las Indias á nuestro muy amado hermano
» José Napoleon, actualmente rey de Nápoles y de Si-
l) cilia,


» Garantimos al rey de las Españas la independencia é
» integridad de sus estados, así los de Europa como los de
» de Africa t Asia y América.») Y encargamos etc. (Sigue
la fórmula de estilo.)


Era este decreto el precursor anuncio de la llegada de Llegada de José
José, quien el 7 entró en Pau á las ocho de la mañana, y a Bayona.
puesto en camino poco despues se encontró con Napoleon
á seis leguas de Bayona, hasta donde había salido á espe-
rarle. l\lostrabaeste tanta diligencia,porque no habiendo de




~54
antemano 1 consultado con su hermano la mudanza resuel-
ta, temió que no aceptase el nuevo solio, y quiso remover
prontamente cualquiera obstáculo que se le opusiese. En
efecto José, contento con su delicioso reino de Nápoles, no
venia decidido á admitir el cambio que parél otros hubiera
sido tan lisonjero. Y aquí tenemos una corona arrancada
por la violencia á Fernando VII, adquirida tambien mal de
su grado por el señalado para sucederle.


Napoleon, atento á evitar la negativa de su hermano, le
hizo subir en su coche, y exponiéndole sus miras políticas
en jrasladarle al trono español, trató con particularidad de
inculcarle los intereses de familia, y la conveniencia de que
se conservase en ella la corona de Francia, para cuyo pro-
pósito y el de prevenir la ambicion de Mural. y de otros ex-
traños' nada era mas acertado, añadía, que el poner como de


• nlr. Digno", citado mas arriha , aunque elogia nuestra imparcia-
lidad, desmiente este hecho desfigurando el modo como lo contamos.
Apoyase principalmente en lo que acerca del caso reflere en sus ~ile­
morías ftlr. Estanislao Girardin, si bien no le sigue á la letra ó por
negligencia ó por dar mayor fuerza á su relaciono Nosotros hemos se-
guido en la nuestra, desp ues de acudir á buenas fuentes, al general
Foy, como quien concuerda mejor con ellas; pero no bastándonos ni
aun esto en vista de lo que asegura en contrario MI'. Bignon , hemos
recurrido por medio de personas antorizadas y fidedignas á José Bona-
parte mismo y los que le rodean, y han merecido siempre su confianza.
Todos ellos ahora (en IIH-2) viven en Florencia; y satisfaciendo nues-
tros deseos, han respondido: que de cuanto habian visto estampado,
inclusas las HIemorias de MI'. Estnnislno Girardin , acerca de lo acaeci-
do en 1808 entre elrey José y su hermano el emperador Napoleon , ya en
Rayana, ya antes, ninguna relacion era tan puntual y exacta como la
del conde de Toreno en su Historia, habiendo añadido José de por sí,
que se admiraba de que dicho Toreno hubiese tenido conocimiento tan
verdadero y circunstancir1do de aquellos sucesos. De aquí inferirá el lec-
tor lo mucho que nos hemos afanado por apurar la verdad au., C/l los
hechos qne no pedian tanta y tan esmerada averiguacion.




255
atalaya á José en Espaüa, desde donde con mayor facilidad y
superiores medios se posesionaría del trono de Francia, en
caso de que vacase inesperadamente. Ademas le manifestó
haber ya dispuesto del reino de Nápoles para colocar en él
á Luciano. Asegúrase que la última indicacion movió á José
mas que otra razon alguna por el tierno amor que profesaba
á aquel su hermano. Sea pues de esto lo que fuere, lo cierto
es que Napoleon había de tal modo preparado las cosas,
que sin dar tiempo ni vagar, Iué José reconocido y acatado
comorey de España.


Así sucedió,que al llegar entre dos luces á Marrac recibió
los obsequios de tal de boca de la emperatriz, que con sus
damas había salido á recibirle al pié de la escalera. Ya le
aguardaban dentro del palacio los españoles congregadosen
Boyona, á quienes se les habiacitado de antemano, tenien-
do Napoleon tanta priesa en el reconocimiento del nuevo
rey, que no permitió cubrir las mesas ni descanso alguno
á su hermano antes de desempeñar aquel cuidado, cuyo ce-
remonialse prolongó hasta las diez de la noche.


Naturalmente debió durar mas de lo necesario, habiendo
ignorado los españoles el motivo á que eran llamados. Ad-
vertidosdespués tuvieron que concertarse apresuradamente


allí mismo en uno de los salones, y arreglar el modo de fe-
licitar al soberano recien llegado. Para ello se dividieron en
cuatro diputaciones, á saber, lade los grandes, la del Con-
sejo de Castilla, la de los de la Inquisicion, Indias y Hacien-
da reunidos los tres en una, y la del ejército. Pusieron todas
separadamente y por escrito una exposicion gratulatoria, y
antes de que se leyesen á José con toda solemnidad,se pre-
sentaba cada una á Napoleon para su aprobación prévia:
menguada censura, indigna de Sil alta gerarquía,


Era la diputacion de los grandes la primera en órden, é
iba á su cabezael duque del Infantado, quien había tenido


Recibimiento
de José


en Marrac.


Diputaciones
españolas.


La de los
grandes.




256
el encargo de extender la felicitacion. Principiando por un
cumplido vago concluia esta con decir: « las leyes de España
» no nos permiten ofrecer otra cosa á V. M. Esperamos que
») la nacion se explique y nos autorice á dar mayor ensan-
1) che á nuestros sentimientos.: Difícil seria expresar la ir-
ritacion que provocó en el altivo ánimo de Napolcon tan
inesperada cortapisa. Fuera de sí y abalanzándose al duque
díjole, que « siendo caballero se portase como tal , y que en
») vez de altercar acerca de los términos de un juramento 1 el
» cual así que pudiera intentaba quebrantar, se pusiese al
» frente de su partido en España, y lidiase franca y lealmen-
» te ... Pero le advertia que si faltaba al juramento que iba á
» prestar, quizá estaria en el caso antes de ocho dias de ser
») arcabuceado. » Tardíos eran á la verdad los escrúpulos del
duque, y, ó debia haberlos sepultado en lo mas íntimo del
pecho, ó sostenerlos con el brío digno de su cuna, si ar-
rastrado por el clamor de la conciencia quería acallarla dán-
doles libre salida. l\'Ias el del Infantado arredróse, y cedió
á la ira de Napoleon. Por eso hubo quien achacara á otro
haberle apuntado la cláusula, dejándole solo al duque la
gloria de haberla escrito, sin pensar en el aprieto en que
iba á encontrarse. Corrigieron entonces los grandes su pri-
mera exposicion , reconocieron por rey á José, é hizo la lec-
tura de ella, aunque no pertenecia á la clase, don Miguel
José de Azanza.
Ld~~a~g?J~e!o Los magistrados que llevaban la voz á nombre del Con-
(. AV. J. 4, n. 6.) sejo de Castilla, si bien incensaron al nuevo rey diciéndole: *


« V. ]}1. es rama principal de una familia destinada por el
» cielo para reinar,» esquivaron tambien, pero de un modo
mas encapotado que los grandes, el reconocimiento cla-
ro y sencillo, limitándose por falta de autoridad, segun
expresaban, á manifestar cuáles eran sus deseos: tan cui-
dadosos andaban siempre el Consejo y sus individuos




de no comprometerse abiertamente en ningun sentido.
A todos los parabienes respondió José con afable corte-


sanía, mereciendo particular mencion el modo con queha-
bló al inquisidor don Raimundo Ethenard y Salinas, á quien
dijo « que la religion era la base de la moral y de la prospe-
» ridad pública, y que aunque habia paises en que se admi-
» tian muchos cultos, sin embargo debia considerarse á la
» España como feliz porque no se honraba en ella sino el
)) verdadero. ) Con un tan claro elogio de las ventajas de
una religion exclusiva, los inquisidores, que fundadamente
consideraban su tribunal corno el principal baluarte de la
intolerancia, creyéronse asegurados. Ya antes alimentaban
la esperanza de mantenerse desde que Murat mismo habia
correspondido á sus congratulaciones con halagüeñas y fa-
vorables palabras. El no haberse abolido aquel terrible tri-
bunal en la Constitucion de Bayona , y el que uno de sus
ministros en representacion suya la autorizase con su firma,
acrecentó la confianza de los interesados en conservarle, y
puso espanto á los que á su nombre se estremecían. Ahora
que han transcurrido años, y que otros excesos han eási
borrado los de Napoleon , atrihuiráse á sueño de los parti-
darios del santo Oficio el haberse imaginado que aquel hu-
biera sostenido tan odiosa institucion. Massi recordamos
que en los primeros tiempos de la irrupción francesa mu-
chos emisarios de su gobierno encarecerian la utilidad de
la Inquisicion como instrumento político, y si también aten-
demos al modo arbitrario y escudriñador con que en la ilus-
trada Francia se disminuía y cercenaba la libertad de escri-
bir y pensar, no nos parecerá que fuesen tan desvariadas y
fútiles las esperanzas de los inquisidores. Quizá José y al-
gunos españoles de su bando hubieran querido la abolicion
inmediata; ¡.pero qué podía él ni que valian ellos contra la
imperiosa voluntad de Napoleon? Que este acabase despues


TOM. I. 17


La de la
Inqui.icion.




.258
en diciembre de 1808 con la Iuquisicion , en nada destruye
nuestros recelos. Entonces restablecida, como á su tiempo
veremos, por la junta central con gran descrédito suyo,
entendió el soberano francés ser oportuno descuajar tan
mala planta, procurando granjearse por aquel medio y en
eontraposieion de la autoridad nacional el aprecio de mu-
chos hombres de saber, atemorizados y desabridos con el
renacimiento de tan odioso tribunal.


La/lel ¡'jércHo, En la contestacion que dió José al duque del Parque,
representante del ejército, también notamos ciertas expre-
presiones bastantemente singulares. «Yo me honro, dijo,
)) con el título de su primer soldado, y ora fuese necesario
» como en tiempos antiguos combatir á los moros, ora sea
» menester rechazar la injustas agresiones de los eternos
» enemigos del continente, yo participaré de todos vuestros
» peligros. ) Extraña mezcla poner al par de los ingleses á
los moros y sus guerras. Probablemente fué adorno oratorio
mal escogido. dado que no siendo creíble que por aquellas
palabras hubiera querido anunciar en nuestros días temores
de una irrupcion agarena, era forzoso imaginarse que se en-
cubria en su sentido el ulterior proyecto de invadir la costa
africana; y cierto que si el primer pensamiento hubiera pa-
sado de desvarío, hubiéraseel segundo reprendido de sobra-
damente anticipado, cuando la nueva corona apenas habia
tocado su cabeza.


Otra proclama Todavía era muy corto el número de diputados que con-
~~ .


•de llayona. currian en Bayona , á la sazon que en 8 * de Junio dieron( Al" 1. 4, n. 1.)
los presentes otra proclama á todos los españoles con obje-
to de recomendar á su afecto la nueva dinastía, y de re-
primir la insurrecciono José por su parte aceptó en decreto


(. Ap.l. 4, n. s.) del 1O* la eesion de la corona de España que en su persona
habia hecho su hermano. confirmando á Murat en la lugar-
tenencia del reino. cuyo puesto habíaejercido sucesivamen:'




259
te á nombre de Carlos IV y de Napoleón. Acompañaba á
este decreto * otro en que mostraba cuáles eran sus inteu-
ciones , y en el que ya llamaba suyos á los pueblos de Es-
paña. Estos documentos eorrian con dificultad en las pro-
vincias; pero si alguno de ellos se introducía, soplaba el
fuego en vez de apagarle.


Acercábase el día de abrirse el congreso de Bayona, y á
duras penascrecía el número de individuosque debian com-
ponerle. Por fin fueron llegando algunos de los que forza-
damente obligaban á salir de Madrid, ó de los que cogian
en los pueblos ocupados por las tropas francesas. Pocos
fueron los que de grado acudieron al llamamiento; y mal
podía ser de otra manera viendo los convocados que la in-
surreccion prendia por todas partes, y el gran compromiso
á que se exponian. Antes de dar principio á las sesiones,
Napoleon entregóá don l\'Iiguel José de Azanza un proyecto
de Constitucion.Extrema curiosidad se despertó con deseo
de averiguar quién fuese el autor. Ni entonces ni ahora ha
sido dableel descubrirle, bien que se advierta que una mano
española debió en gran parte coadyuvar al desempeño de
aquel trabajo. Nosotros no aventuraremosconjeturas mas ó
menos fundadas. Pero sí se nos ha aseverado de un modoin-
dudablepor persona bien enterada. que dicha .Constitucion
ó sus bases mas esenciales fueron entregadas al emperador
francés en Berlín después de la batalla de Jena. Debiópues
salir de pluma que vislumbrase ya cuál suerte aguardaba á
España con la incierta politica del príncipe de la Paz y la
desmesurada ambicion del gabinete de Francia. Napoleon
escogió á don Miguel de Aza~za, como en otro libro indi-
camos, para presidir el congreso; y se nombraron por se-
cretarios á don Mariano Luis de Urquijo, del Consejo de
Estado, y á don Antonio Ranz Romanillos, del de Hacienda.
Encargó también que se eligiesen dos comisiones á cuyo


(' Ap. l. 4, n, 9.)


Prevías
disposiciones
para abrir el


congreso
de Bayons.




Abrense
sus sesiones.


260
prévio exámen se confiase el preparar los asuntos para los
debates, y proponer las modificaciones que pareciere opor-
tuno adoptar en la nueva Constitucion.


Concluidas que fueron estas disposicioaes preliminares,
abrió sus sesiones la junta de Bayona el 15 de junio, dia
de antemano señalado. Pronunció don Miguel de AzallZ3
en calidad de presidente el discurso de apertura. En el de-


(' Al'. l.., n. s u.) eia : * « Gracias y honor inmortal á este hombre extraordi-
» nario (Napoleon), que nos vuelve una patria que habia-
» mos perdido. .... » (( Ha querido despues que en el lugar
» de su residencia y á su misma vista se reunan los dipu-
» tados de las principales ciudades, y otras personas auto-
» rizadas de nuestro país, para discurrir en comun sobre
» los medios de reparar los males que hemos sufrido, y san-
» cionar la Constitucion que nuestro mismo regenerador se
» ha tomado la pena de disponer, para que sea la inalterable
» norma de nuestro gobierno..... De este modo podrán ser
» útiles nuestros trabajos, y cumplirse los altos designios
» del héroe que nos ha convocado..... » Pesa que un hom-
bre, cuyo concepto de probidad se había hasta entonces
mantenido sin tacha, se abatiese á pronunciar expresiones
adulatorias, poco dignas de la boca de un ministro puro y
honrado. Porque en efecto, ¿dónde estaban los diputados
de las principales ciudades'? Y si la patria estaba perdida,
¿no había tambien el hombre extraordinario contribuido en
gran manera á hundirla en el abismo? ¿En dónde y cómo
nos la habíavuelto? Sin la constancia española, sin la perti-
naz guerra de seis años, hubiera sido tratada con el vilipen-
dio que otros estados, y partida después ó desmembrada al
antojo del extranjero. Suerte que hubiera merecido, si en
silencio hubiese dejado que tan indignamente se la humi-
llase y oprimiese. Pudiera Azanza haber cumplido con el
encargo de presidente, sin aparecer oficioso ni lisonjero.




261
Itedujérouse á doce las sesiones de Bayona. En la misma Sus discusiones.


del 11> se procedió á la verificacion de poderes, y se leyó
el decreto de Napoleon por el que cedía la corona de Es-
paüa á su hermano José; habiéndose acordado en la deli7
pasar á cumplimentar al nuevo monarca. En nada fueron
notables los discursos que al caso se pronunciaron, sino
en haberseespecificado en el contexto del de la junta, (( que
)J hahian hecho y que harian (sus individuos) cuanto estu-
» viese de su parte para atraer á la tranquilidad y al órden
» las provincias que estaban agitadas. » Por el mismotenor
y seguncostumbre fué la contestacion de José, no echando
en olvido la repetida cantinela de que los ingleses eran los
que fomentaban la inquietud de los pueblos.


Presentóse el dia 20 el proyecto de Constitucion , y or-
denó la junta su impresion, habiéndoseoido en los siguien-
tes varios discursos acerca de sus articulas. Se ventilaron
tambien otros puntos, y en la citada sesion del 20 se pro-
puso para halagar al pueblo la supresion de los 4 marave-
dises en cuartillo de vino, y la de 51/ 3 por 100 de los fru-
tós que no diezmaban, cuyo acuerdo quedó en el inmediato
dia aprobado por José. En la del ':'!2 don Ignacio de Tejada,
designado por Murat para representar el nuevo reino de
Granada, sostuvo en un vehemente discurso 10 conveniente
que seria afianzar la union con la metrópoli de las provincias
americanas. Cuatro religiosos que tenian voz como diputa-
dos de los regulares, pidieron en otra sesion que no se su-
primiesen del todo los conventos, y que solo se minorase
el número. i Ojalá se hubieran mostrado siempre tan sumi-
sos y conformes! Se atrevióá proponer la aboliciondel san-
to Oficio don Pablo Arribas, sosteniéndole don José Gomez
Hermosilla; pero el inquisidor Ethenard levantándose muy
alborotado, se opuso é intentó probar lo útil del estable-
-imiento , considerado por el Lado político. Apoyáronle con




SI .egozó de
libertad.


26~
fuerza los consejeros de Castilla, siendo natural se estre-
chasen para defensa mutua dos cuerpos que en sus respec-
tivas jurisdicciones tanto daño habian acarreado á España.
El duque del Infantado queria que no se rebajase á menos
de 80,000 ducados el máximo de los mayorazgos: dese-
ehóse la propuesta, no habiendo tampoco las dos anterio-
res tenido resulta. Fué notable y digna de loa la que pro-
movió don Ignacio Martinez de ViIlcla, si no con mejor
éxito, de que se comprendiese en la ley fundamental un
articulo para que ninguno pudiese ser incomodado por sus
opiniones políticas y religiosas. Admiraría que aquel mis-
mo magistrado años adelante se convirtiese en duro y cons-
tante perseguidor, si por desgracia no ofreciese la flaqueza
humana, la rencorosa envidia ó la desapoderada ambicion,
repetidos ejemplos de tan lamentables mudanzas. Por tal
término anduvieron las discusiones, hasta que el DO se con-
cluyeron y cerraron las de la Constitueion ; en cuyo dia se
le añadió un último artículo declarando, que despues del
año 20 se presentarian de órden del rey las mejoras y mo-
dificaciones que la experiencia hubiese enseñado ser nece-
sarias y convenientes.
. En vista de la adicion de este artículo y de las cortas dis-
cusiones que hubo, han pretendido algunos, y de aquellos
que han tratado de defenderse, que la junta habia gozado
de libertad. Concediendo que esto fuese cierto, levanta-
ríase contra los miembros un grave cargo por no haber sos-
tenido mejor los derechos de la nacion , ya que hubiesen
creído inútil recordar 101'; de Fernando y su familia. Pare-
ceria pues imposible, á no leerlo en sus obras, que hom-
bres graves hayan querido persuadir al páhlico que allí se
procedió sin embarazo, discutiéndose las materias con to-
da franqueza y al sabor y segun el dictamen de los vocales.
No hay duda que sobre puntos accesorios fué licito hablar,




265
y aun indicar levI's modificaciones. Pero ¿qué hubiera acon-
tecido si alguno se hubiese propasado, no á renovar la
cuestion decidida ya de mudanza de dinastía, sino á en-
mendar cualquiera artículo de los sustanciales de la Cons-
titucion? ¿Qué si hubiese reclamado la libertad de impren-
ta, la publicidad de las sesiones, una manera en fin mas
acertada de constituirse las Córtes? O para siempre hubie-
ra enmudecido el audaz diputado de cuyos labios hubieran
salido semejantes proposiciones, ó de prisa y estrepitosa-
mente se hubiera disuelto el congreso de Bayona. Asíen el
corto número de doce sesiones se cumplió con las formali-


dades de estilo, se tocaron varias materías , y se áíscutíó
y aprobó á la unanimidad una Constitucion de 146 artícu-
los. ¿1VIas á qué cansarse? Para conceptuar de qué libertad
gozaron los diputados, basta decir que fué en Bayona y á
vista de Napoleon, donde celebraron sus sesiones.


Al fin el 7 de julio reunido el congreso en el mismo sitio Juramento
de los anteriores dias, que fué en el palacio llamado del álacr~;:m~~lon.
ObispadoViejo, juró José la observancia de la Constitucion
en manos del arzobispo de Burgos, y tambien la juraron,
aceptaron y firmaron los diputados cuyo número no pasó
de 91 , siendo de notar que apenas 20 habian sido nom-
brados por las provincias.Los demás ó eran de aquellos que
habían acompañado al rey Fernando, ó individuos de diver-
sas corporaciones ó clases residentes en Madrid y ciudades
oprimidas por los soldados franceses. Para que subiera la
cuenta obligaron tambien á españoles transeuntes casual-
mente en Bayona, á que pusiesen su firma en la nueva Cons-
titucion. Pero á pesar de tales esfuerzos nunca pudo com-
pletarse el número de 150, que era el determinado en la
convocatoria.


Ahora seria oportuno entrar en el examen de esta Cons- Reflexiones
.. . 1 h bi h d d h h sobretitucíon , SI por o menos u lera go erna o e ec o la la Cnnsüluclon.




264
monarquía. Mas ilegítima en Sil origen, y bastarda produc-
cion de tierra extraña nunca plantada en la nuestra, no
seria justo que nos detuviese largo tiempo, ni cortase el
hilo de nuestra narración. Sin embargo, atendiendo al elo-
gio que de algunos ha merecido, séanos lícito poner aquí
ciertas observaciones, que si bien restrictas y generales, no
por eso dejarán de dar una idea de los defectos fundamen-
tales que la obscurecían y anulaban.


Desde luego notase que falta en aquella Coustitucion lo
que forma la base principal de los gobiernos representati-
vos, á saber, la publicidad. Por ella se ilustra y conoce la
opiníon , y la opiniou es la que dirige y guia á los que man-
dan en estados así constituidos. Dos son los únicos y ver-
daderos medios de conseguir que la voz pública suba con
rapidez á los representantes de una gran nacion , y que la de
estos descienda y cunda á todas las clases del pueblo. Son
pues la libertad de imprenta y la publicidad en las discusio-
nes del cuerpo ó cuerpos que deliberan. Por la última, como
decia el mismo Burke, llega á noticia de Jos poderdantes el
modo de pensar y obrar de sus diputados, sirviendo tam-
bien de escuela instructiva á la juventud: y por la primera
esencialmente unida á la naturaleza de un estarlo libre, con-
forme á la expresion del gran jurisconsulto Blackstone, se
enteran los que gobiernan de las variaciones de la opinion
y de las medidas que imperiosamente reclama, por cuya
mútua y franca comunicacion , acumulándose cuantiosa co-
pia de saber y datos, las resoluciones que se toman en una
uacion de aquel modo regida no se apartan en lo general de
lo que ordena su interes bien entendido; desapareciendo en
cotejo de tamaño beneficiolos cortos inconvenientes que en
ciertos y contados casos pudieran acompañar á la publici-
dad, y de que nunca se vedel todo desembarazadala humana
naturaleza. Pues aquellos dos medios tan necesarios de es-




26,)
tamparse en una Constitucion que se preciaba de represen-
tativa, no se vislumbraban siquiera en la de Bayona. Al
contrario, por el artículo 80 se prevenia (( que las sesiones
» de las Cortes no fuesen públicas.)) y en tanto grado se
huía de conceder dicha facultad, que en el 81 íbase hasta
graduar de rebelion el publicar impresas ó por carteles las
opiniones ó votaciones. Quien con tanto esmero habia tra-
bado la libertad de los diputados, no era de esperar obrase
mas generosamente con la de la imprenta. Diferiasesu goce
á dos años despues que la Constitucion se hubiese planteado.
no debiendo esta tener su cumplido efecto antes de 1815.
Pero aun entonces, ademas de las limitaciones que hubie-
ran entrado en la ley, parece ser que nunca se hubieran
comprendido en su contexto los papeles periódicos. Así se
infiere de lo prevenido en el artículo 45: porque al paso
que se crea una junta de 5 senadores encargados de velar
acerca de la libertad de imprenta, se exceptúan determina-
damente semejantes publicaciones, las que sin duda reser-
vaba el gobierno á su propio exámen. Véasepues cuán tardía
y escatimada llegaria concesión de tal importancia.


Tampoco se habíacompuesto ni deslindado atinadamente
la potestad legislativa. Al sonido de la voz senado, cual-
quiera se figuraria haber sido erigido aquel cuerpo con la
mira de formar una segunda y separada cámara que tomase
parte en la discusion y aprobacion de las leyes; pero no
era así. Ceñidas sus facultades en los tiempos tranquilos á
velar sobre la conservacion de la libertad individual y de la
de imprenta, ensanchábanse en los borrascosos ó cuando
parecieren tales á la potestad ejecutiva, á suspender la Cons-
titucion y á adoptar las medidas que exigiese la seguridad
del estado. Un cuerpo autorizado con facultad tan amplia y
poderosa, debiera al menos haber ofrecido en su indepen-
dencia un equilibrio correspondiente y justo. Mas constan-




266
do de solos 24 individuos nombrados por el rey y escogio
dos entre empleados antiguos, antes era sostenimiento de
la potestad ejecutiva, que valladar centra sus usurpacio-
nes.


Para evitar estas ó resistirlas gananciosamente no era mas
propicia ni recomendable la manera como se habían cons-
tituido las Córtes, las cuales además de verse privadas de
la publicidad, sólido cimiento de su conservación, llevaban
consigo la semilla de su propia desorganizacion y ruina.
Por de pronto el rey estaba obligado solamente á convo-
carlas cada tres aüos , y como para todo este intermedio se
votaban las contribuciones, no era probable que se las hu-
biera congregado con mas frecuencia. El número de vocales


.se limitaba á 162, divididos en tres estamentos, cléro, no-
bleza y pueblo; componiéndose los dos primeros de 50 in-
dividuos. Debían, reunidos en la mismasala, discutir las ma-
terias y decidirlas á pluralidad de votos y no por separacion
de clase. En cuya virtud, sin resultar las ventajas de la cá-
mara de lores en Inglaterra, ni la del senado en los Esta-
dos-Unidos, sirviendo de contrapeso entre la potestad real
ó ejecutivay la popular; aquí juntos y amontonados todos
los estamentos ó brazos, hubieran presentado la imagen
del desorden y la confusión. Cuando el cuerpo que ha de
formar las leyes está dividido en dos cámaras. al choque
funesto de las clases, que es temible exista estando reu-
nidos los privilegiadosy los que no lo son, sucede cuando
deliberan separadamente el saludable contrapeso de lasopi-
niones individuales, estableciéndose una mutua correspon-
dencia entre los vocales de ambas cámaras, que no disien-
ten en el modo de pensar; sin atender á la clase á que
pertenecen. Por lo menos así nos lo muestra la experiencia,
gran maestra en semejantes materias. Cuanto mas se re-
flexiona acerca del artificio de esta Constitueion , mas se




267
descubre que solo en el nombre quería darse á España un
gobierno monárquico representativo.


Habia empero, artículos dignos de alabanza. Merécenla
pues aquellos en que se declaraba la supresion de privi-
legios onerosos, la abolicion del tormento, la publicidad
en los procesos criminales y el límite de 20,000 pesos fuer-
tes de renta, señaladoá la excesiva acumulacion de mayo-
razgos. Mas estas mejoras que ya desaparecían junto á las
imperfecciones sustanciales arriba indicadas, del todo se
deslustraban y ennegrecían con la monstruosidad (no pue-
de dársele otro nombre) de insertar en la ley fundamental
del estado, que habria perpetuamente una alianza ofensivay
defensiva, tanto por tierra como por mar, entre España y
Francia. Todo tratado ó liga de suyo variable, supone por
lo menos elconvenio recíproco de los dos ó mas gobiernos
que estan interesados en su cumplimiento. Exigíase aun
mas en este caso: ya que quisiera darse á la alianza la du-
racion y firmeza de una ley fundamental, menester era que
la otra parte, la Francia, se hubiese comprometido á lo
mismo en las constituciones del imperio. Podrá redargüirse
que estaba sujeta esta determinaeion á un tratado posterior
y especial entre ambas naciones. Pero segun el artículo 24
de la Constitucion, que era en donde se adoptaba el prin-
cipio, debia el tratado limitarse á especificar el contingente
con que cada una habia de contribuir, y no de manera al-
guna á variar la base admitida de una alianza perpetua ofen-
siva y defensiva. No es de este lugar examinar la utilidad
ó perjuicio que se seguiría á España, país cási aislado, de
atarse con semejante vínculo y abrazar todas las desavenen-
cias de una nacion como la Francia, contigua á tantas otras
y con intereses tan complicados. Aquí solo consideramos
la cuestion constitucional, bajo cuyo respecto no pudo ser
ni mas fuera de sazón ni mas extraña. Al ver adoptado se-




vtstta de la junta
de Bayona


á Napoleón.


'?268
mejante artículo, no podemos menos de asombrarnos por
segunda vezde que haya habido españoles de los firmantes,
tan olvidados de sí propios, que hayan asegurado en sus
defensas haberse gozado en Bayona de entera é ilimitada
libertad. Porque si á sabiendas y voluntariamente le admi-
tieron y aprobaron, i.cómo pudieran disculparse de haber
encadenado la suerte de su patria á la de otra nación • sin
que esta se hubiera al propio tiempo comprometido á igual
reciprocidad? WIas afortunadamente y para honra del nom-
bre español, si hubo algunos que con placer firmaron la
Constitucion de Bayoua , justo es decir que el mayor nú-
mero lo hicieron obligados de la penosa é involuntaria si-
tuaeion en que los había colocado su aciaga estrella.


En el mismodia 7 de julio don Miguel de Azanza propus?
y se acordó la acuñacion de dos medallas que perpetuasen
la memoria del juramento á la Constitucion, trasladándose
en seguida la junta en cuerpo al palacio de l\'Iarrac á cum-
plimentar á Napoleon. Llevó la palabra el presidente, y
en silencio aguardaron todos con ansiosa curiosidad la res-
puesta del soberano de Francia, rodeado de los diputados
españoles. Tres cuartos de hora duró el discursodel último,
embarazoso en h expresión é infecundo en sus conceptos.
Levantando pues la cabeza y echando una mirada esquiva
y torva, la inclinaba despues aquel príncipe sobre el pecho,
articulando de tiempo en tiempo palabras sueltas ó frases
truncadas é interrumpidas, sin que centellease ninguno de
aquellos rasgos originales que á veces brillaban en sus con-
versacionesó arengas. Parecía representar SIl voz el estado
de su conciencia. Impacientábanse todos,· mas el disimulo
reinaba por todas partes. Sus cortesanos quedaron inrno-
bIes y aturdidos los españoles, á cuyos ojos achicóse en
gran manera el objeto que tan agigantado les había parecido
de léjos. Fatigado el concurso y quizá Napoleou mismo,




Felíeítacion
deis


servidumbre
de Fernando.


~69
despidió este á los diputados, qll~ sobrecogidos y silenciosos
se retiraron. Azaro:;o andaba en todo lo de España.


A.lln duraban las discusiones de la Gonstitucion, cuando
llegó á Rayana una carta escrita en Valeucey en 2~ de junio
por la servidumbre de Fernando y los infantes, en la que
lC juraban * obediencia á la nueva Constitucion de su país y (' Ap.l. 4, n. u.)
» fidelidad al rey de España Jase I.» Segun Escóiquiz fué
efecto de íntimacíon del príncipe de Talleyrand, hecha á
nombre de Napoleon , añadiendo que para evitar mayores
males accedieron, encargándose él mismo de extender la car-
ta en términos estudiados y medidos. Si así hubiera pasado,
merecían disculpa Escóiquiz y sus compañeros; pero acon-
teció muy de otra manera: y ó aquel se imaginó que nunca
se trasluciría el contenido de su carta, ó con los 'infortunios
se habia enteramente desmemoriado. En ella se prestaba el
juramento de un modo claro, no ambiguo; y lo que era peor
se pedian nuevas gracias expresadas en una Ilota adjunta,
afirmándose tambien que estaban prontos á obedecer cieqa-
mente su voluntad (la de José) hasta en lo mas mínimo.
Véase pues lo qne llamaba Escóiquiz juramento condicional
y aéreo, y carta escrita en términos medidos.


Asimismo Fernando escribió con igual fecha * á Napo- (' Al'. l. 4, n. t~.)
leon en nombre suyo y de su hermano y tio, dándole el !:~~~t~~~~~
parabien de haher sido ya instalado en el trono de España mlsmo.
su hermano José; con una carta (leida en 50 de junio ante
los diputados de Bayona) inclusa para el último, en que se
decia despues de felicitarle, (( que se consideraba miembro
,) de la augusta familia de Napoleon, á causa de que habia
') pedido al emperador una sobrina para esposa, y espera-
» conseguirla: » tan caida y por el suelo andaba la corona
de Cárlos V y Felipe JI.


En 4 de julio había José arreglado definitivamente su ~lInj8terjcl
nombrado por


ministerio. Toeó á don ~lariano Luis de Urquijo la secreta- José.




~70
ría de Estado, á cuyo puesto correspondia , segun la Cons-
titucion de Bayona, refrendar todos los decretos. En el
reinado de Cárlos IV, todavía aquel muy jóven, había sido
nombrado ministro interino de Estado. Adornado de ciertas
calidades brillantes y exteriores, no se le reputaba por
hombre de saber profundo: tacháhanle de presuntuoso.
Quiso en su ministerio enfrenar el tribunal de la Inquisi-
cion , y restablecer á los obispos en sus primitivos dere-
chos. Acarreóle su intento la enemistad de Roma y de una
parte del clero español. Con esto y haber el príncipe de la
Paz recobrado su antigua é ilimitada privanza, fué desgra-
ciado Urquijo, encerrado en la ciudadela de Pamplona, y
confinado despues á Bilbao, su patria. No tuvo parte en los
primeros desaciertos de Madrid y Bayona , y 8010 acudió á
esta ciudad en virtud de reiterado llamamiento de Napo-
leon , quien le deslumbró prodigando lisonjas á su amor
propio. Encargóse don Pedro Cevallos del ministerio de Ne-
gocios extranjeros, con repugnancia y violencia segun él
propio se expresa, con gusto y solicitud suya segun otros.
Don Sebastian Piñuela y don Gonzalo Ofárril se mantu-
vieron en sus respectivos ministerios de Gracia y Justicia y
de Guerra. Obtuvo el de Indias don Miguel José de Azanza,
reservándose el de Marina para don José Mazarredo, quien
en dicho ramo gozaba de gran concepto, habiendo ilustra-
do su nombre en varias campañas; pero que sin práctica en
las materias de estado, ypreocupado y nimio en otras, abrazó
sin discernimiento á manera de frenesí el partido del rey
intruso. Púsose la Hacienda al cuidado del conde de Cabar-
rus, francés de nacion , mas por afícion y enlaces de co-
razon español. Decidido en Zaragoza á seguir la gloriosa
causa de aquellos moradores, fuese temor ó enfado de al
gun peligro que habia corrido en Agreda, mudó después
de parecer y aceptó el ministerio que José le confirió. ( Hom-




271
) bre extraordinario (segun le pinta su amigo Jovellanos),
» en quien competían los talentos COD los desvaríos y las
)) mas nobles calidadescon los mas notables defectos. » No Jovel1anos,
era fácil que en un tiempo en que el nuevo rey ansiaba
granjearse la estirnacion pública, se hubiese olvidado en la
reparticion de empleos y gracias del hombre insigne que
acabamos de citar, de don Gaspar Melchor de Jovellanos.
Libertado de su largo y penoso encierro al advenimiento al
trono de Fernando VII, habíase retirado á Jadraque en ca-
sa de UD amigo para recobrar su salud debilitada y perdida
con los malos tratamientos y Juro padecer. Buscéle en su
retiro Murat mandándole pasase á Madrid: excusóse COD
el mal estado de su cuerpo y de su espíritu. Acosáronle
poco después los de Bayona; José de oficio para que fuese
á Asturias á reducir al sosiego á SIlS paisanos, y confiden-
cialmente don Miguel de Azanza, anunciándole que se le
destinaba para el ministerio de lo Interior. Dísculpóse con
el primero en términos parecidos á los que habia usado
con 1\lurat, y al segundo le manifestó « que estaba léjos
)) de admitir ni el encargo, ni el ministerio, y que le pare-
)) cia vano el empeño de reducir con exhortaciones á Ull
») pueblo tan numeroso y valiente, y tan resuelto á defen-
) der su libertad.» Reiteráronse las instancias por medio
de Oíárril, l\lazarredo y Cabarrus. Acometido tan obstina-
mente de todos lados, expresó en una de sus contestacio-
ciones, «que cuando la causa de la patria fuese tan deses-
» perada como ellos se pensaban, seria siempre la causa
) del honor y la lealtad, y la que á todo trance debia pre-
» ciarse de seguir un buen español.» Sordos á sus razones
y á sus disculpas le nombraron ministro mal de su grado,
é insertaron en la Gaceta de Madrid su nombramiento: se-
ñalada perfidia con que trataron de comprometerle. Por
dicha salvóle la honra lo terso y limpio de su noble con-




Empleos
de palacio.


ducta , '! sirvió de obstáculo á la persecucion, que su cons-
tante resistencia hubiera podido aearrearle , la victoria de
Bailen: con cierta prolijidad hemos referido este hecho co-
mo ejemplo digno de ser transmitido á la posteridad.


Formado que hubo su ministerio el rey intruso, se OCl!·
pó en proveer los empleos de palacio en los grandes que


c' Ap. I. 4, n, , a.) estaban en Bayona, * y cuya enumeracion omitimos por
inútil y fastidiosa. El duque del Infantado fué nombrado
coronel de guardias españolas, y de walonas el príncipe
de Castel-Franco. Mucho desmereció el primero, viéndole
la nacion volver favorecido por la estirpe que habia despo-
jado del trono al rey Fernando, y cuya pérdida había en
gran parte provenido de haber escuchado sus consejos.
Pocos fueron los franceses que acompañaron á José, y en
eminente puesto solamente colocó al general Saligny, duque
de San Gerrnan , escogido para ser uno de los capitanes de
guardias de Corps. Imitó en eso la política de Luis XIV,


(' Ap. 1. r., n ,40) quien, segun expresa el marqués de San Felipe, * « mandó
» prudentísimamente qne ningnn vasallo suyo entrase en
)) España..... Con lo que explicaba entregar enteramente
)) al rey (Felipe V) al dictámen de los espaüoles , y que ni
» los celos de su favor, ni el mando turbase la pública
» quietud. 1)


José entra en Al fin arreglado lo interior de palacio y el supremo go-
España


el s de julio. bierno , determinó José de acuerdo con su hermano entrar
en Bspaüa el 9 de julio, confiados ambos en que á favor
de ciertas ventajas militares alcanzadas por las armas fran-
cesas, seria fácil llegar sin impedimento á la capital del rei-
no; por lo cual es ya ocasion de hablar de las acciones de
guerra , y reencuentros que hubo por aquel tiempo antes
de proceder mas adelante.


Santander, PI,lI1t.O marítimo y cercano á las provincias
aledañas de Francia, fijó primero la atencion de Napoloon.




27:]
Por su órden se encomendó al mariscal Bessieres que des- l'!'i~lera


expedícíon de los
tacase la suficiente fuerza para ahogar aquella insurrecciono franceses contra


Santander.
Este en 2 de junio hizo partir de Burgos al general Merle,
poniendo bajo su mando 6 batallones y 200 caballos. Ya
dijimos que al levantarse Santander se habia colocado en
las principales gargantas de su cordillera la gente de nuevo
alistada. El 4 advertidos los jefes españoles de que los
franceses avanzaban, dispusieron replegarse á las posiciones
mas favorables, resueltos á impedir el paso. Aguardaban
ser acometidos en la mañana del 5; mas aclarando el dia y
disipada la densa niebla que con frecuencia cubre aquellas
alturas, notaron con sorpresa que los franceses habian al-
zado el campo y desaparecido. La bisoña tropa atribuyó la
retirada á temores del ejército enemigo, con lo que adqui-
rió una desgraciada y ciega confianza: muy otra era la causa.


Habíase insurreccionado Valladolid, cundia el fuego de Expedicion
contra


un pueblo en otro, y tocando cási á los mismos muros de Valladolid.
Burgos, en donde el mariscal Bessieres tenia asentado su
cuartel general, recelése este de ver cortadas sus comuni-
caciones, si de pronto no acudia al remedio. Consideraba
mayor el peligro y mas graves las conmociones cercanas
con un caudillo de nombre, corno lo era don Gregario de
la Cuesta; y en tal estado parecióle oportuno no alejar ni
esparcir su fuerza, y obrar solamente contra el enemigo
mas inmediato. Mandó por tanto á las tropas enviadas an-
tes camino de Santander, que retrocediendo viniesen al en-
cuentro del general Lassalle, quien asistido de 4 batallones
de infantería y 700 caballos, se dirigia hácia Valladolid. Ha- Quema
bia el último salido de Burgos el 5 de junio, y al anoche- de Torquemada.
eer del6 llegó á Torquemada, villa situada cerca de Pisuer-
ga, y que domina el campo de la márgen opuesta. Muchos
vecinos abandonaron el pueblo, algunos se quedaron; y
preparándose para la defensa,' atajaron con cadenas y car-


TOM. I. tg




Entrada
en Palencia.


Accion
tic Cabezon.


274


ros el puente bastante largo por donde se va á la villa.
Ciento de los mas animosos parapetados detrás ó subidos
en la iglesia y casas inmediatas, dispararon contra los fran-
ceses que se adelantaban. No arredrados estos con el in-
cierto y lejano fuego del paisanaje, aceleraron el paso y
bien pronto desembarazando el puente, penetraron por las
calles y saquearon y quemaron lastimosamente sus casas y
edificios. Dispersos los defensores fueron unos acuchillados
por la caballería, otros atravesados por las bayonetas de
los infantes, y tratados los demas moradores con todo el
rigor de la guerra, sin que se perdonase á edad ni sexo.


En Palencia se habían tambien reunido los mozos con
varios soldados sueltos á las órdenes del anciano general
don Diegode TordesiUas. ]Uas atemorizados conel incendio
de Torquemada, se retiraron á tierra de Leon, procurando
el obispo aplacar la furiade los franceses con un obsequioso
recibimiento. Llegaron el 7, Yá sus ruegos se contentaron
con desarmar á los habitantes, imponiéndoles ademas una
contribucion bastante gravosa.


En Dueñas se engrosó la division de Lassalle con la de
Merle de vuelta de Beinosa, y allí acordaron el modo de
atacar á don Gregorio de la Cuesta. Habia el general espa-
ñol ocupado á Cabezon, distante dos leguas de Valladolid.
Contaba bajo su mando 5000 paisanos mal armados y sin
instruccion militar, 100 guardias de Corps de los que ha-
bian acompañadoá Bayona á la familia real, y 200 hombres
del regimiento decaballería de la Reina. Beducíase su arti-
llería á 4 piezas que habian salvadodel colegio de Segovia
sus oficiales y cadetes. Cabezon, situado á la orillaizquierda
de Pisuerga, contiguo al puente adonde viene á parar la cal-
zada de Burgos, y en paraje mas elevado, ofrecia abrigo y
reparo á la gente allegadiza de Cuesta, si hubiera sabido ó
querido este aprovecharse de tamaña ventaja. Pero con




~75
asombro de todos, haciendo pasar al otro lado del rio ]0
grueso de sus tropas, colocó en una misma linea la caba-
llería y los paisanos, entre los que se distinguía por su me-
jor arreo y disciplina el cuerpo de estudiantes. Situó cerca
y á la salida del puente 2 cañones, y dejó los otros 2 de]
lado de Cabezon. Quedaron asímismo por esta parte algu-
nas compañías de paisanos de las parroquias de Valladolid,
cada una con su bandera para guardar los vados del rio:
inexplicable arreglo y ordenacion en un general veterano.


Temprano en la mañana del 12 empezó el ataque. El
francés Lassalle marchó por el camino real, cubriendo el
movimiento de su izquierda con el monasterio de bernar-
dos de Palazuelo. El general l\Ierle tiró por su derecha há-
cia Cigales con intento de interceptar á Cuesta si queria
retirarse del lado de Leon, como se lo habian Josenemigos
pensado al verle pasar e] rio , no pudiendo achacar á igno-
rancia semejante determinacion. La refriegano fué ni larga
ni empeñada. A las primeras descargas los caballos, que
estaban avanzados y a] descubierto en campo raso, empe-
zaron á inquietarse sin que fueran dueños los jinetes de
contenerlos. Perturbaron con su desasosiego á los infantes
y los desordenaron. Al punto dióse la señal de retirada,
agolpándose al puentela caballería, precedida por los ge-
nerales Cuesta y don Francisco Eguía, su mayor general.
Los estudiantes se mantuvieron aun firmes. pero no tar-
daron en ser arrollados. Unoshuyendo hácia Cigales fueron
hechos prisioneros por los franceses, ó acuchillados en un
soto á que se habian acogido. Otros procurando vadear el
rio ó cruzarle á nado, se ahogaron con la precipitaeion y
angustia. No fueron tampoco mas afortunados los que se
dirigieron a] puente. Largo y angosto, caian sofocados con
la muchedumbre que allí acudia, ó muertos por los fuegos
franceses, y el de un destacamento de españoles situado al




Entran
los franceses en
V""adnlil~.


Segunda
expcr!icion con-
Ira Santander.


~76
pié de la ermita de la Virgen del Manzano, cuyos soldados
poco certeros mas bien ofendían á los suyos que á los con-
trarios. Grandc fué la pérdida dc nuestra parte, cortísima
la de los franceses. El general Cuesta tranquilamente con-
tinuó su retirada, y sin detenerse se replegó con la caba-
llería á Rioseco pasando por Valladolid. No faltó quien atri-
buyese su extraña conducta á traicion ó despique, por ha-
berle forzado á comprometerse en la insurrecciono Otras
batallas posteriores, en que exponiendo mucho su persona
anduvo igualmente desacertado en las disposiciones, pro-
baron que no obraba de mala fé, sino con poco conocimien-
to de la estrategia.


Los enemigos, temerosos de alguna emboscada, caño-
nearon al principio á Cabezon sin entrar en el pueblo. Con
el ruidoy las balas ahuyentaron á los vecinos, y solo á me-
diodia penetraron en las casas,saqueándolas y abrasando
en las eras los efectos y ajuar que no pudieron llevar con-
sigo. Fué el botin abundante, porqur como era domingo,
cási todos los habitantes de Valladolid habían ido allí como
á fiesta y romería, imaginándose á fuer de inexpertos segura
y fácil la victoria. El camino de Cabezon estaba sembrado
de despojos de innumerable gentío, que precipitadamente
quería ponerse en salvo. Los franceses abanzaron con len-
titud, y no entraron en Valladolid hasta las cinco de la
tarde. El obispo y unos cuantos regidores y ministros de
la chancillería salieron á recibirlos para calmar su enojo.
Respetaron la ciudad, quitaron las armas á los vecinos, se
llevaron algunos en rehenes y la gravaron con una fuerte
contrihucion. No se detuvieron sino hasta el 16, en cuyo
dia ahandonaron la ciudad, queriendo apagar la insurrec-
cion de Santander.


El general Lassallese apostó en Palencia para observar
á Cuesta, y apoyar la expedicion que iba á la montaña ca-




2.77
pilaneada por el general l\lerle. Llegó este á Reinosa el 20
con fuerza considerable, y el 21 marchó sobre Lantueno.
Guardaba las entradas de aquel lado don Juan Manuel Ve-
larde con 5000 hombres, los mas paisanos, y 2 piezas de
grueso calibre. Cuando la primera retirada del enemigo, los
españolesen vez de redoblar sus esfuerzos, descuidaron los
preparativos de defensa, y la gente como nueva é indisci-
plinada se desbandó en parte, juzgando ya inútil su asis-
tencia. Losfranceses atacaron en dos columnas: opúsoseles
escasa resistencia, pue::; en breve cedieron á la pericia de
aquellos los nuevos reclutas, salvándose el mayor número
por las fraguras, y reparándose los menos de una segunda
linea de defensa, formada entre las Fraguas y Somahoz.
Estrechado allí el camino de un lado por un despeñadero,
y del otro por la roca Tajada, ofreció facilidad para que se
le embarazase con ramas, peñascos y troncos, colocando
detrás algunos cañones. BIas los españolesdesmayados con
el primer descalabro, y viendo que las tropas ligeras del
enemigo avanzaban por su derecha é izquierda y los flan-
queaban á pesar de lo escabroso del terreno, se retiraron
apresuradamente, dejando libre el paso al general lUerle,
quien se posesionó de Santander el 25.


Por el Escudo las avanzadas de la división española,que
ocupaba aquel punto á las órdenes de don Emeterio Velar-
de, ya el19 reconocieron al enemigo, que venia sobre ellos
con 1200 infantesy 60 coraceros. Era su general el de bri-
gadaDuces, quien habia partido de Miranda de Ebro, em-
pezando su movimiento á la misma sazon que Merle. La
fuerza española era aun mas flaca por esta parte que por la
de Reinosa, y solo tenia un cañon servible. Rachazóse sin
embargo en un principio al enemigo. Disponíause de nuevo
á resistirle, cuando informado don Emeterio de la rota ex-
perimentada por los de Lantueno, formó un consejo de




Obispo
de Santander.


278
guerra, y en él se decidió separarse guarecidos de la densa
niebla esparcida por las montañas, y por cuya causa habia
cesado el fuego de una y otra parte. El general Ducos avan-
zó entonces, y juntándose con Merle llegó en su compañia
á Santander.


El obispo, luego que supo que los franceses se aproxi-
maban á la montaña, arrebatado de entusiasmo montó en
una mula, y pertrechado de todas armas se encaminó adon-
de acampaba el ejército; pero encontrándole á poco deshe-
cho y disperso, decayó de ánimo, y huyó como los demas
refugiándose áAsturias, lo cual dió lugar á la voz de haber
servido dicho prelado de guia á las tropas en aquella sazono


Noble aocíon POCOS días despues del levantamiento de Santander ha-
de su junta.


bia entrado de arribada en el puerto un buque francés, pro-
cedente de sus colonias y ricamente cargado. La junta en
medio de sus apuros tuvo la generosidad de no aprovecharse
del precioso socorro que el acaso le ofrecia, y permitió al
buque seguir su viaje á Francia, dando además libertad y
poniendo á su bordo al cónsul y á los otros franceses que
en un principio habian sido arrestados. Accion tan noble y
rara no evitó á Santander el ser molestado en lo sucesivo
con derramas é imposiciones extraordinarias.


lltpctllcion El vigilante cuidado de Napoleon no se adormeció del la-
contra Zaragoza. d d d" d 1 l 1 bri dO e Aragon, lspomen o que e genera (e flga· a Le-


febvre Desnouettes con 5000 hombres de infantería y 800
caballos partiese el7 de junio de Pamplona. Llegó el 8 de-
lante de Tudela. Los vecinos habían cortado el puente del
Ebro con intento de impedir el paso; pero los franceses
cruzando en barcas el rio se apoderaron de la ciudad, á pe·
sar de gente y socorros que habia enviado Zaragoza á las ór-
denes del marqués de Lazan. Arcabucearon para escarmiento
algunas personas, como si fuera delito defender sus hoga-
res contra el extranjero: repararon el puente y prosiguie-




279
ron su marcha. El marqués de Lazan, que con tropa colee-
ticia se habia adelantado hasta Tudela, se replegó y tomó
posicion el :l5junto á un olivar, apoyando su izquierda en
la villa de Mallen, y la derecha en el canal de Aragon. Re-
sistieron con valor sus soldados, mas atacando los enemi-
gos vigorosamente uno de los flancos, comenzaron los
nuestros á ciar, y del todo se desordenaron con una carga
que les dieron los lanceros polacos. No por eso se abatieron
los aragoneses, y todavía aquel dia mismopelearon en Ga-
llur, aunque tambien con desventaja. En la madrugada del
:l4, noticioso el general Palafox de la rota de su hermano.
salió en persona de Zaragoza acompañado de 5000 paisa-
nos mal armados 1 2 piezasde artillería, 80 caballos del re-
gimiento de dragones del Rey, con otros oficiales y soldados
sueltos, y fué al encuentro del enemigo dirigiéndose á la
villa dc Alagon. cuatro leguas distante de aquella capital.
Pareció oportuno posesionarse de aquel punto, cuya posi-
cion elevada entre los rios Jalon y Ebro era además favore-
cida por los olivares y tapias que estrechan el camino que
viene de Navarra. A las tres de la tarde colocó su gente el
general Palafox mas allá de la villa, distribuyendo tirado-
res por delante de sus flancos, y enfilando la entrada con
los 2 cañones que tenia. Los mal disciplinados paisanos
fueron fácilmente arrollados por las tropas aguerridas del
enemigo. En vano se trató de detenerlos. Sin embargocon
algunos de ellos mas valerosos ó serenos, con los pocos
soldados de línea que allí habia y la artillería, defendióse
por largo rato y vivamente la entrada de la villa. Al fin re-
solvióPalafox retirarse con 250 hombres que le quedaban,
y en cuyo número se contaban soldados del primer bata-
llon de voluntarios de Aragon y los del Rey de caballería,
con algunos tiradores diestros. De los paisanos, siendo mu-
chos del partido de Alcañiz, se recogieron los mas á sus ca-


Accion
de mallen.


De AJagon.




~80
sas, entrando por la noche con Palafox en Zaragoza los que
eran de allí naturales. Los franceses entonces se aproxima-
ron á aquella ciudad, en cuyas cercanías los dejarémos pa-
ra tomar despues el hilo, y no interrumpirle en la narracion
de su memorable sitio.


Cataluña. Debíadar la mano á las operaciones de Aragon el ejército
francés de Cataluña. Napoleon figurándose que dueño de
Barcelona y Figueras lo era de la provincia, no creyó arries-
gado sacar parte de las fuerzas que la ocupaban. Así ordenó
que de aquel punto se enviasen socorros á Aragon y Va-
lencia. Conformándose el general Duhesme con lo que se
le mandaba, dispuso que 5800 hombres conducidos por el
general Schwartz se dirigiesen á Zaragoza, y que 4200 á las
órdenes de Chabran se apoderasen de Tarragona y Tortosa,
continuando en seguida su marcha á Valencia. Los primeros
debian al paso castigar á JUanresa por su anterior levanta-
miento, quemar sus molinos de pólvora, é imponer al vecin-
dario 750,000 francos de contribucion. Ambas expediciones
salieron de la capital el 4 de junio. La de Schwartz se de-
tuvo en Martorell el 5 á causa de una abundante lluvia, con
cuya feliz demora alcanzaron á tiempo á Igualada y lllanresa
los avisos de sus confidentes. La insurrcccion ya comenza-
da tomó incremento y extraordinario ensanche, tocóse á
somaten , se despacharon expresos á todas partes, y resol-
vieron aguardar al enemigo en la posicion del Bruch y Casa-
Masana,


Somatenes. Es el somatén en Cataluña « un género de socorro, como
) dice Zurita, repentino y cierto, que muchas veces ha sido
) de grande efecto. Está conocido de tiempo inmemorial,
teniendo que acudir al repique de la campana concejil to-
cios los hombres aptos para las armas en las diversas vegue-
rías ó partidos, segun lo dispone el usaje de Barcelona. Fué
('TI este caso no menos provechoso que en otros antiguos y




.281
renombrados. Habia pocas armas y municiones tan escasas,
que careciendo de balas de fusil. se cortaron las barillas de
hierro de las cortinas para que supliesen la falta.


Los somatenes de Igualada y M:l.llresa fueron los prime-
ros que se prepararon, y al hijo de un mercader, llamado
Francisco Rivera, teníasele por principal caudillo. Apostá-
ronse, pues, y se escondieron entre los matorrales y arbo-
leda de las alturas del Bruch. Apenas habia pasado la colum-
na fancesa las casas que llevan el mismo nombre, y tomado
la revuelta que forma el camino real antes de emparejar con
el de l\lanresa, cuando fué detenida por el inesperado fue-
go de los encubiertos somatenes. Schwartz despues de un
rato de espera embistió á sus contrarios, replegáronse estos,
y disputando el terreno á palmos se dividieron, unos yendo
la vuelta de Igualada y otros de Casa-Masana. Desalojados
del último punto y teniéndose por perdidos, apriesa se re-
tiraban, y completa hubiera sido su derrota á no haber
afortunadamente Schwartz desistido de perseguirlos. Admi-
rados los manresanos de la suspension del francés, cobra-
ron aliento, y engrosados con el somaten de San Pedor, com-
puesto de buenos y esforzados tiradores, volvieron de nuevo
á la carga. Venia con los recien llegados un tambor, quien
como mas experto hizo las veces de general en jefe. Viva-
mente acometieron todos juntos á los franceses de Casa-
~Iasana, los que se recogieron al cuerpo de la columna que
comia el rancho á retaguardia.


El número de somatenes crecia por momentos, sus áni-
mos se enardecian, adquiriendo ventaja sobre los franceses
descaecidos con la impensada embestida. Schwartz al ver
retirarse su vanguardia, y al ruido de la caja del somaten
de San Pedor , persuadióse que tropa de línea auxiliaba al
paisanaje. Formó entonces el cuadro para evitar ser envuel-
to, y al cabo de cierto tiempo determinó retroceder á Bar-


Aeclrm
dd llrucu.




282
celona. Aunque molestados los enemigos por los somatenes
en flanco y retaguardia, llegaron sin desórden hasta Espar-
raguera.


Detensu Los vecinos de esta villa puestos en acecho, y sabiendo
de Esparrnguern. que los enemigos se retiraban, atajaron la calle larga yan-


gosta, que la atraviesa, con todo linaje de obstáculos, en es-
pecial con muebles y utensilios de casa. Al anochecer se
acercaron los franceses, y penetrando en la calle con im-
prudencia la cabeza de la columna, cayeron en la celada qu~
les estaba armada. De todas partes empezaron á ofenderlos
á tejazos y pedradas con algunos escopetazos, y hasta con
calderadas de agua hirviendo. Schwartz suspendió el paso,
y dividiendo su gente en dos trozos la hizo caminar á dere-
cha é izquierda de la villa. Apretó despues la marcha durante
la noche hostigado incesantemente por los somatenes, los
que le cogieron un caüon en la Riera de Cabrera, y le aco-
saron hasta lUartorell. No imitaron sus habitantes el ejemplo
de los de Esparraguera. y así fuéles permitido á los france-
ses entrar en Barcelona el 8 de junio; pero tan destrozados
y abatidos, que dieron claro indicio de la rota experimenta-
da. Su pérdida no dejó de ser considerable, mayormente si
se atiende á que fueron acometidos por gente allegadiza y
con escasas y"malas armas. De los nuestros pocos perecie-
ron, estando siempre amparados del terreno, y protegidos
en el alcance por toda la poblacion.


Toca á los catalanes la gloria de haber sido los primeros
en España, que postraron con feliz éxito el orgullo de los
invasores. Fué en efecto la victoria del Bruch la que antes
que ninguna otra mereció ser calificada con tal nombre. Y
semejante triunfo admirable en sus circunstancias resonan-
do por todo el principado, excitó noble emulacion en todos
sus habitadores, declarándose á porfia los pueblos unos en
pos de otros y denodadamente.




285
Con razon Duhesme se sobrecogió al saber el inesperado


descalabro, mas que por su importancia por el aliento que
infundía en los apellidados insurgentes. Atento al corto nú-
mero de tropas que mandaba, obró cuerdamente en no
aventurarse á nuevos riesgos y en reconcentrar sus fuerzas.
Conservar sus comunicaciones con Francia debió ser .su
principal mira, y mallo hubiera conseguido desparramando
sus soldados en diversas direcciones: .así fué que llamó á
Chabran á Barcelona.


Conmayorfelicidad que Schwartz habia aquel dado prin-
cipio á su expedicion de Valencia, penetrando sin tropiezo
el 7 de junio en los muros de Tarragona. Guarnecia la plaza
el regimiento suizo de Wimpffen al servicio de España, cuya
oficialidad condújose con tal mesura, que no despertando
los recelos del francés tuvo la dicha de mantener intacto su
cuerpo, después señalado apoyo de la buena causa. El ge-
neral Chabran en cumplimiento de las órdenes de su jefe
evacuó el 9 á Tarragona, mas á su vuelta encontró suble-
vado el país que poco antes habia pacíficamente atravesado.
En el Vendrell y en Arbós opúsosele empellada resistencia.
Trescientos suizos de Wimpffen que iban á incorporarse
con los de Tarragona, ayudaron y sostuvieron á los paisa-
nos, y defendieron juntos con notable bizarría la posicion
de Arbós, aunque no fusse el terreno favorable á soldados
bisoños.Después de repetidos ataques consiguieron los fran-
ceses ahuyentar á los somatenes, y apoderarse de la artille-
ría que consigo tenían. Entraron en Arbós, y para vengarse
del atrevidoarrojode sus habitantes, maltrataron y mataron
á muchos de ellos. Continuó Chabran á Villafranca de Pa-
nadés y no cesóel estrago, saqueando allí y quemando ca-
sas y edificios en desagravio, segun decía, del asesinato del


. gobernador español Toda, de que ya hablamos: singular
equidad la de castigaruna poblacionentera por las demasías


Chabrau
en T:.lrn~golHl.


Reencuentro
en Arbós.


Saqueo
de Villafranca


de Panadés.




Segunda accion
del Bruch,


~84
de contados individuos. Duhesme salió en busca de la tropa
que volvía de Tarragona , habiendo sabido que en la ruta
topaba con resistencia, y reunidos unos y otros entraron
en Barcelona el dia 12.


Aunque resueltos á no intentar de nuevo expediciones
lejanas ni otras importantes operaciones que las que exi-
giese la libre comunicacion con Francia, quiseron sin em-
bargo viéndose todos juntos probar fortuna con deseo de
castigar al paisanajede Mauresay su comarca. Para lo cual
reunidas las columnas de Schwartz y Chabran salieron el15
al mando del último, tomando el mismo camino que la vez
primera. En el tránsito saquearon y quemaron muchas ca-
sas de ~Iartorell y Esparraguera ahora desapercibida, y co-
metieron todo linaje de desórdenes y excesos, con cuyo
desmandado porte provocáhase la ira del tenaz catalan; no
se le arredraba.


Interesada la gloria de los manresanos en sostener el si-
tio del Bruch , testigo de sus primeros laureles, habían
atendido á fortificarle y guarnecerle debidamente en union
con la junta de Lérida y pueblos del contorno. Apellidaron
allí sus sornatenes , y les agregaron los soldados escapados
de Barcelona, y 4 compañías de voluntarios leridanos al
mando de don Juan Baguet , con algunas piezas de artille-
ría traídas de las fortalezas del principado. El 14 trató
Chabran de forzar la posicion , mas á pesar de venir los
franceses con dobles fuerzas y de caminar advertidos, fué
vana su empresa. Estrellóse su desapoderado orgullo contra
las flacas armas del somaten catalan, y de pocos y mal re-
gidos soldados. En reiterados ataques quisieron enseño-
rearse de la posicion: rechazados en todos, volvieron atrás
sus pasos, y con pérdida de ;;00 hombres y alguna artille-
ría, perseguidos y hostigados por los paisanos se metieron
vergonzosamente en Barcelona.




~85
Frustradas las primeras tentativas, y no habiendo podido


ser ejecutadas las órdenes de Napoleon , suspendió Duhes-
me darles e] debido cumplimiento , y volvió exclusivamente
la atencion á asegurar y poner libres las comunicaciones
con Francia. Para ello salió de Barcelona el 17 dejunio con
7 batallones, ;; escuadrones y 8 piezas de artillería, prefi-
riendo al camino qne va por Hostalrich el de la marina.
Habíanse armado los paisanos del Vallés, y en número de
9000 aguardaban á los franceses en la cresta de Mongat.
Los inexpertos somatenes se imaginaron que solo por e]
frente habian de ser acometidos; pero el general francés
disfrazando con varios ataques falsos el verdadcro, los en-
volvió por su derecha, y en breve los deshizo y dispersó.
Dueño el enemigo de l\longat, batería de la costa, cometió
con los paisanos inauditas crueldades. Mataró, que habia
pensado en dcfenderse, no cejó en su propósito con la des-
gracia acaecida. Colocando artillería en las avenidas del ca-
mino de Barcelona, hicieron los vecinos fuego contra las
columnas francesas que se acercaban. No tardaron en ser
desbaratados, y el mismo dia 17 entraron los enemigos en
1\1ataró y la saquearon. Ciudad de .20000 habitantes, y rica
por sus fábricas de algodon, vidrio y encajes, ofreció al
vencedor copioso botin, no perdonando su codicia ni los
vestidos de las mujeres, ni otros objetos de poco valor y uso
comun. El asesinato, la violencia hasta de las vírgenes mas
tiernas aconpañaron al pillaje, confundiéndose á veces ec-
hados en los mismos excesos e] genera] con el soldado: lar-
gos días llorará 1\lataró aquel tan aciago y cruel.


En la mañana siguiente continuaron los franceses la mar-
cha sobre Gerona. En su tránsito dejaron sangriento rastro
por las muertes, robos y destrozos con que afligieron á to-
dos los pueblos. En tanto grado convierte la guerra en hom-
bres inhumanos á los soldados de una nacion culta. Habia


Expedícíon d"
Duhesnc


contra Gerona.


Resistencia de
J\Tongat.


Saqueo
de ~Iataró.


Ataque
de los franceses
contra Gerona.




285
solamente de guarnición en Gerona 500 hombres del regi-
miento de Ultonia y algunos artilleros, los que con gente
de mar de la vecina costa dirigieron los fuegos de aquella
arma. Limitadísimo número si los nobles, el clero y todos
los vecinossin excepcion, inflamados de ardor patrio no hu-
biesen sostenido con el mayor brío Jos puntos que se con-
fiaron á su cuidado. Era gobernador interino don Julian de
Bolívar.


A las nueve de la mañana del propio dia 20 se presentó
el enemigo en las alturas de la aldea de Palausacosta; mas
incomodado con algunos cañonazos del baluarte de la lVler-
ced y fuerte de Capuchinos, se replegó á Salt y Santa Euge-
nia, cuyas aldeas saqueó á sangre y fuego. Por la tarde
despues de varios reconocimientos atacó formalmente, di-
rigiendosu izquierda por los lugares que acabamos de men-
cionar, al paso que su derecha cruzando el Oña acometió
con ímpetu é intentó forzar la puerta del Cármen. Los si-
tiados le repelieron con valor y serenidad. Señalose Ulto-
nia, cuyo teniente coronel don Pedro Odally quedó heri-
do. Atacó en seguidael fuerte de Capuchinos, en donde fué
igualmente repelido, habiendo experimentado considerable
pérdida. Burladas sus esperanzas colocó una batería cerca
de la cruz de Santa Eugenia, no léjos de la plaza: causó
algun dañoen el colegio tridentino y otros edificios, y res-
pondiendo con acierto á sus fuegos las baterías de la plaza,
la noche puso término al combate.


Fué aquella sumamente lóbrega, y confiados los france-
ses en la obscuridad se acercaron calladamente al muro, y
de tal manera y con tanto arrojo, que hasta hallarse muy
cerca no fueron sentidos. Peleóse entonces por ambos la-
dos con braveza, alumbrados solamente por los fogonazos
del cañon, y no interrumpido el silenciosino por su estruen-
do y los ayes de los heridos moribundos. j Espantosa noche!




~87
El enemigo osó arrimar escalas al baluarte de Santa Clara.
Algunos de sus soldados pusiéronse encima de la misma
muralla, y apresuradamente les seguían sus compañeros,
cuando una partida del regimiento de Ultonia matando á
los ya encaramados, precipitó á los otros y estorbó á todos
continuar en aquel intento. El fuego sin embargo no cesó,
hasta que el baluarte de San Narcisotirando á metralla des-
trozó á los acometedores y los dispersó, dejando el campo
como después se vió sembrado de cadáveres y heridos. No
cansadostodavía losfranceses renovaron el ataque á las doce
de la noche, queriendo asaltar el baluarte de San Pedro,
pero fueron rechazados de modo que desistieron de prose-
guir en su empresa, retirándose temprano por el camino de
Barcelona en la mañana del ~1. Aunque corta, fué notable
esta primer defensa de Gerona, cuya plaza tanto lustre ad-
quirió despues en otra inmediata acometida, y sobre todo
en el célebre sitio del siguiente año. Los somatenes moles-
taron por todas partes al enemigo, habiendo impedidocon
su ayuda que pasaseal otro lado del Ter. No fué menos que
de 700 hombres la pérdida de los franceses, la de los espa-
ñoles mucho mas reducida.


Duhesme volvió á Barcelona, dejando en Mataróparte de Vuelve Dnhssne
á Bnreeluna.


SU ejército que puso al cuidado de Chabran, y cuyo trozo
compuesto de 5500 hombres fué al Vallés á buscar vitua-
llas. Rodeados siempre los franceses por el paisanaje, tu- Reencuentro


d de Grannllers.vieron en ]}lonca a que romper á viva fuerza un cardon de
somatenes, siendoal cabodetenidos cerca de Granollers por
el teniente coronel don Francisco ]}Iilans, quien los ahu-
yentó haciéndoles perder la artillería. Ala retirada como de
costumbre talaron y destruyeron el país por donde pasaron.


Al propio tiempo que tan mal paradosandaban los inva- Somatenes
11 d e 1 d riel Llohregn t.sores en aque a parte e ata uña, tampoco se escuidaron


sus naturales en el mediodia, formando á la márgen dere-




JlIurat.


Envía á Dupan!
á Andalucía.


288
cha del Llobregat una línea de hombres belicosos que de-
fendian los caminos de Garraf, Ordal y Esparraguera. Los
capitaneabadon Juan Baguet, que conlos voluntarios deLé-
rida habia la segunda vez contribuido á repeler en el Bruch
á los franceses. Desde allí enviaban partidas sueltasque re-
corrian la tierra en todasdirecciones. Incomodado Duhesme
de verse así estrechado, enviócontra ellosal generalLechi,
quien el 50 de junio obligó á los somatenes á abandonar
su posicion cogiéndoles algunos cañones y aventajándose á
todos los suyos'en cometer demasías. No por eso desmaya-
ron los vencidos, apareciéndose en breve hasta en las cer-
canías de la misma Barcelona.


Por este término y con éxito vario se ejecutaron las ór-
denes deNapoleon en Cataluña, Aragony Castilla. Fueron
parecidas las que significó para las otras provincias al gran
duque de Berg, cuya solícita diligencia procuró aniquilar
en derredor suyo la semilla insurreccional que brotaba con
lozanía. Insinuamos antes varias de sus providencias, y las
que de consuno con la junta de Madrid se habian tomado
para cortar las conmociones sin tener que venir á las ma-
nos. Inútiles fueron sus esfuerzos, como lo serán siempre
todos los 'Iue se dirijan á contener por la persuasión el le-
vantamiento de una nacion entera. No le pesó quizá á l\fu-
rat, á cayo gusto y anterior vida se acomodaban mas las
armas que los discursos. Así fué que, á veces á un tiempo y
otras muy de cerca, mandó que sus tropas acompañasen ó
siguiesen á las proclamas y exhortaciones de la junta. Consi-
deró comode mayor importancia las Andalucías y Valencia,
y de consiguiente trató ante todo de asegurarse de aquellas
provincias, mayormente habiendo dado Sevilla ya en pri-
merosde mayo muestrasde desasosiego y grave alteracion.


Dupont acantonado en Toledo recibió la órden de diri-
girse á Cádiz, yel 24 del mismo mayo se puso en marcha.




289
Llevaba consigo los dos regimientos suizos de Reding y
Prenx al servicio de España , ia division de infantería del
general Barhou compuesta de 6000 hombres y además 500
marinos de la guardia imperial, con 5000 caballos manda-
dos por el general Fresia, Iban todos tan confiados en el
buen éxito de su empresa, que Dupont señalaba de ante-
mano al ministro de Guerra de Francia el dia que había de
entrar en Cádiz. Atravesaron la l}Iancha tranquilamente, y
en tal abundancia hallaban los mantenimientos, que dejaron
almacenados en el pósito de Santa Cruz de Mudela la ga-
lleta y víveres que á prevencion traian, y de los que pocos
dias despues se apoderaron aquellos vecinos, cogiendo tam-
bien parte de los soldados que los custodiaban y matando
otros. El 2 de junio penetraron los franceses por las estre-
churas. de Sierramorena. Hasta allí si bien habian notado
inquietud y desvío en los habitantes, ningun síntoma grave
se habia manifestado. En la Carolina se despertó su recelo
viéndola sola y desierta; y al entrar en Andújar supieron
el levantamiento general de Sevilla y la formaeion de una
junta suprema. No por eso suspendieron su marcha, llegan-
do al amanecer del 7 delante del puente de Alcolea, Don
Pedro Agustin de Echavarri, oficial de cierto arrojo. pero
ignorante en el arte de la guerra, y á quien vimos al frente
de la insurreccion cordobesa, se había situado en aquel pa-
raje. Tenia á sus órdenes 5000 hombres de línea, compues-
tos de parte de un batalion de Campo-Mayor , de soldados
de varios regimientos provinciales con granaderos de los
mismos, á los que se agregaba alguna caballería y un des-
tacamento de suizos. No habia entre ellos cuerpo completo
que estuviese presente. El número de paisanos era mas con-
siderable, y habíase de Sevilla recibido bastante artillería.
Los españoles levantando una cabeza de puente, habían
colocado en ella 12 cañones para impedir el paso del Gua-


TOM. 1. 19


Accion
de Alcolea.




Saco
de Cór:loba.


;290
dalquivir y cubrir as! la ciudad de Córdoha, puesta á SU
márgen derecha y distante unas tres leguas de las ventas de
Alcolea. El puente es largo y torcido, formando un ángulo
ó recodo que estorba el que por él se enfilen los fuegos de
caüon. A la izquierda del rio se habia quedado la caballería
española con intento de acometer á los enemigos por el
flanco y espalda al tiempo que estos comenzasen el ataque
de frente. Los franceses para desembarazarse trataron de
dar á aquella una vigorosa carga, la cual repetida, contuvo
á los jinetes españoles sin logar desharatarlos. A poco la
infantería francesa avanzó al puente. Los fuegos bien diri-
gidos de la obra de campaña reeien construida, y sostenida
también valerosamente por el oficial Lasala , que mandaba
á los de Campo-ltlayor y granaderos provinciales, mantu-
vieron por algun tiempo con firmeza la posicion atacada.
Pero el paisanaje todavía no fogueado, desamparando á la
tropa, facilitó á los franceses escalar la posieiou , que le-
vantada de prisa ni era perfecta ni estaba del todo conclui-
da. Sin embargo la caballería española no habiendo caido
en desmayo, trató de fajorecer á los suyos, y de nuevo y
con ventaja acometió á la francesa. Dupont, teniendo que
enviar una brigada al socorro de su gente, no prosiguió el
alcance contra los infantes españoles, los que retirándose
con órden solo perdieron un cañon , cuya cureña se habia
descompuesto. El reencuentro duró dos horas. Costó á los
franceses 200 hombres, no mas á los españoles por haberse
retirado tranquilamente. Echavarri juzgando que no era po-
sible defender á Córdoba, abandonó la ciudad sin detenerse
en sus muros.


Llegaron á su vista los franceses á las tres de la tarde
del mismo día 7 de junio. Habian los vecinos cerrado las
puertas mas bien para capitular que para defenderse. Enta-
bláronse sobre ello pláticas, cuando con pretexto de unos




tiros disparados de las torres del muro y de una casa inme-
diata, apuntaron los enemigos sus cañones contra la Puer-
ta-Nueva, hundiéndola á poco rato y sin grande esfuerzo.
Metiéronse pues dentro hiriendo, matando y persiguiendo
á cuantos encontraban: saquearon las casas y los templos
y hasta el humilde asilo del pobre y desvalido habitante.
La célebre catedral, la antigua mezquita de los árabes, rival
en su tiempo en santidad de Medina y la Meca, y tan su-
perior en magnificencia, esplendidez y riqueza, fué presa de
la insaciable y destructora rapacidad del extranjero. Des-
truidos quedaron entonces los conventos del Cármen , San
Juan de Dios y Terceros, sirviéndoles de infame lupanar
la iglesia de Fuensanta y otros sitios no menos reverencia-
dos de los naturales. Grande fué el destrozo de Córdoba,
muchas las preciosidades robadas en su recinto. Ciudad de
40000 almas, opulenta de suyo y con templos en que ha-
bia acumulado mucha plata y joyas la devocion de los fie-
les, fué gran cebo á la codicia de los invasores. De los solos
depósitos de tesorería y consolidacion sacó el general Du-
pont mas de 10 millones de reales. sin contar con otros
muchos de arcas públicas y robos hechos á particulares.
Así se entregó al pillaje una poblacion que no habia ofre-
cido ni intentado resistencia. Bajo fingidos motivos á fuego
y sangre penetraron los franceses por sus calles, y á la
misma sazon que se conferenciaba. Y no satisfechos con
la ruina y desolacion causada, acabaron de oprimir á los
desdichados moradores gravándolos con imposiciones muy
pesadas. Mas tan injusto y cruel trato alcanzó en breve el
merecido galardon, siendo quizá la principal causa de la
pérdida posterior del ejército de Dupont el codicioso anhelo
de conservar los bienes mal adquiridos en el saco de aque-
lla ciudad.


A pesar del triunfo conseguido, el general francés anda-




292
Sltuaclou ba inquieto. Sus fuerzas no eran numerosas. La insurreecion


angustíarla rle 1,,; • • . . .
franceses por todas partes le cercaba: con instancia pedia auxilios á


Madrid, cuyas comunicaciones, ya antes interrumpidas, fue-
Eseesos ron á lo último del todo cortadas. A su propia retaguardia el


de los paisanos
españoles. 9 de junio partidas de paisanos entraron en AndlÍjar, y al-


borotada por la noche la ciudad, hicieron prisionero el des-
tacamento francés allí apostado, y mataron al comandante
con otros tres de su guardia, que quisieron resistirse en casa
de don Juan de Salazar. Molestósobre todo alenemigo don
Juan de la Torre, alcalde de Jllontoro, que á sus expensas
habia levantado un cuerpo considerable; mas cogido por
sorpresa debió la vida á la generosa intercesion del general
Fresia, á quien habia antes hospedado y obsequiado en su
casa. En el Puerto del Rey apresaron los naturales al abri-
go de aquellas fraguras varios convoyes: y corno en la co-
marca se habia esparcido la voz de lo acaecido en Córdoba,
hubo ocasion en que so color de desquite se ensañó el pai-
sanaje contra los prisioneros con exquisita crueldad. Fué
una de sus víctimas el general Rene, á quien cogieron y
mataron estando antes herido: lamentable suceso, pero des-
graciadamente inevitable consecuencia de los desmanes
cometidos en Córdoba y'otros parajes por el extranjero.
Pues si, en efecto, era difícil contener en una guerra de
aquella clase al soldado de una nacion culta como la Fran-
cia y sometido á la dura disciplina militar, cuánto no debia
serlo reprimir los excesos del cultivador español. que ciego
en su venganza y sin freno que le contuviese, veía talados
sus campos y quemados los pacíficos hogares de sus ante-
pasados por los mismos que poco antes preciábanse de ser
amigos. Habia corrido el alboroto de la Sierra hasta la Man-
cha, yel 5 de junio los vecinos de Santa Cruz de Mudela,
arremetiendo á unos 400 franceses que habia en el pueblo
y matando á muchos, obligaron á los domas á fugarse ca-




'?295
mino de Valdepeñas. En esta villa opusiéronse los natura-
les al paso de los enemigos, y estos para esquivar un duro
choque. echando por fuera de la pohlacion tomaron des-
pues el camino real. aguardando á un cuarto de legua en el
sitio apellidado de la Aguzadera á ser reforzados. No tardó
en efecto en llegar en el mismo dia , que era el 6 de junio,
el general Liger-Belair procedente de Manzanares con 600
caballos, é incorporados todos revolvieron sobre Valdepeñas.


Los moradores de esta villa alentados con la anterior re-
tirada de los franceses, y temiendo tambien que quisiesen
vengar aquella ofensa, resolvieron impedir la entrada. Es
Valdepeñas poblacion rica, de 5000 vecinos, asentada en los
llanos de la Mancha , y á la que dan celebridad sus afama-
dos vinos. Atraviésala por medio la calle llamada Real,
tránsito de los que viajan de Castilla á Andalucía, y la cual
tiene de largo cerca de un cuarto de legua. Aprovechándose
de Sil extension , dispusiéronla los habitantes de modo que
en ella se entorpeciese la marcha de los franeeses. La cu-
brieron con arena. esparciendo debajo clavos y agudos hier-
ros; de trecho en trecho y disimuladamente. ataron maro-
mas á las rejas, cerraron y atrancaron las puertas de las
casas, y embarazaron las callejuelas que salían á la princi-
pal avenida. No contentos con resistir detras de las pare-
des, osaron en número de mas de 1000 ponerse en fila á la
orilla del pueblo. Pero viendo lo numeroso de la caballería
enemiga, después de algun tiroteo se agacharon en lo in-
terior, pertrechados de armas y medios ofensivos.


. Los franceses al aproximarse enviaron por delante una
descubierta, la cual segun su costumbre con paso acelerado
se adelantó al pueblo. Penetró, y muy luego los caballos
tropezando y cayendo unos sobre otros, miserablemente ar-
rojaron á los jinetes. Entonces de todas partes llovieron so-
bre los derribados tiros, pedradas, ladrillazos, atormentando


Heststencía
de Valdepeñas.




~W4
tambien sus carnes con agua y aceite hirviendo. Quisieron
otros proteger á los primeros, y cúpoles igual y malhadado
fin. Irritado Liger-Belair con aquel contratiempo, entró la
villa por los costados incendiando las casas y destrozán-
dolas. Pasaron de 80 las que se quemaron, y muchas per-
sonas fueron degolladas hasta en los campos y las cuevas.
Habian los enemigos perdido ya mas de 100 hombres, al
paso que la villa se arruinaba y se hundia. Conmovidos de
ello y recelosos de su propia suerte varios vecinos prin-
cipales, resolvieron, yendo á su cabeza el alcalde mayor don
Francisco María Osorio, avistarse con el general Liger-Be-
lair, quien temeroso tambien de la ruina de los suyos, es-
cuchó las proposiciones, convino en ellas, y saliendo todos
juntos con una divisa blanca, pusieron de consuno termino
á la matanza. Mas la contienda habia sido tan reñida, que
los franceses escarmentados no se atrevieron á ir adelante,
y juzgaron prudente retroceder á Madridejos.


Rettrase Dupont Dupont aislado, sin noticia de 1.0 que á la otra parte de
á andujsr.


los montes pasaba, aturdido con lo que de cerca veia, pen-
só en retirarse; y el 16 de junio saliendo por la tarde de
Córdoba se encaminó á Andújar , en donde tomó posicion
el 19. Desde aquel punto con objeto de abastecer á su
gente, y deseoso de no abandonar el terreno sin castigar á
Jaen , á la cual se achacaba haber participado del alboroto
y muerte del comandante francés de Andújar, envió allí el


Saqueo de Jaen. 20 al oficial Baste con la suficiente fuerza. Entraron los ene-
migos en la ciudad sin hallar oposicion, y con todo la pi-
llaron y maltrataron horrorosamente. Degollaron hasta ni-
ños y viejos, ejerciendo acerbas crueldades contra religio-
sos enfermos de los conventos de Santo Domingo y de San
Agustin: tal fue el último, notable y fiero hecho cometido
por los franceses en Andalucía antes de rendirse á las hues-
tes españolas.




;295
Cási al propio tiempo determinó 1Uurat enviar tambien Expediclon de


. • • • ~Joncey
UDa expedieion contra Valencia. Mandábalael mariscal Mon- contra Valencia.
cey y se componía de 8000 hombres de tropa francesa, á los
que debían reunirse guardias españolas, walonas y de Corps.
1\las todos estos en su mayor parte se desbandaron pasando
por atajos y trochas del lado de sus compatriotas. ]}loncey
salió de ]Uat.1rid el 4 de junio, y llegó á Cuenca el 11. Dete-
niéudose algunos dias disgustose Mural, y despachó para
aguijarle al general de caballería Excelmans con otros mu-
chos oficiales, quienes arrestados en Saelices y conducidos
prisioneros á Valencia, terminaron su comision de un mo-
t.10 muy diverso del que esperaban. En Cuenca fueron re-
cibidos los franceses con tibieza mas no hostilmente. Prosi-
guiendo Sil marcha hallaron por lo general los pueblos des-
amparados, pronóstico que vaticinaba la resistencia con
que iban á tropezar.


La junta de Valencia había en tanto adoptado las medi-
das vigorosas de defensa que la premura del tiempo le per-
mitia. Becreciéronse al oir que Moncey se aproximaba del
lado de Cuenca, y se dieron nuevas órdenes é instrucciones
al mariscal de Campo don Pedro Adorno, á cuyo mando, co-
mo ya digimos, se habian confiado las tropas apostadas en
los desfiladeros de las Cabrillas, á donde el enemigo se di-
rigia. Lo mas de la gente era nueva é indisciplinada, y por
eso convenía aprovecharse de las ventajas que ofreciese el
terreno. Tratóse pues de disputar primeramente á los fran- Reencuentro del


• • puente Pajazo.
ceses el paso del Cabriel en el puente Pajazo , en donde
remata la cuesta de Contreras , y en cuya cabeza cons-
truyeron los espaüoles una mala batería de 4 cañones
sostenida por un trozo de un regimiento suizo, colocándose
la otra tropa en diferentes puntos de dicha cuesta. Detuvié-
ronse los franceses, hasta que á duras penas por los malos
senderos y escahrosidades acercaron cási á la rastra unos




~96
cañones. Con su auxilio el 20 rompieron el fuego, y va-
deando unos el rio , y otros acometiendo de frente, se apo-
deraron de la batería espartola , habiendo habido muchos de
los suizos que se les pasaron. Los nuevos reclutas que nun-
ca habían sido fogueados, abandonados por aquellos vete-
ranos, no tardaron en dispersarse, replegándose parte de
ellos con algunos soldados españoles á las Cabrillas.


Cundió la nueva de la derrota, súpola la junta de Va-
lencia, y grande fué la consternacion y el sobresalto. En
tamaño apuro envió al ejército en comision á su vocal el
padre Rico, ó ya quisiesen vengarse así algunos del estre-
cho en que los había metido, ó ya tambien porque gozando
de suma popularidad, pensaron otros que era aquel el modo
mas propio de calmar la pública agitacion y alejar la des-
confianza. Obedeció Rico, y el 25 por la noche llegó alas
Cabrillas, ocho leguas de Valencia, y cuyos montes parten


De [as Cabrllías. término con Castilla. Hahíanse recogido á sus cumbres los
dispersos del Cabriel ,'y allí se encontró el padre Rico con
180 hombres del regimiento de Saboya mandados por el ca-
pitan Gamindez, con 5 cuerpos de nueva creacion, algunos
caballos y artilleros que habían conservado 2 cañones y
un obns, componiendo en todo cerca de 5000 hombres.
Eran contados los oficiales veteranos, siendo el de mayor
graduaeion el brigadier Marimon, de guardias españolas. Ig-
norábase el paradero de Adorno. Reunidas todas aquellas
reliquias, se colocaron en situacion ventajosa á espaldas y á
legua y media del pueblo de Siete-Aguas, hasta cuyas casas
enviaban sus descubiertas. Gamindez mandó el centro, la
izquierda Marimon , y colocáronse guerrillas sueltas por la
derecha. El 24 avanzaron los franceses, y los nuestros, fa-
vorecidos de tierra tan quebrada, los molestaron bastante-
mente. Impacientado Moncey destacó por su izquierda y del
lado de la sierra de los Ajos al general Harispe con vascones




297
acostumbrados á trepar por las asperezas del Pirineo. En-
cararnáronse pues á pesar de escabrosidades y derrumbade-
ros, y arrollando á las guerrillas, facilitaron el ataque de
frente. Defendiéronse bien los de Saboya, quedando los mas
de ellos y los artilleros muertos junto á Jos cañones, y pri-
sionero con otros su comandante Gamindez. Lo restante
de la gente bisoña huyó precipitadamente. La pérdida de
los españoles fué de 600 hombres, muy inforior la de los
contrarios. El mariscal ~loncey al instante traspasó la sierra
por el portillo de las Cabrillas, desde donde registrándose
las ricas y frondosas campiñas de la huerta de Valencia, se
encendió la ansiosa codicia de sus fatigados soldados. Si en-
tonces hubiera proseguido su marcha, fácilmente se hubiera
enseñoreado de la ciudad; pero obligado á detenerse el 25
en la venta de Buñol para aguardar la artillería, y querien-
do adelantarse cautelosamente, dió tiempo á que Rico vol-
viendo á Valencia al rayar el alba de aquel mismo dia , ape-
llidase guerra dentro de sus muros.


Está asentada Valencia á la derecha del Guadalaviar ó
Tnria , 100000 almas forman su poblaeion , excediendo de
60000 las que habitan en los lugarejos, casas de campo y
alquerías de sus deliciosas vegas. Ceñida de UD muro anti-
guo de mampostería con una mala ciudadela, no podía ofre-
cer al enemigo larga y ordenada resistencia, si militarmente
hubiera de haberse considerado su defensa. Mas á la voz de
la desgracia de las Cabrillas, en lugar de abatirse, crecien-
do el entusismo al mas subido punto, tomó la junta acti-
vas providencias; y los moradores no solo las ejecutaron
debidamente, sino que tambien por sí procedieron á dar á
los trabajos la amplitud y perfeecion que permitía la bre-
vedad del tiempo. Sin distincion de clase ni de sexo acu-
dieron todos á trabajar en las fortificaciones que se levan-
taban. En el corto espacio ¡JI' sesenta horas eonstruyéronse


Preparativos.
de defensa


en Valench.




lleCdeg.
en el pueblo
de Cnarte.


en las puertas baterías con sacos de tierra. En la de Cuarte,
como era por donde se aguardaba al enemigo, adornas de
2 cañones de á 24 se colocó otro en el primer piso de la
torre, abriéndose una zanja ancha y profunda en medio de
la calle del arrabal que embocaba la batería. A la derecha
de esta puerta y antes de llegar á la de San José, entre
el muro y el rio, se situaron 4, cañones y 2 obuses, impi-
diendo lo sólido del malecon que se habriese un foso. Dióse
á esta obra el nombre de hatería de Santa Catalina, del
de una torre antes demolida y que ocupaba el mismo es-
pacio. Lo expresamos por su importancia en la defensa.
Dentro del recinto se cortaron y atajaron las calles, calle-
juelas y principales avenidas con carros, coches, vigas, ca-
lesas y tartanas. Tapáronse las entradas y ventanas de las
casas con colchones, mesas, sillas y todo género de mue-
bles, cubriendo por el mismo término y cuidadosamente lo
alto de las azoteas ó terrados. Detras de semejantes y tan
repentinos atrincheramientos estaban preparados RUS due-
110S con armas arrojadizas y de fuego, y aun hubo mujeres
que no olvidaron el aceite hirviendo. Afanados todos mu-
tuamente se animaban, habiendo resuelto defender herói-
camente sus hogares.


La junta adenias para dilatar el que los franceses se acer-
casen, trató de formar un campo avanzado á la salida del
pueblo de Cuarte, distante una legua de Valencia. Le corn-
ponían cuerpos de nueva formacion y se babia puesto á las
órdenes de don Felipe Saint-March. Situóse la gente en la
ermita de San Onofre á orillas del canal de regadío que atra-
viesa el camino que va á las Cabrillas. Entre tanto don José
Caro, nombrado brigadier al principio de la insurreccion,
y que mandaba una division de paisanos en el ejército de
Cervellon, apostado segun dijimos en Alm:msa, corrió apre-
snradamente al socorro de la capital luego qur supo el pro-




299
greso del enemigo. A su llegada se unió á Saint-March , y
juntos dispusieron el modo de contener al mariscal francés.
Emboscaron al efecto en los algarrobales, viñedos y oliva-
res que pueblan aquellos contornos, tiradores diestros y es-
forzados. El cuerpo principal se colocó á espaldas de una
batería que enfilaba el camino hondo, por donde era de creer
arremetiese la caballería enemiga y cuyo puente se habia
cortado. Como los generales habian previsto que al fin ten-
drian que ceder á la superioridad y pericia francesa, deseo-
sos de que su retirada no causara terror en Valencia, ha-
bian pensado, Caro en tirar por la izquierda y Saint-March
pasar el rio por la derecha, y situarse en el collado del al-
macen de pólvora. Pero para verificar, llegado el caso, su
movimiento con órden y evitar que dispersos fueran á la
ciudad, establecieron á su retaguardia una segunda línea
en el pueblo de Cuarte, rompiendo el camino y guarne-
ciendo las casas para su defensa.


Alas once de la mañana del dia 27 empezó el fuego, duró Defensa
de valenct«.


hasta las tres, siendo muy vivo durante dos horas. Al fin
los franceses cruzaron el canal, y forzaron la primera línea.
Caro y Saint-March se retiraron segun habian convenido.
Los franceses vencedores iban á perseguirlos, cuando nota-
ron que desde el pueblo de Cuarte se les hacia fuego. 1\10-
lestados tambien por el continuado de los paisanos metidos
en los cañamares de dicho pueblo, no pudieron entrarIe
hasta las seis de la tarde; huyendo los vecinos al amparo
de las acequias, cañaverales y moreras que cubren sus cam-
pos. La perdida fue considerable de ambas partes: la arti-
llería quedó en poder de los franceses.


Avanzó entonces l\'Joncey hasta el huerto de Juliá, media Proposlclon
. . ,. de Moncey


legua de Valencia. Por la noche paso al capítan general para que capftule
la ciudad.


conde de la Conquista un oficio para que rindiese la plaza.
FuI' portador el coronel Solano. Congregóse la junta, á la




500
que se unieron para deliberar en asunto tan espinoso el
ayuntamiento, la nobleza é individuos de todos los gremios.
El de la Conquista inclinábase á la entrega, viendo cuán
imposible seria resistir csn gente allegadiza, y en ciudad,
por decirlo así, abierta á enemigos aguerridos. Sostuvo la
misma opinión el emisario Solano. y en tanto grado, que se
esforzó en probar no habia nada que temer respecto de lo
pasado, así por la condicion suave y noble del mariscal
francés, como tambien por los vínculos particulares que le
enlazaban con los valencianos; lo cual aludia á conocerse en
aquel reino familias del nombre de Moncey, y haber quien
le conceptuara oriundo de la tierra. Así se discurría acerca
de la proposicion, cuando el pueblo advertido de que se
negociaba, desaforadamente se agolpó á la sala de sesiones
de la junta. Atemorizados los que en su seno buscaban la
rendicion y alentados los de la parcialidad opuesta, no se
titubeó en desechar la demanda del enemigo; y puestos to-
dos sus individos al frente del mismo pueblo, recorrieron
la línea animando y exhortando ála pelea. Con la oportuna
resolucion se embraveció tanto la gente, que no hubo ya
otra voz que la de vencer ó morir.


El 28 á las once de la mañana se rompió el fuego. Como
Moncey era dueño de casi todo el arrabal de Cuarte , le fué
fácil ordenar sus batallones detras del convento de San Se-
hastian. A. su abrigo dirigieron los enemigos sus cañones
contra la puerta de Cuarte y batería de Santa Catalina. Tres
veces atacaron con el mayor ímpetu del lado de la prime-
ra, y otras tantas fueron rechazados. l\landaba la batería
española con mucho acierto el capitán don José Ruiz de
Alcalá, y el puesto los coroneles baron de Petrés y don
Bartolomé de Georget. Los enemigos no perdonaron medio
de flanquear á los nuestros por derecha é izquierda, pero de
un costado se lo estorbaron los fuegos de Santa Catalina, y




501
del otro el graneado de fusilería que desde la muralla hacian
los habitantes. El entusiasmo de los defensores tocaba en
frenesí cada vez que el enemigo huia , pero siempre se man-
tuvo el mejor orden. Temióse por un rato carecer de me-
tralla, y sin tardanza de las casas inmediatas se arrancaron
rejas, se enviaron barras y otros utensilios de bierro, que
cortados en menudos pedazos pudieron suplir aquella falta,
acudiendo á porfía las señoras de la clase mas elevada á coser
los saquillos de la recien fabricada metralla. Con tal ejem-
plo, ¿qué brazo varonil hubiera cedido el paso al enemigo?
El capitan general, los magistrados y aun el arzobispo apa-
recíanseá veces en medio de aquel importante puesto, dando
brío con su presencia á los menos esforzados.


WIoncey tratando de variar su ataque, recogió sus solda-
dos á la cruz de l\'Iislata, y acometió después de un respiro
la hatería de Santa Catalina, á la derecha como dijimos de
la de Cuarteo Era comandante del punto el coronel don
Firmo Valles, y de la hatería don IUanuel de Velaseo y don
José Soler. Dos veces y con gran furia embistieron los fran-
ceses. La primera ciaron abrasados por el fuego de caño n
y el que por su flanco izquierdo les hacia la fusilería; y la
segunda huyeron atropelladamente sin que los contuviesen
las exhortaciones de sus jefes. No por eso desistió l\Ioncey,
y fingiendo querer atacar el muro por donde mira á la pla-
zuela del Carbon, emprendió nueva acometida contra la
batería de Santa Catalina. j Vano empeño! Sus soldados re-
pelidos dejaron el suelo empapado en su sangre, Distin-
guióse allí el oficial don Santiago O'lalor , asesinado aleve-
mente en el propio dia por mano desconocida.


Los franceses perturbados con defensa tan inesperada y
recia, trataron de dar una última embestida á la ciudad.
Eran las cinco de la tarde, cuando avanzando Wloncey con el
grueso de Sil ejército hácia la puerta de Cuarte, hizo mar-




Hechas notable'
de algunos
españoles.


char una eolun~na por el convento de Jesus para atacar la
de San Vicente, situada á la izquierda de la primera, y con-
fiada al cuidado del coronel don Bruno Barrera, bajo cuyas
órdenes dirigian la artillería los oficiales don Francisco Cano
y don Luis Almela. Considerábase aquella parte del muro
la mas flaca, mayormente su centro en donde está colocada
en medio de las otras dos la puerta tapiada de Santa Lucía,
antiguamente dicha de la Boatella. Ernpezése el ataque, y
los espcñoles apuntaron con tal acierto sns cañones, que lo-
graron desmontar los de los enemigos, y desalojarlos del
punto que ocupaban con notable matanza. Desde aquella
hora, que era ya la de las ocho de la noche, cesó el fuego en
ambas líneas. Durante los diversos ataques arrojaron los fran
ceses á la Ciudad granadas que no causaron daño.


El padre Rico anduvo constantemente por los parajes de
mayor riesgo, y coadyuvó grandemente á la defensa con su
energía y brioso porte. Fué imperturbable en su valor Juan
Bautista Moreno, que sin fusil y con la espada en la mano
alentaba á sus compañeros, y tomó á su cargo abrir y cer-
rar las puertas sin reparar en el peligro que á cada paso le
amenazaba. Mas sublime ejemplo dió aun con su conducta
Miguel García, mesonero de la calle de San Vicente, quien
hizo solo á caballo cinco salidas, y sacando en cada nna de
ellas 40 cartuchos, los empleaba como diestro tirador ati-
nadamente. Hechos son estos dignos de la recordacion his-
tórica, y no deben desdeñarse aunque vengan de humilde
lugar. Al contrario conviene repetirlos y grabarlos en la me-
moria de los buenos ciudadanos, para que sean imitados en
aquellos casos en que peligre la independencia de la patria.


La resistencia de Valencia, aunque de corta duracion,
tuvo visos de maravillosa. No tenia soldados que la defen-
diesen, habiendo salido á diversos puntos los que antes la
guarnecían, ni otros jefes entendidos, sino oficiales subal-




505
ternos que guiaron el denuedo de los paisanos. Los fran-
ceses perdieron mas de 2000 hombres, y entre ellos al ge·
neral de ingenieros Cazal con otros oficiales superiores. Los
españoles resguardados detrás de los muros y baterías tu-
vieron que llorar pocos de sus compatriotas, y ninguno de
cuenta.


Al amanecer del 29 don Pedro Túpper, puesto de vigía en IletirmMIlIIcPY·
el miguelete ó torre de la catedral, avisó que los enemigos
daban indicio de retirarse. Apenas se creia tan plausible
nueva, mas bien pronto todos se cercioraron de ello viendo
marchar al enemigo por Torrente para tomar la calzada que
va á Almansa. La alegría fué colmada, y esperábase que el
conde de Cervellon acabaria en el camino de destruir al ma-
riscal 1}Ioncey l Ó por lo menos le molestaria y picaria por
todos lados. Muy léjos estaba de obrar conforme al comun
deseo. El general español habia venido á Alcim cuando supo Inaccion


de Cervellnn.
el paso de los franceses por las qabrillas, y su marcha so-
bre Valencia. Allí permaneció tranquilo, y no trató de dis-
putar á 1}Ioncey el paso del Júcar despues de su derrota
delante de los muros de la capital. Tachósele de' remiso,
principalmente porque habiendo consultado á los oficiales
superiores sobre el rumbo que en tal oportunidad conven-
dria seguir, opinaron todos que se impidiese á los france-
ses cruzar el río: no abrazó su dictámen fundándose en lo
indisciplinados que todavía estaban sus soldados: pruden-
cia quizá laudable, pero amargamente censurada en aqne-
llos tiempos.


Perjudicó tambien á su fama, y aun en el concepto de los l~~~ai~~lde
juiciosos, la contraposicion que con la suya formó la con- Llamas.
ducta de don Pedro Gonzalez de Llamas y la de don José
Caro. A este le hemos visto acudir al socorro de Valencia,
y si bien no con feliz éxito, por lo menos retardó con su
movimiento el progreso del enemigo, lo cual fué de suma




Enfermedad
de Murat.


utilidad para que se preparasen los vecinos de la ciudad á
una notable y afortunada resistencia. El general Llamas que
de Murcia se habia acercado al puerto de Almansa , noti-
cioso por su parte de que los franceses iban á embestir á
Valencia, habia avanzado rápidamente y colocádose á la
espalda en Chiva, cortándoles así sus comunicaciones con
el camino de Cuenca. Y después obedeciendo las órdenes
de la junta provincial hostigó al enemigo hasta el Júcar, en
donde se paró asombrado de que Cervellon hubiese perma-
necido inactivo. Pradigáronse pues alabanzas á Llamas, y
achacose á Cervellon la culpa de no haber derrotado al ejér-
cito de Moneey antes de la salida del territorio valenciano.
Como quiera que fuese, costóle al fin el mando tal modo
de comportarse, graduado por los mas de reprensible timi-
dez. lUoncey prosiguió su retirada incomodado por el paisa-
naje, y á punto que no osaba desviarse del camino real. Pasó
el 2 de julio el puerto de Almansa , y en Albacete hizo alto
y dio descanso á sus fatigadas tropas.


Entre tanto no sabia el gobierno de IUadrid cuál partido
te convenia abrazar. Notaba con desconsuelo burladas sus
esperanzas, no habiendo reprimido prontamente la insur-
receion de las provincias con las expediciones enviadas al
intento. Temia tambien que las tropas desparramadas por
diversos y lejanos puntos, y molestadas sin gozar un ins-
tante de sosiego, no acabasen por perder la disciplina. .l\'h.-
cho contribuyó á su desconcierto la enfermedad grave de
que fué acometido el gran duque de Berg en los primeros
dias de junio, con le cual se hallaron los individuos de la
junta faltos de un centro principal que diera union y fuer-
za. Hubo entre los suyos quien le creyó envenenado, y en-
trelos españoles no faltó tambien quien atribuyera su mal
á castigo del cielo por las tropelías y asesinatos del 2 de
mayo. Los ociosos y lenguaraces buscaban el principio en




505
un orígen impuro, liando lugar á sus sueltas palabras los
deslices de que no estaba exento el duque. 1\las la verdade-
ra enfermedad de este era uno de aquellos cólicos por des-
gracia harto comunes en la capital del reino, y que por
serlo tanto los ha distinguido en una disertacion el docto
Luzuriaga con el nombre de cólicos de Madrid. Agregáron-
sele unas tercianas tan pertinaces y recias, que descaecien-
do su espíritu y su cuerpo, tuvo que conformarse con el
dictámen de los facultativos de trasladarse á Francia, y to-
mar las aguas termales de Bareges. Provocó tambien á sos-
pecha de emponzoñamiento el haber amalado muchos de
los soldados franceses, y muerto algunos con síntomas de
índole dudosa. Para serenar los ánimos, el baron Larrey,
primer cirujano del ejércitoinvasor, examinólos alimentos,
y el boticario mayor del mismo, Mr. Laubert, analizó.dete-
nidamente el vino que se les vendia en varias tabernas y
bodegones de dentro y fuera de Madrid. Nada se descubrió
de nocivo en el líquido, solamente á veces habia con él
mezcladas algunas substancias narcóticas mas ó menos ex-
citativas, comoel aguade laurel y el pimiento,que para dar
fuerza suelen los vinateros y vendedores añadir al vino de la
Mancha, á semejanzadel óxido de plomoó sea litargirio, que
se emplea en algunos de Francia para corregir su acedía.
La mixtion no causaba molestia á los españoles por la cos-
tumbre, y sobre todo por su mayor sobriedad: dañó extre-
madamente á los franceses no habituados á aquella bebida,
y que abusaban en sumo grado de los vinosfuertes y licoro-
sos de nuestro terruño. El exámen y declaracion de Larrey
y Laubert tranquilizó á los franceses, recelososde cualquie-
ra asechanza de parte de un pueblo gravemente ofendido;
pero el de España con dificultad hubiera recurrido para
su venganza á un medio que no le era nsual • cuando tantos
otros justos y nobles se le presentaban.


TMO. J. 20


Enfermeilade.
en su ejército.


Optníon
de Larrey.




Savary
sucede ti Murat.


Singular
comision de


Savary.


S1I conduela.


506
En lugar de J\lurat envió Napoleon á J\ladrid al general


Savary, el que negó el 15 de junio. No agradó la eleccion
á los franceses, habiendo en su ejército muchos que por
su graduacion y militar renombre reputábanse como muy
superiores. Asimismo en el concepto de algunos menosca-
baba la estirnacion de la persona escogida, el haber sido
con frecuencia empleada en comisiones mas propias de un
agente de policía, que de quien babia servido en la carrera
honorífica de las armas. No era tampoco entre los españo-
les juzgado Savary con mas ventaja, porque habiendo sido
el celadorasiduo del viaje de Fernando, coadyuvó con pala
bras engañosas á arrastrarle á Bayona. Sin embargo, su
nombre no era ni tan conocido ni odiado como el de lUmat:
ademas llegó en sazón en que muy poco se curaban en las
provincias de lo que se hacia ó deshacia en Madrid. Asun-
tos inmediatos y de mayor cuantía embargaban toda la
ateneion.


El encargo confiado á Savary era nuevo y extraño en su
forma. Autorizado con iguales facultades que el 1ugarte-
niente 1\'Iurat, no le era lícito poner su firma en resolucion
alguna. Al general Belliard tocaba con la suya legalizarlas.
El uno leía las cartas, oficios é informes dirigidos al lugar-
teniente; respondia, determinaba: el otro ceñíase á manera
de una estampilla viva á firmar lo que le era prescrito. Los
decretos se encabezaban á nombre del gran duque, como si
estuviese presente ó hubiese dejado sus poderes á Savary,
y este disponiendo en todo soberanamente, incomodaba á
varios de los otros jefes que se consideraban desairados.


Para mostrar que él era la suprema cabeza, á su llegada
se alojó en Palacio, y tomó sin tardanza providencias aco-
modadas al caso. Prosiguió las fortificaciones del Retiro, y
construyó un reducto al rededor de la fábrica real de por-
celana allí establecida, y á que dan el nombre de casa de




507
la China, en donde almacenó las vituallas y municiones de
guerra. Pensó después en sostener los ejércitos esparcidos
por las provincias. Tal habia sido la orden verbal de Napo-
leon, quien juzgaba « ser lo mas importante ocupar mu-
» chos puntos, á fin de derramar por todas partes las no-
1) vedades que habia querido introducir..... ) Conforme á
ella é incierto de la suerte de Dupont, cuya correspon-
dencia estaba cortada, resolvió Savary reforzarle con las
tropas mandas por el general Vedel que se hallaban en To-
ledo. Ascendían á 6000 infantes y 700 caballos con 12 ca-
ñones. El 19 de junio salieron de aquella ciudad, juntan-
doseles en el camino los generales Roize y Liger-Belair con
sus destacamentos, los cuales hemos visto fueron compe-
lidos á recogerse á Madridejos por la insurreccion general
de la Mancha.


Los franceses por todas partes se encontraban con pue-
blos solitarios, incomodándoles á menudo los tiros del pai-
sanaje oculto detrás de los crecidos panes, y j ay de aque-
llos que se quedaban rezagados! No obstante asomaron sin
notable contratiempo á Despeñaperros en la mañana del
26 de junio. La posicion estaba ocupada por el teniente
coronel español don Pedro Valdecañas , empleado antes en
la persecucion de contrabandistas por aquellas sierras, y
ahora apostado allí con objeto de que colocándose á la re-
taguardia de Dupont, le interceptase la correspondencia é
impidiese el paso de los socorros que de l\ladrid le llegasen.
Habia atajado el camino en lo mas estrecho con troncos,
ramas y peñascos, desmoronándole del lado del despeña-
dero, y situando detrás 6 cañones. Paisanos los mas de
su tropa, y él mismo poco práctico en aquella clase de
guerra, desaprovechó la superioridad que le daba el terre-
no. Cedieron luego los nuestros al ataque bien concertado
de los franceses, perdieron la artillería, y Vedel prosiguió


Envía á V (~rlel
Jlara reforzar á


nupon!.


Paso de
síerramorcna.




Ref"erzos
enviados á
lIloncey.


Caullncourt
saquea


aCuenca.


508
sin embarazo á la Carolina, en cuya ciudad se le incorpo-
róun trozo de gente que le enviaba Dupont á las órdenes
del oficial Baste, el saqueador de Jaen. Llevada pues á fe-
liz término la expedición , creyó Vedel conveniente enviar
atrás alguna tropa para reforzar ciertos puntos que eran
importantes, y conservar abierta la comunicacion. Por lo
demás bien que pareciesen cumplidos los deseos del ene-
migo en la union de Vedel y Dupont, pudiendo no solo
corresponder libremente con .l'tiadrid, mas aun hacer rostro
á los españoles y desbaratar sus mal formadas huestes: 110
tardarémos en ver cuán de otra manera de lo que espera-
han remataron las cosas.


Aquejábale igualmente á Savary el cuidado de Moncey,
cuya suerte ignoraba. Despues de haberse adelantado este
mariscal mas allá de la provincia de Cuenca, habian sido
interrumpidas sus comunicaciones, hechos prisioneros sol-
dados suyos sueltosy descarriados, y aun algunas partidas.
Juntándose pues número considerable de paisanosalentados
con aquellos que calificaban de triunfos, fué necesario
pensar en dispersarlos. Con este objeto se ordenó al gene-
ral Caulincourt, apostado en Tarancon, que marchase con
una brigada sobre Cuenca. Dió vista á la ciudad el 5 de ju-
lio , y una gavilla de hombres desgobernada le hizo fuego
en las cercanías á bulto y por corto espacio. Bastó seme-
jante demostracion para entregar á un horroroso saco aque-
lladesdichada ciudad. Hubo regidores é individuos del cabil-
do eclesiástico,que saliendo con bandera blanca, quisieron
implorar la merced del enemigo; mas resuelto este al pi-
llaje sin atender á la señal de paz, los forzó á huir reci-
biéndolosá cañonazos. Espantáronse á su ruido los vecinos
y cási todos se fugaron, quedando solamente los ancianos
y enfermosy cinco comunidades religiosas. No perdonaron
los contrarios casa ni templo que no allanasen y profana-




509
sen. No hubo mujer por enferma ó decrépita que se liber-
tase de su brutal furor. Al venerable sacerdote don Antonio
Lorenzo Urban, de edad de ochenta y tres años , ejemplar
por sus virtudes, le traspasaron de crueles heridas, despues
de recibir de sus propias manos el escasopeculio que todavía
Sil ardiente caridad no había repartido á los pobres. Al fran-
ciscano el padre Gaspar Navarro, tarnbien octogenario, ator-
mentáronle crudamente para que confesase dinero que 'tlo
tenia. Otras y no menos crueles, bárbaras y atroces accio-
nes mancharon el nombre francés en el no merecido saco
de Cuenca.


No satisfecho Savary COll el refuerzo que se enviaba á Frere,
Moncey al mando de Caulincourt, despachó otro nuevo á
las órdenes del general Frere , el mismo que antes habia ido
á apaciguar á Segovia. Llegó este á Bequena el ;) de julio,
donde noticioso dc que l\lonccy se retiraba del lado de Al-
mansa, y de estar guardadas las Cabrillas por el general
español Llamas, revolvió sobre San Clemente, y se unió
con el mariscal. Poco después informado Savary de haberse
puesto en cobro las reliquias de la expedicion de Valencia,
y deseoso de engrosar su fuerza en derredor suyo, mandó á
Caulincourt y á Frere que se restituyesen á Madrid: con lo
que enflaquecido el cuerpo de Moncey, y quizá ofendido
este de que un oficial inferior en graduacion y respetos pu-
diesedisponer de la gente que debía obedecerle, desistió de
toda empresa ulterior, y se replegó á las orillas del Tajo.


Los franceses que esparcidos no habian conseguido las
esperadas ventajas, comenzaron á pensar en mudar de plan,
y reconcentrar mas sus fuerzas. Napoleon sin embargo te-
nazen sus propósitos, insistía en que Dupont permaneciese
en Andalucía, al paso que mereció su desaprohacion el
que le enviasen continuados refuerzos. Savary inmediato
al teatro de los acontecimientos, y fiado en el favor dc que




Cuesta ..


Desatlenrle ti
Ressieres.


310


gozaba, tomó sobre si obrar por rumbo opuesto, é indicó
á Dupont la conveniencia de desamparar las provinciasque


Segundo ocupaba. Para que con mas desembarazo pudiera este jefe
refuerzo Ilevado


á lllullont efectuar el movimientoretrógrado, dirigió aquel sobre l\lan-
por e general


Gobert. zanares al general Gobert con su division, en la que es-
taba la brigada de coraceros que babia en España. Mas
Dupont ya fuese temor de su posieon, ó ya deseos de con-
servarse en Andalucía, ordenó á Gobert que se le incorpo-
rase, y este se sometió á dicho mandato despues de dejar
un batallon en Manzanaresy otro en el Puerto del Rey.


Tan discordes andaban unos y otros, como aconteceen
tiempos borrascosos, estando solo conformes y empeña-
dos en aumentar fuerzas hacia el mediodia. Y al mismo
tiempo el punto que mas urgia auxiliar, que era el de Bes-
sieres, amenazado por las tropas de Galicia , Leon y Astu-
rias, quedaba sin ser socorrido. Claro era que una ventaja
conseguida por los españoles de aquel lado, compromete-
ria la suerte de los franceses en toda la península, inter-
rumpiria sus comunicaciones con la frontera, y los deja-
ría á ellos mismos en la imposibilidad de retirarse. Pues á
pesar de reflexion tan obvia desatendióse á Bessieres , y
solo tarde y con una brigada de infantería y 500 caballos
se acudió de Madrid en su auxilio. Felizmente para el ene-
migo la fortuna le fué allí mas favorable; merced á la im-
pericia de ciertos jefes españoles.


Después de la batalla de Cabezon se habia retirado á Be-
navente el general Cuesta. Recogió dispersos, prosiguió
los alistamientos, y se le juntaron el cuerpo de estudian-
tes de Leon y el de Covadonga de Asturias. Diéronse en
aquel punto las primeras lecciones de táctica á los nuevos
reclutas, se los dividió en batallones que llamaron tercios,
y esmeróse en instruirlos don José de Zayas. De esta gente
se componia la infantería tle Cuesta, limitándose la caba-




511
lleria al regimiento de la Reina y guardias de Corps que
estuvieron en Cabezon , y al escuadron de carabineros que
antes habia pasarlo á Asturias. Era ejército endeble para
salir coa él á campana, si las tropas de la última provincia
y las de Galicia no obraban al propio tiempo y mancomu-
nadamente. Por lo cual con instanciapidió el general Cuesta
que avanzasen y se le reuniesen. La junta de Asturias pro-
pensa á condescender con sus ruegos, fué detenida por las
oportunas reflexiones de su presidente el marqués de Santa-
Cruz de Marcenado, manifestando en ella's que léjos de ac-
ceder, se debia exhortar al capitán general de Castilla á
abandonar sus llanos y ponerse al abrigo de las montañas;
pues no teniendo soldados ni unos ni otros sino hombres,
infaliblemente serian deshechos en descampado, y se apa-
garia el entusiasmo que estaba tan encendido. Convencida
la junta de lo fundado de las razones del marqués, acordó
no desprenderse de su ejército , y solo por halagar á la
multitud consintió en que quedase unido á los castellanos
el regimiento de Covadonga, compuesto de mas de 1000
hombres, y mandado por don Pedro Mendez de Vigo, y
adema¡;:. que otros tantos bajasen á Leon del puerto de Lei-
tariegos á las órdenes del mariscal de campo conde de To-
reno, padre del autor.


Tambien encontró en Galicia la demanda de Cuesta gra-
ves dificultades. Había sido el plan de Filangieri fortificar
á Manzanal , y organizar allí y en otros puntos del Vierzo
sus soldados, antes de aventurar accion alguna campal. Mas
la junta de Galicia, atenta á la quebrantada salud de aquel
general y al desvío con que por extranjero le miraban al-
gunos, relevándole del mando activo, le habia llamado á
la Coruña, y nombrado en su lugar al cuartel maestre ge-
neral don Joaquín Blake. Púsose este al frente del ejército
el 21 de junio, y perseguido Filangicri de adversa estrella




512
pereció, como hemos dicho, el 24, Persistió Blakeeu el plan
anterior de adiestrar la tropa, esperando que con los cuer-
pos que habia en Galicia, los de Oporto y nuevos alistados
conseguiría armar y disciplinar 40000 hombres. La inquie-
tud de los tiempos le impidió llevar su laudable propósito


Ejército de á cumplido efecto. Deseoso de examinar y reconocer por
li.lici.despucs • I ' inos d F b d 1\'" I h bide la muerte de SI a sierra y cammos e uence a on y ranzanar, a la


Filangieri. lid d V'II f '. di'sa loe 1 a ranca, y parecien o e convemente tomar
posiciónen aquellasalturas que forman una cordillera avan-
zada de la de Cebrero y Piedrafita, límite de Galicia, se
situó allí extendiendo su derecha hasta el monte Teleno
que mira á Sanabria, y Sil izquierda hacia el lado de Lean
por la Cepeda. Asi no solamente guarecia todas las entra-
das principales de Galicia , sino tambien disfrutaba de los
auxilios que ofrecia el Vierzo. Empezaba pues á poner en
planta su intento de ejercitar y organizar su gente, cuan-
do el 28 de junio se le presentó don José de Zayas, rogán-
dole á nombre del general Cuesta, que con todo ó parte de
su ejército avanzase á Castilla. Negóse Blake, y entonces
pasó el comisionado á avistarse con la junta de la Coruña
de quien aquel dependía. La desgracia ocurrida con Filan-
gieri, el terror que infundió su muerte, las instancias de
Cuesta y los deseos del vulgo, que cási siempre se gobier-
nan mas bien por impulso ciego que por razon, lograron
que triunfase el partido mas pernicioso; habiéndose preve-
nido áBlakeque se juntase con el ejército de Castilla en las
llanuras. Poco antes de haber recibidola órden redujoaquel
general á cuatro divisiones las seis en que á principios de
junio se habia distribuido la fuerza de su mando, ascen-
diendo su número á 27000 hombres de infanteria , con mas
de 50 piezas de campaña y 150 caballos de distintos cuer-
pos. Tomó otras disposiciones con acierto y diligencia, y
si al saber y práctica militar que le asistia se le hubiera




5i5
agregado la conveuiente fortaleza o m~)'or influjopara con-
trarestar la opiuion vulgar, hubiera al fin arreglado debida-
mente el ejército puesto á sus órdenes. 1\las oprimido bajo
el peso de aquella, tuvo que ceder á su impetuoso torrente,
y pasar en los primeros dias de julio á unirse en Benavente
con el general Cuesta. Dejó solo en ]}lanzanal la segunda
division, compuesta de cerca de 6000 hombres, á las órde-
nes del mariscal de campo don Rafael ]}Iartinengo, y en la
Puebla de Sanabria un trozo de iOOO hombres á las del
marqués de Valladares , el que obró después en Portugal
de concierto con el ejército de aquella nación. Llegado que
fué á Benavente con las otras tres divisiones, dejó allí la
tercera al mando del brigadier don Francisco Riquelme sir-
viendo como de reserva, y constando de 5000 hombres.
Púsose en movimiento camino de Rioseco con la primera
y cuarta división, acaudilladas por el jefe de escuadra don
Felipe Jado Cagigal y el mariscal de Campo marqués de
Portago; llevó además el batallon de voluntarios de Na-
varra, que pertenecia á la tercera. Se habia también arre-
glado para la marcha una vanguardia que guiaba el conde
de J11aceda , grande de España y coronel del regimiento de
infantería de Zaragoza. Ascentlia el número de esta fuerza
á i5000 hombres, la cual formaba con la de Cuesta un to-
tal de '2'2000 combatientes. Contábanse entre unos y otros
muchos paisanos vestidos todavía con su humilde y tosco
traje, y no llegaban á 500 los jinetes. Reunidos ambos ge-
nerales tomó el mando el de Castilla como mas antiguo, si
bien era muy inferior en número y calidad su tropa. No
reinaba entre ellos la conveniente armonía. Ilepugnábanleá
Blake muchas ideas de Cuesta, y ofendíase este de que un
general nuevamente promovido y por una autoridad popu-
lar pudiese ser obstáculo á sus planes. Pero el primero por
desgracia sometiéndose á la superioridad que daban al de




Batalla
de llioseco ,
... de julio.


514
Castilla los años, la costumbre del mando y sobre tollo ser
su dictámen el que con mas gusto y entusiasmo abrazaba
la muchedumbre, no se opuso, segun hemos visto, á salir
de Benavente ni al tenaz propósito de ir al encuentro del
enemigo por las llanuras que se extendían por el frente.


Noticiosos los franceses del intento de los españoles qui-
sieron adelantárseles, yel 9 salió de Burgos el general Bes-
sieres, No estaban el 15 á larga distancia ambos ejércitos,
y al amanecer del 14 de julio se avistaron sus avanzadas en
Palacios, legua y media distante de Rioseco. El de los fran-
ceses constaba de 12000 infantes y mas de 1500 caballos:
superior en número el de los españoles era inferiorísimo en
disciplina, pertrechos y sobre todo en caballería, tan ne-
cesaria en aquel terreno, siendo de admirar que con ejér-
cito novel y desapercibido se atreviese Cuesta á arriesgar
una accion campal.


La desunion que habia entre los generales españoles, si no
del todo manifiesta todavía, y la condicion imperiosa y ter
ca del de Castilla, impidieron que de antemano se tomasen
mancomunadamente las convenientes disposiciones. Blake
en la tarde del 15 al aviso de que los franceses se acerca-
ban, pasó desde Castromonte, en donde tenia su cuartel
general, á Rioseco, en cuya ciudad estaba el de Cuesta, y
juntos se contentaron con reconocer el camino que va á Va-
lladolid, persuadido el último que por allí habian de atacar
los franceses. A esto se limitaron las medidas préviamente
combinadas.


Volviendo don Joaquin Blakeá su campo, preparó su gen-
te, reconoció de nuevo el terreno, y á las dos de la madru-
gada del 14 situó sus divisiones en el paraje que le pareció
mas ventajoso, no esperando grande ayuda de la coopera-
cion de Cuesta. Empezó sin embargo este á mover su tropa
en la misma direccion á las cuatro de la mañana; pero de




515
repente hizo parada, sabedor de que el enemigo avanzaba
del lado de Palacios á la izquierda del camino que de Rio-
seco va á Valladolid. Advertido Blake, tuvo también que
mudar de rumbo y encaminarse á aquel punto. Ya se deja
discurrir de cuánto daño debió de ser para alcanzar la vic-
toria movimiento tan inesperado, teniendo que hacersepor
paisanos y tropas bisoñas. Culpa fué grande del general de
Castilla no estar mejor informado en un tiempo en que.to-
dos andaban solícitos en acechar voluntariamente los pasos
del ejército Irancés. Cuesta temiendo ser atacado pidió auxi-
lio al general Blake , quien le envió su cuarta division al
mandodel marqués de Portago, y se colocóél mismo con la
vanguardia, los voluntarios de Navarra y primera division
en la llanura que á manera de mesa forma lo alto de una
loma puesta á la derecha del camino que media entre Rio-
seco y Palacios, y á cuyo descampadollaman los naturales
camposde Monc1in. Constaba esta fuerza de 9000 hombres.
No era respetable la posicion escogida, siendo por varios
puntos de acceso no difícil. Cuesta se situó detrás á la otra
orilla del camino, dejando entre sus cuerpos y los de Blake
un claro considerable. Mantúvose así apartado por haber
creido, segun parece, que eran franceses los soldados del
provincial de Lean que se mostraron á lo léjos por su iz-
quierda, y quizá tambien llevado de los celos que le anima-
ban contra el otro general su compañero.


Al avanzar dudó un momento el mariscal Bessieres si
acometeria á los españoles, imaginándose que eran muy su-
periores en número á los suyos. Pero habiendo examinado
de mas cerca la extraña disposicion, por la cual quedaba un
claro en tanto grado espacioso que parecían las tropas de
su frente mas bien ejércitos distintos que separados trozos
de uno mismo y solo, recordó lo que habia pasado allá en
Cabezon , y arremetiendo sin tardanza resolvió interponerse




516
entre Blake y Cuesta. Había juzgado el francés que eran
dos líneas diversas, y que la ignorancia é impericia de los
jefes habia colocado á los soldados tan distantes unos de
otros. Difícil era por cierto presumir que el interés de la pa-
tria, ó por lo menos el honor militar, no hubiese acallado
en un dia de batalla mezquinas pasiones. Nosotros creemos
que hubo de parte de Cuesta el deseo de campear por sí
solo, y acudir al remedio de la derrota luego que hubiese
visto destrozado en parte ó por lo menos muy comprome-
tido á su rival. No era dado á su ofendido orgullo descubrir
]0 arriesgado y aun temerario de tal empresa. De su lado
Blake hubiera obrado con mayor prudencia, si conociendo
la inflexible dureza de Cuesta, hubiese evitado exponerse á
dar batalla con una parte reducida de su ejército.


Prosiguiendo Bessieresen su propósito, ordenó que el ge-
neral Merle y Sabathier acometiesen, el primero la izquierda
de la posiciónde Blake, y el segundo su centro. Iba con ellos
el general Lasalleacompañado de 2 escuadrones de cahalle
ría. Resistieron con valor los nuestros, y muchos aunque
bisoños aguantaron la embestida, como si estuvieran acos-
tumbrados al fuego de largo tiempo. Sin embargo, el gene-
ral Merle encaramándose del lado del camino por el tajo de
la meseta, los nuestros comenzaron á ciar, y á desordenarse
la izquierda de Blake. En tanto avanzaba 1\louton para aco-
meter á los de Cuesta, éinterponerse entre los dos grandes
y separados trozos del ejército español. A su vista los cara-
bineros reales y guardias de Corps , sin aguardar aviso, se
movieron, y en una carga bizarrisima arrollaron las tropas
ligeras del enemigo, y las arrojaron en una torrentera de
las que causan en aquel país las lluvias. Pué al socorro de
108 suyos la caballería de la guardia imperial, y nuestros
jinetes cediendo al número se guarecieron de su infantería.
Cayeron muertos en aquel lance los ayudantes mayores de




517
carabineros Escohedo y Chaperon , lidiando este bravamen-
te y enerpo á cuerpo con varios soldados del ejército con-
trario. Arreciando la pelea, se adelantó la cuarta division
de Galicia , puesta antes á las órdenes inmediatas de Cuesta
con consentimiento de Blake. Dicen unos que obró por im-
pulso propio, otros por acertada disposicion del primer ge-
neral. Iban en ella 2 batallones de granaderos entresaca-
dos de varios regimientos, el provincial de Santiago y el de
línea de Toledo, á los que se agregaron algunos bisoños
entre otros el de Covadonga. Arremetieron con tal brío que
fueron los franceses rechazados y desechos, cogiendo los
nuestros 4 cañones. l\lomento apurado para el enemigo, y
que dió indicio de cuán otro hubiera sido el éxito de la ba-
talla á haber habido mayor acuerdo entre los generales es-
pañoles. l"Ias la adquirida ventaja duró corto tiempo. En el
intervalo había crecido el desórden y la derrota en las tro-
pas de Blake. En balde este general habia querido contener
al enemigo con la columna de granaderos provinciales que
tenia como en reserva. Estos no correspondieron á lo que
su fama prometía por culpa en gran parte de algunos de los
jefes. Fueron como los demás envueltos en el desórden, y
caballos enemigos que subieron á la altura acabaron de au-
mentar la confusion. Entonces l"Ierle mas desembarazado
revolviósobre la cuarta division que habia alcanzado la ven-
taja arriba indicada, y flanqueándola por su derecha la con-
tuvo y desconcertó. Los franceses luego acometieron intré-
pidamente por todos lados, extendiéronse por la meseta ó
alto de la posicion de Blake , y todo lo atropellaron y des-
barataron , apoderándose de nuestras no aguerridas tropas
la confusion y el espanto. Individualmente hubo soldados,
y sobre todo oficiales, que vendieron caras sus vidas, con-
tándose entre los mas valerosos al ilustre conde de Maceda,
quien, pródigo de su grande alma, cual otro Paulo , prefirió




518
arrojarse á la muerte antes que ver COH sus ojos la rota de
los suyos. Vanos fueron los esfuerzos del general Blake y
de los de su estado mayor, particularmente de los distin-
guidos oficiales don Juan l'loscoso, don Antonio Burriel y
don José Maldonado para rehacer la gente. Eran sordos á
su voz los mas de los soldados, manteniéndose por aquel
punto solo unido y lidiando el batallon de voluntarios de
Navarra, mandado por el coronel don Gabriel de Mendiza-
hal. Cundiendo el desorden no fué tampoco dable á Cuesta
impedir la confusion de los suyos, y ambos generales es-
pañoles se retiraron á corta distancia uno de otro sin ser
muy molestados por el enemigo; pero entre sí con ánimo
mas opuesto y enconado. Tomaron el camino de VilIalpan-
do y Benavente. Pasó de 4000 la pérdida de los nuestros
entre muertos, heridos, prisioneros y extraviados, con va-
rias piezas de artillería. De los contrarios perecieron unos
500, Ymas de 700 fueron los heridos. Lamentable jornada
debida á la obstinada ceguedad é ignorancia de Cuesta, al
poco concierto entre él y el Blake , y á la débil y culpable
condescendencia de la junta de Galicia. La tropa bisoña y
aun el paisanaje habiendo peleado largo rato con entusias-
mo y denuedo, claramente mostraron lo que con mayor
disciplina y mejor acuerdo de los jefes hubieran podido lle-
var á glorioso remate. lUucho perjudicó á la causa de la pa-
tria tan triste suceso. Se perdieron hombres, se consumie-
ron en balde armas y otros pertrechos, y sobre todo se
menoscabó en gran manera la confianza.


Rioseco pagó duramente la derrota padecida cási á sus
puertas. Nunca pudo autorizar el derecho de la guerra el
saqueo y destruccion de un pueblo, que por sí no había
opuesto resistencia. nlas el enemigo con pretexto de que
soldados dispersos habian hecho fuego cerca de los arraba-
les, entró en la ciudad matando por calles y plazas. Los




519
vecinos que quisieron fugarse murieron cási todos á la sa-
lida. Allanaron los franceses las casas, los conventos y los
templos, destruyeron las fábricas, robándolo todo y arrui-
nándolo. Quitaronla vida á mozos, ancianos y niños, á re-
ligiosos y á varias mujeres, violándolas á presencia de sus
padres y maridos. Lieváronse otras al campamento, abu-
sando de ellas hasta que hubieron fallecido. Quemaron mas
de 40 casas, y coronaron tan horrorosa jornada con formar
de la hermosaiglesia de Santa Cruz un infame lupanar, en
donde fueron víctima del desenfreno de la soldadesca mu-
chas monjas, sin que se respetase aun á las muy ancianas.
Nopocas horas duró el tremendo destrozo.


Bessieres, despues de avanzar hasta Benavente, persiguió .Avan~"
1 Bessíeres¡ l.eon.


á Cuesta camino de Leon, á cuya ciudad llego este el 17,
abandonándola en la noche del 18 para retirarse hacia Sala-
manca. El general francés, que habia dudado antes si iria ó
no á Portugal, sabiendo este movimiento y que Blake y
los asturianos se habian replegado detrás de las montañas,
desistió de su intento y se contentó con entrar en Leon y re-
correr la tierra llana. Desde el 22 abrió el mariscal francés Sil correspon-


dencia con
correspondencia con Blake, haciéndole proposiciones muy Hlakc.
ventajosas para que él y Sil ejército reconociesen á José.
Respondióle el general español con firmeza y decoro, con-
cluyendo los tratos con una carta de este demasiadamente
vanagloriosa, y una respuesta de su contrario atropellada
y en que se pintaban el enfado y despecho. * ('Ap. 1. 4, n. '4


bis.)
La batalla de Rioseco fatal para los españoles llenó de


júbilo á Napoleon, comparándola con la de Villaviciosa,
que habia asegurado la corona en las sienes de Felipe V.
Satisfecho con la agradable nueva, ó mas bien sirviéndole
de honroso y simulado motivo, abandonó á Bayona, de
donde el 21 de julio por la noche salió para París, visitando
antes los departamentosdel mediodía. No fué la vez prime-




Vioie de José
á Madrid.


.. Su entrada
en la capital.


320


ra ni la única en que alejándose á tiempo, procu raba que
sobre otros recayesen las faltas y errores que se cometían
en su ausencia.


José, á quien dejarnos á la raya de España y pisando su
territorio, el 9 de julio habia seguido Sil camino á cortas
jornadas. A do quiera que llegaba acogíanle friamente ; las
calles de los pueblos estaban en soledad y desamparo, y
no habia para recibirle sino las autoridades, que pronuncia-
ban discursos, forzadas por la ocupacion francesa. El16 su-
po en Burgos las resultas ~e la batalla de Rioseco, con lo
que mas desahogadamente le fué lícito continuar su viaje á
lUadrid. En el tránsito quiso manifestarse afable, lo cual
dió ocasion á los satíricos donaires de los que le oian. Por-
que poco práctico en la lengua española, alteraba su pureza
con vocablos y acento de la italiana, y sus arengas en vez
de cautivar los ánimos solo los movian á risa y burla.


El 20 en fin llegó á Chamartin á medio dia y se apeó en
la quinta del duque del Infantado, disponiéndose á hacer
su entrada en Madrid. Verificóla pues en aquella propia
tarde á las seis y media, yendo por la puerta de Recoletos,
calle de Alcalá y Mayor hasta Palacio. Habian mandado col-
gar y adornar las casas. Raro ó ninguno fué el vecino que
obedeció. Venia escoltado para seguridad y mayor pompa
de mucha infantería y caballería, generales y oficiales de
estado mayor, y contados españoles de los que estaban
mas comprometidos. Interrumpíase la silenciosa marcha con
los solos vivas de algunos franceses establecidos en Madrid,
y con el estruendo de la artillería. Las campanas en lugar de
tañer como á fiesta, las hubo que doblaron á manera de dia
de difuntos. Pocos fueron los habitantes que se asomaron
ó salieron á ver la ostentosa solemnidad. Y aun el grito de
uno que prorumpió en viva Fernando VII, causó cierto
desórden por el recelo de alguna oculta trama. Recibimien-




52:1
to que representaba al vivo el estado de los ánimos, y sin-
gular en su contraste con el que se habia dado á Fernan-
do VII en 24 de marzo. Asemejóse muy mucho al de Cárlos
de Austria en :1710, en el que se mezclaron con los po-
cos vítores que le aplaudian , varios que osaron aclamar á
Felipe V. Pero José no se ofendió ni de extraños clamores,
ni de la expresiva soledad como el austriaco. Este al llegar
á la puerta de Guadalajara torció á la derecha y se salió por
la calle de Alcalá diciendo: l( que era una corte sin gente. n
José se posesionó de palacio y desde luego admitió á cum-
plimentarle á las autoridades, Consejos y principales per-
sonas al efecto citadas.


Ahora no parecerá fuera de propósito que nos detenga- Retrato de José.
mas á dar una idea, si bien sucinta, dcl nuevo rey, de su
carácter y prendas. Comenzarémos porasentar con desapa-
sionada libertad, que en tiempos serenos y asistido de au-
toridad, si no mas legítima por lo menos de orígen menos
odioso, no hubiera el intruso deshonrado el solio, mas sí
cooperado á la felicidad de España. José había nacido en
Córcega, año de 1768. Habiendo estudiado en el colegio
de Autlln en Borgoña, volvió á su patria en 1785, en donde
despues fué individuo de la administracion departamental,
á cuya cabeza estaba el célebre Paoli. Casado en 1794 con
una hija deMr. Clari, hombre de los mas acaudalados de
Marsella, acompañó al general Bonaparte en su primera
campaña de Italia. Hallábase embajador en Roma á la sazon
que sublevándose el pueblo acometió su palacio y mató á
su lado al general Duphot. lUiembro á su regreso del con-
sejo de los Quinientos, defendió con esfuerzo á su hermano,
que, entonces en Egipto, era vivamente atacado por el direc-
torio. Despues de desempeñar comisiones importantes y de
haber firmado el concordato con el Papa, los tratados de
Luneville, Amiens y otros, tomó asiento en el senado. Mas


TOM.I. 21




522
cuando Napoleon convirtió la Francia en un vasto campo
militar y sus habitantes en soldados, ciñó á su hermano la
espada, dándole el mando del cuarto regimiento de línea,
uno de los destinados al tan pregonado desembarco de In-
glaterra. No descolló empero en las armas, cual convinie-
ra al que fué á domeñar despues una nacion fiera y altiva
como la española. Alsubir Napoleon al trono ofreció á José
la corona de Lombardía, que se negó á admitir. accediendo
en 1806 á recibir la de Nápoles , cuyo reino gobernó con
algun acierto. Fué en España mas desgracido á pesar de las
prendas que le adornaban. Nacido en la clase particular, y
habiendo pasado por los vaivenes y trastornos de una gran
revolución política. poseía á fondo el conocimiento de los
negocios públicos y el de los hombres. Suave de condicion,
instruido y agraciado de rostro, y atento y delicado en sus
modales, hubiera cautivado á su partido las voluntades es-
pañolas, si antes no se las hubiera tan gravemente lastima-
do en su pundonoroso orgullo. Ademásla extrema propen-
sion de José á la molicie y deleites, obscureciendo algun
tanto sus bellas dotes, dió ocasion á que se inventasen res-
pecto de su persona ridieulas consejas y cuentos creidos por
una multitud apasionada y enemiga. Así fué que no conten-
tos con tenerle por ébrio y disoluto, dcformáronle hasta en
su cuerpo fingiendo que era tuerto. Su misma locucion fá-
cil y florida perjudicóle en gran manera, pues arrastrado
de su facundia se arrojaba, como hemos advertido, á pronun-
ciar discursos en lengua que no le era familiar, cuyo inmo-
dcrado uso unido á la fama exagerada de sus defectos, pro-
vocó á componer farsas populares que, representadas en
todos los teatros del reino, contribuyeron no tanto alodio
de su persona como á su desprecio; afecto del ánimo mas
temible para el que anhela afianzar en sus sienes una coro-
na. Por tanto José, si bien enriquecido de ciertas y lauda




525
bles calidades, carecia de las virtudes bélicas y austeras
que se requerian entonces en España, y sus imperfecciones,
débiles lunares en" otra coyuntura, ofrecíanse abultadas {¡
los ojos de una nacion enojada y ofendida.


Los pocosdias que el nuevo rey residió en Madrid se pa- Sil
prnclnmar lon.


saron en ceremonias y cumplidos. Señalése el 25 de julio
para su proclamacion. Prefirieron aquel dia por ser el de
Santiago, creyendo así agradar á la devocion española, que
le reconocía como patron del reino. Hizo las veces de alfe-
rez mayor el conde de Campo de Alanje , estando ausente
y habiendo rehusado asistir el marqués de Astorga , á quien
de derecho competia.


Todas las autoridades, despues de haber cumplimentado Sil
reconoci míen to.


a José, le prestaron con los principales personajesjuramen-
to de fidelidad. Solo se resistieron el Consejo de Castilla y Consejo


I d I Id J lozi . I d 1 de Coslillo.la sa a e a ca es, l\'1uy (e e ograr sena a con neta de
primero. si con empeño y honrosa porfía se hubiera antes
constantemente opuesto á las resoluciones de la autoridad
intrusa. Hahia sí á veces suprimido la fórmula, al publicar
sus decretos,' de que estos Re guardasen y cumpliesen, pe-
ro imprimiéndose y circulándose á su nomhre : el pueblo,
que no se detenia en otras particularidades, achacaba al
Consejo y vituperaba en él la autorizacion de tales docu-
mentos. y los hombres entendidos deploraban que se sir-
viese de un efugio indigno de supremos magistrados; por-
que al paso que doblaban la cerviz al usurpador, buscaban
con sutilezas é impropios ardides un descargo á la severa
responsabilidad que sobre ellos pesaba; proceder que los
malquistó con todos los partidos.


Desde la llegada de José á España habíase ordenado al
Consejo que se dispusiese á prestar el debido juramento.
En el 22 de julio expresamente se le reiteró cumpliese con
aquel acto, segnn lo prevenido en la Constitllcion de Bayo-




524
na, la cual ya de antemano se le habia ordenado que circu-
lase. El Consejo, sabedor de la resistencia general de las
provincias, y previendo el compromiso á que se exponia,
había procurado dar largas, y no antes del 24 respondió á
las mencionadas órdenes. En dicho dia remitió dos repre-
sentaciones que abrazaban ambos puntos, el del juramento
yel de la Constitucion. Acerca de la última expuso; « que
J) él no representaba á la nacion , y sí únicamente las Cór-
») tes, las que no habian recibido la Constitnoion. Que seria
» una manifiesta infraccion de todos los derechos mas sa-
» grados el que tratándose, no ya del establecimiento de
» una ley, sino de la extincion de todos los códigos legales
» y de la formacion de otros nuevos, se obligase á jurar su
» observancia antes que la nacion los reconociese y acep-
)) tase.)) Justa y saludable doctrina de que en adelante se
desvió con frecuencia el mismo Consejo.


Hasta en el presente negocio cedi':' al fin respecto de la
Constitucion de Bayona, cuya publicacioIl y circulacion
tuvo efecto con su anuencia en 26 de julio. Animáronle á
continuar en la negativa del pedido juramento los avisos
confidenciales que ya llegaban del estado apurado de los
franceses en Andalucía: por lo cual el 28 insistió en las ra-
zones alegadas, añadiendo nuevas de conciencia. A unas
y otras le hubiera la necesidad obligado á encontrar salida
y someterse á lo que se le ordenaba, segun antes habia en
todo practicado, si grandes acontecimientos allende la Sier-
ramorena no hubieran distraido de los escrúpulos del Con-
sejo y suscitado nuevos é impensados cuidados al gobierno
intruso.


Al llegar aquí de suyo se nombra la batalla de Bailen:
memorable suceso que exige lo refiramos circunstanciada-
mente.


No habrá el lector olvidado cómo 1)lIllouL, después de




525
abandonar á Córdoba, sp habia replegado á Andújar, y asen- Acontecimientos
tando allí SU cuartel general, sucesivamente babia recibidoprec1~.~erodll


e a la batalla e
los refuerzos que le llevaron los generales Vedel y Gobert. Bailen.
Antes de esta retirada y para impedirla, se había formado
un plan por los españoles. Don Francisco Javier Castaños
se oponía á que este se realizase, pensando quizá fundada-
mente que ante todo debía organizarse el ejército en un
campo atrincherado delante de Cádiz. En tanto Dupont
frustró con su movimiento retrógrado el intento que habia
habido de rodearle. Alentáronse los nuestros, y solo Cas-
taños insistió de nuevo en Sil anterior dictámen. Inclinábase
á adoptarle la junta de Sevilla, hasta que arrastrada por la
voz pública, y noticiosa de que tropas de refresco avanza-
ban á unirse al enemigo, determinó qlle se le atacase en
Andújar.


Castaños, desde que había tomado el mando del ejército
de Andalucía, habia tratado de engrosarle, y disciplinar á
los innumerables paisanos que se presentaban á alistarse
voluntariamente. En Utrera estableció su cuartel general,
y en aquel pueblo y Carmona se juntaron unas en pos de
otras todas las fuerzas, así las que venian de San Roque,
Cádiz y Sevilla, como las que con Echavarri habian peleado
en Alcolea. No tardaron mucho los de Granada en aproxi-
marse y darse la mano con los demas. Para mayor segun-
dad rogó Castaños al general Spencer, quien con ñOOO in-
gleses, segun se apuntó, estaba en Cádiz á bordo de la
escuadra de su nacion , que desembarcase y tomase posicion
en Jerez. Por entonces no condescendió este general con
su deseo, prefiriendo pasar á Ayamonte y sostener la in-
surreccion de Portugal. No tardó sin embargo el ingles en
volvery desembarcar en el Puerto deSanta María, en don-
de permaneció corto tiempo sin tomar parte en la guerra
de Andalucía.




Itístríbucton
del ejército


español
de Andalucía.


Consejo
celebrado para


atacar
á los franceses.


526
Puestos de inteligencia los jefes españoles, dispusieron


su ejército en tres divisiones con un cuerpo de reserva.·
Mandaba la primera don Teodoro Reding con la gente de
Granada; la segunda el marqués de Coupigny, y se dejó la
tercera á cargo de don Felix Jones , que debia obrar unida
á la reserva, capitaneada por don Manuel de la Peña. El
total de la fuerza ascendía á 25000 infantes y 2000 caballos.
A las órdenes de don Juan de la Cruz había una corta divi-
sion , compuesta de las compaülas de cazadores de algunos
cuerpos, de paisanos y otras tropas ligeras, con partidas
sueltas de caballería, que en todo ascendía á 1000 hom-
bres. Tambien don Pedro Valdecañas mandaba por otro la-
do pequeños destacamentos de gente anegadiza.


Los españoles avanzando, se extendieron desde el 10 de
julio por el Carpio y ribera izquierda del Guadalquivir. Los
franceses para buscar víveres y cuhrir su flanco habían al
propio tiempo enviado á Jaen al general de brigada Cas-
sagne con 1500 hombres. A las once del mismo dia , acer-
cándose los franceses á la ciudad, tuvieron varios reencuen-
tros con los nuestros, .y hasta el 5, que por la noche la
desampararon, estuvieron en continuado rebato y pelea, ya
con paisanos y ya con el regimiento de suizos de Heding y
voluntarios de Granada, que habian acudido á la defensa de
los suyos. Dupont sabedor del moviniento del general Cas-
taños, no queriendo tener alejadas sus fuerzas, habia or-
denado á Cassagne que retrocediese, y así se libertó Jaen
de la ocupacion de unos soldados, que tanto daño le ha-
bian ocasionado en la primera.


Instando de todos lados para que se acometiese decidida-
mente al enemigo, celebraron en Porcuna el 11 de julio los
jefes españoles un consejo de guerra, en el que se acordó el
plan de ataque. Conforme á lo convenido, debia don Teo-
doro Reding cruzar el Guadalquivir por Menjíbar y dirigirse




5.27
sobre Bailen, sosteniéndole el marqués de Coupiguy, que
había de pasar el rio por Villanueva. Al mismo tiempo don
Francisco Javier Castaños quedó encargado de avanzar con
la tercera división y la reserva y atacar de frente al enemi-
go, cuyo flanco derecho debia ser molestado por las tropas
ligeras y cuerpos francos de don Juan de la Cruz, quien
atravesando por el puente de Marmolejo, que aunque cor-
tado anteriormente estaba ya transitable, se situó al efecto
en las alturas de Sementera.


EI15 se empezó á poner en obra el concertado movimien-
to, y el 1ahubo varias escaramuzas. Dupont, inquieto con
las tropas que veia delante de sí, pidió á Vedel que le en-
viase de Bailen el socorro de una brigada; pero este no que-
riendo separarse de sus soldados filé en persona con su divi-
sion , dejando solamente á Liger-Belair con 1500 hombres
para guardar el paso de TlTenjíbar. En el mismo 11> los Iran-
ceses atacaron á Cruz, quien después de haber combatido
bizarramente, se transfirió á Peñascal de Morales, replegán-
dose los enemigos á SUR posiciones. No hubo en el 16 por
el frente, 6 sea del lado de Castaños, sino un recio caño-
neo; pero fué grave y glorioso para los españoles el choque
en que se vió empeñado en el propio dia el general Reding.


Segun lo dispuesto trató este general de atacar al enemi-
go , y al tiempo que le amenazaba en su posicion de Men-
jíbar , á las cuatro de la mañana cruzó el rio á media legua
por el vado apellidado del Rincon. Le desalojó de todos los
puntos , y obligó á Liger-Belair á retirarse hácia Bailen, de
donde volando á su socorro el general Gobert , recibió este
un balazo en la cabeza, de que murió poco después. Cuer-
pos nuevos como el de Antequera y otros se estrenaron
aquel dia con el mayor lucimiento. Contribuyó en gran
manera al acierto de los movimientos el experto y enten-
dido mayor general don Francisco Javier Abadía. Nada em-


Accion
de MenjlbBr.




528
barazaba ya la marcha victoriosa de los españoles; mas Re-
ding como prudente capitan suspendió perseguir al enemigo,
y repasando por la tarde el rio, aguardó á que se le uniese
Coupigny. Pareció ser dia de buen agüero, porque en H12
en el mismo 10 de julio, segun el cómputo de entonces, ha-
bíase ganado la célebre batalla de las Navas de Tolosa, pue-
blo de allí poco distante: siendo de notar que el paraje en
donde hubo mayor destrozo de moros, y que aun .conserva
el nombre de Campo de matanza, fué el mismo en que ca-
yó mortalmente herido el general Gobert.


De resultas de este descalabro determinó Dupont que
Vedel tornase á Bailen, y arrojase los españoles del otro
lado del rio. Empezaba el terror á desconcertar á los fran-
ceses. Aumentóse con la noticia que recibieron de lo ocur-
rido en Valencia, y por do quiera no veían ni soñaban sino
gente enemiga. Así fué que Doufour , sucesor de Gobert, y
Liger-Belair escarmentados con la pérdida que ello expe-
rimentaron en Menjíbar, y temerosos de que los españoles
mandados por don Pedro Valdecañas, que habian acometido
y sorprendido en Linares un destacamento francés, se apo-
derasen de los pasos de la sierra y fuesen despues sostenidos
por la division victoriosa de Reding, en vez de mantenerse
en Bailen caminaron á Guarroman, tres leguas distante. Ya
se habían puesto en marcha, cuando Vedel de vuelta de An-
dújar llegó al primer pueblo, y sin aguardar noticia ni aviso
alguno, recelándose que Doufour y su compañero pudiesen
ser atacados, prosiguió adelante, y uniéndose á ellos avan-
zaron juntos á la Carolina y Santa Elena.


En el intermedio y al día siguiente de la gloriosa accion
que habia ganado, movió el general Reding su campo, re-
pasó de nuevo el rio en la tarde del 17, é incorporándosele
al amanecer el marqués de Coupigny entraron ambos 1.'118
en Bailen. Sil! permitir á su gente largo descanso disponían-




529
se á revolver sobre Audújar, con intento de coger á Dupont
entre sus divisionesy las que habían quedado en los Visos,
cuando impensadamente se encontraron con las tropas de
dicho general, que de priesa y silenciosamente caminaban.
Habia el francés salido de Andújar al anochecer del 18, des-
pues de destruir el puente y las obras que para su defensa
habia levantado. Escogió la obscuridad deseoso de encubrir
su movimiento, y salvar el inmenso bagaje que acompaña-
ha á sus huestes.


Abría Dupont la marcha con 2600 combatiente!', man- llatalla
. . _, . de Bailen, 19 dedaudo Barhou la columna de retaguardia. Ni franceses DI julio.


españoles se imaginaban estar tan cercanos; pero desenga-
ñolos el tiroteo que de noche empezó á oírse en los puntos
avanzados. Los generales españoles, que estaban reunidos
en una almazara ó sea molino de aceite á la izquierda del
camino de Andújar, paráronse un ralo con la duda de si
eran fusilazos de su tropa bisoña ó reencuentro con la ene-
miga. Luego los saco de ella una granada que cási cayó á
sus pies á las doce y minutos de aquella misma noche, y
principio ya del dia 19. Eran en efecto fuegos de tropas
francesas, que habiendo las primeras y mas temprano salido
de Andújar, habian tenido el necesario tiempo para aproxi-
marse á aquellos parajes. Los jefes españoles mandaron
hacer alto, y don Francisco Venegas Saavedra, que en la
marcha capitaneaba la vanguardia, mantuvo el conveniente
órden , y causó diversión al enemigo en tanto que la demás
tropa ya puesta en camino volvia á colocarse el! el sitio que
antes ocupaba. Los franceses por su parte avanzaron mas
allá del puente que hay á media legua de Bailen. En unas
y otras no empezó á trabarse formalmente la batalla hasta
cerca de las cuatro de la mañana del citado 19. Aunque
los dos grandes trozos ó divisiones, en que se bahía distri-
buido la fuerza española allí presente, estaban al mando de




550
los generales Reding y Coupigny, sometido este al primero,
ambos jefes acudian indistintamente con la flor de sus tro-
pas á los puntos atacados con mayor empello. Ayudólesmu-
cho para el acierto el saber y tino del mayor general Abadía.


La primera acometida fué por donde estaba Coupigny.
Rechazáronla sus soldados vigorosamente, y los guardias
walonas , suizos, regimiento de Bujalance, Ciudad-Real,
Trillo, Cuenca, zapadores y el de caballería de España
embistieron las alturas que el enemigo señoreaba y le des-
alojaron. Roto este enteramente se acogió al puente, y re-
trocedió largo trecho. Reconcentrando en seguida Dupont
sus fuerzas volvió á posesionarse de parte del terreno per-
dido, y extendió su ataque contra el centro y costado
derecho español, en donde estaba don Pedro Grimarest.
Flaqueaban los nuestros de aquel lado, pero auxiliados
oportunamente por don Francisco Venegas, fueron los
franceses del todo arrollados teniendo que replegarse. !\lu-
chas y porfiadas veces repitieron los enemigos sus tentati-
vas por toda la línea, y en todas fueron repelidos con igual
éxito. Jlanejaron con destreza nuestra artillería los solda-
dos y oficiales de aquella arma, mandados por los coroneles
don José Juncar y don Antonio de la Cruz, consiguiendo
desmontar de un modo asombroso la de los contrarios. La
sed causada por el intenso calor era tanta, que nada dispu-
taron los combatientes con mayor encarnizamiento como
el apoderarse, ya unos ya otros, de una noria sita mas; aba-
jo de la almazara antes mencionada.


A las doce y media de la mañana, Dupont lleno de eno-
jo púsose con todos los generales á la cabezade las colum-
nas, y furiosa y bravamente acometieron juntos al ejército
español. Intentaron con particular arrojo romper nuestro
centro, en donde estaban los generales Reding y Abadía,
llegando casi á tocar con los cañones los marinos de la




551
guardia imperial. Vanos fueron sus esfuerzos, inútil su co-
nato. Tanto ardimiento y maestría estrellóse contra la bra-
vura y constancia de nuestros gueneros. Cansados los ene-
migos, del todo decaidos , menguados sus batallones, y no
encontrando refugio ni salida, propusieron una suspension
de armas que aceptó Reding.


Nlientras que la victoria coronaba con sus laureles á este
general, don Juan de la Cruz no habia permanecido ocio-
so. Informado del movimiento de Dupont en la misma no-
che del 18 se adelantó hasta los Baños, y colocándose cerca
del Herrumblar á la izquierda del enemigo, le molestó bas-
tantemente. Castaños debió tardar mas en saber la retirada
de los franceses, puesto que hasta la mañana del 19 no man-
dó á don Manuel de la Peña ponerse en marcha. Llevó este
consigo la tercera division de su mando reforzada, que-
dándose con la reserva en Andújar el general en jefe. Peña
llegó cuando se estaba ya capitulando: habia antes tirado
algunos cañonazos para que Reding estuviese advertido de
su llegada, y quizá este aviso aceleró el que los franceses
se rindiesen.


Vede!en su correría no habiendo descubierto por la sier-
ra tropas españolas, unido con Doufour permaneció el 18
en la Carolina, despues de haber dejado para resguardar el
paso en Santa Elena y Despeüaperros '2 batallones yalgu-
nas compañías. Allí estaba, cuando al alborear del 19 oyen-
do el cañoneo del lado de Bailen, emprendió su marcha,
aunque lentamente, hácia el punto de donde partia el ruido.
Tocaba ya á las avanzadas españolas, y todavía reposaban
estas COIl el seguro de la pactada tregua. Advertido sin em-
bargo Reding envió al francés un parlamento con la nueva
de lo acaecido. Dudó Vedel si respetaria ó no la suspension
convenida, mas al fin envió un oficial suyo para cerciorarse
del hecho.




Capitulaclon
del ejército


francés.


55~
Ocupaban por aquella parte los españoles las dos orillas


del camino. En la ermita de San Cristóbal, que está á la
izquierda yendo de Bailen á la Carolina, se hahia situado un
batallon de Irlanda, y el regimiento de Ordenes militares
al mando de su valiente coronel don Francisco de Paula So-
ler: enfrente y del otro lado se hallaba otro batallon de di-
cho regimiento de Irlanda con 2 cañones. Pesaroso Vede]de
haber suspendido su marcha, ú obrando quizá con doblez.
media hora después de haber contestado al parlamento de
Reding, y de haber enviado un oficial á Dupont , mandó al
general Cassagne que atacase el puesto de los españoles
últimamente indicado. Descansando nuestros soldados en
la buena fé de lo tratado, Iuéle fácil al francés desbaratar
al batallo n de Irlanda que allí habia , cogerle muchos pri-
sioneros, y aun los 2 cañones. Mayoroposicion encontró
el enemigo en las fuerzas que mandaba Soler, quien aguan-
tó bizarramente la acometida que le dió el jefe de batallan
Rache. Interesaba mucho aquel punto de la ermita de San
Cristóbal, porque se facilitaba apoderándose de ella 1:1 CO-
municacion con Dupont. Viendo la porliada y ordenada re-
sistencia que los españoles ofrecian , iba Vedel á atacar en
persona la ermita, cuando recibió la órden de su general
en jefe de no emprender cosa alguna, con lo que cesó en
su intento calificado por los españoles de alevoso.


Negociábase pues el armisticio que antes se habia enta-
blado. Fué enviado por Dupont para abrir los tratos el ca-
pitan Villoutreys, de su estado mayor. Pedia el francés la
suspension de armas y el permiso de retirarse libremente á
Madrid, Concedió Reding la primera demanda, advirtiendo
que para la segunda era menester abocarse con don Fran-
cisco Javier Castaños que mandaba en jefe. Aél se acudió,
autorizando los franceses al general Chabert para firmar un
convenio. Inclinábase Castaños á admitir la proposicion de




555
dejar á los enemigos repasar sin estorbo la Síerrarnoreua:
pero la arrogancia francesa disgustando á todos, excitó al
coude de Tilly á oponerse, cuyo dictámen era de gran peso
como individuo de la junta de Sevilla, y de hombre que
tanta parte había tomado en la revoluciono Vino en su apo-
yo el haberse interceptado un despacho de Savary, de que
era portador el oficial ¡''Ir. de Fenélon. Preveníasele á Du-
pont en su contenido que se recogiese al instante á l\1adrid
en ayuda de las tropas que iban á hacer rostro á los.gene-
rales Cuesta y Blake, que avanzaban por la parte de Castilla
la Vieja. Tilly á la lectura del oficio insistió con ahinco en
su opinion , añadiendo que la victoriaalcanzada en los cam-
pos de Bailen de nada serviria sino de favorecer los deseos
del enemigo, caso que se permitiese á sus soldados ir á
juntarse con los que estaban allende la sierra. A sus pala-
bras irritados los negociadores franceses, se propasaron en
sus expresiones, hablando mal de los paisanos españoles y
exagerandosus excesos. No quedaron en zaga en su réplica
los nuestros, echándoles en cara escándalos, saqueos y
perfidias. De ambas partes agriándose sobremanera los áni-
mos, rornpiéronse las entabladas negociaciones.


1\las los franceses no tardaron en renovarlas. La posicion
de su ejército por momentos iba siendo mas crítica y peli- .
grasa. Al ruido de la victoria habia acudido de la comarca
la poblacion armada, la cual y los soldados vencedores estre-
chando en derredor al enemigo abatido y cansado, sofocado
con el calor y sediento, le sumergíanen profunda afliccion y
desconsuelo. Los jefes franceses no pudiendo los mas sobre-
llevar la dolorosavista que ofreciansus soldados, y algunos,
si bien los menos, temerosos de perder el rico botin que
los acompañaba, generalmente persistieron en que se con-
cluyese una capitulaciou, Ycomo las primeras conferencias
no hahian tenido feliz resulta, escogióse para ajustarla al




554
general Marescot , que por acaso se había incorporado al
ejército de Dupont. De antiguo conocía al lluevo plenipo-
tenciario don Francisco Javier Castaños, y lisonjeáronselos
que le eligieron con que su amistad llevaría la negociacion
á pronto y cumplido remate.


Habianse ya trabado nuevas pláticas, y todavía hubo 06-
eiales franceses que, escuchando mas á los ímpetus de su
adquirida gloria que á lo que su situacion y la fé empe-
ñada exigian, propusieron embestir de repente las lineas
españolas , y uniéndose con Vedel salvarse á todo trance.
Dupont mismo sobrecogido y desatentado dió órdenes con-
tradictorias, y en una de ellas insinuó á Vedel que se con-
siderase como libre y se pusiese en cobro. Bastóle á este
genera! el permiso para empezar á retirarse por la noche
burlándose de la tregua. Notando los españoles su fuga,
intimaron á Dupont que de no cumplir él y los suyos la
palabra dada, no solamente se romperla la negociacion,
sino que tambien sus divisiones serian pasadas á cuchillo.
Arredrado con la amenaza, envió el francés oficiales de su
estado mayor que detuviesen en la marcha á Vedel, el cual
aunque cercado de un enjambre de paisanos, y hostigado
por el ejército español, vaciló si babia ó no de obedecer. Mas
aterrorizados oficiales y soldados, era tanto su desaliento,
que de 25 jefes que convocó á consejo de guerra, solo
4 opinaron que debia continuarse la comenzada retirada.
Malde su grado sometiose Vedel al parecer de la mayoría.


Terminóse pues la capitulacion obscura y contradictoria
en alguna de sus partes; lo que en seguida dió márgen á


(' AII. 1. " u, rs.) disputas y altercados. * Segun los primeros artículos se ha-
cia una distincion bien marcada entre las tropas del gene-
ral Dupont y las de Vedel. Las unas eran consideradas co-
mo prisioneras de guerra, debiendo rendir las armas, y
sujetarse á la condicion de tales. A las otras, si hien forza




,555
das á evacuar la Andalucía, no se las obligaba á entregar
las armas sino en calidad de depósito, para devolvérselas á
su embarco. Pero esta distincion desaparecia en el artícu-
lo 6.0 , en que se estipulaba que todas las tropas francesas de
Andalucía se harian á la vela desde San Lúcar y Rota para
Rochefort en buques tripulados por españoles. Ignoramos
si hubo ó no malicia en la insercion del artículo. Si proce-
dió de ardid de los negociadores franceses, enredáronse en-
tonces en su propio lazo, pues no era hacedero aprestar los
suficientes barcos con tripulacion nacional. Tenemos por
mas probable que anhelando todos concluir el eonvenio se
precipitaron á cerrarle, dejándole en parte ambiguo y vago.


La capitulacion firmóse en Andújar el .2.2 de julio por
don Francisco Javier Castaños y el conde de TiIly á nom-
bre de los españoles, y lo fué al de los franceses por Jos ge-
nerales Marescot y Chabert. Al dia siguiente desfiló la fuerza
que estaba á las órdenes inmediatas del general Dupont por
delante de la reserva y tercera division españolas, á cuyo
frente se hallaban los generales Castaños y don Manuel de
la Peña. Censuróse que se diera la mayor honra y prez de
la victoria á las tropas que menos habian contribuido á al-
canzarla. Componíase la primera fuerza francesa de 8248 Rinden lns armas
hombres, la cual rindió sus armas á 400 toesas del campo. 1M franceses
E! .24 trasladóse el mismo Castaños á Bailen, donde las di-
visiones de Vedel y Doufour, que constaban de 9595 hom-
bres, abandonaron sus fusiles, colocándolos en pabellones
sobre el frente de banderas. Además entregaron unos y otros
las águilas, como tambien los caballos y la artillería que con-
taba 40 piezas. De suerte que entre los que habían pereci-
do en la batalla, los rendidos y los que despues sucesiva-
mente se rindieron en la sierra y Mancha, pasaba el total
del ejército enemigo de 21000 hombres. El número de sus
muertos ascendía á mas de .2000 con gran número de herí-




556
dos. Entre ellos perecieron el general Dupré y varios ofi-
ciales superiores. Dupont quedó también contuso. De los
nuestros murieron 245, quedando heridos mas de 700.
so~:~lf:boa~~Da. Dia fué aquel de ventura y gloria para los españoles, de


eterna fama para sus soldados, de terrible y dolorosa hu-
millacion para los contrarios. Antes vencedores estos con-
tra las mas aguerridas tropas de Europa, tuvieron que ren-
dir ahora sus armas á un ejército bisoüo compuesto en parte
de paisanosy allegadotan apresuradamente, que muchossin
uniforme todavía conservabansu antiguo y toscovestido. Ba
tallaron sin embargo los franceses con honra y valentía; ce-
dieron á la necesidad, pero cedieron sin afrenta. Algunos de
sus caudillos no pudieron ponerse á salvo de una justa y se-
vera censura. Allá en Roma en parecido trance pasaron sus
cónsules bajo el yugo despojados, y medio desnudos al de-
cir de Tito Livio: « aquí hubo jefes que tuvieron mas cuenta
1) con la mal adquirida riqueza que con el buen nornbre.»
No ha faltado entre sus compatriotas quien haya achacado
la capitulacion al deseo de no perder el cuantioso botin
que consigo llevaban. Pudo caber tan ruin pensamiento en
ciertos oficiales, mas no en su mayor y mas respetable nú-
mero. Guerreros bravos y veteranos. lidiaron con arrojo y
maestría; sometiéronse á su mala estrella y á la dicha y se-
ñalado brío de los españoles,


La victoria pesada en la balanza de la razon cási tocó en
portento. Cierto que las divisiones de Reding y de Cou-
pigny, únicas que en realidad lidiaron, contaban un tercio
de fuerza mas que las de Dupont , constando estas de 8000
hombres, y aquellas de 14000. j Pero qué inferioridad en su
composícion! Lasfrancesas superiorísimas en disciplina, ba-
jo generales y oficiales inteligentes y aguerridos, bien per-
trechadas y con artillería completa y bien servida, tenian
la confianza que dan tamañas ventajas y una serie no inter-




557
rumpida de victorias. Las españolas mal vestidas y armadas,
con oficialespor la mayor parte poco prácticos en el arte de
la guerra y con soldados inexpertos, eran masbien una masa
de hombres de repente reunidos, que un ejército en cuyas
filas hubiese la concordancia y órden propios de un ejér-
cito á punto de combatir. Nuestra caballería por su mala 01'-
ganizacion conceptúabase como nula á pesar del valor de
los jinetes, al paso que la francesa brillaba y se aventaja-
ba por su arreglo y destreza. La posicion ocupada por los
españoles no fu¿ mas favorable que la de los enemigos, ha-
biendo al contrario tenido estos la ventaja de acometer los
primeros á los nuestros que comenzaban su marcha. Podrá
alegarse que hallándose á la retaguardia de Dupont las fuer-
zas de Castaños y Peña, se le inutilizaba á aquel su supe-
rioridad viéndose así perseguido y estrechado; pero en res-
puesta diremos que tambien Reding tuvo á sus espaldas las
tropas de Vedel, con la diferencia que las de Peña nunca
llegaron al ataque, y las otras le realizaron por dos veces.
No es extraño que mortificados los vencidos con la impen-
sada rota, la hayan asimismo achacado á la penuria que
experimentaban sus soldados, al cansancio y al calor ter-
rible en aquella estaciou y en aquel clima. Pero si los ví-
veres abundaban en el campo de los españoles, era igual ó
mayor la fatiga, y no herían con menos violencia los rayos
del sol á muchos de los que siendo de provincias mas fres-
cas, estaban tan desacostumbrados como los franceses á los
ardores de las del mediodia, de que varios cayeron sofoca-
dos y muertos. Hanse reprendido á Dupont y á sus generales
graves faltas, y j cuáles no cometieron los españoles! Si Ve-
del y los suyos corrieron á la Carolina tras un enemigo que
no existía , Castaños y la Peña se pararon sobrado tiempo
en los Visos de Andújar, figurándose tener delante un ene-
migo que había desaparecido. El general francés reputado


TOM. l. 22




558
como uno de los primeros de su nacion , aventajáhase en
nombradía al español, habiéndose ilustrado con gloriosos
hechos en Italia y en las orillas del Danubio y del Elba. Cas-
taños , despues de haber servido con distineion en la cam-
paña de Francia de 1795, gozaba fama de buen oficial y de
hombre esforzado; mas no habia todavía tenido ocasion de
señalarse como general en jefe. Suave de condicion, amá-
banle sus subalternos; mañero en su conducta, acusáhanle
otros de saber aprovecharse en beneficio propio de las ha-
zaüas ajenas. Así fué que quisieron privarle de todo loor y
gloria en los triunfos de Bailen: juicio apasionado é injus-
to; pues si á la verdad no asistió en persona á la accion , y
anduvo lento en moverse de Andújar , no por eso dejó de
tomar parte en la combinacion y arreglo acordado para ata-
car y destruir al enemigo. Por lo demas la ventaja real que
en esta célebre jornada asistió á los españoles, fué el puro y
elevado entusiasmo que los animaba y la certeza de la jus-
ticia de la causa que defendian , al paso que los franceses
decaídos en medio de un pueblo que los aborrecía, abru-
mados con su bagaje y sus riquezas, conservaban sí el va-
lor de la disciplina y el suyo propio; pero no aquella exal-
tacíon sublime con que habían asombrado al mundo en las
primeras campañas de la revolucion,


Nos hemos detenido algun tanto en el cotejo de los ejér-
citos combatientes y en el de sus operaciones, no para dar
preferencia en las armas á ninguna de las dos naciones,
sino para descubrir la verdad y ponerla en su mas esplén-
dido y claro punto. Los habitadores de España y Francia,
como todos los de Europa igualmente bravos y dispuestos
á las acciones mas dignas y elevadas , hall tenido sus tiem-
pos de gloria y abatimiento, de fortuna y desdicha, depen-
diendo sus victorias ó de la prevision y tino de sus gobier-
nos, ó de la maestría de sus caudillos, ó de aquellos acasos




Camina
el ejército


rendido
ti la costa.


Desórden
en Lebrf] a cau-


sado por
la presencia de
los prisioneros.


559
tan comunes en la guerra, y por los que con razon se ha
dicho que las armas tienen sus días.


Los franceses después de haberse rendido, emprendieron
su viaje hacia la costa de noche y á cortas jornadas. Ademas
(le las contradicciones é inconvenientes que en sí envolvia
la capitulacion, cási la imposibilitaban las circunstancias
del dia. La autoridad, falta de la necesariafuerza, no podía
enfrenar el odio que había contra los franceses, causadores
de una guerra que Napoleon mismo calificó alguna vez de
sacrílega. * El modo pérfido con que ella babia comenzado, ('Ap. 1.1" n. lo.)
los excesos , robos y saqueos cometidos en Córdoba y su
comarca. tanto mas pesados, cuanto recaian sobre pueblos
no habituados desde siglos á ver enemigos en sus hogares,
excitaban un clamor general, y creíase universalmente que
ni pacto ni tratado debia guardarse con los que no habían
respetado ninguno. En semejante conflicto la junta de Se-
villa consultó con los generales Morla y Castaños acerca de
asunto tan grave. Disintieron ambos en sus pareceres. Con
razonel últimosostenia el fiel cumplimiento de lo estipula-
do, en contraposicion del primero que buscaba la aproba-
ciony aplauso popular. Adhirió la junta al dictámen de este,
aunque injusto é indebido. Para sincerarsecirculó un papel
en cuyo contexto intentó probar que los franceses habian
infringido la capitulación, y que suya era la culpa si no se
cumplía. Efugio indigno de la autoridad soberana cuando
habia una razon principalísima , y que fundadamente podia
producirse, cual era la falta de transportes y marinería.


Por pequeña ocasion aurnentáronselas dificultades. Acae-
ció pues en Lebrija, que descubriéndose casualmente en
las mochilas de algunos soldados mas dinero que el que
correspondía á su estadoy situación, irritóse en extremo el
pueblo, y ellos para libertarse del enojo que habia promo-
vido el hallazgo, trataron de descargarse acusando á los




En el Puerto de
Santa lHnría.


Correspondencia
entre Dupont


y MarIa.


540
oficiales. Del alboroto y pendencia resultaron muertes y
desgracias. Propúsoseles entonces á los prisioneros, que
para evitar disturbios, se sujetasen á un prudente registro,
depositando los equipajes en manos de la autoridad. No ce-
dieron al medio indicado, y otro incidente levantó en el
Puerto de Santo María gran bullicio. Al embarcarse allí el
H, de agosto para pasar la bahía, cayóse de la maleta de
un oficial una patena y la copa de un cáliz. Fácil es adivi-
nar la impresion que causarla la vista de semejantes obje-
tos: porque además de contravenirse á la capitulaeion , en
que se había expresamente estipulado la restitueion de los
vasos sagrados, se escandalizaba sobremanera á un pueblo
que en tan gran veneracion tenia aquellas alhajas. Encen-
didos los ánimos, se registraron los mas de los equipajes,
y apoderándose de ellos se maltrató á muchos prisioneros
y se les despojó en general de cási todo lo que poseían.


Promovieron tales incidentes reclamaciones vivas del ge-
neral Dupont , y una correspondencia entre él y don Tomás
de Morla , gobernador de Cádiz. Pedía el francés en ella los
equipajes de que se había privado á los suyos, é insistien-
do en su demanda, contestó le entre otras cosas Morla: « si
» podia una eapitulaeion , que solo hablaba de la seguridad
)) de sus equipajes, darle la propiedad de los tesoros que
)) con asesinatos, profanaeiou de cuanto hay sagrado, crnel-
» dades y violencias había acumulado su ejército de Córdo-
» ba y otras ciudades? ¡.Hay razon (continuaba), derecho
JI ni principio que prescriba que se debe guardar fé ni aun
)J humanidad á un ejército que ha entrado en un reino alía-
» do y amigo so pretextos capciosos y falaces; que se ha
» apoderado de su inocente y amado rey y toda su familia
)) con igual falacia; que les ha arrancado violentas é impo-
)) sibles renuncias á favor de su soberano, y que con ellas
)) se ha creido autorizado á saquear sus palacios y pueblos,




541


II Y que porque no acceden á tan inicuo proceder, profa-
II nan sus templos y los saquean, asesinan sus ministros,
j) violan las vírgenes, estupran á su placer bárbaro, y ear-
') gan y se apoderan de cuanto pueden transportar, y des-
/) truyen lo que no? ¿ Es posible que estos tales tangan la
)1 audacia oprimidos, cuando se les priva de estos que para
,) ellos deberían ser horrorosos frutos de su iniquidad, de
» reclamar los principios de honor y probidad? » Verdades
eran estas, si bien mal expresadas, por desgracia sobrada-
mente obvias y de todos conocidas, Mas las perfidias y es-
cándalos pasados no autorizaban el quebrantamiento de UHa
capitulacion contratada libremente por los generales espa-
ñoles. ¿Qué seria de las naciones, qué de su progreso y
civilizaeion, si echándose recíprocamente en cara sus ex-
travíos, sus violencias, olvidasen la fé empeñada, y tras-
pasasen y abatiesen los linderos que ha fijado el derecho
público y de gentes? En Morla fué mas reprensible aquel
lenguaje siendo militar antiguo, y hombre que despues , á
las primeras desgracias de su patria, la abandonó villana-
mente y desertó al bando enemigo.


Al paso que con las victorias de Bailen fué en las provin-
cias colmado el júbilo y universal y extremado el entusias-
mo, consternóse y cayó como postrado el gobierno de J\'Ia-
drid. Empezó á susurrarse tan grave suceso en el dia 25.
De antemano y varias veces se había anunciado la deseada
victoria como si fuera cierta, por lo que los franceses cali-
ficaban la voz esparcida de vulgar é infundada. Sacóles del
error 'el aviso de que un oficial suyo se aproximaba con la
noticia. Llegó pues este, y supieron los pormenores de la
desgracia acaecida. Habia cabido ser portador de la infausta
nueva al mismo JUr, de Villoutreys, que habia entablado
en Bailen los primero!' tratos, y á cuyo hado adverso toca-
ba el desempeño de enfadosas comisiones. Segun lo conve-


eons leen aclon
del gobierno


francés
en Madrid.




Refil'Rse José.


Españule.
que le siguen.


542
nido en la capitulacion , un oficial francés escoltado por
tropa española debia en persona comunicarla al duque de
Róvigo, general en jefe del ejército enemigo, y ordenar tam-
bien en su tránsito por la sierra y Mancha á los destaca-
mentos apostados en la ruta, y que formaban parte de las
divisiones rendidas, ir á juntarse con sus cornpañeros, ya
sometidos, para participar de igual suerte. Cumplió fiel-
mente l\'Ir. de Villoutreys con lo que se le previno, y todos
obedecieron incluso el destacamento de iUanzanares. Fué el
de Madridejos el que primero resistió á la órden comunicada.


Llegó á l\ladridel fatal mensajero en 29 de julio. Cougre-
gó José sin dilación un consejo, compuesto de perSOllaS las
mas calificadas. Variaron los pareceres: Iué el del general
Savary retirarse al Ebro. Todos al fin se sometieron á su
opinion , así por salir de la boca del mas favorecido de Na-
poleon , como tambien porque avisos continuados mauifes-
taban cuánto se empeoraba el semblante de las cosas. Por
todas partes se conmovian los pueblos cercanos á la capital:
no les intimidaba la proximidad de las tropas enemigas; cor-
táhanse las comunicaciones; en la :1Iancha eran acometidos
los destacamentos sueltos, y ya antes en Villarla habíansus
vecinosdesbaratado é interceptado un convoy considerable.
Agolpáronse uno tras otro los reveses y los contratiempos;
pocos hubo en lUadrid de los enemigos y parciales que no se
abatiesen y descorazonasen. A muchos Ialtábales tiempo pa-
ra alejarse de un suelo que les era tan contrario y ominoso.


José resuelto á partir, dejó á la libre voluntad de los es-
paüoles que con él se habian comprometido, quedarse ó
seguirle en la retirada. Contados fueron los que quisieron
acompañarle. De los siete ministros, Caharrus , Ofárril,
lUazarreuo, Urquijo y Azanza mantuviéronse adictos á su
persona y no se apartaron de su lado. Permanecieron eu
Madrid Piñuela y Cevallos, Imitaron su ejemplo los duques




545
del Infantado y el del Parque, corno casi todos Jos que
habían presenciado los acontecimientos de Bayona yasistí-
do á su congreso. No falto quien los tachase de inconsi-
guientes y desleales. Juzgaban otros diversamente, y de-
cian que los mas habían sido arrastrados á Francia ó por
fuerza ó por engaüo; y que si bien se propasaron algunos
á pedir empleos o gracias, nunca era tarde para reconci-
liarse con la patria, arrepentirse de un tropiezo causado por
el miedo ó la ciega ambiciou , y contribuir á la justa causa
en CU)'O favor la nacion entera se había pronunciado..Lo
cierto es que ni uno quizá de los que siguieron á José hu-
biera dejado de abrazar el mismo partido, á no haberles
arredrado el temor de la enemistad y del odio que las pa-
siones del momento hablan excitado contra sus personas.


Antes de abrir la marcha reconcentraron los enemigos
háeia ])Iadrid las fuerzas de ñloucey y las desparramadas á
orillas del Tajo. Clavaron en el Retiro y casa de la China
lilas de 80 caüoues , llevándose las vajillas y alhajas de los
palacios de la capital y sitios reales que no habian sido de
antemano robadas. Tomadas estas medidas, empezaron á
evacuar la capital inmediatamente. Salió José el 50, cerran-
do la retaguardia en la noche del 51 el mariscal Moncey.
Respiraron del todo y desembarazadamente aquellos habi-
tantes en la mañana del í o de agosto. El \} entró el fugitivo
rey en Burgos con Bessieres, quien segun las órdenes re-
cibidas se habia replegado allí de tierra de Leon.


Acompañaron á los franceses en su retirada lágrimas y
destrozos. Soldados desmandados y partidas sueltas espar-
cieron la desolacion y espanto por los pueblos del camino
ó los poco distantes. Iíezagábanse , se perdían para mero-
dear y pillar, saqueaban las casas, talaban los campos siu
respetar las personas ui lugares mas sagrados. Buitrago, el
lUolar, Iglesias, Pedrezuela, Gaudullas, Braojos y sobre


Destrozos
causados en l.


retirada.




544
todo la villa de Venturada abrasada y destruida, conserva-
rán largo tiempo triste memoria del horroroso tránsito del
extranjero.


Continuó José su marcha y en Miranda de Ebro hizo pa-
rada, extendiéndose la vanguardia de su ejército á las órde-
nes del mariscal Bessieres hasta las puertas de Burgos. Ter-
minóse así su malogrado y corto viaje de J\iadrid, del que
libres y menos apremiados por los acontecimientos, pas3-
rémos á referir los nuevos y exclarecidos triunfos que al-
canzaron las armas españolas en las 'provincias de Aragon
y Cataluña.




RESUMEN
DEL


LIBRO QUINTO.


PRlllIER sitio y defensa de Zaragoza. - Asiento de la ciudad. - Estado
apurado de la misma. - Salida de Palafox, 15 de junio. - Primera em-
bestida de los franceses contra Zaragoza y su derrota, 15 de junio. -
Don Lorenzo Calvo de Rozas. - Preparativos de defensa en Zaragoza.
- Don Antonio San Génis. - Intimacion de Lefebvre Desnouettes.-
El general Palafox en Epila. - Accion de Epila. - Piensa Palafox en
volverá Zaragoza.- Entrada allí de Lazan el 24 dejunio.-Juramento
de los zaragozanos.- Amenaza villana de un polaco á Calvo. - Confe-
rencia y proposiciones de los generales franceses. - Los franceses re-
forzados.-Verdier general en jefe. - Vuéiase un almacen de pólvora.
-Ataque contra el monte Torrero. - Castigo del comandante. - Lle-
gada de un refuerzo á los espaiíoles.-30 de junio, principia el bombar-
deo. - Nuevas obras de defensa de los sitiados. - Ataques del 1" Y 2
de julio. - Agustina Zaragoza.-Entrada de Palafox el 2 en Zaragoza.
-Otros combates. -Puente echado por los franceses en San Lamher-
to.-Estrago hecho por los mismos.-Otras medidas de los sitiados.
-Apodérase el enemigo de Villafeliche. - Otros combates.-Ataques
del 3 y 4 de agosto. -Avanzan los franceses al Coso. --Salida de Pa-
lafox de Zarogoza.-Vuelve Lazan el 5 con socorros.-El 8 Palafox.-




546
Continúan los choques y reencuentros.-Los franceses reciben el 6 ór-
den de retirarse. -, Contraórden poco después. - Ilesoluciuu magnánima
de los zaragozanos.- 13 , órden definitiva dada á los franceses de reti-
rarse.-Llegada á Zarogoza de una division de Valencia.-Aléjanse los
franceses de Zaragoza el 14.- Fin del sitio. - Aleg-ría de los aragone-
ses, estado de la ciudad. - Cataluña. - Bloqueo de Figueras por los
somatenes. - Socorre la plaza el general Reille.- Don Juan Clarós.-
Vuelve Duhesme á Gerona. - Junta de Lérida. - Tropas de 1\lenorca
mandadas por el marqués del Palacio. - El conde de Caldagués va en
socorro de Gerona.-Ataean los franceses á Gerona el 13 de agosto.--
Sou derrotados el 16.- Levantan el sitio.-Portugal.-Estado de aquel
reino y de su insurreccion.-Evora.-Expedicion inglesa enviada á Por-
tugal. - Sir Arturo Welles ley .- Sale la expedicion de Cork. - Desem-
barco en Mondego: Estado de Junot y sus disposiciones. - Accion de
Roliza. - Socorros llegados al ejército inglés. - Batalla de Vimeiro,
21 de agosto. -Armisticio entre ambos ejércitos. - Convenio del al-
mirante ruso con el inglés. - Convencion de Cintra. -EspaitOles de
PortugaL-Restablecen los ingleses la regencia de Portugal.- Yelbes
sitiada por los españoles.c-Almeida por los portugueses.-Desaprohu-
cion general de la couvenciou de Ciutra eu Inglaterr.i.c-Declaraciou de
S. 1\'1. B. de 4 de julio.- I'eticioues y reclamaciones que se hacen á los
diputados españoles. - Dumourier, - Conde d'Artois.- Luis XVIII.-·
Príncipe de Castelcicala. -- Tropa española en Dinamarca.-1\larqués
de la Romana. - Lobo. - Fábregues. - Se disponen á embarcarse las
tropas del norte.-Kindelan.-Kindelan y Guerrero.-Juramento de los
españoles en Langeland. - Dan la vela para España. --Trátasc de reu-
nir una junta central. - Situacion de Madrid. - Asesiuato de Viguri.
-Consejo de Castilla. -Sus manejos. - Opinion sobre aquel cuerpo.
- Estado de las juntas provinciales. - Llegada á Gibraltar del príncipe
Leopoldo de Sicilia, - Correspondencia entre las juntas. - Proceder
del Consejo.-Entrada en lUadrid de Llamas y Castaños.-Proc!ama-
cion de.Feruaudo VII. -Insurreccion de Bilbao. -lViovimientus en
Guipúzcoa y Navarra. - Nuevos manejos del Consejo, - Propuesta de
Cuesta á Castaños. - Consejo de guerra celebrado en i'ladrid.-' Preu
de Cuesta á Valdés y Quintanilla. - Acaba el gobierno de las Juntas
provinciales. ..",,-,. - ..




HISTORIA
DEL


I,J<;VANTAMIENTO, GUERRA Y RJ<;VOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO QUINTO.


SIN muroy sin torreones, segun nos ha transmitido Floro,*
defendiese largos años la inmortal Nurnaneiacontra el po-
der de Roma. Tambien desguarnecida y desmurada resistió
al de Francia con tenaz porfía, si no por tanto tiempo, la
ilustre Zaragoza. En esta como en aquella mancillaron su
fama ilustres capitanes; y los impetuosos y concertados
ataques del enemigo tuvieron que estrellarseen los acerados
pechos.de sus invictos moradores. Por dos veces en menos
de un año cercaron los franceses á Zaragoza; una malogra-
damente , otra con pérdidas é inauditos reveses. Cuanto fué
de realce y nombre para Aragon la heroica defensa de su
capital, fué de abatimiento y desdoro para sus sitiadores
aguerridosy diestros no haberse enseüoreado de ella pronto
y de la primera embestida.


(' ¡\ ¡J. 1 5, " 1.)


Primer sitio
y defensa


de Zaragoza.




Asiento
de la ciudad.


( Al'. n, 2.)


548
Baña á Zaragoza, asentada á la derecha márgen, el cau-


daloso Ebro. Ciñela al mediodía y del lado opuesto Huerha
acanalado y pobre, que mas abajo rinde á aquel sus aguas,
y casi en frente á donde desde el Pirineo viene tarnbien á
fenecer el GáIlego. Por la misma parte y á un cuarto de
legua de la ciudad se eleva el monte Torrero, cuya altura
atraviesa la acequia imperial, que así llaman al canal de
Aragon por traer su orígen del tiempo del emperador Cár-
los V. Antes del sitio hermoseaban á Zaragoza en sus con-
tornos feraces campiñas, viñedos y olivares con amenas y
deleitables quintas, á que dan en la tierra el nombre de
torres. A izquierda del Ebro está el arrabal que comunica
con la ciudad por medio de un puente de piedra, habien-
dose destruido otro de madera en una riada que hubo en
1802. Pasaba la poblacion de 55000 almas: menguó con
las muertes y destrozos. No era Zaragozaciudad fortificada;
diciendo Colmenar, * á manera de profecía, cosa ha de utl
siglo, «que estaba sin defensa, pero que reparaba esta falta
» el valor de sus habitantes.» Cercábala solamente una pa-
red de diez á doce pies de alto y de tres de espesor, en
parte de tapia y en otras de mampostería, interpolada á
veces y formada por algunos edificios y conventos, y en la
que se cuentan ocho puertas que dan salida al campo. No
léjos de una de ellas, que es la del Portillo, y extramuros
se distingue la Aljafería, antigua morada de los reyes de
Aragon, rodeada de un foso y muralla, cuyos cuatro ángu-
los guarnecen otros tantos bastiones. Las calles en .general
son angostas, excepto la del Coso muy espaciosa y larga,
cási en el centro de la ciudad, y que se extiende desde la
puerta llamada del Sol hasta la plaza del Mercado. Las casas
de ladrillo, y por la mayor parte de dos <Í tres pisos: la
adornan edificios y conventos bien construidos y de piedra
de sillería. La piedad admira dos suntuosas catedrales, la




349
(le nuestra Señora del Pilar y la de la Seo, en las que alter-
na por años para su asistencia el cabildo. El último templo
antiquísimo, el primero muy venerado de los naturales por
la imágen que en su santuario se adora. Corno no es de
nuestra incumbencia hacer una descripcion especial de Za-
ragoza, no nos detendremos ni en sus antigüedades ni
grandeza, reservando para después hablar de aquellos lu-
gares, que á causa de la resistencia que en ellos se opuso,
adquirieron desconocido renombre; porque allí las casas y
edificios fueron otras tantas fortalezas.


Si ningunas eran en Zaragoza las obras de fortificacion, Estado apurarlo
b d b di d d e V· , de Zaragoza.tampoco a un a an otros me lOS e erensa, Irnos cuan


escasos andaban al levantarse en mayo. El corto tiempo
transcurrido no habia dejado aumentarlos notablemente, y
antes bien se habian minorado con los descalabros padeci-
dos en Tudelay Mallen. En semejante estado déjase discur-
rir la consternacion de Zaragoza al esparcirse la nueva, en
la noche del 14 de junio, de haber sido aquel dia derrotado
don José de Palafox en las cercanías de Alagon, segun di-
jimos en el anterior libro.Desapercibidossus habitantes tan
solamente hallaron consuelo con la presencia de su amado
caudillo, que no tardó en regresar á la ciudad. lUas el ene-
migo no dió descansoni vagar. Siguieron de cercaá Palafax
y tras él vinieron proposiciones del general Lefebvre Des-
nouettes á fin de que se rindiese, con un pliego enderezado
al propio objeto y firmado por los emisarios españoles Cas-
tel-Franco, Villela y Pereira, que acompañaban al ejército
francés, y de quienes ya hicimos menciono


Fué la respuesta del general Palafox ir al encuentro de Salida
de Palatoe,los invasores; y con las pocas tropas que le quedaban, al- ss de junío.


gunos paisanos y piezas de campaña se colocó fuera no lé-
jos de la ciudad al amanecer del 15. Estaba á su lado el
marqués de Lazan y muchos oficiales, mandando la artille-




550
ría el espitan don IgnacioLopez, Pronto asomaron los fran-
ceses y trataron dI' acometer á los nuestros con su acostum-
brado denuedo. Pero Palafox viendo cuán superior era el
número de sus contrarios, determinó retirarse, y ordena·
damente pasó á Longares, pueblo seis leguas distante, des-
de donde continuó al puerto del Frasno cercano á Calatayud:
queriendo engrosar su corta division con la que reunia y
organizaba en dicha ciudad el baron de Versages.


Semejante movimiento, si bien acertado en tanto que no
se consideraba á Zaragoza con medios para defenderse.
dejaba á esta ciudad del todo desamparada y ;1 merced del
enemigo. Así se lo imaginó fundadamente el general francés
Lefehvre Desnouettes , y con sus a á 600 infantes y 800
caballos á las nueve de la mañana del mismo 1:5 presentóse
con ufanía delante de las puertas. Habian crecido dentro
las angustias: no eran arriba de 500 los militares que que-
daban entre miñones y otros soldados: los cañones pocos
y mal colocados corno gente á quien no guiabanoficiales de
artillería, pues de los dos únicos con quien se contaba en un
principio, don Juan Cousul y don Ignacio Lopez, el último
acompañaba á Palafox y el primero por órden suya hallá-
base de comision en Huesca. El paisanaje andaba sin con-
cierto, y por todas partes reinaba la indisciplina y confu-
sion. Parecía por tanto que ningun obstáculo detendría á los
enemigos, cuando el tiroteo de algunos paisanos y soldados
desbandados los obligó á hacer parada y proceder precavi-
damente. De tan casual é impensado acontecimiento nació
la memorable defensa de Zaragoza.


Primera La perplejidad V tardanza del gener<.ll francés alentó á los
embestida de 103 • L


franceses que habian empezado á hacerfuego, y dió á otros alas para
contra Zaragoza


y s'd'd~rrota. ayudarlos v favorecerlos. Pero como aun no habia ni bate-
15 ajumo. J


rías ni resguardo importante, consiguieron algunos jinetes
enemigos penetrar hasta dentro de las calles. Acometidos




551
por algunos voluntarios y miñones de Aragon al mando fiel
coronel don Antonio de Torres, y acosados por todas par-
tes por hombres , mujeres y niños, fueron los mas de ellos
despedazados cerca de nuestra Señora del Portillo , templo
pegado á la puerta del mismo nombre.


Enfurecidos los habitantes y con mayor confianza en sus
fuerzas después de la adquirida si bien fácil ventaja, acu-
dieron sin distincion de clase ni de sexo á donde amagaba
el peligro, y llevando á brazo los cañones, antes situados
en el Meroado , plaza del Pilar y otros parajes desacomoda-
dos, los trasladaron á las avenidas por donde el enemigo
intentaba penetrar, y de repente hicieron contra sus hues-
tes horrorosas descargas. Creyó entonces necesario el gene-
ral francés emprender un ataque formal contra las puertas
del Cármen y Portillo. Puso su mayor conato en apoderarse
de la última, sin advertir que situada á la derecha la Alja-
fería eran flanqueadas sus tropas por los fuegos de aquel
castillo, cuyas fortificaciones aunque endebles, le resguar-
daban de un rehate. Así sucedió que los que le guarnecian,
capitaneados por un oficial retirado de nombre don JUariano
Cerezo, militar tan bravo como patriota, escarmentaron la
audacia de los que confiadamente se acercaban á sus muros.
Dejáronlos aproximarse, y á quema ropa los ametrallaron.
En sumo grado contribuyó á que fuera mas certera la arti-
llería en sus tiros un oficial sobrino del general Guillelmi,
quien encerrado allí con Sil tio desde el principio de la in-
surreccion , olvidándose del agravio recibido, solo pensó en
no dar quiebra á su honra, y cumplió debidamente con lo
que la patria exigia de su persona. Igualmente fueron los
franceses repelidos en la puerta del Cármen, sosteniendo
por los lados el tremendo fuego, que de frente se les hacia,
escopeteros esparcidos entre las tapias, alameda y olivares,
cuya buena puntería causó en las filas enemigas notable




552
matanza. Nadie rehusaba ir á la lid: las mujeres corrian á
porfía á estimular ti sus esposos y á sus hijos, yatropellan-
do por medio del inminente riesgo los socorrian con víveres
y municiones. Los franceses aturdidos al ver tanto furor y
ardimiento titubeaban, y crecía con su vacilar el entusiasmo
y valentía de los defensores. De nuevo no obstante y reite-
radas veces embistieron la entrada del Portillo, desviándose
de la Aljafería, y procurando cubrirse detrás de los olivares
y arboledas. Menester fué para poner término á la sangrienta
y reñida pelea que sobreviniese la noche. Bajo su amparo
se retiraron los franceses á media legua de la ciudad, y re-
cogieron sus heridos, dejando el suelo sembrado de mas
de t-SOO. cadáveres La pérdida de los españoles fué mucho
mas reducida, abrigados de tapias y edificios. Y de aquella
señalada victoria, que algunos llamaron de las Eras, resultó
el glorioso empeño de los zaragozanos de no entrar en pac-
to alguno con el enemigo y resistir hasta el último aliento.


Don Lorenzo Fuera de sí aquellos vecinos con la victoria alcanzada,
Calvo tI" Hozas.


ignoraban todavía el paradero del general Palafox. Grande
fué su tristeza al saber su ausencia, y no teniendo fé en las
autoridades antiguas ni en los demas jefes, los diputados y
alcaldes de barrio, á nombre del vecindario, se presentaron
luego que cesó el combate al corregidor é intendente don Lo-
renzo Calvo de Rozas, que, hechura de Palafox, merecia S1l
confianza. Instáronlc para que hiciera sus veces, y condes-
eendió con sus ruegos en tanto que aquel no volviera. Unia
Calvo en su persona las calidades que el caso requería. De-
clarado abiertamente en favor de la causa pública, habíase
fugado de ]},Iadrid en donde estaba avecindado. Hombre de
carácter firme y sereno encerraba en su pecho, con apa-
rienoias de tibio, el entusiasmo y presteza de un alma im-
petuosa y ardiente. Autorizado como ahora se veía por la
voz popular y punzado por el peligro que á todos amena-




555
zaba, empleó con diligencia cuantos medios le sugeria el
deseo de proteger contra la invasion extraña la ciudad que
se ponia en sus manos.


Prontamente llamó al teniente de rey don Vicente Bus-
tamante para qm~ expidiesey firmaseá los de su jurisdiccion
las. convenientes órdenes. Mando iluminar las calles con
objeto de evitar cualquiera sorpresa ó excesos; empezáronse
á preparar sacos de tierra para formar baterías en las puer-
tas de Sancho , el Portillo, Cármen y Santa Engracia;
abriéronse zanjas ó cortaduras en sus avenidas; dispusié-
ronse á artillarlas , y se levantó en toda la tapia que circuía
á la ciudad una banqueta para desde allí molestar al ene-
migo con la fusilería. Presínose á Jos vecinos en estado de
llevar armas, que se apostasen en,los diversos puntos, de-
biendo alternar noche y dia; ocupáronse los niños y muje-
res en tareas propias de su cdad y sexo, y se encargó á los
religiosos hacer cartuchos de cañon y fusil, cumpliéndose
con tan buen deseo y ahinco aquellas disposiciones, que á
las diez de la noche se habia ya convertido Zaragoza en un
taller universal, en el que todos se afanaban por desempe-
ñar debidamente lo que á cada uno se habia encomendado.


Con mas lentitud se procedió en la construccion de ba-
terías por falta de ingeniero que dirigiese la obra. Solo ha-
bia uno, que era don Antonio San Genis, y este había sido
el 15 llevado á la cárcel por Jos paisanos que le conceptua-
ban sospechoso, habiendo notado que reconocia las puertas
y la ronda de la ciudad. Ignoróse su suerte en medio de la
confusion , pelea y agitacion de aquel dia y noche, y solo
se le puso en libertad por órden de Calvo de Rozas en la
mañana del 16. Sin tardanza trazó San Genis atinadamente
varias obras de fortificacion, esmerándose en e] buen des-
empeño, y ayudado en Jugar de otros ingenieros por los
hermanos Tabuenca , arquitectos de la ciudad. Pintan es-


TOM. r. 23


Preparativos de
defensa


en Zaragoza.


Don Antonio
San Genis.




554
tos pormenores, y por eso no son de mas, la sitnacion de
los zaragozanos, y lo apurados y escasos que estaban de
recursos y de hombres inteligentes en los ramos entonces
mas necesarios.


tnümacton de Los franceses atónitos con lo ocurrido el 15, juzgaron
Lefebvre


Desnouettes, imprudente empeñarse en nuevos ataques antes de recibir
de Pamplona mayores fuerzas, con artillería de sitio, mor-
teros y municiones correspondientes. ]}lientras que llegaba
el socorro, queriendo Lefebvre probar la via de la negocia-
cion , intimó el 17 que á no venir á partido pasaria á cuchi-
llo á los habitantes cuando entrase en la ciudad. Contestó-


(' Ap. n. s.) sele dignamente, * y se prosiguió con mayor empeño en
prepararse á la defensa.


El general Palafox en tanto, vista la decision que habian
tornado los zaragozanos de resistir á todo trance al enemi-
go, trató de hostigarle y llamar á otra parte Sil atencion.
Unido al baron de Versages contaba con una división de


El general 6000 hombres y 4 piezas de artillería. El 21 de junio pasó
PalaCox Pon Epíla , •


en Almunia reseña de su tropa, y el 25 marchó sobre Bpila.
En aquella villa hubo jefes que notando el poco concierto
de su tropa, por lo común allegadiza, opinaron ser conve-
niente retirarse á Valencia, y no empeorar con una derrota
la suerte de Zaragoza. Palafox asistido de admirable pre-
sencia de ánimo congregó su gente, y delante de las filas
exhortando á todos á cumplir con el duro, pero honroso
deber que la patria les imponía, añadió que eran dueños de
alejarse libremente aquellos á quienes no animase la con-
veniente fortaleza para seguir por el estrecho y penoso sen-
dero de la virtud y de la gloria, ó que tachasen de teme-
raria su empresa. Respondióse á Sil voz con universales
clamores de aprobacion, y ninguno osó desamparar sus
banderas. De tamaña importancia es en los casos árduos la
entera y determinada voluntad de un caudillo.




555
Seguro de 8US soldados hizo propósito Palafox de avan-


zar la mañana siguiente á la Muela, tres leguas de Zarago-
za, queriendo coger á los franceses entre su fuerza y aquella
ciudad. Pero barruntando estos su movimiento se le anti-
ciparon, y acometieron á su ejército en Épila á las nueve
de la noche, hora desusada y en la que dieron de sobresalto
é impensadamente sobre los nuestros por haber sorprendí-
do y hecho prisionera una avanzada, y tambien por el des-
cuido con que todavía andaban nuestras inexpertas tropas.
Trabése la refriega, que fué empeñada y reñida. Como los
españoles se vieron sobrecogidos no hubo órden premedi-
tado de batalla, y los cuerpos se colocaron segun pudo ca-
da uno en medio de la obscuridad. La artillería, dirigida por
el muy inteligente oficial don Ignacio Lopez, se señaló en
aquella jornada, y algunos regimientos se mantuvieron fir-
mes hasta por la mañana, que sin precipitacion tomaron la
vuelta de Calatayud. En su número se contaba el de Fer-
nando VII, que aunque nuevo sostuvoel fuego por espacio
de seis horas, como si se compusiera de soldados veteranos.
Tambien hombres sueltos de guardias españolas defendie-
ron largo rato una batería de las mas importantes. Dispu-
taron pues unos y otros el terreno á punto que los france-
ses no los incomodaron en la retirada.


Palafox convencido no obstante de que no era dado con
tropas bisoñas combatir ventajosamente en campo raso, y
de que seria mas útil su ayuda dentro de Zaragoza,determi-
nó superando obstáculos meterse con los suyos en aquella
ciudad, por lo que después de haberse rehecho, y dejando
en Calatayud un depósito al mando del baron de Versages,
dividió su corta tropa en dos pequeños trozos: encargó el
uno á su hermano don Francisco, y acaudillando en perso-
na el otro, volvió el 2 de julio á pisar el suelo zaragozano.


Ya habia allí acudidodias antes su otro hermano el mar-


Accl<ln
de EpilA.


Piensa PAlarox
en volver


á Zaragoza.




3.56
Entrada allí qués de Lazan, que era el gobernador, con varios oficiales,


el '24. tle junio
<leLazan. á instancias y por aviso del intendente Calvo de Rozas. De-


seaba este un arrimo para robustecer aun mas sus acertadas
providencias, acordar otras, comprometer en la defensa á
las personas de distincion que no lo estuviesen todavía, im-
poner respeto á la muchedumbre congregandouna reunión
escogida y numerosa, y afirmarla en su resolucion por me-
dio de un público y solemne juramento. Para ello convocó
el 2.5 de junio una junta general de las principales corpora-
ciones é individuos de todas clases, presidida por el de
Lazan. En su seno expuso brevemente Calvo de Rozas el
estado en que la ciudad se hallaba, y cuáles eran sus re-
cursos, y excitóá los concurrentes á coadyuvar con sus lu-
ces y patriótico celo al sostenimiento de la causa comun.


Juramento de lns Conformes todos aprobaron lo antes obrado, se confirmaron
zaragozanos. .. ,


en su propósito de vencer o morir, y resolvieron que el 26
los vecinos, soldados, oficiales y paisanos armados pres-
tarian en calles y plazas, en baterías y puertas un público
y majestuoso juramento. Amaneció aquel día, y á una hora
señalada de la tarde se pobló el aire de un grito asombroso
y unánime, «de que los defensores de Zaragoza juntos y
) separados derramarian hasta la última gota de su sangre
) por su religion , su rey y sus hogares..


,\ruenm ]}lovió á curiosidad entre los enemigos la impensada agi-
villaua de un


polaco á Calvo. tacion que causó tan nueva solemnidad, y COIl ansia de in-
formarse de lo que pasaba, aproximóse á la línea española
nn comandante de polacos acompañado de varios soldados;
y aparentando deseos de tomar partido él y los suyos con
los sitiados, pidió como seguro de su determinacion tratar
con los jefes superiores. Salió Calvo de Rozas,indicó al co-
mandante que se adelantasepara conferenciar solos: hízolo
así, masá poco y alevosamente cercaron á Calvo lossoldados
alel contrario. Encaráronle las armas, y rlespues de pregun-




5ij7
tar lo que en Zarragoza oeurria , tuvo el comandante la
descompuesta osadíade decirle, que no era su intento des-
amparar sus banderas; que habia solo inventado aquella
artimaña para averiguar de qué provenia la inquietud de la
ciudad, é intimar de nuevo por medio de una persona de
cuenta la rendicion, siendo inevitable que al fin se sometie-
sen los zaragozanos al ejército francés, tan superior y aguer-
rido. Añadióle, que á no consentir con lo que de él exigia,
seria muerto ó prisionero. En vez de atemorizarse con la
villanaamenaza, reportado y sereno contestóle Calvo: 1I har-
)) to conocidas son vuestras malas artes y la máscara de
)) amistad con que encubrís vuestras continuadas perfidias,
)) para que desprevenido y no muy sobre aviso acudiera yo
)) á vuestro llamamiento: los muertos y prisioneros seréis
)) vos y vuestros soldados si intentáis traspasar las leyes ad-
» mitidas aun entre naciones bárbaras. El castillo de donde
» estamos tan próximos á la menor señal mia disparará sus
)) cañones y fusiles, que por disposicion anterior estan ya
» apuntados contra vosotros. )) Alteróse el polaco con la ás-
pera contestacion , y reprimiendo la ira suavizó su altanero
lenguaje, ciñéndose á proponer al intendente Calvo una
conferencia con sus generales. Vino en ello, y tomando la
venia del de Lazan, se escogió por sitio el frente de la bate-
ria del Portillo.


Todavía en el mismo dia avistáronse allí con Calvoy otros Conferencia
fi . I .. 1 . d I b d . y proposicionesO era es espano es, autoriza os por e go erna or y vecm- de los gr'nerales


d . 1 1 f f b d franceses.ario, os genera es rancesesLe e vre y Ver ier, recien lle-
gado. Limitáronse las pláticas á insistir estos en la entrega
de Zaragoza, ofreciendo olvido de lo pasado, respetar las
personas y propiedades, y conservar á los empleados en
sus destinos; con la advertencia que de lo contrario con-
vertirian en cenizas la ciudad, y pasarían á cuchillo los mo-
adores. Calvo contestó con brío t prometiendo sin embargo




(' AV. n •••)


Los franceses
reforzados.


Verdier
general en jefe.


Vuélase
un almaceu de


pólvora.


5ii8
que daría cuenta de lo que proponian , y que en la mañana
siguiente se les comunicaria la definitiva resolucion, en cuya
conformidad pasó al campo francés don Emeterio Barredo
llevando consigo una respuesta * firmada por el marqués de
Lazan, en la que se desechaban las insidiosas proposicio-
nes del enemigo.


Claro era que estrechar el asedio y nuevas embestidas
seguirían á repulsa tan temeraria, mayormente cuando los
franceses habían engrosado su ejército, y cuando se habia
mejorado su posiciono Por aquellos dias adernas de haberse
desembarazado de Palafox arrojándole de Épila , habían re-
cibido de Pamplona y Bayona socorros de cuantía. Trájolos
el general Verdier, quien por su mayor graduacion reem-
plazó en el mando en jefe á Lefebvre , y no menos fueron
por de pronto reforzados que con 5000 hombres, 50 caño-
nes de grueso calibre, 4 morteros, 12 obuses, y 800 por-
tugueses á las órdenes de Gomez Freire. Fundadamente
pensaron entonces que con buen éxito podrian vencer la
tenacidad zaragozana.


Así fué que el mismo dia 27 renovaron el fuego, y diri-
gieron con particularidad su ataque contra los puestos ex-
teriores. Repelidos con pérdida en las diversas entradas de
la ciudad, de que quisieron apoderarse. no pudo impedír-
seles que se acercasen al recinto. Como en sus maniobras
se notó el intento de enseñorearse del monte Torrero, con
diligencia se metieron en Zaragoza los víveres y municio-
nes que estaban encerrados en aquellos almacenes; mas
tan oportuna precaucion originó un desastre. A las tres de
la tarde estremeciéronse todos los edificios, zumbando y
resonando el aire con el disparo y caída de piedras, astillas
y cascos. Tuviéronse los zaragozanos por muertos y como
si fuesen á ser sepultados en medio de ruinas. Despavori-
dos y azorados huian de sus casas, ignorando de dónde




559
provenia tanto ruido, turbacion y fracaso. Causábalo el
haberse pegado fuego por descuido de los conductores á la
pólvora que se almacenaba en el Seminario conciliar, y este
y la manzana de casas contiguas y las que estaban enfrente
se volaron ó desplomaron, rompiéndose los cristales de la
ciudad, con muertes y desdichas. Agregábase á la horrenda
catástrofe la pérdida de polvora tan necesaria en aquel
tiempo, y en el que habia de todo apretada pobreza.


y para que apareciese enteramente acrisolada la constan-
cia aragonesa, los franceses fiados en la desolacion y uni-
versal desconsuelo, reiteraron sus ataqnes en tan apurado
momento. No se descorazonaron los defensores, antes bien
enfurecidos hicieron que se malograse la tentaviva de los
enemigos, inhumana en aquella sazono


Desde aquel dia no transcurrió uno en que no hubiese
reñidas contiendas, escaramuzas, salidas, acometimientos
de sitiados y sitiadores. Largo seria é imposible referir ha-
zañas tantas y tan gloriosas, rara vez empañadas con algu-
na bastarda acciono


Túvose sin embargo por tal lo ocurrido en el monte Tor- Ataque
contra el monte


rero. El comandante á cuyo cargo estaba el puesto, de Torrero.
nombre Falcon , ora por connivencia, ora por desaliento,
que es á lo que nos inclinamos, le desamparó vergonzosa-
mente, 'j e\ enemigo en'i\eñote\\ndo'ile d.e. ~~ue.l\~~ í\ltm:l\),
causó en breve notables estragos.


E! vecindario por su parte irritado de la conducta del Castigo
<lel comandante.


comandante español, le obligó mas adelante á que compa-
reciese ante un consejo de guerra, y por sentencia, confir-
mada por el capitan general, fué arcabuceado. La misma
suerte cupo durante el sitio al coronel don Rafael Pesino,
gobernador de las Cinco Villas, y á otros de menos norn-
bre acusados de inteligencia con el enemigo. Ejemplar cas-
tigo, tachado por algunos de precipitado, pero que miraron




Llegada de un
refuerzo


á los españoles.


30 de junio,
priucipia


el bombardeo.


Nuevas obras
de defensa


de los sitiados.


560
otros como saludable freno contra los que flaqueasen por
tímidos ó tramasen alguna alevosía.


Empeñábase así la resistencia, y cobraban todos ánimo
con los oficiales y soldadosque á menudo acudian en ayuda
de la ciudad sitiada. Llenó sobre todo de particular gozo la
llegada á últimos de junio de 500 soldados del regimiento
de Extremadura al mando del teniente coroneldon Domin-
go Larripa , que vimosallá detenido en Tárrega, sin querer
cumplir las órdenes de Duhesme, y también la que por en-
tonces ocurrió de 100 voluntarios de Tarragona capitanea-
dos por el teniente coronel don Francisco l\'Iarcó del Ponto
Compensáhase con eso algun tanto el haber perdido las
alturas de Torrero.


Mas dueños los franceses de semejante posición , deter-
minaron molestar la ciudad con balas, granadas y bombas.
Para ello colocaron en aquella eminencia una batería formi
dable de cañones de grueso calibley morteros. Levantaron
otras en diversos puntos de la línea, con especialidad en el
paraje llamado de la Bernardona , enfrente de la Aljafería.
Preparados de este modo, al terminarse el 50 de junio y á
las doce de la noche rompieron el fuego, y dieron principio
á un horroroso bombardeo, Los primeros tiros salvaron la
ciudad sin hacer daño: acortáronlos, y las bombas pene-
trando por las bóvedasde la fábrica antigua de la iglesia del
Pilar y arruinando varias casas, empezaron á causar que-
brantos y destrozos.


Al amanecer los vecinos léjos de arredrarse á su vista,
trabajaron á competencia y con sumo afan para disminuir
las lástimas y desgracias. Construyéronse blindajes en ca-
lles y plazas, tratóse de torcer el curso del Huerba, y de
aprovechar las aguas de una acequia de riego, que en oca-
siones corre por la ciudad, para apagar ahora con presteza
cualquier incendio. Franqueáronse los sótanos, empleando




561
dentro en trabajos útiles y que pedian resguardo á Jos que
no eran llamados á guerrear. Para observar el fogonazo y
avisar la llegada de las bombas, pusiéronse atalayas en la
torre que denominaban Nueva, si bien fabricada en 1504,
la cual, elevándose en la plaza de San Felipe sola y sin arri-
mo, pareció acomodada al caso, aunque ladeada á la manera
de la famosa de Pisa. No satisfechos los -sitiados con estas
obras y las antes construidas, ideando otras, cortaron y
zanjaroncalles, atroneraron casas y tapiales, apilaron sacos
de tierra, trazaron y erigieron nuevas baterías, las cubrie-
ron con cañones arrumbados por viejos en la Aljafería ó
con los que sucesivamentellegaban de Lérida y Jaca, y en
fin quemaron y talaron las huertas y olivares, los jardines y
quintas que eneubrian los aproches del enemigo, perjudi-
cando á la defensa. Sus dueños no solamente condescendían
en la destruccioncon desprendimiento magnánimo,sino que
las mas veces ayudaban con sus brazosal total asolamiento.
y cuando lidiando en otro lado descubrian la llama que
devoraba el fruto de años de sudor y trabajo ó el antiguo
solar de sus abuelos, ensoberbecíanse de cooperar así y
con largueza á la libertad de la patria. zDe qué no eran ca-
paces varones dotados de virtudes tan esclarecidas?


Al bombardeo siguióse en la mañana del 1" de julio un
ataque general en todos los puntos. Empezaron á batir la
Aljafería y puerta del Portillo, mandada por don Francisco
l\larcó del Pont, los fuegos de la Bernardona. La puerta
del Cármen, encargada al cuidado de don Domingo Larripa,
fué cási al mismo tiempo embestida \ y tampoco tardaron
los enemigos en molestar la de Sancho, custodiada por el
sargento mayor don Mariano Renovales. Con todo siendo su
mayor empeño apoderarse de la del Portillo, hubo allí tal
estrago, que muertos en una batería exterior todos los que
la defendian, nadie osaba ir á reemplazarlos, lo cual dió


Ataque. del
'0y • de jullc,




ocasion á que se señalase una mujer del pueblo, llamada
Agustina Agustina Zaragoza. Moza esta de 22 años y agraciada deZaragoza.


rostro, llevaba provisiones á los defensores cuando acaeció
el mencionado abandono. Notando aquella valerosa hem-
bra el aprieto y desánimo de los hombres, corrió al peli-
groso punto, y arrancando la mecha aun encendida de un
artillero que yacia por el suelo, puso fuego á una pieza, é
hizo voto de no desampararla durante el sitio sino con la
vida. Imprimiendo su arrojo nueva audacia en los decaídos
ánimos, se precipitaron todos á la batería, y renovóse tre-
mendo fuego. Proeza muy semejante la de Agustina á la de
María Pita en el sitio que pusieron los ingleses á la Coruña
en 1589, fué premiada también de un modo parecido, y
así como á aquella le concedió Felipe II el grado y sueldo
de alferez vivo, remuneró Palafox á esta con un grado mi-
litar y una pension vitalicia.


Continuaba vivísimo el fuego, y nuestra artillería muy
certera arredraba al enemigo, sin que hasta entonces hu-
biese oficial alguno de aquella arma que la dirigiese. No eran
todavía las doce del dia, cuando entre el horroroso y mor-
tífero estruendo del eaüon se presentaron los subtenientes
de aquel distinguido cuerpo, don Jerónimo Piñeiro y don
Francisco Betbesé, que fugados de Barcelona corrian apre-
suradamente á tomar parte en la defensa de Zaragoza. Sin
descanso, despues de largo viaje y fatigoso tránsito, se pu-
sieron el primero á dirigir los fuegos de la entrada del Por-
tillo, y el segundo los de la del Cármen. Con la ayuda de
oficiales inteligentes creció el brío en los nuestros, y au-
mentóse el estrago en los contrarios. La noche cortó el com-
bate, mas no el bombardeo, renovándose aquel al despuntar
del alba con igual furia que el dia anterior. Las columnas
enemigas con diversas maniobras intentaron enseñorearse
del Portillo, y abierta brecha en la Aljafería, se arrojaron




565
á asaltar aquella fortaleza; pero fuese que no hallasen es-
calas acomodadas, ó fuese mas bien la denodada valentía
de los sitiados, los franceses repelidos se desordenaron y
dispersaron en medio de los esfuerzos de jefes y oficiales.
Otro tanto pasaba en el Portillo y Cármen. El marqués de
Lazan durante el ataque recorrió la línea en los puntos mas
peligrosos, remunerando á unos y alentando á otros con
sus palabras.


Ya era entrada la tarde, demayaban los enemigos, y los
nuestros familiarizándose mas y mas con los riesgos de la
guerra, desconocidos al mayor número, redoblaron sus es-
fuerzos alentados con un inesperado y para ellos halagüeño
acontecimiento. De boca en boca y con rapidez se difundió, Entrad. !le


Palafox el 2
que don José de Palafox estaba de vuelta en la ciudad, y en Zaragoza.
que pronto gozarian todos de su presencia. En efecto, pe-
netrando en Zaragoza á las cuatro de la tarde de aquel dia,
que era el 2, apareciese de repente en donde se lidiaba, y á
su vista arrebatados dc entusiasmo hicieron los nuestros tan
firme rostro á los franceses, que sin insistir estos en nue-
va acometida, se contentaron con proseguir el bombardeo.


Viendo sin embargo que para aproximarse á las puertas Otros combates.
era menester hacerse dueños de los conventos de San José
y Capuchinos y otros puntos extramuros, comenzaron por
entonces á embestirlos. En el convento de San José, asen-
tado á la derecha del rio Huerba, no habia otro amparo que
el de las paredes, en cuyo macizo se habían abierto trone-
ras. Asaltáronle 400 polacos, y repelidos con gran pérdida
tuvieron que aguardar refuerzo , yaun así no se posesiona-
ron de aquel puesto sino al cabo de horas de pelea. No fue-
ron mas afortunados en el de Capuchinos, cercano á la
puerta del Cármen. Lucharon los defensores cuerpo á cuer-
po en la iglesia, en los claustros, en las celdas, y no des-
ampararon el edificio hasta despues de haberle puesto fuego.




564
Puente Tambien quisieron los franceses cercar la ciudad por la


echado porl~~¿r~~~eb::t;.n orilla izquierda del Ebro, principalmente á causa de los so-
corros que la libre comunicaeion proporcionaba. Para es-
torbarla pensaron cruzar el rio, echando el 10 de julio un
puente de balsas en San Lamherto. Salió contra ellos el ge-
neral Palafox con paisanos y una compañía de suizos que
acababa de llegar. Batallaron largo tiempo, y vino con re-
fuerzo á sostenerlos el intendente Calvo de Rozas, cuyo
caballo fué derribado de una granada. Los enemigos no se
atrevieron á pasar muy adelante, y aprovechando los nues-
tros el precioso respiro que daban, levantaron en el arrabal
tres baterías, una en los Tejares, y las otras dos en el ras-
tro de los Clérigos y en San Lázaro; de las que protegidos
los labradores, se escopetearon varias veces con los france-
ses en el campo de las Ranillas y los ahuyentaron, distin-


Estrago hecho guiéndose con frecuencia en la lid el famoso tio Jorje. Así
por lo. 111181110S.


que los sitiadores no pudieron cerrar del todo las comunica-
ciones de Zaragoza, pero talaron los campos, quemaron las
mieses, y extendiéndose hacia el Gallego , vióse desconsola-
damente arder el puente de madera, que da paso al camino
carretero de Cataluña, y destruirse é incendiarse las aceñas
y molinos harineros que abastecían la ciudad. Las angus-
tias crecían, mas al par de ellas tambien el ardimiento de


Otras medidas los sitiados. Se acopió la harina del vecindario para amasarde los sitiados.
solamente pan de municion , que todos comían con gusto, y
para fabricar pólvora se establecieron molinos movidos por
caballos, y se cogió el azufre en donde quiera que lo habia:
se lavó la tierra de las calles para tener salitre, y se hizo car-
bon con la caña del cáñamo, tan alto en aquel país. No poco
cooperó al acierto y direccion de estos trabajos, corno de
los demas que ocurrieron, el sabio oficial de artillería don
Ignacio Lopez, quien desde entonces hasta el fin del sitio fué
11IlO de los pilares en que estribó la defensa zaragozana.




565
Eran estas precauciones tanto mas necesarias, cuanto no Apodérase


el enemigo de
solo los franceses ceñian mas y mas la plaza, sino que tam- Villafelichc.
bien previeron los sitiados que bien pronto intentarian des-
truir ó tomar los molinos de pólvora de VilIafeliche , á doce
leguas de Zaragoza, que eran los que la proveian. Así su-
cedió. El baron de Versages desde Calatayud asomándose
á las alturas inmediatas á aquel pueblo, impidió al princi-
pio que lograsen su objeto. ~Ias revolviendo sobre él los
enemigos con mayores fuerzas, tuvo que replegarse y dejar
en sus manos tan importantes fábricas.


En medio del tropel de desdichas que oprimían á los za- Olros combates.
ragozanos, permanecían constantes sin que nada los abatie-
se. En continuada vela desbarataban las sorpresas que á cada
paso tentaban sus contrarios. El f 7 de julio dueños ya estos
del convento de Capuchinos, sigilosamente á las nueve de
la noche procuraron ponerse bajo el tiro de cañon de la
puerta del Cármen. Los nuestros lo notaron, y en silencio
tambien aguardando el momento del asalto, rompieron el
fuego y derribaron sin vida á los que se gloriaban ya de ser
dueños del puesto. Con mayor furia renovaron los sitiado-
res sus ataques allí y en las otras puertas las noches siguien-
tes: en todas infructuosamente, no habiendo podido tam-
poco apoderarse del convento de Trinitarios descalzos, sito
extramuros de la ciudad.


En lucha tan encarnizada los españoles á veces molesta-
ban al enemigo con sus salidas, y no menos quisieron que
adelantarse hasta el monte Torrero. Aparentando pues un
ataque formal por el paseo antes deleitoso que de la ciudad
iba á aquel punto, dieron otros de sobresalto en medio del
dia en el campamento francés. Todo lo atropellaron, y no
se retiraron sino cubiertos de sangre y despojos. Por las
márgenes del Gállego midieron igualmente unos y otros sus
armas en varias ocasiones, y señaladamente en 29 de julio




Ataques del
3 y 4 dI'.agosto.


566
en que nuestros lanceros sacaron ventaja á los suyos con
mucha honra y prez, sobresaliendo en los reencuentros el
coronel Butrón, primer ayudante de Palafox.


Restaban aun nuevas y mas recias ocasiones en que se
emplease y resplandeciese la bizarría y firmeza de los zara-
gozanos. Noche y dia trabajaban sus enemigos para cons-
truir un camino cubierto que fuese desde el convento de
San José por la orilla del Huerba hasta las inmediaciones
de la Bernardona, y á su abrigo colocar morteros y cañones,
no mediando ya entre sus baterías y las de los españoles
sino muy corta distancia.


Aguardábase por momentos una general embestida, y en
efecto en la madrugada del 5 de agosto el enemigo rompió
el fuego en toda la línea, cayendo principalmente una llu-
via de bombas y granadas en el barrio de la ciudad situa-
do entre las puertas de Santa Engracia y el Cármen hasta la
calle del Coso. El coronel de ingenieros francés Lacoste,
ayudante de Napoleon, que habia llegado después de co-
menzado el sitio, con razon juzgó no ser acertado el ataque
antes emprendido por el Portillo, y determinó que el ac-
tual se diese del lado de Santa Engracia, como mas direc-
to y como punto no flanqueado por el castillo. La prin-
cipal batería de brecha estaba á 150 varas del convento, y
constaba de 6 piezas de á 16 Y de 4 obuses. Habian ade-
mas establecido sobre todo el frente de ataque siete ba-
terías, de las que la mas lejana estaba del recinto 400 va-
ras. A tal distancia y tan reconcentrado, fácil es imaginarse
cuán terrible y destructor seria su fuego. Sea de propósito
ó por acaso, notóse que sus tiros con particularidad se .
asestaban contra el hospital general, en que había gran nú-
mero de heridos y enfermos, los niños expósitos y los de-
mentes. Al caer las bombas, hasta los mas postrados, des-
Iludas y despavoridos saltaron de sus camas y quisieron




567
salvarse. Grande desolacion rué aquella. Mas con el celo y
actividad de buenos patricios, muchos, en particular niños
y heridos, se trasladaron á paraje mas resguardado. Prosi-
guió todo aquel día el bombardeo, conmoviéndose unos
edificios, desplomándose otros, y causando todo junto tal
estampido y estruendo, que se difundíay retumbaba á mu-
chas leguas de Zaragoza.


Al alborear del 4 descubrieron los enemigos su formida-
ble batería en frente de Santa Engracia. No había enderre-
dor del monasterio foso alguno, coronando solo sus pisos
varias piezas de artillería. Empezaron á batirle en brecha,
acometiendo al mismotiempo la entrada inmediata del mis-
mo nombre, y distrayendo la atencion con otros ataques
del lado del Cármen, Portillo y Aljafería. A las nueve de
la mañana estaban arr~adas eási todas nuestras baterías y
practicables las brechas. Palafox presentándose por todas
partes, corría á donde había mayor riesgo y sostenia la
constancia de su gente. En lo recio del combate propúsole
Lefebvre Desnoucttes (( paz y capitulación. » Respondióle
Palafox « guerra á cuchillo. » A su voz atropellábanse pai-
sanos y soldados á oponerse al enemigo, y abalanzándose
á dicho monasteriode Santa Engracia, célebre por sus anti-
güedadesy por ser fundacion de los reyes Católicos, se man-
tenían dentro sin que los arredrara ni el desplomarse de los
pisos, ni la caída de las mismas paredes que amagaba. Ato-
do hacían rostro, nada los desviaba de su temerario arrojo.
y no parecía sino que las sombras de los dos célebres his-
toriadores de Aragon, Gerónimo Blancas y Zurita, cuyas
cenizas allí reposaban, ahuyentadas del sepulcro al ruido
de las armas y vagando por los atrios y bóvedas, los estimu-
laban y aguijaban á la pelea, representándoles vivamente
los heroicos hechos de sus antepasados, que tan verídica
y noblemente habían transmitido á la posteridad. Tanto




568
teina de sobrehumano el porfiado lidiar de los aragoneses.


Al cabo de horas, y cuando el terreno quedaba no sem-
brado sino cubierto de cadáveres, y en torno suyo ruinas y
destrozos, pudieron los franceses avanzar y salir á la calle
de Santa Engracia. Pisando ya el recinto, vanagloriáhanse
de ser dueños de Zaragoza, y formados y con arrogancia se
encaminaban al Coso.


Mas pesóles muy luego su sobrada confianza. Cogidos y
como enrededos entre callesy casas estuvieron expuestos á
un horroroso fuego, que de todos lados se les hacia á ma-
nera de granizada. Cortadas las bocacalles y parapetados
los defensores con sacas de algodon y lana, y detrás de las
paredes de las mismascasas, los abrasaron, por decirlo así,
á quema ropa por espacio de tres horas, sin qne pudieran
salir al Coso, donde desemboca la calle de Santa Engracia.
Desesperanzaban ya los franceses de conseguirlo, cuando
volándose un repuesto de pólvora que cerca tenían los es-
pañales, con el daño y desorden que esta desgracia causó,
fuéles permitido á los acometedores llegar al Coso, y po-
sesionarse de dos grandes edificios que hay en ambas es-
quinas, el del convento de San Francisco á la izquierda, y
el Hospital general á la derecha. En este fué espantoso el
ataque: prendiósefuego, y los enfermos que quedaban ar-
rojándosepor lasventanas,caian sobre las bayonetas enemi-
gas. Entre tanto los locosencerrados en susjaulas cantaban,
lloraban ó reian segun la manía de cada uno. Los soldados
enemigos tan fuera de sí como los mismos dementes, en el
ardor del combate mataron á muchos y se llevaron á otros
al monte Torrero, de donde despues los enviaron. Mucha
sangre habia costado á los franceses aquel dia, habiendo
sido tan de cerca ofendidos: contáronse entre el número de
los muertos oficiales superiores, y fué herido Sil mismo ge-
neral en jefe Verdier.




569
Dueños de aquella parte, sentaron los enemigos sus águi-


las victoriosas en la cruz del Coso, templete con columnas
en medio de la calle del mismo nombre. Todo parecía así
perdido y acabado. El marqués de Lazan, Calvo de Rozasy
el oficial don Justo San Martín fueron los últimos que á las
cuatro de la tarde, después de haberse voladoel menciona-
do repuesto, desampararon la batería que enfilabadesde el
Coso la avenida de Santa Engracia. Pero el segundo no
decayendo de ánimo dirigióse por la calle de San Gil al ar-
rahal para desde allí" juntar dispersos, rehacer su gente,
traer los que custodiaban aquellos puntos entonces no
atacados, y con su ayuda prolongar hasta la noche su re-
sistencia, aguardando de fuera y antes de la madrugada,
segun veremos, auxilios y refuerzos.


Favoreció á su empresa lo ocurrido en el hospital gene-
ral, y una equivocacion afortunada de los enemigos, quie-
nes queriendo encaminarse al puente que comunica con el
arrabal, en vez de tomar la calle de San Gil, que tomó Cal-
vo y es la directa, desfilaron por el arco de Cineja, calle-
juella torcida que va á la Torrenueva. Aprovechándose los
aragoneses del extravío, los arremetieron en aquella estre-
chura y los acribillaron y despedazaron. Obligólos á hacer
alto semejante choque, y en el entre tanto volviendo el bri-
gadier don Antonio de Torres y Calvo del arrabal con 600
hombres de refresco y otros muchos que se les agregaron,
desembocaronjuntos y de repente en la calle del Coso en
donde estaba la columna francesa. Embistieron con 50 hom-
bres escogidos, y el primero el anciano capitan Cerezo que
ya vimosen la Aljafería, yendo armado (para que todo fuera
extraordinario) de espada y rodela, y bien unido con los
suyos se arrojaron todos como leones sobre los contrarios,
sorprendidos con el súbito y furibundo ataque. Acometie-
ron los demas por diversos puntos, y disparando desde las


TMO. J. 24


Avanzan
los franceses


al Coso.




Salida
de Patarox de


Zaragoza.


570
casas trabucazos y todo linaje de mortíferos instrumentos.
acosadoslos franceses y aterrados se dispersaron yrecogie--
ron en los edificios de San Francisco y hospital general.


Anocheció al cesar la pelea t y vueltos los españoles del
primer sobresalto, supieron por experiencia con cuánta ven-
taja resistirían al enemigo dentro de las calles y casas. Sos-
teníales tamhien la firme esperanza de que con el alba apa-
receria delante de sus puertas un numeroso socorro de
tropas, que así se lo había prometido su idolatrado caudi-
no don José de Palafox.


Había partido este de Zaragoza con su hermano don Fran-
cisco á las doce del dia del 4, despues que los franceses
dueños del monasterio de Santa Engracia , estaban como
atascados en las callesque daban al Coso. Siguióá aquellos
mastarde el marqnés de Lazan. Presumíase con fundamento
que no podrian los enemigos en aquel dia vencer los obs-
táculos con que encontraban; mas al mismo tiempo care-
ciendo de municiones y menguando la gente, temíase que
acabarían por superarlos si no llegabansocorros de fuera, y
si además tropas de refresco no llenaban los huecos y ani-
maban con su presencia á los fatigados si bien heroicosde-
fensores. No estaban aquellas léjos de la ciudad, pero dila-
tándose su entrada, pensóse que era necesario fuesePalafox
en persona á acelerar la marcha. No quiso este sin embargo
alejarse antes que le prometiesen los zaragozanos que se
mantendrian firmes hastasu vuelta. Hiciéronloasí, y tenien-
do fé e~ la palabra dada, convino en ir al encuentro de los
socorros.


Correspondió á la esperanza el éxito de la empresa.A
últimos de junio habia desde Cataluña penetrado en Aragon
el segundo batallon de voluntarios con 1200 plazas al mano
do del coronel don Luis Amat y Teran, ñOO hombres de
guardias españolas al del coronel don José Manso,y además




571
dos compañías de voluntarios de Lérida , cuya division se
habia situado en Jelsa, diez leguas de Zaragoza. Cierto que
con este auxilio y un convoy que bajo su amparo podría
meterse en la ciudad sitiada, era dado prolongar la defensa
hastala llegada de otro cuerpo de 5000 hombres procedente
de Valencia, que se adelantaba por el caminode Teruel, El
tiempo urgía; no sobraba la mas exquisita diligencia, por
lo que, y á mayor abundamiento, despachóse al mismo
Calvo de Rozas para enterar á Palafox de lo ocurrido des-
pues de Sil partida y servir de punzante espuela al pronto
envío delos socorros. Alcanzó el nuevo emisarioal general
en Villafranca de Ebro, pasaron juntos á Osera, cuatro le-
guasde Zaragoza, en donde á las nuevede la noche entra-
ron las tropas alojadas antes en Jelsa y Pina.


En dicho pueblo de Osera celebróse consejo de guerra,
á que asistieron los tres Palafoxes con su estado mayor, el
brigadier don Francisco Osina, el coronel de artillería don
J. Navarro Sangran (estos dos procedentes de Valencia) y
otros jefes. Informados por el intendente Calvo del estado
de Zaragoza, sin tardanza se determinó que el marqués de
Lazan con los 500 hombres de guardias españolas, forman-
do la vanguardia, se metiese en la ciudad en la madrugada
del 1), que con la demás tropa le siguiese don José de Pa-
lafox, y que su hermano don Francisco quedase á la reta-
guardia con el convoy de víveres y municiones, custodiado
tambien por Calvo de Rozas. Acordóse asímismo que para
mantener con brio á los sitiados y consolarlos en su angus-
tiada posicion , partiesen prontamente á Zaragoza como
anunciadores y pregoneros del socorro el teniente coronel
don Emeterio Barredoy el tio Jorje, cuya persona rara vez
se alejabadel ladode Palafox, siendo capitan de su guardia.
Partiéronse todos á desempeñar sus respectivos encargos, y
la oportuna llegada á la ciudad de los mencionados emisa-




572


rios , desbaratando los secretos manejos en que andaban al-
gunos malos ciudadanos, confortó al comun de la gente y


vuetve Lazan provocó el mas arrebatado entusiasmo.
s~~~r~~~. A ser posible hubiera crecido de punto con la entrada


pocas horas despues del marqués de Lazan. Retardóse la de
su hermano y la del convoy por un movimientodel general
Lefebvre Desnouettes , quien mandaba en jefe en lugar del
herido Verdier. Habíanle avisado la llegada de Lazan y
quería impedir la de los demas,juzgando acertadamente que
le seria mas fácil destruirlos en campo abierto, qUtl dentro
de la ciudad. Palafox desviándose á VilIamayor, situado á
dos leguas y media en una altura desde donde se descubre
Zaragoza, esquivó el combate y aguardó oportunidad de


EI8 Palufox burlar la vigilancia del enemigo. Para ejecutar su intento
COIl otro nuevo. ..


con apanencia fundada de buen éxito, mandó que de Hues-
ca se le uniese el coronel don Felipe Perena con 5000 hom-
bres que allí había adiestrado, y después dejando á estos en
las alturas de Villamayor para encubrir su movimiento, y
valiéndose también de otros ardides engañé al enemigo, y
de 'mañana y con el sol entró el dia 8 por las callesdé Zara-
goza.Déjase discurrir á qué punto se elevaria el júbilo y con-
tentamiento de sus moradores, y cuán difícil seria contener
sus ímpetus dentro de un término conveniente y templado.


Los franceses, si bien sucesivamentehabian acrecentado
el número de su gente hasta rayar en el de 11000 soldados,
estaban descaecidos de espíritu, visto que de nada servían
en aquellalid las ventajasde la disciplina, y que para ir ade-
lante menester era conquistar cada calle y cada casa, arran-
cándolas del poder de hombres tan resueltos y constantes.
Amilanáronse aun mascon la llegada de los auxilios que en
la madrugada del5 recibieronlos sitiados, y con los que se
divisaban en las cercanías.


No por eso desistieron del propósito de enseñorearse de




575
todos los barrios de la ciudad , y destruyendo las tapias
formaron detrás lineas fortifíeadas , y construyeron ramales
que comunicasen con los que estaban alojados dentro.


Desde el5 hubo continuados tiroteos, peleábase noche y
dia en casas y edificios, incendiáronse algunos y fueron
otros teatro de reñidas lides. En las mas brilló con sus par-
roquianos el beneficiado don Santiago Sas , y el tio Jorje,
También se distinguió en la puerta de Sancho otra mujer
del pueblo llamada Casta Alvarez , y mucho por todas par-
tes doña .Il'Iaría Consolacion de ázlor, condesa de Bureta. A
uingun vecino atemorizaba ya el bombardeo, y avezados á
los mayores riesgos hastábales la separacion de una calle ó
de una casa para mirarse como resguardados por un fuerte
muro ú ancho foso. Debieran haberse eternizado muchos
nombres que para siempre quedaron allí obscurecidos, pues
siendo tantos y habiéndose convertido los zaragozanos en
denodados guerreros, su misma muchedumbre ha perjudi-
cado á que se perpetúe su memoria.


Por entonces empezó á susurrarse la victoria de Bailen.
Daban crédito los sitiados á noticia para ellos tan plausible,
y con desden y sonrisa la oían sus contrarios, cuando de
oficio les fué á los últimos confirmada el dia 6 de agosto.
Proeuróse ocultar al ejército, pero por todas partes se tras-
lucia, mayormente habiendo acompañado á la noticia la
órden de ]}ladrid de que levantasen el sitio y se replegasen
á Navarra. Meditabanlosjefes franceses el modo de llevarlo
á efecto, y hubieran bien pronto abandonado una ciudad
para sus huestes tan ominosa, si no hubieran poco despues
recibido contraórden del general Monthion desde Vitoria,
á fin de que antes de alejarse aguardasen nuevas instruc-
ciones de l\ladrid del Jefe de estado mayor Belliard. Perma-
necieron pues en Zaragoza, y continuaron todavía unos. y
otros cn sus empeñados choques y reencuentros. Los Irau-


Continúan los
choques


y reencn entres.


Los franceses
reciben el 6


órden
de retirarse.


Contraárden
poco despues.




574
cesescon desmayo, los españoles con ánimo mas levantado.


Resoluclon Así fué que el 8 de agosto luego que entró Palafox con-
magnantma de


los zaragozanos. gregóse un consejo de guerra, y se resolvió continuar de-
fendiendo con la misma tenacidad y valentía que hasta
entonces todos los barrios de la ciudad, y en caso que el
enemigo consiguiese apoderarse de ellos, cruzar el rio, y en
el arrabal perecer juntos todos los que hubiesen sobreviví-


13, órden do. Felizmente su constancia no tuvo que exponerse á tandeñníüva dada
á los fr~nccses de recia prueba, pues los franceses sin haber pasado del Coso


r-etirarse.
Llegada recibieron el 51 la órden definitiva de retirarse. Llegó para


á Zar.goza de
una division ellos muy oportunamente, porque en el mismo dia cami-
de Valencia.


nando á toda priesa, y conducida en carros por los natura-
les del tránsito la division de Valencia al mando del maris-
cal de campo don Felipe Saint-March , corrió á meterse
precipitadamente en la ciudad invadida. Y tal era la impa-
ciencia de sus soldados por arrojarse al combate, que sin
ser mandados y en union con los zaragozanos embistieron
á lás seisde la tarde desaforadamente al enemigo. Hallabase
este á punto de desamparar el recinto, y al verse acometi-
do apresuró la retirada volando los restos del monasterio


Alejánse de Santa Engracia. En seguida se reconcentró en su carn-
los franceses de
Zaragoza eli:', pamento del monte Torrero, y dispuesto á abandonar


tambien aquel punto, prendió por la noche fuego á sus al-
macenes y edificios, clavó y echó en el canal la artillería
gruesa, destruyó muchos pertrechos de guerra, y al cabo
se alejó al amanecer del 14 de las cercaníasde Zaragoza. La
division de Valencia con otros cuerpos siguieron su huella,
situándose en los linderos de Navarra.


Fin riel sitio. Terminóse así el primer sitio de Zaragoza, que costó á
los franceses mas de 5000 hombres y cerca de ~OOO á los
españoles. Célebre y sin ejemplo, mas bien que sitio pudie-
ra considerársele como una continuada lucha ó defensa de
posiciones diversas, en las que el entusiasmo y personal




575
denuedo llevaban ventaja al calculado valor y disciplina de
tropas aguerridas; pues aquellos triunfos eran tanto mas
asombrosos, cuanto en un principio y los-mas señalados fue-
ron conseguidos, no por el brazo de hombres acostumbra-
dos á la pelea y estrépitos marciales, sino por pacíficos la-
briegos, que ignorando el terrible arte de la guerra, tan
solamente habian encallecido sus manos con el áspero y pe-
noso manejo de la azada y la podadera.


Al cerciorarse de la retirada de los franceses prorumpie-
ron los moradores de Zaragoza en voces de alegría con loores
eternos al Todopoderoso y gracias rendidas á la Vírgen del
Pilar, que su devocion miraba como la principal protecto-
ra de sus hogares. No daba facultad el gozo para reparar
en qué estado quedaba la ciudad: triste era verdaderamen-
te. La parte ocupada por los sitiadores, arruinada; los te-
jados de la que habia permanecido libre, hundidos por las
granadas y bombas. En unos parajes humeando todavía el
fuego mal apagado, en otros desplomándose la techumbre
de grandes edificios, y mostrándose en todos el lamentable
espectáculo de la desolacion y la muerte -.


Celebráronse el 25 magníficas exéquias por los que ha-
bian fallecido en defensa de su patria, de quienes nunca
mejor pudiera repetirse con Pericles, {( que en brevísimo
) tiempo y con breve suerte habian sin temor perecido en
) la cumbre de la gloria. * » Concedió Palafox á los defen-
sores muchos privilegios, entre los que con razon algunos
se graduaron de desmedidos. Mas este y otros desvíos des-
aparecieron y se ocultaron al resplandor de tantos é inmor-
tales combates.


No desdijeron de aquella defensa las esclarecidas accio-
nes que por entonces y con el mismo buen éxito que las pri-
meras acaecieron en Cataluña. El Ampurdan babia imitado
el ejemplo de los otros distritos de su provincia, y estaba ya


Alegria de los
aragoneses.


Estado
de la ciudad.


(' Ap. n 5.)


Cataluña.




576
sublevado cuando los franceses acometieron iníructuosnmen-


Bloqueo de te á Gerona la vez primera. El movimiento de sus sornate-
Fígueras por los r' hosoá 1 d f ll lidsumatenes. nes ue provee oso 'a a e ensa de aque a paza, mo están o


con correrías las partidas sueltas del enemigo é interrum-
piendo sus comunicaciones. Llevaron mas allá su audacia, y
apoyados en algunos soldados de la corta guarnicion de Ro-
sas, bloquearon estrechamente el castillo de San Fernando
de Figueras, defendido por solos 400 franceses con escasas
vituallas. Despechados estos de verse en apuro por la osa-
día de meros paisanos, quisieron vengarse incomodando con
sus bombas á la villa y arruinándola sin otro objeto que


Socorre la plaza el de hacer daño. Mas hubiéranse quizá arrepentido de su
el general


lIeille, bárbara conducta, si estando ya cási á punto de capitular,
no los hubiera socorrido oportunamente el general Reille.
Ayudante este de Napoleon, había por orden suya llegado á
Perpiñan, y reunido precipitadamente algunas fuerzas. Con
ellas y un conyoy tocó el 5 de julio los muros de Figueras
y ahuyentó á los somatenes.


Persuadido Reille que Rosas, aunque en parte desman-
telada, atizaba el fuego de la insurreccion y suministraba
municiones y armas, intentó el 11 del mismo julio tornarla
por sorpresa; pero le salió vano su intento habiendo sido
completamente rechazado. A la vuelta tuvo que padecer
bastante acosado por los somatenes, que en varios otros
reencuentros, señaladamente en el del Alfar, desbarataron


DonJunnClarós. á los franceses. Era su principal caudillo don Juan Claros
hombre de valor y muy práctico en la tierra.


Duhesrne por su parte, luego que volvió á Barcelona des-
pues de hahérsele desgraciado su empresa de Gerona, no
vivia ni descansaba tranquilo hasta vengar el recibido agra-


Vuelve Dubesme vio. Juntó con premura los convenientes medios, y al fren-
á Gerona. te de 6000 hombres, un tren considerable de artillería con


municiones de boca y guerra, escalas y demas pertrechos




577
conducentes á formalizar un sitio, salió de Barcelona el 10
de julio.


Confiado en el éxito de esta nueva expetlicion contra
Gerona, públicamente decia: el 24 llego, el 25 la ataco, la
tomo el 26 y el 27 la arraso. Conciso como César en las
palabras, no se le asemejó en las obras. Por de pronto fué
inquietado en todo el camino. Detuvieron á sus soldados en-
tre Caldetas y San PoI las cortaduras que los somatenes
habian abierto, y cuyo embarazo los expuso largo tiempo
á los fuegos de una fragata inglesa y de varios buques es-
pañoles. Prosiguiendo adelante se dividieron el 19 en dos
trozos, tomando uno de ellos la vuelta de las asperezas
de Vallgorquina, y el otro la ruta de la costa. De este lado
tuvieron un reñido choque con la gente que mandaba don
Francisco lUilans, y por el de la Nlontaña vencidos varios
obstáculos, con pérdidas y mucha fatiga llegaron el 20 á
Hostalrich, cuyo gobernador don ManuelO-sulivan, de ape-
llido extranjero, pero de corazon español y nacido en su
suelo, contestó esforzadamente á la intimacion que de ren-
dirse le hizo el general Goulas, Volviéronse á unir las dos
columnas francesas después de otros reencuentros. y jun-
tas avanzaron á Gerona; eu donde el 24 se les agregó el ,
general Iteille con mas de 2000 hombres que traia de Figue-
ras. Aunque á vista de la plaza, no la acometieron formal-
mente hasta principios de agosto, y como el no haber con-
seguido el enemigo su objeto dependió en mucha parte de
haberse mejorado la situacion del principado con los auxi-
lios que de fuera vinieron, y con el mejor orden que en él
se introdujo, será conveniente que acerca de uno y otro
echemos una rápida ojeada.


Habíase congregado en Lérida á últimos de junio una Junta de Lérída.
junta general en que se representaron 10l> diversos corregi-
mientos y clases del principado. Fué su primera y prinei-




Tropa~
fIn l\It~norca
mandadas


)}l'" el marqués
del Palacio.


578
pal mira aunar los esfuerzos, que si bien gloriosos, habian
basta entonces sido parciales, combinando las operaciones
y arreglando la forma de los diversos cuerpos que guerrea-
ban. Acordó juntar con ellos y otros alistados el número
de 40000 hombres, y buscó y encontró en sus propios
recursos el medio de subvenir á su mantenimiento. Para li-
sonjear sin duda la opínion vulgar de la provincia, adoptó
en la organizacion de la fuerza armada la forma antigua de
los miqueletes. Motejóse con razon esta disposieiou, como
también el que dándoles mayor paga disgustase á los re-
gimientos de línea. Los miqueletes, segun Melo, se llama-
ron antes almogávares, cuyo nombre significa gente del
campo, que profesaba conocer por señales ciertas el rastro
de personas y animales. l\1udaron su nombre en el de mi-
quelets en memoria, dice el mismo autor, de Miquelot de
Prats , compañero del famoso César Borja. Pudo en aquel
siglo yaun despues convenir semejante ordenacion de pai-
sanos, aunque muchos lo han puesto en duda; mas de nin-
gun modo era acomodada al nuestro faltándole la conve-
niente disciplina y subordinacion.


Acudieron tambien á Cataluña por el propio tiempo parte
de las tropas de las islas Baleares. Al principio se habian
negado sus habitantes á desprenderse de aquella fuerza te-
merosos de un desembarco; pero en julio, mas tranquilos,
convinieron en que la guarnicion de Mahon con el marqués
del Palacio, que mandaba en Menorca desde el principio de
la insnrreccion, se hiciese á la vela para Cataluña. Dicho ge-
neral, si bien habia suscitado alteraciones de que hubieran
podido resultar males y abierta division entre las dos islas
de Mallorcay Menorca, habíase sin embargo mantenido fir-
memente adicto á la causa de la patria y contestado con
dignidad y energía á las insidiosas propuestas que le hicie-
ron los franceses de Barcelona y sus parciales.




579
El ~o de julio salió pues de Nlenorca la expedicion com-


puesta de 4650 hombres con muchos víveres y pertrechos,
y el ~5 desembarcó en Tarragona. Dió su llegada grande
impulso á la defensa de Cataluña, y trasladándose sin tar-
danza de Léridaá aquel puerto lajunta delprincipado, nom-
bró por su presidente al marqués del Palacio, y se instaló
solemnemente el 6 de agosto.


Se empezó desde entonces en aquella parte de España á
hacer la guerra de un modo mejor y mas concertado. Al
principio sin otra guia ni apoyo que el valor de sus habi-
tantes redújose por lo general á ser defensiva y á incomo-
dar separadamente al enemigo. Con este fin determinó el
nuevo jefe tomar la ofensiva, reforzando la línea de soma-
tenes que cubría la orilla del Llobregat.Escogió para man-
dar la tropa que enviaba á aquel punto al brigadier conde
de Caldagués, quien se juntó con el coronel Baguet, jefe de
los somatenes. La presencia de esta gente incomodaba á
Lecchi, comandante de Barcelona en ausencia de Duhesme,
mayormente cuando por mar le bloqueaban dos fragatas
inglesas, de una de las cuales era capitan el despues tan co-
nocido y famoso lord Cochrane. Temíase el francés cual-
quiera tentativa, y creció su cuidado luego que supo haber
los somatenes recobrado el 51 á l\longat con la ayuda de
dicho Cochrane, y capitaneadospor don Francisco Barceló.


No queriendo desperdiciar la ocasion y valiéndose de la El conde
de Caldagués va


inquietud y sobresalto del enemigo, pensó el marqués del en s?~orro de
herona~


Palacio en socorrer á Gerona. Al efecto y creyendo que por
sí y los somatenespodria distraer bastantemente la atencion
de Lecchi, dispuso que el conde de Caldagués saliese de
Martorell el 6 de agosto con tres compañías de Soria y UDa
de granaderos de Borbon, al derredor de cuyo núcleo es-
peraba que se agruparian los somatenes del tránsito. Así
sucedió, agregándose sucesivamente Milans, Clarosy otros




580
al conde de Caldagués , que se encaminó por Tarrasa , Sa-
hadell y Granollers á Hostalrich, El 1.5 se aproximaron to-
dos á Gerona, y en Castellá celebrándose un consejo de
guerra y de concierto con los de la plaza, se resolvióatacar
á los franceses al dia siguiente. Contaban los españoles
10000 hombres por la mayor parte somatenes.


Veamos ahora lo que allí hahia ocurrido desde que el
enemigo la había embestido en los últimos dias de julio.
El número de los sitiadores, si no se ha olvidado, ascendía
á cerca de 9000 hombres; el de los nuestros dentro del re-
cinto á 2000 veteranos, y además el vecindario muy bien
dispuesto y entusiasmado. Los franceses, fuese desacuerdo
entre ellos, fuesen órdenes de Francia, ó mas bien el tras-
torno que les causaban las nuevas que recibían de todas
las provincias de España, continuaron lentamente sus tra-
bajos sin intentar antes del 12 de agosto ataque formal.


,\tacan Aquel dia intimaron la rendicion, y desechadas que fueron
10:-; rranceses


¡j (,prona sus proposiciones, rompieron el fuego á las doce de la no-
pi f 3 de agosto.


che del 15. Aviváronle el 14 y 15 acometiendo con parti-
cularidad del lado de Monjuich, nombre que se da como en
Barcelona á su principal fuerte. Adelantaban en la brecha
los enemigos, y muy luego hubiera estado practicable, si
los sitiados, trabajando con ahinco y guiados por los oficia-
les de Ultonia, no se hubiesen empleado en su reparo.


Apurados sin embargo andaban, á la sazon que el conde
de Caldagués colocado con su division en las cercanías, tra-
tó, estando todos de acuerdo, de atacar en la mañana del16
las baterías que los sitiadores habían levantado contra Mon-


Son derrotados juich. :&las era tal el ardimiento de los soldados de laplaza,
el 16. que sin aguardar la llegada de los de Caldagués, y manda-


dos por don Narciso de la Valeta , don Enrique Odonell y
don Tadeo Aldea, se arrojaron sobre las baterías enemigas,
penetraron hasta por sus troneras, incendiaron una, se




Esta-lo
de aquel reino


y de su
ínsirrreccton.


581
apoderaron de otra y quemaron sus montajes. Hízose lue-
go general la refriega: limó hasta la noche quedando ven-
cedores los españoles, no obstante la superioridad del ene-
migo en disciplina y órden. Escarmentados los franceses Levantan cl stün.
abandonaron el sitio, y volviéndose Reille al siguiente dia
á Figueras, enderezó Duhesme sus pasos camino de Barce-
lona. Pero este no atreviéndose á pasar por Hostalrieh, ni
tampoco por la marina, ruta en varios puntos cortada y
defendida con buques ingleses, se metió por en medio de
los montes perdiendo carros y cañones , cuyo transporte
impedian lo agrio de la tierra y la celeridad de la marcha.
Llegó Duhesme dos dias despues á la capital de Cataluüa
con sus tropas hambrientas y fatigadas y en lastimoso es-
tado. Terminóse así su segunda expedicion contra Gerona,
no mas dichosa ni lucida que la primera.


Llevada en España á feliz término esta que podemoslla- Portugal.
mar su primer campaña, será bien volver nuestra vista á la
que al propio tiempo acabaron los ingleses gloriosamente
en Portugal.


Habia aquel reino proseguido en su insurreccion , y pa-
decido bastantemente algunos de sus pueblos con la entra-
da de los franceses. Cupo suerte aciaga á Leiriay Nazareth,
habiendo sido igualmente desdichada la de la ciudad de
Évora. Era en Portugal difícil el arreglo y union de todas
sus provinciaspara hallarse interrumpidas las comunicacio-
nes entre las del norte y mediodia, y arduo por tanto esta-
blecer un concierto entre ellas para lidiar ventojosamente
contra los franceses. La junta de Oporto animada de buen
celo, mas desprovista de mediosy autoridad, procedía len-
tamente en la organizacion militar, y de Galicia con escasez
y tarde le llegaron cerca de sono hombres de auxilio. La
junta de Extremadura envió por su lado una corta division
á las órdenes de don Federico Moreti, con cuya presencia




Evuru,


Expedicion
inglesa enviada


á Portugal.


382
se fomentóel alzamiento del Alentejo, en tal manera grave
á los ojos de Junot, que dió orden á Loison para pasar
prontamente á aquella provincia, desamparando la Beira,
en donde este general estaba, despues de haber inútilmente
pisado los lindes de Salamanca y las orillas de Duero. Su-
pieron portugueses y españoles que se acercaban los ene-
migos, y al mando aquellos del general Francisco de Paula
Leite , y los nuestros al del brigadier Moreti, los aguarda-
ron fuera de las puertas de Évora, dentro de cuyos muros
se habia instalado la junta suprema de la provincia. Era el
29 de julio, y las tropas aliadas no ofreciendosino un con-
junto informe de soldados y paisanos mal armados y peor
disciplinados, se dispersaron en breve, recogiéndose parte
de ellos á la ciudad. Los enemigos avanzaron, mas tuvieron
dentro que vencer la pertinaz resistencia de los vecinos y
de muchos de los españoles refugiados allí despues de la
aocion, y qne guiados por Moreti, y sobre todo por don
Antonio María Gallego, disputaron á palmos algunasde las
calles. El último quedó prisionero. La ciudad fué entrega-
da por el enemigo á saco, desahogando este horrorosamente
su rabia en casas y vecinos. ll'loreti con el resto de su tropa
se acogió á la frontera de Extremadura. En ella y en la pla-
za de Olivenza reunia los dispersos el general Leite, Tam-
bien al mismo tiempo se ocupaba en el Algarbe el condede
Castromarin en allegar y disciplinar reclutas; mas tan loa-
bles esfuerzos, así de esta parte como otros parecidos en la
del norte de Portugal, no hubieran probablemente conse-
guido el anhelado objeto de libertar el suelo lusitano de
enemigos sin la pronta y poderosa cooperacion de la Gran
Bretaña.


Desdeel principio de la insurreccion española había pen-
sado aquel gobierno en apoyarla con tropas suyas. Así se
lo ofreció á los diputados de Galicia y Asturias en caso que




585
tal fuese el deseo de las juntas; mas estas prefirieroná todo
los socorros de municiones y dinero. teniendo por infruc-
tuoso, y aun quizá perjudicial, el envío.de gente. Era en-
tonces aquella opinion la mas acreditada, y fundábase en
cierto orgullonacional loable , mas hijoen parte de la inex-
periencia.Daba fuerza y séquito á dicha opinion el deseen-
cepto en que estaban en el continente las tropas inglesas,
por haberse hasta entonces malogrado desde el. principio
de la revolucion francesa cási todas sus expediciones de
tierra. Sin embargoal paso que amistosamente no se admi-
tió la propuesta, se manifestó que si el gobierno de S. ]\'1. B.
juzgaba oportuno desembarcar en la península alguna divi-
sion de su ejército, seria conveniente dirigirla á las costas de
Portugal, en donde su auxilio serviría de mucho á los espa-
ñoles poniéndoles á salvo de cualquiera empresa de Junot.


Abrazó la idea el ministerio inglés, y una expedicion
preparada antes de levantarse España, y segun se presume
contra Buenos-Aires, mudó de rumbo, y recibió la orden
de partir para las costas portuguesas. Púsose á su frente al
teniente general sir Arthuro Wellesley , conocido despues
con el nombre de duque de Wellington, y de quien daremos
brevenoticia, siendo muy principal el papel que represen-
tó en la guerra de la península.


Cuarto hijo sir Arthuro del vizconde Wellesley, conde
de Mornington, habia nacido en Irlanda en 1769, el mismo
año que Napoleón. De Eton pasó á Francia, y entró en la
escuela militar de ADgers para instruirse en la profesion de
las armas. Comenzó su carrera en la desastrada campaña
que en 1795 acaudilló en Holanda el duque de Yorck,
donde se distinguió por su valor. Detenido á causa de tem-
porales, no se hizo á la vela para América en 95, segun lo
intentaba, y solo en 97 se embarcó con direecion á opues-
tas regiones, yendo á la India oriental en compañía de su


Sir Arlhuro
Wplte<II'Y.




Sale
la cxpcdíeíon


de Cork,


Desernharcn en
Mond('go.


584
hermano mayor el marqués de Wellesley, nomhrado gober
dador. Se a'leutaió pO\' 'i'>U anojo y pericia mmtar en h guer
ra contra Tipoo-Saib y los Máratas, ganándoles con fuer-
zas inferiores la batalla decisiva de Assie, En 180.1 de vuelta
á Inglaterra tomó asiento en la cámara de los comunes, y
se unió al partido de Pitt. Nombrado secretario de Irlanda,
capitaneó despues la tropa de tierra que se empleó en la
expedicion de Copenhague. Hombre activo y resuelto al
paso que prudente, gozando ya de justo y buen concepto
como militar, sobremanera aumentó su fama en las ventu-
rosas campañas de la península española.


Contaba ahora la expedicion de su mando 10000 hom-
bres, los que bien provistos y equipados dieron la vela de
Cork el 12 de julio. Al emparejar con la costa de España
paráronse delante de la Coruña, en donde desembarcó el
20 su general \Velles!ey. Andaba á la sazon aquella junta
muy atribulada con la rota de Rioseco, y nunca podrían
haber llegado mas oportunamente los ofrecimientos ingleses
en caso de querer admitirlos. Reiterólos su jefe, pero la
junta insistió en su dictámen , y limitándose á pedir socor-
ros de municiones y dinero, indicó como mas conveniente
el desemharco en Portugal. Prosiguieron pues su rumbo, y
poniéndose de acuerdo el general de la expedicion con sir
Cárlos Cotton , que mandaba el crucero frente de Lisboa,
determinó echar su gente en tierra en la bahía de J\londego,
fondeadero el mas acomodado.


No tardó Wellesley en recibir aviso de que otras fuerzas
se le juntarian , entre ellas las del general Spencer, antes
en Jerez y Puerto de Santa l\laría, y también 10000 hom-
bres procedentes de Suecia al mando de sir Juan l\'Ioore.
Reunidas que fuesen todas estas tropas con otros cuerpos
sueltos, debían ascender en su totalidad á 50000 hombres
inclusos 2000 de caballería; pero con noticia tan placen-




58ñ
tera recibió otra el general Wellesley por cierto desagrada-
ble, Era pues que tomaria el mando en jefe del ejército sir
H. Dalrymple, haciendo de segundo bajo sus órdenes sir
H.Burrard. Recayó el nombramiento en el primero, porque
habiendo seguido buena correspondencia con Castaños y
los españoles, se creyó que así se estrecharían los vínculos
entre ambas naciones con la cumplida armonía de sus res-
pectivos caudillos.


No obstante la mudanza que se anunciaba, prevínose al
general Wellesley que no por eso dejase de continuar sus
operaciones con la masviva diligencia. Autorizadoeste con
semejante permiso, y quizá estimulado con la espuela del
sucesor, trató sin dilacion de abrir la campaña. Desembar-
cadas ya todas sus tropas en ñ de agosto, y arribando con
las suyas el mismo dia el general Spencer, pusiéronse el 9
en marcha hácia Lisboa. El 12 se encontraron en Leiria
con el general portugués Bernardino Freire, que mandaba
6000 infantes y 600 caballos de su nacion. No se avinieron
ambos jefes. Desaprobaba el portugués la ruta que queria
tomar el británico, temeroso de que descubierta Coimbra
fuese acometida por el general Loison, quien de vuelta ya
del Alentejo habia entrado en Tomar. Por tanto permane-
ció por aquella parte, cediendo solamente á los ingleses
1400 hombres de infantería y 2ñO de caballería que se les
incorporaron. Wellesley prosiguió adelante, y el 15 avan-
zó hasta Caldas.


El desembarco de sus tropas habia excitado en Lisboa y
en todos los pueblos extremadojúbilo y alegría, enflaque-
ciendo el ánimo de Junot y los suyos. Preveian su suerte,
principalmente estando ya noticiosos de la capitulacion de
Dupont y retirada de Joséal Ebro. Derramadas sus fuerzas,
no ofrecian en ningun punto suficiente número para opo-
uerse á 15000 ingleses qUl~ avanzaban. Tomó sin embargo


TOM. l. 25


Estado de Junol
y sus


disposiciones.




Accion
de Roltza.


586
Junot providencias activas para reconcentrar su gente en
cuanto le era dable. Ordenó á Loison dirigirse á la Beira y
flanquear el costado izquierdo de sus contrarios, y á Ke-
Herman que ahuyentando las cuadrillas de paisanos de Al-
cázar de Sal y su comarca, evacuaseá Setúhal y se le uniese.
Negóse á prestarle ayuda Siniavin , almirante de la escua-
dra rusa fondeada en el Tajo, no queriendo combatir á no
ser que acometiesen el puerto los buques ingleses.


Tampoco descuidó Junot celar que se mantuviese tran-
quila la populosa Lisboa, y para ello en nada acertó tanto
como en dejar su gobierno al cuidado del general Travot,
de todos querido y apreciado por su buen porte. Custodia-
ronse con particular esmero los españoles que yacían en
pontones, y se atendió á conservar libres las orillas del Tajo.
Los franceses allí avecindados se mostraron muy aficionados
á los suyos, y deseosos de su triunfo formaron un cuerpo
de voluntarios. El conde de Bourmont y otros emigrados,
á quienes durante la revolucion se habian prodigado en
Lisboa favores y consuelo, se unieron á sus conpatriotas,
solicitando con instancia el mencionado conde que se le
emplease en el estado mayor.


Tomadas estas disposiciones, parecióle á Juaot ser oca-
sion de ponerse á la cabeza de su ejército, é ir al encuentro
de los ingleses. Pero ant~s habian estos venido á las manos
cerca de Roliza con el general Delaborde , quien saliendo
de Lisboa el 1) de agosto yjuntándose en Óvidos con el ge-
neral Thomiers y otros destacamentos, habia avanzado á
aquel punto al frente de 5000 hombres.


Eran sus instrucciones no empeñar accion hasta que se
le agregasen las tropas en varios puntos esparcidas, y li-
mitarse á contener á Jos ingleses. No le fué lícito cumplir
aquellas, viéndose obligado á pelear con el ejército adver-
sario. Había este salido de su campo de Caldas en la rna-




587
drugada del 17, y encaminádose háeia Ovidos. Se extiende
desde allí hasta Roliza un llano arenoso cubierto de mator-
rales y arbustos terminado por agrias colinas, las que pro-
longáudose del lado de Columbeira cási cierran por su es-
trechura y tortuosidad el camino que da salida al país si-
tuado á su espalda. Delaborde tomó posicion en un corto
espacio que hay delante de Roliza, pueblo asentado en la
meseta de una de aquellas colinas, y de cuyo punto domi-
naba el terreno que habiau de atravesar los ingleses. Acer-
cábanse estos devididos en tres trozos: mandaba el de la
izquierda el general Ferguson, encargado de rodear por
aquel lado la posicion de Delaborde y de observar si Loison
intentaba incorporársele. El capitan Trant con los portu-
gueses debia por la derecha molestar el costado izquierdo
de los franceses, quedando en el centro el trozo mas prin-
cipal, compuesto de 4 brigadas y á las órdenes inmediatas
de sir Arthuro, de cuyo número se destacó por la izquierda
la del general Fane para darse la mano con la de Ferguson,
del mismo modo que por la derecha y para sostener á los
portugueses se separó la del general HilI.


Delaborde no creyéndose seguro en donde estaba, con
prontitud y destreza se recogió, amparado de su caballería,
detrás de Columbeira , en paraje de difícil acceso. y al que
solo daban paso unas barrancas de pendiente áspera y con
mucha maleza. Entonces los ingleses variaron la ordenacion
del ataque; y uniéndose los generales Fane y Ferguson
para rodear el flanco derecho del enemigo, acometieron su
frente, de posicion muy fuerte, los generales Hill y Nightin-
gale. Defendiéronse los franceses con gran bizarría, y cua-
tro horas duró la refriega. Delaborde herido y perdida la
esperanza de que se le juntara Loison , pensó entonces en
retirarse, temeroso de ser del todo deshecho por las fuer-
zas superiores de sus contrarios. Primeramente retrocedió




588
á Azambugeira, disputando el terreno con empeño. Hizo des-
pues una corta parada, y al fin tomó el angosto camino de
Runha, andando toda la noche para colocarse ventajosa-
mente en l\'1ontechique. Perdieron los ingleses500 hombres,
600 los franceses. Gloriosa fué aquella acción para ambos
ejércitos; pues peleandobriosamente, si favoreció á los úl-
timos su posicion, eran los primeros en número muy su-
periores. Con la victoria recobraron confianza los soldados
ingleses, menguada por anteriores y funestas expediciones;
y de allí tomóprincipio la fama del general Wellesley, acre-
centada después con triunfos mas importantes.


No había Loison acudido á unirse con Delaborde, rece-
loso de comprometer la suerte de su division. Sabia que los
ingleses habían llegado á Leiria, le observaban de cerca los
portugueses y unos 1,)00 españoles, que de Galicia habia
traido el marqués de Valladares; el país se mostraba hostil,
y así no solo juzgó imprudente empeñarse en semejante mo-
vimiento, sino que tambien abandonando á Tomar, siguió
por Torres-Novas á Santaren, y el 17 se incorporó en Cer-
cal con Junot. Los portugueses , luego que le vieron léjos,
entraron en Abrantes y se apoderaron de cási todo un des-
tacamento que allí habia dejado.


Junot por su parte, segun acabamosde indicar, se habia
ya adelantado. El 15 de agosto despues de celebrar con
gran pompa la fiesta de Napoleon, por la noche y muy á
las calladas habiasalido de Lisboa. Falsas nuevas y el esta-
do de su gente le retardaron en la marcha, y no le fuédado
antes del 20 reunir sus diversas y separadas tropas. Aquel
día aparecieron juntas en Torres-Vedras, y se componian
de 12000 infantes y 1500 caballos. Quedaban además las
competentes guarniciones en Yelbes, Almeida, Peniche,
Palmela, Santaren y en los fuertes de Lisboa. Mandaba la
primera división francesa el general Delaborde, la segunda




589
Loison , y Kellerman la reserva. La caballería y artillería se
pusieron al cuidado de los generales Margaron y Taviel, y
en la última arma mandaba la reserva el coronel entonces,
y despues general Foy, célebre y bajo todos respectos áig-
no de loa.


Era mas numeroso el ejército inglés. Se le habian nueva-
mente agregado 4000 hombres á las órdenes de los gene-
rales Anstruther y Acland, y constaba en todo. de mas de
18000 combatientes. Carecia de la suficiente caballería, li-
mitándose á ~OO jinetes ingleses y 200 portugueses. Des-
pues de la accion de Roliza no habia Wellesley perseguido
á su contrario. Para proteger el desembarco en nlaceira de
los 4000 hombres mencionados, habia avanzado hasta Vi-
meiro, en donde cási al propio tiempo se le anunció la lle-
gada con 11000 hombres de sir Juan Moore. A este le or-
denó que saltase con su gente en tierra en Mondego. y que
yendo del lado de Santaren cubriese la izquierda del ejér-
cito. No tardó tampoco en saberse la llegada de sir H. BUl'-
rard, nombrado segundo cabo de Dalrymple en el mando:
noticia por cierto poco grata para el general Wellesley, que
esperaba por aquellos días coger nuevos laureles. Su plan de
ataque estaba ya combinado. Con pleno conocimiento del
terreno, tomando un camino costero. escabroso y estre-
cho l pensaba flanquear la posieion de Torres-Vedras , y
colocándose en l\iafra interponerse entre Junot y Lisboa.
Habíaescogidoaquellos vericuetos y ásperos sitios por con-
siderarlos ventajosos para quien como él andaba escaso de
caballería. Al aviso de estar cerca Burrard , suspendió We-
llesley su movimiento, y se avistó á hordo con aquel gene-
ral. Conferenciaron acerca del plan concertado, y juzgan-
do Burrard ser arriesgada cualquiera tentativa en tanto que
Moore no se les uniese, dispuso aguardarle y que perma-
neeiese su ejército en la posición de Vimeiro.


Socur'ros
llegado. al


ejército Inglés.




Batalla de
Vimeiro,


21 de agosto.


590
Tuvo empero la dicha el generalWellesley de que Junot,


no queriendo dar tiempo á que se juntasen todas las fuer-
zas británicas, resolvió atacar inmediatamente á las que en
Vimeiro se mantenian tranquilas.


Está situado aquel pueblo no léjos del mar, en una ca-
ñada por donde corre el rio Maceira. Al norte se eleva una
sierra cortada al oriente por un escarpe, en cuya hondona-
da está el legar de Toledo. En dicha sierra no habian al
principio colocado los ingleses sino algunos destacamen-
tos. Al sudoestese percibe un cerro en parte arbolado, que
por detrás continúa háeia poniente con cimas mas erguidas.
Seis brigadas inglesas ocupaban aquel puesto. Habia otras
dos á la derecha del rio en una eminencia escuetay roque-
ña que se levanta delante de Vimeiro. En la cañadaó valle
se situaron los portugueses y la caballería.


A las ocho de la mañana del 21 de agost~ se divisaron
los franceses viniendo de Torres-Vedras. Imaginóse Wc-
lIesley ser su intento atacar la izquierda de su ejército, que
era la sierra al norte; y como estaba desguarnecida, enea-
minó á aquel punto, una tras de otra, 4 de las 6 brigadas
que coronaban las alturas de sudoeste y que era su dere-
cha. No babia sido tal el pensamiento de los franceses. J\Ias
observando su general dicho movimiento, envió sucesiva-
mente para sostener á un regimiento de dragones, hacia allí
destacado, 2 brigadas al mando de los generales Brenier y
Solignac.


No por eso desistió Junot de proseguir en el plan de
ataque que hahia concebido, y cuyo principal blanco era
la eminencia situada delante de Vimeiro, en donde estaban
apostadas, segun hemos dicho, 2 brigadas inglesas, las
cuales se respaldaban contra otras 2 que aun permanecían
en las alturas de sudoeste.


Rompió el combate el general Delaborde, siguió á poco




591
Loison , y por instantes arreció la pelea furiosamente. La
reserva, bajo las órdenes de Kellerman, viendo que los su-
yos no se apoderaban de la eminencia, fué en su ayuda, y
en uno de aquellos acometimientos hirieron á Foy. Recha-
zaban los ingleses á sus intrépidos contrarios, aunque á
veces flaqueaba alguno de SlIS cuerpos. Junot en la reserva
observaba y dirigia el principal ataque sin descuidar su de-
recha. Mas en aquella no tuvieron ventura los generales So-
liguac y Brenier, habiendo sido uno herido y otro prisio-
nero.


A las doce del dia , despues de tres horas de inútil lucha
y disminuido el ejército francés con la pérdida de mas de
1800 hombres, determinaron sus generales retirarse á una
línea cási paralela á la que ocupaban los ingleses. Estos, con
parte de su fuerza todavía intacta, consideraron entonces
como suya la victoria, habiéndose apoderado de Hí cañones,
y solo contando entre muertos y heridos unos 800 hombres.
Parecía que era llegado el tiempo de perseguir á los vencidos
con las tropas de refresco. Tal era el dictamen de sir Ar-
thuro W ellesley, sin que ya fuese dueño de llevarle á cabo.
Durante la accion babia llegado al campo el general Bur-
rard , á quien correspondía el mando en jefe. Con escrúpulo
cortesano dejó á Wellesley rematar una empresa dichosa-
mente comenzada. Pero al tratar de perseguir al enemigo,
recobrando su autoridad, opúsose á ello, é insistió en aguar-
dar á Moore. De prudencia pudo graduarse semejante opi-
nion antes de la batalla: tanta precaucion ahora, si no
disfrazaba celosa rivalidad, excedia los límites de la timi-
dez misma.


Los franceces por la tarde sin ser incomodados se fueron
á Torres-Yedras. El 22 celebró Junot consejo de guerra, en
el que acordaron abrir negociaciones con los ingleses por
medio del general Kellerman, no dejando de continuar su


Armisticio
entre ambos


ejércitos.




592
retirada á Lisboa. Así se ejecutó; pero al tocar el negociador
francés las líneas inglesas, habia desembarcado ya y to-
mado el mando sir H. Dalrymple; con lo que en menos
de dos dias tres generales se sucedieron en el campo britá-
nico: mudanza perjudicial á las operaciones militares y á
los tratos que siguieron, apareciendo cuán erradamente á
veces proceden aun los gobiernos mas prácticos y adverti-
dos. Propuso Kellerman un armisticio, conformóse el gene-
ral inglés y se nombró para concluirle á sir Arthuro We-
llesley. Convinieron los negociadores en ciertos artículos,
que debian servir de base á un tratado definitivo. Fueron
los mas principales: 1.0 Que el ejército francés evacuaria á
Portugal, siendo transportado á Francia con artillería, ar-
mas y bagaje por la marina británica. 92.° Que á los portu-
gueses y franceses avecindados no se les molestaria por su
anterior conducta política, pudiendo salir del territorio por-
tugués con sus haberes en cierto plazo: y 5.o Que se con-
sideraria neutral el puerto de Lisboa durante el tiempo
necesario y conforme al derecho marítimo, á fin de que la
escuadra rusa diese la vela sin ser á su salida incomodada
por la británica. Señalóse una línea de demarcacion entre
ambos ejércitos, quedando obligados recíprocamente á avi-
sarse cuarenta y ocho horas de antemano en caso de volver
á romperse las hostilidades.


lllientras tanto Junot habia el 925 entrado en Lisboa, en
donde los ánimos andaban muy alterados. Con la noticia
de la accion de Roliza hubiérase el 20 conmovido la pobla-
cion á no haberla contenido con su prudencia el general
Travot. Mas permaneciendo viva la causa de la fermentacion
pública, hubieron los franceses de acudir á precauciones
severas, y aun al miserable y frágil medio de esparcir fal-
sas nuevas, anunciando que habian ganado la batalla de
Vimeiro. De poco hubieran servido sus medidas y artificios,




595
si oportunamente no hubiera llegado con su ejército el ge-
neral Junot. A su vista forzoso le fué al patriotismo portu-
gués reprimir ímpetus inconsiderados.


Por otra parte el armisticio tropezaba con obstáculos im-
previstos. El general Bernardino Freire agriamente repre-
sentó contra su ejecucion, no habiendo tenido cuenta en
lo estipulado ni con su ejército, ni con la junta de Oporto,
ni tampoco con el príncipe regente de Portugal, cuyo nom-
bre no sonaba en ninguno de los artículos. Aunque justa
hasta cierto punto, fué desatendida tal reclamacion. No
pudo serlo la de sir C. Cotton, comandante de la escuadra
británica, quien no quiso reconocer nada de lo convenido
acerca de la neutralidad del puerto y de los buques rusos
allí anclados. Tuvieronpues que romperselas negociaciones.


Mucho incomodó á Junot aquel inesperado suceso; y
escuchando antes que á sus apuros á la altivez de S1] pecho
engreidocon no interrumpida ventura, dispúsose á guerrear
á todo trance. Mas sin recursos,angustiados los suyos y re-
forzados los contrarios con la division de l\'Ioore y un regi-
miento que el general Beresfordtraia de las aguas de Cádiz,
se le ofrecianinsuperables dificultades. Aumentábanseestas
con el brio adquirido por la poblacion portuguesa, la que
despues de las victorias alcanzadas, de tropel acudia á Lis-
boa y estrechaba las cercanías. Carecía tarnbien de la con-
veniente cooperación del almirante ruso, indiferente á su
suerte y firme en no prestarle ayuda. Tal porte enfureció
tanto mas á Junot, cuanto la estancia de aquella escuadra
en el Tajo habia sido causa del rompimiento de las nego-
ciaciones entabladas. Así mal de su grado, solo y vencido
de la amarga situacionde su ejército, cedió Junot y asintió
á la famosa convencion concluida en Lisboa el 50 de agosto
entre el general KeIlerman y J. J\lurray, cuartel-maestredel
ejército inglés. El ruso ajustó por si el 5 de setiembre un




Conveolo del
almirante TlUW
con el inglés.


rApo n. ".)


Convencion
de Cintra.


(' Ap. n. 7.)


Españoles
de Portugal.


594
convenio con el almirante inglés, segun el cual entregaba
en depósito su escuadra al gobierno británico hasta seis me-
ses despues de concluida la paz entre sus gobiernos respec
tivos, debiendo ser transportados á Rusia los jefes, oficiales
y soldados que la tripulaban.


La convencion entre franceses é ingleses llamóse ma-
lamente de Cintra 1 por no haber sido firmada allí ni
ratificada. * Constaba de 22 artículos y además otros 5
adicionales 1 partiendo de la base del armisticio antes con-
cluido. Los franceses no eran considerados como prisio-
neros de guerra 1 y debian los ingleses transporta ríos á
cualquiera puerto occi~ental de Francia entre Rochefort y
Lorient. En el tratado se incluian las guarniciones de las
plazas fuertes. LQS españoles detenidos en pontones ó bar-
cos en el Tajo 1 se entregaban á disposieion del general in-
glés ,en trueque de los franceses que sin haber tomado
parte en la guerra hubieran sido presos en España. No eran
por cierto muchos, y los mas habian ya sido puestos en
libertad. Entre los que todavía permanecian arrestados, sol-
tó los suyos la junta de Extremadura, condescendiendo con
los deseos del general inglés. El número de españoles que
gemian en Lisboa presos ascendia á MOO hombres, proce-
dentes de los regimientos de Santiago y Alcántara de ca-
ballería, de un batallon de tropas ligeras de Valencia, de
granaderos provinciales y varios piquetes; los cuales bien
armados y equipados desembarcaron en octubre á las órde-
nes del mariscal de campo don Gregorio Laguna en la Rápi-
ta de Tortosa y en los Alfaques. Los demas artículos de la
convencion tuvieron sucesivamente cumplido efecto. Algu-
nos de ellos suscitaron acaloradas disputas, sobre todo los
que tenian relacion con la propiedad de los individuos. Esto
y falta de transportes dilataron la partida de los franceses.


Causaba su presencia desagradable irnpresiou, y tuvieron




595
los ingleses que velar noche y dia para que no se pertur-
base la tranquilidad de Lisboa. No tanto ofendia á sus ha-
bitantes la franca salida que por la convencion se daba á
sus enemigos, cuanto el poco aprecio con que en ella eran
tratados el príncipe regente y su gobierno. No se mentaba
ni por acaso su nombre, y si en el armisticio habia cabido
la disculpa de ser un puro convenio militar, en el nuevo
tratado en que se mezclaban intereses políticos no era dado
alegar las mismas razones. De aquí se promovió un reñido
altercado entre la junta de Oporto y los generales ingleses.
Al principio quisieron estos aplacar el enojo de aquella;
mas al fin desconocieron su autoridad y la dé todas las jun-
tas creadas en Portugal. Restablecieron el 18 de setiembre,
conforme á instruccion de su gobierno, la regencia que al
partir al Brasil habia dejado el príncipe don Juan, y tan
solo descartaron las personas ausentes ó comprometidascon
los franceses. Portugal reconoció el nuevo gobierno y se
disolvieron todas sus juntas.


El 15 de setiembre dió la vela Junot, y su nave dirigió el
rumbo á la Rochela. El 50 todas sus tropas estaban ya em-
barcadas , y unas en pos de otras arribaron á Quiberon y
Lorient. Faltaban las de las plazas, para cuya salida hubo
nuevos tropiezos. El general español don José de Arce por
órden de la junta de Extremadura habia asediado el 7 de
setiembre á Yelbes, y obligadoal comandante francésGirod
de Novilars á encerrarse en el fuerte de La Lippe. Sobrado
tardía era en verdad la tentativa de los españoles, y llevaba
traza de haberseimaginadodespués de sabida la convencion
entre franceses é ingleses.Despacharon estos para cumplirla
en aquella plaza un regimiento, pero Arce y la junta de
Extremadura se opusieron vivamente á que se dejase ir li-
bres á los que sus soldados sitiaban. Cruzáronse escritos de
una y otra parte, hubo varias y aun empeñadas explieacio-


Restablecen
los ingleses la


regencia
. de Portugal.


Yelbes sitiada
por los


españoles.




596
nes, mas al cabo se arregló todo amistosamente con el co-


l A.lmcltla por ronel inglés Grahan, No anduvieron respecto de Almeidaos portugueses.
mas dóciles los portugueses, quienes cercaban la plaza.
Hasta primeros de octubre no se removieron los obstáculos
que se oponian á la entrega, y aun entonces hubo de series
á los franceses harto costosa. Libres ya y próximos á em-
barcarse en Oporto, sublcvóse el pueblo de aquella ciudad
con haber descubierto entre los equipajes ornamentos y
alhajas de iglesia. Despojados de sus armas y haberes, de-
bieron la vida á la firmeza del inglés sir Roberto Wilsou,
que mandaba un cuerpo de portugueses, conteniendo á
duras penas la embravecida furia popular.


Con el embarco de la guarnicion de Almeida quedaba del
todo cumplida la convencion llamada de Cintra. Fué penosa
la travesía de las tropas francesas, maltratado el convoy
por recios temporales. Cerca de 2000 hombres perecieron,
naufragando tripulaciones y transportes: 22000 arribaron
á Francia, 29000 hablan pisado el suelo portugués. Pocos
meses adelante los mismos soldados aguerridos y mejor dis-
ciplinados volvieron de refresco sobre España,


Desaprobacíon La convencion no solamente indignó á los portugueses
general f d l lesv si bi Ide la convencían y ué censura a por os españo es. SIDO que tam len evan-


de Cwtra
en Inglaterra. tó contra ella el clamor de la Inglaterra misma. Llenos de


satisfaccion y contento habian estado sus habitantes al eco
de las victorias de Roliza y Vimeiro. De ello fuimos testi-
gos, y de los primeros. Traemos á la memoria que en 10 de
setiembre y á cosa de las nueve de la noche, asistiendo á
un banquete en casa deMr. Canning, se anunció de im-
proviso la llegada del capitán CampbelI, portador de ambas
nuevas. Estaban allí presentes los demas ministros británi-
cos, y á pesar de su natural y prudente reserva, con las
victorias conseguidas desabrocharon sus pechos con júbilo
colmado. No menor se mostró en todas las ciudades y pue··




597
blos de la Gran Bretaña. Pero enturbióle bien luego la ca-
pitulacion concedida á Junot , creciendo el enojo á par de
lo abultado de las esperanzas. Muchos decian que los espa-
ñoles hubieran conseguido triunfo mas acabado. Tan grande
era el concepto del brio y pericia militar de nuestra nacion,
exagerado entonces, como después sobradamente depri-
mido al llegar derrotas y contratiempos. Aparecia el des-
pecho y la ira hasta en los papeles públicos, cuyas hojas
se orlaban con bandas negras, pintando tambien en carica-
turas é impresos á sus tres generales colgados de un patí-
bulo afrentoso. Cundió el enojo de los particulares á las coro
poraciones, y las hubo que elevaron hasta el solio enérgicas
representaciones. Descolló entre todas la del cuerpo muni-
cipal de Lóndres. No en vano levanta en Inglaterra su voz
la opinion nacional. A ella tuvieron que responder los mi-
nistros ingleses, nombrando una comision que informase
acerca del asunto, y llamando á los tres generales Dalrym-
pie, .Burrard y Wellesley para que satisficiesen á los car-
gos. Hubo en el exámen de su conducta varios incidentes,
mas al cabo conformándose S. M. B. con el unánime parecer
de la comision , declaró no haber lugar á la formacion de
causa, al paso que desechó los articulos de la convencion,
cuyo contenido podria ofender ó perjudicar á españoles y
portugueses. Decision que á pocos agradó, y sobre la que
se hicieron justos reparos.


Nosotros creemos que si bien hubieran podido sacarse
mayores ventajas de las victorias de Roliza y Vimeiro, fué
empero de gran provecho el que se desembarazase á Portugal
de enemigos. Con la convencion se consiguió pronto aquel
objeto; sin ella quizá se hubiera empeñado una lucha mas
larga, y España embarazada con los franceses á la espalda
no hubiera tan fácilmente podido atender á su defensa y
arreglo interior.




Dumouríez,


l'Ap. 11. 8.)


(" Al'. n. 7, bís.)


Deolaraelon de
S. M.R.


de 4 de julio.


598
Estas pues habían sido las victorias conseguidas por las


armas aliadas antes del mes de setiembre en el territorio
peninsular, con las que se logró despejar su suelo hasta las
orillas del Ebro, Por el mismo tiempo fueron tambien de
entidad los tratos y conciertos que hubo entre el gobierno
de S. 1\'1. B. Ylas juntas españolas, los cuales dieron oca-
sion á acontecimientos importantes.


Hablamos en su orígen del modo lisonjero con que ha-
hian sido tratados los diputados de Asturias y Galieia. Se
habian ido estrechando aquellas primeras relaciones, y ade-
mas de los cuantiosos auxilios mencionados, y que en un
principio se despacharon á España, fueron después otros
nuevos y pecuniarios. * Creciendo la insurreccion y afir-
mándose maravillosamente, dió S. NI. B. * una prueba
solemne de adhesion á la causa de los españoles, publican-
do en 4 de julio una declaracion por la que se renovaban
los antiguos vínculos de amistad entre ambas naciones.
Realmente estaban ya restablecidos desde primeros de ju-
nio; pero á mayor abundamiento quísose dar á la nueva
alianza toda autoridad por mediode un documento público
y de oficio.


Peüctones La union franca y leal de ambos paises, y el tropel por-y reclarnacíoues
:i1~~ a7p~f¡~[f~g tentoso de inesperados sucesos hablan excitado en Ingla-


españoles. terra un vivo deseo de tomar partido con los patriotas
españoles. No se limitó aquel á los naturales, no á aventu-
reros ansiosos de buscar fortuna: cundió tambien á extran-
jeros y subió hasta personajes célebres é ilustres. Los di-
putados españoles, careciendode la competentefacultad, se
negaron constantemente á escuchar semejantes solicitudes.
Seria prolijo reproducir aun las mas principales: contenta-
rémosnos con hacer mencion de dos de las mas señaladas.
Fué una la del general Dumourier : con ahinco solicitaba
trasladarse á la península, y tener allí un mando, ó por lo




599
menos ayudar de cerca con sus consejos. Figurábase que
ellos y su nombre desbaratarían las huestes de Napoleon.
Tachado de vario é inconstante en su conducta, y tambien
de poco fiel á su patria, mal hubiera podido merecer la
confianza de otra adoptiva. De muy diverso orígen proce-
dia la segunda solicitud, y de quien bajo tados respectos
y por sus desgracias y las de su familia merecia otro mi-
ramiento y atencion. Sin embargo no les fué dado á los di-
putados acceder al noble sacrificio que queria hacer de su
persona el conde de Artois (hoy CárlosX de Francia), par-
tiendo á España á pelear en las filas españolas.


Acompañaron á estas gestiones otras no dignas de olvido.
Pocos dias habian corrido después de la llegada á Londres
de los diputados de Asturias, cuando el duque de Blacas
(entonces conde) se les presentó á nombre de Luis XVIII,
ilustre cabeza de la familla de Borbon, con objeto de recla-
mar el derecho al trono español que asistía á la rama de
Francia, extinguida que fuese la de Felipe V. Evitando tan
espinosa cuestion por anticipada, se respondió de palabra
y con el debido acatamiento á la reclamacion de un prín-
cipe desventurado y venerable, léjos todavia de imaginarse
que la insurreccion de España le serviria de primer escalon
para recuperar el trono de sus mayores. 1\las secamente se
replicó á la nota, que al mismo propósito escribió á los di-
putados en favor de su amo, el príncipe de Castelcicala,
embajador de Fernando VII, rey de las Dos Sicilias. Pro-
vocó la diferenciaen la contestacion el modo poco atento y
desmañado con que dicho embajador se expresó, pues al
paso que revindicaba derechos de tal cuantía, estudiosa-
mente aun en el estilo esquivaba reconocer la autoridad de
las juntas. La relacion de estos hechos muestra la impor-
tancia que ya todos daban á la insurreccion de España, de-
primida entonces y desfigurada por Napoleón.


Conde
de Artoís,


Luis XVIII.


Príncipe
de Castelcícala,




Tropa española
en ninam:lrca.


400
Pero si bien eran lisonjeros aquellos pasos, no podian


fijar tanto la atencion de los diputados como otros nego-
cios que particularmente interesaban.al triunfo de la buena
causa. Para su prosecucion se agregaron en primeros de
julio á los de Galicia y Asturias los diputados de Sevilla,
el teniente general don Juan Ruiz de Apodaca y el maris-
cal de campo don Adrian Jácome. Unidos no solamente pro-
movieron el envío de socorros, sino que además volvieron
la vista al norte de Europa. Despacharon á Rusia un co-
misionado, mas fuese falta suya, ó que aquel gabinete no
estuviese todavía dispuesto á desavenirse con Francia, la
tentativa no tuvo ninguna resulta. Mas dichosa fué la que
hicieron para libertar la division española que estaba en
Dinamarca á las órdenes del marqués de la Romana, mer-
ced al patriotismo de sus soldados, y á la actividad y celo
de la marina inglesa.


Hubiérase achacado á desvarío pocos meses antes el figu-
rarse siquiera que aquellas tropas á tan gran distancia de
su patria y rodeadas del inmenso poder y vigilancia de
Napoleon , pisarían de nuevo .el suelo español burlándose
de precauciones, y aun sirviéndoles para su empresa las
mismas que contra su libertad se habian tomado. Constaba
á la sazon su fuerza de 14198 hombres, y se componia de
la division que en la primavera de 1807 habia salido de Es-
paña con el marqués de la Romana, y de la que estaba en
Toscana y se le juntó en el camino. Por agosto de aquel
año y á las órdenes del mariscal Bernardotte, príncipe de
Ponte-Corvo, ocupaban dichas divisiones á Hamburgo y
sus cercanías, despues de haber gloriosamente peleado al-
gunos de los cuerpos en el sitio de Stralsunda. Resuelto
Napoleon á enseñorearse de España, juzgó prudente colo-
carlos en paraje mas seguro, y con pretexto de una invasion
en Suecia, los aisló y dividió en el territorio danés. Estre-




TOM. l.


40.
cholos así entre el mar y su ejército. Napoleon determinó
que ejecutasenaquel movimiento en marzo de 1808. Cruzó
la vanguardia el pequeño n-u y desembarcó en Fionia. Le
impidió atravesar el gran Belt é ir á Zelandia la escuadra
inglesa que apareció en aquellas aguas. Lo restante de la
fuerza española detenida en el Sleswic, se situó despuésen
las islas de Langeland y Fionia y en la península de Jutlan-
dia. Así continuó, excepto los regimientos de Asturias y
Guadalajara, que de noche y precavidamente consiguieron
pasar el gran Belt y entrar en Zelandia, Las novedades de
España aunque alteradas y tardías habian penetrado en
aquel apartado reino. Pocas eran las cartas que los españo-
les recibían, interceptando el gobierno francés las que ha-
blaban de mudanzas intentadas ó ya acaecidas. Causaba el
silenciodesasosiego en los ánimos, y aumentaba el disgusto
el verse las tropas divididas y desparramadas.


En tal congoja recibióse en junio un despacho de don
Mariano Luis de Urquijo para que se reconociesey prestase
juramento á José, con la advertencia (1 de que file diese par-
») te si habíaen los regimientos algun individuo tan exaltado
» que no quisiera conformarse con aquella soberana reso-
)' lucion, desconociendo el interes de la familia real y de la
») nacion espaüola.» No acompañaron á este pliego otras
cartas ó correspondencia, lo que despertó nuevas sospe-
chas. Tambien el 24 del mismo mes había al propio fin es-
crito al de la Romana ('1 mariscal Bernardotte. El descon-
tento de soldados y oficiales era grande, los susurros y
hablillas muchos, y temíanse los jefes alguna séria desazono
Por tanto adoptáronse para cumplir la órden recibida con-
venientes medidas, que no del todo bastaron. En Fionia
salieron gritos de entre las filas de Almansa y Princesa de
viva España y muera lVapoteon, y sobre todo el tercer ha-
tallen del último regimiento anduvo muy alterado. Los de


26




Marqués
de la Romana.


402
Asturias y Guadalajara abiertamente se sublevaron en Ze-
landia , fué muerto un ayudante del general Fririon , y este
hubiera perecido si el coronel delprimer cuerpo no le hu-
biese escondido en su casa. Rodeados aquellos soldados
fueron desarmados por tropas danesas. Hubo tambien quien
juró con condicion de que José hubiese subido al trono sin
oposicion del pueblo español: cortapisa honrosa y que po-
nia á salvo la mas escrupulosa conciencia, aun en caso de
que obligase un juramento engañoso, cuyo cumplimiento
comprometia la suerte é independencia de la patria.


Mas semejantes ocurrencias excitaron mayor vigilancia
en el gobierno francés. Aunque ofendidos é irritados, ca-
lladamente aguantaban los españoles hasta poder en cuerpo
ó por separado libertarse de la mano que los oprimía. El
mismo general en jefe viese obligado á reconocer al nuevo
rey, dirigiéndole, como á Bernardotte, una carta harto li-
sonjera. La contradiccion que aparece entre este paso y su
posterior conducta se explica con la situacion crítica de
aquel general y su carácter; por lo que darémos de él y de
su persona breve noticia. .


Don Pedro Caro y Sureda, marqués de la Romana, de una
de las mas ilustres casas de Mallorca,habia nacido en Palma,
capital de aquella isla. Su edad era la de cuarenta y seisaños,
de pequeña estatura, mas de complexion recia y enjuta,
acostumbrado su cuerpo á abstinencia y rigor. Tenia vasta
lectura no desconociendo los autores clásicos, latinos y
griegos, cuyas lenguas poseia. De la marina pasó al ejér-
cito al empezar la guerra de Francia en 1795, Y sirvió en
Navarra á las órdenes de su tio don Juan Ventura Caro.
Yendo de allí á Cataluña ascendió á general, y mostróse
entendido y bizarro. Obtuvo despues otros cargos. Habien-
do antes viajado en Francia, se le miró como hombre al
caso para mandar la fuerza española que se enviaba al nor-




405
te. Faltábale la conveniente entereza, pecaba de distraido,
cayendo en olvidos y raras contradicciones. Juguete de
aduladores, se enredaba á veces en malos é inconsiderados
pasos. Por fortuna en la ocasion actual no tuvieron cahida
aviesas insinuaciones, así por la buena disposicion del mar-
qués, como tambien por ser cási unánime en favor de la
causa nacional la decision de los oficiales y personas de
cuenta que le rodeaban.


Bien pronto en efecto se les ofreció ocasion de justificar
los nobles sentimientos que los animaban. Desde junio los
diputados de Galiciay Asturias habian procurado por medio
de activa correspondencia ponerse en comunicacion con
aquel ejército; mas en vano: sus cartas fueron intercepta-
das ó se retardaron en su arribo. Tambien el gobierno in-
glés envió un clérigo cotólico de nombre Robertson, el que
si bien consiguió abocarse con el marqués de la Romana,
nada pudo entre ellos concluirse ni determinarse definitiva-
mente. Mientras tanto llegaron á Lóndres don Juan Ruiz de
Apodaca y don Adrian Jácome, y como era urgente sacar,
por decirlo así, de cautiverio á los soldados españoles de
Dinamarca, concertáronse todos los diputados, y resolvie-
ron que los de Andalucía enviasen al Báltico á su secretario
el oficial de marina don Rafael Lobo, sugeto capaz y celo-
so. Proporcionó buque el gobierno inglés, y haciéndose á Lobo.
la vela en julio, arribó Lobo el4 de agosto al gran Belt, en
donde con el mismo objeto se había apostado á las órdenes
de sir R. Keats parte de la escuadra inglesa que cruzaba en
los mares del norte. .


Don Rafael Lobo ancló delante de las islas dinamarque-
sas, á tiempo que en aqueHas costas se habia despertado el
cuidado de los franceses por la presencia y proximidad de
dicha escuadra. Deseoso de avisar su venida, empleó Lobo
inútilmente varios medios de comunicar con tierra. Empe-




404
Fábregues. zaba ya á desesperanzar, cuando el brioso arrojo del oficial


de voluntarios de Cataluña don Juan Antonio Fábregues,
puso término á la angustia. Habia este ido con pliegos des-
de Langeland á Copenhague. A su vuelta con propósito de
escaparse, en vez de regresar por el mismo paraje, buscó
otro apartado, en donde se embarcó mediante un ajuste
con dos pescadores. En la travesía columbrando 5 navíos
ingleses fondeados á cuatro leguas de la costa, arrebatado
de noble inspiracion tiró del sable, y ordenó á los dos pes-
cadores, únicos que gobernaban la nave, hacer rumbo á
la escuadra inglesa. Un soldado español que iba en su com-
pañía ignorando su intento, arredróse y dejó caer el fusil
de las manos. Con presteza cogió el arma uno de los mari-
neros, y mallo hubiera pasado Fábregucs, si pronto y re-
suelto este, dando al danés un sablazo en la muñeca, no le
hubiese desarmado. Forzados pues se vieron los dos pesca-
dores á obedecer al intrépido español. Déjase discurrir de
cuánto gozo se embargarían los sentidos de Fábregues al
encontrarse á bordo con Lobo, como tambien cuánta seria
la satisfaceion del último cerciorándose de que la suerte le
proporcionaba seguro conducto de tratar y corresponder
con los jefes españoles.


No desperdiciaron ni uno ni otro el tiempo que entonces
era á todos precioso. Fábregues á pesar del riesgo se encar-
gó de llevar la correspondencia, y de noche y á hurtadillas
le echó en la costa de Langeland un bote inglés. Avistóse á
su arribo y sin tardanza con el comandante español, que
tambien lo era de su cuerpo, don Ambrosio de la Cuadra,
confiado en su militar honradez. No se engalló, porque
asintiendo este á tan digna determinacion, prontamen-
te y disfrazado despachó al mismo Fábregues para que
diese cuenta de lo que pasaba al marqués de la Roma-
na. Trasladóse á Fionia en donde estaba el cuartel gene-




40;;
ral, y desempeñé en breve y con gran celo Sil encargo.


Causaron allí las nuevas que traía profunda impresiono
Crítica era en verdady apurada la posicion de su jefe. Como
buen patricio anhelaba seguir el pendan nacional, mas
como caudillo de un ejército, pesáhale la responsabilidaden
que incurriría si su noble intento se desgraciaba. Perplejose
hubiera quizá mantenido á no haberle estimulado con su
opinion y consejos los demas oficiales. Decidiose en fin al
embarco, y convino secretamente con los ingleses en el
modo y forma de ejecutarle. Al principio se había pensado
en que se suspendiese, hasta que noticiosas del plan acor-
dado las tropas que habia en Zelandia y Jutlandia , se mo-
viesen todas á aun tiempo antes de despertar el recelo de
los franceses. Mas informados estos de haber Fábregues co-
municado con la escuadra inglesa, menester fué acelerar
la operacion trazada.


Dieron principio á ella los que estaban en Langeland en-
señoreándose de la isla. Prosiguió Romana, y se apoderó el
9 de agosto de la ciudad de Nyborg, punto importante pa-
ra embarcarse y repeler cualquiera ataque qne intentasen
5000 soldados dinamarqueses existentes en Fionia. Los es-
pañoles acuartelados en Swendhorg y Faaborg al mediodia
de la misma isla, se embarcaron para Langeland tambien
el 9, Ytornaron tierra desernharazadamcnte. Con mas obs-
táculos tropezó el regimiento de Zamora, acantonado en
Fridericia : engaüóle don Juan de Kindelan, segundo de
Romana, que allí mandaba. Aparentando desear lo mismo
que sus soldados, dispúsoseá partir y aun embarcó su equi-
paje; pero en el entre tanto no solo dió aviso de lo que
ocurría al mariscal Bernardotte, sino que temiendo que se
descubriese su perfidia, cautelosamente y por una puer-
ta falsa se escapó de su casa. Amenazados por aquel des-
graciado incidente apresuráronse los de Zamora á pasar á


Díspúnense
á ernbarcars«


las tropas
del norte,


Kindelan.




406


l\'Iiddlet'ahrt; y sin descanso caminaron desde allí por espa-
cio de veintiuna horas, hasta incorporarse en Nyborg con
la fuerza principal, habiendo andado en tan breve tiem-
po mas de dieciocho leguas de España. Huido Kindelan y
advertidos los franceses, parecia imposible que se salvasen
los otros regimientos que había en Jutlandia: con todo lo
consiguieron dos de ellos. Fué el primero el de caballería
del Rey. Ocupaba á Aarhuus, y por el cuidado y celo de su
anciano coronel, fletando barcas salvóse y arribó á Nyborg.
Otro tanto sucedió con el del Infante, tambien de caballeo
ría, situado en Manders y por consiguiente mas léjos y al
norte. No tuvo igual suerte el de Algarbe, único que allí
quedaba. Retardó su marcha por indecision de su coronel,
y aunque mas cerca de Fionia que los otros dos, fué sor-
prendido por las tropas francesas. En aquel encuentro el
capitan Costa, que mandaba un escuadron , al verse ven-
dido prefirió acabar con su vida tirándose un pistoletazo.
Imposible fué á los regimientos de Asturias y Guadalajara
acudir al punto de Corsoer, que se les habia indicado como
el mas vecino de Nyborg desde la costa opuesta de Zelan-
dia. Desarmados antes, segun hemos visto, y cuidadosa-
mente observados, envolviéronlos las tropas danesas al ir
á ejecutar su pensamiento, Así que entre estos dos cuerpos,
el de Algarbe de caballería, algunas partidas sueltas y va-
rios oficiales ausentes por comision ó motivo particular,
quedaron en el norte 5160 hombres, y 9058 fueron los que
unidos á Langeland y pasada reseña se contaron prontos á
dar á la vela. Abandonáronse los caballos, no habiendo ni
transportes ni tiempo para embarcarlos. ~Iuchos de los ji-
netes no tuvieron valor para matarlos, y siendo enteros y
viéndose solos y sin freno, se extendieron por la comarca
y esparcieron el desorden y espanto.


Don Juan de Kindelan habia en el intermedio llegado




407
al cuartel general de Bernardotte , y no contento con los Kindelan


y Guerrero.
avisos dados, descubrió al capitan de artillería don José
Guerrero, encargado por Romana de una comision impor-
tante en el Sleswic. Arrestáronle, y enfurecido con la ale-
vosíade Kindelan, apellidóletraidor delante de Bernardotte,
quedando aquel avergonzado y mirándole despues al solayo
los mismosá quienes servía: merecidogalardon á Sil villano
proceder. Salvó la vida á Guerrero la hidalga generosidad
del mariscal francés, quien le dejó escapar y aun en secre-
to le proporcionó dinero.


1\las al paso que tan dignamente se portaba con un oficial Juramento
de los españoles


honrado y benemérito, forzoso le fué, obrando como gene- en Langeland.
ral , poner en práctica cuantos medios estaban á su alcan-
ce para estorbar la evasion de los españoles. Ya no era dado
ejecutarlo por la violencia. Acudió á proclamas y exhorta-
ciones, esparciendo ademas sus agentes falsas nuevas, y
procurando sembrar rencillas y desavenencias. Pero ¡cuán
grandioso espectáculo no ofrecieron los soldados españoles
en respuesta á aquellos escritos y manejos! Juntos en Lan-
geland , clavadas sns banderas en medio de un círculo que
formaron, y ante ellas hincados de rodillas, juraron con lá-
grimas de ternura y despecho ser fieles á su amada patria
y desechar seductoras ofertas. No; la antigüedad, con todo
el realce que dan á sus acciones el transcurso del tiempo y
la elocuente pluma de sus egregios escritores, no nos ha
transmitido ningun suceso que á este se aventaje. Nobles
é intrépidos sin duda fueron los griegos, cuando unidos á
la voz de Jenofonte para volver á su patria, dieron á las
falaces promesas del rey de Persia aquella elevada y sen-
cilla respuesta: * (( Hemos resuelto atravesar el país pacífi- c. Ap. n. 9.)
» camente si se nos deja retirarnos al suelo patrio, y pelear
» hasta morir si alguno nos lo impidiese.» Mas á los grie-
gos no les quedaba otro partido fIlIe la esclavitud ó la muer-




nan la vela
para España.


Tratase
de reunir una
junta central.


Situacioo
de llladrid.


408
te; á los españoles, permaneciendo sosegados y sujetos á
Napoleon, con largueza se les hubieran dispensado premios
y honores. Aventurándose á tornar á su patria, los unos lle-
gados que fuesen, esperaban vivir tranquilos y honrados
en sus hogares; los otros, si bien con nuevo lustre, iban
á empeñarse en una guerra larga, dura y azarosa, expo-
niéndose si caian prisioneros á la tremenda venganza del
emperador de los franceses.


Urgiendo volver á España , y siendo prudente alejarse de
costas dominadas por un poderoso enemigo, abreviaron la
partida de Langeland y el 15 se hicieron á la vela para Go-
temburgo en Suecia. EII aquel puerto, entonces amigo,
aguardaron transportes, y antes de mucho dirigieron el
rumbo á las playas de su patria, en donde no tardaremos
en verlos unidos á los ejércitos lidiadores.


Habiendo llegado los asuntos públicos dentro y fuera
del reino á tal punto de pronta é impensada felicidad, cier-
to que no faltaba para que fuese cumplida sino reconcen-
trar en una sola mano ó cuerpo la potestad suprema. 11las
la discordancia sobre el modo y lugar, las dificultades que
nacieron de un estado de cosas tan nuevo, y rivalidades y
competencias retardaron Sil nombramiento y formacion.


Perjudicó también á la apetecida brevedad la situacion
en que quedó á la salida del enemigo la capital de la mo-
narquía. Los moradores ausentes unos, y amedrentados
otros con el duro escarmiento del 2 de mayo, ó no pudie-
ron Ó no osaron nombrar un cuerpo, que, á semejanza de
las demas provincias, tomase las riendas del gobierno de su
territorio y sirviese de guia á todo el reino. Verdad es que
Madrid ni por su poblaeion ni por su riqueza no habiendo
nunca ejercido, como acontece con algunas capitales de
Europa, poderoso influjo en las demas ciudades, hubiera
necesitado de mayor esfuerzo para atraerlas á su vozy ace-




,W9
lerar su ayuntamiento y concordia. Con todo huhiéranse
al fin vencido tamaños obstáculos, si no se hubiera encon-
trado otro superior en el Consejo real ó de Castilla; el cual,
desconceptuado ClI la nacion por su incierta, timida y re-
prensible conducta con el gobierno intruso, tenia en Madrid
todavía acérrimos partidarios en el númeroso sequito de sus
dependientes y hechuras. Aunque érale dado con tal arrimo
proseguir en su antigua autoridad, mantúvose quedo y co-
mo arrurnbado á la partida de los franceses; ora por temor
de que estos volviesen, ora tambien por la incertidumbre
en que estaba de ser obedecido. Al fin y poco despues tomó
brios viendo que nadie le salia al encuentro, y sobre todo
impelido del miedo con que á muchos sobrecogió un san-
griento desman de la plebe madrileña.


Vivia en la capital retirado y obscurecido don Luis Vi-
guri, antiguo intendente de la Habana y uno de los mas
menguados cortesanos del príucipe de la Paz, cuya desgra-
cia, segun dijimos, le habia acarreado la formacion de una
causa. Parece ser que no se aventajaba á la pública su vida
privada, y que con frecuencia maltrataba de palabra y obra
á UD familiar suyo. Adiestrado este en la mala escuela de
su amo, luego que se le presentó ocasion no la desaprove-
chó y trató de vengarse. Un dia, y fue el 4 de agosto," á tiem-
po que reinaba en l\'Iadrid una sorda agitacion , antojósele
al mal aventurado Viguri desfogar su encubierta ira en el
tan repetidamente golpeado doméstico, quien encoleriza-
do apellidó en su ayuda al populacho, afirmando con ver-
dad ó sin ella que su amo era partidario de José Napoleon.
A los gritos arremoliuóse mucha gente delante de las puer-
tas de la habitacion. Asustado Viguri, quiso desde un balcon
apaciguar los ánimos; pero los gestos que hacia para aca-
llar el ruido y vocería, y poder hablar, fueron mirados por
los concurrentes como amenazas é insultos, con lo que ere-


Ase~lna Lo (lt-:-
vígun.




Consejo
'le Castilla.


Sil ... manejos.


Opínion sobre
aquel cuerpo.


410
ció el enojo; y allanando la casa y cogiendo al dueño, le
sacaron fuera é inhumanamente le arrastraron flor las ca-
lles de Madrid.


Atemorizáronse al oir la funesta desgracia consejeros y
cortesanos, estremeciéronse los de la parcialidad del intru-
so, y acongojáronse hasta los pacíficos y amantes del órden.
Huérfana la capital y sin nueva corporación que la rigiese,
fácil le fué al Consejo, aprovechándose de aquel suceso y
aprieto, recobrar el poder que se figuraba eompetirle, El
bien comun y público sosiegopedian , no hay duda, el es-
tablecimiento de una autoridad estable y única: y lástima
fué que el vecindario de IUadrid no la hubiera por si forma-
do; y tal, que enfrenando las pasiones populares y atajan-
do al Consejo en sus ambiciosas miras, hubiese aunado,
repetimos, y concertado mas prontamente las voluntades
de las otras juntas.


No fué así; y el Consejodestruyendo el impulso que ]}la-
drid hubiera podido dar, acrecentó con sus manejos y pre-
tensiones los estorbos y enredos. Cuerpo autorizado con
excesivasy encontradas facultades, habia en todos tiempos
causado graves daños á la monarquía, y se imaginaba que
no solo gobernaria ahora á ]}ladrid, sino que extenderia á
todo el reino y á todos los ramos su poder é influjo. Admira
tanta ceguedad y tan desapoderada ambician en un tiempo
en que escrupulosamente se escudriñaba su porte con el
intruso, y en que hasta se le disputaba el legítimo origen
de su autoridad. Así era que unos decían, « si en realidad es
» el Consejo, segun pregona, el depositario de la potestad
l) suprema en ausencia del monarca, ¿ qué ha hecho para
» conservar intactas las prerogativas de la corona? ¿qué en
" favor de la dignidad y derechos de la nación? Sumiso al
» intruso ha reconocido sus actos, ó por lo menos los ha
) proclamado; y los efugios que ha buscado y las cortapi-




411
» sas que á veces ha puesto, mas bien llevaban traza de ser
) un resguardo que evitase su personal compromiso, que
) la oposicion justa y elevada de la primera magistratura del
)) reino.» Otros, subiendo hasta la fuente de su autoridad:
« Nacido el Consejo ( decian ) en los flacos y turbulentos
) reinados de los Juanes y Enriques, tomó asiento y en-
» sancho su poderío bajo Felipe II, cuando aquel monarca
» intentando descuajar la hermosa planta de las libertades
» nacionales, tan trabajadas ya del tiempo de su padre,
" procuraba sustentar su dorninacion en cuerpos amovibles
» á su voluntad y de eleecion suya, sin que ninguna ley
» fundamental de la monarquía ni las Córtes permitiesen
» tal como era su establecimiento, ni deslindasen las fa-
l) cultades que le competian. Desde entonces el Consejo,
» aprovechándose de los calamitosos tiempos en que débi-
l) les monarcas ascendieron al solio, se erigió á veces en
» supremo legislador formando en sus autos acordados le-
)) yes generales, para cuya adopcion y cireulacion no pedia
)) el beneplácito ni la sancion real. Ingirióse tambien en el
» ramo económico, y manejó á su arbitrio los intereses de
)) todos los pueblos, sobre no reconocer en la potestad ju-
) dicial limites ni traba. Así acumulando en sí solo tan vas-
» to poder, se remontaba á la cima de la autoridad sohera-
» na; y descendiendo despues á entrometerse en la parte
» mas ínfima, si no menos importante del gobierno, no po-
I) dia construirse una fuente ni repararse un camino en la
» mas retirada aldea ó apartada comarca sin que antes hu-
) biese dado su consentimiento. En union con la Inquisi-
» cion y asistido del mismo espíritu, al paso que esta acorta-
)) ba los vuelos al entendimiento humano, ayudábala aquel
» con sus minuciosas leyes de imprenta, con sus tasas y
» restricciones. Y si en tiempos tranquilos tanto perjuicio y
» tantos daños (añadian) nos ha hecho el Consejo, institu-




,1,12


» cion monstruosa de extraordinarias y mal combinadas fa-
» cultades , consentidas mas no legitimadas por la voz na-
J) cional , ¿no tocaría en frenesí dejarle con el antiguo poder,
» cuando al mismo tiempo que la nacion se libertaba con
» energía del yugo extranjero, el Consejo que blasona ser
» cabecera dcl reino se ha mostrado débil, condescendiente
» y abatido, ya que no se le tenga por auxiliador y corn-
)) plice del enemigo?


Tales discursos no estaban desnudos dc razon , aunque
participasen algun tanto de las pasiones que agitaban los
ánimos. En su buen tiempo el Consejo se habia por lo ge-
neral compuesto de magistrados íntegros, que con impar-
cialidad juzgaban los pleitos y desavenencias de los particu-
lares: entre ellos se habian contado hombres profundos
como los Macanaces y Campomanes, que con gran caudal
de erudicion y sana doctrina se habian opuesto á las usur-
paciones de la curia romana y procurado por su parte la
mejora y adelantamientos de la nacion. Pero era el Consejo
un cuerpo de solos 2i:i individuos, los cuales, por la mayor
parte ancianos y meros jurisperitos, no habian tenido oca-
sion ni lugar de extender sus conocimientos ni de perfec-
cionarse en otros estudios. Ocupados en sentenciar pleitos,
responder á consultas y despachar negocios de comisiones
particulares, no solamente faltaba á los mas el saber y
práctica que requieren la formacion de buenas leyes y el
gobierno de los pueblos, sino que tarnbieu escasos de tiem-
po dejaban á subalternos ignorantes ó interesados la reso-
lucion de importantísimos expedientes. J\Ial grave y sentido
de todos tan de antiguo, que ya en 17i:il propuso al rey el
célebre ministro marqués de la Ensenada despojar al Con-
sejo de lo concerniente á gobierno, policía y economía, de-
jándole reducido á entender en la justicia civil y criminal y
asuntos del real patronato.




415
No le iba pues bien al Consejo insistir ahora en la COIl-


servacion de sus antiguas facultades y aun en darles mayor
ensanche. Con todo tal fué su intento. Seguro ya de que
su autoridod seria en J\'Iadrid respetada, dirigióse á los pre-
sidentes de las juntas y á los generales de los ejércitos: á
estos para que se aproximasen á la capital; á aquellos para
que diputasen personas que unidas al Consejo tratasen de
los medios de defensa: (( tocando solo á él (decia) resolver
)) sobre medidas de otra clase y excitar la autoridad de la
» nacion y cooperar con su influjo, representacion y luces
» al bien general de esta, » Bnsoberhecidas las juntas con
el triunfo de su causa, déjase discurrir con qué enfado y
desden replicarían á tan imprudente y desacordada propues-
ta. La de Galicia no solamente tachaba á cada uno de sus
miembros de ser adicto á los franceses, sino que al cuerpo
entero le echaba en cara haber sido el mas activo instru-
mento del usurpador. Palafox en su respuesta con severi-
dad le decía: (( Ese tribunal no ha llenado sus deberes;» y
Sevilla le acusaba ante la nacion (( de haber obrado contra
» las leyes fundamentales .... , de haber facilitado :í los ene-
) migos todos los medios de usurpar el señorío de Espa-
» üa.... , de ser en fin una autoridad nula é ilegal, y ademas
) sospechosa de haber cometido antes acciones tan horri-
» hles , que podían calificarse de delitos atrocísimos contra
» la patria .... » Al mismoson se expresaron todas las otras
juntas fuera de la de Valencia, la cual en 8 de agosto apro-
bó los términos lisonjeros con que el Consejo era tratado
en un escrito leido en su seno por uno de sus miembros.
Mas aquella misma junta, tan dispuesta en su favor, tuvo
muy luego que retractarse mandando en H> del propio mes,
« que ninguna autoridad de cualquiera clase mantuviesecor-
) respondencia directa ni se entendiese en nada con el Con-
» sejo.)l Dió lugar á la mudanza de dictámen la presteza




E.tado
de las juntas
prov i ncla les.


414
con que el último se metió á expedir órdenes como si ya
no existiese la junta. Mal recibido de todos lados y aun ás-
peramente censurado, parecióle necesario al Consejo dar
un manifiesto en que sincerase su conducta y procedimien-
tos: penoso paso á quien siempre habia desestimado el tri-
bunal de la opinion pública. lllas no por eso desistió de su
propósito, ni menos descuidó emplear otros medios con que
recobrar la autoridad perdida. Dábale particular confianza
la desunion que reinaba en las juntas y varias contestacio-
nes entre ellas suscitadas. Por lo que será bien referir las
mudanzas acaecidas en su composición, y las explicaciones
y altercados que precedieron á la instalacion de un gobier-
no central.


En la forma interior de aquellos cuerpos contadas fueron
las variaciones ocurridas. Habíase en Asturias congregado
desde agosto una nueva junta que diese mas fuerza y legi-
timidad allevantamienio de mayo, nombrando ó reeligien-
do sus concejos diputados que la compusiesen con pleno
conocimiento del objeto de su reunion. Ninguna alteracién
sustancial habia acaecido en Galicia; pero su junta convidó
á la anterior, para que de comun con ella y las de Leon y
Castilla formasen todas una representacion de las provin-
cias del norte. Se habían las dos últimas confundido y eri-
gido en una sola después de la aciaga jornada de Cabezon.
Presidia á ambas el bailío don Antonio Valdés, quien es-
tando al principio de acuerdo con don Gregorio de la Cuesta,
acabó por desavenirse con él y enojarse poderosamente.
Reunidas en Ponferrada, como punto mas resguardado, se
trasladaron á Lugo, en cuya ciudad debia verificarse la ce-
lebracion de juntas propuesta por la de Galicia. Esta mu-
danza fué el origen y principal motivo del enfado de Cues-
ta, no pudiendo tolerar que corporaciones que consideraba
como dependientes de su autoridad, se alejasen del territo-




415
rio de su mando y pasasen á una provincia con cuyos jefes
estaba tan encontrado.


Concurrieron sin embargo á Lugo las tres juntas de Ga-
licia, Castilla y Leon. No la de Asturias, ya por cierto
desvío que habia entre ella y la de Galicia, y tambien por-
que viendo próxima la reunion central de todas las provin-
cias del reino, juzgó excusado y quizá perjudicial el que
hubiese una parcial entre algunas del norte. Al tratarse de
la formacion de esta hubo diversos pareceres acerca del
modo de su composicion. Quién opinaba por Córtes, y
quién soñaba un gobierno que diese principio y encami-
nase á una federacion nacional. Adheria al primer dictámen
sir Cárlos Stuart, representante del gobierno inglés, como
medio mas acomodado á los antiguos usos de España, Pero
las novedades introducidas en las constituciones de aquel
cuerpo durante la dominacion de las casas de Austria y
Borbon , ofrecian para su llamamiento dificultades cási in-
superables; pues al paso de ser muchas las ciudades de
Leon y Castilla que enviaban procuradores á Córtes, solo
tenia una voz el populoso reino de Galicia y se veíaprivado
de ella el principado de Asturias, cuna de la monarquía.
Tal desarreglo pedia para, su enmienda mas tiempo y so-
siego de lo que entonces permitían las circunstancias. Por
su parte la junta de Galicia, sabedora de la idea de la fede-
ración, queria esquivar en sus vistas con las de Leon y Cas-
tilla, el tratar de la union de un solo y único gobierno
central. l\las la autoridad de don Antonio Valdés, que todas
tres habian elegido por su presideJte, pudiendo mas que el
estrecho y poco ilustrado ánimo de ciertos hombres, y pre-
valeciendo sobre las pasiones de otros, consiguió que se
aprobase su propuesta dirigida al nombramiento de diputa-
dos, que en representacion de las tres juntas, acudiesen á
formar con las demas del reino una central. Con tan pru-




416
dente y oportuna determinación se evitaron los extravíos
y aun lástimas que hubiera provocado la opinioncontraria.


Asimismo cortaron cuerdos varones varias desavenencias
movidas entre Sevilla y Granada. Pretendia la primera que
la última se le sometiese, olvidada de la principal parte
que habian tenido las tropas de su general Reding en los
triunfos de Bailen. La rivalidad habia nacido con la insur-
reccion , no siendo dable fijar ni deslindar los límites de
nuevas y desconocidas autoridades; y en vez de desapare-
cer aquella, tomó con la victoria alcanzada extraordinario
incremento.Llegóá tal punto la exaltacion y ceguedad, que
el inquieto conde de Tilly propuso en el seno de la junta se-
villana, que una divisioft de su ejércitomarchase á sojuzgar
á Granada. Presente Castaños y airado, á pesar de su con-
dicion mansa, levantóse de su asiento, y dando una fuerte
palmada en la mesa que delante habia, exclamó: « ¿quién
J) sin mi beneplácito se atreverá á dar la órden de marcha
J) que se pide? No conozco (añadió) distincion de provincias;
II soy general de la nacion, estoy á la cabeza de una fuer-
1) za respetable y nunca toleraré que otros promuevan 13
» guerra civil.» Su firmeza contuvo á los díscolos , y am-
bas juntas se conformaron en adelante con una especie de
concierto concluido entre la de Sevilla y los diputados de
Granada, don Rodrigo Riquelme, regente de su chancille-
ría, y el oidor don Luis Guerrero, nombrados al intento y
autorizados competentemente.


Diferían tan lamentables disputas la reunion del gobier-
no central, y como si estos y otros obstáculos naturales no
bastasen por sí, nuevos intereses y pretensiones venian á
aumentarlos. Recordará el lector los pasos que en Lóndres
dióen favor de los derechos de su amo á la corona de Espa-
ña el príncipe de Castelcicala, embajador del rey de las Dos
Sicilias, y la repulsa que recibió de los diputados. No des-




417
animado con ella su gobierno, ni tampoco con otra parecida
que le dió el ministerio inglés, por julio envió á Gibraltar
un emisario que hiciese nuevas reclamaciones. El goherna-
dor Dalrymple le impidió circular papeles y propasarse á
otras gestiones. J\las tras del emisario despachó el gobierno
siciliano al príncipe Leopoldo, hijo segundo del rey, á quien
acompañaba el duque de Orleans. Fondearon ambos el 9
de agosto en la bahía de Gibraltar; pero no viéndose apo-
yados por el gobernador, pasó el de Orleans á Inglaterra, y
quedó en el puerto de su arribada el príncipe Leopoldo.
Entretenia este la esperanza de que á su nombre y confor-
me quizá á secretos ofrecimientos, no tardaria en recibir
una diputacion y noticia de haber sido elevado á la digni-
dad de regente. Pero vano fué su aguardar; y era en efecto
difícil que un príncipe de edad de 18 años, extranjero, sin
recursos ni anterior fama, y sin otro apoyo que lejanos de-
rechos al trono de España, fuese acogido con solicita dili-
gencia en una nacion en que era desconocido, y en donde
para conjurar la tormenta que la azotaba se requerían otras
prendas, mayor experiencia y muy diversos medios que los
que asistían al príncipe pretendiente.


Hubo no obstante quien esparció por Sevilla la voz de
que convenia nombrar una regencia compuesta dei mencio-
nado príncipe, del arzobispo de Toledo cardenal de Bor-
bon, y del conde del ~lontijo. Con razon se atribuyó la idea
á los amigos y parciales del último, quien conservando to-
davía cierta popularidad á causa de la parte que se le atri-
buia en la caida del príncipe de la Paz, procuraba aunque
en vano subir á puesto de donde su misma inquietud le re-
pelia. ~las los euredos y marañasde ciertos individuos eran
desbaratados por la ambicon de otros ó la sensatez y patrio-
tismo de las juntas.


Así fué que á pesar del desencadenamiento de pasiones
TOM. I. 27


Llegad.
ti Gibraltar


del príncipe
Leopolrlo
de Sícílta .




418
Ccrrespondeneta y de los obstáculos nacidos con la misma insurreccion ó
entre las juutns. '.


causados por la presencia del enemigo, ya desde junio ha-
bia llamado la atención de las juntas: 1.0 La formacion de
un gobierno central: 2. o Un plan general con el que mas
prontamente se arrojase á los franceses del suelo patrio. Al
propósito entablóse entre ellas seguida correspondencia. Dió
la señal la de l\lurcia, dirigiendo con fecha de 22 de junio
una circular en que deeia : « Ciudades de voto en Cortes,
» reunámosnos, formemos un cuerpo, elijamos un Consejo
» que á nombre de Fernando VII organice todas las dispo-
» sicioues civiles, y evitemos el mal que nos amenaza, que
J) es la division..... Capitanes generales..... , de vosotros se
» debe formar un consejo militar de donde emanen las ór-
» denes que obedezcan los que rigen los ejércitos .... » Pro-
puso tarnbien Asturias en un principio la convocacion de
Córtes con algunas modificaciones, y hasta Galicia (no obs-
tante la mencionada federacion de algunos proyectada)
comisionó cerca de las juntas del mediodia á don Manuel
Torrado, quien ya en últimos de julio se hallaba en Mur-
cia, despues de haberlas recorrido, y propuesto una central
formada de dos vocales de cada una de las de provincia. En
el propio sentido y en 16 de dicho julio habia la de Valen-
cia pasado á las demas su opinion impresa, lo que tambien
por su parte y al mismo tiempo hizo la de Badajoz. No fué
en zaga á las otras la junta de Granada, la cual apoyando
la circular de Valencia, se dirigió á su competidora la de
Sevilla, y desentendiéndose de desavenencias, señaló como
acomodado asiento para la reunion la última ciudad.


No por eso se apresuraba esta, ostentando siempre su
altanera supremacía. Pesábale en tanto grado descender de
la cumbre á que se habia elevado, que hubo un tiempo en
que prohibió la venta y circulacion de los papeles que con-
vidaban á la apetecida concordia. Apremiada en fin por la




419
voz pública y estrechada por el dictámen de algunos de sus
individuos entendidos y honrados, publicó con fecha 5 de
agosto un papel, en el que examinando los diversos puntos
que en el dia se ventilaban, proponia la formacion de una
junta central compuesta de dos vocales de cada una de las
de provincia. Anduvo perezosa no obstante en acabar de
escoger los suyos. Pero adhiriendo las otras juntas á las
oportunas razones de su circular, cuyo contenido en sus-
tancia se conformaba con la opinion que las mas habian
mostrado antes de concertarse, y que era la mas general y
acreditada, fueron todas sucesivamente escogiendo de su
seno personas que las representasen en una junta única y
central.


Por su parte el Consejo todavía esperaba recuperar con
sus amaños y tenaz empeño el poder que para siempre que-
rian arrebatarle de las manos. l\fas no por eso y para cau-
tivar las voluntades de los hombres ilustrados, mudó de
rumbo, adoptando un sistema mas nuevo y conforme al
interes público y al progreso de la nacion. Asustándose á la
menor sombra de libertad, encaderió la imprenta con las
mismasy aun mastrabas que antes: redujo á dos veces por
semana la diaria publicacion de la Gaceta de Madrid; per-
siguió y aun llegó á formar causa á algunas personas que
tenian en su poder papeles de las juntas, mayormente de
la de Sevilla, y en fin resucitó en cuanto pudo su trillada,
lenta y añeja manera de gobernar. Persuadióse que todo le
era lícito á trueque de dar ciertos decretos de alistamiento
y acopio de medios, que mostrasen su interés por la causa
de la independencia que tan mal habia antes defendido. Y
sobre todo cobró esperanza con la llegada á Madrid de va-
rios generales, en quienes presumia poder con buen éxito
emplear su influjo.


Fué el primero que pisó el suelo de la capital con las


Proceder
del eonsej o.




Insurreccion
de Bilbao.


Entrada
en 1\Jaddd


de Llamas y
Castaños.


4~0
tropas de Valencia y Murcia don Pedro Gonzalez de Lla-
mas, que había sucedido á Cervellon removido del mando.
Atravesó la puerta de Atocha con 8000 hombres á las seis
de la mañana del dia 15 de agosto. A pesar de hora tan
temprana, inmenso filé el concurso que salió á recibirle y
extremado el entusiasmo. Pasóá frenesí al entrar el 25 por
la misma puerta don Francisco Javier Castaños, acompa-
ñado de la reserva de Andalucía. Sus soldados, adornados
con los despejos del enemigo, ofrecían en su variada y ex-
traña mezcla el mejor emblema de la victoria alcanzada.
Pasaron todos por debajo de un arco de sencilla y mages-
tuosa arquitectura, que había erigidola villa de1\ladrid junto


Proclamacion á sus casasconsistoriales. Aestas entradas triunfales siguié-
deFernando VIT.


ronse otros festejos con la proclamación de Fernando VII,
hecha en esta ocasion por el legítimo alférez mayor de 1\Ja-
drid marqués de Astorga. ¡Has no á todos contentaban tanto
bullicio y fiestas, pidiendo con sobrada razon que se pu-
siera mayor conato y celeridad en perseguir al enemigo, y
en aumentar y' organizar cumplidamentela fuerza armada.
Daban particular peso á sus justas quejas y reclamaciones
los acontecimientos por entonces ocurridos en Vizcaya y
Navarra.


Habíase en la primera provincia levantadoBilbao al anun-
ciarse la victoriade Bailen, y en 6 de agosto escogiendo su
vecindario una junta, acordó un alistamiento general, y
nombró por comandante militar al coronel don Tomás de
Salcedo.Sobremanera inquietó á los franceses esta insurrec-
cion , ya por el ejemplo, y ya tambien porque comprome-
tida su posicion en las márgenes del Ebro, pudieran verse
~Iovlllliento obligados á estrecharse mas contra la frontera. Creció su


en Gllipúzcoa
y Navarra. recelo á mayor grado con asonadas y revueltas que hubo


en Tolosa y pueblos de Guipúzcoa , y con las correrías que
hacían y gente que allegaban en Navarra don Andrés de




4~1
Eguaguirre y don Luis Gil. Habíanestos salido de Zaragoza
en 1fJ.7 de junio para alborotar aquel reino. Despues de al-
gun tiempo Gilempezó á incomodar al enemigo por el lado
de Orhaieeta, se apoderó de muchas municiones de aquella
fábrica, y amenazó y sembró el espanto hasta el mismo
pueblo francés de San Juan de Pié de Puerto. Eguaguirre
tampoco se descuidó en la comarca de Estella: formando
un batallon con nombre de voluntarios de Navarra recor-
rió la tierra, y llamó tanto la atención,que el general d'Agout
envió una columna desde Pamplona para atajar sus daños
y alejarle del territorio de su mando.


José por su parte pensó en apagar prontamente la temi-
ble insurreccion de Bilbao. Para ello envió contra aquella
poblacion una division á las órdenes del general Merlin.
No era dado á sus vecinos sin tropa disciplinada resistir á
semejante acometimiento. * Apostáronse sin embargo con (0 At>. n, ia.)
aquella idea á media legua, y los franceses asomándose
allí el16 de agosto desbarataron y dispersaron á los hilbai-
nos, pereciendo miserablemente y despues de haberse rendi-
do prisionero el oficial de artillería don Luis Power, distin-
guido entre los suyos. Los auxilios que de Asturias llevaba
el oficial inglés Rache llegaron tarde, y Merlín entró en
Bilbao, cuya ciudad fué con rigor tratada. En su correspon-
dencia blasonaba el rey intruso de (( baber apagado la insur-
II reccion con la sangre de 1lfJ.OO hombres. » Singular jactan-
cia y extraña en quien, como José, no era de corazon duro
ni desapiadado.


El contratiempo de Bilbao, que en Madrid provocaba las
reclamacionesde muchos, difundiéndose por las provincias
aumentó el clamor ya cásiuniversal contra generales y jun-
tas, reparando que algunos de aquellos se entregaban dema-
siadamente á divertimientos y regocijos, y que estas con
celos y rivalidades retardaban la instalaeion de la junta een-




Nuevos manejos
del Consejo.


Propuesta
de Cuesta á


Castaños.


Consejo de
guerra


celebrado en
Madrid.


Prende Cuesta
á Valdés


y Quintanilla.


422
tral, Deseando el Consejo aprovecharse de la irritacion de
los ánimos, y valiéndose de los lazos que le unían con don
Gregorio de la Cuesta, su antiguo gobernador, se concordó
con este y discurrieron apoderarse del mando supremo. Mas
como Cuesta carecia de la suficiente fuerza, fuéles necesario
tantear á Castaños, entonces algo disgustado con la junta
de Sevilla. Avistóse pues con el último don Gregorio de la
Cuesta, y le propuso (segun tenemos de la boca del mismo
Castaños) dividir en dos partes el gobierno de la naeion,
dejando la civil y gubernativa al Consejo , y reservando la
militar al solo cuidado de ellos dos en union con el duque
del Infantado. Era Castaños sobrado advertido para admitir
semejante proposición. Vislumbraba el motivo porque se le
buscaba, y conocia que separando su causa de la de las
juntas, quizá seria desobedecido del ejército, y aun de la
division misma que se alojaba en Madrid.


En tanto para acallar el rumor público se celebró en aque-
lla capital el 5 de setiembre un consejo de guerra. Asistie-
ron á él los generales Castaños, Llamas, Cuesta y la Peña,
representando á Blake el duque del Infantado, y á Palafox
otro oficial cuyo nombre ignoramos. Discutiéronse larga-
mente varios puntos, y Cuesta, llevado siempre de mira par-
ticular, promovió el nombramiento de un comandante en
jefe. No se arrimaron los otros á su parecer, y tan solo arre-
glaron un plan de operaciones, de que hablarémos mas ade-
lante. Cuesta, aunque aparentó conformarse, salió despecha-
do de Madrid, y con ánimo mas bien que de cooperar á la
realizacion de lo acordado, de levantar obstáculos á la reu-
nion de la junta central: para lo cual y satisfacer al mismo
tiempo su ira contra la junta de Leon , de la que, como he-
mos visto, estaba ofendido, arrestó á sus dos individuos
donAntonio Valdés y vizconde de la Quintanilia, que iban
de camino para representar su voz en la central. Quiso tra-




4~5
tarlos como rebeldes á su autoridad, y los encerró en el
alcázar de Segovia: tropelía que excitó contra el general
Cuesta la pública animadversion.


Vanos sin embargo salieron sus intentos, vanos otros
enredos y maquinaciones. Por todas partes prevaleció la
opinion mas sana, y los diputados elegidos por las di-
versas juntas fueron poco á poco acercándose á la capital.
Llegó pues el suspirado momento de la reunion de una
autoridad central, debiendo con ella cesar la particular su-
premacía de cada provincia. Durante la cual no habiendo
habido lugar ni ocasion de hacer substanciales reformas ni
mudanzas en los diversos ramos de la administracion pú-
blica, tales como estaban dispuestos y arreglados al disol-
verse, por decirlo así, la monarquía en mayo, tales ó con
cortísima diferencia se los entregaron las juntas de provin-
cia á la central.


No disimulamos en el libro anterior ni en el curso de
nuestra narracion los defectos de que dichas juntas ado-
lecieron, las pasiones que las agitaron. Por lo mismo jus-
to es tambien que ahora tributemos debidas alabanzas á
su primera ygrandiosa resolucion, á su ardiente celo, á su
incontrastable fidelidad. Al acabar de su mando anublóse
por largo tiempo la prosperidad de la patria; mas se dió
principio á una nueva, singular y porfiada lucha, en que
sobre todo resplandeció la firmeza y constancia de la nación
española.


Acaba
el Gobierno de


las juntas
provinciales.






APÉNDICES.


LIBRO PRIMERO.


NUMERO L°


TEliEMOS noticia original del despacho que con este motivo escribió á
lUadrid don Eugenio Izquierdo, y tambien podrá verse en el manifies-
to, que de sus procedimientos publicó el Consejo real, la mencion que
en su contenido se hace del convenio concluido por Izquierdo en 1ti de
mayo de 1806.


