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Imprenta de D. BENITO MONFOR T"


JULIO DE J852.






I-Ja revolncion de 1789, Y la de
1830, notablelnente se asemejan
en haber sido inconsecuentes en
sus prinr.ipios, y perjudiciales en sus
resultados. Por nlas que gritaban
algunos, antes de que estallase ia
prin1cra, que era fuerza l'ecurrir· á
la refOrllla de varios abusos para
COllseryar en todo su brillo la nave
Jnagestuosa del estado; ni ellos ni




4
nadie soilaban en trastornar el go-
bierno'l y mucho rnenos en esclnir
la dinastía reinante. Un horr bre
ta n conocido por su elocuencia co-
nIO por su inlpiedad, concibió la
perniciosa idea de arrebatar el tro-
no de San Luis al Rey mas bon-
dadoso y paternal que haya tenido
Francia, y hacer subir á él á un
Príncipe desarreglado é impío, cu ..
yos desórdenes é irl'esolucion pue-
ríL pintó Jn3S tarde con energía
digna de notarse á la vez por su
nervio y falta de decoro. Pero Mi-
rabean y sus prosélitos conocieron
hien pronto que no' podrían des-
truir los Estados generales el edi-
ficio misnlO que debian conservar,
y deterrninnron por tanto darles otra
denoJ}]ina~ion á fin de alucinar á
sus miembros ~cerca del verdadero




5
espíritu de sus deberes. Institllyóse
bajo este plan el congreso Halua-
do asantblea nacional) hollando
para ello los poderes de los dipu-
tados, y atacando sin pudor el
voto de la gran nacion, así como
en 1830 hemos visto salir de las
barricadas un poder constituyente
sin mas título que el de una nece-
sidad solo coriocida de los que tra--
taban de elevarse á la peligrosa
sombra de nuevos sistemas políti-
cos.


Es sin embargo evidente que
los doscientos veinte y UilO que
fallaron contra la antigua monar-
quía, del mismo lTIodo que los
lniernbros de los Estados genera-
les, cnrecian de facultades para dar
irn pulso ~i tan recio lllovirniento, y
que los gritos repentinos de viva




6
la carta por ningun título podian
~utorizarlos para destruirla. Aun
en caso de dnda debian consultar
á la nacíon, pedirle nnevas órdenes,
ceflirse á ellas sin irnitar el per ...
nicioso ejeJnplo de los Estados
generales, ni abrir las puertas á
u na revolucion de nueva especie.
¿ y quién hubiera sido capaz de ase-
gurarles sus consecuencias una vez
desencadenadas las pasiones, exal-
tados los ánirnos, aguijoneado en
fin el genio malévolo de la destruc:
cÍon y la discordia? Solo de esta
suerte sacudían de sus hOlubros la-
terrible responsabilidad que hará
caer la historia sobre sus cabezas,
nlientras árbitra la nacion de su des-
tino nu 11 ca pudiera sino ~'lcusar~e á
sí n1islna de su inlprevision y de'
sus. desgracias.




,.
,Desde él momento de semejan:',


te trastorno cesa el vínculo de la"
lejitinlidad , centro COlnnn <1on-.
de amorosan1ente se enlazaban lo~
afectos y los intereses de Francia,
pierden las artes su verdadero bri-,
110 Y los corazones hidalgos un,
estÍtTIulo caballeresco. El instinto
que lleva constantemente al pueblo
frances hácia la correccion, la fi->
nura y la elegancia; ese instinto
de' pu~donorosa caballería en las
pasiones, de regularidad y buen
gusto en las artes, que tanto res-
plandeció en la dinastía de Valois
y en los Príncipes últilnal11ellte de
la borbónica estirpe, eUlpieza ya á
revelarle qne es tan indispensable
al trono de su pais un nlonarca
que le recuerde' sus glorias, como
lo son á su suelo los lllOl1Uluentos




8
de sus antiguos triunfos. N ece ...
sario ha sido el manejo de los:
doctrinarios; la hipocresía de los
veteranos; la 'pertinacia de un an-
tiguo prosélito de la escuela ameri-
calla (*), y la codicia de los que
todo se lo prometen del últíJllO
período de nuestra historia para
deslumbrar á la belicosa juventud
de Francia; para ocultarle que la


• gloria de tan hermoso reino era
esclusívamente emanada de. la le-
jitinzidad, principio eternamente
nacional, que se presta á todos los
lauros y distribuye coronas á toda
clase de méritos. Bajo sus auspicios
brillaron los fuegos de N avarino y
los' de la escuadra de Argel: ba-
jo sus auspicios Pllblicó Grecia su


. .


(*) La fayette. E,n otro rolle to esplicaremos el
orígen, objeto y clasificacion de estas escuelas.




9
independencia y la cristiandad la
mas espléndida victoria desde que
en las aguas de Lepanto hUlnilló la
descomunal soberbia' de la bárbara
media-luna.


De esperar es sin embargo que
la agudeza del i,nstinto de que
hablamos la obligue á volver su
atencion hácia los ilustres fastos
de su patria, h~ciéndola derranlar
amargas hlgrhuas respecto de su
propia conducta. Ya las ha vertido
sobrQ las sangrientas ruinas de la
república y el falso esplendor del
imperio, ya sabe lo que prometerse
debe del cafioJiazo de alarma y de
la campana revolucionaria; y una
~ez eclipsado el vano oropel de las
fiestas cívicas y de las ilusorias es ..
peranzas, lnírará en torno de sí
para lamentar desastres, . para reco-




10
m-endétr á, sus hijos el vinculo que_
.la enlazaba con sus plácidos recuer-
dos. No: el pueblo bizarro y ge--,
neroso conducido á la guerra. por.
Fe lipe Augusto, Francisco prime- 1
rp, .. H_enrique cuarto, Luis catorce,
N apo'leon y lVIontebelo, ni huella-
sus propios laureles, ni desprecia:
él lustre de sus anales. U na indica-
cian lo rectifica; un himno lo en ...
tllsiasma; un recuerdo lo consuela;.
~e aquí porque el noble acento de
Chateaubriand resuena desde un es ...
ire'lll0 á otro de Francia: he aquÍ.
porque al éco de una voz que le
r-ecuerda la lira de los trobadores
liace nuev:arnente alarde del espíri-
t~u de lnarcialidad y caballería de.
~os antiguos campeones qlle aspira ..
ban al doble lauro de la lealtad y.
del -esfuerzo. .




