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LECCIONES
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DERECIIO POLÍTICO CONSTITUCIONAL.


pon


MADRID.


nIPRE~TA 1)11, n. I. BOIX, CALLE nE f.ARRF,TAS, NOU. 8.
11H3.




Esta obra tS propi rdad
,le su edilor D. IGNACIO
BoIX, quien perscr,uira
ante la lel' á 'Iuien la
reimprima.




INTRODUCCION.


Salen á luz estas lecciones recogidas con habilidad
.mlna en signos taqttígráficos por los hábiles profesores en
este arle D. Alltoniu Fe/Tér del Rio y D. Juan Perez
CaLDo, y enmendadas yun tanto, si bien poco, afiadidas
por el aulor mismo. Forman, pues, un CtCrso mas para
uido que para leido, porqttc lo mejor para leerse HO es lo
Ijl/e mas e{ecto produce á un attdilurio, y al canlrrwio.
Al calcdi-ittico espalLol del Ateneo asimismo sucedu al
reDes que al eminente sabio y ministro francés 1lIr. Guizot,
tan wperior á él por todos títulos, porque si de este se
dice que !letla "esabios de su clítcdra al teatro Izarto dire-.
rente de los cuerpos deliberantes cuando en ellos habla
COI/lO diputado ó ministro, de aquel p/tcdc afirmarse que
en el se descubre nias de lo debido la co.~tllml;,.e de hablar
en los parlamentos, y hasta los modos de qttien ejercitó en
sus mocedade~ las artes tribunicias, en el tono, en el esti-
lo, en la {arma que da á sus discursos destinados á la
eme/Lanza. Por eso no será de extrG1Lar que haya quien
laclle estas lecciones de algo {altas de nuJtodo, y sobrado


•. declamatorias en el estilo, y 11OlIlerecerá, cOlldenaclOn ~e­
'¡,lera el jI/e: q!W diere tan duro {allo.




Esto no obsta'lIte se arroja el autor á aparecer ante
el tribunal del público, al cual respeta y teme como quien
mas, y, no sin causa. Cree que el asunto de que ha tra-
tado en sus lecciones, merece qu,e de el se escriba. Cree
sa¡¡a.~ las doctrinas que proFesa, y conveniente darles 1m-
blü:idad y extension, dándolas á la e¡;tampa: cree que de
sus yel'rl)s puede sacarse provecho si hay quien los con{ute
y enmiende. Púr último, como todas las criaturas, no
puede olvidarse de sí mismo. Sns lecciones han sido oidas
con beilet'olencia suma, y jn:;,yadas con illdulgencia exce-
siL'a. l/ay curiosidad de leerlas en q¡¡¡cJ/ts 110 las han
oiJo: la hay en /10 pocos de 5IlS 0!Jentes de c01/siderar des-
pacio lo que llegó á sus oidos con la velocidad que llevan
las palabras; de ju':;,gal' serenos lo q(te esCltcl!aron COlllllO-
vidas. A qui el autor corre HIt peligro segtlro> plles de
cierto han de Ilotársele faltas que cuando hablaba no se le
descubrieron. Y así, si pttblicando esta abril/a peca de
vano y soberbio, en el pecado llevará la penitencia.


Una 'inculpacíon merece sin emb'argo y es la de JIU
haberse detenido á meditar y corregir mejor esta oóra,
cwmdo la vá á dar á la prCH.~a. De ello se disCltlpará, 110
s.in rubor, alegando una ra:.;on que, si es parleros a ,
t~elle el grave inconveniente de nacer de SI! ú~ten!s propio.
Aquella cosa calificada por un pacta antiguo latino de
audaz, y la cual cO/lfiesa qtte le impelió á hacer versos,
bt'en puede haber arrojado, á quien esto escribe, á publi-
car tempralla é inlempeSIÚJamcnte sus lecciones.


ANTONIO ALCAL\ GUlANO.




LE(J(JION . PRIMERA..


SCñórc~, no es so'o la cátedra ocupada' por el humilde
individuo que liene el honor de dirigirse á este distin-
guido anditorio, la (JlIe hoy va á abrirse: van á abrirse
todas las del Ateneo. Desplles de varios años (creo que
este es el noveno), sigue este establecimiento las tareas
que se impuso COIl fe, q uc ha seguido con esperanza,
y que va realiLando con grande satisfaccion suya. Ajeno
por su instituto á la política militante, ha procurado abs-
tl'aerse de las disputas y contiendas en q uc los españoles
hemos e\;tado divididos: ha abierto sus brazos á personas
de opiniones las mas opuestas, si han sido personas
unidas pOI' el amor á los estudios á que el Ateneo está
dedicado. Sin embargo, como la atmósfel'a en que ha
viddo ha sido enteramente política, y los vientos ó hu-
racanes que han combatido á la patria, se han sentido
en los paraje;; mas pacíficos, en aquellos que debian
c81ar mas 31 abrigo de todo trastorno, este instituto, á
pesar de su deseo de a parecer y de mantenerse neutral,
110 ha podido menos de resentirse de los tiempos re-
vuelto o; en que se ha' encontrado: sin embargo los ha
atravesado prósperamente para bien propio y de los fines
á que camina. Hoy resplandece una aurOl'a mas feliz en




6 LECCIONES
el horizonte, y aunque no dire que el mediodia será tan
sereno como algunas esperanzas se prometen, á lo me-
nos, en lo que va del nuevo dia, hemos conquistado la
libre discusion y la tranquilidad. Hombl'es de todas las
opiniones se presentan en este recinto, de que se vieron
apartados algunos, entre lOStu~Jcs &e cuenta mi humilde
persona; y el Atened' vévolver'a su seno á todos los in-
dividuos que adoptó y :i quienes homaba con su amor
Illas que por mérito de ellos por atencion á los buenos
deseos que mostmban y los servicios que con celo ha-
bian prestado. Imposible es, señores, hablar de este
asunt o sin conmoverse: para mantenerse insensible aho-
ra seria ne.;esari(} ser superior á la naturaleza humana,
ó bien inferior hasta llegar á volverse como piedra; y no
es menos dificiL que lo que siente vivamente el alma no
se a,;;ome con mas ó menos fuerza á los labios,


Prescindiendo pues de este aRtmlo, que puede decir-
se ageno :í nuestro propósito, aludiremos á la Iweva aper-
tura del Ateneo, Como habl'á visto el público casi todas
las cátedras antiguas han vuelto á abrirse: se han re-
partido otras de nuevo modo; y van á establecerse a'gnn~s
nuevas. En suma, el Ateneo ve que va prósperamente y
de ello se alegra, no tanlO por resultarle de ahí honra y
gloria, cuanlo por considerar en notable manera conse-
guido el fin que se propuso, la enseñanza, porque al Yel'
la numerosa concurrencia del público, que nos eslá
honrando, se descubre cuánta ansia hay de saber, con
lo cual está logl'ado exlcndef el cultivo de las ciencias y
de la literatura.


Pero prescindie'ndo de estos asuntos generales, pasa-
rémos al particular que hoy aquí nos reune.


La ciencia del derecho político constitucional, se-
ñores, es una ciencia que hoy dia es negada pO\' muchos,
es decir, es una ciencia que va encontrando muchos
enemigos, pOl'que se va creyendo que hay en ella Ílluchos
errores. No soy yo de aquellos que se obstinan en una
fe antigua, meramente porque su presullcion les predis-




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. "1
pone contra todo cuanto es nuevo, creyendo preferible
á lo presente lo pasado; pero no soy tampoco de las
personas veleidosas que se van con el viento de todas la!(
opiniones y en vez de obedecer á la firme corriente de la
rerdadera opinion pública, giran á modo de veletas mo-
viéndose con todas las ventolinas. En la ciencia del
derecho político constitucional hay muchas verdades,
qne varian segun los tiempos, y segun su aplicacion es
diversa; pero hay tambien algunos principios siempre
verdaderos que conviene en toda ocasion tener presentes,
si bien hasta en estos influyen las circunstancias, alte-
rándolos ó modificándolos, lo cual sobre todo los acre-
dita de ciertos, pues si no fuesen tan verdaderos y
~anos serian ciertamente ma5 inflexibles.


El prime!' principio á que debemos atender es la
naturaleza del gobierno. Los hombres por lo general van
ú examinar demasiado las diversas formas del gobierno
y no el punto en que todos concurren. Hay, señores, un
punto imporlallte comun á todas las formas de gobierno,
ya sean aristocráticos, democráticos, monárquicos, me·
socráticos, ó correspondan al cúmulo de nombfl's que
han imentado los hombres, de los cuales unos son
exactos, olros inexactos, y ninguno tiene exactitud com-
pleta. Pero los publicistas se dan lilas á caracterizar cada
forma que á considerar la esencia del gobierno mismo,
de esa cosa ó ente, la cual formada como piedra de
toque es buena para ir á ella ensayando todas las di-
versas formas políticas, asi las genel'31es como las modi-
ficadas por las circunstancias, para ir viendo hasta qué
punto concurren ellas en el fin que todo gobierno se
propone.


Gobierno es una fuerza nacida de la sociedad exis-
tente. Donde quiera que hay sociedad existe una fuerza
que tiene doble carácter, Ó lIn carácter solo que puede
ser mirado por dos faces di Vet'sas: una fuerza que re-
prime y ampara, ó que reprime amparando y ampara
reprimiendo. Esto es bastante claro aunque tenga ciertos




8 LECCIO~ES
,'isos de retruécano la manera de expresarlo. Cuando
pOI' ejemplo yo me preparo á 'hacer mi volllnlad á costa
del bien ageno, llevado pOI' mi apetilo sino me refrenan
la razoa ó el lemor: cuando por ejemplo me apresto á
quitar cualquiera cosa á mi \'ecino Ó á satisfacer un de~eo
á costa de otras criaturas, se interpone una fuúza, la
cual reprime á la persona que atenta y ampara al mismo
tiempo á Ja que debía ser ríclima del atenlado. lIé ahí
como está bien la expresion de que reprime amparando
yampara reprimiendo.


El gobierno, ente de esta naturaleza, no se puede
saber como ha sido creado. Es sumamente ocioso enh'ar
en las antiguas teorías del pacto social. No hablemos del
contrato social como le concibió HOllsseau en lino de sus
hermosos sueños, ó por mejol' decil', no del todo her-
mosos, sino sublimes, en los cuales desaparece la her-
mosura pOl' presentat' un aspecto cuanto mas sublime
mas tremendo. No hablemos solo del paclo social de
Locke y de todos lns que antes que él le han reconocido,
cl'eyendo que los hombres cedieron una parte de su
libertad para beneficio de todos, creando asi este ente
que se llama gohierno. Contra esto se ha hablado mu-
cho: se ha probado que la autoridad ha existido siem-
pre; que el hombre nunca se ha visto aislado, sillo e.u
familia, en la cual elpadl'e era superiol' á los hijos; que
mientras se ha respetado mas la familia mejor han vivido
los hombres, y otras mil e.species pOI' donde se prueba
que el paclo sociallal como algunos le imaginaron jamás
ha existido.


Ocioso me parece, seüores, entt'ar en averiguacio-
nes semejantes, al resolv€t, las cuales, quién sustenta
ya la una, ya la otra opiniol1; respectivamente en-
cubre la parte de verdad que le es contraria, y oculta
ó refuta mal el argumento que contra su sentil' tiene mas
fuerza. Pacto social esplícito en rarísima ocasion lo ha
habido; y cuando con él tropezamo!'; levemos celebrado
no entre pllehlos salvajes, no en sociedades rccien nacÍ-




1m DEHECHO CONSTITUCIONAL. 9
das, sino all'o\'oS en naciones ilustradas, cuando un gran
Irastorllo aniquila un sistema antiguo, y quedando der-
ribada una fábrica de gobierno y el terreno raso, ol'de-
nadamellto, y cOllarrrglo á cierta teol'Ía se traza y labra
un edilicio socíal nuevo.


En los pueblos antiguos ó en los modernos descu-
lJiel'tos en un estado de mediana cultura, cuando se
encueuLra algo á moJo Je gobierno, se ve ya fa ahloridad
estahlecida. Esto no obsLante, y aunque el pacto social
no deba sel' mirado como expreso, la esencia d~l go-
hierno ó de la potestad amp:.iI·adol'a y represora, indica
cierla condiciOll implícita en virtud de la cual las socie-
dades existen.


Mirado pues este ente llamado gohierno, como am-
p:trador y represor; será preciso convenir en. que todos
los go11iernos son amparadores y represores en mas 6
Illonos grado, ya se3n ellos aristocráticos, monárquicos ó
democráticos, ya los qne se llaman despóticos, si ha
existido aJgUIl~l vez el verdadero despol iSOlO, no siendo
en aquellas tribus 8aJ\'~jes, 011 qne se put'de decir que
no hay clase de gobierno conocida, y en las cuales lo
llamado despotismo se I'cduce :í ser ~na especie de anar-
quía ó violencia. Si pues en ladas partes el gohierllo
existe como medio de represion y amparo, examinado él
así entra la gran cucstion; la clleslion que se agitó en el
siglo próximo pasado, la cual si bien puede parecer
ociosa convendrá tratal' en este momento, ¿ el gobierno
ei; un bien ó por el contrario un mal? Ha habido filóso-
fos, sobre lodo en el siglo dceimo octavo, que sustental'Oll
ser el gobierno un mal. 1\"0 hablaré de ROllsseau quien
considerando hasta la pr6piedad como un mal, en su
discurso sobre las causas de la desigualdad entl'e los
homhres dijo: «Aquel que primerol'ornpiendo y cercan-
do un campo luyo la oCillTellcia de decir, esto es mio,
fue el runclador de la sociedad; ¡cuántos males (añadió,)
hahria excusado nI mundo el quc arrancando las estacas
y rcg~l1do la ~.allja, huhiese exclamado. Guardaos de




10 LECCIONES
dar oido á ese imposto!', y acordaos de que la tierra es de
todos y los fmtos no son de nadie! A esto respondió COIl
Sllma agudeza Voltaire, inferiol' como político á Rousseau,
pero en quien el buen seso era la calidad dominante; y
respondió con burla en una de sus obrillas miscelá-
neas, y menos conocidas; titulada diálogo entre A n y
C, como se puede responder á un sofisma de esta natu-
raleza; y PUE;O en boca de uno de los interlocutores la
siguiente pregunta (¿el que ba dicho estas palab ras, (y
copiaba el trozo que acaLo de citar) tenia razan'? :No:
(es la respuesta) porque en vez de arrancar las estacas y
cegar la zanja no tenia mas sillo imitarle 'y pronto se ha-
bría formado un lugarcito hastante lindo.) Ahí está la
mejor contestacioD que al aserto de Housseau podia
darse.


Prescindiendo de esta invectiva contra la propiedad,
ha habido algunos y entre ellos Tomús Paine que tenia n
y hao dedal'ado el gobierno por un mal ¿ y por qué?
porque no le cOllside\'aban sino bajo el aspecto repl'esiyo
y se ponian de parte de aquel cuyos apetitos eran repri-
midos; y t~O de parte de aquel que iba á pa.d_~cer y em
amparado. No hay duda en que el gobierno es un mal
para el t'oprimido, pero si uno se coloca en el lugar del
que padeceria si represioll no lwbiese, el gobierno es un
bien inmenso.


Ahora pues, poniéndonos á pesal' la suma de bienes
y de males que el gobiemo puede producir, fuerza ser{¡,
señores, convencemos de que si por (úel'to lado hay
males y descontento para algunos, pOI' no cumplir su
voluntad ó saciar sus :lpeLiIOs, son tantas las ventajas que
¡'esultan del amparo de las vidas y haciendas, que con-
trapesan y en mucho exceden á los males. Para figurar-
nos ]0 que seria un estado sin gobierno imaginemos por
un momento lo que no existe: desparramemos los hom-
bres por un campo; pongámosle cubierto de árbolc~ y
lleno de f!'Utos: demos á los moradores de aquella reglOll
todas las necesidades <le la vida satisfechas, y en su man-




1m nmtECno CO~STl1TCWSAL '11
8iol1 tengámMlos iguales, libl'es, sin sl1jecion alguna,
sin lo llamado gobierno, viviendo por algunos dias en
tan iucomparable paz y dicha, ¿ qué res,ultaria? De5de
Juego se notari:m las desigualdades natlll'alcs entre los
h~mbrcs ; de ellos habría fuertes y débiles, osados y tí-
midos: los fuel'tes y osados no se contentarian con ]a
parte que del comun bienestar les tocase; querrian des-
pojar de alguna porcion á su vecino, y ya asi cometerían
un aclo de tiranía con que la libertad é igualdad queda-
rina menoscabadas. Despues ya no se contentarian los mis-
mos tiranos con cumplir su voluntad á costa de su vecino
y por trabajo propio: qncl'l'ian que otra persona los sirviese
y obligarían á un sl1ge!o débil á ayudarlos en el logro de
IOUS intentos. Aquí ya hahría desniyel, habría servicio.
Luego considerarian los una vez servidos que no siem-
pre tendrian á mano un sugeto débil, y discurririan que
.convendl'ia tenerle en sujecion perpetua, lo cual conse-
guirían por medio del miedo, que su fuerza superior ha-
bria de inspirar' continuamente, y po de ahí nacel'Ía una
f'specie de esclavitud ó la c3e\ayjllrd completa. De maneta
que quilando el gohierno, se ve uacer la tiranía con la
servidurnhl'c en plazo sino inmediato poco distante.


A los males que acabo de hacer presentes, véase
cuánta ventaja hacen en número y calidad puestos en
cotejo los .Liencs q lIe se consiguen bajo el amparo de la
fuel'za social representada y ejercida por un gobil:'rno
fuerte; fuerte, digo, y no despótico, que sepa darse á
respetar, y vencer y sujetar á quien ú respetarle se ne-
gare; bajo el cual sea la autoridad puntualmente obe-
decida en todo cuanto mandare á nombre de las leyes.
Asi podrán caminar las sociedades en esa senda de
progresos que muchos c,elelll'all y claman por ver segui-
da y po.cos conocen, y llc progreso "erdadero; guiadas
pOl'la razon, alumbradas por la luz de la reiigioll santa
á que los siglos nuevos van volviendo. con todas las ven-
tajas compañeras de la ilustl'Jcion de nuestros dias~ y así
se cumplirá el destino que al humano linaje tiene guar..:
dado la Pro ridellcia. '




12 LECCIONES
• Fuerte debe ser en verdad el gobierno en el siglo


en que vivimos, si ha de satisfacefá sus condiciones de
amparador y represor; pues para 'ello tiene que vencer
fuerzas terribles que le están?pUeslás: Y.. como el hom-
bre ha sido formado para vivir en socied'ad ,y como so-
cied:.d y gobierno son dos,cosa~ i~~é'p'a'ra~fes, 'siendo
necesaria la existencia de' éste para"'laviibdé aque1l3;
y como la esencia d~lgobiern?,r.idt'90d ~u~n'plá todo
cuanto para cumphl'con su eIicar,gonecesl ta, se ve
'claro que la potestad gubcrnalivanadé 'estar revestida
de fuerzas excesivas no, pero' s¡';mílís~tllás sí, por serIe
es.as 'necesarias. ,"", ,


Convenci(los, pues, señores', de cuáles son las cali-
llades y condiciones de t'odo 's,o,b!el'UO 'por ,el hecho mts-
mo de serlo, dehemosir pas~rid,o,~nr~v,ista las diferentes
formas de gobierno, así paraJ'¿'r"¡'i'd'efi~idas y clasifica-
das como lo son generalmente 1 sOliexaCtns las divisiones
)" las c31ificaciones de cada C(lasc~ como para ver al mismo
tiempo de tlué modo y hasta qué punto cuadran las di·
yersas rOi'maS que se Jan al gobierno con el carácter y
objeto etcmos de la potestad gubernali va: y csto varia
COIl los tiempos y las cil'cunstancías, porque como dejo
dicho al principio; de esta lcccion, "i.'eglas hay perma-
nentes yotl'as que depende'n absolutamente de las oca-
SiOo1CS, y algunas que tienen siem pre co~o esta d ~
ciertas y de fijas mucho, y de varialJles no I)oco ..


Para cumplir cou el primel' propósito de ver si las
definiciones dadas de diferentes formas de gobierno son
exactas, entremos, señores, á IHl blar de las divisiones que
de los gobiernos hacen los· publicistas. Estas deben ser
examinadas para ver' primero si son ó ilo exactas, y des-
pues, como cada clase de gob'it'I'no cuadl'a ton el objeto
que la potestad gobel'l1adora está obligada á desempeñar
y se propone. .


En primer lug3r, humillándome ya como ocho á
personas á mí infinitamente superiores, á homhres céle-
bres, á ingrnios esclarecidos alumhrados por la luz de




DE DERECHO CONSTJTUCION.U. 13
un vasto sabe.r que han ado.ptado ciertas di\'i~iullcs y de-
tlniciones de varias clases de gobierno, pero conservando
aun cuando á ellos me humille el uso de mi razon, si.
quiera sea orgullosa, diré que no estoy satisfecho COIl las
clasificaciones en esta materia hechas por los pllblicisla~,
y por :>i alguno esperase del hombre que con tanta pre-
sUllcion se explica ullas defilliciones ó clnsificacíones nue-
vas, añadiré, haLlando con ::.inceridad, que no conozco
definicíon alguna que pueda adapl~rse á \'arios gobiernc1s
si ha de calificárselos como es debHlo. Cualquiera de las
dadas por los publicistas sin excluir los mas afamados
y mas dignos dc su fama, si en algo satisface la razon,
Jeja por 011'0 lado ha .. to que apetecer, y asi no sie.ndo de
extrañar que haya hahido quien las Ínreute y quien las
apruebe, I:llnpoco es Vil~pel'ahle que haya quien las cri-
tique, y, por la razon misma ~ ~allsa de w censura, no
acierte á dar otras nuevas cuya aplicacion sea mediana:::!
mente exacta si se extiende á explicar la forma política de
Jiversos estados.


Dificil es pues decir, qué sea al'istocrácia, qué de-
mocrácia y aun hasta qué monarquía, si ha de compren-
der la definicion á varios gobiernos existentes. Y de notar
es que de haLer juzgado una clase de gobierno, el de la
Gran Bretaña, no por lo que es en sí, :5ino por lo que las
detinieiones gonerales aplicadas á elle suponen, dimanan
en no pequeüa parle los males que de alglln tiempo acá
han padecido y hoy padecen los mas de los pueblos. A
su tiempo diremos lilas de esto hablando de la COllslilll-
cion británica ~ pauta que han seguido y copiado mal por
remedarle su forma y uo ,tomarle su índole casi todas las
del continente europeo, y con mas acierto si bien va-
riándole el cSpÍl'itll la de los Estados Unidos Anglo-:Amé-
ricanos Sil hija. Entonces veremos cómo y porqué la
imitacion ha sido errónea, pOI' aparecer aquella consti.
lucion con formas engafíosas como suele suceder en las
cons.tituciones. En estas debe busclll'se el alma y no la
semejanza estcrior, mera apariencia, pues con dejar-




U· LECCIONES
se llevar pOI' esla se comele el ma~or ~ex~(} \'~..,\\)\c.


Voy á explicar, señores, porqué I'aZOI1 no me con-
formo can las definiciones de que he hablado, y para mi
propósito las traeré á cuento. Primera de todas, [a mas
cornieule, es la de aristo'Jrácia, democrácia y monarquía.
En primer lugar, señores, confieso que llamar monarquia
á todos los paises en que la dignitlad real se transmite
por herencia, si bien liene mucho de cierlo tiene tam-
bien un poco de confuso; porque hay monarquías á tal
punto diferentes que DO tienen casi mas semejanza enlre
sí que alguna de ellas con una república. ¿ Qué tiene que
ver la monarquía inglesa, república aristocrática, donde
es el rey el primero de los pares, el piná ~ulo, digámoslo
así, de un es lado que va ascendiendo pOI' capas Ó esca-
Iones, en lo alto de los cuales so ve asomar al monarca
sino confundido mal distinguido enlre los que por an-
darle cercanos casi le rodean, con otros estados donde
el Rey aparece como un gigante y el pueblo corno un
pigm ea, descollando la real persona sobre las de sus Slíb-
ditos quantnm lenta solent inter viburna cupresi'! Pero al
cabo todas las monarquías tienen algo que les es comnn:
al fin lodas coinciden en un principio; porque, cuenta que
al decir que las monarquías se diferencian baslante, 110
quiero yo I'ebajar la importancia de la h'Ullsmision dc la
suprema potestad por herencia. Las monarquías entl'e sí
IDaS diferentes tienen como he dicho un punto donde
con cunen , y en esto debemoshacel' hincapié, porque
es Mil sobremancl'a recomendar esla ventaja de la mo-
narquía hoy en nuesll'a España. Ella es en sí un princi-
pio salvaflor, pero añadiré que entre nosotros donde va
pel'diéndose toda idea de respeto, (permítaseme esta
alusion á la3 cosas del dia) eo cuya patria todos los vín-
culos que unen á las sociedades están aflojados y casi
rolos, si falta la revel'encia á ese pl'iftcipio, la atencioll
á esa estrella polar que todavía divisamos entre un cielo
encnpotado de nubes i trisle de esla nacion, sobre la
(luchan cuido tanlas calamidades! j A)' de ella, si la




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. 15
abrumase esta que seria la peor de todas porque nos ve-
ríamos desamparados para gobernarnos lanzándonos en
un mar borrascoso, faltos de señal segura que en medio
dc 10$ peligros nos indicasc" el rumbo del puel'Lo! Por
consiguiente, señores, al decir que las monarquías se
diferencian, no olvidemos "que es gran cosaqne á todas
ellas sea comun In existencia de un Rey, de una digni-
dad. permanente, nunca vacante, prenda de firmE:za y
de ventura, en vez de quedar tiadala suerte del estado á
una eleccion que es una casualidad disfrazada.


Pero si algo difieren entre sí las monarquías, mas di-
ferentes son unas de otras las at'istocráeias aunque haya
piln/os en qile coijJdden, PlI/'/J /IJ{fl1008 no e8 0/í3 cosa
la aristocrácia que el poder heredado en una clase, y
como heredado en tiempos antiguos salia ser solamente
las tierras: es comun considerar eomo aristocl'ácia á la
asociacion de los propietarios tenitoriales. Pel·o tamhien
otras riquezas se heredan, y en la aristocrácia considerada
COlIJO la herellcia contrapuesta á la eleccion deben ser
incluidos los ricos que han heredado dinero y no tierras
de sus padres ó mayores. Y si ascendemos al origen de la
VOl aristocrácia era esta el gobierno de los mejores, ó diga-
moselde unos cuantos eseogidos,coutraput)stos al gobierno
de la muchedumbre. Considerada la aristocrácia de este
modo pueden citarse dos ejemplos, pordonde se ve que el
ser reducido el número de los que gobiernan y no solo
el de los que gobiernan, sino el de los que ejcl'cen influjo
legal sobre los gobernadores no da á dos formas políticas
un carácter idéntico. Consideremos, señores, dos estados,
de los cuales el uno pequeño teuia un cuerpo numeroso
en que estaban depositadas la facultad de hacer leyes y
la de elegir los gobern3dores; y el otro dilatado, pobladí-
simo, Mnde no solamente la facultad de hacer leyes
sino la de elegir á quienes han de hacerlas y ejercer al
mismo tiempo influjo en los actos de la potestad guber-
nativa están confiadas á Ullcorto mÍmel'O de electores.
y ~in embargo J señorES, de estos dos estados aquel es




16 I.ECClONES
tenido por aristocrático y este por democrálico, ambos en
grado sumo, y hay razon sobrada para jl1Zgarlos así.
Los dos e~tados á (Ille acabo de referirme son Venecia
antiglla y Francia modorn3. Pasmará, señores, ver pues-
tos en cotejl). como para huscades semejanza, á dos cuer-
pos políticos tan diferentes, pero bien mirado el ¡jl'an
consejo de Venecia relativamente á b poblacíon ue los
eslados vl.'necianos, no era de esta una f..acdon mellO\'
(Jue lo es el cuerpo electoral de la vecina Francia de
treinta V cinco millones de franceses. En uno V otro es-
tadoestaba y está cooliado el poder-legal á U~l numero
!lO crecido de los señalados por la ley como mejores; y
esto no obstante Francia es una mesocracia que inclina
hasta ute á democráci3 1 y Venecia era una 3ristocl'ácia tau
cerrada cuanto c3be sel'lo Locualacredita las diferellcias
qne produce el modo de hIlSC8.1'loS'étD.ejOl'es par<l clltre-
garles el mando é influjo, No deja un gobierno de sel'
calificarlo de aristocrácia 1 porque en él entre ú ejercer
poder en alguna ocasioll la muchedumbre, pues 3risto-
cdcia era Esparta y allí el pueblo se juntaba para teue\'
parte en la r3tificacion de las 10j'es. Si se me pregunta
pues ¿qué es gobierno aristocrático'! algo podré decir
exacto hasta cierto puulo, pel'o si COIl ello lle de seriala!'
ulla clase numerosa de gobiernos á los cllales llli delilli-
cion comprenda y se acomode,· diré que lo iglloro. Sí)
señores, en la t('ipidad de gobiernos que los publicistas
han creado, al reyeS de la tI'inidad divina que tiene tres
personas distintas, hs trN clases se mezclan y con-
funden.


Entremos á con"jderar la democrácia. Esta saca su
nomhre de) demos gl'iego, ó sea pueblo ó muchedumbre,
y equivale al gohierno general ó gobierno de todos. PCI'O
ese gobierno ¿ llónde se encuentra? ¿, Dónde ha,y una dc-
mocrácia semejante, esto es, eomplcta, cabal? Quenia yo
que los llOmbl'es honrados y since¡;os que de conlinuo
están ensalzando al pueblo y pretenciiendo q lle lodiJ (:1
gobierne. me dijesen ¡, dónde le hall "¡sIO verdadera y w~-




DE DERECHO CONSTITUCIO:SAL 1 '1
neralmente gohernando? No hablaré con los que quiet'Cll
ver en ejercicio el poder de una parle del pueblo; la que
ellos capitanean; 110 de los que solicitando pouerpara el
pueblo en nomhre de la virtud de este intentan disponer
de .aquella parle del pueblo que por lo ignorante ni vir-
tud política, ni "icios pohticos tiene, para servirse de ella
en provecho dc sus propios vicios. Si existiera un go-
bierno verdadl'raml'llte dfl lodos ¿por qué habria de que-
dar excluida de él la mitad (lel linaje humano, el sexo
mujel'il? Acaso no son las mujel'es raeionales como nos·
olros?Plles por'} ué se las pri va de los del'echos políticos!
veo reirse á lodos y sin duda se reirian todavia mas si
viesen á las m,ujeres votando diputados ó aun concf'jales.
Pero eso mismo ¿no prueha que en ninguna pal'te ni
ocasion gobiernan todos cuantos componen un estado?
Pues pasemos á hahlar de otra porcion de personas, que
del gobierno de las llamadas democl'ácias quedan descdr·
taclos; 110 habla/'emos de los esclavos, pOrt]ue el esclavo
es cosa y 110 hombre: tiene un alma, pel'O no es dueño
de sus acciones: está dentro de la ciudad, vi\'ielldo, co·
miendo, procreanllo, siniendo en ella, y sinprelientar
otro aspedo que el de un lIIueble Ú objeto inanimado.
Ademas las democrácias no dan dc/'ecbos políticos al
sinienle doméstico, DI al menor de edad; luego de todos
no hay gohierno alguno. Pero le jJaY de Ull crecido
número, me dirán; ¿y segun .cs mas Ó mellOS crecido
el número, no \'aria entcl'amente la índole de las de-
mocrácia¡¡? ¿ g,; lo mis~lIO el VOIO uni versal que el res-
tricto'? ¿No es llamado tanrbi¡m democrático el gobierno
francés l)or no exigirse en FI'.lUcia calidades de naci-
miento para llegar á St~r elector, y poder allí todos lIr-
g:lI' á ser elrctores Mn tal de qhe sean me:lianarnen!e
ricos? Creo pues, en "il'tUlI de las razouesque he expueslo,
quc, JiferenciálldoSillanto enlre sí las apellidadas dCllo-
crácias, vale poco 1II.:l dclillicion general de esla clase
de gobierno si se quiere ulla que á touas ellas compl'l:o"
da y cuadre.




18 LECCIONES
Hay una defillicion,do:cierta,clase,de gobiernos, á la
l~ual concedo JO baslanlc.e«actHud¡.Es esla .dada por un
aulor de no COIllUll mél.'ito; el) pcro, que no se ha re-
montado á gran celebridad (et&.eñQl'C"~dHlljez) de cuya
obra sobre un ramo deldcrecb9 pn!itiQQ,c/ÚJ&litucional
da noticia en UD exceleole,eJ;LIi!l.cl.Q e.l:apl.'!'l(:iabilísimo
periódico, ,intitulado la, BihlioJ,eeR univ~~i'#LJ~Ginebra.
Ohra,esla,áqueme:renepOt (dicho, ~i\id~ l})~Q) ~n que
aBundan :,$a'uas razones,; pero <ksg\!ucia ,e,s,ql1e autores
declara ,'aZGU J ngmlo. i~cnio .qucdeq, con, frecuencia
oseuracídos." ", ",:,: ;".21 .• ,,, "",,;" ~


La deD uicio n () eali6.caciouái que,aludo,es la do
mesocracia ósea gobierDo.deJas clases,modias. Es bue-
na eSla,defini(l<iol1 .porqncse lféti43re á,ml neebo ~ t 10 que
está, pasando en )os,plieblOi; m-lIS):iIJl&~rado~,;c.lc E\,lropa
dondeenL-as, dnses ,moclia6 ¡ l~,in da Gfu.e~t.a¡ :I~ "ir~ccion
dej.,ostado.Pel'o aun asíJlo:,la.~nGI.Í~lltr~;clt:~I~ .pues
hay diferencills en la composici!;m. de, la.s ~Iases, medias
en cada pueblo, yen los usos,y las, co~lumLrcs é ideas


; ,,: • • " • > - ¡, i ¡ .1 ' ¡ '.! ~~";" ¡:' •
. (1) ... p~s,e.?so ;e), ~~~or d,e enmendar SU~ yerro,s y TÍ.o de .encu-


brlrlos.,. dlra lÍ los reclures que se ha eq'ulvocailiJen esta Clla, la
cUliliía' hecho fiáUd'osc denlilsiado de'su memoria", ábUClla antes,
IH~y 1~,[jo,lil!~tQ; yha creído desuolJ.Ii¡;~ci!lI'\J d~h~subsiste:.lte
la eqUlv!lCac)on. en.el texto para que salgll la lecCJOIl CylJlo fue
pronúnéiada r pOner la enmienda ernmtlftHitii qtic-'"nedor no
padezcn engaño.Ep la obra de. MI' ,ClierbQh~zlÓ¡,JII!II el extracto
qUA qe"ep .. ,qaMl .1~Bi.bli(~tefa de Gigebf~ "~o P.q, f.\á I~ palabra
7neSOCj'aC1a. En la mIsma Blbllúteca hay un c;xtrado /:fe olra obra
del flancé5~r:AlIctz, cuyo título es De la wmoW'deia 'nIlCt'a; y
¡¡Uí rcprobÍltldose que s~ llame,áll,l~gobi!l~n91> de'ldill: democrá-
cjaporel griego demos. equivalente~. plebe Ó ~uuchcdulllbre
a, olJscja llamarlo, policraCia :fclgriégo 'pi)l/e' 1\' ptl1r tlJiúihos ó IDU~
eho,' jeta/os; pOlimcia, imperio; goM~/'no/, Pcrll '~ÜMI'1I0 ·de IDU.
ehos no expresa 'c:rlll de la~,clll~Hn~d¡ilS. Lit ;;V,¡z mesocl'ácia de
mesos medio, espues mas propi~ y no de invellcion del Hutor,
que huuo de leerla en un libro de' qlll! ,Ihora no se acuerda, si bien
sospecha que á no haber sido en 1 .. Bluliutrca de Ginebra, debió
ser en la excel~nle obra DesinteretsrlOur8a'Ux en EUl'ope de l\I. i al'-
né. Dicho esto, solo queda repetir los elogios á las ideas de 1\1, Cher-
buliez, de las cuales, si alguna parece errada, ot,·a. juntan la no-
vedad con el acierto.




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. 19
de estas, de lo cual viene á resultar diferencia no menor
en lo que respectivamente viene á ser su ~obiel'l1o.


Habiendo criticado las definiciones de aristocrácia,
monarquía y democrácia, pasemos á otra division que es
debida á un homlll'e tan eminente como era Montesquieu,
al cual profeso una admiracion de las lÍlayores posibles,
pero á quien tengo la desgracia de admirar juzgándole,
y ,'icndo en él sombras con las cuales á mis ojos resalla
mas la b,'illantez de SIlS lados luminosos. Algunos me
culparán de empañar con un aliento gl'Osero tan her-
mosa ~ respetable imágen; mas JO diré amiCNS Plato sed
rnagis amica veritas. El presidente Montesquieu, segun
mi ·corto entende¡', no acertó con la definicion de los
gobiernos al divididos en monarquía, despotismo y re-
pública. Apellas puedo rec(}nocer una clase de gobierno
que deba serlhHuado "absolntamente despotismo. Hay
como antes hfldi~hoen algunas tribus feroces un go-
bierno feroz como ellas, en el cual la voluntad de un
hombre, que manda por un momento, es obedecida hasta
cuando cumete ú ordena cometer los maJol'es desafueros
y las mayores enormidades de crueldad; pel'O para se.
ñala.' á un gobierno regular y constituido no veo que
esa definicion sea exacta ;_pues 108 gobiernos de Rusia y
de Turquía viven sujetos á ciertas reglas y condiciones que
ya los despojan de la naturaleza de despóticos; y tanlO mas
lo creo así cuanto que Montesquieu dice que tienen los des.
potismos un alma, un espíritu, y que este alma ó este espí-:
ritu es el miedo. ¿Y elrl1so y el turco se mueven por el mie-
do solamente? Aunque esa pasion bastarda puede bastante
sobre nosolros ,no es el hombre un insecto tan vil que
en parte alguna, si ya no es donde completamente se
asemeja á la bestia, se mueva pOI' el tenor y no mas.
En esos mismos e5tados de Turquía y de Rusia hay cierto
movimiento noble que eleva los espíritus y los lleva á
d~., voluntario homenaje á su 8ultan ó á su czar; y no
es pOI' terror á la potestad que los domina por Jo que
los homhres (,ol're\l al campo de hatalla y hacen en aras


1




20 LECCIONES
de su nacion el sacrificio de Sil vida, ó por lo que en la
vida civil sujetan á la ley sus apetitos. Un estado cuya
alma fuera únicamente ~lmielto, no existil'ia ó tendria
por único magistrado al verdug(} yaqU'tando la cabeza ó ya
azolando. Si examinamos, pues,' 108 'cstado~, á los cuales
Montesquieu llama de:&pQIÍ'coS, veremos' corúo dig'o, algun
principio ~lOblemas Ó pleno,> c111foqlle influye en las
accióríe,sb'umanus, y'ashi.o IesctiadrJ,Ja detinÍcion dada
por el lIusu;e fi'ancésdc'1a escriCiil y alma del despo-
tismo." ,,' .... ,


" No'habl:iré ih)'las definidolies, que da Montesquieu
de la monarquíá'y <fe' lai repliblica ,todavíamas vagas que
las de :lI"iSlo.cracía) derpoéfácia p p~r ~ol:npl'entier .d?s
cosas tau dIferentes, como las tep.ufil!cas de la anli-
güedad y lasrepúl:í]jcas';tiíódernÍi~;'como la república
~u~isto,c¡iátlca de'Veh~éta; l~nla',~HiId/ m~ffia: y la rellública
dl'IÍiocrática de los Esta'dos..:Uüidós 'dd'lit AmérIca Sep-
tentrional ('n nuestros 'días.


Hubo OlI'O definidor, hombl'c Cllya ohra alcanzó
fama entre algunos, si bieÍl nunca file la que alcanzó muy
ex~ensa'; yhoy caido en general desestima y osclII'idad;
pero 3lJthl' Iib 'de tan escasO méi-lto Ctl:mto es su descré-
dilo"prescnt'c.· Acaso se cxtrañaJ'á óirnle alabar un tanlo
~l escrilor que cilO, cups doctrim!s"tlistan infinito de
las que 'yo . profeso y rccomif'udo ,pero es' en mí cos-
tumbre', seílóres,'y costumhre de ti'c(¡;:¡lno puedo des-
prenderme, enconll'al' yerros en 10$ mejores, y aciertos
ün"~u¡t'tieS en lo general ye/'l"all. Hahlando estoy de


• Deslutt' Traer, en lod'<ls SUi'> obras céleLtrc, en casi uin-
gUIl3 de sus opiniones ho)' spgllido, y cuyo comentario
~obre Montcsquieu, al cual me refiero, está ohidado
COOlO acabo de decir y IIl1ncaba sido reputado trabajo de
un mérito de primel' órden. y al elogiarle en algunas
cosas, señores, diré que en mi Cllll'nder las ticne bue-
nas en alL(} grado. Las defiuie¡Ollrs que este aulor da
de lo!' gobierllils se acercall un poco á la verdad, aunque
1'11 mi sentír no llegan á ella. Los divide en gobiernos




DE DEREeHu CONSTlrUCJC)~AL. 21
excepcionales y gobiernos oc :ey COIllUll. Llama gobier-
110 excepcional al que no uace de la volJ:ltad general,
ni Sil guia pOI' la ley comUII, y gobiel'l1o general á todo
el que nace de la voluntad de los pueblos, y cn el cual
el der('cho cOlllun domina é impera. Pero, si bien tie-
ne bastante de, acertada esta distinrion, por lo vaga
peca; pues ('1 :lutOI' l1lislllo u(lmite por gobicl'l1of.\ do
derecho COOlllll ~í toJos cunnlos aparecen salidos de
la voluntad general, siqaiera sean gohiernos ahsolu-
tos, dond,e quien ó quienes (sea un hombre ó un cuer-
do) ascendieron á la SIII)l'Cma potestad pOI' "oto del
pueblo, jUIltap en sí todas las facultades, y rigen COIl
pocas 6 ningunas trabas. Y al revés quedan, segun el
mismo escrito~ entiende, dasitlcados como gobiernos do
excepcion, algy.,\\os (\o,\\~fJ .Qs~án goz.an{,lo los gohernados
altos é imBort~l1l~ dcr~Ghos, IIsando los cuales enfrenan
y dirigen á los gohcl'I1adores. Asi, si descubro al~lIna
vcrdad, algun acierto en las definiciones de DesluttTra-
cy, tamhicll "co en ellas )'l'l'I'O .Y no poco. No dejaría
de ser accrtada unn divisioll por la cllal qnedaseu los
gobiernos lmestos en dos clases, una donde la potestad
gohern3(lora, ~i bien ohedece al iul1ujo de la. opiuion
púhlica (pues gollcmar contra el comun dcseo é iuterés
es irnpo~iL:e ó un punto 1ll1'110S.) 110 conoce medio lpgal
por el cual la refrenen ó en ella influyan los gohernaoos;
y otra donde la potestad gollernadora está rodeada de
cuerpos que con él cntran á la parlc en la obra gl'iltlde
de haccr las leyes, :;iniélldolc pOI' otro lado ell todos
los aclos hasta gil bcrnativos de barreras, y asim iSIDo de
consejeros ó guias. Por ejemplo ~ ha hahido repúblicas,
aun no aristocráticas sir.o corno fuc la de Iuglalt'l'I'a en el
siglo XVH, donde el parlamenlo, cuerpo !'mpl'crno, CI'3 to-
do; y al revés monill'qnías ha hahido J hay, donde las
cámaras ó cucrpos colpgisl:Hlorrs, y aun 3nLoridad¡>s
inferiores y hasta los mismos pal'ticulal'f's son mucho,
ampat'ándolos la ley y revistiéndolos de no poca fuerza
con dotarlos de derechos considcl'ablcs.