NUMERO 2.°


Plenos poderesdados por el rey Cárlos IP d don Eugenio Izquierdo, em-
óalador extraordinario en Francia, en 26 de mayo de 1806, renovados
en 8 de octubre de 1807.


Don Cárlos por la gracia de Dios, rey de España y de las Indias, etc.
Teniendo entera confianza en vos, don Eugenio Izquierdo, nuestro


consejero honorario de Estado, y habiéndoos autorizado en virtud de
esta confianza justamente merecida para firmar un tratado con la per-
sona que fuere igualmente autorizada por nuestro aliado el emperador
de los franceses, nos comprometemos de buena fé y Robre nuestra pa-
labra real, que aprobarémos , ratificarémos y harémos observar y eje-


• JTOM. J. APEND.




cutar entera é inviolablemente todo lo que sea estipulado y firmado
por vos. En fé de lo cual hemos hecho expedir la presente firmada de
nuestra mano, sellada con nuestro sello secreto, y refrendada por el
infrascripto nuestro consejero de Estado, primer secretario de Estado
y del despacho. Dada en Aranjuez á 26 de mayo de 1806. = Yo el Iley.
=Pedro Cevallos.


NOTA. Traduccion española de la francesa que habia entre los pa-
peles de don Eugenio Izquierdo, quien al pié de la dicha traduccion
francesa puso las dos certificaciones siguientes en francés: =1.- Cer-
tifico que esta traduccion es fiel. Paris 5 de junio de 1806. = Iz-
quierdo, consejero de Estado de S. 1\1. C.='.!.a Certifico que estos po-
deres han sido renovados dia 8 del presente mes en el real sitio de
San Lorenzo. =Fontainebleau 27 de octubre de 1807. =Izquierdo. =
(Llorente tomo Ill,núm. 106.)


NUMERO 3."


La amistad que media hace muchos años entre don Agustin de Ar-
güelles y nosotros, nos ha puesto en el caso de haber oido muchas ve-
ces de su misma boca la relacion de esta mision que le fué encomenda-
da. A mayor abundamiento conservamos por escrito una nota suya
acerca de aquel suceso.


NUMERO 4."


Proclama de don Manuel Godoy.


En circunstancias menos arriesgadas que las presentes han procu-
rado los vasallos leales auxiliar á sus soberanos con dones y recursos
anticipados á las necesidades; pero en esta prevision tiene el mejor lu-
gar la generosa accíon de súbdito hácia sn señor, El reino de Andalu-
cía privilegiado por la naturaleza en la produccion de caballos de guer-
ra ligeros; la provincia de Extremadura que tantos servicios de esta
clase hizo al señor Felipe V, ¿ verán con paciencia que la caballería del
rey de España esté reducida é incompleta por falta de caballos? No,
no lo crco; antes sí espero que del mismo modo que los abuelos glorio.
sos de la generacion presente sirvieron al abuelo de nuestro rey con
hombres y caballos, asistan ahora los nietos de nuestro suelo con re-
gimientos ó compañías de hombres diestros en el manejo del caba-
llo, para que sirvan y defiendan á su patria todo el tiempo que duren




las urgencias actuales, volviendo des pues llenos de gloria y con mejor
suerte al descanso entre su familia. Entonces sí que cada cual se dispu-
tará los laureles de la victoria: cual dirá deberse á su brazo la salva-
cion de su familia j cual la de su jefe j cual la de su pariente ó amigo;
y todos á UDa tendrán razon para atribuirse á sí mismos la salva-
cion de la patria. Venid pues, amados compatriotas: venid á jurar bajo
las banderas del mas benéfico de los soberanos: venid y yo os cubriré
con el manto de la gratitud, cumpliéndoos cuanto desde ahora os ofrez-
co , si el Dios de las victorias nos concede una paz tan feliz y duradera
cual le rogamos. No , no os detendrá el temor, no la perfidia: vuestros
pechos no abrigan tales vicios, ni dan lugar á la torpe seduccion. Ve-
nid pues, y si las cosas llegasen á punto de no enlazarse las armas con
las de nuestros enemigos, no incurrireis en la nota de sospechosos, ni
os tildaréis con un dictado impropio de vuestra lealtad y pundonor por
haber sido omisos á mi llamamiento.


Pero si mi voz no alcanzase á despertar vuestros anhelos de gloria,
sea la de vuestros inmediatos tutores, ópadres del pueblo á quienes me
dirijo, la que os haga entender lo que debeis á vuestra obligacion, á
vuestro honor, y á la sagrada religion que proíesais. = El príncipe de
la Paz.


NUMERO 5.°


Estado de los regímíentos que componían la ex;¡edícíon de tropas espa-
ñolas al mando del teniente general marqués de la Romana, destina-
da á formar un cuerpo de obseruacion hácia al país de Hanóver.


Deberán salir de España por la parte de Irun los cuerpos siguien-
tes: infantería de línea, tercer batallon de Guadalajara, 778 hombres;
regimiento de Asturias, 2332 j primero y segundo batallen de la Prin-
cesa, 1554 ; infantería ligera, primer batallon de Barcelona, 1245 pla-
zas; caballería de línea, Rey, 670 hombres y 540 caballos j Infan-
te id. id.


Por la parte de la Junquera: infantería de línea, tercer batallon de
la Princesa, 778 plazas j dragones, Almansa, 670 hombres y 540 ca-
ballos j Lusitania id. id., artillería, un tren de campaña de 25 piezas y
el ganado de tiro correspondiente, 270 hombres, zapadores-minadores,
una compañía, 127 hombres.


Existentes en Etruria y que constituyen parte de la expedicion: in-
fantería de línea, regimiento de Zamora, 969 plazas j primero y se-




4


gundo batallon de Guadalajara, 996; infantería ligera, primer batallon
de Cataluña, 1042 hombres; caballería, Algarbe, 624 hombres y 406
caballos; dragones, Villaviciosa, 634 hombres y 393 caballos.


Total 14019 hombres y 2859 caballos. = Id. plazas agregadas
2216hombres y 241 caballos. = lUadrid 4 de marzo de 1807.


NOTA. No se expresan las plazas agregadas de cada cuerpo, aunque
sí el total de las que deben ser.


NUMERO 6."


Tratado secreto entre el rey de España y el emperudor de los franceses,
relativo á la suerte futura dtl Portugal.


Napoleon emperador de los franceses etc. Habiendo visto y exami-
nado el tratado concluido, arreglado y firmado en Fontainebleau á 27
de octubre de 1807 por el general de division Miguel Duroc, gran ma-
riscal de nuestro palacio etc., en virtud de los plenos poderes que le
hemos conferido á este efecto, con don Eugenio Izquierdo, consejero
honorario de Estado y de Querra de S. M. el rey de España, igualmen-
te autorizado con plenos poderes de su soberano, de cuyo tratado es
el tenor como sigue:


S. ~I. el emperador de los franceses y S. lU. el rey de España que-
riendo arreglar de comun acuerdo los intereses de los Jos cstados, y
determinar la suerte futura de Portugal de un modo que concilie la po-
lítica de los dos paises, han nombrado por sus ministros plenipoten-
ciarios, á saber: S. M. el emperador de los franceses al general Du-
roe, y S. ]\'1. el rey de España á don Eugenio Izquierdo, los cuales
despues de haber eangeado sus plenos poderes, se han convenido en
lo que sigue:


1." La provincia de Entre-Duero-y-Jdiño con la ciudad de Oporto
se dará en toda propiedad y soberanía á S. lu. el rey de Etruria con el
título de rey de la Lusitania septentrional.


2." La provineiadel Alentejo y el reino de los Algarbes se darán en
toda propiedad y soberanía al príncipe de la Paz, para que las disfrute
con el título de príncipe de los Algarbes.


3." Las provincias de Beira , Tras-los-Montes y la Extremadura
portuguesa quedarán en depósito hasta la paz general para disponer de
ellas segun las circunstancias, y conforme á lo que se convenga entra
las dos altas partes contratantes.


4." El reino de la Lusitania septentrional será poseído por los des-




.J
cendientes de S. 1\1. el rey de Etruria hereditariamente, y siguiendo las
leyes que estan en uso en la familia reinante de S. M. el rey de España.


5.° El principado de los Algarbes será poseído por los descendien-
tes del príncipe de la Paz hereditariamente , signiendo las reglas del
artículo anterior.


6.o En defecto de descendientes ó herederos legítimos del rey de
la Lusitania septentrional, ó del príncipe de los Algarbes, estos paises
se darán por investidura por S. In. el rey de España, sin que jamas
puedan serreunidos bajo una misma cabeza, Ó á la corona de España.


7.° El reino de la Lusitania septentrional y el principado de los Al·
garbes reconocerán por protector á S. 1\1. el rey de España, y en nin-
gun caso los soberanos de estos paises podrán hacer ni la paz ni la
guerra sin su consentimiento.


8.° En el caso de que las provincias de Beira, Tras-los-Hontes y
la Extremadura portuguesa tenidas en secuestro, fuesen devueltas á la
paz general á la casa de Braganza en cambio de Gibraltar, la Triuidad
y otras colonias que los ingleses han conquistado sobre la España y
sus aliados, el nuevo soberano de estas provincias tendría con repecto
á S. 1'1. el rey de España os mismos vínculos que el rey de la Lusita-
niaseptentrional y el príncipe de los Algarbes, y serán poseidas por
aquel bajo las mismas condiciones.


9.° S. In. el rey de Etruria cede en toda propiedad y soberanía el
reino de Etruria á S. In. el emperador de los franceses.


10. Cuando se efectúe la ocupacion definitiva de las provincias de
Portugal, los diferentes príncipes que deben poseerlas nombrarán de
acuerdo comisarios para fijar sus límites naturales.


t 1. S. lU. el emperador de los franceses sale garante á S. M. el rey
de España de la posesion de sus estados del continente de Europa si-
tuados al mediodíade los Pirineos.


12. S. M. el emperador de los franceses se obliga á reconocer á
S. 1\1. el rey de Espaiía como emperador de las dos Américas, cuando to-
do esté preparado para que S. In. pueda tomar ese título, lo que podrá
ser, ó bien á la paz general, ó á mas tardar dentro de tres años.


t3. Las dos altas partes contratantes se entenderán para hacer un
repartimiento igual de las islas, colonias y otras propiedades ultrama-
rinas del Portugal.


t4. El presente tratado quedará secreto , será ratificado, y las ra-
tificaciones serán cangeadas en Madrid 20 días á mas tardar despues
del dia en que se ha firmado.




6
Fecho en Fontainehleau á 27 de octubre de 1807. = Duroc. = Iz-


quierdo.
Hemos aprobado y aprobamos el precedente tratado en todos y en


cada uno de los artículos contenidos en él j declaramos que está acep-
tado, ratificado y confirmado, y prometemos que será observado in-
violablemente. En fé de lo cual hemos dado la presente firmada de nues-
tra mano, refrendada y sellada con nuestro sello imperial en Fontaine-
bleau á 29 de octubre de 1807. = Firmado. = Napoleon. =El ministro
de Relaciones exteriores. = Champagny. = Por el emperador, el mi-
nistro secretario de Estado. =Hugo Maret.


Convencion anexa al tratado anterior, aprobada y ratificada en los
mismos términos.


ART. 1. 0 Un cuerpo de tropas imperiales francesas de 2!í000 hom
ures de infantería y 3000 de caballería entrará en España y marchará
en derechura á Lisboa: se reunirá á este cuerpo otro de 8000 hombres
de infantería y 3000 de caballería de tropas españolas con 30 piezas
de artillería.


2.o Al mismo tiempo una division de tropas españolas de 10000
hombres tomará posesión de la provincia de Entre-Duero-y-Hiño y de
la ciudad de Oporto; y otra división de 6000 hombres compuesta igual-
mente de tropas españolas tomará posesion de la provincia del Alentejo
y del reino de los Algarbes.


3. o Las tropas francesas serán alimentadas y mantenidas por la Es-
paña y sus sueldos pagados por la Francia durante todo el tiempo de
su tránsito por España.


4.0 Desde el momento en que las tropas combinadas hayan entra-
do en Portugal, las provincias de Beira , Tras-Ios-Hontes y la Extre-
madura portuguesa t que deben quedar secuestradas) serán adminis-
tradas y gobernadas por el general comandante de las tropas francesas,
y las contribuciones que se les impondrán quedarán á beneficio de la
Francia. Las provincias que deben formar el reino de la Lusitania sep-
tentrional y el principado de los Algarbes serán administradas y gober.
nadas por los generales comandantes de las divisiones españolas que
entrarán en ellas, y las contribuciones que se les impondrán quedarán
á beneficio de la España.


5." El cuerpo del centro estará bajo las órdenes de los comandan-
tes de las tropas francesas, y á él estarán sometidas las tropas españo-
las que se reunan á aquellas: sin embargo, si el rey de España ó el




7
príncipe de la Paz juzgaren conveniente trasladarse á este cuerpo de
ejército, el general comandante de las tropas francesas y estas mismas
estarán bajo sus órdenes.


6." Un nuevo cuerpo de 40000 hombres de tropas francesas se reu-
nirá en Bayona á mas tardar el 20 de noviembre próximo, para estar
pronto á entrar en España para transferirse á Portugal en el caso de
que los ingleses enviasen refuerzos y amenazasen atacarlo. Este nuevo
cuerpo no entrará sin embargo en España hasta que las dos altas po-
tencias contratantes se hayan puesto de acuerdo á este efecto.


i." La presente convencion será ratificada etc.


NUMERO 7."


Hemos visto las mas de las piezas que obraron en este proceso.
Decimos las mas, porque como el original ha rodado por tantas ruanos
y personas de intereses encontrados, no seria extraño que se hubiesen
extraviado algunos documentos ó alterado otros. Dicho proceso para-
ba en poder de don lUariano Lois de Urquijo, y á su muerte acaecida
en París en 1817, pasó al del marqués de Almenara. No sabernos si este
lo conserva aun, ó si lo ha entregado al rey Fernando Vil.


NUlllERO 8."


Cart« del principe de .ssturías Fernando al emperad Ir Napoleon en 11
de octubrede 1807.


« Señor: el temor de incomodar á V. M. I. en medio do sus haza-
ñas y grandes negocios que lo ocupan sin cesar, me ha privado hasta
ahora de satisfacer directamente mis deseos eficaces de manifestar á lo
menos por escrito los sentimientos de respeto, estimación y afecto
que tengo al héroe mayor que cuantos le han precedido, enviado por la
Providencia para salvar la Europa del trastorno total que la amenaza-
ba, para consolidar los tronos vacilantes, y para dar á las naciones la
paz y la felicidad.


Las virtudes de V. lU. I., su moderacion , su bondad aun con sus
mas injustos é implacables enemigos, todo en fin me hacia esperar que
la expresión de estos sentimientos seria recibida como efusion de un
corazou lleno de admiracion y de amistad mas sincera.


El estado en que me hallo de mucho tiempo á esta parte incapaz de
ocultarse á la grande penetración de V. ])1., ha sido hasta hoy segundo




8
obstáculo que ha contenido mi pluma preparada siempre á manifestar
mis deseos. Pero lleno de esperanzas de hallar en la magnanimidad de
V. M. I. la proteccion mas poderosa, me determino no solamente á tes-
tificar los sentimientos de mi corazon para con su augusta persona, sino
á depositar los secretos mas íntimos en el pecho de V. ln. como en el
de un tierno padre.


Yo soy bien infeliz de hallarme precisado por circunstancias parti-
culares á ocultar como si fuera crimen uua aecion tan justa y tan loable;
pero tales suelen ser las consecuencias funestas de un exceso de bon-
dad, aun en los mejores reyes.


Lleno de respeto y de amor filial para con mi padre (cuyo corazon
es el mas recto y generoso), no me atrevería á decir sino á V.l\!. aque-
llo que V. lU. conoce mejor que yo; esto es, que estas mismas calida
des suelen con frecuencia servir de instrumento á las personas astutas
y malignas para confundir la verdad á la ojos del soberano, por mas
propia que sea esta virtud de caractéres semejantes al de mi repetable
padre.


Si los hombres que le rodean aquí le dejasen conocer á fondo el ca-
rácter de V. lU. I. como yo lo conozco, ¿ con qué ansias procuraria
mi padre estrechar los nudos que deben unir nuestras dos naciones', Y
¿habrá medio mas proporcionado que rogar á V. IU. I. el honor de que
me concediera por esposa una princesa de su augusta familia? Este es
el deseo unánime de todos los vasallos de mi padre, y no dudo que tam-
bien el suyo mismo ( á pesar de los esfuerzos de un corto número de
malévolos) así que sepa las intenciones de V. 1\1. l. Esto es cuanto mi
corazcn apetece; pero no sucediendo así á los egoistas pérfidos que ro-
dean á mi padre, y que pueden sorprenderle por un momento, estoy
lleno de tcmores en este punto.


Solo el respeto de V. lU. I. pudiera desconcertar sus planes abriendo
los ojos á mis buenos y amados padres, y haciéndolos felices al mismo
tiempo que á la nacion española y á mí mismo. El mundo entero admi-
rará cada dia mas la bondad de V. M. I. , quien tendrá en mi persona
el hijo mas reconocido y afecto.


Imploro pues con la mayor confianza la proteccion paternal de V. M.
á fin de que no solamente se digne concederme el honor de darme por
esposa una princesa de su Camilia, sino allanar todas las dificultades y
y disipar todos los obstaculos que puedan oponerse en este único obje
to de mis deseos.


Este esfuerzo de bondad de parte de V. IU. I. es tanto mas necesario




9
para mí, cuanto yo no puedo hacer ninguno de mi parte mediante á que
se interpretaría insulto á la autoridad paternal, estando como estoy re-
ducido á solo el arbitrio de resistir (y lo haré con invencible constan-
cia ) mi casamiento con otra persona, sea la que fuere, sin el consen-
timiento y aprobacion positiva de V. M., de quien yo espero única-
mente la elcccion de esposa para mí.


Esta es la felicidad que confio conseguir de V. ~1. 1. , rogando á Dios
que guarde su preciosa vida muchos años. Escrito y firmado de mi pro-
pia mano y sellado con mi sello en el Escorial á 11 de octubre de 1807.
= De V. J\1. 1. YR. su mas afecto servidor y hermano. = Fernando.=
(Traduccion hecha por Llorente en sus Memorias, y sacada del oriqina!
inserto en el Monitor de;; de febrero de 1810.)


NUMERO 9.°


Extracto del coloquio tenido por don Eugenio Izquierdo con el ministro
Cham¡m{¡ny. (Llorente, tomo /11, núm. 120.)


MI'. de Champagny: No quiero meterme en cuestiones: me limito á
decir á V. de 6rden del emperador: 1.0 Que pide muy de veras S. IU.
que por ningun motivo ni razon , y bajo ningun pretexto no se hable ni
se publique en este negocio cosa que tenga alusion al emperador ni á
su embajador en JUadrid, y nada se actúe de que pueda resultar indi-
cio ni sospecha de que S. ]\1. 1. ni su embajador hayan sabido, enten-
dido ni coadyuvado á cosa alguna interior de España. 2. 0 Que si no se
ejecuta lo que acabo de decir, lo mirará como una ofensa hecha direc-
tamente á su persona, que tiene (como usted sabe) medios de vengarla,
y que la vengará. 3. oDeclara positivamente S. M. quejamas se ha mez-
clado en cosas interiores de España, y asegura solemnemente que ja-
mas se mezclará; que nunca ha sido su pensamiento el que el príncipe
de Asturias se casase con una princesa, y mucho menos con Mlle. Tas-
cher de la Pagerie, sobrina de la emperatriz, prometida ha mucho tiem-
po al duque de Aremberg j que no se opondrá (como tampoco se opuso
cuando lo de Nápoles ) á que el rey de España case á su hijo con quien
tenga por acertado. 4.° MI'. de Beauharnais no se entrometerá en asun-
tos interiores de España; pero S. M. I. no le retirará, y nada debe de-
jarse publicar ni escribir de que pudiera inferirse cosa alguna contra
este embajador: y 5. o Que se lleven á ejecucion estricta y prontamente
los convenios ajustados el 'l.7 de octubre último; que no haya pretexto


. 1*TOlI1. 1. APEND.




10
para dejar de enviar las tropas prometidas; que en ningun punto fal-
ten, y que si faltan S. !U. mirará esta falta como una infraccion del
convenio ajustado.


NmIERO 10.


Esta orden se copia ele los papel~s que en defensa suyrl lu¡ publicado el
mismo duque de lllahon.


Nmllmo 11.


Nota dirigida desde París al wíncipe de la Pnz. por el consejero (ü, Esta-
do don Eugenio Izquierdo. ~ Escoiquis , Idea sencilla, núm. 1.·)


La situación de las cosas no da lugar para referir con individualidad
las conversaciones que desde mi vuelta de l\Iadrid he tenido por dispo-
sicion del emperador, tanto con el gran mariscal del palacio imperial
cl general Duroc , como con cl vice-gran elector del imperio príncipe
de Bcnevento.


Así me ceñiré á exponer los medios que se me han comunicado en
estos coloquios para arreglar, y aun para terminar amistosamente los
asnillos que existen hoy entre España y Francia j medios que me han
sido transmitidos con el fin de que mi gobierno tome la mas pronta re-
solucion acerca de ellos.


Que existen actualmente varios cuerpos de tropas francesas en Es-
pafia es un hecho constante.


Las resultas de esta existencia de tropas estan en lo futuro. Un ar-
reglo entre el gobierno francés y español con recíproca satisíacion pue-
de detener los eventos, y elevarse á solemne tratado y definitivo sobre
las bases siguientes:


La En las colonias españolas y francesas podrán franceses y cspa-
íioles comerciar libremente, el francés en las españolas como si fuese
espnñol , y el español en las francesas como si fuese francés, pagando
1I110S y otros los derechos que se paguen en los respectivos paises por
su s naturales.


Esta prerogativa será exclusiva, y ninguna potencia sino la Francia
podrá obtenerla en España, como en Francia ningnna potencia sino la
espaíiola.


2. a Portugal está hoy poseído por Francia. La comunicacion de
Francia con Portugal exige una rnta militar, y tambien un paso conti-




11
DUO de tropas por España para guarnecer aquel país y defenderle con-
tra la Iuglaterra j ha de causar multitud de gastos, de disgustos, en-
gorros, y tal vez producir frecuentes motivos de desavenencias.


Podría amistosamente arreglarse este objeto quedando todo el Por-
tugal para España, y recibiendo un equivalente la Fruncía en las pro-
vincias de España contiguas á este imperio.


3.a Arreglar de una vez la sucesion al trono de España.
4. a Hacer un tratado ofensivo y defensivo de alianza, estipulando el


número de fuerzas con que se han de ayudar recíprocamente ambas po·
tencias.


Tales deben ser las bases sobre que debe cimentarse y elevarse á tra-
tado el arreglo capaz de terminar felizmente la actual crisis política en
que se hallan Espaíiu y Francia.


En tan altas materias yo debo limitarme á ejecutar fielmente lo que
se me dice.


Cuando se trata de la existencia del estado, de su honor, decoro, y
del de su gobierno, las decisiones deben emanar únicamente del sobe
rano y de su Consejo.


Sin embargo, mi ardiente amor á la patria me pone en la obligacion
de decir que en mis conversaciones he hecho presente al príncipe de
llenevento lo que sigue:


l." Que abrir nuestras Américas al comercio francés es partirlas
entre España y Francia; que de abrirlas únicamente para los franceses
es dado que no quede de una vez arrollada la arrogancia inglesa, ale-
jar cada dia mas la paz, y perder hasta que esta se firme nuestras co-
municaciones y las de los franceses con aquellas regiones.


He dicho que aun cuando se admita el comercio francés no debe per-
mitirse que se avecinden vasallos de la Francia en nuestras colonias,
con desprecio de nuestras leyes fundamentales.


2." Concerniente á lo de Portugal he hecho presente nuestras esti-
pulaciones de 27 de octubre último; he hecho ver el sacrificio del rey
de Etruria; lo poco que vale Portugul separudo de sus colonias j su uiu-
guna utilidad para España, y he hecho una fiel pintura del horror que
causaria á los pueblos cercanos al Pirineo la pérdida de sus leyes, li-
bertades, fueros y leugua , y sobre todo el pasar á dominio extranjero.


He aüadido . no podré yo firmar la entrega de Navarra por no ser el
objeto de execracion de mis compatriotas, como seria si constase que
un navarro hahia firmado el tratado en que la entrega de la Navarra á
la Francia estaba estipulada,




En fin, he insinuado que si no habia otro remedio para erigirse un
nuevo reino, vireinato de Iberia, estipulando que este reino ó vireinato
no recibiese otras leyes, otras reglas de administracion que las actua-
les, y que sus naturales conservasen sus fueros y exenciones. Este reino
ó vireinato podria darse al rey de Etruria, ó á otro iufante de Castilla.


3. o Tratándose de fijar la sucesion de España he manifestado lo que
el rey N. S. me mandó que dijese de su parte; y tambien he hecho de
modo que creo quedan desvanecidas cuantas calumnias inventadas por
los malévolos en ese país han llegado á ioficionar la opioion pública
en este.


4. o Por lo que concierne á la alianza ofensiva y defensiva, mi celo
patriótico ha preguntado al príncipe de Beneveuto si se pensaba en ha-
cer de España un eqnivalente á la confederaciondelRin, y en obligarla
á dar un contingente de tropas, cubriendo este tributo con el decoroso
nombre de tratado ofensivo y defensivo. He manifestado que nosotros
estando en paz con el imperio francés no necesitamos para defender
nuestros hogares de socorros de Francia; que Canarias, Ferrol y Bue-
nos-Aires lo atestiguan; que el Africa es nula etc.


En nuestras conversaciones ha quedado ya como negocio terminado
el del casamiento. Tendria efecto; pero será un arreglo particular de
que no se tratará en el convenio de que se envian las bases.


En cuanto al título de emperador que clrcyN. S. debe tomar, no hay
ni habia dificultad alguna. Se me ha encargado que no se pierda un
momento en responder, á fin de precaver las fatales consecuencias á
que puede dar lugar el retardo de un dia el ponerse de acuerdo.


Se me ha dicho que se evite todo acto hostil, todo movimiento qne
pudiera alejar el saludable convenio que aun puede hacerse.


Preguntado que si el rey N. S. debia irse á Andalucía, he respondi-
do la verdad, que nada sabia. Preguntado tambien que si creía que se
hubiese ido, he contestado que no, vista la seguridad en que se halla-
han concerniente al buen proceder del emperador, tanto los reyes eo-
moV. A.


He pedido, pues se medita un convenio, que ínterin que vuelve la
respuesta, se suspenda la marcha de los ejércitos franceses ·hácia lo
interior de la España. He pedido que las tropas salgan de Castilla; nada
he conseguido; pero presumo que si vienen aprobadas las bases po-
drán las tropas francesas recibir órdenes de alejarse de la residencia
de SS. ]\11)1.


De ahí se ha escrito que se acercaban tropas por Talavera á Madrid;




15
que V. A. me despachó uu alcance: á todo he satisfecho, exponiendo
con verdad lo que me constaba.


Segun se presume aquí, V. A. había salido de Madrid acompañando
los reyes á Sevilla: yo nada sé j y así he dicho al correo que vaya has-
ta donde V. A. esté. Las tropas francesas dejarán pasar al correo, se-
gun me ha asegurado el gran mariscal del palacio imperial. Paris 24 de
marzo det808. =Sermo. Sr. =De V. A. S. = Eugenio Izquierdo.




LIBRO SEGUNDO.


NUMERO 1,"


Proclama de Carlos Ir.


« A~IADOS vasallos mios: vuestra noble agitacion en 'estas círcunstau-
cias es un nuevo testimonio que me asegura de los sentimientos de
vuestro corazon j y Yo, que cual padre tierno os amo, me apresuro á
consolaros en la actual angustia que os aprime, Respirad traquilos: sa-
bed que el ejército de mi caro aliado cl emperador de los franceses
atraviesa mi reino con ideas de paz y de amistad. Su objeto es trasla-
darse á los puntos que amenaza el riesgo de algun desembarco del
enemigo, y que la reunion de los cuerpos de mi guardia ni tiene el ob-
jeto de defender mi persona, ni acompañarme en un viaje que la mali-
cia os ha hecho suponer como preciso. Rodeado de la acendrarla lealtad
de mis vasallos amados, de la cual tengo tan irrefragables pruebas,
¿ qué puedo Yo temer'? Y cuando la necesidad urgente lo exigiese, ¿po-
dria dudar de las fuerzas que sus pechos generosos me ofrecerian? l'o:
esta urgencia no la verán mis pueblos. Españoles, tranquilizad vuestro
espíritu: conducíos como hasta aquí con las tropas del aliado de vues-
tro rey, y vereis en breves dias restablecida la paz de vuestros corazo-
nes, y á mi gozando la que el cielo me dispensa en el seno de mi fami-
lia y vuestro amor. Dado en mi palacio real rle Aranjuez á 16 de marzo
de 180S.=Yo el rey.=Adon Pedro CevaUos."




15
NUMERO 2."


Decreto tle S. M. el rey Cárlos Ir exonerando á don Manuel Godoy de
sus empleo; de qeneralisimo y almirante.


« Queriendo mandar por mi persona el ejército y la marina, he ve-
nido en exonerar á don lUanuel Godoy, príncipe de la Paz, de .susem-
pleos de generalísimo y almirante, concediéndole su retiro donde mas
le acomode. Tendréislo entendido, y lo comunicaréis á quien corres-
ponda. Aranjuez 18 de marzo de 1808. = A don Antonio Olaguer
Feliú. »


NUMERO 3.°


Carla del rey Carlos IP al emperador Napoleon en Am':/juez á 18 de
marzo de f 808.


" Señor mi hermano: hacia bastante tiempo que el príncipe de la Paz
me habia hecho reiteradas instancias para que le admitiese la dimision
de los encargos de generalísimo y almirante, y be accedido á sus rue-
(;OS; pero como no debo poner en olvido los servicios que me ha hecho,
y particularmente los de babel' cooperado á mis deseos constantes é
invariables de mantener la alianza y la amistad íntima que me une á
V. Ji1. 1. YR. , yo le conservaré mi gracia.


Persuadido yo de que será muy agradable á mis vasallos, y muy con-
veniente para realizar los importantes designios de nuestra alianza,
encargarme yo mismo del mando de mis ejércitos de tierra y mar, he
resuelto hacerlo así y me apresuro á comunicarlo á V. ]'1.1. y R., que-
riendo dar en esto nuevas pruebas de afecto á la persona de V. 1'1. de
mis deseos de conservar las íntimas relaciones que nos unen, y de la
fidelidad que forma mi carácter, del que V. ]'1. 1. yR. tiene repetidos y
grandes testimonios.


La continuacion de los dolores reumáticos, que de un tiempo á esta
parte me impiden usar de la mano derecha, me privan del placer de
escribir por mí mismo á V. 1\1. 1. YR.


Soy con los sentimientos de la mayor estimación y del mas sincero
afecto de V. !VI. 1. Y R. su buen hermano. = Cárlos. u




16
NUlUERO 4."


'7TOU VUV n Ar:LP.'7Tpd. T~~ truret.T€ía.~ 'Zü€plbOAn; ?rOV
N et¡ q>et¡J'petl AetP.?rr:Í..J'€~; 7rOU J'c' o¡ X,pÓTOI X,etl o¡
?CoPO¡' xa.¡ cu 3-,,-A[a.1 x,a.¡ a.¡ 71 rJ..Ví'ry6p€¡~ ...... ?rr:Í..VTet
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€MIVet. Oí?C€TCX,¡· X,:X,l etV€f.l.0~ '7TVWo"et~ et"POOV 7et P.€V
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x,rJ..¡ rJ..?r0 TI1~ P\' 11~ r:LUTI1~ aa.AEUop.evov i\OI'7l"OV .
Tí~ yd.p 70ÚTOU yiyoVEV Ú4l1AÓT€PO~; ou '7l'a.o"rJ..v Tnv


, ('V CL /., \' ,
oíx,oUP.€Vl1V ?r€pl'nAv€ TCf ?rAOUTC!'; ou 'ürpo~ rJ..U'TrJ..~ TúlV
a.~lúl P.r:Í..TúlV IÍ.V€bl1 Tr:Í..~ x,opuq;r:Í..s; oUX,1 ?rrJ..V'Tg etU'TOV
~TP€P.OV, x,((.¡' eeÍ'€eÍ'oíMIO"rJ..V; et.A,\' íeÍ'ov yéym x,rJ..¡'
eÍ'€0"p.CJJ'T(;¡Y r:Í..8l\.I~T€P05, x, u.., " , OIX,€TWY €i\mó'T€pos,
11 a." TWY AIP.~ TI1X,O¡ÚYCJJv 'Zü'TCJJ?CCJJY eyJ' €€S€Pos, x,rJ..&'
Éxr:Í..~l1Y ~p.ip(u ~jq:>11 BAé?rCJJv nx,ovl1p.iva, x,et.,' {!ciprJ..8 po v,


, f\' / I " I I •
xo., d ·11P.IOU~, XrJ..1 TI1V €'7r' ttrJ..Vet'T OV et7l"rJ..yCJJy)jV••••••••


(OMl1dA EI:E ETTPOIlION.)


NUMERO 5."
Féase la Gaceta de JWadl'id del 25 de marzo de 1808.


NUMERO 6."


Cesion de Cárlos V. (Péase Famiani Strada : De bello belgico,
libro E, y F. Prudencia de Sandoval: Historia de la vida y hechos de
Carlos P.


NUMERO 7."


Féase Marina .. Teoría de las Córtes, tomo EE, cap. 10, re~riéndose al
documento que existe en la Llcademia de la Historia. =Z. 52, fol. 301.


NUMERO 8.·


Comentar'íos del marqués de San Felipe, tomo EE, año 1724.


NUMERO !J."


Des documents historiques pubtié« par Louis Bonaparte. rol. I1, pá-
gina 290. Paris 1820.




17
NU!mmo 10.


Nota escrita por la reina de Espnñ« para el gran duque de Bery, y remi-
tida por la rein¡¡, de Btturia sin fecha.


" El rey mi esposo (que me hace escribir por no poderlo hacer á
causa de los dolores é hincbazou de su mano) desea saber si el gran
duque de Berg llevaria á bien encargarse de tratar eficazmente con el
emperador para asegurar la vida del príncipe de la Paz, y que fuese
asistido de algunos criados suyos ó de capellanes.


Si el gran duque pudiera ir á librarle ó por lo menos darle algun con-
suelo, él tiene todas sus esperanzas en el grau duque, por ser su gran-
de amigo. Él espera todo de S. A. y del emperador, á quien siempre ha
sido afecto.


Asimismo que el gran duque consiga del emperador que al rey mi
esposo, á mí y al príncipe de la Paz se dé lo necesario para poder vivir
todos tres juntos donde convenga para nuestra salud sin mando ni in-
trigas, pues nosotros no las tendrémos.


El emperador es generoso, es un héroe, y ha sostenido siempre á sus
fieles aliados y aun á los que son perseguidos. Nadie lo es tanto como
nosotros. ¿ Y por qué? porque hemos sido siempre fieles á la alianza.


De mi hijo no podemos esperar jamas sino miserias y persecuciones.
Han comenzado á forjar y se continuará fingiendo todo lo que pueda
contribuir á que el príncipe de la Paz ( amigo inocente y afecto al em-
perador, al gran duque y á todos los franceses) parezca criminal á los
ojos del público y del emperador. Es necesario que no se crea nada.
Los enemigos tie neo la fuerza y todos los medios de justificar como ver-
dadero lo que en sí es falso.


"El rey desea, igualmente que yo, ver y hablar al gran duque y darle
por sí mismo la protesta que tiene en su poder. »Los dos estamos agra·
decides al envío que ha hecho de tropas suyas y á todas las pruebas
que nos da de su amistad. Debe estar S. A. I. bien persuadido de la
que nosotros le hemos tenido siempre y conservamos abora. Nos pone-
mos en sus manos y las del emperador, y confiamos que nos concederá lo
que pedimos.


Estos son todos nuestros deseos cuando estamos puestos en las ma-
nos de tan grande y generoso monarca y héroe. »


ron. J, APÉND. 2




18
Carta de la reina de Etruria al (/ran duque de Berg en Aranjuez á 22 de


marzo de 1808, con una posdata del rey Cdrlos ¡P.


« Señor mi hermano: acabo de ver al edecan comandante, quien me
ha entregado vuestra carta, por la cual veo con mucha pena que mi pa-
dre y mi madre no han podido tener el gusto de veros, aunque lo de-
seaban eficazmente, porque toda su confianza tienen puesta en vos, de
quien esperan que podréis contribuir á su tranquilidad.


El pobre príncipe de la Paz, cubierto de heridas y contusiones, está
decaído en la prision , y no cesa de invocar el terrible momento de su
muerte. No hace recuerdo de otras personas que de su amigo el ¡;ran
duque de Ilerg , y dice que este es el único en quien conña que le ha
de conseguir su salud.


JUi padre, mi madre y yo hemos hablado con vuestro edecan coman-
dante. El os dirá todo. Yo fio en vuestra amistad y que por ella nos sal-
vareis alus tres y al pobre preso.


No tengo tiempo de deciros mas: coufio en vos. Nlipadre añadirá dos
líneas á esta carta: yo soy de corazon vuestra afectísima hermana y
amiga. = Nlaria Luisa."


Posdata de Cárlos Ip.


11 Señor y muy querido hermano: habiendo hablado á vuestro edecan
comandante é informádole de todo lo que ha sucedido, yo os ruego el
favor de hacer saber al emperador que le suplico disponga la libertad
del pobre príncipe de la Paz, quien solo padece por haber sido amigo
de la Francia , y asimismo que se nos deje ir al país que mas nos
convenga, llevándonos en nuestra compañia al mismo príncipe. Por
ahora vamos á Badajoz: confio 'recibir antes vuestra respuesta, caso de
que absolutamente carezcais de medios de vernos, pues mi confianza
solo está en vos y en el emperador. lmentras tanto yo soy vuestro muy
afecto hermano y amigo de todo corazon.eeflátlos.»


Carta de la reina de España al gran duque de Berg en Amnjuez á 22 de
marzo de 1808, junta con la anterior de su hija.


(e Señor mi querido hermano: yo no tengo mas amigos que V. A. 1.
El rey, mi amado esposo, os escribe implorando vuestra amistad. En
ella está únicamente nuestra esperanza. Ambos os pedimos una prue-
ba de que sois nuestro amigo, yes la de hacer conocer al empe-
rador lo sincero de nuestra amistad y del afecto que siempre hemos




19
profesado á su persona, á la vuestra y á la de todos los franceses.


El pobre príncipe de la Paz, que se halla encarcelado y herido por
ser amigo nuestro, apasionado nuestro y afecto á toda la Francia, su-
fre todo por causa de haber deseado el arribo de vuestras tropas y ha-
ber sido el único amigo nuestro permanente. Él hubiera ido á ver á
V. A. si hubiera tenido libertad, y ahora mismo no cesa de nombrar á
V. A. Yde manifestar deseos de ver al emperador.


Consíganos V. A. que podamos acabar nuestros dias tranquilamente
en un país conveniente á la salud del rey (la cual está delicada como
tambien la mia l, y que sea esto en compañía de nuestro único amigo,
que tambien lo es de V. A.


Mi hija será mi intérprete, si yo no logro la satisfaccion de poder co-
nocer personalmente y hablar á V. A. ¿Podríais hacer esfuerzos para
vernos aunque fuera un solo instante de noche ó como quisiérais? El
comandante edecan de V. A. contará todo lo que hemos dicho.


Espero que V. A. conseguirá para nosotros lo quc deseamos, y que
perdonará las faltas y olvidos que haya cometido yo en el tratamiento,
pues no sé dónde estoy, y debéis creer que no habrán sido por faltar
á V. A. ni dejar de darle seguridad de toda mi amistad.


Ruego á Dios guarde á V. A. I. muchos aílos, Vuestra mas afecta.
=Luisa.»)


Carta del general Monthion al gran duque de Berg en Aranjuez á 23 de
marzo de tilOS.


« Conforme á las órdenes de V. A. 1. vine á Aranjuez con la carta de
V. A. para la reina de Etruria. Llegué á las ocho de la maüana: la rei-
na estaba todavía en cama: se levantó inmediatamente: me hizo en-
trar: le entregué vuestra carta: me rogó esperar un momento mientras
iba á leerla con el rey y la reina, sus padres: media hora despues en-
traron todos tres á la sala en que yo me hallaba.


El rey me dijo que daba gracias á V. A. de la parte que tomabais en
sus desgracias, tanto IDas grandes, cuanto era el autor de ellas un hijo
suyo. El rey me dijo: « que esta revolución habia sido muy premedita-
da j que para ello se habia distribuido mucho dinero, y que los princi-
pales personajes habian sido su hijo y MI'. Caballero, ministro de la
Justicia: que S. 1\1. habia sido violentado para abdicar la corona por
salvar la vida de la reina y la suya, pues sabia que sin esta diligencia
los dos hubieran sido asesinados aquella noche; que la conducta del
príncipe de Asturias era tanto mas horrible, cuanto mas prevenido esta




~o
ba de que conociendo el rey los deseos que su hijo tenia de reinar, y
estando S. M. próximo á cumplir sesenta años, babia convenido en ce-
der á su hijo la corona cuando este se casara con una princesa de la fa-
miliaimperial de Francia, como S. IU. deseaba ardientemente .»


El rey ha añadido que el príncipe de Asturias queria que su padre
se retirase con la reina su mujer á Badajoz, frontera de Portugal: que
el rey le habia hecho la observacion de que el clima de aquel país no
le cou,venia, y le hahia pedido permiso de escoger otro, por lo cual el
mismo rey Cárlos deseaba obtener del emperador licencia de adquirir
un bien en Francia y de asegurar allí su existencia. La reina me ha di-
cho: « que habia suplicado á su hijo la dilacion del viaje á Badajoz; pe·
ro que no había conseguido nada, por lo que debería verificarse en el
próximo lunes. JI


Al tiempo de despedirme yo de SS. MM:. me dijo el rey: « yo he es-
crito al emperador ponieudo mi suerte en sus manos: quise enviar mi
carta por un correp; pero no es posible medio mas seguro que el de
conflarla á vuestro cuidado. »


El rey pasó entonces á su gabinete, y luego salió trayendo en su ma-
no la carta adjunta. Me la entregó y dijo estas palabras: « mi situacion
es de las mas tristes; acaban de llevarse al príncipe de Id Paz y quie-
ren conducirlo á la muerte: no tiene otro delito que haber sido muy
afecto á mi persona toda su vida. »


Añadió: « que no habia modo de ruegos que no hubiese puesto en
práctica para salvar la vida de su infeliz amigo; pero hahia encontrado
sordo á todo el mundo y dominado del espíritu de venganza. Que la
muerte dcl príncipe de la Paz produciria la suya, pues no podria S. l'I.
sobrevivir á ella.)l B. de lUonthion. »


Carta del re) Cárlos IF al emperador Napoleon en Aranjuez á 23 de
marzo de 1ROS.


" Señor mi hermano: V. JU. sabrá sin duda con pena los sucesos de
Aranjuez y sus resultas; yno verá con indiferencia á un rey, que forza-
do arenunciar la corona, acude á ponerse en los brazos de un grande
monarca aliado suyo, subordinándose totalmente á la disposicion del
único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus
fieles vasallos.


Yo no he renunciado en favor de mi hijo sino por la fuerza de las.
circunstancias, cuando el estruendo de, las armas y los clamores de una
guardia sublevada me hacian conocer bastante la necesidad de escoger,




21
la vida ó la muerte , pues esta última se hubiera seguido despues de la
de la reina.


Yo fuí forzado á renunciar; pero asegurado ahora con plena confian-
za en la magnanimidad y el geniu del grande hombre que siempre ha
mostrado ser amigo mio, JO he tomado la resolución de conformarme
con todo 10que este mismo grande hombre quiera disponer de nosotros
y de mi suerte, la de la reina y la del príncipe de la Paz.


Dirijo á V. In. I. y R. una protesta contra los sucesos de Aranjuez y
contra mi abdicacion. ]Ue entrego y enteramente confio en el corazon
y amistad de V. In. , con lo cual ruego á Dios que os conserve en su
santa y digna guarda.


De V. IU. I. y R, su muy afecto hermano y amigo, =Cárlos. 1)


Carta de la reina de Etruria, incluyendo otra de su madre la reina de Es-
paña para el gran duque de 1Ie1"(/ en lIIadrid á ~6 de marzo de 1808.
«Señor mi hermano: mi madre me envía la adjunta carta para que os


la remita y la conservéis. Hacednos la gracia, querido mio, de no aban.
donarnos: todas nuestras esperanzas estan en vos. Concededme el con-
suelo de ir á ver á mis padres. Ilespondedme alguna cosa que nos ali-
vie y no os olvideis de una amiga que os ama de corazon. =Yilaría
Luisa. ))


P. D. =" Yo estoy enferma en la cama con algo de calentura, por lo
cual no me vereis fuera de mi habitacion...


Cm'ta inclusa en la antecedente.


" Querida hija mia: decid al gran duque de Berg la situación del rey
mi esposo, la mía y la del pobre príucipe de la Paz.


Mi hijo Fernando era el jefe de la conjuracion: las tropas estaban
ganadas por él; él hizo poner una de las luces de su cuarto en una ven-
tana para señal de que comenzase la explosion. En el instante mismo
los guardias y las personas que estaban á la cabeza de la revolucion
hicieron tirar dos fusilazos. Se ha querido persuadir que fueron tirado>;
por la guardia del príncipe de la Paz ,pero no es verdad. Al momento
los guardias de Corps, los de infantería española y los de la walona
se pusieron sobre las armas, y sin recibir órdenes de sus primeros je-
fes, convocaron á todas las gentes del pueblo y las condujeron adonde
les acomodaba.


El rey y yo llamamos á mi hijo para decirle que su padre sufría gran-
des dolores, por lo que no podia asomarse á la ventana, y que lo hi -




ciese por sí mismo á nombre del rey para tranquilizar al pueblo: me
respondió con mucha firmeza que no lo haría, porque lo mismo seria
asomarse á la ventana que comenzar el fuego, y así no lo quiso hacer.


Después á la maíiana siguiente le preguntamos si podria hacer cesar
el tumulto y tranquilizar los amotinados, y respondió que lo haría, pues
enviaria á buscar á los segundos jefes de los cuerpos de la casa real,
enviando tambien algunos de sus criados con encargo de decir en su
nombre al pueblo y á las tropas que se tranquilizasen: quetambien ha-
ria se volviesen á NIadrid muchas personas que hahian concurrido de
allí para aumentar la revolucion, y eucarguriu que no viniesen mas.


Cuando mi hijo habia dado estas órdenes, íué descubéerto el príncipe
de la Paz. El rey envió á buscar á su hijo y le mandó salir adonde esta-
ba el desgraciado príncipe, que ha sido víctima por ser amigo nuestro
y de los franceses 1 y principalmente del gran duque. lUihijo fué y man-
dó que no se tocase mas al príncipe de la Paz y se le condujese al cuur-
te! de guardias de Corps, Lo mandó cn nombre propio 1 aunque lo ha-
cia por encargo de su padre, y como si él mismo fuese ya rey dijo al
príncipe de la Paz, « Yo te perdono la vida. "


El príncipe, á resar de sus grandes heridas, le dió gracias preguntán-
dole si era ya rey. Esto aludia á lo que ya se pensaba en ello, pucs el rey,
el príncipe de la Paz y Y" teniamos la intencion de hacer la abdicacion
en favor de Fernando cuando hubiéramos visto al emperador y com-
puesto todos los asuntos, entre los cuales el principal era el matrimo-
nio. Ini hijo respondió al príncipe: "No: hasta ahora no soy rey j pero
lo 'seré bien pronto. )) Lo cierto es que mi hijo mandaba todo como si
fuese rey sin serlo y sin saber si lo seria. Las órdenes que el rey mi
esposo daba no eran obedecidas.


Después debia haber en el dia 19 en que se verificó la abdicacion
otro tumulto mas fuerte que el primero contra la vida del rey mi espo-
so y la mia , lo que obligó á tomar la resolucion de abdicar.


Desde el momento de la renuncia mi hijo trató á su padre con todo el
desprecio que puede tratarlo un rey, sin consideracion alguna para
con sus padres. Al instante hizo llamar á todas las personas complica-
das en su causa que ha bian sido desleales á su padre, y hecho todo lo
que pudiera ocasionarle pesadumbres. El nos da priesa para que salga-
mos de aquí, señalándonos la ciudad de Badajoz para residencia. En-
tre tanto nos deja sin consideracion algnna manifestando gran contento
de ser ya rey 1 y de que nosotros nos alejemos de aquí.


En cuanto al príncipe de la Paz no quisiera que nadie se acordara de




25
él. Los guardias que le custodian tienen órden de no responder á nada
que les pregunte , y lo han tratado con la mayor inhumanidad,


Mi hijo ha hecho esta conspiracion para destronar al rey su padre.
Nuestras vidas hubieran estado en grande riesgo, y la del pobre prín-
cipe de la Paz lo está todavía.


El rey mi esposo y yo esperamos del gran duque que hará cuanto
pueda en nuestro favor, porque nosotros siempre hemos sido aliados
fieles del emperador, grandes amigos del gran duque, y lo mismo su-
cede al pobre príncipe de la Paz. Si él pudiese hablar daria pruebas, y
aun en el estado eu que se halla no hace otra cosa que exclamar por su
grande amigo el gran duque,


Nosotros pedimos al gran duque que salve al príncipe de la Paz, y
que salvándonos á nosotros nos le dejen siempre á nuestro lado, para
que podamos acabar juntos tranquilamente el resto de nuestros dias eu
un clima mas dulce y retirados sin intrigas y sin mandos, pero con ho-
nor. Esto es lo que deseamos el rey y yo, igualmente que el príncipe de
la Paz, el cual estaría siempre pronto á servir á mi hijo en tudo, Pero
mi hijo ( que no tiene carácter alguno, y mucho menos el de la sinccri-
dad) jamas ha querido servirse de él y siempre le ha declarado guerra
como al rey su padre y á mí.


Su ambicion es grande, y miraá sus padres como si no lo fuesen. ¿Qué
hará para los demas? Si el gran duque pudiera vernos, tendriamos gran-
de placer, y lo mismo su amigo el príncipe de la Paz, que sufre porque lo
ha sido siempre de los franceses y del emperador. Esperamos todo del
gran duque, recomendándole tambieu á nuestra pobre hija lUaríaLnisa,
que no es amada de su hermano. Con esta esperanza estamos próximos
á verificar nuestro viaje. =Luisa. )J


Nota de la reina de España para el yran duqMe de Berg en 27 de marzo
«e 1808.


11Mi hijo no sabe nada de lo que tratamos, y conviene que ignore to-
dos nuestros pasos. Su carácter es falso: nada le afecta: es insensible y
no inclinado á la clemencia. Está dirigido por hombres malos y hará to-
do por la ambicion que le domina j promete, pero no siempre cumple
sus promesas.


Creo que el gran duque debe tomar medidas para impedir que alpo-
bre príncipe de la Paz se le quite la vida, pues los guardias de Corps
han dicho que primero lo matarán que entregarle vivo, aunque lo man-




den el emperador y el gran duque. Estan llenos de rabia contra él, é
inflaman á todos los pueblos, á todo el mundo y aun á mi bijo, que de-
fiere á ellos en todo. Lo mismo sucede relativamente al rey mi esposo
y á mí. Nosotros estamos puestos en manos del gran duque y del empe-
rador: le rogamos que tenga la complacencia de venir á vernos; de ha-
cer que el pobre príncipe de la Paz sea puesto en salvo lo mas pronto
posible, y de concedernos todo lo demas que tenemos suplicado.


El embajador es todo de mi hijo; lo cual me hace temblar, porque
mi hijo no quiere al gran duque ni al emperador, sino solo el despotis-
mo. El gran duque debe estar persuadido que no digo esto por venganza
ni resentimiento de los malos tratos que nos hace sufrir, pues nosotros
no deseamos sino la tranquilidad del gran duque y del emperador. Es-
tamos totalmente puestos en manos del gran duque, deseando verle pa-
ra que conozca todo el valor que damos á su augusta persona y á sus
tropas, como á todo lo que le sea relativo. »


Carta de la reina de Eiruria para el gran duque de Berg en 1l'1adrid á 29
de marzo de 1808, con una nota de (a reina de España, su madre.


« Mi señor y querido hermano: mi madre os escribe algunas líneas.
Yo os incluyo la adjunta mia para el emperador, rogándoos dispongnis
que llegue prontamente á su destino. Ilecornendadme á S. lU., y prome-
tedme , como os suplico, ir despues de maüana á Aranjuez. Tomad en
mis asuntos el interés que yo tomo en lo relativo á vuestra persona, y
creed que soy de todo mi corazon vuestra afecta hermana y amiga. =
!VIaría Luisa."


Nota de puño y letra de la reina de España.


« No quisiéramos ser importunos al gran duque. El rey me hace to-
mar la pluma para decir que considera útil que el gran duque escribiese
al emperador insinuando, que convendría que S. IU. I. diese órdenes
sostenidas con la fuerza para que mi bijo ó el gobierno nos dejen tran-
quilos al rey, á mí y al príncipe de la Paz hasta tanto que S. M. llegue.
En fin el gran duque y el emperador sabrán tomar las medidas necesa-
rias para que se esperen su arribo ú órdenes, sin que antes seamos
víctimas. =Luisa.


')




Carta de la reina de Etruria al gran duque de Berg en /fiadrid á 30 de
marzo de t S08, con otra de su madre y un articulo escrito (te mano
propia de Carlos IP.


" Señor y hermano: os remito una carta que mi madre me ha enviado,
y os suplico que me digais si vuestra Guardia ó vuestras tropas hao pa-
sado á guardar al príncipe de la Paz. Deseo también saber cuál es el
estado de la salud del príncipe, y qué opina vuestro médico en el asun-
to. Ilespondedme al instante, porque pienso visitar á mi madre UlIO de
estos dias sin detenerme allí mas que lo preciso para hablar y volver
aquí. Id pronto, pues solo vos podeis ser mi defensor, y vuelvo á roga-
ros qoe me respondais sin detencion: entre tanto soy de corazon vues-
tra afectísima hermana y amiga. = Jilaría Luisa."


Carta de la reina de España citada en la anterior,


«Si el gran duque no toma á su eargo que el emperador exija pron-
tamente órdenes de impedir los progresos de las intrigas que hay con-
tra el rey mi esposo, contra el príncipe de la Paz su amigo, contra mí
y aun contra mi hija Luisa, ninguno de nosotros está seguro. Todos
los malévolos se reunen en lUadrid al rededor de mi hijo: este los cree
como á orácnlos, y por sí mismo no es muy inclinado á la magnanimi-
dad ni á la clemencia. Debe temerse de ellos toda mala resulta. Yotiem-
blo, y lo mismo mi marido, si mi hijo ve al emperador antes que este
haya dado sus órdenes, pues él y los que le acompañan contarán á
S. 1\1. I. tantas mentiras, que lo pongan por lo menos en estado de dudar
de la verdad. Por este motivo rogamos al gran duque consiga del empe-
rador que proceda sobre el supuesto de que nosotros estamos absolu-
tamente puestos en sus manos, esperando que nos dé la tranquilidad
para el rey mi esposo, para mí y para el príncipe de la Paz, de quien
deseamos que nos lo deje á nuestro lado para acabar nuestros días
tranquilamente en un país e .uvenieute á nuestra salud, sin que ningu-
no de nosotros tres les hagamos la menor sombra. Rogamos con la ma-
yor instancia al gran duque qne >!iJ sirva mandar darnos diariamente no-
ticias de nuestro amigo comuo el príncipe de la Paz, pues nosotros
ignoramos todo absolutamente. "


El siguiente articulo está escrito de tetra de Carlos / P.


" Yo he hecho á la reina escribir todo lo que precede, porque no
puedo escribir mucho á causa de mis dolores. = Carlos. 1)


TOllI. I. APl¡ND, 2*




.26
Sir¡ue escribiendo la reina.


{( El rey mi marido ha escrito esta línea y media y la ha firmado para
que os asegureis de ser él quien escribe. "


Nota de la reina de España para el gran duque de IJar¡ remitida pOI'
medio de la mina de Etrurla sin fecha en 18M!.


"El rey mi esposo y yo no quisiéramos ser importunos ni enfadosos
al gran duque, que tiene tantas ocupaciones, pero no tenemos otro
amigo ni apoyo que él y el emperador, en quien estan fundadas todas
las esperanzas del rey, las del príncipe de la Paz, amigo del gran duque
éintimo nuestro, las de mi hija Luisa y las mias. 1m hija me escribió
ayer por la tarde lo que el gran duque le habia dicho, y nos ha pene-
trado el corazon dejándonos llenos de reconocimiento y de consuelo,
esperando todo bien de las dos sagradas é incomparables personas del
emperador y idel gran duque. Pero no queremos que ignoren lo que
nosotros sabemos, á pesar de que nadie nos dice nada ni aun responden
á lo que preguntamos, por mas necesidad que tengamos de respuesta.
Sin embargo miramos esto con indiferencia, y solo nos interesa la buena
suerte de nuestro único é inocente amigo el príncipe de la Paz I que
tambien lo es del gran duque, como él mismo exclamaba en su prision
en medio de los horribles tratos que se le hacian , pues perseveraba
llamando siempre amigo suyo al gran duque lo mismo que lo habia he-
cho antes de la conspiracion, y solia decir, "si yo tuviera la fortuna de
que el gran duque estuviese cerca y llegase aquí, no tendría nada que
temer. )) El deseaba su arribo á la corte y se lisonjeaba con la satisfac-
cion de que el gran duque quisiese aceptar su casa para alojamiento.
Tenia preparados algunos regalos para hacerle j y en fin no pensaba
sino en que llegara el momento, y despues presentarse ante el em-
perador y el gran duque con todo el afecto imaginable, pero ahora
nosotros estamos siempre temiendo que se le quite la vida, ó se le
aprisione mas si sus enemigos llegan á entender que se trata de sal-
varle. ¿}'lo seria posible tomar por precaucion algunas medidas antes
de la resolucion definitiva? El gran duque pudiera enviar tropas sin de-
cir á qué; llegar á la prision del príncipe de la Paz y separar la guardia
que le custodia, sin darle tiempo de disparar una pistola ni hacer nada
contra el príncipe j pues es de temer que su guardia lo hiciese, porque
todos sus deseos son de que muera, y tendrán gloria en matarle. Así
la guardia seria mandada absolutamente por las órdenes del gran du-




27
que: y si no, puede estar seguro el gran duque de que el príncipe de J:¡
Paz. morirá si prosigue bajo el poder de los traidores indignos y á las
órdenes de mi hijo. Por lo mismo' volvemos á hacer al gran duque la
misma súplica de que haga sacarle del poder de las manos sanguinarias,
esto es, de los guardias de Corps, de mi hijo y de sus malos lados, por-
que si no debemos estar siempre teinblando por su vida, aunque el gran
duque y el emperador la quieran salvar mediante que no lo podrán con-
seguir. De gracia volvernos á pedir al gran duque que torne todas las
medidas convenientes para el objeto, porque como se pierda tiempo
ya no está segura la vida, pues es cosa cierta que seria mas fácil de
conservar si el príncipe estuviese entre las manos de leones y de tigres
carnívoros.


lUihijo estuvo ayer después de comer con Infantado, con Escóiquiz,
que es un clérigo maligno, y con San Cárlos, que es peor que todos
ellos j y esto nos hace temblar, porque duró la conferencia secreta des-
de la una y media hasta las tres y media. El gentil hombre que va con
mi hijo Cárlos es primo do San Cárlos j tiene talento y bastante ins-
truccion, pero es un americano maligno y muy enemigo nuestro como
su primo San Cárlos, sin embargo de que todo 10 que son lo han reci-
bido d<J1 rey mi marido, á instancias del pobre príncipe de la Paz , de
quien ellos decian ser parientes. Todos los que van con mi hijo Cárlos
son incluidos en la misma intriga, y muy propios para hacer todo el
mal posible, y que sea reputado por verdad lo que es una grande men-
tira.


Yo ruego al gran duque que perdone mis borrones y defectos que
cometo cuando escribo francés, mediante hacer ya cincuenta y dos años
que hablo español desde que vine á casar en España á la edad de trece
años y medio, motivo por el cual aunque hablo francés no sé bablarlo
muy bien. El gran duque conocerá la razon que me asiste, y disimulará
los defectos del idioma en que )'0 incurra. =Luisa.»


Nota de la reina de España para el gran duque de Berg por medio de la
reina de Etruria, su hija, sin fecha en 1808.


Ayer recibí un papel de un mahonés, que queria tener una audiencia
secreta conmigo dcspues que el rey mi marido estaba ya en cama, di-
ciéndome que me daría grandes luces sobre todo lo que sucede actual-
mente.


El queria que yo le diese por mí misma 6 Ú 8 millones, diciendo
que yo los podría pedir á la compañía de Filipinas, y que él haria una




contrarevolucion que librase al príncipe de la Paz y fuese tambien con-
tra los franceses.


El rey y yo lo hicimos prender sin permitirle comunicacion , y per-
manecerá preso hasta que se averigüe la verdad de todo lo que hay en
este asunto; pues creemos que sea un emisario de los ingleses para per-
dernos, supuesto que el rey y el príncipe de la Paz siempre han sido
únicamente amigos de los franceses, del emperador, y en particular del
gran duque, sin haberlo sido jamas de los ingleses, nuestros enemigos
naturales.


Creemos tambien por muy necesario que el gran duque haga asegu-
rar al pobre príncipe de la Paz, que siempre ha sido y es amigo del gran
duque, de quien así ( como del emperador) esperaba su asilo en la for-
ma que lo tenia escrito por medio de Izquierdo al mismo gran duque,
y aun al emperador mismo, bien que no sé si estas cartas habrán lle-
gado á sus manos.


Convendria sacar de las manos de los guardias de Corps y de las
tropas de mi hijo al pobre príncipe de la Paz, su amigo, pues es de re-
celar que se le quite la vida ó se le envenene y se diga que ha muerto
de sus beridas; y por cuanto no tendrá seguridad de vivir, mientras
esten á su lado algunos de estos malignos, será forzoso que el gran du-
que despues de asegurar la persona del príncipe de la Paz en su poder,
tome medidas bien fuertes para conservarle, pues las intrigas cada dia
crecen contra ese pobre amigo del gran duque y aun contra el rey mi
marido, cuya vida tampoco está bastante segura.


1\li hijo biza llamar al hijo de Biergol, que es oficial de la secretaría
de Relaciones exteriores. Estuvieron presentes á la sesión Infantado y
todos los ministros. Mi hijo le preguntó qué habia de nuevo en el sitio,
y qué hacia el rey mi marido: Biergol respondió lo que había de verdad
diciendo: "no bay nada de nuevo: el rey sale muy poco: la reina no ha
salido: se ocupan en preparar una habítacion para el caso de que el
gran duque y el emperador vayan allí. » ]}Ii hijo le dió orden de volver
aquí y de estar al servicio de su padre hasta que este emprenda su viaje,
porque es uno que interviene en nuestras cuentas como tesorero. A to-
dos los que nos siguen aplican el título de desertores. Yo recelo que
traman alguna grande intriga contra nosotros y que estamos en gran-
de riesgo, porque Infantado 'J los otros son tan malos y peores que
los detnas, l\Ie persuado que el rey, y yo, y el pobre príncipe de la Paz
estamos muy expuestos, porque no manifiestan sino mala voluntad
contra nosotros, y nuestra vida no está segura sino lo remedian el gran




29
duque y el emperador. Es necesario que tomen algunas medidas para
contener las abominables intenciones de estos malignes , y para que mi
hijo se canse de dedicarse á pensar todo lo que sea contra su padre y
contra el pobre príncipe de la Paz. Nosotros hemos tenido esta noticia
despucs que salió de aquí el edecau. El clérigo Escóiquiz es tambien
de los mas malos. = Luisa. »


Carta del rey Cárlos Ir al gran duque de I1erg, con otra de la reina su
esposa en Aranjuez á t" de abril de 1808.


"Jlli señor y muy querido hermano: V. A. verá por el escrito adjun-
to que nosotros nos interesamos en la vida del príncipe de la Paz mas
que en la nuestra.


Todo lo que se dice en la Gaceta extraordinaria sobre el proceso del
Escorial, ha sido compuesto á gusto de los que lo publican, sin decir
nada de la dcclaracion que mi hijo hizo espontáneamente, la cual ha-
brán mudado sin duda: ella está escrita por un gentil hombre, y firmada
solamente por mi hijo. Si V. A. no hace esfuerzos para que el proceso
se suspenda hasta la venida del emperador, temo mucho que quiten
antes la vida al príncipe de la Paz. Nosotros contamos con el afecto de
V. A. para nosotros tres, fundados en la alianza y amistad con el em-
perador. Espero que V. A. me dará una respuesta consolatoria que me
tranquilice, y comunicará al emperador esta carta mia con expresion
de que yo descanso en su amistad y generosidad. Excusadme lo mal
escrita que va esta carta, pues los dolores que padezco son la causa.
En este supuesto, mi señor y muy querido hermano, de V. A. I. YR.
soy su mas afecto. = Cárlos. "


Cart« de la reina.


" Señor mi hermano: yo junto mis sentimientos á los del rey mi ma-
rido, rogando á V. A. la bondad de hacer lo que le pedimos ahora j y
esperamos que su amistad y humanidad tomará á su cargo la buena
causa de su íutimo y desgraciado amigo el pobre príncipe de la Paz,
así como nuestra propia causa que está unida á la suya, para que así
cese y se suspenda todo hasta que la generosidad y grandeza de alma
sin igual del emperador nos salve á todos tres y haga que acabemos
nuestros dias tranquilamente yen reposo. No espiro menos del empe-
rador y de V. A. que nos concederá esta gracia, pues es la única que
deseamos. En este supuesto, ruego á Dios que tenga á V. A. en su san-




50
ta y digna guarda. Señor mi hermano: de V. A. I. YR. muy afecta her-
manay amiga.=Luisa.»


Nota de ta reina de España para el gran duque de .Berg, remitida por
medio de la reina de Etruria en 1.o de abril de 1808.


« Habiendo visto la Gaceta cxtraordinaria que habla solamente de
haberse encontrado la causa del Escorial entre los papeles del pobre
príncipe de la Paz, veo que está llena de mentiras. El rey era quien
guardaba la causa en la papelera de su mesa, y la confió al pobre prín-
cipe de la Paz, para que la diera al gran duque, con el fin de que la
presentase al emperador de parte del rey mi marido. Como esta causa
se halla escrita por el ministro de la Guerra y de Justicia, y firmada
por mi hijo, este y aquel mudarán lo que quieran como si fuese origi-
nal y verdadero; y lo mismo sucederá en lo que quieran mudar rela-
tivo á los demás comprendidos en la causa, pues todos estan ahora al
rededor de mi bija, y harán lo que este mande y lo que quieran ellos
mismos.


Si el gran duque no tiene la bondad y humanidad de hacer que el em-
perador mande prontamente hacer suspender el curso de la causa del
pobre príncipe de la Paz, amigo del mismo gran duque, y del empera-
dar, y de los franceses, y del rey, y mio, van sus enemigos á hacerle
cortar la cabeza en público, y despues á mí, pues lo desean tambien. Yo
temo mucho que uo den tiempo para que pueda llegar la respuesta y re-
solucion del emperador; pues precipitarán la ejecucion para que cuando
llegue aquella no pueda surtir efecto favorable por estar ya decapita-
do el príncipe. El rey mi marido y yo no podemos ver con indiferencia
un atentado tan horrible contra quien ba sido íntimamente amigo nues-
tro y del gran duque. Esta amistad y la que ha tenido en favor del em-
perador y de los franceses, es la causa de todo lo que sufre; sobre lo
cual no se debe dudar.


Las declaraciones que mi hijo hizo en su cansa no se manifiestan aba-
ra j y caso de que se publiquen algunas, no serán las que de veras
hizo entonces. Acusan al pobre príncipe de la Paz de haber atentado
contra la vida y trono de mi hijo; pero esto es falso y solo es verdad
todo lo contrario. No tratan sino de acriminar á este inocente príncipe
de la Paz, nuestro único amigo comnn , para inflamar mas al público y
hacerle creer contra él todas las infamias posibles.


Después harán lo mismo contra mí, pues tienen la voluntad prepa-




51
rada para ello. Así convendrá que el gran duque haga decir á mi hijo
que se suspenda toda causa y asunto de papeles hasta que el empera-
dor venga, ó dé disposiciones; y tomar el gran duque bajo sus órdenes
la persona del pobre príncipe de la Paz, su amigo, separando los guar-
dias y poniendo tropas suyas para impedir que lo maten, pues esto es
lo que quieren, además de infamarle , lo que tambien proyectan contra
el rey mi marido y contra mí, diciendo que es necesario formarnos cau-
sa y hacer que despues demos cuenta de todas nuestras operaciones.


l'1ibijo tiene muy mal corazon: su carácter es cruel: jamas ha teni-
do amor á su padre ni á mí: sus consejeros son sanguinarios: no se
complacen sino en hacer desdichados, sin exceptuar al padre ni á la
madre. Quieren hacernos todo el mal posible, pero el rey y yo tene-
mas mayor interes en salvar la vida y el honor de nuestro inocente ami-
go que nuestra misma "ida.


1m hijo es enemigo de los franceses, aunque diga lo contrario. No ex-
trañaré que cometa un atentado contra ellos. El pueblo está ganado
con dinero y lo inflamará contra el príncipe de la Paz, contra el rey mi
marido y contra mí, porque somos aliados de los franceses, y dicen
que nosotros les hemos hecho venir.


A la cabeza de todos los enemigos de los franceses está mi hijo, aun-
que aparente ahora lo contrario, y quiera ganar al emperador, al gran
duque y á los franceses para dar mejor y seguro su golpe.


Ayer tarde digimos nosotros al general comandante de las tropas del
gran duque, que nosotros siempre permanecemos aliados de los fran-
ceses, y que nuestras tropas estarán siempre unidas con las sUY:Ml. Es-
to se entiende de las nuestras que tenemos aquí, pues de las otras no
podemos disponer j y aun en cuanto á estas ignoramos las órdenes que
mi hijo habrá dado; pero nosotros nos pondríamos á su cabeza para
hacerlas obedecer lo que queremos, que es que sean amigas de los
franceses. =Luisa. "


Nota de la reina ae España para el gran duque de Berg, por medio de la
reina de Etruria su hija, en abril de 1808.


« Nosotros remitimos al gran duque la respuesta de mi hijo á la car-
ta que el rey mi marido le escribió antes de ayer, cuya copia fué re-
mitida ayer al gran duque. No estamos contentos con el modo de expli-
carse mi hijo, ni aun con la substancia de lo que se responde; pero el
gran duque por su amistad con nosotros tendrá la bondad de compo-
nerlo todo y de hacer que el emperador nos salve á todos tres; es de-




5.2
cir, al rey mi marido, al pobre príncipe de la Paz, su amigo, y á mí. El
gran duque debe estar persuadido, y persuadir al emperador, que ha-
biendo puesto nuestra suerte en sus manos, solo pendemos de la ge-
nerosidad, grandeza de alma y amistad que tenga para nosotros tres,
que siempre hemos sido sus buenos y fieles uliados , amigos y afectos,
y que si no, nuestra suerte será muy infeliz.


Se nos ha dicho que nuestro hijo Cárlos va á partir ruuílanaó antes
para recibir al emperador, y que si no lo encuentra avanzará hasta Pa-
rís. A nosotros se nos oculta esta resolución porque no quieren que la
sepamos el rey ni yo, lo cual nos hace recelar un mal designio; pues
mi hijo Fernando no se separa un momento de sus hermanos, y los ha-
ce malos con promesas y con los atractivos que agradan á los jóvenes
que no conocen al mundo por experiencia etc.


Por esto conviene que el ¡;l'an duque procure que el emperador no se
deje engañar por medio de mentiras que lleven las apariencias de la
verdad, respecto de que mi hij o no es afecto á los franceses, sino que
ahora manifiesta serlo porque cree tener necesidad de aparentarlo. Yo
recelo de todo si el gran duque, en quien habemos puesto nuestras es-
peranzas, no hace todos sus esfuerzos para que el emperador tome
nuestra causa como suya propia. Tampoco dudamos que la amistad del
gran duque sostendrá y salvará á su amigo, y nos lo dejará á nuestro
lado para que todos tres juntos acabemos nuestros días tranquilamente
retirados. Asimismo creemos que el gran duque tomará todos los me-
dios para que el pobre príncipe de la Paz, amigo suyo y nuestro, sea
trasladado á un pueblo cercano á Francia, de manera que su vida no
peligre y sea fácil de transportarlo á Francia y librarlo de las manos de
sus sanguinarios enemigos.


Deseamos igualn>.enteque el gran duque envie al emperador alguna
persona que le informe de todo á fondo, para evitar que S. M. l. pueda
ser preocupado por las mentiras que se fraguan aquí de dia y de noche
contra nosotros y e mtra el pobre príncipe de la Paz, cuya suerte pre-
ferimos á la misma nuestra, porque estamos temblando de las dos pis-
tolas que hay cargadas para quitarle la vida en caso necesario, y sin
duda son efecto de alguna órden de mi hijo que hace conocer así cuál
sea su corazón j y deseo que no se verifique jamas un atentado seme-
jante con ninguno aunque fuese el mayor malvado; y vos debeis creer
que el príncipe no lo es.


En fin el gran duque y el emperador son los únicos que pueden sal-
var al príncipe de la Paz, así como á nosotros, pues si no resulta salvo,




55
y si no se nos concede su compañía, morirémos el rey mi marido y yo.
Ambos creemos que si mi hijo perdona I:t vida al príncipe de la Paz,
será cerrándolo en una prision cruel, donde tenga una muerte civil;
por lo cual rogamos al gran duque y al emperador que lo salve entera-
mente , de manera que acabe sus dias en nuestra compañía donde se
disponga.


Conviene saber que se conoce que mi hijo teme mucho al pueblo; y
los guardias de Corps son siempre sus consejeros y sus tiranos. =
Luisa. >,


Carta del rey Carlos 11' al gran duque de lIerg, con otra de la reinu su
esposa, en Aranjuez á 3 de abril de t 80S.


« lUí señor y mi querido hermano: teniendo que pasar á JUadrid don
Joaquin de IUanuel de Villena, gentil hombre de cámara y muy fiel ser-
vidor mio, para negocios particulares suyos, le he encargado presen-
tarse á V. A., Yasegurarle todo mi reconocimiento al interés que V. A.
toma en mi suerte yen la del príncipe de la Paz, que está inocente.
Podeis fiaros de hablar con don Joaquín de Villena, porque yo aseguro
su fidelidad. No hablaré ya de mis dolores, y mi esposa os dará en pos-
data razon detallada de los asuntos. Pudiera suceder que Villena no se
atreva á entrar en casa de V. A. por no hacerse sospechoso. En tal caso
mi hija dispondrá que recibais esta carta. Perdonadme tantas importu-
nidades, y ruego á Dios que tenga á V. A. en su santa y digna guarda.
lUiseñor y muy querido hermano. De V. A. I. Y R. afecto hermano y
amigo. = Cárlos. "


Carta de la reina.


" IUi señor y hermano: la partida tan pronta de mi hijo Cárlos, qae
será mañana, nos hace temblar. Las personas que le acompañan son
malignas. El secreto inviolable que se les hace observar para con nos-
otros, nos causa grande inquietud, temiendo que sea conductor de
papeles íalsos contrahechos é inventados.


El príncipe de la Paz no hacia ni escribía nada sin qne lo supiéramos
y viésemos el rey mi marido y yo; y podemos asegurar que no ha co-
metido crimen alguno contra mi hijo ni contra nadie, pero mucho me-
nos contra el gran duque, contra el emperador, ni contra los franceses.
Él escribió de propio puño al gran duque y al emperador pidiendo á
este un asilo y hablando de matrimonio; pero yo creo que el pícaro de


. 3TOM. I. APEND.




Iz.quierdo no la entregó y la ha devuelto. El príncipe de la Paz estaba
ya desengañado de la mala fé de Izquierdo, ypor lo menos dudaba de su
sinceridad. Los enemigos del pobre príncipe de la P.lZ, amigo de V. A.,
pintarán con los colores mas vivos y apariencias de verdad cualesquie-
ra mentiras. Son muy diestros para esto, y cuantos ocupan ahora los
empleos son enemigos comunes suyos. ¿ No podria V. A. enviar alguno
que llegase antes que mi hijo Cárlos á ver al emperador y prevenirle
de todo, contándole la verdad y las imposturas de nuestros euemigos?


Mi hijo tiene veinte años, sin experiencia ni conocimientos del mun-
do. Los que le acompañan y todos los domas le habrán dado instruccio-
nes á su gusto. i Ojalá que V. A. tome todas las medidas necesarias
para anticipar noticias al emperador! IUi hijo hace todo lo posible pa-
ra que no veamos al emperador; pero nosotros queremos verle, así
como á V. A. en quien hemos depositado nuestra confíanza , y la se-
guridad de todos tres que esperamos conceda el emperador.


En este supuesto ruego á Dios que tenga á V. A. en su santa y digna
guarda. JUi señor y hermano: de V. A. I. Y R. muy afecta hermana y
amiga. =Luisa. n


Carta de la reina de España al gran duque de Berg en Amnjuez á 8 de
abril de 1808.


" lUi señor y hermano: el rey no puede escribir por estar muy inco-
modado con la hinchazon de su mano. Cuando ha leido la carta de V. A.
en que le deja eleccion de partir mañana ú otro dia, ha tenido presente
que todo estaba preparado, que una parte de sus criados parte hoy, y
que la dilacion podia dar que pensar á tantos intérpretes como hay,
malignos é impostores; por lo que se ha decidido á salir mañana á la
una como tenia ya dicho, esperando que así le seria mas fácil tambien
ir á ver al emperador. Tendrémos mucho gusto de saber el arribo del
emperador á Bayona. Nosotros le esperamos con impaciencia, y que
V. A. nos dirá cuándo debemos ir. El rey mi marido y yo deseamos con
vehemencia ver á V. A.: apetecemos con ansia este momento, y nos ha
servido de gran placer el recado de V. A. de que vendria á vernos des-
pues de dos dias, Repetimos nuestras súplicas, confiando enteramente
en vuestra amistad, y pido á Dios tenga á V. A. en su santa y digna
guarda.


Mi señor y hermano: de V. A. I. Y R. muy afecta hermana y amiga.
= Luisa.>




Carta del rey Fernando á su padre en 1I1adrid á 8 de abril de 1808.


« Padre mio: el general Savary acaba de separarse de mi compañia.
Estoy muy satisfecho de él, como tambien de la buena inteligencia que
hay entre el emperador y mi persona, por la buena fé que me ha mani-
festado.


Por este motivo me parece justo que V. m. me dé una carta para el
emperador, felicitándole de su arribo, y asegurándole que tengo para
con él los mismos sentimientos que V. lU. le ha demostrado.


Si V. 1\1. considera conveniente, me enviará en respuesta dicha carta,
porqne yo saldré despues de mañana, y he dado órden de que vengan
despues los tiros que debian servir á VV. l\lM.


Vuestro mas sumiso hijo. =Fernando. »)


Segunda carta aeta reina de España al gran duque áe Berg en 8 de abril'
de 1808.


"l\li señor y hermano: no quisiéramos ocupar á V. A., pero no te-
niendo otro apoyo, es necesario que V. A. sepa todo lo relativo á nues-
tras personas. Remitimos á V. A. la carta que el rey ha recibido de su
hijo Fernando en respuesta de la que su padre le escribió, diciéndole
que partiamos el lunes.


Las pretensiones de mi hijo me parecen fuera de propósito j y si-
guiendo las mismas ideas le ha escrito el rey hace un instante 1 que
nosotros llevamos menos familia y personas de servidumbre que plazas
habia, quedándose aquí algunas: que pasariauios la semana santa en
el Escorial, sin poder decir cuántos dias duraría aquella residencia j y
que en cuanto á guardias de Corps no importaba nada que DO fuesen.
Quisiéramos DO verlos, y sí fuera de su poder á nuestro pobre príncipe
de la Paz. Ayer tarde se me advirtió que viviésemos con cuidado, porque
se intentaba hacer alguna cosa secreta, y que aunque fuese tranquila la
noche de ayer, no lo seria la siguiente. Yo dudo de todo, y DO vemos
á los guardias de Corps j pero es necesario vivir COD cautela, por lo que
lo hemos advertido al geDeral Watier. Los guardias SOD los autores de
todo, y hacen á mi hijo hacer lo que quieren j lo mismo que los ma-
ligDosministros , que SOD muy crueles, sobre todo el clérigo Escdi-
quiz.


Por gracia V. A. líbreuos á todos tres, é igualmente á mi pobre hija
Luisa, que padece por la propia raZOD que nuestro pobre amigo co-




55
mun el príneipe de la Paz y nosotros; y todo porque somos amigos
de V. A. , de los franceses y del emperador. Mi hijo Fernando habló
aquí de las tropas francesas que habia en JUadrid con bastante despre-
cio, lo cual es prueba de que no las mira con afecto. Nos han asegura-
do que los carabineros son como los demas ; y que los otros residentes
en el sitio. como el capitan de guardias de Corps, no hacen sino averi-
guar todo lo que pueden para hacerlo saber á mi hijo.


Si el emperador dijera dónde quiere que le veamos, tendriamos en
ello mucho gusto; y rogamos á V A. procure que el emperador nos sa-
que de España cuanto antes al rey mi marido y á nuestro amigo el
príncipe de la Paz, á mí y á mi pobre hija, y sobre todo á los tres. lo
mas pronto posible, porque de otro modo no estamos seguros. No dude
V. A. que nos hallamos en el mayor peligro, y con especialidad nuestro
amigo, cuya seguridad deseamos antes que la nuestra; la que confia-
mos lograr de V. A. y del emperador, en cuyo supuesto pido á Dios
tenga á V. A. en su santa y digna guarda.


IUi señor y hermano: de V. A. I. Y R. afecta hermana y amiga. =
Luisa. n


Carta de la reina de España al gran duque de Berg en Aranjuez á 9 de
aóril de 1808.


« Mi señor y hermano: el reconocimiento á los favores de V. A. será
eterno, y le damos un millon de gracias por la seguridad que nos anun-
cia de que su amigo y nuestro, el pobre píncipe de la Paz, estará libre
dentro de tres dias, El rey y yo ocultarémos con un secreto inviolable
tan necesario la alegría que V. A. nos ha producido con una noticia tau
deseada. Ella nos reanima, y nunca hemos dudado de la amistad de
V. A. , quien tampoco deberá dudar de la nuestra jamas , pues se la he-
mos profesado) siempre. como tambien el pobre amigo de V. A. , cuyo
crímen es el ser afecto al emperador y á los franceses. No así mi hijo,
pues no lo es aunque lo aparente. Su ambición sin límites le ha hecho
seguir los consejos de todos los infames consejeros que ha puesto ahora
en los empleos mas principales y elevados.


Tenga V. A. la bondad de decirnos cuándo debemos ir á ver al empe-
rador, y en dónde, pues lo deseamos mucho, igualmente que V. A. no
se olvide de mi pobre hija Luisa.


Damos gracias á V. A. de habernos enviado al general Watier, pues
se ha conducido perfectamente aquí. Mi marido queria escribir á V. A.




57
pero es absolutamente imposible, pues padece muchos dolores en la
mano derecha, los cuales le han quitado el sueño esta noche pasada.


Nosotros saldremos á la una para el Escorial, adonde llegarémos á
las ocho de la tarde. Rogamos á V. A. que disponga que sus tropas y
V. A. libren á su amigo de los peligros de todos los pueblos y tropas
que estan contra él y contra nosotros, no sea que lo maten si no lo sal-
va V. A., pues como no esté asegurado por la guardia de V. A. hay
mucho peligro de que le quiten la vida.


Deseamos mucho ver á V. A., pues somos totalmente suyos; en cuyo
supuesto pido á Dios que tenga á V. A. en su santa y digna guarda.


Mi señor y hermano: de V. A. I. YR. muy afecta hermana y amiga.
=Luisa.l)


Segunda carta de la reina de España al gran duque de Berg en el Esco-
ríal á 9 de abril de 1808.


.. llli señor y hermano: son las diez, y hemos recibido una carta de mi
hijo Fernando, que el rey mi marido envia á V. A. para que la vea, y me
diga lo que debemos hacer. El rey y yo no quisiéramos hacer lo que
nos pide mi hijo, cuya pretcnsiou nos ha sorprendido infinito, y cree-
mos que no nos conviene de ningun modo condescender: el rey ha en-
cargado decir que estaba ya en cama, por lo que no podia responder á
la carta. Esto ha sido pretexto por si V. A. quiere decirnos lo que se le
haya de responder, en inteligencia de que.mientras tanto suspendemos
hacerlo; bien que será forzoso no dilatarlo mas que hasta mañana por
la tarde.


Nos hallamos con la satisfaccion de no tener guardias de Corps, ni las
de infantería en el Escorial, sino solo los carabineros. Convuestras tro-
pas estamos seguros y no con las otras.


El rey y yo no escribimos la carta que mi hijo pide, sino en el caso
de que se nos haga escribir por fuerza, como sucedió con la abdicacion,
sontra la cual hizo por eso la protesta que envió á V. A. Lo que dice
mi hijo es falso, y solo es verdadero que mi marido y yo tememos que
se procure hacer creer al emperador un millon de mentiras, pintándolas
conlos mas vivos colores en agravio nuestro y del pobre príncipe de la
Paz, amigo de V. A. , admirador y afectísimo del emperador, bien que
nosotros estamos totalmente puestos en manos de S. M. 1. YV. A. , lo
cual nos tranquiliza de modo, que con tales amigos y protectores no
tememos á nadie. Ruego á Dios que tenga á V. A. en su santa y digna




58
guarda. Mi señor y hermano: de V. A. I. Y R. muy afecta hermana y
amiga. =Luisa. »


Tercera carta de la reina de España al gran duque de Berg en el Escorial
á 9 de abril de t808.


"Mi señor y hermano: estamos muy agradecidos al obsequio de
V. A. en habernos enviado sus tropas, que nos han acompañado con la
mayor atencion y cuidado. Tambien le damos gracias por las que nos
ha destinado para este sitio. Hemos dicho al general Budet que cuide
de hacer patrullas con sus tropas dia y uoche , pues hemos encontrado
aquí una compañía de guardias españolas y walonas, lo que nos ha sor-
prendido.


V. A. nos ha dado pruebas completas de su amistad. Nosotros no
habíamos dudado jamas, y tanto el rey como yo creemos firmemente
que V. A. nos librará de todo riesgo, igualmente que á su amigo el
príncipe de la Paz, y estamos satisfechos de que el emperador nos pro-
tegerá , y hará felices á todos tres, como aliados, afectos y amigos su-
yos. Esperamos con grande impaciencia la satisfaccion de ver á V. A. y
al emperador. Aquí estamos en mayor proporcion de salir al encuen-
tro de S. 1\l.1.


Nuestro viaje ha sido muy feliz, y no podia dejar de serlo con tan
buena compañía. Los pueblos por donde hemos pasado nos han acla-
mado mas que antes.


Esperamos con ansia la respuesta de V. A. á la carta que le escribi-
mos esta mañana, y no queremos incomodarle mas, ni quitarle el tiem-
po precioso que necesita para tantas ocupaciones. Ruego á Dios que
tenga á V. A. en su santa y digna guarda. ~Ii señor y hermano: de
V. A. l. YR. muy afecta hermana y amiga. =Luisa 1>


Carta de la reina de España al qran duque de Berg en 16 de abril
de 1808.


"Señor mi hermano: la carta que V. A. nos ha escrito, y hemos re-
cibido hoy muy temprauo, me ha tranquilizado. Nosotros estamos
puestos en las manos del emperador y de V. A. No debemos temer
nada el rey mi marido, nuestro amigo comun y yo. Lo esperamos todo
del emperador, que decidirá pronto nuestra suerte.


Tenemos el mayor placer y consuelo en esperar mañana el momento




59
de ver y poder hablar á V. A. Será para nosotros nn instante bien feliz,
así como el de ver al emperador. ])Iientras tanto que esto se verifica,
rogamos de nuevo á V. A. que proceda de modo que saque al príncipe
de la Paz, su amigo, del poder de las horribles manos que lo tienen,
y lo ponga en seguridad de que no se le mate, ni se le haga mal algu-
no; pues los malignos y falsos ministros actuales harán todo lo posible
para anticiparse cuando llegue el emperador.


lUí hijo habrá partido ya, y procurará en su viaje persuadir al em-
perador todo lo contrario de lo que ha pasado en verdad. Él y los que
lo rodean habrán preparado tales datos y mentiras, apercntándolas
como verdades, que el emperador, cuando menos, entraría en dudas,
si no hubiera sido informado ya de la verdad por V. A.


Mi hijo ha dejado todas sus facultades al infante don Antonio, su tia,
el cual tiene muy poco talento y luces; pero es cruel, é inclinado á
todo cuanto pueda ser pesadumbre del rey mi marido y mia, y del
príncipe de la Paz y de mi hija Luisa. Aunque debe proceder de acuer-
do de un Consejo que se le ha nombrado, este se compone de toda la
faccion tan detestable que ha ocasionado toda la revoluciónactual, y
que no está en favor de los franceses mas que mi bija Fernando, á pesar
de todo lo que se ha dicho en la Gaceta de ayer, pues solo el miedo al
emperador hace hablar así.


])Ie atrevo tambien á decir á V. A. que el embajador está totalmente
por el partido de mi hijo de acuerdo con el maligno hipócrita clérigo
Escóiquiz, y harán lo que no es imaginable para ganar á V. A., Y so-
bre todo al emperador. Prevenid todo esto á S. ])1. antes que lo vea mi
hijo; pues como este sale hoy, y el rey mi marido tiene la mano tan
hinchada, no ha escrito la carta que mi hijo le pedia , por lo cual este
no llevará ninguna; y ti rey no puede escribir de su mano á V. A., lo
que le es muy sensible, pues nosotros no tenemos otro amigo, ni con-
fianza sino en V. A. yen el emperador, de quien esperamos todo.


Vivid bien persuadido del grande afecto que tenemos á V. A., así
como confianza y seguridad: en cuyo supuesto ruego á Dios que tenga
á V. A. en su santa y digna guarda. Señor mi hermano: de V. A. I. y R.
muy afecta hermana y amiga. =Luisa. »


NOTA. Toda esta correspondencia se halla inserta en el Monitor del
.} de febrero de t 8 t O, excepto el informe del general M onthíon, que se in-
sertó en el de 3 de mayo de 1808. En el Monitor algunas de las cartas de
la reina de Etruria y de Carlos ir estan en italiano. Remos tomado la




40
tradUl;cionde todas ellas de las Memorias de Nellerto, tomo JI, despue«
de haberla confrontado con las cartas originales insertas en los Monitores
citados, Nos hemos cerciorado de la exactitud, objeto principal en la in-
sercion de estos documentos, sin habernos detenido en reparos acerca del
estilo j pero no creemos inoportuno advertir que debe leerse con desconfian-
za la calificacíon que se hace en algunas de estas cartas del carácter y
conducta de los personajes nombrados en ellas, por ser hija del resen-
timiento de una señora sobrecogida á la sazon de todo género de recelos,
y cuya vehemente imaginacion alterada por el cúmulo de sucesos extraor-
dinarios y adversos ocurridos en aquellos memorables dias, le presentaba
las cosas y las personas con los mas negros colores.


NUMERO 11.


Protesta publicada en el Diario de Madrid de 12 de Mayo de 1808.


NUMERO 12.


Don Bartolomé Mufíozde Torres, del Consejo de S. M., su secretario,
escribano de cámara mas antiguo y de gobierno del Consejo.


Certifico que por el excelentísimo señor don Pedro Cevallos , primer
secretario de Estado y del despacho, se ha comunicado al ilustrísimo
señor decano, gobernador interino del Consejo, la real órden si-
guiente:


"Ilustrísimo señor: Uno de los primeros cuidados del rey N. S.
despues de su advenimiento al trono ha sido el participar al emperador
de los franceses y rey de Italia tan feliz acontecimiento, asegurando al
mismo tiempo á S. M. I. y R. que animado de los mismos sentimientos
que su augusto padre, léjos de variar en lo mas mínimo el sistema po-
lítico con respecto á la Francia, procurará por todos los medios posi-
bles estrechar mas y mas los vínculos de amistad y estrecha alianza que
felizmente subsisten entre la España y el imperio francés. S. M. me
manda participarlo á V. 1. , para que publicándolo en el Consejo, pro-
ceda el tribunal á consecuencia en todas las medidas que tome para
restablecer la tranquilidad pública en lUadrid, y para recibir y sumi-
nistrar á las tropas francesas, que estan dispuestas á entrar en esa vi-
lla, todos les auxilios que necesiten; procurando persuadir al pueblo
que vienen como amigos, y con objetos útiles al rey y á la nacion.
S. M. se promete de la sabiduría del Consejo, que enterado de los vivos
deseos que le animan de consolidar cada dia mas los estrechos vínculos
que unen á S. 1\1. con el emperador de los franceses, procurará el Con-




41
sejo por todos los medios que esten á su alcance inspirar estos mismos
sentimientos en todos los vecinos de Madrid. Dios guarde á V. I. mu-
chos años. Aranjuez 20 de marzo de 1808.=PedroCevallos.=Señor
gobernador interino del Consejo."


Publicada en el Consejo pleno de este dia la antecedente real órden,
se ha mandado guardar y cumplir; y para que llegue á noticia de todos
se imprima y fije en los sitios públicos y acostumbrados de esta corte.
y para el efecto lo firmo en llladrid á 21 de marzo de 1808. -Don Bar-
tolomé 1\luñoz. = (Féase el Diario de Madrid del 22 de marzo de 1808.)


NUMERO 13.


BANDO.


Con fecha 23 del presente mes se ha comunicado al ilustrísimo se-
ñor decano del Consejo una real órden, que entre otras cosas contiene
lo siguiente:


( Teniendo noticia el rey N. S. que dentro de dos y medio á tres dias
llegará á esta corte S. M. el emperador de los franceses, me manda
S.1\1. decir á V. I. que quiere sea recibido y tratado con todas las de-
mostraciones de festejo y alegria que corresponden á su alta dignidad é
intima amistad y alianza con el rey N. S. ,de la que espera la felicidad
de la nacion , mandando asimismo S. M. que la villa de Madrid propor-
cione objetos agradables á S. lll. L, y que contribuyan al mismo fin to-
das las clases del estado."


y habiéndose publicado en el Consejo, ha resuelto se entere de ello
al público por medio de este edicto, Madrid 24 de marzo de 1808. =
Don Bartolomé Muiíoz etc.


NUMERO 14.


Memorial de Saínte Hél('/fú3, ooi. IP, pág. 246, ed, de 1823.


NUMERO 15.


Carta de S. M. el emperador de los franceses, rey de Italia, y protector
dela confederacion del Rin.


« Hermano mio: he recibido la carta de V. A. R.: ya se habrá con-
vencido V. A. por los papeles que ha visto del rey su padre del interés
que siempre le he manifestado: V. A. me permitirá que en las circuns-
tancias actuales le hable con franqueza y lealtad. Yoesperaba, en lle-


TOM. l. APÉND. 3*




42
gando á Madrid, inclinar á mi augusto amigo á que hiciese en sus do-
minios algunas reformas necesarias, y que diese alguna satisíaceion á
la opinión pública. La separacíon del príncipe de ia Paz me parecía
una cosa precisa para su felicidad y la de sus vasallos. Los sucesos del
norte han retardado mi viaje: las ocurrencias de Aranjuez han sobre-
venido. No me constituyo juez de lo que ha sucedido, ni de la conducta
del príncipe de la Paz; pero lo que sé muy bien es que es muy peligroso
para los reyes acestumbrar sus pueblos á derramar la sangre hacién-
dose justicia por sí mismos. Ruego á Dios que V. A. no lo experimente
un dia. No seria conforme al interés de la España que se persiguiese
á un príncipe que se ha casado con una princesa de la familia real,
y que tanto tiempo ha gobernado el reino. Ya no tiene mas amigos:
V. A. no los tendrá tampoco si algun dia llega á ser desgraciado. Los
pueblos se vengan gustosos de los respetos que nos tributan. Ado-
mas, ¿ cómo se podría formar causa al príncipe de la Paz sin hacerla
tambien al rey y á la reina vuestros padres? Esta causa fomentaria
el odio y las pasiones sediciosas; el resultado seria funesto para vues-
tra corona. V. A. R. no tiene á ella otros derechos sino los que su ma-
dre le ha transmitido: si la causa mancha su honor, V. A. destruye
sus derechos. No preste V. A. oidos á consejos débiles y pérfidos. No
tiene V. A. derecho para juzgar al príncipe de la Paz; sus delitos, si
se le imputan, desaparecen en los derechos del trono. Muchas veces
he manifestado mi deseo de que se separase de los negocios al prínci-
pe de la Paz: si no he hecho mas instancias, ha sido por un efecto de mi
amistad por el rey Carlos, apartando la vista de las flaquezas de su
afecciono i Oh miserable humanidad! Debilidad y error, tal es nuestra
divisa. 1)Ias todo esto se puede conciliar j que el príncipe de la Paz sea
desterrado de España , y yo le ofrezco un asilo en Francia.


En cuanto á la abdicación de Cárlos IV , ella ha tenido efecto en el
momento en que mis ejércitos ocupaban la España , y á los ojos de la
Europa y de la posteridad podría parecer qne yo he enviado todas esas
tropas con el solo objeto de derribar del trono á mi aliado y mi amigo.
Como soberano vecino debo enterarme de lo ocurrido antes de reco-
nocer esta abdicacion. Lo digo á V. A. R., á los españoles , al universo
entero; si la abdicacion del rey Carlos es espontánea, y no ha sido f()r-
zado a ella por la insurreccion y motin sucedido en Aranjuez , yo no
tengo dificultad en admitirla, y en reconocer á V. A. R. como rey de
España. Deseo pues conferenciar con V. A. n. sobre este particular.


La cirounspeccion que de un mes á esta parte he guardado en este




45
asunto debe convencer á V. A. del apoyo que hallará en mi, si jamas su-
cediese que facciones de cualquiera especie viniesen á inquietarle en su
trono. Cuando el rey Cárlos me participó los sucesos del mes de octu-
bre próximo pasado' , me causaron el mayor sentimiento, y me lisonjeo
de haber contribuido por mis instancias al buen éxito del asunto del
Escorial. V. A. no está exento de faltas: basta para prueba la carta que
me escribio , y que siempre he querido olvidar. Siendo rey sabrá cuán
sagrados son los derechos del trono: cualquier paso de un príncipe
hereditario cerca de un soberano extranjero es criminal. El matrimonio
de una princesa francesa con V. A. R. le juzgo conforme á los intereses
de mis pueblos, y sobre todo como una circunstancia que me uniría
con nuevos vínculos á una casa, á quien no tengo sino motivos de ala-
bar desde que subí al trono. V. A. R. debe recelarse de las consecuen-
cias de las emociones populares: se podrá cometer algun asesinato so-
bre mis soldados esparcidos; pero no conducirán sino á la ruina de
España, He visto con sentimiento que se han hecho circular en l\1adrid
unas cartas del capitan general de Cataluña, y que se ha procurado
exasperar los ánimos, V. A. R. conoce todo lo interior de mi corazon:
observará que me hallo combatido por varias ideas que necesitan fijar-
se i pero puede estar seguro de que en todo caso me conduciré con su
persona del mismo modo que lo he hecho con el rey su padre. Esté
V. A. persuadido de mi deseo de conciliarlo todo, y de encontrar oca-
sienes de darle pruebas de mi afecto y perfecta estimacion, Con lo que
ruego á Dios os tenga , hermano mio, en su santa y digna guarda. En
Bayona á 16 de abril de 1SOS. = Napoleon. >l=(Péase el manifiesto de
don Pedro Ceoallos.¡


NUl'IIERO t 6,


El rey N. S., haciendo el mas alto aprecio de los deseos que el em-
perador de los franceses ha manifestado de disponer de la suerte del
preso don ¡Uauuel de Godoy, escribió desde luego á S. M. 1. mostrando
su pronta y gustosa voluntad de complacerle, asegurado S. M. de que
el preso pasaria inmediatamente la frontera de España, y queJjamas
volverla á entrar en ninguno de sus dominios.


El emperador de los franceses ha admitido este ofrecimiento de S. M.
y mandado al gran duque de Berg que reciba el preso, y le baga con-
ducir á Francia con escolta segura.


La Junta de gobierno instruida de estos antecedentes, y de la reite-
rada expresion de la voluntad de S. ¡U. , mandó ayer al general, á cu-




44
yo cargo estaba la custodia del citado preso, que lo entregase al oficial
que destinase para su conduccion el gran duque; disposicion que ya
queda cumplida en todas sus partes. Madrid 21 de abril de 1808.


NUMERO 17.


Oficiodel general Belliard á la Junta de gobierno. (Tease la Memoria de
O{árril y Azanza.)


« Habiendo S. IU. el emperador y rey manifestado á S. A. el gran
duque de Berg, que el príncipe de Asturias acababa de escribirle dicien-
do, ( que le hacia dueño de la suerte del príncipe de la Paz, u S. A. me
encarga en consecuencia que entere á la Junta de las intenciones del
emperador, que le reitera la órden de pedir la penona de este prínci-
pe y de enviarle á Francia.


Puede ser que esta determinacion de S. A. R. el príncipe de Astu-
rias no haya llegado todavía á la Junta. En este caso se deja conocer
que S. A. R. habrá esperado la respuesta del emperador; pero la Junta
comprenderá que el responder al príncipe de Asturias seria decidir una
cuestion muy diferente; y ya es sabido que S. M. I. no puede recono-
cer sino á Cárlos IV.


Ruego pues á la Junta se sirva tomar esta nota en consideracion, y te-
ner la bondad de instruirme sobre este asunto, para dar cuenta á
S. A. I. el gran duque de la determinaciou que tomase.


El gobierno y la nacion española solo hallarán en esta resolucion de
S. IU. I. nuevas pruebas del interes que toma por la España; porque
alejando al príncipe de la Paz, quiere quitar á la malevolencia los me-
dios de creer posible que Cárlos IV volviese el poder y su confianzaal
que debe haberla perdido para siempre; y por otra parte la Junta de
gobierno hace ciertamente justicia á la nobleza de los sentimientos de
S. IU. el emperador, que no quiere abandonar á su fiel aliado.


Tengo el honor de ofrecer á la Junta las seguridades de mi alta con-
sideracion.=EI general y jefe del estado mayor general, Augusto Be-
lliard. = Madrid 20 de abril de 1808."


NUMERO 18.


Carta remitiendo la protesta al emperador y rey.


" Hermano y señor: V. M. sabrá ya con sentimiento el suceso de
Aranjuez y sus resultas, y no dejará de ver sin algun tanto de interes




45
á un rey, que forzado á abdicar la corona, se echa en los brazos de un
gran monarca su aliado, poniéndose en todo y por todo á su disposicion,
pues que es el único que puede hacer su dicha, la de toda su familia, y
la de sus fieles y amados vasallos .....Heme visto obligado á abdicar; pe-
ro seguro en el dia y lleno de confianza en la magnanimidad y genio del
grande hombre que siempre se ha manifestado mi amigo, he tomado la
resolución de dejar á su arbitrio lo que se sirviese hacer de nosotros,
mi suerte, la de la reina ..... Dirijo á V. M. I. una protesta contra el
acontecimiento de Aranjuez , y contra mi abdicacion. Me pongo y con-
fio enteramente en el corazón y amistad de V. M. I. Con esto ruego á
Dios que os mantenga en su santa y digna guarda. = Hermano y señor.
de V. M. l. su afectísimo hermano y amigo. = Cárlos.»


TDEM.


Reiteracion de la protesta dirig"ida al señor ínfunte don Antonio.
"Muy amado hermano: el 19 del mes pasado he confiado á mi hijo


un decreto de abdicación ..... En el mismo diaextendí una protesta cou-
tra el decreto dado en medio del tumulto, y forzado por las críticas
circunstancias..... Hoy, que la quietud está restablecida, que mi pro-
testa ha llegado á las manos de mi augusto, amigo y fiel aliado el em-
perador de los franceses y rey de Italia, que es notorio que mi hijo no
ha podido lograr que le reconozca bajo este título..... declaro solemne-
mente que el acto de abdicaciou que firmé el dia 19 del pasado mes de
marzo es nulo en todas sus partes; y por eso quiero que hagais cono-
cer á todos mis pueblos que su buen rey, amante de sus vasallos, quie-
re consagrar lo que le queda de vida en trabajar para hacerlos dicho-
sos. Confirmo provisionalmente en sus empleos de la Junta actual de
gobierno los individuos que la componen, y todos los empleos civiles y
militares que han sido nombrados desde el 19 del mes de marzo últi-
mo. Pienso en salir luego al encuentro de mi augusto aliado, despues
de lo cual transmitiré mis últimas órdenes á la Junta. San Lorenzo á 17
de abril de 1808.= Yo el rey. =A la Junta superior de gobierno. »


NUMERO 19.


"Ilustrísimo seíior: Al folio 33 del manifiesto del Consejo se dice
que se presentó un oidor del de Navarra disfrazado, que habia logrado
introducirse en la habitacion del señor don Fernando VII, Ytraía ins-




46
trucciones verbales de S. M. , reducidas á estrechos encargos y deseos
de que se siguiese el sistema de amistad y armonía con los franceses.
Las consideraciones que debo á ese supremo tribunal por haber supri-
mido mi nombre, y lo mas esencial de la comisíon solo con el objeto
de evitar que padeciese mi persona, sujeta al tiempo de la publicación
á la dominacion francesa, exigen mi gratitud y reconocimiento, y así
pido á V. S. I. que se lo haga presente j pero ahora que, aunque á cos-
ta de dificultades y contingencias, me veo en este pueblo libre de todo
temor, juzgo preciso que sepa el público mi mision en toda su ex-
tensión.


Hallábame yo en Ilayona con otros ministros de los tribunales de Na-
varra, cuando llegó el rey á aquella ciudad: no tardó muchas horas el
emperador de los franceses en correr el velo que ocultaba su misterio-
sa conducta; hizo saber á cara descubierta a S. lU. el escandaloso é
inesperado proyecto de arrancarle violentamente de sus sienes la coro-
na de Espaiía; y persuadido sin duda de que ¡\ su mas pronto logro
convenía estrechar al rey por todos medios, uno de los que primero
puso en ejecucion Iué la interceptucion de correos. Diariamente se ex-
pedían extraordinarios; pero la garantia del derecho de las gentes no
era un sagrado que los asegurase contra las tropelías de un gobiemo
acostumbrado á no escrupulizar en la eleccion de los medios para rea-
lizar sus depravados fines: en estas circunstancias creyó S.]\l. preciso
añadir nuevos y desconocidos conductos de comunicacion con la Junta
suprema presidida por el infante don Antonio, y me honró con la con-
fianza de que fuese yo el que pasando á esta capital, la informase ver-
balmente de los sucesos ocurridos en aquellos tres primeros aciagos
dias. Salí á su virtud de Bayona sobre las seis de la tarde del 23, y lle-
gué á esta villa por caminos y sendas extraviadas, no sin graves peligros
y trabajos , al anochecer del '29 de abril: inmediatamente me dirigí á la
Junta y anunciándola la real órden, dije: "que el emperador de los
"franceses queria exigir imperiosamente del rey don Fernando VIIque
" renunciase por sí, y en nombre de la familia toda de los Borhones, el
" trono de Espaiíay todos sus dominios en favor del mismo emperador y
» de su dinastía, prometiéndole en recompensa el reino de Etruria, y que
» la comitiva que habia acompañado á S. 111. hiciese igual renuncia en
» reprcscntacion del pueblo espaiíol: que desentendiéndose S. JU. I. yR.
» de la evidencia con que se demostró que ni el rey ni ·Ia comitiva po-
» dian ni debían en justicia acceder á tal renuncia, y despreciando
" las amargue quejas que se le dieron por haber sido conducido S. ¡n.




47
" á Rayona con el engaño y perfidia que carecen de ejemplo. tanto mas
» execrables. cuanto que iban encubiertos con el sagrado título de
l) amistad y utilidad recíproca, afianzadas en palabras las mas decisi-
lO vas y terminantes. insistia en ella sin otras razones que dos pretex-
u tos indignos de pronunciarse por un soberano que no haya perdido
» todo respeto á la moral de los gabinetes, y aquella buena fé que forma
lJ el vínculo de las naciones; reducidos el primero á que su política no
)l le permitía otra cosa, pues que su persona no estaba scgura mieu-
» tras que alguno de los Borhones, enemigos de su casa, reinase en una
u nacion poderosa; y el segundo á que no era tan estúpido que despre-
11 ciase la ocasion tau favorable que se le presentaba de tener un ejército
» formidable dentro de España, ocupadas sus plazas y puntos prin-
u cipales , nada que temer por la parte del norte, yen su poder las per-
» sonas del rey y del señor infante don Cárlos: ventajas todas bien di-
)) fjciles para que se las ofreciesen los tiempos venideros. Que con la
)) idea de procurar dilaciones, y sacar de ellas el mejor partido posible,
l) se habia pasado una nota dirigida á que se autorizase un sugeto que
lJ explicase sus intenciones por escrito; pero que cuando el emperador
» se obstinase en no retroceder, estaba S. i\I. resuelto á perder primero
" la vida que acceder á tan inicua renuncia: que con esta seguridad y
"y firme inteligencia procediese la Junta en sus deliberaciones. Y con,
lJ cluí añadiendo, que habiendo preguntado yo veluntariamente al se-
u ñor don Pedro Cevallos al despedirme de S. E. si prevendria algo á
» la Junta sobre la conduela que debiera observar con los franceses, me
» respondió que aunque la comision no comprendia este punto, podía
» decir que estaba acordado por la regla general, que por entonces no
» se hiciese novedad, porque era de temer de lo contrario que resulta-
» sen funestas consecuencias contra el rey, el señor infante y cuantos
» españoles se hallaban acompañando á S. ]}l., yel reino se arriesgaba,
" descubriendo ideas hostiles antes que estuviese preparado para sa-
)l cudir el Jugo de la opresion. JJ V. S. 1. sabe que con esas mismas ó
semejantes expresiones lo expuse todo, no solo en la noche del '29, si
también en la inmediata del 30 de abril, en que quiso S. A. el señor
infante don Antonio que asistiese JO á la sesion que se celebró en ella,
compuesta á mas de los señores individuos de la Junta suprema, de to-
dos los presidentes de los tribunales, y de dos ministros de cada uno,
con el doble objeto de que todos se informasen de mi comision , y yo
de las novedades de aquel dia y demas de que se tratase, á fin de que
diese cuenta de todo á S. ¡n. en Rayona, adonde regresé la tarde del 6




ARTÍCULO 1."


48
de mayo con continuos riesgos y sobresaltos que se aumentaron á mi
salida; y pues es á mi parecer muy debido que no se ignore este rasgo
heróico del carácter firme de nuestro amado soberano, y yo tampoco
debo prescindir de que conste del modo mas auténtico el exacto cum-
plimiento y desempeño de mi comision en todas sus partes, ruego á
V. 1. Yal Consejo, que no hallando inconveniente mande insertar este
papel en la Gacela y Diario de esta corte. Dios guarde á V. S. I. mu-
chos años. lUadrid 27 de setiembre de 1808.=Justo María lbarnavar-
ro. =llustrísimo señor don Antonio Arias Mon y Velarde. "


NUMERO 20.


Orden del dio.


Soldados: la poblacion de lUadridse ha sublevado, y ha llegado has-
ta el asesinato. Sé que los buenos españoles han gemido de estos des-
órdenes: estoy muy léjos de mezclarlos con aquellos miserables que no
desean mas que el crimen y el pillaje. Pero la sangre francesa ha sido
derramada; clama por la venganza: en su consecuencia mando lo si-
guiente:


El general Grouchi convocará esta noche la comision militar.


ART. 2.°


Todos los que han sido presos en el alboroto y con las armas en la
mano serán arcabuceados.


ART.3."


La junta de Estado va á hacer desarmar losvecinos de Madrid. To-
dos los habitantes y estantes, quienes despues de la ejecucion de esta
órden se hallaren armados ó conservasen armas sin una permision es-
pecial, serán arcabuceados.


ART. !>."


Todo lugar en donde sea asesinado un francés será quemado.
ART. 5."


Toda reunion de mas de 8 personas será considerada como una jun-
ta sediciosa, y deshecha por la fusilería.


AlI.T. 6."


Los amos quedarán responsables de sus criados; los jefes de talle-




49
res, obradores y demas de sus oficiales; los padres y madres de sus
hijos, y los ministros de los conventos de sus religiosos.


ART.7."


Los autores, vendedores y distribuidores de libelos impresos ó ma-
uuscritos provocando á la sedicion, serán considerados como unos
agentes de la Inglaterra y arcabuceados.


Dado en nuestro cuartel general de JUadrid á 2 de mayo de 1808. =
Joachin. = Por mandado de S. A. l. YR. =EI jefe del estado mayor
general. = Belliard.


NUMERO 21.


Féase la lllemoria di, Ofár?'il y Azanza en su nota núm. 12.


NUMERO 22.


Carta (le Fernando F Il á su padre Carlos 1F.
« Venerado padre y señor; V. 1\1. ha convenido en que yo no tuve la


menor influencia en los movimientos de Aranjuez , dirigidos como es
notorio, y á V. IU. consta, no á disgustarle del gobierno y del trono, si-
no á que Re mantuviese en él, y no abandonase la multitud de los que
en su existencia dependían absolutamente del trono mismo. V. ]U. me
dijo igualmente que su abdicacion habia sido espontánea, y que aun
cuando alguno me asegurase lo contrario, no lo creyese, pues jamas
habia firmado cosa alguna con mas gusto. Ahora me dice V. 1\1. que
aunque es cierto que hizo la abdicacion con toda libertad, todavía se
reservó en su ánimo volver á tomar las riendas del gobierno cuando lo
creyese conveniente. He preguntado en consecuencia á V. 1\1. si quiere
volver á reinar; y V. M. me ha respondido, que ni quería reinar, ni me-
nos volver á España. No obstante me manda V. M. que renuncie en su
favor la corona que me han dado las leyes fundamentales del reino, me-
diante su espontánea abdicacion. A un hijo que siempre se ha distingui-
do por el amor, respeto y obediencia á sus padres, ninguna prueba que
pueda calificar estas cualidades es violenta á su piedad filial, princi-
palmente cuando el cumplimiento de mis deberes con V. M. como hijo
suyo, DO estan en contradiccíon con las relaciones que como rey me li-
gan con mis amados vasallos. Para que ni estos, que tienen el primer
derecho á mis atenciones, queden ofendidos, ni V. IU. descontento de mi
obediencia, estoy pronto, atendidas las circunstancias en que me ha-


TmT. I. APÉND. 1,




50
lIo, á hacer la renuncia de mi corona en favor de V. J\1. bajo las si-
guientes limitaciones.


1. a Que V. ~I. vuelva á lnadrid, hasta donde le acompañaré, y ser-
viré yo como su hijo mas respetuoso. 2.- Que en l\Iadrid se reunirán
las Córtes; y pues que V. ln. resiste una congl'egacion tan numerosa,
se convocarán al efecto todos los tribunales y diputados de los reinos.
3.' Que á la vista de esta asamblea se formalizará mi renuncia, ex-
poniendo los motivos que me conducen á ella: estos son el amor que
tengo á mis vasallos , y el deseo de corresponder al que me profesan,
procurándoles la tranquilidad, y redimiéndoles de los horrores de una
guerra civil por medio de UDa renuncia dirigida á que V. ll]. vuelva á
empuñar el cetro, y á regir unos vasallos dignos de su amor y protec-
cion, /j._ Que V. ~I. no llevará consigo personas que justamente se han
concitado el odio de la nacioo. 5.' Que si V. J\I. , como me ha dicho,
ni quiere reinar ni volver á España, en tal caso yo gobernaré en su real
nombre como lugar teniente suyo. Ningun otro puede ser preferido á
mí: tengo el llamamiento de las leyes, el voto de los pueblos, el amor
de mis vasallos, y nadie puede interesarse en su prosperidad con tanto
celo ni con tanta obligacion como yo. Contraída mi renuncia á estas li-
mitaciones , comparecerá á los ojos de los españoles como una prueba
de que prefíeroel interés de su conservacion á la gloria de mandarlos,
y la Europa me juzgará digno de mandar á unos pueblos, á cuya tran-
quilidad he sabido sacrificar cuanto hay de mas lisonjero y seductor
entre los hombres. Dios guarde la importante vida de V. M. muchos y
felices años, que le pide postrado á L. R. P. de V. M. su mas amante y
rendido hijo. =Fernando. = Pedro Cevallos. = Bayona 1" de mayo de
1808. » =( Féase la 'Exposicion ó manifiesto de don Pedro Cevallos nú-
mero 7.)


NUMERO 23.


Carta de Cortos Ir á su hijo Fernando r 1I.
« Hijo mio: los consejos pérfidos de los hombres que os rodean han


conducido la España á una situacion crítica: solo el emperador puede
salvarla.


Desde la paz de Basilea he conocido que el primer interes de mis
pueblos era inseparable de la conservacíou de buena inteligencia con
la Francia. Ningun sacrificio he omitido para obtener esta importante
mira: aun cuando la Francia se hallaba dirigida por gobiernos efímeros,




51
ahogué mis incliuaciones particulares para no escuchar sino la política,
y el bien de mis vasallos.


Cuando el emperador hubo restablecido el órden en Francia se disi-
paron grandes sobresaltos, y tuve nuevos motivos para mantenerme
liel á mi sistema de alianza. Cuando la Inglaterra declaró la guerra á la
Francia, logré felizmente ser neutro y conservar á mis pueblos los be-
neficios de la paz. Se apoderó después de 4 fragatas mias , y me hizo
la guerra aun antes de habérsela declarado; y entonces me vi precisa-
do á oponer la fuerza á la fuerza, y las calamidades de la guerra asalta-
ron á mis vasallos.


La España rodeada de costas, y que debe una gran parte de su pros-
peridad á sus posesiones ultramariuas , sufrió con la guerra mas que
cualquiera otro estado: la interrupcion del comercio, y todos los es-
tragos que acarrea, afligieron á mis vasallos, y cierto número de ellos
tuvo la injusticia de atribuirlos á mis ministros.


Tuve al menos la felicidad de verme tranquilo por tierra, y libre de
la inquietud en cuanto á la integridad de mis provincias, siendo el úni-
co de los reyes de Enropa que se sos tenia en medio de las borrascas de
estos últimos tiempos. Aun gozaria de esta tranquilidad sin los conse-
jos que os han desviado del camino recto. Os habeis dejado seducir con
demasiada facilidad pOI' el odio que vuestra primera mujer tenia á la
Francia, y habéis participado irreflexivamente de sus injustos resen-
timientos contra mis ministros, contra -vuestra madre 1 y contra mí
mismo.


lUe creí obligado á recordar mis derechos de padre y de rey: os hice
arrestar, y hallé en vuestros papeles la prneba de vuestro delito; pero
al acabar mi carrera, reducido al dolor de ver perecer á mi hijo en un
cadalso, me dejé llevar de mi sensibilidad al ver las lágrimas de vues-
tra madre. No obstante mis vasallos estaban agitados por las preven-
ciones engañosas de la íaocion de que os habeis declarado caudillo.
Desde este instante perdí la tranquilidad de mi vida, y me vi precisado
á unir las penas que me causaban los males de mis vasallos á los pesa-
res que debí á las disensiones de mi misma familia.


Se calumniaban mis ministros cerca del emperador de los franceses,
el cual creyendo que los españoles se separahan de su alianza, J viea
do los espíritus agitados (aun en el seno de msíamilia) cubrid bajo varíes
pretextos mis estados con sus tropas. En cuanto estas ocuparon la ri-
hera derecha del Ebro, y que mostraban tener por objeto mantener la
comuuicaciuu con Portugal, tuve la esperanza de que no ahaudouaria




52
los sentimientos de aprecio y de amistad que siempre me había dispen-
sado j pero al ver que sus tropas se encaminaban hácia mi capital, co-
nocí la urgencia de reunir mi ejército cerca de mi persona, para pre-
sentarme á mi angusto aliado como conviene al rey de las Españas,
Hubiera yo aclarado sus dudas, y arreglado mis intereses: dí orden á
mis tro pas de salir de Portugal y de Dladrid, y las reuní sobre varios
puntos de mi monarquía. no para abandonar á mis vasallos, sino para
sostener dignamente la gloria del trono. Ademas mi larga experiencia
me daba á conocer que el emperador de los franceses podia muy bien
tener algun deseo conforme á sus intereses y á la política del vasto sis-
tema del continente, pero que estuviese en contradiccion con los intere-
ses de mi casa. ¿Cuál ha sido en estas circunstancias vuestra conducta?
El haber introducido el desorden en mi palacio, y amotinado el cuerpo
de guardias de Corps contra mi persona. Vuestro padre ha sido vuestro
prisionero: mi primer ministro, que habia yo criado y adoptado en mi
familia, cubierto de sangre fué conducido de un calabozo á otro. Ha-
beis desdorado mis canas, y las habeis despojado de una corona poseí-
da con gloria por mis padres, y que habia conservado sin mancha. Os
habeis sentado sobre mi trono, y os pusisteis á la disposicion del pne·
blo de Madrid y de tropas extranjeras que en aquel momento en-
traban.


Ya la conspiracion del Escorial habia obtenido sus miras: los actos de
mi administracion eran el objeto del desprecio público. Anciano y ago-
viado de enfermedades, no he podido sobrellevar esta nueva desgracia.
He recurrido al emperador de los fraceses , no como un rey al frente de
sus tropas y en medio de la pompa del trono, sino como un rey infeliz
y abandonado. He hallado proteccion y refugio en sus reales: le debo
la vida, la de la reina, y la de mi primer ministro. He venido en fin
hasta Bayona • y habeis conducido este negocio de manera, que todo
depende de la mediacion de este flran príncipe.


El pensar en recurrir á agitaciones populares es arruinar la España.
y conducir á las catástrofes mas horrorosas á vos, á mi reino, á mis
vasallos y mi familia. lUi corazon se ha manifestado abiertamente al
emperador: conoce todos los ultrajes que he recibido, y las violencias
que se me han becho: me ha declarado que no os reconocerá jamas
por rey, y que el enemig. de su padre no podrá inspirar confianza á
los extraños. Me ha mostrado ademas cartas de vuestra mano, que ha-
cen ver claramente vuestro odio á la Francia.


En esta situacion, mis derechos SOIl claros, y mucho mas mis debe-




.)5
res. rio derramar la sangre de mis vasallos, no hacer nada al fin de mi
carrera que pueda acarrear asolamiento é incendio á la España, redu-
ciéndola á la mas horrible miseria. Ciertamente que si fiel á vuestras
primeras obligaciones y á los sentimientos de la naturaleza hubiérais
desechado los consejos pérfidos, y que constantemente sentado á mi la-
do para mi defensa hubiérais esperado el curso regular de la naturale-
za, que debia señalar vuestro puesto dentro de pocos años, hubiera yo
podido conciliar la política y el interes de España con el de todos. Sin
duda hace seis meses que las circunstancias han sido críticas; pero por
mas que lo hayan sido, aun hubiera obtenido de las disposiciones de
mis vasallos, de los débiles medios que aun tenia, y de la fuerza mo-
ral que hubiera adquirido, presentándome dignamente al encuentro de
mi aliado, á quien nunca diera motivo alguno de queja, un arreglo que
hubiera conciliado los intereses de mis vasallos con los de mi familia.
Empero arrancándome la corona, haheis deshecho la vuestra, quitán-
dola cuanto tenia de augusta y la hacia sagrada ¡i todo el mundo.


Vuestra conducta conmigo, vuestras cartas interceptadas han puesto
una barrera de bronce entre vos y el trono de España; y no es de vues-
tro interes ni de la patria el que pretendais reinar. Guardaos de encen-
der un fuego que causaria inevitablemente vuestra ruina completa, y la
desgracia de España.


Yo soy rey por el derecho de mis padres: mi abdicacion es el resul-
tado de la fuerza y de la violencia, no tengo pues nada que recibir de
vos, ni menos puedo consentir á ninguna reuniou en junta: nueva ne-
cia sugestiou de los hombres sin cxperiencia que os acompañan.


He reinado para la felicidad de mis vasallos, y no quiero dejarles la
guerra civil, los motines, las juntas populares y la revoluciono Todo
debe hacerse para el pueblo , y nada por él: olvidar esta máxima es ha-
cerse cómplice de todos los delitos que le son consiguientes. lUehe sa-
crificado toda mi vida por mis pueblos; y en la edad á que he llegado
no haré nada que esté en oposicion con su religion, su tranquilidad, y
su dicha. He reinado para ellos: olvidaré todos mis sacrificios; y cuan-
do en fin esté seguro que la religion de España, la integridad de sus
provincias, su independencia y SU8 privilegios serán conservados, ba-
jaré ál sepulcro perdonándoos la amargura de mis últimos años.


Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno á 2 de
mayo de 1808. = Cárlos. 11= \Cevaltos núm. 8.)




NUMERO 24.


Carta de Fernando FII á su padre e1l rrspuest« ti, la anterior.


SEÑOR.


" llli venerado padre y seíior: he recibido la carta que V. 1\1. se ha
dignado escribirme con fecha de antes de ayer, y trataré de respon-
der á todos los puntos que abraza con la moderacion y respeto debido
á V. 1\1.


Trata V. 1\1. en primer lugar de sincerar su conducta con respecto á la
Francia desde la paz de Basilea , y en verdad que no creo haya habido
en España quien se haya quejado de ella j antes bien todos unánimes
han alabado á V. 1\'1. por su constancia y fidelidad en los principios que
habia adoptado. Los mios en este particular son enteramente idénticos
á los de V. 11I., y he dado pruebas irrefragahles de ello desde el mumen-
to en que V. ]\'1. abdicó en mí la corona.


La causa de] Escorial, que V. l\I. da á e-ntender tuvo por orípen el
odio que mi mujer me habia inspirado contra la Fraucia , contra los mi-
nistros de V. l\l .• contra mi amada madre, y contra V. 1\1. mismo, si se
hubiese seguido por todos los trámites legales, habría probado evideu-
teniente lo contrario j y no obstante que yo no tenia la menor influencia
ni mas libertad que la aparente, en que estaba guardado á vista por los
criados que V.1\1. quiso ponerme. los once consejeros elegidos por
s.a. fueron unánimemente de parecer que no habia motivo de acusa-
ciou , y que los supuestos reos eran inocentes.


V. lU. habla de la desconfianza que le causaba la entrada de tantas
tropas extranjeras en España , y de que si V. 1\1. babia llamado las que
tenia en Portugal, y reunido en Aranjuez y sus cercanías los que habia
en JUadri,d, no era para abandonar á sus vasallos, sino para sostener la
gloria del trono. Permítamo V. Jn. le haga presente, que uo dehia sor-
prenderle la entrada de unas tropas amigas y aliadas, y que bajo este
concepto debían inspirar una total confianza. Perurítame V. l\l. obser-
varle igualmente, que las ordenes comunicadas por V. Ni. fueron para
su viaje y el de su real familia á Sevilla; que las tropas las tenían para
mantener libre aquel camino, y que no hubo una sola persona que no
estuviese persuadida de que el fin de quien lo dirigia todo era transpor-
tar á V. 1\1. y real familia á América. V. 1\1. publicó un decreto para
aquietar el auiuio de sus vasallos sobre este particular j pero cumo se-
guian embargados los carruajes , y apostados los tiros, y se veiau todas




55
las disposiciones de un proximo VIaje á la costa de Andalucía, la de-
sesperacion se apoderó de los ánimos, y resultó el movimiento de
Aranjuez. La parte qne yo tUVIl en él, V. NI. sabe que no fué otra que
ir por su mandado á salvar del furor del pueblo ¡JI objeto de su odio,
porque le creia autor del viaje.


Pegunte V. IU. al emperador de los Irunceses , y S. ]U. 1. le, dirá sin
duda lo mismo que me dijo á mí en una carta que me escribió á Vitoria;
á saber, que el objeto del viaje de S. ilI. 1. á JUadrid era inducir á V. 1U.
á algunas reformas, y á que wparase de su lado al príncipe de la Paz,
cuya influencia era la causa de todos los males.


El entusiasmo que su arresto produjo en toda la nacion, es una prue-
ba evidente de lo mismo que dijo el emperador. Por Jo dcmas V. J}1. es
buen testigo de que en medio de la fermentacion de Aranjuez no se oyó
una sola palabra contra V. ~I., ni contra persona alguna de su real
familia; antes bien aplaudieron á V. 111. con mayores demostraciones
dejúbilo y de fidelidad hácia su augusta persona: así es que la abdica-
cion de la corona que V. J}1. hizo en mi favor, sorprendió á todos, y á
mí mismo, porque nadie lo esperaba, ni la habia solicitado. V. il!. co-
municó su abdicacion á todos SIlS ministros, dándome á reconocer á
ellos por su rey y señor natural; la comunicó verbalmente al cUllrpo
diplomático que residia cerca de su persona, manifestándole que su
determinacion procedia de su espontánea voluntad, y que la tenia to-
mada de antemano. Esto mismo lo dijo V. WI. á su muy amado hermano
el infante don Antonio, añadiéndole, que la firma que V. M. hahia pues-
to al decreto de abdicacion era la que hahia hecho con mas satisfaccion
en sn vida, y últimamente me dijo V. ilI. á mí mismo tres dias despues,
que no creyese que la ahdicacion babia sido involuntaria, corno 'alguno
decia , pues babia sido totalmente libre y espontánea.


Mi supuesto odio contra la Francia tan léjos de aparecer por ningun
lado, resultará do los hechos que voy á recorrer rápidamente todo lo
contrario.


Apenas abdicó V. 1\1. la corona en mi favor, dirigí varias cartas des-
de Aranjuez al emperador de los franceses, las cuales son otras tantas
protestas de que mis principios con respecto á las relaciones de amis-
tad y estrecha alianza. que felizmente subsistian entre ambos estados,
eran los mismos que V.IU. me había inspirado, y babia ohservado in-
violablemente. illi viaje á ilIadrid fué otra de las mayores pruebas que
pude dar á S. lU. 1. de la confianza ilimitada queme inspiraba, puesto
que habiendo entrado el príncipe JUurat el dia anterior en Madrid con




una gl'all parte de su ejército, y estando la villa sin guarnicion ,fué lo
mismo que entregarme en sus manos. A los dos dias de mi residencia
en la corte se me dió cuenta de la correspondencia particular de V. IU.
con el emperador , y hallé que V. IU. le hahia pedido recientemente
una princesa de su familia para enlazarla conmigo, y asegurar mas de
este modo la union y estrecha alianza que reinaba entre los dos es·
tados. Conforme enteramente con los principios y con la voluntad de
V. 1\1., escribí una carta al emperador pidiéndole la princesa por esposa.


Envié nna diputncion á Bayona para que cumplimentase en mi nom-
bre á S. ¡\l. 1.: hice que partiese poco después mi muy querido herma-
no el infante don Carlos para que lo obsequiase en la frontera; y no
contento con esto, salí yo mismo de Madrid en fuerza de las segurida-
des que me había dado el embajador de S. ))'1. 1., el gran duque de Berg
y el general Savary, que acababa de llegar de Paris, y me pidió una
audiencia para decirme de parte del emperador, que S. 1\1. 1. no desea-
ba saber otra cosa. de mí, sino si mi sistema con respecto á la Francia
seria el mismo que el de V. 1\1., en cuyo caso el emperador me recono-
ceria como rey de España , y proscindiria de todo lo domas.


Lleno de confianza en estas promesas, y persuadido de encontrar en
el camino á S. 1\'( 1., vine hasta esta ciudad, y en el mismo dia en que
llegué se hicieron verbalmente proposiciones á algunos sugetos de mi
comitiva tan ajenas de lo que hasta entonces se había tratado. que ni
mi honor, ni mi conciencia, ni los deberes que me impuse cuando las
Córtes me juraron por su príncipe y señor , ni los que me impuse nue-
vamente cuando acepté la corona que V. M. tuvo á bien abdicar eu mi
favor, me hall permitido acceder á ellas.


No comprendo cómo puedan hallarse cartas mías en poder del empe-
rador que prueben mi odio contra la Francia despues de tantas prue-
bas de amistad como le he dado, y no habiendo escrito yo cosa alguna
que lo indique.


Posteriormente se me ha presentado una copia de la protesta que
V. M. hizo al emperador sobre la nulidad de la abdicacion ; y luego que
V. JU. llegó á esta ciudad, preguntándole yo sobre ello, me dijo V. lU.
que la abdicacion habia sido libre, aunque no para siempre. Le pre-
gunté así mismo por qué no me lo hahia dicho cuando la hizo, y V. In.
me respondió porque no habia querido; de lo cual se infiere que la ab-
dicaciou no fué violenta, y que yo no pude saber que V. lU. pensaba en
volver á tomar las riendas del gobierno. Tamhieu me dijo V. 1\1. que ni
queria reinar, ni volver á España,




57
A pesar de esto en la carta que tuve la honrra de poner en las manos


de V. M., manifestaba estar dispuesto á renunciar la corona en su fa-
VOl', mediante la reuníon de las Córtes, ó en falta de estas de los Con-
sejos y diputado s de los reinos; no porque esto lo creyesc necesario
para dar valor á la renuncia, sino porque lo juzgo muy conveniente
para evitar la repugnancia de esta novedad, capaz de producir choques
y partidos, y para salvar todas las consideraciones debidas á la dig-
nidad de V. M., á mi honor y á la tranquilidad de los reinos.


En el caso que V. M. no quiera reinar por sí, reinaré yo en su real
nombre ó en el mio , porque á nadie corresponde sino á mí el represen-
tar su persona, teniendo, como tengo, en mi favor el voto de las leyes
y de los pueblos, ui es posible que otro alguno tenga tanto interes co-
mo yo en su prosperidad.


Repito á V. M. nuevamente que en tales circunstancias y bajo dichas
condiciones, estaré pronto á acompañar á V. M. á España para hacer
allí mi abdicacion en la referida íormn: y en cuanto á lo que V. In. me
ha dicho de no querer volver á España, le pido con las lágrimas en los
ojos, y por cuanto hay de mas sagrado en el cielo y en la tierra, qne
en caso de no querer con efecto reinar, no deje un país ya conocido, en
que podrá elegir el clima mas análogo á su quebrantada salud, y en el
que le aseguro podrá disfrutar las mayores comodidades y tranquilidad
de ánimo que en otro alguno.


Ruego por último á V. ln. encarecidamente que se penetre de nuestra
situación actual, y de que se trata de excluir para siempre del trono de
España nuestra dinastía, substituyendo en su lugar la imperial de
Francia j que esto no podemos hacerlo sin el expreso consentimiento
de todos los' individuos qne tienen y puedan tener derecho á la corona,
ni tampoco sin el mismo expreso consentimiento de la nacion española
reunida en Córtes y en lugar seguro: que ademas de esto ,hallándonos
en un país extraño, no habria quien se persuadiese que ohrabámos con
libertad, y esta sola circunstancia anularía cuanto hiciésemos, y po
dria producir fatales consecuencias.


Antes de acabar esta carta permítame V. M. decirle, que los conseje-
ros que V. M. llama pérfidos, jamas me han aconsejado cosa que desdi
ga del respeto, amor y veueracion que siempre he profesado y profesaré
á V. NI., cuya importante vida ruego á Dios conserve felices y dila-
tados años. Bayon« q de mayo de 180S.=Seuor.=A. L. R. P. de
v. 1n. su mas humilde hijo. =Fernando. » = (Cevatlos núm. 9. )


TOlll. I. APÉND.




58
NUMERO 25.


Carta de Fernando 1/11 á su padre Carlos 11'.


{( Venerado padre y señor: el 1" del corriente puse en las reales ma-
nos de V. m. la renuncia de mi corona en su favor. He ereido de mi
obligacion modificarla con las limitaciones convenientes al decoro de
V. M. , á la tranquilidad de mis reinos, y á la conservacion de mi ho-
nor y reputacion. No sin grande sorpresa be visto la indignacion que
han producido cn el real ánimo de V. ]'1. unas modificaciones dictadas
por la prudencia, y reclamadas por el amor de que soy deudor á mis'
vasallos.


Sin mas motivo que este ha creido V. M. que podia ultrajarme á la
presencia de mi venerada madre y del emperador con los títulos mas
humillantes; y no contento con esto exige de mí que formalice la re-
nuncia sin límites ni condiciones, so pena de que yo y cuantos compo-
nen mi comitiva seremos tratados como reos de conspiracion. En tal
estado de cosas hago la renuncia que V. 1\l. me ordena, para que vuel-
va el gobierno de la España á el estado en que se hallaba en 19 de
marzo, en que V. M. hizo la abdicacion espontánea de su corona en mi
favor.


Dios guarde la importante vida de V. M. los muchos años que le de-
sea, postrado á L. R. P. de V. lU., su mas amante y rendido hijo.=
Fernando. = Pedro Cevallos, =Hayona 6 de mayo de 1808. »=( Ceva-
llos núm. t O. )


NmIERO 26.


Copia del tratado entre Cárlos 1F y el emperador de los franceses.


Cárlos IV, rey de las Españas y de las Indias, y Napoleon emperador
de los franceses, rey de Italia y protector de la confederacion del Rio,
animados de igual deseo de poner un pronto término á la anarquía á
que está entregada la España, y libertar esta nacion valerosa de las
agitaciones de las facciones; queriendo asimismo evitarle todas las con-
vulsiones de la guerra civil y extranjera, y colocarla sin sacudimientos
políticos eu la única situacion que atendida la circunstancia extraordi-
naria en que se halla puede mantener su integridad, afianzarle sus co-
lonias y ponerla en estado de reunir todos sus recursos con los de la
Francia, á efecto de alcanzar la paz marítima; hall resuelto unir todos




ARTícULO 1."


59
sus esfuerzos y arreglar en un convenio privado tamaños intereses.


Con este objeto han nombrado, á saber:
S. M. el rey de las Españas y de las Indias á S. A. S. donHanuel


Godoy, príncipe de la Paz, conde de Évora-ldontc.
y S' ~I. el emperadur etc. al señor general de division Duroc, gran


mariscal de palacio.
Los cuales despues de canjeados sus plenos poderes, se han conve-


nido en lo que sigue:


S. 1\J. el rey Gárlos , que no ha tenido en tuda su vida otra mira que
la felicidad de sus vasallos, constante en la idea de que todos los actos
de un soberano deben únicamente dirigirse á este fin; no pudiendo las
circunstancias actuales ser sino un manantial de disensiones tanto mas
funestas, cuanto las desavenencias han dividido su propia familia; ha
resuelto ceder, como cede por el presente, todos sus derechos al trono
de las Españas y de las Indias á S. 1'1. el emperador Napoleou , WIDO el
único que, en el estado á que han llegado las cosas, puede restablecer
el órden: entendiéndose que dicha cesion solo ha de tener efecto para
hacer gozar á sus vasallos de las condiciones siguientes: \. a La inte-
gridad del reino ser.á mantenida: el príncipe que el emperador Napo-
leon juzgue deber colocar en el trono de España será independiente, y
los límites de la España no sufrirán alteracion alguna. 2.- La religion
católica, apostólica, romana será la única en España. No se tolerará
en su territorio religion alguna reformada, y mucho menos infiel, se-
gun el uso establecido actualmente.


ART. 2.°


Cualesquiera actos contra nuestros fieles súbditos desde la revoluciou
de Aranjuez son nulos y de ningun valor, y sus propiedades les serán
restituidas.


ART.•~.o


S. M. el rey Cárlos habiendo así asegurado la prosperidad, la inte
gridad y la independencia de sus vasallos, S. M. el emperador se obli-
ga ádar un asilo en sus estados al rey Cárlos, á su familia, al príncipe
de la Paz, como también á los servidores suyos que quieran seguirles.
los cuales gozarán en Francia de un rango equivalente al que tenían en
España.


ART.4.0


El palacio imperial de Compiegne, con los cotos y bosques de su




ART.9."


60
dependencia, quedan á la disposicion del rey Carlos mientras viviere.


ART. 5."
. .


S. M. el emperador da y afianza á S. M. el rey Cárlos una lista civil
de 30 millones de reales, que S. 1\1. el emperador Napoleon le hará pa-
gar directamente todos los meses por el tesoro de la corona.


A la muerte del rey Cárlos 2 millones de renta formarán la viudedad
de la reina.


ART. 6."


El emperador Napoleon se obliga á conceder á todos los infantes de
España una reuta anual de 400,000 francos. para gozar de ella perpe-
tuamente así ellos como sus descendientes, y en caso de extinguirse
una rama, recaerá dicha renta en la existente á quien corresponda se-
gun las leyes civiles.


ART.7."


S. M. el emperador hará con el futnro rey de España el convenio que
tenga por acertado para el pago de la lista civil y rentas comprendidas
en los artículos antecedentes; pero S. M. el rey Carlos no se enten-
derá directamente para este objeto sino con el tesoro de Francia.


ART.8."


S. M. el emperador Napoleon da en cambio á S. M.. el rey Cárlos el
sitio de Chambord, con los cotos, bosques y haciendas de que se com-
pone , para gozar de él en toda propiedad y disponer de él como le
parezca.


En consecuencia S. M. el rey Cárlos renuncia, en favor de S. 1\1. el
emperador Napoleon, todos los bienes alodiales y particulares no per-
tenecientes á la corona de España, de su propiedad privada en aquel
reino.


Los infantes de España seguirán gozando de las rentas de las enco-
miendas que tuvieren en España.


ART. rn.


El presente convenio será ratificado, y las ratificaciones se canjearán
dentro de ocho dias ó lo mas pronto posible.


Fecho en Bayona á 5 de mayo de 1808. =EI príncipe de la Paz.=
Duroc.




61
NUlUERO 27.


Copia del tratado entre ti príncipe de Asturias y el emperador de los
franceses.


« S. M. el emperador de los franceses etc., y S. A. R. el príncipe de
Asturias, teniendo varios puntos que arreglar , han nombrado por sus
plenipontenciarios , á saber:


S. IU. el emperador al señor general de división Duroc, gran mariscal
de palacio, y S. A. el príncipe á don Juan Escdiquiz, consejero de Esta-
do de S. ~I. C., caballero gran cruz de Cárlos lU.


Los cuales despues de canjeados sus plenos poderes, se han conve-
nido en los artículos siguientes:


ARTíCULO 1."


S. A. R. el príncipe de Asturias adhiere á la eesion hecha por el rey
Cárlos de sus derechos al trono de España y de las Indias en favor de
S. M. el emperador de los franceses etc., y renuncia en cuanto sea
menester á los derechos que tiene como príncipe de Asturias á dicha
corona.


ART. 2."


S. iVI. el emperador concede en Francia á S. A. el príncipe de Astu-
rias el título de A. R., con todos los honores y prerogativas de que go-
zan los príncipes de su rango. Los descendientes de S. A. R el prín-
cipe de Asturias conservarán el título de príncipe y el de A. S., y
tendrán siempre en Francia el mismo rango que los príncipes dignata-
rios del imperio.


ART.3."


S. M. el emperador cede y otorga por las presentes en toda propie-
dad á S. A. R. Y sus descendientes los palacios, cotos, haciendas de
Navarre y bosques de su dependencia hasta la concurrencia de 50,000
arpens libres de toda hipoteca, para gozar de ellos en plena propiedad
desde la fecha del presente tratado.


ART.4."


Dicha propiedad pasará á los hijos y herederos de S. A. R. el prínci-
pe de Asturias; en defecto de estos á los del infante don Cárlos , y así
progresivamente hasta extinguirse la rama. Se expedirán letras paten-
tes y privadas del monarca al heredero en quien dicha propiedad vi-
niese á recaer.




62
ART.5."


S. IU. el emperador concede á S. A. R. 400,000 francos de renta so·
bre el tesoro de Francia, pagados por dozavas partes mensualmente,
para gozar de ella y transmitirla á sus herederos en la misma forma
que las propiedades expresadas en el arto 4.n


ART.6."


A mas de lo estipulado en los artículos antecedentes, S. IU. el em-
perador concede á S. A. el príncipe una renta de 600,000 francos, igual·
mente sobre el tesoro de Francia, para gozar do ella mientras viviere.
La mitad de dicha renta formará la viudedad de la princesa su esposa
si le sobreviviere.


ART. i."


S. I'l. el emperador concede y afianza á los infantes don Antonio,
don Cárlos y don Francisco: 1." El título de A. R. con todos los hono-
res y prerogativas de que gozan los príncipes de su rango j sus deseen-
dientes conservarán el título de príncipes y el de A. S., y tendrán
siempre en Francia el mismo rango que los príncipes dignatarios del
imperio. 2." El goce de las rentas de todas sus encomiendas en España,
mientras vivieren. 3." Una renta de 400,000 francos para gozar de ella
y transmitirla á sus herederos perpetuamente, entendiendo S. M. 1.
que si dichos infantes muriesen sin dejar herederos, dichas rentas
pertenecerán al príncipe de Asturias. ó á sus descendientes y herede-
ros: todo esto bajo la condicion de que sus AA. RR. adhieran al pre-
sente tratado.


ART.8."


El presente tratado será ratificado y se canjearán las ratificaciones
dentro de ocho días ó antes si se pudiere. Bayona 10 de mayo de 1808.
= Duroc, = Escóiquiz. »)


NUMERO 28.


Proclama dirigida á los españoles m consecuencia del tratado de Rayana.
( Féase la Idea sencilla de Escóiquiz en su núm. 8.)


«Don Fernando, príncipe de Asturias, y los infantes don Cárlos y don
Antonio, agradecidos al amor y á la fidelidad constante que les han ma-
nifestado todos sus españoles , los ven con el mayor dolor en el dia su-
mergidos en la confusion, y amenazados, de resulta de esta, de las
mayores calamidades j y conociendo que esto Hace en la mayor parte




65
de ellos de la ignorancia en que estan así de las causas de la conduera
que SS. AA. han observado hasta ahora, como de los planes que para
la felicidad de su patria estan ya trazados, no pueden menos de procu-
rar darles el saludable desengaño de que necesitan para no estorbar su
ejecucion , y al mismo tiempo el mas claro testimonio del afecto que
les profesan.


No pueden en consecuencia dejar de manifestarles, que las circuns-
tancias en que el príncipe por la abdicaciun del rey su padre tomó las
riendas del gobierno, estando muchas provincias del reino y todas las
plazas fronterizas ocupadas por UD gran número de tropas francesas, y
mas de 70000 hombres de la misma nacion situados en la corte y sus
inmediaciones, como muchos datos que otras personas no podrían te-
ner, les persuadieron que rodeados de escollos no tenían mas arbitrio
que el de escoger entre varios partidos el que produjese menos males,
y eligieron como tal el de ir á Bayona.


Llegados SS. AA. á dicha ciudad, se encontró impensadamente el
príncipe (entonces rey) con la novedad de que el rey su padre habia
protestado contra su abdicacion, pretendiendo no haber sido volunta-
ria. No habiendo admitido la corona sino en la buena fé de que lo hu-
biese sido, apenas se aseguró de la existencia de dicha protesta, cuan-
do su respeto filial le hizo devolverla, y poco después el rey su padre
la renunció en su nombre y en el de toda su dinastía á favor del empe-
rador de los franceses, para que este, atendiendo al bien de la uacion,
eligiese la persona y dinastía que hubiesen de ocuparla en adelante.


En este estado de cosas, considerando SS. AA. la situacion en que
se hallan, las críticas circunstancias en que se ve la España, y que en
ellas todo esfuerzo de sus habitantes en favor de sus derechos parece
seria no solo inútil sino funesto, y que solo serviría para derramar rios
de sangre, asegurar la pérdida cuando menos de tina gran parte de sus
provincias y las de todas sus colonias ultramarinas; haciéndose carg'o
tambien de que será un remedio eficacísimo para evitar estos males el
adherir cada uno de SS. AA. de por sí en cuanto esté de su parte á la
cesio n de sus derechos á aquel trono, hecha ya por el rey su padre; re-
flexionando igualmente que el expresado emperador de los franceses se
obliga en este supuesto á conservar la absoluta independencia y la in-
tegridad de la monarquía española, como de todas sus colonias ultra-
marinas, sin reservarse ni desmembrar la menor parte de sus dominios,
á mantener la unidad de la rcligion católica, las propiedades, las leyes y
usos, lo que asegura para muchos tiempos y de un modo incontrastable




64
el poder y la prosperidad de la nacion española; creen SS. AA. darla
la mayor muestra de su generosidad, del amor que la profesan, y del
agradecimiento con que corresponden al afecto que la hau debido, sa-
crificando en cuanto está de su parte sus intereses propios y persona-
les en beneficio suyo, y adhiriendo para esto, como han adherido porun
convenio particular á la cesion de sus derechos al trono, absolviendo á
los españoles de sus obligaciones en esta parte, y exhortándoles. co-
mo lo hacen, á que miren por los intereses comunes dI', j ~ patria, man-
teniéndose tranquilos, esperando su felicidad de las sabías disposicio-
nes del emperador Napoleon , y que prontos á conformarse con ellas
crean que darán á su príncipe y á ambos infantes el mayor testimonio
de su lealtad, así como SS. AA. se lo dan de su paternal cariño, ce-
diendo todos sus derechos. y olvidando sus propios intereses por ha-
cerla dichosa, que es el único objeto de sus deseos. »=Burdeos 12 de
mayo de 1808.


NUMERO :19.


Decreto de Carlos IJ?


"Habiendo juzgado conveniente dar una misma direccion á todas las
fuerzas de nuestro reino para mantener la seguridad de las propieda-
des y la tranquilidad pública contra los enemigos así del interior como
del exterior, hemos tenido á bien nombrar lugar. teniente general del
reino á nuestro primo el gran duque de Berg, que al mismo tiempo mano
da las tropas de nuestro aliado el emperador de los franceses. Manda-
mos al Consejo de Castilla, á los capitanes generales y gobernadores
de nuestras provincias que obedezcan sus órdenes, y en calidad de tal
presidirá la Junta de gobierno. Dado en Eayona en el palacio imperial
llamado del Gobierno, á 4 de mayo de 1808. = Yo el rey. "


NUMERO 30.


En este dia he entregado á mi amado padre una carta concebida en los
términos siguientes:


« Mi venerado padre y señor: para dar á V. M. una prueba de mi
amor, de mi obediencia y de mi sumision , y para acceder á los de-
seos que V. M. me ha manifestado reiteradas veces, renuncio mi coro-
na en favor de V. l\J., deseando que pueda gozarla por muchos años.
Recomiendo á V. ilI. las personas que me han servido desde el 19 de




65
marzo: confio en las seguridades que V. l\!. me ha dado sobre este
particular. Dios guarde á V. m. muchos años. Bayona 6 de mayo de
IS0S.=Sefior.=A L. R. P. de V.ln. su mas humilde hijo.=Fer-
nando."


En virtud de esta renuncia de mi corona que he hecho en favor L1e mi
amado padre. revoco los poderes que habia otorgado á la Junta de go-
bierno antes de mi salida de lUadrid para el despacho de los negocios
graves y urgentes que pudiesen ocurrir durante mi ausencia. La Junta
obedecerá las órdenes ymandatos de nuestro muy amado padre y so-
berano. y las hará ejecuta r en los reinos.


Debo. antes de concluir, Llar gracias á los individuos L1e la Junta, á
las autoridades constituidas y á toda la nacion por los servicios que me
han prestado , y recomendarles se reunan de todo corazon á mi padre
amado y al emperador, cuyo poder y amistad pueden mas que otra cosa
alguna conservar el primer bien de las Españas , á saber: su indepen-
dencia y la integridad de su territorio. Recomiendo asímismo que no os
dejeis seducir por las asechanzas de nuestros eternos enemigos, de vi-
vir unidos entre vosotros y con nuestros aliados. y de evitar la efusión
de sangre y las desgracias. que sin esto serian el resultado de las cir-
cnnstuncias actuales , si os dejásei» arrastrar por el espíritu de aluci-
namiento y desuuion.


Tendráse entendido en la Junta para los efectos convenientes, y se
comunicará á quien corresponda. En Bayona á 6 de mayo de 1808.=
Fernando. ,,=¡f'éase Ofáníly Azanza, páy. 63.)


:\UMERO 31.


El Sermo. Sr. gran duque de Berg. lugar-teniente general del reino,
y la Junta suprema de gobieruo se han enterado de que los deseos de
S. M. 1. Y R. el emperador de los franceses son de que en Bayona se
junte una diputacion geueral de 150 personas, que deberán hallarse
en aquella ciudad el dia 15 del próximo mes de junio, compuesta del
clero, nobleza y estado general, para tratar allí de la felicidad de toda
España, proponiendo todos los males que el anterior sistema le han
ocasionado , y las reformas y remedios mas convenientes para destruir-
los en toda la uacion , y en cada provincia en particular. A !JU conse-
cuencia, para que se verifique á la mayor brevedad el cumplimiento de
la voluntad de S. M. 1. Y R., ha nombrado la Junta desde luego algunos
sugetos , que se expresarán, reservando á algunas corporaciunes, á


TOM. I. APÉND. 5




66
las ciudades de voto en Córtes y otras, el nombramiento de los que
aquí se señalan, dándoles la forma de ejecutarlo. para evitar dudas y
dilaciones, del modo siguiente:


1.o Que si en algunas ciudades y pueblos de voto en Cortes hubiese
turno para la elección de diputados, elijan ahora las que lo estan ac-
tualmente para la primera eleccion.


2." Que si otras ciudades ó pueblos de voto en Córtes tuviesen de-
recho de votar para componer un voto, ya sea entrando en concepto de
media, tercera ó cuarta voz, ó de otro cualquiera modo, elija cada
ayuntamiento un sugeto, y remita á su nombre á la ciudad ó pueblo en
donde se acostumbre á sortear el que ha de ser nombrado.


3.o Que los ayuntamientos de dichas ciudades y pueblos de voto en
Córtes, así para esta eleccion como para la qne se dirá, puedan nom-
brar sugetos no solo de la clase de caballeros y nobles, sino tambien
del estado general, segun en los que hallaren mas luces, experiencia,
celo, patriotismo, instruccion y confianza, sin detenerse en que sean
ó no regidores, que esten ausentes del pueblo, que sean militares, ó
de cualquiera otra profesión.


4." Que los ayuntamientos á quienes corresponda por estatuto ele-
gir ó nombrar de la clase de caballeros, puedan elegir en la misma
forma grandes de España y títulos de Castilla.


5. o Que á todos los que sean elegidos se les señale por sus respec-
tivos ayuntamientos las dietas acostumbradas, ó que estimen corres-
pondientes, que se pagarán de los fondos públicos que hubiere mas á
mano.


6.o Que de todo el estado eclesiástico deben ser nombrados dos ar-
zohispos, seis obispos, dieciseis canónigos ó dignidades, dos de cada
una de las ocho metropolitanas, que deberán ser elegidos por sus ca-
bildos canónicamente. y veinte curas párrocos del arzobispado de To-
ledo y obispados que se referirán.


7." Que vayan igualmente seis generales de las órdenes religiosas.
8. o Que se nombren diez grandes de España, y entre ellos se com-


prendan los que ya estan en :Bayona, ó han salido para aquella ciudad.
9.° Que sea igual el número de los títulos de Castilla, y el mismo


el de la clase de caballeros, siendo estos últimos elegidos por las ciu-
dades que se dirán.


10. Que por el reino de Navarra se nombren dos sugetos, cuya elec-
cion hará su diputacion.


11. Que la diputacion de Vizcaya nombre uno, la de Guipiízcoa




67
otro , haciendo lo mismo el diputado de la provincia de Álava con los
cousilarios , y oyendo á su asesor.


12. Que si la isla de llIallorca tuviese diputado en la península, va-
ya este; y si no el sugeto que hubiese mas á propósito de ella, y se ha
nombrado á don Cristóbal Cladera y Company.


13. Que se ejecute 10mismo por 10tocante á las islas Canarias; y
si no hay aquí diputados, se nombra á don Estanislao Lugo, ministro
honorario del Consejo de las Indias, que es natural de dichas islas, y
también á don Antonio Saviñon.


14. Que la diputacien del principado de Asturias nombre asimismo
un sugeto de las propias circunstancias.


15. Que el Consejo de Castilla nombre cuatro ministros de él, dos
el de las Indias, dos el de Guerra, el uno militar y el otro togado; uno
el de Órdenes; otro el de Hacienda, y otro el de la Inquisicion, siendo
los nomhrados ya por el de Castilla don Sehastian de Torres y don Ig-
nacio J\Iartincz de VilleJa, que se hallan en Bayona , y don José Colon
y don J\Ianud de Lardizabal , asistiendo con ellos el alcalde de casa y
corte don Luis Marcelino Pereira , que está igualmente en aquella ciu-
dad, y los demas los que elijan á pluralidad de votos los mencionados
Consejos.


16. Que por 10tocante á la marina concurran el bailío don Antonio
Valdés y el teniente general don José 1"Iazarredo; y por lo respectivo al
ejército de tierra el teniente general don Domingo Cerviño, el mariscal
de campo don Lnis Idiaquez , el brigadier don Andrés de Errasti, co-
mandante de reales guardias españolas, el coronel don Diego de Por-
ras, capitan de walonas, el coronel don Pcdro do Torres exento de las
de Corps, todos con el príncipe de Castel-Franco, capitan general de los
reales ejércitos, y con el teniente general duque del Parque.


17. Que en cada una de las tres universidades mayores Salamanca,
Valladolid y Alcalá nombre su cláustro un doctor.


18. Que por el ramo de comercio vayan catorce sugetos, los cua-
les serán nombrados pUl' los consulados y cuerpos que se citarán luego.


19. Los arzobispos y obispos nombrados por la Junta de go~ierno,
presidida por S. A. 1. , son los siguientes: el arzobispo de Burgos, el
de Laodicca, coadministrador del de Sevilla, el obispo de Palencia, el
de Zamora, el de Orense , el de Pamplona, el de Gerona y el de Urgel.


20. Los generales de las órdenes religiosas serán el de San Benito,
Santo Domingo, San Francisco, lUercenarios calzados, Carmelitas
descalzos y San Agustin.




68
~t. Los obispos que han de nombrar los mencionados veinte curas


párrocos deben ser los de Córdoba, Cuenca, Cádiz, lI'Iálaga, Jaen, Sa-
lamanca, Almería, Guadix, Segovia, Ávila, Plasencia , Badajoz, Mon·
doñedo, Calahorra, Osma , Huesea , Orihuela y Barcelena, debiendo
asimismo nombrar dos el arzobispo de Toledo por la extensión y cir-
cunstancias de su arzobispado.


22. Los grandes de España que se nombran son: el duque de Frias
el de IUedinacrli, el de Hijar, el conde de Orgaz, el de Fuentes, el de
Feman-Nuñez , el de Santa Coloma, el marqués de Santa Cruz, el du-
que de Osuna y el del Parque.


23. Los títulos de Castilla nombrados son: el marqués de la Granja
y Cartojal, el de Castellanos, el de Cilleruelo, el de la Conquisl a, el de
Ariño, el de Lupiá, el de Bendaña, el de Villa-Alegre, el de Jura-Real
y el conde de Polentinos.
~4. Las ciudades que han de nombrar sugetos por la clase de caha-


lloros son: Jerez de la Frontera, Ciudad-Real, Málaga, Ronda, San-
tiago de Galicia, la Coruña , Oviedo, San Felipe de Játiva , Gerona y la
villa y corte de l\Iadrid.


25. Los consulados y cuerpos de comercio, que deben nombrar ca-
da uno un sugeto, son: los de Cádiz, Barcelona, Corulía, Bilbao, Va-
lencia, lUálaga, Sevilla, Alieante, Burg'os, San Sebastian, Santander,
el Banco nacional de San Cárlos , la Compañía de Filipinas y los Cinco
Gremios mayores de Madrid.


Siendo pues la voluntad de S. A. l. Yde la suprema Junta que todos
los individuos qne hayan de componer esta asamblea nacional contribu-
Jan por su parte á mejorar el actual estado del reino, encargan á usted
muy particularmente que consistiendo en el buen desempeño de esta
comisión la felicidad de España, presente en la citada asamblea con
todo celo y patriotismo las ideas que tcnga, ya sobre todo el sistema
actual, y ya respecto á esa provincia en particular, adquiriendo de las
personas mas instruidas de ella en los diversos ramos de instruccion
pública, agricultura, comercio é industria, cuantas noticias pueda,
para que en aquellos puntos en que haya necesidad de reforma, se ve_
rifique del mejor modo posible; esperando igualmente S. A. y la Junta
que las ciudades, cabildos, obispos y demas corporaciones, que segun
queda dicho, deberán nombrar personas para la asamblea, elegirán
aquellas de mas instruocion, probidad, juicio y patriotismo, y cuidarán
de darles y remitirles las ideas mas exactas del estado de la España, de
sus males y de Jos modos y medios de remediarlos, con las observa-




69
ciones correspondientes no solo á lo general del reiuo , sino tambien á
lo que exijan las particulares circunstancias de las provincias , exhor-
tando usted á todos los miembros de ese cuerpo, y á los españoles ce-
losos de esa ciudad, partido ó pueblo á que instruyan con sus luces y
experiencia al que vaya de diputado á Bayona, entregándole ó dirigién-
dole igualmente las noticias y reflexiones que consideren útiles al in-
tento.


Todo lo cual participo á usted de drden de. S. A. y de la Junta para
su inteligencia y puntual cumplimiento en la parte que le toca j en el
supuesto de que todos los sugetos que han de componer la referida di-
putacion se han de bailar en Bayona el expresado t 5 de junio próximo
corno se ha dicho; y de que así por usted como por todos los demas se
ha de avisar por mi mano á S. A. Y á la Junta de los sugetos que 86
hayan nombrado.


Dios guarde á usted muchos años, l'!adrid de mayo de iSOS.
NOTA. Despues de impresa esta carta se ha excusado el marqués de


Cilleruelo, y en su lugar ha nombrado S. A. al conde de Castafieda.
Tambien se ha admitido la excusa del general de Carmelitas descal-


zos, y se ha nombrado en su lugar al de San Juan de Dios.
Ademas el mismo gran duque, con acuerdo de la Junta, ha nombrado


seis sugetos naturales de las dos Américas. en esta forma: al marqués
de San Felipe y Santiago, por la Habana: á don José del Moral, por
Nueva-España rá don Tadeo Bravo y Rivero, por el Perú: á don Leon
Altolaguirre, por Buenos-Aires: á don Francisco Cea, por Goatemala;
y á don Ignacio Sanchez de Tejada, por Santa Fé.




LIBRO TERCERO.


NUMERO l."


LAS relaciones de los levantamientos de las provincias estan tomadas:
1." De las Gacetas, proclamas y papeles de oficio publicados entonces.
2." De las relaciones particulares manuscritas dadas por las personas
que compusieron las juntas, ó tomaron parte en la insurreccion ó fue-
ron testigos de los acontecimientos.


NUMERO 2.°


Este oficio está sacado de la correspondencia manuscrita que tene-
mos en nuestro poder, y que fué entonces seguida por los diputados
con el gobierno de S. M. B. Tambien lo insertaron las Gacetas de aquel
tiempo.


NUMERO 3."


Parlamentary Debates, vol, t 1, pág. 885.


NUMERO 4."


Entre las demostraciones extraordinarias que entonces hubo, fué
una de ellas el de haber sido recibidos los enviados de Asturias con
tales aplausos y aclamaciones el primer dia que asistieron á la ópera en
el palco del dnque de Queensbury, que se suspendió la representacion
cerca de una hora.




71
NUMRRÚ ~.n


Tt-ibuni ut (M-e semper reguntur á mu1titudine magis quam reount,
ru. ue., lib. 111, cap, LXXI.


NUMERO 6."


les provinciales, 7. rn.. Lettre, De la méthode de diriger l'intention.


NUlurmo 7."


Mémoiresdu cardinal de Retz, tomo lll.


NmmRO 6." BIS.


Don Lorenzo Calvo de Rozas, intendente general del ejército y reino
de Aragon , secretario de la suprema JUDta de las Córtes del mismo,
celebrada en la capital de Zaragoza en el dia 9 del mes de junio del
presente año de 1808:' Certifico:


Que reunidos en la sala consistorial de la ciudad los diputados de las
de voto en Córtes, y de los cuatro brazos del reino , cuyos nombres se
anotan al fíu , Y habiéndose presentado el Excmo. Sr. don José Rebo-
lledo de Palafox y J\1elci, gobernador y capitau general del mismo, y su
presidente, fuí llamado y se me hizo entrar en la asamblea para que
ejerciese las funciones de tal secretario, y hahiéndolo verificado así,
se me entregó el papel de S. E., que original existe ero la secretaría: S6
leyó y dice así:


Excmo. Sr.: Consta ya á V. E. que por el voto unánime de los habi-
tantes de esta capital, fuí nombrado y reconocido de todas las autori-
dades establecidas como gobernador y capitán general del reino: que
cualquiera excusa hubiera producido infinitos males á nuestra amada
patria, y sido demasiado funesta para mi.


IUi corazón agitado ya largo tiempo, combatido de penas y amargu-
ras. lloraba la pérdida de la patria, sin columbrar aquel fuego sagrado
que la vivifica; lloraba la pérdida de nuestro amado rey Fernando VII,
esclavizado por la tiranía y conducido á Francia con engaños y perfi-
dias; lloraba los ultrajes de nuestra santa religion, atacada por el
ateismo, sus templos violentados sacrí legamente por los traidores el
dia 2 de mnyo , y manchados COD sangre de los inocentes españoles;
lloraba la existencia precaria que amenazaba á toda la nacion, si admi-
tia el yugo de un extranjero orgulloso , cuya insaciable codicia excede
á Sil perversidad, y por fin la pérdida de nuestras posesiones en Améri-




7~
ca, y el desconsuelo de muchas familias, unas porque verian converti-
da la deuda nacional en un crédito nulo, otras que se verian despoja-
das de sus empleos y dignidades y reducidas á la indigencia ó la
mendicidad , otras que gemirian en la soledad la ausencia ó el exter-
minio de sus hijos y hermanos conducidos al norte para sacrificarse,
no por su honor, por su religion , por su rey, ni por la patria, sino
por un verdugo, nacido para azote de la humanidad , cuyo nombre tan
solo dejará á la posteridad el triste ejemplo de los horrores, engaños
y perfidias que ha cometido, y de la sangre inocente que su proterva
arnbicion ha hecho derramar.


Llegó el dia 24 de mayo, dia de gloria para toda España, y los habi-
tantes de Aragon siempre lealcs , esforzados y virtuosos, rompieron
los grillos que les preparaba el artificio, y juraron morir ó vencer. Eu
tal estado lleno mi corazon de aquel noble ardor qUll á todos nos alien-
ta, renace y se enagena de pensar que puedo participar con mis con-
ciudadanos de la gloria de salvar nuestra patria.


Las ciudades de Tortosa y Lérida invitadas J'OJ' mí, como puntos muy
esenciales, se han unido á Aragon ; he nombrado un gobcrnador en
Lérida á peticion de su ilustre ayuntamiento, les he auxiliado con al-
gunas armas y gente, y puedo esperar que aquellas ciudades se sos-
tendrán, y no serán ocupadas por nuestros enemigos.


La ciudad de Tortosa quiere participar de nuestros triunfos: ha con-
ferenciado de mi órden con los ingleses; les ha comunicado el mani--
fiesto del dia 31 de mayo para que lo circulen en toda Europa, y trata
de hacer venir nuestras tropas de Mallorca y de lUenorca, siguiendo
mis instrucciones; ha enviado un diputado para conferenciar conmigo,
y yo he nombrado otro que partió antes de ayer con instrucciones se-
cretas dirigidas al mismo fin , y al de entablar correspondencia con el
Austria.


La merindad de Tudela y la ciudad de Logrolío me han pedido uu
jefe y auxilios: quieren defenderse é impedir la entrada en Aragon á
nuestros enemigos. He nombrado con toca la plenitud de poderes por
mi teniente y por general del ejército destinado á este objeto al exce-
lentísimo señor marqués de Lazan y Cañizar, mariscal de campo de los
reales ejércitos, que marchó el dia 6 á las doce de la noche con algu-
nas tropas, y las competentes armas y municiones. No puedo dudar de
su actividad, patriotismo y celo, ni dudará V. E. : otros muchos pue-
blos de Navarra han enviado sus representantes, y la ciudad y provin-
cia de Soria sus diputados. He dispuesto comunicaciones con Santau-




75
del'; establecido postas en el camino de Valencia, y pedido armas y
artilleros, dirigiendo por aquella via todos los manifiestos y drdenes
publicadas, con encargo de que se circulen á Andaiucía, lllancba, Ex-
tremadura , Galicia y Asturias, invitándolos á proceder de acnerdo.
He enviado al coronel baron de Versajes, y al teniente coronel y go-
bernador que ba sido en América don Andrés Eoggiero ,á organizar y
mandar la vanguardia del ejército destinado hácia las fronteras de la
Alcarria y Castilla la Nueva.


Para dirigir el ramo de Hacienda con la rectitud, energía y acierto
que exige tan digna causa, y velar sobre las rentas y fondos públicos,
be nombrado por intendente á don Lorenzo Calvo de Rozas, cuyos co-
nocimientos en este ramo, y cuya probidad incorruptible me son no-
torias, y me hacen esperar los mas felices resultados. La casualidad de
haber enviado aquí á principios de mayo su familia para librarla del
peligro, y el temor de permanecer él mismo en llIadrid en circunstan-
cias tan críticas, lo trajo á Zaragoza el dia '.!8 del pasado, le hice dete-
ner, y le he precisado á admitir este encargo á pesar de que sus nego-
cios y la conservacion de su patrimonio reclamaban imperiosamente su
vuelta á Madrid. Fiado este importante ramo á un sugeto de sus cir-
cunstancias, presentaré á su tiempo á la nacion el estado de rentas, su
procedencia é inversion , y eu ellas un testimonio público de la pureza
con que se manejarán.


Resta pues el sacrificio que es mas grato á nuestros corazones; que
reunamos nuestras voluntades, .y aspiremos al fin que nos hemos pro-
puesto. Salvemos la patria, aunque fuera á costa de nuestras vidas, y
velemos por su conservacion. Para ello propongo á V. E. los puntos si-
guientes:


t." Que los diputados de las Córtes queden aquí en junta perma-
nente ó nombren otra que se reunirá todos los días para proponerme y
deliberar todo lo conveniente al bien de la patria y del rey.


2.° Que V. E. nombre entre sus ilustres individuos un secretario
para extender y uniformar las resoluciones, en las cuales debe haber
una reserva inviolable, extendiendo por hoy el acuerdo uno de los que
se hallan presentes como tales ó el intendente.


3." Que cada diputado corresponda con su provincia, le comunique
las disposiciones ya generales ya particulares que tomaré como jefe
militar y político del reino, y las que acordarémos para mayor bien de
la España.


4." Que la junta medite y me proponga sucesivamente las medidas
TOllL I. APÉND. 5*




74
de hacer compatible con la energía y rapidez que requiere la organiza.
cion del ejército el cuidado de la recoleccion de granos que se aproxi-
ma y no dehe desatenderse.


5." Que medite y me proponga la adopcion de medios de sostener
el ejército, que presentará el intendente de él y del reino don Loren-
zo Calvo.


6." Que me proponga todas las disposiciones que crea convenien-
te tomar para conservar la policía, el Luen órden Y' la fuerza militar
en cada departamento del reino.


7." Que cuide de mantener las relaciones con los demas reinos y
provincias de España, que deben formar con nosotros una sola y mis-
ma familia.


S. u Que se encargue y cuide de firmar y circular en todo el reino,
impresas ó manuscritas, las órdenes emanadas de mí ó las que con mi
acuerdo expidiese la junta de diputados del reino.


9." Que acuerde desde luego si deben ó no concurrir los diputados
que vinieren de las provincias ó merindades de fuera del reino de Ara-
gon, mediante que la reunion de sus luces puede ser interesante á la
defensa de la causa pública.


10. Que decida desde luego la proclamacion de nuestro rey Fer-
nando VII determinando el dia en que haya de verificarse.


11. Que resuelva igualmente acerca de si deben reunirse en un so-
lo punto las diputaciones de las demas provincias y reinos de España,
conforme á lo anunciado en el manifiesto del 31 de mayo último.


12. Que deciare desde luego la urgencia del dia, y que la primera
atencion debe ser la defensa de la patria. Zaragoza 9 de junio de lS08.
= José de Palafox y Melci.


ACUERDOS.


Resolvió la asamblea por aclamacion que se proclamase á Femau-
do VII, dejando al arbitrio de S. E. señalar el dia en que hubiese de
verificarse, que seria cuando las circunstancias lo permitiesen.


La misma asamblea de diputados de las Córtes enterada de la eXPQ-
sicion antecedente, despues de manifestar al excelentísimo señor capi-
tan general su satisfaccion y gratitud por todo cuanto habia ejecutado,
y aprobándolo unánimemente, le reconoció por aclamacion como
eapitan general y gobernador militar y político del reino de Aragon, y
lo mismo al intendente.




75
El señor don Antonio Franquet, regidor de la ciudad de Tortosa, que


hallándose comisionado en esta capital concurrió á la asamblea, hizo
lo mismo á nombre de aquella ciudad, á quien ofreció daria parte
deello,


Acto continuo se leyeron los avisos que se habían' pasado á todos los
individuos que debian concurrir á la asamblea ó junta de Córtes para
saber si todos ellos habían sido citados ó se hallaban presentes, y re-
sultó que se habia convocado á todos, y que solo habian dejado de
concurrir el señor marqués de Tosos , que avisó no podia por estar en-
fermo, y el señor conde de Torresecas que igualmente manifestó su
imposibilidad de concurrir.


Se tomó en consideracion el primer punto indicado en el manifiesto
de S. E. que antecede, relativo á si debía quedar permanente la junta
de diputados, ó nombrar otra presidida por S. E. con toda la plenitud
de facultades, y des pues de un serio y detenido examen acordó unáni-
memente nombrar una junta suprema compuesta de solo 6 individuos
y de S. E. como presidente con todas las facultades.


Se nombró en seguida una coiaísíon compuesta de f 2 de los señores
vocales tomados de los cuatro brazos del reino, que lo fueron; por lo
eclesiástico el señor abad de monte-Aragon, el señor dean de esta
santa iglesia, y el señor arcipreste de Santa Cristina; por el de la no-
bleza el excelentísimo señor conde de Sástago, el señor marqués de
Fuente Olivar, y el señor marqués de Zafra; por el de hidalgos el señor
baron de Alcalá, el señor don Joaquín María Palacios, y el señor don
Antonio Soldevilla , y por el de la ciudad el señor don Vicente Lisa, el
señor conde de la Florida, y el señor don Francisco Pequera , para que
propusiesen á la asamblea t 2 candidatos' entre los cuales pudiese ele-
gir los 6 representantes que con S. E. habian de formar la junta supre-
ma; y habiéndose reunido en una pieza separtida los 12 señores pro-
ponentes que quedan expresados, volvieron á entrar en la sala de la
junta é hicieron su propuesta en la forma siguiente.


Propusieron para los 6 individuos que habian de elegirse y compo-
uer la suprema junta al ilustrísimo señor obispo de Iluesca, al 1\1. R. P.
prior del Sepulcro de Calatayud , al excelentísimo señor conde de Sás-
tago, al señor regente dc la real audiencia, á don Valentin Solanot,
abad del monasterio de Beruela, arcipreste del Salvador, baron de Al-
calá, marqués de Fuente Olivar, baron de Castiel , y don Pedro l\laría
Ric. Se procedió en seguida a la votacion por escrutinio, y de ella re-
sultó que los propuestos tuvieron los votos siguientes. El señor obispo




76
de Huesca , 3'2; el prior de Caletayud, 11 ; el conde de Sástago, 27;
don Antonio Cornél, 33; el señor regente, 29; don Valentin Solanot, 11;
abad de Beruela, 2; arcipreste del Salvador, 12; baron de Alcalá, 2;
marqués de Fuente Olivar, 17; baron de Castiel, 10; Y don Pedro
~Iaría Bic , 18; resultando electos á pluralidad de votos para individuos
de la suprema junta de gobierno los señores don Antonio Cornél, obis-
po de Huesca , regente de la real audiencia, conde de Sástago, don Pe-
dro María Bic , y el marqués de Fuente Olivar, y por muerte ú otra
causa legítima que impidiese el ejercicio de su empleo á los electos, lo
harían segun uso y costumbre los que les siguen en votos.


Se trató del nombramiento de un secretario para la junta suprema, y
toda la asamblea manifestó al excelentísimo señor capitán general sus
deseos de que S. E. indicase una ó dos personas para este destino;
S. E.lo rehusó, declarando á los señores vocales que nombrasen á quien
tuviesen por mas conveniente y á propósito para el buen desempeño,
mas al fin condescendiendo con las reiteradas insinuaciones y deseos
de la junta propuso para primer secretario al señor don Vicente Lisa,
y para segundo al señor baron de Castiel, que quedaron electos en con-
secuencia.


Habiendo meditado la junta sobre las proposiciones 3, 4, 5, 6, 7, 8,
9, 11 Y 12, las estimó y tuvo por muy atendibles, y acordó tomarlas
en consideracion , para lo cual se reunirian de nuevo todos los señores
vocales proponentes y presentes 01 próximo martes t 4 del corriente
mes de junio á las diez de su mañana, y que por el secretario se envia-
se una copia de dichas proposiciones á cada individuo, y se avisaría á
los señores marqués de Tosos y conde de Torresecas, que no habían
concurrido, por si podian hacerlo, con lo cual se concluyó la sesion
quedando todos los señores advertidos para volver sin mas aviso el día
señalado, y se rubricó el acuerdo en borrador por los excelentísimos
señores capitan general y conde de Sástago, y el ilustrísimo señor obis-
do de Huesca , de que certifico y firmo en la ciudad de Zaragoza á 9 de
junio de 1808.=Lorenzo Calvo de Rozas, secretario. = Visto Bueno.
= Palaíox.


NOTA. Todos los señores vocales manifestaron en seguida su volun-
tad de nombrar al excelentísimo señor don José Rebolledo de Palafox
por capitan general efectivo de ejército, mas S. E. dió gracias á lajun-
ta y lo resistió absolutamente pidiendo que no constase la indicacion,
y expresando que era brigadier de los reales ejércitos nombrado por
S. M. , Yque no admitiría ni deseaba otras gracias ni otra satisfaccion




77
ni ascenso que el ser útil á la patria y sacrificarse en su obsequio y en
el de su rey. La junta en consecuencia no insistió en su empeño vista
la delicadeza de S. E., Y se reservó el llevar á efecto su voluntad en
una de las primeras sesiones á que no asistiese S. E., por considerarlo
así de justicia; de todo lo cual certifico ut supra. =Calvo.


« Hemos insertado aquí el acta de instalación de las Córtes de AI'a-
» gon, de qntl poseemos un ejemplar, por ser documento, aunque en-
)) touces impreso, que empieza á ser raro. » = Sigue la lista de los
diputados que las compusieron.


ESTADO ECLESIÁSTICO.


Ilmo. Sr. chispo de Huesca,
Sr. arcipreste de Tarazona.
Sr. dean de Zaragoza.
Sr. arcipreste de Santa María.
Sr. arcipreste de Santa Cristina.
Sr. abad de lUonte-Aragon,
Sr. abad de Santa Fé.
Sr. ahad de Rueda.
Sr. ahad de Ileruela.
Sr. prior del Sepulcro de Cala-


tayud.


ESTADO DE NOBLES.


Excmo. Sr. conde de Sástago.
Sr. marqués de Santa Coloma.
Sr. marqués de Fuente Olivar.
Sr. marqués de Zafra.
Sr. marqués de Ariño.
Sr. conde de Sohradiel.
Sr. conde de Torresecas.


ES:rADO DE HIJOSDALGO.


Por "l partido de Huesca.


Sr. baron de Alcalá.
Sr. don Joaquin María Palacios.


Por el partido de Barbastro.
Sr. don Antonio Soldevilla.
Sr. don Francisco Romeo.


Por el partido de Alcañiz.
Sr. de Canduero.
Sr. conde de Samitier.


Por el de Albarmcin.
Don Juan Navarro.


Por el de Daroca,
Don Tomás Castillon.
Don Pedro Oseñalde.


CIUDADES DE VOTO EN CÓRTES.


Zaragoza.
Don Vicente Lisa.


Tarazana.
Don Bartolomé La-Iglesia.


Jaca.
Don Francisco Peguera.


Calatayud.
Don Joaquin Arias Ciria.


Borja,
Don José Guartero.


Teruel,
Sr. conde de la Florida.


Fraga.
Don Domingo Azguer.


Cinco-Fillas.
Don Juan Perez.




LIBRO CUARTO•
.....-


NUMERO t.o


ESTA proclama está inserta en la Gaceta de Madrid del 7 de julio
de tS08.


NUMERO 2."


Respuesta dada por el Ilmo. Sr. obispo de Orense á la Junta de (Job-¡emo,
con motivo de haber sido nombrado diputado para la junta de
Rayana.


Excmo. Sr. : IUuyseñor mio: un correo de la Coruña me ha entregado
en la tarde del miércoles 25 de este la de V. E. con fecha del 19. por la
que, entre lo demas que contiene, me he visto nombrado para asistir
á la asamblea que debe tenerse en Bayona de Francia. á fin de concur-
rir en cuanto pudiese á la felicidad de la monarquía, conforme á los de-
seos del grande emperador de los franceses, celoso de elevarla al mas
alto grado de prosperidad y de- gloria.


Aunque mis luces son escasas, en el deseo de la verdadera felicidad
y gloria de la nacion no debo ceder á nadie, y nada omitiria que me fue-
se practicable y creyese conducente á ello. Pero mi edad de setenta y
tres años, una indisposicion actual, y otras notorias y habituales me
impiden un viaje tan largo y con un término tan corto, que apenas
has! a para él, y menos para poder anticipar los oficios, y para adquirir




79
las noticias é instrucciones que debían preceder. Por lo mismo me con-
sidero precisado á exonerarme de este encargo, como lo hago por esta,
no dudando que el serenisimo señor duque de Berg y la suprema
Junta de gobierno estimarán justa y necesaria mi súplica de que
admitan una excusa y exoneracion tan legítima.


Al mismo tiempo, por lo que interesa al bien de la nacion , y á los
designios mismos del emperador y rey 1 que quiere ser como el ángel
de paz yel protector tutelar de ella, y no olvida lo que tantas veces ha
manifestado, el grande interes que toma en que los pueblos y sobera-
nos sus aliados aumenten su poder, sus riquezas y dicha en todo géne-
ro, me tomo la libertad de hacer presente á la Junta suprema de go-
bierno, y por ella al mismo emperador rey de Italia, lo que antes de
tratar de los asuntos á que parece convocada, diria y protestaría en la
asamblea de Bayona, si pudiese concurrir á ella.


Se trata de curar males, de reparar perjuicios, de mejorar la suerte
de la nación y de la monarquía, ¿ pero sobre qué bases y fundamentos?
¿ Hay medio aprobado y autorizado, firme y reconocido por la nacion
para esto? ¿Quiere ella sujetarse, y espera su salud por esta vial ¿ Y
no hay enfermedades tambien que se agravan y exasperan con las me-
dicinas de las que se ha dicho: tangant vulnera sacra nulla: manus? ¿Y
no parece haber sido de esta clase la que ha empleado con su aliado y
familia real de España el poderoso protector, el emperador Napoleon?
Sus males se han agravado tanto, que está como desesperada su salud.
Se ve internarla en el imperio francés, y en una tierra que la habia des-
terrado para siempre; y vuelto á su cuna primitiva, halla el túmulo
por una muerte civil, en donde la primera rama fué cruelmente cortada
por el furor y la violencia de una revolucion insensata y sanguinaria. Y
en estos términos, ¿qué podrá esperar España? ¿Su curacion le será
mas favorable? Los medios y medicinas no lo anuncian. Las renuncias
de sus reyes en Bayona, é infantes en Burdeos. en donde se cree que
no podian ser libres. en donde se han contemplado rodeados de la fuer-
za y del artificio, y desnudos de las luces y asistencia de sus fieles va-
sallos: estas renuncias, que no pueden concebirse, ni parecen posibles,
at~ndiendo á las impresiones naturales del amor paternal y filial, y al
honor y lustre de toda la familia, que tanto interesa á todos los hom-
hres honrados: estas renuncias que se han hecho sospeehosas á toda
la nacion, y de las que pende toda la autoridad de que justamente pue-
de hacer uso el emperador y rey, exigen para su validacion y firmeza,
y ~ lo menos para la satisíaccion de toda la monarquía española, que




80
se ratifiquen estando los reyes é infante que las han hecho libres de to-
da coaccion y temor. Y nada seria tan glorioso para el grande empera-
dor Napoleon , que tanto se ha interesado en ellas, como en devolver
á la España sus augustos monarcas y familia, disponer que dentro de
su seno, y en unas Córtes generales del reino hiciesen lo que libre-
mente quisiesen, y la nacion misma, con la independencia y sobra oía
que la compete, procediese en consecuencia á reconocer por su legi-
timo rey al que la naturaleza, el derecho y las circunstancias llamasen
al trono español,


Este magnánimo y generoso proceder seria el mayor elogio del mis
mo emperador, y seria mas grande y admirable por él que por todas
las victorias y laureles que le coronan y distinguen entre todos los mo-
narcas de la tierra, y aun saldria la España de una suerte funestísima
que la amenaza, y podria finalmente sanar de sus males y gozar de una
perfecta salud, y dar despues de Dios las gracias, y tributar el mas
sincero reconocimiento á su salvador y verdadero protector, entonces
el m2yor de los emperadores de Europa, el moderado, el juste" el
magnánimo, el benéfico Napoleon el grande.


Por ahora la España no puede dejar de mirarlo bajo otro aspecto muy
diferente: se entrevé, si no se descubre, nn opresor de sus príncipes
y de ella: se mira como encadenada y esclava cuando se la ofrecen fe-
licidades: obra, aun mas que del artificio, de la violencia y de un ejér-
cito numeroso que ha sido admitido como amigo ó por la indiscreción
y timidez, ó acaso por una vil traicion, que sirve á dar una autoridad
que no es fácil estimar legítima.


¿ Quién ha hecho teniente gobernador del reino al serenísimo señor
duque de Berg? ¿No es un nombramiento hecho en Bayona de Francia
por un rey piadoso, digno de todo respeto y amor de sus vasallos, pero
en manos de lados imperiosos por el ascendiente sobre su corazon , y
por la fuerza y el poder á que le sometió? ¿ Y no es una artificiosa qui-
mera nombrar teniente de su reino á un general que manda un ejército
que le amenaza, y renunciar inmediatameute su corona? ¿, Solo ha que-
rido volver al trono Cárlos 1\' para quitarlo á sus hijos? ¿ Y era forzoso
nombrar un teniente que impidiese á la España por esta autorizacion y
por el poder militar cuantos recursos podia tener para evitar la oonsu-
macíon de un proyecto de esta naturaleza? No solo en España,·el) toda
la Europa dudo se halle persona que no reclame en su corazou contra
estos actos extraordinarios y sospechosos, por no decir mas.


En conclusion , la naeion se ve como sin rey, y no sabe á qué ate-




81
nerse, Las renuncias de sus reyes, y el nombramiento de teniente go-
bernador del reino, son actos hechos en Francia, y á la vista de un
emperador que se ha persuadido hacer feliz á España con darle una
nueva dinastía que tenga su origen en esta familia tan dichosa, que se
cree incapaz de producir príncipes que no tengan ó los mismos ó mayo.
res talentos para el gobierno de los pueblos que el invencible, el vic-
torioso, el legislador, el filósofo, el grande emperador Napoleón. La
suprema Junta de gobierno, á mas de tener contra sí cuanto va insi-
nuado, su presidente armado y un ejército que la cerca, obligan á que
se la considere sin libertad, y lo mismo sucede á los Consejos y tribu-
nales de la corte. i Qué confusion, qué caos, y qué manantial de des-
dichas para España! No puede evitarla una asamblea convocada fuera
del reino, y sugetos que componiéndola ni pueden tener libertad, ni
aun teniéndola creerse que la tuvieran. Y si se juntasen á los movi-
mientos tumultuosos que pueden temerse dentro del reino pretensiones
de príncipes y potencias extrañas, socorros ofrecidos ó solicitados, y
tropas que vengan á combatir dentro de su seno contra los franceses y
el partido que les siga, ¿qué desolación y qué escena podrá concebirse
mas lamentable? La compasion, el amory la solicitud en su favor del
emperador podia antes que curarla causarla los mayores desastres.


Ruego pues con todo el respeto que debo se hagan presentes á la
suprema Junta de gobierno los que considero justos temores y dignos
de su reflexion, y aun de ser expuestos al grande Napoleon. Hasta
ahora he podido contar con la rectitud de su corazon, libre de la am-
bieion, distante del dolo y de una política artificiosa, y espero, aunque
reconociendo no puede estar la salud de España en esclavizarla, no
se empeñe en curada encadenada, porque no está loca ni furiosa.
Establézcase primero una autoridad legítima, y trátese después de cu-
rarla.


Estos son mis votos, que no he temido manifestar á la Junta y al
emperador mismo, porque he contado con que si no fuesen oidos , se-
rán á lo menos mirados, como en realidad lo son, como efecto de mi
amor á la patria y á la augusta familia de sus reyes, y de las obliga-
ciones de consejo, cuyo título temporal sigue al obispado en España.
y sobre todo los contemplo no solo útiles sino necesarios á la verdade-
ra gloria y felicidad del ilustre héroe que admira la Europa, que todos
veneran, y á quien tengo la felicidad de tributar con esta oeasion mis
humildes y obsequiosos respetos. Dios guarde á V. E. muchos años.
Orease 29 de mayo de 1808.= Excmo. Sr. = B. L. M. de V. E. sU


. {}TOM. l. APEND.




82
afecto capellan. =Pedro, obispo de Orense. = Excmo. Sr. don Sebas-
tian Piñuela. l)


NUMERO 3."


Esta proelama está inserta en la Gaceta de jJ1adrid del 14 de junio
de 1808.


NUMERO 4.°
Esta proclama en PI Diario de Madrid de 1° de .iunio de 1808.


NUMERO 5.°


Gaceta de Mtuirid de 14 de junio de 1808.


NmUERO 6.°


Todas eslas gratulatorias pueden leerse en el Diario de Dladrid del 12
de junio de 1808 yen las Gacetas de aquel tiempo.


NUMERO 7.°


Esta proclama está inserta en el Diario de Madrid del 15 de junio
de 1808.


NUMERO 8."


Habiendo aceptado la cesion de la corona de España, que mi muy ca-
ro y muy amado hermano el emperador de los franceses etc. hizo á fa-
vor de mi persona, segun el aviso que se comunicó al Consejo con fecha
de 4 del corriente , he venido en nombrar por mi lugar-teniente gene-
ral á S. A. I. YR. el gran duque de Berg, segun se lo participo con
esta fecha, encargándole que haga expedir todos los decreto>' que con-
vengan, á fin de que los tribunales y los empleados de todas clases con-
timíen en el ejercicio de sus funciones respectivas; por exigirlo así el
bien general del' reino, que es y será siempre el objeto de mis desvelos.
Tendrálo entendido el Consejo para su inteligencia y cumplimiento en
la parte que le toca. = Yo el rey. = En Bayona á 1Ode junio de 1808.
=Al decano del Consejo.


NUl\IERO 9.°


El augusto emperador de los franceses. nuestro muy caro y muy
amado hermano, nos ha cedido todos los derechos que habia adquirido
á la corona de las Españas por los tratados ajustados en los dias 5 y 10
de mayo próximo pasado. La Providencia 1 abriéndonos una carrera tan




85
vasta, sin duda que ha penetrado nuestras intenciones: la Inisma nos
dará fuerzas para hacer la felicidad del pueblo generosoque ha confia-
do á nuestro cuidado. Solo ella puede leer en nuestra alma, y no sere-
mos felices hasta el dia en que correspondiendo á tantas esperanzas,
podamos darnos á nos mismo el testimonio de haber llenado el glorioso
cargo que se nos ha impuesto. La conservacion de la santa religion de
nuestros mayores en el estado próspero en que la encontramos, la in-
tegridad y la independencia de la monarquía serán nuestros primeros
deberes, Tenemos derecho para contar con la asistencia del clero, de
la nobleza y del pueblo, á fin de hacer revivir aquel tiempo en que, el
mundo entero estaba lleno de la gloria del nombre español; y sobre todo
deseamos establecer el sosiego, y fijar la felicidad en el seno de cada
familia por medio de una buena organizacion social. Hacer el bien pú-
blico con el menór perjuicio posible de los intereses particulares será
el espíritu de nuestra conducta; y por lo que á nos toca, como nuestros
pueblos sean dichosos, en su felicidad cifrarémos toda nuestra gloria.
A este precio ningun sacrificio nos será costoso. Para el bien de la Es-
paña, y no para el nuestro, nos proponemos reinar. El Consejo lo ten-
drá entendido, y lo comunicará á nuestros pueblos. = Yo el rey.= En
Bayona á 10 de junio de 1808. = Al decano del Consejo.


NUMERO 10.


Este discurso está inse1'toen el suplemento á la Gaceta de Madrid del
21 de junio de 1808.


NUMERO 11.


Señor;todos los españoles que componen la comitiva de SS. AA. RR.
los príncipes Fernando, Cárlos y Antonio, noticiosos por los papeles
públicos de la instalacion de la persona de V. 1\1. C. en el trono de la
patria de los exponentes, con el consentimiento de toda la naeion , pro-
cediendo consecuentes al voto unánime, manifestado al emperador y
rey en la nota adjunta, de permanecer españoles sin substraerse de
sus leyes en modo alguno, antes bien queriendo siempre subsistir su-
misos á ellas, consideran como obligacion suya muy urgente la de
conformarse con el sistema adoptado por su nación, y rendir como ella
sus mas humildes homenajes á V. M. c., asegurándole también la mis-
ma inclinacion, el mismo respeto y la misma lealtad que han manifes-
tado al gobierno anteriur, de la cual hay las pruebas mas distinguí-




84
das; y creyendo que esta misma fidelidad pasada será la garantía mas
segura de la sinceridad de la adhesiou que ahora manifiestan, jurando
como juran obediencia á la nueva Ilonstitueion de su país, y fidelidad al
rey de 'España José I.


La generosidad de V.iU. C., su bondad y su humanidad, les hacen
esperar que considerando la necesidad que estos príncipes tienen de
que los exponentes continúen sirviéndoles ea la situacion en que se ha-
Ilan , se dignará V. M. C. confirmar el permiso que basta abora ban
tenido de S. IU. I. y R. para permanecer aquí: y asímismo continuarles
por atencion á los mismos príncipes con igual magnanimidad el goce
de los bienes y empleos que tenian en España, con las otras gracias
que á peticion suya les tiene concedidas S. M. I. YR., hermano au-
gusto de V.l\'I. C., y constan de la adjunta nota que tienen el honor de
presentar á los pies de V. ]}!. C. con la mas humilde súplica.


Una vez asegurados por este medio de que sirviendo á SS. AA. RR.
serán considerados como vasallos fieles de V. In. C. y como españoles
verdaderos, prontos á obedecer ciegamente la voluntad de V. M. C.
hasta en lo mas mínimo; si se les quisiese dar otro destino participa-
rán completamente de la satisfaccion de todos sus compatriotas, á
quienes debe hacer dichosos para siempre un monarca tan justo, tan
bumano y tan grande en todo sentido como V. llI. C.


Ellos dirigen á Dios los votos mas fervorosos y unánimes para que se
verifiquen estas esperanzas, y para que Dios se digne conservar por
mucbos años la preciosa vida de V. M. C. En fin con el mas profundo
y mas sincero respeto, tienen el honor de ponerse á los pies de V. ]}I. C.
sus mas humildes servidores y fieles súbditos en nombre de todas las
personas de la comitiva de los príncipes. = El duque de San Cárlos,
don Juan Escóiquiz, el marqués de Ayerbe, el marqués de Feria, don
Antonio Correa, don Pedro Macanaz. = Valencey 22 de junio de 1808.
-(Llorente, tomo 1, pág. 105.'


NUlRlmo 12.


He recibido con sumo gusto la carta de V. ]'1. I. YR. de 15 del cor-
riente, y le doy gracias por las expresiones afectuosas con que me hon-
ra, y con las cuales yo he contado siempre. Las repito á V. ]}I. I. por
su bondad en favor de la solicitud del duque de San Cárlos , y de don
Pedro Macanaz, que tuve el honor de recomendar. Doy muy sincera-
mente en mi nombre y de mi hermano y tio á V. M. I. la enhorabuena




81)
de la satisfaccion de ver instalado á su querido hermano en el trono de
España. Habiendo sido objeto de todos nuestros deseos la felicidad de
la generosa nacion que habita su vasto territorio, no podemos ver á la
cabeza de ella un monarca mas digno, ni mas propio por sus virtudes
para asegurársela, ni dejar de participar al mismo tiempo del grande
consuelo que nos da esta circunstancia. Deseamos el honor de profe-
sar amistad con S. M. , Y este afecto [JOs ha dictado la carta adjunta
que me atrevo á incluir, rogando á V. M. l. que despues de leida se
digne presentarla á S. M. C. Una mediacion tan respetable nos asegu-
ra que será recibida con la cordialidad que deseamos. Sire: perdonad
una libertad que nos tomamos, por la confianza sin límites que V. M. I.
nos ha inspirado. Y con la seguridad de todo nuestro afecto y respeto,
permitid que yo le renueve los mas sinceros é iuvariables sentimientos,
con los cuales tengo el honor de ser, Sire, de V. lU. I. y R. su muy
humilde y muy obediente servidor. = Fernando. =(Llorente, tomo l,
pág. 102.)


NOTA. La carta escrita á José que se cita en la anterior, la oyeron
todos los diputados de Rayana y se quedó con el original don Miguel Jo
se de Azanza.


NUMERO 13.


Ea la Gaceta de Madrid del 13 de julio de 1808 y siyuientes.


NmlERO 14.


,~l("qUlis de San Felipe en sus Comentarios, año de t 700.


NUMERO 15.


Capitulaciones ajustadas entre los respectivos generales de los ejercitas
español y francés.


..Los Excmos. Sres. conde de Tilly, Y don Francisco Javier Casta-
ños, general en jefe del ejército de Andalucía, queriendo dar una prue-
ba de su alta estimacion al excelentísimo señor general Dupont, grande
águila de la Legion de honor etc., así como al ejército de su mando por
la brillante y gloriosa defensa que han hecho contra un ejército muy
superior en número, y que le envolvia por todas partes, yel señor ge-
neral Chavet encargado con plenos poderes por S. E. el señor general
en jefe del ejército francés, y el excelentísimo señor general Marescot,
grande águila etc. , han convenido en los artículos siguientes:


1.o Las tropas del mando del excelentísimo señor general Dupont




86
quedan prisioneras de guerra, exceptuando la divisirmde Vedel y otras
tropas francesas que se hallan igualmente eu Andalucía.


2." La division del general Vedel, y generalmentc las demas tropas
francesas de la Andalucía que no se hallan en la posición de las com-
prendidas en el artículo antecedente, evacuarán la Andalucía.


3." Las tropas comprendidas en el art, ~o conservarán general-
mente tododo su bagaje j y para evitar todo motivo de inquietud du-
rante su viaje dejarán su artillería, tren y otras armas al ejército es-
pañol, que se encarga de devolverselas en el momentode su embarque.


4." Las tropas comprendidas en el art. 1" del tratado saldrán del
campo con los honores de la guerra, 'l cañones á la cabeza de cada ha-
tallon y los soldados con sus fusiles, que se rendirán y entregarán al
ejército español á cuatrocientas toesas del campo.


5." Las tropas del general Vedel y otras que no deben rendir sus
armas, las colocarán en pabellones sobre su frente de banderas, dejan-
do del mismo modo su artillería y tren, formándose el correspondiente
inventario por oficiales de ambos ejércitos, y todo les será devuelto,
segun queda convenido en el art. 3.u


6." Todas las tropas francesas de Andalucía pasarán á Sanlúcar y
Rota por los tránsitos que se les señalen, que no podrán exceder de
cuatro leguas regulares al dia con los descansos necesarios para em-
barcarse en buques con tripulacion española, y conducirlos al puerto
de Rochefort en Francia.


7." Las tropas francesas se embarcarán así que lleguen al puerto
de Rota, y el ejército español garantirá la seguridad de su travesía
contra toda empresa hostil.


!l." .Los señores generales, jefes y demas oficiales conservarán sus
armas, y los soldados sus mochilas.


9." Los alojamientos, víveres y forrajes durante la marcha y trave-
sía se suministrarán á los señores generales y demas oficiales, así co-
mo á la tropa á proporcion de su empleo, y con arreglo á los goces de
las tropas españolas en tiempo de guerra.


f O. Los caballos que segun sus empleos corresponden á los seño-
res generales, jefes y oficiales del estado mayor se transportarán á
Francia mantenidos con la racion de tiempo de guerra.


1f. Los señores generales conservarán cada uno un coche y un
carro; los jefes y oficiales de estado mayor un coche solamente eren tos
de reconocimiento, pero sin contravenir á los reglamentos y leyes del
remo.




87
12. Se exceptúan del artículo antecedente los carruajes tomados


en Andalucía, cuya inspeccion hará el general Chavert.
13. Para evitar la dificultad del embarque de los caballos de los


cuerpos de caballería y los de artillería comprendidos en el arto 2o,
se dejaran unos 'J otros en España pagando su valor, segun el apre-
cio que se haga por dos comisionados español y francés.


14. Los heridos y enfermos del ejército francés que queden en los
hospitales, se asistirán COll el mayor cuidado y se enviarán á Francia
con escolta segura, así que se hallen buenos.


15. Como en varios parajes, particularmente en el ataque de Cór-
doba, muchos soldados á pesar de las órdenes de los señores generales
y del cuidado de los señores oficiales, cometieron excesos que son
consiguientes é inevitables en las ciudades que hacen resistencia al
tiempo de ser tomadas, los señores generales y demas oficiales to-
marán las medidas necesarias para encontrar los vasos sagrados que
pueden haberse qnitado y entregarlos si existen.


16. Los empleados civiles que acompañan al ejército francés uo se
considerarán prisioneros de guerra, pero sin embargo gozarán dur ante
su transporte á Francia todas las ventajas concedidas á las tropas fran-
cesas, con proporcion á sus empleos.


17. Las tropas francesas empezarán á evacuar la Andalucía el dia
23 de julio. Para evitar el gran calor se efectuará por la noche la mar-
cha , y se conformarán con la jornada diaria, que arreglarán los señores
jefes del estado mayor español y francés, evitando el que las tropas pa,
sen por las ciudades de Córdoba y Jaen,


18. Las tropas france-sas en sn marcha irán escoltadas de tropa es-
pañola, á saber: 300 hombres de escolta por cada columna de 3000
hombres, y los señores generales serán escoltados por destacamentos
de caballería de línea.


19. A la marcha de las tropas precederán siempre los comisionados
español y francés para asegurar los alojamientos y víveres necesarios,
segun los estados que se les entnegaran.


20. Esta capitulacion se enviará desde luego á S. E. el duque de
Róvigo, general en jefe de los ejércitos franceses en España, con un
oficial francés escoltado por tropa de línea española.


21. Queda convenido entre los dos ejércitos que se añadirán como
suplemento á esta capjtulacion los artículos de cuanto pueda haberse


. omitido para aumentar el bienestar de los franceses durante su per-
manencia y pasaje en España. = Firmado. »




88
Articulas adicionales igualmente autorizados.


t. o Se facilitarán dos carretas por batallan para transportar las
maletas de los señores oficiales.


2.o Los señores oficiales de caballería de la division del señor ge- ,
neral Dupont conservarán sus caballos solamente para hacer su viaje
y los entregarán en Rota, punto de su embarco, á un comisionado es-
pañol encargado de recibirlos. La tropa de caballería de guardia del
señor general en jefe gozará la misma facultad.


3." Los franceses enfermos que estan en la Mancha así como los
que haya en Andalucía, se conducirán á los hospitales de Andújar, ú
otro que parezca mas conveniente.


LÚ8 convalecientes les acompañarán á medida que se vayan curando;
se conducirán á Rota, donde se embarcarán para Francia Laja la mis-
ma garantía mencionada en el arto 6° de la capitulacion.


4. Los excelentísimos señores conde de Tilly y general Castaños,
prometen interceder con su valimiento para que el señor general Erse-
linaut, el señor coronel La Grange y el señor teniente coronel Roseti,
prisioneros de guerra en Valencia, se pongan en libertad, y conduzcan
á Francia bajo la misma garantía expresada en el artículo anterior. =
Firmado. =l Féase la Lealtad española, tomo JI.')


NUMERO. 16.


Mémoires du duc de Rovigo, uolum, llI, cap. XlIIU.




LIBRO QUINTO.


NUMERO LO


NUMANTIA., quantum Carthaginis, Camas, Corinthi opibus inferior, ita
virtutis nomine et honore par omnibus , summumque, si viros cestimes,
RispaniaJ deous : quippe qUf13 sine muro, sine turribus, modice edito in
tumulo apudflumen Durium sita, quatuor millibus Celtiberorum, qua-
draginta millium exercitum per annos quatuordecim sola sustinuit ; nec
sustinuit modo, sed sf13vius aliC'Uanto percutít, puáendisque ff13derilms
affecit.=L. A. Flori, lib. 1I, cap. 18.


NUMERO 2."


Annales d'EspagnIJ et de Portugal par don .luan Alvarez de Colmenar,
tomo P, pago 431, edicion de .dmsterdam,


NUMERO 3.°


Respuesta dada á la intimacion del geneml Lefebvre comandank enjefe
del ejército francés qUIJ sitiaba á Zaragoza, publicada en la Gaceta del
20 de junio ne t 8Olí.


Zaragoza es micuartel general á 18 de junio.
Si S. lU. el emperador envia á usted á restablecer la tranquilidad que


nunca ha perdido este país, es bien inútil se tome S. ln. estos cuida-
dos. Si debo responder á la confianza que me ha hecho este valeroso


TOM. I. APÉND. 6*




90
pueblo sacándome del retiro en que estaba para poner en mi mano su
custodia, es claro que no llenaría mi deber abandonándole á la aparien-
cia de una amistad tan poco verdadera.


lni espada guarda las puertas de la capital, y mi honor responde de
su seguridad: no deben tomarse pues este trabajo esas tropas, que aun
estarán cansadas de los dias 15 y i6. Sean enhorabuena infatigableseu
sus lides ; yo lo seré en mis empeños.


Léjos de haberse apagado el incendio que levantó la iudignacion es-
pañola , á vista de tantas alevosíasse eleva por momentos.


Se conoce que las espías que usted paga son infieles. Gran parte de
Cataluña se ba puesto bajo mi mando: lo mismo ha hecbo otra no me-
uor de Castilla. Los capitanes generales de esta y de Valencia estan uni-
dos conmigo. Galicia, Extremadura, Asturias y los cuatro reinos de
Andalucía estan resueltos á vengar sus agravios. Las tropas francesas
cometen atrocidades indignas dI) hombres; saquean, insultan y matan
impunemente á los que ningun malles han hecho: ultrajan la rcligion,
y queman sus sagradas imágenes de un modo inaudito.


Ni esto ni el todo que usted observa, aun des pues de los días 15 y 16,
son propios para satisfacer á un pueblo valiente: usted hará lo que quie-
ra y yo haré lo que debo. = B. L. i\l. de V. = El general de las tropas
de Aragon.


Segunda y última respuesta dada al qenero! del "iército [r.mrés que sitia·
ba á Zamyoza, en ~7 de junio de 1808.


El intendente de este ejército y reino me ha transmitido las proposi-
ciones que usted le ha hecho, reducidas á que yo permita la entrada eu
esta capital de las tropas francesas que estan bajo su mando, que
vienen con la idea de desarmar al pueblo, restablecer la quietud, res-
petar las propiedades y hacernos felices. conduciéndose como ami-
gos, segun lo han hecho en los de mas pueblos de España que han ocu,
pado , ó bien si 110 me conformare á esto, que se rinda la ciudad á
discrecicu. Los medios que ha empleado el gobierno francés para ocu-
par las plazas que le quedan en España , y la conducta que ha observa-
do su ejército han podido persuadir á usted la respuesta que yo daria á
sus proposiciones. El Austria, la Italia, la Holanda, la Polonia, Sue..
cia , Dinamarca y Port.ugal presentan, no menos que este país, uu cua-
dro muy exacto de la confianza que debe inspirar el ejército francés.




91
Esta ciudad y las valerosas tropas que la guardan hall jurado morir


antes qlle sujetarse al yugo de la Francia, y la España toda, en donde
solo quedan ya restos del ejército francés, está resuelta á lo mismo.


Tenga usted presentes las cunrestacioues que le dí ocho dias há, y los
decretos de 31 de mayo y t 8 de este mes, que se le incluyeron . y no
olvide usted que una nacion poderosa y valiente, decidida á sostener la
justa causa que defiende, es inveucible y no perdonará los delitos que
usted ó su ejército cometan. Zaragoza 26 de junio de 1808. Por el ca-
pitan general de Aragon. = El marqués de Lazan.


NUl1nmo 5."


........... x.«; J'; L\cL)d~ll iLcLlPOV TVXi7~ dP.r1. d..iLfI<n Tn~
NEi7~ /J-a-A.!l.OV '~ TOV Nou; d..7ri7A.A.cLfI<i7(JcLV.


(THUCYD. n, 42. )


NmUERO 6. 0


Articulas del convenio hechoentre elvice-almirante Siniavin, caballero de
la órden de San Alejandro, y el almirante sir Carlos Cotton. baronet;
para la redencion de la escuadra rusa anclada en. la ribera del Tajo,
publicados en la Gaceta extraordinaria de Londres de 16 de setiembre.


1. o Los navíos de guerra del emperador de Rusia que estan en el
Tajo se entregarán inmediatameute al almirante sir Cárlos Cotton con
todas sus municiones: serán enviados á Inglaterra, en donde los tendrá
S. M. B. como en depósito para restituir á S. M. 1. seis meses des pues
de la conclusion de la paz entre S. l\l. B. Y S. J\1. 1. el emperador de
todas las Rusias.


2." El vice-almirante Siniavin con todos los oficiales marinos y ma-
rineros que estan á sus órdenes, volverán á Rusia sin ninguna condi-
cion ó estipulacion que les impida servil' en lo sucesivo: serán convoya.
dos por gente d¿ guerra y navíos propios á expensas de S. M. B.


Dado y concluido á hordn del navío Twairdai en el Tajo y á bordo
del Ibernin, navío de S. lH. B. en la embocadura de la ribera, á 3 de se-
tiembre de 1808.=Signado. =De Soiniavin. = Cárlos Cotton,




92
l~UMEB.O t»


Convencion definitiva para la enacuacion de Portugal pOJ' la! tropa«
francesas, publicada en la Gaceta extraordinaria de Londres,


Los generales en jefe de los ejércitos inglés y francés ea Portugal,
habiendo determinado negociar y concluir un tratado para la evacua-
cion de este reino por las tropas francesas sobre las bases del conclui-
do el 22 del presente para una suspension de armas, han habilitado á
los infraseriptos oficiales para negociarlo en su nombre , á saber: de
parte del general en jefe del ejército británico al teniente coronel JUur-
ray, cuartel-maestre general. y de lo del general en jefe del francés á
llh'. Kellermnm, general de division, á quienes han dado la facultad ne-
cesaria para negociar y concluir un convenio al efecto, sujetos sin ern-
bargo á su ratificacion respectiva, y á la del almirante comandante de
la escuadra británica en la embocadura del Tajo. Los oficiales despues
de haber canjeado sus plenos poderes se han convenido en los artícules
siguientes:


f ." Todas las plazas y fuertes del reino de Portugal ocupados por
las tropas francesas se entregarán al ejército británico en el estado en
que se hallen al tiempo de firmarse este tratado. 2." Las tropas france-
sas evacuarán á Portugal con sus armas y bagajes; no serán conside-
radas como prisioneras de guerra, y á su llegada á Francia tendrán li-
bertad para servir. 3. o El gobierno inglés suministrará los medios de
transporte para el ejército francés, que desembarcará en uno de los
puertos de Francia entre Ilochefort y L'Orient inclusivamente. 4." El
ejército francés llevará consigo toda su artillería de calibre francés con
lo á ella anejo. Toda la demas artillería, armas, municiones, como tarn-
bien los arsenales militares y navales, serán cntrogados al ejército y
navíos británicos en el estado en que se hallen al tiempo de la ratifl-
cacion de este tratado, fí. n El ejército francés llevará consigo todos sus
equipajes, y todo lo que se comprende bajo el nombre de propiedad
de un ejército, y se le permitirá disponer de la parte de ella que el
comandante en jefe juzgue inútil para embarcar. Del mismo modo to-
dos los individuos del ejército tendrán libertad para disponer de su pro-
piedad privada, con plena seguridad en lo sucesivo para los comprado.
res. 6. n La caballería podrá embarcar sus caballos, así como tamhien
los generales y oficiales de cualquiera graduacion, quedando á dispo-
sicion de los comandantes británicos los medios de transportarlos: el
uümero de caballos que podrán embarcar las tropas no excederá de ¡¡00,




95
ni el de los jefes de 200. De todos modos el ejército francés tendrá li-
bertad para disponer de los que no puedan embarcarse. 7. 0 El embarco
se hará en tres divisiones, y la última de ellas se compondrá de las
guarniciones de las plazas, de la caballería, artillería, enfermos y equi-
paje del ejército. La primera division se embarcará dentro de siete
días de la fecba de la ratificacion. 8." La guarnicion de Yelves y sus
fuertes de Pcniche y Palmela se embarcarán en Lisboa. La de Almeida
en Oporto ó en el puerto mas cercano. 9." Todos los enfermos ó heri-
dos que no puedan embarcarse con las tropas, se confían al ejército bri-
tánico, cuyo gobierno pagará lo que gasten mientras esteu en este país
quedando de cuenta de la Francia abonarlo cuando marchen. El go-
bierno inglés proporcionará su vuelta á Francia por destacamentos co-
mo de 200 hombres á un tiempo. 10. Luego que los barcos que lleven
el ejército á Francia lo hayan desembarcado en los puertos arriba di-
cho>', Ó eu cualquiera otro de aquel país adonde el temporal los fuerce
á ir, se les proporcionará roda comodidad para volver á Inglaterra sin
dilacion y seguridad, ó pasaporte para no ser apresados hasta que lle-
guen á un puerto amigo. 11. El ejército francés se reconcentrará en
Lisboa y dos leguas alrededor. El inglés á tres leguas, por manera que
haya siempre UDa entre Jos dos ejércitos. 12. Los fuertes de San Julian,
Bnxio y Cascaes serán ocupacos por las tropas británicas cuando se
ratifique este convenio. Lisboa y su ciudadela con los fuertes y ba.te-
rías, el lazareto y el fuerte de San José los ocuparán cuando se embar-
que la segunda division , como tambien el puerto con todas las em-
barcaciones armadas. Las fortalezas de Yelves, Almeida, Peuiche y
Palrnela se entregnrán á las tropas británicas así que lleguen para ocu-
parlas. El general en jefe inglés noticiara :i las guarniciones de estas
plazas y á lás tropas filie las sitian este convenio para poner fin á las
hostilidades. 13. Se nombrarán comisionados por ambas partes para
acelerar la ejecucion de este convenio. 14. Si se suscitase alguna duda
sobre la inteligencia de ;¡Igun nrtrculn, se interpretará á favor del ejér-
cito francés. 15. Desde la ratiflcacion todas las deudas atrasadas de
contribuciones, requisiciones, etc. no podrán reclamarse por el gobier-
no francés contra los portugueses, ni ningun otro qla"l resida en esto
país; pues t.odo lo que se haya pedido é impuest.o después que el ejér-
cito francés entró en Portugal por diciembre de 1807, Yno se baya pa-
gado aun, queda cancelado, y se levantan los embargos puestos en los
bienes de-los deudores para que se les restituyan y qnerlen á su libre
disposicion. 16. Todos los súbditos de Francia ó de cualquier otra po-




94
tencia su aliada ó amiga que se hallen eu Portugal con domicilio Ó511l
él, serán protegidos, sus propiedades serán respetadas , y tendrán li-
bertad para acompañar al ejército francés, ó permanecer aquí, En todo
caso se les asegura su propiedad con la libertad de retenerla ó de rlis-
poner de ella; y pasando el producto de la venta á Francia ó cualquier'
otro país adonde vayan á fijar su residencia, se les concede un año pa-
ra el intento, Sin embargo ninguna de estas estipulaciones podrá ser-
vir de pretexto pora una especulacion comercial. t 7, "Nillgun portugués
será responsable por su conducta política durante la ocupacion de este
país por el ejército francés; y todos los que han continuado en el ejér-
cicio de sus empleos, ó que los han aceptado durante el gobiemo Irau-
cés , quedan bajo la protección de los comandantes iugleses, quienes
los sostendrán para que no se les cause vejacion en sus personas y bie-
nes; y podrán tambieu aprovecharse de las estipulaciones del art.1o.
18. Las tropas espaüulas detenidas á bordo de los navíos en el puerto
de Lisboa, serán entregadas al general en jefe inglés, quien se obliga
á obtener de los españoles la restitucion de los súbditos franceses, sean
militares ó civiles, que hayan sido detenidos en España , sin haber si-
do hechos prisioneros en batalla, ó en consecuencia de operaciones mi-
litares, sino con ocasion del 29 de mayo y dias siguientes. 19. Inme-
diatamente se hará un cange de prisioneros de todas graduaciones que
se hayan hecho en Portugal desde el principio de las presentes hosti-
lidades. 20, Para la recíproca garantía ue este convenio se entregará u
rehenes de la clase de ollciales generales por parte del ejército fran-
cés, del inglés y de su armada. El oficial del ejército británico será res-
tituido luego que se dé cumplimiento á los artículos pertenecientes al
ejército: el de la escuadra y el francés cuando las tropas hayan desem-
barcado en su país. 21. Se permitirá ¡II gener¡1! francés enviar un oficial
á Francia con el presente convenio, y el almirante hr itáuio.. le dará una
emharcacion que le convoye á Hurdeos ó á Iloehefurt. 22. Se hará por
que el almirante británico acomode á S. E. el general en jefe y olicia-
los principales del ejército francés á bordo de los navíos de guerra. Da-
do y concluido en Lisboa á 30 de agost.o de 180S.=Firmado.=Jorge
lUurray. =Kellermann.


Articulos adiciontücs,


l." Los empleados civiles del ejército hechos prisioneros, sea por
las tropas hritánioas Ó pllr las portllgues;" en cualquier parte de Par-'
tugal , serán restituidos, como de costumurc , sin cauge.




2." El ejército francés subsistirá de sus propios almacenes hasta el
día del embarco, y la guarnicion hasta la evacuación de las fortalezas.
El remanente de los almacenes se entregará en la forma acostumbrada
al gobierno británico, quien se cncarga de la subsistencia y caballos del
ejército desde el tiempo referido hasta su llegada á Francia, con la
coudícion de ser reembolsado por el gobierno francés del exceso de gas-
tos á la estimacion que por ambas partes se dé á los almacenes entre-
gados al ejército inglés. Las provisiones que esten á bordo de los na-
víos de guerra de que está en posesión el ejército francés, se tomarán
en cuenta por el gobierno inglés así como los almacenes de la fortaleza.


3." El general en jefe de las tropas británicas tomará las medidas
necesarias para restablecer la libre circulacion de los medios de sub-
sistencia entre el país y la capital. =Dado etc.


NmlERO 8."


En la corte palacio de la reina el 4 de julio de t 808. Presente en el t:Dn-
sejo de S. 111. el rey.


Habiendo S. 1'1. tomado en consideracion los esfuerzos gloriosos de
la uacion española para libertar su país de la tiranía y usurpacion de
Franei.r , y los ofrecimientos qne ha recibido de varias provincias de
España de su disposicíou amistosa hácia este reino; se ha dignado mano
dar y manda por la presente de acuerdo con su cousejo privado:


t." Que todas las hostilidades contra España de parte de S. M.
cesen inmediatamente.


2. n Que se levante el bloqueo de todos los puertos de España, á
excepcion de los que se hallan todavía en poder de los franceses.


3." Que todos los navíos ó buques pertenecientes á España sean li-
bremente admitidos en las puertos de los dominios de S. M. como lo
fueron antes de las hostilidades.


4." Que todas las embaroaciones españolas que sean encontradas
por la mar por los navíos ó corsarios de S. M., sean tratadas como las
de las naciones amigas, y se les permita hacer todo tráfico permitido :í.
las neutrales.


5." Que todos los navíos ó mercaderías pertenecientes á los indivi-
duos establecidos en las colonias españolas, que fueren detenidos por
los navíos de S. 1\'1. despues de la fecha de la presente, han de ser con-
ducidos al puerto, y conservados cuidadosamente en segura custodia
hasta que se averigüe si las colonias donde residen los dueños de IOi




96
referidos navíos ó efectos han hecho causa comun con España contra
el poder de la Francia.


y SS. EE. los comisionados de la real tesorería, los secretarios de
estado de S. M. , los comisionados del almirantazgo, y los jueces de los
tribunales del viz-almirantuzgo , han de tomar para el cumplimiento de
los anteriores artículos las medidas que respectivamente les correspon-
den. =Firmado. = Esteban Coterell,


NUlInmo 9."


i;;¿ ~,uez~ ~?rliy:-¿¡ o'~')(,a.-J'~,
;;"y J·uvw,ue8a.- á.O"lviCT7~Ta.-
, 'f\ r--~?rO')(,61'\U1., cJ·¡r1.?rO'\~,u~IV


H,u~V d'OM'j> , r,y ¡-ÚV T'~
d'jCt"7top~í~aea., Tnv Xwp~v ¿,~
;1V J"E Tl~ ~,u~~ TH~ ód'oü


, "'f\~ f\ 'TOUT~), 6l~ ~v cJ'UYw,u~cJ'~ ')(,p~Tl~Ta.-.
( XENOPBONTIS, eYR. 3. )


NUMERO 10.


Estas palabras estan insertas en una Memoria escrita por José á su
hermano Napoleon en bliranda de Ebro á 16 de setiembre de 181l8, cogida
con otros papeles en la batalla de Fitoria.


FIN DEL TOIUO PRIMERO.




íNDICE
DEL TOMO PRIMERO.


CAUSA del Escorial. .
Entrada de Junot en Portugal. ..........................•.
Fuga de la familia real del Brasil ..
Entrada de Dupont en España....•.•..•....•...•....•..•..
Primera conmocíon en Aranjuez.......•.........•.•....•.•
Segunda. Prision de Godoy .
Abdicacion de Cárlos IV .
Coumocíon en Illadrid....•..••.................•..•....••
Entrada de Murat en la capital. ....•...•.....••.•....•....
Venida á IlIadrid del Rey Fernando .
Salida del Rey para Burgos.•.••..•.•.••..••••.••••.•.••••
Su llegada á Bayona.......••.••••..•..............••.••.
DOR de mayo..•.....•....•..••••....•...•••.•.•••••••••
Renuncia de Cárlos IV en Napoleon .
Levantamiento en Asturias.••.•••.....••.•..•.•.•••..•..••


de Galicia..•..•.......•.••••...•••••••..•..••.•••
de Santander..•..•............................•.•
de Leon y Castilla la Vieja...•.......•....•.........
de Sevilla ..•....•.•••....••.......••....•..•.....


Sucesos de Cádiz. Muerte del general Solano .
• 7TOM. 1. APEND.


Págs.


19
31
35
4l
67
70
75
76
86
87


102
188
122
140
159
169
178
181
185
195




98
Bendición de la escuadra francesa.. . . .• . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . 197
Levantamiento de Granada........ . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . 199
~ - de Extremadura , . . .. .. . .. . . . . . .. .. 204


- de Cartagena y ~IlIrcia........ .. 210
- de Valencia , " .....•.............. , . 211


Matanza de los franceses en esta capital.. . . . .. . . .. . . . . .. .. .. 218
Suplicio del can6nigo Calvo....... . .. . . . ... . .. .. . . . . . . .. . . 222
Levantamiento de Aragon.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . 223
,- de Cataluña. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
- de las Balearea., . . . . . . . . . . . . . . .. 230


Sublevacion en Portugal contra los franceses " 242
Napoleon renuncia la corona de España en José., .. .. . . . .. . .•• 253
Congres6 y Coustituciou de Bayona.. . •. .............••... 259
Entrada de José en España.; . . . . . . .. .. . • ..••. .. . . . •. . . .. • . 272
Derrota de Cabezon. • . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
Accion del Bruch en Cataluña............................. 281
Entrada de Dnpont en Andalucía '" 288
Expedicion de l\Ioncey contra Valencia " . . 295
Defensa de esta capital. • • • . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
Saqueo de Cuenca por Caulincourt.. . • . . • • . . . . . . . . . . . . . . . .. 308
Batalla de Bioseco .••........•. " , , .. , 314
Entrada de José en Madrid.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
Batalla de Bailen... . ... . . . .... .. .•. ... . . . . . . . .. ... . .. . . . 329
Salen de Madrid los franceses. . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . 343
Primer sitio de Zaragoza.••................•... " .. .•. ... 3'7
Fin de este sitio. . . . . . . . . . . . • . • . • • . . . . • . • • . . • . . . . • . • • . . . . 374
Embisten los franceses la plaza de Gerona, y son vencidos.. .. 380
Venida de tropas inglesas á Portugal al mando de sir Arturo


Wellesley...........• , , . . . . .. . . .. . . .•.... .. 382
Accion de Roliza " . . •. .. . . .. . . . .. . . . . . .. . .. 386
Batalla de Vimeiro.......................... . . . . . . • • • . • . 390
Juramento de las tropas españolas en Langeland al mando del


marqués de la Romana y su vuelta á Espaiía.. . . . . . • . . . . . . . 407
Proclamación solemne de Fernando VII en Madrid...... •..... 420


-....




·HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO~ GUERRAYREVOLUCION
""DE ESPANA.




~.,) @o




e
)


I ·1J,.", ~,


HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO. GUERRA YREVOLUCION
DE ESPANA


POR


EL CONDE DE TORENO;
ADICIOIUDA y CORRRGIDA POR SU AUTOR,


PRECEDIDA DE SU BIOGRAFÍA
y EXORNADA CON SU RETRATO GRABADO EN ACERO.


SEGUNDA EDICION.


TOMO 111.


MADRID.
1l\1PRENTA. DE J. MARTIN ALEGRIA,


CALLEJOn IIE SAN MARCOS, nÚM. 6.
1848.


~ i..,/ :/' I r: (-"1 \.~ ,. /"
".1.'" 1 J




...... quís nescít , prhnam esse historial legem , ne
quid rals1 die ere audeat? deinde ne qnld veri non
audeat ? ne qua suspítto grallre slt In serlbendo '?
ne qua símultaüs ?


CleRR. De Oratore, tif¡o 11, C. {S.




RESUMEN


OEL


LIBRO DUODÉCIMO.


EJERCITO francés que se destina á Portugal. IUariscal Massena general
en jefe. - Sitio de Ciudad Rodrigo. - Herrasti, su gobernador. - Si-
tuaciou de Wellington. - Don Julian Sanchez. - Capitula la plaza.
- Gloriosa defensa. - Clamores contra los ingleses por no haber
socorrido la plaza. - Excursion de los franceses hácia Astorga y
Alcaiíices. - Toman la Puebla de Sanabria.-La pierden. - La ocupan
de nuevo. - Campaña de Portugal, - Estado de este reino y de su go-
bierno. -Plan de lord Wellington.-Fuerzaque mandaba.i--éiubsidios
que da Inglaterra. -PosicioTl de Wellington. Devastacion del país.-
Líneas de Torres-Vedras. - Dicho de Wellington á Álava. -Prepara-
tivos y fuerza de Jos franceses. - Escaramuzas. Fuerte de la Concep-
cion. - Combate del Coa. - Sitio de Almeida. - Vuélase. - Capitula .
.- Proscripciones y prisiones en Lisboa. --- Temores de los ing-Jeses.-
Repliégase Welliugtou. - Dificultades que tiene 1\1:Is8en3. - Aguíjale
Napoleon. - Empieza IUassena la iuvasion. -Posicion de Wellingtou
y medidas que toma. - Descripcion del valle de l\Ioudego. - Distri-
bucion de los cuerpos de JUassena. - I\Iuévese sobre Celdrico y Viseu.




6
- Entran sus avanzadas en Viseo. - Continúa Wellington su retirada.
- Ataca Trant la artillería y equipajes franceses. - Detiénese Welling-
Ion en Busaco, - Accion de Busaco. -Cruza Massena la sierra de
Caramula, - Los franceses en Coimbra. - Condeixa. - Desórdenes en
el ejército inglés. - Sosprende Trant á los franceses de Coimbra.-
Alcoentre. - Alenquer. - Los ingleses en las líneas. - Massena no las
ataca. -Formidable fuerza y posicion de Wellington. - Únesele con
2 divisiones Romana. - l\loléstase tambien al enemigo fuera de las
líneas. - Don Cárlos de España. - Situacion crítica de los franceses.
- Galicia. -Asturias. -Expediciones de Porlier por la costa.-Ex-
tremadura, - Refriega en Cantaelgallo. - En Fuente de Cantos. - Ex-
pedicion de Lacy á Ronda. - Al condado de Niebla. - Situacion de
esta comarca. -- Operaciones en Cádiz. - Fuerza sutil de los enemigos.
- Fuerzas de los aliados en Cádiz y la Isla. - Blake en Murcia. - Se-
bastiani se dirige á 1\lurcia. _. l\ledidas que toma Blake. - Se retira
Sebastiani. - Insurrecciones en el reino de Granada. - Expediciou
contra Fuengirola y M.álaga. - Avanza Blake á Granada. - Acciou de
Baza, 3 de noviembre. - Provincias de levante. - Valencia.- Choques
en Morella y Albocaser. - Avanza Caro y se retira.v- Caro huye de
Valencia. - Le sucede Bassecourt. - Catalufi¡¡. - Su congreso.-
Odonnell, -l\Jacdonald. - Convoyes que lleva á Barcelona. - Ejército
español de Cataluña. - Intenta Suchet sitiar á Tortusa.... Sus dispo-
siciones. - Salidas de la plaza y combates parciales. - Adelanta 1\lac-
donald á Tarragoua. - Se retira. - Dificultades con que tropieza.-
Avístase en Lérida con Suchet. - Macdonald incomodado siempre por
los españoles. - Sorpresa Gloriosa de La Bisbal. - Y de varios puntos
de la costa. o •• Guerra en el Ampurdan. - Eroles manda allí. - Cam-
poverde en Cardona. - Otro convoy para Barcelona. - No adelantan
los enemigos en el sitio de Tortosa. - Convoyes que van allí de l'1equi-
nenza.- Los atacan los españoles. - Carvajal eu Aragon. - Villacam-
pa infatigable en guerrear. - Andorra. -Las Cuevas. - Alventosa. -
Combate de la Fuensanta. -Nuevos convoyes para Tortosa, -Comb¡¡-
tes parciales. - 1..os españoles desalojados de Falset, - Movimiento de
Basscconrt, - Accion de Ulldecona. ~- Macdonald socorre á Barcelona
y se acerca á Tortosa. - Formaliza cl sitio Suchet. - Deja Odonnell el
mando. _.~ Partidas en lo interior de España. -En Andalucia.-En Cas
tilla la Nueva. - En Castila la Vieja.·· Santander y provincias Vascon-
gadas. -Expedicion de Benovnles á la costa cantábrica. --- Nnvurra.
Espoz y lUina.... Córtes. - Remisa la Regencia en convocarlas. - Cla-




7
mor general por ellas. - Las piden diputados de las juntas de provincia.
- Decreto de convocacion. -Júbilo r,eneral en la nacion. - Dudas de
la Regencia sobre convocar una segunda cámara. -Costumbre antigua.
- Opinion comun en la nacion, - Consulta de la Regencia al Consejo
reunido.- Respuesta de este. - Voto particular. - Consulta del Con-
sejo de Estado. - No se convoca segunda cámara. - Modode eleccion.
- El antiguo de España. - Poderes que se dan á los diputados. - Llá-
manse á las Córtes diputados de las provincias de América y Asia.-
Eleccion de suplentes.-Opinion sobre estocn Cádiz. -Parte que to-
ma la mocedad. - Enojo de los enemigos de reformas. - Número que
acude á las elecciones. - Temores de la Regencia. -Restablece todos
los Consejos. - Quiere el Consejo real intervenir en las Córtes. - No
lo consigue. - Señálase el 24 de setiembre para la instalacion de Cór-
tes ..- Comision de poderes. - Congojosa esperanza de los ánimos.






HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO ~ GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO DUOnÉCIMO.'


PROSEGUJAN los franceses en Sil intento de invadir el reino Ejército francés
que se destiuade Portugal y de arrojar de allí al ejército inglés, üperacion ti Portugal.


no menos importante que la de apoderarse de 'as Andalu-
cías y de mas dificultosa ejecucion , teniendo que lidiar con
tropas bien disciplinadas, abundantemente provistas y am-
paradas de obstáculos que á porfía les prestaban la natura-
leza y el arte. Destinaron los franceses para su empresa los
cuerpos 6° y 8° , ya en Castilla, y el 2°, que luego se les
juntó yendo de Extremadura. Formaban los 5 un total de
66000 infantes y unos 6000 caballos. Nombróse para el nlnriscal


d . ~ 1d d R' l' 1 '1 b . 1 Masscna generalman O en jete a uque e ¡VO 1, e ce e re marisca Mas- en jefe.
sena.


,!ntes de pisar el territorio portugués, forzoso les era á
los franceses no solo asegurar algun tanto su derecha, co-




10
mo ya Jo habían practicado metiéndose en Asturias y ocu-
pando :í Astorga , sino tambien enseñorearse de las plazas


Sitio de colocadas por su frente. Ofrecíase la primera á su encuen-
Ciudad Rodrigo.


tro Ciudad Rodrigo, la cual despues de varios reconoci-
mientos anteriores, y de haber hecho á su gobernador in-
útiles intimaciones, embistieron de firme en los últimos
dias del mes de abril.


A la derecha del Águeda y en paraje elevado, apenas se
puede contar á Ciudad Rodrigo entre las plazas de tercer
órden. Circuida de un muro alto antiguo y de una falsabra-
ga, domínala al norte y distante unas 290 toesas el teso
llamado de San Francisco, habiendo entre este y la ciudad
otro mas bajo con nombre del Calvario. Cuéntanse dos aro
rabales , el del Puente al otro lado del rio, y el de San
Francisco bastante extenso, y el cual colocado al nordeste
fué protegido con atrincheramientos; se fortalecieron ade-
mas en su derredor varios edificios y conventos como el de
Santo Domingo, y tambien el que se apellida de San Fran-
cisco. Otro tanto se practicó en el de Salita Cruz situado
al noroeste de la ciudad, y por la parte del rio se levanta-
ron estacadas y se abrieron cortaduras y pozos de lobo.
Despejáronse los aproches de la plaza y se construyeron
algunas otras obras. Se carecia de almacenes y de edificios
á prueba de bomba, por lo que hubo de cargarse la bóve-
da de la catedral y depositar allí y en varias bodegas la
pólvora, como sitios mas resguardados. La poblacion cons-
taba entonces de unos DOOO habitantes, y ascendía la guaro
nicion á 5498 hombres, incluso el cuerpo de urbanos. Se
metió tambien en la plaza con 240 jinetes don Julian San-


Herrastí, chez é hizo el servicio de salidas. Era gobernador don An-
su gobernador. drés Perez de Herrasti, militar antiguo, de venerable as-


pecto, honrado y de gran bizarría. natural de Granada como
Álvarez el de Gerona, y que así como él babia comenzado




11
la carrera de las armas en el cuerpo de guardias españolas.


Confiaban tambien los defensores de Ciudad Rodrigo en
el apoyo que les daria lord Wellington , cuyo cuartel ge-
neral estaba en Viseo y se adelantó despues á Celórico, Su
vanguardia á las órdenes del general Crawfurd se alojaba
entre el Águeda y el Coa, y 1.'119 de marzo en Barba del
Puerco hubo entre 4 compañías suyas y unos 600 franceses
que cruzaron el puente de San Felices un reñido choque,
en el que si bien sorprendidos al principio los aliados, obli-
garon no obstante en seguida á los enemigos á replegarse
á sus puestos. Unióse en mayo á la vanguardia inglesa la
división española de don Martín de la Carrera, apostada an-
tes hácia San Martin de Trevejos.


Viniendo sobre Ciudad Rodrigo apareciéronse los fran-
ceses el 25 de abril via de Valdecarros, y establecieron sus
estancias desde el cerro de Matahijos hasta la Casablanca.
Descubriéronse igualmente gruesas partidas por el camino
de Zamarra, y continuando en acudir hasta junio tropas de
todos lados , Ilegáronse á juntar mas de 50000 hombres,
que se componían de los ya nombrados 6" y 8° cuerpos y
de una reserva de caballería que guiaban el mariscal Ney y
los generales Junot y Mont-Brun. El primero habia vuelto
de Francia y tomado el mando de su cuerpo con la espe-
ranza de ser el jefe de la expedicion de Portugal. Por demas
hubiera sido emplear tal enjarnhre de aguerridos soldados
contra la sola y débil plaza de Ciudad Rodrigo, si no hu-
biera estado cerca el ejército anglo-portugués.


Tuvo el 6° cuerpo el inmediato cargo de ceñir la plaza:
situóse el 8° en San Felices y su vecindad, se extendió la
caballería por ambas orillas del Áglledn. Pasóse el mes de
mayo en escaramuzas y choques, distinguiéndose varios
oficiales, y sobre todos don Jnlian Sanchez. Maravillosa
de las buenas disposiciones y valor dp tiste el comandante


Situacíon
de WelJinglon.


Don Jullan
Sanchez..




12
de la brigada británica Crawfurd, que desde Gallegos hahin
pasado á Ciudad Rodrigo á conferenciar COl! el gobernado)".
Era 1'117 de mayo, y de vuelta á su campamento escoltaba
al inglés Sanchez , cuando se agolpó contra ellos un grueso
trozo de enemigos. Juzgaba Crawfurd prudente retroceder
á la plaza, mas don Julian conociendo el terreno disuadióle
de tal pensamiento, y con impensado arrojo acometiendo
al enemigo en vez de aguardarle, le ahuyentó, y llevó sal-
vo á sus cuarteles al general inglés.


Intimaron el 1'2 de nuevo los franceses la rendicion , y
Herrasti sin leer el pliego contestó que excusaban cansarse,
pues ahora no trataria sino á balazos.


Los enemigos despues de haber echado dos puentes de
comunicacion entre ambas orillas y completado sus apres-
tos, avivaron los trabajos de sitio al principiar junio.


El 6 verificaron los cercados una salida mandada por el
valiente oficial don Luis l\'Jinayo, que causo hastante daño :'t
los franceses , é hicieron hoyos en las huertas llamadas de
Samaniego, en donde se escondían sus tiradores incomodan-
do con sus fuegos ánuestras avanzadas. Continuaron adelan-
tando los franceses sus apostaderos, y á Sil abrigo en la
noche del 15 al 16 de junio abrieron la trinchera que ar-
rancaba en el mencionado teso, y que los enemigos dila-
taron aunque á costa de mucha sangre por Sil derecha y
por el frente de la plaza. Cuatrocientos hombres de las com
pañías de cazadores y el batallen de voluntarios de Ávila,
capitaneados por el entendido y valerosooficial don Antonio
Vicente Fernandez, se señalaron en los muchos reencuen-
tros que hubo sostenido!' siempre por nuestra parte con
gloria.


Teniendo ya los enemigos el 22 mllY adelantadas !'IIS Ji ..
neas , y de modo que imposibilitaban el maniobrar de la
caballería, resolviese que don Julian Sanchez saliese riel re-




15
cinto con SIIS lanceros y se uniese á don Martin de la Car-
rera. Ejecutóse la operacion con intrepidez, y el denodado
Sanchez iI la cabeza de los suyos dirigiéndose á las once de
la noche por la dehesa de Marti-Remando, forzó tres líneas
enemigas con que encontró, y matando y atropellando lo-
gró gallardamente su intento.


Acometieron los sitiadores en la noche del 25 el arrabal
de San Francisco y en especial los conventos de Santo Do-
mingo y Santa Clara, pero fueron rechazados. Lo mismo
practicaron cn el arrabal del Puente, si bien tuvieron igual
ó semejante suerte. A la verdad no fueron estos sino simu-
lados ataques,


Apareció como verdadero el que dieron contra el con-
vento de Santa Cruz, situado segun queda dicho al noroeste
de la plaza. Cercáronlo en efecto por todos lados de noche,
escalaron las tapias de su frente, y quemando la puerta prin-
cipal se metieron en la iglesia, á cuyas paredes aplicaron
camisas embreadas. Pensaron en seguida asaltar el cuerpo
del edificio, en donde se alojaba la tropa que guarnecia el
puesto y que constaba de 100 soldados á las órdenes de los
capitanes don Ildefonso Prieto y don Ángel Castellanos.
Los defensores repelieron diversas acometidas, y habiendo
de antemano y con maña practicado una cortadura en la
escalera de subida, al trepar por ella con esfuerzo los gra-
naderos franceses quitaron los nuestros unos tablones que
cubrían la trampa y cayeron los acometedores precipitados
en lo hondo, en donde perecieron miserablemente, junto
con un brioso oficial que los capitaneaba, el sable en una
mano y en la otra una hacha de viento encendida. Duró la
pelea cerca de tres horas, firmes los españoles aunque 1'0-.
deados de enemigos y cási chamuscados con las llamas que
consumían la iglesia contigua. Recelosos los franceses con
lo acaecido en la escalera, no osaban penetrar dentro, y




14
al fin fatigados de tal porfía y expuestos también al fuego
continuo de la plaza se retiraron dejando el terreno bañado
en sangre. Honraron á nuestras armas con su defensa las
tropas del convento de Santa Cruz: fué su accion de las
mas distinguidas de este sitio.


Ocupados hasta ahora los franceses en los ataques exte-
riores y en sus preparativos contra la plaza, molestados
asimismo y continuamente por los sitiados, y prevenidos á
veces en sus tentativas, no habian aun establecido sus ba-
terías de brecha. Atrasó tamhien las operacionesel haberse
retardado la llegada de la artillería gruesa, detenida en su
viaje á causa del tiempo que lluviosísimo puso intransita-
bIes los caminos.


Por fin listos ya los franceses descubrieron el 25 de junio
siete baterías de brecha coronadasde 46 cañones, morteros
y obuses, que con gran furia empezaron á disparar contra
la ciudad balas, bombas y granadas. Se extendía la línea
enemiga desde el teso de San Francisco hasta eljardin de
Samaniego.


Respondió la plaza con no menor braveza, acudiendo en
ayuda de la tropa el vecindario sin distincion de clase, edad
ni sexo. Entre las mujeres sobresalió una del pueblo de
nombre Lorenza , herida dos veces, y hasta dos ciegos,
guiado uno por un perro fiel que le servia de lazarillo,
se emplearon en activos y útiles trabajos, y tan joviales
siempre y risueños entre el silbar y granizar de las balas,
que gritaban de continuo en los parajes mas peligrosos,
« ánimo muchachos; viva Fernando VII, viva Ciudad Ro-
drigo. ¡)


Los enemigos dirigieron el primer dia sus fuegos contra
la ciudad para aterrarla, y empezaron el 26 á batir en
brecha el torreon del Rey, que del todo quedó derribado
en la mañana siguiente. Hiciéronles los españoles por su




15
parte grande estrago bien manejada su artillería, cuyo jefe
era el brigadier don Francisco Ruiz Gomez.


El ~8 intimó de nuevo el mariscal Ney la rendicion á la
plaza, y habiendo ya entonces llegado al campo francés el
marlscal Massena, que antes había pasado por l\ladrid á vi-
sitar á José, hizose á su nombre dicha intimacion, honorí-
fica sí, aunque amenazadora. Contestó dignamente Herrasti
diciendo entre otras cosas, « después de cuarenta y nueve
J) años que llevo de servicios, se las leyes de la guerra y
» mis deberes militares ..... Ciudad Rodrigo no se halla en
» estado de capitular. »


Sin embargo imaginándose el oficial parlamentario que
parte de la confianza del gobernador pendia de la esperan-
za de que le socorriese lord Wellington , propúsole en-
tonces de palabra despachar á los reales ingleses un correo
por cuyo medio se cerciorase de cuál era el intento del ge-
neral aliado. Convino Herrasti, mas Ney sin cumplir lo
ofrecido por su parlamentario, renovó el fuego y adelantó
sus trabajos hasta 60 toesas de la plaza.


Descontento el rnariscal Massena con el modo adoptado
para el ataque, mejoróle y trazó dos ramales nuevos hácia
el glacis y enfrente de la poterna del Rey, rematándolos en
la contraescarpa del foso de la falsabraga. Desde allí soca-
varon sus soldados unas minas para volar el terreno y dar
proporcion mas acomodada al pié de la brecha. Contuvié-
ronlos algun tanto los nuestros, y los ingenieros bien diri-
gidos por el teniente coronel don Nicolás Verdejo abrieron
una zanja y practicaron otros oportunos trabajos, contra-
restando al mismo tiempo la plaza con todo género de pro-
yectiles los esfuerzos de los enemigos.


En el intermedio en vano estos haliian acometido repe-
tidas veces el arrabal de San Francisco. Constantemente
rechazados solo lo ocuparon el 5 de julio, en que los nues-




16
tros para reforzar los costados de la brecha lo habian ya
evacuado excepto el convento de Santo Domingo.


El gobernador siempre diligente velaba por todas partes,
y el :> ideó una salida á cargo de los capitanes don ]}Hguel
Guzman y don José R.obledo, cuyas resultas fueron glo-
riosas. Empezaron los nuestros su acometida por el arrabal
del Puente, y después corriéndose al de San Francisco por
la derecha del convento de Santo Domingo sorprendieron
á los enemigos, les mataron gente y destruyeron muchos
de sus trabajos.


Con esto enardecidos los españoles cada dia se empeña-
ban mas en la defensa. Sustentábalos tambien todavía la es-
peranza de que viniese á su socorro el ejército inglés, no
pudiendo comprender que los jefes de este tan numeroso
y tan inmediato, dejasen á sangre fria caer en poder de los
franceses plaza que se sostenía con tan honroso denuedo.
Salió no obstante fallida su cuenta.


Las baterías enemigas crecieron grandemente, y el 8 al-
gunas de ellas enfilaban ya nuestras obras. La brecha abierta
en la falsabraga y en la muralla alta de la plaza ensanchóse
hasta 20 toesas, con lo que, y noticioso el gobernador de
que los ingleses en vez de aproximarse se alejaban, resol-
vió ellO capitular de acuerdo con todas las autoridades.


Ca ptmta la plaza. A la sazon preparábanse los enemigos á dar el asalto, y
5 de sus soldados arrojadamente se habian ya encaramado
para tantear la brecha. Enarbolada por los nuestros bande-
ra blanca salió de la plaza un oficial parlamentario , quien
encontrándose con el mariscal Ney, volvió luego con
encargo de este de que se presentase el gobernador en
persona para tratar de la capitulacion. Condescendió en
ello Herrasti , y Ney recibiéndole bien y elogiándole pOI'
su defensa, añadió que era excusado extender por escrito
la capitulacion , pues desde luego la concedia amplia y




17
honorífica, quedando la guarnicion prisionera de guerra.


El mariscalNey dio su palabra en fé de que se cumpliria
lo pactado, y segun la noticia que del sitio escribió el mis-
mo Herrasti, llevóse á efecto con puntualidad. Fueron sin
embargo tratados rigorosamente los individuos de lajunta,
porque encarcelados con ignominia y llevados á pié á Sa-
lamanca trasladáronlos después á Francia.


En este asedio quedaron de los españoles fuera de com-
bate 1400 soldados, del pueblo unos 100. Perdieron por
lo menos 5000 los franceses. Massena encomió la defen- Glorlosa defensa.
sa , pintándola como de las mas porfiadas. «No hay idea
)) (decía en su relacion) del estado á que está reducida la
)) plaza de Ciudad Rodrigo, todo yace por tierra y des-
)) truido , ni una sola casa ha quedado intacta. J)


Enojó á los españoles el que el ejército inglés no socor- Clamores contra
. 1 1 1 d JI' h bi '1 11' 1 .1 1 Ios ínglesesriese a paza. or 'Ve ington a la verur o a 1 uesue e por no haber


socorrido la
Guadiana, dispuesto y aun como comprometido á obligar plaza.
á los franceses á levantar el sitio. No podia en este caso ale-
garse la habitual disculpa de que los españoles no se de-
fendian, ó de que estorbaban con sus desvaríos los planes
bien meditados de sus aliados. El marqués de la Romana
pasó de Badajoz al cuartel general de lord Wellington y
unió sus ruegos á los de los moradores y autoridades de
Ciudad Rodrigo, á los del gobierno español y aun á los
de algunos ingleses. Nada bastó. Wellington resuelto á no
moverse permaneció en su porfía. Los franceses aprove-
chándosede la coyuntura procuraron sembrar cizaña, y el
Monitor decia: «10s clamores de los habitantes de Ciudad
)) Rodrigo se oian en el campo de los ingleses, seis leguas
)) distante, pero estos se mantuvieron sordos.)) Si nos-
otros imitásemos el ejemplo de ciertos historiadores britá-
nicos, abríasenos ahora ancho campo para corresponder
debidamenteá las injustas recriminaciones que con largue-


T011r. IlI. 2




Excursion
de los tranceses
hácia Astorga
y Alcañíces.


Toman
la Puebla de


Sanabria.


18
za y pasion derraman sobre las operaciones militares de los
españoles. Pero mas imparciales que ellos, y no tomando
otra guia sino la de la verdad, asentarémos al contrario,
prescindiendo de la vulgar opinion, que lord Wellington
procedió entonces como prudente capitan , si para que se
levantase el sitio era necesario aventurar una batalla. Sus
fuerzas no eran superiores á las de los franceses, carecian
sus soldados de la movilidad j presteza convenientes para
maniobrar al raso y fuera de posiciones, no teniendo tam-
poco todavía los portugueses aquella disciplina y costum-
bre de pelear que da confianza en el propio valer. Ganar
una batalla pudiera haber salvado á Ciudad Rodrigo, pero
no decidia del éxito de la guerra: perderla destruía del todo
el ejército inglés, facilitaba á los enemigos el avanzar á Lis-
boa, y dábase á la causa española un terrihle ya que no
un mortal golpe. Con todo la voz pública atronó con sus
quejas los oídos del gobierno, calificando por lo menos de
tibia indiferencia la conducta de los ingleses. Don JUartin
de la Carrera, participando del comun enfado, se separó
al rendirse Ciudad Rodrigo del ejército aliado y se unió al
marqués de la Romana.


Envió en seguida el mariscal Massena algunas fuerzas que
arrojasen allende las montañas al general l\lahy, que había
avanzado y estrechaba á Astorga. Retirósc el español, y el
general U. Croix atacó en Alcañices á Echevarría, que de
intendente se habia convertido en partidario y tenido ya
anteriormente reencuentros con los franceses. Defendióse
dicho Echevarría en el pueblo con tenacidad y de casa en
casa. Arrojado en fin perdió en su retirada bastante gente
que le acuchilló la caballería enemiga.


Por entonces quisieron tambien los franceses apoderarse
de la Puebla de Sanabria, que ocupaba con alguna tropa
don Francisco Tahoada y Gil. Aquella villa solo rodeada




19
de muros de corto espesor y guarnecida de un castillo poco
fuerte, ya vimos cómo la entraron sin tropiezo los france-
ses al retirarse de Galicia l habiéndola después evacuado. Su
conquista no les fué ahora mas difícil. Taboada la desam-
paró de acuerdo con el general' Silveira que mandaba en
Braganza. Enseüoreése par tanto de ella el general Sertas,
y creyendo ya segura su posesion se retiró con la mayor
parte de su gente y solo dejó dentro una corta guarniciono


Enterados de su ausencia los generales portugués yespa-
ñol revolvieron sobre la Puebla de Sanabria el5 de agosto,
y despues de algunas refriegas y acometidas, la recupera-
ron en la noche del 9 al 10. Cayó prisionera la guarnicion
compuesta de suizos, á los que se les prometió embarcarlos
en la Coruña bajo condicion de que 110 volverian á tomar
las armas contra los aliados.


En breve tornó y de priesa en auxilio de la plaza el ge,·
neral Serras con 6000 hombres. A su llegada estaba ya ren-
dida, pero Taboada y Silveira juzgaron prudente abando-
narla, /10 teniendo bastantes fuerzas para resistir á las
superiores de los enemigos. Lleváronse los prisioneros, y
Serras de nuevo se posesionó de la villa y su castillo, cuya
anterior toma con la pérdida de los suizos le costaba mas
de lo que militarmente valía.


Comenzó entre tanto el mariscal IUassena la invasion de
Portugal. Pasarémos á hablar aunque con rapidez de acon-
tecimiento de tanta importancia, refiriendo antes los pre-
parativos y medios de defensa que allí había, como tambien
la situación de aquel reino.


Despues de la evacuacion que en el año pasado de 1809
efectuó el mariscal Soult de las provincias septentrionales
de Portugal, puede ascverarse que ni esta nacion ni su
ejército habian tomado parte activa ó directa en la lucha pe·
ninsular, Achacaron algunos la culpa á la flojedad del go-


La pierden.


La ocupan de
nuevo.


Campaña
de Portugal.


Estado
de este reino


y de '"
gobierno.




r Ap.fl.I.)


~o
hierno de Lisboa, y muchos al influjo que ejercía la Ingla-
terra , cuyo gabinete acabó por ser árbitro de la suerte de
aquel país, no conviniendo á la política británica, segun
se creia, el que se estableciese íntimaunion entre Portugal
y España. Hubo de los gobernadores del reino (nombre que
se daba á los individuos de la Regencia portuguesa) quien
se disgustó de tal predominio, y así se verificaron por este
tiempo mudanzas en las personas que componian aquella
eorporacion. El marqués de las Minas se retiró, y se agre-
garon á los que quedaban otros gobernadores, de los que
fué el mas notable y principal Sousa , hermsno de los em-
bajadores portugueses residentes en el Brasil y en Londres.
Poco despues en setiembre entró tambien en la Regencia
sir Cárlos Stuart, á la sazón embajador de Inglaterra en
Lisboa. Del ejército, ademas del mando inmediato dado á
Beresford, disponía en jefe como mariscal general de Por-
tugal lord Wellington, independiente del gobierno y ahso-
luto en todo lo relativoá la fuerza combinada anglo-portu-
guesa de cualquiera clase que fuese. Igualmente se confirió
la direccion suprema de la marina al almirante inglés Ber-
keley. En fin el gabinete del Brasil, ó por mejor decir, las
circunstancias arreglaron de modo la administracion públi-
ca de Portugal, que, conforme á la expresion de un historia-
dor inglés, en esta parte nada sospechoso, aquel reino *
(1 fué reducido á la eondicion de un estado feudatario. J)


Por lo mismo no con mayor resignacion que el marqués
de las Minas se sometian algunos de los otros gobernadores
del reino, aun de los nuevos, á la intervencion extraña. Las
reyertas eran frecuentes y vivas, echando los ingleses en
cara al gobierno de Lisboa, que en vez de remover obs-
táculos los aumentaba, entorpeciendo la ejecución de me-
didas las mas cumplideras. Pero tales quejas partían á veces
de apasionada irreflexion, pues si bien ciertas resoluciones




.21
de los comandantes británicos solian ser eficaces para el
éxito final de la buena causa, produeian por el momento
incalculablesmales, poco sentidos por extranjeros que solo
miraban los campos lusitanos corno teatro de guerra, y
desoían los clamores de un país que no era su patria.


Lord Wellington para hacer frente á tantas dificultades
y no abrumado COI\ la grave carga que pesaba sobre sus
hombros, desplegó asombrosa firmeza y se mostró invaria-
ble en sus determinaciones. l\Jlinistróle gran sostenimiento
la suprema autoridad de que estaba proveido, y los socor-
ros y dinero que la Inglaterra profusamente derramaba en
Portugal.


Deantemano habia lord Wellington meditado un plan de
defensa y elevádole al conocimiento del gobierno británico,
después de examinar detenidamente los medios económi-
cos y militares que para ello deherian emplearse. Extendió
su dictamen en un oficio dirigido á lord Liverpool , obra
maestra de prevision y maduro juicio. El gabinete inglésdes-
corazonado con la paz de Austriay el desastrado remate de
la expediciondeWaleheren, había vacilado en si continua-
ria¿ no protegiendo con esfuerzo la causa peninsular. Pero
arrastrado de las razones de Wellington, apoyadas con
elocuencia y saber por su hermano el marqués de Welles-
ley, miembro ahora de dicho gabinete, accedió al fin á las
propuestas del general británico. Segun ellas debiendo au-
mentarse el ejército angloportugués, tenian que ser ma-
yores los gastos y que concederse nuevos subsidios al go-
bierno de Lisboa.


Aprobado pues en Lóndres el plan de Wellington, en
breve contó este con una fuerza armada bastante numerosa.
Había en la península, no incluyendo los de Gibraltar, cer-
ca de 40000 ingleses, y dejando aparte los enfermos' y los
cuerpos- que contribuian á guarnecer á Cádiz , quedábanle


Plan de Lord
Wellington.


Fuerza
que mandaba.




Subsidios
que


da Inglaterra.


Posícíon
de Wellington.


Devastaclon
del país.


por lo menos 31 general británico de 26 á 27000 hombres
de su nación. Dividíase la gente portuguesa en reglada, de
milicias y en ordenanzas, las últimas mal pertrechadas y
compuestas de paisanaje. Los estados que de toda la fuerza
se formaron tuviéronse por muy exagerados, y segun un
cómputo prudente no pasaba la milicia arriba de 26000
hombres, y el ejército de 50000. No es fácil enumerar con
puntualidad la fuerza real de las ordenanzas. Por manera
que cási al comenzarse la campaña hallábanse ya bajo el
mando de lord Wellington unos 80000 hombres bien man-
tenidos, armados y dispuestos, con los que apoyados por
las ordenanzas ó sea la poblacion debia defenderse el reino
de Portugal.


El subsidio con que á este acudía la Gran Bretaña llegó
á ascender por año á cerca de 1 millon de libras esterli-
nas. Rayaba el costo del ejército puramente británico en
la suma de 1.800,000 libras de la misma moneda, 500,000
mas de las que hubiera consumido en su propio país. En-
carecióse sobre manera el enganche de soldados, no permi-
tiendo las leyes inglesas en el reemplazo de las tropas de
tierra conscripciones forzadas. Se pagaban 11 guineas de
premio por cada hombre que pasase de la miliciaá la línea,
y 10 por los que se alistasen en la primera.


Lord Wellington colocado ya en el valle del Mondego,ó
ya avanzando hácia la frontera de España, estaba corno en
el centro de la defensa, formando las alas la milicia y or-
denanzas portuguesas. Todo el territorio hasta cerca de
Coimbra, por donde se pensaba había de invadir 1'lassena,
fué destruido. Arruináronse los molinos, rompiéronse los
puentes, quitáronse las barcas, devastáronse los campos, y
obligando á los habitantes á que levantasen sus casas y lle-
vasen sus haberes, se ordenó que la pohlacion entera del
modo que pudiese hostigase al enemigo por los costados y




25
espalda y le cortase los vlveres , mientras que el ejército
aliado por su frente le traia á estancias en que fuese pro-
bable batallar con ventaja.


De aquellas se contaban á retaguardia de los anglo-por-
tugueses varias que eran muy favorables, sobrepujando á
todas las que se conocieron después con el nombre de lí-
neas de Torres-Yedras. Fortaleciéronse estas cuidadosa-
mente, proviniendo la primera idea de mantenerlas y ase-
gurarlas de planes que de todos sus puestos mandó levantar
en 1799 el general sir Cárlos Stuart (padre del Stuart por
este tiempo embajador en Lisboa), trabajo que ya enton-
ces se hizo con el objeto de cubrir la capital de Portugal
de una invasión francesa. Wellington desde muy temprano
concibió eldesignio de realizar pensamiento tan provechoso.


Dos fueron las principales líneas que se fortificaron. Par-
tia la primera de Alhandra orillas del Tajo, y corria por
espacio de siete leguas, siguiendo la conformacion sinuo-
sa de las montañas hasta el mar y embocadero del Sizan-
dro, no léjos de Torres-Vedras. La segunda, que era la mas
fuerte y que distaba de la primera de dos á tres leguas, se-
gun la irregularidad del terreno, arrancaba en Quintela, y
dilatándose cosa de seis leguas remataba en el paraje en
donde desagua el rio llamado San Lorenzo. Habia ademas
pasado Lisboa al desembocar del Tajo otra tercera línea , en
cuyo recinto quedaba encerrado el castillo de San Julian,
no teniendo la última mas objeto que el de favorecer? en
caso de necesidad, el embarco de los ingleses. Contábanse
en tan formidables líneas ciento cincuenta fuertes y unos
600 cartones. Se habían construido las obras bajo la direc-
cion del teniente coronel de ingenieros Fletcher , á quien
auxilió el capitán Chapman.


Puso lord Wellington particular ahinco en que se for-
tificasen estas líneas cumplida y prontamente, pues como


Lineas de
Torres-Vedras.


Dicho
de WelJington


á Álava.




24
decia al digno oficialdon l'liguel de Álava, comisionado por
el gobierno español cerca de su persona, (1 no ha podido
» cabemos mayor fortuna que el haber asegurado el punto
) de la Isla gaditana y este de Torres-Vedras, inexpugna-
1) bles ambos, y en los que estrellándose los esfuerzos del
) enemigo daremos lugar á otros acontecimientos, y nos
» prepararémos con nuevos bríos á ulteriores y mas bri-
n llantes empresas.»


Preparativos Los franceses por su parte hahian preparado grandes
y fuerza


de los franceses. fuerzas, para que no se les malograse la expedicion de Por-
tugal. El mariscal Massena no solo tenia á su disposicion
los 5 cuerpos indicados y la caballería de Mont-Brun, sino
que comprendiéndose igualmente en su mando las pro-
vincias de Castilla la Vieja y las Vascongadas l el reino de
Leon y Asturias, de su arbitrio pendia sacar de allí las fuer-
zas que hubiese disponibles. Ademasse alojabaentre Zamo-
ra y Benaventeá las órdenes del general Sertas una columna
móvil de 8000 hombres que amenazaba á Tras-los-ñlontes,
y en agosto entró en España un 9 o cuerpo de ejército de
20000 hombres, formado en Bayona y regido por el gene-
ral Drouet: á mayor abundamiento en la misma ciudad se
juntaba otro al cargo del general Caffarelli. No eran inúti-
les semejantes precauciones si querían los enemigos con-
servar firme su base, y evitar el que se interrumpiesen las
comunicaciones por las partidas españolas.


Así fué que el mariscal Massena, próximo á entrar en
Portugal, dió en Ciudad Rodrigo una proclama á los ha-
bitadores de aquel reino, expresando que se hallaba á la
cabeza de 110000 hombres. Asercion 110 jactanciosa si se
cuentan todos los cuerpos y divisiones que estaban bajo su
obediencia, y que se extendían por España desde la fron-
tera lusitana hasta la de Francia.


Hubo ya escaramuzas en los primeros días dejulio entre




25
ingleses y franceses. Aquellosvolarony acabaronde arrui-
nar el 21 del mismo mes el fuerte de la Concepcion, en la
raya perteneciente á España, y bien fortificado antes de
1808; pero que al principiarse en dicho año la insurrec-
cion se vió abandonado por los españoles, y destruido en
parte por los franceses.


Crawfurd, general de la vanguardia inglesa, se colocó
entonces á la márgen derecha del Coa, y sin tener la apro-
bacion de lord Wellington decidióse el 24 á trabar pelea
con los franceses, llevado quizá del deseo de cubrir á Al-
meida , bajo cuyos cañones apoyaba su izquierda. Consis-
tia la fuerza de Crawfurd en 4000 infantes y 1100 caballos,
situados en una línea que se extendía por espacio de media
legua, formacion algo semejable á las desadvertidas del ge-
neral Cuesta. Vino sobre los ingleses el mariscal Ney acom-
pañado de su cuerpo de ejército, y por consiguiente muy
superior á aquellos en número. Y si bien los batallones de
la vanguardia aliaday los individuos combatieron por sepa-
rado valerosamente, maniobróse mal en la totalidad, y los
movimientos no fueron mas atinados que lo habia sido la
colocacion de las tropas. Los franceses rompieron las filas
inglesas, obligando á sus soldados á pasar el Coa. Sirvió á
estos para no ser del todo deshechos y atropellados por los
jinetes enemigos lo desigual del terreno y los viñedos, y
también el haberse negado á evolucionar oportunamente
con la caballería el g(lneral Mont-Brun, disculpándose con
no tener orden del general en jefe mariscal Mnssena. Ha-
llaron así los ingleses hueco para cruzar el puente, cuyo
paso defendido con grande aliento detuvo al francés en Sil
marcha. Perdió Crawfurd cerca de 400 hombres; bastan-
tes Ney por el empeño que puso aunque inútil en ganar
el puente.


Tal contratiempo en vez de coadyuvar á la defensa de


Escaramuza ••
Fuerte de


la Concepcío n;


Combate del
Coa.




26
Almeida no podia menos de perjudicarla. Los franceses en
efecto intimaron luego la rendicion; mas no por eso obra-
ron con su acostumbrada presteza, pues hasta el iD de
agosto en la noche no abrieron trinchera.


de ~¡~l~ida. Parecía natural que Almeida , plaza bajo todos respectos
preeminente á Ciudad Rodrigo, imitase tan glorioso ejem-
plo, prolongando aun por tiempo mas largo la resistencia.
Los antiguos muros se hallaban mucho antes de la actual
guerra mejorados, conforme al sistema moderno de fortifí-
cacion , con foso, camino cubierto, seis baluartes, seis
rebellines , y un caballero que dominabala campiña. Habia
también almacenes á prueba de bomba. Estaba ahora la
plaza municionada muy bien, y sus obras mas perfecciona-
das. Guarnecíanla 4000 hombres, y mandaba en ella el co-
ronel inglés Cox.


vuétase. Rompieron los franceses el 26 horroroso fuego, y :í poco
ardieron muchas casas. Al anochecer del mismo día tres al-
macenes los mas pricipales encerrados en un castillo anti-
guo, situado en medio de la ciudad, se volaron con pasmo-
so estrépito, y causaron deplorable ruina. Por unas partes
requebrajáronse los muros, por otras se aportillaron; los
cañones cási todos fueron ó desmontados á arrojados al fo-
so; perecieron 500 personas; hubo heridas muchas otras,
y apenas quedaron seis casas en pié. Tal espectáculo ofre-
ció Almeida en la mañana del 27. No faltó quien atribuyese
á traicion semejante desdicha: los bien informados á ca-
sualidad ó descuido.


Capitula. Sin tardanza repitieron los franceses la intimacion de
rendirse. El gobernador Cox, aunque ya miraba imposible
la defensa, quería alargarla dos ó tres días esperando que
el ejército aliado acudiese en socorro de la plaza; pero obli-
góle á capitular U1l alhoroto agavillado por el teniente de
rey Bernardo de Costa. Presúmese que en él influyeron los




9.7
portugueses adictos al francés, y que estaban en su cam-
po. El teniente de rey fué en adelante arcabuceado, si bien
no resultó claramente que llevase tratos con el enemigo.


De resultas la Regenciade Portugal tambien declarótrai- Proscrtpclonee yy prístones
dores á varios individuos que seguían el bando francés. En- en Lisboa.
tre ellos sonaban los nombres de los marqueses de Aloma
y de Loulé , del conde de Ega, de Gomez Freiré de An-
drade y otros de cuenta. Se prendió asimismo en Lisboa á
muchas personas so pretexto de conspiracion , sin pruebas
ni aeusacion fundada. Enviáronlas después unas á Inglater-
ra, otras á las Azores. Dieron ocasioná tan vituperable de-
masía livianosmotivos y privadas venganzas. Extrañóse que
lord Wellington, y particularmente el embajador Stuart,
miembrode la Regencia y de poderoso influjo, 110 estorba-
sen procedimientos en que por lo menos pudiera achacar-
seles cierta connivencia, como sucedió. Pero la Regencia
de Lisboa tomando la defensade ambos, manifestó no ha-
ber tenido parte ninguno de ellos en aquella ocurrencia.


l\1ientras tanto la caida de Almeida, el contratiempo de Temores.de los Ingleses.
Crawfurd, y la idea agigantada que entonces tenían los in-
gleses del ejército Irancés , causaban en el británico grande
descaecimiento. Las carlas de los oficiales á sus amigos en
Inglaterra no estaban mas animosas, y RU mismo gobierno
se mostraba casi desesperanzado del huen éxito de la lucha
peninsular. Así fué que no obstante haber accedido a los
planesde lord Wellington, indicáhase a este en particulares
instrucciones que S. 1\1. B. veria con gusto la retirada de su
ejército, mas bien que el que corriese el menor peligro
por cualquiera dilacion en su embarco. Otro general de
menos temple que lord Wellington y menos confiado en
los medios qu~ le asistian , hubiera quizá vacilado acerca
del rumbo que convenia tomar, y dado un nuevo ejemplo
de escandalosa retirada. Mas Wcllington mantúvose firme,




Bephégase
Welliogton.


Dltlcultades
que


tiene Massena.


AgulJale
Napoleoo.


Empieza
!llassena la
Invasloo.


Poslcion
de Welllogtoo
y medidas que


toma.


~8
á pesar de que la repentina é inesperada pérdida de Almei-
da aceleraba las operaciones del enemigo.


Acaedida tamaña desgracia se replegó el general inglés
á la izquierda del Mondego, estableció en Gouvea sus rea-
les, colocó detrás de Celórico los infantes, y en este mis-
mo pueblo la caballería. Wlassena teniendo dificultades en
acopiar víveres á causa de las partidas españolas y de la
mala voluntad de los pueblos, retardó la invasion , y aun
dudaba poderla realizar tan pronto. Dos meses eran corri-
dos después de la toma de Ciudad Rodrigo. Almeida ape-
nas habíaofrecido resistencia, yel ejército francés aun per-
manecia á la derecha del Coa. Tanto ayudaba á los aliados
la constante enemistad que conservaban los habitantes á
los invasores.


Napoleon , que no palpaba de cerca como sus generales
los obstáculos del país, maravillábase de la dilacion, ma-
yormente siendo superior en número al angloportugués
el ejército de los franceses. Así se lo manifestaba á J\las-
sena en instrucciones que le expidió en setiembre; pero
antes de recibir estas ya aquel mariscal se habia puesto en
marcha.


Fué su primer plan, aseguradas las plazas de Ciudad
Rodrigo y Almeida, moverse por ambas orillas del Tajo.
Pero despues contando con que las tropas francesas de
Extremadura y Andalucía amenazarían por el Alentejo , y
no creyéndose con bastante fuerza para dividir esta, limitó


.sus miras á su solo frente, y determinó obrar por uno de
los tres principales caminos que por allí se le ofrecian de
Belmonte, Celórico y Viseo.


Wellington conservando en Gouvea sus cuarteles exten-
dia los puestos avanzados de su ejército, comprendiendo
las fuerzas de Hill y otras sobre la derecha, desde el lado
de Almeida por la sierra de Estrella á Guarda y Castello-




29
Branco, 'en caso de ataque del enemigo debían todas las
divisiones replegarse concéntricamente hacia las líneas. El
inconveniente de esta posicion consistía en lo dilatado de
ella, pudiendo el enemigo al paso que amagase á Celórico
interponerse por Bclmonte entre lord Wellington y el ge-
neral HilI, á quienes separaba gran distancia. El último si-
guiendo paralelamente, conforme indicamos, losmovimien-
tos del francés Reynier, babia llegado á Castello-Branco el
21 de julio. Dejó aquí una guardia avanzada, y obedecien-
do las órdenes de lord Wellington, que le habia reforzado
con caballería, se acampó con 16000 hombres y 18 caño-
nes en Sarcedas. Para prevenir el que los franceses se in-
terpusiesen se rompió de Covilhá arriba el camino, ejecu-
táronse otros trabajos de defensa, se apostó en Fundao
una brigada portuguesa, y colocóse entre dos posiciones
que se atrincheraron detrás del Cezere, rio tributario del
Tajo, y junto al Alba, que lo es del Mondego, una reserva
formada en Tomar, y compuesta de 8000 portugueses y
2000 ingleses bajo el mando del general Leith.


El cuerpo principal del ejército de WeIlington podia des-
de Celórico tornar para su retirada ó el camino que va á la
sierra de Murcela, ó el de Viseo. El primero corre por es-
pacio dc quince leguas lo largo de un desfiladero entre el
rio l\'Iondego y la sierra de Estrella , teniendo al.extremo la
de Murcela, que circunda el Alba. De allí un camino que
lleva á Espinhal facilitaba las comunicaciones con Hill y
Leith, y un ramal suyo las de Coimbra. La otra ruta insi-
nuada , la de Viseo, es de las peores de Portugal, interrum-
pida por el Criz y otras corrientes, y tambien estrechada
entre el Mondego y la sierra de Caramula, que se une por
medio de un país montuoso á la de Busaco , límite, por de-
cirlo así, del valle, y que hace frente á la de Murcela, pa-
sando entre las faldas de ambassienas el mencionado 1\1on-


Descrtpcíon
del valle


de Moodego.




Distribucion
de los cuerpos


de l\lassena.


Muévese
sobre Celórico


y Viseo.


Entran
8U8 avanzadas


en Viseo.


50
dego. La decision de WelJiugton pendía 4!~1 partido que
tomasen los franceses.


Massena no conocía á fondo el terreno, y tomando con-
sejo de los portugueses que habia en su campo, á quienes
suponia enterados , resolvió dirigirse á Viseo y de aIH á
Coimbra, habiéndosele pintado aquella ruta como fácil y
sin particulares obstáculos. En consecuencia reconcentró el
16 de setiembre los 5 cuerpos de ejército que mandaba: el
de Ney y la caballería pesada en Mazal de Cháo; el de Ju-
not en Pinhel, y el de Reynier en Guarda. Hizo distribuir
á los soldados pan para trece días pensando caminar acele-
radamente, y deseando anticiparse áWellington en su mar-
cha. Massena, colocandoasí su ejército, amenazaba los tres
caminos indicados de Celórico, Belmonte y Viseo, y dej:J'
ba en duda el verdadero punto de su acometida. Reynier
habia hecho desde su retirada de Extremadura varios mo-
vimientos, ya dando indicios de dirigirse á Castello-Branco,
ya adelantándose hasta Sabugal, ya retrocediendo á Zarza
la mayor. Por fin se incorporó, segun acabamos de ver, á
los otros cuerpos de l\Iassena.


De estos el20 y 6°' unidos con la caballería de l\lont-Brnn
cayeron en breve sobre Celórico, replegándose los puestos
de los aliados á Cortizá. Wellington entonces comenzó su
retirada por la izquierda del Mondego sobre el Alba, y el17
notó que los 2 mencionados cuerpos franceses se dirigían á
Viseo por Fornos; quedaba el 8° de Junot hácia Trancoso
en observacion de 10000 hombres de milicia al mando del
coronel Trant , y de los jefes ]}líl1er y Juan Wilson, recogi-
dos del norte de Portugal, y que se pusieron á las órdenes
del general Bacellar para molestar el flanco derecho y la
retaguardia del enemigo.


Entraron en Viseolasavanzadas francesas el 18. La ciu-
dad estaba desierta. Wellington sin demora hizo cruzar de




51
la margen izquierda del Momlego á la opuesta la brigada
portuguesa que mandaba Pack , y la apostó mas allá del
Criz rotos sus puentes. En seguida empezó tambien el ejér-
cito aliado á pasar el Mondego por Pena-Cova , Olivares y
otras partes: colocóse la division ligera de Crawfurd en
1'lortagao para sostener á Pack ; la 5 a y 4 a del mando de
Picton y Cale entre la sierra de Busaco y aquel pueblo, si-
tuándose al frente del mismo en un llano la caballería. Pasó
al otro lado de la citada sierra la 1 a division regida por
Spencer, y se dirigió á n1eallada con la mira de observar
el camino de Oporto á Coimbra, pues todavía se dudaba si
Massena procuraria desde Viseo salir hácia aquella ruta, Ó
continuar lo largo de la derecha del lUondego. Por igual
motivo el coronel Trant con parte de la milicia dehia mar-
char por San Pedro de Sul á Sardao , y juntarse al general
Spencer. En tanto el general Leith llegaba al Alba, y si-
guióle de cerca Hill, quien sabiendo que Reynier se babia
juntado á Masseua , se anticipó afortunadamente sin que
hubiese todavía recibido órdenes de Wellington , y vino á
incor-porarse al ejército aliado.


El grueso del de los franceses llegó á Viseo el 20; pero
su artillería y equipajes se detuvieron por los tropiezos del
camino, y por una embestida del coronel Trant. Atacólos
este caudillo el mismo 20 en Tojal, viniendo de lUoirnenta
da Beira, con algunos caballos y 2000 hombres de milicia.
Cogióles 100 prisioneros, algun bagaje, y Sil triunfo hubie-
ra sido mas completo si la gente que mandaba hubiera sido
menos novicia. Sin embargo tan inesperado movimiento
desasosegó á los franceses, cuya artillería, equipajes y gran
parte de la caballería no llegó á Viseo hasta el 22, lo cual
hizo perder á Massena dos dias, y no desaprovechó á We-
lington, á quien hubiera podido andar el tiempo escaso.


Parecíaahora que este general prosiguiendo en su propó-


Continúa
Wellington su


retirada.


Ataca Trant la
artillería


y equipajes
franceses.




Detiénese
Wellington en


Busaco.


52
r-ito de no aventurar batallas no se detendria en donde es-
taba, sino que cerciorado de que los franceses iban adelante
se replegaria para aproximarse á las líneas. Suposicion esta
tanto mas fuudada , cuanto no habiendo querido empeñar
accion para salvar dos plazas, no era regular lo hiciese en
la actual ocasion, en que no concurria motivo tan podero-
so. 1\las no sucedió así. Presúmese que varió de parecer á
causa de los clamores que contra los ingleses se levantaron
en Portugal, viendo que dejaban el país á merced del ene-
migo.


Welington determinó plles hacer alto en la sierra de Bu-
saco, y disponer su gente en nuevas y acomodadas posi-
ciones. Corren aquellos montes por espacio de dos leguas,
cayendo por un lado rápidamente, segnn hemos apuntado,
sobre la derecha del Mondego, y enlazándose por el opuesto
con la sierra de Caramula. Tres caminos llevan á Coimbra:
uno cruza lo mas alto, y allíse levanta un convento célebre
en Portugal de Carmelitas descalzos, en donde lord 'Ve-
lIington estableció el cuartel general, y aquella morada,
antes silenciosa y pacífica, convirtiese ahora en estrepitoso
alojamiento de gente de guerra. De los otros dos camillas
uno venia de San Antonio de Cantaro, y el otro seguia el
Mondegoá Pena-Cava. A través del último se colocóel cuer-
po de Hill , que llegó el 26; á su izquierda Leith, Seguia la
5" division, y entre esta y el convento farmaba la 1". La 48
se puso en el extremo opuesto para cubrir un paso que con-
duce á l\leallada, en cuyo llano se apostó la caballería, que-
dando solo en las cumbres un regimiento de esta arma. La
brigada de Pack se alojaba delante de la 1 8 division, á la
mitad de la bajada de! lado de los franceses: también se
situó descendiendo y enfrente del convento la vanguardia
de Crawfurd con algunos jinetes. Babia en ciertos parajes á
retaguardia de la línea portugueses que sostenían el cuerpo




55


de batalla. Hallose Wellington con toda Sil fuerza principal
reunida en número de unos 50000 hombres.


Túvose á dicha que los franceses se hubiesen parado has-
ta el dia ';;.7, pues á haber acelerado su marcha y acometi-
do treinta y seis horas antes, conforme se asegura queria
Ney, la suerte del ejército aliado hubiera podido ser muy
otra, reinando alguna confusion en sus movimientos. Leith
pasaba ell\Iondego , Hill todavía no habia llegado, y ape-
nas estaban en línea 25000 hombres.


El mariscall\Iassena despues de algunas dudas se resolvió
á embestir la sierra el 27 al amanecer. Tenian sus soldados


• para llegar á la cima que trepar po:: una subida empinada y
escabrosa, cuya desigualdad sin embargo los favorecía, es-
cudando hasta cierto punto sus personas. El mariscal Ney
se enderezó al convento, y Heynier del otro lado por San
Antonio de Cantaro. Junot se quedó en el centro y de res-
peto con la caballería y artillería.


Las tropas de Reynier acometieron con tal ímpetu que
se encaramaron en la cima, y por un rato se enseñorearon
de un punto de la línea de los aliados, arrollando parte de
la 5a division que mandaba Pictou. Pero acudiendo el resto
de ella, y también el general Leith por el flanco con una
brigada, fueron los enemigos desalojados, y cayeron con
gran matanza la montaña abajo.


Ni aun tan afortunado logró ser por el otro punto el ma-
riscal Ney. Dueño desde el principio de la accion de una al-
dea que amparaba sus movimientos, comenzó á subir la sier-
ra por la derecha encubierto con lo agrio y desigual del
terreno. El general Crawfurd, que se hallaba allí, tomó en
esta ocasion atinadas disposiciones. Dejó acercarse al ene-
migo, y á poca distancia rompió contra sus filas vivísimo
fuego, cargándole despues á la bayoneta por el frente y los
costados. Precipitáronse los franceses por aquellas hondo-


TOM. 111. 3


Accion
de Ensaco.




Crnza ~lassena
la sierra


de Caramilla.


nadas, perdieron mucha gente, y quedó prisionero el ge-
neral Simon. Ganaron despues los ingleses a VIva fuerza el
pueblecito que habian al principio ocupado sus contrarios.
Lo recio de la pelea duró poco, el enemigo no insistió en
su ataque, y se pasó lo que restaba del día en escaramuzas
y tiroteos. Perdieron los franceses unos 4000 hombres:
murió el general Graindorge, y fueron heridos Foy y rUerle.
De los aliados perecieron 1500, menos que de los otros a
causa de su diversa y respectiva posiciono


Convencido el mariscal Massena de las dificultades con-
que se tropezaba para apoderarse de la sierra por el frente,
trató de salvarla poniéndose en franquía por la derecha, y
obligando de este modo á los ingleses á abandonar aquellas
cumbres, ya que no pudiese sorprenderlos por el flanco y
escarmentarlos. Lo difícilera encontrar un paso, mas al fin
consiguió averiguar de un paisano que desde l\Iortagao par-
tia un camino al través de la sierra de Caramula, el cual
se juntaba con el que de Oporto va á Coimbra. Contento el
mariscal francés con tal descubrimiento, decidió tomar
prontamente aquella via, y disfrazó su resolución mante-
niendo el 28 falsos ataques y escaramuzas. JUientras tanto
fué marchando á la desfilada lo mas de su ejército, y hasta
en la tarde no advirtieron los ingleses el movimiento de sus
contrarios.


No les era ya dado el estorbarlo, por lo que desampara-
ron á Busaco antes del alborear del 29. Hill repasó el JUon-
dego, y por Espinhal se retiró sobre Tomar: hácia Coim-
bra y la vuelta de Meallada Wellington cou el centro y la
izquierda. Cubria la retaguardia la división ligera de Craw-
furd, á la que se unió la caballería.


Los franceses, despues de cruzar la sierra de Caramula,
I


llegaron el mismo dia 28 á Boyalvo sin encontrar ni \JII
solo hombre. El coronel Trant se hallaba á UDa legua en




55
Sardao, á donde había venido desde San Pedro de Sul, pero
con poca gente. Las partidas enemigas le arrojaron fácil-
mente mas allá del Vouga.


Por la relación que hemos hecho de la accion de Busaco
aparece claro, que COI:. ella no se alcanzó otra cosa que el
que brillase de nuevo el valor británico y se adquiriese ma-
yor confianza en las tropas portuguesas, las cuales pelea-
ron con brio y buena disciplina. Pero no se recogió ningu-
no de aquellos importantes frutos, por los que un general
aventura de grado una batalla. Ni siquiera habia los moti-
vos que para ello asistían durante los sitios de Ciudad Ro-
drigo y de Almeida. Y hasta la prudencia de lord Welling-
tan falló en esta ocasion, dejando un portillo por donde
no solo se metieron los franceses, sino que tambien por él
pudieron envolver al ejército aliado ó á lo menos flanquear-
le con gran menoscabo. En vano se alega en disculpa haber
mandado Wellington que avanzase el coronel Trant con la
milicia: la escasa fuerza y la índole bisoña de esta tropa
no hubiera podido detener cuanto menos rechazar las nu-
merosas huestes de Massena. Tan cierto es que de un hilo
cuelga la suerte de las armas, aun gobernadas por genera-
les los mas advertidos.


Puesto el mariscal francés en Boyalvo marchó sobre
Coimbra. En aquel tránsito no estaba el país tan destruido
y talado como basta Busaco, No se cumplieron allí riguro-
samente las disposiciones de Wellington, parte por creer-
se lejano el peligro, parte también porque á la Regencia
portuguesa, gobierno nacional, no le era lícito llevar á
efecto órdenes tan duras con la misma impasibilidad y for-
taleza que al brazo de hierro de un general que, aunque
abado, era extranjero.


Hubo por tanto en Coimbra desbarato y confusion , y si
bien los vecinos desampararon la ciudad, con la precipita-


LOA franceses
en Coimbra.




Condetxa ,


Desórdenes
en el ejército


inglés.


56
cion se dejaron víveres y otros recursos al arbitrio del ene-
migo. No le aprovecharon sin emhargo á este: Junot, á pe-
sar de órdenes contrarias del general en jefe, permitió ó no
pudo impedir el pillaje.


De aquí nació que agolpándose muchedumbre de pobla-
cion fugitiva de aquella ciudad y otras partes á los desfilade-
ros que van á Condeixa, hubo de comprometerse la division
de Crawfurd, que euhria la retirada del ejército aliado. por-
que detenida en su marcha se dió lugar á que se aproxima-
sen los jinetes enemigos. A su vista suscitóse gran desór-
den, y si hubieran venido asistidos de infantería, quizá
hubieran destrozado á Crawfurd. Este consiguió aunque {,
duras penas poner en salvo su division.


Lo apacible del tiempo había favorecido en su retirada á
los ingleses, abundaban en provisiones, y no obstante co-
metieron excesos á punto de robar sus propios almacenes.
El cuartel general se estableció en Leiria el 2 de octubre. y
creciendo la perturbacion y las demasías huhiéranse quizá
repetido en compendio las escenas deplorables del ejército
de Moore, á no haber lord Wcllington reprimido el desen-
freno con castigos ejemplares y con vedar que los regimien-
tos mas díscolos entrasen en poblado.


El saqueo de Coimbra y sus desórdenes impidieron tam
bien por su parte al mariscal lUassena moverse de aquella
ciudad antes del 4, respiro que aprovechó á los ingleses.
No obstante acometiendo de repente los enemigosá Leiria,
se vieron aquellos al pronto sobrecogidos. Atajados al fin
los ímpetus del francés prosiguieron la retirada los aliados.
yendo su derecha por Tomar y Santaren, la izquierda por
Alcobaza y Obidos, el centro por Batalha y Riomayor: en-
vióse fuerza portuguesa á guarnecer á Peniche, pequeña
plaza orrillas de la mar.


No bien hubo el mariscal l\lassena salido de Coimbra,




57
cuando el coronel Trant viniendo desde el Vouga con mi-
licia portuguesa, pudo el 7 sorprender en aqueila ciudad
á los franceses que la custodiaban, coger á los que se ha-
bian fortificado en el castillo de Santa Clara, apoderarse
en una palabra de 1)000 hombres, contados heridos y enfer-
mos, y asimismo de Jos depósitos y hospitales. Al siguien-
te día llegaron tarnhien con sus milicianos los jefes Miller
y Juan Wilson, y tomaron, extendiéndose por la línea de
comunicacion, 500 hombres mas.


No detuvo á Massena semejante contratiempo, ni tampo-
co las lluvias que empezaron á ser muy copiosas. En nada
reparaba la impetuosidad francesa, y el 9 en Alcoentre vióse
sorprendida una brigada de artillería inglesa y hasta perdió
sus cañones. Costó mucho recobrarlos. Parecida desgracia
ocurrió el 10 á la division de Crawfurd en AJenquer, per-
maneciendo este general muy descuidado cuando tenia cerca
un enemigo tan diligente. El terror Iué grande , y aunque
se disipó, uo por eso dejó de correr la voz de que aquella
división babia sido cortada; por lo cual temeroso Hill de la
suerte de la segunda linea, que era la mas importante , se
echó atrás para cubrirla, y dejó desamparada la primera
desde Alhalldra á Sobral cosa de dos leguas. Felizmente los
enemigos no lo notaron, y untes de la madrugada del 11
tornó Hill á sus anteriores puestos. Infíérese de aquí lo po-
co firme que todavía andalia el ánimo del ejército inglés.


Habia este ido entrando sucesivamente en las líneas de
Torres-Vedras , y admirábase no teniendo de ellas cumpli-
da idea. No menos se maravilló al acercarse el mariscal Mas-
sena, quien hasta pocos dias antes ni siquiera sabia que exis-
tiesen. Ignorancia pasmosa, ya dimanase del sigilo con que
se habían construido obras de tal importancia, ya de la fal-
ta de secretas correspondencias de los enemigos en el cam-
po aliado.


Sorprende
Trant


á los franceses
de Coimbra.


Alcoenlre.


Alenquer.


Los Ingleses en
las lineas.




Massena
no lAS ataca.


Formidable
fuerza


y posícíon de
Wellington.


Únesele
con


2 dlvtstones
Romana.


58
11lassena gastó algunos días en reconocer y tantear las lí-


neas, se trabaron varias escaramuzas, la mas séria el 14
cerca de Sobra\. FIJé herido el general inglés Harvey, y en
Villafranca mató el fuego de una cañonera al general fran-
cés Saint-Croix.


No vislumbrando Massena después de su examen proba-
bilidad de forzar las líneas, consultó con los otros jefes
principales del ejército, y juntos decidieron pedir refuerzos
á Napoleon, y reducir en cuanto fuese dado á bloqueo las
operaciones. Estableció de consiguiente Massena su cuar-
tel general en Alenquer, situó el cuerpo de Reynier en Vi-
Ilaíranca , el de Junot mirando á Sobral , y mantuvo el de
Ney en Otta á retaguardia.


Por su parte el ejército de lord Wellington estaba distri-
buido así: la derecha á lag órdenes de HiII en Alhandra, la
izquierda que mandaba Picton en Torres-Vedras , Welling-
ton mismo y Beresford en el centro, el último tenia su
cuartel general en lllonteagrazo, el primero en Quinta de
Peronegro cerca de Enxara de los Caballeros. Fuese el ejér-
cito británico reforzando, y cubriéronse sus huecos con
tropas de Inglaterra y Cádiz; también se le unió de Ba-
dajoz antes de acabar octubre el marqués de la Romana
con 2 divisiones mandadas por los generalesCarrera y don
Carlos Odonnell, que ambas componian unos 8000 hom-
bres.


Juzgó conveniente ademas lord Wellington 1I0 solo tener
á su disposicion fuerza real y efectivabien organizada, sino
igualmente gran avenida de hombres que aumentasen el nú-
mero y las apariencias. Así la milicia cívica de Lisboa, la
de la provincia de la Extremadura portuguesa y sus orde-
nanzas se metieron en el recinto de las líneas, pues allí po-
dian ser útiles y representar aventajado papel. Creció tanto
la gente, que al rematar octubre recibian raciones dentro de




MoJé,[.se
tamhien al ene


migo fuera
de las líneas.


39
dichas líneas 150000 hornhres , t.le los tlue 70000 perl.clIP-
cian á (:uerpos regulares y dispuestos á obrar activamente:
guardaban cási todos los castillos y fuertes de la primera y
segunda línea la milicia y artillería portuguesas, la tercera,
que era la última y mas reducida, la tropa de marina in-
glesa.


Tan enorme masa de gente abrigada en estancias tan
formidables, teniendo á su espalda el espacioso y seguro
puerto de Liehoa , y con el apoyo y los socorros qne pres-
taban el inmenso poder marítimo y la riqueza de la Gran
Bretaña, ofrece á la memoria de los hombres un caso de
los mas estupendos que recuerdan los anales militares del
mundo. i Qu~ recursos asistían <11 dominador de Francia
para superar tantos y tantos impedimentos!


Por fuera de las líneas 110 descuidó Wellington el que se
hostilizase al enemigo. La milicia del norte de Portugal le
punzaba por la espalda y se comunicaba con Peniehe , há-
cía donde se destacó un batallon español de tropas ligeras
y un cuerpo de caballería inglesa, tamhien sestenidos por
una columna volante qne salia de Torres- Vedras :i hacer
sus excursiones, y por el pueblo de Obidos en estado de
defensa. Del otro lado maniobraba la milicia de la Beira Don Carlos


España.
baja, dándose la mano con la del norte y apoyada por don
Carlos España, que con una columna móvil había pasado el
Tajo y obraba la vuelta de Ahrantes , villa esta en poder
de los aliados y fortificada. De suerte que los franceses es-
taban metidos como en una red, costándoles mucho avi-
tuallarse y formar almacenes.


En .la lejanía dañábales igualmente el continuo pelear de Sltuaciou
• ••• CrItICalos partidarios españoles de Leon , Castilla y prOVIllClaS de los íranceses.


Vascongadas, que dificultaban los convoyes y socorros é
interrumpían la correspondencia con Francia, No menos
los desfavoreció la guerra que por las alas hacían las tropas




40
españolas, ya en la frontera de Galioia , ya en Asturias y
tambien en Extremadura.


Galleta. De las primeras Galicia , aunque libre, ceñía sus opera-
ciones á hacer de cuando en cuando correrías hasta el Or-
bigo y el Esla , de donde, segun ya quedó apuntado, solían
los enemigos arrojar á los nuestros obligándolos á reple-
garse á los puertos de Inanzanal y Fuencebadon y aun al
Vierzo. El general Mahy continuaba mandando como an-
tes aquel ejercito, cuyas fuerzas apenas llegaban á 12000
hombres y pocos caballos, todo no muy arreglado. Y ¡('osa
de admirar! los gallegos que se habían esmerado tanto en
defender sus propios hogares, mostráronse perezosos en
cooperar fuera de su suelo al triunfo de la buena causa.
J\las esto pendió mucho aquí como en las demás partes de
las autoridades, y no de reprensible falta en el carácter de
los habitantes. Aquellas por lo general eran flojas y adole-
cian de los vicios de los gobiernos anteriores, careciendo
de la prevision y hien entendida energía que da la ciencia
práctica del gobierno.


Las operaciones pues del general Mahy fueron muy li-
mitadas. Ocuparon sin embargo sus tropas por dos veces á
Leon , é inquietaron con frecuencia y á veces con ventaja
á los franceses. Distinguiéronse en semejantes reencuentros
los oficiales superiores Meneses y Evia. Diósele después :í
lVIahy el mando de las tropas de Asturias, para que reunien-
do este al que ya tenia, se procediese mas de concierto. Al
fin autorizósele tambien con la capitanía general de Galicia,
y se creyó de este modo que poniendo en una mano la su-
premacía militar del distrito y la de las fuerzas activas de
ambas provincias, tomarian los movimientos de la guerra
rumbo mas fijo. l\1ahy en consecuencia y para obrar de
acuerdo con la junta de Galicia , y hacer que de un solo
centro partiesen las providencias couvenieutes , pasó á la




4!
Coruña en 'Z de setiemhre , y dejó en su lugar al frente del
ejército á don Francisco Tahoada y Gil, que vimos en Sa-
nabria. Colocó este general las tropas en Manzanal y Fuen-
cebaden con puestos destacados sobre las avenidas de la
Puebla de Sanabria por un lado, y por otro sobre Asturias
via de las Bávias. Formóse asimismo una columna volante
de 5'2000 hombres al mando del coronel Mascareñas, que
particularmente maniobraba hacia Leon, la cual desbarató
alg-unas tropas del enemigo en la Robla antes de acabar
octubre, y en San Felix de Orbigo al empezar noviem-
bre. Tambien el 26 de aquel mes en Tábara don Manuelde
Nava sorprendió 3 los franceses y les hizo algunos prisione-
ros. Mas el único beneficio que de tales operaciones resul-
tó, ciñóse á obligar al enemigo á que mantuviese fuerzas
bastantes en las riberas del Orbigo y del Esla.


l\lahyno alcanzó nada importante, con su ida á la Coru-
ña. Habían traido allí fusiles de Inglaterra y otros auxilios,
de que DO se sacó gran fruto. Las autoridades discurrían,
es cierto, mucho entre sí, y aun ideaban planes; pero cási
todos ellos ó no llegaron á plantearse ó se frustraron. Hom-
bre de sanas iutenciones , escaseaba l\lahy de nervio y de
aquellavoluntad firme que imprime en la mente de los de-
mas respeto y sumision.


Dejamos en abril las tropas de Asturias colocadas en la Asturias.
Navia y en el país montuoso que sigue cási la misma línea.
Las primeras se componían de la división de Galicia y las
mandaba don Juan Moscoso: las otras que eran las asturia-
nas don Pedro de la Bárcena , á quien se habia agregado
con su cnerpo franco don Juan Diaz Porlier. Atacó Mosco-
so el 17 de mayo en Luarca á los franceses. Por desgracia
nuestras tropas flaquearon, y con pérdida volvieron á ocu-
par su primera línea. A Bárcena, acometido al mismo tiem-
po, sucediole igual fracaso. Couservose íntegro el cuerpo




42
de Porlier, que en seguida se situó en el puente de Salime
á la derecha de Moscoso.


Se l'eÜró á poco este del principado, cuyo mando supre-
mo militar confirió la Regencia de Cádiz á don Ulises AI-
bergotti, hombre muy anciano é incapaz de desempeñar
encargo que en aquel tiempo requería gran diligencia. El
nuevo general permaneció en Navia, y allí en 5 de julio
acornetiéronle los franceses penetrando por el lado de Tre-
lles. Estaba Albergotti desprevenido, y con el sobresalto no
paró hasta Meira en Galicia. Los enemigos extendieron sus
correrías á Castropol , límite de aquel reino y de Asturias.
Dos días antes, el 5. Bárcena, que habla avanzado hácia
Salas,tambien fué atacado y se recogió á la Poia de Allande.


l\'Iahy entonces como general en jefe de todas las fuerzas
de Galicia y Asturias, quiso poner remedio á tan repetidas
desgracias, hijas las mas de descuido en algunos jefes y de
mala inteligencia entre ellos, y meditó un plan para desem-
barazar de enemigos el principado. Enviópues 600 hombres
que reforzasen la division gallega, mandó que esta partiese
á Salime y comunicase con Bárcena, y ademas destacó del
grueso del ejército de Galicia , que estaba en el Vierzo, un
trozo de 1000 hombres al cargo de don Estevan Porlier , el
cual cruzando el puerto de Leitariegos debía obrar manco-


¡;XI""liciones munadamente con las fuerzas de Asturias. Al propio tiem-
rle Purlier


1101 la costa. po el otro Porlier ( don Juan Diaz) estaba destinado á lla-
mar con la infantería de su cuerpo franco la atencion de
los franceses del lado de Santander, embarcándose á este
propósito en Ribadeo á bordo y escoltado de ;) frangatas
inglesas.


Semejante plan hubiera podido realizarse con buen éxito,
si Mahy usando de su autoridad hubiera hecho que todos
los jefes concurriesen prontamente á un mismo fin. Pnrlier
dio la vela de Ribadeo , dirigiendo la expedicion marítima




i5
el Conmodoro inglés Iíoberto i\lelllls. Amagaron los aliados
varios puntos de la costa, y tomaron tierra en Santoña,
puerto que bien fortificado hubiera sido en el norte de Es-
paila un abrigo tan inexpugnable, como lo eran en el me-
diodia las plazas de Gibraltar y Cádiz. Tal deseo asistia á
Porlier, pero su expedicion puramente marítima no llevaba
consigo los medios necesarios para fortificar y poner en es-
lado de defensa un sitio cualquiera de la marina. Desemhar-
có sin embargo en varios parajes además de Santoña , cogió
200 prisioneros, desmanteló las baterías de la costa, alistó
en sus banderas bastantes mozos del pais ocupado, y feliz-
mente tornó á la Coruña con la expedicion el 22 de julio.


Repitió este activo é infatigable jefe otra tentativa del
mismo género el 5 de agosto , y aportó á la ensenada de
Cuevas entre Llanes y Bihadesella. Dirigióse á Pótes, des-
hizo en las montañas de Santander algunas partidas enemi-
gas, y retrocediendo á Asturias obró de consuno con don
Salvador Escandon y otros jefes de guerrillas que lidiaban
al oriente del principado.


Bárcena por su parte también avanzó, y el 11) de agosto
tuvo en Linares de Comellana un reencuentro con los fran-
ceses. Siguiéronse otros, y parecía que pronto se veria Ovie-
do libre de enemigos, favoreciendo las empresas de la tropa
reglada las alarmas de varios concejos, nombre que como
dijimos se daba al paisanaje armado de la provincia. Pero
no fuéasí: cuando unos jefes avanzaban se retiraban otros,
y nunca se llevó á cabo un plan bien concertado de cam-
paña. Tentase si en sobresalto al enemigo, forzábasele á
conservar en aquellas partes considerable número de gen-
te, mas la guerra yendo al mismo son en el principado de
Asturias que en la frontera de Galicia, no reportó las ven-
tajas que se hubieran sacado con mayor union y vigor en
las autoridades y ciertos caudillos.




44
Exlremauura. Fué importante, si no siempre favorable en HUS resultas,


la asistencia que dió Extremadura :i la campaña de Portu-
gal, pues por lo menos se entretuvo (~I cuerpo del mariscal
lVlortier, y se impidió que metiéndose en el Alentejo qui-
tase á Lisboa los auxiliosque aquel territorio suministraba.


Dimos cuenta hasta entrado julio de las operaciones mas
principales del ejército de dicha provincia de Extrernadura,
que se llamaba de la izquierda. Privado este del apoyo del
general HiII, habia puesto lord Wellington en manos del
general en jefe marqués de la Romana la plaza de Campo-
mayor, y enviádole á mediados de agosto una brigada por-
tuguesa á las órdenes de Madden.


Aun sin tales arrimos oontiuuaban las tropas de Extre-
madura incomodando con mayor ó menor ventura al ene-
migo. Ya al retirarse Reynier le seguieron la huella los sol-
dados de don Cárlos Odonnell, cogieron á los qU4~ se reza-
gaban, y el 51 de julio el jefe España se apoderó de lOO
hombres que guardaban una torre y casa fuerte sita en la
confluencia del Almonte y Tajo, cerca de donde se divisan
los famosos restos del puente romano de Alconétar, que el
vulgo apellida de l\lantible, nombre célebre en algunas
historias españolas de caballería. 1\las por este lado hubo la
desgracia de que en Alburquerque con la caida de un rayo
se volase cási al mismo tiempo que en Almeida un alma-
cen de pólvora, accidente que causó daños y ruinas.


La guerra que hasta aquí había hecho el ejército de Ex-
tremadura no dejó de ser prudente y acomodada á las cir-
cunstancias y á la calidad de sus tropas, si bien se quejaban
todos de la indolencia y dejadez del general el] jefe. Y así
mas bien que por premeditado plan de este dirigiéronse las
operaciones segun el valor ó el buen sentido de los gene-
rales subalternos, los cuales evitaban grandes choques, y
solo parcialmente hostigaban al enemigo, y le traían en cou-




tinuo movimiento. Quiso Romana en agosto probar por sí
fortuna y dar á la campaña nuevo impulso y maynr ensan-
che. En consecuencia saliendo de Badajoz el 5 se unió á las
divisiones de los generales Ballesteros y la Carrera, que se
hallabanen Salvatierra, ambas á las órdenes de don Gabriel
de Mendizábal , y juntos se adelantaron recogiéndose atrás
á Llerena Jos franceses que habia en Zafra. Aguardaron es- RefrieK'


. , en Cantaclgallo.
tos en las alturas de Villagarcía , y Jos nuestros se coloca-
ron en las de Cantaelgallo separadas de las primeras por
un valle.Los enemigosatacaron el 11, Yvaliéndose de dies-
tras maniobras, estuvieron próximos á envolver á los infan-
tes españoles, si la Carrera con la caballería no los hubiera
sacado de tan mal paso. Portóse asimismo con habilidad y
honra la artillería. Se retiró Romana á Almendralejo, y los
franceses volvieron á Zafra.


No pasaron por entonces mas adelante, porque como en
aquella guerra tenían á un tiempo que acudir á tantas par-
tes, luego que en una triunfaban, los llamaba á otra algun
suceso desagradable ó inesperado. Verificóse particular-
mente en Extremadura este trasiego, este continuado ir y
venir, distrayendo la atencion de las tropas de ~lortier, ya
las ocurrencias del condado de Niebla, ya las de Ronda ú
otros lugares.


Despues de lo que aconteció en CantaelgalJo fueron re- En Fuente de
Cantos.forzadas las tropas españolas con los jinetes del general


Butron, que ocupaban otros sitios, y con los portugueses
ya indicados al mando de .i\ladden. Quietos los franceses
y aun replegados de nuevo, avanzó Butron á ~lonasterio,
y se colocó la Carrera con su division de caballería y la ar-
tillería volante en Fuente de Cantos. Vinieron los enemigos
sobre ellos el 15 de setiembre en número de 15000 infan-
tes y 1800 caballos. Butrón se incorporó á Carrera y ambos
pelearon bien, hasta que oprimidos por la superioridad ene-




Expedición de
Lacy á Ronda.


46
miga empezaron á retirarse. Los franceses tenían oculta
parte de su tropa cási á espaldasde losnuestros, y cargan-
do de improviso introdujeron desórden, y se apoderaron
de algunos cañones. J\'Iayor hubiera sido la desgracia de los
españoles á no haber acudido pronto en su favor el ingles
Madden apostado con los portugueses en Calzadilla, quien
contuvo á los jinetes franceses y aun los escarmentó. El
general Butrón tambien despues en Azuaga les cogió 100
hombres. Paráronselosnuestros en Almendralejo, y los ene-
migas no pasaron de Zafra y de los Santos de J\'Iaimona.


Prosiguió de este modo la guerra sin ninguu considera-
ble empeño, y Romana saliendo, como hemos dicho, para
Lisboa, se juntó en octubre con el ejército inglés. Deter-
minacion que tomó de propia autoridad, y no de acuerdo
con el Gobierno supremo. Cierto es que no hubiera obteni-
do Romana la aprobacion de aquel á haberle consultado;
pues claro era que las tropas que llevó consigo,hacian mas
falta para cubrir la Extremadura española y aun para impe-
dir la entrada de los franceses en el Alentl'jo, que en las
líneas de Torres-Vedras abundantementeprovistas de gente
y de medios de defensa. Antes de partir nombró Romana
para que le reemplazase en el mando en jefe á don Gabriel
de Mendizábal, puso á Badajoz como si estuviera amagado
de sitio, y mandó que la junta y demas autoridades se tras-
ladasen á Valencia de Alcántara.


Tenia inmediata correlación con las operaciones del ejér-
cito de Extremadura la guerra que se hacia en el condado
de Niebla, en la serranía de Ronda y en otros lugares de
la Andalucía.


Se daba desde Cádiz pábulo á semejante lucha por me-
dio de auxilios y de algunas expedicionesmarítimas. Hízose
á la vela la primera de estas el 17 de junio compuesta de
5189 hombres de buenas tropas á las órdenes del general




47
don Luis Lacy, y dirigió su rumbo á Aljeciras, en donde des-
embarcó. Tenia por objeto dicha empresa fomentar la in-
surreccion de 111 serranía de Ronda, adoptando un plan que
constantemente mantuviese allí la guerra. El que proponia
Lacy, siguiendo en parte los pensamientos del general Ser-
rano Valdenebro , comandante de la Sierra, se presentaba
como el mas adecuado, y consistia en establecer de mar á
mar, quedando Gibraltar á la espalda, una línea de puntos
fortificados que abrigasen respectivamente ambos flancos
cuando se obrase ya en uno ó ya en otro de ellos. Se ha-
bilitaban tarnbíen en lo interior de la sierra varios casti-
llejos , antiguos vestigios de los moros, colocados los mas
en parajes cási inaccesibles. El ejército habia de obrar no
en masa sino en trozos, reuniéndose solo en determinadas
ocasiones, y se dejaba á cargo del paisanaje guarnecer los
castillos, y suplir con reclutas las bajas del ejército en Cá-
diz, J\1as para realizar este plan, necesitabase tiempo, y no
era posible que los franceses se descuidasen y permitiesen
el que se llevara á efecto.


Lacy luego que hubo desembarcado se encaminó á Gau-
sin, desde donde quiso acercarse á Ronda. En esta ciudad
se habian los franceses fortalecido en el antiguo castillo, y
formado varios atrincheramientos: tomar UDO y otro á viva
fuerza no era maniobra fácil ni pronta, principalmente con-
servando los enemigos en Grazalema una columna móvil.


Limitóse pues Lacy á hacer algunos movimientos, y á
contener á veces los ímpetus del enemigo. Le ayudaban
Jos partidarios favorecidos del conocimiento que tenian del
terreno, siendo los de mas nombre don José de Aguilar,
don Juan Becerra y don José Valdivia. Tambien los ingle-
ses de acuerdo con el general español enviaron al este de
la sierra 800 hombres, que sirviesen de apoyo en cualquiera
desmano




Al Condado de
Niebla.


48
Inquietos los franceses con la expedicion, y persuadidos


de que si se mantenia firme en los montes de Ronda, desa-
sosegarla continuamente las fuerzas que sitiaban á Cádiz, y
aun las de Sevilla y Málaga, diérouse priesa á frustrar ta-
les intentos. Y así al paso que el general Girard buscaba Íl
Lacy hácia el frente, destacó el mariscal Victor tropas del
1er cuerpo por el lado de poniente, y Sebastiani otras del
4° por el de levante. De manera que temeroso don Luis
Lacy de ser envuelto se trasladó á la fuerte posicion de
Casares, embarcándose después en Estepona ,y l\'IarbelJa.
Tomó á poco tierra en Aljcciras, y tornando á San Roque
se corrió otra vez á la banda de Marbella, á fin de alentar
y socorrer la guarnicion de aquel castillo que, bajo el man-
do de don Rafael Cevallos Escalera, burló diversas tentati-
vas que para ocuparle hizo el enemigo. Don Francisco Ja-
vier Abadía, comandante de San Roque, aunque asistido de
escasa fuerza, cooperó igualmente á los movimientos de
Lacy, y llamó por Aljeciras la atencion de los franceses.


Pero al fin agolpándose estos en gran número á la sier-
ra, se reembarcó la expedición, y regresó á Cádiz el 22 de
julio. No se sacó de ella mas ventajas que la de molestar á
los enemigos y divertirlos de otras operaciones, particular-
mente de las que intentaban en Extremadura tan conexas
con las de Portugal. Poca ó mala inteligencia entre las tro-
pas de línea y los paisanos desfavoreció la empresa. Para
aquellas habia obscura gloria y mucho trabajo en la guerra
de partidarios, única que convenia en la sierra: no así pa-
ra los otros habituados á tales peleas, y cuya ambician de
fama estaba satisfecha con que se pregonasen sus hazañas
en el éjido de sus pueblos.


Ni un mes se pasó sin que el mismo don Luis Lacy Cal!
otra expedición saliese de Cádiz llevando rumbo opuesto al
anterior de Ronda, esto es, al condado de Niebla. En di-




'fOIlI. 1II.


49
cha comarca proseguía d general Copons entreteniendo al Sítuaeíun


de esta comarca.
enemigo que, hajo el mando del duque de Aremherg, hacia
con una columna móvil excursiones en el país, y le moles-
taba. La junta de Sevilla contribuía desde Ayamonte al buen
éxito de las operaciones de Copons, y oportunamente for-
mó de la isla llamada Canela en el Guadiana un lugar de
depósito resguardado de los ataques repentinos del enemi-
go. En breve aquel terreno, antes arenoso y desierto, se
convirtió en una poblacion donde se albergaron muchas
familias, refugiándose á veces los habitantes de aldeas en-
teras y villas invadidas. Construyéronse allí barracas, al-
macenes, pOlOS, hornos, y se fabricaron en sus talleres
monturas, cartuchos y otros pertrechos de guerra. Al fin
fortiflcáronse tamhien SIlS avenidas, de manera qne se hizo
el plinto cási inexpugnable.


Constaba la expedicion de Lacy de unos 5000 hombres,
y escoltábala fuerza sutil española é inglesa al mando la
primera de don Francisco Maurelle y la segunda al del ca-
pitan Jorge Cockburn. Desembarcó la gente el 25 de agos-
to á dos leguas de la barra de Huelva entre las Torres del
Oro y de la Arenilla. La fuerza sutil se metió por la ria que
forman á su emhocadero las corrientes del Odiel y el Tinto,
con propósito de ayudar la evolueion de tierra, y atacar por
agua á Moguer. En este sitio tenían los franceses aOO in-
fantes y 100 caballos que sorprendidos se retiraron, no
asistiendo mayor dicha á otros tantos que corrieron á su
socorro de San Juan del Puerto.


Copons al desembarcar Lacy se hallaba en Castillejos,
doce leguas distante, y habiéndose por desgracia retardado
el pliego que le anunciaba el arribo, no pudo acudir á la
costa con la puntualidad deseada, malográndose así el co-
ger entre dos fuegos á los franceses que estahan avanza-
dos, Vino Copons sin embargo á Niebla y se puso luego en


4




50
comunicacion con Lacy. Los pueblos recibieron á este con
el júbilo mas colmado, y fiados en su apoyo dieron á los
enemigos terrible caza. Pero no teniendo otra mira la ex-
pedicion de don Luis Lacy sino la de divertir al francés de
Extremadura, en tanto que el ejército de Romana también
por su lado se movia, miró aquel general como concluido
8U encargo Juego que le amenazaron superiores fuerzas, y
de consiguiente se reembarcó el 20 del mismo agosto. Des-
agradó en el condado lo rápido de la excnrsion, y muchos
pensaron que sin comprometer su gente hubiera podido
Lacy permanecer allí mas tiempo, y maniobrar en union
con el general Copons. Desamparados los pueblos pade-
eieron nuevas molestias del enemigo. en especial Moguer,
que se había declarado y tomado parte desembozadamente.
Quiso en seguida Lacy acometer á Sanlúcar de Barrameda;
pero los franceses ya sobre aviso frustráronle el proyecto.


Operaciones De vuelta á Cádiz el mismo general estimulado por el
de Cádiz. gobierno y de acuerdo con él y los otros jefes verificó el


29 de setiembre una salida camino del puente de Suazo,
consiguiendo con ella destruir algunas obras del enemigo,
siendo esta la sola operacion digna de mentarse que hasta
finalizar el presente año de HHO practicaron en la Isla
gaditana las tropas de tierra.


Pudieron las de mar haber tenido ocasion de señalarse,
á no estorbárselo tiempos contrarios. El mariscal Soult con-


d F¡uerzasuül vencido de que para cualquiera empresa contra Cádiz y lae os enerrngos.
Isla de Leon, si habia de ser fructuosa, era indispensable
fuerza sutil, ideó que se construyesen buques al caso en
Sanlúcar y en Sevilla. Para ello valióse de barcos de aque-
1I0R puertos, ordenó una tala en los montes inmediatos,
y recibió de Francia carpinteros , marinos y cafalates, En
octubre dispuesta ya una flotilla, se trasladó en persona á
Sanlúcar dicho mariscal, á fin de presenciar desde la costa




51
la dificultosa trav~sía que tenían que emprender Jos refe-
ridos buques desde la boca del Guadalquivir hasta lo in-
terior de la bahía de Cádiz. Empezóse á poner en obra el
proyecto en la noche del 51 pasando la flotilla por entre
los bajos de punta Candor, y atracando siempre á la cos-
ta. Se componia en todo de unos 26 cañoneros: :2 vara-
ron, 9 se metieron la misma noche en el Puerto de Santa
lUaría, y los otros anclaron en Rota, de donde, aprove-
chando vientos frescos y favorables, se juntaron á los que
habian ya entrado, sin que les hubiese sido dable impedirlo
á las fuerzas de mar anglo-españolas. Pero de nada sirvió
á los franceses suceso en su entender tan dichoso. En balde
despues quisieron que su tlotilla doblase la punta del Tro-
cadero, en balde trasladaron por tierra los barcos á Puerto
Real. Durante el sitio ya no se menearon de allí, obligán-
dolos á permanecer quedos las superiores y mejor marine-
ras fuerzas de los aliados.


No por eso dejaron los franceses de perfeccionar las
obras de tierra, y de establecer una cadena de fuertes que
se dilataba desde la entrada de la bahía hasta Chielana, por
cuya parte y en una batería inmediata al cerro de Santa
Ana perdieron, muerto de una granada, al distinguido ge-
neral de artillería Senarmont.


Los aliados tampoco se mantuvieron ociosos. lUejoraron Fuerzas
. . de los aliados etl


cada vez mas las Iortiñcaeiones , y las tropas se engrosaron Cádiz yla Isla.
y adquirieron buena disciplina. De las inglesas se contaron
en julio 8500 hombres; volviéronse á reducir á 5000 por
IO:i1 refuerzos que se enviaron á Portugal; mas antes de fines
de año crecieron otra vez á 7000 con gente que llegó de
Sicilia .Y Gibraltar. Las tropas españolas de línea pasaban
de 1800ü hombres. Don Joaquín Blake continuó á su ca-
beza hasta 25 de julio, en cuyo tiempo se transfirió á Mur-
cia, extendiéndose su mando, conforme apuntamos, á las




divisiones existentes en aquel reino, las cuales formaban
COl! las de la Isla de Leon el ejército llamado del centro.


Blake Llegado que hubo el general Blake á su nuevo destino,
eu Murcia.


restableció paz y armonía que andaba escasa entre algunos
jefes. El ejército se habia aumentado á punto que poco an-
tes enviara á Cádizuna división de 4000 hombres al mando
del general Vigodet, Blake llego el 2 de agosto , y la fuerza
disponible era de unos 14000 soldados, ~ooo de cahallería.


Alrededor de este ejército revoloteahan , por decirlo así,
muchos partidarios, en especial del lado de Jaen y de Gra-
nada. Entre los primeros sobresalían los nombrados Uribe,
Alcalde y J\iloreno puestos á las órdenes del comandante
Bielsa, entre los otros el coronel don José de Villalobos.


Cuando Blake se incorporó al ejército se hallaba este re-
partido en Murcia , Elche, Alicante, Cartagena y pueblos
de los contornos: algunos batallones estaban destacados
en la Mancha, sierra de Segura y frontera de Granada, en
donde permanecia la caballería, extendiéndose hasta cerca
de Huesear.


seoaeuent ee Fijó la idea de Blake la atención de los franceses, y des-
dirige


á Murcia. de luego resolvió Sebastiaui hacer otra excursion la vuelta
de Murcia , lisonjeándose que de ella saldría tan airoso co-
mo la vez primera, y aun tarnhien de que disiparía como
humo el ejército de los españoles,


Medidas Informado Blake de los intentos del enemigo preparóse á
'iUi) 10m. llIake. recibirle. Agrupó sucesivamente en la huerta de Murciasus


tropas, y las colocó de esta manera; la 5 a division al man-
do del brigadier Creagh ocupó la derecha en Añora; detrás
guarnecía un batallon el monasterio de Gerónimos, teniendo
apostaderos por la izquierda hasta el rio; delante se plan-
taron 4 piezas de artillería. Alojébase la izquierda del ejer-
cito en el lugar de Don Juan, y la componía la 5a division
del cargo del brigadier Sanz , teniendo un destacamento




pOI' su siniestro costado. Enlazáhase esta posieion con la
del centro por medio de un molino aspillerado y d(~ una
batería circular colocada en donde una de las acequias ma-
yores se distribuye en dos atsjeas. Dicho centro, que cu-
hria la 1" division al manrlo del general Ello . estaba cerca
de Alcant~rilla en la Puebla.


Dispúsose arlemas la inundación de la huerta; medio
oportuno pero no del todo hacedero, ya por no ser nunca,
y menos eu aquélla estacion , muy caudaloso el Segura, ya
también porque aun en caso de una rápida avenida, las
obras allí practicadas estanlo en términos que solo sirven
para sangrar cIrio y no para favorecer estragos: como
construidas con el único objeto de dar á los campos el ne-
cesario y fecundante beneficio del riego. Sin embargo se
inundaron los caminos y una faja de bancales por la orilla,
amparando lo <lemas de la huerta sus naranjos y sus cidros,
suslimoneros y moreras, en fin toda su intrincada y lozana
frondosidad.


Siguiese en esto y en lo de armar al paisanaje la con-
ducta del obispo don Luis Belluga en la guerra de sucesión.
Ahora corno entonces acudieron todos los partidos, has-
ta el de Orihuela aunque perteneciente á Valencia, y se
distribuyeron en compañías y secciones incorporándose al
ejército. :\'I3nife¡;taron los paisanos grande entusiasmo y mu-
cha docilidad; perfecta armonía reinó entre ellos y los 801-
darlos. Blake declarando á Murcia amenazada de inmediato
ataque, la sometió al solo y puro gobierno militar; provi-
dencia que las autoridades respetaron, y que en aquel lan-
ce obedecieron con gusto.


En el intermedio se había ido acercando el general Se-
bastiani , y echádose atrás nuestra caballería á las órdenes
de don Manuel Freire que sustentó con destreza varios
reencuentros. Segun los enemigos se aproximaban daban




Se reUra
Sebasliani.


tnsurreccton
en el reino


de Granada.


54
aviso de todos sus pasos al general Blake los alcaldes de
los pueblos y muchos particulares con rara puntualidad,
llegando á su colmo la diligencia de todos. Los franceses
aparecieron el 28 de agosto en Lebrilla á cuatro leguas de
Murcia , y nuestros jinetes se situaron en Espinardo con
puestos avanzados sobre el rio Segura. El partidario Villa-
lobos , que había acompañado á Freire, se colocó en l\lolina.


Luego que el general Sebastiani llegó á Lebrilla hizo va-
rios reconocimientos; y arredrado del modo con que los
nuestros le aguardaban, se apartó del intento de penetrar
en l\lurcia, y en la noche del 29 al 50 se replegó á Totana.
Hostilizáronle en la retirada los paisanos, particularmente
los de Larca; y en esta ciudad y en otros pueblos cometió
el francés mil tropelías. Bien le vino á este no insistir en la
empresa proyectada. pues á haher padecido descalabro co-
mo era probable en los laberintos de la huerta de Murcia
toda su gente hubiera sido muy maltratada, ya por los ha-
bitantes de este reino, ya por los de Granada , cuyos áni-
mos se encrespaban acechando la ocasión de escarmentar
á sus opresores. Haberse expuesto á tal riesgo y camada
inútilmente la tropa con marchas y contramarchas de mas
de cien Ieguas en estacion tan calurosa, fueron los frutos
que reportó Sebastiani de una expedicion que de antemano
habia pregonado como fácil.


Entre los que empezaron en el reino de Granada á le-
vantar cabeza durante la ausencia del general francés , se-
ñalóse el alcalde de Otivar , de nombre Fernandez, quien
entró en Almuñécar y Motril , y aun se apoderó de sus cas-
tillos. Estas y otras empresas que propagaron la llama de
la insurreccion por las sierras y por varios pueblos de la
costa, á pesar de algunos amigos y parciales que tuvieron
allí los enemigos, impulsó á los ingleses á dar cierto apoyo
á aquellos movimientos. Decidiéronse sobre todo á atacar




55
á ]\I;í1aga, guarida entonces de corsarios, y en cuyo puer-
to también fondeaba una flotilla enemiga de lanchas caño-
neras. Al efecto se preparó en Ceuta una expedicion de
<z500 hombres españoles é ingleses á las órdenes de lord
Blayney, la cual dió la vela el 15 de octubre con direccion
á Fuengirola. Empezaron luego los aliados á embestir este
castillo guarnecido por 150 polacos con esperanza de que
así llamariau hacia aquel punto las fuerzas enemigas, y po-
drian reembarcándose caer repentinamente sobre Málaga,
que se veria desprovista de gente. Pero dándose lord Blay-
ney torpe maña, en vez de sorprender á sus contrarios, él
fué, por decirlo así, el sorprendido. acometiéndole de impro-
viso el general Sehastiani con aooo hombres. Al querer re-
tirarse filé dicho lord cogido prisionero, y las tropas ingle-
sas volvieron en confusion á sus barcos; solo un regimiento
español, el Imperial de Toledo, único de los nuestros que
allí iba, tornó á bordo sin pérdida y en buena ordenanza.


El ruido de semejantes acontecimientos y el deseo de en-
sanchar los límites de su territorio, estimularon al general
Blake á avanzar á la frontera de Granada, habiéndose ocu-
pado todo aquel tiempo desde agosto en mejorar la disci-
plina de su ejército y en adiestrarle, como igualmente en
asegurar sus estancias de lUurcia. Envió asimismo á la Man-
cha con un trozo de 500 caballos á don Vicente Osorio,
queriendo extraer granos de aquella provincia para la ma-
nutencion de su ejército. Las partidas, si bien fomentadas
por Blake en todas parles, fuéronlo en especial del lado de
Jaen , en donde don Antonio Calveche sucedió á Bielsa en
el mando de ellas. 1\las los enemigos persiguiendo de cerca
al nuevo jefe después de haber quemado cási toda la villa
de Segura, le mataron el 24 de octubre eu Villacarrillo.


Don Joaquín Blake reuniendo S\lS tropas distribuidas por
la mayor parte, sin contar las de las plazas, en 1\lurcia,


Expedicion
contra


Fuengirola y
Málaga.


Avanza IJlake
á Granada.




Caravaca y Lorca, se puso el 2 de noviembre sobre Cúllar:
movimiento hecho á las calladas y del que los franceses
estaban ignorantes. Dejó Blake9,1000 hombres en dicho CÚ-
llar, y á las doce de la mañana del 5 se colocó con 7000,
de los que unos 1000 eran de caballería, en las lomas que
dominan la hoya de Baza, y que lame el rio Guadalquiton,


Los enemigos tenían en el llano una divisiou de caballe-
ría que acaudillaba el general Milhaud, asistida de artillería
volante: ademas habian situado de 9,1 á 5000 infantes en las
inmediaciones de la ciudad bajo la guia del general Rey. No
acudió allí Sebastiani hasta después de concluida la accion
que ahora iba á trabarse.


AcclondeBaza, Empezó esta á las dos de la tarde, desembocando la ca-
3 de novíenbre.


ballena española á las órdenes de don Manuel Freire por
el camino real que de Cúllar va á Baza. Nuestros jinetes
tiraron por la derecha, y formaron en batalla en dos líneas,
sosteniendo sus costados artillería y guerrillas de fusileros.
Los enemigos ciaron hacia sus peones, y entonces el gene-
ral Blake dejando apostados en las lomas la mitad de sus
infantes, se adelantó con los otros y 5 piezas en 4 colum-
nas cerradas, repartidas en ambos lados del camino.


Nuestros caballos proseguían confiadamente su marcha;
mas al querer efectuar un movimiento se embarazaron algn-
nos, y el enemigo descargando sobre ellos con impetuoso
arranque los desordenó lastimosamente, Tras su ruina vino
la de 108 infantes que habían avanzado, y solo consiguieron
unos y otros rehacerse al abrigo de las tropas que habían
quedado en las lomas. El enemigo no persistió mucho en
el alcance. Quedaron en el campo 5 piezas; y se perdieron
entre muertos, heridos y prisioneros 1000 hombres. De los
franceses muy pocos.


Descalabro fué el de Baza que causó desmayo y contuvo
en cierto modo el vuelo de la iusurrecciou de aquellas co-




57
marcas. Adverso era en esto de batallar el hado de don Joa-
quin Blake , y vituperable su empeño en buscar las accio-
nes que fuesen campales antes que limitarse á parciales
sorpresas y hostigamientos. No permaneció despues largo
espacio al frente de aquel ejército , llamado á desempeñar
cargo de mayor alteza.


Por lo demas y en medio de reveses y contratiempos la
tenacidad española, la serie innumerable de combates en
tantos puntos y á la vez, fatigaban á los franceses, y su
ejército de las Andalucías no gozó en todo el año de 1810
de mucha mayor ventura que la que tenian los de las otras
provincias. Y si bien ordenadas batallas no menguaban ex-
tremadamente las filas enemigas, aniquilábanseaquí, como
en lo demas del reino, en marchas y contramarchas, y en
apostaderos y guerra de montaña.


Del lado de levante las provinciasde Valencia, Cataluña,
y lo que restaba libre de la de Aragon, hubieran, obrando
unidas, entorpecido muy mucho los intentos del enemigo,
siendo entre ellas tanto mas necesaria buena hermandad,
cuanto para sojuzgarlas estaban de concierto el 5o y el 1er
cuerpo francés. Pero la multiplicidad de autoridades, su
diversa condieion , los obstáculos mismos que naciau de la
naturaleza de la actual guerra estorbaban completa concor-
dia y adecuada combinacion. Por fortuna los caudillos ene-
migos , aunque no menos interesados en aunarse, y aquí
mas que en otras partes, á duras penas lo conseguian , no
ya por las rivalidades personales que á veces se suscitaban,
sino principalmente por lo dificultoso de acudir al cum-
plimiento de un plan convenido.


En Valencia don José Caro mas bien que en la guerra
pensaba en ir adelante con sus desafueros. Dejóque se per-
diesenLérida, nlequinenza y hasta el castillo de Morella, sin
dar señales de oponerse al enemigo ni siquiera de dis-


Provincias de
levante.


Valencia.




Caro huye
de Valencia.


;)8
traerle. Al fin viendo Caro que se aproximaban los france-
ses, y que la voz pública se acedaba contra tan culpable
abandouo , mando á don Juan Odonojú, prisionero en la
batalla de lVlaría y ahora libre, que se adelantase con 4000


Choque. hombres. El 24 de junio arrojaron estos de ViIIabona á los
en Morella y
Albocaser. enemigos, que se abrigaron á lVlorella, delante de cuyo pue-


blo se trabó el 25 un choque muy vivo, retirándose despues
los nuestros en vista de haberse reforzado los contrarios.
Por segunda vezavanzó en julio el mismo Odonojú , y aun
llegó el16 á intimar la rendicion al castillo de Morella; pero
revolviendo sobre él prontamente el general Mont-Jñarie,
le obligó á alejarse y causóle en Albocaser HU descalabro.


Avanza No babia don José Caro tomado parte personalmente en
Caro y se retira.


ninguna de semejantes refriegas, hasta que en agosto pi-
diendo su cooperaeion el general de Cataluña para aliviar
á Tortosa amenazada de sitio, se movió aquel por la costa
lentamente y mas tarde de lo que conviniera. Llevó consi-
go 10000 hombres de línea y otros tantos paisanos, y se
situó en Benicarló y San lVIateo. El general Suchet vino por
Calig á su encuentro con 10 batallones y tarnbien con arti-
llería y caballería. Caro no le aguardó, replegándose después
de ligeras escaramuzas á Alcalá de Gishert , y de allí el 16
de agosto á Castellon de la Plana y lVlnrviedro. No retro-
cedió en desorden el ejército valenciano, si bien su jefe don
José Caro dió el triste y criminal ejemplo de ser de los pri-
meros y aun de los pocos que desaparecieron del cam-
po. Zahirióle por ello agriamente su hermano don Juan,
hombre ligero pero arrojado, de quien hablamos allá en
Cataluña.


Con la conducta que en esta ocasion mostró el general
de Valencia se acreció el odio contra su persona, y lo que
aun es peor menospreciósele en gran manera. Se descu-
hrieron asimismo tramas que urdia y proscripciones que




.19
intentaba, propalándose en el público sus proyectos con
tintas que entenebreeian el cuadro. Temeroso por tanto se
escabulló disfrazado de fraile (traje harto extraño para un
general), y pasó luego á Mallorca, sin cuya precaucion hu-
biera tal vez sido blanco de las iras del pueblo.


Sucedióle inmediatamente en el mando don Luis de Bas-
secourt, que estaba á la cabeza de una division volante en
Cuenca, hombre que, si bien alabancioso al dar sus partes
y no de grande capacidad, aventajábase en valor y otras
prendas á su antecesor, procurando tambien con mayor
ahinco acordar sus operaciones con los generales de los de-
mas distritos, en especial con los de Aragon y Cataluña.


En este principado hacíase la guerra con otra eficacia y
obstinación que en Valencia, merced al celo de su congre-
so y á la pronta diligencia ~ esmero de su general don En-
rique Odonnell, Luego que en 17 de julio estuvo reunida
aquella corporacion, tomó varias resoluciones, algunas
bastantemente acertadas. En la milicia acomodó los alista-
mientos á la indele de los naturales, imponiendo solo la
ohligacion de un enganche de dos años con facultad de go-
zar cada seis meses una licencia de quince días. Sin embar-
go los catalanes tan dispuestos á pelear como somatenes,
repugnabaná tal punto el serviciode tropa reglada, que tuvo
su congreso que establecer comisiones militares para cas-
tigar á los desertores y aun á los distritos que no apronta-
sen su contingente. Recaudáronse con mayor regularidad
los impuestos, y se realizó, á pesar de lo exhausto que es-
taba ya el país, un empréstito de medio millon de duros.
Aplicáronse á los hospitales los productos que antes per-
cibia la curia romana y ahora los obispos por dispensas y
otras graciasó exenciones. El alma de muchas de estas pro-
videncias era el mismo don Enrique Odonnell, quien puso
ademas particular conato en adestrar sus tropas, en ineul-


Le sucede
Bassccourt.


Cataluña.


Su congreso.


Odonnell.




Macdonald.


Convoyes
que lleva á
Barcelona.


Ejército
español de
Cataluña.


60
cal' en ellas emulacion y buen ánimo, y tarnbien en mejorar
la instruccion de los oficiales.


Por su parte el mariscal Jlacdonald apenas podia ocu-
parse en otras operaciones que en las de avituallar á Bar-
celona: los convoyes de mar estaban interrumpidos, y los
de tierra escasos y lentos teuian con frecuencia que repe-
tirse y ser escoltados con la mayor parte del ejército, si no
se quería que fuesen presa de los somatenes y de las tropas
españolas. Macuonald trató en un priucipio de granjearse
las voluntades de los habitantes, contrastando su porte
con la ferocidad del mariscal Augereau , que había, por de-
cirlo así, guarnecido las orillas de algunos caminos con
patíbulos y cadáveres. Estaban los ánimos sobradamente
lastimados de ambas partes, para que pudiesen olvidarse
antiguas y recíprocas ofensas. Así no surtieron grande efec-
to las buenas intenciones y aun medidas del mariseal Mac-
dónald , acabando también él mismo por adoptar á veces
resoluciones rigurosas.


En junio y poco después de tomar el mando, acompañó
no sin tropiezos un convoy á Barcelona. Volvió despues á
Gerona, y preparóse á conducir 011'0 en mediados de ju-
Jio á la misma ciudad. Odonnell trató de estorbarlo, y des-
tacó á Granollers 6500 infantes y 700 caballos unidos á
2500 paisanos bajo las órdenes de don l\liguel Iranzo. Tra-
bóse un reñido choque entre los nuestros y los franceses,
pero mientras tanto pasó á la deshilada el convoy y se me-
tió en Barcelona.


Doliese mucho Odonnell del malogro de aquella empre-
sa, y no faltó quien lo atribuyese á desmaño del genpral
que en GranoHers mandaba. El plan que Odonnell había re-
suelto seguir en Cataluña pareció el mas acertado. Evitan-
do batallas generales, quería por medio de columnas volan-
tes sorprender los destacamentos enemigos, interceptar ó




/)1


molestarsus convoyes )' aniquilar así sucesivamentela fuer-
za de aquellos. Por tanto el ejército español de Cataluña
que, segun dijimos, constaba en julio de unos 22000 hom-
bres, sin contar somatenes ni guerrilleros , estaba colocado
al principiar agosto del modo siguiente : la fa division ocu-
paba las orillas del Llohregat y observaba á Barcelona, es-
tando tambien fortificada la montaña de JUontsllrrat: la 2"
acampaba en Falset y no perdia de vista á Suchet que, co-
mo poco hace apuntamos. intentaba sitiar á Tortosa: parte
de la 5' cubria en Esterri las avenidas del valle de Aran; la
reserva distribuida en ~ trozo!', mantenia uno en el Col de
Alba próximo á Tortosa, y el otro en Arbeca y Borjas Blan-
cas para enfrenar la guaruicion df-' Lérida. Un cuerpo de
húsares y tropas ligeras se alojaban en Olot y acechaban
las comarcas de Besalú y Baüolas; varios guerrilleros 1'1'-
corrían la demas tierra, aprovechándose todos de las ocasio-
nes que se presentaban para desvanecer los intentos del
enemigo é incomodarle continuamente. El cuartel general
permanecía en Tarragona, desde donde Odonnell gobernaba
las maniobras mas notables, tomando á veces en ellas parte
muy principal. Con esta distribucion creyó el general de
Cataluña que, vigilando las plazas y puntos mas señalados,
llevaría á cumplido efecto Sil plan, y que el ejército fran-
cés se rehundiría poco á poco en combates parciales.


Si en todo no se llenaron los deseos de don Enrique
Odonnell, se lograron en parte. El mariscal Macdonald
afanado siempre COlJ el abastecimiento de Barcelona no pu-
do desde el segundo convoy que metió allí en julio pensar
en cosa importante, sino en preparar otro tercero que con-
siguió introducir el12 de agosto. Entonces mas libre resol-
vió, aunque todavía en balde, favorecer directamente las
operaciones del mariscal Suehet,


No desistía este general del indicado propósito de sitiar á




Intenta Suchct
sitiar


á Tortnsn,


Sus disposi-
ciones.


62
Tortosa , lo que dió ocasiou á varios combates y reencuen-
tros, algunos ya referidos, con las tropas españolas de Ca-
laluña, Aragon y Valencia, que precedieron á la formaliza-
cion del cerco, ligándose de parte de los franceses las mas
de las operaciones, aun las lejanas de aquel principado, con
tan primario objeto, por lo que á una y en el mejor orden
que nos sea posible, si bien brevemente, daremos de ellas
cuenta.


Suchet para emprender el sitio estableció en Mequineu-
za un depósito de municiones de guerra y boca: transpor-
tarlas de allí á Tortosa era grande dificultad. Ofrecia el Ebro
comunicaciou por agua, pero interrumpida en partes con
varias cejas ó bajos, solo se podían estos salvar en las cre-
cidas, y rara vez en los tiempos secos del estío. Del lado
de tierra era aun mas trabajoso y aun impracticable el trán-
sito, encallejonándose los caminos que van desde Caspe á
Mequinenza entre montañas cada vez mas escarpadas segun
avanzan á Mora, las Armas, Jerta y Tortosa , por lo que
ya en 21 de julio empezaron los franceses á componer uno
antiguo de ruedas, cuyos rastros al parecer se conservaban
del tiempo de la guerra de sucesion. Suchet antes de que
la ruta se concluyese, fué arrimando fuerzas á la plaza.


En los primeros días de julio la division que mandaba el
general Habert dirigióse partiendo de cerca de Lérida por la
izquierda del Ebro, y llegó á García estando pronta á caer
sobre Tivenys y Tortosa. Poco antes salió de Alcaüiz la di-
vision de Laval , y después de haberse movido la vuelta de
Valencia, retrocedió y se colocó el 5 de julio á la derecha
del Ebro delante del puente de Tortosa, prolongando su
derecha á Arnposta, y destacando tropas que observasen el
Cenia, siendo esta division ó parte de ella la que tuvo que
habérselas con los valencianos en los combates parciales
acaecidos allí por este tiempo y ya relatados. Suchet man-




93
tuvo á su lado la brigada del general París, y sentó el 7 sus
reales en Mora. dándose la mano con los dos generales La-
val y Habert, y echando para la comunicacion de ambas
orillas del Ebrodos puentes, sin que sus soldadoseonsiguie-
sen, como lo intentaron, quemar el de barcas de Tortosa.


La guarnicion de esta plaza hizo desde el principio varias
salidas, é incomodó á Lavalque se atrincheraba en su cam-
po. Igualmente parte de la división española que se alojaba
en Falset atacó con vigor los puestos enemigos en Tivisa,
y el 15 toda ella teniendo al frente al marqués de Campo-
verde, rechazó una acometida de los enemigos yaun siguió
el alcance.