11
IV ada en efecto es compa-rable~


al aplauso con que ha acojido et
pueblo frances el último folleto del,
famoso' ingenio que acabamos de,
nOIubrar., Aunque resuelto el ilus~~
tre escritor á ,guardar silencio acer-,
ca de los nuevos acaecimientos de'
su, patria hubiese ya colgado el har.~
pa en las riberas del mismo lago'
que tantas veces percibió el suspiro:
del noble ~amantede- Julia, súbiiO'
fervor lo anima al' oir que los mis-,;
mos que han destronado á" Cárlos,
giez quieren negar á sus desc~n-,: I
.;tientes un sepulcro sin inscripcio-,
nes ni timbres en el ángulo mas.:
ignorado de Franci~, y ardiend~
en indignacion pundonorosa, lán--
zas e de n llevo en la' arena, 'ya para
responder al genio que lo ensalza.
( 1),. :ya pa~~a salir á la defensa de,




12
'una familia tan desgraciada come!)
augusta. Todos los franceses leen
esta defensa; todos hacen justicia
á la generosa fidelidad que la dictó;
y en medio de los aplausos dístÍn-
guese apenas la voz mercenaria y
rastrera de los que quisieran enl-
pañar el lustre de sus talentos y
marchitar los ntirtos que decoran
su frente.


Deseosos de proporcionar á los
españoles, que se precian de los mis-
mos principios, una muestra de los
mas notables capítulos que encier-
ra dicho opúsculo, nos helnos apre-
surado á traducirlos. Lejos estamos
de· creer digno nuestro trabajo del
ahogado de Cárlos diez, ni del
objeto de tan loable tarea ; pero
COlll0 se trasluzca en el desaliño de
nuestras cláusulas la franca sóltura,




-13
la brillante' y respetuosa osadía COJ:l
que pone de manifiesto las virtudes
de la dinastía proscrita, y los per-
juicios de un impremeditado tras-
torno, creeremos hacer bien á
nuestros selnejantes fortificandO' de
esta manera en sus pechos ese pre-
cioso amor al órden, que no e.
otra . cosa que la sumision al Go-
bierno lejítimo.


Por lo demás, si bien prome-:
tiera el ilustre escritor ennludecer
ya con 'respecto á los acaecinlientos
políticos de" su país, habia sido bajo
el supuesto de que no se alterasen
las cosas de como se presentaban en ..
tonces. Lejano estaba de suponer,
apesar de la sagáz prevision de su,
política, huhiese un frances que
pidiera, sin sonrojarse, se negase ti
la Real familia toda clase de asilQ




14
, .


'en el seno de la páifia~Con to':'
do, no ha tardado á salir á luz una
proposicion tan poco digna de la
ilustraeiC?n del siglo, y de las virtu-
des cívicas que tanto preconizan los
partidarios de la revolucion de J ll-
lío, con lo cual cesaron los motivos
que lo obligaban al sil~ncio, y ofre;'
ciósele' una laudable ocasion de ma-
nifestar al mundo 'la consecuencia
de u nos sentimientos, que ni el
destierro, ni las calanlidades son
capaces de enflaquecer. En vano
algunos periódicos creyeron echar-
le en cara esta pretendida inconse ..
'cuencia, pues no han hecho mas
que rnanifestar la falta de razones


.. sólidas para cOlnbatir. su doctrina.1
y si se aüade á ello que la opinión
pública no debe juzgarse por el fal~
,So tenltórn'etro'de los gl'ftos -'Y" los




15
periódicos, sino por el movimiento
determinado y unánime que pre-
cipita á los pueblos, será precisó
confesar que IDas publíca el entu,';'
siasmo de los franceses á favor dé
Cárlos diez el ansia con que se han
apresurado' á agotar las ediciones
del último escrito de su· célebre
abogado, que cuanto puedan de-
cirnos acerca de· su espíritu contra ..
rio los autores que consagran Sll
pluma á los intereses del actual
ministerio.


La lejitimidad ha sostenido á
Europa sin embargo de· los bár-
baros sacudimientos que desde los
tiempos de Clovis pugnaron por
destruirla: 1~ lejitimidad faltó úni~
~amente al imperio romano para
que no fuese eterno en la tierra:.
la lejitimidad, en fin, ei el únic()




16
,antemural capnz de ·contener' lós
desórdenes de la peste ~y los fu':"
rores de la discordia civil. Quitaá~
sino d~ los tronos este precioso·
vÍ nenIo, y vereis nacer en su torno
innumerables bandos y reacciones,
semejantes á las qne continuamente
reinan entre los beyes de la Siria
y del Gran-Cairo. Cuando las co-
ronas han sido electivas, ha bri-
llado siempre el puñal en mano
de los electores: el príncipe elejido
sube al trono lleno de suspicacia~
contra los que se mostraron neutra·
les á su ensalzamiento, y arp1ad~
de venganzas contra los que quisie-
ron diputárselo. Apenas se empieza
á caln)~r el fuego de estas pasiones,·
'cuando poniendo un ténuino la
muerte á la paz recien establecida;
levántaq.se nuevos pretendientes;




17
qespiértanse nuevos partidarios, y.
se dá principio á la cábala, hasta'
-que en última apelacioll se desem-
-haina el acero, se devastan las
mieses, se tiñe de inocente sangre
el altar profanado de la patria.