22 LECCIONES
Yo conozco, señores, que aun la dislillcion que


acabo de hacer', digo, la division de los gobierno? en
dos clases, dista infinito de ser exacta, por cuanto si-
guiéndola en cada clase quedan incluidos gl)biernos, si
en fOl'ma algo parecidos, en el espírilu Ó en lá práctica
muy dhersos. Asi Inglaterra, (que es ~ !llodo de una
república aristocrática con rey, pero república, y q uc
hoy va siendo lIna república en que la arislocl'ácia y la
mesocrácia se Gisputan el predominio, y entretanto ri-
gen á medias), queda puesta en la misma cIase qlle FI'an-
cia, c1onoe la clase media gobierna sola. Hé ahí la falla
de una clasificacion por otra parte acertada.


Hoy, señores, se dá ,ó como por antonomasia, ó ex-
clusivamente, el dictado de constitucionales á los gobier-
nos donde la potestad gobernadora no solo tiene sus
facultades ceñidas, sino que está rodeada de cuerpos
elegidos uno ó mas de ellos por lIna parte mayor ó menor
de los gobernados; los cuales cuerpos sobre compa~tir
la potestad legislativa, examinan los aclos de la pOlestad
ejecutora, y que rige tÍ pueblos en que hasta los mismos
individuos particulares gozan de considerables derechos
civiles, y hasta políticos y mixtos.


Quizá este, señores, es uo modo de explicar'se has-
tante inexacto, pues constitucion puede llamarse con
exactitud la ¡l,urna de leyes y costumbres porque son re-
gidos los estados, donde, si bien no tiene la potestad
del gobierno cúntrapeso visiblo, son llevadas las cosas
por ciertos trámites legales, y los lIl'OS antiguos, y aun
en general las leyes coostantemente dominan. Pero al
cabo conformándonos con la nomenclatura corriente ha-
hrémos de dt'signar como constitucional el sistema,
)Jamado tambirn sin completa exactitud reprrsent:1ti,'o.


De la clase que acabo de nombr~r es el gohierno hoy
de derecho establecido en nuestra España. Pero no es
este s010 el que yo ana lizaré, plH'S hablaré de 10 que en
mi juicio dehen sel' Ó de lo que S01l las lt'yes políticas en
general, y en parlicular iré analizando un tallto vados




1Hl mmECHO CO~STITUCIO:'i'AL. 23
gobiernos, y poniendo en cotejo unos con olros. De ahí
nacerá en cierto modo una síntesis, plles será imposible
escapar, en esleC~lJ'SO, de la culpade il' fabricando, si
bien ayudámlol1os con el análisis, ciella cosa á modo de
un gobieruo ó de una conslilucion á nuestra m3!l(,I':l.


Hé ahi las tareas, señores, á que estaremos dedica-
dos en las lecéiol1es sucesi vas. El) todas ellas ~ señores,
tendré f¡Ue contal', y mucho, con la benevolencia de mi
auditorio, anles manifestada por los que en este 111-
gal' me han escuchado, hoy repelida la manifestacíon
comO' cuando mus en épocas anleriores. Señores, puedo
decir que ell mi non est eadcm mtaB, n01l11letlS; la mente
se va debilitando con el peso de lo:> años, pero el favor
de mis oyeules, segun parece, no; y asi puedo prome-
tenne Ulla indulg~IlíJ¡~ .enmi auditorio, que como cada
dia. será pam.n~í ma,~lI,ecesaria, caJa vez. al par cop la
necesidad irá creciendo.






L.E~~ION SEGIJIWDA. •


Señores, ya en mi pt'imera leecion hice una pI'otes-
ta que debo ahora repetir; pOl'que mas vale pecar de
cansado que ser justamente tachado de orgulloso, Dije
que poniendo mi juicio en conlraposicion al de perso-
nas cuya superiol'idad reconozco, no- quería hacer pasar
mis asertos por renhles incontestahles. El espíritu de du-
da, propio tic la ellad presente, acaso ha entrado en mi
ánimo hasla har,c\' en él mas honda mella que en otro
alguno. He padllciJo engaños ó he creido que los padecia,
yal figurarme que vuelvo de ellos, es obligacion en mí
declararlo sin rehozo. Pero cuando me arrojo á sobreponer
mi propia opinjon á hs agcnas mas venerahles y vene-
radas como Rllstenladas por autores insignes en mérito
y nombl'adía, fuerza es protestar una y mil veces que si
deneullo doctrinas, en mi pobre juicio, saludables asi
como ciertas, conozco bien y confieso mi inferioridad á
aquellos varollrs ilustres de quienes disiento y á quienes
me opongo; pl'ercndiendo ex('ederlos en sustentar IDPjor
causa y no igualarlos ui con mucho en ing~nio y cien ..
cia.


Volvamos pues ~t l1uestm (al'ea. En el dia pasado
examinamos cuáles eran las divisiones y cla~ificacione8




26 LJl,.CCIONES
que de los gobiernos han h~eho los publicistas mas afa-
mados. Negamos que haya propiamente aristocrácias,
democl'ácias, monarquías, goLiel'Uos de ley cómun y go-
biernos excepcional.es, scgun están definidos por los íllas
insignc5 escritores sobre derecho político. Admitimos el
gobierno mesocrático como hécho existente, si bien reco-
nocimos quen{l~l,a d~~~ci9:n,¡mi~ma,t~~t~ :cxpu~sta ú ser
tachada de vaga, porque el gohic/'llo dc las .clases medias
"3l'íamucho seguo son los p:,üses donde se encuentra
est.ablecido, ó segun son en su educacioll y costumbres
las clases medias en diversos pueJ)los, y con arreglo ú
como en cada nacion respectiva está distribuitla .la ri-
queza. "


Abúra pasaremos, seuores, conlin liando en la tarea
respectiva de rehatir por una. parte ~,Jo~m'~s ,afamados
y.mej~I'e6 publicislas~ yd~ collfQpn;lfm.e á sus idR-as en.
olra parte no pequeña, á examilÍar el espíri~uque ani-
ma y rige á clases de gobiel'llo difel'enles.


Claro está, señores, que no reconociendo yo las
definiciones de,M"o11tesquiclI de dcspotislllP, I~lonarquía
y repúl¡¡\i~~no ~ll¡edo admitir el principio cteJ mismo que
Jeda,c[\ ~l jnr~docomo el alma del despotismo, el honor
comO el alma,ue.la monarquía y la vil't!lp como el alma
de larcp4bliea. Sin embargo, como 110 es posiule que
un hombre medianamente iluslrado diga una, cosa que
seailbs,nh,llaffleute un t1escouderto, pues la mayor parte
de los efl'Qres son verdades \'i~l~s á medias; y c(.mo es
mellos probable en un ingenio pOI' demas claro, agudo
y alurnurado pOI' la luz del saber lluber .incurrido en un
yerro craso; confesaré, sei;orrs, ql1e ,enesle principio
que asienta, en esta causa que señala como espírítll mo-
tor de las difel'enles clases de gobierno, si hay algo de
equivocado hay tambien mucho de cierto, mil'ando el
mislllo objeto por otra de sus faces.


Empecemos por la rcpública. De esta, dice Montes-
quieu que es el alma la virlud. A que se tuviese por exac-
lo semejante principio se OpUS6 Voltaire, escrilor ilust.re,




DE DERECHO <:ONSTJ1 UCIONAL. 27
dotado de clarísimo á la par que aguclí"imo ingerlio, pero
demasiado propel1!'o á oponerse á toda opinian general-
menle ronscl1tida~ homlwe que será con justo motivo la
admiracian del mundo en todos tienqlOs; pero en quien,
si serán celebrados el emendimicntu pprspic3z y el vasto
saber, y aprobados los señalados servicios betIJos á la
causa de la humanidad deberá ser condenado severa-
mente el haber quebrantado los cimientos de la socie-
dad, combatiendo los' de la religion, por I~ cual á Sil
influjo en gran mallcra deben ser atribuidas las desgra-
cias que ha llorado Europa y el mundo, y que hoy si-
guen !oda,'ia: llorando. Porque~ señores, contínuándo
esta como digresion forzosa al mental' á un hombre
grande al punto que 10 fue Voltaire, este cscritor filó-
sofo tr:lspasó el límite debido aun en lo hueno que hizo,
y quien ttaspasá' elplihto donde se debe parar tanto
yerra y daña como el que se queda corto óel que se
Janza por mal camino. Voltaire, pues, oponiéndose á
la máxima tie lUontesquieu de ser la virtud el alma ó
el espíritu rector de las repúblicas, dijo: (tAl revés, á
Jos ciudadanos de las repliblicas es mas necesario el ho·
nor. Pues ¿qllé es el honor sino el deseo de ser hORrado,
de recibil' honras? y á eso aspit'an particnlal'mente los
republicanos. Pero en medio de la corrupcion que rodea
á los tronos Illas que en 011'0 lugar se ha menester la
virtud. Y en las córles donde tan ne~esaria es no han
faltado nombres de la probidad mas severa como 10 fue-
ron en la córle de Luis XIV el duque de Beauvilliel's y
algun otI'O.» Aquí cegó como voluntariamente Voltaire,
pues !le drsentenrlió 'de la clara definicion que dió Mon-
tesquien de la virtud republicana s~gun él la concibe y
da por alma de una clase de gobierno; la cual no es la
virtnddel hom hrc privado, no la virlud cristiana, ni
ann siql1ier;¡ la virtud filosófica, sino aquel pensamiento,
aquel afecto que induce al hombre á olvidarse de sí
mismo para confundirse en el gran todo de la patria.
Esa movia ¡j TemistocJes, cuando en medio de su poder




28 LECClONES
":\ "t~'I.'\~w.~'t~'1 ~~\1i\.'I.'\~~~~ ",~,,~n,,\\~1:) :a ~'t\\'t';).'t ~1\ ~';).\~',\
coo los persas, le habia, sehrUll clwnlalJ, en una dis-
puta, amenazado con darle un paló el rey de Lacede-
monia, á decirle !m célebre aunque dudóso, «pega,
pero escucha.»)' tI ft, h(}m'w~ de \ \~m\\Q~ m()\\eh\fu; \',\\~\\\.\\)
mas diria: peglfaOOra; pero me darás satisfaccion luego,
pues no pUMDolvidJ't foque 'de mi 'exige la d/ffensa de mi
honor. r '


L11 virtu.j'ptles~'señóres, tai cual la defille Montes ..
quieu, es b~v,rtttdtepllblic:m~, la virtud pa'triotlca, la
que hace mirar :ida pa1riaallt~sque á"sUnismo. 'Esa era
el alma oo"las repllblicas 'alitig\ias, del riti'smo modo que
el honor,'la honraes'ehdma lIelasmonarquiasmoder-
nas. ""', ,'¡, ),," l '. I


·Pero, se,ñoresr 'el J'lTettdfii1'!)\o 'dié :\f'vittud'patriótica
ó delhonor1personal en''iJtifi Iibei~(1fid'/'en'I\:Ctil:i\ p.irve
de espíritu' motor del gobierno y de 'Iilfacciones huma-
nas, no es cueslion de esta ó eSotra forma tle gobierno.
Eslo, sí, de {echns, pues constituye ulla de las princi-
pales diferenéias centre fas' sociedadeS all{igtúi~ y las mo-
dernas, entte 16s' genlHes de Grecia 'y Roniá y lo's cris-
tianos de;la-sedades'medras yde laph~senic. ~ ','


Desdtt:'qntHos' bárbaros del Norié Íllv:idieróÍ1 á Eu-
ropa y 'M "engeñ01'earon de la parte rub's" preciosa del
antiguo'imfleriorohiano: desde que al' éstalllecérse en
sus nuev.;¡inhoratlas tragerori á eUas corisi g({ ilt· egpíritu
de independ~nciif personal que 103 animaba ~ desde q ne
vinieron siguicrldo á capitanes, q ne si bh'Í1 llamados á
veces reyes, eran los primeros enfre sus igrtales; pero
sobre todo, des pues de haberse converlidoalcristianis-
mo, cuando vino una religion nneva ysanta:í enspñarles
como verdad lo que anles era ima 'opillion filosófica, y á
establecer como cierto)o que creían pocos, sospechahan
algunos y nadie sabia ó reconotia como uogma; á de-
mostrarles en fin, que tenia n una alma y una concif'ucia;
desde entonces empezó á dominar en las alma~., y á go-
bernar las acciones de los hombres, el pcnsamll'nto, el.




...


DE DERECIIO CONSTlTIJCION.U.. 29
~fecto, la ('omo seflsacion del honor ó de la honra que
es verdaderamente el alma de los es.lados modernos des-
de 1:1 e(bd media hasta nuestros dias. Y con razon, se-
ñores, puede atribuirse á la religion que ocurra al hom-
JJfC la siguiente idea; pues que tengo yo un alma que
llevar pura delante de Dios, tambien tengo una honra
inherente en nli persona que me. loca presentar ilesa,
inmaculada dclallte de los hombres.


COIl esto ,¡ueda anrohada y cor.futada 13 doctrina
de Montesquieu, cierta. en sí traláudose de las repúbli-
cas antiguas, cnónca en mi ~oncepto sise atribuye á
la forma del ,gobierno republicano, pues en las socieda.
des antiguas preqominab.a ¡a idea de Ja virtud patriótica,
y al revés la hOllra Ó él honor personal prevalece en los
estados modf\wP~ :b~j.o. ,fQ!iH\a$,de gobiel'llo diferentes.


En ef~~lo ,de\)~"tl\~i\ª sqcieu~dd0los Bárbaros l'S-
tahlecidos e,ll Europa, y d~clllre la cristiandad nació
la caballería; la caballería, señores, en rarle' un sueño,
en útra y mayor parte una realidad, siendo en ella hasta
10 imaginario hijo dc.ciertas ideas nuevas,pues para so-
ñar una clase de perfeccion, preciso es tener echados
y señalados en la mente los fundaulenlos sobre ]05 cuales
la perfeecinnideal está edificada. El ser caballero perfec-
to, el ser hombre de honor cabal ha venido á ser el
punto á que aspira arrihal' todo hombre de alma noble
y de pensamientos levantados. Esta idea predomina en
Jas cabezas y dirige las obras, no solo de Jo~ vasallos ó
súbditos europeos de un rey, sino tambien de Jos ciuda-
danos de las modern,1s repúblicas americanas. En estas
y olros estados, gracias {t la lectura de los escritos de los
griegOtl y romanos antiguos, gracias á ciertos escritos
modernos donde se han predicado mállmas conformes á
Jos principios profesados por los hombres de la clásica :1Il-
tigüedad, gracias en fin á la mezcla cl e unas con otras
ideas; las tl'adicionales y las doctrinales, {lue desde la
restaumcioll de la literatura hoy dominan en los pen-
samientos de los moradores ó descendicIHes de la culta




30 J_ECCIONES
y cristiana Europa, la imágim de la pah'ia ó el prmcl-
pio de la virtud patriótica ha venido á j untarse con
el principio del honor privado. Pero si se ha junta-
do con él no ha llegado á borrarle ni á sohrepollél'sele
siquiera. En el amalgama del amor á la. patria con el
amor de la propia honm este último prevalece. En los
hombres p,ueJe ma~ lo heredado que lo adquirido, lo
mamado con la leche, que lo aprendido á fuel'Za de tra-
bajo, de Jec~llra, de menitaeiones. En balde c!o que pre-
tendamos reñir con lo pasado. Considere en buen hora
alguna, .' ~scuela raciocinalista lo pas\ldo como nulo, JO
c6nfiesoque en pensar asi hay algo de acierto, cuando
se trala de sujetar las cosas al exámen de la razon pal'a
entenderlas bien y sacar de ellas enseñanza en lo relativo á
lo pr(,s~,{lley lo futuro. }lero Uo,,~y olviu9que asi como
algo del sér de nuestros mayol'es es la. ~Jl. nqsotl'os., dicién-
dose no sin razon que su sangre circula, por nuestras ve-
nas, asi está eu nuestra mente y corre por nosotros todos
algo de la,s ~deas de nuestros antepasados, siendo vallo
empeño querer desprendernos de ello absolutamente.
Asi aun {lo~de .Inas se invoca el.pl'incipio d,c la virtud
patl'iótic~(;oll1o omnil)o¡ente, el amor á la propia honra
vive é imp!)ra ,mirando el hombre por el propio decoro
y cónsideralldo que se deLe mucho á si mi3f1lo, aUlHluc
en no poco atienda y juzgue deLido atender al Pl'ovccho
y gloria de 1:,. patria. En la misma l'cpúLlicade losEsta-
dos-Unidos .!e la América septentrional, la lilas demo-
crática con9cida en el mundo, bien se Ilota haLel' sido
fundad ores del estado, los ascendientes Je Jos ciudaJa-
nos que hoy le pueblan, sajones y normandos en su orígen,
y poseídos por eso del espíl'ilu caballeresco que 4)11 sus
antepasados ingleses dominaba. Allí todavía prevalece la
costumbre del desafio, nacida de la idea de estal' obli-
gado el hombre á mirar antes que por otra cosa alguna
pOi' la propia honra.


y en este momento me oculTe, señores, al pensa-
miento una anécdot;1 porque en mi caheza se mezcla ~t




DE DERECIJO CONSTITUCIONAL 3 t
nienudo lo festivo con )0 serio, y porque de )a anécdola
ridícub, del cuento 'ya sea comentado ó inventado sucle
sacarse aIglina provechosa enseñanza.


Cuentati queen los tiempos del terror en Fntncia , en
una oficina, signiendo las ideas que por entonces ¡'eina-
han, estaba puesto en grandes letras sobré, la puerta:
el AqUÍ sellHca á lodo e) mundo p> y mas adelante '(jbede-
ciendo' á losantignos liSOS y costumbres, habia ólro le-
trero quedecia: « Se sitplica á V, que se limpfe los 'pies
y se quite 'el sorj¡brero~» . , ..


En eseérienlO sé ve la costumbre antigua bataHa11do
con la'inriovaciúa en sti maJor exceso. N o "lcanza ni la
ferocidad ele' la época que he citado á borrar toda señal
de la üñeja cOl'lesb, Asi en los hombres de )a3 naciones
lilOdel'!lás asoma siem,pre'algo, d·el honor. pel'sorial~ii.lea
conslá¡'¡lé¿bmd'}¡é~ediúladé'su~ 'm'aydí'cs, I '.,'


Pof'colf!'iglMrite, señores, queda sentado Se¡;' el
honol' alma de las sociedades modernas regidas por go-
J)jet'!lOS rópuhlicanos, si bien con este principio anda
mezclado otto propio de la antigüedad.


Ell cuánto al miedo. considerado por MontesquiclI
únic() ó p¡'¡ticip~l móvil (le las s,ociedades sujetas-al des-
potismo, ya dij e un poco'sobre esto en (úi leecion pasada
cuando' intenté probar que el verdadero despotismo en
casi 'ninguna parte existe. Pero hoy añadil'é á lo dicho
entonces'una 'ú 'otra ligera reflexiotl que aOlen1zal'é o nYas
Lien ilustraré con anécdotas. "


Cuentan.; señores, que cuando el ilustre guerrero
Bonapartdlie á Egipto, enmedio de sus victorias m::mu(í
forillar' 'delante de él la prisionera guamicion turca de
.Taffa, y ato irle" pasancto ¡'evista reparó en un goldado
viejo, de larga barba, y aspecto marcial., que por esta y
otras se.ñales de Sil persona e inspiraba al mismo tiem-
po respeto.


El capilan francés 1 tan amante de su pi'ofesion, le
preguntó: « Anciano, i, qué haces aquí?» y el turco le
respondió; «Si yo te hiciese la misma pt'egunta, bien sé
'~\


. ~ S\ ~ ~f
:).., .... $/ ~~-.~."




52 IECCIO~EH
lo que me respondel'ias, y es que "iones sinif'ndo :t tu
sultan: lo mismo hago yo al mio.» Este guerrero, hom-
hre de un estado llamado despótico ¿, ('staba morid J por
el miedo? ¿ Fué acaso su r('spuesta la de un cokll'tle (J ne
tiembla ante su amo? ¿Filé por "enlnra la de un c~clavo
que se al'roj~ á arrostrar la muerte porque tiene el látigo
ú la espalda? No: ese pensamil'f1to que acabo de cilar
CIi noble, es un pensamiento de lealtad nacido de la idea
tIe la pa'ria, representada por elsoher3llo, de la id!'a de
la religion COIl ella enlazada, y de otr;¡s análogas que en
reJt'dor se apiñan.


'TlImbien tenemos un ejemplo de ofrO esta e].') don-
de el gobiel'llo es de~pótieo, y en ('1 cual se ha visto ar-
der' la llama del patriotismo y sullir al punto de esti-
mular á hacer sacrificios enormes. Acordémono::, de la
famo!>a gllert'a de Rusia en 1812~"Enton('es tengo muy
pl'csente que uno de los mas esclaJ'ecidos oradores que
han conocido las edades, y juntamente hábil político (el
célehre ministro Canning, de quien tanto han oido lla-
Llar' mis oyentes) dirigiéudose á los elecrores ue Liver-
pool, por la cual ciudad era rep,'csentante del pueblo cn
la cámara de los comunes del parlamento británico, les
dijo: (,Señores, para que se ,'ea cuán engañosas son
cie,'tas teorías, reparemos en una circunstancia notable
del momento'prescnte. El poder gigante que eHá op,'i-
miendo á I~uropa, há sido cOlltrastado 1l0blcmPlltc, ¿y
por qué pueblo? ¿Acaso po,' uno donde los hombres co-
nocen sus derechoi y se llaman lib,'es, y en el cll~1 por
eso domina el amo,' á la palria? Existe nn estado seme-
jante (aludia Canning á los Estados-Uni(los anglo-ame-
ricanos) pero está ligarlo y ¡ gracias á Dios! ligado él
solo con el d~spot a violador de los derechos (le todas las
Ilaciones. No son pues los ciu(ladallos de ese pueblo,
quienes ha n dado el ej('!ll plo de sal'l'il¡cars(~ en las al'~s
de su patria. ¿Pues en qllé pueblo, pr,\)gnnto, se Ita
visto tan gloríosa hazaila? ¡:\ Y pobres teorías! ha sido en
los Yl'fmos llanos de la despól:ea Ru::>ia.) So Jil'la vo




nI> DERECUO CO~STITLCIONAL 3:~
3sí malrliciC'udo Je toda teoría, plle~ sé que de estas las
ciertas suelen paga \' por los pecados de las falsas, Diria
yo, pues; j ay pohres falsas teorías las que redllcen á una
sola clase de goIJieruos la virtud Jel patriotismo, y las que
hacen divisiones qlle la diversa naturaleza de las socie-
dades no acredita de cicl tas! j Ay pobres teorías falsas
por las cuales se ignora 6 Se olvida que dañaudo y afren-
tando á un pueblo, sea la que fuere la clase de goLicl'l1o
en él domill:H1tc, sllelen despertarse en favor de la illde-
penJeneia amenazada y en desagravio de la honra of('l1-
elida, pensamicn tos)' afectos nobles engendradores de he-
ellOS hel'óicos, iguales á todos cuanln:¡; }wn distinguido 6
distinguen á los ciudadanos oc las repúblicas en todas
las edades!


y de ello dió una pl'Ucba notable lluestra España en
el alzamiento de180S:y ourante la guerra que siguió.


Un pueblo al cual piutahan sujeto á la tiranía reli-
giosa y ciril, llevada allÍltimo extremo, ¿no se levantó á
la voz de patria llnida con la de n:y? El triple lema ills-
crito en las banderas españolas desde el origen primero de
aquella gloriosa lid, el motc de Fel'llando, patria y rc-
ligion no declal'alJa principios diversos, pero capaces
de amalgamarse, y que estando como ocultos en lo mas
interior dc bs allllas despierlan de súbito con la ocasion
y apal'ccen dando de sí seiíalada y gloriosa muestra?


Por estos y olros ejemplo, vemos, señores, que aun
en los estados slIjetos .í gobiernos caliJlcaJos de despo-
tíSlllO no es el miedo, sino un motivo harlo mejor y Illas
alto el que anima á los miembros del cuerpo social man-
teniendo en él la vida.


Ni negaré yo sin embargo que llaya algullos puehlos
dO\J(]e el terror sea el üilico m!Ívil de las accio!les en todo
cu~uto se refiere {¡ las reb:io!léS d(~ los hombres con el
estado,


Pero, ¿ql](~ PIl,:]J!OS son c~(os? ¿,_~u:ll su gO/¡il'fllO?
Sei1ul'es~ los pucblos (¡ que :dlOl'<1 aludo son Jlueblo:> COlll-
pll't<JIlH'lIle clllhl'\l!¡'eidl,);j Cll~-O goIJicl'!lo. aunque allí r¡j~l
, r-;I } "





34 J,ECClO~ES
COIl títll~OS semejantes al de nuestros rcJCs un homhre,
con al!türidad absoluta, no es digno de otro nombre que el
de verdadera anarquía. Si, señores, en algulJas de las
trihus de Arriea Ilonde se sienta en lIllO {¡ modo de trollO
nn l101l11J1'e feroz v delante de él est.án tendidos en el
sucio, cubierl:Js h~s cabezas do ceniza, sus miserables
,asallos, dunde el bárbaro dOllliwHlol' manda <Jlw caiga
Olla cabeza, y es al punto mismo olH'decido; allí el mit'-
do InUeYi' {l senil' al estado. Pero señores, ¿esto resulta
solanwUll) de que allí Blande Ull dé~pota'? No: quítes!) en
aquellas tierras elllarnado despotismo: dispóllgaseC¡lIc na-
die mande como rey y que tengan ;orlos p:.nte en el gobiel"
no, y eso no ohstante el terro!' ser:'! siempre el mismo y
eontiu\ldrá mó\'il lÍllico d,) ;11] 11 ella soeiedad desrcntura-
lla. Bastante he ,lic:ho, sefíores; sohre el espíritu qne ani-
ma;Í los gohiernos y SOCiClbdl~S;, annqllt~ sea diversa la for-
ma de aquellos y scgnl1 los tiempos y las Cil'ellllstancias
de las sl~gllndas: pasemos pues ú otras eOllsidcJaciones.


Al haLbr en el dia pasado de la arislocrácia, de la dc-
1ll0Cl'ÚÓJ, de la llloual'lluÍa, del dl~~pOlisIllO, {tia monar-
quía de la l'cpLÍ]Jliea, de los go],iel'llos de ley comull y de
los oxcepeionales, ue la trlcsocl'ácia, y en fin de todas las
di visiones'y clasiflcaciones de los gobiernos que han hecho
ó reconocido los puhlieistas, me olvidé ó dejé para esla
otra !eecioll deeir si Jlay gohiernos mixlús, y l)né cosa
son, dado (¡lIe Jos haya. El dI) Inglaterra ha sido citado
como t~tlhace largo tiempo y aun hasta el di;¡ pl'C'sente.
En él creen uo pocos rol' l'caliz;¡do el :.lp(~teddo hieu dc
U11 golJierno, donde, bien l1lezcbdas bs Ires clases di vcr-
sas, se cncllen[ra un compucsto admiralde. La misma
mezcla con all.!'lllta alteracion en las dósis de cada ingre-
dicute se bns~a y se cree lograr en otros de los gohie~nos
llamados conslil;¡cionak::; e~clllsivamellte)' COIl;O por all-
tOllOIll<l",i:l. :'\0 seré yo quien impugne la id¡)a de que hay
gobierllos mixtos, PUl'S autes por el conlrario creo que
todo gobil'rllO C!5 mixto poco mas Ó mellos. Pero COLOZCO
asímisll10 fIue \lO kl)' ningullo <pw sea pel're~lamente




.DE nl~UECIIO CO~·STI'rrCIO,~,,\r.. :35
mixto, si pOI' eslo se eutiende lo supuesto pCl'rectameule
equilibrado. TOlllC'IlOS dos gohiemos llamados, no mixlo5
sino al /'e\'(;s YCl'lla¡)rl'os despotismos; el de Rusia y el de
Turquía, para analizarlos. Estos dos gobiel'llos siu resl/'ic-
('íoIles Ó despóticos, estas dos IllOnal'q 11 ías puras (para
adoptar una llomrnelatura mcnos oftnsiv:l j' que se acerca
mas ú la exactitud scgun mi principio, si bien no es del
tudo exacta) ¡UO son ell \crda(l algo mixtas y de mezcla
diversa? Si; l{orque en elnno y e~ el 011'0 e~ladü sc cu-
Cllelllr~l alllalgamado ton la rnOlnl'quía un ell'JIlcnto di-
rel'enle: en Turquía la dcmocr:ícia yen I\llsia la 31'isto-
crácia. En b primrra no ha)' clase algllna de nobleza,
todos SOIl iguall~s ante la le} ó ante el sllllan que es la ¡mft-
gen I,:ivarle la le)', el cual dd ültifllo hombre de su estado
pueJe hacel' mañana un "¡Sil', puede hacer un empleado
declIalqllicra categoría, y si el mérito solo no dá allí las
dignidades, las !leí el fayur, que es mérito uc otra natura-
leza. Uusía al J'eyés, es ulla 1l1O:;,!l'llllía en la forIlla ab-
soInla , pero mixta con la :u'ísiocl'Úcia : desp(í lico como es
el Czar tiene que rcspctadJ: entl'o ella escoge sus elll-
pIcados}' oficiales,)' cnando de alli 110 los 1=>aca no Ya á
IJUscados en la clase IJaja degradada hasta el ex lremo,
porque se compone ue sienos en la mayor p~lI'le, sino
que acude á los exlrangeros, haciendo á muchos de ellos
sus generales y aun sus ministros. Por ahí difIeren, y no
poco el gobiel'l1o fUSO del tnrco, viéndose en aquel estar
fundado eH el poder)' prerogaliyas de la nobleza.


Pasemos Ú 011'0:; gobiernos :'1 los cllales no se atribu-
ye IItle sOlllall puros reconociénuoselos al revés por mix-
tos en ll1as ó mellOS grado. Pero, ¡.!J;IY gohiernos mixtos
ta\es cuales algullos publicistas se los figuraroll?Lo que
illJaginó Cieeroll tanto dI' apelecer cuan lo dificil de CO!l-
sr'guir; la unioll en uno (le la monarquía, nri~locrúcia J
democdtia, creyó habl'l'lo encontrado Delolme en el go-
lJir'l'llo dI) Illglal(~l'ra: Del'Jlllle cuya obra sobre la consti-
tueion inglesa alcanzó gran fuma en Europa y alln alguna
t'n el pueblo de cuyas institucioncs escrihió, pero aulor
¡f~:'~~
¡7.I '$ e,
;t'l


'<'~"::Y!'4' ~.




36 J.ECCIONES
hay tcnido en poco y especialmente enll'c los ingleses,
los cuales en un IiLro ven una equivocadísima explicacion
Je la índole del sistema político allí reinante. Vió pues
Delolme y vieron otros con él en la monarquía mixta in-
glesa 1 los elementos monárquico, arislocr~ltico, y demo-
.::rálico repartidos en pI'oporciones tan bien entendidas ó
~onYenienles dósis que ninguno de los tres embaraza ni
domina al otro, resultando por el contrario de la acer-
tarla mezcla el conjunto mas admil'3bleposihle. Señores,
esto era un yCl'l'o y uno hoy generalmente reconocido y
coufesac!<J. Gobiernos mixtos puede haber y bay, y ya dije
'lile en mi pobre opinion mixtos son casi todos, pero
aun en los mas mixtos en la apariencia es necesario que
uno de los elementos prepondere y domine, y que admi-
ticndo á los demás úllicamente tomo moderadores de su
fuerza, sea el principio animador 'y recto~ en la vidadel
cuerpo del estado. ,


Xadie ignora hoy que Inglaterm era un gobierno
arislocrúlico~ y puede añadirse que aun despllcs de la
famosa reforma de la dmara de los Comuncs llevada á
cima en 1832 y hecha con el intento de mejorarle la
mezcla depurando el ingrediente democrático ó mesocrá-
tico que la arislocrácia haLin "iciado J dominado com-
pletamente, aristocrático, si bien con mas fuerte infn.
sion, es todavía. Ari~locrácia fue Inglaterra cn los siglos
medios, porque entonces cuando el pueblo por fuerza
era nada, los ricos, los sciiores eran mucho, á lo cual se
agrega que, conquistada aquclla tierra en cl siglo lIudéci·
IllO por Jos normandos, se asentó en ella dominantel:l
llolJleza militar su conquistadora. Aristocrácia fue asimis-
mo cn su famosa reyolllcion de 1688, y siguió siéndolo y
Jo ha sido posleriormente, si Licn por cntonces mejoró
aq llelblll ucho y continuó nH:~jorando despucs su concli-
CiOll, amplbndo los privilegios del puelllo, dándoselos
nueros, concediéndole perfecta seguridad (~n sus per-
sonas y biencs, admitiélldole en la apariencia {t tener
parte en el pode!' p'olílico COIl manlellcr las elecciones




DE DERECHO CONSTlTUCIOXAL. 37
populares pOI' las cuales es creadala cámara de los comu-
nes y no exigiendo calidad de nacimiento para teller digni-
dad alguna del estado, pues á la privilegiada de par podia
35cclIderse por escalones hasta de bastante baja esrera;
pero con todo ello reservando con bien dic.pueslo arLitl-
cio á la clase dc los nolJles y ricos el dcrecl.(J excl usiyo de
mandar y poseer lodo cna[~to en el gobiefllO Jd esl::H]o
da parte y honra y provecho.


Pues á ese gobierno aristocr:'ttico si J)ien mixto, y que
di~frazaba lo que en él era prepondeI'llOte, se cre}ó 1I1Ia
mezcla perfecta de las tres clases de gobierno q \le se co-
nocían, y á esa mezcla se califieó de equilihrio. Pero, se·
ñores, la met{¡fora me parece descabellada, con paz sea
dicho d<) los muchos lIom1)['es de pro que la alloptarotl
y han us:t.lo por dilata(lo tiempo, :tsi como en alabarlZ<l
de los infinitos que hoy la deseehan por ser poco propia.
El equilihrio, señores, es necesario, ó para manleller un
cuerpo parado, ó para impedirle caer en nn lado Ü 011'0
CUJlldo camilla ó se muere, pero rl estado ha sido y es
llamado carro (UUUCjllC esta rnclMora asimismo cstú hoy
llcsacreditada) y carro que ha dc ir adelante, y pura ii' ade-
lante se ha menester una fuerza motriz, moderada, es Ycr-
dad, para impedir c¡exceso, pero no cquilibra(l;¡. No habia
pues, ni hay equilibrio en Inglaterrn : pero había sí, con
estar abierta la arislúcrácia á los hombres de mérito, que
llegaban hasta ella á fuerza de trabajos y servicios, eon
estar la libertad civil asegurada, con poder el pucblo
hacer uso de la '"oz y de la pluma aun sobre materias de
estado; y cOIlla existencia de la cúm;¡ra de los Comunes
(segunda parte, es cierlo de la de los Pares, por dominar
estos en las elecciones, y llenarla de sus deudos y clietl-
tes, pero compuesta pOI' elcccioll, la eua], si á yeu's
aparente, era en alguIIos lugares cierta, y recaj;) en ]¡OI1l-
hres de lo inferior en la clasc mrdia) en la 3/,aricllLia
IIna mezcla consiuerabie de podcr mesocrático y pop\llar~
y en la realidad lo Last;.tnte de ambos para quiLar á la
arislocrátia gr;¡n parte de lo odioso tÍ Jos ojos de la CIl-




38 LECCIO:\ES
,'idiosa medianía, y de lo gl'aYos~ Ü la uaClOn algll11
Illnto.


y no Ilablaré, señores, de la monarquía inglesa,
pues era CIJ1ll0 antes he dicho una pal'te de la aristo-
crücia cimentada en la arislocrácia misma, Donde cs he-
l'ed<tda la dignillad y magistratura de par, natural es que
haya otra magistratura suprema, transmitida por jl1l'O
de heredad igualmente, Así la mezcla de lo prOpian1el\te
monárquico ti"uc poca cabida eH la constitllcion jllgle-
sa, pero suple bien su falta ha<;ta causal' equivocacian
por la semejanza y proximidad de scr allí el rey la cobe-
za de la aristocrácia.


Lo q ne en Ingla lerra con cscasa rl ifel'cncia, dehe su-
cedel' en todos los gobiet'llos en el parecer y nornllrc
mixtos. En todos dehc preponderar ún elemento hasta
llegar á regir la sociedad y el estado. Ro todos dehe
estar templado con olros elemcntos el preponderante
para impedir el exceso destructor do la fuerza extn'rnarJa,
)" por este medio consenar :'t la sociedad ó á la nacion
la vida. Esto pa~a de necesidad, porqlw los éstados no
perecell. Y la mezcla de un elelllenlo modcra(lor ha de
hacerse atlmilielldo en (!l ciertas condiciones y formas
correspondielltes á otro elemento fjue el prcpol"ldcrnlltc.


En la Francia moderna (la cual digámoslo' de paso,
señores, tirne harlo menos de repÜbJie.a que Ingt"aterr:l,
si por I'epüblica ~e enliende un poder dividido, pues aUIl
rigiendo allí la terl'ilJle comencion era COlIJO llllll monar·
qllíadonde g€lbcrnaha a'll1el congreso como señor ahsolu-
to) en la nacion "ecina haydolllinéllltc ulla rnesocl'ácia in-
clinada un tal1lo á la democráeia y moderada nu por los
pares (mera junta de slIgetos de Ilola egtimados por su
"alor personal, j' no por su puesto é illflujo en la soeie-
dad), sino por una ~Hlministnjcion fllerle J bien compuesta
y montada, J pOI' estal' el derecho electoral concedido :[
escaso nÚIIlero de electorcs, J ser mucho m:.;g csc~so lo·
Javía el grelllio de aquellos cn quienes puede recaer el
cargo de diputados.




nI> JlJlHj.;ClIO COXS1T1TCIO:üL. ::\9
Vemos pues quc asi romo InglatC'rra es IIna aristo-


edeia 1!'lllpLI!l;¡ por elemelltos l\lcsocráticos ó demo-
cráticos, asi Francia es ulla 1l1cso(,,J'~íria á la cn::d entran
á moderar por lados diyersos el illllujo (lc la muche-
dumhre y el del trono con su,,; depelldieu:'s, al (¡IlC ~e
junta el ~lc las clases ricas.


Asi con~idero j'o iJlle los gohiernos mixtos pue(lcn
existir y existen, J por esa razon misma creí y digo f[!le
algo licuen de mixto los gollierllos lodos. ~illgnn() hay
en qlJ(.' la mezcla de 011'0 influjo, de otro interés diverso
110 cntre á \llo¡]erar y modificar el principio ó interés do-
minantc. En UIlOS cO!lsielltell las formas verse c,}¡¡ros los
illOujos quc á la sodelbd dominan y lfilIeyen, En otros
ohran las mismas fucl'zas,allnqllccoll menos poder, mas
cllcubierla& por ei,crlo ~ pero obran al caho. Cuando Jos
pl'incipiosOIl'Os que el (lominante moderan á este, y un
laUlo le tempbn, impidiéndole el exceso y no llegan á
serle estorbo Ó clll11arazo; ('lllOIlCCS c5t~n los putblos
})jeu ('('gidlls.


Despu!'sdc presentallas ú la atcllcion (le mis oyentes
cstas consideraciones, pasaremos, sellores, {¡ illquirir si,
como crei~n en tiempos alltiguos, es b forma política del
gobiemo la parte prillcipal de d, ó si, como hombres
muy cnlendidos opillan ahora, es una parle del touo
indiferenle. TallllJietl aquÍ, St'llOrcs, me pOlldré En
UIl térmiuo l1ll'dio, La f¡¡rma política el! mi elll,~ll(ler no
es a]¡solulam(:lltc indiferente; pues cada ('L1S,~ de go-
¡lierno licllo lllJa forma que ú ella se ad~l'l(;l mrJ'cr; y


, 1 1 ' { " pOI' ('SO ,]lleg,HI ma as máquluas políticas cilalldo cn
gobiernos de cicrla índole ~e usan formas que en su
orígcu para olros de diferclllc lIatlll'alcia fueron iu-
vClltadas, llrgando á acomod:írsclcs perfectamente, De
aquí !lace !lila jlal"le cOllSidcr~ blc de IlllC3!ros prr-
:'Clltrs Jerros )' deSl'llgaüos. En linos paises prcflomi-
:la lI,l1? elasc ~. en,ot1"os 110 la misl1l;:¡. Y lo que SÜ ¡la de
JIIC¡IlIl"l1' para 'J.\"cl'Igllal' la íudoleJ exaI1lin;:¡r y declarar la
bondad dc I,b cOllstituóolles, es cnül clase ::;ea la [Jl'edo-




40 I>ECCIONES
minanlc en Lada pueblo y tiempo, si su predominio con-
yiene, si ti¡>ne trazas de muy duradcro \" de donde le
viene el peligro de acabar, pa~'a luego blls~ar cuál sea la
forma política que á cada nacion en cada época mejor
cuadra.


La forma política, diré mil yeces, dista infinito de
ser cosa de poca cnenla, pero no es todo en una socie-
dlld ó en un gobierno. Si por ej~lllpl,o desapareciese en In-
glaterra el conjunto de leyes, usos y fórmulas que en el
nombre ele constitucion, pero no eserit:>, desde lJace
siglos, aun1ue variando mucho, b rigc, el gohierno in-
glés padeceria gravemente y se altcr3ri:l en gran manera,
pero no dejaria, no mudándose la sociedad, d(~ SCI'/O que
por su índole es: una aristocrácia. Si en Francia desapa-
reciesen las formas del gohicrno llamado representativo,
mientras no perdiese las conquistas hechas {,1I la revolu-
cion la clase que las hizo y conserva, la índole de su
gobiel'l1o seguiria, como hoyes, sieudo el pl'l'dominio de
as clases medias, ó digamos, dominando el! la sociedad
el infllljo.é interés de la parle Dlas granada del pueblo.


Recomendando, señores, que no se equivoque en
los gobiernos la naturaleza con las formas, y cuidando de
atende!' sobre lodü á las primeras, pero de no dCi'pl'eciar
las segundas, pasaremos á examinar la naturaleza de
gobiernos diferentes y á ver las formas que á ellos mas
se adecuan, advirtiendo asimismo que en esto las cir-
cunstancias dictan variaciones. AC380 ho~ he molestado
menos que otras veces y menos que deLeria hacerlo á mi
auditorio, pero en este momento el estado de mi salud
no es Lueno, y tengo que despedirme de priesa solici-
tando una indulgenCia qlle como clwnc10 Illas necesito.