Eran tales maniobras precursoras de otras que ideaba
Odonnell, quien el 29 acometió en persona al general Ha-
bert. No pudo el español desalojar de Tivisa á su contra-
rio, mas ello de agosto se metió en Tortosa y dispuso para
el 5 una salida contra Laval. La mandaba don Isidoro Uriar-
te, y embistiendo los nuestros intrépidamente al enemigo,
le rechazaron al principio y destruyeron variasde sus obras.
La poblacion sirvió de mucho, pues llena de entusiasmo
auxiliaba á los combatientes aunen los parajes en que ha-
hia peligro con abundantes refrescos, y aliviaba á los he-
ridos con prontos y acomodados socorros. Reforzados al
cabo los franceses tuvieron los españoles que recogerse á
la plaza, dejando algunos prisioneros, entre ellos al coro-
nel don José ]}[aría Torrijos. Semejantesoperaciones hubie-
ran sido lIJaS cumplidas, si don José Caro, con quien se
contaba, no hubiera por su parte procedido, segun hemos
visto, tarde y malamente.


Tarnhien don Enrique Odonnellse vió obligado á retroce-
der en breve á Tarragona, adonde le llamaban otros cuida-
dos. El mariscal Macdonalrl , después de haber introducido
en Barcelona el convoy mencionado de agosto, se adelantó


Salidas
de la plaza y


combates
parciales.


Adelanta
~Iacdon"ld á
Tnrragona,




65
emprendiéndole el último por sí y con sus propios medio!',
al paso que el primero debia protegerle con tal que tuviese
víveres, los que le suministró Suchet en cuanto le fué da-
ble. Entonces creyó este que podría obrar activamente y
apoderarse en breve de Tortosa , sobre todo habiendo em-
pezado á acercar á la plaza, favorecido de una crecida del
Ebro, piezas de grueso calibre. Pero sus esperanzas 110 es-
taban todavía próximas á realizarse.


El ejército francés de Cataluña continuó siempre escaso Macdonald
incomodado


de granos v embarazado para menearse á pesar de los gran- ,siempr!J 1
• por ros espauo elI.


des esfuerzos de Suchet y de Macdonald, pues las partidas,
la oposicion de los pueblos, la cuidadosa diligencia de
OdonneU y sus movimientos desbarataban ó detenian los
planes mus bien combinados. Se colocó en los primeros
dias de setiembre en Cervera el mariscalMaedonald : yel
general español vislumbró desde IUl'gO que su enemigo to-
maba aquellas estancias para cubrir las operaciones de Su-
chet, amenazar por retaguardia la línea del Llobregat, y
enseñorearse de considerable extension de país que le faci-
litase subsistencias. Prontamente determinó Odonnell sus-
citar al francésnuevos estorbos, continuando en su primer
propósito de esquivar batallas campales.


Nada le pareció para conseguirlo tan oportuno como ata-
car los puestos que el enemigo tenia á retaguardia, cuyos
soldados se juzgaban seguros fuera del alcance del ejército
español, y bastante fuertes y bien situados para resistir á
las partidas. Odonnell firme en su resolucion ordenó que se
embarcasen en Tarragona pertrechos, artillería y algunas
tropas, yendo todo convoyado por 4 íaluchos y 2 fragatas,
una inglesa y otra española. Partió él en persona el 6 de
setiembre por tierra poniéndose en Villafranca al frente de
la division de Campoverde, que de intento babia mandado
venir allí. En seguida dirigióse hacia Esparraguera l colocó


TOII. m, 5




snrpresagloru.sa
de La Bísbl11.


y de varios
puntos


de la costa.


66
fuerzas que observasen al mariscal Macdonald , y otras que
atendiesen á Barcelona , y uniendo á su tropa la caballería
de la división de Georget, prosiguió Sil ruta por San Cul-
gat, Mataró y Pineda. Salió de aquí el 12, envió por la cos-
ta á don Honorato de Fleyres con 2 batallones y 60 caha-
Ilos, y él se encaminó á Tordera, l\'1arehó Fleyres contra
Palamós y San Feliú de Guijols, y Odonnell , después de
enviar exploradores hácia Hostalrich y Gerona, avanzó á
Vidreras. Para obrar con rapidez tomó el último consigo,
al amanecer del 14, el regimiento de caballería de Numan-
cia, 60 húsares y 100 infantes que fueron tan de priesa, que
las ocho horas de camino que se cuentan de Vidreras á
La Bishal, las anduvieron en poco mas de cuatro. Siguió
detrás y mas despacio el regimiento de infantería de Iberia,
situándose Campoverde con lo demas de la divisiou en el
valle de Aro, á manera de cuerpo de reserva.


Luego que OdonnelI llegó enfrente de La Bisbal ocupó
todas las avenidas, y dióse tal maña, que no solo cogiópi-
quetes de coraceros que patrullaban y un cuerpo de 150
hombres que venia de socorro, sino que en la misma noche
del 14 obligó á capitular al general Schwartz con toda su
gente, que juntos se habian encerrado en un antiguo cas-
tillo del pueblo. Desgraciadamente queriendo poco antes
reconocer por sí Odonnell dicho fuerte, con objeto de que-
mar sus puertas, fué herido de gravedad en la pierna dere-
techa, cuyo accidente enturbió la comun alegría.


Fleyres afortunado en su empresa se apoderó de San Fe-
liú de Guijols, y el teniente coronel don Tadeo Aldea, de
Palamós, teniendo este la gloria de haber subido el prime-
ro al asalto. Entre ambos puntos, el de La Bisbal y otros
de la costa tomaron los españoles 1200 prisioneros, sin
contar al general Schwartz y 60 oficiales, habiendo tambien
cogido í7 piezas. lUereció mas adelante don Enrique Odon-




67
nell por expedición tan hieu dirigida y acabada el título de
conde de La Bisbal.


Posteriormente á este suceso creció la guerra contra Jos Guerra
en e,l Ampurdan.


franceses en el norte de Cataluña. Don Juan Claros los mo-
lestaba hácia Figueras , y el coronel don Luis Creeft con
los húsares de San Narciso pflr Besalú y Bañolas, Marchóá
Puigcerdá el marqués de Campoverde, acosó un trozo de
enemigos hasta JHontluis y exigió contribuciones en la mis-
ma Cerdaüa francesa, de donde revolviendo sobre Calaf,
estrechó de aquel lado al mariscal l.\'Iacdonald al paso que
el brigadier Georget le observaba por Igualada.


El baron de Eroles, que ya se habia distinguido en el si- Ernles
manda uu


tio de Gerona, se encargó despues de Campoverde del man-
do de los distritos del norte de Cataluüa, bajo el título de
comandante general de las tropas y gente armada del Am-
puntan. Empezó luego á hacer grave daño á los enemigos,
y al promediar de octubre les apresó un convoy cerca de la
Junquera, acometiéndolos el 21 con ventaja en su campa-
mento de Lladó.


El propio dia junto á Cardona hizo asimismo frente el Campoverde en
Cardona


marqués de Campoverde á las tropas del mariscal J\lacdo-
nald. Vinieron estas de hacia Solsona , cuya catedral habian
quemado pocos días antes, y encontrando resistencia tor-
naron á sus anteriores puestos: con la noche tambien se
recogieron los españoles á Cardona.


No eran decisivas ni á veces de importancia las mas de
dichas acciones ni otras refriegas que omitimos; pero con
ellas embarazábanse los franceses y se retardaban sus ope-
raciones , renovándose la escasezde víveres, y creciendo la
dificultad de su recoleccion: motivo por el que volvióBar-
celona á dar á los enemigos fundados temores.


Dos meses eran ya corridos desde la entrada en la plaza Otro convoy
para Barcelona,


del último socorro , y los apuros se reproducían en Sil re-




No adelantan los
enemigos


en el sitio de
Tortosa.


Convoyes
que van allí de
~tequine"za.


Los atacan
lo. españoles.


68
cinto. Se esperaba el alivio de un convoy que partiera
de Francia; mas como no bastaban para custodiarle las
fuerzas que regiá en el Ampurdan el general d'Hilliers,
tuvo Maedonald que ir en noviembre camino de Gerona
para conducir salvo dicho convoy hasta la capital del prin-
cipado.


Así el cerco de Tortosa , suspendido en los meses de se-
tiembre y octubre, continuó del mismo modo durante el
noviembre. No habia aquella interrupcion pendido sola-
mente de las razones que estorbaron al mariscal ldacdonald
cooperar á aquel objeto, segun habia ofrecido, sino también
de los obstáculos que se presentaron al general Suchet, na-
cidos unos de la naturaleza, otros del hombre. Los prime-
ros parecian vencidos con las lluvias del equinoccio, que
empezaban á hinchar el Ebro, y con lo que se adelantaba
en el camino de ruedas arriba indicado; no así los segundos
que llevaban trazas de crecer en lugar de allanarse.


Resueltos sin embargo los franceses á proseguir en su
intento, habian tratado ya en setiembre de enviar desde
Mequinenza convoyes por agua, y de asegurar el tránsito
haciendo el 17 pasar de Flix á la otra orilla del Ebro un ha-
t3110n napolitano. El baron de La Barre, que mandaba una
division española en Falset (punto que los nuestros volvie-
ron á ocupar luego que lVIacdonald en agosto se dirigió á
Lérida), destacó un trozo de gente á las órdenes del tenien-
te coronel Villa contra el mencionado hatallon , al cual este
jefe sorprendió y cogió entero. Afortunadamente para los
franceses el convoy que debió partir retardó su salida, es-
caso todavía de agua el río Ebro, sin lo cual hubiera aquel
tenido la mismasuerte que los napolitanos. No solo en este
sino tambien en otros lances prosiguió el baron de La Bar-
re incomodando al enemigo lo largo de aquella orilla.


Por la derecha desempeñaron igual faena los aragoneses.




69
Gobernáhalos en jefe desde agosto don José ~Jaria de Car-
vajal, á quien la Regencia de Cádiz había nombrado con
objeto de que obedeciesen á una sola mano las diversas
partidas y cuerpos que recorrian aquel reino. Pensamiento
loable; pero cuya ejecucion se encomendó á hombre de li-
mitada capacidad. Carvajal paró solo mientes en lo acceso-
rio del mando, y descuidó lo mas principal. Estableció en
Teruel grande aparato de oficinas, con poca previsión al-
macenes, y dió ostentosas proclamas. En vez de ayudar
embarazaba á los jefes subalternos, y mostrábase quisqui-
lloso con SIlS puntas de celos.


Importunaba mas que :.í los otros á don Pedro ViI\acam-
pa , como quien descollaba sobre todos. Este caudillo sin
embargo continuando infatigable la guerra, cogió el 6 de
setiembre en And0rra un destacamento enemigo, y al si-
guiente dia en las Cuevas de Cañart un convoy con 156
soldados y 5 oficiales. El coronel Plicque que lo mandaba
logró escaparse, achacándose á Carvajal la culpa por haber
retenido léjos, so pretesto de revista, parte de las tropas.
Desazonado Suehet con tales pérdidas envió de l'Iora para
ahuyentar á Villacampa alguna fuerza á las órdenes del ge-
neral Habert, que reunido á los coroneles Plicque y Kliski
que estaban hacia Aloañiz, obligó 31 español á enmarañarse
en las sierras.


Mas pasado un mes, volviendo Villampa á avanzar, resol-
vió de nnevo Suchet que le atacasen sus tropas, y destacó
á Klopicki del bloqueo de Tortosa con 7 batallones y 400
caballos. Villacampa retrocedió, y Carvajal evacuó á Te-
ruel , donde entraron los franceses el 50. Siguieron estos
de cerca á los espaüoles , y en la mañana siguiente alcan-
zaron Sil retaguardia mas allá de la quebrada de Alventosa,
y cogieron 6 piezas, varios caballos y carros de muni-
ciones.


Carvajal
en Aragou-


VilIacamp.
infatigable en


guerrear.


Andorra.


Las Cuevas,


Alventosa.




Combate de
la Fuensanta.


Nuevo,
convoye, para


Torto,a.


Combates par-
ciales.


70
Klopicki creyó con esto haber dispersado del todo á los


españoles ~ pero luego se desengañó , quedando en pié la
mayor parte de la fuerza del general VilIacampa. Por lo
mismo trató de aniquilarla. y se encontró con ella apostada
el 12 de noviembre en las alturas inmediatas al santuario
de la Fuensanta, espaldas de ViIle!. Don Pedro Villacam-
pa tenia UllOS 5000 hombres. manteniéndose Carvajal con
alguna gente en Cuervo. á una legua del campo de batalla.
La posicion española era fuerte aunque algo prolongada, y
la defendieron los nuestros dos horas porfiadamente , hasta
que la izquierda Iué envuelta y atropellada. Perecieron de
los españoles unos 200 hombres. ahogándose bastantes en
el Guadalaviar al cruzar el puente de Libros. que con el
peso se hundió.


Klopicki tornó después al sitio de Tortosa , y dejó á Klis-
ki con 1200 hombres para defender por aquella parte con-
tra Villacampa la orilla derecha del Ebro.


Entre tanto sosteniéndose altas con mayor constancia
las aguas de este rio • apresuráronse los enemigos á trans-
portar lo que exigia el entero complemento del asedio de
aquella plaza. Mas no lo ejecutaron sin tropiezos y contra-
tiempos. EI5 de noviembre 17 barcas partieron de l\'Iequi-
nenza escoltadas con tropa francesa que las seguía por
las márgenes del Ebro: la rapidez de la corriente hizo que
aquellas tornasen la delantera. Aprovechóse de tal acaso el
teniente coronel Villa puesto en emboscada entre Fallo y
Riharoya, y atacando el convoy cogió varias barcas. sal-
vándose las otras al abrigo de refuerzos que acudieron. No
les faltaron tampoco antes de llegar á su destino nuevas
refriegas. Lo mismo sucedió el 27 de noviembre á otro con-
voy. con la diferencia que en este caso las harcas se ha-
bian retrasado anticipándose las escoltas: y catalanes en
acecho acometieron aquellas. las hicieron varar, y cogieron




71
70 hombres de la guarnicion de Mequinenza que habían sa-
lido á socorrerlas.


Como semejantes tentativas y correrías ó eran proyecta-
das por la division española alojada en Falset, ó por lo me-
nos las apoyaba, había ya determinado Suchet , tanto para
escarmentarla l cuanto para facilitar la aproximacion del
7° cuerpo, al que siempre aguardaba, atacar á los españo-
les en aquel puesto. Virifícólo así el 19 de noviembre por
.medio del general Hahert , quien no obstante una viva re-
sistencia de los nuestros, regidos por el haron de La Barre,
se enseñoreó del campo, y cogió 500 prisioneros, de cuyo
número fué el general García Navarro, si bien luego con-
siguió escaparse.


Don Luis de Bassecourt por el lado de Valencia tambien
tentó molestar á los franceses, y aun divertirlos del sitio
de Tortosa. En la noche del 25 de noviembre partió de Pe-
ñíscola la vuelta de Ulldecona con 8000 infantes y 800 ca-
ballos, ditribuidos en 5 columnas: la del centro la man-
daba el mismo Bassecourt ; la de la derecha, que se dirigia
camino de Alcanar,don Antonio Porta, y la de la izquierda
don MelchorÁJvarez. Al llegar el primero cerca de U11de-
cona perdió tiempo aguardando á Porta; pero impaciente
ordenó al fin que avanzasen guerrillas de infantería y ca-
ballería, y que al oir cierta señal atacasen. Hizose así, sus-
tentando Bassecourt la acometida por el centro con el grue-
so de los jinetes. y por los flancos con los peones. Hasta
tercera vez insistieron los nuestros en su empeño, en cu-
ya ocasion no descubriéndose todavía ni á Porta ni á don
Melchor Jlvarez, tuvieron que cejar con quebranto l en
especial el escuadron de la Reina, cuyo coronel don José
Velarde quedó prisionero. Rassecourt se retiró por escalo-
nes y en bastante órden hasta Vinaroz , donde se le juntó
don Antonio Porta. Los franceses vinieron luego encima


Los españoles
desalo]ados
de Falset.


Muvimiento
de Bassecourt,


Accion
de Ulldecona,




Macdonald
socorre


á Barcelona y
Beacerca
á TortoBa.


Formaliza
el sitio suchet.


72
habiendo juntado todas sus fuerzas el general Musnier que
los mandaba, con lo que los nuestros, ya desanimados, se
dispersaron. Recogióse Bassecour á Peuiscola, en donde se
volvió á reunir su gente, y llegó noticia de haberse man-
tenido salva la izquierda que capitaneaba don Melchor ÁI-
varez, ya que no acudiese con puntualidad al sitio que se
le señalara. Corta fué de ambos lados la pérdida; los pri-
sioneros por el nuestro bastantes, aunque despues se fuga-
ron muchos. Achacóse en parte la culpa de este descalabro
á la lentitud de Porta: otros pensaron que Bassecourt no
hahia calculado convenientemente los tropiezos que en la
marcha encontrarian las columnas de derecha é izquierda.


Al mismo tiempo que avanzó hácia Ulldecona, dió la vela
de Peñíscola una flotilla con intento de atacar los puestos
franceses de la Rápita y los Alfaques; mas estando sobre
aviso el general Harispe , que había sucedido en el mando
de la división á Laval, muerto de enfermedad, tomó sus pre-
cauciones y estorbó el desembarco.


Se acercaba en tanto el día en que lUacdonald, después
de largo esperar, ayudase de veras á la completa formali-
zacion del sitio de Tortosa. Permitiéselo el haber podido
meter en Barcelona el convoy que insinuamos fué á bus-
car via del Ampurdan. Aseguradas de este modo por algun
tiempo las subsistencias en dicha plaza, dejó en ella 6000
hombres; 14000 á r:IS órdenes del general Baraguey d'Hi-
lliers en Gerona y Figueras , de que la mayor parte que-
daba disponible para guerrear en el campo y mantener las
comunicacionescon Francia, y con 15000 restantes mar-
chó el mismo Macdonald la vuelta del Ebro, entrando en
Mora el 15 de diciembre. Concertáronse él y Suchet , y
sentando este en Jerta su cuartel general, ocupó el otro los
puestos que antes cuhria la division de Habert, y se dió
principio á llevar con rapidez los trabajos del sitio de Tor-




75
tOS3, del que hablarémos en uno de los próximos libros.


A la propia sazon el ejército español de Cataluña dejando
una division que observase el Llobregat , y continuando el
Ampurdan al cuidado del haron de Erales, se colocó en su
mayor parte frontero á .l'lacdonald en figura de arco, alre-
dedor de Lent , y apoyaba la derecha en l\lontblanc. Fal-
tóle luego el brazo activo y vigoroso de don Enrique üdon-
nell, quien debilitado á causa de su herida, empeorada con
los cuidados, tuvo que embarcarse para nlallorca antes de
acabar diciembre, recayendo el mando interinamente, como
mas antiguo, en don Miguel de Iranzo.


Por la relacion que acabamos de hacer de las operacio-
nes militares de estos meses en Cataluña, Aragon y Valen-
cia, harto enmarañadas, y quizá enojosas por su menuden-
cía, habrá visto el lector cómo á pesar de haber escaseado
en ellas trabazón y concierto fueron para el enemigo in-
cómodas y ominosas; pues desde principio de julio que
embistió á Tortosa no pudo hasta diciembre formalizar el
sitio. Nuevo ejemplo de lo que son estas guewls. 60000
franceses, no obstante los yerros y mala inteligencia de
nuestros jefes, nada adelantaron por aquella parle duran-
te varios meses en la conquista. estrellándose sus esfuerzos
contra el tropel de refriegas y pertinacia de los pueblos.


En el riñon de España, junto con las provincias Vascon-
gadas y Navarra, se aumentaban las partidas, y en este
año de 10 llegaron á formar algunas de ellas cuerpos nu-
merosos y mejor disciplinados; pues en tales lides, como
decía Fernando del Pulgar, ( crece el corazon con las ha-
1) zañas , y las hazañas con la gen le , y la gente con el in-
1) teres. 1) Proseguían también allí en algunos parajes go-
bernando las juntas, las cuales, sin asiento fijo, mudaban
de morada segun 13 suerte de las armas, y ya se ernbreña-
ban en elevadas sierras, o ya se guarecian en recónditos


,
,


Deja Odonnell
el mando.


Partidas
en lo Interior


de España.




74
yermos. La Regencia de Cádiz nombraba á veces generales
que tuviesen bajo su mando los diversos guerrilleros de un
determinado distrito, ó ensalzaba á los que de entre ellos
mismos sobresalían , autorizándolos con grados y coman-
dancias superiores. Igualmente envió intendentes ú otros
empleados de hacienda que recaudasen las contribuciones,
y llevasen en lo posible la correspondiente cuenta y razon,
invirtiéndose los productos en las atenciones de los res-
pectivos territorios. Y si no se estableció en todas partes
entero y cumplido orden, incompatible COII las circunstan-
cias y la presencia del enemigo, por lo menos adoptóse un
género de gobernacion que, aunque llevaba visos de solo
concertado desórden , remedió ciertos males, evitó otros,
y mantuvo siempre viva la llama de la insurrecciono


No poco pOI' su lado contribuían los franceses al propio
fin. Sus extorsiones pasaban la raya (le lo hostigoso é ini-
cuo. Vivían en general de pesadísimas derramas y de es-
candaloso pillaje, cuyos excesos producían en los pueblos
venganzas, y estas crueles y sanguinarias medidas del ene-
migo. Los alcaldes de los pueblos, los curas párrocos, los
sugetos distinguidos, sin reparar en edad ni aun en sexo,
tenían que responder de la tranquilidad pública, y con
frecuencia, so pretexto de que conservaban relaciones con
los partidarios, se los metía en duras prisiones, se los ex-
trañaba á Francia, ó eran atropelladamente arcabuceados,
j Qué pábulo no daban tales arbitrariedades y demasias al
acrecentamiento de guerrillas!'


Asaltados por ellas en todos Jugares tuvieron los enemi-
gos que establecer de trecho en trecho puestos fortificados,
valiéndose de antiguos castillos de moros, ó de conventos
y casas-palacios. Por este medio asegurahan sus caminos
militares, la línea de sus operaciones, y formahan depósi-
tos de víveres y aprestos de guerra. Su dominio no se ex-




75
tendia generalmente fuera del recinto fortalecido, teniendo
á veces que oir mal de su grado y sin poder estorbarlo las
jácaras patrióticas que en su derredor venian á entonar con
los habitantes los atrevidos partidarios.


Alviajante prestaban por lo comun aquellos caminos tris-
te y desoladora vista: pueblos desiertos, arruinados, conti-
nua soledad que interrumpian de tarde en tarde escoltados
convoyes, ó la aparicion de los puestos franceses, cuyos
soldados recelosamente salían de entre sus empalizadas.
Resultas precisas, pero lastimosas, de tan cruda y bárbara
guerra.


Conservar de este modo las comunicacionesexigia de los
franceses suma vigilancia y mucha gente. Así en las pro-
vincias, de que vamos hablando, nada menos contaban
que unos 70000 hombres, 24000 en ]}fadrid, y lo restante
de Castilla la Nueva. En la Vieja, además de Segovia y Ávi-
la y de otros puntos de inmediato enlace con las opera-
ciones de Portugal y Asturias, habia en Valladolid de 6 á
7000 hombres, y 10000 en Burgos, Soria y sus contor-
nos. 7000 se esparcían por Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, y
:i!2000 se alojaban en Navarra. Distribuíase toda esta gente
en columnas móviles, ó se juntaba, segun los casos, en
cuerpos mas numerosos y compactos.


En orden á los partidarios, causadores de tanto afan, no
nos es dado hacer de todos particular especiñcacion , me-
nos de sus hechos, como ajena de una historia general.
Suhia á 200 la cuenta de los caudillos mas conocidos, apa-
reciendo y desapareciendo otros muchos con las oleadas
de los sucesos.


Los que andaban cerca de los ejércitos en la circunferen-
cia peninsular, y de que ya hemos hablado, permanecian
mas fijos en sus respectivos lugares, como dependientes de
cuerpos reglados. Los que ahora nos ocupan, si bien de




En Andalucía •.


En eastilla la
Nneva.


76
preferencia tenian, digámoslo así, determinada vivienda.
trasladábanse de una provincia á otra al son de las alterna-
tivas y vueltas de la guerra, ó segun el cebo que ofrecía
alguna lucrativa ó gloriosa empresa.


Eu Andalucía, aparte de las guerrillas nombradas y que
recorrian las sierras de Granada y Ronda, diéronse á cono-
cer bastante las de don Pedro Zaldivia, don Juan l'lármol
y don Juan Lorenzo Rey, habiendo una, que apellidaron del
Mantequero, metídose en el barrio de Triana un dia de los
del mes de setiembre con gran sobresalto de los franceses
de Sevilla.


Continuaban en la Mancha haciendo SU8 excursiones
Francisquete y los ya insinuados en otro libro. Oyéronse
ahora los nombres de don l'liguel Diaz y de don Juan An-
tonio Orobio, juntamente con los de don Francisco Abad
y don Manuel Pastrana , el primero bajo el mote de Chale-
co, y el último bajo el de Chambergo. Usanza esta general
entre el vulgo, no olvidada ahora ron caudillos que por la
mayor parte salían de las honradas pero humildes clases
del pueblo.


Apareció enIa provincia de Toledo don Juan Palarea,
médico de Villaluenga, y en la misma murió el famoso par-
tidario don Ventura Jimenez de resultas de heridas recibi-
das el17 de junio en un empeñado choque junto al puente
de San Martin. Igual y gloriosa suerte eupo á don Toribio
Bustarnante, alias el Caracol, que recorría aquella provin-
cia y la de Extremadnra. Tomó las armas despues de la ba-
talla de Rioseco , en donde era administrador de correos,
para vengar la muerte de su mujer y de un tierno hijo que
perecieron á manos de los franceses en el saco de aquella
ciudad. Finó el ~ de agosto lidiando en el puerto de Mi-
rahete.


En las cercanías de Madrid herbian las partidas á pesar




/


77
de las fuerzas respetables que custodiaban la capital; bien
es verdad que dentro tenia la causa nacional firmes parcia-
les; y auxilios, y pertrechos, y hasta insignias honoríficas
recibian de su adhesion y afecto los caudillos de las guer-
rillas.


Don Juan ]}lartin (el Empecinado), que por lo comun
peleaba en la provincia vecina de Guadalajara , era á quien
especialmente se dirigian los envíos y obsequiosos rendi-
mientos. Cuerpos suyos destacados rondaban á menudo no
lejos de Madrid, y el 15 de julio hasta se metieron en la
Casa de Campo, tan inmediata á la capital y sitio de recreo
de José. A tal punto inquietaban estos rebatos á los ene-
migos, y tanto se multiplicaban, que el conde de Laforest,
embajador de Napoleon cerca de su hermano, despues de
hablar en un pliego escrito en Dde julio al ministro Cham-
pagny de que las « sorpresas que hacian las cuadrillas es-
1) paüolas de los puestos militares, de los convoyes y cor-
» reos, eran cada dia mas frecuentes,» añadia , « que en
» Madrid nadie se podia sin riesgo alejar de sus tapias. »


Mirando los franceses al Empecinado como principal pro-
movedor de tales acometidas, quisieron destruirle, y ya en
la primavera habían destacado contra él á las órdenes del
general Hugo una columna volante de 5000 infantes y ca-
ballos , en cuyo número habia españoles de los enregimen-
tados por José; pero que comunmente solo sirvieron para
engrosar las filas del Empecinado.


El general Hugo, aunque al principio alcanzó ventajas,
creyó oportuno para apoyar sus movimientos fortalecer en
fines de junio á Brihuega y Sigüenza. No tardó el Empeci-
nado en atacar á esta ciudad, constando ya su fuerza de
600 infantes y 400 caballos. Se agregó á él con 100 hom-
bres don Francisco de Palaíox, que vimos antes en Aleaüiz,
y que luego pasó á Mallorca donde murió. Juntos ambos




78
caudillos obligaron :í los franceses á encerrarse en el easti-
110, y entraron en la ciudad. Ahandonáronla pronto; mas
desde entonces el Empecinado no cesó de amenazar á los
franceses en todos los puntos, y de molestarlos marchando
y contramarchando, y ora se presentaba en Guadalajara,
ora delante de Sigiienza , y ora en fin cruzaba el Jararna y
ponia en cuidado hasta la misma corte de José.


Servíale de poco á Hugo su diligencia; pues don Juan
Martin si se veía acosado, presto á desparcir su gente, jun-
tábala en otras provincias, é iba hasta las de Burgos y So-
ria, de donde tambien venían á veces en Sil ayuda Tapia y
Merino.


El 18 de agosto trabó en Cifuentes, partido de Guadala-
jara, una porfiada refriega, y aunque de resultas tuvo que
retirarse, apareció otra vez el 24 en nIirablleno, y sorpren-
dió una columna enemiga cogiéndole bastantes prisioneros.
Volvió en 14 de setiembre á empeñar otra aecion tarnbien
reñida en el mismo Cifuentes, la cual duró todo el dia , y
los franceses despues de poner fuego á la villa se recogie-
ron á Brihuega.


Ascendió en octubre la fuerza del Empecinado á 6qO ea-
bailas 1500 infantes, con lo que pudo destacar partidas á
Castilla la Vieja y otros lugares, no solo para pelear con-
tra los franceses, sino también para someter algunas guer-
rillas españolas que, so color de patriotismo, oprimían los
pueblos y dejaban tranquilos á los enemigos.


No le estorbó esta maniobra hostilizar al general Hugo,
y el 18 de octubre escarmentó á algunas de sus tropas en
las Cantarillas de Fuentes, apresando parte de un convoy.


Con tan repetidos ataques desflaquecia la columna del
general Hugo, y menester fué que le enviasen de J'ladrid
refuerzos. Luego que se le juntaron se dirigió á Humanes,
y allí en 7 de diciembre escribió :JI Empecinado ofrecién-




79
dole para él y sus soldados servicio y mercedes, bajo el
gobierno de José. Replicó el español briosamente y como
honrado, de lo cual enfadado Hgo cerró con los nuestros
dos dias despues en Cogolludo, teniendo el gefe español
que retirarse á Atienza sin que por eso se desalentase; pues
á poco se dirigió á Jadraque y recobró varios de sus prisio-
neros. ee Tal era, dice el general Hugo en sus lUemorias, la
j) pasmosa actividad del Empecinado, tal la renovacion y
II aumento de sus tropas, tales los abundantes socorros
J) que de todas partes le suministraban, que me veia forza-
» do á ejecutar continuos movimientos. JI Y mas adelante
concluye con asentar. « Para la completa conquista de la
j} península se necesitaba acabar con las guerrillas..... Pero
}) su destruccion presentaba la imágen de la hidra fabulo-
}I sa. JI Testimonio imparcial, y que añade nuevas pruebas
en favor del raro y exquisito mérito de los españoles en
guerra tan extraordinaria y hazañosa.


Don Luis de Bassecourt, conforme apuntamos, mandaba
en Cuenca antes de pasar á Valencia. Entraron los france-
ses en aquella ciudad el 17 de junio, y hallándola desam-
parada cometieron excesos parecidos á los que allí deshon-
raron sus armas en las anteriores ocupaciones. Quemaron
casas, destruyeron muebles y ornamentos, y hasta inquie-
taron las cenizas de los muertos desenterrando varios ca-
dáveres en busca, sin duda, de alhajas y soñados tesoros.


Evacuaron luego la ciurlad , y en agosto sucedió á Bas-
secourt en el mando don José l\Iartinezde San lUartin, que
tambien de médico se babia convertido en audaz partidario.
Recorría la tierra hasta el Tajo, en cuyas orillas escarmen-
tó á veces la columna volante que capitaneaba en Taran-
con el coronel francés Forestier.


Cundia igualmente voraz el fuego de la guerra al norte
de las sierras de Guadarrama. Sostenianse los mas de los


En Castilla la
Vieja.




80
partidarios el! otro libro mencionados, y brotaron otros
muchos. De ellos en Segovia don Juan Abril, en Ávila don
Camilo Gomez, en Toro don Lorenzo Aguilar, y distinguió-
se en Valladolid la guerrilla de caballería, llamada de Bor-
hon , que acaudillaba don Tomás Príncipe.


Aquí mostrábase el general Kellermann contra los parti-
darios tan implacable y severo como antes, portándose á ve
ces ya él ó ya los subalternos harto sañudamente. Hubo un
caso que aventajó á todos en esmerada crueldad. Filé pues
que preso el hijo de un latonero de aquella ciudad, de edad
de doce años, que llevaba pólvora á las partidas, no que-
riendo descubrir la persona que le enviaba, aplicáronle fuego
lento á las plantas de los pies y á las palmas de las manos
para que con el dolor declarase lo que no queria de grado.
El niño firme en su propósito no desplegó los labios, y con-
moviéronse al ver tanta heroicidad los mismos ejecutores de
la pena, mas no sus verdaderos y empedernidos verdugos.
¿y quién, despues de este ejemplo y otros semejantes, solo
propios de naciones feroces y de siglos bárbaros, extrañará
algunos rigores y aun actos crueles de los partidarios?


Don Juan Tapia en Palencia, don Gerónimo Merino en
Burgos, don Bartolomé Amor en la Rioja, y en Soria don
José Joaquin Duran, ya unidos, ya separadamente peleaban
en sus respectivos territorios, ó hatian la campaña en otras
provincias. Eligió la junta de Soria á Duran comandante ge-
neral de su distrito. Siendo brigadier fué hecho prisionero
en la accion de Bubierca , y habiéndose luego fugado se
mantenia oculto en Cascante, pueblo de su naturaleza. Re-
solvió dicha junta este nombramiento (que mereció en bre-
ve la aprobacion del gobierno) de resultas de un descalabro
que el 6 de setiembre padecieron en Yanguas sus partidas,
unidas á las de la Rioja. Causóle una columna volante ene-
miga que regia el general Roguet, quien inhumanamente




81
mandó fusilar 20 soldados españoles prisioneros, despues
de haberles hecho creer (Iue les concedía la vida.


Duran se estableció en Berlanga. Su fuerza al principio
no era considerable; pero aparentó de manera qne el go-
bernador francés de Soria Duvernet, si bien á la cabeza de
1600 hombres de la guardia imperial, no osó atacarle solo,
y pidió auxilio al general Dorsenne , residente en Burgos.
Por entonces ni uno ni otro se movieron, y dejaron á Du-
ran tranquilo en Berlanga.


Tampoco pensabaeste en hacer tentativa alguna hasta que
su gente fuese mas numerosa, y estuviese mejor disciplina-
da. Pero habiéndoselo presentado en diciembre los partida-
rios Merino y Tapia con 600 hombres, los mas de caballe-
ría, no quisodesaprovechar tan buena oeasion, y les propuso
atacar á Duvernet, que á la sazou se alojaba con 600 solda-
dos en Calatañazor , camino del Burgo de Osma. Aproba-
ron ftlerino y Tapia el pensamiento, y todos convinieron en
aguardar á los franceses el 11 á su paso por Torralba. Apa-
reció Duvernet, trabóse la pelea, y ya iba aquel de venci-
da cuando de repente la caballería de ]Uerino volvió grupa
y desamparó á los infantes. Dispersáronse estos, tornaron
Tapia y su compañero á sus provincias, y Duran á Berlan-
ga, en donde sin ser molestado continuó hasta finalizar el
año de 10, procurando reparar sus pérdidas y mejorar la
disciplina.


Tomó á su cargo la montaña de Santander el partidario
Campillo, aproximándose unas veces á Asturias y otras á
Vizcaya, mas siempre con gran detrimento del enemigo.
]}[ereció por ello gran loa, y también por ser de aquellos
lidiadores que, sirviendo á su patria, nunca vejaron á los
pueblos.


La misma fama adquirió en esta parte don Juan de Arós-
tegui, que acaudillaba en Vizcaya una partida considerable


TOM. lII. 6


Santander y
províncías


Vascongadas.






85
te de sus tripulaciones. Grande desdicha, que si en algo
pendió de los malos tiempos, tambien hubo quien la atri-
buyese á imprevision y tardanzas.


Causó al principio desasosiego á los franceses esta expe-
dicion, que creyeron mas poderosa; pero tranquilizándose
(lespues al verla alejada, pusieron nuevo conato, aunque
inútilmente, en despejar 11\ país de las partidas, perturbán-
dolos en especial don Francisco Espoz y lllina, que sobre-
salió por su intrepidez y no interrumpidos ataques.


.A. poco de la desgracia de Sil sobrino habia allegado bas-
tante gente, que todos los dias se aumentaba. Sin aguar-
dar á que fuese muy numerosa, emprendió ya en abrí} fre-
cuentes acometidas, y prosiguió los meses adelante atajando
las escoltas, y combatiendo los alojamientos enemigos. Im-
pacientes estos y enfurecidos del fatigoso pelear determlua-
ron en setiembre destruir á tan arrojado partidario. Valíóse
para ello el general Reille, que mandaba en Navarra, de las
fuerzas que allí había y de otras que iban de paso á Portu-'
gal, juntando de este modo unos 50000 hombres.


nIina acosado, para evitar el exterminio de su gente, la
desparramó por diversos lugares encaminándose parte de
ella á Castilla y parte á Aragon. Guardó él consigo algunos
hombres; y mas desembarazado no cesó en sus ataques, si
bien tuvo luego que correrse á otras provincias. Herido de
gravedad tornó despues á Navarra para curarse, creyéndose
mas seguro en donde ~I enemigo mas le buscaba. j Tal y
tan en su favor era la opinion de los pueblos, tánta la fide-
lidad de estos!


,Antes de ausentarse dio en Aragon nueva forma á sus
guerrillas, vueltas á reunir en número de 500C hombres,
y las repartió en 5 batallones y un escuadron : confirió el
mando de 2 de ellos á Curnchaga y á Gorriz , jefes dignos
de su confianza. La llegencia de Cádiz le nombró entonces


Navarra.
Espoz y Mina.





coronel y comandante general de las guerrillas dI' Navarra;
pues estos caudillos en medio de la independencia de que
disfrutaban, hija de las circunstancias y de su posicion , as-
piraban todos á que el Gobierno supremo confirmase SIlS
grados y aprobase sus hechos, reconociéndolo como auto-
ridad soberana y único medio de que se conservase buena
armonía y union entre las provincias españolas.


Recobrado Mina de su herida, comenzó al finalizar oc-
tubre otras empresas, y su gente recorrió de nuevo los
campos de Aragon y Castilla con terrible quebranto de los
enemigos. Iiestítuyóse en diciembre á Navarra, atacó á los
franceses en Tievas , Momeal y Aibar ; y cerrando dichosa-
mante la campaña de 1810, se dispuso á dar á Sil nombre
en las sucesivas mayor fama y realce.


Júzguese por lo que hemos referido cuántos males no
acarrearian las guerrillas al ejército enemigo. Habíalas en
cada provincia, en cada comarca, en cada rincon : conta-
han algunas 2000 y '5000 hombres, \3 mayor parte !lOO y
aun 1000. Se agregaron las mas pequeñas á las mas nume-
rosas ó desaparecieron, porque como eran las que por lo
general vejaban los pueblos, Ialtábales la proteccion de es-
tos, persiguiéndolas al propio tiempo los otros guerrilleros
interesados en su buen nombre y á vecestarnbien en el au-
mento de su gente. No hay (luda que en ocasiones se ori-
ginaron daños á los naturales aun de las grandes partidas;
pero los mas eran inherentes á este linaje de guerra, pudién-
dose resueltamente afirmar que sin aquellas hubiera corrido
riesgo la causa de la independecia. Tranquilo poseedor el
enemigo de extension vasta de país, se hubiera entonces
aprovechado de todos sus recursos transitando por él pací-
ficamente, y dueño de mayores fuerzas ni nuestros ejérci-
tos, por mas valientes que se mostrasen, hubieran podido
resistir á la superioridad y disciplina de sus contrarios, ni




8,·;)
los aliados se hubieran mantenido constantes en contribuir
á la defensa de una uacion, cuyos habitantes doblaban mau-
sameute la cerviz á la coyunda extranjera.


Tregua ahora á tanto combate, y lanzándonos en el cam-
po no menos vasto de la política, hablemos de lo que pre-
cedió á la reunión de Córtes , las cuales en breve congrega-
das, haciendo bambonear el antiguo edificiosocial, echaron
al suelo las partes ruinosas y deforrnes, y levantaron otro,
que si no perfecto, por lo menos se acomodaba mejor al
p.rogreso de las luces del siglo, y á los usos, costumbres y
membranzas de las primitivas monarquías de España.


Desaficionada la Regenciaá la institueion de Córtes había
postergado el reunirlas, no cumpliendo debidamente con
el juramento que había prestado al instalarse (( de contri-
J) buir á la celehracion tic aquel augusto congreso en la Ior-
» ma establecida por la suprema Junta central, y en el tiem-
» po designado en el decreto de creaciou de la Regencia.»
Cierto es que en este decreto aunque se insistía en la reu-
nion de Córtes ya convocadas para el 10 de marzo de 1810,
se añadía: « si la defensa del reino ..... lo permitiere. ))
Cláusula puesta allí para el solo caso de urgencia, ó para
uiíerir cortos días la instalación de las Cértes ; pero que
abría ancho espacio á la interpretaeion de los que proce-
diesen con mala ó fna voluntad.


Descuidó pues la Regencia el cumplimiento de su solem-
ne promesa, y no volvió á mentar ni aun la palabra Córtes
sino en algunos papeles que circuló á América las mas ve-
ces no difundidos en la península, y cortados á traza de
entretenimiento para halagar los ánimos de los habitantes
de Ultramar. Conducta extraña que sobremanera enojó,
pues entonces ansiaban los mas la pronta reunion de Cór-
tes, considerando á estas como áncora de esperanza en tau
deshecha tormenta. Creciendo los clamores públicos, se


Córtes .


Remisa
la Regencia en
convocarlas.


Clamor gen eru I
por ellas.




86
unieron á ellos los de varios diputados de algunas juntas de
provincia, los cuales residían en Cá.liz, y trataron de pro-
mover legalmente asunto de tanta importancia. Temerosa
la Regencia de la comun opinion y sabedora de lo que in-
tentaban los referidos diputados , resolvió"ganar á todos por
la mano, suscitando ella misma la cuestión de Córtes, ya
que contase deslumbrar así y dar largas , ó ya que obligada
á conceder lo que la generalidad pedia, quisiese aparentar
que solo la estimulaba propia voluntad y no ajeno impulso.
A este fin llamó 1'114de junio á don Martín de Garay, y le
instó á que esclareciese ciertas dudas que ocurrían en el
modo de la convocacion de Córtes , no hallándose nadie mas
bien enterado en la materia que dicho sugeto , secretario
general é individuo que había sido de la Junta central.


Las piden No por eso desistieron de su intento los diputados de lasdiputados de las
de J~n;~;cia. provincias, yel 17 del propio junio comisionaron á dos de


ellos para poner en manos de la Regencia una exposiciou
enderezada á recordar la prometida reunion de Córtcs. Cu-
po el desempeño de este encargo á don Guillermo Hualde,
diputado por Cuenca, y al conde de Toreuo (autor de esta
Historia), que lo era por Leou. Presentáronse ambos, y des-
pues de haber el último obtenido venia, leido el papel de
que eran portadores, alborotóse bastantemente el obispo de
Orense , no acostumbrado á oir y menos á recibir consejos.
Replicaron los comisionados, y comenzaban unos y otros
á agriarse, cuando terciando el general Castaños, amansá-
ronse Hualde y Toreno , y templando también el obispo su
ira locuaz y apasionada, humanóse al cabo; y .¡sí él como
los ciernas regl'ntes dieron á Jos diputados una respuesta
satisfactoria. Divulgado el suceso, remontó el vuelo la opí-
nion de Cádiz , mayormente habiendo su junta aprobado
la exposicion hecha al gohierno , y sostenídola con otra que
á Sil efecto elevó á sn conocimiento en el día siguiente.




87
Auiedrautada la ltegencia COH la Ierrneutaciou que reina- Decreto


, ._ de convocacíon,
ha, prumulgo el mismo Hs * un decreto. por el que mau- (' Ap. n, 2.)
dando que se realizasen á la mayor brevedad las elecciones
de diputados que no se hubiesen verilicado hasta aquel dia,
se dispouia ademas que en todo el próximo agosto eoucur-
rieseu los nombrados a la Isla de Leou, en donde luego que
se hallase la mayor parte, se daría principio á las sesiones.
Aunqne en su tenor parecía vago este decreto [JO tjjándose
el día de la instaladon de Cortes, sin embargo la Regencia
soltaba prendas que no podia recoger , y á nadie era ya
dado contrarestar el desencadenado ímpetu de la opinion.


Produjo en Cádiz y seguidamente en toda la monarquía Júbilogeneralen
la nucton.


extremo contentamiento semejante providencia. y apresu-
ráronse á nombrar diputados las provincias que aun no lo
habían efectuado, y que gozaban de la dicha de no estar
imposibilitadas para aquel acto por la ocupacion enemiga.
En Cádiz empezaron todos á trabajar en favor del pronto
logro de tan deseado objeto,


La Regencia por su parte se dedicó á resolver las dudas Dudas
de la Regencia


que, segun arriba insenuarnos , ocurriau acerca del modo sobre
convocar una


de constituir las Cortes. Fué una de las primeras la de si se segunda cámara.
convocaría Ó BO una cámara de privilegiados. En su lugar
vimos cómo la Junta central dió antes de disolverse un de-
creto , llamando bajo el nombre de estamento Ó cámara de
dignidades á los urzohispos , obi81JOS y grande!' del reino;
pero tambien entonces vimos cómo uuuca se había publica-
do esta deterrniuacion, En la convocatoria general de 10 de
enero ni en la instrucción que la acompañaba no había el
Gobierno supremo ordenado cosa alguna sobre su poste-
rior resoluciou: solo insinué en una nota que igual COIlVO·
catoria se remitiría «á los representantes del brazo ecle-
» siástico y de la uobleza.» Las juntas no publicaron esta
circunstancia, é ignorándola los electores, habiau recaído




Costumbre
antigua.


88
ya algunos de los nombramientos en grandes y en prelados.


Perpleja con eso la Regencia empezó á consultar á las
corporaciones principales del reino sobre si convendria ó
no llevar á cumplida ejecucion el decreto de la central acer-
ca del estamento de privilegiados. Para acertar en la mate-
ria de poco servía acudir á los hechos de nuestra historia.


Antes que se reuniesen las diversas coronas de España
en las sienes de un mismo monarca, babia la práctica sido
varia, segun los estados y los tiempos. En Castilla desapa-
recieron del todo los brazos del clero y de la nobleza des-
pues de las Córtes celebradas en Toledo en 1558 y 155~.
Duraron mas tiempo en Aragon; pero colocada en el solio
al principiar el siglo XVIII la estirpe de los Borbones de-
jaron en breve de congregarse separadamente las Córtes en
ambos reinos, y solo ya fueron llamadas pal'a la jura de los
príncipes de Asturias. Por primera vez se vieron juntas en
1709 las de las coronas de Aragon y Castilla, y así conti-
nuaron hasta las últimas que se tuvieron en 1789; no asis-
tiendo ni aun á estas á pesar de tratarse algun asunto grave
sino los diputados de las ciudades. Solo en Navarra pro-
seguía la costumbre de convocar á sus Córtes particulares
del brazo eclesiástico y el militar, ó sea de la nobleza. Pero
ademas de que allí no entraban en el primero exclusiva-
mente los prelados, sino tambien priores, abades y hasta el
provisor del obispado de Pamplona, y que del segundo com-
ponian parte varios caballeros sin ser grandes ni titulados,
no podía servir de norma tan reducido rincon á lo res-
tante del reino, señaladamente hallándose cerca como para
contrapuesto ejemplo las provincias Vascongadas, en cu-
yas juntas del todo populares no se admiten ni aun los clé-
rigos. Ahora babia tambien que examinar la índole de la
presente lucha, su origen y su prugreso.


La nobleza y el clero, aunque entraron gustosos en ella,




89
habían obrado antes bien como particulares que como cor-
poraciones, y lo mas elevado de ambas clases, los grandes
y los prelados no habían por lo general brillado ni á la ca-
beza de los ejércitos, ni de los gobiernos, ni de las parti-
das. Agregábase á esto la tendencia de la nacion desafecta
á gerarquias , y en la que reducidos á estrechísimos límites
los privilegios de los nobles, todos podian ascender á los
puestos mas altos sin excepcion alguna.


Mostrábase en ello tan universal la opiniou, que no solo Opínlon comun
en la nacion.


la apoyaban los qUl~ propendían á ideas democráticas, mas
también Jos enemigos de Córtes y de todo gobierno repre-
sentativo. Los últimos no, en verdad, como un medio de
desorden (habia entonces en España acerca del asunto me-
jor fé) , sino por no contrarestar el modo de pensar de los
naturales. Ya en Sevilla en la comision de la Junta central
encargada de los trabajos de Cortes, los señores Riquelme
y Caro que apuntamos desamaban la reunion de Cortes,
una vezdecidida esta, votaron por una sola cámara indivisa
y cornun , yel ilustre Jovellauos por dos: Jovellanos, acér-
rimo partidario de Córtes y nno de los españoles mas sa-
bios de nuestro tiempo. Los primeros seguían la voz comun:
guiaban al último reglas de consumadapolítica, la práctica
de Inglaterra y otras naciones. Entre los comisionados de
lasjuntas residentes en Cádiz Iué el mas celoso en favor de
uua sola cámara don Guillermo Hualde , no obstante ser
eclesiástico, dignidad de chantre en la catedral de Cuenca
y grande adversario de novedades. Contradicciones fre-
cuentes en tiempos revueltos; pero que nacían aquí, re-
petimos, de la elevada y orgullosa igualdad que ostenta la
jactancia española: manantial de ciertas virtudes, causa á
veces de ruinosa insubordinaciou.


La Regencia consulto sobre la materia y otras relativas Consulta
...., . _. .. _ la RegenCJil al


á Cortes al Consejo reunido. La mayoría se conformó en Consejo reunído-




Respuesta
de este.


Voto
particular,


Consulta
del Consejo de


Estado.


90
todo con la opinion mas acreditada, y se iucliuo tambieu
á una sola cámara, Disintieron del dictamen varios indivi-
duos del antiguo Consejo de Castilla, de cuyo número fue-
ron el decano don José Colon, el conde del Pinar, y los
señores Riega, Duque Estrada y don Sehastiau de Torres.
Oposicion que dimanaba, no de adhesion á cámaras, sino
de odio á todo lo que fuese represeutaciou nacional: pOI' lo
que en su voto insistieron particularmente eu que se casti-
gase con severidad á los diputados de las juntas que habiau
osado pedir la pronta couvocacion de Córtes.


Cundió en Cádiz la noticia de la consulta junto con la
del dictárnen de la minoría, y enfureciérouse los ánimos
contra esta, mayormen Le no habiendo los mas de los fir
mantes dado al principio del Ievantarnieuto en 1808 gran-
des pruebas de afecto y decisión por la causa de la inde-
pendencia. De consiguiente conturbáronse los disidentes
al saber que los tiros disparados en secreto, con esperanza
de que se mautendriau ocultos, habían reventado á la luz
del dia. Creció su temor cuando la Regencia para fundar
sus providencias, determinó que se publicase le consulta
y el dictárnen particular. No hubo estonces manejo ni sú-
plica que no empleasen los autores del último para alean-
zar el que se suspendiese dicha resolución. Así sucedió, y
tranquilizóse la meute de aquellos hombres, cuyas concieu-
cías no habían escrupulizado en aconsejar á las calladas in-
justas persecuciones, pero que se estremecian aun de la
sombra del peligro. Achaque inherente á la alevosía y á la
crueldad, de que muchos de los que firmaron el voto par-
tícular dieron tristes ejemplos años adelante, cuando sonó
en España la lúgubre y aciaga hora de las venganzas y jui-
cios inicuos.


Pidió luego la Regencia acerca del mismo asunto de cá-
maras el parecer del Consejo de Estado, el cual convino




91
también en que no se convocase la de privilegiados. Votó
en favor de este dictamen el marqués de Astorga, no obs-
tante su elevada clase: del mismo fué don Benito de Her-
mida, adversario en otras materias de cualesquiera noveda-
des. Sostuvo lo contrario don Martín de Garay, como lo
había hecho en la central, y conforme á la opinion de Jo-
vellanos,


No pudiendo resistir la Regencia á la universalidad de No se convoca
segunda enmara.


pareceres, decidió que las clases privilegiadas no asistirían
por separado á las Córtes que iban :í congregarse, y que
estasse juntarian con arreglo al decreto que habia circulado
la central en 10 de enero.


Segun el tenor de este y de la iustruccíon que lo acom- DIodode eleccton.
paüaba , innováhase del todo el antiguo modo de eleccion.
Solamente en memoria de lo que antes regia se dejaba que
cada ciudad de voto en Córtes enviase por esta vez, en ro-
presentaeion suya, un individuo de su ayuntamiento. Se
coucedia igualmente el mismo derecho á las juntas de pro-
vincia como premio de sus desvelos en favor de la indepen-
dencia nacional. Estas dos clases de diputados no compo-
nían ni con mucho la mayoría, pero sí los nobrados por la
generalidad de la poblaciou conforme al método ahora adop-
tarlo. Por cada 50000 almas se escogia un diputado, y te-
nian voz para la eleccion los españole:" de todas clases aVI~
ciudades en el territorio, de edad de venticinco años, y
hombres de casa abierta. Mombráhanse los diputados indi-
rectamente, pasando Sil elección por los tres grados de jun-
tas de parroquia, de partido y de provincia. No se reque-
rian para obtener dicho cargo otras condiciones que las
exigidas para ser elector y la de ser natura] de la provincia,
quedando elegido diputado el '-lue saliese de una urna ó
vasija en que habian dl~ sortearse Jos tres sllgetos que pri-
mero hubiesen reunido la mayoria absoluta de votos. De-




9::.l
fectuoso si se quiere este metoJo, ya por ser sobradamente
franco, estableciendo una especie de sufragio universal, y
ya restricto á causa de la eleccion indirecta, llevaba sin
embargo gran ventaja al antiguo ó á lo menos á lo que tle
este quedaba.


El antiguo de En Castilla hasta entrado el siglo XV hubo Cortes nu-
España.


merosas y á las que asistieron muchas villas y ciudades, si
bien su concurrencia pendió cási siempre de la voluntad
de los reyes y no de un derecho reconocido é inconcuso.
A los diputados ó seau procuradores, nomhrahanlos los
concejos formados de los vecinos, ó ya los ayuntamientos,
pues estos siendo entonces por lo comun de eleccion po-
pular, representaban COH mayor verdad la opinión de sus
comitentes, que después cuando se convirtieron sus regí-
durías, especialmente bajo los Felipes austriacos, en oficios
vendibles y enajenables de la corona; medida que, por de-
cirlo de paso, nació mas bien de los apmos del erario que
de miras ocultas en la política de los reyes. En Aragon el
brazo de las universidades ó ciudades, y en Valencia y Ca-
taluña el conocido con el nombre de real, constaban de
muchos diputados que llevaban la voz de los pueblos. Cuá-
les fuesen los que hubiesen de gozar de semejante .derecho
ó privilegio no estaba bien determinado, pues segun nos
cuentan los cronistas Martel y Blancas solo gobernaba la
costumbre. Este modo de representar la generalidad de los
ciudadanos, aunque inferior sin duda al de la central, apa-
recia, repetimos, muy superior al que prevaleció en los
siglos XV! y XVII, decayendo sucesivamente las prácticas
y usos antiguos, á punto que en las Córtes celebradas des-
de el advenimiento de Felipe V hasta las últimas de 1789,
solo se hallaron presentes los caballeros procuradores de
treinta y siete villas y ciudades, únicas en que se reconocia
este derecho en las dos coronas de Aragon y Castilla. Por




95
lo que con razon asentaba lord Oxford al principio del si-
~lo XVIII, que aquella!'! asambleas solo eran ya magni no-
minis umbra,


Cnnferíanse ahora á los diputados facultades amplias, Poderes que
se rian


pues ademas de anunciarse en la convocatoria entre otras á los diputados.
cosas, que se llamaba la nacion á Córtes generales ce para
'1 restablecer y mejorar la Constitucion fundamental de la
JI monarquía.» se específicaba en los poderes que los dipu-
tados « podían acordar y resolver cuanto se propusiese en
JI las Córtes, así en razon de los puntos indicados en la
» real carta convocatoria, como en otros cualesquiera, con
» plena, franca, libre y general facultad, sin que por falta
II de poder dejasen de hacer cosa alguna, pues todo el que
JI necesitasen les conferian (los electores) sin excepcion ni
Il limitacion alguna. ))


Otra de las grandes innovaciones fué la de convocar á Llaménse á
1 ., d ' . . hi las Có,'tesCórtes as provmcias e América y ASIa. Descu íertos V diputados de las


• provmclas
conquistado!'! aquellos paises á la sazon que en España iban de Am~rica)'


ASJa,


de caida las juntas nacionales, nunca se pensó en llamar á
ellas á los que allí moraban, Cosa por otra parte nada ex-
traña atendiendo á sus diversos usos y costumbres, á sus
distintos idiomas, al estado de su cívilízaeiou, y á las ideas
que entonces gobernaban en Europa respecto de colonias
ó regiones nuevamente descubiertas, pues vemos que en
Inglaterra mismo, donde nunca cesaron los parlamentos,
tampoco en Sl1 seno se concedió asiento á los habitadores
allende los mares.


Ahora que los tiempos se habían cambiado, y confinnádo-
se solemnemente la igualdad de derechos de lodos los es-
pañoles europeos y ultramarinos, menester era que unos y
otros concurriesen á un congreso en que iban á decidirse
materias de la mayor importancia, tocante á toda la mo-
narquía que entonces se dilataba por el orbe. Requeríalo




94
así la justicia, requeríalo el interes bien entendido de los
habitantes de ambos mundos, y la situacion de la penín-
sula, que para defender la causa de su propia independen-
cia debia granjear las voluntades de los que residían en
aquellos paises, y de cuya ayuda habia reportado colma-
dos frutos. Lo dificultoso era arreglar en la práctica la de-
claracion de la igualdad. Regiones extendidas como las de
América, con variedad de castas, con desvío entre estas
y preocupaciones, ofrecían en el asunto problemas de no
fácil resolución. Agregábase la falta de estadísticas, la dife-
rente y confusa división de provincias y distritos, y el tiem-
po que se necesitaba para desenmarañar tal laberinto, cuan-
do la pronta convocacicn de Cortes no daba vagar, ni para
pedir noticias á América , ni para sacar de entre el polvo
de los archivos las mancas y parciales que pudieran averi-
guarse en Europa.


Por lo mismo la Junta central en el primer decreto que
publicó sobre Córtes en22 de mayo de 1809.. contentdse con
especificarque la comision encargada de preparar los traba-
jos acerca de la materia viese « la parte que las Américas
» tendrían en la representación nacional.. Cuando en enero
de 1810 expidió la misma Junta á las provincias de España
las convocatorias para el nombramiento de Córtes , acordó
tamhien un decreto en favor de la representacion de América
y Asia limitándose á que fuese supletoria, compuesta de
26 individuos escogidos entre los naturales de aquellos pai-
ses residentes en Europa, y hasta tant.o que se decidiese
el modo mas conveniente de eleccion. No se imprimió este
decreto y solo se mandó insertar un aviso en la Gaceta del
mismo 7 de enero, dando cuenta de dicha resolucion , con-
firmada después por la circular que al despedirse promulgó
la central sobre celebracion de Córtes.


No bastaba para satisfacer los deseos de la América tan




95
escasa V ficticia representacion, por lo cual adoptóse igual-
mente un medio , que si 1\0 era tan completo como el de-
cretado pan España, se aproximaba al menos á la fuente
de donde ha de derivarse toda buena elecciou. Tomóse en
ello ejemplo de lo determinado antes por la central, cuan-
do llamó á su seno individuos de los diversos vireinatos y
capitanías generales de Ultramar, medida que; no tuvo cum-
plido efecto á causa de la breve gobernacion de aquel cuer-
po. Segun dicho decreto, no publicado sino en junio de
1809, los ayuntamientos después de nombrar tres indivi-
duos debían sortear uno y remitir el nombre del que fuese
favorecido por la fortuna al virey. ó espitan general, quien
reuniendo los de los candidatos de las diversas provincias,
tenia que proceder con el real acuerdo á escoger tres y en
seguida sortearlos , quedando elegido para individuo de la
Junta central el primero que saliese de la urna. Así se ve
que el número de los nombrados se limitaba á uno solo por
cada vireinato ó capitanía general.


Conservando en el primer grado el mismo método de
eleccion , había dado la Regencia en 14 de febrero mayor
ensanche al nombramiento de diputados á Cortes. Losayun-
tamientos elegian en sus provincias sus representantes, sin
necesidad de acudir á la aprobacion ó escogimiento de las
autoridades superiores, de manera que en vez de un solo
diputado por cada vireinato ó capitanía general, se nom-
braron tantos cuantas eran las provincias, con lo que no de-
jú de ser bastante numerosa la diputacion americana que
poco á poco fué aportando á Cádiz, aun de los paises mas re-
motos, y compuso parte muy principal de aquellas Cortes.


No estorbó esto que aguardando la llegada de los dipu-
tados propietarios, se llevase á efecto en Cádiz el nombra-
miento de suplentes, así respecto á las provincias de Ultra-
mar, comotambien de las de España, cuyos representantes


Bleccíon
de suplentes.




Oplnion
de eódiz sobre


esto.


Parle que tom a
la mocedad.


96
no hubiesen todavía acudido impedidos por la ocupacion
enemiga ó por cualquiera otra causa que hubiese motivado
la dilacion. Para América y Asia en vez de 26 suplentes re-
solvióla Regencia se nombrasen 2 mas, accediendo á varias
súplicas que se le hicieron: para la península debiaelegirse
uno solo por cada una de las provincias indicadas. Tocaba
desempeñar encargo tan importante á los respectivos na-
turales , en quienes concurriesen las calidades exigidas en
el decreto é instruccion de 10 de enero. La Regencia habia
el 19 de agosto determinado definitivamente este asunto
de suplentes, conviniendo en que la eleccion se hiciese en
Cádiz, como refugio del mayor número de emigrados. Pu-
blicó el 8 de setiembre un edicto sobre la materia, y nom-
bró ministros del Consejo que preparasen las listas de los
naturales de la península y de América que estuviesen en el
caso de poder ser electores.


Aplaudieron todos en Cádiz el que hubiese suplentes,
lo mismo los apasionados á novedades que sus adversarios.
Vislumbraban en ello unos carrera abierta á Sil noble arn-
bicion, esperaban otros conservar así su antiguo influjo y
contener el ímpetu reformador. Entre los últimos se con-
taban consejeros, antiguos empleados, personas elevadas
en dignidad que se figuraban prevalecer en las elecciones y
manejarlas á su antojo, asistidos de su nombre y de su res-
petada autoridad. Ofuscamiento de quien ignoraba lo arre-
molinadas que van, aun desde un principio, las corrientes
de una revoluciono


En breve se desengañaron, notando cuán perdido anda-
ba su influjo. Levantáronse los pechos de la mocedad, y
desaparecióaquella indiferencia á que antes estaba avezada
en las cuestiones políticas. Todo era juntas, reuniones cor-
rillos, conferencias con la Regencia, demandas, aclaracio-
nes. Hahlábase de candidatos para diputados, y poníanse




7


97
los ojos, no precisamente en dignidades , no en hombres
envejecidos en la antigua corte ó en los rancios hábitos de
los Consejosú otra!'; corporaciones, sino en los que se mi-
raban como mas ilustrados, mas briosos y mas capaces de
limpiar la España de la herrumbre que llevaba comida eási
toda su fortaleza.


Los consejeros nombrados para formar las listas léjos de
tropezar, cuando ocurrian dudas, con tímidos litigantes ó
cori sumisos y necesitados pretendientes, tuvieron que ha-
bérselas con hombres que conocian sus derechos, que los
defendían y aun osaban arrostrar las amenazas de quienes
antes resolvian sin oposieion y con el ceño de indisputable
supremacía.


Desde entonces muchos de los que mas habian deseado
el nombramiento de suplentes, empezáronse á mostrar
enemigos, y por consecuencia adversarios de las mismas
Cortes.Fuéronlo sin rebozo luego que se terminaron dichas
elecciones de suplentes. Se dió principio á estas el 17 de
setiembre, y recayeron por lo comun los nombramientos
de diputados en sugetos de capacidad y muy inclinados á
reformas.


Presidieron las elecciones de cada provincia de España
individuos de la cámara de Castilla, y las de América don
José Pablo Valiente, del Consejo de Indias. Hubo algunas
bastante ruidosas, culpa en parte de la tenacidad de los
presidentes y de su mal encubierto despeeho, malogrados
sus intentos. De cási ninguna provincia de España hubo
menos de 100 electores, y llegaron á 4000 los de Madrid,
todos en general sugetos de cuenta: infiriéndose de aquí
que á pesar de lo defectuoso de este género de elecciones,
era mas completa que la que se hacia por las ciudades de
voto en Córtes, en que solo tomaban parte 9:!O Ó 50 privi-
le~iados, esto es, los regidores.


TOM. m.


Enojo
de los enemigo,


de reforma'.


Número
que acude á las


elecciones.




Temores
de la Regencia.


Restablece
todos


los Consej\}s.


Quiere
el Consejo real


intervenir
en las Córtes.


Como al paso que mermaban las esperanzas de los adic-
tos al órden antiguo, adquirian mayor pujanza las de los
aficionados á la opinion contraria, temió la R.egencia caer
de su elevado puesto, y buscó medios para evitarlo y afian-
zar su autoridad. Pero. segun acontece, los que escogió
no podian servir sino para precipitarla mas pronto. Tal fue
el restablecer todos los Consejos bajo la planta antigua por
decreto de 16 de setiembre. Imaginó que como muchos in-
dividuos de estos cuerpos, particularmente los del Consejo
real, se reputaban enemigos de la tendencia que mostra-
ban los ánimos, tendria en sus personas, ahora agradeci-
das, un sustentáculo firme de su potestad ya titubeante:
cuenta en que gravemente erró. La veneracion que antes
existia al Consejo real había desaparecido, gracias á la in-
cierta y vacilante conducta de sus miembros en la causa
pública y á su invariable y ciega adhesion á prerogativas y
extensas facultades. Inoportuno era tamhien el momento
escogido para su restablecimiento. Las Córtes iban á reu-
nirse. á ellas tocaba la deeision de semejante providencia.
Tampoco lo exigia el despacho de los negocios, reducida
ahora la nacion á estrechos límites, y resolviendo por sí
las provincias muchos de los expedientes qlle antes subían
á los Consejos. Así apareció claro que su restablecimiento
encubria miras ulteriores, y quizá se sospecharon algunas
mas dañadas de las que en realidad habia.


El Consejo real desvivióse por obtener que su gobernador
ó decano presidiese las Córtes, que la cámara examinase los
poderes de los diputados, y también que varios individuos
suyos .tomasen asiento en ellas bajo el nombre de asisten-
tes. Tal era la costumbre seguida en las últimas Córtes,
talla que ahora se intentó abrazar, fundándose en los an-
tecedentes y en el texto de Salazar , libro sagrado á los ojos
de los defensores de las prerogativas del Consejo. Mas al




Señala el
2'+ de senemhr«


para
la ínstulneíon


lle f~brh>:!il.


99
columbrar el revuelo de la opiuion , delirio parecia querer No 1,) r,m"ígne.
desenterrar I~SOS tan eucoutrados ton las ideas que reina-
ban en Cádiz y con las que exponían los diputados de las
provincias que iban llegando, quienes, fuesen o no inclina-
dos á las reformas, traían consigo recelos y desconfianzas
acerca de los Consejos y de la misma Regencia.


De dichos diputados varios arribaron á Cádiz en agosto,
otros muchos en setiembre. Con su venida se apremió á la
Regencia para qlle señalase el dia de la apertura de Córtes,
rehacía siempre en decidirse. Tovo aun para ello dificulta-
des, provocó dudas, repitió consultas, mas al fin fijóle para
el ~4 de setiembre.


Determino tarnhien el modo de examinar previamente Conusíon
d(' pOllerl'~


los poderes. Los diputados que habian llegado fueron de
parecer que la Regencia aprobase por sí los poderes de 6
de entre ellos, y que luego estos mismos examinasen los
de sus compañeros. Bien que forzada dió la Regencia su he-
neplácitoá la propuesta de los diputados, mas en el decre-
to que publicó al efecto decia que obraba así, « atendien-
)) do á que estas Cortes eran extraordinarias, sin intentar
» perjudicar á los derechos que preservaba á la cámara de
)) Castilla.» Los 6 diputados escogidos para el exárnen de
poderes fueron el consejero don Benito de Hermida por
Galicia, el marqués de Villafranca , grande de España, por
Murcia, don Felipe AmaL por Cataluüa , don Antonio Oli-
veros por Extremadura , el general don Antonio Samper
por Valencia, y don Ramon Power por la Isla de Puerto-
Rico. Todos eran diputados propietarios, incluso el últi-
mo, único de los de Ultramar que hubiese todavía llegado
de aquellos apartados paises.


Concluidos los actos preliminares, ansiosamente y con Congojosa
. d dos é luci 1 di esperanza de losesperanza vana aguar aron to os a que uciese aqne la ánimos.
~H, de setiembre, origen de grandes mudanzas, verdadero
comienzo de la revolucion española.






RESUMEN


DEL


LIBRO DÉCIMOTERCERO.


INsTALACION de las Córtes generales y extraordinarias. - Publicidad
de sus sesiones. - M.alos intentos de la Regencia. - Conducta mesu-
rada y noble de las Córtes. - Nombramiento de presidente y secreta-
rios. - Proposiciones del señor Muñoz Torrero. - Primera discusion
muy notable, - Los discursos pronunciados de palabra. - Engaño de
la Regencia. - Palabras de Lardizábal. - Decreto de 24 de setiembre.
- Opiniones diversas acerca de este deereto , y su exámen, -Número
de diputados que concurrieron el primer dia. - Aplausos que de todas
partes reciben las Cortes. - Tratamiento. - Aclaracion pedida por la
Regencia.-Debate sobre las facultades de la potestad ejecutiva.-Em-
pleos conferidos á diputados.-Proposicion del señor Capwany.-Juicio
acerca de ella. - Elecciones de Aragon. - El dnque de Orleans quiere
hablar á la barandilla de las Córtes. - Relacion sucinta de este suceso.
-Altercado con el obispo de Oreuse sobre prestar el juramento.- So-
métese al fin el obispo. - Revueltas de América. - Sus causas. -Le-
vantamiento de Venezuela. - Levantamiento de Buenos-Aires.-Juicio
acerca de estas revueltas. -lUedidas tomadas por el gobierno espa-




102
ñol. - Providencia fraguada acerca del comercio libre.. - Nombrase :t
Cortavarria para ir á Caracas. - Jefes y pequeña expedicion enviada al
rio de la Plata. - Ocúpanse las Córtes en la materia. - Decreto de
15 de octubre. - Discusion sobre la libertad de la imprenta. - Regla-
mento por el que se concedía la libertad de la imprenta. - Su examen.
- Lo que se adopta para los juicios en lugar del jurado. - Promulgase
la libertad de la imprenta. - Partidos en las Cértes. - Remueven las
Córtes á los individuos de la primera Regencia. - Causas de ello.-
Nómbrase una nueva Regencia de 3 individuos. -- Suplentes. -Inci·
dente del marqués del Palacio. - Discusion que esto motiva. - Tér-
mino de este negocio. - Ciertos acontecimientos ocurridos durante la
primera Regencia, y breve noticia de los diferentes ramos. -llIonu-
mento mandado erigir por las Cortes á Jorje IlI. - Sigue la relacion
de algunos acontecimientos ocurridos durante la primera Regencia.-
- Modo de pensar de los nuevos regentes. - Varios decretos de las
Córtes. - Nómbrase una comision especial para formar un proyecto de
Constitucíon. - Voces acerca de si se casaba ó no en Francia Fernan-
do VII. - Proposiciones sobre la materia de los señores Capmany y
Borrull, - Discusion. - Nuevas discusiones sobre América. - Alboro-
tos en Nueva-España.- Decretos en favor de aquellos paises.-Pro-
videncias en materia de Guerra y Hacienda. - Cierran las Córles sus
sesiones en la Isla. - Fiebre amarilla. -Fin de este libro.




HISTORIA
DEL


LEVANTA1UIENTO, GUERRA Y REVOLUCHH\


DE ESPAÑA.


LlBRO nÉCIMOTERCERO.


j ESTRELI.A singular la de esta tierra de España! Arrinco-
nados en el sigloVIII algunos de sus hijos en las asperezas
del Pirineo y en las montañas de Asturias, no solo adqui-
rieron brios para oponerse á la invasion agarena, sino qne
tambien trataron de dar reglas y señalar límites á la potes-
tad suprema de sus caudillos, pues al paso que alzaban á
estos en el pavésparaentregarles las riendas del estado, les
imponian justas obligaciones, y les recordaban aquella cé-
lebre y conocida máxima de los godos, Rex eris si recte
[acias , si non [acias , non eris , echando así los cimientos
de nuestras primeras franquezas y libertades. Ahora en el
siglo XIX, estrechados los españoles por todas partes, y
colocado su gobierno en cl otro extremo de la península,
léjosde abatirsese mantenían firmes, y no parecia sinoque,




104
á la manera de Antco, recobraban fuerzas cuando ya se les
creia sin aliento y postrados en tierra. En el reducido ángu-
lo de la Isla gaditana, como en Covadonga y Sobrarve, COII
una mano defendían impávidos la independencia de la na-
cion , y con la otra empezaron á levantar bajo nueva forma
sus abatidas, libres y antiguas instituciones. Semejanza que,
bien fuese juego del acaso, ó disposicion mas alta de la
Providencia, presentándose en breve á la pronta y viva
imaginacion de los naturales, sustentó el ánimo de muchos
é inspiró gratas esperanzas en medio de infortunios y atro-
pellados desastres.


Instalacton Segun lo resuelto anteriormente por la Junta central, era
de las Córtes


generd·les. la Isla de Leon el punto señalado para la celebracíon deyextr.or Inarias
Córtes. Conformándose la Regencia con dicho acuerdo, se
trasladó allí desde Cádiz el 22 de setiembre, y juntó, la
mañana del 24, en las casas consistoriales á los diputados
ya presentes. Pasaron en seguida todos reunidos á la igle-
sia mayor, y celebrada la misa del Espíritu Santo por el
cardenal arzobispo de Toledo don Luis de Borbon , se exi-
gió acto continuo de los diputados un juramento concebido
en los términos siguientes: l( ¿Jurais la santa religion cató-
» lica , apostólica, romana, sin admitir otra alguna en estos
)) reinos? = ¿Jurais conservar en su integridad la nacion
» española, y no omitir medio alguno para libertarla de
» sus injustos opresores? = ¿ Jurais conservar á nuestro
)) amado soberano el señor don Fernando VII todos sus do-
)) minios, y en su defecto á sus legítimos sucesores, y hacer
» cuantos esfuerzos sean posibles para sacarle del cautive-
» rio y colocarle en el trono? = ¿Juráis desempeñar fiel y
)) legalmente el encargo que la nacion ha puesto á vuestro
» cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de
)) alterar, moderar y variar aquellas que exigiese el bien de
)) la nacion? = Si así lo hiciereis, Dios os lo premie, y si




iO,~
» no, os lo demande. » Todos respondieron: « Sí jurarnos. »


Antes en una conferencia preparatoria se había dado á
los diputados una minuta de este juramento, y los hubo
que ponían reparo en acceder á algunas de las restricciones.
Pero habiéndoles hecho conocer varios de sus compañeros
que la última parte del mencionadojuramento rernovia todo
género de escrúpulo, dejando ancho campo á las novedades
que quisieran introducirse, y para las que los autorizaban
sus poderes, cesaron en su oposicion y adhirieron al dicta-
men de la mayoría sin reclamacion posterior.


Concluidos los actos religiosos se trasladaron los diputa-
dos y la Regencia al salon de Córtes, formado en el coliseo,
ó sea teatro de aquella ciudad, paraje que pareció el mas
acomodado. En toda la carrera estaba tendida la tropa, y
los diputados recibieron de ella, á su paso, como del vecin-
dario é innumerable concurso que acudió de Cádiz y otros
lugares, victoresy aplausos multiplicados y sin fin. Colma-
banlos los circunstantes de bendiciones, y arrasadas en lá-
grimas las mejillas de muchos, dirigían todos al cielo fer-
vorosos votos para el mejor acierto en las providencias de
sus representantes. Y al ruido del cañon espaüol , que en
toda la línea hacia salvas por 1<1 solemnidad de tan fausto
dia , resonó tambien el del francés, como si intentara este
engrandecer acto tan augusto, recordando que se celebraba
bajo el alcancede fuegos enemigos. j Día por cierto de pla-
cer y buena andanza, dia en que de júbilo cási querian bro-
tar del pecho lo- corazones generosos, figurándose ya ver
:í su patria, si aun de léjos, libre y venturosa, pacifica y
tranquila dentro, muy respetada fuera!


Llegado que hubieron los diputados al salen de Cortes,
saludaron su entrada con repetidos vivas los muchos espec-
tadoresque llenaban [asgalel'Í;¡s, Hahianse construido estas
en los antiguos palcos del teatro : el primer piso le ocupaba




Publicidad
de sus sesiones.


106
á la derecha el cuerpo diplomático, con los grandes y ofi-
ciales generales l sentándose á la izquierda señoras de la
primera dístíncíon. Agolpóse á los pisos mas altos inmenso
gentío de ambos sexos, ansiosos todos de presenciar insta-
lacion tan deseada.


Esperaban pocos que fuesen desde luego públicas las se-
siones de Córtes l ya porque las antiguas acostumbraron en
lo general á ser secretas, y ya tambien porque no habitua-
dos los españoles á tratar en público los negocios del esta-
do, dudáhase que sus procuradores consintiesen fácilmente
en admitir tan saludable práctica, usada en otras naciones.
De antemano algunos de los diputados que conocian no
solo lo útil, pero aun lo indispensable que era adoptar aque-
lla medida , discurrieron el modo de hacérselo entender así
á sus compañeros. Dichosamente no llegó el caso de entrar
en materia. La Regencia de suyo abrió el salón al público,
movida segun se pensó, no tanto del deseo de introducir
tan plausible y necesaria novedad l cuanto con la intencion
aviesa de desacreditar á las Córtes en el mismo día de su
congregacion.
~IaIos Intent~s Hemos visto ya, y hechos posteriores confirmarán mas V


de la Regencia. .
mas nuestro aserto l cómo la Regencia había convocado las
Córtes mal de su grado, y cómo se arrimaba en sus deter-
minaciones á las doctrinas del gobierno absoluto de los últi-
mos tiempos. Desestimaba á los diputados, considerándolos
inexpertos y noveles en el manejo de los asuntos públicos;
y ningun medio le pareció mas oportuno para lograr la
mengua y desconcepto de aquellos que mostrarlos descu-
biertamente á la faz de la nacion , saboreándose ya ron la
placentera idea de que á guisa de escolares se iban á entre-
tener y enredar en fútiles cuestiones y ociosas disputas. Y
en verdad nadie podia motejar á la Regencia por haber
abierto el salon público l puesto lllle en semejante provi-




107
dencia se conformaba con el comun sentir de las mismas
personas afectas á Córtes, y con la índole y objeto de los
cuerpos representativos. Sin embargo la Regencia erró en
la cuenta, y con la publicidad ahondó sus propias llagas y
las del partido lóbrego de sus secuaces, salvando al Congre-
so nacional de los escollos, contra los que de otro modo
hubiera corrido gran riesgo de estrellarse.


El Consejo de Regencia, al entrar en el salon , se había
colocado en un trono levantado en el testero, acomodan-
dose en una mesa inmediata los secretarios del despacho.
Distribuyéronse los diputados á derecha é izquierda en
bancos preparados al efecto. Sentados todos, pronunció el
obispo de Orense , presidente de la Regencia, un breve dis-
curso; yen seguida se retiró él y sus compañeros junto con
los ministros, sin que ni unos ni otros hubiesen tomado
disposicion alguna que guiase al Congreso en los primeros
pasos de su espinosa carrera. Cuadraba tal conducta con los
indicados intentos de la Regencia; pues en un cuerpo nue-
vo como el de las Córtes , abandonado á sí mismo, falto de
reglamento y antecedentes que le ilustrasen y sirviesen de
pauta, era fácil el descarrío, ó á lo menos cierto atascamien-
to en sus deliberaciones, ofreciendo por primera vez al nu-
meroso concurso que asistia á la sesion tristes muestras de
su saber y cordura.


Felizmente las Cértes no se desconcertaron, dando prin-
cipio con paso firme v mesurado al largo y glorioso curso
de sus sesiones. Escogieron momentáneamente para que las
presidiese al masanciano de los diputados, don Benito Ila-
mon de Hermida , quien designó para secretario en la mis-
ma forma á don Evaristo Perez de Castro. Debían estos
nombramientos servir solo para el acto de elegir sugetos
que desempeñasen en propiedad dichos dos empleos. y así-
·mismo para dirigir cualquiera discusion que acerca del


Conducto
mesurada y


noble
de las Oértes.




í08
Nombramiento asunto pudiera suscitarse. No habiendo ocurrido incidente


de presidente y ., • • • .
seeretaríos. alguno, se procedió sm tardanza a la votacion de presiden-


te, acercándose cada diputado á la mesa en donde estaha
el secretario, para hacer escribir á este el nombre de la per-
sona á quien daba su voto. Del escrutinio resultó al cabo
elegido don Ramon Lázaro de Don, diputado por Cataluña,
prefiriéndole muchos á Hermida por creerle de condieion
mas suave y no ser de edad tan avanzada. Recavó la elec-
cion de secretario en el citado señor Perez de Castro, y se
le agregóal día siguiente en lamisma calidad para ayudarle
en su ímprobo trabajo á don J\'Ianuel Lujan. Los presiden.
tes fueron en adelante nombrados todos los meses, y al-
ternativamente se renovaba el secretario mas antiguo, cu-
yo número se aumentó hasta 4.


Terminadas las eleccionesse leyó un papel que al despe-
dirse había dejado la Regeneia , por el que deseando esta
hacer dejacion del mando, indicaba la necesidad de nom-
brar inmediatamente un gobiernoadecuado al estado actual
de la monarquía. Nada en el asunto decidieron por enton-
ces las Córtes, y solo sí declararon quedar enteradas: lijan-
dose luego la atencion de todos los asistentes en don Die-
go Mufíoz Torrero, diputado por Extremadura , que tomó
la palabra en materia de señalada importancia.


Proposlcíones A nadie tanto como á este venerable eclesiástico tocaba
del señor bri 1 discusi ls nri d 1 1 .MlIñozTorrero. a nr as iscusiones , y poner a primera pie ra (e os CI-


mientos en que habian de estribar los trabajos de la repre-
sentacion nacional. Antiguorector de la universidad de Sa-
lamanca , era varen docto, purísimo en sus costumbres, de
ilustrada y muy tolerante piedad; y en cuyo exterior sen-
cillo al par que grave, se pintaba no menos la bondad de
su alma, que la extensa y sólida capacidad de Sl1 claro en-
tendimiento.


Levantóse pues el señor lVIuüüz Torn-ro , Yapoyando su




109
opinion en muchas y luminosas razones, fortalecidas con
ejemplos sacadosde autores respetables, y con lo que pres-
cribian antiguas leyes é imperiosamentedictaba la situación
actual del reino, expuso lo conveniente que seria adoptar
una serie de proposiciones que fué sucesivamente desenvol-
viendo, y de las que, añadió, traia una minuta extendida
en formade decreto su particular amigo don ManuelLujan.


Decidieron las Córtes que leyera el último dicha minun-
ta , cuyos puntos eran los siguientes: = 1. o Que los dipu-
tados que componían el Congreso y representaban la nacion
española, se declaraban legítimamente constituidos en Cór-
tes generales y extraordinarias, en lasque residía la sobe-
ranía nacional.= 2. o Que conformesen todo con la volun-
tad general, pronunciada del modomas enérgicoy patente,
recouoeian , proclamaban y juraban de nuevo por su único
y legítimo rey al señor don Fernando VIIde Borbon, y de-
elarahan nula, de ningun valor ni efecto la cesion de la co-
rona que se decia hecha en favor de Napoleon , no solo por
la violencia que había intervenido en aquellos actos injus-
tos é ilegales, sino principalmente por haberle faltado el
consentimiento de la nacion. = 5.0 Que no conviniendo
quedasen reunidas las tres potestades, legislativa, ejecuti-
va y judicial, las Córtes se reservabansolo el ejercicio de la
primera en toda su extensión. = 4. o Que las personas en
quienes se delegase la potestad ejecutiva , en ausencia del
señor don Fernando VII, serian responsables por los actos
de Sil administracion , con arreglo á las leyes: habilitando
al que era entonces Consejo de Regencia, para que interi-
namente continuase desempeñando aquel cargo, bajo la
expresa condicion de que inmediatamente y en la misma
sesion prestase el juramento siguiente. « l. Ileconoceis la
» soberanía de la naciou representada por l{ls dipu tados de
»estas Cortes generales y extraordinaria? ¿Jurais obedecer




Primera
dísnusíon IlIUY


notable,


110
)1 SUS decretos , leyes y Oonstituciou lI"e se establezca, S('-
» gun los santos fines para que se han reunido, y mandar
» observarlos y hacerlos ejecutar'?= Conservar la indepen-
» dencia , libertad é integridad de la nacion? = La religión
) católica, apostólica, romana'?= El gobierno monárqni-
» co del reino? = Restablecer en el trono á nuestro amado
J) rey don Fernando VII de Borbon?= Y mirar en todo
) por el bien del estado? = Si así lo hiciéreis Dios os ayu-
,) de, y si no seréis responsables á la nacion con arreglo á
» las leyes. » = 5.0 Se confirmaban por entonces todos los
tribunales y justicias del reino, así como las autoridades
civilesy militares de cualquiera clase que fuesen. = Y 6.o y
último: se declaraban inviolables las personas de los diputa-
dos, no pudiéndose intentar cosa alguna contra ellos, sino
en los términos que se establecerian en un reglamento
próximo á formarse.


Siguióse á la lectura una detenida diseusiou que resplan-
deció en elocuencia; siendo sobre todo admirable el tino
y circunspeccion con que procedieron los diversos orado-
res. De ellos, en lo esencial, pocos discordaron; y los hu-
bo que profundizando el asunto, dieron interés y brillo á
una sesión en la cual se estrenaban las Córtes. Maravilláron-
se los espectadores; no contando, ni aun de léjos, con que
los diputados, en vista de su inexperiencia, desplegasen
tanta sensatez y conocimientos. Participaron de la comun
admiración los extranjeros allí presentes, en especial los in-
gleses, jueces experimentados y los mas competentes en
la materia.
Lo~ di~curgos Los discursos se pronunciaron de palabra, entablándose


pronunctadus de
palabra. así un verdadero debate. Y eási nunca, ni aun en lo suce-


sivo, leyeron los diputados sus dictámenes: solo alguno
que otro se tomó tai licencia, de aquellos que no tenían
costumbre de mezclarse activamente en las discusiones.




111
Uuizá se debió á esta práctica el interes que desde un prin-
cipio excitaron las sesiones de las Cortes. Ajeno entende-
mos sea de cuerpos deliberativos manifestar por escrito los
pareceres: congréganse los representantes de una nacion
para ventilar los negocios y desentrañarlos, no para hacer
pomposa gala de su saber, y desperdiciar el tiempo en di-
gresiones baldías. Discursos de antemano preparados ase-
méjanse, cuando mas, á bellas producciones académicas;
pero que no se avienen ni con los incidentes, ni con los
altercados, ni con las vueltas que ocurren en los debates
de un parlamento.


Prolongáronse los de aquella noche hasta pasadas las do
ce, habiendo sido sucesivamente aprobados todos los artícu-
los de la minuta del señor Lujan. En la discusion , ademas
de este señor diputado y del respetable lUuñoz Torrero,
distinguiéronse otros, como don Antonio Oliveros y don
José l'lejía; empezando á descollar, á manera de primer
adalid, don Agustin Argüelles. Nombres ilustres con que
a menudo tropezaremos, y de cuyas personas se hablará
en oportuna sazono


Mientras que las Córtes discutian , acechaba la Regencia
por medio de emisarios fieles lo que en ellas pasaba. No por
que solo temiera la separasen del mando, conforme á la
dimision que hahia hecho de mero cumplido; sino y prin-
cipalmente porque contaba con el descrédito de las Córtes,
figurándose ya ver á estas, desde sus primeros pasos, ó
atolladas ó perdidas. Acontecimiento que á haber ocurrido
la reponia en favorable lugar, y la convertia en árbitro de
la representacion nacional.


Grande fué el asombro de la Regencia al oir el maravillo-
so modo con que procedian las Córtes en sus deliberacio-
nes; grande el desánimo al saber el entusiasmo con que
aclamaban á las mismas soldados y ciudadanos.




Engaño
1.1" la lIege1Jei'..


Palahl'(l:-;
de La l'IHn¡haL


(" Ap. n. s.)


Juramento
d {~ la Rl'gencia


y anseneía
dl~1 ohíspo ,ip-
Orf"n~;q~.


112
manifrstaeinn tan unánime contuvo :í los euornigos dI' la


lihertad española. Ya entonces ~e hablaba de planes y tor-
cidos manejos , y de que ciertos regentes, si no todos, uro
dian una trama, resueltos á destruir las Cortes ó por lo
menos á amoldarlas conforme á sus deseos. No eran mu-
chos los que daban asenso á tales rumores, achacándolos :í
inveucion de la malevolencia; y dificultoso hubiera sido pro-
bar lo contrario, si un afio despues no lo hubiese prego-
nado é impreso quien estaba bien enterado de lo que ano-
taba. « Vimos claramente (dice en su manifiesto * uno de
J) los regentes, el señor Lardizábal.) que en aquella noche
» no podíamos contar ni con el pueblo ni con las armas,
JI que á no haber sido así, todo hubiera pasado de otra
» manera. »


¿Qué manera hubiera sido esta? Fácil es adivinarla. ¿l\Jas
cuáles las resultas si se destruían las Córtes , ó se empeña-
ba un conflicto teniendo el enemigo á las puertas? Proba-
blemente la entrada de este en la Isla de Leon , la disper-
sion del gobierno, la caída de la independencia nacional.


Por fortuna, aun para los mismos maquinadores, no se
llevaron á efecto intentos tan criminales. Desamparada la
Regencia, sometiese silenciosa y en apariencia con gusto á
las decisiones del congreso. En la misma noche del 24 pa-
só á prestar el juramento conforme á le fórmula propuesta
por el señor Lujan, qlle había sido aprobada. Notóse la falta
del obispo de Orense, pero por entonces se admitió sin
réplica ni ohservacion alguna la excusa que se dió de Sil
ausencia, y fué de que siendo ya tarde, los años y los acha-
ques le habían obligado á recogerse. Con el acto del jura-
mento de los regentes se terminó la primera sesion de las
Córtes , solemne y augusta bajo todos respectos; sesion
cuyos ecos retumbarán en las generaciones futuras .le la
nacion española,




Opiniones
diversas acerca


de este
decreto, y su


examen,


115
Apl:mdi6se entonces universalmente el decreto * acorda- « Ap. n. s.)


Decreto de
do en aquel día. comprensivo de las proposiciones forma- ,. de setiembre.
lizadas por los señores lUuñoz Torrero y Lujan, de que he-
mos dado cuenta, y que fué conocido bajo el título de De-
creto de '24 de setiembre. Base de todas las resoluciones
posteriores de las Córtes , se ajustaba á lo que la razon y
la política aconsejaban.


Sin embargo pintáronle después algunos como subver-
sivo del gobierno monárquico y atentatorio de los derechos
de la magestad real. Sirvioles en especial de asidero para
semejante calificacion el declararse en el decreto que la so-
beranía nacional residia en las Córtes, alegando que ha-
biendo estas en el juramento hecho en la iglesia mayor
apellidado soberano á don Fernando VII. ni podian sin fal-
tar á tan solemne promesa trasladar ahora á la nacion la
soberanía, ni tampoco erigirse en depositarias de ella.


A la primera acusacion se contestaba que en aquel jura-
mento, juramento individual y no de cuerpo, no se habia
tratado de examinar si la soberanía traía su origen de la
nacion ó de solo el monarca: que la Regencia habia presen-
tado aquella fórmula y aprobádola los diputados, en la
persuasión de que la palabra soberano se había empleado
allí segun el uso cornun por la parte que de la soberanía
ejerce el rey como jefe del estado, y no de otra manera;
bebiendo presCÍndido de entrar fundamentalmente en la
cuestiono .


Si cabe mas satisfactoria era aun la respuesta á la segun-
da acusaciou, de haber declarado las Cortes que en ellas
residía la soberanía. El rey estaba ausente, cautivo; y cier-
tamente que á alguien correspondía ejercer el poder supre-
mo, ya se derivase este de la nacion , ya del monarca. Las
juntas de provincia soberanas habían sido en sus respecti-
vos territorios ; habíalo sido la central en toda plenitud, lo


TOM. UI. 8




114
mismo la Regencia: ¿por qué, pues, dejarian de disfrutar
las Córtes de una facultad 110 disputada á cuerpos mucho
menos autorizados?


Por lo que respecta á la declaracion de la soberanía na-
cional, principio tan temido en nuestros tiempos, si bien
no tan repugnante á la razon como el opuesto de la legiti-
midad, pudiera quizá ser cuerda que vibrase con sonido
áspero en un país, en donde sin sacudimiento reformasen
las instituciones de consuno la nacion y el gobierno:
pues por lo general declaraciones fundadas en ideas abs-
trusas, ni contribuyen al pro comun , ni afianzan por sí la
bien entendida libertad de los pueblos. lnas ahora no era
este el caso.


Huérfana España, abandonada de sus reyes, cedida co-
mo rebaño y tratada de rebelde, debia y propio era de su
dignidad, publicar á la faz del orbe, por medio de. sus re-
presentantes, el derecho que la asistía de constituirse y
defenderse; derecho de que no podian despojarla las ab-
dicaciones de sus príncipes, aunque hubiesen sido hechas
libre y voluntariamente.


Ademas los diputados españoles, léjos de abusar de sus
facultades, mostraron moderacion y las rectas intenciones
que los animaban; declarando al propio tiempo la conser-
vacíen del gobierno monárquico, y reconociendo comole-
gítimo rey á Fernando VII.


Que la nacion fuese orígen de toda autoridad no era en
España doctrina nueva ni tomada de extraños: conforma-
base con el derecho público que habia guiado á nuestros
mayores, y en circunstancias no tan imperiosas como las
de los tiempos que corrian. A la muerte del rey don Mar-


c· Ap n. J.) tin juntáronse en Caspe * para elegir monarca Jos procura-
dores de Aragon, Cataluña y Valencia. Los navarros y
aragoneses, fundándose en las mismas reglas, habían des-




IU,
obedecido la voluntad de don Alonso el Batallador, * que (' Al'. n. 4.)
nombraba por sucesores del trono á los templarios: y los
castellanos, sin el mismo ni tan justo motivo, en la mino-
ría de don Juan el II * ¿no ofrecieron la corona, por me- (' Al'. n. 5.)
dio del condestable Rui-Lopez Dávalos, :.11 infante de An-
tequera? Así que las Cortes de 1810, en su declaracion de
24 de setiembre, ademas de usar de un derecho inherente
á toda nacion , indispensable para el mantenimiento de la
independencia, imitaron tambien y templadamente los
varios ejemplos que se Ieian en los anales de nuestra his-
toria.


A la primera sesion solo concurrieron unos 100 diputa- Número
. de diputados quedos: cerca de dos terceras partes nombrados en propiedad, concurrieron


. el primer día,
el resto en Cádiz bajo la calidad de suplentes. Por lo cual
mas adelante tacharon algunos de ilegítima aquella corpo-
racion ; como si la legitimidad pendiese solo del número,
y como si este sucesivamente y antes de la disolucion de
las Córtes no se hubiese llenado con las elecciones que las
provincias, unas tras otras, fueron verificando. Tocarémos
en el curso de nuestro trabajo la cuestion de la legitimi-
dad. Ahora nos conteutarémos con apuntar que desde los
primeros dias de la instalación de las Córtes se halló com-
pleta la representacion del populoso reino de Galicia, la de
la industriosa Cataluña, la de Bxtremadura, y que asistieron
varios diputados de las provincias de lo interior, elegidos
á pesar del enemigo, en las claras que dejaba este en sus
excursiones. Tres meses no habian aun pasado, y ya toma-
ron asiento en las Córtes los diputados de Leon, Valencia,
1'lurcia, islas Baleares; y lo que es mas pasmoso, diputa-
dos de la Nueva-España nombrados allí mismo: cosa antes
desconocida en nuestros fastos.


De todas partes se atropellaron las felicitaciones, y na-
die levantó el grito respecto de la legitimidad de las Cór-




Tratumiento.


A[>lauso. qne
de todas partes


reciben
las Córtes,


U6
tes. Al contrario ni la distancia ni el temor de los invasores
impidieron que se diesen multiplicadas pruebas de adhesion
y fidelidad: espontáneas en un tiempo y en lugares en que
carecieron las Córtes de medios coactivos, y cuando los
mal contentos impunemente hubieran podido mostrar su
oposicion y hasta su desobediencia.


Nombramiento En las sesiones sucesivas fué el Congreso determinando
rle comisiones y ...


órden el modo de arreglar sus tareas. Se formaron cormsrones de
llevado en lo.


debates. Guerra, Hacienda y Justicia: las cuales despues de meditar
detenidamente las proposiciones ó expedientes que se les
remitian, presentaban su informe á las Córtes, en cuyo
seno sediscutia el negocioy votaba.Posteriormentese nom-
braron nuevas comisiones, ya para otros ramos, ó ya para
especiales asuntos. Tambien en breve se adoptó un regla-
mento interior, combinando en lo posible el pronto despa-
cho con la atenta averiguacion y debate de las materias. Los
diputados que, segun hemos indicado. pronunciaban cási
siempre de palabra sus discursos, ponianse en un principio
para recitarlos en uno de dos sitios preparados al intento,
no lejosdel presidente, y que se llamaron tribunas. Notóse
luego lo incómodoy aun impropio de esta costumbre, que
distraía con la mudanza y continuo paso de los oradores;
por lo que los mas hablaron despues sin salir de su puesto
y en pié, quedando las tribunas para la lectura de los infor-
mes de las comisiones. Se votabade ordinario levantándose
y sentándose: solo en las decisiones de mayor cuantía da-
han los diputados su opinion por un si ó un no, pronun-
ciándolo desde su asiento en voz alta.


Asímismo tomaron las Córtes el tratamiento de Magestad
á petición del señor l\'lejía: objeto fué de crítica, aunque
otro tanto habian hecho la Junta central y la primera Re-
gencia; y era privilegio en España de ciertas corporaciones.
Algunos diputados nunca usaron de aquella fórmula, ere-




117


yéndola ajena de asambleas populares, y al fin se desterró
del todo al renacer de las Córtes en 1820.


No bien se hubo aprobado el primer decreto, acudió la Aclaracion
pedida por Ja


Regencia pidiendo que se declarase: 10 « cuáles eran las Regencia.
) obligaciones anexas á la responsabilidad que le imponía
» aquel decreto, y cuáles las facultades privativas del po-
)) del' ejecutivo que se le habia confiado. 2° Que método
)1 habria de observarse en las comunicaciones que necesaria
JI y continuamente habían de tener las Córtes con el Con-
)) sejo de Regencia.» Apoyáhase la consulta en no haber
de antemano fijado nuestras leyes la línea divisoria de am-
bas potestades , y en el temor por tanto de incurrir en fal-
tas de desagradables resultas para la Regencia, y perjudi-
ciales al desempeño de los negocios. A primera vista no
parecíanada extraña dicha consulta: antes bien llevaba vi-
sos de ser hija de un buen deseo. Con todo los diputados
miráronla recelosos, y la atribuyeron al maligno intento
de embarazarlos y de promover reñidas y ociosas discusio-
nes. Fuera este el motivo oculto que impelíaá la Regencia,
ó fuéralo el recelo de comprometerse, intimidada con la
enemistad que el público le mostraba, á pique estuvo aque-
lla de que por Sil inadvertido paso le admitiesen las Córtes
la renuncia que antes babia dado.


Sosegáronse sin embargo por entonces los ánimos, y se
pasó la consulta de la Regencia á una comision, compues-
ta de los señores Hermida , Gutierrez de la Huerta y lUuñoz
Torrero. No habiéndoseconvenido estos en la contestacion
que debia darse, cada uno de ellos al siguiente dia presen-
tó por separado su dictamen. Se dejó á un lado el del señor Debate sobre


. •• las facultades deHermida, que se reducía á reflexiones generales. y eiñóse lapotestad
l',Jecullva.


la discusion al de los otros dos individuos de la comisiono
Tomaron en ella parte, entre otros, los señores Perez de
Castro y Argüelles. Sohresalió el último en rebatir al señor




Empleos
conrertdos á
diputados.


118
Gutierrez de la Huerta, relator del Consejo real, distingui-
do por sus conocimientos legales, y de suma facilidad en
producirse, si bien sobrado verboso, que carecia de ideas
claras en materias de gobierno, confundiendo unas potes-
tades con otras: achaque de la corporacion en que estaba
empleado. Así fué que en su dictámen trabando en extre-
mo á la Regencia, entremetíase en todo, y hasta desme-
nuzaba facultades solo propias del alcalde de una aldehue-
la. Don Agustin de Argüelles impugnó al señor Huerta
deslindando con maestría los limites de las autoridades res-
pectivas: y en consecuencia se atuvieron las Córtes á la
contestación del señor l\lllñoz Torrero, terminante y sen-
cilla. Decíase en esta «que en tanto que las Córtes formasen
)) acerca del asunto un reglamento, usase la Regencia de
j) todo el poder que fuese necesario para la defensa, segu-
JI ridad y administracion del estado en las críticas circuns-
)) tancias de entonces; é igualmente que la responsabilidad
)) que se exigia al Consejo de Regencia, únicamente excluia
JI la inviolabilidad absoluta que correspondia á la persona
» sagrada del rey. Y que en cuanto al modo de comunica-
» cion entre fll Consejo de Regencia y las Cortes, mientras
)1 estas estableciesen el mas conveniente, se seguiria usan-
» do el medio usado hasta el día. JI


Era este el de pasar oficiosó venir en persona los secre-
tarios del despacho, quienes por lo comun esquivaban asis-
tir á las Cortes, no avezados á las lides parlamentarias.


Mesesadelante se formó el reglamento anunciado. en cu-
yo texto se determinaron con amplitud y claridad las facul-
tades de la Regencia.


No se limitó esta á urgar á Ias Cortes y hostigadas con
consultas, sino que procuró atraer los ánimos de los dipu-
tados y formarse un partido entre ellos. Escogió para con-
seguir su objeto un medio inoportuno y poco diestro. Fué,




119
pues, el de conferir empleos á varios de los vocales. prefi-
riendo á los americanos, ya por miras peculiares que dicha
Regencia tuviese respecto de Ultramar, ya porque creyese
á aquellos mas dóciles á semejantes insinuaciones. La no-
ticia cundió luego, y 13 gran mayoría de los diputados se
embraveció contra semejante descaro, ó mas bien insolen-
cía, que redundaba en descrédito de las Cortes. Atemoriza-
ronse los distribuidores de las mercedes y los agraciados,
y supusieron para su descargo que se habían concedido los
empleos con antelacion á haber obtenido los últimos el
puesto de diputados, sin alegar motivo que justificase la
ocultacion por tanto tiempo de dichos nombramientos. De
manera qne á lo feo de la accion agregóse desmaño en de-
fenderla y encubrirla; falta que entre los hombres suele
hallar menos disculpa.


El enojo de todos excitó á don Antonio Capmany á for-
malizar una proposicion , que hizo proceder de la lectura de
un breve discurso, salpicándole de palabra con punzantes
agudezas, propio atributo de la oratoria de aquel diputado,
escritor diligente y castizo. La proposieion estaba concebi-
da en los siguientes términos: (( Ningun diputado, así de
JI los que al presente componen este cuerpo, como de los
)) que en adelante hayan de completar su total número,
1) pueda solicitar ni admitir para sí, ni para otra persona,
II ~pleo, pension y gracia, merced ni condecoracion al-
II guna de la potestad ejecutiva interinamente habilitada, ni
II de otro gobierno que en adelante se constituya bajo de
JI cualquiera denominación que sea; y si desde el día de
)1 nuestra instalacion se hubiese recibido algun empleo ó
II gracia sea declarado nulo. II Aprobóse así esta proposicion
salvo alguna que otra levísima mudanza, y con el adita-
mento de que « la prohibicion se extendiese á un año des-
II pues de haber los actuales diputados dejado de serlo. )1


Proposlclon
del


señor Capmany ,




Juicio
acerca de ella.


1~O
Nacida de acendrada integridad flaqueaba semejante pro-


videncia por el lado de la prevision, y se apartaba de lo
que enseña la práctica de los gobiernos representativos. El
diputado que se mantenga sordo á la voz de la conciencia,
falto de pundonor y atento solo á no traspasar la letra de
la ley, medios hallará bastantes de concluir á las calladas
un ajuste que sin comprometerle satisfaga sus ambiciosos
deseos ó su codicia. La prohibicíon de obtener empleos
siendo absoluta, y mayormente extendiéndose hasta el pun-
to de no poder ser escogidos los secretarios del despacho
entre los individuos del cuerpo legislativo, desliga á este
del gobierno, y pone en pugna á entrambas autoridades.
Error gravísimo y de enojosas resultas, pero en que han
incurrido cási todas las naciones al romper las grillos del
despotismo. Ejemplo la Francia en su asamblea constitu-
yente, ejemplo la Inglaterra cuando el largo parlamento
dió el acta llamada selfdellying ordinance : bien que aquí
en el mismo instante hubo sus excepciones para Cromwell
y otros en ventaja de la causa que defendían. Sálese enton-
ces de una region aborrecida: desmanes y violencias del
gobierno han sido causa de los males padecidos, y sin re-
parar que en la mudanza se ha desquiciado aquel, ó que
su situacion ha variado ya, olvidando tambien que la po-
testad ejecutiva es condicion precisa del orden social, y
qué por tanto vale mas empuñen las riendas manos amigas
que no adversas, clamase contra los que sostienen esta doc-
trina, y forzoso es que los buenos patricios, por temor ó
mal entendida virtud, se alejen de los puestos supremos,
abandonándose así á la merced del acaso, ya que no al ar-
bitrio de ineptos ó revoltosos ciudadanos. En Espaüa no
obstante siguióse un bien de aquella resolucion: el abuso
en materia de empleos de los juntas y de las corporaciones
que las habían sucedido en el mando, tenia escandalizado




121
al pueblo con mengua de la autoridad de sus gobiernos.
La abnegacion y el desapropio de todo interes de que aho-
ra dieron muestra los diputados, realzó mucho su fama:
beneficio que en lo moral equivalió algun tanto al daño
que en la práctica resultaba de la muy lata proposicion del
señor Capmany.


Metió tambien por entonces ruido un acontecimiento, en
el cual si bien apareció inocente la mayoría de la Regencia,
deseonccptuóse esta en gran manera, y todavía massus mi-
nistros. Don Nicolás María de Sierra, que lo era de Gracia
y Justicia, para ganar votos y aumentar su influjo en las
Córtes, ideó realizar de un modo particular las elecciones
de Aragon. Y violando las leyes y decretos promulgados
en la materia, dirigió una real orden á aquella juuta , man-
dándole que por sí nombrase la totalidad de los diputados
de la provincia, con remisión al mismo tiempo de una lista
confidencial de candidatos. En el número no habia olvida-
do su propio nombre el señor Sierra ni el de su oficial ma-
yor don Tadeo Calomarde, ni tampoco el del ministro de
Estado don Eusebio de Bardaxi, y por consiguiente todos
tres con varios amigos y deudos suyos, igualmente arago-
neses, fuesen elegidos, entremezclados tí la verdad con al-
guno que otro sugeto de indisputable mérito y de eondicion
independiente. Llegóarriba la noticia del nombramiento, é
ignorandola mayoríade losregentes 10 que se había urdido,
al darles cuenta dicho señor Sierra del expediente, « que-
») daron absortos (segun las expresiones del señor Saave-
») dra) de oir una real órden de que no hacían memoria. ))
Los sacó el ministro de la confusion exponiendo que él era
el autor de tal órden , expedida (le motu propio, aunque
si bien despues pesaroso la habia revocado por medio de
otra, que desgraciadamente llegaba tarde. ¿Quién no cree-
ría con tan paladina eonfesion que inmediatamente se ha-


Elecciones de
Aragon




122
bria exonerado al ministro, y perseguídole como á falsario
digno de ejemplar castigo? Pues no: la Regeneia contén-
tose con declarar nula la eleccion y mantuvo al ministro en
su puesto. Presúmese que enredados en la maraña dos de
los regentes, se huyó de ahondar negocio tan vergonzoso
y criminal. Mas de una vez en las Cortes se trató de él en
público y en secreto, y fueron tales los amaños, tales los
impedimentos, que nunca se logró llevar á efecto medida
alguna rigorosa.


Otros dos asuntos de la mayor importancia ocuparon á
las Córtes durante varias sesiones que se tuvieron en secre-
to, método que, por decirlo de paso, reprobaban varios
diputados, y que en lo venidero cási del todo llegó á aban-
donarse.


Cuando el 50 de setiembre comenzaban las Cortes á an-
dar muy atareadas en estas discusiones secretas, ocurrió
un incidente que, aunque no de grande entidad para la
causa general de la nacion , hízose notable por el persona-


El duque je augusto que Jo motivó. El duque de Orlcans, apeándose
de Orleans qmere , . ., • •


hablar á l. á las puertas del salon de Cortes, pidió con instancia que
barandilla de
las Córtes. se le permitiese hablar á la barandilla.


Para explicar aparicion tan repentina conviene volver
(' Ap, n.•.) atrás. * En 1808 el príncipe Leopoldo de Sicilia arribó á


Gibraltar en reclamaeion de los derechos quecreia asistían
á su casa á la corona de España. Acornpanáhale el tiuque


Relacion de Orleans, La junta de Sevilla no dió oidos á pretensiones
suscínta de este •.


suceso. en su concepto íntempestívas , y de resultas tornó el de Si-
cilia á su tierra, y el de Orleans se encaminó á Lóndres.
No habrá el lector olvidado este suceso de que en su lugar
hicimos menciono Pocos meses habían transcurrido y ya el
duque de Orleans de llIH'~¡O se mostró en Menorca. De allí '
solicitó directamente ó por medio de ]lir. de Broval, agente
suyo en Sevilla, que se le emplease en servicio de la causa




125
española. La Junta central ya congregada no accedió á ello
de pronto, y solamente poco antes de disolverse decidió en
su cornisiou ejecutiva dar al de Orleans el mando de un
cuerpo de tropas que había de maniobrar en la frontera de
Cataluña. Acaeciendo despues la invasión de las Andalucias,
el duque y l\Ir. de Broval regresaron á Sicilia , y la resolu-
cion del gobierno quedó suspensa.


Instalése en seguida la Regencia, y sus individuos reci-
biendo avisos mas ó menos ciertos del partido que tenia en
el Rosellon y otros departamentos meridionales la antigua
casa de Francia, acordáronse de las pretensiones de Or-
leans , y enviáronle á ofrecer el mando de un ejército que
se formaria en la raya de Cataluña. Fué con la comision
don l\'Iariano Carnerero á bordo de la fragata de guerra Ven-
ganza. El duque aceptó, y en el mismo buque dió la vela
de Palermo el 22 de mayo de 1810. Aportó á Tarragona,
pero en mala. ocasion, perdida Lérida y derrotado cerca de
sus muros el ejército español. Por esto y porque en reali-
dad no agradaba á los catalanes que se pusiera á su cabeza
un príncipe extranjero y sobre todo francés, reembarcóse
el duque y fondeó en Oádiz el 20 de junio.


Vióse entonces la Regencia en un compromiso. Ella ha-
bia sido quien había llamado al duque, ella quien le habia
ofrecido un mando, y por desgracia las circunstancias no
perrnitian cumplir lo antes prometido. Varios generales es-
pañoles y en especial Odonnell miraban con malos ojos la
llegada del duque, los ingleses repugnaban que se le confi-
riese autoridad ó comandancia alguna, y las Córtes ya con-
vocadas imponían respeto para que se tomase resolucion
contraria á tan poderosas indicaciones. El de Orleans re-
clamó de la Regencia el cumplimiento de su oferta, y re-
sultaron contestaciones agrias. Mientras tanto instaláronse
las Cortes, y desaprobando el pensamiento de emplear al




1::24
duque, manifestaron á la Regencia, que por medios suaves
y atentos indicase á S. A. qllfl evacuase á Cádiz. Informa-
do el de Orleans de esta órdeu decidió pasar á las Córtes,
y verificólosegnn hemos apuntado el 50 de setiembre. Aque·
llas no accedieron al deseo del duque de hablar en la
barandilla, mas le contestaron urbanamente y cual corres-
pendía á la alta clase de S. A. y á sus distinguidas prendas.
Desempeñaron el mensaje don Evaristo Perez de Castro y
el marqués de Villafranca, duque de ]}1edinasidonia. Insis-
tió el de Orleans en que se le recibiese, mas los diputados
se mantuvieron firmes: entonces perdiendo S. A. toda es-
peranza se embarcó el 5 de octubre y dirigió el rumbo á
Sicilia á bordo de la fragata de guerra Esmeralda.


Dícese que mostró su despecho en una carta que escri-
bió á Luis XVIII á la sazón en Inglaterra. Sin embargo las
Córtes en nada eran culpables, y causóles pesadumbre te-
ner que desairar :í un príncipe tan exclarecido. Pero creye-
ron que recibir á S. A. y no acceder á sus ruegos, era t:1I
vez ofenderle mas gravemente. La Regencia cierto que pro-
cedió de ligero y no con sincera fé en hacer ofrecimientos
al duque, y dar luego por disculpa para no cumplirlos que
él era quien babia solicitado obtener mando, efugio in-
digno de un gobierno noble y de porte desembozado. Ami-
gos de Orleans han atribuido á influjo de los ingleses la de-
terminacion de las Córtes: se engañan. Ignorábase en ellas
que el embajador británico hubiese contrarestado la pre-
tension de aquel príncipe. El no escuchar á S. A. nació so-
lo de la íntima conviccion de que entonces desplacía á los
españoles general que fuese francés: y de que el nombre
de Borbon, léjos de granjear partidarios en el ejército ene-
migo, solo serviría para hacerle á este mas desapoderado,
y dar ocasion á nuevos encarnizamientos.


De los dos asuntos enunciados que ocupaban en secreto




125
á las Cortes tocaba UIlO de ellos al obispo de Orense. Este
prelado que, como dijimos. no había acudido con sus com-
pañeros en la noche del 1M á prestar el juramento exigido
de la Regencia, hizo al siguiente dia dejacion de su puesto,
no solo fundándose en la edad y achaques (excusas que
para no presentarse en las Córtes se habian dado la víspe-
ra), sino que tambien alegó la repugnancia insuperable de
reconocer y jurar lo que se prescribía en el pzimer decreto.
llenuncié tambien el cargo de diputado que confiado le ha-
bia la provincia de Extremadura , y pidió que se le permi-
tiese sin dilacion volverá su diócesi. Las Córtes desde luego
penetraron que en semejante determinacion se encerraba
torcido arcano, valiéndose mal intencionados de la cando-
rosa y timorata 'conciencia del prelado, como de oportuno
medio para provocar penosos altercados. Pero prescin-
diendo aquel cuerpo de entrar en explicaciones, accedió
:'l la súplica del obispo , sin exigir de él antes de su partida
juramento ni muestra alguna de sumision, con lo que el ne-
gocio parecia quedar del todo zanjado. No acomodaba re-
mate tan inmediato y pacífico á los sopladores de la dis-
cordia.


El obispo, en vez de apresurar la salida para su diócesi,
detúvose y provocó á las Cortes á una discusion peligrosa
sobre la manera de entender el decreto de ~4 de setiem-
bre: á las Córtes, que no le habian en nada molestado, ni
puesto obstáculo á que regresase como buen pastor en me-
dio de sus ovejas. En un papel fecho en Cádiz á 5 de oc-
tubre, despues de reiterar gracias por haber alcanzado lo
que pedia , expresadas de un modo que pudiera calificarse
de irónico, metíase á discurrir largamente acerca del men-
cionado decreto, y parábase sobre todo en el artículo de la
soberanía nacional. Deducía de él ilaciones á su placer, y
trayendo á la memoria la revolucioIl francesa, intentaba


Alterc~do
con el obispo


de Orcnse
sobre prestar el


juramento.




125


comparar con ella los primeros pasos de las Córtes. Es cier-
to que ponia á salvo las intenciones de los diputados, pe-
ro con tal encarecimiento, que asomaba la ironía corno en
lo de las gracias. Motejaba á los regentes sus compañeros
por haberse sometido al juramento, protestaba por su
parte de lo hecho, y calificaba de nulo y atentado el haber
excluido al Consejo de Regencia de sancionar las delibera-
dones de las Córtes ; representante aquel, segun entendia
el obispo, de la prerogativa real en toda su extension.
Traslueíase ademas el despique del prelado por habér-
sele admitido la renuncia, con señales de querer llamar
la atenciou de los pueblos y aun de excitar á la desobe-
diencia.


Conjetúrese la impresiou que causarla en las Cortes pa-
pel tan descompuesto. Hubo vivos debates; varios diputa-
dos opinaron porque no se tomase resnlucion alguna y se
dejase al obispo regresar tranquilamente á la ciudad de
Orense. Inclinábanse á este dictamen no solo los patroci-
nadores del ex-regente, mas tamhien algunos de los que
se distinguían por su independencia y amor á la libertad,
rehusando los últimos dispensar coronas de martirio á quien
quizá las ansiaba por lo mismo que no habían de conferir-
sele. Se manifestaron al contrario opuestos al prelado ecle-
siásticos de los nada afectos á novedades, enojados de que
se desconociese la autoridad de las Cortes. Uno de ellos
don J\lanuelRos, canónigo de Santiago de Galicia , y años
despues ejemplar obispo de Tortosa , exclamó: ( El obispo
) de Orense hase burlado siempre de la autoridad. Prelado
) consentido y con fama de santo, imaginase que todo le
» es lícito, y voluntarioso y terco solo le gusta obrar á su
» antojo; mejor fuera que cuidase de su diócesi, cuyas
) parroquias nunca visita, faltando así á las obligaciones
) que le impone el episcopado: he asistido muchos años




1~7
J) cerca de ;;\1 ilustrísima y conozco sus defectos como sus
» virtudes. »


Las Cortes adoptando un término medio entre ambos
extremos, resolvieron en 18 de octubre que el obispo de
Orense hiciese en manos del cardenal de Borbon el jura-
mento mandado exigir por decreto de 25 de setiembre de
todas las clases eclesiásticas, civiles y militares, el cual es-
taba concebirlo bajo la misma fórmula que el del consejo
de Regencia.


Los atizadores, que lo que buscaban era escándalo, ale-
gráronse de la decision de las Córtes con la esperanza de
nuevas reyertas, y aprovechándose de la escrupulosa con-
ciencia del obispo y tambien de su lastimado amor propio,
azuzáronle para que desobedeciese y replicase. En su con-
testacion renovaba el de Oren se lo alegado anteriormente,
y concluía por decir que si en el sentido que las Córtes
daban al decreto queria expresarse (e que la nación era so-
l) berana con el rey, desde luego prestaria su ilustrísima el
» juramento pedido; pero si SI' entendía que la nacion era
» soberana sin el rey, y soberana de su mismo soberano,
» nunca se someteria á tal doctrina: » añadiendo; «que en
» cuanto á jurar obediencia á los decretos, leyes y Consti-
1) tucion que se estableciese, lo haria sin perjuicio de recla-
J) mar, representar y hacer la oposicion que de derecho
» cupiera á lo que creyese contrario al bien del estado, y
» á la disciplina, libertad é inmunidad de la iglesia. » He
aquí entablada una discusion penosa, y en alguna de sus
partes mas propia de profesores de derecho público que de
estadistas y cuerpos constituidos.


Es verdad que los gobiernos deberían andar muy deteni-
dos en esto de juramentos , especialmente en lo que toca á
reconocer principios. Cási siempre hasta las conciencias
mas timoratas hallan fácil salida á tales compromisos. Lo




128
que importa es exigir obediencia á la autoridad establecida,
y no juramentos de cosas abstractas que unos ignoran y
otros 'interpretan á su manera. En todos tiempos, y sobre
todo en el nuestro, ¿ quién no ha quebrantado, aun entre
las personas mas augustas, las mas solemnes y mas sagra-
das promesas? Pero las Cértes obraban como los demás
gobiernos, con la diferencia sin embargo de que en el caso
de Espaüa , no era, repetimos, ni tan fuera de propósito
ni tan ocioso declarar que la nacion era soberana. El mis-
mo obispo de Orense habia proclamado este principio, cuan"
do se negó á ir á Bayona. Porque si la nacion , como ahora
sostenia , hubiese sido soberana solo con el rey, ¿qué se
huhiera hecho en caso que Fernando concluyendo un tra-
tado con su opresor, y casándose con una princesa de aque-
lla familia, se hubiese presentado en la raya despues de es-
tipular bases opuestas á los intereses de España? No eran
sueños semejantes suposiciones, merced para que no se
verificasen el inflexible orgullo de Napoleon , pues Fernan-
do no estaba vaciado en el molde de la fortaleza.


Insistieron las Córtes en su primera determinacion, y sin
convertir el asunto en polémico, ajeno de su dignidad y
cual deseaha el prelado, mandaron á este que jurase lisa y
llanamente. Hasta aquí procedieron los diputados confor-
mes con su anterior resolucion , pero se deslizaron en aña-
dir que, « se abstuviese el obispo de hablar ó escribir de
» manera alguna sobre su modo de pensar en cuanto al re-
); conocimiento que se debia á las Córtes. » Tambien se le
mandó que permaneciese en Cádiz hasta nueva orden. Eran
estos resabios del gobierno antiguo, y consecuencia asimis-
mo del derecho peculiar que daban á la autoridad soberana,
respecto al clero, las leyes vigentes del reino, derecho no
tan desmedido como á primera vista parece en paises exclu-
sivamente católicos, en donde necesario es balancear con




129
remedios temporales el inmenso poder del saeerdocio y su
intoleraucia.


Enmarañándose mas y mas el asunto empezése á con-
vertir en judicial, y se nombró una junta mixta de eclesiás-
ticos y seculares, escogidos por la Regencia para calificar
las opiniones del obispo. En tanto diputados moderados
procuraban concertar los ánimos, señaladamente dou An-
tonio Oliveros, canónigo de San Isidro de Madrid , varon
ilustrado, tolerante, de bella y candorosa condicion , que
alefecto entabló con su ilustrísima una corespondencia epis-
tolar. Estuvo sin embargo dicho diputado á pique de com-
prometerse, tratando de abusar tIc su sencillez los que so
capa inflamaban las humanas pasiones del pio mas orgu-
lloso prelado.


En fin malográndose todas las maquinaciones, recono-
ciendo las provincias con entusiasmo á las Córtes, uo res-
pondiendo nadie á la especie de llamamieuto que con RU
resistencia á jurar hizo el de Orense, cansado este, desalen-
tados los incitadores, y temiendo todos las resultas del pro-
ceso que, aunque lentamente seguía sus trámites, amilana-
ronse y resolvieron no continuar adelante Sil porfia.


El prelado sometiéndose pasó á las Cortes el 5 de febrero
inmediato, y prestó el juramento requerido sin limitacion
alguna. Permitiósele en seguida volver á su diócesi, y se
sobreseyé en los procedimientos judiciales.


Tal Iué el término de un negocio, que si bien impor-
tante con relacion al tiempo, no lo era ni con mucho tan-
to como el otro que se ventilaba en secreto, y que pertene-
ciendo á las revoluciones de América interesaba al mundo.


Apartaríase de nuestro propósito entrar circunstanciada-
mente en la narracion de acontecimiento tan grave é in-
trincado, para lo que se requiere diligentísimo y especial
historiador.


TOM. 111.


Sométese
ni /lo el obispo.




Revuelto"
de Amérk:l.
Sur;:¡ cnusns.


150
Tuvieron principio las alteraciones de Amrrica al saberse


en aquellos paises la invasion de los franceses en las Anda
lucias, y el malhadado deshacimiento de la Junta central.
Causas generales y lejanas habían preparado aquel suceso,
acelerando el estampido otras particulares é inmediatas.


En liada han sido los extranjeros tan injustos ni desvaria-
do tanto como en lo que han escrito acerca de la domina-
cion española en las regiones de Ultramar. A darles crédito
110 parecerla sino que los excelsos y claros varones que
descubrieron y sojuzgaron la América, habían solo plantado
allí el pendon de Castilla para devastar la tierra y yermar
campos 1 ricos antes y florecientes; como si el estado de
atraso de aquellos pueblos hubiese permitido civilizacion
muy avanzada. Los españoles cometieron, es verdad, exce-
sos grandes, reprensibles, pero excesos qué cási siempre
acompañan á las conquistas y que no sobrepujaron á los
que hemos visto consumarse en nuestros dias por los sol-
dados de naciones que se precian de muy cultas.


JUas al lado de tales males no 01 vidaron los españoles
trasladar allende el mar los establecimientos políticos, ci-
viles y literarios de su patria, procurando ilsi pulir y me-
jorar las costumbres y el estado social de los pueblos india-
nos. Y no se oponga que entre dichos establecimientos los
habia que eran perjudiciales y ominosos. Culpa era esa de
las opiniones entonces de España y de cási toda Europa;
no hubo pensamientos torcidos de los conquistadores, los
cuales presumían obrar rectamente, llevando á los paises
recién adquiridos todo cuanto en su entender constituia la
grandeza de la metrópoli, giganlea en era tan portentosa.


Dilatáhanse aquellas vastas posesiones por el largo espa-
cio de 92 grados de latitud, y abrazaban entre sus mas
apartados establecimientos 1900 leguas. Extension maravi-
llosa cuando se considera que sus habitantes obedecieron




151
durante tres siglos á un gobierno (lile residia á enorme dis-
tancia , y tIne estaba separado por procelosos mares.


Aseendia la poblacion , sin contar las islas Filipinas, á
15 millones y medio de almas, cuyo mas corto número era
de europeos, únicos que estaban particularmente interesa
dos en conservar la union con la madre patria. En el ori-
gen contábanse solamente dos distintas razas ó linajes, la
de Jos conquistadores y la de los conquistados, esto es, es-
pañoles é indios. Gozaron los primeros de los derechos y
privilegios que les correspondían. y se declaró á los segun-
dos, conforme á las expresiones de la Iíecopilacíon de In-
dias, « ••..• libres ..... y 110 sujetos á servidumbre de mane-
» ra alguna. » Sabido es el tierno y compasivo afan que por
ellos tuvo la reina doña Isabel la Católica hasta en sus pos-
trímeros dias , encargando en su testamento « que no recí-
1) biesen los indios agravio alguno en sus personas y bienes,
;) y que fuesen bien tratados. » No por eso dejaron de
padecer bastante, extrañando Solórzano que « cuanto se
J) hacia en beneficio de los indios resultase en perjuicio
J) suyo: » sin advertir que el mismo cuidado de segregarlos
de las tiernas razas para protegerlos, excitaba á estas contra
ellos, y que el alejamiento en que vivian bajo caciques in-
digenas dificultaba la instruccion , perpetuaba la ignoran-
cia, y los exponia á graves vejaciones apartándolos del con-
tacto de las autoridades supremas, por lo general mas
imparciales.


Se multiplicó infinito en seguida la division de castas.
Preséutase como primera la de Jos hijos de los penin-
sulares nacidos en aquellos climas de estirpe española,
que se llamaron criollos. Vienen después los mestizos Ó des-
cendientes de españoles é indios, terminándose la enu-
meraeion por los negros que se introdujeron de África,
y las diversas tintas que resultaron de su ayuntamiento




132
con las otras familia!' del linaje humano allí radicadas.


Los criollos conservaron igualdad de derechos con los
españoles: lo mismo con certísima diferencia los mestizos,
si eran hijos de español y de india; mas no si el padre per-
tenecia á esta clase y la madre á 1:1 otra, pues entonces
quedaba la prole en la misma línea del de los puramente
indios: á los negros y sus derivados, á saber, mulatos, zam-
bos, etc., reputábalos la ley y la opinión inferiores á los
dernas , si bien la naturaleza los había aventajado en fuer-
zas físicas y facultades intelectuales.


De los diversos linajes nacidos en Ultramar era el de los
criollos el mas dispuesto á promover alteraciones. Creíase
agraviado, le adornaban conocimientos, y superaba á los
demás naturales en riqueza é influjo. .A. los indios, aunque
numerosos é inclinados en algunas partes á suspirar por su
antigua independencia, faltábales en general cultura , y ca-
recían de las prendas y medios requeridos para osadas em-
presas. No les era dado á los oriundos de África entrar-en
lid sino dI' auxiliadores, á lo menos en un principio; pues
la escasez de su gente en ciertos lugares, y sobre todo el
ceño que les ponian las rlemas clases, estorhábalos acaudi-
llar particular bandería.


Comenzó á mediados del siglo XVIII á crecer grande-
mente la América española. Hasta entonces la forma de
gobierno interior. los reglamentos de comercio y otras tra-
bas hablan retardado que se descogiese su prosperidad con
la debida extensión.


Bajo los diversos títulos de vireyes, capitanes genrrales
y gobernadores, ejercian el poder supremo jefes militares,
quienes solo eran responsables de Sil conducta al rey y al
Consejo (le Indias, que residia en Madrid. Contrapesaban su
autoridad las audiencias, que ademas de desempeñar la
parte judicial, se mezclaban con el nombre de Acuerdo en




155
lo gubcruativo , y accusejubau Ú los vireyes Ó les sugerían
las medidas que tenían por convenientes. No hubo en esto
alteraciou substancial, fuera de que en ciertas provincias
como en Buenos-Ayres se crearon capitanías generales ó
vireiuatos iudependientes , en gran beneficio de los mora-
dores, que antes se veían obligados á acudir para rnucbos
negocios á grandes distancias.


En la nrlministraciou de justicia, despues de las audieu-
cias, que eran los tribunales supremos, y de las que tarn-
bien en determinados casos se recurria al Consejo de In-
dias, veuian los alcaldes mayores y los ordinarios á la
manera de España, los cuales ejercían respectivamente su
autoridad, ya en lo judicial, ya en lo económico, presidien-
do á los ayuntamientos, cuerpos que se hallaban estableci-
dos en los mismos términos que los de la península con
sus defectos y ventajas.


Los alcaldes mayoreR al tiempo de empuñar la vara prac
ticaban una costumbre abusiva y ruinosa; pues so pretexto
de que los indígenas necesitaban para trabajar de especial
aguijon, ponían pOI' obra lo que se llamaba repartimientos.
Palabra de mal signifícado , y que expresaba una entrega
de mercadurías que el alcalde mayor hacia á cada indio pa-
ra su propio uso y el de su familia á precios exorbitantes.
Dábanse los géneros al fiado y á pagar dentro de un año en
productos de la agricultura del país, estimados segun el
antojo de las alcaldes, quienes, jueces y parte en el asunto,
cometían molestas vejaciones. saliendo en general muy ri-
cos al cumplirse los cinco años de su magistratura, seña-
ladamente 1'11 los distritos en que se cosechaba grana.


Don José de Galvez, después marqués de Sonora, que
de cerca había palpado los perjuicios de tamaño escándalo,
luego que St~ le confió en el reinado de Cárlos III el ministe-
rio general de Indias, abolió los repartimientos y las alcaldías




154
mayores, substituyendo á esta autoridad la de 138 inten-
dencias de provincia y subdelegacion de partido, mejora
de gran cuantía en la udministracion americana, y contra
la que sin embargo exclamaron poderosamente las corpo-
raciones mas desinteresadas del país, afirmando que sin la
coerción se echaría á vaguear el indio en menoscabo de la
utilidad pública y privada, así como de las buenas costum-
bres. Juicio errado nacido de preocupacion arraigada, lo
que en breve manifestó la experiencia.


Creados los intendentes ganó tambien mucho el ramo de
hacienda. Antes oficiales reales por sí ó por medio de co-
misionados recaudaban las contribuciones, entendiéndose
con el superintendente general, que residía léjos de la capi-
tal de los gobiernos respectivos. Fijado ahora en cada pro-
vincia un intendente creció la vigilancia sobre los parti-
dos, de donde los subdelegados y oficiales reales tenian qne
enviar con puntualidad á sus jefes las sumas percibidas, y
estados individuales de cuenta y razon, asegurando además
por medio de fianzas el bueno y fiel desempeño de sus car-
gos. Con semejantes precauciones tomaron las rentas in-
ereible aument.o.


Eran las contribuciones en menor número, y no tan gra-
vosas como las de Espaúa. Pagábase la alcabala de todo lo
que se introducia y vendia , el 10 por 100 de la plata y
el D del oro que se sacaba de las minas, con algunos otros
impuestos menos notables. El conocido bajo el nombre de
tributo recaía solo sobre los indios, en compensacion de la
alcabala de que estaban exentos: era una capitacion en di-
nero, pesada en sí misma, y de cobranza muy arbitraria.


Al tiempo de formar las intendencias hízose una división
de territorio, que no poco coadyuvó al bienestar de Jos
naturales. Y del mismo modo que con la cercanía de magis-
trados respetables se había puesto mayor orden en {'I ramo




Hí5
de coutribuciones , así taurhien COIl ella se; introdujeron
otras saludables reformas. Desde luego rigiéronse con ma-
yor fidelidad los fondos de propios: hubo esmero en la
policía y ornato de los pueblos, se administró la justicia
sin tanto retraso y mas imparcialmente; y por fin se extin-
guió el pernicioso influjo de los partidos, terrible azote y
causador allí de riñas y ruidosos pleitos.


Con haber perfeccionado de este modo la goberuacion in-
terior, se dio gran paso para la prosperidad americana.


Aviváronla tambieu los adelantamientos que se hicieron
en la instrucciou pública. Ya cuando la conquista empeza-
ron á propagarse las escuelas de primeras letras y los co-
legios, fundándose universidades en varias capitales. Y si
no se siguieron los mejores métodos, ni se enseñaron las
ciencias y doctrinas que mas hubiera convenido, dolencia
filé comun á Fspaña, de tIlle se lamentaban los hombres
de ingenio y doctos que en todos tiempos honraron á nues-
tra patria. Pero luego que en la península profesores há-
biles dieron señales de desterrar vergonzosos errores, y de
modificar en cuanto portian rancios estatutos, lo propio
hicieron otros en América, particularmente en las univer-
sidades de Lima y Santa Fé. Tampoco el gobierno español
en muchos casos se mostró hosco á las luces del siglo. Díé-
ronse en Ultramar como en Bspaña ensanches al saber 1 y
aun allí se erigieronescuelas especiales: fue la mas célebre
el colegio de minería de Méjico, sobre el pié del de Frey-
berg de Sajonia, teniendo al frente maestros que hahiau
cursado en Alemania, y los cuales perfeccionaron el estu-
dio de las ciencias exactas y naturales, sobre todo el de la
mineralogia, provechoso y necesario en .un país tan abun-
dante de metales preciosos.


Deplorable legislaciou se adoptó desde el descubrimien-
to para el comercio externo, mantenida en vigor hasLa me-




156
diados del siglo XVIII. Porque ademas de solo permitirse
por ella el tráfico con la metrópoli (falta en que incurrie-
ron todos Jos otros estados de Europa), circunscribiese
también á los únicos puertos de Sevilla primero, y después
de Cádiz, adonde venian y de donde partían las flotas y ga-
leones en determinada estacion del año, sistema que pri-
vaha al norte y levante de España y á varias provincias
americanas de comerciar directamente entre si, cortando
el vuelo á la prosperidad mercantil, sin que por eso se
remontase, cual debiera, la tIe las ciudades privilegiadas.
Cárlos V había pensado extender á los puertos principales
de las otras costas la facultad del libre y directo tráfico;
pero obligado á condescender con los deseos de compañías
de genoveses y otros extranjeros avencidados en Sevilla,
cuyas casas le anticipaban dinero para las empresas y guer-
ras de afuera, suspendió resnlucion tan sábia , despojando
así á la periferia de la península de los beneficios que le
huhieran acarreado los nuevos descubrimientos. Felipe JI
y sus sucesores hallaron las arcas reales en idéntica ó ma-
yor penuria que Cárlos , y con desaficion á innovar reglas
ya mas arraigadas: pretextaron igualmente para conservar
estas el aparecimiento de los filibusteros, como si convo-
yes que navegaban en invariables tiempos, con rumbo á
puntos fijos, no facilitasen las acometidas y rapiñas de
aquellos audaces y numerosos piratas.


Dióse traza de modificar legislacion tan perjudicial en
Jos reinados de Fernando VI y Cárlos III, aprobándose al
intento y sucesivamente diferentes reglamentos que aca-
baron de completarse en 1789. Permitiese por ellos el co-
mercio de América desde diversos puertos y con todas las
costas de la península, siempre que fuesen sríbditos los
que lo hiciesen de la corona de España. Tan rápidamente
creció el tráfico que s(~ dohló en pocos años, exparciéndo-




157
se las ganancias por las varias provincias de ambos emis-
ferios.


Con tales mejoras de adrninistracion y el aumento de
riqueza enrobusteoíanse las regiones de Ultramar, y se
ihan preparando á caminar solas y sin andadores del go-
bierno español. No obstante eso el vínculo que las unia era
todavía fuerte y muy estrecho.


Otras cansas concurrieron á aflojarle paulatinamente.
Debe contarse entre las principales la revolucion de los Es-
tados-Unidos anglo-americanos. Jefferson en sus cartas
asevera que ya entonces dieron pasos los criollos españo-
les para lograr su independencia. Si Iué así, debieron pro-
venir tales gestiones de particulares proyectos , no de la
mayoría de la poblacion ni de sus corporaciones adictas á
la metrópoli con inveterados y apegados hábitos. Incurrió
en error grave la corte de Madrid en favorecer la causa an-
glo-americana, mayormente cuando no la impelian á ello
filantrópicos pensamientos, sino personal pique de Cár-
los JII contra los ingleses, y consecuencias del desastrado
pacto de familia. Dióse de ese modo un punto en que con
el tiempo se habia de apoyar la palanca destinada á levan-
tar los otros pueblos del continente americano. Lo preveía
el ilustre conde de Aranda, cuando precisado á firmar el
tratado de Versalles aconsejó que se enviasen á aquellas
provincias infantes de España , quienes al menos mantu-
viesen con gil presencia y dominacion las relaciones mer-
cantiles y rle buena amistad en que se interesaban la pros-
peridad y riquezas peninsulares


Tras lo acaecido en las márgenes del Delaware sobrevino
la revolucion francesa , estímulo nuevo de independencia,
sembrando en América como en Europa ideas de liber-
tad y desasosiego. Hasta entonces los alborotos o urridos
hablan sido parciales , y nacidos solo de tropelías indivi-




158
duales ó de vejaciones en algunas comarcas. Graves 3IJan'-
cieron las turbulencias del Perú, acaudilladas por Tupac-
Amaro; mas como los indios que tomaron parte cometieron
grandes crueldades, lo mismo COl! criollos que COJl es-
pañoles, obligaron á unos y á otros á unirse para sofocar
insurreciones difíciles de cuajar sin su participacion. Quiso
conmoverse Caracas en 1796, luego que se encendió la
guerra con los ingleses. Pero aun entonces fueron princi-
pales promovedores el español Picornel y el general Miran-
da, forasteros ambos, por decirlo aSÍ, en el país. Pues el
primero, corazon ardiente y comprometido en la conspi-
racion tramada en J\'Iadrid en 1791> contra el poder ahsnlu-
to , hijo de Mallorca, no conocia bastantemente la tierra;
y el segundo, aunque nacido en Venezuela , ausente años
de allí, y general de la república francesa, amamantado
con sus doctrinas tenia ya estas mas presentes que la si-
tuacion y preocupaciones de Sil primitiva patria. Por 1'011-
siguiente se malogró la empresa intentada, permaneciendo
aun muy hondas las raíces del dominio español para que
se las pudiera arrancar de un solo y primer golpe. MI'. d(~
Humboldt, nada desafecto á la independencia americana,
confiesa l( que las ideas qUf' tenian en las provincias de
» Nueva-España acerca de la metrópoli, eran enteramente
» distintas de las que manifestaban las personas que en la
» ciudad de Méjico se hablan formado por libros franceses
) é ingleses. /)


Bequeriase pues algun nuevo suceso, grande, extraer-
dinario , que tocara inmediatamente á las Américas y á Es-
paña, para romper los lazos que unían á entrambas , no
bastando á efectual' semejante acontecimiento ni lo aparta-
rlo y vasto de aquellos paises, ni ia diversidad ele castas y
sus preteusioues , ni las fuerzas y riqueza que cada dia se
aumentaban, ni el ejemplo de los Estados-[]nido!', ni tarn-




15!l
poco los terribles y mas recientes que ofrecía la Francia;
cosas todas que colocamos entre las causas generales y le-
janas de la independencia americana, empezando las par-
ticulares y mas próximas en las revueltas y asombros que
se agolparon en el año de 1808.


En un principio y al hundirse el trono de los Borhones
manifestaron todas las regiones de Ultramar en favor de la
causa de España verdadero entusiasmo, conteniéndose á Sil
vista los pocos que anhelaban mudanzas. Vimos en su lu-
gar la irritacion que produjeron allí las miserias de Bayo-
na, la adhesion mostrada á las juntas de provincia y á la
central, los donativos, en fin, y los recursos que con lar-
ga mano se suministraron á los hermanos de Europa. J.\IllS
apaciguado el primer hervor, y sucediendo en la península
desgracias tras de desgracias, cambióse poco á poco la opi-
nion , y se sintieron rebullir los deseos de independencia,
particularmente entre la mocedad criolla de la clase media
y el clero inferior. Fomentaron aquella inclinacion los iu-
gleses, temerosos de la caída de España , fomentáronla los
franceses y emisarios de José, aunque en otro sentido y
con intento de apartar aquellos paises del gobierno de Se-
villa y Cádiz, que apellidaban insurreccional: fornentáron-
la los anglo-mericanos , especialmente en JUéjieo; fumen-
táronla, por último, en el rio de la Plata los emisarios de
la infanta dolía Carlota, residente en el Brasil, cuyo gobier
no independiente de Europa no era para la América meri-
dional de mejor ejemplo que lo había sido para la septen-
trionalla separacion de los Estados-Unidos.


A estos embates necesario era que cediese y empezase á
crujir el edificio levantado por los españoles mas allá de los
mares, cuya fábrica hubo de ser bien sólida y compacta
para que no se resquebrajase antes y viniese al suelo.


Contrarestar tamaños esfuerzos parecía dificultoso si 110




Levantamiento
de Veuezuela.


HO
imposible, abrumado el reino hsjo el peso de una guerra
desoladora y exhausto de recursos. La Junta central no obs
tante hubiera quizá podido tomar providencias que sostu-
viesen por mas tiempo la domínacíon peninsular. Limitóse
á hacer declaraciones de igualdad de derechos, y omitió
medidas mas importantes. Tales hubieran sido en concep-
to de los inteligentes mejorar la suerte de las clases menes-
terosas con repartimiento de tierras ; halagar mas de lo que
se hizo la ambician de los pudientes y principales criollos
con honores y distinciones á que eran muy inclinados; re-
forzar con tropa algunos puntos, pues hombres no esca-
seaban en España, y el soldado mediano acá, era para allá
muy aventajado, y finalmente enviar jefes firmes, pruden-
tes y de conocida probidad. Y ora fueran las circunstancias,
ora descuido, no pensó la central como debiera en mate-
da de tanta gravedad, y al disolverse contenta con haber
hecho promesas, dejó la América trabajada ya de mil mo-
dos, con las mismas instituciones, desatendidas las clases
pobres y al frente autoridades por lo genera1débiles é ill-
capaces, y sospechadas algunas de connivencia con los in-
dependientes.


Verlflcose el primer estallido sin convenio anterior en-
tre las diversas partes de la América, siendo difíciles las
comunicaciones y no estando entonces extendidas ni arre-
gladas las sociedades secretas que despues tanto influjo I,u-
vieron en aquellos sucesos. El movimiento rompió por Ca-
racas, tierra acostumbrarlaá conjuraciones; y rompió, segun
)'3 insinuamos, al llegar la noticia de la pérdida de las AlI-
dalueías y dispersión de la Junta central.


El 19 de abril de 1810 apareció amotinado el pueblo de
aquella ciudad capital de Venezuela, al que se unió la tro-
pa; y el cabildo ó sea ayuntamiento, agregando á su seno
otros individuos, erigióse en junta suprema, mientras que




141
conforme anrmcro', se convocaáa un congreso. el eaprtan
general don Vicente Empáran sobrecogido y hombre de áni-
mo cuitado no op!Jso resistencia /J}gnna, y en breve des-
poseyéronle y le embarcaron en la Guaira con la audiencia
y principales autoridades españolas. Siguieron el impulso
de Caracas las otras provincias de Venezuela, excepto el
partirlo de Coro y Maracaybo , en cuya ciudad mantuvo la
tranquilidad y buen orden la firmeza del gobernador don
Fernando .IUiyares.


El haberse en Caracas unido la tropa al pueblo decidió
la querella en favor de los amotinados. Ayudaba mucho
para la determinacion del soldado el sistema militar que
se había introducido en América en el último tercio del
siglo XVIII; en cuyo tiempo se crearon cuerpos veteranos
de naturales del país, que si bien en gran parte eran rnan-
dados por coroneles y comandantes europeos, tenian tarn-
hien en sus filas oficiales subalternos, sargentos y cabos
americanos. Del mismo modo se organizaron milicias de in-
fantería y caballería á semejanza las primeras de I:1S de Es-
paila, y en ellas se apoyó principalmente la insurreecion.
Cierto es que al principio solo la menor parte de las tropas
se declaró en favor de las novedades, y que hubo parajes.
particularmente en l\'Iéjico y en el Perú, en donde los mili-
tares contribuyeron á sofocar las conmociones; mas con el
tiempo cundiendo el fuego, llegó hasta las tropas de línea.


El motivo principal que alegó Caracas para erigir una
junta suprema é independiente, fundóse en estar cási toda
España sujeta ya á una dinastía extranjera y tiránica, aña-
diendo que solo haria uso de la soberanía hasta que volviese
al trono Fernando VII, ó se instalase solemne y legalmen-
te un gobierno constituido por las Córtes , :í que concurrie-
sen legítimos representantes de los reinos, provincial' y
ciudades de India". Entre tanto otrecia la nueva junta á 10[';




142
españoles que aun peleasen por la indepentleueia peninsu-
lar, amistad y envio di' socorros. El nombre de Fernando
tuvo que sonar á causa del pueblo muy adicto al soberano
desgraciado; esperanzados los promovedores del alzamien-
to que conllevando así las ideas de la mayoría, la traerían
por sus pasos contados adonde deseahan , mayormente si
se introducían luego innovaciones que le fueran gratas. No
tardaron estas en anunciarse, pues se abolió en breve el
tributo de los indios, repartiéronse los empleos entre los
naturales, y se abrieron los puertos á los extranjeros. La
última providencia halagaba á los propietarios, que veian
en ella crecer el valor de sus frutos, y ganaban al propio
tiempo la voluntad de las naciones comerciantes, codicio-
sas siempre de multiplicar sus mercados.


Así fué que el ministerio inglés, poco explícito en sus
declaraciones al reventar la insurreccion , no dejó pasar mu-
chos meses sin expresar por boca de lord Liverpool, le que
J) S. 1)1. B. no se consideraba ligado por ningun compromi-
') so á sostener un país cualquiera de la monarquía española
» contra otro por razon de diferencias de opinion , sobre el
») modo con que se debiese arreglar su respectivo sistema
» de gobierno; siempre que conviniesen en reconocer al
J) mismo soberano legítimo, y se opusiesen á la usurpacion
» y tiranía de la Francia ..... )) No se necesitaba testimonio
tan público para conocer que forzoso le Na al gabinete dí'
la Gran Bretaña, aunque hubieran sido otras sus intencio-
nes, usar de semejante lenguaje, teniendo que sujetarse á
la imperiosa voz de sus mercaderes y fabricantes.


¡,evantAmienlo Alzó tambien Buenos-Aires el grito de independencia al
i1dlueno'-Aires. saber allí por un barco inglés, que arribó á Montevideo el


15 de mayo, los desastres de las Andalucías. Era capitán
genl'l'al don Baltasar Hidalgo de Cisneros , hombre apoca-
do y sin cautela , quien :í peticion tI,,1 ayuntamiento consin-




145
tió que se convocase un congreso, imaginándose que aun
después proseguirla en el gobierno de aquellas provin-
cias. Instalóse dicho congreso el 22 de mayo, y como era
de esperar fué una de sus primeras medidas la deposicion
del inadvertido Oisneros, eligiendo tarnhien á la manera de
Caracas una junta suprema que ejerciese el mando en nom-
bre de Fernando VII. Conviene notar aquí que la formacion
de juntas en América nació por imitacion de lo que se hizo
en España en 1808, y no de otra ninguna causa.


l\lontevideo, que se disponía ti unir su suerte con la de
Buenos- Aires, detúvose noticioso de que en la península
todavía se respiraba, y de que existía en la Isla de Leon con
nombre de Regencia un gobierno central.


No así el nuevo reino de Granada, que siguió el impulso
de Caracas, creando una junta suprema el 20 de julio.
Apearon del mando los nuevos gobernantes á don Antonio
Amat, virey semejante en 10 quebradizo de su temple á los
jefes de Venezuela y Buenos-Aires. Acaecieron luego en
Santa Fé , en Quito y en las demas partes altercados, divi-
siones, muertes, guerra y muchas lástimas, que tal esquil-
mo coge de las revoluciones la generacion que las hace.


Entonces y largo tiempo después se mantuvo el Perú
quieto y fiel á la madre patria, merced á la prudente forta-
leza del virey don José Fernando de Abascal y á la me-
moria aun viva de la rebelion del indio Tupac-Amaro y sus
crueldades.


Tampoco se meneaba Nueva-España, aunque ya se ha-
bian fraguado varias maquinaciones, y se preparaban albo-
rotos de que mas adelante daremos noticia.


Por lo demas tal fué el principio de irse desgajando del
tronco paterno, y una en pos de otra ramas tan fructíferas
del imperio español. ¿Escogieron los americanos para ello
la ocasion mas digna y hon-osa ? A medir las naciones por


Juicio
acerca de estas


revuellas.




144
la escala de los tiernos y nobles sentimientos de los indivi-
duos, francamente diríamos que no, habiendo abandonado
á la metrópoli en su mayor aflicciou , cuando aquella de-
cretara igualdad de derechos, y cuando se preparaba á rea-
Iizar en sus Córtes el cumplimiento de las anteriores pro-
mesas. Los Estados-Unidos separáronse de Inglaterra en
sazón en que esta descubría su frente serena y poderosa l y
después que reiteradas veces les babia su metrópoli negado
peticiones moderadas en un principio. Por el contrario los
americanos españoles cortaban el lazo de la union l abatida
la península, reconocidas Y3 aquellas provincias como par-
te integrante de la monarquía, y convidados sus habitan-
tes á enviar diputados á las Córtes. No: entre individuos
graduaríase tal porte de ingrato y aun villano. Las naciones
desgraciadamente suelen tener otra pauta, y los america-
nos quizá pensaron lograr entonces COII mas certidumbre 10
que á su entender fuera dudoso y aventurado, libre la pe-
nínsula y repuesto en el solio el cautivo Fernando.


Controvertible igualmente ha sido si la América babia
llegado al punto de madurez é instruccion que eran nece-
sarias para desprenderse de los vínculos metropolitanos.
Algunos han decidido ya la cuestion negativamente atentos
á las turbulencias y agitacion continna de aquellas regio-
nes , en donde mudando á cada paso de gobierno y leyes,
aparecen los naturales no solo como inhábiles para sostener
la libertad y admitir un gobierno medianamente organi-
zado ,pero aun tambien como incapaces de soportar el
estado social de pueblos cultos. Nosotros sin ir tan allá
creemos, sí, que la educacion y enseñanza de la América
española será lenta y mas larga que la de Otl'OS paises; y
solo nos admiramos de que haya habido en Europa hom-
brvs y no vulgares que al paso que negaban á España la
posibilidad de constituirse libremente, SI' la concedieran á




14,1>


Provlrl-ncíu
frilgu,H'I(1


acerca riel
comercio libre.


TO)J, 111


la América, siendo claro que en ambas partes habían regí-
(lo idénticas instituciones, y que idénticas habían sido las
causas de su atraso; con la ventaja para los peninsulares (le
que entre ellos se desconocía la diversidad de castas, y de
que el inmediato roce con las naciones de Europa les habia
proporcionado hacer mayores progresos en los conocimien-
tos modernos y mejorar la vida social. Mas si personas en-
tendidas y gobiernos sabios olvidaban reflexiones tan ob-
vias; ¿qué no seria de ávidos especuladores que soñaban
montes de oro con la franquicia y amplia coutratacion de
los pueblos americanos?


La Regencia al instalarse había nombrarlo sugetos que Medi~~s tomadas
11 ' I " d UI 1 .. d 1 por el gobiernoevasena as provmcias e tramar as noticias e o ocnr- español.
rido en principios de año, recordando al propio tiempo en
una proclama la igualdad de condicion otorgada á aquellos
naturales, é incluyendo la convocatoria para que acudiesen
á las Ccrtes por medio de sus diputados. Fuera de eso no
extendió la Regencia sus providencias mas allá de lo que lo
había hecho la central, si bien es cierto que ni la situaciou
actual permitía el mismo ensanche, ni tampoco era políti-
co anticipar en muchos asuntos el juicio de 138 Cortes, cu-
ya reunión se anunciaba cercana,


Sin embargo publicose en 17 de mayo de 1810 á nom-
bre de dicha Regencia una real órden de la mayor impor-
tancia , y por la que se autorizaba el comercio directo de
todos los puertos de Indias con las colonias extranjeras y
naciones de Europa. Mudanza tan repentina y completa eu
la legislacion mercantil de Inlias , sin prévio aviso ni otra
consulta, saltando por encima de los trámites de estilo aun
usados durante ~I gobierno antigno, pasmó á todos y so-
brecogió al comercio de Cádiz interesado mas que nadie en
el monopolio de Ultramar,


Sin tardanza reclamó este conLra una providencia en su
10




146
concepto injustísima y en verdad muy informal y temprn-
na. La Regencia ignoraba ó fingió ignorar la puhlicacion de
la mencionada órdcn ; y en virtud de exámen qlll~ mandó
hacer, resultó que sobre un permiso limitado al renglon
de harinas y al solo puerto de la Habana, había la secreta-
ría de Hacienda de Indias extendido por sí la concesion á
los demas frutos y mercaderías procedentes del extranjero
y en favor de todas las costas de la América. ¿ Quién no
creyera que al descubrirse falsía tan inaudita, abuso de con-
fianza tan criminal y de resultas tan graves, no se hubiese
hecho un escarmiento que arredrase en lo porvenir á los
fabricadores de mentidas providencias del gobierno? For-
móse causa; mas causa al uso de España en tales materias,
encargando á un ministro del Consejo supremo de España
é Indias que procediese á la averiguacion del autor ó auto-
res de la supuesta órden.


Se arrestó en su casa al marqués de las Hormazas, minis-
tro de Hacienda, prendiese tambien al oficial mayor de la
misma secretaría en lo relativo á Indias don Manuel Albuer-
ne y á algunos otros que resultaban complicados. El asun-
to prosiguió pausadamente, y despues de muchas idas y
venidas l empeños, solicitaciones, todos quedaron quitos.
Hormazas habia firmado á ciegas la órden sin leerla, y co-
mo si se tratase de un negocio sencillo. El verdadero cul-
pado era Albuerne de acuerdo con el agente de la Habana
don Claudia María Pinillos, y don Esteban Fernandez de
Lean, siendo sostenedor secreto de la medida segun voz
pública uno de los regentes. Tal descuido en unos, delito
en otros, é impunidad ilimitada para todos, probaban mas
y mas la necesidad urgente de purgar á España de la rnale-
za espesa que habían ahijado en su gobierno, de Godoy
acá, los patrocinadores de la corrupción mas descarada.


La Regencia por su parte revocó la real órden , y mandó




147
recoger los ejemplares impresos. Pero el tiro había ya par-
tido, y fácil es adivinar el mal efecto que produciria, sugi-
riendo á los amigos de las alteracioues de América llueva
y fundada alegacion para proseguir en su comenzado in-
tento.


Supo la Regencia el 4 de julio las revueltas de Caracas,
y al concluirse agosto las de Buenos-Aires. Apesadumbrá-
ronla noticias para ella tan impensadas y para la causa de
Bspaña tan funestas , mas vivió algun tiempo con la espe-
ranza de que cesarian los disturbios, luego que allá corrie-
se no haber la península rendido aun su cerviz al invasor
extranjero. j Vana ilusiou !\lzamientos rle esta clase Ó Sl~
ahogan al nacer, Ó se agrandan con rapidez. La Regencia
indecisa y sin mayores medios, consultó al Consejo no to-
mando (h~ pronto resolución que pareciera eficaz.


Aquel cuerpo opinó que se enviase f¡ Ultramar nn sugeto
condecorado y digno, asistido de algunos buques de guer-
ra y COIl órdenes para reunir las tropas de Puerto-Bien,
Cuba y Cartagena, previniéndole que solo emplease el me-
dio de la fuerza cuando los de III persuasion no bastasen.
La Regencia se conformó 1'11 un todo con el dictamen del
Consejo, y nombró por comisionado revestido de facultades
omnímodas á don Antonio Cortavarría, individuo del Con-
sejo real , magistrado respetable por su pureza. pero ancia-
no y sin el menor conocimiento de lo que era la América.
Figurábase el gobierno español equivocadamente que no
eran pasados los dias de los l\'Iendozas y los Gaseas, y que
á la vista del enviado peninsular se allanarían los obstácu-
los y se remausarian los tumultos populares. Llevaba Cor-
tavarria instrucciones qlJ(~ no soja se extendiau á Venezue-
la, sino que tamhien abrazaban las islas, Santa Fé y aun la
Nueva-España , debiendo obrar con él mancomunadamente
el gobernador de Maracaybo don Fernando lUiyares, electo


Nómbrase
,¡ Cortavarrla


para ir
á Caracas.




148
capitán general de Caracas , en recorn peusa de su buen
proceder.


JefesYJl.equeiia Respecto de Buenos-Aires ya antes de saberse el levan-
expedícton • , do la Beaenci I did 1enviada al río de tamiento había toma. o a Begencia a guuas me I as ( e pre-
de la Plata.


eaucion , advertida de tratos que la infanta doña Carlota
traía allí desde el Brasil; y como Montevideo era el punto
mas á propósito para realizar cualquiera proyecto que di-
cha señora tuviese entre manos, se habia nombrado para
prevenir toda tentativa por gobernador de aquella plaza á
don Gaspar de Vigodet, militar de confianza.


Th'Ias después que la Regencia recibió la nueva de la con-
mocion de Buenos-Aires no limitó á eso sus providencias,
siuo que tambien resolvió enviar de virey de las provincias
del rio de la Plata á don Francisco Javier de Elío acompa-
ñado de 500 hombres, de una fragata de guerra y de uua
urca, con órden de partir de Alicante, y de ocultar el ob-
jeto del viaje hasta pasadas las islas Canarias. Se le reco-
mendó asimismo lo que á Cortavarría en cuanto á que no
emplease la fuerza antes de haber tentado todos los medios
de conciliacion.


He aquí lo que por mayor se sabia en Europa de las tur-
bulencias de América, y lo que para cortarlas había resuelto


Ocúpnnse la Regencia al tiempo de instalarse las Cortes. Hallándose
las eórtes en


la materia. en el seno de estas diputados naturales de Ultramar, concí-
bese fácilmente que no dejarían huelgo á 811S compañeros
antes de conseguir que se ocupasen en tan graves cuestio-
nes. Las propuestas fueron muchas y varias, y ya el 25 de
setiembre tratándose de expedir el decreto del ~4, expuso
la diputacion americana que al mismo tiempo que se remi-
tiese aquel á Indias, era necesario hablar á sus habitantes de
la igualdad de derechos que tenían con los de Europa, de
la extension de la rcpresentacion nacional como parte in-
tegrante de la monarquía, y conceder una amnistía Ú olvi-




149
doabsoluto por los extravíos ocurridos en las desavenencias
de algunos de aquellos paises. La discusion comenzó á en-
cresparse, y d(IU José 1'1ejía, suplente por Santa Fé de Bo-
gota, y americano de nacirniento,. fuese prudencia, fuese
temor de que resonasen en Ultramar las palabras que se
pronunciaban en las Córtes; palabras qne pudieran ser fu-
nestas á los independientes, apoyados todavía enterrene
poco firme, pidió que se ventilase el asunto en secreto.
Accedió el Congreso á los deseos de aquel señor diputado,
si bien por incidencia se tocaron á veces en público en las
primeras sesiones algunos de los muchos puntos que ofre-
eia materia tan espinosa.


Después de reñidos debates aprobaron las Cortes los ter- Decreto
• de f5 de octubre.


mmos de un decreto * que se promulgó con fecha de 15 de (' Ap.n. 7.)
octubre, en el que aparecieron como esenciales bases:
1.0 la igualdad de derechos ya sancionada: 2.0 una anmis-
tía general sin límite alguno.


En pos de esta resolución vinieron á manera de secuela
otras declaraciones y concesioues muy favorables á la Amé-
rica, de las que mencionarémos las mas principales en el
curso de esta Historia. Por ellas se verá cuánto trabajaron
las Córtes para granjearse el ánimo de aquellos habitantes,
y acallar los motivos que hubiera de justa queja, debien-
do haber finalizado las turbulencias, si el fuego de un vol-
ean de extenso cráter pudiera apagarse por la mano del
hombre.


La víspera de la promulgacion del decreto sobre Améri- D1scuslon sobre
la libertad


ca entablóse en público la discusion de la libertad de la im- de la imprenta.
prenta. Don Agustín de Argüelles era quien primero la ha-
biaprovocado , indicando en la sesion de la tarde del 2.7 de
setiembre la necesidad de ocuparse á la mayor brevedad en
materia tan grave, Sostuvo su dictamen don Evaristo Perez
de Castro, y aun insistió en que desde luego se formase




150
para ello una eornision , cuya propuesta aprobaron las CÓI'-
tes inmediatamente sin obtáculo alguno.


Dedicóse con' aplicacion continua á su trabajo la curni-
sion nombrada, y el 14 de octubre l cumpleaños del r(~y
Fernando VII. leyó el informe en que habian convenido
los individuos de ella; casual coincidencia ó modo nuevo
de celebrar el natalicio de un príncipe l cuyo horóscopo
vióse despues no cuadraba con el festejo. Al dia siguiente
se trabó la discusion , una de las mas brillantes que hubo
en las Córtes , y de la que reportaron estas fama exelareci-
da. Lástima ha sido que no se hayan conservado enteros los
discursos allí pronunciados, pues todavía 110 se publicaban
de oficio las sesiones. segun comenzó á usarse en el pro-
medio de diciembre, habiéndose desde entonces establecido
taquígrafos qne siguiesen literalmente la palabra del orador.
Sin embargo algunos curiosos, y entre ellos ingleses, to-
maron nota bastante exacta de las discusiones mas princi-
pales l yeso nos habilita para dar una ruzou algo circuns-
tanciada de lo que ocurrió en aquella ocasiono


Antes de reunirse las Córtes , la libertad de la imprenta
apenas contaba otros enemigos sino algunos de los que go-
bernaban; mas después qr1e el Congreso mostró querer pro-
seguir su marcha con hoz reformadora, despertóse el re-
celo de las clases y personas interesadas en los abusos, que
empezaron á mirar con esquivez medida tan deseada. No
pareciéndoles no obstante discreto impugnarla de frente,
idearon los que pertenecieron á aquel número y estaban
dentro de las Córtes, pedir que se suspediese la deliberaciou,


Escogieron para hacer la propuesta al diputado que entre
los suyos juzgaron mas atrevido. á don Joaquín Tenreiro,
quien después de haber el dia 14 procurado infructuosa-
mente diferir la lectura del iuforme de la comision • persis-
tió el 15 en su IHOI)Ósito de qlle St~ dejase para mas adelante




1.11
la discusion , alegando que se deberla pedir COH antelacion
el parecer de ciertas corporaciones, en especial el de las
eclesiásticas, y sobre todo aguardar la llegada de diputados
próximos á aportar de las costas de levante. Manifestó su
opinion el señor Tenreiro acaloradamente, y excitó la ré-
plica de varios señores diputados , que demostraron haber
seguido el expediente no solo los trámites de costumbre,
sino que tambien viniendo ya instruido desde el tiempo de
la Junta central, habia recibido con el mayor detenimiento
la dilucidacion necesaria. Reprodujo no obstante sus argu-
mentos el señor Tenreiro, pero no por eso pudo estorbar
que empezasl~ de lleno la discusion , El señor Argiielles rué
de los primeros que entrando en materia hizo palpables Jos
bienes que resultan de la libertad de la imprenta. « Cuan-
II tos couocirnientos , dijo, se han extendido por Europa
,) han nacido de esta iihertad , y las naciones se han elevado
1) á proporeion que ha sido mas perfecta. Las otras, obs-
/) curecidas por la ignorancia y encadenadas por el despo-
» tismo , se han sumergido eu la proporcion contraria. Es-
') paila, siento decirlo, se halla entre las últimas: fijemos
1) la vista en los postreros veinte años, en ese período hen-
» chido de acontecimientos mas extraordinarios que cuantos
II presentan los anteriores siglos , y en él podremos ver los
1) portentosos efectos de esa arma, á cuyo poder cási siem-
)) pre ha cedido el de la espada. Por su influjo vimos caer
II de las manos de la nacion francesa las cadenas que la ha-
» bian tenido esclavizada. Una faccion sanguinaria vino á
II inutilizar tan grande medida, y la nación francesa ó mas
)) bien su gobierno empezó á obrar en oposición á los prin-
II cipios que proclamaba..... El despotismo fné el fruto que
» recogió..... Hubiera habido en España una arreglada li-
II bertad de imprenta, y nuestra nacion no hubiera ignorado
II cuál fuese la situacion política de la Francia al celebrarse




152
) el vergonzoso tratado de Basilea. El gobierno español,
) dirigido por un favorito corrompido y estúpido, incapaz
)) era de conocer los verdaderos intereses del estado. Aban-
)) douése ciegamente y sin tino á cuantos gobiernos tuvo la
) Francia, y desde la couvencion hasta el imperio segui-
)) mos todas las vicisitudes de su revolucion, siempre en la
» mas estrecha alianza, cuando llegó el momento desgra-
) ciado en que vimos tornadas nuestras plazas fuertes, y el
) ejército del pérfido invasor en el eorazou de! reino. Hasta
» entonces á nadie le fué lícito hablar del gobierno francés
)) con menos sumisiou que del nuestro; y no admirar á
» Bonaparte Iué de los mas graves delitos. En aquellos días
J) miserables se echaron las semillas, euyos amargos frutos
) estamos cogiendo ahora. Extendamos la vista por el mun-
» do: Inglaterra es la sola naciou que hallaremos libre de
)) tal mengua. ¡,Y á quien lo debe? I\j ucho hizo en ella la
» energía de su gobierno, pero mas hizo la libertad de la
»-:mprenta. Por su medio pudieron los hombres honrados
» difundir el antídoto con mas presteza que el gobierno
» fraucés su veneno. La instruccion que por la via de la
) imprenta logr() aquel pueblo, fué lo qUIl lo hizo ver el
)) peligro y saber evitarlo ..... »


El señor Morros, diputado eclesiástico, sostuvo con fuer-
za « ser la libertad de la imprenta opuesta :í la religion ca-
» tolica , apostólica, romana, y ser por tanto detestable
) institucion.» Aiiadió: « quc segun lo prevenido en mu-
) chos cánones ninguna obra podia publicarse sin la licen-
) cia de un obispo o concilio, y que todo lo que se deter-
» minase en contra, seria atacar directamente la religion..


Aquí notará cllector que desesperanzados los enemigos
de la Iibertad de la imprenta de impedir los debatcs, trata-
taron ya de impugnarla sin disfraz alguno y fundamental-
mente.




155
Fácil íué al señor l\lejía rebatir el dictamen del señor


]}1orros, advirtiendo (( que la libertad de que se trataba, li-
)} rnitáhase á la parte política y eu nada se rozaba con la
)} religión ni la potestad de la iglesia..... Observó tambien
» la diferencia de tiempos y la errada aplicacion que había
» hecho el señor Morros de sus textos, los cuales por la
» mayor parte se rclerian á una edad en que todavía no es-
)} taba descubierta la imprenta ..... J} Ycontinuando después
dicho señor l\lejía en desentrañar con sutileza y proíundi-
dad toda la parte eclesiástica, en que, auuque seglar, era
muy versado, terminó diciendo: (( que en las naciones en
J) donde IlO se permitia la libertad de imprenta, el arte de
u imprimir hahia sido perjudicial, porque babia quitado la
» libertad primitiva que existía de escribir y copiar libros
)) sin particulares trahas , y que si bien entonces no se es-
)) pareian las luces con tanta rapidez y extension , á lo file-
)) 1l0S eran libres. Y mas vale un pedazo de pan comido
» en libertad, que UIl convite real con una espada que cuelo
» ga sobre la cabeza, pendiente del hilo de un capricho. )}


El señor Ilodriguez de la Bárcena, bien que eclesiástico
corno el señor Morros, no recargó tanto en punto á la reli-
gion, pero con maüa trazó una pintura sombría (( de los
» males de la libertad de la imprenta en una uacion no acos-
)) tumbrada á ella, se hizo cargo de las calumnias que di-
)) fundía, de la desunion en las familias, de la desobediencia
» á las leyes y otros muchos estragos, de los que resultan-
» do un clamor geueral, tendría al cabo que suprimirse
u una facultad preciosa, que coartada con prudencia era
) fácil conservar. Yo, continuó el orador, amo la libertad
» de la imprenta, pero la amo con jueces que sepau de an-
» temano separar la cizaña de con el grano. Nada aventura
)} la imprenta con la censura previa en las materias cieutí-
) fieas, que son en las que mas importa ejercitarse, y usa-




154
J) da dicha censura discretamente , existirá en realidad con
.) ella mayor libertad que si no la hubiera, y se evitarán
)) escándalos y la aplicacion de las penas on que incurrirán
» los escritores que se desliceu , siendo para el legislador
» mas hermoso representar el papel de prevenir los delitos
J) que el de castigarlos. »


Replicó á este orador rlon Juan Nicasio Gallego que,
aunque revestido igualmente de los hábitos clericales, des-
collaba en el saber político, si bien !lO tanto como en el
arte divino de los Herreras y Leones. « Si hay en el muu-
) do, dijo, absurdo en este genero, eslo el lb asentar, co-
J) como la hecho el preopinante, que la libertad tie la irn-
)) prenta podía existir bajo una prévia censura. libertad es
» el derecho que todo hombre tiene de hacer lo que le pa-
)) rezca , 110 siendo contra las leyes divinas y humauus. Es.
)) ciaoitud por el contrario existe donde quiera que los
)) hombres estan sujetos sin remedio á los caprichos de
» otros, ya se pongan ó no inmediatamente en prácticn.
)) ¿Cómo puede, segun eso, ser la imprenta libre, quedan-
) do dependiente del capricho, las pasiones ó la corrupcion
J) de uno ó mas individuos? l.Y por qué tanto rigor y pre-
» cauciones para la imprenta, cuando ninguna legislacion
» las emplea eu los demas casos de la villa y en acciones de
» los hombres no menos expuestas al ahuso ? Cualquiera es
J) libre de proveerse de una espada, ¿y dirá nadie por eso
)) que se le -Iehen atar las manos no sea que corneta UlI
J) homicidio? Puedo en verdad salir á la calle y robar á IIn
» hombre, mas ninguno llevado (le tal miedo aconsejará
» que se me encierre en mi casa. A todos nos deja la ley
» libre el albedrío, pero pOI" horror natural á los delitos,
J) y porque todos sabemos las penas que estau impuestas
)) á los erimiualcs, tratamos cada cual de "O cometerlos... ))


Hablaron en seguida otros diputados en favor de la cues-




155
tiou , tales como los señores Lujan , Perez de Castro y Oli-
veros. El primero expresó: [( que los dos encargos particu-
)) lares que le había hecho su provincia (la de Extremadura)
» habian sido que fuesen públicas las sesiones de las Cór-
J) tes y que se concediese la libertad de la imprenta. )) Puso
el último su particular cuidado en demostrar que aquella
libertad « no solo no era contraria á la religion, sino que
» era compatible con el amor mas puro hacia sus dogmas
» y doctrinas..... Nosotros (continuó tan respetable eclr-
Jl siástico ) queremos dar alas á los sentimientos honra-
» dos y cerrar las puertas á los malignos. La religion san-
» ta de los Crisóstomos y de los Isidoros , no se recata de
» la libre discusion , temen esta los que desean convertir
» aquella en provecho propio. j Qué de horrores y escán-
» dalos no "irnos en tiempo de Godoy! ¡Cuánta irreligio-
)) sidad 110 ,e esparció! y ¿ habia libertad de imprenta?
» Si la hubiera habido dej:íranse de cometer tantos excesos
» con el miedo de la censura pública, y no se hubieran
J) perpetrado delitos, sumidos ahora en la impunidad del
» silencio. ¡.Ciertos obispos hubieran osado manchar los
» púlpitos de la religiou , predicando los triunfos del poder
JI arbitrario, y por decirlo así, los del ateismo ? ¿Hubieran
JI contribuido :'1 la destruccion de su patria y á la tibieza de
» la fé , incensando impíamente al ídolo de Baal , al mal-
) aventurado valido ?..... »


Contados fueron los diputados que después impugnaron
la libertad de la imprenta, y aun de ellos el mayor núme-
ro antes provocó dudas qne expresó una opinion opuesta
bien asentada. Los señores J\lorales Gallego y don Jaime
Creux fueron quienes con mayor vigor esforzaron los ar-
gumentos en contra de la cuestiono Dirigióse 1'1 principal
conato de ambos á manifestar « la suelta que iha á darse á
» las pasiones y personalidades, y el riesgo que corria la




156
) pnrcza de la fé, siendo de dificultoso deslinde eu muchos
» casos el término de las potestades política y eclesiástica. ))
El señor Argüelles rechazó de nuevo muchas de las objecio
nes , pero quien entre los postreros de los oradores habló de
un modo luminoso, persuasivo y profundo fué el diguisi-
mo don Diego ¡Huüoz Torrero, cuya candorosa y venerable
presencia, repetimos, aumentaba peso á la ya irresistible
fuerza de su raciocinación. « La materia que tratamos, di
» jo, tieue , segun la miro, dos partes, la una de justicia,
» la otra de necesidad. La justicia es el principio vital de
» la sociedad civil, é hija de la justicia es la libertad de la
» imprenta..... El derecho de traer á exámen las acciones
» del gobierno, es un derecho imprescriptible, que ningu-
» na nacion puede ceder sin dejar de ser naciun. ¿Qué hi-
)) hicimos nostros en el memorable decreto de 24 de se-
)) tiembre? Declaramos los decretos de Bayona ilegales y
» nulos. Y ¿por qué? Porque el acto de renuncia se había
» hecho sin el consentimieuto de la nacion. ¿ A quién ha
» encomendado ahora esa uacion su causa? Á nosotros,
» nosotros somos sus represen tantes , y segun nuestros
» usos y antiguas leyes fundamentales, muy pocos pasos
)} pudiéramos dar sin la aprohaciou de nuestros coustitu-
j) yentes. J\'Ias cuando el pueblo puso el poder en nuestras
» mauos , ¿se privó por eso del derecho de examinar y cri-
) ticar nuestras acciones? ¿ Por qué decretamos en 24 de
)) setiembre la responsabilidad de la potestad ejecutiva, res-
» ponsabilidad que cabrá solo :í los ministros cuando el rey
») se halle entre nosotros? ¿ Por qué nos aseguramos la fa-
» eultad de inspeccionar sus acciones? Porque poníamos
» poder en manos de hombres, y los hombres abusan fácil-
)) mente de él si no tienen freno alguno que les contenga,
» y no hahia para la potestad ejecutiva freno mas inrnedia-
) lo que el de las Cortes. l'fati, ¿somos por acaso infalibles?




157
)) ¿ Puede el pueblo que apenas nos ha visto reunidos poner
» tanta coufianza en nosotros que abandone toda precau-
» cion? No tiene el pueblo el mismo derecho respecto de
» nosotros que nosotros respecto de la potestad ejecutiva
)) en cuanto á inspeccionar nuestro modo de pensar y cen-
lJ surarlo?..... Y (,1 pueblo ¿qué medio tiene para esto? No
lJ tiene otro sino el de la imprenta; pues no supongo que
» los contrarios á mi opinion le den la facultad de insurrec-
lJ ciouarse , derecho el mas terrible y peligroso que pueda
» ejercer una uacion, Y si no se le concede al pueblo un
» medio legal y oportuno para reclamar contra nosotros,
1) ¿qué le importa que le tiranice uno, cinco; veinte ó cien-
Il to ?..... El pueblo español ha detestado siempre las guer-
» ras civiles, pero quizá tendría desgraciadamente que ve-
» nir á ellas. El modo de evitarlo es permitir la solemne
» manifestaoion de la opinion pública. Todavía ignoramos
lJ el poder inmenso de una nacion para obligar á los que
» gobiernan á ser justos. Empero prívese al pueblo de la
» libertad de hablar y escribir, ¿cómo ha de manifestar su
» opinion? Si yo dijese á mis poderdantes de Extremadura
» que se establecía la prévia censura de la imprenta, ¿ qué
» me dirian al ver que para exponer sus opiniones tenian
» que recurrir á pedir licencia? ..... Es, pues, uno de los
» derechos del hombre en las sociedades modernas el go-
» zar de la libertad de la imprenta, sistema tan sabio en
» la teórica, como confirmado por la experiencia . Véase
» Inglaterra: á la imprenta libre Jebe principalmente la
» conservaciou de su libertad política y civil, su prosperi-
» dad. Inglaterra por tanto hn protegido la imprenta, pero
» la imprenta ('11 pago ha conservarlo la Inglaterra. Si la
n medida de que hablamos es justa en sí y conveniente, no
JI es menos necesaria en el día de hoy. Empezamos una
» carrera llueva, tenernos que lidiar con un enemigo po-




158
» deroso , y fuerza nos es recurrir á to-los los medios que
» afiancen nuestra libertad y destruyan los artificios y ma-
l) ñas del enemigo. Para ello indispensable parece reunir
» los esfuerzos todos de la nación, é imposible seria no con-
) centrando su energía en una opinion unánime, espontá-
» nea é ilustrada, á lo que contribuirá muy mucho la li-
» bertad de la imprenta, y en lo que estan interesados no
" menos los derechos del pueblo, qne Jos del monarca .....
» La libertad sin la imprenta libre aunqul' sea el sueño del
) hombre honrado, será siempre un sueño..... La diferencia
» entre mí y mis contrarios consiste en que ellos conciben
» que los males de la libertad son como un millon y los
» bienes como veinte; yo, por lo opuesto, creo que los
» males son como veinte y los bienes como un millón, To-
» dos han declamado contra sus peligros. Si yo hubiera de
J) reconocer ahora los males que trae consigo la sociedad,
J) los furores de la arnbicion , los horrores de la guerra, la
» desolacion de los hombres y la devastacion de las pestes,
) llenaría de pavor á los circunstantes. l\Jas por horrible
» que fuese esta pintura, ¿se podrían olvidar los bienes de la
» sociedad civil, á punto de decretar su destruccion? AqUÍ
» estamos, hombres falibles, con toda la mezcla de bue-
» no y malo que es propia de la humanidad, y solo por
» la comparacion de ventajas é inconvenientes podernos
» decidirnos en las cuestiones..... Un prelado de España,
» y lo que es mas, inquisidor general, quiso traducir la
J) Biblia al castellano. ¿, Qué torrente de invectivas no se
1) desaló contra?..... ¿Cuál rué su respuesta? Yo no niego
» que tiene inconvenientes, ¿ pero es útil pesados unos con
j) otros? En el mismo caso estamos. Si el prelado hubiera
» conseguido su intento, á él deberiamos el bien, el mal á
) nuestra naturaleza. Por fin, creo que haríamos traicion
J) á Jos deseos del pueblo, y que dariamos armas al gobier-




159
jj no arbitrario que hemos empezado á derrihar , si no dl~­
j) cretásernos la libertad de la imprenta ..... La prévia cen-
» sura es el último asidero de la tiranía que nos ha hecho
J) gemir por siglos. El voto de las Córtes va á desarraigar
) esta, Ó á confirmarla para siempre. »


Son pálido y apagado bosquejo de la discusión los breves
extractos que de ella hacemos y nos han quedado, Rauda-
les de luz salieron de las diversas opiniones expuestas con
gravedad y circunspeccion. Para darles el valor que [11('\'('-
cen conviene hacer cuenta de lo que hahia sido antes Es-
paila y de 10 que ahora aparecía: rompiendo de repente la
mordaza que estrechamente y largo tiempo había compri-
mido, atormentándolos, sus hermosos y delicados labios.


La discusión grul'ral duró desde el 15 hasta el 19 de
octubre, en cuyo dia se aprobó el primer artículo del pro-
yecto de ley concebido en estos términos. « Todos los cuer-
)) pos y personas particulares, de cualquiera condicion y
J) estado que sean, tienen libertad de escribir, imprimir y
)) publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, re-
) vision y aprobacion alguna anteriores á la publicacion
) bajo las restricciones y responsabilidades que se expre-
)) sarán en el presente decreto. J) Votóse el artículo por
70 votos contra 52, Y aun de estos hubo 9 que especifica-
ron que solo por entonces le desechaban.


Claro era que pasarían despues sin particular tropiezo
los demás artículos explicativos por lo general del prime-
ro. La discusión sin embargo no finalizó enteramente has-
ta el S de noviembre, interpuestos á veces otros asuntos.


El reglamento contenía en todo 20 artículos, tras del
primero venían los que señalaban los delitos y determina-
ban las penas, y tambien el modo y trámites que habían
de seguirse en el juicio. Tacháronle algunos de defectuoso
en esta parte y de 110 definir bien los diversos casos. Pero


Reglamento
pur el que


se concedia la
libertad


de la imprenta.




Su oxámcn,


Incidentes(le la díscustcn.


160
pendiendo los límites entre la libertad y el abuso, d~ re-
reglas indeterminadas y variables, problema es de dificul-
tosa resolucion conceder lo uno y vedar debidamente lo
otro. La libertad gana en que las leyes sobre esta materia
peqnen mas bien por lo indefinido y vago que por ser so-
bradamente circunstanciadas; el tiempo y el huen sentido
de las naciones acaban pOI' corregir abusos y desvíos que
no le es dado impedir al mas atento legislador.


Chocó á muchos, particularmente en el extranjero, que la
libertad de la imprenta decretada por las Córtes se ciñe-
se á la parte política, y que aun por un artículo expreso
(el 6°) se previniese, que (( todos los escritos sobre mate-
» rias de religion quedaban sujetos á la previa censura de
) los ordinarios eclesiásticos. » Pero los que así razonaban,
desconocían el estado anterior de España, y en vez de con-
denar debieran mas bien haber alabado el tino y la sensa-
tez con que las Córtes procedian. La inquisicion hahia
pesado durante tres siglos sobre la nacion , y era ya cami-
nar á la tolerancia, desde el momento en que se arrancaba
la censura de las numos de aquel tribunal para depositarla
en solo las de losobispos, de los que si unos eran fanáticos,
habia otros tolerantes y sahios. Ademas quitadas las trabas
para lo político, ¿ quién iba á deslindar en muchedurnhre
de casos los términos que dividían la potestad eclesiástica
de la secular? El artículo tampoco extendía la prohibicion
mas allá del dogma y de la moral, dejando á la libre dis-
cnsion cuanto temporalmente interesaba á los pueblos.


El señor J\lejía , no obstante eso, y del conocimento que
tenia de la nación y de las Cortes, se aventuró á proponer
que se ampliase la libertad de la imprenta á las obras re-
ligiosas: imprudencia que hubiera podido comprometer la
suerte de toda la ley, si :l tiempo no hubiera cortado la
discusión el señor Muñoz Torrero.




TOJ\[. 1I1.


161
Por el contrario al cerrarse los debates rlun Francisco


l\'laria lliesco, diputado pOI' la junta de Extremadura é iu-
quisidor del tribunal de Llerena , pidió que en el decreto
se hiciese mencion honorífica y especial del santo oficio; á
lo que no hubo lugar, mostrando así de nuevo las Cortes
cuán discretamente evitaban viciosos extremos. Libertad de
la imprenta y santo oficio nunca correrán á las parejas, y
la publicaciou aprobati va de ambos establecimientos en una
misma y sola ley, huhiérala graduado el mundo de mons-
truoso engendro.


No se admitió el jurado en los juicios de imprenta, aun- Lo que se adopta
que algunos lo deseaban, no pareciendo todavía ser aquel los j~~~i~S en


, • .. lugar
oportuno momento. Pero a fin de no dejar la nueva mstr- del jurado.
tucion en poder solo de los togados desafectos á ella, de-
cídióse por lino de los artículos, que las Cortes nombrasen
una junta suprema, dicha de censura, que residiese cerca
del gobierno formada de 9 individuos, y otra semejante de
.5 á propuesta de la misma para las capitales de provincia.
En la primera habia de haber ¡) eclesiásticos y 2 en cada
una de las otras. Tocaba á estas juntas examinar los impre-
sos denunciados , y calificar si se estaba ó no en el caso de
proceder contra ellos y sus autores, editoresé impresores,
responsables á su vez y respectivamente. Los individuos de
la junta eran en realidad los jueces del hecho, quedando
despues á los tribunales la aplicacion de las penas.


El nombre de junta de censura engañó á varios entre los
extranjeros, creyendo que se trataba de censura preventi-
va y no de una calificacion hecha posteriormente a la im-
presion , puhlicacion y circulacion de los escritos, y 8010
en virtud de acusacion formal. Tambien disgustó, aun en
España, que entrase en la junta un número determinado
de eclesiásticos, pues los mas hubieran preferido que se
dejase al arbitrio de las Cortes. Sin embargo los.altamente


11




Prornúlgase
1:1 libertad de la


imprenta.
(. Al'. n. 8.)


Parürlos
en las Cértes.


162
entendidos columbraron que semejante providencia tiraba
á acallar la voz del clero, muy poderosa entonces, y á im-
pedir sagazmente que acabase aquel cuerpo por tener en
las juntas decidida mayoría.


La práctica hizo ver que el plan de las Córtes estaba
bien combinado, y que la libertad de la imprenta existe
así que cesa la prévia censura, sierpe que la ahoga al tiem-
po mismo de recibir el ser.


En ~ de noviembre eligieron las Córtes la mencionada
junta suprema, y el 10 promulgóse el -/< decreto de la li-
bertad de la imprenta, de cuyo beneficio empezaron inme-
diatamente á gozar los españoles, publicando todo género
de obras y periódicos con el mayor ensanche y sin restric-
cion alguna para todas las opiniones.


Durante esta discusiou y la anterior sobre América, ma-
nifestáronse abiertamente los partidos que encerraban las
Córtes, los cuales como en todo cuerpo deliherativo prin-
cipalmente se dividian en amigos de las reformas, y en los
que les eran opuestos. El público insensiblemente distin-
guió con el apellido de liberales á los que pertenecían al
primero de los dos partidos, quizá porque empleaban á me-
nudo en sus discursos la frase de principios ó ideas Libera-
les, y de las cosas, segun acontece, pasó el nombre á las
personas. Tardó mas tiempo el partido contrario en reci-
bir especial epíteto, hasta que al fin un 1 autor de despe-
jado ingenio calificóle con el de servil.


Existia aun en las Córtes un tercer partido de vacilante
conducta, y que inclinaba la balanza de las resoluciones al
lado adonde se arrimaba. Era este el de los americanos:


t Don Eugenio Tapia en una composicion poética bastante notable,
y separando maliciosamente con una rayita dicha palabra, escribióla
de este modo: Ser-vito




165
unido por lo común COII los hberales , desamparáhalos en
algunas cuestioues de Ultramar, y siempre que se queria
dar vigor y fuerza al gobierno peninsular.


A la cabeza de los liberales campeaba I don Agustin de
Argüelles, brillante en la elocuencia, en la expresion nu-
meroso , de ajustado lenguaje cuando se animaba, felicísi-
mo y fecundo en extemporáneos debates, de conocimientos
varios y profundos, particularmente en lo político, y con
muchas nociones de las leyes y gobiernos extranjeros. Lo
suelto y noble de su accion nada afectada, lo elevado de
su estatura, la viveza de su mirar, daban realce á las otras
prendas que ya le adornaban. Señaléronse junto con el en
las discusiones y eran de su bando , entre los seglares don
Manuel García Herreros, don José María Calatrava, don
Antonio Porcel y don Isidoro Antillon , afamado geógrafo;
Jos dos postreros entraron en las Córtes ya muy avanzado
el tiempo de sus sesiones. Tambien el autor de esta Histo-
ria tomó con frecuencia parte activa en los debates, si bien
no ocupó su asiento hasta el marzo de 1811, Ytodavía tan
mozo, que tuvieron las Córtes que dispensarle la edad.


Entre los eclesiásticos del mismo partido adquirieron
justo renombre don Diego Muñoz Torrero, cuyo retrato
queda trazado, don Antonio Oliveros, don Juan Nieasio
Gallego, don José Espiga y don Joaquin de Villanueva,
quien en un principio incierto, al parecer, en sus opinio-


1 La pintnra de varios sugetos trazada aquí, y la de otros en otras
partes, hiciéronse á la verdad segun ellos se mostraban entonces. Sí
la de algunos no pareciese ahora tan semejante, acháquese la diferen-
cia á las alteraciones que los años traen consigo y á los vaivenes de la
Iortuna. Toca advertir el cambio, si lo huhiere , á los que escriban los
hechos sucesivos y posteriores; no á nosotros, que solo referimos los
de aquel tiempo, segun ocurrían y se presentaban, con verdadera é
histórica imparcialidad.




164
nes , afirmóse después y sirvió al liberalismo de fuerte pi-
lar con su vasta y exquisita erudicion.


Contábanse tambien en el número de los individuos de
este partido diputados que nunca Ó rara vez hablaron, y
que no por eso dejaban de ser varones muy distinguidos.
Era el mas notable don Fernando Navarro, vocal por la
dudad de Tortosa , que habiendo cursado en Francia en la
universidad de la Sorbona, y recorrido diversos reinos de
Europa y fuera de ella, poseía á fondo varias lenguas mo-
dernas , las orientales y las clásicas, y estaba familiarizado
con los diversos conocimientos humanos, siendo, en una
palabra, lo que vulgarmente llamamos un pozo de ciencia.
Venian tras del don Fernando los señores Ruiz Padron y
Serra , eclesiásticos venerables: de quienes el primero ha-
bia en otro tiempo trabado amistad en los Estados-Unidos
COII el célebre Frankhn.


Ayudaban asimismo sobremanera para el despacho de
los negocios y en las comisiones los señores Perez de Cas-
tro, Lujan , Caneja y don Pedro Aguirre, inteligente el úl-
timo en comercio y materias de Hacienda.


No menos sobresalían otros diputados en el partido des-
afecto á las reformas, ora por los conocimientos que les
asistían, ora por el uso que acostumbraban hacer de la pa-
labra, y ora, en fin , por la práctica y experiencia que te-
nian en los negocios. De los seglares merecerán siempre
entre ellos distinguido lugar don Francisco Gutierrez de la
Huerta, don José Pablo Valiente, don Francisco Borrull y
don Felipe Aner, si bien este se inclinó á veces hacía el
bando liberal. De los eclesiásticos que adhirieron á la mis-
ma opinion anti-reformadora deben con particularidad no-
tarse los señores don Jaime Creux, don Pedro Inguanzo y
don Alonso Cañedo. Conviene sin embargo advertir que
entre todos estos vocales) los dernas de su clase los babia




16:,
que coufesabau la necesidad dt, introducir mejoras en el
gobierno, y aun pocos eran los que se negaban á ciertas
mudanzas, dando dernasiadamente en ojos los desórdenes
que habían abrumado á España, para que á su remedio pu-
diese nadie oponerse del lodo.


Entre los americanos divisábanse igualmente diputados
sabios, elocuentes , y de lucido y ameno decir. Don J()S~
~\e,l\a e,ra su ~\"ffi\W c\\ud,\\o, hom\-",\', \',l\\e,l\dido, ffiWY '\\\'6-
trado, astuto, de extremada perspicacia, de sutil argumen-
tacion , y como nacido para abanderizar una parcialidad
que nunca obraba sino :í fuer de auxiliadora y al 50n de sus
peculiares intereses. La serenidad de .l\Tejía era tal, y tal el
predominio sobre sus palahras , que sin la menor aparente
perturbacíon sostenía á veces al rematar de un discurso lo
contrario de lo que había defendido al principiarle, dotado
para ello del mas flexible y acabado talento. Fuera de eso,
y aparte de las cuestiones políticas, varon estimable y de
honradas prendas, Seguíanle de los suyos entre los segla-
res, y le apoyaban en las deliberaciones , los señores Lei-
va, Morales Duarez, Feliú y Gutierrez de Teran. Y entre
los eclesiásticos los señores Alcocer, Arispe, Larrazabal,
Gordoa y Castillo: los dos últimos á cual mas digno,


Apenas puede afirmarse que hubiera entre los america-
nos diputado que ladease del todo al partido auti-reforma-
dor. Uníase á'él en ciertos casos, pero casi nunca en los de
innovaciones.


Este es el cuadro fiel que presen taban los diversos par-
tidos de las Córtes , y estos sus mas distinguidos corifeos
y diputados. Otros nombres también honrosos nos ocurri-
rán en adelante. Por lo demas en ningun paraje se cono-
cen tan bien los hombres, ni se coloca cada uno en S\1
legitimo lugar. como en las asambleas deliberativas: son
estas piedra de toque, á la que no resisten reputaciones mal




Remueven
las Cértes á los


Individuos
de la primera


Regencia.


166
adquiridas. En el choque de los debates se discierne pron-
to quién sobresale en iniaginaeion , quién en recto sentido,
y cuál en fin es la capacidad con que la naturaleza ha do-
tado respectivamente á cada individuo: la naturaleza, que
nunca se muestra tan generosa que prodigue á unos dones
perfectos intelectuales, ni tan misera que prive del todo á
otros de alguno de aquellos inapreciables bienes. En nues-
tro entender el mayor beneficio de los gobiernos represen-
tativos consiste en descubrir el mérito escondido, y en dar
á conocer el verdadero y peculiar saber de las personas, con
lo que los estados consiguen á lo último ser dirigidos, ya
que no siempre por la virtud, al menos por manos hábiles
y entendidas, paso agigantado para la felicidad y progreso
de las naciones. Hubiérase en España sacado de este campo
mies mas bien granada, si al tiempo de recogerla un ábre-
go abrasador no hubiese quemado cási toda la espiga.


Mientras que las Córtes andaban ocupadas en la dlscu-
sion de la libertad de imprenta, mudaron tambien las mis-
mas los individuos que componian el Consejo de Hegencia.
A ellas incumbía durante la ausencia del rey constituir la
potestad ejecutiva del modo que pareciera mas convenien-
te. De igual derecho habían usado las Córtes antiguas en
algunas minoridades; de igual podian usar las actuales,
mayormente ahora que el príncipe cautivo no había tomado
en ello providencia determinada. y que la Regencia elegida
por la central lo babia sido hasta tanto que las Córtcs ya
convocadas (e estableciesen un gobierno cimentado sobre el
» voto general de la nacion. »


Inasequible era que continuasen en el mando los indivi-
duos de dicha Regencia, ya se considerase lo ocurrido con
el obispo de Orense , y ya la mutua desconfianza que rei-
naba entre ella y las Córtes , nacida de las causas arriba
indicadas y de una providencia aun no referida que pa-




167
reció maliciosa, ó hija de liviano é inexcusable proceder.


Fué esta una órden al gobernador de la plaza de Cádiz y
al del Consejo real « para que se celase sobre los que ha-
» blasen mal de las Oértes.» Los diputados atribuyeron
esmero tan cuidadoso al objeto de malquistarlos con el pú-
blico , y al pernicioso designio de que la nación creyese
era el Congreso muy censurado en Cádiz, Las disculpas
que la Regencia dió , léjos de disminuir el cargo lo agrava-
ron; pues habiendo dado la órden reservadamente y en tér-
minos solapados, pudiera dudarse si aquella disposición
provenía de las Córtes ó de solo la potestad ejecutiva. Los
diputados anunciaron en público que miraban la orden co-
mo contraria á su propio decoro, aspirando únicamente á
merecer por su conducta la aprobacíon de sus conciudada-
nos, en prueba de lo cual se ocupaban en dar la libertad de
la imprenta para que se examinasen los procedimientos le-
gislativos del gobierno con amplia y segura franqueza.


Unido el incidente de esta órden á las causas anterior-
mente insinuadas y á otras menos principales, decidiérou-
se por fin las Córtes á remover la Regencia. Hiciéronlo no
obstante de un modo suave y el mas honorífico, admitien-
do la renuncia que de sus cargos hablan al principio hecho
los individuos del propio cuerpo.


Al reemplazarlos redujeron las Córtes á 5 el número
de 5, y el 28 de octubre pasaron los sucesores á prestar en
el salon el juramento. exigido, retirándose en consecuencia
de sus puestos los antiguos regentes. Había recaido la elec-
cion en el general de tierra don Joaquín Blake, en el jefe
de escuadra don Gabriel Ciscar, y en el capitán de fragata
don Pedro Agar: el último como americano en representa-
cion de las provincias de Ultramar. Pero de los tres nom-
brados hallándose los dos primeros ausentes en Murcia , y
no pareciendo conveniente que mientras llegaban gobema-


Causas de ello.


Nómbrase una
nueva


Regencia de 3
Individuos.


Suplentes,




1~8
se solo don Pedro Agar, eligieron las Cortes ~ suplentes
que ejerciesen interinamente el destino, y fueron el gene-
ral marqués del Palacio y don José María Puig, del Con-
sejo real.


Incidente Este y el señor Agar prestaron el juramento lisa y lla-del marqués del
Palacio. namenle, sin añadir observacion alguna. No así el del


Palacio, quien expresó «( juraba sin perjuicio de los jura-
» mentos de fidelidad que tenia prestados al señor don
» Fernando VII. » Dejase discurrir qué estruendo moveria
en las Cortes tan inesperada cortapisa. Quiso el marqués
explicarla; mas para ello mandósele pasar á la barandilla.
Allí, cuanto mas procuró exclarecer el sentido de sus pala-
bras, tanto mas se comprometió, perturbado su juicio y
confundido. Insistiendo sin embargo el marqués en su pro-
pósito, don Luis del Monte que presidia, hombre de con-
dicion fiera, al paso que atinado y de luces, impúsole res-
peto, y le ordenó que se retirase. Obedeció el marqués,
quedando arrestado por disposieion de las Córles en el
cuerpo de guardia.


Con lo ocurrido dióse solamente posesion de sus desti-
nos, el mismo dia ~8, á los señores Agar y Puig , quienes
desde luego se pusieron también las bandas amarillo-encar-
nadas, color del pabellon español, y distintivo ya antes
adoptado para los individuos de la Regencia. En el día in-
mediato nombraron las Córtes como regente interino en lu-
gar del marqués del Palacio al general marqués del Cas-
telar, grande de España. Los propietarios ausentes don
Joaquín Blake y don Gabriel Ciscar no ocuparon sus sillas
hasta el 8 de diciembre y el 4 del próximo enero.


Díscusíon En las Córtes enzarzóse gran debate sobre Jo que se ha-
que este motiva. • •.bia de hacer con el marques del Palacio, No se graduaba


su porfiado intento de imprudencia ó de meros escrúpulos
de una conciencia timorata, sino de premeditado plan de




169
los que hablan estimulado al obispo de Orense en su upo
sicion. Hizo el.acaso para aumentar la sospecha que tuvie-
se el marqués un hermano fraile, que, algun tanto entro-
metido, habia acompañado á dicho prelado en su viaje de
Galicia á Cádiz, motivo por el que mediaba entre ambos re-
lacion amistosa. Creemos sin embargo 'Iue el desliz del
marqués provino mas bien de la singularidad de su con-
dicion y de la de su mente, compuesto informe de instruc-
cion y preocupaciones, que de amaños y anteriores con-
ciertos.


Entre los diputados que se ensañaron contra el del Pa-
lacio, hubo algunos de los que comunmente votaban del
lado anti-liheral. Señalóse el señor Ros, ya antes severo
en el asunto del obispo de Orense, y el cual dijo en esta
ocasion « trátese al marqués del Palacio con rigor, forme-
) sele cansa, y que no sean sus jueces individuos del Con
» sejo real, porque este cuerpo me es sospechoso.


Al fin, despues de haber pasado el negocio á una comi-
sion de las Córtes, se arrestó al marqués en su casa, y la
Regencia nombró para juzgarle una junta de magistrados.
Duró la causa hasta febrero, en cuyo intermedio habién-
dose disculpado aquel, escrito un manifiesto, y mostrá-
dose muy arrepentido, logró desarmar á muchos, y en
particular á sus jueces, quienes no dieron otro fallo sino
( que el marqués estaba en la obligacion de volver á pre-
» sentarse en las Córtes , y de jurar en ellas lisa y llana-
» mente así para satisfacer á aquel cuerpo como á la nacion
» de cualquiera nota de desacato en qne hubiese incurri-
» do..... » En cumplimiento de esta decision pasó dicho Término


tIc este negocio.
marqués el 22 de marzo á prestar en las Córtes el juramen-
to que se le exigia , con lo que se terminó un negocio, solo
al parecer grave pOI' las circunstancias y tiempos en que
pasó, y quizá poco atendible en otros, corno todo lo que




170
se funda en explicaciones y conjeturas acerca del modo de
pensar de los individuos.


Ciertos Ahora, antes de proseguir en nuestra tarea, será bien
acontecimientos
d ocutrrildOS. que nos detengamos á echar una ojeada sobre varias medí-urau e a prr- J
mb~:v~eg~~i~~~Y das que tomó la última Regencia, y sobre acaecimientos


de los d t d . ..1 I hdiferente. rumos. que uran e Sil man o ocurrieron, y ne os qne no emos
aun hecho memoria.


En la parte diplomática cási se habían mantenido las
mismas relaciones. Limitábanse las mas importantes á las
de Inglaterra, cuya potencia había enviado en abril de mi-
nistro plenipotenciario á sir Enrique Wellesley, hermano
del marqués y de lord Wellington, Consistieron las nego-
ciaciones principales en lo que se referia á subsidios, no
habiéndose empeñado aun ninguna esencial acerca de las
revueltas que iban sobreviniendo en Ultramar. La Ingla-
terra, pronta siempre á suministrar á España armas, muni-
ciones y vestuario. escatimaba los socorros en dinero, y al
fin los suprimió cási del todo.


Viendo que cesaban los donativos de esta clase, pensóse
en efectuar empréstitos bajo la proteccion y garantía del
mismo gobierno inglés. La central había pedido uno de
50 millones de pesos que no se realizó: la Regencia al
principio otro de 10 millones de libras esterlinas que tuvo
igual suerte; mas como la razon dada para la negativa .-1('1
gabinete británico se fundó en que la suma era muy cuan-
tiosa, rebajóla la Regencia 3 ~ millones. No por eso fué es-
ta demanda en sus resultas mas afortunada que las anterio-


(' Ap. n. 9.) res, pues en agosto contestó el ministro * Wellesley, « que
» siendo grandísimos 108 subsidios qne habia prestado la
» Inglaterra á España en dinero, armas, municiones y ves-
» tuario , á fin de que la nacion británica, apurada ya de
)) medios, siguiese prestando á la española los muchos que
» todavía necesitaba para concluir la grande obra en que




171
II estaba empeñada, parecia justo que en recíproca corres-
II pendencia franquease su gobierno el comercio directo
» desde los puertos de Inglaterra con los dominios españo-
)) le.' de Indias bajo un derecho de 11 por 100 sobre factu-
II ra ; en el supuesto que esta libertad de comercio solo ten-
)) dria lugar basta la conclusion de la guerra empeñada
H entonces con la Francia. JI Don Eusebio de Bardají, mi-
nistro de Estado, respondió (mereciendo despues su répli-
ca la aprobacion del gobierno): 11que no podria este admi-
)) tir la propuesta sin concitar contra sí el odio de toda la
II nacion , á la que se privaria, accediendo á los deseos del
)) gobierno británico, del fruto de las posesiones ultrama-
J) rinas, dejándola gravada con el coste del empréstito que
J) se hacia para su protecciou y defensa.» Aquí quedaron
las negociaciones de esta especie, no yendo mas adelante
otras entabladas sobre subsidios.


Las Cortes con todo para estrechar los vínculos entre
ambas nacioues, resolvieron en 19 de noviembre * que 11se
II erigiese un monumento público al rey del reino unido de
)) de la Gran Bretaña é Irlanda Jorje III, en testimonio del
II reconocimiento de España á tan augusto y generoso so-
)) berano. » Lo apurado de los tiempos no permitió llevar
inmediatamente á efecto esta determinacion, y los gobier-
nos que sucedieron á las Córtes tampoco la cumplieron,
como suele acontecer con los monumentos públicos, cuya
fundacion se decreta en virtud de circunstancias particu-
lares.


Motejaron algunos á la primera Regencia que hubiese
permitido la entrada de las tropas inglesas en Ceuta, y mo-
tejáronla no con justicia, puesto que admitidas en Cádiz
no había razon para mostrarse tan recelosa respecto de la
otra plaza. Y bueno es decir que aquella Regencia tampo-
co accedía fácilmente en muchos casos á todo lo que los


Monumento
mandado erigir
por las Córtes


á Jorje IlI.
(' Ap. n. 10.)




172
extranjeros deseaban. Lo hemos visto en lo del empréstito,
y viése antes en otro incidente que ocurrió al principiar ju-
nio. Entonces el embajador Wellesley pidió permiso para
que lord Wellington pudiese enviar ingenieros que fortifi-
casen á Vigo y las islas inmediatas de Bayoua , á fin de que
el ejército inglés tuviese aquel refugio en caso de alguua
desgracia que le forzase á retirarse del lado de Galicia. Res-
pondió la Regencia que ya por orden suya se estaban forta-
leciendo las mencionadas islas, y que en cualquiera contra-
tiempo seria recibido allí lord Wellington y su ejército tan
bien como en las otras partes del territorio espaüol , y con
el agasajo y cariño debidos á tau estrechos aliados.


Sigue la relaclon Púsose igualmente hajo la dependencia del ministerio dede algunos
acontecírqíentos Estado una correspondencia secreta que se organizó el.


ocurridos '
dU::~:~:lc1~~e- abril con mayor cuidado y diligencia que anteriormente, {¡


las ordenes de don Antouio Hanz Romanillos, magistrado
hábil y despierto, quien estableció cordones de comunica-
cion por los puntos que ocupaban los encn.igos , estando
informado diaria y muy circunstauciadarnente de todo lo
que pasaba hasta en lo íntiruo de la corte del rey intruso.


Por aquí tambien se despacharon las instrucciones dadas
á una comision puesta en el mismo abril á cargo del mar-
qués de Ayerbe. Enlazábase esta con la libertad de Fernan-
do VII, Y habíase ya tratado de ello con el arzobispo de
Laodicea , último presidente de la central, con el duque
del Infantado y ~I marqués tic las Hormazas. Presumimos
que traia este asunto el mismo origen que el del baron de
Kolly, sin tener resultas mas felices. El de Ayerbe salió de
Cádiz en el bergantin Palomo con 2 millones de reales, me-
tióse despues en Francia, y no consiguiendo nada allí, tuvo
la desgracia al volver de ser muerto en Aragun por unos
paisanos que le miraron como á hombre sospechoso.


En junio pl'OpUSO el gobierno inglés al español entrar eu




175
un concierto de cange de prisioneros de que se estaba tra-
tando con Francia. Las negociaciones para elJo se entabla-
ron, principalmente en Morlaix entre Mr. Mackenzie y
1\'Ir. de Moustier. Tenían los franceses en Inglaterra unos
;SOOOO prisioneros, y no pasaban de 12000 los ingleses que
había en Francia, ya de la misma clase, ya de los deteni-
dos arbitrariamente por la policía al empezar las hostilida-
des en 1802. De consiguiente queriendo el gabinete britá-
nico , segnn un proyecto (le ajuste que presentó en 25 de
setiembre, cangear hombre por hombre y grado por grado,
hadase indispensable que formasen parte en el convenio
España y los demas aliados de Inglaterra. ~Ias Napoleon,
que no se curaba de llevar á cabo la negociacion sobre aque-
lla base, y quizá tampoco bajo otra ninguna admisible, pe-
día que se le volviesen á bulto los prisioneros suyos de
guerra eu cambio de los ingleses, ofreciendo entregar des-
pues los prisioneros españoles. La ncgociacion por tanto
continuada sin fruto, se rompió del todo antes de finalizar
111 año de 1810. Y fue en ella de notar lo desvariado á veces
de la conducta del comisario francés ]}]r. de Moustier , que
quería se considerase prisionero de guerra al ejército ingles
de Portugal: 1\11'. de l\Ioustier, el mismo que tiempos ade-
lante embajador en España de Cárlos X de Francia, se
mostró muy adicto á las doctrinas del mas puro y exaltado
realismo.


Manejada la Hacienda por la junta • de Cádiz, desde el (. Al'. n, ti.)
28 de enero, dia de su instalacion , no ofreció aquel ramo
en su forma variacion substancial hasta el 51 de octubre,
en que se rescindió el contrato ó arreglo hecho con la Re-
gencia en 51 de marzo anterior. Las entradas que tuvo la
junta durante dicho tiempo pasaron de 551 millones de
reales. De ellas f'1I rentas del distrito unos 84; en donati-
vos é imposiciones extraordinarias dI' la ciudad 17; en prés-




174
tamos y otros renglones (inclusas 249,000 libras esterlinas
del embajador de Inglaterra) 1>4; yen fin mas de 195 pro-
cedentes de América, siendo de advertir que en esta canti-
dad se contaban 27 millones que pertenecían á particulares
residentes en país ocupado, y de cuya suma se apoderó la
junta bajo calidad de reintegro: tropelía que cometió sin
que la desaprobase la Regencia muy contra razono Invirtié-
ronse de los caudales recibidos mas de 92 millones en la
defensa y atenciones del distrito, mas de 146 en los gastos
generales de la nacion , y enviáronse á las provincias unos
112 , en cuya enumeracion así de la data como del cargo
hemos suprimido los picos para no recargar inútilmente la
narracion. Las rentas de las dernas partes de España se con-
sumieron dentro de su respectivo territorio aprontando los
naturales en suministros lo que no podian en dinero.


Circuuscribióse la primera Regencia, en cuanto á crédi-
to público, á nombrar en 19 de febrero una comision de
5 individuos que examinase el asunto y preparase un in-
forme, encargo que desempeñó cumplidamente don Anto-
nio Ranz Romanillos, sin que se tomase en su consecuen-
cia sobre la materia resolucion alguna.


En 24 de mayo, antes de entrar el obispo de Orense en
la Regencia, decidió esta que se reservase para las urgen-
cias públicas la mitad del diezmo, providencia osada y que
no se avenía con el modo de pensar de aquel cuerpo en
otras cuestiones. Así fué que pasó como relámpago, anu-
lándose en breve, y en virtud de representacion de varios
eclesiásticos y prelados.


El ejército, que al tiempo de instalarse la Regencia es-
taba en muchas partes en cási completa dispersion , fuese
poco á poco reuniendo. En junio contaba ya 140000 hom-
bres, y creció su número hasta unos 170000. No dej(í para
ello de tomar la Regencia sus providencias, particular-




175
mente en la Isla de Leon ; pero lejos de allí debiese mas el
aumento al espíritu que animaba á los soldados y á la na-
ciou entera, que á enérgicas disposiciones del gobierno
central, mal colocado ademas para tener un influjo directo
y efectivo.


Una de las buenas medidas de esta Regencia fué intro-
dueir en el ejército el estado mayor general. Sugirió la idea
don Joaquín Blake cuando mandaba en la Isla. Por medio
de dicho establecimiento se aseguraron las relaciones mu-
tuas entre todos los ejércitos, y se facilitó la combinacion
de las operaciones, pudiendo todas partir de un centro co-
mun. Segun la antigua ordenanza desempeñaban aislada-
mente las facultades propias de dicho cuerpo el cuartel
maestre y los mayores generales de infantería, caballería y
dragones, desavenidos á veces entre sí. Blake formó el plan
que, aprobado por el gobierno, se circuló en 9 de junio,
quedando nombrado el mismo general jefe del nuevo esta-
do mayor, plantel en lo sucesivo de excelentes y benemé-
ritos militares.


Desde el principio del levantamiento fija en el ejército
toda la atencion, habíase desatendido la marina, sirviendo
en tierra muchos de sus oficiales. Pero arrinconado el go-
bierno en Cádiz, hízose indispensable el apoyo de la arma-
da 1 no queriendo depender del todo de la de los ingleses.


Las fragatas y navíos que necesitaban entrar en dique ó
no se podian armar por falta de tripulaciones. se destina-
ron á Mahon y la Habana. Los otros cruzaron en el Medi-
terráneo ó el! el Océano, y traian ó llevaban auxilios de ar-
mas, municiones, víveres, caudales y aun tropa. Los buques
menores y la fuerza sutil además de defender la bahía de
Cádiz , la Carraca y los caños de la Isla, contribuian á sos-
tener el cabotaje defendiendo los barcos costaneros de las
empresas de varios corsarios que se anidaban con perjuicio




176
de nuestra navegación en Sanlúcar , l\lálaga y varias calas
de la Andalucía.


Por lo que respecta á tribunales, si bien, segun dijimos,
había la Regencia restablecido con gran desacierto to-
dos los Consejos, justo es no olvidar qne también antes
había abolido acertadamente el tribunal de vigilancia y
seguridad, formado por la central para los casos de infiden-
cía. En 16 de junio desapareció dicha institucion , que por
haber sido comision criminal extraordinaria merece vitu-
pel'al'se, pasando su negociado á la audiencia territorial.
Ya manifestamos que los jueces de aquel primer cuerpo 110
se hahian mostrarlo muy rigurosos, siendo quizá menos
que sus sucesores, quienes condenaron á muerte al abo-
gado don Domingo Rico Villademoros, del tribunal crimi-
nal del intruso José, cogido en Castilla por una partida, y
que en consecuencia de sentencia dada contra su persona
padeció en Cádiz la pena de garrote. Doloroso suceso, aun-
que el único que de esta clase hubo por entonces en Cá-
diz , al paso que en Madrid los adictos al gobierno intruso
se encrudecían á menudo en los patriotas.


Recorrido habemos ahora y anteriormente los hechos
mas notables de la primera Regencia, y de ellos se colige,
que esta á pesar de sus defectos y amor á todo lo que era
antiguo, no por eso dejó las cosas en peor postura de aqne-
lla en que las había encontrado: si bien pendió en parte tal
dicha de la corta duración de su gobierno y de no poder
el mal ir mas allá {, no haberse rendido al enemigo, villa-
nía de que eran incapaces los primeros regentes, hombres
los mas, si no todos, de honra y cumplida probidad.


Mododde pensar Los nuevos regentes se inclinaban al partido reformador.
e los


nuevos regentes. De don Joaquin Blake y de sus calidades como general he-
mos hablado ya en diversas ocasiones: tiempo vendrá de
examinar su conducta en el puesto (h~ l'I'gente. Los otros




177
dos gozaban fama de marinos sabios, en especial don Ga-
briel Císear , dotado tambien de carácter firme, distin-
guiéndose todos tres por su integridad y amor á la justicia.


Las Córtes proseguian sin interrupcion en la carrera de
sus trabajos y reformas. A propuesta del señor Argüellcs
decretaron * en 10 de diciembre que se suspendiese el
nombramiento de todas las prebendas eclesiásticas, excep-
to las de oficio y las que tuviesen anexa ,cura de almas. Al
principio comprendiéronse en la resolucion las provincias
de Ultramar, mas despues se. excluyeron, no queriendo
por entonces disgustar al clero americano, de mayor in-
flujo entre aquellos pueblos que el de la península entre
los de acá.


El 2 del mismo mes, * en virtud de proposicion del se-
ñor Gallego, rebajáronse los sueldos mandando que ningun
empleado disfrutase de mas de 40,000 reales vellon , fuera
de los regentes, ministros del despacho, empleados en cor-
tes extranjeras, y generales del ejército y armada en servi-
cio activo. Ya antes se habia establecido hasta para los
sueldos inferiores á 40,000 reales una escala de diminucion
proporcional, no cobrando tampoco los secretarios del des-
pacho mas allá de 120,000 reales. Se modificaron alguna
vez estas providencias, pero siempre en favor de la econo-
mía y buen órden como era justo. y mas entonces apura-
do el erario, y con tantas obligaciones en el ramo de la
guerra atendido con preferencia á otro alguno.


Experimentaron alivio en sus persecuciones muchos in-
dividuos arrestados arbitrariamente por la primera Regen-
cia, ó por los tribunales, ordenando que se activasen las
causas, y que se hiciesen visitas de cárceles. Las Córtes en
medidas de esta clase, nunca mostraron diversidad de opi-
nion. Así quien primero insistió en la visita de cárceles filé
el señor Gutierrez de la Huerta, expresando que « en ella


1"0\1. 111. 12


Varios decretos
de las Córtes,


(' Al'. n. 12.)


('Al'. n. 13.)




Voces acerca
de si se casaba


ó no
en Francia


Fernando VII.


178
Il se descubririan muchos inocentes. )) Porque el mal de
España no consistía precisamente en los fallos crueles y fre-
cuentes, sino en las prisiones arbitrarias y en Sil indefinida
prolongacion.


Aunque ocupadas en estas y otras providencias del mo-
mento y urgentes, no olvidaron tampoco las Córtes pensar
en aquellas que en lo futuro debian afianzar la suerte y li-
bertad de España. Rever las franquezas y fueros de que ha-
bian gozado antiguamente los diversos pueblos peninsula-
res, mejorándolos, uniformándolos y adaptándolos al estado
actual de la nacion y del mundo, habia sido uno de los
fines de la convocaeion de Córtes y del cual nunca pres-


Nómhrase cindieron estas. Por tanto el 25 de diciembre, y conforme
una comtsíon


especial á una propuesta de don Antonio Oliveros hecha el 9, nom-
para formar un


l CprOy~c to . bróse una cornision l especial que preparase un proyecto( e onstttuctou.
de Constitucion política de la monarquía. En ella entraron
europeos de las diversas opiniones que habia en las Cortes
y varios americanos.


Por el mismo tiempo confundiéronse también los dife-
rentes y opuestos modos de sentir en una discusiou ardua,
trabada en asunto que de cerca tocaba á Fernando VII. De
resultas de la correspondencia inserta en el Monitor en este
afio de 1810, en la que habia cartas sumisas á Napoleon


t Los nombrados fueron: europeos, don Diego l'luñoz Torrero,
don Agustin de Argüelles , don José Pablo Valiente, don Pedro lU;lría
Ric, don Francisco Gutierrez de la Huerta, don Evaristo Perez de
Castro, don Alonso Cañedo, don José Espiga, don Antonio Oliveros,
don Francisco Rodriguez de la Bárcena : americanos, don Vicente 1Uo-
rales Duarez , don Joaquin Fernandez de Leiva , don Antonio Joaquín
Perez: y entraron despues , don Andrés de Jáuregui, diputado por la
ciudad de la Habana, y don lUariano 1Uendiolapor Querétaro. Agregóse
de fuera á don Antonio Ranz Romanillos, del Consejo de Hacienda,
ocupado ya en Sevilla por la central en igual trabajo.




179
del rey cautivo, espareióse por España que se trataba de
unir á este con una princesa de la familia imperial y de res-
tituirle, así enlazado, al trono de sus abuelos, bajo la som-
bra y proteccion del emperador de los franceses, y con
condiciones contrarias al honor é independencia de la na-
cion. A haberse realizado semejante plan siguiéranse con-
secuencias graves, y quizá por este medio mejor que por
ningún otro hubiera alcanzado el extranjero la completa
supeditacion de España. ftlas por dicha el proyecto no con-
venia á la indomeñable alma de Napoleón, no sujeto á mu-
dar de consejo, ni á alterar una primera resolucion.


Movido de tales voces don Antonio Capmany, centinela Proposiciones de
. desni di" b los señoressiempre espierto contra to o o que tirase a menosca ar Capmany


• •• . • . y Borrull sobre
la independencia nacional, habla en 10 de diciembre for- la materia.
malizado la proporcion siguiente. « Las Córtes generales y
» extrordinatias, deseosas de elevar á ley la máxima de que
)1 en los casamientos de los reyes debe tener parte el bien
)l de los súbditos, declaran y decretan: Que ningun rey
» de España pueda contraer matrimonio con persona algn..
1) na de cualquiera clase, prosapia y condicion que sea sin
j) prévia noticia, conocimiento y aprobacion de la nacion
1) española, representada legítimamente en las Córtes. »
Tambien el señor Borrull hizo otra proposicion sobre el
asunto, aunque en terminos mas generales, pues decia:
« Que se declaren nulos y de ningun valor ni efecto cua-
l) lesqniera actos ó convenios que ejecuten los reyes de
l) España estando en poder de los enemigos, y puedan
l) causar algun perjuicio al reino. JI


Amigos de las reformas, los contrarios á ellas, america-
nos, europeos, todos los diputados en una palabra con-
currieron á dar su asenso á la mente ya que no á la letra
de ambas proposiciones, cuya discusion se entabló el 29 de
diciembre: unidad hija del amor que habia por la 10-




180
dependencia, ante la cual callaban las demas pasiones.


e Al>' n , H.) El mismo señor Borrull * decia entonces ..... « En el
Discuslon. )) fuero de Sobrarbe que regia á los aragoneses y navar-


)) ros, fué establecido que los reyes no pudieran declarar
» guerras, hacer paces, treguas, ni dar empleos sin el con-
)) sentimiento de 12 ricos- homes , y de los mas sabios y
» ancianos. En Castilla se estableció tambien en todas las
)) provincias de aquel reino, que los hechos arduos y asun-
» tos graves se hubiesen de tratar en las mismas Cortes, y
)) así se ejecutaba y de otro modo eran nulos y de ningun
» valor y efecto semejantes tratados. Así que atendiendo á
) la ley antigua y fundamental <le la nacion y á estos he-
» chos , cualquiera cosa que resulte en perjuicio del reino
» debe ser de ningun valor..... Esta aprobacion nacional
» debe servir siempre á los reyes, como una barrera con-
» tra los esfuerzos extraordinarios de sus enemigos, por-
» que sabiendo los reyes que sus caprichos 110 hao de ser
») admitidos por el estado, se abstendrán de entrar en
» ellos..... »


De la misma bandera anti-Iiberal que el señor Borrull
era don José Pablo Valiente, y sin embargo no solo apro-
baba las proposiciones, sino que deseaba fuesen mas claras
y terminantes. « Podria suceder muy bien, decia, que
)) nuestro incauto , sencillo y cándido príncipe, sin la ex-
» periencia que da el mundo se presentase con una prin-
» cesa joven para sentarse tranquilamente en el trono, Yen
») tonces las Cortes acertarian en determinar que no fuese
)) admitido, porque este matrimonio de ningun modo pue-
)) de convenir á España .....Sea ó no casado Fernando, nun-
» ca le admitiremos que no sea para hacernos felices..... )


Hablaron en igual sentido otros diputados de la misma
opinion. Los de la contraria, como los señores Argüelles,
Oliveros, Gallego y otros pronunciaron tambieo extensos




181
Ynotables discursos. Entre ellos el señor García Herreros
se espresaba asi., ... «Desde el principio han estado los reyes
J) sujetos á I3s leyes que les ha dictado la nacion ..... Esta
J) les ha prescrito sus obligaciones y les ha señalado sus
) derechos, declarando nulo de antemano cuanto en con-
» trario hagan. La ley 29, tito 11 de la Partida 5a dice,
J) si el rey jurase alguna cosa que sea en daño ó menoscabo
J) del reino, non es tenido de g~tardar tal jura corno esta.
» Siempre ha podido la nacion reeonvenirles sobre el mal
J) uso del poder, y á ese efecto dice la ley 10, tito 10 , Par-
J) tida 2." Que si el rey usase mal de su poderío te puedan
» decir las gentes tirano é tornarse el señorío que era de
» derecho en torticero..... Los que se escandalizan de oir
) que la nacion tiene derecho sobre las personas y accío-
J) nes de sus monarcas, y que puede anular cuanto hagan
) durante su cautiverio, repasen los fragmentos de leyes
» que he citado, lean las leyes fundamentales de nuestra
) monarquía desde su orígen, y si aun así no se convencen
» de la soberanía de la nacion, de que esta no es patri-
) monio de los reyes, y de que en todos tiempos la ley ha
j) sido superior al rey, crean que nacieron para esclavos
j) y que no deben ser miembros de esta nacion , que jamas
» reconocerá otras obligaciones que las que ella misma se
» imponga ..... » Todo este discurso, del cual 110 copiamos
sino una parte, llevaba el sello de la rígida y profunda se-
veridad del orador, de condicion muy desenfadada, claro
y desembozado en su estilo, y de extensos conocimientos
en nuestra legislaciou é historia de las Cortes antiguas, co-
mo procurador que había sido de los reinos.


No quedaron atrás en la discusion los americanos com-
pitiendo con tos europeos en ciencia y resolucion , señala-
damente tos señores Mejía y Leiva. lUerece asimismo entre
ellos particular memoria don Dionisio Inca Yupangui, dipu-




182
tado por el Perú. verdadero vástago de la antigua y real
familia de los Incas, pintándose todavía en su rostro el orí-
gen indiano de donde procedia. Dijo pues el don Dionisia:
« Órgano de la América y de sus deseos (yen verdad
» ¿ quién podria serlo con mas justicia?) declaro á las Cór-
) tes que sin la libertad absoluta del rey en medio de su
) pueblo. la total evacuacion de las plazas y territorio es-
) pañol, y sin la completa integridad de la monarquía, no
) oirá la América proposiciones ó condiciones del tirano
» Napoleon , ni dejará de sostener con todo fervor los vo-
l> tos y resoluciones de las Córtes. »


En fin despues de unos debates muy luminosos que du-
raron por espacio de cuatro dias, y teniendo presentes las
proposiciones de los señores Capmany y Borrull, y otras in-
dicaciones que se hicieron, extendió el señor Perez de Cas-
tro un decreto que se aprobó en estos términos el 10 de
enero de 1811. (( Las Cortes generales y extraordinarias, en
) conformidad de su decreto de 24 de setiembre del año
» próximo pasado, en que declararon nulas y de ningun
l) valor las renuncias hechas en Rayana por el legítimo rey
» de España y de las Indias el señor don Fernando VII, no
» solo por falta de libertad, sino tarnhien por carecer de la
» esencialísima é indispensable circunstancia del consentí-
)) miento de la nacion, declaran que no reconocerán, y antes
» bien tendrán y tienen por nulo y de ningun valor ni efecto
)) todo acto, tratado, convenio ó transaccion de cualquiera
}) clase y naturaleza que hayan sido ó fueren otorgados
» por el I'ey, mientras permanezca en el estado de opresion
» y falta de libertad en que se halla, ya se verifique su
» otorgamiento en el país enemigo, ó ya dentro de Espa-
» ña , siempre que en este se halle su real persona rodeada
» de las armas, ó bajo el influjo directo ó indirecto del usur-
» pador de su corona; pues jamas le considerará libre la




185
» nacion, ni le prestará obediencia hasta verle entre sus
» fieles súbditos en el seno del Congreso nacional que aho-
» ra existe ó en adelante existiere, ó del gobierno formado
» por las Córtes. Declaran asimismo que toda contraven-
II cion á este decreto sera mirada por la nacion como un
» acto hostil contra la patria, quedando el contraventor
» responsable á todo el rigor de las leyes. Y declaran por
» último las Córtes que la generosa nacion á quien repre-
» sentan, no dejará un momento las armas de la mano, ni
» dará oídos á proposicion de acomodamiento ó concierto
)) de cualquiera naturaleza que fuese, como no preceda la
» total evacuacion de España y Portugal por las tropas que
» tan inicuamente las han invadido; pues las Córtes estan
) resueltas con la nacion entera á pelear incesantemente
» hasta dejar asegurada la religion santa de sus mayores, la
» libertad de su amado monarca, y la absoluta indepen-
» delicia é integridad de la monarquía. » La votacion de es-
te decreto fué nomin-al, y resultó unánime su aprobación
por 114 diputados que se hallaron presentes, en cuyo nú-
mero contáhanse ya propietarios venidos de América. Las
Córtes celebrando de este modo entradas de año, puede
afirmarse sin parcial ni exagerado afecto que se encumbra-
ron en aquella ocasion á par del senado romano en sus me
jores tiempos.


Volvieron durante estos meses á ocupar á las Cortes di-
versas veces las provincias de Ultramar. Estimulaban á ello
sus diputados y el deseo de hacer el bien de aquellas regio-
nes, como tambien el de apagar el fuego insurreccional
que cundía y se aumentaba.


Llegó al Paraguay y al Tucuman propagado por Buenos-
Aires. Lo mismo á Chile, en donde por dicha haciendo á
tiempo dimision de su empleo el brigader Carrasco, que allí
mandaba, y reemplazado por el conde de la Conquista, 110


Nuevas
discusiones


sobre
América.




Alborotos en
l\ueva-España.


184
se desconoció la autoridad suprema de la península, aun-
que ya caminaba aquel país por pendiente reshaladiza.


Mas recias y de consecuencias peores aparecieron las re-
vueltas de Nueva-España. Empezaron ya á temerse desde el
tiempo del virey don José Iturrigaray, á quien depusieron
el 16 de setiembre de .1809 los europeos avecindados en
aquel reino, sospechándole de confahulacion con los erío-
lIos, y autorizados para ello por la audiencia. Y aunque es
cierto que dicho Iturrigaray fué absuelto de toda culpa en
la causa que de resultas se le formó en Europa, quedaron
sin embargo contra él en pié vehementísimos indicios de
haber querido establecer un gobierno independiente, po-
niéndose él mismo á la cabeza. Nombró la central para su-
ceder á este en el cargo de virey al arzobispo don Francis-
co Javier de Lizana , anciano, débil, Y juguete de pasiones
ajenas.


El ejemplo que se habia dado en desposeer á Iturrigaray
aunque con recto fin, la pobreza de ánimo del arzobispo
virey, y por último los desastres de España en 1810 die-
ron osadía á los descontentos para declararse abiertamente
en setiembre de este año. Quien primero se presentó como
caudillo fué un clérigo por lo general desconocido: su nom-
bre don Miguel Hidalgo de la Costilla, cura de la poblacion
de Dolores en los términos de la ciudad de Guanajuato.
Intruido en las materias de su profesion no desconocía la
literatura francesa, y era hombre sagaz, de buen enten-
dimiento y modales cultos. Odió siempre á los españoles,
y empezó á tramar conspiracion despues de unas vistas que
tuvo con un general francés enviado por Napoleou para
abogar en favor de su hermano José, y á quien prendieron
en provincias internas, y llevaron en seguida á la ciudad
de lUéjico.


Hidalgo sublevó á los indios y mulatos, y entró con ellos




185
el 11) de setiembre en el pueblo de su feligresia, y obrando
de acuerdo con los capitanes del provincial de la Reina don
Ignacio Allende y don Juan Aldama, llegó á San Miguel el
Grande, donde se le unió dicho regimiento cási en su tota-
lidad. Engrosado cada día mas el cuerpo de Hidalgo, pro-
siguió este adelante (e prorumpiendo en vivas á Fernan-
» do VII y muerte á los gachupines; » nombre que allí se
da á los europeos. Llevaban los amotinados un estandarte
con la imágen de la virgen de Guadalupe , tenida en gran
veneración por los indios: obligados los jefes á cubrir aquí
como en lo demas de América sus verdaderos intentos bajo
el manto de 1:1 religión y de fidelidad al rey.


Avanzaron de este modo Hidalgo y sus parciales, consi-
guiendo en breve apoderarse de Guanajuato, una de las
poblaciones mas ricas y opulentas á causa de las minas que
en su territorio se labran. El t 8 de octubre extendiéronse
los sublevados hasta Valladolid de Meeboacan , y reinando
en l'léjico gran fermentacion, parecia casi seguro el triunfo
de aquellos, si por entonces y muy á tiempo no hubiese
aportado de Europa don Francisco Javier Venegas nombra-
do virey en lugar del arzobispo. Tan oportuna llegada com-
primió el mal ánimo de los descontentos dentro de la ciu-
dad, y tomándose para lo de fuera activas providencias, se
paró el golpe que de tan cerca amagaba.


Hidalgo viniendo por el camino de Toluca , hallábase ya
á catorce leguas de llléjico, cuando le salió al encuentro eon
1500 hombres el coronel don Torcuato Trujillo enviado por
Venegas: corto número el de su gente si se compara con
la que acompañaba á Hidalgo, allegadiza en verdad, pero
que al cabo pudiera llevar ventaja por su muchedumbre á
los soldados veteranos del jefe español.


Avistáronse ambas partes en el monte de las Cruces, y
cmpeñóse vivo choque, costoso para todos, y de cuyas re-




186
sultas el coronel Trujillo aunque victorioso juzgó prudente
á causa del gran golpe de enemigos, retroceder por la no-
che á Méjico, en donde con su llegada creció en unos la
zozobra, y en otros renació la esperanza.


De nuevo estaba comprometida la suerte de aquella ciu-
dad, y quizá sin remedio si don Félix Calleja no la hubiera
sacado del apmo. Era estc jefe comandante de la brigada de
San Luis de Potosí, y al saber la marcha de Hidalgo sobre
Méjico,siguióle la huella con 5000 hombres de buenas tro-
pas. No descorazonado por eso el clérigo general, sino antes
animoso con la retirada de Trujillo del monte de las Cru-
ces, revolvió contra Calleja y encontróle cerca de Aculco el
7 de noviembre. Trabóse desde luego pelea entre las fuer-
zas contrarias, y quedaron los insurgentes del todo desba-
ratados.


Mas poco despues habiéndoselos dado tiempo se rehi-
cieron, y tuvo Calleja que embestirles otra vez y en varias
acciones. De estas la principal y que acabó, por decirlo así,
con Hidalgo, dióse el 17 de enero de 1811 en el puente
llamado de Calderon, provincia de Guadalajara. Aquel jefe
y sus adherentes tuvieron en consecuencia que refugiarse
en provincias internas, en donde cogidos el 21 de marzo
inmediato mandóseles arcabucear.


Hacia la costa del mar del sur en la misma Nueva-Espa-
ña apareció tamhien otro clérigo llamado don José María
lUorelos, ignorante, feroz, en sus costumbres estragado y
sin recato alguno, pero audaz y propio para tales empre-
sas. Con todo tuvo al fin , si bien largo tiempo después, la
misma y desgraciada suerte de Hidalgo, habiendo él y otros
jefes trabajado mucho la tierra, y alimentado el fuego de la
insurrecciou mal encubierto aun en las provincias tranqui-
las. Lo que perjudicó á los levantados de Mrjico y tal vez los
perdió por entonces, rué que no empezaron su movimiento




187


en la eapital, quedando por tanto en pié para contenerlos
la autoridad central de los españoles. En Venezuela y Bue-
nos-Aires sucedió al contrario, y así desde el primer dia
apareció en aquellas provincias mas asegurada la causa de
los independientes.


La guerra que se encendió en Méjico al tiempo de le-
vantarse Hidalgo. fué guerra á muerte contra los europeos,
quienes á su vez procuraron desquitarse. Los estragos de
consiguiente gravísimos y los daños para España sin cuen-
to, pues aumentándose los desembolsos, y disminuyéndose
las entradas con las turbulencias y con la ruina causada en
las minas sobre todo de Guauajuato y Zacatecas , tuvieron
que emplearse en aquellos paises los recursos que de otro
modo hubieran venido á Europa para ayuda de la guerra
peninsular.


Las Cortes aquejadas con los males de América se esfor-
zaron por calmarlos acudiendo á medidas legislativas, que
erau las de su competencia. Discutióse largamente en di-
ciembre y enero sobre dar á Ultramar igual representacion
que á España. Los diputados de aquellas provincias preten-
dieron luese la concesion para las Córtes que entonces se
celebraban. Pero atendiendo á que por la mayor parte se ha-
hian efectuado en Ultramar las elecciones hechas por los
ayuntamientos con arrreglo á lo prevenido por la Regencia,
y á que cuando llegasen los elegidos por el pueblo teniendo
que venir de tan enormes distancias, habrian cesado ya
probablemente los actuales diputados en su ministerio,
ciñóse el Congreso á declarar * en 9 de febrero de 1811
« que la representacion americana en las Cértes que
JI en adelante se celebrasen, seria enteramente igual en
1) el modo y forma á la que se estableciese en la penín-
) sula, debiéndose fijar en la Constitucion el arreglo de
)1 esta represectacion nacional sobre las bases de la per-


Decretos
en favor de


aquellos paises.


(" Ap. n. IS.)




Providencias
en materia


de guerrn y ha-
cienda.


188


» fecta igualdad conforme al decreto de la de octubre. ))
Se mandó asímismo entonces que los naturales y habitan-


tes de aquellas regiones pudieran cultivar y sembrar cuan-
to quisieran, pues habia frutos como la viña y el olivo que
estaba prohibido beneficiar. Veda que en muchos parajes
no se cumplía, y que no era tan rigurosa como la del ta-
baco en la España europea, adoptada en gran parte la últi-
ma medida en favor de los plantíos de aquella produccion
en América. Dióse tamhien opcion para toda clase de em-
pleos y destinos á los criollos, indios é hijos de amhas cla-
ses como si fueran europeos.


Tampoco tardó en eximirse á los indígenas de toda la
América del tributo que pagaban, y aun de abolirse los re-
partimientos abusivos que consentía la práctica 1'11 algunos
distritos. La misma suerte cupo á la mita Ó trabajo forzado
de los indios en las minas, prohibida en Nueva-España ha-
cía muchos años, y solo permitida en algunas partes del
Perú.


Así que las Córtes decretaron sucesivamente para la Amé-
rica todo lo que establecía igualdad perfecta con Euro-
pa ; pero no decretando la independencia poco adelanta-
ron, pues los promovedores de las desavenencias nunca en
realidad se contentaron con menos, ni aspiraban á otra
cosa.


En hacienda y guerra es en lo que en un principio no se
ocuparon mucho las Córtes, y no faltó quien por ello las
criticase. Pero en estos ramos deben distinguirse las medí-
des permanentes de las transitorias, y que solo reclaman
premiosas circunstancias. Las primeras requieren tiempo y
madurez para escoger las mas convenientes. teniendo que
ajustar las alteraciones á antiguos hábitos, señaladamente
en materia de contribuciones, en las que hay que cho-
car con los intereses de todas las clases sin excepcion y




189
con intereses á que el hombre suele estar muy apegado.


Las segundas toca en especial el promoverlas á la potes-
tad ejecutiva: ella conoce las necesidades, yen ella residen
los datos y la razon de las entradas y salidas. El tener en-
tendido la primera Regencia que seria pronto removida, no
la estimuló á ocuparse con ahinco en el asunto, y la que
le sucedió en el mando, no hallándose, digámoslo así, del
todo formada hasta primeros de enero por ausencia de dos
de los regentes, no pudo tampoco al principio poner en
ello toda la diligencia necesaria. Ademas pedía tiempo el
penetrarse del estado del ejército, del de los pueblos y de
su gobernacion; tarea no fácil ni breve si se atiende á la
ocupacion enemiga, á los desórdenes que eran como indis-
pensable consecuencia, y al estrecho campo que á veces
había para trazar planes de medios y recursos.


Sin embargo no se descuidaron ambos ramos al punto
que algunos han afirmado. En 15 de noviembre ya autori-
zaron las Córtes á la nueva Regencia para levantar 80000
hombres que sirviesen de aumento al ejército, lomando
oportunas disposiciones sobre el modo é igualdad de los
alistamientos.


Fomentóse tamhien por una ley la fabricacion de fusiles
con otras providencias respecto de lo demas del armamen-
to y municiones. Las fábricas de la frontera, las de Ara-
gon , Granada y otras partes las había destruido el enemi-
go. La central no había pensado en trasladar á tiempo el
parque de artillería de Sevilla, ni su maestranza, ni su fUD-
dicion , ni la sala de armas. Los ingleses suministraron mu-
chos de estos artículos, pero aun no bastaban. El patrio-
tismo de los espaüolea , el de sus juntas l el de la primera
Regencia, el de las sucesivas y las resoluciones de las Cór-
tes suplieron la falta. Se estableció de nuevo en la Isla de
Leon un parque de artillería y una maestranza. y se habi-




Cierran
las Córtes sus


sesiones
en la Isla.


Fiebre amarilla.


190
litaron en la Carraca algunos talleres. Se fabricaron fusiles
en Jubia y en el arsenal del Ferrol, lo mismo en las orillas
del Eo, entre Galicia y Asturias, en el señorío de Molina
y otros parajes, algunos cási inaccesibles, estableciéndose
en ellos fábricas volantes de armas, de municiones y de to-
do género de pertrechos, que mudaban de sitio al aproxi-
marse el enemigo.


En el ramo de hacienda adernas de las providencias eco-
nómicas que hemos referido y otras que por su menuden-
cia omitimos, mandaron las Córtes que se reuniesen en
una sola tesorería general los caudales de la nacion, que
distribuyéndose antes por mas de un conducto, ibanse ó
se extravasaban en menoscabo del erario.


Tales fueron los principales trabajos de las Córtes y sus
discusiones en los primeros meses de su instalacion y en
tanto que permanecieron en la Isla, en donde cerraron sus
sesiones el ~o de febrero de 1811 para volverlas á abrir en
Cádiz 1'124 del mismo mes.


Desde el 6 de octubre habian pensado trasladarse á di-
cha ciudad como mas populosa, mas bien resguardada y
de mayores recursos. Suspendieron tomar resolucion en el
caso por la fiebre amarilla ó sea vómito prieto que se ma-
nifestó en aquel otoüo : terrible azote que en 1800 y 1804
habia esparcido en Cádiz y otros pueblos de la Andalucía y
costa de levante la desolacion y la muerte. No habla des-
de entonces vuelto á aparecer en Cádiz, á lo menos de un
modo sensible, y solo en este año de 1810 repitió sus es-
tragos. Haya sido ó no esta enfermedad introducida de las
Antillas, en lo que todavía no andan conformes los facul-
tativos de mayor nombradía, contribuyó mucho ahora á su
aparecimiento y propagacion la presencia de los forasteros
que á la sazón se agolparon á Cádiz con motivo de la in-
vasion de las Andalucías; en cuyas personas pegó el azote




191
con extrema saña, pues los naturales estaban mas avezados
á sus golpes, ya por haber pasado antes la enfermedad, ya
por haber nacido ó criádose en ambiente impregnado de
tan funestos miasmas. La epidemia picó tambien en Car-
tagena y otros puntos, por fortuna apenas cundió á la
Isla. Hubo de ello al principio grandes temores á causa del
ejército; pero no siendo numerosa aquella poblacion ni
apiüada , y hallándose oreada bastantemente por medio de
sus anchurosas calles, mantúvose en estado de sanidad.
En cuanto á la tropa, acampada en parajes bañados por cor-
rientes atmosféricas muy puras, gran preservativo de tal
plaga, gozó de igual ó mayor beneficio. De los moradores
ó residentes en la Isla los que padecieron la enfermedad
cogiéronla en viajes que hacían á Cádiz, cuya asereion po-
dríamos atestiguar por experiencia propia. La fiebre con-
forme á su costumbre duró tres meses: empezó á descu-
brirse en setiembre, tomó en octubre grande incremento, y
desapareció del todo al acabar de diciembre.


Rodeaban por tanto en su cuna á la libertad española la Fin <le este libro.
guerra, las epidemias y otros humanos padecimientos, co-
mo para acostumbrarla á los muchos y nuevos que la afli-
girian segun fuera prosperando, y antes de que afianzase
en el suelo peninsular su augusto y perpetuo imperio.






RESUMEN


DEL


LIBRO DÉCIMOCUARTO.


NUEVA distribucion de los ejércitos españoles. - La que tienen los
franceses. - Acontecimientos militares en Portugal. - Retirase Mas-
sena á Santaren. - Síguele Wellington lentamente. - Nuevas estan-
cias de lUassena. - De Wellington. - Apuros de IUassena.-'-Convoy
de Gardanne.- Avanza á Portugal el 9° cuerpo. - Juntase á Massena.
-Cb.parede persigue á Silveira. - General Foy. -Beresford manda
en la izquierda del Tajo. - Vuelven á Extremadnra las divisiones de
Romanay don Cárlos da España. - Muerte de Romana. - Operacio-
nes en las Andalucías y Extremadura. - Situacion de Soull. - Medi-
das que toma.- Parte á Extremadura.- Estado aquí de los españoles.
- Sitio y toma de Olivenza por los franceses. - Ballesteros en el
condado de Niebla. - Accion de Castillejos. - Avanza Ballesteros
hácia Sevilla. -- Sitio de Badajoz.. - IUenacho gobernador. - Accion
del Gébora ó Guadiana el 19 de febrero. - Fonturvel en Badajoz. -
Muerte gloriosa de Menacho. - Sucédele Imaz. - Ríndese Badajoz. -
Ocupan los franceses otros puntos. - Sitio y capitulación de Campo-
mayor. - Acontecimientos en Andalucía. - Expedicion y campaña de


TOlll. Ill. 13




194
la Barrosa. - Batalla del 5 de marzo. - Desavenencias cutre los ge-
nerales. - Debates que de resultas hay en las Cortes. - Resoluciones
en la materia. - Bombardeo de Cádiz. - Breve expedicion de Zayas
al condado. - Temporal en Cádiz. - Principia Massena á retirarse de
Santaren. - Combates en la retirada con los ingleses. - Destrozos
que causan los franceses en la retirada. - Destaca Wellington á Be-
resford á Extremadura. - Prosigue IUassena su retirada. - Entra en
España. - Pasa Wellíngton á Extremadura, - Acontecimientos mili-
tares en esta provincia. - Evacuan los franceses á Campomayor. -
Castaños manda el 5" ejército español. - Sitian los aliados á Olivenza
y se les entrega. - Llega Wellington á Extremadura. - Solicitan los
ingleses el mando militar de las provincias confinantes de Portugal.-
Niégaseles. - Vuelve Wellington á su ejército del norte. - Batalla de
Fuentes de Oñoro.-Evacuan los franceses á Almeida. -Sucede á
lllassena en el mando el mariscal Marmont. - Wellington vuelve á
partir para Extremadura. - Beresford sitia á Badajoz. -Expedicion
que manda Blake y va á Extremadura. - Anteriores instrucciones de
Wellington. - Avanza Soult á Extremadura. - Levanta Beresford el
sitio de Badajoz. - Batalla de la Albuera. - JUanifestacion del par-
lamento británico y de las Córtes en favor de los ejércitos. - Celebra
la victoria lord Byron. - Llega Wellington despues de la batalla.-
Empréndese de nuevo el sitio de Badajoz. - Gran quema en los cam-
pos. - Vuelve á avanzar Soult. - El mariscal Marmont viene sobre el
Guadiana. -Retírase Wellington sobre Campomayor. - Juntásele su
ejército del norte de Portugal. - Blake se separa del ejército aliado.
- Su desgraciada tentativa contra Niebla. - Soult retrocede á Sevi-
11a. - Correrías de Morillo. -- Repasa el Tajo lllarmont. - Tambien
Wellington. - Fin de este libro.




HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO., GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPANA-


LIBRO DÉClllIOClJARTO.


DISTRIBUYÓ la nueva Regencia en 16 de diciembre la su-
perficie de España en seis distritos militares, comprendien-
do en ellos así las provincias libres como las ocupadas, y
destinando á la defensa de cada uno otros tantos ejércitos
con la denominacion de 10 de Cataluña, 2 o de Aragon y
Valencia, 5 o de lllurcia, 4 o de la Isla de Leon y Cádiz,


.5 0 de Extremadura y Castilla, 6 o de Galicia y Asturias.
Aüadióse poco después á esta distribucion un séptimo dis-
trito, que abrazaba las provincias Vascongadas, Navarra y
la parte de Castilla la Vieja situada á la izquierda del Ebro,
sin excluir las montañas y costa de Santander. Bajo la au-
toridad del general en jefe de cada distrito se mandaban po-
ner las divisiones, cuerpos sueltos y partidas que hubiese
en su respectivo territorio; con lo cual parecia introducirse


Nueva
dístrtbucíon


de los ejércitos
españoles.




La que lienen los
ejércitos fran-


ceses.


Acontecimientos
militares


en Portugal.


Hl6
mejor órden en la guerra y apropiada suhordinacion. Hasta
ahora no se habia realmente variado la primera determina-
cion de la Junta central, que repartió en 410s ejércitos del
reino : las circunstancias, los desastres y providencias par-
ciales la hablan solo alterado, careciendo de regla fija res-
pecto de las guerrillas ó cuerpos que campeaban francos
en medio del enemigo.


Pero esta coordinacion de distritos y ejércitos no podrá
á veces guiarnos en nuestro trabajo, pendiendo cási siem-
pre las grandes maniobras militares de los planes de los
franceses; quienes al fin de 1810 y comienzo de 1811 te-
nían apostados en el ocaso, mediodía y levante sus ;5 gran-
des cuerpos de operaciones, hallándose el 10 en Portugal
frente á los ingleses; el 2 o en las Andalucias y Extremadu-
ra , y el otro en Cataluña y mojoneras de Aragon y Valen-
cia. No se incluyen aquí las divisiones francesas que guer-
reaban sueltas, ni los ejércitos ó cuerpos que llamaban del
centro y norte, cuyas tropas, á mas de servir de escudo al
gobierno intruso de Madrid, cubrían los caminos militares,
en los que hormigueaban á la continua partidarios espaüo-
les. La posicion del enemigo para obrar ofensivamente lle-
vaba ventaja á la de los aliados, que, diseminados por la
circunferencia de la península, no portian en muchos casos
darse tan pronto la mano ni concertarse,


Por lo general seguiremos ahora en la relacion de los su-
cesos mas prominentes los movimientos ú operaciones de
las 5 grandes masas francesas arriba indicadas.


Dejamos en noviembre de 1810 al ejército aliado en las
líneas de Torres- Vedras , y fronteros á él los cuerpos ene-
migos que capitaneaba el mariscal Massena, Individualiza-
mos en su lugar las respectivas estancias y fuerza de las
partes beligerantes; y de creer era, segun uno y otro, que
el general francés á fuer de prudente se hubiese retirado




197
sin tardanza, temeroso de la hambre y otros contratiempos.
lHas avezado á la victoria repugnábale someterse á los irre-
fragables decretos de su hado adverso. Y no le movían ni
las muchas enfermedades de que adolecía su ejército, ni
las bajas de este, picado á retaguardia y hostigado por el
paisanaje portugués. Aguardó para resolver á variar de
asiento á que estuviesen devastadas las comarcas en derre-
dor, y entonces no trató aun de replegarse á la raya de Espa-
ña, sino solo de buscar algunas leguas atrás nueva posicion
en donde le escaseasen menos las vituallas, y á cuyo punto
pudiera llamar á los ingleses, sacándolos de sus inexpug-
nables líneas.


Tomó en consecuencia l\Iassenacon mucha destreza dis-
posiciones preparatorias que disfrazasen su intento, pues
á no obrar así, sucediérale lo que en tales casos se decia
antiguamente en Castilla: «( si supiese la hueste que hace
» la hueste, mal para la hueste ;» máxima que indica lo
necesario que es ocultar al enemigo los planes que se ha-
yan premeditado. El mariscal francés después de enviar
delante bagajes, enfermos, todo lo que los romanos cono-
cían tan propiamente bajo el nombre de impedimenta, hizo
desfilar á las calladas algunas de sus tropas, y él se alejó
en persona de las líneas inglesas en la noche del14 alt;) de
noviembre. Parle de la fuerza enemiga marchó por la cal-
zada real sobre Santaren , parte por Alcoentre, la vuelta
de Alcanede y Torres-Novas. Los ingleses lIO se cerciora-
ron del movimiento hasta entrada la mañana del íñ, siendo
esta nebulosa. .A un entonces no interrumpió 'Vellington la
retirada, conservando en los atrincheramientos y fuertes
cási todo su ejército , y enviando solo 2 divisiones que
siguiesen al enemigo. Dejaba este en pos de sí Ull rastro
horrible de cadáveres, hediondez y devastación.


Vacilaba Wellington acerca del partido que le convenía


Retirase
IIlassena á
Santaren.




Siguele
Wellíngton len-


tamente.


Nuevas
estancias de


Massena.


198
tornar, cierto de que caminaban por Ciudad Bodrigo refuer-
zos á Massena; pues el movimiento retrógrado podria serlo
de reconcentracion , o un armadijo para sacar fuera de las
líneas á Jos ingleses, y revolver el enemigosobre su propia
izquierda á Torres- Yedraspor el ~lonte Junto, mientras los
aliados le perseguían á retaguardia. Sin embargo muchos
pensaron que sin arriesgar la suerte de las líneas, hubiera
podido lord Wellington soltar mayor número de SIJS tropas,
picar vivamente á los contrarios, y aun causarles grande
estrago en los desfiladeros de Alenquer.


Prosiguiendo los franceses Sil marcha, vióse claramente
cuál era su intento; solo quedó la duda de si dirigirían su
retitada por el Cécereó por el JUondego. Wellington quiso
entonces estrecharlos, y aun tuvo determinado acometer á
Santaren, para lo que se preparó disponiendo antes, que el
general Hill cruzase el Tajo con una division y un regimien-
to de dragones, y que se moviese sobre Abrantes.


Pundábase la resolucion de Wellington en creer que los
franceses habían solo dejado en Santaren una retaguardia:
pero no era así. Massena habíase parado, y no pensaba lle-
var mas allá sus pasos. En Torres-Novas tenia sentado su
cuartel general, en donde se alojaba la izquierda del8 o cuer-
po, cuya restante tropa extendíase hasta Alcanede, y de
allí por Leiria ocupaba la tierra la mayor fuerza de jinetes.
Permanecía de respeto en Thomar el 6 o cuerpo, del cual
la division mandada por el general Loison dominaba los
fértiles llanos de Gollegao, ayudada del ':1 o cuerpo dueño
de Santaren, cabecera, por decirlo así, de toda la posi-
cion.


Era muy fuerte la de esta villa, singularmente en la es-
tacion rigurosa de invierno. Sita en un alto arrancando cási
del Tajo, tiene por su frente al rio ~layor, en cuyos terre-
nos bajos, rebalsadas las aguas, apenas queda otro paso si-




Hl9


[JO el de una calzada angosta que empieza á mas de 800
varas de la eminencia.


Massena en su actual posicion ocupaba un país suscepti-
ble de proporcionar bastimentos , teniendo ademas estable-
cidas sus comunicaciones con España por medio de puen-
tes echados en el Cécere, y sin que por eso se le ofreciese
nuevo obstáculo para volver á emprender sus operaciones
por el frente, ó pasar á la izquierda del Tajo.


Continuando Wellington en el engaño de que solo que-
daba en Santaren una retaguardia enemiga, decidióseel19
á acometer aquella posicion con :2 divisiones y la brigada
portuguesa del mando de Pack ; pero suspendió el ataque
habiéndosele retrasado la artillería con que contaba. Cuan-
do el :20 renovó tentativas de embestir, sospechaba ya que
en Santaren y sus contornos babia mas tropa que la de una
retaguardia; y amagando entonces los enemigos hacia rio
Mayor, conlirmóse Wellington en sus temores, retrocedió
y ordenó á Hill que hiciese nito en Chamusca, orilla iz-
quierda del Tajo. Las muchas lluvias, la excesiva prudencia
del general inglés, y el estado de cansancio y apuros del
ejército contrario impidieron que hubiese señalados com-
bates ó notable mudanza en las respectivas posiciones has-
ta el inmediato marzo.


Avanzado Welliugton sentó sus reales en Cartaxo, atrin-
cheró sus acantonamientos y fortificó aun mas las líneas
de Torres-Yedras. No contento todavía con eso empezó á
levantar á la izquierda del Tajo una nueva línea de defensa
desde Aldeagallega á Setúbal, y una cadena de fuertes en-
tre Almada y Trafaria para asegurar tambien por aquel la-
do la boca del rio.


Igualmente Wlassena afirmaba sus estancias, y seguíacui-
dadoso los movimientos de los aliados. Tampo dejaba de
volver los ojos hácia su espalda, ansioso de que le llegasen


De Wellington.


Apuros
de 11] assena.




Convoy
de Gardann e.


Avanza
á Portugal el


9" cuerpo.


Júutase
á ~Iassena.


200
refuerzos; rota la comunicacion con su base de operacio-
nes, ya por las partidas españolas del reino de Leon y Casti-
lla, y ya porque el general Silveira, abalanzándose el 29 de
octubre desde el Duero, había bloqueado á Almeida, é in-
terpoládose entre Portugal y España. Auxilios estos gran-
des, y que nunca debieran olvidar los ingleses. En tan
enojosa situacion se hallaba el mariscal Maseena , cuando el
9° cuerpo á las órdenes del general Drouet, conde de Erlon,
llegó á Ciudad Rodrigo con un gran convoy de provisiones
de boca y guerra recogidas en Francia y Castilla. Destina-
do el socorro á l\lassena, envióle Drouet delante escoltado
con 4000 infantes y 5 escuadrones de caballería á las ór-
denes del general Gardanne, quien en 15 de noviembre
obligando á Silveira á levantar el bloqueo de Almeida, pe-
netró hasta Sabugal. No por eso se desalentó el general
portugués, sino que al contrario siguiendo la huella de los
enemigos, alcanzólos el 16 entre Valverde y otro pueblo
inmediato; les mató gente y cogióles bastantes prisioneros.
Gardanne sin embargo continuó su camino, y el 27 hallá-
base ya en Cardigos; mas molestado por las ordenanzas de
aquella tierra, y dando oídos á la falsa noticia de que el
general Hill se apostaba en Abrantes, replegóse precipita-
damente á Sabugal con pérdida de mucha gente y de parte
del convoy.


A poco pisando Drouet el suelo lusitano cruzó el Coa el
17 de diciembre con 14000 infantes y 2000 caballos, y
avanzó á Gouvea. Destacó de su fuerza contra Silveira una
division y mucha caballería bajo el mando del general Ola-
parede , y uniéndose Gardanne al cuerpo principal del ejér-
cito, marchó este por el Alba abajo, y llegó á Murcella
el 24. Dióse luego Drouet la mano por Espinhal con ll'Ias-
sena, se situó en Leiria , y dilatándose hacia la marina cortó
la comunieacion entre Wellington y las provincias septen-




~Ol
trienales de Portugal, mantenida hasta entonces principal-
mente por los jefes Trant y Juan Wilson.


Claparede en tanto vino á las manos con el general Sil-
veira, que sobradamente confiado trabando pelea fuera de
sazon , se vió deshecho en Ponte do Abade hacia Tranco-
so, y acosado desde el 10 hasta el 15 de enero tuvo con
bastante pérdida que replegarse la vuelta del Duero. Entró
Claparede despues en Lamego, y amenazó á Oporto antes
que el general Baccellar, siempre al frente de las milicias
de aquellas partes, pudiera acudir en su socorro. Felizmen-
te el francés no prosiguió adelante, sino que tornó á lUoi-
menta da Beira; con lo que los portugueses pudieron cubrir
la mencionada ciudad.


Por entonces entró asimismo en Portugal con 5000 hom-
bres el general Foy , el cual enviado por Massena á Napo-
leon, si bien á costa de mil peligros y de haber perdido parte
de su escolta y los pliegos en las estrechuras de Pancorho,
tornaba de Francia despues de haber desempeñado cum-
plidamente tan dificultoso encargo. El emperador ignoraba
el verdadero estado del ejército del mariscal Massena , y
tenia que acudir para averiguar noticias á la lectura de los
periódicos ingleses. Tal era el tráfago belicoso de las orde-
nanzas portuguesas y partidas españolas. Quien primero le
informó de todo fué el general Foy, hallándose este de vuelo
ta en Santaren el 2 de febrero.


Ambos ejércitos francés y anglo-lusitano permanecie-
ron en presencia uno de otro hasta principio de marzo.
En el intervalo hicieron los enemigos para proveerse de
víveres muchas correrías, que dieron lugar á infinidad
de desórdenes y á inauditos excesos. En nada estorbaron
los ingleses tan destructora pecorea, y antes temieron
continuamente ser atacados por los enemigos, que solo
se limitaron á meros reconocimientos, habiendo en uno


Claparede
persigue á SiI-


veíra.


General Foy.




Reresford
manda


en la izquierda
del 'fajo.


Vuelven
á Exlremadura


]f1Sdivi:--ion,'3
ue Bomnna


y don Cárlos de
España.


IU!H'rt.c
de Romana.


202
de ellos sido herido en una mejilla 1'1 general Jnuot.


En diciembre pasando HiIl á Inglaterra enfermo, fué
reemplazado en el mando de HU gente, que cási siempre
maniobraba á la izquierda del T<ljo, por el mariscal Beres-
ford. Era el principal objeto de estas tropas impedir la co-
municacion de Massena con Soult , y las tenia Wellington
destinadas á cooperar con los españoles en Extremadura.
Aguardaba para efectuarlo la llegada de refuerzos de Ingla-
terra, que tardaron mas de lo que creía en aportar á Lisboa,
y por lo cual se difirió el cumplimiento de resolución tan
oportuna.


No sucedió así con la de qne regresasen á la mencionada
provincia las 2 divisiones españolas que al mando del mar-
qués de la Romana se habían unido antes al ejército inglés,
y tambien la dedon Cárlos de España, que obraba del lado
de Abrantes. Todas se movieron después de promediar ene-
ro, y la última compuesta de 1500 infantes y 200 caballos
estaba ya el 22 en Campomayor. Las dos primeras conti-
nuaban bajo el mando inmediato de don Martin de la Car-
rrra y de don Cárlos Odonnell , y las guió en jefe durante
el viaje don José Virués.


Debió Romana dirigirlas, pero en 25 de enero, próximo
ya á partir, falleció de repente de una aneurisma en el cuar-
tel general de Cartaxo. Muchos sintieron su muerte, y aun-
que conforme en su lugar se expresó, le faltaban {l aquel
caudillo varias de las prendas que contituyen la esencia del
homhre ele estado y del gran capitán , perdióse á lo menos
con Sil muerte un nombre que pudiera todavía haber COIl-
tribuido al feliz éxito de la buena cansa. Las Cortes honra-
ron la memoria riel difunto decretando qUl' en su sepulcro
se pusiese la siguiente inscripcion. « Al general marqués de
» la Romana la patria reconocida. »


Trasladar á Extremadura las indicadas divisiones espa-




5lü5
holas, exigíalo lo que se preparaba en las Andalucías y en Operaclones


en las Andalueías
aquella provincia, de cuyas operaciones militares, íntima- y Extremadura.
mente unidas con las de Portugal, ya es tiempo de hablar
en debida forma.


Tenia Napoleon resuelto que Soult ayudase á ]liassenaen
su campaña, y aun parece se inclinaba á que ie evacuasen
las Andalucías , reconcentrando aquellas fuerzas en la már-
gen izquierda del Tajo, y poniéndolas de este modo en
contacto por Abrantes con las tropas francesas de Portu-
gal. Soult tardó en recibir las órdenes expedidas al efecto,
interceptadas las primeras por los partidarios. Y aun des-
pues tampoco se movió aceleradamente embarazado con
sus propias atenciones, y porque le desagradaba favorecer
á Massena en una empresa de la que resultaria á este en
caso de triunfo la principal gloria.


Ilodeábanle en verdad apuros de cuantía. Sebastiani ne- muacion
de Soult.


cesitaba todo el 40 cuerpo de su mando para atender á
Granada y Wlurcia. Ocupaban al 10 y á su jefe Victor el
sitio de Cádiz y serranía de Ronda, y el D°, mandado toda-
vía por el mariscal Mortier, empleaba toda su gente en ve-
lar sobre la Extremadura y el condado de Niebla, siendo
mas indispensable mantener tropas que asegurasen las di-
versas comunicaciones.


Abandonar las Andalucías érale. á Soult muy doloroso
considerándolas ya como conquista y patrimonio suyo, y
penetrar en el Alentejo con limitados medios, quedando á
la espalda las plazas de Badajoz y Olivenza y las fuerzas
españolas del condado y Extremadura , parecíale derna-
siadamente arriesgado. Queriendo evitar uno y otro y no
desobedecer las órdenes de su gobierno, pidió permiso pa-
ra atacar dichas plazas antes de invadir el Alentejo. Napo-
leon consintió en ello, y Sonlt, al tiempo que así caminaba
con paso mas {irme en su espedicion , satisfacía tamhien




204
sus celos y rivalidades, dejando á lHasselJa solo y entrega-
do á su suerte, hasta que muy comprometido uo pudiese
este salir de ahogos sino con la ayuda del ejército del medio-
dia. Tal fué al menos la voz mas válida, y á la que da-
ban fundadamente ocasion las desavenencias y disturbios
que por lo ..omun reinaban entre unos y otros mariscales.


Medida. Antes de partir tomó Soult SMS precauciones. Puso eu
que toma, dCór oba al general Godinot en lugar de Dessolles, que ha-


bia vuelto á Madrid. En Écija apostó una columna bajo el
mando del general Digeon destinada á mantener las comu-
nicaciones; atrincheró del lado de Triana la ciudad de Se-
villa, cuyo gobierno entregó en manos del general Daricau,
y envió en fin refuerzos al condado de Niebla á las órdenes
del coronel Remond.


Parte ~ Al entrar enero tenia Soult preparada su expedicion, que
á Extrernadura.


debia constar en todo de unos 1~OOO infantes y 4000 ca-
ballos, 54 piezas, un tren de sitio, cOllVoy de provisiones
y otros auxilios. Esta fuerza cornponiala el cuerpo de l\lor-
tier y parte del de Victor, viniendo ademas de Toledo, y no
comprendiéndose en el número indicado unos 5000 hom-
bres de infantería y 500 jinetes del ejército francés del
centro, con que se adelantó á Trujillo el general Lahous-
saie. '


Estado Por parte de los españoles proseguia mandando en Ex-
aqul


de los espufiolc,. tremadura desde la ausencia de Romana don Gabriel de
Mendizábal, no habiendo ocurrido allí en todo aquel tiem-
po hecho alguno notable. La división de Ballesteros, que
pertenecía entonces al mismo ejército, continuaba obrando
cási siempre hácia el condado de Niebla, y dándose la ma-
no con Copons era la que mas bullía. Al tiempo de avanza.'
los franceses, Meudizábal cuyas partidas se extendian á Gua
dalcanal , replegóse por ~érida buscando la derecha de
Guadiana, y Ballesteros tiró á Frejenal. Latour-Maubourg




205
apretó al primero de cerca con la caballería, y Gazan per-
siguió al último con objeto de proteger la marcha de la ar-
tillería y convoyes. Volvió pié atrás de Trujillo la fuerza
que mandaba Lahoussaie para cubrir el Tajo de las irrup-
ciones de don Julian Sanchez, y despejar tambien la co-
marca de otras partidas. El mariscal Soult con la infante-
ría caminó sobre Olivenza.


Portuguesa antes esta plaza, pertenecia á España desde Sitio y toma
I ] d B dai d 8 . forti I de Oltvenza pore tratar o e a ajoz e 1 01. Tema ortifleacion regu al' los franceses.


con camino cubierto y nueve baluartes, pero flaca de suyo
y descuidada no podia detener largo tiempo los ímpetus
del francés. Era gobernador el mariscal de campo don llJa-
nuel Herk, La plaza fué embestida el 11 de enero. y el 12
abrieron los enemigos trinchera del lado del oeste. l\'Iendi-
zábal cometió el desacuerdo de enviar un refuerzo de 5000
hombres, los cuales en vez de coadyuvar á la defensa JI'
aquel recinto, claro era que no serviriansino para embara-
zarla.El20 rompieron losenemigosel fuego con cañones de
grueso calibre, y batíeron el baluarte de San Pedro por
donde estaba la brecha antigua. Ofreció el 21 el gobernador
Herk sostener la plaza hasta el último apuro; y no obstan-
te capituló al dia siguiente sin nuevo y particular motivo.
Tuvieron algunos á gran mengua este hecho; pero debe
considerarse que apenas habia dentro municiones de guerra,
apenas artillería gruesa, y solo sí 8 cañones de campaña
que, manejados diestramente por don .Ildefonso Diez de
Ribera, hoy conde de Almodóval'; contribuyeron á aluci-
nar al enemigo sobre el verdadero estado de la plaza y á
imponerle respeto. Quizásí faltó el gobernador en prome-
ter mas de ]0 que le era dado cumplir.


Al propio tiempo Ballesteros cayendo al condado de Ballesteros
en el condadoNiebla, recibió de la Regencia el mando de este distrito, y de Niebla.


el aviso de que Sil división pertenecía en adelante a14° ejér-




Accion
de Ca.tillpjos.


206
cito que era el de la Isla de Leon. Copons el 2.:; de enero se
embarcó para este punto con la tropa que capitaneaba,
excepto la caballería y el cuerpo de Barbastro , que quedó
aliado de Ballesteros, quien el mismo dia sostuvo en Villa-
nueva de los Castillejos contra los franceses una accion
bastante gloriosa.


Bajo aquel nombre comprenden algunos dos pueblos; el
citado de VilIanueva y el de Almendro situados á la caida de
la sierra de Andévalo, por muchas partes de áspera y escar-
pada subida. En dos cumbres las mas notables colocó Ba-
llesteros ;) á 4000 peones que tenia, y al costado derecho
en terreno algo mas llano 700 jinetes de que constaba la
caballería. Lo mas principal de esta division procedía de
la que en 1809 habia sacado aquel general de Asturi:ls, con-
servándose de los oficiales cási todos excepto los que habia
arrebatado la guerra ó los trabajos. Así sonaban en la hues-
te los nombres de Lena y Pravia , de Cangas de Tineo,
Castropol y el Infíesto , á que se añadía el provincial de
Lean.


Ballesteros colocó su gente en dos líneas, y atacado por
Gazan y Remond sostuvo su puesto con firmeza hasta entrar
la noche, habiendo causado al enemigo una pérdida consi-
derable. Betiróse despues por escalones con mucho órden,
llegó á Sanlúcar de Guadiana y repasó tranquilamente este
rio. Remond entonces quedó solo en el condado: marchó
Gazan sobre Frejenal y Jerez de los Caballeros, tomó un
destacamento suyo por capitulacion en 10 de febrero el
torreon antiguo de Encinasola de poca importancia; )'
continuó después el mismo general á Badajoz, dejando en
Fregenal una columna volante.


Avanz" . . Luego que Ballesteros notó que los enemigos ponían
Ralle.teros hUCIO ,


Sevilla toda su atencion del lado de aquella plaza, comenlo de
nuevo sus correrías. El 16 de febrero embistió á Frejenal,




'iü7
y cogió 100 caballos, 80 prisioneros y bagaje. Rondó por
los contornos; y engrosadas sus filas con prisioneros fugi-
tivos de Olivenza, resolvió al finalizar el mes acometer á
Remond en el condado. Temeroso el comandante francés
se retiró mas allá del rio Tinto, de donde el 2 de marzole
arrojaron losnuestros; suceso que alteró en Sevilla los áni-
mos de los enemigos y de sus secuaces. Daricau, goberna-
dor de esta ciudad, corrió en auxiliode Remond con cuanta
gente pudo recoger; mas serenóse habiendo Ballesteros
hecho alto, y repasado despues el TinLo. Incansable el es-
pañol tornó el 9 desde Veas en busca de Iíemond , sorpren-
dióle de noche en Palma, le deshizo, y tomóle bastan-
tes prisioneros y 2 cañones. Guerra afanosa y destructora
para los franceses. Ballesteros preparábase el 11 á hacer
decididamente una incursion hasta Sevilla mismo, cuando
malas nuevas que venian de Extremadura le obligaron á
suspender el movimiento proyectado.


Habían los enemigos embestido ya á Badajoz el 26 de Sitio de BRd¡joz.
enero. Aquella plaza está situada á la izquierda del Gua-
diana, que la baña por el norte y cubre una cuarta parte
del recinto. Guarnécela del lado de la campiña un terra-
plen revestido de mampostería, COII ocho baluartes, fosos
secos, medias lunas, camino cubierto y esplanada. Desa-
gua allí al nordeste y corre por fuera un riachuelo de nom-
bre Ribillas, cerca de cuya confluencia con el Guadiana
alzase un peñon coronado de un antiguo eastillo, el cual
resguarda junto con dos de los baluartes el lado que mira
al nacimiento del sol. En la derecha del Bibillas, á 200 toe-
sas del recinto principal, y en un sitio elevado, se muestra
el fuerte de la Pieuriña , y al sudoeste el hornabeque de
Pardaleras , con foso estrecho y gola mal cerrada. Estas dos
obras exteriores se hallan como la plaza á la izquierda del
Guadiana; descollando á la derecha en frente del castillo




~Ienacho
gobernador.


208


viejo, poco ha indicado, un cerro que se dilata al norte, y
en cuya cima se divisa el fuerte de San Cristóbal cási cua-
drado. J...ame la falda de este por levante el Gévora, que
tambien se junta allí con el caudaloso Guadiana. No esgua-
zable el último rio en aquellos parajes, tiene un buen
puente á la salida de la puerta de las Palmas, abrigado de
un reducto. La poblacion yace en bajo, y está rodeada de
un terreno desigual, que pudiéramos llamar undoso, con
cenos á corta distancia.


Gobernábala el mariscal de campo don Bafael Menacho,
soldado de gran peeho. Manejaba la artillería don Joaquin
Caamaño, y dirigia á los ingenieros don Julian Albo. Llegó
á haber de guarnicion 9000 hombres. Poblaban la ciudad
de 11 á 12000 habitantes.


Empezaron los franceses el 28 de enero á abrir la trin-
chera y atacar por varios puntos; mas solo á la izquierda
del Guadiana y con horroroso bombardeo. En el cerro
de San Miguel establecieron una batería de 4 piezas de
á ocho y un obus: en el inmediato del Almendro otra enfi-
lando el fuerte de la Pieuriña: lo mismo á la ladera del de
las Mallas entre el Ribillas y el arroyo Calamon; plantan-
do aquí tambien á la izquierda de este una batería de obu-
ses y cañones, con otra en el cerro del Viento; y abriendo
entre ambas una trinchera y camino cubierto muy prolon-
gado, cuyo ramal flanqueaba el frente de Pardaleras, Lla-
maron los franceses al último ataqne el de la izquierda;
del centro al que partia del Calamon; de la derecha al que
indicamos primero.


El 50 verificaron los españoles una salida, y dos días
despues respondió Menacho con brio á la intimacion que le
hicieron los franceses de rendirse. Hineháronse el 2 de fe-
brero los aguas del Ribillas l causando daño en los trabajos
de los contrarios, y el 5 matáronles los nuestros, en una




~09
nueva salida de Pardaleras, mas de 100 hombres, y arrui-
naron parte de las obras.


Don Gabrielde l\lendizábal, reuniendo con las suyas las
divisiones españolas que habían venido del ejército anglo-
portugués, trató de meterse en Badajoz,engrosar la guarni-
cion y retardar así las operaciones del enemigo. Para ello,
y facilitar á la infantería un camino seguro, mandó á don
3Iartin de la Carrera que arremetiese el 6 por la mañana
contra la caballería francesa, que en gran fuerza había pa-
sado el 4 á la derecha del Guadiana, y laarrojase mas allá
del Gévora. Ejecutó Carrera su encargo gallardamente, y
entonces Mendizábal se introdujó con los peones en la plaza.


Hicieron el 7 los cercados una salida contra las baterías
enemigasdel cerro de San Miguel y del Almendro. Mandaba
la empresa don Carlos de España, y aunque puso este el
pié en la primera de las indicadasbaterías, solo inutilizó en
ellauna pieza, no habiendo llegado á tiempo los soldados
que traian los clavos y demas instrumentos propios al in-
t.ento. La del Almendro fué tambien asaltada, y pudiéronse
clavar alli mas piezas. Sin embargo rehechos los france-
ses repelieron á los nuestros; y como por el descuido ó
retardo arriba indicado no se babia destruido toda la arti-
llería, causó esta en nuestras filas al retirarse mucho estra-
go, y perdimos, entre muertos y heridos, unos 700 hom-
bres , de ellos variosoficiales. .


•Salió el 9 de Badajoz el general Jllendizábal, y la plaza
quedó entonces custodiada con los 9000 hombres que, se-
gun dijimos, habían llegado á componer su guarnic.ion; eva-
cuando el recinto sucesivamente los enfermos y gente
inútil. Mendizábal se acantonó en la márgeu opuesta de
Guadiaua , apoyó su ala derecha en el fuerte de San Cristó-
bal, y aseguró de este modo la comunicacion con Yelves y
Campomayor.


TOM. 111.




210
Receloso en seguida Soult de que el sitio se dilatase, puso


su ahinco en llevarle pronto á cima. Por tanto, adelantada
ya la segunda paralela á 60 toesas de Pardaleras, rodearon
á las 7 de la noche este fuerte con unos 400 hombres, y
abriéndose paso entre las empalizadas, se metieron dentro
por la parte que les mostró á la fuerza un oficial prisione-
ro. Pudo salvarse no obstante la mayor parte de la guarni-
cion. Prolongaron entonces los franceses hasta el Guadiana
la paralela de la izquierda, y construyeron un reducto que,
barriendo el camino de Yelv('s, completaba el bloqueo por
aquel lado.


Con todo menester era para acelerar la toma de Badajoz,
destruir ó alejar á Mendizábal de las cercanías del fuerte de
San Cristóbal. Lord Wellington había aconsejado oportu-
namente al general español mantenerse sobre la defensiva
y fortalecer su posicion con acomodados atrincheramien-
tos, hasta tanto que pudiese socorrerle y obligar á los
franceses á levantar el sitio. No dió Mendizábal oídosá tan
prudentes advertencias; y confiado en que iban muy cre-
cidos Guadiana y Gévora, no destruyó ni aseguró los vados
que en aguas bajas se encuentran en ambos rios corriente
arriba; contentóse solo con demoler un pnente que había
en el Gévora , y trabajó lentamente en el reducto de la Ata-
laya, situado al norte á 800 toesas de San Cristóbal.


Acclondel Desde el 12 habia el mariscal Soult enviado 1500 hom-Gévorn
I Ó Gd'lIadri", na bres para cruzar el Guadiana por el U'IontiJ'o, y empezó ele f9 e e u-eru. .


17 á arrojar bombas sobre el campo de Memlizábal hácia
el lado del fuerte de San Cristóbal, con intento de apartarle
de semejante amparo.


Quedábanle á Mendizábal unos lo\OOO infantes y 1200 ca-
ballos; y siendo muy superior la fuerza que podía atacarle,
debiera por lo mismo haber andado mas canto.


El 18 menguaron las aguas, y descendió aquel día por




211
la derecha del Guadiaua la caballería enemiga que habia to-
mado la vuelta del Montijo, cruzando los infantes por la
tarde á legua y media de la confluencia del Gévora, y siem-
pre corriente arriba. J\'Iendizábal no ignoraba el movimien-
to de los franceses, pero no por eso evitó el encuentro.


Temprano en la mañana del 19 , 6000 infantes enemigos
y 5000 caballos estaban ya en batalla á la derecha del Gua-
diana, dispuestos tambien á pasar el Gévora. Una niebla
espesa favorecía sus operaciones; y exhortados por el ma-
riscal Soult y reforzados, comenzaron á vadear el último
rio. Ejecutó el paso por la derecha con toda la caballeria
Lat.our-Maubourg con inteneion de envolver la izquierda
española; y por el lado opuesto cruzó la infantería al man
do del general Girard, que logró así interponerse entre el
fuerte de San Cristóbal yel costado derecho de los españo-
les, cogiendo en medio ambos generales á nuestro ejército
eási del todo desprevenido.


El mariscal Mortier, que gobernaba de cerca los movi-
mientos ordenados por Soult , cerró de firme con los espa-
ñoles. Nació luego en nuestras filas extrema confusion; los
caballos, en cuyo número se contaban los portugueses de
Maddenno sostenidos bastantemente por Mendizábal, die-
ron los primeros el deplorable ejemplo de echar á huir, no
obstante los esfuerzos valerosos de su principal jefe don
Fernando Gornez de Butron, que se puso á la cabeza de los
regimientos de Lusitania y Sagunto. l\'Iendizábal formó con
los infantes dos grandes cuadros que resistieron algun tiem-
po en la altura de la Atalaya; pero que rotos al fin y pe-
netrados por todas partes, disipáronse á la ventl!ra. 800
hombres quedaron heridos ó muertos en el campo; 5000
prisioneros, de ellos muchos oficiales con el general Vi-
rués: otros dispersáronse ó se acogieron á las plazas inme-
diatas. Cañones, muchos fusiles, bagaje, municiones, todo




Fouurrvcl en
B1)·l:ijO r..


:212
Iué presa del enemigo. Salvase en Campornayor con al-
guna gente don Cárlos de España; en Yelves Butron, y
BOl) hombres con don Pablo Morillo, que dió en tan aciago
rlia repetidas pruebas de valentía y ánimo sereno.


La pelea, comenzada á las ocho de la mafiana, terminóse
una hora despues , no habiendo costado á los franceses mas
de 400 hombres: pelea ignominiosamente perdida, y por
la que se levantó contra Mendizábal un clamor universal
harto justo. Fué causa de tamaño infortunio singular impe-
ricia, que no disculpan ni los brios personales ni la buena
intencion de aquel desventurado general. Llamaron unos
esta accion la del Gévora, otros la de San Cristóbal: los
españoles cási solo la conocieron bajo el nombre de la del
19 de febrero.


Ganada la batalla bloqueó la plaza el mariscal Soult por
la derecha del Guadiana,asegnró con puentes las comuni-
caciones de ambas orillas, y continuó el sitio reposada-
mente.


Creyó también que los ánimos se amilanaríancon la der-
rota de Mendizábal, y envió un parlamento con nuevas
propuestas. Masdon Rafael J\'Ienacho, manteniéndoseimpá-
vido, no le admitió; y habitantes y militares merecieron :í
porfía ser colocados al lado de tan digno caudillo.


Hubo diversos hechos muy señalados. Digno es de con-
tarse entre ellos el de don Miguel Fouturvel , teniente de
artillería de la brigada de Canarias. De avanzada edad, pi-
dió no obstante que se le confiase uno de los puestos de
mas riesgo; y perdiendo las dos piernas y un brazo, así
mutilado, animaba antes de espirar á sus soldados, y excla-
mó mientras pudo con interrumpidos acentos; « i Viva la
» patria! contento muero por ella. »


Los enemigos proseguían en sus trabajos, y se endere-
zaban principalmente contra los baluartes rle San Juan y




Si5
Santiago. El ::6 exteudiéudose por allí y batiendo la plaza
con vivo cañoneo, se prendió l'uego á un repuesto detrás
de uno de los baluartes; pero la presencia inmediata de lUe-
nacho impidió el desorden y evitó desgracias. Valeroso y
activo este jefe disponíase á defender la ciudad hasta por
dentro, y cortó calles, atroneró casal' y tomó otras medi-
das no menos vigorosas.


Todo anunciaba que ilevaria al cabo su propósito, cuan- ~Iwrt~glorio.a
de ~Ienacho.


do el 4 de marzo observando desde el muro una salida, en
que se causó bastante daño al enemigo, cayó muerto de
una bala de cañon. Glorioso remate de su anterior é ilustre
carrera, y pérdida irreparable en tan apretadas circunstan-
cias. Las Córtes hicieron mencion honrosa del nombre de
Menacho, y premiaron á su familia debidamente.


Sucedióle el mariscal de campo don José de Imaz , que Sucédcle Imaz.
correspondió de mala manera á tamaña confianza; pues ca-
pituló el 10, no aportillada bastantemente la brecha en la
cortina de Santiago, ni maltratados todavía los flancos; y á
tiempo en que por telégrafo se le avisó de Yelves que Mas-
sena se retiraba, y que la plaza de Badajoz no tardaria en
ser socorrida.


Quiso Imaz cubrir su mengua con el dictamen del coman- Bindcse Bndaoz],
dante de ingenieros don Julian Albo y el de otros jefes que
estuvieron por rendirse. No así Caamaño el de artillería,
que dijo: (( pruébese un asalto, ó abrámonos paso por me-
1) dio de las filas enemigas. » Igualmente fué elevado y no-
ble el parecer del general don Juan José García, que si bien
anciano, expresó con brio: «defendamos á Badajoz hasta
) perder la vida. » Mas Imaz con inexplicable contradieeion,
votando en el consejo, que al efecto se celebró, con los dos
últimos jefes, entregó la plaza en el mismo dia sin que hu-
biese para ello nuevo motivo. Como gobernador solo á él
tocaba decidir en la materia, y él era el único y verdadero




214
responsable. Equivocóse si creyó que resolviendo de un
modo y votando de otro, oonservariaal mismo tiempo intac-
tos su buen nombre y su persona. Formósele causa, que
duró, segun tenemos entendido, hasta la vuelta del rey
Fernando á España, caminando y terminándose al son de
tantas otras de la misma clase.


Ocuparon los franceses á Badajoz el ti de marzo. Salie-
ron por la brecha y rindieron las armas 7155 hombres:
habia en los hospitales 1100 enfermos, y en la plaza
170 piezas de artillería con municiones bastantes de boca y
guerra.


Ocupan los En seguida el general Latour-Maubourg marchó sobre
franceses


otros puntos. Alburquerque y Valencia de Alcántara, de que se apoderó
en breve no hallándose aquellas antiguas y malas plazas en


Sitio verdadero estado de defensa. El mariscal Mortier sitió el í 2
y capítulaclon de


Campomayor. de marzo á Campomayor. Guarnecian el recinto, de suyo
débil, unos pocos soldados de milicias y ordenanzas, y era
gobernador el valeroso portugués José Joaquín Talaya. Los
enemigos situaron sus baterías ámedio tiro de fusil, ampa
rados de las ruinas del fuerte de San Juan, demolido en la
guerra de 1800. Intimaron inútilmente la rendición el 15,
y arrojando sin cesar dentro infinidad de bombas, y batien-
do el muro con vivísimo y continado fuego, abrieron el21
brecha muy practicable. Pronto al asalto no quiso todavía
entregarse el bizarro gobernador, no obstante sus cortos
medios y escasa tropa: y solo ofreció que se rendiría si pa-
sadas veinticuatro haras no le hubiese llegado socorro.
Frustrada esta esperanza, salió por la brecha, cumplido el
plazo, con unos 600 hombres entre milicianos y ordenan-
zas, que era toda su gente.


Acontecimientos Nuevos cuidados llamaron á Sevilla al mariscal Soult.
en Andalucía.


Luego que este se ausentó de aquella ciudad, tratóse en
Cádiz de distraer las fuerzas de la línea sitiadora y aun de




obligaral euemigo , si ser podia , á alzar el campo. Peusóse
llevar á efecto tal propósito al fenecer enero, y obraban de
acuerdo españoles é ingleses. En consecuencia partió de
Cádizalguna tropa que desernbarcóen AIgeciras; y que con
otra gente de la serranía de Ronda formó la 1a division del
4° ejército á las ordenes de don Antonio Bejines de los
Ríos. Debiendo este jefe dar la señal de los movimientos
proyectados, marchó sobre Medinasidonia , y el 29 del mis-
mo enero rechazó á los franceses cogiéndoles 150 hombres.
El mayor inglés Brown, que continuaba gobernando á Ta-
rifa, apoyó la maniobra avanzando á Casas Viejas. Paró allí
esta tentativa, habiéndose retardado la ejecucion del plan
principal.


Un mes transcurrió antes de que se realizase; mas enton-
ces combinósede modo, que todos se lisonjeaban con la
esperanza de que tuviese buena salida. Debia componerse
la expedicion de las indicadas tropas de Bejines y Brown,
y de las que acompañasen de la Isla y Cádiz á los genera-
les Graham y don Manuel de la Peña. Habia el último de
mandar en jefe, como quien llevaba mayor fuerza; y esco-
gióle la Regencia no tanto por su mérito militar, cuanto
por ser de índole conciliadora y dócil bastante para escu-
char los consejosque le dieseel general inglés, mas exper-
toy superior en luces.


Las tropas británicas fueron las primeras que dieron la
vela, luego las españolasel 26 de febrero. Conducia nues-
tra expedieion de mar el capitan de navío don Francisco
Maurelle; escoltábanla la corbeta de guerra Diana y algu-
nas fuerzas sutiles, y la componían mas de 200 buques.
Navegó la eXJledicion con el mayo!' órden, y pusiéron las
tropas pié en tierra en Tarifa al anochecer del 27. Incorpo-
ráronse allí á los nuestros el cuerpo principal de los ingle-
ses, y efectos y tropa de algunos buques que, impelidos


Bxpedtcron
y campaña de


la Barrosa.




~16
del viento y corrientes del Estrecho, habian aportado á
Algeciras.


Reunido en Tarifa todo el ejército combinado, excepto
la division de Bejines que se unió el 2 de marzo en Casas
Viejas, distribuyóle el general la Peña en 5 trozos 1 van-
guardia, centro ó cuerpo de batalla, y reserva. La primera
la guiaba don José de Lardizábal, el centro el príncipe de
Anglona, y la última el general Graham. En todo cen
los de Bejines 11200 infantes , entre ellos 4500 ingleses.
Habia además800 hombres de caballería, 600 nuestros, los
otros de los aliados: mandaba los jinetes el mariscal de cam-
po don Santiago Whittingham. Se contaban 24 piezas de
artillería.


Púsose el 28 en marcha el ejército con direccion alpuer-
to de Facinas , por cuyo sitio atraviesa, partiendo del mar
á las sierras de Ronda, la cordillera que termina al ocaso
el Campo de Gibraltar. Desde ella se desciende á las espa-
ciosas llanuras que se dilatan hasta cerca de Chielana,
Sancti Petri y faldas del cerro de Medinasidonia; adonde
descolgándose de las sierras arroyos y torrentes, atajan y
cortan la tierra, y causan pantanos y barranqueras. Con la
muchedumbre y union de las vertientes fórmanse, sobre
todo en aquella estacion, ríos de bastante caudal, como el
Barhate , que recoge las aguas de la laguna de Jauda. Estos
tropiezos y el fatal estado de los caminos, malos de suyo,
retardaron la marcha particularmente de la artillería.


De Facinas podia el ejército dirigirse sobre Medinasido-
nia por Casas Viejas, ó sobre Sancti Petri y Chiclana por la
costa siguiendo la vuelta de Veger. Evacuaron precipitada-
mente los franceses este pueblo el 2 de marzo, amenaza-
dos por algunas tropas nuestras 1 al paso que el grueso del
ejército marchaba á Casas Viejas 1 camino que al princi-
pio se resolvió tomar. De aquí fueron tambien arrojados




217
los enemigos, y se les cogieron unos cuantos prisioneros,
2 piezas y repuestos de vituallas.


En las alturas frente á Casas Viejas y á la izquierda del
Barhate permaneció el ejército combinado hasta la mañana
del 5: en cuyo tiempo desistiendo el general en jefe de pro-
seguir por el mismo camino de antes, emprendió la mar-
cha por Veger, orillas de la mar; y solo destacó hácia Me-
dina, para alucinar á los franceses que la ocupaban, el
batallen ligero de Albnrquerque y el escuadron de volun-
tarios de 1\ladrid.


Desaprobaron muchos que se hubiese mudado de rumbo
en la persuasión de que era preferible la primera ruta, que
daba á espaldas del enemigo y se apoyaba en la serranía de
Ronda, baluarte natural y con los arrimos de Gibraltar y
Tarifa. No pareció disculpa la circunstancia de ser Medina
posieion fuerte y estar artillada con 7 piezas, pues ademas
deque no hubiera resistido á la acometida del ejército com-
binado, tampoco se necesitaba tomar empeño en su con-
quista ; sino solamente observar lo que allí se hacia. Yendo
por aquella parte se podía tambien contar con la belicosa
y bien dispuesta poblacion de la sierra; y en caso de ma-
laventura no corria nuestra tropa riesgo de ser acorralada
contra insuperables obstáculos, como era el de la mar del
lado de Veger y Sancti Petri. 1\las la Peña, hombre pusilá-
nime y sobrado meticuloso, quiso ante todo abrir comuni-
cacion con la Isla, creyéndose mas seguro en la vecindad
de tan inexpugnable ahrigo; y desconociendo que, si acon-
tecia algun descalabro, la confusion y el tropel no permi-
tirian ni oportuna ni dichosa retirada.


Habia quedado mandando en la Isla don José de Zayas
con órden de ejecutar movimientos aparentes en toda la
línea, ayudado de las fuerzas de mar. Tenia igualmente
encargo de echar un puente úe barcas al embocadero de




218
Sancti Petri, en cuya orilla izquierda enseñoreada por los
franceses forma el rio, la mar y el caño de Alcornocal una
lengua de tierra que hahian con flechas cortado aquellos,
dueños tambien de la torre y colinas de Bermeja, coloca-
das á la espalda. Nuestra posicion en la orilla derecha do
minaba la de los contrarios; y dos fuertes baterías y el
castillo de Sancti Petri barrian el terreno hasta las indicadas
flechas.


Establecióse conforme á lo prevenido y en el paraje in-
sinu~do un puente flotante bajo la direccion del capitan de
navío don Timoteo Boch ; y desde el 2 de marzo comenza-
ron ya las fuerzas de mar de los diversos apostaderos del
rio de Sancti Petri á hostilizar la costa: mas en la noche
después de echado el puente, por descuido ó por otra ru-
zon que ignoramos, asaltando tiradores franceses á 250
españoles que le custodiaban, fueron sorprendidos estos y
hechos prisioneros. Se tuvo á dicha que no penetrasen los
enemigos mas adelante; pues con la obscuridad y el desór-
den, ya que no se hubiesen apoderado de la Isla, por lo
menos hubieran causado mayores daños.


De resultas mandó Zayas cortar alguas barcas del puen-
te, no sabiendo tampoco de fijo el paradero del ejército
expedicionario. Como el primer pensamiento acerca de la
marcha de este fué el de ejecutarla por Medilla, habíase al
partir convenido que las tropas aliadas advertirían su lle-
gada á aquel punto por medio de señales, que no se veri-
ficaron cambiado el plan. Un oficial que envió la Pena para
avisar dicha mudanza, detuviéronle los ingleses dos días en
el mar, pareciéndoles emisario sospechoso. Esto y el ha-
ber cortado algunas barcas del puente, impidió que de la
Isla se auxiliasen con la prontitud deseada las operaciones
de afuera.


A la caída de la tarde del 4 de marzo tornó el ejército




219
expedicionario el camino de Conil, continuando después
la vuelta de Sancti Petri. Acompañaban á las tropas muchos
patriotas y escopeteros de los pueblos inmediatos y de la
sierra. Llegó el ejército al cerro de la Cabeza del Puerco, ó
eea de la Barrosa, al amanecer del 5; Y de allí, hecho un
corto descanso, prosiguió la vanguardia engrosada con un
escuadron y fuerzas del centro, via del bosque y altura de
la Bermeja. Quedó en el cerro del Puerco el resto de las
tropas que eomponian el centro, y á su retaguardia la re-
serva; adelantándose por el flanco derecho el grueso de
los jinetes. La marcha de las tropas en la anterior noche
habia sido larga y sobre todo penosa, no calculados com-
petentemente de antemano los obstáculos con que iba á
tropezarse.


Desasosegaban á los franceses los movimientos de los
aliados; inciertos del punto por dónde estos atacarian y
faltos de gente. La que tenia el mariscal Victor delante de
la Isla y Cádiz no pasaba de 15000 hombres, y ascendían á
5000 más los que se alojaban en Medina, Sanhícar y otros
sitios cercanos. Aseguradas las líneas con alguna tropa, in-
terpolada de españoles juramentados (que unos de grado
y muchos por fuerza. no dejaban en estas Andalucías de
prestar auxilio á los enemigos), colocóse el mencionado ma-
riscal en las avenidas de Conil y Medina asistido de unos
10000 hombres, en disposicion de acudir á la defensa de
cualquiera de dichos dos caminos que trajesen los aliados.


Cerciorado que fué de ello, y después de escaramuzar
las tropas ligeras de ambos ejércitos, se reconcentró Vic-
tor en los pinares de Chiolana , puso á su izquierda la di-
visión del general Ruffin, en el centro la de Leval, y á
Villatte con la suya en la derecha; guarneciendo el último
la tala y flechas que amparaban el siniestro costado de su
propia línea enfrente de la Isla.


Batalla
deIs de marzo.




~20
A este punto se dirigía la vanguardia española para ala-


cal' por la espalda los atrincheramientos y baterías enemi-
gas que impedian la comunicacion entre el ejército de den-
tro de la Isla y el expedicionario. Con la mira de estorbar
semejante maniobra, habíase colocado el general ViUatte
delante del caño del Alcornocal y molino fortificado de Al·
mansa, favorecido de un pinar espeso que, ocultando par-
te de sn tropa, dejaba solo al descubierto unos cuantos
batallones apoyados en Torre Bermeja.


La vanguardia bajo el mando de Lardizábal actacó bra-
vamente las fuerzas de Villatte: la pelea fué reñida, en un
principio dudosa; pero decidióla en nuestro favor conte-
niendo al enemigo y cargándole luego con ímpetu el re-
gimiento de Murcia al mando de f1,U coronel don Juan Ma-
ría JUuñoz, y 5 batallones de guardias españolas que con el
regimiento de África llegaron en seguida, y dieron al reen-
cuentro feliz remate. Villatte , repelido así, pasó al otro
lado dé! caño y molino de Almansa, quedando de consi-
guiente franca la comunicacion con la Isla de Leon ; aun-
que se retardó el paso por el tiempo que pidió la reparacion
del puente de Sancti Petri , poco antes cortado.


En el mismo instante la Peña, que deseaba aprovechar la
ventaja adquirida, y continuar tras el enemigo por el es-
peso y dilatado bosque qlle va á Chiclana , llamó hácia alli


·]0 mas de su tropa, y dispuso que el general Graham, aban-
donando el cerro del Puerco, ~e acercase al campo de la
Bermeja distante tres cuartos de legua, y que cooperase á
las maniobras de la vanguardia, dejando solo en dicho cer-
ro para proteger aquel puesto la division de don Antonio
Bejiues, un batallon inglés á las órdenes del mayor Brown,
y las de Ciudad Real y guardias walonas , unirlos antes á la
reserva.


Víctor, que vigilaba los movimientos de los aliados, lue-




221
go que notó el de Graham , y que caminaba este por el
pinar con direccion al campo de la Bermeja, apareció en
el llano; y dirigiendo la division de Leval contra los ingle-
ses que iban marchando, se adelantó él en persona con las
fuerzas de Ruffin al cerro del Puerco por la ladera de la
espalda, posesionándose de su cima, verdadera llave de
toda la posicion, y cortando así las comunicaciones entre
la gente que habia quedado apostada en Casas Viejas, y las
tropas que acababan los españoles de dejar en el citado
cerro del Puerco, las cuales precisadas á tetirarse se mo-
vieron hácia el grueso del ejército.


Mostráhase ahora á las claras que la intencion del ene-
migo era arrinconar á los aliados contra el mar y envol-
verlos por todos lados. El general Graham que lo habia
sospechado, confirmóse en ello al verse acometido y al no-
iiciarle el mayor Brown el movimiento y ataque que los
franceses habían hecho sobre el cerro del Puerco. Para re-
mediar el mal contramarchó rápidamente el general britá-
nico: hizo que 10 cañones á las órdenes del mayor Duncan
rompiesenfuego abrasador contra el general Leval, á quien
en consecuencia de la evolucion practicada tenian los in-
gleses por Sil flanco izquierdo, y mandó al coronel Andrés
Barnard empeñar la lid con los tiradores y compañías por-
tuguesas. Formó ademas de los restantes cuerpos 2 trozos;
de estos uno bajo el general Dilkies acometió á Ruffin, otro
bajo el coronel Wheately á Leval. La artillería mandada
por Duncan contuvo la división del último y causó en ella
gran destrozo.


El mayor Brown se habia aproximado, por órden de
Graham al cerro de que era ya dueño Buffin , y antes que
Dilkies negara había tenido que aguantar vivísimo fuego.
Juntos ambos jefes arremetieron vigorosamente cuesta ar-
riba, para recobrar la posicion defendida por los franceses




222
con su acostumbrado volor. El combate fué porfiado y san-
griento. Cayó herido mortalmente Buffin , sin vida el gene-
ral Bousseau , y los ingleses al fin encaramándose á la cum-
bre, se enseñorearon del campo de los enemigos. Huyeron
estos precipitadamente, y Graham contento con el triunfo
alcanzado no los persiguió, fatigada su gente con las mar-
chas de aquellos dias, Al rematar la accion llegaron de re-
fresco los de Ciudad Real y guardias walonas, que antes
estaban con él unidos perteneciendo á la reserva, los cuales
sin orden de la Peña acudieron adonde se lidiaba movidos
de hidalgo pundonor.


Las divisiones de Ruffin y Leval se retiraron coneéntri-
earnente : en vano quiso el mariscal Victor restablecer la
refriega: el fuego sostenido y fulminante de los cañones de
Duncan desbarató tal intento.


El combate solo duró hora y media; pero tan mortífero,
que los ingleses perdieron mas de 1000 soldados y 50 ofi-
ciales: los franceses 2000 y 400 prisioneros. en cuyo l1IÍ-
mero se contó al general Ruffin tan mal herido. que murió
á bordo del buque que le transportaba á Inglaterra.


Los enemigos durante la pelea quisieron tambien exten-
derse por la playa al pié del cerro de la Cabeza del Puer-
co; mas se lo estorbaron las tropas de Bejines y la caballe-
ría de Whittingham. Este no persiguió en la retirada cual
pudiera á los franceses, que no tenian arriba de 250 jine-
tes. Solo los húsares británicos. que eran 180 , se destaca-
ron del cuerpo principal, y guiados por el coronel Federico
Ponsomby embistieron con los enemigos. Whittingham dió
por disculpa para no seguir tan buen ejemplo, el haber to-
mado por franceses á los españoles que habian quedado de
observacion en Casas Viejas, y que se acercaron al campo
en el momento de concluirse la batalla.


No cesó en tanto el tiroteo entre la vanguardia del rnan-




225
do de Lardizábal y la división tle Villatte, qnieu tambien
quedó herido. Los españoles perdieron unos 500 hombres,
no menos los contrarios.


La Peña no dió paso alguno para auxiliar al general
Graham, ni se meneó de donde estaba, como si temiera
alejarse de Sancti Petri; cuyo puente al cabo se reparó, pu-
diendo el general Zayas pasarle y colocarse cerca de las
flechas y molino de Almansa. Excusó la Peña su ínaccion
con haber ignorado la contramarcha de Graham , y con el
poco tiempo que dió la corta duracion de la pelea. Pero
parecióá muchos que bastaba para aviso el ruido del cañón,
y que ya que no hubiese el general español podido con-
currir al primer momento del triunfo, por lo menos en-
caminándose al punto de la accion hubiera su asistencia
servido á molestar y deshacer del todo al enemigo en la
retirada.


Graham ofendido de tal proceder, y disminuidasu gente
y fatigada, metiese el 6 en la Isla ,.rehusó cooperar activa-
mente fuera de las líneas, y solo prometió favorecer desde
ellas cualquiera tentativa de los españoles.


En aquellos días las fuerzas sutiles de estos al mando de
don Cayetano Valdés, sostenidas por las de los ingleses, se .
habían desplegado en la parte interior de la bahía.¡mena-
zando el Trocadero y los otros puntos del mismo modo
que el rio de Sancti Petri y caños de la Isla. En la mañana
del 6 se verificó un pequeño desembarco en la playa del
Puerto de Santa María , y en la noche anterior don Ignacio
Fonnegra habíase posesionado de Rota, y destruido las
baterías y artillería enemiga.


Derrotado el mariscal Victor en el cerro de la Cabezadel
Puerco ó sea Torre de la Barrosa. lomó medidas de retira--
da, y envió á Jerez heridos y bagajes: llamó de Medinasi-
donia la division mandada por Cassagne, la cual no habia


Desaven eneias
entre


los gen er ales,




Deh~te.
que de resultas


hay
en las Córtes.


224
asistido á la batalla, y se reconcentró con lo principal de
sus tropas en la vencidad de Puerto Real.


Por su parte la Peña no se atrevió á emprender solocosa
alguna, y entró en Sancti Petri el 7 con todo su ejército,
excepto los patriotas de la sierra y la division de Bejines
que quedaron fuera, y ocuparon el 8 á Medinasidonia re-
chazando á 600 franceses que intentaron atacarlos.


Todas estas operaciones y sobre todo la batalla del 1)
excitaron quejas y recriminaciones sin fin. Miróse como
fuente y causa principal de ellas la irresolucion y descon-
fianza que de sí propio tenia la Peña. Graham, aunque con
razon ofendido de varias acusaciones que se le hicieron,
llevo muy allá el resentimiento y enojo.


En las Córtesse promovieron acerca del asunto largosde-
bates. l\luchos querian que en todos los casos de acciones ó
sucesos desgraciados, se formase causa al general en jefe:
opinión sobrado lata, pues las armas tienen sus días, y los
mayores capitanes han perdido batallas y equivocádose á
veces en sus maniobras. Por lo mismo limitáronse las Cór-
tes á decir que la Regencia investigase con todo el rigorde
las leyes militares lo ocurrido en tan notable suceso, que-
dándole expeditas sus facultades para obrar conforme cre-
yera eO!J.veniente al bien y utilidad del estado.


Nomlfró al efecto la Regencia una junta de generales, la
cual informó meses despues no resultar hecho alguno por
el que se pudiese proceder contra don Manuel de la Peña.
En virtud de esta deelaracion cierto era que no debia la
Regencia poner en juicio á aquel general, pero tampoco
habia motivo para premiarle, como lo hizo mas adelante,
condecorándole con la gran cruz de Cárlos III, Y con la
manifestación de que así él como los cernas generales y
tropa se habían portado dignamente.


Las Cortes anduvieron por entonces mas cuerdas dando




gracias á los aliados y declarando que estaban satisfechas Resoluciones en
, la materla.


de la conducta militar de la oficialidad y tropa del 40 ejér-
cito. De este modo no mentaron en su declaracion al ge-
neral en jefe, é hicieron justicia á las tropas y á los oficia-
les que se condujeron en los lances en que se empeñaron
con valor y buena disciplina. Posteriormente instadas las
Córtes por empeños, y apoyándose en los dictámenes que
dieron varios generales, manifestaron tambien quedar sa-
tisfechas de la conducta de don Manuel de la Peña en la
expedicion de la Barrosa. Besolucion que con razon des-
aprobaron muchos.


En sesión secreta agraciaron las mismas al general Gra-
ham con la grandeza de España, bajo el título de duque
del Cerro de la Cabeza del Puerco. Al principio pareció
aceptar dicho general la merced que se le otorgaba, pues
confidencialmente su ayudante y particular amigo lord
Stanhope así lo indicó mostrando solo el deseo de que se
variase la denominacion , teniendo en inglés la palabra Pig
peor sonido que la correspondiente en español. Convínose
en ello; mas luego no admitió Graham , ya fuese resen-
timiento del proceder de la Regencia. ó ya mas bien, segun
creyeron otros, temor de lastimar á lord Wellington toda-
vía no elevado á tan encumbrada dignidad.


Despues de lo acaecido, imposible era continuasen man-
dando en la Isla el general Graham y don Manuel de la Peña.
Explicaciones, réplicas, escritos se multiplicaron por am-
bas partes, y llegaron á punto de provocar un duelo entre
don Luis tle Lacy, jefe del estado mayor del ejército expe-
dicionario, y el general inglés: felizmente se arregló la pen-
dencia sin lidiar. Sucedió en breve al último en su cargo el
general Cook, y á la Peña, contra quien se desenfrenó la
opinion, el marqués de Coupigny, que vimos en Bailen y
Cataluña.


TODI. 111. 15




226
El mariscal Victor , pasado el primer susto, y viendo


que nadie le seguía ni molestaba,volvió el 8 tranquilamente
á Chielana , y ocupó de nuevo y reforzó todos los puntos
de su línea.
BS~I~~~~i:.o A poco empezaron los sitiadores á arrojar proyectiles que


alcanzaron á Cádiz. Ya habian hecho ensayos en los días
15, 19 Y20 de diciembre anterior desde la batería de la
Cabezuela junto al Trocadero , y conseguido que cayesen
algunas bombas en la plaza de San Juan de Dios y sus al-
rededores, esto es, en la parte mas próxima á los fuegos
enemigos. No rebentaban sino las menos, y de consiguien-
te fué cási nulo su efecto, pues para que llegasen á tan
larga distancia (5000 toesas). era menester macizarlas con
plomo, y dejar solo un huequecillo en que cupiesen unas
pocas onzas de pólvora. Estos proyectiles lanzábanlosunos
morteros que llamaban á la Vitlant1'OYs, del nombre de un
antiguo ingeniero francés que los descubrió, mas el modelo
de las bombas le hallaron los franceses en el arsenal de Se-
villa, invento antiguo de un español, que ahora parece
perfeccionó un oficial de artillería también español en ser-
vicio de los enemigos, cuyo nombre no estampamos aquí
en la duda de si fué ó no cierta acusacion tan fea. Los fran-
ceses tuvieron al principio un corto número de mortero!"
de esta clase, descompcniéndoseles á cada paso por la mu-
cha carga que se les echaba. Aumentáronlos en lo suce-
sivo y aun los mejoraron segun en su lugar veremos.


Murmuráudose mucho en Cádiz acerca de la expedicion
de la Peña, el Consejo de Regencia para apaciguar los cla-
mores y distraer al enemigo del sitio de Badajoz, cuya
caída aun se ignoraba, ideó otra expedicion al condado de
Niebla de 5000 infantes y 250 caballos á las órdenes de don
José de Zayas, que debía obrar de acuerdo con don Fran-
cisco Ballesteros.




227
Dió la vela de Cádiz aquel general el 18 de marzo, y
de~emba.rc3.do el lid en \a.~ \nmed\3.c\ou.ej:, de \\u.e\~a, ec\\6
á los franceses de Moguer y trató de ir tierra adentro. 1\138
antes de verificarlo, reforzados les enemigos con tropa su-
ya de Extremadura, y no unidos todavía Zayas y Balleste-
ros, tuvo el primero que reembarcarse e125, previniéndole
sus instrucciones que no emprendiese nada sin tener cer-
tidumbre de buen éxito, y se colocó en la isla de la Gas-
cajera al embocadero del Tinto. Los caballos hubo que
abandonarlos apretando de cerca el enemigo, y solo la's
sillas y arreos junto con los jinetes fueron transportados á
la mencionada isla, y es digno de notar que variosde aque-
llos animales entregados á su generoso instinto cruzaron á
nado el brazo de mar que los separaba de sus dueños.


Acampado Zayas en la Cascajera quiso ponerse de acuer-
do con Ballesteros, quien celosoé indisciplinado daba bue-
nas palabras, mas cási nunca las cumplía, y en el caso
actual trató adem'as de sobornar á los soldados de la expe-
dicion para engrosar sus propias filas. Zayas no obstante
permanecióallí algunos días , y aun divirtió al enemigo en
favor de Ballesteros, señaladamente el 29 de marzo que,
enviando gente sobre la torre de la Arenilla, sorprendió á
los franceses de Moguer, les hizo perder 100 hombres, y
aun recobró algunos de los caballos que habian quedado
en tierra recogidos por los paisanos.


Al fin Zayas sin alcanzar otro fruto que este y el de
haber de nuevo inquietado á los enemigos, tornó á Cádiz
el 51 , habiendo los barcos de la expedieion corrido riesgo
de perecer en un temporal que sobrevino en aquella costa
durante la noche del 27 al 28.


En Cádiz se mostró tan furioso que no quedaba memoria
de otro igual. soplando un levante mas bravo que el del
año de 1810, de que en su lugar hablamos. Por fortuna no


Breve
expedíeíon de


7..a-ya%
al con~ar\o.


Temporal en
Cádiz.




228
se perdieron ahora buques de gucrra, pero sí infinidad de
mercantes, desamarrándose y chocando unos contra otros
ó encallando en la costa. nras de500 personas se ahogaron,
y como ocurrió de noche, la obscuridad y violencia del
viento dificultó los auxilios.Los marinos, en particular los
ingleses, dieron pruebas relevantes de intrepidez, pericia y
humanidad, por la diligencia que pusieron en socorrer á
los náufragos. Entonces se volvió á abrir la llaga aun re-
ciente de la expedicion de la Isla, y á clamar contra Peña,
pues no cabía duda de que si se hubiera levantado el sitio
de Cádiz, fondeados los barcos en parajes de mayor abri-
go, no se hubieran experimentado tantas desdichas.
s~~n~iP:~t~::~e Emprendia el mariscal Massena su completa retirada,


de santaren. mientras que ocurrieron en el mediodía de España los su-
cesos relatados. Firme en las instancias de Santaren en
tanto que su ejército pudo subsistir en ellas y procurarse
bastimentos, resolvió desampararlas luego que vió apura-
dos sus recursos y que menguaba cada vez mas el número
de su gente, al paso que creciael de los ingleses y sus me-
dios. Empezo el mariscal francéssu movimiento retrógrado
en la noche del 5 al 6 de marzo, y empezólc comogran ca-
pitan. Rodeábanle dificultades sin cuento, y para vencer-
las necesitaba valerse de la movilidad de sus tropas en que
tanta ventaja llevaban á las de los ingleses. El camino que
hizo resolución de tomar fué hácia el Mondego, de arduo
comienzo, pues exigia maniobras por el costado. Envió
delante, y con anticipacion al dia 5, lo pesado y embara-
zoso, y ordenó al mariscal Ney que evolucionase sobre Lei-
ria coma si quisiese dirigir sus pasos á Torres-Vedras,Eu
tonces y en la citada noche del aal 6, alzando nlasscna el
campo reconcentró el 9 en Pombal, por medio de marchas
rápidas. todo su ejército, excepto el 2° cuerpo al mando
de Reynier, y la division de Loison que quemó las barcas




229
de Punhete, tomando ambos generales la ruta de Espinhal,
y cubriendo así el flanco de la línea principal de retirada.


Echó lord Wellington tras el enemigo, aunque con cau- Combates
en la retirada con


tela, receloso siempre de descubrir las líneas. Y por eso los íngleses.
y haberle tambien Massena ganado por la mano desapare-
ciendo disimuladamente, no pudo aquel reunir hasta el 11
tropas bastantes para operar activamente. No le aguardó el
mariscal francés, pues por la noche continúo su marcha,
amparado del 60 cuerpo y de la caballería del general
iUontbrun, que se situaron á la entrada de un desfiladero
que corre entre Pombal y Redinha. Desalojarónlos de allí
les ingleses, y l\lassena paróse el 15 en Condeixa. Era su
intento caminar por Coimbra, y detenerse en las fuertes po-
siciones de la derecha. del Mondego. Pero los portugueses
dirigidos por el coronel Trant habian roto los puentes, y
preparado aquella ciudad para una viva defensa, reeogién-
dose tambien dentro los habitantes de la orilla izquierda,
que la dejaron convertida en desierto. Adelantóse sobre
Coimbra el general Montbrun, y el12 hizo ya algunas ten-
tativas de ataque y arrojó granadas. En vano intimó la
rendicion, y desengañado de poder entrar en la ciudad de
rebate, advirtió de ello al general en jefe, creído ademas
en que habian llegado refuerzos por mar desde Lisboa al
l\londego.


No pudiendo Massena detenerse á forzar el paso del rio,
acosado de cerca hallábase muy comprometido, no que-
dándole otra ruta sino la dificilísima de Ponte da l\'Iurcella
por Miranda do Corvo. Vislumbró Wellington que á su
contrario le estaba cerrado el camino de Coimbra, porque
sus bagajes tiraban hacia Ponte da Murcella. En esta aten-
cion hizo el general inglés marchar por Sil derecha, atra-
vesando las montañas, una division bajo las órdenes de
Picton , movimiento de sesgo que forzó á los francesesá de-




250
samparar á Condeixa, y echarse una legua atrás situándose
en Casalnovo. Wellington entoncesabrió inmediatamentesu
eomunicacioucon la ciudadde Coimbra , y trató de arrojar
á los franceses de su nueva posiciono


Siendo esta muy respetable por el frente, maniobró el
inglés hacia los costados. Envió por el derecho al general
Cole , que después debia dirigirse al Alentl'jo, y encargóle
asegurar el paso del rio Deuza y la ruta de Espinhal en cu-
yas cercanías estaba ya desde el 10 el general Nigbtingale
en observacion de Reynier y Loison, los cuales, segun di-
jimos, habían por allí seguido la retirada. Wellington ade-
mas envió del mismo lado, pero ciñendo al enemigo, al
general Picton , y destacó por el costado izquierdo al ge-
neral Erskine y la brigada portuguesa de Pack , al tiempo
mismo que ordenó á las tropas ligeras que escaramuzasen
por el frente, apoyadas en la division de Campbell. Quedó
de reserva el resto del ejército anglo-portugués.


Parte del de los franceses se había replegado ya, pose-
sionándose del formidable paso de Miranda do Corvo y
márgenes del rio Deuza. Aquí se juntó también á los suyos
el general Montbrun, que avanzando á Coimbra se vió muy
expuesto á que le envolviesen los ingleses cuando Massena
desamparó á Condeixa, Los cuerpos 6° y 8° que se mante-
nian en Casalnovo, abandonaron la posícion en virtud de
las maniobras del inglés por el flanco, y se incorporaron
al mariscal en jefe alojado en Miranda.


En el entretanto unióse en la tarde del 14 á Nightingale
el general Cole ,y dueños los ingleses de Espinhal , pasa-
do el Deuza podian forzar abrazándola la nueva posicion
que ocupaban los franceses en Miranda do Corvo, motivo
por el que los últimos la evacuaron en aquella misma no-
che, y tomaron otra no menos respetable sobre el rio Cei-
ras, dejando un cuerpo de vanguardia enfrente de la Foz




251
d'Arouce. El 15 se trabó 4'11 este punto un porfiado COOl-
Late que duró hasta después de anochecido: con la ohscu-
curidad y el tropel hubo de los franceses muchos que se
ahogaron al paso del Ceiras. No obstante Ney., que siem-
pre cubria la retirada, consiguió salvar los heridos, y los
carros y bagajes que aun conservaban, estableciéndose siu
tropiezo el general jdassena detrás del Alba. Dió Weiling-
ton descanso á sus tropas el 16, Y situó el 17 sus pues-
tos sobre la sierra de Murcella,


Puede decirse que se terminó aquí la primera parte de
la retirada de los franceses comenzada desde Santaren. En
toda ella marcharon los enemigos formados en masa sólida,
cubiertos por uno ó dos cuerpos de su ejercito, que sacaron
ventaja del terreno quebrado y áspero con que encontra-
ban. ~lassena desplegó en la retirada profundos conoci-
mientos del arte de la guerra, y Ney á retaguardia brilló
siempre por su intrepidez y maestría.


Pero los destrozos que causaron sus huestes exceden á
todo lo que puede delinear la pluma. Ya en las primeras
estancias, ya en las de Santaren , ya en el camino que de
vuelta recorrieron no se ofrecía á la vista otra imágen sino
la de la muerte y desolacion. Los frutos en el otoño no
fueron levantados ni recogidos, y de ellos los que no con-
sumió el hambriento soldado, podridos en los árboles ó
caídos por el suelo, sirvieron de pasto á bandadas de pá-
jaros y á enjambre de inmundos insectos que acudieron
atraídos de tan sabroso y abundante cebo. La miseria del
ejército francés llegó á su colmo: cada hombre, cada cuer-
po robaba y pillaba por su cuenta, y formóse una gahilla
de merodeadores que se apellidaron á si mismos decimo
cuerpo de operaciones: dispersarlos costó mucho al maris-
cal Massena. Pero no eran estos, segun acabamos de decir,
los solos que cansaban daüo ; la penuria siendo aguda para


Destrozos
que causan Jo.


franceses
en la retirada.




252
todos, todos participaron de la indisciplina y la licencia,
acordándose únicamente de que eran franceses cuando se
trataba de lidiar y combatir al inglés. Algunos habitantes
que se quedaron en sus casas ó tornaron á ellas confiados
en halagüeñas promesas, martirizados á cada instante unos
perecieron del mal trato ó desfallecidos, otros prefirieron
acogerse á los montes y vivir entre las fieras, antes que al
lado de seres mas feroces que no aquellas, aunque huma-
nos. Hubo mansión en cuyo corto espacio se descubrieron
muertos hasta 50 niños y mujeres. Los lobos agolpábanse
en manadas adonde, como apriscados, de monton y sin
guarda yacian á centenares cadáveres de racionales y de
brutos. Apurados los franceses y caminando de priesa, te-
nian con frecuencia que destruir sus propias acémilas y
equipajes. En una sola ocasion toparon los ingleses con 500
burros desjarretados, en lánguida y dolorosa agonía, cruel-
dad mayor mil veces que la de matarlos. Las villas de Tor-
res-Novas, Thomar y Pernes, morada muchos meses de los
jefes superiores, no por eso fueron mas respetadas: ardie-
ron en parte, y al retirarse entregáronlas los enemigos al
saco. Tambien quemó el francés á Leiria, y el palacio del
obispo fné abrasado por órden de Drouet; y por otra espe-
cial del cuartel general cupo igual suerte al famoso mo-
nasterio cisterciense de Alcobaza, enterramiento de algu-
nos reyes de Portugal, señaladamente de don Pedro 1 y de
su esposa doña Inés de Castro, cuyos sepulcros fueron
profanados en busca de imaginados tesoros, y las reliquias
esparcidas al viento: y cuéntase que aun se conservaba en-
tero el cuerpo de doña Inés, desventurada beldad, que al
cabo de siglos, ni en la huesa pudo lograr reposo. En se-
guida todos los pueblos del tránsito se vieron destruidos ó
abrasados; el rastro del asolamiento indicaba la ruta del
invasor, tan insano como si empuñara la espada del ván-




~55
dalo ó del huno. Y como estos, por donde pasó corrassit
toda la tierra, para valernos * de una palabra significati-
va de que usó en semejable ocasion un escritor de la baja
latinidad. Una vez suelto el soldado, sea ó no de naeion culo
ta, guíale montaraz instinto: aniquila, tala, arrasa sin ne-
cesidad ni objeto; mas por desgracia, segun decía Fede-
rico I1, (1 esa es la guerra, J)


No faltó quien censurase en lord Wellington el no ha-
ber IÍ lo menos en parte estorbado tales lástimas, creyen-
do que mientras permanecieron ambos ejércitos en las lí-
neas y en Santaren, amagado el enemigo con movimientos
ofensivos se hubiera visto en la necesidad de reconcentrar-
se, no siendo árbitro de llevar hasta veinte y treinta leguas,
como solía, el azote de la destruccion. Otros han motejado
que después en la retirada no se hubiese el general inglés
aprovechado bastantemente de las ventajas que le daba el
número y buen estado de sus fuerzas, superiores en todo
á las del enemigo, las cuales menguadas con muchos en-
fermos y decaidas de ánimo no tenian otros víveres que los
que llevaba cada soldado en su mochila ó los escasos que
podia halla.' en país tan devastado. Los desfiladeros y tro-
piezos naturales, añadían los mismos críticos, que emba-
razaban y retardaban la marcha de los franceses, especial-
mente en Redinha, Condeixa, Casalnovo y l\Iiranda do
Corvo, facilitaban atacar á los contrarios y vencerlos, y
quizá se hubiera entonces anonadado sin gran riesgo un
ejército que, dos meses adelante, ya rehecho peleó con es-
fuerzo y á punto de equilibrar la victoria. Estriban tales
reflexiones en fundamentos no destituidos de solidez.


Prosigamos nuestra narración. Lord Wellington á su lle-
gada á Condeixa, luego que vió asegurado á Coimbra y que
los franceses se retiraban precipitadamente, había vuelto
los ojos á la Extremadura española, y el 1[; de marzo re-


(' Ap. n.l.)


Destaca
Wellíngtun á


Beresford
á Extremadura-




Prosigue
Massena su


retirada.


solvió destacar á las órdenes del mariscal Beresford una
brigada de caballería, artillería correspondiente, 2 divi-
siones inglesas de infantería y una portuguesa de la misma
arma con direocion á aquellas partes. Dícesesi Wellington
habia pensado ejecutar antes esta maniobra, y que le ha-
bia detenido la dispersion de Mendizábal, acaecida en 19
de febrero. Dudamos que así fuese. El verdadero motivo
de la dilaeion consistió en que WelJington no queria des-
asirse de fuerza alguna hasta que le llegasen de Inglaterra
las nuevas tropas que aguardaba. Contaba con ellas para
fines de enero, y manteniendo esta esperanza había indi-
cado que socorreria la Extremadura en febrero. Frustróse
aquella y suspendió la ejecucion de su plan, achacando la
mudanza los que ignoraban la causa al descalabro padeci-
do y 110 al retardo de los refuerzos, que no aportaron á
Lisboa sino al principiar marzo. Llegados que fueron, unié-
ronse en breve al ejército, y lord WeHington cierto ya de
la marcha decidida y retrógrada de los franceses ,juzgó que
sin riesgo podia desprenderse de la expresadafuerza y con-
tribuir con su presencia en Extremadura á operaciones
mas extensas y de combinacion mas complicada.


Por consiguiente en la sierra de Murcella, donde le de-
jamos el 17 , estaba ya privado de aquellas tropas, si bieu
por otra parte engrosado con las de refresco llegadas de
Inglaterra, y que ascendían á cerca de 10000 hombres.


Massena asentado á la derecha del Alba destruyó los
puentes, pero no quedó en aquella orilla largo tiempo,
porque continuando Wellington , segun su costumbre, los
movimientos por el flanco, obligó al mariscal francés á
reunir el 18 cási todo su ejército en la sierra de Moita, que
tambien evacuó este en la misma noche. Desde allí no se
detuvo ya Massena hasta Celórico, por cuyo camino recto
iba lo principal de su ejército , yendo solo el 2° cuerpo la




255
vuelta de Gouvea para cruzar la sierra y pasar á Guarda.


Cogieron los ingleses el 19 bastantes prisioneros, sobre
todo de los jinetes que se habian desviado á forrajear, y
persiguieron á Massena con la caballería y division ligeraal
mando del general Erskine , que favorecían fuerzas envia-
das á la derecha del Mondego, y las milicias portuguesas
que no cesaron de inquietar al francés por aquel lado. Hi-
zoalto el resto del ejército para descansarde nuevo yaguar-
dar que le llegasen víveres del Tajo, pues el país vecino
de poco ó nada proveía. El grueso de las tropas francesas
en vez de seguir de Celórico á Pinhel, temeroso de hallar
ocupados aquellos desfiladeros, varió de ruta, y el 25 con-
tinuó la retirada yendo hácia Guarda. Aquel dia Iué cuan-
do el mariscal Ney se separó de su ejército y partió para
España mal avenido con jUassena. -,


Los aliados al fin aparecieron reunidos el 26 en Celóri-
co y sus inmediaciones, con intento de desalojar al enemi-
go de una posicion respetable que ocupaba sobre la ciudad
de Guarda, y el 29 se movieron resueltos á atacarla. Pero
los franceses recogiéndose á Sabugal del Coa, mantuvieron
en la orilla derecha nuevas estancias.


Colocóse Wellington en la márgen opuesta, tratando el
,5 de abril de cruzar el rio. Para ello echó las milicias por-
tuguesas á las órdenes de los jefes Trant y Juan Wilson
por mas abajo de Almeida con trazas de querer cruzar por
allíel Coa, al pasoque intentaba verificarlo por el otro ex-
tremo del lado de Sabugal, en donde permanecía el 20 cuer-
po francés. Hubo aquí dicho dia un recio combate, dudoso
algun tiempo, en el que los ingleses experimentaron bas-
tante pérdida, pero logrando á lo último que los enemigos
abandonasen sus puestos.


Pasó el 5 Massena la frontera de Portugal y pisó tierra
de España después de muchos meses de ausencia y de una


Entra
en Bapaña-




Encuan los
franceses á


Campornayur.


Acontecimiento s
militares en


esta provincia.


256
campaña desgraciada, si bien gloriosa con relacion al ta- .
lento y pericia militar que desplegó en ella. Pudiera tachár-
sele de haher consentido desórdenes y de no haberse reti-
rado á tiempo; mas lo primero se debió á la escasez del
país y á la penuria y afan que traen consigo las guerras na-
cionales, y lo segundo á la voluntad del emperador, sordo
á todo lo qne fuese recejar en una empresa.


Wellington permaneciendo en los confines de Portugal,
colocó Jo principal de Sil ejército en ambas orillas del Coa,
embistió á Almeida, y puso una división ligera en Gallegos
y Espeja.


Remató así la expedicion de Massena en que vino á eclip
sarse la estrella de aquel mariscal, conocido antes bajo el
nombre de (e hijo mimado de la victoria. J) Contada la gen-
te con que entró en Portugal y los refuerzos que llegaron
despues , puede asegurarse que ascendieron á 80000 hom-
bres los empleados en aquella campaña. Solos 45000 salie-
ron salvos, los demas perecieron de hambre, de enfermedad
ó á manos de sus contrarios. Y sin la extremada pruden-
cia de lord Wellington y la destreza y celeridad del maris-
cal francés, quizá ninguno hollara de nuevo los linderos
de España.
P:~8xt~~~lg!;~~ Entonces el general británico, persuadido de que 11lasse-


na no intentaria por de pronto empresa alguna, pensó con-
cordar mejor las operaciones de Extremadura con las del
Coa, y dejando el mando interino del ejército aliado á sir
Brent Spencer, se encaminó en persona hácia el Alentejo.


Las instrucciones que habia dado á Beresford se dirigían
principalmente á que este general socorriese á Campotna-
yor, cuya toma se ignoraba entonces en los reales ingleses,y
á que recobrase las plazas de Olivenzay Badajoz. La prime-
ra la hahian ocupado ya los franceses, segun hemos visto
e123! de marzo, y Beresíord cruzando el Tajo 1'117 en Tan-




257
cos y siguiendo por Crato y Portalegre, no dió vista á Cam-
pomayor hasta el 25 , en cuyo día evacuaron los enemigos
el recinto, del que se posesionaron los aliados sin resisten-
cia alguna. Beresford persiguió á los franceses en su retira-
da embarazadoscon un gran convoy que escoltaban 5 bata-
llones de infantería y 900 caballos á las órdenes del general
Latour-Maubourg. Los aliados atacándole le desconcerta-
ron, mas el ardor de los jinetes anglo-portugueses, lleván-
dolos hasta Badajoz, les hizo experimentar cerca de los
muros una pérdida considerable.


Debía Beresford en seguida echar un puente de barcas
sobre el Guadiana, y pasar este rio por Jurumeña. Y cierto
que á usar entonces de presteza, quizá de rebato hubieran
recobrado á Olivenza y Badajoz, escasas de víveres, abier-
tas todavía las brechas, y desprevenidos los franceses para
un suceso repentino como la llegada de una fuerza inglesa
tan respetable. Pero Beresford anduvo esta vezalgo remiso.
Imprevistos obstáculos contribuyeron tambien á impedir la
celeridad de los movimientos. La tropa con las continuas
marchas estaba fatigada, y carecía de varios pertrechos
esenciales. Necesitábase ademas construir el puente y no
abundaban en Yelves los materiales, y cuando el 5 de abril
estaba concluida ya la obra, una creciente sobrevenida en
la noche inutilizó el puente, teniendo despues que cruzar
el rio en balsas, penosa faena empezada el 5 y no conclui-
da hasta bien entrado el día 8.


Por el mismo tiempo don Francisco Javier Castaños se
habia encargado del mando del 50 ejército, sucediendo á
Romana, que mientras vivió le tuvo en propiedad, y al in-
terino ])Jendizábal desgraciado momentáneamente de resul-
tas de la aciaga jornada del 19 de febrero. Castaños habia
ocupado á Alburquerque y Valencia de Alcántara, plazas
igualmente desamparadas por los franceses, y distribuido


Castaños
manda


el 5· ejército
español.




258
las reliquias de su ejército en 2 trozos bajo las ordenes de
don Pablo l\lorillo y don Oárlos España, poniendo la ca-
ballería al cargo del conde Penne Villemur. Evolucionó en
seguida hácia la derecha del Guadiana en tanto que lo per-
mitieron sus cortas fuerzas, y procuró granjearse la volun-
tad del general inglés, estableciendo entre ambos buena y
amistosa correspondencia.


Los franceses volviendo "en breve del sobresalto que les
causo el aparecimiento de Beresford, repararon con gran
diligencia las plazas, las avituallaron y pusiéronlas á cubier-
to de una sorpresa, capitaneando interinamente el 5° cuer-
po el general Latour-Maubonrg en lugar del mariscal Mor-
tier de regreso á Francia.


Sitian \lIS aliados Beresford, despues de pasar el Guadiana, intimó el 9 de
á Olivenza d b '11 d" á 01' N h b' d I byse les entrega, e a rr aren IClOn ivenza. o a len o e go erna-


dor cedido á la propuesta, hubo que traer de Yelves caño-
nes de grueso calibre y sitiar en regla la plaza, quedando el
general Cole encargado de proseguir el asedio, mientras que
Beresford se apostó en la Albuera para cortar con Badajoz
las comunicaciones del ejército enemigo, replegado en Lle-
rena.Dastaños por la derecha del Guadiana continuó favo-
reciendo las operaciones de los aliados con tropas destac-a-
das hasta Almendralejo, y lo mismo Ballesteros del lado de
Frejenal.


Abierta brecha se rindió el 15 la plaza de Olivenza á
merced del vencedor, y se cogieron prisioneros 570 hom-
bres que la guarnecian. Luego construido ya en Jurumeüa
un puente de harcas , se reconcentró en Santa Marta, y
pasó en seguida á Zafra todo el ejército inglés, resguar-
dada siempre su izquierda por Castaños, cuya caballe-
ría á las órdenes del conde de Penne Villemur avanzó á
Llerena , retrocediendo el 18 Latour-Maubourg á Gua-
dalcanal.




259
En aquellos dias llegó asimismo á Yelves lord Welling-


ton, y el 22 hizo sobre Badajoz un reconocimiento. Era
su anhelo recuperar la plaza en el término de diez y seis
dias, espacio de tiempo que segun su cálculo tardaría Soult
en venir á socorrerla. Y en consecuencia presentándole el
comandante de ingenieros inglés el plan de acometer el
fuerte de San Cristóbal, como único medio de alcanzar f'l
objeto deseado, aprobó Wellington la propuesta. Pero co-
mo exigiese su presencia lo que se aparejaba en el Coa,
tornó á sus cuarteles y dejó encomendado á Beresford el
acometimiento de. Badajoz.


Al caer We\lington á Extremadura esperaba tambien ob-
tener del gobierno español una señalada prueba de par-
ticular confianza.En marzo el ministro inglés sir Enrique
Wellesley habia pedido que se diese á su hermano el man-
do militar de las provincias aledañas de Portugal, para em-
plear así con utilidad los recursos que presentaban, y com-
binar acertadamente las operaciones de la guerra. Súpole
mal á la Regencia tan inesperada solicitud; mas deseosa de
dar á Sil dictamen mayor fuerza, trató de sustentarle con
el de las Cortes, Al efecto en los primeros díasde abril pa-
só en cuerpo una noche con gran solemnidad al seno de
aquellas, habiendo de antemano pedido que se celebrase
una sesion extraordineria. Indicaba asunto de importancia
tan desusado modo de proceder, porque nunca se corres-
pondian entre sí las Córtes y la potestad ejecutiva, sino por
medio de oficios ó de los secretarios del despacho. Entró
pues en el salou la Regencia, y refiriendo de palabra el se-
ñor Blake la pretension de los ingleses, expuso varias ra-
zones para no acceder 1\ ella, conceptuándola contraria á la
independencia y honor nacional, y añadiendo que antes
dejaría su puesto que consentir en tamaña humillacion.
Entonces los otros dos regentes, los señores Agar y Ciscar,


IJelia
WeHingtnn


á Extremadura.


Solicitan
los ingleses el


mando
militar de las


provincias
connñnntes de


Portugal.




Vuelve
Wellinglon


á su
ejército del


norte.


~40
poniéndose en pié repitieron las mismas expresiones con
tono firme y entero. Las Cortes conmovidas, como lo se-
rán siempre en un primer arrebato los grandes cuerpos po-
pulares al oir sentimientos nobles y elevados, aplaudieron
la resolucion de la Regencia, y diéronle entera aprobacion.
Desmaño fue en los ingleses entablar pretension semejante
poco después de lo ocurrido en la Barrosa, suceso que ha-
bia agriado muchos ánimos, y después igualmente de no
haber socorrido á Badajoz, contra cuya omision clamaron
hasta sus mas parciales. En los regentes si bien nacia tan-
to interes y calor de patriotismo el mas acendrado, no de-
jaron tambien de tener parte en ello otras causas; pues á
la verdad ya que fuese justo, como pensamos, desechar la
solicitud, debiera al menos no haber aparecido la repulsa
empeño apasionado. Pero los tres regentes, varones enten-
didos y purísimos, adolecieron en esta ocasion de humana
fragilidad. Blake, irlandés de orígen, y marinos Agar y Cís-
car, resintiéronse , el uno de las preocupaciones de familia,
los otros dos de las de la profesion.


Estuvo 'Vellington de vuelta en sus reales, ahora colo-
cados en Villa-Formosa , el 28 de abril. Tiempo era que
llegase. Massena al entrar en España había dado descanso
por algunos dias á su ejército, y acantonádole en las cer-
canías de Salamanca con destacamentos hasta Zamora y
Toro. Dejó solo una division del 6 o cuerpo cerca de los
muros de Ciudad Rodrigo, yel 9 o en San Felices en obser-
vacion del ejército aliado. Cuidó tambien desde luego de
acopiar víveres para abastecer á Almeida, escasa de ellos y
estrechamente bloqueada por los ingleses.


Preparado ya un convoyen los campos fértiles de Cas-
tilla, y repuesto alguu tanto el ejército francés , decidió
Massena socorrer aquella plaza, y el 25 de abril dió indicio
de moverse. Tenia consigo el 2 o, 6 u Y8 o cuerpos, una




241
parte del 9 o agregóse á estos, y disponíase la otra á mar-
char á Extremadura bajo las órdenes de su jefe el genera!
Dronet, quien debía encargarse en dicha provincia del man-
do del .1 0 cuerpo; pero la última fuerza no habiendo toda-
vía partido á su destino, asistió tambien á las operaciones
que emprendió Massena en los primeros dias de mayo.
Muchos soldados de todos estos cuerpos quedaron en los
acantonamientos imposibilitados para el servicio activo, y
llenaron sus huecos hasta cierto punto tropas apostadas en
Castilla, entre las que se distinguia un hermoso cuerpo de
artillería y caballería de la guardia imperial, fuerza que ce-
dió á ]}Iassena el mariscal Bessieres, á la cabeza ahora de lo
que se llamaba ejército del norte, y oprimia á Castilla la
Vieja y las provincias Vascongadas. El total de hombres
que de nuevo salia á campaña con lUassena ascendía á cerca
de 40000 infantes, y á mas de 5000 caballos, todos ágiles,
bien dispuestos, y olvidados ya de sus recientes y penosos
trabajos.


A poco de unirse Wellington á su ejército, recogióle y
situóse entre el rio Descasas y el Turones. extendiendo su
gente por un espacio de cerca de dos leguas. La izquierda,
compuesta de la 5' division , la colocó junto al fuerte de
la Concepcion; el centro. que guarnecía la 68 , mirando
al pueblo de Alameda, y la derecha de Fuentes de Oñoro,
en donde se alojaron la 1', 5' Y 78 division. Por el mis-
mo lado se encontraba la caballería, y á cierta distancia en
Navavel don Julian Sanchez con su cuerpo franco. La bri-
gada portuguesa al mando de Pack y un regimiento inglés
bloqueaban á Almeida. Wellington presentaba en batalla
de 52 á 54000 peones. 1500 jinetes y 45 cañones, infe-
rior por consiguiente en fuerza á Massena, sobre todo en
caballería.