¿ y pueden compararse las esce-
Das de semejante cuadro á las fiestas
públicas, á los brillantes pegocijos
con que acoje el pueblo el naci-
miento de un príncipe hereditario?
jAh ! si la intriga precede á la elec-
cion, y si constantemente le sigue
la discordia; las dulces esperanzas,
los recuerdos mas sagrados fOfluan
á la lejitimidad una luminosa au-
reola de ilusiones y virtudes. ¡ Feli-
ces los pueblos que, fieles al espíritu
relijioso y prudente de estas má-
xinlas, levantan al hijo sobre el
Dlismo pavés en que levantaron al


2




18
padre, y levantarán al nieto! lJa
prudencia los guia, la' relijion los
inspira, mientras que la paz iote ..
rior, mie'ntras que una fraternal
alianza, las halaga y recompensa.




E L último folleto que publiqué
bajo el "título La Restauracion y la
ftlonarquía electiva, termina con
estas palabras: "Mi voz será quizá
inlportllua á los nuevos adalides de
Francia; pero consuélense oyéndola
por la última vez mientras no sufra
variacion la lnarcha de los negocios.
Manifiesto mi opinion en favor de
algunas personas á quienes se trata
de proscribir. En Agosto ( de 1830)
pedí para el Duque de Burdeos




20
una corona; ahora (*) no solicito
para él mas que la esperanza de
un sepulcro en la patria. ¿ Y es esto
denlasiado? " No obstante ,. los ne ..
gocios variaron: una proposicion
mas rigorosa que la que ya he com-
h;ltido me obliga á romper el si-
lencio y á salir de mi retiro: el
huérfano para quien solicitaba la
esperanza de 'un sepulcro en este
suelo no tiene ya la certidumbre de
obtenerlo. 'fodos estamos sujetos á
los reveses de la fortuna: unos fian
su vida al acaso, otros á la des-
gracia. Cuantas veces se renueven
actos de violencia contra la familia
caida, otras tantas me levantaré
contra ellos. Mis protestas, ó- fl'an-
ceses, os importarán muy poco: lo
sé; pero no me da cuidado, porque.


(-) Marzo de 183r.




21
no o~ temo. ¿ De qué podreis que:-
jaros? Lejos de separarme de las
leyes hechas ó por hacer, entrégo-
me á ellas, debiéndolas al menos el
inesperado alivio de volver á visitar
en semejantes círcunstancias el dul·
cÍsimo suelo de la patria." =Des-
pues de esta illtroduccionentra en
'materia. "Sois vencedores; habeis
proscrito; quereis proscribir aun;
substituir el destierro á la pena de
muerte; abusar y alzaros orgullo-
samente con la victoria. No vengo
á negar el hecho; sino á contestar
el derecho. Atacado éste desde lue-
go por el hecho, acaba por destruir ..
le: la razon es sencilla, el derecho es
la justicia sin lacqal no hay socie- .
dad. El tieJnpo mismo convierte el
hecho en derecho para someterle á
la competencia de la justicia.




22
Hay dos maneras de hacer sóli.


da una mudanza (*): convertirla
en útil, ú obligar á los pueblos á
que en fuerza de hallarla ventajosa
la encuentren justa.


\ En el primer caso, toda revolu~
cion que los deja en peor estado
del que antes tenían, no prueba el
sofistico principio en que se funda:-
en el segundo, toda revolucion
que no ha sido ratificada por la ge ..
neralidad de las gentes convocadas
á este erecto, carece de apoyo y
de apariencia legal.


¿Qué debenlos al gobierno que
nos rije? Los impuestos y la obedien-
cia á las leyes civiles, crilnil1ales


(*) Cuando una mUt~anza ataca etderecho
de una dinastía lejítima, nunca puede hacerse
sólida por la razon de que nunca será justa. Si
110 es ésta la doctrina de los conquistadores, es
la de los hombres sensatos y pacíficos.




23
Y administrativas; la sumision á
las ordenanzas militares y á las
medidas de policía. Las primeras
son la via social; las otras necesa-
rias. á la independencia pública en
lo esterior, y á la seguridad. privada
en lo interior. N o se ha de conspi-
rar en secreto contra este gobierno,
ni procurar destruirle á viva fuer-
za: se le debe acatamiento en todo
lo que no se oponga á intereses
esenciales: los conventículos y la
violencia son contrarios al man-
damiento relijioso, y al precepto
moral. En .cuanto á las leyes polí-
ticas, emanadas de la ,nuevamo-
narquía, S0010S libres en pensar,
decir y escribir 'lo que nos plazca,
puesto que aun no se apoyan en
hechos útiles ni en bases legales.




MONARQUIA
OE LA


J~o que hoy poseemos es una espe·
cie de no se qué, que ni sabe á
república, ni á monarquía/, ni á
lejitimidad, ni á ilejítiulidad: una
quisicosa que tiene de todo y de
nada; que ni vive, ni muere: una .
usurpacion sin usurpador; un dia




25
sin víspera; una jornada sin aurora
siguiente. Cuando estalló la repú-
blica, aseguróse fácilmente que iria
á estrellarse contra el despotismo:
cuando el imperio triunfó, echábase
de ver que espiraría entre la restau-
racion y la victoria; y pudo perci.. -
birse tambien cuando la lejitimidad
recobró su poderío que seria des-
truida por las ideas del siglo, como
careciese de maña para neutralizar-
las. Pero ahora ¿ qué podemos pre-
veer? ¿ dónde está el porvenir?
¿ cuál será su forma.y á qué distan-
cia se encuentra? '


He dicho verdades á los horo ..
bres de la Francia: ¿ me atreveré á
pedir al fin de mi discurso la res-
petuosa libertad de dirijir algunas.
palabras á los nobles varones del
destierro, á. los que guardan el




26
precioso vástago de la lejitimidad?-
La educacion de un Príncipe debe
guardar cierta analojía con la forrna
del gobierno y las costumbres de
su paiso En Francia ya no hay ca-
ballería, ni caballeros, ni soldados
de la oriflama, ni gentiles-hombres
cubiertos de acero, prontos á seguir,
á fuer de ilustres campeones, el
victorioso reflejo del penacho blan-
co. Hay un puehlo que no es el de
otro tie,upo; un pueblo que, cam ...
hiado por los siglos, no tiene los
hábitos ni las. costumbres de sus
padres. Si en Henrique quinto no
se vé mas que el gefe d~ una fac.:-
cion; una pagóda santa, cuyos de"",
rechos son reputados posteriores é
inferiores á los del pueblo; un niño
reclamando un cetro por la sagra-
da razon de que lo poseyeron sus




27
abuelos ;DO hay remedio paraéli
la lejitinlidad es una relijion,cuya
fe,se ha debilitado en este reino;
pero sin la cual no puede haber
gobierno, por comunicar á los ele ..
mentos de su base no sé que dEt
sagrado, histórico y tradicional.