Señores, fO mi úllima leeeion hube de concluir algo
arrellalauamenle gracias, ó no gracias al mal estado de
Ini ;;aJilfl en aquel momellto. Por esO tengo que solicitar
la indulgencia del que fue en aquel día mi auditorio, el
cual creo que lo será hoy en gran parte. Convendrá ade-
nws ;)!hcrtir que me encuentro de nuevo en la nece-
sidad de solicitar hoy igualmente su fayor por no ser
mi s;¡lutltan buena como yo descaria. Conolco que esto
de apelar (;on tanta frecuencia á la bondad de mis oyen-
tes no está bien, pero séame lícito hlnsonar de que mi
celo es superior á mis fuerzas, llevánuome á desem-
peñar mi tarea en esta cátedra cuando corro riesgo de
no desempeñarla acertadamelJ te, en lo cual si sucediere
5entiré yo no el descrédito de mi pel SOlla, sino ver
malogrado el fin do la enseñanza en estas lecciones pro-
puesto.


Al concluir el dia pasado estaba apuntando una di-
ferencia e:óellcial que lwy entre la forma y el espíritu,
el ~dma de las constituciones. Este punto fué, como
dije) descuidado por Jos escritores políticos antiguos
y aun por algunos modernos, pues hasta hace poco no
ha empezado á llol¡)~'s('. Para explicar mejor este punto




.í2 I"ECCIOé\"IlS
diré que por el alma ó espíritu Je las instituciones en-
tiendo cn cual clase estún el iul1ujo supcrior yel gohier-
no en yarios cstados rcspcctiyamenle, Y cuando digo
(rgobicruo» cncuta, señores, que 110 enticndo solo la
potcstad ejecutiya, no; pucs f'xliendo á mas la acep-
cion de la voz gohierno, designando con ella no SOlalllf'lll(~
á la autoridad superior á cnyo cuidado está eur.omendad,¡
la tarea de regir' el estado sino nsimismo nI poder fjlH'y
Jondc l'cinan las formas llamadas representa liYa~, entra
á la parte con elmonal'ca ó presidrnte ó cuerpo encar-
gado de la potestad ejecutiya en la facllllau de hacer bs
leyes ó de nomhrar á quienes á hacerlas concurren; #ll
poder que pOI' las mayorías de los cuerl'0s deliberanles
influJe en la direccion de los negocios púhlicos y pOI' la~~
elecciones .en la formacion de los cuerpos colegis\;)Llores
y deliherantes; y al poder que 3nn en estallos cuya C0118-
titueion tiene formas menos populares y mas scncilJ~s, á
las cuale., se dá con maJ01' Ó menor propiedad el 1l0Jll-
bl'e (le absrJlutiSll10 Ó acaso de despolismo, con j'tl(~l'za
mpnos visible y acaso igual c[] el manejo de los lll'gocios
públicos prl'poudcJ';), lomando p~I'a ~í ('xdusivamcnle el
repartir y gozar de los ei1lpl(,os~ y cjl'rcil'ndo por este y
otros diyersos modos e'u el estado su prl'dornin io ó i I're-
sistible influjo, Cuyo sea ('sle POdl'\', qué clase predomine
haciendo preponderar Sil intcrés (, dominar ;.iU influjo 011
un pueblo, es lo que cn mi ~clltir constituye, )' In que
aqui llamo el espíritu ó alll1a de las cOllslilucio:H'S,


Las furmas de cstas son cosa IIlUV diferellte, v COtl-
sisten en habcr en unos estildos, yen" otros no, c~¡erpos
que p;nl¡cipen con el monarca ó presidente, ó 6enado,
Ó cuerpo slIpremo gohernante en hacer la::! leyes, y lIe\'al'
el gollierno adelante ó intll1il' en el rumho que esle !le\a.
Porqué, seóores, si J¡::JY monarcas cuya autoridad no
tiene contrapeso ó bar~el'a mlly Yisildc, hay asimismo
presiuellles, cÓllsules, magistrados Sil pl'emos COIl Yarios
Hombres, y hasta senados ú otros cuerpos con deno-
minaeione::; a¡,illlib1l10 diversas 1 ({'le tambit'lI han mall-




JlE lJEHECHO CO:\STITlCIO\.\L, r~3
elaLlo sin oposicioll I('gal \ti fuerza con lra pue3ta á la de
que disponían, viéndose asi repúhlicas en las cu~les no
falla {¡ la potestad superior la calidad que sin'e de dar
clUlulo de absolutos ó dé~potas ú los reyes, emperadores
ó sullaucs.


Forma de los gohiernos, pIlCS, equivale á lo llama-
do coml1nmentn conslitllCÍon donde cslún declaradas y
demarcadas bs faenllades que á las primeras pOlesla:'
des oel eflado respeetivamenlc competen.


Habiendo asi di\'iddo y pueslo en lu~a)'es aparte
el ,l1ma y ('gpírilll, y la parte material ó la forma de 'los
gobiernos, fuerza es COlloce)' q tle á la primera de estas
dos co~as debe darse la prillcipal importancia,


Asi como en el hombre el espíritu es superior. ála
maleri;¡ ,asi, babiendo nosotros adoptado para definir
cosas que no son nuestro sé\' hum:lIw , las voces que á esle
corrrspoTulcn, y atribnido ú los Jla mados cuerpos polí-
licos la ¡Jalde natllraleza del hombre, lambien en las
consl.itllciolles, tí digamos en la!'. cilldades ó en los go-
hiel'llos debe ser lcnido en mas el alma ó espírilu que la
parle mat('rial tí se,) la forma.


Para !!al' á conocer II:Jsta qné punto es importante
examinar cu[¡\ sea el espíritu de los gobierno\! ó socie-
dades, y ('OIllO ohra cn divel's~s formas políticas con rfec-
los parecidos, tÍ en forlllas semejantes con efectos dife...,
]'ellles~ \'ealllOS pl'irnno cómo en estados cu)'as constitu-
ciones son on la apal'icneia muy desemcjantes se notan,
por dominar en aquellas sociedades ulla misma clase,
efectos, sillo idéllticos poco menos, en los usos j' las cos-
tumbres y leyes s\lIJalll~rnas.


En Inglalel'ra hay nna arisiocrácia domina(lora, que
ha "isto ('11 los ,íltilllos tiempos peligrar su podel' yaun
casi perderse, .v ha sahido I'ecob.'arle; aristocráeia que
habiendo echado hondas raices en aquella tierra, toda-
via suhsi5le; ~ielldo necesarias lempestades mas recias
que las q •• c han combatido al {Iuelllo británico para <ler-
riharla del todo y desarraigada. La 3ristocrácia inglesa




44 LECCIONES
para ejercer su poder ó influjo ha adoptado las llamadas for-
mlls de gobierno representativo; pero el espíritu aristocrá-
tico vive en ellas y con ellas y de resultas, ¿qué notamos en
las costumbres de los ingleses? un respeto profundo dl3
Jas clases inferiores á las su perióres: el sirviente do-
méstico es el mas sumi:!\o que puede encontrarse: la pa-
labra señor sale continuamente de sus labios, cuando se
dirige á su alM asi como á otro personaje de cuenta; ape-
nas ttSa leYantar la voz cuando su señor está presen!e; aun
hablando con él es máxima admitida que no debe decir
pense ¡mes· decirlo supone libertad en el pellsamiento en
punto de obediencia, tocándole á él solo obrar segun le
mandan sin pensar sobre lo mandado d,~ manera algu-
na. Y esto sucede, señores ~ en un estado de los llama-
dos libt;es, y en el cual tanto CUanto en otro alguno
ó mejor que en cualquiera está asegutada y es lata la
libertad civil, ó la seguridad de ]a persona y hacienda
contra toda arbitt'ariedad; en una tierra y sociedad
donde todo se examina y discute, donde en Jos impresos
yen las reuniones numerosas es lícito á cada particular
hacer uso de la pluma ó de la lengua, donde al homhre
está abierta por la ley, si hien por el uw no, toda cal'-
rera, sin 'pedírsele, para entrar en alguna~ condicion de
ilustre nacimiento.


y esto, señores, no nos cansemos de meditar en ello,
porque en Inglaterra si las formas son en· parle demo-
cráticas, la clase cuyo influjo prepondera es la de Jos due-
ños de la tierra, la de los ricos pOI' herencia, á la cual
se van agregando algunos hombres de mérito á quienes
en premio Je su valor y servicios, y para aprovecharlos
absorbe y asimila :i sí aquella poderosa aristocrácia.


Ahora pues, señores, Hungría por ejemplo, está regi-
da pOI' una forma de gobierno muy desemejante del de
Inglaterra. Y sin emhargo en HlIngría se nota la misma
!'iumision del plebeyo al noble, En Hungría si bien hay
Dietas, no hay cámara propiamente de Comunes, la des-
igualdad de condiciones es legal, y la nobleza es lodo de




DE DERECHO CONSTI1 UCIOSAJ.. 45
hecho y de derecho. ¡Cuánta diferencia apareqie ha)' pues
entre un pueblo y otro! Y á pes:! .. de ello ¡cuánta seme-
janza real y verdadera!


Por otro lado, veamos, señol'es, á España, como era
en tiempos de nosotros no muy lejanos, bajo sus reyes en
el título absolutos, pero con un trono que descansaba lit'-
m~ en el interés y amor de la plebe, y consideremos jun-
tamente con lluestr3¡ nacion la república de los Estados-
Unidos de la América septentrional. En esta última son
las institucioncs entera y únic:unente populares, la sobera-
nía del pueblo es no solo máxima reconocida por principio
del cual dimana cl gobierno de aquella sociedad, sino asi·
mismo un hecho, pues el puehlo lo hace todo hasta elegit·
el que es suprelllo magistrado con título de presidente:
3l1i en fin la igualdad es absoluta, completa, no recono-
ciendo las leyes distinciones entre los bombrEs. sea cU:ll
fuere su diverso oríge,i. Concordando en aquella tierra con
las leyes las costUIII bres, sucediendo que es democrática
el alma de la sociedad tauto cuanto las formas del gobierno,
el respeto de la clase b;¡ja á la alta apenas existe, y aun
suele acaecer que UII criado preguntado si sirve á su
amo dice: no le sirvo, le ayudo. Pues señores, en nuestra
España gobernada por un monarca lIamarlQ soberano
seuor, Jonuc para entrar en varias carreras se }¡:tbia
menester presentar papeles de nobleza (vana fórmula en
verdad, habieudo llegado á ser tan facillcnerlos) en esta
tierra misma de vasallos, el pobre y humilde en cuna
trataba á sus superiores con no poca familiaridad, y adc-
mas había I1eg.ado á ser fácil subil' desde las mas bajas
situaciones hasta Ilegal' á la mas alta cumbre de los em-
pleos ,'arios y de la consideracíon á tan elevado!! puestos
aneja. Aqui donue so1ia venerorse á los reyes hasta lla-
marlos deidades, imágell de Dios omnipotente, y á Dios
á su vez para mostrarle el debido respeto se daba el tl'a-
l:tmiento len'cnal de magestad, hablándose de ambas ma-
geslades divina y humana, aquí solia blasonar ulla perso-
fi;l de la í¡lfima condicion {le ser tlln bllCna ~QmQ el rey


/,'-'.:.
II'Y·· 'i)
\~o/




lj·6 J.ECCIO:\"ES
mismo, Y por qué, sellares? De dónde nacia haber se-
mejanza entre vasallos sumisos COmo eran los espaiioles y
ciudadanos soherbios como son los Anglo-Americanos?
De que en uno y otro (lueblo si las constitllciones eran
opue¡¡las entre sí, dominaba el intel'és é influjo de la de-
mocl':lcia; de la Illuchedumhre, Alli el presidente snca
su poder de la cleceion del pile/llo,)" para él manda. Aqui
el rey lo era (anlo cuanto por su derecho, pOI' el amor
popular, y al illterés de la plebe mas qne á otro alguno
atendia. Allá la igualdad reina en ]a sociedad y en las
leyes: aqui, il pesar de las leyes, por SP[' democr:ílica la
ínaole del gobierllo, reinaba mas que en otra mon:1l'qllía
de las de Europa, y lilas pOI' dCl,to qne en TuglateJ'rn,
plles así como mas posihle er:l lilaS frec!wnlr la elnacioll
del plebeyo pobre.


POl'que si como he confesado y dado á nolar, en J [1-
glatena, no vcdalHlo l.t le)' al hom bl'e de esrera haja y
polll'c cuna]a entrada en ctlnlqlliel' tal'rrl'a)' en ella ade-
Iantar, los hombres de pro pueden Ilegal' á un punto
donde la arislocdcia los alJsorbe, los al/opla y llega á asi-
milárselos; todavía alli es necesaria lIlucha ayuda á quipn
en St,1 ol'Ígen ha si(lo de poco valor, para que, dñndole la
nohleza la mano, llegue á donde ya mCl'ezC':l v logre ser
absorbido.' e • o <


. POI' estas cosas se ve claro que el alma ó espíritu de
las' consíituciolles difiere de su forma siéndole, si calH',
supel'iol'" y ~llln el si cabe estj tiernas, pues á mis ojos la
eXistencia de la superioridad del primero 110 admite
duda,


PC1'O, señores, como lle dejado dicho la forma qllt>
tiéilC un gohierno prineipa!mentc considerada en I'ela.
cioH COII su espírilll, ce. asimismo importante. Quiero de-
Cil', dado que en esla tí aquella lierra, )' en ciertas cir-
cunstancias ó en olras dircrsas p!l!·da ser la clase su-
perior, y redueida en número, ó la mediana)' mas Illl-
merosa, ó la plebe, (Í sea !lila parle la mas crecida de
la poblaciolJ del estatlo la en que está deposilado Ycr-




J)E 11ICltECIIO CO:'iSTI1TCIO'i'A T.. 1,. 7
dadcra\llrl1tc el gohiel'llo por ejercer ella el predominio
(Í principal infllljo, deoe buscarse cuúl sea la forma [>01'
mc(lio dc la eual puc(lc pre,lumin:1!' Ó inl1u i¡' eOIl mas
pro\'ecllO riel COillllll entero, asi co:no suyo propio. Seuo-
l'l'S, ;¡JJí está uno de los secretos dl~ lUas valor en que
cOIJ~iste la mayor Ó mellO¡' Londad d~ las constituciones,
Porqlll~; SI~ílOI~(,S, es yerro COIll\ln pero muy frecuente
adoplal'~c etl varias tierras y I)casiones formas de go-
hit'mo, quc sino malas en sí, no se prestan bien :'1 que
f'jel'za su poder la cbsc que está goLernando el estado.
De t'sto hCIl103 tenido ejr.mplos notables, de los cuales
dl'he avergonzarse la flar¡uel<1 lJUmalla, viendo cO'llO,
aceitando en las cosas pcqlleuas tanto, solemos equivo-
carnos en las grandes. I'\inguno de nosotros iri:l á un
almaren de ropa hecha (perdónese lo \'ulg:ll' oe la com-
paracion) y sin miral'si aqllella á que alargaba la mano le
,'cnia bienó lIlal, se la pondria y saldria con ella muy
ufano por las calles presllmienll0 ir galan y airoso, y sin·
emhargo nosotros \'amos ¡í HU a[llIaeeu de constituciones,
alal'g:lflJOs la mallo (¡ una )' se la ,"estimos á un gran
puehlo, }' le decimos luego: camilla, (lue bien g:llan estás,
r bien se aeollloda ~l tu lalle.
. Lo fIlie ar~¡\lo OC e'\IJl'('~al' ha sucedido, como no me
call~aJ't; de repetir, con el gohierno ingll~s. Este era) es
todaria un gobieruo aristocrático, no solo pOl"l¡UC tiene
una C,ímara Jc parC's riea J poderosa, sino porque la mis·
ma C~lI11ara ,oc los comunes no "iene á ser otra cosa ni
ha llegado áser mas hOJ mismo que Ull suplemento de la
cúl1l:1r:l alta, pues la cOlllponcn los hijos [ll'incipalesde
los seüul'es, y sus dientes y algunos llOmbrcs f¡IÍC si
bien &c llaman.eon I'azon independientes, están obligados
para ser clegidos á COll!pl'~;1' los \olus, debiclHlo así ;Í la
riqueza su pal'tieipaeioll ell los Ilegocios y gobierno del
est3do. Esta :1l'istoeracia tIc dinero se :ll1wlgJma y jlln-
ta en uno con la del ¡1;Jcimiento, qllcdando sobmellle
('n Lt Cúmara (~e los cOlllunes UIIOS pocos inJividllos ele-
giÜos por yoto popu:al' Ó sea de las clases n:etlia y baja.




48 LEC.C.IOXE~
No pára aqui el influjo de la aristocrácia inglesa,


aino que siendo uno el estado social con el político en
aquella nacion, los que van á sentarse como legisladores
ora en la Cámara alta, ora en la baja, no reciben touo
su influjo y lustre de los altos cuerpos de que son mielll-
bros, siendo ellos al contrario quienes dan decoro y dig-
nidad á los cuerpos mismos, compuestos de elementos
respetadosasi como respetables. Sí, señores, en esto debe
hacerse hincapié, y eslO debemos tener presente: la reve-
rencia sentida y mostrada por los ingleses á su parlamento
nace del respeto en que son tenidos en su cadctet' pri-
vado y Cada uno oe por sí, los individuos que le fonnau.
AlIi donde están poco repartitLis las riquezas, aglomera-
da la territorial en corlo número do personas, y esas due-
ñas de cuantioso eaudal tienen los poderosos aun creci-
da y fuerte c\icnlela.Y lo~ .c\i~ntes r aun las gentes en
general veneraú en el lord ó el ¡'epresí'ntante del pueblo
en los comunes no solamente al legislador sillo al propieta-
rio, cuyas tierrai habitan y labran muchos colonos, al
magistrado ó juez de paz, al lugar tenienle del condado,
y á los allegados á estos, en fin, á personajes que por mil
circunstancias juntan en sí todo cuan lo deslumbra la
vista del~ulgo, y asimismo influye en el ánimo de las
personas de buen seso. .•


No han reparado en las cil'cunstancias que aca'bo Jc
notar los copistas de la eonstitucion hritánica. Háles
bastado ver sus formas segun lal'; explicó Delolme y al-
gua otro, y solo han visto ¡)n ella tres principios diferen-
les, ó el interés é influjo de tres clases pllestosjulltos y
mantenidos en equilibrio perfecto. La monarquía en el rey
heredilario, la aristocrácia en la cámara de pares asimismo
hereditaria, con facullau en el monarca de aumentarla se-
gun le cumpla p;lI'a tenerla á raya en su poder, y la cámara
de los representantcs del pucblo por este elegidos parecia
que formaban un admirable CO\llpucsto, que trasladado
á otra tierra en cualquier:!. sazon velldria bic!I, pues en
Jodas puede haber rey, y en casi !.ouos hay gl'J udes ~ !




DE DERECHO CO~STrfL'CIO~.-U.. 49
peqneilOs. Volviendo, pues, al símil antes Ils1ttlo pareció
hermoso el \'i~toso ropaje y acomouado á los talles lo-
dos,), ImIJO quienes quisiesen descolgarle y vestirsele á
airos puehlos, lié ahí lo que ha pasado y está pasando
JJOy todavia :t ,'arias naciones de Europa y Amél'ica.
Pues ~i alg-o es. bueno lomar tIe aquella vestidura (y nO
Jiré ahora si conviene ó 110) I'~zon será hacer en ella
alLeraciones para aj ustarla bien al talle de los que· han de
llevarla.


Las foemas de la cOllstitncioll hritánica, sih,lll de
adoptar~e á las monarquías mesocráticas, han de lener
algunas va¡'iaciones. Y aun asi, no hay que esperal' que
salgan semejantes entre r-,í las constituciones entre las
cuales hay lilas semejanza en las formas que en el espí-
ritu. (Ya ent~nd~ránhien mis oyentes que por mooorqnía
mesocrática. enlienclo un estado en el cual hay rey y la
fuerza política reside en las clases medias.)


SeiJores, despues de eXflicada la diferencia cntl'e lafl
forlllas y el espíritu dc los gohiernos, despues de de-
darar este lo primero á que dehe atenderse, y aquellas
tambíen dignas Je atellcioll, aunque inferior; no escasa,
ocune pensal' y comiene resolver :lllles ·que todo ,¿en
cuál clase conviene que esté depositado el 11fedomhlio
(j principal influjo en UII gohiel'l1o para que de ello re-
sulte el mayor hien posible al estado?
J~sto depende del tiemp.o, de las eircunstancias y


asimismo, corno no se puede logral' siempre lo mas con-
\"cnic.nle y deseable, hay que pensar en lo mejor y que
lomar lo posible.


Hubo un tiempo, señOl'cs, en que los nobles Ó los
ricos (titulos entonces casi idénticos pOI' :ler la riqueza
ulIa con la nobleza) eran, 110 solo omnipotentes en los es-
tados, silla ca.;;j los t'llIicos potentes. Pasaron las nncio-
Hes principales de Europa pOL' sel' conquistadas: un ejér-
cilo l"cnccdor se acampó en cada ulla de ellas y se re-
partió las tienas, ~. la tierras entollces lo eran Iodo, pues
la riqueza nacida de otro ol'Ígen ó apenas ó nada era


\




50 U;CCIO~ES
conocida. Quedó reducido el pueblo H'neido al yasalla~
je y hasta á la senidumbre, y contrajo con esto los há~
JJitos de siervo, á lo cual se ,1gl'egó que \ivi;} en la mas
crasa ignorancia. Era entonces imposible que estuviese
depositado el poJel' en otros cIlle en los nobles. A estos,
es yerdad, que hizo contrapeso el clero amparador de los
pohres, y por esto fiel expresion de la I'cligion cristiana.
Yasi fue que tamIJien el clero fue pal,ticipanl-e del poder
político, pues lo era del pl'edomiuio ell la sociedad, No-
hles y clérigos, pues, co,uponian la clase dominanle, y
de ellos, los mejol'es en aquella era, estaba compuesto el
cuerpo que del gohierno dispollia; "iuiendo asi el estado
social y polítieo ú estar en semejanza perfecta, y adema;:;,
elllllo al otro en cuanto es posible adecuados. EslO podia
ser entonces v acaso esto era asimismo de desear. En ('1
estado de la n';H1lcJ'osa clase baja, y no cxislienJo 6 em-
pczando apenas á existir la media, locura habria sido
(lar a la pobreta y dependencia juutas COIl la ignorancia
el predominio político ~ Ó allu si1luicra ulla parte conside-
raLle de influjo.


Andando Jos tie/llpos ]ICJIlOI" llegado ú época en que
las clases medias han crecido, y son lo principal,' sino
todo en el estado; y en estos tiempos COJl arreglo :í la
varia sitnacion de los pueLlos conviene que en las clases
rnedias.esten depositados el influjo y predominio. Pero
esto dehe variar segulI las clases medias son diferentes
en las diversas naciones, DOllde la ilus[r¿Jcioll está lllny
difundida, donde está muy repartida b riqueza, clal'~
es que la clai=>e media es numerosa (~ ilustrada, eonoce-
dora de Sil interés, resuelta :i ,'oh'cl' por él y defen-
derle, y por lo mismo capaz (lel gohiel'llo y "determinada
á lomúrsele y ú consenarle. Donde al ren::; la l'i'Iueza
es corla Ó estú lI1a\ repartida, y la ilustracíon es hastan-
te escasa, la dase media es l'cdlleida, y por su poeo l1Ií-
mero)' no mayol' salJcf IlO puede gobcl'Ilar so/a, ó si
gohierna, gobiel'l1a eOIl las faltas de una milloría nada
illteligenlc. Ye ahí t0ll10 segun la diversidad de puablos




lIE IJEHECnO CO:'l'STlTUClONAL 51
y de CirCUIli:llaucias tÍ es IIcccsario Ó conviene c¡ lIe ya en
una p en ol!',! clase es[(: la fuerza que en un estado
predOlllfn:l Ó int1uj'C.


Hay, aparte de los tiempos, ventajas y desventajas
casi absolutas en el gobierno (L~ las clases altas y en el
de las medias,


Lejos de mí, SrllOl'CS, la idea dc qucl'el' denostal'
óculpal' con rigor ú la arislocráeia en estos nuestros tiem-
pos cU:lndo se ,'c dernasiado tt'.) bajada J abatida, y si en
parte por sus propio, yel'l'os, allí !le pretcnsiolles arrogan-
tes, aquí de vprgonzosa incuria, padeciendo en algunas
partes mas que por sus yerros mercce, )' sin duda en
donde quiera mas ti ne lo COllven ienle, en mi sentir, al
pl'Ovecho de las clases todas del estado.


Veamos, púes; .cuáles son las ventajas generales de
la -arislOC\,úcia.


Cuando el sellO!', f~1 p/'Opielario~ residicndo en sus tíer-
¡'as l',jerce alli un i Il!lUjO henéfico; ClI:lllrlO, 110 olvidadas del
todo cn Ull /lllclllo aquellas virlndes patl'íareales, que si
bien no son delsi~~io [lrt'sclllc 110 deben sel' descollocidasni
Ü;lJidns rn poco) se jllnta ulIa numerosa clientela en torno
de 1:1 persona de ql1iel1 rccibe favores pJgánd()los con
allJor y vCllel';¡cion~ la :ll'istocdcia suele spr un bien muv
alto. Sahido es pOi' otra parte scr b aristocrácia prend;
de la cslahilidad en el gohicl'llo, y los gobiernos dcben
lener la cnlidad y aun el concf'pto de estables.


Velllos lo ljlW fue la a ['i stoer~cia Romana con sus
fallas atroces, pero eon sus "inudos patrióticas admira-
(las hasta en demasía: yelllOS Iv q un fuc en tiempos
'posteriores la oe Venecia, opresora, tiralla ~ pero go-
'Iwrnalldo el cstado eOlt sahiduría; no digna de !\er ll/'O-
puesta COlno ejemplo; pero sí de se\' mirada con admira-


'('io!l á lIlodo de 1111 [(,l'l'i/¡Ic coloso. Veamos lo que ha
~ido la aristocl':'tcia illgles:l, harto mas liheral (~ilustrada;
engralldeciendo su lJlwlJlo lIlil;; ::Il:í de 10 que prometía
'\lllalif~rl'a pequeü;¡ pOI' Sil eXlcnsion y po[¡laciol1~ pobre
"lJOr su S\ll'] o , poderosa)' rica por sus-¡nslilllC{(,ll~es. Vea-


; ,


~
",


.' •




52 UCCIOUS
mos lo que fue la al'Ístocrácia frallcesa el] los tiempos
de 01'0 dp, la monarquía, aquella nobleza grande, gene-
rosa, pronta á sacrillcarse por su rey ~ brillando en las
cruzadas, seiíalándose en mil lides , y, si turbulenta y ya
opresora de los pequeños, ya insolente con ]os reyes,
llena de aquel espíritu grande, hermoso como la luz que
enlloblece los pensamientos} afectos é jmpele á aCCiOIJCS
de que no es capaz el cálculo frio.


Hé ahi, sello res , 011'0 bien de la aristocrácia. Don-
de domina una clase escogida, imbuida en la idea del
allo valor de la propia honra, si el no caballero es poco
apreciado y á veces maltratado, el pobre en otras oca-
siones es generosa y cariñosamente protegido, y en las
cosas públicas, en todo asunto en que la elevada clase
preponderante toma parte, se nota un tono alto y noble
que realza sobremanera la dignidad y aumenta el vigor
en el cuerpo del estado.


Todos estos vienes, señores ~ tr:le consigo la al'isto·
crácia, al mismo tiempo que trae algunos y no lel'es ma-
les. La aristocrácia es de suyo rap;¡z: por ello si no la
absuelvo no la culpo con rigor: asi lo es toda clase que
disfruta privilegios. No gusto de emangrentarme con los
c~idos; y si sucediese que en alguna nacion por circuns-
tancias transitorias se elevase una clase que no fuese
la arislocrácia antigua á poder igual Ó superior, si ca-be á la que esta luvo, en rapacidad no se le quedaria
inferior ciertamente.


Pero no hay para que negarlo. A menudo, pOI' conse·
cllcncia forzosa de ciertas Cil'cUllstancias la aristocrácia es
rapaz. Criados los nobles con grandes necesidades, porque
Tiven en ellujó, yen las principales honras y primeros pro·
vechos del estado, suelen tomar parll sí mas que lo debido.
Suele suceder que la aristocrácia es al mismo ticmpo un
tanto tirana, p.es aunque:.í. veces paternal, á ,"eces benéfici;
cuando encuentra resistencia en aquelIo8 á quienes juz.
{!;a inferiores y de quienes pretende que obren solo sir-
viémlola ~ es opresora. Anemas b arislocrácia tiene cierta




llE DIiRECJlO CO~STÍ'IUC)()~.U~ 1)3
cosa que ofende al orgullo general en los hOTlJbres. Y
como en ella sucle predominar la soberbia, es mal mirada,
y ofende la ,'anidad de los plebeyos. Pero no ~jempre
sucede así: no en todas I ierras y ocasiones ha ~ido
ofensiva al orgullo de la muchedumb~e la nobleza. Tielll-
1108 hubo en España en que nos gloriáLalllOs de lluestra
:lristocdcia: creJéndollo5 lodos los espaüoles Como ya
he dicho tan buenos como el rey, tespetábamos en la clase
de buenos á los mejorcs.


Pero, vistas estas vcntajas y dC5\'cnlajas de la ífl'is-
locrácia, debemos confesar que por sí sola en la época
presentc es imposible que impere, y asi se ha menester
para tener un gobierno de los mejorcs que en él se mez·
ele la arj¡ótocrácia con las clases medias, y entre ellas
se confunda.


Veamos allOra las ventajas y desventajas de las cIa-
ses medias. La situacion de estas cs· \'entajesa, pues por
su educacíon y por la independencia tle que generalmente
disfrutan, participan de mucha'\ de las ventajas de la
clase superior, y por su origen y algunos de sus pen-
¡amientos participan de la naturaleza de las clases infe-
riores; y como formadas por m,as clases inferiores que
\'au subiendo, no pueden tener ni el brillo ni (,1 espiritu
de cuerpo de las antiguas nohlc7::ls. Por último, en U11
siglo merc:.\ntil y literario como el presente, es pl'eciio
que las c1a~es medias dominen porque en ellas reside la
fuerza material, y no corta parte de la moral, y donde re-
side la fucrza está con ella el poder social, '! allí dehe
existir tambien el poder político.


Tambien tienell las cla~cs medias sus desventajas.
No hay que esperar de ellas el generoso patronate de
su clientela que distinguia á la aristocní.cia. Reconocido
está que no hay peol' tirano para el puehlo que el que
sale de sus filas; y asi las c1~scs medias aun tr;¡ bajando
por el gcn{'ral prorecho Iratantlo con las í nfel'iores se
mnestran 3f1'og:mles y dura!!.


Adcmas se ha notado que si Licn en 13s c1as€>s ma""




5!~ lile e /OSES
dias ha)' ell'spil'illl pl'lI(J¡:mtc~' cuerdo del calculadur, fal-
lall aqllcllo;; arectos generosos, aqllellus pensalllientos
levantados qile reinan el! la otra clase m:Js alt:J. l\si se
acusa al g¿bierno de nuestros Ilias, (1(: alellcll~I' solJfe
todo al cálculo mezquino; de no arrojarse (l gr:mdps e!!l-
presas; de gobernar con la pluma en la lllallO, como
comerciante en su escritorio, para quien es la ganan..,
cia mas que la honra. No tielle la clase media en ver-
dad touas las virtudes a5i como tampoco [i('110 algunas
de las faltas de la noLlezn antigua, pues al reVl>S su COll-
tHcioD Ó índole se descubre y representa en un tipo, el
cual es e: comerciante ó rico modemo.


Tambien es cierto que eslos c~'rgos hechos (¡ las
cl<Jses medias son abultado!'. en no pequeña parle. La
envidia Sé ceba con mas rabia r!1 flni!'!) dista menos dd
cnviuioso, y Iln athenediwes JUaS cllyil\iado qU(' el seoo!'
antiguo por \OS po\)¡"cs, antes, como qtÚCU dice, sus com-
pañeros. La prudencia (olJ~ervadora de la p:Jz asi en lo
interior dd estallo como eulas relaciOlH's COII Jos extraños
disgu!'ta ú Jos ambicio:,os que EOJO el1 las revueltas ó
guerras intestinas ó extralljl'r:¡s esperan meurar ó ~alis­
faeer sus varias pasiones.


Pero, sea lo que fuere, en estas clasrs medias ('s
necesario, es asimismo cOl1\'ellienl e q lIe re:,;ida el al ma,
el móvil del gobierno.


Alrora pnr.s, señores, admitido qne {¡ c~ta clase
toca preponderar' en el estado, ¿cuúles f(orlllas dehe adop.
tal' para ejercer mejor Sil prqlotldl:l':1nln illfllljo!' Por-
qué medios arreglad la II)gislacion política p:Jra cons-
tituir Ull gobierno represor y a!TIp~radGr como lo dehen
sel' todos, un gohiel'tlo cuyo objt'lo sea da!' ú los gollel'-
nadas la felicidad, ohjeto de las sociedades para el ('nal
los gohiernos son un medio?


Dic!w esto, señores, spr;'¡ n1t'llestl'r q:H~ me lanc!? .'0
1111 lanto á sl'nlar y examinar por eneima Ill! prinl'ipio
absfracto, aunqne parezc;¡. una digw.sion elhacl'rlo.


Acabo de sOlltar corno cierta uua 1l1:i:\ima alg·o dis-
. L




()E IlEHECJlO eo,"~r1Trcio~·.\I.. :>5
putada, pcro ClIya cer!cza cs hoy conocida \' aun confe-
sada tamlJil'1l I'¿r muchos, si bie"n qlliellcs I~ aJmitell lo
hacen por raZO!lCS dirersas y con ('cstricc;,mes y expli-
caciones Yarias; á saber: qne cs el gobierl:o meramente
HIl medio encaminado al fin de proporcional' á to(los
cuantos á (~I viven sujetos la mayor sUllla de felicidad
posible.


Habiendo sido JO un tielllpo discípulo aunque hu-
milde de la fecla de IIIS BentlJamistas" y estando sujeto
~ variar mas de UBa ,ez dn opiniones pOI' Ilnqueza de mi
enlendimienlo, )' no por cnlpa de mi jntencjon, me }¡e se-
parado uu la!!1 0, pero ligeramente, de los dogmas absolu [OS
de lamisma e,lenela. p(~ro no SO)' CJI cs[o, (l,jen lo seré en
aIras cosas) de aquellos conversos que, al pasar do una
creencia :'1 otra seYIlc!ven furiosos contra la fé que abando-
naron: no, seiíOl'cs ,en este punto conservo algo de mis
opiniones antiguas. Con la definicion que acabo de ex-
presar, quedü Il1rjorada por Bentham aIra dada por él
mismo y a:loPl:¡da por sus discípulos, la cual decia !ler
el nI! del gobiel'110 causal' la mnyor felicidad elel mayO!'
laímcro de los gOÍlernarlos. Y como se pusiese con ra-
zon por reparo :'t esta m:'txima que la maJor felieidad de
los mas hien pue~¡c logral'~e ú costa de grande infelicidad
de los mellOS, ó, lo que es lo mismo, (lllC las m:l)'orías
se complacen en oprimir á };¡s minorías, (lo cual es un
mal y hasta HU (lelito enorme [101' ser contrario ú la jus-
¡ieja), por pso quedó bien enmendada la doctrina anti-
gua con la Ilncva, dceladlldose que no ::i la maJor
felicidad del mayO!' número debe ir el gobierno encami-
nado, sino ü proJucir en d (lSI;1do eH general la mayor
$tima de felicidad posible. "\quí se ocurre un argumento.
Por fdicich\(l cnlienclen algullos solo la material; )' dicen
c'slo~: «si goJ¡i(~l'Ilo es un medio ellc~minado Ú un 1111, v
('SC\ fin es 'el de pl'odllC'ir 1:1 mayo!' suma de felicidad po-
~ihln; eqnivale c~~tc) ú (/reir; el gobierno dehe solo :\[('11-
del' :í volre!' por l'l interés malcrial de los gol1l'flwdos; :1
darles los bicnl's materiales de la "ida, :í mirar pOI' el




56 I.ECl:lúl\J'ii
regalo de SlIS cuerpos y satisfacciolJ de sus npctitos, si-
quiera sean moderados; descuidando sus almas j' olvi.
dándose de infundirles pensalllientos altos y nobles. Pero
por felicid;;J no solo debe entenderse la material: pues
si así fuese yo seria el primero á reprobar la dcflnicion
<Í que hé aludido. Los hombres que entienden lo que
quiere decir felicidad en el sentido (lile JO la uso,
comprenden en ella esos mismos pell s:lmienlOS y afec-
tos que eunoblecen al linaje humano, por donde viene
á cOllsisl.Ír la dicha "erdadera en satisfaccl' las pasiones
licitas, sujetando al mismo tiempo las ilícital' al domi-
nio de la razon, y en atender así como á h pro-
vechoso y deleitable, á lo que, causando 011'.1 )' supe-
rior clase de prove<!ho, remonta nuestra digllid3d )' llOS
engrandece.


Esta es la felicidad que deLe huscar el gohicmo
para Jos gobermldos, la cual segun se yé es mixta. Por-
que me parece yerro al buscar cu{¡J deLa ser el objeto
del gohierno desviarse demasiado tlel camillO que va á
la felicidad material, aunque ésla parezca grosera; sien-
do necesario, señores, tencr presente una cosa, y es que
ha haLido una tII0SCfí3 eslúica elltre los modernos, (pues
no hablo de la misma elltre Jos antiguos\ la cual des-
precia La esos il: Icreses maleriales, sin ser pOI' eso
buena ó saludable en SU5 efectos. Hubo un tiemp(\ en
que uno de los vocales de la famosa comision ó junta de
salvacion pública de la Convencion francesa en 1795
y 94, diciéudole que las cosas ptíblicas ihall mal, sien-
do los padecimienlos del pueblo terribles, respondió se-
gun es fama: 1\'0 es la felicidad de l)ersépolis famosa
por su lujo, sino la de Esp;¡rla la que hemos pro-
metido á Jos franceses. Prescindamos al refcr¡mos á
este dicllO de que aquel alllcinndo mozo (pues era el
diputndo que asi hablo hombre de pocos ailo,) veia Iln
hilen modelo para seguirlo en el gobierno de Esp:ula ó
LacedemoniJ, el cual era una aristocracia feroz, pOI'
mas de un litulo abomina.ble, doude aun la \'irtu.i era




\lE lIEIIEtllO COXSTIlTtJO:\.H.. ~7
desahrilla, donde no existia el libre albedrío, obliga-
dos 108 homhres en sus ohras á acomodarse :í una re-
gla ailstéra cual la de algunas órdenes mOllacales en
tiempos posteriores)' donde solo eran de celebrar el ,'a-
101' y la obediencia á la ley, )' el amor á la patria lle-
\'ado á un punto en otra tierra nunca en edad alguna co-
nocido, Pasemos este yerro pOI' alto, y veamos cuál er:1 la
felicidaJ moral asi ganarla ~t trueco de todos los hienes ma-
teriales. Era la dominacíon de la emidia, de la crueldad,
de las pasione" feroces de la plehe. Así suelen, señores,
excitarse, ~a,isfacerse las peores pasiones del hombre,
J)t)uiéndole la máSC31'3 de afectos nobles, y di:;frnando
el mal fin :í que "an encaminadas, mientras se grita
al pueblo: ¿De Ijué le quejas, no fe damos la libertad y
la soberanía, tan .~lIperiores al goce de bienes groseros?
Lejos de mí ~ señOl'es~ desacreditar la "oz libertad en-
teramente, plle~ no debe ser desacreditado ]0 que es
origen de pCllsflmientos nobles y afectos generosos,
pero no se olvide, no, que á menudo se engaña á los
hombrcs con prc¡emler quererles dar otra felicidad mas
aira. á costa de la malerial que no se les proporciona,
porque la primera no es fácil de concebir, lográmlose
por diversos modos; y la segunda se siente, y casi se
palpa, y de torlos modos se puede conocer hahiendo
piedra de loque {t fIlie ensayarla.


Con este motivo, se nos presenta, señores, una
cucstion, q ile es preciso, si no resoh'el', tocar aunque
de paso. Si va el gollicrno encaminado á producir la
mayol' suma de felicidad posible les la utilidad el prin-
cipio de la moral, así como el fin á que deben dirigirse
las sociedades? No entraré á examinar si la utilidad
es la hasa de la moral. Me acuerdo que otro profe-
sor (1) ha h:lblado de esta doctrina en este mismo sitio.


(1) El St', Pacheeo en sus lecciones sobre el Derecho penal.
dignas de alto i1\'tccio, en las cuales siguió las doctrinas del
Doctor R08Si. •




58 J,ECCIO~ES
Buena estaría semejante cueslion para. el profesor que
me sucedió en esta cátedra suslituyéndome eH mi au-
sencia. Al elevarme á las regio¡'l'~s altísimas á quc
es forzoso ascender para examinar las dOCll'in:1s ge-
nerales, ó grandes principios de los cuales se dedu-
cen como consecuencias las condiciones que ',icaell Ó
dehen tener los gobiernos, desearia yo poseer las fuer-
zas que mostró y posee el acr(~dilado {lIlLliei5ta de quien
hablo ahora (1), erudito y {¡ la pal' pemador profllndo1
que en el año primero del Ateneo dió \'~lI'ias leceioncs
de derecho político segun d¡~jo dicho. De él en \'crdatl
no se puede dccir proressu.~ gralldia tur!let, pues las
grandes empresas quc su ingcnio y c¡cllcia aC0me[nn
son siempre lIeyadas á cima con feliz SIlCC~O. De mí
puel.le afirmarse con raZOIJ que soy el q uc


serpit hu mi tubts nimiwn, limidusguc procellw
temo remontar el vuelo conociendo mi endeblez para
sostenerme en grande altura, }" receloso de las hOl't'dS-
cas prefiero ir cosido ú la tierra, esto es, no ~ llslo de
cngolfarme ell el eximen de los primeros y lilas altos
principios, contelll:índollJc COl! meditar y explicar sus
aplicaciones. Así plles, reJlíto1 110 cntran' ;í examinar
la gran doctrina de la utilidad como principio de mo-
ral, pero sí diré 1 que es una cosa mil} notable que Io-
dos cuantos /tan combatido el principio de utilidad, lo
han hecho, no tanto por su signilicado ycrdadero, cuanto
por las malas consecueneÍas qlle d(~ la YOZ utilidad
empIcada como fin dc las acciones hum:lIl:Js pueden
ó deben seguirse. Así pues !Jall dicho: (domada la \lli-
lidad por fnenle del bien ó !lurte de la conduela del
hombre, fácil será !'llpOnCl' (Ille tOllo lo útil es Imello,
)' en vano, en balde seria predicar que Ha de la uli-
lidad privada de cada persona, sino de la IItilidad gc-


(1) Alude aqlll el catedrático á D. Juan Donoso Cortés, CH·
yas primeras leccioll es sobre derecho político constitucional pro·
nunciadas en el Ateneo y 1'01' desgracia no cuntiuuauils, cor-
ren impresas con merecido npluuso.