No obstante eso y su acostumbrada prudencia, resolvió
TOll. 111. 16


Batalla
de Fuentes de


Oñoro.




~4~
el general inglés arrostrar el peligro, y trabar acciono Tan-
to le iba en impedir el socorro de Almeida. El 2 de mayo
todo el ejército francés empezó á moverse, y cruzó el Aza-
va antes hinchado, retirándose las tropas ligeras inglesas
apostadas en Gallegosy Espeja. El Descasas corre acanala-
do, y no es su ribera de fácil acceso. El pueblo de Fuentes
de Oñoro está asentado en la hondonada á la izquierda del
rio , excepto una ermita y contadas casas que aparecen en
una eminencia roqueña y escarpada. Los franceses el 5 ata-
caron con impetuosidad dicho pueblo, y aun se apoderaron
después de una lid porfiada de la parte baja, de donde á su
vez los desalojaron los ingleses, forzándolos á repasar el rio,
ó mas bien riachuelo de Descasas. En 10 demás de la línea
se escaramuzó reciamente, por lo que las tropas ligeras in-
glesas que se habian acogido á Fuentes de Oñoro , enviólas
Wellington á reforzar el centro.


Todavía no estaba el5 eh su campo el mariscal Massena.
Llegó el 4, y en su compañía Bessieres, que regia los de la
guardia imperial. Wellington, segun lo ocurrido el5 y otras
maniobras del enemigo, sospechó que este para enseño-
rearse del sitio elevado que ocupaban en Fuentes de Oñoro
las tropas inglesas, cruzaria el Doscasas en Pozovelho, y
procuraría ganar una altura hácia Navavel , la cual domi-
na toda la comarca: por tanto con la mira Wellington de
evitar tal contratiempo, movió por su derecha la 7a divi-
sion , que se puso así en contacto con don Julian Sanchez,
prolongándose desde entonces media legua más la línea de
los aliados, aunque, conforme á la máxima ya de nuestro


(. Ap. n, 2.) gran capitán * Gonzalo de Córdoba, ( no hay cosa tan pe-
)) ligrosa como extender mucho la frente de la batalla. ))


En la mañana del 5 se presentó en efecto el 5er cuerpo
francés y toda la caballería del lado opuesto de Pozovelho,
y el 6°, á las órdenes ahora de Loison, con lo que quedaba




245
del 9°, se meneó por su izquierda. Sin tardanza reforzó
Wellington la 7a división del mando de Houston con las tro-
pas ligeras á la orden de Crawfurd, las cuales habian vuelo
to del centro con la caballería gobernada por sir Stapleton
Cotton. Ilízo tambien que la la y 5a division se corriesen
á la derecha, siguiendo las alturas paralelas al Turones y
Doscasas , en correspondencia á la maniobra ejecutada en
la parte frontera por el 6° y 9° cuerpo de los franceses.


Embistió luego el enemigo por Pozovelho, y arrojó de
allí un trozo de la 7a division inglesa: fuése apoderando
sucesivamente de nn bosque vecino, y entre la espesura de
este y Navavel formó en un llano la caballería de Mont-
bruno Don Julian Sanchez, si bien con flacos medios, en-
tretuvo á los jinetes enemigos no cruzando el Turones
hasta cosa de una hora despues , y cedió entonces no solo
por la superioridad de la fuerza que le cargaba, sino tam-
bien enojado de que á un oficial suyo que enviaba á pedir
auxilio le hubiesen matado los ingleses tornándole por un
francés.


Durante algun tiempo recobró la division ligera inglesa
el terreno perdido de Pozovelho; pero el general Mont-
brun , desembarazado de don Julian Sanehez , ciñó la de-
recha de la 7" división británica y la caballería de Cotton
en tanto grado, que tuvieron que replegarse, aunque repri-
mieron la impetuosidad francesa con acertado fuego.


Llegado que se hubo á este trance, Wellington, decidido
poco antes á mantener por medio de sus maniobras la co-
municacion con la orilla izquierda del Coa, via de Sabugal,
al mismo tiempo que el bloqueo de Almeida, abandonó la
primera parte de su plan y se concretó á la postrera. En
ejecucion de lo cual reconcentróse en Fuentes 'deOñoro , y
ocupó con la 7" division un terreno elevado mas allá del
Turones, tratando de asegurar de este modo su flanco de-




244
recho y el camino que va al puente de Castellohom sobre
el Coa.


Prácticaron los ingleses la evolucion, aunque ardua, con
felicidad y maña, y resultó de ella alojarse ahora su dere-
cha en las alturas que median entre el Turones y Descasas.
Allí en Fresneda se incorporó la infantería de don Julian
Sanchez al ejército británico, viniendo por un rodeo de
Navavel, y á dicho jefe con su caballería envióle Welling-
ton á interceptar las comunicaciones del enemigo con Cin-
dad Rodrigo.


Los mas pensaban que l\'Iassena insistiria en cerrar con
la derecha de los ingleses, y envolverla moviéndose hácia
Castellobom. Pero en vez de ejecutar una maniobra que
parecia la mas oportuna y estaba indicada, limitóse á ca-
ñonear por aquella parte, y á hacer amagos y algunas aco-
metidas con la caballería sobre los puestos avanzados,
fijando todo su anhelo en apoderarse de Fuentes de Oño-
ro, y romper lo que ahora en realidad era centro de
los ingleses.


Hasta la noche persistieron los franceses en este ataque
reñidísimo y con varia suerte. El 60 cuerpo y el 90 eran
los acometedores, y Wellington, mas tranquilo en cuanto
á su derecha, reforzó con las reservas de ella la 1a y 5a di-
vision, que llevaron en el centro el principal peso de la pe-
lea, portándose varios cuerpos portugueses con la mayor
bizarría.


Lo recio del combate solo duró por la derecha hasta las
doce : en Fuentes de Oñoro continuó, como hemos dicho,
todo el dia, y cesó repasando los franceses el Descasas, ~7
quedándose los aliados en lo alto, sin que ni unos ni otros
ocupasen el lugar situado en lo hondo.


Mientras que la accion andaba tan empeñada por la de-
recha y centro, el 2 o cuerpo del mando de Reynier apa-




245
rentó atacar el extremo de la línea izquierda de los aliados
que cubría sir Guillelmo Erskiue con la 5" división, defen-
dicndo al mismo tiempo los pasos del rio Descasas por el
latlo del fuerte tle la Concepcien y Aldea del Obispo. Rey-
nier no se empeñó en ninguna refriega importante al ver
al inglés pronto á aceptarla. Tampoco ocurrió suceso nota-
ble delante de AJmeida, en donde se apostaba la 6 a division
que regia el general Campbell. El convoy que los franceses
tenian preparado con destino á Almeida estuvo aguardan-
do en Gallegos todo el dia coyuntura favorable, que no se
le presentó, para introducirse en la plaza.


La batalla por tanto de Fuentes de Oñoro puede mirarse
como indecisa, respecto á que ambas partes conservaron
poco mas Ó rnenos sus anteriores puestos, y que el pueblo
situado en lo bajo, verdadero campo de pelea, no quedó
ni por unos ni por otros. Sin embargo las resultas fueron
Iavorahles á los aliados, imposibilitado el enemigo de con-
servar y de avituallar á Almeida, que era su principal obje-
to. El ejército anglo-portugués perdió 1500 hombres, de
ellos 5000 prisioneros. El francés algunos mas por su porfía
de qllerer ganar las alturas de Fuentes de Oñoro.


Temia Wellington que los enemigos renovasen al día si-
guiente el combate, y por eso empezó á levantar atrinche-
ramientos que le abrigasen en Sil posiciono i\Ias los france-
ses permaneciendo tranquilos el 6y el 7, se retiraron el 8
sin ser molestados. Cruzaron el 10 el Águeda, la mayor
parte por Ciudad Rrodrigo, los de Reynier por Barba de
Puerco.


Este día la guarnicíon enemiga evacuó á Ahneida. Era
gobernador el general Brennier, oficial inteligente y brioso.
No pudiendo Thlassena socorrer la plaza mandrile que !a
desamparase. Fué portador de la órden un soldadoanimoso
y aturdido de nombre Andrés Tillet , que consiguió esqui-


Evacuan
los franceses
á Alme¡u".




246
var , aunque vestido con su propio uniforme, la vigilancia
de los puestos ingleses. El gobernador á su salida trató de
arruinar las fortificaciones, y preparadas las convenientes
minas al reventar de ellas avalanzóse fuera con Sil gente, y
burló á los contrarios que le cerraban con dobles líneas. Se
encaminó en seguida apresuradamente al Águeda con di-
reccion á Barba de Puerco, en donde le ampararon las tro-
pas del mando de Reynier, conteniendo á los ingleses que
le acosaban.


La conducta en la jornada de 'Fuentes de Oñoro de los
generales en jefe Wellington y ,l\Iassena sorprendió á los
entendidos y prácticos en el arte de la guerra. Tan circuns-
pecto el primero al salir de Torres-Yedras; tan cauto en
el perseguimiento de los contrarios; tan cuidadoso en evi-
tar serios conbates cuando todo le favorecia, olvidó ahora
su prudencia y acostumbrada pausa; ahora que su ejército
estaba desmembrado con las fuerzas enviadas al Guadiana,
y Massena engrosado y rehecho, aventurándose á travar
batalla en una posicion extendida y defectuosa que tenia á
las espaldas la plaza de Almeida, todavía en poder de los
enemigos, y el Coa de hondas riberas y de dificultoso
tránsito para un ejército en caso de precipitosa retirada. Y
¿qué impelió al general inglés á desviarse de 8U anterior
plan seguido con tal constancia? El deseo, sin duda, de
impedir el abastecimiento de Almeida. lUotivo poderoso;
pero ¿era comparable acaso con la empresa mucho menos
arriesgada de desbaratar al enemigo y destruirle en su mar-
cha? No solo Almeida entonces, quizá tambien Ciudad Ro-
drigo hubiera cuido en manos de los aliados, y el aniqui-
lamiento del ejército francés de Portugal hubiera influido
ventajosamente hasta en las operaciones de Extremadura,
y de todo el mediodía de España.


Por Sil parte Massena mostróse no tan atinado como de




Wellington
vuelve á partír


pura
Extremadura,


247
costumbre, pues á haber proseguido vigorosamente la ven-
taja alcanzada sobre la derecha inglesa , á la sazon que tuvo
esta que replegarse y variar de puesto, la victoria se hu-
biera verisirnilmente declarado por el el ejército francés, y
los nuevos laureles, encubriendo los contratiempos pasa-
dos, quizá cambiaran la suerte entera de la guerra penin-
sular. Dícese que varios generales, sabiendo que iban á ser
reemplazados, obraron flojamente y desavenidos.


En efecto Junot y Loisou partieron en breve para Fran- Sucede
. á IIIassena en el


era. rHassena mismo cedió el mando el 11 de mayo al ma- mando
el mariscal Mar-


riscal Marmont , duque de Ragusa: y Drouet, con los iO á monto
11000 hombres que le restaban del 9 o cuerpo, marchó la
vuelta de las Andalucías y Extremadura.


El reeien llegado mariscal acantonó su ejército en las
orillas del Tórmes, y solo dejó una parte entre este rio y el
Águeda, debiendo hacer mudanzas y arreglos en el orden
y la distribucion.


Acampo Wellington su gente desde el Coa al Descasas;
y el 16 del mismo mayo volvió á partir con 2 divisiones
á Extremadura, porque Soult asistido de bastante fuerza se
adelantaba otra vez camino de aquella provincia.


Había desde el4 de mayo embestido Beresford la plaza de Beresford
sitia á Badujoz.


Badajoz por la izquierda del Guadiana con 5000 hombres,
reforzados por la 1a división del 50 ejército español bajo el
mando de don Cárlos de España. El 8 verificólo por la már-
gen derecha, completando así el acordonamiento de la pla-
za, y decidió abrir aquella misma noche la trinchera por
delante de San Cristóbal, punto señalado para el principal
ataque. Como era el primer sitio que los ingleses empren-
dian en España , sus ingenieros no se mostraron muy prác-
ticos;' faltos tambien de muchas cosas necesarias.


Disponíanse al propio tiempo los anglo-portugueses á
obrar ofensivamente contra el ejército enemigo en la mis-




248
ma Extremadura , aguardando apoyo de parte de los espa-
ñoles. No se miraba comode importancia el que podia dar
por sí solo el general Castaños, y de consiguiente se con-
taba con otras fuerzas.


Expedícíon Eran estas las de Ballesteros y una expedicion que dió
que manda Blake .


E , y va ¡á la vela de Cádiz ello de abril. A su cabezahabíase puestox remar ura,
don Joaquin Blake, presidente de la Regencia, para lo que
obtuvo especial permiso de las Córtes, vedando el regla-
mento dado á la potestad ejecutiva el que mandase nin-
guno de sus individuos la fuerza armada. Blake tomó tier-
ra el 18 en el condado de Niebla, y marchó por la sierra á
Extremadura. Allí se unió cou la divisionde don Francisco
Ballesteros j hallándose todo el cuerpo expedicionario acan-
tonado el 7 de mayo en Frejenal yen fi'Jonasterio. Se com-
ponia de las divisiones 5" y 4" del 4° ejércitoy de una van-
guardia. Esta la mandaba don José de Lardizábal ; era la
5" división la de don Francisco Ballesteros; capitaneabala
4" don José de Zayas, y los ginetes don Casimiro Loi. En
todo 12000 hombres, entre ellos 1200 caballoscon 12 pie-
zas. Ejercia la funcion de jefe de estado mayor don Anto-
nio Burriel, oficial sabio y amigoparticular de don Joaquin
Bfake.


Cuando Wellington estuvo en Yelves quiso ponerse de
acuerdo con los generales españoles para las operaciones
ulteriores; mas no pudiendo Castaños atravesar el Guadia-
na á causa de una avenida repentina, la misma que se lle-
vó el puente de campaña establecido frente de Jurume-
ña , le envió Wellington una memoria comprensiva de los
principales puntos en que deseaba convenirse, y eran los
siguientes: 1. o que Blake á su llegada se situaria en Jerez
de los Caballeros, poniendo sobre su izquierda en Burgui-
110s á Ballesteros: 2. o que la caballería del 50 ejército se
apostaría en Llerena para observar el camino de Guadal-




249
canal y comunicar con el dicho Ballesteros por Zafra:
5.° que Castaños se mantendría con su infantería en 1'lérida
para apoyar sus jinetes, excepto la division de España re-
servadaal asedio de Badajoz: y 4. o que el ejército británico
se alojaría en una segunda línea, debiendo en caso de ba-
talla unirse todas las fuerzas en la Albuera, como centro
de los caminos que de Andalucía se dirigen á Badajoz.


En la memoria indicó tambien Wellington que si se jun- Anteriores
. ínstruocton es de


taban para presentar la batalla diversos cuerpos de los WeHington.
aliados, ternaria la direccion el general mas autorizado por
su antigüedad y graduacion militar. Obsequio en realidad
hecho á Castaños, á quien en tal caso correspondía el
mando; pero obsequio que rehusó con loable delicadeza
substituyendo á lo propuesto que gobernaria en jefe, llegado
el momento, el general que concurriese con mayores fuer-
zas: alteracion que mereció la aprobacion de todos. Asin-
tieron los generales españoles en los dernas puntos al plan
trazado por el inglés.


Instaba á Soult ir al socorro de Badajoz: mas antes tomó AvanzaSolllt
á Extremadura.disposiciones que amparasen bastantemente las líneas de


Cádiz y la Isla, en donde no dejaba de inquietar á los ene-
migos el marqués de Coupigny, sucesor, segun vimos, de
la Peña. Fortificó tambien el mariscal francés mas de lo que
ya lo estaban las avenidas de Triana y el monasterio cerca-
no de la Cartuja para abrigar á Sevilla de una sorpresa; y
hechos otros arreglos partió de esta ciudad el Iü de mayo.
Llevaba consigo ¡JO cañones, 5000 dragones, una division
de infantería reforzada por un batallon de granaderos
perteneciente al cuerpo que mandaba Victor; y 2 regi-
mientos de caballería ligera que lo eran del de Sebastiani.
Llegó el 11á Santa Olalla y juntósele allí el general Maran-
sin: al mismo tiempo una brigada del general Godinot,
acuartelado en Córdoba, avanzaba por Constantina. Unióse




250
el 15 á Soult el general Latour-Maubourg , que tornó el-
mando de la caballería pesada, encargándose del 50 cuerpo
el general Girard. Los franceses contaban en todo unos
20000 infantes y cerca de 5000 caballos, con 40 cañones.
Sentaron el 14 en Villafranca su cuartel general.


Levanta No habían entre tanto los ingleses adelantado en el sitio
Berestord el sitio


de llad[ljoz. de Badajoz. Philippon, gobernador francés, aventajábase
demasiado en saber y diligencia para no contener fácil-
mente la inexperiencia de los ingenieros ingleses é inutili-
zar los medios que contra él empleaban, insuficientes á la
verdad. Al aproximarse Soult mandó Beresford descercar la
plaza, y en los dias 15 y 14 empezó á darse cumplimiento
á la órden, siendo del todo abandonado el sitio en la noche
del 15, en que se alejó la 4a division inglesa y la de don
Cárlos de España, últimas tropas que habian quedado.
Perdieron 103 aliados en tan infructuosa tentativa unos 700
hombres muertos y heridos.


Batalla Tuvieron el 14 vistas en Valverde de Leganés con el ma-
de la Albucra,


riscal Beresford los generales españoles, )" convinieron to-
dos en presentar hatalla á los franceses en las cercanías de
la Albuera. En consecuencia expidieron órdenes para reu-
nir allí brevemente todas las tropas del ejército combi-
nado.


Es la Albuera un lugar de corto vecindario situado en el
camino real que de Sevilla va á Badajoz, distante cuatro
leguas de esta ciudad y á la izquierda de un riachuelo que
toma el mismo nombre, formado poco mas arriba de la
union del arroyo de Nogalescon el de Chicapierna. Enfren-
te del pueblo hay un puente viejo y otro nuevo al lado,
paso preciso de la carretera. Por ambas orillas el terreno es
llano y en general despejado con suave declive á las ri-
beras. En la de la derecha se divisa una dehesa y canas-
cal llamado de la Natera, que encubre hasta corta distan-




201
cia el camino real, sobre todo la orilla rio arriba por donde
el enemigo tentó su principal ataque. En la márgen iz-
quierda por la mayor parte no hay árboles ni arbustos,
convirtiéndose mas y mas aquellos campos que tuesta el
sol en áridos sequerales, especialmente yendo hácia Val-
verde. Aquí la tierra se eleva insensiblemente y da el ser á
unas lomas que se extienden detrás de la Albuera con ver-
tientes á la otra parte, cuya falda por allí lame el arroyo
de Valdesevilla. En las lomas se asentó el ejército aliado.


El expedicionario llegó tarde en la noche del ia, y se
colocó á la derecha en dos líneas: en la primera, siguien-
do el mismo órden, don José de Lardizáhal y don Francis-
co Ballesteros, que tocaba al camino de Valverde: en la se-
gunda, á doscientos pasos, don José de Zayas. La caba-
llería se distribuyóigualmente en dos líneas, unida ya la del
5°ejército bajo las órdenes del conde de Penne Villlemur,
que mandó la totalidad de nuestros jinetes.


El ejército anglo-portugués continuaba en la misma ali-
ueacion aunque sencilla: su derecha en el camino de Val-
verde, dilatándose por la izquierda perpendicularmente á
los españoles. El general Guillermo Stewart con su 2" di-
vision venia después de Ballesteros, y estaba situado entre
dicho camino de Valverde y el de Badajoz; cerraba la iz-
quierda de tallo el ejército combinado la division del gene-
ral Hamilton , que era de portugueses. Ocupaba el pueblo
de la Albuera con las tropas ligeras el general Alten. La
artillería británica se situó en una línea sobre el camino
de Valverde: los caballos portugueses junto á sus infantes
al extremo de la izquierda, y los ingleses avanzados cerca
del arroyo de Chicapierna de donde se replegaron al ata-
car el enemigo, Los mandaba el general Lumley,_que se pu-
so á la cabezade toda la caballería aliada.


Colocado ya así el ejército, llegó don Francisco Javier




252
Castaños con 6 cañones y la división de infantería de don
Cárlos de España, la cual se situó á ambos costados de la
de Zayas, ascendiendo los recien venidos con los de Penne
Villemur, todos del ¡Jo ejército, á unos 5000 hombres.
Tambien se incorporaron al mismo tiempo 2 brigadas de
la4' división británica que regia el general Cole , y que for-
maron con una de las brigadas de Hamilton otra segunda
línea detrás de los anglo-portugueses, los cuales hasta en-
tonces carecían de este apoyo. La fuerza entera de los alia-
dos rayaba en 51000 hombres, mas de 27000 infantes y
5600 caballos. Unos 1.:;000 eran españoles, los demas in-
gleses y portugueses; por lo que siendo mayor el número
de estos> encargóse del mando en jefe, conforme á lo con-
venido, el mariscal Beresíord.


Alboreaba el dia i6 de mayo y ya se escaramuzaban los
jinetes. El tiempo anubarrado pronosticaba lluvia. A las
ocho avanzaron por el llano 2 regimientos de dragones
enemigos que guiaba el general Briche con una batería li-
gera. al paso que el general Godinot seguido de infantería
daba indicio de acometer el lugar de la Albuera por el puen-
te. Los españoles empezaron entonces á cañonear desde sus
puestos.


A la sazón los generales Castaños , Beresford y Blake con
sus estados mayores y otros jefes, almorzaban juntos en un
ribazo cerca del pueblo entre la primera y segunda linea. y
observando el maniobrar del enemigo opinaban los mas que
acometería por el frente ó izquierda del ejército aliado. Entre
los concurrentes hallábase el coronel don Bertoldo Schepe-
ler, distinguido oficial aleman que babia venido á servir de
voluntario por la justa causa de la libertad española, y cre-
yendo por el contrario que los franceses embestirían el cos-
tado derecho, tenia fija su vista hacia aquella parte, cuando
columbrando en medio del carrascal y matorrales de la otra




255
orilla el relucir de las bayonetas, exclamó: ( por allí vie-
nen. J) Blake entonces le envió de explorador, y en pos de
él á otros oficiales de estado mayor.


Cerciorados todos de que realmente era aquel el punto
amenazado, necesitóse variar la formacion de la derecha
que ocupaban los españoles: mudanza difícil en presencia
del enemigo l y mas para tropas que, aunque muy bizarras,
no estaban todavía bastante avezadas á evolucionar con la
presteza y facilidad requeridas en semejantes aprietos.


No obstante veriñcáronlo los nuestros atinadamente pa-
sando parte de las que estaban en segunda línea á cubrir
el flanco derecho de la primera l desplegando en batalla y
formando con la última martillo, ó sea un ángulo recto.
Acereábase ya el terrible trance: los enemigos se adelanta-
ban por el bosque; á su izquierda traían la caballería man-
dada por Latour-Maubourg, en el centro la artillería bajo
el general Ruty, y á su derecha la infantería compuesta de
2 divisiones del i)o cuerpo mandadas por el general Girard,
y de una reserva que lo era por el general Werlé. Cruza-
ron el Nogales y el arroyo de Chicapierna , y entonces
hicieron un movimiento de conversión sobre su derecha,
para ceñir el flanco tambien derecho de los aliados, y aun
abrazarle, cortando así los caminos de la sierra, de Oli-
venza y de Valverde, y procurando arrojar á los nuestros
sobre el arroyo Valdesevilla y estrecharlos contra Badajoz
y el Guadiana. ]}lientras que los enemigos comenzaban este
ataque, que era, repetimos, el principal de su plan, con-
tinuaban el general Godinot y Briche amagando lo que se
consideraba antes en la primera formacion centro é izquier-
da del ejército combinado.


Trabóse , pues, por la derecha el combate formal. Empe-
zóle Zayas, le continuó Lardizáhal, que había seguido el
movimiento de aquel general, y empeñáronse al fin en la




254
pelea todos los españoles, excepto 2 batallones de Balles-
teros, que quedaron haciendo frente al río de la Albuera:
mas lo restante de la misma división favoreció la maniobra
de Zayas, .é hizo una arremetida sobresaliente por el dies-
tro flanco de las columnas acometedoras, conteniéndolas
y haciéndolas allí suspender el fuego. Los enemigos enton-
ces rechazadossobre sus reservas, insistieron muchasveces
en su propósito si bien en balde; pero al caboayudados de
la caballería mandada por Latour-Maubourg se colocaron
en la cuesta de las lomas que ocupaban los españoles.


Acorrió en ayuda de estos la division del general Stewart
ya en movimiento, y marchó á ponerse á la derecha de Za-
yas; siguióle la de Cole á lo léjos, Yse dilató la caballería
al mando de Lumley la vuelta del Valdesevilla para evitar
la enclavadura de nuestra derecha en las columnas enemi-
gas, siendo ahora la nueva posieion del ejército aliadoper-
pendicular al frente en donde primero habia formado. Alten
se mantuvo en el pueblo de la Albuera , y Hamiltoncon los
portugueses, aunque también avanzado, quedóse en la lí-
nea precedente con destino á atajar las tentativas que hi-
ciese contra el puente el general Godinot.


Por la derecha prosiguiendo vivísimo el combate y ade-
lantándose Stewart con la brigada de Colbourne , una de
las de su division , retrocedian ya de nuevo los franceses,
cuando sus húsares y los lanceros polacos arremetiendo III
inglés por la espalda dispersaron la brigada insinuada, y
cogiéronle cañones, 800 prisioneros y 5 banderas. Ráfagas
de un vendaval impetuoso, y furiosos aguaceros unidos al
humo de las descargas impedían discernir con claridad los
objetos, y por eso pudieron los jinetes enemigospasar por
el flanco sin ser vistos, y embestir á retaguardia. Algunos
polacos llevados del triunfo se embocaronpor entre las dos
líneas que formaban los aliados; y la segunda inglesa, ere-




255
yendo la primera ya rota, hizo fuego sobre ella y sobre el
punto donde estaba Blake: afortunadamente decubrióse
luego el engaño.


En tan apurado instante sostúvose sin embargo firme un
regimiento de los de la brigada de Colbourne, y dió lugar
á que Stewart con la de Houghton volviese á renovar la
acometida. Hizolo con el mayor esfuerzo; ayudóle, co-
locándose en línea, la artillería bajo el mayor Diekson, y
también otra brigada de la misma division que se dirigió á
la izquierda. Don-José de Zayas con los suyos empeñóse
segunda vez en la lucha, y lidió valerosamente. La caba-
llería apostada á la derecha del flanco atacado reprimió al
enemigo por el llano , y se distinguió sobre todo y favoreció
á Stewart en su desgracia la del 5° ejército español, acau-
dillada por el conde de Penne ViIlemur y su segundo don
Antolin Itiguilon.


La contienda andaba brava, y el tiempo habiendo escam-
pado permitía obrar á las claras. De ningun lado se cejaba,
y hacíanse descargas á medio tiro de fusil: terrible era el
estruendo y tumulto de las armas, estrepitosa la altanera
vocería de los contrarios. Por toda la línea habíase trabado
la aecion; en el frente primitivo y en la puente de la Albue-
ra tambien se combatia. Alten aquí defendió el pueblo vi-
gorosamente, y Hamilton con los portugueses y los 2 ba-
tallones españoles, que dijimos habian quedado en la po-
sicion primera, protegiéronla con distinguida honra.


Dudoso todavía el éxito cargaron en fin al enemigo las
2 brigadas de la division de Cole; la una portuguesa bajo
el general Harvey se movió por entre la caballería de Lum-
ley y la derecha de las lomas, sobre cuya posesion princi-
palmente se peleaba, y la otra que conducia l\'Iyers enea-
minóse adonde Stew art batallaba.


A poco Zayas animado en vista de este movimiento, ar-




256
remetió en columna cerrada arma al brazo, y halláhase á
diez pasos del enemigo á la sazón que flanqueado este por
portugueses de la brigada de Harvey, volvió la espalda, y
arremolinándose sus soldados,y cayendo unos sobre otros,
en breve fugitivos todos, rodaron y se atropellaron la lade-
ra abajo. Su caballería, numerosa y superior á la aliada,
pudo solo cubrir replieguetan desordenado. Repasóel ene-
migo los arroyos, y situóse en las eminencias de la otra
orilla, asestando su artillería para proteger en union con
los jinetes sus deshechas y cási desbandadas huestes.


No los persiguieron mas allá los aliados, cuya pérdida
habia sido considerable. La de solos los españolesascendía
á 1565 hombres entre muertos y heridos: de estos fuélo
don Cárlos de España; de aquellos el ayudante primero de
estado mayor don Emeterio Velarde, que dijo al espirar:
« nada importa que yo muera si hemos ganado la batalla. »
Los portugueses perdieron 565 hombres: los ingleses ;)614
y 600 prisioneros, pues los otros se salvaron de las manos
de los franceses en medio del bullicio y confusion de la
derrota. Perecieron de los generales británicos Houghton
y Myers: quedó herido Stewart, Cole y otros oficiales de
graduacion.


Contaron los franceses de menos 8000 hombres: murie-
ron de ellos los generales Pepin y Werlé , y fueron heridos
Gazan, l\1aransin y Bruyer. Sangrienta lid, aunque no fuI'
de larga duracion.


El 19 ambos ejércitos se mantuvieron en línea en frente
uno de otro: retiróse Soult por la noche, yendo tan des-
pacio, que no llegó á Llerena hasta el 25. Los aliados de-
járonle ir tranquilo. Solo le siguió la caballería, que, man-
dada por Lumley, tuvo luego en Usagre un recio choque
en que fueron escarmentados los jinetes enemigos con per-
dida de mas de 200 hombres.




Celebra la
victoria


lord Byron.
(. Ap, n. 3.)


Manifestacion
del parlamento


británico
y de las Córtes


en favor
de los l'jércilos.


257
El parlamento británico declaró « reconocer altamente el


l) distinguido valor é intrepidez con que se babia conduci-
11 do el ejército español del mando de S. E. el general Bla-
" ke en la batalla de la Albuera, j) aunque parece no había
ejemplo de demostraciones semejantes en favor de tropas
extranjeras. Las Córtes hicieron igual ó parecida declara-
eion respecto de los aliados, y ademas decretaron ser el
ejército español benemérito de la patria, conórden de que
finalizada la guerra, se erigiese en la Albuera un monumen-
to. Agracióse también con un grado á los oficiales mas an-
tignos de cada clase.


lUereció tan gloriosa jornada honorífica conmemoracion
del estro sublime de * lord Byron, expresando que en lo
venidero seria el de la Albuera asunto digno de celebrarse
en las jácaras y canciones populares.


El 19 llegó lord Wellington al Guadiana acompañado LlegaWellington
de las 2 divisiones, con las que, segun dijimos. había sa- dedt~Sh~i:lIa.
lido de sus cuarteles del norte. Visitó el mismo dia el cam-
po de la Albuera • y ordenó al mariscal Beresford que no
hiciese sino observar al enemigo y perseguirle cautelosa-.
mente. Fué luego enviado dicho mariscal á Lisboa con
destino á organizar nuevas tropas. Hubo quien atribuyó la
comision á la sombra que causaban los recientes laureles;
otros, al parecer mas bien informados, á disposiciones ge-
nerales y no á celosas ni mezquinas pasiones: debiéndose
advertir que las dotes que adornaban al Beresford antes se
acomodaban á organizar y disciplinar gente bisoña, que á
guiar un ejército en campaña. El general HiIl de vuelta en
Portugal, recobrada ya la salud, volvió á tomar el mando
de la 2 a division británica, encomendada en su ausencia á
Beresford, con las demas tropas anglo-portuguesas que por
lo comun maniobraron á la izquierda del Tajo.


No viéndose Soult acosado paróse en Llerena , y llamó
TOll.IIJ. 17




258
hácia sí todas las tropas de las Andalucías que podian jun-
társele sin detrimento de los puntos fortificados y demas
puestos que ocupaban. Se esmeróal propio tiempo en aco-
piar subsistencias que no abundaban 1 y su escasez produjo
disgusto y quejas en el campo, pues los naturales desam-
parando en lo general sus casas 1 procuraban engañar al
enemigo y deslumbrarle para que no descubriese los granos
que 1 siendo en aquella tierra gUdrdados en silos 1 ocultaban-
se fácilmente alojo lince del soldado que iba á la pecorea.
Por la espalda incomodaban asimismo al ejército de Soult
partidarios audaces que se interponian en el camino de Se-
villa y cortaban la comunicaeion 1 teniendo para aventarlos
que batir la estrada, y destacar á varios puntos algunos
cuerpos sueltos.


Elllpréndesc. Dispuso Wellington que una gran parte del ejército alia-
rte nuevo el ~t11O


du Baflajoz. do se acantonase en Zafra, Santa Marta. Feria. Almendral
y otros pueblos de los alrededores. con la caballeríaen Ri-
bera y Villafranca de Barros. Elt8 había ya la división de
Hamilton renovado por la izquierda de Guadianael bloqueo


_de Badajoz, á cuya parte acudió tambien la nuestra, que
antes mandaba don Cárlos de Bspaüa, y ahora don Pedro
Agustín Jiron , segundo de Castaños. Dudóse algun tiempo
si se emprenderia entonces el sitio formal, no siendo dado
apoderarse en breve de la plaza, y temible que en el entre
tanto tornasen los francesesá socorrerla. No obstante deci-
dióse Wellingtou al asedio, y el 22 convino despues de
madura deliberacion con los ingenieros y otros jefes, en
seguir el ataque resuelto para la anterior tentativa, si bien
modificado en los pormenores.


De consiguiente el 25 la 7 a division británica del mando
de Houston embistió áBadajoz por la derecha de Guadiana,
y el27 la 5 a reforzó la de Hamilton colocadaá la izquierda
del mismo rio. Empezóse el 29 á abrir la trinchera contra




259
el fuerte de San Cristóbal, divirtiendo al propio tiempo la
atencion del enemigo con falsos acometimientos hácia Par-
daleras. Del 50 al 51 comenzaron igualmente los sitiadores
un ataque por el mediodía contra el castillo antiguo.


Abierta brecha al este en San Cristóbal, tentaron los in-
gleses creyéndola practicable asaltar el fuerte, y se aproxi-
maron á Sil recinto teniendo á la cabeza al teniente Forster.
De cerca vió este que se habian equivocado, pero hallándose
ya él y los suyos en el foso y animados, quisieron en vano
trepar á la brecha repeliéndolos el enemigo con pérdida:
entre los muertos contóse al mismo Forster.


En el castillo tampoco se habia aportillado mucho el mu-
ro á pesar de los escombros que se veian al pié. El 9 repi-
tióse otro acometimiento contra San Cristóbal, si bien no
con mayor fruto. Desde entonces convirtióse el sitio en
bloqueo, con intención Wellington de levantarle del todo.
No se comprende cómo se empezó siquiera tal asedio, ca-
reciendo allí los ingleses de zapadores, y desproveidos hasta
de cestones y faginas.


Entonces fué cuando de resultas de una hoguera encen-
dida por artilleros portugueses, acampados al raso no léjos
de Badajoz en la márgen izquierda del Guadiana , se pren-
dió fuego á las heredades y chaparros vecinos, cundiendo
la llama con violencia tan espantosa, que en el espacio de
tres días se acercó á Mérida , ciudad que se preservó de ta-
maña catástrofe por hallarse interpuesto aquel anchuroso
rio. Duró el fuego quince dias , y devoró casas, encinares,
dehesas, las mieses ya cási maduras, todo cuanto encontró.


Reforzado Soult más y más determinó ponerse en mo-
vimiento la vuelta de Badajoz, y abrió su marcha el 12 de
junio juntándosele por entonces el general Drouet, que se
había encaminado con los restos del 9 o cuerpo por Ávila y
Toledo sobre Cérdoha , y de allí torciendo á su derecha


Gran quema
en los campos.


Vuelve á
avanzar souu.




El mariscal
J1armont


viene sobre el
Gnadíana.


Retirase
Welllngton


sobre
Campornayor.


260
había venido á dar á Belalcázar y al campo de los suyos en
Extremadura. Incorporáronse estas fuerzas con el 5° cuer-
po, que empezó desde luego á gobernar dicho Drouet. Te-
nia por mira Soult libertar á Badajoz; pero no osando aun-
que muy engrosado ejecutarlo por sí solo, quiso aguardar
á que se le acercase Marmont, en marcha ya para el Gua-
diana.


Apenas habia tomado á su cargo este mariscal el ejército
de Portugal, cuando le dió nueva forma, distribuyendo en
6 divisiones sus 5 anteriores cuerpos. Su conato luego que
abasteció á Ciudad Rodrigo, se dirigió principalmente se-
gun las órdenes de Napoleon á cooperar con Soult en Ex-
tremadura , habiendo acudido allí la mayor parte del ejérci-
to combinado. Cuatro divisiones del de Marmont partieron
de Alba de Tórmes el 5 de junio, y las otras .2 habíanse to-
davía quedado hácia el Águeda, atento el mariscal francés
á explorar los mivimientos de sir Brent Spencer, que man-
daba en ausencia de Wellington las tropas del Coa. Pero
habiendo hecho Marmont un reconocimiento el 6, y per-
suadido de que el general inglés no le incomodaria, y que
solo seguiria paralelamente el movimiento de 13s tropas
francesas, salió en persona para Extremadura, acompaña-
do del resto de su fuerza con direccion al puerto de Baños.
Cruzó el Tajo en Almaraz habiendo echado al intento un
puente volante, y su ejército puesto ya en la orilla izquier-
da marchó en.2 trozos, uno de ellos por Trujillo á Mérida,
otro sesgueando á la izquierda sobre Medellin.


Cuando Wellington averiguó que Soult avanzaba, apos-
tose en la Albuera para contenerle y empeñar batalla. 1\las
despues noticioso de que l\larmont estaba ya próximo á
juntarse al otro mariscal, con razon no quiso continuar en
una posicion en que tenia á la espalda á Badajoz y Guadia-
na, sobre todo debiendo habérselas con fuerzas tan consi-




261
derables como las de los dos mariscales reunidos, y por
tanto abandonóla Albuera, descercó á Badajoz, y repasan-
do el Guadiaua , se acogió el J7 á Yelves, Lo mismo hicie-
ron los españoles vadeando el rio por Jnrumeña. Aproxi-
máronse de consiguiente sin obstáculo Marmont y Soult, y
se avistaron el 19 en el mismo Badajoz.


Habia sir Brent Spencer en el entretanto marchado á lo
largo de la raya de Portugal, pasado el Tajo en Villavelha, y
reunídose á Wellington en las alturas de Campomayor. Pre-
parábase aquí el último á pelear extendiéndose su ejército
por los bosques deleitosos de ambas orillas del Caya.Cons-
taba en todo su fuerza de 60000 hombres. Otros tantos te-
nian los enemigos, quienes haciendo el 22 reconocimientos
por Yelves y Badajoz , se abstuvieron de comprometerse;
no considerando fácil deshacer á los aliados situados ven-
tajosamente.


De estos se habia separado Blake el 18 seguido por el
ejército expedicionario, la division de Ballesteros, la de
Jiron y caballería dePenne Villemur , no bien avenido
con la supremacía de Wellington , por lo que se ofreció á
hacer una correría al condado de Niebla. Dió el general en
jefe su aprobacion á la propuesta, y Blake caminando por
dentro de Portugal, repasó el Guadiana en Mértola el 25.
En el tránsito padecieron nuestras tropas muchas escaseces
á causa de las marchas rápidas que hicieron; y desmanda-
ronse muy reprensiblemente los soldados de Ballesteros,
molestando sobremanera y maltratando á los naturales.


Parecia que Blake llevaba la mira en su expedicion de po-
nerse sobre Sevilla cási abandonada en aquel tiernpo, y no
defendiéndola sino escasas tropas francesas y unos pocos
jurados españoles, gente en la que no confiaba el extran-
jero. Para que no se malograra tal empresa, conveniente
era marchar aceleradamente, pues de otro modo volviendo


Júntasele
su ejército del


norte
de Portugal.


Blake se separa
del


ejército aliado.




262
Soult pié atrás apresuraríase á ir en socorro de la ciudad.


Su desgraciada Pero Blake sin motivo plausible detúvose y resolvió antes
tentativa


contra Niebla. apoderarse de Niebla, villa á la derecha del Tinto rodeada
de un muro viejo y de un castillo, cuyas paredes, en espe-
cial las de la torre del Homenaje, son de un espesor des-
usado. Cabecera de la comarca y en buen paraje para ense-
ñorearla , habíanla los francesesfortalecido cuidadosamente
aprovechándose de sus antiguos reparos, entre los que se
descubrieron (segun nos ha dicho el mismo duque de Arem-
berg, principal promotor de aquellos trabajos) bastantes
restos de la dominaeion romana. Mandaba ahora allí el co-
ronel Fritzherds al frente de 600 suizos.


Encomendóse el ataque á la division de Zayas, y tuvo co-
mienzo en la noche del 50 de junio. Mas no había cañones
de batir, y las escalas, aunque añadidas y empalmadas, re-
sultaron cortas, con 10 que se desistió del intento: y sin
conseguir cosa alguna en Niebla, perdió Blake la ocasión
de hacer una correría á Sevilla y sembrar entre los enemi-
gos el desasosiego y la tribulacion.


Tan solo produjo su movimiento el buen efecto de alejar
parte de la fuerza enemiga de las cercanías de Badajoz ; la
cual viniendo sobre Blake al condado, le obligó á retirarse
el2 de julio, y repasar el Guadiana el 6 en Alcoutin, des-
de donde meditando el general español otra empresa á le-
vante, se dirigió á Villareal de San Antonio y Ayamonte;
reembarcándose el 10 con la fuerza expedicionaria y una
parte de la division primitivamente al mando de don Cárlos
de España. La de Ballesteros permaneció en el condado; y
don Pedro Agustin Jiron con algunos infantes y el conde
de Penne Villemur asistido de la mayor parte de la caballe-
ría, se quedaron por las márgenesdel Guadianaacercándose
á Extremadura.


En este tiempo los calores fueron excesivos y abrasado-




265
res, atribuyéndolo algunos á la presencia de un cometa res-
plandeciente que se dejó ver en la parte boreal de nuestro
emisferio durante muchos meses, y tuvo suspensa la aten-
cion de la Europa entera. Percibíase en Cádiz por el dia, y
alumbraba de noche al modo de una luna la mas clara, acamo
pañado de larga y rozagante cabellera. Tales apariciones
aterraban á los pueblos de la antigüedad, siendo pocos los
astrónomos y contados los filósofos * que conociesen en
aquella era la verdadera naturaleza de estos cuerpos. En los
siglos modernos la antorcha de la ciencia empuñada en este
caso por el gran Newton y el ilustre Halley * ha difundido
gran luz sobre las leyes que dirigen los movimientos y re-
voluciones de los cometas, y disipado en parte los vanos
temores de la crédula y tenebrosa ignorancia.


Segun insinuamos, la correría de Blake al condado, aun-
que malograda, desvió de la Extremadura una porcion de
las tropas francesas. Soult salió de Badajoz el 27 de junio,
y tornó á Sevilla dirigiendo una división á las órdenes del
general Conroux por Frejenal la vuelta de Niebla. Al reti-
rarse avitualló de nuevo la plaza de,.Najoz, y voló los
muros de Olivenza, recinto que los"ingleses habíanabando-
nado cuando se pusieron detrás del Guadiana. Quedó á la
izquierda de estos el general Drouet con el .)0 cuerpo.


Guardó la derecha algunos dias el mariscal Marmont, cu-
yas espaldas eran á menudo molestadas por partidarios
españoles. Quien mas inquietó al enemigo hácia aquella
parte fué don Pablo Morillo á la cabeza de la 2 a division
del ñ o ejército, que en vez demaniobrar unido con el cuer-
po principal, campeó sola y destacada de acuerdo con el
general en jefe. Sorprendió en junio Morillo en Belalcázar
al coronel Normant, matóle 48 hombres y le cogió 111. Lo
mismo hizo en Talarrubias el 1 o de julio tomando al co-
mandante 4 oficiales y 149 soldados. Acosado entonces por


tumeta.


(" Ap. n ~.)


(' Al'. n.•. )


Soult retrocede.
á Sevilla


Correrias
de ~Iorillo.




Repasa el Tajo
Marmont.


Tamblen
Wellington.


.'ill de este libro.


264
5 columnas enemigas, sorteó sus movimientos con bien en-
tendidas, aunque penosas marchas y contramarchas, por lo ~
intrincado de la Sierramorena. Envió salvosal 5" ejército
los prisioneros, que cruzaron sin tropiezo todo el paísocu-
pado por los franceses, y defendiéndose contra los que le
iban al alcance revolvió en seguida contra otros que se alo-
jaban en Villanueva del Duque: escarmentólos el 22, Y
combatiendo siempre, entró en Cáceres el 51 y se abrigó
de los suyos después de una correría de dos meses, feliz y
gloriosa.


Tales inquietudes y otras no menos continuas, así como
lo desvastado del país, dificultaban al mariscal Marmont
las provisiones, teniéndole que venir convoyadas hasta de
Madrid por fuertes escoltas, hostigadas siempre, á veces
dispersas. Por tanto fortificando los antiguos castillos de
Medellin y lniliJlo, apostó aquí la division del generalFoy
con gran parte de la caballería, y el 20 de julio repasando
eL~i~mo mariscal el Tajo, se colocó en rededor de Alma-
ra!-lJ'.!,ª-~eE.~ia .


Wellington ta_itn cruzó aquel rio via de Castello-
branco , contramarchando al mismo son ambos ejercites, y
solo dejó al general Hill en Arronches y Estremoz para
cubrir el Alentejo. Don Francisco Javier Castaños con la
fuerza entonces corta del 50 ejército se acuarteló en Valen-
cia de Alcántara y sus cercanías, explorando la caballería
bajo el mando de Penne Villemur las comarcas vecinas.
Ihanse así tornando los respectivos ejércitos y cuerpos á
los puntos desde donde habian partido. y de cuya inmediata
y peculiar conservacion estaban antes comoencargados.


y vemos que en estos seis ó siete meses primerosdel año
de 1811hubodesde Tarifacorriendo por el mediodia y ocaso
hasta el Duero plazas perdidas y tomadas, batallasganadas,
fieros trances. Las aliados por una parte perdieron á Bada-




265
joz; pero por fa otra recobraron á Afmeida y libertaron el
reino de Portugal, inclinándose de este modo á su favor la
balanza de los sucesos. Cometiéronse faltas, y no solo las
cometieron los españoles, cometiéronlas tambien ingleses
y franceses, pudiéndose inferir de nuestra relacion cuánto
pende de la fortuna la fama de los generales mas exclare-
cidos , absolviendo por lo comun el mundo, si aquella es
propicia, de enormes é indisculpables yerros.






RESUMEN
DEL


LIBRO DÉCIMOQUINTO.


OPERACIONES militares á los extremos de los ejércitos combinados
anglo-hispano-portugueses. - Ronda. - Murcia y Granada. - Pasa
Sebastiani á Francia. - Galicia y Asturias. - Evacuacion de Asturias.
- Accion de Cogorderos. - 7° ejército: Porlier á su frente.- Partidas
de este distrito. - Sorpresa de un convoyen Arlaban por Mina. -
Ejército francés del norte de España. - Cataluña, Aragon y Valencia.
- Sitio de Tortosa. - La toman los franceses. - Sensacion que causa
en Cataluña. - Sentencia contra el gobernador Alacha. - Toman los
franceses el castillo del Coll de Balaguer. - Providencias de Suchet.-
Vuelve á Aragon. - Alborotos en Tarragona. - El marqués de Oam-
poverde nombrado geueral de Cataluña. - Asoma Macdonald á Tarra-
gon:l.- Se retira.- Reencuentro con Sarsfield en Figuerola.-Nuevos
alborotos en Tarragona. -Nuevo congreso catalán. -Disuélvese lue-
go. -Providencias de Suchet en Aragon contra las partidas. - Facul-
tades nuevas y mas amplias que Napoleon da á Suchet. - Vistas con
este motivo de Suchet y Macdonald. -- Pasa Macdonald á Barcelona.
- QUl'ma de Manresa. -Proclama de Campoverde. -lUovimientos de
este general. - Tentativa malograda contra Barcelona. - Sorpresa y
toma de Figueras por los españoles. -- Marcha á Figueras del baron
de Eroles. - Ocupa á Olot Y á Castelfollit. - Estado crítico de los




268
franceses. - Va tambien Cawpoverde á Fígueras. -- No consigue sino
en parte socorrer el castillo - Vacilacion de Suchet. -l\ledidas de
precaueion que toma en Aragon. - Resuélvese á sitiar á Tarragona. -
Principia el cerco. - Llega Campoverde á Tarragona..- Atacan y to-
man los franceses con dificultad el fuerte del Olivo. - Sale Campo-
verde de la plaza: se encarga el mando de ella á don Juan Senen de
Contreras. - Encarnizada defensa de los españoles. - Tropas que lle-
gan de Valencia. - Diversion de Eroles y otros fuera de la plaza.-
Toman los franceses el arrabal. - Quejas contra Campoverde. - Ten-
tativa infructuosa de este para socorrer la plaza. - Tropas inglesas
que se presentan delante del puerto. - Nodesembarcan. - Otras ocur-
rencias desgraciadas. - Baten los franceses la ciudad. - La asaltan.-
La entran.-Gloriosa resistencia. de los sitiados.- Muerte de don José
Gonzalez. - Horrible matanza. - Reflexiones. - Suerte de Contreras
y noble respuesta. - Ceremonia religiosa á que asiste Suchet. - Re-
suelve Campoverde evacuar el principado.- Desercion.- Suchet pasa
á Barcelona. - Actos suyos crueles. - Torna Suchet á Tarragona. -
Desiste Campoverde de evacuar el principado. - Se embarcan los va-
lencianos. - Sucede á Campoverde en el mando don Luis Lacy.-
Lacy y la junta del principado en Solsona. Su buen ánimo. -l\Iar.
cha admirable del brigadier Gasea. - Suchet trata de atacar la mon-
taña de Monserrat. - Es elevado á mariscal de Francia. - Eroles en
Monserrat. -Descripcion de este punto. - Le ataca y toma Suchet.
- Macdonald estrecha á Figueras. - Se rinde el castillo. - No por
eso cesa la guerra en Cataluña. - Suchet pasa á Aragon, inquieto
siempre este reino. - Valencia. Convoca Bassecourt un congreso.-
Se disuelve. - Don Cárlos Odonnell sucede á Bassecourt. - Opera-
ciones militares del 2° ejército, ó sea de Valencia.-Sucede el marqués
del Palacio á OdonnelI. - Castilla la Nueva. - Juntas y guerrilleros.
- El Empecinado. - Villacampa. - Ataque contra el puente de Au-
ñon.- Diversos movimientos y sucesos.- Otros guerrilleros. - Malos
y crueles tratamientos. - Mas partidarios. - Resultas importantes de
este género de guerra. - Situacion de José. - Desengaño que recibe.
- Estado de su ejército y hacienda. - Diversiones que José promueve.
- Ilusiones de José. - Desazonaba su lenguaje á Napoleon. - Dis-
gusto de José. - Su viaje á Paris. - Nacimiento del rey de Roma.-
Vuelve José á Madrid. - Escasez de granos. - Providencias violentas
del gobierno de José .. - Trata José de componerse con (\1 gobierno de
Cádiz.- Emisarios que envía, - Inutilidad de los pasos que estos dan.




HISTORIA
DEL


u~"ANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑAI
=DiB•• a::


LIBRO DÉCIMOQUINTO.


A los opuestos y distantes extremos de los puntos en Operacíones
d d . b l .1 '. 1 . b mtlttareson e se ejecuta an as granues y pnncipa es mamo ras álos extremos de
d l .,. 1 ' l - 1 d b • 108 ejércítose ejéreíto ang o-portugués y ang o-espanor, eseu nanse combl,!ado8 sn-


" glo-híspano-por un lado las montañas de Ronda y el 5er ejército acan- portugueses.
tonado en la raya de Granada y Murcia, y por el otro Ga-
licia y Asturias con el ahora llamado 6 o ejército. En ambas
partes pudiera haberse molestado mucho al enemigo, si se
hubiese sacado ventaja de los medios que proporcionaba el
país, señaladamente Galicia , y de Ja favorable oportunidad
que ofrecía el agolparse de las huestes francesas hacia la
raya de Portugal. Pero por desgracia ciñéronse sololos es-
fuerzos á divertir la atencion del enemigo, y á ponerle en
la necesidad de emplear tropas que bastasen á observar y
contener á las nuestras.




Ronda.


~Iurcia
y Grana.la.


270
La serranía de Ronda, foco importante de insurreecion,


dividia, por decirloasí, el cuerpo francés sitiador de Cádiz,
del de Sehastiani alojado en Granada. Gobernaba aquellas
montañas, comoantes, el general Valdenebro, presidente
de la junta de partido; mas por lo común guiaban de cer-
ca á los serranos caudillos naturales del país. Bejines de
los Rios con la la división del 4° ejército apoyaba los
movimientos de los habitadores, y contribuía á mantener
el fuego. Peleábase sin cesar, y ni las fuerzas que los fran-
beses conservaban siempre en la misma sierra, ni las co-
lumnas que á veces destacaban de Sevilla, Granada ó sitio
de Cádiz, eran suficientes para reprimir la insurrecciono El
paisanaje dispersáhasecuando le atacaban numerosasfuer-
zas, y reconcentráhase cuando estas se disminuian , apelli-
dando guerra por valles y hondonadas con instrumentos
pastoriles, ó usando de otras señales como de fogatas y
cohetes. Inventaron los rondeños mil ardides para hosti-
gar á sus contrarios, y en Gausiu subieron cañones hasta
en los riscos mas escarpados. Las mujeres continuaron
mostrándose no menos atrevidas que los hombres, y en
vano tentó el enemigo domar tal gente y tales breñas: des-
de principios de este año de 181t hasta agosto anduvo la
lidempeñada, y entonces animóla, comoveremos masade-
lante, la venida del general Ballesteros.


No son muy de referir los acontecimientos que ocurrie-
ron por el mismo tiempo en el 5e r ejército, que antes
cornponía parte del que llamaron del centro. Sucedió á
Blake, cuando pasó á ser regente, el general Freire, quien
en diciembre de 1810 tenia asentados sus reales en Lorea,
y puesta su vanguardia en Albox, Huéscar y otros pue-
blos de los contornos. Franceses y españoles registraban
á menudo el campo; y en fehrero de 1811 quisieron los
primeros internarse en Murcia, como para hacer juego con




271


los movimientos de Soult en Estremadura, Extendiéronse
hasta Lorca, ciudad que evacuó Freire; no llevando Se-
bastiani mas allá sus incursiones, acometido de una con-
suncion peligrosa.


Retirados los franceses, tornaron los nuestros á sus ante-
riores puestos y renovaron sus corrrerías y maniobras. Fué
de las mas notables la que practicaron el21 de marzo. Don
José Odonnell, jefe de estado mayor, dirigióse con una di-
vision volante sobre Huércal Overa, y destacó á Lubrin al
conde tlel Montijo asistido de 8 compañías. Los enemi-
gos allí alojados resistieron al conde, mas retirándose á
poco camino de Úbeda, viéronse perseguidos y experi-
mentaron una pérdida de 180 hombres con algunos prisio-
neros.


llIenguado cada dia mas el 4 o cuerpo francés, tuvo el
general Sebastiani que ordenar la reconcentracion de sus
fuerzas cerca de Baza, aproximándolas por último á Guadix
el 7 de mayo. De resultas avanzó Freire , y colocó su van-
guardia en la venta del Baul , destacando por su derecha
camino de Úheda y Baeza á don Ambrosio de la Cuadra
con una division y las guerrillas de la comarca.


Este movimiento, hecho con direccion á parajes por don-
de pudieran cortarse las comunicaciones de las Andalucías,
alteró á los franceses, que acudieron aceleradamente de
Jaen, Andújar y otras guarniciones inmediatas para conte-
ner á Cuadra y atacarle. Trabóse el primer reencuentro el
15 de mayo en la misma ciudad de Úbeda. Tres veces aco-
metieron los enemigos y tres veces fueron rechazados,
obligándolos á huir la caballería española, que trató de
cogerlos por la espalda. Los franceses perdieron mucha
gente, sirviéndoles de poco un regimiento de juramenta-
dos que á los primeros tiros se dispersó. Afligió sobre
manera á los nuestros la muerte del comandante del re-




Pasa Sebaslianl
á Francia.


gJ72
gimiento de Burgos don FranciscoGomez de Barreda, ofi-
cial distinguido y de mucho esfuerzo.


Tambien el 24 intentaron los enemigos desalojar á los
españoles de la venta del Baul , mandados ('$t05 por don
José Antonio de Sauz, Cargó intrépidamente el francés,
mas no pudo conseguir su objeto, impidiéndoselo un bar-
ranco que habia de por medio, y el acertado fuego de
nuestra artillería que manejaba don Vicente Chamizo. Se
limitó de consiguiente la refriega á un vivo cañoneo, que
terminó por retirarse los franceses á Guadix y :í la cuesta
de Diezma.


A poco pensó igualmente Freire en distrarer por su iz-
quierda al enemigo, y á este propósito envió la vuelta de
las Alpujarras con 2 regimientos al conde del Montijo. En
tan fragosos montes causó estealgun desasosiego á la guar-
nicion de Granada, y aproximándose á la ciudad llegó has-
ta el sitio conocido bajo el nombre del Suspiro del moro.


Estrechado Sebastiani hubo ocasion en que pensó aban-
donar á Granada, cuyas avenidas fortificó , no menos que
el célebre palacio morisco de la Alhambra. Alivióle en si-
tuaeion tan penosa la llegada de Drouet á las Andalucías,
habiendo entonces sido reforzado el4 o cuerpo; socorrocon
el que pudo este respirar mas desahogadamente.


Pero Sebastiani al finar junio pasó á Francia, ya por lo
quebrantado de su salud, ó ya mas bien por las quejas del
mariscal Soult, ansioso de regir sin obstáculo ni embarazo
las Andalucías. El primero durante su mando no dejó de
esmerarse en conservar las antigüedades arábigas de Gra-
nada, y en hermosear algo la ciudad; mas no compensaron
ni con mucho tales bienes los otros daños que cansó , las
derramas exorbitantes que impuso, los actos crueles que
cometió. Tuvo Sehastianí por sucesor al general Leval.


Eu Galicia ybturias, el otro punto extremo de los dos




275


en que ahora nosocupamos, no anduvo en un principio la
guerra mejor concertada que en Granada y Murcia. Don
Nicolás Mahy conservó el mando hasta entrado el año de
1811, y ocupóse mas que en la organizacion de su ejército
en disputas y reyertas provinciales. El bondadoso y recto
natural de aquel jefe le inclinaba á la suavidad y justicia;
pero desviábanle á veces malos consejos ó particularesafeo-
tos puestos en quien no los merecía.


El ejército gallego permanecia cási siempre sobre el
Vierzo y otros puntos del reino de Leon , y fué de alguna
importancia la sorpesa que en 22 de enero hizo don Ila-
mon Romay acometiendo á la Bañeza, en donde cogió á los
enemigos varios prisioneros, efectos y caudales. De este
modo prosiguió por aquí la guerra durante los primeros
meses del año.


Bu Asturias mandaba don Francisco Javier Losada; pero
subordinado siempre á l\'Iahy , general en jefe de las fuer-
zas del principado como lo erade las de Galicia. Tan pronto
en aquella provincia se adelantaban los nuestros, tan pronto
se retiraban, ocupando las orillas del Nalon, del Narcea, ó
del Navia, segun los movimientos del enemigo. Los cho-
ques eran diarios ya con el ejército, ya con partidas que
revoloteaban por los diversos puntos del principado. El
mas notable acaeció el 19 de marzo de este año de 1811 en
el Puelo, distante una legua de Cangas de Tineo yendo
camino de Oviedo, lugar situado en la cima de unos mon-
tes cuyas faldas por ambos lados lamen dos diferentes rios.
Losada se colocó en lo alto que forma como una especie de
cuña, y aguardó á los contrarios que le atacaron á las ór-
denes del general Valletaux. Nuestra fuerza consistia en
unos 5000 hombres, inferior la de los franceses. Estaban
con el general Losada don Pedro de la Bárcena y donJuan
Diaz Porlier, sirviendo este de reserva con la caballería, y


TOM. 111. f8


Galioi.
y ARturia~.




274
aquel con los asturianos de vanguardia. Tiroteóse algun
tiempo, hasta que herido Bárcena en el talon entró en los
nuestros un terror pánico que causó completa dispersión.
Losada y el mismo Bárcena , aunque desfallecido, hicieron
inútiles esfuerzos para contener al soldado, y solo salvó á
los fugitivos y á los generales la serenidad de Porlier y sus
jinetes, que hicieron frente y reprimieron á los enemigos.


Tal contratiempo probaba más y más la necesidad en que
se estaba de refundir todas aquellas fuerzas y darles otra
organizacion , introduciendo la disciplina que andaba muy
decaída. En la primavera de este año empezóse á poner en
obra tan urgente providencia. El mando del (jo ejército se
habia confiado á Castaños al mismo tiempo que conservaba
el del 5°; acumulacion de cargos mas aparente que verda-
dera , y que solo tenia por objeto la unidad en los planes
caso de una campaña general y combinada con los anglo-
portugueses, Y así quien en realidad gobernó. aunque COII
el título de segundo de Castaños, fué don José l\'laría de
Santocildes, sucesor de lliahy, teniendo por jefe de estado
mayor á don Juan Moscoso. Ambas elecciones parecieron
con razon muy acertadas: Santocildes habíase acreditado
en el sitio de Astorga, lograndodespues escaparse de ma-
nos de los enemigos, y á Moscoso ya le hemos visto brillar
entre los oficiales distinguidos del ejército de la izquierda.
Se notaron luego los huenos efectos de estos nombramien-
tos. En el país agradaron á punto que se esmeraron todos
en favorecer los intentos de dichos jefes, y hubo quien
ofreció donativos de consideracion.


Dístrihuyése el ejército en nuevas divisiones y brigadas y
se mejoró su estado visiblemente, siguiéndose en el arre-
glo mejor órden y severa disciplina. La 1" división al man-
do del general Losada quedó en Asturias, la 2" al de Ta-
boada se apostó en las gargantas de Galicia camino del




275
Vierzo, y la 5a bajo don Francisco Cabrera en la Puebla
de Sanabria. Permaneció una reserva en Lugo, punto cén-
trico de las otras posiciones. En principios de junio mar-
chó á Castilla todo el ejército, excepto la division de Losa-
da que se enderezó á Oviedo. Esta maniobra, ejecutada á
tiempo que el mariscal Marmont habia partido para Extre-
madura, produjo excelentes resultas. Los enemigos por un
lado evacuaron el principado de Asturias, saliendo de su
capital el 14 de junio, en donde se restablecieron inmedia-
tamente las autoridades legítimas. Por el otro destruyeron
el 19 las fortificaciones de Astorga y se retiraron á Bena-
vente, entrando el 22 en aquella ciudad el general Santo-
cildes en medio de los mayores aplausos, como teatro que
habia sido de sus primeras glorias.


Colocóse el ejército español á la derecha del Orbigo, en
donde se le juntó una de las brigadas de la division que se
alojaba en Asturias. Bonnet, despues que abandonó esta
provincia, quedóse en Leon, vigilándole en sus movimien-
tos los españoles. Limitáronse al principio unas y otras tro-
pas á tiroteos, hasta que en' la mañana del 25 el general
Valletaux partiendo del Orbigo, atacó á la una del dia á
don Francisco Taboada, situado hácia Cogorderos en unas
lomas á la derecha del rio Tuerto. Sostúvose el general es-
pañol no menos que cuatro horas; en cuyo tiempo acu-
diendo en su socorro la brigada asturiana á las órdenes de
don Federico Castañon , tomó este á los enemigos por el
flanco y los deshizo completamente. Pereció el general Va-
lletaux y considerable gente suya: cogimos bastantes prisio-
neros, entre ellos 11 oficiales; y se vió lo mucho que en
poco tiempo se habia adelantado en la formacion y arreglo
de las tropas.


Tampoco se descuidó el de las guerrillas del distrito;
habiéndose facultat.lo al coronel don Pablo Mier para que


Evacuacion de
Asturias.


Accion
de Cogorderos.




l' ejercito.
Podier


á su frente.


276
eompusiese con ellas una legion llamada de Castilla. Mu-
chas se unieron, y otras por lo menos obraron de acuerdo
y mas coneertadamente.


Al entra¡' julio hizo Santocildes un reconocimiento ge-
neral sobre el Orbigo ; y rechazando al enemigo mostraron
cada vez mas los soldadosdel 6° l'jército su progreso en el
uso de las armas y en las evoluciones. Así se fué reuniendo
una fuerza que con la de Asturias rayaba en 16000 hom-
bres, llevando visos de aumentarse si los mismos caudillos
proseguían á la cabeza.


Ibase á dar la mano con este ejército el 7° que comenza-
ba á formarse en la Liébana, habiendo sentado en Potes su
cuartel general don Juan Diaz Porlier , segundo en el man-
do. Estaba elegido primer jefe don Gabriel de Mendizábal,
quien retardó su viaje con lo acaecido en el Gévora 1'119 de
febrero: desventura que le obligó, para rehabilitarse en el
concepto público, :1 pelear en la Albuera voluntariamente
como soldado raso en los puestos mas arriesgados, Porlier
en consecuencia se halló solo al frente del nuevo ejército,
cuyo núcleo le componían el cuerpo franco de dicho caudi-
llo , y las fuerzas de Cantabria engrosadas con quintos y
partidas que sucesivamente se agregaban. Iíenovales fué
enviado háeia Bilbao para animar á las partidas y enregi-
mentar batallones sueltos: tocó hasta en la Iíioja , y con-
tribuyó :1 sembrar zozobra é inquietud entre los enemigos.


Quisieron estos apoderarse del principal depósito del
7° ejército, y acometieron á Potes en fines de mayo. Los
nuestros habian por fortuna puesto al abrigo de una sor-
presa sus acopios, y con eso desvanecieron las esperanzas
del general Roguet, que asistido de '!2000 hombres entró
eu aquella villa, teniéndola en hreve que desamparar, :í
causa de la vuelta repentina de don Juan Diaz Porlier, que
habia reunido toda su tropa, antes segregada.




277
Los invasores por tanto 110 disfrutaban aquí tic mayor Pnrtirl ..


de este distrito.
respiro que en las demas partes; causándoles e17· naciente
ejército y las guerrillas que en el distrito lidiaban irrepa-
rables daños. Comprendíanseen este las de Campillo,Lon-
ga, el Pastor, Tápia, Merino y la del mismo Mina, aunque
con especial permiso el último de obrar con independeu-
cia, Compreudíanse tambien las otras de menos nombre
que corrian las montañas de Santander, ambas márgenes
del Ebro hasta los confines de Navarra, y carretera real de
Burgos. No entraba en cuenta la de don José Durán, si
bien en Soria; pues por su proximidad á Aragon se agregó
con la de Amor, comolas demás de aquel reino, al 2· ejér-
cito ó sea de Valencia. No pudiendo el francés exterminar
contrarios tan porfiados y molestos, trató de espantarlos
haciendo la guerra al comenzar este año de 1811 con ma-
yor ferocidad que antes, y ahorcando y fusilando á cuantos
partidarios cogía.


y estos no hallando ya para ellos puerto alguno de sal- Sorpresa
. de un convoye"


vaeion, en vez de ceder, redoblaron sus esfuerzos, ane- Arlab.""
. por 111108.


gando, por decirlo así, con su gente todos los caminos.
Los mariscales, generales y cásí todos los pasajeros, siendo
enemigos, veíanse á cada paso asaltados con gran menos-
cabo de sus intereses y riesgo de sus personas. Entre los
casos de esta clase mas señalados entonces (todos no es
posible relatarlos), sobresale el de Arlaban; que así llaman
á un puerto situado entre los lindes de Álava y Guipúzcoa,
por donde corre la calzada que va á Irun.


Don Francisco Espóz y l'lina sabedor de que el mariscal
Massena caminaba á Francia juntamente con un convoy,
ideó sorprenderle: y marchando á las calladas y de noche
por desfiladeros y sendas extraviadas, remaneció el 25 de
mayo sobre el mencionado puerto. Casualmente Massena,
á gran dicha suya, retardó salir de Vitoria; mas no el con-




Ejército francés
del norte


de España.


278
voy que prosiguió sin detencion su ruta. Las seis de la ma-
ñana serian, cuando Mina, emboscado con su gente, se
puso en cuidadoso acecho. Constaba "el convoy de 150 co-
ches y carros, y le escoltaban 1200 infantes y caballos,
encargados tambien de la custodia de 1042 prisioneros in-
gleses y españoles. Dejó Mina pasar la tropa que hacia de
vanguardia; y atacando á los que venian detrás, trahóse la
refriega, y duró hasta las tres, hora en que cesó cayendo en
poder de los españoles personas y efectos. Mas de 800 hom-
bres perdieron los franceses, 40 oficiales, cogiendo el mis-
mo l\Hna al coronel Laffite. Parte del caudal y las joyas se
reservaron para la caja militar: lo demas lo repartieron los
vencedores entre sí. Se permitió á las mujeres continuar su
camino á Francia; y trató bien Mina á Jos prisioneros, á
pesar de recientes crueldades ejercidas contra los suyos por
el enemigo. Se calculó el botin en unos 4 millones de rea-
les. ¡ Poderoso incentivo para acrecentar las partidas!


Conociendo Napoleon cuánto retardaba tal linaje de pe-
lea la sumision de España, había ya pensado desde prinei-
pios de 1811 en dar nuevo impulso á la perseeucion de los
guerrilleros, poniendo en una sola mano la direccion su-
prema de muchos de los gobiernos en que habia devidido
la costa cantábrica, y las orillas del Ebro y Duero. Así por
decreto de 15 de enero formó <JI ejército llamado del norte,
de que ya hemos hecho mencion, y cuyo mando encomen-
dó al mariscal Bessieres , duque de Istria. Extendíase á la
Navarra, las tres provincias Vascongadas, parte de las de
Castilla la Vieja, Asturias y reino de Leon ; y llegó á cons-
tar dicho ejército de mas de 70000 hombres. Nada sin em-
bargo consiguió el emperador francés, pues Bessieres no
disipó en manera alguna el caos que producia guerra tan
aturhonada, y para los enemigos tan afanosa: volviéndose
á Francia en julio, con deseo de lidiar en campos de mas




279
gloria, ya que no de menos peligros. Tuvo por sucesor en
el mando al conde Dorsenne.


¡Uuy atrás nos queda Cataluña, y con ella Aragon y Va- Cataluña, Aragon
y vaíencia.


lencia ; provincias cuyos acontecimientos caminaban hasta
cierto punto unidos, y á las que hacían guerra los cuerpos
de Suchet y Macdonald, obrando de concierto para sujetar-
las. Cuando en esta parte suspendimos nuestra narracion,
formalizaba Suchet el sitio de Tortosa , y se cautelaba para
que no le inquietasen las tropas y guerrillas de las prov in-
cías aledañas, ayudándole Macdonald colocado en paraje
propio á reprimir los movimientos hostiles del ejército de
Cataluña, que á la sazon regia don Miguel Yranzo. Redu-
plicó Suchet sus conatos al fenecer del año de 1810; y el
bloqueo de aquella plaza comenzado en julio, y todavía no
completado, convirtióse 1'1,15 de diciembre en perfecto
acordonamiento.


. ásiéntase Tortosa á la izquierda del Ebro en el recuesto Sitio de 'I'orto sa.
de un elevado monte, á cuatro leguas del Medíterráneo.
Su poblacion de 11 á 12000 habitantes. Las fortificaciones
irregulares, de órden inferior, construidas en diversos tiem-
pos, siguen 'en el torno que toman los altos y caídas por
la desigualdad del terreno. Al sudeste é izquierda siempre
del rio, se levantan los baluartes de San Pedro' y San Juan,
con una cortina no terraplenada, que cubre la media luna
del Temple. El recinto se eleva despues en paraje roqueño,
amparado de otros tres baluartes, por donde embistió la
plaza el duque de Orleans en la guerra de sucesion , y des-
de cuyo tiempo, considerado este punto como el mas dé-
bil, se le enrobusteció con un fuerte avanzado, que toda-
vía llevaba el nombre de aquel príncipe. Pasados dichos
tres baluartes, precipítase la muralla antigua por una bar-
ranquera abajo, aproximándose en seguida al castillo, si-
tuado en un peñasco escarpado, y unido con el Ebro por




280
medio de un frente sencillo. Otro recinto, que parte del úl-
timo de los tres indicados baluartes, se extiende por de
fuera, y abrazando dentro de sí al castillo, júntase luego
cerca del rio con el muro masinterno. Defienden los apro~
ches de todo este frente tres obras exteriores: llaman á la
mas lejana las Tenazas, sita en un alto enseñoreador de la
campiña. Comunica la ciudad con la derecha del Ebro,
aquí muy profundo t por un puente de barcas, cubierto á
su cabeza con buena y acomodada fortifícacion. Entre el
rio y una cordillera t que se divisa á poniente, dilatase vas-
ta y deliciosa vega, poblada antes del sitio de muchas ca-
serías, y arbolada de olivares, moreras y algarrobos, que
regaban mas de 600 norias. Parte de tanta frondosidad y
riqueza talése y se perdió para despejar los alrededores de
la plaza en favor de su mejor defensa. Se hallan por el mis-
mo lado el arrabal de Jesus y las Roquetas. Desde media-
dos de julio gobernaba á Tortosa el conde de Alacha, que
se señaló el año de 1808 en la retirada de Tudela. Era su
segundo don Isidoro de Uriarte , coronel de Soria. Consta-
ba la guarnieion de 7179 hombres. y el vecindario en su
conducta no desmereció al principio de la que mostraron
otras ciudades de España en sus respectivos sitios.


Para cercar del todo la antes semibloqueada plaza, ha-
bia Suchet ordenado el 14 de diciembre que el general
t\.bbé quedase en las Roquetas, derecha del rio; y que
Habert, que antes mandaba en este paraje, pasase á la iz-
quierda y ocupase las alturas inmediatas á la plaza arro-
jando de allí á los españoles; lo cual acaeció el 15, des-
pues de haber los nuestros defendido la posición con tena-
cidad. Los enemigos echaron puentes volantes rio arriba y
rio abajo de Tortosa , con objeto de facilitar la comunica-
cion de ambas orillas.


Resolvieron tambien los mismos verificar su principa




281
ataque por el baluarte, ó mas bien semibaluarte de San Pe-
dro, teniendo para ello primero que apoderarse de las emi-
nencias situadas delante del fuerte de Orleans , las cuales
enfilaban el terreno bajo. En su cima habia Uriarte empe-
zado á trazar un reducto; obra que Alacha mal aconsejado
decidió no se llevase á cumplido efecto. Los franceses
por tanto se enseñorearon fácilmente de aquellas cumbres,
y abrieron el 19 la trinchera contra el fuerte de Orleans,
ataque auxiliador del ya indicado como principal.


Dieron tambien comienzo á este último en la noche del
20 , Y para no ser sentidos favorecióles el tiempo ventoso
y de borrasca. Rompieron la trinchera partiendo del rio, y
prolongáronla hasta el pié de las alturas fronteras al fuerte
de Orleans, distando solo de la plaza la primera paralela
85 toesas. El general Rogniat dirigia los trabajo!' de los in-
genierosenemigos: mandaba su artillería el general Valée.


A la propia sazon reforzó á Suchet una división del ejér-
cito francésde Cataluña á las órdenes del general Frere, en
la que se incluia la brigada napolitana del mando de Pa-
lombini. Envió Macdonald este socorro el 18 en ocasion
que, escaso de víveres y temeroso de alejarse demasiado,
volvía atrás de una correría que habia emprendido hasta
Perelló. Colocó Suchet la division recien llegada en el ca-
mino de Amposta.


Iba este adelante en los trabajos del asedio, y ponia su
conato en el ataque del baluarte de San Pedro, que era,
segun hemos dicho, el mas principal, sin descuidar el de
su derecha, aunque falso, contra el frente de Orleans, co-
mo tampoco otro de la misma naturaleza que empezó á su
izquierda á la otra parte del rio , destinado á encerrar á los
sitiados en sus obras.


En losdías 25 y 24 hicieron los últimos algunas salidas;
mas el 25 terminó el enemigo la segunda paralela, lejana




282
solo por el lado siniestro 55 toesas del baluarte de San Pe-
dro, distando por el otro del recinto unas 50, recogida
allí en curva á causa de los fuegos dominantes del fuerte
de Orleans. Hicieron de resultas los españoles la noche del
25 al26 dos salidas, una á las once y otra á la una. En vela
los enemigos rechazaron á los nuestros, si bien después
de haber recibido algun daño.


No abatidos por eso los cercados repitieron nueva ten-
tativa en la noche del 26 al 2.7, en la que igualmente fue-
ron repelidos, situándose entonces los franceses en la pla-
za de armas del camino cubierto, enfrente del baluarte de
San Pedro. Semejantes reencuentros y los fuegos de la pla-
za retardaban algo los trabajos del si tiador , y le mataban
mucha gente con no pocos oficiales distinguidos.


Firmes todavía los españoles, efectuaron llueva salida en
la tarde del 28 de mayor importancia que las anteriores.
Para ello desembocaron unos por la puerta del Rastro para
atacar la derecha de los enemigos, y otros se encaminaron
rectamente al centro de la trinchera, protegiendo el mo-
vimiento los fuegos de la plaza y los del fuerte de Orleans;
acometieron con intrepidez, desalojaron á los franceses de
la plaza de armas que habian ocupado, y los acorralaron
contra la segunda paralela. Parte de las obras fueron arrui-
nadas, y por ambos lados se derramó mucha sangre. Al
cabo se retiraron los nuestros acudiendo gran golpe de
contrarios, pero conservaron hasta la noche inmediata la
plaza de armas recobrada á la salida.


Puede decirse que este fué el último y mas señalado es-
fuerzo que hicieron los cercados. En lo sucesivo se proce-
dió flojamente. Alacha, herido ya desde antes en un muslo
y aquejado de la gota, mostró gran flaqueza; y aunque es
cierto que había entregado el mando á su segundo, habíale
solo entregado á medias, con lo que se empeoró mas bien




285
que favoreció la defensa, desmandando á veces uno lo que
otro ordenaba, é inutilizándose así cualesquiera disposi-
ciones. La poblacion con tal ejemplo amilanóse tambien y
no coadyuvó poco al caimiento de ánimo de algunos sol-
dados y á la confusion: manejos secretos del enemigo tu-
vieron en ello parte, como asímismo personas de condi-
ciondudosa que rodeaban al abatido Alacha.


Construidasentre tanto y acabadas las baterías enemigas,
rompieron el fuego al amanecer del 29. Diez en número,
tres de ellas dirigieron sus tiros contra el fuerte de Orleans
y las obras de la plaza colocadas detrás, cuatro contra la
ciudad y baluarte de San Pedro. las tres restantes á la de-
recha del rio apoyaban este ataque y batian ademas el puen-
te y toda la ribera.


En breve los fuegos del baluarte de San Pedro, los de la
media luna del Temple y los de cási todo aquel frente fue-
ron acallados, y se abrió brecha en la cortina. Ya anterior-
mente se hallaban las.obras en mal estado, y solo el estre-
mecimiento de la propia artillería hundia ó resquebrajaba
los parapetos.La caida de las bombasprodujo en el vecinda-
rioconturbacion grande, aumentada por el descuidoque ha-
bia habido en tomar medidas de precaucion. En balde se
esforzaron varios oficiales en reparar parte del estrago, y
en ofrecer al sitiador nuevos obstáculos.


Quedaron el 51 apagados del todo los fuegos del frente
atacado; ocuparon los franceses, á la derecha del rio, la
cabeza del puente abandonada por los españoles, añadie-
ron nuevas baterías, y haciéndose cada vez mas practicable
la brecha de la cortina junto al flanco del baluarte de San
Pedro, acercábase al parecer el momento del asalto.


Mal dispuestos se hallaban en la plaza para rechazarle,
los vecinos consternados, el soldado cási sin guia: Alacha
metido en el castillo no resolvia cosa alguna, mas lo em-




284
pantanaba todo. Uriarte viéndose falto de arrimo en el ma-
yor apuro, y hombre de no grande expediente, juntó á los
jefes para que decidiesen en tan estrecho caso. Los mas
opinaron por pedir una tregua de 20 dias, y por entregar-
se al cabo de ellos, si en el intervalo no se recibía auxilio.
Disimulado modo de votar en favor de la rendicion, pues
claro era que no convendria el francés en cláusula tan ex-
traña. Otros, si bien los menos, querían que se defendiese
la brecha.


Prevaleció, como era natural y no mas honroso, el pa-
recer de la mayoría, al que daba gran peso el desaliento de
los vecinos, de tanto influjo en esta clase de guerra. Por
consiguiente ello de enero enarboló el castillo, constante
albergue de Alacha, bandera blanca; y advirtió este á
Uriarte que enviaba- al coronel de ingenieros Veyan al cam-
po enemigo á proponer la tregua que se deseaba. Salió en
efecto el último con el encargo, y recibió de Suehet la con-
siguiente repulsa. Sin embargo el general francés envió al
mismo tiempo dentro de la plaza al oficial superior Saint-
Cyr Nucques, facultado para estipular una eapitulacion mas
apropiada á sus miras.


Avocóse primero el parlamentario COlJ Uriarte, quien
insistió en la anterior propuesta. Lo mismo hizo luego Ala-
cha , añadiendo las siguientes palabras: « El deseo de que
» no se vertiese mas sangre del vecindario me habia incli-
» nado á la tregua; no concedidaesta nos defenderemos. »
Pero replicándole el francés: «Que conocía el estado de la
» plaza, y que la resistencia no seria larga, » cambió Ala-
eha inmediatamente de parecer, y propuso venir á parti-
do con tal que se diese por libre á la guarniciono Veleidad
incomprensible y digna del mayor vituperio. Rehusó Saint-
Cyr entrar en ningun acomodamiento de aquella clase,
cierto de que en breve pisaria el ejército francés el suelo




~85
de Tortosa. Varios esforzados jefes allí presentes quedaron
yertos y atónitos al ver la mudanza repentina del goberna-
dor: y ~e sospecha que desde entonces allegados de este
pactaron la entrega de la plaza en secreto, medrosos del
soldado que se mostraba asombradizo y ceñudo.


Los franceses, sin omitir las malas artes, continuaron con
ahinco en sus trabajos para asegurar de todos modos su
triunfo; y establecieron en la noche del 1 al 2 de enero una
nueva batería distante solo 10 toesas de una de las caras
del baluarte de San Pedro. En siete horas de tiempo abrie-
ron con los nuevos fuegos dos brechas. sin contar la apor-
tillada primeramente en la cortina; y por último todo se
apercibía para dar el asalto.


Uriarte en aquel aprieto y no tomadas de antemano me-
didas que bastasen á repeler al enemigo, quiso que la ciudad
capitulase, y que guardasen los españoles los principales
fuertes. Propuesta que pareceria singular si no la explicase
hasta cierto punto el deseo que por una parte tenían los
soldados de defenderse, y el descaecimiento que por la otra
se habia apoderado de los mas de los vecinos.


No era tampoco menor el de Alacha, que sordo ya á to-
da advertencia, participó á Uriarte su final resolucion de
capitular así por los fuertes como por la plaza.


Aparecieron tremoladas en consecuencia tres banderas
blancas, que despreció el enemigo continuando en su fuego.
Provenia tal conducta de no querer tratar el francés antes de
que se le entregase en prenda el fuerte llamado Bonete, te-
miendo algun inesperado arranque de la irritacion del sol-
dado español.


A todo se avenia Alacha, y creciendo en él la zozobra,
avisó al general enemigo que relajados los vínculos de la
disciplina, le era imposible concluir estipulacion alguna si
no le socorría. j Oh mengua! Aguijado Suchet con la noti-




La tornan
los franceses.


Sensacion
que causa en


Cataluña.
Sentencia


contra
el gobernador


Alacha.


286
cia, y cada vez mas recelosode que se prolongase la defen-
sa por algun súbito acontecimiento, resolvió poner cuanto
antes término al negocio. Y para ello corriendo en persona
á la ciudad, acompañado solo de oficiales y generales del
estado mayor y de una compañía de granaderos, avanzóal
castillo, y anunciandoá los primeros puestos la conclusion
de las hostilidades, se presentó al gobernador. Paso que se
pudiera creer temerario, si no hubiera asegurado su éxito
anterior inteligencia. Trémulo Alacha serenóse con la pre-
sencia del general enemigo, que miraba como á su liberta-
dor. Eterno baldon que disculparon algunos con la edad y
los achaques del conde, condenando todos á varios de los
que le rodeaban, en cuyos pechos parecía abrigarse bastar-
día alevosa.


Urgia sin embargo á los franceses ajustar la capitulacion.
Los soldados españoles, aun los del castillo, intentaban
defenderse, y necesitó emplear tono muy firme el general
enemigo y abreviar la llegada de sus tropas para huir de
un contratiempo. Hizo en seguida también él mismo escri-
bir aceleradamente un convenio, que se firmó sirviendo de
mesa una cureña. No apresuró menos el que desfilase la
guarnicion con los honores correspondientes y entregase
las armas. debiendo conforme á lo estipulado quedar pri-
sionera de guerra. Ascendia todavía el número de soldados
españoles á 5974 hombres: los demas habian perecido du-
raute el sitio; de los franceses solo resultaron fuera decom-
bate unos 500.


Embravecióse la opinion en Cataluña con la rendicion de
Tortosa, y con lo descaminado y flojo de su defensa. Un
consejo de guerra condenó en Tarragona al conde de Ala-
cha á ser degollado, y el 24 de enero, ausente el reo, se
ejecut6la sentencia en estatua. A la vuelta á Españaen 1814
del rey Fernando, se abrió otra vez la causa, dio el conde




287
sus descargos, y le absolvió 1'1 nuevotribunal, no la fama.
. En este pjemplo se nota cuánto daña al hombre público
carecer de voluntad propia y firme. Alacha en la retirada
de Tudela había recogido gloriosos laureles que ahora se
marchitaron. Pero entonces escuchó la voz de oficiales ex-
pertos y honrados, y no tuvo en la actualidad igual di-
cha. Y si es cierto que los franceses en Tortosa dirigieron
el sitio con vigor y maestría, y acertaron en atacar por el
llano, lo que no habian hecho en Gerona, facilitóles para
ello medios el descuido de Alacha , abandonando los tra-
bajos emprendidos en las alturas inmediatas al fuerte de
Orleans, y no pensando desdejulio en que empezósu man-
do en plantear otros, á cuyo progreso no obstaba el semi-
bloqueo del enemigo.


No queriendo Suchet desaprovechar tan feliz coyuntu- Tornan
los franceses el


ra como le ofrecia la toma de Tortosa, previno al general oastlllo del
. Collde Balaguer,


Hahert , adelantado ya á Perelló, que tantease conquistar
el fuerte de San Felipe en el Coll de Balaguer, angostura
entre un monte de la marina y una cordillera á la mano
opuesta, pelada cási toda ella de plantas mayores, á la ma-
nera de tantas otras de España, pero odorífera con los
muchos romerales y tomillares que llenan de fragancia el
aire. Dicho castillo construido en el siglo XVIII para ahu-
yentar á los foragidos que alli se guarecian , y á los piratas
berberiscos que acechaban su presa ocultos en las inmedia-
tas ensenadas, era importante para los franceses, inter-
ceptándoles y dominando aquella posicion el camino de
Tarragona á Tortosa. Habert rodeó el 8 de enero el fuerte
de San Felipe, é intimó la rendicion. El gobernador, capi-
tan anciano, de nombre Serrá, en vez de mantenerse tieso
se limitó á pedir cuatro dias de término para dar una res-
puesta definitiva. Negósele tal demanda, y desde luego co-
menzaron los franceses su ataque. Los españoles sin gran




288
resistencia abandonaron los puestos exteriores. Volóse en
breve dentro del fuerte un almacen de pólvora, y fluc-
tuando con la desgracia el ánimo de la tropa, ya no muy
seglJro por lo de Tortosa , escalaron los franceses la mu-
ralla, huyendo parte de la guarnicion via de Tarragona y
salvándose la otra en un reducto, donde capituló, y caye-
ron prisioneros el gobernador, 15 oficiales y unos 100 sol-
dados. i Tanto cunde el miedo, tanto contagia!


Provídencíes Para asegurar Suchet aun mas las ventajas conseguidas
l'uj;:~l~~~on. y el embocadero del Ebro, fortificó el puerto de la Rápita,


y tomó otras disposiciones. Encargóá l\lusnier que con su
división vigilase las comarcas de Tortosa , Albarracin, Te-
ruel , Morella y Alcañiz; y dejó á Palombini y sus napoli-
tanos en Mora y sobre el Ebro en resguardo de la nave-
gacion del rio , cuya izquierda ocupó el general Habert y
su division para favorecer los movimientos que el maris-
cal Macdonald trataba de hacer contra Tarragona. Reservó
consigo Suchet lo restante de su fuerza, y partió á Zara-
goza á entender en arreglos interiores, y atajar de nuevo
las excursiones de los guerrilleros y cuerpos francos que
con la lejanía de las principales tropas francesas andaban
mas sueltos.


Alborotos En tanto acaecian en Tarragona, de resultas de la en-
en Tarragona.


trega de Tortosa , conmociones y desasosiegos. Los catala-
nes ya no veian por todas partes sino traidores. Desconfia-
ban del general en jefe Yranzo y de los demas, poniendo
solo su esperanza en el marqués de Campoverde, quien
gozaba de aura popular, ya por su buen porte como gene-
ral de división , ya por los muchos amigos que tenia, y ya
tambien por las fuerzas que habian ido de Granada, cuyo
núcleo quedaba aun, y á las cuales pertenecía aquel cau-
dillo. En la ciudad querian proclamarle por capitán gene-
ral de la provincia, adhiriendo á ello los pueblos cireun-




19


289
vecinos, que llevados de igual deseo se agolparon un dia
de los primeros de enero al hostal de Serafina, inmediato
á Tarragona.


Muchospensaron que el marqués no ignoraba el orígen de
los alborotos, y que no los desaprobaba en el fondo, aunque
aparentando lo contrario quería alejarse del principado.
No sabemos si en secreto tomó parte, pero sí hubo allega-
dos suyos y personas respetables que sostuvieron y fomen-
taron la idea del pueblo por amistad á Campoverde, y por
creer que su nombramiento era el único medio de liber-
tar á Cataluña de la anarquía y del entero sometimiento al
enemigo. Por fin y al cabo de idas y venidas, de peticiones
y altercados, juntos todos los generales hizo Yranzo deja-
cion del mando , y no admitiéndole otros á quienes corres-
pondia por antigüedad, recayó en Campoverde, el cual le
aceptó interinamente bajo la condicion de que se atendrian
todos á lo que en último caso dispusiese el Gobierno su-
premo de la nacion.


Tranquilizó los ánimos este nombramiento, y evitó que
el ejército se desbandase, frustrándose tambien de este mo-
do los intentos del mariscal Macdonald, que se habia acer-
cado á Tarragona con esperanzas de enseñoreada, cimen-
tadas en el acobardamiento que se habia apoderado de
muchos, y en secretas correspondencias.


El .) de enero habia vuelto lUacdonald á reunir al grue-
so de su ejército la division de Frere cedida temporalmente
á Suchet; y yendo por Reus dio vista á los muros tarraco-
ueses ellO del mismo mes. La quietud restablecida dentro
desconcertó los planes de los franceses, que no pudiendo
detenerse largo tiempo en las cercanías por la aseasez de
víveres y el hostigamiento de los somatenes, determinaron
pasar á Lérida con propósito de prepararse en debida for-
ma al sitio de Tarragona.


TOM. 111.


El marqué.
de Cnmpoverde


nombrado
general de Ca-


taluña.


Asoma
l\lacdonald á
Tarragona.




Reencuentro
con Snrsñeld en


Fíguerota.


Nuevos
alborotos de
Tarragona.


~90
No realizó Macdonald su marcha reposadamente. Don


Pedro Sarsfield situado con una división en Santa Coloma
de Queralt, recibió orden de Campoverde para caer sobre
Valls, y cerrar el paso á la vanguardia enemiga, al propio
tiempo que las tropas de Tarragona debían picar y aun
embestir 13 retaguardia. Abria la marcha de los franceses
la division italiana al mando del general Eugeni (diversa de
los napolitanos de Palombini), y encontróse el 15 entre
Valls y Plá con Sarsfield. Los españoles acometieron el
pueblo de Figuerola , adonde se habia dirigido el enemigo
para atacar nuestra derecha, y le ocuparon arrollando á
los contrarios y acuchillándolos los regimientos de húsares
de Granada y maestrenza de Valencia, que á las órdenes
de sus coroneles don Ambrosio Foraster y don Eugenio
María Yebra se señalaron en este día. El perseguimiento
continuó hasta cerca de Valls; allí reforzada la vanguardia
enemiga paráronse los nuestros, y se libertó la división
italiana de un completo destrozo. Campoverde no tuvo
por Sil parte tanta dicha como Sarsfield ; pues si bien salió
de Tarragona para incomodar la retaguardia francesa, tro-
pezando con fuerzas superiores, no se empeñé en accion
notable, y Macdonald de noche y de prisa atravesó Jos
desfiladeros y se metió en Lérida. Costóle el choque de Fi-
guerola, glorioso para Sarsfield, 800 hombres. Murió de sus
heridas el general Eugeni.


Érale imposible al marqués de Campoverde tomar desde
luego parte mas activa en la campaña. Tenia que acudir al
remedio de los males dimanados de la reciente pérdida de
Tortosa y del CoIl de Balaguer, no menos que á mejorar
las defensas de Tarragona. Quizá requeria tambien su pl'e-
sencia en esta plaza la necesidad de afirmar su mando
caedizo en tales circunstancias. El fermento popular, aun
vivo, servíale de instrumento. Sustentaba la agitacion el




291
saberse que había la Regencia nombrado capitan general
de Cataluña á don Cárlos Odonnell, hermano del don En-
rique, habiendo motin ó síntomas cada vez que se sonru-
gia la llegada. Campoverde no reprimia los bullicios has-
tantemeute, escaseándole para ello la fortaleza, y siendo
patrocinadores, segun fama, personas que le eran adictas.


Bncrespóse la furia popular estando á la vista de Tarra-
gona el navío América, en la persuasion de que venia á
bordo el sucesor, mas se abouanzó aquella cuando se su-
po lo contrario. Renóvaronse sin embargo los alborotos el
17 de febrero, y á ruegos de la junta, de los gremios y de
otras personas se posesionó Campoverde del mando en
propiedad en lugar de proseguir ejerciéndolo como inte-
rino.


Para distraer el enojo del pueblo, apaciguar á este del
todo, y ganar la opinion de la provincia entera, convocó
Campoverde un congreso catalan, destinado principalmen-
te á proporcionar mediosbajo la aprobacion de la superio-
ridad. En rigor no prohibia la ley tales reuniones extraor-
dinarias, no habiendo todavía las Cortes adoptado para las
juntas una nueva regla, conforme hicieron poco después.


Se instaló aquel congreso el 2 de marzo, y de él nacie-
ron conflictos y disputas con la junta de la provincia, te-
niendo Campoverde que intervenir y basta que atropellar
á varias personas, si bien al gusto del partido popular:
modo impropio é ilícito de arraigar la autoridad suprema.
El congreso se disolvió á poco, y nombró una junta que
quedó encargada, como lo había estado la anterior, del
gobierno económico del principado.


Nuevos sucesos militares, tristes unos y otros momectá-
neamente favorables para los españoles, sobrevinieron lue-
go en esta misma provincia. Interesaba á Napoleon no per-
der nada de lo mucho que habían últimamente ganado allí


Nuevo congreso
cataran.


Disuélvese
luego.




Provídeneína de
Sucbet


en Aragon
contra


las partidas,


292
sus tropas, y cifrando toda confianzaen Suchet , principal
adquiridor de tales ventajas, resolvió encomendar al cuida-
do de este las empresas importantes que hacia aquella p3r-
te meditaba.


De vuelta Suchet á Zaragoza, y antes de recibir nuevas
instrucciones y facultades, trató de destruir las partidas
que habian renacido en Aragon, alentadas con la ausencia
de parte de aquellas tropas, y con el malogro que ya se
susurraba de la expedicion de ]}lassena en Portugal. Don
Pedro VilIacampa andaba en diciembre en el término de
Ojosnegros, famoso por su mina de hierro y por sus sali-
nas, en el partido de Daroca , de cuya ciudad saliendo al
encuentro del español el coronel Kliski , púsole en la ne-
cesidad de alejarse. Pero en enero el general de Valencia
Basseeourt queriendo divertir al enemigo, que se presumia
intentaba el sitio de Tarragona, dispuso que Villacampa y
don Juan lUartinel Empecinado, dependientes ahora por el
nuevo arreglo de ejércitos del ~o ó sea de Valencia, hicie-
sen diversas maniobras uniéndosele ó moviéndose sobre
Aragon. Barruntólo Suchet , y envió de Zaragoza con una
columna al general Paris , y érden á Abbé para que partie-
se de Teruel, debiendo ambos salir de los lindes aragoneses
y extenderse al pueblo de Checa, provincia de Guadalaja-
ra , en donde se creia estuviese Villacampa. En su ruta en-
contróse Paris el 50 de enero con el Empecinado en la vega
de Pradoredondo, y al dia inmediato contramarchando
Villacampa que se habia antes retirado, trabóse en Checa
acción, cooperando á ella el Empecinado, que combatió ya
la víspera con el enemigo: el choque fué violento, hasta
que los jefes espanoles cediendo al número acabaron por
retirarse.


Andando mas tardo el general Abbé no se juntó con Pa-
ris hasta el 4 de febrero. en cuyo dia combinando uno y




~95
otro sus movimientos se dirigieron el último contra Villa-
campa, el primero contra el Empecinado, separados ya
nuestros caudillos. No pudo Paris sorprender en la noche
del 7 al 8 comoesperaba á Villacampa, y se limitó á des-
truir una armería establecida en Peralejos, replegándoseel
jefe español hácia la hoya del Infantado.


Fué Abbé hasta la provincia de Cuenca tras del Empe-
cinado que tiró á Sacedon, espantando el francés al paso
en Moya á la junta de Aragon y al general Carvajal, su pre-
sidente, quien luego pasó á Cádiz, sin que se hubiese
granjeado mientras mandó en aquella provincia, las volun-
tades, ni adquirido militar renombre. Los generales París
y Abbé habiendo permanecido en Castilla algunos días, y
no conseguido en su correría mas que alejar del confin de
Aragon al Empecinado y á Villacampa, tornaron á los an-
tiguos puestos.


Otros combates sostuvieron tambien en aquel tiempo las
tropas de Suchet contra partidas de jefes menos conocidos
en ambas orillas del Ebro y otros puntos. El capitán espa-
ñol Benedicto sorprendió y destruyó en Azuara cerca de
Belchite un grueso destacamento á las órdenes del oficial
Milawski ; y don Francisco Espoz y Mina apareciendo en
los primeros días de abril en las Cinco Villas, atacó en
Gastiliscar á los gendarmes y cogió 1DO de ellos, llegando
tarde en en su socorro el general Klopicki.


En tanto autorizó Napoleon á Suchet con las facultades l'aclIllafks
, J ih . di ·F h I nuevas y masque tema pensa(o y mas arn a In reames. ec a a reso- nmpÚas


. • qne Napoleon dalucion en 10 de marzo, encargábase por ella á dicho ge- á suchet.
neral el sitio de Tarragona , y se le daba el mando de la
Cataluña meridional, agregándosele además la fuerza activa
del cuerpo que regia Macdonald: desaire muy sensible para
este, revestido con la elevadadignidad de mariscal de Fran-
cia, qu~ todavía no condecoraba á Suchet.




Vislas
con este motivo


de Suehel
y Maedonald.


Pasa Maedonald
li Barcelona.


Quema
de Manress.


294
Inmediatamente, y para tratar de poner en ejecucion las


órdenes del emperador, se avistaron en Lérida ambos jefes.
Qued:tbale de consiguiente solo á Macdonald la incumben-
cia de conservar á Barcelona y la parte septentrional de
Cataluña, así como la de apoderarse de las plazas y puntos
fuertes de la Seu de Urgel, Berga, Monserrat y Cardona.


Retirado aquel mariscal á Léridadespues del reencuentro
de Figuerola, habia disfrutado poco sosiego, no abatiendo
á los intrépidos catalanes reveses ni desgracias. Obligában-
le los somatenes á no dejar salir léjos de la plaza cuerpos
sueltos, y Sarsfíeld apostado en Cenera le impedia excur-
siones mas considerables.


De acuerdo ahora en sus vistas Suchet y Macdonald, pa-
saron sin dilacion á cumplir ambos la voluntad de su amo.
Encargóse el primero de la nueva fuerza activa que se
agregaba á su ejército y constaba de unos 17000 hombres,
como tambien del mando de la parte que se desmembraba
al general de Cataluña. Partió 11lacf]onald de Lérida el ~6
de marzo camino de Barcelona, en cuya ciudad debla prin-
cipalmente morar en adelante para dirigir de cerca las ope-
raciones y el gobierno del país que aun quedaba bajo su
inmediata direcciono Mas para realizar el viaje de un modo
resguardado, ya que no del todo seguro, facilitóle Suchet
9000 infantes y 700 caballos á las órdenes del general Ha-
rispe , los cuales, á lo menos en su mayor número, perte-
necian ahora al cuerpo de Aragon, y tenian que reunírsela
desempeñado que hubieran la comision de escoltar á
.:nacdonald.


Tomó este mariscal su rumbo via de Manresa, y acampó
el 50 de marzo con Sil gente en los alrededores de la ciudad.
Seguia el rastro don Pedro Sarsfíeld, con quien se juntó el
haron de Eroles en Casarnasana acompañado de parte de
las tropas que se apostaban en las márgenesdel Llobregat:




5!95
ya unidos marcharon ambos jefes en la noche del mismo
50, Yllegaron al hostal de Calvet, á una legua de l\lanre-
sao La junta de esta ciudad había convocado á somaten, y
los vecinos acordándose de anteriores saqueos de los fran-
ceses habían cási todos abandonado sus hogares. A la vista
de ellos todavía estaban, cuando descubrieron las llamas
que salían por todos los ángulos del pueblo.


Habíale puesto fuego el enemigo incomodado por el 80-
maten, ó mas bien deseoso del pillaje que disculpaba la
ausencia de los vecinos. l\'Iacdonald, situado en las alturas
de la Gulla á un cuarto de legua, presenció el desastre y de-
jó que ardiese la rica y antes fortunada Manresa sin poner
remedio. 700 á 800 casas redujéronse á pavesas ó poco me-
nos, incluso el edificio de las Huérfanas, varios templos,
dos fábricas de hilados de algodon, é infinitos talleres de
galonería, velería y otros artefactos. Tampoco respetó el
enemigo los hospitales, llevando el furor has!,a arrancar de
las camas á muchos enfermos y arrastrarlos al campamen-
to. Solo se salvaron algunos en virtud de las sentidas ple-
garias que hizo el médico don José Soler al general Salme,
comandante de una de las brigadas de Harispe, recordán-
dole el convenio estipulado entre los generales Saint-Cyr
y Beding ; convenio muy humano, y por el que los enfer-
mos y heridos de ambos ejércitos debían mutuamente ser
respetados y remitidos, despues de la cura, á sus respecti-
vos cuerpos. Los nuestros habían cumplido en todas oca-
siones tan puntualmente con lo pactado, que el general
Suchet no puede menos de atestiguarlo en sus memorias*, ('Al'. 11... )
diciendo: «Vimos en Valls muchos militares franceses é
» italianos heridos, y nos convencimos de la fidelidad con
» que los españoles ejecutaban el convenio. J)


Véase sin embargo cómo eran remunerados. Losmanresa-
nos clamaron por venganza, y pidieron á Sarsfield y á Erales




2~5
que atacasen y destruyesen sin misericordia á los transgre-
sores de toda ley, á hombres desproveídosde toda humani-
dad. Cerraron los nuestros contra la retaguardia enemiga,en
donde iban los napolitanos bajo Palornhini. Desordenados
estos rehieiéronse, mas Eroles cargando de firme los arro-
lló y vengó algun tanto los ultrajes de Manresa. Distinguió-
se aquí el después malaventurado don José ~Iaría Torrijos,
entonces coronel y libre ya de las mallos de los franceses,
entre las que, segun dijimos, había caído prisionero meses
atrás.


Macdonald con tropiezos y molestado siempre prosiguió
su ruta, padeciendo de nuevo bastante en un ataque que le
dió en el CoU de David don l'olanne\ Pernanüez ViHamil,
comandante de l\'Iom;errat. A duras penas metióse en Bar-
celona el mariscal francés con 600 heridos, y UWI pérdida
en todo de mas de 1000 hombres. Harispe el 5 de abril
volvió á Lérida yendo por Villafranca y Moutblanch , no
dejándole tampoco de inquietar por aquel lado don José
Manso, que de humilde estado ilustrábase ahora por sus
hechos militares.


No solo á los manresanos, mas á toda Cataluña enfureció
el proceder de los franceses en aquella marcha, y sobre to-
do la quema de una ciudad que en semejante ocasion no
les habia ofendido en nada. Encruelecióse de resultas la
guerra, tuvo crecimientos la saña. El marqués de Campo-


Proclama verde expidió una circular en que decía: (( La conducta de
de Campoverñe, / Id d f h 1/ d' .


» os so a os ranceses se a a muy en contra ICClOn con
) el trato que han recibido y reciben de los nuestros..... y
) la del mariscal Macdonald no se ajusta en nada con las
» circunstancias de su carácter de mariscal, de duque , ni
» de general que ha hecho la glierra á naciones cultas, que
1) conoce el derecho de gentes, los sentimientos de la hu-
» manidad. No ha limitado su atrocidad este general á re-




297
JJ ducir á cenizas una ciudad inerme y que ninguna resis-
)J tencia le ha opuesto, sino que pasando de bárbaro á
J) perjuro, no ha respetado el asilo de nuestros militares
)) enfermos, transgrediendo la inviolabilidad del contrato
)) formado desde el principio de la guerra. JJ Y después con-
cluia Campoverde: « Doy órden ..... á las divisiones y
» partidas de gente armada mandándoles que no den
J) cuartel á ningun individuo de cualquiera clase que sea
)) del ejército francés que aprehendan dentro ó á la inrne-
lJ diacion de un pueblo que haya sufrido el saqueo, el in-
» cendio ó asesinato de sus vecinos..... y adoptaré y esta-
)) bleceré por sistema en mi ejército el justo derecho de
JJ represalia en toda su extension.» Las obras siguieron á
las palabras y á veces con demasiado furor.


Antes desde Tarragona babia dispuesto Campoverde rea- 11Iovlmlentos
de este general.lizar algunos movimientos. Tal fué el que en 5 de marzo


mandó ejecutar á don Juan Courten con intento de recobrar
el castillo del Coll de Balaguer, lo cual no se consiguió, aun-
que sí el rechazar al enemigo de Cambrils hasta la Ampolla
con pérdida de mas de 400 hombres. De mayor consecuen-
cia hubiera sido á tener buen éxito otra empresa que el
mismo general dirigió en persona, y cuyo objeto era la to-
ma de Barcelona ó á lo menos la de ~'Ionjllich. Intentóse el
19 de marzo, y con antelacion por tanto á la entrada de
Macdonald en aquella plaza.


La comunícaeion de nuestros generales con ]0 interior
del recinto era frecuente, facilitándola.Ia línea que cási
siempre ocupaban los españoles en el Llobregat, y la impo-
sibilidad en que el enemigo estaba de tener ni siquiera un
puesto avanzado sin exponerle á incesante tiroteo y pelea.


Particular y larga correspondencia se siguió para apode- Tentativa
d I malograda contrararse por sorpresa e Bafee ona , y creyendo Campoverde Ilarcelona.
qu~ estaba ya sazonado el proyecto, se acercó á La. plaza




Sorpresa y loma
de Figueras


por
los españoles.


~98
con lo principal de su fuerza, dividida entonces en 5 divi-
siones al mando de los jefes Courten , Erales y Sarsfíeld.
La vanguardia en la noche del 19 llegó hasta el glacis de
l'lonjuich, y hubo soldados que saltaron dentro del camino
cubierto y bajaron al foso. Desgraciadamente el gobernador
de Barcelona l\'laurice Mathieu , vigilante y activo, había te-
nido soplo de lo que andaba, y en vela impidió el logro de
la empresa. Los franceses castigaron á varios habitantes
como á cómplices, arcabuceando en el glacis de la plaza el
10 de abril al comisario de guerra don Miguel Aleina. En
cuanto á Campoverde tornó á Torragona sin haber padecí-
do pérdida, y antes bien Erales escarmentó á los que qui-
sieron incomodarle, obligándolos á encerrarse dentro de
la plaza.


Masfeliz fué la tentativa de la misma clase ideada y lle-
vada á cima contra el castillo de San Fernando de Figueras.
'Por aquella comarca, como en todo el Ampurdan y los lu-
gares que le circunrlan , Fábregas , Llavera, Milansá veces,
Clarós , otros varios, y sobre todo Rovira , traían siempre
á mal traer al enemigo é inquietaban la frontera misma de
Francia. En inedio del estruendo de las armas UIJ capitan,
llamado don José Casas, mantuvo inteligencia por el con-
ducto de un estudiante, Juan Floreta, con Juan l\Tarqués,
criado de Bouelier, guarda almacen de víveres del mencio-
mulo castillo ó fortaleza, principal autor de aquella idea.
Entraron otros en el proyecto, entre ellos y como primeros
confidentes Pedro y Ginés Pou , cuñados de Marqués. Todo"
se avistaron y arreglaron en varios coloquios el modo de
abrir á los nuestros á favor de JJave falsa, que de la poter-
na adquirieron por molde vaciado en cera , la entrada de
punto tan importante, cuya guarda descuidaba el goberna-
dor francés Guillot, confiado en lo inexpugnable del casti-
llo y efl la falta de recursos que tenían los españoles para




299
atacarle. Convenidos pues el Casas y sus confidentes, en-
teraron de todo á don Francisco Rovirayeste á Campover-
de, mereciendo el plan la aprobacion de ambos.


Inmediatamente ordenó el último á don Juan Antonio
Martinez, que reclutaba gente y la organizaba en el canton
de Olot, que se encargasede acuerdo con Rovira de la sor-
presa proyectada, disponiendo al propio tiempo que el ha-
ron de Eroles se acercaseal Ampurdan para apoyar la ten-
tativa. El 6 de abril, sábado de Ramos, Martinez y Rovira
salieron de Esquirol cerca de Olot con 500 hombres y pa-
saron á Ridaura. Aquí se les incorporaron otros DOO, y el7
llegaron todosá Oix, fingiendo que iban á penetrar en Fran-
cia. Prosiguieron el 8 su camino, y por Sardenas se ende-
rezaron á Lleroua , en donde permanecieron hasta el me-
diodía del 9. Lo próximos que estaban á la frontera la
alborotó, y alucinó á los franceses en la creencia de que
iban á invadirla. Diluviando y á aquella hora partieron los
nuestros, y torciendo la ruta fueron á Vilaritg, pueblo dis-
tante tres leguas de Figueras , y situado en una altura tér-
mino entre el Ampurdan y el país montañoso. Ocultos en
un bosque aguardaron la noche, y entonces Rovira á fuer
de catalan habló á los suyos y noticióles el objeto de la
marcha, dándoles en ello suma satisfaccion.


A la una de la mañana del lOse distribuyeron en tro-
zos y pusiéronse en movimiento. Casas como mas práctico
iba el primero. Dentro del Castillo habia 600 franceses de
guarnicion, en la villa de Figueras se contaban 700. Subió
Casas con su tropa por la esplanada frente del hornabeque
de San Zenon , metióse por el camino cubierto y descen-
dió al foso: sus soldados llevaban cubiertas las armas para
que no relumbrasen si acaso había alguna luz, y se ade-
lantaron muy agachados. Llegado que hubieron al foso
franquearon la entrada de la poterna con la llave fabricada




500
de antemano, y embocáronse todos sin ser sentidos en los
almacenes subterráneos. de donde pasaron á desarmar la
guardia de la puerta principal. Siguieron al de Casas los
otros trozos, y se desparramaron por la muralla, apode-
rándose M todos los puntos principales. Dresaire sorpren-
dió el cuartel principal, Bon el de artillería, y don Bstéban
Lloverá cogió al gobernador en su mismo aposento. Ape-
nas encontraron resistencia, y todo estaba concluido en
menos de una hora rindiéndose prisionera la guarniciono


. pllIarcha d I Martinez y Rovira, qlle se habian mantenido en respetoa igueras e
baron de Erules, fuera en los arcos ó sea acueducto, se metieron tamhien


dentro, y con los que llegaron l'TI breve compusieron unos
91600 hombres para guardar el castillo. Los franceses de la
villa nada supieron hasta por la mañana, y no pudiendo
remediar el mal, quedóles solo el duelo. De Martorellha-


Ocupa a Olot y bía el 9 partido Erales para apoyar la sorpresa. Dióse el
CastelIollil. jefe español en su marcha tan buena diligencia, que el 12


se posesionó de los fuertes que ocupaban los franceses en
Olot y CastelfolJit ; les cogió 548 prisioneros , y reforzado
se dirigió en seguida á Lladó y penetró el 16 en Figueras,
aniquilando al paso en la sierra de Puigventós un regimien-
to enemigo.


Estarlo critico Con la toma repentina de aquel castillo estremecióse
de ¡ps Iranceses, . 1 d lb " b" fi á d dCata uña e a orozo y JU I o, gur n ose que espunta-


ha ya la aurora de su libertad. Crítica por cierto era la si-
tuacion de los franceses; Rosas mal provisto, Gerona y
Hostalrich rodeados de bandas y somatenes, notable la
deserción y no poco el espanto del soldado enemigo con
la venganza del catalan , cási bravío despues de la quema
de lVlanresa.


Regía aquellas partes como antes el general francés Ba-
raguay d'Hilliers, y no sobrándole gente en tal aprieto,
abandonó varios puestos y algunos de eonsideracion , así




501
en Jo interior COlIJO en la costa, señaladamente Palamés y
Bañolas ; llamo á sí al general Quesnel próximo á sitiar
la Seu de Urgel, y reconcentrando cuanto pudo sus fuer-
zas, apellidó á guerra hasta la guardia nacional francesa
de la frontera, que esquivó entrar en España.


Grandes ventajas hubiera Campoverde podido sacar del
entusiasmo de los nuestros y del azoramiento y momentá-
neo apuro de los contrarios. Llegó la noticia de lo de Fi-
gueras á l\'Iacdonald, y conmovióle tanto, que escribió á
Suchet en 16 de abril desde Barcelona: I( Que el servicio
» del emperador imperiosamente y sin dilación exigia los
» mas prontos socorros, pues de otro modo estaba perdí-
)) da la Cataluña superior..... y que le enviase todas las
» tropas pertenecientes poco antes al 70 cuerpo francés y
» que acababan de agregarse al de Aragon. 1)


Fuese descuido en Campoverde ó carencia de recur- Va tambien
Campoverde á


SOS, no se aprovechó cual pudiera de acontecimientotan Figuera~.
feliz, obrando con lentitud. Supo el 12 de abril la toma
de Figueras y no partió de Tarragona hasta el 20. Con ma-
yor celeridad, probable era que hubiese impedido á Bara-
guay d'Hilliers la reconcentracion de parte de sus fuer-
zas, dado impulso y mejor arreglo al levantamiento de los
pueblos y obligado á Suchet á venir hacia allí y diferir el
sitio de Tarragona.


Campoverde llegó el 27 á Vique. Le acompañaban 800 No consigue
caballos y .2000 infantes que sacó de aquella plaza con en par~~~~correr


. . . " el castillo.5000 hombres de la: dIVIslOn de Sarsfield. lVlas de 4000
hombres de tropa reglada y somatenes guarnecian ya á Fi-
gueras, falta todavía de artilleros y de ciertos renglones de
primera necesidad. Estaba circunvalada la plaza por 9000
bayonetas y 600 caballos enemigos, número que competía
con el de los españoles y era superior en disciplina, si
bien con la desventaja de dilatarse por un amplio espacio




502
en rededor de la fortaleza, cortado el terreno al oeste con
quebradas y estribos de montes.


En la noche del 2 al ;)de mayo se aproximó Campover-
de, y al amanecer del 5 atacó por el camino real para me-
ter el socorro dentro de Figueras. Sarsfieldiba á la cabeza,
y rodeó la villa situada al pié de la altura eu donde se
levanta la fortaleza, rechazando á los jinetes enemigos que
quisieron oponérsele. Al mismo tiempo Rovira, que ante-
riormente había salido del castillo, unido con otro jefe de
nombre Amat, y mandando juntos unos 2000 hombres, lla-
maban la atencion del enemigo por Lladó y Llers. Broles
todavía dentro trataba por su parte de ponerse en comuni-
cacion con Sarsfield haciendo pronta salida, y ya se mira-
ba como asegurada la entrada del socorro sin pérdida ni
descalabro alguno. ~Ias de repente los enemigos que esta-
ban muy apurados en la villa, se dirigieron al coronel de
Alcántara Pierrard, emigrado francés que desembocaba del
castillo para ejecutar de aquel lado y conforme á las órde-
nes de Erales la operación concertada, y le propusieron
capitular. Engañado el coronel anunció la propuesta á Cam-
poverde, que también cayó en el lazo, y suspendiendo este
el ataque autorizó á dicho Pierrard para que concluyese el
convenio pedido.


No era la demanda del enemigo sino un ardid de guer-
ra. Cierto ahora del punto por donde se le acometia, que-
ría dar largas para traer de la otra parte Ull refuerzo, como
lo hizo, y 6 cañones. El fuego de estos desengañó á Cam-
poverde, atacando Sarsfield inmediatamente la villa de Fi-
gueras , lo mismo Eroles viniendo del castillo. Ya se halla-
ba el primero en las calles, cuando le flanquearon por la
derecha 4000 hombres que salieron de un olivar. Tuvo en-
tonces que retirarse, y á 2 de 6 batallones dispersáronlos
los dragones franceses. Campoverdesin embargo consiguió




505
meter dentro de la fortaleza 1500 hombres escogidos y al-
gunos renglones, pero 110 todo lo que deseaba, y á costa de
perder varios efectos y 1100 hombres entre muertos, heri-
dos y prisioneros. Con menos confianza y mas decision
hubiera evitado tal menoscabo, y conseguido la completa
introdnccion del socorro. A los franceses, que perdieron
700 hombres, les era quizá permitida, segun leyes de la
guerra, la treta que imaginaron: tocaba á Campoverde vi-
vir sobre aviso.


La escuadra inglesa y algunos buques españoles recor-
rieron al propio tiempo la costa ; tomaron y destruyeron
barcos, arruinaron muchas baterías de la marina, malo-
gráudoseles una tentativa contra Rosas, que se lisonjearon
de tomar por sorpresa.


Faltaba ahora ver cómo Suchet obraria despues de la
pérdida tan grande para ellos de Figueras, y si arreglaria
su plan á los deseos arriba indicados de Macdonald, Ó si se
conformaría con las primeras órdenes del emperador que,
no previendo el caso, habia determinado se sitiase á Tarra-
gona. Dudoso estuvo Suchet al principio; hasta que pesa-
das las razones por ambos lados , resolvió no apartarse de
lo que de París se le tenia prevenido. Pensaba que Figue-
ras acordonado se rendiria al fin, y que urgia é importaba
sobremanera posesionarse de Tarragona , punto marítimo
base principal de las operaciones de los españoles en Ca-
taluña. Las resultas probaron no era falso e! cálculo, y
menosdescaminado: bien que para el acierto entró en cuen-
ta el propio intereso En recuperar á Figueras ganaba solo


ltIacdonald: acrecíase la gloria de Sucbe: con la toma de
Tarragona. Asi el primero tuvo que limitarse á sus únicas
y escatimadas fuerzas para acudir á recobrar lo perdido, y
el segundo se ocupó exclusivamente en adquirir, sin parti-
cipacion de otro, nuevos triunfos y preeminencias.


Vaciiacion de
Suchet.




Medidas
de precaucton


que loma
en Aragon.


504
Antes de saber la sorpresa de Figueras, y luego que re-


cibió la orden de Napoleon , preparóse Suchet para el sitio
de Tarragona, cuidando de dejar en Aragon y en las ave-
nidas vrinciQales, tralla que en el intermedio mantuviese
tranquilo aquel reino. nlas de 40000 combatientes juntaba
Suchet con los 17000 que se le agregaron de Macdonald.
Tres batallones, un cuerpo de dragones y la gendarmería
ocupaban la izquierda del Ebro; á Jaca y Venasque guar-
dábanlos 1500 infantes, y habia puntos fortificados que
asegurasen las comunicaciones con Francia. El general
Compere mandaba en Zaragoza, puesta en estado de defen-
sa y guarnecida por cerca de ~ooo infantes y 2 escuadro-
nes, extendiéndose la jurisdiccion de este general á Borja,
Tarazana y Calatayud, en cuya postrera ciudad fortificaron
los enemigos y abastecieron el convento de la Merced, res-
guardado por ~ batallones que gobernaba el general Fer-
riel'. Cubria á Daroca y parte del señorío de Molina, forta-
lecido su castillo, el general Paris , teniendo á sus órdenes
4 batallones, 500 húsares y alguna artillería. En Teruel se
alojaba el general Abbé con mas de 5000 infantes, 500 co-
raceros y ~ piezas; y se colocaron en los castillos de i\Io-
rella y Alcañiz 1400 hombres, así como 1200 de los po-
lacos en Batea, Caspe y I\'Iequineoza, favoreciendo estos
últimos los transportes del Ebro. Excusamos repetir lo ya
dicho arriba de las tropas dejadas en Tortosa y su comar-
ca hasta la Rápita, embocadero de aquel rio, Quedó ade-
mas Klopicki con 4 batallones y 200 húsares eu el confin
de Navarra; infundiendo siempre gran recelo al enemigo
las excursiones de Espoz y lUin:J. Detenémonos .i liar esta
razón circunstanciada de las medidas preventivas que tomó
Suchet, para que de ella se colija cuál era el estado de Ara-
gou al cabo de tres años de guerra; de Aragon, de cuya
quietud y sosiego blasonaba el francés. No hubiera sido ex-




505
traüo que hubiesen permanecido inmohles aquellos habita-
dores relazados así con castillos y puestos fortificados. Sin
embargo á cada paso daban señales de no estar apagada en
sus pechos la llama sagrada, que tan pura y brillante habia
por dos veces relumbrado en la inmortal Zaragoza.


En fin Suchet tomadas estas y otras precauciones y ase-
guradas las espaldas por la parte de Aragon y Lérida, adelan-
tóse el2 de mayo á formalizar el sitio de que estaba encar-
gado , almacenando en Reus provisiones de boca y guerra
en abundancia, y acompañado de unos 20000 hombres.


Forma Tarragona en su conjunto un paralelógramo rec-
tángulo, situada la ciudad principal en un collado alto,
cuyas raices por oriente y mediodía baña el l\lediterráneo.
A poniente y en lo bajo está el arrabal, adonde lleva u~a
cuesta nada agria, corriendo por allí el rio Francolí, que
fenece en la mar y se cruza por una puente de seis ojos so-
brado angosta. Cabecera de la España citerior y célebre co-
lonia romana, conserva aun Tarragona muchas antigüeda-
des y reliquias de su pasada grandeza. No la pueblan sino
11000 habitantes. La circuye un muro del tiempo ya de
los romanos, cuyo lado occidental, destruido en la guerra
de sucesion , se reemplazó despues con un terraplen de 8 á
10 pies de ancho y cuatro baluartes, que se llaman, empe-
zando á contar por el mar, de Cervantes, Jesus , San Juan
y San Pablo. Por esta parte, que es la de mas fácil acceso,
y para cercar el arrabal, habíase construido otra línea de
fortificaciones, que partia del último de los cuatro citados
baluartes, y se terminaba en las inmediaciones del fuerte
de Francolí, sito al desaguadero de este rio: varios otros
baluartes cubrían dicha línea, y dos lunetas, de las que
una nombrada del Príncipe, como tambien la batería de
San José y dos cortaduras, amparaban la marina y la comu-
nicaeíon con el ya mencionado castillo de Franeolí. En lo


TOM. 111. ~o


Ilesuélvese
á sttíar


á Tarragona.


Principia el
cerco.




506
interior de este segundo recinto y detrás del baluarte de
Orleans , colocado en el ángulo hácia la campiña1 se halla-
ba el fuerte Real, cuadro abaluartado. Habia otras obras
en los demas puntos, si bien por aquí defienden principal-
mente la ciudad las escarpaduras de su propio asiento.Eran
tamhien de notar el fuerte de Lorito ó Loreto, y en espe-
cial el del Olivo al norte 1 distante 400 toesas de la plaza
sobre una eminencia. Tenia el último hechura de un hor-
nabeque irregular con fosos por su frente y camino cubier-
to, aunque no acabado; en la parte interna y superior ha-
bia un reducto con un caballero en medio y dos puertas ó
rastrillos del lado de la gola, la cual escasa de defensas
protegían la aspereza del terreno y los fuegos de la plaza.


,Necesitaba Tarragona para ser bien defendida ,que la
guarneciesen 14000 hombres 1 y soro tenia al principio del
sitio 6000 infantes y 1200 milicianos, en cuyo tiempo la
gobernaba don Juan Caro 1 sucediendo á este en fines de
mayo don Juan Senen de Contreras. Era comandante ge-
neral de ingenieros don Cárlos Cabrer, y de artillería don
Cayetano Saqueti.


Trataron los enemigos el 4 de mayo de embestir del to-
do la plaza. El general Harispe ácompañado del de ingenie-
ros Rogniat pasó el Francolí y caminóhácia el Olivo. Ofre-
ciéronle los puestos españoles gran resistencia, y perdió la
brigada del general Salmecerca de 200 hombres. Al mismo
tiempo la de Palombini, que con la otra componía la divi-
sion de Harispe, se prolongó por la izquierda y se apoderó
del Lorito y del reducto vecino llamado del Ermitaño, aban-
donados ambos antes por los españoles comoembarazosos.
Colocó Harispe además tropas de respeto en el camino
de Barcelona, próximo á la costa. Del lado opuesto y á
la derecha de este general se colocó Frere y su division,
y en seguida Habert con la suya frontero al puente del




507
Francolí, y apoyado en la mar, completándose así eJacordo-
namiento.


El 5 hicieron los españoles cuatro salidas en que inco-
modaron al enemigo, y empezó la escuadra inglesa á tomar
parte en la defensa. Constaba aquella de 5 navíos y 2 fraga-
tas á las órdenes del comodoro Codrington, que montaba
el Blake de 74 cañones.


Precaviéronse los franceses como para sitio largo, y en
Beus , su principal almacenamiento, atrincheraron varios
puestos y fortalecieron algunos conventos y grandesedifi-
cios , temerosos de los miqueletes y somatenes que no ce-
saban de amagarlos é incomodar sus convoyes .
. Así fué que el 6 de mayo un cuerpo de aquellos acometió


á Montblanch, punto tan importante para la comunicacion
entre Tarragona y Lérida, é intentó prender fuego al con-
vento de la Vírgen de la Sierra, que guardaba un destaca-
mento francés. Emplearon los miqueletes al efecto, aunque
sin fruto, la estratagema de cubrirse con unas tablas acol-
chadas para poder arrimarse á las puertas, imitando en ello
el testudo de los antiguos. Los franceses de resultas refor-
zaron aquel punto.


Continuando los enemigos sus preparativos de ataque con-
tra Tarragona, cortaron el acueducto moderno que surtía de
agua á la ciudad, y que empezó á restablecer en 1782, apro-
vechándose de los restos del famoso y antiguo de los ro-
manos, el digno arzobispo don Joaquin de Santiyan y Val-
divieso. No causó á Tarragona aquel corte privacion nota-
ble, provista de aljibes y de un profundísimo pozo de agua
no muy buena, pero potable y manantial. Mas dañó al
francés: los somatenes sabiendo lo acaecido hicieron cor-
taduras mas arriba, y como aquellas aguas, necesarias para
el abasto del sitiador, venían de Pont de Armentera junto
al monasterio de Santas Cruces seis leguas distante, tuvo




Llega
Cnmpoverde á


'I'arragona,


508
Suchet que emplear tropas para reparar el eotrago , y vigi-
gilar de continuo el terreno.


Decidieron los franceses acometer á Tarragona por el
Franeolí del lado del arrabal, ofreciéndoles los otros fren-
tes mayores obstáculos naturales. Requeríase sin embargo
en el que escogieron comenzar por despejar la costa de las
fuerzas de mar, con cuya mira trazaron allí el 8 y al cabo
remataron, á pesar del fuego vivo de la escuadra inglesa,
un reducto sostenido después por nuevas baterías construi-
das cerca del embocadero del Francolí.


En lo interior de la plaza reinaba ánimo ensalzado, que
se afirmó con la llegada elfO del marqués de Campoverde,
quien noticioso de los intentos del enemigo se habia dado
priesa á correr en auxilio de Tarragona. Vino por mar pro-
cedente de Mataró con 2000 hombres, habiendo dejado fue-
ra la tropa restante bajo don Pedro Sarsfield, con orden de
incomodar á Suchet en sus comunicaciones.


Tenia el enemigo para asegurar su ataque contra el re-
cinto que tomar primero el fuerte del Olivo, empresa no
fácil. Le incomodaban mucho de este lado las incesantes
acometidas de los españoles; por lo que para reprimirlas
y adelantar en el cerco embistió en la noche del 15 al14
unos parapetos avanzados que amparaban dicho fuerte. Los
defendió largo tiempo don Tadeo Aldea, y solo se replegó
oprimido del número. En el Olivo muy animosos los que
le custodiaban respondieron á cañonazos á la proposicion
que de rendirse les hizo el francés; y pensando Aldea en
recobrar los parapetos perdidos, avanzó de nuevo y poco
después en 5 columnas. Los contrarios, que conocían la im-
portancia de aquellas obras, habían las sin dilacion acomo-
dado en provecho suyo, y en términos de frustrar cual-
quiera tentativa. Acometieron sin embargo los nuestros
con el mayor arrojo, y hubo oficiales que perecieron




509
plantando sus banderas dentro de los mismos parapetos.


Por de fuera molestaban los somatenes el campo enemi-
go , y también se verificó el14 un reconocimiento orilla de
la mar, á las órdenes de don José San Juan, protegido por
la escuadra. Se encerraron los franceses en el reducto que
habian construido, y apresuróse á auxiliarlos el general
Habert.


El mismo don José San Juan destruyó el18 parte de las
obras que construía el sitiador á la derecha del Francolí,
poniéndole en vergonzosa fuga y causándole una pérdida
de mas de 200 hombres. Saüalóse este dia una mujer de la
plebe conocida bajo el nombre de ia Calesera de la Rambla.
Multiplicáronse las salidas con mas ó menos fruto, pero
con daño siempre del sitiador.


No descuidó don Pedro Sarsfíeld desempeñar el encargo
que se le había encomendado de llamar á sí y atraer léjos
de la plaza al enemigo. El 20 se colocó en Alcover, y tu-
vieron los franceses que acudir con bastante fuerza para
alejarle, oostándoies gente su propósito. Tres dias despues
incansable Sarsfield se enderezó á Montblanch y puso en
aprieto al jefe de batallon Année que allí mandaba; y si
bien se libró este socorrido á tiempo, vióse Suchet en la ne-
cesidad de abandonar aquel punto, á cada paso acometido.


Ahora fijóse el francés en tomar el fuerte del Olivo, y átacan y loman
los Iruncescs


con tal intento abrió la trinchera á la izquierda de los pa- con dilicullad el
fuerte


rapetos que poco antes habia ganado, dirigiéndose á un del Olivo.
terromontero distante 60 toesas de aquel castillo. Adelan-
tó en su trabajo dificultosamente por encontrar con peña
viva. Al fin terminó el 21 cuatro baterías, que no pudo ar-
mar hasta el 28, teniendo los soldados que tirar de los ca-
llones á causa de lo escabroso de la subida. Cada paso
costaba al sitiador mucha sangre; y en aquella mañana la
guarnicion del fuerte haciendo una salida de las mas esfor-




510
zadas, atropelló á sus contrarios y los desbarató. Para in-
fundir aliento en los que cejaban tuvo el general francés
Salme que ponerse á la cabeza, y víctima de su valerosa
arrogancia, al decir adelante, cayó muerto de un metralla-
zo en la sien.


Vueltos en sí los franceses á favor de auxilios que recibie-
ron, comenzaron el fuegó contra el Olivo el mismo dia 28.
Aniquilábalos la metralla española, hasta que se dismi-
nuyó su estrago con el desmontar de algunas piezas y la
destrucción de los parapetos. En el ángulo de la derecha
del fuerte aportillaron los enemigos brecha sin que por
eso arriesgasen ir al asalto. Los contenía la impetuosidad y
el coraje que desplegaba la guarniciono


A lo último desencabalgadas el 29 todas las piezas y ar-
ruinadas nuestras baterías, determinaron los sitiadoresapo-
derarse del fuerte, amagando al mismo tiempo los demas
puntos. La plaza y las obras exteriores respondieron con
tremendo cañoneo al del campo contrario, apareciendo el
asiento en que á manera de anfiteatro descansa Tarragona
como inflamado con las bombas y granadas, con las balas
y los frascos de fuego. Tampoco la escuadra se mantuvo
ociosa, y arrojando cohetes y mortíferas luminarias, aña-
dió horrores y grandeza al nocturnal estrepitoso combate.


Precedido el enemigo de tiradores acorrió por la noche
al asalto, distribuido en 2 columnas; una destinada á la
brecha, otra á rodear el fuerte y á entrarle por la gola.


Tuvo en un principio la primera mala ventura. No esta-
ba todavía la brecha muy practicable, y resultando cortas
les escalas que se aplicaron, necesario fué para alcanzar á lo
alto que trepasen los soldados enemigos por encimade los
hombros de un camarada suyo que atrevidamente y de vo-
luntad se ofreció á tan peligroso servicio.


Burláronse los españoles de la invencion, y repeliendo




511
á unos, matando á otros y rompiendo las escalas, escar-
mentaron tamaña osadía. En aquel apuro favorecieron al
francés dos incidentes. Fué uno haber descubierto de ante-
mano el italiano Vaccani , ingeniero y autor diligente de
estas campañas, que por los caños del acueducto que an-
tes surtían de agua al fuerte y conservaron malamente los
españoles, era fácil encaramarse y penetrar dentro. Ejecu-
táronlo así los enemigos, y se extendieron lo largo de la
muralla antes que los nuestros pudiesen caer en ello.


No aprovechó menos á los contrarios el otro incidente aun
mas casual. Mudábase cada ocho dial' la guarnicion del
Olivo; y pasando aquella noche el regimiento de Almería
á relevar al de Iliberia , tropezó con la columna francesa
~ue se dirigia á embestir la gola. Sobresaltados los uues-
tros y aturdidos del impensado encuentro, pudieron varios
soldados enemigos meterse en el fuerte revueltos con los
españoles; y favorecidos de semejante acaso, de la confu-
sion y tinieblas de la noche, rompieron luego á hachazos
junto con los de afuera una de las dos puertas arriba men-
cionadas, y unidos unos y otros, dentro ya todos apreta-
ron de cerca á los españoles y los dejaron, por decirlo así,
sin respiro, mayormente acudiendo á la propia sazon los
que habían subido por el acueducto , y estrechaban por su
parte y acorralaban á los sitiados. Sin embargo estos se
sostuvieron con firmeza, en especial á la izquierda del
fuerte y en el caballero, y vendieron cara la victoria dis-
putando á palmos el terreno y lidiando como leones, se-
gun la expresion del mismo Suchet. 11 Cedieron solo á la (' Ap. n.••)
sorpresa y á la muchedumbre, llegando de golpe con gente
el general Harispe , el cual estuvo á pique de ser aplastado
por una bomba que cayó cási á sus pies. Perecieron de los
franceses 500, entre ellos muchos oficialesdistinguidos. Per-
dimos nosotros 1100 hombres: los demás se descolgaron




512
por el muro y entraron en Tarragona. Bindióse don José
María Gamez, gobernador del fuerte; pero traspasado de
diez heridas, como soldado de pecho. Infiérase de aquí
cuál hubiera sido la resistencia sin el descuido de los ca-
ños, y el fatal encuentro del relevo. Ciega iracundia, no
valor verdadero guiaba en la lucha á los militares de am-
bos bandos. Dícese que el enemigo escribió en el muro con
sangre española: « vengada queda la muerte del general
)) Salme; » inscripcion de atroz tinta, no disculpable ni con
el ardor que aun vibra tras sañuda pelea.


En la misma noche providenciaron los franceses lo nece-
sario á la seguridad de su conquista, y por tanto inútil fué
la tentativa que para recobrarle practicó al día siguiente
don Edmundo O-Ronani, en cuya empresa se señaló de un,
modo honroso el sargento Domingo Lopez.


Mucho desalentó la pérdida del Olivo, sin que bastasen
á dar consuelo 1600 infantes y 100 artilleros poco antes
llegados de Valencia, y unos 400 hombres que por enton-
ces vinieron tambien de Mallorca. Habíase pregonado como
inexpugnable aquel fuerte, y su toma por el enemigo frus-
tró esperanzas sobrado halagüeñas.


SaleCampoverdc Juntó en su apuro el marqués de Campoverde un con-
de la Plaza.
Se encarga sejo de guerra, en cuyo seno se decidió que dicho general


el mando de ella •
á dson Juan saliese de Tarragona, como lo verificó el 51 de mayo. An-


enen
de Contreras. tes de su partida encargó la plaza á don Juan Senen de


Contreras, enviando en comision á Valencia en busca de
auxilios á don Juan Caro. Contreras acababa de llegar de
Cádiz, y siendo el general mas antiguo no pudo eximirse de
carga tan pesada. Parécenos injusto que, perdido el Olivo
y á mitad del sitio, se impusiese á un nuevo jefe responsa-
hilidad que mas bien tocaba al que desde un principio ha-
hía gobernado la plaza. Hasta el mismo Caro debiera en ello
\)~b~TS~ mlTa{\\) como oienniuo. "No'obstante nañie se opu-




515
so, y todos se mostraron conformes. Incumbió á don Pedro
Sarsíield la defensa del arrabal de Tarragona y de su ma-
rina, encargándose el baron de Eroles, que babia salido de
Figueras , de la direccion de las tropas que antes capita-
neaba aquel del lado de Montblanch. Campoverde, fuera
ya de la plaza, situó en Igualada sus reales el 5 de junio.
Salieron tambien de la ciudad m uchos de los habitantes
principales huyendo de las bombas y de las angustias del
sitio. Habíalo antes verificado la junta y trasladádose á
Monserrat , pues como autoridad de tódo el principado
justo era quedase expedita para atender á los demás lu-
gares.


Dueños los franceses del Olivo empezaron su ataque con-
tra el cuerpo de la plaza, abrazando el frente del recinto
que cubria el arrabal, y se terminaba de un lado por el
fuerte de Francolí y baluarte de San Cárlos, y del otro por
el de Orleans, que llamaron de los Canónigos los sitiadores.


Abrieron estos la primera paralela á 180 toesas del ba-
luarte de Orleans y de] fuerte de Francolí , la cual apoya-
ba su derecha en los primeros trabajos concluidos por el
francés en la orilla opuesta del rio , amparando la izquier-
da un reducto; establecieron tambien por detrás una co-
municacion con el puente del Franeolí y con otros dos que
construyeron de caballetes, validos de lo acanalado de la
corriente.


En la noche del 1 0 al 2 de junio habian los sitiadores
comenzado los trabajos de trinchera, y los continuaron en
los días siguientes sin que los detuviesen las salidas y fue-
go de los españoles. Zanjaron el 6 la segunda paralela que
llegó á estar á 50 toesas del fuerte de FrancoIí, batiendo
en brecha sus muros a] amanecer de] 7. Lo mandaba don
Antonio Róten , quien se mantuvo firme y con gran de-
nuedo. Al caer de la tarde apareció practicable ]a brecha,




514
Y los enemigos se dispusieron á dar el asalto á las diez de
la noche. Juzgó prudente el gobernador de la plaza Senen
de Contreras que no se aguardase tal embestida, y por eso
Róten, conformandose con la órden de su jefe, evacuó el
fuerte y retiró la artillería.


Prosiguiendo tamhien los franceses en adelantar por el
centro la segunda paralela, se arrimaron á 55 toesas del án-
gulo saliente del camino cubierto del baluarte de Orleans.
Incomodábalos sobremanera el fuego de la plaza, y á pun-
to de acobardar á veces á los trabajadores ó de entibiar su
ardor. Así fué que en la noche del8 al9 yacíanrendidos de
cansancio y del mucho afan, á la sazón que 500 granaderos
españoles hicieron una salida y pasaron á degüello á los
mas desprevenidos. No menos dichosa resultó otra que del
11 al 12 dirigió en persona con 5000 hombres don Pedro
Sarsfíeld , comandante, segun queda dicho, del arrabal y
frente atacado. Ahuyentó á los trabajadores, destruyó
muchas obras, y llevólo todo á sangre y fuego. En este
trance, como en otros anteriores y sucesivos, distinguié-
ronse varios vecinos y hasta las mujeres, que no cesaron
de llevar á los combatientes refrigerantes y auxilios en me-
dio de las balas y las bombas.


Reparado el mal que se le había causado tuvo el francés
ya el 15 trazados tres ramales delante de la segunda pa-
ralela; uno dirigido al baluarte de Orleans, otro á una me-
dia luna inmediata llamada del Rey, y el tercero al baluarte
de San, Cárlos, logrando coronar la cresta del glacis. Com-
prendían los sitiadores en el ataque la luneta del Príncipe
al siniestro costado del postrer baluarte, la cual acometie-
ron en la noche del 16. Mandaba por parte de los españo-
les don Miguel Subirachs. Se formaron los franceses para
asaltar dicha luneta en 2 columnas; una de ellas debia em-
bestir por un punto débil á la izquierda, en donde el foso




515
no se prolongaba hasta el mar, y la otra por el frente.
Inútiles resultaron los esfuerzos de la última estrenándose
contra el valor de los españoles, á manos de los cuales pe-
reció el francés Javersac que la comandaba y otros muchos.
Al revés la primera, pues favorecida de lo flaco del sitio
entró en la luneta, pereciendo 100 de nuestros soldados,
quedando varios prisioneros, y refugiándose los dernas en
la plaza. A estos los siguieron los enemigos, quienes con
el ímpetu se metieron por la batería de San José y corta-
ron las cuerdas del puente levadizo. En poco estuvo no
penetrasen en el arrabal: impidiólo un socorro llegado á
tiempo que los repelió.


Con la posesion de la luneta del Príncipe cerró el sitia- Encarnizada
,defensa


dor cada vez mas al frente atacado. Por ambas partes se de los españoles.
encarnizaba la lucha, brillando el denuedo de los nuestros,
ya que no siempre el acierto en la defensa. Tan enconados
andaban los ánimos de unos y otros, que acompañaban á
la pelea palabras injuriosas y desaforados baldones. La
matanza crecía en grado sumo, y por confesion misma de
los franceses, nada ponderativos en sus propias pérdidas,
contaban ya en el estado actual del sitio (el 16 de junio)
entre muertos y heridos un general, 2 coroneles, 15 jefes
de batallon , 19 oficiales de ingenieros, 15 de artillería,
140 de las demás armas l en fin con los soldados 2500
hombres. Y todavía tenian que apoderarse del arrabal, y
empezar después el acometimiento contra la ciudad.


Dos días antes, el 14 de junio, habia llegado á Tarrago- Tropas
que llegan de


na don José Miranda con una division de Valencia, eom- Valencia.
puesta de mas de 4000 hombres armados y de unos 400
desarmados. 1...os últimos se equiparon y quedaron en la
plaza. Los otros con su jefe siguieron y tomaron tierra en
ViIlanueva de Sitges, juntándose el 16 en Igualada con el
marqués de Campoverde. Reunia este asistido de tan buen




516
refuerzo 9456 infantes y t 185 caballos, y en consecuencia
se determinó á maniobrar en favor de la ciudad sitiada.


Díversíon Por aquellos dias el haron de Eroles , que obraba unido
de Erales y otros


d Ifuerl' á Campoverde, atacó cerca de Falset un gran convoy ene-e ia pmza.
migo, y cogióle 500 acémilas. Poco antes hácia Mora de
Ebro en Gratallops don Manuel Fernandez Villamil rodeó
igualmente UH grueso destacamento á las órdenes del po-
laco Mrozinski, y acabó con 500 de sus soldados entre
muertos, heridos y prisioneros. obligando al resto de ellos
á encerrarse en la ermita de la Consolaeion , de donde vi-
nieron á sacarlos dificultosamente tropas suyas de 1\'lora.


Pérdidas diarias de esta clase fueron parte para que Su-
chet llamase la brigada de Abbé y un regimiento que había
enviado á observar á Eroles , á Villamil y otros jefes la vuel-
ta de 1\'lora y Falset, y tambien para que procurase acele-
rar la conquista de Tarragoua , alterándole pensamientos
varios. en vista de la enérgica bizarría de la guarnicion y
del aumento de las fuerzas de Campoverde, y muestras que
daba este de moverse.


El 18 de julio tenia el sitiador concluida la tercera para-
lela, y emprendió la bajada al foso enfrente del baluarte de
Orleans , perfeccionandolas obras de ataque por los demas
puntos. En la mañana del 21 empezó á batir el muro, y á
las cuatro de la tarde aparecieron abiertas tres brechas;
dos en los baluartes de Orleans y San Cárlos, la otra en el
fuerte Real aunque colocado detrás: lo mal parado delter-
raplen facilitó al enemigo su progreso.


Hasta ahora había defendido el arrabal desde los prime-
ros días de junio don Pedro Sarsfield, portándose con va-
10r é inteligencia. Pero el 21, dia mismo del ataque, como
hubiese Campoverde pedido al gobernador que le enviase
para mandar una division á Róten ó al citado Sarsfield , es-
cogió Contreras al último, y le hizo salir de la plaza en el




517
momento en que ya el enemigo habia dado principio á su
acometida. Inexplicable proceder y de consecuencias inme-
diatas y desastradas. Porque si bien se puso á la cabeza del
punto atacado don Manuel Velasco , oficial intrépido y en-
tendido, sabése cuánto perjudica al buen éxito de todo
combate la mudanza repentina de jefe.


A las siete de la tarde caminó el enemigo al asalto ea
5 trozos contra el baluarte de Orleans, el de San Cárlos,
y el lado de la marina: llevaba todas sus reservas.


No obstante una vigorosa resistencia, se metieron los
franceses en el baluarte de Orleans, deteniéndolos buen
rato en la gola los españoles, de los que muchos fueron
allí pasados por la espada, y sin vengarse cual pudieran,
no habiendo encendido á tiempo dos hornillos ya carga-
dos. Se apoderaron tambien los enemigos de los demas
puntos, hasta del fuerte Real por escalada, estando aun la
brecha poco practicable. Hácia la marina rechazó Velasen
los primeros ataques, sostúvose con notable esfuerzo, y no
se retiró sino cuando avanzaron por el flanco los franceses
que venian de los baluartes de San Cárlos y de Orleans.
Contreras, puesto en lo alto del muro de la ciudad, tomó
precauciones para evitar cualquiera sorpresa de aquel se-
gundo recinto, y logró que Velasco y los suyos se salvasen
entrando por la puerta de San Juan. Dispararon los ingle-
ses andanadas de todos su buques, que no hicieron gran
mella en el enemigo. Nosotros perdimos 500 hombres, no
pocos se ocultaron, y á la deshilada se guarecieron sucesi-
vamente en la ciudad. Mataron los acometedores á muchos
vecinos del arrabal sin dístiucion de sexo. Quemaron al-
macenes en el puerto, y dueños del muelle incomodaron
en breve el embarcadero del Milagro, que ahora servía pa-
ra las comunicaciones de mar. Ufanos los franceses con el
buen suceso de su ataque, hicieron señales á la plaza por


Toman
lo. franceses
el arrabal.




Quejas contra
Campoverde,


Tentativa
infructuosa


de este
para socorrer


181,laz8.


518
ver si el gobernador quería entrar en capitulacion : pero
este las desdeñó con altanero silencio.


OCendióse Suchet , y la misma noche del 21 al 22 dis-
puso que se abriese la primera paralela contra la ciudad,
apoyando la izquierda en el baluartellamado SantoDomin-
go, y la derecha en el mar. No le restaba ya al enemigo
que vencer sino este último recinto, sencillo y débil.


Los habitadores de Tarragona, Senen de Contreras , la
junta de Cataluña, en una palabra todos murmuraban y
quejábanse amargamente del marqués de Campoverde, cu-
ya inacción la echaban algunos á mala parte. Se figuraban
ser superiores á lo que lo eran en realidad las tropas que
aquel mandaba1 y por el contrario disminuian en su ima-
ginacion sobradamente las de los franceses. Contribuyó al
comun error el mismo Campoverde por sus ofertas y enca-
recimientos : tambien Contreras, que en vezde obrar, con-
sumía á veces el tiempo propalando indiscretamente que
la plaza tendria luego que rendirse si en breve no era so-
corrida.


Cediendo en fin Campoverde al clamor universal y al
propio impulso, resolvió hacer el 25 de junio una tentati-
va contra los sitiadores. En su virtud don José Miranda, al
frente de la división valenciana y de 1000 infantes de la
de Eroles con 700 caballos, fué destinado á atacar los cam-
pamentos franceses de Hostalnou y Pallaresos , al paso que
Campoverde debia situarse á la izquierda en el Callas para
sostener la columna de ataque, y favorecerla ademas por
medio de un falso movimiento al cargo de don José l\'laría
Torrijos.


En espera de 1015 nuestros reunió Suchet sin alejarse sus
principales fuerzas, contando con que se le atacaria del
ladode Villalonga. Excusada era tanta prevencion. Miran-
da LÍo desempeñó su encargo so pretexto de que no conocía




Tropas inglesas
que


se presentan
delante.


del puerto.


519
el terreno, y alegando dudas y temores que no le ocurrie-
ron la víspera, y para las que no babia nueva razono Un
escarmiento ejecutivo y severo hubiera servido en este caso
de leccion provechosa, y estorbado la repeticion de actos
tan indignos del nombre español. Lavó hasta cierto punto
la mancha don Juan Caro de vuelta de Valencia , sorpren-
diendoy acuchillando en Torredenbarra á unos 200 fran-
ceses. Mas se perdió la ocasion de aliviar á Tarragona, y
Campoverde, aunque mal de su grado, tiró la vuelta del
Vendrell.


Parecia sin embargo no estar todo aun perdido. El 26
llegaron delante de Tarragona, procedentes de Cádiz, 1200
ingleses al mando del coronel Skerret. Estas tropas, ya
uniéndose á Campoverde, ó ya reforzando la plaza, hubie-
ran sido de gran provecho, no tanto por su número, cuan-
to por los alientos que infundiesen con su presencia. Mas
cuando la suerte va de caida , esperada ventura eámbiase
en aguda desdicha. Skerret y otros jefes británicos toma-
ron tierra, y después de examinar el estado de la plaza
mostráronse muy abatidos. Contreras viendo esto, si bien
le dijeron aquellos que se hallaban prontos á obedecerle,
no quiso forzarles. la voluntad, y dejó á su arbitrio desem-
barcar ó no su gente. Entonces los jefes ingleses se deci- NodeAembarcan.
dieron por mantenerla á bordo, y de consiguiente en mala
hora aparecieron en las playas de Tarragona , trastornando
del todo con semejante determinacion ánimos ya muy in-
quietos despues de las precedentes desgracias.


Otra ocurrencia había aumentado antes dentro de la Otras
I I d . d d I ocurrenciasp aza a esumon y iscor ia. l\:Ia avenido Campoverde con desgraciadas.


Senen de Contreras á causa de continuos é indiscretosra-
zonamientos de este, le escribió para que si no estaba con-
tento se desistiese del mando, previniendo al propio tiem-
po á don Manuel Velasco le tomase en caso de la dejacion




Baten
lo! franceses


la ciudad.


520
de Contreras, ó en cualquiera otro en que el último tratara
de rendirse. Comunicó igual órden á los demas jefes, au-
torizándolos á nombrar gobernador si Velaseo no aceptase
el cargo. Conformábase la resolucion de Campoverde con
una circular de la Regencia de principios de abril, aproba-
da por las Córtes, segun la cual se mandaba que en tanto
que hubiese en una plaza un oficial que opinase por la de-
fensa, aunque fuese el mas subalterno de la guarnicion, no
se capitularia , y que por el mismo hecho Be encargase di-
cho oficial del mando. Habíase originado esta providencia
de lo que pasó con Imaz en Badajoz; pero en Tarragona no
se estaba en el mismo caso. Contreras no pensaba en ren-
dirse, y justo es decir que sobrábanle bríos y honra para
cometer villanía alguna. Era solo hombre de mal conten-
tar, presuntuoso, y que usaba con poco recato de la pala-
bra y de la pluma. En este lance altamente ofendido léjos
de despojarse del gobierno dió á Velasco pasaporte para
que saliese de Tarragona, y se incorporase al cuartel ge-
neral. Priváhase así á la plaza de buenos oficiales, nacían
partidos, y desmayaban hasta los mas firmes.


Provechoso lucro para el francés. Avivaba este sus obras,
y estableciendo la segunda paralela á 60 toesas de la pla-
za, ó sea del último recinto que era el atacado, tuvo pron-
tas y armadas en la noche del 27 al.28 las baterías de
brecha. Sabedor Suchet de la llegada de los ingleses, apre-
miábale posesionarse de Tarragoua. Estaba distante de
imaginar que la presencia de aquellas tropas fuese nuevo
agasajo que le hacia la fortuna. Abrieron los sitiadores
temprano el fuego en la mañana del 28, intentando prin-
cipalmente aportillar el muro en la cortina del frente de
San Juan por el ángulo que forma con el flanco izquierdo
del baluarte de San Pablo. El terreno I'S de piedra sin foso
ni camino cubierto.




52!
Correspondieron los nuestros á los fuegos enemigos de


un modo terrible y acertado, y destruyéndoles los espal-
dones de las baterías, dejaron en descubierto á sus artille-
ros y mataron á muchos. Por nuestra parte hubo la desgracia
de velarse un repuesto de pólvora en el estrecho baluarte
de Cervantes, y de que SI' apagasen sus fuegos. Mortíferos
continuaban en los otros puntos, mas recio el enemigo en
asestar furibundos tiros contra el lienzo de la muralla que
queria rasgar, empezó á conseguirlo y franqueó al fin an-
churoso boqueron.


A las cinco de la tarde conceptuaron los sitiadores prae- J,a asaltan.
ticable la brecha, y dispuso Suchet el asalto bajo las ór-
denes de los generales Habert, Ficatier y l\'Iontmarie.Tam-
bien Senen de Contreras se preparó á recibir y rechazar á
los franceses en la misma brecha, y aun á defenderse den-
tro de las calles, cortadas varias y señaladamente la ram-
bla. 8000 hombres de buenas tropas le quedaban, y con
ellas y alguna ayuda del vecindario podria Tarragona du-
rante muchos dias repetir el ejemplo de Gerona y Zara-
goza. La suerte adversa determinó lo contrario, El gober-
nador español formó en frente de la brecha :2 batallones
de granaderos provinciales y 1'1 regimiento de Almería, y
dió á sus jefes acertadas órdenes. Quizá hubiera debido
Contreras agolpar allí mas gente, y no esparcirla como lo
hizo por otros puntos que no estaban amagados.


Abalanzóse pIles el enemigo desde la trinchera contra la
brecha. A los primeros acometedores derríbalos la metralla
que vomitan nuestras piezas, los reemplazan otros y caen
también ó vacilan; acude la reserva, los ayudantes mis-
mos de Suchet, y hasta se forma para dar ejemplo un bata-
1I0n de oficiales, que todo se necesitaba, arredrado el sol-
dado francés con el arrojo y serenidad que muestran los
españoles. Una y mas veces se rompen las columnas ene- L3 entran.


TOM. In. ~I




Gloriosa
resistencia de


los sitiados.


Muerte de
don


José Gonzalez.


Horrible ma-
tanza.


Reflexiones.


522
migas, y una y mas veces se rehacen y quedan desbarata-
das. Al cabo de dura porfía y á favor del número suben los
franceses á la brecha y penetran en la cortina y baluarte
de San Pablo, procurando extenderse á manera de relám-
pago por lo largo del adarve.


Así 10 tenia proyectado el general enemigo con mucha
prudencia, pues dueños los suyos de todo el circuito del
muro, sobrecogian á los sitiados é imposibilitaban proba-
blemente la defensa interior de la ciudad. Sin embargo en
las cortaduras de la rambla resistió valerosamente el regi-
miento de Almansa los ímpetus de los contrarios, y solo
cedió al verse flanqueado y acometido por la espalda. Fu-
ribundo el francés penetró á lo último por todas partes,
pilló, quemó, mató, violó, arreboló con sangre las calles
y edificios de Tarragona.


En las gradas de la catedral murió defendiéndose con
otros hombres esforzados don José Gonzalez, hermano del
marqués de Campoverde. Senen de Contreras herido en el
vientre de un bayonetazo cayó prisionero en la puerta de
San Magin. Perecieron mas de 4000 personas del vecinda-
rio, ancianos, religiosos, mujeres y basta los mas tiernos
párvulos, porque si bien muchos de los principales mora-
dores habían desamparado la plaza antes del asalto, la ma-
sa de la poblacíon habíase quedado á guardar sus hogares.
Entre varios objetos de curiosidad é importancia que se
destruyeron, contóse el archivo de la catedral. De los sol-
dados quedaron prisioneros incluyendo los heridos de los
hospitales 7800: los generales Courten, Cabrery y otros
oficiales superiores fueron de este número. Hubo tropas
que intentaron escaparse por la puerta de San Antonio ca-
mino de Barcelona, pero el general Ilarispe apostado hácia
aquella parle los envolvió ó acosó contra la plaza.


Cometieron los españoles en la defensa diversas faltas.




525
Fueron las de Campoverde 110 perfeccionar de antemano las
fortificaciones, mudar de gobernador á mitad del sitio, y
ofrecer confiadamente socorro para despues no proporcio-
narle. Reprenderse deben en Contreras sus piques y quis-
quillas, sus manejos para malquistar al pueblo contra los
demas jefes, lastimosas ocupaciones en que perdía el tiem-
po con desdoro suyo y en perjuicio de la causa que soste-
nia, Descansó tambien sobradamente en los auxilios que
esperaba de fuera, y aunque oficial de saber y práctico, an-
duvo á veces desatentado en el modo de repeler las acome-
tidas del enemigo ó de preverlas. Una voluntad única y
y sola de inflexible entereza, y superior á celosas y míseras
competencias retardado hubiera los ataques del sitiador, y
aun inutilizado varias de sus tentativas.


Con todo eso la defensa de Tarragona, plaza de suyo
irregular y defectuosisima, honró á nuestras armas, y afian-
zará por siempre á Contreras un puesto glorioso en los fas-
los militares de España. El enemigo para apoderarse de
aquel recinto tuvo que abrir nueve brechas, dar cinco asal-
tos, y perder segun su propia cuenta 4295 hombres, pues
segun la de otros pasaron de 7000.


Llevado don Juan Senen de Contreras en unas angarillas
delante de. Suchet, reprochóle este lo pertinaz de la resis-
tencia, y díjole: « que merecia la muerte por haber pro-
» longado aquella mas allá de lo que permiten las leyes de
)) la guerra, y por no haber capitulado abierta la brecha. )
Con dignidad le replicó don Juan: « IgnOTO qué ley de guer-
» ra prohiba resistir al asalto, ademas esperaba socorros:
» mi persona debe ser inviolable como la de los demas pri,
J) sioneros. La respetará el general francés, donde no el
») oprobio será suyo, mia la gloria. )) Suchet tratóle des-
pues con atenta cortesanía, agasajóle y le hizo muchos
ofrecimientos para que pasase al servicio del rey intruso.


Suerte
de Contreras


y noble
respuesta.




Ceremonia
religiosa


á que asiste
Suchet.


Resuelve
Carnpoverde


cvaeuur
el principado.


524
Desecholos Contreras y de resultas Ir' condujeron al casti-
llo de Bouillon en los Paises Bajos, de cuyo encierro lo-
gró escaparse, no habiendo nunca empeñado su palabra de
honor.


Suchet bajo palio y á pié fué en Reus á la iglesia á dar
gracia!' al Todopoderoso por el triunfo que le habia conce-
dido con la toma de Tarragona. En vez los invasores de
granjearse con eso las voluntades , las enagenahan mas y
muy mucho, pues el religioso pueblo aquí corno en otras
partes que ya hemos visto, calificaba tales actos de saeri-
lego- fingimiento y mera juglería. Y á la verdad, ¿cómo pu-
diera graduarlo!' de otro modo, recordando que días antes
en Tarragona los mismos que ahora se mostraban tan píos
y 'devotos, hahian prostituido los templos, profanado los
sagrarios , quemado los óleos, pisoteado las formas? No
cuadran con la gravedad y pausa española tránsitos tan re-
pentinos y contradictorios, ni engaños tan mal solapados.


Difundida en Cataluña la nueva de la pérdida de Tarta-
gona , se apoderó de los ánimos exasperacion y desmayo.
Cundió el mal al ejército y notóse mucha desercion, porque
los catalanes que en él hahia preferían la guerra de soma-
tenes á la de tropa reglada, poniendo ademas en sus pro-
pios jefes mayor confianza que en los forasteros, y los que
eran valeneianos ansiando por volver á defender su propio
suelo que creian amenazado, reclamaban la promesa que
les habían hecho de un pronto retorno. Acrecentaban tal
inclinacion las mismas medidas de Campoverde, fuera de
sí y apesarado con los infortunios. Yendo el1 o de julio de
Igualada á Cervera congregó un consejo de guerra, en el que
por cuatro votos de siete se decidió la evacuaeion del prin-
cipado. dejando solo en la tierra guerrillas de catalanes. In-
concebible resolucion cuando se conservaba aun Figneras,
é intactas las plazas de Berga, Cardona y Seu de Urge\.




52.1
Con ella se aumentó la deserción insistiendo ahincada-


mente el general l\'Iiranda en su embarco y vuelta á Valen-
cia, temeroso de que se alejase el ejército de los confines
de éste reino al retirarse de Cataluna. No se oponían Cam-
poverde ni los otros jefes á tan justo deseo, en todo con-
forme á lo que se había ofrecido al capitán general de Va-
lencia; pero dificultades cási insuperables estorbaron en
un principio darle cumplimiento, habiendo Suchet exten-
dido sus tropas á lo largo de la costa hasta Barcelona.


En efecto el general francés con el propósito de impedir
el embarco de los valencianos, y aun con el de disipar si
podía el ejército de Campoverde, después de haber orde-
nado en Tarragona lo mas urgente, destaco en la noche
del 29 al 50 dos divisiones camino de la capital del principa-
do, y marchó también él en la misma direccion con una
brigada y la caballería. Cañoneóle la escuadra inglesa en la
ruta, mas no evitó que en Villanova de Sitges cogiese el
francés algunos barcos, bastantes heridos y partidas suel-
tas. Señaló el general Suchet su viaje con reprensibles ac-
tos. Cogió en iVlolins de Rey algunos prisioneros, soldados
todos, y entre ellos á uno de venticinco años de servicio, y
mandólos ahorcar. Hincados de rodillas pidiéronle aquellos
desgraciadosque tuviese consideracion al uniforme que ves-
tian , mas Suchect implacable rriandó ejecutar su fallo, y
la misma suerte cupo á varios paisanos y mujeres. En va-
no creía abatir con el rigor al indómito catalán. Don José
Manso, á cuyo cuerpo pertenecían aquellos soldados, hizo
en consecuencia una enérgica declaracion , y ahorcó á 6
de los enemigos que habia cogido prisioneros. Embaza tan-
ta sangre .:


Noticioso Suchet de que Carnpoverde se internaba no
dando ya indicio de querer embarcar á los valencianos, li-
mitóse á visitar la ciudad de Barcelona y á tomar ciertas


Deserclon.


Suche! pasa
á Barcelona.


Ac!oa suyos
crueles.


Torna Suche! á
Tarragona.




Desiste
Campoverde de


evacuar
el principado.


526
medidas para la prosecucion de la campaña de acuerdo con
el gobernador Maurice l\Iathieu , y tornó en seguida á Tar-
ragona. AqUÍ puso la plaza y su campobajo las órdenes del
general Musnier, y aseguró aun mas las riberas del Ebro y
la ciudad de Tortosa con la division del general Habert, en
tanto que él se preparaba á nuevas empresas.


Por su lado Campoverde adelante en el propósito de eva-
cuar la Cataluüa , encamináhase á Agramunt para salvarse
por las raices del Pirineo. La desercion de su gente y los
clamores del principado le detuvieron. A dicha ocurrió en
el intermedio que Suchet se replegase sobre Tarragona, y
dejase libre y despejada la costa. Campoverde aprovechán-
dose de tan oportuna clara se dirigió á la marina, y sin
tropiezo consiguió embarcar el 8 de julio en Arenys de


Se embarcan Mar la division valenciana. Púsose á bordo toda ella 1'1-
Jos valencianos.


cepto unos 500 hombres, que disgustados de no tornar á
su país nativo, se babian derramado por Aragon, y junta-
dose á lUina y otras partidas. Advertido Suchet del mo-
vimiento de Campoverde, revolvió apriesa sobre Barcelona
en donde entró el 9, partiendo inmediatamente Maurice
Mataieu para oponerse á los intentos que mostraba el gene-
ral español. Llegó tarde el francés, pues los valencianos ha-
bian ya dado la vela.


. Suced~ Habíase al propio tiempo alejado Campoverde tomando
a Campoverde en


d
el m!lIlLrJo el camino de Vique: en esLa ciudad se encontró con un


Oll LUIS acy,
sucesor que le enviaba de Cádiz la Regencia, con don Luis
Lacy, á quien entregó el mando en 9 de julio. Perdido ya
aquel general en la opinion y desestimado, menester le
era ceder el puesto á un nnevo jefe. En tiempos ásperos
y de revuelta aceleradamente se gasta el crédito, que á
duras penas mantiene propicia y constante fortuna.


Viendo Lacy que el general Suchet daba traza de perse-
guirle, salió de Vique y pasó á Solsona , adonde le siguió




5~7
la junta del principado, la cual después de la pérdida de
Tarragona habia desamparado á ]}1onserrat. En los nuevos
cuarteles y favorecido de las plazas de Cardona y Seu de
Urgel (destruyó la de Berga), no menos que de lo agrio
de la tierra, empezó Lacy á rehacer su ejército y á reunir
gente: fomentó tambien las guerrillas y encomendó al ba-
ron de Eroles la guarda de l\lonserrat, punto importante
que amagaba el enemigo.


Igualmente no sirviéndole sino de inútil y pesada carga
un gran número de oficiales y caballos, despidió á muchos
de aquellos y á 500 de estos con otros soldados desmon-
tados, permitiéndoles ir á plantar bandera de ventura, ó
á unirse á otros ejércitos en que pudieran ser empleados
con utilidad y mantenerse mas fácilmente. De contar es por
cierto el rumbo que tomaron. Partieron todos el 25 de ju-
lio á las órdenes del brigadier don Gervasio Gasea, faldea-
ron los Pirineos, vadearon rios, y aunque perseguidos por
las guarniciones francesas llegaron felizmente á Luesia el 5
de agosto. Allí les causó Klopicki alguna dispersion, pero
juntándose de nuevo en Eibar en Navarra, dióles l\Iina
guias, y cruzaron el Ebro el 12 de agosto. Gasea prosi-
~uiendo su marcha se incorporó al ejército de Valencia,
sin que le fuese posible al enemigo el estorbarlo. Los mas
de los soldados y oficiales acompañaron á aquel jefe hasta
su destino, excepto linos cuantos que perecieron en el
viaje y las peleas, y otros que tomaron sabor á la vida de
los partidarios : de hambre y fatiga murieron bastantes ca-
ballos. Rodeo fué este y marcha de ciento ochenta y seis
leguas; prodigiosa, imposible de realizarse en otra clase
de guerra.


Cebado Suchet con los favores que le dispensaba la
suerte, quiso proseguir la carrera de sus triunfos. En la
distribucion que Napoleon habia hecho de las operaciones


Lacy y la junta
del


principado en
Solsona.


Su buen ánimo.


IIIncha
admirable del


brigadier
Gasea.


Suche! tra ta de
atacar


la montaña de
IIIonserrat.




Es elevado á
mariscal


de Franela.


Eroles
en l\Ionserrat.


Descripcion
de este [Junto.


528
de Cataluña, al paso que encargó á dicho Suchet el sitio de
Tarragona, dejó á la incumbencia de Macdonald , conforme
en su lugar apuntamos , la reconquista de Figueras y la
toma de Monserrat y plazas al norte. Pero absorvida la
atencion de este mariscal en recuperar aquella primera é
importante fortaleza, circunvalábala asistido de la flor de
sus tropas, y no le quedaba fuerza suficiente con que aten-
der á otros objetos. Suchet ahora mas libre se encargó de
la toma 'te Monserrat. Para ello despues de perseguir á
Campoverde hasta Vique , no habiendo podido impedir el
embarco de los valencianos, dejó allí en observacion de las
reliquias del ejército español bastantes fuerzas, y regresó á
Reus el 20 de julio decidido á verificar su intento. En este
pueblo se halló con pliegos en que se le noticiaba haberle
elevado el emperador á la dignidad de mariscal de Francia,
y en que tambien se le daba la orden de demoler las Iorti-
ficaciones de Tarragona excepto un reducto , y la de tomar
á lHonserrat, debiendo en seguida marchar sobre Valencia.
Cumplíanse así con sobras los deseos de Suchet : se veia
altamente honrado. y encargábasele concluir la empresa que
él mismo meditaba.


Mercedes tales servían de espuela al celo fervoroso del
nuevo mariscal. Derribó en breve segun se le prevenia las
obras exteriores de Tarragona, mas no el recinto de la ciu-
dad ni el fuerte Real, disposicion que aprobaron en Paris.
Dejó dentro al general Bertoletti con 2000 hombres, y tu-
vo el 24 de julio reunidas ya en las cercanías de Monserrat
sus principales fuerzas, así como una columna procedente
de Barcelona. Eroles mandaba allí y tenia a sus órdenes
2500 á 5000 hombres, los mas de ellos somatenes.


Es 1\'Ionserrat encumbrada montaña que, por su naturale-
za singular y religiosas fundaciones, se presenta como una
de las curiosidades mas notables de España. A siete leguas




529
de Barcelona domina los caminos y principales eminencias
del riñou de Cataluña. Tiene ocho leguasde circunferencia
por la base compuesta de rocas altísimas y escarpadas, de
ramblas y torrenteras que no dejan sino pocas y angostas
entradas. A la mitad de la subida y algo mas arriba está
asentado en un plano estrecho un monasterio de benedicti-
nos vasto y sólido, bajo la advocacion de la Virgen. Apar-
tir de allí pelada del todo la montaña forma en varios pa-
rajes hasta la cima picachos y peñoles , á manera de las
torrecillas de un edificio gótico, que algunos han compa-
rado á un juego de bolos.. Para llegar desde el monasterio á
lo alto se camina obra de dos horas, y en aquel trecho se
hallan trece ermitas con sus oratorios, pegadas unas contra
los lados de la peña viva, puestas otras en las mismas pun-
tas. Llegando á la última, que nombran de San Gerónimo,
se descubren las campiüas , los pueblos y los rios, las islas
y la mar: vista que se espacia deleitosamente por el claro
y azulado cielo del Mediterráneo. En moradas tan nuevas,
en otro tiempo tranquilas, residian de ordinario solitarios
desengañados del mundo, y únicamente entregados á la
oracion y vida contemplativa. De muy antiguo siendo este
uno de los lugares mas afamados por la devocion de los
fieles, constantemente ardían en la iglesia del monasterio
ochenta lámparasde muchosmecheroscada una, y en lo que
llamaban tesoro de la Vírgen veíanse acumuladas ofrendas
de siglos, á punto de ser innumerables las alhajas de oro y
plata y las piedras preciosas. Un solo vestido de la imágen,
dádiva de una duquesa de Cardona, tenia sobre exquisito
recamado mas de 1200 diamantes montados en forma de
doce estrellas. Bieu vino para que no fuesen presa del in-
vasor, que los prevenidos monjes hubiesen transferido con
oportunidad á lUallorca lo mas escogido de aquellas joyas.


Tan venerablealbergue habíanle convertido losespañoles




Lo ataca
y toma Suchet


550
en militar estancia durante la actual guerra, fortificando
las avenidas. Está al cierzo la mas importante de ellas, que
desciende culebreando por medio de tajos y precipicios y
va á dar á Casamasana. Dos baterías con cortaduras en la
roca cubrían este lado, habiéndose ademas establecido un
atrincheramiento á la entrada del monasterio, cuyas pare-
des se hallaban igualmente preparadas para la defensa. Por
el mediodía corre un sendero que lleva á Collbató, y en él
se habia plantado otra batería. Cuidóse no menos de los
otros puntos, si bien los amparaba lo fragoso del terreno,
en especial á levante, de caídas muy empinadas.


Preparóseel baron de Eroles á sostener la estancia. y con
tanta confianza que proveyó de mantenimientos para ocho
dias las baterías avanzadas. Al alborear del ~5 de julio co-
menzaron los enemigos la embestida, mandándolos Suchet
en persona. Dirigióse el general Abbé hácia la subida princi-
pal apoyado por Maurice l\lathieu. Los otros caminos fueron
igualmente amagados, soltando adernas tiradores que pro-
curasen trepar por las quiebras y vericuetos de la montaña
con el objeto de flanquear nuestros fuegos.


Empeñóse el ataque por el frente, y los contrarios no
adelantaban ni un paso, firmes los españoles y acompa-
ñando sus fuegos de todo género de instrumentos mortífe-
ros, y de piedras y galgas. JlIas á cabo de largo rato enca-
ramándose por la moutaña arriba las ya mencionadas tropas
ligeras, lograron dominar á nuestros artilleros y acribillar-
los por la espalda. Ni aun así cedieron los ataeados , pere-
ciendo cási todos sobre las piezas antes que Abbé se pose-
sionase de ellas.


Vencida por este término la mayor de las dificultades,
prosiguió aquel general via del monasterio. Le habían pre-
cedido como para el ataque anterior muchos tiradores, que
hicieron esfuerzos por adelantarse y molestar desde los pi-




551
cachos y ermitas á los que defendían el edificio. Consiguie-
ron los enemigos su objeto y aun se metieron dentro por
una puerta trasera. Mas aquí como el combate era singular
ó sea de hombre á hombre, escarmentáronlos los somate-
nes; y cierta era la derrota de los contrarios, si Abbé no
hubiese llegado al mismo tiempo y terminado en favor su-
yo la pelea. Evacuaron los españoles el convento, y los mas
junto con su jefe Eroles pudieron salvarse conocedores y
prácticos de la tierra. Tres monjes ancianos y alguno que
otro ermitaño fueron víctimas de la braveza del soldado fran-
cés. A dicha llegó á tiempo Suchet para poder salvar á dos
de ellos, que todavía quedaban vivos. Colígese de lo suce-
dido en J\'Ionserrat cuán dificultoso sea sostener tales pues-
tos por inexpugnables que parezcan, pues ó menester es
emplear fuerzas considerahles que los defiendan, y enton-
ces desaparece la utilidad de su conservacion , ó no es po-
sible tapar las avenidas de modo que no columhre el acome-
tedor resquicio por donde introducirse é inutilizar las pre-
cauciones mas bien concertadas.


A pocos días de haber tomado á l.\'Ionserrat, dejó allí de
guarnición el mariscal Suchet al general Palombini asistido
de su brigada y alguna artillería, poniendo en Igualada al
general Frere , cuyas comunicaciones con Lérida por Cer-
vera estaban asímismo aseguradas. Palombini no gozó de
gran sosiego molestado siempre, y el 5 y 9 de agosto don
Ramon Mas al frente de los somatenes atacóle y le causó
una pérdida de mas de ~oo hombres.


En el perseverar de los catalanes conoció Suchet no po-
dia desamparar aquel principado hasta que los suyos reco-
brasen á Figueras, y pudieran las tropas que bloqueaban
esta fortaleza enfrenar los desmanes del somatén y las em-
presas de don Luis Lacy. Aproximábase por desgracia tan
fatal momento.




Macuonald Tenia el enemigo estrechamente cercado aquel castillo
estrccha


ó Eigueras. con línea doble de circunvalaeion. El mariscal Macdonald
hahia en vano intimado varias veces la rendicion al gober-
nador don Juan Antonio J\lartinez, á quien no abatían los
infortunios. Púsose el soldado á media racion , mermada
esta aun mas, y consumidos sucesivamente los víveres, los
caballos, los animales inmundos: en fin hambreada del to-
do la gente, y sin esperanza de socorro, trató Martinez el
10 de agosto de salvarla arrostrando peligros y abriéndose


Se rinde paso con la espada. ftlas muy en vela el enemigo, y casi
el castillo.


exánimes los nuestros, frustrose la tentativa, teniendo l''Iar-
tinez que rendirse el 19 del mismo agosto. Cayeron con él
prisioneros 9.000 hombres, sin que entren en cuenta los
heridos y enfermos: entre los primeros hallaron á Floreta,
Marqués y otros confidentes en la sorpresa. que fueron
ahorcados en un patíbulo que el francés colocó en un re-
bellin del castillo. Los Pous con mejor estrella se salvaron,
habiendo salido cuando Eroles, y en premio de su servicio
se les nombró capitanes de caballería, rehusando hidalga-
mente tomar una remuneracion pecuniaria que se les babia
ofrecido.


No por eso Ni por eso cesó la guerra en Uataluña , antes hien rena-
cesa la guerra en . •• •


Cataluña. era como de sus propias cenizas. Lacy activo y bravo, for-
maba batallones, sostenía á los débiles, enardecía á los mas
valerosos. y metiéndose por aquellos dias en la Cerdaña
francesa repelió á 1200 homhres , exigió contribuciones y
sembró el espanto en el territorio enemigo. Por todas partes
rebullían los somatenes: Claros apareció cerca de Gero-
na. en Besos Milans, otros en diversos lugares, y no les
era licito á los invasores caminar sino como primero con
fuertes escoltas. La junta del principado y Lacy decían
en sus proclamas: ce ¿No hemos jurado ser libres ó envol-
)) vernos en las ruinas de nuestra patria"? Pues á cum-




Valencia.
Convoca Basse-


court
un congreso.


555
II plirlo.)) Podíase exterminar tal gente, no conquistarla.


Siu embargo el mariscal Suchet codicioso de tomar á Va- Suchet pasa á
I . dei di' d' r • Aragon,eucia , ejau O por a gun uempo parte e su ejército en inquieto s!empre


este remo.
Cataluña , pasó á Zaragoza para hacer los preparativos con-
venientes á la empresa que meditaba, y se le había ya en-
cornendado en Francia. También urgia diese órden en las
cosas de Aragon, en donde con su ausencia comenzaba la
tierra á andar revuelta. En la ribera izquierda del Ebro los
valencianos y el general Gasca, de que hemos hecho men-
cion , COI! otros varios habían meneado aquellas enmarcas
y metido gran bulla. En la derecha los generales Villacam-
pa, Obispo, enviado de Valencia, y Duran acudiendo de
Soria, incomodaban á los destacamentos y guarniciones
enemigas, de ias que la de Teruel se vio muy apurada. Su-
chet procuró despejar' el país y tranquilizarle algun tanto,
estorbáudole COIl todo para conseguirlo los partidarios de
las otras provincias, y en especial los temores que le ins-
piraba la vecindad de Valencia.


En este reino había continuado mandando algun tiempo
don Luis Alejandro de Bassecourt , no m'-!y atinado ni en
lo político ni en lo militar, y que con deseos de grangearse
el aura popular y de imitar á Cataluña, babia convocado
para 10 de enero de 1811 un congreso compuesto de la
junta y de diputados de la ciudad y la provincia. Las dis-
cusiones de esta corporacion extemporánea fueron públi-
cas, y en un principio se limitaron á proporcionar auxilios,
y á las cuestiones puramente económicas; mas tomando
los nuevos diputados gusto á su magistratura, quisiéronle
dar ensanches y empezaron ti examinar la conducta del ge-
neral. Eseocióle á este la idea, llevando muy á mal que he-
churas que consideraba como suyas se tomasen tal licen-
cia, por lo que el 27 de febrero [lUSO término á los debates
y prendió á don Nicolás Gareli y á otros de los mas fogo-




Operaciones
militares


del s" ejército
ósea


de Valencia.


554
sos. Las Córtes, á cuyo superior conocimiento subió la de-
cision de todo el negocio, mandaron soltar á los presos,
cerrando al propio tiempo Ja puerta á Jos ambiciosos é
inquietos de las provincias con el reglamento que por en-
tonces dieron á las juntas, del que luego baremos men-


Se disuelve. cion , y al cual se sometieron todas. La Regencia nombró
Don Cárlos
O~onnell sucede interinamente á don Cárlos Odonnell por sucesor de Basse-


a Bassecourt.
court, cuyos procedimientosse miraron como nada cuerdos.


Tampoco en lo militar se babia el don Luis mostrado
muy atentado. Vimos en el año último sus desaciertosen
esta parte. Ahora habia sí fortificado á Murvíedro ; pero no
coadyuvadocual pudiera al alivio de Cataluña. Hasta el 2.2
de abril que entregó el mando á OdonneIl, tornando á
Cuenca, apenas hizo en estos meses movimiento alguno de
importancia, no siéndolo uno que intentó sobre Ulldecona
el 12 del mismo abril.


OdonnelIayudado de la marina inglesa ordenó al princi-
piar mayo una maniobra hacia el embocaderodel Ebro. El
conmodoro Adams á bordo del Invencible, con 2 fragatas
y .2 jabeques españoles cañoneó la torre de Codoñol , á
800 toesas de la Rápita, y el 9 obligó al enemigo á que la
evacuase. Al mismo tiempo el conde de Romré con unos
2000 españoles avanzó por tierra, y Pinot , comandante
francés de la Rápita, acometido de ingleses y amenazado
por españoles se replegó sobre Amposta, punto que in-
mediatamente rodearon las nuestros. lUas acudiendo sin
tardanza los franceses de Tortosa y de los alrededores con
fuerza superior, libraron á los suyos, no ocupando sin em-
bargo la Rápita hasta después de la toma de Tarragona , y
limitándose por esta vez á recobrar la torre de Codoñol.


En lo demas no tentó OdonneIl operacion alguna nota-
ble sino la de enviar á Cataluña la division de Miranda de
que ya se habló, y hacer amagos viade Aragon, los cuales




555
no dieron motivo á empresa alguna señalada. El mando
interino de don Cárlos Odondell cesó al fenecer junio,
empuñando el baston en su lugar el marqués del Palacio.
Fueron de allí en adelante preparándose en Valencia aeon-
tecimientos de funesto remate, que reservamos para otro
libro.


Réstanos en este contar lo que pasó en Castilla la Nueva
en la mitad del año de 1811, tiempo que ahora nos ocupa:
seremos breves. Tenian los franceses encomendada la de-
fensa de aquel territorio al ejército que llamaban del centro.
puesto á las inmediatas órdenes de José, y cási el único de
que podía disponer el intruso con libertad bastante amplia.
En ayuda de este ejército acudian á veces tropas de otras
partes. Y como no fuesen de ordinario suficientes las suyas
propias para cubrir los distritos de su incumbencia, que
eran Ávila , Segovia, Madrid, Toledo. Guadalajara , Cuenca
y Mancha, apostábase en el último una division del 4° cuer-
po, ó sea de Sebastiani , bajo el mando del general Lorge,
con especial encargo de conservar libre el tránsito entre
las Andalucías y la capital del reino. Cada distrito tenia un
jefe militar, y sumaban las fuerzas de todos ellos de 25 á
50000 hombres.


Las contrarestaban los guerrilleros, rara vez tropas re-
gladas, manteniéndose siempre en pié las juntas de Gua-
dalajara y Cuenca: inducidora algun tanto la primera de
desavenencias y discordias. Otra se formó en la Mancha,
tampoco muy pacífica, la cual se albergaba en los montes
de Alcaraz y por lo cornun en Elche de la Sierra, conser-
vando como abrigo y apoyo de operacionesel castillo de las
Peñas de San Pedro, fábrica de romanos, sito en un peñol
empinado. Mandaba el canton don Luis de Ulloa, Imprimia
esta junta una gaceta de composición no muy culta, pero
en idioma propio á divertir y embelesar á la muchedumbre.


Sucede
el marqués del


Palacio
á Odonnell.


Castilla
la Nueva.


Juntas
y guerrilleros.




556
Pocos partidarios de los del año anterior habían desapa-


recido ó sido aquí presa de los franceses. Cupo tal desdi-
cha á algunos no muy conocidos, y entre ellos á uno de
nombre Fernandez Garrido, cogido en abril en Chapinería,
partido de l\fadrid, por el marqués de Bermuy al servicio
de José, encargado de perseguir las guerrillas hácia las ri-
beras del Alberche. Los mas nombrados perrnanecian casi
ilesos. Hubo unos cuantos que salieron por primera vez á
plaza ó adquirieron mayor fama. De este número fueron
don Eugenio Velasco y don l\fanuel Hernandez , dicho el
Abuelo. En ocasiones los animaban tropas del 5er ejército,
y sobre todo la caballería al mando de' Osario, que, como
ya se apuntó, acudia al granero de la Mancha (')1 busca de
bastimentas.


E) Empecinado. Quien no cesó ni un punto de sobresalir entre los par-
tidarios de Castilla la Nueva fué don Juan lUartin el Empe-
cinado. Después de su vuelta de Aragon lidió en el mes de
febrero varias veces contra fuerzas superiores, ya en Sace-
don, ya en Priego. Pasó en marzo á Malina, y en los dias
8 y 9 encerró en el castillo mal parada á la guarnicion


Villacampa. francesa. De allí se encaminó á Sigüenza, y mancomunán-
dose con don Pedro Villaeampa que andaba rodando por
la tierra, decidieron ambos embestir la villa y puente de
Auñon, provincia de Guadalajara. Era este puente el solo
que permanecía intacto, habiendo roto el francés los de
Pareja y Trillo, y quemarlo el de Valtablado; todos sobre
el Tajo. Partía dicho puente término entre la villa de su
nombre y la de Sacedon, y por Sil importancia fortifíeábanle
los enemigos, habiendo hecho otro tanto con las calles y
casas de ambos pueblos: tenia de guarnicion 600 hombres,
y mandaba allí el coronel Luis Hugo, hermano del general
que estaba á la cabeza del distrito de Guadalajara.


Franqueando aquel plinto ambas orillas del Tajo, inte,




557


resaba su ocupacion á los nuestros y á los contrarios. Lle- Ataque
contra el puente


gó á las cercanías en la mañana del ~5 de marzo don Pe- de Auñon.
dro Villacampa , y por medio de una atinada maniobra
acometió á los franceses por el frente y espalda. Los desa-
lojó del puente apoderándose de las obras que habían COIIS-
truido para su defensa. Se refugiaron en seguida aquellos
en la iglesia de Auñon, muy fortalecida, y dudaba Villa-
campa atacarlos, cuando acudiendo don Juan 111artin em-
pezaron ambos á verificarlo. Una tronada y copiosísima
lluvia 'etardó los ataques y favoreció á los enemigos, dando
lugar á que viniese de Brihuega Hugo, el comandante de
Guadalajara, y de Taraneon el jefe Blondeau á la cabeza
de otra columna. Con este motivo destruidas las obras, se
retiraron los españoles llevando mas de 100 prisioneros, y
habiendo muerto y herido á otros tantos hombres; entre
los postreros se contó al comandante del puesto Hugo.
Evacuó de resultas el enemigo á Auñon; y Villacampa y
el Empecinado tiraron cada Ilno por dive~so lado.


Tan continuos choques determinaron al gobierno intru- Diversos
movlmlentos y


so á hacer un esfuerzo para destruir todas estas partidas, sucesos.
especialmente la del Empecinado, reuniendo al efecto á las
fuerzas de Hugo las del general Lahoussaie, que mandaba
en Toledo, y algunas otras. i Vana diligencia! Don Juan
Martin traspuso entonces los montes, acometió á los fran-
ceses en la provincia de Segovia, los escarmentó en Somo-
sierra, en el real sitio de San Ildefonso , y hasta envió des-
tacamentos camino de Madrid cuando le buscaban al este
á doce leguas de distancia. Tuvo por tanto Hugo que vol-
ver atrás, costándole gente las marchas y contramarchas.
Lahoussaie pasó en 22 de abril á Cuenca, de donde se re-
tiró don José Martincz de San Martin-, y aquella ciudad tan
desventurada cn las anteriores entradas del enemigo, de
que hemos referido las mas principales, no Iué mas


TOM. 111. 2:2




558
dichosa en esta l por no desviarse nunca de la senda del
patriotismo, honrosa, pero llena de abrojos. Huete, Huer-
tahernando, Alcazal' de San Juan, Herencia y otros pue-
blos, entonces, despues y antes l padecieron no menos
desgracias. Volúmenes serian necesarios para contarlas to-
das, junto con los rasgos de heroicidad d~ muchos habi-
tantes.


No siendo, pues, dado á los enemigos acabar con don
Juan Martin, pusieron en práctica secretos manejos. Cau-
saron con ellos altercados, una notable dispersion 'en AI-
cocer de la Alcarria, y lo que Iué peor, el paso á su bando
de algunos oficiales, si bien contados. Tambien lajunta con
su ambicioso desasosiego é imprudentes medidas, desavino
los ánimos, no menos que la inoportuna eleccion del mar-
qués de Zayas (que no debe confundirse con don José de
Zayas) como comandante de la provincia, poniendo bajo
sus órdenes al Empecinado. De poco nombre dicho mar-
qués entre los generales del ejército, era pernicioso para
gobernar partidas, á cuya cabeza podian solo mantenerse
los que las habian formado, hombres activos, prácticos de
la tierra, avezados á todo linaje de escaseces, á los peli-
gros de una vida arriesgada y venturera, manos encalleei-
das con la esteva y la azada, ablandadas solo en sangre
enemiga. Separarse de camino tan derecho motivó conside-
rables daños. Al principiar julio estaba como dispersa la
fuerza que antes mandaba don Juan Martin, y que aseen-
dia á mas de 5000 hombres. Por fortuna pusieron las Cór-
tes término al mal, ordenando que se disolviese la junta, y
se nombrase otra conforme al nuevo reglamento, del que
hablaremos despues ; y previniendo al marqués de Zayas
que dejase el mando l segun lo realizó; tornando á Valen-
cia, embolsados sueldos y atrasos l ya que no con acrecen-
tamiento de fama. Recobró don Juan Martín la comandan-




559
cia de su division , y á pocos días revivió esta con no me-
nor brillo que antes.


Entre los demas partidarios de menor nombre incomo- Otros
guerrilleros.daba don Juan Abril á los franceses desde las sierras de


Guadarrama y Somosierrahasta JUadrid l atravesando con
frecuencia los puertos, y habiendo tenido la dicha esta pri-
mavera de rescatar 14000 cabezas de ganado merino que
llevaban fuera del reino. Saornil hahia ahora tomado á su
cargo principalmente la provincia de Ávila y las confinan-
tes; pero en 10 de julio sorprendido de noche por el co-
mandante Montigny junto á Peñaranda de Bracamonte, en
donde descuidado dormia al raso con los suyos, perdió al-
guna gente, si bien no se retiró hasta despues de un com-
bate muy encarnizado. Recorria solo ó uniéndose con otros
el término de Toledo don Juan Palarea , el Médico, y en
Cebolla y sus contornos como en otros parajes sorprendió
diversas partidas enemigas l cogiendo en junio en Santa
Cruz del Retamar á ~Ir. Lejenne , ayudante de campo deL
príncipe Neufchatel, quien ha representado el lance con
presumido pincel, y valiéndose de la licencia que se con-
cede á los pintores y á los poetas.


Cási siempre respetaron nuestros partidarios á sus enemi- Malos y crueles
tratamientos.gos; lo cual no impedia que so pretexto de ser foragidos,


ó soldados juramentados de José, los ahorcasen aquellos ó
arcabuceasen á menudo sin conmiseracion alguna. La ven-
ganza entonces era pronta y con usura. A veces lo largo
del camino del Pardo l en las otras avenidas de Madrid, y
junto á sus tapias mismas amanecian colgados tres y mas
franceses por cada español muerto en quebrantamiento de
las leyes de la guerra. Forzosa represalia l pero cruda y la-
mentable.


Aliado opuesto de Toledo y del campo de las lides de ~Ias partidarios.
Palarea l el otro médico don José Martinez de San Mattín,




Situacion de
José.


540
que mandó en Cuenca hasta que volvió de Valencia Basse-
court , tampoco desperdició el tiempo. Combinaba á veces
acertadamente sus operaciones entendiéndose con otros
partidarios, y el 7 de agosto unido á don Francisco Abad
(Chaleco), escarmentó reciamente á los franceses en la Osa
de Montiel, y les cogió bastantes prisioneros y efectos. No
menos bulla y estruendo de guerrillas y franceses andaba
en Ciudad Real, Almagro, Infantes, por todas las comarcas
y villas de la Mancha como en las demas provincias de Cas-
tilla la Nueva. Los enemigos en todas ellas continuaban
teniendo puntos fortalecidos en que se veian frecuentemen-
te obligados á encerrarse, y á veces aun á rendirse .


. Re~ultas De poco valer y harto cansados parecerán á algunos tales
lmg~r~~r:e~ acontecimientos, si bien nos limitamos á dar de ellos una


género de guerra.
sucinta y compendiosa idea. A la verdad minuciosos se
muestran á primera vista y tomados separadamente ; pero
mejor pesados, notase que de su conjunto resultó en gran
parte la maravillosa y porfiada defensa de la independencia
de España, que servirá de norma á todos los pueblos que
quieran en lo venidero conservar intacta la suya propia.
NIas de tres años iban corridos de incesaute pelea; 500000
enemigos pisaban todavía el suelo peninsular, y fuera de
unos 60000 que llamaba á sí cl ejército anglo-portugués,
ocupahan á los otros cási exclusivamente nuestros guerre-
ros; lidiando á las puertas de Madrid, en Jos límites y á
veces dentro de la misma Francia, en los puntos mas extre-
mos, cuan anchamente se dilata la España.


En medio de tan marcial estrépito apenas reparaba na-
die, y menos los generales franceses, en la persona de
José, á quien prodriamos llamar la sombra de Napoleon
con mas fundamento del que tuvieron los partidarios de la
casa de Austria para apellidar á Felipe V en su tiempo la


co Ap. n 3.) sombra de * Luis XIV; pues á este permitianle por lo me




nos dirigir S\lS reinos, si bien en un principio sujetándose
á reglas que le dieron en Francia, cuando al primero ni
sus propios amigos le dejaban, por decirlo así, suelo en
qué mandar; habiéndole arrebatado de hecho su hermano
muchas provincias con el decreto de los gobiernos militares,
y escatimándole más y más el manejo de otras: de suerte
que en realidad el imperio de la corte de Madrid se encer-
raba en círculo muy estrecho.


De ello quejábase sin cesar José, que era gran desauto-
ridad de su corona, ya harto caediza, tratarle tan liviana-
mente. ]}Ias no por eso dejaba de obrar cual si fuese árbitro
y tranquilo poseedor de España. Daba empleos en los di-
versos ramos, promulgaba leyes, expedía decretos, y basta
trataba de administrar las Indias. y i cosa maravillosa, si
no fuese una de tantas flaquezas del corazon humano! mo-
tejaba en los periódicos de Madrid á las Córtes, y los re-
dactores mostrábanse á veces donairosos por querer las úl-
timas gobernar la América: siendo así que José intentaba
otro tanto, con la diferencia de que nunca le reconocieron
allí como á rey de España, al paso que á las Cortes las obe-
decían entonces, y las obedecieron todavía largo tiempo
las mas de aquellas provincias.


Todo concurria ademas á probar á José que si recibía
desaires de los suyos, tampoco crecía en favor respecto de
los que apellidaba súbditos. Léjos, le hacían cási todos estos
cruda guerra: en derredor, mostrábanle su desafecto con el
silencio, el cual si se rompia era para patentizar aun mas
el desvío constante de los pechos españoles por todo lo que
fuese usurpacion é invasión extranjeras. Hubo circunstan-
cia en que reveló sentimiento tan general hasta la niñez
sencilla. Y cuéntase que llevando á la corte don Dámaso
de la Torre, corregidor de ]}ladrid , á un hijo suyo de cor-
os años vestido de cívico y armado de un sableeillo , se


Desengaños
que recibe.




Esladu
de su ejército y


hacienda.


542
acerco José al mozuelo, y acariciándole le preguntó en qué
emplearia aquella arma; á lo que el muchacho con viveza
y sin detenerse le respondió: ([ En matar franceses. » Re-
pite por lo comun la infancia los dichos de los que la ro-
dean , y si en la casa de quien por empleo y afieion debía
ser adicto al gobierno intruso se vertian tales máximas y
opiniones, ¿cuáles no serian las que se abrigaban en las de
los demas vecinos '!


Inútilmente trató José de mejorar los dos importantes ra-
mos de la guerra y hacienda para ponerse en el caso de
manifestar que no le era ya necesaria la asistencia de su
hermano, quien de nuevo le envió al mariscal Jourdan,
como mayor general. Apenas habia José adelantado ni un
paso desde el año anterior en dichos dos ramos. Sus fuer-
zas militares no crecían, y cuando en los estados sonaban
14000 hombres, escasamente llegaba su número á la mitad:
y aun de estos á la primera salida íbanse los mas á engro-
sal', como antes, las filas del Empecinado y de otros par-
tidarios.


Con respecto á las contribuciones, ahora como en los
primeros tiempos, no podía disponer José de otros produc-
tos que de los de Madrid. Había ofrecido variar aquellas
y mejorar su cobranza; pero nada habia hecho ó muy poco.
Introdujo y empezó á plantear la de patentes, segun la
cual cada profesion y oficio, á la manera de Francia. paga-
ba un tanto por ejercerlo. Conservó los antiguos impuestos,
inclusos los diezmos y la bula de la Cruzada, respetando
la opinion y aun las preocupaciones del pueblo, en tanto
que servian á llenar las arcas del erario: dolencia de casi
todos los gobiernos.


En Madrid se aumentaron á lo sumo las contribuciones.
Recargáronse los derechos de puertas: á los propietarios
de casas se les agravó al principio con un 10 por 100; á




545


los inquilinos con un 15, Yen seguida con otro tanto á los
mismos dueños: por manera que entre unos y otros vinie-
ron á pagar un 40 por 100, de cuya exorbitancia, junto con
otros males, nació en parte la horrorosa miseria que se
manifestó poco despues en aquella capital.


Para distraer los ánimos promovió José banquetes y sa-
raos, y mandó que se restableciesen los bailes de máscaras,
vedados muchos años hacia por el sombrío y espantadizo
recelo del gobierno antiguo. Tambien resucitó las fiestas
de toros, de las que Carlos IV había por algun tiempo
gustado con sobrado ardor, prohibiéndolas después el úl-
timo, llevado de despecho por un desacato cometido en
cierta ocasion contra su persona: mas no impelido de sen-
timientos humanos. Denotar es que semejante espectáculo,
tan reprendido fuera de España y tachado de feroz y bár-
baro, se renovase en M3drid bajo la proteccion y amparo
de un monarca y de un ejército ambos á dos extranjeros.
Pero ni aun así se grangeaba José el efecto público: había
Haga muy encancerada para que la aliviasen tales pasa-
tiempos.


Verdad sea que la conducta y desmanes de los generales
y tropas francesas contribuían grandemente á enagenar las
voluntades. A ello achacaba José cási exclusivamente el
descontento de los pueblos, figurándose que de lo contrario
disfrutaría en paz de solio tan disputado. Enfermedad ape-
gada á los monarcas, aun á los de fortuna, esta del aluci-
namiento. Así lo expresaba José á punto de mostrar deseo
de verse libre de tropas extrañas. Disgustaba tal lenguaje á
Napoleon, informado de todo, quien con razon decia : * le si
» mi hermano no puede apaciguar la España con 400,000
)) franceses, ¡.cómo presume conseguirlo por otra via? »
añadiendo: ( 110 hay ya que hablar del tratado de Bayona;
)j desde entonces todo ha variado; los acontecimientos me


Diversiones
que


José prom ueve,


Ilusiones de
José,


Desazonaba
su lenguaje á


Napoleón.
(' Ap. n. 4.)




Sn viaje á Parls.


Nacimiento
del rey


de Roma.


544
)) autorizan á tomar todas las medidas que convengan al
II interes de Francia. II Cada vez arrebozaba menos Napo-
leon su modo de pensar. La mujer de José escribía á su
esposo desde Paris : « ¿Sabes que hace mucho tiempo in-
» tenta el emperador tomar para si las provincias del Ebro
)1 acá? En la última eonversacion que tuvo conmigo díjo-
)1 me que para ello no necesitaba de tu permiso, y que lo
) ejecutaria luego que se conquistasen las principales pla-
» zas. JI


Disgusto de José. Afligido é incomodado José codiciaba nnas veces entrar
en tratos con las mismas Córtes, y otras retirarse á vida
particular: «mas quiero ( decia) ser súbdito del emperador
)1 en Francia, que continuar en España rey en el nombre;
J) allí seré buen súbdito, aquí mal rey.») Sentimientos que
le honraban; pero siendo su suerte condicion precisa de
todo monarca que recibe un cetro, y no le hereda ó por sí
le gana, pudiera José haber de antemano previsto lo que
ahora le sucedía.


Sin embargo primero que tomar una de las dos resolu-
ciones extremas de que acabamos de hablar, y para las
que tal vez no le asistían ni el desprendimiento ni el valor
necesarios, trató José de pasar á Paris á avistarse con su
hermano; aprovechando la ocasión de haber dado á luz la
emperatriz su cuñada el 20 de marzo un príncipe que to-
mó el título de rey de Roma. Creia José que era aquella
favorable coyuntura al logro de sus pretensiones, y que no
se negaria su hermano á acceder á ellas en medio de tan
fausto acontecimiento; pero no era Napoleon hombre que
cejase en la carrera de la ambiciono Y al contrario nunca
como entonces tenia motivo para proseguir en ella. Tocaba
su poder al ápice de la grandeza, y con el recien nacido
ahondáhanse y se afirmaban las raices antes someras y
débiles de su estirpe.




545
El efecto que tan acumulada dicha producía en el ánimo


del emperador francés, vése en una carta que pocos meses
adelante escribía á José su hermana Elisa: {( Las cosas han
» variado mucho (decia); no es como antes. El emperador
JI solo quiere sumision , y no que sus hermanos se tengan
» respecto de él por reyes independientes. Quiere que
j) sean sus primeros súbditos.»


Salió de Madrid José camino de París el '.25 de abril,
acompañado del ministro de la Guerra don Gonzalo Ofárril,
y del de Estado don l'lariano Luis de Urquijo. No atravesó
la frontera hasta eltO de mayo. Paradas que hizo, y sobre
todo '.2000 hombres que le escoltaban, fueron causa de ir
tan despacio. No le sobraba precaucion alguna: acecha-
banle en la ruta los partidarios. Llegó José á Paris el 16
del mismo mes, y permaneció allí corto tiempo. Asistió
el 9 de junio al bautizo del rey de Roma, y el 27 ya de
vuelta cruzó el Bidasoa, Entró en Madrid el 15 de julio,
solo, aunque sus periódicos habían anunciado qne traeria
consigo á su esposa y familia. Hedueíase esta á dos niñas, y
ni ellas ni su madre. de nombre Julia , hija de MI'. Clary,
rico comerciante de l\'Iarsella, llegaron nunca á poner el
pié en España.


Poco satisfeeho José del recibimiento que le hizo en Pa-
ris su hermano, convenció~e ademas de cuáles fuesen los
intentos de este por lo respectivo á las provincias del Ebro,
cuya agregacion al imperio francés estaba como resuelta.
No obtuvo tampoco en otros puntos sino palabras y pro-
mesas vagas; limitándose Napoleon á concederle el auxilio
de un millon de francos mensuales.


No remediaba subsidio tan corto la escasez de medios, y
menos reparaba la falta de granos tan notable ya en aquel
tiempo, que llegó á valer en Madrid la fanega de trigo á
100 reales, de 50 que era su precio ordinario. Por lo


Vuelve José á
Madrid.


Escasez
de granos.




Providencias
violentas


del gobierno
de José.


Trata José
de componerse


con el
gobierno de


Cádiz.


MI)
cual para evitar el hambre que amenazaba, se formó una
junta de acopios, yendo en persona á recoger granos el
ministro de Policía don Pablo Arribas, y el de lo Interior
marqués de Almenara: encargo odioso é impropio de la al-
ta dignidad que ambos ejercian. La imposicion qne con
aquel motivo se cobró de los pueblos en especie recargólos
excesivamente. De las solas provincias de Guadalajara, Se-
govia, Toledo y Madrid se sacaron 91>0,000 fanegas de tri-
go y 750,000 de cebada, ademas de los diezmos y otras
derramas. Efectuóse la exaccion con harta dureza, arran-
cando el grano de las mismas eras para trasladarle á los
pósitos ó alhóndigas del gobierno, sin dejar á veces al la-
brador con que mantenerse ni con que hacer la siembra.
Providencias que quizás pudieron creerse necesarias para
abastecer de pronto á Madrid; pero inútiles en parte, y á
la larga perjudiciales: pues nada suple en tales rasos al
interés individual. que temiendo hasta el asomo de la vio-
lencia, huye con mas razon espantado de donde ya se
practica aquella.


Decaido José de espíritu, y sobre todo mal enojado con-
tra su hermano, trató de componerse con los españoles.
Anteriormente habia dado indicio de ser este su deseo: in-
dicio que pasó á realidad con, la llegada á Cádiz algun
tiempo despues de un canónigo de Burgos llamado don To-
más la Pella, quien encargado de abrir una negociacion
con la Regencia y las Córtes, hizo de parte del intruso to-
do género de ofertas, hasta la de que se echaria el último
sin reserva alguna en los brazos del gobierno nacional,
siempre que se le reconociese por rey. Mereció la Peña que
se le diese comision tan espinosa por ser eclesiástico, ca-
lidad menos sospechosa á los ojos de la multitud, y her-
mano del general del mismo nornbre ; al cual se le juzgaba
enemigo de los ingleses de resultas de la jornada de la Bar-




547
rosa. Extraño era en José paso tan nuevo, y podemos de-
cir desatentado; pero no menos lo era, y aun quizá mas,
en sus ministros, que debían mejor que no aquel conocer
la Índole de la actual lucha, y lo imposible que se hacia
entahlar ninguna negociacion, mientras no evacuasen los
franceses el territorio y no saliese José de España.


La Peña se abocó con la Regencia, y dió cuenta de su Em\sariosque
envia.


eomision, acompañándola de insinuaciones muy seductoras.
No necesitaban los individuos del gobierno de Cádiz tener
presentes las obligaciones que les imponia su elevada magis-
tratura para responder digna y convenientemente: bastába-
les tomar consejo de sus propios é hidalgos sentimientos. Y Inutilidad


, d" . . d . ltari de los pasos queast lJeron que l1l en cuerpo m separa amente fa tarían nun- estos dan.
ca á la confianza que les habia dispensado la nacion , y
que el decreto dado por las Córtes en 10 de enero seria
la invariable regla de su conducta. Añadieron tambien con
mucha verdad que ni ellos, ni la representacion nacional,
ni José tenían fuerza ni poderío para llevar á cima, cada
uno en su caso, negociacion de semejante naturaleza. Por-
que á las Córtes y á la Regencia se las respetaba y obede-
cia en tanto que hacían rostro á la usurpación é invasion
extranjeras; pero que no sucedería lo mismo si se alejaban
de aquel sendero indicado por la nación. Yen cuanto á Jo-
sé claro era que faltándole el arrimo de su hermano, único
poder que le sostenia , no solamente se hallaría imposibili-
tado de cumplir cosa alguna, sino que en el mismo hecho
vendría abajo su frágil y desautorizado gobierno. Terminó-
se aquí la negociacion. * Las Córtes nunca tuvieron de ofi- (" Ap. n. 5.)
cio conocimiento de ella, ni se traslució en el público á
gran dicha del comisionado. En los meses siguientes des-
pacháronse de Madrid con el mismo objeto nuevos emisa-
rios, de que hablarémos, y cuyas gestiones tuvieron el
mismo paradero. Otras eran las obligaciones, otras las mi-
ras, otro el rumbo que babia tomado y seguido el gobier-
no legítimo de la nacion.






RESUMEN
DEI.


LIBRO DÉCIMOSEXTO.


ABRFN las Córtes sus sesiones en Cádiz. - Presupuestos presentados
por el ministro de Hacienda. - Reflexiones acerca de ellos. - Debates
en las Córtes. - Contribucion extraordinaria de guerra.- Recono-
cimiento de la deuda pública. - Nombramiento de una junta nacional
del crédito público. - Memoria del ministro de la Guerra. - Aprue-
han las Córtes el estado mayor. - Créase la 6rden de San Fernando.
-Reglamento de juntas provinciales. -Abolicion de la tortura.-
Discusion y decreto sobre señoríos y derechos jurisdiccionales.-Pri-
meros trabajos que se presentan á las Córtes sobre la Constitucion.-
Ofrecen los ingleses su mediacion para cortar las desavenencias de
América. - Tratos con Rusia. - Sucesos militares. - Expedicion de
Blake á Valencia. -Facultades que se otorgan á Blake.-Desembarca
en Almería. - Incorpóranse las tropas de la expedicion momentánea-
mente con el 3" ejército. - Operaciones de ambas fuerzas reunidas.
- ~Iedidas que toma Soult. - Accion de Zújar y sus consecuencias.-
Nuevos cuarteles del 3" ejército, y soparacion de las fuerzas expedi-
cionarias. - Únese Montijo al ejército. - Sucede en el mando á Freire
el generall\lahy. - Los franeeses no prosiguen á Murcia. - Valencia.
- Estado de aquel reino. - Llegada de Blake. - Providencias de este
general. - Se dispone Suchet á invadir aquel reino. - Pisa su territo-




550
rio. - Su marcha y fuerza que lleva. - Las que reune Blakc y otras
providencias. - Sitio del castillo de Murviedro ó Sagunto. - Su des-
crípcíon. - Vana tentativa de escalada. - Reencuentro en Soneja y
Segorbe. - En Bétera y Benaguacil. - Buena defensa y toma del caso
tillo de Oropesa. - Resistencia honrosa y evacuacion de la torre del
Rey. - Activa el enemigo los trabajos contra Sagunto. - Asalto inten-
tado infructuosamente. - Preparase Blake á socorrer á Sagunto. -
Batalla de Sagunto. - Rendicion del castillo. - Diversiones en favor
de Valencia. Cataluña. - Toma de las islas medas. -Muerte de Mon.
tardit. - Empresas de Lacy y Eroles en el centro de Cataluña. -Ata·
que de Igualada. -Rendicion de la guarnicion de Cervera. - DIJ Bell-
puig. - Revuelve Eroles sobre la frontera de Francia. - Acertada
conducta de Lacy. -Pasa JUacdonald á Francia. - Le sucede Decaen.
- Convoy que va á Barcelona. - Aragon, Duran y el Empecinado.-
Mina.- Tropas que reunen los franceses en Navarra y Aragon. -Ata-
can á Calatayud Duran y el Empecinado. - Hacen prisionera la guar-
nicion. - Viene sobre ellos Musnier. - Se retiran. - División de
Severoli en Aragon. -Se separan Duran y el Empecinado. -Mina.-
Ponen los franceses su cabeza á precio. - Tratan de seducirle. - Pe-
netra Mina en Aragon. - Ataca á Egea. - Coge una columna francesa
en Plasencia de Gállego. - Embarca los prisioneros en Motrico. -
Distribuye Musnier la división de Severoli. - Abandonan los franceses
á Molina. - Nuevas acometidas del Empecinado. - DIJ Duran. - Am-
bos bajo las órdenes de Montijo. - Ballesteros en Ronda. - Accion
contra Rignoux. - Avanza Godinot. - Retfrase Ballesteros. - Vanas
tentativas de Godinot. - Tarifa socorrida. - Retírase Godinot. - Se
mata. - Sorprende Ballesteros á los franceses en Bornos. -- Juan Ma-
nuel Lopez. - Crueldad de Soult.




HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA,


LIBRO DÉCIMOSEXTO.


TRASLADADAS las Córtes de la Isla de Leon á Cádiz , abrie-
ron las sesiones en esta ciudad el 24 de febrero, segun ya
apuntamos. El sitio que se escogió para celebrarlas fué la
iglesia de San Felipe Neri, espaciosa yen forma de rotun-
da. Se construyeron galerías públicas á derecha y á iz-
quierda en donde antes estaban los altares colaterales, y
otra mas elevada encima del cornisamento de donde arran-
ca la cúpula. Era la postrera galería angosta, lejana y de
pocas salidas, lo que dió ocasion á alguno que otro des-
órden que á su tiempo mencionarémos , si bien enfrenados
siempre por la sola y discreta autoridad de los presidentes.


En 26 de febrero se leyó en las Córtes por primera vez
un presupuesto de gastos y entradas. Era obra de don José
Canga Argüelles, secretario á la sazon del despacho de


Abren
las Cértes sus


sesíones
eu Cádiz.


Presupuestos
presentados


por el ministro
de Hacienda.




552
Hacienda. La pintura que en el contexto se trazaba del es·
tado de los caudales públicos, aparecia harto dolorosa. « El


(' Al" n. r.) )) importe de la deuda * (expresaba el ministro) asciende
1) á 7,194.266,859 reales vellon, y los réditos vencidos á
» 219.691,475 de igual moneda.» No entraban en este
cómputo los empeños contraidos desde el principio de la
insurreccion, que por lo general consistían en suministros
aprontados en especie. El gasto anual sin los réditos de la
deuda, le valuaba el señor Canga en 1,200 millones de rea-
les, y los productos en solo 255 millones. « Tal es (conti-
» nuaba el ministro) la extension de los desembolsos y de
» las rentas con que contamos para satisfacerlas, calcula-
)} das aproximadamente por no ser dado hacerlo con exacti-
) tud, por la falta á veces de comunicacion entre las pro-
)} vincias y el gobierno, por las ocurrencias militares de
)} ellas ..... )} « Si la santa insurreccion de España hubiera
)} encontrado desahogados á los pueblos, rico el tesoro,
» consolidado el crédito y franqueados todos los caminos
)} de la pública felicidad, nuestros ahogos serian menores,
)} mas abundantes los recursos, y los reveses hubieran
)} respetado á nuestras armas; pero una administracion des-
» concertada de veinte años , una serie de guerras desas-
» trosas, un sistema opresor de hacienda, y sobre todo la
)} mala fé en los contratos de esta y el desarreglo de todos
}) los ramos, solo dejaron en pos de sí la miseria y la de-
» solacion: y los albores de la independencia y de la li-
)} bertad rayaron en medio de las angustias y de los apu-
») ros ... o.)} « A pesar de todo hemos levantado ejércitos; y
) combatiendo con la impericia y las dificultades, mante-
)} nemos aun el honor del nombre español, y ofrecemos á
» la Francia el espectáculo terrible de un pueblo decidido
)} que aumenta su ardor al compás de las desgracias ..... »


y ahora habrá quien diga: ¿cómo pues las Cortes hicie-




ron frente á tantas atenciones, y pudieron cubrir desfalco
tan considerable? A eso responderemos: 1.° que el presu-
puesto de gastos estaba calculado por escala muy subida,
y por una muy ínfima el de las entradas: 2.° que en estas
no se incluían las remesas de América, que, aunque en
baja, todavía producian bastante , ni tampoco la mayor
parte de las contribuciones ni suministros en especie; y
5.° que tal es la diferencia que media entre una guerra na-
cional y una de gabinete. En la última los pagos tienen
que ser exactos y en dinero, cubriéndolos solamente con-
tribuciones arregladas y el crédito que encuentra con lími-
tP-S: en la primera suplen al metálico, en cuanto cabe, los
frutos, aprontando los propietarios y hombres acaudala-
dos no solo las rentas, sino á veces hasta los capitales, ya
por patriotismo, ya por prudencia; sobrellevando asimis-
mo el soldado con gusto, ó al menos pacientemente, las
escaseces y penuria, como nuevo timbre de realzada glo-
ria. Y en fin en una guerra nacional poniéndose en juego
todas las facultades físicas é intelectuales de una nacion,
se redoblan al infinito los recursos; y por ahí se explica có-
mo la empobrecida mas noble España pudo sostener tan
larga y dignamente la causa honrosa de su independencia.
Favorecióla es verdad la alianza con la Inglaterra, yendo
unidos en este caso los intereses de ambas potencias; pero
lo mismo ha acontecido cási siempre en guerras de seme-
jante uaturaleza. Díganlo si no la Holanda y los Estados-
Unidos, apoyada la primera por los príncipes protestantes
de aquel siglo, y los últimos por Francia y Esparta. Y no
por eso aquellas naciones ocupan en la historia lugar me-
nos señalado.


Al dia siguiente de haber presentado el ministro de Ha-
cienda los presupuestos, se aprobó el de gastos despues
de una breve discusión. Nadaen él babia superfluo; la guer-


TOM. iu. 23


Reflexiones
acerca de el!os.


Debate.
en las Córtes,




554
ra lo consumía cási todo. Detuviéronse mas las Cortes en
el de entradas. No propuso por entonces Canga Argüelles
ninguna mudanza esencial cn el sistema antiguo de con-
tribuciones, ni en e] de su administración y recaudacion.
Dejaba la materia para mas adelante como difícil y deli-
cada.


Contribucion Indicó varias modificaciones en la contribucion extraor-
extraordrnaria de di . " h bi d


guerra. mana e guerra que, segun en su ugar se VIO, a la e-
cretado la Junta central, sin que se consiguiese plantearla
en las mas de las provincias. Con ella se contaba para cu-
brir en parte el desfalco de los presupuestos. Adolecia sin
embargo esta imposicion de graves imperfecciones. La ma-
yor de todas consistía en tomar por base el capital existi-
mativo de cada contribuyente, y no los réditos ó produc-
tos líquidos de las fincas. Propuso con razan el ministro
sustituir á la primera base la postrera; pero no anduvo tan
atinado en recargar al mismo tiempo en un 50, 45, 50,
60 Y aun 65 por 100 los diezmos eclesiásticos y la partí-
cion de frutos ó derechos feudales, con mas ó menos gra-
vámen, segun el orígen de la posesiono Fundaba e] señor
Canga la última parte de su propuesta en que los desem-
bolsos debian ser en proporcion de lo que cada cual expu-
siese en la actual guerra; y á muchos agradaba la medida
por tocar á individuos cuya gerarquía y privilegios no dis-
frutaban del favor público. m:as á la verdad el pensamiento
del ministro era vago, injusto y cási impracticable; por-
que, ¿ cómo podia graduarse equitativamente cuáles fuesen
las clases que arriesgaban mas en la presente lucha? Iba
en ella la pérdida ó la couservacion de la patria comun , é
ignal era el peligro, é igual la obligacion en todos los ciu-
dadanos de evitar la ruina de la independencia. Fuera de
esto tratábase solo ahora de contribuciones, no de exami-
nar la cuestión de diezmos, ni la de los derechos feudales,




555
Y menos la temible y siempre impolítica del orígen de la
propiedad. Mezclar y confundir puntos tan diversos era
internarse en un enredado laberinto de averiguaciones,
que tenia al cabo que perjudicar á la pronta y mas expedita
cobranza del impuesto extraordinario.


Cuerdamentehuyó la comision de tal escollo; y dejando
á un lado el recargo propuesto por el ministro sobre deter-
minados derechos ó propiedades, atúvose solo á gravarsin
distinción las utilidades líquidas de la agricultura, de la
industria y del comercio. Hasta aquí asemejábase mucho
el nuevo impuesto al income tao: de Inglaterra, y no fla-
queaba sino por los defectos que son inherentes á esta cla-
se de contribuciones en la indagacion de los rendimientos
que dejan ciertas grangerías. Pero la comision admitiendo
ademas otra modificacion en la base fundamental del im-
puesto introdujo una regla, que si no tan injusta comola
del ministro ni de consecuencias tan fatales, aparecia no
menos errónea. Fué pues la de una escala de progresion,
segun la cual crecia el impuesto á medida que la renta ó
utilidades pasaban de 4,000 reales vellon. Dos y medio por
ciento se exigia á los que estaban en este caso; más y res-
pectivamentede allí arriba, llegando algunos á pagar hasta
un 50 y un 76 por 100: pesado tributo, tan contrario á la
equidad como á las sanas y bien entendidas máximas que
enseña la práctica y la economía pública en la materia. Por-
que gravando extraordinariamente y de un modo impensa-
do las rentas del rico, no solo se causa perjuicio á este,
sino que se disminuye tambien ó suprime, en vez de favo-
recer, la renta de las clases inferiores, que en el todo ó en
gran parte consiste en el consumo que de sus productos ó
de su industria hacen respectiva y progresivamente las fa-
milias mas acomodadas y poderosas. Dicho impuesto ade-
mas llega á devorar hasta el capital mismo, destruye en los




particulares el incentivo de acumular, origen de gran pros-
peridad en los estados; y tiene el gravísimo inconveniente
de ser variable sobre una cantidad dada de riqueza , lo que
1\0 sucede en las contribuciones de esta especie, cuando
solo son proporcionales sin ser progresivas.


Las Cortes sin embargo aprobaron el ~4 de marzo el
informe de la comision reducido á tres principales bases:
1.- que se llevase á efecto la contribucion extraordinaria
de guerra impuesta por la central: ':l.• que se fijase la base
de esta contribucion con relacion á los réditos ó productos
líquidos de las fincas, comercio é industria: 5.- que la cuo-
ta correspondiente á cada contribuyente fuese progresiva
al tenor de una escala qne acompañaba á la ley. La premu-
ra de los tiempos y la inexperiencia disculpaban solo la
aprobaeion de un impuesto no muy bien concebido.


Adoptaron igualmente las Córtes otros arbitrios introdu-
cidos antes por la central, como el de la plata de las igle-
sias y particulares, y el de los coches de estos. El primero
se hallaba ya cási agotado, y el último era de poco ó nin-
gun valor: no osando nadie, á menos de ser anciano ó de
estar impedido, usar de carruaje en medio de las calami-
dades del dia.


Tampoco fué en verdad de gran rendimiento el arbitrio
conocidobajo el nombre de represalias y confiscos,que con-
sistia en bienes y efectos embargados á franceses y á espa-
ñoles del bando del intruso. Tomaron ya esta medida los
gobiernos que precedieron á las Córtes , auterizados por el
derecho de gentes y el patrio, como tambien apoyados en
el ejemplo de José y de Napoleón. Las luces del siglo han
ido suavizando la legislacion en esta parte, y el buen en-
tendimiento ot' las naciones modernas acabará por borrar
del todo los lunares que aun quedan, y son herencia de eda-
des menos cultas. En España apenas sirvieron las represa-




lUl.'lIluria
del nunistro de


lo Guerra.
(. Al' n.3.)


Nombrnmit,uto
de una


junta nacíunal
del


crédito púhlicn.


557
lias y los eonfiscos sino para arruinar familias, y alimental'
la codicia de gente rapaz y de curia. Las Córtes se limita-
ron en aquel tiempo á adoptar reglas que abreviasen los
trámites, y mejorasen en lo posible la parte administrativa
y judicial del ramo.


Días despues , en 50 de marzo 1 presentóse de nuevo al Reconocímtento
I .. d H . dI' dc laCongreso e munstro e acien a 1 y eyo una memoria deuda pública.


circunstanciada * sobre la deuda y crédito público. Nada ("Al'. n. 2.)
por de pronto determinaron las Córtes en la materia, hasta
que en el inmediato setiembre dieron un decreto recono-
ciendo todas las deudas antiguas, y las contra idas desde
1808 por los gobiernos y autoridades nacionales, excep-
tuando por entonces de esta regla las deudas de potencias
no amigas, A poco nombraron también las mismas Córtes
una junta llamada nacional del crédito púhlico , compuesta
de 5 individuos escogidos de entre 9 que propuso la Re-
gencia. Se depositó en manos de este cuerpo el manejo de
toda la deuda, puesta antes al cuidado de la tesorería ma-
yor y de la caja de Consolirlacion. Las Córtes hasta mucho
tiempo adelante no desentrañaron mas el asunto, por lo
que suspenderemos ahora tratar de él detenidamente. Dió-
SI' ya un gran paso hácia el restablecimiento del crédito en
el mero hecho de reconocer de un modo solemne la deuda
pública, y en el de formar un cuerpo encargado exclusiva-
mente de coordinar y regir un ramo muy intrincado de su-
yo, y antes de mucha maraña.


Tarnbien se leyó en las Córtes el 10 de marzo una me-
moria del ministro de la Guerra *, en que largamente se
exponian las causas de los desastres padecidos en los ejér-
citos, y las medidas que convenia adoptar para poner en
ello pronto remedio. Nada anunciaba él ministro que no
fuese conocido, y de que no hayamos ya hecho mencion
en el curso de esta Historia. Las circunstancias hacían insu-




5;)8
perahles ciertos males: solo podia curarlos la mano vigoro-
sadel gobierno, no las discusiones del cuerpo legislativo. Sin
embargo excitó una muy viva el dictamen que la comision
de guerra presentó días despues acerca del asunto. Muchos
señores no se manifestaron satisfechos con lo expuesto por
el ministro, que cási se limitaba á reflexiones generales;
pero insistieron todos en la necesidad urgentísima de res-
taurar la disciplina militar, cuyo abandono, ya anterior á
la presente lucha, miraban como principal origen de las
derrotas y contratiempos.


Aprueban las Debiendo contribuir á tan anhelado fin, y á un bien en-
Córtes


el estado mayor. tendido, uniforme y extenso plan de campaña el estado
mayor general creado por la última Regencia, afirmaron di-
cha institucion las Cortes en decreto de 6 de julio. Necesi-
táhase para sostenerla de semejante apoyo, estando com-
batida por militares ancianos, apegados á usos añejos. Cada
dia probó más y más la experiencia lo útil de aquel cuerpo,
ramificado por todos los ejércitos, con un centro comun
cerca del gobierno, y compuesto en general de la flor de
la oficialidad española.


Créaselaórden Asímismo las Córtes al paso que quisieron poner coto á
San Fernando. la excesiva concesion de grados, á la de las órdenes y con-


decoraciones de la milicia, tampoco olvidaron excogitar un
medio que recompensase las acciones ilustres, sin particular
gravamen de la nacion ; porque, como dice nuestro don


(. Ap. n, 4.) Francisco de Quevedo *, ( dar valor al viento es mejor cau-
» dal en el príncipe que minas. » Con este objeto propuso
la comision de premios, en 5 de mayo, el establecimiento
de una órden militar, que llamó del Mérito, destinada lt
remunerar las hazañas que llevasen á cima los hombres de
guerra, desde el general hasta el soldado inclusive.


No empezó la discusion sino en 2.) de julio, y se públi-
có el decreto á fines de agosto inmediato, cambiándose á




559
propuesta del señor Morales GaJlego el título dado por la
comision en el de órden nacional de San Fernando. Era su
distintivo una venera de cuatro aspas, que llevaba en el
centro la efigie de aquel santo: la cinta encarnada con file-
tes estrechos de color de naranja á los cantos. Rabia gran-
des y pequeñas cruces, y las habla de oro y plata con
pensiones vitalicias en ciertos casos. Individualizábanse en
el reglamento las acciones que se debian considerar como
distinguidas, y los trámites necesarios para la concesion de
la gracia, á la cual tenia que preceder una sumaria infor-
rnacion en juicio abierto contradictorio, sostenido por ofi-
ciales ó soldados que estuviesen enterados del hecho ó le
hubiesen presenciado. Hasta el año de 1814 se respetó la
letra de este reglamento, mas entonces al volver Fernando
de Francia prodigóse indebidamente la nueva orden, y se
vilipendió del todo en 1825 dispensándola á veces con
fusion á muchos de aquellos extranjeros contra quienes se
babia establecido, y en oposicion de los que la hahian
creado ó merecido legítimamente. Juegos de la fortuna na-
da extraños, si el distribuidor de las mercedes no hubiera
sido aquel mismo Fernando, eUJo trono, antes de 1814,
atacaban los recien agraciados y defendían los ahora perse-
guidos.


i}lejoraron tambien las Cortes la parte gubernativa de
las provincias, adoptando un reglamento para las juntas,
que se publicó en 18 de marzo y gobernó hasta el total
establecimiento de la nueva Coustitucion de la monarquía.
Eh el se determinaba el modo de formar dichos cuerpos, y
se deslindaban sus facultades. Elegianse los individuos co-
rno los diputados de Córtes, popularmente: 9 en nú-
mero excepto en ciertos parajes. Entraban ademas en la
junta el intendente y el eapitan general, presidente nato.
Fijábase la renovacion de los individuos por terceras par-


Rcglalllt~nlo
de juntas


provinciales.




Abolícíon
rle la tortura.


550
tes cada tres años, y se establecían en los partidos comi-
siones subalternas.


A las juntas tocaba expedir las órdenes para los alis-
tamientos y contribuciones, y vigilar la recaudacion de los
caudales públicos: no podian sin embargo disponer por sí
de cantidad alguna. Se les encargaban tamhien los trabajos
de estadística, el fomento de escuelas de primeras letras,
y el cuidado de ejercitar tí la juventud en la gimnástica y
manejo de las armas. No menos les correspondia fiscalizar
las contratas de víveres y el repartimiento de estos, las de
vestuario y municiones, las revistas mensuales y otros
pormenores administrativos. Facultades algunas sobrado
latas para cuerpos de semejante naturaleza; mas necesario
era concedérselas en una guerra como la actual. Reportó
bienes el nuevo reglamento, pues por lo menos evitó des-
de luego la mudanza arbitraria de las juntas al son de las
parcialidades ó del capricho de cualquiera pueblo, seguná
veces acontecía. Las elecciones que resultaron fueron de
gente escogida: y en adelante medió mayor concordia en-
tre los jefes militares y la autoridad civil.


No menos continuaron las Córtes teniendo presente la
reforma del ramo judicial, sin aguardar al total arreglo que
preparaba la comision de Constitucion. y así en virtud de
propuesta que en 2 de abril había formalizado don Agustin
de Argüelles , promulgóse en 22 del mismo mes un decre-
to aboliendo la tortura é igualmente la práctica introduci-
da de afligir y molestar á los acusados con lo que ilegal y
abusivamente llamaban apremios. La medida no halló opo-
sieion en las Córtes; provocó tan solo ciertas reflexiones
de algunos antiguos criminalistas, entre otros del señor
Hermida, que avergonzándose de sostener á las claras tan
"bárbara ley y práctica, limitóse á disculpar la aplicacion
en exceptuados casos. La tortura, infame crisol de la ver-




561
dad, segun la expresión del ilustre * Beccaría l no se em- " Al'. n. 5.)
pleaba ya en España sino raras veces: merced á la ilustra-
eion de los magistrados. Usábase con mas frecuencia de
los apremios, introducidos veinte años atrás 'por el famoso
superintendente de policía Cantero, hombre de duras en-
trañas. Los autorizaba solo la práctica: por lo que siendo
de aplicacion arbitraria solíase-con ellos causar mayor da-
üo que con la misma tortura. ¡Quién hubiera dicho que
esta y los mismos apremios, si bien prosiguiendo abolidos
despues de 1814, hahiau de imponerse á las calladas por
presumidos crímenes de estado l y á veces * en virtud de (' Al" n. 6.)
consentimiento ú órdcn secreta emanada del soberano
mismo!


Asunto de mayor importancia, si no de interes mas hu- Discusion
y decreto sobre


mano, fué el que por entonces ventilaron tambien las Cór- señortos yde-
rechos


tes, tratando de abolir los seüorios jurisdiccionales y otras jurisdiccionales.
reliquias del feudalismo: sistema este que, como dice * ('Ap. n. 1.)
Jllontesquieu, se vió una vez en el mundo l y que quizá
nunca se volverá á ver. Traía orígen de las invasiones del
norte, pero no se descogió ni arraigó del todo basta el si-
glo X. En España, aunque introducido comoen los demas
reinos, no tuvo por lo comun la misma extension y fuer-
za; mayormente si, conforme al dictámen de un autor * (' Ap. n, 8.)
moderno, era 11 la feudalidad una confederaciou de peque-
» ños soberanos y déspotas, desiguales entre sí, y que te-
») niendo unos respecto de otros obligaciones y derechos,
)1 se hallaban investidos en sus propios dominios de un
» poder absoluto y arbitrario sobre sus súbditos personales
II y directos. 1) Las diferencias y mitigacion que hubo en
España tal vez pendieron de la conquista de los sarracenos,
ocurrida al mismo tiempo que se esparcía el feudalismo y
tomaba incremento. Verdad es que tampoco se ha de en-
tender á la letra la definicion trasladada, no habiendo acae-




(' Ap. n, 9.)


(' Ap. n, tO.)


(' ap, n. ti.)


(. Ap.n. t2.)
\' Ap , n. 13.)


562
cido estrictamente los sucesos al compas de las opiniones
del autor citado. Edad la del feudalismo de guerra y de
confusion, caminábase en ella como á tientas y á la ventu-
ra; trastornándose á veces las cosas á gusto del mas poúe-
roso y , digámoslo así, á punta de lanza. Por tanto variaban
las costumbres y usos no solo entre las naciones, pero aun
entre las provincias y ciudades: notando * Giannone con
respecto á Italia que en unos lugares se arreglaban los feu-
dos de una manera, y en otros de otra. No menos discor-
dancia reinó en España.


Al examinar las Córtcs este negocio, presentábanse á la
discusion tres puntos muy distintos: el de los señoríos ju-
risdiccionales, el de los derechos y prestaciones anexas á
ellos con los privilegios del mismo orígen, llamados exclu-
sivos, privativos y prohibitivos; y el de las fincas enaje-
nadas de la corona, ya por cmnpra ó recompensa, ya por
la sola voluntad de los reyes.


Antes de la invasión árabe el Fuero juzgo ó código de
los visigodos, que era un complexo de las costumbres y
usas sencillos de las naciones del norte, y de la legislacion
mas intrincada y sabia de los 'I'eodosios y Justinianos , ha-
hia servido de principal pauta para la direccion de los pue-
blos peninsulares. Segun él * desempeñaban la autoridad
judicial el monarca y los varones á quien este la delegaba,
ó individuos nombrados por el consentimiento de las par-
tes. Solian los primeros reunir las facultades militares á las
civiles. Intervenían tambien * los obispos: disposicion no
menos acomodada á las costumbres del septentrion , trans-
mitidas á la posteridad por la sencilla y corrrecta pluma de
* Cesar, y por la tan vigorosa de * Tácito, cuanto confor-
me al predominio que en el antiguo mundo romano babia
adquirido el sacerdocio después ([Ue Constantino había con
su conversión afirmado el imperio de la cruz.




565
Inundada España por las huestes agarenas, y estableci-


da en lo mas del suelo peninsular la dominacion de los ca-
lifas y de sus tenientes, como igualmente la creencia del
Koran, se alteraron ó decayeron mucho en la práctica las
leyesadmitidas en los concilios de Toledo, y promulgadas
por los Euricos y Sisenandos. En el país conquistado pre-
valeció de consiguiente, sobre todo en lo criminal, la sen-
cilla legislacion de los nuevos dueños ; decidiéndose los
procesos ylas causas por medio de la verbal y expedita
justicia del cadí ó de un * alcalde particular, siempre que (0 Ap. n. '4.)
no las cortaba el alfange ó antojo del vencedor.


Pocos litigios en un principio debieron de suscitarse en
las cireunscriptas y ásperas comarcas que los cristianos
conservaron libres; sujetándose probablemente el castigo
de los delitos y crímenes á la pronta y segura jurisdiecion
de los caudillos militares. Ensanchado el territorio y afian-
zándose los nuevos estados de Asturi.1ls, Navarra l Aragon
y Cataluña, restableciéronse parte de las usanzas y leyes
antiguas, y se adoptaron poco á poco con mayor ó menor
variación las reglas y costumbres feudales, introducidas con
especialidad en lasprovincias aledañas de Francia: toman-
do de aquí nacimiento la jurisdiccion que podemos llamar
patrimonial.


Conforme á ella nombraban los señores, las iglesias y los
monasterios ó conventos en muchos parajes jueces de pri-
mera instancia y de segunda, que no eran sino meros te-
nientes de los dueños, bajo el título de alcaldes ordinarios
y mayores, de bailes ú otras equivalentes denominaciones.
El gobierno de reyes débiles, pródigos ó menesterosos, y
las minoridades y tutorías acrecentaron extraordinariamen-
te estasjurisdicciones. De muy temprano se trató de reme-
diar los males que causaban, aunque sin gran fruto por largo
tiempo. Las leyes de Partida, como el Fuero juzgo, no co-




564
nocieron otra derivacion de la potestad judicial que la del


(" Ap, u. !S.) monarca', Ó la de los vecinos de los pueblos, diciendo..... *
« Estos tales (los juzgadores) non los puede otro poner si
)) non ellos (emperadores ó reyes) ó otro alguno á quien
)) ellos otorgasen señaladamente poder de lo fazer, por su
)) carta ó por su privillejo , ó los que pusiesen los menes-
n trales .... )) Adviértase que esta ley llama privilegio á la
concesion otorgada á los particulares, y no así á la faeul-
tad de que gozaban los menestrales de nombrar sus Jefes
en ciertos casos: lo que muestra, para decirlo de paso, el
respeto y consideracion que ya entonces se tenia en Espa-


(' Ap. n....) ña á la clase media y trabajadora. Otra ley * del mismo
código dispone que si el rey hiciere douacion de villa ó de
castillo ó de otro lugar « non se entiende que él da ningu-
» na de aquellas cosas que pertenecen al señorio del regtlo
» señaladamente; así como moneda o justicia de san-
II gre..... J) Y añade que aun en el caso de otorgar esto en
el privilegio « ..... las alzadas de aquellogar deben ser para
)) el rey que fizo la donacion é para sus herederoa.» No
obstante lo resuelto por esta y otras leyes, y haberse fun-
dado una proteccion especial sobre los vasallos dominica-
les, creando jueces ó pesquisidores que conociesen de los
agravios, así en los juicios como en la exacción de dere-
chos injustos; continuaron los señores ejerciendo la pleni-
tud de su poder en materia de jurisdiccion , hasta el reina-
do de don Fernando el V y de doña Isabel su esposa.


Ceñidas entonces las sienes de estos monarcas con las
coronas tie Aragon y Castilla, conquistada Granada, des-
cubierto un nuevo mundo, sobreviniendo de tropel tantos
portentos; hacedero fué acrecer y consolidar la potestad
soberana, y poner coto á la de los señores. El sosiego pú-
blico y el buen órden pedian semejante mudanza. Coadyu-
varon á ella el arreglo y mejoras que los mencionados re-




565
yes introdujeron en los tribunales, la nueva forma que
dieron al Consejo real y la creación de la suprema santa
Hermandad: magistratura ertraordinoria que, entendiendo
por via de apelacion en muchas causas capitales, dió
fuerza y unidad á las hermandades subalternas, y enfrenó á
lo sumo los desmanes y violencias que se cometían bajo el
amparo de señores poderosos, armados del capacete ó re-
vestidos del hábito religioso.


Jimenez de Cisneros , Cárlos V, Felipe II ensancharon
aun mas la autoridad y dominio de la corona. Lo mismo
aeontecié bajo los reyes sus sucesores y los de la estirpe
borbónica: llegando á punto que en 1808, si bien prose-
guían los señores nombrando jueces en muchos pueblos, te-
nian los elegidos que estar dotados de cualidades indispen-
sables que exigian las leyes, sin que pudiesen conocer de
otros asuntos que de delitos ó faltas de poca entidad, y de
las causas civiles en primera instancia; quedando siempre
el recurso de apelación á las audiencias y chancillerías.


Aunque tan menguadas las facultades de los señores en
esta parte, claro era que aun así debian desaparecer los
señoríos jurisdiccionales: siendo conveniente é inevitable
uniformar en toda la monarquía la administracion de jus-
ticia.


En cuanto á derechos, prestaciones y privilegios exclusi-
vos l había mnc'ia variedad y prácticas extrañas. Abolidos
las señoríos, de suyo lo estaban las cargas destinadas á pa-
gar los magistrados y dependientes de justicia que nom-
brahan los antiguos dueños. La misma suerte tenia que ca-
ber á toda imposicion ó pecho que sonase á servidumbre, no
debiendo sin embargo confundirse, como querían algunos,
el verdadero feudo con el foro ó enfiteusis, pues aquel
consiste en una prestncion de mero vasallaje l y el último
se reduce á un censo pagado por tiempo ó perpetuamente




566
en trueque del usufructo de una propiedad inmueble. Ser-
vidumbre por ejemplo era la luctuosa, segun la cual á la
muerte del padre recibía el señor la mejor prenda ó alhaja,
añadiéndose al quebranto y duelo la pérdida de la parte
mas preciosa del haber ó hacienda de la familia. Igualmen-
te aparecia carga pesada y aun mas vergonzosa la que pa-
gaba un marido por gozar libremente del derecho legítimo
que le concedian sobre su esposa el contrato y la hendí-
cion nupcial. Tan fea y reprensible costumbre no se con-
servaba en España sino en parajes muy contados: mas
general hahia sido en Francia, dando ocasion á un rasgo fes-


(' Ap. n. t7.) tivo de la pluma de Moutesquieu * en obra tan grave como
lo es el Espíritu de las Leyes. No le imitaremos, si bien preso
taba á ello ser los monjes de Poblet los que todavía cobra-
ban en la villa de Verdú 70 libras catalanas al año en re-
sarcimiento de uso tan profano, y conocido por nuestros
mayores bajo el significativo nombre de derecho de perna··
da. Los privilegios exclusivos de hornos, molinos, alma-
zaras, tiendas, mesones con otros, y aun los de pesca y
caza en ciertas ocasiones, debian igualmente ser derogados
como dañosos á la libertad de la industria y del tráfico, y
opuestos é los intereses y franquezas de los otros ciudada-
nos. Mas tambien exigia la equidad que así en esto como
en lo de alcabalas, tercias y otras adquisiciones de la mis-
ma naturaleza, se procurase indemnizar en cuanto fuese
permitido y en señaladas circunstancias á los actuales due-
ños de las pérdidas que con la abolicion iban á experimen-
tar. Pues reputándose los expresados privilegios y derechos
en los tiempos en que se concedieron por tan legítimos y
justos como cualquiera otra propiedad, recia cosa era que
los descendientes de un Guzman el Bueno, á quien en re-
muneracion de la heróica defensa de Tarifa se hizo merced
del goce exclusivo del almadraba ó pesca del atun en la




567
costa de Conil, resultasen mas perjudicados por las nuevas
reformas que la posteridad de alguno de los muchos vali-
dos que recibieron en tiempo de su privanza tierras ú otras
fincas, no por servicios, sí por deslealtades ó por cortesa-
nas lisonjas. El distinguir y resolver tantos y tan complica-
dos casos ofrecía dificultades que no allanaban ni las prag-
máticas, ni las cédulas, ni las decisiones, ni las consultas
que al intento y en abundancia se habian promulgado ó
extendido en los gobiernos anteriores: por lo que menes-
ter se hacia tomar una determinacion, en la cual, respe-
tando en lo posible los derechos justamente adquiridos de
los particulares, se tuviese por principal mira y se prefi-
riese á todo la mayor independencia y bien entendida pros-
peridad de la comunidad entera.


Venia despues de lasjurisdicciones feudales y de los de-
rechos y privilegios anexos á ellas, el examen del punto
aun mas delicado, de los bienes raíces ó fincas enagenadas
de la corona. Cuando la invasion de las naciones septen-
trionales en la península española, dividieron los conquis-
tadores el territorio en tres partes, reservándose para sí
dos de ellas, y dejando la otra á los antiguos poseedores.
Destruyeron los árabes ó alteraron semejante distribucion,
de la que sin duda hasta el rastro se habia perdido al tiem-
po de la reconquista de los cristianos. Y por tanto no
siendo posible, generalmente hablando, restituir las propie-
dades á los primitivos dueños, pasaron aquellas á otros
nuevos, y se adquirieron: 1.o por repartimiento de con-
quista: 2.o por. derecho de poblacion ó cartas pueblas:
5.o por donaciones remuneratorias de servicios eminentes:
4. o por dádivas que dispensaron los reyes llevados de su
propia prodigalidad ó meroantojo, y por enagenacion con
pacto de retro: 5.° por compras ú otros traspasos poste-
nares.




568
Justísima y gloriosa la empresa que llevaron á cima nues-


tros abuelos de arrojar á los moros del suelo patrio, nadie
podía disputar á los propietarios de la primera clase el de-
recho que se derivaba de aquella fuente. Tampoco parecía
estar sujeto á duda el de los que le fundaban en cartas pue-
blas , concedidas por varios príncipes á señores, iglesias y
monasterios, para repoblar y cultivar yermos y terrenos
que quedaron abandonados de resultas de la irrupeion ára-
be, y de las guerras y de otros acontecimientos que sobre-
vinieron. Solo podía exigirse en estas donaciones el cum-
plimiento ,de las cláusulas, bajo las cuales se otorgaron;
mas no otra cosa.


Respetaban todos las adquisiciones de bienes y fincas
que procedían de servicios eminentes, óde compras y otros
traspasos legales. No así las enagenaciones de la corona
hechas con pacto de retro por la sola y antojadiza voluntad
de Jos reyes , inclinándose muchos á que se incorporasen
á la nacion del mismo modo que antes se hacia á la corona;
doctrina esta antigua en España, mantenida cuidadosamen-
te por el fisco, y apoyada en general por el Consejo de
Hacienda, que á veces extendía sus pretensiones aun mas


(' Ap. n.• 8.) léjos. La fomentaron cási todos los príncipes *, y apenas
se cuenta uno de los de Aragon ó Castilla que, habiendo
cedido jurisdicciones , derechos y fincas, no se arrepintiese
en seguida y tratase de recuperarlas á la corona.


Pero no era fácil meterse ahora en la averiguacion del
origen de dichas propiedades, sin tocar al mismo tiempo
al de todas las otras. Y ¿cómo entonces no causar un sacu-
dimiento general, y excitar temores los mas fundados en
todas las familias? Por otra parte el interes bien entendido
del estado no consiste pracisamente en que las fincas per-
tenezcan á uno ú á otro individuo, sino en que reditúen y
prosperen, para lo que nada conduce tanto como el disfrute




569
pacífico y sosegado de la propiedad. Los sabios y cuerdos
representantes de una nacion huyen en materias tales de
escudriñar en lo pasado: proveen para lo porvenir.


No se apartaron de esta máxima en el asunto de que va-
mos tratando las Córtes extraordinarias. Dióprincipio á la
discusión en 50 de marzodon AntonioLloret, diputado por
Valencia y natural de Alberique, pueblo que había traído
continuas reclamaciones contra los duques del Infantado:
formalizando dicho señor una proposición bastantemente
racionaldirigida á que * « se reintegrasen á la corona todas (.Ap. n. '9.)
» las jurisdicciones, así civiles como criminales, sin perjui-
}j cío del competente reintegro ó eompensacion á los que
1) las hubiesen adquirido por contrato oneroso ó causa re-
., muneratoria. » Apoyaron al señor Lloret varios otros
diputados, y pasó la propuesta á la eomision de Constitu-
cion. Renovóla en 10 de junio y le dio mas ensanches el
señor Alonso y Lopez , diputado por Galieia , reino aqueja-
do de muchos señoríos, pidiendo que además del ingreso
en el erario, mediante indemnizacion de ciertos derechos,
comotercias reales, alcabalas, yantares *, etc., (1 se dester- (' Ap. n, 20.)
» rase sin dilacion del suelo español y de la vista del pú-
1) blico el feudalismo visible de horcas, argollas y otros
" signos tiránicos é insultantes á la humanidad, que tenia
/) erigido el sistemafeudal en muchos cotos y pueblos.....»


Mas como indicabaque para ello se instruyese expediente
por el Consejo de Castilla y por los intendentes de provin-
cia, levantóse el señor García Herreros y enérgicamente
expresó..... • « Todo es inútil. .... En diciendo, abajo todo, (' Ap. n. 21.)
)\ fuera señoríos y sus efectos, está concluido..... No hay
» necesidad de que pase al Consejo de Castilla, porque si
J) se manda qne no se haga novedad hasta que se terminen
» los expedientes, jamas s{' verificará. Es preciso señalar
¡) UII término como lo tienen todas las cosas, y no hay qlle


'fOM. 111. 24




570
JI asustarse con la medicina, porque en apuntando el cán-
JI cer hay que cortar un poco mas arriba. lj Arranqne tan
inesperado produjo en las Cortes el mismo efecto que si
fuese una centella eléctrica; y pidiendo varios diputados á
don IHanuel García Herreros que fijase por escrito su pen-
samiento, animóse dicho señor, y dióle sobrada amplitud,
añadiendo « á la incorporacion de señoríos yjurisdicciones
!) la de posesiones, fincas y todo cuanto se hubiese enage-
J) nado ó donado, reservando á los poseedores el reintegro
JI á que tuviesen derecho..... J) Modifico despuessus pl'OpO-
siciones, que corrigió tambien la misma discusion.


Empezó esta el 4 del citado junio leyéndose antes una
representacion de varios grandes de España, en la que en
vez de limitarse á reclamar contra la demasiada extensión
de la propuesta hecha por el señor García Herreros, entro-
metíanse aquellos imprudentemente á alegar en Sil favor
razones que no eran del caso I llegando hasta sustentar
privilegios y derechos los mas abusivos é injustos. Léjos de
aprovecharles tan inoportuno paso dañóles en gran manera.
Por fortuna hubo otros grandes y señores que mostraron
mayor tino y desprendimiento.


La discusion fué larga y muy detenida, prolongándose
hasta finalizar el mes. Puede decirse que en ella se llevó la
palma el señor García Herreros, quien con elocucion ner-
viosa, á la que daba fuerza 10 severo mismo y atezado del
rostro del orador, exclamabaen uno de sus discursos, «¿qué
J) diria de su representante aquel pueblo numantino (lle-
JI yaba la voz de Soria, asiento de la antigua Numancia ),
JI que por no sufrir la servidumbre quiso ser pábulo de la
» hoguera? Los padres y tiernas madres que arrojaban á
J) ella sus hijos, ¿ me juzgarian digno del honor de repre-
JI sentarlos, si no 10 sacrificase todo al ídolo de la libertad?
J) Aun conservo en mi pecho el calor de aquellas llamas, y




571
tI él me inflama para asegurar que el pueblo numantino no
11 reconocerá ya mas señorío que el de la nación. Quiere
1) ser libre, y sabe el camino de serlo. JI


En los debates no se opuso cási ningun diputado á la
abolición de lo que realmente debia entenderse por reli-
quias de la feudalidad. Hubo señores que propendieron á
una reforma demasiado ámplia y radical, sin atender bas-
tante á los hábitos, costumbres y aun derechos antiguos,
al paso que otros pecaron en sentido contrario. Adoptaron
las Córtes un medio entre ambos extremos. Y después de
haberse empezado á votar el 10 de julio ciertas bases, que
eran como el fundamento de la medida final, se nombró
una comision para reverlas y extender el conveniente de-
creto. Promulgóse este con fecha de * 6 de agosto conce- eAp.n, ~~. )
bido en términos juiciosos, si bien todavía dió á veces lugar
á dudas. Abolíanse en él los señoríos jurisdiccionales, los
dictados de vasallo y vasallaje, y las prestaciones así reales
como personales del mismo origen: dejábanse á sus dueños
los señoríos territoriales y solariegos en la clase de los de-
mas derechos de propiedad particular, excepto en determi-
nados casos, y se destruian los privilegios llamados exclu-
sivos, privativos y prohibitivos, tomándose además otras
oportunas disposiciones.


Con la publicadon del decreto mucho ganaron en la
opinion las Córtes, cuyas tareas en estos primeros meses
de sesiones en Cádiz no quedaron atrás por su importancia
de las emprendidas anteriormente en la Isla de Leon.


Mirábase como la clave del edificio de las reformas la Primeros
traba] os que se


Constitucion que. se preparaba. Los primeros trabajos pre- á laféó~~~~as~bre
sentáronse ya á las Córtes el 1!'! de agosto, y no tardaron Consütucíon.
en entablarse acerca de ellos los mas empeñados y solem-
nes debates. Lo grave y extenso del asunto nos obliga á no
entrar en materia hasta uno de los próximos libros, que




572
destinarémos principalmente á tan esencial y digno objeto.


Ofrecen Tambien empezaron entonces á tratar en secreto las Cór-
los ingleses Su


ruediaclnn tes de un negocio sobradamente arduo. Habia la Rrgencia
para cortar las


desavenel!cias de recibido una nota del embajador de Inglaterra con fechaAmérica.
de 27 de mayo, incluyéndose en ella un pliego de su her-
mano el marqués de Wellesley de 4 del mismo mes, en
cuyo contenido, despues de contestar á varias reclamacio-
nes fundadas del gabinete español sobre asuntos de Ultra-


(. ,\p. n. 22, his.) mar, se aüadia como para mayor satisfaccion *, {( que el
» objeto del gobierno de S. NI. B. era el de reconciliar las
J) posesiones españolas de América con cualquier gobierno
J) (obrando en nombre y por parte de Fernando VII) que
J) se reconociese en España..... J) Encargándose igualmen-
te al mismo embajador que promoviese ( COIl urgencia la
J) oferta de la mediación de la Gran Bretaña con el objeto
J) de atajar los progresos de aquella desgraciada guerra ci-
)) vil, y de efectuar á lo menos un ajuste temporal que
). impidiera mientras durase la lucha con la Francia hacer
» un uso tan ruinoso de las fuerzas del imperio espaüol.; .. J)
Se entremezclaban estas propuestas é indicacionesconotras
de diferente naturaleza, relativas al comercio directo de la
nacion mediadora con las provincias alteradas, como me-
dio el mas oportuno de facilitar su pacificacion; pero ma-
nifestando al mismo tiempo que la Inglaterra no interrum-
piria en ningún caso sus comunicaciones con aquellos
paises. Pidió ademas el embajador inglés que He diese cuen-
ta á las Córtes de este negocio.


Obligada estaba á ello la Regencia, .careciendo de facul-
tades para terminar en la materia tratado ni convenio al-
gun(); y en su consecuencia pasó á las Córtes el ministro
de Estado el dia 10 de junio, y leyó en sesion secreta una
exposicion qne á este propósito había extendido.


Nada convenía tanto á España como cortar luego y fe




575
Iízment.e las desavenencias de América, y sin duda la me-
diacion de Inglaterra presentáhase para conseguirlo como
poderosa palanca. Pero variar de un golpe el sistema mero
cantil de las colonias, era causar por de pronto y repenti-
namente el mascompleto trastorno en los intereses fabriles
y comerciales de la península. Aquel sistema habíanle 81'-
guido en sus principales bases todas las naciones que tenian
colonias, y sin tanta razon como España, cuyas manufac-
turas mas atrasadas imperiosamente reclamaban, á lo me-
nos por largo tiempo, la conservacion de un mercado I'X-
elusivo. Sin embargo las Córtes acogiendo la oferta de la
Inglaterra, ventilaron y decidieron la cuestion en este ju-
nio bastante favorablemente. Omitirnos en la actualidad
especificar el modo y los términos en que se hizo; reser-
vándonos verificarlo con detenimiento en el año próximo,
durante el cual tuvo remate este asunto, si bien de un mo-
do fatal é imprevisto.


Por el mismo tiempo en que ahora vamos, se entablo
otra negociacion muy sigilosa y propia solo de la compe-
tencia de la potestad ejecutiva. Don Francisco Zea Bermu-
dez habia pasado á San Petersburgo en calidad de agente
secreto de nuestro gobierno, y en junio de vuelta á Cádiz
anunció que el emperador de Rusia se preparaba á decla-
rarse contra Napoleon, pidiendo únicamente á España que
se mantuviese firme por espacio de un año más. Despachó
otra vez la Regencia á Zea con ámplios poderes para tra-
tar, y con respuesta de que no solo continuaria el gobierno
defendiéndose el tiempo que el emperador deseaba, sino
mucho mas y en tanto que existiese, porque prescindien-
do de ser aquella su invariable y bien sentida determi-
nacion , tampoco podría tomar otra exponiéndose á ser
víctima del furor del pueblo siempre que intentase entrar
en composieiou algnna con Napoleon ó su hermano. Partió


Tratos
con Rusia.




Sucesos mi-
litares.


Expediclon de
Blake


3 Valencia.


Facultades
que se otorgan


á Blake.


574
Zea, y viéronse á su tiempo cumplidos pronósticos tan fa-
vorables. Bien se necesitó para confortar los ánimos de los
calamitosos desastres que experimentaron nuestras armas
al terminarse el año.


La campaña cargó entoncesde recio contra el levante de
la península, llevando el principal peso de la guerra los
españoles. Y del propio modo que los aliados escarmenta-
ron y entretuvieron en el occidentede España durante los
primeros meses de 1811 la fuerza mas principal y activa
del ejército enemigo, así tambien en el Indo opuesto, y en
lo que restaba de año distrajeron los nuestros exclusiva-
mente gran golpe de franceses, destinados á apoderarse de
Valencia, y exterminar las tropas allí reunidas, las que sí
bien deshechas en ordenadas batallas, incansables segun
costumbre, y felices á veces en parciales reencuentros, die-
ron vagar á lord Wellington, como las otras partidas y
y demas fuerzas de España, para que aguardase tranquilo y
sobreseguro el sazonado momentode atacar y vencer á los
enemigos.


Luego que hubo el general B1ake abandonado el conda-
do de Niebla. determinó pasar á Valencia asistido del ejér-
cito expedicionario, ya para proteger aquel reino muy
amenazado despues de la caída de Tarragona, ya para dis-
traer por levante las fuerzas de los franceses. Ihale bien
semejante plan á don Joaquín Blake,malavenido con el im-
perioso desabrimiento de lord WellingtoD, á quien tampoco
desagradaba mantener léjos de su persona á un general en
gran manera autorizado como presidente de la Regencia de
España, y de condición menos blanda y flexible que don
Francisco JavierCastaños.


Necesitó Blake del permiso de las Córtes para colocarse
á la cabeza de la nueva empresa. Obtúvole fácilmente, y
la Regencia dando á dicho general poderes muy amplios,




Incurpúranse
~13S tropas.


de la
expedíclon mo-
mentáneamente


con el
;¡H ejército.


575
puso bajo su mando las fuerzas del .::l" Y 5" ejércitos con
las de las partidas que dependian de ambos, y ademas las
tropas expedicionarias.


Se componían estas de las divisiones de los generales Desembarca en
Altucriu.


Zayas y Lardizábal, y de la caballería á las órdenes de don
Casimiro Loy. de 9 á 10000 hombres en todo. Aportaron
á Almerla el 51 de julio, y tomaron pronto tierra, excep-
to la artillería y parte de los bagajes, que fueron á desem-
barcar á Alicante. En seguida y de paso para su destino se
incorporaron aquellas momentáneamente con el 5e T ejérci-
to, que al mando de don Manuel Freire ocupaba las estan-
cias de la venta del Banl , teniendo fuerzas destacadas por
su derecha é izquierda. Permaneció allí hasta el 7 de agos-
to don Joaquin Blake, dia en que partió camino de Valen-
cia , anticipándose á sus divisiones con objeto de preparar
y reunir los medios mas oportunos de defensa.


Delante de Freire alojábase el general Leval que regia PI Operaciones(le ambas fuerzas
4° cuerpo francés, bastante apurado por el brio que en su reunidas.
derredor había cobrado el ejército español y los partida-
rios. Esto y el temor que inspiraba el movimiento de las
fuerzas expedicionarias, impelió al mariscal Soult á marchar
en auxilio de Granada, maniobrando de modo que pudiese
envolver y aniquilar al ejército español. Con este propósito Medidas


que tomo Soult,
ordeno al general Godinot que en la noche del 6 al 7 de
agosto cayese con su division, compuesta de unos 4000
hombres y 600 caballos, sobre Baza, y ciñese y abrazase
la derecha de los españoles que, al cargo de don Ambrosio
de la Cuadra, permanecia apostada en Pozohalcon: al pro-
pio tiempo determinó que se pusiese el 7 en movimiento el
general Leval dirigiéndose sobre el centro de los españo-
les, adonde el 8 acudió también en persona el mismo ma-
riscal, Quedaron en la ciudad de Granada algunas fuerzas,
así para atender á la conservacion de la tranquilidad, como




Accion de Zújar
y sus


consecuencias.


576
para evolucionar del lado de las Alpujarras contra la gente
que mandaba el conde del l'iontijo.


Aunque don Manuel Freire sospechó desde luego los in-
tentos del enemigo, no juzgó oportuno abandonar la posi-
cion de la venta del Baul, que consideraba fuerte. y pensó
solo en reforzar Sil derecha, enviando al efecto la division
expedicionaria del mando de don José Zayas, compuesta
de 5000 homhres, y la caballería que gobernaba don Casi-
miro Loy. Ausente momentáneamente el citado Zayas, to-
mó la direceion de esta fuerza don José Odonnell, jefe de
estado mayor del 5e r ejército, quien se encaminó á los va-
dos del Manzano en Guadiana menor, para obrar en uniou
con don Ambrogio de la Cuadra, contener á los franceses
y aun atacarlos. Mas como hubiese ya el último echado pié
atrás receloso de la cercanía del enemigo, no recibiólas ór-
denes del general en jefe sino en Castril , á cuyo punto
babia llegado el 9.


Entretanto don José Odonnell se colocó junto á Zújar
en las alturas de la derecha del rio Barbate , que otros lla-
man Guardal, y Godinot adelantándose sin tropiezo le
atacó en sus puestos. Cruzaron los franceses el Barhate,
vadeable por todos lados, á las once de la mañana del 9,
protegiéndolos su artillería de que carecían los nuestros.
Envió Godinot contra la izquierda española gran número
de tiradores, al paso que trabó recio combate por la dere-
cha. Cióaquí el regimiento de Toledo, escasode gente, y le
siguieron otros, retirándose al principio con buen orden,
que se descompuso en breve á gran desdicha. La caballería
del mando de Loy que vino de Benamaurel fué igualmen-
te rechazada y se retiró á Cúllar, adonde se le juntó la in-
fantería. Perdiéronse en esta ocasion 455 muertos y heri-
dos, y unos 1100 prisioneros y extraviados, recibiendo tan
desventurado golpe á las órdenes de don José Odonnell




577
una división, que bajo Zayas babia sobresalido poco antes
en los campos de la Alhuera.


Felizmente no se aprovechó Godinot cual pudiera de la
victoria, temiendo le atacase por la espalda don Ambrosio
de la Cuadra, por lo cual dirigió contra este toda la caba-
llería y la brigada del general Rignoux, limitándose á en-
viar la vuelta de Cúllar y Baza algunas tropas de la van-
guardia.


A semejante acaso debió don Manuel Freire poder reti-
rarse , sin que se le interpusiese á su espalda el enemigo.
Sostúvose aquel general firme en la posieion del Baul todo
el dia 9, repeliendo acertadamente el ataque de los france-
ses. Mas sabedor á las cinco de la tarde de lo acaecido en
Zújar, resolvió abandonar por la noche el campo, y reple-
garse al reino de Murcia. Consiguió atravesar sin tropiezo
la cuidad de Baza, y entrar en Cúllar adonde babia llega-
do antes don José Odonnell. De allí marchando todo el
ejército á las Vertientes, dispuso Freire que la caballería
del 50 r ejército mandada por el brigadier Osorio, y la expe-
dicionaria á las órdenes de don Casimiro Loy, cubriesen el
movimiento. Acosaba á nuestros jinetes el general Soult,
hermano del mariscal, y el 10 dióles tan violenta acometi-
da, que los obligó á cejar y á ponerse al abrigo de los infan-
tes. Freire entonces determinó proseguir la retirada á pesar
del cansancio de la tropa, distribuyendo la fuerza hácía las
montañas de ambos lados del camino.


Por las de la derecha yendo, á Murcla tiró don José An-
tonio Sanz con la 58 division propia de su mando, y con la
28 que tarnhien debía obedecerle. Por las de la izquierda y
en la direecion de la ciudad maniobraba don Manuel Frei-
re. Sanz al comenzar su retirada se vió rodeado él y la 5·
division en el peñon de Vertientes; mas impuso respeto al
enemigo por medio de una diestra maniobra de amago, y.




578
enderezándose á Oria, se unió el 11 en Alboa con la
'la division. Juntas ambas marcharon por Huercal • Oria y
Aguilar • en donde encontrándose con 500 dragones ene-
migos, los arrollaron y les cogieron caballos y efectos.
Después hecho alto y tomado algun descanso, llegaron el15
sin otra desventura á Palmar de don Juan, habiendo an-
dado treinta y siete leguas en seis días, y comido solo tres
ranchos: penuria que nadie soporta con tanta resignacion
como el soldado español. Mereció Sanz en aquel lance
justas alabanzas por el arrojo y tino con que guió su tropa.
Nuevo~~luar!eles Acosado de peor estrella se vió cási perdido don Manuel


3
0


• ejército F' teni d t d d I 1 h 1yreparacion de rene, emen o Sil gen e, esarranca a (e as anc eras,
las fuerzas 1 á I d l


expedicionarias. que encaramarse por ugares speros, y pasar e puerto e
Chirihel con direccion á J'tlnrcia. Al cabo de mil afanes y
de haber marchado á veces sin respiro trece y mas leguas,
reunió aquel general sus soldados el 11 en Carávaea , en
donde permaneció el 12, Y se le incorporó don Ambrosio
de la Cuadra, que se había retirado por su cuenta y háeia
aquella parte con la 1a division. Sentó luego Freire sus
cuarteles en Alcantarilla, y colocó debidamente sus fuerzas
reducidas ahora á la caballería del brigadier Osorio y á 5
divisiones propias del 5"' ejército, por haherse á la sazón
separado via de Valencia las expedicionarias.


El general Levalllegó el 12 á Velez el Rubio, y se ex-
tendieron al desfiladero de Lumbreras á tres leguas de Lor-
ca los generales Latour-Maubourg y Soult con los jinetes.
Hicieron todos ellos en otras excursiones muchos daños, r
hubo paraje en que abrasaron hasta 22 alquerías.


Únese Montijo Al mismo tiempo no dejaron al del J'tlontijo tranquilo las
al ejército. fuerzas que el mariscal Soult babia enviado sobre las Alpu-


jarras y la costa, y que ascendian á 1800 peones y 1000
caballos. Llegaron estas á Alrnería á tiempo que todavía
desembarcaba un hatallon de la expedicion de Blake que




ValencIa.
Estado


de aquel reino.
Llegada de


lllake.


579
pudo librarse. Lo mismo aconteció á llIontijo, que no dejó
de molestar al enemigo y aun de sorprender la guarnicion
de Motril, con cuyo trofeo y otros prisioneros se reunió
al cuerpo principal del ejército. Otros partidarios desaso-
segaban tamhien no poco á los franceses, recobrando á
menudo el botín que recogian estos por las montañas y
tierra de l\lurcia. Se distinguieron especialmente Villalobos,
Marqués, y sobre todo don Juan Fernandez , alcalde de
Otívar.


Entregó el mando don Manuel Freire en Mula el 7 de Sucede
en el mando


setiembre á don Nicolás l\faby, que vimos en Galicia y As- I á Freli~ h
e genera ma y.


tudas. Provinola desgracia de aquel, aunque solo temporal,
de la aciaga jornada de Zújar y sus consecuencias, acerca
de la cual se hizo una sumaria informacion á instancia de
las Cortes. Los comprometidos salieron salvos: con justi-
cia Freire no teniendo culpa de lo sucedido enel Barbate,
pues sus órdenes fueron bastante acertadas. No juzgaron
lo mismo muchos en cuanto á don José Odonnell y á don
Ambrosio de la Cuadra, habiendo el primero empeñado y
sostenido malamente una accion , y no cumplido el segun-
do como quizá pudiera con lo que el general en jefe le ha-
bia prevenido. .


No insistieron por entonces los franceses en proseguir Los franceses
no prosiguen á


hasta Murcia. Daban cuidado al mariscal Soult nuevas que Murcia.
le venian de Extremadura, y el aparecimiento en la serra-
nía de Ronda del general Ballesteros: hablarémos de esto
mas adelante.


Ahora pondremos los ojos en el reino de Valencia,
adonde había llegado don Joaquin Blake. Mandaba antes,
segun ya apuntamos, el marqués del Palacio, cuyas provi-
dencias eran por lo cornun mas propias de la profesion
religiosa que de la de un general entendido y diligente.
Pensaba mucho en procesiones, poco en las armas, prego-




Pisa
su territorio.


Providencias
de este


general.


Se dispone
Suchet


á invadir aquel
reino.


580
nando inexpugnables los muros valencianos después que
había en su derredor paseado á la Vírgen de los Desampa-
rados, imágen muy venerada de los habitadores. A este son
caminaba en lo demas. No era culpa de Palacio, mas sí de
la Regencia de Cádiz , que en sus elecciones anduvo á veces
sobrado desatentada.


Jefe don Joaquin Blake de otra capacidad, puso término
á las singularidades y desbarros del mencionado marqués.
Activó las medidas de defensa, reforzó los regimientos,
ejercitó los reclutas, perfeccionó las obras del castillo de
Murviedro, y fortificoel antiguo de Oropesa, que dominaba
el camino real de Cataluña. Urgia tomar tales medidas,
amenazando Suchet invadir aquel reino.


Habíale ya para ello dado Napoleón la órden en ~5 de
agosto, con prevencion de que el 15 de setiembre estuvie-
se el ejército lo mas cerca que ser pudiera de la ciudad de
Valencia. Para cumplir Suchet con lo que se le mandaba
trató primero de asegurar las espaldas; dejó 7000 hombres
bajo el general Frere en Lérida , lllonserrat y Tarragona
con destino á cubrir estos puntos y la navegacion del Ebro.
Igual número en Aragon al cargo del general Musnier. El
ejército francés del norte de la Cataluña y un cuerpo de re-
serva que se formaba en Navarra debían tambien apoyar
en cuanto les fuera dado las operaciones. Lo mismo por la
parte de Cuenca el ejército del centro, y por la de Murcia
el del mediodia.


Tomados estos acuerdos púsose Suchet en movimiento
el Iñ de setiembre la vuelta de Valencia: ascendia la fuer-


Su marcha y za que consigo llevaba á ~2000 hombres. Distribuyóla en
fuerza que lleva. 1 d h . . ..5 co umnas e marc a. Partió una de Ternel a las ordenes


del general Harispe , la cual en vez de seguir el camino de
Segorbe, torció á su izquierda para juntarse mas pronto con
las otras. Formaba la segunda la división italiana del cargo




581
de Palomhini , en la que iban los napolitanos, y tiró por
l'loreUa y San ~Iateo. Salió Suchet con la tercera de Tortosa
compuesta de la division del general Hahert , de UIJa reserva
tIue capitaneaba Robert , de la caballería y de la artillería de
campaña. Yendo sobre Benicarló tomó el mariscal francés
la ruta principal que de Cataluña se dirige á Valencia. Al
paso dejó en observacion de Peñíscola un batallen y ~5 ca-
ballos, y llegando á Torrehlauea el 19 aventó de Oropesa
algunos soldados españoles , encerrándose en el castillo los
que de estos debian guarnecerle. Entraron los franceses
aquella villa de corto vecindario, y habiendo intimado inú-
tilmente la rendicion al castillo, barriendo este con sus
fuegos, colocado en lo alto, el camino real, tuvo Suchet
que desviarse y caer hacia Cabanes, Vnióse en aquellos al-
rededores con las columnas de Harispe y Palombini, y mar-
chó adelante junto ya todo su ejército. Ocupó el 21 á
VilIareal, y cruzó el Mijares vadeable en la estacion de ve-
rano, ademas de un magnífico puente de trece ojos que
facilita el paso. La vanguardia de la caballería española es-
taba á la márgen derecha y se vió obligada á retirarse: con
lo que sin otro tropiezo asomó Suchet á la villa y fuerte de
Murviedro.


La llegada fue mas pronto de lo que hubiera querido don
Joaquín Blake, quien necesitaba de mas espacio para uni-
formar y disciplinar su gente, y tambien para agrupar cerca
de sí todas las fuerzas que habían de intervenir en la cam-
paña. Eran estas las del reino de Valencia ósea 2° ejército,
las que dependían de él y guerreaban en Aragon bajo los
jefes don José Obispo y don Pedro ViIlacampa, parte de
las del 5er ejército y las expedicionarias. Las últimas se ha-
bian detenido por causa de la fiebre amarilla, que picó re-
ciamente durante el estío y otoño en Cartagena, Alicante,
lUurcia y varios pueblos de los contornos. Retaraáronse las


Las que
reune BI ake y


otras
providencias.




Sitio del eastilio
de Murviedro


ó Sa!lunto.
Su descrtpcron.


(' Al'. n. 23.)


58~
otras con motivo de marchas ú operaciones que hubieron
de ejecutar antes de unirse al cuerpo principal. Blake no
obstante guarneció á l\'lurviedro, fortaleció más y más los
atrincheramientos de Valenciay las orillas del Guadalaviar,
é hizo que el marqués del Palacio y la junta se trasladasen
á la villa de Alcira , situada á cinco leguas de la capital en
una isla que forma el Júcar, cuyas riberas debian servir de
segunda línea de defensa. El del Palacio conservaba el
mando particular del distrito, y por eso y quizá también
para desembarazarse de persona tan engorrosa, le alejó
Blake de Valencia so pretexto de poner al abrigo de las con-
tingencias de la guerra las autoridades supremas de la pro-
vincia.


Era la toma de ~'[urviedro el blanco de la expedieion de
Suchet. Allí tuvo su asiento la inmortal Sagunto. Con el
transcurso del tiempo cambió de nombre, derivándose el
actual dellatin muri veteres , ó segun otros, del limosino
murt uert. Yacía la antigua Sagunto en derredor de un mon-
te, á cuyo pié por la parte septentrional se extiende hoy la
pohlacion, que apenas pasa de 6000 almas. Lame sus mu-
ros el Palancia, que corre á la mar apartado ahora dos le-
guas; antes, segun Polibio, siete estadios, unos mil pasos:
lo cual prueba lo mucho que se han retirado las aguas, á
no ser que se dilatase por allí la antigua ciudad. Opulen-
tisima la llama * Tito Livio, y en efecto grande hubo de
ser su riqueza cuando después de haber los moradores
quemado en la plaza pública personas y efectos, quedaron
tantos despojos que pudo el vencedor repartir entre su
gente mucho botin , enviar no poco á Cartago, y reservar
todavía bastante para emprender la campaña que meditaba
contra R.oma. Vestigios notables declararon su pasada gran.
deza que celebraron muchos poetas, en particular Barto-
lomé Leonardo de Argensola , que se duele del empleo




585
humilde que en su tiempo se hada tic aquellos mármoles
y de sus nobles inscripciones. La resistencia de Sagunto
fué tan empeñada, que segun cuenta el ya citado * Polibio, (. A.p. n 24.)
tuvo Aníbal, herido en un muslo, que animar con su ejem-
plo al abatido soldado, sin perdonar cuidado ni fatiga al-
guna, y aun así no entró la ciudad sino al cabo de ocho
meses de sitio y en medio de llamas y ruinas. Muy atrás que-
dó de la antigua defensa la que ahora vamos á trazar. Ver-
dad es que no era ni con mucho parecido el caso.


La poblacion moderna, ya tan reducida, no se hallaba
murada á punto de impedir una embestida séria del enemi-
go. Fundábase la resistencia en una nueva fortaleza elevada
en el monte vecino, el cual, al invadir la primera vez Su-
chet el reino de Valencia, vimos que no estaba fortificado.
N otóse la falta y tratóse en seguida de remediarla: tuvo
p ara ello que destruirse en parte un teatro antiguo, pre-
ci osa reliquia conservada en los últimos tiempos con mu-
cho esmero. La actual fortaleza, á que pusieron nombre de
San Fernando de Sagunto, abrazaba toda la cima del cerro,
habiendo aprovechado para la coustruccion paredones de
un castillo de moros y otros derribos. Formaba el recinto
como cuatro porciones Ó reductos distintos bajo el nombre
de Dos de mayo, San Fernando, Torreon y Agarenos, sus-
ceptible cada uno de separada defensa. Había dentro 17
piezas, 2 de á doce. Impidió el envío de otras de mayor ca-
libre la repentina llegada de Suchet. Era la fortaleza ata-
cable solo por el lado de poniente, inaccesible por los
demas , de subida muy pina y de peña tajada. Habia deli-
neado las obras modernas el comandante de ingenieros don
Juan Sanchez Cisneros. Encargóse del gobierno I en 10 de


Antes era l6 de setiembre. Es la única enmienda que he-
mos podido hacer, conformándonos con lo que en su Memoria [usti-




584
agosto el coronel ayudante general de estado mayor dOQ
Luis María Andriani. Ascendia la guarnicion á unos 5000
hombres.


Cercanos los franceses cruzó el general Hahert el 25 de
setiembre el Palancia, y rodeando el cerro por oriente, dis-
pnso al mismo tiempo que parte ce su tropa se metiese en
la villa, cuyas calles barrearon los enemigos, atronerando
también las casas ahora solitarias y sin dueño. Tiró á occi-
dente la division de Harispe, y extendiéndoseal sur se dió la
mano con el general Habert. Situáronse los'italianosen Pe-
trés y Gilet camino de Segorbe, quedando de este modo
acordonado el cerro en que se asentaban los fuertes. Des-


fíeativa ha publicado en 1838 el señor general Andriani. En lu demas
ha quedado como en la primera edicion la relación de este sitio.
La escribimos, segun documentos auténticos, con nuestra acostum-
brada imparcialidad; y de modo que no hubiéramos creído dar ocasión
á quejas del señor Audriani, á quien nunca hemos conocido, ni tenido
por tanto contra él motivo alguno de enemistad ni odio. Sentimos no
nos sea lícito hacer mayores enmiendas. Aser posible, bastábanos para
ello el amor de la verdad que nos ha guiado en el curso de toda esta
historia, aun en favor de aquellos que nos han ofendido altamente:
hubiéranos tambien bastado el deseo que siempre nos ha asistido de
guardar miramientos con las personas, en tanto que no redundaba en
perjuicio de la fidelidad histórica. Pero impulso contrario, antes que
favorable, nos hubiera dado la real órden de 20 de abril de 1840, que
acerca del propio asunto insertó la Gaceta de Madrid del mismo mes y
año. Reglas diversas deben determinar por lo general los juicios de los
historiadores. las decisiones de los gobiernos y los fallos de los tribu-
nales, aun en la suposición de que unos y otros sean justos. La real
órden de que hablamos, sobrado tardía, PUllS de nada menos que de
veinte y seis años anda rezagada, es, sin entrar en la sustancia, extra-
vagante en su fundamento y forma, solo propia de los tiempos revuel-
tos en que vivimos, y en los que por todas partes saltan á horhotones
las singularidades y miserias.




585
tacó reservas Suchet hácia Almenara via de Cataluña: ex-
ploró la tierra del lado de Valencia.


Entonces impaciente y ensoberbecido con su buena for-
tuna determinó tomar por sorpresa la fortaleza de Sagun-
too Registró con este objeto el circuito del monte, y oidos
los ingenieros, creyó poder tentar una escalada por la fal-
da inmediata á la villa, en donde le pareció vislumbrar
restos de antiguas brechas mal reparadas.


Fijó Suchet las tres de la mañana del 28 de setiembre
para dar la embestida. El mayor de ingenieros Chulliot
mandaba la primera columna francesa. Debia seguirle el
el coronel Gudin, y adelantar á todos y apoyarlos el gene-
ral Habert. Tambien trataron los enemigos de distraer á
]03 nuestros por los dernas parajes.


Reuniéronse aquellos para efectuar la escalada á media
subida en una cisterna distante 40 toesas de la cima. Vi-
gilante Andriani descubrió por medio de una salida los
proyectos del enemigo, y alerta con los suyos cerró los
accesos que establecian comunicacion entre los diversos
fuertes. Un tiro ó arma falsa de los acometedores abrevió
una hora el ataque, respondiendo los nuestros al fusilazo
con descargas y grandes alaridos. Andriani arengó á los
soldados, recordoles memorias del suelo que pisaban;
j Sagunto! y embistiendo á la sazón Chulliot, enardecidos
los españoles le rechazaroncompletamente, y á Gudin, que
cayó herido de una granada en la cabeza, y Habert, cuyos
soldados espantados huyeron y dejaron sembradas de ca-
dáveres las faldas del monte, cuan largamente se exten-
dian entre un baluarte que llevaba el apellido ilustre de
Daoíz y el fuerte del Dos de mayo. Así en presencia de ve-
nerables restos se confundian antiguos y nuevos trofeos;
apoderándose los cercados de varios fusiles, de mas de 50
escalas y otras herramientas. Perdieron los franceses 400


TOM.IIl. 25


Vana tentativa
de esealada.




Reencuentro
en Soneja


y Segorbe.


En Bétera
y Ilenaguacil.


586
hombres. Escarmentado Suchet aprendió á obrar con ma-
yor cordura, y preciso le fué sitiar en forma mas arregla-
da fortaleza tan bien defendida.


Ibánsele entre tanto aproximando á don Joaquin Blake
las fuerzas que aguardaba, y dispuso que don José Obispo
con cerca de 5000 hombres se quedase del lado de Segor-
be para incomodar al enemigo mientras permaneciese este
en Murviedro. Tambien colocó por su izquierda en Bétera
con el mismo fin á don Carlos OdonneJl, asistido de una
columna de igual fuerza compuesta de la division de don
Pedro Villacampa procedente de Aragon, y de la caballe-
ría del ejército de Valencia mandada por don José San
Juan. Quiso Suchet alejar de sí vecinos tan molestos, yal
propósito ordenó á Palombini que hauyentase al general
Obispo, quien habiéndose adelantado hasta Torres-Torres,
dos leguas de Murviedro, se babia replegado despues de-
jando en Soneja una corta vanguardia bajo don lUariano
nloreno. Atacó á estaPalombini el 50 de setiembre, que si
bien reforzada tuvo que echar pié atrás para unirse con lo
restante de la división. Entonces situó Obispo por escalo-
nes delante de Segorbe en el camino real la caballeríayen
las alturas inmediatas los infantes. Mas el enemigo acome-
tiendo con impetuosidad y fuerza lo arrolló todo, y tuvo
Obispo que retirarse á Alcublas.


En seguida pasó Suchet á atacar en persona el 2 de oc-
tubre á don Cárlos Odonnell, cuyas tropas con destaca-
mentos en Bétera se alojaban en los collados de Benaguacil
á la salida de la huerta en que se halla situada la Puebla
de Valbona. Resistieron los nuestros bastante tiempo hasta
que OdonneJl juzgó prudente repasar el Guadalaviar, como
lo verificó por Villamarchante , imponiendo aquí respeto á
los enemigos con la ocupacion de dos alturas escarpadas
que dominan el camino. Dirigióse despues sin ser incomo-




587
dado á Bibaroja. Perdimos en estos reencuentros alguna
gente, sobre todo en el primero, en que perecieron oficia-
les de mérito. l\'Iotejóse en B1ake no haber hecho el menor
amago para sostener ni á uno ni á otro de ambos genera-
les, mirándose ademas como muy expuesta la estancia que
habia señalado á don José Obispo. Influian tambien mala-
mente en el buen ánimo del Roldado tales retiradas y des-
calabros parciales, siendo reprensible en un jefe no preca-
verlos al abrir de una campaña.


Para no desperdiciar tiempo y alejadas ya las tropas veci-
nas, pensó el mariscal Suchet apoderarse del castillo de
Oropesa, que cerraba el paso del camino real de Cataluña.
Ofrecióle buena ocasion el atravesar por allí cañones de
grueso calibre que traian de Tortosa contra Sagunto , de
los que mandó detener algunos para batir los muros. Se
componía el castillo de un gran torreon cuadrado. circuido
por tres partes de otro recinto sin foso, pero amparado
del escarpe del terreno. Tenia de guamicion unos 250
hombres, y solo le artillaban 4 cañones de hierro. Man-
daba don Pedro Gotti, capitan del regimiento de América.
A 400 toesas y orilla de la mar había otra torre llamada
del Rey, muy al caso para favorecer un embarco, en la
cual capitaneaba 170 hombres el teniente don Juan José
Campillo.


Después que los franceses habían penetrado en el reino
de Valencia, habían en vano tentado tomar de rebate el
castillo de Oropesa. Unieron ahora para conseguirlo SllS
esfuerzos, y fácil era apoderarse de un recinto tan corto
y con flacos muros. Empezó el 8 de octubre á batirlos el
enemigo, dueño ya antes de la villa. Dirigia el general
Compere á los sitiadores. EllO llegó Suchet, y derribado
un lienzo de la muralla, prontos los franceses á dar el
asalto, capituló el gobernador honrosamente. No por eso


Buena defensa
y toma


del casUlIo de
Oropesa.




Activa
el enemigo los


tra bajos
contra Sagunto,


588
se rindió el de la torre del Reyl Campillo, que desechó
R~slstencla con hrio toda propuesta. Constante en su resolución hasta


honrosa
y evacuacton de el 12 y defendiéndose valerosamente tuvo la dicha dela torre del ' ,


Rey. que acudiesen entonces para protegerle el navío inglés
l\Iagnifico, comandante Eyre , y una division de faluchos á
las órdenes de don José Colmenares. No siendo dado sos-
tener por mas tiempo la torre, pusiéronse unos y otros de
acuerdo, y se trató de salvary llevará bordo la guarniciono
Presentaba dificultades el ejecutarlo l pero tal fué la pres-
teza de los marinos británicos, talla de los españoles, en-
tre los que se distinguió el piloto don Bruno de Egea, tal
en fin la serenidad y diligencia del gobernador, que se
consiguió felizmente el objeto. Campillo se embarcó el úl-
timo y mereció loores por su proceder: muchos le dispen-
só la justa imparcialidad del comandante inglés.


Libre Suchet cada vez mas de obstáculos que le detuvie-
sen, paró su consideracion exclusivamente en el cerco de
]}Iurviedro. Volvieron tambien de Francia, ausentes con
licencia despues de lo de Tarragona, los generales de arti-
llería Valée y Rogniat, con cuya llegada se activaron los
trabajos del sitio.


Empezólos el enemigo contra la parte occidentalde la
fortaleza en donde estaba el reducto dicho delDosde mayo,
y plantó á 150 toesas una batería de brecha. Ofrecíansele
para continuar en su intento muchos estorbos nacidos del
terreno; y si los españoles hubiesen tenido artillería de á
veinticuatro, siendo imposible en tal caso los aproches,
quizá se hubiera limitado el cerco á mero bloqueo.


Pudieron al fin los franceses despues de penosa faena
romper sus fuegos el 17, mas hasta el 18 en la tarde no
juzgaron los ingenieros practicable la brecha abierta en el
reducto del Dos de mayo, en cuyahora resolvió Suchetdar
el asalto. .




589
Una columna escogida al mando del coronel 1\'Iatis debía


acometer la primera. Notaron los españoles desde tem-
prano los preparativos del enemigo, y apercibiéronse para
rechazarle. Hombres esforzados coronaban la brecha, y con
voces y alaridos desafiaban á los contrarios sin que los
atemorizase el fuego terible y vivo del cañon francés.


Comenzóse la embestida, y los mas ágiles de los sitia-
dores llegaron hasta dos tercios de la subida, cuya aspere-
za y angostura les impidió ir mas arriba, destrozados por
el fuego á quemaropa de los nuestros, por las granadas y
las piedras. Cuantas veces repitió el enemigio la tentativa,
otras tantas cayeron sus soldados del derrumbadero abajo.
Entróles desmayo, y á lo último como anonadados desistie-
ron de la empresa con pérdida de 500 hombres, de ellos
muchos oficiales y jefes. Por medio de señales entendiese la
guarnicion del fuerte con la ciudad de Valencia, y Blake
ofreció al gobernador y á la tropa merecidas recompensas.


Embarazabále mucho á Suchet el malogro de su empresa,
y aunque procuró adelantar los trabajos y aumentar las
baterías, temia fuese infructuoso su afan, atendiendo á lo
escabroso y dominante del peñón de Sagunto. Confiaba
solo en que Blake, deseoso de socorrer la plaza, viniese con
él á las manos, y entonces parecíale seguro el triunfo.


Así sucedió. Aquel general, tan afecto desgraciadamente
á batallar, é instado por el gobernador Andriani ,trató de
ir en ayuda del fuerte. Convidábale tambien á ello tener
ya reunidas todas sus fuerzas, que juntas ascendian á 25500
hombres, de los que 2550 de caballería, poco mas ó me-
nos. Llegaron á lo último las que pertenecian al 5e r ejér-
cito bajo las órdenes de don Nicolás l\'Iahy. Pendió la tar-
danza de haberse antes dirigido sobre Cuenca para alejar
de allí al general .1'Armagnac, que amagaba por aquella
parte el reino de Valencia. Consiguió Mahy su objeto sin


A.allo
íntentado in-
rru~lnosamenle.


Preparase
make


á socorrer a
Saguuto,




590
oposicíon , y caminó despues á engrosar las filas alojadas
en el Guadalaviar.


Pronto á moverse don Joaquin Blake,encargó la custodia
de la ciudad de Valencia á la milicia honrada, y dió á su
ejército una proclama sencilla concebida en términos aco-
modados al caso. Abrió la marcha en la tarde del ~4, i co-
locó Sil gente en la misma noche no léjos de los enemigos.
La derecha, compuesta de 5000 infantes y algunos caballos
á las órdenes de don José Zayas, y de una reserva de ~ooo
hombres á las del brigadier Velasco, en las alturas del Puig.
Allí se apostó tsmbien el g~neral en jefe con todo su estado
mayor. Constaba el centro, situado en la Cartuja de Ara
Christi, de 5000 infantes, que regia don Jose Lardizábal, y
de 1000 caballos, que eran los expedicionarios del cargo de
Loy y algunos de Valencia, todos bajo la direceion de
don Juan Caro: habia además aquí una reserva de ~OOO
hombres que mandaba el coronel Liori. Extendíase la iz-
quierda hacia el camino real llamado de la Calderona. Cu-
bria esta parte don CárlosOdonnell, teniendo á sus órdenes
la division de don Pedro Villacampa de 51500 hombres, y
la de don José JHiranda de 4000, con 600 caballos que guia-
ba don José San Juan. El general Obispo, bajo la dependen-
cia tambien de Odonnell, estaba con 2000 hombres en el
punto mas extremo hacia Náquera, Amenazaba embestir
por la parte del desfiladero de Sancti Spiritus todo nues-
tro costado izquierdo, debiendo servirle de reserva don
Nicolas l\'Iahy al frente de mas de 4000 infantes y 800 ji-
netes. Tenia órden este general de colocarseen dos ribazos
llamados los Germanells. Cruzaban al propio tiempo por la
costa unos cuantos cañoneros españoles y un navío inglés.


Concurrieron aquella noche al cuartel general de don
Joaquín Blake oficiales enviados por los respectivosjefes, y
con presencia de un diseño del terreno trazado antes por




591
don Ramon Pírez, jefe de estado mayor, recibió cada cual
sus instrucciones con la órden de la hora en que se debía
romper el ataque.


Hasta las once de la misma noche ignoró Suchet el mo-
vimiento de los españoles, y entonces informólede ello un
confidente suyo vecino del Puig. No pudiendo el mariscal
ya tan tarde retirarse sin levantar el sitio de Sagunto con
pérdida de la artillería, tomó el partido, aunque mas ar-
riesgado, de aguardar á los españoles y admitir la batalla
que iban á presentarle. Resolvió á ese propósito situarse
entre el mar y las alturas de Vall de Jesus y Sancti Spi-
ritus, por donde se angosta el terreno. Puso en conse-
cuencia á su izquierda del lado de la costa la division del
general Habert, á la derecha hacia las montaüas la de Ha-
rispe, En segunda línea á Palombiui, y una reserva de
'2 regimientos de caballeríaá lasórdenes del general Brous-
sardo Por el extremo de la misma derecha reforzada por
Klopicki, al general Robert con su brigada y un cuerpo de
caballería, teniendo expresa orden de defender á todo
trance el desfiladero de Sancti Spiritus, que consideraba Su-
chet como de la mayor importancia. Quedaron en Petrés y
Gilet, Compere y los napolitanos, adernas de algunos ba-
tallones que permanecieron delante de la fortaleza de Sa-
gunto , contra la cual las baterías de brecha no cesaron de
hacer fuego. Contaba en línea Suchet cerca de 20000 hom-
bres.


A las ocho de la mañana del 25 marchando adelante de
su posicion rompieron á un tiempo el ataque las columnas
españolas, y rechazaronlas tropas ligeras del enemigo.Tra-
bóse la pelea por nuestra parte con visos de buena ventu-
ra. Las acequias, garrofales y moreras, los vallados y las
cercas no consentían maniobrase el ejército en línea conti-
gua, ni tampoco que el general en jefe, situado como an-


Batalla
de :óaguulo.




592
tes en las alturas del Puig, pudiese descubrir los diversos
movimientos. Sin embargo las columnas españolas, segun
confesión propia de los enemigos, avanzaban en tal orde-
nanza, cual nunca ellos las habían visto marchar en campo
raso. La de Lardizábal se adelantaba repartida en 2 tro-
zos, uno por el caminoreal hácia Hostalets , otro dirigién-
dose á un altozano via del convento de Vall de Jesus, Por
Puzol la de Zayas, tratando de ceñir al enemigo del lado
de la costa. Tambien nuestra izquierda comenzó por su par-
te UD amago general bien concertado.


AcometieDdo Lardizábal COD intrepidez , el trozo suyo
que iba haciaVall de Jesus apoderóse á las órdenes de don
Wenceslao Prieto del altozano inmediato, en donde se
plantó luego artillería. Causó tan acertada maniobra impre-
sion favorable, y los cercados de Sagunto, creyendo ya
próximo el momento de su libertad, prorumpieron en cla-
mores y demostraciones de alegría. Bien conoció Suchet la
importancia de aquel punto; y para tomarle, trató de ha-
cer el mayor esfuerzo. Sus generales puestos á la cabeza de
las columnas arremetieron á subir con su acostumbrado
arrojo. Encontraron vivísima resistencia. Paris fué herido;
lo mismo varios oficiales superiores; muerto el caballo de
Harispe; arrollados una y varias veces los acometedores,
que solo cerrando de cerca á los nuestros con dobles fuer-
zas, se enseñorearon al cabo de la altura.


Mas los españoles bajando al llano, y unidos á otros de
los suyos, se mantuvieron firmes é impidieron que el ene-
migo penetrase y rompiese el centro. Era instante aquel
muy crítico para los contrarios, aunque fuesen ya dueños
del altozano; pues Zayas maniobrando diestramente co-
menzaba á abrazar el siniestro costado de los franceses,
acercándose á Murviedro, y por la izquierda don Pedro
Villacampa tamhien adquiría ventajas.




595
Urgíale á Suchet no desaprovechar el triunfo que habia


conseguido en la altura, tanto mas cuanto los españoles
de Lardizábal no solo se conservaban tenaces en el llano,
sino que sostenidos por la caballería de don Juan Carocon-
tramarchaban ya á recuperar el punto perdido, despues de
haber atropellado y destrozado á los húsares enemigos,
apoderándose tambien el coronel Bic de algunas piezas.
En tal aprieto movió el mariscal francés la division de Pa-
Iombini, que estaba en segunda línea, y se adelantó en
persona á exhortar á los coraceros que iban á contener el
ímpetu de la caballería española. Se empeñó entonces una
refriega brava, y Suchet fué herido de un balazo en un
hombro; mas siéndolo igualmente los generales españoles
don Juan Caro y don Casirniro Loy, que cayeron prisione-
ros, desmayaron los nuestros, arrollólos el enemigo, y
hasta recobró los cañones que poco antes le habian cogido.
Don Joaquin Blake envió para reparar el mal á don An-
tonio Burriel , jefe del estado mayor expedicionario, y al
oficial del mismo cuerpo Zarco del Valle. Nada lograron
estos sugetos , qu~ gozaban en el ejército de distinguido
concepto. Los dragones de Numancia los arrastraron en la
fuga.


Tambien por la izquierda la suerte favorable al principio
volvia ahora la espalda. Don Cárlos Odonnell con objeto
de reforzar á Obispo, que tenia delante á Robert, dispuso
que avanzara don Pedro Villacampa, quien ganando terre-
no obligó á los enemigos á ciar algun tanto. Pero en ade-
man Klopicki de amenazar al general español por el costa-
do, mandó OdonneIl á don José Miranda que saliese al
encuentro. Tuvo este general el desacuerdo de marchar en
una direccion cási paralela á la del enemigo y con distan-
cias cerradas, exponiéndose á que resultara confusion en
sus líneas si los franceses, como se verificó, le acometian




594
de flanco. Comenzó luego el desorden, y siguiese mucha
dispersión. No pudieron los esfuerzos de VilIacampa y
Odonnell reparar tamaño contratiempo. Unas y otras tro-
pas vinieron sobre las de ~Iahy, ata cadas no solo ya por
Klopicki, sino tambien por parte de la division de Harispe,
que venia del centro. Hubiera quizá sido completa la dis-
persion sin los regimientos de Molina, AviJa y Cuenca, que
se portaron con arrojo y serenidad. Por desgracia se había
lUahy retardado en su marcha, y no llegó bastante á tiem-
po para apoyar la primera arremetida, ni para contener el
primer desorden. Los franceses victoriosos cogieron muchos
prisioneros, y obligaron á Mahy y á las otras tropas de la
izquierda á que se refugiasen por Bétera en Ribaroja.


Don José Zayas en la derecha tuvo mayor fortuna, y no
se retiró sino cuando ya vió roto el centro y en completa
retirada y confusion la izquierda. Hízolo en el mayor ór-
den hasta las alturas del Puig, y antes en Puzol se defen-
dió con el mayor valor un batallen suyo de guardias wa-
lonas, que por equivocacion se había metido dentro del
pueblo.


Se abrigaron sucesivamente del Guadalaviar todas las
divisiones españolas, parándose el ejército francés en Bé
tera, Albalat y el Puig. Nuestra pérdida 12 piezas y 900
hombres entre muertos y heridos; prisioneros ó estravia
dos 599.2. Suchet en todo unos 800. A pesar de la derrota
aumentaron por su buen porte la anterior fama las divisio-
nes expedicionarias y la de don Pedro Villacampa: gana-
ronla algunos cuerpos de las otras. No don Joaquin Blake,
que indeciso apenas tomó providencia alguna. Hábil general
la víspera de la batalla, emharazóse, segun costumbre,
al tiempo de la ejecucion, y le faltó presteza para acudir
adonde convenía , y para variar ó modificar en el campo lo
que habia de antemano dispuesto ó trazado. Tambien le




595
desfavorecía la tibieza de su condiciono Aficiónase el sol-
dado al jefe que, al paso que es severo, goza de virtud co-
municable. Blake de ordinario vivia separadamente, y co-
mo alejado de los suyos.


Siguióse á la derrota la rendicion del castillo de Sagun-
too Queria prevenirla el general español volviendo á hacer
otro esfuerzo, de cuyo intento trató de avisar al goberna-
dor Andriani por medio de señales. Mas impidió el que
aquel las advirtiese la cerrazón y el viento fresco que so-
plaba norte-sur, y hacia que encubriese el asta á los defen-
sores del castillo la bandera y gallardete que se empleaban
al electo en el Miquelet ó torre de la catedral de Valencia.
Aunque no hubiese ocurrido tal incidente, dudamos pudiera
Blake haber vuelto tan pronto á dar batalla, á no exponer-
se imprudentemente á otro desastre como el de Belchite.


Ganado que hubo la de Sagnnto el mariscal Suchet , pro-
puso al gobernador del castillo, don Luis María Andriani,
honrosa capitulacion , eonvidándole á que enviase persona
de sn confianza que viese con sus propios ojos todo lo
ocurrido, y se desengañase de cuán inútil era ya aguardar
socorro. Convino Andriaui , y paso de su órden al campo
francés el oficial de artillería don Joaquin de :Miguel. De
vuelta este al castillo, y conforme á su relacion, capituló
el gobernador en la noche del 26; Y á poco en la misma,
sin aguardar al dia , salieron por la brecha con los honores
de la guerra él y la guarnicion, compuesta de 2572 hom-
bres. Tanto instaba á Suchet terminar aquel sitio.


Por mucho desaliento en que hubiese caído el soldado
después de la pérdida de la batalla, se reprendió en An-
driani la precipítacíon que puso en venir á partido. ce La
brecha * , dice Suchet, era de acceso tan difícil. que los za-
)) padores tuvieron que practicar una bajada para que pu-
J) diesen descender los españoles. J) Y mas adelante añade


Bendíclon dcl
castillo.


(' Ap. n, 15.)




Diversiones
en favor


de Valencia.
Cataluña.


596
que aun tomado el Dos de mayo, se presentaban muchos
obstáculos para enseñorearse de los demas reductos, por
manera (son sus palabras) « que el arte de atacar y el va-
l) lor de las tropas podiau estrellarse todavía contra aque-
l) lIos muros. 1) Habíase Andriani conducido hasta entonces
con inteligencia y brío. Atolondróle la batalla perdida, y
juzgó quedar bien puesto el honor de las armas rindiéndo-
se abierta brecha. Zarogoza y Gerona nos babian acostum-
brado á esperar otros esfuerzos, y no era la hacha ni la
pala oficiosa del gastador enemigo la que debiera haber
allanado la salida á los defensores de Sagunto.


La toma de este castillo miráronla con razon los france-
ses como de mucha entidad por el nombre, y por el des-
embarazo que ella les daba. Sin embargo no se atrevieron
á acometer inmediatamente la ciudad de Valencia. Era to-
davía numeroso el ejército de Blake , arnparáhanle fuertes
atrincheramientos, y no estaba olvidado el escarmiento
que delante de aquellos muros recibiera l\Ioncey en 1808,
como tampoco la inútil y malhadada erpedicion de Suchet
en 1810. Por lo mismo parecióle prudente al mariscal
francés aguardar refuerzos, y se contentó en el intermedio
con situarse al comenzar noviembre en Paterna, frente de
Cuarte, prolongándose hácia la marina, izquierda del Gua-
dalaviar. En la derecha se alojaron los españoles: el ejérci-
to desde Manises hasta Monteolivete, y de allí hasta el em-
bocadero del rio los paisanos armados de la provincia.


Trabajaba en Cataluña don Luis Lacy, y entretenía á
los franceses de aquel principado, ya que no pudiese acti-
va y directamente coadyuvar al alivio de Valencia. Severo
y equitativo, ayudado de la junta provincial, levantó el
espíritu de los catalanes, quienes, á fuer de hombres in-
dustriosos, vieron tambien en las reformas de las Córtes , y
y sobre todo en el decreto de señoríos, nueva aurora de




597
prosperidad. Reforzó Lacy á Cardona, fortificó ciertos
puntos que se daban la mano, y formaban cadena hasta el
fuerte de la Scu de Urgel; no descuidó á Solsona, y atrin-
cheró la fragosa y elevada montaña de Abusa, á cierta dis-
tancia de Berga, en donde ejercitaba los reclutas. i Y todo
eso rodeado de enemigos y vecino á la frontera de Fran-
cia! Pero ¿qué no podia hacerse con gente tan belicosa y
pertinaz como la catalana? Dueños los invasores de cási
todas las fortalezas, no les era dado, menos aun aquí que
en otras partes, extender su dominacion mas allá del re-
cinto de las fortificaciones, y aun dentro de ellas, segun
la expresion de un testigo de vista imparcial, ( * no has-
» taha ni mucha tropa atrincherada para mantener siquie-
» ra en orden á los habitantes. II Mas de una vez hemos
tenido ocasion de hablar de semejante tenacidad, á la ver-
dad heróica , y en rigor no hay en ello repetición. Porque
creciendo las dificultades de la resistencia, y esta con
aquellas, tomaba la lucha semblantes diversos y colores
masvivos, desplegándose la ojerizay despechado encono de
los catalanes, al compás del hostigamiento y feroz conduc-
ta de los enemigos.


Apoderados estos de todos los puntos marítimos princi-
pales, determinó Lacy posesionarse de las islas Medas al
embocadero del Ter, de que ya hubo ocasion de hablar.
Dos de ellas bastante grandes, con resguardado surgidero
al sudeste. Los franceses, aunque las tenian descuidadas,
conservaban dentro una guarniciono Parecióle á Lacy lugar
aquel acomodado para un depósito, y buena via para reci-
bir por ella auxilios y dar mayor despacho á los productos
catalanes. Tuvo encargo de conquistarlas el coronel inglés
Green, yendo á bordo de la fragata de su nacion, Indo-
mable, con 150 españolesque mandaba el baron de Eroles.
Verificóse el desembarco el 29 de agosto, y el 5 de se-


(' áp. n. '6.)


Toma de
las islas l\ledas.




598
tiembre abierta brecha se apoderaron los nuestros del
fuerte. Acudieron los franceses en mucho número á la cos-
ta vecina, y empezaron á molestar bastante con sus fuegos
á los que ahora ocupaban las islas. Opinaron entonces los
marinos británicos que se debian estas abandonar, lo cual
se ejecutó á pesar de la resistencia de Eroles y de Green
mismo. Volaron los aliados antes de la evacuacion el fuer-
te ó castillo.


No era hombre don Luis Lacy de ceder en su empresa,
é insistiendo en recuperar las islas, persuadió á los ingleses
á que de nuevo le ayudasen. En consecuencia se embarcó
el 11 en persona con 200 hombres en Arenys de Mar á
bordo de la mencionada fragata, comandante Thomas:
fondeó el 12 á la inmediacion de las Medas, y dividiendo
la fuerza desembarcó parte en el continente para sorpren-
der á los franceses y destruir las obras que allí tenian , y
parte en la Isla Grande. Cumplióse todo segun los deseos
de Lacy, quien ahuyentados los enemigos, y dejando al
teniente coronel don José lllasanes por gobernador del
fuerte y director de las fortificaciones que iban á levantar-
se, tornó felizmente al puerto de donde habia salido. Res-
toblecióse el castillo, y se fortalecieron las escarpadas
orillas que dominan la costa. Eu breve pudieron las Medas
arrostrar las tentativas del enemigo que, acampado enfren-
te, se esforzaba por impedir los trabajos y arruinarlos, Pu-
so el comandante español toda diligencia en frustrar tales
intentos, y cuando momentánea ausencia ú otra ocupa-
cion le alejaban de los puntos mas expuestos, mateníase
firme allí su esposa doña l\IarÍa Armengual, á semejanza de


(. Ap. u, 17.) aquella otra * doña l\'laría de Acuña, que en el siglo XVI
defendió á Mondéjar, ausente el alcaide su marido. Sacóse
provecho de la posesion de las l\'Iedas militar y mercantil-
mente, habiendo las Córtes habilitado el puerto.




599
Apellidólas el general en jefe Islas de la Restauracion,


como indicando que de allí renaceria la de Cataluña, y á
un baluarte á que querian dar el nombre de Lacy, púsole el
de Alontardit: «honor, dijo, que corresponde á un mártir
J) de la patria. J) Tal suerte en efecto había poco antes cabi- Muerte


de Montardil.
do á un don Francisco de Montardit, comandante de bata-
llon, muy bien quisto , hecho prisionero por los franceses
en un ataque sobre la ciudad de Balaguer , r arcabuceado
por ellos inhumanamente. Dirigió Lacy con este motivo en
1.2 de octubre al mariscal Macdonald una reclamacion vigo-
rosa, concluyendo por decirle: « amo, como es debido, la
) moderacion ; mas no seré expectador indiferente de las
) atrocidades que se ejecuten con mis subalternos: haré
) responsables de ellas á los prisioneros franceses que ten-
» go en mi poder, y pueda tener en lo sucesivo. »


Incansable don Luis trató en seguida de romper la línea Empresas
. . • . . de Lacy y Erolesde puestos fortificados que desde Barcelona á Lérida teman en el centro de


Cataluña.
establecidos los franceses. Empezó su movomiento, y el 4 Ataque
de octubre acometió ya la villa de Igualada con 1500 infan- de Igualada.
tes y 500 caballos. Le acompañaba el baron de Eroles, se-
gundo comandante general de Cataluña, cuyo valor y pe-
ricia se mostraron más y más cada dia. Los franceses per-
dieron en el citado pueblo .200 hombres, refugiándose los
restantes en el convento fortificado de Capuchinos, que no
pudo Lacy batir falto de artillería. Pasaron despues ambos
caudillos á sorprender un convoy que iba de Cervera, para
lo cual repartieron sus fuerzas en.2 porciones. Dió primero
con él, segun lo concertado, el baron de Ercles, y sorpren-
dióle el i del mismo octubre perdiendo los enemigos .200
hombres, sin que dejase aquel general nada que hacer á
don Luis Lacy.


Aterráronse los franceses con la súbita irrupcion de los
nuestros y con las ventajas adquiridas, y juzgando impru-




400
dente mantener tropas desparramadas por lugares abiertos
ó poco fortificados, abandonaron al fin, metiéndose de
priesa en Barcelona, el convento de Igualada, la villa de
Casamasana, y aun Monserrat. Quemarou á la retirada este
monasterio, y lo destrozaron todo, sagrado y profano.


Requiriendo los asuntos generales del principadola pre-
sencia de Lacy cerca de la junta, tornó este á Berga, y dejó
al cuidado del baron de Erales la conclusion de la empresa
tan bien comenzada, y proseguida con no menor dicha.


Rendlcion Atacóel baron á los francesesde Cerveray el11 los obli-
de la guarnicion ,. .l' . .


de Cervera. gó a rendirse: ascendió el numero de los pnsíoneros á 645
hombres. Estabau atrincherados los enemigos en la univer-
sidad, edificio suntuoso, no por la belleza de su arquitec-
tura, sino por su extension y solidez propias para la defen-
sao Habia fundado aquella Felipe V cuando suprimió las
otras universidades del principado en castigo de la resis-
tencia que á su advenimiento al trono le hicieron los cata-
lanes. Cogió tambien Eroles á don Isidoro Perez Camino,
corregidor de Cervera nombrado por los franceses, hombre
feroz, que á los que no pagaban puntualmente las contribu-
ciones, ó no se sujetaban á sus caprichos, metia en una jaula
de su invencion, la cabeza solo fuera, y pringado el rostro
con miel para que atormentasen á sus víctimas en aquel
potro basta las moscas. A la manera del cardenal de la Ba-
llue en Francia, llególe tambien al corregidor su vez, con
la diferencia de que la plebe catalana no conservó años en
la jaula al magistrado intruso como hizo Luis XI con su
ministro. Son mas ardorosas y por tanto caminan mas
precipitadamente las pasionespopulares. El corregidorpe-
reció á manos del furor ciego de tantos como babia él mar-
tirizado antes, y si la ley del talion fuese lícita y mas al
vulgo, hubiéralo sido en esta ocasion contra hombre tan
inhumano y fiero.




401
Se rindió en seguida en 14 del mismo octubre al baron De Bellpuíg.


de Erolesla guarnicion de Bellpuig, atrincherada en la
antigua casa de 108 duques de Sesa, Muchos de los enemi-
gos perecieron defendiéndose y se entregaron unos 150.


Escarmentado que hubo el de Eroles á los franceses del Revuelvbe Eroles
so re


centro de la Cataluña, y cortada la línea de comunicacion
entre Lérida y Barcelona, revolvió al norte con propósito
hasta de penetrar en Francia. Obró entonces mancomuna-
damente con don JUanuel Fernandez Villamil, gobernador á
la sazon de la Seu de Urgel, y sirvióle este de comandante
de vanguardia. Rechazó ya al enemigo en Puigcerdá el ha-
ron el '26 de octubre, y le combatió bravamente el '27 en
un ataque que el último intentara. Al propio tiempo Villa-
mil se d rigió á Francia por el valle de Querol, desbarato
el '29 en :llarens á las tropas que. se le pusieron por delante,
saqueó aquel pueblo que sus soldados abrasaron, y entró
el 50 en Ax. Exigió allí contribuciones, é inquietó toda la
tierra, repasando después tranquilamente la frontera. Sos-
tenia Eroles estos movimientos. .


Pero el centro de todos ellos era don Luis Lacy , quien
cautivó con su conducta la voluntad de los catalanes, pues
al paso que procuraba en 10 posible introducir la disciplina
y buenas reglas de la milicia, lisonjeábalos prefiriendo en
general por jefes á naturales acreditados del país, y fomen-
tando el somaten y los cuerpos francos á que son tan afi-
cionados. La situaeion entonces de J¡¡ Cataluña indicaba
ademas como mejor y cási único este modo de guerrear.


y alrededor de la fuerza principal que regia Lacy ó su se-
gundo Eroles, y cerca de las plazas fuertes y por todos la-
dos, se deseubrian los infatigables jefes de que en varias oca- .
sienes hemos hecho mencion, y otros que por primera vezse
manifestaban Ó sucedían á los que acababan gloriosamente
Su carrera en defeusa de la patria. Seriauos imposible me-


TOM.I1I. 26


la frontera de
Francia.


Acertada
conducta de


Lacy.




Pasa Macdonal.¡
á Francia.


Le sucede
Decaen.


Convoy que va
,i Barcelona.


402
ter en nuestro cuadro la relacion de tan innumerables y
largas lides.


Mirando los franceses con mucho desvío tan mortífera
é interminable lucha, gustosamente la abandonahan y S3-
lian de la tierra. ¡Hacdonald , duque de Tarento , regresó á
Francia partiendo de Figneras el 28 de octubre. Era el ter-
cer mariscal que habia ido á Cataluña, y volvia sin dejarla
apaciguada. Tuvo por sucesor al general Decaen.


Apenas podia moverse del lado de Gerona el ejército
francés del principado, teniendo que poner su principal
atencion en mantener libres las comunicaciones con la fron-
tera. No mas le era permitido menearse á la division de
Frere, perteneciente al cuerpo de Suchet , la cual, confor-
me hemos visto, ocupaba la Cataluña baja, dándole bas-
tante en que entender todo lo que por allí ocurría y en
parte hemos relatado. De suerte que la situacion de aque-
lla provincia en cuanto á la tranquilidad que apetecían los
franceses, era la misma que al principio de la guerra, y
una misma la necesidad de mantener dentro de aquel ter-
ritorio fuerzas considerables que guarneciesen ciertos pun-
tos y escoltasen cuidadosamente los convoyes.


Solo por este medio se continuaba abasteciendo á Bar-
celona , y Decaen preparó en diciembre uno muy conside-
rable en el Ampurdan con aquel objeto. Tuvo aviso de ello
Lacy, y queriendo estorbarlo puso en acecho á Rovira, co-
locó á Eroles y á Milans en las alturas de San Celoni, di-
rigió sobre Trentapasos á Sarsfield y apostó en la Gárriga
con un batallon á don José Casas. Las fuerzas que Decaen
habia reunido eran numerosas, ascendiendo á 14000 infan-
tes y 700 caballos con 8 piezas, sin contar unos 4000
hombres que salieron de Barcelona á su encuentro. Las de
Lacy 110 llegaban á la mitad, y así se limitó dicho general
á hostilizar á los franceses durante su marcha emprendida




405
desde Gerona el ':l de diciembre. Padeció el enemigo en ella
bastante, y Sarsfield se montuvo firme contra los que le
atacaron y venian de la capital. Los nuestros ya que no
pudieron impedir la entrada del convoy, recelando se re-
tirase Decaen por Vique, trataron de cerrarle el paso de
aquel lado. Para ello mandó Lacy á Eroles que ocupase la
posición de San Feliú de Codinas, y él se situó con Sars-
fíeld en las alturas de la Gárriga. Se vieron luego confir-
madas las sospechas de los españoles, presentándose el 5
en la mañana los enemigos delante del último punto con
5000 infantes, 400 caballos y 4 piezas. RechazólosLacy
vigorosamente, y siguieron el alcance hasta Granollers don
José Casas y don José ¡\tanso, por lo que tuvieron todas
las fuerzas de Decaen que tornar por San Celoni y dejar li-
bre y tranquila la ciudad y país de Vique.


Útil era para defender á Valencia esta continuada di-
version de la Cataluña, pero fué mas directa la que se in-
tentó por Aragon. Aquí conforme á órdenes de Blake se
habían reunido el 24 de setiembre en Ateca, partido de
Calatayud , don José Duran y don Juan 1Uartin el Empeci-
nado. Temores de esto y las empresas en aquel reino y en
Navarra de don Francisco Espoz y }\iina hablan motivado
la formación en Pamplona y sus cercanías de un cuerpo de
reserva bastante considerable, pues que las fuerzas que
en ambos parajes mandaban los generales Reille y Musnier
no bastaban para conservar quieto el país y hacer rostro á
tan osados caudillos.


Entre las tropas francesas que se juntaban en Navarra,
contábase una nueva división italiana que, atravesando las
provincias meridionales de Francia y viniendo de la Lom-
bardía, apareció en Pamplona el 51 de agosto. La manda-
ha el general Severoli , y se componía de 8955 hombres y
722 caballos: permaneció el setiembre en aquella provin-


Aragon.


Duran y
el Empccinado.


Minfl,


TrOllas quc
reunen


los franceses
en Navarra y


Aragon.




Atacan
á Calatayud


Duran y
el Empecinado.


4üi,


cia , mas al comenzar octubre pasó á reforzar las tropas
francesas de Aragon.


Adernas de los de Severoli habían ido á Zaragoza 5 ba-
tallones tambien italianos procedentes de los depósitos de
Gerona, Rosas y Figueras , los cuales para unirse á la divi-
sion de Palombini, que con Suchet se había dirigido sobre
Valencia , rodearon y metiéronse en Francia para entrar
camino de Jaca en Aragon por lo peligroso que les pareció
la ruta directa. y, sea dicho de paso, de 21288 infantes y
1905 jinetes, unos y otros italianos, que fuera de los de
Severoli habian penetrado en España desde el principio de
la guerra, ya no quedaban en pié sino unos 9000 escasos.


Los 5 batallones que iban de Cataluña no se unieron in-
mediatamente al ejército invasor de Valencia: quedáronse
en Aragon para auxiliar á Musnier. Habían llegado á este
reino antes de promediar setiembre, y uno de ellos fué
destinado á reforzar la guarnicion enemiga de Calatayud.


Aquí tuvieron luego que lidiar con los ya mencionados'
don José Duran y don Juan ~Iartin, quienes desde Ateca
habian resuelto acometer á los franceses alojados en aque-
lla ciudad. No tenia el Empecinado consigo mas que la mi-
tad de su gente, habiendo quedado la otra bajo don Vi-
cente Sardina en observacion del castillo de Molina. Al
contrario Duran, á quien acompañaba lo mas de su divi-
sion junto con don Julian Antonio Tabuenca y don Barto-
lomé Amor, que mandaba la caballería, jefes ambos muy
distinguidos. Uno y otro tuvieron principal parte en las
hazañas de Duran, que nunca cesó de fatigar al enemigo,
habiendo tenido entre otros un reencuentro glorioso en
Aillon el 25 de julio.


Ascendía el número de hombres que para su empresa
reunieron Duran y el Empecinado á i>OOO infantes y i>OO
caballos. El 26 de setiembre aparecieron ambos sobre Ca-




105
latayud , desalojaron á los franceses de la altura llamada de
los Castillos, y les cogieron algunos prisioneros, encerrán-
dose la guarnicion en el convento fortificado de la Merced,
cuyo comandante era Jlr. l\IuUer. Duran se encargo parti-
cularmente de sitiar aquel punto, é incumbió á la gente
del Empecinado observar las avenidas del puerto del Fras-
no, en donde el 10 de octubre repelió el último una co-
lumna francesa que venia de Zaragoza en socorro de los
suyos, y tomó al coronel Gillot que la mandaba.


Cercado el convento y sin artillería los nuestros, se acu- Hacenprisionera
la guarnicionodió para rendirle al recurso de la mina, y aunque el jefe


enemigo resistió cuanto pudo los ataques de los españoles,
tuvo al fin el 4 de octubre que darse á partirlo, quedando
prisionera la guarnicion, que constaba de .566 soldados, y
con permiso los oficiales de volver á Francia bajo la pala-
bra de honor de no servir mas en la actual guerra.


Muy alborotado Musnier, gobernador de Zaragoza, con Viene
sobre ella


ver lo que amagaba por Calatayud , y con que hubiese sido Musnier.
rechazada en el Frasno la la columna que habíaenviado de
auxilio, reunió todas sus fuerzas de la izquerda del Ebro,
y llegó, á peticion suya, de Navarra con el mismo fin,
destacado por Reille, el general Bourke , que avanzó lo
largo de la izquierda del Jalon. ~Iusnier asomó á Calatayud Se retiran.
el 6 de octubre, pero los españoles se habían ya retirado
con sus prisioneros, quedando solo allí segun lo estipulado
los oficiales, á quienes sus superiores formaron causa por
haber separado Sil suerte de la de los soldados.


Viendo Jos franceses que se habían alejado los nuestros
de Calatayud , retrocedieron tornando Bourke á Navarra, y
los de Musnier á la Almunia. Ocuparon de seguida nue-
vamente la ciudad los españoles.


Semejanle perseverancia exigió de los franceses otro es- Division
de Severoli en


uerzo, que facilitó la llegada á Zaragoza de la división de Aragon.




Se Reparan
Duran y


el Bmpecíuado.


Mina.


Ponen
los Iranceses
su cabeza á


precio.


soe
Severoli en 9 de octubre. Venia esta á instancias de Suchet,
incansable en pedir auxilios que directa ó indirectamente
cooperasen al buen éxito de la campaña de Valencia. Mus-
nier partió con lit mencionada división via del Frasno , y
uniéndose á la caballería de Klicki entró en Calatayud.
Duran y el Empecinado habían vuelto á evacuar la ciudad,
retirándose en dos diferentes direeiones. Para perseguirlos
tuvieron los enemigos que separarse, yendo unos á Daroca
y Used, y otros á Ateca camino de ]}ladrid.


No persistieron mucho en el alcance, llamados á la parte
opuesta á causa de una súbita irrupcion en las CincoVillas
de don Francisco Espoz y ]}lina. Habian los franceses aco-
sado de muerte á este caudillo durante todo el estío, irrita-
dos con la sorpresa de Arlaban, Y él, ceñido de un lado por
los Pirineos, del otro por el Ebro, sin apoyo ni punto al-
guno de seguridad, sin mas tropas que las que por sí había
formado, y sin mas doctrina que la adquirida en la escuela
de la propia experiencia, burló los intentos del enemigo
y escarmentóle muchas veces, algunas en la raya y aun
dentro de Francia.


Arreció en especial el perseguimiento desde el 20 de ju-
nio hasta el 1'2 de julio. 1'2,000 hombres fueron tras Mina
entonces; mas acertadamente dividió este sus batallones en
columnas movibles con direcciones y marchas contrarias,
incesantes y sigilosas, obligando así al enemigo ó á dilatar
su línea á punto de no poderla cubrir convenientemente, Ó
á que reunido no tuviese objeto importante sobre que car-
gar de firme.


Desesperanzados los franceses de destruir á Minaá mano
armada, pusieron á precio la cabeza de aquel caudillo.
6,000 duros ofreció por ella el gobernador de Pamplona
Reille en bando de 24 de agosto, 4,000 por la de Sil se-
gundo don Antanio Gruchaga, y 2,000 por cada una de las




,107


de otros jefes. Heuuiérouse á medios tan indignos los de la
seducción y astucia. A este propósito y por el mismo tiem-
po personas de aquella ciudad y entre otras don Joaquin
Navarro, de la diputacion del reino, con quien lUin:t había
tenido anterior relacion , enviaron cerca de su persona á
don Francisco Aguirre Echechnrri para ofrecerle ascensos,
honores y riquezas si abandonaba la causa de su patria y
abrazaba la de Napoleon. Mina que necesitaba algun res-
piro, tanto mas cuanto de nuevo se veia muy acosado en-
trando á la sazon en Navarra la división de Severoli y otras
fuerzas, pidió tiempo para contestar sin acceder á la propo-
sicion, alegando que tenia antes que ponerse de acuerdo con
Sil segundo Cruchaga. Impacientes de la tardanza los que
habían abierto los tratos, despacharon en seguida con el
mismo objeto, primero á un francés llamada Pellou, hom-
bre sagaz, y después á otro español conocido bajo el nom-
bre de Sebastian Iriso. Deseoso Minade ganar todavía mas
tiempo, indicó para el 14 de setiembre una junta en Leoz,
cuatro leguas de Pamplona, adonde ofrecióasistir él mismo
con tal que tambien acudiesen los tres individuos que sucesi-
vamente se le habían presentado, y ademas el don Joaquín
Navarro y un don Pedro Mendiri, jefe de escuadron de gen-
darmería. Accedieron los comisionados á lo que se les pro-
ponia , y en efecto el día señalado llegaron á Leoz todos
excepto Mendiri. La ausencia de este disgustó mucho á Mi-
na, quien á pesar de las disculpas que los otros dieron con-
cibió sospechas. Vinieron á confirmárselas cartas confiden-
cialesque recibió de Pamplona, en las cuales le advertían se
le armaba una celada, y que Mendiri recorría los alrededores
acechando el momento en que deslumbrado Mina con las
ofertas hechas, se descuidase y diese lugar á que cayeran
sobre él los enemigos y le sacrificasen.


Airado de ello el caudillo español arrestó á Jos cuatro co-


Tratan
de seducirle.




Penetra ~I1na
en Aragon.


Alac. á Ejea,


Coge
una columna


rrancesa
en Plasencla de


Gállego.


408
misionados, y se alejó de Leoz llevándoselos consigo. Des-
figuraron después el suceso IOR franceses y SUR allegados
calificando á Mina de pérfido: traslucíase en la acusacion
despecho de que no se hubiese cumplido la alevosía trama-
da. Con todo habiendo venido los comisionados bajo segu-
ro , y no pudiéndose evidenciar su traicion ó complicidad,
hubiérale á Mina valido mas el soltarlos, que dar lugar á
que debiesen su libertad, como se verificó, á los acasos de
la guerra.


Poco después de este suceso y de haber SeveroJi y otras
tropas salido de Navarra, fué cuando penetró dicho Mina
en Aragon, conforme arriba enunciamos. El 11 de octubre
atacó en Ejea un puesto de gendarmería, cuyos soldados
lograron evadirse en la noche siguiente, con pérdida en la
huida de algunos de ellos. Marchó luego Mina sobre Ayer-
be, y el 16 forzó á la guarnicion francesa á encerrarse en
un convento fortificado que bloqueó; mas en breve tuvo
que hacer frente á otros cuidados. El comandante francés
que en ausencia de Musnier gobernaba á Zaragoza, sabe-
dor de la llegada de los españoles á Ejea destacó una co-
lumna para contenerlos. Encontróse en el camino Ceccopie-
ri, jefe de ella, con los gendarmes poco antes escapados; y
juzgando ya inútil la marcha hácia Ejea, cambió de rumbo
y se dirigió á Ayerbe en busca de Mina. Mas llegado que
hubo á esta villa, en cuyas alturas inmediatas le aguarda-
ban los españoles, parecióle mas prudente despues de un
fútil amago, retirarse y caminar la vuelta de Huesca. Enva-
lentonáronse con eso los nuestros, y no pudieron los con-
trarios verificar impunemente su marcha como se imagina-
ban. Jlrina empleando sagacidad y arrojo, los estrechó de
cerca y rodeó. por manera que tuvieron que formar el
cuadro. .Así anduvieron siempre muy acosados hasta mas
allá de Plasencia de Gállego, en donde opresos por la fati-




409
ga y mucho guerrear, y acometidos impetuosamente á la bao
yoneta por don Gregorio Cruchaga , vinieron á partido:
640 soldados y 17 oficiales fueron los prisioneros; muchos
de ellos heridos, gravemente el mismo comandante Ceceo-
pieri. Habían muerto mas de 500.


Azorado Mmmier y temiendo hasta por Zaragoza, tornó
precipitadamente á aquella ciudad, en donde ya mas sere-
no trató de marchar contra Mina, y de quitarle los prisio-
neros obrando de concierto con los gobernadores y gene-
rales franceses de las provincias inmediatas. ¡Trabajo y
eombinacion inútil! Mina escabullósemaravillosamente por
medio de todos ellos, y atravesando el reino de Aragon,
Navarra y Guipúzeoa, embarcó al principiar noviembre en
]Uotrico todos los prisioneros á bordo de la fragata inglesa
Iris y de otros buques, despues de haber tambien rendido
la guarnicion francesa de aquel puerto.


Concíbese cuán incómodos serian para Suchet tales acon-
tecimientos, pues además de la pérdida. real que en ellos
experimentaba, distraíanle fuerzas que le eran muy nece-
sarias. Con impaciencia habia aguardado la division de Se-
veroli, y en vano por algun tiempo pudo esta incorporar-
sele, Musnier ni aun con ella tenia bastante para cubrir el
Aragon, y mantener alguu tanto seguras las comunicacio-
nes. Una de las dos brigadas en que dicha división se dis-
tribuia se vió obligado á colocarla al mando de Bertoletti
en las Cinco Villas, izquierda del Ebro, y la otra al de
l\lazzuchelli en Calatayud y Daroca.


Tuvo la última que acudir en breve á Molina, cuyo cas-
tillo se hallaba de nuevo bloqueado P?r don Juan Martin.
Llegó en ocasión que el comandante Brochet estaba ya para
rendirse. Le libertó MazZllchelli el 25 de octubre, mas no
sin dificultad, teniendo empeñada con el Empecinado en
Cubillejos una refriega viva en que perdieron los enemigos


Embarca
los prisioneros


en Motrico.


Distribuye
Musnier


la dtvísíon de
Severoli.


Abandonan
los franceses


á ~Iolina.




410
mucha gente. Abandonaron de resultas estos, habiéndole
antes volado, el castillo de Molina.


Nuevas Don Juan lUartin, solo ó con la ayuda ó de Duran ó de
acometidas del
Empecinado. tropas suyas bajo don Bartolomé Amor, continuó hacien-


do correrías. Rindió el 6 de noviembre la guarnicíon de la
Almunia, compuesta de 150 hombres, hizo rostro á varias
acometidas, batió la tierra de Aragon, cogió prisioneros y
efectos, interceptó á veces las comunicaciones con Valen-
cia , via de Teruel.


De Duran. Por su parte Duran cuando obraba separado tampocoper-
manecia tranquilo: en ]}lanchones, y sobre todo el 50 de
noviembre en Osunilla , provincia de Soria, alcanzó ven-


. Ambos tajas. Regresó despues á Aragon, y reincorporándose por
baJo las órdenes .. . ..


de Montijo. nueva disposieion de Blake con el Empecinado, se pusie-
ron ambos el ~5 de diciembre en Milmarcos. provincia de
Guadalajara , bajo las órdenes del conde del Montijo , que
trayendo igualmente 1S!00 hombres debía mandar á todos.


En grado tan sumo como el que acabamos de ver. di-
vertian los nuestros en Cataluña y Aragon las huestes del
enemigo, entorpeciéndole para su empresa de Valencia.


llalIesterosen Tambien cooperó á lo mismo lo que pasaba en Granada y
Ronda.


Ronda. Allí privado el 5e r ejército de la fuerza que habla
sacado Mahy, se encontraba muy debilitado, y hubieran
probablemente acometido los franceses y amenazado á Va-
lencia del lado de Murcia, sin el desembarco que ya indi-
camos de don Francisco Ballesterosen Aljeciras. Tomóeste
general tierra el 4 de setiembre, teniendo enlace su erpe-
dicion con el plan de defensa que para Valencia había tra-
zado don Joaquín Blake. Sentó Ballesteros sus reales en
Jimena, y medidas que adoptó, unas de couciliacion y
otras enérgicas, reanimaron el espíritu de los serranos.


Para procurar apagarle vino inmediatamente sobre el ge-
neral español el coronel Rignoux, á quien de Sevilla habían




4ft
reforzado. Amagó á Jirnena, y Ballesteros evacuó el pueblo
con intento de atraer y engañar al enemigo, lo cual consi-
guió. Porque Rignoux adelantándose ufano sobre San Ro- Accion


contra Rignoux.
que, fué de súbito acometido por costado y frente, y des-
hecho con pérdida de 600 hombres. Tomó entonces el Avanza Godinot.
mariscal Soult contra Ballesteros disposiciones mas sérias;
y mandando al general Godinot que avanzase de Prado del
Rey con unos 5000 hombres, dispuso que se moviesen al
propio tiempo la vuelta de la sierra los generales Semelé y
Barroux, yendo el primero de Veger y el último del lado
de l\lálaga. Componían juntas todas estas fuerzas de 9 á
10000 hombres, y jactábanse ya de envolver las de Balles-
teros. lUas este se retira á tiempo y con destreza abrigán- Retirase


Ballesteros.
dose el14 de octubre del eañon de Gibraltar. Los franceses
llegaron al Campo de San Roque, y se extendieron por la
derecha á Aljeciras, cuyos vecinos se refugiaron en la Isla
Verde.


Malográndosele así á Godinot el destruir á Ballesteros, Vanas tentativas
de Godinol.


quiso, sin dejar de observarle, explorar la comarca de Ta-
rifa, y aun enseñorearse por sorpresa de esta plaza. No an-
duvo en ello tampoco muy afortunado. El camino que to-
maron sus tropas fué el del Boquete de la Peüa , orilla de
la mar; paso angosto que, dominado por los fuegos de los
buques británicos, no pudieron los franceses atravesar, te-
niendo el 18' de octubre que retroceder á Aljeciras. Aun
sin eso nunca hubiera Godinot conseguido su intento. La Tarifa socorrida.
guarnicion de Tarifa había sido por entonces reforzada con
UOO ingleses al mando del coronel Skerret, que vimos en
Tarragona, y con 900 infantes y 100 caballos españoles
bajo las órdenes del general Copons.


En el intermedio renovaron los rondeños sus acostum- Rellrase Go-
dinot.


bradas excursiones, molestaron por la espalda á los enemi-
gos, y les cortaron los víveres: de los que escaso Godinot




Juan Manuel
Lopez,


412
Se mata. hubo de replegarse picándole Ballesteros la retaguardia. Se


restituyó á Sevilla el general francés, y reprendido por
Soult, que ya le queda mal desde la accion de Zújar por
no haber sacado de ella las oportunas ventajas, alborotó-
sele el juicio, y se suicidó en su cama con el fusil de un
soldado de su guardia. Habia antes mandado en Córdoba,
y cometido tales tropelías y aun extravagancias, que miró-
sele ya como á hombre demente.


ns ollr prtende , No desaprovechó Ballesteros la ocasion de la retirada dea es eros a
los franceses en los enemigos y esparciendo su tropa para disfrazar unaBornos, '


acometida que meditaba, juntóla después en Prado del Rey;
marchó en seguida de noche y calladamente, y sorprendió
el ode noviembre en Bornos, derecha del Guadalete, al
general Semelé, á quien ahuyentó y tomó 100 prisioneros,
mulas y bagajes.


Fatigado Soult de tan interminable guerra, trató de au-
mentar el terror poniendo en ejecucion contra un prisione-
ro desvalido el feroz decreto que había dado el año anterior.
Llamábase aquel Juan Manuel Lopez: era sargento, con
veinte años de servicio, de la división de Ballesteros, y ar-
rebatáronle desempeñando una comision que le habia con-
fiado su general para recoger caballos, y acabar con ciertos
bandoleros que, so capa de patriotas, robaban y cometían
excesos. Las circunstancias que acompañaron á la causa que
se le formó, hicieron muy horrible el caso. Negábase ájuz-
gar á Lopez la junta criminal de Sevilla, obligóla Soult
mandándole al mismo tiempo que, á pesar de estar prohi-
bida por el rey José la pena de horca, la aplicase ahora en
lugar de la de garrote. La junta absolvió sin embargo al
supuesto reo. l\luy disgustado Soult ordenó que se volviese
á ver la causa, sin conseguir tampoco su odioso intento.
Irritado el general cada vez mas, creó U/la comision crimi-
nal compuesta de otros ministros, quienes también absol-




415
vieron á Lopez, declaráudole simplemente prisionero de
guerra. Laalegría fuéentonces universal en Sevilla, y mos-
tráronlo abiertamente por calles y plazas todas las clases
de ciudadanos. Pero j ó atrocidad! todavía estaba el infeliz
Lopez recibiendo por ello parahienes , cuando vinieron á
notificarle que una comisión militar escogida por el impla-
cable Soult acababa de condenarle á la pena de horca sin
procedimiento ni diligencia alguna legal. Ejecutóse la ini-
cua sentencia el 29 de noviembre. Desgarrael corazon cru-
deza tan desapiadada y bárbara; é increible pareciera á no
resultar bien probado que todo un mariscal de Francia se
cebase encarnizadamente en presa tan débil, en un solda-
do, en un veterano lleno de cicatrices honrosas.


Crueldad de
Soult"






RESUMEN
DEL


LIBRO DECIMOSÉPTIMO.


LORll WBLLINGTON en Fuenteguinaldo. - 6" ejército español.-Abadía
sucede á Santocildes. - Posicion de aquel ejército. - Le atacan los
franceses. - Se retira. - Combates en la retirada. - Se repliegan los
franceses. -Posicion de Wellington en Fuenteguinaldo.-Se combinan
para socorrer á Ciudad Rodrigo Dorsenne y Marmont.-La socorren y
atacan á Wellington.-Combate del 25 de setiembre.-Combates del
27.- Nuevasestancias de Wellington.- Se retiran los fraoceses.-We-
llington en la Frejeneda, - Se prepara á sitiar á Ciudad Rodrigo.-Coge
don Julian Sanchez al go~ernador francés de aquella plaza. -Carta de
don Cárlos de España alde Salamanca. - 5°ejército espaiíol.-Severidad
de Castaños. -Pedrezuela y su mujer. -c-E! corregidor Círia. -·Tem-
prano el partidario .. - Combínanse para una empresa en Extremadura
ingleses y españoles. - Accion gloriosa de Arroyomolinos:- Otra vez
el 6° ejército.-IUedidas desacordadas de Abadía. - Invaden de nuevo
los franceses á Asturias. _7° ejército. - Le manda Mendizábal.-Por-
lier.-Entra en Santander. -Don Juan Lopez Campillo. -Longa, el
Pastor y Merino. - i\'lina. -Decreto suyo de represalias. - Sucesos
militares en Valencia. - Pasa Suchet el Guadalaviar el 26 de diciem-
bre. - Mahy con parte de las tropas se retira al Jucarv--Blake con las
otras á Valencia.·· Acordonan los franceses la ciudad.-Rellexiones.-




416
Vana tentativa de Blake e128 para salvar su ejéreítoo-- Briosa conducta
del coronel JUichelena.- Desasosiego en Valencia y rel1exiones.- Con-
vocacion de una junta.-Reuniones tumultuarias.-Las contiene Blake
y disuelve la junta. - Adelanta Suchet los trabajos de sitio. - Se re-
tira Blake al recinto interior de la ciudad. - Empieza e15 de enero el
bombardeo. - Pocas precauciones tomadas. - Destrozos.i--Tíbieza de
Blake para animar á los habitantes. - Desecha Blake la propuesta de
rendirse. - Division en el modo de sentir de los habitantes. - Estado
crítico de la plaza. - Disienten los jefes acerca de tratar con los ene-
migos. - Capitula Blake el 9. - Entra Suchet en Valencia. - Blake.-
Parte que da. - Recompensas de Napoleon á Suchet y á su ejército.-
Providencias severas de Suchet. - Frailes llevados á Francia y arca-
buceados. - Conducta del clero y del arzobispo. - De los valencia-
nos. -Avanza JUontbrun á Alicante. - Posicion del general Mahy.
- Se aleja Montbrun. - Suchet, - Toma á Denia, - Situacion del 2"
y 30r ejército. -El general Soult en Murcia.-Le ataca don lUartin de
la Carrera. - Muerte gloriosa de este. - Honores que se le tributan.
-Sitio de Peñíscola. - La toman los franceses. - Conducta infame del
gobernador García Navarro. - Serranía de Ronda y Tarifa. -Movi-
mientes de Ballesteros. - Sitian los franceses á Tarifa. - Gloriosa de-
fensa. - Levantan los franceses el sitio. - Ciudad Rodrigo. - Cerca
lord Wellington la plaza. - La asaltan los aliados y la toman. - Gra-
cias y recompensas. - Nuevas esperanzas.




HISTORIA
OEr.


LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO DECIMOSÉPTIMO.


MIENTRAS iba sobre Valencia denso nublado, sin que bas-
taran á disiparle ni los esfuerzos de aquella provincia, ni
de las inmediatas, será bien que veamos lo que ocurria por
el occidente de España y lugares á él contiguos.