Ciertos amigos falsos de una
madre jóven, llena de encantos,
infortunios y valor propalan que
Henrique cuarto recobró el trono
co'n la espada en la mano, y que si
"en la política se hacia intervenir la
moral rigorosa', nada seria posible
á los hornbres honrados, al paso
que los malos, menos escrupulosos
y timoratos, triunfarian siempre.
A esto respondo, que en el tieln~
po en que vivimos no puede haber
guerras civiles sino entre ideas y
opiniones ,diver5ias: las mas fuertes




28
Y mejor guiadas destruirán á l~s
demás y se alzarán sobre sus ruinas.
El ejemplo de. Henrique enarto no
es aplicable á la época en que nos
hallamos: discordias de diverso
carácter habian desolado á Francia
mucho tiempo antes que combatie-
se por el cetro que le dejó Henrique
tercero. Colocado á la cabeza del
partido protestante; educado bajo
la tienda de campaña, y sin haber
abandonado nunca el suelo pátrio,
era general y soldado cuando se"
ciñó la· corona. N o quiso por su
propia cansa turbar la tranquilidad
de su reino: lejos de dividir los \
ánimos trabajó para reunirlos, y su-
biendo al trono terminó las guerras
civiles que cuarenta años habia afli-
jian la nacion.


La ci vilizacion por otra parte




29
DO estaba tan adelantada, y lo que
solo desplacia en época que las lu-
ces no se veían difundidas, fuera
insensato, odioso y criminal en el
siglo en que vivimos.


En cuanto á la Vandée cÍtase
su pronullciaJuiento heróico corne-
tiendo un nuevo error. Resentida,_
exasperada por ~eyes de escepcion,
llegaría á ser-un coloso á cuyo lado
los que la calumnian hoy valdrían
bien poco. El general Lamarque
ha hablado conlO enemigo genero-
so, y COJno hombre de valor. La
Vandée inactiva y silenciosa prue-.
ha evidentemente que la opinio n
que sostiene al poder reinan te no
es la gen~ral de Francia; pero pre-
cipitándose sin ser atacada, arro-
jánQose sin prevision á los desa stres
de una guerra civil ,derramaria su




30
sangre en vano. ¿ Pudo, cuando e:s-
taha en todo su auje, pudo tnfs-
ladar á Luis diez y siete de la
torre del Temple al palacio de Ver-
salles? ¿Y lo que no alcanzó por el
huérfano cautivo lo .~lcanzaria por
el desterrado? Aquellos combat'es
de jornaleros y artesanos, llamados
por Bonaparte comhates de gigan-
tes; aquellos novecientos 111il hOln-
bres muertos en el campo, solo han
consagrado en la historia un sacri-
ficio ¡nrnortal, pero al mismo tiem-
po inútil. ¿ Será preciso contar con
los ejércitos estranjeros? ... (*).


No conozco IDas que un medio
de conducir al hogar paternal al jó ..
ven proscrito; conciliar la voluntad


(.) Aquí se pierde el autor en varias re-
flexiones que suprimimos por parecernos in-
~onseCuentes á su doctrina y poco deco~osas á
'Europa. . , '" -




31
de los franceses, la union del pue~
bIo, y los poderes del estado. Si
el luto no se estinguiera en Fran-
cia; si cansada la nacion de andar
divagando de sistema en sistema,.
de gobierno en gobierno, y enga-
ñada en sus ensayos yo esperanzas
no viese puerto de saIvacion mas
que en el trono lejítimo, entonces
volveria Henrique quinto sin haber
costado una lágrima, y reinando
de antemano en el coraza n de to-
dos por su inocencia y sus infortu-
nios. La madre de esta tierna v.í-cti ..
roa no puede asegurar tan risueño
porvenir, pero sí prepararlo diri-
jiendo con su notoria sensatez , íns ..
truccion y prudencia, la educacioll
de su hijo.


En fin, COIDO DO se inclinase á
pesar de todo hácia él la voluntad




32
. de los franceses, dehia aparecer ea
medio de ellos sin g'uardias, sin
corte, sin chocante fausto, y solo
haciendo alarde ele su ascendencia,
sinceridad y rectitud. Y en el caso
de juzgar político ó prudente el
deseo de evitar toda reclamacion,
no habia mas que preguntar al mis-
roo pueblo, y que el voto gene-
ral e~1tregase la corona al hijo de
Roberto el fuer~e, especie de con-
sagracion política que conlO un
honlenaje de espiacioú justísilna pre-
cedería á la consagracion civil (* ).


( • ) Si esto es una vana fórmula para nada
se necesita, yen, el caso de juzgarlo una medida
necesaria; a en qué funda Mr. Chateaubriand el
indisputable derecho de la lejitimidad? Casi nos
atrevemos á decir que los inciensos que le han
prodigado los primeros escdtores del bando mi-
nisterial le hacen desviarse algnn tanto en este
pasaje de la rigorosa ilacion de sus principiDs.




EL DUQUE DE BURDEOS.


Habiendo conservado suficiente
juicio para desechar la república, á
príncipes de nueva dinastía yal hijo
de Bonaparte, era fuerza que subie ..
se al trono el Duque de Burdéos.