1lE ]))iIlECIIO CO~STlTl'CION,\L. 59:
Ileral tratall quienes miran y dr,claran lo útil como lo
justo. Y así, ,iclIJo opuestos entre sí lo debido y lo
proyccllOsO, t:ll favor de esto último se delerminarán los
que c¡,ean ó sigan la moral ulililarÍa. J) Este argumento
es turrte, JIU contra el principio mismo en verdad, pero
sí conlra el abuso que de d es posible y aun proba-
ble que se lwga, por ser casi seguro qll~ sea mal en-
tendido, ó interpretado en muchas ocasiones. Pero nó..,
tese, señores, cuánta parte tic cierto hay en el prin-
cipio de la utilidad, P\1r,s pOI' razones de utilidad es por
doude puede ser con mas fucl'za combatido hasta des-
echarle, saliendo así condenado no por falso sino por
peligroso, .


Pero 110 nscendamos, señores, á considerar si es
ó no la utilidad buen pl'incipio de moral: báslenos
sallcr que de quienes como fin y guia le ,'eprueban,
no pocos le admiten como criterio. En la política cons-
titllcionalno tirlle peligro tomarle por principio ó á lo
mrllos por la piedra d(~ toque á que mejor pueden ensa-
yarse las leyes. Pero;Í fin de soseg~r escnípulos, si alguien
Jos tuyiese, diré fine )JÍen pueden fundil'se en una la
doctrina utilitaria COIl 1;. de la justicia y ohligaciun mi-
radas no en sí mismas sino para aplicarlas; pues, segun·
Dios tieue ordenado, los principios de justicia, el triun-
fo <le nuestros \"rrdaderos derechos, ó el cumplimiento
dI' uuestras principalC's ohligaciones, sobre ganat'nos la
eterna felicidad, nos propor cionan una, por lo pura, ver-
d<'Jr/era rJl es[c mundo, siéndonos títil en el mas alto
grado; y, por olra parle, bien entendido y declarado en
qué consiste la verdadera felicidad ó la Iltilidad asi co-
lectiva ó de un pueh!o corno de lo~ particulares, se ven-
drú ;í cOllocer que es en el triunfo de los principios de
la oh!igacioll .Y de la j llsticia.


Pero O(~llITe aq!li una dificultad. Siendo el ~ohi('l'I1o
cncaminado al g¡\lleral provecho, y debiendo tene/' par-
t~ eH él una ú otra cbsc ¿ porqué no han de tenerla
todas? UlIa clase mira por sí mas qlle por las demas




&0 LECCIONES
aun cuando miré pt)l' todas algo, ~. hasla cierlo punto.
Todos no pueden tener otro interés que el de todos. A~i
s~ria, 'ieñores, si fuesen lo~ hombres sá bios, ó siquie-
ra medianamente entendidos, y si, conociendo su inte-
rés á la par supiesen dominar sus pasiones. J~lItrc cria-
turas doladas d~ las calidades Ile ángeles, inútil seria
todo gohierno. ¿ Para qué habrian de estar molestados
con ministros y oficiales de secretarías, y generales de
ejército, y oficiales y soldados, y jueces y gobernado-
res, J alguaciles? Nada de eso haria falta, no conociéuo
dose lo tuyo y lo mio, ó eonociéndose y siendo por
cada cual resp~tado Si los hombres fuesen enfcndidos ú
virluosos, conocerian bien á la par que su prol'ceho pri-
\'ado el interés cornun , y por él volverían, no dejándose
alucinar, resultando de ahí que tomando parte mayor ó
menor en el gobierno saldria por esle promovido el bien
general. Pero no es asi. Examinemos, señores, lo que
son las sociedadrs, exceptuando la de los Estados-Uni.
dos anglo-americ;¡nos, donde gobieman, sino todos,
muchos, y cuy:;¡s circunstancias 30n diferentes de las
de los otros pueblos. Los de Europa cuentan enlre sí,
como formando su parle principal, turbas enteramente
faltas de ilustracion tanto cuanto de independencia.
Ahora pues, sabillo es que decimos tollos, y acertamos
en decirlo. {(Líbl'cnos Dios de nn necio que stlClc hacer
mas daño que un mah'ado, I'lIes este hace solo lorlo
cuanto á su interés conviene, y aquel haciéndole á cie-
gas puede hacel'lc enorme.) Por esa razon á la muche-
dumbre ignorante y dependiente 110 puede darse parte
en el gobierno tIc los Estados, pues dándosela, como
ciega ó necia. haria uso de su poder dañando al plibli-
co, á las dases superio,'cs y á sí mismo.


A los que saben y á los que tienen corresponde
pues, no por provecho parlicul::tr de ellos, sino por el
bien general, qll~ esté el gohiel'llo encomendado. Y no
siendo asi, cuando Cfln ohjeto a parenle de (lifundir f l
podel' políti~o, .JiJatándole á gran parle de la muche-




DE DERECHO (;ONSTITUCIONAL. 61
ounJbrc, el derecho electoral es wncedido COIl lati-
tud excesiva. ¿ qué acontece? De esto dA ejemplo In-
glaterra, á donde turbas de electores son llevadas á \'o~
lar corno rebaños de carneros, casi siempre ebrias, ya
corrompidas por el oro, ya intimidadas pOI' la prepo.
tencia. j Vergüenza da semejanle espectáculo donde la de-
pendencia senil, y el miedo hijo de ella, y la venali-
dad apareeell como aclos de hombres, que, ejerciendo
Sil libre alvedl'ÍJ, eligen á aquellos á quicnes reputan
mejorcs para encargarlos de la suerte del E~lado!


Pero señores, para que las clases entendidas é inde-
pendientes ejerzan su predominio ó superior influjo ¿ cuá-
les formas conviene que adopten '!


Esto asimismo varia: porque no se diga, no se
crea que para ello sirve una. forma sola. En ciertos esta-
dos el poder en uno solo, en )a apariencia sin contra-
peso, produce ese efecto apetecido cumplida y admirable-
mente. En otros piden difarentes circullstancias fMmas
di\·ers3s. En esta última situacion tienen hoy colocada á
nuestra Esp:¡ña las leyes que nos rigen. En la misma
están algunas olras naciones de las primeras de Europa.


Examinar cuáles sean estas fOI'm:lS, en qué funda-
mentos deba sent:ll'se el sobiel'llo calificado tle repl'eilen·
tativo. sí conviene para cimentarle hacerlo en el reconoci-
miento de derechos, y si estos han de ser Yagos Ó abs·
traclOs ó solamente concretos, prácticos y bien definidos,
será objeto de mis lecciones siguientes. En ellas no exa-
minaré un estado solo sino varios, y juzgaré no solamente
lo que es sino Jo que, segun mi corto entender, convendria
q\1e fuese. Asi iremos adelantando en esta grande ta-
rea de la enseñanza, aprendiendo al paSQ el maestro
tauto cuanto los disdplllos, y confiado aquel en que estos
le ayudarán para llevar feli7.lnente á ca~o la comenzada
obra.




,1


1


, 1




S e 110 l'CS ,en llIi última leceion tlespues de hablar' sohl'e
la difereneia gun llay clItrc el espíritu ó alma y las for-
mas de Jos dirclsos gobierllos, entramos á examinar en
Cll[¡] de las clases de la sociedad ha estado y suele estar
dl1lwsi lado el poder en di yersas épocas)' naciones, y en
euúl COtlyj(llIe que lo estó en la edad presente, y en las
Ilaciones medianamente tivilizadas. Y dije mal con decir
conviene; porque si bien lo que sucede es en mi sentil'
C0l1H1 llielllc, si el aun'uimielllo de las clases medias,
segun eslú hoy la SOCiNbd, parece lo mas apetecible
'lile la itmgin3cioll en su vuelo podría discurrir, tod:l\'Ía
dnbe tenerse presenle, <¡1I1', apetecible ó no, es un he-
cho en una:i partes consumado, y cn otras absolutamente
forzoso.


y para nueslro intento scrá oportuno considerar por-
fJlll\ l('rminos y pasos ha ascendido la clase mcdia hasta
ellcumbrarse al predominio ó influjo de que es dueña
en las naciones milS ilustradas dc Emopa, á fin de ver t!cs-
jlncs cuú!es formas dc golJicJ'llo d(~he adoptar' para ha-
cer su poder estahle )' [lI'o\"ec}¡oso. Porque de quc la
forma se adapte bien al espíritu Cilios gobiernos, depende
ó no el cstal' Cll hu en <lneglo )' órden ó en desconcierto




64 LECClO~ES
y desól'den los estados, y el que sus constituciones sean,
Ó 110 lleguen á ser máquinas que jueguen con facilidad
y feliz efeclo.


Señores, d advenimiento de las clases Illedi;¡s al
poder se ha ido efectuando pOI' sus pasos contados y COIl
lentitud en el discurso de las edades, pero lIeg(¡;í lomar
,'eloz caJ'fera durante el siglo próximo pasado. Sahido
es que, cual1llo este iba á terminal', en loda Europa la
parle principal del estado llano, ó la nohleza inferior
tenia ya en la sociedad y aun e.n ('1 cSlado un illJlUjO
preponderante, aunque no le tlmese todavía pOI' las le-
yes, siendo de nolar que tellia mucho menos en Ingla-
terra que en otros pueLlos; lo elJal es f01'1.050 advertir
para tener siempre lIja la atencioll en la dif(:rencia qlle
hay entre el espíritu y la forma de las constituciones. En
Inglaterra donde pOI' las leyes estaban las carreras todas
abiel'tas á todas las clases, la nobleza predominaba; no
la nobleza legal red lIcida :í los pares )' á sus hijos pri-
mogénitos, sino la clase con todos clios entroncada; de
forma que allí donde no aparecia obstitcuJo positivo
pam que suhiesen los hOlllLres rápidamente por la es-
cala del poder, Ó de la sociedad haSla los puulos mas
altos, allí las clases medias, :í las cuaJes estas leyes de-
hian aproveclJar, era menos poderosa. Al1'eyés en Fran-
cia, donde la nobleza predominaba y por la ley y los an-
tiguos usos todo lo lenia para sí , siendo poco mas que
nada el pueblo, allí por efecto del fi!osolismo que hauia
ido cundiendo en el 8iglo déeimo oclavo, la dase media
instruida habia llegado á cobrar uu influjo considerabi-
lísimo, "iniendo asi á estar el poder legal en una parte y
el poder social en olra.


En nuestra España por una de las singularidades que
se notan en la historia de los pueblo3, el poder social
iba comunicándose poco á poco it la clase media; pues
si bien es cierto, señores, (lile en ninguna Otl'OI nacion
llabia tantos privilegios para la nohleza; si hien es
cierto que en ninguna parle estaban tan cerradas lodas




HE IlEHt:CIIO CO:\S'ITITCJO:\'M.. e.")
las c.aneras :í la plebe, ó tlígase con mas propiedad al
eslado llano, est~lldo ('0010 estaba entre no:>olros [au
Ylli~ariz3da la Ilobleza. sielldo tan fúcJ! romo era en-
('()lllrnr p;!jiCIl's (qlle ¿SIC era el nombre dado á los
cOllljlJ'oj¡anll'S (L! hidalguía) para abrirse paso á ciertos
cargos püblico~, kdúa yenido ú suceder qne, decaid~ de
su poder la nobleza de sllIwrior esfera, la iurArÍor, la
principal del cq~do llalla, y aun uo COila parte de la
pleiJe dOlllill:)b:1ll, ~' Ilasta la potL'stad real tenielldo
mucho de ahsoluta, en ('sta última buscaba v tenia Sil
;lpOyO. Por ahí ('ra (:1 golliel'llo en Espal,u elle la clase
llll'íliu amalgam~J.(la con la plebe, sien.do el interés de esta
ültillla el predominante en el estaJ.o.


Asi estaban las cosas cuando en unu parte tle Euro-
pa el poder social aspiró á convertirse C1I poder político,
llegando el momento en que las clases medias quisieron
aooptar una forma de gohierno por la cual se hiciese su
illflujo I'I~gl1\:)r)' penmllCl1te, cuando untes era irregular
y transitorio, e.iITcil~[Jdose rodeadalllCI4te y por yias en
tierto mOGO ocullas. Sal¡ido es, seílores, que eu Fran-
cia á mediados)' fines del siglo décimo octavo cuudie-
ron ciertas ideas nuevas, en virtud de las cuales el na-
cimiento llegó :í ser tellido en poco y el mérito persOll31
en Illucbo; principio cierlo este, mirado á la luz dc la
razon, principio hasta salurlable que yo uo impugn3ré de
mallera :.¡]gulla, pero prillciilio, por desgracia, en Cllya
aplicacioll tanto se yerra, y á tanta distancia se ,'a á
uar del efect.o (¡tle se ¡nleula y debe conseguir, que
cuando se dice, se n'pite, se pomkra srr el mérito
personal el único digno de ser atcmlido, el único le-
gítimo valladar divisorio de Iasdiyersas clases IÍ díga-
se de los hombres en una sociedad, óel1 UII estado,
ocurre, y en las rcvol utioues princi [lal nWII te, usurpar
la cali¡icacioll de ml'rilo superior la vil envidia, la nrtería,
la audacia, que suLcu en el hervor de las pasiones co-
1110 la sucia espuma en la olla que hiene y llegall por
algun tiempo oí soIJl'cpol\rJ'se :\ las Illcjofrs lllatrrias.., al-


.)




66 LECnO:'íES
canzanllo la superioridad de que no son merecellot'as.


Cuando c6laha la principal parle de Europa en el
estado á que acabo de alullir, llcposilallo el illllnjo pre-
dominanle en el estado eu las clases medias, y las pre-
rogalil'ils Iq~J!es en las superiores, sohreyiuo lIlla dis-
puta entro \lna metrópoli y sus colollias, siendo la pri-
mera la ari~locrátic3 In¡;lalerray las segundas las tierno-
cráticas colonias fundada:,; ell el siglo décimo séptimo
por los puritanos illgleses, que llevaron ;í ellas cOllsigo
sus pa"ione¡;, su religion, sus costumhres todas favora-
bles á la causa, y conformes á la ínJole de I3s repúbli-
cas donde impera la muhilllll, y no son reconocidas las
llistinciones sociales. En Inglaterra yen las colonias es-
tahan vigentes y respetadas las formas de la constitllcion
sajona en su orígen y normanda en sus alteraciones,
mixto de los usos de amhos pueblos, y de las resultas
de la con(luista por el segundo sobre el primero, pero
si las formas legales ó políticas eran iguales en la lierra
antigua y en la nueva, la sociedad de la IIna era di \er-
sa de la de la otra cuanto serlo cabe, Fué asi, que la
Jispula origillada en ciertos (Icrechos ó privilegios re-
clamados por la una pal'te y negados por la olra se aca-
loró: llegó el acaloraluienlo á ser furor y encono, re-
clamando los colonos no sus derechos naturales, sino
los de bretones nacidos libreli, los históricos adquiridos
de sus padres como ingleses, y no como criaturas huma-
nas. Bien es verdad que luego, mudándose las cosas
cumo mudar suelen, las repúblicas allí establecidas hall
reconocido pOl' fundamento de su situacíon social y po-
lítica pri ncipios diferentes de los que he expresado, pero
tlejando esto ;Jparte en el caso á que me renero se ve
nacer una pol'~ncia nueva y r.scoger, ó mejor diremos,
conservar para su gobierno las formas de la constitucion
inglesa. ¿Pt'ro las varió? sí, las varió un poco por~ue la
Inglatcrl':l es una repúhlic:l aristocrática en mllclla parte
disfrazada, y los gstados-Unidos son una r(~plÍblica de-
mocrática, J las formas de aq uc\la hieu \'eni~U1 á estas,




DR llEHHnO CONSTJ1TClO~AL (j7
haciendo ellos verdad lo que en la primera era /le-
clon, y variando un poco lo que variarse deLia. Aqui
tenemos pues dos estados constituillos de un modo muy
semejante, mu)' diversos en índole Ó espíritu, yeso no
obstante amhos bien constituido", por avenirse en ambos
perfl'clamcnte el estado político J el social. Asi no erró
la América Septelltrional esc:.ogiendo para gobernarse las
formas inglesas, y alteníndolas un tauto, y no elTó /Ji en
lo que conservó lIi en lo que variaba.


Pero andu\'o el tiempo y com\~nzó en Fl'allcia aque-
lla conmocion tremenda, aquella revolucion uo solofran-
cesa sino de tOlla,; las naciones, corno lo será dc todos los
siglos, pnes ;í todas y todos han alcanzado y hahrán de
alcanzal' S1lS efectos terribles y peligrosos, revolucion
considerada por diversos aspectos, digna en vel'dad de
ser mirada por val'ios lados y por eso merecedora ya de
aplauso, ya de vituperio sumo; re\'olucion de la cual no
lile declnraré contrario, madre tle grandes ideaF, orígen
de heneficios Ínmensos, pero que viniendo aconlpaña-
(la de enormes )"el'r05 y t1elitl'ls ha producido juntos y
en proporcion asombrosa los males con los hienes. Sin
embargo haré áqui ahora uua concesion porque deho
hacerla, y es que en mi sentil' siendo como son los ma-
les hijos de tan gran causa graves, intensos, y eH
sus consecuencias dilalados, asi como lastimosos, todavia
puestos COII ello~ ell cotejo y peso los bienes del mis-
mo orígpn nacidos, eslos preponderau.


Cuando acaeció la revolucíon de Francia reinaban
alli dos iJeas, la una de ellas muy cierta y fundada, pero
que, prevaleciendo, equivocó el modo de lograr el fin que
apetccia.


La constitucion inglesa era allmirada de los fran-
ceses: gustaha mucho la cámara popular, y ver repro-
ti lIeidas allí \'arias de las fórmulas de las repúblicas an-
liguas; las decciones por el puehlo, los discursos en
los parlamentos, b libertad de imprenta, los hustings
( que asi se ILuna el tablado en el cnal se reproducía




oS j,Er.CIO:\"ES
p1 /iml/ll de noma, ó PI IÍgora dI' los grit'gos) b se-
glll'idad para las pel'snoas, la igll:lldad legal, la In;¡gi".
tralnra de los pares ahierta :'t todo d mundo. A'I,dla
(:otlstitueioll ell~alzada con cntnsiasllln por Múnlesqlliell,
eneo:ni:'lda allnque con restricciolWS gran les, ~. desaccl'-
hldas pOI' F,l:lIl~ieri, J de (1'le hahia escrito el elogio
Delolrl/c cou otros rario~, parecia 'yera llanudo un IJJO-
delo IWI'IIl')~O, \,1 cilal queri~lll ailoptal' e:\~i todas las
mcioncs de Europa. Pero el Illovimiento de Francia.
el'a I'cvolllcionario, y aspil'aha á cOllq'lisLlr la igwd'lad,
P0I'iJlJC b desigllalllal no era gl"lvosa en Inglaterra,
pcro sí en Francia; y por eso la igllaldad ('ra en la
nacion lIuestra vecina y prill1er ohjeto, (I"('S sielllprc
los pueblos por una e:;pccie de instinto COIlOcell sus ne-
cesiJades y son movidos á satisLtcerlaso


Empezó pues la I'evolucion france':\a y se tl'ató de
adoptal' la forma inglesa Imoa Il!l(l cosa Cllya alllla, cu-
yo cspiritu cra muy distinto. Si" ('mhal'go. s6wres,
guiados muchos de los rcfOl'llIadol"l'~ dn los instintos
qlle :í veces suplen bien las vec('s de la l'azon, cono-
eÍeron que eleLian desviars(~ UlI l:\uto ele la;; I'ormas pu-
ramente ioglt'sag, pnrqne el e~píl"il\l que ilta :í a"imal'
las ele Francia, ct"l; cuanto c;¡\¡e serl()~ diferenteo Por
consiguiente, si "i,'n °llllho rrances(~s (doctos, Lien in-
lI~ncionatlos y [¡ quienes rindo cltributo de homellaje que
les es dellitlo, aun creyendo qne sn equivocaron), si
bien hubo hombres (IOdOS qlle opiual'on porque se in-
trodujese allí h constitueiou illgl(~sa (~Il tOlla Sil plll'rza
con su aristocrá(~ia, SIIS dos dlllar~s y todo (" cortejo
de institucioues qlle la rodcan ó forman, hubo otros
(lile opillaron de dIstinta m~nel'a J lri !llf,ll'OlI. ¿,Aecl'-
,taron estos? No Jiré que del tOllo, pero ~í (;11 algoua
('osa, 3l1n~lIe comdicron yerros erasísilllos y SOIl aulo-
res de la mayor parte de los males qlie cayeron sohre
la naeiol1 fl'ancesa. Alohrar así lo hiciel'oll guiados pOI"
un hucn in~tillto: conocian qne adoptando las formas
de la cOlIstitllciOIl jil¡:dr~a sin cllmrndarl:l~. lIi (,ol'l'l'f!:ir-




HE IIEHECIlU rO.,sl"I n'('IU:'\,\L, ti!)
las, sin acollllHbrLls al tlllero espíritu que iba á infllll-
Ilirse en ellas harian tltta cosa tll~"acertada el! la cual
el espí ri IU, por decirlo asi, no regiria á los 1lI iem 111'0 S
del cuerpo, Pcrn su ('ljui\'ocarol! suhrn mitllera, I'0rqllt'
cOllodl'lulo <lile HO (kbian adoptat' las I'ol'lnas ittglesas
ell vez de lomar eH Ingiu· dl~ ¡'stas las qtle Ú Francia COll-
ycnian, como CI! aqllld licml)!) l'('inahal1, cr(,iJas COtllO
\erdalles y reYI'l'cnei;i\Lts eOIll¡) d()gll1a~, la.;; ide:." llIcla-
tísicas emitidas en el cO\llralo soeial de HOllSl'<lII, y
lIe\'arlas lilas ~HlelaHln, si lll'\'arlas es posihll', por otroq
al dt~~ec!tar con raZOll por mOlklo digltO de ser t'epeti-
do en toda Sil iHh~gridclll la cOlIstitucioh illglf~sa, bus-
caron olro mOlido, y (~OIl arreglo ;1 él y para plall-
learl~ se dieroll á destruir y ('(Iiricar, procediendo ('ti
su lrahajo de un medo que en lIli seulir, St'gull dil't~
:\1111 en esta leccion, de cierlo en las siglli¡,tlles, y pro-
hahlemeHt,~ en todo esk curso, era cOlllllleta \ radieal-
Ilwlllc e1llliyoeada. De ahí, sellOres, el c\ira\'Í(;de :\Iluc-
¡la J'(~\'olucioll el cual lIl'lyí ú ser lal que de ella solo
I'cr('lwcI: ;í la historia ó :í la eiwl'ia <Jt.! 111'rn¡'!ln po-
lílico eOllstillleioll~I,:5 r.;o!o delle aql:i e\~llllill;!rSe la pri-
mera parle ó época; pllCS el! las posll'l'iures, (Dios 108
\'ítlClllos (llll: (lIW .. l á los llOtIIlJI'cs ('l! la sociedad, Illl'-
lIospn~eiada la hi6loria, olvidada Ó ¡':~('uada la Iradi-
cioa, !tecito petlazos por las ideas llamadas (¡Iosólieas
el frl:II') po¡!eroso y slll,ltllte (L: la rdi{,!ioll ,,;Jnla, lJa-
cil'tldo tle todo ello resi:,1 encias furiosas, agresiones
110 justas, defensas que llegaron :í illjustas por lo des-
esperadas'y l'ernet,.;: las ehs(~s Inedias de~pucs do haber
dl~slt'ollado y pisado ~\ las allles prq)ot(~t\I{'s, Ca)efUll ;i
t'1I \'e~ \,(JlIeidas y ftll't'OlI oprimidas con alroz LiraDia
por la plel,c ignorante y desatada. (?\o la culpo, sCI'lOres,
::;IlS delitos 110 SOll (~lIlpa wp; sonlo "í (L· los que (k·
¡Iiendo conoecr cuán illc~!f'az es de gohernar, y cu;Ítllo
al intentar h~H'I)rlO d:llia ú las dcmas clases, ~tl e~lado
todo, )' aun á si propi:" la deseaniall, la lis('!'jl'a¡¡, la
azuzan, Lt enfurecen, )' Je ella s(~ "a:i'lI para 1!02:ar al




70 I.El'(,IO~l~S
pésimo fin de labrar sohre la cornun ruina la propia for-
luna.) Ello es que denillarla la clase media ('11 Francia,
y dominallora la plehe, empezó aquella época de estra-
go, lanzándose sol)\'c la nacion francesa los reyes ex-
tranjeros, 3 los cuales dominó la ambicion basranh
de aumentar ¡:us domiuio5\ á em;ta lh~ la dcstlidl:u!a
Fraucia, Entoncl's llegal'on los dias d¡~ la Convencion,
los dias de aquella lid e~palltosa, snblime, en tlue mil
pasiones, buenas lIIUS, y malas aIras.. mil inleres.es,
cuales de mejor, cuales de pcnr calidad, batallaron con
furia anles nunca "ista, siendo las rCR\llta5\ f('lices en
parle y en otra parte fatales, Pero esle período, seño-
res, lo he dicho ya, 110 lo es de la historia constilucio-
nal, considerada como la (je las formas política~: lo es
de la historia Je las iJeas, de la historia de la soci~­
dad, de la verdadera hi~toria del mundo.


Señores, olvidemos lo que no es de nuestro propósito
considerar en estas lecciones. He dirllo que se erró cn
Francia adoptando ciertas formas lIunca huenas cn sí,
malas mas particlllarmente por ser illcompatibles COII
I a sociedad moderna: que se erró por fundar las re-
formas y leyes en principios abslractos y I'rrónros, Si
110 debía Francia haber copiado la Constitueioll inglesa,
tampoco debia haber ido á hnscal' modelos en la anti-
gua Grecía y Roma, ni á bhral' \In edificio político so·
bre abstracciones, que ni como tales eran absoluta-
mente verdaderas. Tratáhase, señores, del advenimiento
al poder, del reinado de las C];lses medias segun la
frase satírica J depresiva de un revolucionarÍo (1) que
salia desaprobar y censurar la revolucion (porque hasta
en la sátira acerva é injusta hay verdad, pecando solo
por lo sacada de quicio pues nadie llama al valiente
cobarde sino temerario. y nadie al prudente arrojado
sino caLarde) tra:ábase de que l' antichambre clltnit
----_ .. _-._----- ------_.


(1) Se &.lribuye el dicho aquí cilaJo al falDoso cura Sieyes.




m, m:nECIIO CO~STlTt:CJO:UI,. 71
{fans le saloll: la gcnte dc la antesala entrase á ocupa¡'
la sala. () por decirlo con mas propiedarl, tratábase de
que las gellles de salas pt,!;res alternasen con las lle
balas ricas en el goce de las honras y los provechos del
eslado. Esto apemls se conoció, y así en vez de huscar
el modo de cOllvl)rtir en forma política semejante orden
de cosas, se caJó en la eq1Jivocacíon á que ¡te, aludido
y que voy á explicar con mas extension segun á mis
cortos alcances se pres('nta,


Señores, COUlO JU he dicho, en el siglo déci mo
octavo propendian los hombres á arreglar la sociedaJ
v el gooierno conforme á ciertas máximas ó doctrinas
;bstr~ctas. No sucedia así en Inglaterra pOI ser allí la
libertad (nombre impropio para designar un estado so-
cia 1, pero n@mbre genlwalmellte admitido) cosa prác-
tica sobre la cual se legislaba solo para las nece&idades
presentt's, al paso que en otras partes husca ban los
hombres el principio de la legislacion política ('n el
campo espacio~o tle la teórica. En aIras tierras donde
se intentaha ó se propollia variar la furma de ~ol,icrn.)
existente se queria cimentar' la llueva (~1I1as doctrinas del
C(¡[ltrato social, dc los derechos sagr:Jllos é imprescrip-
tihles del hombre, de la soberanía popular, dc la igual-
dad Hatlll'a\ y olras semejantes.


Señores, con aneglo á las doctrinas que sustento
y que he predicado y sustentado hace ya algunos años, y
aun cU:lndo todavia seguia handera polític:J. bastante si !lO
dd todo diferente dc la que hoy acalo y sigo, lodus
e80S principios solwe tIlle se intentaha ó inlenta lahrar
la fáhrica de un gobiel'llo, son otros talltos moulones
de arena movedi".a. vistosos si, J con engaiíosa apa-
riencia de soliJez, pero nada sanos ni ¡irmes, y que
con el recio viento filie había llc levantarse y se
levalltó y sopló furioso, volaron por el aíl'e dejan-
tia derribado cuanto sobre ellos se probó á edificar,
y esparciéndose á lo lejos para hacer estragos, y po.
ner estorbos á trabajos fUluros idearlos con Illrjol' tra·




7:!- tECCIO_'E~
za, y destrnatloo ú e~tl'ihar en mas seguros rundamen~
tos.


Señores, rntotlces se emlwzó á proclamar el prin-
el/lio no nU8vo, [¡ero remozado y mas calificado que


IWles, y recomendado como dogma ínl,e~:¡!JIe J fílC/J le
Ilecesaria de I;¡ legislacioll polilir:r; el prinei¡,i() de la
sober'anía de la nacíon o ,leI [lIlC/¡/O.


Voy á ha blar, ScllOl't'S ~ d r t~sta doctri na sin pasion~.
s'm rcfer-lrInc á 10s S;¡C,('sos (ln'senles ú rec'len pasados
de nuestra patria y a~imis!llo sin lllierlo ni COlltCJn~
¡¡laciones indebidas, porque en esta dttedra hall ele
rtccirse las yerda(!es (Í fas filie el'ra tales ('\ humilde iu-
dividuo que la OClIpa, lID C()llc(~tlielld() Jli \lila parle
mínima á IIn principio que estime falso, ~iquil'ra triunfe
este y domine por 11110 Ó milenos momentos.


Señores, si por s-obcrankt nacicmat se cntiende que
todo el poder lIacc del pueblo, esla es nna co"a qlle
por la historia no I'eStllla ser Cil'l'ta, pues al rerés ella
nos enseua que lla lodas las sodeclades son fUJl(ladas
por paclos entre quienes las golliL'l'IWll y los o(~lJIas
individuos q\le las compollen. Al contrario hay muchas
fundadas por la conquista, y de otras se sabe haberlo
sido de ID II v diversos modos.


Si pOI' ·soberanía nacional te enlien(l,·,. como en los'
Estados Unidos Anglo-americanos, que el pueblo L'S
allí lodo, q llC todo se ha('c por eleecion, q\le no ha y
magistrado cuya aulol'irbd !lO nazea de los 'Ot05 de SIIS
compalricios ~ con mas & menos frecuencia dados, que
no se reconoce ni Rey, lIi clases altas ni bajas, entollcCS
la soberanía nacional es la dcclaraciOlr de ün h-ceho
como lo es la monarquía en España IÍ otros Heinos,
"jeudo equivalente á proclamal' que existe lo que exislc.


Si PO!' ~oberallía nacional se entiende qne la YO-
lllntad de lodos elehe preponderar á la de HilO solo,
que la YOltlnlau de los muclros ha de soIH'epolll'rse ;'1
la de los pocos: esto será t¡uizá ulla llIúxim3 jusla,
pero conside!'ado el mundo tal eua! es, y Casi sieUllH'e




IlE IlEHECIlO CO:\"5T 11'1"<: 10:\ \ L. 73
ha sido 1 (]udeme decir que como hecho es ulla mell-
t.ira. ~in duda aquel bufon de un Bey al cual ufano
de su pod(~r supremo estaba recre;índose en hacer de
él ostclltacioll" que dijo á su amO: "si clIando tú dices
sí, todos tus súbditos dij(>sr\1 nó ¿qué harias?» se olndó-
de ulla ('()~.l, y es '¡Iie I':\r.\ deeil' nó IÍ SI, ('8 ditlcil po-
ner de aCIIl'l'do ,í los hombres .... sucediendo cuall,lo unos-
poco~ ()s~dos se pO'll\~1l de ac~ertlo para decir .<Í. <Í !lO'
que todus cualltos piellsan otra cosa, aUllque ~ca la
eonlraria, callan, OIIl'llecl'll, siguen.


Sí , seüores, !>i se clltielllle cn un estado, 11101lal'-
{j1lÍ'a por ejl1mplo 1 que la soberanía nacional exisle, h:-
lIiew)o d (I/J(')¡Jo (1~'FedJ{) ¡]g varja)' sus le)'C's fUIHla-
nH'lIl,des, )0 no ~é:l qué viene esta Ilecbraeion. ¿Sil'.
,'e aca:,-o para llcl'ir que la Con"tilucion es endeble y
mOYelliza? ¡,Yiene ti cnenlo p:lni acreditar y hacer ,'e-
ncrahle la h'gis)acioll del estado?


Si SOl)I'I~lIIia naciollal ~jgni1ica que ueben manJ3r
toJos, ('SO, Ili sucede, ni cOllviellc.


Pues enlolJe('s~ ¡,I¡ué es s{Jlwranía nacional? ¡,es acasO'
la declaracio[l de nu hecho'! Solo puede S€rlo en cierlas
llcp,í.hlicas. Y ¿acaso es una. "crdad en un estado, go-
hel'lIado por leyes, con arrt'glo:í las cuales trasmite, Sil
jlotesltlll y dignidad real Id padre al hijo? La sobera-
nía nacional eu ese caso es un engalío, porque era
menester para que existiese en su plenilnd ó para te-
nerla cierta y tabal en vez de manca ó ilusoria que, ú
la subida de cada monarca al trollo, y no solo diré ;\
la subida, sino á cada IllO'lWnto la det;cioll ¡Wpnlal' de!
Her se estuviese rcpilielldo y rali~cando.


Pero la declaracion lJae reconoce la soheranía Ila~
eional adernas, sellares, de no ~Cl' ui con mucho cier-
ta 1 llera consigo /lO P{lCOS ni escasos incon\'cnicnles.
En primer luga/' ('H l/II pueblo en el cual los dercclHJs
políticos no esláu concedidos :i lodo~ ¡, no se concede u 11
derecho, no se dá un justo Illolivo, no se arma cou uu
;ugl.llncuto poderoso á toJos cuantos ()uedan excluido:;.




7 ¡ J.ECCIONES
de lener p:¡rte en el poder político, conlrihllJcnllo á
los aclos ,le la pOi estad soberalla, para clam31' contra
su exclusioll la cual es ,í la F111' un cng;¡iio y una tira-
nía? Puede decirse ser la soheranía oe lodos (y á cso
equivale deúrquB es de la nacion) donde como ('n Fran-
cia, ó Esp¡¡Ha, ó Inglaterra, CSIÚll flor las leJl's electo-
rales privados de tomar parle algulI:t CII los IlcgoC'Íos
de ]a repúhlica los que 110 licuen ticrtos allOS de edad,
Jos que 110 pagllll cierla cllota de cOlllriLurioJ: , los 'lile
están en la clase de sir\'ielltes doméslicos y olros "arios?


¿Y eslos en medio de ]a nacion solJel'alla son por
ventura c~cla\'os, son una como éXCI'CSet'lIda y 110 parle
(le la nacion misma? ¿Pues á qué ,'jene baldar de so-
heranía nacional Ilonde parll \Ina porcion cJ'f~cida del
.puehlo el no lener parte en el ejereicio de ella es ulla
exclllsioll, una afrellla?


No, sltñores, no dehe JJahlarsc de olra !\oheranía
qne la determillalh é instituida por las l'~yes en calla
estado; la que exisle ya en los parlamenlos con los He-
yes sobre ellos, y sin embargo obrnndo con ellos, dondc
hay parlamenlos, y donde no los haY' IÍnie:lmCIlLe en
region IllUS encuml1l':ld;¡. La soberanía" qlle debe eslar
reconocida en las Couslilllciones es la que l'sl:í en ('jel'-
(~icio constante I'igiendo con poder supremo el estado. En
punto á su origen solo debe hablarse dc) él ca:ludo es un
hecllo {:onstanle, lluevo, en el enal está cimenlada la legi-
timidad del gohierno mismo. Dos w]¡pl':lIIías, ulla ori-
ginal, y olra l~slableeida son dos prill(~il'ios que pOI'
fuerza han de venir á cstal' contr:lpucslo,~ y de clllral'
mas Ó menos larde en batalla.


Pero, señores, lll'jando ya la cueslion sohre la so-
beranía, pensemos en si conviene atloplar por base de bs
c6nstilIJciones el reconocimiento solcllllle dc cierlos dere-
chos, proclamados en el siglo próximo pasado pOI' "a-
rios ~publicislas como i IIberenles en el hombre, y inlitu-
lados sagrados é imprescriptibles, ú bien por desgra-
cia lo Mgrado les "enia del intcllto dc sustituirlo::; á




Ilf: lIElllíCflO co."snrUCIO.Hf.. 75
la dignidad é importancia de la religion entonces algo
desconocida, y lo de imprescriptibles les cuadraba
poco si se conEideraha que aun por confesion de sus
devotos c,lsi en lodas las ocasiones hahi:m presrrito,


Ho)' dia la escucla rcronocedol'a y proclamadora
de la verdad y santidad de los derechos del IlOllIhre
esl;í 110 poro raida y dcsacrcdil,u!a, y lo cslá por los
esfuerzos tle escuelas cotllrarias (listilltas. Una c\\ la de
los utilitarios, De la utilidad he dicho )' repito, se-
llOres, /fue uo intento señalada como fnndanwoto de
la Illor,d, aUllllue pienso sí que siendo el Hacedor ~1I­
Inemo la cielleia y la justicia sumas, ha de haller he-
cho i¡;lIal con loiusto lo vl'nladcralllenle provechoso al
linaje humano. Pero lomada la uti!i(lad como equiva-
lenle á la justicia, y por otro lado mirada como crite-
rio de uno ó mas principios hasta moralistas muy
austeros la recomiendan. Antes que Bénlharn hubiese
ascendido á ser alta autoridad proclarn:llldo sus princi-
pios utilitarios; 011'0 illglé~. menos filósofo, un tanto gro-
sero y áspero en el /lIo<lo de enuncial' sus doctrinas, clérigo
el! la religiosa nacion inglesa, y que como de su profesion
no podia con ju~ticia se\' lachado de epir.tlreo ó materi:dis-
la, por ol,ra parle defensor de b religion en un lihl'océlebre
entre sus paisanos, de enlendimiellto en el cual era la cla-
ridad principalísima dOLe, hahia pretendido est~r por
fundamento de los gobiernos lo que él llamaba expedien.
cy, que en caslell:mo equivale á conve!liencia. ElIla fué la
m~xima del doclor y Arcediano Palcy, al cual me refiero
('1) el período atllecedente.


l)or otro Indo, una cS('l¡r]a republicana en Francia
y hoy mismo (de la cllal es alumno un digno diputado
francés que en mi anterior Icccion me estaba (1) escu-
chando) repugna y refuta tamhien la doctrina fundadora
de la sociedad y del gobierno sohre !a hasa del reco-


(t) El Sr. G arnier Pagés.




76 T.ECI:l0:\'·:8
nocimiellto de lo~ d(~I'I·dl(.)s illdiYitlua!e:,:. COll arl'l·~l,) a
esta escncla d(~ Lt ellal es sltstellt;ícu!o y dudo!' ~lr.tBlI_
chez en sus ohras, y seiíaladalllelt!e el! sus agudos prólo-
gos á los varios tOIllOS ¡Jt~ sn historia par!alllt'lllal'ia de la
I'cvolllcion francesa, el homJJl'(~ na(:ido para la sociedad y
para desempeñar Cll ella lltl 1'~lJJd 110 ¡¡('IIt] d(~rl~chos
sillo obligaciones, ó (corno so dicp alJOra tOlll<llldu la e~­
presion francesa .Y Jalldo plural á tilla Y01, (lile en \1\11'0
castellano no le tiene) dl~beJ'(·s.


TOllas estas son it]r.as, señol'e,,~ relativas:í IlIs prill-
cipios primeros y mas ;tltm:,:í la" fuelltes d(~ dOllde llIallall
la política y la Illoral, pero SOIl idea, qlle se 1'0z;¡a COII la
metafísica y cllyo c~'íml'n, sillo inúlil, 1ampoco ('S absolu-
tamente necesario. Baste Ú Illlesll'o propósito V(,l' comhati-
da y pOI' lados opuestos la Jocll'illa d(~ lo,; deredJOs dd
hombre, pal'a convencernos de qnc no es incontestable ni
(leja tl~ser displlt:t(b,y con eso ya estaremos lilas autoriza-
(Io.s paradesedlarla COIllO flllllLIIlll'lll0 (le IascolIstilllCiollCS.


PCI'O pasando ~í. exalniuar ,¡J~llIlOS de estos tlt:recllOs
recomendados por autores, ,~' algllll dia adopt;,t!os por 11:1-
eiones euteras como basa (le la kgi~lacioll, diré qne si ha.y
un dereclJO verdadcro en él homhre es, cuando vive en su-
ciedad, el que Liene á ser golJel'l1ado bien y con jU~lit'iJ.


De otros d"recllOs no puedo t1cclaral'lllc amig/). El
primero entre lodos Cllantos reconocierou y proe!alll;¡-
ron los ftlósot'os dd sigl() próximo [Ias~1(lo, y lIO po-
ros varones ilustres de edades aukriol't's, y alln IlIucho;;
(le la presente, es el que li;'ue el hOllllll'lJ ;Í la lilH'l'Iad.
En la famosa Lleclaraeion dt; los dl'.redlOs dd !to!lllm;
hecha por la asamblea constituyente dl~ Fralll~ia l'ste
aparece puesto el primero. De la libertatl se dice St~l'
inherente en el hombre, el cual solo p\lede eJlageaar de
ella una parle para consel'Val' otra m:l)'or ~ al 1'Ol'lIIa::
Hila sociedad y \'i,ü hajo un gohiel'llo. En la IlOlllell<;ia-
tUI'<l corrientu de la que habré yo pOI' fucrza tic Yalt~1'I1IC,
y acaso á mellllito ~ aUIlTle haciéndolo lile e,)l1tl';ldlga~
gracias á lo illlp~I'L:cto lid ICllgllaje Idílico, ~(' 1t.lhLI




BE JlEBECIIO CO;,\SlTI CClO:'\',\J.. 77
d,~ la lilJl'l'Ll(j como noble distilltivo de alL!llnos estados.
:\i rcpllt\naré yo~ ni vituperaré que n~iJle ~ntre los lIom-
!)re~ cierto amor y respeto á C5ll illlúgen, siquiera sea
,oaga é indistinta, de la libcrta], cicrto orgullo Cll ql1ie-
IlI'ií crCI'\l darle cllllus V vivir con gloria h:Jjo SlI am-
paro, Ó CIl SI! [2:0(;('. ~o: todo C\lalJto ~ealLa al hO\llbre: la
lil.crlad por uu Jallo, la le~llad por olro: lodo cuanto
cllIIobleci,'nllole en el pensamiento le mucve y aguija
:í idc:1S altas \' ;Í hcdlos ilustre:,;, todo cuanto le
lleva á sO!Il'I~fi~ll'Tse al interés l'uin, )' :1 los afectos
\"iles, mr;rcl~e singul:tr J'L~vl'I'(~neia. Es rnellesler, pues,
un desacrdilar lo btWllO alln en aquello donde se va á
l'lIcolltrar y deillostrar yel'ro para que de este 110 Bazea
abuso y daño. VClIera])!e e~; la :Hlligüedarl, y las an-
li~lIa\\as mOl'ales rligll;1;; tle mas respeto tadavía que las
fí:oieas; 1\I)lIg:íllln"las plles en IlIlO como sagl'ario Ó paa-
tt'OIl donde se COnSl~I'Vell vell('radas, prl'O no por eso
1 1':1 f ('111 0-; al 1~.\:iJllida~ del despl'ecio, do presentarlas como
('utes cup cspncia divina 110 se puede nrgar, cuya ley
es foerza seguir.