Cruzado que hubo lord Wellington el rio Tajo siguien- Lord Welllngton
do en julio el movimiento retrógrado del mariscal Mar- Fuenle~~¡naldo.
mont, caminó al norte y sentó sus reales elfO de agosto
en Fuenteguinaldo con visos de amagar á Ciudad Rodrigo.


Permaneció no obstante inmoble hasta promediar setiem-
bre, de lo que se aprovechó el francés, ansioso de extender
el campo de su dominacion, para atacar al 6° ejército es-
pañol; lisonjeándose de deshacerle, y verificar quizá en
seguida una incursion rápida en el reino de Galicia.


Tocaba ejecutar el plan al general Dorsenne, que man-
TOll. nr, 27




6' ejércíto es-
pañol.


41~
daba en jefe las tropas y distritos llamados del norte; y
Iavorecíanle en su entender no solo In inacción de lord
Wellington, sino tamhien mudanzas sobrevenidas en el
gobierno de las fuerzas españolas.


Vimos cuán atinadamente capitaneaba el 6° ejercito don
José Santocildes , y cuánto le adestraba de acuerdo con el
jefe de estado mayor don Juan Moscoso. En virtud de tan
loable porte parecía que hubiera debido continuar en el


Abadía sucede á mando. No lo permitió la suerte aviesa. Reemplazóle en
santocndes. b d F . J' Ab dí S trib '1


. reve on <ranctsco avrer a la. e a nnuyo a remo-
cion al general Castaños, que conservaba, si bien de lejos,
la supremacía del 6° ejercito, y susurrose que le impelie-
ron á ello inspiraciones de agenos celos, tí otros motivos
no menos reprensibles. Abadía se presentó á sus tropas tÍ
mediados de agosto.


Posición de Situábase en aquel tiempo el mencionado ejército del
aquel ejército.


modo siguiente: la vanguardia bajo don Federico Casta-
non en San Martín de las Torres y puente de Cebrones: la
3'8 division del cargo del brigadier Cabrera en la Bañeza:
la 2", ahora á las órdenes del conde de Belveder, en el
puente de Orbigo: se alojaba en Astorga una reserva, y
permanecía en Asturía", como antes, la 1a división. Indi-
camos en otro lugar el total de la fuerza, que mas bien
que disminuido se había desde entonces aumentado.


No cesó esta de hostilizar al enemigo, á pesar de lo ocur-
rido en primeros de julio que ya referimos, siendo de notar
la sorpresa que el 16 de agosto hicieron algunos destaca-
mentos de la guarnicion francesa del pueblo de Almendra,
en donde cogieron mas de 150 prisionero".


Le atacan Fue el 25 del citado mes cuando Dorsenne intentó
los franceses.


acometer á los nuestros, que se dispusieron á retirarse,
viniendo sobre ellos superiores fuerzas. Abadia, como re-
cien llegarlo y sin conocimiento á fondo de la disciplina de




419
sus soldados, receláhase del éxito; por lo que con mode-
racion laudable dejó á Santocildes y á don Juan Moscoso
la principal díreccion de las operaciones.


Tuvieron estas por mira efectuar una retirada en parte
excéntrica, por cuyo medio se .consiguiese no agolpar las
tropas á un solo punto, cubrir las diversas entradas de
Galicia, algunas de Asturias, y establecer comunicaciones
á la derecha con los portugueses que mandaba en Tras-los-
Montes el general Silveira. Maniobra útil en aquella oca-
siou , y muchas veces conveniente en las guerras naciona-
les, segun expresa, y con razon, l\Ir. de Jominy. *


L08 franceses avanzandoacometieron primero la division
que se alojaba en la Bañeza; la cual despues de sostener
briosamente una arremetida de los lanceros enemigos, se
replegó en buen órden sobre Castrocontrigo , y de allí, se-
gun se le tenia mandado, á la Puebla de Sanabria. En
seguida y por la tarde de dicho dia 25 atacaron los france-
ses la vanguardia y la 2a division, las cuales se endereza-
ron al punto de Castrillo, para unirse con la reserva.


Juntos los 5 últimos cuerpos, ó sean divisiones, to-
maron el 26 la ruta del puerto de Fuencebadon, excepto
el regimiento 10de Ribero, que reforzado despues con el
20 de Asturias, defendió el 27 valerosamente el puerto de
JUanzanal.


Eu este dia tambien penetró el francés por Fuenceba-
don, defendiéndose largo tiempo Castañon y la reserva en
las alturas colocadas entre Riego y Molinaseca. Aquí na
menos que en Manzanal fueron escarmentados los enemi-
gos, pues tuvieron mucha pérdida, y contaron entre los
muertos al general Corsin y al coronel Barthez , quedando
á los nuestros por trofeo el águila del 60 regimiento de
infantería.


Sin embargo engrosados los contrarios pasaron adelante


(. Ap. n. r.)
Se retira.


Combates
en la retirada




420
Yse derramaron por el Vierzo. Abadía al propio tiempo
que sentó su cuartel general en el Puente de Domingo Flo-
rez , cubriendo á Galicia por este lado , retiró de ViHafran-
ca la artillería, camino de Lugo , destacó hácia allí fuerzas
que amparasen las alturas de Valcarce, y colocó en Tore-
no , para cerrar las avenidas inmediatas de Asturias, los
cuerpos que habían combatido en Manzaual.


De resultas de estas medidas, de la buena defensa que
en los puertos habían hecho los españoles, y á causa de los
temores que infundía Galicia por su anterior resistencia,
detúvose Dorsenne y no avanzó mas allá de Villafranea
del Vierzo , desesperanzado de poder realizar en aquel rei-
no pronta y venturosa irrupcion. Saquearon sí sus tropas
los pueblos del tránsito, y al retirarse en los días 50 y 51
de agosto se llevaron consigo varias personas en rehenes
por el pago de contribuciones que habian impuesto. Aba-
día de nuevo ganó terreno, y hasta entonces portóse de
modo que su nombramiento no produjo en el ejército tras-
torno ni particular novedad, habiendo obrado, segun apun-
tamos, en union con su antecesor. i Ojala no hubiera nun-
ca olvidado proceder tan cnerdo!


Se repliegan El avanzar de nuestras tropas y un amago de las de la
Jo. ñ-ancesos.


Puebla de Sanabria aceleraron la retirada de Dorsenne, que
se limitó á conservar y fortalecer á Astorga. Agllijóle tam-
bien para ello el mariscal 1\larmont, que necesitaba de ayu-
da en un movimiento que proyectaba sobre el Águeda y
sus cercanías.


Posicion En aquellas partes firme lord Wellington en Fuentegui-
de Wellington en . • . , .
Fuenteguinaldo. naldo, hacia resolucion de rendir por hambre a Cmdad


Rodrigo, escasa de vituallas. Con este objeto y persuadido
del triunfo, á no ser que acudiese al socorro gran golpe de
gente, formó una línea que desde el Azava inferior se pro-
longaba por el Carpio , Espeja y el Bodon á Fuenteguinal-




421
do. Asiento el último punto del cuartel general, reforzóle
con .obras de campaña, y situó en él la 4· division: destacó
á la derecha del Águeda la división ligera, y puso en las
lomas de la izquierda del mismo rio la 5- Con la caballería,
apostando una vanguardia en Pastores, una legua de Ciudad
Rodrigo. El general Graham, que de la Isla de Leon había
pasado á este ejército, y sucedido á sir Brent Spencer en
calidad de segundo de Wellington, regia las tropas de la iz-
quierda alojadas en [a parte inferior del Azava, ocupando la
superior , en donde formaba el centro, sir Stapleton Cotton
con todos los jinetes. De los españoles solo había don Ju-
lían Sanchez, y también don Cárlos de España, enviado
por Castaños para alistar reclutas en Castilla la Vieja y
mandar aquellos distritos: ambos jefes recorrían el Águeda
rio abajo. Destinóse la 5- division inglesa á observar el
punto de Perales, permaneciendo á retaguardia de la dere-
cha. Servia de reserva la 7a en Alamedilla. Lo restante de
la fuerza anglo-portuguesa , se acordará el lector que la
dejó lord Wellington á las órdenes del general Hill en el
Alentejo, para atender á la defensa de la izquierda del Ta-
jo, y á las ocurrencias de la Extremadura española.


El movimiento que intentaba l\'Iarmont sobre el Águeda,
y para el que hubo de contar con el general Dorsenue, di-
rigíase á socorrer á Ciudad Rodrigo, cuyos :lpuros crecían
demasiadamente. Abrió el mariscal francés su marcha desde
Plasencia el 15 de setiembre, tomando antes varias precau-
ciones, como construir un reducto en el puerto de Baños,
asegurar los puentes y barcas de ciertos rios , y poner al
gl'neral Foy con la 6a división en vela del camino militar y
pasos de la sierra.


Yendo á encontrarse Dorsenne y Marmont, cada uno por
Sil lado, juntáronse el 92 cerca de Tamames. Con el pri-
mero halláhase ya incorporada una division que mandaba


Se combinan
para


socorrer á
Ciudad Rodrigo


Dorsenne
y ~larmont.




4?l2
el general Souham , la cual pertenecia á las fuerzas que
habian entrado últimamente en España cuando las italianas
de Severoli. y sin riesgo de error puédese computar que
las tropas enemigasque marchaban ahora la vuelta de Ciu-
dad Rodrigo l ascendiau á 60000 hombres, 6000 de caba-
llería con gran número de cañones.


La socorren y Próximos los franceses no bizo lord Welliugton ademán
atacan


á Wellington. alguno para impedir la introduccion de socorros en la plaza,
y solo aguardó al enemigo en la posicion que ocupaba. Vino


cdombate dbel aquel á atacarla el 25. Trabó el combate con 14 escuadrones
H e setíem re.


el general Wathier por la parte inferior del Azava que
guarnecía Graham, y arrolló los puestos avanzados, los
cuales volviendo en sí y apoyados, recobraron el terreno
perdido. No era esta tentativa mas que un amago. Encami-
nábase la principal atencion de los contrarios á embestir la
5a división inglesa situada en las lomas que se divisan entre
Fuenteguinaldo y Pastores. Puso Marmontpara ello en mo-
vimiento de 50 á 40 escuadrones guiados por el general
Montbrun y mucha artillería, debiendo favorecer la manio-
bra 14 batallones. Lord Wellington dudó un instante si
atacarían los enemigos aquella posicion por el camino real
que va á Fuenteguinaldo ó por los pueblos de Encina y el
Bodon. Cerciorado de que seria por el camino real, dispuso
reforzar en gran manera aquel punto. Los ingleses allí
apostados, si bien al principio solos y en corto número, se
defendieron denodadamente contra la caballería y artillería
enemigas, y recobraron 2 piezas abandonadas en una em-
bestida.


No habían aun llegado los infantes franceses, mas ad-
virtiendo Wellington que se aproximaban, y calculando
que probablemente concurririan al sitio de ataque antes de
los principales refuerzos británicos llamados de partes mas
lejanas, resolvió abandonar las lomas asaltadas, y retirar á




425


Fuenteguinaldo las tropas que las defendian. Verificaron
estas el repliegue formando cuadros y en admirable orde-
nanza , sin que la pudiesen romper los arrojados acome-
timientos de la caballería francesa. Quedó solo como corta-
da la pequeña vanguardia que eubria el alto de Pastores y
mandaba el teniente coronel Williams; pero este oficial
léjos de atribularse mantúvose reposado, y con acertada
inteligencia suhió el Águeda la orilla derecha arriba hasta
Robledo, eu donde repasó el rio logrando por la tarde
unirse felizmente al grueso .del ejército en Fuentegui-
naldo.


Aquí en el mismo dia estableció su centro lord Welling-
ton, alterando la anterior posicion con la derecha del lado
del puerto de Perales, y la izquierda en Navavel. Apostó á
don Cárlos de España y la infantería española junto al
Coa, enviando la caballería bajo don Julian Sanchez á re-
taguardia del enemigo.


Reunieron el 26 los franceses toda su gente, y examina- Combates del 21.
do que hubieron la estancia de Fuenteguinaldo, creyéronla
tan fuerte que desistieron de atacarla. No lo pensaba así
Wellington, por lo cual retrocedió tres leguas, poniendo el
27 la derecha en Aldea-Velha , la izquierda en Bismula y
el centro en Alfayates, antiguo campo romano y hoy vi-
lla de Portugal, en sitio alto cercada de viejos muros. En
este dia 2 divisiones de los franceses siguiendo la huella
de los aliados, trabaron vivos reencuentros, y la 4a de los
ingleses perdió y recobró dos veces á Aldea da Ponte.


No satisfecho aun WeUington con su última posicion , y Nuevas e,lancias
., d á 1 l de oneraci . de Wellinglon.atemen ose un p an genera e operaciones anteriormen-


te trazado, retiróse una legua atrás á estancias que se di-
lataban por la cuerda del arco que forma el Coa cerca de
Sabugal, dejando á la derecha la sierra das Mesas, y á la
izquierda el pueblo de Rendo, en cuyo sitio presentó bata-




424
Ha á los franceses, que esquivaronestos cumplido su deseo
de socorrer á Ciudad Rodrigo.


En los combates del ~u; y 27 perdieron los ingleses
unos 260 hombres, no mas los franceses. Vió en aquellos
días por primera vez el fuego y se distinguió el príncipe
de Orange, que allí asistia en calidad de ayudante de cam-
po de lord Wellington, exponiendo su persona por la in-
dependencia de un país muy desamado dos siglos antes de
sus ilustres y belicosos abuelos los Guillermos y l\lauri-
cios. Así anda y voltea el mundo.


Se retiran Separáronse á poco los dos generales franceses, no pu-
los franceses.


diendo mantenerse unidos por celos, falta de subsistencias
y por amagos que tenian de otros lugares. Dorsenne se
retiró hacia Salamanca y Valladolid: l\larmont á tierra de
Plasencia.


Wellinglon Tambien lord Wellington tomó nuevos acantonamientos
en la Frejeneda.


sentando en la Frejeneda su cuartel general. Vínole bien
no le hubiesen Jos franceses atacado el 25 con todo su ejér-
cito, ni embestido el26 la posicion de Fuenteguinaldo. Las
muchas fuerzas que consigo traían hubiéranle podido cau-
sar gran menoscabo. Tan cierto es que en la guerra repre-
senta la fortuna papel muy principal.


Se prepara á Dió entonces lord Wellington comienzo á Jos preparati-
ciUd~~j~~~rjgo. vos que exigia la formalizacion del sitio de Ciudad Rodri-


go. Le dejó para su empresa, segun ya indicamos, sumo
despacio lo que ocurria en las dernas partes de España, y
tampoco le perjudicaron las operaciones de los partidarios
que andaban cerca, singularmente las de don Julian San-
chez.


Coge don Julían Entre otros hechos de este por entonces notables, cuén-
Sanchez


al goberu.ador tase el acaecido el 15 de octubre en las cercanías de Ciu-francés
de aquella plaza. dad Rodrigo. Sacaban los enemigos su ganado á pastar fue-


ra, y deseoso Sanchez de cogerle, armó una celada con




425
560 infantes y 150 jinetes en ambas orillas del Águeda cor-
riente abajo. A la propia sazon que acechaban los nuestros
y se preparaban á la sorpresa, salió de la plaza á hacer un
reconocimiento con 12 de á caballo el gobernador francés
Renaud, y emparejando parte de los emboscados con él y
su escolta, apoderáronse de su persona por la izquierda
del rio, al paso que por la derecha apresaron los otros
unas 500 reses de ganado vacuno y cabrío. Desesperábase
Renaud por su infortunio, y don Julian tratando de con-
solarle, le dió una cena acompañada de música y tan ex-
pléndida como permitian las circunstancias de su vario é
instable campo.


También molestaba España á los enemigos, é irritado Carta
de don CárIos de


de que el general Mouton, comandante de unas tropas que España al
. de Salamanca.


entraron en Ledesma , hubiese arcabuceado á 6 prisioneros
nuestros veinticuatro horas despues de haberlos cogido, hi-
zo otro tanto con igual número de franceses, escribiendo en
12 de octubre al gobernador de Salamanca Thielbaud una
carta en que se leian las cláusulas siguientes: * l( Es preci- (' Al'. n. 2.)
» so que V. E. entienda y haga entender á los demas gene-
» tales franceses, que siempre que se cometa por su parte
» semejante violacion de los derechos de la guerra, ó que
)) se atropelle algun pueblo ó particular, repetiré yo
» igual castigo inexorablemente en los oficiales y soldados
)) franceses ..... y de este modo se obligará al fin á conocer
» que la guerra actual no es como la que suele hacerse
» entre soberanos absolutos, que sacrifican la sangre de
)) sus desgraciados pueblos para satisfacer se ambicion ó
J) por el miserable interes, sino que es guerra de un pue-
» blo libre y virtuoso, que defiende sus propios dere-
» chos y la corona de un rey á quien libre y espontánea-
)) mente ha jurado y ofrecido obediencia, mediante una
)) Constituciou sabia que asegure la libertad política y la




" ejército es-
pañol.


Severidad
de Castaños.


Pedrezuela
y su mujer.


4~6
)) felicidad de la nacion.)) ¡Esto decia España en 1811 !


•A la derecha de lord Wellington don Francisco Javier
Castaños con el 5° ejército, y auxiliado por las tropas del
general Hill, dió no poco que hacer á los franceses.


Aunque se extendía el mando de aquel jefe al 6° ejér-
cito, y después comprendió también el del 7°, su autori-
dad inmediata aparecia por lo comun solo en Extremadura
y puntos vecinos. Mostróse Castaños allí riguroso con de-
sertores, infidentes y otros reos, lo que desdecía de su ca-
rácter al parecer blando. Bien es verdad que hubo ocasion
en que ejerció la justicia contra delincuentes, cuya con-
ducta estremece aun y pone espanto. Fué horrible el caso
de José Pedrezuela y de su mujer María Josefa del Valle.
Barba el primero algun tiempo del coliseo del Príncipe de
Madrid, fíngióse comisionado regio del gobierno legítimo,
y desempeñó el supuesto cargo en Piedraláves y Ladrada,
pueblos de tierra de Toledo. Los habitantes y guerrillas de
la comarca le obedecian ciegamente en la creencia de ser
enviado por el gobierno de Cádiz, La ocupacion enemiga
daba favor al engaño. El Pedrezuela y su esposa fueron
convictos de haber condenado á suplicios bárbaros sin fa-
cultad ni debido juicio á mas de 15 personas. Ejecutaba
aquel las sentencias por sí mismo, ó las hacia ejecutar
á media noche en un monte ó heredad, cosiendo á sus


1
víctimas á puñaladas, ó matándolas de un fusilazo en el
oido. Iba á veces la muerte acompañada de otros horrores,
y si bien se probaron solo trece asesinatos, se imputaban á
los reos fundadamente mas de sesenta. La mujer, hembra
de ferocidad exquisita, condenaba en ausencia del marido y
superaba á este en saña y encarnizamiento. Querían coho-
nestar sus crueldades con el patriotismo, y sacrificaron á
varios sugetos respetables, entre otros á don l\1arcelino
Quevedo, asesor de las guerrillas de la provincia de Toledo.




427


Alucinados así los pueblos y contenidas por el respeto que
tributaban al gobierno legítimo, se sometieron al pseudo-
comisionado por espacio de tres meses. Descubierta á lo úl-
timo la falsía y enredo, dióse órden de prender á matrimo-
nio tan sanguinario y bien apareado, y mandó Castaños
formarles causa. Vista esta, condenaron losjueces almari-
do á la pena de horca, y á ser en seguida descuartizado; á
la mujer á la de garrote. Ajusticiáronlos 1'19 de octubre en
Valencia de Alcántara. Digno castigo, aunque tardío, de
tamaños crímenes.


Si no de color mas subido, eran tambien sobrado feos los
que se achacaban á don Benito María de Ciria, capitán re·
tirado y actual corregidor del rey José en Almagro. Llamá-
banle el Neron de la Mancha. Octuvo tal nombre por las
extorsiones que causó. por los varios inocentes que llevó
al cadalso. Le prendió el 29 de setiembre cerca de aquella
ciudad el capitan don Eugenio Sanchez, al tiempo que su
jefe el sargento mayor don Juan Vaca, de la partida ó sean
húsares francos de don Francisco Abad (Chaleco), atacaba
la guarnicion enemiga, la deshacia y tomaba bastantes pri-
sioneros. Un consejo de guerra reunido por Castaños con-
denó á Ciria á la pena de garrote, ejecutada el 25 de oc-
tubre en el mismo Valencia de Alcántara. Pero apartemos
los ojos de escenas tan melancólicas, deplorables efectos de
disensiones civiles.


Otros hechos verdaderamente nobles y sin rastra de
duelo realizábanse entre tanto por aquellos pasajes. No
nos detendrán los muchos y diversos de las guerrillas,
aunque sí merece honrosa mencion el partidario don An-
tonio Temprano, que el 8 del citado octubre á las puertas
mismas de Talavera libertó al coronel inglés J. Grant, cogi-
do antes prisionero en el .Aceuche.


Combate de mayores resultas y muy glorioso pasará á


El corregidor
Ctría.


Temprano
el partidario.




428
Combmanse pam delinear nuestra pluma. Habian los enemigos tratarlo de es-


una empresa
enExrremadura trechar el corto ámbito que ocupaba el ¡So ejército en Estre-ingleses 4


y españoles. madura, con la mira de privarlede los limitados recursos que
sacaba de allí, y aumentar los suyos propios, tambien
harto cinscunscriptos. Con tan doble objeto colocóse en
Cáceres y se extendió hasta las Brozas el general Girard
asistido de una columna de 4000 infantes y 1000 caballos,
perteneciente al ¡So cuerpo francés que seguia bajo el gene-
ral Drouet enseñoreando las márgenes de Guadiana. Esta
operacion habíanla los franceses diferido, recelosos de em-
peñar choque no solo con los españoles, sino igualmente
con los anglo-portugueses de Hill. Mas la inmovilidad de los
últimos metidos allá en el Alentejo sin ayudar á los nues-
tros, dió aliento á los enemigos para extenderse por los pun-
tos arriba indicados. Hambreando de ese modo á losespaño-
les, y no pudiendo la junta de la provincia establecida en
Valencia de Alcántara ni siquiera suministrar las masindis-
pensables raciones, acudió don Francisco Javier Castaños
á lord Wellington y le propuso un movimiento en union
con las tropas aliadas.


Accíon gloriosa Accedió el general inglés á los deseos del español, y en
de


Arroyoruotinos, consecuencia marchó Hill la vuelta de nuestra Extremadu-
ra. Tomó este consigo la mayor parte de su fuerza, que
segun dijimos ascendía á 14000 hombres, y el 25 de octu-
bre asomó ya por Alburquerque. Se le juntó el 24 en Ali-
seda don Pedro Agustin Jiron , segundo de Castaños y co-
mandante de la columna destinada ó obrar con los ingle-
ses, la cual se compouia de ¡SOOO hombres distribuirlos en
2 trozos á las órdenes inmediatas del conde de Penne Vi-
llemur y de don Pablo ñlorillo.


Continuando en Cáceres la fuerza principal de Girard,
tenia destacamentos en algunos, pueblos y señaladamente
500 caballos en Arroyo del Puerco, los cuales se recogie-




429
ron el 25 á Malpartida por avanzar Penne Villemur con la
cabalJería española. Quisieron los aliados atacarlos en aquel
pueblo, mas los enemigos se replegaron á Cáceres, cuya
ciudad tambien abandonó el general francés dirigiéndose
á Torremocha.


Prosiguieron los nuestros su camino y el 27- se reunie-
ron todos en Alcuescar, en donde supieron cop admira-
cion que Girard se mantenia en Arroyomolinos, distante
una legua corta. Pendía la confianza de los franceses de
la persuasion en que siempre estaban de que el inglés no
se meteria muy adentro en España, y tambien de la fideli-
dad con que los habitantes guardaron el secreto de nues-
tra marcha.


Hill, que mandaba enjefe á los hispano-anglo-portugue-
ses, determinó entonces acometer, y á las dos de la ma-
drugada del 28 puso en movimiento todas las tropas. Di-
luviaba soplando recio viento, mas el temporal por dar á
los nuestros de espalda, fué mas bien favorable que con-
trario. Avanzando así en buen órden y calladamente, for-
máronse las columnas siendo todavía de noche en una hon-
donoda no léjos de Arroyomolinos.


Pertenece esta villa, distante de Cáceres seis leguas , al
partido de Mérida, y se apellida de Montanches por hallar-
se situada á la falda de la sierra de aquel nombre. Está co-
mo aislada y sin otras comunicaciones que pocas y penosas
subidas con malas veredas. Puestos los aliados en órden de
ataque en el sitio indicado .. moviéronse á las siete de la ma-
ñana para sorprender al enemigo. Una columna anglo-portu-
guesa con artillería mandada por el teniente coronel Stuart
marchó en derechura al pueblo: otra compuesta de la in-
fantería española bajo Morillo se encaminó á flanquear las
casas por la izquierda, y una tercera tambien de peones
anglo-portuguesa del cargo de Howard tomó por la dere-




450
cha y se adelantó á cortar los caminos de Mérida y Mede-
Hin, para de allí revolver sobre el francés y atacarle. Por
el diestro costado de esta última columna iban los jinetes
españoles y por el opuesto los británicos, algo retrasados
los postreros á causa de un extravío que padecieron en la
noche.


Ignoraba del todo Girard el movimiento y proximidad de
los aliados, manteniéndose hasta lo último los habitadores
inmudables en su fidelidad. Así fué que llegaron aquellos
sin ser sentidos, y en sazon que Girard emprendia su ruta
á Mérida. Una brigada al mando de Remond le habia pre-
cedido saliendo de Arroyomolinos antes de apuntar el
alba; mas la retaguardia con alguna caballería y los bagajes
aun se conserbaban dentro del pueblo. Cubria espesa nie-
bla la cima de la sierra, y marchaba Girard descuidada-
mente, cuando le avisaron se acercaban tropas. No pensa-
ba fuesen regladas, y menos inglesas. Figurósele que eran
partidarios, por lo que mandó apresurar el paso, y no de-
tenerse á repeler las acometidas.


Pero desengañado, grande fué su sorpresa y la de sus
soldados. Iíesintiéronse de ella al tiempo de pelear, pues
columbrarlos los nuestros, atacarlos y romperlos, cási fué
todo uno. Parte de la columna anglo-portuguesa que se
habia dirigido al pueblo, entró en su casco; el resto persi-
guió á Girard ya en marcha, quien en vano formó 2 eua-
dros, encerrados estos entre los fuegos de los que venian
de Arroyomolinos, y los de la columna de Howard que se
había antes adelantado á cortar los caminos. La caballería
española dio tambien sobre el general francés, y la llegada
de la inglesa á las órdenes de sir W. Erskine acabó de
trastornarle. Entonces aquel se salvó con pocos, trepando
por peñas y riscos, y se acogió á la sierra. Continuó el al-
cance J\'Iorillo por el puerto de las Quebradas hasta la altu-




451
ra que da vista á Santa Ana. El cansancio de la gente no
consintió ir mas allá. Tenia ya la pelea ventajosísimo y
honroso resultado. Perdieron los enemigos 400 muertos
y heridos, entre ellos al general Domhrouski ; quedaron
prisioneros el general Brun, el duque de Aremberg, el jefe
de estado mayor Idri, gran número de oficiales y 1400
soldados, cabos y' sargentos. Se cogieron ~ cañones y un
ohus , el tren, ~ banderas, una por los españoles, otra
por los anglo-portugueses; muchos fusiles, sables, mo-
chilas, caballos: el bagaje entero. Desapareció en fin aque-
lla division, excepto contados hombres que acompañaron
á Girard, y la brigada de Remond que, como habia salido
con anticipacion de Arroyomolinos, ni tomó parte en el
combate, ni tuvo de él noticia hasta llegar á Mérida. Acre-
cióse la satisfaccion de los aliados en vista de la poca gente
que perdieron: 71 hombres los anglo-portugueses, unos
50 los españoles. Obraron todos los jefes muy unidos y con
destreza y tino: cierto que los nuestros, Jiron, Morillo y
Penne seüalábanse , el primero en el dirigir, los otros en
el ejecutar. Gran terror se apoderó de los franceses. Bada-
joz permaneció cerrado dos días y dos noches, muy vigila-
dos los vados del Guadiana, y recogidos los destacamentos
sueltos en los parajes mas fuertes. Penne Villemur llegó á
l\'Iérida, trás de él Hill, en donde ambos se mantuvieron
hasta que volviendo en sí Drouet y avanzando, se retiraron
los españoles á Cáceres, y los anglo-portugueses á sus an-
tiguos acantonamientos.
~Ias si por la derecha de lord Wellington habia cabido


tal fortuna y gloria, no acaeció lo mismo por la izquierda
en Galicia y Asturias, yendo las cosas allí muy de caída.
Don Francisco Javier Abadía, prudente en un principio y
cuerdo, cambió despues de conducta. Trató de dar nueva
organizacion á su ejército sin motivo fundado, y alterando


Otra vez
el 6° ejército.


Medidas
desacordadas


de Abadia,




Invaden
de nuevo los


franceses
,¿Asturias.


452
la actual mudó jefes, oficiales, sargentos, cabos, solda-
dos; trasladólos de unos cuerpos á otros, confundiólo to-
do; y á punto que resultó, hasta en los uniformes, mezcla
rara de colores y variedades l yeso en presencia del ene-
migo. Liviano porte, ageno de la reputacion militar de que
gozaba aquel jefe, haciéndose así mas dolorosa la remocion
súbita y poco meditada de Santocildes. Representé contra
la organizacion nueva el jefe de estado mayor ~Ioscoso,
mas inútilmente. Sostuvo el capricho y la tenacidad lo que
al parecer habia dictado la irreflexion. Notóse tambien que
Abadia en vez de presenciar el planteamiento de su obra,
ausentóse á tomar baños l pasando despues á la Coruña.En
su lugar envió al marqués de Portago, hombre de sana in-
tencion pero de limitada capacidad, originándose de tan
indiscretas, mal dispuestas reformas y providencias que no
saliese del Vierzo el ejército, ni asomase á sus antiguas
estancias para inquietar al enemigo y distraerle de otras
excursiones.


Viendo los franceses la mucha inaccion l y persuadidos
de que á lo menos durante el invierno no se moverian de
Portugal los ingleses, pensaron en invadir de nuevo á As-
turias, ya para tener mas medios con que sustentar su ejér-
cito, ya porque agradaba al general Bonnet tornar adonde
él campeaba con mayor independencia que bajo Drouet en
Castilla. Alentaba también á ello el haber Abadía sacado de
Asturias tropas aguerridas y enviado otras menos discipli-
nadas.


Que iba Bonnet á entrar en aquel principado, sonru-
gíase por todas partes l y el jefe de estado mayor l\'Ioscoso
enderezóse á Oviedo á marchas forzadas, si no para evitar
el golpe, al menos para disponer con órden la retirada de
nuestras tropas y disminuir el desastre.


En Asturias mandaba como antes don Francisco Javier




455
Losada: tenia á su cargo la 18 t.livision del t)0 ejército, re-
compuesta ó trastrocada segun el nuevo arreglo de Abadía.
No habia por eso el don Francisco dejado de tomar duran-
te su gobierno medidas militares bastante oportunas. En
la puente de los Fierros habia levantado algunas obras de
campaña, y colocado allí y en los puntos mas fuertes de
la avenida de Pajares una de sus secciones al mando de don
l\Ianuel Trevijauo.


El general Bonnet no solo pensó en acometer al princi-
pado por dicho puerto, sino tambien por el de Ventana,
mas al occidente. Contaba para su expedición con 12000
hombres " que dividió en ~ trozos. El principal mandáhalo
Bonnet mismo, y se encaminó á Pajares, el otro lo regia
el coronel Gauthier.


Informado Losada del plan del enemigo, trató de bur-
larle, poniendo en movimiento de antemano sus tropas
sobre el Narcea ; pues de este modo impedia le cortasen
los franceses la retirada hácia Galicia. En consecuencia el
5 de noviembre, dia en que se presentó Bonnet delante
de la puente de los Fierros, no se hizo en ella otra resis-
tencia sino la suficiente para'ocultar lo proyectado; cuyo
éxito rué tan feliz, que el 7 reuniéndose todas las tropas en
Grado, marcharon sin detenerse á tornar puesto en las al-
turas del Fresno, y cubrir el paso del Narcea. La celeridad
y buen órden con que se ejecutó la maniobra destruyó los
intentos del enemigo, no siéndole dado á Gauthier ponerse
á nuestra espalda: al bajar del puerto de Ventana, tuvo
que contentarse con perseguir á los españoles , y alcanzó
en Doriga la retaguardia; de donde repelido cejó en breve,
pensando ya solo en darse la mano con Bonnet que habia
entrado-en Oviedo. Acompañaban á Losada don Pedro de la
Bárcena , restablecido de anteriores y honoríficas heridas,
y don Juan Moscoso: la presencia de ambos en la retirada


TOllo 111. 2~




,1,54


favoreció la diligente actividad del primero. Artillería, mu-
niciones, efectos pertenecientes aI ejército y real hacienda,
todo se salvó, embarcándolo en Jijon ó transportándolo
pOl' tierra, Los vecinos de la capital del principado, como
los moradores de todos los pueblos, abandonaron por lo
general sus casas: daban el ejemplo los pudientes, siendo
aquella provincia una de las mas constantes en su adhe-
sion á la causa de la patria, y de las que mas prodigaron
la sangre de sus hijos y sus caudales.


Dolióle amargamente á Bounet entrar en Oviedo y ver la
ciudad tan solitaria, porque si bien los asturianos le ha-
bian acostumbrado á ello, esperaba que los trabajos y el
tiempo comenzarían ya á domeñar ánimos tan inflexibles.
Pesóle no menos encontrar vacías las fábricas de armas y
los almacenes; lo cual le embarazaba para suplir los me-
nesteres de su tropa, y emprender otras operaciones.


Sin embargo trató de probar fortuna, y ohligó á Gau-
tbier á revolver inmediatamente sobre los españoles. Losada
juzgó entonces prudente retirarse aun mas allá del Narcea,
y el francés llegó á Tineo el 12 de noviembre, IUantúvose
allí muy poco, porque combinando nuestros jefes un mo-
vimiento, atacóle Bárcena con una seccion y le forzó á re-
troeeder. Tambieu Abadía quiso amagar por Astorga y el
Orbigo para divertir la atencion de los frauceses de Astu-
rias; pero la idea no tuvo resulta dejándose para mas ade-
lante. A pesar de eso Bonnet apenas poseyó esta vez en el
principado otro terreno que la línea de Pajares á Oviedo,
plles por el ocaso fuéronle estrechando sucesivamente Lo-
sada y Bárcena, y por el oriente dou Juan Diaz Porlier.


7· ejército. Este caudillo y todos los que mandaban las divisiones y
cuerpos francos de que constaba el 7° ejército, hicieron
por el mismo tiempo guerra continua al enemigo desde
Asturias hasta la Navarra inclusive. La composicion de las




45;;


tropas de aquel distrito no era uniforme, ni para obrar á
la vez en linea: no lo permitian las circunstancias del país
en que se lidiaba, como tampoco lo vario del origen de la
gente y la independencia tan necesaria entonces de sus (lis-
tintos comandantes. Don Gabriel de lUendizábal, general
en jefe elegido meses atrás, apareció allí en el verano. No
se puso al frente de ninguna division ni cuerpo especial.
Becorriólos todos empezando por el de Portier alojado co-
munmente en Pótes , montañas de Santander, y acabando
por el de Merino en Burgos, y el de Mina en Navarra. La
presencia del don Gabriel alentaba á los pueblos, en par-
ticular á los de Vizcaya, de donde era natural. Algunas
operaciones se ejecutaban con su anuencia; otras sin ella, y
solo por direcciou de los mismos jefes. Húholas señaladas.


Desde junio había organizado mejor y aumentado Por-
lier su fuerza. que pasaba de 4000 hombres. Había tambien
acopiado en la Liébana 8000 fanegas de trigo y muchos
otros bastimentos, para lo cual teniendo que recorrer la
tierra é internarse en Castilla, hubo de marchar dia y no-
che, burlar con ardides al enemigo, y combatir bizarra-
mente en peligrosos reencuentros. Hechas estas correrías
preliminares y necesarias, revolvió en agosto sobre San-
tander, y atacó el 14 la ciudad y los fuertes de Solía, Ca-
margo, Puente de Arce y Torre la Vega; porque aquí, á
semejanza de las demas partes, habian los franceses forta-
lecido cási en cada pueblo algun grande edificio, ó mejorado
fuertes antiguos. Mandaba en Santander Rouget; y rom-
piendo Porlier el fuego por el sitio de los Molinos de Vien-
to, colocóse el general francés á la cabeza de la guarnicion
compuesta de ;;00 hombres, la cual acorralada en las calles
y las casas, quiso en vano sostenerse; y destrozada, con tra-
bajo se salvaron de ella 100 hombres y el jefe. Al mismo
tiempo o sucesivamente atacaron los de Porlier los demás


Le manda
MendizábaI.


Porlter.


Entra
en Santander.




non .JIPHI JJUIH~Z
C,Ullpillo.


J..onga,
d Pastor y


Merino.


Milla.


456
puntos arriba indicados, y se apoderaron de Solia, Puente
de Arce y Camargo, cuyos fuertes arrasaron. Mantuvieron
Jos contrarios el de Torre la Vega. La pérdida de estos en
las diferentes acometidas pasó de 400 hombres, sin incluir
muchos prisioneros, algunos de ellos oficiales de gl'adua-
ciou. Recogieron asimismo los nuestros abundante botín,
y estuvieron por cierto tiempo enseñoreados de eási toda
la provincia de Santander. Tuvo Iíouget que aguardar re-
fuerzos antes de poder tornar á la ciudad, que evacuaron lue-
go los españoles sin detenerse, inferiores en número, á ha-
cer resistencia.


Ademas dispuso Porlier que don Juan Lopez Campillo,
que maniobraba desde la carretera del Escudo hasta las
provincias Vascongadas, fuese engrosado con cuadros ins-
truidos por Henovales, y que ascendían ¡¡ 800 hombres.
Así se distrajo al enemigo, y Campillo consiguio el 26 de
setiembre ventajas cerca de Valmaseda. Lo mismo don
Francisco de Langa en diversos ataques, especialmente el
'2 del mismo mes en la Peña Nueva de Orduña; dando uno
y otro, con el Pastor y mas jefes, mucho en que entender
JI general Gaffarelli que allí mandaba Langa Iué quien por
lo cornun acompañó á Mendizáhal en sus viajes, y en di-
ciembre se avistaron ambos con Merino en tierra de Bur-
gos. Unidos los tres, redoblóse el celo de los pueblos, y
se llamó grandemente hácia Castilla la atencion de los fran-
ceses: diversion que servía al inglés en Portugal, y á los
caudillos españoles que gobernaban en los puntos inme-
diatos.


No necesitaba ]}1ina de tales ejemplos para proseguir por
el camino espinoso y de gloria que habia emprendido. Ví-
mosle maniobrando en Aragon para ayudar á Valencia, y vi-
mosle alcanzar victorias y embarcar sus prisioneros en el
Golfo de Vizcaya:ahora al cerrar del año hizo mansion en




457
Navarra, mas desembarazada de tropas enemigas á causa de
las que habíancorrido en socorro de Aragon, Valenciay Cas-
tilla. Respiró por tanto Mina momentáneamente en cuanto á
ser perseguido, sin que por eso dejasen de afligirle otros cui-
dados. En Pamplona había el francés acrecido sus rigores
y poblado las cárceles y conventos con los padres, parien-
tes y familias de los voluntarios que servían bajo las ban-
deras de la patria, ahorcando á Hnos y conduciendo á otros
á Francia desapiadadamente. Mina con razon airado dió en Decreto suyo de


.. b d - h li represalias.14 de diciem re un ecreto en que anuncia a represa I<JS
terribles. Decia en el preámbulo: * « Ni los sentimientos de (' A¡¡. n, 3.)
» humanidad, ni las leyes de la guerra admitidas entre los
» militares civilizados, ni la conducta generosa de los vo-
» Juntarios de Navarra han contenido el espíritu sanguina-
» rio y desolador de los generales franceses y autoridades
)) intrusa"; ..... no se da un paso sin oir tristes alaridos
» causados por la tiranía. Navarra es el país del llanto y
» amargura; se vierten lágrimas continuas por la pérdida de
» sus mejores amigos: padres que ven á sus hijos colgados
» en una horca por su heroicidad en defender la patria; estos
» á sus padres consumidos en la prision, y por último espiral'
J) en un palo sin mas delito que ser padres de tan valientes
» defensores, Continuamente be pasado á los generales fran-
» ceses de Navarra los oficios mas enérgicos, capaces de re-
J) primirlos y hacerlos entrar en el órden: no be perdonado
) diligencia alguna para reducir la guerra á su debida com-
) prension; estoy justificado de mis procedimientos .....
» Para colmo..... de la iniquidad francesa y perfidia de al-
J) gunos malos espaüoles , he visto 12 paisanos afusilados
» en Estella , 16 en Pamplona, 4 oficiales y 58 voluntarios
» pasados por las armas en dos días..... » Después en el
primer artículo. (1 Declaraba guerra d muerte y sin cuartel
)) á jefes y á soldados, incluso el emperador de los france-




Sucesos
militares en


Valencja.


458
)) ses. » Eran los otros artículos del propio tenor. En uno
de ellos tamhien se consideraba á Pamplona en estado de
verdadero sitio, y proclamábansede consiguiente varias re-
soluciones. Injusto y aun sañudo pareeeria este decreto á
no haberle provocado sobradamente las crueldades inaudi-
tas del enemigo. La ejecucion correspondió á la amenaza, y
mas adelante tuvieron los franceses que entrar en razono


Así corrian por acá las cosas: tristes eran las que se pre-
paraban en Valencia. Dejamos aquí al principiar noviembre
amhos ejércitos, español y francés , fronteros uno de otro
en las opuestas orillas del Guadalaviar ó Turia. Ocupaban
los enemigos en la izquierda cási dos leguas de extension,
y fortificaron su linea con ohras defensivas. En la derecha
habían los españoles aumentando las suyas despues de las
anteriores tentativas de los franceses contra Valencia, de
cuya ciudad dimos breve idea cuando hablamos del primer
sitio de 1808. Habían ahora los nuestros cortado los puen-
tes de la Trinidad y Serranos, dos de los cinco de piedra
que cruzan el rio , de cauce este no muy profundo, y san-
grado además para el riego por muchas acequias. Conserva-
ron los españoles por algunos dias en la izquierda del
Gnadalaviar unas cuantas casas, el colegio de San Pio V,
Y el convento de la Trinidad: levantaron en los puentes no
destruidos varias obras, y derribaron para facilitar la de-
fensa el suntuoso palacio llamado del Real. En el recinto
principal y antiguo se hicieron algunas mejoras; pero se
atendió con particularidad á construir un terraplen de dieci-
seis pies de alto y otro tanto de espesor, con flancos y foso,
que empezaba al oeste junto al rio en frente del baluarte de
Santa Catalina, y continuaba exteriormente por Cuarte,
abrazando el arrabal de este nomhre y los de San Vicente
y Iluzafa hasta Monte Olivete , en donde se levantó un re-
ducto. De aquí al mar se practicaron cortaduras, y se fa-




459
bricaron escolleras, fortaleciendo tambien el lazareto al
embocadero del rio. Por el otro extremo, via de Maniscs, se
establecieron parapetos y otras fortificaciones de campaña
no cerradas. Sin embargo de tales obras estaba Valencia
léjos de haberse convertido en una plaza respetable. Figu-
raban mas bien aquellas la imágen de un campo atrinche-
rado , y ese fué el objeto que se llevó al realizarlas. Y con
razon advirtieron los inteligentes que para ello se habian
desaprovechado muchas de las ventajas que ofrecía el ter-
reno, porque ni se dispuso inundar debidamente los cam-
pos con las aguas de riego, ni tampoco se rohustecie-
ron varios conventos y edificios por allí esparcidos, cuya
solidez se acomodaba muy mucho al establecimiento de
una cadena de puntos fortificados.


Considerada de este modo la defensa, hallábase la clave
de ella á una legua de Valencia en Manises, sitio en que
yacen las compuertas de las acequias mayores. Tenia en
dicho punto don Nicolás Mahy su cuartel general, y en el
y en San Onofre estaban las divisiones de Villacampa y
Obispo, permaneciendo apostada á la izquierda, y algo
detrás, en Aldaya y Torrente. la caballería. Por 13 derecha
en Cuarte se situaba la otra división del mismo general á
las órdenes de don Juan Creagh. En el pueblo de Mislata
alojáhase la de don José Zayas; y próximo á Valencia la
de Lardizábal, Se mantenía en el .IUonte Olivete la de l\'[j-
randa; componiendo la totalidad de las tropas unos 22000
hombres. Proseguían guardando los puntos hasta el mar
guerrilleros y paisanos. Recorrían la costa barcos caüone-
ros españoles y buques de guerra aliados.


No se descuidó Suchet por su parte en afianzar más y
más desde el puerto del Grao hasta Paterna su línea, que
podía llamarse justamente de contravalacion. Proponíase
en ello no solo enfrenar los ataques del ejército de Valen-




440
cía y de cualesquiera partidas que se descolgasen ,1t': lo in-
terior, sino también conservar con menos gente su están-
CÍ!:! para tener disponible mayor número de tropas, llegado
el caso de obrar ofensivamente. Por lo mismo y ansioso de
despejar toda la orilla izquierda, pensó antes de nada en
arrojar á los españoles de las casas y edificios que allí ocu-
pahan. Costóle bastante, habiéndose defendido los nues-
tros con grande empeüo , sobre todo en el convento de
Santa Clara, que no evacuaron hasta que el enemigo,
abierta brecha con sus hornillos, se preparaba al asalto. En
lo demás apenas se hizo durante mes y medio otra demos-
tracion hostil por ambas partes que fuego de artillería
gruesa.


Blake llamó aun hacia el reino de Valencia mas fuerza
del ¡'jeT ejército, de cuyas tropas quedaron con eso ya muy
pocas en la frontera de Granada. Las que ahora se alejaron
componianse de unos 4000 hombres á las órdenes de don
Manuel Freire, quien se dirigió primero á Requena, punto
amagado por d'Armagnac de vuelta en Cuenca. Antes ha-
hia destacado Blake hácia aquella parte á don José Zayas
con mas de 4000 hombres, por lo mucho que importaba
cubrir flanco de tal entidad. Entró el último en la mencio-
nada villa el 28 de noviembre. A su vista se retiraron los
enemigos, temerosos también de las tropas del 5er ejército,
que habían ya llegado á Hiniesta. Adelantóse en seguida
Freire á Requena, é hizo allí alto. Zayas entonces restitu-
yóse á su antigua posicion de 1\lislata, y la ocupó otra vez
el 2 de diciembre.


Fuera de eso no pensó Blake en incomodar al enemigo,
ni en fomentar guerrillas por la espalda y flanco; siendo así
que algunas se habían mostrado en Nules , Castellon de la
Plana y ViIlareaI. Desentendiese por lo general de cualquie-
ra otro linaje de pelea que no fuese la reglada y puramente




441
militar; de suerte que no hubo eu Valencia en favor de la
defensa aquel ardor que se notó en las ocasiones pasadas.
Entibiábase por el despego del jefe hacia el paisanaje y su
sobrada y cási exclusiva confianza en las tropas de línea.


Se desvivía en tanto Suchet IJor la tardanza de los refuer-
zos que debían llegarle, sin los cuales juzgaba imprudente
arremeter á los españoles en sus atrincheramientos, y difi-
cil encerrarlos dentro de la ciudad. Cuantos mas días pa-
saban, mas crecia el desasosiego del mariscal francés , por
el tiempo que se daba á Blake para fortalecerse, y huelgo
á los naturales para rebullir y empezar por sí solos una
guerra popular y destrucctiva.


Pero en medio de tan justos recelos. imposible se le ha-
cia á Suchet acelerar el momento de la acometida. Dirigíase
su plan á embestir nuestra izquierda y envolverla por flan-
co y espalda, amagando al propio tiempo nuestro centro
y derecha. La ejecucion requeria prévio y detenido examen,
mayormente cuando no se trataba de presentar batalla en
descampado, modo de combatir tan ventajoso para los fran-
ceses, sino de romper por medio de atrincheramientos, ace-
quias y vallados, en donde pudiera su tropa recibir leccion
rigurosa y de consecuencias muy fatales.


Han motejado algunos á Blake por haber permanecido
quieto con el ejército en los alrededores de Valencia. en
Jugar de ir á buscar al enemigo ó de retirarse á otros pun-
tos. Parécenos en esta parte la acusaciou injusta. Lo que
mas importaba era conservar aquella ciudad de muchos re-
cursos, de nombradía y grande influjo. Aventurar una ac-
cion exponía los muros valencianos á inminente riesgo; ale-
jarse, los descubría. Y en tanto que se consideró á nues-
tro ejército bastante numeroso y fuerte, ya que no para
batallar, á lo menos para defender las líneas ,debieron sus
soldados mantenerse en ellas, como poderoso y eási único




44~
medio de impedir la conquista. Varió el caso, cuando au-
mentadas las tropas francesas, pudieron rodear á las nues-
tras y bloquearlas.


Acabaron aquellas de engrosarse despues de promediar
diciembre. Napoleon, que deseaba dar un golpe y ganar
terreno en España para imponer respeto en el norte de Eu-
ropa ya conmovido, determinó que no solo la división de
Severoli , sino tambien la de Reil1e acudiesen á Valencia y
se pusiesen bajo el mando de Suchet, la última momentá-
neamente; debiendo en el intermedio ser reemplazada en
Navarra y frontera de Aragon con tropas de la division de
Caffarelli, si bien este harto afanado en Vizcaya. Severoli
y Reille trajeron consigo cerca de 14000 hombres. Llega-
ron á Segorbe el ~4 de diciembre, y en la noche del 25
empezaron á incorporarse al ejército de Suehet , quien juntó
entonces unos 54000 cornbatientes ; ~644 de caballería;
excelentes tropas, muy aguerridas.


No se limitó Napoleon al envío de las citadas divisiones;
insistió tambien en que d'Armagnac, del ejército del cen-
tro, continuase en amagar por Cuenca, y mandó ademas
que lUarmont destacase del de Portugal una fuerte colum-
na que, atravesando la l\Iallcha, cayese á l\lurcia.
P~~a~~f~~~rel Tan reforzadoya el mariscal Suchet y sostenido, decidió


el 26 d~r:'iciem- poner en práctica su primer plan de atacar la posicion es-
pañola por la izquierda. Verificólo en efecto el ~6 de di-
ciembre, pasando por Biharoja el Gnadalaviar. Habia pre-
ferido este punto con la mira de cruzar el rio agua arriba
de Manises, de no enmarañarse por el laberinto de las ace-
quias , y de evitar cualquiera inundacion apoderándose de
las compuertas.


Durante la noche los enemigos echaron tres puentes:
protegieron á los trabajadores ~oo húsares, que, llevando
en las ancas á unos cuantos soldados de tropas ligeras, va-




415
dearon el rio y ahuyentaron los puestos españoles. Por la
mañana el primero que atacó en lo mas extremo de nuestra
izquierda fué el general Harispe. Precedíale caballería, que
tropezó con lade don Martin de la Carreraháeia Aldaya, en-
tre la acequiade Manises y el barranco de Torrente, en me-
diode garroteros y olivos. Nuestros jinetes rechazaron á los
contrarios, y el soldado del regimiento de Fernando vn
Antonio Frondoso, hombre esforzado, hirió y dejó en el
campo por muerto al general Boussard , en cuyo derredor
perecieron defendiéndole un ayudante suyo y varios húsa-
res. Mas rehechos los enemigosarremetieron de nuevo con
superiores fuerzas, y recobraron á Boussard. Vióse enton-
ces obligado don Martin de la Carrera á retirarse, tomando
la dirección de Alcira. Cási al mismotiempo embistió el ge-
neral Musnier á Manises y San Onofre , de donde se alejó
don Nocolás Mahy, después de corta defensa, en busca
tambien del Júcar por Chirivella.


AdvertidoBlake del ataque salió de Valencia, y á las diez
de la mañana estando á medio camino de Mislata recibió
noticia de JUahy, pintándole su apuro y pidiendo instruc-
ciones. La línea en aquella sazon estaba ya por todas par-
tes acometida ó amenazada. Zayas en lUislata andaba á las
manos con la division de Palombini. Acudió por órden de
l'Iahy á socorrerle desde Cuarte Creagh con alguna gente;
mas Zayas no necesitando de aquel auxilio, mayormente
por esperar de Valencia 2 batallones, le despidió y guardó
solo .2 obuses, defendiendo con brio Sil posiciono Nuestro
fuego aquí fué tan vivo y acertado, que desordenó la bri-
gada enemiga de Saint Paul, y la arojó contra el Guadala-
vial'. En vano Palombiniquiso rehacerla, amenazandoigual
suerte á la otra suya de Balathier. Asegurada pues parecía
de este lado la victoria, si no la inutilizaran el descuido y
flojedad de que se adoleció en las otras partes.




444
Porque adelantando Harispesobre Catarroja, y posesio-


nado ¡"Iusnier de ~Ianises y San Onofre, vinieron algunos
cuerpos enemigos sobre Cuarte , y venciendo los primeros
atrincheramieutos obligaron á las tropas que guarnecían
el pueblo á evacuarle. Volvia Creagh entonces de su ex-
cursion á Mislata, y á pesar de sus esfuerzos y de los de
don José Perez al frente del bataIlon de la Corona, no se
pudo contener el progreso de los franceses, teniendo al
cabo los nuestros que retirarse. Se distinguieron aquí el
cuerpo que acabamos de citar, el de tiradores de Cádiz, de
Burgos, Princesa y Alcázar de San Juan con sus respecti-
vosjefes. Los enemigos cada vez mas impetuosamente car-
gaban, pues llegando á la sazon el general Reille marchó
en la dirección de Chirivella , y favoreció las operaciones
de Harispe y de Musnier. Inútilmente quisieron los espa-
ñoles hacer rostro en dicho pueblo, y defender la posicion
cubierta COII unas flechas. Los enemigos los arrollaron, y
con eso salió de ahogo Palombini, viéndose Zayas obligado
á desamparar su estancia.


Anhelaba Suchet envolver todo el ejército español, y
acorralarle en Valencia, por lo que puso todo su conato en
que la division de Harispe llegará pronto á Catarroja. En-
tonces yendo ya los nuestros de retirada, corrió el maris-
cal francés á Chirivella con riesgo de ser cogido prisionero.
Habíase allí. apeado y subido al campanario. Solo le acom-
pañaban sus ayudantes con pequeña escolta. Y cuando
atento atalayaba aquel una y otra orilla del Turia, acercó-
se al pueblo un batallon español, dando indicio de querer
penetrar por las calles. Al instante los pocos franceses qur.
habia se pusieron en ademan de defender á su jefe, y apa-
rentando ser muchos, engañaroná los nuestros que pronto
se alejaron.


Por Sil parte don Joaquin Blake anduvo lento y escaso




en tomar medidas. Los batallones que de Valencia debian
reforzar á Zayas llegaron tarde, y tampoco huho provi-
dencia notable que enmendase en algo el precipitado re-
pliegue de 11lahy , ó que contribuyese á prolongar la resis-
tencia en Chirivella.


Los generales españoles al retirarse tomaron cada uno Mahy con parte
el rumbo que les permiti6 su respectiva situacion. Dicha troJlasd~~a;elira


. a!Jucar.Iué que Suchet no lograse estrecharlos á todos en Valencia.
Don Nicolás Mahy, con Creagh, Carrera, Villacampa y
Obispo, se separaron del grueso del ejército, y se encami-
naron á las riberas de Júcar. Blake con Zayas, Lardizábal B!ake


d I h d con lus otras áy l\'liran a encerróse en os atrinc eramientos exteriores e Valencia.
la ciudad, que se dilataban desde enfrente de Santa Catali-
na hasta ll'Ioute Olivete.


EIl este punto Hahert , encargado de pasar por allí el rio Acordonan
los franceses


cerca del desaguadero, lo habia conseguido dííicultosamen- la ciudad.
te, costándole afan y horas alejar por medio de sus bate-
rías en el Grao los barcos cañoneros españoles , y los bu-
ques de guerra aliados. Solo á las doce del dia cruzó el
Guadalaviar por un puente que echó casi á la boca. Apode-
róse después del Lazareto, y arrolló con facilidad el pai-
sanaje. Miranda situado en Monte Olivete apenas tomó
parte en la pelea. Pisado que hubo el general Habert la
orilla derecha, anduvo solícito en extenderse y darse la
mano con las otras tropas de su nacion que habían forzado
la izquierda de los españoles. Ponían en ello los franceses
grande ahinco, queriendo que no se les escapase el gene-
ral Blake, ya que Mahy lo habia conseguido. Por la noche
completaron el acordonamiento de Valencia, y cortaron la
cornunicacion con el camino real de lUadrid, y el que cor-
re por el istmo entre la Albufera y el mar, desconocido
antes al enemigo.


Perecieron en aquel día de cada parte 000 á 600 hombres.




446
Ademas cogieron los franceses algunos prIsIOneros y ca-
ñones. Recibieron los enemigos el principal daño en Sil
acometida contra Zayas y Creagh, en donde perdieron 40
oficiales.


Reflexiones. Esta jornada provocó severa critica contra la conducta de
don Joaquin Blake: deíeudiéronle sus apasionados, impu-
tando la culpa de la desgracia á don Nicolás l\1ahy. Ambos
generales tuvieron en ella parte; pero mayor fué la del
primero. Faltó el último en no haber sostenido con mas
empeño su posicion, y en haber algun tanto desguarnecido
á Cuarte, queriendo siu necesidad auxiliar á Zayas. Pecó y
mucho don Joaquin Blake en no poner mejores tropas en
su izquierda, punto el mas flaco, y sobre todo en no haber
construido allí obras cerradas que no pudieran ser embes-
tidas de revés por el enemigo, para lo cual tuvo sobrado
tiempo en los dos meses que el ejército cási permaneció
inactivo. Consistió este descuido en no pensar Blake sino
en el frente, imaginándose que los franceses le atacarian
8010 de aquel lado. Error grave, y apenas creible, si no se
mostrara á las claras por el género de obras que construyó
abiertas todas.


Tambien vituperaron en l\Iahy sus censores que se hu-
biese retirado hácia el Júcar, y no recogídose en Valencia.
Dificil era conseguir lo postrero interpuesto el enemigo en-
tre Mislata y Cuarte , y derramado hasta Catarroja. Mas
aunque así no fuese, ¿qué suerte hubiera cabido á aque-
llas trepar metidas una vezen la ciudad? La misma que cu-
po á las de Blake en verdad harto lastimosa.


Este general, tan poco diligente y atinado el 26, mos-
tróse despues (menester se hace el confesarlo) aun mas
desatentado y flojo. Acordonada la ciudad no le quedaba
ya mas arbitrio para salir con honra y airoso sino salvar á
todo trance su ejército, é convertir á Valencia en otra Za-




447
ragoza. Veamos si empleó convenientes medios para alcan-
zar uno ú otro de ambos extremos.


Huhiérale sido todavía el 26 muy asequible libertar á su
ejército y sacarle de Valencia. Primero á la hora de medio-
dia , antes que Habert comunicase con Harispe, dirigién-
dose al istmo entre la Albufera y el mar: despues por la
noche, no preparado bastantemente el enemigo para dete-
ner una súbita irrupcion y salida de nuestras tropas. Así
opinaron los generales que juntó Blake , quien no obstan-
te decidió lo contrario, fundado en que siendo preciso dis-
tribuir de antemano víveres, hacíase imposible verificarlo
en tan breve espacio. Dejóse pues la partida para el dia si-
guiente. Renovó entonces Blake al anochecer el consejo de
guerra, cuyos individuos insistieron en el dictámen dado
la víspera de poner al ejército cuanto antes en salvo. Mas
oeurrióle al general en jefe otra dificultad. La artillería de
batalla permanecía en los atrincheramientos, y removerla á
deshora, como era indispensable para ejecutar de noche
la salida, parecíale imprudente y motivo de espanto al
pueblo. Así difirióse la operacion por segunda vez. En vis-
ta de lo cual, ¿á quién no admirará tal negligencia despues
de dos meses que hubo para precaver todos los casos? ¿ á
quién no tanta lentitud é incertidumbre delante de un ene-
migo tan activo como el francés '?


Por último fijóse la noche del 28 al 29 para efectuar la Vana tentativa
salida. Encargóse antes á don Cárlos Odonnell el cuidado el 2sd~a~~a~~lvar
d 1 1 ..d d ird d . su ejército.e a paza, asistí o e pocas tropas, con or en e capítu-
lar á su debido tiempo, consultando los intereses del vecin-
dario. El resto del ejérciLo, bajo don Joaquin Blake, debia
dirigirse por la puerta de San José y puente inmediato, y
salvarse penetrando por las líneas enemigas via de Burja-
sot , punto menos guarnecido de franceses, y terreno ya á
las cuatro leguas quebrado. Era el órden de la marcha el




448
siguiente. A la cabeza la división de don José de Lardizá-
bal , formando en ella vanguardia con Ull corto trozo el
coronel l\lichelena: luego don Joaquin Blake , la gente de
Zayas, bagajes y varias familias; detrás don José Miranda
y su tropa.
Ilr~I~1acc~:~I;,',~?ta Abrió pues lUichelena la marcha, y pasó entre Tendetes


ftlichelena. y Campanar: imitóle Lardizáhal, no encontrando al prin-
cipio ningun estorbo. El enemigo se mantenía tranquilo,
si bien algo cuidadoso por haber los nuestros explorado
en la tarde aquel sitio. Yendo adelante cruzaron ambos
jefes una acequia que habia primero, y llegaron tí la de
Mestal1a, en donde les escasearon tablones que facilitasen
el paso. Diligente Michelena no por eso se arredró, y des-
cubriendo un molino ó casa con comunicacion que daba á
entrambas orillas, trató de atravesar por allí. Tenían los ene-
migos apostado cerca un piquete, y preguntando ( ¿ quién
viver . respondieron los españoles en lengua francesa:
« húsares del 40 regimiento; » y prosiguió su camino con
brio. Por desgracia solo Michelena y su corta vanguardia
tuvieron tan laudable y valerosa resolucion. Lardizábal ti-
tubeó, y parándose detuvo el movimiento de lo restante del
ejército. Halláhase todavía Blake en el puente inmediato á
la puerta de San José, y no tomó partido alguno, aunque
vio el entorpecimiento que experimentaban sus columnas.
Impaciente Zayas propúsole continuar y dirigirse, toman-
do rio arriba, al pueblo de Carnpaüar distante menos de
media legua. Nada determinó el general en jefe.


Entre tanto Michelena caminando sin interrupcion tro-
pezó cerca de Beniferri con una patrulla enemiga, y para
que esta no diese aviso á los suyos se la llevó consigo pri-
sionera. Al atravesar los nuestros la mencionada poblacion
acaeció que algunos soldados de la artillería italiana que
estahan en las calles, notando lo silencioso y apresurado




449
del caminar de aquella tropa, tuvieron sospecha de que
eran españoles, y encerrándose dentro de las casas empe-
zaron á hacer fuego desde las ventanas, poniendo así en
arma el campo francés. No impidió eso á Michelena prose-
guir su ruta, con la dicha de llegar salvo por la mañana á
Liria.


Mas Blake fijo en el puente é irresoluto, sin escuchar en
su atamiento consejo alguno, despues de permanecer in-
moble por un rato, temiendo al fin un ataque del enemigo
por las demas partes, ordenó la retirada ála ciudad, y
que cada uno volviese á ocupar su anterior y respectivo
puesto: término infeliz del intentado movimiento. Erró
Blake en haberle emprendido por solo un paraje, exponien-
do así todo el ejército á una misma y precaria suerte. Me-
rece tambien poca disculpa por no haberse provisto de las
herramientas y útiles necesarios para el paso de las ace-
quias, y no haber en el aprieto tomado una,atrevida y
pronta determinacion. Tampoco Lardizábal correspondió
aquella noche á su fama de hombre intrépido y arrestado.
Al revés el coronel Michelena, que se portó con inteligen-
cia y esforzadamente.


Malograda la salida redobladaron los franceses su cuidado,
y crecieron mas y mas los obstáculos para los españoles.
Con todo pensaba Blake en repetir la tentativa dos ó tres
dias despues, como si fuera ya entonces fácil burlar la vigi-
Iancia de los enemigos, y romper por medio de sus líneas.
Detuviéronle, segun dijo, señales tumultuarias del pueblo
de Valencia, que aquel general calificó de inconsideradas,
y no así nosotros. Porque si bien somos opuestos á tal li-
naje de intervencion en los asuntos públicos, graduándole
de medio solo oportuno de favorecer las maquinaciones de
los malévolos, nos parece que en el caso actual la pacien-
cia de aquella ciudad habia excedido los límites del Sl1-


TOM. 1I1. 29


Desasosiego en
Valencia.


y reflexiones.




OtInvooacion de
una junta.


Reuniones
tumultuarias.


450
frimiento mas resignado. Durante dos meses dejaron sus
habitadoresá don Joaquín Blakeen entera libertad de obrar.
Facilitaroule cuanto deseaba, no le ofrecieron resistencia
alguna, ni siquiera levantaron un quejido. Y ¿. qué resul-
tó? Ya lo hemos visto. Y ¿será dado callar á los vecinos
cuando se trata de la vida, de la hacienda, y de que no se
despeñe en su perdicion la ciudad en que nacieron? No:
mayor silencio tachárase de servidumbre humilde.


Pero lo que aun es mas, el mismo don Joaquin Blake
fué quien dió impulso á los primeros mormullos del paisa-
naje. Empezaron estos el ~9. Antes el 28 habia aquel ge-
neral comunicado al ayuntamiento y á la comisión de par.
tidosu resolucion de salir por la noche con el ejército, y
prevenídoles al mismo tiempo haber dispuesto que el go-
bernador don CárlosOdonnellconvocaseuna junta extraor-
dinaria compuesta de las principales clases y autoridades,
la cual atenderia en circunstancias tan críticasá todo cuanto
juzgase útil respecto de los intereses del vecindario. Los
preparativos para este llamamientoy las reuniones que pro-
vocó despertaron la atencion de los ciudadanos, y descu-
brieron el disgusto común , que se aumentó con la tentati-
va de evasion del mismodía ~8 y su mal éxito. Congregóse
la nueva junta en la noche del 50 al 51, no advirtiéndose
sin embargo basta entonces otra cosa que fermentacion y
suma desconfianza. 1\la8 luego de instalada aquella corpo-
racion se encrespó la furia popular , y menester fuénom.
brar comisionados que pasasen á examinar el estado de la
Hnea. Entre ellos bahía individuos de diversas clases y al-
gunos frailes.


Prendiéronlos á todos al salir por la puerta de Cuarte,
y los enviaron á Blake que se bailaba en el arrabal de Bu-
zafa. Era la una de la madrugada, y desazonole mucho al
general <en jefe el aparecimiento de los tales comisionados'




Las contiene
Blake


y disuelve lajunta.


451
por lo que no solo no consintié f'JI que fuesen á visitar la
línea, sino que guardando en rehenes á algunos de ellos,
despachó á los otros con escolta á Zayas para que este les
hiciese desfogar los ímpetus del patriotismo en las bate-
rías. Igualmente ordenó á la junta disolverse, no permi-
tiendo hubiese mas autoridad popular que la comision de
partido aumentada con 4 ó 5 individuos, para facilitar el
despacho de los negocios. De este modo quebró su enojo
Blake, deshaciendo lo mismo que antes había decidido, y
mostrándose severo y resuelto en ocasiones en que quizá
no era muy necesario.


Obedecieron todos las determinaciones del general, y se
notó á las claras cuán dueño era de llevar á cabo cualquie-
ra plan sin que pudiesen los vecinos ponerle impedimento
alguno, manteniéndose siempre el ejército obediente y
subordinado. No obstante ya hemos visto cómo alegó Blake,
para no intentar nueva salida, el desasosiego del pueblo,
añadiendo despues que no queria Con su ausencia dar
ocasion á desórdenes y contratiempos. Razon singular, si
no le asistía otra, para comprometer la suerte de un ejér-
cito entero.


Aprovechaban semejantes disturbios y desaciertos al ma- Adelanta Suchet
. 1S h . h l 1 .. Iorzc 1 los trabajosnsea uc et, quien estrec ant o e -SItIO, re orzo mas a de sltio ,


orilla izquierda del Guadalaviar , construyó reductos, Ior-
nfleé conventos, y rodeó á Valencia de manera que se
inutilizasen cuantas tentativas por escaparse hiciesen los
nuestros. Comenzó tambien el ataque contra la ciudad, di-
rigiendo el principal por la derecha del rio y arrabal de San
Vicente, y otro por Monte Olivete. En ambos frentes
abrieron los ingenieros enemigos en la noche del 10 al 2
de enero las primeras paralelas á 60 Y80 toesas de distan-
cia. Experimentaron alguna pérdida, contando entre los
muertos al coronel Henri, oficial inteligente y bizarro. Sus




Se retira Blake
al rooínto


interior de la
ciudad.


Empieza
el s de enero el


homhardeo:


Pocas
precnuclones


tomadas.


Destrozos.


452
artilleros plantaron en breve siete baterías , y empezaron
:í batir nuestras obras.


Viendo entonces don Joaquin Blake la dificultadde sos-
tener la linea exterior desde Monte ülívete hasta Santa Cata-
lina, metióse dentro de la ciudad con todo el ejércitoen la
noche del 4 al .): solo dejó fuera las tropas que guarnecian
el arrabal del Remedio y las cabezas de puente. Tambien
conservó un camino cubierto tirado desde la puerta del
Mar hasta el baluarte de Buzafa. Retiró la artillería de ba-
talla y la gruesa de bronce: mandó clavar la que habia de
hierro.


No advirtieron los enemigos la retirada de Blake hasta
por la mañana. Creyeron al principio que era un ardid,
mas cerciorados luego de que no, ocuparon el recinto
abandonado, y empezaron el 5 el bombardeo entre una y
dos de la tarde desde tres reductos levantados á la izquier-
da del rio, Mil bombas y granadas cayeron en el espacio de
veinticuatro horas. Considéreseel estrago, mayor cuanto no
se había tomado medidaalguna para disminuirle, ni blinda-
jes, ni almacenes á prueba de bomba; la pólvora esparcida
yal desabrigo; el ejército allí amontonado, y la poblacion
aumentada con la mucha gente que de la huerta habia acu-
dido; las calles ademas angostas, altas las casasy endebles,
pocos los sótanos. No cesó después el bombardeo: en los
días 7 y 8 fueron los destrozos muy grandes. Depósitoaque-
lla ciudad de muchas preciosidadesy ricasobretodo en letras
y bellas artes, pereció la biblioteca arzobispal y la de la uni-
versidad, y con esta manuscritos de gran estima recogidos
por el docto don Francisco Perez Bayer, su principal fun-
dador. Así en un instante 'arrasa la guerra y convierte en
polvo lo que ha producido en siglos el ingenio, el talento,
ó la asidua laboriosidad.


Consoláranse á lo menos hasta cierto punto de tamaña




455
ruina el político, el guerrero y aun el literato, con tal que
en cambio se hubiesen podido sacar de la defensa ejemplos
vivos que instruyesen á la mocedad y realzasen las glorias
de la nacion, Mas Blake si habia andado perdido en las Tiblicza


de llIakc puru
operaciones meramente militares, no era de esperar se . 1 ahuim.r


a os abítantes.
mostrase mas bien encaminado en las luchas populares, en·
las callles y casas, á semejanza de la inmortal Zaragoza.
Iba con su anterior carrera la primera clase de peleas,
oponíase la segunda. Para esta ademas necesítase fuego y
ardiente inspiracion que solo da naturaleza. y no suplen
el saber adquirido ni el mas acendrado honor.


En nada habia don Joaquin Blake levantado el ánimo de
los habitantes, habíale mas bien amortiguado. En nada
tampoco habia dado indicio de querer defender lo interior
de la ciudad, pues no solo, segun poco ha hemos visto,
escaseaban abrigos contra la caída y explosión de los pro-
yectiles, sino que tampoco se habian cortado las calles ni
atronerado las casas, ni adoptado ninguno de los muchos
medios que el arte y la práctica enseñan en tales casos.


No obstante don Joaquín Blake desechó el 6 la propues- Desecha make
la propuesta de


ta que de rendirse le hizo el mariscal Suchet. Entre tanto rendirse.
el estrago y lástimas erecian, y se presentaron al general
en jefe dos diputaciones, una de la eemision de partido, y
otra á nombre del pueblo, para que capitulase. Respetó
Blake á estos emisarios. No así á otros que de tropel acu- Division en
di á idi d '1 def el modo de senurreron SU casa, pr len o que contmuase a etensa. De de los


hahitantes.
ellos retuvo el general presos á algunos que subieron á su
habitacion, y capitaneaban la multitud. El disenso por tan-
to era grande: tuvo Blake que llamar tropa para apaciguar
á los alborotados y dispersarlos. Con esto acabó toda oposi-
cion y pudo el general disponer á su arbitrio de la suerte
de Valencia.


Era cada vez mas crítica la situacion de la plaza. Los




Estado crltleo
de la plaza.


Disienten
loajeres acerca


de tratar
con el enemigo.


454
enemigos al favor de las cercas y las casas construían sus
baterías muy inmediatas. Habíanse establecido en los arra-
bales de Ruzafa, San Vicente y Cuarte; la toma de este y la
del convento de Corpus Christi costóles sangre. En ciertos
parajes distaban los sitiadores de 15 á 20 varasdel muro, cu-
yo espesor era de solos 10 pies con endeble parapeto y alme-
nas, el foso angosto, la artillería colocada sobre tablados
sostenidos por fuertes pies derechos. Sin embargo Zayas
prosiguió defendiendo con vigor la puerta de San Vicente,
siendo aquel general el único que háeia aquella entrada
preparó para la resistencia interior las calles vecinas. Inu-
tilizó tambien una mina de los enemigos, quienes entonces
dirigieron sus trabajos contra una convexidad mas desam-
parada que forma la muralla entre la puerta de Cuarte y
la mencionada de San Vicente.


Cinco baterías nuevas habian los sitiadores construido y
armado sin que los nuestros pudiesen contraponer cosa de
importancia á tantos fuegos. Amenazabanya estos abrir bre-
cha, cuando en la tarde del S envióBlakeal campo enemigo
oficiales que prometiesen de su parte capitular, bajo la con-
dicion de que se le dejaría evacuar la ciudad con todo su
ejército, armas y bagajes, y retirarse á Alicantey Cartagena.
Desechó Snchet la propuesta, yen su lugar fijó los artículos
de una capitulacion pura y sencilla, con el aditamento de
canjear 2000 hombres por otros tantos de los prisioneros
que hubiese en la isla de la Cabrera, ú otras partes. Reu-
nió entonces Blake un consejo de guerra á que asistieron
12 jefes. Los pareceres fueron discordes, queriendo unos
aceptar las proposiciones de Suchet , y otros no. En reali-
dad era ya infructuosa toda resistencia, fuese militar, fuese
de pueblo; la una no la consentía la naturaleza de la plaza,
no estaba preparada la otra.


Decidiese don Joaquiu Blake á admitir la capitulacion.




45.5
Por ella debian los enemigos respetar la religion y proteger
las propiedades y á los habitantes, no permitir pesquisa
alguna en cuanto á lo pasado, y conceder tres meses de
término á los que quisiesen abandonar la ciudad con sus
bienes y familia. Otorgábase al ejército salir con los hono-
res de la guerra por la puerta de Serranos, conservando los
oficiales las espadas, caballos y equipajes , y los soldados
las mochilas. Tamhien se convino en el canje propuesto.


Firmóse la capitulacion en 9 de enero, en cuyo dia ocu-
paron los enemigos la puerta del Mar y la ciudadela. Al
siguiente salieron para Francia los españoles prisioneros
junto con don Joaquín Blake. El número de ellos, inclusos
los 2000 destinados para el canje que fueron camino de
Alcira, le hacen subir los franceses á 18219 hombres:
cuenta que nos parece exagerada si no se comprenden en
la suma paisanos armados. De gente reglada pueden en
verdad computarse unos 16000. No se verificó el canje
ajustado, por no haber consentido en él la Regencia del
reino.


Hasta el 14 no hizo su entrada en Valencia el mariscal
Suchet, Hízola con gran pompa y acompañado de la ma-
yor parte de sus tropas por la puerta de San José, al mis-
mo tiempo que con el resto de ellas penetró por la de San
Vicente el general Reille. Quedó nombrado gobernador el
general Bobert,


Concluida que fué la capitulacion ansió por alejarse de
Valencia don Joaquín Blake. Obraba en ello con prudente
mesura. El estado á que se hallaba reducido, aparecía har-
to deplorable para que no quisiera apartarse cuanto antes
del teatro infausto en donde acababan de tener fatal desen-
lace sus cási continuas y lastimosas desventuras. Hombre
recto é ilustrarlo, propio para dirigir en tiempos tranquilos
las tareas de un estado mayor, carecia Blake de las pren-


Capitula
Blake el 9.


Entra Suchet
en Valencia.


BIake.




('" Ap. 11.4.)


Parte que da.


Reeompensas
de Napoleon á


Suchet
y á su ejército.


456
das que componen la esencia del verdadero general en
jefe, las cuales , como decía Napoleon á ciertos oficiales
rusos, no se adquieren con la mera lectura de autores mi-
litares. Aferrado Blake en su opinion no sacabafruto ni de
las lecciones que le suministraba su propia y larga expe-
riencia. Los muchos desastres que empañaron el brillo de
su carrera descubren tambien lo siniestra que le fuésiem-
pre la fortuna. Grave perjuicio en un general por la des-
confianza que en los otros y en sí mismo infunde, y que
ha dado ocasion á que escritores de peso, y Ciccron * en-
tre ellos, señalen como una de las cualidades principales
de un gran capitan la de la felicidad.


Luego que llegó á Francia don Joaquin Blake , le encer-
raron en Vicennes cerca de Paris, lo mismo que habian
hecho con Palafox y otros españoles distinguidos. j Injusto
y bárbaro procedimiento! Allí hubiera aquel generalfinado
quizá sus dias sin los sucesos de 1814. Antevia lo que le
aguardaba, cuando dando parte á la Regencia del reino de
la capitulacion de Valencia, decia : « Por lo que á mí to-
n ca..... miro comodeterminada la suerte de toda mi vida, y
» así en el momento de mi expatriaeion , que es un equiva-
» lente á la muerte, ruego encarecidamente á V. A. , que
» si mis servicios pueden haber sido gratos á la patria, y
») no hubiesen desmerecido hasta ahora, se digne tomar
» bajo su protección á mi dilatada familia. )) Palabras muy
sentidas que aun entonces produjeron favorable efecto, vi-
niendo de un varon que, en mediode sus errores é infortu-
nios, habia constantemente seguido la buena causa; que
dejabapobre y como en desamparo á su tierna y numerosa
prole, y que resplandecia en muchas y privadas virtudes.


Si por nuestro lado con la caida de Valencia abundaron
solo las lágrimas, se manifestaron por el de los franceses
sumas las alegrías, y se derramaron con larguezagracias y




457
distinciones. Nombró Napoleon por decreto de 24 de enero
al mariscal Suchet duque de la Albufera, concediéndole en
propiedad y perpetuamente la laguna de aquel nombre con
la caza, pesca y dependencias, en premio de los recientes
servicios y para dotacion de la nueva dignidad. Cuantioso
don y de los mas fructíferos que se pueden otorgar en Es-
paña. Por decreto tambien de la misma fecha queriendo Na-
poleon recompensar igualmente á los generales, oficiales y
soldados del ejército de Aragon, mandó que se reuniesen á
su dominio extraordinario de España (son sus expresiones),
bienes de los situados en la provincia de Valencia, por el
valor de ~oo millones de francos, no consultando primero
si para ello eran bastantes los llamados nacionales que alli
pudiera haber, ni especificando en el caso contrario de
dónde debiera suplirse lo que faltase. De este modo se des-
pojaba tambien á José sin consideracion alguna de los de-
rechos que le competian como á soberano, y se privaba :i
los interesados en la deuda pública, que aquel habia reco-
nocido ó contratado, de una de las mas pingües hipotecas.
Napoleon sucesivamente con la prosperidad desarrebozaba
sus intentos respecto de España, y descubria del todo la
determinacion en que estaba de arrancar á José hasta la
sombra de autoridad que este conservaba todavía.


Al dia siguiente da la rendicion de Valencia fueron des- Providencias
nuevas


armados los vecinos " y muchos conducidos á Francia so de Snche!.
pretexto de que eran provocadores de motin. Lo mismo,
por órden especial despachada de Paris , todos los frailes
que pudieron haberse, que ascendieron á 1500. Hubo mas: Frai.lcs llevados
á cinco de ellos, los padres Rubert, Lledó, Pichó, Igual y a~';b'::'c';;':dos.
y Jérica arcabeceáronlos junto á Murviedro, á otros dos en
Castellon de la Plana. Igual suerte cupo desde Segorbe á
Teruel á 200 prisioneros que se rezagaban de cansados. Así
se cumplía la capitulacion pactada.




Conducta
del clero y del


arzobispo.


De los valen-
cianos.


Avanza
Montbrun á


Alicante.


458
Figurábanse ahora los franceses. como ya en un princi-


pio. ser los frailes Jos fraguadores del levantamiento y de
la resistencia nacional, y de consiguiente se ensañaban en
sus personas. Juicio, segun hemos advertido otras veces,
hasta cierto punto errado. Hubo religiosos que en efecto
tomaron parte honrosa en la causa de la patria comUD,
pero no todos ni exclusivamente. Y en Valencia pensó el
mayor número, mas que en la defensa, en sus particula-
res intereses, en vender ajuar y alhajas y en repartirse el
peculio, porte que excitó descontento y murmuracion. El
clero secular acogió bien á los invasores á imitacion del
prelado de la diócesi, el arzobispo Company, franciscano,
escondido en Gandía durante el sitio, y que tornó á Valen-
cia después de conquistada la ciudad, esmerándose en ob-
sequios y lisonjas hácia Napoleon y'sus huestes.


Verdad sea que hasta de la poblacion recibióSuehet ma-
yores pruebas de aficion que en otras partes. Las causas,
las mismas que las que indicamos al tiempo de ser ocupa-
da la Andalucía, ó á ·10 menos muy parecidas á las de
entonces. Contribuyó tarnbien mucho á semejante dispo-
sieion de los ánimos el inconcebible proceder de Blake , y
su tibieza con los moradores. No obstante eso y de procu-
rar Suchet, conforme veremosmas adelante, introducir en
la administracion mejor arreglo que otros generales com-
patriotas suyos, no tardaron largo. tiempo en levantarse
por aquel reino varias partidas.


Mientras ocurrian en Valencia los sucesos que acabamos
de referir, adelantábase por la Mancha el auxilio que en-
viaba á Suchet el mariscal Marmont, desde las riberas de
Tajo, en Extremadura. Consistía la fuerza en 5 divisiones,
2 de infantes y una de caballos, bajo las órdenes del ge-
neral lllontbrun. Llegó este el 9 de enero á Almall5a, y
aunque con fecha del 11 recibió indicacion de Suchet para




459
que se volviera, pues tomada Valencia excusado era el so-
corro, prosiguió sin embargo su marcha y se adelantó á
Alicante, cuya plaza pensó ganar por sorpresa aprovechán-
dose del decaimiento que habia causado la pérdida de la
capital de la provincia. No era la empresa tan fácil como
se imaginaba.


Don Nicolás Mahy y las tropas que con él se retiraron
despues del 26 de diciembreá las riberas del Júear , habian
abandonado estas harto de priesa, y evacuando apenas sin
oposicion el punto importante de Alcira, habíanse venido
á Alcoy, y pasado en seguida, unas á Alicante, otras á El-
che. Tambien don Manuel Freire se babia alejado de Be-
quena y acercádose á los mismos puntos.


Aunque poco gloriosos los mas de estos movimientos,
resultó no obstante de ellos que se agolpasen hacia Alican-
te tropas bastantes para desbaratar los proyectos de los
enemigos contra dicha plaza.Se presentó delante de ella el
general l\'lontbrun, y habiendo intimado en vano la rendi-
cion y arrojado dentro algunas granadas, se retiró de allí
muy pronto. Su presencia, si bien efímera, dejó en la co-
marca mal rastro. Porque despues de haber desalojado de
Elche y pueblos cercanos los tropas españolas, impuso de
contribucion á los habitantes sumas enormes, y causéles
extorsiones graves.


Esto y otras atenciones impidieron á Suchet emprender
cosa alguna contra Alicante y Cartagena, cuyos boquetes,
fomento de guerra, había pensado cerrar el mariscal fran-
cés apoderándose en breve de aquellos muros. La malogra-
da tentativa de lUontbrun, sirviendo de despertador para una
defensa mas cumplida, frustraba todo rebate.


Tuvo por tanto Suchet que limitar sus deseos, y con-
tentarse con situar TIlas allá del Júcar al general Harispe y
.a brigada de Delort, poniendo por la izquierda de estos


Posicion
del general


Mahy.


Se aleja
l\lonlbrun.


Suchel.




460
Toma á Deula. en Gandia al general Habert. Tambien se enseñoreó deDe-


nia, puerto de mar, plaza en el nombre, con un castillo en
lo alto. La abandonó sin hacer resistencia su gobernador
don Esteban Echenique. Tuvo de ello culpa en parte don
Nicolás Mahy, que primero envió 200 hombres de socorro
y luego los retiró. Sin embargo ya que se hubiese evacua-
do la ciudad, convenido hubiera sacar, como no se hizo,
varios efectos é inutilizar la artillería.


Situacion del Despues de tamañas desgracias, las tropas que restaban
,. y 3·' ejército. del 20 ejercito y se habian retirado con las del 5° manda-


das por don Nicolás Mahy, y las que de este mismo se ha-
bian antes adelantado con don Manuel Freire hacia Beque-
na, ó quedádose en la frontera de Granada, continuaron
alojadas ya en Alicante y sus alrededores, y ya en Carta-
gena y pueblos del reino de Murcia. El número de ellas,
incluyendo las guarniciones de las citadas últimas dos pla-
zas, al pié de 18000 hombres. Tomó luego el mando inte-
rino de todas don José Odonnell, jefe del estadomayordel
5er ejército. Las del general VilIacampa, que entraban en
cuenta, se alejaron al fenecer enero y no tardaron mucho
en regolfar á Aragon, principal sitio de sus proezas.


No solo se vieron acosadas todas estas fuerzas por las
de Suchet y por las del general Montbrun, sino tambien
por parte de las del ejército francés del mediodia que acu-


El general Soult dieron al cebo de los despojos. Llegaron las postreras á la
en Murcia. vista de la ciudad de J)Iurcia el 25 de enero, y el26 entró


en ella con 600 caballos el general Soult, hermano del
mariscal. La víspera le había precedido un destacamento,
y unos y otros impusieron al vecindario muy pesadas con-
tribuciones, imposibles de realizar. A estos gravámenes
quiso el general francés añadir otro nuevo con sus festines,
y mandó se le preparase para aquel dia en el palacio epis-
copal, donde se albergaba, un espléndido y regalado ban-




Muerte gloriosa
de este.


461
quete. Gustaba ya deliciosos manjares, cuando vino á J.e atacadon ~lartin de la
interrumpirle en su ocupacion sensual una voz que decía: Carrera.
« Las tropas españolas han entrado, los enemigos son per-
JI didos, 11


En efecto don Martin de la Carrera, que se apostaba no
léjos con gran parte de la caballería del 20 y 50r ejérci-
to, despues de reunir un trozo de ella en Espinardo á
media legua de la ciudad, acababa de penetrar por la puer-
ta de Castilla á la cabeza de 100 jinetes. Tenían otros la
órden de acometer al mismo tiempo por los demas puntos.
Era el intento de Carrera sorprender á los enemigos, que
á la verdad no le aguardaban, cogerlos ó aventar los,
y libertar á la ciudad de huéspedes en tal manera mo-
lestos.


Sobresaltado el general Soult levantóse de la mesa, y
con la precipitaciou tropezó y bajó la escalera cási rodan-
do. Aunque mal parado, montó sin embargo á caballo: le
siguieron todos los suyos. No así por desgracia á Carrera
los de su bando, quienes, excepto los que él mismo capi-
taneaba, ó no entraron en la ciudad, ó retrocedieron luego
por equivocacion ó desmayo. Tuvo de consiguiente el don
lUartin quehacer carasolo con sus 100 hombres á las fuer-
zas del enemigo tan superiores. No por eso se abatió , y an-
tes de ser estrechado paseó calles y plazas acuchillando y
matando á cuantos contrarios topaba. Duró tiempo la lid.
Costó el terminarla sangre al francés; mas á lo último co-
gidos, muertos ó destruidos los soldados de Carrera, que-
dó este solo y rodeado por 6 de los enemigos en la Plaza
Nueva. Defendióse gran trecho, mató á 2, Ysi bien herido
de un pistoletazo y de varios sablazos, sostúvose aun, no
quiso rendirse, y peleó hasta que exánime y desangrado
cayó tendido en la calle de SanNicolásdonde espiró. Ejem-
plo de hombresvalerosos era Carrera, mozo y membrudo,




Honores que
se le tríhutnn.


Sitio
de Penlscola.


462
de estatura elevada, noble en el rostro, de arrogante y
gentil apostura.


Antes de finalizar el combate ya habían los enemigos
entregado al saco la ciudad de ftlurcia. Robáronlo todo, y
cometieron los mayoresexcesos, particularmente en el bar-
rio del Cármen. Despojaban en la calle á las mismas mu-
jeres de sus propias vestiduras, y no perdonaron ni aun
el ochavo que en el mugriento bolso escondía el mendigo.
Cargados de botin y temerosos de que tornasen los nues-
tros, se retiraron por la noche, y en Alcantarilla y en casi
todo el camino hasta Lorca repitieron iguales ó mayores
demasías.


Como quiera que lacerados de dolor, tributaron los mur-
cianos al dia siguiente honor-es fúnebres al cadáver del in-
mortal don Martín de la Carrera, y le sepultaron con la
pompa que les permitía su triste azar. Un mes después ce-
lebró tambien en memoria del difunto solemnes exequias
el general en jefe don José Odonnell , y dióse el nombre
de la Carrera á la calle de San Nicolás, en la cual terminó
aquel caudillo sus dias peleando como bueno. La junta
provincial determinó igualmente erigirle un cenotafio en el
sitio mismo de su fallecimiento.


A los muchos desastres que de. tropel sucedieron en e.B\.ll
parte de España agregóse otro mancillado de afrenta. Due-
ño de Valencia eí mariscalSuchet , y enviadas á la derecha
del Júcar las fuerzas que hemos arriba expresado, púsose
asímismo en relacion , ocupando á Buñol, con el ejército
francés del centro, destacó á Cataluña la divisiou de Mus-
uier, necesaria allí por lo que ocurría, y destinó al general
Severoli con los italianos á formalizar el sitio de Peñíscola.


Se eleva esta poblacion sobre una empinada roca, mar
adentro á 120 toesas de la orilla, con la cual no comunica
sino por medio de una lengua de tierra bastante angosta.




465


Escarpados y buenas obras rodean la plaza por todas par-
tes; domínala interiormente un castillo, y se asemeja en
compendio por su natural fortaleza á Gibraltar. Fué largo
tiempo mansion de aquel papa Luna, de eondioion tan obs-
tinada, cuyo nombre lleva todavía una torre en donde pa-
rece moraba. Cubren al istmo en los temporales las olea-
das, y estaba ahora reforzado el frente con baterías de
varios pisos. ~1as allá y paralelo á unas montañas vecinas
se extiende un marjal perenne, cuya inundación se habia
aumentado artificialmente, é interrumpido con cortaduras
la calzada que le atraviesa y conduce á la citada lengua de
tierra, único punto accesible para los franceses, no señores
de la mar. Tenia la plaza 1000 hombres de guarnicion y
estaba abundantemente provista. Cruzaban por aquellas
aguas barcos cañoneros y buques de guerra nuestros y alia-
dos. Era gobernador don Pedro Gareía Navarro.


Acercóse el general Severoli el 20 de enero á Peñíscola,
y envió un parlamentario con proposiciones, que fueron
desechadas. De resultas empezaron los enemigos á preparar
el sitio y se colocaron en las colinas y playas inmediatas.
El 28 arrojaron bombas desde una batería de morteros dis-
tante 600 toesas. En la noche del 51 al 10 de febrero for-
maron la línea paralela de faginas y gabiones que se
prolongaba por detrás de la inundacion , y torcía á su ex-
tremo meridional para continuar lo largo de la costa. En
el opuesto construyeron baterías en las alturas. Las dificul-
tades que tenia n los sitiadores que vencer antes de aproxi-
marse al cuerpo de la plaza parecían insuperables. No obs-
tante prosiguieron los trabajos.


En el intermedio aconteció que viniese á parar á manos
de los franceses un pliego que el goberuador Gareía Navar-
ro escribía al general español de Alicante: quejábase en su
contenido del porte de los ingleses, y hablaba como si in-


La toman
los franceses.




r Ap. n. s.)


Conducta
infame


del gobernador
Garcia


Navarro.


(' Ap. n. 6.)


Serrania
de Ronda y


Tarifa.


Movimientos
de Ballesteros.


464
tentasen estos apoderarse de Peñíscola; añadiendo que
preferiria en tal caso someterse á los enemigos. Barruntos
tenia Suchet de la propension de ánimo del García Navarro,
si ya no ocultas relaciones; y en vista ahora del expresado
pliego se apresuró á establecer con él negociacion directa,
para lo cual despachó al oficial de estado moyor Mr. Pru-
nel. García Navarro inmediatamente se rindió á partido, y
se rindió bajo la sola condicion de que se permitiera á los
suyos retirarse libremente adonde quisiesen. En conse-
cuencia se posesionaron los franceses de Peñiscola el 4 de
febrero. Escandalosa entrega; pero aun mas escandalosos
y sin ejemplo los términos siguientes con que se encabezó
la capitulación. * (El gobernador y la junta militar.....
» convencidos de que los verdaderos españoles son los que
) unidos al rey don José Napoleon procuran hacer menos
» desgraciada su patria. ) Basta. ¡Quégobernador! j Qué jun-
ta militar! No paró aquí la desbocada conducta del primero.
Entró después á servir al intruso, y recibió en premio ho-
nores y condecoraciones, escribiendo antes al mariscal
Suchet entre otras cosas. * (V. E. debe estar bien seguro
» de mí: la entrega de una plaza fuerte que tiene víveres y
» todo lo necesario para una larga defensa..... es un garan-
» te de mis promesas..... » Memorial con relacion de mé-
ritos sacados de la propia infamia.


Tal baldon, tales infortunios compensáronlos en parte
dos acontecimientos felices y honrosos que ocurrieron cási
por el mismo tiempo.


Fué el uno la defensa de Tarifa. Diése cuenta en su lu-
gar de los refuerzos anglo-españoles que habian en octubre
entrado en aquella plaza, como tambien de los movimien-
tos concomitantes que hasta 10 de noviembre ejecutó en la
serranía de Ronda don Francisco Ballesteros. El glorioso
avance que hizo dicho general sobre Bórnos en 5 de aquel




TOII. 111.


465
mes, y otro que en su apoyo verificaron á la propia sazón,
la vuelta de Vejer, el general Copons y el coronel inglés
Skerret, pararon ahincadamente la consideracion del ma-
riscal Soult. Pero no hallándose este con suficientesfuerzas
á causa de las que le ocupaban las inmediatas atenciones,
y de tropas que había enviado á Extremadura por lo de
Arroyomolinos, creyó necesario echar mano en parte de las
de Granada para contener á Ballesterosy embestirá Tarifa.
Así ordenó que Leval se acercase á la serranía de Ronda
con 6800 combatientes infantes y caballos, y que se le
juntase en ella el general Barrois con 4~00, debiendo tarn-
bien dirigirse un trozo de 3000 hombres de los que sitia-
ban á Cádiz sobre Faciuas y otros puntos inmediatos. Tal
avenida de fuerzas obligó á Ballesteros á refugiarseotra vez
bajo el cañón de Gibraltar, dejando no obstante en las
montañas una vanguardia á las órdenes de don Antonio
Solá , quien asistido ademas de los serranos tenia encargo
de cortar al enemigo la comuuicacion é interceptarle Ias
subsistencias. Cumplió debidamente este jefe con lo que
le habian encomendado, y estrechando tle cerea el 6 de
diciembre á los franceses de Estepona , los obligó á huir y
les cogió mochilas y quipajes. Tambien Copons y Skerret
evolucionaron para distraer al enemigo por la parte de Al.
jeciras; mas sabedores de que Tarifa era amenazada, torna-
ron de priesa á cubrir sus muros.


El deseo de enseñorearse de ellos, y la escasez de vitua-
llas que las correrías de Solá y del paisanaje causaban en
el campo francés, decidieron á Leval á abandonar á San
Roque y aproximarse cuanto an~es á la citada plaza de Ta-
rifa. Se halla esta colocada en la punta mas meridional de
España y en lo mas angosto del estrecho: tiene de pohla-
cion ~100 vecinos, y le dió renombre la defensa que
contra moros hizo don Alonso Perez de Guzman , lla-


30


Sitian
los franceses


á Tarifa.




466
mado el Bueno, por hazaña tan ilustre, sin par en sus cir-
cunstacias. No guarnecían á Tarifa sino un antiguo y frágil
castillo, y débil muralla de poco espesor, con torreones
cuadrados y foso. Los reI13ros nuevos no muchos, y poco
robustos. A corta distancia y al sudoeste plantase uua isla
circular y peñascosa, de media hora de bojeo, que se de-
nomina como la ciudad. Antes separaba á dicha isla del
continente un canal de corriente rápida, á manera de pe-
queño Euripo, que se acabó de cerrar en 1808 por el celo
y personales sacrificios del intendente don Antonio Gon-
zalez Salmon, quien formó allí un fondeadero acomodado.
Habíanlaactualmente fortalecido y artillado con 12caüones:
punto de retirada conveniente y que infundía aliento. Fue-
ron habilitadasen su recinto una cisterna y uua antigua tor-
re, y se sirvieronlos sitiados para almacén de pólvora de una
especie de subterráneo apellidado Cueva de Moros, guarida
en otro tiempo de corsariosberberiscos. Prevencion necesa-
ria la última, estando dominada la isla por las alturas veci-
nas. De ellas la mas cercana al oeste, la de Santa Catalina,
fortificóla Copons, ejecutando también al este, frontero de
la Galeta, algunas obras. Córtáronse ademas en la ciudad
las calles, y se atajaron con rejas arrancadas de las venta
nas: atroneráronse muchas casas. Constaba la guarnicion
entre ingleses y españoles de 2.100 hombres. Los tarifeños
se señalaron de valientes y proporcionaron 500 marineros.
Era gobernador el coronel don Manuel Davan, y jefes de
ingenieros y de artillería don Eugenio Iraurgui y don Pablo
Sanchez. l\landaba las fuerzas sutiles españolasdon Loren-
zo Parra. Había tambien buques de guerra ingleses.Lade-
fensa sin embargo dirigióla con especialidad don Francisco
Copons y Navia, ayudado de los consejos del coronel in-
glés Skerret.


Presentáronse los franceses á la vista de la plaza el 19




467
de diciembre, después de dejar fuerza en observacion de
Ballesteros, y tambien del lado de Aljeciras. Obligaron á
Copons el 20 á meterse dentro, y empezaron en seguida
los trabajos de sitio; adelantáronlos el 28 hasta 50 toesas
de los muros, y el 29 abrieron el fuego con 6 cañones de
á dieciocho y 5 obuses de á nueve pulgadas. En la tarde del
mismo día hallábase ya practicable una brecha de 500 toesas
por la parte contigua á la puerta del Retiro, y destruido cási
del todo el torreon de Jesus, Intimaron luego los enemigos
la rendición , y desechada la propuesta por Copons , pre-
paráronse al asalto.


Se verificó este el 51 á las nueve y media de la mañana,
acudiendo de una vez á embestir la -hrecha 25 compañías
al cargo del general Ghassereaux , á las que apoyaban las
demas fuerzas. Los acometedores se arrojaron con ímpetu,
pero parolos en su ataque una escarpadura interior hecha
en la muralla y varios parapetos de colchones levantados
detrás, junto con el fuego incesante que salia de los luga-
res vecinos y las casas. Descorazonados los enemigos no
insistieron en romper adelante, y retrocedieron con gran
mengua, dejando allí mas de 500 heridos y muertos. Para
recoger los primeros pidieron los franceses un armisticio
que se les concedió; ayudándolos generosamente en la
faena nuestros soldados y paisanos: ejemplo de humani-
dad raro y no menos digno de imitar que los muchos que
de valor habían dado todos ellos poco antes. Aprovechóse
Copons de la ventaja, y á su vez incomodó al sitiador por
cuantos medios pudo. Vinieron también en auxilio de
la plaza las lluvias, que anegaron las trincheras enemi-
gas, los caminos y los campos, sin dejar al fatigado fran-
cés ni siquiera un palmo de terreno enjuto en que recli-
nar la cabeza. Apurado Leval alzó el sitio el 5 de enero
yéndose via de Veger y Medina. Góstole la malograda


morio~a de-
renss.


Levantan
los franceses


el sitio.




4G8
tentativa entre muertos, heridos, enfermos y desertores
al pié de ~OOO hombres. Perdió toda la artillería grue-
sa, y dejósembradospor el tránsito efectos y municiones.
Así se estrellaron los esfuerzos de 10000 franceses en
las murallas de una fortaleza, flacas en sí, mas sostenidas
por brazos vigorosos y por el buen concierto de losjefes
españoles é ingleses.


Ciudad Jl.o,lrlgo. El segundode los dosacontecimientos que hemos anun-
ciada comofavorables ygloriosos fué la toma de CiudadRo-
drigo, mas importante por sus consecuencias que la defensa
de Tarifa. Resuelto lord Wellington , segun apuntamos al
principio de este libro, á formalizar el sitio de aquella pla-
za , continuó tomando varias disposiciones desde sus acan-
tonamientos de la Frejeneda, y juntó en Almeida al acabar
noviembreel parque correspondiente de artillería. Comple-
tó en seguida y con mucho órden los demas preparativos,
habiendo ejercitado algunas tropas en las tareas propias
del ingeniero y del zapador, en lo que antes se habían los
suyos mostrado harto bisoños. ]}[andó también al general
HiIl que se moviera hacia la Extremadura española , y
colocó á don Cárlos España y á don Julian Senchez en el
Tormes con objeto de que los últimos cortasen aquellasco-
municaciones. Estos jefes, particularmente Sanchez, des-
empeñaron bien su comision, y los pueblos de Castilla
mostraron, segun escribía el mismo Wellington , grande
adhesión á la causa de la patria; guardando ademas tal fi-
delidad, que pasaron días primero que supiesen los france-
ses de Salamanca, aunque tan próximos, haber los aliados
emprendido el sitio.


Cerca Debió este tener principio el 6 de enero; pero se retar-
lord Wellingtoll


la plaza. dó hasta el 8 por el mal tiempo. Describimos á Ciudad Ro-
drigo cuando el cerco de 1810, tan honorífico para las
armas españolas. Desde entonces habían los franceses re'




469
parado los daños causados en aquella defensa, fortalecido
los principales edificios del arrabal, y el convento de Santa
Cruz al nordeste, como tambien levantado en el cerro ó
sea teso de San Francisco un reducto que apellidaron de
Renaud, en memoria del malhadado gobernador de aquel
nombre que cogiera don Juliau Sanchez,


Ocuparon los ingleses esta obra en la noche misma del
8 al 9; estreno feliz de su empresa. Por allí dirigieron los
trabajos, siguiendo el mismo camino que habían tomado
los franceses en el anterior cerco. Establecieron los sitia-
dores la primera paralela en el mencionado teso, y planta-
ron tres baterías de á 11 piezas cada una. Rompieron el 14
el fuego, y abriendo los aproches formaron la segunda pa-
ralela á 70 toesas de la plaza. Favorecióel progreso la toma
que el general Graham verificó el 15 del convento de San-
ta Cruzt con lo cual se vió protegida la derecha de los si-
tiadores. Sucedió otro tanto respecto á la izquierda, ha-
biéndose enseñoreado los aliados en la noche del 14 del
convento de San Francisco en el arrabal. Continuaron los
ingleses completando del 1;j al 19 la segunda paralela y
sus eomuuicaciones, y no descuidaron adelantar la zapa
hasta la cresta del glacis.


Entre tanto había previsto Wellington que tal vez con-
vendria, antes de que se concluyeran debidamente los tra-
bajos, dar el asalto; por lo que recibiendo de los igenie-
ros seguridad de que era posible abrir brecha solo con los
fuegos de las baterías de la primera paralela, ordenó que
se pusiese en ello todo el conato. Así se hizo, y en la tar-
de del 19 hallése ya aportillado el muro de la falsabraga y
el del cuerpo de la plaza. Ademas de la brecha principal
practicóse otra mas á la izquierda de los aliados, por me-
dio de una llueva batería plantada en el declive que va
desde el cerro al convento de San Francisco.




La asaltan
los aliados y la


toman.


470
Hasta entonces habian los sitiados procurado retardar


las operaciones del inglés, y el 14 hicieron una salida en
que le causaron daño. Sin emhargo , ni estas tentativas,
ni otros arbitrios fueron parte á impedir que llegaseel mo-
mento crítico del asalto.


Dispúsole WelJington, desechada que fué por el go-
bernador francés la propuesta de rendirse, y aceleróle en
consecuencia de tristes nuevas que empezaba á recibir de
Valencia, como también por reunir tropas en Valladolid
el mariscal Marmont; quien desde Toledo y Talavera ba-
bia llegado en los primeros dias de enero á aquella ciudad
con parte de su ejército en busca de víveres, y sospechan-
do que los ingleses iban á poner sitio á Ciudad Rodrigo.


Por tanto el mismo día 19 en que se abrieron las brechas,
determinó Wellington que al cerrar de la noche se asaltase
la plaza. Destinó al efecto ñ columnas. La quinta de ellas
á las órdenes del general Pack estaba encargada de hacer un
ataque falso por la parte meridional: debia la cuarta guia-
da por Crawfurd embestir la brecha pequeña, y cubrir la
izquierda del acometimiento de la mas principal, cuyo
asalto se había reservado á las 5 columnas restantes ba-
jo el general Picton. Dióse principio á la empresa, arres-
tundo los anglo-portugueses con serenidad los mayores
peligros, y superando obstáculos. Se defendieron los fran-
ceses con denuedo; mas sucediendo bien los diversos ata-
ques, aflojaron, y pudieron los aliados al cabo de media
hora extenderse lo largo de las murallas y enseñorearse
de la plaza. Cayeron prisioneros 1709 franceses y el eo-
mandante Barrié, que hacia de gobernador; los demas, has-
ta 2000 que componian la guarnicion, hahian perecido en la
defensa. Conservaron Jos aliados al entrar en la ciudad
buen órden; su pérdida ascendió en todo á 1500 hombres.
Entre los muertos contóse desgraciaéarnente á los genera-




471
les Mackinson y Crawfurd. Entregó lord Wellington la
plaza en manos de don Erancisco Javier Castaños, y las
Córtes decretaron las debidas gracias al ejército anglo-por-
tugués, y concedieron al general en jefe la grandezade Es-
paña bajo el título de duque de Ciudad Rodrigo. Tambien
el gobierno y par/amento británico dispensaron honores y
pensiones, ordenando ademas que se erigiese un monu-
mento en memoria del valiente y malogrado general Craw-
furd.


Otros sucesos felices y lluevas esperanzas acompañaron
á estos triunfos. No habían los franceses reforzado sus filas
en 1811 con mas de 50000 combatientes; auxilio que ni
con mucho bastaba á llenar los claros que hacia la guerra,
ni los huecos que dejaban algunas tropas que ahora partie-
ron; pudiendo aseverarse que por el tiempo en que vamos
no conservaban los enemigos en la península arriba de
240000 hombres. Entre los llegados últimamente muchos
eran conscriptos , y en el diciembre de 1811 y primeros
meses de 1812 marcharon á Francia unos 14000 veteranos;
8000 de la guardia imperial y restos de otros cuerpos, y
6000 polacos del ejército de Aragon, queriendo el empe-
rador francés emplearlos en Rusia, cuya guerra parecía ya
inminente. Albores todos de las dichas que nos aguardaban
en aquel año.


Gracias
y recompensas.


Nuevas
esperanzas.






RESUMEN


LIBRO DECIMOCTAVO.


LA CONSTITUClON. - Presenta la comision su proyecto. - Entusiasmo
que produce. - Obstáculos que algunos quieren poner á su discusion.
- Empieza esta. - Título 1." De la nacion española y de los españo-
les.- Título ~." Del territorio de las Españas , su religion y gobierno.
- Título 3.o De las Córtes. - Título 4." Del Rey ....Título 5." De los.
triLunales.-Título 6." Del gobierno interior de las provincias y de los
pneblos. - Título 7." De las contribuciones. - Título 8." De la fuerza
militar nacional. - Título 9. lo De la instrucción pública. - Título t OY
último: De la observancia de la Constitucion y modo de proceder para
hacer variaciones en ella. -Rellexiones generales acerca de la Consti-
tucion.- Descontentos fuera de las Córtes.-Asunto de Lardizábal.-
Del Consejo.-Papel de la España vindicada.-Tribunal especial para
entender en estos negocios. - Exposición del decano del Consejo.-
Desagradable ocurrencia con el diputado Valiente.-Curso y ñnal tér-
mino de estos negocios. -Manejos para poner al frente de la Regencia
á la infanta dona María Carlota. - Carta á las Córtes de esta señora.
-Proposiciones para ponerla al frente de la Regencia. - Del señor
Laguna. - Se desecha. - Del señor Vera y Pantoja. - Apruébause
otras en contrario del señor Argüelles. - Nueva Regencia compuesta




474
de 5 individuos. - La anterior Regencia. Juicio acerca de ella.-
Su administracion y algunos acontecimientos de su tiempo. - Regla-
mento dado á la nueva Regencia. -Se firma, jura y promulga la Oons-
titucion el 18 y 19 de marzo. - Auméntase y cunde el entusiasmo en
su favor. - Felicitaciones y auplansos que reciben las Córtes.




HISTORIA
DEL


LEVANTAMIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


BE ESPAÑt


LIBRO DECllllOCTAYO.


« QUE precediese el establecimiento de las leyes entre La Constítucíon.
)) nosotros á la creacion de los reyes», * díjolo con respee- (.Ap. n. r.)
to á Aragon el historiador Jerónimo Blancas. Y si en el
orígen de la restauracion de la monarquía, tiempo de obs-
curidad é ignorancia, se cauteJaron tanto nuestros mayores
contra los abusos y desmanes futuros de la autoridad real,
i con cuánta y mas poderosa razon no debieron mostrarse
precavidos y aun suspicaces los españoles de la era actual
y sus diputados! Los antiguos podian tener presentes los
excesos de los Witizas y de los Rodrigos, de donde mana-
ron para la nacion raudales de sangre y lágrimas; pero
ahora ofrecíanse ademas á la eontemplaeion moderna los
muchos y funestos ejemplos de las edades posteriores, y el
tremendo y reciente del reinado de Carlos IV, en el que




Presenta
la comísíon su


proyecto.


Entusíasmc
que produce.


476
hasta la independencia tocó al borde del precipicio. Por lo
mismo conveniente fué poner diligencia extrema y muy
atenta en procurar adoptar francas y buenas instituciones,
aun en medio de una guerra desastrada; pues la ocasion de
dar la libertad, como sea presurosa, perdida una vez con
dificultad vuelve á hallarse.


Anunciamos en otro libro la lectura hecha á las Córtes
en 18 de agosto de 1811 de los primeros trabajos de la eo-
mísion de Constitucion nombrada en el diciembreanterior.
Comprendian aquellas lasdos primeras partes, ó sea todo lo
concerniente al territorio, religionl derechosy obligaciones
de los individuos, como igualmente la formay facultadesde
las potestadeslegislativa y ejecutiva. La tercera parte se leyó
en 6 de noviembre del mismo año, y abrazaba la potestad
judicial; habiéndose presentado la cuarta y última el 26 de
diciembre inmediato', en la cual se determinaba el gobier-
no de las provincias y de los pueblos, y se establecían re-
glas generales acerca de las contribuciones, de la fuerza
armada l de la iustruccion pública, y de los trámites que
debian seguirse en la reforma ó variaciones que en lo su-
cesivo se intentasen en la nueva ley fundamental.


Acompañó al dictamen de la comision un discurso elo-
cuente y muy notable l en 'que se daban las razones de la
opinion adoptada, fundándola en nuestras antiguas leyes,
usos y costumbres l y en las alteraciones que exigían las
circunstancias del tiempo y sus trastornos. Le habíaexten-
dido don Agunstin de Argüelles l encargado por tanto de
su lectura: hizo la del texto don Evaristo Perezde Castro.


El lenguaje digno y elevado del discurso, la claridad y
órden del proyecto de la comisión y sus halagüeñas y ge-
nerosas ideas, entusiasmaron sobremanera al público; no
parándose los mas en los defectos ó lunares que pudieran
deslucir la obra, porque en España se conocian los males del




477
despotismo, no los que á veces acarrean en punto de li-
bertad ciertas exageradas teorías. Así fué que don Juan
José Güereña, diputado americano por la NuevaVizcaya, y
presidente de las Córtes, á la sazon que se leyeron las dos
primeras partes, si bien desafecto á reformas, arrastrado
como los demás por el torrente de la opinion, señaló para
principiar los debates el ~5 del propio agosto: plazo sobra-
damente corto. Duró la diseusion por espacio de cinco me-
ses, no habiéndose terminado hasta el 25 del próximo ene-
ro: fué grave y solemne, y de suerte que afianzando la
autoridad de las Córtes, ensalzó al mismo tiempo la fama
de los individuos de esta corporacion.


Por eso los obstáculos que quisieron presentarse al pro-
greso de las deliberaciones venciólos fácilmente la voz pú-
blica, y el vivo y comun deseo de gozar pronto de una
Constitucion libre. De aquellos, húholos de fuera de las
Córtes, y tambien de dentro, aunque no muy dignos de
reparo. Hablarémos de los primeros mas adelante. Comen-
zaron losúltimos ya en el seno de la comision , no habien-
do querido uno de sus individuos, don José Pablo Valien-
te, firmar el proyecto á pesar de haber concurrido á la
aprobacion de las bases mas principales. Crecieron algun
tanto al abrirse los debates en el congreso. Los contrarios
al proyecto, frustradas las esperanzas que habian fundado
en el presidente Güereña , reemplazaron á este el ~4, dia
de la remocion de aquel cargo, con don Ramon Jiraldo I á
quien tenian por enemigo de novedades, y no menos re-
suelto para suscitar embarazos en la discusion, que fecun-
do , á fuer de togado antiguo, en ardides propios del foro.
Mas tambien en eso se equivocaren. Jiraldo, luego que se
sentó en la silla de la presidencia, mostrése muy adicto á
la nueva Constitucion , y empleó su firmeza en llevará ca-
bo y en sostener con teson las deliberaciones.


Obstáculos que
algunos


quieren poner á
su dtscusíon.




478
Empieza esta. Desbaratadas de este modo las primeras tentativas de


oposicion , no quedaba ya otro medio á los enemigos del
proyecto, sino prolongar los debates, moviendo cuestio-
nes y disputas sobre cada artículo y sobre cada frase. Pe-
ro sábese que en un congreso, como en un ejército, si se
malogran los ímpetus de una embestida, cuanto mas fogo-
sos fueren estos en un principio, tanto mas pronto eflojan
despnes y del todo cesan.


Titulo f.O Distribuíase la nueva Constitucion en artículos, capítulosDe l. nacíon
española y de los y títulos. NO ha de esperarse que entremos á hablar por


espanales.
separado de cada una de estas partes: limitarémonos á dar
una idea general de la discusíon , ateniéndonos para ello á
la última de las divisiones insinuadas, que se componia de
10 títulos. Era el t ,« de la Nacion española y de los Espa-
ñoles. B.enovábase en su contexto el principio de la sobe-
ranía nacional, admitido en 24 de setiembre anterior, y
declarado ahora como fuente en España de todas las po-
testades, y raiz hasta de la Constitucion, 128 diputados
contra 24 aprobaron el artículo; y los que le desecharon,
no fué en la substancia sino en los términos en que se ha-
llaba extendido. Tratamos con cierta detencion este punto
en el libro trece; y allí indicamos que, aunque conviniese
no estampar en las leyes ideas abstrusas, la situacion par-
ticular de la monarquía y su orfandad disculpaban se hi-
ciese en el caso actual excepcion á aquella regla. Indivi-
dualizábanse igualmente en dicho título los que debían
conceptuarse españoles, ora hubiesen nacido en el territorio,
ora fuesen extranjeros, exigiéndose de los últimos carta de
naturaleza ó diez años de vecindad. Se insertaba tambien
allí mismo una breve declaracion de derechos y obligacio-
nes, que aunque imperfecta evitaba aIgun tanto el peligroso
escollo de generalizar demasiadamente, habiéndose repro-
bado en los debates alguno que otro artículo del proyecto




479
de la comision, mas bien sentencioso que preceptivo. En to-
dos estos puntos como habia vasto campo de sutileza en que
apacentar el ingenio, detuviéronse mas de lo regular cier-
tos vocales, avezados á la disputa con la educacion esco-
lástica de nuestras universidades.


Hablaba el S.o título del Territorio, de la Religion y del Titulo,.·
Del territorio


Gobierno. Hubo en la comisión muchos altercados sobre de las ~spañas.
su relígion


lo primero, en especial respecto de América, no pudiendo y gobierno .
.eonforrnarse ni aun entenderse á veces sus propios diputa-
dos. Cada uno presentaba una division distinta de territo-
rio, y quería que se multiplicasen sin fin ni término las
provincias y sus denominaciones. Provenia esto del deseo
de agasajar vanidades de la tierra nativa, y tambien de la
confusion y alteraciones que habia habido en la reparticion
de regiones tan vastas, soliendo llevar el nombre de pro-
vincia lo que apenas se diferenciaba de un desierto ó para-
mera. Tambien se suscitaron algunas reclamaciones en
cuanto á la España peninsular, y todos estaban de acuerdo
en la necesidad de variar y mejorar la division actual; pues
aun acá en Europa era harto desigual, así en lo geográfico
como en lo administrativo, judicial y eclesiástico, y tan
monstruosa á veces, que entre otros hechos citóse el de la
Rioja , en donde se contaban parajes que correspondian ya
á Guadalajara, ya á Soria y ya á Burgos. Pero á pesar de
eso, como el poner acomodado remedio pedia espacio y
gastos, eiñéronse por entonees las Córtes á hacer mención
en un artículo de las mas señaladas provincias y reinos de
ambas Bspañas , anunciando en otro que luego que las cir-
cunstancias lo permitiesen, se efectuaria una division mas
conveniente del territorio de la monarquía.


Esta cuestion , si bien de importancia para el buen go-
bierno interior del reino, no era tan peliaguda como la
otra del mismo título, tocante á la religion. La comision




480
había presentado el artículo concebido en los términos si-
guientes: « La nacion española profesa la religion católica,
» apostólica, romana, única verdadera, con exclusion de
» cualquiera otra. ») Tan patente declaracion de intolerancia
todavía no contentó á ciertos diputados, y entre otros al
señor Inguanzo, que pidió se especificase que la religion
católica «debia subsistir perpetuamente, sin que alguno
l) que no la profesaBe pudiese ser tenido por español, ni
» gozar los derechos de tal. » Volvió por lo mismo el artí-
culo á la comision , que le modificó de esta manera. « La
» religion de,la nación española es, y será perpetuamente,
l) la católica, apostólica, romana, única verdadera. La na-
l) cion la protege por leyes sábias y justas, y prohibe el
» ejercicio de cualquiera otra. 1) Le aprobaron así las Cor-
tes, sin que se moviese discusion alguna ni en pró ni en
contra. Ha excitado entre los extranjeros ley de intoleran-
cia tan insigne un clamor muy general, no haciéndoseel sufí-
ciente cargo de las circunstancias peculiares que la ocasio-
naron. En otras naciones en donde prevalecen muchas y
varias creencias, hubiera acarreado semejante providencia
gravísimo mal; pero no era este el caso de España. Durante
tres siglos había disfrutado el catolicismo en aquel suelo de
dominaeion exclusiva y absoluta, acabando por extirpar
todo otro culto. Así no heria la determinacion de las Cór-
tes, ni los intereses, ni la opinion de la generalidad, an-
tes bien la seguía y aun la halagaba. Pensaron sin embargo
varios dipatados , afectos á la tolerancia, en oponerse al
artículo, ó por lo menos en procurar modificarle. ]}Ias pe-
sadas todas las razones les pareció por entonces prudente
no urgar el asunto, pues necesario es conllevar á veces
ciertas preocupaciones para destruir otras que allanen el
camino, y conduzcan al aniquilamiento de las mas arrai-
gadas. El principal dañoque podia ahora traer la intoleran-




481
cía religiosa consistia en el influjo para con los extranjeros,
alejando á los industriosos, cuya concurrencia tenia que
producir en España abundantes bienes. Pero como no se
vedaba la entrada en el reino, ni tampoco profesar su re-
ligion, solo si PI culto externo, era de esperar que (,OH
aquellas y otras ventajas que les afianzaba la Constitucion,
no se retraerian de acudir á fecundar un terreno eási vir-
gen, de grande aliciente y cebo para granjerías nuevas.
Adt>mas el artículo, bien considerado, era en sí mismo
anuncio de otras mejoras: la Religion, decia , {( será prote-
j) gida por leyes sabias y justas. ) Cláusula que se endere-
zaba á impedir el restablecimiento de la inquisicion , para
cuya providencia preparábase desde muy atrás el partido
liberal. Y de consiguiente en un país en donde se destruye
tan bárbara institueion , en donde existe la libertad de la
imprenta y se aseguran los derechos políticos y civiles por
medio de instituciones generosas, l.podr2 nunca el fanatis-
mo ahondar sus raices , ni menos incomodar las opiniones
que le sean opuestas ? Cuerdo pues rué no provocar una
discusion en la que hubieran sido vencidos los partidarios
de la tolerancia religiosa. Con el tiempo y fácilmente cre-
ciendo la ilustracion , y naciendo intereses nuevos, huhié-
ranse propagado ideas mas moderadas en la materia, y el
español hubiera entonces permitido sin obstáculo que
junto á los altares católicos se ensalzasen los templos pro-
testantes , al modo que muchos de sus antepasados habian
visto durante siglos no léjos de sus iglesias mezquitas y si-
nagogas.


Era el otro extremo del título en que vamos el del Go-
bierno. Reducíase lo que aquí se determinaba acerca del
asunto á una mera declaracion de ser el gobierno de Es-
paña monárquico, y á la distribución de las tres principa-
les potestades, perteneciendo la legislativa á las Cortes


'rO\lJ 111.' 31




482
con el Rey, la ejecutivaexclusivamente á este, y la judicial
á los tribunales. No fué larga ni de entidad la discnsion
suscitada. si bien algunos señores querian que la facultad
de hacer las leyes correspondiese solo á las Cortes, sobre
lo cual volveremos :í hablar cuando se trate de la sancion
real.


Bspecifícábase en el mismo título quiénes debian con-
ceptuarse ciudadanos, calidad necesaria para el uso y goce
de los derechos políticos. Con este motivo sepromovieron
largos debates respecto de los originarios de África. cues-
tion que interesaba á la América, pues por aquella deno-
minacion entendíanse solo los descendientes de esclavos
trasladados á aquellas regiones del continente africano, á
quienes no se declaraba desde luego ciudadanos comoá los
demas españoles. sino que se les dejaba abierta la puerta
para conseguir la gracia segun fuese su conducta y mere-
cimientos. En un principio los diputados americanos no
manifestaron anhelo porque se concediese el derecho de
ciudadanía á aquellosindividuos, y húholos, como el señor
Morales Duarez, que se indignaban al oir solo que tal se
intentase. En el decreto del 15 de octubre de 1810, cimien-
to de todas las declaraciones hechas en favor de América,
no se extendió la igualdad de derechos á los originarios
de África, y en las proposiciones sucesivas que formali-
zaron los diputados americanos tampoco esforzaron estos
aquella pretension. No así ahora. queriendo algunos que
se concediese en las elecciones á los mencionados origina-
rios voz activa y pasiva, aunque los mas no pidieron sino
que se otorgase la primera, motivo por el que se sospechó
que en ello se trataba mas bien que del interes de las cas-
tas, de aumentar el número de los diputados de árnérica;
pues debiendo ser la base de las elecciones la poblacíon,
claro era que incluyéndose entre los ciudadanos á los




485
descendientes de África, creeeria el censo en favor de las
posesiones americanas.


No tenian los españoles contra. dichas castas odio ni
oposicion alguna, lo cual no sucedió á los naturales de
Ultramar, en cuyos paises eran tan grandes la enemistad
y desvío, que, segun dijo el señor Salazar, diputado por el
Perú, se advertia hasta en los libros parroquiales, habien-
do de estos unos en que se sentaban los nombres de los
reputados por tales, y otros en que solo los de las castas.
Lo mismo confirmaron varios diputados tambien de Amé-
rica, y entre ellos el señor Larrazáhal por Goatemala, y
de los mas distinguidos, quien, á pesar de que abogaba por
los originarios, decia: ({ Déjese á aquellas castas en el es-
J) tado en que se hallan, sin privarlas de la voz activa .....
» ni quererlas elevar á mas alta gerarquia, pues conocen
» que su esfera no las ha colocado en el estado de aspirar
» á los puestos distinguidos. j) Era espinosísima la situacion
de los diputados europeos en los asuntos de América, en
los que caminaban siempre como por el filo de una cor-
tante espada. Negar á los originarios de África los dere-
chos de ciudadano era irritar los ánimos de estos; conce-
dérselos ofendia sobremanera las opiniones y preocupacio-
nes de los demas habitantes de Ultramar. Al contrario la
de los diputados americanos, quienes ganaban en cualquie-
ra de ambos casos, inclinándose el mayor número de ellos
á excitar disturbios que abreviasen la llegada del dia de su
independencia. A sus argumentos, de gran fuerza muchos,
respondió con especialidad y profundamente el señor Es-
piga. «( He oido (decia) invocar con vehemencia sagrados
» derechos de naturaleza y bellísimos principios de huma-
» nidad; pero yo quisiera que los señores preopinantes no
J) perdieran de vista que habiéndose establecido la sociedad,
¡) y formádose las naciones para asegurar los derechos de




484
» la naturaleza, ha sido preciso hacer algun sacrificio po-
» niendo aquellas limitaciones y condiciones que convenía
» no menos al interés general de todos los individuos, que
11 al orden, tranquilidad y fuerza pública, sin la cual aquel
1) no podia sostenerse ..... Los principios abstractos no pue-
» den tener una aplicacion rigurosa en la política..... Esta
." es una ve.rdad conocida \l0T \0\50 gobiernos mas i\\lstrados
» y que no son despóticos y tiranos ..... ¿Gozan por ven-
11 tura las castas en la Jamáica y demas posesiones inglesas
1) del derecho de ciudadano que aquí se solicita en su favor
» con tanto empeño? .... Vuélvase la vista á los innume-
}) rahles propietarios de la Carolina y de la Virginia pene-
) necientes á estas castas, y que viven felizmentebajo las sá-
J) bias leyes del gobierno de los Estados-Unidos: ¿.son acaso
J) ciudadanos? No.señor, todos son excluidos de los empleos
» civiles y militares. Y cuando el sabio gobierno de la Gran
J) Bretaña, que por su Constitucion política y por su justa
1) legislacion , y por una ilustracion de algunos siglos, ha
J) llegado á un grado superior de riqueza, de esplendor y
» de gloria, al que aspiran los demas, no se ha atrevido á
) incorporar las castas entre sus ciudadanos, ¿ lo haremos
1) nosotros, cuando estamos sintiendo el impulso de mas
1) de tres siglos de arbitrariedad y despotismo, y apenas
J) vemos la aurora de la libertad política? Cuando la Cons-
» titucion anglo-americana, que con mano firme arrancó
)) las ralees de las preocupaciones, y pasó quizás los limi-
J) tes de la sabiduría, las excluyó de este derecho, i; se le
1) concederemos nosotros que apenas darnos un paso sin
J) encontrar el embarazo de los perjuicios y de las opinio-
) nes , cuya falsedad no se ha descubierto por desgracia
) todavía? ¿ Podrá acusarse á estos gobiernos de falta de
1) i1ustracion, y de aquella firmeza que sabe vencer todos
» los estorbos para llegar á la prosperidad nacional? 1a,1




485
J) es, señor, la conducta de los gobiernos cuando desen-
)) tendiéndose de bellas teorías consideran al hombre no
)) como debe ser, sino como ha sido, como es y como
)) será perpetuamente. Estos respetables ejemplos nos
» deben convencer de que son muy diferentes los de-
l) rechos civi les de los derechos políticos, y que si bien
» aquellos no deben negarse á ninguno de los qul' compo-
1) nen la nacían por ser una consecuencia inmediata del
)) derecho natural, estos pueden sufrir aquellas limitaciones
)) que convengan á la felicidad pública. Cuando las perso-
1) nas y propiedades son respetadas; cuando léjos de ser
) oprimidos los individ LlOS de las castas han, de hallar sus
» derechos ci~i1es la misma proteccion en la ley que los de
1) todos los demas españoles, no hay lugar á declamaciones
J) patéticas en favor de la humanidad, que por otra parte
J) pueden comprometer la existencia política de una gran
,) parte de los dominios españoles..... J)


Pasó al cabo el artículo con alguna que otra variacion
en los términos, y substituyendo á la expresion de {( a los
» españoles que por cualquiera linea traen orígen del Afri-
1) car.... )) la de « á los españoles que por cualquiera línea
)) son habidos y reputados por originarios de África..... »
Medio de evitar escudriñamientos de origen, y de no asus-
tar á los muchos que por allá derivan de esclavos, y se
cuentan entre los libres y de sangre mas limpia.


Honró á las Córtes tambien exigir aquí que ({ desde
J) el año 1850 deberían saber leer y escribir los que
» de nuevo entrasen en el ejercicio de los derechos de
J) ciudadano,» señalando de este modo como principal
norte de la sociedad la instruccion y buena enseñanza.
Antes ya estaba determinado lo mismo en Guipúzcoa , y
en el reino de Navarra habíase establecido por auto de
buen gobierno qu~ ninguno que no supiera leer y escri-




486
bir pudiera obtener los empleos y cargos municipales.


Título 3,' Llegó despues la discusion del 5er título del proyec-De las Córtes.
to, uno de los mas importantes por tratarse de la potestad
legislativa. Aparecian en él como cuestiones mas graves:
1. o si habian de formarse las Córtes en una sola cámara,
si en dos, ó en estamentos ó brazos como antiguamente.
2. o El nombramientode losdiputados. 5.0 La eelehracion
de las Córtes. 4.0 Sus facultades. Y 5.o la formacion de las
leyes y la sancion real.


Proponia la comision que se juntasen las Córtes en una
cámara 801a compuesta de diputadoselegidos por la genera-
lidad de los ciudadanos. Sostuvieron principalmente el
dictamen de la comision los señores Argüelles, Jiraldo y
conde de Toreno. ImpugnáronJe los señores Borrull, In-
guanzo y Cañedo. lnclinábanse estos á la formacion de las
Córtes divididas por brazos ó estamentos; opinando el
primero que ya que no concurriese toda la nobleza por su
muchedumbre y diferencias, fuese llamada á lo menos en
parte. Esforzó el diputado Inguanzo las mismas razones á
punto de dar por norma (( para los temperamentos de la
» potestad real» la constitucion y gobierno de la iglesias,
que consideraba como una monarquíamixta con aristocra-
cia , olvidándose que en este caso la cabeza era electiva y
electivos todos sus miembros. Mas moderado el señor Ca-
ñedo, si bien adicto á aquel género de representacion, no
se oponia á que se hiciese alguna reforma en el sistema
antiguo. La comision y los que la seguian fundaban su
dictamen en la dificultad de restablecer los brazosantiguos,
en los inconvenientes de estos, y en la diferencia también
que mediaba entre ellos y las dos cámaras ó cuerpos esta-
blecidos en Inglaterra y otros paises,


l\luy varias habían sido en la materia las costumbres y
usos de España, no siendo unos mismos en los diversos




487
siglos, ni tampoco en los diferentes reinos. Se conocieron
por lo comuntres estamentos en Cataluñay Valencia. Cua-
tro en Aragon, en donde no asistió el clero hasta el si-
glo XIII, Yen donde además estaba tan poco determinado
los que de aquel brazo y del de la noblezadebian concurrir
á Córtes, que dice Jerónimo Blancas: * « De los eclesiásti- (' Al'. n. e.)
» cos, de los nobles, caballeros e hijosdalgo no se puede
J) dar regla cierta de cuáles han de ser necesariamente
J) llamados, porque no hallo fuero ni acto de corte que la
» dé. Mas parece que no deberian dejar de ser llamados
J) los señores titulados, y los otros señores de vasallos del
) reíno. » En Castilla y Leon celebráronse Córtes, aun de
las mas señaladas, en que no hubo brazos; y en las con-
gregadas en Toledo los años 1558 y 1559 no concurrieron
otros individuos de la nobleza sino los que expresamente
convocó el rey, diciendo el conde de la Coruña en su rela-
cion manuscrita: * « y no se acaba la grandeza de estos (' Al'. n, 3.)
J) reinos en estos señores nombrados, pues aunque no fue-
) ron llamados por S. ~I., hay en ellos muchosseñores de
)) vasallos, caballeros, hijosdalgo de dos cuentos de renta,
)) y de uno que tienen deudo con los nombrados, ))


En adelante ni aun así asistieron en Castilla los esta-
mentos, y en la corona de Aragon hubo variedad en los
siglos XVI y XVII. En el XVIII sábese que, luego que se
afianzó en el solio español la estirpe de Borbon, ó no hubo
Córtes, ó en las que se reunieron los reinos de Aragon y
Castilla nunca se mezclaron en las discusiones los brazos,
ni se convocaron en la forma ni con lasolemnidad antiguas.


De consiguiente no habiendo regla fija por donde guiar-
se 1 necesario era resolver cómo y de quiénes se habian de
formar dichos brazos; y aquí entraba la dificultad. Decian
los que los rehusaban, « ¿ se compondrá el de la nobleza de
J) solos los grandes? Pero esta clase como ahora se halla




488


Jt constituida, no lleva su origen mas allú del siglo XVI,
» cuando justamente cesaron Jos brazos en Castilla, y aca-
J) bó en todas partes el gran poder de las Córtes: siendo
l) de notar que en Navarra, donde todavía subsisten, en-
)1 tran en el estamento noble casas, sí, antiguas, mas no to-
l) das condecoradas con la grandeza. ¿ Asistirán todos los
» nobles'? Su mechedurnbre lo impide. Haráse entre sus
Jl individuos una eleccion proporcionada? Mas, ¿cómo ve-
) rifíearla con igualdad, cuando se cuentan provincias eo-
11 mo las del norte en que el número de ellos no tiene lío
) mite, y otras como algunas del mediodiay centro en que
1) es muy escaso'? Aumenta las dificultades (añadian) la
» América, en donde no se conocen sino dos ó tres gran-
Jl des, y se halla multiplicada y mal repartida la demás
II nobleza. No menores (proseguian) aparecen los emha-
II razos respecto de los eclesiásticos. Si en una cámara Ó
» estamento separado han de concurrir los obispos y pri-
11 meras dignidades, ademas de los daños que resultarán en
II cuanto á los de América en abandonar sus sillas é igle-
)) sías , no será justo queden entonces clérigos en el es-
» tamento popular á menos de convertir las Cortes en
» concilio: y desposeer á los últimos de un derecho ya ad-
» quirido, ofrécese como cosa árdua y de dificultosa eje-
» cucion. Por otra parte (decian los mismos señores) los
» bienes que trae la separacion del cuerpo legislativo en
» dos cámaras, no se consiguen por medio de los estarnen-
» tos. En Inglaterrajúntanse aquellas, y deliberan separa-
» damente con arreglo á trámites fijos, y con independen-
11 cia una de otra. En España sentáhanse los brazos en
» diversos lados de una sala, no en salas distintas; y si
) alguna vez para conferencias preparatorias y examen de
¡) materias se segregaban , ni eso era general ni frecuente;
» y luego por medio de sus tratadores deliberaban unidos




489
)J y votaban juntos, De lo que nacia haber en realidad una
)J cámara sola, excepto que se hallaba compuesta de per-
» sonas á quienes autorizaban privilegios ó derechos dis-
» tintos. »


En medio de tan encontrados dictámenes, hablando con
la imparcialidad que nos es propia y con la experiencia
ahora adquirida, parécenos que hubo error en ambos ex-
tremos. En el de los que apoyaban Jos estamentos anti-
guos , porque adamas de la forma varia é incierta de estos,
agregábanse en su composicion á los males de una sola
cámara los que suelen traer consigo las de privilegiados.
En el opuesto, porque si bien los que sostenían aquella
opinion trazaron las dificultades é inoonvenientes de los
estamentos, y aun los de una segunda cámara de nobles y
eclesiásticos, no satisñcieron competentemente á todas
las razones que se descubren contra el establecimiento de
una sola y única, ni probaron la imposibilidad de formar
otra segunda tomando para ello por base la edad, Jos bie-
nes, la antigua ilustraeion, los servicioseminentes, ó cua-
lesquiera otras prendas acomodadas á la situacion de Bs-
paña.


Pues ya que una nacion al establecer sus leyes funda-
mentales, ó al rever las añejas y desusadas, tenga que
congregarse en una sola asamblea, comomedio de superar
los muchos é inveterados obstáculos con que entonces tro-
pieza, llano es que varía el taso, una vez constituida y
echados los cimientos del buen órden y felicidad pública,
debiendo los gobiernos libres para lograr aquel fin adoptar
una conveniente balanza entre el movimiento rápido de in-
tereses nuevos y meramente populares, y la permanente
estabilidad de otros mas antiguos, por cuya conservacion
suspiran las clases ricas y poderosas.


Atestiguan la verdad de esta máxima los pueblos que




!i,c¡)O
mas largo tiempo han gozado de la lihertad , y varones
prestantísimos de las edades pasadas y modernas. Tal era


(. t\p, n, <.) la opinion de Ciceron, que en su tratado de República *
afirma que óptimamente se halla constituido un estado en
donde « ex tribus qeneribus illis regali, et optimati et popu-
JI tari confusa modicé,» Y Polibio piensa que lo que mas
contribuyó á la destruccion de Cartago, fué hallarse en-
tonces todo el poder en manos del pueblo, cuando en Ro-
ma había un senado. Lo mismo sentía el profundo l\'1aquia-
velo, lo mismo Montesqllieu y hasta el célebre conde de
Mirabeau , señalándose entre todos Mr. Adams, si bien re-
publicano, y que ejerció en los Estados-Unidos de Améri-


(' Ap. n. 5.) ca las primeras magistraturas, quien escribia: * « si no se
)) adoptan en cada constitucion americana las tres órdenes
) (el presidente, senado y cámara de representantes) que
) mutuamente se contrapesen, es menester experimente el
) gobierno frecuentes é inevitablesrevoluciones, que aun-
) que tarden algunos años en estallar, estallarán con el
) tiempo. »


Las Córtes no obstante aprobaron por una gran mayoría
de votos el dictámen de la comision que proponia una sola
cámara, escasas todavía aquellas de experiencia, y arras-
tradas quizá de cierta igualdad no popular, sino, digámoslo
así, nobiliaria, difundida en cási todas las provincias y án-
gulos de la monarquía.


Tomaron las Córtes por hase de las elecciones la pobla-
cion, debiendo ser nombrado un diputado por cada 70000
almas, y no exigiéndose ahora otro requisito que laedadde
veinticinco años, ser ciudadano y haber nacido en la pro-
vinciaó hallarse avecindadoen ella con residencia á lomenos
de siete años. Indieábase en otro artículo que mas adelante
para ser diputado seria preciso disfrutar de una renta anual
procedente de bienes propios, y que las Córtes sucesivas




491
declararian cuándo era llegado el tiempo de que tuviese
efecto aquella disposicion. Y j cosa extraordinaria! diputa-
dos como el señor Borrul, prontos siempre á tirar de la
rienda á cuanto fuese democrático, contradijeron dicho ar-
tículo , temiendo que con él se privase á muchos dignos
españoles de ser diputados. Cierto que estancada todavía
cási toda la propiedad entre mayorazgos y manos-muertas,
no era fácil admitir de seguida y absolutamente aquella
base; pues los estudiosos, los hombres de carrera, y mu-
chos ilustrados pertenecian mas bien á la clase desprovista
de renta territorial, como los segundos de las casas res-
pecto de los primogénitos; y exigir desde luego para la
diputacion la calidad de propietario, como única, antes
que nuevas leyes de sueesion y otras distribuyesen con
mayor regularidad los bienes raices , hubiera sido expo-
mese á defraudar á la nacion de representantes muy reco-
mendables.


Pasaba la eleccion por los tres grados de juntas de par-
roquia, de partido y de provincia: lo mismo, con leve
diferencia, que se exigió para las Córtes generales y extra-
ordinarias, segun referimosen el libro doce: y con la nove-
dad de no deber ya ser admitidoslos diputados de las villasy
ciudades antiguas de voto en Cortes, ni los de las juntas
que se hallaron al frente del levantamiento en 1808. Tam-
bien se igualaban con los europeos los americanos, cuyas
elecciones quedaban á cargo de los pueblos, en lugar que
la últimas las verificaron los ayuntamientos. Superfluo pare-
cía que esta ley reglamentaria formaseparte de la Constitu-
cion;masel señor Muñoz Torrero insistió en ello, queriendo
precaver mudanzas prontas é intempestivas. Podian ser
nombrados diputados individuos del estado seglar ó del
eclesiástico secular. Mas de una vez provocaron ciertos se-
ñores la cuestion de que se admitiesen tambien los regula-




492
res; pero las Córtes desecharon constantemente semejantes
proposiciones.


Se excluían de la eleceion los secretarios del despacho,
los consejeros de Estado, y los que sirviesen empleos de la
casa real. Pasó el artículo sin oposicion: tan arraigado
estaba el concepto de separar en todo la potestad legisla-
tiva de la ejecutiva, como si la última no fuese un estable-
cimiento necesario é indispensable de la mecánica social, y
como si en este caso no valiera mas que sus individuos
permaneciesen unidos con lasCortes y afectos á ellas, que
no que estuviesen despegados ó fuesen amigos tibios. To-
cante á la exclusiva dada á los empleados en la casa real,
era uso antiguo de nuestros cuerpos representativos, parti-
cularmente de los de Aragon• segun nos cuentan sus es-
critores y entre ellos el secretario Antonio Perez.


Todos los años debian celebrarse las Cortes, 110 pudiendo
mantenerse reunidas sino tres meses, y uno mas en casode
que el rey lo pidiese, ó lo resolviesen así las dos terceras
partes de los diputados. Adoptóse aquella limitación para
enfrenar el demasiado poder que se ternia de un cuerpo
único y de eleccion popular , y para no cenceder al rey la
facultad de disolver las Cortes ó prorogarlas. Providencia
de la que pudiera haberse resentido el despacho de los ne-
gocios, causando mayores males que los que se querían
evitar.


Proponía la comision en su dictamen que se nombrasen
los diputados cada dos años, y que fuese lícito el reelegir-
los. Aprobaron los Córtes la primera parte y desecharon la
última, adoptando en su lugar que no podria recaer la
eleecion en los mismos individuos, sino después de haber
mediado una diputaeion ó sea legislatura. Desacuerdo no-
table, y con el que, segulI oportunamente dijo en aquella
oeasion el señor Oliveros, se echaba abajo el edifieie cons-




495
titucional. Porque en efecto al que ya le faltaba el funda-
mento sólido de una segunda y mas duradera cámara, ¿qué
apoyo de estabilidad le restaba, variándose cada dos años
y completamente los individuos que componían la única y
sola á que estaba encargada la potestad legislativa'? Difi-
cultoso se hace que haya, por decirlo así, de remuda cada
dos años en un país 500 individuos capaces de desempeñar
cargo tan árduo; sobre todo en un país que se estrena en
el gobierno representativo. Mas aunque los hubiera, una
cosa es la aptitud y otra la costumbre en el manejo de los
negocios: una el saber, y otra hallarse enterado de los
motivos que hubo para tomar tal ó cual determinacion.
Eso sin contar con las pasiones, y el prurito de señalarse
que cási siempre acompaña á cuerpos recien instalados.
Ademas no hay profesion, no hay arte, no hay magis-
tratura que no requiera ejercicio y conocimientos prác-
ticos: no todos los años se relevan los militares. ni se mu-
dan los jueces ni los otros empleados; ¿ y se podrá cada
dos cambiar y !lO reelegir los legisladores'? Verdaderamente
encornendábase así el estado á una suerte precaria y ciega.
y todo por aquel mal aconsejado desprendimiento, admi-
tido desde un principio, y tan ajeno de repúblicos expe-
rimentados. Rayaba ahora en frenesí, teniendo que dejar á
unas Córtes nuevas el afirmamiento de una Coustitucion
todavía en mantillas, y en cuyos debates no habían tomado
parte.


Siguiendo la misma regla y la adoptada en el año ante-
rior, se decretó por articulo constitueional , que no pudie-
ran los diputados admitir para sí, ni solicitar para otro,
empleo alguno de provisión real ni ascenso sino los de
escala durante el tiempo de su diputacion, ni tampoco
pension ni condecoracion hasta un año despues. La pro-
longacion del término en el último caso, estrivaha en la




494
razon de no haber en él sino utilidad propia, cuando en el
primero podria tal vez ser perjudicial al estado privarle
por mas tiempo de los servicios de un hombre entendido
y capaz.


Se extendian las facultades de las Córtes á todo lo que
corresponde á la potestad legislativa, habiéndose tambien
reservado la ratifícaciou de los tratados de alianza ofensiva,
los de subsidios, y Jos especiales de comercio. dar orde-
nanzas al ejército, armada y milicia nacional, y estatuir el
plan de enseñanza pública y el que hubiera de adoptarse
para el príncipe de Asturias.


En la formacien de las leyes se dejaba la iniciativa á to-
dos los diputados sin restricción alguna, y se introdujeron
ciertos trámites para la discusion y votacion , con el obje-
to de evitár resoluciones precipitadas. Hubo pocos debates
sobre estos puntos. Promoviéronse sí acerca de la sanción
real. La comision la concedía al monarca restricta. no ab-
soluta, pudiendo dar la negativa ó veto hasta la tercera vez
á cualquiera ley que las Córtes le presentasen j pero llega-
do este caso, si el rey insistia en su propósito, pasaba
aquella y se entendía haber recibido la sanciono Ya los se-
üores Castelló y conde de Toreno se habian opuesto al die-
támen de la comision en 1.'12." título, en que se establecía
que la facultad de hacer las leyes correspondia á las Córtes
con el Rey. Renovaron ahora la cuestion los señores Ter-
reros. Polo y otros, queriendo algunos que no intervinie-
se el monarca en la formacion de las leyes, y muchos que
se disminuyese el término de la negativa ó veto suspensi-
vo. Los diputados que impugnaban el artículo apoyaban-
se en ideas teóricas, plausibles en la apariencia. pero en
el uso engañosas. Habia dicho el conde de Toreno entre
otras cosas ..... I( ¿ cómo una voluntad individual se ha de
/) oponer á la suma de voluntades representantes de la




495
» nacion? ¿No es un absurdo que solo uno detenga y ha-
» ga nula la voluntad de todos? Se dirá que no se opone
)) á la voluntad de la nacion, porque esta de antemano la
)) ha expresado en la Constitucíon,concediendo al Rey este
)) veto por juzgarlo así conveniente á su bien y conserva-
)) cion. Esta razon, que al parecer es fuerte, para mí es
)) especiosa; ¿cómo la nación en favor de un individuo ha
» de desprenderse de una autoridad tal, que solo por sí
» pueda oponerse á su voluntad representada? Esto seria
)) enagenar su libertad, lo qu\ no es -posihle ni pensarlo
» por un momento , porque es contrario' al objeto que el
» hombre se propone en la sociedad, lo que nunca se ha
) de perder de vista. Sobre todo debemos procurar á la
)) Constítueion la mayorduracion posible; y ¿ se consegui-
)) rá si se deja al Rey esa facultad? ¿ No nos exponemosá
)) que la negativa dada á una ley traiga consigo el deseo
J) de variar la Constitucion, y variarla de manera que acar-
J) ree grandes convulsiones y grandes males? No se cite á
» la Inglaterra: allí hay un espíritu público formado hace
» siglos; espíritu público que es la grande y principal bar
)) rera que existe entre la Nacion y el Rey, y asegura la
» Constitución que fué formada en diferentes épocas y en
)) diversas circunstancias que las nuestras. Nosotros ni es-
» tamos en el mismo caso, ni podemoslisonjearnosde nues-
)) tro espíritu público. La negativa dada á dos leyes en
» Francia, fué una de las causas que precipitaron al tro-
)) no..... ) Varias de estas razones y otras que inexpertos
entonces dimos, mas bien tenían fuerza eontra el veto sus-
pensivo de la comision que contra el absoluto; pues aquel
no esquivaba el conflicto que era de temer naciese entre
las dos primeras autoridades del estado, ni el mal de en-
comendar á la potestad ejecutiva el cumplimiento de una
ley que repugnaba á su dictámen. Fundadamente decía




1,96
ahora el señor Perez de Castro..... « No veo qué abusos
» puedan nacer de este sistema, ni por qué cuando se tra-
» ta de refrenar los abusos se ha de prescindir del podero-
» so influjo de la opinion pública, á la que se abre entre
» nosotros un campo nuevo. La opinion pública apoyada
» de la libertad de la imprenta, quc es Sil fiel barómetro,
» ilustra, advierte y contiene, y es el mayor freno de la
» arbitrariedad. Porque ¿qué seria en la opinion pública
» de los que aconsejasen al rey la negativa de la sanciou
» de una ley justa y neces:ria ? ¿Ni cómo puede pruden-
» temente suponerse que un proyecto de ley conocida-
» mente justo y conveniente sea desechado por el Rey
» con su Consejo en una nacion donde haya espíritu públi-
n CO, que es una de las primeras cosas que ha de criar en-
» tre nosotros la Constitucion, ó nada habremos adelanta-
)) do, ni esta podrá existir? El resultado de una obstinacion
)) tan inconcebible seria quedar expuesto el monarca al
» desaire de una nacion forzada, y á perder de tal modo
» el crédito ó la opinion sus ministros, que vendrían al
» suelo irremisiblemente. Y supongamos (caso raro en ver-
JI dad) que alguna vez estas precauciones impidan la for-
» macion de alguna ley, no nos engañemos, esto no plle-
u de suceder cuando el proyecto de leyes evidente, y tal
) vez urgentemente útil y necesario; prro hablando de los
» casos comunes estoy firmemente persuadido que el dejar
» de hacer una ley buena , es menor mal que la fnnestísi-
» ma facilidad de hacer y deshacer leyes cada dia, plaga la
1) mas terrible para un estado. »


«( Juzgo (continuaba) que la experiencia y sus sabias
) lecciones no deben ser perdidas para nosotros, y que el
» derecho público, en esta parte, de otras naciones mo-
) dernas que tienen representacion nacional, no debe mi-
l) rarse con desden por los legisladores de España. No




497
II hablaré de esa Francia, que quiso al principio de sus no·
II vedades darse un rey constitucional, y donde á pesar del
II infernal espíritu desorganizador de demagogia y demo-
)1 cracia revolucionaria que fermentó desde los primeros
)1 pasos, se concedió al monarca la sanción con estas mis-
» mas pausas. Tampoco hablaré de lo que practica una na-
» cion vecina y aliada, cuya prosperidad, hija de su Cons-
» titucion sábia, el' la envidia de todos, porque todos
» saben la inmensa cxtension que por ella tiene en este y
II otros puntos la prerogativa real. Solo haré mencion de la
» ley fundamental de un estado moderno mas lejano, de
II los Estados-Unidos del norte de América, cuyo gobier-
l) no es democrático, y donde propuesto y aprobado un
)1 proyecto en una de las dos cámaras, esto es, en la eáma-
» fa de los representantes ó en el senado, tiene que pasar
)1 á la otra para su aprobacion; si es allí también aproba-
» do, tiene que recibir todavía la sanción del presidente de
» los Estados-Unidos; si este la niega, vuelve el proyecto
» á la cámara donde tuvo su origen; es allí de nuevo dis-
1) cutido, y para ser aprobado necesita la concurrencia de
» las dos terceras partes de votos: entonces recibe fuerza,
II Yqueda hecho ley del estado..... Pues si esto sucede en
» un estado democrático, cuyo jefe es un particular reves-
II tido temporalmente por la Constitucion de tan eminente
» dignidad, tomado de los ciudadanos indistintamente, y
» falto por consecuencia de aquel aparato respetuoso que
» arranca la consideracion de los pueblos; si esto suee-
II de en estados donde la ley se filtra, por decirlo así,
» por dos cámaras, invencion sublime dirigida á hacer
1) en favor de las leyes, que el proyecto propuesto en
» una cámara no sea decretado sino en otra distinta, y
» aun después ha menester la sancion del jefe del gobier-
» no, ¿ qué deberá suceder en una monarquía como la


TOM. III. 32




498
) nuestra, y en la que no existen esas dos cámaras? ...


Prevaleció el dictamen de la comislon , y es de advertir
que entre los señores que le impugnaban, y repelian la san-
cion real con veto absoluto ó suspensivo, habíalos de opinio-
nes las mas encontradas. Sucedia esto con frecuencia en las
materias políticas: y diputados, como el señor Terreros, muy
aferrados en las eclesiásticas, eran de los primeros á escati-
mar las facultades del rey, y á contrastar á los intentos de la
potestad ejecutiva.


En este artículo 5° establecíase la diputacion permanen-
te de Córtes, y se especificaba el modo y la oeasion de
convocar á Córtes extraordinarias. Se componia ahora la
primera de 7 individuos escogidos por las mismas Córtes,
á cuyo cargo quedaba durante la separacion de las últimas
velar sobre la observancia de las leyes, y en especial de
las fundamentales, sin que eso le diera ninguna otra auto-
ridad en la materia. Antiguamente se conocia un cuerpo
parecido en los reinos de Aragon, y en la actualidad en
Navarra, y juntas de las provincias Vascongadas y Asturias.
Nunca en Castilla hasta que se unieron las coronas y se
confundieron las Córtes principales de la monarquía en
unas solas. Entonces apareció una sombra vana, á que se
dió nombre de diputaeion , compuesta tambien de 7 indi-
viduos que se nombraban y sorteaban por las ciudades de
voto en Córtes. Pudo ser útil semejante institucion en rei-
nos pequeños, cuando la representacion de los pueblos no
se juntaba por lo comun todos los años, y cuando no ha-
bia imprenta ó se desconocia la libertad de ella, en cuyo
caso era la diputacion, segun expresó oportunamente el
señor Capmany, «el censor público del supremo poder.»
Pero ahora si se ceñia este cuerpo á las facultades que le
daba la Constitucion , era nula é inútil su censura aliado
de la pública; si las traspasaba, ademas de excederse, no




499
servra su presencia sino para entorpecer y molestar al
Gobierno. Tuvieron por conveniente las Córtes respetar
reliquia tan antigua de nuestras libertades, confián-
dole tambien la policía interior del cuerpo, y la facul-
tad de llamar en determinados casos á Córtes extraordi-
narias.


Dábase esta denominacion no á Córtes que fuesen supe-
riores á las ordinarias en poder y constituyentes como las
actuales, sino á las mismas ordinarias congregadas extraor-
dinariamente y fuera de los meses que permitia la Consti-
tucion. Su llamamiento verificábase en caso de vacar la
corona, de imposibilidad ó abdicaeion del Rey, y cuando
este las quisiese juntar para un determinado negocio, no
siéndoles lícito desviarse á tratar de otro alguno. Con esto
se cerraba el título 5. o


En el 40 entrabase á hablar del Rey, y se circunstan-
ciaban su inviolabilidad y autoridad, la sucesion á la corona,
las minoridades y Regencia, la dotacion de la familia real
ó sea lista civil, y el número de secretariosdeEstado y del
despacho con lo concernienteá su responsabilidad.


El Rey ejercía con plenitud la potestad ejecutiva, pero
siempre de manera que podia reconocer, como dice Die-
go de Saavedra, * « que no era tan suprema que no
) hubiese quedado alguna en el puehlo.» Concediósele
la facultad de« declarar la guerra y hacer y ratificar la
» paz,» aunque despues de una larga y luminosa dis-
cusion , deseando muchos señores que en ello intervi-
niesen las Córtes, á imitacion de lo ordenado en el fuero
antiquísimo de Sobrarbe. * Las restricciones masnotables
que se le pusieron, consistian en no permitirle ausen-
tarse del reino, ni casarse sin consentimiento de lasCór-
tes. Provocó ambas la memoria muy reciente de Bayo-
na, y los temores de algun enlace con la familia de Napo-


TItulo 4."
Del Rey.


(' Ap. n. 6.)


(' Al'. n. 1.)




500·
leon, Autorizábanlas ejemplos de naciones extrañas, y
otros sacadosde nuestra antigua historia.


Se reservó para tratar en secreto el punto de la sucesion
á la corona. Decidieron las Córtes cuando llegó el caso,
que aquella se verificaria por el órden regular de primoge-
nitura y representacion entre los descendientes legítimos
varones y hembras de la dinastía de Borbon reinante. Tal
había sido cási siempre la antigua costumbre en los diver-
sos reinos de España. En Leon y Castilla autorizólalaleyde
Partida; y antes nunca ~abia padecido semejante práctica
alteracion alguna, empuñando por eso ambos cetros Fer-
nando 1, y luego Fernando I1I, el Santo: tampoco en Navar-
ra, en donde se contaron multiplicados casos de reinas
propietarias, y á la misma costumbre se debió la union de
Magon yCataluña en tiempo de doñaPetronila, hija de don
Ramiro el l\lonje. Bien es verdad que allí hubo algunas
variaciones, especialmente en los reinadosde don Jaime el
Conquistador y de don PedroIV, el Ceremonioso, no ciñen-
do en su consecuencia la corona las hijas de don Juan el J,
sucesor de este; la cual pasó á las sienes de don Martín
su hermano. Pero recobró fuerza en tiempo de los reyes
Católicos, ya al reconocer por heredero al malogrado don
Miguel su nieto, príncipe destinado á colocarseen los so-
lios de toda la península, incluso Portugal; ya al suceder
en los de España doña Juana la Loca y su hijodon Cárlos.
Por la misma regla ocupó tambien el trono Felipe V de
Borbon, quien sin necesidad trató de alterar la antigua ley
y costumbre y las disposiciones de los reyes don Fernando
y doña Isabel, y de introducir la ley sálica de Francia. Hí-
zolo así hasta cierto punto, pero bastante á las calladas y
con mucha informalidad y oposieion, segun refiere el mar-
qués de San Felipe. En las Córtes de 1789 ventilóse tam-
bien el negocio y se revocó la anterior decision: mas muy




aOt
en secreto. Las Córtes poniendo ahora en vigor la primi-
tiva ley y costumbre, en nada chocaban con la opinion
nacional; y así fué que en el seno de ellas obraron en el
asunto de acuerdo los diversos partidos que las componían,
mostrando mayor ardor el opuesto á reformas.


Esto en parte pendía del ansia por colocar al frente de
la Regencia y aproximar á los escalones del trono á la in-
fanta doña María Carlota Joaquina , casada con don Juan,
príncipe heredero de Portugal, é hija mayor de los reyes
don Cárlos IV y doña Marí,a Luisa, en quien debía re-
caer la corona á falta de sus hermanos, ausentes ahora,
cautivos y sin esperanza de volver á pisar el territorio espa-
ñol. Había en ello tambien el aliciente de que se reuniera
bajo una misma familia la península entera; blanco en que
siempre pondrán los ojos todos los buenos patricios. Te-
nia el partido anti-reformador empeño tan grande en lla-
mar á aquella señora á suceder en el reino, que para faei-
litar su advenimiento promovió y consiguió que por decreto
particular se alejase de la sucesion á la corona al hermano
menor de Fernando VII el infante don Francisco de Paula
y á sus descendientes; siendo así que este por su corta edad
no habia tenido parte en los escándalos y flaquezas de Ba-
yona, y que tampoco consentían las leyes ni la política, y
menos autorizaban justificados hechos, tocar á la legitimi-
dad del mencionado infante. En el propio decrete- eran
igualmente excluidas de la sucesion la infanta doña l\laría
Luisa, reina viuda de Etruria, y la archiduquesa de Austria
del mismo nombre, junto con la descendencia de ambas; la
última señora por su enlace con Napoleon, y la primera por
su imprudente y poco mesurada conducta en los aconteci-
mientos de Aranjuez y Madrid de 1808. En el decreto sin
embargo nada se especificaba, alegando solo para la exclu-
siva de todos « ser su sucesión incompatible con el bien y




502
)) segUl'\ó~d del est~do. )) "P~\a\:mw, v~gas, q'H~ \mblera v&\\-
do mas suprimir, ya que no se querian publicar las
verdaderas razones en que se fundaba aquella determina-
cion.


Las Córtesretuvieron para sí en las minoridades el nom-
bramiento de Regencia. Conformábanse en esto con usos
y decisiones antiguas. Y en cuanto á la dotacion de la fa-
milia real se acordó que las Córtes la señalarían al princi-
pio de cada reinado. Muy celosas anduvieron á veces las
antiguas en esta parte, usando en ocasiones hasta de tér-
minos impropios aunque significativos, como aconteció en
las Córtes celebradas en Vallodo\id el año 1518, en las


(' Al'. n, 8.) que * se dijo á Cárlos V (( que el Rey era mercenario de $11,$
n oasallos.»


Instrumentos los ministros ó secretarios del despacho de
la autoridad del Rey, jefevisible del estado, son realmente
en los gobiernos representativos la potestadejecutiva pues-
ta en obra y conveniente acciono Se fijó que hubiese 7:
de Estado ó Relaciones exteriores; 2 de la Gobernacion,
uno para la península y otro para Ultramar; de Gracia y
Justicia; de Guerra; de Hacienda y de Marina. La novedad
consistía en los dos ministerios de la Gobernacion ó sea de
lo Interior, que tropezó con obstáculos por cuanto ya in-
dicaba que se querianarrancar á los tribunales lo económi-
co y gubernativo en'que habían entendido hasta entonces.


Debian los secretarios del despacho ser responsables de
sus providencias á las Córtes, sin que les sirviese de dis-
culpa haber obrado por mandato del Rey. Responsabilidad
esta por lo comunmasbien moral que efectiva: pero oportu-
no anunciarla y pensar en ella, porque como decla be-


(' Al'. n, 9.) llamente el ya citadodon Diego de Saavedra: * (( dejarcor-
» rer libremente á los ministros, es soltar las riendas al
11 gobierno. 1)




a05
Tambien en este título se creaba un Consejo de Estado.


Bajo el mismo nombre hallábase establecido otro en Espa-
ña desde tiempos remotos, al que dió Carlos V particula-
res y determinadas atribuciones. Elevaba ahora la comision
el suyo dándole aire de segunda cámara. Dehian compo-
nerle 40 individuos: de ellos 4 grandes de España. y 4
eclesiásticos; 2 ,obispos. Inamovibles todos. los nom-
braba el Rey, tomándolos de una lista triple presentada
por las Oórtes. Eran sus mas principales facultades aconse-
jar al monarca en los asuntos árduos , especialmente para
dar ó negar 1& sancion de las leyes, y para declarar la
guerra ó hacer tratados; perteneciéndole asimismo la pro-
puesta por ternas para la presentación de todos los bene-
ficios eclesiásticos y para la provision de las plazas de ju-
dicatura. Prerogativa de que habían gozado las antiguas
cámaras de Castilla y de Indias; porcion , como se sabe,
integrante y suprema de aquellos dos Consejos. Aplaudie-
ron hasta los mas enemigos de novedades la formacion de
este cuerpo, á pesar de que con él se ponían trabas mal
entendidas á la potestad ejecutiva, y menguaban sus facul-
tades. Pero agradábales porque renacía la antigua práctica
de proponer ternas para los destinos y dignidades mas im-
portantes.


Comprendiael título 5° el punto de tribunales: punto Titulo 5.'
b bi did d - d di idi De los tribunales.astante ien enten I O Y esempena O, Yque se IVI 13
en tres esenciales partes. t. a Reglas generales. 2. a Admi-
nistracion de justicia en lo civil. 5.8 Administracion de
justicia en lo criminal. Por de pronto apartábase de la
incumbencia de los tribunales lo gubernativo y económi-
co en que antes tenian concurso muy principal ,y se les
dejaba solo la potestad de aplicar las leyes en las causas
civiles y criminales. Prohibíase que ningun español pudie-
se ser juzgado por comisioualguna especial, y se destruían




504
los muchos y varios fueros privilegiados que antes había,
excepto el de los eclesiásticos y el de los militares. No fal-
taron diputados, como los señores Calatrava y García Her-
reros, que con mucha fuerza y poderosas razones atacaron
tan injusta y perjudicial exencion ; mas nada por entonces
consiguieron.


Centro era de todos los tribunales uno supremo llamado
de Justicia, al que se encargaba el cuidado de decidir las
competencias de los tribunales inferiores; juzgar á los se-
cretarios del despacho, á los consejeros de Estado y á los
tiernas magistrados en caso de que se les exigiese la respon-
sabilidad por el desempeño de sus funciones públicas; co-
nocer de los asuntos contenciosos pertenecientes al real
patronato; de los recursos de fuerza de los tribunales su-
periores de la corte, y en fin de los recursos de nulidad
que se interpusiesen contra las sentencias dadas en última
instancia.


Despues poníanse en las provincias tribunales que con-
servaban el nombre antiguo de audiencias, y á las cuales
se encomendaban las causas civiles y criminales. En esta
parte adoptábase la mejora importante de que todos los
asuntos feneciesen en el respectivo territorio; cuando an-
tes tenian que acudir á grandes distancias y á la capital del
reino, á costa de muchas demoras y sacrificios. l\1al grave
en la península, y de incalculables perjuicios en Ultramar.
En el territorio de las audiencias, cuyos términos se de-
bian fijar al trazarse la nueva división del reino 1 se forma-
ban partidos, y en cada uno de ellos se establecía un juez
de letras con facultades limitadas á lo contencioso. Hu-
bieran algunos querido que en lugar de un solo juez se
pusiese un cuerpo colegiado compuesto á lo menos de 5,
como medio de asegurar mejor .la administracion de justi-
cia, y de precaver los excesos que solían cometer los jue-




.JO.~
ces letrados y los corregidores; pero la costumbre y el
temor de que se aumentasen los gastos públicos inclinó á
aprobar sin obstáculos el dictamen de la comisiono


Hasta aquí todos estos magistrados, desde los del tri-
bunal supremo de Justicia hasta los mas inferiores, eran
inamovibles y de nombramiento real :í propuesta del Con-
sejo de Estado. Venian despues en cada pueblo los alcal-
des, á los que, segun en breve veremos, elegíanlos los
vecinos, y á su cargo se dejaban litigios de poca cuantía,
ejerciendo el oficio de conciliadores, asistidos de dos hom-
bres buenos, en asuntos civiles ó de injurias, sin que fue-
se lícito entablar pleito alguno antes de intentar el medio
de la conciliacion. Cortáronse al nacer muchas desavenen-
cias mientras se practicó esta ley, y por eso la odiaron y
trataron de desacreditar ciertos hombres de garnacha.


En la parte criminal se impedia prender á nadie sin que
precediese informacion sumaria del hecho, por el que el
acusado mereciese castigo corporal; y se permitia que en
muchos casos dando fiador no fuese aquel llevado á la cár-
cel; á semejanza del- habeas corpus de Inglaterra, ó del
privilegio hasta cierto punto parecido de la antigua mani-
festacion de Aragon. Abolíase la confiscaciou , se prohibia
que se allanasen las casas sino en determinados casos, y
adoptábase mayor publicidad en el proceso con otras
disposiciones no menos acertadas que justas. La opinion
habia dado ya en España pasos tan agigantados acerca
de estos puntos, que no se suscitó al tratarlos díscusíon
grave.


Mas no pareció oportunollevarla reforma hasta el extre-
mo de instituir inmediatamente el jurado. Anuncióse sí por
un artículo expreso que lasCórtes en lo sucesivo cuando lo
tuviesen por conveniente introducirían la distineion entre
losjueces del hecho y del derecho. Solo el señor Golfin pi-




506
dióque se concibiesedicho artículo en tono masimperativo.


Titulo 6.' El título 6 o fijaba el gobierno interior de las provincias
Del gobierno


ioterior y de los pueblos. Se confiaba el de estos á los ayuntamien-de las províncías
y del}l~~.pue- tos, y el de aquellas á las diputaciones con los jefes polí-


ticos y los intendentes. En España, sobre todo en Castilla,
había sido muy democrático el gobierno de los pueblos,
siendo los vecinos los que nombraban sus ayuntamientos.
Fuése alterando este método en el siglo XV, y del todo se
vició durante la dinastía austriaca , convirtiéndose por lo
general aquellos oficios en una propiedad de familia, y ven-
diéndolos y enagenándolos con profusion la Corona. En
tiempo de Cárlos HI, reinado muy favorable al bien de los
pueblos. dispúsose en 1766 que estos nombrasen diputados
y síndicos, con objeto en particular de evitar la mala admi-
nistracion de los abastos; teniendo voto, entrada y asiento
en los ayuntamientos, y dándoles en años posteriores ma-
yor extension de facultades. }\Ias no habiéndose arrancado
la raiz del mal, trató la Constitueion de descuajarla ; deci-
diendo que habria en los pueblos para su gobierno interior
un ayuntamiento de uno Ó mas alcaldes, cierto número de
regidores, y uno ó dos procuradores síndicoselegidos todos
por los vecinos, y amoviblespor mitad todos los años. Pa-
recio á muchos que faltaba á esta última rueda de la auto-
dad pública un agente directo de la potestad ejecutiva, por-
que los ayuntamientos no son representantes de los pue-
blos, sino meros administradores de sus intereses; y así
como es justo por una parte asegurar de este modo el bien
y felicidad de las localidades, así tambien lo es por la otra
poner un freno á sus desmanes y peculiares preocupacio-
nes con la presencia de un alcalde ú otro empleado escogi-
do por el Gobierno supremo y central.


No quedaba á dicha semejante hueco en el gobierno de
las provinvias. Habiaen ellas un jefe superior, llamadojefe




507
político, de provision real, á quien estaba encargado todo
lo gubernativo, y un intendente que dirigia la hacienda.
Presidia el primero la diputacion compuesta de 7 individuos
nombrados por los electores de partido, y que se renova-
ban 4 una vez y 5 otra cada dos años. Tenia este cuerpo
latamente y en toda la provincia las mismasfacultades que
los ayuntamientos en sus respectivos distritos, ensanchan-
do su círculo hasta en la política general y mas allá de lo
que ordena una buena administracion. Las sesiones de ca-
da diputacion se limitaban al término de noventa dias, para
estorbar se erigiesendichas corporaciones en pequeñoscon-
gresos y se ladeasen al federalismo: grave perjuicio, irre-
parable ruina, por lo que hubiera convenido restringirlas
aun mas. Podia el Rey, siempre que se excediesen, suspen-
derlas • dando cuenta á las Córtes.


Se formaron estas diputaciones á ejemplo de las de Na-
varra, Vizcaya y Asturias, las cuales, si bien con faculta-
des á veces muy mermadas, conservaban todavía bastante
manejo en su gobierno interior, especialmente las dos pri-
meras. Todas las otras provincias del reino habían perdido
sus fueros y franquezas desde el advenimiento al trono de
las casas de Austria y de Borbon: por lo que incurren en
gravísimo error los extranjeros cuando se figuran que eran
árbitras aquellas de dirigir y administrar SIlS negocios inte-
riores; siendo así que en ninguna parte estaba el poder tan
reconcentrado comoen España, en donde no era lícito, des-
de el último rincon de Cataluña ó Galicia hasta el mas apar-
tado de Sevillaó Granada, construir una fuente, ni estable-
cer siquiera una escuela de primeras letras sin el beneplá-
cito del Gobierno supremo ó del Consejo real, en cuyas
oficinas se empozaban frecuentemente las demandas, o se
eternízaban los expedientes con gran menoscabo de los
pueblos y muchos dispendios.




Titulo 1.'
De las


contribuciones.


Titulo $,.
De la


fuerza militar
nacional.


1)08
El 7° titulo era el de las contribuciones. Pasó todo él


sin discusión alguna: tan evidente y claro se mostró á los
ojos de la mayoría. En su contexto se ordenaba que las
Córtes eran las que habian de establecer ó confirmar las
contribuciones directas é indirectas. Preveuíase tambien
que fuesen todas ellas repartidas con proporciou á las fa-
cultades de los individuos sin excepcion ni privilegio algu-
no. Ratificábase el establecimiento de una tesorería mayor,
única y central, con subalternos en cada provincia; en cu-
yas arcas debian entrar todos los caudales que se recauda-
sen para el erario: modo conveniente de que este no des-
medrase. Tomábanse ademas otras medidas oportunas, sin
olvidar la contaduría mayor de cuentas para el exámen de
las de los caudales públicos: cuerpo bastante bien organi-
zado ya en lo antiguo, y que tenia que mejorarse por una
ley especial. Se declaraba el reconocimiento de la deuda
pública t y se la consideraba como una de las primeras
atenciones de las Cértea ; recomendándose su progresiva
extincion , y el pago de los réditos que se devengasen.


Importante era el título 8 o, pues concernia á la fuerza
militar nacional, y abrazaba dos partes. 1.a Las tropas de
continuo servicio, ó sea ejército y armada. 9.- Las milicias.
Respecto de aquellas se adoptaba la regla fundamental de
que las Córtes fijasen anualmente el número de tropas que
fuesen necesarias, y el de buques de la marina que hubie-
ran de armarse ó conservarse armados: como tambien el
que ningun español podria excusarse del servicio militar
cuando y en la forma que fuese llamado por la ley. Quitá-
hanse así constitucionalmente los privilegiosque eximían á
ciertas clases del servicio militar: privilegios destruidos ó
en parte modificados por disposiciones anteriores, y aboli-
dos de hecho desde el principio de la actual guerra.


Al cuidado de una ley particular se dejaba el modo de Ior-




,109
mar y establecer las milicias, base de un buen sistema so-
cial, y verdadero apoyo de toda Constitucion , siempre que
las compongan los hombres acomodados y de arraigo de los
pueblos. Tan solo se indicaba aquí que su servicio no seria
continuo; previniéndose que el Rey, si bien podia usar de
aquella fuerza dentro de la respectiva provincia, no así sa-
carla fuera antes de obtener el otorgamiento de las Córtes.
Hubo quien queria se determinase desde luego que los ofi-
ciales de las milicias fueran nombrados y ascendidos por
los mismos cuerpos, confirmando la eleccion las diputacio-
nes ó las mismas Córtes; pues opinaba quizá algo teórica-
mente que siendo dicha fuerza valladar contra las usur-
paciones de la potestad ejecutiva, debian mantenerse sus
individuos independientes de aquel influjo. Nada se resolvió
en la materia dejándose la decision de los diversos puntos
para cuando se formase la ley enunciada.


Habia tambien un título especial sobre la instrucción Titulo 9'-
, li ] Insti De la iustruccioopub iea , que era e 9, o nstítuía este escuelas de primeras pública.


letras en todos los pueblos de la monarquía, y ordenaba
se hiciese un nuevo arreglo de universidades, coronando
la obra con el establecimiento de una Direccion general de
estudios, compuesta de personas de conocida instruccion,
á cuyo cargo se dejaba. bajo la inspeccion del Gobierno,
celar y dirigir la enseñanza pública de toda la monarquía.
Todo se necesitaba para introducir y extender el buen gus-
to y el estudio de las útiles y verdaderas ciencias, por
cuya propagacion tanto, y cási siempre en vano, clamaron
y escribieron los Campomanes , los Jovellanos, y muchos
otros ilustres y doctos varones. Se elevaba en este título á
ley constitucional la libertad de la imprenta, declarando
que los españoles podian escribir, imprimir y publicar sus
ideas políticas. sin necesidad de licencia, revision ó apro-
bacion anterior á la publicacion: propio lugar este de re-




5tO
novar y estampar de un modo indeleble ley tan importante
y sagrada; pues ella bien concebida, y enfrenado el abuso
con competentes penas, es el fanal de la instruceion , sin
cuya luz navegaríase por un piélago de tinieblas. incompa-
tible con las libertades constitucionales.
'l'l::::~n~. y El 10 Y último título hablaba de la observancia de la


De la observan- ley fundamental y del modo de proceder en sus mudan-Cl8 de la
co;s~g3~on, zas ó alteraciones. Las Córtes al instalarse debian ejer-


de proceder para • d ' las i f 'hacer eer una especie e censura. y exammar 3S m racciones
variaciones d C .. L h bi did h d


en ella. e onstitucion que u ieran po I o acerse urante su
ausencia. Se declaraba tambien con el propio motivo el
derecho de peticion de que gozaba todo español. No se
presentaron óbices ni reparos especiales á esta parte del
título. Por el contrario á la en que se trataba del modo de
hacer modificaciones en la Constitucion. Decíase en el pro-
yecto que aquellas no podrian ni siquiera proponerse has-
ta pasados ocho años despues de planteada la ley en todas
sus partes. y aun entonces se requerian expresos poderes
de las provincias; precediendo ademas otros trámites y
formalidades. Contradecian esta determinacion los desafec-
tos á las nuevas reformas. y algunos de sus partidarios los
mas ardientes; sobre todo los americanos. Los primeros
porque querian que se deshiciese en breve la obra recien-
te; los otros por desearla aun mas liberal, y los últimos
con la esperanza de que acudiendo mayor número de los
suyos á las próximas Córtes ordinarias. podrian legalmen-
te. ya que no decretar la separacion de las provincias de
Ultramar, ir por lo menos preparando cada vez mas la in-
dependencia de ellas.


Consecuencia era inmediata de todo el artificio de la
Constitucion poner particulares trabas á su fácil reforma.
Porque no habiendo sino una cámara. y no correspon-
diendo al Rey mas veto que el suspensivo, claro era que




511
siempre que se hubiese autorizado á las Córtes ordinarias
para alterar las leyes fundamentales, lo mismo que lo esta-
ban para las otras, de su arbitrio pendia destruirlegalmente
el gobierno monárquico, ó hacer en él alteraciones sustan-
ciales. Verdad es que en Inglaterra no se conoce diferencia
entre la formacion de las leyes constitucionales y las que
no lo son; pero esto procede de que allí no pasa acta al-
guna del parlamento sin la concurrencia de las dos cáma-
ras y el asenso del Rey, cuyo veto absoluto es salvaguardia
contra las innovaciones que tirasen á alterar la esencia de
la monarquía. Esforzaron los argumentos en favor del die-
támen los señores Argüelles, Oliveros, Muñoz Torrero y
otros; quedando al fin aprobado.


Termináronse aquí los mas importantes debates-de esta
Constitucion, que se llamó del año doce, porque en él se
promulgó, circuló y empezó á plantear. Constitucion que
fué en la España moderna el primer esbozo de la libertad,
y que graduándola unos de sobreexcelente, la han depri-
mido otros. y aun menospreciado con demasiada pasion.


Hemos tocado algunas de sus faltas en el curso de la Rellexiones
. . , dvi . d ba nri generales acercaanterior narracion y examen; a vírtien o que peca a prm- de la


. 1 1 ~ .. d I Constilucion.C1pa mente en a rorma y composieron e a potestad le-
gislativa, como tambien en lo que tenia de especulativa y
minuciosa. Aparecia igualmente á primera vista gran des-
varío haber adoptado para los paises remotos de Ultramar
las mismas reglas y Constitucion que para la península;
pero desde el punto que la Junta central habia declarado
ser iguales en derechos los habitantes de ambos emisferios,
y que diputados americanos se sentaron en las Córtes, ó
no habian de aprobarse reformas para Europa. ó menes-
ter era extenderlas á aquellos paises. Sobrados indicios y
pruebas de desunion habia ya para que las Córtes añadie-
sen pábulo al fuego; y en donde no existian medios coac-




512
tivos de reprimir ocultas ó manifiestas rebeliones l necesa-
rio se hacia atraer los ánimos, de manera que ya que 110
se impidiese la independencia en lo venidero, se alejase
por lo menos el instante de un rompimiento hostil y
total.


En 10 demás la Ccnstitucion pregonando un gobierno
representativo, y asegurando la libertad civil y la de la im-
prenta, con muchas mejoras en la potestad judicial y en el
gobierno de los pueblos, daba un gran paso hácia el bien
y prosperidad de la nacion y de sus individuos. El tiempo
y las luces cada dia en aumento hubieran acabado por per-
feccionar la obra todavía muy incompleta.


y en verdad, ¿cómo podria esperarse que los españoles
hubieran de un golpe formado una Constitucion exenta de
errores, y sin tocar en escollos que no evitaron en sus re-
voluciones Inglaterra y Francia? Cuando se pasa del des-
potismo á la libertad, sobreviene las mas veces un rebo-
samiento y crecida de ideas teóricas, que solo mengua con
la experiencia y los desengaños. Fortuna si no se derrama
y rompe aun mas allá, acompañando á la mudanza atro-
pellamientos y persecuciones. Las Córtesde España se man-
tuvieron inocentes y puras de excesos y maloshechos. jOjalá
pudiera ostentar lo mismo el gobierno absoluto que acudió
en pos de ellas y las destruyó!


No ha faltado quien piense que si hubieran las Córtes
admitido dos cámaras y dado mayores ensanches á la po-
testad real, se hubiera conservado su obra estable y firme.
Dudámoslo. El equilibrio mas bien entendido de una Cons
titucion nueva cede á los empujes de la ignorancia y de
alborotadas y antiguas pasiones. Los enemigos de la liber-
tad tanto mas la temen, la aborrecen y la acosan, cuanto
mas bella y ataviada se presenta. Camino sembrado de
abrojos es siempre el suyo. Bmprendímosle entonces en




515
España; mas para llegar á su térrnino , aguantar debíamos
caidas y muchos destrozos.


Puso grima á los contrarios de las Córtes fuera de su seno
el partido que estas ganaron y los elogios que merecieron
ya en el mero hecho de presentarse á S1lS deliheraciones el
proyecto de la Constitucion. Despechados manifestaron
mas á las claras su enemistad,y á punto de comprometerse
ciertas personas conspicuas y cuerpos notables del estado.


Dió la señal desde un principio un escrito puhlicado en
A.licante en el mes de setiembre de 1811, Y que -llevaha
por título ( lUanifiesto que presenta á la nación el couseje-
» ro de Estado don Miguel de Lardizáhal y Uribe , uno de
» los 5 que compusieron el supremo Consejo de Regen-
II cia de España é Indias, sohre su política en la noche del
» 21, de setiembre de 1810. 1) Comenzó en octubre á circu-
lar el papel en Cádiz , y como salia de la pluma no de un
escritor desconocido y cualquiera, sino de un hombre ele-
vado en dignidad y de un ex-regente, metió gran ruido y
causó impresion muy señalada, mayormente cuando no se
trataba solo en él de opinionesque tuviera el autor; mas tam-
bien de los pensamientos é intenciones aviesas que al ins-
talarse las Córtes había abrigado la Regencia de que Lardi-
zábal era individuo.


Excitados los diputados por el clamor púhlieo , llamaron
algunos en 14 de octubre acerca del asunto la atencion del
Congreso; siendo el primero don Agustin de Argüelles apo-
yado por el conde de Toreno. Presentó el impreso el señor
García Herreros, que se mandó leer inmediatamente. Era
Sil contenido un ataque violento contra 13s Córtes dirigido
« á persuadir la ilegitimidad de estas, y asentando que si
j) el Consejo de Regencia las reconoció y juró en la noche
) del 24 de setiembre, filé obligado de las circunstancias,
» por hallarse el pueblo y el ejército decididos en favor de


TOM. llI. 33


Descontentos
fuera


de las Córtes.


Asunto
de Lardízébal,




;;14
» las Córtes. J) El señor Argüelles, calificando este impreso
de libelo, dijo que contenia dos partes. « La primera (aña-
" dió)abraza las opiniones de un español, que como ciuda-
JI dano y estando en el goce de sus derechos ha podidoy ha
» debido manifestarlas, y está bien que diga lo que quiera,
» y sostenga su opinion hasta cierto punto. Pero la otra
» parte no es opinion, son hechos que atacan á las Cortes,
» á la nacion y á la causa pública..... ¿Qué quiere decir
» que si el Consejo antiguo de Regencia hubiera podido
J) disponer del pueblo ó de la fuerza en la noche del 24 de
)J setiembre, la cosa no hubiera pasado así? .... Si ese au-
11 tor se reconoce tan impertérrito, ¿ por qué no tuvo va-
» lor..... en Bayona? J) (Aludia á creer el orador equivoca-
damente que don Miguel de Lardizábal habia sido individuo
de la junta que allí reunió Napoleonen 1808.) (( La grandeza
JI de los hombres (concluia el señor Argüelles) se descubre
JI en las grandes ocasiones. En los peligros está la heroici-
1) dad. J) Fué de la misma opinion el señor lUejía, y propuso
que pasase el papel á la junta de censura de la libertad de
imprenta. Arrojóse mas allá el conde de Toreno , pidiendo
con vehemencia que se tomasen providencias severas y eje-
cutivas. Al cabo y despues de largos y vivos debates se
resolvió, segun propuesta del señor Morales Gallego am-
pliada y modificada por otros diputados, que (( se arrestase
» y condujese á Cádiz desde Alicante, donde residía, á don
1) Miguel de Lardizábal, siempre que fuese autor del refe-
J) rido manifiesto, como tambien que se recogiesen los
» ejemplares de este y se ocupasen los dornas papeles de
11 dicho Lardizáhal; todo bajo la mas estricta responsahili-
)1 dad del secretario del despacho á quien correspondiese. »


Del Consejo. Al dia siguiente continuóse tratando del mismo asunto,
y don Antoniode Escaño, compañero de Regencia con Lar-
dizábal, hizo una exposición desmintiendo cuanto hahia




515
publicado el último acerca de las ideas é intenciones de
aquel cuerpo, Igual ó parecido paso dieron mas adelante
los señores Saavedra y Castaños. La discusion pues siguió
el 15 muy animada, porque sonrujíase que el Oonsejo de
Castilla obraba de acuerdo con Lardizábal, y que en secreto
había extendido recientemente una consulta comprensiva
de varios particulares relativos á lo mismo, y contra la au-
toridad de las Córtes. Tambieu paró la consideracion de
estas una protesta remitida por el obispo de Oren se , de
que hablaba Lardizábal en su manifiesto: é impelido el se-
ñor Calatrava de ambos motivos, pidió: 1. 0 « Que se nom-
1) brase una eomision de' dos diputados para que inmediata'
/) mente pasase al Consejo real y recogiese dichas protesta
) y consulta. 2.0 Qué otra comision de igual número pasase
) á recoger la exposicion ó protesta del mismo reverendo
l' obispo, que se decia archivada en la secretaria de Gra-
) cia y Justicia. 5.° Que se nombrase una comision de {)
1) diputados que juzgase al autor del manifiesto, y enteu-
1) diese en la causa que debía formarse desde luego para
») descubrir todas sus ramificaciones..... ) Aprobáronse las
dos primeras propuestas, y se nombraron para desempeñar
la comision del Consejo al mismo señor Calatrava y al se-
ñor Jiraldo, y para la de la secretaria de Gracia y Justicia
á los señores García Herreros y Zumalacárregui. Se opuso
el señor del Monte á la tercera proposicion , y se desechó
que fuesen diputados los que juzgasen á don Migue' de Lar-
dizábal, aprobándose en su lugar I( que una comision del
11 Congreso propusiese en el dia siguiente 12 sugetos que
1) actualmente no ejerciesen la magistratura, para que en-
1) tre ellos eligiesen las Córtes 1) jueces y un fiscal que
JI juzgasen al autor del manifiesto y entendiesen en la cau-
1) sa que debia formarse desde luego para descubrir todas
)l sus ramificaciones, procediendo breve y sumariamente




516
II con amplias facultades, y con la actividad qlH~ exigía la
1) gravedad del asunto. »


Tal vez parecerá que hubo demasía en ingerirse las Cór-
tes directamente en este asunto, y en nombrar un tribunal
especial, separándose de los trámites regulares y ordina-
rios. Pero el acontecimiento en sí era grave; tratábase de
personas de categoría, de las que constantemente se ha-
bian opuesto á las reformas y actuales mudanzas, y de un
cuerpo como el Consejo, enemigo por lo comun de cuanto
le hiciese sombra y no se acomodase á sus prerogativas y
extraordinarias pretensiones. Ademas íbase á juzgar á Lar-
dízábal como á regente, y á los consejeros, si había lugar
á ello, como á magistrados. Era caso de responsabilidad; las
leyes antiguas estaban silenciosas en la materia, ó confusas
y poco terminantes, y la Constitucion no se había acabado
de discutir. Necesario pues era llenar por ahora el vacío.
En Inglaterra acusa la cámara de los comunes en causas
iguales ó parecidas; juzga la tic los lores; y en ofensas
particulares y que les son propias, ellas mismas, cada una
en su sala, examinan y absuelven ó condenan. Y i que di-
ferencia! allí existe una Constitucion antigua bien afianza-
da, árbol revcjecido y de siglos que contrasta á violentos
huracanes; mas aquí todo era tierno y nuevo, y cañaveral
que se doblaba aun con los vientos mas suaves.


En la misma sesion del 11> dieron cuenta los diputados
de las comisiones nombradas de haber cumplido con su
encargo. Los que fueron á la secretaría de Graciay Justicia
encontraron la exposición del obispo de Orense altanera,
en verdad, y ofensiva; pero que no era otra sino la que
presentó aquel prelado á las Córtes en 5 de octubre de
1810, de la cual hicimos mencion en el libro trece. Losque
se encaminaron al Consejo no descubrieron la consulta de
que se trataba, y solo sí 5 votos contra ella de los se-




517
ñores que habían disentido, y eran don José Navarro y
Vidal, don Pascual Quilez y Talan y don Justo.lbar Navar-
ro. Estaba encargarlo de extender la consulta el conde del
Pinar, quien dijo haberla destruido de enojo, porque cuan-
do la presentó al Consejo le habían puesto reparos algunos
de sus compañeros hasta en las mas mínimas expresiones.
Irritó la disculpa, y pocos dieron á ella asenso, creyendo
los mas que dicho documento se hahia inutilizado ahora y
después del suceso. Con su desaparecimiento y lo que re-
sultaba de los votos de los 5 consejeros que discordaron,
encrespóse el asuuto , y se agravó la suerte de los de la
consulta, habiéndose aprobado dos proposiciones del conde
de Toreno concebidas en estos términos: ( 1. a Que se sus-
)1 pendiesen los individuos del Consejo real que habian
) acordado la consulta de que hacían mérito los votos par-
» ticulares de los ministros Ihar Navarro, Quilez Talon y
JJ Navarro Vidal; remitiendo estos votos y todos los pape-
» les y documentos que tuviesen relacion con este asunto
)1 al tribunal que iba á nombrar el Congreso para la causa
» de don Miguel de Lardizábal. 2.a Que mientras tanto en-
1) tendiesen en los negocios propios de las atribuciones del
JI Consejo los 5 individuos que se habian opuesto á la con-
)1 sulta, y los ausentes que hubiesen venido despues y se ha-
1) liasen en el ejercicio de sus funciones. )


Golpe fué este que achocó á los enemigos de las refor-
mas, viendo caido á un cuerpo gran sustentáculo á veces
de preocupaciones y malos usos. En todos tiempos á pesar
de la censura que tapaba los labios, han clamado los espa
ñoles, siempre que han podido, contra las excesivas facul-
tades de los togados y sus usurpaciones. (( Amigos (decia
11 de ellos * don Diego Hurtado de Mendoza ) de traer por « Ap. n. 10.)
JI todo, como superiores, su autoridad.» Y despues mas
cercano tí nuestros dias (en los de Felipe V) fray Benito de




(. Al,.n. H.)


Papel
de la España
vindicada.


S18
la Soledad, * que va tuvimos ocasion de citar, afirmaba
que ..... 11 todos los daños de la monarquía española habian
» nacido de los togados..... Ellos (continúa dicho escritor)
» han malbaratado los millones y nuevos impuestos.....
» Ellos han quitado la autoridad á todos los reinos de la
) monarquía, y desvanecídoles las Córtes ..... » Y masade-
lante; 11los togados deben limitarse á mantener y ejerci-
II lar la justicia sin embarazarse en tales dependencias.....
» Sala de gobierno (añade) en los togados es buena para
II que nunca le haya con utilidad ni decencia; pues esto
» pertenece á estadistas ..... » Omitimos otras expresiones
harto duras, y quizá algo apasionadas. Por lo demas admira
que en principios del siglo XVIII se tuviesen ideas tan cla-
ras sobre varios de los males administrativos que agoviaban
á España, y sobre la necesidad de separar la parte guber-
nativa de la judicial. Ahora el descrédito del Consejo, y la
oposicion á sus providencias se habían aumentado con la
conducta equívoca é incierta que habia seguido aquel cuer-
po al momento de levantarse las provincias del reino, y su
conato en atacar á estas y contrariar cási todas las reformas
que emanaban de aquella fuente.


No paró aquí negocio tan importante, si bien enfadoso.
Imprimíase entonces en Cádiz en la oficina de Bosch un
papel intitulado: «España vindicada en sus clases y gerar-
» quías, » el cual se presumía tener enlace con lo que en la
actualidad se trataba; por lo que en el mismo día 15 ex-
tendió una proposicion el señor García Herreros, de cuyas
resultas se remitieron á las Cortes dos ejemplares impresos
de dicho escrito con el original. Era esta producción una
larga censura de todos los procedimientos del Congreso, en
la que el autor aunque á cada paso y en tono suave afir-
maba ser hombre sumiso y obediente á las Cortes, excitaba
contra ellas á los clérigos y á los nobles que decia injuria-




;i1!)


dos por no haberse admitido los estamentos; añadiendo
que no podian las mismas entender sino en negocios de
guerra y hacienda para rechazar al enemigo. Sonaba y se
decía autor del papel don Gregorio Vicente Gil, oficial de
la secretaria del Consejo y cámara; pero asegurábase y lue-
go se probó que el verdadero autor era don José Colon,
decano del Consejo real. Por eso, mirando el asunto como
conexo con el de esta corporacion y con el de Lardizábal, se
pasó el 21 del propio octubre un ejemplar impreso con el
original manuscrito al tribunal especial que iba á entender
en las otras dos causas.


Había sido aquel nombrado el 17, escogiendo las Cór-
tes de entre los 1~ sugetos propnestos por la comision,
5 jueces y un fiscal. Fueron los primeros don Toribio San-
chez Monasterio, don Juan Pedro Morales, don Pascual
Bolaños de Novoa, don Antonio Vizmauos y don Juan Ni-
colás Undaveitia , y el último don Manuel María Arce.
Prestaron todos juramento ante las Córtes, y consideróse
dicho tribunal como supremo dispensándole el tratamiento
de Alteza,


Tuvo el negocio incidentes muy desagradables, siendo
el campo de lides del partido reformador y del anti-refor-
mador. Dió lugar á varias discusiones una representacion
del mencionado decano del Consejo don José Colon, en
la que (( sometiéndose como individuo á comparecer ante
» el tribunal especial, pedia como persona pública la ve-
l) nia mas atenta, para que el juicio y cuanto se obrase
)) en él, fuese y se entendiese con la reserva de exponer
» (por si, si vivia, ó por el que le sucediese) á las Córtes
t) presentes y futuras cuanto conviniese á su alto cargo y
}) á su tribunal. » Algunos diputados miraron dicha expo-
sicion como ambigua y como una protesta anticipada de
las reformas judiciales de la Constitucion. Pidiéronse al


Tribunal
especial para
entender en


estos negocios.


Exposícíon
del decano del


Consejo.




520
don José explicaciones acerca del sentido; diólas, y 110 sa-
tisfaciendo con ellas, dijo el señor García Herreros: « To-
1) do individuo de la sociedad tiene derecho para represen-
» tal' al soberano cuanto le parezca. En sustancia esa venia
» que don José Colon pide ¿no es para representar lo que
» le convenga, ya sea antes ó despues de la sentencia?
» Pues , ¿á quién ha negado la ley ni las Córtes el que acu-
» da á hacer presente lo que juzgue útil y preciso á su de-
l) recho ? ... Así que (concluyó manifestando el señor Garóa
l) Herreros) yo no comprendo á que es pedir esa venia. y
» me parece inútil concederla. nn dictámen pues es que se
1) diga que use de su derecho y nada mas.. A esto res-
pondió el señor Gutierrez de la Huerta: « que segun el de-
» recho español era necesario para instaurar un recurso
» extraordinario al soberano, pedir antes la venia. y que
» siendo extraordinario el tribunal creado, podian ocurrir
» casos en que los acusados tuviesen que usar de este me-
l) dio, por lo que justamente el decano del Consejo pedia
» dicho permiso para ocurrir á las Cortes siempre que él ó
II sus compañeros se sintiesen agraviados. » Práctica foren-
se esta no aplicable al caso, ni tampoco muy usada y cla-
ra: por lo que con razón expresó don Juan Nicasio Galle-
go « que no era fácil desenmarañarla. sobre todo cuando
» los señores jurisperitos que. ademas del estudio tenian
j) la práctica del foro y estrados, hablaban con tanta va-
» riedad en el negocio. »)


Fuése este enredando cada vez mas, y enardeciéndose
las pasiones se llegó al extremo de que las galerías, hasta
entonces tranquilas, y que escuchaban con respetuoso si-
lencio las demas discusiones. tomaron parte y se exce-
dieron.


Creció el desasosiego el 26 de octuhre en cuyo dia con-
tinuó el debate, dando ocasion á ello un discurso pronun-




521
ciado por don José Pablo Valiente. Teuia el pueblo de
Uádiz contra este diputado antigua ojeriza, que había em-
pezado ya en 1800, por atribuírsele la introduccion allí de
la liebre amarilla volviendo de ser intendente de la Haba-
na. La acusacion era infundada; y en todo caso, culpa hu-
biera sido mas bien que suya de las autoridades de la .ciu-
dad. Odiábanle tambien porque patrocinaba el comercio
libre con la América á causa de sus relaciones y amistades en
la isla de Cuba; pues aquel diputado, enemigo contante de
las reformas, sostenía esta con fuerza, al paso que los veci-
nosde Cádiz, muy adictos á todas las otras, era la sola á que
se oponian como interesados en el comercio exclusivo.Tan-
to influjotienen en nnestras determinaciones las miras pri-
vadas. Valiente ademas asistía poco á las Córtes , y sahíase
que era el único individuo de la comision de Constitucion
que habia rehusado firmar el proyecto. Motivos todos que
aumentaban la aversion hacia su persona, y por lo que de-
biera haber procedido con mucha mesura. lUas no fué así;
y acudiendo inopinadamente á las Córtes , púsose luego á
hablar, usando de expresiones tales, que presumieron los
mas ser su intento excitar al desorden, y convertir por es-
te medio, segun prevenia el reglamento, la sesion pública
en secreta. Confirmóse la sospecha cuando se vió que Va-
liente al primer leve murmullo reclamó el cumplimiento de
aquel artículo reglamentario: con lo cual indispuso aun
mas los ánimos, y á IloCO los irritó del todo, añadiendo
que entre los circunstantes babia intriga; y también, se-
gun oyeron algunos, gente payada. Palabras que apenas
las pronunció, causaron bulla y desorden en términos que
el presidente alzó la sesión pública á pesar de vivas recla-
maciones del señor Golfin y conde de Toreno.


Permanecieron sin embargo los espectadores en las gale-
rías, y aunque después las evacuaron, rnantuviéronse en


Desagradable
ocurrencia


con el diputado
Valiente.




Curso
y final término


de estos ne-
gocios.


la calle y puertas del edificio. Cundió en breve el tumulto
á toda la ciudad, y se embraveció al divulgarse que era Va-
liente la causa primera de aquel disgusto. De resultas ce-
saron las Córtes en la deliberacion pública y secreta del
asunto pendiente, y solo pensaron en tomar precauciones
que preservasen de todo malla persona del diputado ame-
nazado, A este fin vino á la barandilla el gobernador de la
plaza don Juan Maria ViHavicencio, quien respondió de la
seguridad individual del don José Pablo; mas atemorizado
este, no quiso volver á su casa y pidió que se le llevase
al navío de guerra Asia fondeado en bahía. Hubo de con-
descenderse con sus deseos, y puesto á bordo mantúvose
allí y después en Tanjer muchos meses por voluntad pro-
pia, pues era medroso y de condicion indolente; aunque,
segun mas adelante veremos, no permaneció en su retiro
desocupado, procurando sostener y fomentar sus conoci-
das máximas y principios. Por lo demas el lance ocurrido,
doloroso y de perjudicial ejemplo, si bien fué provocado
por la indiscrecion y temeridad de Valiente, dio armas á
los que despues quisieron quejarse de falta de libertad.


Pero de pronto amilanáronse los enemigos de las refor-
mas, y don José Colon mismo desistió de sus peticiones,
las que sin embargo pasaron al tribunal especial. Siguieron
en este todos sus trámites las causas encomendadas á su
examen y resolucion. Lardizábal llegó de Alicante al prin-
cipiar noviembre, y arrestado en Cádiz en el cuartel de San
Fernando, hizo á las Córtes varias representaciones procu-
rando sincerar su conducta y escritos. Duraron meses estos
negocios. El de la España vindicada empantanóse con una
calificacion que en su favor dió la junta suprema de cen-
sura, en oposicion á otra de la de provincia, excediéndose
aquella de sus facultades. A los consejeros procesados, 14
en número, absolviélos de toda culpa en 29 de mayo de




o~5
1812 el tribunal especial. l\'lenos dichoso el señor Lardizá-
bal , pidió contra él el fiscal la pena de muerte, y el tribu-
nal, si bien no se conformó con dicho parecer l condenó al
acusado en 14 de agosto del propio año « á que saliese ex-
)} pulso de todos los pueblos y dominios de España en el
}) continente, islas adyacentes y provincias de Ultramar, y
) al pago de las costas del proceso, mandando que los
» ejemplares del manifiesto se quemasen públicamente por
» mano del verdugo. » Apeló Lardizábal del fallo al tribu-
nal supremo de Justicia, ya entonces establecido; el que
en sala 2a revocó y anuló la anterior sentencia, que con-
firmó despues en todas sus partes la sala la en virtud de
apelacion que hizo el fiscal del tribunal especial. Finaliza-
ron así tan ruidosos asuntos, en los que si hubo calor y
quizá algun desvío de autoridad, dejáronse por lo menos
á los acusados todos los medios de defensa; formando en
esto contraste con los inauditos atropellamientos que ocur-
rieron despues al restaurarse el gobierno absoluto.


Volviendo poco á poco del asombro el partido anti-libe- Manejos
. b d I para poner al


ral, causó á su contrario nuevas tur aciones, nacien o a frente
. " de la Regencia ápnmera de querer poner al frente de la Regencia a una la infanta


doña ~Iaria Car-
persona real. Hemos visto en el curso de esta Historia los lota..
príncipes que en diversas ocasiones reclamaron sus dere-
chos á la corona de España, ó solicitaron tomar parte en
los actuales acontecimientos. No disminuyeron despues los
pretendientes á pesar de la situacion mísera y atribulada
de la península, teniendo abogados hasta la antigua casa
de Saboya, cuyo príncipe reinante moraba en la isla de
Cerdeña , viviendo en mucho retiro I y habiéndole cási ol-
vidado el mundo. lVlas sobre todos reunia poderoso número
de parciales la infanta doña María Carlota I de la que poco
hace hablamos. Queríanla los anti-reformadores como apo-
yo de sus pensamientos. Queríanla los antiguos palaciegos,




;)~4


Y participaban tambien del mismo deseo muchos liberales
ansiosos de incorporar el reino de Portugal á España. Pe-
ro de los últimos, los mas eran opuestos á la medida; pues
aunque partidarios como los otros de la union de la penín-
sula, no estimaban prudente por un bien lejano é incierto
aventurar ahora el inmediato y mas seguro de las liberta-
des públicas; persuadidos de que el bando contrario á ellas
adquiriría notable fuerza con la ayuda y prestigio de una
persona real. Sostenía la idea don Pedro de Sousa, ahora
marqués de Palmela , ministro entonces del reino de Portu-
gal y de la corte del Brasil en Cádiz, hombre diestro y muy
solícito en el asunto, si bien le oponía resistencia su com-
pañero el ministro británico sir Henry Wellesley.


Carta á lasCór!cs Tampoco se descuidó la infanta procurando por sí mis-
de esta señora.


ma lisonjear á las Córtes, y hacer bajo de mano ofreci-
mientos muy halagüeños. Con todo á veces no anduvo ati-
nada; y entre otros casos acordámonos de uno en que por
lo menos probó imprudencia extraña y suma. Hahia por
este tiempo entre España y la corte del Brasil motivos de
desavenencia y quejas que nacian de antiguas usurpacio-
nes de aquel gobierno en la orilla oriental del rio de la
Plata, y tambien de reciente y desleal conducta en Monte-
video. La infanta para desvanecer ciertas dudas que había
sobre la parte que S. A. babia tomado en el último proce-
dimiento , escribió una carta á las Cortes como para satis-
facerlas y desahogar con ellas su pecho, informándolas
acerca de aquel punto y de otros; y terminaba por rogar qne
no se descubriese á su esposo aquella correspondencia. Sin-
gular confianza y encargo, como si pudiera guardarse si-
gilo en una corporacion compuesta de 200 individuos, de
dictámenes y condiciones diversas. Diósecuenta del asunto
eI1 secreto, y sobre él resolvieron las Cortes se hiciese sa-
ber á la infanta que en materias tales tuviese á bien S. A.




525
dirigirse á la Regeucia , á cuyas facultades correspondía el
despacho. l\las adelante repitió sin embargo sus cartas la
misma princesa, aunque alguna de ellas, segun veremos,
con motivo plausible.


En tanto los manejos ocultos para colocar á dicha seño-
ra al frente del gobierno de España tomaron mayor incre-
mento; y el diputado Laguna, de poco nombre é influjo,
testa de ferro en este lance, hizo el 8 de diciembre de este
año de 1811 entre otras proposiciones la de que « se eli-
» giese nueva Regencia compuesta de 5 personas, de las
)) que uua fuese la persona real á quien tocase.)) Resulta-
ba claro que esta, aunque no se nombraba, era la infan-
ta doña Maria Carlota; pues destruida la ley sálica, y au-
sentes y cautivos sus hermanos, á ella pertenecía por su
inmediacion á la corona presidir en aquel caso la Regen-
cia. La proposicion, á pesar de lo mucho que se habla ma-
quinado, no rué ni siquiera admitida á discusion.


Pocos dias despues promovió en secreto la misma cues-
tion don Alonso Vera y Pantoja; pero habiéndose decidido
que 110 era asunto que debiera tratarse á las calladas, re-
novóla dicho diputado en la sesion pública del 29 del pro-
pio diciembre. Era don Alonso diputado por la ciudad de
Mérida, anciano, buen caballero, pero pazguato, y mas
para poco que el ya mencionado Laguna. Presentó pues
aquel una exposicion poco medida en sus términos, de
ágria censura contra las Córtes, y que por ahí descubria
ser no solo de ajena mano, mas tambien de forastera y no
amiga de aquella corporacion. Concluía el escrito con va-
rias proposiciones, de las cuales las mas esenciales eran:
1.. « Que se nombrase una Regencia, y presidente de ella
» á una persona real, concediéndole el ejercicio pleno de las
Jl facultades asignadas al Rey en la Constitucion. 2." Que
/) en el término perentorio de un mes después de elegir


Proposiciones
para ponerla


al frente
de la Regencia.


Del señor
Laguna.


Se desecha.


Del señor Vera
y Pantoja.




» dicha Regencia, se finalizasen las discusiones de la Cons-
» titucion , y se disolviesen las CÓrtl's. 5.a Que no se con-
) vocasen otras nuevas hasta el año de 1815.» Conjura
poco disfrazada y demasiadamente grosera. El señor Cala-
trava, pidiendo que conforme al reglamento explayase el
autor sus proposiciones, puso al don Alonso en grande
aprieto, estando este ya muy confuso y próximo á nom-
brar la persona que se las habia apuntado. Pero despues
tomando el mismo señor Calatrava tono mas grave, dijo:
« Una porcion de protervos se valen de hombres buenos,
» como lo es el señor Vera, que acaso no tendrá las luces
» necesarias. Es ya tiempo de quitarles la máscara. Hom-
1) hres malvados se valen de estos instrumentos para des-
» acreditar á las Córtes y encender la tea de la discordia
» entre nosotros..... ¿Qué ha hecho el autor de las propo-
» siciones en los quince meses que estan instaladas las
» Córtes? ¿ Qué proposiciones ha hecho para ayudar á es-
» tas? ¿ Qué planes ha presentado para salvar la patria?
) Regístrense las actas, bájense los expedientes de la se-
» cretaria, Allí se verá lo que cada uno ha hecho. ¿Qué
» ha dicho y hecho el señor Vera para acusar á las Córtes
) ahora? Dice que estas se han ocupado en expedientes
» particulares: pregunto, ¿quién los ha promovido masL ..
» ¿De qué se trata en ese papel ? De culpar á las Córtes
» como la causa de los defectos del gobierno. 1, Y esto lo
» dice un diputado ?..... 1,A qué se dirigen estas proposi-
) ciones? A. desacreditar á las Córtes y al gobierno. Esto
» no puede tener origen sino en personas descontentaspor
» las reformas que se han intentado. »


Apruébanse Siguió la discusion, y el señor Argüelles hizo otras pro-
ottas •


en contrario del posiciones en sentido inverso á las del diputado Vera ter-
señor Argaelies. '


minándose por aprobar el 10 de enero tres de las de dicho
señor ArgiieIJes: dos de las cuales eran importantes y se




527
dirigian la una á que « en la Regencia que ahora se nom-
» hrase para gobernar el reino con arreglo á la Constitu-
» cion , no se pusiese ninguna persona real; » y la otra « á
J) que se eligiese una comision de las mismas Córtes para
)/ que propusiera las medidas que conviniese tomar entre
» tanto que se organizaba el gobierno, á fin de asegurar
) mejor la decisión de tan importante uegocio.. No tuvie-
ron de consiguiente resulta las del señor Vera, que de suyo
cayeron en el olvido.


Por lo demas urgia nombrar Regencia: era en eso uná-
nime la opinion de los diputados. La antigua estaba 'ya
usada y como manca. Lo primero acontecia fácilmente en
tiempos desasosegados y de tanto apuro como los que cor-
rian; pendía lo segundo de la ausencia cási continua de
don Joaquin Blake, y de haber ahora este acabado de per-
derse quedando prisionero en la torna de la ciudad de Va-
lencia. •


Pasaron pues las Córtes á ocuparse en la eleccion de la Nueva Regencia
• • . compuesta de


Regencia nueva, y se pusieron con este motivo todos los s individuos.
partidos muy sobre aviso. Precedió para ello una lista de
candidatos y un exámen de condiciones presentadas por
la comision elegida á propuesta del señor Argüelles. Hubo
en la materia discusiones secretas, largas y reñidas. Al
cabo fueron el 21 de enero nombrados regentes « el te-
» niente general, duque del Infantado; don Joaquín Mos-
) quera y Figueroa, consejero en el supremo de Indias;
j) el teniente general de la armada don Juan María Villa-
/) vicencio ; don Ignacio Rodriguez de Rivas , del Consejo
) de S. M., y el teniente general conde del Abisbal;)) entre
los cuales debia turnar la presidenciacada seis meses por
el órden en que fueron elegidos, que era el que va indicado.


Estos señores, excepto el duque del Infantado, ausente
en Londres como embajador extraordinario, juraron en las




La anterior
Regencia,


Juicio acerca
dc ella.


Cortes el 22 , Yel mismodia tomaron posesion de sus pla-
zas. Habían hecho en gran parte la eleccion los antiguos
reformadores, por habérseles unido, en especial para la
del duque del Infantado, los americanos, confiados estos
en que así serian mejor sostenidas sus pretensiones y sus
candidatos , en lo cual se engañaron. Iíecihiose mal en Cá-
diz el nombramiento, vislumbrando ya el público el lado
adonde se inclinarían los nuevos regentes.


Los que acababan, ya que no fuesen los mas adecuados
para aquel puesto, distinguiéronse por Sil patriotismo y
sanas intenciones, y las Córtes , en atención á ello, nom-
braron á todos tres, á saber: á los señores Blake , Agar y
Císcar,del Consejo de Estado que iba á formarse, sin excluir
al primero aunque ya camino de Francia.


Su adrulnlstra- Junto á unas Cortes de tanto poder como las actuales
cion y algunos " • •• •
acontecimientos amiuoráhase la rmportancia del gobierno , y no parecia su


de sü tiempo. •
autoridad tan principal como lo había sido la de los ante-
riores. Así el exámen de su administración no puede ahora
detenernos igual tiempo que nos detuvo la de la Junta cen-
tral y primera Regencia; habiendo ya hablado de muchos
asuntos en que se ocuparon las Córtes, y se rozaban con
los otros de la potestad ejecutiva. En la parte diplomática
los dos mas graves que ocurrieron fué el de la mediación
inglesa para América, y el comienzo de la alianza con Ru-
sia, de los que ya hicimos mencíon, y estaban todavía aho-
ra pendientes.


No hubo tratado de subsidios ni algun otro posterior al
de 1809 con la Inglaterra, que menguaba sus socorros di-
rectos particularmente en metálico al Gobierno supremo,
reduciéndose por lo comun los que aprontaba á anticipa-
ciones sobre entradas de América ó sobre libranzas dadas
contra aquellas cajas. Sin embargo las Cortes habian dado
varias providencias en cuanto á algodones. muy útiles á




5~9
las manufacturas británicas. Fué la primera en mayo de
1811 , por la cual se permitió * « que los géneros finos de
1) aquella clase á la sazon existentes en las provincias de
JI España, pudieran embarcarse y conducirse á América en
J) el preciso término de seis meses, con la circunstancia de
» que á su salida de la península satisficiesen los derechos
» que debían adeudar á su entrada en Ultramar, con la
JI rebaja de un 2 por 100 en los expresados derechos.. Lue-
go en noviembre del mismo año se dieron mayores ensan-
ches á la concesion, extendiéndola á los algodones ordina-
rios, y pro rogándose por mas tiempo el término de los seis
meses. Véase cuánta no seria la introduccion en América
de aquella y otras mercadurías al abrigo de tales permisos,
y cuántas las ganancias de los súbditos ingleses.


La marina se mantuvo con corta diferencia en el mismo
ser y estado que antes, y tambien los ejértitos , pues si por
una parte se aumentaron de estos el 4°, 5° Y {jo, empe-
zando á formarse el 7°, las pérdidas experimentadas por
la otra en las plazas de Cataluña, y la última y sensihilísi-
ma de Valencia disminuyeron el 10, 2° Y 5° , Y hasta el
mismo 4° ejército. Recibieron las partidas bastante incre-
mento, y cada vez mejor organizacion.


Continuaba siendo varia é incierta la entrada de cauda-
les en las provincias, pero crecieron 8US recursos en espe-
cie con una providencia que dieron las Córtes en 25 de
enero de 1811, mandando que para la manutencion de los
ejércitos y formacion de almacenes de víveres, además de
los frutos que pertenecian al erario por excusado, noveno
y demas ramos, se aplicase la parte de diezmos, aunque
con calidad de reintegro, que no fuese necesaria para la
subsistencia de los diversos partícipes, habiéndose despues
prevenido que fuesen las juntas de provincia las que deter-
minasen la cuota de dicha subsistencia. Aquellas corpora-


TOM. 111. 34


(. Ap. n, u.)




550
ciones se habían propagado más y más, formándose hasta
en los territorios de Toledo y Ávila , yen otros nuevos de
los ocupados. Su órden y gobierno interior hahia conti-
nuado tambien perfeccionándose con el último reglamento
que se dió para las juntas; las cuales permanecieron al
frente de las provincias hasta que mas adelante se fueron
nombrando las diputaciones que creaba la Constitucion.


En Cádiz subsistía el ramo de hacienda administrado
directamente por el Gobierno supremo, despues qne en 51
de octubre de 1810 se rescindió el contrato con la junta de
aquella ciudad. Las entradas en los dos restantes y últimos
meses del mismo año ascendieron á 56.740,580 reales vn.,
en que se comprenden 50.~88,672 idem reales conducidos
de Ultramar por el navío Baluarte: y las de 1811 desde 10
de enero hasta 51 de diciembre inclusive á 9.01.678,1.21
reales vellon: de ellos 70.975,59.2 de la misma moneda,
procedentes tambien de América: suma esta y la anterior
todavía considerables en medio de las revueltas que agita-
ban á aquellos paises. El ministro británico anticipó en el
último año l1J.758,200 reales vellon ; se le reintegraron
luego 10 millones en letras á la vista contra las cajas de
Lima, que pasó á recoger el capitan inglés Fleming en
el navío de guerra el Estandarte. Antes, en diciembre
de 1810, igualmente se entregaron al cónsul de la propia
nacion en Cádiz 6 millones en pago de cantidades prestadas.


Por tanto si el estado de los negocios públicos no se
habia mejorado desde la instalacion de la Regencia cesante,
y antes bien se habiau padecido dolorosos descalabros en
la parte militar, vése con todo que la causa de la nacion
no estaba aun perdida, ni falta de esperanzas. mayormen-
te si se atiende, segun insinuamos ya, á tos acontecimientos
ocurridos en Portugal y á otros que se columbraban; á la
perseverancia de nuestros ejércitos; al revuelo y muche-




;;51
dumbre de las partidas; y en fin al impulso que dieron y
aliento que infundían las Cértes con sus providencias, las
muchas reformas útiles y la nueva Constitucicn.


En tales circunstancias, favorecida por algunas ventajas Reglam~nlo
dado a la


y rodeada en verdad de muchos obstáculos, comenzó á nueva Regencia.
gobernar la Regencia de los 5, recien nombrada. Mo-
dificaron las Córtes el reglamento interior de esta, segun
proposicion que habia ya formalizado en 21 de octubre
don Andrés Angel de la Vega Infanzon, diputado por As-
turias, y el mismo que vió el lector en Lóndres en 1808.
hombre de vasta capacidad y de muchos y profundos co-
nocimientos. Se hacia ahora mas precisa la alteración del
anterior reglamento con motivo de las novedades que iba
á introducir la Constitucion, y por eso una comisión es·
pecial,á la que habia pasado la propuesta del diputado Ve-
ga acompañada de un proyecto del mismo señor sobre la
materia, presentó un nuevo arreglo, cuya discusión co-
menzó el 2 de enero, terminándose esta y aprobándose
el dictámen en 24 del propio mes. La comision habia se-
guido cási en todo los pensamientosdel señor Vega, quien
había observado de cerca y atentamente el método que
prevalecía en las secretarias de Inglaterra, y en el modo de
proceder de sus ministros.


Se componia el reglamento ahora formado de tres capi-
tillos. 1.o De las obligaciones y facultades de la Regencia.
2.° Del modo con que la Regencia debía acordar sus
providencias con el Consejo de Estado y secretarios del
despacho, y de la junta que habian de formar estos entre
sí. 5.° De la responsabilidad de la Regencia y de la de los
secretarios del despacho. La diseusion fué importante en
ciertos puntos. No era el primer capítulo sino una mera
aplícaeion, por decirlo así, de los artículos de la Constitu-
cion , dando á la Regencia las mismas facultades que tenia




552
el Rey, salvo algunas restneeiones. Bstahleciase muy sa-
biamente en el capítulo 2° que los ministros formasen
entre sí una junta, y tambien el modo de asentar :'IIS acuer-
dos y resoluciones para hacer efectiva en su caso la res-
ponsabilidad. Tuvo aquella propuesta contradictores, acor-
dándose algunos de la junta llamada de Estado que en 1787
había introducido el conde de Floridahlanea , y por cuyo
medio habíase este convertido realmente en ministro uni-
versal de la monarquía; pero no se hadan cargo de que 10
mismo qne pudo quizá ser un mal en un gobierno absolu-
to reconcentrando todavía mas la autoridad suprema, se
cambiaba en un bien, y era necesario en un gobierno re-
presentativo, así para aunar las providencias, como para
resistir á los grandes embates de la potestad legislativa. Se
particularizaban en el capítulo 50, segun anunciaba ya su
título, los trámites que habían de preceder para examinar
la conducta de los individuos del gobierno y la de los mi-
nistros, y decidir cuándo se estaba en el casode formarles
causa.


. Se firma, Aprobado, pues, este reglamento, escogida é instalada
Jura y promulga • .
la Constilucion la Regencia, v nombrados en febrero hasta 20 consejeros de


eí rs y i s de •
marzo. Estado (se reservaba la elección de los restantes para me-


jores tiempos); púsose en ejercicio y concertado órden la
potestad ejecutiva conformeá las bases de la nueva ley fun-
damental , no quedando ya que hacer en esta parte, sino
firmar la Constitucion y llevar á efecto su jura y promul-
gacion solemne.


Verificóse el primer acto el 18 de marzo de 1812, fir-
mandolos diputados dos ejemplares manuscritos, de los cua-
les uno debía guardarse en el archivo de Córtes, y otro
entregarse á la Regencia. Concurrieron 184 miembros: 20
mas se hallaban enfermos ó ausentes con licencia. Entre
los de Europa no solo había diputados propietarios por las




555
provincias libres, sino tambien otros muchos por las ocu-
padas; siguiendo estas aprovechándose para hacer las elec-
ciones de los cortos respiros que les dejaban la invasion y
vigilancia francesa. Contábanse ya de América vocales aun
de las regionesmas remotas, comolo eran algunos del Pe-
rú y de las islas Filipinas, escogidos allá por sus propios
ayuntamientos.


EI19 juraron la Constitucion en el salen de Córtes los
diputados y la Regencia: se prefirió aquel dia como aniver-
sario de la exaltacion al trono de Fernando VII. Ambas
potestades pasaron en seguidajuntas á la iglesia del Cármen
á dar gracias al Todopoderoso por tan plausible motivo. Ofi-
ció el obispo de Calahorra, y asistieron los miembros del
cuerpo diplomático, incluso el nuncio de su Santidad, los
grandes, muchos generales, mazistrados, jefes de palacio
é individuosde todas clases. Por la tarde hízose la promul-
gacion con las formalidades de estilo, y hubo en aquella
noche y en las siguientes regocijos y luminarias. esmerán-
dose en adornar sus casas los ministros de Inglaterra y Por-
tugal, sobre todo el último, marqués de Palmela.


Aunque lluvioso el dia , en nada se disminuyó el COIl- Auméntese y
1 . r . Veí 1 di dos elosi d cundelento y a satístaceron. eianse os iputa os e ogia os y el entusiasmo en


1 did 1 b deci h . l' d l su favor,al' aur ¡ os. y os en ecian mue os por ír rea Izan o as
esperanzas concebidas al instalarse las Cortes. En todas
partes no se oían sino vivas y alborozados clamores, y en
teatros, callesy plazas se entonaban á porfía cancionespa-
trióticas alusivas á festividad tan grata. Arrobados los mas
de placery júbilo, ni reparaban en las bombas, frecuentes
á la sazon: las cuales alcanzando ya á la plaza de San An-
tonio, amenazaban de consiguiente como mas cercanoslos
edificios dondetenían sus sesiones las Córtes y la Regencia,
{Iue no por eso mudaron de sitio. Al contrario el empeño
del francés fortalecía á los españoles en su propósito, y




FelicHaclon es y
aplausos


que reciben las
Cértes.


534
realzáhase así, y aun masahora que antes en la Isla, la si-
tuacion del gobierno legítimo y la de las Córtes: magnifi-
cada ya por la inalterable constancia de ambas autoridades,
por sus sábias resoluciones, y por otros afanes y tareas en
que habian acudido á tomar parte diputados de paises tan
lejanos y diversos, hombres de tan varias y distintas es-
tirpes.


Para perpetuar la memoria de la publicacion de la Cons-
titucion se acuñaron medallas, y hubo á este fin donativos
cuantiosos. Tambien los ingenios españoles celebraron en
prosa y verso acontecimiento tan fausto; brillando en mu-
chas composiciones el talento y buen gusto, y en todas el
patriotismo mas acendrado.


Con igual alegría y fiestas que en Cádiz se promulgó y
juró la Constitucion en la Isla, y sucesivamente en las otras
provincias y ejércitosde España, tratando á cual mas todos
de manifestar su gozo y adhesion cumplida. Lo mismo hi-
cieron las corporacionesya civiles, ya eclesiásticas; lo mis-
mo muchedumbre de particulares que á competencia envía-
ban al congresosus parabienes y felicitaciones. Los diarios,
las gacetas y los papeles del tiempo comprueban la verdad
del hecho, y dan por desgracia sobrado testimonio de la
frágil condicion humana y SIlS vaivenes. Cundió en seguida
el ardor á Ultramar, y prodigáronse á las Córtesdesde aque-
llas apartadas regiones, comprendidas todavía bajo el im-
perlo español, reiteradas alabanzas y sentidos encomios.


Representábase pues como asentada de firme la Oonsti-
tucion. Pero si bien la libertad echó raices, que al cabo es
de esperar den fruto; aquella ley, aunque planteada enton-
ces en todo el reino, y restablecidaaños despuéscon gene-
ral aplauso, derribada siempre, parece destinada á pasar,
como decia un antiguo de la vida, á manera de sueño de
sombra.




APENDICES
AL TOMO TERCERO.







APÉNDICES.


LIBRO DUODÉCIMO.


NUMERO t.o


«PORTUGAL was reduced to the condition of á vassal state...
(Hiseory of ehewar in the peninsuta by TfT. F. P. Napier, 'Vot. 3.,


1Jág. 372. )
NUMERO 2."


El Consejo de Regencia de los reinos de España é Indias queriendo
dar á la nacion entera un testimonio irrefragable de sus ardientes de-
seos por el bien de ella, y de los desvelos que le merece, principal-
mente la salvacion de la patria, ha determinado en el real nombre del
rey N. Sr. don Fernando VII que las Córtes extraordinarias y genera-
les mandadas convocar se realicen á la mayor brevedad, á cuyo intento
quiere se ejecuten inmediatamente las elecciones de diputados que no
se hayan hecho basta este dia, pues deberán los que esten ya nombra-
dos y los que se nombren, congregarse en todo el próximo mes de
agosto en la real Isla de Leon; y hallándose en ella la mayor parte se
dará en aquel mismo instante principio á las sesiones, y entre tanto
se ocupará el Consejo de Regencia en examinar y vencer varias dificul-
tades para que tenga su pleno efecto la convocacion. Tendréislo en-
tendido y dispondréis lo que corresponda á su cumplimiento. = Javier
de Castaños, presidente. = Pedro, obispo de Orease, = Francisco de
Saavedra. = Antonio de Escaño. = lUiguel de Lardizábal y Uribe. =
En Cádiz á l8 de junio de 1810. A don Nicolás María de Sierra.


TOll. 111. APENO. 1




I-AIBRO DÉCIMOTERCERO•
• •a••


NUMERO 1. o


MANIFIESTO que presenta á la nacion don Miguel de Lardizábal y Uri-
be, impreso en Alicante año de 1811, pág. 21.


NUMERO 2.°


Coleccion de los decretos y drdenes de las Cdrtes generales y ex-
traordinarias , tomo 1, pág. 1" Ysiguientes.


NUMERO 3.°


Zurita. = Anales de Aragon. = Libro io, cap. 87 y siguientes.


NUMERO V


Zurita. = Anales de Aragon.=Lib.to, cap. i9 y 50.


NUMERO 5."


Mariana. =Historia de España. = Lib. 19, cap. 15.


NUMERO 6."


He aquí lo que refiere acerca de este asunto el manifiestod sea dia-
rio manuscrito de la primera Regencia que tenemos presente, extendi-
do por don Francisco de Saavedra, uno de los regentes y principal
promotor de la venida del duque.




Dia 10 de marzo de 1810. « En este dia se concluyó un asunto grave
n sobre que se habia conferenciado largamente en los dias anteriores.
" Este asunto, que traia su orígen de dos años atrás, tuvo varios trámi-
" tes, y se puede reducir en sustancia á los términos siguientes."


« Luego qne se divulgó en Europa la feliz revolucion de España, acae-
» cida en mayo de 1808, manifestó el duque de Orleans sus vivos deseos
" de venir á defender la justa causa de Fernando VII; con la espe-
l) ranza de lograrlos pasó á Gibraltar en agosto de aquel año, acom-
» pañaudoí al príncipe Leopoldo de Nápoles, que parece tenia igual
» designio. Las circunstancias perturbaron los deseos de uno y otro;
u pero no desistió el duque de su intento. A principios de 1809, recien
» llegada á Sevilla la Junta central, se presentó allí un comisionado
» suyo para promover la solicitud de ser admitido al servicio de Espa-
u na, y en efecto la promovió con la mayor eficacia, componiendo va-
l) rías memorias que comunicó á algunos miembros de la central, espe-
» cialmeute á los señores Garay, Valdés y Jovellanos. No se atrevieron
" estos á proponer el asnnto á la Junta central, como se pedia , por
" ciertos reparos polítieos; y á pesar de la actividad y buen talento del
» comisionado no llegd este asunto á resolverse, aunque se trató en la
" sesion de Estado; pero no se divulgó. »


" En julio de dicho año escribió por sí propio el duque de Orleans,
l) que se hallaba á la sazon en Menorca, repitiendo la oferta de su per-
» soua , y expresando su anhelo de sacrificarse por la bella causa que
" los españoles habían adoptado. Entonces redobló el comisionado sus
u esfuerzos, y para prevenir cualquier reparo, presentó una carta de
"Luis XVIII aplaudiendo la resolucion del duque, y otra del lord
» Portland, manifestándole en nombre del rey británico no haber repa-
" ro alguno en que pusiese en práctica su pensamiento de pasar á Es-
l) paña ó Nápoles á defender los derechos de su familia."


" En esta misma época llegaron noticias de las provincias de Francia
" limítrofes á Cataluña, por medio del coronel don Lnis Pons, que se
" hallaba á esta sazon en aquella frontera, manifestando el disgusto de
" los habitantes de dichas provincias, y la facilidad con que se suble-
» varian contra el tirano de Europa, siempre que se presentase en
" aquellas inmediaciones nn príncipe de la casa de Borhon, acaudi-
» llando alguna tropa española. "


" De este asunto se trató con la mayor reserva en la seccion de Esta-
» do de la Junta, y se comisionó á don Mariano Carnerero, oficial de la
» secretaría del Consejo, mozo de muchas luces y patriotismo, para




4
" que pasando á Cataluña, conferenciando con el general de aquel ejér-
» cito y con don Luis Pon s • y observando el espíritu de aquellos pne-
ti blos , examinase si seria acepta á los habitantes de la frontera de
" Francia la persona del duque de Orleans , y si seria bien recibido en
" Cataluña. Salió Carnerero á mediados de setiembre, y en menos de
" dos meses evacuó la comisión con exactitud, sigilo y acierto. Trató
" con el coronel Pons y el general Blake, que se hallaban sobre Gerona,
» y observó por sí mismo el modo de pensar de los habitantes y de las
» tropas. El resultado de sus investigaciones de que dió puntual cuen-
» ta Iué , que el duque de Orleans , educado en la escuela del célebre
»Dumouríer.y único príncipe de la casa de Burbun qUIl tieue reputacion
" militar, seria recibido con entusiasmo en las provincias de Francia,
» y que en Cataluña, donde se conservan los monumentos de la gloria
)) de su bisabuelo y la reciente memoria de las virtudes de su madre,
" encontraría general aceptacion. ))


fe Mientras Carnerero desempeñaba su encargo, el comisionado del
» duque se marchó á Sicilia, adonde le llamaban á toda priesa. En el
)) mismo intervalo so creó en la Junta central la comision ejecutiva,
" encargada, por su constitucion, del gobierno. En esta comision pues,
» donde apenas habia un miembro que tuviese la menor idea de este
" negocio, se examinaron los papeles relativos á la comisión de Carne.
" rero, Todo fué aprobado y quedó resuelto se aceptase la oferta del
)) duque de Orleaus , y se le convidase con el mando de un cuerpo de
)) tropas en la parto de Cataluña que Sil aproxima á las fronteras de
» Francia; que se previniese á aquel capitan general lo conveniente por
» si se verificaba; que se comisionase para ir á hacer presente á dicho
» príncipe la resolución del gobierno al mismo Carnerero, y que se
» guardase el mayor sigilo ínterin se realizase la aceptaciou y aun la
" venida del duque por el gran riesgo de que la trasluciesen los Irau-
)) ceses. ')


« Ya todo iba á ponerse en práctica, cuando la desgraciada ac-
» cion de Ocaña y sus resultados suspendieron la resolucion de este
" asunto, y sus documentos originales, envueltos en la confusion y tras-
» torno de Sevilla, no se han podido encontrar. Por fortuna se salvaron
" algunas copias, y por ellas se pudo dar cuenta de un negocio nunca
» mas interesante que en el dia. "


( El Consejo pues de Regencia enterado de estos antecedentes, y
» persuadido por las noticias recieutemente llegadas de Francia de to-
» das las fronteras, y por la consideracion de nuestro estado actual,




» de lo oportuna que seria la venida del duque de Orleans á España,
» determinó: que se lleve á debido efecto lo resuelto y no ejecutado por
.. la comision ejecutiva de la central en 30 de noviembre de 1809; que
» en consecuencia condescendiendo con los deseos y solicitudes del
» duque, se le ofrezca el mando de un ejército en las fronteras de Ca-
" taluiía y Fraucia; que vaya para hacérselo presente al mismo don Ma-
» riano Carnerero encargado basta ahora de esta comision, haciendo su
u viajc con el mayor disimulo para que no se trascienda su objeto; que
" para el caso dc aceptar el duque esta oferta, hasta cuyo caso no de-
» berá revelarse en Sicilia el asunto á nadie. lleve el comisionado car-
" tas para nuestro ministro en Palermo , para el rey de Nápoles y para
" la duquesa de Orleans madre; que se comunique desde luego todo á
» don Enrique Odonnell, general del ejército de Cataluña, y al coronel
» don Luis Pons, encargándoles la reserva hasta la llegada del duque.
" Últimamente para que de ningun modo pueda rastrearse el objeto de
u la comisiónde Carnerero, se dispuso que se embarcase en Cádiz para
» Cartagena, donde se previene esté pronta una fragata de guerra que
» le conduzca á Palermo , y traiga al duque á Cataluña. "


Día 2Ode Junio. « A las siete de la maiíana llegó á Cádiz don Maria-
" no Carnerero, comisionado á Palermo para acompañar al duque de
» Orleans en caso de venir, como lo habia solicitado repetida-s veces y
" con el mayor ahinco, á servir en la justa causa que defendia la Espa-
" iía. Dijo que la fragata Venganza en que venia el duque iba á entrar
" en el puerto; que habian salido de Palermo en 22 de mayo, y llegado
» á Tarragona, que era el puerto de su destino; que puntualmente ha-
" liaron la Cataluña en un lastimoso estado de convulsion y desaliento
» con la derrota del ejército delante de Lérida, la pérdida de esta plaza
" y el inesperado retiro que. habia hecho del ejército el general Odon-
" nell; que sin embargo que en Tarragona fué recibido el duque con las
» mayores muestras de aeeptacion y de júbilo por el ejército y el pue-
» blo, que su llegada reanimó las esperanzas de aquellas gentes, y que
" aun clamaban porque tomase el mando de las tropas, él juzgó no de-
" bia aceptar un mando que el gobierno de España no le daba, y que
» aun su permanencia en aquella provincia en una circunstancia tan
" crítica, podria atraer sobre ella todos los esfuerzos del enemigo. En
» vista de todo se determinó á venir con la fragata á Cádiz á ponerse á
') las órdenes del gobierno. En efecto el duque desembarcó, estuvo á
.. ver á los miembros de la Regencia y á la noche se volvió á bordo. »


Día 28 de julio. .. El duque de Orleaus se presentó inesperadamen-




6
" te al Consejo de Regencia, y leyó una memoria en que, tomando por
" fundamento que babia sido convidado y llamado para venir á España á
" tomar el mando de un ejército en Cataluña, se quejaba de que
» habiendo pasado IIIas de un mes des pues de su llegada, no se le
» hubiese cumplido una promesa tan solemne; que no Se le hubiese
» hablado sobre ningun punto militar, ni aun contestado á sus ob-
" servaciones sobre la situación de nuestros ejércitos, y que se le
" mantuviese en una ociosidad indecorosa. Se quiso conferenciar sobre
" los varios particulares que incluia el papel, y satisfacer á las quejas
" del duque; ¡pero pidió se le respondiese por escrito, y la Hegencia
" resolvió se ejecutase así reduciendo la respuesta á tres puntos:
II 1.0 Que el duque no fué propiamente convidado sino admitido, pues
" habiendo hecho varias insinuaciones, y aun solicitudes por sí, y por
" su comisionado don Nicolás de Broval, para que Se le permitiese ve-
11 nir á los ejércitos españoles á defender los derechos de la augusta
" causa de Borbon; y habiendo manifestado el beneplácito de Luis XVIII
" Y del rey de Inglaterra, se habia condescendido á sus deseos con la
" generosidad que correspondia á su alto carácter; explicando la con-
" descendencia en términos tan urbanos, que mas parecía un convite
u que una admision. 2. u Que se ofreció dar al duque el mando de un
" ejército en Cataluña 1 cuando nuestras armas iban boyantes en aquel
u principado y su presencia prometia felices resultados j pero que des-
» graciadamente su llegada á Tarragona se verificó en un momento
" crítico, cuando se habia trocado la suerte de las armas, y se combi-
11 naron una multitud de obstáculos que impidieron cumplirle lo pro-
" metido, y que tal vez se hubieran allanado si el duque no dándose
" tanto priesa á venir á Cádiz, hubiese permanecido allí algun tiempo
» mas. 3. u Que el gobierno se ha ocupado y ocupa seriamente en pro-
» porcionarle el mando ofrecido, ú otro equivalente ¡ pero que las cir-
1) cunstancias no han cuadrado hasta ahora con sus medidas. "


Día 2 de agosto. « A primera hora se trató acerca del duque de
.. Orleans , á quien por una parte se desea dar el mando del ejército,
» y por otra se halla la dificultad de que la Inglaterra hace oposicíon
" á ello. En efecto, el embajador Wellesley ha insinuado ya 1 aunque
)1 privadamente, que en el instante que á dicho duque se confiera cual-
" quiera mando ó iutervencion en nuestros asuntos militares ó políti-
" cos , tiene órden de su corte para reclamarlo..... »


Día 30 de setiembre. « El duque de Orleans vino a la Isla de Leon
" y quiso entrar á hablar á las Cértes ; pero se excusaron de admitirle,




NUMERO 13.


NUMERO ts.


7
1) Ysin avisar ni darse por entendido con la Regencia, se volvióen se-
1) guida á Cádiz. Cási al mismo tiempo se pasó órden al gobernador de
u aquella plaza para que con buen modo apresurase la ida del duque.
11 Se recibió respuesta de este al oficio que se le pasó en nombre de las
11 Córtes, y decía en substancia en términos muy políticos, que se
}) marcharia el miércoles 3 del próximo mes. IJ


Dia 3 de octubre. "A la noche se recibió parte de haberse hecho á
IJ la vela para Sicilia la fragata Esmeralda que llevaba al duque de Or-
}) leans, y Becomunicó inmediatamente á las Córtes. "


NUMERO 7.°


Coleccion de los decretos y órdenes de las Córtes, tomo 1, pág. 10.


NU~IERO 8."


Coleceion idem, tomo 1, pág. 14 Ysiguientes.


NUMERO 9."


Manifiesto manuscrito de la primera Regencia.


NUMERO 10.


Colcccion de los decretos y órdenes de las Cdrtes , tomo l. pág. 19.


NUMERO ti.


Véase el manifiesto de la Junta superior de Cádiz.


NUMERO 12.


Celeccion de los decretos y órdenes de las Córtes, tomo 1, pág. 32 Y
siguientes.


Coleccion idem , tomo 1, pág. 37 Y siguientes.


NUMERO 14.


Diario de las discusiones y actas de las Córtes, tomo II, pág. 153 Y
siguientes.


Coleccion de los decretos y órdenes de las Córtes, tomo 1, pági-
nas 72 y 73.




LIBRO DÉCIMOCUARTO•
•••• •


NU])IERO f.O


INGENS beltum et prioro majus per Attilam Regem nostris inflictum,
pene totam Europam, excisis invasisque civitatibus atque castellis, cor-
rasit. En otras ediciones se dice corrosit.


(lndiclione XV-.47.) Marcellini Comitis Chronícon.


NUMERO 2. o


Tratado de re militari ..por el capitan Die.go de Salazar. El antor en
el libro 4° de sus Diálogos pone esta máximaen boca del Gran Capitan,
bajo cuyas órdenes sirvió, segun dice el mismo, en Italia.


NUMERO 3."


Oh Albuera i glorious fíeld of grief!
As o'er thy plain the pilgrim prick'd his steed,
Who could foresee tbee, in a space so hrief,
A scene where mingling roes should boast and bleed !
Peace to the perished! lUaythe Warrior"s meed
And tears of triumph tbeir reward prolong !
Till otbers fall where otber chieftains lead
Thy names shall circle round the gaping throng
And shiue in worthless lays, the theme uf transient song !


(Lord Uyron Childc Harold's Pilgrtmage.) Canto 1, !tropb. 43.




9
NUMERO 4." '


Es notable lo que acerca de los cometas dice Lucio Auneo Séneca
y el género de predicción con que acompaña su opinion. « Ego nostris
non assentior. Non enim existimo cometen subitaneum ignem, sed ínter
» seterna opera naturre.») (Y despues:) « Veniet tempus quo ista, quoo
" nunc latent , in lucem dies extrahat et longioris revi diligentia.....
" Veniet tempus , quo posteri nostri tam aperta nos nescisse miren-
" tur.» (Lib. septimus L. Annrei Senecre naturalium qurestionum.)
Daba verdaderamente á tan ilustre cordobés su penetracion una espe-
cie de don profético, pues no es menos notable lo que en su tragedia de
Medea anuncia respecto de los descubrimientos que de nuevas tierras
se harian en lo sucesivo.


Venient annis seecula seris
Quibus Oceanns vincula rerum
Laxet , et ingens pateat tellus,
Tethysque novos detegat orbes,
Nec sit terris ultima Thule.


Actns 2, scen. 3,' (habla el coro),


Parece que estaba destinado fuese un español quien primero pronos-
ticase el futuro descubrimiento de la América. y españoles los que le
verificasen.


NUMERO 5."


Traité de Mécanique céleste, par !Ur.le Marquis de La Place, liv. t 5,
tomo V.


Halleyempezó á calcular antes que nadie la vuelta de los cometas,
anunciando era posible se mostrase de nuevo en t 758 ó 59 el que ha-
bia aparecido en 1682, Ycuya revolucion es de unos 76 años poco más
ó menos. En la citada y profunda obra de La Place yen muchas otras
de astronomía puede verse cuán remota es la probabilidad, pues cási
toca en lo imposible, de un encuentro ó choque de nuestro globo con
los cometas, cuando estos se acercau á la órbita que describe la tierra
en su curso anual.


TOM. 111. APÉl'ID. 1*




LIBRO DECIMOQUINTO•
• '1_•


NUMERO t. o


.. D'apr~s une convention conclue entre les généraux francais et es-
" pagnols en Catalogne, les blessés elles malades étaient mis récipro-
)J quement sous la protection des autorités locales, et avaient la faculté,
" apres guérison, de rejoiudre leurs corps respectifs. A Valls, oü nous
" vtmes plusieurs militaires francaia et italiens blessés , nous nous
l) convainquimes de la fidélité avee laquelle les espagnols exécutaient
" cette eonventíon.« (MémOirea du.maréchal Suchet, tomo n, chapo 2, pago 29.)


NUMERO 2."


« Les espagnols ..... s"y défendaient en lions , quoique généspar leur
» propre nombre." (Mémoires duanaréchal Suchet, tomo n, ehap: 2, pago 59.)


NUMERO 3."


.. Memorial historial y política cristiana que descubre las ideas y
» máximas del cristianísimo Luis XIV para librar á la España de los
)J infortunios que experimenta, por medio de su legítimo Rey don Cár-
" los III, asistido del señor emperador para la paz.de Europa, y útil
" de la religion: puesto á las plantas de la Sacra y Cesárea Magestad
» del señor emperador Leopoldo 1; por fray Benito de la Soledad, pre-
" dicador apostólico, hijo de nuestro padre san Francisco, reforma de
" san Pedro de Alcántara. "




11
Tal es el nombre del autor y el título de una obra impresa en Viena


en l703 en favor de la casa de Austria, que pretendía la corona de Es-
paña.


En dieha obra mal escrita y peor digerida se hallan hechos curiosos
y noticias importantes; llamándose en ella cási siempre á Felipe V la
sombrade Luis XII'.


NUMERO 4.°


Se toman estas citas y la de las cartas siguientes de una correspon-
dencia cogida con otros papeles en el coche de José Booaparte despues
de la batalla de Vitoria en 18l3.


NUMERO 5."


De aquí sacó sin duda llIr. de Pradt la peregrina historia de que habla
en su obra intitulada ('Mémoires historiques sur la révolution d'Espa-
» gne , .. y segun la cual habian enviado las Córtes diputados á Sevilla
antes de la batalla de la Albuera para tratar de componerse con José.
No es la primera ni sola vez que confunde dicho autor hechos muy
esenciales, y que toma por realidad los sueños de su imaginacion.




LIBRO DECIMOSEXTO.


"NUMERO V


DIARIO de las Córtes: tomo IV, pág. 19.


"NUMERO 2.°


Diario de las Córtes : tomoIV, pág. 398.


"NUMERO 3."


Diario de las Córtes: tomo IV, pág. 64.


"NUMERO 4."


Historia y vida de Marco Bruto, por don Francisco de Quevedo.
l'~UMERO 5.°


« Questo infame crogiuolo della verita e un monumento ancora esis-
" tenté dell' antica e selvagia lagislazione ..


(Beeearia, Dei Delitti e delle pene.)


NUMERO 6."


Entre otros á don Juan Antonio Yandiola en 1817, como complicado,
segun aser,uraban, en la conspiracion de Richard. El mismo Fernan-
do VII permitió que le aplicasen el horrible apremio conocido bajo el




15
nombre de grillos á salto de trucha. Y sin embargo el mencionado don
Juan tuvo la generosidad de contribuir desde 1820 hasta 1823 como
diputado y como ministro á sostener la autoridad y defender la persona
de aquel monarca.


NUMERO 7.°


Montesquieu. de l'Esprit des Lois , liv. 30. chapo 1. " Un événement
)) arrivé une fois daos le monde. et qui n'arrivera peut-étre jamais. 11


NUMERO 8.°


Essais sur l'Histoire de France par Mr. Guizot , S" Essai.


NUMERO 9.°


DeU' istoria civile del regno di Napolí , da Pietro Giannone , lib. 13,
cap. últ.


NUMERO 10.


O<Dirimere causas nulli licebit , nisi aut a principibus potestate con-
» cessa, aut ctmsellsu partium electo [udice....• 11


(Lib. 2, tít. t, t •• Cndícls legís Wisigothorum.)
Tambien puede verse en el mismo título y libro la ley 26.


NUMERO 11.


O< Sed ipsi qui judicant ejus negotíum , unde suspecti dicuntur ha-
II beri, cum episcopo civitatis ad liquidum discutiant atque pertrac-
H tent..... .. (Lib. 2, tít. t, 25. Codicis lcgis Wisigolhorum.)


NUl\lERO 12.


César hablando de los Druidas en sus Comentarios, lib. 6, cap, 5.
«Fere de omnibus controversiis puhlieis privatisque constituunt.....
11 Si credes Iacta , si de heereditate , de finibus controversia est , iidem
11 decernunt prremia I prenasque constituunt.. ... JI


NUMERO 13.


Tácito. -De situ , moribus et populis Germaniee, cap. 7. « Ceeterum
.. neque animadvertere, neque vincire, neque verberare quidem nisi
» sacerdotibus permissum..... »


Despues en otros capítulos vuelve á hablar de la autoridad de los
sacerdotes, á quienes también correspondía en las asambleas públicas:
O< coercendi j uso "




14
NUMERO 14.


Hubo ciudades que en las capitulaciones 6 pleitesías con los moros
sacaron ventajas particulares. Así aconteció en Toledo, en donde, se-
gun Ayala (Cr6nica del rey don Pedro, año 2, cap. 18), otorgaron los
moros á los conquistados que estos « oviesen alcalde cristiano ansi en
» lo criminal como en lo civil entre ellos, é que todos sus pleitos se li-
» brasen por el su alcalde. "


NUMERO 15.


Partida 3.', tít. 4.", ley 2.·


NUMERO 16.


Partida 5.-, tít. 4.", ley 9.-


NUMERO 17.


Montesquieu, de l'Esprit des Lois, liv. 28, hablando des étaólisse-
ments de san Luis.


NUMERO 18.


Hasta los mismos Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel de-
clararon en 1480 « que las mercedes que se hicieron por sola la volun-
" tad de los Reyes que se puedan del todo revocar..... »


(Ley tO, tít. s, lib. 3, Novlsima Recopllacion.)


NUMERO 19.


Diario de las Córtes , tomo IV, pág. 426.


NUMERO 20.


Diario de las Córtei, tomo VI, pág. 143.


NUMERO 21.


Diario de las,Córtes , tomo VI. pág. t 45.


NUMERO 22.


Coleccion de los decretosy órdenes de las Córtes, tomo 1, pág. 193


NUMERO 22 BIS.


Secretaría de Estado. = Archivo. = América. = Pacificacion. =
1811.= Legajo 2.°




15
NUMERO 23.


Civitas ea longe opulentissima ultra Iberum fuit.
(Titi Livíí , liher s r.)


NUMERO 24.


TÓTe (Avvír¿~~) p.ev ó'7(oJ'eIYp.a. T/fl '7( 1I.~9-ej '7(OICllV
etÓTOV..... év ÓX-TOO p.yrJl (fIOI\.U{610U, ICITOpICllV.)


NUMBRO 25.


Mémoiresdu maréchal Suchet , tomo II, chapo 14.


NUMERO 26.


Storia delle campagne e degli assedii degl'italianí in Ispagna: da
CamilloVacani, volume terzo, parte terza 2.


NUMBRO 27.


« Historia del Rebelion y castigo de los moriscos del reino de Gra-
" nada, J) por Luis del Marmol, lib. 1, cap. 17.




I.AIBRO DECIllIOSÉPTIMO•
.., ..se.


NUMERO l."


TABLEAU analytique des principales combinaisons de la guerre, par
le baron Jominy, chapo 2, section 1 de la Stratégie.


NUMERO 2.°


Gaceta de la Regencia, del martes 12 de noviembre de 1811.


NUMERO 3."


Gaceta de la Regencia de las Españas 1 del martes 17 de marzo
de 1812.


NUMERO 4."


Ego enim sic existimo 1 in summo imperatore quatuor has res inesse
oportere , scientiam rei militaris , virtutem , auctoritatem, (elicitatem.


(Oratio pro lege M.nma. 'o.;


NUMERO 5.°


Gacetas da Madrid del gobierno de José, del 21 de febrero de 1812.


NUMER(I 6."


Gacetas de Madrid del gobierno de José, año 1812, 22 de marzo,




LIBRO DECIJlIOCTAVO.


NUMERO 1."


.. ApUD nos priüs leges conditas , quam reges crearos fuisse. ,,) Ara-
gonensium rerum commentnrii.j


NUMERO 2."


En su obra intitulada: « Coronaciones de los serenísimos reyes de
» Aragon, y del modo de tener Córtes. »


NUMERO .3."


Se encueetra en la coleccíon manuscrita de las Córtes de Castilla,
tomo VIII.


NUMERO 4."


De re publica , lib. '2, cap. 23.


NUMERO 5."


A defence of the constitutious of government of tho United of Sta tes
of America, by John Adams ...... Preface,


NUMERO 6."


Empresas políticas. - 20.


NU~IERO 7."


Decia este fuero, segun el ya citado: Jerónimo Blancas en su obra
TOM. 111. APÉNO. '2




18
Aragonensiurn rerurn cornmentarii: " ReHuID aggredi, pacem inire , in-
» ducias al\'ere...... seniorum annuente consilio. "


NUMERO 8."


Fr. Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos de Cárlos V.


NUMERO 9."


Empresas políticas. - t3.


NUMERO 10.


Guerra de Granada.


NUMERO 11.


Memorial historial y política cristiana, etc., págs. f.f7, J75.


NUMERO J2.


Diario de las discusiones y actas de las Córtes, tom, V, pág. 355.


FIN DEL TOMO TERCERO.




ÍNDICE
nEr~ TOlllO TERCERO.


Págs.


SITIO de Ciudad Rodrigo. . . . . . . 10
Campaña de M.assena en Portugal. . . 19
Combate de Coa y sitio de Almeida. . . . . 25
Accion de Ilusaco. . . . . . . . . . . . . . 33
Expediciones de Porlier en las costas del norte. . . . . . . 42
Accion de Baza. . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Sorpresa de la Bisbal. . . . . . . . . . . . . 66
Accion. de Ulldecona. . . . . . . . . . . . . . 71
Expedicion de Heuovales á la costa cantábrica. 82
Decreto activando la convocacion de Córtes. 87
Modo de elegir los diputados. 91
Señalase para su reunion el 24 de setiembre. 99
Su iustalacion. . . . . . . . . . . . . 104
Decreto de 24 de setiembre. . . . . . . . . . 113
Venida del duque de Orleaus á Cádiz. . . . . 122
Altercado con \JI obispo de Orease sobre la prestación del jura-


mento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Hevueltas en América. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Decreto de las Cortes en 15 de octubre sobre este negocio. 149
Discusion acerca dc la lihertad de imprenta. . . . . itnü.




20
Nombramiento de nuevos regentes del reino. 167
Incidente del marqués del Palacio. . . . . . 168
Alborotos en Nueva-España. . . . . . . . . . . . . j 84
Ciérranse las Córtes en la Isla para trasladarse á Cádiz. 190
Retirada de l\lassena á Santaren, . . 197
1\]uerte del marqués de la Romana. . 202
Toma de Olivenza por los franceses. 205
Accion de Castillejos. . . . . . . . 206
Sitio de Badajoz por los enemigos. . 207
Accion de Gévura ó del Guadiana. . 210
Muerte del gobernador de Badajoz lUenacho. 213
Batalla de Cbiclana ó de la Barrosa. 219
Bombardeo de Cádiz. . . . . . . . . 221;
Sigue IUassena su retirada. . . . . . 23í
Recobro de Olivenza pUl' los aliados. 2:18
Batalla de Fuentes deOñoro. . . . 241
Evacuan á Almeida los franceses. . 245
Batalla de la Albuera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2511
Accion de Cogorderos y muerte del general Valletaux. . 275
Sorprende l\lina un convoyen Arlaban. . 277
Sitio y toma de Tortosa por los franceses. 279
Reencuentro de Figuerola. . . . . . . . . 290
Quema de JUanresa. . . . . . . . . . . . 294
Sorpresa y toma de Figneras por los españoles. 298
Sitio y toma de Tarragona por Sucb .t, 305
Recobran los franceses á Figneras. . . 332
Viaje de José á Paris y su regreso. . . . 3<i4
Abren las Córtes sus sesiones en Cádiz. 351
Creacion de la drdeu de San Fernando. 358
Decreto de la abolicion de señoríos. 361
Expedicion de Blake á Valencia. . . 374
Accion de Zújar. . . . . . . . . . . .376
Invade Suchet el reino de Valencia. 3811
Reencuentros en Soneja y Segorbe. . 386
Toman los enemigos el castillo de Oropesa. 387
Sitio de Murviedro por Suchet, . . 388
Batalla de Sagunto. . . . . . 3!H
Hcndicion del castillo. . . . . :~~5
Toma de las j\Icdas 1'01' l.acy. ;{!17




Ataque de Igualada y rendicion de los franceses en Cervera.. 399
Ilíndese al baron de Eroles la guarnicion de Bellpuig. . . 401
Queda prisionera la guanJieiou francesa de Calatayud. . . 40;¡
Rinde lUina una columna enemiga en Plasencia de Gállego. 408
Accion de llallesteros junto á San Roque. . . . . 411
Sorpresa de Bdruos por el mismo. . . . . . . . 412
El gobernador de Ciudad Rodrigo prisionero de don Julian


Sauehez. . . . . . . . . . . 424
Accion de Arroyomolinos. . . 428
Sucesos militares en Valencia. 438
Bombardeo de esta ciudad por Suchet. 452
Toma de la misma. . . . . . . . . . . 455
Muerte de don 1'1artin de la Carrera en Murcia. 461
Entran en Peñíscola los enemigos. . . . . . . . 463
Sitio de Tarifa. . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
Sitio y toma de Ciudad Rodrigo por los aliados. . . 468
La comision de Constitucion presenta á las Córtes su proyecto. 476
Exámea de sus principales artículos. . . . . . . . . . . . . .. 478
Manifiesto contra las Córtes escrito por don Miguel de Lardizábal. 513
Alboroto contra el diputado Valiente. . .. . . . . . . 521
Carta de la princesa Carlota de Portugal á las Córtes. 524
Nombramiento de nueva Regencia. . 527
Promúlgase la Constituciou. . . . . . . . . . . . . . 532








\\T\\III': \TOi f~t EBBA YBE\nIJCIU~
I.•~ E ESPA l'iJ-\


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PliLllli!111 lil \1 HIOldW11


H\ nru 1».


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••..•• quís nesctt , prímum esse hlstoríte lcp:eJJl , ne
quid falsi dicere audeat ? delnde ne quid ven non
audeat ? ne qua suspttío graríre sit In scribenrlo?
ne qua stmultatís ?


CICIlR. De Oratore, lió. 11, c. 15.




HESUMEN
\}EL


LIBRO J)}~CllUONONO.


A.CO;'lTECnIIENTOS en [as provincias. - Primer distrito. - Combate de
Villaseca. - De San Feliti de Codinas. -De Altafulla. - Sarsfield en
Francia. -- Accion de Roda. -Otros combates y sucesos. - Divide
l\apoleon la Cataluña en departamentos. - Da el mando de ella á Su-
chet. - Segnndo distrito. - 2° Y 3'0< ejército. - Partidas. - Divisiones
de Boche y Whittingham. - Gucrrilías en Valeucia. _. Empresas
de! Empecinado, de Yillacampa y de Duran. - El '1Janco. - Gayan.
- Toma Duran á Seria y á Tudela. -- Cuarto distrito. - Halles-
teros. - Quinto distrito. - Penue y Morillo. - Partidas. '- Sexto
distrito. - Evacuaciou de Asturias. - Proclama del general Casta-
líos. - Nueva entrada de los franceses en Asturias. -. Su salida.
Séptimo distrito. - Porlier. _. Otros caudillos y junta de Vizcavn.
- Renovalcs. - El Pastor. - Individuos de la junta de llurgos ahor-
cados por los franceses. - Venganza que torna ;llerino..- Decretos
notables de "'apoleon. - Espoz y Mioa. - Acc¡nn de Saogüesa. -Presa
de un segundo convoyen Arlabau. - "Iuerte de í\Jr. Deslaudes , se-
cretario de José. - "Inerte de Cruchaga. _. Medidas administrativas
dellina. - Juicio de Wellington sobre las guerrillas. -1\lovimiento de
Wellington. -. Pone el inglés sitio á Badajoz.. - Asalto dado á 1:: plaza.




6
-Tómanla los anglo-portugueses. - iUaltl'alan á los vecinos. -- Giucius
concedidas. - Avanza Soult y se retira. - Acércansc los espaíioles á
Sevilla. -lUovimientos de iHarmont hácia Ciudad Rodrigo. - Wclling-
ton vuelve al igueda. -Destruye HiIIlas obras de los franceses en el
Tajo. - Soult y Ballesteros. - Choques en Osuna y Alura , - Accion
de Bornes ó del Guudalete. - Guerra entre Napoleou y la Rusia.-
(Ipiniun en Alemania. -lUedidas preventivas de J\apoleon.- Proposi-
ciones de Napoleon á la Inglaterra. - Contestacion ..- Empieza la
guerra de Francia con Rusia. - Influjo de esta guerra respecto de Es-
pafia. -lHanejos en Cádiz del partido de José. -- Suciedades secretas.
-Esperanzas del partido de José en los tratos cou Cádiz. - Desvu-
néceuse. - Asercion falsa del memorial de Santa Elena. - Proyecto
de José de convocar Cdrtes. - Escasez y hambre, sobre todo en JUa-
drid.- Providencias desastradas.- Escasez en las provincias.-- Abun-
dancia y alegría en Cádiz. - Tareas de las Córtes. - Libertad de la
imprenta y sus abusos. - Diccionario manual y Diccionario crítico-
burlesco. - Seusacion que causa el Diccionario cntico-Luelesco.cc-
Sesiou de las Córtes y resoluciou que provoca. - Tentativa para res-
tablecer la iuquisiciou, - Estado de aquel tribunal. - Sesion impur-
tante para restablecer la inquisición. - Se esquiva el restablecimiento
de la inquisicion. - Promuévese que se disuelvan las Córtes. - Pára
el golpe la comision de Constitucion. -Se convocan las Córtes ordi-
narias para 1813.




HISTORIA
DEL


U;VAN'I'AllllEN'I'O ~ GUERRA }' UEVOI,UCION


IJE ESPf\ÑA.


LIBRO UEClI\IONONO.


ANTES de referir los combinados y extensos movimientos Aconteclnlientos
que ejecutaron , al promediar del año de 1812, las armas ]Jl'~~lr:~r¡l"
aliadas, echaremos una ojeada rápida sobre los aconteci-
mientos parciales ocurridos durante los primeros meses del
año enlas diversas provincias de España. Comenzarémos
por !a de Cataluña , ó sea el primer distrito.


Allí duu Luis Lacv, ayudado de la junta del principado Primer dí s lrlto.
y de los dernas jefes, mantenía cruda guerra; habiéndose
situado á mediados de enero en Reus , con amago á Turra-
gona. Escasez de víveres y secretos tratos habian dado es-
peranza de recuperar por sorpresa aquella palabra. Avisado
Suchet previno el caso, y comunicó para ello órdenes al
general Musnier, que mandaba en las riberas del Ebro hacia
su embocadero; quien por su parte encargó al general La-




i>Jlllh'llc'
,j:,\¡J¡itc'l'I':I.


il!' ~i:1Jl ¡-'dil'l
di' C()ilinas,


8


Iosse , comandante de Tortosa , que avanzase mas allá del
Coll de Balaguer , y explorase los movimientos de los es-
pañales. Confiado este sobradamente, imaginó que Lacy se
hahia alejado al saber la noticia de la rendicion de Valen-
cia: por lo que sin reparo, y participándoselo así á Musnier,
prosiguió á Villaseca en donde acampó el 19 de enero. Con-
sisíia la fuerza de Laíosse en un batallan y 60 caballos, con
los que se metió en Tarragona, dejando á los infantes, para
que descansasen, en dicho Villaseca. Don Luis Lacy aprove-
cho tan buena oportunidad, y arremetió contra los últimos;
logrando, á pesar de una larga y vivisima resistencia, des-
baratarlos y coger el batallen cási entero con su jefe Du-
harry. En vano quiso Lafosse revolver en socorro de los
suyos: hahíanlos ya puesto en cobro los nuestros. Se dis-
tinguieron en tan glorioso combate el baron de Eroles y
t'! comandante de coraeeros Casasola.


Llamado entonces el general en jefe español á otras par-
tes, dejó apostado en Heus á Erales, y marchó COll don
Pedro Sarsíield la vuelta de Vique , á donde hahia acudido
el general francés Decaen. Al aproximarse los nuestros eva-
cuaron los enemigos la ciudad; y en San Feliú de Codinas
trahósc sangrienta lid. Al principio cayó en ella prisionero
Sarslield ; mas á poco lihertáron le 4 de sus soldados, y
cambiando la suerte, tuvieron los franceses que retirarse
apresuradamente.


En tanto Erales sostuvo el 24 de enero otra acometida
del enemigo. Embistiéronle los generales Lamarque y 1\lau-
rice Mathieu en Altafulla , acorriendo ambos de Barcelona
con superiores fuerzas. Acesado y envuelto el general es-
pañol , vióse en la precisiou de dispersar sus tropas, á las
1(11(' señaló para punto de reunión el monasterio de Santas-
Cruces. Sacrificárnnse 2 compañias del batallon d(~ caza-
.lores de Cataln!ia con intento de salvar la division , y lo




(J


consiguieron, arrostrando y conteniendo el ímpetu del
enemigo en un bosque cercano. Nuestra pérdida consistió
en aOO hombres y 2 piezas: no escasa la de los franceses,
que quisieron vengar en este reencuentro el revés de Vi-
Ilaseca.


llehecho luego Eroles caminó por disposieion de Lacy Sarstirld
en Fruncín.


al norte de Cataluña , vía del valle de Aran, con orden de
apoyar á don Pedro Sarsfield ; quien penetró bravamente
en Francia pi J4 de febrero, siguiendo el valle del Qllerol,
y derrotando en Hospitalet á un batallo n que le quiso ha-
cer frente. Recorrió Sarsfield varios pueblos del territorio
enemigo; exigió 50,000 francos de contribucion; cogió mas
de 3000 cabezasde ganado, y tarnbien pertrechos de guerra.


Acabada que Iué la incursion de Sarsfield en Francia, Acciou de Roda
revolvió Erales con su gente sobre Aragon , y se adelantó
hasta Beuasque y Graus. Andaba por aquí la brigada del
general Bourke , perteneciente al cuerpo llamado de reser-
va de !teille, que después de la conquista de Valencia ha-
hia tornado atrás, y tomado el nombre de cuerpo de obser-
vacíen del Ebro. Atacó Bourke á Eroles en Roda, partido
de Benavarre, el tj de marzo , hallándole apostado en el
pueblo que se asienta en un monte erguido. Duró la refrie-
ga diez horas, y al cabo quedó la victoria de parte de los
espaüoles , teniendo los franceses que retirarse abrigados
de la noche, muy mal herido su general, y con pérdida
de cerca de 1000 hombres. Refugióse Bourke en Barbastro,
y despue« en la plaza de Lérida temeroso de Mina. A poco
vino en su ayuda parte de la division de Severoli, que era
otra de las del cuerpo de Reille, la cual penetró tierra
adentro en Cataluña en persecución de Eroles infructuosa
é inútilmente.


Con suerte varia ernpeñáronse por el mismo tiempo di- 0[1"0, "')i\liJ'[I',o
y ~UCl'Sn:'o.


versos combates el! los tiernas distritos de aquel principa-




lhvid(' l'inpnJeon
la Cat¡-dl!üa en
dep~lrtalllellloB.


10
do. De notar fué el que sostuvo en '27 de febrero cerca de
la villa de Darníus el teniente coronel don Juan Ilimhau,
al frente del primer batallon de San Fernando; en el que
quedaron destruidos 500 infantes y 20 caballos enemigos.
Lo mismo aconteció en otras refriegas trabadas en abril,
no léjos de Aulot y Llavaneras, por Milans y Hovira. Iíepe-
tianse á cada instante parecidos choques, si no todos de
igual importancia, á las órdenes de Fábregas, Gay, llJanso
y otros jefes. Continuaba por nosotros la montaña de Ahu-
sa , lugar propio para instruccion de reclutas: tamhien la
plaza de Cardona y la Seu de Urgel ; desde cuyo punto su
gobernador don Manuel Fernandez VilIamil, atalayando el
territorio francés, no desaprovechaba ocasion de incomo-
dar á sus habitantes y sacar contribucioues. Del lado de
la mar manteníanse en nuestro poder las islas ])Iedas, im-
penetrable asilo, gobernado ahora por don Manuel Llau-
del', que molestaba á los enemigos hasta con corsarios que
se destacaban de aquella guarida.


y como si no bastasen los hechos anteriores para susten-
tar tráfago tan belicoso, vino aun á avivarle 1111 decreto
nado por Napoleon en 26 de enero, segulI el cual se divi-
día la Cataluña, como sí ya perteneciese á Francia , en
cuatro departamentos, á saber: 1. o Del Ter, capital G('ro-
IJa: 2. 0 De ~Tonserrat, capital Barcelona: 5. 0 De las Hacas
del Ebro, capital Lérida: y 4. o Del Segre, capital Puigcer-
dá. Para llevar á efecto esta dcterminacion , llegaron en
abril á la ciudad de Barcelona varios empleados de Francia,
y entre ellos 111'. de Chauvelin, encargado de la intenden-
cia de los llamados departamentos de Monscrrat y Bocas
del Ebro; y~lr. Treilhard nombrado prefecto del de Mon-
serrat. Los instaló en sus puestos el 1.1 del mismo mes el
general Decaen. Burláhanse de tales disposiciones anu los
mismos franceses, diciendo en cartas interceptadas « aquí




» deberían enviarse, por diez años á lo menos, ejércitos y
) bayonetas, no prefectos.» Los moradores por su parte
despechábanse mas y mas viendo en aquella resolucion, no
ya la mudanza de dinastía y de gobierne, sino hasta la pér-
dida de su antiguo nombre y naturaleza: sentimiento ar-
raigado y muy profundo entre los españoles, y sobre todo
entre los habitantes de aquella provincia.


Por entonces, aUIllIue continuó al frente de Cataluña el Da el uiando
de l'lla


general Decaen, dieron los franceses la supremacía del man- á Suchct.
no de toda ella, como ya la tenia de una parte de la misma
provincia y de Aragon y Valencia, al mariscal Suchet, Con
este motivo y el de prevenir desembarcos que se temían
por aquellas costas, avistáronse él y Decaen en Reus el 10
de julio. Nacían semejantes recelos de nna expedicion in- Otru-
UCUlTl'IlI~ii.lS


glesa que se dirigia á España procedente de Sicilia , de la
cual hablarémos despues como conexa con la campaña ge-
neral é importante que empezó en este verano. También
inquietaban á dichos generales movimientos de Lacy hacia
la costa, y anuncios de conspiraciones en Barcelona y Lé-
rida. En la primera de las dos ciudades prendieron los
franceses y castigaron á varios individuos: y en la última el
gobernador Henriod, conocido ya como hombre cruel, ha-
lló ocasión de saciar su salia con motivo de haberse volado
el 16 de julio 1111 almacén de pólvora, de cuya explosión
resultaron muchas víctimas y abrirse una brecha en el
baluarte del Rey. Atribuyó el general Irancés este suceso
no á casualidad, sino á secretos manejos de los españoles.
Sospechas fundadas; si bien nada pudo Henriod descubrir
ni poner en claro en el asunto.


El fatal golpe de la caida de Valencia comprimió por Srgllllllo tiislrH,'
algun tiempo el fervor patriótico de aquel reino; no habien-
do ocurrido en él al principio acontecimiento notable. Sin
embargo, el Gobierno supremo de Cádiz envió por coman-




Pilrtid'l~.


¡;ui:·t'nlIn~
,"¡¡ \ alcnr ia.


12


dante general de la provincia á don Francisco de Copons y
Navia, quien gozando de buen nombre por la reciente de-
fensa de Tarifa, trató ya en abril de animar con proclamas


.v ",. ejército. á 108 valencianos desde el punto de Alicante. Iíehacíanse
en ~Iurcia el 20 y 7¡er ejército, todavía al mando de don
José Odonnell; ascendiendo el número de gente en ambos
á unos 18000 hombres. Limitáronse sus operaciones á va-
rias correrías, ya por la parte d~ Granada, ya por la
de la Mancha , ya en fin por la de Valencia: todas en-
tonces [JO muy importantes, pero que de nuevo inquieta-
ban al enemigo. Don Antorio Porta, comandante del reino
de Jaen bajo la dependencia de este ejército, cogió en 5 de
abril entre Bailen y Guarroman porción de un numeroso
convoy que iba dc IUadrid {¡ Sevilla. Se señalaba tambien
por allí el partidario don Bernardo Marquez , como igual-
mente hácia la Carolina don Juan Baca, segundo de don
Francisco Abad (Chaleco); quien proseguia en !a 1\'lancha
sus empresas. En esta provincia mandaba aun don José
-:\Iartinez de San Martín: y recorriendo á veces la tierra con
feliz estrella se abrigaba en las montanas Ó ('11 :)furcia ; ha-
biendo repelido el 16 de marzo en la ciudad de Chinchilla
una columna francesa que vino en busca suya.


'Ivi,iones de Miráhase como refuerzo importante para el20 y í'í" ejér-
!lnche


Wltillinghalll. cito una división española qne se formaba en Alicante, equi-
pada á costa del gobierno britáuico , y regida por el gene-
ral Iloche, inglés al servicio de España: asimismo otra de
la misma clase que adestraba en J1Iallorca el general \Vhit-
tingham ; debiendo ambas obrar de acuerdo con el 2° y
;Ser ejército, y con la experlicion anglo-siciliana mencio-
nada arriba.


Tampoco perjudicaban á la tropa reglada algunas gner-
rillas que empezaban á rebullir hasta en las mismas puer-
tas tk la ciudad de Valencia; principalmente la del Fraile.




denominada así por capitauearla el franciscano descalzo
fray Asensio Nebot, que importunaba bastantemente al ene-
migo con acometimientos y sorpresas.


Pero las partidas ellle se mostraban incansables en sus Lmprcsu» del
EmIH'ciOiHlo, tll'


trabajos eran las va antes famosas del Empecinado, Villa- Villnenlllp:,
• J Y de Dur;Jn.


campa y Duran, pertenecientes á este segundo distrito. El
conde del ~Iontijo , á quien Blake había nombrado jefe de
todas tres, retiróse verificada la rendicion de Valencia, y
se incorporó á las reliquias de aquel ejército, campeando
de nuevo por sí los mencionados caudillos segun deseaban,
y cual quizá convenia á su modo ele guerrear.


Tuvo don Juan Martin el Empecinado que deplorar en El lIlan,,,
7 de febrero la pérdida de 1200 hombres, acaecida en Re-
bollar de Sigücnza en un reencuentro con el general Guy,
estando para ser cogido el mismo Empecinado en persona,
quien solo se salvó echándose á rodar por un despeñadero
abajo. Achacaron algunos tal descalabro á una alevosía de
su segundo don Saturnino Albuin, llamado el lUanco; y
parece que con razon, si se atiende á que hecho prisionero
este tomó partido con los enemigos, empañando el brillo
de su anterior conducta. Ni aun aquí paró el Manco en su
desbocada carrera; preparóse á querer seducir á don Juan
;\IarLin y á otros compañeros, aunque en balde, y á levan-
tar partidas que apellidaron de contra-Empecinados: las
cuales no se portaron á sabor del enemigo, pasándose los
soldados á nuestro hando luego que se les ahria ocasiono


Al regresar don Pedro Villacampa de Ahucia {¡ Aragon
escarmentó, duran le el marzo, á los generales Palomhini
y Pannetier en Campillo, Ateca y Pozohondon. Uniese en
seguida con el Empecinado; y obrando juntos ambos jefes
amenazaron á Guadalajara. Separáronse luego, y Villacarn-
pa tornó á Sil Aragon, al paso qlle don Juan lHartinacome-
tió á los franceses en Cuenca, entrando en la ciudad el 9




Toma Iun-uu
ií Suríu


y ji 'J'mlpla.


Cuarto distrito.


H
de mayo, y encerrando á los enemigos en la casa de la In-
quisicion y en el hospital de Santiago. No siéndole posible
al Empecinado forzar de pronto estos edificios, se retiró y
pasó á Cifnentes ; y hallándose el 21 en la vega de Mase-
goso , dudaba si aguardaría ó no á los enemigos que se
acercaban, cuando sabedores los soldados de que venia el
Manco, quisieron pelear á todo trance. Lograron los nues-
tros la ventaja , y el Manco huyó apresuradamente; que no
cabe por lo comun valor muy firme en los traidores.


Tambien don Barnon Gayan estuvo para apoderarse el 29
de abril del castillo de Calatayud , muy fortificado por los
franceses. No lo consiguió; pero á lo menos tuvo la dicha
de coger á su comandante, de nombre Favalelli , y á 60
soldados que se hallaban á la sazon en la ciudad.


Por su parte llevó igualmente entonces á cabo don José
Duran dos empresas señaladas , que fueron la torna de So-
ria y el asalto de Tudela. Ejecutó la primera el 18 de mar-
zo, auxiliado de un plano y de noticias que le dio el ar-
quitecto don Dionisia Badiola. Inútilmente quisieron los
enemigos defender la ciudad: penetraron dentro los nues-
tros, rompiendo las puertas, y obligando á los franceses
á recogerse al castillo con pérdida de gente y de algunos
prisioneros. Alcanzaron la libertad. muchos buenos españo-
les allí encarcelados. Guarnecian á Tudela de 800 á 1000
infantes enemigos, y la embistieron los nuestros el 28 de
mayo. Habíanla los franceses fortalecido bastantemente;
mas todo cedió al ímpetu de 103 soldados de Duran, que
asaltaron la ciudad por el Cármen Descalzo y por la Mise-
ricordia, guiando las columnas don Juan Antonio Tabuen-
ca y don Domingo i\lurcia. Los enemigos se metieron tam-
bien esta vez en el castillo, dejando en nuestro poder 100
prisioneros y muchos pertrechos.


Eu el cuarto distrito manteniase la mayor parte de su




1;';


ejército en la Isla de Leou con buena disciplina y órden,
yendo en aumento su fuerza mas bien que en mengua. Las
salidas en este tiempo no fueron muchas ni de entidad.
Continuaba maniobrando por el flanco derecho en Ronda Ballestrrns.
el general Ballesteros, habiendo atacado el 16 de febrero
en Cártama al general Marransin. Desbaratóle con pérdida
considerable, siendo ademas herido gravemente de dos ba-
lazos el general francés. En seguida tornó Ballesteros al
Campo de Gibraltar, por venir tras de él con bastante
genlc el general Rey: tOlOO el español la ofensiva no mu-
cho tiempo después con objeto, segun veremos, de atraer
;i los enemigos de Extremadura.


Aquí y en todo el quinto distrito se hallaba reducido el Quinto di'trilll.
ejercito por escasez de medios, si bien apoyado en el cuer-
po que gobernaba el general Hill. Consistia su principal Penne y ·llllrilio.
fuerza en las 2 divisiones que mandaban el conde de
Penne ViIlemur y don Pablo Jlorillo. Coadyuvaron ambas
á las operaciones que favorecieron el sitio y reconquista de
Badajoz, de que hablarémos mas adelante. Penne solia
acudir al condado de Niebla y libertar de tiempo en tiem-
aquellos pueblos que enviaban de continuo provisiones á
Cádiz, y formaban como el flanco izquierdo de tan inex-
pugnable plaza. Morillo con su acostumbrada rapidez y
destreza hizo en enero una excursion en la ~Iancha, y lle-
gó hasta Almagro. Entró el 14 en Ciudad Real, en donde
le recihieron los vecinos con gran júbilo, y volvió á Extre-
madura después de molestar á los franceses, de causarles
pérdidas, cogerles algunos prisioneros, y alcanzar otras
ventajas.


Las partidas de este distrito, sobre todo las de Toledo, Partida,
seguian molestando al enemigo; y Palarea , uno de los
principales guerrilleros de la comarca, recibió del príncipe
regente de Inglaterra, por mano de lord Wellington , uu




~t~xtn distrito.
Evacuacion .le


!\sturia.;,


P'l'oclama
del gerlcl'al
t:il!ol.I,'l.ñns.


(' Al'. n , l.)


16
sable, ce en prueba de adrniracion por su valor y cous-
Il tancia. )\


El ejército del sexto distrito contribuyó con sus moví
mientas á acelerar la evacuaeion de Asturias verificada nue-
vamente á últimos de enero, en virtud de órdenes de Mar-
mont, apurado con el sitio y toma de Ciudad Rodrigo. N«
pudieron los franceses ejecutar la salida del principado
sino á duras penas por las muchas nieves, y molestados
por los paisanos y tropas asturianas, como asímismo por
don Juan Diaz Porlier que los hostilizó con la caballería,
cogiendo bagajes y muchos rezagados. Tambien perecieron
no pocos hombres, dinero y efectos á bordo de 5 trin-
caduras que tripularon los enemigos en Jijon, de las cua-
les se fueron 4 á pique acometidas de un temporal har-
to recio.


Por lo demas , las operaciones del G" ejército en el in-
vierno se limitaron á algunos amagos, á causa de lo rigu-
roso de la estación , y en espera de los movimientos gene-
rales que preparaban los aliados. Mandáhale como antes
don Francisco Javier Abadia, conservando la potestad su-
prema militar el general Castaños, que, segun indicamos,
gozaba tambien de la del 5° y 7° ejército.


Trasladóse este último jefe á Galicia ,yendo de Ciudad
Rodrigo por Portugal, y pisó tÍ principios de abril aquel
territorio. Para alentar con su presencia á los habitantes,
juzgó del caso no solo tomar providencias militares y ad-
ministrativas, sino tambien halagar los ánimos con la de-
leitable perspectiva de un mejor orden de cosas. Dedales
por tanto en una proclama datada en Pontevedra á 14 de
abril..... * (( 'lUi buena suerte me proporciona ser quien
» ponga en ejecucion en el reino de Galicia la nueva Cous-
» titucion del imperio español , ese gran monumento del
» saber y energia de nuestros representantes en el Congre-




17
~ so nacional, que ast'(:ur;¡ nuestra lihertad , y ha de ser
)) el cimiento de nuestra gloria venidera. ))


Volvieron los franceses á mediados de mayo á ocupar á i>'lI"'-¡¡ ,'ul,.,,;,
de lO)""


Asturias; ya por lo que agradaba al general Bonnet resi- fr~~~~7,:.~~,('n
dir eu aquella provincia donde obraba con independencia
casi ahsoluLa, ya por disposicion del general ~larmon t , en
busca de carnes de que escaseaba su ejército en Castilla.
La permanencia entonces no fup larga ni tampoco tran-
quila, siendo de notar, entre otros hechos, la defensa que
el coronel de Laredo, don Francisco Rato, hizo en el con-
vento de San Francisco de Villaviciosa contra el general
Gautier , que no pudo desalojarle de allí á la fuerza. Tuvo
Bonnet que evacuar el principado en junio, aguijados los
suyos háciu Salamanca por los movimientos de los anglo-
portugueses. Verificaron los franceses la salida del lado de Su salid.
la costa, via de Sautauder , Ll'Ilwrosos de encontrar tro-
piezos si tomaban el camino de las montañas que parten
términos con Leon. El mando del 6° ejército español, des-
pues de una corta interinidad del marqués de Portago , re-
cayó de nuevo en d011 JOBé,uaría de Sautocildes con uni-
versal aplauso.


.~Uuchos continuaban siendo los reencuentros y choques S';plíll'" di,ld"
de los diversos cuerpos y guerrillas que formaban el 7" ejér-
cito bajo don Gabriel de ñlendizáhal , quien poniéndose al
frente, cuando de unas fuerzas, cuando de otras, juntábalas
ó las separaba segun creia conveniente, estrechando en
una ocusion á los franceses de Burgos mismo.


De los jefes (lue le estaban subordinados, maniobraba 1'",[;'1
Porlier , conforme hemos visto, al este de Asturias, siem-
pre que el principado se hallaba en poder de enemigos,
acudiendo en ('1. caso contrario á Jos llanos de Castilla ó a
Santander. o bien embarcándose á bordo de buques iugle-
ses y españoles en amago de alguuos puntos de la costa.


TOl\I. 1Yo ~




Junta
¡ir'. \jZC<lY:J.


neno\'all)~.


El Pastor.


In!!ivi¡II[()S
de In junta de
nilrg(l~


;-¡tJflrl',Hlll:' pUl'
j<l,'; rr'lT\er"'f>s.


Lo mismo ejecutaban en Cantábria el ya nombrado dOB
Juan Lopez Campillo, con Salcedo , la Iliva y otros varios
caudillos.


En las pro\'iucias Vascongadas instalóse en febrero la
junta del señorío , que comunmente residía ahora en 01'-
duña. Por el esmero que dicha autoridad puso, y bajo la
inspeccion del general '1endizábal , acabó dou Mariano Re-
novales de formar entonces :) batallones y un eseuadror:í
los primeros de á 1200 hombres cada uno, que emp(~zaron
á obrar en la actual primavera. Alimentáronse así los di-
versos focos de insurreceíou , creados ya antes en gran
parle por la actividad y cuidado especial del Pastor y LOII-
ga. En sus correrías extendiese Iienovales por la costa,
mancomunando sus operaciones con las fuerzas marítimas
británicas, que á la órden (1e sir Home Popham cruzaban
()or aquellos mares í y hubo circunstancia en que ambos
cerraron de cerca ó escarmentaron á los franceses de Bilbao
y otros puertos. Bien así como don Gaspar Jáuregui (el
Pastor) , poco ha nombrado, á quien se debió, sostenido
por dicho Popham , la toma de Lequeitio el 18 de junio,
de un fuerte ganado por asalto, y la de un comen to en
donde se cogieron cañones, pertrechos y 290 prisioneros.


Perseguian los enemigos con encono :í las juntas de este
séptimo distrito, que auxiliadoras en gran manera de las
guerrillas y cuerpos francos, Iorncntaban adenias el espí-
ritu hostil de los habitadores por medio de impresos y pe-
riódicos publicados en los lugares recónditos en donde se
albergaban. Así avinole terrible fracaso á la de Burgos,
una de las mas diligentes y tenaces. Cuatro de sus vocales,
don Pedro Gordo, don José Ortiz Covarruhias, don Eulo-
gio José 1\'Iuro y don José Navas (nombres que no debe
olvidar la historia) tuvieron la fatal d('~;gracia de que sor-
prendiéndolos los PlIemigos el :l1 d(~ marzo en Grado, los




19
trasladasen á la I~iuda ! de Soria , y los arcahuceaseu ilegal
é inhumauarneute suspendiendo sus cauávei es en la horca.
Irritado con razon don Jerónimo lUerino, adalid de aque- """~,""


qLW tn!lJ;;:ll(>r~r
llas partes 1 pasó por las armas a 110 prisioneros franceses:
.20 por cada vocal de la junta, y los demas por otros de-
pendientes de ella que iguallllcnti' sncrificó el francés. Tal
retomo tiene la violen ta saüa.


No querían entonces nuestros contrarios reconocer en
el ciudadano español los derechos que á todo hombre asis-
ten en la defensa de sus propios bogares, y trataban á los
que no eran soldados como salteadores ó rebeldes. Sin eIll- DI'Cl'I':'"


i ÍI; Ia i¡ ¡~'~ ;;"
bargo , Napoleou , cuando en 1814 tocaba ya al borde de '\1[1";"'"
su ruina , dió un decreto en Fisrnes á tí de marzo en el que
decía: * 1.0 ( Que lodos los ciudadanos Irances-s estaban (' -'11 n •
Jl uo solo autorizados á tomar las armas, sino obligados á
)) hacerlo, corno tarnbieu á locar al arrua ..... á reunirse,
J} registrar los bosques, cortar los puentes, interceptar los
l) caminos, y acometer al enemigo por flanco y espalda .....
" 2. 0 Que todo ciudadauo francés cogido por el enemigo y
)) castigado dI' muerte seria ví'llgal10 inmediatamenteen
» represalia con la muerte de un prisionero enemigo. "
Otros decretos del mismo tenor acompañaron ó precedie-
rou á este, señaladamente uno en qne se autorizaba el le-
vantamiento en masa de varios departamentos, con facul-
tad á los generales de permitir la forrnacion de partidas y
cuerpos francos.


Defensa esta mejor que otra ninguna de la conducta de
los españoles: lecciou dura para conquistadores sin preví-
siou ni piedad, que en el devaneo de su encumbrada alteza
prodigan improperios, é imponen castigos á lus hijos vale-
rosos de UH suelo profaua.ío (. injustamente invadido.


EH este séptimo distrito quédaunos por referir algu- 0;"",,,.\ Mi"
HOS hechos Je dou Francisco Espoz y l\lina, uo desrne-




AJ';'il)ll
rle SDlJgik';;:l


Presa
d t' 1In Sl'gllWlo


r:Ollroy
en Afiaban.


20
rect'~]ores de los ya contados. A vueltas siempre con el
enemigo pasaba aquel caudillo de una provincia á otra,
juntaba Sil fuerza, la dispersaba, reuniala de nuevo, obran-
el" tarnhien á veces en compañía de otros partidarios. El
! j de enero, presente don Gabriel de Meudizábal , general
en jefe del 70 ejército , y en compañía dI' la partida de don
Francisco Louga , hizo Espoz y }Jina firme rostro al ene-
migo á la derecha del río Aragon , inmediato á la ciudad
de Sangüesa. }fawlaba :í los Iranceses el genr~ral Ahbé ,
gobernador de Pamploua , quien envuelto y acometido por
todas partes tuvo que salvarse al abrigo de la noche, des-
pues de perder 2 cañones y llnosíOO hombres.


Aunque amalado , no cesó Espoz y Mina en sus lides,
cogiendo en 9 de abril de un modo muy notable un convoy
en MIaban; lugar célebre por la sorpresa ya relatadadel
año anterior. Presentábanse para el logro de aquel intento
varias dificultades: era una la misma victoria antes alcan-
zada, y otra un castillo que habian construido 311í los fran-
ceses, y artilládole ron 4 piezas. Cuidadoso Mina de ale-
jar cualquiera sospecha maniobró diestramente ; y todavía
le creían SlIS contrarías en 1'\ alto Aragon, cuando hacien-
do en un dia una marcha de 1.) leguas de las largas <le
Espaüa , se presentó con sus batallones el \) al quebrar del
alba en las inmediaciones de Arlaban y pueblo de Salinas,
en donde formó con su gente un círculo que pudiese ro-
dear todo el convoy y fuerza enemiga. Cruehaga, segundo
de Mina, contribuyó mucho á los preparativos, y opuso á
la vanguardia de los ron tra rios al bravo y después mal
aventurado comandante don Francisco Ignacio ASllr3.


Era 1'1 convoy mny cnnsiderahle, escoltáhanle 2000 hom
hres , llevaba muchos prisioneros espaüoles , y caminaba
con pI á Francia 1\11'. Deslanrles, secretaría de gabinete del
rey intruso , y portador de correspondencia importante.




"u descubrir el convoy y tras la primera "esearg;¡, ccrra-
rou los españoles bayoneta calada COI! la (:O!UIlIWI ene-
miga, y puuzáronla antes de que volviese lk la primera
sorpresa. Duró el combate solo una hora , destrozados IO:-i
enemigos y acosados (h~ Indos l.ulos. (¡no de ellos queda-
ron tendidos en el caiJl!W, HiO prisioneros; y se cogió rico
botín y ::2 banderas. Parte d(' lrl retaguardia pudo ciar pre-
cipitadamente prot(~gi(la por los rLll~gos del castillo tic A1'-
Iahau. in!'. Deslandes , al querer salvarse saliendo de su co-
che, eayó muerto de un sablazo que le dio el subteniente
dou Leen Mayo. Su esposa doña Carlota Arauza rué res-
petada, COl! otras damas q IIe allí j hau. 5 niños, de quienes
se ignoraban los padres, enviólos Mina á Vi toria , diciendo
el! su parte al gobiefIJo: « Estos angelitos, víctimas inoceu
» tes el! los primeros pa-us dr, su vida, hall merecido d(~
1) mi divisiou todos los seutimieutos de cornpasiou y cari-
J) ño que dictan la religion , la huruuuidad , edad tan tierua
J) y suerte tuu desventurada ..... Los niños por su candor
)) tienen sobre mi alma el mayor asceudicnte , y son la úni-
l) ca fuerza que imprime '1 amolda el coruzon guerrero de
!I Cruchaga. » Expresiones que no pintan á los partidarios
españoles tau hoscos y fieros COtJlO algunos han querido
delinearlos.


Poco autes el general ÚOI'SCHlJP (que aunque tenia sus
cuarteles en Va: ladolid , hacia excursiones en Vizcaya y
Navarra), combinándose con tropas de AragolJ, y juntando
en todo unos :.:0000 hombres, penetró en el valle del ROIJ-
cal, abrigo de euferzuos y heridos, depósito de munieio-
11e::; de boca y guerra. Grande peligro estrecho entonces :1
Miua, que consiguió superar hurláudose de Jos ardides y
mauiohras del Iraucés , y ejecutar en seguida la empresa
relatada de Arlabau,


Tauto empeño en concluir del ludo con Espoz , uo solo


T\lll{'rlf' de
¡'ll'. J Il~~1un<.le~
~(~cl'd:niu de


"usé.




~rl(('r{('
jr Crtq'lt::~F'.


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Ji':1 i n j"t "tI! ~ \,:I~·


r l ; · ;\ l t W I .


lo motivaban los daños que dI' sus acometidas se seguíall
al enemigo, sino la resolución cada vez mas clara de agre-
gar á Francia la Navarra con las otras provincias d(~ la iz-
quierda del Ebro. Mí se lo manifestó Dorsenne por este
tiempo á la" autoridades y cuerpos de Pamplona, entre
los qul' varios replicaron oponiéndose con el mayor tesen.
Esta resistencia , y los acontecimientos que sobrevinieron
en el norte de Europa, impidieron que aquella determina-
eiou \la"ase á ejecucion abierta.


Después ele lo de Arlaban SI' trasladó J\Iina 31 reino de
Aragon, y habiéndose introducido en el pueblo de Itobres,
"e vió cercado al amanecer del 271 de abril, y cási cogido
en la misma casa donde moraba, y en cuya puerta se de-
fendió con la tranca no teniendo por de pronto otra arma,
hasta que acudió en auxilio suyo su asistente el bravo y
fiel Luis, que llamando al mismo tiempo á otros compa-
üeros , I(~ sacó del trance, y lograron todos esquivar la ú-
gilancia y presteza de los enemigos.


Así siguió Milla de un lado á otro, y 110 paró antes de
mediar mayo; en CI1YOl sazou habiéndose dirigido ~ Gui-
púzcnu , ocurrió la desgracia de que al penetrar por la car-
reterfl de Tolosa , en el pueblo de Ormástegui , una bala
tIe canon arrehatase las dos manos al esforzado don Gn'-
gorio Crnchaga , de cuya grave herida murió á poco tiern
po Tamhicn ¡'¡lloBCe" en Santa Cruz de Carnpezu recibió
Mina un balazo en el muslo derecho, por lo qae pstnvo
privado de maurlar hasta el inmediato agoslo. Con esto
respiraron los franceses algun trecho, necesario descanso
á Sil mucha molestia.


Sí admira tanto glll'rTf'ar, mas destructivo y enfadoso
para los franceses, cuanto sr asemejaba al de los pneillos
primitivo'; r'n "IlS lidrs, igualmente eran d(~ notar varios
,1e!liS d¡~ la arlrninistraciou dr"Hina. Estableció esLe (',erea




de Sil campo (,:lsl todos los I~Uel'p()s y 3ulol'Jdad('s qll\' rt:
sidian antes en Pamplona, saltando de sitio en sitio al SOlI
de la gncrra, pero desempeñando todos, 110 obstante. S\lS
respectivos cargos con bastante regularidad, ya por la adhe
sion de los pueblos á la C:!lIS:¡ nacional, ya por el terror
qne infundía 1'1 solo nombre de \1ina , cuya severidad Iri
saha á veces con cruel salla, sí bien algo disculpable y for-
zosa en medio de los rit'sgos que le circuiau , y de los 1:]-
ZOS que los enemigos le armaban.


Cnhria principalmente Espoz y ~Hilla sus nrcesidadi's
con los bienes qne secuestraba á los reputados traidores.
con las prrs3s y hotiu lomado al enemigo, y con el pro-
ducto de las aduanas Iroulerizas. Modo el último de sacar
dinero, quizá nuevo en la económica de la gllf'l'ra. Ilesul
tó de un convenio hecho con Jos mismos lrauceses , segll!!
el cual nomhrándose por cada parle interesada un comi-
sionado, se recaudahan y distrihuian entre ellos los dere-
chos de entrada y salida. Amigas y enemigos ganaban el!
el trato COII la ventaja de dejar mas expedito el comercio.


La utilidad y buenas resultas el) la guerra de este fuego
INlt(1 y devorador de las partidas, reconocialo lord \Vc-
IIington, qnieu decía por aquel tiempo en uno de sus plie-
gos, escrito en Sil ucostumbrndo lenguaje verídico, severo
y frío. * « VIS guerrillas obran muy activamente en todas
» las partes de Espaüa , y han sido felices muchas de sus
,¡ últimas empresas contra el enemigo. ))


Dicho general prosegnia con pausa en sacar ventaja de
sus triunfos. Tornado que hubo á Ciudad Jtorlrigo , des-
truidos los trabajos de sitio, reparadas las brechas y abas-
t(~cida la plaza, pensó moverse hacia el Aleutejo , y ern-
prender el asedio de Badajoz. Ejecutáronse los preparativus
con el nrayor sigilo , queriendo el general inglés no des-
pertar el cuidado de los mariscales Soult v Marmon], Dis-


.T I ~ ¡r ¡(l
de "r('I!ilJ¡!,llJIl


"'iobn'-
lns gHcnill<l'i.


JI i 1'. i Inir nt~!
d(\ \\'"l'lIingl'!IL




-Pone (,1 inri¡é~
sitio


,{ Badajoz.


puesto todo, empezaron :l ponerse en marcha las divisiones
anglo-portuguesas, dejando solo una con algunos caballos
en el Ágneda. Lord Wellington salió el ;; de marzo, y sen-
tó ya el 11 en Yelves su cnartel genera 1.


En seguiIa mandó echar IIn puente de barcas sobre el
Gnadiana, una legua por bajo de Badajoz ; y pasando elrio
su 53 y 4" division, embistieron estas la plaza, juntamente
con la division lijera , el16 del mismo marzo: agregóscles
después la ~a, que era la que había quedado en Castilla.
La 1" 6" Y 7" con 2 brigadas de cahaHería se adelantaron
á los Santos, Zafra y Llerena , para contener cualquiera
tentativa del mariscal Soult , al paso que el general HiIl
avanzó con su c!lerpo desde los acantonamientos de AI-
hnrquerque á IHérida y Almendralejo, encargado de inter-
ponerse entre los mariscales Soult y '\farmont, si, como
na probable, trataban de unirse. Coadyuvó á este mo-
vimiento el .)0 ejército espaüol , cuyo cuartel general esta-
ha en Valencia de Alcántara.


El gobernador francés Philippon no solo babia repara-
do las obras de" Badajoz, sino que las había rnejorado , y
aumentado algunas. Por lo mismo pareció á los ingleses
preferible emprender al ataque por el baluarte de la Trini-
(],,¡]. que estaba mas al descubierto y se hallaba lilas de-
fectuoso, hatiénrlole de léjos, y confiando para lo tiernas
en d valor de las tropas. Dicho ataque pudo ejecutarse
desde la altura en que estaba el reducto de la Picuriña,
para lo cual menester era apoderarse de esta ohra , y unirla
con la primera paralela: operacion arriesgada, de cuyo
éxito Ieliz dudó lord Wellington.


\Il'Iiéndose el tiempo en agua desde el 20 al 2.), creció
tanto Guadiana que se llevó el puente dI' barcas: á cuya
desgracia añadiese tarnbien la de que el El, haciendo los
franceses una salida ron 1500 infantes y 40 caballos, can-




saron confusión y destrozo en los trabajos. Con todo. los
ingleses continuaron ocupándose I'll ellos con ahinco. y
rompieron PI fuego desde su primera paralela el ~;'j COll :.'8
piezas en seis baterías; dos contra la Picnriüa , y cuatro
para enfilar y destruir el frente atacado.


Al anochecer del mismo dia asaltaron los ingleses aquel
fuerte , defendido por S!;¡ü hombres, y le tomaron. Esta-
blecidos aquí los sitiadores, abrieron á distancia de 150
toesas del cuerpo de la plaza la segunda paralela.


En esta Sl~ plantaron heterias de brecha para abrir una
1'11 la cara derecha dC'1 haluarte de la Trinidad, y otra en
el flanco izquierdo del de Santa l\Iaría , situado á la diestra
del primero. Los enemigos habian preparado por este lado
por donde corre el Ilivillas , una inundacion qne se exten-
dia á doscientas varas del recinto , y cuya esclusa la cubría
el rehellin de San R.oque coloca-lo á la derecha ele aquel
rio , yen Irente de la cortina de 13 Trinidad y San Pedro,
en la cual tambien se trató de aportillar una tercera brecha.
Los ingleses, para inutilizar la mencionada esclusa, qui-
sieron asimismo apoderarse del rebellin, pero tropezaron
con dificultades qlle no pudieron remover de golpe.


Prosiguió el sitiador SIlS trabajos hasta el 4 de abril, es-
forzándose el gobernador Philippon en impedir el progre-
so, y empleando para ello suma vigilancia, y todos Jos
medios que le dahn Sil valor y consumada experiencia.


Jilientras tanto viniendo sobre Extrernadura el mariscal
Soult , aunqnc uo ayudado todavía, corno descaha, per el
mariscal Marmont , preparóse \Vellington á presentar ba-
talla si se le acercaba , y resolvióse á asaltar cuanto antes
]a plaza.


Ya entonces estaban practicables las hrechas. Por tres
puntos principalmente dehia emprzarse la acometida; por
el castillo, por la cara del baluarte de la Trinidad, y por




Asalto
dalo ri la plaza.


'I'onran la
lo~ anglo-por-


tugueses.


se
el tl:lIICO dd de Santa l\Iaría. Encargah;ISt~ la primera ú la
;')a division del mando de Picton , y las otras dos á las di
visiones regidas por el teniente coronel Bar;.ard , y el gene-
ral Colville. Doscientos hombres de la guardia de trinche-
ra tuvieron la órden de atacar el rehellin de San Hoque, y
la 5a division al cargo de Leith la de llamar la atencion
desde Pardaleras al Guadiana , sirviéndose al propio tiempo
de una de sus brigadas para escalar el baluarte de San Vi-
cente y su cortina hácia el rio.


Dióse principio á la embestida el (j de abril á las diez dI'
la noche, y le dieron los ingleses con su habitual brio.
Escalaron el castillo, y le entraron después de tenaz resis-
ten cia. Enseñoreáronse tambien del rebellin de San Ho-
que, y llegaron por el lado occidental hasta el foso de las
brechas: mas se pararon, estrellándose contra la maña y
ardor francés. Allí apiñados , desoyendo ya la voz de sus
jefes, sin ir adelante ni atrás, dejáronse acribillar largo
rato con todo linaje de armas y mortíferos instrumentos.


Apesadumhrado lord Wellington de tal contratiempo ,
iba á ordenar que se retirasen lodos para aguardar al dia,
cuando le detuvo en el mismo instante el saber que I'icton
era ya dueño del castillo, é igualmente qlW sucediera bien
el ataque que había dado una de las brigadas ¡ji' la i,' di-
vision al mando de Walker : la cnal , si bien á costa dI'
mucha sangre, vacilaciones y fatiga, babia escalado el ba-
luarte de San Vicente y extendidose lo largo del muro. In-
cidente feliz que, amenazando por la espalda á los Irauce-
ses de las brechas, los aterró; y animó á los ingleses :í
acometerlas de nuevo y á apoderarse de ellas.


Lográronlo en efecto. y se rindió prisionera la guarni.
cion enemiga. El gener31 Philippou con ios principales ofi-
ciales se recogió al fuerte de Sal! Cristóbal y capitulo en la
mañana siguiente..Ascendía la gnarnicion Irancesa al prin-




cipiar el sitio á UIIOS :íOOO hombres. Perecieron en {~I ruus
de 800. Tuvieron los ingleses de pérdida, entre muertos v
heridos, obra de 4900 combatientes: menoscabo enorme,
padecido especialmente en los asaltos de las brechas.


Los franceses desplegaron en este sitio suma bizarría v
destreza: los ingleses sí lo primero, mas no lo último. Pro-
hólo el mal suceso que tuvieron en el asalto de las brechas,
v Sil valor en el triunfo de la escalada. Así les acontecía
cornunmente en los asedios de plazas.


Trataron bien los ingleses :í sus contrarios: malamente
á los vecinos de Badajoz. Aguardaban estos con impacien-
cia á sus libertadores. y preparáronles regalos y refrescos,
no para evitar su furia, corno han afirmado ciertos historia-
dores británicos, pues aquella no era de esperar de amigos
y aliados, sino para agasajarlos y complacerlos. l\Ias dI'
iOO habitantes de ambos sexos mataron allí los ingleses.
Duró el pillaje y destrozo toda la noche del () Yel siguiente
día. Fueron desatendidas 13s exhortaciones de los jefes, y
hasta lord Wellington se vió amenazado por las bayonetas
de sus soldados, que le impidieron entrar en la plaza :1 con-
tener el desenfreno. Hcstahleciése el orden un din después
con tropas que de intento se trajeron de fuera.


Sin emhargo , las Cortes decretaron gracias al ejército
iuglés, no queriendo que se confundiesen los excesos del
soldado con las ventajas que proporcionaba 1:1 reconquista
de Badajoz. Condecoró la Regencia á lord Wellington con
la gran cruz de San Fernando. Pusieron los ingleses la pla-
za en manos del marqués de Monsalud , general de la pro-
vincia de Extremadura.


El 8 (le :1IJlICI abril se habia adelantado Soult hasta Vi-
llalranca de los Barros, y rntrucedió mal enojado luego qne
supo la rendicion de Badajoz : atacó el 11 á su caballería y
la arrolló la inglesa.


11,ltralRIl
ti lo!' VCCÍIH)""


Gl'ilCj¡:l~
roncellitla:-o.


Avanza Snllll ¡.
~e ref,i rn . .




;\Cl'rransc
los e:,-paiioles


;j S('\illu.


:\Jovimiento de
~inl'Inont


Inicia Cturlad
HIlllrigo,


'::l8
Al propio tiempo el cunde oc h~lJll(' Villl'BIUI' con UIl


trozo del ;)0 ejército -spañul se acercó á Sevilla por la de-
recha del Guadalquivir, y peleó con la guan;icioll frauce-a
de aquella ciudad, y con la que había ('11 el comento de
la Cartuja. Culpóse á Ballesteros de no haberle ayudado :i
tiernpo por la otra orilla del río, y de ser causa de 110 arrojar
de alli á los franceses. Hetirósc Penne Villcmur el 10 por
orden de Wcllington, habiendo contribuido su movimiento
á acelerar la retirada de Soult á Sevilla, rlespues de dejar
este á Drouet apostado cutre Fueute-Ovejuua y Guadal-
canal.


Luego que acudió al sitio de Badajoz , como ya indica-
rnos, la 5' division británica, no quedaron lilas tropas por
el lado de Ciudad Rodrigo que algunas partidas y la gente
de don Cárlos de España junto con el regimiento inglés
primero de húsares, bejo el mayor general Alten , encarga
do de permanecer allí hasta fines de marzo. Purecióle, purs,
al mariscal Mammnt buena ocasiou aquella de recuperar á
Ciudad Rodrigo ó Ahueida , y úe hacer una cxcursion en
Portugal, mas atento á mirar por las cosas de su distrito,
que á socorrer á Badajoz, que se hallaba comprendido en
el del mariscal Soult , tral.sjados contiuuameute estos ge-
nerales con rivalidades y celos. COIl aquel pensamiento par-
tió Marrnont de Salamanca asistido de 2000U hombres, 1'11-
tre ellos 1200 de caballería. Intimó en vatio la rcnrlicion <Í
Ciudad Ilodrigo , desde cuyo punto, un hien hubo apostado
una división de bloqueo, se enderezó á Alrneida, donde tam-
poco tuvo gran dicha. 1\luy estrechado se vio don Carlos de
España, colocado no léjos de Ciudad Ilodrigo , y ú duras
pellas pudo unirse con milicias portuguesas que habiau pi-
sado las riberas del Coa. Por Sil parte el mayor general ,\ 1-
ten se retiró, y le siguió ella Beira baja la vanguardia Iran-
cesa, qlle entré 1'11'2 de abril en Castello Brauco, de donde




29
vnlvió piel' atrás. Pero H;HnJont habiendo espantado á las
milicias portuguesas y dispersádolas , se adelantó mas allá
de la Guarda, v llegó el 1a á la Lagiosa. :1Iayores hubieran
si¡jo entonces los I'stragos, si noticioso el general francés
[r la loma dr Badejoz . no hubiera comenzado el 16 su
rl'lirad;¡. levantando en seguida el bloqueo de Ciudad Ilo-
dr¡~o. v rep!egríndose en íin á Salamanca


\guijó\t· tamhien rí ello el haberse puesto en movimiento Wel1iTlglLlIi
yueht,


lord \Vellington cuminando al norte, después que Soult al >\1\111'''0.
¡'II'!H) :1 Sevilla. El general inglés sentó en breve sus cuar-
~:,¡('s en Fuente-Guinaklo, acantonando sus tropas entre el
\gllcda y el Coa.


Adelante Wellington en Sil plan de campaña, 1)('1'0 YCIi- DI'stlllye
. • lIilIlas obras de


do poco á poco V con mesura , determinó embarazar y aun los franceses
... en el '1aJO,


destruir las ohras que aseguraban al enemigo el paso del
Tajo ~n Extremadura , y por consiguiente sus comunica-
ciones con Castilla. Los franceses habiau suplido en Alma
raz el pneute de piedra, antes volado, con otro de barcas,
y nfirmádole en ambas orillas de Tajo con dos fuertes
denominados Napoleon y Ragusa. A estas obras habian
añadido otras, como lo era la reedilicacion y fortaleza de
un castillo antiguo situado en el puerto de ~lirabele , una
legua del puente , y único paso de carruajes.


Encomendó Wcllington la empresa al general HiIl, que
regia como antes el cuerpo aliado que maniobraba á la iz-
quierila del Tajo. Le acompañó el marqués de Alameda,
individuo de la junta (le Extrernailura , de quien no menos
que del pueblo recibió lliIl mucha ayuda y apoyo.


,\1 despuntar del alba atacaron los ingleses 1'119 de ma-
yo y tornaron por asalto el fuerte dI' Napolcou , colocado
en la orilla izquierda: lo cual infundió tal terror en los
enemigos, que abandonaron el de Ragusa sito en la opues-
ta, huyendo la gU:lrtlicioll en el mayor desorden hacia l'a-




~nlllt
y H,,!IrQl'rns.


Chnq!Il~"
»n O~llIlil "


\.Iol'a. -


valmoral. Cogieron los ingleses 2.50 prisioueros , arrasaron
ambos fuertes; destruyeron el puente, y quemaron las
eternas obras, las oficinas y el maderaje que encontraron.
Libertóse el castillo de .lHirabete por su posicion , que es-
Un' baba se le tornase de sobresalto. Sacó la guarnicion dos
días despues el general d'Arrnaguac del ejército francés del
centro, viniendo por la Puente del Arzobispo. Otros auxi-
lios que intentaron enviar Marrnout y Soult llegaron tarde.
Con el triunfo alcanzado quitoseles á los franceses la mejor
cornunicacion entre su ejército del rnediodia y el que lla-
maban de Portugal.


Por Sil lado el mariscal Soult de vuelta de Extremadura
habia atendido á contener á don Francisco Ballesteros;
en particular tlespues que Penne Villemur se habia alejado
de la rnárgen derecha del Guadalquivir. El don Francisco
desembocando del Campo de Gibraltar para cooperar á los
movimientos del último, había hecho alto en Utrera el el
de abril, sin pasar adelante; con lo cual se dió tiempo á la
llegada de Soult de Extrernadura , y á que Penue Villeruur
se viese obligado á retroceder á sus anteriores puestos. Ba-
llesteros hubo de hacer otro tanto y repiegarse via de la
sierra de Rauda. Sal embargo, haciendo un movimiento
rápido, tuvo la fortuna de escarmentar á los enemigos d
14 de abril en Osuna y Alora. En la primera ciudad se pe-
leó en las calles , viéndose los franceses obligados á CUCCI'-
rarse en el fuerte que babiau construido , picándoles de
cerca y avanzando hasta el segunde recinto el regimiento de
Sigüenza á las órdenes de su valiente jefe don Rafael Ce-
vallas Escalera. Y en Ajora trabándose refriega COIl una
division enemiga se le Lomaron bagajes, 2 caüou-s y al-
gunos prisioneros Lo mismo acouteció el '2:; cutre otra
columna pnellllg:¡ y la vall~llardia española al ..:argo di' don
Juan de la Cruz Jlunrgcuil: la cual en una reüid» lid, Y




51
hasta el punto dI'. Ilegal' á la bayoneta, arrolló á los contra-
rios, y les causó mucho pérdida y daño.


Tales excursiones, marchas y embestidas con lo que
amagaba por Extreruadura y Castilla, pusieron muy sobre
aviso al mariscal Soult ; quien temeroso de que Ballesteros
fuese reforzado con nueva gente de desembarco. y difícul-
rase las comunicaciones entre Sevilla y las tropas sitiadoras
dr' Cádiz , trató de asegurar la línea del Guadalete , fortifi-
cando con especialidad, y como paraje muy importante , á
Bóruos. YIandaba allí el general COlll'OUX, teniendo bajo
SIlS órdenes una división de 4;)00 hombres. Salió entonces
Ballesteros de Gibraltar, bajo cuyo eañon babia vuelto á
gU:Jrecer~e, y pensó en impedir los trabajos del enemigo y
de tentar de nuevo la fortuna.


Así rué que avanzando vadeó el Guadalete el 10 de ju-
nio, y acometió ;í los franceses en Bórnos mismo. Emhis-
tieron valerosamente los primeros don Juan de 13 Cruz
\Tollrgeoll y el príncipe de Anglona con la vanguardia y
,j' división. Fueron al principio felices, mas ciando la
izquierda en rlonde mandaba don José Aimerich y el mar-
qués de las CUCV:1S, cundió el desmayo á las demas tropas,
y creció con un movimiento rápido y general de los ene-
migos sobre los nuestros , y el avance de su caballería
superior :í la española , viniendo al trote y amagando nues-
tra retaguardia. Consiguieron, no obstan le , las fuerzas de
Ballesteros repasar el rio, si bien algunos cuerpos con tra-
bajo Y:l costa de sangre, Favoreció el repliegue don Luis
rlel Corral qtH' gobernaba los jinetes, quien se portó con
tino y denodadamente : tambien sobresalió allí por su se-
renidad y brio don Pedro Tellez Jiron , príncipe dr Anglo-
na, dl'teniendo :1 los franceses en el paso del Guadalete,
ayudarlo de algunas tropas, y en especial del regimiento
asturiano del Infiesto. Recordarse no menos debe el excla-


Acci.m
11t' Húruus 1'1 del


(; linda ¡efe.




(;nerra entre
:'\::I\1(11eul1


y la Itus¡n.


reci.lo porte de don Ilafael Cevallos Escalera, ya meuciu-
nado honrosamente en otros lugares; quien mandando el
batallen tI:' granaderos del general, auuque herido en un
muslo, siempre al frente de su cuerpo, meuguado cou
bastantes pérdidas, uvauzó de nuevo, recobró por sí mis-
lIJO una pieza de artillería, sostúvola , y cuando vio carga-
han muchos enemigos sobre el reducido nLJIllCrO de Sil
gente, no queriendo perder el caü.m cogido , asióse Ú una
de las ruedas de la cureüa , y deícndiule gallardarnente
hasta que cayó tendido de un balazo junto á su trofeo. Las
Cortes tributaron justos elogios á la memoria de Cevallos,
y dispensaron premios á su afligida familia. No prosiguie-
ron los enemigos el alcauce , siendo cousiderahle su pérdi-
da; mas la nuestra ascendió á 1500 hombres, muchos en
verdad extraviados.


Seguro entre tanto Wellingtou de 4.ue los (~spailOles á
pesar de infortunios y -lescalabros distraerían á Soult por
el mediodia , y de que avituallado Badajoz y guarnecida la
Extrernadura con el cuerpo del general Hill y el ;)0 ejér·
cito, quejaría toda aquella pl'OV incia bastantemente cu-
bierta; resolviese á marchar adelante por Castilla, y abrir
una campaüa importante y tal vez decisiva. Animábale
mucho lo que ocurria ('1I el norte de Europa, y los sucesos
que de allí se auuuciahan.


Conforme ;) lo que en el año pasado hahia indicado en
Cádiz don Francisco de Zea Berrnudez, dispouiase la Rusia
:í sustentar guerra á muerte contra Napoleou. El desasosie-
go de este, Sil desapoderada amhiciou , el anhelo por do-
minar á su antojo la Europa toda, eran la verdadera y fuu-
damental causa de las desaveueucias suscitadas entre las
Cortes ¡lei'aris ~' San Petcrshurgo. Jlas los pretextos que
Napoleon alegaba uaciau : L" de un ukasc <.lei eurperauur
UI' nlisia de :;¡ ¡ dI' dicicuihr« de ldiU, tlUí' destruia eu Ilar-




;-;5
re el sistema continental adoptado por la Francia en peljui-
cio del comercio marítimo: 2. u una protesta de Alcjandro
contra la reunían que Bouaparte había resuelto del ducado
de Oldernburgo ; y 5. o los armamentos de Ilusia. Figurá-
hase el emperador francés que una batalla ganada en las
márgenes del Niérnen , amansaría aquella potencia y le da-
ria á él lugar para redondear sus planes respecto de la Po-
lonia y de la Alemania, y continuar sin obstáculo en adop-
ta¡' otros nuevos, siguiendo una carrera que no tenia ya
otros límites que los de su propia ruina. Pero el empera-
dor Alejandro amaestrado con la experiencia, y trayendo
siempre á la memoria el ejemplo de España, en donde la
guerra se prolongaba indefinidamente convertida en nacio-
nal , y en donde Wellington iba consumiendo con su pru-
dencia las mejores tropas de Napoleón , no pensaba aven-
turar en una accion sola la suerte y el honor de la Rusia.


Aunque todavía tranquila , podía tambien la Alemania
entrar en una guerra contra la Francia, segun cálculo de
buenas probabilidades. Llevaba allí muy á mal el pueblo la
insolencia dei conquistador y la influencia extranjera, y se
lamentaba de que los gobiernos doblasen la cerviz tan SlJ-
misarnentaAlentados con eso ciertos hombres atrevidos
que deseaban en Alemaula dar rumbo ventajoso á la dis-
posicion nacional, empezaron á prepararse, pero á las ca-
lladas por medio de sociedades secretas. Parece que una
de las primeras establecidas, centro de las dernas , fué la
llamada de A¡¡t1!/os de la virtud. Atlvirtiél'onse ya sus efectos,
y se vislumhraron chispazos en 180() , en cuyo año, á
ejemplo de Espaüa , plantaron bandera de ventura Katt,
Darnherg, Schill , y hasta el duque mismo Guillermo de
Brunswick.


Tuvieron tales empresas éxito desgraciado , mas no por
eso acabó el f'órncs, siendo imposible extirparlo á la policía


TOM. vt. J


Opíníon
t'rJ Alemania.




l\[crtidtl~
llrrvcnliviis de


Nupolcon.


Prnpnsict 00(':'.
de ;Ü1l101l'iln


á la Inglalnrra.


vigilante de Napoleon , pnes se hallaba como connaturali-
zado con todos los alemanes, y no repugnaba ni á los ge-
nerales, ni á los ministros, ni á príncipes exclarecidos, que
lo excitaban, si bien muy encubiertamente. Una victo-
ria de los rusos ó un favorable incidente bastaba para que
prendiese la llama, tanto mas fácil de propagarse, cuan-
to mayores y mas extendidos eran los medios de abrirle
paso.


Por tanto NailOleon procuró impedir en lo posible una
manifestacion cualquiera de insurreecion popular, mas
peligrosa al comenzar la guerra en el norte. Creyó pues
oportuno y prudente tomar prendas que fuesen seguro de
la obediencia. Así qne se enseñoreó sucesivamente de varias
plazas de Alemania en 103 meses de febrero y marzo, y
concluyó tratados de alianza con Prusia y Austria, persua-
diéndose que afianzaba de este modo la base de su vasto y
militar movimiento contra el imperio ruso. No le sucedía
tan bien en cuanto á las potencias que formaban, por decirlo
así, las alas; Suecia y Turquía. Con la primera no pudo
entenderse, y antes bien se enajenaron las voluntades á
punto de que dicho gobierno, no obstante hallarse á su
frente un príncipe francés (Bernadotte), firmó con la Rusia
un tratado en marzo del mismo año. Con la segunda tam-
poco alcanzó Bonaparte ninguna ventaja, porque si bien
en un principio mantenía guera el sultán con el emperador
Alejandro, irritado despucs con 10í> efugios y tergiver-
saciones del gabinete de Francia, y acariciado por la In-
glaterra, hizo la paz y terminó sus altercados con TI usia
en virtud de un tratado concluido en Bucharest al finalizar
mayo.


Napoleon, aunque decidido á la guerra, deseoso sin em-
bargo de aparentar moderacion, dio antes de romper las
hostilidades un paso ostensible en favor de la pazo Tal era




Sil costumbre al emprender lluevas eampaü:1s; mas siempre
en términos inadmisibles.


Dirigiéronse las proposiciones al gahiuete inglés, cuya
política no había variado aun despues de babel' hecho de-
jacion este año de su puesto el marqués de Wellesley, Iun-
dándose en que no se suministraban á su herrnauo lord
Wellington medios bastante abundantes para proseguir
la guerra con mayor tesen y esfuerzo. Las propuestas del
gobierno francés fechas en 17 de abril, las recibió lord
Castlereagh, ministro á la sazon de Ncgocios extranjeros. En
ellas, tras de un largo preámbulo, considerábanse los asun-
tos de la península española y los de las dos Sicilias como
los mas difíciles de arreglarse, por lo cual se proponia un
ajuste apoyado en las siguientes bases: 1. a (decia el gabi-
nete de las Tullerías ) « Se garantirá la integridad de la
,) España. La Francia renunciará toda idea de extender sus
1) dominios al otro lado de los Pirineos. La presente dinastía
II será declarada independiente, y la Espaüa se gobcruar.i
II por una Constitnciou nacional de Córtes. Serán igual-
J) mente garantidas la independencia é integridad de Pnrtn.
II gal, y la autoridad soberana la obtendrá la casa de Bra-
» gallza. II


2." « El reino de Nápoles permanecerá en posesiou del
II monarca presente, y el reino de Sicilia sed garantido en
» favor de la actual familia de Sicilia. Como consecuencia
II de estas estipulaciones la Espaüa , Portugal y la Sicilia
II serán evacuadas por las fuerzas navales y (le tierra, tanto
II de la Francia como de la Inglaterra, J)


Con lechade 23 del mismo abril contesto lord Castlereagh L,"'I",I:<I'
á nombre del príncipe regente de Inglate1'l'3 (que ejercia la
autoridad real por la incapacidad mental que hahia sobre-
venido años atrás á su augusto padre), que « si como se lo
" recelaba S. A. H. el significado de la proposiciou: la




Ernpi cza
la ~nel'ra de


Frnnr:ia
con Husia,


» dinastia actual seJ'IÍ declarada independiente, ?J la España
J) gobernada por HIla Constiiucion nacional de Cártes , era
) que la autoridad real de Espaüa y su gobierno serian re-
" conocidos romo residiendo en el hermano del que gober-
) naba la Francia y de las Córtes reunidas bajo su autori-
» dad, y no como residiendo en su legitimo monarca
» Fernando VII y sus herederos, y las Córtes generales y
» extraordinarias que actualmente representaban á la na-
» cion española; se le mandaba que franca y expeditarnente
J) declarase á S. E. (el duque de Basano) que las obliga-
) clones que irnponia la hueua 1(j apartaban á S. A. u. de
J) admitir para la paz proposiciones que se fundasen sobre
)) una base semejante. »


Que « si las expresiones referidas se aplicasen al gobier-
» no que existíaen España, y que obraba bajo el nombre de
» Fernando VII; en este caso, despues de haberlo así ase-
) gurado S. E., S. A. H. estaría pronto á manifestar ple-
») namente sus intenciones sobre las bases que habían sido
) propuestas á su consideracion..... »


No entró lord CastIereagh á tratar de los demas puntos,
como dependientes de este mas principal, y la negociación
tampoco tuvo otras resultas; debiendo las armas continuar
en su impetuoso curso.


De consiguiente, el emperador francés prevenido y ade-
rezado para la campaña , salió de París el 9 de mayo, y
despues de haberse detenido hasta últimos del mes en Dres-
de, donde recibió el homenaje y cumplidos de los principa-
les soberanos de Alemania, encaminése al Niémen , límite
de la Ilnsia. Mas de 600000 hombres tomaban el mismo
rumbo, entre ellos unos pocos españoles y portugueses,
reliquias de los regimientos de la division de Romana que
quedaron en el norte, y de la Jel marqués de Aloma que
salió de Portugal en 1808, con algunos prisioneros que de




grado ú fuerza se les hahiau unido. De tan inmenso tropel
de gente armada 480000 hombres estaban ya presentes, y
comcuzaron á pasar (~I Niémen en la noche del ~5 al 21 de
junio, siendo Napoleónquien primero invadió el territorio
ruso y dió la serial de guerra; señal que resonó por el ám-
bito de aquel imperio, y fué principio de tantas mudanzas
y trastornos.


En medio de la confianza que inspiraba á Napoleón su
constante y venturoso hado, obligáronlc las circunstancias
á aflojar, por lo menos temporalmente, en el proyecto de
ir agregando á Francia las provincias de Espaüa. Sin em-
bargo, aferrado en sus decisiones primeras no varió ni to-
mó ahora esta, sino muy entrada la primavera, y cuando
ya habia fijado el momento de romper con Ilusia. Notósc
por lo mismo que José continuaba quejándose, aun en los
primeros meses del aüo , del porte de su hermano; resal-
tando su descontento en las cartas interceptadas á su des-
graciado secretario 1\11'. Deslandes. Entre ellas las mas cu-
riosas eran dos escritas :í sn esposa y una al emperador;
todas tres de fecha ~5 de marzo. Y la última inclusa en
una de las primeras, con la advertencia de solo entregarla
en el casode que « se publicase el decreto de reunion (son
» sus espresiones ), y de que se publicase en la Gaceta.»
Por la palabra « reunion » entendía José la de las provin-
cias del Ebro á Francia, pues aunque estas, segun hemos
visto, sobre todo Cataluña, se consideraban ya comoagre-
gadas, no se hahia anunciado de oficio aquella resolucion
en los papeles públicos. En la carta á su hermano le pedía
José « que le permitiese deponer en sus manos los dere-
)l chos qne se había dignado transmitirle á la corona de
» España hacia cuatro aüos; porque no habiendo tenido
iJ otro objeto en aceptarla que la felicidad ele tan vasta mo-
l) narquía , no estaba en su mano el realizarla. » Explaya-


Inlll:.!;!
dl' l':':!;l :'..:111'1/',


rt'''Pt'I'/()
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ha cn la otra carla á su {'sposa el mismo pensamiento, e
indicaba la ocasinn qnc le obligaría {¡ permanecer en Espa-
iia , y las condiciones qne para ello juzgaba necesarias. De-
cia: 1.0 « Si el emperador tiene guerra con Husia y me cree
) útil aquí, me quedo con el mando general y con la ad-
» ministracion general. Si tiene guerra y [JO f.1W da el man-
il do, y no me deja la administracion del país, deseo volver
)) á Francia. ) 2. o « Si no se verifica la guerra con llusia,
J) y el emperador me da el mando ó no me lo da, tambien
) me quedo ; mientras no se exija de mí cosa alguna que
» pueda hacer creer qne consiento en el desmembramiento
1) de la monarquía, y se me dejen bastantes tropas y ter-
) ritorio , y se me euvie el rnillou de préstamo mensual
J) que se me ha prometido ..... Un decreto de reunion del
)) Ebro que me llegase de improviso, me haria ponerme
)) en camino al dia siguiente. Si el emperador difiere sus
» proyectos hasta la paz, que me dé los medios de existir
)) durante la guerra.)) Triste situación y necesaria conse-
cuencia de haber aceptado un tralla que afirmaba solo la
fuerza extraña: debiendo advertirse que la hidalguía de
pensamientos que José mostraba respecto de la desmem-
bracion de España , desaparecía con el período último de
la postrer carta; pues en su contexto ya no manifiesta
aquel oposición á la providencia en sí misma, sino á la
oportunidad y tiempo de ejecutarla.


De poco hubieran servido los duelos y plegarias de Jo-
s~ , si los acontecimien tos del norte 110 hubieran vellido en
su ayuda. Napoleón atento á eso, pero sin alterar las me-
didas tomadas respecto de Cataluña y otras partes, cedió
el! algo á la necesidad, y autorizó á su hermano con el man-
do de las tropas; dejándole en todo mayores ensanches, y
aun consintiendo que entrase eu habla con las Córtes y el
gouiemo nuciouul,




;)g
Hicimos antes mencion del origen de semejantes tratos,


y de la repulsa que recibieron las primeras proposiciones.
No por eso desistieron de su intento los emisarios de José
en Cádiz , animados con el disgusto que produjo In caídade
Valencia en todo el reino, con el que produciría en el mis-
mo Cádiz el incesante bombardeo, y esperanzados tarn-
bien en las alteraciones que consigo trajese en la política
la Regencia últimamente nombrada.


Dos eran los principales medios de que salian valerse
dichos emisarios; uno, procurar influir en las determina-
ciones del gobierno ó empantanadas; otro, agitar la opi-
Ilion con falsas nuevas, con el abuso de la imprenta ó con
otros arbitrios; sirviéndose para ello á veces de logias ma-
sónicas establecidas en Cádiz.


Apenas había tomado arraigo ni cási se conocía en Es-
palla esta institucion antes de 1808; perseguida por el go-
bierno y por la inquisicion. Tampoco ni ella ni ninguna
otra sociedad secreta coadyuvaron al levantamiento contra
los franceses, ni tuvieron parte, pues entonces todos se
entendían como por encanto; y no se requería sigilo ni
comunicacion expresa en donde reinaba universalmente
correspondencia natural y simultánea.


Derramados los franceses por la península, fundaron lo-
gias masónicas en las ciudades principales del reino, y con-
virtieron ese instituto de pura beneficencia, en instrumen-
to que ayudase á su parcialidad.Trataron luego de extender
las logias á los puntos donde regia el gobierno nacional;
proyecto mas hacedero desput's que la libertad fundada
por las Cortes estorbaba que se tomasen providencias ar-
bitrarias ó demasiado rigorosas,


Fue Cárliz uno de los sitios en que mas paró la conside-
raciou el gobierno intruso para propagar la francmasone-
ría. Dos eran las logias principales; y una sobre todo se


Sociedades
secretas.




E:qlcnmzus del
- partirlo


dc José' en lOS
tratos


con Calizo


4t1
mostraba aviesa ú la causa nacional y afecta á la de José.
Celáhalas el gobierno, y el influjo de ellas era limitado;
porque ni los individos conspicuos de la potestad ejecuti-
va, ni los diputados de Córtes , excepto alguno que otro
por América, aficionado á la perturhacion , entraron en las
sociedades secretas. Y es de notar que así como estas no
"opiaron el fuego para el levantamiento de 1808, tampoco
intervinieron en el establecimiento de la Constitucion y de
las libertades públicas. Lo contrario de Alemania: diferen-
cia que se explica por la diversa situncion de ambas 113Cio-
nes. Hallábase la última agoviada y opresa antes de poder
sublevarse; y España revolviese á tiempo y primero que la
coyunda francesa pesast' del todo sobre su cuello. l\Ias ade-
lante, cuando otra de distinta naturaleza vino á abrumarle en
el aciago afio de 1814, se recurrió tarnhien entre nosotros
al mismo medio de cornunicacion y á los mismos manejos
que (m Alemania: representando gran papel las sociedades
secretas en las repetidas tentativas que hubo despues , eu-
derezadas á derrocar de su asiento al gobierno absoluto.


Lisonjeábanselos emisarios de José de alcanzar maspron-
to sus fines por medio de la llueva Ilegencia , en especial al
llegar en junio á presidirla de Inglaterra el duque del In-
fantado. Na porque este prócer se doblase á transigir COIl
el enemigo, ni menos quisiera faltar á lo que dehia á la in-
dependencia de su patria, sino porque distraído y flojo daba
lugar á que se formasen en Sil derredor tramoyas y conju-
ras. Igualmente esperaban los mismosemisarios sorprender
la buena fé de cierto ministro, y sobre Lodo contaban con
el favor de otro, quien travieso y codicioso de dinero y
honores, no se mostraba hosco á la causa del intruso José.
Omitiremos estampar aquí el nombre por carecer (le prue-
has materiales que afiancen nuestro aserio, ya que no ,j;;
muchas morales.




Lo cierto es que en la primavera y entradas de verano se
duplicaron los manejos, las idas y venidas, en disposicion
de que el canónigo Peña , ya mencionado en otro libro,
consiguió pasar ú Galicia con el título de vicario de aquel
ejército, resultando de aquí que él y los demas emisarios
de José anunciasen á este, como si fuera á nombre del go-
bierno de Cádiz, el principio de una negoeiacion, y la pro-
puesta de nombrar por ambas partes comisionados que se
abocasen y tratasen de la materia siempre que se guardara
el mayor sigilo. Debían verificarse las vistas de dichos co-
misionados en las fronteras de Portugal y Castilla, obligán-
dose José á establecer un gobierno representativo fundado
sobre bases consentidas recíprocamente, ó bien á aceptar la
Constitucion promulgada en Cádiz con las modiflcaciones
y mejorasque se creyesen necesarias.


Ignoraban las Cortes semejante negocincion, ó , por me-
jor decir , embrollo l y podemos aseverar que tambien lo
ignoraba la Regencia en cuerpo. Todo procedía de donde
hemos indicado l de cierta dama amiga del duque del Infan-
tado, y de algnno que otro sugeto muy revolvedor. Qnizá
había también entre las personas que tal trataban hombres
de buena íé l que l no creyendo ya posible resistir á los
franceses, y obrando con buena intencion , querian pro-
porcionar á España el mejor partido en tamaño aprieto. No
fallaban asimismo quienes viviendo de las larguezas de Ma-
drid l á íin de que estas durasen, abultaban y encarecían
mas allá de la reatidad las promesas que se les hicieran.


Tantas en efecto fueron las que á José le anunciaron sus
emisarios, que hasta le ofrecieron grangear la voluntad de
alguno de nuestros generales. A este propósito, y al de
avistarse con los comisionados que se esperaban de Cádiz ,
nombró JOS(\ por su parte otros; entre ellos á un abogado
de apellido Pardo, que si bien llegó á salir de Madrid, tuvo




Proyecto de
José


de eOllVOCDr
Cúrtes,


42


á poco que pararse y desandar su camino, noticioso en Va-
nesvanéeense. lladolid de la batalla de Salamanca. Suceso que deshizo y


desbarató como de un soplo tales enredos y maquinaciones.
Preséntense siempre muy obscuros semejantes negocios,


y dificultoso es ponerlos en claro. Por eso nos hemos abs-
tenido de narrar otros hechos que se nos han comunicado,
refiriendo solo y con tiento los que tenemos por seguros.


.~serejoll fals" Basta ya lo que hubo para que escritores franceses hayan
ud memorial ' • . . ., ,


d e Silnta !l"L'ua. asegurado que las Cortes se metieron en tratos con José; e
igualmente para que en el memorial de Santa Helena pon-


(. Al'. n••.) ga lHr. de Las Casas en boca de Napoleon * «( que las Cór-
» tes (por el tiempo en que vamos) negociaban en secreto
» con los franceses. » Asercion falsísima y calumniosa:
pues repetimos, y nunca nos cansarérnos de repetir lo ya
dicho en otro libro, que para todo tenían poder y faculta-
des las Córtes y el Gobierno de Cádiz , menos para transi-
gir y componerse con el rey intruso: por cuya impruden-
cia, que justamente se hubiera tachado luego de traieion,
hubiérales impuesto la furia española un ejemplar y mere-
cido castigo.


Ni José mismo tuvo nunca gran confianza, al parecer,
en la buena salida de tales negociaciones. pues pensaba por
sí juntar Córtes en l\Iadrid siguiendo el consejo del minis-
tro Azanza 1 que le decía ser ese el medio de levantar altar
contra altar. Ya antes había nombrado José una comision
que se ocupase en el modo y forma de convocar las Córtes,
y ahora se provocaron por su gobierno súplicas para lo mis-
mo. Así fué que el ayuntamiento de Madrid en 7 de mayo,
y una diputación de Valencia en 19 de julio pidieron so-
lemnemente el llamamiento de aquel cuerpo. Contestó José
á los individuos de la última, « que los deseos que expre-
» san de la reunion de Córtes eran los de la mayoría in-
» mensa de la nacion y los de la parte instruida, y que




45
» S. lH. los tomaría en consideracion para ocuparse seria-
n mente tic ellos en un momento oportuno.» Añadió:
([ que estas Cortes serian mas numerosas que cuantas se
» habían celebrado en Espaüa..... » Los acontecimientos
militares, el temor {¡ Napoleon, que hasta en sus mayores
apuros repugnaba la congregacion de cuerpos populares, y
también los obstáculos que ofrecían los pueblos para nom-
brar representantes llamados por el gobierno intruso , es-
torharou la realizacion de semejantes Córtes , y aun su
convocatoria.


De todas maneras inútiles é infructuosos parecían cuan-
tos planes y beneficios se ideasen por un gobierno, que no
podia sostenerse sin puntal extranjero. Entre las plagas
que ahora afligian á la nacion, y que eran consecuencia de
la guerra y devastación francesa, aparecían entre las mas
terribles la escasez y su compañera la hambre. Apuntamos
cómo principió en el año pasado.En este llegó á su colmo,
especialmente en l\Iadrid, donde costaba en primeros de
marzo el pan de dos libras á 8 Y9 reales, ascendiendo en
seguida á 12 Y15. Hubo ocasiou en que se pagaba la fane-
ga de trigo á 550 YMO reales; encareciéndose los dernas
víveres en proporcion , y yendo la penuria á tan grande
aumento, que aun los tronchos de berzas y otros desper-
dicios tomaron valor en los cambiosy permutas, y se bus-
caban con ansia. La miseriase mostraba por calles y plazas,
y se mostraba espantosa. Hormigueaban los pobres, en
cuyos rostros representábase la muerte, acabando muchos
por espirar desfallecidos y ahilados. lilujeres, religiosos,
magistrados, personasantes en altos empleos, mendigaban
por todas partes el indispensable sustento. La mortandad
subió por manera, que desde el setiembre de 1811 que
comenzó el hambre hasta el julio inmediato, scpultáronse
en }Iat!ritl unos ~()()OO cadáveres: estrago tanto mas asorn-


Escasez
)' luunhn-, :in1lrc


todo
en ~I adrnl.




I'rnvidcnr-ias
dcsastrusus.



hroso , cuanto la poblacion hahia menguado COll la emigra-
cien y las desdichas. La policía atemorizábase de cualquier
reunion que hubiese, y puso 200 ducados de multa á los
dueños de tiendas si permitían que delante se detuviesen
las gentes, segun es costumbre en Madrid, particularmente
en la Puerta del Sol. Presentaba en consecuencia la capital
cuadro asqueroso, triste y horrendo, que partía el corazon.
Deíormáhanla hasta los mismos derribos de casas y edifi-
cios, que si bien se ordenaban para hermosear ciertos bar-
rios, como nunca se cumplian los planes, quedaban solo
las ruinas y el desamparo.


No era factible al gobierno de José reparar ahora tan
profundos males, ni tampoco aquietar el desasosiego que
asomaba con motivo de buscar alimento. La escasez pro-
venia de malas cosechas anteriores, de los destrozos de la
guerra y sus resultas, de muchas medidas administrativas,
poco cuerdas y cási siempre arbitrarias. Hablamos de las
providencias de monopolio y logrería que tomó el gobierno
intruso en el año pasado: las mismas continuaron en este,
acoplándose granos para los ejércitos franceses, y encajo-
nando á este fin galleta en Madrid mismo, cuando faltaba :1
los naturales pan que llevar á la boca. Las contribuciones
en vez de aminorarse crecian; pucs ademas de las ante-
riores ordinarias y extraordinarias, y de una organiza-
cían y aumento en la del sello, mandó José antes de
finalizar junio á las seis prefecturas de l\Iatlrid, Cuenca,
Guadalajara , Toledo, Ciudad Real y Segovia (que era á
donde llegaba su verdadero dominio), qne sin demora Jl i
excusa aprontasen :;70,000 fanegas de trigo, 27;),000 de
cebada, y 75 millones de reales en metálico; cnya carga
en su totalidad, aun regulando el grano á menos de la mi-
tad del precio corriente, pasaba de 2;jO millones de reales;
cxaccion que hubiera canvertido en vasto desierto país tan




4"J
asolado ya; pero que no se realizó por los sucesos que so-
brevinieron , y porque segun hermosamente dice el rey don
Alonso: * (( lo que cs además no puede durar. )) (' A[I. D. s.)