Las ventajas de esta eleccioQ re-
conacíanse evidentes: alejaba todo
temor de discordia civil, todo pe-
ligro de guerra estranjera, y, du-
rante lam,enar edad de Henrique
quinto, los fueros populares tomaran
sin peligro su natural cstension bajo


3




34
el amparo de la lejitilnidad, del
mismo modo que bajo Ja débil sonl-
bra deja 1l1onarquÍa electiva pue-
den á cada monleuto precipit.arnos.
El cetro de este augusto nitio, sos-
tenido por las ruanos de la nueva
Francia, hubiera conveuido nlas al
reposo y á la felicidad del nlÍsmo


. . personaje que rellla, que una coro-
na forjada en la calle, y arrojada· por
una ventana, sobrado flaca si la di ..
viden, sobrado recia si no la des ..
unen. No solo nadie queria en el 26
la obra del 27 , sino que se hubiese
levantado un grito de alegría COlDO
'se concediera entonces la abolicion
de los decn;tos, el cambio del lni-
nisterio y otras pequeñeces concer-
nien tes á esta Juudanza. En el 30
ya no se contentaban con dos ab-
dicaciones, y decian á un niüo




35
inocente: si no . eres tú, será tu' pa-
dre. Bien podia responder: l ya no
le tengo!


Hubo sorpresas; quiso adelan-
tarse demasiado; atravesar espa-
cios innlensos, y el terreno en que
nos hallalllos ahora no es mas que
un escollo entre dos abismos.


En vano se ha dicho que la
adopcion del niüo era inlposible,
que las masas popula~es no le adnli-
tian, que los jornaleros hubieran
pasado á cuchillo á los propietarios,
los oficiales á Jos J1Jaestros, y otras,
111uchas cosas de este jaez repetidas
entonces por una prevision, una
cautela á proposito nacidas para
arrojar á la otra parte del Rín ó de
los Alpes la familia lejítilna.


N ada de esto hubiera sucedido;
ni el ejército, ni las ciudades se




36
subleváran; antes bien, proclaman-
do á Henriqne quinto fnera recono-
cido sin réplica por toda Francia. La
guardia nacional ,de Paris hubiera
destruido la proyectada república,
y el amigo de Washington no sos-
tendria un ensayo infructuoso, por-
que en tales 'circunstancias le estaba
preparado un papel mas brillante y
digno de su cuna. Algunos ambi-
ciosos han engañado la generosi-
dad de Luis Felipe: ha creido
salvar á Francia de UD peligro que
no existe; ha empuflado el cetro
para librarnos de una anarqnÍa que
únicalllente se vislumbra en la Ílna-
jinacion de los descontentos. So':'
lo con que se obstinasen algunos
de . estos en lnantenerse sinlples
ciudadanos, Henrique quinto es-
taria en el trono á despecho de




37
los furibundos que aspiraban con
tanta audacia á honores, pensiones
y destinos.


Si nada era la lejitimidad,' ni
el desterrar á un niño; si Francia
entera no q ueria al vástago de la
ralDa prill1ojénita, ¿ cómo sucede
q ne una cuarta parte de los depar-
tamentos es tachada de realista, sin
hablar de los muchos individuos
de este partido que hormiguean en
los dernás? ¿ En qué consiste que
nos venlOS obligados á mantener .
treinta mil hOJnbres hácia el Dledio
dia, y cincuenta lnil e n Bretaña
y la Vandée, del mislTIo modo
que en Bélgica, unos para hacer
un Rey inglés, otros para deshacer
un Rey frances? ¿ Cuál es la causa,
qué de ciento treinta mil electo-
res inscritos no s~ hayan presentado




38
mas que ochenta mil para dar el
voto? Ciudades de ciento veinte
mil almas, como Marsella, han vis ..
to diputados nombrados por trein-
ta y ocho votos: en la úl tiJna
eleccion de Burdéos de quiúientos
cincuenta electores se han presen-
tado únicamente setenta y cuatro;
por manera, que han sido suficien-
tes para nombrar un diputado á
una ciudad que tiene tantos inte-
reses que defender. ¿ Qué razon
hay para que se suprinlieran vio..;
lentamente noventa y cinco Pares
de la CáJnara alta, y que otros
cincuenta y dos hayan negado el
homenaje? ¿Por qué en la Cálnara
de los Diputados, donde se habia
establecido el movilniento, D1U-
chos mienlbros rehusaron jurar y lo
practicaron otros con protestas y




39
esplicaciones? ¿ POI' qllé gran nún'ie ..
ro de J\Iajistrados se ha resistido al
n)jsmo juramento? ¿ Por qué ha-
biéndose destituido casi todos los
jueces de paz, y despues de sus-
pender en sus funciones á tantos
prefectos y suprefectos, adlninis.
tradores principales y subalternos,
sostiénese no ohstante que estos
empleos estan desempeñados por
partidarios de Cár)os diez? ¿Por
qué fUel'Ol1 estinguidos varios cuer ..
pos militares é hicieron dimision
tantos oficiales ~ ¿ Por qué las elec-
ciones Inllnicipales de una gran par-
te de Francia han sido paralizadas
tenliendo ver llegar á los verdade-
ros realistas? ¿ Por qué en otras par-
tes el mismo terror hizo decretar
la organizacion de la guardia na-
cional? ¿ Podl'eis decir que una




40
opinion atribuida á muchos millo-
nes de individuos no tenga algnn '.
principio, alguna sólida raíz, algun
justo fundaluento? ¿ Y ma.nteneros
firmes en que esta opinion no deba
ser meditada con maduro exámen,


. sino sufocada y oprimida cuando
os jactais de proclalnar la soberanía
del pueblo y por consiguiente la
independencia del pensamiento y
del voto de cada frances?


La obra ha sido consumada:
I-Ienríque quinto desterrado: ¿ pero
donde están los poderes de la na-
cion, y quién podrá restablecerlos?
La lejitimidad era el único punto
de apoyo en la pendiente rápida
donde se han colocado los hOlU-
bres del11i patria: destruida aquella
¿ á qué tronco atraeis los partidos
de que se compone el cnel'posocial?