SellOres, la palahra liberl3(1 aplic:lda á un estado re-
gido por l:'}cs limle 1111 ;;rlllido por !lemas confuso. Asi
celehdllilola lodo.; nadie ha acerlad(l ú dcllnirla ¡,y pOI'
qll(~, setlot'es, Iladie Ita ~ido cap:lz de cito'!


En primet' lugar pOf''lne con ella se ltan significado
cosas Ilarto disliutas.


Lihel'tad llama han en tiempos alltigno~ los mas de
los [luchlos :í los gohiernos eu que no hahia reyes. Asi
los H~rll'ciatlos llamaban li'brrlad ;í la de que gozaba Sil
I'qlüblic:l, y en f;\Ia había el consejo de los diez y la
illfJllisiriult dl~ estauo. Lilwrtad apellidaban los geno-
YCSt'S aun cllando yi\'ian sujetos á \lila fuerte y tiralla
aristoedcia. LiIH'rLal! sc (lice que rccobró Homa anLi-
gua cU:Jttllo lanzó del trono á sus reyes para ser go-
bem:lIla por los arrogantes patricios que pisaLan á la.
pie be al\ll hasla comer\irb en \,0\\'0. Uher\:\ll era re-
p\ll~Hla la de Pnlonia (',llalHln ('on el lillCrHlll Nlo (',\lla




78 J.ECCW:'iEj
noble, desenvainada la espada, corría con su caballo
como por encima de sus siervos, intentando que prc-
VIlleciese su yoluntad privada al deseo y pro comUIJ, man-
teniéAdose asi Sil patria en perpetua anarquía. Todo
esto se ha llamado libertad, scñOl'es.


IIáse dividido asirnismo la libertad en do~ partes,
política y civil; entendiéndose por la ptimera la conce-
sion de ciertos t\erechos políticos á los ciudadanos, en
el efitado, por los cuales tienen una parle ma)'or ó
menor en el manl>jo de los negocios públicos, y sig-
nificallllo la segunda ciertas seguridades á las personas
y haciendas, con las cuale!S vive el hombre no sujeto
á la arbitraria voluntad del que manda, sino á un tiem-
po bajo la obediencia y la proteccion de las leyes.


Háse distinguido talllbien la lihertad de los anti~uos
de la de los modernos, lo cual mas que otro aulOl' hizo
COI) singulal' acierto Benjamin Constanl. En efeuo, los
anliguos entendian pOI' libertad que el hombre 10lJilase
parte en el gobierno del cuerpo político tle que era
miembro, concurriendo á CUanto en él se haeia con Sil
voto, y ejerciendo en parte varios actos de la sobera-
nía, pero vi\'icndo en sujecion al estallo, y no en in-
dependencia privada, como porcion de la potestad go-
bernadora m\lcho, como súbdito de ella nada, sin am-
paro para su casa, hacienda Ó cuel'po contra el poder
polílico representado por el gobierno. Los modernos
:11 revés, entienden por libertad la seguridad de los
particulares en totlo cuanto de ellos es. contra las de-
masías posibles de la autoridad; y la mayor indepen-
dencia posible en los pensamientos, palabras y obras,
sobre lodo lo ellal llasla la jurisdiccion de la ley no de-
he ser muy lata, prefiriendo de este mallo á la libertad
política la civil. En Sllma, el anliguo COlltClltO con en-
trar á ser parte del señor en la plaza pública, era en
su casa poco lIlas '1ue sierro del estado. El moder-
no no, pues por el contrario fOllea su hogar y alber¡:;ue
dc todas las seguridades posibles y fianzas mas abona-




1m lJllltECIIO CO~STITUCIO~AL. 79
das ))ara que no le atropelle el goLierno, ní le ,eje,
ni aun ~iqlliera entrometiéndose demasiado en su con-
(lucIa le illwrnode. .


Háse dicho ser la esencia dc la libertad «.que no abe-
(l/'zcan los hombres sillo á las lryes que ellos se dan á $í
!/I/SIIlOS.)) S('gUtl eslo pocos hOllJbres serian lihrcs~ ¿pues
cuántos hay que solo olwdezcan á leyes ell hacer las
enales tienen part(~? S('gun esta definicioll en España
y en otros estados donde son Ileehas las leJes en cuer-
pos numerosos delibcrantes, solo los hombres miem-
bros de los tales cuerpos son librcs, y aun mirada
I:l. cosa con escrupulosa cxaclitu(l, de cada cuerpo solo
(Ieb('riall ser eonsidel'atlos Ii!.rl's los fOl'rnantes de la
mayoria al \'otar cada ley, purs quienes al hac.~rla que-
dasen en minoría, no solamente no hahrian hecho la
ley, sino ql\e á ella hahrian sido declaradamente con-
trarias. Pero ,Iisminuycndo lo rigoroso de esta consi-
deraríon y replllalldo que todos cualltos dan su voto
para elegir :í 'jlJiellcs tienen parte en el hecho de le-
~islar, participan tamhien en la fOl'lnacíon de las leyes
(íicciolJ legal alrcvi,la por cier~) resulta toda\'Ía que los
excluidos de volar en las elerciones de legisladores
no son lihres, sino ;i mancl'a de esela\'os, Apelo yo á
mis o)'elltes, de los cuales sin duda muchos por su
eda(! Ó pOl' olras circllnslancias, ni ,lirectamenle ni del
modo lilas I'olleado conll'ibllyen á hacerlas leyes, y á
ellos pido que me digan ¿,si se sienten menos libres que
los eiudJdallos electores?


Luego, definida la libertad del modo á que acabo
de aludir impugnándole, re"llltaria ser pocos quienes
:wn en los estados tenidos pOI' libres gozan de ella.


Otra definicíon dan de la ti bertad los que dicen exis-
tir donde el hombre línicameute obedece lo mandado
por las leyes, y no los preceptos hijos de la \'oluntad
de un superior, Ó siquiera del que es 3uprema autoridad
eH el estallo, Pero hay leyes por demas rignros:!s, hay
tierras ó congregaciones de hombres en fIlIe las leyes




'.


SO VHCCIO~RS
~irigcn las accienes todas, y hasta aSI~irafl á lI\~lIdar
en el pensamiento, á avasallarla yol unlad .. Por la ley, qU('
e50 eran sus institutos, eran regidos los mongC's de la Tra-
)KI: lllego siendo cierta, exacta la definicion á !J uc allOra
me rc·fi('ro, aquellos reli e;iosos deberian ser mirados como
110m brcs ycrdaderamenl e líl¡res. Y cierto no son ellos
citados sino como hombres qne vivjan hajo un yugo duro
aunqnc voluntario. En Lacedemonia, ~" lilaS aun en h
capit~ll Esparta las acciones ele los Cill(bdallos esta-
han arregladas por la le)" que hasta {'!\ d CO[lll'1' y el
hadar disponia, y cierto la de Esparta cra una lima aris-


'toer:ícia, y si bien citada como nacion libl'e y digno 1110-
!lelo por Housseau., r~or MalJli, y por los cOll'.eneionak"
. franceses como Robespierre y Saint Just, no es ell "e\'Llad
el original que copiarán puntualmente los hombres libres
de nuestros dias, ni el que recomendará copiar quien
conozca los fundamentos de un buen golJierno en esta
ti olras edades. No aconsejaria )0 á IIn eilldalbno de
los Estados-Unidos de la América Septentrional ni á
"otro que como estos entienda la (ihertad, irse á yjyjr á
'lln pueblo, si hoy le hubiese, gobernado como lo estaba
la :lIltigua Esp;¡rta ó Laccdcmolli;¡, pnl'fJue en ,"crdad
<]uiclles se llaman li}m~s Ó á serlo aspiran en estos nUtS-
tros liempos, gustan de ,-iyir á SIlS allchuras, poco ¡}j-
rigiJos por \a \ey, y Ol)cuecimuo mas que á esta á 'Ous
'olunlades J caprichos.


Li!)erlad ltalJia, si por libertad sc entiende qlle im-
pere la ley, siquiera sl?a tirana é injusta, ('n Franda
cnando milIH13ba la COllvencion, pon¡ue la ley ClJtoIlces
!',(\~\\b~m-Y\etia á ~\isponcr\o tOllO, )' por ley se omigaba ;¡
lotinas df1I'OS s:1Cl'ificios, y :1 acciones ó tidícu/JS ¡j atro-
ces. Por ley cuentan que estaba JHanrlallo escribir so-
bre las puertas, entre otras cosas el letrero de ]l1'PÚ-
blica francesa, tina é indivisible, J por ley, si es yenlad
el clIento, (y aun no siéndolo el haberse inventado y ('1
creerse indica lo que era aquella (~poca de legalidau)
quirn por efllliyocacioll propia (\ agcllCl, olvidando una




HE IJEHECIJO f:ONSTITCCJO"AL 81
sílaba tuvo escrilo en S\I easa en Vt'Z de inJivisible illvi-
8i IJlc , Jlagó la errata con la vida, á íin de 'J UP vi ese la
rcpüblica rlara.


Yo IJC oido, señores, !'ll mis ,iajcs, l'csidiulilo cll
Fr3llcia á IlU anciano, apaSi()llado antiguo de la Cum,'Il-
eioll, blasonar de que ell aquel Sil lielllpo <¡ucrido l'll
Hombre de la Jcy, y por disl'0sicioll de ella ~' no lIlas Si~
obraha. A lo cual lIió por respu1'sla un I'I',wl.'é". CSéI'ilul'
a\'l'nla.i;)(lo, y del partido Ihullauo 111ll'1'al, pel'o nada ena-
morado de la libertad tal cual era maudando Hobe,,;pici'-
re, «que aqncl i/JIperiu de la icy había sidu la LÍm/!íu mas
odi().~a tÍ la cual deúlu ser pr;;j'erido el gobierno dd ley
mas aúsolulo.)


Asi hubo Je pensar Benja"jiiu CO/lstanl, pues, rdi-
riéndose á la misllla época., cOllsi(lerando habersl~ ¡jado
en ella leyes atI'OCCS~ quebr:wtaJoras no solo de la hu-
manidad sino hasta de la moral, pues aun á la delacioll
ohligaban con pena de la "ida, j' haciendo al mismo
tielllpo COlls('nar por creerla buena la definicion de la li-
llertad que eu ultimo lugar lle citado, la eIlllllmdó Ó
añadió poniéndola así: la lihcllad es el derecho del
hombre de obedecer no á los maudamientos de otro, sino
á las leyes~ con tal de qne cstas 110 sean opuestas á los
principios Ge la moral, elc. Con esta excepcion lata y
vaga la definicion queja horl'ad~, remitióndose al jui-
cio particular para decidir cuando son .Y cuando 110 son las
leyes tales que constituyan UlI estado de libertad ó al
contrario. Así que, seria preciso hacer un código de
moral y otro de legislacion, y que de la conformidad
del uno con el otro, y seglln cada cual opinase acerca de
la bonuaJ del primero, resultase la declaracíon (le si
]labia Ó no libertad en varias tierras y Jiferentes cÍrcnns-
tancias. La deflllicion ne Benjamin Conslanr, no puede,
pues, en mi sentir ser recibida por buena.


Creo que he probado ser ó falsa,> ó poco exactas
todas cuantas definiciones de la libertad se han hecho.
y hablando claro, no entiendo la voz libertad en sen-


6




82 LECCIO~ES
lido absoluto como aplicable al estado de sociedad cn
el cual se ,'ive obedicllle á las leyes, y pOI' el/os tenido
á raya y gobernado. Enliendo cuando mc dicCll li/¡cr-
tad de imprenta (pues sin haLla.' de sus ven lajas ó des-
\catajas v sin pretender dar por bicn pucsto el dicta-
do de lihertad Ú Sil uso res! ringido pOI' le.yes penales,
'! no por pl'oyidendas prevenlivas) signilica que no haya
llccesidad de liconcia pré\"ia para dar á la estampa ~
publicar nuestros pen~all1ietlln~. Di"tingo la lihcf'tad ¡lol
cautiverio, pues clara cs[;í la difel'eul'ia cnrro viril' el
homlJre en un encierro ó C;Íl'cel, y ser libre dueño
tle sus acciones. Distillgo la libertad de la esclavi-
(ud, pues mas clan) es aun la distallcia que media en-
Ire el esclavo cosa ,"elHlilllo ~ y de uso de Sil amo~ y
el hombre que puede disponer de su persona y ba-
rienela. Pero si entiendo eó?la Ú ('solra libertad por la
coalrapo~icion del esl ado eH que dla falta, mal puedo
cornl'rendí~I'la liherlad aLsolllta de quienes viven sujetos
JI imperio de la ley ~ que á cada [l<Jso les eslá "edando
proceder segun su deseo. ¡, Pues qué no es. engaño de-
ór á los lJOmbl'es libres sois, cllallllo "en qne, aunque
se,l para el comun provecho, aunque de la liber~
{ad eslorlJada al UIlO resulte no ser la misma vio-
leutada cn otro, al cabo !la les es lícito alargar la mano
al hien de till vecino, ni Ú Sil esposa, y á "eces ni au n
traspasar andamIo Ull paraje porque alli es propiedad
agona? ¿ Pues que el! el estado social no hay que ohe-
decer {t cada paso órdenes de los gl)be['f)adol'es~ diri-
giendo á los goiJel'l1ados en el uso de Sil albedrío'!


Señores, el sisk!lla social C~ reslricto\' y no con-
servador de la libertad, pues lo que pide y da es go-
biepno y leyes.


No se crea por esto que aprueho la lil'allía ni que
estoy dando lecciones de obediencia al despotismo.
Quien tal crea, si hay alguno, se e1luivoca. Con el
I íllllo de seguridades para el ouen gohierno, con varias
J'\!gbs p.'()Vi'dI0sas que rrocllral'(:~ (~\pliear y juntos in-




bE IIERECIIO CONSTITUCIONAL. 83
\'cstigaremos se logra amparar bien al hombre con-
tra la tiranía del gobierno ó la de los gobernados, de-
jándole aun disponer .Je su pensamiento y libre albe-
drío, don el mas alto entre cuantos le ha dado el cielo,
si hi~n con reslriccione" .i listas y necesarias. Pero el
Ilombre de libertad cuadra mal á una siluacion en que
es forzoso sujetar á menudo la propia á lo que exige
el bien ageno, recibiendo en pago de este otro igual
sacrificio.


En las lecciones sucesivas seguiremos ,iendo coa ...
les derechos abstractos conviene ó negar, ó no admitir
por basa de las leyes, y cuáles al contrario conviene
asegurar por las leyes mismas. Asi continuaremos en
la tarea de descubrir en qué debe estribar, y cómo
debe ser una constitucion para merecer el título de.
huena en la époea presente.






Señores~ en mi última leccion combatí la declaracioll
oe ciertos principios ahstractos como fundamento de
las leyes, .Y particularmente refuté la idea dt~ que se
preienda seulal' un gohierno en la Lasa de la libenad
en gencral y vagallJcnte considerada> si hien reconocí
ser ella fuente de muchos pensamienlos levantados y
afectos geuerosos. En decto, no se puede lwgar qu~
la pcrsuasion de ser los hombres libres, los ennoblece
y exalta á sus propios ojos y á los de los agenos, y
obra en sus ánimos ft manera de la persuasion reli-
giosa, á manera de todas aqucllas grandes pers:J:1sio-
Hes quc, por llegarse al an:ílisis, en vcz de ser me-
nos fuertes lo son Illas~ illlI'oduciéndo.,e en la mente
por mc(lios no conocidos, quedándose eH ella It on-
damente, oominando la razon, impeliendo el alm a á
desear y acome!er cosas alIas y sublimes. Pero dc ahí
;í tomada flOl' klsa para labrar sobre clla el edificil) el e
tina sociedad ó dc Ull gobiel'l1o, ha\' una distancia in.
lIlensa. Sí, selíores, quiell elija el principio Yago Je la
libertad por llorle, se exponc y aun Ya casi srguro de
\lO "crlc siempre claro para que le lleve, J ú cuantos
ton él yall al puerto ú donde se dirigtl, siendo al lIlenos




86 'oECCIONES
probable fJ ue con tan mal segura guía, errado el rum-
Lo, sc caiga en peligrt'ls, y se remate en naufragios.


Despue:- del principio de la libertad, hay otro, sc-
ñores, en que pretender;¡ y han pretendido los hombres
fundar los gobiernos, y este olI'o principio si IlicIl mas
claro y explícito que el primero, si mas susceptible dc
ser definido con exactitud, asimismo tom~do vagamente
como lt~ tomó y proclamó la asamblw constituyente de
J."'rancia, (congreso ilustre, al cual por otra parte en mil
de sus aclos y en sus intenciofle5 veueru, aunque
con sus opiniolles y conducta no estoy conforme en e5to
y algullos mas puntos), Pllede en mi sl'ntir inducir á
graves yerros, J' por consiguieIlte causar grandcs des-
"enturas. Este es el principio de la igualdad sentado ab-
soluta y vagamenlf~. Lejos de mí, señol'es, la idea de
abogar por privilegios nocivosc{)ncedidos solamente al
nacimiento; lli ¿ de qué me serviria ahogar por ellos
aunque lo intentase? Esos privilegios han caid(. Ja, Y
ca!do completamellte, y lo (jBe una vez está ya del todo
caldo, en valde procura el hombre levantarlo. Pero en-
tiéndase una cosa, señores: si esos privilegios hal'\ caido
ya, y 110 puede afirmarse que sin razon, no es porque
en todos tiempos hubiesen sido y fuesen absmdos. No~
señores, cuando existieron distaba u mucho de ser lo que á
críticos superficiales de la generacion presente parecen.
Nunca una cosa de todo punto absurda ha estado por
largos años establecida en la tierra, pues algu~~a razon
hubo de haber para establecerla en el principio, y si para
conservarla ha servido la costumbre, aun esta sola no
alcanza á conservar cosas enteramente perjudiciales ó
desconformes á la índole de la sociedad en que existen.


La igualdad, señores, ha sido ó conquistada ó adqui-
rida con destreza, gracias en ambos casos ú la cOlTientc
natural de los suc::esos que facilitó la adquisicion ó con-
quista. La de~igualdad era un hecho real y verdadero
en Jo moral, y aun digamos en lo físico, cuando estaha
reinando en la legislacion, concediéndose á UIlOS pocos




HE HEltt:UfO CO~STlTl'CIONAL 87
.lcrcchos que al mayor número se negaban. Pero aque-
llos que estaban colocados en situacíon matci'ial y moral
muy jnfL'l'io['~ en snma~ los que eran poco, pOI' sus pa-
sos (,o!llados se fueron elevando hasta emp;!r,'j:u' con sus
sllpel'iorl'-s~ l\¡*audo, COII adquirir ilustl'~lcion y J·iclnez3~
\111 crecirlo número ue gentes ú ser capaces de tener par-
t!~ en el pode,', de lograr entrada en la ciudad ósea
en el estado. Esta it\ualtlad política lIeY(¡ á considerar
que bien podia eoncedel'se igualdad de dCl'edlO5, e~to
es, que uo fnc5c eoudicion necesaria la del nacimiento
mas ó menos ilustre, p(~ro il ustrc al cabo, pa la cutral'
al senTieio del estauo en las mas elevadas carreras. A la
igualdad de este modo entendida, tributaré yo el dphirlo
voluntario culto y homenaje, reconociéndola y decladn-
dola IIn principio sallo, y de aqnellos en que en la época
presente deben eslar asentados los huenos goLicl'nos.


Pero, señores, si se toma la igualdad en sentido la-
lo, si llega á uecirse '.~omo en su famosa declaracion tle
losfierechossagrados é impr¡'scriptibles del hOlllbrc, dijo
la ya citada asamhkt constituyenle oe Francia, qtw
los hombres nacen, y signen siendo iguales en derechos,
¿se dice por "entura una cosa cierta? no, señores.


En primer lugar, no sé que signifitIlle la frase
de que nacen los hombres iguales en derechos. Si 1'01'
ella se eutiende que (lesde su saliJa al IlHllldo tieuen
iguales derechos á ser hien tratados, ú que se les haga
cahal justicia, corl\'engo en (]Ile la máxima es cierta y
~alllda4)Je, sí hien no pasa de ser Ulla máxima de moral,
que uc trivialidad peca,)' 110 poco. Pero si POl' OCI'C-
chos se entieuden los polílicos, aun los riy¡!.;sry la !al
lllt\xima es falsa, y por fuerza inuuce ú ¡-(raH'" yClTüS
siendo perniciosas las consecuencias que de elta ddwlI
sacarse. tos JlOlllhl'es desde que empiez:ill á Sl'r ~iFO,
son desiguales" existiendo la dcsignaldaden 5U lI:tlura-
leza misma. Este !lace débil, enfel'mizo: aquel, robusto
y sa no: alguno hasta imperfecto. En lo in telectual ó mora!,
no teniendo vo por cierta la doctrina de /lelvecius qne


. ,.




88 LECCIONES
declara ser lodos los entendimientos en Sil orí¡:('en igua~
les, y arrimándome harto mas á la Ffe1lo1ogiaó:í otras
ciencias que pretenden descubrir ó afirman ha he!' en los
órganos dejas criaturas inferioridad y Sil pel'iorillad reJa! i va,
de donde nace la ventaja de unos sohre olros enll'ndimil'lI<
tos, diré que hay desde el nacimiento de los hOOlhre~,
gralllle dcsiglla\datl en cHos 1 cOlJl;;illcradas sus facultades
intelectuales. Bien que el mismo IIdvecins al declarar
la capacidad igual de loJas las criaturas, afirma que la
desigualdad entl'e ellas notoria, nace ele srr la cducacion
de cada cual diferente. Y C0ll10 en su entender empieza
la educacion desde la entrada en la cnna, y como se~
gn n él mismo afirma, dos eel lIeaeiones, aunque en la
apariencia sean de todo pnnlo iguales, en la realidad
no pueden serlo, pues al presentarse á los igualmente
educados un ohjeto hace en cada uno de los dos un
efecto diferente; !'ígllese de 1'110, que si huho igualda!l
original en la mente~ con el comcnzar de la dncacion,
queJó aquella alterada ~ de forma que cuando las cria-
turas hayan de poder usar de semejante ignaldad, esta
ha de haber ya desaparecido.


Si la igualdad fisica es notorio que no existe, si
quienes sustentan haber en el homhre ignaldad intelec-
tual confiesan que esta con el tiempo y pronlo padece
altel'3cion y llega á convel'lil'"c ell desigualdad, ¡,dónde
están pues esos homlll'es naeidos ignates?


En lo civil nace uno dueño de Ilna herencia mas
ó menos cuan liosa , y otro en poln'eza mas ó menos ex~
tremaJa, sin otra esperanza al crecer que la de ganarse
con su trabajo recursos para mantener la vida. Esto,
salvo en la tierra donde la propiedad no existiese. Pero,
¡cosa singular! El congreso mismo declarador de la
igualdad como df'recho del .llOllllll'l~, pliSO despues la
propiednd COBIO uno de los mIsmos ocrechos.


La doctriua de In igllaldad original, adoplnda, sobre
ser errónea ó inexacta, lleva al hombre á rebelarse con·
tra las distinciones en ma)'ol' Ó menor TllImero en que




.nE IIEHECHO CONSTlTCClO:\.H.. 89
por fuerza una socieJaJ ha de esta!' JescansanJo. ¿Qué
ser:l pues. cuando se afirme que no :iolamente nacell los
hom)¡rcs iguales~ sino que siguen iliéndolo? ¿~o llevará
esto ;í condcllar las dislin'Ciones de amo y siniente,
de talOt' y pupilo, hasta de padres y hijos'? ¿No imlucirá
basta :í anatematizar la de ricos y pobres '!. Y pasando á
la política, ¿no har:'! odiosa tfJda geral quía y Jiferencia
desde la que hay entre el magistrado supremo y los
$úbditos, hasta la que erran en todas parles las leyes
entre los electores v los no electores?


Afirman Illnch~s que la idea de la igualdad (>s co-
mo natlll'al en los hombres, y yo re~,ponderé que si es
asi por un lado, en cierto mallo tamltien al lado opues-
lo hay otras ide:\s en que la desigualdad está reconoci-
da y confesada.


Las (\esigualJades {isieas, intelectuales y morales (le
q uo somos testigos, nos inducen ú considerar la ctes-
i~ualdad ell sí, como inlll'rellle en Huestra n:¡luraleza.
Uno de llllestros COlllUIWS refranes castellanos (y los
refranes ó prO\crltios SI/cien pasar por sClltellcias sa-
hias) dice qne ni los dedos de la UHIlIO son iguales.
Nólase desigualdad en todos nuestros afectos, siendo
hasta los de un Iladre respecto á sus diversos hijos di-
ferentes en yjyeza y ternura.


En la sociedad, las diversas geral'<]uías establecidas
v, aun donde las leves no eOilsienlen ni conocell gerar-
quías, las Silllaeio,~es divl'rsas que de la diferen~ia de
riqueza IJac.~n, son causa de que en la práctica no sea
la igual(Llti perfecta.


Es asimismo mú"ima vulgar que al intentar los
homhres corregir las desigualdades existentes, aspiran
locamente ~ destruir con las injustas y nocivas las que
ia sociedad elil/itali\'a Y acertadamente estal.leec, yaun
las que la natl/raleza al parecer ha causado. Por eso
dice la frase vulgar. Los que pretenden la 1'yualdad geNeral
}Jara conseguirla no procuran elevarse hasta quedar pa-
reios con los mas altos, sino corlar llíJs pies ó la cabeza á




90 LECCIONES
es/os para ¡'edttcirlos á iguales pequeiías proporciones. Seme.
jan, pues, los que intentan parear el nivel sobre la socie-
dad para dejarla li~a y llana en la superficie, á Tarquino
cuando con su varilla cortaba los troncos ó lallos de las
flores mas eminentes. Y se busca la igualdad y a!lfl así
no se logra destruyendo á todos cuantos sohresalen, /lO
solo por las calidades de noble cum y crecida riqueza,
que en tiempos antiguos hacían preponen tes á qnienes
de ellas eran dueños, sino hasta por la snperiOl' virtud,
el mas claro ingenio, el mayor saber, c;¡lidadcs por las
cuales sus posc:edol'cs gozan primacía y ventajas entre
!t,s huellos, pero cualidades que la envidia detesta, y
que el amanle furioso de la igualdad, en "ez tic acatar
ó respetal', destrnye.


A tantos males lleva el deseo tle la igualdad, por
otra parte justo. Y por ('SO, aun de ella debe hablarse
con mesura y cautela sumas, al reconocerla y tomarla
con las ti ~hidas restricciones y cntendiéndola bien, pOI'
basa de los huenos goLi('rlIos. En estos no dehe llaher
privilegios de castos, ~i IJil'n oun esto ~j(lllIitc IInft ex-
cepeioo, pues que haya una magistratura hereditaria
como la de los pares ingleses, [lllt'de ser y es C01lYC-
niente en mllchas ocasiones. Pero al calJo ni esle es
l'ri\'ile¡.;io exclusivo, pues áillcorporarse con los pares
puede llega\' el hombre de mas Jllllnilde origen.


El movimiento de la sociedad en estos lluestros
dias hácia la igualdad va, aUJH!ue lIO ~ la igualdad
completa. Siéntese, pues, cn una constilucioJl y sí!'vale
de fuudarnento, enLre otros, que 110 al acaso del naci-
miento ha de deber el homhre el privilegio de lener al-
guna parte en la goLcl'Ilacioll del CIIel'po político de que
es miembro, sino á ciertas condiciones que él mislllo,
aun cuando no las posea ~ pueda proporcionarse á fuerza
de trabnjo, adqlliriend0 y ponienJo ell ejercicio sus ,'ir-
tudes.


Desechada, pues, la igualdad como principio yago
y lalo para fundamcnto dc tilla constitucion? pero admi-




lJE llEllEC1l0 CONSTITCCIO~AL. 91
tidaen nn sentido restricto y conforme al estado de la
sociedad en el Jia presente, pasemos á ver si hay otros
principios que en· clase de derechos naturales Jeban
ser reconocidos y asentados para cimentar en ellos la
fúhl'ica Jel gobierno.


De estos suele contarse pOl'uno la propiedaJ. Para
mí la propiedad es cosa por demas l'lagrada. Con bas-
tante razon pueJc considerársela verdadero fundamento
de los gobiernos, si bien dista á tal punlo Je ser un de-
I'cclw natural <J \le por la sociedad misma es crea~a, pues
nace de la prohibicion impuesta á unos de tocar á lo que
tí. olros pertenece. Para asegurar mrjor á cada cual lo
sUJO es para lo que sirve principalmente lo que se lla-
ma gobierllo, y para eso está revestido de su fuerza,
como en mis anteriores lecciones dejo dicho, ampara-
dora y represora.


Pero lapropicdad ha tenido contrarios, y Je ellos
algun05 insignes. Contra la territorial se han declarado
lJO pocos IlO1lIbres do mérito: aun la de otra clase ha
tenido quien la juzgue perjudicial y proponga abolirla.
Entre los reformadores de la soeiedad en estos nuestros
tiempos, entre los llama Jos utopistas está recibiendo el
dogma de la IJl'opicdad individual ti uros rmbates, con
el intento de slIbstituirle una como propiedad comlln,
entendida ó repartiJa, segun los diferentes fornwt!ul'es
de planes para variar la sociedad Je dinrsos modos.
Pero al caLo los rcfol'JIIaJores á que aludo no han logra-
do comen ter á lo general dellinag(~ bUIlJaBO de la bon-
dad de sus proyectos, ." la propiedad por ello5> impug-
nada, subsiste tanto mejor defendida J a~;pgul'ada cuanto
mas lIrmemcnle estal¡!ecido ('stú en un pueblo el imperio
de las le.\·n~. \"0) por mi soy tle los m lIcllos que creen la
propil'dad cosa \'l~tlla.iosa, y mejor gubernaJos los esta··
dos, donde mejor asegurado está á cada cual lo que gana
por su propio trabajo ó lo que hereda nacido de los tra-
hajos de sus mayores. Conozco sin embargo que es
yerro hacer la propiedad lodo en un estado aun cuando




92 I.ECClO-"IlS
deba tenérsela en mucho y ponérsela en un lugar 110 l\lIÍ-
co, pero sí el primero. Y por propiedad deLe entender-
se no solamente la hacienda, sino todo )0 que poseen
los hombres que tiene en sÍ, ó á que ellos Jan precio.
Hay por eso propieJaJ intelectual digna de especial am-
paro. .


Otro principio está generalmente reconocido y scn-
lado por basa de las cotlsiituciones. Es el de que aho-
ra hablo, la seguridad que en cierto modo se mezcla y
casi !líe confunde con el de la propiedad de que acabo
de habl:u por exienso. En efecto, el amparo de la
propiedad es su seglll'idad, y en cierto modo es pro-
piedad la persona.


Adem:ls, es claro ser objeto principal de los gobier-
nos libertar del peligro de sel' atropéllados y dañados á
lodos CU31ltoS ell socic(lad eslán juntos y viven. No ha-
bielldo fuerza social, los fuertes harian COn los débiles
cuanto sus apetitos y antojos les dictasen.


Como los gobiel'llos, lIlJa vez formados, y armados
COIl la fuerza que dehenlellel', son bastante poderosos,
comiene hasta proteger ú los súbditos I!e las oelllasías
posibles que los q¡.Je ejercen la potestad suprema ú otra
inferior de es/a depeudieule, pueden hacer con los indivi-
duo,> particulares. Para este intento, se dice ser la se-
guridad de su persolla un derecho natural en clhombre.
Con la lllira misma se supone no h:.lber enajellado los
bombres al juntarse en sociedad y sujetarse ú un go-
hiemo mas que una parle de su seglll'idad personal, y
parte pequeña, y la bast:lllle solo á conseguir protec-
eion conlra las violencias que otro particular puede in-
tentar comeler, reservándose elllpel'O otra p:.lrlc mas
considerable para defensa propia contra la arbitraria
vülutlt!\d y despóticos antojos de los gobernadores.


Yo, señores, reconozco y cOlllieso que la seguridad
de las personas no debe tlepender del ajeno capriclJO.
Pero la dificultad al querer conseguir el mas completo
amparo posible para la persona del homLre, cOlIsi:;le en




llE IlEHECJlO COXSTI1TCION,\!,. 95
,los cosas. Primera, en cerciorarse en diferentes cirCllll3-
tancias, de cuál es el lado por donde amenaza á las
criaturas mayor peligro de ser víctimas de tropelías mas
ó menos graves, pl'les sucede algunas veces cuando se
inlenta preca'ierse con exceso de que el gobierno veje ó
atropelle, resguardarse de tal modo contra su violencia
temida, que se da sobrada seguridad al malvado para
(¡tIC use de ella en menoscabo y perjuicio de las de otros
sos semejantes menos fuertes ó menos diestros. Segun-
tia, que los ~;¡crificios son á veces necesarios para el bien
COll1un, para el triunfo de la justicia; y e~os sacrificios
el interesado amol' de sí propio los repugna y niega, y
en algun caso la sociedad representada por el goLieruo
dche imponerlos y compeler á prestarlos.


Mas adelante, señores, volveré á tratar de este
asunto, asi enuncIo hable de los dos principios opues-
t(Js; clindividualismo y el bien comun; como cuando en-
tre en particularidades acerca de las formas cons(itucio-
nales, y vaya explicando los ca~os y modos en que has-
ta el amparo da(lu por la ley á los miembros diversos
sin descontal' los mas pequeños de un cucrpo políLico,
debe ser retirado mas Ó men(}S por exigirlo asi la sal-
vacÍon del o.;llerpo todo. En efecto, señorcs, al lado ó
enfrente de la seguridad pel'sonal está: la seguridad pú-
blica, y si bien de la segunda suele ser la primera una
parte y no corta, ocasiones hay cn que á la segunda
se oponc el que gocen algunos de los súbditos de aque-
lla otra con latitud suma. Cuando sucede esto las cir-
cunstancias lo declaran, y aun lo piden. Ha sido co-


. mun, señores, comparar el cuerpo imaginario dd estado
con el cuerpo humano real y verdatlel'o. Y sobre el pun-
to de que trato ahora siguiendo una compar.aeion aun-
que trivial, buena en cuanto cabe serlo las comparacio-
nes, diré que asi como ell el cuerpo de las criaturas
pirl'eh las varias dolencias remedios varios, siendo con-
venielÍte yadeLilitar al demasiado robusto, ya forta-
\etcrnl sohrado débil, asi en el cuerpo socialcmmdú




94 J.EiXJONES
ia autoridad gubernativa está pOI' demas poderosa, cona.
"iene impedir sus excesos sensibles privándola de la
fuerza excesiva que sobre los súbditos podria emplear
malamente, y al revés cuando está ella déhil é incapn
Je cumplir ;:on los altos empeños á que está destiuada
es necesario dade "igor y tono. Gran bien es la segu-
ridad de las personas: las de los hombres hall menes-
ter proteccion, pero proteccioll contra todo peligro, y
de ser el gobierno débil, Y -estar prepotentes los parti-
culares, se sigue que algunos de estos peores eu con-
dicion ó mas fuertes y atrevidos que otros, á esos dé-
biles tiranizan y vejan; destruyendo Sil seguridad, en
suma, sustituyendo á la posibll' y :í veces verdadera de
algunos gobiernos, otra no menos cierta Ili dura tiranía.
Por eso para lograr mejor la seguridad de todos, con-
viene que ella misma en ci(\rtas ocasiones esté dismi-"
nuida ó menoscabada. Si en mis lecciones no debiese
y quisiese prescindir de los asunlos de nuestros tiem~
pos, podría yo ilustr:lr lo que acabo de decir trayendo
á cuenlo ejemplos notables, de los qile hay tautos y
lan palpables; y por todos tan sentidos, que aun cuall-
1I0 yo los cálle; los ~onocen y sienten los mas entre
los que me están oyendo.


Queda por fin otro derecho del hombre reconocido asi-
mismo por la asamblea constituyente de li'rancia, y por ella
tambien puesto entre los fundamentos en que la sociedad
y los gobiernos deben estaL' asentados. Es el de IJ uc ahora
hablo la resistencia á la opresion. Señores ,al nombrar
éste que muchos considerdn un precioso derecho, y que lo
es sin duda, me parece que oigo y veo manifestarse los
pensamientos mas extremados, y excitarse las pasiones
mas violentas pOL' los dos lados opuestos. POI' el uno
dirán ¿pues qué ha de canonizarse ]a insurreccion, la
rebeldía á las leyes, á los magisll'ados? ¿ Hesistir qué
es sino turbar el órden de la sociedad, procurar derri-
bar ésta yendo á conmoverla por los mismos cimientos?
Pot los cimientos sí, pues solo con dar por discul~




DE vmmcuo cO:\STln;CIO~.\T.. 95
pable que á la autoridad se resista, queda el edificio
social tocado en un tan delicado lugar de los funda-
mentos que de resultas se conmueve J hambolea.


Pero por el lado opuesto me dirán COlMa las razo-
!les que acaho de exponer. Pues que ¿ puede conde--
n:lrse el sallto dogma de yol ver por nuestros primeros de-
n:chos, por la justicia contra la tiranía que intente opri-
mimos? ¿A la opresion injusta hemos de doblar dó-
cilmente el cuello'? ¿ Y no se "é, hasta á los mismos que
condenan toda idea de resistir á los tiranos en cual-
Ijuiera oe;1sion y que predican la sumision mas completa
aun á los actos mas iujllstos de las. potestades del mun-
do, aconsejar que se resista á la tir::nía de la muche-·
dllm!Jre, Ú la tiranía que en nombre del pueblo ejercen
qllil'nes le acaudillan, dominan é impelen á comeler
excesos?


Por consiguiente, señores, en este punto debe bus~
(arse !lIlO Ú manera de téfmillo medio, porque en los
II~rrninos rneJíos estÁn con frecucllcia, si Lieu no siem-
pre, la verdad J la j llsticia.


1\"0 se ha Jc predicar la resistencia á la opresion,
pero me parece yerro condenarla absolutamente en to-
das las ocasiones.


O para llablal' con mas propi~dad, la resistencia á
la opresion siempre es justa, pero alguna vez no es
cuerda, y si de hacerla resultan maJores males que de
la surnisioll ~guirian, vieue á ser hasta injusticia y
delito la falla de cordura.


y si es justa la resistcnci,l :í la oprcsion, es me-;-
nester averiguar qué es opl'esion, pues opresion es para
el malvado el peso? el freno sa.ludable oe las leyes. Opri-
HlÍdo se llama y aun á veces se cree el nscsino por la
.i uSlicia que le tiene encerrado y se prepara á castigar~
k Oprimido se cree el sedicioso cuando robusta la nu-
to rielad mantiene las leyes en vigor, y contiene ó es-
carmienta las tentativas hechas para quebrantarlas.


y cuando la resistencia se haga Jebe hacerse el}


t)




96 tECCIO~ES
cuanto sea posible por trámites legales, oponiendo pOI'
este medio estorbos á la tiranía, y no con motines, no
con levantamientos, que son no tanto resistencia á b
opresion, cuanto intento de arrebatarla á quiell la ejer-
ce, y despues de haberse apoderado de ella dejarla caer
con doblado peso sohre el enemigo. .


De la resistencia hecha á una opre¡;ion, wrJadcra
ó supuesta, pero re~islcncja Ilccha por medio ¡le las le-
yes y no mas, nos está dando ahora IlIiSlllO sCllalaJo
ejemplo una nacion de Europa.


No queriéndome JO mezclar desde e~te sitio en la
,po)¡tica militante, no daré mi parecer sobre si el hom-
hre que por varias circunstancias 11:1 llegado :.í lelleI' en
Irlanda una autoridad mas que de rey, autorida(l con-
segu\da por la opi.ni.on, tiene ó no ra:t.Ofl, Ó procede con
desatino ó con acierto en sus pretensiones I'elalivas al
estado presente y suerte futura de su patria. Pero sí
diré que en su modo de llevar á efecto y ad,dante Sil
propósito reprobando el usn de medios violentos, O' COIl-
nell y los que le siguen, siempre redll,idos ú los Ir:i-
mites legales, y sin embargo, no dejando de resistir,
dan á los ciernas pueblos que ignoran ó no quieren
usar modos tan hermosos y pacificos, una leccion ad-
mirable y digna de ser seguida.


Pero sea lo qlle fuere, señores, la resistencia á la
opresion no debe ser I'ccl)nocida como un derecho CtI
que las conslituciones están fuudadas.


Recorridos, señores, varios principios abstractos,
,'arios derechos q!le tomados en sentido lato· J \'ago~
!Jan sido puestos por fundamento de Jos gobiernos, y
desechados en la mayor parte, aunque admitiendo en
ellos alguna certeza, y reconociendo que de entre ellos
oeben 5acarse algunos dignos de ser reconocidos como
derechos en las constituciones, veamos si hay aigull
principio general sobre el cual un gobiemo para sel'
hueno haya de ser constituido y deba seguir estribando.


En primer lugar hay lino sobre el cual lJan (~sla¡J,)




HE nEB!,CJiO CO,,'SlTITCION.\I,. D'7
fUIl!1ados alg1lllos ~ohiel'llOs de b antigüedad, '! este 1';,;
el de la Re!ir/!o:/. POI' dl',:~n('ia, SL'ilol'cs, 1;0 estalliú:'
(,Il ti,'lllIJOS CII qllt~ IlI!l'da ¡':.:I:1!Jlp.\:cl'se ulla conslitlleioH
soLre 1I~1 pri!lcipio ~'clif;ioso, dando asi á la:> leyes la
sJlleiOtl mas alla. PCI'O conozcamos)' confescmos qne las
cOllslitlleiolles cilHi'llí~;das en IIn principio supcl'iol' :í
todos, como es la re\igion, eslriklban como en una ro-
ca incolllrast:Jhll'. Si t·1 señor no ediflc:Jre una casfl, C'll
halde se ~ rJ n:ll'án quienes lahrarla in tculen, es diebn
de 1111 poeta :ulti3110 y S~llto, y lo que del edificio Illa-
tcrial dice, se creia y tra cierfo de b fábrica del estado.


V éa~c Illl ejl'llJ plo de la fortaleza de las teye.,; dc un
pueblo (el mismo tlolule c:Jntnba el poeta, al cual acabo
Ile cilal;) l!"ye~ qlW estaban fundadas en la religiou mis-
ma, Hoyes, y autla vagando disperso por Europa, yaun
por lodo el mnndo (~se Pllehlo desventurado, maldito,
segun creemos, por el Omnipotente, entregado por lo
eOIllUll .1 ocupaciones viles, degradado en el cOllcep({)
pühlico, )' ese pllehlo, como qlle gozó en tiempos au-
liguos de unas lej'es enlazaJas con la rcligion, gober-
nándose por tilla tt'ocrácia, ahora mismo, en J'nedio de
su cm'ilecim\l'nto y ruina, se cOllserva nacion ó pueblo,
apegnJo á sus llWS y cos'umbres y leses mu<; que 011'0
alguno. ¡Tanto puetln sobrú Lis almas una legi¡;/3cion
cUJo origen cl'a divino!