En las provincias sometidas á los franceses, sobre todo Escasez en
Ji!S provtncías.


en las centrales, la carestía y miseria corría parejas con la
de ltladrid. Cásiá lo mismo que en esta capital valía el gra-
no en Castilla la Vieja. En Aragon andaba la fanega de tri-
go :í MiO reales, y no quedó en zaga en las Andalucias , si
á veces no excedió. Hubo que custodiar en la ciudad de
Sevilla las casas de los panaderos; y en aquel reino ya
antes había mandado Soult que se hiciesen las siembras,
como tambien aconteció en otras partes; porque al culti-
vador faltáhale para ejecutar las labores semilla ó ánimo,
privado á cada paso del fruto de su sudo!'. ]\lasadelante
haremos mencion, segun se vayan desocupando las provin-
cias, y segun esté á nuestro alcance, de las contribuciones
que los pueblos pagaron, de las derramas que padecieron.
Cúmulo de males todos ellos que asolaban las provincias
ocupadas, y las transformaban en cadáveres descarnados,


j Cuán otro semblante ofrecia Cádiz, á pesar del sitio y Alluntlanci?:y
y de los proyectiles que caian! Gozábase allí de libertad, 318~l1a en eadE.
reinaba la alegría, arribaban á su puerto mercaderías de
ambos mundos, abastábanle víveres de todas clases, hasta
de los mas regalados; de suerte que ni la nieve faltaba
traida por mar de montañas distantes para hacer sorbetes
yaguas heladas. Sucedíause sin ínterrupcion las fiestas y
diversiones, y no se suspendieron ni los toros ni las come-
dias; construyéndose al intento del lado del mar una nueva
plaza de toros, y Ull teatro fuera del alcance de las bom-
bas, para que S(~ entregasen los habitantes con entero sosie-
go al entretenimiento y holganza.


Allí las Cortes prosiguieron atareadas con aplauso muy Tarra,
dr, !(IS Cúrt('~.


universal. Organizar conformo á la Cunstitucion las corpo-




tihert"L! de la
imprenta


r 51lS abusos.


·iG
raciones supremas del reino, no menos qne la potestad
judicial y el gohiemo económico de los pueblos, COIl los
ramos dependientes de troncos tan principales, Iué lo que
llamó en estos meses la atencion primera. Expidiéronse
pues reglamentos individualizados y extensos para elConse-
jo de Estado y tribunal supremo de Justicia. Los recibieron
tambien los tribunales especiales de Guerra y Marina, de
Hacienda y de Órdenes, conocidos antes bajo el nomhre de
Consejos; los cuales quedaron en pié, ó por ser necesarios
á la buena administraciun del estado, ó por 110 haberse aun
admitido ciertas reformas que se requeria precediesen á Sil
entera ó parcial abolieion, Las audiencias, los juzgados de
primera instancia y sus dependenciasse ordenaron y fueron
planteando bajo una nueva forma. En el ramo económico
y gobernacion de los pueblos se deslindaron por menor las
facultades que le competian , y se dieron reglas á las dipu-
taciones y ayuntamientos. Faena enredosa y larga en una
monarquía tan vasta que abrazaba entonces ambos ernis-
ferias, de situación y climas tan lejanos. de prácticas y
costumbres tan diferentes.


Abusos de la libertad de imprenta dieron ocasion á dis-
gusto y altercados, y acabaronpor excitar vivos debates so-
bre restablecer ó no la inquisicion. A tanto llegó por una
parte el desliz de ciertos escritores, y á tanto por otra la ce-
guedad de hombres fanáticos ó apasionados. Se publicaban
en Cádiz , sin contar los de las provincias l periódicos que
salían á luz.todos los días l Ó con intervalos mas o menos
largos. Pocos había que conservasen el justo medio, y no
se sintiesen del partido á que pertenecían. Entre los que
sustentaban las doctrinas liberales distinguianse el Sema-
nario patriótico, que apareció de nuevo después de juntas
las Córtes , el Conciso, el Redactor de Cádiz, el Tribuno
y otros varios. Publicaba uno el estado mayor general,




47
moderado y circunscrito comunmente al ramo de su in-
cumbencia. Se imprimia otro bajo el nombre de Robespier-
te, cuyo título basta por sí solo para denotar lo exagerado
y violento de sus opiniones. En contraposicion daban á la
prensa y circulaban los del bando adverso, periódicos no
menos furiosos y desaforados. Tales eran el Diario mercan-
til, el Censor y el Procurador de la Nacion y del Iley , que
se publicó mas tarde, y superó á todos en iracundos ar-
ranques y en personalidades. Otros papeles sueltos ó que
o rmahan parte de un cuerpo de obra salían á luz de cuan-
do en cuando, como las cartas del Filósofo rancio, susten-
táculo de las doctrinas que indicaba su título; el Tomista
en las Córtes, produccion notable concebida en sentir
opuesto; y la Inquisicion sin máscara, cuyo autor enemi-
go de aquel establecimiento le impugnaba despojándole de
todo disfraz ó velo, con copia de argumentos y citas esco-
gidas. Semejantes escritos ú opúsculos arrojaban de sí mu-
cha claridad y difundian bastantes conocimientos, mas no
sin suscitar á veces reyertas que encancerasen los ánimos.
Males inseparables de la libertad, sobre todo en un prin-
cipio, pero preferibles pOI' el desarrollo é impulso que
imprimen al encogimiento y aniquilacion de la servidumbre.


Pararon mucho en este tiempo la consideracion pública Diccionario
dos producciones intituladas, la una « Diccionario razona- y ;¡~~il~J~;"rio
.1 1 l D""" h 1 critico-burlesco,
uO manua ,)) y a otra « iccionano crítico- ur esco, »
no tanto la primera por su mérito intrínseco, corno por la
contestacion que recibió en la segunda, y por el estruendo
qlle ambas movieron. El Diccionario manual, parto de una
alma aviesa , euderazáhase á sostener doctrinas añejas, in-
terpretadas segun la mejor conveniencia del autor. Censu-
raba amargamente á las Cortes y sus providencias, no res-
petaba á los individuos, y bajo pretexto de defender la
religion, perjudicáhala en realidad, y la insultaba quizá no




Sen~arion que
causa el


Dirrionario
f:ritico-]mrlcsco.


seston de Córtes,
y rosolucion
Que provoca.


menos quc al entendimiesto. Guardar silencio hubiera sido
la mejor respuesta á tales invectivas; pero don Bartolomé
Gallardo , bibliotecario de las Córtes, hombre de ingenio
agudo, mas de natural acerbo, y que manejaba la lengua
con pureza y chiste, muy acreditado poco antes con moti-
vo de un folleto satírico y festivo nombrado « Apologia de
los Palos, » quiso refutar ridiculizándole al autor de la
mencionada obra. Hízolo por medio de la que intituló
« Diccionario crítico-burlesco, ) en la que desgraciada-
mente no se limitó á patentizar las falsas doctrinas y las
calumnias de su adversario, y á quitarle el barniz de hipo-
cresía con que se disfrazaba, sino que se propasó, rozán-
dose con los dogmas religiosos, eimitando á ciertos escri-
tores franceses del siglo XVIII. Conducta que reprobaba el
filósofo 1)01' inoportuna, el hombre de estado por indiscre-
ta, y por muy escandalosa el hombre religioso y pio. Los
que buscaban ocasion para tachar de incrédulos á algunos
de los que gobernaban y á muchos diputados, halláronla
ahora, y la hallaron al parecer plausible por ser el don
Bartolorné bibliotecario de Cortes, y llevar con eso trazas
de haber impreso el libro con anuencia de ciertos vocales.
Presunción infundada , porque no era Gallardo hombre de
pedir ni de escuchar consejos; y en este lance obró por
sí, no mostrando á nadie aquellos artículos, que hubieran
podido merecer la censura de varones prudentes ó timora-
tos. La publicacion del libro produjo en Cádiz sensaciou ex-
trema, y contraria á lo que el autor esperaba. Desaprobó-
se universalmente, y la voz popular no tardó en penetrar
y subir hasta las Cortes.


En una sesión secreta celebrada e118 de abril fué cuan-
do allí se .oyeron los primeros clamores, Vivos y agudos
salieron de la boca de muchos diputados, de cuyas resul-
tas enzarzáronse graves y largos debates. Había señores




49
que querian se -altase por encima th~ todos lo,.: trámites ~
se impusiese al autor un ejemplar castigo. Otros mas cuer-
dos los apaciguaron, y consiguieron que se ciuese la pro-
videncia de las Cortes á excitar con esfuerzo la atencion
del gobierno. Ejecutóse así en términos severos, que fue-
rou 103 siguientes: « que se manifieste á la Itegencia la
» amargura y sentimiento que ha producido á las Cortes la
)) publicacion de un impreso titulado « Diccionario crítico-
» burlesco, » y que resultando comprobados debidamente
» los insultos que pueda sufrir la religion por este escrito,
') proceda con la brevedad que corresponda á reparar sus
)) males con todo el rigor que prescriben las leyes; dando
» cuenta á las Cortes de todo para Sil tranquilidad y so-
/l Siego. »


Aunque impropia de las Córtes semejante resolucion , y
ajena quizá de sus facultades, \lO hubiera ella tenido tras-
cendencia muy general, si hombres fanáticos ó que apa-
rentaban sedo, validos de tan inesperada ocurrencia no se
hubiesen cebado ya con la esperanza de restablecer la in-
quisiciou. Nnuca en erecto se les había presentado coyun-
tura mas Iavorahle : mando atizando unos y atemorizados
otros, casi faltaba arrimo ;í los que no cambian de opinion
4) la uiodiflcau por solo los extravíos ó errores de un indi-
viduo.


EH la sesion pública de 22 de abril levautóse , pues, á
provocar el restablecimiento del Santo oficiodon Francisco
Iliesco , inquisidor del tribunal de Llerena , hombre sano
y bien mtencionado , pero afecto á la corporaciou á que
pertenecía. No era el don Francisco sino un echadizo;
de tras venia todo el partido anti-reformador , engrosado
esta vez con muchos tímidos, y dispuesto á ganar por
c-orpresa la votacion. ¡'cro antes de referir lo que enton-
,:es paiiú, (:011 viene jll~tl'l1el'llos y contar el estado de la
'fO~l. l\ .


Tent.ativa para
restablecer


la Iuquísrcton.




E~t3.lio lit' HOIIC]
trihU1lal,'


:)0
inquisición en España desde el levnntamieuto de 1808.


En aquel tiempo hallóse PI tribunal corno suspendido.
Le quiso poner en ejercicio, segun insinuamos, la Junta
central cuando en un principio inclinando á ideas rancias,
nombró por inquisidor general al obispo dI' Orcnse. l'ero
entonces adernas del impedimento que presentaron los su
cesos de la guerra, tropezóse con otra dificultad. Nombra-
ban los papas á propuesta del rey los inquisidores genera-
les, y les expedían bulas atrihuyéndnles á ellos solos la
omnímoda .i urisdiccion eclesiástica; de manera que uo Í10-
dian reputarse los demas inquisidores sino meros conseje-
ros suyos. Estos, sin embargo, sosteuian que en la vacan-
te correspondia la jurisdiccion al Consejo supremo; pero
sin mostrar las bulas que lo probasen, alegando que ha-
bian dejado todos los papeles en l\Iadrid , ocupado á la sa-
zon por los enemigos. Escusa al parecer inventada, é inútil
aun siendo cierta, 110 pudiendo considerarse como vacante
la plaza de inquisidor general, pues el último, el señor
Arc(~ , no habia muerto, y solo si se habia quedado COIl los
franceses. Cierto que se aseguraba haber lu-cho renuncia de
su oficio en 1808; mas no se probaba la hubiese admitido
el papa, requisito necesario para su validacion , por estar
ya interrumpida la correspondencia con la Santa Sede; cu-
ya circunstancia impedía asímismo la expcdiciou de cual-
quiera otra bula que confirmase el nombramiento de un
nuevo inquisidor general. En tal coyuntura, IlO siéndole
dado á la Junta suplir la autoridad eciesiústicu por medio
de la civil, y no constando legalmente que le fuese licito
al Consejo supremo de la inquisicion suhstituirse en lugar
de aquella, se estancó el asunto, coadyuvando á ello los
desafectos al restablecimiento, qlle se agarraron de aquel
incidente para llenar su objeto y aquietar las conciencias
tímidas. Sucedió la primera nf~gelil~¡a ;í 1;1 Jillll:¡ central , y




51
en su descaminado celo tí mal (Illtemlida amhicion, ansiosa
de repOlH~r todos Jos Consejos, conforme en "u lugar apun-
tamos, repuso tambien el de la inquisiciou. l\las los minis-
Lr08 de este tribunal prudentes, conociendo quizá ellos mis-
mos su falla de autoridad, y columbrando á dónde inclinaba
la balanza d(~ la opinion , rnantuviéronse tranquilos sin dar
señales de vida, satisfechos con cobrar su sueldo y gozar
de honores eu expectativa quizá de mejores tiempos.


Instaláronse las (X)rt(~s. euyo comienzo y rumbo parecía
desvanecer para siernpr e las c~;per:1Il7.as de los afectos al
Santo oficio. Una imprudencia entunees, semejante :í la de
Gallardo ahora, aunque no tan inconsiderada, reanimó-
selas fundadamente. Poco despues de la discusion de la li-
bertad de la imprenta , hallándose todavía las Córtes en la
Isla de Lean, se publicó un papel intitulado la Triple alian-
za, su autor dou "Ilauuel Alzaihar, su protector el diputa-
do don José i\lejía , su contenido harto libre. Tomaron las
Cortes mano en el asunto, que provocó una discusion aca-
lorada, decidiendo la mayoría que el papel pasase á la ca-
lificacion del Santo oficio. Oontradiccion manifiesta en una
asamblea que acababa de decretar la libertad de la impren-
ta, é inexplicable á los que desconocen la instahilidad de
doctrinas de que adolecen cuerpos todavía nuevos, y la Ili-
t'erencia que en la opinion mediaba en Espaüa entre la li-
bertad política y la religiosa ; propendiendo todos Ú adop-
tar sin obstáculo la primera, y rehuyendo muchos la otra
por hábito, por timidez, por escrupulosa conciencia ó por
devocionfingida. Entre los diputados que admitieron el que
pasase á la inquisicion el asunto de la Triple alianza, los
habia de buena fé, aunque escasos de luces; y habia otros
muy capaces qUf~ se fueron al hilo de la opiniou extravia-
da. :Uas adelante convirtiéronse muchos de ellos en acérri-
mos antagonistas del mismo tribunal, (') por babel' adqui-




52
rído mayor ilustracion , tÍ por no ver Y3 riesgo en mudar
de dictámen.


En aquella sazon, no obstante In resuelto, tropezósr para
llevar á efecto la providencia de las Cortes con los mismos
obstáculos que en tiempo de la Junta central; y se nombró
para removerlos y tratar á fondo el asunto una comisiono
compuesta de los señores obispo de "Tallorca, ~Tlllioz Tor
rero , Valiente, Gutierrez de la Huerta, y Perez de la PUt'-
bla. Creíase entonces que estos señores por la mayor parte
se desviarían de restablecer la inquisicion. No cahia duda
en ello respecto del señor 1\Tuñoz Torrero, y tambicn sr
contaba como de seguro con el obispo /le Mallorca, quien.
si no docto á la manera del anterior diputado , no por pso
carecía de conocimientos, manifestando adernas celo por
la conservacion de los derechos de! episcopado, usurpados
por la inquisieion. A los señores Valiente y Gutierre» de la
Huerta los reputaban muchos en aquel tiempo por hombres
despreocupados y entendidos , y de consiguiente adversa-
rios de dicho tribunal. No así se pensaba del señor Perez,
que fué siempre muy secuaz suyo.


Llegado en fin el momento de que la cornision evacuase
su informe, opinó la mayoría, por convicciou , por recelo
ó por personal resentimiento que se dejasen expeditas las
facultades de la inquisicion, y que dicho trihunal se pusie-
se desde luego en ejercicio. Hízose este acuerdo en julio de
1811.~Ias como la cuestion se habia ido ilustrando entre
tanto y tomando revuelo la oposición al Santo oficio, ern-
pozóse por mucho tiempo lo resuelto en la comisiono Aga-
cháronse , por decirlo así, los promovedores , aguardando
oeasion oportuna; y presentósela , segun queda dicho, el
libro de don Bartolomé Gallardo, y no la desaprovecharon.


y ahora siguiendo de nuevo el curso de la narrracion
suspendida arriba, referiremos que el! aquel dia 2~ !Ir abril




d va citado don Francisco Iliesco, doliéndose umargarnen- Sesíon
"' . . _ ..,. _ e importante para


te de lo postergado que se dejaba el negocio ue la mqui- restablecer
ta inqmsicion.


siciou , pidió se diese sin tardanza cuenta del expediente
que presumía despachado por la comisiono En efecto aca-
baban de recibirlo los secretarios; y tanta priesa corria la
uprobaciou dd informe dado. que ni siquiera permitían
los partidarios de la inquisición que se registrase, segun
era costumbre. Diligente conato que les dañó el! vez de fa-
vorecerlos.


Daüáronles tarnhien ciertas precauciones que habian to-
urado , pues se figuraroll que no les bastaba contar COll la
mayoría en las Cortes, si !JO SL~ escurlabau con el público de
las galerías. Asi Iuc que Uluy de madrugada las llenaron
de ahijados suyo,;, con tal! P0(;(J disimulo, que entre los
concurrentes se divisaban IlIUCÍíOS lrailes, cuya presencia
no se advertía cu las .iernas ocasiones. l'ensamiento IllUY
desacordado , adenias de anárquico, porque daban asi ar-
mas al bando liberal que uo pecaba de tímido, y volvían
coutru ellos las mismas de que se hahiau valido en í\US re-
clarnacioues contra los susurros, y alguna vez desmanes de
los asistpnles á (as sesiones.


La del2z de abril aruanecio muy sombría, pues el triunfo
de la iuquisicion socavaba por sus cimientos las novedades
adop tudas , y pronosticaba persecuciones con la completa
mina adenias del partido reformador. Por lo tanto decidió-
se este á echar el resto y aventurarlo todo antes de permi-
tir su total destruccion ; mas trató primero de maniobrar
con destreza para evital' estruendos; lo cual consiguió bien
y cumplidamente.


Eutuhlado asunto tan grave, diósc principio á los debates
por leer el dictamen de la comision , que llevaba la fecha
atrasada del 50 lb ohtuhre de 1811 , Y le hahia extendido
el señor Valiente estaudo ya en el uavió Asia. Indicamos




;)4
en su lugar, cuando la desgracia ocurrida á dicho diputado
en 26 de octubre, que mas adelante referiríamos en qué se
había ocupado luego que se halló á bordo de aquel buque.
Pues esta rué su tarea, á nuestro entender 110 muy digna,
en especial siendo el señor Valiente de ideas muy contra-
rias, y llevando su opinion visos de venganza por el ultraje
padecido.


lteducíase el dictárnen de la comisión, segun apuntarnos
antes, á reponer en el ejercicio de sus funciones al Consejo
de la suprema inquisicion , añadiendo solo ciertas limita-
ciones relativas á Josnegocios politicos y censura de obras
de la misma clase. No firmó el dictamen, como era natural,
el seflOrínuüoz Torrero, ni tampoco puso su voto por se-
parado: pendió de falta de tiempo. ( La víspera por la
» tarde (dijo) habíanle llamado los señores de la comision
» que estaban presentes ; y convenidose , tí pesar de las
» reflexiones que les hizo, en adoptar el dictamen extendido
)) por el seüor Valiente sin variacion alguna. » No negó en
contestacion el señor Gutierrez de la Huerta la verdad de
lo alegado por el señor I\Iuñoz Torrero; mas coneeptuaba
ser el asunto demasiadamente obvio p:Jra sobreseer en su
discusion por tiempo indeterminado.


Prosiguiendo el debate se encendieron mas y mas los
ánimos, á punto que las galerías, compuestas al principio de
los espectadores que hemos dicho, se desmandaron y to-
maron parte en favor de los defensores de la inquisicion:
y acordámonos haber visto algunos frailes desatarse en
murmullos y palmoteos sin cordura, y olvidados del hábito
que los cubría. JXo se arredraron los liberales; antes bien
les sirvió de mucho un celo tan indiscreto.


Se esquiva 1'1 Avezados los que de ellos hahia en las Cortes á no aco-
restahlecímtento •. . . 1 1 1


de la meter de frente ciertas cuestiones , y conocicnno o mue JO
tnqutsícron. ~


que ayudan en los (,IIC"POS los antecedentes para 110 pre-




cipitar las ),('~O\¡ICIOIII'~, V dar huena salida á los vocales
que, deseosos de no comprometerse , ansian hallar algu-
na á fiu de no decidirse ni en pro ni en contra en asuntos
peliagudos, hahian tomado de antemano medidas que 1I1l-
uaseu Sil objeto. FlIt; una introducir en UlI decreto aproba-
do en 2('; de marzo último, sobre la creacion del tribuna-
supremo de Justicia, lIli artículo que decía: « Quedan su-
» primidos los trihunales conocidos con el nombre de Cou-
» scjos. » Estaba en este caso la inquisicion , y á se con-
ceptuaba abolida por la decisión anterior, ó it lo menos
exigíase por ella qlW, dado qne se restableciese, se verifi-
case bajo otro nombre y forma: lo cual daba largas y pro-
porcionaba plausihle efugio para esquivar cualquiera sor-
presa. Mayor le ofrecia otro acuerdo de las mismas Córtes,
propuesto COll gran prcvision por don Juan Nieasio Gallego
al acabarse de discutir el 15 de diciembre la segunda parte
del proyecto de Constitucion. Se hallaba concebido en estos
términos: « Que ninguna proposícion que tuviese relaciou
» con los asun tos comprendidos en aquella ley Iundamen-
») tal, fuese admitida á discusión sin que, examinada pré-
» viamente por la comisión que había formado el proyecto,
» se viese que no era de modo alguno contraria á ninguno
J) de sus artículos aprobudos.» Hizo ya entonces el diputa-
do Gallego esta proposioion pensando en el Santo oficio,
como recordamos que nos dijo al extenderla. Aeertá en su
conjetura. Mas antes de determinar sobre ella, y en vista
ya de lo resuelto en cuanto á suprt'sion de Consejos, ha-
bíase aprobado despues de largo debate « suspéndase por
u ahora la discusiou de este asunto (el de la iuquisicion),
JI señalándose dia para ella. » En seguida tué cuando sus
citándose nueva reyerta, se logró que, conforme á la pro-
puesta aprobada del señor Gallego, pasase el expediente á
la comision d(' Constitucion. Providencia que paró el golpe




,')6
preparado tan dl~ antemano por el partido fan:íl.ico. y dio
esperanzas fundadas de que mas adelant¡' se destruiría de
raíz y solemnemente el Santo oficio; porque tanto confia-
han todos ('11 la comision de Constitucion , cuya mayoría
constaba de personas prudentes, instruidas y doctas, No
desayudó este triunfo ~ don Bartolorné Gallardo, origen de
semejante ruido. Permaneció dicho autor preso tres meses:
duró bastante tiempo su causa , de la cual se vio al cabo
quito y libre, no á tanta costa como era de recelar. y anun-
ciaba en un principio la tormenta que levanto Sil opúscu lo.


Promuévese Tras esto exasperados cada vez mas los enemigos de las
que se disuelvan _ .


las Córtes. reformas, y VIendo que cuanto intentaban otro tanto se
les frustraba y volvía contra ellos, idearon promover que
se disolviesen las actuales Córtes , y se couvoeasen las
ordinarias conforme á la Coustitueion. Lisonjeaba el pen-
samiento á muchos diputados, aun dp los liberales, y 1'1'-
traia á otros manifestar francamente su opinion el temor de
que se les atribuyesen miras personales ó anhelo de perpe·
tuarse , segun proclamaban ya sus émulos.


Pára el g?lpelu En tal estado de cosas presentó el2tj de abril la comisíon
cormsion


de Constilucion. de Constitucion un informe acerca del asunto, siendo de
parecer que deberian reunirse las Córtes ordinarias en el
año próximo de 1815, y no disolverse las actuales antes de
instalarse aquellas, sino á lo mas cerrarse. Apoyaba la co-
mision en este punto juiciosamente Sil dictámen , diciendo:
« que si se disolviesen las Cortes , sucedería forzosamente
» que hasta la reunion de las nuevas ordinarias quedaría la
» nacion sin representacion efectiva, y consiguientemente
» imposibilitada de sostener con sus medidas legislativas al
» gobierno, y de intervenir en aquellos casos graves que á
» cada paso podían y debian ocurrir en aquella época. » Y
después añadia que si se cerrasen las actuales Cortes, pero
sin disolverse. (( los ¡¡duales diputados deberían «uteuderse




» obligados :4 CtdiLl¡rrir Ú i'X¡X~HH·\;:U:H'i~-¡;:.:" ~~i ~;i~urricsc SU
» convocaciou una ') mas veces, hasta que se constituyesen
» las próximas ordinarias. ))


Por lo qlW respecta al mes en que convenía se juntasen
las últimas que se llamaban para el afio de 1815, opinaba
la misma cornision que el! vez del 10 de marzo, como se-
üalaba la Constitucion , fuese el 1o de octubre, por quedar
ya poco tiempo para que se realizasen las elecciones, y
acudiesen diputados de tan distantes puntos, en especial
los de Ultramar. A la exposiciou (le la cornision mesurada
y sáhia , aWllljlJ,,,,L;.¡ i:., mídllLJ Ué Jcc:n<o de convocatoria,
y dos instrucciones, una para la península, y otra para
América y Asia, necesarias por las circunstancias peculiares
en que se hallaban los espaüolcs de ambos hemisferios; acá
con la invasion francesa • allá con las revueltas intestinas.


En los dias 4 y 6 de mayo aprobaron las Cortes el die-
támen de la comision , despues de haberse pronunciado en
pro y en contra notables discursos; con cuya resnlucion
vinieron al suelo hasta cierto punto los proyectos de los
que ya presumían derribar, disolviéndose las Córtes , la
obra de las reformas, todavía no bien afianzada.


Se convocan
las (;{)rtf'-s
urdinarias
para 1813.






HESU~[EN
DEL


LIBRO VIGÉSIllI0.


CAMPAJlA de Salamanca. - Movimiento de Wellington. - Fuertes de
Salamanca. - Los ataca Wellington. - Se apodera de ellos. - Va We-
lJington tras del ejército de l\larmont. - lUovimientos de los franceses
y de los ingleses en el Duero. - Empieza Wellington á retirarse. -
Varias maniobras de ambos ejércitos. -Sitúase Wellington cerca de
Salamanca. -llatalla de Salamanca. - Gánanla los aliados. - Gracias
concedidas á Wellington. - Continúan retirándose los franceses.-
Avanza José de ñladrid á Castilla la Vieja. - Guerrilleros en Castilla.
- 6" ejército español : bloquea varios puntos. - Toma el de Tordesi-
lIas. - Revuelve Wellington contra José. - Reencuentro en 1\Iajada-
honda. - Retírase José de 1\Iadrid. - Entran los aliados en la capital.
- Puhlícase y jurase la Constitucion. - Wellingtou ataca el Retiro.-
Le toma.-Proclama del general Álava.-Reprehensible porte de don
Carlos España. - Otras medidas desacertadas. -La de monedas.-
Toma el Empecinado á Guadalajara, - Abarrdonan el Tajo los france-
ses del centro, y se dirijeu á Valencia. - Trabajos que tuvieron en el
camino. -- Algunos sucesos en Castilla la Vieja. - La guarnicion de
Astorga se entrega á los españoles. _7° ejército español. - Evacuan
los franceses ¡j Santander. - Sucesos de Vizcaya. - Sale Wellington




fíO
de lIIadrül y pasa á Castilla la Vieja .Ó-- Sucesos en Andalucía. -te·
vantan los frauceses el sitio de Cádiz. - IUarcha de Cruz ~IourgeoI:
sobre Sevilla. -- Evacua Soult á Sevilla. - Arremete Cruz lIIourgeou
en Triana contra la retaguardia francesa. -Downie. -Entra Cruz en
Sevilla. - Sigue Soult su retirada hácia Murcia. - Ballesteros'. Heen-
cuentros de este. - Drouet abandona la Extremadura.-Se dirige por
Córdoba á Granada. - Va tras él eu observaeion el coronel Sehepeler.
- Entra Schepeler en Córdoba. --Desmanes de Echavarri. - Signe
Drouet retirándose. - Entra en Granada el ejército de Hnllesteros.c-;
Administracion francesa en las Andalucías. - Objetos de bellas artes
llevados de las mismas provincias.- Sigue su retirada Soult.- Acon-
tecimientos en Valencia. - Accion de Castalia. - Discusiones sobre
esto en las Córtcs. - Resoluciones de las Córtes. _. Renuncia que
hace del cargo de regente el conde del Abisba!. - Se la admiten las
Cortes. - Nómbrase regente á don Juan Perez Villami!. - Jura Villa-
mil. _. Expedieion anglo-siciliana. -- Se le junta la divisinn de Whit-
tingham.-Desembarca la expedieion en Alicante.-Algun;Ls maniobras
y sucesos. - Entra José en Valencia. - Llega Snnlt al reino de Valen-
cia. - AcomlJte Drouet el castillo de Chinchilla. - Le toma. - Elio
sucede á don José Odonuell en el mando del 2" Y3" ejército. - Excur-
siones suyas 'en la ~Iancha. - l\Iediilas de precaucion de Sucbet.-
Sucesos en Ar2gon. - Sucesos en Cataluña. - Situacion de lord We-
llington en Castilla la Vieja. - Avanza á Burgos. - Se le reune e16"
ejército español. - Entran los aliados en Burgos. - Atac~n el castillo.
- Nombran las Córles general en jefe á lord Wellington. - Inciden
tes que ocurren en este negocio. -- Desobediencia i1e Ballesteros.-
Se le separa del mando. - Gontimin el sitio del castillo de Burgos. -
Descércanle los aliados. - ~Iovimientos de los franceses. - De José
sobre I\Iadrid.·- Hetíranse los aliados de Madrid. - Estado triste de la
capital. - Don Pedro Sainz de Baranda. - Entra José en Madrid. -
Sale otra vez. - Ya José á Castilla la Vieja. -l\IovilllilJnto de Wellinu-
ton. - Avanzan á Castilla la Vieja los ejércitos franceses de Portugal
y del norte. - Empieza Wellington á retirarse. -lIIaniobras de los
ejércitos. - Repasa Wcllington el Duero. _. Únesele Ilill. - Welling·.
ton en Salamanca. - Júntase José á los ejércitos suyos del norte y de
Portugal. - Pasan los franceses el Tormes. - Se retir.m los ingleses
via de Portugal. - Desórden en la retira/la. - Cae prisionero el gene-
ral Paget, -- Entra lord Wellingtou en I'ortugal, -- Pasan :i Galicia y
Asturias el 6" ejército español J Porlier. - Defensa honrosa del cas-




61
tillo de Alba de Turmes. Cuarteles dc Wcllington en Portuba!. - Di-
vídense los franceses. - Vuelve José á l\Iadrid. - Circular de lord
Wellir.gton. - Pasa á Cádiz lord Wellington. - Recibo lisonjero que
se le hace. - Se le da asiento en las Córtcs. - Varias disposiciones de
la Regencia. - Nueva distribucion de los ejércitos españoles. - Pasa
Wellington á Lisboa. - Se prepara á nuevas campañas.






HISTORIA
DEL


U;VANTAllllENTO"! GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPA~A.


LIBRO VIG}~SIMO.


Rmmo cierto, y que conducía á puerto mas seguro y cero
cano, tomó ahora la gncrra peninsular. Decidido lord
Wellington á obrar activamente en lo interior de Casti-
1Ia, constituyóse , por decirlo así, centro de todos los mo-
vimientos militares, que si bien eran antes muchos y glo-
riosos, carecian de unión , y no estribahan en ulla base
sólida, cual se requiere en la milicia para alcanzar pronLos
é inmediatos resultados.


Empezó el general inglés su marcha, y levantó sus rea-
les de Fuente-Guinaldo el 15 de junio. Llevaba repartido su
ejército en 5 columnas; la de la derecha, mandada por el
general Grabam, tomó el camino de Tarnames; la del cen-
tro, á cuyo frente se divisaba lord WelJington , el de San
11uñoz; y se dirigió al de SancLi SpiriLus la de la izquierda


Compaña
de Salamanca,


Jllovimieuto
de Welliugtou.




64
mandada por Pictnn. Agreg:íhast~ ;', la última la fuerza de
don Cárlos de España, que formaba como una ''la columna.
El 16 se pusieron los aliados sobre el Valmuza , riachuelo
á dos leguas cortas de Salamanca, cuya ciudad evacuó
aquella noche el ejército enemigo, yendo la vuelta de To-
ro, despues de dejar unos 800 hombres en las fortificacio-
nes erigidas sobre 13s ruinas de conventos y colegíos que
los mismos franceses hablan demolido.


Fllorl(" Tres eran los puntos fortalecidos que se contaban en
tk Snlalllanr.i1.


Salamanca, defendiéndose uno á otro por su posicion y dis-
tancia: el principal el de San Vicente, trazado en el sitio
del colegio de Benedictinos del propio nombre, que se ha-
llaba colocado en el vértice del ángulo interior de la anti-
gua muralla sobre un peñasco perpendicular al rio. Rabian
los franceses tapiado y aspillerado las ventanas del edi-
ficio, y unídole por cada lado con el antiguo recinto, tiran-
do unas líneas que amparaban foso y camino cubierto, con
escarpas y contraescarpas revestidas de mampostería. No
resultaba encerrado dentro de aquellas el ;íngnlo entrante
del convento, y por eso le cubrieron con una batería de
faginas , protegida de una pared ó muro atronerado, que
tcnia ademas por delante una empalizada. A la distancia de
250 varas levantáhanse los otros dos fuertes ó reductos, el
de San Cayetano y el de la }Ierced; el último cercano al
río. Llarnábanse así por haberse formado con los escom-
hros de dos conventos de la misma deuorninacion , dis-
puestos por los franceses de manera que se convirtieron en
dos fuertes con escarpas verticales, fosos profundos, y con-
traescarpas acasamatadas, Construyéronse varias obras á
prueba de bomba, y otros reparos.


En el espacio intermedio de Jos puntos fortificados y en
Sil derredor, como igualmente en otros parajes, hahian der-
ribado los rrane(~srs para despejar I'¡ terreno, Ó COl! otros




6,)


intentos, muchos J(. los famosos edificios que adoruabau á
Salamanca. De veinticinco colegios hubo veintidós mas o
menos arruinados, señaladamente los de Cuenca y Oviedu,
íundaciou de losilustres prelados Villaescusa y Muros: ye!
del Rey, magnífico monumento erigido en el reinado de
Felipe II, segun el plan del muy entendido arquitecto Juan
Gomez de Mora. i Suerte singular y adversa, que cuanto
la piedad y la ciencia de los españoles habia levantado en
aquella ciudad, morada célebre del saber, cási todo fuese
destruido ó trastornado por la mano asoladora de soldados
de Francia, nacion por otra parte tan humana y culta!


Servian las fortiliciaciones allí construidas, no precisa-
mente para reprimir á los habitadores de Salamanca, sino
mas bien para vigilar el paso del Torrnes y su puente, :111-
tigüedad romana de las mas notables de España. Como le
dominaban los fuegos del enemigo, tuvieron los ingleses
que pasar el rio el dia 17 por los vados del Canto y San
1Iartin, asediando despues é inmediatamente los fuertes:
para cuyo objeto destinaron la 6a division del cargo del ge-
neral Clinton. Al penetrar los aliados por la ciudad, pro-
rurnpieron los vecinos en increibles demostraciones de
júbilo y alegría, no pudiendo contener sus pechos aliviados
repentinamente de la opresion gravosa que los habia mo-
lestado durante tres años. Corrian todos á ofrecer comodi-
dad y regalos á sus libertadores; y á la hora del pelear
hasta las ruujeres anduvieron solícitas, sin distincion de
clasu, en asistir á los heridos y enfermos. Superabundaron
á los aliados en Salamanca víveres y todo lo necesario, es-
pecialmente buena y desinteresada voluntad , muestra del
patriotismo de Castilla, que les causó profunda y apacihili-
. .


suua sensaciou.
Los 800 Irauceses que guameciao los fuertes habían


sido entresacados de lo mas granado del ejército, .v sus je-
'I0l1I. IV.


Lu-; nl;l!':1
\rl\llitlgtOl!




(jI)
fes eran mirados como selectos: al paso que los aliados,
azarosos en esto del sitiar, se sorprendieron al ver obras
mas robustas de lo que se imaginaban, hallándose por
tanto desprevenidos para atacarlas, sin municiones ni tren
correspondiente. Conociendo la falta, dieron modo de
abastecerse de Almeida, principiando empero los trabajos y
el fuego que continuaron hasta el 20, en cuyo dia tornó á
aparecer el mariscal Marmont , apoyada su derecha en el
camino real de Toro, su izquierda en Castellanos de Jos
AIoriscos, y colocado el centro en la llanura iuterrnediata.
Los aliados se situaron enfrente, teniendo la izquierda en
un ribazo circuido por un barranco, el centro en San
Cristóbal de la Cuesta, y la derecha en una eminencia que
hacia cara al Castellanos nombrado. Permanecieron en
mutua observacion ambos ejércitos el 20, 21 Y22 sin mas
novedad que una ligera escaramuza en este día.


Tomaron por su parte diversas precauciones los sitia-
dores de los fuertes, desarmaron las baterías, y pasaron
los cañones al otro lado del rio. Sin embargo el 22 levan-
taron una nueva, con intento de aportillar la gola del re-
ducto de San Cayetano , y con la esperanza de apoderarse
de esta obra, cuya ocupacíon facilitaria la toma de San
Vicente, la primera y mas importante de todas. Maltratado
el parapeto y la empalizada de San Cayetano, resolvieron
los sitiadores escalar el fuerte el 25, como asimismo el de
la IHerced, mas se les malogró la tentativa, pereciendo en
ella 120 hombres y el mayor general Bowes.


En el propio dia Marrnont, que ansiaba introducir so-
corro en los fuertes. varió de posicion lomando otra olili-
cua, de que se siguió quedar alojada su izquierda en Huerta
de Tormes, su derecha en las alturas cerca de Cahezave-
llosa, y el centro en Aldearubia. Lord Wellington , para
evitar qm' al favor de este movimiento se pusiesen los ene-




67
migos eu comuuicacion con los Inertes por la izquierda del
Termes, mudó tambieu el frente de su ejército prolongando
la línea, de forma que cubriese completamente :'l Salamanca,
y pudiese ser acortada en breve, caso de una reconcentra-
cion repentina: se extentlian los puestos avanzados á Aldea-
lengua. El 24 antes de la aurora 10000 infantes franceses
y 1000 jinetes cruzaron el Formes por Huerta; contrapú-
soles Wellington su la y 7" division , que pasaron tam-
bien el rio, al mando de sir Thornas Graharn , junta-
mente con una brigada de caballería: se apostó lo restante
del ejército inglés entre Castellanos y Cabrerizos. Hora de
mediodia seria cuando avanzó el enemigo hasta Calvarasa
de Abajo; mas vislumbrando á sus contrarios apercibidos,
y que eslos le seguían en sus movimientos, paróse, y tornó
muy luego á sus estancias del 25.


Entre tanto recibieron los ingleses el 26 las municiones
y artilleria que aguardaban de Almeida, y renovaron el
fuego contra la gola del reducto de San Cayetano, en la
que lograron romper brecha á las diez de la mañana del
dia siguiente: al propio tiempo consiguieron tambien in-
cendiar, tirando con bala roja, el edificio de San Vicente.


En tal apuro los comandantes de todos tres fuertes dieron
muestra de querer capitular, pero sospechando Wellington
que era ardid á fin de ganar tiempo y apagar el incendio,
solo les concedió cortos minutos para rendirse, pasados los
cuales ordenó que sin tardanza fuesen asaltados los reduc-
tos de San Cayetano y la Merced. Se apoderaron los aliados
del primero por la brecha de la gola, del segundo por es-
calada. Entonces el comandante del fuerte de San Vicente
pidió ya capitular, y Wellington accedió á ello, si bien
enseñoreado de una de las obras exteriores. Quedó prisio-
nera la guarnicion , y obtuvo los honores de la guerra.
Cogieron los ingleses vestuarios y muchos pertrechos mili-


Se n]loder~
de ellos.




Va Wellington
Iras


Ild f'jercito dl~
¡'i<JI'IIlIlrIL


68
tares, pues los enemigos hahian considerado por IlIUY
seguros aquellos depósitos, en cuyas obras habían traba-
jado cerca de tres años, y expendido sumas cuantiosas.
Eran acomodados los fuertes para resistir á las guerrillas,
comprimir cualquier alboroto popular y evitar una sorpresa;
no para contrarestar el ímpetu de un ejercito corno el
aliado. Después de la toma se demolieron por inútiles, lo
mismo que otras obras que hahian levantado los franceses
m Alba de Tormes , de donde escarmentados sacaron á
tiempo la guarniciono El ruariscal Marmont, que 110 parecía
sino que habia acudido á Salamancapara presenciar la en-
trega de los fuertes, se alejó la noche del 27, llevando
distribuida su gente en 5 calurnnas, una la vuelta de Toro,
las otras 2 hacia Tordesillas. Al retirarse pusieron fuego
Jos franceses á los pueblos de Huerta, Bavila-Fueute, Vi-
lloria y VilIoruela: causaron estrago en los demas, y tala-
ron y quemaron la cosecha, que ofrecia rico y precioso es-
quilmo. Prosignieron los ingleses en su marcha el 28 tras
sus contrarios, y poniéndose sobre el Trabancos, se alojó
su vanguardia en la Nava del Rey.


Tampoco se pararon aquí los franceses, juzgando pru-
dente, antes de emprender cosa alguna, aguardar refuerzos
de su ejército del norte; por lo cual hostigados de los in-
gleses atravesaron el Duero en Tordesillas el dia '2de julio
por su hermoso puente, de estructura, segun se cree, del
tiempo de los reyes Católicos. Situáronse en esta nueva
estancia, apoyando su derecha enfrente de Pollos, el cen-
tro en el mismo Tordesillas , y la izquierda en Simaucas
sobre Pisuerga. No desaprovechói'llarmont aquí su tiempo;
y tardando en llegar los refuerzos del ejército del norte,
viendo tambien que la superioridad inglesa consistía prin-
cipalmente en su cahalleria, trató de aumentar la suya pro-
pia, despojando de sus caballos á los que no correspondía




tenerlos por ordeuauza, y lo mismo á los que gllzalHlo de
este derecho se hallaban con un número excedente de ellos,
por cuyo medio aumentó su fuerza con mas de tOOOjinetes.
Tambien se aumentó esta con la division de Bonnet, que
se juntó 31 ejército francés el 7 de julio, viniendo de Astll-
rías por Ileinosa.


ánimado eOIl esto IHarmont, y sabedor además de que
el 60 ejército español saliendo de Galicia , daba muestra
de venir sobre Castilla, decidió repasar el Duero, y acer-
carse al inglés para empeñar batalla. Pero receloso de cruzar
aquel rio en presencia de ejército tan respetable , efectuó
antes marchas y contramarchas desde 1'115 al 16 de julio,
encaminándose orilla abajo hácia Toro, en donde empezó
á ocuparse en reparar el puente que había destruido.


Durante este tiempo, lord Wellington habia colocado en
un principio su derecha en La Seca, y su izquierda en Pollos.
Aquí existe un vado no muy practicable entonces para la
infantería, así por su naturaleza, como por el lugar en que
se alojaba el enemigo. No ofrece el Duero en su curso desde
h union dl'l Pisuerga, y quizá desde mas arriba hasta la del
Esla, muchos parajes cómodos y apropiarlos para cruzarle
delante de un enemigo que ocupe la derecha. Corre en
gran parte por llanuras bastante anchas, solo ceñidas por
ribazos y alturas mas ó menos lejanas del rio, resultando de
aqui que el sitio mas acomodado para pasarle en todo
aqud terreno , teatro á la sazón de los ejércitos beligeran-
tes, era el de Castro-Nuüo , dos leguas corriente arriba de
Toro, en donde se divisa un buen vado y tilla curva que
forma el terreno, propicia á las operaciones de tropas que
enseñoreen la margen izquierda.


Pensaba lord Wclliugton en verificar el paso, cuando
advirtiendo (~I movimiento de ilfarrnont hacia Toro, y aun
noticioso de que algunas fuerzas francesas atravesaban el


IUovimil.1[l1,0,:,
de los fnlllr:C'~I',:'"


J de ¡lIS
jn"ll'~e~ en el


::'Úllel'o. -


1':II,pit'ZH
\V l'11iilgÜHl á


retil'ars J ' .




Varias
maniobras de


ambos
cjercítos.


70
Duero el dia 16 por el puente de aquella ciudad, se corrió
sobre su izquierda, y trató de reconcentrarse á las már-
genes del Guareña. Con efecto hizo maniobrar en este
sentido á todo su ejército, excepto á las divisiones 1a y
ligera con una brigada de caballería á las órdenes de sir
Stapleton Cotton, fuerza apostada en Castrejon, Pero el
mariscal francés, contramarchando entonces rápidamente,
se dirigió en la noche del 16 al 17 sobre Tordesillas; cru-
zó el rio, y juntó todo su ejército en la mañana del mismo
dia en la Nava del Rey, habiendo andado sin parar no me-
nos de diez leguas. Con tan inesperado movimiento, no
solo consiguió repasar el Duero y burlar la vigilancia de
los ingleses, sino que puso cási á merced suya á Cotton,
muy separado del cuerpo principal del ejército británico.
Así rué que al amanecer del 18 le atacaron los franceses, y
aun rodearon la izquierda de su posicíon por Alaejos. Di-
chosamente pudo Cotton, á pesar de fuerzas tan superio-
res, mantenerse firme, y dar tiempo á que acudiesen re-
fuerzos de Wellington , que le ayudaron á replegarse
ordenadamente, si bien hostigado por retaguardia y flan-
co, á Torrecilla de la Órden, y de allí á incorporarse al
grueso del ejército aliado.


Colocáronse en seguida los franceses en unas lomas á la
derecha del Guareüa, y Wellington , después de situar en
otras opuestas ¡) de sus divisiones, decidió que lo restante
de su ejército atravesase aquel rio por Vallesa, para impe-
dir que el enemigo envolviese su derecha como intentaba.


Atravesó este tamhien dicho rio Guareña por Castri-
110, tratando el general Clausel, que mandaba una de las
columnas principales, de apoderarse de cierta situacion
ventajosa, y caer sobre la" izquierda inglesa, opcracion que
se le frustró con pérdida de bastantes prisioneros, entre
ellos el general Carricr.




71


El LB ya en la larde saco el eueungo t1luchos cuerpos de
Sil derecha y los trasladó á la izquierda, lo que obligó á
Wellington á ejecutar maniobras análogas con el objeto de
inutilizar cualquiera tentativa de sus contrarios. Se prepa-
ró tumhien el gí~rl(~ral inglés á admitir batalla , si se la pre-
sentaban los franceses en [as llanuras de Vallesa.


No era todavía tal la intencion del mariscal enemigo.
quien mas hien quer ia maniobras, que aventurar acciou
alguna. Así fué que en el día 20 se puso todo el ejército
francés en plena marcha sobre 811 izquierda, y obligó á
Wellingtou á emprender otra igual por Sil propia derecha.
de que resultó el singular caso de que dos ejércitos enemi-
gos no detenidos por ningun obstáculo, y moviéndose por
líneas paralelas á distancia cada uno de medio tiro de ca-
üon , no empellasen eu tre sí batalla ni reencuentro notable.
l'Iarchaban ambos aceleradamente y en masas unidas. Uno
y otro se observaban aguardando el momento de que su ad-
versario cayese en falta.


·\.maneció el 21, Y reconcentrando lord Wellington Sil
ejército hricin el Torrnes , se situó de nuevo en San Cristó-
bal, á una legua de Salamanca, posicion que ocupó duran-
te el asedio de los fuertes. Los franceses pasaron aquel rio
por AIba, en donde dejaron una guarnicion, alojándose
entre esta villa y Salamanca. AtravesaroIl los aliados eu se-
guida el Termes por el puente de la misma ciudad y pOI'
los vados inmediatos, y solo apostaron á la márgen dere-
d12 la 5' división con alguna caballería.


Entonces se afianzó Wellington en otra posicioll nueva:
apoyó su derecha en un cerro de dos que hay cerca del
puehlo , llamado de los Arapiles , y la izquierda en el Tor-
rnes , mas ahajo de los vados de Santa Marta. Los france-
ses situados al frente estaban cubiertos por un espeso bos-
que, dueños desde la víspera de Calvarasa de Arriba, y d(~


Si túnse
WeIlingtoll


c-rea
de Sulamaucu.




!I';t;:lIa
Sa~(I~lJ;lllca.


, '


72
la altura contigua apellidada de nuestra Señora de la leüa.
A las ocho de la mañana desembocó rápidamente del men-
cionado bosque el general Bonnet, y se apoderó del otro
Ar3pil apartado mas que el primero de la posición in-
glesa, pero muy importante por su mayor elevacion y an-
chura. Descuido imperdonable en los aliados IJO haberle
ocupado antes; y adquisicion ventajosisima para los fran-
ceses corno excelente punto de afloyo caso que se trabas«
batalla. Conoció su yerro lord Wellington , y por lo mis-
mo trató de enmendarle retirándose, no siéndole fácil des-
alojar de allí al enemigo, y temiendo tarnhien que le llega-
sen pronto á Marmont refuerzos del ejército francés del
norte, y otros del llamado del centro con el rey José en
persona. Pero presuntuoso el mariscal Irancés , probó en
breve estar lejos de querer aguardar aquellos socorros.


En efecto, empezó á maniobrar y girar en torno del Ara-
pil grande en la mañana del 22, ocupando ambos ejércitos
estancias paralelas. Constaba el de los franceses, despues
que se le habia unido Bonnet, de urJOS 47000 hombres:
lo mismo poco mas ó menos el de los auglo- portugueses.
Apoyaba este su derecha en el pueblo de los Arapiles , de-
lante del cual se levantan los dos cerros del propio nombre
ya indicados; y su izquierda en Santa Marta. Afia nzaha
aquel sus mismos y respectivos costados sobre el Tormes
y Santa ;Uaría de la Peüa ; Wellington trajo cerca de si
las fuerzas que había dejado al otro lado del rio , y las co-
locó detrás de Aldea Tejada, al paso tIlle los franceses fa-
vorecidos con la posesión del Arapil grande iban tomando
una posicion oblicua, que á asegurarla, fuera muy molesta
para los aliados en su retirada.


Dióse prisa por tanto \Vellington á emprender t':4:1, y
la comenzó á las diez de la maüana , antes de que los con-


o... trarios pudiesen estorbar semejaut« intento. En {'I andaba,
.; .',~;·:~:-~i_f· .:~ ';,




75
cuando observando las maniobras del enemigo, advirtió
que queriendo l\Iarmont incomodarle y estrecharle más y
más, prolongaba su izquierda demasiadarnente. Entonces
con aquel ojo admirable de la campaña , tan solo dado á
los grandes capitanes, ni un minuto transcurrió entre mo-
verse el enemigo, notar la falta el inglés, y ordenar este
su ataque para no desaprovechar la ocasion que se le pre-
sentaba.


Fué la embestida en la forma siguiente: reforzó We-
Ilington su derecha, y dispuso que la ;)a division bajo del
general Packenham y la caballería del general d'Urbau con
2 escuadrones más, se adelantasen en 4 columnas, y pro-
curasen envolver en las alturas la izquierda del enemigo,
mientras que la brigada de Bradford , las divisiones 5 a y
4 a del cargo de los generales Leith y Cole, y la caballería
de Cotton le acometian por el frente, sostenidas en reserva
por la 6 a división del mando de Clinton, la 7 a de Hope, y
la española regida por don Cárlos de España. Las divisio-
nes 1" Y lijera se alojahan en el ala izquierda, y sonaban
como de respeto. Ademas debia apoyar el general Pack la
izquierdade la 4" rlivision , y arremeter contra el cerro del
Arapil que enseñoreaba el enemigo.


Correspondió el éxito á las buenas disposiciones del ge-
neral aliado. Flanqueó Packenham al francés, y arrolló
cuanto se le puso por delante. Las divisiones inglesas que
atacaron al centro enemigo desalojaron las tropas de este
de una en otra altura, avanzando á punto de amenazar sus
costados. No fué permitido con todo al general Pack apode-
rarse del Arapil grande, aunque le asaltó con el mayor de-
nuedo : solo distrajo la atencion de los que le ocupaban.


En aquella hora, que era la de las cuatro y media de la (;';lIm""
lo::. alíudo-.


tarde, al ver el mariscal J\Iarmont arrollada una de sus alas
y mal parado el centro, se dirigió en persona á restablecer _:_._


.-4;. !3IRLio'i:->.,!(\~l ,~~ ,'é:<~.
t: ·'{,'/;;:,':4'¿}


" -. ( "".,.' )'4:.)
'.,,', . • {<:"~f}
"'~.,'.- '::\l\\j'¡I._Y




74
la batalla; mas su mala estrella se lo impidió, sintiéndose
en el mismo instante herido gravemente en d brazo y cos-
tado derecho: la misma suerte cupo á su segundo el gene-
ral Bonnet, teniendo al cabo que recaer el mando en el
general Clausel. Contratiempos tales influyeron siniestra-
mente en el ánimo de las tropas francesas; sin embargo,
reforzada su izquierda, y señoras todavía las mismas del
Arapil grande, hicieron cejar, muy maltratada, á 1a,1a di-
visión inglesa. lI.elevóla inmediatamente Wellington con
la 6" , é introdujo de nuevo allí buena ordenanza, á punto
que ahuyentó á los franceses de la izquierda, obligándolos
á abandonar el cerro del Arapil. Manteniase no obstante
firme la derecha enemiga, y no abandonó Sil puesto sino á
eso del anochecer. Entonces comenzó á retirarse ordenada-
mente todo el ejército francés por los encinares del Tor-
mes. Persiguióle Wellington algun tanto , si bien no como
quisiera, abrigado aquel de la obscuridad de la noche. Re-
pasaron los enemigos el rio sin tropiezo , y continuaron
los aliados el alcance. Cargaron estos á la retaguardia frau-
cesa el 25, la cual abandonada de su cahalleria , perdió 5
batallones. Los ingleses se pnrnmn después en Peñaranda,
reforzado el enemigo con 1200 caballos procedentes de su
ejército del norte.


Apellidaron los aliados esta batalla la de Salamanca por
haberse dado en las cercanías d(~ aquella ciudad; los fran-
ceses de los Arapiles por los dos cerros que antes hemos
mencionado; cerros famosos en las canciones populares
de aquel país, que recuerdan las glorins de Bernardo del


(' Al'. n. L) Carpio. *
Sangrienta batalla por ambas partes; pues en ella y en


sus inmediatas consecuencias contaron los franceses entre
los heridos á los arriba indicados JUarmont y Bonuet , y en-
tre los muertos á los de la misma clase Perey , Thomieres y




7;)


Desgraviers. AscemUó á mucho su pérdida de oficiales y
soldados, con 2 águilas, 6 banderas y unos 11 cañones:
cerca de 7000 fueron los prisioneros. Costó tarnbien no
poco á los aliados la victoria, y no menos que ti 5520 su-
bieron los muertos y heridos: hubo de estos muchos jefes,
y entre los primeros se contó al general Le Marchant, Don
Carlos de España y don Julian Sanchez tuvieron algunos
hombres fuera de combate; y aunque no tomaron parte
activa en la batalla, por mantenerse de reserva con otras
divisiones del ejército aliado, no por eso dejaron de ejecu-
tar con serenidad y acierto las maniobras que les prescri-
bio el general en jefe.


En recompensa de jornada tan importante, y á propues-
ta de la Recencia del reino, concedieron I:Js Cortes á lord
Wellington la orden del Toison de Oro; regalándole el co-
llar doña :\Iaria Teresa de Borbon , princesa de la Paz, co-
nocida en este tiempo bajo el título de condesa de Chin-
chon ; collar que babia pertenecido á su padre el infante
don Luis, y de que hada don aquella señora á tan ilustre
capitan en prueba del aprecio y admiracíon que le mere-
cian sus altos hechos. Tarnhien recibió lord Wellington del
parlamento británico gracias, mercedes y nuevos honores.


Prosiguieron los franceses S\1 retirada, y se reconcentra-
ron en Tudela y Puente de Duero, á la derecha de este
rio. Fueron tras ellos los ingleses, si bien tenían que parar
su consideracion en el rey José, que con la mayor parte
de su ejército del centro y otras fuerzas se adelantaba por
Castilla la Vieja.


Habia salido de Madrid el 21 de julio, trayendo consigo
mas de 10000 infantes y 2000 caballos. En su número se
contaba la división italiana de Palornbini , procedente de
Aragon. Habíala llamado José para engrosar sus fuerzas, y
en el mismo día ~1 hahia entrado en Madrid. Estaban va


Gracias
t'llIH'edidas ti
w elüugton.


Cuntmúan
retirándoselos


franceses.


Avanza JO!H.~
de Madrid


lÍ Castilla la
Vieju.




'-~ uerrüleros en
Ca,tilla.


G~ (',ierrito
e~pafii.ll


nIjJ(tIll:a varios
puntos.
Toma r.]


1(' Torrlnstllas.


76
el ::!5 los puestos avanzados de este ejéreilo en Blaseo-Nu-
üo , y allí les cogieron los aliados uno" cuantos dt' sus
jinetes con 2 oficiales. Supo José :1 poco la derrota de Sa-
laman ca , y desde la fonda de San Iíafael . en donde se al-
bergaba, tomó el 27 la ruta de Segovia, en cuyo punto
adoptante una estancia oblicua sobre el Eresrna , sin aban-
donar las faldas de las sierras de Guadarrama ni alejarse
mucho de Madrid , conseguia proteger la marcha retrógra-
da de Clausel , amagando el flanco de los ingleses,


No por eso dejó lord Wellington de acosar á sus con-
trarios, obligándolos á continuar su retirada via de Burgos,
y á abandonar á Valladolid. Entró en esta ciudad el general
en jefe ingles el 50 de julio, y acogiéronle los moradores
con júbilo extremado.


Derramados los guerrilleros de Castilla la Vieja en torno
del ejercito británico, ayudaban á molestar al francés en
su retirarla, y el llamado Marquinez cogió el mismo dia 50
en las cercanías de Valladolid unos 500 prisioneros.


Igualmente favoreció los movimientos de lord Welling-
ton el 6° ejercito español, compuesto en su totalidad de
J5500 hombres, entre ellos unos 600 de caballería. Se
adelantó en parte desde el Vierzo aquende los montes, y
bloqueó los puntos de Astorga , Toro y Torrlesillas. En es-
te pueblo abrigábanse fortificados en la iglesia 2JO hom-
bres, que s(\ entregaron el 1) de agosto al brigadier don Fe-
derico Castañon. Se metió al propio tiempo en Espaiia con
la milicia portuguesa de Tras-los-Montes el conde de Ama-
ran te, y coadyuvó al plan general de los aliados cercando
tÍ Zamora.


No hizo en Valladolid larga parada lord Wellingron, ({u('-
riendo impedir la uuion que se auunciaha del ejército ene-
migo de Portugal hácia la parte superior del Duero , con
el otro que mandaba José. Por ('SO dejaudo al cuidado de




77
su centro é izquierda d perseguimiento ue Clausel , movió
el general inglés su derecha á lo largo del Cega, y sentó
sus reales en Cuéllar ello de agosto; dia en que el rey in-
truso, desistiendo de todo otro intento, abandonó á Segovia
pensando solo en recogerse á Madrid..No dudó sin embar-
go Wellington en proseguir inquietándole, porque persua-
dido de que el ejército francés de Portugal maltratado ahora
no podría en algun tiempo empeñarse en nuevas empresas,
resolvió estrechar á José y forzarle á evacuar la capital del
reino, cuya ocupación por las armas aliadas resonaría en
Europa y teudria venturosas resultas.


Con este propósito levantó lord Wellington sus cuarte- Revuelve
Wcllillgton uun-


les de Cuéllar el 6 de agosto; y atravesando por Segovia, tra Jo,".
llegó á San Ildcfonso el 8, en donde hizo alto un dia para
aguardar á que cruzase su ejército las sierras de Guadarra-
ma. Habia dejado en el Duero al salir de Cuéllar la división
del general Clinton, y la brigada de caballería del general
Anson á fin de observar aquella línea. El grueso de su
ejército viniendo la vuelta de Castilla la Nueva pasó sin
tropiezo alguno en los dias 9, 10 Y11 los puertos de Gua-
dnrrama y Navacerrada. El general d'Urban, que precedía neencnentrn


, de :illajadlllJOndil.
á todos con un \:uerpo de caballería portuguesa y alemana
y tropas tijeras, tropezó con 2000 jinetes enemigos, que si
bien al principio hicieron ademan de retirarse, tornaron
en busca de los aliados, á quienes hallaron enfrente de
Majadahomla. Or-leuó d'Urhau el ataque, mas los portu-
gueses aflojaron, dejando en poder del enemigo 3 cañones
y al vizconde de Barbacena, tIlle se portó briosamente. Los
alemanes que estaban formados detrás del mismo pueblo
de :\'Iajadahonda, sirvieron de amparo á los fugitivos y con-
tuvieron á los franceses. Perdieron los aliados 200 infantes
y 120 caballos eu este reencuentro.


\ utes y desde que se susurró entre los parciales del go-




Entr~n
¡O~ aliados en


la (,H¡lilal.


78
Retín"" hierno intruso el progreso de lus inglt~ses y su descenso


José de lludrid.
por las sierras de Guadarrarna , trataron todos de poner en
salvo sus personas y sus intereses. Cualesquiera precaucio-
nes no eran sobradas: los partidarios, que en todos tiempos
batían sin cesar los caminos y sitios cercanos á la capital,
habian acrecido ahora su audacia, y apenas consentían qne
impunemente ningun francés suelto ni aficionado suyo aso-
mase por fuera de sus cercas.


En momento tan crítico renovóse hasta cierto punto el
caso del día de Santa Ana en el año de 180\J. Azorados los
comprometidos con el gobierno intruso acongojáhanse , y
previendo un porvenir desventurado, enfardelaban y se
disponian á ausentarse. Los que les eran opuestos corriau
alborozados las calles, y se agolpaban á las puertas por
donde presumían entrasen los que miraban como liberta-
dores. Llegó el 11 de agosto, y Jase salió de Madrid con
parte de su ejército encaminándose al Tajo: hicieron lo
mismo en la mañana del dia siguiente aun temprano las
fuerzas que quedaban dentro y dernas allegados, dejando
tan solo en el Retiro una guarnicion de 2000 hombres con
el especial objeto de custodiar á los enfermos y heridos.


Dadas las diez y echadas las campanas á vuelo, empeza-
ron poco despues á pisar el suelo de la capital los aliados
y varios jefes de guerrilla, señaladamente entre ellos don
Juan Martín el Empecinado y don Juan Palarea. No tardó
en presentarse por la puerta dc San Viccnte lord \Velling-
ton, á quien salió á recibir el ayuntamiento formado de
nuevo, y le llevó á la casa de la villa, en donde asomándo-
se al balcon acompañado del Empecinado, filé saludado
por la muchedumbre con grandes aclamaciones. Se le hos-
pedó en palacio en alojamiento correspondiente y suntuoso.
Las tropas todas entraron en la capitaI en medio de mu-
chos vivas, habiéndose colgado y adornado las casas como




7~J
por encanto. Obsequiaron los moradores á los nuestros y
:í los aliados con esmero y hasta el punto que lo consentían
las estrecheces y la miseria á que se veían reducidos. Las
aclamaciones no cesaron en muchos dias , y ahrazáhanse
los vecinos linos á otros, gozándose casi todos no menos en
el contentamiento ajeno que en el propio.


Recayó el nombramiento de gobernador de JUadrid en
don Cárlos de Espafia; y el15 por orden de lord Welling-
ton, conforme á lo dispuesto por la Regencia del reino, se
proclamó la Constitucion formada por las Cortes generales
y extraordinarias. Presidieron el acto don Cárlos de España
y don l\1iguel de Alava. El concurso numerosísirno , los
aplausos universales. Se prestó el juramento el14 por par-
roquias, segun lo prevenido en decreto de 18 de marzo del
aüo en que vamos. Los vecinos acudieron con celo vivísimo
{¡ cumplir con este deber, pronunciando dicho juramento en
voz alta, y apresurándose espontáneamente muchos á res-
ponder aun antes que les llegase su turno: considerando en
elite acto no solo la Constitucion en sí misma,sino tambien
y mas particularmente creyendo dar en él una prueba de
adhesion á la causa de la patria y de Sil independencia. Don
Carlos de España y don ~Iigucl de Álava prestaron el jura-
mento en la parroquia de Santa Mana de la Almudena. Lla-
mó el primero la atenciou de los asistentes por los extre-
mos que hizo, y palabras que pronunció en apoyo de la
nueva ley fundamental, qne segun manifestó, queria de-
fender ann á costa de la última gota de su sangre.


A pesar de tales muestras de confianza y júbilo no se
aquietaba Wellington hasta posesionarse del Retiro; y por
tanto le cercó y le empezó á emhestir á las seis de la tarde
del 15. Hahian establecido allí los franceses tres recintos.
El primero ó exterior le componian el palacio, el Museo y
las tapias del mismo jardín con algunas flechas avanzadas


Publicnse J
júrnse


la Cunstitucí ou.


Wellington
ataca el Hetiro.




para flanquear los »proches. For.uaha 1'1 segundo uua linea
de nueve frentes construidos á manera de obras de campa-
üa , con UlI rebcllin ademas y una media luna. Ileduciasr:
el tercero á una estrella de ocho pUBt:1S Ó ángulos que ('.('-
ñia la casa llamada d:, la Chilla, por ser antes fábrica dI-'
este artefacto.


El Retiro, morada antes de placer de algunos reyes
austriacos, especialmente de Felipe IV, (!lH~ se solazaba
allí componiendo obras dramáticas con Calderon y algunos
ingenios de su tiempo; y tarnbieu de Fernando VI y de su
esposa doña Bárbara, muy dada á oir en su espléndido y
ostentoso teatro los dulces acentos de cantores italianos:
este sitio, recuerdo de tan amenas y pacíficas ocupaciones,
hahienrlo cambiado ahora de semblante, y lleuádose dI'
aparato bélico, no experimentó semejante transformacion
sin gran detrimento y menoscabo de las reliquias de bellas
artes que aun.sobrevivían , y la experimentó hien inútil-
mente, si hubo el propósito de que allí se hiciese defensa
algo duradera.


Lt, lo""" Porque en la misma tarde del 15 que fue acometida la
fortaleza, arrojó el geueral Packenham los puestos enerni-
gos del Prado y de todo el recinto exterior, peuetrando en
el Iletiro por las tapias que caen al jardin J~otúnico, y por
las tiue dan enfrente de la plaza de Toros junto á la lmer-
ta de Alcalá. Y en la mañana del H, al ir á atacar el mis-
mo general el segundo recinto, sp rindió á partido el go·
hernadar , que lo era el coronel Lefond. Tan corta fu!" la
rosisteucia , bien que no permitía otra cosa la naturaleza de
las obras, suficientes para libertar aquel paraje de un reha-
te de guerrillas, pero no para sostener un asedio formal.
Concediéronse á los prisioneros los honores de la guerra, y
quedaron eu poder de los aliados, contando tarnhieu em-
pleados y eufermos , 7,:;06 hombres. Adema;;; 189 piezas t\('




81
artillerta , 2000 fusiles, y almacenes cousiderahles de mu-
nicione sde boca y guerra.


Para calmar los ánimos de los comprometidos con José
residenles todavía en lUadrid , y atraer á nuestras banderas
ú los alistados en su servicio, 6 sean jurados, como los
apellidaban, dió el general Alava una proclama concebida
en términos conciliadores. Su publicacion produjo buen
efecto, y tal, que en pocas horas se presentaron á las au-
toridades legitimas mas de 800 soldados y oficiales. Sin
embargo las pasiones que reinaban, y sobre todo la ene·
mistad y el encono contra la parcialidad de José de los que
antes se consideraban oprimidos bajo su yugo, fueron cau-
sa de que se motejase de lene y aun de impolítica la COII-
ducta del general Álava. Achaque comun eu semejantes
crisis, y en donde tienen poca cabida las decisiones de 1:1
fria razon , y sí mucho séquito las que sugieren propias
ofensas, ó irritantes y recientes memorias. Subieron las
quejas hasta las Córl(~s mismas, y costó bastante á los que
solo apctecian indulgencia y concordia, evitar que se des-
aprobase el acertado y tolerante proceder de aquel general.


Otro rumbo siguió don Carlos de España, Inclinado :í
escudriñar vidas pasadas, y á molestar al caido , de condi-
cion en todos tiempos perseguidora, tomó determinaciones
inadecuadas y aun violentas, publicando un edicto en el
que, teniéndose poca cuenta con la desgracia, se ordena-
han malos tratamientos con palabras irónicas, y se traslu-
cían V(~lIg:lllzas. Desacuerdo mllY vituperahle ell una auto-
ridad suprema, la cual, sobreponiéndose al furor ciego y
mornentáueo de los partidos , conviene que solo escuche
al interés bien ententlido y permanente del estado, y que
exprese SIlS pcnsarnieutos en lenguaje desapasionado y
(liguo. EH don Carlos de Espaíla graduóse tal porte hasta
de culpable , ¡Wl' untarse en sus actos propeusion codiciosa,


'1'U31. IV. tj


j1r oc1aIll:t
. di'!


general Alan.


IIp[il'('heilsiblc
porl!'


n..e non C;írIo~
dc Lspuúa,




Otl'a~ medidas
11c~tleerl.aJ.a:'.


~::2
1Il' IJIH' dió en hreve pruebas palpahle- , apropiándose ha-
beres ajenos atropellada y descaradamente.


i\hogaron }llles en gran manera el gozo de los madrile-
ños semejantes procedimientos. Tamhieu el no sentir in-
mediato alivio en la miseria y males que los abrumaban,
habiendo confiado sucedería así luego que se ah-jase el
enemigo y se restableciese la autoridad legítima. Esperan-
zas que consolando en la desdicha, cási nunca se realizan,
porqlle en los tránsitos y cambios de las Ilaciones, ni ('s
dable tornar :í lo pasado, ni subsanar cumplidamente los
daños padecidos , como tampoco premiar los servicios q1H~
(~ada cual alega, :í veces ciertos, ~I veces fingidos ti exage-
rados.


Destemplaron asimismo la alegria varias medidas de la
ltegeneia y de las Cortes. Tales fueron las decretadas sobre
empleados y sus purificaciones, de qlie hablaremos en otro
lugar. Tales igualmente las que se publicaron acerca de las
monedas de Francia introducidas en el reino, y de las acu-
üadas dentro de el con el busto del intruso. Tuvieron ori-
gen las resoluciones sobre esta materia en el año de I~08
á la propia sazon que invadieron nuestro territorio las tro-
pas francesas; pues sus jefes, solicitando entonces que sus
monedas circulasen con igual ventaja que las españolas,
consiguieron se nombrase una cornision mixta de ensaya-
dores naturales y extranjeros, cuyos individuos, parciales
!Í temerosos, formaron una tarifa en gran menoscabo de
nuestros intereses, * la cual mereció la aprobacion del Con-
sejo de Castilla, amedrentado ó con poco conocimiento de
la materia.


No es dado afirmar si esta comision verificó los debidos
ensayes de las monedas respectivas , ni tampoco si se vio
asistida de los conocimientos necesarios acerca de la ley
metálica !Í grado de fino y del peso legal, COI1 otras cir-




83
eunstaucias que PS menester concurran para determinar el
nerdadero valor intrínseco de las monedas. Pero parece
fuera de duda IflIe tomó por base genera! de la reducciou
ol valor que correspnndia entonces legalmente al peso fuer-
te de plata reducido á francos, sin tener cuenta con el re-
medio ó tolerancia que se concedía en su ley y peso, ni
con el desgaste que resulta del uso. Así evaluáhase la pieza
de ~; francos en 18 reales 2.) rnaravedises , ~'-j*, y el escu-
do de 6 libras tornesas en 22 reales y 8 maravedises.


En el oro la diferencia fué mas leve, habiéndoselo dado
al napoleón de 20 francos el valor de n, reales, y al luis
de oro de 2í libras tornesas el de 88 reales y 52 marave-
dises: consistió esto en no haber tenido presente la comí-
sion de ensayadores , entre otras cosas, la razon diversa
que guardan ambos metales en las dos naciones; pues en
España se estima ser diez y seis veces mayor el valor no-
minal del oro, cuando en Francia no llega ni á quince y
medio.


Sigllióse de esta tarifa en adelante para los españoles en
las monedas de plata un quebranto de 9 y 11 por 100, Y
en las de oro de t y 2 por 100: de manera que en las pro-
vincias ocupadas apenas circulaba mas cuño que el extrau-
Jero.


Los daños que de elio se originaron , junto con la aver-
sion que hahia á todo lo que emanaba del invasor, motiva-
ron dos órdenes fechas, una en 4 de abril de HH1, Yotra
en 113 de julio de 1812. Dirigiese la primera á prohibir el
curso de las piezas acuüadns en España con busto de José,
previniéndose á los tenedores las llevasen á la casa de la mo-
n-da , en donde reeihirian su justo valor en otras legales y
permitidas. Encaminábase la segunda, ó sea la circular de
l¡';U, ;í igual prohibicion respecto de la rnoneda.francesa,
pSllCeifidntlose lo que en las tesorerías se había de dar en




íH
cambio; ú cuyo tiu S(~ acourpaüaha una tarifa apreciativa
del valor intrínseco de dicha moneda, y por tanto bastan-
te diverso del que calcularon en 1808 los eusayadores nom-
brados al intento. Este trabajo, aunque imperfecto, se
aproximaba á la verdad, en especial respecto de las piezas
de i.í francos, si bien no tanto en lOS escudos de 6 libras,
y menos todavía en las monedas de oro.


La prohibicion de las fabricadas con busto (11'! rey in-
truso no tuvo 011'0 fundamento sino odios políticos ó preci-
pitada irreflexion,pues sabido ('5 que se acuüahan los pesos
fuertes de José con el mismo peso y l('y que los proceden-
tes de América: debiendo también Botarse que en Francia
se estiman los primeros, aun mas desde que el arte per-
feccionado de la afínacion ha descubierto en ellos mayor
porcion de oro que en los antiguos, hahicndo sido común-
mente fabricados los modernos (IPI tiempo (le la invasiou
con bajillas y alhajas de iglesia, en qlW entraba casi sicm-
pre plata sobredorada.


Estas dos providencias, tan poco meditadas como lo ha-
bia sido la tarifa de 1808, excitaron clamor general, lo
mismo en Madrid que en los domas puntos á medida que
se evacuaban, por el quebranto insinuado arriba que de
súbito resultó, mayormente pesando las pérdidas sobre


(' Ap. n. J) los particulares, y no sobre el erario, y alterándose * re-
pentinamente por sus disposiciones el valor de las cosas.
En muchos parajes suspendieron sus efectos las autorida-
des locales, y representaron al gobierno legítimo, el cual


c· .\¡l. n, :s .) á 10 último, aunque lentamente, pues no lo verificó * has-
ta el setiembre de 1815, mandó que por entonces se per-
mitiese la circulacion de la moneda del rey intruso acuñada
en Espaüa , y tamhien la del imperio francés , arreglándose
cási en un todo á la tarifa de 1808, perjudicialísima esta
en si misma. mas de dif1(~il deroguciou en tanto que no




\llllJl(lonnll
('1 Ta.l(1


10:-; frUIH'(,~fjS
(lel cc'nl ro,


y ~e (liri~¡'I¡ ¡.i
\-alencia.


fuese el erario, y 110 ¡q~ p:¡rI¡i:lIlnl't'~, d I!iW ~op()rtas(' la
perdida Ó diferencia que e1:j~.tia entre el valor real ó iu-
trínscco ue la circular de 1812, Yel supuesto de la tarifa
ue 18m;,


Habiendo tardado algun tiempo en efectuarse la SUSPCIl-
sion , aun por las antorirlades locales , de las órdenes de
1811 y 1812, el trastorno que rilas cansaron Iué notable
y mucha la desazón , encareciéndose los víveres en lugar de
aharatarse , y acreciéndose por de pronto el dalla con las
especulaciones lucrosas (\ inevitables de algunos trajineros
y comerciantes. ¡\sí que necesidad huho del odio profundo
que se abrigaba en cási todos los corazones contra el ex-
tranjero, y tamhien de que prosiguiesen cogiendo laureles
las armas aliadas, para que no se entibiasen los morado-
res de los pueblos, ahora libres, en favor de la buena
cansa.


A. dicha continuaron succdiéudose faustos acnntecimien- 1'el""
• l' • -, .• Id Ernp(~cinado ;.i


tos al rededor y aun 11'.108 de la capital. En Guadalajara ';u,,!lalajal'a.
700 ft HOO hornhres que guaruecian la ciudad á las órdenes
del general Preux , antiguo oficial suizo al servicio de Es-
paüa , se riudierun el 16 de este agosto á don .J uan Martín
el Empecinado. Desconfiado l'reux {t causa de su anterior
conducta, qneria capilu!;¡r solo con lord Welliugton, mas
este le advirtió que si no sr cutregaba Ú las tropas espaüo-
las que le cercaban, le haria pasa!' {, cuchillo COII toda la
guarnIclon.


Fueron evacuando los franceses la orilla derecha del Ta-
jo, y uniéndose sus destacamentos al cuerpo principal (k
SI.l ejército del centro, que proseguía retirándose vía de
Valencia. Salieron de Toledo el dia 14, en donde entró
muy luego la partida del Abuelo , recibida con repique g(~-
ueral de carnpauas , iluminaciones y otros regocijos. Por
todas partes destruía 1,1 enemigo J::¡ artilleria y las muni-




Tr:llJnjos
que fllvit'l'CJll en


el r amiuu.


Alglln()~ ~IIC(~SOS
P!1 C'i!'-lilia
In \ il'ja.


la gllCll'niclon
de .\st()r~'H


se en lrr;:l;a 'i¡ los
e:'l'cu1u!cs.


86
ciones qne no podía llevar consigo, y daba indicio de aban-
donar para siempre, ó á 10 menos por largo tiempo, las
provincias de Castilla la Nueva. En su tránsito á Valencia
encontraron José y los suyos tropiezos y muchas incomo-
didades, escascándoles los víveres y sobre todo el agua,
por haber los naturales cegado los pozos y destruido las
fuentes en cási todos los pueblos, que tal era su enemistad
y encono contra la dominaeion extraña. Padecieron mas
que todos los comprometidos con el intruso y sus desgra-
ciadas familias, pues huho ocasión en que no tuvieron ni
siquiera una sed de agua que llevar á la haca, segun acon-
teció al terrible ministre de policía don Pablo Arribas.


En Castilla la Vieja viendo los enemigos la suerte que
habia cabido á su guarnicion de Tordesillas , y temerosos
de que acaeciera otro tanto á las ya bloqueadas de Zamo-
ra, Toro y Astotga , destacaron del ejército suyo, llamado
de Portugal, 6000 infantes y 1S00 caballos á las órdenes
del general Foy , para que aprovechándose del respiro que
les daba el ejército aliado en su excursión sobre Madrid,
Ii'iertasen las tropas encerradas en aquellos puntos. Consi-
glliéronio con las de Toro, alejándose los españoles que
bloqueaban la ciudad. J\"o fueron tan dichosos en Astorga,
adonde se dirigió Foy engrosado en el camino con otro
cuerpo de igual fuerza al que llevaba. 300 de sus jinetes se
adelantaron á las cercanías, mas la guarnicion, compuesta
de 1200 hombres y mandada por el general Ilemoud , se
había rendido el 18 de agosto en cousecueucia de las repe-
tidas y maüosas intimaciones del coronel don Pascual En-
rile, ayudante general del estado mayor del 6 o ejército.


Recibió Foy tan sensible nueva en la Bañeza, y no pa-
samio adelante se enderezó hacia Carvajales con intento de
sorprender al conde de Amarante, que, habiendo levantado
el bloqueo de Zarnora , tomaba :í su provincia de Tras-los




íJ.,7


:ilolltc~. Se l~ Irustrn d t!ulpl' jJroycdado al general írau-
Cl'S, quien tuvo qll(~ contentarse con I'f~coger el 29 la guar-
nicion de aquella plaza, no habiendo llenado sino á medias
el ohjeto de su expedicion.


Ni dejaron tampoco de inquietar al enemigo por el pro-
pio tiempo Jos diferentes cuerpos de que se cornpouia el
7 o ejército, y que ascendian á unos 12000 infantes y 11500
caballos, ayudados en las costas de Cantahria por las Iuer-
zas marítimas inglesas. Colocóse don Juan Diaz Portier
en tre Torrelavega y Santander, y ejecutando diversas rna-
uiohras rlisponiase á atacar esta ciudad cuando los enemi-
gos la evacuaren, como también toda aquella costa, ex-
cepto el punto de Santona. Portier entró en Santander el
'Z de agosto, y allí proclamó con pompa la Constitnciou,
haciendo el saludo correspondiente por tan fausto !II0tiHI
los buques británicos fondeados ('11 el puerto.


Avanzó Porlier en seguida :í Vizcaya, euya capital Bil-
hao habían desamparado los enemigos en los primeros dias
de ngosto. Ileunido allí con don Gabriel de IIIcndizáhal,
general en jefe del 7" ejército , y con don Mariano lleno-
vales que mandaba la fuerza levantada por el señorio , s(~
apostaron juntos en el punto llamado de Bolueta , para Ita-
cer rostro al francés, que engrosado revolvía sobre la vill«
de Bilbao. Le rechazaron los nuestros cornpletamente d j;j
y 14 del mismo agosto. El 21 insistieron los enemigos J'(~­
gidos por el general Houget en igual propósito, mas uo
con mayor ventura; teniendo al fin qne acudir en persoi¡a
el general Caífarelli para penetrar en aquella villa, ('OUIO
10 verificó el dia '::!8. Pero siendo el principal objeto de los
franceses socorrer y avituallar ú Santoüa , Juego que lo
consuruieron , abandonaron otra vez á Bilbao el \/ de :<('
ticmhre. Entonces celehráronse allí grandes Iestejos , se
presento la junta diputarían, y eouvocandos« la l-!C'[lí~l'al.


C'Jl"'l'cill! 1';';-
P:1I1ol.


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111:0; fl'aIlCl~~('''
:i SiJ/llululcl'.


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1'11 \[:1.1'01)';1,




~8
se instaló esta el 16 de octubre presidida por don Gabriel
d2 Mendizába! , se publicó la Constitueinn , y conforme ;í
ella, despues de haber examinado dicha junta el estado de
armamento y defensa de la provincia. hicieron sus indivi-
duos dejación de sus cargos , para quc los habitantes usa-
sen á Sil arbitrio de los lluevas derechos 'lile les competian.


A poco depositaron la confianza en don Gabriel de Men-
dizáhal , á fin de que indicase fas individuos filie juzgase
IlUlS dignos de componer la nueva diputacion , recayendo
el nombramiento en las mismas personas que designó aquel
general. Luidos todos, continuaron haciéndose notables
esfuerzos en los meses que restaban de 1812, con deseo de
inquietar al enemigo , y poner en mas orden la tropa alis-
tada y la cxaccion de arbitrios. Longa , dependiente de este
distrito, coadyuvó á estos fines molestando á los france-
ses, señaladamente en un encuentro que tuvo en e! valle
de Sedano al acabar noviembre, en donde sorprendió al
general Fromaut, matándole :í él Y ú mucha gente suya, y
cogiéndole bastantes prisioneros. Después ataco ú los que
ocupaban las Salinas de AiHma, y les tomó el punto y 250
hombres, habiendo tarnhien destruido los I'llerl('s de Nan-
ciares y Armiñou , que abandonó el enemigo. No bastaron
sin embargo tales conatos para impedir que al cerrar del
aiio , el mismo 51 de diciembre, ocupasen nuevamente los
franceses la villa de Bilbao. Contratiempo que era de temer
sobreviniera por la situación topográfica de aquellas pro-
vincias aledañas de Francia, y de couservacion iudispcnsa-
ble para el enemigo, en tanto qlle permanecieron sus tro-
pas en Castilla; pero que compensó grandemente la suerte
en el año inmediato de 1815, en que amanecieron días
prósperos para el afianzamiento de la independencia pe-
ninsular.


Salió lord Wellington de Madrid cl í o de setiembre, ha-




hiendo alcanzarlo con la loma de la capital dar aliento á Sale WellingUlI!
de Jlndl'id


los defensores de la patria, libertar varias provincias. y y pasu ;i. Ca,[illa
• la' ICJa.


mas que todo producir en la Europa entera una impresion
propicia en favor de la buena causa. Para aüadir otras ven-
tajas á las ya conseguidas, pensó en continuar la guerra
sin dar descanso al enemigo, y mandó que el! Arévalo se
juntasen en su mayor parle las fuerzas aliadas.


Allí le dejaremos ahora l'ara volver los ojos á las Anda- 5[11"'505
ru .vndulucta.


lucías. La victoria de Salamanca, la entrada de los aliados
en Madrid , el impulso qlle por todas partes recibió la opi-
nion, y la necesidad de reconcentrar el enemigo sus di-
versos CIIerpos, eran sucesos que naturalmente habían de
ocasional' prontas y favorables resultas en aquellas provin-
cias : mayormente desamparadas las de Castilla la Nueva y
recogido á Valencia José y Sil ejército del centro; movimien-
to que embarazaba la correspondencia con los franceses
del mediodia , (í permitía solo comunicaciones tardías é in-
ciertas.


Nada digno de referirse habia ocurrido en las Andalucías
desde la acciou de Bóruos, ni por la parte de la sierra de
Honda, ni tampoco por la de Extrernadnrn, La expedicion
que el general Cruz l\Iourgeon hahia llevado en auxilio d('
don Francisco Ballesteros, despues de volver á la Isla de
Leon , y de hacer un nuevo desembarco y amngo en Tarifa,
tornó á Cádiz por última vez en los primeros díasde agosto;
y rehecha y aumentada se envió á las órdenes del mismo
general Cruz al condado de Nicbla , tomando tierra en
Iluelva en los días 11 y 15 del propio mes.


Por su lnrlo lord mil dpspues de su excursion al Tajo,
en que hahia tomado Jos fuertes de Napoleon y Itagusa,
permanecía en la parte meridional de Extrernadura con
las fuerzas anglo-portuguesas de su mando, y asistido del
;;0 ejército español, no muy numeroso. Observaban allí




unos y otros los movimientos del cuerpo que regía PI getll'-
ral Drouet. Mas ahora tratóse de maniobrar de modo que
hostilizasen al marisca! Sonlt y á los cuerpos dependientes
de su mando las tropas aliadas que andaban en su torno,
y las obligasen á acelerar la evacuacion de las Andalucías,
cuya posesión no podía el enemigo mantener largo tiempo,
después de lo ocurrido en las Castillas durante los meses
de julio y agosto.


L(',anlan Dieron los franceses muestras claras de tales intentos,
lo:', r'ranct'sc~


f'I sit!o de Cáliz. cuando sin aguardar á que los acometiesen comenzaron á
levantar el sitio de la Isla gaditana el 24 de agosto de este
año de 1812; quedando enteramente libre y despejada la
línea en el día 2;), despues de haberla ocupado los enerni-
por espacio de mas de dos años y medio. Las noches ante-
riores , y en particular la víspera, arrojaron los franceses
bastantes bombas á la plaza; y aumentando sobremanera
la carga de los cañones , y poniendo á veces en contacto
unas bocas con otras, reventaron y se destrozaron muchas
piezas de las 600 que se contaban entre Chiclana y Rota.


Repique general de campanas, cohetes, luminarias, todo
linaje en fin de festejos análogos á tan venturoso suceso,
anunciaron el contentamiento y universal alborozo de la
poblacion. Las Cortes interrumpieron sus tareas, suspen-
diendo la sesiou de aquel dia : y los vecinos y forasteros
residentes en Cádiz salieron de tropel fuera del recinto
para eX3111in3r por sí propios los trabajos del enemigo, y
gozar libremente de 13 apacible vista y saludable temple
del campo, de qne hablan estado privados por tanto tiem-
po. Distraccion del ánimo inocente y pura, que consolaba
de males pasados, y disponia á sobrellevar los que encer-
rase la inconstante fortuna en su porvenir ohscuro,


En los mismos dias que los enemigoslevantaron el sitio
de Cádiz, ahandonarou también lospuntos que glwrdabalt




en las márgenes del Guadalete y serranía de Honda, cla-
valido por todas partes la artillería, y destruyendo cuanto
pudieron de pertrechos y ruuuiciones de guerra. Cogieron
siu embargo los españoles una parte de ellos, como tarn-
hieu 50 harcas cañoneras flue quedaron intactas delante de
la linea de Cádiz.


Llano era que tí semejan tes movimientos se seguiría la
«vaeuacion de Sevilla. Impelió igualmente á que se verifi-
case la marcha que sobre aquella dudad emprendió el ge-
neral Cruz Mourgeon , conforme á la resolucion tomada
de molestar al mariscal Soult. Le sostenía y ayudaba en es-
la operacion el coronel Skcrret con fuerza británica. Los
franceses se hahian retirado del condado de Niebla á media-
dos de agosto, despues de haber volado el castillo de la
villa del mismo nornhre , dejando solo de ohservacion en
Sanlúcar la Mayor unos .~OO á 600 hombres infantes y ji-
uetes. Los dos jefes aliados trataron de aproximarse á Sevi-
lla, y creyendo ser paso previo atacar ú los últimos, lo
verificaron arrojándolos de allí con pérdida. En seguida
reconcentraron los nuestros sus fuerzas en aquel pueblo,
y les sirvió de estímulo para avanzar el saber que Soult
desarnparaha ü Sevilla con cási toda su gente.


Ilahíalo en efecto verificado á las doce de la noche del 9.7,
dejando solo en la ciudad parte de su retaguardia, que no
dehia salir hasta las cuarenta y ocho horas despues. Léjos
estaban de recelar los enemigos un pronto avance de nues-
tras tropas, y por tanto continuaron ocupando sosegada-
mente las alturas que se dilatan desde Tornarcs hasta Santa
Brígida , en donde tenían un reducto. El general Cruz
ilIourgeon destacando algunas gucrrillas que cubriesen sus
flancos se adelantó á Castilleja de la Cuesta, en cuyos in-
mediatos olivares se alojaban los enemigos, teniendo linos
40 hombres en Santa Brígida sin artillería por haberla sa-


~]arclta de
Cruz l-Iolu'i!l'on


subn: Se\ illa.


Evacua Soult
¡j S"Y¡Ila.,




Arremete
Cruz lHonrgeon


en TriaDa
('{)nlra


la rel<lglwn1l1
Ir.iuct.sa.


~) :?


cado en los días anteriores. Acometieron los nuestros con
hrio á sus contrarios y los desalojaron de los olivares, ohli-
gándolos (¡ precipitarse al llano. Protegia á los franceses su
caballería; pefl) estrechada esta por los jinetes espaiíoles,
abandonó á los infantes , que se vieron perseguidos por
nuestra vanguardia al mando del escocés don Juan Downie,
quien hahia levantado una legion que se apellidaba dIO Les-
les extremeños, vestida á la antigua usanza; servicio qlle
dió ocasion á que la marquesa de la Conquista, descendiente
de Francisco Pizarra, ciñese al don Juan la espada de
aquel ilustre guerrero, que se conservaba aun en la fa-
milia.


Al propio tiempo se atacó el reducto, pero malograda-
mente; hasta que vieron los que le guarnecian ser imposible
su salida, é inútil resistencia mas prolongada. El gen~l'al
Cruz queriendo tamhien aprovecharse de la ventaja ya con-
seguida en los olivares de Castilleja , destacó algunos cuer-
pos para qlle yendo por la derecha, camino de San Juan
de Alfarache, se interpusiesen entre los enemigos y el puen-
te de Triana , á fin de evitar la rotura ó quema de este;
cosa hacedera siendo de barcas. ~Ias !lO purándose la van-
guardia española ni el coronel Skerret en perseguimiento
de los franceses, impidieron que se realizaseaquella manio-
bra, pues cerraron de cerca por el camino real no solo á
las fuerzas rechazadas de Castilleja , sino tambien :i todas
las que el enemigo allí reunia , las cuales fueron replegán-
dose en 7J columnas con 5:1 piezas de artillería y 200 caba-
1I0s, y se apostaron teniendo á su derecha el rio y Ú sus
espaldas el arrabal de Triana. i\Iotivo por el que resolvió
Cruz Mourgeon, consultando al tiempo, que don José Can-
terne en vez de sostener con la cahallcria, como hahia pen-
sado , los cuerpos de In derecha, ayudase el ataque que
daban Downie y Skerret, verificándolo con tal dieha , que




Gil llegada deeidiú la completa retirada del enemigo de la
llanura que todavía ocupaba.


Avanzaron los aliados y se metieron en Triana , ernpe- nowme.
liándose reciamente el combate en la cabeza del puente.
Quien mas se arriscó Iué Downie con su legion : dos veces
le rechazaron , y dos le hirieron; á la tercera arremetiendo
cási solo, saltó á caballo por uno de los huecos que los
franceses hahian practicado en una parte del puente qui-
tando las tablas traviesas, y fué derribado, herido nueva-
mente en la mejilla y en un ojo, y hecho prisionero. Con-
servósin embargo bastante presencia de ánimo para arrojar
á Sil gente la espada de Pizarra, logrando así que no sir-
viese de glorioso trofeo á los enemigos.


Estos, aunque ufanos de haber cogido á Downie , vién- Enlr"
Cruz ('11 Serill,'1.


dese batidos por nuestra artillería colocada en el rnalecou
de Triana, y atacados por nuestras tropas ligeras, que cru-
zaron el puente por las vigas, ni pudieron acabar de cortar
este, ni les quedó mas arbitrio que meterse en la ciudad
cerrando la puerta del Arenal. Pero habilitado sin tardanza
el puente con tablones que pusieron los vecinos, fuéles
permitido á tollas las tropas aliadas ir pasando el rio con
celeridad, infundiendo así aliento ú las guerrillas que iban
delante y á los moradores. Pronto se vieron felices resultas,
pues abierta la puerta del Arenal sin que los enemigos lo
notasen, echadas á vuelo las campanas, colgadas muchas
casas, y siendo universal el júbilo y la algazara, rnetiéronse
los nuestros por las calles, y subió ú tanto grado el atur-
dimiento de los franceses y Sil espanto, que á pesar de los
esfuerzos de sus generales, empezaron los soldados á huir
hasta el punto de arrojar algunos las armas, teniendo to-
dos al fin que salir por la puerta Nueva y la de Carrnona con
direccion ú Alcalú, abandonando 2 piezas, muchos equipa-
jes, rico hotiu , caballos, y perdiendo 200 prisioneros. En




~i;J:w' ~ol!l¡ su
1'I'lil'illl¡l


h:í:::iil ?lYlIrcin.


Ballesteros.


Hcencuentrns
de este.


desquite llevúrouse cousigu ;i Downie gran trecho ; y sula
le dejaron libre, aunque mal par!1I10, ;j unas cuantas leguas
de Sevilla.


No persiguieron los nuestros á los franceses en la retira-
da, observándolos tan solo de léjos la caballería. Cruz
Mourgeou se detuvo en la ciudad, donde se publicó la
Constitucion el 29 de agosto, dos dias después de la entrada
de los aliados. Se celebró el acto en la plaza de San Fran-
cisco, acompañado de las mismas fiestas y alegría que cn
las dornas partes.


Continuó el mariscal Soult su marcha, obligado á estar
siempre en vela por la aversiou que le tenian los p ueblos, y
por atender á los movimientos de don Francisco Balleste-
ros, que desembocando de la serranía de Ronda, le amaga-
ba continuamente, engrosado algun tanto con 5 regimien-
tos que de la Isla de Leon destacó la Regencia bajo el mando
de don Joaquín Virués.


En el tiempo que promedió desde la funesta accion de
Bórnos hasta la evacuacion de Sevilla, 110 dejó Ballesteros
de molestar al enemigo, ya amenazando á IHálaga aunque
irreflexivarnente , ya entrando eu Osuna con la dicha de sor-
prender á su gobernador y de coger un convoy, ya en fin
distrayendo la atencion de los franceses de varios modos.
BIas ahora, no siéndole tampoco dado atacar ú Soult de frente
á causa de la superioridad de las fuerzas de este, se limitó
para incomodarle á ejecutar maniobras de flanco, amparado
de las breñas y pintorescas rocas de la sierra de Torcal. Aco-
metió el ;) de setiembre en Antequera á la retaguardia fran-
cesa mandada por el general Semelé, y la acosó tomándole
algunos prisioneros, bagajes y 5 cañones, Lo mismo repitió
al amanecer del f en Laja, apretando de cerca los españo-
les á sus contrarios hasta Santa Fé.


Permaneció el mariscal Soult algunos rlias en Granada,




donde se le juutarou varios destacameutos (lile Iuerou su- Drlleí
uhandona la


cesivarnente evacuando los pueblos y ciudades de aquella Exircmadura.
parte, entre ellas Málaga, que habia sido abandonada en
los últimos dias de agosto después de haher volado el cas-
tillo de Gibralfaro, Dió tambien con eso lugar á que se le
aproximase el ;)0 cuerpo francés á las órdenes del general
Urouet, conde d'Erlon; quien acantonado en Extremadura
hácia Llerena, se había mantenido allí desde mayo sin ser
incomodado por Ilill ni por los españoles, Así lo habia que-
rido lord Wellingtou, temeroso de algun desrnan que com-
prometiese sus operaciones de Castilla la Vieja, de cnya
resolucion no se apartó hasta que yendo de ventura en
ventura, y habiéudose dispuesto, segun insinuamos, á hos-
tilizar á Soult y cuerpos dependientes de su mando, reci-
bió órden Hill de coadyuvar á este plan: por lo cual, al
paso que Cruz y Skerret se movieron la vuelta de Sevilla,
marchó Lambien aquel general inglés sobre Llerena el 29 see· (!:rjigc i.por DI'( ¡¡11ft:
de agosto, formado en 4 columnas, con ánimo de espantar Granada.
á Drouet de aquellos lugares; mas llegó cuando los france-
ses habían ya levantado el campo, y se retiraban por Azua-
ga camino de Córdoha. Desistió Ilill de ir tras ellos; y con-
forme á instrucciones de lord 'Vellington se enderezó al
Tajo acompañado de las divisiones espaüolas de Morillo y
de Penue Villemur, para obrar de concierto con las dernas
tropas británicas, ya á la sazon en Castilla la Nueva.


Dejósele pues á Drouet continuar tranquilamente Sil mar- Vo trns .'1
1 ... f' .1 h 1I f eu nbserv acione la , v 11l SIqUiera ue rastreando Sil ue a otra uerza que PI coronel
oJ, Schellcler.


un corto trozo de caballena que el general español Penne
Villemur destacó á las órdenes del coronel alcman Schepe-
ler, de quien hablamos con ocasion de la batalla de la AI-
buera. Desempeñó tan distinguido oficial cumplidamente
Sil encargo, empleando el ardid y la maña á falta de otros
medios lilas poderosos y eficaces. Hepteg;IlJasl' el t~Hl'l1Jjgll




K':ntl'aSchcpclcr
en Córtlo)¡a.


~Hj
lentamente, como que no era iucomodado , conservando
todavía cerca del antiguo Castel de Belmez, ahora fortale-
cido, una retaguardia. Deseoso el coronel Schepeler de
aventarle , y careciendo de fuerzas suficientes, envió de
echadizos á unos franceses que sobornó, los cuales con fa-
cilidad persuadieron á sus compatriotas ser tropas de Ilill
las que se acercaban, resolviendo Drouet en su consecuen-
cia destruir las fortificaciones de llelrnez el 31 de agosto, y
no detenerse ya hasta entrar en Córdoba. Schepeler avanzó
con su pequeña columna, y desparramándola en destaca-
mentos por las alturas de Campillo y salidas de la sierra,
cuyas faldas descienden hacia el Guadalquivir, ayudado
tambien de los paisanos, hizo fuegos y ahumadas durante
la noche y el dia en aquellas cumbres, corno si viniesen
sobre Córdoba fuerzas considerables, apariencias que sir-
vieron de apoyo á las engañosas noticias de los espías. No
tardó el enemigo en disponer su marcha, y á la una de la
madrugada del 5 de setiembre tocó generala, desamparan-
do los muros de Córdoba al apuntar del alba. Tomaron sus
huestes el camino del puente de Alcolea, yendo formadas
en 5 columnas. Otros ardides continuo empleando Sche-
peler para alucinar á sus contrarios, y el mismo día ;) por
la tarde se presentó delante de la ciudad, cuyas puertas
halló cerradas, temerosos algunos vecinos de las guerrillas
y sus tropelías. Pero cerciorados muy luego de que eran
tropas del ejército las que llegaban , todos , hasta los mas
tímidos, levantaron la voz para que se abriesen las puer-
tas; y franqueadas, penetró Schepeler por las calles, siendo
llevado en triunfo y como en vilo hasta las casas consisto-
riales COII aclamacion universal, y gritando los moradores:
i yasolllos libres! En el arrobamiento que se apoderó del
corone! con tan entusiasmada acogida, Iigurósele , segun
nos ha contado él mismo , que renacian los tiempos dI' los




\.tí
Urneyas , y que volvía victorioso :í Córdoba el inveucihl« *
Alrnanzor después de haber dado feliz remate :í alguna de
sus muchas campañas , tan decantadas y aplaudidas por los
ingenios y poetas árabes de aquella era: similitud no muy
exacta, y vuelo harto remontado de la fantasía del coronel
alernan , hombre por otra parte respetable y digno.


Mas á pesar de su triunfo se vió este! angustiado no asís-
riéndole las fuerzas qne se imaginaban en la ciudad, y
manteuiéndose toda da no muy lejos el general Drouet.
Aumentó su desasosiego la llegada de don Pedro Echavarn.
quien valido del favor popular de que gozaba en aquella
provincia, hahia acudido alli al saber la evacuación de Cór
<loba. Hombre ignorante el don Pedro y atropellarlo quiso,
arrogándose el mando, hacer pesquisas, y ejecutar encar-
celamientos , procurando cautivar aun mas la aficiou que
ya le tenia el vulgo con actos de devocion exagerada. COll-
tuvo Schepeler al principio tales dernasias; mas no despues,
siendo nombrado Echavarri por la II.egencia cornaudau t~,
g(~tleral de Córdoba; merced que alcanzó por amistades
particulares, y por haher lisonjeado las pasiones del dia,
ya persiguiendo ~í los verdaderos ó supuestos partidarios
del gobiemo intruso, ya publicando pomposamente la
Constitucion : pues este general adulaha bajarnente al po-
der cuando le creía afianzado, y se gallardeaba en el ahuso
brutal y crudo de la autoridad siempre que la ejercia COII-
tra el flaco y desvalido.


AIortunadamente no le era dado á Drouet, á pesar de
constarle las pocas fuerzas nuestras que habia en Cordoha
y de los desvarlos de Echavarri , revolver sobre aquella
ciudad, Imp-diaselo el plan general de retirada; por lo que
prosiguió el la suya, aunque despacio , via de Jaen con
rumbo á Huesear, donde se puso en inmediato coutacto COII
el ejército del mariscal Soult.


'fOM. IV.


HI'STnnU('-.
I~rl EC!l:1\illT:


Sigll!' Ur()lu't
n'l¡i;ir¡,jlf~f'




Enl.rn
en r;'ri-Jn<-i(lA el


f'jél'c:itl;
¡le' Hallt'~tern~,


Admíntstraeion
trnncesa


ru las
\ [lfía/lIcias.


ftodeado ya este de todas sus fuerzas evacuó á Granada
rl 16, encaminándose al reino de Murcia. Noticioso de ello
Ballesteros trató de inquietarle algun tanto , haciendo cruP
d brigadier Barutell pasando por Sierranevada le acnrne-
tiese en los Dientes de la Vieja; lo cual se ejecutó causan-
/lo al enemigo mucho azoramiento y alguna perdida.


Libre Granada pisó su suelo en 17 de setiembre el (,';(;1'-
cito del general Ballesteros, siendo el primero que penetró
allí el príncipe de Anglona, acogido con no menores ohse-
quios , alegría y festejos que los demas caudillos eu las
otras ciudades.


Respiraron así desahogadamente las Andalucías ; y será
bien que ahora antes de apartar la vista de país tan delei-
toso y bello, examiuernos aunque rápidamente la adrninis >
tracion francesa que rigió en ellas durante la ocupacion,
y refiramos algunos de los males y perdidas que allí se
padecieron, Apareció en general desastrada y ruinosa dicha
administracion. Eran las contribuciones extraordinarias,
como casi en todos los paises en que los enemigos domina-
ban, de dos especies; una que se pagaba en frutos aplica-
da á la manutencion de las tropas y á los hospitales, otra
en dinero, y conocida bajo el nombre de contribucion de
guel'i'a. Fija esta, variaba la primera segun d número de
tropas estantes ó transeuntes , y segun la probidad de los
Jefes ó su venal conducta, Adolecían especialmente de este
achaque algunos comisarios de guerra, quienes con fre-
cuencia recibían de los ayuntamientos gratificaciones pecu-
niarias para que no hiciesen pedidos exorbitantes de racio-
nes, tÍ para que las distribuyesen equitativamente conforme
á lo que prevenían los reglamentos militares.


COl! dificultad se podrá computar lo que pagaron los
puehlos de la Andalucía á los franceses durante los dos y
mas aüos de su ocupaciou. No ohstante si nos atenernos á




nna liqnidacion ('.i'·(~lllada por 1'\ comisario regio de José.
conde de l\'1ontarco. In cual no debiera ser l'xagerada aten-
diendo á la situacion y destino del que la formó, aquello-
pueblos entregaron á la administracion militar francesa (jOO
millones de reales, Suma enorme respecto de lo que antes
pagahan; siendo de advertir no se incluyen en ella otras
derramas impuestas al antojo de jefes y oficiales sin gran
cuenta ni razon, corno tampoco auxilios en metálico que ve-
niau de Francia destinados á su ejército.


Para dar una idea mas cabal é individualizada de lo que
estas provincias debieron satisfacer , y para inferir de ahí
lo gravadas que fueron las dernas de España, segnn la du-
rscion mayor fÍ menor de su ocupacion , manifestaremos
en este lugar lo que pagó la provincia de Jaen , de la qlH'
hemos podido haber á las manos datos mas puntuales y
circunstanciados. Echúsele á esta provincia por contrihu-
cion de guerra la suma de 800,000 reales mensuales, (Í
sean 21.600,000 reales al año. Y pagó por este solo irn-
puesto y por el de subsistencias, desde Iehrero de 1810
hasta diciembre de 1811. 60 millones de reales: cantidad
qUf' resulta de las oficinas de cuenta y razon, y á la cual,
si fuese dable, deheria añadirse la de las exacciones de los
comandan tes de la provincia y de su partido, y de los
comisarios d(~ guerra y otros jefes para su gasto per-
sonal; de las IlIW 110 daban recibos, considerándolas co-
mo cargas locales. Lo molesto y ruinoso de semejantes
disposiciones aparece claramente comparando estos gi:lvá-
menescon los quP antes de la guerra actual pesaban sobre
la misma provincia, y se reducían á unos 8 millones de
reales en cada UlI ano, á saber; mitad por rentas provincia-
les, y mitad por ramos estancados. Asi una comarca mera-
mente agrícola, y cuya poblacion no es excesiva, aprontó
f'1I menos de dos arios lo que antes pagaba cási en ocho.




Ohjrlns
¡J,. hollus nrtes
!l('\'¡¡ilo~


di' las rni~lIIas
prnvlnr-lns.


100


Las cargas llegaron á ser mas sensible" 1'11 t 811. Hasta
entonces los ayuntamientos buscaban recursos para los su-
ministros en los granos de] diezmo, exigiéndolos ele los
cabildos eclesiasticos , ya como contribuyentes eJi los re-
partimientos comunes, ya por via de anticipacion con cali-
dad de reintegro. Pero en aquel año dispuso el mariscal
Soult qlH' los granos procedentes del diezmo se depositasen
1')) ;JJmaeenes ¿Je reserva para el mantenimi/'JJ!o IJ/:'J /:'jérci!o,
orden que se miró como inhumana y algo parecida :'t los *
edictos sobre granos del pretor romano ele Sicilia ; princi-
palmente entonces cuando el hambre producía los mayo-
res estragos, y cuando el precio del trigo se hahia encare-
cido á punto de valer á mas de 400 reales la fanega.


Consecuencia necesaria tamaña escasez del agolpamiento
de muchas causas. Hahia sido la cosecha cási ninguna; y
después del guerrear y de los muchos recargos, teniendo
por costumbre el ejército enemigo embargar para acarreos
y transportes las caballerías de cualquiera clase que fuesen,
y robar sus soldados en las marchas las que por ventura
quedaban libres, vinose al caso de qur desapareciese cási
completamente el tráfico interior, v de que las Andalllcias,
en el desconcierto de su administracion, ofreciesen 1m3 irná-
gen mas espantosa que la de otras provincias del reino.


A tanta ruina y aniquilamiento juntóse el desconsuelo
de ver despojados los conventos y los templos de las galas
y arreo que les daban las producciones del arte, debidas al
diestro y delicado pincel de los Mnrillos y Zurharanes, Se-
villa, principal depósito de tan inestimables tesoros, sintió
mas particularmente la solícita diligencia de la codiciosa
mano del conquistador, habiéndose reunirlo en el Alc:lzar
una comisión imperial con el ohjnto dí' recoger para el
museo de París los mejores cuadros qUI' SI' hallasen en he,
iglesias y conventos suprimidos. Cúpoles esta suorte á ocho




101
lienzos históricos 111w hahia pintado .l\Iurillo para el hospital
de la Caridad, alusivos ,¡ las obras de misericordia que en
aquel establecimiento se practican. Aconteció lo mismo
al santo Tomás de Zurharáu , colocado en el colegio de
religiosos dominicos. y al san Bruno del mismo autor que
perteuecia á la cartuja de las Cuevas de Triana, con otros
muchos y sobre-excelentes, cuya enurneracion no toca ;í
este lugar.


Al ver la abundancia de cuadros acopiados, y la riqueza
que resultaba de la escudriñadora tarea de la cornisiou , des-
pertóse en el mariscal Soult el deseo vehemente de adqui-
rir algunos de los mos afamados. Sobresalían entre ellos
dos de Bartolorné i\Iurillo, á saber; el llamado de la Virgen
del líeposo, y el que representaba el Nacimiento de la misma
divina Señora. Halláhasc el último en el testero ~ espaldas
del altar mayor de la catedral, á donde le habían traslada-
do á principios del corriente siglo por insinuacion de don
Juan Ceau , sacándole de un sitio en que carecía de buena
luz. Gozando ahora de ella creció la celebridad del cuadro,
y aun la devocion de los fieles, excitada en gran manera
por el interes mismo del argumento, y por el gusto y pri-
mores t(Ul' brillan eu Ia ejecucion ; los cuales acreditan * (s~- (' Ap.ll. ;.)
gun la expresiou de Palomino) « la eminencia del pincel de
~ tan superior artíllce.»


Han creido algunos que el cabildo de Sevilla hiciera un
presente con aquel cuadro al mariscal Soult ; IWlS se han
equivocado, á no ser que diesen ese nombre á un don for-
zoso, Ilahian los capitulares ocultado dicho cuadro recelo-
sos de que se lo arrebataseu; precaucion que fué en su
daüo , porqne sabedor el mariscal francés de lo sucedido,
mandé reponerle en su sitio, y eu seguida dio á entender
sin disfraz, por medio de su mayordomo, al tesorero de la
iglesia don Juan de Pradas, que le quería para sí, con otros




qu~ especificó, y que si s~ los negaban rnaudaria á buscar-
los. Conferenció el cabildo, y resolvió dar de grado lo que
de otro modo hubiera tenido que entregar por fuerza.


Los cuadros que se llevó el mariscal Soult no han vuelto
á España, ni es probable vuelvan nunca. Se recobraron en
l~1.J del museo de París varios de los que pertenecian á
establecimientos puhlicos, entre los cuales se contaron los
de la Caridad, restituidos á aquella casa, excepto el de
Santa Isabel, que se ha conservado en la academia de San
Fernando de Madrid. Con eso los moradores de Sevilla han
podido ufanos continuar mostrando obras maestras de sus
pintores, y no limitarse áenseñar tan solo, cual en otro tiem-
po los sicilianos , los lugares que aquellas ocupaban antes
de la irrupcion francesa.
Si~lIr '1' Yendo, pues, de marcha á JV(nrcia y Valencia el mariscal


reti;',j'rla Snlllt.
Soult, y unidas con él las tropas del general Drouet,
aproximándose al mismo punto las mandadas por José en
persona, y tratando unos y otros de incorporarse al ejér-
cito de la corona tic Aragon, que regia el mariscal Suchet:
nos parece, antes de pasar adelante, ocasion oportuna esta
de referir 10 que ocurrió durante estos meses en aquellas
provincias.


\1"'d"cillli"1ItOS Inquietaba especialmente á Suchet el arribo que se anun-
\'!! \',dellcia,


ciaba, y ya indicamos, de una escuadra anglo-siciliana
procedente de Palermo. Enjulio creyó el mariscal ser bu-
ques de ella unos que por el 20 del propio mes se presen-
taron á la vista de Denia y Cultera, entre la Albufera y la
desembocadura del Júcar, pues bastóle el aviso para aban-
donar los confines de Valencia y Cuenca invadidos por
Villacarnpa y Bassecourt , y reconcentrar sus fuerzas há-
cía la costa. Sin embargo el amago no provrnia aun de la
expedieion qur~ se temía, sino de un plan de ataque que
trataban de ejecutar los españoles. Habíale concebido don




José Odonuell , gelwr,¡J corno antes del ::lo y 'Jer ejército; y
para llevarle á efecto había juzgado coveuiente amenazar
la costa con un gr:lu número de bajeles españoles é ingleses,
con cuya apariciou , si bien no iban á bordo mas tropas
qlle el regimiento de Mallorca. se distrajese la atencion
11(,1 enemigo, y fuese mas Iacil aconwter por tierra al ge-
neral Harispe, l(IH' gobernaba la vanguardia francesa colo-
cada en primera linea, via (ií' Alicante.


Era en los mismos días de julio cuando intentaba el ge-
ncral español atacar {, lus euemizos. En 4 trozos distri-
huyó Sil gente, cuyo número ascendía á 12000 hombres,
El ala derecha, qUfl Sf\ componía de uno de los dichos
trozos, bajo el mando de don Felipe Itoche , se alojaba
entre Ibi y Jijon». Otro, formando el centro, acampaba á
media legua de Castalia, y le regia el brigadier don Luis
l\Iichelena. Servía de reserva el :)" á las órdenes del conde
del :\Iontijo, á una legua :í retaguardia en la venta de Tibi,
Elio Y último trozo, que era el ala izquierda, consta-
ba de infantería y caballería: dependia aquella del coronel
don Fernando :1Iiyares, y esta del coronel Santistehan,
situándose los peolles en Petrel, y los jinetes en Villena:
parece ser que los postreros tuvieron orden de ponerse en-
Ire Sax y Biar , y no donde lo verificaron, para caer so-
hre Ibi si los enemigos abandonaban el pueblo. Don Luis
Bassecourt por su lado vino con la 5" division del 2° ejér-
cito sobre la retaguardia de los franceses.


Habiendo agolpado Suchet mucha de su gente hacia la
costa para observar la escuad ra que se divisaba, 110 queda
hall por los puntos qlle los nuestros se disponían á atacar,
sino fuerzas poco considerables : en Ak)y una reserva ~\
cuya cabeza permanecía el general Ilarispe ; en lbi una hri-
g:Jda de este á las inmediatas órdenes del coronel JIesclop,
estando avanzado hacia Castalia con el 7° regimieuto de


At'ClU/I
dI' C<:l:o'ti:t1I¡1.




iO!
línea el general Delort: acantonabase el 24 de dragones en
Onil y niar.


Ilompieron los nuestros la acometida en la mañana del
21. Repelido Mesclop por 13s tropas de Roche, trató de
buscar amparo al lado de Delort dejando en el fuerte de
Ihi ':2 cañones y algunas compañías. 1\las acometido tam-
bien el mismo Delort por nuestra izquierda y centro, se
vió obligado á desamparar á Castal!a , cuyo puohlo atrave-
só ~Tichelena, situándose el francés en un paraje mas
próximo á Ibi, Ydándose así la mano con Mesclop aguar-
dó de firme á que se juntasen los dragones. Verificado Jo
cual y advirtiendo que los españoles se mostraban confia-
dos por el éxito de su primer avance , tomó la ofensiva, y
dispuso que saliendo sus jinetes de los olivares acometie-
sen :1 nuestros batallones no apoyados por la caballería,
con lo que consiguió desharatarlns y aun acuchillar algu-
nas tropas del centro. En balde intentó la reserva prote-
gerlos: el enemigo se apoderó de una balería compuesta
de solo ':2 cañones por no haber llegado los dernas á tiem-
po, y cogió prisionero á un batallen de waIones abando-
nado por otro de Badajoz : retiróse en buena ordenanza el
d\~ Cuenca , que dio lugar á que se le reuniesen '2 escua-
drones del 2" regimiento provisional de línea, únicos que
presenciaron la aceion , si hien fueron también deshechos,


Desembarazados los enemigos por el lado de Castalla
tornó 1Ilesclop á Ibi , Yarremetió.á los nuestros del mando
dí' Boche. Hecihieron los espaüoles con serenidad la 3CO-
metida, y aun permanecieron inmóbles , hasta que acu-
dicndo de Alco)' el general Harispe con un regimiento de
refresco, se fueron retirando con bastante orden por el
país quehrado y de sierra que conduce á Alicante, en don-
de entraron sin particular contratiempo. I'ertlierou Jos ('5-
parlOlrs en tan desastrosa jornada 2796 prisioneros, mas




lOS
de 800 entre muertos y heridos, ::! cañoues , ;:¡ lJanrleras,
fusiles y bastantes municiones.


1\Iengua y haldon cayó sobre don José OdonneJI , ya por
haberse acelerado á atacar estando en vísperas de que
aportase á Alicante la division anglo-siciliana, ya por sus
disposiciones mal concertadas, y ya porque añrmabanmu-
chos haber desaparecido de la accion en el trance mas :lpre-
tado.


Hubo también quien echase la culpa al coronel Santis-
tehan por no haher acudido oportunamente con su caba-
lIería; y acreditó en verdad impericia extrema el no haher
calculado de antemano los tropiezos que encontrarla la ar-
tillería para llegar tí tiempo, hallándose nuestro ejército en
terreno que á palmos debian conocer sus jefes.


Indignados todos, y reclamando severa aplicacion de las
leyes militares, tuvo necesidad la Regencia de mandar se
« formase causa á fin de averiguar los incidentes que moti-
)) varan la desgracia de Castalia. »


No poco contribuyó á esta resolucion el desabrimiento y
enojo que mostraron los diputados de Valencia; acabando
por provocar en las Córtes discusiones empeüadas y muy
reñidas. Clamaron con vehemencia en la sesion del 17 de
agosto contra tan vergonzosa rota los señores Traver y Vi-
lIanueva, y en el caluroso fervor del debate acusaron á la
Regencia de omision y descuido, habiendo quien intentase
ponerla en juicio. En enero habían pedido aquellos dipu-
tados se mudasen los jefes, autorizando árnpliarnente á
los que se nombrasen de nuevo, y aun habian indicado
las personas que serian gratas á la provincia. La Regencia
se hahia conformado con la propuesta de los diputados de
dar plenas facultades á Jos jefes, mas no con la que hicie-
ron respecto de las personas; disposiciou notable y arries-
gada si se advierte que el general en jefe y el intendente


Discusione-
"ohre \\~l()


en lu- C¡'n'k".




106
del ejército erau los seüores Odunuell y Iíivas, hermanos
ambos de dos regentes. Hizo resaltar este hecho 1'11 su dis-
curso el señor Traver , y por eso y arrastrado de inconside-
rado ardor llegó á expresar « que no mereciéndole el go-
» hieruo confianza, los comisionados que se uornhrusen
» para la averiguaciou de lo ocurrido en la ucciou del 31
» de julio , fuesen precisamante del seno de las Cortes. II


Concurrió también para enardecer los ánimos la poca
destreza con que el ministro de la Guerra, no acostumbra-
do á las luchas parlamentarias, defendió 13s medidas torna-
das por la Regencia; y el haber acontecido á la propia sa-
zon la batalla de Salamanca, cuyas glorias hacian contraste
con aquellas lástimas de Castalia: por lo lI,e aquejado de
agudo dolor exclamó un diputado ser bochornoso y de
gran deshonra « que, al mismo tiempo que naciones extrau-
» jeras lidiaban afortunadamente por nuestra causa y der-
» ramaban su sangre en lOE campos de Salamanca, huye-
n sen nuestros soldados con balden de un ejército inferior
n en Castalia y sus inmediaciones. »


Itc'illi.wlOll"S llü Las Cortes, aunque no se eonformaron con la opinion del
las (;órfc~.


señor Traver en cuanto á que individuos de su seno entra-
sen en averiguacion de lo ocurrido, resolvieron, oida la
comision de guerra, que la Ilegencia mandase formar la
sumaria correspondiente sobre la jornada de Castalia, em-
pezando por examinar la conducta del general en jefe; de
todo lo cual debía darse cuenta á las Cortes con copia eer-
tiflcada. Ordenaron tambien estas que se continuase y con-
cluyese el proceso á la mayor brevedad, desaprobando el
que se hubiese nombrado á don José Odonnell general de
II na reserva que iba á organizarse en la Isla de Leon , sf'gun
lo habla verificado ya la Regencia incauta i~ irreflexivarueute.


Entrometíanse las Cértes adoptando semejante provi-
dencia mas 311(1 de lo que era propio de sus facultades.




107


Desacuerdo que solo disculpaban las circunstancias y el
anhelo de apaciguar los ánimos sobradamente alterados.
Consiguióse este objeto ; mas no el que se refrenase con la
conveniente severidad el escándalo que se hahia dado en
Castalia, puesto que al son de las demas terminó la pre-
sente causa: siendo grave y HlUY arraigado mal este de Es-
puña, en donde cási siempre caminan á la par la falta de
castigo y la arbitrariedad; y hasta que ambos extremos no
desaparezcan de nuestro suelo, nunca lucirán para él dias
de felicidad verdadera.


El golpe disparado contra don José Odonnell hirió de re-
chazo á su hermano don Enrique, conde del 1 Abishal, re-
gente del reino, quien agraviado de algunas palabras que
se soltaron en la discusion , juzgó comprometido su honor
y su buen nombre si no hacia dejacion de su cargo, tomo
lo verificó, por medio de una exposicion que elevó á las
Cortes.


Varios diputados, especialmente los mas distinguidos
entre los de la opiniou reformadora, se negaban á admitir
la renuncia del don Enrique, conceptuándole el mas en-
tendido de los regentes en asuntos de guerra, empeñado
cual ninguno en la causa nacional, no desafecto á las mu-
danzas políticas y de difícil substitucion , atendida la es-
casez de hombres verdaderamente repúhlicos. Muchos de
la parcialidad nnti-reformadora y los americanos fueron de
distinto dictárnen; estos llevados siempre del mal ánimo
de desnudar al gobierno de todo lo que le diese hrio y for-
taleza, aquellos por creer al del Abisbal hombre de partes
aventajadas y de arrojo bastante para avalanzarse por las


1 JJd 4bisúlLl. Escribimos así este nombre, porque comúnmente
se lirtnuba de ese modo El conde cid Abisbal. Mas el pueblo de donde
tomó el título, en Catuluñ», se escribe La Hisoal,


Renuucta qti~~
ha.e{'


dI'! cnrgil .k
recente


el r¡~rldl' del
AlJi,,,"1.


SI"' la adJllÍtt'n
las Córte-.




108
Huevas sendas qlH~ se ahrian á la amLicion honrosa. Hubo
tambieu diputados que, sensibles por una parte á lo de
Castalla , de cuya infelizjornada achacaban alguna culpa á
don Enrique por el tenaz empeüo tic conservar á su her-
mano en el mando, y enojados por otra de que se mos-
trase tan poco sufrido de cualquiera desvío inoportuno, á
personalidad ofensivaque hubiese ocurrido en la discusion,
se arrimaron al dictámen de los que querían aceptar la di-
rnision que voluntariamente se ofrecia : lo cual se verificó
por una gran mayoría de votos en sesiou celebrada eu se-
creto. Esta resolucion apesadumbró al conde del Ahisha],
quien arrepentido de la renuncia dada hizo gestiones para
enmendar lo hecho. A este (in nos habló entonces el mis-
mo conde; mas era ya tarde para horrar 1'11 las Córtes el
mal efecto que habia producido su exposicion poco me-
ditada.


Vllllill'''''' Nació discordancia en los pareeeres acerca de la persona
I'l'r)'f~nte


uiJllR"m Perez que deberia suceder al conde del Ahishal , distrihuyéndose
\ Hlamil.


los mas de los votos entre don Juan Perez Villamil y don
Pedro Gomez Labrador, recien llegados ambos de Francia,
eu donde los habían tenido largo tiempo mal de su gra-
do.El primero volvía con permiso de aquel gobierno; el
segundo escapado y á escondidas de la policía imperial.
Humanista distinguido Villamil y erudito jurisconsulto al
paso qne magistrado íntegro y adicto ;i la causa de la inde-
pendencia, como autor que fue, segun apuntamos, del
célebre aviso que dió el alcalde de Móstoles en 1808 á las
provincias del mediodia, disfrutaba de buen concepto en-
tre los ilustrados, realzado ahora con su presentacion en
Cádiz. Pues si bien tornó á j',Iaclrid de Francia con la cor-
respondiente licencia de la policía , y bajo el pretexto de
continuar una traduccion que babia empezado años an-
tes del Columela , mantuvo intacta su reputacion y aun la




109
acrecio COl! haber usado de aquel ardid solo para correr á
unirse al gobierno legitimo. No obstante los que tuvieron
ocasión de tratarle á su llegada á Cádiz advirtieron la gran
repugnancia que le asistía en aprobar las innovaciones he-
chas, y su inalterable apego á rancias doctrinas y á la go-
bernacion de los Consejos, tan opuestos á las Córtes y sus
providencias. Por eso desconfiando de él la parcialidad re-
formadora no pensó en nombrarle, sino que al contrario
fijó sus miras el! don Pedro Gomez Labrador, á quien se
reputaba hombre firme despues de las conferencias de Ba-
yona , en las que, segun dijimos, tuvo intervencion , y se
le creía aLlemas sugeto de luces é inclinado á ideas moder-
nas ; principalmente viendo que le sostenían sus antiguos
condiscípulos de la universid de Salamanca, de que varios
eran diputados, y alguno, como don Antonio Oliveros, tan
amigo suyo, que meses antes anduvo allegando dineros en
Cádiz para facilitarle la evasion y el costo del viaje. El
tiempo probó lo errado de semejante juicio.


Dispu tose de consiguiente la eleccion ; pero vencieron
en fin los anti-reforrnadores, quedando dedo regente, aun-
qnr por una mayoría cortísima , don Juan Perez Villami!,
quien tomó posesión d(' su dignidad el 2~) de setiembre de
f'ste nüo de 1812. La experiencia acreditó muy luego que Jura Villnmil.
PI partido 1iheral no se hahia equivocado en el concepto
qlle (lr rI Iormara , hien que al prestar Villamil en el seno
dr las Cortes el juramento debido, manifestó entre otras
cosas * « qlle le alentaba la confianza de que le facilitaría (' Ap. n, N.)
» Sil ¡ll'sempei'1O en tan ardua carrera el rumbo señalado
l) ya dI' un 1110110 claro y distinto por los rectos y lurniuo-
j) sos principins drl admirable código constitucional que las
)) Cortes aeahahan de dar ~ la nacion española. J) Bxprcsio-
IWS que salieron solo de los labios, y euya falsía no tardó
en mostrarse.




110
E:"li'lliej'"1 Volvamos á Valencia. Allí en medio de la atliccion qw'
angl,)-~i('iliana .


produjo el desastre de Castalia, rcpusiéronse los nnirnos
con la pronta llegada de la expedicion anglo-siciliana y:¡
enunciada. Habia salido de Palerrno en jnuio : constaba
de 6000 hombres sin cahalleria á las órdenes del Lf'nient(~
general Tomás ;',Iaítland, y la convoyahau buques de la
escuadra inglesa de! \Iediterráneo, bajo el mando del con-
tra almirante Hallowell, Arribó á Jlahou á mediados dd pro-


Se le [unta pio mes. Debía reuuírsele , como lo verificó, la divislon qU('
la dívision de
Whittinghalll. formaba en Mallorca el general Wbittingham , de composi


cion muy varia y no la mas escogida, cuya Iuerza no pasa-
ba deiilOO hombres. Tomadas diferentes disposiciones, y
juntas todas las tropas, salió de nuevo la expedicion á la
mar en los últimos días de julio, y ancló el! o de agosto en
las costas de Cataluña hácia la boca del Tordera.


Dio señales Maitland de querer desembarcar, pero dejó
de realizarlo, conferenciado que hubo con Eroles , quien
se acercó allí autorizado por el general en jefe don Luis L3-
ey. Temían los jefes del principado no llamase sobradamente
la atenciou del enemigo la presencia de aquellas fuerzas, en
especial siendo inglesas, y preferían continuar gllem~ando
solos como hasta entonces, á recibir auxilio extraño ; por
lo cual aconsejaron á lIaitland dirigiese el rumbo á Acilan-
te, cuya plaza pudiera ser amenazada después de lo acae


ucscmhnrca cilio en Castalia. Pareciéronle fundadas al general inglés
Ll f',-pl'(lir.inll en I 1 l ..


A!i<':tn/e las razones de los nuestros, y evanuo e ancla surgio el 9
de agosto con su escuadra en Alicanto , saltando sus tropas
en tierra al dia siguiente.


AlgulJa' A. poco, saliendo los aliados de aquel punto, avanzaron,
muuíohrus y


sucesos. y Suchet jllZgó prudente reconcentrar sus fuerzas alrede-
dor de San Felipe de Játiva , en cuya ciudad estableció sus
cuarteles, engrosado COII gente suya de Cataluüa , y COII
:2 regimientos que de Teruel lc trajo ('1 general París. Le




111
vanto ('1\ San Felipe obras de earnpaüa , y construyó sobre
el Júcar cerca de Alberique un puente de barcas. Era su
propósito no retirarse sin combatir, á no ser que le ataca-
sen superiores fuerzas.


Pudieron luego desvanecerse cualesquiera recelos que le
iuquictarau , Jlorqlw el 19 volvieron á replegarse los alia-
dos sobre Alicaute , noticiosos ele que se acercaba al reino
de Valencia José con Sil ejército elel centro. Súpolo Suchet
PI 35, Y mas alentado mandó al general Harispe que se
adelantase camino de Madrid para facilitar los movimientos
del intruso. El 25 estaban ya reunidos todos, verificando
en breve lo mismo, aunque muy mal parado, el general
)laupoint, quien saliendo de Madrid con un regimiento de
línea y algunos húsares, y habiendo libertado en su paso
á Valencia la guarnicion de Cuenca estrechada de los nues-
tras, vióse acometido cerca del rio Utiel por don Pedro
Víllacampa , y deshecho con pérdida de 2 callones, de los
bagajes y de mas de 500 hombres.


Las fuerzas que traía José se componian de las divisiones
de los generales d'Armagnac y Treillard, de muchos desta-
camentos y depósitos de los ejércitos suyos de Portugal,
tld centro y del mediodia , lk la división de Palomhini , y
de algunos cuerpos españoles Ú su servicio , inclusa su guar-
dia real, ascendiendo la totalidad á unos 12000 combatien-
tes. Los militares inválidos, los empleados y los que seguían
:í aquel ejército por sus compromisos aumentaban mucho la
cuenta, subiendo el consumo áWOOO raciones devíveres,
v á 10000 (le paja y cebada. José eutro en Valencia el 26
de agosto, esmerándose el mariscal Suchet en el recibo que
Ir preparó.


Acrecidos ('11 tan gran manera por esta porte los medios
del enemigo, dificultoso era tornaseu los aliados la ofensi-
va , y así muchas de SIIS fuerzas mantuviéronse en Alican-


Entra JIlSÓ
en talcuoia.


Llega Soult
al reino


de \"i11(~ncia.




,;'COIllCt\' f)t'{)lIf~t
al C{l:'>tillo


lle' Chíuclutta.


Lr tilUlrt.


Elio sucede
ti don


José Orlnnn~1I
en el mando


dd'2t)Y3 e r
l'jérríl.u.


112
te; otras emprendieron acometimientos }; correrlas hacia
la Mancha, en donde se juntaron con el general Hill: ohli-
gando las circunstancias á obrar cada dia mas precavida-
mente. El mariscal Soult había ido adelantándose hácia el
reino de Valencia por el camino de Ciézar, despues dI'
haber pasado el Segura en Calasparra. Su ejército hahia pa-
decido bastante; pues aunque no le molestaron los espa-
ñoles, desamparando los morades sus hogares, le escasea-
ron mucho los mantenimientos y demas auxilios.


Púsose este en cornunicacion el 2 de octubre con los
ejércitos de Suchet y el centro, ocupando las estancias de
Yecla, Alhacete , :'\.lmansa y Jorquera. Pidió el mariscal
Soult al rey José unos días de reposo, indispensable para
sus tropas harto cansadas, y cenveniente para meditar COH
detención el plan que debía adoptarse en días apurados
como los que corrian.


Entre tanto aquel mariscal no dejó ociosa una parte de
su ejército, pnes dió órden á Drouet, conde d'Erlon , jefe
del 5° cuerpo Yahora tambien de la vanguardia, de que se
apoderase del castillo de Chinchilla, antiguo y de poco V3-
11'1', guarnecido por 200 hombres que capitaneaba el lf~­
niente coronel de ingenieros don JWIIl Antonio Cearra. En
5 de octubre embistieron los franceses el recinto , y abrie-
ron brecha al cabo de pocos dias. Mautúvose el goberna-
dor sordo á las propuestas que se le hicieron de rendirse,
insistiendo en su negativa, hasta que el dia 8 tuvo la mala
suerte de que cayese un rayo y le hiriese, matando ó las-
timando á unos ,5{) de sus soldados. Forzoso se hizo enton-
ces el capitular; pero se verificó con honor, y dejando sin
mancilla el lustre de nuestras armas.


En los primeros dias de setiembre habia lomado el mando
del 2° y 5" ejército, como sucesor de don José Odounell,
el general don Francisco Javier Elío , dI' vuelta á Espaüa




del maudo lIlIe vimos se k había dado en el Iíio de la Plata.
Aunqu« su llegada no influyese notablemente en mejorar
las operaciones de aquel distrito, no dejaron por eso de
realizarse COh ventaja algunas excursiones, sobre todo las
ya indicadas de la Inancha que capitaneó el mismo Ello, en
donde se recobró el 'J2 de setiembre el castillo de Consue-
gra, que tenia 290 hombres de guarnicion, despues de
siete dias de resistencia esforzada. Suceso este con otros
parecidos que molestaban al francés, no parando sin em-
bargo eu ellos su principal consideracion , fija en los acon-
tecimientos mas generales de los ejércitos aliados de Casti-
lla, 1'01' los que vislumbrando el mariscal Suchet los peligros
á que se hallaría expuesto mas adelante , redobló Sil cuida-
do ya tan vivo, fortificando varios pasos y avituallando y
mejorando las plazas fuertes. Ni desatendió la ciudad mis-
ma de Valencia, en donde cutre otros preparativos y de-
fensas dispuso aislar el edificio de la Aduana, vasto y sólido,
derribando varias casas y un colegio que le dominaban, y
colocando adenias UlIOS morteros que infundiesen respeto
en lapoblaciou, caso de que intentara desmandarse. Lle-
vaba Suchet la mira, al tomar estas provideucias, no solo de
repeler cualquier ataque del ejército aliado y de enfrenar
á los habitadores, sino también la de conservar ciertos
puntos que h~ ofreciesen mayor comodidad de reconquistar
la provincia, si las vicisitudes de la guerra le obligasen á
evacuarla momcntáneameute.


No fueron por este tiempo de mayor entidad, comparadas
con las de ambas Castillas y Audalucía , las ocurrencias de
las otras provincias del uiando del mariscal Suchet , como
lo eran Aragon y Cataluña. Incesantes peleas, reencuentros,
sorpresas difíciles de relalar, si bien inquietadoras para el
enemigo, f uerou el entretenimiento afanoso y bélico de
aquellas comarcas. Y la llegí':leia deseosa de darle impul-
TO~L Ir. 8


E\r1'Jrsi(ln("~
SUYfl:O;


rn la Mancha.


Dlr,lid ..
de urccsucron


de Suchet.


SIH'r'80~
de A,·¡¡gon.




Sncr~o~
l'll l;:lI;llllún.


114
so, multiplicando focos de resistencia, nombró comandante
general de Aragon á don Pedro Sarsfield, á cuyo reino pasó
este desde Cataluña acompañado de algunos cuadros del
ejército bien aguerridos y disciplinados. En su primera in-
cursion avanzó Sarsfield á Barhastro , entró en la ciudad el
S!8 de setiembre, y se hizo dueño de los muchos repuestos
que había acopiado allí el enemigo. En los otros meses has-
ta fin del año este jel'p, , lHina y otros partidarios rlesasose-
garon mucho al enemigo por la izquierda del Ehro : JI por
la derecha Gayan, Villacarnpa , y en ocasiones Duran, el
Empecinado y diversos caudillos no cesaron de maniobrar
poniendo en aprieto en diciembre á los que guanwcian el
castillo de Daroca , y en mucho riesgo de perderse al gene-
ral Severoli al frente de una columna bastante considera-
ble. Zaragoza misma, en donde continuahn mandando el
general Paris , estuvo á punto mas de una vez de caer en
manos de los españoles.


En Cataluña procuraba don Luis Laey que no se abatie-
se el valor de los habitantes, dando pábulo al ardimiento
cornun en cuanto lo consentían sus recursos, cada cija mas
limitados con la pérdida de las plazas fuertes y principales
puertos , y no teniendo apenas otro abrigo ni apoyo mas
que el de la leadtad y constancia catalanas,


Eroles , Manso, Milans y otros jefes sosteniau la lucha
con el mismo brio qlW antes ; favoreciendo las empresas
siempre que eran del lado de la costa el comodoro inglés
CoLlrington que surcaha por aquellos mares, r'~ incendio y
cogió varios buques surtos en el puerto de Tarragona. Fre-
cuenternente encruelcciase la guerra por ambas partes, sin
haber cansa fundada que disculpase encarnizamiento tan
porfiado. Era sin embargo por lo comun primer móvil de
los rigores mas inhumanos el gobernador franc('<; de U·
rida lleuriod ~ en otra ocasiou t:~t:)dn. ;f, rn~·;v;.; !i)n'l~¡~'Íil;'




í 1.1


respondía :í veces COIl sobras non l.UIS Lacv. Cierto ljue 111-
quietaban con razon á los I'rau(;cc;¡'S continuadas tramas;
mas un leve indicio , una uelacioll infame o una mera ca-
vilacion bastaban á menudo para sumir en calabozos y aun
para llevar al cadalso á respetables ciudadanos. Nos iil-
clinarnos á contar en las de este número una conspiracion
preconizada por el general Decaen , que dió lugar á la pri-
sion del comerciante de Barcelona don José Baiges y de
otros 22 individuos. Imputábaseles el crimen de lJTlerer
envenenar la guamiciou entera de aquella plaza: atrocidad
que á ser cierta hubiera merecido IUI ejemplar castigo ; pero
á la cual no dio crédito don Luis Lacy, y la conceptuó in-
vencían de la malevolencia, ó traza buscada de intento pa-
ra deshacerse de los que por su patriotismo y arrojo causa-
ban sombra á los invasores y sus secuaccs : razon que le
impelió á publicar con toda solemnidad un decreto mandan-
do tratar con la misma severidad con que fuesen tratados
Jos últimamente perseguidos en Barcelona á otro igual 111'1-
mero de prisioneros franceses. La amenaza impidió se ve-
rificasen posteriores procedimientos por ambas partes; y
duélenos ver empleados á guerreros ilustres en retos tan
carniceros é impropios de la noble profesion de las armas.


Páginas mas gloriosas, si bien deslustradas alguna vez, Eilll,(il11i di'
h ' '1 1 11' 1 hi " firien« 1 ," JorJ Wl'ilill~tr)'va a ora a l eseO) al' a rstoria , re nent o as campanas ('11 e'"lil'''


sucesivas de lord Wellington, importantes y de pujanza pa- in \i('I"
ra acabar de afianzar la libertad española. Hecordara el
lector que anunciamos en otro lugar haber salido aquel cau-
dillo de i\Iadrid ello de setiembre con direccion á Arevalo,
en donde hahia mandado reunir sus principales fuerzas. Le
acompañaron en sus marchas las divisiones de su l~t'rcito
1- , .J' , 6a y 7' , quedando en 7lladrid y sus cercanías la ?j.
con la ligera y 4a,


Al aproximarse los allglo'pl,rtll~¡H",I'" ,",¡¡i;;;!"!!¡ 10,. eld'




'\V;lIlZ1
;í BUf':OS.


Sr' lp 1'['1111e
el f," l'jrrritn


r:'.l'ilIlOI.


Entran
1\):; aliados en


Burgos.


Atncan
el cestillo.


116
migos á Valladolid, cuya ciudad habian ocupado de nuevo,
entrando Clausel en Hurgos ya de retirada el 17 del propio
setiembre. No continuo esw mandando Sil gí'IILi' largo
tiempo , pues reuniéndosele luego que salió di'. HurfIOS el
geru-ral Souharn con !)OOO infantes del eircito delnllrte, SI'
encargó al último la direccion en ,ide de toda esta fuerza.


Habían proseguido su movimiento las trupns aliadas, y
el t 6 juntóseles el 6° ejército espn:iiol eutrr- los puchlos de
Villanueva de las Carretas, Pampliega y Villazopequ«. Ca-
pitaneáhalo don Francisco Javier Castaños , y habíase OCII-
pado mucho en Sil organizacion y mejora el general jefe de
estado mayor don Pedro Agustin Jiron, Constaha su fuer-
za de unos 16000 hombres segun arriba indicamos.


Pisaron los aliados las calles de Burgos el 18 de setiern-
bre , acogiéndolos el vecindario con las usuales aclama-
ciones , turbadas un instante por desmanes de algunos
guerrilleros que no Lardó en reprimir don ilIiguel de Alava.


El 19 procedieron los aliados á embestir el castillo de
Burgos, circuido de obras y nuevas fortificaciones. Para
ello colocaron una division :í la izquierda d(' Arlanzon , é
hicieron que otras 2 con 2 brigadas portuguesas vadeasen
este rio y se aproximasen á los fuertes, arrojando á los
enemigos de unas flechas avanzadas. Situóse en el camino
rea1 lo demas del ejército para cubrir el ataque.


En la antigüedad era este castillo rohusto , magestuoso,
cási inaccesible; y fortalecióle en gran manera don En-
rique II, el de las mercedes: arruinándose las muros no-
tahlemente en la resistencia empeñada que dentro de él, y
contra los Reyes Católicos, hizo la bandería que llevaba
el nombre del rey de Portugal. }Iandóle no obstante ree-
dificar la reina doña Isabel, y todavía se mantenía en pié,
cuando por los años de 1756 un cohete tirado (le In ciudad
1'11 una fiesta le prendió fuego, sin que nadie se moviese á




117
apagar las llamas, cuya voracidad duró algunos días. Domi
na el castillo los puntos y cerros qll(~ se elevan en su der-
redor, excepto el de San Miguel, del que le divide UIJa
profunda quebrada, y en cnya cima hablan construido IOi;
franceses un hornabeque muy espacioso. Los antiguos mu,
ros del castillo eran bastante sólidos para sostener callones
de grueso calibre, y en una de las principales torres levan-
tarou los franceses una batería acasarnatada. Dos líneas de
reductos rodeaban la colilla, dentro de las cuales quedaba
encerrada le iglesia de la Blanca , edificio mas bien emba-
razoso t¡ue propio para la defensa. Cornponíase la gual'lli-
cien de 2 á ;-;000 hornbres , y la mandaba el gelleral Du
Bretón.


Fiados los ingleses en su valor y en los defectos que no-
taron en la coustruccion di' las obras, resolvieron tornarlas
por asalto UiHlS tras otras, empezando por el hon.aheque
de San i\liguel , euseíioreador de todas ellas. Consiguieron
apoderarse de este recinto en la noche del 11:1 al 20 de
setiembre, si bien á costa de sangre, y con la desventura
de no haber podido impedir la escapada furtiva de la gual'-
nicion francesa que se acogió al castillo, cuyas murallas
pensaron los aliados acometer inmediatamente, cási seguros
de coronal' luego COIl sus armas hasta las almenas mas eleva-
das.


Pero Irustrándoseles sus esperanzas, dásenos vagar para
que refiramos lo C{lH~ ocurrió COIl motivo de una medida
tomada pUl' la" Córtes eu este tiempo, que, aunque mote-
jada de alguuos , rué en la naciou universalmente aplaudi-
da. Queremos hablar del mando en jefe lIr' los e.íército~
españoles conferido á lord Wellington. VíllJOS en UII libro
anterior la resistencia de las Cortes en acced¡'r á los deseos
de aquel general, (Jue por el conducto l!r' su herrnauo sir
Enrique Wellesley hahia pedido d ruaudo .ie las provincias


Nornlnan lus
CúrL';;,


gClleri! I en jefe
;í lord


,rC']¡illgl.ra!.




118
españolas limítrofes de Portugal. Pareció entonces prema-
turo el paso por la sazou mi qne se dió, y por no concurrir
tudavía en la persona d(~t lord \Vellington condiciones sufi-
cientes qw' coloreasen la oportunidad de la medida. IHas
orlada ahora la frente fl(~ aquel caudillo con los laureles de
Salamanca, y con los que le proporcionaron las inmedia-
tas y felices resultas de tan venturosa jornada, hahian carn-
biado las circunstancias: juzgando muchos que era llegado
el tiempo de poner bajo la mano firme, vigorosa y acre-
ditada de lord Wellington , duque de Ciudad Rodrigo, la
dircccion de todos los ejércitos españoles; mayorrnente
cuando se hallaba ya á la cabeza de las tropas británicas y
portuguesas, convertidas por sus victorias en principal
centro de las operaciones activas y regulares de la guerra.
Tomó cuerpo el pensamiento que rodaba por la mente de
hombres de peso, entre varios diputados, aun de aquellos
que antes habían esquivado la medida, y que siempre se
mostraban hoscos á intervenciones extrañas en los asuntos
internos. El diputado por Asturias don Andrés Ángel de la
Vega, afecto :i estrechar la alianza inglesa, apareció como
primer apoyador de la idea, ya por las felices consecuencias
que esperaba resultarian para la guerra, ya por estar per-
suadido de que cualquiera mudanza política en España, in-
trincada selva de intereses opuestos, necesitiha para ser só-
lida de un arrimo extraño , no teniéndole dentro; y que
este debia buscarse en Inglaterra, cuya amistad no corn-
prometía la independencia nacional, como sucedía entonces
con Francia, sujeta á un soberano que no soñaba sino en
continuas invasiones r atrevidas conquistas.


;\[ don Andrés i\ngel agreg¡irollsele don Francisco Ciscar,
don Agnstin de Argüelles , don José IUaría Calatrava, el
eUIP.!;' de Ton-no. rlon Fernando Navarro, don José Mejia,
don Francisco GoHill. dun Juan ,Haría Herrera y don




119
Fr:llIClSCO l\'lartinpz <!l' Tejada. Juutos lodos estos examina-
ron la cuestiou con reservay detenidamente; decidiendo al
cabo formalizar la propuesta ante las Córtes , en la inteli-
gencia de qlW se verificase en SCSiOll secreta, para evitar,
si aquella fuese desechada, el desaire notorio que de ello
se seguiría á lord Wellington, y tambien la publicidad de
cualquiera expresión disonante que pudiera soltarse en el
debate y ofender al general aliado, con quien entonces mas
que nunca tenia cuenta mantener buena y sincera corres-
pondencia. No ignoré el ministro inglés nada de lo que
se trataba: dio su asenso y aun suministró apuntes acerca
de los términos el! que convendria extender la gracia; mas
sin provocar su concesiou ni acelerarla por vivo qne Iuese
Sil deseo de verla realizada.


Encargóse don Francisco Ciscar, ¡tiputado por Valencia,
de presentar la proposiciun por cscrito , firmada por los
vocales ya expresados. No encontró la medida en las Córtes
resistencia notable, preparado ya el terreno. Hubo con
todo quien la rechazase, en particular varios diputados de
Cataluña, y entre ellas don Jaime Creux, mas adelante ar-
zobispo de Tarragona , (~ individuo en 18~2 de la que se
apellidó Regencia de Urgcl, Nació principalmente esta opo-
sicion dcl temor de que se diesen ensanches en lo venidero
al comercio británico en perjuicio de las fábricasy artefac-
tos de aquel principado, en cuya conservacion se muestran
siempre tan celosos sus naturales. l\laüosamente usó de la
palabra el señor Creux , mirando la cuestion por diversos
lados. Dudaba tuviesen las Córtes facultades para dispensar
;1 un extranjero favor tan distinguido ; añadiendo que la
propuesta debia proceder de la Regencia, única autoridad
que fuese juez competente de la precision de acudir {¡
semejante y extremo remedio. v no dejando tampoco de
alegar t~1I apoyo de Sil dictárn:'lI lo imposible que se hacia




120
sujetar á responsabilidad á un gene!':ll súbdito de otro ¡.jO
bierno, y obligado por tanto á obedecer sus superiores ór-
denes. Razones poderosas contra las que no hahia mas
salida que la de la necesidad de aunar el mando, y vi-
gorizarle para poner pronto y favorable término á guerra
tan funesta y prolongada.


Convencidas de ello las Córtes , aprobaron por una gran
mayoría la proposicion de don Francisco Ciscar y sus como
parleros, resolviendo asimismo qll(~ la Regencia manifestase
el modo mas conveniente de extender la conccsion , COl!
todo lo dernas qne creyese oportuno especificar el! el caso.
Evacuado este informe, dieron las Córtes el decreto siguien-
te. « Siendo indispensable para la mas pronta y segura des-
)) trucciou del enemigo, que haya unidad en los planes y
II operaciones de los ejércitos aliados en la península , y no
II pudiendo conseguirse tan importante objeto sin que un
II solo general mande en jefe todas las tropas españolas de
J) la misma, las Cortes generales y extraordinarias, aten-
)) diendo á la urgente necesidad de aprovechar los gloriosos
II triunfos de las armas aliarlas , y [as Iavorahles circunstan-
» cias que van acelerando el deseado momento de poner
J) fin á los males que han afligido á la nacion; y apreciando
J) en gran manera los distinguidos ta lentos y relevantes
J) servicios del duque de Ciudad Rodrigo, capitau general
» de los ejércitos nacionales, han venido en decretar y de-
J) creta n : Que durante la cooperacion de las fuerzas aliadas
J) en defensa de la misma península, se le confiera t'I rnan-
» do en jefe de todas ellas, ejerciéndole conforme á [as 01'-
)) denanzas generales, sin mas diferencia que hacerse, como
J) respecto al mencionado duque se hace por el presente
J) decreto, extensivo á todas I:1s provincias de la peninsula
) cuanto previene el articulo (jo, título 1, tratado VII de
¡) ellas: debiendo aquel ilustre caudillo entenderse con el




121
» gohierno español por la secretaría del despacho universal
» de la Guerra. Tendrálo entendido la Regencia del reino,
» etc. Dado en Cádiz á 22 de setiembre de 1812. »)


Con sumo reconocimiento y agrado recibió la noticia
lord Wellington , contestando en este sentido desde Villa-
toro con fecha de 2 de octubre; mas expuso al mismo tiem-
po que antes de admitir el mando con que se le honraba,
érale necesario obtener el beneplácito del príncipe regente
de Inglaterra, lo que dió lugar á cierto retraso en la publi-
cacion del decreto.


lHotivó semejante tardanza diversas hablillas, y aun si-
niestras interpretaciones y deslenguumientos, acabando por
insertar á la letra el decreto de las Córtes un periódico de
Cádiz intitulado la Abeja. Dióse por ofendida de esta pu-
hlicacion la Itegencia , temiendo se la tachase de haber fal-
tado á la reserva convenida; y p,)f lo mismo trató de justi-
ficarse en la Gaceta de oficio: otro tanto hizo la secretaria
de Córtes, como si pudiera nadie responder de que se guar-
dase secreto en una determinacion sabida de tantos, y que
había pasado por tantos conductos. Se enredó sin embargo
el negocio :í punto de entablarse contra el periódico una
demanda judicial. Cor!tí la causa el diputado don José ñle-
jia , quien :í sí propio se denunció ante las Córtes como
culpable del hecho, si culpa hahia en dar á luz un docu-
mento conocido de muchos, y con cuya puhlicacion se con-
seguía aquietar los ánimos sobrado alterados con las voces
esparcidaspor la malevolenci» , y aumentadas por el miste-
terio mismo que se hahia empleado en este asunto. Hubo
quien quiso se hiciesen cargos al diputado "i\lejía, graduan-
do su proceder de abuso de confianza. Las Cértes fallaron
lo contrario, bien que despues de haber oido á una comí-
sion, y suscitádose debates y contiendas. Livianos inciden-
tes en que s(~ rlescarriau con frecuencia los cuerpos repre-


Incidentes
que ocurren en
e~te negociO.




122
sentativos, malgastando el tiempo tanto mas lastirnosameu-
te, cuanto en discusiones tales toman parte los diputados
de menor valía, aficionados á minuciasy personalesataques.


Envió entretanto lord Wellington su aceptacion defini-
tiva en virtud del consentimiento alcanzado del príncipe
regeute, y las Córtes dispusieron que se leyese en público
el expediente entero, como se verificó en la sesion del 20
de noviembre, cesando con esto las dudas y el desasosiego,
y quedando así satisfecha la curiosidadde la muchedumbre.


Nofaltaron sin embargo personas, aunque contadas, que
censuraban acerbamente la providencia. Los redactores del
Diario mercantil de Cádiz, socolor de patriotas, alzaron
vivo clamor, reprendiendo de ilegal el decreto de las Cór-
tes. Eran eco de los parciales del gobierno intruso, y de la
arnhieion inmoderada de algunos jefes.


nesobe-Itcnctu Acaudillaba á estos en su descontento don Francisco I
de Ballt'~Ler()s.


Ballesteros, quien abiertamente trató de desobedecer al
Gobierno. Capitan general de Anúalucia, encontrábase á la
sazón en Granada al frente del 4° ejercito, y malavenido
en todos tiempos con el freno de la subordinacion, gozan-
do de cierta famay popularidad, parecióle aquella acomo-
dada coyuntura de ensanchar su poder y dar realce á su
nombre, lisonjeando las pasiones del vulgo, opuestas en
general al influjo extranjero. Descubrió á las claras su in-
tento en un oficio dirigido al ministro de la Guerra con fe-
cha 25 tic octubre , en cuyo COII tenido , haciendo inexacta
y ostentosa reseña de sus servicios en favor de la causa de
la independencia antes y después del 2 de mayo de 1808,
que se hallaba en Madrid, y no hablando con mucha me-


t lIemos escrito siempre el apellido de Iialtesteros con B, con
areglo á la verdadera ortografía de su procedencia seguida por todos
los periódicos de aquel tiempo. Sin emlraruo , este general so firmaba
f/allesteros con r




12;)
sura de la fé inglesa, requeria que antes de conferir el man-
do á lord Wellington, se consultase en la materia á los
ejércitos nacionales y á los ciudadanos, y que si unos y
otros consintiesen en aquel nombramiento, él aun así y de
todos modos se retiraria á su casa l' manifestando en eso
que solo el honor y hieu de su país le guiaban, y no otro
interes ni mira particular. Dañoso tan mal ejemplo, si hu-
biera cundido, no tuvo afortunadamente seguidores, á lo
que contribuyó una pronta y vigorosa determinacion de la
Ilegencia del reino, la cual resolviendo separar del mando
á Ballesteros, envió á Granada para desempeñar este encar-
go al oficial de arti Heria don Ildefonso Diez de Ribera, hoy
conde de Alrnodóvar, el cual ya conocido en el sitio de Oli-
venza, habia pasado últimamente á Madrid á presentar de
parte del gobierno á lord Wellington las insignias de la ór-
den del Toison de Oro. Iba autorizado llibera competente.
mente con órdenes firmadas en blanco para los jefes, y de
las que debía hacer el uso que juzgase prudente. Era segun-
do de Ballesteros don Joaquín Virués , y á falta del general
en jefe recaía en su persona el mando segun ordenanza;
mas 110 couceptuándose sugeto apto para el caso l echóse
mano del príncipe de Anglona , de condicion firme y en
sus procederes atinado, qui en todavía se mantenia en Gra-
nada, si bien pronto á separarse de aquel ejército, disgus-
tado con Ballesteros por sus dernasías. A vistáronse el prín-
cipe y 11 ibera , y puestos de acuerdo, llevaron á cumplido
efecto las disposiciones del Gobierno supremo. Para ello
apoyáronse particularmente en el cuerpo de guardias es-
pañolas, sucediendo que las otras tropas, aunque muy
entusiasmadas por Ballesteros, luego que vislumbraron des-
obedecia este á la Ilegencia y las Cortes , ah andonáronle y
le dejaron solo. Intentó Ballesteros atraerl as; pero desva-
ueoiéndosele en breve aquel ia esperanza , sornetiose á su


:-:(~ 1e ~('pl1r;
t.tLd IlIUIlr/O.




124
adversa suerte, y pasó á Ceuta, á donde se le destinó de
cuartel. En el camino no se portó cuerdamente , dando
ocasion con sus importunas reclamaciones, tardanzasy des-
manes á que 110 ee desistiese de proseguir contra él una
causa ya empezada, la cual á dicha suya no tuvo éxito in-
fausto, tapando las faltas hasta el mismo príncipe de An-
glona, quien en su declaracion favoreció á Ballesteros ge-
nerosamente. La Regencia sin embargo graduó el asunto
de grave, y publicó con este motivo en diciembre nu ma-
nifiesto especificando las razones que habia tenido presen-
tes para separar del manfla del 4° ejército á aquel general,
de suyo insubordinado y descontentadizo siempre. Cierto
que la popularidad de que gozaba Ballesteros, y el atribuir
muchos su desgracia al ardiente deseo que le asistía de qne-
rer conservar intactos el honor y la independencia nacio-
nal, eran causas que reclamaban la atencion del Gobierno
para no consentir se extraviase sin defensa la opinion pú-
blica. Adornaban á Ballesteros, valeroso y sobrio, prendas
militares recomendables en verdad, mas ohscurecidas algun
tanto con sus jactancias y con el prurito de alegar Poude-
rados triunfos que cautivaban á la muchedumbre incauta.
Creíala dicho general tan en favor 5UYO, que se imaginóno
pendía mas de tener universal séquito cualquiera opinion
suya, que de cuanto él tardase en manifestarla. Pone tarn-
bien maravilla que hubiera quien sustentase que en confe-
rir el mando á Welliugton se cornproinetia el honor y la
independencia española.Peligra esta yse pierde aquel, cuan-
do un país se expone irreflexivamente á una desmemhra-
cion , ó concluye estipulaciones que menoscaban su bien-
estar, ó destruyen su prosperidad futura. En la actualidad
ni asomo habia de tales riesgos, y cuando estos no amagan,
todos los pueblos en parecidos casos hall solido d(~positar
su confianza en caudillos aliados, La Grecia antigua viú :'1




125
Teuustocles sometido al gCJl(:l'al di' Esparta , tan inferior á
el en capacidad y militares aciertos. Capitaneó Vendorne
lasarmas aliadas hispano-francesas en la guel'ra de sucesiou,
y en nuestros ríias el mismo \VeJlington ha tenido bajo sus
órdenes los ejércitos de las principales potencias de Euro-
pa , sin que por eso resultase para ellas desdoro ni manci-
lla alguna.


A la insubordinaciou y desobediencia de Ballesteros Continúo el
sjfjll d('1 rllstillo


ocompaüó tarnhien el malograrse la toma del castillo de ,k Hurgo,.
Burgos. Dejamos allí á los ingleses dueños del hornabeque
de San jIigucl , preliminar necesario para continuar las de-
mas acometidas. Establecieron en seguida una batería por
el lado izquierdo del hornahcque , decidiendo lord Welling-
ton, aun antes de concluirla, escalar el recinto exterior en
la noche del 22 al 25 (le setiembre. Frustróse la tentativa,
y entonces hicieron rcsolucion los anglo-portugueses de
continuar sus trabajos, queriendo derribar por medio de la
mina los muros enemigos. Abrieron al electo una cornuni-
cacion que arrancaba del arrabal de San Pedro, y convir-
tieron en una paralela un camino hondo colocado á iJü va-
ras de la línea exterior. En la noche del 29 jugó con poco
fruto la primera mina, siendo recaazados los aliados en el
asalto que intentaron. No por eso desistieron todavía de su
empresa, y con diligencia practicaron una segunda galería
de mina, tambien enfrente del arrabal de San Pedro. Lis-
ta ya esta el 4 de octubre, se puso fuego al hornillo: ha-
bíase apenas verificado la explosiou, cuando ya coronaban
las brechas las columnas aliadas. Fué en el trance grave-
mente herido el teniente coronel de ingenieros Jones , dili-
gente autor de los sitios de estas campanas.


Alojados los ingleses en el primer recinto comenzaron á
cañonear el segundo, y á practicar al propio tiempo un
ramal de mina que partia desde las casas cercanas á San




UI':'ó(,Cl'e;ínlc
lo~ ;lJi;HJ¡)~


i\Tovirllií'ntos
d{~ In ...


I"ranCI':oes.


De rosé
suhre Madrid.


126
Ilomau , antes iglesia , ahora almacen de los franceses. La
estación mostráhase lluviosa é inverniza, y las balas de
á 24 no dejaban ya de escasear para los sitiadores. Sin em-
bargo juzgando estos accesible la brecha del segundo recin-
to, le asaltaron el 18 de octubre, mas con éxito desgra-
ciado y á punto que los desalentó en gran manera. Por
eso, y porque los movimientos del enemigo ponían en cui-
dado á lord Wellington, determinó este descercar el casti-
llo como lo verificó el 22 del propio mes á las cinco de la
mañana, sin conseguir tampoco, segun intentó, la des-
truccion del hornabeque de San J}ljguel.


Bien preparados los ingleses hubieran debido tomar los
fuertes de Burgos en el espacio de solo ocho dias. Disculpa-
ron su descalabro con la falta de medios, y con no haber
calculado bastantemente la resistencia con que encontraron.
]}Ias entonces ¿ para qué emprender un sitio tan inconside-
radamente?


Eran de gravedad los movimientos que forzaron á lord
Wellington á alejarse de Burgos. Verifícáhanlos los rjérci-
tos franceses del mediodía y centro y los llamados de Por-
tugal y el uorte. Los primeros pusiéronse en marcha luego
que en Fuente la Higuera celebró el rey José una confe-
rencia con los mariscales Jourdan , Soult y Suchet. Hizo
este grandes esfuerzos para que no se evacuase á Valencia,
y lo consiguió; revolviendo solo sobre \ladrid por Cuenca
y por Albacete las tropas de los otros mariscales.


Creian los franceses trabar refriega en el tránsito con sir
Rowland Hill , quien despues dc su venida dc Extremadura
manteníase á orillas del Tajo en Aranjuez y Toledo, en-
grosado con la fuerza anglo-portuguesa que compuso par-
te de la guarnicion de Cádiz durante el sitio, y con las
tropas que trajo de Alicante don Francisco Javicr Elío , y
ascendían á fiOOO infantes, 1200 caballos y 8 piezas tlr'




1';)7
artillería que se situaron :í la izquierda del ejército britá-
nico en Fuentidueüa. filas advertido el general inglés de
los intentos del ejército enemigo, avisóselo á Wellington,
y poniéndose en camino de 1\Iadritl abandonó sus estancias
y voló uno de los ojos del puente llamado Largo sobre el
Jarama, en cuyas riberas dejó con algunas tropas al coronel
Skerret.


Tuvo este allí un choque con el ejercito de José que llrlirallse
los :lli:-lflo~ de


seguíala huella de sus contrarios, quienes de resultas des- Madrid.
ampararon del todo las orillas del Jarama. El general HiIl
pasópor Madrid el 51 de octubre; desocupó los almacenes
de los franceses; hizo volar la casa de la China; destruyó
las obras del Retiro, y recogiendo las divisiones que lord
Wellington había dejado apostadas dentro y en los alrede-
dores de la capital, continuó su viaje y traspuso las sier-
ras de Guadarrama dirigiéndose sobre Alba de Tormes , con
objeto de unirse á lasdemas fuerzas de su nacion que guer-
reaban en Castilla la Vieja. Acornpañáronle las divisiones
principales del DO ejército español que trajera de Extrema-
dura; mas no las del 2° y 5° que con Elío hablan avan-
zado á la ;Uallcha, y se le habiau juntado, las que tornaron
á su respectivo distrito de Valencia y .Murcia , cruzan-
do el Tajo por el puente de Auñon , y dando Ingar á que
José avanzase á "Iadrid, para continuar ellas su marcha
por los lindes de la provincia de Cuenca.


Presentaba 1']adrid en aquellos dias penoso y melancóli- Estarlo triMe rle
co aspecto. Las autoridades se habian alejado apresurada- la «ppita!.
mente de la villa, y aun el ayuntamiento ya establecido
constitucionalmente, habíase quedado reducido á 4 regi-
dores por la huida de los otros. Hubieran sobrevenido Don Pedro Sainz
gravísimos males sin la presencia de ánimo de don Pedro de llllr'"Hjll
Sainz de Baranda, y el sacrificio que hizo este de su per-
sona. Respetable vecino de .Madrid y tambien regidor, se




1~8
puso al frente de todu, erigillo eu primera y (Plica cabeza
de la capital. Las disposiciones de Baranda fueron vigoro-
sas y cuerdas, impidiendo con ellas se realizasen los desór-
denes que amagaban, y eran de temer en IIWI gran pohla-
cion, sola y entregada á sí misma en circunstancias criticas
y dolorosas.


Entra Entró José en ñladrid á las dos de la tarde del 2 de JJO-
Jil~é (In Mildrid.
Sale otra vez. vicmhre. No fué su mansiou larga ni duradera, pues de


nuevo evacuo la capital el 7 del propio mes, no viendo-
se entonces los vecinos expuestos á la precaria suerte de
pocos días antes, por conocer Y3 el remedio á su desam-
paro. Baranda, que se habia recogido á su casa durante la
breve permanencia de José en JJadrid, Iué repuesto el! el
ejercicio de sus facultades, y continuó portándose atina-
darnente, hallando recursos IJlle satisficiesen los excesivos
pedidos de varios guerrilleros que se agolparon á la capi-
tal, y los del general Bassecourt, que el dia 11 pisó tam-
bien sus calles.


Ya José a Enderezó su marcha .Tosé tras de los ingleses hácia Cas-
Castilla la Vieja. '11 J V" . 1 1 .1ti a a y leja con intento l e o rrar mancomunadamente con


nlovimiento sus ejércitos de Portugal y el norte. Lora \Vellington an-
de wollíngton. tes de levantar el sitio del castillo de Rnrgos, prevínose


para no ser sorprendido por las masas enemigas que de en-
contrados puntos venian sobre sus huestes; y ya desde el
18 de octubre se situó en ademán de defenderse y dj~ estar
dispuesto para la retirada, colocando la derecha de su ej~r­
cito anglo-hispano-portugués en Ihear sobre el Arlanzon,
el centro en J\Iijaradas y la izquierda en Sotopalacios.


Avanzan a A la propia sazón hahian reunido los franceses sus fuer-
Castill" In Vil'ja d' ibl 1 I .,. I P I llos ejérr ítos zas ISpOlll es (e os ejércitos (P ortuga y e norte en
¡]/~~~'~~~~h !\1onasterio, empezando á avanzar el 20 á Quintanapalla,


el unrte. .
de donde tuvieron otra vez que replrgarse Ilanqueandolos
por su derecha sir Eduardo Pagel. \Vdlíngloli sin embar




TOM. IV.


1::W
go 110 diliri!í levantar PI sitio del castillo IÍP Burgos segun Elllp¡:'ZiI


\\'ellinglnllhemos visto ; {~ hizolo con lal presteza, que el enemigo no :í rctirurse ,
advirtió hasta tarde el movimiento de los aliados. quienes
pudieron continuar retirándose sin molestia, y pasar tran-
quilamente el Pisuerga por Torquemada y Cordobilla. Va-
rios cuerpos de caballería ligera al mando de sir Staple-
ton Cotton , don Jnlian Sanchez y alguna que otra partida
española componian la retaguardia. El enemigo adelantan-
.lose trabó refriegas parciales con los aliados, cuyas tropas
colocadas á la margen del Carrion , sentaron el 24 su
ala derecha en Dueñas y su izquierda en Villamuriel. Por nInninhrn<
aquí se extendía el 6° ejército español á las órdenes del de 10< "j<nitO'.
genera' Castaños, cuyo jefe de estado mayor era don Pe-
dro Agustin Jiron. Habíansele agregado guerrillas y gente
del 7° ejército, como lo era la division de don Juan Diaz
Porlier. Atacó el enemigo la izquierda de los aliados sin
fruto; hizo Wellington en seguida marchar alguna fuerza
sobre Palencia con deseo de cortar los puentes del Car-
rion, pero malogróscle habiendo agolpado allí los france-
ses suficiente tropa que se lo estorbase.


Pasó el enemigo aquel rio por Palencia. y hubo enton-
ces Wellington de cambiar su frente, consiguiendo volar
dos puentes que hay también sobre el Carrion en Villamu-
riel y cerca de Dueñas. No acertaron los aliados á destruir
otro sobre el Pisuerga en Tariego , por donde cruzaron
aquel rio los enemigos como tambien el Carrion , siguien-
do un vado peones suyos y jinetes. Ordenó Wellington que
se contuviese ~í los contrarios en su ataque, y se trabé una
pelea en la que tuvieron parte los españoles. De estos el
regimiento de Asturias ció 1111 momento, y notándolo don
Miguel de Alava, qur asistía alIado de lord wellington,
H~ adelantó para reprimir el desórden , y evitar que huhie-
se quiebra en la honra de las lilas de sus compatriotas á la
~




Ilr-pasa
WellillRton el


Duero.


150
vista de tropas extranjeras. Intrépido Alava avanzó dema-
siadarnente , y recibió una herida grave en la ingle. Pero los
españoles entonces sin descorazonarse volvieron en sí y
repelieron al enemigo, ayudándolos y completando la co-
menzada obra los de Brunswick , y el general Oswald con
la 1) a división de los aliados.


Luego cejó lord Wellington repasando el Pisuerga por
Cabezonde Campos. En la mañana del 27apareció Souham,
general en jefe del ejército enemigo, á cierta distancia, siu
que intentase ningún ataque de frente, limitándose, segun
se advirtió despues, á enviar destacamentos vía de Ciga les
por su derecha para posesionarse del puente de Pisuerga
en Valladolid, y colocarse así á espaldas del ejército alia-
do. Prolongaron los franceses su derecha aun mas allá el
dia 28, siendo su intento enseñorearse del puente del Due-
ro en Simancas; pero defendido este paso corno el de Va-
lladolid por el coronel Halkett y el conde Dalhousie , vo-
laron los aliados el primer puente, y á prevencion tambien
el de Tordesillas, 1\las no bastándole á lord Wellington es-
tas precauciones, y temeroso de ser envuelto por su iz-
quierda, se echó atrás, y pasó el Duero por los pueblos de
Puente Duero)' Tudela , cuyos puentes voló lo mismo que
el de Quintanilla y los de Zamora y Toro. Advertido We-
llingtou de que los enemigos cruzando Ú nado el Duero
hahian caido de golpe sobre la guardia inglesa de Tortlesi-
Has, y que reparaban el puente para facilitar la comunica-
cion de ambas riberas, se encaminó al punto en donde se
alojaba el ala izquierda, apostando el 50 sus tropas en las
alturas que sr elevan entre Rueda y Tonlesillas. Nada sin
embargo intentaron los enemigos pül' de pronto, conten-
tándose con posesionarse nuevamente de Valladolid y TI.!-
ro, y extenderse por la derecha de sus múrgetws. Tampo-
co 'Vellington se movió antes del (j de noviembre: ora por




151
desistir el enemigo de su acnsamiento , ora por ser necesa-
rio dar descanso á sus tropas y treguas al general Hill pa-
ra que se le juntase. Aquel mismo dia llegó dicho general
á Arévalo, y púsose en comunicacion con Welliugton,
quien le mandó proseguir sin tardanza su movimiento por
Fontiheros sobre Alba de Termes. La marcha de HiU pecó
de fatigosa por escasez de víveres, cuya falta se achacó al
comisariato inglés, impróvido y mas cuidadoso á la sazon
del interés propio que del de sus tropas. Tambien había
decaído alguu tanto la virtud militar en las divisiones que
mandaba Hill,


Aparejados ya los puen tes de Tordesillas y Toro por el
enemigo, no alargó mas tiempo Wellington su permanen-
cia en las últimas estancias, colocándose el8 de noviembre
eu las que antes había ocupado frente de Salamanca. Pasó
el mismo dia sir Itowland Hill el Termes por Alba, y guar·
neció el castillo.


Detenidos los franceses en recoger provisiones, y atcu-
tos á unirse 1:011 los ejércitos del mediodíay centro, COUlO lo
fueron verificando ('IJ estos dias , no molestaron á los alia-
dos en sus marchas. Las fuerzas enemigas que se reunie-
ron ahora ascendían :1 80000 iníau Les y i~OOO caballos, lo
mas florido de lo que tcnian el! España , si no contamos
algunas ele las tropas de Suchet. Constaba el ejt'nito aliado
de 48000 infantes y 3000 eahallos , y adcmas 19üOO espa-
ñoles , fuera de las guerrillas, y de la gente de Extrema-
dura que venia con Ilill.


Comenzaron los enemigos á hacer ademán de atacar el 9 á
los aliados por el hilo !ir' Alba, mas no se trabó pelea im-
portante hasta el l4. En este dia vadearon los franceses el
Torrnes por tres puntos, dos leguas por cima de Alba. Quiso
lord Wellingtou pouer estorbos al paso del francés por
aquel rio; pero siendo ya tarde y couociendo estar muy


Únescle Hill.


Wellington
en Salutuauca .


.lúntnsc José
a los


ejél'cHos suyos
dl'l norte


y Portugal


Pasan
los franceses


el 'formes.




nc~(hdrn
en 1::. reüradn.


ji:,::!
afianzados los euemigos en sus posicioues, determinó all\jar<
se. Puso en ejecuciou su pensamiento despues de haber re-
cogido en la misma tarde del 14 las tropas sUY:JS apostadas
en las cercanías de Alha , y (le haber destruido los puentes
del Tormes . ciñéndose á dejar CIl el castillo de aquella
villa, palacio de sus duques, una gual'llicioll española de
300 hombres á las órdenes de don José ñliranda Cahezon.


Ahandonó Wellingtou del todo el 13 las estancias de
Salamanca, y partió distribuirlo Sil ejército en 5 trozo:"
que conservaban paralelas distancias, en cuanto lo consentía
el terreno doblado de aquella comarca. Maudaha la 1a co-
lumna el general HiII; la 2' Ó cenLro sir Eduardo Paget;
componian la 5a los españoles. Cruzaron todos el Zurguen,
y acamparon por la noche en los olivares que lame el Val-
rnuza, tributario del Termes. El tiempo lluvioso, las aguas
rebalsadas en las tierras bajas, los víveres escasos, si bien
se habia surtido al soldado de pan para seis días, pero inú-
tilmente por la relajacion de la disciplina sino en los casos
de pelear. Los caballos desprovistos de forraje y pienso,
teniendo que acudir para alimentarse á pacer la yerba ó ú
ramonear y descortezar los árboles. Desaprovecharon los
franceses, asistidos corno se hallaban de fuerzas superiores,
esta oportunidad de introducir desórden , y aumentar la
turbacion en el ejércitoaliado.


Permanecieron los nuestros al raso el 16 en un bosque
á dos leguas de Tamarnes. Al dia siguiente dirigieronsu mar-
cha por unos encinares, y detrás el enemigo sin perder la
huella de la retaguardia. AqUÍ pastaban unas piaras, y con
ellas rompieron recia escaramuza los soldados así españoles
corno ingleses y portugueses, echándose la culpa unos á
otros: hubo ocasion en que el íuego indujo {, error, creyen-
do ser lid con hombres, la que solo lo era contra desdicha-
dos animales,




15;)
El descoucicrto 41'1(: Ilaeia dt' tales ineideules junto (011


lo pantanoso (~ intransitable de Jos caminos, y lo hinchado
de los arroyos que desunian las divisiones Ó columnas, rué
causa de que resultaseentre dos de ellas un espaciosoclaro.
Disgustado sir Eduardo Paget , V deseoso de averiguar en Cae 1,,¡'¡nn"I'¡
~ - rl ~('IH'ral P¡¡¡.l,pl


en qué consistía, cabalgó de una Ú otra, en sazon jusla-' .
mente en que se interponía entre las columnas separadas
1111 cuerpo de caballería enemiga, que, cayendo de repente
sohre el general iuglés, le hizo prisionero sin resistencia.
Afortunadamente ignoraban los franceses la verdadera si-
tuaciou tic los aliados, si no otros perjuicios pudieran haber-
se seguido. Desde el Tormo.s no hubo mas que canouco 'j
escaramuza por amhas partes, con amago á veces de for-
malizarse campal batalla. Lord Wellington, cuya serenidad luid t~~:rl~IJ"'l\n
y presencia por do quiera alentaba y contribuia á que el en I'"rtllg'~l
soldado no diese suelta á Sil indisciplina, estableció en la
noche del 18 sus cuarteles en Ciudad Ilodrigo, y cruzando
en los dias 19 y 20 el Aglleda, pisó en breve tierra de Por-
tugal. Los españoles se dirigieron por 10 interior de este I'a,,,,,;i (;alicin


v Asturíus
reino á Galicia: alojándose otra vez en el Vierzo el 6° eJ'ór- ,,1 ""e.l,,,.eito '"


, pafiol ).. Portier
cito para rehacerse y prepararse á nuevas campañas. Tornó .
Porlier á Asturias, y las fuerzas de Extremadura que hahian
venido con HiII se acuartelaron durante el invierno en Cá-
ceres y pueblos inmediatos; quedando cerca de Wellingtou
pocos cuerpos y guerrillas, de las que algunas regolfaron
otra vez á Castilla.


Entre tanto el gobernador de Alba de Termes don José Dcfrnsn IH,nlo;e
del r astil lo


Miranda Cahezon, á quien encareó Wellington sustentar ,le ,\llt;¡
c • e ck Turuu--


el punto, condújose dignamente: reanimando su espíritu,
si menester fuera, la vista de aquellas paredes en donde se
representaban todavía las principales batallas de que salie-
ra vencedor en otro tiempo el inmortal duque de Alba don
Fernando :\lvarez tlt' Toledo. Solo I\Iiranda • y ya lejos los




('" Ap. 11. ~.)


Cuarteles
ile w cllíugton


de Purtugul.


134
ejércitos aliados, empezaronlos enemigos á intimarle la reno
dicion. Hespondió :\Iiranda siempre con brio á los diversos
requerimientos, no desperdiciando coyuntura de hacer sali-
das y coger prisioneros. Ocuparon luego los franceses los lu-
gares altos para descubrir á los nuestros, que se defendían
bravamentedetrás de los muros, de las minas y parapetosdel
castillo. Así continuaron hasta 1'124 de noviembre, en cuya
noche resolvió el gobernador evacuar aquel recinto, dejan-
do solo dentro al teniente de voluntarios del Hibero don Ni-
colásSolar, con 20 hombres, 55 enfermos y 112 prisioneros
hechos en las anteriores salidas. Ordenó á este sn jefe sos-
tener fuego vivo por algun tiempo parn cubrir al sitiador la
escapada de la guarniciono Al ser rle día llegó miranda con
los suyos al Carpio; pero teniendo que andar por medio
de los enemigos y de sus puestos avanzados,vióse obligado
para evitar su encuentro á marchar y contramarchar dnran-
te los dias 2o, 26 y 27, hasta que el 28 favorecido por un
movimiento de los contrarios, y ejecutando una marcha
rápida se desembarazó de ellos, y se acogió libre al puerto
del Pico. Antes de salir Miranda del castillo se correspon-
dió con el general francés que le sitiaba, y en el último
oficio díjole: * «Emprendo la salida con mi guarnieion; si
)) las fuerzas de V. S. me encontrasen, siendo compatibles,
» pelearemos en campo raso. Dejo á V. S. el castillo COl!
» los enseres que encierra, particularmente los prisioneros,
)) á quienes he mirado con toda mi consideracion, y omito
J) suplicar á V, S. tenga la suya con el oflcial , enfermos
)) y demas individuos que quedan á su cuidado, supuesto
) que sus escritos me han hecho ver la generosidad de su
)) corazon. )) Celebró debidamente lord Wellington el por-
te de Miranda , y tributáronle todos justas alabanzas.


Penetrado que hubo en Portugal el general iuglés tomó
cuarteles de invierno , acantonando su gente en una línea




\!l!'l\"\'
,J(HG <-Í:1Jildrid.


que se exteudia llesdc Lainego hasta las sierras de Baüos y
lléjar, así para proporcionurse vituallas con mayor facili-
dad, como para atalayar todos Jospasos, y de manera que
pudieran sus diferentes cuerpos reconcentrarse con celeri-
dad y presteza. Los franceses por su. part e tomaron varios Ilhi'\¡>Il<l'
lo~ rr;mr('SI':=i.


rumbos y posiciones, esparciéndose por Castilla la Vieja á
las órdenes de Souham y Caffarelli sus ejércitos de Portu-
gal y el norte, y revolviendo sobre Castilla la Nueva, re-
gidos siempre por el rey intruso y los mariscales Jourdan
y S0I11t, los del centro y mediotlia.


En la tarde del 5 de diciembre entró de lluevo José en
iUadrid , enlutecíéndose los corazones de los vecinos, corn-
prometidos calla vez más cou idas y venidas de unos y otros,
y abrumados de cargas y de no interrumpidas infelicidades
y desventuras. J\Iandó no obstante el golrieruo intruso que
se iluminasen las casas por el espacio de tres días en cele-
hridad del retorno de su monarca, quien se mostró aun
mas placentero y apacible que lo que tenía de costumbre.
Las demostraciones de alegría apesadumbraban :í los mo-
radores en vez de divertirlos y entretenerlos, mirándolas
como mofa de sus rniserias : ocasion bastante, cuando no
fuera ayudada de tantas otras, para que creciese la indig-
nación en los pechos.


Repartidas las tropas británicas segun hemos dicho v C.'irCII.lar de
e , , .] lord w clllngton.


aseguradas en f'US puestos, pasó \Vcllington una circular á
todos los comandantes de los cll(~rpos , notable por sus ra-
zones y oportunos reparos, y por inferirse tamhien de su
contexto el desarreglo y la insubordinacion ú que habían
llegado los soldados ingleses. (( La disciplina del ejército
» de mi mando (decía Wellington ) en la última campaña
» ha decaído á tal punto, que nunca he visto ni leido cosa
Jl semejante. Sin tener por disculpa desastres m señaladas
'l privaciones.. ,.. " « Hanse cometido desmanes y excesos




156
» de toda especie, y se han experimentado pérdidas que
)) no debieran haber ocurrido ..... J)


Achacaba en seguida el general inglés muchas de estas
faltas al descuido y negligencia de los oficiales en los regi-
mientos, y prescrihia atinadas reglas para aminorar el mal
y destruirle en lo sucesivo. Produjo esta circular maravillo-
so efecto.


Pusa á Cálliz Poco despues se trasladó lord Wellington á Cádiz, á fin
lord w elhugjon .


de concertarse con el Gobierno español acerca de la cam-
palia que debía abrirse en la primavera, y tamhien para
dar descanso y recreo al ánimo después de tan continuadas


Bl'ciiJ" li;lillWIll fatigas. Llegó Wellington á aquella ciudad el 24 de diciem-
tllle ~(~ le h(ll~t'.


hre , y la Regencia y las Córtes, y los grandes y los vecinos,
todos se esmeraron en su obsequio. Diéronle los regentes el
25 un combite espléndido, al que asistió una comision de
las Cortes. Ea correspondencia hizo otro tanto el embaja-
dor británico sir Enrique W ellesley, hoy lord Cowley,
hermano del general, con la singularidad de haber invitado
á todos los diputados. Festejóle la grandeza de España,
cási toda ella reunida en Cádiz, como muy adicta á la cau-
sa de la patria, celebrando un suntuoso baile á que COII-
currió lo mas florido y belio de la poblacion. Quisieron
turbar la fiesta mal intencionados, ó gente enojada de no
haber sido parte en el convite, escribiendo una carta anó-
nima á la condesa-duquesa de Benavente, duquesa tambien
viuda de Osuna, quc por sus particulares respetos y ele-
vadas circunstancias presidia la funcion: tratáhase en su
contenido de atemorizar á esta señora cun el anuncio de
que la cena estaba envenenada. Vislumbróse luego el ob-
jeto de tan falso y oficioso aviso, y léjos de alterarse la
alegría, aurnentése, dando lugar tal incidente á donaires y
chistosas agudezas. Otra casual ocurrencia hizo aquella
noche subir mas dI' punto t'I comun gozo, y Iué la noticia




Nneva
dlstribuclnn


de lo, ejércitu'
españoles


157
'lile entonces llegó tic los desastres y completa ruina que
iba sufriendo el ejército francés al retirarse de su campaña
tic Ilusia : euaves recuerdos de hechos que presenciamos,
tanto mas indelebles para nosotros, cuanto acaecieron en
nuestra primera mocedad.


A tales diversiones y fiestas, grandes atendiendo á la es-
trecheza de los tiempos, nacidas todas del entusiasmo mas
puro y desinteresado, acornpañarou ciertas y honorificas
muestras de aprecio, dispensadas á la persona de lord
Wellington. Debe considerarse corno notable la de una co-
mision que nombraron las Córtes para irle á cumplimen-
tar á su casa luego de su arribo á Cádiz; paso preparatorio
de una nueva y mayor distinción con que se le honró.


Fué esta recihirle las Cortes dentro de su mismo seno, y Se le el" """111"
• •• 1~I1 las (;órles~


concederle asiento en medio de los diputados. ñlerced que
Wellington tuvo en grande estima, corno hijo de un país
en cuyo gobierno tienen tanta parte los cuerpos represen-
tativos. Vcrificóse esta ceremonia el 50 de diciembre.
Presidia las Córtes don Francisco Ciscar. * Leyó lord r: Al'. 11 'i
\Vellington un discurso sencillo en castellano, pero enér-
gico, realzando el vigor de las palabras el acento mismo
aspirado y fuerte con que le pronunció. Bespondióle el
presidente de las Córtes atinadamente, si bien de un modo
algo ostentoso, y propio solo de los tiempos en que Alejan-
dro Famesio * y el duque de Feria dominaron en Francia, (' Al'. n. ti.)
y dentro mismo de los muros parisienses.


No se crea que solo á ceremonias y apacibles entreteni- Varias
ruientos se limitaron las ocupaciones de lord Wellington Ili~~(~~~~I~I~i~ ~l
en Cádiz. Otras disposiciones y acuerdos se tomaron ende-
rezadosá dar impulso á la guerra, é introducir mayor sen-
cillez en la adrninistraeion. La Regencia había por este
tiempo refundido en 4 ejércitos de operaciones con 2 de
reserva los que antes se hallaban distribuidos en 7. For-




(lo Ap. n. 12.)


Se prepara
á nuevas cam-


pañas.


t5H
mata ello el de Cataluña, y se puso á las órdenes del ge-
neral Copons y Navia. El 20 componíase del 20 y 5° de
antes, y continuaha mandándole don Francisco Javier Elio.
El 1,0 antiguo daba el ser al 5° nuevo, y á Sil frente el du-
que del Parque. Constaba el 40 de ahora de los anteriores
5° 6° Y 7°, Y regíale el general Castaños. De los de reser-
va debía organizarse uno en Andalucía al cuidado del con-
de del Abisbal: otro en Galicia al de don Luis Lacy. De
esta fuerza 50000 hombres tenian que maniobrar á las
inmediatas órdenes de lord Wellington. Tambien á instan-
cia de la Regencia promulgaron las Córtes un * decreto
con fecha 6 de enero del año entrante de 18t5, en el que
se deslindaban las facultades de los generales, de los jefes
políticos y de los intendentes, con otras disposiciones di-
rigidasá destruir , ó por lo menos suavizar todo ludimien-
to el roce de las autoridades entre sí; tratándose igual-
mente de mejorar la cuenta y razon , y toda la parte
administrativa: asunto arduo de suyo, y mas en aquella
sazon, fecunda en pretextos y disculpas que ofrecían los
reveses y azares de la guerra misma.


ras. Wrllinglon En breve salió lord \Vellington de Cádiz y pasóá Lisboa,
á Lishoa. siendo acogido en los pueblos portugueses por donde tran-


sitó desde Yelves hasta el Tajo con regocijos públicos yar-
cos de triunfo muy engalanados. Acorde en estos viajes
con los gobiernos de la península, pudo sosegadamente
prepararse á la ejecucion del plan de la campaña próxima,
que pronosticaban dichosa los trofeos adquiridos entonces
contra Napoleon, no menos en los templados y calurosos
climas que bañan el Tormes y el Manzanares , que en las
frias y heladas regiones del septentrion.




HESU~IEN
DEL


LIBRO VI(i-J~SI::lI() Plll~IO.


LAS Córtes. - Enajenacion de baldíos y propios. -Abolicion por las
Córtes del voto de Santiago. - Declarase patrona de España á santa
Teresa de Jesús. - Españoles comprometidoscon el gobierno intruso.
- Decretos de las Córtcs sobre este asunto. - ñlediaciou inglesa para
arreglar las desavenencias de América. - Tratado con Rusia. - Con
Suecia. - Felicitaciou de la princesa del Brasil doita Carlota. - Nueva
proposición para nombrarla regenta. - Se rechaza. - Abolicion de la
inquisicion. - Decreto de la abolicion de la inquisición y manifiestode
las Cortes. - Reformade conventos y monasterios. -Mudanza de la
Regenciay sus causas. - Eleccion de nueva Regencia.- Su iustalaeiun
en 8 de marzo.- Admínistracion de la Regencia cesante. - Nuevo re-
glamento dadoá la Regencia. - Oposicion de prelados y cabildos á la
publicacion de decretos sobre inquisición. - Conducta del nuncio del
papa. - Debates y resoluciones en las Córtes sobre esta materia.-
Causa formada á algunos canónigos de Cádiz.- Quejas de estos con-
tra el ministro Cano:Hanuel. - Hesolucion sobre ello y debates en las
Córt.es.-Altercados con el nuncio, y su extrañamiento. - Disputa de
precedencia con la Rusia.







=


HISTORIA
DEL


IJEVANTUIIENTO, GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPAÑA.


LIBRO VIGÉSlllIO :PRI~IO.


TJI~:lIPO es ya que volvamos á las Córtes. En el que va
corrido desde la primavera de 1812, tratáronse en ellas
muchas y varias cuestiones. La de reducir á propiedad
particular los terrenos de baldíos ó realengos, y Jos de pro-
pios y arbitrios de los pueblos, se empezó á ventilar eu
abril, y se prolongó hasta meses despues , interrumpida
con otros debates. Al examinarla llevaron las Cértes el pro-
pósito de fomentar la riqueza agrícola, aumentando el nú-
mero de propietarios, atender al pago de una parte de la
deuda pública, y premiar debidamente ú los defensores de
la patria.


Hubo sobre la utilidad de esta medida pareceres diver-
sos. Quién la ensalzaba esperando de su favorable resolu-
cion cuantiosos bienes; quién la deprirnia no viendo en


Las Córtcs.


Enajena~ion
de haldíos
y propios.




l42
ella sino engaño con apariencias falaces. Porque creían mu-
chos, y no infundadamente, que el atraso de la agricultura
en España y la despoblacion de sus campos, no tanto pen-
dia de los baldíos y los propios, como de otras diferentes
y complicadas causas,


Contaban entre estas y de mas alto origen las conquis-
tas, señaladamente la sarracénica, cuyas incursiones y des-
trozos, durando siglos, obligaron á preferir como mas se-
gura y movible la granjería meramente pecuaria á la rural
ó de labor. Tambien las acumuladas y abusivas amortiza-
ciones civil y eclesiástica y otros errores políticos, econó-
micos y administrativos, que si bien comunes á otras na-
ciones, sembráronse en la nuestra como á granel, y se
reprodujeron y perpetuaron al amor de la desidia y de ar-
raigadas costumbres. La naturaleza misma ha puesto estor-
bos en el suelo peninsular á la extension del cultivo; pues
en medio de comarcas y valles fertilísirnos y amenos, abuu-
dan, segun hahia notado ya nuestro geopónico Herrera,
los montes y las sierras peladas, los declives de capa vejeta]
muy somera, y las desnudas y pedregosas llanuras que,
al paso que desadornan y afean la tierra, conviértenla á
veces en árida y de poco provecho. Aumentan el daño la
escasez de caudal de aguas en muchas provincias, y las fre-
cuentes sequías que agostan los campos prematuramente.
Ademas hanse confundido en repetidas ocasiones terrenos
incultos pertenecientes á particulares con los baldíos; exa-
gerando la importancia de estos, cuando aquellos queda-
ban eriales por la incuria de sus dueños ó por la dificultad
de romperlos y deshrozarlos.


En la discusión de las Córtes, luminosa bastante, no to-
dos se alucinaron imagiuáudose resultarinn abultados be-
neficios de la enajenacion y venta de los baldíos y los pro-
pios. Notable fLH; el discurso del seüor .\ IIPr. quiN] sin




U,5
oponerse dio en contra razones sólidas que rebatieron en
parte las de otros vocales no tan poderosas. Al fin aprohóse
un decreto sobre la materia que se promulgó en enero de
1815. Disponia este en substancia: Lo reducir los terrenos
baldíos ó realengos y de propios y arbitrios, así en la penín-
sula como en ultramar, á propiedad particular: 2.° emplear
la mitad de los baldíos ó realengos en el pago de la deuda
nacional, prefiriendo los créditos que tuviesen los vecinos
de los pueblos en cuyo término se hallasen los terrenos.
3.o distribuir en suertes con el nombre de premio patriótico
las tierras restantes de los mismos baldíos, ó las labrantías
de propios y arbitrios, entre los oficiales de capitan abajo,
y entre los sargentos, cabos y soldados rasos que hubiesen
servido en la guerra de la independencia, y se hubiesen re-
tirado con documento legítimo que acreditase su buen des-
empeño; y 4.° repartir gratuitamente y por sorteo las tier-
ras entre los vecinos que las pidiesen, y no gozasen de
propiedad.


Juzgaban los entendidos que no se seguiria utilidad gran-
de y real de este decreto, porque conforme á su contexto
poníanse muchas porciones de los terrenos enajenados en
manos cási infructíferas, no asistiendo á la mitad quizá de
los nuevos adquiridores la industria y el capital que se re-
quieren para introducir y adaptar una oportuna y variada
iabranza. Pues sabido es quc el progresoy la perfección de
esta no consiste precisamente en dividir y subdividir las
propiedades, sino en que estas 110 queden abandonadas; ni
tampoco en cultivar mucho, sino en cultivar bien y de mo-
do que el producto neto de un terreno dado sea superior
al de otro terreno de la misma extension y naturaleza; cu-
yo objeto no se iogra por los escasos y débiles medios que
acompañan al desvalido bracero, mas sí por los qw~ con-
curren en el hombre industrioso y acaudalado.




l44
Ofrecíauseasímismo para la I'jecuciulI de la medida tales


obstáculos, que hubo de dejarse al arbitrio de las dipu-
taciones provinciales señalar el tiempo y los términos 01'
llevarlaá cabo; pues únicamente así y (( acomodando las pl'O
)) videncias (segun se expresa el sabio autor de la Leyagra-
)) ria) á la situación de cada provincia, y prefiriendo en
)) cada una las mas convenientes, ) pueden sacarse venta-
jas de la enajenaeion de los baldíosy los propios.


Aholicion por Por entonces tamhien abolieron las Córtes el voto de San-
la, ebrtOA • D'b 1 bre á • • b -) .del voto de San- tiaqo. a ase ta nom re a un antiguo tn uto l e Cierta


uaco,
medida del mejor pan y del mejor vino que pechaban los
labradores de algunas provincias de España para acudir á
la manutencion del arzobispo y cabildo de Santiago y hos-
pital de la misma ciudad; percibiendo tambien una por-
cion , aunque muy corta, otras catedrales del reino. Fun-
dáhase particularmente la legitimidad de esta exaccion en
un pretendido privilegio que resultaba de un diploma fal-
samente atribuido al rey don Ramiro 1 de Leon, con la data
en Calahorra del año de 872 de la era del César. Apoyados
en semejante documento lleno de inverosimilitudes, ana-
cronismos y aun de extravagancias propias de la ignoran-
cia de los tiempos en que se fraguó, siguieron realizando
los canónigos 01' Santiago durante siglos valores conside-
rables sacados de las parvas y lugares de los agricullorl's
de varias y distantes comarcasdel reino: bien que no siem-
pre sin resistencia; pues hubo controversias y litigios sin
fin, negando á veces los pueblos hasta la autenticidad mis-
ma del privilegio: de donde nacieron fallos jurídicos , con-
cordias y transacciones aboliendo ó alterando aquella
carga en determinados distritos. El diploma extendia la
obligacion del pago á toda España, como si los dominios
de don Ramiro no se encerrasen en estrechos límites, y no
fuese su autoridad desconocida mas al1:'l del territorio qU('




curuprendia la corona l'ntOltC"" dt~ LpUl1. .'\ i couquistars«
Granada tuvieron sus habitantes ([lH~ soportal' aquel tribu
lo, habiéndolo dispuesto así los Iteyes Católicos por la per
suasion en que estaban de ser legítimo y auténtico el pri-
vilegio de don Ilamiro el 1. Despues , aunque pareciese
apócrifo, y :IUlHlue los pueblos fuesen obteniendo en su
favor sentencias y decisiones (le los tribunales, continuó PI
cabildo de Santiago exigiendo el pago del voto, y hasta al-
canzo del débil Y piadoso Felipe III jurisdiccion privativa
para verificar la cobranza por medio de jueces que los mis-
mos canónigos nombraban. Célebre Iué el memorial * que ('~p. 11. L)
contra el voto y en representacion de muchas ciudades,
villas y lugares escribió en el siglo XVII Lázaro Gonzalez
de Acehedo, y mas celebre aun, si cabe, el del duque dI'
Areos en 1770 á Carlos lIT sobre igual materia. Producia
el voto en sus buenos tiempos muchos millones de reales.
rindiendo en los nuestros apeuas 5 líquidos por la baja
en el valor de los frutos y por el mayor retraimiento de los
pueblos en satisfacerle con exactitud.


En el marzo de 1812 hicieron la propuesta de su aboli-
cion en las Cortes 3(¡ diputados, y discutiese el asunto en
aquel octubre. Durante los debates distinguiéronse varios vo-
cales por la profunda erudicion , copia de doctrina y acen-
drada crítica que emplearon eu sus discursos; descollando
sobre todos los señores eclesiásticos Villanueva y Ruiz Pa-
tiran, y afirmando el segundo con fervorosa clocuenoia , y
después de haber sostenido su dictámen con incontestables
datos, que * " el origen del voto era una vergonzosa fábula (. ,\p n 1
ü tejida con artificio y astucia hajo la máscara de la piedad
" y religion , abusando descaradamente de la ignorancia y
" credulidad de los pueblos. )) En consecuencia las Córtes
decretaron en términos cornpendiosos y sencillos "qlle


abollan la carga conocida 1.'11 vanas provincias de la Es-
'fO~l. IV. tu




lH¡


)J parla europea con el nombre de 'voto de Sasuiaqo . JI
ürclaras« Tres meses antes y como en contraposicion hablan adop-


palr(Jll;l d(~ Esp,'l-
T('r~:a'i Jcsus tado las Crirtes una resolucion muy diversa, de índole ex-


traiiu , ajena al parecer de los tiempos actuales y de las
tareas (1'](' incumben á !\)S cuerpus representativos de nues-
'I,} edad, declarando solemnemente por un decreto patrona
df' España i; santa Teresa de Jesus, I'idiéroulo los carmeli-
Li" .iescalzos de C:íd iz en cournemoracion de haberse cele-
¡rado en su templo las festividades eclesiásticas de la jura
lk la Constitueion. y tambieu otras con motivo de aconte-
cimientos plausibles. Apoyaron su solicitud en dos acuer-
dos de las Córtes de 1617 y 1656, aunque no llevados {¡
efecto, por la oposicion que hizo PI cabildo de Santiago en
defensa del patronato de su apóstol, cuyo orígen, segun
asentaban aquellos capitulares, se perdía en la ohscnridad
de los tiempos. Abogaba no menos por santa Teresa el se-
ñor Larrazábal , diputado por Goaternala , conforme á es-
pecial encargo de su provincia; pues es de notar, y curioso
para la historia, que las regiones españolas de Ultramar,
que tan ansiosa y desventuradamente se han lanzado por
el despeñadero de las revneltas , mezclaron entre instruc-
ciones prudentes dadas entonces á sus representantes, otras
solo propias de la ignorancia y atraso del siglo XI. La co-
mision eclesiástica en un largo y erudito informe se inclinó
á que se aprobase la propuesta, y así lo decidieron las Cór-
tes el 27 de junio sin deliheracion alguna, d..c1arando pa-
trona de las Espaüas, deslmes drl apóstol Santiago, á santa
Teresa de Jesus. El silencio guardado probó en unos el
respeto con que acataban el nombre de una religiosa es-
clarecida, á quien por sus virtudes habia cononizado la
iglesia, y en otros la persuasion en que estaban de cuánto
convenía no empeñar rliscusion acerca de un decreto que,
sin perjudicar al bien público. halagaba las aficiones de la




147


nacion por uua santa hija dI' ~Il suelo , y í'JI cuyos * sua- ,'\1'.11
visiruos escritos (como dice al obispo Palafox ) « primero
11 nos hallamos cautivos que vencidos, y aprisionados (jlH'
J) presos. J)


Mayor gravedad y coruplicacion envolvía el expediente bPm1iJ',c,¡
-' rnurprnu¡r- 11 n"


de las IJersollas comprometidas eon el aobierno intruso. IlJ- . con!'1
-' . ., . ~ o . - - goJJll'l'no intruso ,


teresábase en su decisiou la suerte de bastantes españoles
y de no pocas familias; mas la diversidad de casos y de
tiempos, y lo enojada y aun embravecida que la opinión se
mostraba, entorpecían el pronto despacho de este negocio
y casi siempre le dilataban, mayormente cuando no termi-
nada la lucha de la independencia no cabía tomar provi-
dencias generales ni de olvido, sin exponerse á que las
desairasen y no las admitiesen los mismos en cuyo favor
se expedían. Dijimos en su lugar fuera Napoleon quien en
Burgos dió en 1808 los primeros decretos de proscripciou,
aüadiendo que replicó á ellos la Junta central con otros
IJlIe hacian juego corno para despicarse del agravio y desa-
fueros del invasor. No tener culpa en la agresion primiti-
la, y conccptuarsc tan nacional y fundada nuestra causa,
antecedentes eran que favorecían mucho en sus decisiones
al Gobierno español, é indinaban grandemente á su lado la
balanza de la razon y de la justicia. No por eso disculpa-
ríamos cualquiera exceso ó desmán en que se hubiese in-
currido, pues siempre, y mas en semejantes guerras, toca á
la autoridad suprema reprimir, no fomentar l:ls venganzas
y sanguinarias pasiones.


Fuera de contados casos, verdad es que ni el Gobierno ni
los tribunales aplicaron nunca las leyes I- Y2", título Il,
Partida 7' , Y otras antiguas que deslindaban y definían
las diversas infidencias ó traiciones, y señalaban las penas.
Impedíalo la equidad , é imposibilitaba su ejecución el gran
número de los qllf' hubieran resultado culpables tornadas á




la letra las disposiciones de aquellas leyes, hechas en otros
siglos y en circunstancias y con objetos muy diversos.


Para aclarar 13s muchas dudas que ocurrieron dio la JUlI-
ta central ciertas reglas que apareciendo muy imperfectas
1'11 la práctica, motivaron consultas y expedicntes.Tei aquel
Gobierno ni la primera llegencia que le sucedió tuvieron
tiempo ni comodidad para satisfacer á todos los puntos,
dejándolos á la decisión de las Cortes.


Congregadas estas, ya en el día 12 de octubn: tle 1810
se entabló la cuestion y se mandó al Consejo real presen-
tase el reglamento que le pareciese mas adecuado para sen
tenciar y fallar las causas por delitos UC infidencia. Eva-
cuó la consulta aquel cuerpo en el próximo enero; y SI
bien en términos vagos, mostráhase en ella moderado, ,
circunscrihia á pocos casos la aplicacion de la ley j a citada
de Partida, recomendando además indulgencia en favor 11('
los que hubiesen ejercido empleo, sin mezcla de jurisdic-
cien criminal, cuya conducta la sujetaba al mero exárneu
de un expediente instructivo. lteducia así el Consejo :i
estrechos límites las pesquisas y averiguaciones judiciales
que querían ensanchar otros , y caminaba con pulso y mu-
dura deliheracion.


Pasó la consulta del Consejo á examen de la eornisian
de Justicia de las Córtes, y juntamente diferentes informes
de cuerpos e individuos, y proposiciones de algunos dipu-
tados. En mayo presentó la cornision su informe sin des-
vanect-r las dudas, ni proponer á las Cortes una resolucion
tija y bien determinada; pues era de parecer que para los
cosos urgentes bastaban las leyes antiguas , y que para los
demas aventurábase mucho en descender á los pormenores
llue apeteciau los poco reflexivos. Aun entonces esquiva-
ron las CÓI tes providenciar en el uegocio , y no le tomaron
en seria cOlbidp[1H:iotl hasta el marzo de lH12, ,'11 (fUI:' rp




14~)
novados los debates, procuraron todavía aplazarle para
mas adelante, acordando el 6 de aquel mes á propuesta del
señor Calatrava, que se suspendiese toda resoluciou final
hasta que se publicase la Constitucion.


Tampoco el cumplimiento de este acto, celebrado pocos
dias despues, bastó para hacer revivir la discusion de asun-
to tan enfadoso: necesitóse para ello del agolpamiento de
sucesos militares y felices, que, libertando gran parte del
territorio peninsular del yugo enemigo, dieron margen en
linos lugares á encarnizados atropellamientos contra los em-
pleados del intruso y sus parciales, yen otros á proteccio-
Hes y favores que IlO agradaron , y les dispensaban ciertas
autoridades y algunos gener31(~s. Quejas y clamores en di-
versos sentidos se levantaron de resultas, y subieron al Go-
bierno y á las Cortes.


Viéronse pues obligadas estas á entrar de lleno nueva-
mente en la cuestion , en especial por lo que respectaba á
emplearlos; y de sus deliberaciones siguióse la aprohacion
de un primer decreto promulgado en 11 de agosto de este
año de 1812. Conforme :1 Sil contexto adoptábanse varias
medidas acerca de las provincias que ihan quedando libres,
y se mandaba cesasen todos los empleados nombrados o
consentidos por el gobierno intruso, sin excluir á los jue-
ces ni á los eclesiásticos; reservándose tan solo á la Iíegeu-
cía el permitir continuasen en el ejercicio de sus destinos
aquellos que le constas!' haber prestado servicios á la bne-
un causa. Tambien se le facultaha para suspender, hasta
que se purificasen, si se hubiesen hecho sospechosos, {¡ los
prelados eclesiásticos de cualquiera comlicion que fuesen.
Por vivo y áspero que pareciese este decreto , tenia color
apagado y suave al lado de lo que muchos apetecían, y de
lo que ordenaba 1111 reglamento enviado por la llegellcia al
examen y aprobaciou de las Córtes , segun el cual dehieudo


U('crrtn
.in Inl; Córll"




150
suspenderse la Constitucion durante dos meses , nombra-
banse comisiones pesquisidoras y se proponian otras medi-
das tan desacordadas, que, como dijo un señor diputado,


,\p,II.• ,) tiraban á que * « decayese el ánimo de los pueblos, y á
» que se transformase en aversion el amor que entonces
» tenian al Gobierno legítimo. »


Sin embargo el decreto de las Córtes no aquietó la im-
paciencia pública, ni la satisfizo, tachándole en cási todos
los pueblos de benigno y de contemporizador. Excitó por
tanto mas bien disgusto , y en Cádiz se aumentó al leer la
proclama tolerante y conciliadora que al entrar los aliados
en Madrid publicó el general Álava, y de la cual hemos he-
ello mención en el libro anterior. Provocó este papel en las
Cortes reñidos debates, enviado indiscretamente por la Ue-
gencia, á la que solo incumbia reprender ó alabar ni general,
segun conviniese á su política y á sus fines. La cornision de
Constituciou, y una especial, que formaron el decreto d(~
11 de agosto, estuvieron encargadas tamhien ahora de dar
Sil parecer en el asunto, y lo verilicaron , proponiendo
l( se hiciese entender al generall\lava por medio de la 1\1'-
» gencia , que omitiese en lo sucesivo recomendaciones (1('
1) aquella especie , cuando no tuviese particular encargo
» del Gobierno: » y pidiendo además las mismas comisiones
el expediente suscitado con motivo de varias providencias
tornadas por don Cárlos de España, presentaron al propio
tiempo otro decreto aclaratorio de! de ti de agosto, si bien
mas severo.


La discusion trabada en las Córtcs el 4 de setiembre pro-
longdse bastante , interrumpida al empezarse por una ex-
posicion de los oficiales del estado mayor general, dirigida
no solo contra los individuos mili! ares que huhieson torna-
do partido con ei enemigo. sino tamhien y muy particular-
mente contra 101' qlll' habían permanecido ocultos en país




1;)1
ocupado por los franccses , sin acudir á las banderas lle
sus respectivos cuerpos. Crecieudo de punto por este iuci-
dente el ardor de la díSCllSiolJ, resaltaron en varios discur-
sos los afectos apasionados rle los tiempos; y si bien tuvo
patrocinadores el general Alava rlefendicndo algunos dipu-
tados sus medidas, acordóse no obstante un decreto que
llevó la fecha de 21 de setiem hre , severísimo en cuanto ;\
empleados y ciertas clases. Vedabase en él agraciar á los
primeros COIl de-tinos de cualq uiera especie, y aun norn-
hrarlos para oficios de coucejo , diputaciones d!' provincia
y diputacion ú Córtes ; 110 dándoles ni siquiera voto ea las
elecciones, y pudiendo sujetúrseles á la Iorrnacion de cau-
sa si lo merecian por su conducta. A los que se hubiesen
condecorado COl! insignias del intruso gozando de otras
antiguas, privábaseles de! uso de estas, y lo mismo del de
sus titulas, durante su vida, á los duques, condes, mar-
queses, barones, que hubiesen solicitado ó admitido de
dicho gobierno la couíirruacion de aquellas dignidades. No
se cousideraha como :í empleados á los individuos tic ayun-
tamiento, ni ;i los que desempeñasen cargos nombrados
por el pueblo, ni á Jos maestros y profesores de ciencias,
ni á los médicos y cirujanos, ni á los cívicos ni á otros V~I­
rios, Y se aüadia que si alguno de Jos comprendidos entre
los empleados hubiese hecho servicios importantes á la pa-
tria, las Cortes se reservaban atenderle, oido antes el pare-
cer de la Regencia y dl\ los ayuntamientos cnnstitucionales
de los pueblos. Tarnhien se prevenía Ú los que pretendiesen
de nuevo destinos, y fuesen contados entre las clases ex-
cluidas , que hiciesen preceder sus solicitudes de la purili-
cacion de su couducta , cuyo acto se cumplia COII hacer
una informaciou en .i uicio abierto contradictorio, que se
rcrnitia al Golucruo acompañado del dictamen del avun-
tarniento respectivo.




l!)~
Pero este decreto, expedido por las Cortes en virtud ile


peticiones y repetidas instancias de ayuntamientos y perso-
nas de cuenta de los pueblos, que segun iban quedando
libres solo hablaban de rigores y persecucion , desazonó
sobremanera, y valió á la representacion nacional censuras
y sinsabores. Los cuerpos mismos y los individuos que an-
tes se habian desbocado contra la conducta del general
Álava, y contra las mismas disposiciones de las Cortes, que
graduaron de blandas, pidieron luego se modificasen estas,
y aun que se derogasen, viendo las dificultades con que se
tropezaba en la práctica, y los muchos á quienes se porlia
extender la aplicacioll severa de las medidas promulgadas.


De aquí nació nuevo decreto con fecha 14 de noviembre,
reponiendo en sus empleos anteriores á todos los que, se-
gun declaracion expresa y formal de los ayuntamientos
respectivos, hubiesen dado pruebas de lealtad y patriotis-
mo, y gozado de buen concepto. Excluíase sin embargo
todavía á los magistrados, á los intendentes y á otros indi-
viduos de las oficinas generales del reino, y á los qllf~ hu-
biesen adquirido ó comprado bienes nacionales. Excepcion
la última que aconsejó siempre mucho lord W·ellingtou,
convencido de cuánto convenía escarmentar á esta clase
codiciosa , como la mas interesada en la conservacion y
afianzamiento de un gobiemo nuevo. Hubo aun otras acla-
raciones y decretos sobre el asunto, en particular uno so-
bre militares de 8 de abril de 1815.


Huhiéranse evitado ó abreviado al menos tan prolijas
discusiones, si la Ilegeneia, nombrando para las provincias
que se desocupaban autoridades prudentes y conciliadoras,
las hubiera facultado con adecuadas instrucciones, y en-
cargádolas no confundiesen á los vecinos pacíficos y á los
empleados de honrado porte COII los ayudadores oficiosos
v aun delincuentes del ¡:;obierJlo intruso. Tornó la Ilcgencia




desgraciadamente diverso rumho , mostrándose desacorda-
da y escudriñadora , y dando pábulo á pesquisas y purifi-
caciones; manantial este cenagoso y hediondo de manejos
injustos y descarados sohornos , movido ya en tiempo de
la central, y peor mil veces que el de.las llamadas epura-
cienes (épurations) en las oficinas de Francia, yendo las
primeras acompañadas de los abusos y cavilaciones propias
del foro, que no conocian las últimas, y destituidas de los
medios de defensa y amparo que sugieren las leyes en los
.lelitos comunes. Dulzura y tolerancia acompañadas de
cierto rigor y una prudente severidad , hubieran atraído á
unos y contenido {¡ otros, mereciendo alabanzas de todos;
principalmente si se completaban las medidas peculiares
del caso con una ley de olvido , amplia y general, que pre-
parada en las Córtes hubiérase promulgado al terminar de la
lucha empeñada, segun se ha practicado cási siempre desde
Trásihulo , quien conseguido el triunfo, perdonó y tuvo la
dicha de usar el primero de la hermosa palabra de amnistia;
siendo la suya de las mas célebres y afamadas del mundo.


Un literato distinguido y varen apreciable * publicó en (" .\jl. 11
Francia años atrás en defensa de los comprometidos con el
intruso, á cuyo bando pertenecia , una obra muy estimada
de los suyos, y en realidad notable por su escogida erudi-
cion y mucha doctrina. Lástima ha sido se muestre en ella
Sil autor tan apasionado y parcial; pues al paso que mal-
ira ta á las Córtes , y censura ásperamente á muchos de sus
diputados, encomia á Fernando altamente, calificándole
hasta 11(\ * celestial. Y no S(\ crea pendió el desliz del tiem- (" Al'. n.
po en que se escribió la obra; porque si bien suena haber-
se concluirlo esta al volver aquel monarca á pisar nuestro
suelo , Sil puhlicaciou 110 se verificó hasta dos años después,
cuando serenado el ánimo podría el autor, encerrando en
Sil pecho anteriores quejas, haber dejado en paz ú los cai-




i.%


dos, ya que quisiera prodigar Iisoujns é incienso ,1 UII rey
que, restablecido en el solio, 110 daba indicio de ser agra-
decido cou los leales, ni gClJeroso COlI los extraviados ó
infieles. El libro que IJOS ocup:¡ hubiera quizá entonces
gozado de mas séquito entre todos los partidos , como qll(~
abogaba en favor de la desgracia, y no se le hubiera Lacha-
do de ser un mero tejido (le consecuencias erróneas mafio-
sa y sofísticamente sacadas de' principios del derecho de
gentes, sólidos en sí, pero no aplicables á la guerra yacon-
tecimientos de España.
~11',liaci"n Celebradas en público las sesiones en lJlW se ventilahan
l!l¡:.:,le~a


IHca. arrcgla.'· la, semejantes materias revolviéronse á la llrollia sazou el! se-¡!l·",1Y('Ilt'Jlí·Ja8 - . ,
d.· .\mética. creta otras de no menor entidad , y señaladamente la de la


mediaciou pnra arreglar las desavenencias de Ameril'a ofre-
cida en el año pasado por la Ingla terra , de que emlH'za-
rnos entonces á dar cuenta , ohligán.lonos á acahalarla luego
que tocásemos en nuestra narracion al tiempo presente ('\1
que finalizaron las negociaciones de asunto tan importante,


Traemos :í la memoria haber referido en aquel lugar co-
mo las Cortes recibieron Iavorahlerncu Le los olrccimicntos
del gabinete britanico , quedáudonos ahora por especificar


.: 11'. JI. J.) el modo y términos que tuvieron de verificarlo, En 1 u * de
junio de 1811 fué cuando el ministro de Estado se presen-
tó á las Cortes para informarlas de los primeros pasos da-
das por la Inglaterra acerca de la materia, en cuya cense-
cueucia habiendo entrado aquellas de lleno en la discusiun
durante el propio mes, determinaron adoptar la medincion
ofrecida bajo seis bases que fijaron, y euyo í enor ;1 la letra


, A!'. n. s.: era como sigue: La * (1 Para 'lile tenga (la mcdiaciou) el
)) efecto deseado, es indispensable I/UL- las provincias disi-
» dentes de América se allanen á reconocer y jurar (1)1'-
» dieucia :1 las Cortes generales y extraordinarias y al l;u-
» hieruo que maula el! Espaüu á nmuhre tll' S. ~l. d SI'IJOI




HJ.,


)) don Fernando VII, debiendo allanarse igualmente á 1I0Ul-
)) brar diputados que las representen en el Congreso, y se
1) incorporen con los demás representantes de la naciou. »
2.a ,( Durante las negociaciones que se entablen para efec-
)) tuar la mediacion , se suspenderán las hostilidades por
)) una y otra parte, y en su consecuencia las juntas crea-
» das en las provincias disidentes pondrán desde luego en
J) libertad á los que se hallen presos ó detenidos por ellas
)) como adictos á la causa de la metrópoli, y les mandarán
1) restituir las propiedades y posesiones de que hayan sido
JI despojados: debiendo ejecutarse lo mismorecíproeamen-
)) te con las personas que por haber abrazado el partido de
» I3s mencionadas juntas estuviesen presas ó detenidas por
)) las autoridades sujetas al Gobierno legítimo de España,
» con arreglo á lo que se previene en el decreto de 1J de
» octubre de 1810. )) 5." « Como en medio de la confusión
l) y desónlen que traen consigo las turbulencias intestinas
J) es inevitable que se cometan algunas injusticias por los
» encargados de defender la autoridad legítima, aunque
J) esten animados dPl mejor celo, y poseídos de un venia-
» dpro amor á In justicia , el Gohierno de Espaüa, fiel siern
» pre á la rectitud de sus principios, está dispuesto á es-
» ruchar y atender con paternal solici tud las reclamaciones
)) que se le dirijan por los pueblos é individuos de las pro-
» vineias que hayan sido agraviados. )) i. a « En el térrni-
¡) no di' ocho meses conLados desde el dia en que empiece
» á negociarsela reconeiliacion en las provincias disidentes,
)) ó antes de este término (si ser pudiese) deberá informar-
J) se al Gobierno español del estado en que se halle la ne-
)) gociacion.)) ii. a « A fin de que la Gran Bretaña pueda
¡) llevarla :í caho , y P;II'(I dar á esta potencia uu nuevo les-
)) timonio de la sincera amistad y gratitud que j¡. prnJ'I'sa
lJ 1:1 naciou española , pi Gohiel'/lo de Espaüa , legítillla-




., mente autorizado por 1:1:- Córtes , le concede facultad de
') comunicar con las pruvincias disidentes mientras dure la
» referida negociscion , quedando al cuidado de las mismas
l) Córtes el arreglar definitivnrneute la parte qUfl habrá de
1) de tener en el comercio con las demás provincias de la
,) América cspañola.» 6." (e Deseando el Gobierno de Espa-
Il ña ver concluido cuanto antes un negocio en que tanlo
1) se interesan ambas potencias, exige corno conrlicion ne-
,) cesaria que haya de terminarse la negociacion en el es-
1) pacio de quince meses contados desde el dia en que se
1) entable. »


Estas bases no se extendían á otras provincias sino á
las del Hio de la Plata, Venezuela, Santa Fé y Cartagena,
permaneciendo aun tranquilas las demas de la Anll'rica me-
ridional, y no habiendo en las de la septentrional corno
Nueva-España mas que levantamientos parciales , conser-
váudose ileso en 1\Iéjico el Gobierno sllprrmo dependiente
del legítimo establecido en la península. El tenor de di-
chas bases era arreglado, y no parecía deber provocar,
obrando ce buena f'p, obstáculos á la negociacion. }Jas la
Hegencia del reino al contestar en 29 de aquel junio al
ministro de Inglaterra, después de defender atiuadarucnte
y con ventaja al Gobierno espaüol de varias inculpaciones
hechas por el hritánico en anteriores Ilotas, y de admitir
de oficio la mediacion ofrecida hajo las seis hases prefija-
lbs por las Córtes, aüadió otra reservada no menos impor-


Al'. n. 0.) taute, cuyos términos eran los siguientes. 7." * « Por cuan-
» to seria enteramente ilusoria la mediucion de la Gran
» Bretaña, si malograda la negociaciun , por no querer
» prestarse las provincias disidentes á las justas y morle-
» radas condiciones que van exprcsadas , se lisonjeasen de
» poder continuar sus n-laciones de comercio y amistad COI!
)) dicha potencia, y alclldicll¡]O ;l lJllr frustradas PI: tal t'a




l.')7
il so las beneticas iutencioues del Gobierno español, siu
)l embargo de haber apurado por su parte todos los medios
» de conciliacion , aspirarian sin duda dichas provincias <1
J) erigirse en estados independientes, en cuyo concepto se
1\ juzgarian reconocidas de hecho por la Gran Bretaña,
) siempre que esta potencia mantuviese las mismas co-
» nexiones con ellas; debe tenerse por acordado entre las
)! dos naciones que, no verificándose la reconciliacion en
)) el término de quince meses, segun se expresa en el ar-
» tículo anterior ( el 6 o), la Gran Bretaña suspenderá toda
)l comunicacion con las referidas provincias , y atlemas
)l auxiliará con sus fuerzas á la metrópoli para reducirlas
» :í Sil deber. ))


c\rtículo fue este inoportuuarneute añadido, y que desde
luego debió temerse servirla de tropiezo para llevar adelan-
te la negociaciou ; cuanto mas presentándose de improviso
y sin anterior acuerdo con la potencia aliada. En primeros
de julio replicó el ministro de S. ]\1. B. en Cádiz algo sen-
tido, y dejando ya vislumbrar no se accederia á la contli-
cion secreta agregada por la Regencia á las otras seis de
las Cértcs.


En efecto así sucedió; y COIl tanta tardanza, que solo al
rematar enero de 1812 recibió el gabinete español la res-
puesta del de Londres. Tal negativa parecía iudicar haberse
roto del todo las negociaciones pendientes, cuando se su-
po que comisionados hritánicos llegaban á Cádiz para re-
novar los tratos y pasar en seguida á América con intento
tle llevarlos á cabo. Desembarcaron pues dichos comisio-
nados, que se llamaban Mrs, Sytlenham y Cockburn, siendo
el último el mismo que en 181.) , ya almirante, condujo á
Bonaparte á la isla de Santa Helena: y aunque entraron en
Cádiz por abril, el ministro inglés, ya embajador, no hizo
gestioil alguna hasta el \l de mayo en que pasó una nota




1.J8
recordando el asunto, sí bien insistieudo siempre eu des-
echar la coudiciou 7', Y con la añadidura ahora de que
Ha hubiese en la negociacicn artículo alguno secreto. Don
JOS('~ Pizarro , sucesor de don Eusebio de Bardaji y Azara
en el ministerio de Estado, habiéndose opuesto constante-
mente á que se suprimiese la base origen de disenso, quiso
retirarse del ministerio mas bien que variar de dictamen:
á lo menos así lo ha dejado consignado en uua apunta-
cion escrita de su puüo que hemos leido en el expediente.
Substituyóle interinamente don Ignacio de la Pezuela, mi-
uistro entonces de Gracia y Justicia , quien en el mismo
mayo celebró varias coulerencias con sir Henry Wellesley,
cruzándose al propio tiempo entre ambos algunas notas
acerca del asunto.


De aquí resultó el convenirse recíprocamente las dos
potencias contratantes en la supresion del articulo 7°;
pero refundiendo parte de su contenido en el 6°, aun-
que no tan lata y explícitamente. Mas cuando el Gobierno
español creia allanadas por este medio todas las diíicul-
tades , hallóse con tIue el embajador inglés dando por su-
puesta la total desapariciou de la base 7" sin añadir na-
da eu la 6", pedia en una nota de 21 de mayo á nombre y
por orden especial de su gabinete que la mediacion se
extendiese á todas las provincias de Méjico, ósea Nueva-
España. Admirada la Regencia del reino de tan ines-
perado incidente, y ofendido el recto é inflexible ánimo
del ministro Pezuela de las tergiversaciones que parecía


v: '" querían darse á las conferencias celebradas, respondió *
en :::!5 del propio mes con entereza amistosa, recordan-
do al de Inglaterra no olvidase que lo ajustado no era
suprimir del todo el artículo 70 sino refundirlo en el 60 ,
concluyendo por afirmar que la Nueva-España « no po-
») rlia ser comprendida en la mediacion , no habiendo




l.~V
.) sido provincia disidente ni computada para el efecto. J)


No desistió por eso 'Vellesley de su demanda, pasando
una nota en * t'J de junio, en que lijaba diez proposiciones (' Al'. ti ,
Ijue dehian servir de base á la nueva negociacion. Entre
ellas notáhase una para restablecer la libertad de comercio
dando ciertas ventajas y preferencia á la madre patria; y
otras dos, la !) a y la 10 a, IIlUY reparables, pues de su con-
texto iuferíase que mas bien que á mantener la antigua rno-
uarquía unida y compacta se tiraba á formar con las pro-
vineias (k ntramar Ull nuevo gobierno federativo, exigién-
lose solo de ellas eooperacion y auxilios para sustentar la


guerra actual contra la Francia, y no la obligacion de con-
currir al propio fin por los mismos medios y en iguales
proporciones que las provincias peninsulares. Esto y el
alegar el embajador inglés en otra nota del 4 de julio ser
meramente gratuitos los servicios hechos á la causa espa-
ñola , corno si no tuviese la Gran Bretaña interes directo
en la empeñada lucha, desazonó bastante á nuestro Gobier-
110, Y tarnhien disgustó en el público luego que se traslu-
ció más el punto de que se trataba. En la nota citada ar-
riba afirmaba el embajador \Vellesley * « que los gastos del (' ,\ p. n. ,'.
" armamento naval y terrestre de la Gran Bretaña en In pe-
» nínsula no eran I11rllOS qne de 17 millones de libras es-
" terlinas al aíio , á cuya S111113 dehia añadirse el socorro
" anual de '2 millones de libras esterlinas :í Portugal y un
, millon ú la España en letras girndas contra In tesoreria de
,) S. 1\1. B. de las armas, aprestos, etc. etc ..... ))


Singular cuenta en que íigurabuu corno principales par-
tidas y á manera de cargo contra España el coste de la ma-
rina y ejército brit:ínico empleados en la peninsula , los
auxilios suministrados :J Portugal, y un millon de letras
!!iradas por nuestra tesorería contra la de Inglaterra; sin que
al propio tiempo apareciese en descargo el hallarse la Gran




160
Bretaña tan interesada corno los peninsulares en derrocar
de su asiento al coloso de Fraucia , el no pertenecer :í Es-
paña el abono de los socorros suministrados á Portugal, y
el haber en fin reembolsado á su aliada sucesivamente 1:15
cantidades anticipadas por el giro de letras en valores recibí
dos de América, Ó en pagarés librados contra las arcas del
Perú y de Méjico,que en lo general fueron puntualmente pa-
gados. No aüadiremos en este recuento los muchos mercados
que se abrieron á la industria y comercio inglés en toda la
América y tambien en la península, los cuales hnhíeranse
mantenido cerrados sin el levantamiento contra Napoleon,
y no acrecieran con abundantes ingresos, como se verificó,
la suma de sus exportaciones. Adcruas , ya lo insinuamos,
pero bueno será repetirlo; grande sacrificio fué el de la ex-
pedicion de Walkeren y mayores otros que en distintos
puntos del continente había hecho la Inglaterra sin fruto ni
favorable salida, y no por eso se pregonaron tanto como
los nuestros, ni se echaron en cara tan injusta ni ruda-
mente.


La sensación y desagrado (Iue produjeron tan iuternpes-
tivas observaciones y las oportunas con qrw contestó á ellas
la Regencia del reino, desesperanzaron al embajador in-
glés del logro de la negociacion; tomando de aquí pié para
despedirse de nuestro Gobierno en \) de julio los comisio-
nados ingleses con resoluciou de regresar á su patria. Sus-
pendieron sin embargo estos su partida por algunos dias
aguardando se tratase del asunto en las Córtes, á cuya de-
liberacion se habia elevado el expediente á instancias repe-
tidas del embajador inglés, creído de hallar allí firme apoyo.


Examinóse pues la materia en secreto y se discutió
detenidamente á mitad de julio, pronunciándose en pro y
en contra discursos muy notables. UOlJ AJI(ln~~ ,L\ngf'1 de
la Vega S\JstIHO con talento y esfuerzo la mediaciou aun




1(¡1
bajo los mismos térrniuos y haH's tIlle últimamente hahia
indicado la Inglaterra: rehntiéron le con especialidad don
Agustin de Argiielles y el conde de Toreno , que aunque
no opuestos á la mediacion , y antes bien apoyadorcs de
ella siempre que se verificase conforme á las seis bases pro-
puestas por las Córtes, la desechaban, segun ahora se ofre-
cía, variadas las primeras condiciones y substituidas C01l
las diez insinuadas. Arrimóse la gran mayoría de las Cortes
al dictámcn de estos dos vocales, y redújose la decisión á
dar una respuesta vaga que, envolviendo la tácita aproba-
cien de la conducta de la Iíegencia , no llenaba en manera
alguna los deseos de sir Enrique Wellesley. Decíase en ella
sencillamente al Gobierno (( que las Cortes quedaban ente-
" radas de la correspondencia seguida sobre [a mediacion
) entre el embajador inglés y el secretario de Estarlo : »
con lo cual desmayó del todo el primero en su intento,
embarcándose luego para Inglaterra los comisionados que
al efecto habían aportado á Cádiz.


Terminrise así y tan poco satisfactoriamente este asunto,
por cierto JI' grande interes , pero empezado y seguido
con desconfinnzu mutua y temores nimios. Porque receloso
el Gobierno español sobradamente de que 110 obrase de bue-
na fé la Inglaterra, imagiuúse sin fundamento hastaute qlle
aquel gabinete andaba solo tras de [a iudcpendencia de
América, y exigió de él en la hase 7' un seguro exagerado
y fuera de razono Manejaron los ingleses las negociaciones
con harto desmano le' irresoluto giro, alegando beneficios
que auque fuesen tales como los pintaban, no era ni gelle-
roso ni político traerlos entonces á la memoria, pidiendo
di' súbito y livianamente se extendiese á Méjico la pací-
ñcacion, y esquivando siempre soltar prendas que los COJIl-
prometiesen con [os indepcndientes , :í cuyos gobiernos
agasajah:1l1 por miras mercantiles. y temerosos de Josncou-


Tmr. 11' _ 1I




Tratfldo con
Ilus¡a,


tecimieutos diverssos que podria aearrear la guerra PCIlIll-
sular.


En setiembre del mismo afio volvieron los ingleses {¡ re-
sucitar el negocio, mas flojamente y de modo que no tuvo
otra resulta sino el de que pasaseel expediente al Consejo
de Estado, Permaneció allí hasta el mayo de 1813, (lue SI'
devolvió al Gobierno supremo acompaüado de una consulta
muy larga, y cuyo trabajo sirvió tan solo para aumentar cu
los archivos el número de documentos que hace olvidar el
tiempo por mucho esmero que se haya puesto al escribir-
los.


De referir es aquí un tra tado que por entonces se con-
cluyó entre la Ilusia y la España; de cuyo acontecimiento,
aunque no tuviese íntima conexion con las tareas de las
Córtes , diose á ellas cuenta como de asunto de la mayor
importancia para el pronto y buen éxito de la guerra de la
independencia, y de venturoso influjo para el afiauzamieu to
de las instituciones liberales. Habíale ajustado don Fran-
cisco de Z~a Berrnudez de vuelta á Ilusia , y competente-
merite autorizado para ventilar todos los negocios que allí
ocurriesen por la muerte acaecida á la sazon del cónsul ge-
neral don Antonio Colombi, á cuya hija la honraron las Cór-
tes en premio de los serviciosde Sil difunto padre con título
de condesa, tomando la denominacion de su apellido.
El tratado se terminó y firmó en Weliky-Louky <Í 20 de
julio de 1812, Y se llamó de « amistad y sincera union y
)) alianza, )) comprendiéndose en él un artículo, que Iué
el 30, concebido en estos términos: « S, IH. el emperador
)) de todas las Iíusius reconoce por legítimas las Córtes ge-
)) uerales y extraordinarias, reunidas actualruen tl~ en Cádiz,
¡) y la Coustitucion que estas han decretado ysancionado. J>
Acto de reconocimiento desusado y no necesario, pero prr-
cioso como defensa r escudo tIc la cansa patriótica yliberal




qnl~ snstentahan las Cl':rf,p:-: V !;.¡¡iIL>-:t ;';dH·~\ ltT~jrra'~:lbll~
prueba ¡le la sancion y apo),o ql¡¡' d:dl:: "llir'~le('~ :i :1(\11('-
llas opiniones el emperadorA lejandro , 1:])l encouado di'S-
pnes contra ellas, y tan opuesto :1 Sil prop;lg;lcíOl~. F1W
canjeado este trado deWeliky-Louky en debida [orina }lm
ambas partes contratantes, nornhrando en seguida la l\f'-
geueia enviado extraordinario y ministro plenipotcnciari»
en San Petersburgo á don Eusehio de n~,nl::ljí y Aznra , ~;
la Rusia en In. misma calidad cerca de nuestro Cohieruo al
consejero de Estado y senador Tatischcff'.


Potencia esta la primera quc recouocié solemnemente 1;1:'
nuevas y liberales instituciones espaüolas , In primera fUi<
tambien que en adelante las desechó , apellidando guen:l
para destruirlas. Necesitaba de nosotros 1'11 el allO de t>:I.J •
y nos necesitaban Lambien los detms tronos europeos ¡iln
heantes hasta en sus cimientos: inútiles les parecimos ó'l'
1820, 25 Y 51, á lo menos (1 Jos del norte ; y hasta pi;';
miraron como de poco valcr , y dañosas á las suyas nues-
Iras doctrinas: por lo (lue antes hucna acogida y aplausos.
despúes ningun aprecio sino desden y reprobacion corn-
pleta.


Posteriormente, y pasados algunos meses, parecido tra-
tado concluyó con nosotros la Suecia , que "e firmó PTI
Stockolmo * ~I 1B de marzo de 1:-;15, encerrando Sil COll-
texto otro articulo 5° c{lw decia: « S. 1\I. e! rey dr Suecia
» reconoce pOI' legítimas las Cortes generales y extruordi-
» narias reunidas en Cádiz, así como la Constitnciou qn!'
í) ellas han decretado y sancionado. )) No era tan extraüo
como el otro el ajuste de este tratado, naciendo allí caheza
UIl príncipe nacido de las revoluciones y trastornos ocurri-
dos en Francia. A su tiempo veremos cómo la Prusia snmi-
nistrri ejemplo idéntico, aunque no se hallase Sil soherauo
('11 igual caso que ei ({Ile I'P~ia :1 la Suecia.


'p. JI. I




F\'lic1/,acj(}Jl
(k lit prinees¡¡


del Brasll
doña Carlota.


(" ..lp. n. IS.)


La princesa del Brasil tÍOIW Carlula Iouquina, ya qlle 110
dié Sil asenso con estipulaciones y tra tados á las innova-
ciones adoptadas por las Córtes, aprohólas al menos, agre·
gándose al coro armónico de parabienes y felicitaciones por
medio de una carta fecha en Río Janeiro á 28 de junio de
1812 que dirigió á la Regencia del reino, y esta trasladó á
las Cortes. * (( Yo os mego (decia en ella) que hagais pre-
» sente al augusto congreso de las Cortes mis sinceros y
)) constantes sentimien tos de amor y fidelidad á mi muy
» querido hermano Fernando, y el sumo interes que tomo
J) por el bien y felicidad de mi amada nacion , dándoles al
)) mismo tiempo mil enhorabuenas y mil agradecimientos
JI por haber jurado y puhlicado la Constitucion. Llena de
» regocijo voy á congratularme con vosotros por la buena
)) y sábia Constitución que el augusto congreso de las Cér-
)) acaba de jurar y publicar con tanto aplauso de todos, y
}) muy particularmente mio; pues la juzgo como base fUII-
J) darnental de la felicidad é independencia de la nacían, y
)) como una prueba que mis amados compatriotas dan :í
)) todo el mundo del amor y fidelidad que profesan á Sil le-
)) gítimo soberano, y del valor y constancia con que de-
n tienden sus derechos y los de toda la nacion. Guardando
)) exactamente la Constitueion , venceremos y arrollaré-
J) mas de UHa vez al tirano usurpador lh~ la Europa. Dios
)) os guarde muchos años. Palacio del Ilio Janeiro á los 28
)) de junio de 1812.= Vuestra infanta Carlota Joaquina de
)) Barban. Al COllS~jO supremo de Urgencia de las Espa-
)) ñas á nombre de Fernando VII. ))


Se leyó esta carta en la sesion del j4 Oc setiemhre , y
mandaron las Cortes se insertase íntegra en el Diario de las
disensiones, declarando haberla oído ton la mayor satis-
Iaccion.
~Ias la lectura de tal documento 110 fué sino proemial de




la rnauilestaciou i\4~ cwrtds lii;HH'jOS en Iavur de declarar
regenta de Espnñu ú aquella princesu. Andaban ahora en
ellos algunos amcricanos , quienes para facilitar su buen
éxito idearon y consiguieron se nombrase presidente de las
Cortes en aquel mismo tiia 21, á don Andrés Jáuregui, hom-
bre moderado y que gozaba (h~ buen couceptu , pero pa-
trociuador del proyc¡·to corno diputado qlle era por la Ha-
baila. Asegmac\os con t:m buen apoyo. eucargóse de I¡;H~I'r
la proposicion dou Harnou Feliú , diputado por el Perú;
mas hizo!a en secrcto , y 110 ruas tarde tIlle en el propio
dia , cou la nueva y singular cláusula de que la princesa
nomhrada J'('geuta pasaría dl'sde el Brasil, antes de venir ú
Espnüa , á la ciudad delUéjico para apaciguar y arreglar
allí las disensiones dl~ las provincias ultramarinas. Al uir
proposicion tan ílleSp(~rad.1 y fuera del eomuu scnudo , 1111
estrépito desaprohador salió de todos los bancos qlH~ ocu-
pahan los europeos. rechazándola con iudiguaciou aun los
mismos qlll~ apetecían la regencia de la infanta: pues que-
ríanla acá , !lO allá , eu donde hubiera servido solo de ius··
trnmento para mayores discordias y desavenencias. Feliú
luego que advirtió el estruendo, atemorizcse y aflojó en su
resoluciou. Quiso sostenerle el presidente Jáuregui, mas
viéndose acometido por algunos diputados con acrimonia
impetuosa, desistió de su porfía; y abandonando la silla
no la volvió á ocnpar en el mes que duró su cargo, creyén-
dose ofendido y ncgándosele satisfacciones que pedía. La
propuesta de Feliú crnpantanose para siempre, y no levan-
taron tampoco de nuevo la cabeza los demas partidarios de
la princesa Carlota, acobardados todos con el fiero golpe
que recibieran los americanos por S1l imprudente conducta.


uuruciar debemos ahora con altos pregones la cuida del
Santo oficio tll' la inquisicion que decretaron las Córtes des-
pues de Hila disCllSioll prolongada y sabia, derrauradura


i\urvf:t
1l1"lpo~i¡~i,Hl


para nurul.rarl:
regenla.


Se rrdJI1J.o


Aholtcton rle la
íuquisicíon.




1I¡()
de puras y vivificautes lumbres, muy otras de las mortífe-
r3R y abrasadoras que durante siglos hahia encendido aquel
tribunal tan inexorable y duro. Leyó en 8 de diciembre la
comisión de Coustitucion el dictamen que sobre la materia
se le había mandado extender; y si hicn sus individuos no
hahian estado del todo acordes, decidióse la mayoría por
la aholicion , pero de modo que no se asustasen las almas
piadosas que creian perdida la religion no habiendo tribu-
mles especiales protectores de ella ; tllW tau hondas raices
había echado en Espaüa el imperio de la intolerancia y de
erradas y abusivas doctrinas. Así no mostraba querer dcs-
rnorouar del todo ó derribar á la vez aquel antiguo alcázar,
sólido todavía, de construcciou severa y sillares euncgre-
cidos , si no edificaba en Sil lugar otro (lile, aunque guar-
dian de la f(" se cimentase sobre bases verdaderas eincon-
trastables , y cuyas dimensiones y formas se acomodasen
;\ la regularidad y galanura de tiempos modernos y mas
cultos.


La cornision, á la que seguiremos compeudiosamente en
nuestro relato , queriendo probar que el Sauto oficio era
una novedad reciente en la Iglesia introducida en el reino
contra la VOIUllt:H! de sus naturules , descendía á un examen
prolijo y erudito de la materia desentraüáudola , y ponien-
do de manifiesto la Jegisbcion española antigua en causas
de Ié ; segun la cual, expetlitas las facultades de los obispos
para exhortar y convertir ;í los extraviados, cucomendá-
base á jueces civiles el castigo de los empedernidos y con-
tumaces, ;.;raduclruIolos de infractores de las leyes, de que
era una y fumla.nental la religiou del estarlo.


Indicaba en seuuida la cornision las mudanzas sucesivas
que tuvieron origen en Francia COIi motivo de la heregía
iÍi~ ius :llbiglLi:ies y otras sectas; wy:Js doctrinas propagan-
do,;,' cui: ¡,:'pida provocarou par:¡ atajarlas la Iorruacion de




connsiones eSiwciah~s eon;puestas tk clérigos y írailes, qne
urquirieseu y averiguanen quiénes eran Jos seductores y los
seducidos para abandonarlos después á jueces eclesiásticos
y seglares quc los castigaban rigurosamente. Llamaron in-
quisidores á los comisionados, y aprobó su institución en
1204 el papa Inoccncio In. Las provincias españolas a!etla-
ñas de Francia, como Aragou y Cataluña , sc infíciouaron
en breve dl~ los errores qne aquejaban á aquellas, y para
contenerlos y descuajarlos. ya 1'11 1252 usaron sus reyes tlr'
remedios idénticos ú los de la nación vecina. No aconteció
01,1'0 tanto en CastiHa, porqlw no difundiéndose el conta-
gio tan pronta ni universalmente, bastó ú cortarle echar
mano de temperamentos ordinarios y conocidos. Pero pa-
decióse otro m:11 no menos grave por causa de Jos moros y
judios tolerados y aun COH permiso de profesar su respec-
tivo culto. Amhos linajes componiau dos pueblos muy di-
versos del de los cristianos; y aborrccianlos estos, ya por
la diferencia de religion y costumbres, ya por pertenecer
los moros á nacion dominadora y autigua , y ser los judíos
hombres ricos y acaudalados á quienes se encomendaha
comunmente la odiosa, aunque lucrativa faena , de recau-
dar los pechos y cargas públicas. Tenían que aguantar á
menudo persecuciones y acosamientos: reventando contra
ellos en varios puntos horrorosa sublevacion el año de 1391,
en que los judíos especialmante lloraron estrago y mortan-
dad terrible. Aterrados unos y otros convirtiéronse mu-
chos; pero siendo á la fuerza no dejaron los mas de profesar
(~1I secreto su antigua religion. El siglo XV , tan fecundo
en desórdenes, señalose tamhien por I~I crecimiento de da-
ños ú que dieron ocasión los conversos, tocando á los lte-
yes Católicos reprimir tales excesos, como lo habían verifi-
cado con los otros desmalles de que tanto adoleció Castilla
á fines dí' la propia centuria.




168
Iucliuose don Fernando V á emplear desde luego rigores


y severidad, particular distintivo de. Sil carácter, valién-
dose de las comisiones inquisitoriales introducidas tiempo
hahia en Aragon. Opúsose á tal novedad en Castilla la rei-
na doña Isabel su esposa, no solo llevada de su condicion
mas apacible y suave, sino tambien por la cabida que en
su pecho tenían los consejos de su confesor don fray Fer-
nando de Talavera , hombre docto al par que piadoso y
conciliador. Sin embargo insistiendo el rey en su intento,
y citándose á cada paso profanaciones sacrílegas de los
conversos, ciertas unas y otras supuestas o exageradas,hubo
al fin la reina de ceder en su repugnancia : {~ impetrándose
la bula del establecimiento de la inquisicion , la otorgó y
expidió el pontífice Sisto IV en noviembre de 1478. Por
ella facultáhase á los Reyes Católicos para elegir inquisido-
res y removerlos á su antojo, echando cási por tierra la
autoridad de los obispos. Dos aüos transcurrieron sin eje.
curarse la bula; pero plantearla al cabo, abusaron de su
poder los inquisidores en tan gran manera, que á poco le-
vantóse contra ellos y su institución universal clamor. No
desoyó Ilorna las quejas, sino que al revés las acogió favo-
rablemeute , realizando el papa algunas mudanzas hasta la
de nombrar por sí otros inquisidores.


Desagradó intrusion tan contraria á las prerogativas de
la corona á los Iteres Católicos, quienes representando vi-
gorosamente alcanzaron se revocase lo hecho, y se diese á
la inquisicion una forma mas regular y estable. Verificóse
esla alteración por medio de una bula expedida en 1485,
fjlW designaba para inquisidor general al arzobispo de Sevi-
lla Iñigo l\'I3nrique. No conservó largo tiempo su cargo el
agraciado, pues nornhróse en el mismo afio para sucederle
á fray Tomás de Torquemada , confesor del rey, y ..le na-
tural parecido a! suyo, astuto y rígido. La bula concedida




;,\ declo, y cuyo rastro 110 pudo descubrir la comisiou de
las C¡Jrles ~ pesar de su diLigencia, proveía al nuevo inqui-
sidor general de poderes amplios trunsferibles á otros , no
usuudo de ellos los inquisidores particulares ó subalternos
SI\1O u el! virtud lte subdetegadon y facultallllue aquel les
" daba.») De cousiguieute arregló Torquemada los tribu-
uales iuferiores á medida de su deseo, y aUII formó el COII-
sejo real supremo de la iuquisicion , tille no instituido por
bula particular, carecía de autoridad propia en las vacantes
de inquisidores generales.


Nunca autorizaron las Cortes la iu troduccion del Santo
oficio en el reino, siendo así que á ellas juutarnen te con el
rey correspondía permitirla ó desaprobarla; pecando por
tanto la iuquisieion hasta en su origen de la falta de verda-
dera legitimidad. Al contrario siempre que se ofreció oca-
sion mostraron las Córtes desvío é hicieron reclamaciones
y demandas vivas tocante á I:Js injusticias y desafueros de
la iuquisicion , pidiendo á veces su reforma con vehemen-
cia !lO escasa. En algunas villas y ciudades desasosegáronse
los veciuos , huho eu otras conmociones sérias , y viéronse
en cási todas aLropel1ados los ministros y dependientes del
Santo oficio. La resistencia á que se plantease rué muy ge-
neral en las vastas provincias que ya entonces componían
la monarquía española. En Aragon refiere * Zurita, « co- (' Al'. 11. 16.)
,) menzárouse de alterar y alborotar los que eran nueva-
)) mente convertidos del linaje de los judíos, y sin ellos
" muchos caballeros y grllte principal, publicando que
" aquel modo de proceder era contra las libertades del
JI reiuo , P()l'(lLH~ por este delito se les confiscaban los hie-
J) nes , y no se les daban los nombres de los testigos que
" d..ponían contra los reos: que eran dos cosas muy lIUC-
" vas y nunca usadas y muy perjudiciales al reino ..... y
1 CO(IJU ('ra genle caudalosa y por aquella razou de la li-




170


" hertad del reino hallaban gran favor generalmellt(·, fue-
» ron poderosos para que todo el reino y los cuatro esta-
J' dos de (\1 se juntasen en la sala de dipntaciou como en
J) causa universal que tocaba á todos, y deliberaron enviar
)) sobre ello al rey sus embajadores ..... J) Lo mismo en


(' Al'. 11 ,7.) Lean y Castilla, segun lo ates Ligua * Mariana, tan poco
sospechoso en la materia como Zurita « al principio.
Il dice, apareció lllUY pesado ( el establecimiento de la In-
n quisicion ) á los naturales; lo que sobre todo extrañaban
" era que los hijos pagasen por los delitos de los padres;
" que no se supiese ni se manifestase el que acusaba, ni
" se confrontase con el reo, ni hubiese publicacion de tes-
" tigos ; todo contrario á lo que de antiguo se acostum-
J) hraha en los otros trihuuales. Demás de esto les parecía
'J cosa nueva que semejan les pecados se castigasen con pe-
)) ua de muerte, y lo mas grave que por aquellas pesqui-
" sas secretas les quitaban la libertad de oir y hablar entre
" si, por tener en las ciudades, pueblos y aldeas personas
" ,í propósito para dar aviso de lo que pasaba, cosa qll~
II algunos tenían á figura de una servidumbre gravísirna á
" par de muerte ..... ))


La voz y los clamores sonaron tan viva y constantemente,
que Cárlos V creyó oportuno impedir á la Iuquisicion con-
tinuase en el ejercicio de sus funciones en el año de 1555;
suspension que duró hasta diez aüos despues , en que reci-
bió aquel tribunal nuevo ser de Felipe II, que gobernaba
estos reinos en ausencia de su padre : y despues monarca
ya propietario, amplió la autoridad del Santo oficio apro-
bando los reglamentos que dió el inquisidor general Valdés,
y privando á los procesados de la protcccion del recurso de
fuerza. Usó Felipe tambien del mismo medio para mantener
ilesa la religion católica, y corno única en sus muchos é
iucoberentes estados , Ijgur;'nl¡JOSf~ 11' seria aqll..1 estrecho




171


vinculo entre sus apartadas provincias, einstrumento po-
Iitico y acomodado de couservaciou y orden. Los prelados
mas esclarecidos de la nacion por sus virtudes y ciencia no
cesaron en los mejores tiempos de oponerse á la permanen-
cia de un estahlccirnieuto que sucahaba los derechos y pree-
minencias del episcopado. No hubo tampoco en fin corpo-
racion alguna importante y grave que no pugnasc de cuando
en cuando contra las prácticas, usurpaciones y tropelías de
la lnquisicion, cLlya autoridad desapoderada aseguraban los
magistrados ruas doctos y dignos de respeto se entrometia
hasta en los * (( puntos de goberuacion política y eeouómi- "[l. u IS
1) ca, ostentando independencia, y desconocioudo la sobe-
J) rauia. )) Después d(~ discurrir así pasaba la cornisiou á
probar cuán incompatible era el Santo oficio con la nueva
Constitucion politita de la monarquía, proponiendo ademas
lo que debería adoptarse, abolido que fuese aquel tribunal.
No seguiremos á la cornision en todo HI relato, pero tras-
ladaremos si cuanto expresaba acerca del modo de proceder
de la Inquisicion en sus juicios. (1 Los reos (decia ) son con-
» uncidos ú la prision sin haber visto antes á sus jueces; se
JI les encierra en aposentos obscuros y estrechos, y hasta
» la ejecucion de la sentencia jamas estan en comunicacion;
u se les pide la declaraciou cuándo y cómo parece á los in-
1) quisidores ; en ninglln tiempo se les instruye ni del norn-
» hre del acusador, si lo hubiere, ni de los testigos que
» deponen contra ellos, leyéndoles truncadas las declara-
n ciones, y pouiéudosc en tercera persona los dichos de
» aquellos mismos que lo han visto Ji oido..... El proceso
» nunca llega á ser público, y permanece sellado en el se-
1) creto de la Inquisicinn ; se extracta de él lo lIue parece Ú
JI los inquisidores, y con ello solo se hace la publicaciou
» de probanzas, y se invita al tratado como reo á que ha-
j) ga por sí (Í por el abogado que se le ha dado su deleusa,




17:.!
)) y ponga tachas á los testigos: mas ¿ qué defensa puede
') hacer con unas declaraciones incompletas y truncadas?
}I ¿qué tachas poner á unas personas cuyos nombres igno-
)J ra? .... En el tribunal de la inquisicion siempre acompaña
II á la prisión el secuestro de todos los bienes, y se ator-
)) menta y gradúa el tormento 1)01' indicios, cuya suficien-
)) cia se deja á la conciencia de Jos inquisidores que asisten
)J y presencian el tormento..... }) j siendo sacerdotes todos
ellos!


Vése por esta muestra cuán en coutradiccion se hallaba
la nueva ley fundamental con las reglas que servían de pau-
ta al Santo oficio en sus procedimientos y en las causas de
su competencia: probado lo cual largamente por la comi-
sion , opinaba esta resolviesen las Córtes las dos proposicio-
nes siguientes: 1.· « La rcligion católica, apostólica, ro-
J) mana será protegida por leyes conformes á la Constitu-
)) cien. » 2.' « El tribunal de la inquisicion es incompatible
)} con la Constitucion. )) Modo muy diestro de presentar el
asunto á la deliheracion de las Córtes , porque nadie podía
resistirse fuudadamente á votar la primera proposicion , ni
nadie tampoco negar despucs la incompatibilidad de la
Constitucion con el Santo oficio, como se encontraba es-
tablecido en España. Siguiendo este rumbo los hombres
timoratos, pero de buena fé, arreglaban fácilmente con su
conciencia asentir al dictamen de la comisión: aquietáhanse
también los tímidos, quc, si no escrupulosos, recelábause
del porvenir, y ansiaban dar Sil voto de una manera indi-
recta y mas embozada. Tampoco ponían reparo los ilustra-
rlos y de fortaleza, siempre que lograsen su objeto, fuese
á las claras ó tapadarnente. Precauciones tales podían mi-
rarse corno nimias y aun sobrado ridículas, quedando ya
tan atrás los tiempos en que se ventiló semejante materia.
Pero reflexidnes« cuáles eran aquellos, de dónde se salia,




175
Ycómo se habían criado los españoles, hasta los de influen-
cia entonces. y que manjabau los negocios públicos. La
comision procediendo así dió pruebas de gran tino y cir-
cunspeccion , debiéndose á su andar pausado y firme el
triunfo de la razón y rle la humanidad afligida.


De la decisión de ambas cuestiones, y en especial de la
segunda, pendía verdaderamente abolirse ó no el Santo
oficio. Así fué que al tratarla He empeñaron los debates.
no siendo las que vinieron despues mas que una secuela y
de inferior importancia.


Habíase señalado 1'15 de enero para abrir la discusion y
dar así plausible comienzo al año de 1815. Escaramuzrise
no poco primero que se entrase plenamente en el asunto,
segun acontece en materias graves, procurando Josque se
consideran vencidos interponer de antemano inciden1 es
que alejen la final dl'ITota, ó la suavicen y conviertan en
mas llevadera.


Burlados los ardides y desvanecidas las estratajemas, en-
tabl:íronse los debates con detenimien Lo y mucha solem-
nidad. Imposible se hace dar aquí un traslado, ni deslucido
siquiera. de lo que fueron, y de su brillo, profundidad y
grandeza. Duraron hasta el 25 de enero, solo por lo que
respecta á las dos proposiciones insinuadas. Todos los ora-
dores y hombres de cuenta tomaron parte. Los adalides
mas principales en favor de la inquisicion fueron el señor
Inguanzo y el inquisidor don Francisco Biesco. Casi dos
sesiones ocupó el discurso del último orador , panegírico
y defensa completa de aquel tribunal, no desnudo de ra-
zones, y fundado algun tanto e11 la parle de censura que
hacia de los tribunales que la cornision deseaba substituir
al del Santo oficio, y de los que hablarérnos mas adelante.
El seriar Inguanzo , sentando doctrinas las mas ultramon-
tanas, qnejibase del artificio con qne la comisiou presenta,




\' AII, n, 1 ~). '1


CAp. n. '21.)


174
ba Sil dictamen. * ¡¡ Este at;]ljll(, (decia) no se presenta
» de frente, como parece lo pedia la buena 1','" •... Lo que
» se ha hecho es urdir un plan de proposiciones ambiguas
j) y de cierta apariencia, las cuales, envolviendo sentidos
1) diferentes, 'len lugar á q1H~ se saqne por consecuencia y
JI por ilaciones lo quP se pretende, y Ú hacer dt-spues 1111
)) supuesto de la dificultad. ») Dias adelante respondió {I
este discurso PI eclesiástico don Joaquin de Villanurva,
quien dió autoridad á sus palabras empezando por asen-
tar que le .. « habían honrado con 511 amistad 3 inquisidores
» generales y otros respetables ministros (; individuos de
)) la Iuquisicion ; )1 pues supouiase haber hallado el orador
poderosos motivos de dosengaüo , cuando á pesar de tales
conexiones se declaraba tan opuesto á la permanencia de
aquel tribunal. Usó el seüor Villanueva en su discurso de
ironía amarga, lanzando tiros envenenados contra el se-
ñor Inguanzo en lona humilde y suave, la mano puesta eu
el pecho, y los ojos fijos en tierra, si bien á veces alzando
aquella y estos, y despidiendo de ellos centelleantes mi-
radas, ademanes propios de aquel diputado, cuya palidez
de rostro, cabello cano, estatura elevada y enjuta, y mo-
do manso de hablar recordaban al vivo la imagen tic algu-
no de los padres del yermo; aunque escarbando mas allá
en su interior, descuhríase que, corno todos, pagaba tri-
buto de flaquezas á la humanidad, las que asomaban en la
voz y gesto al enardecerse ó al estar el orador seguro de su
triunfo. En lino de los pasajes de su arenga, aludiendo al
mencionado sellar Tnguanzo, decía: « .. Como algunos se-
» fiares sencillamente creyeron no injuriar á la comision
» de Constitución, salvando la intencion con que suponen
» haber caído en heregías y errores la mayoría de SIIS in-
)J dividuos, así yo, guardándome de tratarlos ú pilos de ca-
" lumniadores , atribuyo sus falspdat!l's á olvido de I()~ pri-




17:;


» meros elementos del derecho púhlico , civil y i'cl('siústico,
) j Ojalá pudiera desentenderse la caridad cristiana de lo
J que en este caso le corresponde! Pues siendo tan cató-
, lica corno la fé , prohibe estrechamente la osadía y la li-


gereza de los que sin causa y contratoda razón denigran
., la doctrina de personas mas sáhias que ellos y no menos
») católicas...... J) « Espántame (siempre contra el seüor Iu-
JI guanzo) sobre todo el furor con que se asegura que si
)l debe protegerse la religion conforme á la Constitucion,
" no puede ó no debe ser protegida la santa Iglesia..... No
» dijera mas Celso ni Juliano el Apóstata ..... ) De este mo-
do con tiento de blanda mano profundiza y hiere el devo-
to allí donde al parecer solo acaricia ó palpa. Algunas se-
siones antes de haberse pronunciado este discurso, articuló
otro el señor l\Iejía, esmerado y de los mas selectos entre
los muchos hueuos que salieron (le los labios de aquel di-
putado. No le fué en zaga el del digno eclesiástico Iluiz
Pndron, sustentando constantemente el dictámeu de la co-
misión los señores iilurlOz Torrero, Espiga y Oliveros,
tamhien eclesiásticos, con copia (le doctrina, cúmulo de
razones, y manteniendo el predominio ele la verdad por
medio de la persuasion mas viva.


;\1 fin votáronse y se aprobaron las dos proposiciones de
la cornision ; ganándose la segunda, que realmente envol-
vía la destruccion de la Inquisicion, por}lO votos contra 60
en el dia 22 de enero. Desplornóse así aquel tribunal, cu-
yo nombre solo asombraba y ponia aun espanto. Se pasó
en seguida á tratar de lo restante del dictamen de la comí-
sion , que debia adoptarse, segun esta, despues de apro-
badas las dos proposiciones de que acabamos de hablar.
Iteduciase lo propuesto á un proyecto de decreto sobre
tribunales protectores de la religion; manera de cobertizo
que buscaba la cornision para gnal'l'c('I'S{' dI' la nota de ir-




lit>
religiosa y de las censuras 111le 1(' pn-parahan ¡,.,~ hombres
interesados y de mala fé , ó los fanáticos y de menguado
seso. Comprendía el proyecto dos capítulos. En rl í o se
trataba del restablecimiento en su primitivo vigor de la ley
~ a, titulo XXVI de la Partida 7 a para las causas de fé , Y
del modo de proceder en estos juicios segun varios trámi-
tes y variaciones que especificaba la comisiou : yen el 2"
de la prohibicion de los escritos contrarios á la religion.


El restablecimiento de la ley de Partida era providencia
oportuna y muy substancial en cuanto dejaba expeditas las
facultades de los obispos y sus vicarios para proceder con
arreglo á Jos cánones y derecho COmlJl1 , sin confundirlas
con las de los jueces á quienes incumbía imponer las pe-
llas. Así estaban divididas las dos potestades, y tenían los
acusados todas las defensasy patrocinio que la ley concede
en los delitos comunes. Sin duda rigorosas y de tiempos
bárbaros eran las penas de las Partidas contra los hcrcges;
pero además de estar ya aquellas en desuso, indicaba la co-
rnision en el modo mismo de extender Sil artículo que se
rnodifícariau.


Nuevos debates se empeñaron sobre este proyecto de
decreto. Aprobóse con gran mayoría el primer artículo que
cornprendia el restablecimiento d(\ la ley de Partida, sien-
do muy señalado el dircurso c¡ae en Sil favor y en apoyo
de la jurisdiccion episcopal pronunció el diputado eclesiás-
tico Serra, venerable anciano, de saber tan profundo en
materias sagradas, como excesiva su modestia y gran(h~ su
compostura. Los dernas artículos del primer capítulo de
dicho decreto siguieron discuuéndose , y se aprobaron to-
dos los que favorecian la defensa de los reos, al paso que
no se admitieron dos de ellos, segun los cuales se formaha
en cada diócesi una especie de trihunal de f(í compuesto
de los cuatro prebendados dI' olicio de la i[!I¡'sia catedral.




TOJlT. IV.


177


l~ste pensamiento llahi;III!I) ~:¡¡¡2Fl'!lin io" diputados jali"p-
uistas que ocupaban asiento en las Cortes : y se uuierou
para reprobarle el partido jesuítico y el de los inclinados á
opiniones mas filosóficas, que en otras ocasiones andahan
siempre muy desunidos. Pasó COIl poca variacion v no dis-
eusiou larga el 2° capitulo del proyecto que hablaba de la
prohibicion de los escritos contrarios á la religioll limitados
por la ley de la Iihertad de la imprenta :1 solo aqur-llos que
tocasen al dogma y á puntos d(~ la disciplina universal de
la iglesia. Mejorábase aun en este caso la suerte de los au-
tores, poniéndosu freno á la arbitrariedad ó engaño en q1H~
pudieran incurrir los ordinarios eclesiásticos.


Concluvósc Ia discusión de tan importante asunto el ;)
.le febrero; mas no se promulgó (,1 decreto hasta el 22 del
propio mes, ya con el objeto de extenderle conforme á lo
aprobado, y ya también con el de escribir un manifiesto
exponiendo los fundamentos y razones que habían tenido
las Cortes para abolir la Inquisicion y substituir á ella los
tribunales protectores de la fe: el cual juntamente con el
decreto debía leerse por tres domingos consecutivos en las
parroquias de todos los pueblos de la monarqnía antes del
ofertorio de la misa mayor. Así lo había propuesto el señor
Terán con el mejor deseo, y así lo habían determinado
las Córtes sin prever las malas consecuencias que pudiera
acarrear semejante resolucion como en efecto las acarreó,
segun referiremos mas adelante. El decreto aprobado llevó
1'1 título ó epígrafe tle Decreto de aboliciou de la Inquisicion,
y estalilecimiento de trilucnales protectores de la {I!: estam-
pándose como primeros artículos las dos proposiciones
que habían sido discutidas y nprohadas con antelueion y
separadamente, y eran el tiro mas cierto de destruccion y
ruina despedido contra el Santo oficio.


Inmarcesible gloria adquirieron por hah-r derribado á
u


nl'Clptll
tIr' uhuli cion rl~~
la IlIquj"irj(J1]


y 111i! J] i Ji~";;; ~ o(f,,, ]R~ el·lrtes.




(~\p. 11. '22.)


Reforma
de conventos y
monssteríos.


J7R
este las Córtes extraordinarias congrega.las en Cádiz. Paso
previo era su abolicion á toda reforma Iundarneutal en Es-
paña; resultando, si no, infructunsos cuantos psflH'rzos se
hiciesen para infundir las luces y adelantar en la civiliza-
cion moderna. * No consistía el principal daño de la in-
quisicion en sus calabozos y en sus hogueras: obraba así
tiempos atrás cuando tambien se quemaba y perseguía en
Alemania, en Inglaterra, en Francia, y lo mismo entre
católicos que entre protestantes. Consistía sí en ser una
magistratura clerical , uniforme, sola, omnipolente, arma-
da de la excomunion y los tormentos; cuyas inalterahles
máximas pugnaban por cerrar la puerta al saber , y cortar
los vuelos al entendimiento en todas las épocas, del mismo
modo y en cualesquiera ángulos del reino, sin variacion
sensible ni por la serie progresiva de los años, ni por la
mudanza de los individuos; debiendo aquella instituoion ,
segun su índole, mantenerse perpetuamente, y continuar
siendo opresora tenaz de la razon, y tirana del hombre
hasta en el retirado asilo del pensamiento.


Durante estos meses, y conforme se fueron evacuando
las Andalucias y gran parte del país ocupado , tratóse lar-
gamente en el Gobierno y en las Cortes de las providencias
que convenia adoptar acerca de las comunidades religiosas.
Hemos visto cómo las hahia suprimido Napoleon en parte,
y después José en Sil totalidad. Coyuntura por tanto favo-
rable esta, ya que 110 para extinguirlas absolutamente, {¡
lo menos para reformarlas con arreglo á los primitivos ins-
titutos de muchas de pilas, y á lo que reclamaban con to-
do empeño la índole de los tiempos y la conveniencia pú-
blica.


Aunque siguió España el mismo camino que los otros
paises de la cristiandad en el estahlecimieuto y mnltipli-
cacion de los monasterios y conventos, hubo en ella par-




17~¡


ticulares motivos para ql;(' se aumentasen , en especial :'1
últimos del siglo XVI y principios del inmediato. La su-
persticion que el Santo oficio y la poli tica de nuestros
monarcas esparció en aquella sazou sobre toda la haz del
reino, el crecimiento de capitales atesorados mi América é
invertidos con larga mano en dotar estahlecirnientos pia-
dosos en expiacion á veces del modo como se adquirieron.
y por la dificultad tambien de hallar si no imposiciones
seguras y lucrativas; la diligencia y apresuramiento con
que se agolparon á vestir el hábito religioso las clases in-
feriores atraídas por el cebo de cautivar la veneracion de
la muchedumbre y lograr entrada y aun poderoso influjo
en las moradas de los grandes y hasta en los palacios de
los reyes; estas causasjuntas concurrieron á engrosar aque-
lla avenida de fundaciones que, saliendo ele madre, inun-
dó el suelo peninsular de conventos y monasterios, de
santuarios y ermitas con séquito de funciones y aniversa-
rios, de hermanos y cofrades que ahogando la reproduc-
cien útil, dejaron hrotar cási exclusivamente punzantes y
estériles matorrales no menos dañosos al estado qlW al ver-
dadero culto. Entonces Iué cuando "e introdujo con fre-
cuencia en los testamentos Ir! extraña cláusula de que se
dejabo. por heredera el su alma , queriendo significar por
esto que se daba á la iglesia cuanto se poseía, con el obje-
to de que se emplease todo en misas y obras piadosas.


No impidió sin embargo eso el que se clamase constan-
temente en España contra las donaciones excesivas hechas
al clero, y contra la multiplicacion de casas religiosas. Hi-
ciéronse peticiones acerca de la materia por las Córtes en
el siglo XVI, diciendo las de Valladolid de * 1;)18 que si (' Al'. n.
no se ponia coto á ese género de adquisiciones, en breve
tiempo seria todo del estado eclesiástico secular y regular.
;\Ianifcstaron los daños que de ellas SI' scguim: Jos I'scrilo-




1~O
res del mismo tiempo y de los posteriores, los Sanchos de
I\loncada , los }Iartilll'z de alala, los Navarretes. Conocida


(' Al'. 11. ;;.) es * la represeutaeion de la universidad de Tublo hecha
en 1I:H8 ~I 1:.1 junta formada flor el duque de LI'1"!Jia para
examinar los medios de restahlecer la naciou : t'1I 1<1 cual,
hablando del aumento del estado edesi;lst.il'o, díces!': « hoy
!J se ve que Ha habiendo h¡ mitad de getJti' que solia , hay
J) doblados religiosos, clérigos , cstudiuntes , porqlH~ ya 110
» hallan otro modo de vivir..... » No menos eunol:ida ('S tarn-


C\I'. (l. 05.) bien la * famosa consulta del Consejo de 1fiHI, en cuyo
contexto entre los varios recursos que se \'xcogilall para
aliviar los males de la monarquía, se indica COnlO uno de
ellos el ( que se tenga la mano en dar licencias para mn-
» chas fundaciones de religiones y monasterios ..... » con
otras reflexiones muy oportunas al asuuto , añadiendo que
aunque para los regulares sea aquel camino el « mejor y mas
» seguro y de mayor perleccion , para el público venia a
J) ser muy dañoso y perjudicial. .) De las Cortes del reino
que en el propio siglo representarou vigorosamente sobre lo


(' .\1'. 11.20.) mismo, seüalaróuse las convocadas en Madrid * año de 162tj
por Felipe IV, explicándose los procuradores el! esta suhs-
tanda: « Que se tratase con mas veras de poner limite ú
)) los bienes que se sacaban cada dia del brazo seglar al
J) eclesiástico..... ) « Que las religiones eran muchas, los
J) mendicantes en exceso, y el clero eu grande multitud.
¡) Que hahia en España 9088 mouasterios , auu no con-
» tanda los de monjas (número que nos parece harto exa-
» gerado). Que iban metiendo poco ú poco con dotaciones,
» colradias , capellanías o con compras ú todo el reino en
J) su poder. Que se atajase tanto mal. Que hubiese número
)) en los frailes, moderacion en los comentos, y aun en
1) los clérigos seglares. Que siendo menos viviriau lilas ve-
» nerados y sobrados, y no hahria nadie qIIP juzgllse por




1~1
'J illl[Jío y duro aquel remedio del cual mirase resultar ma-
l) yor defensa y reverencia de nuestra patria y religión. ))
y si de este modo se expresaban ya nuestros antepasados
en siglo tan cubierto de herrumbre supersticiosa, ¿ podria
esperarse menos de Cortes reunidas en la era actual, y des-
pues de los sacudimientos sobrevenidos en la nacion?


Computahause antes de * 1808 en España 2051 casas (' Ap. 11 2;.)
de religiosos y 107;i (l(~ religiosas ) ascendiendo el número
de individuos de ambos sexos, inclusos legos, donados,
criados y dcpendieutes. Ú H2727. Con la invasion y las j)ro-
videncias dI'! emperador francés y de Josr los mas de aque-
llos establecimientos hahian desaparecido, subsistiendo solo
en los puntos qur se mantuvieran lihres , ó en donde la
ocupacion no hahia sido duradera. Favorecía mucho al Go-
hierno legítimo semejante estado de COS:1S: y Iácil le era
adoptar cualquiera medida que juzgase prudente y discreta
para impedir la repohlacion ele todas 13s casas religiosas,
mayormente hallándose muchas destruidas , y destinadas
otras á objetos de pública utilidad,


A esto se enderezaba el prevenido ánimo de las Córtes,
cuando al dar en 17 de junio de 1812 un decreto sobre
confiscos y secuestros, dispusieron estas en el artículo 7°
(( que tendría lugar el secuestro y la aplicacicn de frutos :1
" beneficio del estado cuando los bienes, de cualquiera cla-
n se <lIw Iuesen, pertenecieran á establecimientos públicos,
" cuerpos seculares , eclesiásticos ó religiosos de ambos
" sexos, disueltos. rxtinguidos ó reformados por resultas
" de la invasión enemiga, ó por providencias del gobierno
» iutruso : entendiéndose Jo dicho con calidad de reinte-
.) grarlos en la posesiou de las fincas y capitales que se les
1) ocupasen, siempre que llegara el caso de su restahle-
Il cimiento : y con calidad de señalar sobre el producto de


sus rt'ntas los alimentos prerisos á ~l(llJellos individuos dr




182
)) dichas corporaciones 4ue debiendo ser mantenidos por
)) las mismas se huhieseu refugiado á las provincias libres,
» profesasen en ellas su iustituto , y careciesen de otros
») medios de subsistencia. J) La ejecucion puntual de este
artículo efectuaba insensiblemente y de un modo hasta
plausible la reforma del clero regular, que pudiera haberse
verificado en términos mas ó menos latos, segun lo con-
sintiesen el bien del estado y las necesidades del culto; al-
canzándose tan deseado fin, ya que no por senda corta y
derecha , á lo menos pOI' rodeos y serpenteando, como su-
cedió en lo de la Inquisicion y en otras materias en que pro-
cedieron aquellas Cértes muy cuerda y previsoramente.


Tocaba á la Regencia el desempeño cabal de semejante
cuidado, y dió en realidad muestra de ser tal Sil designio,
mandando á los intendentes en una instruccion que circuló
en agosto, cerrasen los conventos y tomasen oportunas
medidas para estorbar el deterioro I](~ los edificios y sus en-
seres, que debían quedar á disposicion del Gobierno. Mas
desgraciadamente IJO persistió la Hegencia en tan acertado
propósito, cediendo al clamor de muchos religiosos y de
algunos pueblos que pedian su restablecimiento, ó mas
bien llevada de su propia inclinacion , después que el con-
de del Ahishal cedió el puesto á don Juan {Jerez Villamil,
sostenedor activo y centro firme de los desafectos á nove-
dades.


Antes del advenimiento al mando de] don Juan ya la
Regencia, incierta sobre lo que convenia determinar, ha-
bia acudido á las Cortes pidiendo manifestasen cuáles eran
sus intenciones en asunto de tal entidad. La cornision de
hacienda opinó se llevase adelante lo prevenido en el ar-
tículo 7° del citado decreto sobre confiscosy secuestros, y
lo que la Regencia misma había mandado á los intendentes
en la iustnrcciou de agosto, encargando adernas ú esta fllle




185
propusiese todo lo que (f conceptuase conveniente á la uti-
» Ii.lad pública y al verdadero iuteres de los regulares. »
Atinado dictamen que ahria las zanjas de una reforma pro-
gresiva y lenta. 1'Ilas detúvose en 18 de setiembre de este
año de 1812 la aprohacion de lo que la comision indicaba,
poniéndose de por medio algunos diputados patrocinadores
de los religiosos, y entre ellos don Joaquín de Villanueva,
quien consiguió empantanar el asunto introduciendo en la
discusion otras proposiciones, que si bien se dirigían á la
reforma de los regulares, favorecian igualmente Sil resta-
hlecimiento y conservaeion. Muchos pensaron que el Villa-
nueva se entendía en secreto con la llegencia. 1.0s debates
no se renovaron hasta el 50 del propio setiembre, en cuyo
dia pasó á las Cortes el ministro de Gracia y Justicia una
memoria acerca de la materia, acompañada de una instruc-
cion compuesta de Hl artículos, bien extendida en lo gene-
ral, y encaminada á un lluevo arreglo y diminucion de las
comunidades religiosas. Recogió en consecuencia sus pro-
posiciones el diputado Villanueva , y se decidió pasase to-
do el expediente á tres comisiones reunidas; ideada traza
de dilatar la resolucion final, y de dejar á la Regencia mas
desembarazada para que por sí á las calladas y sucesiva-
mente permitiese á muchos regulares volver á ocupar sus
conventos so pretexto de ser necesarios en los pueblos, fal-
tos los fieles de auxilios espirituales. Así sucedió: mientras
que negocio tan grave estaba aun pendiente en las Cortes, y
sobre todo despues qlle se traslució qne las comisiones reu-
nidas se inclinaban á una reforma algo lata, empezó la Ile-
gencia á permitir el restablecimiento de varios conventos,
y á fomentar bajo de mano la pronta ocupacion de otros:
siendo de notar circulase estas disposiciones por conducto
del ministerio de Hacienda. diverso de aquel en que había
radicado el expediente. y era el de Gracia y Justicia. Es-




184
pecie de dolo ajeno de una potestad suprema, que excitó
enojo eu 11lS Córtes y reñidos debates.


Vino á disculparse en ellas don Cristóbal de Góngora,
entonces ministro interino de Hacienda, quien en la sesion
del ií. de fd)rero de 1815, sacando á la plaza con poco pul-
so las desatentadas providencias del Gobierno, acreció la
irritacion en vez de apaciguarla. Las comisiones encargadas
de informar acerca del expediente gWt~ral hahíanle estallo
meditando largo tiempo, y no antes de enero habían pre-
sentado su pal'(~ce r á las Cortes. Preponían en (\1 uua refor-
ma equitativa y bastante completa del clero regular, sin que
por eso ni aun entonces cejase la líegencia en dar su con-
sentirnieuto para que se restableciesen varias casas religio-
sas: no descuidándose en solicitarle los interesados, sabe-
dores del golpe que los arnagalra , y de la propension
favorable qll{~ hacia ellos tenia el Gobierno. El haber
mandado este se expi,liesen las órdenes por la secretaría
de Hacienda, no tanto pendía de que estuviesen aquellos
establecimientos á la disposicion del mencionado ramo el!
calidad de bienes nacionales, cuanto de ser mas aficionado
su jefe á la repoblacion de los comentos qni~ no su com-
pañero el de Gracia y Justicia don Antonio Cano Manuel,
quien lidiaba en sentido opuesto, trocada así la índole res-
pectiva de ambos ministerios; pues parecía mas propia de
la del primero querer la reforma de regulares, productora
de medios, que de la del segundo, no ganancioso con la
desaparicion de instituciones de mucho valer (lue corrian
bajo su dependencia.


Entre los flojos descargos que alegó dou Cristóhal de
Góngora en respuesta á las fundadas y vigorosas razones
qlle le presentaron en la sesion indicada los diputados Gar-
cía Herreros y Traver, gradíllíse ú prirnera vista como de
alguna fuerza el de que la Ilcgencia sr habia visto obligada




18i}
ú obrar así por el espectáculo lastimoso que SI' presentaba
el! los pueblos de andar los religiosos á bandadas sin en-
contrar asilo en donde recogerse. Mas bien examinado este
descargo, carecía de fundamento lo mismo que todos los
otros; porque si el! realidad era tan desgraciada la suerte
de los exclaustrados, i: qué causa impedía auxiliarlos, segun
estaba prevcnido , echando mano de las rentas de los mis-
mus conventos, y bastando las de los ricos con muchas
sobras á sufragar, no solo los gastos suyos, sino los de los
que se consideraban pohres ? ¿No era preferible semejante
medioal de permitir se apoderasen de las casas y los bienes,
antes de decretar la conveniente reforma? Pues ó esta no
se verificaba entonces, y patentes daños resultarían para
el estado y aun para la iglesia; o si despues, claro era que
mayores obstáculos se ofrecerian , y mayor y mas doloroso
el sacrificio pedido á los regulares. Ypor otra parte, ¿pro-
báhase de un modo cierto que la suerte de los exclaustra-
dos fuese tau aciaga y mísera? ¿Imploraban la piedad de
Jos fieles públicamente y de montan durante el dominio
de los franceses! No: ¿ Osaron aparecer vestidos con el
háhito de religioso? ñlcuos aun. Y ¿en qué consistía dife-
rencia tan notable! En que el gobierno de José, vigoroso
con el auxilio extraujero , y no protector de aquellas casas,
estorbaba se representasen escenas tales de puro escánda-
lo , al paso que la Hegencia y sus autoridades las aplaudian
y quizá las preparaban, rebuscando pretextos de restahle-
cer sin mesura y tasa las comunidades religiosas. No se
diga motivó la vista repentina de tantos frailes en las ciu-
dades y poblaciones evacuadas el que se agolparon á ellas
los residentes en las libres, porque pocos y muy contados
fueron los que abandonaron su domicilio ordinario: ha-
bianse los mas quedado en sus respectivos distritos. Ni dn-
raute aquel tiempo se oyó hablar de sus apuros y extre-




186
mada escasez: todos ó los mas tuvieron modo de subsistir
honesto. Y ¿era imposible ahora lo que entonces uo.....?
¿Escaseaba de proporcion el Gobierno legítimo para sumi-
nistrarles el debido sustento y una decente rnanutencion,
dueño de los muchos recursos que en sus manos ponia la
suspension mandada de repoblar semejantes establecimien-
tos? Tampoco pedían eso los vecinos de los paises desocu-
pados, ni siquiera pensaban en ello los mas. Acordámouos
que en los dominados mucho tiempo por el invasor habían-
se las gentes desacostumbrado en tan gran manera á ver el
hábito religioso tan venerado antes, que los primeros re-
gulares que se pasearon así vestidos en las poblaciones
grandes, corno Madrid y otras, tuvieron que esconderse
para huir de la curiosidad y extrañeza con que los miraba
y seguia el vulgo, en particular los muchachos que nacie-
ran ó hahian crecido durante la ocupacion francesa. Por
tanto las peticiones sobre restablecer las comunidades pro-
cedieron tan solo de manejos de los ayuntamientos ó de
algunos interesados, siéndole muy fácil al Gobierno paten-
tizar tales amaños para caminar en seguida con paso firme
á la reforma prudente de los regulares, y de modo que cu-
briendo las justas necesidades de estos, no se viesen des-
atendidos ni los intereses del estado ni los del culto.


Pero restahlecidas ya varias casas, y tomadas por la Re-
gencia otras providencias, ofrecía obstáculos retroceder y
desbaratar lo hecho, segun qunrian las comisiones reuni-
das. Por lo tanto, pidiese á las mismas nuevo dictamen,
que dieron en 8 de febrero y aprobaron las Cortes en se-
siones sucesivas, promulgándosc de resultas un decreto
acerca de la materia en 18 del propio mes. Considerósele á
este como provisional y sin perjuicio de las medidas gene-
rales que en adelante pudieran adoptarse. Las del actual
decreto eran en substancia: 1.0 Permitir la reunion de las




187
comunidades consentidas por la Ilegeucia , con tal que los
conventos no estuviesen arruinados, y vedando pedir li-
mosna para reedifícarlos. 2. u Rehusar la conservacíon ó
restablecimiento de los que no tuviesen 12 individuos pro-
fesos. 5. o Impedir que hubiese en cada pueblo mas de uno
del mismo instituto: y 4. o Prohibir que se restableciesen
mas conventos, y se diesen nuevos hábitos hasta la resolu-
ciou del expediente general.


A pesar de que á algunos parecerán mancas y no bastan-
tes para su objeto tales resoluciones, seguro es que si se
hubieran puesto en práctica con teson y cumplido á la le-
tra durante sucesivos años el decreto que las comprendia,
la reforma del clero regular huhiérase verificado ámplia-
mente y por medios suaves. Pero la mano destructora del
bien que, empuñando en 1814 una aguzada y cortante hoz,
la extendió á ciegas y locamente sobre todas las provideu-
das que emanaron de las Cortes. tampoco olvidó esta, y
la segó muy por el pié.


A otras mudanzas también de entidad dieron origen estas ~rlldanza
. de la Regencia J


reformas de la Inquisicion y los regulares. Debe contarse sus call''''.
como la mas priucipul [a remocion de la 1tegencia que go-
beruaba entonces la monarquía. Cási nunca conforme en
sus procedimientos con los deseos de las Córtes , desvióse
cada vez mas y se apartó, si cabe, del todo, luego que
don Juan Perez Villarnil ocupó el puesto que dejó vacante
por dimision voluntaria el conde del Abisbal, lo cual ha-
biendo ocurrido en setiembre de 1812, coincidió con los
importantes acontecimientos que sobrevinieron en la pro
pia sazono Íbase en ella desembarazando de euernigos nues-
tro territorio, tocando al Gobierno en ocasion tan crítica
obrar COIl el mayor pulso, y bien le era menester, cuando
de nada menos se trataba (Ille de plantear la adrninistracion
en todas sus partes, introducir las nuevas leyes, apaciguar




188
las pasiones, recompensar servicios, aliviar padecimientos,
echar un velo sobre extravíos y errores, y ganar en fin las
voluntades de todos, usando de suavidad con unos y de
firmeza con otros. Iíequeriase para ello maestría suma, el
tino de hombres resueltos y probados, que supiesen so-
breponerse á las preocupaciones y exageradas demandas de
partidos extremos y resentidos. Tres eran estos en los pue-
blos evacuados: el del rey intruso , el de los opuestos á las
reformas, y el de sus amigos y defensores. No muy nume-
roso el primero, tenia sin embargo raices , no tanto por
afícion , cuanto pOe el temor de que ahondando en vidas
pasadas, se descubriesen compromisos , aun en donde ni
siquiera se recelaban: dolencia que acompaña á las disen-
siones largas y domésticas. Era de todos el segundo parti-
do el mas crecido y fuerte, y en el que si bien muchos
anhelaban por reformas respecto del gobierno antiguo, no
las querian ámplias , ni tan allá como las Córtes, deslavo-
reciendo á estas el que se asemejasen varias de SIlS mudan-
vas á otras de José, no permitiendo <l veces los in!.l'rpses
individuales y los apasionados afectos de aquellos tiempos
distinguir la diferencia cflw mediaba entre ambas autorida-
des de tan opuesto origen. Aunque mas circunscrito el
partido tercero y último (el de los amigos rle las reformas),
era sn influjo grande y su pujanza mucha, abanderizáu-
dose generalmente en él la mocedad y los hombres ilus-
trados que tenian á las Cortes por apoyo y principal al'
rimo.


En vez la Regencia de mostrarse desnuda de aficiones.
declaróse cási abiertamente por los enemigos (h~ las retor-
mas, tirando á incomodar á los comprometidos con JOS(;,
y desatendiendo indebidamente á los que pertenecían al
tercer partido; por lo cual estribando su política en merli-
das exclusivas y de intolerancia . adolecieron SU¡;; provirlen




cias de este achaque y de inclinacioues parciales, El iJUlII-
brarniento de empleados y jueces, asunto difícil siempre y
en tates crisis muy úrduo, tachose , y en general fundada-
mente , de desacertado , escogiendo hombres poco discretos
l[lle atizabau el fue~o en lilgar tll' apagarle, y desunían los
ánimos lejos de coucordarlos. Nacieron de aqui universales
quejas, hijas algunas dl~ males reales , muchas, como acon-
t!'CI\. de ílllaglllarios Ú muy pouderados , á que daban
plausihl(~ pretexto el desacuerdo y desvaríos de la Regen-
cia, poco cauta en su conducta , y liada cuidadosa de evi-
tar se le atribuyesen las desgracias que procedían de tras-
tOI'llOS anteriores, cornotampoco de moderar las esperanzas
sobrado lisonjeras que se formahan los pueblos con la
evacuacion enemiga, Cosaen que deben reparar mucho [os
repúblicas advertidos, !Jorque 1::1 muchedumbre irrcfleja,
propensa en demasía á esperar venturas , y á que se cica-
tricen añejas llagas con solo cambiar de gobierno, enfuré-
ceseal verse chasqueada, y se desalienta en igual proporcioll
y en contrario sentido de aquello mismo que primero le
daba brioso


Al ruido de las representaciones y lamentos desatentada
[a ltegencia, antes de examinar bien el origen de ellos y de
apurar si provenian de determinaciones equivocadas ó de
desmaño y manejos torcidos de sus empleados, ó bien de
males inherentes á los tiempos, ó si de todo junto, para ir
aplicando los convenientes rernedios , sin espantarse ni in-
clinar su balanza á UIlO ni á otro lado; atropellóse, y acha-
cando á las trabas que se ponían al Gobierno por las nue-
vas instituciones los desmanes y osadía de muchos y la
culpa del desasosiego y dalias que aquejaban á los pueblos,
pidió á las CórLes se suspendiesen varios articulas de la
Coustitucion. Error grav(\ querer suspender en parte aque-
lla ley apenas planteada, lfW\ gozuba de popularidad, y




190
cuyos efectos ventajosos Ú perjudiciales no porliau todavía
sentirse.


Sirvió de particular motivo para la demanda una COllS-
piracion descubierta , segun se contaha, en Sev illa contra
las Cortes y la Regencia, habiéndose de resultas formado
causa á varios individuos, para cuya prosecuoion pronta y
fácil oxigíase á dicho del Gohierno la snspension de ciertos
artículos constitucionales, entre los que estaban compren-
didos algunos que no pertenecían á la dispensa de forma-
lidades que en los procesos y en determinados casos con-
sentía la nueva ley fundamental, sino á otras disposiciones
de mas substancia. Las Córtes no accedieron á la demanda
de la Regencia por no creer fuese grave la couspiracion de-
nunciada, y tener sospechas de que se abultaba su impor-
tancia para arrancar de ellas el consentimiento apetecido.


No muy satisfechas ya desde antes del proceder del
Gobierno, quedáronlo aun menos con este incidente, en-
tibiándose la buena avenencia entre ambas autoridades, y
aumentándose la discrepancia que rayó en aversión (le re-
sultas del asunto de los frailes, cuyos trámites y final re-
mate por el propio tiempo hemos referido ya.


En consecuencia no desperdiciando coyuntura las Cór-
tes de hostigar al Gobierno, ofrecióseles una oportuna con
motivo de discutirse el dictamen de cierta comision encar-
gada del exámen de memorias presentadas por los secreta-
rios del despacho en que cada uno daba cuenta del estado
de sus respectivos ramos. Aparecieron los ministros duran-
te los debates en mala y desgraciada postura, trayéndolos
los diputados á mal traer con preguntas y réplicas, El de
la Guerra don José Carvajal, qne vimos desafortunado y de
fofo y mermado seso allá en Aragon, fingiose malo por no
comparecer, y los de Hacienda y Estado, don Cristóbal Gón-
gora y don Pedro Gomez Labrador, tampoco representaron




191
lucido papel, escasos de razones y confundiendo ó desíi-
gurando los hechos en sus discursos. Como individuo de
la comisión dijoles el conde de Toreno entre otras cosas en
la sesion de 7 de febrero. * ( El dictamen ele la comision (' Ap. n. 2'
» está reducido ft dos puntos: examen de las memorias de
» los secretarios del despacho, acompañado de las reflexio-
» nes que han parecido oportunas, y su dictamen particu-
IJ lar deducido del juicio que de ellas ha formado. Las me-
;) morías y discursos de los secretarios del despacho fueron
» provocadas por unas proposiciones del seüor ArgUelles
» aprobadas por el Congreso, y pasadas á la Regencia para
)) que contestase á ellas. Cuatro son las proposiciones..... La
)) primera se dirigia á averiguar las providencias adoptadas
)) por la Regencia para levantar y organizar ejércitos, par-
» ticularmente en las provincias de Andalucía, Extrema-
n dura y las dos Castillas : la segunda á las medidas que
)) hubiese tornarlo para recoger los efectos abandonados
" por el enemigo: la tercera enderezábase á saber la opi-
" nion de la Ilegencia sobre las causas que habían produ-
.) cido la diminucion y deplorable estado del ejército de
¡) Galicia; y la cuarta la confianza que le inspiraban los
¡) jefes políticos enviados á las provincias. Quiere decir que
» tres de las cuatro proposiciones inmediata y directamen-
,) te hablan de la parte militar , :JsÍ es que el secretario de!
>J despacho de la Guerra dió un informe mes extenso que
» los demas compañeros suyos. Siento que la indisposicion
» qlle ha acometido á este señor le impida asistir al Con-
.) greso, pues nos podría ilustrar sobre las contradicciones
II que aparecen en su memoria, deshacer las equivocaeio-
)) nes en que haya incurrido la comision , y satisfacer á los
1) reparos y réplicas que de nuevo se nos ofrecía hacerle.
II Iíeproduciré algunos de los puntos mas esenciales, ya
) para que si se hallan instruidos tengan á bien respon-




!\J2
" deruos los secretarios del despacho qne se hallan pn'~('II­
)1 tes, ya tarnbien para que los diputados con todoacuerdo
)) apoyen ó impugnen á la comisiono Con dolor ha encon-
)) trado esta al examinar la parte de guerra un desorden
» que no era concebible. No se halla, IJi se espere hallar
)) una organizacíon vasta y perfecta que abrace la tlistri-
)) bucion de ejércitos, el repartimiento de su fuerza, el
)) número de divisiones de que debiera constar cada 11110,
» la proporcion entre las respectivas armas de cahalleria,
)) infantería y artillería; no la relacion indispensnblc y lIe-
1) cesaria entre los gastos de su mauutencion y los medios
)) con que se contaba; 110 órden en la parte de hacienda
» militar; no una táctica uniforme y lija; no, nada de esto;
1) tal vez parecería demasiado: pero ni siquiera se ha 1)('11-
)) sado en la menor de estas cosas: por lo que resulta (le
» la memoria del secretario del despacho, providencias es-
)) casas y descosidas, ahaudono en su misma ejecncion , y
) una inconexion tan grande entre ellas, qne solo puede
) ser hija del descuido mas culpable. La cornision se ha
)1 hecho cargo de las circunstancias en que la nacíon se ha
» visto; ofrecían gratules obstáculos para seguir una mis-
) ma regla en todas las provincias; pero no cree que im-
» pidiesen adoptar en unas plan fijo, y en otras acorno-
» darlo á las variaciones que dictase su posicion. AfIrmas
» después que la Espaüa se ha ido evacuando, ¿, qué causas
» estorbaban el haber meditado un plan general para estas
)) provincias del mediodia? ¿Que el tener un sistema arre-
» glado en Galicia , provincia extensa y de recursos , y qlW
)) afortunadamente se halla libre de enemigos hace tanto
» tiernpot.. ... La falta de medios es la queja mas frecuente
» del secretario del despacho de la Guerra para cubrir el
» desórdeu que se nota; pero ¿cómo nos padrá persuadir
» de su verdad cuando el Gobierno procura por todos los




195
.J medios alimental' el númcr» di' hornhres de I(J~ ejl~reil()~,
J) los que, segun la memoria de este secretario hall recihi-
» Jo un incremen to considerable desde d IVCS de Iehrero
)¡ del afio pasado acá? Pues ¿ cómo la llegencia acrecen-
" taria este número , si no fuera porque antes habia consul-
u tado los medios 1'011 que contaba? Y ¿corno entonces se
» lamenta de su escasez el secretario del despacho? tilia
)) JI' dos; ó este señor se equivoca, ó la Regencia prcccdio
n ligeramente, cuidándose solo de amontonar hombres
JI ljue nominalmente y nada mas reforzasen nuestros ejú-
» citos. La cornisiou en su iulorme ha desentrañado hieu
H esta cuestion ..... »


Omitimos otros pormenores del citado discurso y del ruru
bo que la discusiou llevó, por 110 apartamos demasiadarnente
de nuestro propósito. Pero en ella trazose un cuadro Ii-l. si
bien lóbrego y JI' tintas muy pardas, del estado admiuistru
tivo de la nacion, de que fueron causa descuidos de la HI'-
gencia, los estragos é índole de la guerra, y antes que todo
el atraso y escasez entre nosotros de conocimientos prácticos
de verdadera y bien entendida admiuistracion: los cuales se
alcanzan tarde aun en los paises mas cultos, engañados los
hombres al estallar de los trastornos políticos con el falso
halago de teorías nuevas, en apariencia perfectas, aunqne ('JI
realidad defectuosas; y llegándose solo á razou poco tí poco
y después de muchas caídas. Tenian estas que ser flJayon's
y BIas frecuentes en España, nucion rezagada, eu donde los
ministros por ilustrados que sean vagarán errantes, todavía
durante ¡ÜlOS, faltos de buena ayuda, ó circuidos tan pronto
de hombres meramente especulativos, tan pronto de emplea-
dos antiguos llenos de preocupaciones y añejos estilos:
siendo de advertir ademas que los exp erimcntos en seme-
jante materia son cási siempre costosos y muy contingentes
eu sus resultas por rozarse en la aplicacion con los intere-


1'0111. IV. U




llJJ.


ses mas esenciales de toda sociedad humana, y hasta C(lB
su vida y andar habitual.


Pero la discusión suscitada pcrj udicó al Gobierno en la
opiniou , y acreciéronse entre él y las Cortes los disgustos
y sinsabores, á punto que se creía próximo un rompimiento
desagradable y ruidoso. Y no faltó quien sospechase irían
las cosas muy allá, suponiendo en la ftegc\Jcia, ó en alguno
de sus individuos, la mira siniestra de destruir las Cortes,
ó de tornar por lo menos providencias violentas con los
principales caudillos del partido liberal. liaban para ello píé
indiscreciones de amigos de la misma Itegeucia , artículos
amenazadores de periódicos que la defendiau , conversa-
ciones liviana" de alguno de sus ministros, tanteando el
modo de pensar de ciertos jefes de la gllarnicion; tambien
el acercarse al Puerto de Santa l\Iaría tropas bajo pretexto
de que se fuera formando el ejército de reserva llamado de
Andalucia , y en fin, la presencia allí del conde del Abis-
hal, á quien se le consideraba ofendido por su salida de la
líagencia , y capaz de meterse en cualquier empeño, por
arrojado que fuese, con tal que satisficiese rencorosos eno-
jos: yeso que 110 se le tachaba aun de veleidoso y muda-
ble, ni COIl justicia podía eornparársele eutonees , como
quizá despues , á aquel Planco, de quien los antiguos di-


,'Ip, n Cé',) jeron que era * morbo proditor.
Traia muy alterados los ánimos la coincideucia de tales


hechos, llegandoá su colmo el desasosiego y la inquietud de
los liberales al cundir la nueva en la noche dcl7 de marzode
que don Cayetano Valdés , gobernador de Cádiz, acababa
de ser exhonerado de su puesto por la Ilegencia; acto que
se miró como precursor de violencias , é indicante de que
se quería seguir por el escabroso y ahora olvidado sendero
de lo que antes se llamaba razon de estado.


Confirmaba más y más sernejaute recelo el haber recaído




1\-l:¡
»l mando militar y políli(~o 1'11 don .I0SI' María ,Uí;.;, gulwr-
nador dI' Ceuta, sug~~lo á quien se tenia entonces por ti!'
opiniones del todo opuestas á las del partido reformador,
y que habiendo venido á Cádiz pocos días untes y coufe-
renciado largamente con la Regencia, p:lrecia destinado ú
cumplir órdenes ilegales y de atropellamiento, ya respecto
de 1:Is Córtcs , ya de sus individuos. A lo mellas hubo de
esto entre los diputados repetidos indicios y aun avisos,
los cuales ahora mismo creemos no carecían de fundamento.


El don Cayetano , de quien ya hemos tenido tanta OC3-
sion de hablar hourosamente , infundía en todos confianza
ciega, y mientras él permaneciese mandando, nadie temía
fllte la Regencia saltase fuera del círculo de sus facnltadrs,
no siendo hombre Valrlés de entrar en manejos ni lig:1S, 11 i
de apartarse del órden legal, y sí solo marino rígido, cor-
lado á la traza y modelo que en nuestra mente formamos
dI' un español antiguo, de un don Alvaro de Bazan , Ú df~
un Antonio de Leiva.


Para descubrir la causa primera de la separaeion de Valdés,
será bien volver al asunto de la aholiciou del Santo oficio.
Dijimos entonces habian decidido las Cortes que se leyese
en todas las parroquias de la monarquía por tres domingos
consecutivos un manifiesto en que se expouian los funda-
mentos que se habían tenido presentes para decretar dicha
aboliciou : providencia que tomada solo con el buen deseo
de ilustrar la opinion de los pueblos, interpretáronla torci-
darnente los partidarios de la lnquisicion, y la miraron como
inmoderado é insultante abuso del triunfo obtenido. Con eso
en Cádiz y otros puntos crecieren cada día mas los t'medos
V maquinaciones de los fanáticos y sostenedores de rancias y
falsas doctrinas, ya porque victoriosas las armas aliadas, y
libres muchas provincias, despertábase á la esperanza la arn
bicion dE' todos, ya porqlle d:mdo 1:1 reforma agigmJt:ldm~




p:JSOS, temíanse sus euernigos tIlle si se rlescuidahan no po-
rlrian contener el rápido progreso de aquella, ni avasallar á
los que la protegían y le daban impulso. TIra centro de
semejantes manejos el 1II11lcio de S1I Santidad UOII Pedro
Graviua, hermano del g\~íJel'al don Fedcrico que mandaba la
escuadra española en el combate de Trafalgar , y pereció
gloriosamente de heridas recibidas allí. Apoyaban al I!IIII-
cio varios obispos que teuian sus diócesis en provincias
ocupadas, y se habian acogido á las libres, seüaladameute
:1 liíallorca y Cádiz , é igualmente, aunqne por debajo dI'
cuerda, estirnulábale á la oposicion la misma Itegencia, go-
bernada ahora por don Juan Perez Villamil.


Que se urdía trama cutre individuos del clero contra el
decreto de la Inquisicion y la lectura del manifiesto, tras-
luciase por muchas partes; y al Jin se tuvieron noticias
ciertas de ello por medio de un aviso secreto que recibió
el diputado eclesiástico don Antonio Oliveros, de que S(~
habia pasado al cabildo de la catedral de Cádiz cierta circu-
lar, haciéndole sabedor dI' UlI acuerdo tomado eu la mis-
ma ciudad entre varios prelados y personas conspicuas pa~
ra impedir sin embozo la puhlicaciou (~IJ 1M templos del
citado manifiesto. Directamente tambien el nuncio ofició


. 'l'. 11.' I sobre ello á la Begeucia * en .J de marzo .. extendieudo sus
reclamaciones hasta contra el decreto mismo de la supre-
sion de la Inquisicion , que ofendía (segun expresaba) " á
H los derechos y primacía del romano Pontífice .. que la ha-
H bia establecido como necesaria y muy útil al bien de la
» Iglesia y de los fieles. » Y es de advertir que esta nota se
escribió en derechura á la Regencia, y se puso en mallos
de su presidente, sin remitirla por l'1 corulucto regular dl'¡
ministerio de Estado.


Ilequeriase para la ejecucion de lo que se proyectaba 1<1
separaciou tlr' Valdés. aunque no fuesen tan allá, COIIIO al-




197
glluo,; se iruaginahan , los aviesos intentos de los maqui-
nadores, y se limitasen solamente á estorbar la lectura del
manifiesto y puhlicacion en las iglesias del decreto de abo-
liciou del Santo oficio. Porque Valdés no chanceaba cuan-
do hablaban las leyes, y á él correspoud ia, como autoridad
suprema de Cádiz , hacer que en esta ciudad se cumpliesen
las dadas por las Córtes repecto de la Iuquisiciun. Que 110
era adenias partidario suyo hahialo probado ya felicitando
á las Cortes , por haberla suprimido, á la cabeza del aYIIlI-
tarniento gaditano cuya corporucion presidia.


Tocaba ser el domingo 7 de marzo, cuando en Cádiz de-
hian leerse por primera vez el manifiesto y decretos msi-
nuados. Con los rumores y hablillas que habían corrido
ansiahan todos llegase 3QUel dia , y asombrados quedaron
al cundir la noücia en la noche del sábado (j, de haber la
Uegencia del reino quitado el mando al gobernador militar
y jefe político don Cayetano Valdés. No tuvo por tanto
efecto en la mañana del domingo lo providenciado por las
Córtes , permaneciendo silenciosos los templos, sin que se
leyese en sus púlpitos liada de lo mandado acerca de la 111-
quisicion. Tal desobcdecimiento alteró sobremanera á los
diputados liberales y al público sensato, recelándose 1H1l-
chos fuese cierto que se quería atropellar aleverneute á va-
rios individuos de las Córtes; plan atribuido á la RegPlI-
cia, cuyos malos deseos, por mas (flW se comprimiesen y
ocultasen, traslucianse y reverberaban.


Preparados los diputados liberales, creyeron ser coyun-
tura aquella de arrojarse á todo y jugar á resto abierto.
Aguardaron sin embargo á que la Regencia se explicase. Lle-
gó luego este caso en la scsinn del lunes 8, en que lIió
parte el ministro de Gracia y Justicia, por medio de un
olicio, (h~ tres exposiciones que le habían dirigido e1 vica-
rio capitular de la dióscsi de Cádiz , los curas párrocos de




la misma ciudad , y el cabildo de la igl~sia catedral; ale-
gando las razones que les habian impedido llevar á debido
cumplimiento el decreto de 22 de febrero que mandaba se
I("yes~ en todas las parroquias de la monarquía el rnanifies
1,0 de la aholicion de la lnquisicion. Paso descaminado de
parte de la Ilegeneia , y por el que resulta contra ella, ó
tille obraba de connivencia ton el clero, ó que carecía de
suficiente firmeza para hacer se obedeciesen las def.l'rmin3-
ciones supremas.


Los diputados que estaban concertados de antemano pi-
dieron, y así se acordó, qu~ se declarase permanente
aquella sesión hasta qUl' se terminase el negocio del día.
Habló primero el señor Terán , pronunciando un discurso
que conmovió al auditorio, diciendo en contestacion á varias


• \p. 11. 'l.) razones alegadas por el clero: * (1 j üj31á s~ hubiese tenido
)) siempre presente el decoro y respeto debido á tan santos
)) lugares, y que no se hubiese profanado la casa del Señor
)) y la cátedra del Espíritu Santo, alabando, ¡.ú quién?.....
» al perverso GOfIo)'; á ese infame Iavorito , símbolo de la
" inmoralidad y eorrupcion que ha precipitado :í la nacion
" en un abismo de males! ..... i Prnfanacion del templo por
u leer el decreto de V. m., cuando hemos visto colocado
Jl el inmundo retrato de aquel privado á la derecha del al-
» tal' mayor! ..... ¡.Cómo no lo rehusaron entonces? .... jAh,
)) Señor! El celo y la piedad parece estaban reservadas
» para oponerse únicamente á las resoluciones soberanas
)\ dictadas con toda madurez, y para frustrar las medidas
» que con la mas sana intencion proponemos Jos que nos
)) glOriamos de conocer y amar la verdadera rcligion, y
» procuramos en todo el mayor bien de la patria .
)) Seüor , yo no puedo mas..... » Embargaron aquí ahun-
dautes Iágrimas la voz del orador; lágrimas sentidas fllI('
brotaban del corazou , y que produjeron efecto maravillo-




HHj
~O, corno que no eran tingitltls ui de aparato, á la manera
de otras que en semejantes casos hemos solido ver.


Tomó en seguida la palabra el señor Argüelles , y des-
pues de un discurso notable concluyó por formalizar esta
proposicion. {( lJur atendiendo á las circunstancias en que
" se hallaba la nacion , se sirviese el Congreso resolver quP
» se encargasen provisionalmente de la Regencia del reino
II el número de individuos del Consejo de Estado de que
)) hablaba la Constitucion en el artículo 189, agregándole,
,) en lugar de los individuos (le la diputacion permanente,
" dos individuos del Congreso: y qne la eleccion de estos
.) fuese en público y nominal. »


El artículo de la Conslitucíon que aquí se citaba decía:
" En los casos en que vacare la corona siendo el prineipe
n de Asturias menor de edad, hasta que se junten las Cór
» tes extraordinarias, la Ilegencia provisiona1se compon-
» drá de la reina madre, si la hubiere, de los diputados
n de la diputacion permanente de las Córtes , los mas an-
'! tiguos por órden de su cleccion en la diputacion , y de
» dos consejeros del Consejo de Estado los mas antiguos, :í
» saber: el decano y el que le siga: si no hubiere reina
,) madre, entrará el) la Hegencia PI consejero de Estado
" tercero en antigüedad. ))


Idéntico en nada este caso con el actual, porlia solo des·
cubrirse la conformidad entre ambos, ó á lo menos la sc-
mejanza , atendiendo á la urgencia y sazon del tiempo, y
a Ifuererciertos diputados precaver, madrugando, los malos
designios que suponían en la negenci:l. Así que aprobóse
con gran mayoría la proposicion del señor Al'giielles, si
bien no se puso en ejecucion mas que la primera parte,
esto es, la de « que se encargasen de la Hegencia provisio-
» nal los tres consejeros (le Estado m3S antignos, )1 sus-
pendiéndose la otra ('11 'I'!" s(' hablaba de diputados por




l':'I'('('lllll k
111),\\;l HI~gej}¡


~': i I! ~"i al il' ¡1)11
t':~" ,1j-' u¡ '1 rzo


o:!00


consideraciones personales y laudahles , rehuvendo siempre
estos de que se les achacasen miras interesadas en donde
110 llevaban sino las del bien del estado.


Los tres consejeros de Estado mas antiguos presentes en-
tonces en Cádiz eran don PedroAgar , don Gabriel Ciscar
y el cardenal de Santa María de Scala, arzobispo de Tole-
do, don Luis de Borbon , hijo del infante don Luis, herma-
no que Iué del rey Carlos 1Il. A los dos primeros, ya antes
regentes, hien que no asistidos d(~ todas las exquisitas y ra-
ras prendas que á la sazon requeria la elevada magistrat ura
cou que se les investía de nuevo, por lo menos teniaseles
con razon por leales y afectos á las reformas. Adornaban al
cardenal acendrada virtud, juicio muy recto é instruccion
110 escasa; mas criado en la soledad y retiro de un palacio
episcopal de España , era su cortedad Ianta , que ohscure-
ciause cási del todo aquellas dotes, apareciendo á veces
pobreza de entendimiento lo que tan solo pendía de falta
de uso y embarazo en el trato de gentes. Aunque por an-
tigüedad tercero este en número, escogiósele á propuesta
de! conde de Toreno para presidente de la llueva Uegencia,
spguu lo indicaba la excelsa clase que ocupaba en el esta-
do y su alta dignidad en la Iglesia.


Verificados estos nornhramientns , y extendidos allí mis-
mo los decretos , comnnicáronse sin tardanza las respecti-
V:lS órdenes, A poco juraron en el seno de las Cortes los
tres nUf\VOS regentes, y pasaron inmediatamente á posesio-
narse de SLlS cargos. Era ya entrada la noche y hora de las
1I11eVe, sereno el tiempo y rodeados los regentes y los dipu-
tados de la cornision qlw los acompañaba. y en cuyo nú-
mero 1I0S incluyeron , de una muchedumbre inmensa que
poblaba el aire de vítores y aplausos. Instalamos en sus si-
llas lo,; que para ello íbamos encargados á los nuevos re-
genll~s, sin ((lit' los cesantes diesen Spl131 alguna dI' resis-




201
lellcia ni oposiciou. Solo pintóse en el rostro de cada cual
la imagen de su índole ó de sus pasiones. Atento y muy
caballero en su porte el duque del Infantado, mostró en
aquel lance la misma indiferencia , distraccion y dejadez
perezosa que en el manejo de los negocios públicos: des-
pecho don Juan Perez Villamil y don Joaquin }Iosquera y
Figueroa , si bien de distintos modos; encubierto y recon-
centrado en el primero, menos disimulado en el último,
como hombre vano y de cortos alcances, segun represen-
taba su mismo exterior, siendo de estatura elevada, de Pl'-
queüa cabeza y encogido cerebro. Aunque enérgico y quizá
violento á fuer de marino, no dió seriales de enojo don Juan
~Jaria de Villaviccncio ; y justo es decir en alabanza suya,
que poco .antes habia escrito á los diputados proponedores
de su nombramiento que, vista la división que reinaba en-
tre los individuos del Gobierno, ni él ni sus colegas, si con-
tinuahan al frente de los negocios públicos, podían ya dl'S-
pacbarlos bien, ni contribuir en nada á la prosperidad de
la patria. Cási es por demas hablar del último regente, de
don Ignacio Rodríguez de Rivas, cuitado varen que acabó
en su mando tan poco notable y significativamente como
había comenzado; debiendo advertirse que al nombrarle de
la Regencia ¡ estando todos convenidos en que bulliese en
ella dos americauos , no se buscó en la persona del elegido
ni en la de don Joaquín Mosquera otra circunstancia sino
la del Ing[lr de su nacimiento: agradando tamhien el que
ni uno ni otro se inclinaban á proteger la separacion é
independencia de las provincias de Ultramar, cualidad
no comun y á veces peregrina en los que allá recibieran
el ser.


Llamaron ú esta Hegf~ncia 1;, tI('1 QuintiLlo, por compo-
nerse de ;) y en signo de menosprecio; desestimador siem-
pre suyo el partido liberal, dr influjo ya en la opinion y


\11'l¡illi:-,IJ'8l'i()i1
dI' 1;1 Bl'l;l'r¡cia
cC~'-JlJll'.




,:202


de mucha pujanza. Huho tres tiempos un su gobernacion:
el anterior á la llegada de Inglaterra del duque del Iufan-
tado , el posterior hasta la salida del conde de! Ahisbal , y
el último que tuvo principio entouces con la entrada de
don Juan Perez Villamil , y terminó en la separaeion de la
H.egencin entera y nombramiento de otra nueva. En el pri-
mer período no se apartó la antigua del partido reformador
que componía In mayoría de las Córtes : en pi srgundo ;\1-
gun tanto, aunque no aparecía mucho pi desvío por ser
cabecera y guia el conde del Ahisbal, nacido con natural
predominio en materia de autoridad y de aventajadas par-
tes para el Gohierno á pesar de Jos lunares qlW le deslucían.
En el tercero saltó á los ojos de todos el desapego, acaban-
(lo por aversinn 110 disfrazada que acrecía el carácter envi-
dioso de Villamil, eontrarestarlo en sus inclinaciones y
deseos por los ditámenes de las Córtes y sus providencias.
Verdad es que en esta sazon salieron de tropel á la escena
pública cuestiones graves, orígen dC' mayor discrepancia
en las opiniones, y que nacieron de la evacuacion de varias
provincias, del asunto de la Inquisicion y de los frailes,
bastante cada uno de por sí para sentar bandera de des-
nnion y de lid muy reñida,


Acontécenos al tener que hablar de la adrninistracion de
esta Hcgeucia y de sus medidas en los respectivos ramos lo
mismo que en el caso de Sil antecesora, sobre la cual diji-
mos que al lado de autoridad tan poderosa como la de las
Cortes disminuíase la importancia de otra, no siendo la
potestad ejecutiva sino mera ejecutora de las leyes y aun
reglamentos qlle emanaban de la representacion nacional,
y de CIIYO tenor hemos. hablado sucesivamente al dar CIIpn·
ta de las sesiones mas principales y sus resultas. Sin ern-
bargo recordaremos ahora algunos puntos de que hicimos
Y:l mencion ('}I su lugar, y tocarémos otros no referidos




,::W7i
;IIW. Fueron los tratados (;011 Husia y Suecia y el asunto
de la mediaciou los expedientes de verdadero interes des-
pachadus en este tiempo por la secretaría de Estado. Las
dl' la Gobernacion y Gracia y Justicia entendieron en todo
lo relativo á la nueva organizacion y planta de las oficinas
y tribunales de las provincias conforme á la Constitucion
v á varias leyes y decretos particulares. Tarea penosa y ár-
tilia, y para la qU(' no tuvo la Regencia ni la fortaleza ni
d saber necesarios y aun menos la voluntad, prendas que
,c requieren en sumo grado si se ha de salir de tales em-
presas con aplauso 'j buen aire: mavormente tropezándose
en la práctica, segun sucede al establecer leyes nuevas, cou
dificultades y obstáculos que nunca prevé en la especula-
tiva el ojo mas suspicaz y lince. Por lo que respecta á Guer-
ra el mando dado á lonl \Vellington y la nueva division llr
los ejércitos indicada en Sil lugar , pueden mirarse como
las determinaciones mas principales tomadas en este ramo
-lurante el gobierno de la Itegencia de los tj ; pero que na-
cieron en particular la primera mas bien del seno de las
Cortes que de disposición y propio movimiento de la po-
testad ejecutiva. Hahia también ordenado esta en punto :í
suministros que para estorbar que se viesen acumuladas
las ob\igar,iones y pedidos de diferenles ejércitos sobre unas
mismas provincias, se recogiesen los productos de diezmos,
excnsa\\o , nove!lo 'j otros ramos en \as comarcal'> que se
iban libertando dc enemigos, y se formasen grandes alma-
eenes en señalados puntos con depósitos intermedios, cu-
yos acopios debían despues distribuirse, en cuanto fuese
dable, arreglada y equitativamente. Por desgracia la súbita
retirada en otoño del ejército aliado desde las márgenes
del Ebro hasta la frontera de Portugal, malogró en parte
la recoleccion de cereales en el abundoso granero de Cas-
tilla, aprnvechúndose el invasor de nuestro abandono y




:l04
apresuramiento. En el inmediato verano 110 huho en esto
tan escasa dicha. Por lo demas continuó el ramo de Hacicn-
da en lo general como hasta aquÍ. Las mudanzas que en él
ocurrieron verifieáronse meses de¡.;pues. La recauducion en
las provincias desocupadas ejecutóse con lentitud y tropie-
zos, no planteándose sino á medias ó malamente la contri-
hucion extraordinaria de guerra, y siendo muy poco frnc-
tu osas las otras, relajada la administracion , y teniendo en
muchos parajes un exclusivo influjo en ella los jefes mili-
tares y sus dependientes sin gr:m cuenta ni razon : incvita-
ble consecuencia de tantos trastornos, invasiones y lides,
y que solo remedia la mano n-paradora del tiempo y un
gobierno entendido y firme. En la tesorería central de Cá-
diz no entraban otros caudales que los de su provincia y
aduana, invirtiéndose desde luego los restantes en sus res-
pectivos distritos: ascendiendo aproxirnadameute la suma
de los recibidos en dichas arcas de Cádíz {I UlIOS 158 millo-
nes de reales eu todo el afio de 1~12: de ellos solo unos
1.1 procedían de América inclusos los derechos devengados
por plata perteneciente ~J particulares; que {I tal punto iban
menguando las remesas de aquellas regiones: y otros 14 Ó
10 de letras facilitadas por el cónsul inglés p:lgaderas en
Lónrlres. Otros auxilios suministró directamente lord \Ve-
lliugton al ejército que avanzó á los Pirineos; pero de ello
hablarémos lilas adelante: si bien fueron todos limitarlos
para atenciones tantas.


\1 estrecho á donde habían llegado los asuntos públicos,
indispensable se hacia encontrar inmediata salida cambian-
do la Itegeucia del reino, Desunidas yen lid abierta las dos
potestades ejecutiva y .legislativa , una dr~ ellas tr-nia ([11(>
ceder y dejar á la otra desomharnzado el paso. No ausente
el rey y alterada la Constitucion f~n alguna d(~ sus partes,
hnhierase presen!ado en hrcv.. á tamaño aprieto un dvsen-




::lO5
lace ohvio y fácil; pues, ü los ministros se hubieran retira-
do, ó huhiérase disuelto el poder legislador, convocándose
al propio tiempo otro lluevo; con lo cual se desataba el
nudo legal y susegadamente. No se estaba entonces por
desgracia entre nosotros eu el caso de usar de ninguno de
ambos remedios; y por tanto disculpable aparece la resolu-
cion que tomaron las Cortes. y de absoluta necesidad, bien
considerado el trance en que se hallaban; pues si no, juz-
gariamos su hecho altamente reprensible y de pernicioso
ejemplo.


A. la nueva llegencia quitósele en 22 de marzo la condi-
cían transitoria de provisional, quedando nombrada en
propiedad, así ella como su digno presidente, sin que se
despojase á ninguno de los tres de las plazas que obtenían
«u el Oousejo de Estado. El reglamento que gobernaba á la
anterior neg'~l!cia darlo en :::6 de enero de 1812 se modificó
"O U otro promulgado en * 8 de abril de este aüo de 1815,
mejorándole en alguno de sus articulos. Tres individuos
solos en lugar de cinco rlehian componer la Regencia: las
relaciones dó' esta pon los ministros y las de los ministros
('ntre sí S(~ deslindaban atiuadarnente , y sobre todo se de-
claró á los últimos, que Iué lo mas substancial, únicos res-
ponsahlcs , quedando irresponsable la Regencia, ya que la
inviolabilidad estaba reservada á solo el monarca: creyendo
muchos se afianzaria por aquel medio la autoridad del Go-
hierno , y se le daría mayo\' consistencia en sus principales
miembros; porque lb~ 110 ser así, decía un diputado, resul-
tan * « varios y graves males. Primero la instsbilidad de
» la !tl'.gellcia, á la qlle se desacredita: segundo la dificultad
iJ de defeuderse esta por sí , y verse obligada ü defeuderse
» por medio de :-iUS ministres que quizá piensan de un mo-
l) do contrario: tercero las revueltas á que se expone el
!l estado con la continua variarían de H.egl'ncia, que es in-


Nuevo
r('glamrnt(¡


dado
"la Regencia,


,. Ap. n. .1',)




Oposicioll
de prelados y


cubíldos
rll;:¡ puhltcac ion
(l~ dt~rretos


sobre
Jnqutstcíon.


t Ap. n. 3'~.)


(" Al'. n. B.;


:;!06


» evitable. " Ilor,trina cuya verdad confirmaba cada dia la
serie de los sucesos.


Por la separacion de la Regencia de los ;) no se des-
truia del todo la oposición intentada contra la lectura del
manifiesto y decretos de las Cortes sobre la abolicion del
Santo oficio: quedando aun latente cen tella que pudiera
estallar y aun producir eu el reino extenso y voraz incendio.


Para dar idea cabal de este incidente, forzoso nos es vol-
ver atrás y añadir algo á lo ya referido, bien que nunca
sea nuestro propósito entrar en muchos pormenores. Fué
primer indicio de lo que se fraguaba una * pastoral ó ma-
nifiesto con fecha de Palma de Mallorca á 12 de diciembre
de 1812, aunque impreso y circulado mas tarde, y que fir-
maban los obispos de Lérida , Tortosa , Barcelona, Urgel,
Teruel y Pamplona, acogidos á aquella isla huyendo de la
invasion francesa. Comprendía la pastoral varios puntos,
dividiéndose en capítulos encaminados á probar que la Igle-
sia se hallaba ultrajada en sus ministros, atropellada en sus
inmunidades, y combatida en sus doctrinas. Desencadena-
banse sus autores contra el Diccionario critico-burlesco dí'
don Bartolomé Gallardo, y refutaban con ahinco las opi-
niones de varios diputados, en especial de los que eran
eclesiásticos y se tenian por jansenistas y partidarios del
sínodo de Pistoya. Hacían tamhien gala de doctrinas inqui-
sitoriales y ultramontanas, apartándose de los grandes ejem-
plos que presentaban nuestros insignes prelados del si-
glo XVI, de quienes decia l\Ielchor Cano al emperador
Cárlos V: (( no fuera mucho que su escuadron y el de hom
» bres doctos de acá hiciera mas espanto en Roma que el
» ejército de soldados que S. 1\1. allá tiene. »


Por el mismo estilo y en un rincou opuesto de España,
en la Coruña , preparó otro * papel el obispo de Santan-
del', si bien concebido en términos solo asonantes con el




iÜ7
desbarro mental tic que solía adolecer aquel prelado, suhi-
do ahora de punto hasta en el título y forma del escrito,
que publicaba actualmeute , compuesto de octavas rimas.


Coincidían con la puhlicaciou de tales impresos los pasos
dados en Cadiz por su cabildo y clero, cuyos individuos
empezaron á tratar de resistencia ya en 6 de febrero, di-
I'lgiéndose tambien á los cabildos couiprovinciales de Sevi-
lla, IUálaga, Córdoba y Jaen , pidiéndoles « poderes ó ins-
., truccioues para representarlos ; ) y encargándoles el
mayor secreto respecto de los legos y de los sacerdotes que
110 mereciesen su confianza.


Alma y centro de tan cautelosos manejos el nuncio de sn
Santidad, no se contentó con la nota que de un morlo ir-
regular y segun indicarnos había pasado á la Regencia en ;)
de marzo, sino que con la misma fecha * escribió igual-
mente al obispo de Jaeu y á los cabildos de l\Iálaga y Gra-
nada exhortándolos á formar causa cornun con el clero de
España, y á oponerse al manifiesto y decretos de la:' CUrtes
sobre la abolicion del Santo oficio.


Deliga y peligroso bando calificaron algunos este suce-
so, no dándole otros tanta importancia, persuadidos de
que todo se cortaría mudada la Regencia de los a, gran
patrocinadora del enredo o trama. No se engañaron los
últimos, pues el 9 de marzo, dia inmediato al de la separa-
«ion , habiendo hecho don 0Iígnel Antonio de Zumalacár-
rl~guí y aprobado las Córtes la proposiciou de que « en la
)1 rnanana siguiente y en los dos domingos consecutivos se
)1 leyesen los decretos ..... » , coulormóse el clero con lo
mandado, sometiéndose á (~I1I) paclflcauieute y sin linaje
aIgnno de oposiciono


llabia una sf'gunda paru- que tarnhieu aprobaron las Cór-
tes en lo prupuesto por el señor Zumalacárregui , y era
4iue « en lo deuras se procediese con arreglo á las leyes y


r.OlJ/iud;¡ riel
nuncio (1('/ pipa.


Debates
y resnlucioues
en la s e.'Irl PS
~()hrt-'


esta materia.


Causn Iorrnarla
,i al¡:!.'lmn:'i


can.'Hligo" dp
Cá<1¡,..




;JlI(l.i:J~ de' estos
contra


rl nJillistl'O
eHno 11:l! .u -I.


» decretos ; » lo cual equivalía :í mandar se examinase la
conducta de las autoridades eclesiásticas que s(~ hahiau
mostrado desobedientes á las providencias soherauas : y
entendiéndolo así la Iíegencia determinó por medio de don
Antonio Cano Manuel , ministro de Gracia y Justicia, que
se formase causa a don lViariano ñlartiu Esperauza , vicario
capitular del obispado de Oádiz sede vacante, y á tres pre-
bendados de la misma iglesia comisionados por el cahildo
para entender en la materia, y ponerse de acuerdo COI! los
de otras catedrales. Decidió adernas la Regencia quedasen
todos cuatro suspensos de las ternporalidades mientras du-
rase el proceso. Severa resolucion , pero merecida por d
motivo que la provocé ; pues el mandato de las Cortes á
cuyo cumplimiento se oponía el clero, si bien indiscreto
y quizá fuera de sazon , llO era contrario á los usos de la
primitiva Iglesia, ufana de que se publicasen en el templo
las leyes civiles de los emperadores, ni tampoco á lo qu!'
se acostumbraba en España, t\esde euyos púlpitos 8e leían
ú veces hasta los reglanw,ntos penales sobre tabacos, sin
que nadie motejase semejante práctica, ni la apellidase des-
acato cometido contra la rnagestad del sautuario.


Aunque asustados en un principio Jos canónigos, y pOI'
tanto sumisos , volviendo despues en si, cobraron ánimo
poco á poco, y envalentonándose al fin por el amparo qlH~
les dieron algunos cuerpos y personas, y sobre lodo Ijar
el que esperaban encontrar en el seno de las mismas Cór-
tes , elevaron á estas en 7 de abril representaciones enérgi-
cas , y se querellaron acerbamente de los procedimientos de
que se decían víctima, pidiendo adernas don Mariano Es-
peranza « la responsabilidad del ministro de Gracia y Jus-
» Licia por la inexcusable infracción de Coustitucion hecha
1) en su persona, y pOI' la de otros decretos que (~xpresa-
1 bao » Traían entre ojus los clérigos :i nquel ministro,




209
¡IOI' achacarle falsía «n '-'1 1'01'11' . obrando , segun afirmaban,
de COBRuno con ellos, mientras la suerte se les mostró
propicia, y abandonándolos cuando cambiada la Regencia
se trocó aquella, y Sl~ trocó también la política del Go-
hierno. Creyeron muchos no carecían (fe fundamento tajes
quejas, tachando al ministro , quién de doble en su con-
ducta , quién de inconsecuencia liviana. Nos inclinamos á lo
postrero, segun concepto que de él formamos entonces, y
aun en tiempos mas recientes.


La exposiciou del vicario y las de los canónigos pasaron
arnhas il una cornision de las Cortes , la cua1 se manifestó
discorde, declarando la mayoría no haber infraccion de
Constitucion en la providencia del ministro, y la minoría
por ei contrario, que sí. Hasta el 9 de mayo no se discutió
el punto en las Cortes , en donde tarnhien hubo diversidad
y aun confusiou de pareceres, votando diputados liberales
con los que uo lo eran, y mezcláudose iudistintamente
linos y otros, por sospechar los primeros connivencia en
ni! principio del ministro con los canónigos, y acusar los
segullflos al mismo sin rebozo de haber obrado engañosa y
falazmente. Sin embargo Cano Manuel pronunció entonces
en del'ensa propia un discurso que I(~ honrará siempre, y
superior quizá á cuantos hemos oído de su boca: proban-
do ventajosamente que el Gobierno, aUII despues de pu-
hlicada la Constitucion, tenia facultades para proceder
conforme había hecho, y que teniéndolas las habia ejerci-
do con oportunidad. En el conflicto de opiniones é intere-
ses tan diversos prolongáronse los debates por varios dias;
no se admitieron los informes de la mayoría ni de la minoría
de la comision : desecháronse otras proposiciones, y solo
en la sesiou del 17 de mayo se aprobó una que extendió el
señor Zorraquin concebida en estos términos: (( sin per-
11 juicio de lo que resuelvan las Córtes , para no eutorpe-


TOM. IV- 14


Rrsolueion
sobre ello l 'j


¡j"ualc'
en las Córtes.




!\ltf'.l'cados
con el nnncío


y su
r xtrnñiunicntu.


eAl'. n. 37.)


:WJ


» cer el C\ll'SO de la causa, devuélvase PI expediente al juez
» que conoce de ella. » Esquiváse así tomar una resolucion
definitiva y bien expresa, permaneciendo en respeto los
partidos en que se dividían las Córtes, pues ni se accedió
á la demanda de que se exigiese la responsabilidad 21 mi-
nistro , ni tampocose aprobó claramente su conducta, que-
dando todo como en suspenso. Manera de terminar en
ciertas crisis los asuntos espinosos, nunca agradable á los
hombres de opiniones encontradas y extremas, pero prefe-
rible á mantener en el público excitacion viva é inquietu-
des peligrosas. Los canónigos procesados fueron despues
expelidos de Cádiz en virtud de fallo deljuez que entendía
en la causa; y aunque continuó sintiéndose por algun
tiempo cierta agitacion respecto de este negocio, en breve
se apaciguó, yendo á perderse en el remolino de aconteci-
mientos graves que á cal\a instante succtHan, y unos á otros
se arrebataban.


Tocaba ahora á la nueva Ilegencia habérselas con 1'1111111-
cío, que tan desrnedidarnentese hahia propasado. ñlostróle
aquella su enojo en oficio de 25 de abril dirigido por con-
ducto del ministro de Graciay Justicia, en cuyo contenido
después de echarle con razou en cara su desacordado por-
te, Iinalizábase por decirle qlle aunque la ohligacion que
incumbía á S. A. de * « defender el estado y proteger la
» religion, la autorizaba para extrañar á S. E. de estos rei-
J) nos y ocuparle las temporalidades; con todo, el deseo
» de acreditar la veueracion y el respeto con que la nadan
) española había mirado siempre la sagrada persona del
J) papa..... detenían á S. _to... para tomar esta providencia,
J) habiéndose limitado á mandar que se desaprobase la con-
» ducta de S. E. )) El nuncio en vez de amansar replicó en
28 de abril al de Gracia y Justicia altamente, y escribió
adenias con la misma fecha :i don Pedro Gornez Lahrador.




:2 I 1


ministro :í la saZOll de Esladu . exl.r:lIl:1l1tlo nu Yillil'SP l':,:t:1
corrcspoudencia por su conducto. Singular queja , proce-
diendo de un nuncio que hahia enviado en derechura su
primera nota á la anterior Itegencia , olvidando las forma-
lidades de estilo, y sin contar para nada con los ministros
del despacho. Hízoselo así entender Labrador en respuesta
de 5 de mayo, pidiéndole 31 propio tiempo nuevas y varias
explicaciones. No las dió el nuncio satisfactorias; por lo
que oido el Consejo de Estado , é insistiendo siempre Gra-
vina en su propósito, resolvió la Regencia tomar en el caso
una pronta y enérgica resolucion. Así lo verificó, comnni-
cando la órden al nuncio por medio de don Pedro Gomez
Labrador, de salir de estos reinos , y el aviso (le qne se le
ocupaban sus temporalidades 1 remitiéndole igualmente SIlS
pasaportes fechos en 7 de julio. Se IIJ hizo la oferta de la
Iragata Sabina, que no admitió, para trasladarle con el
decoro debido á donde gustase, retirándose por sí solo :í
la ciudad de Tavira eu Portugal, punto cercano á España,
y desde donde no cesó de atizar el fuego de in discordia
sacerdotal. La llcgencia puhlicó por entonces un manifiesto
acerca de lo ocurrido; tamhicn otro e] nuncio, bien qur. el
de este no salió á luz hasta el inmediato enero de 1814.


Sin motivos tan graves los reyes 1TI2S piadosos de España
hicieron á veces en tiempos antiguos lo que ahora la He-
gencia, extra üando de sus tierras á los legados de Roma
que se desmandaban. * « l'IIuy determinados estarnos ( dc- (' A[J. liS
» cia en cierta ocasion dOB Fernando el Católico ai conde,
)) de Itihagorza ) si S. S. no revoca hwgo el breve é los au-
» tos e n virtud de él fechos de le quitar la obediencia dr
'1 todos los reinos de Castilla é de Al'agon, é facer otras
" cosas é provisiones convenientes á caso tan grave é de
)J tanta importancia. .... )) Y despues Cilla misma carta.....
« al cursor que os presentó dicho breve: .... 1) "si le ¡HI-




212
» diérades 1131)('1', Iaced qll(~ se renuncie Ú SI' aparte..... )J
{( é mandad/e luego ahorcar..... » « é ellos al papa é vos á
) la capa. » Lo mismo ejecutaron los reyl's SIlS SIIl:I'SOres,
incluso Felipe TI. quien cansado una vez dI' las malas pa··
sacias que le jugaba la córte de Roma, expulso al fin de
,'stos reinos al nuncio, amltIne para honrarle hízcle llevar
en un coche de la casa real.


Hubo en el enfadoso é intrincado negocio de la publi-
cacion en los templos del manifiesto y decretos sobre In-
quisicion , imprudente porte en unos, error y tenacidad en
otros, pasion en casi todos. ;Uas hubiera valido que las
Córtes contentándose con la abolicion de aquel tribunal,
no se hubiesen empeñado , aunque con salla intencion , en
llevar mas allá su triunfo, pregouáudole en las iglesias:
también qUf' el cabildo y clero de Cádiz, ya que 110 hubiese
obedecido cual debiera los preceptos sohcranos , se hubiese
á lo menos limitado á representar acatadarnente , sin pro-
pasarse á entablar corresponrleucia COII prelados y otras
corporaciones que llevaba asomo de bando ó liga. Por am-
bas partes enardecidos los ánimos aehaearouse todos mú-
tuarnente culpas no merecidas quizá , y se abultaron en
extremo (as miras siniestras y los malos hechos, interpre-
tándose torcidaruente en ¡¿IS Cúrtes y 1'11 los clérigos lo que
en ellas solo filé efecto de u 11 laudable pero equivocado
celo, yen ellos , mas bien que otra cosa, extravíos de una
piedad poco ilustrada, movida por afanosos temores del
.~lOrvenil'. Adoleció de lo mismo la Regencia de los 0, agra-
vado el mal en ella por la secreta y profunda aversicn de
algunos de sus individuos contra las Cortes. Quien faltó, y
sin disculpa, fué el nuncio de S. S. En sus procedimientos
110 hizo cuenta ni del estado de España ni del suyo par-
ticular. Dar pábulo entonces ú desavenencias CIIII"I' las au-
toridades civil y eclesiástica , era acarrear desventuras á la




215
causa peninsular, en gran detrimento del Vaticano mismo,
cuyo nuncio desempeñando ahora un ministerio muy dis-
pu tahle en cuanto á la legitimidad de su ejercicio, por ha-
llarse incomunicado y cautivo el papa, expúsose á que se
le desconociese , comprometiendo así los intereses mas sa-
grados dc la religion , y en especial Jos de la Silla apostó-
lica. Su extrañamiento pareció á todos tan justo, que no
vacilo en llevarlo á ejecucion don Pedro Gomez Labrador,
en quien mediaban motivos de afecto á los romanos POIJ-
tiíices , como compañero que había sido de Pío VI, ante-
cesor del actual, en sus viajes de persecuciou y destierro.


Este don Pedro, que mostró en aquel acto laudable eu-
tereza, convirtió luego esta en ohstinacion porfiada al tra-
tarse de un asunto tlue en sus resultas hubiera podido ser
grave, aunque fuera en sus apariencias leve, reduciéndose
~ una disputa de mera etiqueta. * FuI' el caso que con la
llegada á Londres del conde, hoy príncipe de Lleven, em-
bajador de Rusia cerca de aquella corte, ocurrió allí la
duda de quién tendría el paso de precedencia, si este em-
bajador Ó el de Espaüa , que era á la sazon el conde, des-
pues duque de Feruan-Nnüez. Asaltó por primera vez se-
mejante duda con motivo de un convite que debía dnl' al
recien llegado en diciembre de 1812 lord Castlereagh, mi-
nistro de ltelaciones exteriores: quien embarazado, aunque
inclinándose en favor del ruso, consultó primero con 1111e~­
tro embajador, y le manifestó deseos de que se arreg lase
el asunto de cornun acuerdo y amistosamente. Avccárouse
al efecto Fernan-Nuüez y Licven , y desde luego convinie-
ron ambos en adoptar la alternativa, empezando ú usar de
ella el de Rusia. Acomodamiento al parecer prudente y
honroso, por el que entró nuestro ernhajador , anhelando
evitar choques con la córte de San Petershurgo y desa-
hrimieutos con la de Londres. Pero antecedentes que en el


Disputa
de prccec1rnr:iH


con la UUSÜI.




:! l·¡


negocio hubia, y de los (JlH~ no era sabedor Feruau-Nuñez,
fueron causa de que no agradase el convenio ajustado , y
de que se calificase en Cádiz al que lo hizo de estadista lige-
ro y no muy cuerdo. Para determinar de qué lado estaba la
razou , menester se hace traer á la memoria cosas pasadas,
y enterar al lector de cuáles eran los antecedentes enuncia-
dos.