41
¿ Qué son en el día un prefecto, un
director general, un ministro, has-
ta un mariscal de Francia? Muy
poca cosa cuando los mas lejítimos
derechos no han podido salvar á una
familia soberanamente ilustre. Aca-
so la propiedad no tardará en ser
atacada; en todo pais ha SUCUJIlbido
con los sagrados privilegios de la
corona, porque siendo esta heren-
cia la mayor de las propiedades,
en cuanto se halla invadida, todas
las dernás están anlagadas de igual
trastorno. Los elementos no se
aglonleran sino cuando son homo-
géneos: dado el caso de que la po-
testad real pueda ser dividida y
subdividida, no hay razon para que
la individual (que es tanlbien una
potestad real, una especie de sobe-
ranÍa) deje de serlo.




NOTAS.


(1) Entre Jos mas notables acaecimientos
que actual~ente sorprenden en la instable
marcha de Francia, adviértese el· universal
sufragio con que aplaude esta nacion el ta-
lento de Mr. Chateaubriand y su constancia
política. No parece sino que los partidos pro-
cedan de comun acuerdo en tolerar que sea
mas elegante, mas enérgico y florido en el
momento de elevar su voz en favor de la fa-
milia desterrada. Cuando apareci6 el Genio del
cristianÍsmo acométíanle todos para sufocar
su grito: la impiedad le prodigaba sus sar-
casmos; la filosofia le abría con falso hala-
go sus templos; la revolucion le atemorizaba
con mortales precipicios; todo se manifest aba
contra su genio; todo se desencadenaba para
poner en ridículo las peregrinas sensaciones de
su espíritu, y el ilustre autor de AtaJa hubo
de abandonar el suelo pátrio para P?der en
mas serenos dias aspirar á la victoria.




43
Ahora empero el esplendor de su talento


y la lealtad de su pecho conjuran las asechan-
zas de sus enemigos; desbaratan sus intrigas;
embotan el diente de la mordacidad, ansioso
por venganza y por envidia de hacer presa
en tan respetable víctima. Hasta los que por
sus ideas y propia nombradía están colocadoi
á larga distancia de un hombre que, segun
los partidarios del ministerio, ha perdido su
prestigio, ponen á sus plantas un sincero tri-
buto de admiracion y de alabanza. Ninguno
tan notable entre ellos como Mr. Berenger,
el poeta mas popular de Francia; el digno
rival de la Fontaine en el dificil arte de ha-
cerse inmortal por medio de composiciones
agudas, lijeras y festivas. Las bellísimas es-
tanCias que escapa!l de su pluma andan en
boca de todos y cautivan á cuantos logran en ...
tenderlas por la ternura de las ideas y dulcí-
sima flexibilidad de sus armonías ( • ).


Las que ha publicado en elógio del


(*) Algunas se han de esceptuar sin embargo,
como el éco pernicioso de un partido.




defensor de Cárlos diez, no solo brillan con lal
prendas de sus demás composiciones, sino,
por cierto espíritu de pundonor indulgente"
de noble consideracion á la desgracia, que
recuerda el carácter sobremanera iJustre de
los antiguos trovadores. Esta desinteresada
muestra de respeto hácia el saber, de sensata
tolerancia sobre el modo de pensar, hace tan-
to honor á entrambos autores, como al siglo
que se vanagloria con sus obras. Por otra par-
te la respuesta de Mr. Chateaubriand á tal
e16gio, nI) solo es documento que mari!a el
actual período de BU vida, sino una especie de
memoria clásica que revela el verdadero ca-
rácter de la generacion presente.


Admirándola, pues, á un mismo tiempo
como modelo de $ublíme y verdadera po-
lítica y de controversia literaria, la incluimos
en la presente traduccion. Francia, y aun Eu-
ropa toda, tiene los ojos puestos en Mr. eha-
teaubriand por el grande interés que inspira
la nobleza de su conducta, y esta atencion
hácia un hombre sin otro prestigio que el de




45
su talento, ni otrarecomendacion que su acri-
solada lealtad, es homenaje el mas honroso
para la cultura de este siglo, y enteramente
nuevo en las páginas de la historia.


Los hermosos versos de Mr. Berenger al
autor de los Mártires:


N' entends tu pas la France qui te crie:
Mon beau ciel pleure une etoile de moin$


han sido repetidos con entusiasmo por el pue-
blo frances, y el éco dulcísimo de la patria
los ha llevado á oidos del célebre escritor,
mientras . meditaba en las plácidas orillas del
Leman las enérgicas cláusulas que debia con-
sagrar en elógio de un Monarca tan digno ya
de pundonorosa adhesion como los Dlas sobre-
salientes de la caballeresca dinastía de los Es-
tuardos. j Ah! por qué se. han empeñado las
revoluciones en destruir la grande obra de
la Restauracion? .... ella resucitaba entre los
franceses )a musa de los trovadores y el pun-
donor de los paladines: ella les restituia aque-
]la uncion de afectos é ideas, aquel noble
instinto de galantería y de respeto que los




46
filósofos del siglo pasado hicieron desaparecer
de la sociedad, dejándonos por herencia el
desconsuelo delateismo, ó la desesperada agi-
tacion de los incrédulos. Acaso espirarán tan
dulcísimas sensaciones en los postreros acen-
tos con que embelese á los hombres la musa
encantadora de los :lUártires, y esto mismo
les prt'sta un irresisti ble atractivo, un carácter
melancólico y ~agrado. Fuerza es recojerlos
con el relijioso respeto que las últimas caden-
cias escapadas al moribundo lábio de Virgilio,
,y mirarlos cual un tierno adios á cuanto hubo
de laudable en la sociedad moderna; ó cual
los desmayados tonos del canto del cisne cuan-
do lo obliga á enmudecer para ¡iempre feroz
bandada de aves de rapiila.




47


FRAGIIENTO DE LA CONTESTACION DE l\IR. eUA-
TEAUBRIAND A l\IR. BERENGER.


GélZova 24 de Setiembre de 1831.