Si en medio tic las fallas n 11 !llerO~:1S y gr3\'cs que
tiene el gobierno de bs replÍhlicas anglo-americana:;,
se ven conservadas en los habil:mtes de aquellos esta-
dos, algunas st'ñales de re~peto á la ley no comUlIés
en otros pueblos J esto se debe á ser aqlld!a gente á
un tiempo amante apasionada de lo llamado lihel'lad po-


'


ica, y sincera, intensa, y fe\'Yorosamcllfc I'cligios~, co-
mo qne en la Bihli:l I'llcontrahan sus m;¡yorcs los fun-
damentos dcla l('gislacio!l, y ('\1 In religion elllazada
con la pDHtica cimentaron ::lflU(·!los t'stados sus Frime-
ros fu Ilitadort"S.


VeJmos lo qne rué ('n el siglo XYH, la república
'1




98 I.ECCIONES
inglesa cuya duracion fué tan eorta. TamLien los rc-
publicanos de aquel pucblo y alluellos dias daban á la
legislacion política un ol'i~cll religioso, un (~lIl;¡(~c cons-
t.anic con la l'eligion misma. En la fundacion y 1)I'e\·c
existencia de aljudla república hubo excesos, es verdad,
porque aun cualltlo dc~canscn las sociedades en el me-
jor pri nci pio, :>iquicr:l s('a el religioso su pcrior á todo¡:,
las pasiones pueden mucho, y el homhre cn la práelica
quebranta los preceptos y huella los derechos que es-
tima huenos y j listos, no obedeciendo :1l]nello mismo en
Sil scnli;' digllo dc ser obedeeido y rcvercnciado. V Cl'-
dad C5 quc aquella república cometió el atroz dclito de
mancbarse con la sallgre de un rey eonll'a toda justicia
moral y legal, borrfln que pOI' eierlo fué obra de una
parcialidad no numerosa, capit3BPaJa por UII cauIlillo
ambicioso. Pero aun en medio !le esto (¡véase cu~nto
importa quc la religion sea tcnida por principio de la
ley para que á esta última ~c tr'ibute lilas resl)/'lo!) aun
en lIledio de eslo, cntre el bullicio de una por/iada glll'l" .
1'3 civil, se vió que lli un solo asesillato illfarwí [¡ los
combatiellles, estando lan at'l'aigarlo y vivo el! Jos [¡t1i-
mos dI) estos el principio de la ,justicia, que para la ad-
ministracion de ella en la parle civil,! erilllillal, all'a-
,"es:tban los jueces por lino y otro dc los campalllentos
contrarios, dejándoles los oe amhos bandos, con l1Ioes-
Iras de respeto, ir á ejercer su ministerio en aqnc-
lla tiel'fa revuelta, y sobre aquella gClIlc cutre sí divi-
dida.


Pcro estamos hahlando de tiempos pasados, y I'azotl
es tlue atendamos á los presentes. En eslos nuestros
(lias, señon~s, ha habido personas (lile conociendo la
importancia del prilleipio I'eligioso, Ilan illtentado edi-
fical' sohre él los gobiernos para ponerlos soIJre una I'es-
pelable J sólida basa. Ya I:ité ell !lila de mis lecciones
anteriores al francés 1JI0nsieuI' Buchez en sus prólogos á
la historia pat':alllenlaria de la l'evolucion francesa, asi
como en una grande obra filosófica doctrinal, y en Sil




HE HEIIECIIO co:wrrr L;CIONA T., H~I
pCl'ilÍtlico illlillllado el Europeu. Por desgracia, señores,
esté hombre de buen ellteudimiento, al parecel' salla
inrelleioJl, y 110 esca~o saher, que en los individuos no
reCOlloce derecho sino solamente obligacioues, y que
declara e~l;¡r el IlOlllbre en la sociedad oLlig-ado á hacer
abllegaciou.v sal'l'¡ liejo de sí propio para b~)scar y con-
tribuir :1 la fraleruidad general J el pl'OredlO COtllUIl;
esle bOlllbrr, q IIC ~e !lite cl'i~tiallo cllllÍlico, y ve eH su
l'eligioll el único IIIcdio ~ la sola senda por donde puede
Ileg:Hse al paradero en su sentir justo y cOtlveuicnle,
esle hombre ve realizadas sus ideas, simbolizadas v
pueslas ell práctica Sil 1'6 Y su política, eJl Ulla palabra",
representando Sil hermoso modelo en la comision de
salracioll pública ue lu convencion nucional, y en el
triullyiralo de Robespierre, Saint Ju~t y COlllholl, Otro
ingenio tod:nÍa ma~ esclarecido, monsielll' Lerollx, bus-
cando tal1lbien por fundamento de la política y del 130-
hicmo la rcligioll, no elige, como el autor antes citado
la cattÍlica, sillo ulla espe(,ie de fé nueva ti la que suele
darsc 1'1 nomhre de ncocl'istianismo, y en sn teórica LaSa
tallle tencbrosa, preteuJe ser los preceptos políticos y
religiosos una cosa misma. ¡Ojalá, señores! Dichosos
11080tl'OS si asi fuese! Pero por desgl'acia las leJes de la
polítira son demasiado ObSCUl'3S y disputadas, al paso
que los mandamientos de la rcligion eSlán daros y ter-
minantes. Además, era menester que este hombre y to-
tos cuan tos con él piensan, lograsen la autoridad de que
gozaron los fundadorcs de las religiolle~. Pero no]a tie-
Ilen ni debt'n tenel'la, ni son dias de fé los en que vivi-
mos, En balde pretendcn estos dogmatizaJores igualar
su poder con el de los oráculos rcligivsos, y menos con
el Je la revelacion bajada del cielo, Asi proponiéndose
un fin noble, provechoso~ yerra n en los medios qne
proponen para alcanzarle. Y (dicho sea de paso) i triste
de la religion que solo se funda en ]a conveniencia!
Cuando dijo V ollairc:


Si Dieu. n' exislait pa,~, il (audrait l' 1'nt'enter.




100 l.ECCJONFS
Si Dios no existiese, seria necesario inventarlc~ Cllan-


Jo olros h:lll yenid!) á decir lo mismo variando In f['ase
un poco, se I!a l'reli'udi(lo crear una J'()li¡.¡,ioll pOI' St'r
esta cOtlvcuicp!(' 1 lo ellal hasta Benjamill COllslallt (~ll­
tre oLros kl I'cprol>::Hlo, Venlad es que {lua SP!' IlIWII08
los !lOmjJl'i~s es 1'01:0 mellOS que indi~pen"aLle que
seail religiosos" lIO alcanzaudo la moral PO( sí sola á
encamillarlos al bien eon paso seguro y certeza de fe-
liz arribo, ni penell'3lH]0 allá en lo hondo adonde b r,)-
llgion llega y domiua. Pero eso no basla: 110 pOI' {'sa
('azon do utilidad se ha de abrazar la J'eligioll, por(}lw
no seria rcligion la qnc do tal motivo naciese. La I'eli-
giOH 110 se discute como materia de provecho, se siente
j' se crce como yerdadera y divill3.


PUl' lo dicho, sCllores, se \'e sel' imposihle scntar
hoy las cOllsLitueionrs ell la rrligioll, faltarulo la fé en el
principio qne hahria de Ctl!aZ:JI' con la segnnda á Ins
primeras. Al revés olra idea domina ;'¡ lIludl(ls Jlolili(~(}s
de T!tlc~lros dias, y es la de mantener la rdi~iorr sr'l'a-
rad:) d,~ la po!íli¡;;l a\¡~ollllarllellte, fuera pOI' deeirlo asi,
del es\;¡¡]o, ÍllIperantlo Cll las almas, dorninúllllolat; to-
das sin J'!'l'erí'neia (¡ 11)" demas nll8oeios de la vida, La
po li! ica debe OCII parse en huscar la Lien ;¡ ndanza en ('\
estado social, aUllqlle 110 solamellte sobre lo matPl'ial,
\lino lamlJieu sobre lo illtclcclll3l y 1I10ral ha:'u de ejercer
su iuflujo.


Recouocido, pues, qne la religioll, si es la nwjo['
y mas apetceihle basa de la política, no es una 'lIlC hoy
puede tomarse, "camos algullos otros [ll'ineipil)s en
que pude fundarse un gobicrno.


Hay otro que desde luego se prcsenla ú la idea y
es el de la legi:imidild. La ll'gitimidad, S('Í'IO\'CS, a¡lC'lli-
dada derecho divino, y por eso eali¡¡(';lIi;¡ po[' algullos
censores de derecho divino de hJ('('J' mal ~J!lldi¡:lIdo ;í los
royes legítimos; la legitillJidad en la ellal se ha apuyado
mas dn ulla vez la tiranía pl'elendiélldo poder :lL'l'ojal'sc
{¡ lodo fjlJllCl euya autoridad es incontrastahle; la legili-




1Hl JlIlRECIIO CONSTrrueW-XA Lo 101
midad en que (fuerza es confesarlo) ha encontrarlo á
meuudo resistellcia el espíritn de lIH'joras de nlJCSll'O
siglo, la legitimidad es sin embargo dl~ los ¡¡¡elles Illas
altos que á 1111 l:(obiel'llo paedell caber CIl el IIHlIllío,
slelldo pri'llda de e,;labilidad y no incfJlllpaLiLle ('11 n1ll~
ellOs casos COH los adelantamientos que la sOt'ie(lad pide
á vec('s y con frecuencia de ver;¡s necesita. Y no hablo
aqni solamente de la It'gilimidad de los reyes, sino de
la legilimidad de todo gül'Jirrllo, pues ::í todos ruede
clladrar la c:lli~c3('ioll de k~ílilllo;;. (~w,ndl) '::,) li''''{'!l
eiel'l,1 antigüedad y \'SI~1 ('11\ u\,l\\I Sli In ;',('1, 1[; ;,j;; (,h\:O
lIiebh, do;ule, "i¿llrlosc COl1l0 confuso ~ apareee pOI' lo
llIismo casi como sagrado. La \enbtlera ICL.:itilllidad no
se lmode asegurar ('¡,úl es, lIi cuando elllpieza~ c(.nsis-
LicUlto clla en haber sido creiJa, ad III i lida por 11 ucslros
padres, nueslros ab\lelos~ y gencraciolles mas alltiguas,
produciendo eH nosolros un COll Vt'ucitllielllo de Sil exis-
lencia, !lO hijo del l'aciGcilliü~ silla de una espeeie de f(;,
y siclldo causa dn que los gohienlos ('n ella aSPilLados,
sean para los hOluhres objelo de uu amor mezcla\lo con
reverencia. (1)


Por desgrilcia, en nucstros di:¡s, -: á cansa dt~ cireull8-
tancias muy conoeidas, los monarcas legllimos hall
puesto á mcnudo sus gobiernos Cll pugna con aquellas
enmiendas oulas leycs, y aquellüs progrl'sos on las ins-
tituciones que Iluestra edad pl'elen le y necesila. GI':llI
desgracia, seüores, ver conll'apnestos y batallando dos
pl'illeipios reslwlablcs amhos, y que r1pheBlos acatar, y
cups consecuencias son asimismo pro\'eehosas. pl)I'O
cuando los vpo yo cntrar cn hatalla IIW lleno dc Julor,
me cubro la cara, y tongo (1110 su poner, ~' ;)llll tl'w (lcs<:" 1'1
que el priucipio de llleJoras venza, POl'ilUC tOllo cuanto


('1) Esta idea, á mis ojos vcrrlarlcl'~, cu"nf.o c;¡I)(~ srrlo. fne
explicada pt'rf!'ctümentc cn el magnílico discurso hechu (.]] el
congreso de diputados en mayo <Í junio de ,1 B '1,0 ¡"JI' IJ, bJIl-
tiago Tejada, defendiendo el diezmo,




102 I.ECCIO;o,ES
se oponga y l'csisla al espíritu de Illlcslro siglo dcbe
cacr, no hahlando )'0 por supuesto altora dd ('~píritll
Joco ó mcntil'oso de (lIOg"C508 rabos y verdaderos ex-
travíos, al cual abomino y desprecio, !'-IIIO dc aquel mo-
vimicnto moral, hijo de la illlstl'a(:ion, acolllpail:tllo de
¡;anas intenciones y deseos virtuosos, el cual al'l'olla y
deshace todo cuanto éontl'arrsta Sil ímpetll !irme : po-
deroso ~in ser violento ni desmandado.


Habiendo hablado ya ,le dos grandes principiog,
corno fundamentos dd gOllií'rIlo, á sah("': ,1t'1 ele la re-
ligion y ,Iel de la legil imidad, pa!\clllos á examinar nI ro
I~II la apariencia y h3sta en la lIulidad Iri\'ial, al p;¡n'cer
Hlenos digno de respeto pOI' sel' hlllllild(', ('OIllO lo son
las cosas de pura práctica y convenienci;.t. Esto /'s 1'('.
conocer lo <¡UI) es por qne es, y ver en el gobierno so-
lamente lo que existe,


Miradas asi las cosas tropeznmos con gohierllos ya
formarlos, y sin examiuarles el orígcn, debelllos at('nder
stJlo á que estén Lien formada'! y trabadas ('lIlre si las
partes que componen S1l máquina toda.


Pero á una cosa asimismo es fuerza atender. Des-
atendiendo orígenes antiguos en los gobiernos que le
tienen mOflel'l1o estando fundados en alguu suceso no-
,ísirno, ¿,cll~!es fáhri03as consti t!lciollales '"'está n mejor ci-
mentadas'?


Hay casos en qlle reyes, fintes rigiendo con pOlrslad
sino absolula, tampoco restri ngida á las cI:lI'as, quieren
poner límiles visibles y seguros :l su autoridad, y par:t
el efecto olorgan á ltls pueblos á rllos sujetos las formas
lIamad:Js del gohiel'l1o represenlativo.


Esto sucedió ell Francia con la intitulada Carta cons-
titucional de 1814, abolida en 18:30 primero por el
rey, por el pueblo despues, y con la qlle hoy rige á
POI'tng:JI en él recien establecida, y en cierto modo con
la Magua Carla inglesa de J U:Hl sin TielTa, la cnal si
bien fue arrebatada á punta de lanza, tiene Ja forma de
concesion hecha por la corona.




DE nEJmCHO f.OiliSTITlUO~AL 103
Contra estos otorgamientos han clamado muclles,


considerando mal seguros los gohiernos por ellos esta-
hlecidos, pucs al cabo diceu: quien tUYO facultad p;¡ra
d~lr, la le/ldrá para recoger igllallllclltp. E:;o f'S falso,
licilul'cs. COlJlra ello está y se 11a opueslo la m:\xillla de
Jos legislas J'raltceses donWir et retcllir /le vaut: dar y con-
.~ervar$e lo dado no vak Y en efecto, ell los sucesos
comunes, lo que puede recogerse HO es düdiya sino
prést;¡mo. Pero se dirá que se ha \i~lo quererse I'ecu-
lll'ar lo que se Jiü. Eso es ("ierlo, )' 110 lo es metlos
que se ha intentado sacudir el 'yllgo que olro le Ila im-
puesto por quiell lenia qlle lIeYarlt'. ~)ohre la "ioleneia y
el liSO de la fuerza 110 puede darse J'('gla alguna. A la
úolputia se resiste COIt jllsti('i;l.


Pero,8ciIOI'CS, para pmwl' p;llrllle que el peligro (I¡~
gel' derribada tilla <.:Ollslillltion limitadora de la potcs-
tJJ de un rey, 110 uace de se,' ella originada llel trono
mismo, pOI' lo cual puedl~ S"I' rel'ogida, citaré dos ejl'm-
plos ¡le fcelia haslaHle Illoderna, UlíO de Francia y 011'0
de THj('stl';l ES/';lIla.


Alli habia en 18:30 un;} eons!itncion coucrdida poco"
años allles por 1111 fCy autf'cesol' inmediato Jd que
reiua ha.


Aquí en 1823 I,ahia una eOllslitueion eH b cual la
soberanía de la Ilaciun eslal,a recollocida, y hasta el
hJhrl' sido restaLleeida la misma eOllstilUÓO'1l \lila vez
dprrihada 1 llabia nacido de IlIla illslII'receioll Ú la clla I
111\'1) el monarca qlw cedl)!" y HllIWlt'l'sc.


Pero lllli~o C~rl()5 X. recugel la d;ítliva hecha al
1'lIc1,lo por su hermallo ~ y ¿qlll' sllcediü?


Dijo el pueblo, y lo dijo COI! jllsticia, 1/0, Y ;í su
negativa siguió la rcsislcllcia, y el llJOlllll'Ca salió "cu-
eido.


Cuando Fernando VII 1 sin facultad algllua pam
quebrantar la constituciou, (Iuiso J.cabar con ella, no
obstante aquella máxima de ser de la uaeion fa soJJera-
!lía y otras varias murallas de papel opuestas balTl'-




HH UICtlO,\ES
ras Ú su fuerza é ¡nlelllos, sopló ellcima, y Ú su ~oillo
todo cu:mlo se tenia po!' fúbrica mllllsla en b opiliioIl de
aISIlI;G:', [!l'l'O (¡Ile cr<~ t';;(kLk ('11 yerdad ,illO Ú líC!T:!.


Sl'iío)'C's, CIl ambos ca;;o~, la euestioll ,iuo á serlo
de fuerza, y cualldo á esta se apela, no Si(~llll'l'e ll'iUII'·
fa de ella la que tiene pUl' cOlUpailera á la justicia.Ade-
ma", !lO [lllcde impedit',:e que lJa.Fl r¡uieu ú b fuerza re-
('una y, sllci~díelldo asi, se tiPLe procurar IJO liolo acredi-
(al' d¡~ justa lllla causa, ~illo pt'o¡loreionarle \;¡ ,ietoria.


No es pues 11Ial 01 i;;I:1I d\~ Hua con~lilllcioll eu
cualquier caso el fi\le :sea foncl~d¡da por l:l que OCIII',t
el [rOllO.
!'. \, l' . I';':y Otro caso él! {'j (¡ue ,1 en rey q~ltilno, cU'ya :1U-


lori,bJ llO tenia restricciones vi,;ible.s Ó ¡as kllia COI'US
.v dé1¡iles, enp pOlcslall era \0 I.jll~ 1l;\Inan alJ~olllta, se
le imilülle por fuerza llll cuerpo .tIc Ic)es llamado l'!lIIS-
lilucioll donde se pOllen Ú !lU ~lllorid:lll daras )" rolJlis,
las klrt'l'l'aS, sujdáudole ú reiuar. COII arrcglo ;í ella, ':
dejándole al lllismo tiempo el suprcmo gübiclIlo (le!
estado.


En un C:ISO como el que. <1(::1IJo de citar, un goLil:r-
!lO se encucnlra CH silllacioll !l6~illJa, tal, sellores, qllu
110 COIIO¡:CO o:ra peor cntre las ,arias f¡tlC hall cxistiLlo
l) pueden illl1l3inarse. En llilt~lIlla en efecto, Iwy lilas
11e1igl'oS que temer, mas d,.Ii'íos que experimentar.


Como prueba de esto cilan\ tres ejemplos, en (IUC
en lierras y edades, y cireunstallcias en extremo (lifcl'ell-
les, tres monarcas de coudicion naJa seml'jante b de
los Unos á la de los otros, porlúlldose de un modo pa-
J'cc:ido con su conducla 1 asi corno los sucesos hijos no
lalJ to de la conducta de Jos reyes mencionados cuanto
del estado de las cosas, acreditaron )0 inseguro y per-
j:!dieial ~lle es vivir gohernado por personas ú quienes se
¡uira pOi' lo qlle en l'ealitlael ~,(¡lil Ú salle!': enemigos ven-
,'i(lo:;, 11!1111i!!adüs y sujetos.
C~Íl'los 1 de Inglaterra, Luis XYI de Francia y Fer-


nando VII de Espaíla laH desemejantes en caractércs




DE DEHECIlO CONSITJ l"C!O~AL. 10,)
puestos r.n silllaeiollc~ lIluy parccidas, al frcnle cada
cual de ellus de una c()lI~titl1eion en que dehia ycl' y
Y(~ja 1111 frello duro que le sujetaba Ia~ljm{¡ndole, )' una
seiíal de ati:euta ó infamia, pruccdieron casi de la Illisma
/Ilallera, al)(~lan(lo P á la astucia, ya ú la fuerza para
destruir las ¡c,"es en CI1\'0 nombre n'g"ian SIlS estados. Y
la~ tresCOllsl i\lIeiollC's ~ayeron; solo vIa \llla~e me dirá
por victoria del re)'. Verdad, pero las tres aea baron por
caer, pues con los dos reyes ,"eneiJos y mllertos en pú-
¡Jlieo suplicio, perecieron igu:llrnenle l:ls cOllstituciones.
Asi era i'Ol'Z'lSO q lit' Slíci~diese cllando b eonslilllcioll; y
quienes rein~ball pOI' la cOll~titllcion, estahan entre sí
contrapuestos y como pl'ovocúndose ~ balalla. 1Ie acuer-
do~ sel1l)r('s~ que r11 b (;poca corrida desde 1820 á
H\2:3,oeurriú la ¡de;1 de poner en el salon de córles una
illscripcion donde estaba el artíeulo constitucional. La
soheranía reside l's(~ntia\mcnte en la nacion; y de poner
la illsrripcion f/'ente :í rl'(1nt(~ con el trollO. ¡Apropiado
emlJlcma de la situacían en que se puso! Alli estaban
los dos (~Ill'llljgOS OPI!l'stos, rel:ílluose á lid mort:ll, la
cual forzosanwn:e habia de 3cabar en la completa ruina
de uno de los dos, y en el establecimiento de un yerua-
dero aunque transitorio, y crucl despotismo, ejercido pOl'
la parle vencellora.


Es pues fatal estado, setíores, el que ~ca\¡o de df's-
cribir, siclHlo su t~rmillacion de necesidad l"uuesl3. Y asi
prefiero á él en gran manera las constituciones otOl'gadas
por los reyes.


Pero ni. cnando los reyes las otorgan, ni. cuando la
fuerza- de las circunstancias obliga á imponer una consti-
tucion por violencia á un rey, y dejarle luego reinando,
conviene hacer gala del principio abstracto Robre el orígen
del gohierno. En todo estado hay partes diversas, y á
uingulIaue estas dehe afrefltarse. Cuando hace la poteslad
real oslentaeiotl de sí propia y proclama concesiones gra-
tuitas las leye:; constituciouales, hace uua afrenta al pue-
hlo: cuando se dice al rey (superior á todo en el cuerpo




106 I.EeCIO"'!'1>
político en el cllul ó no 1m de pstal' ó ll:! de ser ca\'e~a)
algo que le rebaje ó amenace prescnláu¡)ole una dlg·
nidad ó poder supel'ior, queda afren!auo el monarca.
En uno y otro caso, con la afrenla qm·(lan encendidos
en ira cabalmente los qlie abrigan mal> altos 1)('lIsa-
mienlos, sean del partido popular <Í del Illonanluiro.
Siendo inútil es perjudicial por SlIsllmlar derechos es-
peculati\'os, lastimar opillionts Ó illll'l'l'ses.


1\'0 es mala siluu('ion allllque tellga sus Íneonv('-
nientes la de 1In gobierno, d(j)"le la potestad real ha
sido lramferida por una re\'olucion á \lila dina~\Ía nuc-
'\3, ücjamlo \'ulldados ~o)Jr!' el mismo cimiento )a COllS-
tilucioll y los deredos al Irono tic la lumilia n·ill:llI\('.
PueJe rnlonccs, no sielHlo 80~peclJa"o el mOllarra de
lo que seria en sus circunstallcias ItO ,'3 delito siuo locu-
ra, á saber, de il,ltel~tos de deSlruir las leJes qlle constitu-
ycn su uerecho a remar, ,Ser armado de las f;,¡clIltar!es ne-
eesarías para regir un eSlado, y aun de 13s mas Jatas de
que ha de estar armado el poder, pendielltes ó recien
lIevndas:í efeclo las revoluci(Jnes •


. Y aqlli, sellores, 110 eSlará fuera de 8U lugar una
allls~on á nues~ras ei(,~ullstancias presenles, qlle sin'a ú
1111 Ilempo de IlustracJOI1 {¡ algunas dOcll'inas expllestas,


'Y de mOI;ro de gozo y coufbllZa y adhesion á la 1ll0-
llaríjuía bajo la cllaI Yivimos.


Sí, sellores, hoy cntrc 110solros, por una rara COI1-
currellcia de circunslancias ba vellido;í qnndar llllida ('11
estrecho enlace la causa tic la If'gitimid:ul eOIl la t1l~ los
legítimos y Luenos progreso~ de la sociedad ell I a car-
rera de las mejoras. En medi() de los males illlinilos
y graves que nos han rodea(Jo y signeu todavia afligiendo,
por una de aquellas dispensaciones de la Providencia
divina, que rara vez tocan en suerte á un pueblo, ,v
Como en compensacion de tantas calamidades cuantas
sobre nosolros han caído, en nuestra patria y en el dia
presente, cllando ]a usurpacion y la resistencia it los
adelantamientos verdaderos han levantado una misma




DE HEntCnO CO~STlTr:('I(,~.\ L 107
handera, la c<lusa tic la It'gitimidad, en "ez de re-
pugnar farorecl', uniéndolos en comllIl interés, el prin-
cipio de la tradieion y de la firmeza )' e~tahilidatl con
el de perfeccionar las leyes seglln la ilustrada eelad pre-
s.'nte ha meneslel' y exige. Por eso debemos volver
los ojos con mas apasionado afecto y mayor reH~rencia
al trono de el'a niña inoecnte, al rededor !Id cual con-
CllITen y se apiilan ideas opurstas pero confol'Jlws en ser
!lobles y sallas, intereses justos y sallldabh's, )" pensa-
mientos altos é illl~lrados. Alli es razotl v('r ulla fuente
de felicidad que dará de sí cuan lo permitan la pol-¡re
condiciotl humana, y circlllls!.anci3s duras por tiernas
y embarazosas. Aunque al expresarme asi, peque por
moslral' entll~iasrno sohrado en cantidad y <)lIízá in-
01'0I'IUllO, hien c!'-tá que el entusiasmo esfuerce lo que
la razon aconseja en lo tocante á amar y atalar á ese
trOllo y á esa real pp¡'Son3.


lIabiendo hahiado ya, ~rílol'cs, de principios gene-
rales ell que pueden ó deben fundarse los gobiernos,
los helllo'$ examinado casi to,los, y, CIl cuanto mc acuer-
(lo, nos queda por examinal' un~ solamente, á saber:
el de la "uperior atcncion que debe darse ya al indivi-
dualismo, ya al procomun ó al cstado.


Con esta cucstíon va elll:lJ.ada la relativa á la índole
de las repúhlicas antiguas y á la de los estados moder-
nos, estando ¡;imbolizados en aquellas y esto" lo", dos
principios contrarios, si bien aun en aquellas solia ha-
bel' pugna en !re los dos mismos prillci píos, pero no
pugna acerca de si tlebía ó no ser amparado en sus
derechos civiles el individuo particular contra la potes-
tad guberuativa, sino sobre la mayor ó menor parte que
cada voluutad particular debia tener en la direccion de
las cosas públicas.


Despues de eso entraremos en liena mas llana. Em-
pezaremos á examinar las leyes que son la parte mcdniea
de las constituciones. Iremos viendo ]0 que son, y lo que
deberían ser, considerando y juzgando las de diversos pue-




108 T,ECCroXES
bIas y aun las -nuestras pro¡lias, cuidando de no disi-
mula" lo que parezca jnsto y COIIYellielltc, y por otro
laJo Je no dar entrada ú la duda v al deSCOll(('nlo sobre
lo que existe, ensa}'ando lodo á ';11;1 ¡.¡edra de toque, la
cual po,' t1csgl'aci;¡, buena Ó nIala, ]labl'Ú de ~CL' la llJia,
plles dar otra no está en mi lIlano.


Si con mis acierlos Ó J('fI'OS despierto alguna idea
nucva, ó provoco alguna ,Jisqnisieioll en sus I'l'Sllllas
provechosa, habré logl':ldo el p,'etnio de mis aL!lH's, al-
cauzanlo parle del ohjeto que (L buscar y lograr liJe
dirijo.




Sóíores ~ en mi úlLima leccion despues de llalJcl' ido
examinando los principios etl gue debe ascntarse la fá-
hrica del g()bi('rIIo~ fui i'lI¡)(Igllalldo que se aselllase en
,arios principio; gl'IlI'raks, y asimismo indicalldo otros
t;o/¡re los Cllales 'ell I/Ii s(';¡lil' {'oll,c!J(I,ia que Jesean-
saSl', pero ::;iempl'e ('011 :Jljtl,'llas restriccioues y modifI-
caciones que dan de ~í I;¡¡; circnnslallci;,s, y á las cunles
mi car:írter es demasiado propenso. Llegó casi la hora
('11 que separ:hldonos dc los principios generales, nos
trasbJemos al campo de las aplicaciollcs ocupálldonos
l'!1 ex;¡minnr, ('01ll0 dentro de poco examinaremos, las
{'orIllas de los gohiel'llos Ilasla en sus pef]ueñeces y mc-
lIudencias, porqllc, esludialldo cl derecho polílico cons-
titucional, es forzoso considernr las cosas en grande y
en pequeño, ó sea por mayol' y por meLor 1 no olvidando
13s grandes doctrinas, los priuJC'l'os principios q ne 1'01'-
lJlall los cilll ientos del gobiel'llo Ó dc la sociedad, ni
descuidando por otro lacio la parte mccánica, ó sea las
rlldas prillcipall's, ó alln las de mrllOI' importa licia CII
la /Jl;íqllilla de las eOiislilllCÍones. En "erdad: seí1ore~,
si la illlportancia dI) lo primero es superior, la de lo
segundo, como no me causaré de decir, no es escasa.




1 i O tECCIO~ES
Pero tambien dije al concluir mi leccion últill1"~ ~l1r


de los principios generales nos quedaba 11\10 pOI' e":l~
minar, y ~ra hasta qué punto al hacer leyes para l:n I'S-
tado, debe atenderse al 11110 ÍI al 011'0 de los dos Jirin-
cipios opuestos, esto es, al dclindividualismo 1 ó sea la
voluntad y el inlerés de los particulares, ó al de la ge-
neralidad, ó de la proeolllun Ó el bien del estado.


Tienen estos principios relalivamente sus parciales
y devotos, los cuales al defender con calor el que rp~
neran como justo, y adernág estiman como con\'(~nien­
te, tiran á desacreditar el contrario, pintándole como per·
judicialísilllo en sus consecuencias.


Tambien aqui, y sobre esto puede atlrrnarse que
en el medio consiste :a virtud. ó están la raZon r la
justicia. Pero este medio varía de lugar, señores, y 'por
eso convendrá ver ell clláles casos se ddle dar gran la-
titud á la vuluntatl, 31 poder, al interés de los vparlicu-
Jares, y en cuáles al rerés, dehe sujetarse en gran ma-
nera los intereses y las volunlaJes de los hombres pri-
vados en obsec¡ lIio al COll1un prOlecho.


y no se crea que los parciales de estos dos prin.
cipios contl'arios pertcnecen los unos á la escuela lla-
mada monárquica y los otros á la republicana, Al rcrés
entre los mismos repuhlicanos hay grandísima di ver-
gencia de opinion, sobre tan importante punto, alle~
gándose unos á la causa del individualismo tun favo-
recida en algunos estados modernos, y sustentando otros
la parte del estado á cuyo interés solia sacrificarse el
individual en las repúblicas antiguas.


En efecto, señores, ¿cabe ni en la imaginacion dis-
currir, diferencia mayor que la existente elltre la repú-
blica Anglo.Americana y la de Esparta, que equivoca-
damente miró Rousseau, y siguiéndole miraron los di-
rectores de la Convencíon francesa como un modelo de
l'epú blicas ó de gobiernos?


En aquella Esparta, cuyas leyes huho, como acabo
de decir, quienes ensalzasen é intentasen trasladar á una




DE DllREOfO CO"STlTUClO:'(AL. 111
socie,ha ,Ii"! lluestros dias, todo cnanto hacia, ann pnede
:dirmal'se t(¡do Cllauth pellsaha, el hombre, lo hacia, y
a1ln lo pi'll~al)a ohe.lecielHlo á las 11'.\ es, que eran (S(l-
gllll ei fllndo dc pellSat' moderlto) Hila dura tiranía. El
"e,tido, la comida, los juegos, el ll'a\(~ elltre el hO!11-
1m; \" la lIlujer, todo lo 1)!'escribiOl V gobernaba la I('gis-
laci~n Ó ~ea el estado. Hasta el ;,I~lt('rio era lícito", V
el marido teuia que desocupar Sil Illg:lI' al adúltero pal:;¡
que tuviese ciudadanos de provecho l~sparta. No exis-
tia lo llamado ahora lihertad individual, ni por asorno,
ni podia concebirse quc el illtel'és Ó b yolunlacl ele un
ciudadano mereciesen ser leuidos en algo, puestos en
cotejo con la omnipotencia de la rcptÍblica.


'1'0,10 lo contrario stlcelle en lo~ ESla,los-Uni,]os de
la América septentrional. AHí es el hombre dueño de
SIlS acciones, en las clJales tiene 13 ley un influjo cOI'tí-
simo. Y hay mas ~ pnes b parcialidad alli OlpellidaJa de-
mocrática, en cOlllraposieion á la, antes denominada
f,-,¡Jeral y ú la ;¡hora conocida con el dictado de 1Vhig,
se difercllcian (~II (Itle "sta IÍltillla quiere dal' á la potes-
tad Ó autoridad central Ulla fllerza que la oll'a repugna
concederle, insistiendo en que la tenga ó conserve cada
estado, y aun los individuos particulares. Y si alli se
conviene en qnc á las le}es se dehe úhelliencia, al lado
de esta múxitna hay otra, y es que se puede hacer lodo
cuanto la ley no prohiba, y que la ley dehe ser parca
en exll'emo ml prohibir, por donde la autoridad viene en
los lila·" de los casos á estar ociosa, y el alvedrío de los
particulares á prevalncer casi en todo. Y no es tan malo
este principio aplicaJo á las circullstancias de aquella
tierra y dll sus haLitadores. Al revés, favorecido por él
el desarrollo de las facultades físicas é intelectuales de
cada individuo, en unos estados entregados al corner-
eio, á grandes empresas de agriculllln:l, en suma, á
todo cuanto proporciona ganancias, donde son los hom-
hms naturalmente emprendedores; estando abierta á los
tI'abajos de cualquier clase una regioll vastísima, feráz,




112 tEeCIO.\'ES
deslerla, los males anejos ú la demasiada solluJ'3 (bla
al interés ó al capricho inlliúdual, ~c ;;il'll:l~!l 1l):'I):;~;
nacielldo pOI' el contrario de ellos el illCrl'IUClllo y d
pl'oH'dJO dfl est~do. .


En la Frallcia del dia presente, los qne esl;"1l des-
contentos con el gohierno alli formado, y aspiran ell
su imagiu:1<:ion á construi,' otro para ponerle en lllgar
del alwra existenl!'; esos (llle, no obligados á hacer lino
para lIevadc á efecto y ponel'le ell práetica, [ludell
discurrirle y labrarle á su gusto en el V:1sto call1po <1,.
su fantasía, dúlldole una perfccdoll tanlo lilas f;ícil de
conseguir en la idea cuanto es dificil de prohar qlle se
haya logrado ó que falte; esos todavía difiaen y hasta
riñen sobre la preferencia que debe darse ó al illdi\·i e
dualismo bautizado po,' ellos con el nombre tle principio
americano, protestallte, escéptieo y otros por el mismo
tcnor, ó al del provecho comun al cual honran ton el
tílulo de escuda francesa, católica, y de lI\osofía dog-
mática. En la primera los dCl'l.~cf¡os dd homlJre (~sl.áll
reconocidos, y si['\'eu de basa :í la soeielhul y al go-
bicmo del estado. En la segunda, la obligaeion preva-
lece, ó lo es todo, sieudo omnipotente la patria. El his-
toriador de la revolncion f,'aneesa Mr. Bllchez, á quien
mas de una vel he cilado, achaca con mas ó meuos
razon al desdichado partido de los giron\linos habel' que-
rido illtr,)ducir y hacer reinar en Francia los dogmas
para él fatales de la escutla anglo-amel'icana. Por ellos
se pretende que del ejercicio del libre albedrío de cada
cual, y por el uso de los derechos de los hombres lato
h<tsta lo sumo, puede venirse, de resultas del choqne y
equilibrio entre di versos Ú opueslos intereses, á lograr
el bien comnn, tocando en este caso al gobierno pOlle"
enpráctica la famos3 máxima de los economistas políticos:
Laissez (aire, laissez pllsscr, esto es, mezclarse lo me-
nos posible en los negocios, dejándoles seguir su curso
natural, y á menudo saludaLle.


Los antagonistas Je esle principio consideran al




DE DERECHO CONSTITUCIOl'HL. 113
revés al gobierno encargado de llevar á los s1'lbdíLos al
bien conlUn, compe!iéndolos á trabajar en él. Para ellos
b latitud dada ;í la voluntad individual, ó al interé.s
de cada uno, a¡,egllra en la república el triunfo del feo
egoi SIDO, y \'icia, y viciantlo daña al p.sLado.


La inercia en el gobierno, lejos de ser virtud, es
al)andono de su obligacíon pl'imera.


Si bien se mira, de los Jos principios opuestos pue-
de salir v sale la tiranía •


. N3C~ del primero, que flojo y sin fuerza el freno
que :11 hombre contiene para impedirle que se desmande
en busca de la satisfaccion de su interés ó apetitos, al
fomarse libertad sobrada, se la: toma, conlO por fuerza
ha de suceder, en pCJjuicio ó menoscabo de los derechos
agenos., \10r donde. lo que para unos es libertad para
Qlros es tiranía. .


Nace del segundo que los gobcrll311ores, represén-
tantes de la fuerza del Es!ado, al querer obligar á los
súbditos á lo que el coman prorecho pide, Jos compe-
len á dohlarse á todo cuau!o el yerro ó el interés del
que m:,¡nda cree conveniente, ó necesita.


ltn e\ primer c:a\;o, ,,\l(',~ ~ ","(',\('.\\ 'bet '.\.\r'd\\\t';\llo<;. \0'"
hombres por sus conciudadanos.


En e~ segundo lo son con no menos frecuencia por
sus gobiernos respectivos.


El primer .principio aparece con poco lustre y decoro.
Anteponerse el interés privado al comuo, dando culto á
la par que satisfaccion al egoismo, rebaja y deprime al
JlOmbre, y ya es un daño presentarse como mellos no-
ble el fundamenta en que el gobierno ó la sociedad des-
cansan. Pero hay otro aspecto, mirado por el cn~l el
individualismo no carece de nabteza, pues da dignidad
á cada persona de por s.í, lJaciendo de ella no una par-
tecilla del estado, 6 á modo de fraccion de una suma, sino
un ente cuya importancia crece y se conserva segun es
mayor el cuidado de conservar inmaculada y sana la
propia honra. Ya de esto he hablado al advertir la di-


8




1 t'~ UlCCIO:\'ES
rcrencia que hay f!ntre los eS!:Hlos modernos y los an-
liguos, y aludiendo á que en los pl'imeros obra como
móvil de las acciones y aun .le los pensamientes el ho-
nor cabarleresco f}ue ~el individualismo nace y es una
parte.


El segundo principio, segun el cual deben las vo-
lunlades parliculares doblarse, celler, servir al interés
general, es hermoso sobremanera, y \a razon aconseja
seguirle .Y la justicia le impone como precepto; pero pOI'
desgracia, señores, en él se apoya loJo limge de tira-
nía. Quien manda con poca sujecion, lomando el pro-
vecho general por pretéslo, 110 se (Ieticne en daña,' :í.
los illUíviduos. Al provecho general con sacrifíeio del
interés privado se encaminaha el cuerpo r.élchre que pes6
sobre la nacion nuestra vecina, y que empleó para con-
segHir su intento los medios mas tiranos; los cllale¡; si
hien con alguna razon se dice que !.alH'ian cesallo COII
las circunstancias pcligrcsas de donde \lacieron, de te-
mer es que hubiesen continuado, siendo erJ'aduspor
dem:ís las Joclrill3S de ql.!iellcs con vigor terrible los
empleaban.


Porque el peligro, el daño (no me causaré de re-
pel i,'lo, aunque parezca ó llegue á ser cansado) de este
sistema está en sl;poner que quien aboga y vuelve por
el provecho comulI le desea siempre, y en toda ocasion
le conoce, y que no pone su volulllad caprichosa en
lugar tlel objeto apetecido. Con razon (liee 1Jelljamú~
COllstant que es fuuestísima la palabra francesa on, (la
cual debemos traducir por el se) pues diciendo se debe
hacer esto, se lJebe prohihir estotro, se cree ha-
hlar en no mbre de la razon y de la justicia, pero se
viene á parar, reducidas las cosa;; á práctica, en que
lIllOS IJOmhres, oráculos supuestos, pero pecadorcs y f¡¡·
l¡bles, IIJ~HJ(lan ó vedan á olros, sus sPllwjallles, pro-
ceder y hasta pensar ya de es la , ya de a(plClla m~nel'a.


Elllrc es los dos principios, 1I1l0 y otro saludahles en
parIr y :í "eces, y por olros lados y en olras ocasiones




DE DERECHO CONSTlTUClONAL. t t 5
dañosos, es fuel·za, como he dicho, seguir un rumho
medio, ó mejor Jir'ia, rumhos medios, pues convieneu
distilltos en diferenles circullstaneias.


Ha ¡la bido, por ejemplo, gobiernos que en ciertos
ticmpos, aunque á menuuo COIl sanas intcnciones, toJo
lo querian dispoller, y tenicndo en poco las volunla-
dc~ particularcs, con avasallar estas, en lugar de el bien
comull iban á una tiranía de que nacia el general per-
jllicio. Ha haLido otras épocas de índole entcramente
divel'sa, en que de puro flojas, casi inútiles las rien-
das del Estado en manos de los gouernadores, la so-
cicdad casi se ha disuelto, dando lugar á tantas tiranías,
cualltas SOIl las criaturas fllertes; tirallía q tle por va-
riar el número de estas personas, se Illultiplica y pasa
de Ullas á otras manos, poniendo á muchos en una ser-
vidumbre, que si Lien de larga duracion, no deja por
eso de ser odiosa (~ intolerable. En esos casos se ha me-
nesler dar fucrz:l al principio social ó á la autoridad en
<laño ó menoscabo del interés privado.