Al tomar Pedro el Grande de Rusia el título de empera-
dor, en vez de solo el de Czar de que antes usaba, circuló
:'1 las potencias que le fueron reconociendo una reuersal
en prenda de que la mudanza de título no alteraria en na-
da el ceremonial establecido anteriormente entre las diver-
sas cortes. Ilenováhase por lo cornun esta reuersal á cada
sucesiou que ocurría en el trono moscovita, y con ella, y
hajo esta condicion , reconoció el rey Carlos III á la empe-
ratriz de las Ilusias Isabel, acto que habian rehusado veri-
ficar hasta entonces los reyes sus predecesores. Al adve-
nimiento al solio de Pedro III repitió la misma reoersal la


('\1' 11. <al corte (le San Petersburgo , y solo * Catalina II se negó á
ello cuando ciñó la corona , si bien substituyendo una de-
claracion firmada en Moscou á 5 de diciembre de 1762, en
la que al paso qlW se anunciaba que en adelante no se re-
novarian las reoersales de uso, manifestábase igualmente
qne el titulo de imperial no causaría « mudanza alguna en
r pI ceremonial usado entre las córtes , el cual dehia de
., ,'nbs¡~¡ir en el mismo pié que antes.») Iíespondieron á
,"stl' dOi:nmeiJto por medio de contra-declaraciones la Fran-
cia y la España, diciendo nuestro gabinete en la suya fecha
en ;j de febrero de 1765, que consentia en continuar dan-
do el título de imperial al soberano de ítusia , siempre que
este paso 110 influyese en liada respecto de la clase y de la
precedencia establecidas cutre las potencias, pues á no ser
así, la Espail:\ volveria á tomar Sil antiguo estilo, y rehusa-




2Li
ria dar ú la Ilusia 1'1 lilulu de imperial. Acol'd,~s en pilo
arnhos gabinet\~s de Madrid y San Petcrshurgo , y no ha-
biendo habido posteriormente tratado ni acto algnno que
invalidase lo convenido en 176~ y 1765. claro era que la
precedencia quedaba, y de derecho pertenccia ú Espaüa, y
qne no podía disputársela Iundadamente. !'Ias las variacio-
nes de los tiempos, y lo obrado por nuestro embajador en
Lóndres, aconsejahan se echase Jierra al negocio, y S(~
aprobase sin dilacion la alternativa adoptada, reprendien-
do solo al conde de Feruan-Nuüez por haber procedido
con demasiada facilidad, y sin pedir instrucciones que le
guiasen acertadamente en asunto para él nuevo. La razón
y el interés público dictaban S(~ hubiese seguido este rum-
bo; pero no fué así. Don Pedro Labrador, cual si estuviera
en los dias de poderío y gloria de Fernando el Católico 1)
de Cárlos V , uo solo desaprobó la conducta del conde de
Feman-Nuñez , sino que tambien le mandó pasar una IlO-
ta , reclamando del gobierno inglés la observancia de lo
determinado y convenido entre Rusia y España en los
afias de 176~ y 1765 i advirtiéndole ademas que en caso
de no accederse á tan justa demanda (( se abstuviese él
)) (conde de Fernan-Nuüez ) de concurrir con el de Rusia
Jl eu toda ocasion en que fuese preciso ocupar un puesto
u determinado; protestando de lo hecho para que no
)) sirviese de ejemplar, por haberse ejecutado sin órden
¡) de la Iíegencia. )) Desacordada resolución qne enfrió la
amistad de Ilusia con España , dando lugar á qne la corte
de San Petershurgo exigiese, como paso prévio de toda ne-
gociacion, el qne se retirase la nota citada. Labrador, per-
tinaz en su propósito, insistió no obstante á punto de decir
en un oficio de 7 de junio dirigido á don Eusebio de Bar-
daji, nuestro ministro en Ilusia, que « aUH era muy dudoso
'. se creyesl~n las C¡)rt(~s con facultades para variar 10 de-




J) terminado en tiempo de Carlos 111. » Pasmosa tl'guedad
que no descubría este poder e11 un cuerpo en el que La-
brador mismo hahia voluntariamente reconocido otro mu-
cho mayor, cual era el de hacer la guerra y cambiar muy tlt:
raiz las leyes fundamentales del reino. Subió por liu el
asunto 3 las Curtes, en cnyo seno desazonó á lo SUIlIO el
modo de conducirse del ministro de Estado; queriendo al-
gunos vocales de la comision diplomática, entre ellos dun
Jaime Creux, arzobispo despues de Tarragoua , y lilas aue-
lante individuo de la llamada regencia de Urgel, lJue se le
exigiese la responsahilidad : otros, de que fuimos parte,
templaron el justo enojo de sus compañeros, y de acuerdo
con el Consejo de Estado lograron se limitase la rlecision á
recomendar á la Ileg('ncia concluyese prontamente un ami-
gable arreglo cou la llusia, desaprobando ademas en 11 de
julio el proceder de Labrador durante el CI.IfSO de toda
esta negociacion , y en términos qll4~ ú poco salió aquel del
ministerio. Sin embargo no se concluyó tau en breve este
asunto, empeñada la Husia en que se retirase, antes de eu-
trar en cosa alguua , la malhadada nota de don Pedro ta-
hrador , teniendo todo cumplido remate solo en mayo de
1814, en C:1YO tiempo se adoptó la base de perlcct» igual-
dad entre ambas coronas, y la alternativa en la precedencia.


Hemos narrado hasta aquí las reformas y las providencias
políticas y de universal gobernacion que en los referidos
meses de los años de 18t::¿ y 1815 se ventilaron y decidie-
ron en las Cortes y en la llegencia; muchas oportunas y
graudiosas, otras no tan adecuadas v de menor taruaño,
pudiendo las mas mejorarse con lo que trae el tiempo, y
la experiencia enseña: la cual, gran maestra en todo, eor-
rige y modera hasta el" saber mas profundo, convirtiéndole
en seguro medio de asentar de macizo las instilllciolles y
las leyes introducidas de lluevo en un estado.




HESUl\] EN
DEL


LIBRO VIGÉSIWIO SEGliNDO.


I~sTADo en Europa de las potencias beligerantes. - En España. -
Ejército anglo-portugués. - 1" ejército español. - 3'" ejército.-
Fuerzas francesas, - Ejército suyo del mediodia .Y del centro. - Ejér-
cito de Portugal. - Ejército del norte. - Tropas francesas qUA salen
de Espuña. -- Partida rle SOIlIt. -lHando de José. - Su partida de JUa-
drid. - Sucesos varios. - Toman los españoles el fuerte del Cllbo.--
Sorpresa y refriega en Poza. - Peleas en la" provincias Yascongarias.
- Ataque de los franceses contra Castru-Urdiales. - Frtístraseles su
intento. -- Segundo ataque contra Castro. - Toman los franceses la
villa. - Correrías y hechos de Mina y los suyos. - Acontecimientos
en la enruna de Aragon.-Cataluiía, l n ejército. - 2" ejército.-Di-
vision mallorquina. - Expedicion auglosiciliana. - ñlovimiento y si-
tuacion del 2" ejército y de los anglo-sicilianos. - Disposiciones de
Suchet. -- Acciou [le Yecla ..- Ataque de Villena por los franceses y
pérdida de los españoles. - Befriega en Dial'. - Segnnda accion de
Casu.lla. -Campaiía principiada en el norte de Europa. - Tambien en
España. - 1I1ovimiento de los aliados hacia el Duero. - Couperucion
delr- ejército. - Prosiguen su marcha los aliados. - Abandonan los
franceses y vuelan el castillo de Burgos. -Cruzan los aliados el Ebro.




::21~
-Pen~lidades del ejército aliado. -lUovimielltos de los franceses j
algunos choques. - Situacion respectiva de los ejércitos. - Juicio so-
bre la marcha rIe Wellington. -Evacuan por última vez á illadrid los
franceses. - Gran convoy que llevan consigo y manda Hugo. - Des-
pojo de las pinturas y de los establecimientos puhlicos en algunas par-
tes. - Prosigue JIugo su retirada. - Se junta el grueso de su ejér-
cito. - Movimiento deI3" ejército y rIel de reserva de Andalucía.-
Ejércitos en las cercanías de Vitoria. - Batalla de Vitoria. - Gran
presa que hacen los aliados. -- Gracias que se conceden á lord Welling-
ton. - Testimonio de agradecimiento al general Álava. -Persígucse
á los franceses por el camino de Pamplona. - Y por el de Irun. - En-
cuentro en JUondragon. - En Villafranca. - En Tolosa.-Arroja el ge-
neral Jiron á los franceses del otro lado del Bidasoa. - Se rinden los
fuertes de Pasajes. - Tamhien los de Pancorbo.- Persiguen los ingle-
ses pnr l\"avarra hasta Francia á José. -Clausel, su avance y retirada.
-Entra en Zaragoza, y se mete después en Francia. -Estancias de
los aliados. - Pone Weilington sitio á San Sebastiun y á Pamplona.-
Resultado de la campaiJa.-Valencia.-ExpedicioIl aliada sohre 'I'arra-
gona. - Se desgracia. - Otros sucesos en Cataluña. -En Valencia.-
Evacua Suchet la ciudad. -Prosigue su retirada. -Evacuan los fran-
ceses á Zaragoza. - Entra allí Duran. -Mina desbarata á Paria--c Le
toma un convoy. - Sitia Duran la Aljafería. - l\Ianda lI1ina en Aragon.
-Se rinde la Aljafería.-Suehet se retira mas allá de Tarragona.-Le
incomodan y avanzan los españoles. - Estado de Aragon. - Contri-
buciones que pagó. -Estado de Valencia. - Contribuciones que tam-
bien pagó. - Bellas artes.




I-JISrORIA
IlEL


U~VANTAl'IIENTO~ GUERRA Y REVOLUCION


DE ESPA~t


LiBRO VIGÉSIlllO SJ~G(JNnO.


IIABIt\ cesado algun tanto en el invierno de 1815 el rui- E E'ta. tI,,] I
en < uropa (e a.,;;,


do de las armas harto estrepitoso en el otoño y estío ante- JJ(~)I~~~~7J;7~s.
rimes, así por el norte como por el mediodía de la Europa;
conviniendo á todos hacer pausa en los combates, para
cobrar aliento y emprender de nuevo otras campañas.


Vencido Napoleon en Rusia, y destrozadas sus huestes
por el furor de los hombres y la cruda inclemencia del
cielo , hallábase de regreso en París al terminar del año de
1812, Y menester le era cierto respiro para reponerse de
sus descalabros, y allegar medios con que hacer frente, no
solo ya á las numerosas tropas regladas y tribus bárbaras
tIlle poco ha le habían acosado hasta el Berezina, sino tarn-
hien á cási todas las dernas potencias de Europa que, se-
gregáudose de la alianza francesa, se confederaban entre




2iO
sí, queriendo vengar injurias pasadas, y asegurar Sil inde-
pendencia tan en riesgo antes y ú la continua. El estado
que todavía tenían loa asuntos políticos y militares obli-
gaba á la Rusia á caminar despacio, y á 110 internarse li-
geramente en el riüon de Europa, esperando se le uniesen
los pueblos y gobiernos de Alemania, que linos y otros
procedían de conformidad en la ocasion actual. Veriñcólo
en febrero el rey de Prusia, meses despucs el emperador
de Austria, agrupándose en seguida alrededor de ambos
monarcas, como mas grandes y poderosos, otros príncipes
y estados inferiores en importancia. Así podia de firme y
confiadamente la Husia continuar su marcha progresiva y
triunfal, sin temor de que la incomodasen por la espalda,
é interrumpiesen sus comunicaciones las fuerzas francesas
que ocupaban aun las respectivas plazas que amparan los
paises y riberas del Vistula, Oder y ElIJa.


EH España. No menor necesidad ten iamos en España dI' tornar des-
canso , porque si bien se habia señalado la campaña últirnr
por sus agigantados pasos hácia HII feliz remate, preciso
era para empujar al enemigo mas allá, y aun arrojarle del
otro lado del Pirineo, obrar al son de los intentos y ope-
raciones de las potencias beligerantes del norte, y dar 111-
gar á que Wellington reparase las pérdidas que expetimento
en su retirada, como también á que los españoles unifor-
masen sus ejércitos, é introdujesen en ellos mayor disci-
plina y orden.


Siguióse pues este plan, huvendo de empeñar acciones
campales y reñidas contiendas antes dl~ asomar el verano,
y contentándose con lidiar :í veces en aquellas comarcas.
en donde mezclados y sin distincion dorniuahau touavís
soldados amigos y enemigos. Por tanto mautuviéronse el'
lo general quietos durante el invierno los p,jl'~rcitos aliados.
no separándose de SIlS res¡lI'etivas provincias v estancias.




El anclo-portugués continuo ocupando las mismas en EjCrl'i!o.
. . ,!Jl glo-portugues.


'111(> hizo parada al retirarse en el pasado otoño , teniendo e
sus reales en la Frejeneda , y dilatando sus acantonamien-
tos por la frontera 'lile hace cara {¡ Ciudad Ptodrigo. Consi-
derábase á este ejército como principal base de las gralldes
maniobras y operaciones militares de la península hispa-
lia. ;\ SIl derecha é izquierda por Extrcrnadura 1 Galicia, As-,' pjl,,'cito


español.
turias y dernas partes de los distritos del norte se alojaba
pI 4° ejército, compuesto ahora, segun indicamos en otro
libro, de los apellidados antes ¡jo, 0° y 7.° Seguia á cargo
de don Francisco Javier Castaños. Su gente hahia mejora-
rlo en disciplina, é instruíase esmeradamente tomando pa-
ra ello acertadas disposiciones el general don Pedro Agus-
tiu Jiron , jefe de estado mayor.


Fué una de las primeras subdividir en febrero todo aquel
ejército en 7) cuerpos bajo el nombre cada uno de ala de-
recha , centro y ala izquierda 1 medida necesaria por hallar-
se las fuerzas desparramadas 1 permaneciendo unas en Ex-
In'IlJiHI1lI'a y Castilla , otras en el Vierzo y Asturias, y las
restantes en las montanas de Santander, provincias Vas-
congadas y Navarra. El ala derecha constaba de 2 divisio-
nes, la y 2" á las órdenes de don Pablo JIorillo y de don
Carlos de Espaüa : el centro de ;), 50, 4a y .Ja, que gober-
naban don Francisco Javier Losada (hoy conde de San Ro-
filan), don Pedro de la Bárcena y don Juan Diaz Porlier: el
ala izquierda organizada mas tarde componiase de la o"
división, que alguuos llamaron de Iberia, y era acaudillada
por don Francisco Louga ; de la 7a, que íorrnahan los ba-
tallones reunidos de las tres provincias Vascongadas, á cu-
ya cabeza halláhase don Gabriel de Mendizabal , considera-
do tambicn supremo jefe de toda esta ala; y de la 8a, que
regia don Fraucisco Espoz y Mina. Debe no menos agre-
garse a la cueuta una divisiou di' caballvria hajo del conde




de Penne VilIornur, que por lo comuu maniohraha unida
con el centro.


Los 5 cuerpos juntos contaban 59%5 hombres, de ellos
5600 jinetes. Las 2 divisiones del ala derecha anduvieron
cási siempre en compañía del ejército anglo-portugués y
se amaestraron á su lado. Las 5 que constituían el centro,
antes 6 0 ejército, y cuyo total sumaba por sí solo 1550:1
infantes y 1.)77 caballos, se ejercitaron en sus respectivos
acantonamientos, en donde la oficialidad tenia continuas
academias, y el soldado, á pesar de lo lluvioso de la esta-
cion , evolucionaba cási diariamente, sobresaliendo todos
por su aseo, subordinacion á los jefes y respeto á las per-
sonas y bienes de los habitantes. El ala izquierda, ó sean
las divisiones 6a, 7a y 8 a , que recorrian distritos ocupados
por el enemigo, apenas hallaban vagar para instruirse en
pueblos ni campamentos, y solo podían adestrarse al pro-
pio tiempo que trababan lides; de las que no tardaremos
en dar razono


i'" ejército. Desde Granada, Jaen y Córdoba, donde se apostó el 50r
ejército al evacuar los franceses las Andalucías, fué avan-
zando á la Sierramorena y Mancha. Le guiaba el duque
del Parque. Ascendian sus fuerzas á unos 22800 hombres
y 1400 caballos, distribuidos todos en ;) divisiones de in-
fantería y una de jinetes, mandadas respectivamente por el
príncipe de Anglona, marqués de las Cuevas, don Juan de
la Cruz l\Iourgeon y don Manuel Sisternes, Dábase la mano
con este ejército el de reserva. que pronta y muy atinada-
mente arregló é instruyó en las Andalucias el conde del
Abisbal, caudillo entendido en la materia y presto en la
ejecuciou, teniendo ya bien organizados y dispuestos antes
de concluirse la primavera unos 15600 infantes y 700 ca-
ballos repartidos en :5 divisiones, que mas de una vez varia-
ron de jefes.




Esta reserva y los 2 mencionados ejércitos 4" y 50 fue-
ron los que por el lado de Vizcaya y Pirineos occidentales
cooperaron, si bien el último mas tarde, con los anglo-
lusitanos á la prosecucion de las célebres campañas que se
abrieron allí durante el estío. Porque el otro, llamado
tambien de reserva, que formaba en Galicia don Luis Lacy,
no llegó el caso de que saliese de los confines de aquella
provincia, y ello y ':lo peleando de continuo, ayudados
I'Il un principio por el ¡)o en Cataluña, Valencia y Aragon,
seguianseparado rumbo, sirviendo mas bien sus lides para
distraer al enemigo y auxiliar de léjos las otras operaciones,
que para llevar por sí mismos la guerra á un término deci-
sivo y pronto.


Siendo pues aquellas fuerzas las que tenian cerca mayor
número de contrarios, será bien especifiquemos cuáles
eran estos y cuáles sus estancias. Durante el invierno per-
manecierou en Castilla la Nueva todas o la mayor parte de
las tropas que componian los ejércitos del mediodía y cen-
tro de España; á las órdenes ello del mariscal SouIt con
SIIS cuarteles en Toledo, y el 20 á las inmediatas de José
mismo en la capital del reino, cubriendo ambos las orillas
del Tajo, y haciendo sus correrías en la ::\Iancha. Ocupaba
:í Castilla ln Vieja y parte del reino de Leon el ejército que
llamaban de Portugal, manteniéndose en observación del
de los aliados y del 40 de los españoles. Tenia en Vallado-
lid su cuartel general, y después de haber pasado Sil di-
reecion , como en sus respectivos lugares dijimos, por las
manos de lHarrnont, Clausel y Souharn , paraba ahora en
las del general Iicille , ayudante de Napoleon , y jefe antes
de una de las divisiones pertenecientes al cuerpo del ma-
riscal Suchet, Acudia á amparar las costas de Cantabria , y
y hacer rostro á los españoles que guerreaban en aquellas
provincias y Navarra, el e,jl'rcito apellidado del norte, ('11-


Fuerzas rran-
('CSBS.


Ej(:~rc¡l() suyo
d{~1 mp!!india .Y


{lrI ccntr.:t ,


Ejército
lle PortUgAl.


Ejército r¡PI
norte.




yo principal asiento era Vitoria , y ;í veces lo filé HlIrf'o~,
sucediendo á Cafíarelli en el mando al rematar febrero el


Trnp,,, r..""ee,",general Clausel. Todas estas huestes no veian acrecida su
qlw ~al(ln


¡Ji' E'I'"¡j,,, fuerza, sino que al revés notábase ruenguada , habiendo
ido sacando Napoleon hombres, y especialmente cuadros
desde el noviembre, sin esperanza de nuevos socorros,
acaecidas ya las derrotas tan aciagas para él en el septen-
trion de Enropa , y aumentados sus apuros eu disposicion
de irse desplomando por todos lados el edificio de sus con-
quistas, tan robusto al parecer pocos meses antes. El total
de estos 4 ejércitos reunidos ascendía á unos 80000 hom-
bres, entre ellos 6 á 7000 de caballería.


AJ llegar marzo comenzárouse á divisar señales de movi-
mientos y marchas, que tomaron incremento y se realiza-


Perli¡J" ¡J(1 Snult.ron al finalizar la primavera. Quien primero drjó su puesto
y salió de España fué el mariscal Soult atravesando la fron-
tera en fines del propio mes: le acompañaban unos 6000
hombres. Llamábale Napoleon para que le ayudase en Ale-
mania. Mientras aquel mariscal permaneció en Toledo im-
puso contribuciones gravosas, prendiendo para realizarlas
al ayuntamiento y á varios vecinos de la ciudad y come-
tiendo otros desmanes.


\Inn']n de.José Tamhien se movió por entonces el rey José para pasar á
Valladolid y tomar el mando en jefe por disposicion del
emperador de todas estas fuerzas que hemos enumerado,
y debian servir de dique contra el ímpetu de las acorneti-


SIl uartírla ¡j" das que proyectasen los aliados. Salió aquel de Wladrid 1'117
:'\ladrid.


de marzo, y salió para no volver á pisar el suelo de la ca-
pital, llevándose consigo parte de las tropas que había en
Castilla la Nueva. Dejó sin embargo en Madrid al general
Leval con una division , apostando en el Tajo otras fuerzas,
y sobre todo caballería ligera. Hacia aquel tiempo, y con
la ausencia de Soull y IlIH'VO poder de JoSI' , capitanearon




los ejércitos Irauees«s tld mt'diodia y centro los generales
Gazan y lrrouet, conde d'Erlou.


Nada por eso hubo todavía de importante en 10 militar S:J('('"'' vartus
por estas partes de España , reduciéndose todo á reen-
cuentros y correrlas no del mayor moinento. El ejército de
reserva mandado por Abisbal no habia , uigúnlOslo así, en-
trado aun en línea, y el 5" apenas tuvo otro choque nota-
ble con el enemigo sino uno acaecido el '::l6 de marzo cer-
ca de Orgaz, en el que se distinguió el regimiento JI'
Ubrique , animado con la presencia y cuerdas disposiciones
del ayudante de estado mayor don iHariano Villa. Esquivó
peleas en cuanto pudo, y aun escaramuzas el ejército an-
glo-lusitauo , é imitaron en gran parte su ejemplo el ala
derecha y el centro delio ejército espaüol , conforme al
sabio y concertado plan que seguía lord Wellington. No
sucedió lo mismo al ala izquierda, ui era posible le suce-
diese, enclavijadas constantemente sus fuerzas con las fran-
cesas. Esta ala, que debía componerse de 5 divisiones, no
tomó dicha forma sino lentaiueute , segun apuntamos, con-
servándose excéntricos sus diversos trozos, y uo pudiendo
por lo tanto mantener comunicaciones muy frecuentes ni
regulares con el cuerpo principal del ejército hasta que es-
te abanzase al Ebro. Así coutinuaron maniobrando en el
invierno, 110 scpuráudose de su anterior arreglo y distri-
bucion. El mando que sobre todos ellos tenia don Gabriel
de Helldizábal era, lilas hieu tille real, aparente; pero bas-
tó aun así para que amohiuáuduse el general Ilenovales , en
cierta manera antecesor suyo, se alejase de aquel país, y
fuese en busca de lord Welliugtou a quien quería exponer
sus quejas: III cual puso en ejecuciou COLl tan fatal estre-
lla, que hallándose en territorio cercano al qne ocupahau
los euemigos , descubriéroule estos. y le cogieron prisio-
neros á él Y ú otros 6 oficiales en Carvajales de Zamora.


TOM, i v.




T:-' '11
((1'- ("Y;¡"¡lCSt'l


üeferiremos put's aquí las refriegas y SIH'!~SOS militares de
mas cuenta que hnho entre esta ala izquierda del 40 ejérci-
to, y el de Jos contrarios Ilaruado del ItOrle pOI' los ltH~S('S
de invierno y prnnavera , :mit's de alu'lrs¡' la pa" c;Ifl:!'aíl:l,
el! la que j~lgal'oll ea~¡ ú la HZ la,: fW'rza;, i'liliJlJ:!í::das (1"
Inglaterra, Portugal y Espaua contra las trancesus dl'stiua·-
das á combatir en la peniusula hispan«.


D¡¡!ido principio á !a tarea , ciirernos qw' i1ntl FranCISco
Langa, acompaüad« de su partida y dl~ 2 hatalloue- \aSCOII-
gallos, acometió ('1128 de enero un punto flUl' los eucrnigos
tenian fortalecido en Cubo, camino de Rnrgos {l Paneorho,
y '1' rindió cogiendo su guaruicioll prisionera. D4'ttlOlió LI)Il-
ga el luerte , de cierta importancia por su posicion. Ende-
rezóse en seguida á Briviesca , mas se halló entre dos fuegos
viniendo sobre él Caflarelli , que todavía mandaba el ejérci-
to francés del norte, y Palombini al frente de sus italianos
enviado de refuerzo por José desde MafIrid, de donde ha-
bia salido el 8 de Iehrero , tornando la ruta por Segovia y
Burgos. Evitó Longa Piencuentro de arnhus , y no sÍrndo(¡'
dado á Caffarelli escarmentar cua I deseaha al parl idario es-
paüol , retrocedió ~i Vitoria , desplJ('s ti!' haber aSf'gnrado
aun más las guarniciones del tránsito, y apostado :l Palom-
hini en Poza.


Serpre" y Era la posesion de esta villa importante, va 1101' hallarse
r:'fnega en Poza. .-


en la carretera que conduce de Burgos a Sautoña , ya por
senil' de guarda y amparo aJ laboreo de los ricos minerales y
salinas qne producen aquellos contomos , cuyos rendimien-
tos no descuidaba recoger la codicia del invasor, Esl ~í Poza
situado al pié de una empinada roca, sobre la cual asienta-
se el castillo estrecho, y que guarnecían sojas .JO hambres.
Confiado Palornhini y creyéndose del tod o seguro, destacó
algunas fuerzas con intento de echar derramas y juntar ví-
veros, de que carecía, En acecho Lonaa . avisó ~í don Ga-




227
hriel de Mendiz,í!lal, y unidos ambos acometieron iI los
italianos de Poza al amanecer del 11 d(' Iohrero , con lo '111('
jes dieron buena alborada. Traian los españoles ;;000 hum-
hres , que distribuyó lUelldizábal ('11 3 trozos, mandando Ú
Longa CInc con uno sorprenrlics« al elJ(,Ti]jgo ('11 sus ;:inja
mientes. Consiguiólo el espaüol hasta cierto puu 1.0, apolli~­
rámlose de bagajes, de hombres y de bastantes armas. Y
completo hubiera sido el triunfo, si Palomhini , ü fuer de
veterano en la guerra .le Espaüa, fatigosa !' de incesante
afan , no hubiera estado vigilante, alejándos« al primer
ruido para apostarse en el campo por dond~ sus soldados
habían salido :'t forrajear y proveerse de hastimentos ; con
lo cual y manteniéndose {¡ cierta distancia, aguardando el
dia claro y la vurltn di' las fuerzas seBregadas que en parte
tornaron luego, no solo se salvó , sino que reanimado tra-
tó á su HZ dI' atacar á los espaüoles , dándoles en efecto
impetuosa arremetida. Fué esta empeñada, y el terreno
disputndo á palmos; lilas al fin no queriendo los nuestros
aventurarse ti perder lo ganado, se retiraron poniendo en
cobro e:ísi toda la presa. No permaneció Palornhini en aquel
sitio, para él no de gran dicha , enderezando sin dilacion
sus pasos á las provincias Vascongadas.


En ellas proseguía sin interrupcion el tráfago de la gner- Pelca,
1 t II d Lnai .. l ' en la, provincia"ra , y OS rata oues . e pais se portaron con va entia en vascongadas.


I'l'petidas peleas que se sucedieron desde entradas de año
hasta eljunio , amenazando en ocasiones á Bilbao, y aun
metiéndose hasta en la misma villa, segun aconteciri el8 de
enero y ellO de mayo, mereciendo ademas honrosa men-
cion los reencuentros habidos en Ceherio , ñlarquina y
Guerníca.


Tuvieron también los franceses mala salida en un primer Ataqui'
. t t C t IJ di I .\fl t de ¡II; IraJice,esataque que inten aron con ra .as .1'0- l' la es. "am a la va cOlllra


1'1 ejército enemigo del norte el general Clausel , sucesor Castro-L'rdial es.




de Caffarelli, y queriendo aSi'gurar más y más la costa ti!'
cualquier desembarco que trazasen los ingleses, pensó 4'"
:qH)derarse de Castro-Urdiales, puerto abrigado y bueno
para el cabotaje v buques menores. situado en 13 provincia
de Santander, partido de Laredo. Tiene la villa ;)flOO hubi-
tautes , y la circuye un muro autiguu torreado que corre de
mar á mar, y cierra el istmo que sirve de cornunicaciou a
península tan reducida. En ambos extremos de la muralla
habianse establecido dos baterías, divisándose eu la parte
opuesta al istmo avanzada al mar la iglesia parroquial, yel
castillo fundado sobre un peüasco que dorniua 1:1 playa;
saliendo de aquí hacia el este, unidas por dos arcos, escar-
padas rocas que á causa de su mucha altura resguardan de
los uoroestes el puerto, hallándose colocada en su remate
una ermita con la advocaciou de Santa Ana. Ilahia de guar-
nicion en la plaza 1000 hombres, y artillaban sus adarves
unas 22 piezas. Era goheruador don Pedro Pablo Álvarez.


Vinieron sobre Castro el 15 de marzo Palomhini con su
divisiou italiana, y el mismo Clausel acompañado tle un ha-
tallen Iraucés y 100 caballos. Llegados que fueron, csariu-
narou las avenidas del puerto, y se decidieron á acometer
los muros por escalada en la noche del 22 al 25; lo que
se les frustro rechazándolos la guarrncion gallardamente,
ayudada del fuego de buques ingleses que por allí cruzaban.
AguarJó Clausel entonces refuerzos de Bilbao, que no acu-
dieron, amagada aquella villa por algunos cuerpos espa-
üoles de las mismas provincias Vascongadas. ) COll eso y
adelantarse por un lado á Castro don Juan Lopez Campillo
al frente del segundo hatallon de tiradores de Gautabria , y
por otro don Gabriel de Meudizahai seguido de algunas
fuerzas, desistió Clausel de su intento , yéudose en la no-
che del 25 al 26 de marzo, después de haber abandonado
escalas y muchos pertrechos. Eu seguida, y para IlO perder




2:!9
tl..l torloel fruto th~ Sil expedicion , s(~ acercaron los enemi-
gos á Santoña , y metieron dentro socorros de que estaba
falta la plaza, tomando ú Bilbao hostigados por los nuestros,
y llenos d(~ molestia y cansancio.


Al priucipiar mayo empreudieron de nuevo los franceses
(·1 cerco dI' Castro-Urdiales, sirviéndose para ello de la di-
visión de l'alomhiui y dI' la del general Foy procedente de
Castilla la Vieja. La guarnieion se preparó á rebatir los
ataques, aproximándose ('n su auxilio fuerzas inglesas de
mar que mandaba el capitan Bloye. Veriñcaron los enerni-
gos su propósito, teniendo para lograrle que asediar con
regularidad tau débil plaza. Los cercados hicieron sus sali-
das y retardaron los trahajos , pero no pudieron impedir
que la flaqueza de Jos muros cediese pronto al constante
fuego del sitiador. Aporlillada brecha se halló practicable
e111 de mayo en el ángulo inmediato al convento de San
Francisco. No por eso se dieron los nuestros á partido, y
una y dos veces rechazaron las embestidas de los acomete-
dores, alentando á los nuestros el brioso gobernador don
Pedro Pablo Álvarez. Duró tiempo la defensa á la que con-
tribuyó no poro el vecindario , hasta que cargando gr:m
golpe de enemigos, y entrando á escalada por otros pun-
tos, refugiáronse los sitiados en el castillo, y desde allí
Iuéronse embarcando con muchos habitantes il bordo de
los buques ingleses por el lado de la ermita de Santa Ana.
Quedáronse en el castillo ~ compañías , aguantando los
acometimientos del francés sin alejarse hasta haher arroja-
do al agua los cañones y varios enseres. De los postreros
que dejaron la orilla fup el gobernador don Pedro Pablo
Álvarez, digno de loa y prez. El historiador Vacanni aIlí pre-
sente dice en su narracion : « La gloria de la defensa si no
» igualó :í la del ataque (cuenta que habla boca enemiga),
» fué tal empero que la guarnicion purlo jactarse de haber


Frústraselcs
su inkIlto.


St~HUndo
atuqlw CU!ltnl


ta"itro,




Toman
los Iranc escs


la villa.


Correrias
y ltp,rlln~ de


Mina
y los suyos.


250
J) obligado al ejército sitiador el emplear muchos medíos y
») muchas fuerzas..... JI Era por tanto acreedora la pohla-
ciou á recibir hueu trato; que los hrios dei adversario lilas
bien que Vl'lJgallza é ira, infundir ddH~n .ulmiraciun y res-
peto eu uu vencedor de generoso suutir ..\qní sucedió llIuy
al revés: los invasores entraron :í saco la villa, y pasaron
á muchos por la espaila , pusieron fuego ú las casas, y ya
no hubo sino lástimas y destrozos. Eu vuuo quiso impedir
estos males el general Foy: los italianos dieron la señal
de muerte y ruina , y 110 tardaron los franceses en seguir
ejemplo tan inhumano.


Ccmpensabause tales quebrantos y agravios con los tfue
padeciau los enemigos eu otros lugares. Espoz y :\lina era
de los que mas pronto procuraban tornar de ellos cumpli-
da satisfacciou y desquite. Su pelear no cesaba ni tampoco
sus movimientos, comenzando el año de 1815 por arri-
marse á Guipúzcoa , y recoger en Deva municiones , ves-
tuarios y ';:l caüoucs de batir que los ingleses le regalaron;
con cuya ayuda pudo ya en 8 de febrero pouer cerco á
Tafalla, recinto guardado por ·lOO Irauceses. En esto all-
daba, cuando noticioso de (fue venia sohre M de Pamplona
el generaIAbl,l~, á quien había escarmentado el 23 de ene-
ro en Mendihil , dividié sus fuerzas dejando una parte en
el sitio, y saliendo con la otra al encuentro de los euerni-
gos. Dió con ellos en paraJe inmediato á Tievas , y logró
aventados revolviendo sin dilacion sobre Tafalla para con-
tinuar estrechando el asedio. Abrió allí brecha, y al ir á
asaltar el fuerte, en 10 de febrero rindiéronsele los frunce-
ces. Inutilizó Jlina las obras que estos habian practicado,
y demolió los edificios en que aun porlian volver á eneas-
tillarse , y de los que tenian fortalecidos algullos. Otro
tanto ejecutó en Sos, si hicn la guarniciou se salvó ayuda-
da por el gflneral Paris, que ú tiempo vino eu socorro snyo




de Zaragoza. Destrulanse así eu gran~ perjuicio de los elle-
mig(,s los puntos fortificados que teuian para asegurar SIlS
cornnnicaciones.


Oficiales y partidas dependientes de :\lina hacian á veces
excursiones, algunas muy de contar. Atrevida y aun teme-
raria rué la de Fermin de Leguia , quien acercándose con
solos 1;') hombres mllY á las calladas y hora de media no-
che al castillo de Fucnterrahia , suhio primero acompañado
de otro á lo alto, y matando al centinela , apoderárouse
ambos de las llaves dando entrada por este medio á los
que se hahian quedado fuera. Juntos desarmaron y cogie-
ron á 8 artilleros enemigos que estaban dentro, clavaron
un caüou y arrojaron al mar las municiones que no pudie-
rou llevar consigo. preudiendo por último fuego al casti-
llo. Hiciéroulo todo con I:JI presteza, Iflle al despertarse la
corta gn:ll'llieioll que dormía en la ciutlad , hahiau los nues
tros tornado viento, y no osaron los franceses perseguirlos
recelau.lo fuese mucho "u número, encubiertos los pocos
COH la obscuridad de la noche.


Por Sil lado incausahl« siempre lUina tuvo el 51 de mar-
zo oLI'O rceucueutru en Lerin y campos de Lodosa con una
columna enemiga Ijue desbarató, llevando la palma en
aquella jornada la eahalleria , CIIYos jinetes cogieron 500
prisioneros, Incomodado Clausel de tan COl! tinuadas pérdi-
das y menoscabo en su gente, quiso como jefe del ejército
francés del norte, poniéndose JI~ acuerilo con el general
Abbe que mandaba en Pamplona. estrechar á ~rina batien-
do el país, y cercándole como si fuera á ojeo y cacería de
reses. C:1l13 UIIO de dichos g('lwrales s:Jiio d(~ diverso pun-
to , y Clausel dcspues de reforzar á Puente la Itcina , y de
apostar en ',iendigorría un dest:lf'"mento, avanzó yrndo la
vuelta del valle de Berrueza. Pero Mina haciendo una rá-
pida coutraurarcha habíase ya eo!()(;ado ú espaldas dd lrau-




At'li,"lPrili!ipnto!\
t-u J:¡ CIIl'IJIl:\ de


;I.rngoll.


C¡:¡talrlllrr.
l/l!' • 'jl"f'r'iiu.


:l52
cés , obligando en 21 de abril á los de ¡Uelldigorria ~ que
se rindiesen. En lo que restaba de mes y posteriormente
no alzó mano Clausel en el acosamiento de Mina, entran-
do asimismo Ahhé en el valle de Iloncal , en donde si por
una parte trató bien :í los prisioneros, por otra no drjlí de
quemar los hospitales y sus enseres, y de abrasar en Isaha
muchas rasas y edilicios. Hubo aun nuevas marchas y con-
tramarchas inútiles todas; por lo qur desesperanzado Clau-
sel de aniquilar al guerrillero español , escrihia al rey in-
truso no poder verificarlo sin mayores fuerzas, pllPS su
contrario no arriesgaba choques sino sobre seguro , acome-
tiendo solo á cuerpos sueltos inferiores en número. Sin
embargo Mina vivarnen te estrechado tuvo ya en una de sus
maniobras que tomar rumbo á Vitoria para guarecersr del
ejercito aliado que avanzaba, y á cuyos movimientos favo-
recian tarnhien los suyos, trayendo siempre á Clansel di-
vertido y embarazado.


Estos fueron los acontecimientos mas de referir que ocur-
rieron por estas partes de la península antes de abrirse la
gran campaña que empezó con el estio. Veamos lo que pa-
só en la corona de Aragoll por el propio tiempo.


Allí sostenían el peso de In guerra los ejércitos espailo-
les 10 y 2° auxiliados de la expedicion anglo-sicilinna y de
somatenes y cuerpos francos. Campeaba aquel en Cataluña,
el otro en Valencia; algunas divisiones dentro de Aragon
mismo. Tenia de ordinario el 1e r ejército su cuartel general
en Vique, y constaba de unos 17700 infantes yde sso eaha-
llos. No estaban comprendidos en este número los sornare-
ncs, Era general en jefe don Francisco de Copan s y Navia,
sucesor de don Luis Lacy, y hasta su llegada, que se verifi-
có en marzo, mandó interinamente pI harón de Proles. 1\0
desaprovechó este ocasiou de molestar al Irnncés, si bien
estrenóse por un acto de humanidad rnuv laudahl e, ajns-




tanda con el general enemigo un convenio dirigido á mejo-
rar el trato de los prisioneros conforme á lo dispuesto
antes y al derecho de gentes. hollado sobradas veces por
ambas partes.


Los franceses de esta provincia, :nmque sometidos como
todos los dernas de la corona de Aragon al mariscal Snchet,
df'pendian inmediatamente del general Decaen, bajo cuyas
órdenes se hallaban 2 divisiones capitaneadas la una por
el general Maurice i\Iathieu, gobernador al principio d!'
Barcelonn , y la otra por el general Lamarque , que residía
cási siempre en Gerona, ascendiendo la totalidad de ambas
á 14091 hombres de infantería con 876 jinetes. Había ade-
mas en Tarragona una brigada de italianos compuesta de
2000 hombres que mandaba el general Bertoletti,


Seguian los españoles ahora en Cataluña un plan de cam-
paña acomodado (1 las circunstancias del país y segun el
prudente querer de lord Wellington. Era este huir de
acciones genera les, estrechar al enemigo en las plazas, in-
terrumpir sus comunicaciones, y arruinar y desfortalecer
los puntos que se le tomasen. Obró de este modo el baron
de Eroles , ayudarlo á veces cuando se acercaba á la costa
por los buques hritáuicos : así aconteció yendo sobre Ro-
sas, así en una tentativa del lado de Tarragoua , teniendo
tambien la dicha de rechazar :í los franceses en un reen-
cnentro que tuvo con ellos en la Cerdañu.


Al promediar marzo tomando Copons el mando, llcvá-
ronse adelante las empresas contra el enemigo fundadas en
probabilidad de buen éxito, tocando á Erales como dili-
gente y osario ejecutar las mas difíciles y arriesgadas. En el
propio mes y antes de su remate se determinó acometer y
desmantelar los puestos fortificados (fne conservaba PI fran-
Ci\S entre Tarragona y Tortosa , y amparaban comunica-
cien tan importante. Tomó Endes dr su cuenta el ernpeño,




y favorecido por la ayuda que 11' dio ,\1 r. At\aIIJ, coman
daute del navío inglés Invencible , arrasó en el término de
tres días varios de aquellos fuertes colocados en l'erello,
Torre de la Granadella, venta de la Ampolla y otros sitios
vecinos, cogiendo cañones , prisioneros, ganado y algunos
buques menores.


Poco antes el brigadier Rovira hahia penetrado en Fran-
cia y metídose en Prats de Moló, pueblo murado en medio
de las montañas con un castillo fortalecido á la traza de
Vauban. Ayudaron mucho á Ilovira en su empresa el coro-
nel Llauder y el capitan don Nicolás Iglesias, Saquearon
parte de la poblacion, apoderáronse de dinero, y se lleva-
ron rehenes y prisioneros, entre ellos :i los comandantes
de la plaza y del castillo. A la guardia nacional de los
contornos que acudió en socorro de los suyos, escarmen-
táronla los espaüoles , y cogieron á 2 de sus jefes.


El Coll de Balaguer , Olot y otros puntos solían perma-
necer bloqueados por los nuestros, y hallándose durante
el mes de mayo eu ohservacion de lasavenidas del segnndo
don Manuel Llauder, quisieron los franceses espau tarle, y
para ello aproximaron por la espalda una columna de UOO
hombres dirigida por (~I coroucl Marcchal : de lo que uoti-
cioso Llauder le salió al encuentro el dia 7 del propio mel',
la vuelta del valle de Ilihas , por donde los enemigos (~il
derezahan su marcha. Trahóse allí porfiado ChOqIW, y 110
solo se vieron los enemigos J'('pdillos del todo, sino lJlW
tambien fueron desalojados por los nuestros de las alturas
de Grast y Coronas , persiguiéndoles hasta mas allá Llau-
der en persüna, que se portó hriosarnente. En e! espacio
de siete á ocho horas. que duró la rcfril'ga lH'reci('rOll di'
los enemigos HilOS 500 hombres, queilaudo en nuestro
poder :WO prisioneros, fusiles, tJll)i~hil:is v otros 1H'l'trrclios.
Por esta acciou , eu verdad seuulada, a¡';l'aciose uúos alle-




25;)
laute a dou Jlauud Llauder (;011 el titulo de marques del
Valle de Ilihas.


No pudieron sil! embargo los españoles impedir que los
encmigos , dcspues de un movimiento hábil y concertado
de todas sus fuerzas en Cataluüa , socorriesen á mitad de
mayo las plazas de Tnrragoua y Coll de Balaguer , escasas
de medios, capitaueándolos Maurice Illathieu. Pero al tor-
nar de Sil expediciou espiólos don Francisco Copons, que
tu vo entonces tiempo de reunir alguna gente, y los aguar-
dó en La Bisbal dd Pauadés situándose en el Col! de Santa
Cristina. Desde allí incomodaudolos bastante los repelió
el! cuantas tentativas hicieron para destruirle, ó á lo menos
auyeutarle , y les causó una pérdida de mas de 600 hom-
bres.


Alojábase por lo couiun el cuartel general del 2° ejérci- " ejercito.
to en 1lurcia á las cidellcs de don Francisco Javier Elío,
apoyándoso para sus operacioues en las plazas de Cartage-
Ha y Alicante, y consistiendo su fuerza en 54!-lOO hombres
de infantería y 5400 de caballería distribuidos en 6 divisio-
nes, que regian don Francisco Miyares , don Pedro Villa-
campa, don Fl'uro Sarsllold , don Felipe Roche, don Juan
Martin el Empecinado y don José Duran, si bien alguna de
('11m; varió desplII's de jefe. Contábanse por separado y pe/'-
maueciau en Alicante y sus alrededores la expcdicion anglo-
siciliana y la division mallorquina del mando ele wuu:».
glw:n. Las tic Sarsflehl , Villacampa , el Empecinado y
Duran fueron las IIue sosteniéndose en Aragoil guerrearon
mas en el invierno, arrimándose las de los dos primeros á
Cataluüa para favorecer aquellas maniobras , la del tercero
á Seria y Navarra, y la del cuarto y último á Castilla la
Nueva, pouiéudose á veces todas de concierto para hacer
incursiones que distraian al enemigo y le hostigaban. Pa-
recidas estas peleas á las muchas ya referidas del mismo




l)¡"hinn
mallorquina.


EX¡H~(li('b)Jl
¡;rlglo-siciliulIu.


~56
linaje, inútil se hace entrar aquí en sus ponnenorcs. par-
ticularmente no habiendo entre rilas ningnua nl11Y señala-
da, aunque molestas siempre al enemigo por do quiera, y
en Madrid mismo, á euvas puertas acercáhase (,1 Empeci-
nado á la manera de antes, r interceptaba las eomnniencio-
nes con pueblos tan vecinos como Alcala v Guadalajara,
burlándose de los ardides y evoluciones qlle para destruirle
verificó en abril el general Soult.


Hubiera valido mas sr redujesen á semejantes correrías
las operaciones de este ';lo ejército hasta que S(' abriese la
campaña general proyectada por lord Wellington ; I){'ro el
acaso ó mas bien reprehensible negligencia ernpeüóle I'Il
refriegas en las que tocó desgraciadamente la pror parle
á las divisiones suyas que se alhergahan en Murcia , cuvos
cuerpos hahian comenzado á moverse en marzo de acuerdo
con la division mallorquina del mando d(~ Whittingharn y
la expedición anglo-siciliana, Aquella tenia ahora unos
8959 infantes y 111:i7 caballos. hallándose la última reforza-
da con 4000 hombres que en diciemhreanterior hahia trai-
do de Palermo el general J. Carnphell : mandaba {\ esta en
la actualidad sir Juan IUurrav dpSplH:'.S de haher pasado su
gobernacion por las manos de Clinton y del mismo Camp-
hell , ausente ya Sil primer candillo el general Maitland por
causa de enfermedad. Lord Guillermo Hentinck era el des-
tinado par:J ponerse al frente, mas retardó su viaje ocnpa-
do en Sicilia en otros asu tl70S: por manera qul' á esta por-
cion del ejército británico le cupo la misma suerte en cuanto
al mando que al otro suyo de Portugal en 1HOK, lwndil~ll·
do la sucesion ránirla ocurrida en los jel'rs de accidentes
inesperados y de abusos v descuidos f[Ue nunca fa11.an aun
en los mejores gobiernos.


,\vanzando los aliados formaron una línea !JIH' cnrria
desde' Akoy á Yecla por Castalla , Biar y Villena , conser-




~57
valido tropas en Sax vElda. Aquí estaba el general Itoche Movimiento y


... sítuacínn
COII SU división . en Yecla ocupando la izquierda don Fer- del ". ejército y


, (lr los
nando Miyares , de tflJe era centro Castalla gual'llecida por ang Io-sietlíunos
PI general MUJ'l'ay; y la derecha Alcoy, que cuhria don San-
Llago Wbittiuglrarn , quien primero sehabia posesionado
Pilla de marzo de aquel pueblo arrojando á los franceses
y dilatando sus movimientos hasta Concentaiua , en donde
hizo UII reconocimiento de venturosas resultas con pérdida
l/at a el enemigo de HilOS 100 hombres. La reuuiou amena- üísposícroncsde SUCIH~t.
zadora de estas tropas y el temor de que se engrosasen
cada vez lilas ohligó al mariscal Suchet á vivir muy sobre
aviso , y dispuesto á no desperdiciar ocasion de preca ver
los intentos hostiles de los españoles, Acechábala el francés,
y le pareció llegada en los primeros días de abril, bien in-
formado de la distribuciou de las tropas de los aliados y de
cuáles eran las mas llacas por su organizaciou y disciplina.
Creia se hallaban ea este caso las de la divisiou apostada
en Yecla á las órdenes de Miyares , y trató Suchet de co-
gerla entera, confiado adetnas en nuestro habitual descui-
do y en la distancia que la separaba de los otros cuerpos.
Escogió COtl este propósito lo mas florido de su gente, y
juntola ellO de abril por la uoche eu Fuente la Higuera,
eu cuyo pueblo repartida en :2 trozos, ruaudú marchase
uno de ellos en donde él iba, compuesto de la división del
getleral Hahert y de otras fuerzas cou golpe de caballería
la vuelta de Villeua , y que el otro formado de la divisíon
que regia Harispe , cayese rápidamente y a las calladas so-
hre Yecla y sobre los españoles alli situados. 1\0 pudieron AC"lúll de }'"r/".
los enemigos marchar tan silenciosamente \lile no fuesen
sentidos de los nuestros, los cuales al aparecer aquellos
pouiause ya eu camino con direccion á Juruillu. Eran los
de jhyares de 5 á 4000 peones y pocos jinetes; más los
franceses, quienes atacando el í I IllUY de mañana y de re-




cio encontraren 1'11 los nuestros rl'sislf~wi;l hidalga, tra-
bándose la pelea dentro drl mismo puehlo, aun no evacua-
del todo, cuyas f'alll's drl'endieroll á palmos los rcgimieu-
tos de Rnrgos y de Cárliz , replC'gándosf' en seguida á una
ermita cercana. Junta entonces la rlivisiou , pasaudo dC' lo-
ma en loma retiráhase en huen órdcn , disputando con brio
cada puesto, cuando impaciente Ilarispe y queriendo des-


(. Al'. 11. l.) concertar á los españoles, * apresuró sn carga é hizo punta
de sus tropas sobre el centro nuestro, que cansado y per-
diendo la conveniente serenidad, flaqueó en disposicion
que , rota la línea, cundió el desánimo , ecluindose 111105
atrás prccipitadamente , y arrojándose otros al Ilano , en
donde, si bien lidiaron largo rato sustentando J:¡ militar
honra, rodeados y opresos, muertos y heridos muchos,
tuvieron los dernas que deponer las armas en número de
unos 1000 con 68 oficiales y el coronel don JOSl; iHonh~ro.


Atnque "Entre tanto siempre en vela Suehet manten íase en Cau-
de Yilklli-t por
¡"S france,,'s dete, va para reforzar si era necesario á los snvos di' Yecla,


.Y pl'lnllda J .1
de los españoles. ya para impedir cualesquiera socorros que enviasen fiIurray


y Elío. Continuó en aquel sitio mientras alnmbro el sol;
pero adelantándose á explorar su estancia cahallería ingle-
sa, movióse el francés á la caída de la tarde, y lIr'gó :1 Vi-
llena después de obscurecido. Iíetirárouse á su avance los
jinetes británicos; mas Elio á pesar de instancias juiciosas
que S(~ le hicieron, dejó en el antiguo y mal acomodado
castillo de aquella ciudad, sito en la cumbre del cerro ape-
llidado de San Cristóbal, al batallon de Vejez lUálaga que
mandaba su coronel don José Luna. Imnginúse se hallaba
este provisto de suficientes municiones de boca y guerra
para mantenerse firme durante dos ó tres días, y snhre to-
do qlH~ el enemigo no acometería aquel sitio antes de qUf'
despuntase el dia 12, Persuasion liviana tratándose de con-
trarios tan audaces v Im'stos corno SOII los franceses, Filé




en vano pensar eu tOnlelli'rlo<.;: no dieron vagar, pues
hundiendo las puertas á cañonazos, penetraron en Villena
muy luego, y () lineo tuvieron f[lH' capitular los del casti-
Uo. Eran sobre [000 horuhres


.\.t1l1daw[o H .nariscal Suche! 110 pararse «n carril tan Hl'frí(~~ "tl lliur.
.euturoso , dir'1 principio eu el mismo dia 12 á sus acorneti-
das contra los ingleses. Trnian esto" su vanguardia capita-
neada por Federico Adarn en el puerto y angosturas df'
Biar , con orden de replegarse á Castalla , disputando an-
tes al enemigo el paso, Cnmpliéronlo así aquellos soldados,
y su jefe mostró pericia suma , apresurando su retirada tan
solo al caer de la noche, si bien rlespues dI' haber perdido
alguna g¡~nte , y tenido 1{i1!' ahandonar 2 cañones de mon-
taña.


Posesionáronse los enemizos de Biar , y se acamparon á S{'~tln,b "crion
{J de Ll'I:':\I'ILla.


la salida que Va ;í Castalia; en donde ufanos con los lauros
conseguidos aguardaron impacientes la llegada del dia , se-
guros casi de coger otros mayores, y de singular y gusto-
sa prez para ellos, por ser ganados en parte contra ingle-
ses. No abatido por su lado el general Murray , preparcse
á hacer rostro á sus contrarios tranquila y confiadamente.
Colocó la division mallorquina de \Vhittingham con la van-
guardia qlW guiaba el coronel Adam en unas alturas á la
izquierda, roqneüas y de escabrosa subida que terminan
en Castalla , :í cuya pohlacion , puesta á la raíz de un mon-
te coronado por un castillo, la encuhria en ruedo la divi-
sion del general iUackenzie, y un regimiento de la de
Clinton. Seguía lo restante de la fuerza de este por la de-
recha, sirviéndole de resguardo naturales defensas, y de
reserva iJ batallones de la gente de don Felipe Roche. Ha-
hian los aliados construido por acá, y al frente del castillo,
diversas haterías. No se hallaba presente, ni tampoco acu-
dió á la acciou que se preparaba , el general Elio , retirado




:240
en Petrel con algunos batallones, después de lo acaecido
en Villena.


Amaneció por fin el día 15, y desembocando el enemigo
de las estrechuras de Biar, desplegó sus fuerzas por la hoya
de Castalla , Iecuuda y eu productos rica. Ascendiau estas
á 18000 infantes y 160U caballos. No inferiores los nues-
tros eu uúmero , éraulo bastante en jinetes. Empezó Su-
chet el combate explorando el campo y enviando hacia
Ouil la caballería. Luego teuieudo fijo su principal conato
en trastornar la izquierda de 108 contrarios, soltó {j00 tira-
dores acaudillados por el coronel d'Arbod , con ordeu de
que trepando por la posicion arriba la envolviesen y dorni-
uasen. Al mismo tiempo amagó el mariscal francés á los
aliados por lo largo de toda la Iíuea , ostentando gallardía
y mucha firmeza. Corrieron en aquel trance los nuestros
alguu riesgo, debilitada la izquierda por la ausencia mo-
mentánea de dou Santiago Whittiugharu, que ~e habia ale-
jada poco antes para hacer un reconocimiento; pero á di-
cha y oportunamente llego de Alcoy con fuerza dou Julian
Romero, quien reprimió la audacia de los enemigos que ya
se encararnahan á las cimas. Tambien Whittiugham, noti-
cioso de lo que ucurria , tornó á su puesto, y él Y Adam y
los dernas arrollaron á [os acornetedores , quedando muer-
to el coronel d'Arhod. Infructuosamente envio en apoyo
de los suyos el mariscal Suchet al general Iiohert con 4
batalloues: todos ellos bajaron desgalgados la moutaüa , y
muchos coloraron cou sangre el 811c10. Whittiughan y
Adam, principales jefes, alentaban ::Í la tropa que por la
mayor parte era espaüola , dándole ellos mismos ejemplo,
y lo propio los que maudahau en las cumbres, Homero,
Cas:}s Carnpbell, Casteras y el teniente coronel Ochoa,
brillando á cual mas todos no solo en deuuedo , sino
tambieu en habilidad y destreza: porque á dicho de nues-




tros antiguos * (( las t'uf'rzas del cuerpo non pueden ejercer '\1
JI acto loado df' fortaleza, si non son guiadas por corazou
Jl sabidor. » Igualmente se le malogró al Iraucés el amago
que había hecho contra ('\ centro y derecha de los anglo-
sicilianos: por lo que recogiendo Suchetsn gente la apostó
en escalones, apoyándola por retaguardia en la ti ivi-
si on del grmeral Harispe , y defendiéndola por el frente
con la artillería que plantó en las entradas del camino de
Biar.


Entonces mas animoso J'lurray resolvió avanzar, y lo ve-
rificó en dos lineas, dejando en las alturas las tropas de
su izquierda, y cubriendo Sil derecha con la caballería.
Pero intimidado Suchet no se detuvo enla hoya ó valle, si-
no qne triste tornó á cruzar por la tarde un desfiladero,
que, como decía JUurray en su parte, había atravesado por
la mañana triunfante y alegre. Prosiguió Snchet retirando-
se hácia Villena, y no paró hasta Fuente la Higuera y On-
teniente ; volviéndose los aliados, anochecido ya, á sus es-
tancias de Castalia. Perdieron los franceses en esta jornada
algo mas de iOOO hombres, nosotros 670, la mayor parte
españoles , corno que representaron allí el mas glorioso y
sobresaliente papel, despicándose del golpe recibido en los
dias anteriores; que son nuestros soldados bravos é intré-
pidos, siempre que los guian caudillos de buen enten-
dimiento y hrio. Procuró Suchet ocultar su descalabro
presentando con cuidadoso estudio por los caminos de Va-
lencia y Cataluña, á manera de trofeo, los prisioneros de
Villanay Yecla. Bien lo necesitaba para mantener en algu-
na quietud los pueblos , muy conmovidos con lo que pa-
saba en España y en toda Europa, y con lo que se preveía.
Empezó Suchet en Castalla á probar los reveses de la
fortuna, tan propicia para él hasta entonces; pero que va
ria y antojadiza, adversa ya á las armas francesas. pel'se-


TOM. IV. 16




guíalas en muchas partes, y les preparaba en tollas largos
días de entristecimiento y luto.


Campaña Dieron abril y m3Yo 13s primeras señales del asombroso
principiarla en el •


norte estremecimiento que iba de nuevo á conmover el mundo,
de Europil.


y hacer mas caediza la suerte de cuerpos é individuos, de
estados y coronas. Fué una de ellas la salida de Napoleon
de Paris en 15 de abril para empezar la campaña en Ale-


Tal1l1Jírn en mania; y fué otra el haber lord \Vellington alzado sus
España.


cuarteles á mitad de mayo para abrir tambien la suya en
Castilla y continuarla hasta los Pirineos, y aun dentro JI'
la Francia misma. En aquella vióse todavía equilibrado en
un principio el poder del emperador francés con el de los
soberanos del norte, cautivadas algun tiempo las fantasías
de la fortuna por el coloso que la habia tenido como apri-
sionada y rendida no pocos años : en la última salieron
vencedores siempre en los mas empeñados reencuentros,
rompiendo por cima de valladares y obstáculos los in-
trépidos aliados. Siendo solo propio de esta Historia el
detenernos á referir lo tocante á los acontecimientos pos-
treramente indicados, pasaremos á verificarlo , prescindien-
do, á lo menos por ahora, de los tiernas ocurridos fuera
del suelo peninsular.


Al moverse tenia lord Wellington bajo de sus inmedia-
tas órdenes 48000 hombres de su nacion , 28000 portu-
gueses, y adcmas las divisiones españolas del 4° ejército
que se alojaban á su derecha, con !;]S que del mismo per-
manecian en el Vierzo y Asturias, ascendiendo juntas á
~IovilIJi8ntn de 26000 combatientes. Fué la marcha de los aliados por es-


los aliados hacía ird L b 11' h hia i 1 I 1-
el Duero. te or en. a ca a ena que a la mveruai o en os a rede-


dores de Coimbra, púsose en movimiento por Oporto á
Braga para pasar desde allí á Bragauza , en donde debían
darse la mano con la izquierda de los suyos, gobernada
por sir Thornas Graharn , quien cruzó el Duero en POI'III-




gal cerca de Lamego; maniobra qne se practicó sin que los
franceses la barruntasen, proveyéndose los aliados fácil-
mente de barcas sin excitar sospecha, por la abundancia
qne de ellas habia con motivo de haber los ingleses habi-
litado para Sil abastecimiento la navegacion del Duero hasta
donde el Agueda descarga en él sus aguas. Colocáronse así
á la derecha de aquel rio 5 divisiones de infantería y ~ bri-
gadas de caballerta, sobrecogiendo á los enemigos que se
tiguraban vendrían sus contrarios solo por la izquierda. Tu-
vieron los anglo-portugueses tropiezos en su marcha por
lo escabroso del país y estrechuras de los caminos, mas
todo lo venció la perseverancia británica. Asegurada la iz-
quierda , y amagado el francés por la derecha del Duero,
alzó lord Wellington sus reales á la propia sazon, saliendo
de la Frejeneda el 2~ de mayo, acompañado de '.2 divisio-
nes inglesas, otra portuguesa, y alguna fuerza de caballe-
ría. Juntósele en Tamarnes la mayor parte de la ~ a division
española del mando de don Carlos de España (la restante
quedó en Ciudad Rodrigo), perteneciendo á ella los jinetes
de don Julian Sanchez: y todos se encaminaron al Tor-
mes, via de Salamanca. Sobre el mismo rio, pero del lado
de Alba, formando la derecha, movióse sir Rowland Hill,
y con él la 1a division española que capitaneaba don Pa-
hlo Morillo, quien venia de la Extremadura, habiendo pa-
sado los puertos que la dividen de Leon y Castilla.


Disponíanse los enemigos á contrarestar la marcha de
los aliados, reunidos en Castilla la Vieja los ejércitos suyos
llamados del centro, mediodía y norte y á su frente José
en persona, manteniendo aun sus cuarteles en Valladolid.
Fuera su primer intento defender el paso del Duero, si no
se lo desbarataran las acertadas maniobras de los ingleses
poniéndose á la derecha del mismo rio. Sin embargo se
trabaron choques antes de abandonar aquella línea. Guar-




<~ooller;lcinn del
~n pjercito.


244
necia á Salamanca la división de Villatte con 5 escuadro-
nes, quien evacuó la ciudad al aproximarse lord Welling-
ton, colocándose en unas alturas inmediatas, de donde le
arrojaron el general Falle atravesando el Torm-s por el va-
do de Santa Marta , y el general Alten que 10 verilictl pUl'
el puente. Villatte perdió municiones, equipajes y muchos
hombres entre muertos y heridos con 200 prisioneros. Re-
tirése por Encina á Bahila-Fuente , uniéndosele cerca del
lugar de Huerta un cuerpo de infantería y cahalleria ¡:;ro-
cedente de Alba de Torrnes, de cuyo punto los había echado
don Pablo J\Iorillo , cruzando el rio con gran valenLía , y
distinguiéndose al enseñorearse de la puente los cazadores
de la Union y Doyle.


El centro del4 o ejercito espaüol , antes 6 o, acantonado
en el Vierzo, y la 5' división tarnhien suya situada en Ovie-
do, concurrieron, segun hemos insinuado, al movimiento
general y de avance. Prcparábase el 29 de mayo el general
don Pedro Agustin Jirón, que mandaba en jefe en ausencia
de don Francisco Javier Castaños, á celebrar el 50 en Cam-
po Naraya los dias del rey Fernando por medio de paradas
y simulacros guerreros, cuando recibió órden de lord \Ve-
lIington, duque de Ciudad Rodrigo, para ponerse sin di-
lacion en marcha sobre Benavente y en contacto con la
izquierda del ejército aliado, huyendo de dar la suya al
enemigo, en términos de evitar cualquiera refriega que no
fuese gr'neral ó de concierto. No tardó don Pedro en cum-
plir con lo qlle se le encargaba, y trasladando el mismo
dia 29 su cuartel general á Ponferrada, entró ya el 2 de
junio en Benaveute. Vadearon sus tropas el Esla al ama-
necer del;) en Castro Pepe y Castillo, arruinado por los
enemigos el puente de Castro Gonzalo, y llegaron por la
noche á Villalpando en donde descansaron el 4, agregan-
Doseles allí la Ja división que venia de Asturias y mandaba




24~¡


don Juan Dial Porlier. Hiciérouse las marchas muy orde-
nadamente, y empezáronse á coger los frutos de los ejer-
cicios militares del invierno y primavera, y los de una rÍ-
gida y conveniente disciplina.


Hacia estas parles y derecha del Duero habíase dirigido
ya no solo la izquierda inglesa guiada por el general Gra-
ham, sino tambien el centro de su ejército capitaneado
por lord Wellington en persona. Dueño este de Salaman-
ea hizo allí alto dos dias , reuniendo su centro y derecha
entre el Termes y Pi Duero inferior. Marchó 1'.129 la vuel-
ta de Miranda, ciudad de Portugal fronteriza á las márge-
IJeS del último rio , cuyas aguas cruzó por aqui el general
inglés acornpaüado solo del centro qne se juntó el 50 COlI
la izquierda en Carvajales: todos los puen tes , excepto el
de Zamora, habían permanecido destruidos desde la reti-
rada del ejército británico en el otoüo , ó habíanlo sido de
lluevo por el francés cuando se hallaban reparados. Qui-
sieron en seguida los ingleses pasar el Esla, tributario del
Duero, por un vado próximo al mismo Carvajales, pero
siendo de dificultoso tránsito echaron 11n puente y lo veri-
ficaron el 51.


Desprevenidos los franceses 110 teniau en aquellas ori-
llas sino un piquete, y por tanto 110 ofrecieron resistencia
notable. Los movimientos de los aliados habíanse ejecuta-
do con tales precauciones y celeridad, que los ignoraba del
todo el enemigo: quien percibió ahora claramente el sabio
y bien entendido plan de lord Wcllington ; conociendo
aunque tarde ser inútil y ya imposible sostener la línea
del Duero. En consecuencia inhabilitaron sus tropas en
Zamora el puente que hahian conservado reparado, reti-
rándose de aquella ciudad y de Toro; en donde entraron
los aliados, trabándose despues en ¡Horales , vía de Torde-
sillas , un choque en que los franceses «xperimentaron has-


Prostguen
su marcha lo~


aliadns.




246
tante pérdida, y lució por su brio la caballería de don Ju-
lian Sanchez,


Paróse lord Wellington en Toro, así para dar tiempo á
que toda Sil gente se le reuniese, corno también p:1r:1 que
las tropas de su derecha que guiaba sir Ilowland HiU pasa-
sen el Duero. Todo se ejecutó á su sabor y cual tenia or-
denado; hallándose ya en comunicacion y aun en inmediato
contacto el ejército de Galicia, ó sea centro del 4° español,
cuyos reales alojáronse el 1)de junio en ClJelH~:1 de Campos,
dia en que los de Wellington se establecieron en Arnpudia,
pueblo vecino.


Cruzado el Duero por los cuerpos que ocupaban antes
la izquierda , correspondiéndose ya todos entre sí, prosi-
guió su marcha el general inglés, dejando en Zamora mu-
niciones y efectos de guerra, y para su custodia á la '2" di-
vision española, que tenia gente suya repartida en Ciudad
Hodrigo, Salamanca y Toro. Andaban los franceses algo
desalentados con irrupcion tan súbita, en especial por ser
inesperado el modo como \Vellington la verificara. Así sus
medidas resintiéronse de apresuramiento, é indicaban so-
bresalto y dudas.


Distribuidas ahora sus fuerzas entre Valladolid1 Torde-
sillas y lUedina se retiraron detrás del Pisuerga, que también
abandonaron, marchando en líneas convergentes camino
de Burgos. Allí se trasladó el intruso habiendo salido de
Palencia pi 6 de junio, en CIIya ciudad hizo corta parada vi-
niendo de Valladolid. Le siguieron sus tropas, estrechadas
cada vez mas por lord Wellington , quien atravesó el Car-
riou el 7, Yadelantando su izquierda en los días ~, 9 Y10,
cruzó tambien el Pisuerga , no apresurando su marcha el
11 , Y dando el 12 descanso á su gente excepto á la de la
derecha, á la cual ordenó avanzar á Burgos y reconocer la si-
tuacion del enemigo con deseo de obligarle á que desampa-




~47
ra:-;{~ el castillo, ua que para defenderle reconcentrase allí
sus fuerzas. Al poner en obra el general Hill por mandato de
Wellingtou esta operacion, descubrió á los enemigos apas-
tados en unas alturas próximas al pueblo de Hormaza con
su siniestro costado enfrente de Estepar. Acometiólos,
mas ellos se echaron atrás si bien en la mejor ordenanza,
aguantando sin descornpouerse repetidas descargas de la ar-
ülleria volante manejada con destreza por el mayor Gardi-
uer. Perdieron sin ernbargo los franceses varios prisioneros
y un canon, y se situaron después en las riberas de los rios
Arlanzon y Urbel, que con las lluvias habían cogido mucha
agua, retirándose solo de aquel puesto durante la noche,
despues de haber evacuado á Burgos el 14 de junio.


Verificáronle así acosados constantemente y cemdos de
cerca por los aliados que llevaban casi siempre abrazada la
derecha enerniga. También por la opuesta hostigábalos don
Juliau Sauchez y otros guerrilleros revueltos y á la conti-
nua, corno sí ya no tuviesen bastante los franceses con sen-
tir sobre si el fatigoso y !lO interrumpido látigo de un ejér-
cito hieu ordenado qlH~ marchaba á sus alcances con
presuncion de vencer. Abandonaron los enemigos el casti-
llo de Burgos, desfortaleciéndoleantes y arruinándole hasta
en sus cimientos. El modo corno lo ejecutaron <lió lugar á
siniestras interpretaciones; porque conservándose dentro
desde el último sitio muchos proyectiles todavía cargados,
acaeció que al reventar las minas practicadas para derribar
los muros, volaron tambien muchas Lombas y granadas
que causaron estrago notable. Escritores ingleses han afir-
mado qlw el enemigo procedió asi para aniquilar los cuer-
pos de las tropas aliadas que se arrimasen á tomar posesion
de la ciudad y del castillo. Por el contrario los franceses,
(lUl' achacan tan lamentable contratiempo á mero olvido
de la guarJIicion. Nos inclinamos á lo último; mas sea de


Ahandou.u:
lag rranccses J


vuelan
el CH7'l.illo dI;


llurgos.




CrllVln
1(J" ;¡Ua;hl~; d


Ebro.


248
dio lo que fuere, cierto que de la explosiou resultaron
destrozos grandes, padeciendo la catedral bastante C011 el
estremecimiento, no menos qne muchas casas y otros edi-
ñcio-. Iledújose el castillo á IIn confuso munton de ruinas y
escombros.


Tomó José al desocupar á Burgos la ruta de Vitoria yen-
do por Pancorbo y Miranda de Ebro, si bien no llJuy de
priesa. Era su propósito trasladarse al otro lado de este rio
para poner mas en resguardo las estancias de su ejé¡¡~ilO,
aproximándole á la raya de Francia, y eugrosándole ade-
mas con el suyo del norte y otras tropas que lidiaban en
aquel distrito. Desbaratar en todo ó en parte semejantes
intentos y asegurar sin tropiezo el paso del Ebro, debia ser
la mira del general británico, para aprovechar después la
primera oportunidad de combatir con ventaja. Tal fué en
efecto, no teniendo que hacer para alcanzarla mas que per-
severar en el plan de marchas y movimientos que desde un
principio babia trazado. Firme en él, dispuso que su iz-
quierda siguiese maniobrando para amagar siempre la de-
recha enemiga, y ganarle á veces la delantera. Así Iué que
dicha izquierda buscó la ribera alta del Ebro para pasarle,
marchando á su derecha no muy léjos con el centro lord
Wellington, y despues á las inmediaciones y siniestro lado
de la carretera que va á Pancorho y Miranda el general
Hil!. Tocando ya al Ebro todo el ejercito, le cruzaron el
14 por Polientes los españoles del mando de don Pedro
Agustin Jirou , que formaban el extremo del cosLado de
Graham , y cruzóle tambien el mismo dia este general por
San ñlartiu de Linés, lugares ambos situados en el v311e de
Valderredihle. Las demás tropas aliadas con Wellington é
Hill á su cabeza atravesaron el Ebro el 15: algunas por los
mismos parajes que Graham y los espaüoles , el mayor
Húmero por Puente de Menas eu la merindad de Valdi-




PenBlid3t1e~
dd


ejercito aliado.


vielso, Al dia siguiente todo el ejército se movió sobre la
derecha, si bien apartándose algun tanto los españoles, que
tuvieron orden de tirar mas ;l la izquierda por el valle de
Mella con direccion á Valmaseda , á donde llegaron el 18.
Agregósl~ á Graham en Medina de Pomar don Francisco
Langa con su división.


La marcha fué en realidad penosa ,'seüaladarnenle en los
últimos dias: los caminos ásperos de suyo é impracticables
para el carruaje, estábanlo ahora mas con las copiosas llu-
vias que sobrevinieron, teniendo á menudo el brazo del
gastador que allanar cl terreno, y aun abrir paso que fran-
quease la ruta al soldado , y diese á la artillería transitable
carril. Hubo escasez de víveres, y á veces apretó el ham-
bre por la priesa del caminar, la pobreza de la tierra y la
devastacion que habia producido guerra tan prolongada;
pero bízose todo llevadero con la esperanza de un cambio
próximo y venluroso obtenido por medio de inmediatos
triunfos.


Azoró á los franceses y los desconcertó el rápido andar )lovimi('lIlu"
de los ft';lI1cese~


de los aliados y el verlos al otro lado del Ebro cási im- y nlguuos
, 'CUtH]Ues.


pensadarnente , teniendo con eso que desistir de cualquie-
ra empresa enderezada á defender el paso de aquel rio.
Por tanto el dia 18 salió el grueso del ejército enemigo de
Pancorbo , dejando solo de guarnicion en el castillo sobre
1000 hombres, y se encaminó á Vitoria. Al avanzar los
aliados, tenian de ohservacion los franceses algunos cuer-
pos apostados en Frias y en Espejo, que se replegaron
el 18 á San lHiJlan y á Osma de Álava. Atacó á los prime-
ros el general Alteo, y los auyentó cogiéndoles 500 prisio-
neros: obligó Graharn á los últimos á retirarse, acometien-
do el 19 Wellington mismo asistido de sir Lowry Cale á
la retaguardia francesa situada en Subijana de lUoríJIas y
en Póbes, con la dicha de forzarla á desamparar su pues-




-j50
to, y á que buscase abrigo en el grueso de su ejército que
venia de Pancorho. Esta aparicion repentina é inesperada
de los aliados en las montañas de Vizcaya y Álava , y el
haberse aproximado á Bilbao, hallándose ya en Valmaseda
el centro del 4° ejército español bajo las órdenes de don
Pedro Agustin Jiron , impelió igualmente á los enemigos á
reconcentrar las fuerzas suyas de aquellas partes, conser-
vando solo los puntos de la mayor importancia, y abando-
nando los que no lo eran tanto. Con este propósito embar-
caron los franceses el 22 de junio con premura la guaruicion
de Castro-Urdiales trasladándola á Sautoña , que avitualla-
ron competentemente, y en breve tarnbien dejaron libre á
Guetaria , manteniéndose firmes en Bilbao, donde se aloja-
ban italianos de los que Palombiui , ahora ya ausente, ha-
bia traido de Castilla. Foy, que recorria antes la tierra,
tomó asimismo disposiciones análogas, segun veremos
después. Bloqueaba á Santona don Grabiel de l\Iemjizábal
con parte de la 7a division tlel4° ejercito , Ó sean batallones
de las provincias Vascongadas.


Situncinn De este relato colígese claramente la situacion respectiva
respectiva de los ,1 1 .,. , , . .


cjercitos. ue OS ejércitos enemigos, y cuan proxrma se auuncia-
ha una batalla campal. Deseábala lord Wellingtou , y para
empeñarla había tratado de reconcentrar sus fuerzas algo
desparramadas, llamando á sí la izquierda extendida hasta
Valmaseda , y haciéndola venir por Orduña y Nlunguía so-
bre Vitoria. Tenia el general inglés su centro y sus cuarte-
les el 20 en Subijana de l\'Iorillas, no léjos de su derecha,
manifestándose todo el ejército muy animoso é impaciente
de que se trabase pelea. Ocupaban ya entonces los france-
ses mandados por José las orillas del Zadorra y cercanías
de Vitoria.


Juicio sobre la El modo glorioso y feliz con que en menos de un mes
mnrcha


de WdlilJgtulI. habían los aliados llevado á cabo una marcha que, conclu-




~5J
yendo el! las provincias Vascongadas, había empezado en
Portugal y eu los puntos opuestos y distantes de Galicia,
Asturias y Extremadura , alentaba á todos, recreándose de
antemano con la placentera idea de una victoria completa
y cercana. 1\las de una vez hemos oido de boca de lord
Welliugton en conversacion privada, que nunca habia du-
dado lid buen éxito de la accion que entonces se prepara-
La, seguro de los brios y concertada disciplina de sus sol-
dados. Tan ilustre caudillo acreció justamente su fama en
el avance y comienzo de esta nueva campaña. Calcular
bien y con tino las marchas, anticiparse á los designios del
enemigo y prevenirlos, tener á este en continua arma y
recelo , y obligarle á abandonar cási sin resistencia sus
mejores puestos, estrechándole y jaqueándole siempre, di-
gámoslo así, por su flanco derecho, maniobras son de su-
perior estrategia, merecedoras de eterno loor; pues en
ellas, segun expresaba el mariscal de Sajonia, aunque en
lenguaje lilas familiar, consiste el secreto de laguerra.


Enfrente ahora uno de otro los ejércitos combatientes,
parecía ser esta ocasión de hablar de la batalla que ambos
trabaron luego. JIJas suspeuderérnoslo por un rato, atentos
á echar antes una ojeada sobre la evacuaciou de lUadrid y
ocurrencias habidas COll este motivo.


Desde el tiempo en que José saliera de aquella capital en
marzo, fueron tambien retirándose muchas de las tropas
francesasque alli habia, quedando reducido á número muy
corto las que se alojaban en toda Castilla la Nueva. Moti-
vo por el cual los invasores trataron con mas miramiento
y menor dureza á los vecinos, aunque no por eso dejasen
de gravarlos COl! contribuciones extraordinarias y pesadas.
Mandaba últimamente en Madrid el general Hugo, y á él
le tocó evacuar por postrera vez la capital del reino. Iíeñe-
re este en las memorias (lue ha escrito lo que entonces le


Enlcuan
por última vez


á IHadriu.
los Iruncoscs-




25:!


e Al'. 11. J.) acaeció, y entre otras cosas cuenta * que poco antes de su
salida hahiansele hecho proposiciones, de que tuvo noticia
José, segun las cuales ofrecía pasarse á las banderas del
intruso un cuerpo entero del ejército español. Presumimos
quiera hablar del 5° como mas inmediato. El duque del
Parque le mandaba, y guiaban sus divisiones generales
fieles siempre, honrados y de prez; y si 10 fueron en los
días de mayor tribulación para la patria, ¿qué traza lleva
que pudieran variar y tener aviesos intentos en los de pros-
peridad y ventura? Ahora ni el interés hubiera estimulado
á ello á hombres que fuesen de poco valer y baja ralea:
j cuánto menos á caudillos ilustres, de muchos servicios y
de esforzados pechos! Nosotros hemos tratado de apurar
la verdad del hecho, y ni siquiera hemos hallado el menor
indicio ni rastro de tan extraña negociacion , yeso quenas
hemos informado de personas imparciales muy en disposi-
ciou de saber lo que pasaba. Creernos por tanto que hay
grave error en el aserto del general francés, haciéndole la
merced, para disculpar su proceder liviano, de que sor-
prendieron su buena fé embaidores ó falsos mensajeros.


Gran convoy El embargo de caballerías y carruajes, anunciador de la
que llevan ida d los enerni , 1 Gl 1consigo ymanda parti . a ue os enemigos y sus secuaces, empezó e ...5 (e


Huzu. '
o mayo, y el27 quedó evacuada del todo la capital; rompien-


do el 26 la marcha un convoy numerosísimo de coches y
calesas, de galeras, carros y acémilas en que iban los corn-
prometidos con José, sus familias y enseres, y además el
despojo que los invasores y el gobierno intruso hicieron de
los establecimientos militares, científicos y de Leilas artes,
y de los palacios y archivos; despojo que rué esta vez OJaS
colmado, porque sin duda le consideraron como que seria
el último y de despedida.


Ilabia comenzado el primero ya desde 1808, Y se había
extendido á Toledo, al Escorial y á las ciudades y sitios




2.1.j?i
que encerraban en ambas Castillas, así como en las Anda- Despnjo-


(1(0 pínturas , v
lucías y otras provincias, objetos de valor y estima. Recogió de Ji" .


establ er.imienrns
Murat PU Sil tiempo varios tic ellos principalmente del real púhlicM


, eu vanas partes.
Palacio y de la casa del príncipe de la Paz, parando mucho
su cousideraciou los cuadros del Correggio, de que cási se
llevó los pocos que España poseía , entre los cuales merece
citarse el llamado la Escuela del amor, * que filé de los du- ('\['. n. " ¡'b.)
ques de Alba, prodigiosa obra de aquel inimitable ingenio.


Después contóse entre las señaladas rapiñas la que veri-
ficó cierto general francés, muy conocido, en el comento
de Dominicasde Loeches, lugar de la Alcarria, y fundacion
del conde-duque de Olivares, de donde se llevó afamados * (' Al'. 11. ")
cuadros d(~ Rnhens , que, al decir de don Antonio Ponz, (' Ap. 11. e•. i
eran (( de lo mas bello de aquel artífice en lo acabado, ex-
1) presivo , bien compuesto y colorido. »


En Toledo si bien las producciones del Greco, de Luis
Tristan y Juan Bautista l\Iaino estuvieron mas al abrigo del
ojo escudriñador del francés, no por eso dejaron de sentirse
allí pérdidas muy lamentables, pues en 1808 estrenáronse
las tropas del mariscal Victor con poner fuego por descui-
do ó de propósito al suntuoso convento franciscano de San
Juan de los Ileyes , que fundaron los católicos monárcas
don Fernando y doña Isabel, cuyo edificiose aniquiló des-
apareciendo entre las llamas y escombros su importantísi-
mo archivo y librería; y ahora para despedirse en 181510s
soldados del invasor que á lo último ocuparon la ciudad,
quemaron en gran parte el famoso alcázar, obra de CárlosV,
Y en cuyo trazo y Iáhriea tuvieron parte los insignes ar-
quitectos Covarruhias, Vergara y Herrera, Que no parece
sino que los franceses querian celebrar ~lIS entradas y sali-
das en aquel pueblo con luminarias de destruccion.


No podia en el rebusco quedar olvidado el Escorial, y
entre los muchos despojos y riqueza que de allí salieron,




:254
deben citarse los 1105 primorosos y selectísimos cuadros (le
Rafael, Nuestra Señora del Pez y la Perla. Varios otros los
acompañaron muy escogidos, ya qne 110 d(~ tanta helleza.


En Madrid hahíanse formado depósitos para la conser-
vacion de las preciosidades artísticas de los conventos su-
primidos, en las iglesiasdel Rosario, Dalia J\laríade Aragon,
San Francisco y San Felipe, y nornbrádose además comi-
siones á la manera de Sevilla para poner por separado las
producciones del arte que fuesen de mano maestra y pare-
ciesen mas dignas de ser trasladadas á Paris y colocadas
en su muceo. Varias se remitieron, y se apoderaron de
otras los particulares, siendo sin embargo muy de maravi-
llar se libertasen de esta especie de saqueo las mas señala-
das obras que salieron del pincel divino de nuestro inmor-
tal don Diego Velazqucz. Arrebataron sí los encargados (le
José entre otros machos y primorosos cuadros las Venus
del Tíciano, que se custodiaban en las piezas reservadas de
la real Academia de San Fernando, y el incomparable de
Rafael perteneciente al real Palacio, conocido bajo el nom-
bre del Pasmo de Siciiic , que se aventajaba á todos y so-
bresalia por cima de ellos maravillosamente.


Estas últimas pinturas junto con las de Nuestra Señora
(' Al'. n. 6.) del Pez y la Perla, * aunque se las apropió JOS(', restituye-


ronsc á España en 181.~ al mismo tiempo que las destinadas
al museo de Paris; mas balláhase ya la madera tan carcomi-
da y tan arruinadas ellas, que se hubieran del todo descas-
carado y perdido, en especial la del Pasmo, si Mr. Bonne-
maison , artista de aquella capital, no las hubiese trasladado
de la tabla al lienzo con destreza y habilidad admirables:
invento no muy esparcido entonces, y dI' que quisieron
burlarse los que no le conocían.


Los archivos, las secretarías, los depósitos de artillería
é ingenieros y el hidrográfico, el gabinete de Historia na-




)"":.aa


tnral y otros estahlecimientos , viérouse privados tarnhicu
dI' muchas preciosidades, modelos y documentos entresa-
cados de propósitn para llevarlos á Francia. Seria largo y
no f:ícil de relatar todo lo que de acá se extrajo. Estos ob-
jetos y los cuadros expresados de Ilafnel y Ticiano ademas
de otros muchos iban en el convoy que escoltaba el gene-
Hugo al salir de Madrid.


En Castilla la Vieja padeció mucho el archivo de * Siman- ('\p. n.•.
cas , de donde tornaron los franceses documentos y papeles
de gran interes , en especial los que pertenecían á los an-
tiguos estados de Italia y Flandes: asimismo el testamento
de Cárlos JI, de que á dicha se conservaba un duplicado en
otra parte. Algunos han sida devueltos en 1816: han rete-
nido otros en Francia reclamados hasta ahora en vano.
Hubo en aquel archivo gran confusión y trastorno, no solo
por el destrozo que la soldadesca causó, sino igualmente
porque habiéndose despues metido dentro los paisanos de
los alrededores, arrancaron los pergaminos quecubrian los
legajos y sobre todo las cintas que los ataban, con lo qne
sueltos los papeles mezcláronse muchos y se revolvieron.
También las bellas artes tuvieron sus pérdidas en aquella
provincia, y sin detenernos :í hablar de otras, indicaremos
('1 desaparecimiento por algunos años de tres pinturas de
Hubens, muy famosas y de primer orden que adornaban el
retablo mayor y los dos colaterales del convento de religio-
sas franciscas de la villa de * Fuensaldaña. (' Al' 11. ".!


No iremos mas allá en nuestro escudriñamiento sobre
tanto saqueo y despojos, que ya parecerá á algunos fuera
de lugar; si bien en medio del ruido y furor bélico se es-
pacia el ánimo y descansa hablando de otros asuntos, y
sobre todo del ameno y suave de bellas artes, aunque sea
para lamentar robos y pérdidas de obras maestras y su ale-
jamiento del suelo patrio.




Prosigue Hngo
~,U retirada.


:H¡6
Cierto que mucha de tanta riqueza yacia como sepultarla


y desconocida, ignorando Jos extraños la perfecciou y mu-
chedumbre de los pintores de nuestra esencia, El que se
difundiesen ahora sus producciones por d extranjero , los
sacó de obscuridad y les dió nueve lustre y mayor!'s tim-
bres á la admiracion del mundo; resultando así un bien
real y fructuoso de la misma ruina y escandaloso pillaje,
Madre España de esclarecidos ingenios, dominadora en
Italia y Flandes cuando florecían allí los mas célebres ar-
tistas de aquellos estados, recogió inmenso tesoro de tales
bellezas guardándole en sus templos y palacios. Mucho le
queda aun :í pesar de haber soltado los diques á la salida,
ya la guerra, y ya la desidia de unos y los amaños y codi-
cia de otros. Tiempo es que los repare y cierre el amor
bien entendido de las artes, y la esperanza de dias mas
venturosos.


Desgraciadísimos los de entonces, no lo fueron menos
para ambas Castillas en la exaccion de pesadas contribu-
ciones impuestas por los franceses durante Jos años que las
dominaron. Difícil es formar un cómputo exacto de su to-
tal rendimiento; pero por datos y noticias que han llegado
hasta nosotros, asegurar podemos que excedieron, habida
la proporcion conveniente, :í lo que importaron las de la
Andalucía por la permanencia mas larga en ellas del pne-
migo, y el continuado y afanoso pelear.


Luego que evacuó el 27 de mayo á Madrid el general
Rugo, entraro n allí partidas de guerrillas que acechaban
la marcha de los franceses, volviendo á poco las autorida-
des legítimas que antes se habian alejado. Nada á su re-
greso ocurrió muy de contar.


lIugo superando obstáculos traspasó el Guadarrama , y
tomando desde la fonda de San Rafael caminos de travesía
se dirigió á Segovia y en seguida á Cuéllar , en donde pell-




TO~l. IV.


"Ú lCIWI' ({ue dd'('t/dcl',,~' cut/Ira las giit~l'I'ill~IS guar~l'i(;/I-­
dose eu su castillo, antiguo y hueuo , fundado en paraje
elevado , coa dos g:.dcrías alta y baja construidas por don
Beltrán de la Cueva, en que se custodiaba una armería
célebre de la casa de los duques de Alburqnerque , extra-
viada ó destruida en parte ínterin que duró la actual guer
ra. No Luvo el general francés que acudir á este medio
peligroso que le hubiera retardado en su marcha y quizá
comprometido, sino que valiéndose de ardides y mudando
á veces los días de ruta que José le habia trazado, y aun
las horas, aceleró el paso consiguiendo cruzar el Duero
por Tudela de noche, y tan á tiernpo , que mayor demora
le hubiera privado de aquel puente, reparado solo con ta-
blones y al que á su llegada iban á prender fuego las úl-
timas tropas de su naciou que se retiraban. Juntóse el s,- J"llla


JI :~rlll'~O dI' su
convoy enemigo al grueso de Sil ejército en Valladolid, y f'jh'Cilo
salvóse entonces, si bien después pereció en parte, ga11:1-
da que filé la batalla de ViLoria. Le mandó Hugo hasta ile-
gal' á la ciudad de Burgos,


La evacuaciou de Madrid permitió disponer del5er rjél'- nrovimÍl'nlo,
, habi do á 1 h bi I de: :JO' ejc'reilo yCito que abia avanza o a a Mane a, y tam len (el (le ¡lel de reserva


¡k Antlallle1a.
reserva organizado en Andalucía por el conde del Ahisbal.
El primero partió la vuelta de Valencia, uniéndose el6 de
junio en Alcoy y Concentaiua al 2 o ejército, con el cual
por resolucion de Wellington dehia maniobrar ahora para
impedir destacase SucheL fuerzas contra las tropas combi-
nadas que lidiaban en el Ebro, sin perjuicio de que se jUII-
tase mas adelante con estas mismas, segun lo verificó. El
segundo saliendo de Andalucía marchó por Extremadura,
camino mas resguardado, y se enderezó á Castilla la Vie-
ja. Llegó allí cuando los aliados estaban ya muy adentro y
en completa retirada los franceses, penetrando en Burgos
por los dias 2í y 25 de junio. Encurgóle lord Wellington
~7




Ej("'reito..
en (as cr-rcanius


de \ ill)l'ia.


~;}~


estrechar el castillo de l'nncorho hasta tomarle; en donde
los enemigos habían dejado de guarnicion , conforme apun-
tamos, unos 1000 hombres.


Beconcentradas de este modo las fuerzas (le la península
amigas y enemigas, y agrupadas todas, por (keir1o así, en
dos principales puntos, que eran, uuo , b: inmediaciones
del Ebro y provincias Vascongadas, y otro, la parte orieu-
tal ele España; iráse sirnplificaudc nuestra uarracion , y
convirtiéndose cada vez mas en g-uerra regular lucha tan
empeñada.


Dejamos á los ejércitos combatientes próximos uno á
otro y dispuestos á trabar batalla en las cercanías de Vito-
ría, ciudad de 11 á 12000 habitantes, situada en terreno
elevado y en medio de una llanura de dos leguas, termi-
nada de un lado por ramales del Pirineo, y del otro por
una sierra de montes que divide la provincia de Alava de
la de Vizcaya. Tenian los aliados reunidos, sin contar la
division de don Pablo Morillo y las tropas españolas que
gobernaba el general Jiron, 60440 hombres, 55090 ingle.
ses, 20500 portugueses, y de ellos 9290 de caballería. La
1)a division inglesa en número de 6500 hombres se babia
quedado en Medina de Pomar.


Mandaba á los franceses José en persona, siendo su ma-
yor general el mariscal Jourdan. Su izquierda, compuesta
del ejército del mediodía bajo las órdenes del general Ga-
zan , se apoyaba en las alturas que fenecen en la Puebla
de Arganzon, dilatándose por el Zadorra hasta el puente de
Villodas, A la siniestra márgen del mismo rio, siguiendo
unas colillas, alojábase su centro formado del ejército que
llevaba el mismo titulo y dirigia Drouet, conde d'Erlon;
estribando principalmente en un cerro muy artillado de
figura circular que domina el valle á que Zadorra da norn-
hre. Extendiase Sil derecha al puehlo de Ahcchuco mas




allá de Vitoriu , y coustaha del ej('~rcllü de Portugal goher-
liado por el conde de Ileille. Todos ;) cuerpo:" tenían sus
reservas. Abrazaba la posicion cerca de tres leguas, y cubría
los caminos reales de Bilbao, Bayona , Logroüo y Madrid.
Su fuerza era algo inferior á la de los aliados, auseu le ea
la costa Foy y los italianos, ocupado Clansel en peri:l'guír
á Mina , y l\Iauc'llw en escoltar UlI COllVOY que se endere-
zaba á Francia.


Proponiase José guardar la defensiva , hasta que todas 6
la mayor parle de las tropas suyas que estaban allt separa
das se le agregasen, para lo que contaba con su ventajosa
estancia, y con el pausado proceder de \V ellington, que
equivocadamente graduaban algunos de prudencia excesi-
va. Sustentábale en su pensamiento el mariscal Jourdan ,
hombre irresoluto y espacioso, hasta en su daño , y IIJas
ahora que recordaba pérdidas que padeció en Ansherg y
Wurtzburgo por haber entonces destacado fuerzas del cuer
po principal de hatalla.


También Wellington titubeaba sobre si emprendería ó
no una acción campal, y proseguía en su incertidumbre,
cuando hallándose en las alturas de Nnnclares de la OC;I.
recibió aviso del alcalde de San Vicente de cómo Clausel
había llegado allí el 20, Ypensaba descansar todo aquel
día. Al instante determinó acometer el general inglés calcu-
laudo los perjuicios que resultarían de dar espera á que
los enemigos tuviesen tiempo de ser reforzados.


Rompió el ataque desde el rio Bayas, moviéndose pri-
mero al despuntar de la aurora del dia 21 de junio la dere-
cha aliada que regia el general Hill. Cousistia su fuerza en
la 2 a divisiou británica , en la portuguesa del cargo del
conde de Amarante , y en la española que capitaneaba don
Pablo Morillo , á quieu tocó empf'zar el combate contra la
izquierda enemiga atacando 13s alturas: ejecutolo dou I'a-


n"l~lI~
de \"itori¡




::WO
blo con gallardia , quedando herido , pero sin abandonar
el campo. Reforzados los contrarios por aquella parte, sos-
tuvo HilI tambien á los españoles, los cuales consiguieron
al fin ayudados de los ingleses arrojar al francés de las ci-
mas. Entonces Hill cruzó el Zadorra en la Puebla, y ern-
bocándose por el desfiladero que forman las alturas y el
rio, embistió y gano á Subijana de Alava que cuhria la iz-
quierrla de las líneas del enemigo, quien conociendo la
importancia de esta posicion trató en vano de recobrarla.
estrellándose sus ímpetus y repetidas tentativas en la fir-
meza inmutable de las filas aliadas.


Movióse tambien el centro británico compuesto dr las
divisiones ;)', 4", 7" Yligera, Dos de ellas atravesaron el
Zadorra tan luego cama Jlill se enseñoreaba de Subijana,
la 4" por el puente de Nanclares , la ligera por Tres Puen-
tes, llegando cási al mismo tiempo á l\Iendoza la ;)a y 7"
que guiaba lord Dalhousie, cruzando ambas el Zadorra por
mas arriba: siendo de notar que no hubiesen los franceses
roto ninguno de los puentes que franquean por allí el pa-
so de aquel rio: tal era su zozobra y apresuramiento.


Puesto el centro británico en la siniestra orilla del Za-
dorra , dehia proseguir en sus acometimientos contra el
enemigo y Sil principal arrimo que era el cerro artillado.
Providenciólo así WeJlington , como igualmente que el ge-
neral Hill no cesase de acosar la izquierda francesa, estre-
chándola contra su centro, y descantillando á este, si ser
podía. ~Iantuviéronse firmes los contrarios. y forzados se
vieron los ingleses á acercar '2 brigadas de artillería que bao
tiesen el cerro fortalecido. Al fin cedieron aquellos, si bien
despues de largo lidiar, y su centro é izquierda replegá-
ronse vía de la cindad, dejando en poder de la 5a división
inglesa 18 callones. Prosiguieron los aliados avanzando á
Vitoria , formada Sil gente por escalones en dos y tres li-




2fil


ueas: y Jos tranceses IlU desconcertados aun del lodo, 1'1'-
cejaban tamhien en buril órden , sacando ventaja de cual-
quier descuido, segun aconteció con la brigada del general
Colville, que mas adelante desviose , y le costó su negli-
gencia la pérdida de 050 hombres.


Mientras que esto ocurría en la derecha y centro de los
aliados, no perrnauecia ociosa Sil izquierda, junta toda ó
en inmediato conLacto: porque la gente de don Pedro Agus-
tín Jiron , que era la apostada mas léjos , saliendo de Val-
maseda llegó el 20 á Orduña yendo por Amurrio , y al día
siguiente continuó la marcha avistándose S!; jefe el día 21
con el general Grabam en 1\Tnrguía. Allí conferenciaron am-
bos breves momentos, aguijado el inglés por las órdenes
de Wellington para tomar parte en la batalla ya empeZ3-
da ; quedando la incumbencia á don Pedro de sustentar las
maniohras del aliado, y entrar el! lid siempre qne necesa-
rio fuese.


No antes de las diez de la mariana pudo Graham Ilegal'
al sitio que le estaba destinado. En él tenian los enemigos
alguna infantería y caballería avanzada sobre el camino de
Bilbao, descansando toda su derecha en montes de no fá-
cil acceso, y ocupando con fuerza los pueblos de GamaJT3
l\Inyor y Ahechuco, considerados como de mucha entidad
para defender los puentes del Zadorra en aquellos parajes.
Atacaron las alturas por frente y flanco h brigada portu-
guesa del general Pack , y la división española de don Fran-
cisco Longa , sostenidas por la brigada de dragones ligeros
;Í las órdenes de Anson , y la .~a división inglesa de infan-
tería, mandada toda esta fuerza por el mayor general Os-
wald. Portáronse valientemente españoles y portugueses.
Longa se apoderó del pueblo de Gamarra Menor, enseño-
reándose del de Gamarra l\Iayor con presa de 5 cañones la
brigada de llohiuson , (lile pertenecía á la 5' división.




:lti2
Precedió Graham en aquel momento contra Abechuco asis-
tido de la i a división británica, y logró ganarle cogiendo
('JI el puente rnisrno é cañones y un obus. Temiendo el
enemigo que dueños los nuestros de aquel pueblo queda-
se cortada su comunicacion con Bayona , destacó por su
derecha nn cuerpo numeroso para recuperarle. En balde
empleó sus esfuerzos: dos veces se vio rechazado, habien-
do Graham previsoramente y con prontitud atronerado las
casas vecinas al puente, plantado callones por los costados,
y puesto como en celada algunos batallones que hicieron
fuego vivo detrás de unas paredes y vallados. Logró con eso
¡oj inglés repeler un nuevo y tercer ataque.


Pero no le pareció aun cuerdo empeñar refriega con 2 di-
visiones de infantería qne mantenían de reserva los Iran-
ceses en la izquierda del Zaldorra, 3guardando pnra vcrifi-
carln :J que el centro é izquierda de los enemigos fuesen
nrrojadas contra Vitoria por el centro y derecha de los alia-
dos. Sucedió esto sobre las seis de la tarde, hora en que
abandonando el sitio las 2 divisiones citadas , temerosas
de ser embestidas por la espalda, pasó Graharn el Zadorra,
y aSPlltóse dp firme en el camilla que de Vitoria conduce
;í Bayoria , compeliendo á toda la derecha enemiga á que
Iuese via de Pamplona.


No hubo ya entonces entre los franceses sino desorden
y conlusion : imposible les Iué sostenerse en ningun sitio,
arrojados contra la ciudad ó puestos en fuga desalentada-
mente. AIHllHlonáronlo todo, artillería, bagajes, almacenes,
no conservando m3S que un canon y un obus. Perdieron
Jos enemigos 1M cañones, y 8000 hombres entre muertos
y heridos: bOLO no completos los alia.los , (k los qlle 5500
oran ingleses , 100íl portugueses y (lOO españoles. No mas
de 1000 fueron los prisioneros por la prccipitacion con
qU(' los pf)I'llIi!!os sr pnsiernn on cobro al ser vencidos, y




por ampararlos lo :íspl'ro y doblado I1r aquella tierra, José
estrechado de cerca tuvo al retirarse que montar á caballo
y abandonar su coche, en el que se cogieron correspon-
dencias, una espada que la ciudad de Nápoles le hahia re-
g;l\;:¡JO, y otras cosas de lujo y curiosas, con alguna que
la decencia y buenas costumbres IlO permiten nombrar.


Igual suerte cupo á todo el couvoy que estaba á la ¡z-
quierda del camino de Francia saliendo de Vitoria. Era de
grande importancia, y se componía de carruajes y de va-
rios y preciosos enseres pertenecien tes :í genera les y á per-
sonas del séquito del intruso; también dr artillería allí de-
positada , y de cajas militares llenas de dinero , que se
repartieron los vencedores, y de cuya riqueza alcanzó parte
á los vecinos de la ciudad y de los inmediatos barrios. Es-
tablecióse en el campo un mercado á manera de feria, en
donde se trocaba todo lo aprehendido , y hasta la moneda
misma, llegando á ofrecerse ocho duros por una guinf'8
como de mas fácil transporte. Perdido quedó igualmente
el baston de mando del mariscal Jourdan , que viniendo á
poder de lord Wellington , hizo este con él rendido y triun-
fal obsequio al príncipe regente de Inglaterra, quien rcrnn-
nerri al ilustre caudillo COIl el de Ield-mariscal de la Gran
Bretaüa , merced otorgada ;'¡ pocos.


i Qu~ de pedrería y alhajas, qué de vestidos y I'()pas,
qué de caprichos al uso del día, qué de hehidas tarnbien
y manjares, qué de municiones y armas, qué de objetos
en Iin de vario linaje no quedaron desamparados al arbi-
trio del vencedor, esparcidos ruuchos pl)1' el suelo, y alte-
rados después tÍ destruidos: Atónitos igualmente andaban
y como espantados los espaüoles del bando dro José (Juro
seg:¡i:lIl al ejército el"tni~~), y 511S mujeres y SIlS uiüos, Y
las familias de los invasores , poniendo 1II10S y otros 1'11 el
cielo sus quejidos y SIlS lamentos. Qlli(~n lloraba la hacieu-


';nm pn'¡;R
qUI' haCI'1J los


nliudcs.




264
da perdida , quién al hijo extraviado, quién á la mujer ó
al marido amenazados por 13 soldadesca en el honor ó en
la vida. Todo se mezcló allí y confundió. Aquel sitio repre-
sentáhase caos de tribulacion y lágrimas, no liza solo de
varonil y carnicero combate.


Quiso lord \Vellington endulzar en algo la suerte de tan-
to infeliz enviando á muchos, en especial á las mujeres de
los oficiales, á Pamplona con bandera de tregua. Yesmeróse
en dar á la condesa de Gazan particular muestra de tan
caballeresco y cortesano porte, poniéndola en libertad des-
pues de prisionera, y permitiéndola ademas ir á juntarse
con su esposo conducida en su propio coche, que también
babia sido cogido con la dernas presa.


Asernejóse el campo de Vitoria en SIlS despojos á lo
(' Ap. n. 1.) que * Plutarco nos ha transmitido del de la batalla de Iso,


teniendo solo los nuestros menor dicha en no haber sido
completa la torna del hotin , corno entonces lo fué con la
entrega de Damasco, pues ahora salvóse una parle en un
grall convoy que salió de Vitoria escoltado por el general
ñlaucune á las cuatro de la mañana del mismo dia 21. En
él iban los célebres cuadros del Ticiano y de Rafael expre-
sados antes, muestras y ejemplares del gabinete de Histo-
ria natural , y otros efectos muy escogidos. Impidieron el
alcance y el entero apresamiento del convoy refuerzos que
este recibió, y azares de que luego daremos cuenta.


Han comparado algunos esta jornada de Vitoria ala que
110 léjos del propio campo vió España en el siglo XIV, en
cuya contienda tambien se trataba de la posesion de un
trono, apareciendo por un lado ingleses y el rey don Pe-
dro, y por el otro franceses y don Enrique el Bastardo. Pero


(. '\'p. n. i o.) si bien allí, segun * nos cuenta la crónica, empezaron las
escaramuzas cerca de Ariüez, y pOI' lo mismo en paraje
iurueúiato al :-ilill de la presente batalla , en un recuesto




2&5
ti"e desde entonces lleva en el país el nombre de Ingles-
meiuii, que quiere decir en vascuence Cerro de los ingleses;
no se empeñó formalmente aquella sino en Navarrete y
márgenes del Najerilla, no siendo tampoco exacto ni justo
formar parangon entre causas tan desemejantes y entre
príncipes tan opuestos y encontrados por carácter y origen.


Golpe terrible Iué para los franceses la pérdida de batalla
tan desastrada, viéndose desnudos y desposeídos de todo,
hasta 1e municiones, y acabando por destruirse la disci-
plina y virtud militar de sus soldados ya tan estragada. Sus
apuros en consecuencia crecieron en sumo grado, porque
abandonadas tantas estancias en lo interior de España, no
defendidas las del Ebro, y repelidos y deshechos sus bata-
llones en el país quebrado de las provincias Vascongadas,
nada les quedaba, ni tenían otro recurso sino evacuar á
Espaüa , y sustentar la lid dentro de Sil mismo territorio.
Notable mudanza ó trastrocamiento, qne convertia en in-
vadido al que se mostraba poco antes invasor altanero.


Por tan señalada victoria vióse honrado lord Wellington Gracias que 'e
conceden ¡j


con lluevas mercedes y recompensas, ademas de la del car- lord \\'ellingtoll.
go de feld-mariscal de que ya hemos hecho menciono El
parlamento británico votó accion de gracias á su ejército, y
tarnbien al nuestro: lo mismo las Cortes del reino, las que,
á propuesta de. don Agustin de Argüelles , concedieron á
lord Wellington por decreto de 22 de julio, para sí, sus
herederos y sucesores el sitio y posesion real conocido en
la vega de Granada bajo el nombre del Soto de Roma, con
inclusión del terreno llamado de las Chal/chinas, dádiva
generosa de rendimientos pingües.


Vióse tambien justamente galardonado, si hien de otra Te~tlmoll¡o de
, agradeolmiento


manera, el general don ~Iiguel de Alava, recibiendo del al general Álava.
ayuntamiento de Vitoria á nombre del vecindario una es-
pada de oro, eu que iban esculpidas 11115 armas de su casa y




las de aquella ciudad, de donde era natural. Testimonie de
amor y reconocimiento muy grato al general, por haber
conseguido la eficacia y celo de este preservar á sus com-
patriotas de todo daüo y tropelías despues de la batalla da-
da casi á sus puertas.


PerslglIl"" Encomendóse al centro y derecha del ejército aliado !J
~i JU"i franrt'~H;S


l'Ul' el oaruíuo ¡JI' persecución del grueso del enemigo, que se retiraba en des-
Pamplona.


orden camino de Pamplona, quemando, asolando y come-
tiendo mil estragos en los pueblos del tránsito. Una in-
tensa lluvia que duró dos dias estorbó á lord Wellington
acosar mas de cerca á sus contrarios, los cuales iban tan
de priesa y despavoridos, que al llegar á Pamplona quisie-
ron saltar por cima de las murallas, estando cerradas las
puertas, y deteniéndolos solo el fuego que les hicieron de
dentro. Celebraron allí los jefes enemigos un consejo de
guerra en que trataron de volar las fortificaciones y aban-
donar la plaza. üpúsose José pensando seria útil Sil conser-
vacían para proteger la retirada y no causar en los suyos
mayor desáuirno; mandando de consiguiente abastecerla de
cuanto á la fuerza ó de grado pudiera recogerse en :Hlue-
11013 contornos: último acto de soberanía que ejerció , ins-
table siempre la suya, transitoria y cási en el nombre. Lle-
garon los aliados á la vista de Pamplona en sazon en que
no estaba aun lejana la retaguardia francesa, que camina-
ba , como lo demas del grueso de su ejército, en busca
de la tierra nativa.


y por el de Irun. En tanto que así obraba el centro y derecha de los alia-
dos, otra incumbencia cupo á toda la izquierda. La parle
tle esta que se componía de las tropas españolas bajo don
Pedro Agustin Jiron y la division que se le agregó de don
Francisco Longa , tuvieron órden de dirigirse por la calzada
que va de Vitoria á Irun tras del convoy que había salido
d(' aquella cindad en la madrugada LId 21; Y así lo vcrili-




%7
,';Ir()lI PI ::t2 aunque tarde , uguardaudo subsistencias, y
t'oI'7,ados tamhien á contramarchar durante corto rato por
la voz esparcida de que Clausel se hallaba próximo con
rumbo á Vitoria: incidentes que retrasaron algo en aquel
dia el movimien to del general Jiron., si bien la presencia
de la fuerza de Longa, que iha delantera, aceleró la partida
de los enemigos de Mcndragon , á quienes se cogieron ~¡O
prisioneros, quedando herido levemente el general Foy, y
:)00 hombres fuera de combate.


y noticioso Wellington de que Jos españoles de Jirón
podrían tener que habérselas, no solo con la division fran-
cesa de JUaueune qne escollaba el convoy antes expresado,
sino además con Foy y los italianos, determinó que Gra-
ham con toda la izquierda británica fuese en apoyo de los
nuestros , tomando la ruta traviesa uel puerto de San
Atlrian, que enlaza el camino real de Irun con el de Pam-
piona, y que se enderezase á Villafranea, poniéndose, si
dable fuera, á la espalda del general Foy. Dilación en el
recibo de las órdenes, el mal tiempo y lo perdido de aquel
camino, de suyo agrio y muy escabroso, no consintieron
qU(\ sir Thornas Graham se menease tan pronto como era
de desear.


Bien le vino ú Foy la tardanza para proceder mas des-
ahogadamente. Este general, de condicion activa y em-
prendedora, no hahia descansado desde el momento en
qlw tomó á Castro-Urdiales , afanado de continuo en per-
seguir á los batallones vascongados, en cuyas peleas dis-
tiuguióse por nuestra parte el coronel don Antonio Cano.
Nada importante habia Foy alcanzando cuando José le
ordenó acudir á Vitoria en socorro suyo. Apresuróse Foy
á cumplir con lo que se le prevenía, y se colocó entre
Plaoencia y Mondragon , llamando á sí para engrosar Sil
gente las guarniciollf'S d(' varios plintos fortalecidos. Entre




Hl't'nr.llrntr'O
en 3londragon.


En Villatranca.


::!6~
ellas contábase corno de las principales la de Bilbao, en
donde estaban los italianos y el general Rouget, quienes el
20 evacuaron la villa, y tan de priesa, que si bien clavaron
la artillería, dejaron intactas las fortificaciones, aguijados
por las órdenes de Foy , y tarnhien por don Gabriel de
Mendizáhal , que dejando alguna fuerza en el bloqueo de
Santoña , unióse sobre aquella comarca con casi toda la
7 a division que compouian los batallones vascongados.


Uniéronse los italianos y franceses en Vergara, á cuyo
movimiento, feliz para ellos, favoreció mucho la resisten-
cia que, aunque costosa, hizo al efecto en }Iondragon el
general Foy. Este capitaneó en seguida la retirada de aque-
llas tropas , que juntas ascendían á 12000 hombres, con
gran valor y presencia de ánimo, desvelándose por Sil con-
servacion, expuesta bastantemente, porque amenazáhalos
por el frente don Pedro Agustin Jiron, y por la espalda
el general Graham. Afortunadamente para Foy libróle de
infausto suceso su presteza, y la tardanza en la marcha
del inglés nacida de lo que hemos apuntado. Por manera
que al llegar Graham á Villafranca, encontróse el dia 21,
de junio solo ya con 1& retaguardia enemiga. desalojada
tambicn en breve de los puestos que ocupaba á la derecha
del Oria , fronteros al pueblo de Olaverria. Situáronse en
seguida cerca de Tolosa de Guipúzcoa todas las fuerzas que
gobernaba Foy , cubriendo el camino de Francia y el que
de allí se dirige á Pamplona con ademán de hacer rostro á
los aliados. Aquella noche se unió al general Graharn la
division de Longa, y ?J cuerpos de la gente de don Pedro
Agustin Jiron ; quien maniobró acertadamente al avanzar á
Vergara, destacando por su derecha camino de Oüate al
citado Langa con intento de qlle apretase al enemigo por
su flanco izquierdo del lado de la cuesta de Descarga. Evo-
lución que aceleró la marcha de los enemigos y los molestó.




:20\/
Tratase ahora de ahuyentar de Tolosa al Iraucés, y de En 'I'olos«


enseñorear la posición que ocupaba. Entre seis y siete de
la tarde del dia Slo empezó el ataque generul. Apoyábase
la izquierda del enemigo en un reducto cási inexpuguahle,
contra cuyo punto marchó Longa por Alzo sobre Lizarza:
descansaba su derecha en una montaüa que cortaba por el
frente un profundo y enriscado barranco, y se encargó á
don Gabriel de ñlendizáhal , que se había adelantado de
Azpeitia, el maniobrar por este lado del mismo modo que
Langa por el opuesto. Enseüoreahau además los franceses
la cima de una montaña interpuesta entre las carreteras de
Vitoria y Pamplona, de donde los arrojó con gran valor y
maestría el teniente coronel británico de nombre \Vi-
lIiams. Perdieron tambien los enemigos las demas posicío-
ncs atacadas vigorosamente por todas las tropas combina-
das, distinguiéndose las españolas en varios parajes. Foy
presente en muchos, hizo en todos gloriosa y atinada re-
sistencia. Al fin abrigóse á la villa, la cual hallábase fortifi-
cada, y era arduo tomarla y mas de rebate. Las puertas de
Castilla y Navarra barreadas, y aspillerados los muros,
diversos conventos y edificios fortalecidos, dándose entre
sí la mano, y ademas en la plaza ó centro un fortin porta-
til de madera, á traza de los fijos y por lo comun de piedra
ó material, qac ahora llaman Blockhaus: formando el todo
un conjunto de defensas que podía ofrecer resistencia vigo-
rosa y larga. Sin embargo acometida de firme la villa, aban-
donáronla los franceses y la entraron los aliados ya muy
de noche con aplauso y universales victoree de los vecinos.


Se replegó á Andoain el genera Foy y cortó el puente;
deteniéndose Graham dos dias en Tolosa , por querer cer-
ciorarse antes del avance de Wellingtou por su derecha ca-
mino de Pamplona. Don Pedro Agustin Jiron parósemenos
y prosiguió adelante yendo tras Foy qllc cejó metiéndose




::!70
en Francia sin gran deteucion, sabedor de la retirada de
José; y puesto ya en cobro el convoy que lUaucune escol-
taba, y por cuya salvacion suspiraban los contrarios tanto.


Arrojo. Llegado que hubo á Irun el general Jiron, pensó en
1:'1 gnnel'al.hrnn
¿¡,,,frene,',,,, atacar la retaguardia enemiga, que todavía conservaba algu-


del otro
lado de! llídasoa. nos puestos en la frontera española, encargando la ejecu-


cion al brigadier don Federico Castañon , quien desalojó
bizarramente á los enemigos que estaban colocados delante
del puente del Bidasoa , siendo destinados para la acome-
tida el regimimiento de la Constitucion, que guiaba Sil co-
ronel don Juan Loarte , y la compañía de cazadores del se
gundo regimiento de Asturias. Permanecieron los france-
ses no obstante inmobles en las cabezas Iortilicadas del
puente, y para arrojarlos de ellas dispuso Jirón traer una
compañía de artillería de á caballomanejada por don Pablo
Puente, y pidió á los ingleses otra de la misma arma, que
se presentó luego al mando del capitan Dubourdieu, jun-
tas las cuales dióse comienzo á batir vigorosamente las
obras de los coutrarios , quienes sufriendo mucho volaron
las de la izquierda del rio , y quemaron el puente. Sucedió
esto en 10 de julio á las seisde la tarde; dia y hora memo-
rable, en la que adquirió don Pedro Agustín Jiron , primo-
génito entonces del marqués de las Amarillas y hoy duque
de Ahumada, la apetecida gloria de haber sido el primero
que por este lado arrojó fuera del suelo patrio las tropas
de los enemigos.


Se rinden los Al propio tiempo apoderése don Francisco Longa de los
fuertes


de Pasajes. fuertes de Pasajes, puerto importante, rindiéndosele 147
hombres de que constaba la guarnicion , incluso el gober-
nador. Y como iba de dicha, también se hizo dueño de los
de Pancorbo el conde del Abisbal, situados en garganta
angosta que circuyen empinadisirnos montes, por donde
corre estrechado el camino que va de Vitoria á Burgo:"




Persiguen
los inglcges por


Navarra
hasta Francia


ú José.


271
Eran dos , el llamado de Santa María, en paraje inferior, y 'I'arnhien
~ los de Pnncurho.


el de Santa Engraeia , que se miraba como el mas princi-
pal. Ganóse aquel por asalto el 28 de junio, y capituló el
otro dos dias despues , privado de agua y amenazado de
ruina por los fuegos de una batería que con gran presteza
se construyó bajo la direccion del comandante de ingenie-
ros don }Ianuel Zapino en la loma de la Cimera; habiendo
ideado el modo de subir las piezas, y ejeeutádolo hábil y
rápidamente los oficialesde artillería Ferraz, Saravia y don
Bartolomé Gutierrcz. Tarnbien se distinguió el brigadier
don José Latorre que se hallaba á la cabezade la infantería
empleada en el sitio. Quedaron prisioneros unos 700
hombres junto con su comandante apellidado de Ceva. No
tardó Abisbal en ponerse en marcha, debiendo encaminar
sus pasos, segun órdenes de lord Wellington , por Logro-
ItO y Puente la lleina á Pamplona, á cuyos alrededores lle-
gó en los primeros dias de j ulio,


No le podia estorbar ya en su marcha el general CJausel,
de cuyas operaciones daremos en breve cuenta, teniendo
antes que terminal' la narración de las maniobras de las
tropas aliadas que dejamos á la vista de Pamplona. De ellas
las que componian la derecha del ejército siguieron al man-
do de sir Ilowland Hill el rastro de José y su ejército, el
cual se metió en Francia por tres de las cinco principales
comunicaciones que tiene la Navarrra con aquel reino, á
saber: primero, por el puerto de Arraiz en el valle de Ul-
zama can rumbo á Donamaría y valle de San Bstéban de
Lerin hasta Lesaca y Vera, partido de las Cinco Villas de
la Montaüa , internándose luego en Francia con direccioná
Urrugne. Iba por aquí el ejército enemigo llamarlodel cen-
tro, y en su compañia José afligido y triste. Al tocar las
cumbres que parten términos entre ambos reinos saluda-
ron los soldados franceses con lágrimas dI' regocijo el sue-




Clausel, su
avance


y retirada.


:272


lo de la patria que muchos no hahiau visto años hacia,
echando sus miradas deleitosamente por las risueñas y
frondosas rnárgeues del Nive y el Adour , verdegueantes,
tranquilas y ricas, y á sus ojos aun mas bellas en la ac-
tualidad, comparándolas con la tierra de España inquieta
y turbada ahora, de naturaleza por este lado desnuda \ y de
severo y ceñudo aspecto. Segundo, por Velate y valle de
Baztan, pasado el puerto de Maya , y de allí á Vrdax hasta
salir de los lindes españoles. Y tercero y último, por Ilon-
cesvalles, de recuerdo triste para el francés á dicho de ro-
manceros, atravesando por Valcárlos, y yendo á parar á
San Juan de Pié de Puerto. Los ejércitos de Portugal y me-
diodia que fueron los que marcharon por los dos puntos
postreros, diéronse la mano entre sí y con el del centro,
alargándola luego á las dernas tropas de su nacion que ha-
bian cruzado por el Bidasoa. Púsose Ilill á caballo en las
montañas observando la tierra enemiga, mas sin empren-
der cosa importante, conforme á instrucciones de lord 'Ve·
llington, no olvidándose este tampoco de Clausel, contra
quien destacó fuerzas considerables de su centro.


Este general habíase acercado á Vitoria al dia siguien-
te de la batalla, ignorando lo que ocurría y en cum-
plimiento de mandato expreso de José. Observábale siem-
pre don Francisco Espoz y Miun, á quien se habia agregado
don Julian Sanchez con sus jinetes, y ambos por órden de
lord Wellingtou circuíanle y le molestaban de modo que
marchaba como aislado y á ciegas. Estaba ya adelantada á
estas horas en Vitoria la 6" divisiou inglesa del cargo del
mayor general Packenharn, única que no tomara parte en
la batalla, habiendo quedado apostada en Mediua de Pomar
para asegurar el arribo al ejército de socorros y municiones
de boca y guerra. Su presencia y la certeza de lo sucedido
retrajo á Clausel de proseguir adelante, y retrocediendo




ahandonó á Logroüo el 24 de junio acompañado de la guar
niciou, y marchó :'t In largo de la izquierda del Ebro, cuyo
rio pasó por el puente de Lodosa, llegando :í Calahorra
el 2.1, Supo el 2G entrando en Tudela que venían sobre 1'1
respetables fuerzas de los aliados, y llevándose igualmente
consigo la gente que custodiaba aquella ciudad, partió la
vuelta de Zaragoza. No era demas Sil precaución y rece-
los, pues en efecto Wellington , segnn apuntamos antes,
había destacado ya de las cercanías de Pamplona 5 divi-
siones suyas, y mandado edemas á Packenharn y á otra
división que se hallaba en Salvatierra siguiesen detrás del
enemigo por las orillas del Ebro, juzgando seria aquella
suficiente fuerza para escarmentar á Clausel , si iusistia en
mantenerse en Navarra. No lo hizo este así, y por tanto
avanzaron los ingleses mas allá de Tudela dejando al cui-
dado de }lina picar la retirada de los contrarios y ohser-
val' sus movimientos.


Entró Clausel en Zaragoza el í o de julio, en cuya ciudad . El1trn
en Zaragoza y se


se detuvo I)OCO situándose sobre el Gálleao , de donde lIlet",r1esplIFS
, o en .' rancia.


igualmente partió muy en breve , inclinándose 1'11 un prin-
cipio al camino de Navarra, de Jo que se arrepintió luego
marchando en seguida á Francia por Jaca y Caufrauc. Lle-
gó it Oloron, y desde allí entcudíése y obró en adelante
de acuerdo COIl las demas tropas de su nacion que se ha-
hian retirado de España por las vertientes septentrionales
del Pirineo y riheras del Bidasoa. Mina persiguiéndole pa-
rose á cierta distancia de Zaragoza, en donde no tardaré-
mos en volver Üencontrarle.


Desembarazado así lord Wellington de los ejércitos fran- l\StÚl1C1aS
dI' lus aliados


ceses que pudieran incomodarle de cerca en España, sentó
sus reales en Hernani como punto mas céntrico, y colocó
el ejercito anglo-hispano-portugués en las provincias de
Guipúzcoa y Navarra, aquende los montes, corriendo des-


'fOH.IV. j~




Pone Wellington
~itin á


San Spha"H,H) y
Pamplona,


RcsultaLlo
de la curnpufia,


Valencia.


::274
de el Bidasoa arriba hasta Boncesvalles , en cuyo lilas apar-
tado sitio y al nacimiento del sol halláhase don Pahlo l\-Io-
rillo, del mismo modo que se extendía al ()(~aso y en pI
extremo opuesto, por Vera, Irun, Fuenterrahia y Ovnrzuu,
el grueso del ,),0 ejército español.


Diligentemente resolvióentonces Wellington emprender
los sitios de San Sehastian y Pamplona. Eueargó el de la
primera plaza á sir Thomas Graham con la ti a rlivision bri-
tánica del mando del general Oswald y algunas fuerzas
más; y el de la segunda, que se redujo á hloqueo , al con-
de del Abisbal asistido del ejército de reserva d(~ And;¡lucía.
al que se agregó poco despues la division de don Carlos de
España, que dejamos repartida en Zamora, Ciudad Rodri-
go y otros puntos. Empezóse el cerco de S;¡U Sebastian (~U
los primeros dial' de julio, y no tardó mucho en estrechar-
se el de Pamplona.


De este modo, y el! menos de dos meses desjwjóse de
enemigos el reino de Leon , ambas Castillas, las provin-
cias Vascongadas y Navarra, viéndose tarnhien rccouquis-
tados ó libres todos los pueblos allí fortalecidos, excepto
Santoña y las dos plazas recieu nombradas. Oampaüa rá-
pida y muy dichosa que ayudó á mejorar igualmente la
suerte de nuestras armas, no tan feliz en las provincias
de Cajaluña , Aragon y Valencia.


En ellas quedaron hasta cierto punto descubiertos 101"
enemigos COIl tales sucesos, columhrando pronto el ma-
riscal Suchet lo crítico de su estado. Antes y en los meses
de mayo y junio llevadero se le hizo todo COll su diligf~lI{'ia
y rnaña , inutilizando por aquella parte los esfuerzos de los
aliados él equilibrándolos: mayormente cuando fortalecida
la linea del Júcar despues de la accion dt' Castalia, había
acercado á Valencia la división de Severoli que estaba el!
Aragon, é interpuesto la brigada de l'anneticr entre aquc-




:::!7 ;)
na clIldall y Tortosa ; ('on in tlu!' amparuha Sil flanco de-
recho y espalda, y podía no menos caer sobre cualquiera
paraje qUl' se viese amenazado repentinamente.


Obstáculos estos que impedían á los cspa üoles y anglo- Expedicion
allada


sicilianos obrar cual quisieran y con arreglo :JI hieu enten- sobro rarragona.
dido plan de campaña de Wcllington , quien había orde-
nado se distrajese por allí á los franceses para obligarlos á
mantener siempre unidas sus fuerzas de levante, sin con-
sentir destacasen ninguna del lado de Navarra. En cum-
plimiento de semejante mandato, y pasando por cima de
dificultades, determinaron los jefes aliados amagar y aun
acometer al enemigo por varios y distintos puntos, en-
viando una expedicion marítima á las costas de Cataluña,
al mismo tiempo tlue los ejércitos españoles 2 o y 5 o ata-
casen por frente y flanco la línea del Júcar, de manera que
se pusiese il Suchet en el estrecho ó d(~ abandonar á la
suerte el Ebro y las plazas cercanas, Ó de enflaquecer, que-
riendo ir en socorro suyo, las fuerzas qne defendían y
aíianzahau la dominación francesa en el reino d(\ Valencia.


Por mus qu!' se intentó prep:uar la expediciou á las ca-
liadas, traslucid Snchet 10 que habia , y de consiguiente
púsose muy sohreaviso. Lista aqnella, emharcáronse las
tropas eu número de 11-000 infantes y 700 caballos, todos
de los anglo-sicilianos y de 'a divisiou española de Whit-
tingham , á las órdenes UllOS y otros de sir Juau Murray.
Dieron la vela desde Alicante el 51 de mayo, dirigiendo el
convoy y escuadra el contra-almirante británico Hailowell.
Hicieron rumbo los buques á las aguas de Tarragona , y
surgieron en 13 tarde del '2 de junio frente á Salou , puerto
poco distante de aquella ciudad.


Electuose el ;) muy ordenadamente el desembarco, y
ante todo destaco 7Ilurray una brigada á las órdenes del
teniente enrolle! Prevost para ai'lHll'I'ars i ' di" castillo del




276
Coll de Balaguer que sojuzgaba el camino que va á Tar-
ragona, único transitable para la artillería. Cooperó al
ataque con 4 batallones dou Francisco de Copons y Na-
via , general en jefe del 1e r ejército, quien advertido de
antemano de la expedioion proyectada, se arrimó á la
costa ocupando ya á Reus cuando aquella anclaba. Fué
embestido vivamente el castillo el 5, y tomado el 7; ame-
drentada la guarnicion francesa de solos 80 hombres con la
explosion de un almacen de pólvora y las pérdidas que se
siguieron.


}lientras tanto aproximose á Tarragona el general ñfur-
ray, y determinó acometer la plaza por poniente, lado mas
flaco y preferible para la embestida, que favoreció Copans
colocándose en el camino de Altafnlla con objeto de inter-
ceptar los socorros que pudieran enviarse de Barcelona.


Continuaba mandando en Tarragona por parte de los
franceses el general Bertoletti , quien léjos de acobardarse
por lo que le amagaba, tomó bríos y convenientes dispo-
siciones, rehabilitando varias obras anteriores arruinadas y
aun demolidas en parle después del primer sitio. Al con-
trario Murray, que si bien se mostró valeroso, á manera de
los de su nacían, careció de tino y de suficiente serenidad
de ánimo. Necesitábase en el caso usar de presteza y ense-
üorearse de la plaza casi de rebate; pero diéronse largas,
y sin union y flojamente se comenzó y siguió el ataque,
teniendo espacio los contrarios para aumentar sus defensas
y aguardar á los socorredores que se acercaban.


No anduvo al efecto perezoso el mariscal Suchct , pues
dejando en el Júcar al general Harispe , marchó con fuer-
zasconsiderables la vuelta de Tarragona, presentándose ya
su vanguardia el 10 de junio en el Perelló. Tarnbien llega-
ron el 11 á Villafranca, procedentes de Barcelona, 8000
hombres qne traía el general Maurice Mathieu, anunciando




277
ndernas que venia tras él Decaen con rl grneso del ejérci-
to de C3t31uñ3.


Recibió avisos IUurr3Y de estos movimientos, y aunque Se 11¡·'g,oCi".
próximo á asaltar el mismo dia 11 una de las obras exte-
riores m3S importantes, azoróse de modo, qlle sin dar oidos
Ú consejo alguno, determinó reembarcarse y abandonar la
artillería de sitio y otros aprestos, antes de empeñarse en
accion campal que creía arriesgada. Y como se requiriesen
tres dias para poner á bordo la expedicion entera, empezó
iUurray á verificarlo desde el dia 12. Notaron los franceses
de la plaza, asomados á los muros, lo que ocurría en el
campo de los aliados, y apenas daban crédito á lo qne con
sus propios ojos veian , temiendo fuese ardid y encubierta
celada, por lo que permanecieron quietos dent.ro y muy
recogidos.


Sir Juan se embarcó el mismo dia 12 por la tarrle , diri-
giendo parte de la caballería y artillería con alguna fuerza
más al ColI de Balaguer para destruir el castillo y sacar á
los que le guarnecían. A la sazón avanzaba Suchet por
aquel lado, y tropezando con los ingleses y descubriendo no
léjos 13 escuadra, ígnor311te de lo qne pasaba , admiróse;
y no encontrando esplicaciou ni salida á cuanto notaba,
suspendió el juicio , y en la duda echóse atrás via del Pe-
relló.


Otros movimientos de los franceses, y recelos de J\furray
de que no pudiera acabar de embarcarse á tiempo teda su
caballería le obligaron á echar nuevamente á tierra la in-
fantería, y colocarse en puesto favorable y propio para
rechazar cualquiera acometida de los enemigos. :\13S estos
IlO Jo intentaron, y habiendo metido socorros en Tarrago-
na, retrocedieron unos á Tortosa y otros á Barcelona.


Entonces juntó 1Uurray un consejo JI' guerra, en el que
se acordó proseguir el reembarco y volver á Alicante, aten-o




278
diendo al estado en ([11f' ya SI' encontraban. En IfH)JIJI'Uto
tan crítico arribó allí lord Guillermo Ileutinck, qnr venia de
Sicilia para suceder á sir Juan lllurray en el mando, del
que se encargo inmediatamente conform:índose luego con
la resoluciou que acababa de tomar el consejo de glH'ml.
Prosiguió de resultas el embarco, y Sl~ hallo á bordo la ex-
pedicion entera á las doce de la noche del dia 19, hora en
que los aliados volaron tarnhien el castillo del Col! de Ba-
laguer.


Quedaron en poder de los franceses 18 cañones de grue-
so calibre, y tuvo Copons qur alejarse por no exponer su
gente, quedando sola, á pérdidas y descalabros. Expedí-
cion íué esta que ejecutada con poca meditación terminó
vergonzosa y atropelladamente. Forrnóse en Inglaterra un
consejo de guerra á sir Juan lHurray, á quien SP, le decla-
ró exento de culpa , si hien tachóse su proceder de erró-
neo y poco juicioso. Fallo que ponía á salvo la intencion
del gerieral , pero que le vulneraha en su capacidad y pe-
ricia.


Otro amago hicieron por entonces los ingleses con bu-
ques de guerra deI lado de Palarnós, Favorecióle por tierra
el baron de Erales, dando ocasion á un empeñado reen-
cuentro el 25 de junio con el general Lamarqne en Baño-
las, cuyo fuerte sitiabau los nuestros. Portóse con bizarría
Eroles y 10 mismo su tropa, en especial los jinetes que li-
diaron largo rato al arma blanca, separando :í unos y á
otros la noche y un recio aguacero.


Otros "lcesos En julio el mismo M,".eneral Lamarque aproximose á Vi-
en Cataluña. .


que, deteniéndole en el Esguirol 5 batallones españoles.
lteforzó Erales á estos y tarnbien Copons , ya por aquí; y
ambos escarmentaron en los días 8 y \) en las alturas de la
Salud al enemigo. quien l'ngl'osa(Ío tomó en balde la ofen-
siva, teniendo qm' retirarse y tOl'1I31' al Ampurdan con




poca gloria y ruenuscaho de g('llt(~. Fatigosas einacabables
peleas qLW impacientaban al francés, y le aburrían y des-
corazonaban.


En el intervalo de la expedicion aliada ft Cataluña , vi- Eu Valencia.
nierou tambien :í las manos en el reino de Valencia los
espallOles y el general Harispe ; atacando aquellos el 11 de
junio la retaguardia de! último mandada por el gem~ral
Hesclop, la cual se recogía de San Felipe ;1 la línea del Jú-
cal'. Obraban unidos los ejércitos españoles 2° y 5°, yaco-
saron bastante ;í los franceses, hasta que advirtiendo estos
descuido en los nuestros, revolvieron sobre ellos y los des-
ordenaron en (,1 pueblo de lloglá , con lo cual pudieron
continuar tranquilamente su marcha al rio.


Itcnovarou los españoles el 15 sus ataques avanzando y
situándose i'!I unas alturas á la derecha del Júcar. Desde
ellas cañnneri Elío á los enemigos , y aun intentó apode-
rarse de una casa fuerte, lo qne no consiguió; pero sí sus-
tentar honradamente los puestos ocupados de donde Haris-
pe 110 pudo desalojarle. lUenos dichoso el duque del Parque
padecio en Carcojente UII recio descalabro que costó 700
hornbres , de los cuales quedaron prisioneros los mas. An-
daban sin embargo cuidadosos los franceses, y temían aun
por Valencia, cuando los sa'.~ó de recelos el mariscal Suchet,
que desembarazado de lo de Cataluña lomó al Guadalaviar
el :14 de junio, despues de una marcha asombrosa por su
rapidez.


Malos tiempos retardaron la navegacion de la escuadra
inglesa y dificultaron su regreso á Alicaute , con la desgra-
cia de haber eucallado en los Alfaques y desembocadura
del Ehro 18 buques ó trasportes de que 15 se salvaron, co-
gieudo los otros los franceses junto con las tripulaciones.
IHas averías ocurrieron aun, pero al fin llegó Bentiuek á
Alicantc , y situll Ú poco sus tropas en Jijona para sostener




Evacua SUche!
la ciudad.


2FlO
:í IOf; españoles que habían retrocedido hasta Castalia rnrn-
pelidos á ello por las tropas francesas.


Queria Snchet aprovechar la coyuntura propicia que le
ofrecía el malogro de la expedicion sobre Tarragona, y ya
empezaba á verificarlo no solo adelantándose por el lado
del Júcar, ¡:egun acabamos de ver, sino también aventando
de hacia Ilequena y Liria gente dr Elío allí avanzada y la
división de Villacampa que maniohrahan por aquella parte
para favorecer las operaciones de la línea del Júcar, yes-
trechar por el flanco derecho á los franceses de Valencia.
Animoso Suchet ahora con su buena ventura en Cataluña,
nada le hubiera arredrado ya en la ejecucion de sus inten-
tos, si no hubiera venido á desvanecerlos la noticia de 13
batalla de Vitoria, y la de haber repasarlo los Pirineos Jase
y su ejército muy mal parados. Con tales nuevas suspen-
diólo todo, y resolvió desamparar á Valencia, retirándose
camino de las orillas del Ebro.


Tiempo atrás el ministro de la Guerra de Francia habíale
indicado conservase sus conquistas tenazmente, dando Ju-
gar á que libre Napoleou en el norte de compromisos y
estorbos, pudiese acudir á lo de España. Tal era el anhelo
de Suchet, muy apesarado de abandonar á Valencia, en
donde poseía opulentos estados, y de cuya tierra cosiderá-
base señor y régulo. Por eso determiné mantener ciertos
puntos fortificados corno medio de facilitar á su vez nuevas
invasiones y aun la reconquista.


El 1) de julio evacuó á Valencia el mariscal francés, cási
al cumplirse Jos diez y ocho meses de ocupacion. Iba al
frente de sus columnas con direcciun á Murviedro , hacien-
do la retirada por escalones, é inclinándose á Aragon; todo
muy ordenadamente. A los dos dias verificó su entrada en
la ciudad don Pedro Villacampa con alguna caballería y la
gente del brigadier don Francisco lUiyal't's: lo mismo hicie




281


ron sucesivamente el rluque del Parque y don Francisco
Javier Elío.


Al retirarse arruinó Suchet en Valencia las obras que
había construido más para enfrenar desmanes de la pohla-
cion, que para defender la ciudad contra ataques exteriores.
No dejó por tanto allí ningun punto fortalecido. Al medio-
dia y mas avanzado guardó el reducido castillo de Denia
con 120 hombres al mando del jefe de batallon Bin. JUetió
en el de IHurviedro, ó sen Sagunto, 1200,í las órdenes del
general Houelle con vituallas para un año : reparados sus
muros y muy aumentados. Tampoco desamparó á Peñísco-
la , punto marítimo no despreciable, y púsole al cuidado
del jefe de hatallon Bardout con 500 hombres. Igualmente
dejó 120 bajo del capitan Boissonade en el castillejo de
JJlorella, que atalayaba el camino montuoso y de herradura
que viene de Aragon, y por donde podia en todo tiempo
embocarse dentro del reino de Valencia un cuerpo de in-
fantería á la ligera y sin cañones. Daba fuerza yservia como
de apoyo á esta ocupación la plaza de Tortosa , de cuya
importancia persuadido Sachet aumentó la guarnicion hasta
conínOO hombres, poniendo á Sil cabeza al general Robert,
militar de su confianza.


Inclinóse Suchet en su retirada, conforme apuntamos,
hácia Aragou , noticioso de que Clausel apremiado por las
circunstancias se alejaba y metía en Francia, dejando su
artillería en Zaragoz:l bajo la custodia del genera1 Paris,
Libertar á este amenazado por l\'lina y Duran, y cubrir los
movimientos de las demas tropas que en Aragon habla,
fueron causa del rodeo ó desvío que en su camino hizo
aquel mariscal. Consiguió así que se reuniese á Musnier,
que caminaba por el país montuoso, una brigada de la di-
vision de Severoli apostada en Teruel y lilcañiz, cuyos
castillos al ser evacuados fueron destruidos tambien. Yjun-


Prosigue su
retirarla.




tos todos (\ayerull el 1i .le juliu húcla (JasliP, aloj,,"du
Suchet entonces su derecha ell este pueblo, su centro en
Gandesa y su izquierda en 'I'ortosa.


Tenia asimismo ónlell el geuernl París de abandonar á
Zaragoza y de arrimarse á lIIequillenza, C3S0 de que pudie-
se ejecutar semejante movimiento libre de compromisos y
desahogadamente. Deseos de verificarlo sin r1('sprenderse
de un grueso convoy, y la proximidad de Duran y Mina
pusieron á la ejecuciou insuperahles estorbos. Dejamos al
último de los expresados caudillos no lejos (le Zaragoza,
y allí permanecía á dos leguas en el puehlo de las Casetas
teniendo fuerza en AI:lgo!1, y en I'erlrola á don Julian San-
chez, cuando el coronel Tabneuca enviado por el gPIH~ra!
Duran, que se hallaba en Ilicla . vino :í avistarse con él , Y
proponerle atacar á Zaragoza, obrando ambos mancomu-
narlarnente. No se mostró Mina al priucipio muy propicio,
ya P0f(fl]l' no le pareciese fácil lo que s(~ proyectaha , ya
porqne no le gustase tener en el mando compañeros y me-
nos rivales. Solo al fin y despul's de largo conferenciar avi-
nose y ofreció concurrir á la empresa. Pero antes los PlIe-
migas que se preparaban á abandonar la ciudad , queriendo
encubrir su intento, adclanláronse en busca ¡JI' los nuestros,
Fué }Iina con quien encontraron, y viéron«.. rechazados,
haciendo tarnbicn estrago en ellos por el flanco y lidiado
del puente de la )luela el coronel Tuhuenca asistido de Sil
regimiento. Avanzó este á la Casa Blnnca y monte Torrero,
ymna á las alturas dr la Beruardona , alejándose los fran-
ceses de aquellos puestos sin resistencia. Intentó á pesar
de eso Paris nueva arremetida, tI"e }liua repelió sustentado
por el mismo Tahueuca y los lanceros de ilon Julian San-
chez , escarmentando á los elH'llligos e('JI I)(>rdida de mas
de :!oO hombres. Allí Sl~ le juntó Durnu , hahicudo ocurrido
estos acontecimientos ('U I()~; dias ;'), ti Y7 d., julio.




PensaroJl eutouces lus nuestros <J[Juikr<Jl'se por fuerza Evacuan
lns tranccses


de Zaragoza, aunque todavía rehacio ñlinn ; y apercihíanse ú Zaragow.
:í verificarlo cuando recibieron aviso de fIue los enemigos
desarnparabau la ciud:lIt. Era en efecto así; saliendo toda
la guarnicion francesa y sus parciales al caer de la tarde
del ¡.; , con numeroso I:OIlVOY de acémilas y carruaje, de
;!rande embarazo para una marcha que tenia que ser rápi-
da y afanosa. Solo dejaron rwo hombres al mando del jefe
Hoquemout Cilla !\l,jal'ería, y volaron un ojo del puente
de piedra cou deseo de retardar el ])('rsegnimiento de los
nuestros.


Tocaba á don JOS(': Duran el mando de todas las tropas y Entra "lti Duran.
el de la ciudad de Zaragoza por antigüedad, y por hallarse
asentada aquella ;i la lIJúrgell derecha del Ebro, país puesto
bajo sus ordenes; pero cuya supremacía incomodaba :í ñli-
na y motivaba tal vez su tibieza nacida de ocultos celos.
En consecueuciu ordené Duran de couforrnidad con el ayun-
tamieuto y para prevenir excesos, que penetrase en la
ciudad aquella misma Boche don Julian Sauchez con sus
lanceros. Aparecieron de repente iluminadas las calles, y
el gentío en todas inmeuso , especialmente en el Coso, pro-
rumpieudo los habitadores en unánimes aclamaciones de
júbilo y C()III(~IJtatJIiellLo. Al dia inmediato entró también
Duran en Zaragoza, al paso que ;'¡liua, vadeando el Ebro,
s(~ ocupó solo en seguir las pisadas eH gener?ll París.


Altanzt'l aquel en breve al l'nemigo en una altura cerca nlinallc5varata
:i París.de Leciuena , ele donde te desalojó, y lo mismo de otra que


estaba próxima á la ermita de :Uagallon ; teniendo Jos fran-
ceses que retirarse via de Alcubierre. Fueron allí alcanza- J.c toma
1 ., 1 . ,. 1 '11' un convoy.lOS, y VJ(~lIl ose en gran congoja anandonaron a aru erra,


y el WllV0,V, Y' Jos COdH~S, y las calesas. y cási todo el pi-
llaje cogido en Zaragoza; representando en COIJlpPIH.\iO este
c¡¡mpo las Iástimas y coulusion del de Vitoria. París aun-




Sitia Jmrnn la
Aljaferia.


nlanna mina en
Araguu.


Se le rinde la
,\ljaferla.


284


que con órden expresa de recogerse á Mequinenza, no pudo
cumplirla, y á duras penas tirando por Huesca y Jaca in-
ternóse en tierra de Francia.


Don José Duran, á quien festejaron mucho en Zaragoza,
no desatendió por eso poner cerco á la Aljafería , ni tam-
poco apoderarse de una corta guarnicion que dejara el ene-
migo en la Almunia. Logró lo último sin gran tropiezo, y
empezaba á formalizar el sitio del castillo, cuando tornó
~lina de su perseguimiento. Quedóse este en el arrabal sin
pasar el Ebro, como país el de la izquierda perteneciente
á sus anteriores mandos, al paso que el de la derecha in-
cumbia mas bien, segun dijimos, al de don José Duran.
Desvío y comportamiento propio solo de ánimos apocados
y ajeno de quien ceñia gloriosos laureles.


Para cortar semejantes desavenencias , aunque no quizá
con justa imparcialidad, nombró el Gobierno á Mina co-
mandante general de Aragon con licencia de añadir á sus
fuerzas las que quisiese entresacar de las de Duran, man-
dando al último partiese con las dernas la vuelta de Ca-
taluña.


Dueño dc todo Mina, y solo, cual deseaba, apretó con
ahinco el sitio de la Aljaferia. No creia sin embargo ense-
ñorearse tan luego de aquel castillo, mas á dicha habiendo
caido en la maüaüa del '2 de agosto una granada en el re-
ducto del camino de Arngon, que es el mas próximo á la
ciudad, y prendídose fuego á otra porcion de ellas allí de-
positadas, resultó tremenda explosion, muertes y desgra-
cias, y el desmoronamiento de un lienzo de la muralla;
por lo qne descubriéndose lo interior del castillo quedó
este sin delensa y amparo. Por tanto forzoso le Iué al go--
bernador francés capitular el mismo dia ':}, cogiendo nos-
otros sobre 500 prisioueros , muchos enseres y municio-
nes de boca y guerra. EnLregóse en breve Daroca y tamhicn




285
poco desplles al capitau don Ilamou Elorrio el fuerte de
~Iallen.


Tomado el castillo de la Aljalería, recibió Mina érden de
Wellington para avanzar á Sangüesa y favorecer el asedio
de Pamplona, guarneciendo :í Zaragoza con un batallan,
y destacando contra Jaca y Monzón otros 2 que debían co-
menzar el bloqueo de aquellas plazas.


Claramente advirtió Suchet entonces cuán imposible le
era sostenerse en sus estancias, y cuán ocioso además,
dueños ya los españoles de cási todo Áragon. Por tanto dis-
puso cruzase su ejército el Ebro del 14 al 15 de julio por
Mequinenza, 1'lora y Tortosa, ordenando antes al general
Isidoro Larnarque recoger y poner en cobro las cortas
guarniciones de Belchite, Fuentes, Pina y Bujaralóz; difi-
cil ,si no, el descercarlas despues. Conservó á I\lequinenza
y de gobernador con 400 hombres al general Bourgeois;
no desamparando tampoco á }\Ionwn, por considerar am-
bos puntos corno avanzados resguardos de la plaza de Lé-
rida, cuyos muros visitó, removiendo á su gobernador el
aborrecido Henriod , molestado de gota y de inveterados
achaques, y poniendo en su lugar al citado Lamarque.


Pasó en seguida Suchet con su ejército á Reus, Valls y
Tarragona, en cuyo punto mandó preparar hornillos para
volar las fortificaciones en caso de que se aproximasen los
aliados, encargando la ejecucion á la diligencia y buen tino
del general Bertoletti. Hecho lo cual trasladóse á Villafran-
ca del Panadés , tierra feraz y pingüe, de donde sin ale-
jarse mucho de Tarragona dáhase la mano con Barcelona y
el general Decaen.


Por su parte los españoles moviéronse también: Copons
para incomodar el flanco derecho de Suchet y cortarle los
víveres: lord Bentinck y la expedicion anglo-siciliana con
la división de Whittingham y el 5" ejército bajo del duque


Suchel se retira
mas allá


de 'I'urruguna.


Le incomodan
y avanzan


los españoles.




Estarlo el"
Al'agnn.


ConfriJlllCi(lllc".
([IIP P(lg'Ú.


del PnrqlH' aV:11Iz:l1ll10 ni Ehro y l'rIlz:illdo!l' pnr 1111 p1H'lIfr
volante que echaron en Amposra , prrdl'gidos en sus ma-
niobras por la marina iliglr~a, Tampoco omitieron destarar
al paslJ gente que ciñese la plaza (]l' Tortosa , empezando
á embestir ya el ]\) de julio la 11p Tarragonn. Sigllió ocn-
pando PI 2" ejército el reino ll/' Valencia y bloqueó los plin-
tos en que había quedado gllarniri0l1 pnemiga, excepto la
divisiou de Sarslield , que no tardó PIl pas:lr :\ Cataluña.


Aquí los dejarémos por ahora á 1lI10S y Ú otros , querieu-
do echar una ojeada sobre el estado de estas provincias 1'1'
cien evacuadas. En Aragou habíase mantenido viva In llama
del patriotismo , espccialmcute eu ciertas comarcas, bien
que yaciesen los ánimos caidos y amortíguados por l'1 yu-
go que de continuo pcsaha sobre pilos. Invariables los na-
tundes en sus peusamieutos , uvudahau debajo de mano, si
no podian ÜP público, la hucna causa, y elevaban siempre
al ciclo fervorosas oraciones por el triunfo JI' ella, despues
de servirla á la manera que les era lícito; y en Zaragoza
uo se limitaban á rllCelTar eu sus pechos la tristeza y due-
lo, sino que aun vestían luto ('11 lo interior de las casas ell
los dias y anuales de calamidades y desdichas públicas.


Hiciéronse allí sentir mucho las cargas y exacciones, so-
bre todo en un principio, que fueron pe¡;adas y sin cuento,
NIas llevaderas parecieron al elle:lrg:ll'se Snchet del mando.
no porque se aminoraseu eu realirlad , sino por 1'1 órden
y mayor justicia qlW adoptó aquel mariscal en el repar-
timiento. Entraron en las arcas de los recibidores g(~llf'rnles
franceses de Aragon desde 1810 hasta la evacuaciou en 181?í
grnesas sumas , no incluycndose en ellas lo I'xigido PII 18m).
ni el valor de 13s raciones ni otras derramas de cnantía
echadas por lns jd'e¡; V por varios suhalteruns. Y si :í esto
se ngrega lo que por sn lado cohrnrou los espaflo!ps. ealcu-
larse ha fácilllll'illl' !;¡ ¡lil¡('lÍl' '1u,' ;e:disiíZ<I \ragilli, :qlnm-




tando lrt'.:, y cuatro \'1".'1"; \lIa~ di' III qn l' ;wosllllllbraba en
tiempos ordinarios cuando la l'iqlleza y los productos, sien-
do muy superiores, lavoreciau tauihieu el pago de los im-
IHH~stoS.


Lo mismo aconteció en Valencia ,ascendiendo la suma
de los grav:ímelleS Ú caulid:!dl's cuya realización hubiera
antes parecido del todo incrcih:c. En 1812, primer año de
la ocnpaciou francesa, impusieron los invasores á aquel
reino una eontrihucion extraordinaria de guerra de * 200
millones de reales, cuya lllilad Ó lilas se cobró en dinero,
y la otra en granos, ganado , paüos y otras materias nece-
sarias al consumo del ('j¡"rcilo enemigo. Al comenzar el
segundo aüo , esto es) 1'1 de 18171, convocó Suchel una
junta compuesta de los principales empleados civiles y mi-
litares, de individuos del corncrcio , y de un diputado por
cada distrito de recaudacion de los catorce en que hahin
dividido aquel reino. Debatiese en ella el modo y forma de
llenar las atenciones del ejército francés en el afio entrante,
procurando fuesen puntualmente satisfechas aquellas, y
distribuidas las cargas eut re los pueblos con equidad. Fi-
jóse la suma en 70 uiilluncs de reales. Dificultoso es con-
cebir cómo pudieron aprontarse ; explicándose solo con la
presencia de 1111 conquistador inflexihle p~lra recaudar los
trihutos , corno pronto tarnhien á mantener igualdad y
justicia en I~I repartimiento y cohrauzn , 110 menos que á
reprimir los desmanes de la tropa, conservando en las lilas
orden y disciplina muy rigurosa. Objetos diversos que hizo
resolucion de alcanzar en Sil gohierno el mariscal Suchet,
y que en cierta manera logró: mereciendo po!' lo mismo
su nombre loor muy cumplido. Así fné que Valencia
formaba contraste notable con lo .lemas 1\1'1 reino, en don-
de no se descuhria ni Ir:'dlc!J ui laslro al{ClIllo de hicnestar
ni de prosperidad : al pasu que allí. S\~gi!I'OS los hahitautes,


Estado
tic Yale,llciíl,


Cu.ltrihucíuues
que


tamhi-u pOlgÚ.
(" Al'. u ....)




aunque sohrecargados de impuestos, de tllJ{' no se les ar-
rancaria violentamente ni por rnvro antejo el fruto de su
sudor y afanes, entregáhanse tranquilamente al trahajo , y
recogian de él abundante esquilmo en provecho suyo y de
los dominadores. Que en los pueblos de la Europa moder-
na reposo interior y disfrute pacífico y libre de la propie-
dad é industria son ansiados bienes, y bienes mas necesa-
rios para la vida y acrecentamiento de las naciones cultas
que las mismas instituciones políticas, que mal interpre
tadas son origen á veces ó pretexto de bullicios y atrope-
llamientos, antes que prenda cierta de estabilidad, y que
supremo amparo y privilegiada caucion de cosas y perso-
nas.


Bella, artes. Tampoco las bellas artes tuvieron que deplorar por acá
las pérdidas que en otros lugares; y si desaparecieron en
Zaragoza algunos cuadros de Claudio Coello, del Giiercino
y del Ticiano, no en Valencia, en donde cási se conserva-
ron intactos los que adornaban sus iglesias yconventos; pro-
ducciones célebres de pintores hijos de aquella provincia,
como lo son entre otros y descuellan los Juanes , los
Ilibaltas y el Españoleto.




RESUMEN
HEL


LI BRO VIGÉSI 'LUO T RI:H~ EIU).


NOMBllA Napoleon á Soult su lugar-teniente en España. - 1\ledHlas
que torna Soult. -l)roc!ama que da.- Sitian los ingleses :i San Sebas-
tiau. - Asalto infructuoso. - Intentos de Soult. - Estancias de los
ejércitos. -- Se estrecha de nuevo á San Sebastiano - La asaltan los
aliados. - La entran á viva fuerza. -- Se incendia y la saquean los
anglo-portugueses. - 4° ejército español.- Dónde se acantona.-
Accion de San l'larcial. - Victoria que consiguen los espaitoles.-
Atacan los aliados el castillo de San Sehastian. - Se rinde. - Estado
de Cataluña. - Reencuentro en San Sadurní. - Socorren y vuelan los
Iranccses á Tarragona. - Sarsfield. - 3'" ejército en el Ebro. - Reen-
cuentro qlle tiene. - Pasa á Navarra. -- Bcntinck en Villafranca. --
Pelea en Ordal. -- Sucesos posteriores. - Estado de los negocios en
Alemania. - Armisticio de Plesswitz. - Rómpese. - Únese el Aus-
tria á los aliados. - Las Córtes y su rumbo. - Discusion sobre tras-
ladarsc á Madrid. - Se dilata la traslacion. - Otros debates sobre la
materia. - El diputado Antillou. - Varias medidas útiles de las CÓI'-
tes. - Resoluciones de las mismas en Hacienda. --- El diputado Por-
col. - Nombran las Córtes la diputacion permanente. - Cierran las
Cúrtes extraordinarias sus sesiones ..1 ti, .1 .. setiembre. -- LOl liebre
TO~r. IV. I ~




amarilla en Cádiz. - Vuélvense á abrir el 16 las Córtes extraordina-
rias. - l\Iotivo de ello la liebre amarilla. - Acalorados debates.-
Ciérranse de nuevo el 20 las Córtes extraordinarias. - Su legitimi-
dad. - Su forma y rara cornpnsicion. - SIIS faltas. - Constiniyense y
abren sus sesiones eu Cádiz las Córtes ordinarias. - Se trasladan á la
Isla de Leon.- Su composicion al principio. - Lo que hubo en las elec-
cienes. _ ..Estado de los partidos en las nuevas Cortes, - Diputados
que se distinguen en ellas. - Antilloa y sus riesgos, -l\Iartinez de la
Rosa. - Primeros trabajos de estas Córtes. - Contienda sobre el man-
do de lord Welhugtou. - Nada se resuelve. - Trasládanse las Cortes
y el Gobierno de la Isla á l\Iadrid. - Estado de- la Guerra. - Ejército
aliado en el Bidasoa. - Ejército del mariscal Soult. - Se dispone We·
llington al paso del Bidasna. - Verifícalo. -Se distingue el~o ejér-
cito español. - También el de reserva de Andalucía. - Pisan los alia-
dos el territorio francés. - Providencias de Wellington. - Bloqueo
de Pamplona. - Se rinde la plaza á los españoles, - Exacciones y pér-
didas de Navarra y provincias Yascongndas. - Siiuaciou de Soult en el
Nivelle. - Proyecto de Welliugtou. - Lord Wellington en Saint-Pé.-
Cura de este pueblo. - Venida del duque de Angulema. - Wellington
en San Juan de Luz: su línea. - Disciplina y estado del ejército anglo-
hispano-portugués. - Vuelven á España casi todo el 4° ejército y el
de reserva de Andalucía. - I1Iovimieutos y combates en ell'live.- Es-
tancias de los respectivos ejércitos. -- El general Harispe. - Sucesos
en Cataluí'ía. -'Valencia. -llindense á los españoles Morella y Deuia.
-Sucesos en Alemania y norte de Europa.




HISTORIA
OEL


I.. IERO VIG}~SlllIO 1'.~R(JERO..


EN medio de los graves cuidados que rodeaban á Napo- Nombrn
1 Al . I i' '1 N'lJltlJ¡'on;¡eou en emama y ( emas partes e norte, no poma e en S,,"IJ
t "1 I d E - E " I . I ] . j 811 lugnl'·t.'nicnlno VILo as cosas e sspana. < nOJo e a o sumo o acaecn (\ en España.


en Vitoria; y como achacase á impericia de José y del ma-
riscal Jourdan tamaña desgracia, separólos del mando,
nombrando por sucesor de ambos al mariscal Soult hajo
el título de lugar-teniente del emperador en España: df'-
terminacion que tomó en Dresde por decreto de 10 de
julio.


Posesionóse del nuevo cargo aquel mariscal el 12 del Nh'oliola,
que mma Súnlt.


propio mes en San Juan de Pié de Puerto, y refundió en
uno solo los diversos ejércitos que antes se apellidaran del
norte, Portugal, mediodía y centro, denominando al for-
mado ahora ejército de España, y distribuyéndole NI 9 di-




':!\I:!


visioues repartidas ('11 :-1 ¡!ralldl';; trozos, a saher : (,1 dI' h
dr-rr-cha :'1 las (¡rdpJIt·s del ('(Jlul¡, dI' lu-ille , pi dl'l 1'1'1111'0 :1
la;; dpl condp d 'ErlOIl, y 1'1 dt' la Izqllil'rda á la;; dl'l gelll'
{'al Clausel. COmpIlH) adenias 11l1a reserva que !!OllPl'll:lha 1'1
,ZpllI'ra! Villatte , junto 1'011 't divisiones dl~ cahalleria \)1',,:1
da conducidas por los gl'llerah's Tilly y Tn'illard. y olra
Ij;.:na dI' la misma arma ({UI' f('gl:l 1'1 1,(l'1ll' raI Soul}. 111'1'-
IflallO del mariscal


.\( l'ncargar;;(' f'"Ie del ruando 1'11 .il'f(' dió :1 1;", lropa;;
nna proclarna , en CIlVO tenor, al paso que ('flHlprnrnl'!ia 1:1
rama y huenuomhre dI' SU" antccesores , 'lIo"Il'ah:1 ahrig:!r
I'U "11 pechn csperuuzas harto lisonjeras sohrl' la 1';tlllp:II';a
Iflll' Iba ;, ernprenrl erse. "Culpa es de otros (deci:J) (" 1',-


lado actual di'll'irl'lfo: ;;i'a !-doria nuestra el mejorarle.
, .- 111' dado parle al Ilrtlllf'r:lIlor dr vuestro vnlor v dI'


vuestro crlo.·- Son SIIS l'trdplH''' echar al Plwmigo dI'
esas cnmhrus , desde dornle atalaya nuestro- f{'r! ¡ll'S va-
111's, v forzarle a I'l'pasar el Ehro ...- l'Iantarérnos 1'11 hre


)' \ (' nuestras tiendas ('11 tierra cspaüoln , y de ella sae'ln',-
mus los recursos que IIOS s('afl necesarios. - Fl'cill'rnns


" 1'11 Vitoria nuestros primeros lrinnlos , y el'lpllrl'TllOS allí
" PI dia del cumpleaüns del l'IUPI'I':u\cr. "NI! eOfrl'slHHI-
dielldp los hechos á confianza tnn sO!lra,l a y ('Ie~a. convir·
111\"1' ('st.a proclama 1'11 simple dl'sl'apMizadl'l'o di' plllnposas
palabras.


El (lía mismo en que tOIllÓ 1'1 mando 1'\ nl:lrls('a! Soult
partipron dI' San Juan dI' Pit', d(' l'urrt o (~l n'Y Jos(' v el
muriscal Jourdnn , ('stt' para In interior dI' Frunr.ia , ;¡qlll'i
para Saint-Esprit, arrabal dr lluvona , al otro ludo d('1
Adonr. Terminó Joséasi v dI' un modo tan pow airoso Sil
Imnsitorio reinado. ¡Ir:lIluando con razon di' ofPlIsa 1,1 qm
¡" d('sposl'yrra dt~! trono hasta su propio hermano IpilPII
Slll 11'11:'" ('i/l'nl:' 1'011 SlI D"rSO!!a !¡;lh,a l'Olll'Pl'ldll ;'1 Sonll h




lugar-LeneHCI'\ de Espaua , Ú 11011I1)1'1' solo y el! representa-
cion tic la coroua dl' Francia.


tjuel'icntlo pues el nuevo general dar prin(~ipio al plan
anunciado eu su prnclarua , hizo resolucion de socorrer
desde luego á Pamplona y San Sebastian , asediadas ya,
animándole tamhieu :í ello el malogro de las primeras ten
tativas de los aliados contra la última de dichas plazas, CII-
yo cerco empezaremos á narrar.


Asiéntas« San Sehastian , ciudad de 15000 habitantes, ~lll""
lo,


cun puerto de reducida concha y 110 muy hondahle , en " ~1'iJ
una especie de peuiusula al pié de un monte eutre dos
brazos de mar, desaguando en el que está mas al cierzo, el
Uruuiea , rio de caudal no abundoso. Comunica COH tierra
la plaza solo por HU istmo. representándose á primera vis-
ta, yendo de lo iuterior , como muy robusta. HO teniendo
otro camino para llegar á ella sino el del referido isuuo ,
amparado del hornabeque de San Cárlos y del recinto prin
eipal , doruiuados y defendidos ambos por el castillo \k
Santa Cruz de la Mota , puesto en lo alto del 1IJ0nte en
(lue se respalda la ciudad. Mas su flaqueza descúhrese en
breve ; pues sí la resguardan por tierra convenientes obras
provistas de doble recinto, contraescarpa y camino cuhier-
to, no así tld lado tle la Zurriola y el Lruruea ; fiado quizá
quien trazó allí el ll111rO eu las aguas que pUl' el pié le ha-
uan , sin echar de ver los puntos que quedan vadeables y
:lUU en seco á baja mar, con el padrastro adenias de ciertas
dunas Ü méganos llue corren lo largo de la margen del rio
V sojuzgau la linea. Defecto d\~ (4IH~ ya se aprovechó en 171H
ei mariscal de Berwick para rendir la plaza, y en que no
"e habia puesto remedio, :í pesar de ir transcurrido desde
entonces cási un siglo.


Habían aumentado los franceses la guaruicion de Sau
~eLastj;!11 hasta el nurueru LÍe U110S 4íJOO hombres bajo del




general Rey, militar de concepto: y si hieu los espailOles
bloquearon en un principio la plaza, solo formalizaron el
sitio los anglo-portugueses, segun se apuntó en otro libro,
á las órdenes siempre de sir Tomas Graham , quien resol-
vió encaminar el ataque contra el lado descubierto y débil
de la Zurriola.


Plantaron al efecto los aliados fuertes baterías en las
alturas á la derecha del Urumea , anhelando abrir brecha
entre el cubo de los Hornos y el de Arnezqueta , situados
en el lienzo de muralla frontero. llirigieronlos dernas
fuegos contra el castillo y hornabeque de San Cárlos , ade-
lantando por la lengua ó istmo otros trabajos.


En él y á su entrada levantáhase :i setecientas ú ocho-
cientas varas de la plaza el convento de San Bartolorné,
(leI cual quisieron apoderarse los aliados, juzgáudolo paso
conveniente y previo a! acometimiento de las otras obras
y del recinto principal.


Comenzó el ataque en la noche del ¡¡:i al 14, tirando los
ingleses hasta con bala roja. Destruyóse el convento, mas
los sitiadores todavía no le entraron, permaneciendo en
las ruinas los contrarios y sosteniéndose vigorosamente: de
lo que enojados los ingleses cargaron á la bayoneta, aca-
bando por apoderarse el dia 17 de aquellos escombros,
despues de quedar tendidos 250 de los deleusores. Avau-
zaron de resultas los alia.ios , pero no mucho, detenidos
hasta el 20 por un reducto circular qlle en el istmo babia.


\"l!to En vano Graharn intimó al dia siguiente la rendiciou á la
irlicLw'",o,


plaza, pues ni siquiera admitió al parlamento el goberua-
dor Rey: H!<' .ivo por el cual decidieron los ingleses dar el
asalto, juzgalJdo ya practicable la brecha aportillada entre
los dos cubos. Electuóse la embl'stida al amanecer del 2.)
lormaudo la columna de ataque la brigada del mayor gelle-
ral Hay, que tenia en reserva otras bajo el mando todas del




mayor general Oswald. Pt~l'tI matugl'use la tentativa a pe
sal' del brio y esfuerzos de los aliados, ya por estar toda-
vía intactos los dernas fuegos dl~ la plaza que abrasarou a
los acometedores, ya por la distancia considerable que
mediaba entre I:Js trincheras y la brecha, y ser aquel tráu-
sito de piso muy pedregoso, 111'110 de plantas marinas y
aguazales.


Acercóse poco después Welliugton á San Sehastiau vi·-
uieudo de Lesaca , en donde ahora tenia sus cuarteles, ~.
trataba ya de repetir d asalto, cuando sabedor de ciertos
movimientos de :"'oult, suspeudiólo , y aun dispuso conver-
tir en bloqueo el sitio, embareaudo la artillería en Pasa-
jes, sin desamparar por eSIl las trincheras y algunos tra-
bajos.


No eran en realidad engañosos los avisos que recibió
Wellingtou, porque entonces dio Soult la señal de abrir
su proyectada campaüa. Socorrer á Pamplona y San Se-
hastían dehian ser los estrenos de ella, empezando por
acudir á la primera, pudiendo la otra alcanzar mas fácil-
mente auxilios COlJ la cercania y proporeion del mar.


Poniau á lord Wellington en apurado estrecho los inteu-
tos del mariscal Soult , incierto todavía de cuáles fuesen.
Porque teniendo que atender á dos puntos bloqueados, dis
taute uno tic otro dieciséis leguas, y que cubrir muchos
pasos eu país montaüoso , ú veces iuaccesible , ti falto de
comunicaciones laterales, arduo se hacia salir airoso de
tamaña empresa, importando por una parle no dejar inde-
Ienso uingun paraje, y siendo arriesgado por otra debilitar-
se, subdividiendo su fuerza en sazou que el enemigo era
dueüo de escoger el punto de ataque y de acometerle con
golpe de gente muy superior y mas respetable.


De antemano se hahia preparado Soult para meterse de
IIUC\'O eu Espaúa , recogicudo en San Juan de í'ié de l'uer-


ln ltn lu- di'
~olllt


E~lan('lil~
de Ill~ d"'l'cit¡




~96
to gran COpia de viveres y muchos pertrechos. Acampahau
ambos ejércitos en las respectivas fronteras sobre cumbres
distantes entre sí medio tiro de cañon , aproximándose las
centinelas ü puestos avanzados hasta unas ciento y cin-
cuenta varas. Los franceses alegres y joviales segun su na-
tural condiciou , y mas gozosos por estar en su tierra: los
ingleses al contrario taciturnos y con pensativo y serio ade-
man , si bien satisfechos, complacido su nacional orgullo
con poder amenazar de cerca ú la Francia, Sil ;lIItigua y
poderosa rival.


Tenían los aliados las siguientes estancias; la brigada
del general Bying y la divisiou de don Pablo l\lorillo ocu-
paban la derecha, cubriendo el puerto de Iíoncesvalles.
Las sostenía apostado ('[1 Viscarret sir Lowry Cole con la
4" division hri tanica , Iormando la reserva la 5' del cargo
de sir Tomas Piclon , que se alojaba eu Olague. Exten-
diase por el valle de Baztau ü las ordenes del general llill
parle de la 2" división inglesa y la portuguesa del conde
de Arnarante , destacada solo la hrigada de Carnpbell en
losAlduides. La división ligera y 7" acantonáhanse en la
altura de Santa Bárhara , villa de Vera y puerto de Echalar,
y se daban la mano COII los que gua1'llecian el Baztan. Ser-
via de reserva a estas tropas 1'11 SantisLehan la 6" divisiou
inglesa, Don Francisco Longa COI] la suya mantenía las co-
municacioues entre esta izquierda de los aliados y las divi-
siones del 4" ejército español alojarlas :í orillas del Bidasoa
y en los pueblos de Guipúzcoa.


Llevaba Soult 1:J mira de acometer á un tiempo por !tOH-
cesvalles y por pi puerto d" Maya, término del valle de
Baztau , reuniendo panl ello en San Juan de Pié de Puerto
el ::24 dI' julio SIlS alas derecha é izquierda con una divi-
sien del centro y 2 de cahalleria, llirigia Soult en per¡;ona
el urovirnieuto del lado di' ltuncesvalles con UIJOS 55000




hombres. al paso LJUI' eJld)l~sI,Ja cou 13000 por ~laya Urouet,
conde d'Erlou. Sr' trabé la refriega el 2.') en la manaua ha-
cia las entradas de ltuucesvalles , cuya posición mantuvo
vigorosamente el general Bying apoyado por sir Lowry
Cole , hasta que en la tarde yendo á ser envuelta la posi-
cion sr~ replegaron ambos á Lizoain y cercanías de Zubiri.
Defendió entonces largo rato y con brio el edificio de la
táhriea de rnuuicioues de Orbaizeta el regimiento de Leon,
que capitaneaba el teniente coronel Aguier. Tambien por
Sil parte empezó Drouet á maniobrar en el mismo dia des-
de temprano por el puerto de Maya , queriendo habérselas
especialmente con la division del conde de Amarante colo-
cada á la derecha. En un principio limitóse todo á solo ama-
gos, recogiendo en seguida Drouet su fuerza en una mon-
taüa detrás de un paso angosto. de donde intentando un
súbito y rápido avance, viose favorecido de la suerte, por-
que soüolientos cou el calor del día dos centinelas lHleE-
tal' en UlI alto, dunniérouse y pudieron los franceses acer-
curse sin SI'I' sentidus , yaun desalojar de Sil posiciou a los
aliados mal de :011 grado. Iíecohráronla estos después ayu-
dados de la brigada del mayor general Barnes , y huhié-
ranla conservado, si noticioso Hill de lo ocurrido en llon-
cesvalles, IlO hubiese dado órdeu de que se replegasen todos
á Irurita. Pelearon los aliados el! este día por espacio de
siete horas perdiendo Ji, caüoues y 600 hombres. Welliug-
ton en camino de San Sehastiau ignoró hasta la noche lo
que por el dia habia pasado.


Permanecieron 'l uedos los franceses el 26 en el puerto
de Maya. No sucedió así por el oLro puuto , adelantándose
ti dar nuevo ataLJIH' en la tarde del mismo dia. Se hallaban
los aliados prevenidos y mas fuer Les , habiendo avanzado
el geueral Pictou a sostener Ú los Ik Lizoaiu: y juntos to-
dus replegánlllsl' escaramuzando á HU puesto ventajoso,




:hJíS
eu doude se IlJ,HJ tuvrerou Iirrues y Iormudos en hataHa
hasta después de cerrada la noche. CO/l tinuaron el 27 1'1'-
tirándose en busca de un sitio tlHIS acomodado para cubrir
el bloqueo de Pamploua , apostando á este propósito su
derecha enfrente de Huarte , y su izquierda en los cerros
que hacen cara al pueblo de Villaba , descausando parte
(inclusos los regimientos españoles del Príncipe y I'rávia)
en un viso que resguarda el camino de Zubiri y Iionces-
valles, y parte en una ernnta detrás de Sorauren via de
Ostiz. Coloeárouse cerca de respeto la divisioll (k don Pa-
hlo Morillo y el conde del Ahisbal con todo su ejército de
Audalucía , excepto 2000 hombres que continuaron en el
bloqueo de Pamplona, quedando la caballería britáuiea del
uiaudo de sir Stapleton CoLLon a la derecha sobre Huarte,
úuico descampado en que le era dable evolucionar.


Supieron en el ínterin los Irauceses de la plaza que se
aproximaba Soult , y contentos y fuera de sí prorumpierou
en graudes demostraciones de .i úhilo , é hicieron alguuu
salida. Unido ALisbal al ejército aliado de operaeinnes , di-
rigía el bloqueo don Carlos de Espaüa , estando á sus
órdenes don José Aimerich con los .:lOOO hombres del e.i('~r­
cito lb Audaluc!a que quedaron allí. Los franceses acorue
tieron al último jefe, le desordenaron y aun le cogieron
callones; y mas uaüos se seguirian , si sereno y reportado
Espaüa en aquella ocasion, lIO hubiese por su parte recha-
zado á los sitiados y arriucouádolos contra los muros,


El .:l7 llegó lord Wellington á las estancias en qlW Picton
y Cele se habiau situado aquel dia, casi á tiempo que Soult
teniendo á sus inmediatas ordenes <Í los generales Heille y
Clausel empezaba á formar su geute en una montana que se
dilata desde Ostiz hasta Zubiri. Aquí y eu otros puntos
vecinos colocó dicho mariscal un cuerpo numeroso Ul' eaha-
Hería; destacaudo por la tarde una columna para apode-




rarse de una eminencia erupiuada , a la derecha de la divi-
siou del general Cole. Ocupáhala lItl regimiento portugués
v el español de Právia que tenia por coronel al bizarro don
Francisco lHoreua , defendiendo ambos el puesto gallarda-
mente y á la bayoneta. HeforzolosWeliiugton por ser
importante la couservaciou de aquel sitio, enviando el 40
inglés y el del Priucipe también español que mandaba Sil
heuernerito teniente coronel don Javier Llamas; con lo que
allí se le frustró a Soult su intento, si bien se apoderó de
Sorauren eu el canuuo de Ostiz , sustentando un fuego
vivo de fusilería todo lo largo de la línea hasta boca de no-
che.


Amaneció d ~~, día que fuera de mayor empeño. Tem-
prano en la mañana incorporóse á los de Wellingtou la ti!
vision del gelwral Pack , que destinaron á ocupar las altu-
ras del valle de Lauz á retaguardia de Coleo Apellas la
divisó el mariscal Soult, atacóla con superiores fuerzas vi-
niendo de Sorauren ; pero vióse repelido y privado de IIlU-
cha geute. Insistió no obstante el francés en enseñorearse
de una ermita cercana, y si bien en un principio veucin,
sucedióle al lin corno antes, teniendo que echarse atrás.
Encendiese entonces la batalla por todas las cimas, logran-
do los franceses solo ventajas del lado en que se alojaba la
bl'lgacla de la oJo' divisiou hritáuica tIue mandaba el general
iloss, á punto de colocarse en la misma linea de los aliados.
El! breve acudio \VeHington al remedio, y recuperó lo
perdido. líechazado el mariscal Soult en todos los lugares,
ernpezo á perder la esperanza de auxiliar á Pamplona, y
para aligerar su hueste, en caso de retirada, envió (;aI10-
Hes, heridos y mucho bagaje camino de San Juan de i.'ié
,JI.' Puerto.
~~i 11110 ni otro ejército se movió el 29, eu acecho cada


cual dt' las ruuuiobras de su coutrario. Tuvo orden el geul'




300
ral Hill de aproximarse a donde estaba Welliugtou , mur-
chando sobre Lizaso: Jo mismo I)<Jlilollsie, con la diferen-
cia este de tener que extenderse hasta ñlarcalain para
afianzar las comunicacioues del ejército, que se puso así
todo él en inmediato contacto. Igual caso sucedió <JI de
los franceses, arrimándose al cuerpo principal el general
Drouet en seguimiento y observaciou de sir R. Ilill.


Alerta Soult no quiso desaprovechar la ocasion , y ya
que se le hahia malogra Jo lo de Pamplona discurrió auxt-
liar á San Sebastian , y sacó <JI propósito tropas de su iz-
quierda para eurobustecer su derecha, tratando de abrirse
paso por el camino de Tolosa, abrazando y ciñendo
la izquierda de los aliados, Advirtió lord Wellington esta
maniobra al alborear del 50 , Y descubriendo la inteuciou
que el enemigo llevaba, determinó atacar á los franceses
en sus puestos, mirados como muy fuertes. Eu cousecueu-
cia ordenó á lord Dalhousie envolver la derecha enemiga,
encaramándose á la cresta de la montaña que tenia delante
y otro tanto mandó respecto de la izquierda á sir Tomas
Picton debiendo dirigirse camino de Iíoncesvalles, Efectua-
dos estos movimientos por los llancas arremetio WeJliug-
ton por el frente, y con tal acierto y vigor, que los franceses
retiráronse y abandonaron unas estancias t¡lle ellos mismos
conceptuaban de dificilísimo acceso.


rtlientras tanto no quedaron tampoco parados el gelleral
Drouet y sir H. HiJI. FIJé aquel quien primero atacó, con-
siguiendo por medio de un rodeo envolver la izquierda de!
último , y obligarle á retroceder hasta colocarse en UIlOS
eeHOS cerca de Eguarás, en los que firme el inglés repelió
cuantas arremetidas intentó su contrario para desalojarlc,
y deseurharnzado ya entonces \Vellingtou tlcl mariscal
Soult , sirvió de mucho á Hill, hallaudose Ú puesta de sol
en Olague á retaguardia de Drouet , quien sabedor de ello




:)01
escahullose diestramente durante la noche por el paso de
Donarnaria , dejando '2 divisiones ql1f' cubriesen la retirada
llvforzndo Hill fué tras ellos y logró aventarlos.


:\1 propio tiempo se movió lord Wcllington vía de Vela-
tt~ sobre Irurita , inclinándose á Donarnaria con la dicha el
~eller:11 Bying de coger en Elizonrlo un convoy de rnuni-
crones de boca y gnerra. Contim'u1se el perseguimiento el
dia l° de agosto por los valles del Bidasoa y del Baztan
posesionándose los anglo-portugueses drl punto de Maya,
y de modo que al cerrar de la tarde hallábanse restablecí-
das las divisiones aliadas cási en el mismo campo en donde
habian empezado las operaciones 8 días antes.


También el enemigo tornó apisar la tierra de Francia,
drjando solo 2 divisiones en el puerto de Echalar , á las
que desalojó Wellington por medio de una combinada ma-
niobra de las divisiones 4", 7" Y ligera, que sucedió bien
y completamente.


Aunque lejana la fuerza principal del 4° ejército espa-
ñnl del teatro de estos combates, no por eso permaneció
ociosa. Supo su g~neral don Pedro Agustin Jiron al ama-
necer del 1n lo acaecido el! Pamplona, y previendo que
alguna columna enemiga se replegaría por Santisteban, pl'r-
mitió inquietarla á don Francisco Longa que se lo propuso,
mandando además á don Pedro de la Bárcena ocupar con
la 1" brigada de su división los puntos de Vera y Lesaca.
Sohrcaviso Lonaa y noticioso de que los enemigos iban de
retirada, adelantó 5 compañías al puente de Yanci , que si
bien ciaron en un principio, volvieron en sí acudiendo Hár-
ceua , y disputaron juntos el paso á los franceses, durante
cinco horas, el dia 1() de agosto. Obligados los enemigos á
rehacerse , lomaron nuevas precauciones para vencer tan
inesperada resistencia, pero gastando en ello mucho tiern-
PI). dieron lugar :i 11111' despaeio y ordenadamente sr reple-




~L: c~lr(l,f'!J~l
jt'. 1111l'\,ll ¡i :-;"m
~(·h;IMiiln.


J.'l n,rl II an !II~
al i:ldo~


ga~en los nuestros rrlugiimdose "11 las alturas. ni'f~ntuel1trn
Iué rste glorioso y CIue mereció alabanzas dI' lord Wellina-
ton. Ascf~ndió la pérdida de! ejército aliado en tan diversos
combates y peleas á 6000 hombres entre muertos, heridos
y extraviados. Pasó de 8000 la de los franceses.


Capacidad y consumada pericia desplegaron lord W('-
Ilington y el mariscal Soult en aquellas jornadas. qur mala-·
mente llamaron algunos hatalla de los Pirineos. Fueron por
ambos lados muy acertadas y bien entendidas las marchas
y movimientos, y;: perpendiculares, ya en direccion paralela
que cada cual imaginó ó se vió obligado á practicar, gra-
duándose esta de parte muy importante y difícil en el arte
de la guerra, si bien adecuada para qu(' rl hombre de pro-
fundo ingenio desdohle sus facultades empleadas á la vez
en percibir muchos objetos y en abrazar número grande de
combinaciones: sobre todo siendo como aquí el campo de
la lid un país quebrado y montuoso, lleno de rlesfiladeros,
tropiezos , tornos y revueltas , en donde no rs muy hacr-
drro al genrral en jefe ohrar rlesernharazadamente y con
voluntad exclusiva y pronta.


Pensaron ahora los aliados en apretar más y más ~'I sitio
de San Sebastiano Suspendido este en julio emprendiese de
nuevo el SH de agosto haciendo propósito los ingleses de
franquear más las brechas anteriores y abrir otra en el ~e­
mi-baluarte de Santiago á la izquierda del frente principal.
Para ello aumentaron haterías en pj 1811no y tarnhicn al
otro lado del Urumea. [gualmente desembarcaron fuerzas
en la isla de Santa Clara, roca erguida á la boca del puer-
to, y la tornaron, romo asimismo á UTlOS ?lO soldados qne
la guardaban,


Ap:lfeciendo ya entonces buenas y practicables las hre-
chal', dispúsose to-lo P:1I':1 dar el asalto el 51 di' agosto,
Las uncl' de !a mañana eran v hora d.. la haia marea cuan-




;)()5


do salieron dr~ las trincheras las columnas de ataque. Fue
este impetuoso, rccihiéntlole los enemigos serena y briosa-


mente. Eal'ga y I'e{[ú{" COllt¡(~{l((,1 se tra66 con visos ya ((e
rn;¡!ograrsr para los aliados, si á dicha no se hubiese pren-
dido fuego á un acopio de materias combustibles almace-
nadascerca de la brecha, causando tal estampido y returnho,
que se sobrecogieron los enemigos y espantaron, aprove-
rháudnse (le elto los anglo-portugueses para apoderarse de
la cortina y meterse dentro de la ciudad. Itetiráronse aprie- La <'lIlrolll


:i viva 111I'17'l.
-a los franceses y se refugiaron en el castillo, cogiendo
¡loS aliados unos 700 prisioneros. Tuvieron los sitiadores
mas de 500 muertos y sobre 1500 heridos: contóse entre
los primeros al ilustre ingeniero sir Ricardo Fletcher, prin-
cipal trazador de las líneas de Torres-Vedras. Con la lluvia
v el humo denso obscureciése la tarde del 31 : por el con-
trario la noche que brillo clara y resplandeciente, si bien
con llamas lúgubres encendidas quizá ó al menos atizadas
por el vencedor desalumbrado y perdido.


11elancolízase y se estremece el ánimo solo al recordar Sr, lnc('",ii¡
I tI ", di '1 y la ''''1'''',1111,,··escena tan arnentab e y tragica, a que no ieron ocasion os anf\I"-i'''lill-


drsapercihidos y pacíficos habitantes, que alegres y albo- gllr,,·'.
rozados salieron al encuentro de los que miraban como li-
bertadores 1 recibiendo en recompensa amenazas, insultos
v malos tratos. 1\nunciaban tales principios lo que tenian
aquellos que esperar de los nuevos huéspedes. No tardaron
"11 experimentarlo comportándose en breve los aliados con
San Sebastian como si fuese ciudad enemiga, que desapia-
dado y ofendido conquistador condena 2 la destruccion y
al pillaje. Robos, violencia, muertes, horrores sin cuento
sucediéronse con presteza y atropelladamente. Ni la ancia-
nidad decrépita, ni la tierna infancia pudieron preservarse
di' la licencia y desenfreno de la soldadesca. que furiosa
\ill'Zaha:'l las hijas en el re~:IZ1l di' las madres, :l las madre"




en los brazos I1r los marulos , v á las mujer!'" todas por do
quiera. ¡Qué deshonra y atrocidad! ! Tras rila sobrevino al
anochecer el voraz iucendio : si casual, si puesto de inten-
to , ignorámoslo todavía. La ciudad entera ardió , solo líO
casas se habian destruido durante el sitio : ahora consu-
miéronse todas excepto !jO, de (jOO qlle antes San Sehas-
tian contaba. Caudales , mercadurias , papeles. ót,,¡ todo
pereció, y tambien los archivos del consulado v ayuntamien-
to, precioso depósito de exquisitas memorias y antigüeda-
des. 1\las de 1;iOO familias quedaron desvalidas. v 1I11Ichas
saliendo como sombras de enmedio de los escornhros , de-
jáhanse ver con semblantes pálidos v macilentos, desarro-
pado el cuerpo y martillado d corazon con tan repetidos
y dolorosos golpes. Huina y destrozo que 110 se creyera
obra de soldados de una nacion aliada, europea y culta.
sitio estrago y asolamiento dr enemigas y salvajes bandas
vellidas del África. Las autoridades españolas pusieron sus
clamores en el cielo, y el ayuntamiento y runchos vecinos
reunidos en la comunidad de Zuhietn elevaron :i lord 'Ve-
lIington enérgic3s y sentidas, aunque inútiles, represen-
taciones: lo mismo que a1 Gobierno suprpmo d(~ la nacion:
siendo dignas de inmortal memoria las actas de tres sesio-
nes que se celebraron en aquel sitio dirigidas {\ enjugar las
lágrimas de tantos infelices. y á poner algun remedio en
tales desdichas ~' á tan acerbos males. Pues no desmayados
ni abatidos los que allí acudieron, no solo emplearon sus
tareas en tan laudable y santo objeto, sino que quisieron
tamhien hacer que de NItre sus cenizus renaciese la ciudad.
á ejemplo dI' lo que practicaron sus mayores con el anti-
guo y arruina do pueblo dI' Oeaso en los siglos XlI y XV,
reinando don Sancho el Sabio de Navarra v los Ilrves Ca-
tólicos. lleedilieósr ahora San Sehastian en PO(~oS :lÜOS Ú
('xlH'nsas d.' los llIorndilrrs " :1 impulso dI' sus illfatiQahl!'~




Tü~I.)V.


esíuerzos , sigui¡"lIILISI' .'11 ~II coustrucciou una IIUI'va y 111'1'-
moscada traza, COII lo que volvi.i á levantarse aquella ciu-
dad mas galana, elegallte y bella.


Pensaron los franceses cu socorrer á San Sehastian desde
el momento PII que por agosto se renovó el asedio, inten-
tando verificarlo por donde estaba el ,rO ejército, que tenia
ya otro general en jefe en lugar di: don Francisco Javier
Castaños (qlle alHllpIe ausente continuaba antes siéndolo),
y destinado tarnhien á Cataluña el que hacia sus veces dou
Pedro Agustin Jiron, Sucedió á ambos don Manuel Freire,
que tomó posesinn el 9 de gesto en Oyarzun , quedándose
asimismo Jirou por acá al I'rPJJte del ejército de reserva de
Andalucía, rle resultas rle hahcr partido para Córdoba COII
licencia temporal el conde del Abisbal , aquejado d<' anti-
guas dolencias.


A la sazou situábase el 4° ejército en los parajes donde
antes, si bien mas avanzado hacia la 11'011Lera , hallándose la
i)a division en los campos de Sorueta y Enacoleta ; parte
de la ;)' en Sau l\Iarcial, y la 7.1 en lrun y Fuenterrahia.
Eran estos los puntos de la primera estancia. A retaguardia
formaban segunda línea (\ reserva detrás de la 3 a divisiou,
Ó sea derecha, la de rlou Francisco Louga y .2 brigadas de
la 4' division británica, que ocupó unas alturas al dies1ro
lado del monte de Aya, muy elevado, y como nudo que
enlaza las cordilleras de Cuipúzcoa y Navarra. Púsose en
l.esaca una brigada portuguesa, y por la izquierda y ú es-
paldas de 1mB permaneció la la division hritáuica del cargo
del mayor g!~llPral lloward y la brig3da del Ion! Ay!nwr.


Despunlaball ya la arreboles de la maüaua , cuando s(~
presentaron los enemigos el 31 df~ agosto con grandes fuer-
zas en los vados de Socoa y Saraburo pnra pasar con rapi-
dez el Bidasoa por el último, como lo verificaron arrollando
los puestos avanzados de los espaüoles , y posesionándose


:':0


t'jÓ'l'ifn c:-,
p:.1l1f)J


Ih\I)I},·
<';(' ilcalJ'(H]~~


\l"-¡: .n
dl.' ~:3U fTl;,r-:¡al




3M,


tfr la altura de Irachával , pUIlII) arbolado y pUl' lo tanto
propio para ocultar las columnas 11.. ataque y moverlas
encubiertamente. Intentáronlo así amagando por su dere-
cha á San Jlarcial, via del monte II(~ los Lobos, y procurando
por su izquierda apoderarse de la posicion importante de
Soruya , penetrando para ello en la caüada d(~ Ercuti. Aqui
malogróscles su propósito, rechazándolos completamente
el regimiento de voluntarios de Astnrias, el primero rle ti-
radores cántabros y algun otro que los ayurl». ñlas felices
en un principio hacia San 1\Tnrcial tambien cedieron al fin.
acudiendo el regimiento dr. Larerlo y nuevos rf'fuerzos; por
Jo qnr. tornaron escarmentados :JI punto de donde hahiau
partido.


Nuevos ataques , pem igualmente iníructuosos , repitió
..{ francés pnra apoderarse de Soroya ; con la desgracia no
obstante para nosotros ti.. que en una arremetida que dió
el regimiento de Asturias , cayó muerto su coronel don
Fernando }Iiranda, esforzudo mozo que lloraron muchos,
doliéndose todos de que desapareciese en flor tan preciosa
vida.


Temprano aun en la mañana echaron los euemigos al
amparo de la artillena , que tenían plantada ú la derecha
del Bidasoa en la altura qní' lleva el nombre de Luis XIV,
un puente volante junto al paraje llamado de las Nasas,
por el que habiendo atravesado aceleradamente sus colurn-
nas, trataron estas de penetrar hasta el puesto de San ñlar-
cial acometiendo el centro nuestro y parte de la derecha;
pero repelió/as con valor sumo hasta ~h'sgalgar á SIlS solda-
110s la falda abajo la l' hrigada dI' la :¡a division, á cuya
cabeza iba su comandante grllPral el intrépido cuanto des-
dichado don Juan Diaz Portier: habiendo tambien sostenirlo
la maniobra el segundo batallen de marina, que acudió al
sccorro desde la eminencia di' Portó




:)07
Atacar (~~tt~ punto y Inda la mlni¡'nl;l dl' los f'spai'lOles


ÚJI; la última tentativa qlle hicieron Jos enemigos en aque-
lla jornada. Guarneclaule priucipalrnente la :':' brigada de
la 5' división que regia don José llIaria EzpelPta, quien
recibió de firme y con serenidad ú uu sinnúmero de caza-
dores qlJe , apoyados eu 2 columnas de iuíauteria , le arre-
metieron vivamente. Aporlcrárous« sin embargo algunos de
Jos contrarios en el primer ímpetu de las barracas de un
camparueuto establecido en una de aquellas cimas ; mas
concurrieudo á tiernpo la 4" division , y cooperando no
menos la la de Porlier con el segundo batallon JI' marina á
las ordenes ahora todos de don Gabriel de Mendízábal , ar-
rollaron á los franceses, y los acosaron en tanto grado, que
expelidos en todos [os puntos y tamhien del de Portó, que
cerraba por allí la línea, comenzaron ú repasar el rio , lio:,-
ligados siempre por nuestras tropas. Distinguiéronse e·JI estl'
trance adernas de los ya expresados los regimientos de Gna-
dalajara , segundo de AstUl'ias y la Corona, yen la última
carga;; hatallones de voluntarios de Guipúzcoa que guiaha
don Juan Ugartemellllia. Tarnhieu brilló la segunda compa-
úía de artilleros ruauejada por don Juan Loriga.


Al propio tiempo que el enemigo se replegaba por el
pueute de las Nasas , aban clonó igualmente en nuestra de-
recha el monte de Irachával y cruzó PI Bidasoa por el vado
di~ Sarahuro 110 sin molestia, hinchándose ya el rio con la
lluvia que empezó á la tanle , y arreció después extraordi-
!Jariamente.


No dejaron tampoco los franceses de amenazar hacia los
vados superiores , y aun de atacar por el extremo de la de-
recha espaüola enfrente de donde Si' alojaba la !"l" brigada
portuguesa : en ayuda de la cual envió 'Vellington al gene·
rnl Inglis , quien reforzado ademas , y mejorado que hubo
de esta ncia colocándose PII las alturas Hcin:ls :í San Anlo-




uio , impuso respeto á Jos enemigos ohligáudolos á desistir
de su porfía.


Victoria Vencidos pues los franceses ('11 lodos los puntos y re-
que conslgucn
Jo, c'[Iañ"I,,,. chazados hasta dentro de su territorio, tuvo remate esta


acción del 51 de agosto muy gluriosa para los eopatlo!!'", y
que dirigió con acierto don l'IIaullel Freira. La llamaron de
S:UJ ThIareial del nombre de la siena así dicha: sierra aci;!ga
en verdad p:.lr3 el extranjero, como lo atestigua la ermita
que se divisa en su cumhre , fundada en coruncrnoracion
del grall desealauro lIUi' padecieron allí los Iranceses el
dia de aquel santo y allO de '1 ;i~2 en 1111 couihatc que Ips
ganó don Beltran Ik la Cueva, prilllogénito di: los duques
dí~¡\ lburquerque.


Perdieron los espailOles en esta jornada cutre muertos y
heridos l(j;i:~ hombres, más los Irunceses; muy pocos Jos
anglo-lusitauos, 110 habiendo apellas lomado parte eu la
acciono Lord Welliug ton se presentó solo ú lo 1'1 ltimo , ex-
citando su vista gran entusiasmo y aclamacioues eu los ~~s"
paüoles , de cuyas tropas dijo aquel gl'llI'1'al (e se habían
» portado en San :.JJarcial cual las mejores del mundo . »


\tneen Finne no obstante se mantuvo aun el castillo de San
los ¡¡lúlIlos ('1


" ,,"~lilJlI . Sebastiau desechando el general ll ev proposiciones que lt;
oc ~an :Sl'blJsllan. e ~


hicieron los aliados el ;) de setiernhre ; por lo cual resolvie-
ron estos avivar sus ataques y cargar de recio. Pura ello
empezaron el ;i por tomar el couveuto de Santa Teresa,
contigua su huerta al cerro del castillo , y desde donde por
las cercas molestaban los enemigos ú los sitiadores.


s" rinde. Terminadas t.!espues las baterías de brecha, y {'U espe-
cial una de 17 piezas que ocupaba el terraplcn del horna-
beque (le San Cárlos , deseubril;rouse el ~ Jos ruegos, ases-
tándolos el iuglés contra el ('astillo y las ohras destacadas
del mirador y hatería de la Heiila, y COlMa otras delensas
situadas pUl' bajo. ;-j\l caüoncs, morteros y obuses vomita-




ron ~i la v;'z deil run'j, di y hll':¡gu, tk mallera q ne 110 p 11-
dicndo el enemigo ::,;,lI:lIltdl' Si! lCl'l'ilil(' eredo, tremoki :í
las doce del mismo dia X baudera blanca. capitulando en
:;egllida. De toda la gll:ll'llieion r.-stuhan vivos solo 80 ofi-
ciales y 17;'¡lj soldados; los <lemas [lasta 4000 habiau ¡wre-
cido en la defelJsa de 1;1 pluzu y del castillo. Costó Ú ¡',S
fugleses el sitio 2'1.90 horubrcs cutre muertos, heridos y
extra viados.


Vese cu.iu próspera fW lllOsíraÍla j:l fortuna {I los ¡¡¡H'S-
tros por esta parte : no tanto por Cataluüa. Dejamos;j lord
Hcutiuck , al finalizar julio , sitiandn :í Tarragona (',01] la
division de Whittiugham y la 1" IH 5" ejército , apostadas
las otras en las inmediaciones. La pinza quedó del loclo
embestida el t: de agnsiIJ. Tamhieu se avecindó allí el g,,-
neral COpUlIS con Sil ej¡"I'(:il,n, y molestó ú los franceses 1'11
sus comunicacioues, y ll's destruyo ó atajó SIlS suhsisleucias.


Provecho de este g(~llero resulto de la súbita acometida
que al abrir el alba del 7 dr~ :¡gnsto dio don José l'lanso á
un hatallon de italianos que cnstodiaha en San Sadumí
los molinos (11[(' en grande abundancia suministraban ha-
rina ú los coutrarios. Jlahia aquel coronel querido antes
sorprvuder un COJlVoy que Suchet enviaba la vuelta de
Villalranca : pero encontrando diücultades en su realiza-
cien, limitóse á la otra empresa tan fdiz en su remate, tlue
solo se salvaron :)00 de los 700 italianos anostados en San
Sadurni. Los <lemas fueron ó muertos tÍ prisioneros, inu-
tilizando i\Iallso los molinos , y apoderandose de gran por-
cion del acopio de harinas que 1'11 aquel sitio hahia ; repar-
tidas las otras entre los paisanos.


Lrgia :'\ Suchet socorrer á Tarragona , anhelando sobre
todo no cayese 1'11 poder de sus contrarios el goberna<lor
Bertolctti y :1000 hombres qlle !jnanll'cian la plaza, Ihase
siu embargo despacio, y :Jf!ual'll.¡ a qw' se le juntasen COIl


E..,Uil!d
í:dl,l:ul!:i


Itt'¡'fjCIII'II!n¡ -n
~ill¡ Sadllrni


~O('(JtTeJi
J vur-lun los
rrancl'~p~


:1 TaLTtlgiJlla-




Sarsflel.J


LJI!,u.


3[0
golpe de gente los gell"I':!lcs UI'Cal'lJ, ,Hal1rici~ !H3ihieu y
Maximiano Lamnrque , cuyas fuerzas juntas ascendían á
;)O{)OO homhrcs , inferiores tal vez en número (¡ las de los
aliados, pero superiores en cali.lad , siendo compactas y
mas aguerridas. Por eso lord Bentinck procedia tarnhien
d('1 cuidameutc , receloso de algull contra tiempo. Los enl'-
mizos viéndose reunidos deterrninarorn avanzar, yendo
Decaen la vuelta de Valls y del Fraucolí , y 1'1 mariscal Su-
chet por el camino de Vendrcll y Altafulla. Colocóse lord
lIentinck en orden de batalla delante ¡le Tarragona; mas
110 con ánimo de combatir, retirándose en I;¡ noche del Vi.


Le siguieron los franceses durante los días 16 y 17 hasta
los destiladeras del Hospitalet que no franqncaron , I)('n-
sando solo Suchct en demoler y evacuar á Tarragona. Lle-
vólo á efecto haciendo volar en la noche del t¡.\ el recinto
antiguo y las dumas fortificaciones que quedaban aun en
pié, pereciendo y dcsmantelál1(lo~e aquella plaza, célebre
ya desde el tiempo de los romanos. Bertoleui salió con
sus 2000 hombres y se incorporó á S1\ ejército , que se re-
concentró en la línea del Llobregat.


La division española tlel :2 o ejército, la cual regia don
Pedro Sarsfield, metiese al dia siguiente en medio 11e aque-
llas ru inas , y empezó ú querer descombrar el recinto, po-
sesionándose desde luego de caüones y otros aprestos mi-
litares, que se conservaron 110 obstante 1'1 cási universal
d(~slrozo de las íortifioaciones, Qllrdó en Iieus y Valls la
división dI' Whittingharn , si bien parte acompaüó al Ebro
al 5cr ejército, y volvió á avanzar lord Bentinck situándose
en Villalranca , ayudado por S11 izquierda del general Co-
pons apostado en 3Iartorc!l y San Sadurní.


Hecogióse á la derecha del Ehro 1'1 ;, e r ejército , yendo
tks,lc las inmediaciones de Tarragona por 'I'ivisa y ¡Uora
la 1 Y '1" div:siolí hajo de! príncipe dI' 1\n¡.dona, In i)" con




5H
artilleria , hag;¡F~ y ;d¡':lInu~ jinetes por Anq)OsLa á las in-
mediatas órdenes dd general etl jele duque del Parque.
Tenia este para verificar el paso solo nua balsa y 4 botes, 1:, """"'111,,,


q :l:~ ti "l!:'
por lo que 110 pudo trasportarse con la deseada rapidez á
la margen derecha, 110 obstante lo 111111.:110 que al intento
se ttahajú en los días 17 y 1~, dando vagar á que el El, sa-
liendo el ;.;eneral Itohert de Tortosa , hiciese una fuerte ar-
remetida qlle huho de costar caro. Iíeprinuose sin embar-
go al francés , y consiguió Pi duque p:war con sus tropas
el rio sil' partícula:' 'i lll' lir.u:to.
s(~ acantunarou las divisiones (J1H~ compouiau este ejér-


cito :1 la distancia de al¡';lIuas leguas del Ebro, revolviendo
despues el principe de Angluna con la la sobre Torto-
sao La razon (IU(~ hubo para el retroceso del 5" ejército (';j.; d\'''j,¡.
provino de una deterruiuaeiou de lord Wcllingtoll , ende-
rezada Ú (IIl{' dichas fuerzas se I rusladusen a Navarra y H~
juntasen con las que allí lidiaban. Eupczarou por tanto su
marcha llegando {¡ Turlela al promediar setiembre , ile don-
de parte de ellas se dirigió ú reforzar el bloqueo de Pam-
ploua , teniendo ;i Sil frente al príncipe de Auglona , quien
a poco torno el mando de todo atIllcl ejército , cansado el
duque del l'arque y afligido de achaques.


Licuaron el hueco t[ue dejaba este ejército 1'11 Cataluúa
otras divisiones del 'Ju, adenias de l:! de Sarsfield , no ocu-
padas en d bloqueo de las pInzas y fuertes del reino de Va-
lencia, ycudo á estrechar el de Tortosa la ~\, que cepita-
neaha 11011 Juan Martin el Empecinado.


Entre tanto habíase afirmado Suchet en Sil línea del Llo- Slllhd
ru ('[ LlliÍ;f'l';';


hrcgat , fortificando la cabeza del puente de Molíns ele ~
llev , y cOllstrnYI'lIdo varios rl'duclo:-: :í la izquierda di'
aquel rio, Fortllaba la vanguardia el general ;liesdoj) y oh-
servaba amhas orillas, encomendándose el lado de ñlnrto-
rcll á Ill! hatallou protegido por IIn I'sl'1Iall1';11I de húsares




1h'111 iu ..:h.
l'!l \ illtJfl'OlllCil.


Tuvo .'sl:l fuerza algllu descuido de que se aprovechó don
José l\I:lIISO, llJuy diligente en su caso aunque hombre de
esper:l, dando c1(~ sobresalto en ellos el í O de setiembre en
Palleja y desharatáridolos. Ilechazé igualmente :í otros que
vinieron 1'11 ayuda de los primeros, mejorada Sil posicion y
IlIUY afianzada.


Ni Bentinch desamparó tampoco ú Villafranca y pueblos
de enfrente, apostando en el ventajoso y difícil paso de
Ordal , distante tres leguas, al coronel Adarns con nn trozo
respetable de gente compuesto (le un regimiento británico
y de otro calabrés y de una brigada de l:J division española
de Sarsfield , tIne mandaba don .José de Torres, Colocóse
:í este en la izquierda con ~ compartías inglesas, y en lo
alto df\ la eminencia llamada la Cruz de Ordal ú los cala-
hreses , metidos en un reducto antiguo y dueños de ..} ca-
ñones pequeüos , alojándose en la derecha lo que restaba
de fuerzas inglesas.


Discurrió Suchet atacar este punto y aventar de allí á
los aliados, para lo que se concertó con Decaen. No era
fácil la empresa, siendo Ordal escarpado sitio con avenida
que culebrea por largo espacio y ciñen vecinos cerros. Así
fUI; que tomó el mariscal francés las correspondientes pre-
cauciones, pareciéndole la mas oportuna acometer de re-
pente y de noche á los aliados con propósito de sohreeo-
ger!os.


Se trabó J¿¡ pelea en la noche del 12 ni 15, hahiendo
lanzarlo el gClIcrallllesclop , que "e hallaha :i la cabeza de
la columna dé! general Harispe , muchos tiradores apoya-
dos de, otra fuerza coutra la izquierda aliada, en donde se
apostaban los españoles qne tenían tnmhien parte de su
gcuLe eu el camino real, Vanos fnr-ron por dos veces los
ímpetus del enemigo, estrellados en el valor y serenidad
de nuestros solda.lo-. Gi'nl'r;¡¡¡zÓSI' en hreve el fuego por




;)13
toda 1:1 liuea , C,)1l la desgracia ele quedar herido á poco
gT3vemenle el coronel Federico Arlams , por lo que recayó
el malilla en don Jase de Torres. Renovando los enemigos
esforzadamente su ataque, desalojaron á los nuestros de un
puesto importante que se recobró luego: debiéndose en par-
ticular d triunfo á los granaderos y cazadores de Aragon.
:'1 ~ compañías inglesas , y :i los tiros de metralla de la
artillería británica en la Cruz de Ordal. Pero frustradas al
francés SIlS tentativas por este lado , ideó otra sobre la de-
recln que amparaban los iugleses, destacando en contra
suya la división de Habert , la cual logró SIl objeto, distin-
guiéudose el comandante Bugcaud con el batallan 11(-í, que
arrolló brioso á [os qne se Ir oponinn. Entonces tuvieron
tambien ql1l'~ ciar los de la izquierda y centro, y tomaron
hacia San Sadurn í en busca de las fuerzas del general Co-
pons que andaban por allí y por l'fartorrll. Los españoles
se unieron á los suyos, mas neo los calabreses, que, encon
trándose con tropas de Decaen fIue avauzaban por la dere-
cha de Suchet , retrocedieron, logrando sin embargo cru-
zar el camino real de Barcelona y embarcarse en Sitges con
la buena ventura de no encontrar al paso con Suchet ui con
gentr de S1\ ejército. Perdieron sí los cañones , mas no los
extraviados, qlW consiguieron incorporarse con don José
i'tlauso. Los restos de la derecha aliada del cuerpo Iidindor
en Ordal se unieron <Í Bentinck, quien avanzó al ruido de la
contienda trabada. Prro no Iué muy allá , tornando atrás
luego que SU!W el infeliz desenlace. Tampoco Suchet por-
li,í eu el perseguimiento, ya porque tardó en adelantarse
el general Decaen con quien contaba, entretenido por los
calabreses y don José }Ianso, ya porqlw advirtiendo fir-
meza en el adcman de Bcntinck , y por haber sitio escar-
mentados sus jinetes en una refriega con los británicos, no
creyó pnH!('lIlc empeñar nueva acciono No hubo despues


~!H't'SUS
uusteriurcs.




314·
ninguna otra de importancia, replegándose al Llobregat pi
mariscal Suchet y los aliados á Tarragona , cuyo jefe Ben-
tinck dejó en breve el mando, trasladándose otra vez á Si-
cilia. Sucetlióle sir Guillermo Clinton, esclarecido g('lll~ral
y de fama bien adquirida.


A. pesar de vaivenes y desengaños de la suerte varia y
aun adversa en Cataluña, no se siguió ú Espaün grave per-
juicio, así por los trofeos cogidos en otros lugares, como
tarnhieu por los señalados acontecimientos que :í la propia
sazon ocurrieron en Alemania.


E'i',J" Eclipsáhase allí cada vez mas la estrella en otro tiempo
tk 111:0; 1l"1!ld'ín~


1'" \!'·lIí"ni". tan resplandeciente y clara del emperador Napoleou. Por-
que si bien brilló de lluevo en los campos d(~ Lutzen , Haut-
zen y Wurtchen , no Iué sino momentáneo su esplendor, y
para ocultarse y desaparecer del todo sucesiva y lamenta-


AlTlli'iIC¡" hlernente. Habíase Iirruado un armisticio PI 4 de junio en
de Plvss w ilz. Plesswitz entre las potencias hcligerantes , estipulando


adenias el Austria en Dresde el 50 del propio mes una
eonvencion con la Francia en la que olrecia Sil mediacion,
y á cuyo efecto dehia reunirse un congreso en Praga, pro-
lougándose hasta el 10 de agosto Id armisticio pactado.
Dificultades sin número se opusieron á la pacificaciou
general, nacidas ya de los aliados, que mal contentadizos
con los favores de la fortuna querian sacar mayor prove-
cho de sus anteriores lauros, ya de Napoleon , que aveza
do á dominar siempre y á dietar condiciones, no se avenía
á recihirlas , temiendo descender mal parado de la cumbre


nÚrHi'''''' d(~ 811 poderío y gralldeza. POI' tanto rompiese el arrnisti-
tnl"" ,,;\u>!nil cio , v uniéndose el Austria á la oonfederacion europea, de-


i1lo" ;¡Ji'lllps. ~,
claro la guerra á la Francia el 1':! de agosto de 1~J 5, sin
qlle los vínculos de la sangre que enlazaban :í las familias
reinantes de ambos estados bastasen á detener el movimien-
to lH'li¡'o, ni á alterar las frias resoluciones dI' la f\l'sarH'gadn




5t:í
politica. Las ({Ile tOIW" en este caso el augusto suegro de
Napnleou acabaron de inclinar la halanza de los sucesos
del lado de la liga emopea. Ventura sobre todas esta que
confortaba los {mimos de los españoles , creciendo en ellos
la esperanza de ver concluida pronta y felizmente la lucha
de la independencia: corno afianzado también el estable-
cimiento de las lluevas reformas, á lo menos de aquellas
que se conceptuasen mas útiles y necesarias.


Tras de lograr objeto tan importante caminaban afana-
das las Córtes generales y extraordinarias, Llevando en las
discusiones el anterior rumbo con mayoría cási igual aun-
que no siempre tan numerosa y compacta; allegándose al
partido opuesto á las mudanzas muchos diputados de los
últimamente elegidos por las provincias que iban quedan-
do lihres de la dominacion extraña: en donde una porcion
considerable de las clases que se crcian perjudicadas por
las reformas Ó recelaban del porvenir, hahia influido j)o-
derosnmente en las elecciones con notable daño de la opi-
uion liberal.


Eqnilibráronse principalmente los dictámenes al exami-
narse en lns Cortes si convenía Ó no trasladar á Madrid el
asiento d(" Gohierno : cnestion que promovida en:1812, se
J'(~1I0VÓ ahora con visos de mejor éxito, obrando de con-
cierto en el asunto diputados de sentir muy diverso en otras
materias, unos por agradar :í sus poderdantes que eran
de las provincias de lo interior, muy interesadas en tener
cerca :JI Gobierno y las Córtes: otros por alejar á estas del
mllu]o , en su entender pernicioso, de los moradores de
C:ídiz declarados del todo en favor de muda nzas y lluevas
al'l'l'glos.


Tlió en la actualidad impulso al negocio UIW exposicion
dd ayuntamiento de ¡\ladrid, atento este á las ventajas que
reportaria aquel vecindario de la permanencia allí del Go-


Las [('tdp:;
)' :'ill rtuuho.


I)iS('ll~ínn
trn-];ular:-il
',l,drid.




St>(libIa
la trusluc íun.


Otros deIJ¿lhh;
... uhn-


la materia.


:)I{)
hierno , y temeroso igualmente de que se escogiese en lo
SIlCPSIVO otro pueblo para cabecera del reino. Dictamen á
que SI' inclinaban varios diputados, y dnl que en todo tiem-
po han sido secuaces hombres muy entendidos y de esta-
do. Porque en efecto , notable desacuerdo fué sentar en
Uadrid la capital de la monarquía, cuando el imperio es-
pañol abrazando ambos mundos contaba entre sus ciuda-
l1('S no solo ya á la bella y opulenta Sevilla, sino también
;} la poderosa y bien situada Lisboa: emporios uno y otro
de comercio y grandeza, mas propios á infundir en el Go-
hierno peninsular sanas y generosas ideas de economía
pública y adrninistracion , que un pueblo fundado en país
estéril, nada industrioso, metido muy tierra adentro, y
compuesto en general de emplearlos y clases meramente
consumidoras.


La exposicion del ayuntamiento de :\Iatlrid pasó á infor-
me de la Regencia y del Consejo de Estado, y ambas cor-
poraciones opinaron que por entonces no se moviese el
Gobierno de donde estaba: dueño todavía el enemigo de las
plazas de la frontera y con posibilidad, en caso de algun
descalabro, de volver :í intentar atrevidas incursiones, ohli-
;.:ando á las autoridades lf'gítimas á nuevas y peligrosas re-
tiradas. Juicioso parecer que prevaleció en las Córtcs, si
bien después de acalorados debates; aprobándose en la
sesión del \1 de agosto lo propuesto por la Hegencia, reduci-
do: 1. o ;Í qlW no se fijase por entonces el dia de la mudan-
za; y 2. o á que cuando esta se verificase fuese solo á 1\Ia-
drid : con lo qne sin desagradar á los vecinos de la antigua
capital del reino, tratóse de serenar algun tanto á los de
Cadiz, muy apesadumbrados é inquietos por la traslacion
proyectada.


:Has ni aun así aflojaron en su intento los diputados qlw
la dr·seaban. proponiendo el! se(!lIida 1I1l0 de ellos q\le las




sesiones de las Córtes ordinarias , cuya iustalacion estaba
señalada para 10 de octubre, se abriesen en Madrid y 110
en otra parte. Tan impensado incidente suscitó discusion
muy viva y tal, que al decidirse el asunto, resultó empata-
da la votación. Preveía sernejaute caso el reglamento inte-
rior de las Córtes , ordenando para cuando sucediese , que
se repitiera el acto en el inmediato dia , lo CH:!\ se verificó
quedando desechada la proposicion por solos 4 votos pa-
sando de 200 el número de vocales. Aunque ufana la ma-
yoría con el triunfo, receláhase de la maledicencia, que
muy suelta esparcia la voz de que los diputados de las ex-
traordinarias querían eternizarse en sus puestos. Para des-
vanecerla (~ imponer silencio á tan falso y mal intenciona-
do decir, hiciérouse varias proposiciones, enderezadas todas
ellas, y en particular una del seüor lUejía, á remover es-
torbos para acelerar la llegada th Jos diputados sucesores
de los actuales. Laudable conato, bien que inútil para aca-
llar las maliciosas pláticas y íiugidos susurros de partidos
apasionados; siendo la mas acomodada y concluyente res-
puesta que pudieron dar las Cortes á sus detractores el
modo con que se parlaron, cerrando SIlS sesiones al debido
eindicado tiempo.


En estos debates continuaron distinguiéndose alguuos
diputados de los que no hahian asistido á las Córtes ex-
traortliuarias en los dos primeros arios. Descolló entre to-
dos ellos don Isidoro Antillon, de robusto temple, aunque
de salud muy quehrantada , formando especial contraste
las poderosas fuerzas de su entendimiento con las descae-
cillas y [lacas de su cuerpo achacoso y endeble. Adornaban
:í este diputado ciencia y erudicion baslante, no menos
que concisa y punzante elocuencia, si bien con asomos
alguna vez de impetuosidad tribunicia , que no á todos
gustaba. Fueron muy contados sus días, que abrevia-


El dipllfad o
..:\lltiJlU11.




ron inhumanamente malos tratos del feroz despotismo.
\Car ;" , Otras medidas de verdadera utilidad oomuu , y en que
nC'rlifl;l~ ¡üill'" 111'


la, Cúrl," rara vez despuntó notable disenso, ocuparon tarnhien por
entonces <1 las Cortes extraordinarias. La agricultura y ga-
nadería estante recibieron particular fomento en virtud de
un decreto de 6 de junio de este aüo , en que se permitió
cerrar y acotar libremente á los dueños las dehesas, hereda-
des y demas tierras de cualquiera clase que fuesen, dejan-
do á su arbitrio el beneficiarlas á labor ó pasto como mejor
les acomodase. Igual licencia y Iranquia se dió respecto de
los arrendamientos, pudiendo concluirse estos oí voluntad
de los que contrataban, y obligando su cumplimiento á los
herederos de ambas parles, por cuya disposicion desapa-
recían los males que en tales casos se originaban de las
vinculaciones, segun las cuales la fuerza y conservacion dt~
la escritura ó contrato no dependían de la ley, sino rle la
vida del propietario y del hueu 6 mal querer del sucesor:
prendas frágiles y muy contingentes de duración ó estabi-
lidad. Decretaron asimismo las Cortes se fundasen escuelas
prácticas de agricultura y econorn[a civil, !JO de tanto pro-
vecho como imaginan algunos; debiéndose el progreso de la
riqueza pública antes que á lecciones y discursos de celosos
profesores, al conato é impulsión del iulcres individual y
y al estado de la sociedad y SIlS leyes.


Ni descuidaron aquellas ventilar al mismo tiempo la I'S-
pinosa cuestion de la propiedad de los escritos; derecho de
particular índole muy necesario de afianzar en los paises
cultos, sobre todo en los que se admite la libertar! de la
imprenta, con la cual concuerda maravillosamente sirvieu-
do de resguardo á las producciones del ingenio. Para no
privar á este del fruto tic su trabajo y desvelos, ni pOller
tampoco al público bajo la indefinida dependencia dl' herc-
deros quizá indolentes, Ianátieos tÍ codiciosos, declararon




5Hl
las Córtes ser los escritos propiedad exclusiva del autor, y
que solo á él ó á quien hiciesesus veces pertenecia la facul-
tad de imprimirlos, conservándola despues de su muerte á
los herederos, si bien á eslos por espacio de solos diezarios.
Se daba el de cuarenta á las corporaciones por las obras que
compusiesen ó publicaseu, contados desde la fecha de la
primera ediciou.


Habianse aholido o modificado ya antes, segun apunta-
mas, varias disposiciones y prácticas en lo criminal, re-
pugnantes á la opinion y luces del siglo. Prosiguiese des-
pues en el mismo alan , quitando la pella de horca, y
substituyendo á ella la de garrote, con supresión total de
la de azotes, infamatoria y vengonzosa. Loables tareas que
tiraban á suavizar las costumbres, y f¡ introducir mejoras
dignas de un pueblo culto.


Mereció la Hacienda peculiar atenciou de las Cortes ex- He;olucinnc, <l
las lllhJrlH,,-


traordinarias en los últimos meses de sus sesiones.Habíase cu llaciclldil.
dado la incumbencia de este ramo á dos comisiones suyas,
una especial encargada de tollas las materias pertenecieu-
tes al crédito público, y olra llamada extraordinaria que
dehia exaruiuar los presupuestos y extender un lluevo plan
de contribuciones y administracion. Principié esta por dar El <liPIJI,,'¡o


jI!)!'!:I\!
cuenta el 6 de julio de sus trabajos en la última parte, le-
yendo un informe obra de! señor Porcel , vocal que, llega-
do tambien de los postreros como el seflor A11 tillon , colo-
cóse el! breve al lado de los mas ilustres por su saber, y
por ser hombre de gran despacho y lHUY de negocios. Tra-
taha en su dictamen la couiision mas que de todo, de uni-
formar en el reino y simpliriear las contribuciones muchas
y enredosas, de varia y opuesta naturaleza y muy diversas
en unas provincias respecto de otras. No desceudia sin
embargo á todos los pormenores de tan intrincado asunto,
contentándose COH dividir para mayor claridad en cuatro




3:lO
clases las rentas existentes mas principales, a saber: 1." Las
eclesiásticas, así llamadas, no porque en realidad lo íun
sen, sino por traer orígen de las d(~stilladas Ú mantener
el culto y sus ministros. '::l.a Las de aduanas, que se distin-
guian bajo el nombre de rentas generales. ¡:¡.:' Las provin-
ciales o sean alcabalas, cientos y millones. Y 4." las estau
cadas. La 5" y 4" clase eran como desconocidas en las
provincias Vascongadas y en Navarra: lo mismo en Arugon
la 3,', supliéndose el hueco en cada uno de sus reinos res
pectivarnente con la contribucion real, el catastro, el equi-
valente y la talla. Queria la comision medir por la misma
regla á Espaüa toda, igualando los irnpuestus ; á cuyo til¡
propouia un plau e11 gran parte nuevo, creyéndole condu-
cente al caso. Segun su contexto manteníase la 1" clase
de impuestos; y limitándose en la 2,' á recomendar un
cuerdo y periódico arreglo de aranceles y derechos, recaia
la reforma eseneialrnen te sobre la 3' y 4"; esto es, sohre
las rentas provinciales y estancadas. Suprimlause ambas, y
se establecía en lugar de las primeras una contrihuciou
única y directa, debiéndose reemplazar las segundas con
un recargo á la entrada y salida de los gl;neros en las cos-
las y fronteras, y con un sobreprecio al pié de Iábrica cuan-
do estas fuesen propiedad del estado.


Bienes sin duda redundaban al reiuo entero del nuevo
plan, mayormen te eu la parte en que se igualaban los gra-
vámenes, tan pesados antes en IlIJaS provincias respecto de
otras. Pero pecaba aquel de especulativo en adoptar una
contribucion directa y única, mirada de reojo por los pue-
bias, poco aficionados {¡ pagur á sahieudas sus cargas y
obligacioues; de 10 que con vencilios los gobiemos exper-
tos prefirieron gravar al contribuyente en Jo que compra
mas bien que en lo que produce, y confundir así el im-
puesto con el precio de las cosas. Fuera de [~SO justo es se




dU"HTi,¡i qUi' ~lg~jH'llljp dh iHqHh\~;~¡~ nllÍ!rfl¡,to~ «u (~l cur-
:'0 de sus vaiol"''; las 'lIill:IC!U[ii''; \ ,an,C;¡;¡íip,; de la iudus-
tria, crecen aquellos Ü Illi'uguan al son de esta. siu perjudi-
carlas 1I0Iah/¡~n!1'1lIe, III andar encontrados los inuresos
del erarto 1:011 la prosperidad púhlic».
'!u:n~(:íallsp ;~H d plan de la eomision los uiales ({IlI' son


inhcrcutes ú los tribu los directos por rl'eapl' el :,¡IVo no ,;oln
sobre !:J renta de i:l uerra , sino tarnhien sohr« ¡as uti-
lidades ,¡(~ la industria y lid comercio , pnma¡-al¡;¡da selva
de .liíicultosas averiguacinues: auadién.losc p:il'a mayor "a
ño la taita ,le HU catastro bien iudividualizauo y exacto,
por no consentir la p¡,('mur:: del tiempo y las W';~Hllst;m
C¡;¡s de enton ces la fnrwacion dc n!]'o lII!CH). t:ll'l'rl ¡:lr~a v'
de dial' soscgados, 1iol.i\O que ohligo ú adoptar !ln]' ÍlaH'
del reparto 1'1 !'¡'nso :1" la r¡qIH'z~; terr.torial é industrial dI'
179!J , ¡lit hlicndo en HW5, irnlwrl'l'ctisilllo y muy desigual,
en que se mezcla a menudo y confunde f'l capital con los
rerulimientos , y se juzga como :1 tientas de los productos
v valores de las div.-rsas provincias del reino.


EII la rrlilll~ri:1 IlO solo los gobiernos y hombres prácti-
ros. segulI arriba h"IlIOS dicl:o , pl'J'O aun los economistas
tI'6ri¡'os, al modo d(~ Smith y Say, suelen gratluar dl~ error
1'1 eslahl(\cillliento d(~ una contribucion directa y exclusiva,
prdil'lendo ú la aparente y eugaüosa sencillez de esta Hila
coruhiuacion proporcional y bien ajustada ril' varios Ini
[lll":'¡os: razon por la que se opuso discretamente Necker
:1 r¡'fJIIJ,Jjr /')J Il!W Jus vrjllti}}/l"H' de qn: lwhl:¡ en 1'111' ('1'-
f'l'itus, resultaudo a Francia de 110 haberle I's(lIchado grtln
trastoruo pi! h Haci-uda : bien qU!' con l:l dicha 3qllel rei·
110 de vnlver en si aüos adelaute , y adoptar ú ¡,ji'mpu un
I~()ll'·el'\.ado p!an (\p imposinoucs d,' diversa inuole : :llnars·
! rado SlI gohi¡'l'Ilo :í ('os[,;; di' <n ¡trop: \ ralal ~x¡~!'ril'IICI;;,
)i;"'II!lnit;.~\' :llltir;¡ ·'1, I\SI':1I1;¡ L 1i'Íl'dilliI'CIi.j¡ Ik llil IIlI




puesto directo y único con estar d('sll'uidos y sin Iuerza , a
causa de In guerra, cási todos los antiguos, y 110 cousirle-
rarse el nuevo sino á manera dI' provisional, en talltu qu!'
se meditaba otro mejor y mas eompleto , llevando ya (,1
último la ventaja de igualar desdp luego á todas las pro-
vincias del reino en la cuota y distribucion \1l' sus respecti-
vas cargas. Suscitó en las Cortes el plan d(~ la cornisiou
extraordinaria largos debates, no escasos d(~ sahcr y abuu
dantes en curiosas noticias; acabándose por aprohar aquel
en sus principales partes COII gran mayoría de votos y ¡~e­
neral aplauso. Pero al establecerse tocáronse :le !:erea las
dificultades, tantas y tan grandes que nunca rU('~ dado su-
perarlas del todo; acarreando á las Cértes la llueva contri-
hucion directa malquerencia y mucho desvio en los PUf'-
blos.


La misma comisión extraordinaria de Hacienda presentó
el 7 de setiembre el presupuesto de gnstos y entradas para
el año próximo de 1814, remitido antes por el ministro
del ramo; trabajo informe y desmato de los daíos y porrne-
nares que requiere el caso. Otros presupuestos hahian pa-
sado del Gobierno il las Cortes despues del que en 1811
habia leido en su seno el señor Canga ; pero ninguno com-
pleto ni satisfactorio siquiera. Tampoco lo filé el actual,
subsistiendo los mismos ohtáculos qlle antes para l~xtellder·
le debidamente, pues no se alcanza tan importante objeto
sino á fuerza de años, de muchas y puntuales noticias, y
de vagar y desahogo bastante para exnminarlas toda", y co-
tejarlas con perseverancia y juicioso discernimiento.


Ascendía el total de gastos á 9;;0 millones d(~ reales,
consumiendo solamente el ejército .~60 millonrs , y RO mi-
1I0IlPS la marina. Calculábase aproximadamente el total de'
la fuerza armada en 150000 infantes y 12000 cahallos : y
se contaba para cubrir los gastos con las rentas tÍI' adua




nas, las "I'II~Slasill'as y la~ qm' a Pilas soliau mular unulas.
euyo prodllei,o SP 11I'pslllllia t'1l('Sf~ dt~ ·flJ5,n:;(),::m;¡ reales,
ilehieudo llenarse d de:;t'aleo con tri coutrihucicn directa
lllle SI' suhstitui« ahora ;i las antiguas suprimirlas. Alegfl's
pero soruuros coruputos que nunca Ilegaroll á realizarse.


El di;; 8 apruháronse ambos presupuestos apenas sin
discusion ; sue¡~dielldo como 1'11 los dl' 1811 ser ningunos
los gastos que pudieran graduarse de superfluos por !JO
ruerncrr tal nombre los que resultaban todavía de anugnos
abusos o de errores en la admiuistracíon. Nacía iambieu el
pronto despacho de no gustar aun mucho las Córtes ti..
materias prácticas, saboreándose con las teóricas , mas Ia-
ti les de aprender y de mayor lucimieuto si bien rnoruentá-
neamente, AgregálJase ú esto el aguijon del tiempo, qur
inesllfoso corria v anuuciaba ya el remate y conclusion
!inal de las Ccrí.es extraordinarias.


Por esta razon celehrábause en aquellos días sesiones di'
noche para dejar terminados los trabajos pendientes di'
mas importancia, con el que en la del mismo 7 de setiem-
brc leyó la eumisiui: especial de Hacienda sobre la deuda
pública. Hahínnla reconocido solemnemente las Córtes,
conforme en su lugar dijimos, y uornhrado una junta (lile
entendiese eu el asunto; separando de intento esta depen-
dencia de las dernas del ramo de hacieuda , 110 como rl'gla
de buena administraciou , sino como medio de alentar á
los acreedores del estado, que chasqueados tantas veces, vi-
vían en suma desconünnza de todo lo (pI\' corriese inrnedia-
tumente por el ministerio y se pagase por tesorería mayor.
!\lIj(~s hahia elevado ya á las Cortes la misma junta un


plan de liquidaciou de la deuda, v otro de su clasificaciou
y pago, Dió margen el primero ú la pnhlicacion de IIn de-
eret« coi. f('I:ha lid 1:l d(~ agosto dI' ('Stl' »ño PI! qllP se
prl'serihiall !'I'~las a los !Iquidadon'ci. disl illgult'lido la dl'u-




da en autenor al ¡.: ,it' marzo de '1 ¡-(oH, y 1'11 porlí'J'lOl'.
atendiendo principalmente eu la última ú todo In coucer-
nieute Ú sutniuislros , prést:wH\s y alltj¡'i¡;;Hiol!l'; dI' los
pueblos y particulares, cuyo n-couociuiien to , p;;1'a !'\ itar
fraudes y vituperables abusos, exigia peCIJ l¡:ir l'XÚiJll'li.


Hespedo de la olasillcacion y pago de la ueuda, ol.raron
de acuerdo la junta del crédito público y la Wn:l,'¡OIl d,' !as
Cortcs : y haciendo fundamento y dif('J'('lll:i<J , corno p'lra
la liquidacion , de las dos epocas arriba insinuadns , distri-
buian toda la deuda en deuda con interes y ell dl'llda que
no le gozaba, comprendiendo ('11 la primera, así la prOtl'
dente de capitales de amortizaciou ClÚ¡ y (~eJ¡o~.iústic;¡, coruo
la de los que eral! de disposicion lihrc : y en la segulldalo,.:
réditos y sueldos no pagados con los atrasos y alcances de
tesorería mayor, no menos que lo relativo á suuiiuistros y
anticipaciones de los pueblos eindividuos.


Seüaláhase a la deuda COII interes el 1 1/ 1 por 10n de
rédito , durante la guerra con Francia y un aüo dCSIH1l'S;
exceptuando los vitalicios qtW eran mejor tratados , ~
debiendo volver á entrar la clase entera de aerf'I'ÜOfPS
de esta deuda en sus respectivos y antiguos derechos en
pasando aquel termino. Destináhause para d pago arbi-
trios correspondientes.


La deuda sin interés aparecería por su uomhre COliJO
COSd de mala sonada, si lJO se supiese tI11(' bajo (q ~l~ en-
cerraban solo débitos 'lile nunea hahian cobrado rédito al-
guno, ni coutraídose por lo gl'lll'r;¡[ con Sl'lHl'jatli.e condi-
cion ni promesa. Se cxtinguia (~:la deuda por llIedio de t;1
venta de bienes nacioualcs , practicada no atropelladamente
ni de una vez, sino á pausas y ('oill'ornte á un ['('glarlll'nlo
qlle tenia que extender la jUlI!a dd crédito púl.iic«.


Otras distiucioues v particularidades para la -jecuc.ou SE:
especificahan en I~! plau , (~/I las q\le !lO l'litr;¡re!JIO:;: ,¡..bit-u




lo ~In Plllilargo ;\11\'1'1'10' qw ¡lO ~P lIIe!U1au eu ('~:¡~ arreglo
los Plllprt"stilo:; v dl'lldas de ellalquipra clase , contraidos
hasta r-ntonces , Ó ¡¡U e en adelante se contrajesen con l~s
potencias r.xtranjeras.


Por Ilíny dd'i'ctUOSO Ijue íu.-se el presente plan, acarrea-
ba v'~nta,¡as, ofreciendo á los acreerlores de la nacion nuevas
y mas srglll'as pr¡'ndas del pago de sus títulos: por lo que
le aproharou las Cúrtl~S en todas sus partes con leves va-
riaciones, Sil complicaciou y faltas hubieran desaparecido
COlí el tiernpo y adoptádosc al cabo reglas mas justas y
equitativas dl~ rl'illtrgro y amortizacion , de lo cual sahiase
{'JI Espalla muy poeo «utcuces.


Igualmente ordenaron las Córles por los mismos días el
cumplimiento de otra disposioion muy útil al crédito en lo
veuidcro , yr'n1lo dirigit!:l á la cancelación y qUl'l1Ia de
1J,..}íl1 vales reales que paraban en poder de i3 junta del
crédito público y le pertenecían. Ejecutóse lo mandado, y
en dio hicieron ver las Córtes aun mas claramente cuán
del'id idas estaban á 110 desautorizar sus promrs3s , permi-
tieudo circulasen de nuevo documentos amortizados ya; co-
mo á VI'el'S SI~ ha practicado en menosprecio de 13 buena f~
y honradez ('sp:lilolas.


Nomlrraron las CI'lrt.l:'s 1'11 R de setiembre la diputación
perlJlanl'llte. ía cual SPgll1l la Coustitucion habia de quedar
instalada PIl pi intermedio dI' unas Córtes :í otras: y aun-
qnl' se nnunciaha seria corto el actual, fuerza sin embargo
rora cumplir ton aquel articulo constitucional , teniendo la
pcrmaueute fpW presidir ya PI Vi del propio mes las juntas
prcpnratorias di' las Córtes ordinarias que ihan á juntarse.


Siendli (:,1 JiPI dia seüalado para cerrarse las extraordi-
narias, :lsis!irron estas á un Te Ileurn cantado en la catedral
\:Ilvif'ndo dl'Spll~S :1] salon de sus SI'sioTII's: en donde leido
¡¡Uf' flll" ptll' UllO d.' los secretarios PI decreto dl' separacion


Norubrnn
1:1:-:; C(;rtl'!'l la


dipllLHciull per
uranente.


Cierran las
Cúrtl>l';


p\.tr:wnlinil/ü.ls
~!IS !'1'silJlJeS


el {+ de
sdiéUJ.Lr(1




J,ntkllfl'HTllflríll<l
1'11 (;¡ídiz


acordado antes , pronuncio d pn'~ldt·l!lf'. que lo f'la a I,j
sazon don José Jliguel ¡;ordoa. .liputado americano por
la provincia de Zacatecas , 1111 discurso apologútico de la~
Cortes y especificativo de sus providencias y resoluciones,
el cual acogieron lo", circunstantes ron demostraciones y
aplausos repetidos Y muy cordiales. 1\ poco, y guardado
silencio, tomó nuevamente la palabra 1'1 mismo presiden tI',
y tiijo en voz elevada y (irme: « Las Cortes gl'neraips y
n extraordinarias de la nacion espnüola , instaladas en la
» Isla de Leon el ::24 de setiembre de 1810 . cierran SIlS se
J) siones hoy 14 de setiembre de 1815:)) ron lo que. y
desplles de firmar los diputados el acta, separáronse y SI'
consideraron disueltas aquellas Cortes.


Al salir los individuos suyos de rnayor nombradía fueron
acompañados hasta sus casal' de muchedumbre inmensa,
que victoreándolos, los llenaba de elogios y henrliciones des-
casadas de todo intereso Continuaron por la noche los mis-
mos obsequios, con iluminacion arlernas y músicas y sere-
natas que daban señoras y caballeros de lo mas florido de
la pohlacion de Cádiz, lo mismo que de los forasteros.


Pero ah! tanta algazara y júbilo convirtiese luego en tris·
teza y llanto. La fiebre amarilla ó vómito prieto que desde
comenzar del siglo hahia de tiempo en tiempo anigido á
Cádiz , y que vimos retallar con fuerza en lH10, picaba de
lluevo este ario, propagada ya en Gibraltar y otros puntos
de aquellas costas. Nada se hahia hablado del asunto en las
Córtes : pero al día siguiente de cerrarse estas, creyendo
el Gobierno que se aumentaba el peligro rápidamente, re-
solvió ú las ralladas trasladarse al Puerto de Santa "aría
para desde alIL si era necesario, pasar mas lejos. Traslu-
cióse la nueva en Cádiz y mostrrise el pueblo cuidadoso v
dr·sasosl'gado. oficiando dI' resultas \' soJ¡rt' el caso al Go-
bieru« la dipntaeioll pl'rtllaupntl' lpU1P!'OS;1 dI' lo qnl' pudie




\·llelvl'n~e
,i ahrtr el 1(; L!s


t.tutr-s
('xtru unJiIlRrir¡S


n influir aq'll'lIa 1"'olldl'lleia "11 la iustaluciou de la" Curl\'~
ordinarias, CIIya~ juntas preparatoria" hahlause abierto
«quel mismo dia.


Dctúvose la itl'gellcia al recibir las insinuaciones de 1:.
diputaciou y algutl:1S particulares tlpl diputado Vitlanueva;
y a liu dt' no comprometerse 1lI:'IS de lo que ya estaba, acor
dú pwcipiLadalllelltf~ excitar á dicha diputacion á que COIl-
vocase las Cúrte~ para tratar del negocio en su seno. No
era fácil determinar cuáles .lehiau llamarse, pues las onli-
narias todavía no se hallaban constituidas: y volver {¡ jnn-
tal' las extranrdinarias recien disueltas, parecía desusado
y muy fuera de lo regnlar; 1)1'('0 urgiendo el pronto despa-
cho no se encontrú otro medio tI!:!S qne el último para
salir ele dificultad tamaña.


Así las Córtes extraordinarias cerradas el Ji de setiem-
hre , ahriórnnse de nuevo el t 6, celebrando sesiones esta
noche y los dias siguientes 17, 18 Y ~O. Vcntilóse larga-
mente en ellas el punto de la traslacciou, acusando muchos
con aspereza al Gobierno de haberla determinado por sí de
tropel (', irreflexivamente. Procuraron defenderse los minis- ~1"ljv" ti" ,,¡¡,)


•• I ~, la fiebre alll:uilJn
tros , mas hiciéronlo COlI poca mana, embargado alguno de
dios por aquel pavor que {¡ veces se apodera de las gentes
al aparecimiento súbito de cualquiera peste ó epidemia mor-
tífera , y de cuya enojosa impresion no suelen desembara-
zarse ui aun los hombres que en otras ocasiones sobresalen
('11 serenidad v buen ánimo.


La cuestion en sí no dejaha de srr grave, sobre todo en
las circunstancias. Moverse las Cortes desplacía á la ciudad
de Cádiz, interesada en 13 permanencia del Gobierno den-
tro de SIIS muros; y moverse tambien si la epidemia cun-
dia y tomaha incremento , era expuesto á llevarla á todas
partes, provocando el odio y animadversión de los pueblos.
31as por otro lado quedarse en Cádiz y dar lugar al des-




\f:nl()l'tHlo..;
dehates.


arrollo v l:u~l!pll'¡¡l prUpa¡:aclU:1 dd llIaj . jJIlllta ai (;ohH'rtil'
en grande npneto , curt:índule las eomnnicaciones , ¡' impi-
diendo quiza la llegada dI' los dinulados que dehian com-
poner las Curtes urdiuarias.


1\'\ ilustraba tampoco el punto cual SI' apeteciu la facul-
tad medica , ya por miedo de arrostrar la opiuiou intere-
sada de Cádiz, ya por no conocer bastaute la culerrnedarl
que amagaba, andando tan perplejos sus nulividuos , qUe
casi lodos det~i:m un dia lo contrario de lo que habían asen-
tado en otro. Entre los diputados hubo iglla!nWtite notable
disenso; y el seüor ,Uejia, que se preciaba de 1lI('tiicu, lle-
gó en IIlJO de sus discursos basta apostar la cabeza á que
no existía entonces allí la fiebre amarilla. Pero de.·,plles pe-
f2,ósele y le costó la vida. ,\menazó la de otros el vulgo,
desabrido con los que se inclinaban '1 apoyar las providen-
cias del Gohirrno y su salida de Cádiz : corrió algun riesgo
la de dou Agustin ele Argiielles, tan querido y festejado
dos días untes : que tan mudables son los amores y aflcio-
nes del pueblo.


Inciertas las Cortes, y no sabiendo cómo atinar en asunto
tan espinoso, nombraron varias comisiones una Iras de otra,
y oyeron eu su seno diversas v I'IH~onLrarlas propuestas,
Los debates muy acalorados y ruidosos no remataron en
nada que fuese conveniente y claro: por lo que uo dando
ya vagar el tiempo, y aproximándose c:H!a vez mas el de
la apertura de la" Cortes ordinarias, í:f'jóse ú la resolucion
de estas la .le todo el cxpedieute . ;iegul! í:tdil:ó el señor
Antillou con atinada oportunidad.


La inquietud V desasosiego di' aquellos dias , los alhoro-
tos que por instantes amagaban, y un viento caluroso y
I'peio que supló de levante cnn Singular ]Jerlillacjil -, irritan ..
do t.'¡i ,'xln'HIO los :1¡11!!!IIS. pr-,\ 0"0[1:;· ;í I;! aln-racion y
l'nl';¡,¡i). \ ronl.ril.uvo 111' P"l'iI a :i"~i':Ivohl'r l:: "!lid/'wia




lap¡,la v du¡oro:-;anj(~Ilt", nI' lll~ dqJlltado:-; que aSlstWI'011 a
las sesiones , aunque ahora ('!! mas reducido número, no
menos de GO caYI'roll enfermos. y pasados de 20 murieron
I'lI breves dias , eOIl!:\¡lI!OSC cutre t~I!()s algunos ¡le los mas
distinguidos, como lo eran el seüor J1]ejía, mencionado ya,
\ los sPi'lOrcs Vega Inlanzou y Lujau. Y aquellas Cértes,
tille días au tes se habían separado gozosas y celebradas,
vurifioironlo ahora de lluevo, pero abatidas yen grall des-
amparo ,


En el discurso de Sil dorniuaciou distinguirse pueden tres Ch'rrallAé
e ll~~ nIH'\'U el 2~1


tiempos hieu diversos: l. Q el inmediato á Sil instalacion las C,"rles.
- , cxu nurdiuartas.


eu el qlle con esfuerzo , aunque :í veces con inferioridad,
luchó siempre el partido relormador : 2. o el de mas arlelan-
te, cuando triunfando este adquirió mayoría haciendo de
continuo prevalecer su dictámeu : y ;;.0 y último, al cerrar
de las Cortes y ('/1 ocusion en qlH' acudiendo muchos dipu-
tados de lo interior, equilihráronse las votaciones, gan:ín·
dolas 110 obstante en lo general los liberales ó reformado-
res, por lo halagüeño de SIlS doctrinas, por SLJ mayor arrojo
y por la Sil perioridad eu fin t¡tw les proporcionaba la práe-
tica adquil'lda eH las discusiones y modo de llevarlas, no
tlt'sperdiciallllo resquicio que diese 3 su cnUS2 mayor cabida
lO ensanche.


Espalloles ha habido y aun extranjeros que han suscitado SulegltlJlJillnd,
dudas acerca de la legitimidad de estas Cortes. Apasionada
ti piniou que ha cedido al tiempo y {, las poderosas razones
que la impugnaban. Fúndase la !,'gitimidad de un gobier-
no ó de una asamblea legislativa l'll la naturaleza de m
"rígl'.ll , en pi modo COII que se ha formado, y el! 1a obe-
diencia y COI:S('II tin.ieuto que le han prestado los pueblos.
\bandoll:lda Esp:II,a y huérfana d(~ sus príncipes. necesario
if' fut'· mirar ¡!PI' si v usar del iurlisputahle d('I'l~dJO qlle 1:1
:¡~¡~tla ,Í<' ilolllhrar un gobir'l'Ilo !jIH' la defeudiese v couser




V:I~P :'11 imlf'pendeIlCla. lI¡tl:,ell' plll'O'i 1'11 la:' J"llla:, ,k pl'n
vincia y en la central y primera IIl'gl'lIcia sucesiva y;¡rJ'I'-
gladamente. Vinieron al cabo las Cortes, confonue al dese«
manifestado por la nacion entera , y {, lo resuelto tarnhieu
por Fl'f!lando VII d!'sdf' sn cautiverio : Jlevamlo por 1:11:1.0
1'1 llamamiento y origen de aquel ellerpo 1'1 {(ohl" Y ürme
sello de la autoridad real y dl~ la antoridad popular, qlle
110 siempre van ~ 1m3 ni corren ú las parejas,


Objetarase quizá en seguida eunlra Sil II'gilimir1ad la Ior
ma qnf' se dió á las Cortes , desllsada en la allliglla mounr
quía; pero en su lugar apuntamos 101' Iundameutns fI!lí' huho
para semejante resoluciou, atropellados ó ell olvido lo:' veue
rancios y primitivos fueros, y teniendo ahora que acudir á
la representacion nacional diputados de las Arneticas , las
cuales enrecian antes de voz, y otros de varias provincias
de Europa que estaban el! igll:11 Ó parecido caso: haciéu-
dose indispensable igualar en derechos ;i los qUl' se hahia
igualado en eargns y obligaciones.


Mayor el reparo de no haber concurrido desdp un prin-
cipio á las Cortes todos los diputados propictarios , ocu-
panda sus puestos suplentes f'legidos I'lJ Cúdiz , desvanece.
rase si advertirnos que ya en los primeros meses s.. hallaron
presentes muchos vocales de los fIne gozaban dl' atjlH'll"
calidad , aumentándose S1l número considerablemente al
discutirse y firmarse la Uonstitucion , acto lll' los 1lI:!S so-
lemnes, y estando c:ísi todos ya 1'11 C:'uliz al cerrar df' I;I~
Cortes: con la particularidad notable de haber eh'gido 1'11-
tre ellos las mas de las provincias á los que eran suplentes,
dando así á lo obrado anteriormente la aprnhacion Jn:JS
explícita y cumplida.


¿, y para qué cansarse? Todas ellas, lo mismo las de EII-
ropa que las de América, excepto V"Ilí'Zllela y BIJ()1l0¡.;-,\i
res va 1'11 insurrecciou , n't'Olllwjl'wn a las Córtl's gcuI'raIP,.




\i ¡'xlraordiuaria". ('(lII¡!TI'gad:!" "ti j~l ¡~!:t gaditalia, lihre :v
-spontancamente , siu qlH' fuerza alguna las obligase á ello.
Por rl contrario el remolino de turbulencias eu que anda-
ha metida la América , y la oeupacion extranjera que afligía
:1 varias proviucius lit' Espaüa facilitaban la oposiciou, en
caso d{~ desearla, Lejos de eso mostrábanse todas muy dili-
¡.'l'lltes en reconoeer á las Cortes , llegando á Cádiz pruehas
repetidas de lo mismo, aun de aquellas en donde domina-
ha d Irancés. Tanto era su conato en tributar rendimiento
y obsequios á la autoridad legítima, y tanto su anhelo por
apiñarse en di'rredor suyo, corno único y verdadero centro
di' represcntacion nacional. Cítese pues otro gobierno IÍ
asamblea pública que ni por su orígen , ni por su forma,
ni menos por el libre consentimiento y espontánea sumi-
sion que hubiese recibido de los pueblos, pueda alegar tí-
iulos UJaS fundados de legitimidad que las Cortes generales
" extraordinarias instaladas en 1810.


Corporacion insigne , que lo será siempre en los anales
del mundo, por ir sus hechos unidos y mezclados con la
gloriosa guerra de la independencia, por ser la mas singu-
lar de cuantas rcpresentacioues nacionales se han conocido
hasta ahora, estando compuesta de hombres de tan di-
versa oriundez y venidos de regiones tan apartadas, ha-
blando todos la bella y rnagestuosa lengua española, Ayu-
dó á su rama, junto con sus desvelos y tareas , la fortuna
11 fuerza mas alta; pues habiendo dichas Cortes abierto sus
sosiones (]II el estrecho limite de la Isla gaditana, muy al-
teradas las Américas, é invadido por do quiera el territorio
peninsular, cerráronlas no mas alborotadas aquellas y cási
del todo lihre este , sin que apenas le hollase ya planta
alguna enemiga.


At1okci('fOu ;', w~ees sus rliputados , comenzando por los
lilas illlsln's. d.. Ideas Ipúricas. mino ha acoutecidn en


Sil forma y rar[i
cumpuslc ínn


Sus Iah a~




igllal ¡;a~(j PH lus I\l'lIIa:- p:¡I~6. IIU j;;¡",I:!lid~, ':010 par:: ;Id
ber!lar lectura v saher abstracto , "illO Il'quil'i¡"llilORI' taru-
bien roce del mundo y experiencia lar!,a de la viila : qlli'
11<' todo ha meuester el l'i'tadj,.;la ó repúhlico, llalllado :J1iÍl'''
hien :1 ejecutar lo qnl' sra hacedero, 'I'!" a extl'lIlil'l' f'1I el
retir,) de ";11 estudio pl:mes inaplicaldl's tí l'sl¡"ri!ps. l'¡~rl)
bu fallas en que incurrieron lns individuos dI' las extranr-
rliuarias, escasos de practiea, rf~Sarcif;roll!as et!!! otros acier-
tos y con su buen celo y lIob!e t!1:,.;inll'l'l's: dando jnRlo
realce á su nombre I;¡ lealtad ¡, irnperturhahl« 1~{)II:-tallCic:
qlle mostraron en las adversidades d(~ la patria y I'I! los
mayores peligros,


Constitúyenso Constituyéronse las Cortes ordinarias pI '::.~G de setiembre
r abren


Si"SI'siol"'S con arreglo á lo que prevenía la llueva I('y fundamental, eH
1'11 ("ldn;


las Cúrt,·s ordi- cuanto lo consentían las circnnstnncias : (, instalárouse 1'11
nanas. I


Cádiz solemnemente ello de octuhre , habiendo nnrnhrarln
antes por presidente á don Francisco l\otirigll('z d!' Ll'dl's-
~I~ trnsladnn á lama, diputado por Extrernadura. Prosiguieron SIlS tareas


rsla dc t.eon. 1I I I I 1~ I l nroni \.en aque a paza lasta e i o 1 (' propio mes , J la PI! q1H~
las Córtes , como tamhien la Regencia, "p trasladaron :í la
Isla de Leon , donde volvieron :i abrir PI 14 SlJS sesiones
en el convento de Carmelitas drscnlzns pI'Ppal'a¡f(' al ""¡'C--
lo. Impelió á la mudanza el ir :ll!lIJl'III:'liiddSl' 1'11 C:úliz la
fiebre arnsrilla y no picar tan reeiamellle en la Isla, rlcsde
I'IJYil ciudad, pacífica v no 1:1Il populosa, era tnrnhien mas
fácil realizar el proyectado viaje :i l\Iadrid, luego que cesa-
se la epidemia reinante.


Sil compllsicion Al principio no se compusieron las Cortes ordinarias, ni
¡JI prj¡J(:iJliu.


COII mncho , de todos los diputados que las provincias pe-
ninsulares y de Aml\rica habían nornbrado ; 110 viniendo
los últimos tan pronto por la Iejania v falta <1\' tiempo , y
,iPlyni('ndoSí' los otros despavoridos 1'('11 ía Jjl'bl'f' nruarilla.
Ü p¡,;tilllllhdOS ilPl d¡~s¡'o d(' oh!i;.:ar al (;I,;,¡'!'no ú fra,:!::¡],11'Si




,¡ ,\I:¡dnU , U¡ ,1011<11' ¡WIl,;:d¡ag t¡'lllll'l,lIl mavor .abi.tu y s('-
quito sus idl'a, ~. 0PIUlOIWS, ptll' lo comun opuestas ;l re
Iorma« y cauibios


Para ilpllar ('1 hUN:fI dr los ausentes hablan I'('snrlto de
3ntem:1II0 la" Cór!,(~", SlgUi('lIdo 10 prevenido en la Consti-
tuciou , {jt\(' mientras que llegaban los diputados propieta-
rios , luciesen sus veces como su plen ,PS los dI: las extraor-
dinarias: con lo cual couseguiase uo dejar "in representaciou
á uiuguua \HOÚnCIa, pOlle!' remedio paliatorio al nH'UOS Ó
momentáneo al artículo cousiitucional que vedaba las re-
clcccioucs , y no eutrcgar la suerte del estado á un cuerpo
del todo nucvo , no apreciador por tanto cabal ni justo df'
los motivos que hubiese habido para anteriores resolu-
eioues.


Instaba mas 1'11 la actualidad y era de la mayor impor-
tancia, si sr' qucrian 1~f)nSl'r" al' las re.ormas, el ({lIe queda-
"en en las Cortes antiguos diputados , por haber recaído
geucralmeute los uoruhrauuentos para las ordinarias en su-
get()~ desafectos á rnudauzas y novedades. Coadyuvaron á
esto los qlw s(~ creian ofendidos en sus personas y cerce-
nados \~II "u" interuses por las al teraciones y unevos arre-
glos, y que oteaban mayores daños en uu porvenir 110 11"-
jano, Estnhau ('U ese caso algunos individuos de la uohie-
za , si bien los menos ; bastantes magistrados, muchos
tabildos cclesiasticos y cási todo el clero regular; los que
juntos Ó separados influyeron sobradamente y cada uno á
Sil rnauera en las eleeciones , ayudados de una turbamulta
de curiales y dependientes de justicia que vivían de abusos:
siendo ('stos y los ri'ligiosos mendicantes los mas bullicio-
sos (~ inquietos de todos, corno herrumbre la mas pegadiza
y roedora ,e las que cousumiau Ú Espaua hasta eu -us ('11-
traiias ; !Jab¡,'lIdo los últimos ligado ú formar en parte del
pueblo, d,' eUV:1 pld),' couunuueute uacrau. una eSlwc¡c dt,


Lo ([111' huh»
t'JI 1<1 ..
deccilllll'~.




:.);)4


singular dt~lI\:lgogia pordios¡'r:l y arl'aila~I:l, ~llpt'l'sti(~losa ~
muy repugnante.


Sirvió á lodos de fiel instrumento para sus l¡lIes la mis-
Ola ley electoral , que adoptando 1111 modo mdirecto :11'
eleccion qlle pasaba por nada menos que por cuatro grados
o escaloues , Iavorecia sordos manejos y muy deplorables
arnaüos , mas fáciles de ejercer 1.'11 esta ocasion por 110 ha-
herse exigido de los votantes propiedad alguna ni ('speeial
arraigo; dando así COII desacuerdo grave, franca y ¡lIlCi¡ 11·
rosa entrada al goce de los derechos poli tices ú hombres di'
poco valer y á la vulgar muchedumbre, Tlluy soiuetid» na-
turalmente al antojo y voluntad de las clases poderosas y
privilegiadas,


¡':,Ia"" d" 1,1' Hechas las elecciones en este sentido, déjase discurrir
parlidos t'll las
un-vas 1:';11",. cuán útil fue para la conservación del lluevo orden de cosas


que no llegasen a las Córtes de tropel todos los recien ele-
gidos, y que permaneciesen en Sil seno muchos diputados
de los antiguos. Sucediendo así, mantnviéronse en equili-
brio los partidos, y cási en el mismo estado eu que SP en-
contraban al cerrarse las extraordinarias, yendo desapare-
ciendo poco á poco el de los americanos: pues muertos sus
principales jefes, tuvieron que ceder los otros en sus pre-
tensiones y unirse ú los europeos liberales, amenazados
como ellos en su suerte futura si llegase u triunfar del todo
el bando contrario.


¡¡¡plI!ad", De los diputados de las extraordinarias qne continuaron
;J(I\: ~l' dl:".llll~ll('n


('11 "11,,,. tomando asiento en las actuales Cortes resplandeció a la
_\lIlill,'ll cabeza don Isidoro Antillon , ya antes uornhrado , cuyas


ir ";HS ril':-;!.O:-.
opiniones incomodando á ciertos hombres desalmados qlle
por desgracia contaba entre los SUY0f'i el partido anti-reíor-
mador , provocaron de parte de ellos en la Isla de Leon una
tentativa de asesinato contra la persona 11(' estt\ diputado,
tanto lilas ;lli'w, cuanto hall:"IIJ;b\'\lllillOlI illlposilJJ!itadu




nJ¡¡rlinl'í'
ljp 1<1 B(J~(-l.


:):'l,1
di' 1'111Plear dd('II~,a alguna por d ('stado achacoso y íla.:o
de Sil salud. A dieha 110 consiguieron del todo los homici-
,las su depravado objeto, si bien le maltrataron amparados
di' la soledad y lobreguez de la noche que los puso en sal-
vo: pn:cnrsor iudicio del 1111 lastimoso y no merecido que
babia de caher ú e"le diputado célebre mas adelante, dado
que con visos de proceder jurídico. Distinguiése también
d('sdl' luego, pero entre los Huevos, don Franciscoálarti-
liw'z de la llosa, cuya fama creciendo en breve colocóle
pron ro al larlo .l(~ los primeros campeones de la libertad
espaüo!a y de las buenas ideas, brillando por su instruc-
ciou y acabadas dotes, de las que eran las mas señaladas
iucnutrastahle entereza. y bellísimo, florido, fácil y muy
elocuente decir. Descuhrianse después, aunque en mayor o
menor lontauanza, las personas de don Tomás Isturiz, don
JOS(~ Canga Argiielles y don Antonio Cuartero; arrimándose
á ~~st(~ partido, que era el liberal, algunos eclesiásticos de los
recien llegadcs , entre los que merece particular noticia don
',Iallnpl Lopez Cepero, informarlo en letras, de ameno trato
y de gllsto probado y bueno en el estudio de las bellas ar.
trs. Hubo diputados que se dieron tí conocer tarnbieu en
el partido opuesto ósea anti-reformador , pero estos en lo
general mas tarrle, por lo que solo iremos mentáudolos se-
~!1l1 vayan dando ocasiou los debates y los acontecimien-
los.


Luego que se ahrieron las Cortes ordinarias presento, P"in"'l'il>
tr;I!J:¡JO~ j1C l'~r


¡,onforme á lo tliSPlwstO en la Constitucion , e! secretario Córt~>
d,,1 despacho d(' Hacienda el estado de esta y los presll-
puestos de ingresos y gastos; lo cual parecía á primera vis-
la Sí'r rcduudante , ya discutidos y aprobados los de 1814
'11 concluirse las sesiones de las extraordinarias. Pero Ior-
zoso era proceder a:ií mandándolo expresamente la Cous-
iituciou , v no :ii(~IJ(¡l\lP licito al miuistru , sin incurrir el:




respousalulidad , "r'panlrs,' 1'11 liada 11,' lo 11111' ;;If'l(·lb pn'·
venia eu su letra.


Los presupuestos ahora presentados eran uléuticos ;j lo~
de antes con alguua rcctificacion , alllJqne muy leve, res-
peeto del total de ia fuerza armada. Trazaba en Sil coutex
to el encargado á la SllZOIl de aquel ministerio don ,jlanueI
Lopez Araujo un cuadro muy lamentable lid puís y sus
recursos; consecuencia precisa de gUl'rra í au larga y devas-
tadora, y de los desordenes ile la administracion ;IIlIlII'lI
tudos COlJ «l sistema d« suministros hechos pUl' lus PIl('
blos, que aeumulaha :í veces sobre unas mismas provincia.
las obligaciones y pedidos (Iue dehinu repartirse ('utr:
otras.


Proponia el ministro para cubrir el desfalco qlU' resul
taba, el rne.lio que se hahia adoptado eu las Córtl's «x-
traonliuarias , esto ('8, I~! de la 1I11I'Va coutrihuciun dirí:'(;'
tao Agl'l~gaba á este el (\¡o UII empréstito ('JI Londres dl~ 10
millones de duros que 1 corno otras vcccs , f[lwdll solo en
proyecto , no cotlocidas aun hien en Espuüa sl'mej;!Iltes
materias. Hubo anticipaciones d('1 gohíprllO británico ill
f[ue nos ocuparémos despues , escaseando cada vez mas
las remesas de América, de las que, como dI' ¡as ('ntradas
el! Cádiz , no haremos ya especial recuerdo, uhrazámlolas
todas ahora el presupuesto gelll'ral dI' la uaciou.


Los otros asuntos en que anduvieron aLarl'adas las Gr';r
tes ordinarias durante su perrnauencia en C;\¡jiz y la Isla dI'
Leon 1 redlljéronsl' por lo cornuu Ú mantener intacta la
obra de las extraordiuarias , y ú aclarar dud,¡s y satisfacer
escrúpulos. l\Iandaron sin embargo a:lrnJa:, que aprontasen
los pueblos un tercioanticipado t1(~ la coutrihueion din'!'
ta , y admitieron el oírecimiento tlp 8 millones de n'all':-
qll{' por equivalente de varias contriblll'ionrs hizo la dipll
la,:ioll d(' r:údiz "!)mhanl!o ;lslmi';lIlo ¡¡;¡ n""iam ut. I'!!




CPlllil'
>:llll!T 1,1 i


d., io:
\v t' 111¡1~~


cunstnncindo I(ue para su goilil'l'llCl v dirt'eeioll hahi» ex-
u-ndido la junta del er('dito público.


Espinosa en si misma y grave fué otra euestion que por
entonces ventilaron 'tarnhieu las Cortes. Trataban en ella
nada menos que del manrlo concedido á lord Wellingtnn:
versando la disputa acerca de las facultades que habia este
de tener como genera lísimo del ejército. Deseaba Welliue -
ton qlle se le ampliasen para dar mas unidad y vigor á las
operaciones militares, y oponiase á ello la fiegencia del
reino, unciendo de aquí una correspondencia larga y enfa-
dosa, en la cual medió para empeorar el asunto enemistad
personal del ministro de la Guerra don Juan de Odonojú,
ir/andes de origen, mal avenido con los ingleses.


Temiendo la ltegemia que resultasen de la querella
compromisos funestos, resolvió para descargar su respon-
sabilidad someter el uegocio á la deterrniuaciou de las Cor-
tes. Veriflcúlo asi en la Isla de Lean, y hubo con este mo-
tivo largas discusiones y vivas reyertas; queriendo valerse
de la ocasiou , unos para privar del mando á lord Welling-
tou , y otros para acriminar al Gohierno , y tal vez obli-
garle á dejar su puesto.


Por fortuna estando ya las Córtes en víspera de trasla- Nod,,·c I i
darse :l lHadrid, dilatóse el decidir cuestión tan grave; y
al instalarse aquellas en la capi tal del reino corrieron tau
veloces y prósperos los sucesos políticos y militares, que
el mismo lord Wellington y los que prornovian su cansa
en las Córtes , satisfechos con ver alejado del ministerio :l
don Juan de Odonojú , atizador de la discordia, desistieron
de su intcnto , conociendo cuán importuno seria resucitar
semejante contienda; por lo que no hubo que tomar reso-
lucion ninguna sobre un asunto que al principio habia ex-
,·¡tado tanto calor y porfia.


En (~sto aflojando la lil'lHt' amarilla v mejorándose por
rOM. 1'.




frJl..;J;irla11~I'
lns C('¡I'LI\~


.Y el (~()!,it'['no
'k la 1,la


'liu!1'id.


l<::,t:1(1;,
tic 1;1gIH'IT:!.


E,jért'i1o ¡dindo
e-u ('] Bidasoa,


EjérriUJ
dd JIlari~cH[


SUtllr


:);j:-;
dias el esLado de la salur] púhlica , If'V:lIltlíse 1'11 tuda Espa
Ú:l IIn deseo g('!wral y muy vivo de que se restituvcse el
¡;ohiprno al ('1'1111'0 dI' la uionarquia v ;í :,U l';lpita! allli~lla.
¡;nndpSCelldip¡¡do ,'ji plin las (;1\1'1('5 df'tr('laron SIISpl'lJdl'r
~IlS sesIOnes rn la isla di' Lenn d :!B de novierohre fl;> 1St 5.
para volverlas á abrir en ,'ladril! el fi) del próximo enero
d4~ i SU. Tuvo 10 cual efecto, poniéndose sin tardanza en
.amino la Iíegencia y las Cortes con sus olioinas , dopen-
dencias y largo acompañamiento. Couseutian también la
traslacion los acontecimientos de la guerra. favorables
siempre y mas dichosos calla dia. En el setiernhre perma-
necieron sin embargo quietos los ejércitos en la parte 01'-
cidental de los Pirineos. queriendo lord Wellington dar
respiro y algun descanso :í las tropas aliadas, reparar SIlS
perdidas, aguardar municiones y aprestos militares, y pro-
ceder en todo COI! deteuimien to para asegurar el logro de
sus ulteriores planes,


Conservaban los ejércitos cási las mismas estancias de
antes. prolongándose desde la desembocadura del Bidasoa
hasta los Alduides , en donde formaba ahora la extremidad
de la línea la 8' division del cargo de don Francisco Espoz
y )Iina, de la cual un trozo bloqueaba (,1 castillo de Jaca,
y otro amagaba ú San Juan de Pié de Puerto y valle de'
Baigorry. Por el lado opuesto colocóse el general Graham,
luego que se desembarazó del sitio df' San Sebastian , ha-
cia el estribo mas fuerte del Aya, cubriendo el valle que
forma con el Jnizqnivel , entre cuyos dos montes construye-
ronse obras á manera de segunda liuea , reforzada la pri--
mera que se extendía por las orillas del Bidasoa , camino
arriba de aquellas asperezas. J\Ianten¡a lord Wellington su"
cuarteles en Lesaca.


Los suyos el mariscal Soult en San Juan rle Luz. á cuyo
ejército se iban incorporando 5nooo conscriptos sacados al




llltento dI'! IlIpl!io;!1:I d(~ Fr:III1',Í;l, POIII"llIlo aqll!'l c:llIdillo
especial conato eu mejorar la orgallizaeioii v 1'11 c~tst.I!.:·:!r
cualquier descarrío y falta de SIIS soldados con inflexible
severidad. Hahia tamhieu d mismo (~nrohllste('ido Ins obras
de campaña de su primera linea y levantarlo otros res/!I);1I'-
dos, segun iremos viendo en el curso d,' unestra lJarr:)I'io!l.


Hcsuelto \Vellington á acometer, recomendó tir nuevo
el huen orden y la disciplina, dando vigor á sus anteriores
disposiciones, cuya observancia hacíase ahora mas Jlf'crS:l-
ría yendo los ejércitos combinados á pisar I,j territorio PI\('-
migo. llepartió el ;) lord Wellin~lnll :i los principales jefe"
una iustruccion para el ataque, empezando los preparati-
vos en la lIOCI1(' del 6, qlle lué muy borrascosa con relám-
pagos, lluvia y truenos; pero favorahle á los aliados qn«
encuhrian mejor así Sil marcha y maniobras, no ofrecién-
doles bajo otro respecto el temporal impedimento algu-
no. Imposible con todo era emprender la arremetida hasta
dadas las siete de la inmediata mañana á cansa de la marea,
debiendo servir de señal para los ingleses 1111 cohete ,Iispa-
rado desde un carnpanano de Fuenterrabía , y para los es-
pañoles una bandera blanca plantada en San Marcial , Ó en
Sil defecto tres grandes ahumadas.


Estaba couveuido verificar á nn tiempo el avance por
toda la línea y cruzar el Bidasoa , término de Espaüa , en-
yo reino acaba alli á la derecha del fJO, segun se ve esta-
blecido desde muy antiguo y explícitamente reconocio *
Luis XI de Francia en las vistas que tuvo COl! Enrique IV
de Castilla por los años de 1465, conferenciando ambos
monarcas en aquella misma ribera.


Dada I¡¡ señal moviéronse por la izquierda del ejército
coligado las divisiones í- y !)a británicas y la brigada por-
tuguesa del cargo de \Vils01J distribuidas en 4 colurnnas , y
atravesaron PI rio por tres vados lrouteros ú Fnenterrahía.


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p,1I101


010


V por otro que :'1' di\'isaha cerca del antigno plwntl' .Ir
Heovia , ('11 c!olldl' debia echarse proutameute uno dí~ bar-
cas. \' erificarou [os aliados el paso COIl distinguido valor,
v tocando tierra de Francia acometieron desde Anduya la
;IILllra de Luis XIV, que ganar0n esforzadamente, toman-
do 7 cañones en los reductos y baterías. A! propio tiempo
empezó tambien la embestida don 'Uanuel Freire , que con-
tinuaba rigiendo ellu ejército , con su 5' y 4' divisioll y
con la l' brigada de la .1', bajo la direcciou inmediata
de don Pedro de la Bárcena y de don Juan Diaz Porlier.
llahíalo Freire dispuesto todo atentamente para atravesar
el rio por vados mas arriha de los que cruzaban los anglo-
portugueses: junto ~ los cuales y por el de Saraburo se
adelantó la 2' brigada de la 53 división á las órdenes de
don José Ezpeleta , CIIYO jefe viendo vacilar por un instan-
te á sus tropas de resultas de la muerte del bizarro coronel
de Benavente don Antonio Losada, empuñó una bandera,
y arrojándose al rio con intrepidez esclarecida, mantuvo
el ánimo en los suyos que á porfía le siguieron entonces,
apoderándose sin dilacion de los puestos fortificados y
casas de la parte baja de Biriatou, Cruzó la 4" división al
maudo interino de (Ion Ilafael de Goicoechea el Bidasoa
por los vados superiores al de Saraburo que llevan el nom-
bre de Alunda y las Cañas, y queriendo trepar hasta la
parte alta del mismo Biriatou , cousiguiólo y rodeó ademas
los atrincheramientos íJue tenían los enemigos eu el des-
censo de la montaña de _\l:mdale, cogiéndoles f cañoues.
Distmguiósc aquí el regimiento de voluntarios de la Coro-
na capitaneado por don Francisco Balanzat. En sl'guit!a
acometieron los nuestros la Montaña Verde y desalojaron
á los franceses, persiguiéndolos camino de Urogne obstina-
<lamente. Apoyaba las maniobras contra Biriatou , yendo
tlf' reserva v ;) las ónlenes dI' rlnn Francisco Plasencia . JJ




l' brigada de la ;¡a división. La tarnhien l' de la :), vadeo
t~l rio por Orañibar , l.amiarri y Picagua , teniendo á Sil ca-
beza á don Dil'go del Barco, y encararnose por la derecha
de ~'Ialllla¡l' con sumo hrio , posesiouánduse de la cumbre
casi de corrida. De eS!I' modo ganaron los españoles del
~o ('jl"rcit.n todos los puntos qut:' se les indicaron fortaleci-
dos y escabrosos, pero qlW cedieron á Sil valentía probada
va talltas veces , y 110 desmentirla ahora.


Tampoco se dormiau :i la propia sazon las tropas de la TnIllIJi"1I
1:'1 ¡Ji-' t'4",('r\!1 d,


derecha aliada, emhisticndo el baron Alten ron la división AII,hllJ"];)
ligera hritáuica , sostenida por la española de don Francis-
co Louga , los atrincheramientos de Vera , y á Sil diestro
costado la lIJO 11laüa de La Ilhuue {~I ejército de reserva de
·\ndalu<:Í:l lIlIe gobernaba 1[011 Pedro Agustín Jiron. Feliz-
mente consiguió Alten su objeto, y tomó 22 oficiales y 700
soldados prisioneros. Por Sil lado tratando nuestro grnera I
tarnhicn de cumplir con lo qne se le había prevenido, dis-
puso acometer la ya expresada montaña de La Ilhune , ala-
laya de aquellos contornos y lugar de sangrientas lides en
la cnmpaüa de 179.j.. Verificólo Jiron distribuida su gente
eu :l columnas que n'gian don Joaquín Virués y don ./osé
Antonio Latorre , arrullando ambos cuanto encontraron, y
ohligando al enemigo :í guarecerse en la cima peñascosa y
en muchas partes inacccsihle , en donde se divisa una cr··
mita ó santuario muy venerado de los naturales y aun del
país vecino. J[as eu vano intento Jiron arrojar á los con-
trarios de Sil refugio; retardando la marcha de los espaüo-
les lo dificultoso y áspero del terreno, y poniendo fin al
combate la noche que sobrevino. Pudieron durante toda
PIla y á su sombra permau('cer los franceses en aquel sitio y
en una loma inmediata , pero no por mucho mas tiempo.
Porque acudiendo allí lord Wellington en la mañana del
"'. l'I'gistrad(l {(III' hubo el rampo, determino pelear , fll'r-




suadido de que lo verificarla ventajosamente por la dere-
cha , si uuia este ataque con el que á la vez se diese á unas
obras de campaña qUf' tenian los «nemigcs al frente del
campo de Snr«. De acuerdo lord Wellington con don Pe-
dro Agustín Jirou , y reconcentrado el ejército de este,
maurlose ;í poco al regimiento de Órdenes bajo la guia de
su eoronelxlon Alejandro Rore arremeter contra la loma
de qlle estallan enseñoreados los t~lIemig()s, próxima á
La Ithuue y sobre la derecha nuestra: lo cual se ejecutó
tan cumplidamente, que el mismo Wellington dijo en su
parte (e que aquel ataque era tan bueno como el mejor, ya
)l flor el denuedo en él desplegado, ya por 8U bien eutcn-
)l dido orden. »


Alcanzado semejante triunfo, los cazadores del propio
cuerpo de Órdenes y los de Almcria desalojaron á los ene-
rmgos de unos atrincheramientos que cubrían la derecha
de su campo de Sare ; recogiéndose á este de golpe los ven-
cidos, otros que venían eu su socorro y la división de Con-
roux que ocupaba el llano. Destacamentos británicos de la
division de lord Dalhousie enviados por el puerto de Echa-
lar' guarnecieron las diversas obras que hablan evacuado
los contrarios: quienes antes de la madrugada del 9 desam-
pararon tarnbien la cumbre y ermita de La Iíhuue , de cu-
yos puestos se posesionaron al instante las tropas del gl'-
neral Jiron , acampadas al raso en aquellas faldas; con lo
litlC SI' dió fin dichoso á la disputada rdril'ga.


Ascendió la perdida total de los aliados en los diversos
días y combates á 57\) ingleses, 2;)2) portugueses y 7M} es-
paüolcs : mayor la de estos por hahérseles encomendado la
arremetida de los sitios filas arriesgados y expuestos. Los
Irauceses ~i pesar de sus descalabros no se abatieron, yan-
t('S cobraron aliento el t::! d(~ resultas de haber sorprendido
ellos por la uuche un rl'ílucLo y !wI'ho UIWS cuantos pri-




sioueros: queriend» el 15 atacar los pueillos avanzados del
ejército tic don Pedro Agllstin Jirou y recuperar las obras
tjue habían perdido; lJi'ro inútiles sus esfuerzos viérouse
HlS huestes repulidas Y escarmentadas.


Deutro ahora de Francia el I'.i('rcitü anglo-hispano-por-
tugués tuvo la gloria de ser el primero de todos los de las
potencias coligadas coutra Napoleou que pisó aquel terri-
torio, mirado poco antes corno sagrado y casi impenetrable,
guarecido del todo de invasiones extrañas. Al entrar allí di-
ficulloso era contener por uua parte los excesos de los sol-
dados, y por otra los desmanes dd paisanaje desordenado y
suelto. En amhos extremos paróWellington sn ateuciou muy
cuidadosamente. Hizo eu el último saludable escarmien-
to pocos días antes del paso del Bidasoa , con ocasion de ba-
bel' hecho fuego á los soldados hacia Ilonccsvalles algunos
paisanos franceses de los contornos: pues á 1l de ellos qm'
Si' cogieron euviolos á Pasajes, y los mandó embarcar como
prisioneros de glH'rra para Inglaterra. Providencia qne can
só en la gente rústica efecto maravilloso, y mayor que la
de arcahncearlos , qlJ(~ pudiera haher introducido despecho
en sus {mimos.


No menos solícito anduvo Wellington en reprimir al ejér-.
cito. Fueron los ingleses los primeros qlle en él se desmán-
darou , quemando en Urogne casas, y cometiendo otros
dcsordeues, sirviéndoles de ejemplo varios oficialessuyos, *
seguu cuentan sus propios historiadores; siendo 1'11 parte
t'stas las mismas tropas que entraron á saco y arrasaron la
malaventurada t~illdad de San Sebastiano Impúsoles We
lIington recio castigo. No dieron motivo á tanta queja los
espaüoles, si bien mas disculpables eu sus excesos, que pa-
ra aignnos huhierau llevado visos de mera y justa represa··
lia. Los prevostes ingleses tan solo arrestaron á unos pocos
zagueros que por ladrones ahorcaron: eran de la divisiou


Pi van l()~
.d¡ndl!~


el "'ITillll'jli
fr;IIlCL'"


Prm J:!PIJ(' i:~¡;
¡b' w dling[IJU




d(~ l.onga , y por lo mismo soldados dI' origen guerrillero,
atentos al cebo del pillaje y la pecorea. Observaron los
dernas rigurosa disciplina, aguantando con admirahle pa-
ciencia escaseces y privaciones duras.


HI'''I''''U Asegurado lord Wellinuton en estancias vcntajosas alleu-
¡ PalUplulw. u


de los Pirineos, y echados tres puentes en el Bidasoa , no
juzgó conveniente proseguir en sus operaciones antes d(~
qlle se rindiese la plaza de Pamplona. A esta ciudad, capi-
tal del antiguo reino de Navarra con 15000 almas de pohla-
cion , riégala el Arga , y la rodean fortificaciones irregulares
qlIe afianza una ciudadela erigida cási al sur, de ligura pen-
t,ígona, empezada á construir ('U ,,1 reinado de Felipe H, y
mejorada ella y el recinto entero sucesivamente con obras
trazadas al modo de las que practicó en diversas partes de
Europa el insigne Vauhan. Deterrninóse desde 1111 principio,
segun hemos visto, someter por bloqueo la plaza; mas los
cercados mostráronse firmes en tanto que mantuvieron \i-
va la esperanza de que los socorriesen de Francia. Era go-
heruador por parte de los enemigos PI general Cassan , y
por la nuestra continuaba dirigiendo el asedio don Cúrlos
de Espaúa , aunque presente el príncipe de Angfona con
IIlJa divisiou de 4000 hombres del 5"' ejercito, de que era
¡,:elleral en jefe.


Trascurriendo el tiem po y menguando los víveres, mtro-
tiújose desmayo en los defensores, los cuales propusieron
ya el ;, de octubre que se permitiese la salida ú los paisanos,
:)()OO en número, ó que se facilitase á estos para su rnanu-
teneiou 7000 raciones diarias, diputando p.~rsolla de con-
tlnuza (lue asistiese á la distrihucion. Ilespoudioseles t{lw co
1110 por edicto de los mismos lrauceses se hubiese prevenido
;\ lo; vecinos y residentes eu Parnplona , qlle hiciesi'n aco-
pío ([,' víveres para solo tres IIIeSI'!', espirados estos 1~1l :!6
Ui' sr-tiemhre , tocaba a fas aulorit!ad,'s di' la plaza, !'ra in-




ruurhencia ,;uya propia subvenir ú las necesidades de sus
moratlores , ó de lo contrario capitular: intimando aderuas
don Carlos de Espaüa al gobernador que se le ternaria es-
trecha cuenta al tiempo de la rendicion , de la vida de
cuulqnier espaüol que hubiese perecido por la escasez ó el
hambre. No cejantlo aun así los cercados en su propósito,
verificaron el 10 una salida en que al principio lo atrope-
liaron todo, alojándose en atrincheramientos colocados en
eldemolido fuerte del Príncipe; mas acudiendo al combate
uuas corupaüias que acaudillaba el ayudante segundo de
estado mayor don José Antonio Facio, pertenecientes ú la
fuerza del príncipe de AngJona , detuvieron á los acomete-
dores y los arrojaron á bayonetazo:" del puesto que habían
ganado, oprirniéudolos y acosándolos hasta el glacis tle la
plaza.


Entre tanto noticioso don Cárlos de España dt~ que les
sitiados pensaban en el arrasamiento total tic Pamplona,
trató rle impedirlo haciendo saber ~l 19 al gobernador que
si tal suceciese tenia orden de lord \Vellington de pasar
por la espada la plana mayor y la oficialidad, y de diezmar
la t;uamicion entera. lteplic« el francés con desden y alta-
Il rrarnente , yendo arleluute eu el terrible intento de des-
uiantelar la plaza. Pero creciendo el hambre moderáronse
ímpetus tan arrehatados , y ya el Sh comenzó (,1 gober-
uadur á {f1H~rer entrar en algun ajuste , pidiendo se le deja-
~¡~ :i !'I y ;i los suyos tomar libremente á Francia. Se negó
Espaüa ,í I~sta (!pulalJ(la (\lIe creyó excesiva, corriendo al-
¡,jIlIlOS dias en conferencias y pláticas. Los últimos de octu- Se ,m!,- [a j,I;17,'


. . .. , ii lo~ ('''11([¡-1\1I 1)";bre l.abiau llegado ya, cuando viniéndose á huvuas el go-
bernador, flrrnése d 51 la capitulaciou , segun la cual
quedaba la guarnicior: Irauccsa prisinuera de guerra. Pose-
siull:írullse los espailOlps de la plaza inmediatamcute , no
babil'lldp pad('eido las rortilieaeiolli's i'¡'¡juicio ni deu-rioro.




E\.lccitJI](':' y
pérJí du~ .


í..k .\'IV:llTa .Y
pro\"lllcias
Va~('ungarJtl:'"


sitllilCIOIl
de :'1)u11 en el


i'\ivej 11'.


11 econquistada Pamplona auu respiro tilas libre y desem-
barazada toda esta parte del norte de Espaüa , no restando
ya en poder del enemigo mas que Santoña , cuyo bloqueo
estrechaban los nuestros.


No menos quc otras provincias de Espaüa , experimeu-
tarou pérdidas y cercenamiento en sus bienes Navarra y las
provincias Vascongadas; opresas siempre, y no cesando
el tráfago de la guerra en su suelo, semillero fecundo de
partidarios y numerosas cuadrillas. Segun noticias que
conservan los puehlos y los particulares, hay quien gradúe
subieron á veces las cargas y exacciones á nn 200 por 100
de la renta anual. Cómputo no tan exagerado como á pri-
mera vista parece , si se atiende á que solo el seüorío de
Vizcaya aprontó al gobierno intruso por contribuciones or-
denadas 58.729,:)5;) reales vellon: suma enorme y mny su-
perior á lo usado en aquel país; no incluyéndose en las
partidas otras cobranzas y derramas extraordinarias im-
puestas sin cuenta ni razon y antojadizamente.


Luego que supo lord Wellington la rerulicion di' Paiu-
plona , con ]0 que se pouia libre y se despejaba su 11erc-
cha , pensó en internarse en Francia, y en alejar á Soult
más y más de la Iroutera de Espaila. Este mariscal hal!ába-
se apostado en puntos ventajosos y rnllY fortalecidos á las
márgenes del Nivelle , que dl'scarga sus aguas en el mar
por San Juan de Luz. Descansaba la derecha del ejército
francés enfrente de este pueblo y :í la izquierda del rio en
una eminencia que domina á Socoa , puerto ruin á la des-
embocadura; habiendo los enemigos construido <dli y en
derredor de una ermita U11 reducto, cuyas defensas se uuian
por atrincheramientosy árboles cortados con Urogne , pro-
tegiendo además aquellos puntos inundaciones que cu-
brían {\ Cihoure. A!ojábase el centro del propio ejército en
alturas que se levantan detrás del puehlo de Sare y tarn




547
hien ('11 la quP llaman la P,'tit,'-lthulle, la cual si bien so-
juzgada rol' la otra del mismo nombre mas erguida , gana-
da por los (~spail()les y di' In que la divide un angosto
valle, todavía s(~ alza bastante y domina las cañadas y país
vecino. Y en fin la izquierda colocada á la derecha del Ni-
velle hu-caha arrimo y aun asentáhase en un cerro á es-
paldas del pueblo (le Ainhoue , no menos que en la mono
taña de Homlarill, que ampara la avenida ó entrada del
propio lugar. Describía la posición entera un semicírculo
desde Urognc hasta Espelette y Cambo, resalido en Sare,
t¡UI' era el centro tic ella. Todo su trente hallábase por lo
general cubierto con una cadena de reductos y atrinchera-
ruieutos Illle se eslabonaban por cerros, colinas y alloza-
nos. Conservaba el enemigo en S~1l Juan de Pié tic Puerto
aIgunas fuerzas empleadas eu la defensa de esta plaza y en
ohservar al g:'lIeral 'Jina y otros cuerpos aliados.


No arredro ú Wellington VI'I' á su contrario tan eucasti-
liado y fu!'r!e, y :-:010 las lluvias le pararon algunos dias.
Pero aclarando luego el tiempo , decidiese el general inglés
a trabar refripga empezando por forzar el cuerpo enemigo
jI:¡ra establecerse rlespur's mas allá del Nivl'lle.


Sir Halando Hill capilaneuha la derecho alinda compues-
ta de 2 divisiones inglesas :í las órdenes de sir Guillermo
Stewart y sir Enriqll(~ Clinton. de la portuguesa del cargo
de sir Juan Hamilton y de la 1" española del 40 ejér-
cito que dirigía don Pablo Morillo. sin contar cañones y
algunos jinetes. En PI centro estaban por la diestra parte
el mariscal Beresford y ;) divisiones hritánicas que muu-
daban los jefl:s Colville , Le- COI' y sir Lowry Cole ; y por
la siniestra don Pedro Agustin Jirón acompañado del ejér-
cito dI' reserva dI' Audalucia. Destiuábause la división lige-
ra del liaron Alten , y la G' española del 4° pjercito hajo
don Francisco Longa . al acoruetimiento de la Petite-Ilhu-


I't'IJ\'l'('l(j
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P;¡-iilll
10:-; ;i1i,lilo-o:, Id


\ i\ 1,1 JI~,


5i8
ne ; moviéndose al compás del celltro sir ~taplettoll Cut
ton con una brigada de cahalleria y ;) (\(~ artillería. Don
Manuel Freíre asisistido de la 5' Y 4" divisiou y dl~ la 13
brigada de la o' del 4° ejército español , hahia de marchar
desde Mandale en S! columnas que gohcrnuhan don Diego
del Barco y don Pedro de la Bárceua , una con diruccion ú
Ascain , y otra mas allá á la izquierda nuestra y cas:1 de
Choqueternborde , permaneciendo algunos cuerpos en ;\1'-
requicoborde y caseríos de Olelo COlJlO de reserva y para
afianzar las comunicaciones de la:' columnas. A sir Juan
Hope, sucesor del general Graham en el mando, corrrspoll
diale obrar por lo largo de la linea desde donde estaha don
\\Iallucl Freire hasta la mar; no pudiendo el último ni taru-
poco sir J(jan, COIl arreglo á instruccion recibida, empeñar
refriega y sí solo aprovecharse de los descuidos en tlne el
enemigo incurriese.


Colocado lord Wellington ('11 el centro, rliose principio
al combate en la madrugada del 10 de noviemhre , eiuhis-
tiendo sir Lowry Cole con la 4" division británica un re-
ducto construido muy esmeradamente en 1.11: terromontero
qlll~ se divisa por cima de Sare, en donde hicieron los írau-
ceses firme rostro por espacio de una hora, hasta (IUl' le
abandonaron recelándose d(' UII movimiento de los espaüo-
les á retaguardia, y columbrando asimismo que se disponia
á la escalada la infantería británic»: sucedió igual caso con
otra obra allí cercana. Esto y haber acudido Wellington al
primer reducto ganado, entusiasmó á las tropas adelantán-
dose briosamente la 5" y 't» divisiou británicas bajo d 1113-
riscal Beresford, al paso que los nuestros de Jiron aCOIJH'-
tieron el pueblo de Sare por la derecha y tlue sil' Lowry
abrazaba su izquierda. Arrollároulo lodo los aliados, en-
trando con gran gallardía eu dicho puehlo de Sare un
cuerpo dí' l'spailolí's glliado I)pr don Juan Do\Vnil', lfiill'll




54\1


!lIando l'epI('.al' las ('.alllpana,.. para anunciar su triunfu con
ruidoso prcgou. Buseüoreosc tambien Cole de las cumbres
mas bajas que estan detrás de Sare, en donde hizo parada.
Feliz iguulmcute en sus acometidas el baron ,\ lten forz(Í
pllr su lado los atriucherarnieutos enemigos IIUO en pos d(~
litro, has/a apoderarse de la Petite-Bhune, yendo despues
adl'lallte para concurrir al total desenlace de las operaciones
"OIlH'IJz:lda~.


Eran fas diez de la mañana en ocasiou quc Wclliugtou
,..l' .lispouia ú .lar un general y simultáneo ataque contra
la estancia mas formidable tic los enemigos eu el centro,
la cual se prolongaba largo espacio por detrás de Sarro Su-
cedió bien por todas partes la tentativa , á la que coadyu-
varen los españoles de don Pedro Agustin Jiron y los de
Longa , abandonando los enemigos sus puestos y fortifica-
ciones construidas y rematadas á costa de trabajo y tiempo.
Ilesistió con empeño un solo reducto el mas fuerte de to-
dos, pero que al fin se entregó con un batallon de ;)60
hombres que le guardaba, despues de muchos coloquios y
de idas y venidas.


No menos que por el centro favorecía la fortuna á los
aliados por su derecha, en donde cruzando el Nivelle sir
Enrique Clinton con la (ja divisiou británica ayudada de la
portuguesa que regia sir Juan Harniltou , desalojó á los
franceses de los sitios que ocu paban , y les tomó reductos
y bastantes despojos. La 3' divisiou tamhien británica del
cargo de sir Guillermo Stewart cnseñoreose de una obra á
retaguardia, y don Pablo :ilorillo á la cabeza de la la divi-
siou española del 4° ejército acometió los apostaderos ene-
migos ('11 las faldas del rloudariu, y los repelió amparando
así las maniobras de los ingleses dirigidas contra los cerros
que yacen por detrás de Aiuhoue , los cuales tornó sir
11. Hill, arrojando al enemigo vía de Cambo. Las dos JI' la




tarde eran, y ya los aliados teuian por suyas las poslejolH'~
de los contrarios á espaldas de Sare y Aínhoue.


Por la izquierda corrieron igual y dichosa suerte las tro-
pas combinadas. Se posesionó don JJalllH'1 Freire de AscaJll
por la tarde, y sir Juan lIope desalojó á los franceses del
reducto plantado en la eminencia cercana á Socoa, de que
hemos hablado, hostigándolos hasta llegar á las inunda-
ciones que cubrían á Ciboure.


Durante una hora habia lord Wellington hecho alto para
dar respiro á sus tropas é informarse de cómo andaba el
combate por los dernas puntos. Conseguido el primer oh-
jeto y cerciorado de cuán venturosa pUl' do quiera COl'
ria Sil estrella, dispúsose á formalizar una arremetida hien
ordenada contra las eminencias y cerros qlW aparecf'1l
por detrás de Saint-Pé , pueblo á una legua de los aliados
situado á la márgen derecha del Nivelle, por donde se hahia
ido retirando el centro enemigo. Verificó el genwd ingles
su intento atravesando pronto aquel rio, de corriente rápida
y allí no vadeahle , por un puente de piedra frontero á
Saint-Pé y por otros dos situados mas abajo. No era tan
factible tomar después las alturas de intrincado acceso , y
así trahóse combate muy reñido, en que al cabo ciando los
contrarios vencieron los nuestros y Sf' enseñorearon del
campo. Situóse de resultas el mariscal Bcreslord á retaguar-
dia de la derecha francesa , quedándose lo demas del ejér-
cito en los puntos que hahia ganado antes, no queriendo
arriesgarse á más por causa de la noche ({Ul' se acercaba.


Pero en ella temerosos los frauceses t\¡~ que el mariscal
Beresford no se interpusiese entre San Juan !le Luz y Bayo
na, evacuaron la primera de ambas ciudades y sus obras y
defensas, y llevaron rumbo hacia la sl'gumla por el cafllllHI
real , rompiendo de antemano los puentes dl'l!\lvelle en
su parte In¡'Prlor; :l(~~,: rozo qlll' I'f~tal'fkl lograr (" PPl's('-




;¡:;J


~lIltllielit\J iJlW meditaba sir Juan llope , obligm:o este ge-
ueral á reparar el puente fIlI(~ une ú Cihoure con San Juan
de Luz, corno iruiispeusahle para facilitar el paso de las
tropas y los cnüoues. También en aquel dia que era rl U,
adelautarou el centro y la derecha aliada, mas solo una legua,
110 permitiendo mayor progr(~so el cansancio y lo perdido
\ arruinado de los caminos. Niebla muy densa impidió pi
!:! moverse desde temprano, y no hubo necesidad ni a¡¡tlro
de verificarlo mas tarde, noticioso lord Wellingtou de filie
1'11 el intervalo Id mariscal Soult se habia recogido ,1 uu
"ampo atrincherado y fuerte, dispuesto de tiempo atrás
junto á Bayona para resguardo y sostenimiento de sus tro-
pas en retirada. Logró así el general inglés lo que apetecía,
habiendo ganado la margen derecha del Nivelle y los pues-
tos y forti Iicaciones del enemigo, y arrojado tarnbieu á este
contra Bayoua y sus rios.


Perdieron los aliados en estos combates UIIOS 5000 horu-
hres en todo; más los franceses, dejando en poder de
aquellos 51 cañones, 1500 prisioneros y 400 heridos que
no pudieron llevarse.


Se detuvo lord Wellington en Saint-Pé dos ó tres dias, Lur.l Wrllil1gll1li
lb ' 1 I ' h h i lo i I'JI S;IÍIlI-P0,y a ergose en casa (e cura parroco , om re ( e :JgUi o JlI- .


genio y de autoridad en la tierra basca, muy conocedor
del mundo y sus tratos. Ocurrencia que recordamos corno
origen de un suceso no desestimable ('11 su giro y resultas.
Fué el caso que complacido lord Wellington con ia buena Cllr;¡ dr est«


pueblo.
acogida y grata conversacion del eclesiástico, conferencia-
ha con M en los ratos ociosos sobre el estado del país, aca-
bando un dia por preguntarle (( qué pensaba acerca de la
H llegada á la frontera de UII príncipe de la casa ¡te Borbon,
'1 y si creia (lue su presencia alraj rse á su bando runchos
" parciales. J) Ilespoudio el cura : (( que los veinticinco arIOS
li transcurridos des:l(~ la revolucion de 1781l y los portentos




.) agolpados CH el intermedio daban poca eSlwranza ti!' qlw
)) la generaciou nueva conservase memoria de aquella t's-
») tirpe. Pero (añadi«) que nada se per.lia en hacer la pl'lH'
" ba, siendo de ejecucion tan Iácil.. 'Vellington, qne pro-
bahlerucnte revolvia ya en su pensamiento semejante plan,
lrató de ponerle por obra, alentado sobre lodo con la
reflexión última del eclesiástico, por lo qlle al efecto I'scri-
bio á Inglaterra recomendando y apoyando la idea. ]\'0
desagradó esta al gabiuete de San James, consintiendo :1
poco que diese la vela para España el duque de Angulema,
primogénito del conde de Artois, á quien llarnahan !lI0I1-
sieur , como hermano mayor del que ya entonces cra teni-
do entre sus adictos por rey dt' Francia hajo el nombre de


V"llirla Luis XVIII. Desembarcó en la costa de Guipúzcoa el de
dd dllqlH~ Ik\tl~lIkIlIR Angulema encubierto con el título de conde de Pradcl , y


acompañado del duque de Guiche y de los condes Eticnne
de Damas y d'Escurs , yendo á buscarle de parte de lord
\Vellington á San Sehastian el coronel Frccmautle , de
donde se trasladaron todos á San Juan de Luz, lugar á la
sazón de los cuarteles ingleses.


Allí le dejaremos por ahora, guardando para mas ade-
lante el volver á anudar el hilo de la narraciou de este he-
cho , que cási imperceptible en sus principios, agrandóf'f~
después y se convirtió en mas abultado.


W,.\lin"tnn en Habiendo entre tanto las lluvias V lo crudo de la esta-
'{nu .Tttat~ ti<: Lltz:. hi 1 1 l . 1 • .. l· I


su línea. cion III1C iat O OS nos y os arroyos y puesto mtrasitah c".
Jos caminos, en particular los de travesía , aflojó loro 'VI'-
llington en sus operuciones , y haciendo mansion en San
Juan de Luz, forzoso le fue, para evitar sorpresas íÍ rl'llPll-
tinos ataques del ejercito francés , mus temible por cuanto
estaba mas reconcentrado , establecer una línea delensiva
que, empezando en la costa Ú espaldas de Biarritz, SI' pro·
longaha pOr el camino real vinieurlo :i parar :11 \ive 1'111'1'1'1/'




!.t: de ,\ri':ltlg\lcs y cerca dI' una quinta de MI'. Garat , fa-
1110'::) ministro de la Justicia en tiempo de la Convenciou.
pl'Os('~uia despues dicha línea lo largo dI' la izquierda de
aqlle) rio por Arrauntz, Ustaritz, Larrcsore y Camho , cuyo
PIH~¡!ie hahiau los contrarios inutilizado dI'] todo,


C:l(\a dia Sl~ esforzaba mas Wellinston en mantener en
:"'110' 11'0[1:1'; rí;.:itla diseiplina , siempre receloso dr que la
cnntiunaeíou de la glleTra en país enemigo no diese már-
::en {¡ (lile SI: traspasasen los límites de la obediencia y buen
órtlen , mayormente teniendo el ejército aliado qU(~ padecer
privaciones y acerbas penalidades: no bastando ú impedir-
las los inmensos recursos de que disponía la Gran Bretaña;
inciertas las arribadas por mal' COll lo invernizo de la esta-
rion y lo bravo d,~ aquellas costas, y lentos y nada seguros
jlls ahnsiccirnicntos por tierra que vcnian á costa de nui-
citos dineros y desembolsos, hasta del corazon y provincias
lejanas de Espaüa, en donde el ganado lanar y vacuno lle-
gó á tornar UII valor excesivo, arrebatándole los comisarios
ingleses ;í cualquiera precio lh~ los campos y mercados. Si
umnrns tenia \Vcllingtou respecto de sus soldados, mas le
asaltaban en cuan to ú los nuestros , escasos de todo, acam-
pados al desnhrigo ó bajo miserables barracones, comiendo
corta ó cscaumada racion , sin vestuario apenas algunos
cuerpos , l1estl'llido el eaIzado (L~ los mas ó roto, muchos
los enfermos y desprovistos los hospitales aun de regular ó
pasadera asistencia. Cnusecucncia necesaria, ya (le los ma-
les q!le ahrumahan :'1 trulos y procedian del mismo origen,
y ya de los 'lB\' !'ran pecnlinrcs ;'; los espaüoles , agotados
SIlS halwrrs y caudales WH la prolongada guerra y 110 ayu-
dados por la adrniuistracion pública, lI11IlCa hicn entendida
eu SIIS diversos r:lIl1OS, y no mejorada ahora: dolencia aüe-
ji] y como (';II:l~llli('a (;el suelo peninsular, :i los remedios
IIlUY rf'hdd(' ~' dI' curuciou enfadosa y tarda.


Tom. 1\


J;¡~('iplil:
.Y e~¡ild(¡ r
l'V',I'I~ilr)
;11l~1(I-jli"p;i
ll(lrlll~'.ll¡'




Cierto que los nuestros sobrellevaban sus padecimientos
con admirable resignacion, sin queja ni dcsrnan notables.
TIlas previendo Wellington cuán irnposihle se hacia durasen
las cosas largo espacio en el mismo ser, resolvió tornasen
los españoles al país nativo por huir de futuros y temibles
daños , y tamhien por no necesitar entonces de su apoyo y
auxilios, decidido á no llevar muy adelante la invasión co-
menzada , en tanto que no abonanzase el tiempo y que no


\ mlvr-n penetrasen en Francia los aliados del norte. Así fué que
,i E- P:11~l:l (';;';'¡


""1,, I'i.' don ')Tmll1el Freire estableció su cuartel general en Irun ,
j'yn'I/,{)


J ,.J 01,',""'"':''' 01,· reeresando á ESIJa/la las divisiones 5a , 4' y' 6a y laJ- hri-
.\ IjI¡'iluCLlI. L-


gada de la ¡-¡a , todas del 4° ejército , quedándose solo con
Jos ingleses la de don Pablo Morillo, que era la 1,a La 2',
7" Y 8a, y la 2a brigada de la ;), continuaron donde esta-
ban: á saber, guarneciendo ~ Pamplona y San Sehastian, y
en los bloqueos de Santoüa y Jaca, si bien la 2a division
no tardó en acercarse al Nivelle, Poca caballería habia pa-
sado antes á Francia, yéndose lo mas de ella en busca de
subsistencias á Castilla, á donde igualmente fué destinada
la 6a division del c::lrgo de don Francisco Longa. Permane-
cieron las flemas en las provincias fronterizas para acudir
al primer llamamiento de Welliugton y cubrir sus espal-
das en caso de necesidad. Acantonóse en el valle de Baztan
el ejército de reserva de Andalucía, alejándose despues has-
ta Puente la Heina y pueblos inmediatos.
~IO\'im¡rntn' y Aunque no tuviese lord \Vellington PI proyecto de ex-


coml¡atp.;,
en el :\Tivc. tender ahora sus incursiones, quería sin emhargo, antes


de hacer su última y mayor parada, cruzar el Nive y ense
üorearse de parte de sus orillas. Empresa no fácil, apoyado
el mariscal Soult en el fortalecido y atrincherado campo de
Bayoua , cuyos aproches cubrian los fuegos de aquella pla-
za, situada en donde el Adour y Nive se juntan en una ma-
dre: por lo cual hizo solo resolucion Id gelH'ral inglés de




adelantar su derecha, conservando en la izquierda la mis-
ma línea, y limitando sus acometidas á apoderarse de los
puntos que defcr:dian los enemigos en el Nive superior, cu-
ya posesión ofrecíale mas desahogo para su gente y afian-
zaba sus estancias.


Para alcanzar su objeto empezó Wellington á moverse
el 8 de diciembre, disponiendo qne el 9 atravesase el Nive
por Cambo sir U. Hill , sostenido en la maniobra por el
mariscal Bereslord , á cuya 6' división del mando del ge-
neral Clinton tocó pasar aquel rio por Ustaritz. Ambas
operaciones sucedieron bien, recogiéndose los enemigos á
unos montes que corren paralelos al Adour , apoyada su
derecha en Villetrauche , de donde los arrojaron en breve
los anglo-portugueses, obligándolos á retirarse mas léjos.
Ayudó al buen éxito don Pablo Morillo con la la división
española del 4° ejército, quien pasó el mismo dia el Nive
por los vados de la Isleta y Cavarre , y se enseñoreó del
cerro de Urcuray y otros inmediatos en los que quisieron
los franceses hacerse firmes.


Por su lado favorecieron los movimientos de la derecha
aliada sir Juan Hopo y el general baron Alten , arrollando
el primero á los enemigos en Biarritz y Anglet, y distra-
yéndolos el segundo y causándolos daños por Bassussarry,
á punto de tener que refugiarse en su campo la vuelta de
Marrac , palacio ahora arruinado y teatro años antes de los
escándalos referidos en su lugar.


Al siguiente dia 10 yendo sir R. Ilill á proseguir sus
operaciones , suspendiólas en vista de que sus contrarios se
habían también recogido y metídose por aquel lado en su
atrincherado y bien fortalecido campo; y ocupó la es-
tancia que de antemano le hahia señalado lord "\Vellington ,
descansando la derecha de dicho cuerpo de Hill hacia el
Adour, su izquierda en Villefrauche , y parándose el ceu-




tru en la calzada inmediata ú Saiut l'ierrc. La divisiou del
general Morillo se aposto en Urcuray y una brigada de
dragones ligeros británicos en Hasparren, destinadas ambas
:'l observar y mantener en respeto el geurral I'aris , quien
al cruzar los aliados el Nive habíase corrido via de Saiut
Palais.


Has eu la mañana del mismo dia 10 habia trocarlo ya (le
¡¡apl'!el francés, convirtiéndose de acometido en acomete-
dor. Para ello rnoviéronse tollas sus tropas, menos las tllH~
gnarnecian las obras colocadas delante del gelleral Ilill • y
tornaron la vuelta de las estancias d(~ la izquierda del eir-
cito aliado y dl~ las de la division ligera, arrollando los
puestos avanzados y aun empezando ;í batir los sitios 1'01'-
tulecidos. Pero el haron tilten y sir Juan Hope repelieron
loda,; las arremetidas y aun cogieron ;:;00 prisioneros. Ha-
cia propéaito el enemigo, al intentar esta maniobra, dl~
poner ;1 la derecha inglesa en la necesidad de regresar á la
izquierda del Nive, y quedarse él solo eu la otra mas des-
embarazado para sus comunicaciones : lo cual no !ogrlí en
grave perjuicio suyo.


Ni aun aquí paró su desgracia \ porque concluida la re-
friega y ya anochecido \ ;:; batallones alemanes, uno de
Francfort y ~ de Nassau Usingen, en número de 17100 hom-
bres, guiados por el coronel Krusse , bávaro de nacion y
criado en Hauóver, pasaroll :í las huuderns aliadas , si hien
con la condicion honrosa de ser trasladados á su país nati-
vo, y de no hacer armas contra ius que acahaban de pelear
ú su lado y ser sus coumililuues. Fatal golpe y de nocivo
ejemplo para los enemigos, causador de disturbios y des-
coufianza suma entre los soldado- {JIH' eran frallcf'sP;'; y Jos
extranjeros á su servicio.


Ileuovaron los coutrurios Sil, ataques en los dos dias in-
mediatos al 10 contra la izquierda illgh~sa, mas sil! Iruto,




llJU~trarith) gall;miía liotabil~ SIl' .111:11I lIope y ¡OS uliei:J!('~
de su estado mayor, heridos todos ú COHtIlSO~.


Eutollcm; proyectó el mariscal Su¡¡it revolver dl:S de!
lado de la derecha de los auglo-portuguesc», y efectuúlo
dundo coutra ella 1111 íurihuudo y desapoderado aCOliH~­
timieuto. llahialo previsto lord Wellillgto:l , y autieipóse Ú
reforzar su líuea por aquella parte con 1:1 tl' divisiou hri-
t.iuica. Dirigicrou los enemigos sn principal ataque por (~l
carniuo real que va de Bayona :'t San Juan dt~ Pié de l'uer-
lo, tt~ui,~lIclD que resistir al impetuoso cll(l(Iw' la brigada
iJlgksa (\(,¡ geueral llames y la portilgu:;sa del mando de
Ashworth , sostenidas por la divisiou uuuhieu hriüiuica que
I\'gia Lc-Cor ; la cual recohró un puesto nuportaute , avau-
zaurlo esforzadamente por el lacio izquienlo y hacia dondt'
lidiaha , enfrente de Villefranche , 1,1 gWI'l'al Pringl«, Otro
Ululo sucedió por el derecho, 1'llseilUl'l';indu,;,' di' una al-
tura y susteutáudula cou mucho brío las lmgi,;i;¡s lwitallii:a
y portuguesa, que gobcruabau respecliv:lllll'llle los gc:I('I':\-
les Byillg y Ruchan. Huho otros rceueueutros y choques
ígllajlllelltt~ gloriosos á los aliados, cuyas sólidas y macizas
huestes 110 le fué dado romper, ui s.quieru descant¡U:H', :;Í
eXJll'rto mariscal francés ni {¡ sus :lrrojadas tropas.


En los cineo días quP duraron los uiversos C\iflqlll'~' tu-
\0 de baja el ejércit« combinado ,'jO:!9 Ilonil,r"';, tÚ';¡ [,1
ruitad portugLw~es, COIIIO IJW' Iucrun quienes llevaron el
I'rillcil)al peso tll· la rd'l'iega el! la úlLillia joru.nla , la mas
1Ilurtirera y de.structora. Perdieron lus frallcc'ses S{)]IJ't~ GOOn
hnmhres entre niuertos , heridos y prjsj,¡¡}('¡·os.
nest~sp(~rauzado el ruariscal Soult de lograr por 1'lltOII-
ce~; cosa alglllla ele entidad , levan!ó n13IlO y :'('si, en S:1f\
ernpresas , á IH'sar de acaudillar rodada ;;000.) ¡¡¡r:Jntl~";
y ()OOO caballos. :\(':l1:[01lÓSI' por lnll[o, mai!tp!l¡r'~lldos(~so
1:1\' la dt'i'i'!isiv<J, ('Uli SlI d"I'Pl'h;: i'!l .1 i':lllJ[j(' :¡tríllchc'¡,;LiI'




El I!f'IlCrill
I!" r i' IJt~.


:-jllrT~IJ:-'
;JJ C:J1;¡ll!lJ;L


?j;;~


en rededor de Bayona , su centro á la diestra margen del
Adour , extendiéndose hasta Por-de-Laune en donde colo-
có su principal depósito, y su izquierda lo largo de la de-
recha del Bidouse desde su junta con el otro rio hasta Saint
Palais : cubrió varios pasos de la orilla derecha de ambas
corrientes, y no descuidó las fortificaciones de San Juan
de Pié de Puerto y de Navarreins , atrincherando tarnhieu
á Dax para almacen y abrigo de los auxilios y refuerzos que
le llegaban de lo interior.


Conforme á lo que ya insinuzmos , tampoco Wellington
insistió en batallar, dejándolo para mas adelante, y afian-
zando solo y con mayor ahinco sus atrichcramientos, Pú-
sóse , si cabe, mas en vela respecto de la disciplina; pues
internado en Francia, malle hubiera venido que molesta-
dos y oprimidos los pueblos se hubiesen alterado y tomado
parte en la guerra, [o que en verdad deseaba el mariscal
Soult, procurando por eso que acudiese del ejército de
Suchet al país basco el general Harispe , baigorriano y muy
dispuesto para organizar cuerpos francos, segun tenia acre-
ditado en las campañas de 17\15 y 1791. No dejaron sus
esfuerzos de incomodar á los aliados, ntsjándolcs á veces
los pasos por retaguardia, y conteniendo las tentativas de
don Francisco Espoz y Mina , que con parte de sus tropas
asomaba por aquellos valles, con amagos de embestir la
plaza de San Juan de Pié de Puerto, que aunque pequeña,
estaba bastante fortalecida ahora.


De por:a importancia representase lo ocurrido en Cata-
luüa por este tiempo y hasta fines de 1H15, parangonado
con lo que hemos referido ya de la parte occidental de los
Pirilleos. Hahia Napoleon elegido para coronel general de
S11 guardia a[ mariscal Suchr-t, y ngrcg:H!o al ejército de
Aragou y Valencia el de Cataluüa ; lo cual en realidad no
alteraba substancialmente el estado de las cosas, debiendo




por disposicion anterior juntarse todas uquellas fuerzasba-
jo la misma lila11 o , siempre que se operase de un modo
activo. Simplifícóse sin embargo con la nueva medida la
admiuistracion , y se excusaron disputas y competencias.
lll'liróse á Francia Decaen, que todavía gohernaha en Cata-
luña , .cediendo á Suchet el puesto. Formaba este ejército
así reunido !lll total que pasaba de 52000 soldados.


Pero disminuyese poco después su número en no menos
que en CJOOO, llamado en breve á Italia el general Severoli
13011 su divisiou compuesta de 2000 combatientes, desar-
ruados de súbito en Barcelona por decreto de Napoleoll
:HOO alemanes, y retirados á Francia los gendarmes y gell-
te escogida, sin que se enviase tropa alguna para llenar los
huecos.


Proseguía Cataluña abrumada bajo el peso de sus cargas SI" e"r~lI'
y no interrumpidas pérdidas y estragos, en particular Bar-
celona, que, asiento de la dominaciou francesa, sentia de
mas cerca y ú la continua el daüo , habiendo sido como en-
tregada al saco. Tuvieron sin embargo los franceses qne
traer frecuentemente auxilios de Francia para poder subsis-
tir, agotada la provincia, y ofreciendo obstáculos á las
exacciones la irreconciliable enemistad y profundo odio
que ahriguhan los catalanes constantemente en sus pechos
contra la usurpacion extranjera; al paso que solirellevahau
con uohle desprendimiento los sacrificio" y desembolso"
que pedía tle Sil fidelidad é inalterable celo el Gobierno le-
gitimo. No menos tic * s:l8;J. 727,435 reales vellou cornpú- e Al'. !J1:
tase aprontó aquella provincia para el ejército nacional en
lo" cinco arios corridos desde 1809 hasta 1815, sin contar
derramas y repartimientos que no ha sido dable se iucluyau
en la suma: exorbitante por cierto, si se atiende :1 lo que
por su lado arrancaron de los pueblos los invasores, y al
deterioro y merma qlll' causaba en los productos y haberes




aquella guerra tan devastadora y de couquista , lilas seusi-
bies y dolorosos en provincia de suyo tan industriosa y fa·
hril 1'0:1111 10 es la Cataluüa.


En cuanto Ú los reencuentro- y combates qne hubo en
ella por este tiempo, apenas los hay qlle sean dignos de
mencionarse. No dejaron sin cmbaruo las tropas del1" ejér-
cito y los cuerpos francos y guerrillas ú 1',] agl'(~gados de
molestar al enemigo y conseguir algunos trofeos por los
meses de setiembre, octubre , noviembre y fines dI' aüo en
~Holltalla, Sant Privat , Santa Eulalia, San Feliú de Codi-
nas y otros lugares, regidos nuestros soldarlos por les en-
tOIlC('S coroneles Valencia , Llaudcr , JU:msn y detuas jefes
ya conocidos y de nombre. Mandaha como antes este cjér-
cito don Francisco Copons y Nuvia, t('Il¡r'Htlo por lo cornuu
sus reales en Vique. Se nrautenian los anglo-sicilianos en
las mismas estancias ; y solo "JI dicil'llIlln~ queriendo el
mariscal Suchct sorprenderlos en Villnfrnnca donde teuiau
sus cuarteles, retitúrouse advertidos ú tiempo, yendo la di-
visiou española del general Sarslicld , que Jos acompañaba,
camino de la izquierda, y ellos mas de dos ll'guas atrás la
vuelta de Arhós , para mejorar de puesto y reconcentrar
todas sus fUt'I'Z:lS. Tornó Suchet burlado en sus esperanzas
;í las orillas del Llobregat y á la capital del principado , (~1I
cuya ciudad residia de ordinario ahora.


V,knl¡' Por esta parte oriental dl~ Espuüa tampoco levantaba ma-
llO el 2° ejército bajo la guia de' don Francisco Javier Elío
I~U los bloqueos de las plazas y castillos que se encornen-
darou ~I su cuidado, COJl la dicha de que se Iuesen tomando


lill"kl"" a I.» alg:mos. Así sucedió COJl el de Alorclla , que se entregó el
l;(;P,'ÜO!t';;


11"1"'1I"} ll·"j<l. 22 di' octuhre nl :IY!lílillJte de estado nF¡yur dOJl Francisco
del Bey, quedando prisioneros 100 hombres (flH~ la guar-
uecian COIl su comandante Boissoruacs. \ iuieron tnrnbieu
d Ü d(~ diciembre ;l partido otros tantos que ddendian ú




:)t jI
lkllia y mandaba el jefe de batallan Biu , quien pactó la
rcudiciou con don Diego Entrena que dirigía el asedio.


Al mismo compás y de tan buena medida para España
ihanse arreglando las COSflS de Alemania y de todo el sep-
len triou. A\I í comeuzadas de lluevo las hostilidades , y
unida el Atblria á la coalicion europea, segun dijimos,
llovieron sohre la Francia infortunios y tremendas desdi-
chas, siendo para sus ejércitos de mortal ruina é indecible
Irncaso la derrota qne padeciernu sus huestes en Leipsick
duraute los diasl6, 17, 18 Y 1!J de octubre, 111' cuyas re-
sultas cási snlo Napoleon y sin aliados repasó el Itiu con
lus remaneutes de sus destrozadas tropas, y regresó á París
el 8 de noviembre 1 desgajándose así, y una :l una Ó ruu-
chas ú la HZ, las ramas del excelso y robusto árbol de Sil
poco antes encumbrada dorninacion 1 cuyo tronco mismo
iba lllf'go {\ sentir los pesados golpes de dura, cortante y
desapiadada hacha enemiga.


SI1('r~os
r-n \i.'lIwn


J u.irte
de Eílrop:.i






RESUlllEN
DEL


LIBRO VIH}~SllUO CUARTO.


VIAJE á :\laurid de la Regencia y las Cortes , y su llegada. - Abren
las Cúrtes allí sus sesiones. - Napoleon en Paris y sus medidas. -De-
claruciou de los aliados del norte. - Entran en Francia. - Entabla
Napolcou negociaciones COR Fernando. - Su carta á este Rey. - Con-
ferencias de los príncipes en Valeucey con el conde de Laforest.-
Llegada á Valencey del duque de San Cárlos. - Tratado concluido en
Valencey. - Viaje de San Cárlos á España. - Envia Napoleon á Va-
lencey á otros espaiíoles. -Nuevas reflexiones. - Comisionados fran-
ceses en viadas á Espaíi». - I,lega San Cárlos á lUadrid. - Disgusto
que causa su llegada. - Viaje tambien de Palafox á ilIadrid. - Contes-
taciun de la Regencia y sus cartas al Rey.- Vuelven á Francia San Cár-
los y Palafox.- Da cuenta á las Córtes de este negocio la Regencia del
reino. -- Se recibe con aplauso. - í\Ianifiesto que debe acompaiíarle.-
Caml'¡o en la opinion , y reflexion sobre esto. - Ligas y manejos contra
las lluevas reformas. - Extraño discurso del diputado Reina. - Albo-
roto que causa en las Córtes y sus resultas. - Tratan algunos de mu-
dar la Begencia. -No lo consiguen; COIl otros incidentes. - Cierran
las Córtes ordinarias sus sesiones. - Las vuelven á abrir. - Recono-
cimiento del Austria y tratado con Prusia. - Sucesos militares. Cata-
luiia -Se retira Suchet á Gerona. -Van-Halen. - Se pasa á los espa-




Iluies; SUS pmyectlJS) ,u'did,oc,.··-Tentativa cuntra Turt.is:r. - Frlb
trase esta.-- Sale bien en Léri.la , ,Ile'luinenza ytlunzun. - SI~ co,gen
prisioneras las guarniciones.~· Apuros, gestione:; y mnvuuieuro» dc
6uc!Jet. -l\índese el ensullo de Jaca. - Atuque s coutr.. SillI!olla y SI"
ohrns exteriores .. -. 'I'tiur.mse algunas de estas .. _. :\Iuerte de llilreo.·-
ñlovimieutos de Wellington. - Paso del Adour. - Se cerca del todo (,
B;¡yona. -Éch:!se un puente sobre el Adour. -- Avances de Welllllg ..
tOIJ ..- Batalla de Orthéz , 27 de feIJrero.- .\fovimiellllls posteriores.-·
Intentos de los partidarios de la casa de llorbon .. '. Envia \\'ellingl.,¡n
via de Burdeos á ltere sford. - Se declara esta ciudul en favor de lus
Horboues , - Entran allí el 12 de iu.uzo lle: esfurd y el de Angulema.,
Proclama de Soult. -Estado crítico dc Xapoleon y medidas que turuu.
-Sale de Paris. - Congreso de Ch.itillou. - Disuélvese.·- Tratad" de
Cuaumont. - Hesultas de esto. _. Suelta ',a¡JlJleon ÚFel'nanllo. ·-I're·
cede Zayas al Rey, su \'iaje.-- Sale el Bey de \ alencey.- Llega ü I'er
luiían.-Quédase allí el infante don CÚd05. -Entra el IIey en Eopalla.
-Hccibe Cupuus alHey en el FlllYÍÜ. --Entra plHey en4 ;el'Oua.- Llr!ga
t amhicu allí el infante don Cárlus. - Carta del Hey ú la Hegencia.-
l\lunnmento l¡UO decretan las Cortes. - Dádivu del duque d, Frias ..-
'l'ralrajos y discusiones de las Cdrres. -- Presupuestos. - Secret.ufus.
- Dotacion de la casa real. ,--Impostor Au.liuot. - Acouteciuiieutus
unhtares. - l\lovímientos del 4" ejército espallol. - Auxilios que fa-
cilita Wellington. -Conducta del courlo del Aliisbnl. -Pasa á Fran-
cia el 3" ejército español. - Sigue \\ elliuptou moviéndose. - Lleg;¡
Sonlt á Tolosa.- Llegan los aliados enfrente de la cil\(lad.--- Tentativas
para pnsar el Garona ... ·Le pusau lus nliados. -(ltros nroviuuentos r->
Tolosa y su estado de defensa. - Batalla de Tolosa. -El'acua Suult la
ciudad. - Entran los aliados. _. Son bien recibidos. - Acoutccinueu-
tus y mudanzas en París ..- Caidn de ;\apoleon ..- Olros SUC1'SOS un
litares. - En Burdeos. - Eu BaJona. - San!oiía. _.- Cataluiía. - La
abandona Suchet.·- Conducta de Soull y Sucbe! cou mutivo de lo OCIII'
ridu en I'aris. - Concluyese un aruristiciu l\nlre Wellington y los lila
nscalcs franceses. - Asuntos políticos. - Salen el Hcy y los [nranle,'
de Gerona. - Llegan ;i Tnrrugoua y IIcn8. - Va el Bey ú Zaragoza.-..
Buen reuiho en esta ciudad. - Junta en Ilal'oe:l.·- Lutr.ul« ea 'l'eruel
-Junta en Segorbe. - Eutra.lu del l~t'y '-11 i alenc!a. --- El general
Elío. -- 1.1) '1ne sucedió con el cardenal de llurhun. - ~~;tle Eliu ,¡ rcci-
hll' al Hey.- Lo uusuio el curdeuul. .' HcprCocl,taci')\l de ¡us dil'lItadlh
U:1llliHIU~ /JCi'Srh ._-- Couducr« de los li!Jerak~ ell las Ccíl't.~~. ~..,u 'I'¡¡~




iadan estas;i Dolía iHari.1 deAragon. -·Funeicn fúnchre dcl S de Ma)'o.
- Lo que pasa en Valencia. - Se acerca Whittingam á lIIadrid.-
Conducta del embajador inglés. - Sale el Rey de Valencia. - Lo 'lile
ocurre en el carnino.- Diputacion de las Córtes para recibir al Rey.-
Otras ocurrencias. ~- Prision en l\Iadrid de la Regencia, ministros y
muchos diputados. - Disolucion de las Cdrtes por orden del Hey. -
Asonadas en madrid. - ~Ianifiesto ó decreto del !, de mayo. -Autores
y cooperarios de él. - Iloflcxiones. - Entrada del Rey en lHadrid.-
Llegada de lord Wellington á la capital.- Recompensas que este reci-
be en su patria. -Evacuacian de Lis plazas que aun conservaba el fran-
cés en Espalin. - Tratado de paz y amistad con Francia. - Ministros
de Fernando. -- Política errada y reprensible de estos. -" Cuál huhiera
convenido adoptar. - Conc1usion de esta obra.






11lSTÜRIA
DEL


LEV ÁNTÁIUIENTO"} GUERRA l' REVOLUClOIV


DE ESPAÑA.


LIERO VIGÉSIlllO üU.-\UTO..


EN medio de aclamaciones las mas vivas y sinceras y de Vinj" ¡j JJadrld
1 lé did ihi '1 R de In Regencin ySO emnes y exp en H OS reci ímientos , atravesó a egen- InR Córtes,


y su llegada,
cia del reino las ciudades, villas y lugares situados entre
la Isla de Lean y la capital de la monarquía. Habíaseaque-
lla puesto en camino el 1g de diciembre, viajando á cortas
jornadas y haciendo algunos descansos para corresponder
al Jg3sajador anhelo de los naturales, por lo que no llegó
á Madrid hasta el 1:í de enero de 1814; en donde no fué
menos bien acogida y celebrada que en los dernas pueblos,
alojándose en el real Palacio. Los diputados á Córtes,
aunque por la índole de su cargo no iban juntos ni en
cuerpo, tuvieron tambien parte en los obsequios y aplau-
sos, ensanchados los corazones de los habitantes con la
traslacion á Madrid del Gobierno supremo: indicante, al




l'!'I'I! [;,~ f:('ll'te~
u.!i


j\llp:,lt ll.H!
;'ll Pa r-i- y ';[1:-'


Itlt'lli,'¡""S.


Ol'clararil,j-¡
,1.-' los iJIÚlr[',~


di'llh)!'le.


¡-¡liS
entender de los mas, de la confianza que esle tenia i~lI l!lli'
el enemigo no pcrturbaria ya con irrupciones nueva- !~I
paz y sosiego de las provincias interiores del reino.


Abrieron las Cortes SIlS sesiones el J:j de enero, sllslH'n
didas antes en la Isla de Leon , y nombraron por S1I pn"
sideute ú don Gerónimo Diez, diputado por Salamanca
El sitio en que se congregaron fll(> el teatro de los Calws
del I'eral , arruinado Itwgo despucs , y ('TI CIIJO terreno y
plazuela, denominada del Oriente, coutrúyese desde aüos
hace otro lluevo con suntuoso salon para bailes y grandes
fiestas.


No ofrecieron al principio particular inten's los negocios
que las Córtes ventilaron en público , sí alguno de los (PI('
trataron en secreto; pero dd cual no será bien hablar au-
tes de volver atrás y rclerir , como necesario proemio, lo
que por entonces hahia ocurrido en Francia.


Llegado que hubo Napoleou á París el S de novicmhre
de 1815, buscó con diligencia suma ruedo de aventar léjos
el nublado que le amagaba. Alistamientos, conferencias,
manejos, nada olvidó, todo lo puso por ohra , allnqll('
prefiriendo á los tiernas medios el de las armas, rehuyendo,
en cuanto poilia , de una pacificaciou última y formal. l li-
ciéronle para ella los aliados desde Frauclort proposiciones
moderadas, atendiendo á los tiempos , segun I:IS cuales
coucedianse á Francia por lírnites los Pirineos, los ;\11)1'5
y el Ilin, con tal qlle su gobien:u ahandonas« y dejase libre
la Alemenia, la España y la Italia entera; pero Napoleon
esquivando dar una constestacion clara y explicita, procura-
ba solo ganar tiempo avivando impaciente la ejeeucion de
un decreto del senado -que disponia St~ levantasen 500000
hombres en los ámbitos del imperio.


Puestos los aliados en algun sobresalto con esta nueva
y hostil resolncion , y descontentos dI' la evasiva l"('slH1csla




?Jo!)
tpW el emperador francf;~ hahia dado á las proposiciones
hechas. pnlilicaron nua declnracion fecha en Francfort PI
1n de diciembre, por la qlW anunciaban al muudo 110 ser
:í la Frallr;ja :í la Illle hacían guerrav siuo á la preponderan-
le ~11I)Prjorid:1I1 que por desgracia snya y de la Europa ha-
hia ejercido Napoleon aun fuera de su mismo imperio, C1l-
yo~ limites h.rhiau consentido los soheranos aliados el!
ensanchar. clavando las mojoneras mas allá de donde con-
cluia el territorio (le la antigua monarquía francesa: deseo-
sus de lahrar la Irlicidad de la llueva, y penetrados de cuán
importante seria su conservacion y grandlwl para el afian-
zamicuto de tudas las parles del edificio social emopeo. A
los discursos siguiérons« las obras; y resueltos los aliados
lId norte á internarse en Francia con 5 ejércitos y por
tres plintos distintos, pisaron aquella tierra por primera
Yl'Z, cruzando sus tropas el Itin al concluir el ano de PH5
y comenzar PI de 18 tí: las cuales correspondieron así <Í las
operaciones rh los anglo-hispano-portugueses, que por el
rncdiorlia hahian llevado ya la guerra anticipadamente basta
las orillas dr-l Adonr y del Nive.


Diestro ~~apoleon en las artes del engaüo y de enreda-
dora política, figunlse ser también OpOl'tUIIO para enfla-
qlleC!'r {. sus enemigos y sembrar entre ellos cizaña y fatal
disension , tener ~í hurtadillas y por medio de emisario se-
guro al¡';lIn abocamiento con Fernando VJI, {¡ quien como
antes guardaba cautivo en el palacio de Valencey.


No hicn lo huho pensado, cuando al efecto envió alLí
bajo cl liugido nombre de~Ir. Dubois al conde de Lafo-
rest , consejero de Estallo, sugeto práctico y de sus en11-
Iianzas, quien desde luego y ya el 17 de noviernlue de
1815 sr' presentó á Fernando y á los infantes don Cárlos y
don Antonio, siendo su primer paso entregar al Itcy dl~
parte dr" Napoleon una carta del tenor sizniente : « Primo
T()~r. i v,


Entran
(OJ] Fra¡]rj'l.


Enlnld,¡
::\:¡pul~'jln l'I'~I'
ri;l('i!JIII


''; ('4HI
F'--'rllilll'~O ,"' 1 lo




(" Ap. n, 'l.)


Su /',11'1"
,j ",te !l,'Y.


;)70
¡, mio: Las circunstancias actuales en que Al' baila mi im-
¡) perlo y mi política, me hacen desear acabar de una HZ
» con los negocios de España. La Inglaterra fomenta ('11
>l ella la auarquía y el jocobiuismo , y proeura aniquilar la
" monarquía y destruir la nobleza para establecer unn re-
" pública. No puedo menos de sentir en sumo grado la
) destrucion de una nacion tan vecina á mis estados, y con
" la que tengo tan los intereses marítimos y comunes.


)1 Deseo pues quitar á la influencia inglesa cualquier prc-
» texto y restablecer los vínculos de amistad y de hueuos
" vecinos que tanto tiempo han existido entre las dos na-
" cienes.


» Envio á V. A. n. (todavía no le trataba como á rey)
) al conde de Laforest , CDn IIn nombre fingido, y puede
" V. A. dar asenso á todo lo que le diga. Deseo que V. A.
)) esté persuadido de los sentimientos de amor y estimaciou
j) que le profeso.


)) No teniendo mas fin esta carta, ruego á Dios guarde ú
» V. A., primo mio, muchos años. Saint Cloudí á de 110-
¡) viernbre de 1815.=Yuestro prilllo.=Napoleon.)) *


Cnnff'r"nri" Siguiese ú la lectura de esta carta, de la cual tomaron
de' lus princi¡w5


r-u "al"llcey conucimicnto el Rey y los infantes con reserva y aparte,
con el l.~oll,I¡; de ~ -


1,"[01'1":. un largo discurso que de palabra pronuncié el conde de
Lalcresl., inculcando lo expresado en Sil misiou con nuevas
explicacioues , y tratando al Iíey Fernando, á imitación de
su arno , solo de príncipe y de Alteza real. (( El empera-
)) dor (decia) que ha querido que me presente bajo dt, un
» nombre supuesto para que esta negociacion sea secreta,
)) me ha enviado para decir á V. A. H. que queriendo cnm-
)) poner las desavenencias que había entre padres é hijos,
)1 hizo cuanto pudo en Buyoua para ef'ectuurlo: pero (jllr
)) los ingleses lo han destruido todo, introduciendo la anar-
)' quía y el jacobiuismo en Bspaña , cuyo sucio está talado




571
Yasolado, la rrligion destruida, el clero perdido, la no-


" hleza abatida, la marina sin otra l~xisII'IIC¡3 (lile el noru-
)) hre , las colonias de ,\ rnérica desmembradas y en insur-
,) reccion. yen fin todo en ella arruinado, f\quellos isleüo«
)\ no quieren otra cosa <Iue erigir la monarquía en repúbli-
» ea, y sin einbargo , p¡¡ra engañar al puehlo , en todos
,1 los actos públicos palien Ú V. A. Ií. á la cabeza. Yo bien
" SI', seüor, {(Ut' V. A. H. 110 ha tenido la menor parte en
» todo lo que ha pasado en este tiempo; pero no obstante
" se valen para todo del nombre de V. A. lL, pues no se
,) oye de su boca mas que Fernauüo VII. Esto no impide
1) que reine allí una verdadera anarquía , pues 31 mismo
)) tiempo que ti!'rH~il las Cortes en Cádiz y aparentan que-
» rer uu rey, sus deseos no son otros que el de establecer
n una J'1:/lliÓ!iCfI. Este desurden ha C01l1110Yit!0 al emperador,
)l que me ha ('ncal'gado haga presente á V. A. n. este fu-
" uesto estado, á íiu de que se sirva decirme los medios
)) /file le parezcan onortunos , ya para conciliar el iuieres
)l respectivo de ambas Ilaciones, ya para que vuelva la tran.
" Ijl/ilúlad r¿ I{I{ reino acreedor á que JI' posea una persona
Jl dd carácter y dignidad de V. A. IL Considerando pues
J' S. 1\1. 1. mi larga experiencia en los negocios (pues hace
" mas di' cuarenta años que sigo la carrera diplornática , y
J' he estado en todas las córtes) me ha honrado con esta
" comisiou , qlle espero desempeñar á satisfaccioll del cm-
il perndor y de V. A. Ilo, deseando que se trate con el ma-
" Yol' secruto , porque si los ingleses llegasen por casuali
)l dad {¡ saberla, no parariau hasta encontrar medios de
" impedirla oo oo ,


Concluida la arenga respondió el Iíey : « que Ull asunto
) tan serio como aquel, y que le había cogido tan de sor-
" presa, pedía mucha reflexión y tiempo para contestarle,




\'" 11 ' V que cuando llegase este caso se Jo haria avisal',))'
i~() aguardó ;'1 lanto el desvivido erni-ario , sino ([U e al


di:1 Il¡PJ¡I.I~ pidi!'} nueva audiencia. lteprodnjéronsc en ella
p,.!, all¡!JJ- parles las mismas razones y plátieas , hasta IJIlP
l.alorcst 1i'!'nJiuó por decir al Iícy : « Uue si aceptaba la co-
, mll:l dc' E"pafia que el emperador quería volverle, ('1':1
, 1l1l'llf'strr que s(~ concertase con él sobre los medios de
" arrojar :1 los ingleses de 1'!l:I. » Contesto Frrnnudo y apo-
v.iron!e su hermano y tio: « Uue de nada pndia tratar ha-
" llundose eu las circunstancias en que estaba en Valeucev.
)l v fflleadrrnas no podía dar ningun paso sin consl'nlimieu-


to de la nncion representada por la neg(~ncia,)} Hnho
:;IlCeSi\:Hnrll\(~ de una y otra parte nuevas vi-tas , observa-
ciones y l'l'pticas, variando de terna en lino de los casos
'ir. de Laforest , para quien ya no era república lo {lile
querían introducir los ingleses ('11 Espaüa , sino otra estir-
P(~ real ('11 union con los portugueses, cual era la de Bra-
;"::llIZ:i. Tan mudable y poco seguro mostráhase el francés
PII SIIS alegaciones y propósitos. En fin un dia exigió del
lIey (JlH~ le dijera, si al volver :'1 España seria amigo ó ene-
IIligo del emperador. Contestó S. ~T. « Estimo mucho al
» «mperndnr ; pero nunca haré cosa que sea en contra de
» mi naciou y tic su felicidad: y por último declaro á V.que
)} sobre este punto nadie en este Ill111Hlo me hará mudar de
» dictamen. Si el emperador quiere que yo vuelva á Espa-
» üa , trate con la Rpgencia , y despues de babel' tratado y
» hahérmelo hecho constar , lo ílnnaré : pero para ¡'slo ('5
)) preciso que vengan aquí diputados de ella, y me ('n(('I'('1I
" de todo. Dígaselo V. así al emperador, y aüádale que esto
u PS lo IJII(, me dicta mi concipncia." Firurc y noble res-
puesta si así rué dada, propia de quien ed'¡ia la diadema
dt, antiguos, gloriosos y dilatados reinos.


Viuien do á cabo la negccincion puso S. 1\1. en manos de




3Fi
Uro de Lnfnrest 11l1a carta el! contestacion á la del ernpe-
rador concebida en estos térrniuos:


" Seüor : El conde (k Lalorest me ha entregado la carta
" q!l(~ V. J'1. J. me ha hecho la honra de escribirme lecha
)) 12 del corriente: (; i;Iualmente estoy muy reconocido :í
J) la honra ([IIC V. M. J. me hace dc querer tratar conmigo
» para ohtr-ner el fin que desea de poner un término :í los
» negoeios de España.


" Y. lU. J. diec en su carta 'lile la Inqlaterm Iomenta 1'11
i. ella la anarquia , eljacobirdsrno , procura aniquilar la
» mouurqui« espaiiola. No msedo menos de sentir en SI'!I!O
» !/rar/o la destruccion de una siacion tan. vecina tÍ mis es-
» lados!J con la (/ue lcnyo tantos intereses maritimos ('fJif!l(-
" ues . Deseo p ues quitar (prosigue V. :\1.) ({ la in fluencia
l) iUf/ll'sa cnalquicra prctc.cto, y restnolecer los uincnlos de
)) amistad y de bueuosoecinos I/ue tanto tiempo han I'J.'Í;:(i(!o
u entre las dos naciones. A estas proposiciones, señor, res-
!/ pondo lo mismo que ú las que me ha hecho d(~ palahra
j) de parte de V. 1\1. 1. Y R. el señor conde de Lnforest:
" que yo estoy siempre bajo la proteccion de V. ~I. f.. Y
,} que siempre le profeso el mismo amor y respeto de lo ti"e
,} licue tantas pruebas V. JI. I.: pero no puedo hacer ni
}} tratar nada sin el eouscntimiento de la nacinu ('spallola,
)} y pOI' consiguiente de la Junta. Y. ;\1. J. me ha l.raitlo á
» Valencey, y si quiere colocarme de n I:eVO rn PI trono tI/-
n Espaüa, pucrle V. ,'1. hacerlo, pues tiene rnerlios para
)} tratar con la Junta que yo no tengo: ó si V. 1\1. I. quier«
" ahsolutarnente tratar conmigo, y no teniendo yo *¡Ili
» en Francia ninguno de mi confianza , Iwc"silo 1[111' ven-
'1 gan nquí con anuencia de V. ~1. diputados tle la J¡I~ILl
¡) para enterarme de los negocios de Espnnn (S ..;1. 1/": ;:1
,) idea lIlUY confusa de ellos, Sl'gull se ve por (~I modo (,{lIi/O
,) habla, no estando informado sino por I'l vicioso cmulucto




A.p. 11. :.. )


.\ll. n, ~.)


574
)J tle los diarios censurados dfOl imperio}; ver los medios
) (prosigue la carta) de hacerla verdadcrameutc feliz, y pa_
» ra qne sea válido en España todo lo (Ine yo trate con
'J V. }T. 1. Y n.


)) Sí la política de V.\L y las eircunstaucins actuales de
,) su imperio no le permiten conformarse con estas ton-
)) diciones , entonces quedaré quieto y muy ~ns{oso en
)) Valcncey , donde he pasado ya cinco años y rnedio , y
JI donde permaneceré toda mi vida si Dius lo dispone así.


)) Siento mucho, señor , hnhlar de este modo ;, V. H.:
.) pero mi conciencia me ohliga <1 ello. Tanto iuteres tl'lIgo
» por los ingleses como por los franceses: pero sin eruhar
») go debo preferir á lodo los intereses y fl'licic1,)(\ de mi
) nación. Espero que V. }I. I. Y 11. no verá en esto mis-
) mo mas que una nueva prueba de mi ing('nll:' sinceridad
1} y del amor y cnriüo qne tengo á V. iU. Si prometiese yo
" algo á V. ,1. y que después estuviese ohligarlo á hacer
) lodo lo contrario, ¿ qué pensaría V.\1. dI' mí'! Diria (!l,e
» era un inconstante y se burlaria de mí, y atlemas me
)) deshonraria para con toda la Europa.