,.,
... eneis el arte de separar en vuestro ama-


ble poema mi vUa literaria de la política, y
mi suficiencia de autor se ve obligada sin em-
bargo á convenir en que hay en la bella me-
táfora de la primera estancia mas cortesanía
que verdad. N o he visto en el cielo una estre-
lla, pero sí una lira; aunque jgnor~ si será
de aquellas que, segun vuestra opinioh, me de-
be la madre patria. ¿Habrá tenido alguna
influencia en la que tanto os distingue?
Merecería entonces en efecto a1go del purísimo
néctar que me ofrece la benéfica correspon-
dencia del poeta. Tal es la mágia del talento




48
que repitiendo mi viaje á América, Grecia
y Sioo, haceis que me complazca en mis cor-
rerías: mi amor propio agradablemente se sor-
prende con mis acentos olvidando que ya no
soy yo el que viaja, sino vos que 10 verificais
por mí. Uniánse en otro tiempo los trovado-
res á los peregrinos: los primeros cantaban;
los segundos seguian humildemente el éco de
sus dulces himnos; pero solo aquellos han de ..
jado alguna huella de tan célebres romerías.
i Ah ! no puedo aspirar á ser vuestro Oreste¡
popular; aquel judío errante que no tiene es-
peranza sino en el fin del mundo; aquel judío
que llama siempre con repetidos votos al úl-
timo 501, que le vé amanecer, y que escIa-
ma en la fatiga de su eterna fuga:


Toujours, tOlljours,
tourne la terre ou m9i je cours (*).


Desde el lugar en que escribo distingo la
casa de campo que habitó. Lord Byron y las
almerfas del palado de Mad. de Stael: ¿ dónde
~~\';í el cuét}\co baldo de Chi\d-Harold? ¿ dónde


( 11 ) Canrlm de Berenger.




49
el delicado ingenio que cantó las desgracias
de Corina? Mi vida, ya sobrado larga, se
va pareciendo á aquellas vias romanas sembra-
das de monumentos fúnebres. He visto morir
casi todas las glorias de mi siglo; desvane·
cerse los sucesos; <lesa parecer los grandes hom-
bres. Duerme la revolucion en su inmensa
tumba, y el gigante que enjendró tiene al
océano por sepulcro. Ya no estamos en la
época de la ardiente espada: la que ceiÍimos
abora es tan corta que aun no puede defen-
der la cabeza de nuestros amigos. Cuando me
conjurais á fin "de que vuelva al sudo pátrio,
pregúnto~e á mí mismo quién soy para
merecer esa noble solicitud.... ah! el peso
del polvo de Napoleon puede ladear el gobIo
hácia la urna que lo guarda; pero las ceni-
zas de un sér tan desconocido como yo son
demasiado leves: espárcelas muy en breve el
céfiro de la patria ó el viento del desierto.


Pasemos al fin al retazo poJític'o de vuetra
cancion. Me guardaré muy bien de querer
seguir el vuelo brillante de vuestra musa


4




!iO
con mi pesadísima controversia. Mi respuesta
se encontrará en las reflexiones acerca de los
negocios de Francia que voy á publicar muy
pronto. Dos palabras únicamente pienso per-
mitirme aquí.


Es cierto que veo en la independencia de
los fueros el indispensable apoyo de la lejiti-
midad, pues no conozco poder lejítimo sin
clases ni gerarquias. Pero si la antorcha que
presentaba á Jos Barbones era la de la fideli-
dad, nunca la apagaron contra mi gloria, cual
decis en la magnificencia de vuestro lenguaje.
¿ Me aconsejariais abandonar al náufrago en
medio de la tormenta y de la noche? Recuer-
do que la gloria en otro tiempo os hacia
en ternecer porque nacisteis para ella, yo sacri-
.tico ante las aras del infortunio, porque las
encuentro en mis hogares, y sin embargo no
son estos motivos suficientes para envanecer-
nos: acaso haya imperdonable egoismo en
nuestra preconizada virtud.


D' une terre cMr¡
C' est un ji/s desfilé;




51
Rendons une patrie,


Une patrie
¿ti patlvre exilé:
De rivage en rivage
1. Que sert de le bannir? •••••


Os mostrais con tf)do el genio filosófico que
aboga en estos versos en pr6 d e la honradez
proscrita, y por esto pretendeis que me una
al pueblo mismo que me lLva ba en triunfo á
las barricadas. Ah! he aquí el momento mas
dulce de mi vi,la! Siempre me sacrificaré en
obsequio de este pueblo ~ y por su honor y su
prosperidad dí mi voto al jóven á quien cor-
responde la corona cuando me era permitidQ
usar de mi libertad individual. ¿ Pero dónde
está ese pueblo? ¿ En aquel cuya. voz generosa
resonaba en el círculo de mi triunfo junto á la'
tumba en que yacian vencidos y vencedores,
mientras un ministro de paz dirigia por elIos
sus plegarias al Altísimo? ¿ Podré reconocer
aquella voz celestial en los acentos de los
campeones del miedo, sobre quienes pesan las
ruinas sangrientas de Varsovia? No: jamás
me uniré á los desalmados que le robaron




las ventajas que le ofrecia la· lejitimidad y la
paternal benevolencia de sus Reyes.


Falta hablar ahora del hecho principal
que ha proporcionado el texto al poema de
que me cabe el honor de ser el· héroe.


Tenia resuelto acabar mi viJa recorrien-
do los ángulos mas clásicos del mundo anti-
guo, pues rehusando mi voto al órden actual
de cosas, mi pertoona era tan insjgnificante
en Francia ~ como la de un: ilota en Lacede-
monia. Pero para que se cumpliera en un to-
do mi designio, hacíase preciso poner en mano
de nuevo dueno algunos arbolil1os tiernos que
en otro tiempo planté. He sacado en venta á
mis pobres hijos, y nadie 108 ha querido. For-
zado con este obstáculo á bajar por un illstan~
te de la montaña, he vuelto á ver la patria y
me ha horrorizado su desolador aspecto. Con-
movido de sus desgracias creí que me seria
mas fácil ahandonarla cuando ya fuese feIíz.
No poe:1S veces he repetido "que el aspecto de


. una guerra me obliga á consagar mis últimos
dias á Francia.·' Apesar de las humillaciones




53
de nuestra diplomacia') y de la servidum-
bre con que mendiga la paz') aun es muy
problemático que DOS la concedan.