Añadiré una cosa, aunque en algo sea relativa á las
circunstancias presentes. En las actuales Je Europa ó
del mundo civiliraJo, circunstancias contra las cuales
disto mucho de declamar ó aun dc hablar templada-
mente, porque las creo hijas no del acaso, sino de la
necesidad, porque tengo en mi ánimo la certeza de que
va adelantando el mundo en nuestro siglo, y adelan-
tará en los venideros, porque veo en el hombre un des-
tino al cual camina, aun tropezan(lo á veces, con acierto,
con valentía, con fé, habiendo de llegar de seguro al
paradero, aunque no de la perfeccioIl absoluta, de la
relativa, pues tiene ante sí un campo de perfectibilidad
inmenso en qne correr y espaciarse; en estas circuns-
tancias, repito, á mis ojos, los mayores peligros que ame-
nazan deleller ó extraviar al lillage humano eIl su car-
rera, nacen no de la tiranía temible de los gobiernos,
sino dc la tiranía Ilacida de la soltura y el desenfreno
de la voluntad, y del inlerés dc los particulares. Por


o




f 16 J.IlCCIO~ES
eso, señores, con el deseo, con la ansia viva de que
los hombres adelanten y se perfeccionen, puesta la mira
en tan justo y salúdaLle fin, opino porque el indivi-
dualismo demasiado poderoso sea fycrtemente enfrena-
do y contenido, dándose á los gobiernos repl'escnlanles
y agentes del provecho comUIl, y poco C3pace3 ahora
de) ser ti ranos, pues en lugar de sobrados, I'stán Ila-
cos d e fuerza, una suma crecida de la potestad por lo
represora amparadora.


He disertado sobre este asunto general, y por ser
general, aSllnismo oscuro, por 110 dejar sin tocarle,
un punlo, sí bien ahstraclo, q uc tiene varias y con-
IÍlIllas aplicaciones. Pero al llegar á estas, es cuando
se ve con claridad como obl'an y obrar deLen entre
pueblos diversos y en épocas' Jiferentes los dos opues-
lOS pri ncipios.


Tiempo es )'3, señores, de que 3banJonando ge-
neralid3des, cuyo exámell es intl'etenillo y no tleja de
ser provechoso, y tratando las cuales, ~Ilelen remon-
tarse el pcnsarni(wto y la espresion con la maleria del
disc'Jrso, pasemos á la menos elevada, aunque para
la práctica lilas útil tarea de e:.:aminar las formas va-
rias de gohiernos y su mecanismo. Empezaré pues.


Señores, cuando impugné las definiciones, y di-
visiones y calificaciones que de los gobiel'Oos han he-
cho los publicistas mas esclarecidos, diciendo que no
conoda ni una verdadera monarquía enteramente pura,
ni dos monarquías idénticas, ni ulla definicion de aris-
tocracia adecuada á gobicrn'ls de varios Estados cono-
cidos por aristC'cráticos, ni una definicion de la demo-
cracia que á los diferentes pueLlos donde, segun se
afirma reina este, cuadrase igualmente y comprendiese,
ni aun un modelo de mesocraria, al cual sean ó pue-
dan ser conformes cuantas han existido, existen ó ha-
yan de existi/', debiendo estas asimismo V<ll'iar con las
mudanzas en los estados dOlllle preponderan, y mas
ó menos se eSliendcn las clases medias, ui tam-




DH nnnECIJO COl'{STITliCIOIUL. t t 7
poco Una pauta determinadora de lo que son gobiernos
escepcionales, y olra no menos exacta de lo que son
los de derecho comun; eH suma: cuando condené por
poco exaclas Ó nada aplicables á una categoría completa
<le gobiernos existentes la!'. clasificaciones que en géne-
ros ó clases los dividen ó colocan, . entonces atendí en
mi censura al espíl'iltl mas que á la forma de los go-
Liernns. En formas, en lerdad, hay algunos entre sí
bastante parecidos. Pero aun en estas mismas confieso
que descuhro "ariedad grande, iÍ punto de ocurrírseme,
al recapacitar en ello, un Ilúmero algo superior al ge-
neralmente reconocido, si bien no acertaré á dar no(u-
bre á todas cuautas se lile presenten á la vista, pues
carezco del talento de nomenclador. Y aun cuando yo
le tuviese, y aun cuando otros mas entendidos hicie-
sen en la ciencia tld gobierno nuevas nomenclaturas,
poniéndolos por clases y géneros al modo que hizo con
las plantas Linueo, todavía sucederia lo !.lue al famoso
botáuico ha 5uceuido, y es haber vcnido á ser defec-
tuoso su sistema, ha hiendo habido necesidad de mejo-
rarle. Aunque en pu nlo á gobierno toda"ía nos falte
mucho que saber, la teórica de ellos con la esperieu-
cia y las deducciones de esta sacel/las, ha variado y ~dc­
)antado no poco, y como es de esperar y de creer qUIl
en el punto de que tralamos se llagan descubrimientos
nuevos, hijos de lluevas combinaciones de sUCesos y ul-
teriores arreglos políticos, ó quizá sociales, vendrá á :;\1-
ceJer que divisiones y clasificaciones algo mas perfec-
tas se pongan en lugar de las ahora existentes. En efec-
to, mi fé es que en materia tle gobierno, asi como
en otras, ha de adelarrlcr considerablemente el ]iuilge
humano, y por seguro tengo que si estas lecciones tan
escasas en mérito, conservadas por la escritura y la
prensa, se salvan del naufragi0 en que deben pcre cer,
ó si, como es mas probable, obras de valor Sil bi d 0,
hechas por la generaeion presente sobre el mismo pun to,
le sobreviven y llcg<m Ú u na postel'idJd algo remota, un




1.1 S UCClONES
hombre entendido tIe la época futura, á que ahora me
refiero, pasanuo \a "i~ta por semclantes escritos, los
mirará como miramos 1I0sotros los tratados sobre la
alquimia, viendo en ellos una prueba de cuanto erra-
han sus antepasauos.


Probaré, pues, señores, á apuntar todas ~uanlas
formas se me ocurren por el pronto que es pOSible dar
á los gobiernos.


Puede darse la potestad suprema Jet E~tado á un
hombre solo ó á '1arlos.


Dántlosela á un llOnibre s010, pucde concedérscle
duranle su vida, y, fillJeciilo él, pasarse á elegir otro
á quien se revista de la misma dignidad y se conceda
el poder mismo.


Plicdc de otro moJo señalarse una familia, la cual
por herencia haya tle seguir dueña de la potestad su-
prema.


Las dos formas á que acabo Je aludir SOIl la mo-
narquía electiva y la hereditaria.


Pero la primera puede existir sin nombre de mo-
narquía,habiendo ejemplares de magistrados supremos,
nomhrados por vida sin el título de reyes, sino con el
de Presidentes, Direct(\rcs, Cónsules, Duques ó Duxes,
Gobernadores. Y es de notar f]Ue C:lsi siempre en hs
llamadas repúblicas, con particularidad no siéndolo aris-
tocráticas, cuant]o ha hahido de estos magistrados vi-
talicios, ha estado C'i'rcana l~ muerte de aquella forma
de gobierno, y como quien dice á la puerta y pronta á
sucederle la monarquía. .


Puede darse la suprema potestad á una persona
durante un plazo limitado, largo ó corto, y (lejándole
ó negándole el derecho á ser reelegido. Los presiden-
tes de ,'arias repúhlicas del dia presente son así", pero
es de notar que la capa~idad de ser reelegido en pocas,
si acaso en algunas, les está negada.


Despues de examinar los gobiernos por esta faz, á
saber, aquellos en que hay varíes gobernadores for-




DE lHiIlECIIO CONS'I'lTUCWN,\L 119
maJos en fln COOI'{IO, Ó uno solo gohcrn:JlllJo mientl':Js
le dura la "itla, sucedido por otro asi como el nombra-
do pOI' uua parle maJo.' ó menO!' del pueLlo, Ó UIIO solo
que hereda y transmite á sus descendientes el gübieruo,
Ú UIlO solo por plazo limitado, y pudiendo ó no pu-
diendo ser reelegido, examinemos el mismo objeto por
otro lado diferente,


El gobernador, sea un llOmbre tÍ un cuerpo forma-
do de algunos individuos, séalo por vida ó solo por
algull tiempo puede gohernar IJaciendo él solo las leJes,
cuidando de su I'jccucion y nombrando á todos cuantos
cOlltrilmy.an á ejecutarlas, ó en ciertos casos las apli-
quen, puede goberna¡' habiendo UIIO, dos Ó mas cuer-
110S que con él compartan la tarea ó la prerogativa de
hacer las leyes: pueue mandar sin tener parte en la le-
gislacioll, siendo mero ejec utor de cuanto decreten los
legislatlore~: puede man dar de tal modo que nada en
tiempo alguno sea ley sin su consentimiento auu cuaudo
él solo uo haga bs leyes: puede mandar COIl facultad de
negar su conscntimiellto á la ley par:t qllc lo sea, so-
lamente pOI" UII término, pasado el cual, se cumpla la
voluntad de los legisladores, y él quede reducido á
mero ejecutor corno en UIIO de los casos antes especi-
ficados.


Puede asimismo gobernar rodeado de cuerpos co-
legisladores que él mismo nombre: puede goberuar te-
niendo á su lado y comparlielHlo eDil él la tarea de le-
gislar, y hasta cierto punto la direccion de los nego-
cios todos del Estatlo cuerpos de hombres elegidos por
uIIa parle del ¡lIIeLlo crecida ó corla,


Puede gobernar lenien(lo él facultad de nombrar
los miemhros que hayan de componer uno solo de los


. cuerpos colcgisladores, siendo uc eleccion popular
el otro.


Puede nombrar á los del cuerpo primero con fa-
cu1t:;td de transmitir su carácter á sus hijos ó deseen-
«icutes, ó solamente por vida.




1·20 LECClONES
Puede mandar de tal modo, que ciertos cuerpos


compartan con él la faen liad de hacer leyes, y no otra
alguna. .


y puede gobernar de modo que Jos cuerpos cole-
gisladores deliberantes inflllJ3n mas ó menos directa-
mente en todo cuanto hiciere el gobif'rno por medio de
las mayorías ahora ll:1madas parlamentarias, de las cua-
les reciban impulso favorable ó adverso todos 105 ne-
gocios del Estado.


Porque estas maJorías, dicho sea de paso, donde
es poderoso su influjo, no son solamente barreras sino
guias, pues cOlltral'estan1lo en algunas ocasioncs y
cosas, en otras verdadera aunque indireclamcnte ayu-
dan, ó, dígasc COl! mas propiedad, impelen.


Tantas formas de gobiernos veo JO pOI' el pronto.
y si se me dijere que no son estas que he apuntado,
formas diversas, siendo algunas de ellas meramente li-
seras ó un tanto considerables variaciones en un nú-
mero de formas principales bastante reducido, respon-
deré que en eso no convengo, y que, sin dar á mi pa-
recer un valor mas alto qlle el escaso que merece, es-
timo por casi de igual valor las difcrenc;as que he in-
dícado, ó por de valor bastanle á constituir cada una
de cllas una clase de gobierno distinta. Todo ello, sin
contar con lo que antes he dicho y ¡'epc(ido hasta ser
por demás prolijo y hacerme sin duda alguna cansado,
á saber: que aun dos gobiernos, iguales del todo en
las formas, pero diferentes en el espíritu, serán mal
juzgados si se los ClIcnla en ulla misma clasc.


Entremos, señores ~ ~ examinar la clase de gobier-
no en que éstá reyes' ¡,lo de la suprema tlignidad y
potestad un hombre solo con el título de Rey, es de-
cir, de la monarquía.


Esta forma de gobierno merece nuestra atencion
mas que o\l'a alguna, y ser llamada la prÍmera por ser
la de nuestra España y haberlo sido por tan dilatadas
edades. La primera, porque ha existido en las nacionei




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. f2f
mas poderosas é ilustradas del mundo moderno en las
épocas mas florecientes; la pri mera, por no hahel'se po-
dido ni poder formar sino con e\la un gohierno firme
yesrahle de un Estado grande en estos nuestros dias,
pues una república poderosa formada allende los ma-
res por su situacion geográfica y otras circunstancias,
no puede servir de modelo á los estados de Europa, á
OITOS que cuentan siglos de vida J están ceñidos á lí-
mites estrechos; la primera, por cuanto aun el mismo
Aristóteles reconoció sus ventajas en la era en que pa-
sahan por mejores gobiernos los republicanos; y la pri-
mera. sobre torio, para los españoles á quienes hablo,
que en ella (ll~bcn ver el único lazo capaz de atar á
nuestra sociedad harto dividida.


Ha habido monarquías electivas, aUnflue les hayan
sido muy superiores en número las hereditarias.


Esto no obstante, creo que de la monarquía elec-
tiva no hay que hablar mucho, 110 siendo ulla clase de
gobiemo que cliente con un número siquiera mediano
de parciales. Y sin embargo, quienes no consulten la
historia, quienes se dejen llevar de lo que aparece mas
justo y J'azouable á primera vista, quienes juzguen los
homhres como obedientes á la voz de la razon y la jus-
ticia, no tomando en cuenta al juzgarlos tan favorable-
mente lo que es la sociedad, deben considerar como
un gobierno excelente el de un monarca elegido para
serlo por sus méritos probados. ¿ Cabe en )0 po.,ible
una teoría mas hermosa que aquella que dice hablan-
do de confiar el- principal poder á IIn hombre enco-
mendándole el cuidado de regir á miles de sus seme-
jantes, al modo que se dijo de la famosa manzana
(detur pulchriori» «delur d'igl1iori» en vez de «de5e á la
mas hermosa ,) «dése al mas digno.»


Yo, señores, al calificar en mi leccion primera la
eJeccion de una cosa hella en la apariencia, pero en la
realidad no otra cosa que una casualidad disfrazada. dije
una f!'ase de la cual no me arrepiento, ó si me arre-




.1-2.2 lECCIONES
piento tal vez es porque lIícienllo asi favorecí á la elec-
cion demasiado, No hahlo do la eleccíon que se hace
para fonnar 108 cuerpos deliberantes, hablo, sí, de la que
Jla solido hacerse para ocupar el trono en las monar-
quías electivas.


Véase que era en tiempos modernos la eJeccion de
Reyes en Polonia. Tan fatal fué á aquel estado que al
hace~se allí en 1791 una constitucion á uso y gusto
del tlCmpo, no siendo aquella la época en que eran me-
jor entenllidllS' Ó gozaban de mas aceptacion las doctri-
11~S ,verdaderamente monárquicas, fué cOl'lvertida la
dlgOldad Real de electiva en hereditaria, desestimán-
dose el consejo de ROllsseau , el cual ohcdeciendo á sus
preocupaciones en su proyecto de con5titllcion para aquel
estado, habia dado por perdi(la la libertad si por IlCren-
cía y no por eleccion se sentaba el Hey en el trono, y
adoptando el parecer de Jlubli, que en otro plan de la
misma clase, destinado al mismo intento, no obstante
sus erradísimas ideas políticas favol'3bles á las reJlublicas
de la antigüedad, hahi:l opinado por sustituir al acaso
y peligro de la votacíon la casualidad del nacimiento.


Veamos lo que era la eleccioll en el imperio romano
sobre lo cual se me ocurre á la memoria una página del fa-
mo,o y excelente historiador de la decadellcia y caida del
imperio romano, el illgles GiMan, el cual si bien era mas
entendido en materia (le historia que en la Je gobier-
110, siendo en esta última un tory ciego y Jo aqtes
apellidado entre nosotros un servil, á la par que un in-
cl'édulo osado en punto á la relígion, todavia, cuando
no le cegaLan la pasion ó el interés, con su claro en-
tendimiento y vasta erudicion veía fiien y resolvía con
acierto la mayor parte de las cuestiones. HaLlando,
pues, el hombre insignc á quien me rcfiero, de las
elecciones de algunos emperadores en el discursQ (le Sil
historia hace las observaciones, cuyo sentido voy á de-
cir, aunque no me acuerde de sus mismas frases.


Pinta á la muerte de un Rey de grande, mediano




DE DEREClIO CONSTITUCIONAL 123
ó ninglln \"alor, pasada la corona á las sienes de un
niño tierno, y cnan absurdo y ridículo es ver al rede-
dor de un ente, el cual aun no se saLe lo que es ó será,
y acaso al lado de su misma cuna, á los mas ilustres
guerreros, á los políticos mas eminentes, á los prime-
rds sabios de la nacion postrándose á hacerle acatamiento
y prometerle obediencia, esperándose del curso dc la
naturaleza que aquella persona, sea como fuere, impere
y rija un pais dilatado sobre los mtlchos homlll:es de
mérito que IIn pueblo inmenso contiene. Pero el mis-
mo escritor á esta ridiculez apareute opone el testimo-
nio de la historia, por cl cual se vé estar por lo comun
bien gohernadas las mOllarquías hereditarias; y al revés,
segull acredita entre otros ejemplos señaladamente el
del imperio lomano, ser la eleccion el medio de que
se encumhre al solio no el mas tliguo sino el mas osado,
el cual por malas artes, á veces cohechalldo los votos,
otras v31iélltlose de las armas, siempre con daño plíblico,
se apodera de la suprema potestad, no ejerciéndola
despnes mejor que quien la ohtuvo por el acaso del
nacer, ó sea el derecho heredado de su padre.


Acaso muchos de los que me oyen saben, pero otros
tal vez lo ignoran, y á los unos estará bien recordár-
selo y á los otros referírselo, que en la primrra poten-
cia (Iel mundo, en el gigante imperio dI} Roma, cuan-
do era la eleccion la que creaha los emperaJOI'cs, una
soldadesca insolente y desmandada sacó la dignidad y
rotesta~ suprema á púhlica subasta, y que, comparecien-
do aute ella varios pretendiendo y diciendo como si se
tratase tle una joya en venta á puja {(tanto doy» queJó
la di~nidad imperial por el mejor postor', el cual fué un
tal Didio Juliano, viejo rico de escasa valía, que pron-
to, tras de gobernar malamente, cayó á manos de los mis-
mos por quienes llabia sido elevarlo.


A consecuencia de sucesos semejantes cayó aquel
imperio. Igual suerte ha cabido hace poco á Polonia
tras de largos años de una lastimosa anarquía. No asi las




12\. UC(:IO;'(ES
monarquías hereditarias que con sus defectos se han
sostenido por dibtadas edades, y aun hoy mismo en lo
mejor Jel mundo prevalecen y duran.


Acabo de (Iecir que hs m¡;marquías hereditarias
tienen desventajas ¿y qué cosa humana no las tiene?
Pero al lado de ellas e~tán mas que compcllsandolas
otras ventajas conocidas de casi toJos y confesadas por
muchos. La primera de estas es la solidez y perma-
nencia = la estabilidad. Sí, señores, esta es utla cosa
preciosa, una de las prendas ;nas altas que en las co-
sas del mundo, y sobre todo en las loyl's, encontrarse
pueden. Consideremos lo que es la amhicion del hom-
bre, y cuando estamos viendo COII cn:íllto aran SOR dis-
putados los puestos vacantes, y en qué número se pre-
sentan para ocullal'ios lo!> pretendientes competidores,
pensemos que, añadido :í otros lugares abiertos á la com-
petencia el mas alto, aumentado nll premio, y ese ma-
yor que todos, en la lotería del poder, ha de excitarse
con mas furia la codicia de lol' jugadores. Hoy el fruto
codiciable de la potestad real está á donde nadie puede
alcanzar; póngase m~s abajo y tal que haya esperanza
de cogerle, y se verá la contienda y refriega qlle hay
por llegarle á poseer, y como se empinan hasta lus pig-
meos COII la confianza de rayar á donde anteriormente
no podian los gigantes. En los tiempos modemos ha
crecido prodigiosamente el número de pretensores del
ministerio. Sea electiva la monarquía, y asombrará ver
cuántos y cuáles son los candidatos para Reyes.


Parece por consiguiente haber probado la experien-
cia y de resultas di> esta y por otros motivos convencer
la razoll de los bienes que trae consigo la monarquía he-
reditaria. Y así en la asamblea consLituyente de Francia,
en que reinaban ideas antimomírquicas pues se creia
cuando mas un mal inevitable ó necesario para evitar
otros mayores que hubiese Reyes, todavia la ley que
da el trOIl(\ por derecho de heredad fué preferida. Ver-
dad es que alli y entonces, cllrono dejado en pié fué




DH DHIlECnO CONSTITUCIO~.U. 125
rodeado de co~as flue hacian irnposil-¡le la permanencia.
En esto quiero hacer alto é hincapié: á ello debo llamar
la alencion de mi auditorio. Es menester que si nos re-
solvernos á tener monarquía así como sucederia con otl'a
furma de gobi{'rno que eligiésemos, no le mos! remos
miedo ni odio, no habiendo cosa peor que adoptar y
sohre todo revestir de dignidad y poder un objeto para
odiarle ó temerle, ó siquiera mirar como lo lla-
mado en frallces un pisaller, á modo de un sU1l1e {altas,
ó dtd mal el meno.~, la inslitucion pl'im~ra ó suprema en
el Estado. Los que ju/.gan la monarquía peligrosa ó poco
digna de ser mir-ada con reverencia, los que opinan por
mantenerla menguada en fuerza, rebajada en decoro,
yerran en quererla, y harian bien si propusiesen derri-
barla. A esos diré yo con uno de los mas célebre~ tri-
hUllos y oradores del mundo, con Mirabeou. Todo se
puede sostener excepto la inconsecuencia, decidnos que
no hace {alla el Rey, y no digm·.~ que e$ ne,esario un Rey
sin poder e imilit. Si alguno dijere ó sospechare que
hablando así aludo á las circunstancias presentes, recuer-
de cuyas son estas palabras que de citar acabo, y en-
tonces 110 podrá con justicia tacharme de pat'cialidad 6
de profanar con alusionell de bandería el sagrado de
este asiento á donde no deben llegar las pasiones ó in-
tereses que hoy nos di,-idcn.


Yo, señores, como hp. dicho, disto á tal punto de
considerar la monanluía como un mal, que al revés
la reputG y declaro nn bien altísimo. Y no se crea que
voy á usar de adulaciones oricntales, porque _eso seria
hasta inútil ahora, cuando hay poderes diversos y flife-
rentes castas de aduladores. En el dia presente todas
las opiniones pueden ser defendidas y sustentadas con
franqueza, noblemente: á varias cosas puede mostrarse
apasionada adhesioll sin ruindad, porque nada está firmr,
nada deja de tener algo que lo combata, y sustentando
cualquiet' causa, se pelea, se corre peligro y viene á
5er decoroso el \'cncimiento Ó ilustre la victoria. Por




126 LECCIONES
consiguientE', si bien puede haber pasion, mal puede ca-
her lisonja en las expl'esiones CO!) que pueda yo hoy en-
salzar la monarquía. Ni la quiero yo oriental, om-
nipotente, rodeada de aquel prestigio, apetécible sin
duda, pero en esta nuestra edaJ imposilJle de conseguir,
ni la propongo, ó siquiera la celebro lal cual era en lo
pasado, pues hablo de ella y anhelo verla como cumple
al siglo en que vivimos, (:omo una illSlitucion útil por
demas, digna de acatamiento, en la cual está segun veo
la representacion principal del Estado ó del pueblo, ó la
nacion entera. Sí, señores, representante de la nacion es
el monarca y aun la citada asamhlea constituyente de
Francia hablando del Rey en Sil constitucioll puco monár-
quica dijo: «La constitllcion francesa es representativa:
los representantes del puehlo son el cuerpo legislativo y el
Rey.» Verdad es que á este artículo se opusieron unos po-
cos diputados, entre los cuales se wntaba Robespierre,
los cuales opinahan que la dignidad real era ulla magis-
tratul'ª" como otras en el Estado, pero como se saLe á don-
de iban quienes así opinaLany cual era su intento relati.
vamente á la tal magistraLura, su opinion por fuerza ha
de tener muy liviano peso tratándose de la monarqnía.


En la persona del monarca debe pues vel'se no
una criatura humana sino una institucioll, y dársele por
eso en crecida cantidad fuerza y brillo. Aun mirada co-
mo magistratura, :í. estas convie.ne dar vigor y procul'3r
respeto, y mas si es la magistratura primera, suprema.
Ademas necesit.a fuerza si como es necesario que su-
ceda ha de luchar alguna vez con otros poderes del Es-
tado. De otro modo nada vale la monarquía: mejor es
la reptíLlica, á no ser que tengamos el gusto de ha-
cer con un Rey como con el sagl'ado persollage que lIe-
nba el título de suyo hicieron los judíos; de ceñirlo
ulIa corona ¡Je espinas y ponerle por cetro una caña en
la mano, causándole así á la par dolor y afrenta, y de pre-
sentarle al público p~1.i'a escarnio de las gentes, dicien-
do: Eece hamo, ó ell alguu caso Eeee mnl,:er.




DE DEIlEWO f.ONSTI1 Uf.TONAL 127
Pasando á lo que debe &er la dignidad resl conviene


clecil' algo soure si de ella dcben disfrutar asi como los
varones las hembras. Est:.! cuestioll, 110 ohstante que
1Ia hedlO correr rios de sangre en nuestra pa Iria, no me
parece de importancia suma. Para I'esol verla se ucbe,
en mi sentil', atender á los varios hál,itos y á IJS ideas
antiguas de los respectivos pueblos. Hay quien dice ser
extraño qne pueda una mujer rcgir un Estado donde
110 le seria posi [¡le desempeñar destino alguno, pero, ca-
balmcnte por esa razon misma, opino yo llue no está
mal el reinado de las hembras, porque creo la dignidad
ó potcstad real cosa muy diferente de un empleo, y viendo
.~n ella IIl1a insti Lueion, y la mas alta ·no quelTia ver
una criatura, sino en lo relativo á la humanidad, una
cosa neutra, sin sexo. Pero repito que varias conside-
raciones, de ellas histórica~ las mas, deben influir en
la rcsoludon por la cual han de ser las hembras admi-
tidas ú ocupar el trollo, ó excluidas de tan al.to asiento.
Verdad es que la naturaleza flaca de la mujer, flaca so-
jJl'c toJo cuando es puesta en cotejo con la del sexo
mas robusto, parece como que la declara incapaz de
empuñar ó de seguir lIeyando con mano firme las rien-
Has de un Estado. Pero sin embargo vemos en la his-
toria ser considerable el catúlogo de las grandes reinas, y
con relacion al UlÍmcro dc mujeres que han empuña-
(lo el cell'o, tan cOI1i~iderable, que el número de Reyes
igualmente grandes en razon á todos cuantos han ce-
üido coronas, no es superior ciertamente. No necesito
citar á Isabel de Iuglaterra, Reina insigne á pesar de
sus faltas y dclitos como mujer, á las dos Catalinas pri-
mera y segunda d e Rusia, á Maria Teres.a· de Austria,
cuyos reinados fueron tan gloriosos. Entre nosotros los
españoles ¿quién no venera y al]ora la memoria de
aquella mujer singular y virtuosa, de la Católica Isa-
he!, honra ele Sil sexo y de Castilla? Y aun de sohe-
rallas dc medianas prendas, y 110 mas, hay ejemplos de
qUe hayan sido sus reinados un tanto prósperos y glo-




t 28 UCCIOSES
riosos, ni mas ni menos que los de Reyes de iguales
calidades. Reirwntlo Alla de In3laterra, ó Isabel y
Ana de Rusia, creciCl'on y tuvieron felices sucesos
los pueblos pOI' ellas r(':~lJos.
r ~t{Pero se dice que heredando ellroDo las hembras hay
gran peligro de que pasen los tronos á familias extrañas.
En mi entender hay corto peligro en que pase el trono
de quien lleva un apellido á quien tiene otro diferente,
con tal de que sea respetado el derecho, y mantenida
la calidad heretli taria de la monarquía, en un Estado en
que son' medianament~ llUenas las leyes. Y talIJ bien por
el otro bdo puede habl'r el peligl'O de que, muerto uu
Rey sin mas descendencia que la de hembras, hijas de
la tierra donde reinaba, haya que irle á dar por suce-
flor un varon de la misma real estirpe, pero de una rama
reinante en un pueblo extraño. Razones hay, pues, por
una y otl'3 parte en cuanto á este punto, pero, á mi
vista, de importancia menor; saho la grande que al.
guna vez le pueden dar circunstancias transitorias . .Mas
como estas. no pueden ser previstas, y la ley de suce-
sion no es co~a que deba dejarse pOI' arreglar, (Iuede,
como he dicho, á cacla pueblo del1é"minar en este ne-
gocio segun dicten sus opiniones y costumbres, y rija
en Francia la ley sálica, mientras á España, á Portugal,
á Inglaterra, á A lIstria ,'iene bien que las hembras por
derecho pI'opio lleven la corona.


Tiempo es de pasar, señores, á otros puntos del de-
recho político constitucional que son de superior impor-
tancia.


¿El Rey, señores, debe tener por sí solo la facultad
de hacer leyes, ó debe compartirla con cuerpos de esta
ú otra naturaleza?


Tambien, sei'íores, me parece que las circullstan-
cias diversas deben resolver lo conveniente en este pun-
to. Es en mi opinion, yerro, y hasta fanatismo creer
que cuadre una forma política á pneblos, cuya historia,
cuyasiluacion, cuyas opiniones son en extremo diferentes.




nI' lJEHErnn CO';SiTI (C;["'-11.. 12:)
Tirrras hay, y ora~il),J(', (~1l que lTear' cuerpos pan


que compartan eOIl el rey la facultad de hacel' leyes
(cuerpos que por otra parle han de tener algun::t facultad
m;¡s, v atlll de intentar arrog{¡rselas, si le!ralll1ente no
les so;¡ concedidas) no deja Jo tener jnwll~'enienles, y
si SOIl estos compensados por algunas yen tajas , lo es-
tán por venlajas muy cortas. El estado de la ilustracion,
la reparticioll de la propiedad, las opiniones que pre-
ralecen valen mucho soLre el particular de que ahora
hablo.


Pero en otros Estados, y de estos algunos de los
primeros eu ilustracion y poder, Ó cOllyiene Ó se ha he-
clí1) necesario que haya cuerpos que ú la par con el
rey lrgislen, y aun que en tod0 el gobiemo de la mo-
narquía t?ngan inflll,jo ya mas, ya menos dil'ecto. A esta
~ituacion han venido :í par~n~ yal'ias naciones traidas,
cuAles por sus costumbres y leves pero continuas varia·
ciones en sus 1c''ycs antiguas, c(lúles po!' la crecida su-
ma de ilustraríoll, de jllll~l'eses nl'iús, de legítima:s
andJiciones que en sí en cenaban y todavía contienen, cuá-
les por sucesos que si 110 son mera casualidatl :í ella se ase-
mejau hastante'. En los primeros siellta !.Jicl\ que es[(~
compartida la po!PSlarl legislatiya, siündo ello conforme
á los kibilos antiguos. :'lo sucede otro tanto entera-
melltc en los ~eglllldos, y menos tod~l\'í:1 en los terceros,
pero bs cosas existelítcs son lllerecedoras (le respeto,
y con arreglo :í ell:Js dehe procederse; \alienllo mas me-
jorar que destrl!ir, lo cual tiene aplicacíoll y deDe apli-
~arse á lo que existe de g(~!leros diferentes y hasta opues-
tos, contra la furia de destruir, que !laeiendo á veces
de justos motivos, pero ciega siempre, por lados con-
trarios anWllaZ:1.


En los Estallos en que el moa:ll'ca usa de la po-
testad legislativa l ~llck Y~!1e!'sc de cuerpos sahios que
l/~ ayuden, PP1'O COBl p¡Jes!w; estos de Illtcm bros q ne es-
¡ÚU /'11 :1bsolnta deprllilcllcil ¡Jp] l'f'Y Illlsmo. "\Jli es la
discu~ioll mellOS libre, p('ro mas cuerda l sin que pe-
~ )




130 L"'CClO~ES
netre llasta su recinto al punto que seria de desea
la opinion pública, pero sin que por otro lado las rá-
fagas de las pasiones popn\are>; vengan á distraer de úti-
les trabajos. De monarcas legisladores han salido los
mejores códigos civiles y criminales y de procedimientos,
monumentos gloriosos que á la par honran á quien supo
llevarlos á cima y de los cuales sacan una suma de fe-
licidad considerable los pueblos á que están destinados.


Pero pasando á examinar las instiluciones de los Es-
tados en que participan de la potestad legislativa con el
rey cuerpos cuyos miembros no son dupendienles del
monarca mismo, necesario será que veamos cómo se
componen estos cuerpos y cómo deben componerse en
diversas ocasiones, y si debe haber uno ó dos, y en el
segundo caso cuál deba 5er la naturaleza de ambos y
cada uno de ellos.


Tambien al poner la consideracion en esos mismos
cuerpos calificados por excelencia ó como por su ofi-
cio único de legisladores ó legislativos, conviene ver si
existiendo pueden ocuparse en legislar solamente, si es
la tarea de hacer leyes la que mEjor desempeñan, ú
si por el contrario cumplen con mas provecho en
algunas y las mas veces con etro de los encargos que
les están encomendados. Este trabajo empezará en mi
leccion siguiente, en la cual yen las sucesivas cada vez
mas apartados de los principios generalea y primeros,
aunque sin olvidarlos del todo, nos ocuparemos mas par-
ticularmente en considerar y juzgar por mayor y menor,
como ya he dicho, la parte mecánica de las formas cons-
titucionales.




= =


Señores, acabé mi última leccion recomendando las
vent;¡jas de la monarquía, y prefiriendo como hacen
casi lodos los puJ'/icistas modernos, y segun cuadra á
mis opiniolles /';.l\ora]¡[es á la firmeza en el poder, á la
monarquía electiva la hereditaria. Se me hizo inmedia-
tamente lIna objeeion á lo que habia dicho en descré-
dito dn la mOllarquía electiva, y si bien se me hizo en
conversacioll particular, mereció de mi parle atencion
y hasta respelo por salir de hoca de uo oyente extran-
jero, que es una de bs personas de Europa mas auto-
rizadas para tratar de polílica y de literatura, la cual, visi.
tanda pOI' casualidad á España, me ha honrado con su
asistencia á estas lecciones. Hablo de Monsieur Hdga,.
QI~inet tan conocido como poeta singular, y crítico y li-
terato aventajado. Este, pues, me dijo que contra mi
doctrina desaprolladora de la eleccion absolutamente, por
suponerla incapaz de recaer en los mas dignos, era un
fuerte argumento la historia del pap3do, especi:JlmenLe
en la erlad media. En efecto, la e!cccion de los papas
es UIl caso en que la monarquía clecti,a (pues m01l31'-
quía es la dignidad pontificia) ha probado bien, daudo




152 LECCIONES
I'esultas felites en los varones esclarecidos que por vo-
tos, ahora de mas, abara de menos, y mas escogidos
electores, han subido al trono del estado romano y á ser
calJezas de la verdadera iglesia. Quizá, señores) depen-
dia esto de que en los papas la suprema potestad espi-
ritual era mucho mas que la soberanía temporal, no ha-
biendo por otra parte anrmáJose completamclIte ell la
segunda hasta haber perdido un tanto de su vigor en el
liSO de la primera. Circunstancias particulares acltmas
libertaban la eJeccion de los pa(l3S (te peligros anejos;l,
aIras elecciones. Y su dignidad s:Jgrada, y la política
civil y religiosa por todos los pon IHices abrazada y se-
guida, hacian que, sen}ado en su alto asien to el papa,
aun cuando no fuese un hombre superior, mane-
jaba su doble autoridad con acierto. Sucede en los
gobiernos, cuya política no varía, que hasta hombres
comunes rigen los Estados con provecho y gloria en
lo tocante á los negocios extranjeros y aun á los uomés-
ticos, por arreglarse siempre en su conducla á ciertas máxi.
mas tradicionales. Ademas, acaso en las edades medias
la e1eceion, en tiempos muy anteriores mal usada y produc-
tora de graves males entre escasísirnos si t31 vez algunos
bienes, y que en dias modernos tampoco da el !nHjor
frulo, solía llevar consigo mayores ventajas y menores
inconvenientes que los que yo le he 3trihllillo, fÍ fjue los
que tuvo y tiene en la mayO!' parte de las épocas de
las cuales nos da razoll la historia. Aun ú la lista de
huenos pon tifices s31idos de la elecciou, podria agI'C'gal'se
]a de los duxes de Venecia, que siendo asímismo ele-
gidos, eran por lo comun varones claros de alto mérito,
los cuales subidos al poder, con frecuencia se señalaron
por sus hazañas. Y esto mismo acreditará, señores, cuan to
varía con las circunstancias la" huena ó mala cJlidad de
los gobiernos y de las leyes, en la que si hay b3stante
de ahsoluto hay 110 mellOS de relativo.


Por eso hahlando de la digllidad pontificia d3da por
eleccion, no negaré que fué casi siempre conferida á




DE J>EfiECnO CONSTlTUdOXAL. 133
varones dignísimos (no desconociendo JO los servIcIos
que á II rcligioll y á la civilizaeiotl jlll1tamen1e hicieron
los p~pas~ como los desconocieron Jos filósofos del ~i­
glo déeimo octavo, y como no los Úl'scollocen los d~ este
Jecimo noveno) todavía no propondl'é JO el método se-
guirlo para licuar la silla papal, dc dOIJue en meJio de
las tinieblas de la barharie sJlia percIlllc una luz que
guió á la salvacíon y dicha de la sociedad, para mo-
delo <liguo de ser copiado cllando se trata del modo
mejor de constituir las monarquías profanas de nuestro
siglo.


TamLien podia ponerse por rrparo :í mis palabras
en la leccion última, que en ellas ens:ú,lI:do la monar-
quía hereditaria, me dejé anelJ3tar 1111 tanto por el en-
tusiasmo, y aun acaso mas que medin!lamente. Pero,
señores, no lo hice a-;i m eramente en obsequio á las
circunstDncias de nuestra patria y de nuestros dia3. Es
sabido, y no lo ocullé, Ilue la monarqllía llercdilarin,
siendo la forma de gobierno que predomino, y ha pre-
ralecido CII tiempos modernos en los pueblos mas civi-
lizndos y poderosos con algullas pocas ~~xcepciones, se
I'ecomif'uda por eso misl110 á los pcnsadores que de la
cxperiencia uo menos que de la leórica deben aprcndcl'
lo que es mas provechoso y mel'l'ce maJol' alahanza. Y
aun si pensé J pienso en lo prescnte, no está mal, se-
ñores, quc yo encomicnde á I~ veneradon y amor de
mi auditorio una inslilucion que es la primera de todas
en Ullest!'n patria, aun COIl arreglo á la COllSlilllcion hoy
eu ella vigentc, á una institllcion ó combatida ó desaca-
taua por quienes no conoccn ser 1<. parte primera en las
dignidades y pouercs que ha cOllservado nuestra actual
legislacion f¡Q]ílicJ, á una instilllcion, en sumn, que por
esa ~ otras varias causas no est:lrá dé m:Js seguir re-
comcndal1l\o á la rCl'Crcllcia y ap~~ional'o af~clo de los
cspaiíoles,


Pasemos p, scñores, despncs de encomiar en general
la monarquía, á examinar las "arias ciases dc ella, cono-




134 LECCIONES
cidas ya, ó que pueden discurrirse, porque las monar-
quías así corno oh'as formas de gobierno suelen ser de
clase muy diversa.


Porque si bien indiqué al concluil' mi leccion ante·
rior, que iha á entrar en el exámen de lo que son lús
cuerpos colcgisladol'es, donde los hay, me parece qne
en obsequio al mejor método, hablando de la monar-
quía, bien será no dejar este asunto hasta haber habla-
do de las que son ó deben ser prcrogativas del Irono,
~un en los Estados en que las limitaeiones á la polestad
real son mayores ó mejor demarcadas y mas visibles.


En priclCr lugar las monarquías tienen pOI' apoJo
ya el interés de unas, ya el de otras clases del Estad o.
Son una ficcion legal, (y ficcioll legal es todo gobierno
en mayor ó menor grado) ficcion por la cual un hom-
bre ó mujer manda á muchos y los representa ~ y mal
se toler:\ria y menos se llevaria con gusto su mando, y
no mejor se veria en él representados ciertos deseos,
pensamientos é intereses, ~i nr¡ fuese realidad la rcpl'e-
sentacion, por estribar la autoridad del monarca en la
proteccion particular que de ella l'ecibc esta tÍ esotra cla-
se del Estado.


He dicho esta ú esotra clase, pues constituye una
de las principales rlif(~rencias entre las varias monarquías
la que estén apoyadas ó estriben cn el interés, ahora de
aquella clase, ahora de estotra, segun requiere la diver-
sidad de naciones y circunstancias.


Hay por consiguiente monarquías aristocráticas, esto
es, gobiernos donde el interés del reyes uno con el
de la nobleza, y algo diferente del de la plebe, aun-
que ni ;í este sea del todo contnrio. En monarqllías
semejantes) son para lo . ; noLles principales los empleos
de mayor provecho y honra, est:índoles encargado el
gobierno, ó sea los ministerios, y f;:¡vol'ccicndo las le-
yes y costumbres su interé,!:; hasta como propietarios ri-
cos, un tanto en perjuicio de quienes "iven Je su l1'a-
!laja y poseen poeo.




DE lHlJlECHO CONSTITL't:IO:'4.U. 135
De' estas mOIl:ll'quías; fueron conocidas muchas en


la edad mrdi~, y aun hasta el siglo xVIII, si bien en todos
tiempos hubo y ha habido rcyes, los cuales ó por 110-
bies impulsos del alma á fáYOr Je la gente mas desva-
lida y mcue1>terosa, Ó por celos y envidia de magnates que
casi igualaban con su diguidad la real, y asimismo por
esperanza de hallar mas dóciles y sumisos instrumentos
en la gente humilde, se dieron á "olver por el interés
tlel pueblo, y á aunal' poco Ó mucho con este el de la
Illon:lfquía, en menoscabo de los pl'o\'echos y deseos
de la lIobleza. Solo cuando la furj;) popular se ha des-
atado, y vístose cuánta es la fuerza del pueblo cuando
la ensaya y de ella usa, se han alTim:ldo los monar-
cas otra vez á los nobles.


En las edades medias eran por lo general los re-
)'es á modo de caudillos de la uris!ocracia y no mas,
soliendo encontrar en aquellos á quienes acaudillaban,
indóciles servioores, y á menudo peligrosos rivales.
I~lIlollees pri\'ados los monarcas de rcntas lijas de alguna
cU;lIllia, y de e.iércitos asalariados, y tClliendo al lado
sellores de ricos estados, seguidos de numerosas comi-
t¡\'as de "asallos, á "cccs con armas, poco se distin-
¡,¡nian de los pl'imero~; y mas orgullosos próceres oel
Estado. Tenian que mimarlos con consideraciones, que
saciades la codicia con dádivas de tierras, y de otra
clase, ) era frecuente que ellos echasen mano á las
armas para arreuatar á la corona lo que de grado no po-
(Iian obtener de su largueza. De esto dan testimonio
las historias, y mas ql~e otras acaso la de nuestra tur-
bulenta Castilla y la de Aragon, donde lcctores super-
ficiales creen ver poder del pucblo en lo que era arro-
gancias y desmanes de los nobles inquietos y codiciosos.