J) Estoy muy satisfecho, seüor , del COl)(I(~ de. Laforest,
) que ha manifestado mucho celo y ahinco por los intere-
» ses de V. ¡n., y que ha tenido HInchas cousidcraciones
)) para conmigo.


» lU¡ hermano y mi tio me encargall los ponga {¡ la dis-
» posiciou de V. :n. 1. yu.


» Pido, seüor , á Dios conserve á V. 1H. muchos airos.=
» Valancev 21 de noviembre d(' 1815. = Fernando.» *


La imparcialidad histórica nos ha impuesto la ohligaciou
de racar estos hechos de la obra qne, al volver {I España,
puhl idl don Juan Escóiquiz , bajo el título de * Idea sen-
cilla etc., cuyo relato en pi asunto da este <1 entender
haberle Lomado de las apuntaciones que de Sil puño exten-




375
diera en Valeucey Fernando mismo. Nada tenemos que
oponer á semejante aseveraciou , y menos á una autoridad
de esfera tan elevarla. Mas con todo atendiendo ú la ante-
rior conducta, vacilante, débil Y aun sumisa de I'JS prín-
cipes cautivos en Francia y á los acontecimientos que lue-
¡;o sobrevinieron, como tambirn á una singular ocurrencia
de que se hablará despucs ; pudiera el lector sensato y des-
apusionadn suspender el juicio sobre la veracidad U1 sus
t!Jvrrsas partes de la narracion citada, y aun inclinarse á
creer fllJe hubo olvidos en ella, ó algunas variantes entre
lo qlJ(; S. 1\1. escribió y el extracto ó copia que hizo dOI1
Juan Escóiquiz ,


Sea de ello Jo qne fuere, peregrillas por cierto nparecen
!JO poco las expresiones de sentimiento y pesar que vertió
}Ir. Laforest por la suerte deplorable de Espaüa , como si
110 fuera su amo el principal autor; y aun mas las noticias
y avisos que dio acerca de las maquinaciones ó intentos del
gabinete británico: pues pintar á este afanándose por in-
troducir en España una república, ó por mudar la dinastía
substituyendo á la antigua la de Braganza , invención es
que traspasa los límites de la imagiuaciou mas desvariada
ó qlw se hunde en las cavilosidades de grosera vulgaridad.
i.Cómo ni siquiera pens<)r que los sucesores de Pitt y dc
sus máximas tratasen de fundar una república, y una re-
pública en Espaüa ? ¿. Cómo, que les pluguiese unir aque-
lla corona y la de Portugal, y unirlas bajo la rama de Bra-
fianza, enlazada con la de Borhon ? Ah! Menester flH' gran
desmemoramicnto de cosas pasadas y presentes, y con-
fianza suma ('11 la ignorancia é impericia de los príncipes
espalioles, para producir en apoyo de la política de Na-
polrou argumentos tales, y tau falsas y ladearlas razones,
expuestascon tanta desumüa. Asombra en verdad, mayor-
mente viniendo la idea y su manifestacion de 1II1 soberano




Llt'¡.!'ada
.i \¡Jlt'rw(\y dI'!


dIHIIH',
di' ~all C:I¡ll.l~.


rriJljl¡Ju
con¡: [lIid" en


V;lil'IIIT}.


376
diestro al par que astuto , y de 1111 estadista envejecido en
los negocios, ambos de una naciou , ell donde, * al decir
ya del grall duque de AlIJa, son ten [p,(tlldes maestros en
colorar cosas mal hechas.


Prosigamos en nuestra relaciou, No desistiendo el ('m!)(l-
rador francés de su propósito ú pesar d(~ la respuesta que
parece le dio el lley Fernando, repitió sus instancias y con-
tinuó la ncgociaciou eutahlarla , al Ilegur á Valencey el du-
qllc de San Cárlos , traido allí lle su ót'd(~11 de Lons-Ie-
Saulnier , en donde le tenia confinarlo cosa hahia de cinco
años. Itcnováronse entonces las conferencias :í qU!) ;¡si~,til'­
1'011 S. ~L y AA., Laforcst y San Cárlos , acordáudose
uuánimcmeute entre ellos, que los dos últimos autoriza-
dos competentemente con plenos poderes de sus respecti-
vos soheranos , hiciesen y firmasen UII I rutado coucehido
en términos ventajosos para Espaüa , si bien no dehia cuu-
siderarse este coucluidn hasta que llevado ;\ Madrid por el
duque j fuese ratificado por la l\egellcia y tamhien por el
Hey, cuando restituido al trouo , estuviese en el goce de
verdadera y plena libertad.


Vflse por aquí viendo de qllé modo empezaba Fcruando
á ceder en su repugnancia de meterse en tratos con Napo-
leon antes de averiguar cuáles fuesen los deseos del Co-
hierno legitimo establecido en Espaüa ; ora (1 uc eu reali-
dad 110 se hubiese mostrado nunca tan opuesto CUIIJO nos
lo encarece Escóiquiz , ora que torciesen ,1(1 u('1 buen ánimo
los consejeros españoles que iban llegando á Vclencey , "e-
les :i su persona, pero bastante dcsael'rtados C'11 sus miras
y rumbos poií ricos.


:\"0 fardaron eu estar conformes los pleuipotcucianos
l.aforest y San Carlos , estipulando el ~ de diciemhre un
tratado CIIYo tenor era 1'11 sustancia: « 1.0 Itccouocer el
!\ emperador de los Irnuceses :. Feruauilo y SIIS sucesores




7.77


J' por neyes de Espaüa y de las Indias, segun el derecho
)1 hereditario cstahlccido de antiguo en la monarquía, cuya
,¡ integridad manteniase tal como esta ha antes de comen-
)1 zarse la actual guerra; con la obligacion por parte del
)) emperador de restituir las provincias y plazas que ocupa-
11 sen aun los franceses , y con la misma por la de Fernnn-
)) do respecto del ejército británico , el cual debia evacuar
» el territorio español al propio tiempo que sus contrarios.
n 2," Conservar reciprocauiente ambos soherauos (Napo-
.,I,con y Fernaudo ) la irulepeudencia de los derechos ma-
n ritirnos coulorme se hahia estipulado en el tratado de
)1 ljlrecht, y con!inu:idose hasta el afio de 1792. 5,0 Itcin-
)1 t('grar:í todos los espaüoles del p:Jl'tido de José en el
') goce de sus derechos, honores y prcropntivas , no nWlJOS
JJ fILIe en la posesior: de sus bienes, concediendo un plazo
.) de diez aüos Ú los que quisieran venderlos para residir
)1 fuera dl~ Espaün. 4. o Obligarse Fernando ú pagar á SIlS
,) augustos padres d rey Cúrlos y la reina Sil esposa (qllic-
)l nr-s en busca de J't'gion m:lS templada ~e hahian traslada-
,) do di' Sil anterior residencia á "larsella , como después ú
;) Itoma ), 50 11Ii1101:es de reales al año y 8 á la última en
» caso de IJllPdar viuda; y 1).0 Convenirse las partes con-
)) tratantes en ajustar 1In tratado de comercio entre ambas
)) naciones , subsistiendo hasta qm' esto se verificase las
)) rv!aeipill':; comerciales en el mi51110 pilo en que estallan
J) antes dl~ la guerra d(~ 17~12. *


Coufiós« al duque ¡JI' San Carlos el encargo (le llevar es-
tl~ truludo á Espaüa con * carta de! Iley para la Hcgt'llcia,
que sirviese de credencial, y una instruecion ostensible qlle
escudase ú Fernando cerca del gobierno fr:mcés. Exigíase
del de Madrid en el primer documento la ratificacion drl
tratado: pensamos qlle lo mismo eu el segundo, bien (lile
nada IIOS as('gura sobrl~ esto Escóiquiz ; y solo sí qlle S. 1\1.


(~,\ l'. 11. 6_


\ii1k
di\ ::'<111 í ,',ilil)",


;j ~.-:; Ji) úa .
(,\1'.11, í.)




578
hizo de palabra á San Cárlos las advertencias siguientes:
" 1." Que en caso de que la Ilegencia y las Cortes fuesen
» leales al Bey y no infieles l~ inclinadas al jacobinismo,
1) como ya S. JI, sospecliaha , se les dijese era su rca I inten-
)) cion que se ratificase el tratado , con taI IIIW lo consiu-
l) tiesen las relaciones entre Espaüa y las potencias ligadas
» contra la Francia, y no de otra manera. 2. a Que si la
» Ilegencia , libre de compromisos, le ratificase, pndia ve-
» rificarlo temporalmente enten.liéndose COII la Inglaterra,
)) resuelto S. 1\1. á declarar dicho tratado forzado y nulo á
J) su vuelta á Espaüa por los males qUl' traería Ü su puehlo
)) semejante confirmacion ; y 5. a Que sí douriuaha eu la !te-
)) gencia y en las Cértes el espiritujacohino, nada dijese el
i) duque y se contentase con insistir llllellalmnte en la rn-
l) tifícacion , reservándose S. :VI. luego qUI' S(~ viese lil.re , el
)) continuar Ó 110 la guerra segun lo requiriese el intcres ó


(' .\1'. 11. '.) )J la buena fé de la nacion. )) *
Despues de esto partió el de San Carlos de Valeuccy el


11 de diciembre, bajo el falso unmhre de Untos para ocul-
tar mas bien su viaje, ó impedir hasta el trasluz dpl objeto


1-:/1,1,,"1"1',,1""1 de la eomision. TIn su ausencia quedó encnrgado d(~ conti-
il \al:'n('(~Y ;i 1 I I I l' 1 I 1 '1


olr", 1"['111-;"1",. nuar tratauc o con e COtll e I I~ La orest I al! 'el ro _ aca-
naz, traido tnmhien allí algunos días anl.es pUl' orden del
ernperador , lo mismo qlW los generales don José Zayas y
don JOS(; ele Palafox euccn (Idas en Vinceuncs , 110 hahién-
dose Napolrou olvidarlo tampoco en su llamamiento de don
JU;1ll Eseriiquiz : quien el H de diciembre llegó de BolII'-
ges, 1'11 donde le tcnian cOIIIIII;1I10, y al instante tomó parte
por disposieion de Fernando 1'11 las conferencias de ñlacauaz
y Laforcst , sin que por ('SO mejorusen los ;¡SIIS!OS til' sem-
hiante, ni l'l adquiriese mayor fuma de la que ya gozaba y
habíale cabido como estadista y negociador en Jos sucesos
de 1\Iadrid y Bayona.




Apesárasc el alma al contemplar , y desgracia es de Espa-
ña , qne los mismos hombres (no se alude en este caso á
Palafox ni á Zayas), que por sus errados cousejos habían
influido poderosaruente eu metor á la nacion y allley en un
mar de rlesdichas si" suelo apenas ni cabo , volviesen á sa-
lir al teairo politico para representar papeles parecidos á
lo" de antes, trabajando por extremarse en idénticos d(lS-
vios dc discernimiento y buen juicio.


Porque 1'11 credo, si examinarnos con atencion el tratado
oc Valeucey, cllya letra 110 ha podido alterarse, patente
SI' hace permanecían aun vivas las inclinaciones de Bayona
entre lns cortesanos (lIle asistieron allí en 1808: pues en
PI contexto del referido tratarlo ni siquiern se nombra al
Gohieruo nacional, que durante la ausencia del Itcy, hahia
agarrado con gloria y dichosa estrella el limon de Jos ne-
gocios púhlicos , ni tampoco se hace mencion d(~ los alia-
dos, acordándose [ll('go de los ingleses parn repelerlos fue-
ra del tprritorio ('spaflol ú manera dI' enemigos. Y si del
tl';ilado pasnmos á lns instrucciones qne de palabra se co-
uruuicarnn á San Cárlos , y cuenta Escóiquiz , ¿habrá lla-
dip !}nl~ no las gradi'w de mal sonantes , falaces é impropias
di' la dignidad real? En ellas queriendo por una parte ell-
gallar á Napolcon mismo y taltarle á lo pactarlo , suscitan-
se por la otra recelos contra la lIegrncia y las Córtes , y
aun se sosp.-ch« de Sil lealtad , anunciando en su escrito
don Juan Escóiquiz , qne sin las precauciones adoptadas
"huhiera podido Ilpgar por la infidelidad de la llegencia
Jl la noticia de las intenciones rlel Rey al gohieruo francés
" y echarlo todo á perder. » * Enhnrahuena desagradasen
al tal autor y á los suyos las opiniones de las Córtes y SlIS
providencias en materia de reformas, annque no las cono-
ciesen hieu: pero tildar á sus individuos Út" modo que lo
hicieron. y aun creer que la Itegcncia fuese capaz de des-


'lit'V'h.
rl'lll'\iUII(''''




I.OJlJi..:iofli.U!US
I'ralJ('f-':'iI':,;


l'iJ\i;Jd'J" ;j E~·
Jl.'~ña .


380
cubrir ti Napoleon UI1 secreto del lIey , COIIIO el! Sil folleto
estampa osadamente el don Juan , cosa es qu(' alhorota ('1
ánimo y provocará ti ira al espaiiol mas Ilrtl'Ílico y templa-
do, siempre (fllf~ sea amante de la verdad y de la justicia.
Utll'~, ¿hombres íl!le3ros y di' iucoutrastahle firmeza en
tiempos procelosos y desrslwrados, IlllHiaríallsp de repen-
tI' y ahora, cnnnrlo iha á entrarse en otros serellos y ho-
uaucihles? Xo , ni imaginarlo lo huhiorau antes ni d(~"plH'S,
ni euto nces , aun dado caso (lile hubiese ya ZIHIlI¡;¡do en
SIlS nidos el ruido de los grillos y cadpnas qne prep:;rahall
para pilos y la patria, en re('oml)('II"a (]l~ trihulaciout-s pasa-
das y grandes servicios, los de Yal(~'lc('Y v H~CI¡;¡Cí'S.


Qlle fuese p] encubierto d('s(~o dI' los consejeros dI' Fer-
nando rehuir de otras alianzas y (',.;trechar la dl~ll'llIlwradot,
francés, ya por miedo, ya por 1:1 ciega admiracion qll(' aun
«mservaban á su persona , colígl'S(' del tratado rl'ferido,
que no consiente interpretaciones ni posteriores variantes,
y de la conducta que todos ellos tuvieron ('. iremos ohspr-
vundo hasta la filial caida d(~ Bonaparre : 110 sil't1do dI' me-
uosprcciar tampoco en comprohaoinn una ocnrreucia ([1If'
arriba apuntarnos , y es oportnuo contar aqní.


Por el mismo tiempo en (!'t:' andaban los tratos dI' Ya-
lencey , vinieron :'1 España unos cnmisionados lra11 ceses,
qlle bajo de cuerda dirigia y manejaba d('sd(l sn país un tal
JIr. Tassin , sngcto inquieto , nlllY cntrt-ruetido v dI' "('('1'('-
tos amaños. Traían aquellos encargo de introdnrir descon-
finuza respecto de lo,.; inglesr,.;, y truhajar ahin('adameHle
para (flW estos saliesen de E~paila. Dos vran !os principa-
les comisiona/los revestidos de podpl'('s y con nntorizur.inu
competente. Presentóse 11lIO de ellos al gl'lIf'I':l! ,'¡in:l, y es-
quivó el otro eucoutrarsn hacia 11'1111 con lord Wellinaton
y don llanuel Freire, enl'aJlIin:HlIlo sus pasos :', Bilb:lO, en
donde se ahncó ('011 un cierto Echavarriu , amigo v COI'l'PS-




pousal de los de Vall'lIel'Y desdo los sucesos de Bayoua,
a (luil'll dI' itltl~lIdl'llte vimos convertirlo ('11 guerrillero allá
('11 :\!e;lüil'l's. \Ll'zcl;lronse 1';)11 los expresados emisarios al-
guuos otros, I'lItn~ los cuales merece montarse un Mr. )Iag-
delaine , luuuhre muy gordo y de aparente buen natural,
dI'! '1111' se sirvió para ellgarlar :í don ñliguel de Ahna y á
lord \vpllillgtoll Ú punto d(~ sacarles dinero y recomenda-
ciones. El comisionado ó agente que se avistó con ]Iina, de
uomhre Alr. Uuclerc , desoubriúse :í esl:~ y le manifestó el
nbjeto de Sil coruision , cutregáudole diversos papeles. In-
formada de todo la Iíegcnciu del reiuo y cierta de lo avieso
y torcido de la trama urdida I dispuso proceder contra los
'jeclllores tic ella, y ortll'lli') en consecuencia la prisión de
varios sllgetos, señaladamente la del que hemos dicho ha-
berse I'IHll'rezado:i Bilbao, dl~ cuya persona, ya de vneltn,
S(' apoderó dentro del territorio francés don 1Iiguel de Alara,
1'11 virtud de onleu superior y por medio del comisario de
policía l~Ur. Latour. Trataba la üegencia de que se castigase
l'jelllplal'lllellle:í semejantes euredadores , cuando tuvo que
detenerse , sabedora de (Iue cutre los documentos había al-
gunos que nparcciau firmados de puüo y letra de persona
ilIUY elevada y augusta. Suspeudierouse de resultas las di-
Jigl'lleias judiciales, y procurúse dar treguas al asunto y aun
echarle tierra. ~\o faltó quien entonces pensase y fundada-
1Ilenle que ludo ello habia sido pura fragua y lalsificaciou * (' Ap. 11
dI' don .luau de Amezaga , homhre mal reputado (~ instru-
mento secreto del gllhiemo Irunces ; pero mudaron de die-
t:llGeil, Ó '1U(~dMUn perplejos al averiguar (Iue los arrestarlos
recobraron Sil libertad al tomar Fernando á Espaüa , y que
recihiernu ('11 lHU; * una suma considerable <í trueque de (' \:'. u,
que (~lItl'egasell papeles , al parecer importantes, que toda-
vía couservahan en su poder, y COtl cuya publicacinn ame-
uazahau al ¡tey Feruaudo soberbia y desacatadarnente.




Ll,>~'
~all Lll'ill,,;i


"1 'l:1rjil


ni~~ll~l(¡
1{lJP. r'all:;;l "1{


JlI'r(l'LI.


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l:llll!,r':,L;)e.ilil1
¡le LI BI'~"l)(:ii:l y
~U..;


•__~8r!~-:; al RI'Y.


5~i
Mientras tanto el duque de San Carlos iha acercándose


á Madrid , si bien 1'0 llegó ú aquella capital hasta el 'l de
enero, impidiéndole las circunstancius verificarlo con mayor
presteza. Tarnhien se dilató el despacho del negocio que
le traia , por hallarse á la propia sazon todavía de viaje la
Begeneia y las Cortes , y lardar estas algunos dias en insta-
larse ; con lo que se dió lugar á muchas hahlillas , y :'t <¡lit'
se pusiese la opinión muy hosca y embravecid. contra el
de San Cárlos , recordando lo de Hayona í y saltando .1 ve-
ces la valla tic lo lícito los dichos y alusiones ofensiva- qne
insertaban Jos periódicos y se repetiau en fiestas teatrales
y en jácaras que entonaban y esparcian los ociosos por ca--
Hes y plazas.


En Valcncey impacientes cada vez mas los que allí que-
daron, y temerosos (le qne el duque de San Cnrlos enícr-
mase Ó tuviese tropiezos en el camino, idearon enviar con
igual cornisiou á don José de Palafox, cuyo nombre era mas
popular en conmernoracion de Zaragoza, y por tanto menos
expuesto á excitar enojo dentro de España, y causar que
brantos y detenciones, Púsose así el don Josó eu camino.
trayendo los mismos papeles {Iue el que le hahia precedido,
acompañados de otra instruccion * comprensiva de varios
puntos relativos al cumplimiento del traLado, y una nueva
carta ó credencial para la ltegencia, con expresiones aile-
mas, segun parece, halagüeñas y de agradecimiento , si
Lien verbales, dirigidas al embajador oc Inglaterra. P;¡~tió
Palafox de Valencey el ';l1, del propio diciembre bajo el
nombre de ~lr. Taysier, y llegó á Jladrid en el mes iume-
(Hato, días despues que San Carlos.


Enterada la Regencia de la comision del último ya ;í Sil
paso por Aranjuez , ni un momento vaciló eu lo (111{' di'bia
contestar. Teniale la ley trazado el seuúero , habiendo de-
clarado las Cortes extraordinarias :í la unanimidad por su




;)85
decreto de 1u de enero de lHll, ('OIIt'OrIrW en su lugar di-o
juuos , « qlle no rr.eonoeerian , y antes bien tendrian por
» nulo y de niugun valor ni dedo, lodo acto, tratado, con-
» vcnio , tÍ Iransacciou de cualquiera clase ó naturaleza .....
)) otorgados por el Iíey mientras permaneciese en el estado
" de oprcsiou y falla de libertad en que se hallaba..... pues
" jamas le considcraria libre la nuciou , ni le prestaría obe-
,) diencia hasta verle entre SIlS fieles súbditos en el seno del
» Congreso nacional. .... ó dr.l Gohierno formado por las
,) Cortes, )) Iuuuitio pues la I1egencia copia autéutic» ti
S. M, de este decreto con una carla del tenor siguiente.
« Señor: la Hegencia de las Espnñas nombrada por las Cór-
» tes gelll'ralr~s y extraordinarias de la nacion , ha recibido
,) (;011 el mayor respeto la carla que V. lH. se ha servido
) dirigirle por el conducto del duque de San Cárlos , así
" corno (,1 tratarlo de paz y dentas documeutos de que el
)1 urisruo duque ha venido encargado.


.) La llegencia no puede expresar á V. ;\1. dehidarneute
)\ el consuelo y júbilo que le ha causado el ver la firma de
)\ V. u., Yquedar por ella asegurada de la buena salud que
JI goza en compañia de sus muy amados hermano y tío los
,'seiiol'l~s infantes don Cárlos y don Antonio, así como
» de los uohles sentimientos de V. 1'1. por su (Imada Es-
» paila.


» La Hegcncia todavía puede expresar mucho menos cuá-
n ll~s son los del leal y magnánimo pueblo que lo juró por
J) su Itey, ni los sacrificios (lue ha hecho, hace y hará hasta
» verlo colocado en el trono de amor y de justicia que le
» tiene preparado; y se contenta con manifestar á V. lH.
" 1{lIe es el amado y deseado de toda la naciou.


j) La Hegencia que en Hombre de V. M. gobierna ;í la
j) Espaüa , se ve en la precisiou de poner en noticia de
,) V. lH. el decreto que las Cortes generales y extraordina-




Vllcl\'en
á Fl'alj('i<l


::lo ni! t:jírl()~ y
Palal'u\.


ii8i
)) rías expidieron el dia 10 de enero del ario de 1Hll , dI'
» que acompaña la adjunta copia.


JJ La fll'!!encia al trasmitir á V. JJ. l'~te dcereto soliera-
» no se excusa de hacer la mas mínima observaciou acerca
,} del tratado de paz; y sí aSl'gnr3 Ú V. :n. '1IIt' eu t'd halla
) la prueba mas auténtica de que no hau sido infructuosos
" los sacrificios que el pueblo español ú hecho por reco-
» brar la real pcrsolla de V. :U., y se eongratula con V.\1.
» de ver ya muy próximo el dia en que logrará la iuexpli-
., cable dicha de entregar á Y. 1II. la auloridfl\l n'al, que
.) conserva á V. JU. en fiel depósito, mientras dura t-I can-
" tiverio de V. JI. Dios conserve á V.\1. muchos aüos
» para bien de la monarquía.eeIladrid Hde enero de 1811.
!l =Seüor.=A L. Il. P. de V. ~I. =Luis rle Borhon, cal"
» deual de Escala, arzohispo de Toledo, presiLietlk.:=.1 OSI',
o) Lnyando , ministro de Estado. »


Cási eu los mismos términos y COH (¡~e(¡a del ':lB del pro-
pio mes respondió tamhien la rteg¡'lIcia ;i la nueva carla
que le dirigió el Itey por conducto de don .IOSt; de Palalo x,
recordando solo que á s.n. se debía" el restahlecuuiento,
JI desde su cautiverio, de las Cortes, haciendo lihr« á su plle·
>l blo, y ahuyentan :Jo dd trono de la España el mouslruo
» feroz del despotismo. JJ\.luc!ia esta indicaciou al tlec\'(~­
lo que diera el Iíey en 1~O~ muy á las calladas i'1I Bayonu
para convocar las Cortes , trayéndole sin duela á la memo-
ria la Ilcgencia por recelarse ya del rumbo que querían a1-
gUIJos siguiera S. JI. al volver á España. Auunciahasc tarn-
bien en la misma carta, ha ber el Gobierno « nombrado
)) embajador extraordinario para concurrir á un congreso
» en que las poteucias beligerantes y aliadas iban á dar la
» paz á la Europa. »


Sucesivamente toruarou á Francia, siendo portadores de
las respuestas, el tiuque de San Cárlos y don José di' 1'a-




lafox , no muy satisfechos uno ni otro, y :llgo despechado
el primero jlor los desaires qll(' hahia recibido y los insul-
tos á que :'1(' viera expuesto.


Comunico la Ile~encia ú las Córtes todo el negocio, co-
ma de suma gral'l'dad, iuquiriendo adernus de ellas Jo que
couveurlriu practicar, 1'11 caso dc que Nupoleon , prescin-
dieurio de su propuesto tratado , soltase al Hey, segun ya
se susurraha , COIl ánimo de descartar á España cuanto
antes de la alianza europpa, é introducir entre nosotros
discordias y desazones nuevas, Primero f(u!' se satisficiese
á cucstiou tan anlua , decidieron las Cortes oir acerca de
lo mismo al ConsPjo de Estado, cuya corpornciou , sin ti-
tubear en nada, fué de dictamen dI' « que no se permitiese
') ejercer la autoridad real á Frruaudo VII hasta que huhie-
" SI' jurado la COllstiLucion eu 1'( SPIIO del Congreso, y de
;) 1[!l1' SI" uornhruse una diputuciuu qw' al entrar S..\1. li-
» bre eu Espaúa 11" presenlas(~ 1;, llueva ley Iuudameural , y
" le enterase dl'l l'filado del país y dI' S!lS sacrificios y
;) muchos padecimicn tos: » COIl otras advertencias respecto
de los españoles comprometidos con José , algo rigurosas
y de temple áspero corno el ambiente que corria.


En vista de esta consulta y tic 10 manifestado por la HI'-
gencia, deliberaron en secreto las Cortes sobre el asunto;
y bastante unirlos sus vocales convinieron en dar un decre-
to CJIW se publicó con fecha :l dI' L'brero, por el cual SI'
declaraba I(UI' " coulormc :í lo decidido por las Cértcs ge-
11 uerales y extraordinarias en lo) tic ellPro de J811, no se
)) rccouoceria por libre ni Iley, ni por lo tanto se le pres-
» tafia obedielll~ia hasta (filiO. en <'l seno di'! Congreso nacio-
.) nal prestase eljutamento IIul' se exigía en el artículo 173
" tle la C'lIlsl.illl(',jOIl: que al acercarse S. ~I. á España, los
)) gener:llefi d(~ los '~.iéreitm; que ocupasen las provincias
" Ironterizas pusi-seu 1'11 noticia dI' la Ilegpucia, In que
TO~I 1\'


Da rnr-ntn
<t las Cúr tes rk
~\..;I.I' lIf'gncio


lil Hp~(\IICiil dd
rdno




0~r,


" rlehia trasladarla :í las Córtl's, cuantas huhiesen arlqui-
iI rido acerca de la venida del Bey y I}(> Sil ;)colllpniJallliell-
¡) to , con las dernas circunstancias que purlieseu :l\l'rigu:Jr:
)\ Illli' la Hegcncia diese á los generales las iustmcciones
iI v órdenes necesarias, á fin de que ni Ilegal' /'1 Bey :í la
J' frontera recibiese copia de este decreto fiel 2 de Iehrero
J' v una carta de la Hegencia con la solomuidad di'hilla.
¡) cnteránrlole d«l rslaclo de la uacion y dI' las resoluciones
" tornadas por las Cortes para asegurar la indl'pl'llIlí't1cia
u nacional y la lihertai] del monarca: (lllr no se !H'rrnitiesl '
" entrar con el Iley ninguna fuerza armada, y qul' en caso
" que esta intentase penetrar por nuestras fronteras tÍ bis
» líneas IIr nuestros ejércitos , Inese rechazada cnnforme :í
" las leyes de la guerra: que si la fuerza armada que ncom-
l' pañare al Rey fuere de espnñoles , los generalrs en jefe
JI observasen las instrucciones que tuviesen del Gohirrno,
JI dirigidas á conciliar el alivio de los que hayan padecido
JI 13 desgraciada suerte de prisioneros con el orden y scgu-
» ridad del estado: qne el gf'11rral del ejército qne tuviese
» el honor de recibir al Ilcy , le diese de Sil mismo ejercito
" la tropa correspondiente :í S11 alta dignid:HI y honores
n debidos á su real persona: que no se permitiese á nin-
11 gun extranjero acompañar al [tey • ni tampoco en manera
11 alguna á los españoles que hubiesen obtenido de Napo-
» lean ó de JOS(; ernpleo , pension lÍ condceoracinn de cual-
l' quiera clase que fuese, ó hubiesen seguido :í los írance-
» ses en su retirada. Coufiáhase al celo de la Hegencia el
» señalar la ruta qni' hahia de seguir S. 'I. hasta 11{~gar :í
JI la capital. y se autorizaba ,í su prcsidente , para que en
) constando la eutra.la del Rey en territorio español, salie-
II se á recibirle hasta eucoutrarle y acornpaüarle (, la capital
» con la correspondiente comitiva: prrsellt:llldo Ú S. ,1. 1111
» ejemplar de la Constiurcion , á flu dr lJue hir-n ill:-lruido




pudiese prestar COII cabal delihcraeion y libertad cumplí-
1 da el jurameulu que dicha Cnustituciou prescrihia , cu-


ya funualidad habíase de )lellar yendo el Hf')' ,'1\ derechu-
l'a al salon t1P Córtes , y pasando des¡IIIl'l' acto continuo


il a Palacio para recihir tlr: mallos dI' la R¡~genc¡a el go-
l) hieruo dI' la ruonarquia , todo lo cual debían las Córte"


anuncinrlo ;'1 la nacion por medio dI' mi deCl'('to. II *
El actual ansalzúronle entonces los lilas, v le aplaudie-


ron vivamente los aliados. calificáudolc de prudente y
muy oportuno. Aprohárouse SU3 artículos y la totalidad eu
sesion sí~creta , por una mayoría Illuy crecida , sentándose
y levautáutlnse y no por votacion nominal; habiéudole
desechado solo 10 tÍ 1~ diputados. Firmaron ('1 acta para
mas cumplida solrumitlad iodos los que de dios estuvie-
ron preseutes , propouieudo en la sesiou del;) el diputado
Sauchez y decidiendo en la del 8 las Cortes que se puhli-
case y circulase, juutamcute cou r,I d¡~ereto del 2 y deruas
documentos en pi tll'goeio, nu maniliesto en que se cspeci-
Iicasen los fundamentos de la dcterminacion tomada. Hizo-
se así, leido (/111' ftu' este y aprobado en el dia j~) de fe-
brero; * distinuuiéudosc por su lenguaje elevado y hieu
sen: ido, como prodlleeiotl elocuente de don Francisco "lar-
tinez de la llosa


Al caer Napol(~()1l y las Córtes, sucedieron ;'1 las alahan-
las ]HOlligadas al de(',t'pt.o agrias ccnsurns , y hnbo muchos
qlle le laehal'on de uiruin y aun depresivu de la autoridad
real. Tuvieran en pilo razon tratándose de tierupos ordi-
narios, no de revueltos y de !.ellllJeslad y ventisca como
los que entonces corrían y se oteaban; en arma todavía
los gobiernos :v los pueblos contra el dominador (le Fran-
cia, quien, 110 al,alitlo dd lodo, ps('on:"',asp por mantenerse
linu« y ;ilIn por Plllpinars'~ lit: 11\1('\0 cnn un nll'l!lIS pn~­
'SIIU('/(JI\:j1u' a51Ilf',I:I.


\]1,11. 1,1.;


St' rt-c ihe
r~1I1 :q1/;lU:O;O,


!'];¡uifít''''!¡¡ 1)111'
dcl!l'


ilC01111 urtí ~11'11'


• ~\ p. 11. j'I.)


f:nJIJ ¡¡il)
1,'111:1




J-igas )' nH(!:r~j()g
CllJllril


Ia!i1l nucva s rl '-
fo l' 111:1-'


;'íH~
Cierto que hubiera valido mas no poner tantas trabas al


viaje del Itey , ni tanto retardo en Ji! rrintegraeio/l de su
autoridad; prefiriendo ;í minuciosas precauciones otras de
SEguro y feliz éxito, y de viso no tan rlesapnciblt.: procu-
rando sobre todo rodear ;í Fernando desde su entrada en
Espaüa de varones de huen COUSI''¡O y tino. que atajaseu
en su origen cualquiera derivaciou IJlW tirase ;í formar ('11
el curso de los negocios púhlicos extravasado y peligroso
caz.


Los contados vocales qlle desaprobaron en las Córles el
decreto del 2 de Iebrero , no lo hicieron por ser partidarios
ó fautores de la usurpacion extranjrra sino 3111es bien
porque mirando ya á esta corno colgad iza y próxima á des--
prenderse y dar en el :51:1'10, vagueuhn Sil pensamiento,
siendo enemigos de toda rnudanza , sobre el modo mas
conveniente de rlestruir las nuevas reformas y )'('1'01\('1' las
cosas en el estado que teuiau en España de mllY antiguo.
Eu Sevilla, Córdoba, Madrid y otros lugares, en dende.
meses pasados, permanecieran ociosos I'110s y varios de
sus compañeros, llO pudiendo ú causa de la liehre amarilla
trasladarse á la Isla de Leoll, hallínn nlt'lIllllrado las juntas
y las conferencias enderezarlas tudas :í la 1)1H'na -alida del
indicado objeto: andando en ellas 1'1 conde d('1 Ahishal,
con licencia :í la sazou en Córdoba, quien desde entonces
llevó secretas inteligencias con don Beruardo IIlozo llosa-
les, don Antonio Gomez Calrlerou y otros diputados, prin-
cipales jefes del partido anti-reforrnar!or.


El recelo aun de franceses , impensados cmharnzos, y la
falta de un npoyo efectivo y bien sólido, lejano y 110 se-
guro Ahishal de su ejército , impidieron entonces tomase
cuerpo el plan proyectado, y baslant(·s vocales dt' los mis-
mos que en el entraban no dejaron de coadyuvar con su
voto á la aprobaciou del tb~l'd(l de:! lit' ft'I)I'(~ro; predorni-




liando entre ellos la idea de que ~apolel' , 110 derrocado
todavía del trono, podria influir rnalamaute en el Rey y en
sus inadvertidos 1; ilusos consejeros.


Pero Iirrnes 1~11 llevar adl'lallt(' Sil propósito , removido
que fuese aquel obstáculo , ahocáronse varios diputados y
otros sugetos con el duque de San Cárlos , procurando
grallgear!e la voluntad para que indujese al Rey á favorecer
s('lIIejallles manejos. Aunqu« oculto el fuego) columbra-
hanse 111~ cuando en cuando llamaradas que k descuhrian ,
sieud» eu t'!lo parte la vanagloriosa iurliscreccion, Óalgunos
aventurados I):ISOS de echadizos poco diestros.


EII este easo podernos delú estuvo don Juan Lopez 11ei- E,ll'aü" dNlll,,,
¡kl rlil'lllat\li


tia, diputado por Sevilla, quien en la sesiou del;:) de lebrero !leina
causó ('11 las CIlrtes inaudito escándalo, levantándose á ha-
hlar dCSIJlll'S de admitida á .liscusicn en aquel día la pro-
puesta del manifiesto anilla iudicado, y dicidieudo sin
prcámhulos y dl'sarrebozadamcntr: « Cuando nació el señor
1) don Fernando VII, uacio con uu derecho á la absoluta
)l soberanía de la nacion espaüola ; cuando por ahdicaciou
» del señor don Carlos 1V obtuvo la corona , quedó en
» propiedad del ejercicio absoluto de Hey y señor ..... ») Al
oir estas palabras, gritüs y clamores salieron contra el ora-
dor de todas partes, llnrnáudole al órdeu. Pero no coute
nido por I'SO , ni reportado , exclamó el señor Ileina: « Un
l) representante de la nacion puede exponer lo IJ1Ie juzgue


1) convcuiente :i las Cortes, y esta.; estimarlo ó desestimar-
" lo ..... » « Sí (interrull1piéronle varios diputados). si se
,1 encierra en los límites de la Constitucion ; no si se sale
l) de ellos II « Luego que (prosiguió tranquilamente el
,) señor líeiua ) restituido el señor don Fernando VII á la
1) nacion española , vuelva ~I ocupar el trono, indispensa-
l} hle t'S que :,iga rjen:il'lHio I;¡ soheranía ohsoluta desde
)l PI ruoruení.o qlH' pise la raya ..... » Si grande Iuc el tu-




TrrrfAll nlgllno'i
d~ mnlur


la He¡..:-rnr.ia.


;)90
\11'<11'01.. multo que produjeron las primeras p:t1:dn::~ dI' i'~II' dlpil


.¡lfi' 1·'1¡r"'l en le!"c.
C"'rll'S tado , inexplicable' filé el qllP ('X('ilaroll I;I~ últin.as , P),I,I:I-


)' ~I(" rlh~ltl'a~
mando muchos que (1 110 se Ip pPl'llliliesl' cnntiuuar hnhlau-
» do, que se escribiesen sus exprl'siIJIII"'. y "x!)IIbáJll!olt'
)) del snlon P:¡S:JSPIl eslas, qlll' r-ran ('olilrarias :1 la Ipy Iuu
)) darnental d('1 estado . al exárnen 1Il' Illla comision ('~IH'-'
)) cial. » Dccidiosc así al cabo dI' largo dPltal1' y 110 POI:O :I('a
loramiento , habiendo pasado el asnnt o al 1'\31111'11 (!lo !:Inl
cornision y en seguida al trihunal dc Ci)J'1t's dOlld" /lO 111\1'
resulta, escondido y ausente POI'O drspul's (,1 seiior l\pjlla,
á quien en premio y pcticion sllya concediósele :i la vuelta
del !ley á Espaúa nohlcza persounl. Era antes pstl' diputado
hombre ,J¡" escaso valer v dI' prolesion ('scrihano, iust.ru-
mento ciego en en aquella ocasiou del bando anli-coustilll-
cional á ({nI" perteuecia. Traspié el suyo di' (,Sc:llldalo solu
y pernicioso pjelllplo, suhresaltó II1ns que por lo que so-
naba. por lo que snpouia dI' soterrado y oculto.


ltcalizárnnse estas sos!)('chns ni traslucirse que sr fraglla-·
ha 1'\ camhiar de súhito la B!'gencia actual del reino. \',1-
rones de probidad los individuos IJlH' 1:1 compouian, v á SIIS
juramentos muy fleles , 110 daban entrada Ú mnquinacinues
ni á miras torcidas ; y menester era separarlos di" lijando
para socavar mas desembarazada rnenIr 1'1 pdj licio constitu-
cional recien levantado. y pJ'(~l'arar su entero hundimient«
al tiempo qul', el I\I',V volviese. Tunlearon al pf(·cto los pro-
movedores tí runchos rliputados , y eulre pilos ú algunos d('
la opinion liheral , alegando ('11 favor de la pro!l1I!'sia razo-
nes plausibles y de conveniencia púl.lica. II{'J'O!lO salisfeehos
los mismos de las resultas de los pnHls dados, nrrojárnnse
Ú gnnar en silencio y por sorprf\sa io qul' dudaban COIIS('-
gllir :í las claras y fr:lllc:tnll'lItl', intentando poner ('11 prac-
1;":) sn pe\)Sami\'l\~n \'\\ 1\\\:\ sl'si"l\ sí'en'la de \as ¡\I' 1'\'\\1'\'\'\\.
Salióles vana la lPlltalivll. porque mnuiohrando ,,1 partido




Cít'l'I',lll la ...
CÚI'II'~


ordlllill'i¡¡", '"11"
",¡':;;illlll':O:


r<,!'unllador con rlestreza y lilaila, previno el golpe, y aun j\" 1" eollsigHt'IL
('IJI}


lo paró del todll , aprobándose por gran mayoría de votos ,Al"S incic1elll,'s
una proposicion muy oportuna que hizo 1'117 del propio
mes el seüor Cepero , segulI la cual se declaró qlle solo po-
dria tratarse de mudanza de Gobierno en sesion pública y
cou las formalidades que preveuia el reglarneuto. Proposi-
cion Ú que í.uuhiun movin UII informe del ministro de Gra-
cia y Justicia y uua rcprescutaciou en aquel dia del general
don Pedro Villacarnpa , que mandaba en lUadrid, dando
cueuta de las causas (lile hahiau impelido al arresto de UlJ
lal don J uau Garrido, y de cierto presbítero de nombre
don .J lls(; Gouznlez, COIIIO tntnhicn al de algunos soldados:
dispuestos los prillJ(~ros á excitar trntoruos , y gratifi(~:ldos
los segullt\lls por ruano oculta con una peseta diaria, aguar-
diente y P:IIl. ll('SCOlJlPU"il'roll scruejautes providencias la
maraña l¡'¡ida entonces de * intrincada urdimbre, y hubie- '\1''' 1',
ron sus tramadores de aglwrdar á (lue llegase tiempo lilas
propicio para la ejccuciou de sus planes; el cual en verdad
no anduvo en Sil curso ni perezoso 111 lcuto.


Tcnuiuarou las Cortes ordinarias las sesiones del primer
aüo de Sil diputaciou el 1\1 de febrero, iuvertido el tiempo
y urden constitucional Ú causa de las circunstancias particu-
lares W I{lW se hahiau juutarlo : y por lo que para volver á
{~I, eu cuan to fuese dable, y sujetarse á las minuciosas for-
malidades (le la Coustitucion , extrcruas por cierto)" liada
conducentes al breve y acertado despacho de los negocios,
elllpezaroll el 20 del iuisruo mes las juntas preparatorias, I.:lS 1 "..JI ,'n


n ,Ihl'it
abriéndose el 10 de marzo las sesiones del segundo año , ¡')
sea sl'gllllda legislatura lk estas Cortes.


A la propia sazou eusauchárouse tauihicu las relaciones I\,'e"""",,,,it,,,,o
dl'[ Au-Ir¡n


dI' hU\~U¡1 amistad y alianza cou otros estados , recibiendo ,\ 11:11'''1:, ""1'
PI 11~1·:1


la !tegweia del reino ú "ir. Gellotte como encargado de IU'-
!lucios de .vustria , v concluyendo cou la Prusia IlU trutatlo ,




Snr.l':-'(J~ mili-
tan~~.


CatalUrlR,


3H2
hecho en Bailr:tel:!O dI' enero dI' I',t .. ailo de 1~ 14, :i se-
mejanza de los celebrados en I~I aut ..rior con Ilusia y Sue-
cia, y en cl1Yo artículo 2" decíase: l( S. }I. P. reconoce ,¡
II S. ji. Feruaurlo VII como solo legitimo ltey UI~ la ruouar-
» ql1 ía espaüo!« 1'11 los dos hemi-Ierios , así como <Í la Be-
,) gellcia del reino tIUI' durante Sil ausencia y cautividad le
)j representa. It~gítimanH'])t(~degida por las Ctírtes W'lIera-
» les v extraordinarias. S('[!Ull la Coustituciou sancionada
~' G ..


)) por estas y jurada por la naciou. ,) Artículo qll(~, aunque
no tan directo ni explícito en algunas de sus cláusulas co-
mo el correspondiente en los otros dos convenios, citados
ya, de liusia y Snecia , éralo bastante para probar que la
Prusia ])0 SI' desviaba NI esta parle dr In política de las de-
mas potencias aliadas , ni descouo eia la ]I'gitimidad dI' las
Córtes , ni por consiguiente la d(~ sus adoso


Tornemos ahora la vista á las cosas de la guerra. ]\11 Ca-
taluüa manteuiase tnrlavin en Barcelona el mariscal Suche"
bien que preparado ~ la retirada, conservando adema» la
línea del Llohregat , que se extendía l1eslle :\lolillS de Hey
hasta Sau Hoy y el l!l'sagu:Jdero del 1'10. El lfj de enero re-
solviéronse á embestir estos plintos las fuerzas anglo-sici-
lianas ,1 las órdenes d(" sil' Guillermo Clinton, en nniou con
las del 1c r ejercito (1'1(~ mamlaha el geueral Copons , y la
;)8 division del ::!" regirla por don l'edro Sarsflcld. Tuvo
origen este plan en un arrl'gio concluido entre el general
Clinton y don .1015(' Manso, tocando al illgit's acometer de
frente ron 8000 hombres por la calzarla de Barceloua , y al
espnüol situarse Ú l'l"paldas de 'Holins de Hey I'JI un venta-
joso puesto (Iue dominaha 1'1 camino por donde los enemi-
gos tenían Forzudamente que rl'lirars('.'las al ir :'1 ejecutar
lo proyectado, aunque va con la venia ñlauso lk don Fran-
cisco COpllliS, gl'lIcral ('JI jde, pn-Iirió esle tornar sobre si
la empresa y woperar ('J; lH'rsona ;1 la acoml'l.ida de sir Cui




llermo Clinton. No corrrspond io :í su deseo el éxito , por-
que habiendo el don Francisco calculado mal el tiempo sin
atender {¡ la obscuridad de la noche, ni á lo perdido de los
caminos , IJI~gÓ tarde y presentóse no á la retaguardia de
los Iraurcses , segun lo convenido, sino por el flanco; con
lo que pudieron los enemigos, á las órdenes del general
,'Jesclop, J'('pipgnrs(' á la izquierda del Llobregat por el puen-
te fortificado de :\Jolills dl~ Itey, y recibir ayuda de Paune-
tier qllC mandaba toda la rlivisiou. Don Pedro Sarsfield con
la suya y eahalleria inglesa los apretó de cerca, señalan-
dose el primer hatallon de voluntarios de Aragou , cuyo
teniente coronel don .luan Teran quedó gravemente herido.
Acorrierou en seguida tropas de Barcelona al son de guer-
ra, y procuró Suchet atraer á los aliados hacia San Feliú
del Llobregat para cogerlos corno en una red; pero vivien-
do los nuestros muy :;obre aviso , retrncedieron y conten-
táronse con el reconocirniento hecho, y haber aventado á
los franceses dI' la derecha del rio.


La suerte de estos en Cataluña se empeoraba cada dia,
disminuyéndose su fuerza considerablemente: dos terceras
partes de jinetes, :-< ;í 10000 peones, y cási toda la artille-
ría recibieron órdeu de dirigirse sobre Leon de Francia;
apremiado el emperador por los reveses y descalabros en
tal gnldo, qlle mandó se verificase este movimiento, tuvie-
se tÍ no buen paradero In cornision del duque de San Cár-
los. Así succdio , emprendiendo Sil marcha aquellas tropas Sil retira Suche!


H Gerona.
CB el cuero , y saliendo de Barcelona el 10 del inmediato
mes el mismo general Suchet., quien se reconcentró en
Gerona y su" cercanías con 2 divisiones y una reserva de
cahaller¡e , Ú que estaba ahora reducido todo su ejército.
(juedó Itohert en Tortosa con escasa fuerza, y Habert en la
C:ltaluil:l haja cun uuus nool) hornhres , obligado bien pron-
to ;'1 encerrarse rieutru de Barcelona, porque adelantándose




~\ p. IJ, I t.,.)


Se pa",¡¡ tí lo",
(':'l'~IÜO!I'''' :
~II'; l'tlJYI'rtl)~ J
ardid~~~.


los aliados. bloquearon la plaza, y estrccháronla del tudu
ya en 8 del propio febrero.


Golpes tras golpes que, si bien herían mucho al general
francés, no le hicieron quizá tanta mella cOnJO otro singular
y muy recio que le sobrevino irnprovisamcute de parle de
quien 110 podia esperarlo, de llIl oficial español destinarlo
cerca de su persoua y de nombre don Juan Van-Halen. Ha-
bia sido este alferez de navío de la real armada, y abrazado
Cilios primeros meses de 1808 la causa S;lllt:¡ de la indepen-
delicia, hasta que hecho prisionero en el Ferrol , variando
de rumbo tomó partido con los contrarios, y reconoció por
rey á José Bouaparte , á quien sirvió durante algllnos aüos
dentro y fuera del reino. Estaba el don Juan con una co-
rnisiou el! París en 1815, cuando empezaba Ú desplomarse
el imperio napoleónico, y despues de muchos pasos y cm-
peüos . obtuvo se le empleas!' eu el estado mayor de! nia-
riscal Suchet , ú cuyo cuartel gellf'rfll llegó el 20 tic uu-
viernhre de aquel mismo aüo. Cuenta Van-Halen eu UII
opúsculo * que publicó en 1814, haber solicitado semejuu-
te destino COll el anhelo de prestar alguna asistencia meri-
toria y digna á la patria que hahia ahaudouado , y con la
que queria reconciliarse. Púsose dl~ cOllsiglliellti', tan luego
COlUO volvió á Espaíia , en correspoudeucia con el liaron de
Erales, la que continuó por espacio de dos meses, en cu-
yo tiempo agenciando dicho Van-Halen la clave de la cifra
del ejército francés, la pasó :í mauos del harou , indicando
ser este servicio preludio de otros que meditaba.


Dio principio á ellos saliendo de Barcelona eI 17 de ene
ro por la uoche , y haciendo que le siguiesen, eu virtud dI'
órdenes falsas, 2 escuadrones de cornceros apostados en
las cercanías de In ciudad , con intento de (lne cayesen eu
una celada que dchia armarles el harou de Erolcs. 1'1'1'0 1'('-
trasudo easualmente un aviso remitido al eferlo, fruslniH'




la ,.:orpI'P"a, 1.l'nll'lIdll \ nu-Haleu epI(' 1)('II,.:al' ":0[0 PII ,.:;d-
vursr-, ulli¡"ndo"e al de Eroh:s en San Fr-liú de Codinas.


:\0 arredrado ni por eso aquel. metiose en otro empeüo
aun lilas atrevido ¡'. importante qlH~ d anterior; tratándose
dI' nada 1Ij(~i10S qne de fraguar uu icouveuio , que se diria
ürmado 1'11 T:II'I'a,a 1'1111'1' los gelll'ra!t's de los ret'peetivos
I'jt"rcilo", :í íin de reeuperar por medio de esta estratagema,
luudameuto de otras d(~ ejecucion , las plazas de Tortosa,
l'eüiscola , ~Tllrvil~dro : Lerida ,~IeqninellZa y }!OIlZOli, 1'11
poder todavía dI' los enemigos. Propuso Van-Halen la idea
al harou de Erules quien la aprohn , corno asimismo 1'1
gl'lll'ralell jl'rl~ don Fraueisco Copons , si bien pste despues
de ciertas vacilaciones y juiciosos reparos, desconfiando
algun tanto del 1)11('11 éX.ilo 11(' la cmpresa , por parecerle
IiIUY complicada y harto dificultosa.


Finalmente acordes todos, dl'terrnillaroll empezar {l 1'1'0-
bar ventura por Tortosa , cuya ciudad bloqueaban 131' di-
visiones ~, y ;ja del 2° ejército bajo la comamlancia de don
JI)S(~ Antonio de Sanz , asentados sus reales en Jerta, Allí
lil'~arl)ll el ~:j de euero p1 haron de Eroles y en su compa-
¡lÍa el cal'il:1I1 dOIl Juuu Antonio Daura , sugeto práctico y
hú!Jil 1'11 el art« de la dl'li~]f'atiol1 y dibujo , don José Cid,
vocal de la diputaciuu ilu Catalufla, v el teniente dOH Eduar-
do Bart., IllUY ejercit:tdo y suelto 1'11 la lengna francesa.


Conforenciarou con Sauz los recieu venidos, resolviendo
sin dilación circuir la plaza mas estrechamente de lo qlW
lo estaha ~ siendo necesario preliminar, el que ni dentro ni
íur ra de ella se vislumbrase cosa alguna de lo que iha tra-
tado. El; segllida entcndierouse tarnbien los mismos acer-
ca de los pasos qlw eOllvcllia rlar y el modo: arreglando
primero los papeles y documentos indispensahles al ca-
so, cuya iruituciou y i'alsia hizose :\ favor de la idónea y
dieslra mano dl'l capitau llama, y dI' la cifra, Jirmas y 1'1'-


Tenla!i"H
('\IIIII'U Tllrlll!'iJ.




trústrase estn.


Sede bien en
Lérída,
l\[t~quinenzi1 y


IHonzoll."


5\lti
110 que había Van-Halen sustraido del estado mayor lrau-
ces. Dispuesto todo pasóse á poner por obra d ardid, que
consistia en enviar por un lado secretamente pliegos con-
trahechos al gobeJ'llador de Tortosa Hohert , COlllll si pro-
cediesen del mariscal Suchet , anunciandole la negociacion
que se suponía entablada en Tarrasa , para (lile estuviese
preparado á evacuar la plaza ;\1 recibir el aviso de veri-
ficarlo, yen participar por otro el general lid hloqueo al
de Tortosa públicamente y con posterioridad haberse COl!
cluido ya el tratado pendiente , y haber llegado al campo
español un ayudante del mariscal Suchet , COl! quien po-
dria el gobemador abocarse y platicar ú su sabor cuanto
gustare: escusaudo cási añadir nosotros aquí ser Van-
Halen quien hahia de representar el papel del ayudante
fingido. Fuese efectuando la estratagema con dicha, no
obstante un contratiempo ocurrido al portador de los
pliegos secretos, yeudo el ajuste tan adelante qlle estuvo
próximo á cerrarse y llegar á venturoso fenecimiento. lUai'
impidiólo , segun uuos , cierto aviso recibido por t'I golH'r
nadar fraucés al irse á terminar los tratos ; segun otros, la
resistencia que opn"o Van-Halen :'t meterse en la plaza, re-
celoso de que se le teudia 11II lazo , lo cual despl'rtt') las sos-
pechas de los contrarios. Nosotrus iuelinarérnonos ú creer
lo primero, y tambien á que hubo indiscreciones y dema-
sía en el hablar.


Malograda la tentativa en Tortosa, pareció acertado no
repetirla en Peüíscoln ni MUl'\'iedro, y sí en Lérida , ~Je­
quinenza y l\Ionzon. Para ello pusiéronse en camino ('1 7
de febrero el inventor y los ejecutores de la traza, alher-
gándose el 8 en Flix , desde donde envió {l '1('quiuCIlZ3 1'1
haron de Ernles Ú don Antonio :"ace([n , ayud:lIIlf' snyo, y
al ya citado don José Cid, con orden ambos de levantar
allí los somatenes. bloquear la plaza, y dirigir d('SpIH~S á




'5H7
su gobernador por un paisano pli('gos y documentos que
apareciesen despachados por Suchet , al modo mismo de lo
que se fingió en Tortosa. Por su parte tiraron hacia Lérida
Eroles , Dama, Van-Halen y Bart pernoctando juntos á
una jornada de la ciudad, pero con la precaución de sepa-
rurse en la mañaua inmediata , no queriendo despertar re-
cclos , y yéndose por de proll 1,0 á Torres del Segrc los dos
últimos, y el de Eroles al campo de Lérida. Allí hizo os-
tentosa reseña de las tropas, eparentando designio de for-
malizar el sitin , para introducir después y de oculto en la
pina por confidente seguro pliegos concebidos en términos
iguales á los enviados antes á Tortosa y Mequinenza , que
servían siempre de preparativo á las negociaciones públicas
y formales, que se entablaban después, para alcanzar la
evacuacion y próxima entrega del punto en que se habia
puesto la mira.


Sucedió bien el ardid en JUequinenza, sin que encontra-
se el portador del primer pliego tropiezo alguno, creyén-
dose allí verdadero emisario de Suchet; por lo que apresu-
ró~e el de Erales á expedir la segunda comunicacion, como
en Tortosa , valiéndose ahora para ello del ayudante de es-
tado mayor don José Baeza; quien bien recibido y agasaja-
do por e! gnbernador francés, de nombre Bourgeois , consi-
guió evacuasen los enemigos la plaza el 15, precedido un
coloquio entre nn oficial francés nomhrado al efecto y Van-
Halen , presente también Erales, habiendo acudido ambos
á :HequillPnza con esta ocasiono


Irespues lomó el último á Lérida , y en el camino llegó
á sus manos la respuesta de aquel gobernador, de nomhre
Isidoro Larnarque , al mensaje secreto, extendida en la for-
ma que se deseaba. Aproximose en consecuencia Eroles á
aquellos muros, y despachó el segundo pliego á la manera
de lo ejecutado eu las dernas partes, al que contestó dicho




:)!)Í'i
Lamarque Iavorahlerncute , uoruhraudo para tratar de la
evacuacion de la plaza á Jlr. l'olwerell , jete dl~ ~II e~(allo
mayor. Escogió por su lado para lo mismo el gmH~ral espa-
üol á dou :lJiguel Lopez Ballos..\IÍ(~ntr:ls :llTl'¡..daball estos
los artículos de la entrega, hubo una conferencia bastante
larga entre Van-Halen y el gobertJador frunces, en la cual
procuró aquel desvanecer las dudas qll(~ aUII inquietaban á
su interlocutor. Por fin ocnparOlI el V¡ nuestras tropas á
Lérida y t.udas sus fortalezas.


Fallah« :Uonzon para completar por esta parte obra tan
bien comenzada y seguida. Eucargése don Eduardo Bart de
la cornisiou , para cllYo desernpeüo debían emplearse los
rnisr..os medios epw en los otros lugares. Pero tropezóse
aquí con resistencia obstinada; muy animosa la gllamicion
por haberse sostenido briosamente contra algunos batallo-
nes de J'lina que la asediahan , y dirigida la .1densa con
ciencia y tino por nn tal Saiut Jacques , piamontés d(~ na-
cion y subalterno en el cuerpo francés (!l~ ingenieros, :\
cuya superioridad de conocirnientos en la materia hahías«
sometido el comandante del castillo modesta y laudahle-
mente. Alegábase por pretexto de JlO rendirse el dl'lwnder
Mouzon del gobernador de Lérida , añadiendo los de den-
tro que no saldriau de los muros qlw gllanlahan, antes dt'
que un oficial SIlYO se desengañase por SIlS propios ojos dl'
no ser falso lo que se les anuuciuha respecto dl' aquella
plaza. Condescendió Bar!' con este deseo , no aventurando
en ello nada , evacuada ya Lérida y acertólo , de Sll(~i'tp
que 110 hien se aseguraron los di' ']Ol!ZOJl I\l' la verdad del
hecho, cuaudo cesaron en Sil porfía, abriendo pi J8 ú los
españoles las puertas del castillo.


Tan dichosauieute se apoderaron los nuestros de las
plazas de Lérida , i\Ipt!lIinenzéI y \(UllZO!1. Toniau !odas
ellas víveres para 111111'1105 III('Sl'S, V con sn rl'cnt!qlli~la sal-




5!IH
varouso dI' la miseria gran numero dt' habitantes: desern-
harazáronse GODO hombres ocupados en sus respectivos
hloqur-os : quedaron libres las cornuuicacioues del Ebro y
sus trihutarios , y ancumhrtirouse á mayor remonte los
hrios tan probados y:J de las comarcas vecinas.


Coger prisioneras en su marcha las guarniciones, cuyo
número en su totalidad ascendía ú 2500 hombres, acaba-
laba el triunfo: no se descuidó Eroles en poner los medios
para conseguirlo enviando fuerzas que precediesen á los
enemigos, y en pos suyo á don JOSt' Carlos con 2 batallo-
nes y '2()0 jinete", Queria el general español rodear á los
coutrarios y sorprenderlos en los desfiladeros de Igualada;
pero prevenidos ellos y recelosos esquivaron el peligro re-
doblando la marcha. No desistió por eso Erales de su pen-
samiento , y obrando de acuerdo con los jefes de las tropas
aliadas que asediaban ya á Barcelona, obtuvo viniesen es-
tas al encuentro de los franceses en su ruta , para que uni-
das con las (lue rastreaban su huella, los cercasen y estro-
chasen del lodo al llegar á Martorell.


Así suce.lio , y allí qnitándoselc ~ los franceses la venda
C/"P :11111 cubría SIIS ojos, prorurnpieron en expresiones
de in y dcsesperacion. Inútiles ya los duelos y las recon-
venciones, tuvo sn valor (!'w ceder al adverso hado , yen-
tregarsr prisioneros ú los espaüoles , en vez de juntarse á
los suyos sl~gun coufiaban. Pero cuentan se les prometiera
entonces la libertad de volver :í Francia aunque sin armas
ni equipajes militares , lo cual lIO se cumplió bajo simula-
dos motivos y malamente, porque lícito antes el emplear
las estralaH(~m;¡s re!'f'ridas y licito el ceüir las guarniciones
y someterlas en su marcha romo secuela del primer ardid,
110 lo era despucs fallar á una esupulaeion , ajustada libre-
mente á ley d(' gllerra por las opuestas partes, ni autori-
zahan tampoco ;', proceder semejante otros engarlOs dí' los


Se eog¡'1I
pri"iOlwr:¡:- las
~ll;ll'llil'illn¡'s.




C" Al'- 11. 17_~


i\pllrn~.
t:;¡'o.¡liollí''' J IlHI-


\ ltuícnrus ilp
:-';11('114'1


lOO
mismos franceses , ni su ornision eu cumplir parecidos em-
peños ó pactos.


Muy irritados los enemigos con la conducta de don Juan
Van-Halen, afeároula á lo sumo , y la graduaron de deser-
cion y de abuso de confianza , nacido , segun afirmaban,
no de sentimientos honrosos, sino de mudanzas de la for-
tuna, que torva ahora volvía <JI Irauces la espalda y le
desamparaba. Juzgáronla de otro modo los «spañoles por
redundar de ella á la patria señalado servicio, digno de re-
compensa notable; bien que de aquellos cuya imitacion y
ejemplo, al decir de Horacio , * puede traer daüos en fu-
turos tiempos.


Hirió en lo vivo á Suchet el golpe de la pórtlida de las
tres plazas, no restándole ya en España dia de gloria ni
sosiego; pues á poco llególe tamhien de Francia orden del
ministro de la Guerra para negociar con don Francisco
Copons la entrega de las demas plazas de su distrito, ex-
cepto la de Figueras, á cuyo tin avistáronse el jefe de es-
tado mayor francés y 1'1 del espaüol , brigadier Gabanes,
no terminando en nada la conferencia por subir de plinto
los nuestros en sus demandas, y no ceder mucho los fran-
ceses en las suyas á pesar de sus contratiempos. Crecían
sin embargo los apuros del mariscal Suchet , obligado por
disposición del emperador á enviar de nuevo , en los pri-
meros días de marzo, otros 10000 hombres la vuelta de
Leon de Francia por donde iban peuetrarulo los aliados dI'!
norte. Afligido el miriscnl francés de tener así que perder
el fruto de sus campañas , y desesperanzado de sacar las
guarniciones lejanas que le quedaban en Cataiuüa y Va-
lencia, vióse en la necesidad de juntar lo que ya pudiera
llamarse reliquias de Sil ejército , y colocarlas bajo el callan
de Figueras después de haber volado los puestos fortaleci-
dos de Besalú , Olot , Iláscarn , l'nlarnós y otros. corno




401
tamhicn tlesmantl'lal)o Ú Gerona: de suerte que no siendo-
le dado á dicho mariscal continuar aquí la guerra, limitóse
para no perderlo todo vergonzosamente á ocuparse en ne-
gociaciones de que hablaremos adelante.


Por lo flemas en torlos los puntos cundia la desgracia RlI1rlc,,, ,,1
casütlo de Jaca.


para los franceses. El castillo de Jaca que cercaban, segun
se apuntó, tropas de Mina, vino á partido el 17 de febrero.
quedando su comandante Mr. de Sortis y la guarnicion ohli-
gados á no tomar parte en la guerra, hasta qne hubiese un
perfecto y verdadero cange , clase por clase, é individuo
por individuo, lo cual no cumplieron los capitulados, ern-
puüando luego las armas en perjuicio y quiebra de su
honra.


Tnmhien avanzaban los trabajos contra Santoña , único\I:lijll("
rontrn ~illllnñn


paraje qlle perrnauecia por aquellas costas del Océano ('11. y %.
ohras extertores.


manos del enernigo; habiéndose reforzado las tropas del
bloqueo con una brigada que trajo don Diego del Barco,
encargado de dirigir y acelerar el sitio.


Acometiése de resultas, y se ganó el fuerte del Puntal 'J'úllIansealgll"'''
de I!SJ;h.


el 12 y 17> de febrero. Se entró el de Laredo el 21 y se
ocupó luego del todo, euseñoreáudose asimismo de las
obras del Gromo y (,1 Brusco principal, aunque con la des-
grada de que pereciese el 2ü de heridas recibidas en días nIllerlcdr Bnrro
anteriores 'dou Diego del Barco, universalmente sentido,
como olicial dotado de buenas prendas y de alto esfuerzo.
Le sucedió don Juan José San Llorente,


Corrió enero sin que los ejercitas de operaciones á las ~I<willlirntn'
dI' 'Vpllifl~lon.


orillas del Adour y el Nive hiciesen :'penas movimiento ni
a¡]rmall alguno. l'ero al rml)('zar febrero ablandando el
tiempo y desnevada la tierra por las cañadas y montes ba-
jos, dispúsose lord Wellington Ú cruzar el Adour, no mr--
nos (1'Il' Ú embestir :í Bayona , y llevar la guerra, si necesa-
rio Iuese , liastn (~l ri['IOH (le la Francia misma. Tuvieron


TOM. 1\'.




-iOi
principio las rnauiohras en J4 del mencionado febrero por
el 313 derecha del ejército aliado, acometiendo el general
Ilill los piquetes del enemigo apostados en el rio Joyeuse ,
y obligando al general Ilarispe ;í replegarse de Hcllctte,
via de San jlartin; y de allí ú Garris , en cuyo frente ase-
gnróse el francés en un puesto ventajoso, engrosado con
tropas de su centro y la di, ision de Paris que, el) marcha
hacia lo iuterior , retrocedió con este motivo y agregósc
al general Harispe. Cortó entonces Hill la comunica-
cion del ejército enemigo con San Juan de Pié de Puerto,
bloqueando esta pl3Z3 tropas de lUina , situadas un PI
valle de Baztan y que avanzaron via de Baygorry y de
Bidarry.


En la mañana del 1D moviese con la l' division espaüo-
la del 1" ejército don Pablo Morillo en direcciou de Saint-
Palais , paralelarneu te ú la posicion de Harispe , á fin de
envolver la izquierda de Jos enemigos, al paso que la ~a di-
visiou británica del cargo tlr~ sir Guillermo Stewart los
atacaba por el frente. Comenzó tarde la acometida, que se
prolongó hasta muy cerrada la noche, experimentando el
francés bastante pérdida, y teniendo al fin que ciar, mas
con la fortuna para él de llegar á Saint-Palais antes que
Morillo , cruzando el Bidouze y destruyendo sus puentes
Ileparólos luego Hill y atravesó aquel rio , favoreciendo
sus evoluciones la derecha del centro aliado. Cejaron en-
tonces más los contrarios y pasaron el Gaue de Mauleou ,
nombre qne se da en los Pirineos á los torrentes qlle se
descuelgan de sus cimas, pudiéndose considerar como mas
principales el ya dicho de 1\lauleol1 y los de Oloron y Pau,
tributarios los dos primeros del último, que descarga en
el Adour sus aguas.


Fueron los franceses ahaudonando por esta parle un
puesto tras otro sin detenerse largo espacio, ni :'1 del'endc!




lo~ rios qll~ los protegían, ni otras favorables estancias,
decidiéndose dl~ cousiguicute el mariscal Soult á inutilizar
todos los pueutes excepto los de Bayona , á dejar esta pla-
za eu tregada ;i SIlS propios recursos, y :í reconcentrar en
fin las fuerzns de su ('.F~rcito detrás del C:~l\'r (le Pan fijando
en Orthez sus cuarteles.


Prosiguió observando áIlayona el ala izquierda hritánica, Po,,, dd.U"i
y Iuérouse acumulando allí preparativos para cruzar el
Adour por bajo de aquella ciudad: faena penosa y de di-
flcil ejecuciou. lIe1'orzaron tropas de esta ala las rlc la de-
recha, bastante cml)(,liatla yen continua pelea y riza con el
enemigo. LIcuó los huecos don Manuel Freire , quien "01-
vio á cutral' en Francia el 25 de Iehrero llevando consigo
la .ia divisiuu de su ejército mandada por don José Ezpe-
leta , y la fa y 2' brigada de la ;;, y ¡-¡a qlH~ gobernaba ti
respectivamente don Francisco Plaseucia y don p(~r1I'O ."\Ir'n-
dez de Vigo.


Cuanto mas se acercaba el tiempo ele cruzar el Adour ,
tauto lilas se descubrían los obstáculos é impedimentos rw-
1'3 atravesarle por donde se intentaba, ú causa de lo au-
churoso del rio y de la estacion inveruizu y contraria qlle
estorbó 1'11 UII principio favorecer por mar la empresa pro-
ycctada. Tarnhieu era no pequeño embarazo la defensa que
preparaba el enemigo, teniendo en el rio botes armados y
cañoneras junto con la corbeta Salo , anclada donde ampa-
rase con sus fuegos la inuuducion que protegía la derecha
del eampo atrincherado de Bayona.


Hahian los ingleses reunido en Socoa barcos costaneros,
v hecho otras prevenciones para formar el puente que !Ja-
bi;] de echarse en el Adour , quedando al cuidarlo del almi-
rante Penrose lo respectivo á las operaciones navales. Era
el dia :21 de fclJl'ero el señalado para la ejecuciou, pero 60-
plando el viento tlcl N. N. E. Ysiendo grande v de leva la




10'1
marejada, tuvo e1 COllVOY 'I'!" peJ'llJaIH'CC'I' en Socna sin
serlo llallo salir á la mar.


Pero sir Juan Hope, (1'1e continuaba mandando el ala iz-
quienla de los aliados, apremiado por el tiempo no cousin-
Lil') en mas largas, y quiso 1'01' sí y sin aguardar :í Pcnrose
y sus huques , len lar el paso y arriesgarse á todo. Empezó
HI movimieuto en la noche del 22 al 25, acompaüaudo :í
SIIS tropas la artillería correspondiente y UIl ,leslacnmeuto
de coheteros á la cougréve. Al principio tiraron los ingle-
ses hácia Anglct , mas á corta distancia de este puehlo va-
riarou , lomando UIl camino de travesía estrecho, cenagoso
y con fosos á los lados; lo cual y la noche Iéhrcga retarda-
1'011 su marcha, si Lien llegaron antes del alba ú los méga-
nos lIlle coronan la playa desde J\ialTilz hasta la boca del
Adour. Cubre un bosque el trecho que mediaba entre pilos
y el campo atrincherado 01' Ilayona, de donde fueron arro-
jados los piquetes enemigos, amagando por las alturas di'
Anglet don Carlos ele Espaüa , euya 2' división de nuestro
4° ejército ya dijimos habia penetrado antes ('11 Francia
acercándose al Nivelle,


Para distraer al enemigo y ocupar sus fuerzas navales,
desembocó la la brigada inglesa bajo el coronel l\Taitland
del bosque referido, y JlOI' el paraje que llaman La Ba-
lise oricntaic. A Sil vista tremendo fuego vomitaron las
haterías enemigas, y la Safo y las calioueras ; pero dispara-
dos algunos cohetes de los á la congréve, que á manera rle
serpientes ígneas deslizábanse por el agua y traspasaban
los costados ele los buques , aterráronse los marineros
franceses, y de priesa trataron lh~ abandonar el puesto y
subir corriente arriba. Itesistió la Salo ('11 1311 ancladero
hasta qlle muerto su capitan y perdida bastante gen!e, re"
Iugiose bajo la proteccion de la ciudadela.


Tales tlellloslraciolll'S contra los hlUIIWS y el curupo alrin-




í·O.'j
cherado causaron diversiou al enemigo . v le alejaron de
pensar ('U la hoca del Aclour , encubierta adenias pür un
tomo ó rodeo que toma allí el ClII'SO del río, y descuidada
"11 defensa por considerar los franceses aquel punto ruuy
fuerte y de ardua acornetida , sobre todo estando el mar
Imll o l~ intransitable la harra , en todos tiempos peligrosa
y de crecida y de mudable ceja.


,\ esta ocupacion y confianza del enemigo debiüsl' "11
gran parle que pudiera la la divisiou británica ir dcsaho-
gadamente (~U busca de un paso que uo estuviese lejos
del desaguadero del rio. La acornpaüaban 18 pontones y 6
pequeñas lanchas portcarlns en carros, 40 coheteros y aIgu-
1I0S soldados de artillería para clavar las piezas que tuviera
el francés eu la margen derecha. Iluhiase hecho resolucion
para verificar la travesía de construir (j balsas puestas sobre
:;¡ pontones cada unu , y conducir CIl dos veces al otro lad,)
y antes de la aurora 1200 hombres, sostenidos por igll:t1
número y por 12 piezas plantearlns en la ribera izquierda.


Imposible de practicarse cosa alguna en la noche por mas
esfuerzos que se hicieron , 110 cmprzó la faena del paso
hasta el 23 en la tarde, habiéndose escogido para ello lIU
paraje lllle tenia í:lOO var;r:; de ancho en baja mal' y ¡\ dis-
tancia unas 100 de la hoca del rio. Echáronse al agu:l los G
boles, y S(~ pasó una maroma de una orilla :'1 otra par:l Sil·
jetar :;¡ balsas listas ya, y de las filie cada una trasporto á
la Vl'Z subre (JO hornl.res , consiguiendo d"Sl'lllIJ:Ht.:ar luego
en la orilla opuesta hasta ¡jao, entre ellos algunos cohe-
teros. Pero suhieutlo la marea con fuerza, hubo de SlIS-
penderse la rnaniohra teniendo los que hahian pasado que
ahrigarsc detrás de uuas colinas de arena ó sean méganos,
á las órileues del coronel Stopford. Dos regimientos írance-
srs salieron muy animosos de la ciudadela para atacarlos,
pero una descarga (le cohetes reprimió sus ímpetus, y los




....'c· ;11."1'('«
'1 i'ldl' ,~ lb


yu:l:1


'~'!l;¡ un piten !l'
~nl'r('


d.\dlllll'.


4{)()


I'orzó ~1 retirarse no acostnmbrudos :1 la novedad y estrago
de proyectiles tan singulares. A favor de l.ueua y despeja-
da luna cruzarnn aquella noche el rio mas tropas íllglbns,
y afiauzaron el puesto de Jos que habían tomado la delnn-
tera.


En esto arribó :JI embocadero del Adour la flotilla pro-
cedente de Socoa ; pero furiosa y encrespada la barra no
l~ra fácil salvarla, y los q1H~ lo intentaron tuvieron que
desistir, después de padecer trabajos y muchas averías. Mas
alta después la marea, renovárouse las tentativas para en-
trar, y perecieron algunos buques; pero metidos 1'11 el ern-
peüo los marineros británicos y no tan impedidos por el
viení o fllH~ fuó amansando, vcnciéroulo todo con su arrojo
y experiencia, y regolt'aron por el rio arriba 50 buques en
la larde del 51). Quedó lo demas del convoy sotaventeado.


Seis mil ingleses estaban ya por la noche á la derecha
del río, DO hahieudo cesado en su pnso, y verificándolo
aun Ú liado algunos caballos, IUl:'go que ahouanzó el tiem-
po y lo consintió la marea. Acampnron al raso, y por la
mañana marcharon sobre la ciudadcln ; la derecha tocando
:11 Adour , y dilatada la izquierda por el camino real ljllC
conduce de Bayoua ú Burdeos; con lo que cortando las
comunicaciones con el norte del rio, completaron el aror-
donamiento de 13 plaza y el de todas sus obras, incluso el
campo atrincherado. Ayndó Ú este movimiento un falso
ataque, por la siniestra márgen, de la brigada de lord Ayl-
mer y de la ¡l' division británica en uuinu con los esp:1I1O-
les del ejércir» de don ñlauuel Frcire.


Ni se dejaba de la mano el trahajo del puente que se
finalizó el dia 2S, estahleciérnlnle en donde tiene de auchu-
ra el rio 570 varas , y yendo :'t dar el cabo opuesto cerca
del pueblo d~ Boucaut. FOfllH')SC dicho pueulc con 2f.i
cacharnurines ó barcos pequeños de la costa cantábrica,




11)7
asegurados á proa y a popa con anclas ¡) GÚIOnCS de hierro
cogidos en los reductos del Nive , CUI1 cables fijos en am-
bas orillas para resistir á los embates del flujo y reflujo, y
extendidos por cima de las cubiertas tablones á manera de
esplanadus, que facilitasen la rodadura y paso de la artille-
ría. Uua cadena colocada lilas arriba del puente le protcgia
contra las arremetidas y abordaje de las lanchas cañoue-
ras y buques enemigos fondeados al abrigo de la ciuda-
dela,


Era esta obra de grande importancia por afianzar 1:;. co-
municacion entre ambas riheras durante el bloqueo y sitio
intentado de Bayona , y Iranquear las calzadas de la dere-
cha del Adour , de cuyos pueblos parccia mas hacedero
abastecerse de todo Jo necesario, muy quietos por allí los
naturales, libres de molestias y seguros de puntual y
cumplido pago.


Mientras que rnauiohrnha as] el ala izquierda del ejército
aliado y qne ernhestia tarnhien á Bayona, trató Wellingtun,
reforzada que fué su derecha , de ejecutar un avance gene-
ueral por aquel lado coutrn las huestes del enemigo. En
consecuencia atacó el mariscal Bercsford, seguido de ¡a 4' y
7a división y una hrigada, los puntos fortificados de Hastiu-
gLies y Oyergabe :í la izquierda del rio de Pau , y forzó {j
los enemigos á recogerse á Peyrchorade, en sazou que Hill
trUZÓ el Gave de Olorou sin resistencia por un vado ell
Villeuave, y lo mismo Clinton enln\\[onfolt y Laus, ama-
gallrlo Pictou el puente de Sauveterre , que volaron los
frauceses. Dou Pablo Horillo rOI]f'Ó por Sil parte la plaza
de Navarreius, la cual 110 era dable reducir de pronto sino
con artillería grues:J.


Los aliados yendo adelante, endcrezáronse :í Orthéz,
pasando Beresíord el Gave de Pan por bajo de su confluen-
cia con el de Oloron , y continuando lo largo del camino


.1.. \'<iIlCc
de WcllilJ~llJlJ.




lLJ/¡d);¡ de
(.rlftt'z:


"7 liP r.:JJrefu.


lOS
real de Peyrehoradc en direcciou de aquella ciudad suhre
el diestro costado tlel enemigo, haciendo otro tanto Picton
rio abajo del puente tic Bourenx y tamhicn sir Staplclon
Callan con la caballería, sostenidos ambos por un mo-
vimiento de flanco que hicieron otras 2 divisiones. Ocupó
Hill las alturas fronteras de Orthéz á la izquierda del Gave
de Pau , no pudiendo forzar su puente.


Cabeza de suprefectura aquella ciudad, y residencia ano
Ligua y célebre de los príncipes de Ilcarne anles tic su
traslación á Pau , iba á presenciar ahora reüida contienda
trabada á sus puertas y en los alrededores. Hnhia escogido
en ellos ventajosa estancia el mariscal Soult á lo largo de
unas lomas por espacio de media legua. Su derecha, bajo
del general Ileille, descansaba sobre el camino real que va
á Dax ocupando el pueblo de Saint BOl'S: su centro, que
regia Drouet, alojábase en una curva por rloude se metían
y giraban las colinas; y su izquierda, al cargo de Clausel, se
apoyaba en la ciudad y defendin el paso del rio. Las di-
visiones de los generales Villalte y Harispe y tropas del ge-
neral París mantenianse de respeto en paraje elevado y en
el camino que se dirige :l i\Iont de Jlarsan por Sault de Na-
vailles. Componia esta fuerza un tolal de mas de 40000
hombres.


Dispuso lord Wellington para empeñar la refriega, que
Beresíord con las divisiones 4a y 7.' Yla brigada de jinetes
de Vivían atacasen la derecha de los enemigos, y se esfor-
zasen por envolverla; debiendo á la propia sazon arreme-
ter contra el centro é izquierda tic aquellos el general
Pictou asistido tic la 5a y 6a division, y apoyado por Cotton
con otra brigada de caballería. Incumhia al harou Altcn
quedar de reserva, y á sil' R. Ilill forzar el paso del Gave,
:v trabar pelea con la izquierda de los franceses.


A las nueve de la maüaua del ':27 tic Iehrerose euredó la




MH)
neciou , con mala estrella para los aliados en UIl principio
por la parle de Beresforrl, con buena por el centro; si bien
disputada la victoria largo ralo, cejando aquí el enemigo
pero pausada y adrnirahlernente , formado en cuadros. Se-
mejante repliegue precisó sin embargo al mariscal Soult
á recoger sus alas y á ordenar una retirada general, acar-
reándole luego este movimiento otros daüos , sin que le
bastase la maestría y pericia militar que mostró; porque
cruzando el general Hill el Gave y adelantándose sobre la
izquierda francesa en ademan de atacarla en su marcha
retrógrada, tuvo aquel mariscal que avivar sus maniobras,
aunque inútilmcnte , avivando tamhieu las suyas al mismo
compas el generallIill : de manera que acabaron los Iran-
ceses por desparramarse é ir en completa huida , teniendo
detrás á Jos ingleses, que á carrera abierta pugnaban por
alcanzarlos y hundirlos. Allí vinieren lástimas y mas lásti-
mas sohre los vencidos , quienes perdieron 12 caüones , y
2000 prisioueros ; pereciendo lÍ extraviándose infinidad de
fugitivos punzados por la bayoneta británica y acuchillados
ú cosidos (lOI' el sable de sus jinetes. Hubo no ohstante de
costar á los ingleses muy caro tan glorioso triunfo, habien-
do corrillo riesgo la vida de lord Wellington , contuso de
una bala de fusil que dio en el pomo de Sil espada, y le
tocó en el fémur, causándole el golpe tal estremecimiento,
qne le derribó al suelo, estando apendo y eu el momento
mismo en que se chanceaba con el gelleral Álava , herido
este poco antes, no de gravedad , pero en parte sensible y
blaudu que siempre provoca á risa. Hizo alto el ejército
británico al anochecer en Sault de Nnvailles: su pérdida
consistió en 2500 hombres, de ellos GOO portugueses; no
asistió á la accion fuerza alguna española. Tuvieron los
enemigos en sus filas una baja enorme que, segun cuentan
rclncioues suyas, pasó de 12000 hombres; pero producida




)~ li\ i rnivut 01...
J!IJ"ll·riol';'~.


410
eil uuicha p;Hte por la deserciou, siendo gr;lIldecl núruero
de conscriptos y gente llueva, Fué gravemente herido el
general Foy y muerto el general Bechaud.


Prnsiguieror: los franceses por la noche su retirada, y
parárouse detrás del Adour junto á Saint Sever para alle-
gar y recomponer su hueste, juntándoseles algunos reluer ..
zos que venian de camino. En pos suyo fueron los aliados
:11 dia inmediato; pero esquivaron aquellos el reencuentro
yendo la vuelta de Agen. Entonces repnrtiéronse Jos auglo-
portugueses, entrando su ala izquierda sin resistencia en
;\10111 ele Marsan , capital del departamento d~ las Landas,
colocándose el centro en Cazeres , y ruoviéntlose el 2 de
marzo la derecha á las órdenes de lIill del lado de Aire,
margen izquierda del Adour; en donde tuvo este general
un recio choque con la division de Harispe , 110 ernpeüada
'~1I Or lhéz , y llevó al fin la palma de la vitoria cogiendo ó
destruyendo muchos almacenes y efectos acopiados allí.


Frutos opimos fueron ele todas estas operaciones acordo-
nar las plazas de BaY0n:J, San Juan de Pi¡" de Puerto y
Navarreins , atravesar el Adour, enseñorearse dI'. SlIS prill-
cipales comunicaciones y pasos, y coger ó destrozar vitua-
llas , enseres y otros nbuudantes recursos del euemigo.


Libertó á este de mayores danos el tiempo lluvioso en
demasía; intransitables ele resultas los caminos, rebalsadas
las tierras, hinchados los torrentes y arroyos, y aplaya dos
los rios. Vióse por tanto lord Wcllington obligado á dete-
nerse, y pudo Soult mudar de rurnhn yendo hacia Turbes
I~ inclinándose ú los Pirineos, con intento dr, recibir por la
espalda auxilios del mariscal Suchet , si bien incomodando
á los pueblos con exacciones, falto de víveres perdidos en
los almacenes de Aire, y dejando descubierto ú Burdeos y
sus comarcas, en la confianza de filie Wellington no osaría
internarse tanto




~11
EII"ívucú"e PII esto , IHIl'S vendo de caída Napoleou v su 111/"11["
~, "" d(' los p;lrtitlann~


impcrio , alzaron cabeza y se multiplicaron los partidarios de la 'Ia;:¡ ,le'
.. Bol' JUIJ.


(h~ la casa de Ilorbon , mas numerosos en aquella parte de
Francia LJlle en otras, y alentaron :í \Vellington á LJIIP les
prestase ayuda, y saliese de su aeosturnbrada p¡¡usa y cir-
cuuspcccion. Hablarnos de la llegada al cuartel general in-
g]('s del duque de AlIglllellla y de la proteccion que le dis-
pensó lord \Vellington. El aparecimiento de un prlncip«
como este de la antigua y real estirpe de Francia cebó COl!
esperanzas nuevas á los de Sil partido, convirtiéndose mu-
chus, socolor de leales , en trazadores de revueltas y le-
vantarnieutos. Arnortiguú \Vellington por algnn tiempo ta-
les írnpctus , y aun dejo como ;\ un lado al duque de Angu-
lema despucs de haber coulrihuitlo á trarrle ; ora por temor
(le que no correspondiese el país:í cualquiera demostracion
que se hiciese en favor de Jos Borbolles, y ora mas bien
por las dudas y perplejidad de los aliados del norte , qlle,
no resueltos todavía :í concluir con Napoleon , hiciéroule
sucesivamente varias proposiciones de acomodarnicuto , le-
rnerosos de no poder sohrepujarlc del todo y vencerle.


cUas rotos Inego con él todos los tratos, segun en hrcve
veremos, y no detenido ya Welliugtm. por enrpoüos anle-
rieres ni otros respctos , soltó la rienda á su iucliuaciou, y
consintió en dar apoyo á los que propendiau Ú querer res-
tablecer la dinastía horhóuica. Por el tiempo mismo de la
batalla de Orthéz íué cuando acudieron emisarios de Tolosa
y Burdeos en hnsca del de AngulPrll3 , mostrando vivo de-
seo de que se pusiera este príncipe al frente de los suyos,
ciertos de que se conseguirla así y sin dificultad la restan-
raciou en el trono de la antigua y real familia de Francia. l:nv¡:l


e., _ \Yrllillgtoll
Ahocárouse lodos en Saiut Sevcr con Wellinaton quien via dr Bllrd,os<Í


lJ' l}(~rcs[urd.
en vista de lo que le expusieron, accedió á sus encarecidas
súplicn», y n~solvió encarniuar hacia Burdeos 5 divisiones




Si'. dr-rln ra
,'.;,fa cin lud en


Iavur lli~
lo':" üurhones..


Entruu allí 1,1
f:! de lfl,1I70


Ben· ... f(Jl'I.!
y ('¡ dl~
Ail~nlt'nw.


Pruclurua de
Soult,


bajo el mando del uiuriscal Hercsford , llaCi¡'III!O adelantar
al propio tiempo fuerzas ¡](~ don J\falllJeI Freirc, que llena-
sen el vacío que dejaban las otras.


Luego q(W los ingleses se fueron acercando Ú Burdeos,
retiráronse las autoridades imperiales y las tropas, quedan-
do solo el arzohispo y el maire ó corregidor, llamado
1'11'. Lynch. Determinaron entonces los realistas declararse
del todo y alzar banderas por la casa de Borhou, estando ya
los ingleses á las puertas de la ciudad. Salió ú recibir ú ('s-
tos el maire , quien dijo ú Beresford : « Si el seiior mariscal
" quiere entrar en BUl'lleos COIllO conquistador, podrá coger
J) las llaves 110 habiendo medio alguno de del\'nsa; pero si
» viene á nombre del rey de Francia y de su aliado el de
)/ Inglaterra, yo mismo en calidad de mairc se las presen-
J) taré con gusto. » Itespondiole Beresford satisfactoriamen-
te, y al oírle, gritando 1\11'. Lyuch « viva el ruy;» púsose
la escarapela blanca antigua de Francia , y se quitó la b:Hl-
da (echarpe) tricolor, distintivo de su autoridad. A poco y
siendo el 1S~ de marzo, entraron en Burdeos el duque de
Angulema y el mariscal Bereslord , muy bien acogidos y
victoreados, amigo siempre el pueblo de novedades, y
cansada aquella ciudad de la guerra marítima y bloqueo
continental tan dañoso á su comercio y exportaciones agrí-
colas. Dió el mariscal Soult con esta ocasion tremenda
proclama, condenando a la cxecraciou de los venideros y
vergüenza pública á los franceses que hubiesen llamado y
recibido al extranjero, y echando en cara al general inglés
el favor y ayuda CIUC daba á la rebeldía y serliciou.


No tuvo Wclliugtou sin embargo motivo de arrepentirse,
conformándose luego los aliados cou lo que él practicó en-
tonces, y cobrando ellos mismos cada dia mayor espíritu
con los sucesos prósperos, desengaüadcs de lograr nada
bueno con Napoleou , indómito é intratable siempre.




4Hi
En electo echadas á UIl lado las proposiciones de Franc- Estad" cntícc"ic


. , .. :\:lpolrnn
Iort, nunca procedió este derechamente 111 con verdaderos } mr-didus que


torua .
dest~os de concluir una paz acomodada á los tiempos; des-
0FIH\O ú los hombres mas adictos á SilperS0t13, como tarn-
hien los pareceres (le las principales corporaciones de Sil
irnprrio , hasta disolver apresuradamente el cuerpo legisla-
1ivo, usando en aquel trance de palabras singulares y de
mucho destemple. Cierto que el estado del emperador Iran-
ces era muy otro del que tenian los que daban consejos:
no aveuturaudo los últimos nada en e!lo, cuando Napolenn,
en el recejar solo , expouíase Ú grandes riesgos y ú interio-
res perturhacioues, decaido del militar poderío, fundamento
lll~ su elevucion y grandeza.


Instó por tanto en que se nctivasen los convenientes pre-
parativos para abril' la campana dentro del territorio Irnn-
cés ; pero por lilas diligente que anduvo, cási todo enero
corrió antes de que le fuese dable ponerse eu camino. Ve- Salio di' Paris.
rilicólo al fin saliendo de P:JI'is el ~w del propio mes, des-
pues de haber conferido el 25 la regencia á la emperatriz
Sil esposa, y agregado á ella el 24 á 1"1\ hemano José bajo
el título de lugur-teuiente del imperio.


1'\0 por eso quiso Napoleou que se creyese cerraba las C,,"grl""
di~ l:hatilhm"


puertas ;'¡ la pacilicaoinn apetecida , sino quCl por el con-
trario apureutaurlo illcl¡llar~c:í lo propuesto en Frnncfort,
procuro por conducto del principc de Mcternich se renova-
sen los interrumpidos tratos. No era sin embargo de presu-
uiir que las potencias aliadas se conformasen ahora con lo
ofrecidn anteriormente, vista la situacion actual de las co-
sas, tan favorable á la coalición como contraria á Bouapar-
tc , ú quien á las claras iba torciendo el rostro la fortuna.
Juutárouse pues en Chatillon del Sena negociadores auto-
rizados: c-lehrése allí 1:1 primera sesion en [) de febrero, y
se hallaron presentes por una parle los plenipotenciarios




4H
de Ilusia , I'rusia , Inglaterra y Austna representando lu~
intereses de la Europa confederada , y por la opuesta PI de
Francia Mr. de Caulincuurt, duque de Vicenza. En otra
sesiou que tuvieron el 7 de! propio fehrero pidieron aqlle~
1I0s, con arreglo á instrucciones de ::iIIS soberunos , que para
tratar se sentase la base Je que ( la Francia se coulorruaha
» COl! entrar en los límites que la ceñiau antes d(~ la revo-
., lucion de 178\): » á lo cual no asintió '\11', de Caulineourt,
reclamando se conservasen los mismos que los aliados .( ha-
o) hiau propuesto en Franclort y eran los del Iliu. )o Pro-
moviéronse después explicaciones, réplicas y conferencias,
y aun hubo una suspcnsion momeutáuea de la negoeiaeion;
hasta que el 17 presentó el ministro de Austria la minuta
de un tratado fundado en In hase enunciada de antiguos
límites, con la especificncion de que la Francia almntlona-
rin todo lo qne poseyese Ó preteudia poseer en España,
Alemania, Italia, Suiza y Holanda: ofreciendo la Inglaterra
devolver como en reruuuerucion la mayor parte de las con-
quistes que durante la guerra hnhia hecho á aquella poten-
cía en Afriea, Américu y Asia.


Lejos estaba Napolcon de consentir en semejantes pro-
posiciones, y menos ahora qlle hahia rccohratlo alieuto y
ensoberhecítlose con la campaña emprendida, cuyos moví-
mientos dirigió maravillosarneutc contra fuerzas muy su
periores, excediéndose :í si mismo y á Sil :lIILcr10r y militar
fama tan bien sentada ya y tan esclarecida. Asi rué qne ('1:
respuesta á la última proposiciou de los aliados rcdnjóse
á enviar un contra-proyecto , ohstiutiuduse en pedir los
límites del Hin y además otros tenitorios é idcmuizaciones
exorbitantes para aquella saZOII; tl(~ lo que (·no.J'III::s las


i)""élvege. otras potencias rompieron las Ill'gociaciolles, disolviéndose
el congreso el19 de rnarzo,


Antes y en jo de dicho mes hahiau firmado las mismas




en Chaumont un convetuo , segun el cual formando entre T1nl"l"
de CIWUllI/JIH


lií una liga defensiva por veinte aiios , comprometianse á
no tratar separadamente con el enemigo, y á mantener en
pit'· cada una de ellas 1.10000hombres sin contar las guar-
uicioues : con la ohligacion la Inglaterra de aprontar 5 mi-
110011'S lk libras esterlinas, q!le debiau distribuirse entre las
potencias beligerantes para sostener la guerra permanente
v viva.


Tales arreglos y el rompimiento tle las negociaciones de He,,,'I", d,' "'!'
ChatilJon acrecian probabilidades en favor de la restaura-
ciou de los Horhones, cuyos príncipes y sus partidarios me-
ncáhause diligentemente, habiendo acudido l\Ionsieur con-
de de Artois al cuartel general de los aliados, y dirigidosc
la vuelta de la Bretaün el duque de Berry , al paso que el
de Angulema , conforme hemos visto, soplaba en el me-
diorlia de Francia levcntamientos y sediciones contra Na-
poleon.


Estrechado este por todos lados apresuróse ú concluir 8111'11;, :-;"p,¡leo
la negociacion eutahlada con Fernaudo , poniéndole en li- "¡:I'IlIlIlIrI".
hertad , y trató tarnbicn de restituir á su silla de Roma al
soberano Poutilice , ú quien tenia como aprisionado hacia
aüos. Aliger:'lhasc con esto (le embarazos y odiosas cncmis-
tarles , esperando igualmente sacar útil fruto de esta g('-
nernsidnd , aUIJ((!W aparente y forzarla. Cuenta Escóiquiz
qlll~ la libertal[ repentina del Rcy dehiósc á lo que él y
'\11'. de Laforest alegaron en su apoyo; pero parécenos no
fué así, y que solo la provocó el apuro en que Napoleon se
veía y el anhelo de que se le juntasen en todo ó parte las
tropas suyas que queda han en Cataluña y algunas de las
que combatían en el Pirineo, dejando á los ingleses solos y
privados del sostenimiento de España.


Coincidió la resolucion del emperador fr:mcós con la
vuelta :\ Yalcncry del duque de San Carlos trayendo la




Pn~t'l'dt' Zavas
,,¡ \ley'


r-n ~1I "HIJe.


41li
negativa de la Regencia al tratado de que habia sido por-
tador. Grandes temores se suscitaron allí rle que desbara-
tase tal incidente la detcnninacion de Napoleon , y por
eso pasó á París San Cárlos tras del emperador, para re-
mover cualesquiera estorbos que pudieran nacer i pero no
le encontró ni en la capital ni en uiuguna parte por don-
de le buscara, mudando Napoleou de lugar á cada pasu,
segun lo exigia la guerra que llevaba entonces, andando
siempre por caminos y vercdas , y como quien dijera, :í
campo travieso. Sin embargo absorvido él mismo en asun-
tos de la mayor importancia, no paró mientes en lo que la
Ilegencia respondiera , y aguijado por el tiempo y por los
acontecimientos l\O desistió de su propósito sobre dejar á
Fernando libre y en disposicion de restituirse á España.
En consecuencia mandé se le expidiesen los convenientes
pasaportes, qne se recibieron en Valencey el 7 de ruarzn
á las diez y media de J;¡ noche con indecible júbilo de S. M.
y A1., bien así como de los demas que allí asistian : no
estuvo de vuelta el de San Cárlos hasta el !J. Quiso el Ilcy
le precediese en su viaje el mariscal de campo don José
Zayas, quien salió de Valencey ellO con carla para la
Itegeucia y orden de qlle se preparase lo necesario para el
recibimiento de S. 1\1. en los pueblos (1('\ tránsito. Llegó
Z1ya5 el16 á Gerona, á la sazón cuartel general del! c r ej(~r·
cito, y al día siguiente acompañado de JlI1 oficial rle esta-
do mayor partió en posta para l'Iac!rid, en donde r!H~ bien
acogido, ya por Jo que se estimaba su nombre, ya por Ll
carta * de que era portador, en cuyo contexto no se esqui-
vaha , como en las otras , hablar de Córte::; ni de lo que S(~
habia hecho durante la ausencia de S. :U., dando :í euteu-
der que mcrcceriu lo obrado Sil real aprohaciou eu cuanto
fuese útil al reino: modo (k expresarse ambiguo, pern
preferible al silencio guardado hasta entonces. Produjo la




].17
¡pdura de l:l eal't:l ¡'j[ el ~(~li() de la rcprescntaciou uacioual
gran regocijo por auuuciarse la próxima llegada de S.U.,
y tamhieu pUl' lo (1111' hemos dicho de no advertirse en su
contenido aquella estrañeza y estudiado dl~svio qlH~ se ha-
hia notado en las anteriores. Ijióse eu conformidad un d(~­
creto '1llf~ atestiBuaha la satisfaeoiou de las Curtes y el
aprecio (Iue las mismas hacían con tan fausto motivo de!
gl~llera¡ JOH Jos: Zayas.


No tardó S. ~1. ¡'U seguir los pasos de este, saliendo de
Valeucey el 13 de marzo ac.unpaüado de SS. AA. los in-
fantes don Cúrl.is y .lou Autonio y deuias personas I/U('
cOUClII'rüH¡ a su la.lo, Dirigióse por Tulosa con J'I11ubo á
Perpiüau lóegun órrleu de Napolcou , para huir dl~ cualquie-
ra encueutr.i tÍ relacinn con los inglese", Venia el lley bajo
el uomhrc de colltle di' Harceloua. Entró en Perpiüan 1'119
de marzo, en d()lltl(~ le agllanJal.la el mariscal Suchet, ti quien
recibió S.M. con distinciou , dándole gr,lci3s por el modo
cómo fSe hahia portado en las proviucins donde hahia hecho
la gnerra. ~las aquí empezaron ya los tropiezos. Quería el
Iley continuar Ión viaje y pasar á Valencia sin detenerse;
pero opouinuse :i dio las instruccioues (IIW tenia el maris-
c31, segun la" cuales debía pasar el llt'Y Fernando á Bar-
culona y penuauecer en ;[(!lle Ila plaza r"lI reucnes , hasta
qlle se realizase la \lIe113 :í Fraucia dt' las guarniciones
hloqucadus en las plazas de Cataluua y Valencia. l'rccau-
cion ofeusivn , ([IH~ siendo ignorada de Fernando al salir de
su coulinacion , represeutáhase como alevosía llueva (fiJe
afortnundameute IIU se consumó del I,odo, persuadido Su-
chct d!' cuáu odioso l' inútil Si'na llevarla á caho. Hdi(') en
consecuencia nuevas instrucciones ú Paris, aviniéndose á
que en el entretanto quedase solo en l'erpiüau COliJO en
prendas el infante don Cárlos.


Pisó 1'1 2~ d territorio (':;paI101 S. JI. r. rnautlo vu Y
run. 1\


Sal,' el l\('Y de
\-¡llence)"


Ul'~a
Ü PCl'pi O¡JU.


(Jllt~la~(
n!ij e\ illrillile


dun C¡lri¡j~.




Entro el Rooy
en España.


C' Ap. u, i s.)


JkrillP Copons
al Hev


en el FIuví.i.


418
parósc el :!;) en Figueras ú causa de las muchas aguas (lile
habia cogido el Fluviá , Iurioso y DlUY aplayarlo. Suplicó
en aquel día al lley el mariscal Suchet que se suavizase la
suerte de los prisioneros, reiterando sus instancias para 1:1
vuelta á Francia de las diversas guarniciones de Cataluña
y Valencia. Contestósele dándole buenas y seguras palabras
en cuanto á lo primero, y extendiendo S:1I1 Carlos en
cuanto :í lo segundo una pronH'sa formal por escrito, en
la fllJe puso el Iíey de su * puño al margen, (O aprucho
)) este oficio. Fernando. » Dícese si tamhien ofrvcio entonces
S. M. á dicho mariscal que le couservaria la propiedad de
la Albufera de Valencia, que Napoleon le hahia douado en
premio de la conquista de aquella ciudad.


Habíase dispuesto á recibir al Iley á Sil entrada en Es-
paña don Francisco de Copons, general del 1e r ejército,
trasladando el 21 de marzo de Gerona Íl Buscara su cuartel
general. Avisado de que S. J\I. se acercaba, colocó el don
Francisco sus tropas el dia 24 al nacer del sol á la derecha
del Fluviá. Lo mismo hicieron los jefes franceses ('11 la
orilla opuesta cou las suyas, lorrnnndo unas y otras vistoso
anfiteatro. Oyérouse muy luego alternativamente en am-
bos campos salvas y músicas que retumbaban por el valle.
y se mezclaron al ruido y al{;azara de los soldados y pai-
sanos que acudieron á bandadas de las comarcas vecinas. Un
saludo de UIH~VC cañonazos precedido de 1111 parlamento
anunció la llegada del Itey Fernando, quien Ú poco (IPjóse
ver en la ribera izquierda del Fluviá , acompaüado (h~ '11
tia el infante don Autouio y del mariscal Suchet con al-
guna caballería. El jefe de estado mayor francés ~II'. Sainl-
Ciyr Nugues adelantóse para poner en couocimieuro rlrl
general español don Francisco de Copous que iba á pasar
S. ;n. el rio , límite entonces de ambos ejércitos. Sucediú
así, y al sentar el Hey á hora dr mediodía el pié en la már-




\t'.\


g(~lI derecha. "010 ya ton el infante ~II tio y la comitiva
espaJIOI:J , olrvcióle don Francisco d(~ Copons , hincada la
roililla en tierra y cun el acatamiento COl'rl'SpOlldiel'tf', SIlS
1'I,,,petos, y I)1"(JIIIJJleiü un breve y gratulatorio discurso
adecuado al caso, nouieutlo adernas en las reales ruanos
un pliego cerrado y sellado que le hahia sido remitido por
1:1 llegeucia del reino, conforme á lo que prevenía el ar~
tículo ;)u del decreto de 2 de febrero, hajo cuya cubierta
venía una carta para S. ,\1. informándcle del estado dI' la
uaciou eOIJ varios documen tos y comprobantes adjuntos.
Llegó l'lltUIICI'S al mayor COIIlIO la alq!ría y entusiasnm,
dando los asistentes crédito apellas á SIlS ojos, viendo al
Iíey entre ellos al cal.o de seis años de ausencia y despues
de tropel tan grande de sucesos y portentos. llevisto en
s(~guida S. ;11. acompañado del infante don Antonio las
tropas, t¡IIL~ deslilaroll por adelante formadas en columna.
aclamando los soldados uuánimemente al lI('Y con vivas dI'
elusiou verdudcra , no prorumpidos en virtud de mandato
anterior y l~xpr~so.


Continuaron S. nI. y A. su viaje llevando al Indo á don
Francisco de Copous y escoltados por :llgllllOli jinetes. EII-
lrarou todos el mismo dia ~4 I~U Gerona, cuyos adornos y
colgaduras eruu ruinas y escomhros , y su alíoruhrado nr-
reboles ,HUi y salpicaduras de la sangre , que durante el
sitio hahia corrido en ahuuduncia y arroyado SIlS calles.
Espectáculo sublime si hieu triste, ellya vista debió connro-
ver ul monarca y excitarle ú rneditaciou profuuda , tlesl.i-
uado á labrar la felicidad de UIl pueblo que, al defender los
propios hogares, hahia sustentado tarnhien y confundido
con los SIlYOS los intereses de la corona.


Fiado el mariscal Suchet ell la promesa del !ley, y 110
autorizado quizá bastante para detener en rclrcnes , como
lo hizó , al inlautc don Carlos (si ateudeiuos ;i lo mucho


Entra pi Ilr-v 1'(
r;(TIJlW'.


1.11';:"::1
1.'.itlJ"i"!i ;illj II


iIJl'nll[l'
don f ;Jl'lu",.




( ". \p. JI. '!'i.)


C;¡r!;i Jid lli'Y á
la ltIJI;(JIIriit.


que por ello le reprendió t'¡ go/tiemo provisional de Frau-
cia * sucesor de Nupoleou ), púsole en lilH'rtad y pi :::6 le
acompañó hasta el Fluviú , cuyo rio cruzó S. A., enlraudo
en Geroun aquel dia el) union ton 1,1 Ih~) Sil hcnnanu, qne
habia salido á recibirle.


No tuvo sin embargo cumplido efecto lo ofrecido con
rclacion :') las plazas, resistiéndose :í ello don Fr;i1iciseí! dI'
Copous, quien guardando al Hey los miramientos debidos,
uo creyó serle licito apartarse de los decretos a(, las Cnrl!':;,
terminantes en la materia, y coutranos á tratar COII el
francés en tanto que no fuese de conformidad con [os
aliados. Iíesolucion ú la que de grado ó fuerza íuvierou que
adherir todos; siendo auernas ~lI're¡:.dada al interes publico
y buena salida de la campaüa , impidiendo se ellgrosaSl'n
las huestes del enemigo con aquellas trupas veteranas y IllUY
agu\'n\d~\s.


Desde Gerona escribió Fernando ;i la lIegellcia (ki reino
la carta siguiente toda de puüo de S..\I.


« Acabo de llegar :í esta lwrfectalllenle bueno, gracias
» á Dios, y el general Copo liS me ha entregado al instante
» la carta de la llegencia y documentos que la acompañan:
J) me enteraré de todo, asegurando á la Hr'gel)('ia que nada
)) ocupa tanto mi corazón como darla prurhas de mi sa-
H tisfaccicn y mi anhelo por hacer cuanto pueda conducir
)) al bien de mis vasallos. 11


« Es para mí de mucho cousuel« V('fIl)(' ya en mi terrilo-
11 rio en medio dr una naeiou y d(~ Ull l'j('rcilo (l'w lile ha
H acreditado una fidelidad tan constante corno gl'uel'osa.
» Gerona 24 de marzo de 1811,.= Firmado ,= Yo el 1\ ey
" =A la Rl'gellcia de España. »


Desazonó á los amigos de las Córles y de las reformas ej
contenido de esta carla, en la que lnruóse al lellgnaj(' am-
biguo de las primeras, huyendo siempre d(' soltar prenda




I'rr-supncstos.


Iuidivu
del dllf}lll' d(~


Frias


Tl'nll:ljn~
y dbcl1sin!1t's dl~
, lus Curtes.


4il
11l1P comprorneuescn las decisiones lid porvenir. Las CUI'- nlollllIlll'llln


•,. (IIlt.' dt'crl'tilJl l;l~
tes no obstante abstuviérouse de dar muestras de descon- Cúrle'.
teuto : y por el contrario dieron, dias despues , un decreto
para levantar á la orilla derecha del rio Fluviá frente del
pueblo de Iláscar» lit! 1II0011Hnelllo que perpetuase la me-
moria t11~ lo ocurrido allí ú la llegad;} del Iley Fernando.


Tamhien quiso el duque de Frias y de Uceda dar una
prueba de sellll!ado afecto á la persona de S. lH., Y de su
ardic'ute deseo por verle de vuelta el) el reino, poniendo de
antemano á disposicion dI' las Cértes 1,000 doblones qne
dehiau darse de sobrepaga al ejército tple tuviese la dicha de
recibir al lley. Admitieron las Cortes tan generosa dádiva
ofrecida por HU gramIl' de los primeros de España, y que
siendo aun conde de l laro , titulo de los primogénitos de
su casa, habíase mauteuidu, durante la actual lucha, á la
cabeza de lit! regimiento de cahulleria de que era coronel,
houráudose eu tiempos bélicos de servir á la patria ron las
armas quien en los pacíficos la ilustraba con sus versos y
producciones literarias.


Antes de continuar hablando del viaje del Hey , parece-
1IOS oportuno volver la vista á lo que pasaba en las Córtes
y en el kalro principal de Ja guerra; dejando por ahora ;l
S. 1\1. en la ciudad dc' Gerona,


Instaladas que aquellas fueron en 1n de marzo para dar
principio ú la legislatura ordinaria correspondiente al alto
dl~ ti-i14, ocnpárouse en las tareas qne conforme á la Con-.
titucion debían llamar primero su cuidado; leyendo los
ministros del despacho sus respectivas memorias, y el de
Hacienda lus presupuestos de gastos y entradas, como tarn-
bien Pi de Guerra el estado general del ejercito. Poco dis-
crepahau los !ra!l:Jjos prvseutados ahora en ambos ramos
de los que acerca de lo mismo examinaron las Cortes extra-
ordinarias v ordinarias en setiernhre y octubre anterior,




causando solo enfado In ílil'prp!1ci;¡ que SI' advertia rnlre la
fuerza armada rpal y disponible y la total CJlH' se pagaba:
diferencia muy uotnhle eu venlarl , naeida dI' 1:1 muelre.lnm-
lire de cnmisinnndos y asistentes que se han consentido
siempre en nuestro rjército, y de otros »hnsos de la admi-
nistracinn militar; roedora lepra, honda y 1lI1lY aüeja , de
difícil y penosa cura) ¡)/'ro á la que ha .le aplicarse tarde ó
temprano remedio eficaz y vigoroso , si SI' quiere en TIspal'w
orden y economía prudente pli la iuversiun dI' los caudales
públicos,


Por lo demas siguiendo esta legislatura los pasos rle la
anterior , no Fe ventilaron por lo cornun "ll ella cupstionps
que acarreasen substanciales reformas, no pudiendo el par-
tido liberal aspirar :1 otra cosa sino :, conservar lo hecho
por las «xtraordinarias , ni tampoco propasarse el opuesto


""-"""ri",. 11 indicar medidas de retroceso ó ruina. Dieron sin (,l1lhar¡::o
ahora las Córtes nueva planta :1 las ~i('cr('!arías (}('I gohierno,
en la 'lile se atendió :í la parsimonia y ahorro mas bien
que {, una Minada rlistrihucion d(' lIegocifldos, y al pronto
y conveniente despacho d(~ f~1I0~. Tarnhien aproharon ]:IS
mismas UIl reglarneuto para la milicia j'aciollal, en la '[ue
esta han ohligados ú entrar todos los españoles. excepto
contadas clases, desde 13 edad de 50 años hasta la dc ;JO;
siendo pjegido.' los oficiales , sargrnlns y cabos, ante los
ayuntamientos y iÍ pluralidad d.~ votos , por las cornpañias
respectivas, con la precisiun de usar todos del uniforme
t[1H' allí se les señalaba. llrpnUlbanse jel'rs natos de estos
cuerpos los gohernad0res ó comandantes militares de nom-
hramiento rral en los pueblos en donde los hubiese.


""¡;lcj",, l'uro no menos la consideracion de las Cortes I:J dota-
k la I~il"'n rrnl.


cion del Hry y (le la íaruilia real. Fijós« aqurlla PillO mi-
llones dr realt,s al afio, anticipando :í S. JI. por esta vez un
tercio para los g:lstos qm' :", su vuelta pudiesen ocnrrirle.




Agrcgábasc á la suma cn dinero la posesiou (le todos los
palacios tlue hubiesen disfrutado los Reyes predecesores
del actual, y además los hosques , dehesas y terrenos que
destinasen las Córtes para recreo de S. ;\l. Asignósc á cada
lino de los dos infantes don Carlos y don Antonio la canti-
dad de 1.10,000 ducados pagaderos por tesorería mayor, y
no se mentó al infante don Francisco por hallarse ausente y
al laüol\('. los lh~yt·s \)adn:~~, en (\uienes \lm entonces nadie
pensó. Semejantes asuntos y otros debates á que dieron lu-
gar en público ó en secreto las cartas del Hey, su viaje é
incidentes análogos, consumieron en gran parte el tiempo
de las sesiones del año que corria.


No dejó también de robar alguno el Jl(~gocio de un im-
postor tlIW, diciéndose general francés, y tomando el noru-
hre fingido de Luis .iudinot , ganado para ello por personas
poco conocidas de Granada y Baza, pcrtcnecieu Les á la par-
cialidad anti-retormadora , trató de comprometer y hacer
odiosos á varios habitantes de aquellas comarcas y á los
principales cabezas del partido [iheral , señaladarnente á
don Agustin Argüelles; figurando ohrahan estos de acuerdo
con ~apolt'on y sus agentes llevados del deseo de fundar en
la península una república hajo el título de Iberiaua, apo-
yada y sugerida, :i dicho del impostor, por el príncipe de
Tall/'.fJl'lJ,lld. Iuvenciou, que si hieu extravagante y ridicula,
tenia aceradas puutns de perversa y atroz intencion; PNSlla-
didos los forjadores de que una patraña ó Iáhula cuanto lilas
inverosímil ó absurda aparezca, tanto mas ha de cundir y ser
aplaudida entre la muchedumbre ignorante, que la convier-
le en sabroso apacentadero de su incauta y ciega credulidad.
Dió por tanto estl~ Rueeso pit> á muchas hablillas, á varias
proposicinnes en las Cortes, :i una represeutacion del seüor
Argiil'll(~s pidiendo se le oyese judicialmente en desagravio
de su honor ofcndido , y al proseguimiento en fin de una


Impostor An
dinnt.




causa CjIJ(' duró hasta dl'sp!les de haher vuelto el ney :" Es-
paria; queriendo entonces ciertos y malos hombres 3pro-
vecharse de semejante maquiuaciou p;¡ra cnlf:{'orar la
suerte bastante desdichada ya d(~ los ('nc:lITí'lados jlor opi-
niones polít icas, Pero Ielizmeu!c hlludi('rnnH' 1:1Il dañinos
intentos en el lodazal inmundo d(' la misma ¡':i1ll1llllin, aca-
balido por confesar í'1 supuesto Audinot , qlW :¡lIlll!llf' de
uacion francés no era gC!lf'r;:¡I, ni Sil noruhre otro f¡IH' el
de Juan Bartcau, implicando adellla~ ('1: SIIS r\('('lar:H'ioncs
:í varios personajes del p:lIliilo nnl i -relurmador, qU¡' mau-
daban ú la sazon o intluian f'n los (¡J1" maurlahau : quienes
temerosos de qUi~ se descubriese todo I'! ¡'nrí'dc, apresurá-
ronse :í echar tierra al ncgrwio, dl'j:llIdo solo y sepultado
en un calahozo al impostor, fine d"sf'sp('r:ldo y fuera de sí
suicidóse dentro di' ,,11 prisiou.
A"(I:;,li(;:;~;~;:;"l0S Hirntras filie tnles SII(~PSOS y lástimas ocurrinn f'IIJO civil


y político, carninahan dichosnmeute Ú su Iin los asuntos
de la guerra. Dada qne fué la batalla dI' t lrthez y hechos
los movimientos que de ella se siguieron, quiso de 1Ill(~YO
el mariscal Soult tomar la ofcnsiva , Ip[J)('ro"o de lo (lile
iha á acontecer en Hurtlr-os , ~' d,'sl'oso ¡JI' distraer la aten-
ciou de lord Wellington. En í'OnSeCllellcia revolvió pi 15
aquel mariscal de ltahasteus , «n donde csrahau SlIS cuarte-
les, sohr« Lelllbége y C()!lch(~z, a:n:igaudo i:1 d,'recha alia-
da Añrm¡'¡ pnfollcrssu puesto sir ll. Hill detrús del rio Gros
Lees y de Garlin PII c~ C:lIi1iIlO de Pan ;\ Airc , reforzándole
lord Wellingteu con 2 divisiones : quien hizo iambicn
adenrau de reconcentrar toda su gelll p ('11 las cercanías del
último pueblo. Visto lo cual lIO insistid en su peusamieu-
to el mariscal Snult , antes hien repleglÍse YPlJdil la vuelta
de Vic-Bigorrc para evitar la lid.


Tras ~l rué el g(~nr,ral inglés, habiéndoscle juntado tro-
pas suvns desprrrnma.I.rs por la tierra, reservas dl~ artille-




42:;


na y cahallcrla lHnCe¡lellles de España y otros refuerzos.
Entre ellos enumerarse deben fas divisiones de nuestro
40 ejército que rnandaha don Manuel Freire , cuyas manio-
bras al pasar del Ado111' referirnos ya, en las que prosi-
gnit'ron luvorccieudo df'SPIlf''; rl total acordonamiento de
Bnyonn y las operaciones generales del ejército aliado: sn-
eeSOR qne, con otros qHe entre Rí se enlazaban, sed bien
narremos antes de ir adelante en 1:I de los movimientos d('
lord Wellington.


La 2" divisiou d('1 careo df' don Carlos de ESI):Iha púso- M,nimi,'lllo,
c, 11(,1 .fe


se en IlIJ principio :i la derr-cha del 1\donr para repasar en ('jércilu ,,<p"iJo\'
s('gnida I'st(' rio y situarse entre su corriente y 1:I del Nive,
:i [in de f'oadvllvar al hlnqneo de Bayona. Evolucion opues-
ta practicaron I:I 4" rlivisinn y las hrigadns 2" y l' de la 5'
y ;;' ql!(~ formahau ahora una nueva divisiou llamada pro-
visional, traslndándose esta y la 0\ ra {¡ In derecha del
Adonr marchando rio arriha y uniéndose al movimiento
del centro aliado, sin alpjarse por algunos dias de aquellas
rnárgenes , pisando ya una ya otra ribera , segun lo reque-
rian las diversas operaciones dí' la campaña. AgregóRe
igualmcnlf' á los ingleses, pero {¡ su derecho costado , la
S)a brigada de la división que I'l'gia don Pahlo Morillo, quP-
dando solo 1<1 r- f'1I PI cerco de Navarreius.


¡\ estas fuerzas habialcs lord Wellington suministrado Amilins '1""
I';j(;iiita


auxilios r1f~sd(~ 'lup abrieron en union con su ejército la W"!Iillgtnn
campal.a d(~1 ai'to'ultl'rior, que empezó en los lindes de
Portugal. Dos millones de reales mensuales recihia el 4°
ejército de la pagaduría inglesa para el abono del prest y
demas ateuciones de la misma clase. Tarnhien tuvieron
particulares socorros las divisiones de morillo, España y
don Julian Sauchez , quP aunque pertenecientes ú aquel
e,j(·.rcito, militaban separadamente y por lo cornnn cerca
de las tropas inglesas. FIH~ asímismo muy atendido el ejér-




Con.luctn
del con .le dl'l


Abisllal.


l'a':'il .i Pranc¡n
el ;:: ... r l'jt'I'cil.lI


(l",;pHfllll.


4SW
cito de reserva de Antlaluría en tanto qne se mantuvo en
Francia y le goheruára JO!1 Pedro Agnstín Jiron.


Cuando en esle año de 1814 tornaron :í marchar sobre
Bayona las tropas drl 4° ejército, que meses antes hablan
rrgrcsado á Espaüa , no solo continuaron los ingleses su-
ministrando los mismos auxilios en dinero , sino quc arle-
mas facilitaron víveres y otros recursos. Y qnerielldo We-
lIington acudiese tamhien á Francia el ejército dt~ reserva
de Anllalncía acantonado en la Irontera , insinuoselo así á
su general, que lo era otra vez el conde del Ahishal tic
vuelta de la licencia qne obtuviera para pas:lr á CónloJ1i\ :í
restablecer su salud. Mas dicho jefe respondió al ing!l's
desahridarncnte poniendo muchos obstáculos , y pidiendo
antes bien ql!C s(~ le permitiese internar sus tropas en los
pueblos de Castilla la Vieja para darles alglln descanso y
mejor temple, menesterosas y destrozadas de resultas de
fatigas y grandes quehrautos , y tarnl.icn del abandono iJ'W
suponía áhishal haber habido l'JI su disciplina y buena 01'-
ganizacion. Desazonó á Wellington semejante excusa y
peticioll extrañn , ya por constarle 110 ser cierto estuviese
aquel ejército en la disposiciou que se le pintaha , ya tarn-
bien por haher recibido avisos de qlll' siguiendo Ahishal
secretas inteligencias can los diputados del partido anii-re-
formador, que encontró en Córrloha, ansiaha por acercar-
se {¡ la capital para sostener ton su ejército los proyectos
de :HIuellos , y trastornar el Gobierno y las CMles, preseu-
tada que fuese ocasion oportuna,


Ilehusóle por tanto Wcllington avanzar á Castilla, y Sl'-
üalándnle por acantonamientos las orillas del Ebro, no
pensó ya en traerle :'1 su lado enojarlo con {'I, por lo cual
volviendo la vista al ::Ser ejército , tliú órtlen á Sil jde prin-
cipe de Anglona, ll'j(' se mostró comedido y tratable, dt'
pasar con Sil gente á Fraucia ('11 lugar del otro , lranqueáu-




427
dolo ndomas un auxilio de 6 millones 111' reales y {)()OO ves-
tnarios. No verificú sin embargo Anglona su avance hasta
los primeros rlins t1t~ abril.


Continuemos ahora uarrarulo las maniobras y marchas Si~l!l'
.. V,rerillofq{l JIln


dI' lord Wellington , las cuales dojamos mas arriba en ms- vie,7dll''''
prnso. lleforzado :JfjllP! y muy animoso prosiguió rnovién-
t10sp 1'1 17 dP HI:Jrw. llevando la derecha por Conchéz , el
centro por Castelnau y la izquierda por Plaisance. Fueron
los franceses retiránrlnse , nunqne mantuvieron una gruesa
retaguardia en los viñedos qur circundan á Vic-Bigorre,
aparentando qllrrrr sustentar una resistencia tlllC no veri-
ñcaron. Juntáronse los aliados en aquel pueblo yen el de
Hahastens , y encaminése el enemigo durante J:¡ noche via
l1P Tarhcs.


El 20 rlivisáhans« 1'11 ..sta ciurlad los puestos avanzados
de la izquierda francesa, qllr sr rctirnl.a COII el centro,
apostada la derecha en los altos no muy distantes del mo-
lino ,le viento I]e Oleat. Avanzaron r. la sazon los aliados,
distribuido Sil ejército en '2 masas ó columnas, resueltos á
embestir á los contrarios, quienes en vez al' agllanlar con-
tiunarnn su marcha relrógraJa, y de dos caminos principa-
les que dI' Tarhe:- guian :l Tolosa, uno por Anch y otro por
Saiut Gaut\ens, escogieron el último, y :-iguil;ronle hasta
1>1 ruisruo pueblo, Cil donde reunidas sus tropas le abando-
naron en parte, tomando el otro I:Hi mas dI' ellas atrave-
sando la tierra. Aligera'lo Soult l~e sus hagajes mas pesados Ul'20S011Il;i


Toli):"!.
y de muchos carros tIII'~ hahia despaelndo antes , ('jt~clltó
su retirarla á Tolosa con presteza, entrando en la ciudad
el dia 2:'1, sin qn(' nadie le incomodase ni le detuviese.


Tres dins de delantera llevaba el mariscal Soult á los alia-
dos en "u runrclra , mas lentos estos por la precision dI'
conducir pontones y otros materiales para reparar ó echar
puentes y remover otros obstáculos qne pudieran oírecér-




LI('~an
Ins aliadu~
enfrente


de la ciudad.


'I'rntati vas
[Jara pns.tr 1'1


(;,11'011,1<


LI' p'l~an lo~
al ¡a,l (J~


seles , caminando con tiempo muy lluvioso , PII llerra ene-
miga y de fó dudosnv Apareciurnu pues los aliados {'127
enfrente de Tolosa , ordenando Wellington rl 28 qne sr
estableciese un pnl'ntr en ('1 Ingar dI' Pnrtr.t, situado mas
arriha de la ciudad y por bajo dl~ la junta tle J.¡S dos rios
\rirge y Carona. Deseaba el illg/{~s coloC:lrse por aquella
parte , como medio oportuno de obligar ;', Sonlt ;i abando-
11:.11' fin estancia , ó de estorharle , in!¡'r[Hllli/'lIdosí', unirse
al mariscal Snehet. Imposible fUI; arruar el 1)(1('1111' alli por
la rapidez excesiva de la corriente y su anchura, mayor qlw
la que podían cubrir los pontones preparados. Frustrada
as!a teutativa , tuvo mejor óxito otra qnc\ ,:¡~ (,lIsaYI) y pnso
en planla el 51 PII Iloques , sitio mas Iavorahle aunque por
cima dl~ la couflucucia de los exprí'sados rios : por dOlltl(~
atravesó el Garona sir ltolamlo llill , apod"rálldosc en breve
en Cintegahelle del plleIlte df'l\ rif'ge 110 de-truido aun.


Pero advirtiendo lord Woliington In iutrnusitahle de
aquel terreno pegadizo y gredoso, desistió (II~ sr'guír obran-
do por aquella parte, y dispuso rcpusasen el Garona las
tropas del general Ilill que Ir' hnhian amado poco antes.
llcgistrése entonces la ribera por bajo de Tclosn , y se d,'s-
cuhrió un paraje media legua mas urriha de GrelJ:lcle , PII
donde el rio corre cási lamiendo el camino real, muy veloz
eu Sil cnrso , y ter.iendo sobre 150 varas de ancho: trazó",'
allí el puente y se remató la maüana del 't. de abril en el
espacio de pocas horas.


Detcrmiuado Wellington :\ atacar cuanto antes al maris-
cal Soult, hizo cruzasen f'1 (~:lrOlia <'11 nqu«l dia algllllos
jinetes y;) divisiones snyas de iulnnteríu ;\ las órdenes dI'
Beresfortl. Debían seguir {¡ estas las divisiones rsp:liiolas 4a
y provisional y la ligera hriuiuica ; mas hincharonse tanlo
las aguas, V d11pl'ZÓ Ú ir tan arrebatada la corriente, ((nf'
hnbo <lile suspender el paso y :1Il11 levautar el puente para




Il1lpCtiir ql\(~ S(~ le tlevase el rio , quedando repartiilus las
l'u('rI.as del ('jt'l'ci[ü aliado con gr<1ve peligro suyo entre las
dos orillas, expuestas las de ]<1 dl'ree1Ja Ú ser acometidas
por las huestes ruoy superiores del mariscal Soult. A dicha
110 S(~ nH~Il('Ó ;~st(, [lre[jl'ii'udo mantenerse sobre la defeusiva.
Amanso la crecida el í:l, Yaparejado lito lluevo y sin dilaeion
el pueute , cruzaron por él «utouces las divisiones ya nurn-
hrndas, I;¡ artillería portuguesa y Welliugton con su CIIarLd
geueral , nroviendose lodos la vuelta de Tolosa. Tuvo al
avanzar Illl reencuentro en La Croix-Daurade el gellcral
Viviau csLaudo al Ireute del regimiento 1í:l de húsares, y
si bien Iué gravemente heridu , no por eso dejó de coger
100 pnsioneros, cerraurio al l'rallel's tau de cerca, que no
le dio tiPllljlO para inutilizar en el rio Lhers , trihutario del
Carona, un puente único qlw quedaba 1'11 pié por aquel
lado.


Al dia siguiente hacia resoluciou Wellingtou de atacar,
y detúvuse al ver que apostado sir H. Ilill á la otra parte
del rio , frontero del arrabal de Saint Cyprien , hallábase
este general muy á tras msuo del puente de barcas ; razon
por la (lile antes d(' empreutler cosa alguna determiné alzar
dicho puente y trasladnrlc ú magllac, una !egua mas arriha,
Duro la Iaeua bastante, pn 1t"rlllillUS (llw no se pudo hasta
el Iü , douiiugo de Pascua Ilorida , dar priucipio al acome-
timiento contra d francés: lo que tampoco ni auu entonces
era urny ltacel!p('(), fortalecido y atrincherado el mariscal
Soult 1'11 Tolosn y SIlS alrededores.


Ciudad aquella d(~ l:iOOOI) almas, capital dpl antigllo
Languedoc y ahora del departamento del Carona superior
(Tlaute-Garouue }, asiéulasc á la derecha del rio de este
nombre, que corre por el ocaso , quedando ú la izqllierda
el arrabal de Saiut Cypril'll, que comunica con lo interinr
de la pohlaciou pUl' Illí'¡\io de un pUPllLe d!' piedra que apc-


011'1)';
lIlo\·iJlli(·nln~


T(jl()~d
) sn i'~l ado di
dd(·lI~:l.




450
Ilidahan Nuevo. Rodea á Tolosa del lado dl'1 norte y este PI
famoso canal de Languedoc, llamado tamhicn del merliodia
ó de ambos mares , el cual desemboca en el Garoua ;í 1UOO
toesas de la ciudad , si hieu enlazado) a antes COII el mismo
rio por el canal de Ilrienne , dicho así del uornhre del car-
denal que le construyó para facilitar la uavegacion ; inter-
rumpida la del Garona con las represas tle las aceitas Ó f110-
linos harineros de Basacle , que se divisan mas ahajo del
puente de piedra. De manera que, excepto por el mediodía.
circundan á Tolosa por las dernas partes rios y canales quP
la protegen, y retardan cualquiera tentativa dirigida contra
sus muros.


A estas defensas, que pudieran mirarse como naturales,
agregabansc otras levantadas por el arte, ya en tiempos
antiguos, ya en los recientes. Entre las primeras contaban-
se las murallas viejas, espesas y torreadas, (lile todavía en
pié abrazaban entonces cási todo el recinto. Coruenzrirouse
,í construir las segundas despues de la hatalla -Ie Ürtbéz y
de la entrada en Tolosa del mariscal Soult. Cousistian estas
por el lado de Saiut Cyprieu en una cabeza Je puente y en
obras 4111e ceñían el arrabal, apoyándose á derecha (~ izquier-
da nu el Garona. Pusieron los enemigos particular conato
eu fortalecer este punto, creyendo seria por donde inten-
tasen los aliados su principal acometimiento. Pero luego
que advirtieron lo contrario, afauárouse por aumentar y
fortalecer las defensas de la derecha de! Garoua. Por tauto
ampararon con obras bien entendidas de campaña los cin-
co puentes que se divisan en e! canal de Lauguedoc desde
el del Emliocadcro hasta el de Dcsmoiselles, atronerando las
casas y almacenes vecinos, lo mismo que la antigua mura-
lla , dispuesta arlcmas en muchas parles para recibir artille-
ría de grueso calibre. Unas colinas que se elevan al este
de la ciudad y corren paralelamente eutre el canal y el rio




451
Lhers , couocidas bajo el nomhre de Blontraoe ó del Caloi-
net , Iortiíicárouse COII líneas avauzailas , y en especial con
cinco reductos distantes entre sí los mas lejanos unas l:WO
toesas , sirviéndoles de comunicacion por detrás nn camino
formado rle tablones enrasados en lugar .le otro resbaladizo
y grl~doso que retardaba antes el traspaso rápido tle la arti-
llería y 11I111I iciones. Por el sur dispusiéronse y se artillaron
varios erlilicios, trazándose tamhien rliversas obras que se
dnhau la mallo COII las del Calvinet. Se ejecutaron semeja".
tes trabajos eu hreve tiempo y con admirahle presteza,
obligados á tomar parte en ellos hasta los habitadores, quie-
nes doliause ya de ver convertido eu suelo de sangrientas
lides el de SllS moradas pacíficas: precursores tales prepa-
rativos de ruinas y dcsolaciou UlUY triste.


l'nsal.au de ;)0000 hombres, sin contar la guardia urha-
na, los que tenia Soult {¡ sus órdenes, distribuidos corno
antes en 7J grandes trozos bajo el maudo tic los generales
Clausel , d'Erlon y Ileille , y repartidos estos en varias di-
visiones lJue se colocaron en tomo de la ciudad y en sus
íortiüeaciones y reductos. Excedian mucho á los franceses
en número los aliados, bien que no favorecidos como los
otros por sus estancias.


A las siete de la maüaua del 10 de abril trahóse la accion
anunciada ya, empezando sir Tomas Pictou al frente de la
5a division por arrojar las avanzadas francesas de donde los
eaunles de Lauguedoc y Brienne se juntan eu UII mismo ál-
veo , y exll~tHli{;lIdose por su izquierda la divisiou ligera
hajo el harou Alten hasta dar con el camino de Alhi, para-
je destinado al ataque c!ue se destinaba á los españoles. Ha-
hiausc estos movido al amanecer y eucoutrádose en La
Croix-Daurade con el mariscal Bereslord , quien se desvió
ulli tirando vía lk ñlonthlauc y ñlontaudran , para encar-
garse de los acometimientos concertados por aquella parte.


B"lolI"
de Tulu<lJ.




Eran el punto principal de la embestida las colinas de MOH-
trave y el Calvinet , ¡'II donde los frauceses , haciendo cara
al Lhers , aguardahau á los aliados con sereno y fiero ade-
ruan, Correspondía á los españoles acometer la izquierda y
centro de semejantes estaucias , y á los de Beresford la de-
recha; recayendo por tanto sohre lIUOS y otros el mayor y
mas importante peso de la batalla.


Jlarcharoll con bizarría suma al ataque las divisiones t'S-
paüolas 4a y provisional regidas por LIOIl José Ezpeleta y
don Antonio Garcés de ,'larcilla. Asistía taruhieu allí el Ile-
neral en jefe dou .Uanucl Freire, que llevaba á Sil lado, ha-
ciendo de seguudo , á don Pedro de la llárcena y asimismo
á don Gabriel de ;Üemlizábal, si bien este solo como vo-
luntario. Fué de furioso ímpetu la primera acometida de
los españoles que arrollaron á los franceses, y d-sulojarou
del altozano de la Pujarle , delantero de la posicion eucmi-
ga, la brigada de Saiut l'aul perteneciente :1 la divisiou del
general Villattc , la cual est ... -chada por los nuestros tuvo
que refugiarse en las líneas del reducto !;'Illndl:, que era el
mas robusto de los cinco construidos en las cumbres. Due-
ñes los IHH:~sII'OS de la l'ujade , plantaron allí la arl illeria
portuguesa á las órdenes del teniente COI'OIle1,\l';'uhcitild,
y dejarou de reserva eu el mismo paraj¡~ una brigada de la
división provisional, ruuutcuiéndose detrás la calrullcria de
Pousornby. La otra hrigdlla y la -la division dispusierouse ;Í
proseguir en Sil avauce , esta por la izquierda de la cane-
lera de Alhi , aquella CJI derechura contra dos reductos dí~
los cinco de las coliuas , silumlos eu la parle septentrional,
á saber; el ~/I'(tJ!dl? ya uouihrado , y el trianqular, dicho
así á causa de su fig ura , \Iicu tras tanto hahia ido marchan-
do el mariscal Beresford por d Lhers arriba cou las divi-
sienes :1:' y ti británicas del cargo ambas de sir l.owry
Cole y de sir Enrique Cliulou , y continuado hasta e11JlIII-




¡" por 11011\l(' rlebiau sus fuerzas ceüir y ahruzar la d(~l'echa
í'iu'nliga. Luego tlue I!('gó aviso de estar B('resl'ord prnnto
ya :1 realizar su ataque , emprendió don ~Ianue! Freire (.!
suyo ('U el indicado orden. Aguartláhanle fuerz:ls de Villat-
le y Harispe y la divisiou d'Artnugrinc , aquellas (':1 las li-
ueas y rerlnctos , la última emboscada entre estos y el ca-
nal en unas almácigas y jardines, favorecidos los enemigos
del terreno y d(' las fortificaciones, en cuya parte baja co-
!{ICarOU alguna artillería por disposicion del general Tirlet,
para qlle rasantes los ruegos causasen mayor estrago en
nuestras lilas. ~¡etralla horrorosa, granadas, halas inunda-
rnu :1 porfía el campo y esparcieron el destrozo y la muerte
por los hatallones españoles, que serenos é impávidos,
llevando á su cnheza al mismo gl'lIeral Freire , adelanta-
ron sin disparar cási un tiro hasta gal!ardearsr' ('U el escar-
pe de las primeras ohras de los enernigos , tit uheantes y
próximos á abandonarlas. Era dirigido dicho ataque contra
los reductos. El otro de la carretera de Albi, auxiliar suyo,
\'1'11 luros« al corucnznr , estrrllóst~ despues contra fuegos
lllUY vivos y á quema ropa, que de repente descubrieron
los enemig()s en el puente de \Iatahiau, conteniendo ú los
nuestros y haciéndolos vacilar en su marcha. Atlvirtió-
lo Soult , y no des'lprovrchó tan feliz coyuutura , 13n-
zando contra !a izquierda d(' los españoles :JI general
uArmaguac , quien partió de su puesto dando una arre-
metida ú la bayoneta que desconcertó :í los nuestros , IlIUY
acosados ya y oprimidos con mortíferos y cruzados fuego,;.
Ciaron pues algullos atropelladamente en un principio, pe-
ro vnlvierou IIH'go en sí, por acudir á sostenerlos en su
repliegtH' la hrigada española qlle hahia quedado de roser-
va eu Pujarle , y tarnhieu algllllos cuerpos portugueses de
la division lig('r,: 111'1 harou Alteu , que se corrió !l:\cia
!lIH~,.:ll'll ('o~,lado den'dlo: infulldjeud;\ t:ilc,' d:Olil"¡"¡'[o"




respeto á los enemigos Vcansaudoles cllverslolI, Srilal:lron-
se entonces entre los nuestros UIIOS cuantos húsares de
Cantabria al ruando de don V,centl' Sierra, ~. l.rill« extraer-
diuariameute el regírnil'1I10 di' tiradores d(~ igu:ll 110111 IJI'I',
que se mantuvo firme y dl'lIodado hajo los atrinchcraruien
tos enemigos hasta (lile Welliugtou mismo i(~ mandó re-
tirarse; dando ejemplo su valeroso coronel don Leonardo
Sicilia , quien p,lgó COl! I:l ,itia Sil lIobll' ~ slllglllar arrojo,
Muchos y gnllllles fueron los I'Sl'U('l'ZOS dI' lo" caudillos
espaüoles , v eu especial los del g~nt'ral Freirn , p:lra con-
tener al soldado (~ impedir!« hacer quiebra I'U la honra:
muchos los de lord Welliugtou , qut' voló en IlI'rsona al
sitio lid combate acornpaüarto de los gen(~rales don Luis
Wirnpffen y don ~Iigue! de Alava, consiguiendo rehacer la
hueste y ponerla en estado de rlespicarse y ;:01'1'('1' de nue-
vo á la lid. Pero ¡ah! i qué de oficiales quedaron allí tendi-
dos por el suelo, o le coloraron cou pura y pr('cio~a san-
gre! 3Iuerlo,; fueron, adeiuas di' Sicilia , don Francisco
Balanzat, que gohertlaha el rI'girni:'nto de la Corona, don
José Ortega, teniente coronel de cstado mayor y otros va-
rios, contándose entre los heridos :'1 los gr'nerairs don Ca-
briel de ñleudizáha] y d:l!l Jnsé EZllf'll'!a , e01l1O taruhicn á
don Pedro 1\IClllll'z de \ igo y á don JOSt' ,\laria Carrillo, je-
fes los dos de brigada, con muchos mas /jll(' no nos es dado
enumerar, bien ljrlC mfn:cedol'es todos dl'jllsla y cIerna 103,
Afortlli];lllanlentl~ revarábas,~ ;'¡ la saznu tal contratiempo


por diado d(~ Ilercsfor-l , á quien tocaba embestir la dere-
cha enemiga. Hahia eu dedo empezado «ste mariscal á dc,,-
empellar su encargo con tino y hriosameute , acaudillando
la 4" y 6" divisiou británicas del mando de sir Lowry Cole
y de sir Enrique Clinton, cuyos soldados Iorruados en tres
lineas marchaban COlllO hombres li(' alto pecho. "in qlle los
detuviese ni el fuego violenttsimo del canon francI"s ni lo




¡wrdHlo de la t:l!lIplll<! , llena 1~1l vanos parajes COIi las 1'1'-
recientes lluvias de marjales y eH'llagas. Elld('J'ezó~e par-
ticularrneute l'l gellent! Cole coutr:1 l:i parle extrema de la
derecha ('m'mig;l y contra el reduclo de 1;1 ,S!J/il'CJG allí ('(J-
Iocado , al paso que el g¡'liI'ral Cliuton ;n:lli:éaha IW!' el
Irente para f:oO¡Wrar al mismo intento. Sucl'diprol! hieu
amhos atuques , aloj.iudo-e los ingleses ell la,: alluras , )
euseüureandose del reducto dicho qlle gU:HIII'eia ('dU llli
hatullon el gl'IlPt'al Dauture. Pero hahiuudo d('j:ldo los iu-
gll'~l'S Sil artilh-ria ('11 la ald(~a dl'¡¡(llltl:l:!!lc p':r e:!llsa de
los malos cauiinos , corrio algulI tieurp» <llllc;; ;¡e que 11(:-
gase aquella y P1Hlíp,:,ell ellos prosef:liir a:il'!alltl': lo que
tamhieu !lió vagar ú que refnrzase el mariscal Soult su de-
recha con la rlivisiou del gelli'ral 'laupiu , la cual ya ¡](~
antes se !Iabi" uproxirundo á las colinas P;II';l sostener las
operaciones que po]' ;dli S(' l'!','dlt:IS('II. Viuo pues sobre los
aliados esta division y vinieron otras tropas, lilas todo lo
arrolló la disciplina y valor hritanico , quedando muerto
el gell('ra] Tnupiu mismo.\coul<'til'ron I'n se;!ui(\a lus in-
gleses los dos reductus del (':'1111'" llamados tes Aus(jllstius
j te Colombier, y l'lItr¡'¡jos la bl'i,~ad:l ([pi gl'lll'l';': Pack, he-
rido allí. En vano quiso entonces 1'1 ('lIeiujgo recobrar por
dos veces el de la .'J'y/iÚ"}'f', como clave de la posicion ; vióse
rechazado siempre, no restándole ya el francés en las colinas
sino los dos reductos situados al norte. Hacia ellos se diri-
gieron los aliados victoriosos, caminando lo largo de las
cumbres, y ayudándolos por el Ireute don Al:llluel Freire.
seguido de SIlS divisiones rel1l'chas ya y bien disl)1l('stas.
Cedieron los enemigos y ;l!landoll:ll'On reductos, atrinche-
ramieutos , todas SIIS obras ('11 lill por aquella parte , y las
dejaron eu poder de las tropas all;líias, recogieudo solo la
artillería, qlle salvaron por lill can.iuo hundo <i":' ¡ha ;¡I
,:aua1.




Por su lado PI gI'IH'r:!1 Picton, al prllpio IH'Ill¡tO 11111' ata-
cahan \(,S de Beresford la derecha Irancesa , qnis« tarnhien
probar ventura con la ?la divisiou aliada, tratalldo dI' apo-
derarse del puente doble ó J1l1nC{w ('1\ 4,1 clllhol'adrro 11('1
canal. y amagar al inmediato llamado df~ I()~ ¡Jlil/illlos. ]Uas
npúsosel« y le rechazó el general Berlier, y herirlo ('ste, Fri
rion : teniendo que ciar el illglés para evitar terrihle fm'go
d(~ fusilería y artilleria qur Ir abrasaba por Sil I'relll(' y flan-
co, 110 habiendo guiado aquí {, su valor vcuturosa ni alegrl'
estrella.


Distrajo durante la batalla el gellrral Hill con FIIS fuerzns
reu las que se comprendía una brigada de Morillo) :JI gl'-
neral Iíeille , que defendía COI! la rlivision 1\Tar:Jllsin el ar-
rabal de Saint Cyprien, y lt~ arrojó de las obras exteriores,
obligándole á refugiarse dentro de la antigua muralla.


¡\ bIS cuatro de la tarde concluyóse la accion , (1UeÜOF
los aliados de las colillas de Montrnve ó Calvinet , sojuz-
gada la ciudad cun artillería que plantaron en las cuurhres.
Dió tarnhien órrlen á la misma hora el mariscal Soult al ge-
neral Clausel de 110 insistir en 1111('\0" ataques contra el
rerreuo perdido, y ceñirse á rodear solo COII varias divi-
sioues el canal de ambos mares, escogido para servir en-
tonccs como dt~ segllnda linea. Fogne:írnnse sin ernhargo y
aun se eaüonenrou hasta el anochecer por lo mas extremo
de la derecha francesa algullas tropas de los aliados, provo-
caila,.; ;\ ello por otras de Jos enemigos.


Sauurieuta y empeüada lid esta (le Tnlosa , ('11 la qll('
tuvierou de pérdida los anglo-hispano-portugueses !~7j 4
hombres: á saber, 21 'Ji ingleses, 1985 españoles y (i07 por-
tugueses. Pr esúmese no filé tauta la de los enemigos, abri-
gados de su posiciou : contaron sin emhargo l'slos entre
SIlS heridos á los gelll~rales Ilarispe , Gasqllet, lkrli('r, La-
moraudierr , Baurot V Dautun-




47;7


Lo:' hahituutes ¡ji' Tolo~a allH'drclltado" ocultárouse :;1
principio ('11 lo mas escondido de sus casas: mas auimosos
de~plle~ salieron de Sil retiro y se pusieron {l contemplar
!a j,alalla dl',,(h~ lo:' tejados y campauarios , adelantándose
aigllllos hasta las líIlP3S; pero suspeusos y pendientes to-
dos del progrl':'o y conclusion de una refriega , (~II la qlle
les iha la vida, la hncieudn, y quizá la honra. lIJal estaban
por I'SO con el mariscal Soult,:í quien culpaban de hahcrlos
comprometido y puesto en trance tan riguroso y duro.


Hall pilltadll los lraucescs la accion d,' Tolos a corno víc-
tima suvu, y aun csculpitlula á fuer de tal hasta en SIIS 1110-
unrnentos púhlicos. Pero nhandonar muchos lugares, pl~r­
del' las prillcipale~ cslaucius , y retirarse al fin cedicudolo
todo á los contrarios, nunca se graduará de triunfo, sino de
descalabro, y d(~sl'a!:d)l'o 1ll1I)' Iuuesto p:Jra los qlle le padc-
eierou. Enhorabuena ensalzasen los franceses y aun rnagni-
ficaseu la resislenda y hrios IfllC allí mostraron, gr:lIIdt's por
cierto y sohre excelentes, mas no estaba bien eu ellos robar
glorias agenas; en ellos que 110 las necesitan, teniéndolas
propias y muy calificadas.


En la noche del t í al 12 dI' abril desamparó el mariscal
Sonlt :í Tulosa , y tornó el camino de Carcasona que le
qncdaba ahierto , y por donde le era dable juntarse rOH el
mariscal Suehet. Dejó 1'11 la ciudad heridos, artillería y
aprestos militares en grande ahuudancia. Entraron los alia-
dos el mismo 1':leu medio de ruidosisirnas aclamacioues de
los habitantes que se agolpaban por ver á sus nuevos hués-
pedes y darles buena acogida, ya por los muchos partirla-
rios y adictos iJlH' tenia allí la familia de Borhon , y mas
bien por creerse lihres los vecinos de los daños que les hu-
hiera 31':lIT(~;¡do el coutiuuar de 13 guerra 1'11 derredor de
sus muros.


Por la larde de aqnel dia slÍpOSI' de oficio ell Tolosa la


E\',I('II!l ~illl
l.r l'illl;ld


Llllr:lll
IIJ~ alíu.fn-,


~Pll hu-u l'!',
J,ilo:-,.




'1I::1~-! I L'l'im;IJlJ!l-l-;
\~ 11II {11;1] 11.:1~
• ('11 J'a I'i~ >


Lanln
¡JI' \':1\101(>011


'f?i~
entrada el 51 de marzo PIi i':lI'IS iÍ(~ ios aliados del norte.
Susurrábase esto ya an[es y se piensa no lo ignoraban
los generales d(~ los f('SllI'cti, os e,Íl'rci!os; pOI' lo que algu-
!lOS censurúroul«s :,~rinlllellii' de haher plIIllf'flado accion
tan s:lllgrieilla en coyuntura :'1'f!íl'jallip, Sil'lItiO ya inútil
('u:ludo iha ü tenuinarse la glli'ITa. Trajeron ahora la noti-
cia el COI'O¡¡!'I inglés Cook y el ('orou ..1 I'rnnct"s Saint Si-
mUII; el primero t:lcar;.;ado particul.mneut« dI' contuuicúr-
'lela :í lurd Welliugtou . el s.'gundo ;. los mariscales Soult
y Sncl1et,


Ni se limitaban las novedades ocurridas :'1 la mera OClI-
pacion tlP la capital d(' Francia. El s-nado hahia estahlcci-
do allí el 10 de abril UII gobil'r110 provisional. :'t CII)'O
frente estaba el princip« d(~ Talleyraud , y dcsposeirlo al
dia siguíen!,' dl?1 cetro imperial :\ '~ap()I\'oH llouaparte.
quien abandonado dI' {::!~i l otlus sus amigos y seCU::lces
habíase visto forzado ú abdicar la enrona 1'11 su hijo, y
Juego ,1 rlcspojarae di' ('lln ahsnlutarnvnte y sin restriccion
alguna, :í uoinhre suyo y de toda su estirpe: recibiendo
COllJU por merced para <¡Ul' \e siniesi~ d(' refugio Ja Isla de
Elha eu el'letlill'rrálleo, coucesion que llevaba apariencias
de estudiada mofa; mas que hnho d" costar hicn cara me-
ses adelante. Di'cidio tamhien (,1 senado en 1\ dI'! propio
ahril llamar tt~ nuevo al solio di' Fraucia :i la familia de
Jos Borhoues \' proclamar por rr v ú Luis XVOl, ausente
todnvia en Iuglaterra : tomando el IIl:lIIdo ínterin llegaba
este , Sil hermano r.l wmlf' d(~ ,\rlllis, hnjo el lítnlo de lu-
gar-t(~lIiellt,· del reino Ctllll'oml:'lrolls(' con tal(':' mudanzas
las ilOlpllcias invasoras , v aun hs .iplaurlierou y quizn
upuntarou.


Auunciárouse por la noche I'n el teatro de Tolosa las
noticias traidas di~ Paris por los roronclcs Cook y Sain]
Simnn , y ~I' celehrurnn extraordiuuriumcute por los eSIH'(,




t;]dol'\'~, muchos 1'11 11111111'1'0 V muy entusiasmados COII la
ópera Hicardo Corason de I.eon, qlle dr. intento se I'scogió
aquel .lia por las arias y pasos qll~~ encierra aquella pi(~­
za , alusivos u las ..ircunstuncias lit; entonces. Prodiga-
ronse iguahnenLe vítores v 113111101.c0s a lord Welliugtou ,
qlll' nsistia ú la reprcscntacion : q\l(~ 131es por lo cornun
son los pueblos 1'11 plinto de l~ovelladl's, aunque sean muy
en Sil daño y mengna : si hien aquí los aplausos y loores
iban dirigidos mas que al gl'lIl'rnl inglés, vencedor en tantas
lides, al qu;~ se consideraba como á restaurador de la paz
tan ansiada en Tolosa , y prpnda e::t;; hle y firme del sosie-
go IJIW en la cilldad n-inal.a.


;'<0 tardaron los coroneles Cook y Saint Simún en ir al
encuentro de los mariscales Soult y Suchet para acabar de
desempeñar su comision ) pOlH'r tl~nnjno pronto y Clllll-
plido á la guerra. 1'1'1'0 primero qUl' continuemos refiricn-
do lo que ru e~to ucurrio . nos parece oporumo cerrar
antes la narra cían de los surrSC1S militares de esta tan pro-
longada lucha , siendo ya pocos los que nos quedan y no
de grand!' importancia.


En Burdeos, luego que entraron allí los aliados , Im~pa­
rárouse los parciales de la casa di' Borhon á repeler cual-
quier ataque que illleiilasen sus contrarios los honapartis-
tas , recelándose en particular d., las fuerzas del general
Lhuillier recogido al otro lado de los rios , y de las dl'l ge·
neral I)ecnen, que hahia formado una división de orden del
emperador, destinada :i marchar por Perieuenx sobre aque-
lIa (~il1d:1I1. Pero no trataron ambos gmlerrtles de forrnali-
zar cosa alguna, ni se lo permitió Wellington , puesto que
al reunirse su gente para perseguir á Soult via de Tarbes
y Tolosn , S:ll:Ó IIJlIl:,ila de la (lile teuiu en Burdeos, dejan-
do solo al ~I'neral Dalhousie con ~;OO() hombres. Bien es
verdad que aíil'lll1lbasl' por otro lado v al misuio tiempo !a


Offl)'; SI¡r~i'~llS
ruiliture-.


En Ilurrlcos.




+1.~ )
posesiom tI(· aquella ciudad, acudicudu el :~7 de marzo H
la hoca del Girouda d almirante Penrose COII 7J fragaL:]:.
y varios buques menores, quien peuetr» rio arriba sin per-
dit1a particular ni resistencia erupeüada. Coincidio COI) la
expedieion marítima una excursiou que el general Dalhou-
sic verificó por tierra sobre d Dortloün para espantar al g(~
ueral Lhuillier. Esto y las maniohrns y :Itaqw's d(~ IlIS
marineros británicos causaron al enemigo mucho daüo ,
.lesmnntelan-lo fuertes, clavando rallones y ahuveutand»
Ó cogieurlo barcos, de modo que en 9 de ahril estaban
flpspeJadas las riberas hasta el castillo de Blayc , cuyo go-
heruadur , el gcneral j\lcrlP, no quiso entrar en pactos has-
la el Hi de aquel rnes , en qlH' s(~ c(~n~ioró d(~ lo ocurrido
en Paris.


111.',,",1. Supo tnmhien luego en Bayona las novedades de esta
capital sil' Juan lIOI)!' , avisado por el coronel Cook dpsdr
Burdeos: ]H'ro 110 las comunico al goheJ'Jlador I!I~ la plaza;
gl'lleral Thouvenot, por no constarle de oficio. Ilízolas ,"i
correr por los puestos avanzarlos , filas lIO dieron crédito :í
ellas los I'rallcl'ces, y antes bien se irritaron ejecutando el
14 una salida bien meditada y fogosa. Fingieron ]111('S ata-
cal' del lado de Anglet, y lo verificaron entre Saint Eticn-
ue y Saint Beruard tan de rebate t'~ improvisadamente,
que tomaron varios puestos. Acudió tí remediar el mal sir
Juan Hope con su estado mayor; pero sorprcndiéron!e los
t~llcmigos y le rorlearou , cogiélldole prisionero drspurs de
muerto su caballo y herido él mismo. Al (abo tornaron los
franceses á la plaza y recuperaron Jos aliados los <ilios an-
1.('S perdidos, teniendo los últimos que deplorar la hnja de
600 hombres entre muerto:" y heridos, adenias ~51 prisio-
neros. Fué este (':1 último y lamentable suceso militar 1111;'
ucurrió en Francia por pi merliodia.


EIl Espafw habíase dado á parfitlo pi ':27 I\P marzo !'l ~p




\'11
/lt'l'Il,ltíor Iraucrs d(' Salltotla; 1)("1'0 pas;¡pt!o I~\ capitulacion
;¡ qllP la aprobase lord \Vellillgloll, notando este al leerla
la claúsula de qlle los sitiados tnrnarian á Francia bajo pa
lahra di: 110 tornar las armas durante la presente guerra,
uegose ú ratificar aquella, escarmentarlo COII lo sucedido ('JI
Jaca en donde otorgadas coudicioues iguales, quelrrantá-
roulas Jos Iraucescs luego que pisaron Sil territorio y se
vierou libres.


EII Catnluüa al colocarse en Figucras el lilariscal Suche!'
gllarllí'l consigo y I'U las cercanias la división de Larnarque,
poniendo la rc~el'\'a de lHf'~c101' en la Junquera y Coll dl'
i'ertús, V cnviuulo :) Perpiñnn algunos infantes y caballos,
:1 (\(lude tamhien iha l'i mismo ú veces para tomar sin ah,,-
jarse d(~ Españn pruvideucias COII\'I'I1il'nles á la defensa del
tr-rritori« nativo, El total de combatientes quc le quedaban
ascendía :1 I13::li hombres comprendidos 1088 caballos,
(Juiso Suchet acrecer el número trayéndose á Figueras
:)000 hombres que tenia Ilobert t'1I Torlosa, y 8000 Ilahert
en Barcclona , lo que pensó seria factible uniéndose el pri-
mero al último (101' medio de una marcha rápida, y abrién-
dosp paso los dos al I'r;'lIll' dI' S\lS gllarnicioll('s respectivas.
:Uas l'rusil'ós!' al l'ralle(~s su proyecto , 110 purlieutlo Ilohert
1lI1'1Ie:lrS(~, muy observado por los españoles , y viéndnse
repelido Hahert con pérdida por don Pedro Sarsfield , ten-
tado qlle huhu el 16 d(~ abril una salida de Barceloua , ya
qll!' illsisL('''e I'll llevar ;i cabo 1'1 plan del mariscal Suchet,
ya fllIl' SI' auimase :í ello sabedor de que las tropas ;H1g1o-
sicilianas al mando de sil' Guillermo Clinlon evacnahan 1;1
Catalnua de orden de lord Wcllington y pasaban á otros
puntos.


En los primeros dias del mismo abril salió por fin de
ESP:1I1.l el .nuriscal Suche; WiDO tarnhicn su ejército , des-
PUI'S dI' IJ;J/)el' volado las Iurtificacioues de Rosas, dirigiendo


I;:l/illllrlcl


L:l ;::¡)¡,llH]n¡
S:lr¡n~1




Couluctu de
Soulr y Suche!


con uuulvo
de lo «eurrtdo
t~I1 Puris.


c;onc:IÚVI'Re HU
rlrlld~,"lici\l


rntr«
Wdlinglon y
I,)~ III;j ri~I:;ll('~


tranceses.


}1:¡!


SUS coluruuas via de Narhoua. DPJó solo ¡:mHllwlOlll'S 1'11
Figueras , Hostalrich , Barcelona, Tortosa, Benasque, Mur-
viedro y Peñíscola , cuyas plazas y fuertes bloqueaban
los españoles , habiendo perecido ell la última el gl~llPrna­
dar francés con su estado mayor y muchos otros por la
explosion de Illl almacen de pólvora.


Volmamas ahora á Tolosa. Salieron de allí, segun antes
empezamos á referir. los coroneles Cook y Saint Simon, y
encarnináronse il los cuarteles de Soult y Suchet para in-
formarles de las grandes mudanzas y acontecimientos ocur-
ridos, como tambien para entregarles las órtleues del go-
bieruo provisional establecido en l'aris. No quiso por de
pronto someterse el primero á lo que se le ordenaha, rna-
nilestando carecían tales nuevas y comunicaciones de la
autenticidad debida; y solo añadió que entraría en un ar-
misticio con los aliados, hasta recibir órdenes IÍ avisos del
emperador, si lord Welliugton cnuveui« en ello. Uesrchó
el inglés la propuesta crcyéutlula por lo 1I11'1I0S intempcs-
tiva y fuera de su lugar. Avinose mejor Suchet , pues ha-
biendo reunido los principales jeles de su ejército , decidió
de conformidad con ellos reconocer el gohierno provisional
de Paris y someterse ti sus mandatos y resoluciones. Al
saber el mariscal Soult esta determiuaciou, forzoso le tué
ceder y obrar al son de los demos.


Abriéronse en seguida y sil! dilacion tratos para nna
suspensiou dI' armas, la cual se coucluyó en los dias 18 y
HI de abril entre los mariscales Soult y Surhe: por una
parte, y lord Wellington por otra, corno genernl en jefe
de todas las tropas aliadas. Celehráronsc para dio dos
convenios, exigiéndolo así el mariscal Suchet, que no que-
ria rczonocer ninguna supremacía en el otro, tenido por
orgulloso y por de predominante eonrlicinn. EII couse-
cueucia cesaron las hostilidades 110 :'010 en los ejércitos




í45
H·~I)f'c1IVO~. :--1110 tamlue n d..lalitt' dl~ las plazas hloqueadus,
debiendo pnln'garse á los espaüoles en un breve término las
Iflle todad;! p~tuvies(~t1 en poder del francés.


Fin:dizó nqui y de I'stl\ modo la guerra gloriosa de la
independencia peninsular, fecunda en acontecimientos va-
rios, y mllY instructiva para el militar y hombre de estado:
hahiéndose combinado en ella las operaciones regulares
d(~ sitios, marchas y pe!P:IS en los trances descompuestos,
repetidos y azorosos dI' una lucha nacional y, por decirlo
aS1, perdurahle. Inruarcesihlos lauros cogieron eu el pro-
longado curso dp tanto lidiar los diferentes ejércitos que
tomaron part«; pero COlIJO naciones descollaron en el caso
actual y levnntaráu por ellu siempre su cabeza erguida
Porlugal y España , escenario vivo de perseverancia cons-
Iau Le.
']a~ :11 propio tiempo qllr CPS:l!"Oll honrosa y felizmente \,"nlos pdi·


treos.
los l'sll'lwl!ilos !lI'lil'os, crecieron los políticos, cuyo ..c-
tl'millor y zumhi.lo ahrieron grietas por donde se atrope-
llnrou lástimas y desdichas. Pero necesario es para narrar Snlr-n el 'ley) 1"8


• infallk...
lo aC:iI'cido ('JI el asunto volver atrás y seguir /'11 su viaje ,le (:«r nna.
al Iley Fernand« VII, :í I/ni('11 dejamos en Gerona con los
illfant(:s dOIl Cúlos y donAntonio. Salieron de esta ciudad
S.~I. y ;\¡\. t'l ~8 dI' marzo, ~.('lItlO (1 Tnrragnna sin pasar
por Barcelona ; hien que así en esta plaza corno en las
dl'mas 1'11 q!l(~ aun ~e couscrvaba f!uarnicio1l fraucesa , re-
cíhi(~rnll ("rd(~n los g'lhcnlatiores dI' no cometer hostili-
dad :dgllll:l al paso por e!!as o sus cercanías de Fernan-
do VU, y dt, tributar (, S. lU. los honores y ohsequios qlle
n:1I1 fllohídos {, Sil augusta persona.


De Tarragona trasladáronse el Hey y los infantes :í Ht-us, J.legau
<.Í Ta r-rapuna y


en donde pl'rrrl:lll(~(:íeron el ':J dI' ahril , 110 indicando nada ](""'.
hastu ahora ,~I rumbo cierto 'lile «n lo político tomaría S. 1\'l.
(;I'llr,ralrs, :lllloridadl's y pueblos hahiause couícrtnado con




\af~IBI'}
;¡ Z;lr<.l~OZ,1,


BlI(~n recibu en
\.' .... ta Cirlriad.


1. t.'FH


Jo dispuesto por las Córtes, y la íuunlia rf'al \' Sll~ i'dll
sejeros tampoco se desviaban de ello, á lo 1I1('1I0S 1'11 pú-
hlico, Verdad es ll'W crecian los manejos y ofreeilllil'lllo,
reservados de descontentos y ambiciosos; J)('ro sin difun-
dirse por fuera, ni dar lugar mas t¡1H~ á leves rumores y
sospechas. Agrandáronse estas aquí en lteus. Segun la ruta
seüalada por la itr'geneia con arreglo al l!Pcrefo d(~ ::! dl'
febrero , tenia el Hey que continuar su viaje Siglli{~lIdll la
costa del Jlellitel'l'aneo á Valencia , para (le allí IJasar a
l\Iadritl. Estáhase en vía de dar cumplimiento Ú psta provi
deucia , cuando la diputacion provincial de ;\ragoI!, 1110
vida por sí o por sugestiou ~gl'na, dirigiú:'l don Jos.; d!'
Palafox , que acompañaba al Rey, una exposioion gratula-
toria pidiendo se dignase S. JI. en su tráusit« P:lr:l la capit:d
del reino honrar con Sil presencia :í los zaragozanos, :11:,
siesos de verle y contemplarle de cerca. Accedi« Fernnud»
á la súplica, ora que no quisiese este dl's:\irar Ú ciudad l.nn
ilustre y tau merecedora dl~ su particular atl'lIcioll, ora qu!'
mirasen sus cousejcros aquella coyuntura COIllO IIJlI)' pro-
picia para comenzar á romper las truhas que los ligahall,
moles las en sumo grado y depresivas :'1 Sil entemler d(~ la
magestad real.


Salió el Iícy de Iieus el 5 Y ¡JOI' l'ohlet unenminóse ;¡
Lérida. Iba ya solo con su hermano don Cúrlos, habiéndose
quedado en la primera villa el infante don Antonio :'1
causa de una iudisposiciou 11'\'1', Y de estar resuelto :í In
mar en dereclmJ'(\ el camino de Valencia.


Llegaron el ltey y don Cárlos á Zaragoza d (j de ahril.
tiempo de Semana santa. Fuerou recihidos alli amhos prin-
cipes con indecible amor y entusiasmo. realzado 11110 y
otro por el aparecimiento ti l' don José de Palafux , ídolo
entonces Illuy reverenciado y qUf'rido d(~ los Ii,¡hitadol't,s.
itIoslr:íhasl' S. '\l. aquí todavía ili(~i('rl(l sobre el pal'lidll:1




4'1;;
'[UI' ~I' 1I1dlnaria eu /:1 parte política; pudiendo solo cole-
gir~1' de aleunas palabras que vertió , 'Ine no desnprohaha
1\('1 Lodo lo IIIW ,,(~ había hecho durante su ausencia en
puuí» :'t reformas, Sin embargo aguijan graude era para
'I'!" procediese Ú su antojo la adhesion sin limites que ma-
uilcstahau los puehlos hacia Sil personn, y las iusinuacio-
II('S y consejos extraviados qlll' le venían de varias partes;
llIUY diligeiltes en esta ocasion los enemigos de novedades
110 mvnos qllí~ los descontentos de cualquiera linaje que
cnn ;'lIu~ se avauderizaban. Partió el Rey d(' Zaragoza el í í ,
v 1II'W'l <Í Daroca aquel mismo dia.


E,.;trcchando el tiempo, afanáhanse los qne venían con
PI Itey l)orqll(~ se tomase una determinación respecto de la
conducta política íIU(~ conveuia se adoptase, celehrando al
efecto 1111(\ junta el! la noche del 11, en la que se apareció
PI CUllill' del I\Iontíjo. Fueron de dictamen todos los que
allí (,IlIlCllrripron que lJO jurase el líey la Coustitneion, ex-
cepto solo don José de Palafox, quien no pudiendo rebatir
los ;irguIIH'ntos de 10R demas y apurado ya, llamó en Sil
avnrla á los duques de Frias y de Osuna, que hahian acudi-
do :í Zaragoza á cumplimentar al Hey y le seguían en el
viije. Juzgaha Palafox que su dictamen en la materia SI' ar-
rur.aria al de aquellos. y le daria gr:ln pl'l'Q por la elevada
clas« y riqueza de ambos d!H]1JeS y por su porte desde I~08;
habiendo el de Frias, segun ya liemos dicho, no desampa-
rudo nunca los estandartes de la patria, y expuéstosc mu-
cho \'1 de Osuna por haberse fugado de Bayona en aquel
a110 , 1:0 queriendo autorizar con su firma los escándalos
'lUí' :'1 la sazón ocurrian en la misma ciudad. Ileuuidos
pues 11110 y otro ;'1 13s personas que se hallaban ya en junta,
H'nlü pi d,~ San Cár!os la cuestion de si converulria ó no
,PI(' jurase pI !ley la Coustituciou. Opinó 1'1 mismo que no,
illi;"lrallil\l~I~ 1'11 espl'cial íllny contrario el eonde del :\iO!l-


.lunta
1'[1 lianll




Enfraila en
TCflwl.


Junta
t,n Sl'gorhe.


tijo, ahu ltaudo los ril':.:gos y Ius di licui taües (111(' rvsultanal¡
de la jura. Apartose de este parecer don José de Palafox :-
le apoyó el duque de Frias, bien que respetando este los
derechos (Iue compitiesen al n('y para introducir Ó efectuar
en la Coustituciou las alteraciones cnnveuienles ó uecosa-
rias. Auduvo indeciso el de O~nIJa, scpnrándose tudos (b'
la junta sin convenirse en n:((1:1; pero ucnr.lcs PII 11111' au-
tes de resolver cosa alguna acerca de SI'ill('jante 1:llc:,lioll,
se cougrcgariau de nuevo. Apesar de eso deterrninri el [\,,:,
pocos instan les despues , siguiendo el consejo de San C;ir~
los sugerido por el del }Iontijo, que sin tardanza y ;'11 d!'
rechura s.rldria este para Madrid , ;\ fiu de calar lo ((Il(' Ira
tasen alli los lihcrales , y d(~ disponer los ánimos del pueblo
á favor de las resoluciones !lrl 1\('y . etlale~qllirra tlue ellas
fuesen, ó mas bien de pervertirlos: on lo que era grau
maestro aquel coude . muy ligado siempre cOII ;;en1<' Pt'll-
denciera y bulliciosa.


Continuando S. '1!. el viaje ú Valencia entró eu Teme!
e115, eu cuya ciudad, muy afecta á la Cutls1illlCioll, es-
merarouse los hahitautes en poner ('tllre los ornatos esco-
gidos para el recihirniento tlpl !ley, 1lI1lchos aJp~óriu)s 31
caso, que miró S. JI. atentamente y aun aplaudió, allla!'s-
trado desde la niñez en la escuela del disituulu. Hasta
aquí había acompañado al Itey en l'l viaje el capitán g(~ne­
ral de Cataluña don Francisco iÍl' Copons y Navia , cuya
presencia contuvo bastante ;\ los tJlIf' int('utaball gniar al
Iley por sendero errado y torcido. Volvió pi don Francisco
á su pnesto, y con su ausencia no quedó apenas nadie al
lado de S, 1\1. de influjo y peso que balancease los cense-
jos desacertados .de los qlle aprisionaban Sil vuluutad ú le
daban deplorable sesgo.


El 15 llegaron Fernando y su IWI'IlHllH) pI ild'aule :'1 Se-
gorhe y multiplicáronse allí las lJ:arailas v ('III'I"!'"',,'1"1'''




ciando el tcmpnral d('c!arado coulra ins Córll's. Juntose en
aquella ciudad COII sus sobrinos el infante don Antonio,
viniendo de Valencia, ('JI dondl' hahia entrado el 17 acorn-
paliado de don Pedro Macanaz. Acudieron tamhien á
Segorbe el duque del Infantado y don Pedro Gornez La-
brador, procedentes de ;\Iadrid; quienes en nnion con
don .lo~¡'· de Palufox y los duques de Frias, OSUBa y San
Carlos cclehrarou la noche del mismo 15 nuevo consejo,
siempre sobre l'1 consabido asunto de si juraría ó no el Hey
la Coustituciou. No asistió don Juan Escóiquiz , que se ha-
bia adelantado á Valencia para avistarse con sus amigos, y
sondear por su parte pi terreno y los ánimos. Prolongóse
la reunion aquella noche hasta tarde, y veutilábase ya la
cuestion , cuando se prespntó como de sorpresa el infante
don Carlos. Frias y Palafox reprodujeron en la junta los
distámeues ql((' dieron en Daroca. Tamhien Osuna, 1)('1'0
mas flojamente , influido , spgull S(' ereia , por una dama
de quien estaba IllUY apasionado, la cual mny hosca en-
touces contra los liberales, amansó despues y cayó en opi-
niou opuesta y muy exagerada. Dijo el duque del Infanta-
do: « \I{uí 110 hay mas que tres caminos; jurar, no jurar,
» Ó jurar con restricciones. En cuanto á no jurar participo
1) mucho de los temores del duque de Frias ..... » dando :í
entender en lo demás que expreso , aunque no ú las claras,
que se ladeaba á la última de las tres indicaciones hechas.
Se limitó MaCilllaz á insinuar que tenia ya manifestado su
par<~c(~r al Rey, lo mismo que al infante sin determinar
cuál fuese. Otro tanto repitió San Cárlos , perdiendo los
estribos al especificar la suya don Pedro Gomez Labrador,
quieu eu tono alborotado y feroz votó « porque de nin-
l) gUII modo jurase el Rey la Constitucion, siendo necesa-
" rio meter en un puño á los liberales ..... l) con otras
palabras harto tlt'scompul'slas, y como dt' hombre poco




Eiltl',:¡:1;) ¡];o] H"Y
el! \ "J¡-ll'·';!, '


cnertlo y mllY apasionado. DisoJ\,jll~1' no ob~talltl' la juuín
actual C0ll10 la anterior de Daroca , esto (':', sin decidirse
nada en ella, pero sí descubriéndose ya cuáI seria la I'I'W-
luciou final.


\1 dia inmediato 18 de abril pasó el Iley ;\ la ciudad de
1!:llencia, :l donde le hablan precedido personas de parti-
dos opuestos y de diversa ca trgoria. Por de pron lo d ear-
denal arzobispo de Toledo don Luis de Borbcu, presidente
de la Ll(~gencia, acornpaüado de don JOS(~ Luyando , mi-
nistro interino de Estado, y de algunas personas dr la
misma secretaria. Tarnbieu don Juan Perez Villarnil y don
niguel d(' Lardizáhal , ambos mny resentidos contra las
Cortes y de grande influjo en las resolucioues filie SI' lumu-
ron en Valencia, si bien no tanto el último por la imposi-
bilidad á que le redujo, durante algun tiernpo , un vuelco
qlw dió en el camino.


Pero quien mas qlw todos imprimid impulso y determi-
nado rumho :'¡ los negol'ios, fné el capitan gr'lleral de Va-
lencia don Francisco Javier Erío, desafecto :" las reformas
y agraviado por lo 'lile de (,1 se dijo en las Cortes, y l'JI los
diarios, después tic la srgullda accion de Castalia. Habíale
también desazonado entonces un acouteeimieutn ocu rrido
1'11 aquellos dius. Fué pues que al llegar á Valencia el in-
fante don Antouio , pasando aquel á cumplimentar ú S. A.,
pidióle el santo por inadvertencia ,i de propósito para mos-
trar su aversion á las disposiciones de la:' Cortes estando


l." (jl"-'''''' íió allí presente el cardenal arzobispo df~ Borbon. Pero apellas
';Irl'(:":,';'!i'~rl'()ll. hahia Elío soltado semejante palahra , cuando el prelado,


tenido por hombre manso y sin hiel, alteróse eu extremo ,',
increpéle de iguoraucin ('11 el cumplimiento de Sil obliga-
ciou , debiendo saber que á rl solo como prrsid(,"tf~ de la
n"g¡'lll'ia tenia que dirigirse para pedir el santo. (jnrd,\I'ol:
':,I!us utóuitos de urrauque tau inesl'l'l',lllo el] í'I cardeual.




44~1
que no se aplacó sino á ruegos del mismo infante. Callóse
Elío y aguardó :í que llegase el Bey para despicarse y 1.0-
mar venganza.


En efecto al aproximarse S. :\1. le salió :tl encuentro aquel . S¡Ii,' El",
;1 rcrtl.lr a! Hi.'\


general, y pronunció un discurso en el que no solo vertió .
amargas quejas en nombre de los ejércitos, sino que tam-
bien suplicó al Rey empuñase el baston de general que lle-
vaba , cuya señal de mando (decia Elío) adquiría con eso
valor v fortaleza nueva.


A poco encontróse tambien S. .1'1. con el cardenal arzo- Lo 11"'11'" ('1
c;lrdi'n~d


hispo cerca de Puzol, é imbuido ya malamente contra la
persona de este, rccihióle con cerio ofreciéndole la mano
para que se la besase. Hay quien dice tardó el cardenal en
ceder á semejante insinuacion , creyendo se lo prohihia el
decreto de las Córtes , y que Fernando le mandó clara-
mente entonces que obedeciese y que le besase la mano;
hay quien asienta por el contrario no haberse opuesto
S. Em3. á los deseos del Rey, no viendo en aquel acto si-
no una muestra de puro respeto conforme al uso. De to-
das maneras cosas eran estas que descubrían sobradamente
lo que amagaba ya.


Entró por fin el Iley en Valencia el 16, y al dia siguiente
pasó á la catedral á dar gracias al Todopoderoso por los
beneficios que le dispensaba; presentándole aquella tarde
el general Elío la oficialidad del ejército que mandaba, á
la cual preguntó estando delante de S. NI. ( ¿ Juran ustedes
" sostener al Iíey en la plenitud de sus derechos ? . Res-
pondieron todos: « Si jurarnos.» Y con eso empezó Fer-
nando á ejercer en Valencia la soberanía sin miramiento
alguno á lo que las Górtes habían resuelto; envalentonán-
dose los adversarios de las reformas, y desbocándose del
todo papeles subversivos que se publicaban en aquella ciu-
dad: en especial dos, bajo el título el uno de Fernan-


TOM. rv. '20




Uep¡4',":'u;;¡t/UIl
. ¡}elo;;,
di plil;¡rlo~


Ii .uu :11i ~.... Pl'rS;1"


4;;0


dino . y PI otru lh~ lucinuo , ohra el primero de 1111 clé-
rigo de nornhre Fernandez ~lofl·.ion, á quien premiaron
despues con una canonaía en '\11lI'cia, y d SPglllldo de
lit! tal don Justo Pastor l'erez , empleado en rentas de
'-'¡¡)F;i{('~,


Tenian intimo enlace con semejantes pasos y SUCl'SOS
otras tramas que se urdinn en Madrid á fin de empeñar á
muchos diputados á que pidiesen ellos mismos la destruc-
«ion de las Cúrtps. Húbolos que tal miaron, principalmente
de los que anduvieron mezclados en las marañas de Cór-
doba con el del Abisbal , y en las de iUadrid, cuando qui-
sieron algunos mudar de súbito la Ilegencia del reino. Hacia
cabeza don Bernardo ¡VIozo Rosales, ya mencionado, quien
acordó con otros compañeros suyos elevar á S. 1\1. una re-
presentacion enderezada al deseado intento. Llevaba esta
la fecha de 12 de abril, y era una resella de todo lo ocur-
rido en España desde 1808 , como también un elogio de *
(( la monarquía absoluta .... , J) « obra (decíase en su contex-
Jl to) de la razon y de la inteligencia ..... subordinada á la ley
» divina..... ) acabando no obstante por pedirse en ella,
« se procediese ú celebrar Cortes con la solemnidad y en
» la forma que se celebraron las antiguas. » Contradiccíon
manifiesta, pero comun á los (lue se extravían y procuran
encubrir sus yerros bajo apariencias falaces. Llevaba la re-
presentacion por principal mira alentar al Iícy á no dar Sil
asenso ni aprohacion á la nueva ley constitucional, ni tam-
poco á las otras reformas planteadas en Sil ausencia. Lla-
maron en el público á esta representaciou la de los Persas
por comenzar del modo siguiente: « Era costumbre entre
los antiguos persas ..... » cláusula que pareció pedantesca
v risible como fuera di' su lugar, y propio el nombre de un
pueblo que los antiguos tenían por hárharo para ser apli-
cado á los autores de un P:¡¡J·:~ que recordaba tales actos.




y sostenian ideas rancias opuestas :\ las qne reinaban en el
siglo actual.


Fueron pocos los diputadus que firmaron en un principio
esta represcntaciou, creciendo el número hasta el de oH, al
derribarse la Constitucion; unos por ternor , por amhicion
otros y bastantes por irse al hilo de la corriente del dia.
Tacharon los desapasionados dc muy culpables á los auto-
res y primeros firmantes, pues como colegas faltaron á Jos
miramientos que debían á los otros diputados, y como horn-
hres públicos á sus mas sagradas obligaciones ; no forzán-
dolos nadie á permanecer en el asiento que ocupaban, ni á
dar con su presencia y voto. aunque fuese negativo, sello
de aprobacion y legitimidad á lo que juzgaban nulo y
hasta dañoso al orden social. !\Ias excusables se presenta-
ban los que firmaron despues rendidos al miedo Ó á flaque-
zas á que está tan sujeta la humanidad. Desaparecio de las
Córtes don Bernardo ñlozo Hosales , llevando en persona á
Valencia la representacion , entre cuyos nombres distin-
guiase el suyo como el primero de todos.


Ni por eso se persuadieron en lHadrid destruiria de raíz
el lley lodo lo hecho durante su cautiverio, escuchando
S. IH. solo á uu partido y no sobreponiéndose á los diver-
sos que había en la nacían para dominarlos y regirlos sábia
y cuerdamente. Confiados en esto y asistidos entonces de
intenciones muy puras , permanecieron tranquilos los di-
putados liberales y sus amigos, [10 bastando para desen-
ganarlos las noticias cada vez mas sombrías que de Valen-
cia lleaahan. Por tanto no provocaron en las Córtes medirla
alguna con que hacer rostro :\ repentinos y adversos acou-
tecimieutos, ni tampoco se cautela ron contra asechanzas
personales qlH~ debieron suponer les armarían sus euemi-
gos, implaeahles y rencorosos.
(;o!ll(~nl;¡rons(' pups con escribir uuevameute al Bey do~:


CnnI11lr'f:1
~1f' I()~ Jihl'ralc"
PI1 j~l!" (;(\"'1'':.




¡'Ilti.'¡,q;
i I : ; I ; , : ~ j . j i J¡or


JI'." .¡., 11';'1\;1


l.", :11H' ~ Hl"':¡ ;'! J
\'Ii"jll'i;l


('llrlM qHP no nwn'rieron respnesra, y con ir tli!'pollírllti(
pi rnodn ,1, J't'l'ihir!I' y r1g:.J~a.i;lrl(' ;'1 !'1I entrada ('11 ~ladrid }
jura en el salon de Cortes. A este propósito decidieron tras-
ladarse del qlit' ocupahan en el teatro de los Caños del PI.'
ral á otro construido ('xpn~salllrnt(\ y con Ill:lyorcomodidad
ylujo en la casa de Estudios y convento dI' Agnstinos cal-
z¡trlos dI' Haüa filaría dI' ,\ragnu , dicho :lsi df'l nornhre dr
su Iuudadora , dama df~ la reina doi'¡a Ana de AlIstria. Se-
il31óse para esta mudanza pI :2 de mayo, en que se celebro
con gran pompa un aniversario fúnebre en conmernoracion
¡fr, las víctimas que perecieron en .l\ladrid el airo di' lS0R
en PI mismo din: sirviendo así de Iuncion inaugural del
salan nuevo una muy lúgubre, como para presagiar lo as-
troso y funesto en el porvenir de aquel sitio, en donde se
hundieron luego y mil!' de una vez las instituciones gene-
rosas v conservadoras de la libertad riel estado.


En Valencia llevaban los acontecimientos traza de preci-
pitarse y correr ú su desenlace. Benováronse y se multi-
plicaron alli los couciliabulos y las juntas, muy á las calla-
das, y no llamando ya ú ellas á ninguno de los que tenian
fama de inclinarse á opiniones liberales. Concurrieron va-
rios sucesos para tomar hlf'go una rletermiuacion decisiva:
tales fueron las ot'c'rtas del general Elío , la representacion
.le los diputados disidentes , y la caida en fín del ernpera-
dOl' Napolcon. lules de esta catástrofe contábanse algunos
que titubeaban liH.avia sobre destruir las Cértes súbita-
mente y por razo:¡ de estado, recelosos JI' la desunion que
rcsultnria de ello eu provecho del enemigo comun : mas
despues nada hubo iíur lo!' detuviese ya, dando rienda
suelta ,í sus resentimientos y miras ambiciosas. Y .cosn ra-
r,: 1 habiendo sido Napnl(,(lll y sus enviados los qlW aconse-
jaron lll'ÍtHt'IO alltl'Y ('1 aniquilamiento de las Córtes y de la
1;on",Litwio\', dehin ;;1 ¡;areter Sil caída producir efecto con




írnrio y alianza!' de lleno las 11I~LltlIC!olli':. d'V"ib 1 peru lJU
rU!~ así, audaudo corno unida con el nornln..' Ilfol emperador
francés la suerte y desgracia de Esparta: lo cual se explica
retlcxiouando que el odio y aversiun '.le los auti-reforma-
dores contra Bouaparte no tanto pendía de b política rute-
rior ó inclinacioues despóticas de ('sk, arreglad(Js en un
todo á las de ellos ó muy parecidas, Olmo de sus empresas
Ó invasiones exteriores, y 111' ser el ruismu hombre nLH'VO
y dl~ Iortuna , hijo tIc la revoluciou.


,\ nublado tan obscuro y denso nada tenian qLH~ opulH~r
las Cortes en Valencia para prevenirle () disiparle, sino los
esfuerzos del cardenal de Borhou y de don JOSl; Luyaudo,
débiles por cierto; pues los que procediesen de su autori-
dad nulos eran , hahieudo de hecho ce:-:;ulo esta desde la
!legada del Ilcy , Ypocos lus que podian esprrarse de Sil
diligencia y huella malla. Cno y otro visitahan al Bey con
frecuencia, pero limitándose á IJI'(~gulltarl,~ cómo le iha de
salml ; hecho lo cual volviause en Sl~gllílla :í su posada sin
deten(~rse á mas ni dar siquiera por I'IH~ra sella1alguna de
movimiento y vida. Y aunque el cardenal mostró en UII
principio, scgml apuntamos, entereza laudable, no le fué
posible conservarla Ialtándole apoyo y estímulo en Sil rni-
nistrn , hombre de bien y muy arreglado; pero pobre de
epíritu y sin expediente ni salidas 1~1l los casos arduos.


Unn indisposiciou del Hey, aquejado de la gota, y el
coordinar ciertas medirlas prévias , retardaron algunos dias
la ejecución del plan que se meditaba para destruir las
Cortes. EI':.t una de ellas acercar á i)1allrid tropas ú llevo-
ciou de los de Valeucia , lo cual se verificó trayendo estas
á Sil frente á don Santiago Whittingham , quien, jefe en
Aragou de la caballería, siguió al Ilcy en su viaje dI' resultas
de habérselo ordenado así S. lU. mismo. Llego Wirittiu
gham ú Guadulajara d 50 de ahril , y habiéndole pl'egunt:¡


SI'. ;¡{'lln
w hiJlin'.'II;


j;1,¡'¡¡il




Conrluctn
del cllJhnjauor


illSll:s,


-~ilit.' td Rcv Ilf~
\ al~llci¡;.


Lo ql1(~ ururre t'l1
i'I cauuuu.


l54
do rl Gobierno de la Ilegencia, que por qué venia, respon-
dió que por obedecer disposiciones del Iley comunicadas
por el general EIÍo.


E! ser don Santiago súbdito británico y muy favorecido
de aquel , dio oC(JSW!1 á que creyeran muchos obraba en el
caso actual por sugestion del embajador de Inglaterra sil'
Enrique Wellesley , que á la sazon se hallaba en Valencia
para cumplimentar al Hey. :Uas cngauáronse : sir Enrique
no aprobó la conducta de aquel general. ni aconsejó nin-
guna de Las medidas que se tomaron en Valencia; disgus-
tabale , es cierto, la Constitucion , y como particular hu-
hiera querido se reformase, mas como embajador rnantúvose
indilereute , y no se declaró en favor de una cosa ni otra,
bastantes por sí las pasiones que reinaban entonces, sin
ayuda extraña , para trastornar el estado y confundirle.


Dispuesto todo en Valencia segun los fines 3 que se ti-
raba, salió el Rey de aquella ciudad el I:l de mayo, trayen-
do en su compañia á los infantes 0011 Cárlos y don Anto-
nio, y escoltando á todos una divisioll del 2 0 ejército
regida por el general en jefe don Francisco Javier Elío.
Venían en la comitiva varios de Jos que se habían agrega-
do en e! camino, y los de Valeucey , excepto don Juan
Escóiquiz , que desde Zaragoza ganaba siempre la delante-
ra, haciendo de explorador oficioso: Ilccibierou al propio
tiempo una real órdeu pariJ regresar á ñladrid el cardenal
de Borhou y don José Luyando , ignorando ambos del to-
do lo que de oculto s(~ trataba; y sin que el último , segun
obligaciou mas peculiar' de Sil cargo , gastase mucho seso
ni aun siquiera en averiguarlo.


Fue acu:.!íLio el n4~Y cu los pueblos del transito con re-
gocijo extremado que rayó casi en frenesí, aunándose toda-
vía para ello los hombres d l~ todas clases y partidos. Enturo
hiaron sin pmbar¡:n a \'I~ces h universal alegria soldados de




Ello y gente apaudilladn de íos anti-relormadores , pro-
rumpiendo en vociferaciones y grita contra las Córtes , y
derribando en algunos lugares las lápidas que con el letrero
tic, Plaza de la Constitucion, se habiau colocado en las pla-
zas mayores de cada puehlo , conforme ,1 un decreto pro-
mulgado en Cádiz á propuesta del señor Capruauy , des-
acertado eu verdad y que sirvió despues de pretexto :1
parcialidades extremas p;~ra rebullir y amotinarse en rede-
dor de aquella señal,


Luego que supieron las Cortes que se acercaba el Iíey Ú 1"1''''''''1''''
de In>; Cúrtl'~'


Madrid, nombraron una comision de su seno para que sa-. 1I<lr;¡ Ir
a recibir al H,~y


liera á recibirle 31 camino y cumplimentarle. Cornponiase
esta de o individuos, teniendo á su frente á don Fran-
cisco de la Dueña y Cisueros , obispo de Urgel, de coudi-
cion algo instahle , aunque no propenso á exageraciones
ni destemplanzas. Encoutro la diputaciou al Hey en la
Mancha y en medio del camino rnismo , por lo que jlngo
oportuno retroceder, ¡Jara presentar á S. ilI. en el pueblo
inmediato sus obsequiosos respetos y felicitaciones. J\las nu
lo consiguió, negándose el Hey á darle allí audiencia, y
mandando á sus individuos que aguardasen en Aranjuez ,
esquivando así todo contacto ú ludirnento con la autoridad
representativa, próxima ya á desplomarse, corno todas las
que se derivaban de ella.


Tal habia sido la resoluciou acordada en Valencia , ('U Yl!
cumplimiento tuvo ya principio allí donde el Hey estaba;
mandando S. 1\1. al cardenal tll~ Borbon y á don José L1I-
yantlo que se retirasen amhu- , yendo el primen¡ deslina,L)
;í Sil diócesi tl(~ Toledo, y !~I seguudo, coJUO oficia: ti? ¡¡J;¡
rina , al departamento de Cartagella,


Cási á la propia sazou llevahause tarnhien á efecto en
ñladritl providencias semcjautes , ;WIH¡Ue, "j cabe, ¡¡J<l~
inauditas eu los anales de Espillla. Fueron PUéS arrestados




Pr-enden
en 1Uadrill á los


regl-mtl's,
y á vario;-; nn-


nístrus
y diputudos.


456
en virtud de real órrleu durante la noche del 10 al 11 de
mayo los dos regentes don Pedro Agar y don Gabriel Cis-
cal', los ministros don Juan j\1varez Guerra y don Manuel
García Herreros, y los diputados de ambas Cortes don
Diego ~ll1üoz Torrero, don Agustin Argüelles , don Frau-
cisco Martinez de la Hosa, don Antonio Oliveros, don Ma-
nuel Lopez Cepero , don José Canga Argiíelles, don Anto-
nio Larrazábal , don Joaquin Lorenzo Villanueva , don
l\1iguel Ramos Arispe , don José Calatrava, don Francisco
Gutierrez de Teran y don Dionisio Capaz. Estuvieron en
igual caso el literato ilustre don 1\lanud José U'lint:ma, y
el conde, hoy duque, de Nohlejas , con su hermano y
otros varios.


Procedió á ejecutar estas y otras prisiones don Francisco
Eguia, nombrado al propósito, de antemano y calladamen-
te por el Rey capitan gellcral de Castilla la Nueva; obran-
do bajo sus órdenes asistidos de mucha tropa y estruendo
con el título de jueces de policía don Ignacio lHartinez de
Villela, don Antonio Alcalá Galiano, don Francisco Leiva
y don Jaime Álv:lfcz de Mendieta , diputados á Córtes al-
gunos de ellos en las extraordinarias, y colegas por tanto
de varios de los perseguidos. Negóse á desempeñar encar-
go tan criminal y odioso don José ;Uaria Puig, magistrado
antiguo, á quien ensalzó mucho ahora proceder tan noble
como poeo imitado. Fueron encerrados los presos en el
cuartel de Guardias de Corps y en otras cárceles de Madrid,
metiendo á algunos en calabozos estrechos y fétidos, sin
lud ni veutilacion , á manera de lo que se usa con forajidos
ó delincuentes atroces.


Continuaron los arrestos en los días sucesivos, y exten-
diéronse á las provincias, de donde fueron traídos :í 1\Tadrid
varios sugetos y diputados esclarecidos, entre ellos don
Juan Nicasio Gallego, acabando por henchirse de hombres




4,)7
inocentes y dignísimos todas las cárceles, en las qne de dia
y noche, sigilosamente y sin guardar formalidad alguna,
vaciaban encarnizados enemigos la flor y gloria de España.
No pudieron ser habidos á dicha suya los señores Caneja,
Diaz del Moral, don Tomás de Istúriz , Tacon , Rodrigo y
conde de Toreno que pasaron á otras naciones.


En la misma noche dcltO al 11 de mayo preseutóse el
general Eguía á don Antonio Joaquín Perez , diputado ame-
ricano por la Puebla de los Ángcles y actual presidente de
las Cortes, intimándole de órden del Rey quedar estas di-
sueltas y acabadas del todo. No opuso Perez á ello óbice
ni reparo alguno. y antes bien créese que obedeció de bue-
na voluntad, estando en el número de los quc firmaron la
representacion de los 69 , Yen el secreto , segun se presu-
mió. de todo lo que ocurria entonces. Una mitra con que
le galardonaron despues , dió fuerza á la sospecha conce-
bida dc haber procedido de connivencia con los destruido-
res de las Córtes , y por tanto indigna y culpablemente.


Soltárouse en la mallana del 11 los diques á la licencia
de la plebe mas baja, arrancanJo esta brutalmente la lápi-
da de la Coustituciou, que arrastró por las calles, lo mismo
que variasestatuas simbólicas y ornatos del salon de Córtes.
Lanzaban también los amotinados gritos de venganza y
muerte contra los liberales yen especial contra los que es-
tahan presos: llevando por objeto los promovedores en-
crespar las olas populares á punto de que se derramasen
dentro de las cárceles • y sofocasen allí en medio de la con-
fusion y ruido á los encerrados en aquellas paredes. Pero
rnalogróseles su feroz intento , que muy somera y no de
fondo era la tempestad levantada, como impelida solo por
la iniquidad de IIllOS poeos y muy coutados.


Amaneció igualmente en aquel dia puesto en las esquinas
un mauifiestu con titulo de decreto, íinnado de la real


ni~(}lll(~iorl
de las C,'l('tl'1ó


pur
ór,kn (Id 1\(')


A~fJllada.: I'H
nl"dri,l-


l'lillHIiI':-I;, iI
li('el'pi I ~


del :.. de Jll;J\ (1,




CAp. 11. 23.)


.\III()rl·~ ~
~' CUoll('l'arios
dl~ 1-' 1.


mano y refrendado por don Pedro de "acanaz, tI"!' aun
que fecho en Valencia á ·1 de mayo, habíase tenido hasta
entonces muy reservado y oculto. * En su contexto, si
bien declaraba S. l\l. que 110 jurnria la Constitucion, y
que desaprobaba altamente los actos de las Cortes y I:J for-
ma que se hahia dado ti estas, afirmaba no menos que
aborrecía y detestaba el despotismo , ofveciendo además
reunir Cortes y asegurar de un modo duradero y estable
In Iibertad individual y real, y hasta la de la imprenta en
los límites que la sana razon prescrihia. :Uas hacer prome-
sas tan solemnes y de semejante naturaleza á la faz de la
nación y del mundo, al propio tiempo que se decretaba
subrepticiamente In disolucion de las Cortes * y que se
atropellaban sin miramiento alguno las personas de tantos
diputados y hombres ilustres, no parecía sino que era aüa-
dir á proceder tan injusto y desapoderado befa descarada
y dura. *


Asegúraee escribió este mauifiesto Ó decreto don Juan
Perez Villamil , auxiliado de don Pedro Corncz Labrador,
aunque al cabo riñeron los dos entre sí y descompadraron
Llevó la pluma haciendo de secretario don Antonio :\lore-
no, ayuda dc peluquero que habia sido de Palacio, y eu
seguida consejero de Hacienda.


Atropéllanse á la mente reflexiones muchas al COIl·-
templar semejantes acontecimientos y sus resultas. Por
una parte muy de lamentar es ver convertido al !tey 1.'11
instrumento ciego de un bando implacable e interesado.
haciendo suyas las ofensas y agravios ag(,1I08, y forzado por
tanto á entrar en una carrera enmnraüada de reacciones y
persecuciou eu daño propio y gravr perjuicio del estado, y
por otra admira la imprcvisiou y a!t:llldollO dc' las Cl1rtes
qlle, lli·jándose coger couro eu uua red, tlO tnrnarun llIi~dida
alglllla ni inteutarou parar el golpe qlH' las ailll'tI:lJ::liJa




~5lJ
madrugando primero y anticipándose á sus enemigos. Na-
cia ('11 el Bey semejante conducta de su total ignorancia de
las cosas actuales de España, y de aquella inclinacion á
escuchar errados consejos que ~e habia advertido ya desde
d principio de su reinado; y en las Cortes de inexperiencia
y de la huena íé que reinaba entonces entre los reformado-
res, no imaginándose cabria nunca á su causa ni caería tam-
poco sobre ellos la suerte y trato que experimentaron, no
menos inicuo que poco merecido.


Dudamos tarnhieu contra el dictamen de muchos que
hubieran podido las Córtes , aun permaneciendo muy uni-
das, resistir al raudal arrebatado que de Valencia vino so-
bre ellas. El nombre de Fernando obraba por aquel tiempo
en la naciou mágicameutc ; y al sonido suyo y á la volun-
tad expresa del Rey hubiera cedido todo y hubieránse aba-
tido y humillado hasta los mayores obstáculos. Tampoco
era dable contar mucho con los ejércitos. ñlantúvose el
llamado 10 liel á las Córtes , pero tibio; declaróse en
contra el 2. o Empleó en el de reserva de Andalucía jue-
go doble, conforme á costumbre antigua, su jefe el del
Ahisbal , enviando para cumplimentar al Iley á un oficial
de grad uaciou con dos Ielicitacioues IllUY distiu Las y en
sentido opuesto, llevando encargo de hacer uso de una ú
otra srglln los tiempos y el viento que corriese. Formaron
algunos oficiales en el 5" ejército bando ó liga contra el
príncipe de ¡\llg1oua por creerle alecto á las Curtes y sobre
todo íiel á sus juramentos; hecho IllUY vituperable, pero
que descubria desavenencia allí en cuanto á opiniones po-
líticas , y por el cual, para decirlo de paso, reprendió ás-
peramente lord Welliugtou en Oyárzun á 103 principales
fautores. lluho sí señales lilas favorables ú la causa de las
IXlrLes eu el 4° ejército; iuas entre oficiales subalternos, no
('JlLre losjefes. De aquellos uhucarouse algunos cun su ge·




lOO
ueral don Manuel Freira fiados en la conocida honradez tll'
este que no desmintió, haciéndoles juir.insas rellexione-,
acerca de los impedimentos qUl' presentaría la ejecucion dI'
la empresa, siendo en Sil entender ('1 mayor de todos PI
soldado mismo, de propension dudosa, si no contraria a
lo que ellos premeditaban. Esto y Jo 'rU(~ de súbito se 1'1ll'
agolpando, desvió á todos de proseguir por entouces en l'1
intento de sostener abiertamente á las Córtes y la Constitu
cion.


En/rada ¡J.'l R.·y Entró el Rey en Madrid el 15 de mayo, \.' si hicn rjlll'dú
('fI lHa drid. ~


en Aranjuez la dívisiou del 2° ejército, qlW le había acorn-
pañado desde Valencia , acudió por otro lado y al mismo
tiempo á la capital la de don Santiago Whittingham, com-
puesta de 6000 infantes, ::2500 caballos y 6 piezas, no tan-
to para agrandar la pompa en obsequio de la celebridad
del día, cuanto para impedir se perturbase la pública tran-
quilidad, Así sucedió que el mismo Fernando, que en 2í
de marzo de 1808 habia penetrarlo por aquellas calles sin
escolta, y resguardado solo con los pechos de los fielps
habitadores, aun en medio de huestes extranjeras poco
seguras; tuvo ahora, expulsadas estas, vencidos tantos otros
obstáculos, que precaverse y custodiar Sil persona, como si
estuviese circuido de enemigos Jos mas declarados. A [al es-
trecho le hablan conducido hombres qlle prcferiau á todo sa-
ciar personales venganzas por ofensas 'lue ellos mismos se
habían grangcado, queriendo que el Iícy, á irnitacion de lo


, .\JI. u. '25.) q¡W cuentan de un emperador romano, acabase á la vez y l'
de un golpe con lo mejor quizá y ruas espigado de Es-
palia.


Cruzó Fernando á su entrada el puente de Toledo, y
atravesó la puerta de Atocha; yendo ¡lespw's por d Prado
y las calles de Alcal.i y Carretas hasta hacer pansa "11 1'1
convento de Santo Tornas para adorar, ¡';PgUJl costumbre de




4tH
-ns antepasados , la írn:ígrn 4IPposít;Hla allí (11' nuestra Se-
llora dI' Atocha. Dirigiésc en seguida por la Plaza ;Uayor y
las Platerías á Palacio, que ocupó de nuevo al cabo de mas
.Ir seis arIOS de ausencia. Arcos de triunfo y otros festejos
cmhellcciau la carrera y le daban realze; no escaseando en
ella el clamor, alabanzas y vítores , si hien no con aquel
.lesahogo y universal contentamiento qne era de esperar
i'H ocasion tan plausible; lastimado el oido de muchos y
quebrantado su corazon con los sollozos y lágrimas de las
familias de tantos inocentes, sepultados ahora en obscuros
encierros y calabozos.


El ':l4 del mismo mayo hizo tarnbieu su entrada pública
l'll JUadrid por la puerta de Alcalá lord Wellington, duque
de Ciudad Ilodrigo, recibiendo en el tránsito los honores
dehidos á sus triunfos y elevada clase. Creyese entonces
que dado no se tocára al gobierno absoluto restablecido por
el Rey, al menos cesarian los malos tratos y las persecucio-
nes contra tantos hombres apreciables y dignos, en aten-
ciou siquiera á la buena correspondencia que habian seguí-
do-muchos de ellos con lord Wellington. 1\las no fué así,
continuando todo en el mismo ser que antes sin la menor
variación ni alivio. Cierto que el 5 de junio, víspera de la
partida del general inglés para Paris y Lóndres , hizo este
:í S. '\1. una exposiciou que entregó don illiguel de Álava
al duque de San Cárlos , muy notable, y segun nos han
asegurado, llena de prudentes consejos de tolerancia y bue-
na gobernaeion. Pero los que no consintieron escuchar es-
los presente Wellington , menos lo quisieran en ausencia
wya y muy lejos ya; traspapelándose la exposicion en las
secretarias, ó haeiéndola ciertos individuos perdidiza como
cosa lh~ ningun valor.


DI' Madrid restituyose el general inglés á Londres, don-
.lr- 11' couürió S. ~I. n. d título de duque con la misma


J.l('g:111:-1
ú la eapilf1


de Inrrl
\\rf'!lijJg!\\,n


H('CnIIJ!)I'n,,:¡,
qfH~ t~~II' I'I'cil


r-n ~IJ patria.




I'rat:l(ln rlf~ paz
, arnt-tn.l


r<l!l Franda.


1TiIJi">fI'ri,)
qllP [jll1l1hrn


<'111,'"
Ferllfll1(in.


denorninacion (lile tenia antes, esto es , la de Wellington,
Coucediole el parlamento la suma de 500,000 libras este!'
linas para que se le comprase un estado correspondiente :í
su gerarquÍa ; ascend iendo á 17,000 libras tarnbien esterli
nas lo que le abonaban las arcas públicas por sueldos y
otras mercedes. Galardon proporcionado á los muchos y
grandes servicios que babia hecho á su patria lord Welling-
ton, y digno de una nacion esclarecida y poderosa,


E\:ICI",eioll Entre tanto Iuéronsc evacuando las plazas que estaban
11í' lil~ pIHZ;l:'. que
aun 1"1I1l,,'rv:llia aun en poder del francés, y que debían entregarse á los


f'.! franCt'~ en
"'pafia. españoles, segun los convenios ajustados en Tolosa el 1~


Y 19 de Abril. Rindióse Benasque el 25 del propio mes,
aunque acosta de algun Iuego y escaramuzas. El 18, 22,
2!"J Y 58 de mayo Tortosa , :'tIurviedro, Peñiscola , Santoña
y Barcelona, las dos últimas en un mismo dia. El 5 Y 4di,
junio Hostalrich y Figueras , quedando con esto del todo
libre de enemigos el territorio peninsular. Ilegresaron tam-
bien á Sil patria respectiva los prisioneros de gllPrra, y los
españoles , que bajo el nombre de reos de estarlo y contra
todo derecho y buena razon , se había llevado Napoleon :í
Francia, de los que murieron muchos, rendidos á las fatigas
y largo padecer. Fueron tambien desocupando la Francia
sucesivamente las tropas británico-portuguesas y las nues-
tras.


y para complemento en fin de todos estos acontecirnien-
tos, dió España su accesion en 20 de julio al tratado de
paz y amistad que habían concluido los aliados con Fran-
cia en 50 de mayo; debiendo en el término de dos meses
enviar las potencias respectivas á Viena ministros ó emba-
jadores que ventilaseu en un congreso los asuntos pcn-
dientes y generales de Europa.


En principios de mayo había formado el Bey Fernando
un ministerio que modificó antes de finalizarse el mes,




56i'i
alllHple :1 la ~alH'za de ambos sU'mpre el duque de San Cár-
los. Si~lliósc por 1I!10 V otro la política comenzada en Va- Pnliür-a crrndn v
c. reJlren~tll1e


lencia , creciendo cada dia más las persecuciones y la into- de esl'"
lcrancia contra lodos los hombres y torlos los partidos que
110 desamaban la luz y buscaban el progreso de la razun:
siendo en verdad muy dificultoso , ya que no de todo pun-
to imposible, á los ministros salir del cenagal en que se me-
tieran los primeros y malhadados consejeros que tuvo el
[tr'y. Error fatal y culpable, dl'l qne todavía lIOS sentimos
y nos sentiremos por largo espacio ; pudiendo aplicarse
desde entonces á la infeliz Esparta lo que decía un antiguo
de los atenienses : * « Desorden y torbellino los gobierna: (. Ap. 11.""
)\ expulsada ha sido toda providencia conservadora. »


Otro rurnho hubiera convenido tomase el Rey á su C",íll'""¡"rl'
l:111l\'l'lllll;l


vuelta á España , desoyendo dictámenes apasionados, y
adoptando un justo medio entre opiniones extremas. l~rale
todo hacedero entonces, y hubiérase Fernando colocado
con tal proceder junto á los monarcas mas gloriosos é in-
signes qlW han ocupado el solio español.


El trasmitir fielmente á la posteridad los hechos sucesi- ConO]li"""
f1\l l' ~ t:l o J¡r-t


vos de su reinado y sus desastradas consecuencias, será
digna tarea de mas elocuente y mejor cortada pluma. De-
tiénese la nuestra aqui , cansada ya, y no satisfecha de ha-
1)('1' acertado á trazar la historia de un período, no muy
largo en dias , Ilt'ro fecundo en sucesos notables, en actos
hcróicos de valor y constancia , en victorias y descalabros.
i Quiera el cielo que suministre su lectura provechosos
ejemplos de irnitacion á la juventud espaüola , destinada á
sacar á la patria de su actual abatimiento, y á colocarla en
el noble y encumbrado lugar de que la hizo merecedora
el indomable ernpeüo con que supo entonces contrarestar
la usnrpaciou extraña , y contribuir tan eficaz y vigorosa-
mente al triunfo de la causa europea !






APENnlCES
AL TOMO (~UARTO.






APÉNDICES.


LIBRO DECIMONONO.


NUMERO 1."


VliASE la Gaceta de la Regencia de 7 de mayo ríe 1812.
Nm.\lERO 2.°


Véaseel ñlonitor de 7 de marzo de 1814, yel de 3 de enero del mis-
mo uiio.


NUMERO 3."


Parte de lord Wellington á don l\liguel Pereyra Forjaz, de 13 de
mayo (Gaceta de la Ilegencia de 9 de junio de 1812).


NUMERO V'


illémorial dc Sainte Hélene, tomo IV, septieme partie . 11 novem-
hre f RUi. Édition in- R." á Londres, 1823.


Partida 2.', tít. 3.", ley 3,'




1-iIBRO V)HÉSlllIO.
.., .ss.


i'mIERO t."
HARTo conocida es la canción popular que empieza por e,tl)S versos.


" ~E 11 el Carpio está Bcrnanl u
" y el moro en el Arapil,
) Como el Tormos va por medio
» "iun se pueden combatir. IJ etc.


i'mIJmo ~."


Los males que en España se hall seguido de las ruudauzus interesa-
das Ó poco meditadas en el valor de la moneda, pue.leu verse euumer.i-
das con oientítica puntualidad en el tratado de "llIrilmll intitulado JI/'
maneto:mutatione.


l\mumo 3."
En diversas ocasiones en lo antiguo sucedió [o mismo eutrc nosotros,


señaladamente en los reinados de S,;n Feruando , de Alfonso el ~a]¡io,
ce Enrique 11, Juan el Il , y suhre todo en el de Elll'i'\Illl Ir,:illl ve-
nir á épocas posteriores. En el último reinado , dice el padre S,ll'h con
referencia á un anónimo, que fué tal el t rastoruo y la coufusion 'lile re-
sultaron de las alteraciones hechas "ti el valor de la moneda, " que la
Ji varu de pauu que solia val-el' ~oo lIJ:lnIHr1í, , Ueg,) ú vulvr (jul!, y el
"1I):<rco de plata, que valia 1,500, llegó;i "del' (;,01111 ..... " ,;Jkllw,-!m
rion hÚ'!óricil l ! f ! 1}f! r d li (ú ' )"o 1,l(J!OI' ti" lt» nuint tln» pcn:«! l'Jitrhf' (ru!I Lici-
n'i.rlJlO Srtcz . )




He aquí esta tarifa cási igual ,¡ la dc 1808, sin lilas diferencia que la
de reducir á ochavos enteros los muraverlises y sus quebrados, que rx-
presaba la última. " Las Cortes gellerales y extraordinarias, en vista
" de varias representucioues sobre la urgente é iudispensahle uecesi-
» dad de que 1'01' ¡as actuales circunstancias las monedas del intruso rey
" y las del imperio rran¡;és se a.lrnitau , así en los pagamentos público"
, como el' los tratos particulares de tndos ¡l:,:neros, t1cel'elan:


l." » Se suspenrlen los efeci.os de la rirdcn do i de abril de j í! t r , Y
" circular de ti; de julio de 1S12, y eu cnnsecueucin autorizan por ,lIJO-
» J'a , y entre tanto '1ue sin niuguu perjuicio otra cosa se provea, ia
" circulaciou de l:J moneda del rey intruso pOI' el valor corriente qne á
» cada piü7,a se le da , se:;un corresponde con la espaiiola.


2." "La de la moneda del im perio francés ,confo['me al valor con
" que ha omidu , y ,~xpr¡'sa el siguielltt,


..Ij'OUC'cll·,'i')Jrt'"h.!() (/r/ 'o 'fUi' /;'1,1 /1 ntrnut!« de! imperio [r .. nLés, CUY/l
('J, (,1J/fltin/1 (!uín}';:,'l jiUr «l.o,« (·nE,""fJ//iI'l.


llm;¡':flAS m: ouo. Bs , de \'11. Ochavos


~apoleon dl\ 20 [raueos, , . . . . . . . . . . . . i;¡
Liem tie 40 fr.mcus . . .. . > • • • • • • • • • • • • 150
Luis de 21 libras tul'ues"s..... 83 15
Idem de 'lH liloras tomesas................ 177 14


~I1l:'iHIL\S [lE PLATA.


1/'1 de franco .. " _ .
1/2 de fraIlell .. _ .....•...•...• u •••••••••••


fl';lliCiJ , .
2 francos ......•...•.......•.•.............
5 francos .
Pieza de UIl" lihru y f Osueldos tome-es .
Tle ;1 libras tornc -us , .
Escudo de fi libras tornesas , .


1;j
1 14
3 1~


H
18 12


5 U
11 1
22 3


" Lo I.endr:i cntcurlirln la TIq;('.llcia del rciuu para su curupliuiicut (J,
lJ haeil\rHlo!o imprimir, pUl¡lic:lr y circular. =Dadu eu Cúdiz ú 3 ,k
lJ sel.ie!n],re di' 1S13. JOSI\ .)ligue] (;ordoa y llarrios , presidente -




" Juan ñlanuel Subr ié, diputado secretario. ~.cc l\Iigud Hiesco y Puente,
» diputado secretario. = A la Regencia del reino." (Col~cdon de los
decretos y órdenes de las Córtes eo-traordinarias de Cádiz , tomo IP,
página t 79. )


NUMERO 5."


La celebridad de Almanzor, sus hazañas y relevantes prendas cuén-
tause y se individualizan detenidamente en el capitulo 9fi y siguientes
de la tan apreciable « Historia de la dominacion de los áraóes en Espc-
" iia , JI por don Jase Antonio Conde, tomo I,


NUMERO 6."


Cicer. In C. Verrem actio sec., líber tertius ,. De re frumeuturia.»
Cap. X. Edictum de judicio in Octuplum.


NUiUlmo 7."


Don Antonio Palomino, tomo !II, Vidas de los Pintores, en la de
Ilartolorné ñlurillo.


NUMERO 8."


Diario de las discusiones y actas de las Cdrtes extraordinarias de
Cúdiz , tomo XV, pág. 201. Sesion del 29 de setiembre de IKt2.


:\'U~IERO 9."
Véase la « Caceta de la Regencia de las Espaiías de 29 de diciembre


"de 1812."
1\"mmlW 10.


Véanse estos discursos eu el " Diario de las discusiones y aetas de
"las Córtes extraordinarias de Cádiz, tomo XVI, págs. !161 y 462. Se-
, sion del30 de diciembre de lH12. "


1'\UnIERO 11.


« Las guerras de los Estados Bajos por don Cárlos Coloma.» Lib. 7.
Allí se verá cómo mandaba el duque de Feria durante la oeupaeion de
l'aris por los españoles.


.\ u)l ELlO 12.


La Regencia del reiuo se ha servid n expedir el decreto siuuienlc,
Don Fernando VII, por la gracia de Dios y por la Cuustituciou de la lliD-
uarquía española, IIey de las Espa!las, yen su ausencia y cautividad la




llegencla del remo , lIomhr:ula por las Córtco ¡!:I'rlerales y r,lraordina-
rias , á todos los r¡ue las presentes vieren y entendicn-n . saherl , QHr
las Cortes han decretado lo si~uiente: « Las el)rtC'; generales y extraer
"i,larias, constantemente animadas del mas vivo deseo de promover en
cuanto esté de su parte la pronta expulsiou de los injustos y crueles
ruvasures de la peuínsula españnla , prupurruouandu para ell» á la He-
gencia del reino tOllos los recursos y medios r¡ue depcnden de la pote,;
I.ul leg islali,,;'. han tomarlo en la lilas séria consideracion lu (pIe ron fe
"ha de ~II .Y :¡ I de diciemhre ültirno les ha expuesto la misma sobre un
IJwjOl' y lilas tertuinnnte arreg:lo de las facultades y responsabilidad .k
j",; gencrah,,; en jefe áe los ejércitos uacinuales : y r¡uCl'lenllO 'lile sea
lila,; I'líeaz y (H[uJdita la cooperaciun r¡ne ;i dichos generales debali
l're~tar lo>, g:efes políticos y ayuntamientos, como los intendentes ¡j"
lrh t~,i(;:'citos y provincias, sin que se confundan sus diferentes Iuucio-
ncs .ui se choquen sus providencias. antes bien se facilite y a,;egure ei
,;enieio militar por medidas conformes a la Gonstitucion política .]¡\ la
mouarquia , han venido en decretar y decretan 'lile mientras lo exij..»
las circuustanoius , se uhservcu puntualmente las disposiciones coute-
nidas en los art iculos sigruelltes: l." Se autoriza ft la Hegencla del rciu»
para que pueda nomhrar:í los generales eu jefe de lus ejércitos de 01'('-
raciones capitanes generales de la>' provincias del distrito, r¡ue segun
crea cnnveniento, asiuue á cada uno de estos ejércitos. 2." En cada pro-
vincia de Ias IIU(\ compongan el distrito referido habrá un jefe político,
el cual, y lo misiun el iuteudeute , alcaldes y ayuntamientos, obedece-
r.in las ordenes que en derechura les comunique tJI general en je.e del
ejército de operaciones en las cosas couoerniente s al mando de las
armas y servicio del mismo ejército, quedándoles libre y expedito el
ejercicio de sus facultades en todo lo deuias. 3." Los generales en jefe
de los ejércitos de operaciones podráu , siempre que convenga, des-
tacar oficiales para que cuiden de la conservacion de alguu distrito
ó provincia de las de la demarcucicu de su ejército, ó para hacer la
guerra, en cuyo caso, yen el de que el oficial destacado se introduzca
en alguna plaza, cuando sea impurtaní« al servicio de la nacion, se
observara lo prevenido en el articulo 7", título ,~", tratado 7" de l::s
ordenanzas generales, tos generales en jefe serán responsables pnr
todos sus actos y los de los oficiales ljlle obren bajo sus órdenes. 4," El
general del ejército de reserva de Andalucía podrá ejercer en las 1'1'0-
viucias de Sevilla, Córdoha y Cádiz, si la TIegellcia lo estima couvc-
niente , las tucultades IJI) capila:1 g·l'neral dI' pruviunia , cun al'l'I~gl(1 ;',




ordt,n,¡¡¡'l'L Los jl~fe" ['"hlieos, In1l'nllt-ut.I~S. »Icaldes y :'yulItamteutos
de hs tres proviucias eX['\'I'sallas olwckcerán las órdenes tlue ell dere-
ehura les c.uuuuique el general del referido ejl'rcito de re serv« en las
e'lSas couoeruicutcs ulm.mdo de las al'lllas y servicio tlel OIlSIllO ejl'r-
CIt.O, 'Iuedúndoles liJJl'e y expedito el ejercicio de su- facultades e.u
1.,,0101:1 demas.;j." En cada ej"reítú de operaciones hahrá un iuteudeute
rceuenl dd mismo, cuya autoridad eu lo relativo ,i la ;:uel'ra se extcn-
d"d ;[ torlas las provincias de la .leuuucucion de 'I/lue! ejército , 'lIle
,I;'IlIlI,,111 t'1~ esto suhordinados los intendentes de ell..» con illTt'glo ¡i '"
iustrucciuu de 2:1 de octubre tk (7 '¡9, Y la real Ól'dt,u de 2;; tle fehrer,)
tle 175(1. G." C()nsiguielllt~;í este plau , y siu pnrjuici» de tIs I'rovitil'II'
cias que la Jlc¡.:eueia tuure para tlue desde luego ,e pO liga cu cjccueiou,
pn)!londrú la misma it 1", e,irtes la planta de lit, oficiuus de cucuta y
r.rz.ou de inlen,leneí;" de ejl're[l.o. 7." La rccnurlacion (\ inversiuu de
los fow'os de 1m!;'" las provincia, se h~r,[ por el órtlen prescrit» en la
(lonst.ituciun , leyes .Y ,11~eretos de las Cortes. H." ]0:1 Gohin'no a,ifinar;Í
sobre el pr.nluct» de las rentas y conuihnciuues de las provincias di'
la deruarcuciou de e;ada ejército lo que ~ea ul~el'.:-ial'iu [¡;Ira la urauu-
tenciou d('l. mitdU,\ ~ si., iH... rj uici» t1t~ ftUe pro"ea ;¡ e,lb cun otros fondos
en ea~,{j dü qu:: no h;tstt~il dichas n'uLt~~ .Y ';,JlIl.ri;j/fC,lUlles. !LIJ EtI su
consecuencia la Hügrnr.ia preSt~nl.;lr;i sin de~\lflJ';1 ff l:ls C61'te~ el pre-
supuesto de los gastos rlel ejl'r,;it!> yel tl,;la'¡" '¡,~ los prOlll'el.ns de j;,;;
rentas y coun-ibuoioru.s de las pwvineia, de la denlarcaeion tie cada
uno. 10. Los intendente, generales de lus ejércitos eslar{(J, á las órde-"
ues de sus gcnerale, en jefe, con arreglo á los "¡-¡leido, 1"'y :l'" títu-
lo 1H, tratado 7" de las ordcuauzas geuerale" cu eu;:ntu nu ~;e 0IJlllIg'all
al urticul» :15:¡ de la Goustitucion. 11. 7'\inglln pago, (le cualquier cla
se que sea , p:lra los inrlivirlu», Ó ¡!i1,;t,,, de uu ejército , se abonará.
sin que adema, de la iuterveuciou necesarin , y del \." n." del iun-n-
dente, lleve t.a:lIllien el del general cu jefe, el cual pur su parte ser«
resi'uusahk de la le~'i¡illli¡[;¡J de! P;¡('o. I.« t.er"ir;Í entendido la Hegeuci;¡
del reiuu , y dispontlr;Í lo necesario ú su ctllllplilllienl.o, haciéndulu
imprimir, publie',r y circular. ~-- Francisco Ciscar. l'l'es¡dellt.e.--~1'10"
reucio Cast.ijh, .liput.ado sccret.m«. José :Ilaría Cout o , dipllt.atlu
secretario. = lIado (',TI C,o¡¡li~. ¡¡ f, rJe enero d~ txu."'-" A la Hcgellela del
reIno. ))


1'01' tuut» U1i1l1dau1lJ' ;'[ t.odos lo, t.rilllw,de:;, ju,t.ieia" jefes. ¡(uller-
!Ii1dol'c, y demas autorirlades , :Jsi civiles c.nuu militare, y eclesi.isti-
,"as tic cualquiera elase y dignidad. que ~uardell y ]¡¡Igan ¡.cuanlar,




cumplir y ejecutar el presente decreto en todas sus partes. Tendréislo
entendido para su cumplimiento, y dispoudreis se imprima, publique
y circule. Joaquin de mosquera y Figueroa. =E1 duque del Infantado.
,= Juan Villaviceucio, = Ignacio ltodriguez de Hivas. = Juan Perez
Villamil. En Cádiz á 7 de enero de 1813.~A don José i\Iaría de Car-
vajal, -- Gacela de la ñeoencia de lfts E"wiíillS de 1~ ae enero de 181.3


rON!. Ir. APlbm.




-


LIBRO VIG]~SIl\IO I)RlllIO.


Num:RO L"


INTlrúLASE esta obra: ,,~lel1lorial y discursos del pleit D 'IIJC las ciuda-
» des, villas y lugares de los arzobíspndos de Burgos y Toledo de
» Tajo á esta parte, y obispados de Calahorra, Palencia , Osma y Si-
» güenza tratan en la real Chancillería de Valladolid con el arzobispo,
u dean y cabildo de la sauta iglesia del señor Santiago, dirigidos á don
" Juan Hurtado de lHeudoza, duque del Infantado, compuesto por
» Lázaro Gonzalez de Aceved o , agente y defcusor de los concejos. »
Se imprimió por sequruia vez él! Jlm/rírl, año de 1771.


Tuuihien son muy de consultar en la uratcria e! ,,}[eIUDrial que el
" duque de Arcos dirigió á la majestad de! seitor don Cárlos Ill , » y el
« Discurso suhrc el voto de SautÍ"go, ósea deuiostruciou de la false-
u dad del privilegio en que se funda:" escrito el último por cllieen-
ciado don Francisco lIouriguez de Ledesuia , impreso en lUadritl
eu IS05.


i\"mTEHQ ~.o
Diario de las discusiones y acta s de las CÓl'lCS generales y cxtraor-


dinarias , tuiu, XV, pág. 37.1.


NUMEHO 3."


" Carta del ilustrísimo señor don Juan de I'ulafox y ñletuloz« , obis-
" po de Osuia , á fray Diego de la Visitacion. )) Inserta en bs ohras dc




11
Santa Teresa y en el primer tomo de sus cartas, de la edición de :\la-
drid /le 1793.


NmIERO /¡."


Diario de las discusiones y actas de las Córtes generales y extraordi-
narias, tomo XV.


1\"mIERO 5."


«Exámeu de los delitos de infidelidad á la patria. " Obra publicada
sin nomhre de autor en Auch, en Francia, afio de 1816. Se atribuye
generalmente á don Fclix José Reinoso.


~unIER(l 6."


En la obra que acabamos de citar. « Exámen de los delitos ..... » pá-
gina ,]3li.


",UMERO 7."


Secretaría de Estado. - América. -- Auo de 1H11. - Legajo 2."


Secretaría de Estado. - Irletn.


~mIERO !I."


Secretaría de Estado. - Idern.


~UlHERO t O.


Secretaría de Estado. -' América. - Año de 1812. - Legajo 3."
"ImIERO 11.


He aquí estas diez bases:
l.' Cesacion de hostilidades, Moqueos y todo otro acto de mutuo


detrimento.
2." Amnistía, perdón y olvido general de toda ofensa de los ameri-


canos á la madre patria, autoridades reconocidas en el país Ú ofieiales
suyos en la América.


3. a Confirmacion de los privilegios concedidos ya á las Améri¡;as
de una eompleta, justa y libre representaeion en las Cértes , proce·
dieudo desde luego á la eleccion de sus diputados.


4." Libertad de comercio de tal modo modificada, que quede una
conveniente preferencia á la madre patria y paiscs á ella pertenecien-
tes.


a.' Aduiision de los naturales en América, indiferentemente con




12
jos espaíiules europeos , ;j los destiuos uc vrrevcs , ~-uiJ(;rnaJures, eL...
en las Américas.


6." Concesiou del gobierno interno ó provincial bajo los vireyes e
gobernadores á los cabildos ó ayuntamientos, y aduiision en estos
cuerpos de americanos nativos igualmente qne .Ie españolc s europeos,


7." Reconocimiento por las Américas .le fidelidad á Furuando YIl,
sus herederos y al Gobierno que rija en su nombre.


S." Ileoouociuiioutu de la supremacía del Consejo genel'al represen'
tativo, ó de las Cortes residentes en la pcuínsula , conccdicndu en
ellas, corno queda dicho, proporcionada parte de rcprescntacion á los
diputados arnet-icauos.


9.- Ohligacion de deteruiiuadus socorros y auxilios con que la
AtlIérica deba contribuir á la madre patria.


ro. Obligaciun de la América á cooperar con los aliados en la con
tiuuaciou de la presente guelTa contra 1:1 Francia,


Secretaría de Estado. - Américu. - Aiío de rS12. _. Legajo :1."


'\mnl!'.O 12.


3eeretaría de Estado. - El mismo año y legajO que en el anterior
número.


:'\mJlmo 1,,,.
Este es el tratado á la letra. =" S. ~l. C. don Fernando VII, Hey de


España y de las ludias, y S. :\1. el emperador de tudas las Ilusins,
iguulmeure animados del deseo de restablecer y fortificar las antigua"
relaciones de amistad que han subsistido cutre sus mouarquíos , han
uoruhrado á este efecto, á saber; de parte de S. }1. C. , y en su nom-
bre y autoridad el Cousej» supremo de lIe¡;encia, residente en Cádiz ,
á don Fraucisco de Zea llcrtuurlez; y S. ül. el emperador de todas las
Busias al señor conde ","ieoi;ís de J\omanz.off, Sil canciller del imperio,
presidente de su Consejo supremo, senarlor, caballcrn de las órdenes
de Sau Audrés , de San Atejaudrn \e\\sky, de San \\ ludimir de la
primera clase, y de Sant.i Ana y varra s orríeucs extruujerns , los cua-
les, después de haber callgeado su" plenos poderes hallados en buena
y debida forma, han aeordudo lo que Slg ue:


Art. 1." Habrá entre S. .i1, el !ley de Esp:llla y de las Indias y
S. iH. el emperador tic tod;hi las Ilusias, sus bercd.~ros y succsures , y
eutre sus mouarquias , llO solo .uuistnd sino tmubien srucer« uniou y
aliuuzu.


'l." Las do" altas parles cUllll,:,taute, cu consecueucia de esl\~ cuí-




pdíu se reservun el cutcuuerse sru dcuioru sobre las csupulaciones de
est a alianza, y el cuucerrar entre sí todo lo que puede tener cunexion
CUII sus intereses recíprocos y cou la finne intcncion en que estan de
hacer uua guerra vigorosa al emperndor de los franceses , su enemigo
cuuiuu , y prouieteu de,;d" ahora \ igilar y concurrir sinceramente á to-
du lo (Iue pueda sur vent ajoso á la una óá la otra parte .


.~." S. 1\1. el cllIlwradur ,le todas las llu-ias reconoce por legítimas
Ias Cúrtes fIellerales y extraurdin;lI'ias reunidas actualmente en Cadiz,
COlIJO t.uuhieu la Coustit.ucinn 'lile estas huu decretado y sancionado.


L" Las relaciones de comercio serán restablccidns desde ahora, y
favorecidas recíprocamente: las dos alta,; partes contratantes provee-
rau los medios de darles tUIl:!\Ía maym c xtensiou.


5," El presente tratado será ratiflcado , y las ratificaciones serán
caugeada-; en ~anl)cte,'sburgo en el término de tres meses, contados
desde el dia de la flnua ó antes si ser pudiese.


En r(~ de lo cual :\os los infrascritos, en virtud de nuestros plenos
pudores, hemos firmado el presente tratado, y hemos puesto en él los
~el!o:-J de Iluustl'as arruas.


Fecho en \eliky-Louki ~ K (20) de Julio del ¡¡UO de gracia mil ocho
cientos y doce. ( L. S..' Franci,c¡J ,Ic Zca Ileruiudez. (1. S .:¡ El coude
.\ícolús de Iloiuouzoft.


~(mEI\O 14.


El de Suecia e,; como 'Igue:
En el uuu.hre de la SantÍsima :i indivisible 'lriuulad.
S. 1\1. dUJl Feruaudu \ 11, Rey de E"paua y de las ludias, y S. ",1. el


rey de Suecia, igualmente auunados del deseo rk ('.,;I.ahlcccr y a,;cgu-·
rur la:') autif Hil:', l'elileiílllc~ de amistad que ha hahido cutre ~IlS moual'-
quías 1 han uouihrado p:lra este efecto, á sauer. S, 'n. C.,.y eu su
uurubrc y autoridud la Regencia de Espaila , residente en Cú¡Ji~, á don
¡':ll'la\e,,,, )]urenu y j)auiz, curuu«] de los ejércitos de S. 111. C. y ca-
hul leru d" la iir.leu urilitur ¡le Salltiago de Cuurpo ste ia : y S. ¡\l. el rey
de Sueci:,;tI stillJr Lurruzo, cunde de Enge'troul, uno de los ,eUÜICS
del reino ¡Je Suecia, ruiuistro de Estado y de "\cgocius extranjero"
canciller de la uuiversida.] dI, Lund , caballer« courcudador de las or-
deues del rey , caballero de la árdeo real de Carlos l l l , gran <iguila
de la Legio!l de 1I0!!or de Fr.nu.ia , y al SelllJI' Gustavo, harou de 'Ve-
tcrsterlt, can"iller de la curt e , comcu.lador de 1:1 Estrella Polar, uno
de los 1K de la Ac.uhtuiu sueca, los cuales, despucs de haber caugca-




t4
do sus plenos poderes, hallados en buena y debida íortuu, han conveur-
do en los artículos siguientes:


Art. L° Habrá paz y amistad entre S. JI!. el RI\Y de España y de las
Indias, y S. '\f. el rey de Suecia, sus heredoros y sucesores, y entre
sus monarquías.


Art. 2. o Las dos altas partes contratantes, en consecuencia de la
paz y amistad establecidas por el artículo que precede, convendrán
ulteriormente en todo lo que pueda tener relacion COll sus intereses
recíprocos.


Art. 3. n S. l\!. el rey de Suecia reconoce por legítimas las Cortes
generales y extraordinarias reunidas en Cádiz, asi como la Constitu-
cion que ellas han decretado y sancionado.


Art. 4. n Las relaciones de comercio se establecerán desde este mo-
mento, y serán mutuamente favorecidas. Las dos altas partes contra-
tantes pensarán en los medios de darles mayor extension.


Art. 5. o El presente tratado será ratificado, y las ratificaciones
serán cangeadas en el espacio de tres mese s contados desde el dia de
la firma, ó antes si fuese posible.


En fé de lo cual, nos los infrascritos, en virtud de nuestros plenos po-
deres, hemos firmado el presente tratado , y hemos puesto en él el
sello de nuestras armas. Fecho en Stockolmo á 1Ude marzo del alío de
gracia de 1813. (L. S. )Pantaleon flloreno y Daoiz. (L. S. \ El conde
de Engestrom. (L. S.) G., barou de Weterstedt.


~U}mRO 15.


Véase 1'1 Diario de las discusiones y actas de las Córtcs generales y
extraordinarias, tomo XV, pag-. 2i 5.


NmIEno Hi.


Zurita. " Anales de Aragou, » libro 20, cap. ti;;.


NC~JEHO t7.
lUariana. " Historia de España , " libro 24, enp. 17.


:'IUl\lERO 18


Véase la respuesta á Felipe V de los fiscales tic Castilla y de Indias
don :\Ielchor tic 1\Jacanaz y don ;lTartin 'ITirabal del alio 1714, en don-
de se insertan las expresiones citada, , flue se sacaron .le la consulta
que hizo una junta en tiempu de Carlos JI




NmlEl\o 19.


Véase el volumen intitulado" Díscusiou del proyectil de decreto so-
') hre el trihunal de la lnquisicion, » pág. t09.


Nu~ml\o 20.


Véase en el mismo volúmen , pág. 427.


NmIERO 21,


En el mismo vohimen , pago 428.


NUlIJERO 22.


Algunas de las reflexiones que aquí ponemos las tomamos, como nos
ha sucedido ya en otra ocasion , de un opúsculo que anónimo publica-
mos en Paris en espaiíol á principio del año de 1820 , bajo el título de
.. Noticia de los principales sucesos ocnrridos en el gobierno ce España
" desde 181J8 hasta 1Rti. " Se tradujo esta cotnpeudiosa produccion en
francés y cn otras lenguas de Europa.


NmIEI\O 23.


Peticion 55 de las Córtes de Valladolid de 1518. ~ Sandoval, " His-
" toria de la vida .Y hechos del emperador Carlos V, " libro 3", pági-
na 1O.


NmIERO 24.
Véase" el memorial de Francisco ñlartincz de l\Iata " en el IV tomo


del" Apéndice á la Educacion popular, " por el conde de Campoma-
ues.


NumERO 2;¡.


Inserta esta consulta del Consejo Navarrete en su" Conservacion de
') monarquías. »


NumERO 26.


Véase Céspedes, Ce Historia de don Felipe IV ," cap. 9, libro 6."


NmlERO 27.


Este cómputo está sacado del •. Censo de la poblacion de España del
" afio de 179i , » publicado de órden del Rey en 1801. Después ha
disminuido el uumero , como puede verse en la memoria del ministro
de Gracia y Justicia, fecha en 1" de marzo 1822, que fué leida á las
CÓt'I(~S de entonces, y tumbieu en los cálculos que se han presentado




lB
"n las celchradas durante los años de Is.14 y j 8;¡;" y pnhhcadu COl,
motivo de \;J reforma de regulares decretada en este último año.


0ImfcRO 28.


Véase « Diario de las diseusioues y actas de las Cortes Generales y
extraordinarias. \, tom. XVII, ¡,¿gs. 153 y j 54.


NmIERO 29.


C. Vellei Paterculi " Historia Romana, " liber secundus. cap. 83.
" Plancus non judicio recta legendi. neque amore reipuhlicre aut Cre
saris ..... sed morbo nrotiitor..... "


Nu~mRO ;¡O.


Esta nota ó representacion del nuncio, de 5 de marzo de j 81;¡. for-
ma el número fi" de documentos del apéndice de su uraniflesto , pu-
blicado en iUadrid en la imprenta de Hl1[Jullés , aiío de 1814.


Nmml\o ;¡1.
Diario de las discusiones y actas de las CÓl'tes. tom. XV11, pági-


na 367.
l'iU~IEHO 39


Este reglamento de 8 de ahril se baila en el tomo IV de la u Co-
l) leccion de los decretos y ordenes de las Cortes ~cnel'alcs y cxtraor--
" dinarias, "


NU~IERO 33.


" Diario de las discusiones y actas de las Cortes. »tom, XVIll, pági-
nas 119, 120 Y siguientes.


Se intitulaba « Instrucciou pastoral. .... al clero y pueblo de SIlS dio -
" cesis. )) Impreso en l\Tallnrca en casa de Brnsi , año de 1813.


El título de esta singular" producion era: " Et sin y e! can tl« nios
>J para con tos homhrrs, 11 reciproco mente de los tiomor«» para ron. Dios,
» mil. S/I. sin 11 con Sil con. " La publicaba el obispo de Sautnnder bajo
el lllllllbre sunhdlic« de Iion. Ctenunt» P"stor ¡Ir 1" l',ml""I/,




17
~U~IERO 36.


Estas cartas, léanse en los números t» y 8° del apéndice al mani-
fiesto ya citado del nuncio.


Nmnmo .H.
Este oficio ú orden compone el número 10 del apéndice al mismo ma-


nifiisto del nuncio.
NUlIIERO :18.


« Carta del Bey don Fernado el Católico al Conde de Ribagorza, su
° virey en l\"ápoles, á 22 de mayo de 1,,08, » tomo 1 del Semanario
erudito publicado por Valladares.


NUlIIERO 39.


Secretaria de Estado 1812..... 1813. - Inglaterra. ( Precedencia en-
" tre los embajadores de España y Rusia. »


NUMERO 40.


Véase el tomo 1 de la obra «Becueil des priucipaux traités..... de
l'Europe par JUr. de lUartens. " 1762 Y 1i63, pág. 29 Y siguientes.


NUlIIERO 41.


En el legajo citado en el número 39 de la secretaría de Estado se
halla esta nota.


TOM. IV . .~PÉl'D.




USA:\lO~ de las exprcsioues If/Jj'(-',"'IIJ'ur I{~ ('OfY,/" Y IUlf'f'l inui;« lIt s u>
tropa', á irnitaciou de autores nuestros del mejor tiempo. 11'1 huhulu
quien poco versado en ellos se ha iillagin~\flo que estas Ii otras pareci-
das eran tomadas del íraucé-: pero !lO es así. C'lr:l'Ir. dril 1I1i'1 1''1 r,ll1 ,
apresurar /I! (1119", mudos son de hablar que á ruuuu.In han emplead,.
lUariana, ilIendoza y otros autores de los mus escogidos. Lo mismo
sucede con los que mas particularmente hnn escrito sobre ti arte de
la guet'ra. Don Ileruardiuo de ~reIldoza en su « Teorica y práctica de
" ella, " libro impreso en AmLet'es en t 5% , -uvesc cou frecuencia di'
las palabras carqas, cargar, etc, en vez de .uonuLutn«, arontcter, et c.:
y el cnpit rn IJíUj(l die Saiaznr, en su obra de 8(; mitit.rri, ya en otra oca-
sion citada, usa de la frase i.ucrr 11'/11 ¡!!Inta 111' rjl:":iio. E"tos alttlJ!"'S
y Montero de Espinoso, lrre a , Eguiluz, Louduúo , con otros vurius
qne escribieron en tiempo de las c.uupañns de Flaudes , seminario dr
guerreros ilustres, debian ser mas estudiados por los que se ocupane!l
cosas militares y quieren hablar con propiedad de ellas, no uponilin-·
dose las alteraciones que desde entonces ha hahi.lo en el arte de la
guerra, siempre r[ue haya discernimiento y tiuo en la eleccion dl\ I;¡,
frases y los tértuinos , yen' su apiieacion.


='IUl\IERO ~. e
" Doctrinal de los caballeros, que hizo é ordenó el i1111Y t".\ven:udo


" señor duu Alouso tic Carl ;I~t'lla.




.\lmERO 3."


)lénlOire,; du généralllugo , » tomo DI,·chap. 32.


f'mIERo 3." (BIS.)


El cuadro de lit Esrtu-lt: del Amor está ahora en Londres en el urusco
'lue se llama Nruion»! Gallen] en la calle do I'all :lIall. Lo vcndió en
Viena, segun nos han informado (junto con el Ecce Humo del mismo
autor , procedente del palacio Colonna en Roma;' la viuda de I\lurat al
al actual ruarqués de Londonrlcrry , por 11,000 guineas. El de la Ora
ciou del Huerto, t.unhien del Correggio, que perteueciu al Palacio real
¡le ~Lltlrid, lo tieue al prcsent c el duque de Wellington. Hay una repc-
ticion de este cuadro en 7'illtionl11 Gallery, como igualmente una Sacra
F'lIIl.ilio dcl misuio Correggio, que estaba en el citado Palacio de Ma-
drid en tiempo de Cárlus IV.


"UMERO 'L"


Estos cuadros han si.lo vendidos en los aüos riltimos por ocho mil
lihrns esterlinas (sobre IIIIOS 800,000 mil reales vellon) á lord Grosve-
nor , marqués de Westrninster , excepto el del Triunfo dé lo fleliuiun,
'lile est aba en el antiguo senado, y se halla colocado abara en el musco
del Luuvre.


NUnIERO 5,"


" Viaje de España de don Antonio I'onz , tom. 1, carta 6,"
j'{u}IEl\Ü IJ.'


Estos cuadros con muchas de los objetos cxtmidos del Gabinete
de Historia natural de Madrid, dcvolviéronse ú nuestro Gohieruo
en 181,1, I'ero tomo Ilepase repentinamente i\~poleon de la is!a de
Elha , 110 huho tiempo para trasportarlos á España , y desaparecieron
por el moiueuro. Itepuesto Luis XVIII, ganada que fué la batalla de
W~tedoo, en el trono de Francia, y hulláudose en Paris de ministro
interino de J\spaihl el general don :lliguel de Alava , presentóse á este
el m;¡rqIH\s de Almennrn con desen dll indicarle, como lo verificó, y
movido [HU'amente de amor á su patria, el paradero de dichos cuadros y
eíuctos. Ileclarnúlos cn consecuencia aquel ministro, y entl'l!gáronseLI,
aUllIJue dcterinrados los cuadros yen lamcntnhlc estado; motivo pOI'
el 'lue juzgó el gelleral ,,"lava ser prudente y aun necesario el que "e
rcsr.auraseu y aun truslarlascu de la tabla 'allicllzo , antes de enviarlos




20
á España , saltando ya la pintura por lo carcomulo de la madera.
Nuestro Gobierno rcsistiólo algull tierupo ; pero cedió it las instancias
y justas reflexiones de aquel general, apoyadas en un informe juicioso
que le dieron el celebre escultor Cauova y los pintores Paluiarol li y
Benveuuti , que habiau á la sazón pasado á Paris para reclamar y re-
coger las preciosidades artísticas de lIoma y Florencia. Eucargóse la
obra, seguu apuntamos en el texto, á lUr. Ilonncmaison , concluida la
cual, reuiitiéronsc los cuadros á Espuíia , cn donde sc hallan ahora,
excepto uno de las Venus que el Rey Fernando VII rcgaló á su aliado
el emperador dc Rusia .


.La Regencia del reino ayudada por el celo ilustrado de la real '\ca-
demia de San Fernando, no cesó desde la primera evacuaeion de los
franceses de l\ladrid en 18t2 de dar providencias que evitasen en lo
posible el extravío Ú ocultaciou de los cuadros sacados por los frauce-
ses ó por drdeu del gobierno intruso, de iglesIas, conventos u otros
establecimientos puhlicos. Existen los antecetlentes en el archivo de la
referida Academia.


i'\UMERO 7.°


El despojo del archivo de Simaucas empezó en 1~11, en cuyo año se
presento allí á recoger papeles para llevárselos ú Francia el archivero
del imperio J. Guitc. Hé aquí copia literal de los docuuieutos que lo
corupruehau .


., Real archivo de ~irnancas. = Cou liccucia del señor don Mauuel de
" Ayala y Hosalcs , secretario del archivo real (le Siur.mcas , he sacad u
" yo un libro con cubiertas de peraaruiuo , suhre la primera de las cua-
" les en el verso se halla escrito: Libro de la dicha tercera arca, mimeru
" diez y nueve, y serú el dicho libro rumitirlo en dicho archivo cuando
.. volveré en Simaucas. Hecho en Simnnous 2;¡ marzo de 1811 . J. Guite,
» Heal archivo de Simancas, = Yo comisario del gobierno fr.incés in-
" frascrito : declaro haber sacado del real archivo de Simaocas para
.. llevar en Francia en virtud de la orden de S. E. cl miuistro de lo lu-
.. terior, comunicada al señor goberoador del sexto gobierno, los pape-
n les siguieutes : = l .' Los de Estado dcl Cubillo b;¡jo.- 2." Los de las
» negociacio[ws de Nápoles , Sicllia y :Ililan, de la pieza segunda.--
» 3." Los del patronato real. - 4.° Los del Cuhillo alto, - 5." Siele re
n gistros de órdenes y seis legaj<Js de ordeucs. - fi." Tres registros de
» cédulas de la emperatriz. - 7." Cnatro registros de los caballeros
)) de la cuantía ."_. íJ." Siete legaj<Js de hidalguias. -- !I." Quince legajos
.') de Córtes ..- 10. \ ciutiuu Iihro« de Juau ik Bcr:t.o"a. - 11. Las bulas




21
" de los obispados y arzohispadus de Castiila y Leou. -12. La plnni-
u un-trí« de l\ladrid. -- 1:l. Los papeles rlel Estado uiisivu con los inven-
" tarros correspondientes. De los cuales papeles (\ inventarios, que
" van colocados en ciento setenta. y dos cajones, el sellar don lUanucl
" de Ayal« y llosnles , secreturio del dicho archivo, es legítimamente
¡, descargado. Hecho en Simaucas á 28 de mayo de 1811. "


u El infrascrito comisario de] gobierno francés, encargado del re co-
n nacimiento y trausporte de los papeles existentes en el real archivo
u de Suuancus , certilico haber extraido del referido real archivo los
" legajos que coutieuen las materias siguientes: = l." Todos los leg'a-
» jos que cxistian en la pieza baja de Estado, concernientes á uegocia-
" ciuucs de varias partes de Europa. - 2." Los libros y registros de la
n cancillería del Consejo que habia ea Ara~on. - 3." Los papeles de
" la secretaría de la negociacion de (lataluira ,excelJto los intitulados
,. Cartas. - 4." Treinta y siete legajos de mercedes de los Reyes don
" Juan y don Enrique. - 5." Cuatro legajos tocantes á las Córtes de
"Valencia. Los cuales papeles con sus corrcspuudicut es inventarios
» han sido sacados po[' mi ¡j consecnencia de órden del cxcelcuusimo
.1 señor ruiuistro del Interior p~l a ser conducidos á Francia. Y p;¡ra
u descarp» del señor don ülanuel de Ayula , archivero principal del
" menciouarlu real archivo de Siruaucas , le doy la presente certifica-
" ciuu que en todo caso le deberá senil' de resguardo y recibo, firma-
" da de mi mano, y datada en Si mancas á seis de junio de mi! ochocien-
o) tos once . .l. Guill'. Il


Dcvulviérouse ü Sunnucus en 1HI ti estos papeles, excepto varios do-
cumentos impurt.urte s (llle eutresacurou en Fruucia de los misruus le-
g"jos, la corres poudcnoi» Íntegra diploruaticu con la corte de I'aris,
y asimismo LIS tl':ltatios y convenios hechos cun su gof,ierno, con otros
que indicamos en el texto, y fueron extr.ri.los del archivo entonces ó
despues.


Enla carla;j ~~r. ~Iolé, (111e sirve de prefacio á i'Histoi-re 1[(; 111 Jit:-
forme, 1[(' lit LiU/U! ct (/u /i(-I/III' d: llcnry Ir, par 1Jlr. CII¡.wfiuuc, dáus«
pormenores curiosos sO!JI'e estos despojos, no menos qne sobre las
contestaciones ([UO en el asunto han mediado entre los gobiernos de
Espal]a y Fraucia.


Tauibieu se infiere de la citada obra ( tomo 11, pág. l:lO ,: no haber
pasado á Fruncia , segun presume Llurentc en su Hi-turiu crítica de la
Inquisicion (tom. 111, cap. 31, párrafos 18t y 1~2), la causa del prín-
cipe duu Carlos , sino 'IBe h c.rja de nllgal en que se sospechaba esf a r




e.rcerrudus los papeles ooruprensrvos dI', la nusura , no coutetua ¡U;¡s
'1ue los autos ue la fOl'lnada {, dou Hodl'igo Cahlcrou , rcruitulo« ;', Si-
mancas por orden de Fdipc IV en 22 de juuio de \(j2:J.!\otici'l ¡¡m\
conllruia lo mismo que de palabra hemos oido varias veces á personas
respetables de Valladolid.


~mIERO H."


Estos cuadros se extrajeron del convento de Fuonsaldañ» el 11 de
ahril de lHO~, y se trasportaron á ;Uaurid, de donde no salieron hasta
el aíio de 1814, que fueron restituidos á dicho couvenio.


Allí permanecieron encajonados cerca de tres años por carecer la
couiuuidad de medios para ponerlos de lluevo en los altares. Al fiu se
H,rilicú esto, y se celebró la colucaciou el 15 de ag"sl o de 1817 ;í ex-
pellsas del doctoral de Toledo don I'edru \olasco Sauchcz JIlurou. (So-
tici a dada por la abadesa del comento de Fucusulrluiru SOl' Josefa de
Sau Felip« "ícri en 21 de julio de 183ti . .1


!\CDrEIlO 9."


~:.tFs'l0Y ,u.i~' (I"'%. ~Ji~S)~,.... 't: Ji J-~LIj·X /.:J.J 70
x:.-T'j ~ ¡..xr:.(,);, ~:Tcc~,¡j~r %Y.í I.XTi?2:~2;t 7':J'..;~·. .\1~r.::J'¿>''i~


(V;'I"~)/ tr c':.l'.1 7,1;' ,UJi. /../..',/ ;';J7.-';. ':I..')I:::'/')/.J.. ~/6)~'. r.o: j '7 './. -:7i,-21;'"../.. ~¡;1;
'l,~'j);~s:.;ni !.j) D.~/.J.y',)'«lj /.';~T~}.r/T':,:.7(.)/_ .• • . • •


, y mas adelante)
l\]~T¿¿ J"~' 7;'r //..~~%i1',l IJ};.1 ::/ 'L.TJ0 -/7~.{/.,~.z;l 2,1~: ~.z,//..z;~:v
~A'l.C~;t 't a. './jJ;,u,IJ.:rCl. I..'Z/ Td-~' d.,T'))%¿:J'!.~, ;~,%t TJ. T~X:-'X


NU~IERO 10.
" Grouica del Hey don Pedro, por don Pcdr» l.opez de Ayala, aiíu 18,


.. desde el cap. 4." hast a e l Ii inclusive: .. y el l Iiuciouurin g~ogdtljcn
histórico de Espaiía por la reul Academia de la Historia. Scce, 1.', tu-
HH} 1, art , Ariñe»,


SliMERO 11.


"lUé1ll011'l'S du muréchui Sudw!, " !OH!. l i , chap, lH.




\U\IERO l.


,., al tlCmpo 'lile quiso hablar (Enrique IV, Rey de Enpafia ')
" COl! el rey Luis (de Francia), tema un haston el! la mano: desern
" harcado en la orilla y arenal donde el agua podia llegar en la mayor
" crccieute , dijo que allí estaba en lo suyo, YrIlle aquella era la raya
" ,!entre Castilla y Francia, y poniendo el pi,' mas adelante, dijo: aho-
., ra estoy en Espalla y Francia, y el re,' Luis rcspnnrlio en su lengua;
n it est 'l)r:rit¡:,' deci" IIL 1)1'1'11(1(1, " Historia f'eneral de España por el pa-
dre Juan de }lariana, lib. xxnr, cap. "."
~lmERO 2."


" Sorne of t he offícers werc more culpable thnn tbe truops , for they
u uscd no exert ions to prevens the cutrages which they saw lord \\c-
., llington al SUOLl:lS he w..s iuformcd al' this miscouduct repuhlisherl his
" formcr nrdero and accorupanicd them with a severe reprimand, decla-,
'. riuf' his delerminatioll not lo couuunnd offieers who would no! obe}
. his , and olsending sorne of thetu who had hecu thus grossl} unm!nd-


» fui oY their duty 1.0 England, that their llames migbt be brought un-
" del' the notice of the Priucc Hegent. » (History of the peninsular war,
by Ilohcrt Sontlwy, Esq , vol. ;J,,, Chapter XLV.)


\\"F\IERO .1.n


r case 1.1 Cacda de \ ['11111 .le \ti de marzo de 181 '" en que se hallará
inserto el cstu.l» '(Ile puhlicri don Jouquin de Acosta y ~Ionteale~Te.
t esnrer« del "I"reclto y priucipad» de Cutnluñn.




-


LIBRO VIGÉSIllIO CUARTO.


NmIERü t."


Idea sencilla, por don Juan Escóiquiz. -- Gap. f;. n pág. 86.
Así esta carta como los deiuas documentos y conferencias que inser-


tamos en el texto, las hemos copiado sin alteracion alguna de la obra
de Escóiquiz • á pesar de lo flojo del estilo y sus faltas, sacrificando á
la exactitud la belleza y la correccion.


~UMEHÜ ~. o


Ibídem, pág. 87 Y siguientes.


,,"UMERO 3."


lhidern , pág. V5 y siguientes


~m\IERO 4. 0


Hemos tenido ya ocasiou de hablar en el primer volumen de esta His-
toria de la obra de (ton Juan Escoiquiz , impresa en Madrid en la im-
prenta real afio de 18H, bajo el título de Idea sencilla de las razones
que motivaron el 'viaje de el Rey [ton Fcrnmuto P 11 á /layonfl, etc. , la
cual empieza á ser bastante rara.


1\mIEHO 5."


Véase la carta del duque de Alba, siendo gobernador de Flandes, á




don Juan de Zúüiga, emhajador en Homa, fecha en Amberes á t Ode
mayo de 1570. La ha publicado la Academia de la Historia en el LVII
de sus "Ilemorias.
j"U~!ER(I 6."


En consecuencia de este acuerdo y bajo d(J estas condiciones se efec-
tuó dicho tratado, y se tlrmó el dia ~ de diciemhre en los términos si-
gUlenles: "S. JI. C. yel emperador de los franceses, rey de Italia,
" protector de la coufederuciou del Hin, y mediador de la confcdcrucion
" suiza, igualmente animados del deseo de hacer cesar las hostilidades
,. y de concluir un tratado de paz defluitivo entre las dos potencias, h,n'
. nombrado plcuiputcnciarios á este efecto, á saber: S. 'II. don Feruan-


)) do ;i don JOSl' lliguel de Onrvajal, duque de San Cárlos , conde del
" Puerto, gran-maestro de postas de Indias, grande de España de pri-
" mera clase, mayordomo mayor de S. ¡U. C., teniente general de los
" ejércitos, gentil-homure de cámara con ejercicio, gran cruz y en-
" mendador 111, diferentes órdenes etc., etc. , etc. S. i\!. el emperador y
" rey á :\!. Antonio Ilcnato Carlos lHathurin, conde de Loforcst, indi-
" viduo de su Consejo de Estado, gran oficial de la Legion de Honor,
" gran cruz de la órden imperial de la Heunion etc. , etc. ,etc. Los
" cuales, lÍespues de eallgear sus plenos poderes respectivos, han con-
o venido en los articulas siguientes:


ART. t."


u Habrá en lo sucesivo y desde la fecha de la rntiflcaciou de este tra-
., tado , paz y amistad entre S. JI!. Fernando YII y sus sucesores, y
" S. M. el emperador y rey, y sus sucesores.


AHT. 2. n


" Cesarán to.las las hostilidades por mar y tierra entre las dos nacin
" ncs , á sahcr. en SIlS posesiones continentales de Europa, inuicrliata-
" mente rlesJlnes ,](J las ratiflcaeioues de este tratado; quince dias des-
" pues, en los mares que huíian las costas de Europa y África [le esta
, pirte del Ecuador¡ cuarenta dospues , en los ruares de ,\.frica y Aml:-
" rica en la otra parte del Ecuador j y tres meses despues , en los paises
" y ruares situados el este del c.bu de Buena-Esperanza.


" S. ~I. el emperador de los franceses , rey de Italia, reconoce á don
. Fernando y SllS sucesores segun el órden de sucesiou establecido por
TO~I. IV. APÉNU. ~*




2G
" las leyes fundamentales de Esparta, como Rey de Espnña y de la"
" Indias.


ART. 4.°


" S. ~l. el emperador y rey reconoce la integridad del territorio clr
" Espaíin , tal cual existia antes de la guerra actual.


" Las provincias y plazas actualmente ocupadas por las tropas ú-ance
" sas , serán entregadas en el estado en que se encuentran á los gohrr-
" nadores y á las tropas españolas que sean enviadas pOI' el Rey.


ART. 6. 0


" S. ill. el Rey Fernando se obliga por su parte á mantener la inte-
" gridad del territorio de España, islas, plazas y presidios adyacentes,
» con especialidad lilahan y Ceutn. Se obliga tamhien á evacuar las
" provincias, plazas y territorios ocupados por los gobernadores y
" ejército británico.


" Se hará un convenio militar entre un comisionado francés y otro
" español, para que simultáneamente se haga la evacuacion de las pro-
" vincias españolas, ú ocupadas por los franceses ó por los ingleses.


ART. 8. 0


" S. 1\1. C. Y S. 1\1. el emperador y rey se obligan recíprocamente á
" mantener la independencia de sus derechos ruarítimos , tales corno
" han sido estipulados en el tratado de Utrcoht , y como las dos nacio-
., ues los habian mantenido basta el afio de 1792.


ART. 9. 0


" Todos los españoles adictos al rey José, que le han servido en los
" empleos civiles ó militares, y que le han seguido, volverán á los ho-
" nares, derechos y prerogativas de que gozaban: todos los bienes
" de que hayan sido privados les serán restituidos. tos que quieran
u permanecer fuera de España, tendrán un término de diez afias para
" vender sus bienes y tomar todas las medidas necesarias á su nuevo
" domicilio. Les serán conservados sus derechos á las sucesiones que
.. puedan pertenecerles , y podrán disfrutar sus bienes y disponer de
n ellos sin estar sujetos al derecho del fisco ó de retraccion, ó cual-
" quier otro derecho.




27
ART. 10.


, Todas las propiedades muebles ó inmuebles pertenecientes en Es-
" puiia á franceses ó italianos, les serán restituidas en el estado en que
" las gozaban antes de la guerra. Todas las propiedades secuestradas ó
" conliscadas en Francia ó en Italia á los españoles antes de la guerra,
» les serán tutnhien restituidas. Se nombraráu por ambas partes comi-
n sarios , que arreglarán todas las cuestiones contenciosas que puedan
" suscitarse ó sobrevenir entre franceses, italianos ó españoles , ya
u por discusiones de intereses anteriores á la guerra, ya por los que
" haya habido dcspues de ella.


ARL tt.


" Los prisioneros hechos de una y otra parte serán devueltos, ya se
" hallen en los depósitos, ya en cualquiera otro paraje, ó ya hayan to-
" mado partido j á menos que inmediatamente despues de la paz no de-
., clarea ante un comisario de su naeion, quc quieren continuar al ser-
., vicio de la potencia á quien sirven.


ARL 12.


" La guarnicion de Pamplona, los prisioneros de Cárliz, de la Coru-
" Iia , de las islas del Jleditcrráneo, y los de cualquier otro depósito
., que hayan sido entregados á los ingleses serán igualmente devueltos,
" ya esreu en España , ó ya hayan sido enviados á América.


ARL 13.
" S. 1\1. Fernando VII se obliga igualmente á hacer pagar al Rey


" Cárlos VI y á la reina su esposa la cantidad de 30 millones de reales,
u que será satisfecha puntualmente por cuartas partes de tres en tres
" meses. A la muerte del Bey, !! millones de francos formarán la viude-
" da,l de la reina. Todos los españoles quo esteu á su servicio tendrán
, la libertad de residir Iuera del territorio español todo el tiempo que
" SS. ~1.\I.I(j juzguen conveniente.


ART. H .
., Se concluirá un tratado de comercio entre ambas potencias, y hasta


tanto sus relaciones comerciales quedarán bajo el mismo pié que an-
, tes de la gucrra de t i~12.


" La ratiflcaciou de este tratado se verificará en Paris en el término
de un mes , ¡j antes si fuere posihle.




" Fecho )' üru.ado en Yalencey á í í de dicieurure de 1H 13. = El du-
'. que de San Cárlos. = El conde de Laforest. "


NmlERO 7."


Garta autógrafa de Feruaudo VII al duque de San Carlos.
" Du.jue de San Carlos mi primo.
" Deseando que cescu las hostilidades, y concurrir al establecimieu-


,. to de una paz sólida y duradera entre la España y la Fruncia , y ha-
" hiéudome hecho proposiciones de paz el emperador de los franceses,
" rey de Italia, por la ínfima confianza que hago de \ uest ra fidelidad, os
,. doy pleno y nbsoluto poder y encargo especial, para que en nuestro
» nombre trateis, concluyais y firuieis con el plenipotenciario neurbra-
» do para este efecto por S. !lI. 1. Y R. el euiperudur de los franceses y
" rey de Italia, tales tratados, artículos, convenios ú otros actos que
» juzgueis convenientes, prometiendo cumplir y ejecutar puntualmente
) todo lo que vos, COulO plenipotenciario, prouietais y firméis en virtud
" de este poder. y de hacer expedir las ratificaciones en buena forma,
" á ñu de que sean cuugeudus en el término que se conviniere. = En
» Yalcucey á í de diciembre tic ISU. = Fernando. "


~\UlUERO H."
Idea sencilla pOI' don Juan Escdiquiz , cap. 1;.", pág. 11~¡.


:'\1:11E1\0 s.:


ldern , ideur , pái~. 110.


J\U31Eno ru.


Don Juau Auiézap a , de cuyo mal proceder hemos hablado ya en el
tOUlO 1I tic nuestra Historia con motivo de la comisiou del harou de
Kelly, y á quien tuurhieu censura severamente Escdiquiz en su citada
obra ( pág. H2) á pesar de los víuculos de parentesco [Iue uniau á en-
trambos; tuvo la imprudencia de regresar á Espuiia al volver d IIey á
ocupar el trono. Preso, pusosele en juicio , y acusado de culpables ma-
nejos durante la residencia del Rey en Valcncey , virise condenado Ú
muerte por la audiencia de Zaragoza, en cuya cousecueucÍa, y dc ha-
ber penlidu Alllézaga la esperanza de obtener perdon de la clcuieucia
real, suiciddse con una navaja de afeitar en la cárcel eu donde es-
taba




29
~\UMEIW 11.


En el año de lR15 Tussin y Duclerc pidieron que se les indemnizase,
ameuuzandu si no publicar las cartas que, decian, tener del Rey, cun
otras anécdotas linyas y de los infantes en Valencey. Don iUiguel de
ÁLll'a, á la sazon ministro plenipotenciario de Españ» en Paris , escri-
¡lió al Rey con este motivo , y le envió una carta de Tassin. S. ]\l. con-
testó al pruuero diciéndole entre otras cosas , "qne las cartas fueron
" fauricadas por quien tendria iutercs en ello, y con el objeto que él
» se salnia . " lo cual hizo sospechar que todo hahia sido intrigas y
aumüos de AlJl(~zaga. Sin embarga insistieron aquellos a~entes en sus
reclamaciones bujo los embajadores conde de Peralada y duque de
Feruau-A nilez; J se les dió en tiempo del último para acatlarlos
200, DOO ó mas francos en cambio de los papeles que teuiun y entrega-
ron. Esto y el tono insolente de las demandas aumentó los recelos an-
teriores, de 'lile mano mas alta que la de Alllézaga babia tornado tam-
bieu parte en la correspondencia.


NmIERO 12.


Instruccion dada por S. '\l. ei señor don Fernando VIl ;í don José
Palafux y lUdci.


" La copia que se os entrega de la instruccion dada al duque de San
" Cárlos , os manifestará con claridad su comision , á cuyo feliz éxito
1) dehereis coutribuir , obrando de acuerdo con dicho cuque en todo
" aquello (¡ue necesite vuestra asistencia, siu separaros en cosa alguna
u de Sil dictámeu , como que lo requiere la unidad que debe haber en
" el asunto de que se trata, y ser el expresado duque el que se halla
1) autorizudo por mí. Posteriormente á m salida de aquí han acaecido
" algunas novedades en la prcpuracion de la ejecucion del tratado, que
" se hallan en la apuntacion siguiente.


" Téupuse presente que inmediatamente después de la ratificacion,
" pueden darse ordenes por la Regencia para una suspension general
" de hostilidades; y que los señores mariscales generales en jefe de los
" ejército, del emperador accederán por su parte á ella. La humanidad
» exige que se evite de una y otra parte todo derramamiento de sangre
» imitil.


1) Hágase saber que el crnperarlo r , queriendo facilitar la pronta eje-
1) cuciou del tratarlo, ha degido al señor mariscal duque de la Albufera
» por su comisario en los términos riel artículo 7." El señor mariscnl




50
M ha recluido los plenos poderes necesarios uo S. i\I. , ;i fin de qne asl
" que se verifique la ratiticacion por la l\egellcia, se concluya una cou-
u vencion militar relativa ;i la evacuacion de las plazas, tul cual ha sido
" estipulada en el tratado, con el comisario qne puede desde luego en-
" viarle el Gobierno español,


" Téngase entendido tamhieu que la devolueion de prisioneros no
n experimentará ningun retardo, y quc dependerá únicamente del (;0-
n bieruo espaflol el acelerarla; en la inteligencia de qne el seíiur ma-
» riscal duque de la Albufera se halla tauiuieu eucarjado de estipular,
" eu la conveucion militar, que los generales y oficiales podrán resti-
.. tuirse en posta á su país, y que los soldados serán entregadas en la
.. frontera hácia Bayona y Perpiñau , á medida que vayan llegando á ella.


" En consecuencia de esta apuutacion , la Hegencia habrá dado sus
.. órdenes para la suspeusiou de hostilidades, y habrá nombrado co-
" misario de su confianza para realizar por su parte el contenido de
" ella. = \'alencey á 23 de diciembre de 1813. = Ferrnudu. = A don
, José Palafox ...
NU~lERO 13.


lié aquí el texto literal de este decreto de 2 de febrero de 181 L
« Deseando las Cortes dar eu la actual crisis de Europa un testimo-


" uio público y solcmue de perseverancia inalterable á lo" enemigos,
" do franquezn y huena fé á los aliados, y de autor y confianza á esta
" nacion heroicu , como igualmcnte dcstruir de un ¡;ul pe las asechanzas
" y ardides quc pudiese iutentar\apoleon en la apurada situaciou en
» que se halla, para introducir en Espaila su peruiciosu influjo, dejar
"amenazada nuestra independencia, alterar nuestras relaciones cou
" las potencias amigas, ó sembrar la discordia en esta naciou magná-
" nima , unida en defensa de sus derechos y de su legítimo lley el se-
n íior don Fcrnando VII, hau venido en decretal' y decretan:


l." n Confurme al tenor del decreto dado por las Cortes generales
" y extraordinarias en l." de enero de 1811, qne se circulará de nuevo
, a los generales y autoridades que el Gobierno juzgare «portuno , no


" SI! reconocerá por libre al Rey, ni por lo tanto se le prestará ohedieu-
, cía, hasta qne en cl seno del Congresn naciuual preste el juramento
" prescrito en el artículo 173 de la Coustitucion.


2." » Así que los gelhJrales de tus ejércitos (lue ocupan las provin-
" cius fronterizas, "epan con probabilidad la próxima venida del Jle."
u despach.uáu un extruurdiuariu g;lnando lloras, liara pouer en noticia


del Gobieruu cuantas hubiesen adquirido acerca dc dicha venida,




51
" ncnmpañamiento del ncy. tropas nacionales ó extranjeras que se di-
" rijan con S. ]H. luicia la front.era, y demas circunstancius que puedan
" averi¡,;nar concernientes á t.an grave asunto, debiendo el Gohier-
" no trasladar inmediatamente estas noticias á conocimiento de las
" Cdrtes .


.~." »T.u Regencia dispondrá todo lo convenient.e y dará á los ge-
" nerales las instmocioues y órdenes necesarias, á fin de que al llegar
" el Rey á la frontera reciba copia (le este decreto , y una carta de la
" Regencia con la solemnidad debida, que instruya á S. JU. del estado
" de la nacion, dI' sus hcróicos sacrificios, y de las resoluciones torna-
" das por las Córtes para asegurar la independencia nacional y la líber-
" t.ad del monarca.


11." "No se permitirá que entre con el Rey ninguna fuerza armada.
u Ell caso que esta intentase pcnet.rar por nuestras fronteras , ó las lí-
»neas de 1I uestros ejéreitos , será rechazada con arreglo á las leyes de
" la ¡(uerra.


;¡." "Si la fuerza armada qne acompaüare al Rey fuere de espaiio-
» les, los generales en jefe observarán las instrucciones que tuvieren
" del Gohierno, dirigidas á conciliar el alivio de los que hayan padecí-
" do la desgraciada suerte de prisioneros, con el órdeu y seguridad del
" estado.


6." "El general del ejército que tuviese el bonor de recibir al Rey,
u le dará de su mismo ejército la tro¡ a correspondiente á su alta digni-
» dad y bonores debidos á su real persona.


7." )):'\0 se permitirá que acompañe al Rey ningun extranjero, ni
)) aun en calidad de doméstico ó criado.


8." » ':\0 se permitirá que acompaíien al Rey, ni en su servicio, ni
)) en manera alguna aquellos españoles que huhiesen obtenido de Na-
)) poleon, ó de su hermano José, empleo, peusion ó eondeeoracion de
)) cualquiera clase que sea, ni los que hayan seguido á los franceses en
)) su retirada.
~." )) Se confia al celo de la Regencia el señalar la ruta que baya


))de seguir cllley hasta llegar á lIsta capit.al, á fin de que en el aconi-
)) puñamient» , serviduruhre , honores que se le hagan en el camino, y
» á su enterada en esta corte, y domas puntos convenientes á este par-
" ticular , reciba S. ]11. las muestras de honor y respeto debidos á su
" dignidad suprema, y al aruor quc le profesa la nacion,


11l. "Se autoriza por este decreto al presidente de la I\egencia pa-
" ra que en constando la entrada del Rey en territorio español, salga á




" recibir á S. I\l. hasta encontrarle y acompañarle á la capital con la
" correspondiente comitiva.


11. .. El presidente de la Regencia presentará á ~. M. un ejemplar
u de la Constituciou política de la monarquía, á fin de '1ue instruido
u S. 1\T. en ella, pueda prestar con cabal dclibcracion, y voluntad C1J!JI-
" plida el juramento que la Constitucion previene.


12. "En cuanto llegue el Bey á la capital vendrá en derechura al
" Congreso á prestar dicho juramento, g-uard;íllllose en este caso las
" ceremonias y solemnidades mandadas en el reglamentll interior de
.. Cortes.


13. » Acto continuo que preste el Rey el juramento prescrito en la
.. Constitucion, treinta individuos del Congreso, de ellos dos secreta-
» rios , acompaiíarán á S. JU. á Palacio, donde formada la Regencia con
.. la debida ceremonia , entregará el gobierno á S. 'IT. confurme á la
" Constituciun y al art ículo 2." del decreto de 4 de setiembre ,h; 1St:!.
" La diputacion regresar¡¡ al Congreso á dar cuenta de haberse así eje-
n cutado , quedando en el arehivo de Córtes el correspondiente testi-
" mODIO.


14. u En el mismo dia darán las Cortes un decreto con la solemni-
u dad debida, á fin de que llegue á noticia de la naciou entera el acto
.. solemne, por el cual yen virtud del juramento prestado, ha sido el
" Ilcy colocado constitucionalmente en su trono. Este decreto despues
" de leido en las Cortes se pondrá en manos del Rey por una diputaeinn
" igual á la precedente, para que se publique con las mismas fonllali-
" darles que todos los demas , con arreglo á lo prevenido en el articu-
" lo 14 del reglamento interior dll Córtes.


u Lo tendrá entendido la neg(~ncia del reino para su cumplimiento,
.• y lo hará imprimir, publicar y circular.


" Dado en j\Iadrid á :1 de febrero de t814. = (SigulInlas firmas del
n presidente y secretarios. )= A la Regencia del reiuo. "


~mIERO 14.
"lanifiesto de las Córtes á la nacion cspaiiola.
Españoles . Vuestros legítimos representantes van á hablaros con la


noble franqueza y confianza, que a~eguran en las crísis (le los estados
libres aquella uaion íntima, aquella irresistible fuerza de opinion con-
tra las cuales no son poderosos los embates dc la violencia, ni las insi-
diosas tramas de los tiranos. Fieles depositarias de vuestros derechos,
HU creerían las Cortes corresponder debidamente á tan augusto encar-




go, SI guardaran por mas uempo un secreto 1¡lle I'lll1HJSe ;!fTwsgar til
remotamente el rlecnro y honor dchidus ;í la sagrada persona fiel Hey,v
la tranquilidad é independencia de la nacion: y Ji•., 'lue el! seis airos de
Ilura y sangrienta contienda han peleado co" gI!HTI para asegurar su
lihert:«! doméstica y poner ;í cubierto ;í la patria de la usurpucion ex-
tranjera, digtws son, :ií, españolcs , de saber cumplidamente á dónde
alcanzan las malas artes y violencias de ¡W 1irano execrable, y hasta
qué punto puede descansar tranquila una naciou cuando veu.n en Sil
guarda los representantes que ella misma ha eleai.lo.


Apenas era posible sospechar que al caho de tan costosos desenga-
líos intentase todavía Napoleon Bonaparte echar dolosamente un yugo a
esta naciou heroica, que ha sahido contrastar por resistir!» su iurnensu
fllena y poderío, y como si hubiéramos podido olvidar el doloroso es-
caruiieuto que lloramos por una imprudente confianza en sus ¡,alabras
pértidas; como si la inalterable resolucion que formamos, guiados co-
mo por inst iuto , á impulso del pundonor y honradez espaillJla, osando
resistir cuando apenas tenia mas derechos que defender, se hubiera de·
bilitado ahora que podemos decir tenemos p.itri« , y 'lile hemos sacado
las libres instituciones de nuestros 1U:IY0l'(~, del abandono y olvido en
que por nuestro mal yacieran; como si fll.:ramos u.euus nobles y cuns-
tautes cuando la prosperidad nos brinda, ruostran.ionos cercanos al
glorioso término de tan desigual lucha, que lo fuimos con asourhro del
mundo y mengua del tirano en los mas duros trances de la adversidad,
ha osado aun Ilunaparte , en el ciego desvarío de su .lososperacion , li-
sonjearsc con la vana esperanza de sorprender nue-tra hueua fé con
prumesas seductoras, y valerse de nuestro amur al legítimo Hey para
sellar juntamente la esclavitud de su sagrada persona y nuestra ver-
gonzosa servid umtire,


Tal ha sido, espai'ioles, su perverso iutcuto ; y cuando, merced {I
t antos y tan scii.dados triunfos, veíase ds] rescatada la patria, y seña-
labn comu el mas feliz anuncio de su completa libertad la instalaciuu
del Congreso en la ilustre capital de la monarquía, en el mismo dia dr'
este fausto acontecimiento, y al dar principio las Cortes á sus impor-
tantes tareas, halagadas can la grata esperanza de ver pronto en su
seno al cautivo monarca, libertado por la constancia españnla y el
auxilio lie los aliados, oyeron con asombro el mensaje que de fÍrden de
la Bcgetlcia ,¡el reino, les trajo el secretario del despacho de Estado
acere:¡ de la venida y couusion del duque de San Carlos No es posible.
l:sl'aillllps, .icscriluros el efecto 'Iup tau extraordinario suceso pruduju
TU~1. i\ AI'E.'dJ.




en el ánimo de vuestros representantes. Leed esos documentos, cOlmu
de la alevosía de un tirano; consultad vuestro corazon, y al sentir en
él aquellos mismos afectos que lo conmovieron en mayo de 180H, al ex-
perimentar mas vivos el amor á vuestro oprimido monarca y el odio ú
su opresor inicuo, sin poder desahogar ni en quejas ni en unprecacio-
ciones la reprimida indipuacion , que mas elocuente se muestra en un
profundísimo silencio, habréis concebido, aunque débihueute , el es·-
rado de vuestros representantes cuando escucharon la am;lrga relacion
de los insultos cometidos contra el inocente" Fernando, p;:ra esclavizar
;j esta naciou m;:gnánima.


'io le bastaba á Bouapartc burlarse de los pactos, atropellar !;IS le-
yes, insultar la moral priblica ; no le hastaha haber oautiv.«l« con per-
fidia á nuestro Rey é intentad» sojuzgar á la Espaüa quc le tendió in-
cauta los IJl'<;ZIls como al mejor de SIlS amigos; no estaba satisfecha su
~eIJganza con desolar á esta uaciou generosa con todas las plagas de la
guerra. y de la política mas corrompida; era menester aun usar todo li-
naje de violencias para ohligar al desvalido I1ey á estampar su augusto
nombre en un tratado vergonzoso; necesitaba todavía presentarnos un
concierto celebrarlo entre una víctima y su verdugo como el medio de
concluir una guerra tan funesta á los usurpadores como gloriosa á
nuestra patria; deseaba por último lograr por fruto de una grosera tra-
ma, y en los momentos en que vacila su usurpado trono, lo que no ha
podido conseguir con las armas, cuando á su voz se estremecían los
Imperios y SA veía en riesgo la libertad de Europa.. Tan ciego en el de
lirio de su impotente furor, como desacordado y temerario en los deva-
neos de su próspera fortuna, no tuvo presente llonapartc el temple de
nuestras almas, ni la firmeza de nuestro caracter , y que si es fácil á su
astuta política seducir ó corromper á un gabinete ó á la turba de corte-
sanos, son vanas sus asechanzas y arterías contra una nacion entera,
amaestrada por la desprncia , y que tiene en la libertad de imprenta y
en el cuerpo de sus representantes el mejor preservativo contra las de-
masías de los propios y la ambicion de los evtruñus.
~i aun disfrazar ha sabido Tlouaparte el torpe artificio de su política.


Estos documentos, sus mal concertadas cláusulas, las fechas, hasta el
lenguaje mismo descubren la mano del maligno autor; y ;,1 escuchar
en boca del augusto Fernando los dolosos consejos de nuestro lilas
cruel enemigo, no hay español alguno ;í quien sc oculte que no es
aquella la voz del deseado de los pueblos, la voz que resonó breve" dias
desde el trono de Pela} o : pero que auuuciaudo l"yes benéficas y g-rata,




¡¡f01lll1SaS ,It, justu libertad nos preservo por siempre de creer accutus
,uyos los I¡ue no se encaminaran á la felicidad y ¡doria de la uaciou. El
ruoccnte príncipe, cornpañern de nuestros infortunios, que viri víctima
á I:i patria de '3U ruinosa alianza con la Francia, no puede querer ahora
bajo este falSf) título sellar en este injusto tratado el vasallaje de esta
naciou beróica, que ha conocido demasiado su dignidad, para volver a
ser esclava de voluntad ajena: el virtuoso Fernundo no pudo coruprar
á precio de un tratado infame, ni recibir como merced de su asesino el
glorioso título de Rey de las Españus: título que su naciou le ha resca-
tado, y 'pw pnudrá respetuosa en sus augustas manos , escrito con la
sangw de tantas víctimas, y sancionados en él los derechos y obligaclO-
ncs de un tuomarca jnsto. Las torpes sospechas, la deshonrosa ingrati-
tud, no pudieron albergarse ni un momento en el magnánimo curazon de
Femando, y mal pudiera, sin mancharse con este críuieu, haber querido
obltgarse por HU pacto lihre , á pagar con enemiga y ultrajes los bene-
ficios del genel'f)su aliado, que tanto ha contribuido al sostenimiento de
Sil trono. El padre dc los pueblos, al verse redimido por su inimitable
constancia, i.deseará volver á su seno rodeado de los verdugos de SJi
nacion , de los perjuros I¡UO le vendieron, de los que derramarou l:J
sangre do sus propios hermanos. y acogiéndolos bajo su real mauro
para librarlos de la justicia nacional, querrá que desde allí insulten
impunes y corno en triunfo á tantos millares de patriotas, á tantos
huérfanos y viudas como clnmarán en derredor riel solio por justa y
tremenda veuga!l7.a contra los crueles parricidas? ¿ü lograrán estos por
premio de su traicion infame que les devuelvan sus mal adquiridos te-
soros las mismas víctimas de su rapacidad, para que vayan ¡\ disfrutar
tranquila vida en regiones extrnñas , al mismo tiempo que en nuestros
desiertos campus , eu los solitarios pueblus , en las ciudades abrasada-
1Jt1 se escuchen sino acentos dé unseria y gritus d(' desesperacion '}
\¡en~'ua fuera illlagillar\o, infamia consentirlo: ni el virtuoso 1lI011;¡l'


ca, ni esL) nacion heruica se mancharán jamas con tamaña afrenta. y
iuuuarIn la Hegencia del reino de los mismos principios que han ú;::lo
In,ll'e y fama eterna á nuestra célebre revolueion , correspondió dignol
ull\ute;; la confianza de las Cortes y de la naciou entera, Jaudo por
'¡'lica re'I"ll1sta .i la comisiou del duque rle San Carlos una re5petllnSa
Cdl'l" dirigida al sefior don Fernando VII, en ljll~ guarrlalldo uu t!~co­
ro,o sile licio ¡1I:¡\!'ea del tratado de paz, y manifestando las !!layo!'!.'"
uiucstrus .1". su ruisiou y respeto ;i t au benigno Hey, le habrá l1en,jd" :le
'liUoUe!lI, ¡ti iuostrarlc que ha :iIUO descubierto el artilicio de ,:; ')!'i'''




xur, y 'lIJe con "lima pr!""'WII y cordura, ya al principiar el acrau»
,Ilio d,: 1lill, .iieruu L',; L,'iles extruor.liunrias el utas glorioso ejemplo
tle sallltll1l'Ía y r'lrl,Jlu,;; "jomplo que no ha sido vano , y que mal pu-
,iriamos olvidar en \'~t;¡ ,,¡.liGa de vcutura, eu que la suerte se ha decla-
rado ('11 favor de la lili,;d;,d y la justicia.


FirUles en el jJl'OPÓ"to de sostenerlas, y satisfechas de la conducta
observada por la !:egencia del reino, las Cortes aguardaron con circuus-
IJecciulI a que el cucadeuanneuto de los sucesos y la precipilacioll mis-
mo del tnano , les dictuscn la senda noble y segura Ilue dehiun sef[uir
en tan críticas circnustaucias. ~las llegó muy en breve el término de
la iucertidumhre: cortos dius cran pasados, cumulo se presentó de nue-
vo el secretario del despacho de Estudn ;1 poner en noticia del Congreso
de rirdeu de la Hcgellcla los documentos que habia traido don .I0s(~ de
I'alafux y ~relei, Acahose eutuuces de mostrar ahiertamente el rnalvnrlu
designio de Iloniil'¡ll'le. EII el cstrenh« apuro de su situaciou , ahorre-
cido de sn puehlo , alraudonad» de sus aliados, viendo armadas en
coutra suya ;i cási todas los naciones de Europa, nu dudó el perverso
intentar sembrar la discordia cntre las potencias beligerantes, 'yen
los mismos dins en que proclamaba á su naciou , que nceptuba los pre-
liminares de lnz, dictados por sus enemigos. cuando trocaba la iusu-
lente jactancia de su orgu\lu en liugidos y templados deseos de cortar
los males que babia ac.urc:uío á la Francia su desmesurada amhicion,
mtentaha por medio de ese tratado insidioso, arrancado á la fuerza ú
nuestro cautivo monarca. desunirnos de la causa común de la inde-
pendencia eur.ipcn , desconcertar con nuestra desercion el grandiu~iU
plau formado por ilustres príncipes. p;;ra restablecer el! el continente
'll perdi-io equilibri«, y arrastramos quizá al horroroso extremo de
vulvcr la., arurus cuutr.r nuestros fieles aliados, coutr» los ilustres
g;llJlTerOS que h.m a,;udido ú nuestra defensa, Pero auu :iC proruetin Ilu
n:lj)al'te mas delitos y escaudalos por fruto de Sil ahuurinahle trama:
!lO se siltisfaci<·. ciu p1'l:sellt<11' deshourados ante las dornas uacioues ;i
los que hall sitio modelo de virtud y heruismo: iuteutaha iguallUellte que
ntbl'iéllduse cuu la apariencia de fieles á su Iley, los qlle primero le
abuudouuron , los que vendieron á su patria, los (lue upuuiéudose á la
libertad de la uaciuu , un.au al propio tiempo lrs cimientos del truno,
se d",dal'a:illll reSlllJllus ;; S,':itC!Jcr CUIIIU vnluntad del cautive Fel'll;¡lIdlJ
LIS Jwdjg'na" sugl\:itwnes de! robador de su curoua , y seducielldu il IU:i
iil.(~aut.us, ia~1 :L!.i\~l~~d ú !v~ dl.JJiies~ rcuuieudo haju el ílugido peudun de.
~l~~dt;Hl ;1 cuanto- pudit'·~eu .uirur cuu cei'íu las nuevas instituciones, eu-




57
cendiesen la guerra civil en esta nacion desventurada , para que des-
trozada y sin alientos, se entregase rle grado á cualquier usurpador
atrevido.


Tan malvados desigllios no pudieron ocultarse á los representantes
de la nacían, y seguros de que la franca y nohle rnunifestaciou hecha
por la Hegcncia del reino á las potencias aliadas les habrá ofrecido nue-
vos testimonios de la perfidia del común enemigo, y de la firme resol u-
cion en que estarnos de sostener á todo trance nuestras promesas, y
de nu dejar las armas hasta asegurar la independencia nacional, y asen-
tar dignamente en el truuo al amado monarca, decidieron que era lle-
gado d momento de desplegar la energía y firmeza, dignas de los re-
presentantes de una nacionlibre, las cuales, al paso que desbaratasen
los planes del tirano, que tanto se apresuraba á realizarlos, y tau mal
encubría sus perversos deseos, le diesen á conocer que eran inútiles
sus maquinaciones, y que tau pundonorosos como leales, sabemos con-
ciliar la mas respetuosa obedieucia á nuestro Rey, con la liberad y glo
ria de la nacion,


Conseguido este fin apetecido, cerrar para siempre la entrada al por
uicioso influjo de la Francia , afianzar más y más los cimientos de la
Constituciou tan arriada de los pueblos, preservar al cautivo monarca,
al tiempo de volver {l su tralla, de los dañados consejos de extranjeros,
ú de españoles espurios, librar á la nacion de cuantos males pudiera
temer la imagillacioll mas suspicaz y recelosa, tales Iuerou los objetos
que se propusieron las Cortes al deliberar sobre tan grave asuntn, yal
acordar el decreto rle 2 de febrero del presente afio. La Coustitucion
les preotú el Iuudumeutu . el célebre decreto de l." de enero de 1Sl t les
sirvió de noruia , y 10 'lile les faltaha para completar su obra, no lo
hallaron en los prefllndos e.ilculu» de la política, ni en la difícil ciencia
de los legisladlJres, sino en aquellos sentimientos honrados y virtuosos
que auiuian á todos los hijos de la uaciou espaüola , en aquellos senti-
mientos <¡ne t.ru heroicos se mostraron á los principios de nuestra salita
insurrccciou, y que no hemos desmentido en tan prolongada contienda.
Ellos dictaron el decrelo, cllos arlelautaron , de parte de todos los es-
paiíolcs, la s.moiou lilas augusta y voluntaria, y si el orgulloso tirano
se ha desdefiado rle hacer la lilas leve alusiou en el tratado de paz á la
sa¡(rada Constitucion que ha jurarlo la nacion entera, y que han rece-
uocido los runuarcas lilas poderosos; si al euutruhucer torpeureute la
vuluut.rd lid augusto Fcruaurlu , olvidó (IUe este príucipc hoududoso
mauuó dm;tie su c.rutrvurm , '1U\) la uaciou se reuniese el! Córtes para




labrar StI felicidad, ya los representantes de l~sla HaClO1I hcrülea acanau
de prolamar solemnemente, que coustautes en sost¡\lIC1' el trono de su
legítimo monarca, nunca mas firme que cuando se apoya en sábi·1S le~
yes fundamentales, jamas admitirán paCI~S, ni conciertos , ni tl'egilas
con quien intenta alcvnsaruente mantener en iu.Iccnrosa dependencia al
<1U¡!UstO Hey de las Españas , ó rueuoscuhar los derechos '1ne la nacrou
ha rescatado.


"\ 1Il0r <i la religion, á la Constitucion y al ney, este sea, españoles,
el vmculo indisoluble que enlace á tudos los hijos de este vasto i.upc-
rio , extendido en las cuatro partes del mundo; este el grito de rcuuirn:
que desconcierte como hasta ahora las lW1S astutas maquinaciones de
los tiranos; este en fin el sentimiento incontrastahle que auiuu: lodos
los corazones, que resuene en todos los lahios , y que arrue el braw
de todos los espaúoles en los peligros (le la patria. ;\'Iadrid I~) de febre-
ro de 1SI !l. = Antonio Joar¡uin Perez , presidente. = Antonio Diuz,
.liputad» secretario. ,== Jos(~ i\laría Gutierrez .1tl Terau, diputado se-
cretario.


NmIRRü 1,•.


Podrá verse cuán inciertos fuesen estos planes en la representacion
'pie llamaron de los Pasas, hecha á S. !lT., Yde la r¡ue halilaréuios
dospucs , por muchos de los diputados que lomaron parte eu dichas
traillas; señaladamente en la pág. ~(j, desde donde empieza:


" Dcteru-inurnos po,' primer paso :ieparar '" lIegencia ..... " y acaba:
, nicló la prudencia suspender uuestra deliberacion ..... "


, en la pú:;. 5i, toda ella hasta el fin desde donde dice: "Trat.amos
., de pruponer la cesacian de la l\egencia ..... y poner al frente del Go~
" hicruo ..... á la infanta doña Carlota Jouquiua de Horhuu..... "


NC31El\O !lí.


ltestaurucion de las plazas de Lérida, ~lcr¡llinenza y castillo dl\ ¡\IiJl!~
LOI!. == 1\I:Hlrid , eu la Imprenta real, aiio de t ~ 14. = Páginas 1~ Y 13


I\UlIlERO t 7.


.... .exeuiplo trahcnti
l'el'l1iClClll venieus in awutu.


(HnrilLii C;lrillinUlll lib.'r 1II ,




Ln cuanto al restublecimrento de las Crirtes , de flnc me hahla la TIe
., ~cncia, como {¡ todo lo que puede haberse hecho durante mi auseu
.• cia filIe sca úti] al reino, merecerá mi aprohacion , como conforme ,e,
l' 1I1íti reales intenciones. )1


NIHIERO 1\!.


r, ~lélUoires du maréchal Suchet, » tomo 1I, en las notas y docnmcn
tos corrcsporutientes al cap. 21, pág. 525.


NmmRO 2U.


« ~1(;:uoiflJS du rnaréchal Suchet , » tomo Il, páginas Ji7 y J7H.


NUJIERO 21.


Tenia este papel, impreso en ;Uadrid en la imprenta de lb arra , ailn
de \8111, el título ó portada siguiente,


"J. (Jesus í lU. (jUaría).T. (José)."
" Hepreseutaciou y maniJiesto que alguuos diputados á las Córtes


» ordinarias firmaron en los mayores apuros de su opresion en l\Iallt'id,
» para qne la lUagestad del señor dou Fernando \"11, á la cut rada en
» Espafia de vuelta de su cautividad, se penetrase del estado de la na-
» cion, del deseo de sus provinrias , y del remedio flue creian oportuno,
)) todo íué presentado á S. 1\1. en Valencia por uno de dichos diputados,
» y se imprime en cumplimiento de real orden. »


NUMERO 22.


Decreto de /1 de mayo de \ R14.
Desde que la divina Providencia por medio de la renuncia espontá.


nua y sulcmue de mi ;11l~uSto padre, me pnso cn el trono de mis ma-
yores, del cual me tenia ya jurado sucesor el reino por sus procurado
\'IlS juntos en Córtes , segun fuero y costumbre de la nación españuln
usados de largo tiempo; y desde aquel fausto dia , que entré en la ca-o
piral en uiedio de las mas sinceras demostracioncs de amor y lealtad,
con f1tW el puch!o de Madrid salió á recihirme, imponiendo esta ma-
nifestucion de su amor á mi real persona á las huestes francesas, 'lile
con achaque de amistad Sil hahiun adelantado apresuradarneute hasta
ella, siendo 1I11 p\'es;¡~io de lo fIue nn dia ejecutaria este heroico puc-
1,10 por ,'11 ltey y por Sil honra, y dando el ejemplo que nohlementr
,,~¡Iit\rOIl t"dos los dentas del reino; desde aquel dia, pues, puse el. 11"




40
real ánimo para responder :í tan leales sentimientos y satisfacer á las
grandes obligaciones en que está un rey para con sus pueblos , dedi-
car todo mi tiempo al desempeño de tan augustas funciones y á reparar
los males á que pudo dar ocasiou la perniciusa influencia de un valido
durante el reinado anterior. ¡\lis primeras manifestaciones se dirigieron
á la restitucion de varios magistrados, y de otras personas á quienes
arbitrariamente se habia separado de sus destinos; pero la dura situa-
cion de las cosas, y la perfidia de Ilonaparte , de cnyos crueles efectos
quise, pasando :í Hayoua , preservar á mis pueblos, apenas dieron lu-
gar á más. Heunida allí la real familia, se cometió en toda ella y se-
ñaladameute en mi persona un tan atroz atentado, que la historia de
las naciones cultas no presenta otro ignal, así por sus circunstmcias,
como por la serie de sucesos que allí pasaron; y violado en lo lilas
alto el sagrado derecho de gentes, fuí privado de mi libertad, y de
hecho del gobierno de mis reinos, y trasladado á un palacio con mis
muy caros hermanos y tio , sirviéndonos de decorosa prisión así 1'01'
espacio de seis años aquella estancia. En medio de esta aílicciou siem-
pre estuvo presente á mi memoria el amor y lealtad de mis pueblos, y
era gran parte de ella la consideracion de los inflnitos males á filie que-
daban expuestos, rodeados de enemigos, casi desprovistos de todo pa-
ra poder resistirles, sin Bey .y sin gobierno de antemano establecido,
que pudiese poner en movimiento y reunir á su voz las fuen;as de la
uaciou , y dirigir su impulso, y aprovechar los recursos del estado pa-
ra combatir las considerables fuerzas , que simultáneamente invadie-
ron la península, y estaban pérJidamente apoderadas de sus principa-
les plazas. En tan lastimoso estado expedí, en la forma que rodeado de
la fuerza lo pude hacer, corno el único remedio que quedaba, el decre-
to de 5 de mayo de 1808, dirigido al Consejo de Castilla, y en su de-
recto á cualquiera chancillería ó audiencia que se hallase en libertad,
para que se convocasen las Córtes, las cuales iinioameute se huhian de
ocupar por el pronto en proporcionar los arbitrios y subsidios necesa-
rios para atender á la defensa del reino, quedando permanentes para
lo de mas que pudiese ocurrir j pero este mi real decreto por desgraeia
no fué conocido entonccs, y aunque lo fué des pues, las provincias pro-
veyeron, luego que llegó á todas la noticia de la cruel escena de 'Ha-
rlrid por el jefe de las tropas francesas en el memorable día 2 de mayo,
á su gobierno por medio de las juntas que crearon. Acaeció en esto la
¡rloriosa batalla de Bailen; los franceses huyeron hasta Vitoria, y todas
las pr.rvincias y la capital uie aclamaron de nuevo Hcy de Castill.r y




Leon, en la forma en que Ir) han sido lus Ueyes nus 'llIgustos predecc-
sures. Hecho reewnte de que las medallas acuüadas por todas partes
dan verdadero testimonio, y 'lile han confirmado los pueblos por doud«
past; ;i mi vuelta de Francia CUI[ la eíusiuu de sus lila" i)tIC ¡;OUIIl()V!e--
ron IJ sensibilidad de wi eorazon, á donde se grabaro¡: í,;~r;~ JlO iJ)lTdr
se jamas De los diputados que nurubrarou las juut.,s se ¡'tl\,all¡ 1:¡ Ceu-
tral , quien ejerció en mi real nombre torlo el poder de la souernui«
desd» setiembre de tSOS, hasta enero de iR 10, en euyo mes se estable
ciri el primer Consejo de Hegencia, donde se continuó el ejercicio de
aquel poder hasta el dia 24 de setiembre del mismo atlO, en el cual
fueron instaladas eu la Is!a de Leun las Cortes Ilnnrudns gellerail:s}'
extrnurdiuarius , eoncu['['ienda al acto rlelj urameuto , ea q¡¡e !'l'UJlIetitl-
ron conservarme todos mis dominios como ¡'¡ su soberauo , 11'11 '¡ipnta-
dos, á saber; ,,7 propietarios y!¡7 suplentes, como COlista del acta t[IW
eertificó el >i?,erl:tarlo de estado y del despacho de Gracia y Justiciu don
Nicolás lHaría de Sierra. Pero á estas Cortcs , convocadas de lIIJ llIodo
jamas usado en Espaiia, aun en los casos WJS arduos, yen los tiempos
turbulentos de minuritludes de reyes, en CIlIO ha solido ser mas nurue-
roso el concurso dc procuradores que en las Curtes coruuucs y «r.liu«-
rias , no fueron llamados los estados do nobleza y clero, auuque la
JUIJta central lo habia maudado, habiéndose ocultado con arte ul Cou-
scjo de Regencia este decreto y tmuhieu que la Junta le IJaLia a,igll<J
do la presidencia de las Curtes, prerogutiva de la sulleranh , f(U0 no)
nabria dejado la Regencia al arbitrio del Cougreso , si de ¡,¡hubies« L¡
nirio noticia. G,¡¡¡ esto quedó todo á la disposiciou de las Curto,;, ji;"~
cuales, en el mismo dia de su instalucion y por principio de sus aet""
me despojaron de la soberanía, poco antes reconocida por los ruism..s
diputados, atrihuyéudola nominalmente á la naciou , para apropiursc.a
á sí ellos mismos, y dar á esta dcspues , sobre tal usurpación, las 11'--
yes f¡Ue quisieron, imponiéndole el yugo de que Iorzosamcute la~ re,~i
hicse en una nueva Coustitucion que , sin poder de provincia, pueble
ui junta , y sin noticia de las que se decían rcprcscutudas pUl' los s.i -
pleutes de España ó ludias, establecierou los diputado», y cllus mis-
mos sancionaron y publicaren en 1812. Este primer atentarlo Cdl¡[r¡¡
las prerogativas del trono, abusando del noiuhre ,.le la uacru.r , ru,' 'J
ltIO la base de los uiuchns tille ,í este SigllilJt'Oll , y <i pesur .lc la repug-
uancra de muchos diputados, tal vez del urayor "limero, Iuerun ¡Hlnp-
tados y ele vatios á leyes que llamaron luud.uucutales , por medio de h
;mtería, amenazas y violencias de los que asisti~" ;i la, balería:; de 1"


: n*Ton!. IV. AI'EN D_ .'




Córtes eon qlle se 11J1l\llllla y aterraba, y :t Iu '1111' 1\1'<1 verdaderamente
"lora de una fuccion , se le revestía del especioso colorido de voluntad
general, y por t.rl se hizo pasur la de linos pocos sediciosos que en
C:'Hliz y dcspucs ell Madrid ocasionaron ;', los buenos cuidados y pesa-
duuibres. Estos hechos SOH tan notorios, que apenas hay uno que los
Ignore, y 1'.13 uusmos Diarios de las Curtes dan harto te-timouio de tu
.;", ellus. I.u modo de hacer leyes tan ".icno de 1;, n"CHJIJ española,
IJO lugar ;i ];, alteraciou de las hueuus íeyes con '[UC 1'" otro tiempo fUI:
l'¡~;-'lJeti¡¡la y feliz. A ia vl'rd;¡d ~ (',;ÜH 'llda la forma de LI ;lUtjg'ua Cousti-
IIlCioH de 1" mouarquía se muovo , y copiando Jos I'l'illi:ipitJs revolucio-
,larltlS y deruocrútrcos de !a t lonstttuciou el'allce": Ih: 1¡'JI, Y faltalldil
" [o llWHHU 'lue se anuncia al principIO de la 'ln!: ,e fonlll¡ en C;itllZ, se
s.mciouaruu , no leyes funrlumout.rh-s do: un.r lIlonan¡nía moderada, sino
lus de Ull ¡:(ouiefllo populur con un jefe ti magistrado, mero ejecutor
delegarlo, que nu rey, aunque allí s:. le ,[o'. este uutuhre para alucinar
y seducir á IIJS mcuutus y :, la 11:11:1011, C'otl la uus m.: i'alta de libertad
.,1) firmó y .inró esta nueva Cuustitucion y':' t;(lnocHlo de todos, no
,,,¡lo lo que pasó con el resl'daiJle ohisp» 01" Ilrens", pno tambieu la
pena con que, .i los que no la lirlllascn.v jurascu , ;;1: ameuazd. Para
preparar los áuimus á recibir T-amai¡;l:-i novedade~, especialmente las
respectivas a mi real persona y prcrn~ativa;; ¡jel truuo , se procuró por
.ucrlio de los papeles pti}¡lico~, en al"lllIoS dc los cuajes se ocupaban
uiputados de Cortes , y ahusaudo de la lihertud de iJlli'rellta estuhlecida
!I0r cstas , hacer odicso el PUI1erílJ real , ¡jando :í t,,¡Jos los derechos de
la 'la~estad el nombre de .lespot isn-u , :l:lCi¡:nd" 'iliOíllilllllo los de rey
;¡ déspota, .Y Iluuau-m tirailos :i los reyes; id flli';llliJ riempu en que se
plJcsegllia ;i cua!I[IÚUa qllc tuviese firrnez.r l,:lra clJilt¡adecir, ó siquiera
disentir de este mndo de pelJsal' n:VolllclOllario y scdicioso , yen todo
-ti ,ICl'ptlí el d¡~;noCJ'ntisHl(J, '¡Hitando .Id ej"'l'cito y .umuda y de todos
I,¡s est:tl,lecilllit:nt",; qll0 d/~ hl'go tielllpi! h,d/jan llrva.lo el título de
lt~aie:-; 1 ti~l,e Utiir:1Jf(', y ,~i de n(lCi~Hll.des, con que se li-
~;;;n.ie;lba,t ¡l¡,cIlIo, ¡pÚen.'l ¡H~:':;ll' dp tan perI"Cl'S:IS artes, conservé con
,~11 natur.il Il~alta(l lus l '1! f.fws :,I;lItilJli!~:lto~ 11th ', si-mpre formaron su
""raetel'. D,~ tildo, lueg(J '¡!JI\ "1'(1'<' di"l,o"iunelllc en el reino, fuí adqui-
"H'nt1o !lel noticia y I;UIlOCllllICl1L;; parte I'lJr nus pl'lJplaS observncio-
ucs , paU'\ por los papeles pliblieos , ,Junde "asta "stos dias COII impu-
.leucia se derl';:mal'oil c,peeies tun P'U;;I\j';IS I~ illfallJlj', acerca dc mí
. ,:,;;]! v '¡p iHt \~:i1':l(:ter. q!tt~ aun n~~Ilí'l'to de (~llall[Hier 1,Itro ¡.:t~r·ian mUJ
;\¡,.~ dr~·1::->;),.,. dj!c'ILl.., di' ~i'\"~l';: d¡"¡1l;h1t';¡e¡p;1 ~/ '~:hll:'1J T:iTl inp:'ipl~'




rados hechos lu-naron fh~ alILllr~ura BU coraZOIl, y so\o Iuerou ¡Jal''''
par:l tcmplar!u las dellJuslt'I,,~i'Jl,es de .uuur do tudos los que espel'aban
mi venida, plu'a que con mi presl~neia pusiese fln á estos males, y ú [;,
upresion en que estnbau los qlle conservaron en su ánimo la meruoriu
de mi persona, y suspiraban por la verdadera felicidad de la patria. Y1,-
os jaro y prometo ;i vosotros, verdarlerus y leales españoles , al ruism»
tiempo que nre WlILpo1dezcu tIc los males que bal,eís su.rido . 110 queda
reís defraudildos en vuestra" nobles esper11llzas. Vuestro sol'ori"'"
quiere serlo par" vosotros, y 00 esto coloca "u gloria, e,1 serl» de n"el
naeion heroica I[1W con hechos illll10rtaies se ha grangeado 1:1 admir::-
cinn de todas y l;o[Jservado sa liiwrtatl V SI: houru. AI'UlTc7.eo y detest·'
JI despntislllil; ni L:s lucc,; y cnltur a de las nacioues dc Europ« lo "lE
Ireu ya; ni en E"pa[ía l'!lel'illI déspotas jamas sus Ileve s, DI sus huen'"
leyes y Constitucion In Iian 11l1fol'iz"do, ;lll!H!Ull por des~Tacia de tiem
po en tiempo se lJilY;11l visto , COI!IO por todas partes y en todo lo que e'
humano, alJu~{Is de pndel', q:w HinguP:l CODstitucioH pnsihle podrá PI'!
cnver ¡]cJ todo, ni l'ueron licio,; de la 'i!lt) lenia la nnciou , sino de J"~r
sunas , }' (~rectos de lI'l~tU~ pL't'u dlUY l';ll':t v~z vi·~t;ls circuusrancias I {jUl'
dieron lugar y oC;lsir'll ;i elL,is, TndaYía P:l!':} l\rr:'c.;¡y\~rl()S cuanto sea lb
dn á la previsiuu ilUlll;J'la. a S~d'!'.l'; eOI:";('!'V:lildo l~1 ¡k CUl'O .le la \lIg'u:
dad real y sus derccho", pll'''' j,,, tiene ti" SIlYO. y Jo,; 'lile pertcncc-n
á los pueblo", 'Iue ,;oa 1~,lJ;'¡l\Ir,!lIl~ inviolables, Vil tl'at;m1 eDU sus 131'''''
curadores do E,;pafía y de I~,. indIab, y ';11 Corres legllilllalllente con
gregadas, corupue-: liS de unos y otros , lo mas pronto que restableord.
el orden , y Jos III\OIi!', 1""" ('U ,¡ne ha vivido la ll;lCWll y cou su acuer
.10han estableci.l .. \.. , n,~yes uus augm,tos predecesores las pudiere
juntar, se est.ahlecer:t sólida y legÍlilualDeutc cuanto cunvenga al bien
de mis rciuus para qlle mis vasallo, vivan próspm'os y íelices eu unl:
re1igion y un imperio cstrccl.ameute unidos e1l jndisoluhie lazo . en 1..
cual yen solo esto consiste la Ielici.la..t teaJ]l:Jl'I ,h, UJI fley y 1111 reiu.:
'fue tienen por excelencia el tÍ/ul,) de Cat.cíilcdS; .Y de~iÍe JIICgu se pOI!'
drá mano eu pl'l~p;¡r;:r y anog];¡r lo que p:lJ'Clca WCjor pllra la reulti,,:;
de estas Córtes, l!oudr: ;:s¡wm queden 'lÍi;1l1zadas l.is IJoses tÍ(- la ]11"1'-
peridud ,k mis "][JI!tt.us, ¡¡lit' hahitan ell uun .1' otro ueuu-rcrio. La li
hert:IlI y seguridad irulividuul .Y real quudnráu firmcurentc aseg'urad;h
por medio de leyes 'lile, alíanzllntl" la Iníblic:J trauquilidnd y el orden.
dejeu :i tod"" la ~;, lutlai,te lillt'rta.! , eu cuyo goce nn pert urbable, '1IH~
distingue (í UII ~ni,ii.'l'1li.l HHldí'Tado lll~ llH gniH:',f'W) ;(1'!H!l'arwy (H~spl;ji
;~,Ii, d(~bell \1.\;1 id:" ,;,i.\ltl:: .r .... l:~l'i,p:-: ;1 <'1 Oí' t'-~,Ia 111..;1.;1 II




¡¡e!'tan gozar(u, tumbien todos, para comunicar por medio de la (n'
¡,renta sus ideas y pensamientos, dentro, {¡ saber, de los límites que
la saua razon snheran» é irulcpendienteurerue prescribe á todos, para
'iue no degenere en licencia, pues el respeto que se debe {¡ la religion
y al gobierno. y el qUl1 los hombres mutuamente deben guardar entre
sí, en niugu!I gobierno culto se puede razonablemente permitir que im
punemeute se atropelle y quebrante. Cesará tambieu toda sospecha de
.lisipaciou de las rentas del estado, separando la tesorería de Jo que se
:1signare par:1 los gastos que exijan el decoro de mi real persona y fa-
:-::!i:i . 'yej de la nacion á quien tengo la gloria de mandar, de la de las
;\::1::\5 que cou acuerdo del reino se impongan, y asignen para la con-
servacion del estado en todos los ramos de su administracion . y las le
,yes que en lo -ucesiv« hayan de servir de norma para las acciones de
.uis siihdit.is , serán estahlocidas con acuerdo de las Cortes. 1'01' ma-
uera 'J1lC estas hascs pueden servil' (le seguro anuncio de mis reales
iurcncionc- en el gobiern0 de qlle me voy á encargar, y harán conocer
6 1o.los , W) un déspota, ni un tirano, silla un J\ey y un padre de sus
vasallos. Por tanto, habiendo oido lo qlle nnánimemente me han infor-
mado person;¡" respetables por su celo y conocimientos, y lo quc acer-
ca de cuanto aquí se contiene se me ha expuesto en representaciones
'lite de varias partes dul reino se me han dirigido, en las cuales se p\"-
!,"es:1 la H!f'Ug nancia y disgusto con rlne así la Constitueion formada
t-u las Córte,.; generales y cxtraordinarias , como los domas establcci-
uucntos políticos de nuevo introducidos son mirados en las provincias,
y los porj n.ci:» y males que han venido de ellos, y se aumentariau si
yo autor-izase COIl mi consentimiento, y jurase aquella Constituciou,
Conformándome coa tan decididas y geuerales demostraciones de la
voluntad de .uis puehlos , y por ser ellas justas y fundadas, declaro,
que mi real ánimo es no solamente no jurar, ni acceder á dicha Cons .
titucion, ni á decreto alguno de las Córtes generales y extraordinarias,
y de las urdinarins aetualmente ahicrtas , á saber; los que sean
depl'lJsivas de los derechos y prerogotivas de mi soberanía estahlecidas
p:,r la Constitucíon )' las leyes, en que de largo tiempo la uacion ha vi-
vido, S111" el declal'll' aquella r.onsütueion y decretos uulos y de niu..
g-un vahl' ui efecto, ahora ni en tiempo algullo, eomo si no hubiesen
pasado jamas tules actos , y se quitasen de en medio del tiempo, y siu
olo¡ig;¡eloll 1;11 mis pu,.blos y :iJÍI"littJS de cualquiera clase y coudiciou, á
cumplirlos ni guarllarlos. Y corno el qlle quisiere snstcuerlos y con-
tradijese esta real declaruciou , tornada con dicho ncuerdo y voluntad.




atentarra contra las prerogativas de mi soberanía y la felicidad de
la uacion , y causaria turbacion y desasosiego en estos mis reinos,
declaro reo de lesa magestud á quien tal osare. é intentare. y que co-
mo á tal se le imponga pena de la vida, ora lo ejecute de hecho, ora
por escrito, ora de palabra moviendo ó incitando ó de cualquier modo
exhortando y persuadiendo á que se guarden y observen dicha Consti-
tucion y decretos. Y para que entre tanto se restablece el úrden , y lo
que antes dc las novedades introducidas se observaba en el reino, acer-
ca de lo cual sin pérdida de tiempo se irá proveyendo lo que convenga,
no se interrumpa la administracion de justicia, es mi voluntad, que
entre tanto continúen las justicias ordinarias de los pueblos que se
l.:a1J;1I1 estahlccidas , los jueces de letras á donde los hubiere y las au-
diencias, intendentes y demas tribunales de justicia en la administra-
cion de ella, yen lo político y gubernat.ivo los ayuntamientos de los
pueblos, segun de presente estan , y entre t.auto se establece lo que
convenga IJu;mlarse, hasta que oidas las Córtes que llamaré, se asiente
el úrden estahle de esta parte del golJierno del reino. Y desde el dia
que este mi decreto se puhliquo , y fuere comunicado al presidente que
á la sazou lo sea de las Córtes, que actualmente se hallan abiertas, ce-
sarán estas en sus sesiones; y sus actas y las de las anteriores y cuan-
tos expedientes hubiere en su archivo y secretaría ó en poder de cua-
lesquicra individuos, se recojan por la persona encargada de la
ejeeucion de este mi real decreto, y so depositen por ahora en la casa
t1(1 Ayuntamiento de la villa de madrid , cerrando y sellando la pieza
donde se coloquen: los libros de su hiblinteca se pasarán á la real, y
á cualquiera tlue tratare de impedir la ejecueion de esta parte de mi real
decreto, de cualquier modo que lo haga, igU3.Imente lo declaro reo de
lesa magestad, y que como ú tal se le imponga pena de la vida. Y desde
aquel diu cesará en todos los juzgados del reino el procedimiento en
cualquiera causa que se hallare pendiente por infraccion de Constitu-
ciou , y los que por tales causas se hallaren presos ó de cualquier mo-
do arrestados, no habiendo otro motivo justo segun las leyes, sean
inmediatamente puestos en libertad. Que así es mi voluntad por exigir-
lo todo así el bien y la felicidad de la nacion.


Dado en Valencia, á 4 de mayo de 1814. = Yo el Itey. =Como se .
cretario del Hey con ejercicio de decretos, y habilitado especialmente
para este. = Pedro de lUacanáz.


NUMER.O 23.
No es ya de nuestra incumbencia hablar de estas causas .Y pcrsecu




NU3lERO 24


46
cioues. Hijas al principio de la iniquidad lilas IIlsl¡J;ne, r;OOIIJlllallOl!
del mismo modo hasta su tcrminacion, qne fulÍ en ):I.S mas (101' IIlell",
de una providencia gubernativa condenando á presidios y destierros, ü
encerrando en conventos á varones dignísimos, después de ha'leri,,,
ajado villanamente, y afligido con todo género de tropelías y IIllilllS-
tias. Tres comisiones, escogidas sucesivamente entre los mayore,;
adversarios de los perseguidos, no osaron condenarlos. Ordenó Fer-
nando por sí mismo lo que repugnaron fallar hOllliires feroces)' se.lien
tos de venganza. Necesitanase la pluma de un Tácito para pintar cier-
tus rasgos y sucesos de aquel tiempo, dignos en esta parte de ponerse
al lado de los de un Tiberio ó de un CaJígula, y de hacer COII ellos
buen juego.


Así sucedió en la causa formada al brigadier (hoy mariscal de cam-
po) don Juan I\l0scoso, en la cual al paso que acusaban á otros de sus
compañeros por babel' hablado en favor de la Constitncion, motejaban
en él su reserva y silencio, fundando en estas cualidades un cargo que
reputaba el fiscal merecedor de la pena de muerte. Cosa que recuerda
lo que pone L. An. Séneca en la tragedia de Erlipu, act. ;~.", en huca de
Creon , que dice: « ¿ [lbi non licet tacere , quid, cuiqunm licei, ~ "


NUMERO 2.).


Parece qne entonces no se quiso en España sino acabar de un gol!,l~
con toda su flor, á la manera de lo que es presa Tácito en la Filill ¡ú
_flJrícola, hablando de Domiciano: " non jam per iuierealla ac spiru
menta temporum, sed continuó el velut uno ictu rem¡JUólú;,¡m c.ctuiusit .


Ntnnsno 26.
Sf'OS e<f..7IMÚ,¡, TOV t>.'í S~'AnA<f..¡{c.í,. « Torbellino nuuuln , /¡oóientl"
sirio ('x/mlsar)o Júpiter. u (Aristofanes, coiuudia de las ;'\11110S. )




\11'1':\ ,JL~TIFICjHIL\


EN una nbra que se puhlica en l'aris eu lcnpua francesa bajo el tí·
tillo de ,lJwllwrillsr/I'//lrínci¡JI' ,ir' /" /'I!:., ha querido darse una desmen-
tida ,i lo IIIW dijimos en el primer tomo y libro de esta Historia respec-
to .le una eomision '[lIe tuvo en Loudrcs don Afillstin Axgíielles por los
años de I HOo. En cornprobacion de la verdad de lo qlle entonces referi
mns , insertamos aquí integra una carta documeutada del mismo señor
Argüelles , cuyo original conservamos en nuestro poder.


Madrid 12 de abril de 1837.


Querido Toreno: ~() puedo esplicar á usted lo que me ha sorprendí.
do la nota impresa del tomo IV de [as Memorias del príncipe de la Paz,
pág. 210, que usted me incluye en su estimada carta.


Es incomprensible que el autor de dichas ~Iemorias niegue lo que
pasó entre los dos, estando vivoel que aflrinándolo no cree tener me-
nor derecho á ser creido que el que lo contradice, Si él es un caballero
en Sil patria, Ilsled sabe Illuy bien filIe yo lo soy i¡:ualmente en ella; y
este caractor de nacnnicuto en ambos, anterior' tí independiente de vi-
CIsitudes hruuanas , me impone el deber de vindicar y sostener como
,'11'1'1010 '¡Ile cnllllIuiqulí á usted el! Londres ou junio de 1HOS, y le re-




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l'ctí despucs en varias ucasrones. Una sencilla relacion do las priucipa-
les circunstancias del hecho, que se intenta obscnrcccr con artificio en
la referida nota, pondrá á usted en estado de j nzg'ar con conocimiento
de causa de la verdad de lo que aseguré á usted en la priuier éj'oca en
Inglaterra y despucs repetidas veces en Espuíia.


Hacia fines de setiembre de 1S06 un dia á cosa de las diez de \;¡ rua-
llana me llamó ;i su despacho en la caja de Consolidacion el señnr don
ñlanuel Sixto Espinosa, y quedando á solas Jos dos, me dijo en sustan-
cia lo que sigue:


((Acabo de llegar de Araujuez, y es preciso que usted se disponga
,¡ para ir á Londres á una comision importante y de la mayor reserva.
" A fin de asegurar esta reserva me he comprometido á que usted se
., encargue de la comision, por lo mismo que usted no llamará la aten-
" cion con su salida de aquí ni con su permanencia en ¡lIlue!la capital.
,) La pérdida de llueuos-Aires no puede menos de acarrear una catas-
• trofe en la América, y de resultas la bancarrota del estado, si [J(¡ se
., ataca prontamente el mal recuuciliúudunos cou los ingleses. Así lo
» he declarado francamente en Aranjuez , añadieudo que yo no poilia
» continuar al frente de la caja en medio de tantos riesgos como se iban
» á correr eon la prolongacion de la guerra con InglatlJlTa, De resultas
» se ha convenido en intentarlo del mejor modo que sea posible."


Usted me ha oido diferentes veces hablar de mi sorpresa al verme
designado por el señor' Espinosa para una comisiou semejante, sienrlo
yo tan jriveu , sin experiencia de negocios, y con tan poca propeusion
á entrar en ellos. Finalmente, desJlues de resistirlo cuanto puede, cedí
con indecible repugnancia á sus reflexiones y salí de su despacho á
disponer mi viaje. El 3 de octubre por la mañana lile llevó el sellar Es-
pinosa en su propia berlina á casa del príncipe de la Paz. Tengo Uluy
presente que en la escalera hallarnos qtle bajaba el señor Noriegu, en-
tonces tesorero general, con quien se detuvo minutos el señor Espino-
sa. ","até que este último señor habiendo hablado con una persona, al
parecer como secretario, entró sin preceder reca.lo , y yo me quedé
en una antesala. A poco rato la misma persona me hizo pasar adelante,
y hallé en un salan inmediato al príncipe de la paz con el seüor Espillo-
sa , ambos en pié. Como era la pri.uera vez que yo veia al principe de
cerca le observé COII suma atenciun, y recuerdo todavía IIlU} distinta-
mente su fisonomía, Sil tono de voz y hasta que tellia vestida uua La-
ta de seda de color obscuro. Después de haherme recibido CUII mucho
agrado me dijo GOII muy poca diferencia lo siguiente'




" la ,,1 sl'llilr don ~1;¡1I11l'1 h:, ,'nt"r~d" ;í llst,~t1 de la lI;¡tnl'al"za del
>.1 enf~;¡l'go qlH~ Sl~ l{~ ;;oIllia. A}II'I\\'(,f,h;ílldll~(\ lI:-;t.I~d de l;lS t·t"I~oale,lU¡H­
"ciones IJIW usted lleve, pl'Ocurar;í mled pen,nadil';í aquellos l/i/l!jlílllc\


: cxpresiou IJlle t'\II~·U HlUY pl'I~.~"nte de que el gohierno e~t;l muy
» deseoso y dispuesto :i entrar cn negoei.aciones ; y ljlle admitir.i gus-
n roso cualquiera JWI'Sílllfl dcllid;lnlpntc autorizada que quieran euviar


al intento; y i¡següreles usted des,1e IlIego filie este golli"rllo O"
.. poudr.i nilll-'lllla coudicion , sino una satisfaceion por el insulto de J;1I'
,fragatas. Usted se euteudera en derechura con el seüor dolo Hall1Jd
" avisando si" pl\rdilla de momento cuanto usted adelante, y en '11 (:,'1,
, secuencia se le autorizará á usted p:lra cuanto sea necesario y cou
, veuieute , segun las circunstancias lo exigieren. Por lo que 1I1e k


.. informado el señor don :Uanuel , no dudo que usted correspon.ler.i ;,
"esta conflanza cou tl)<1·) celo actividad y reserva. Jl


Contes!/'. del mejor uro.lo que me (lié posible, y recuerdo tamhu.n
fIlie el Séríor ESl'illl)sa al volvernos en su berlina se manifestó muy ,;¡-
l.isfl\cJW tlellllodl) como yo me habia exprcsudo. Al dia siguiente:' d"
octubre por la mañanu , salí en posta para Lisboa, donde entregu'; en
propia mano al conde de Campo-Alange, nuestro embajador en aquel!»
oórre , la carta de que ncompuiio copia autorizada en debida Ioru:n,
pues acaha de hallarse y existe original en el archivo dc nuestra lega
cían. Antes de embarcarme recihí cartas del señur Espinosa en que
me encargaba qlle lo hicies« sin pérdida de mornentu , y api'ovechaw!o
el primer p:J1luete salí para Faluiouth , no obstantc qne lile hallaba t'n
cama con r:alentura. Desde Londres avisé puntualmente ;d señor Esp·-
nusa cuanto me huhiau contestado las personas con quienes hublé , 1"
'lile cnnsra Y se conserva original en el expediente respectivo, an.hi-
vado con los dcmas pertenecientes á la correspondieucia extr<lnjcril ,J,;
aquel establecimiento.


De esta rulaciou resulta (IUC la comision ha existido. Ni los térmioo"
en que me íué con liada , ni las circunstancias que la acompnñaron , UI
las inteucrones ron que pueda publicarse hoy la nota en que iutuut..
«hscurecer la verdad el autor de l:is l\Iemorias pueden destruir id l:e-
cho. Yo no pude inventarle, Tan jóveu entouces , pues teuiri« ¡":c',
mas de veintiocho aíios , sin ninjrun carácter prihlicn que me hicjWT
conocido, siéndolo del sellar Espinosa por una cnsualidnd ; entrl'!;"d¡"
como usted sahe , al estudio de libros 'Y materias poco iÍ prupósi[.) ["n:,
hacer fortuna cu uinp unn carrera ; reducido {¡ un corto ,,(reulo (1,· <11111-
g"" que ustl'.d con"ci;l bien, ulOde~to:i toJos ellos y anci,,,¡;,rios ,;I)lI!"


TOM. IV ,\I'El'IlI.




:iO
yo á la vida retirada y laboriosa: l.cómo era posIble 'Iue yo fraguas"
lluc;,rgo seurejaute ? ·.\leabstenao de hacer otras reflexiones en un puu-
tu en 'lile la evidencia del hecho ni las reclama, ni las necesita. Espero
que esta relación sea suficiente p:,r;¡ que usted pueda vindicar el aserto
.le su obra, y si usted considerase conveniente aprovecharse. de esta
carta, autorizo á usted para (Iue haga de ella y del documento adjunto
el uso que su prudencia le dicte.


Celebraré que usted se conserve bueno y que disponga como guste
del corazon de su afectísimo amigo Q. B. S. IU. = Agustin Argüelles.
= Excelentísimo señor conde de Toreno.


" Legaciou de S. lU. C. en Lisboa. = Copia de un despacho del prm-
cipe de la Paz de tres de octubre mil ochocientos seis al excelentísimo
señor conde de Campo-Alanro , entonces embajador de S. i\I. C. en
esta cdrte. = Excelentísimo señor: Don Agustin Argüelles, que va á
esa ciudad con el objeto de emharcarse para Londres á tratar de nego-·
cios de su propio interes , llevu al mismo tiempo un importante encar-
~o reservado del real servicio; y ast espero que V. E. se servirá no
solamente proporcionarle los medios de que pase prontuurente á su
destino, sino tambien facilitarle los auxilios que pendan de su autoridad
y las recomendaciones oportunas. Dios guarde á V. E. muchos años.
1\ladrid á tres de octubre de mil ochocientos seis. = El príncipe de la
Paz. = Señor conde de Campo-Alange. = Don Evaristo Perez de Cas-
tro y Culomera, del Consejo de Estado, caballero gran cruz de la real
y distinguida órden española de Cárlos lIl, gran cruz df1 la órden de
Cristo en Portugal, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario
de S. 1\1. C. doña Isabel 11 cerca de S. 1\1. F. doña lilaría TI. etc., ete,
= Certifico que la copia que antecede de un despacho dcl príncipe de
la Paz, dirigido al señor' conde de Campo-Alange con fecha de tres de
octubre de mil ochocientos seis, es auténtica y literal y la firma la
propia del referido príncipe de la Paz de mi bien conocida, cuya copia
he hecho sacar á mi vista del original existente en el archivo de esta
legacion de mi cargo: y para que conste lo firmo y sello con el sello do
mis armas en Lisboa á veinticinco de febrero de mil ochocientos treinta
y siete. = Evaristo Perez de Castro. = ( Ilay un sello. )= Don Ilde-
tonso Diez de Bivera , conde do Almodóvar, secretario de estado y del
despacho de la Guerra é interino del de Estado. etc. , etc. = Certifico
que la firma que antecede es verdadera V la misma que usa siempre en
sus escritos el señor don Evaristo Perez de Gr-stro , enviado extraordi-
nario y ministro plenipotenciario de S. \1. L:. cerca de S. 1U. F. la reí-




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na de Portugal. ~laurid UIeZ y ocho de marzo de nul ochocreutos treui-
t.ay siete. = El conde de AlmodÓvar. = Corresponde con su original,
que lile ha sido exhibido por el señur don Agustin Argüelles, á quien
lo devolví, y firmó su recibo, de que doy fé y á que me remito. Y para
que conste donde convenga, á su instancia yo el infrascrito escribano
de número de esta villa de lUadrid pongo el presente, que signo y firmo
en ella á primero de abril de mil ochocientos treinta y siete. = Don
Claudia Sunz y Barca. = lIecibí el original. = Agustin Argüelles. =0
Lcgalizucion..~ Los escribanos del número de esta lU. H. villa de l\la
drid que aquí signamos y firmamos, damos Ié que el doctor don Claudia
~anz y Ilurca , por quien va dado y signado el testimonio que antecede,
es tal escribano dcl uuuiero , UUeStiO compaüero COIllO se titula y nom-
bra, yen actual ejercicio de su destino, y para que conste donde con-
venga, damos la presente selladu con el de nuestro cabildo en Madrid
fecha ut supra. =" Hay un sello.) -r-: José García Varela, =i\h'rtin
Santin y Vazqucz. = ])lIguel ñlana Sierra. = Don Luis M"yans, mi-
uistro to:;ado de primera instancia en esta ~l. Il, villa de ~ladrid. =
Certifico que don lI1artin Sautiu y 'alquez, don José Garcia Yarela y
don lHiguel 'lIaría Sierr» por quien va autorizada la legalizacion ante-
rior, son tales -scribauus ,ie número de esta misma villa é individuos
d.~ su cabildo como se titulan y nombran, los cuales desempeñan sus
res¡wetivlIs oficios. Y para que conste doude convcnga, firmo esta en
ilIadrid ~ primcro de abril de mil ochocientos treinta y siete. = Lui-
ilIayans, = Don José Lundero , notario mayor de los reinos y secretario
del despac!lO de Grncia y Justicia de España é lnrlias, elc., etc. =
Certifico que don Luis mayans, por quicn aparece autorizado el docu-
mento que precede. es tal juez de primera instancia de :Iladrid com«
se titula , y de su puño y letra al parecer la firma que pone. Y para
que conste doy el presente en illadrid á cinco ¡le abril de mil ochocien-
tos treinta y siete. = José Landero. = Don José ¡lIaría Calatrava, se-
creta rio de l'st:l(!'l y del despacho, presidente del Consejo de uiinis
tras, etc. , etc., etc. = Cm'lifico ¡¡ue don José Laudcro , por quien Vil
autorizada la anterior partirla . es tal secretario de estado y del despa-
cho de (;l'acia y Justicia COliO se titula, y la firma que pone á su final
de su puiio y letra. Y para que con-te doy el presente en ñladrid á seis
de ahril de mil ochocientos treinta y siete. = \Iloy un sello. ) = José
María Calatrava. = Primer-a secretaría de Estado. = Registrado Illí-
rneru 1;45. = "'ious ambassaueur de S. ilI. le Roi des Fraucais pl'!>S
S. ,11. C.; Certltions veritahle la signature ci-dessus de ¡Ur. Jos."




Hana Lalalri'va, preuuer secretaire ,IEtat de S.II. C. 1'1. présuleut
da Couse il .ks uiiuistres. IIJallrid, le RiI\TillR:n.= Pour JHI'. laml..»
."adellr , :~t par itutorisatioL1. Le preuuer sccrétair« tI 'auiirassadu. =---
E. lJeoUYll de Lhuy.,


, SI el autur de las ,\temOr!ilS 1Ia perdido la suya sobre un hecho de
rauiuña Clltldilri. "llWi cnjlliEu podrán merecer los deuras sucesus t¡IW
relat a eu io\U uhra'?


El puhhco ha hecho ya justicia ,de esta, cousrderundolu CUlIJU una
fastidiosa compilaciou falta de verdad 11 iutercs histórico, y de';III/lliI de
todo mérito literario; 110 queriendo por lo tanto nosotros manchar la,'
púginas de nuestra Historia destinada ú un objeto grandiu:;/J, 1'011 res-
ponder ú perscunlidades que nos tocan, falsas ó ridículas, curunuc- tu··
das y expresarlas e.n lenguaje migar. 1'01' otra parte tuultmtados el!
dichas iUemorias con casi todos los hombres cdd'res y di~ nos que Itil
coura-!o b Es(,ajja desde Carlos JI! aca , holgáwonos de estar en ruc-
dio de coml'ailÍa tau buena y huurosa , solo nos dolemos de I¡tw el prru-
cipe dl1la 1':11" nada versado en letras. haya querido apureccr couverti.l«
eu uutur al fiu de su carrera, poniendo ü ella íuuesto CUIIll", y sirvie n
do de mstruuiento torpe y ciego a tres Ó cuutro de sus antijuos adula-
dores Ó secuaces, verdaderos componedores de las :'I\JwIIl'las, r¡uielli:'
escurlados COIl el nonliJre del príncipe han dcrruruado eu su olna a ma-
uos Ilcuas la hiel y las falsedades, desfigurando sin rccuto algutlo la his-
toria entera del reinado de Curios IV.


1'00" erinruieu¡« se ha puliendo CIl I'uris cu espaillJl 011'" lidjei"ll (:11
¡i tomos de estas l\fenl!Jrias del príneipe de la I'az , COIl [;¡ e,;pecdicacjiJlI
de se!' iiuicu cdiciou oriuillal publicnda por el ruisuio prmcipc. n¡ll'it(~U
,,~ eu ella ClI impropio , pcdautesco , y auu á veces aSlluero,o lenguaje
íos l,ald{)lJ¡~s, las injurias y los f:¡lsos huchos de ¡"S tOlnos illlpreslJs ",.
rr.urcés . rJ:iuduks "do mayor c xtcusiun .Y deslllll oÍl i¡Jlien:11. Al riJ¡lÍye·
.':le Ll Hueva lH'()tluecion, ú, si se quiere, versiun en espallUl , ;'t un clü-
1'i:·, anJ,duz de pobres letras y mal asentado ouucept o ; quien creul»
de que iban ":.1 E,paua ;i restituir los bienes al I'l'ÍllcilJt: de la Paz, se
:IITi Inl) ;¡ éi Y le prcst« su pIUIUiL, esperando recilJir con creces la I'C-
'l;IJlHpÜ¡I.... :1 qlte j uzgaüa deluda ;1 sus uhscquiusos , pel'u no dl~silll.ül'esa
liu"'! dl.,,:"I;.t~kl~


Fl'\




INIHCE
UEI~ TO~IO fJUARTO.


t:UJmATEs de Villaseca , Altafulla y Roda. . . . . 8
Nueva entrada de los franceses en Asturias. . . . 17
V;lrios individuos de la junta de Burgos ajusticiados P'lr los fran-


ccses .. _ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Otro convoy pillado por 1Uina, y muerte del secretario de José. 20
JUuerte de don Gregorio Cruchuua. . . . . . . . . . • 22
Sitio y toma de Ciudad Rodrigo por lord Wellingtou. 23
Acciou del Guadalcte. . . . . . 31
Guerra entre Francia y Husia. . . 32
Sociedades secretas de España. . . 39
Hambre eu ~ladrid. . . . . . . . . 43
Abuso, de la libertad de iwprenta. 46
Tentativa de restablecimiento de la Inquisicion, 49
Convocatoria de las Córtcs ordinarias. . 57
Campaíia de Salamanca. . . . . . . . . . . . . G3
Batalla de Salamanca, ó de los Arapiles. . . . . 72
Hetírase José de !\ladrid, y lo ocupan nuestras tropas. 78
lIendicion de Astorga á los españoles. Sfi
Evacuaciou de Santander. 8i
Lcvautusc lo! sitio de Cádiz. 90




Entrada de Cruz lUourgeon en Sevilla, 93
Queda libre Córdoba. . . . . . . . . . 96
Entra en Granada la division de Anglona. 98
Robo de pinturas por los franceses en Sevilla. 100
Accion de Castalla. . . . . . . . . . . . . . . 103
Renuncia el conde del Abisbal el cargo de regente. I U7
Toma Drouet el castillo de Chinchilla, . . . . . . . . 112
Entrada de los aliados en Burgos. . . . . . . . . . . 11ti
Nombran las Córtes general en jefe á lord Wellington. It7
Desobediencia de Ballesteros, y sus resultas. . . . . 122
Hetíranse los aliadus de Burgos y l\ladrid. . . . . . . j ~6
Vuelve José á l\Iadrid y se dirige á Castilla la Vieja. I::S
Entra de nuevo lord Wellington en Portugal. 13:3
Ocupan otra vez á l\Iadrid José y los suyos 135
Va lord Wellington á Cádiz. . . . . . . . . . 131i
Suprimen las Córtes el voto de Santiago. . . . . . . 14\
lUediac!on de los ingleses en las desavenencias de América. 154
Tratados de ali.mza con Rnsia y Suecia. . . . . • . '1;2
Abolicion del santo oficio de la Inquisiciou. . lti5
Reforma de regulares. • . . . . . • . . . . . . . . 178
Nueva elecciou de regentes del reino. . . . . • . . . . . . . 200
Conducta del nuncio de su Santidad sobre el decreto contra el


Santo Oficio. . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . .. 207
Causa formada á varios canónigos de Cád izo ibid,
Extrañauiiento del nuncio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
Segunda accion de Castalla. . . . . . . . . . . . . . . . • • •. 239
Deja Wellingtun á Portugal y emprende su nueva campaña. .. 242
Vnelan los franceses el castillo dellurgos y abandonan la ciudad. 2cí7
Evacuan á JUadrid los franceses por última vez. 251
RoLo de pinturas y otros efectos. . . . . . . . 253
Batalla de Vitoria , y presa de ricos equipajes. 259
Sitio de San Sebastian y Pamplona. • • 274
Evacuaciou de Valencia por Suchet, • 280
Abandonan los franceses á Zaragoza. • 283
Derrota del general París por l\liua. . . ibi,;,
Toma de San Sebastian por los ingleses, y su ruina y saqueo. 302
Victoria de San l\larcial por los españoles. . . . 305
Híndese el castillo de San Sebastiano 308
Evacua Suchet la plaza de Tarragona. . . . . . 30\1




Uumhate del paso de Urrlal. . 312
Cierran sus sesiones las Córtes extraordinarias. 325
Abreuse de lluevo COIl ocasion de la ílehre amarilla. 327
Cesan por ultimo en 20 de setiembre o . . 329
Iustálause las Córtes ordinarias o 332
Su traslacion y la del Gohierno á ¡\ladrido 338
Pasan los ejércitos coligados el Bidasoa, o 339
Hecohrau los espaiioles á Pamplona. 345
Pasan las tropas aliadas el Nivelle, o . . 348
ñlovunientos y combates en el Nive.. . •..... o . . . .. 354
Ríndnes~ 110rella y Denia á los españoles, o o • . 360
Venida de la Regencia y las Cortes á ¡Uadrid. . . 367
Tratado de Napoleón con Fernando en Valencey. . . . • 376
Llegada del duque de San Carlos á ¡Uadrid. . .. . ... o' 382
Decreto de 2 de febrero de 1814, y manifiesto que le acompañé. 385
Discurso del diputado Heilla. . . • • o . o o o .... o . . 389
Proyecto de Van-Halen para sacar de poder de los franceses va-


rias plazas de Cataluña, . . . . . . . . . . . . . . . • . 394
Toma de Lérida , ¡Uequiuenza y ¡'lonzon•... o .. o . . . . .. .196
Híudese el castillo de Jaca. . . . . . . . • . . . . . • . . . .. 40t
Paso del Aduur por las tropas aliadas. o . . . . . 403
Batalla de Orthéz. . . . . . . . . . . . 408
Deja Napoleou en libertad á Fernando. 415
Entra este en Espaua. . . . . 418
Impostura del fingido Audinot. 423
llatalla de Tolosa. . . . . 43 t
Caída de Napoleou... o . • • 438
Entra el Rey eu Valencia ..... o o . o o •••. o o 448
Representacion de los diputados llamados Persas o o' 450
Prisión en ñladrid de la Regencia, ministros y varios diputados. 456
Decreto de 4 de mayo..••. o ......•. o . . . o 457
Entrada del Rey en ¡Uadrido . • . . . • . . • . . . • o o . • .• 460