Uña tentativa reciente contra la antigua
casa real, prueba (*) tambien que mis com-
bates no llegaron á su término. Durante los di-as
de Julio no créÍ en reacciones: el pueblo
aplacado por la victoria; instruido· por la es-
periencia; ilustrado por la civilizacion, hubie-
ra continuado en ser magnánimo. Pero el
pueblo tampoco reina; las discusiones acalora-
das del lado izquierdo, que sin dignidad ni
decoro han usurpado el poder popular, nece-
sitaráq para sostenerse y coordinar las leyes
perseguir á la virtuosa moderacion; insultar
á la hon radez; sufocar el grito imparcial de
la lealtad. Este rigor') lleno de fuerza 16jica
en su práctica, pues que procede del nuevo
proyecto sirviendo de continuacion al plan de
Mr. Baude, exijirá mi presencia en Paris pa-
ra ,abogar en última apelaéion por una causa


(. ) Alllde sin duda á la proposicion de
Mr. Bricqueville contra los ilustres dester¡'ado~.




54
que' no creí verme obligado á defender de
nuevo. Un hombre de honor jamás se oculta,
ni publíca de lejos contra sus adversarios lo
que' no se atrevería á echarles en' rostro.


En fin casi todos los periódicos, conside-
rados siempre' como órganos de la opinion,
han manifestado durante mi ausencia senti-
mientos que me honran ( I ). Vuestra mágica
elocuencia, cual pródiga ninfa, vi~ne á su vez
á adornar de flores y diamantes, no mi anti·
guo trono (.), pues no le tengo, pero sí mi
añejo bordon de peregrino. ¿ Cómo podia ser
invulnerable á. la lisonja de una musa que ha
desdeñado adular á los Reyes? j Ah! cuando se
digna amonestarme para que regrese, no pue-
do casi resistir la tentacion de correr á admi·
rarla en su' propio templo, esto es, en el
plácido suelo de mi patria.


( • ) Alude á una espresion del cancionero.




CITA A LA PAGINA ANTERIOR.
-------~ .. ~------


( 1) He aquí la conducta de los que andan mas vali-
dos en órden á la carta precedente.


El diario de los Debates guarda absoluto silencio acer-
ca de ella , mientras la Gaceta, con el buen ta~to
que le es peculiar, la ellsa]za, la comenta y la deñenrle.


El Nacional, reproduciendo la contestacion de Mr.
Chateaubriand á Mr. Berenger, siente: que los. nobles
sentimientos manifestados en etla no esten enteramente se-
parados de cierto interés, lJue no es el de la patria. Es-
peraremos, se le puede responder, á que la patria 10
diga. El Constitucional, apesar de sus exajeradas dodri.
nas, no puede menos de hablar del brillante autor de
los Mártires en los términos siguientes:


En este tiempo de acontecimientos grandes y hom-
bres pequetíos, no es fácil, sino á 1\1r. Chateaubriand,
in teresar á todos en su favor, hacer que se ocupen
esclusivamente de él, Y aun hablar de sí mismo con
el noble orgullo del pundonor, sin bajeza y sin herir~
He aquí un privilegio de su talento y de su fama, hacer
un acontecimiento público de cada una de las accicnes
de su vida: si abandona á Francia, sábelo ésta por un
elocuente folleto: si es invitado por uno de nuestros
mas célebres 'poetas para volver á su seno, cQntesta á la
subIíme cancion diciendo que no ha sido sordo á sus
pindáricos versos.


N' entends tu par la France qui te crie:
Mon. beau del pleure une etoile de moins? .••


Esta Inspirada esclamucion no es una hipérbole del
poeta, sino el éco de ]a mas pura verdad. Mr. Chateau-
briand ha reconocido la voz, la propia voz de Fran-
cia: = "Los órganos de la opinion ptíblica, dice al fin
de su carta, casi todos los periódicos, han manifestarlo,
durante mi ausencia, sentimientos, que me honran. Vues·
tra mágica elocuencia viene despues cual pródiga ninfa
á ornar de flores y diamantes, no mi antiguo trono, pues
no le tengo, pero sí mi afiejo bordon de peregrino




56·
~ 'C6mo . podrla. ser' invulnerable ála lisonja de una :musa
quel1a desdefiado adular á los Rey t's? j Ah ! CUlUldQ se
digna amonesbrme para que regrese, no puedo casi re-
Sistir la tentacion de correr á admirarla tln liU propio
templo; -esto es, en el plácido suelo de mi patria."


Ser adulado por una musa ,que ha desdeñado á Jos
Reyt's; ser llorado el . ca,nto.r de la. lejitimictad por los
mismos que no sienten m pérdida, es un destino que
tiene algo de milagroso; pero debido al hombre cé.
lebre que el puebld Jlevaba· en triunfo ti las barf'i~ada¡.
, . Continúa el editor copiando el párrafo que dejamos
inserto, desde dOlll.~e dice: =" He vuelto á ver á Fran ..
cia."= Y conCluye: ~"Un hombre de honor jamás se
oculta ni publíca de Jejas contra BUS adversarios lo que
no se atrevería á echarles en rostro." == Mr. Chateau-
brhmd. añade, vuélve para defender aun á los Borbone.
y tambien para tomar parte en Jos peligros á que se
arriesga. Esto es ya demasiado apego á la causa; dema-
siado amor á la gloria: sin duda el martirio coronaría
dignamente una carrera tan llena de nobles esfuerzos;


. pero es necesario que renuncie á la iluFion que le sedu-
ce, pues no habrá'deconfesar e.nt'J cadalso su fe bor-
bónica ( * ) ; y continuará escribiendo elocuentes páginas
por un desgraciado cliente sin mas efecto 'lúe aumentar,
si es posible, la fama del escritor. Encat,tará tí millares
de lectores, no acrecentará el número de sus enemilt0s,
y si, cóntl'a toda esper:lllza ~ lograse los ásperos hono-
res, de una persecucion injusta, el mismo pueblo vrw-
cector, está todavía en las barricadas para llevarlo otra
vez en triunfo sobre sus hombros. . ,