Andando el ¡iempo, á pesar de los esfu(;l'zoS á que
llC a ludido, hecltos 1101' los monarcas para aumentar
su poder, cirnelllúlldole en el interés Jel eslauo llano,
IÍ de la nohleza inft~l'i()[' 1 rn3S que en el de la al'istocra-
tia l1Ias alta y prepolcnle~ todavía tiolian ser mas aris-




136 I"ECCTO~ES
too'áticas que otra cosa las mon:lrquías, dantlo los
reJes su p-riv311za y farol' con parlicularidad~ y ade-
mas la parte principal en el gO[licl'Ilo á la nollieza. De
esto ha h,dJido sin embargo excepciones, siendo de ellas
la principal en tiempos modernos Iluc$lra Espafla.


Las mOllJrquías DHll1COl1lllnadas en interés espe-
cialmente con la nobleza, pueden como otras tenel' for-
mas diferentes. balliendo unas de las llamadas pUl'as,
en las cuales apenas aparcce otra potestad qne la real
aun para hacer las leyes; y otras de las mixtas ó con s-
titucionales, donde uno ó mas cuerpos comparten la
tarea ó facultad de legislar y aun otros actos oel go-
bierno con el trono.


Las monarquías, que siendo puras se apoyan sola-
mente en el interés de la nobleza, son cosa pasada ya,
ó á lo menos la creacion de una de ellas ó la cOl1\'er-
sion en ellas de otras de diversa clase, me parece casi
imposible. Son cosa pasada, he dicho, acaso sin exacti-
tud cabal, pero si de ellas subsiste alguna, debo de-
cir que "ive próxima á su fin, aunque en la aparien- ..
cia cnlera lOtl:nia, al modo de aquellos cuerpos que,
'Vigorosos en sus buenos lirm¡JOs, al estarle cercana la
última hÜl'a presentan el aS;lccto dc ulla vejez sana y
rohll~¡a. Pero un gobierno de los a[lOllidados absolutos,
es diflcil que sllb:~is(a :1hol'a si no 11Clle por basa el in-
terés, y por defellsa el afecto de la muchedumbre. Dl\
los mirados como absolutos y á la pat' favorecedores de
la nobleza, era el de Fr~lI;cia OIl 178~), Y pOi' ¡taber sido tul
Cil)'Ó con estrepitoso eslrngo, siendo :C-:Jhido pOI' todos
que la grande rcvolucion de Frallcia mas fué contra la
prepotencia de la nobleza, que contra \a de la monar-
quía, la cual perdió su influjo por baberse aUllado con
aquella, si bien tuvo causas naturales y legítimas la
union que al cabo en :)rjuellas reyueltas contrajo el rey
con los nobles.


Pero lllÜl!nrnuí:1S (;¡yol';)bks al interés (le la llobkza
f 1 • 1 • }' COlJ Oi'lllaS di~ UlI':!:¡'; (¡ pal'i:tllll'll!arr<lS son lJl~S po-




DI, DEHECHO COMTITt:crOX,H. 157
SI bies aun en el dia presente, y !la SOll mala cbse de
gobiernos, si I,jen tit'!len faltas, y entre otras la de ser
(\I1(\oso que dllren. De estas es la inglesa. Alli, como he
Jicho, es el gohicl'l1o tan de la clase llamada aristocrá-
tica, que en él, tomo me expresé y ('('pila ahora, entle
las diversas gradas e~l que está di,idida la escala social,
asoma la cabeza el soberano á poca mas altura que los
Pares. Allí, como tambicll he dado á nolar, dominan
Jos nobles, no solameulc eH Sil cámara, sino en la de-
nomil.lada de los Comunes, y, en yerelad, en cuanto es
p3I'te del gobierno entero. Alli se forman grandes par-
ciali¡bdes políticas, de las cuales son los nobles núcleo
y cabezas; parcialidades ó partidos, señores, que con no
leves ni escasos inconvenientes, hermanan grandes ven-
tajas, sirviendo de disciplinar las tropas para la pelea,
pues pelea contínua son los debates del parlamento;
partidos que en ninguna parte se pueden formar como
donde en la sociedad son rec<lllOcidas superiorid:ldes é
inferioridades naturales, pues la disciplina social facilita
rí da F como esbhler.;ida la disciplina política, porque
ejércitos sin generales mal pueden existir, y es dificil
que sean reconocido:, pOI' caudillos aquello!> en quienes 110
es respetada I;¡ persona y aun la ger;¡rqub; 3t1ccdiendo que
caudillos alzados por el acaso como lo son en otras par-
tes, duran poco en el poder y mando; viniendo á derribar-
los tilla ráfaga de opinion contra!'i;.¡ , igualmente transito-
ria que aquell:l á la cual delJÍeron su encumbramiento.


El Illonarca ingles, si bien con al'l'eglo :í las leyes
liene facultad de l10mbrar ministros. á aquellos á quie-
nes su ,'oJuntad le dicte elegir para confiarles tan alto
cargo, en realidad uo es dueño de hacer la eJeccion sino
en WlOS de los caudillos de los L;.¡ndos que en el Par-
lamcnto y la nacion contienden pOI' el poder, pues lo
que la letra de la ley le concede, la Índole del gobier-
110 y d(~ la societbd se h prohiben, quedando solo en
511 W:I!líl cclIar ,'in peso Cl! UllO de los platillos dondc
t'si:í el dc los p:~l'!jdos n¡ll;l'~:lOS, J cOlltl'i)mi," así un
.;~i .. ~, ,
i ~\
'. ~J
", :bl ,i';,,~,


., • '!.-... ~




138 LECCIONES
tanto, y un tanto no mas, á inclinar el fiel tic la balan-
za. Asi e I rey allí concilia y di,"ide, pero no impera.


Al mismo tiempo aquella forma de gobierno con-
siente dar al pueblo libertad civil en grado sumo, esto
es, con pleno amparo á la.; personas y haciendas. Y
consiente asimismo derribar la barrera legal, que en otras
tierras donde los nohle .. dominan, impiden la entrada al
goce de las honras y provechos del Estado á los ple-
I](')'os, pues poco impol'la la falta de la barrera visible,
cuando la harrera, uo legal, no vista, pero aunque oculta
poderosa, estorba que las clases se confundan, y que la
autoridad esté al 31cance de las fuerzas de todos, y por
estar al alcance de las fuerzas de todos, sirva de e,;lÍ-
mulo constante :í todas las amuiciones inquiet3s.


De las monarquías cuyo fundamento es el interés de
la muchedumbre, ha llabido y aun puede afirmarse que
existen algunas. De estas era la de España en 1808 y
lo ha sido mas todavía desde 1825 hasla 1834: de
estas era por excelencia el imperio francés cuando em-
puñaba su cell'o glodos;o Napolcon Bonaparte. Porque
entiéndase que es/as dos mon,1rquíns cntre si tan dife-
renles, la una emblema de lo antiguo y la otra de lo
lluevo, convenian sin cmhar¡io en tenel' por fundamento
el interés de las clases inferiores.


A estas monarquías dcmocr{llicas en mi entender
cuadra y sirve perfectamente la forma del gobierno ape-
llidado absoluto, Y aqui entraré en ullacue~lion que
se enlaza con la presente.


Se ha dicho en estos últimos tiempos flue es cosa
imposible tener monal'quías rodeadas de instituciones
republicanas tal ,'ual se dice que afirmó convenil' á
Francia, é irse á estahlecer 3l1i en 1830, segun unos el •
general La{ayele, y ser;!ln 01 ros l'lmonarca hoy reinan-
te en h nacion vecina. Señores, segun mi diclámen son
posib L~s monarq !lías con iusl itueioues l'qlll J¡ I ieanas, y
no so lo son posibles, sino flue es 1:'1 acreditada Sil posi-
bili(lacl con la expcrieneia, plles las h:l'y (~r,-'(·Ii\;lllwntt'.




DE DERECHO eOXSTlTUCIOXU. 139
Republicanas son bs instituciones inglesas, tanto que,
como he dicho ya, y autes que )0 lo han dicho per-
sonas de mil)' superior valía, aquel gohierno, mas que
monárquico ,'erdadero, es una l'eptíblica aristocrática,
Clip caheza es un rey hereditario. Por republicanas
tengo las institu('iones presentes de la Francia, si bien
en aquella replÍhlicil impera la clase media y no la mu-
chedumbre. Lo que sí estimo imposiblr, es que haya
monarquía Con instituciones repuhlic'u:83 democníticas.
Donde la muchedumhre impera, gusta ó de no tener rey,
(Í de. dar ú aquel que por rey tiene, y á quien ama y
admIra, un podrr ilimitado. Diré mas, y es que cuando
mandan los pohres y humildes, su caudillo, sea deno-
minado rey, tribuno ó presidente, es armado de facul-
tades lerriblt)mente latas, para que haga lo que á la
multitud cumple. ~ada lisongea tanto á las pasiones de
los pequeños, " nada en muchas ocasiones es tan con-
veniente:1 SlI ¡~atnral )' ]c'gítimo interés, como que es-
t(;n humilla(/;¡ la soherbia, y enfrcnada la prepotencia
de Jos grandes por ~iI riqu~za ó gerarquía, y el fl'eno
mas fuerte, v el instrumento de humillacion mas cfi-
cáz es un poder fortísimo puesto en manos del rcpre-
sentante J capitan de la plehe. De la mas desmedida
autoridad en cstos espera ella mejor amparo y mas se-
guro patrocinio. POI' eso en todas partes, en cualesquie-
ra tiempos crea la democrácia ~ la muchedumbre, á los
dominadores á quienes ha sido costumbl'e calificar de
tiranos, y los de Grecia en brazos de ella subie¡'on al
supremo poder; y la plebe elevó y mantuvo á Jos Césa-
res de noma; y en brazos de las que forman lo llama-
do p,'opÍ:lmcnle pueblo, yaun sobre sus hombros fueroll
alzados Crornwcl {l su protectorarlo y á su solio impe-
rial NapoleoI1, y antes olros IIsurpadores; y encumbra-
dos p a(lucllos :í quienes cncaramaron Ja~; clases mas
pobres y numerosas gnlH'rnal'on con autoridad poco ó
nada reprimida 1 ('nlre ¡rel!cI'all's mucstras de amor, y
~p~sion:¡dos :lpbl1~os.




i40 I.ECClONES
Seuores 1 monal'q uía democrática, a 1IlHJUC no de las


instituidas por usurpadores, el'a nuestra Espaíla en 1824,
así como en1808. Era, me dirán, 1Il1l)' diferenle de otras
COIl las cuales la he clasificado, luirándola hajo un aspecto.
Es \'Crdad, diré en respuesta, así lo conozco y no rehuso
confesarlo. Pero cada monarqlJía, y con mas razon las que
son <.IeI gusto de la muchedumbre, ticne flue alempel'arse
al estado <.le la sociedad en que está cstablecida, y por eso
la monarquía española sentada en un pucblo no por
tiernas il uSlrado, religioso, pobre, buscaba y hallaba
sn a poyo en el clero. en las órdenes monásticas, corno
representantes á la par de la fé religiosa y de la ple-
be; yen leyes, mas que á los propiet¡¡rios, favorables á los
que hoy se llaman proletarios. Por eso amparaba y aun
favorecia nuestl'a legislacion á los inquilinos de casas
contra los dueños, y la legislacion y la costumbre á
los cazoadores contra los señores de las tierras. En las
cosas tocantes al alimento J á la habitacioll, objetos am-
bos de importancia primera; en Espauá bajo sus reyes,
disfrutaban de ventajas los pobres que viviall de su tra-
bajo respecto á los tI ueuos de ¡as ticrras y de las casas:
¡muestra insigne de cuánto favorecia el tralla aqui al
interes de la plebe!


El imperio francc~, bajo Napoleon Bonaparle, si asi·
mismo favorable con especialidad á las clases inferio-
res, se diferenciaba tle la monarquía espaílola en cuanto
se diferellCi¡¡!Jan las circullstancias é Índole de la 5e-
"unda v llel primero. Aquel imperio se fundó en el ci-
rl " . l I l miento de ulla sociedad nucva, <.Icstl'llll a lasta por os
silvas la antigua. El imperio encJntró al ¡lIIeLlo franccs
tal cual la revolucion le habia puesto y tenia, )' le dió
gloria militar, grandes espectáculos, leyes iguales, mo-
lIumentos sunt\1osos, todo cuanto habga á la mucllC-
uumLre; y tanto fué di) esla querido, qllc dl~ todos los
republicanos que en Francia ¡nn adularlo ~l la plcbc,
de todos Jos tribunos hlllosos que L'1l la n~rolnl'ioll /]0-
reciel'oll, de touos 105 cschI'ccill05 or,dilrl~5 dCilL\!!,'lg"I),;,




DE DERECHO CO~STlTL"CIONAL. H·l
aun de los vocales de la junta de salvacion püblica,
queda solo escasa y apenas farorable memoria entre el
puehlo francés, mientras que el hombre del sombrerito
chico y de la lerita ccnir:iellta, asi como está rcmontado
en Jo alto de la famosa columna, trofeo de sus ,'iclorias,
asi está cn el primer illg:lI' en la imaginaci{¡ll de los france-
ses, y ~cj¡aladamentc dc los de cbsc hUlllil.k, ~icndo para
ellos el mayor y mas duradcro l'ecllcl'llo elltre los grandísi-
mos que hubo de dejar d(~ sí ae¡ uella rcvolucioll popular y
asombrosa. ¡Taulo agrada:í la plebe un soherano '1ue con
potcstad casi ah::>olllta á la par la repreSenl;¡ y la sirve!


No se crea por esto, seuores, quc Iwgo yo el elo-
gio de la soberanía llamada absoluta: nada menos. Si
la creo muy adccuada á regir un estado en que la clase
mas numerosa y humilde domina, p he dicho y repito
que en mi entender, para el hil~n general, conviene que
esté deposilado el podel' en la clase media.


De la monal'quía fundada en la cla5e que acabo de
nombrar, me toca hablar en est¡~ momento. Es1a es la
que ahora se va formando en Francia, en Portugal,
en la Bélgica, en nuestra España, en la que se yun
convirtiendo 3simismo con mas <Í menos lentitud otras
monarquías eUl'opeas, Cllya basa era' antes otra; y la
cual por lo mislIlo merecc y forzos:lIl1cnte ha de lla-
mar nuestra alencioll con prcferl'neia.


¿.A esta monarquía cuadra bien 3caso, Ó por el
COlIll':lI'io, sc aju3fan mal las formas delll:lliiado gobiel'-
110 rcpresClllativo?


Las forlllas de este gobierno nacicron, como es sa-
hido, en Inglatrrra , y allí servian para el interés de
la aristocrácia. Tenian mucha pal'te de republicanas, y
al tomarlas los Estados Unidos~ y acomodárselas, tuvie-
ron que variar cn ellas muy poco, infunrliéndoles em-
pero 1111 espíritu diferellte. Quisieron tomarlas y apli-
c:írselas los fl'allCCS('S, alterandobs bastantc en su revo-
11ICioll~ y no pudieron, ¡¡orq lIC asi como no sc podria
labrar eH lIletlio OC IIIl terremoto, asi no se sientan go-




t 42 U~CCIO~ES
Liel'llos en medio de las revoluciones. Desde la última
acaecida en el mismo pueoJo en 1830, se está traba-
jando en la empresa, en gran parte con feliz fortuna,
aunque sin conseguir datO al gobierno la lirrneza ne-
cesaria, sin que pl1eda acertarse hasta dónde se llegará,
y cuál clase de perfeccion adq l1irirá la obra. Lo luismo
se va haciendo en otras naciones, si bien siendo en ellas
diferentes en número, índole y poder las clases medias
(]e )0 que son en Francia, sale no idéntico el fru to del
trabajo, como formado de otros lIlateriales y diverso
modo. Ve;¡mos pues, señores, pues que ell ello estamos,
cómo puede de mejor manera y con mas provecho aco-
modarse á la dominacion de las clases medias la forma
del gobierno llamada representativa, atendiendo siem-
pre á las circunstanCias con sus contillllas "ariaciones.


En primer lugar, las monarquías asentadas en el
interés de las clases medias, por fuerza lienen, como
las demas cosas humanas, á la (la r COll \tllt:ljas, algu-
nos maJores ó menores inconveniente:,;. Ya lo he dicllO
en mis lecciones anteriores; de estas clases 1000ladas en
general no pueden esperarse los pens3mientos alto::;, los
afectos nobles, que mezclados con vicios enormes tenia
la nobleza antigua, )" que se consenau aun en algunos
de los descendientes de :Hlucll05 vafones esclarecidos.
Ni tampoco llay en las mismas cl;)~cs los ímpetus gene-
rosos que á la par con intcntos fcroces y otras falt.as
llÍjas de su ignorancia y abatirla condicion, liene la ple-
be, cuyas culpas proceden del mismo orígell '.llIe sus
buenas calidades. La monarquía de las clases medias,
como estas, es calculadora, algo tímida, menos atenta
á la gloria que al provecho, yéndose en todo con pru-
dencia, hasta con cautela, pesando, quibtando con
prolijidad cada empresa que se trata de acometer, pre-
¡,rieneJo á la guerra la paz, mas que por Illoli\'o& filosó-
ficos por razones interesiltla~, cuidadosa del acrecellla-
IlliclIlo de la riqueza, o!J:-;cn,tdo),;1 con elllptl'lO dd ('s-
ado de los fondos jllíblicos, ali ciollada :í ocuparse ('11




DB DEHEOIO CO~STIT{;(;lO~AL. 145
empresas mercantiles, en obras mas para comodidad de
los paniculares que para hOll"a de las artes, y por con-
siguiente del Estado. Esto es lo que hoy lleva el nom-
bre de intereses materiales, y de ellos, como es sabido,
cuida especialmente el gol)icl'Ilo de las clases medias.


En estas el trono ba perdido la mayor parte del
prestigio de que gozaba en el concepto de los nobles
ó de la plehe, siendo mirada su cOllsenacioll como mero
negocio de utilidad, como fianza de quietud. Pero aun
en ellas, si ba de haher trono, necesario es lj ue pl'ocure
hacérsele ohjeto de veneracion, de :JC:llami,;nto, po-
niéndole como entre un tanto de niebla en donde se
le vea rodeado de una aureola de gloria. Donde hay
monarquía, el rey no solo ha de tener poder bastante,
sino que con las prero¡ptivas que le danauLol'iJad, debe
hcrmallJr otras que le den dignidad en aIlo grado,
comillielldo que la nacion adopte, en cuanto al trono
loca, fórmulas que sinan de ensal;.;arle, de engrandecerle.
POI' eso me parece desatino y liasta locura donde hay
rey I'ehusar el nombre de reales á las cosas del Estado. (1)
Aludiendo á periódicos, á hablillas vulgares, no para
autorizar ó cenSlIl':lr cosas del di:l, sino para sacar dé
todo enseñanza 1 diré q nc me parece necio detenerse en
si aclamando :í un rey se pone ó no el aditamento de
constitucional al nombre que declara su dignidad su-
prema. Sellores, duda tal supone que pueda haber dos


(1) La manía (que á mis ojos es una sandez) tIc no llamar
reales al ejérCIto y á la armada y á otros cuerpos !i estableci-
mientos (como se los llama hasta en Francia y en 13élgica) no es-
tá fundada ('n ley alguna vigente; pues si hubo un decreto de las
Córtes de 181. O, 1.1, 12 Y 13, que asi lo mandaba; este no fué
restablecido en 1836 entre los que entonces expresamente )0 fue-
ron. lIa llegado {¡ tanto el desatino en este punto, que hay quien
deseche la palahra real ~n una monarquía. Asi v~mos la rareza de
poner juego nacional de Villar, en vez de real como antes se de-
cia. Hahlando dI) marina con el epíteto nacimwl en vez de real,
qllcdan confundidas la de guerra y la mercante. ¡Como si 7'eal y
7IUcional no furse lo mismo, donde la caheza de la nacion es un
r<~y




144 LECCIO_\ES
reves, Ó ({ue de la Constitucion no es el rev una \" la


" " " mas alta parte; cuando tanto se insiste en lIue llay pe-
ligro en aclamar al rey sin llamarle constitucional, la
monal'quía amia corno ver'gonzanle, y la llamada libertad
como dudosa de sí misma; ó, para exr licarme mejor,
corno que dá ycrgiienza y miedo tener re)', y COIllO que la
Constitucion está recelosa de su asociacÍon con la mo-
narquía. No, señOl'e~, ambos deben tener fé en sí mis-
mos, y UIW en otro: de su consorcio, lIO de su divor-
cio (y este lenguaje es legal aquí yahora) deben na-
cer la paz, la fuerza y la felicidad del E~tado.


Señores, en una monarquia, sea ó no de las lla-
madas constitucionales, cuanto aUI1l('Jlte (~I lustre y
decoro de la dignidad real, otro tallto galla el E,,;tado
en benetlcio; porque como he dicho, aun adopt~\(los
pl'incípios de los mas favorables al poder popular, to-
davía el monal'ca es rcpresentJllte de h II:leíon, y por
eso honrando al representante se hOllra al rcprescntado,
ó sea á la nacion en tera. Pues si el r¡ I/C l'üi In gOla
de altas prerogativas, y grJll poder; si entra ;Í la parte
en la formacion de las leyes, y nombra á quielles en su
nombrc llevan las riendas del gohiel'llo; ó, :tlln siendo la
real persona la de un niño pohre y desvalido, es en impor-
tancia superior ú los mas ilustres guer/'eros, á los IIIas
insignes oradores, á los mas experimentados y diestros
repúblicos, á los mas claros ingenios y mas ilustrados
entendimientos que el Estado encierra; si todo esto su-
cede y dOlide hay reyes por fuerza ha de suceder ¿en
qué consiste? En ser la monarquía una inslitncion.
en verse en ella la fuerza, la gloria pública. Y por
otra razon, adema s al monarca, y en todo gohicl'llo al
que está colocado en cllugar supremo, debe acatársele
en gran manera. Sabido es qlle á lo~ Itomhl'cs hay dos
medios de reducir á la o]¡()diencia, ¡Illluyendo ('n 511S
ánimos para que sujetcll sn yolul1tad, ellall<]o esta
por razones de illtcn~s Ó de ['~lsion quiero dt'srnan-
rlar~c. Los dos medios ú qun me rl'flero ahora son




DE nJmJlCHO CONSTITUCIONAL. 145
el temor y el respeto. Términos medios en este punto
no los veo, ó si a:gutlos descubro, esos en mí sentir valen
poco. Cuando los antiguos ideal'OIl la fálHl)a de las
ran;:¡s, concibieron que despul<s de enviadú por rey pri-
mero \lit zoquete, cra nl'cesal'io darles un culebron pOI'
SUcesol' (lPl mon~rca escal'necido. No habria habido ne-
cesidad de tal rigor si desdc luego se les hubiese dado un
rey decente,


Ha habido, es verdad, una (iroca en la historia mo-
derna en que ~e ha conseguido 110 diferenciar en nada
al golJl'rnador de los gobernados. Esto suced;ó pal,ticu-
larmente en los djas en que rigió la Con\'encion á Fran-
cia, Pero entonces se vitÍ ser fuerza buscar un suplente
al respeto, y en vez de los tronos dorados que tanto
ofenden la vista, en lllgar de las soberbias pompas tan
cefisuradas, miradas por la ad lista envidia ó la soberbia
con tanto desabrimieutf), se puso para impedir que fuese
despreciado quien (',jl'rciese d poder, las desnudas ta-
hlas, la aguda cuchilla, el tenihlc golpe d!) la guillo-
tilla. ¡Asi eran ohedecidos por lo temibles, quienes mal
podian y 110 prl'tl~ndian serlo por lo respetables!


Ras! e, señores, en cuanto á la reverencia que debe
inspirarse al mOllarca, sea Ó no constitucional: pasemos
á ver cuáles, aun en \Ina monarquía de las mas limita-
das, deban ser sus facultades.


'Primeramente el monarca debí.: fener parte en la
formacioll de las le)'es, teniendo entre otros derechos
r:l de rroponerl~s por medio ele sus ministros al
cuerpo ó cuerpos qlle COIl él hnn de contribuir á ha-
cerlas. No conozco pllblicista de nota que opine contra·
dar al monarca semcjalltl~ derl'cho, salvo los de la asa m-
hle;} constituyente de Francia, que no se le dieron en
la COllstilncioll d(~ 1791. Hay quien pretenda dársele
exclusivamente, dejando á los cllerpos colegisladores solo
la f:Jcllltad de aprobar ó desaprobar, .Y cuando mas de
enmendal' lo propuesto por la corOlla. Asi se estable-
cia eutre nosotros CU311(!O por el Estatuto' real de abril


10




146 LECCIONEi
de 1834 se dió nueva forma á las Córtes, y otro tanto
habia sucedido en la Carta c~nslilucional, olorgada á
Jos franceses en 1814 por el rey Luis XVlIJ. Confieso
que á eslo soy contrario, como lo diré entrando de lle-
no en la cuestion, y dando on defensa y abono de mi
dictámen algunas razones, cuando pase á tratardc las
facultades y atributos de los cuerpos legisladores ó de-
liberantes. Baste por ahora anticipar la declaracion de
que en mi sentir, si el derecho de proponer las leJes
debe estar puesto en el monarca, en un Estado donde
hay cuerpos (lue en púhlico clelibel'cII 'J tengan parte en
la legislacíon, tan importante derecho no debe ser del
rey exclusivamente.


Otra parte corresponde, en mi concepto, al mo-
narca en la obra de \a \egislac\on, ':! es la saneion \'ca\
Ó lo que usando la primera pel'sona del presente de in-
dicativo de un verbo latino que significa prohi bir ó ve-
dar, es conocido entre muchos con el nombre de el
veto. Hubo un tiempo en que dar al rey esta preroga-
tiva fué considerado peligroso ó perjudicial: hubo un
tierupo en que, aun dándosela, se le Liió pOI' plazo li-
mitado. Asi sucedió en la ConstitucioIl francesa de 1791:
así cn su traduccion libre, conocida entre nosotros por
ConslitucioIl de la monarquía española de 1812. N o la
Jlamo así por sátira, señores: no se crea que tr'ato de
denigrarla, yo que un tiempo respetándola difunta, y
deseando encubrir sus faltas, por respeto á Sil enlonces
no bien tratada memoria, fUÍ sin razoll acusado de co-
natos ó ¡ntencion de restablecerla. Era traduccion, co-
mo lo han sido, son y ~erán probablemente otras leyes
oportunamente en ciertos casos, y en ciertos no. Era
declaracion, expresion de las ideas que reinaban en las
mentes de nueslros político-lir.eralos, cuando una gran
catáslrofe trajo á España á pUllto de ser lIatnral esta-
hlecerse en ella un gobierno COIl formas bastante de-
mocráticas, las cuale~ fueron á buscarse en las fuentes
donde touo se Lebía: era conforme á las m[lximas te-




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. 147
nidas por cicrtas y proV('chosas que dominahan en la
cabeza de los di pu lado, que la formaron y de la parte
del pucblo que b recibió con gusto. Siendo lradnccion
libre de la francesa de 1791, no pOI' eso pecó la
.constitucion espaiiola de 1812, pues CII mplia con las
condiciones de aquel tiempo, pcro si no fué pOl' eso
reprensible entonces, sí lo seria pOI' venir fucra de
su lugar y sazon ahora, Otro tanto puede suceder con
le}'es del dia (Iue tarnhien merezcan ser t:Jchadas de tra-
ducciones. En aquellas dos COllslilncioncs, pues, tenia
el rey, cn lugar de velo absoluto, uno mel'amente sus-
pensivo, porque en la franccsa podia el monarca negar
su sancion ú un proyecto de ley, durante el término
de dos legislaluras, esto es, por un plazo de cuatro á
seis años, pas'd(lo el cual sin su aprobacion , el proyecto
quedaba convertido en ley, renovados entre tanlo dos
veces los diputados aproh:ll1ll!S del proyecto, y en la
española, el plazo era Ilias brere, siendo solo de dos
á tres allos, y mediando únicamente un:} renovacíon
de los legisladores. En esto hahia gl'C1udes inconvenien-
tes, siendo, si cabe, el veto s\Jspensivo peor que el ab-
soluto. En la cuestiolJ soore el veto ó san(:ion I'eal, co-
mo en todas, es menester examinal' atentaml!nle los
principios de que los artículos constitucionales han de
~el' consecuencia, En Fl'ancia, asi como en Espaila. al
tl'atarse de si habria de quedar el monarca revestido de
la facultad de dar' ó negar su aprobacion á los pro)'Ce-
tos de ley para hacerlos leyes, muchos arguyendo so-
llre un principio elTado, sacaron de él buenas conse-
cuencias, y satisfechos dn esto no se cuidaron de ave-
riguar bien la calidad de las premisas. Dl~cian pues: «. ha


. (,
de prevalecer la voluntad de un Itornuresobre la de un
ptteblo o. nadan? ¡,Calle cosa mas inJu.sta !J absurda que
pretender que asi sea?)) En e[ecto, señores, absurdo é
illjusto seria el velo en el monarcn, si este fuese una
persona y no lilas, y los cuerpos legisladores la nacían
misma. Y diré JIl3:" y es que sieudo asi, no solarnen!e




148 LECCIONEi
no seria razon que, opuestas las Jos voluntades, preva-
leciese la del monar'ca, sino hasta (lile este existiese,
pues nO siendo parle de la representacian nacional, es-
taria su dignidad de sobra, siendo en la Canstitucion
ulla excrescencia. Pero el monal'ca, segun he dicho an-
tes, asi como los cuerpos legisladores, es representante
de la nacion, y representante que la representa mejol'
que ellos en aJguna3 ocasiones. Ni hay porque se escan-
dalice de esto la persona cuyas doctrinas s~an mas fa-
vorables al poder é influjo popular, si ya no es de las
contrarias al gobierno mOllál'quico, plWS sahido es, )'
hasta hemos visto en España, y en otras lielTas, en
tiempos inmediatos á nosotros ó algo distantes, haber
pedido con voz alta á los reyes la parcialidad mas po-
pular, la disolueion de cuerpos legisladore~. Creíase,
pues, en las ocasiones á que alullo, mejor representada
la opi nion pública por la voz salida del trono, que por
la de los Congresos elegidos por el pueblo mismo. Pero
la potestad real no es solamente reprcsentante, es asi-
mismo gobernadora de la nacion. Los proyectos de ley
que presentan los cuerpos legisladores á los reyes, ne-
cesiten ó no para quedar revestidos del eadcte!' y fuerza
legal la sancion del monarca, este al cabo cs quien ha
de ponerlos en ejecucion como leyes gohel'l1ando. Aho-
ra, pues, sobre el inconveniente de quc obligando al
que ocupa el trono y en él representa á la nacion á
que trague \lna le)", cuando no puede él hacer tragar
un dccreto solo suyo á los otros represcntantes, se le
pone en una situacion afrentosa, hay el otro inconve-
niente maJor (en el cual hace alto é hincapié Benjamin
Constant, hablando de este punto) Je encargal' la eje-
eueion de una cosa á quien la ha recibido con rcpug-
nancia y tomado á su cargo por fuerza. jEu qué erro-
res caemos los homhres pOI' no tcnel' confianza en aque-
llas instituciones mislJl;Js ;í que profesamos una pus ion
violenta! Pues (lIJé ¿en gobiernos á los cuules mas que
á otros impele, Jleva, y domina la Opillioll pübJica, oonde




DE DERECnO CONSTITUCIONAL. f 49
la mayoría de lus 1~IlC hcrlllannn con el carácter de
legisladores la facultad tle deliberar en público sobre
todo lillagc dc Ilegocios políticos, influye con fuerza en
Jos minis:ros consejeros del monarca, es po,,¡ lile pf:lr ven-
tura, que se:\ nrgada la aprohaeioll real ú una ley de
utilidad notoria, ó que pide la voz de la nacíon con
ullanimidad Ó poco menos, )' con empeño visihle'? Y si
á una l(~y propuesla, cediendo á IlIla rMaga del hu/'a-
can de opiniones ó pasiones populares es negada la
sanciOll del rey, será ello malo ac;¡so cu:mdu se ve ser
dificil que se lIiegue á la que es traida á los ries del
trono, im[H'lida por aquella corriente del aire de la mis-
ma opinion firme, cOllslante, aunque no violento, ce-
del' al cual es hasta gloria en los gobiernos y provecho
para ellos y para las naciones? No, señores, los tronos
no suelen negar la sancion á leyes pedidas, no sola-
mente por lús cuerpo::; Il'gisbdores, sino por la opinion
pública cuando ú estos cuerpo" impele )' apop. Pueden,
sí, y SUcll'1I llegar la sancion á leyes de utilidad du-
dosa, mOlllentállea cualldo IlI~S. acaso de las que sir-
ven á la pasio/l !Í al illll~rés de UIl bando ó partido triun-
fanle, leyes cuya formaeioll conviene impedir, pues son
por lo COIllun armas terribles con que los políticos mi-
litantes se hierl'l1 'f procuran exterminar unos á otros
en sus lides. Yaun si hubiese un caso en que fuese
recbazada UBa huena ley ¿lanla es la urgencia ue UIla
le)', que 110 se pucd;¡ esperar á que la r:lZOIl penetre en
el ánimo del mOllarca y sus consejeros? La urgencia de
una ley, digo, pues las urgentes, mas que le.\'es son
providencias dictadas por las circunstancias, y e~as ca-
balmente que mas aprembn, son las que por lo comU/l
han menester ser rechazadas en su ímpetu ó á lo me-
nos contenidas. Y ¿merece el deseo de evitar un lllal
como es la Iwgaliva de saucíon dada por el rey á una
ley nwdiana ó buena, negativa que puede ser conver-
tida en aprob:!cioll algo ó mtH;ho mas tarde, prevalecer
sobre la opinioll que descubre un mal harto ma~ gra,'e




150 J.ECCTü:'ms
y ademas seguro en sujetar á un;) afeellla al (1'0110, al
cual con,i·,t1e dar honra y gloria SlIma, rn er.r-argar
la ejecHcioll de una le)' á quien sohre mpugnarla, la
ha recibido impuesta ú su voluntad como una ltulIlilla-
cion á la par que Ull dJsacucl'do; situ:1cion esta para los
reyes y pueblos de que 113n nacido dCs(,ollfianz:Js, discor-
llias, odios, gllel'ras cirile~, en suma las cansas y In~ lél'mi-
lJOS por dunde han H;nido á liena tantas Constituciones.


El wto snspensiyo tiene, díj<', drsycn!ajas' m:l)'ores
que el absoluto. En efeeto, es UIl término medio de
los malos, uno de aqllellos recursos que:í ninguna de
dos partes opurstas deben contentar, pues, l(~jos de sa-
tisfacel' á lo lJlI(: exige por uno ú otro lado la CllCS-
lion penJiente, elude las dificultades, y por evitar un
mal produce el de impedir de cierto uno de los dos
hienes á que se a~pira.


En las cuestiolles urgentes, el velo suspensivo equi-
"aJe en lo pel'llicioso al absoluto.


En las 110 urgentes, casi sin ncresirl,HI hace ulIa
"iolencia y Ulla afrenta al trollo, mayal' 'lile si el velO
no exis1iese, pues no exislicndo, el rey Imhlit:ll'ia y
haria cjecutar todas cnalltas leyes diesf'l1 los }(~gisla(lo­
res, sin declarárselcs favorable ó coutrario; pel'o des-
pucs de la sancíon llegada, y la 1(')' volada repeti-
das vece~ ha:'>ta no haher menester ~an('ioll ~ apnl'ece el
monarca vencido, tras de haller peleado contr:l lo
que pedían la razon, la jilsticia )' la ('on\'eniencia. jSin-
gular SilU:Jcioll esta para el que J'(;ina, y raro capricho
el de quiclI dicta leyes qne pueden y hasta deben traer
á los monarcas á una siluaeion semej::mle!


El velo absolulo (reconociJo no ~olo en hs Cnmti-
tuciones ingll'sa, francesa y pnrlngursa, sitIO hasta en
las de Bélgica y la que hoy nos rige) es, puesry confor-
me con una teórica justa y bien eutclIdie\;¡) asi como en
la práctica saludable.


Pasemos, pues, á considel'3r otra de las facultades
que deben tener los monarcas.




DE DERllCIlO CONSTITUCIONAL. 151
Los reyes delien proveer todos Jos destinos, Es cla-


ro que cuando y donde no son los reyes quienes los
proveen todos ~ ha de haber 01 ro ü otros que los den,
ó en su totalid:HI ó en pArte, En la Constitllcion fran-
cesa de 1791, hubo una cláusula por la cual daba el
rey ciertos empleos y otros no ~ cláusula no adoptada
en nuestra COllstituciou de 1812. De esta perniciosa
disposicion, se habria seguido existir en el Estado em-
pleados de dos clases diferentes, IJne por ser de catego-
rías diversas habrían contendido respectiYamente por la
superioridad de la suya, porque cuando se pone á hom-
bres frente á frente unos con otros, con pretensiones
encontradas, segun la condicion 11l1man a, fuerla es que
riñan como dos gallos arrojados á un circo, que no
bien se len cuando se embisten.


Pero la facultad (le proveer los empleos, dada a.l
monarca es (me dirán) un medio de corrupcion puesto
en sus manos, Lo es, sí, señores, sin duJa alguna;
pero eslá cOlltr3pucslo á olros medios de rorrupcion no
menores. Se corrompe, señores, con los empleos, pero
se col't'ompe tambiell de otros varios y mucho~ modos:
se corrompe con empleos dados al momento, y se COI'·
rompe asimismo con otros cuya po~esion se ve segura,
aun'lue en lonl;¡nanza, En la socied;¡d, tal cual está
dispuesta y arreglada en el momen lo presente, y como
es probable que siga estándolo por largo tiempo, en
la sociedad compuesta (le hombres dominados por ¡:lS
pasiones ~ im pelidos por el interé!'., hay fuerzas que en-
tre sí batallan, y la de la oposicion es poderosa en ex-
tremo, porque la acompaña por lo comLlll y en el C(ln-
cepto de los mas, aunque á menudo eqllivocadament.,
la gloria, y adomas de esta la espcranl.a d~ un triunfo
venidero. En muchas nacion(i's ahora (no diré cuales)
tl'asladado el asiento del verdadero y mas robusto po-
der está entre los gobernados y 110 entre los goberna-
dores, y por consiguiente mas del lado de los prime-
ros que del de los segundl)s, es de temer la tiranía.




i 52 lECCIO~ES
POI' eSO es menest!'r qlll' ha)a rtl todns partes armaS
con que defl'uderse de la parle que siendo IJoderosa es
á meuudo conlraria.


Ademas, dOlide h~y poder Ilay en l'edl't!Ol' de d
aduladores, J el puehlo 105 tiene,} sus pl'ohollllm's co-
mo representantes de él no ClreC(!1 dl~ ellos, y á los
bajos se adula como á los altos, sielldo sabido que (se-
gun la expresioa de UIl eserilor ingl'llioso) (1) los li-
sonjeros de los pueblos hacen COIIIO los li"oujeros de los
reyes, y es dirigirse á las !)3siolll'S del lisolijeat!(), PU<~5,
señores, si el partido popular qlle se arroga cllíllllo de
liberal, tiene para sus caud i Ilos Ó IH!(~lIoS servidorcs,
tantos medios dc lisonjear y satísC,ccq si á ellos dis-
pensa tan honoríficas lllercede"" seüala talllos ll';Ullfos,
hace tantas ovaciones, y prodiga tales y ¡aulos vi"as y
aplausos, lanzando al mismo tiempo diatl'ib3s ~margas
contra quienes sirven á los g01iel'llos, j' [¡,alalldo de es-
clavitud el servicio, j IIsLo es que los goj¡el'lladol'es teugan
mercedes y honras que cOllfprir, medios qlle contrapo-
ne¡' á los muchos é inmensos conlra su fuerza emplea-
dos. La mon~l'quía, pues, como todo gohierno, debe le-
ner eslas armas, siquiera se diga (¡lle rOIl ellas corrom-
pe, pues si corrupcioll es la que eOIl igual nomhre me-
recen los medios de que sus contrarios sc valen, y el
temor de una corrupcíol1 conticuc la otra, y si líeitos
son unos modos de ganarse ó asegurarse parciales, igual-
mente lo son lodos los de la misma llallll'aleza, eIH-
pléelos quien los empleare.


El monarca debe asimismo donde tiene ú su la(\o J
compartiendo en algo ~u poder cucrpos deliLcranllS es-
tar revestido de la prerogaliva de disolverlos,


La doctrina que he expuesto sobre 8('1' el rey rc-
presentJule de la nacion {¡ la par que olros tuerpos del
Estado, debe aplicarse á ei'te caso, y:í la nacíoll mis-
ma toca destruir las competencias quc nazcall entre sus


(1) El obispo de Pradt, en su obra sobre las Colonias.




DE TlEllECIIO eONSTlTueJONAL 153
1'0pl'<,sentnntrs. Sucl'dc qlle los clIcrpos que entran á la
par COI1 ('1 1Il()Il:Jl'ca ::i formal' las leycs (y esto diré
lllego el m:) he dicho p que es Sil lIIetlos imporlante
oCl!paejoll .Y la qne peor desem¡wílall),'y que asillli~mo
illICl"yjl'IH'1l mas Ó (Il('(I0S dil'e('tall1('nle y con 'lJayol' Ó
TlH'IlOI' elicaria y efeclo ell todos los gT~lIldt's ncgocios
del Estado, esli!1I ell deSall'IlCllcia á ~'eces con e'l rey,
y otras YCl'.t'~, ~ielld(l e!los dos Ó Illns, UIlOS con otros,
I'ccaYI'lldo la dis(,l'l'f);lllcia de opillinncs ó sobre leyes
que se l'sl;\1I forlll<llldo, Ó ~ohl'e puntos relatiros á la
cOLlduct~ de la pl)tt!stad gll ¡'('I'lla ti la, y en oCl\I'rencias
y situacioll s(~lIlej;¡lIlt'S ¡, c:¡he co~a mas natural y mas
justa que la de apelar :d Ldlo de la nacíon misma di-
ciendo"! «Ahí le dntH'lvo los poderes de ews á quienes
« los has encargado, hourúndolos con la mas alta COI1-
«fianza: mira cuál lla sido sn conducta y apruébnla ó
«Jesapruéhala COll ekgir á los mismos otra vez por tus
«apOdl'rados Ó bipll :í otros dif(~relltes.») Imposible pa-
!"ece (pe flaya Ilabido quiell cOllsiucre esta prerogativa
real, al cabo reducida ;í consultar la Opillioll del pue-
blo, como contraria al dectli'o y prol'eeho de este, y
sin embargo ;¡~i ha sucedido 1 pues por la COllstilucion
francesa d(~ 17!11 ~ Y la (~spaíiola de 1812, estaba
privado el·monaren de la facultad de disolver los cuer-
pos Il'gislatlores y frenéticos admirauores de la dema-
gogia al nso nnligllo hay todaYia, que no están gus-
tosos COI! que haya selllejante prerogati\'a ell el trono,
saho, se clllicndc siempre, en los casos en que una di-
Solllcion cuadra con Sil interés Ó capricho. Pero la di-
soludon, como va cxplicado, es un homenaje;.¡\ poder
popular, y Ull rCCUl'SD á su jtlrisdiccion, asi como va enca-
minada á pOli el' bien en jllego cuando se sienle y
está algo Jes:1lTf'glada ell sus movimientos la máqui...,
na de la admillistl'acioll del Estado.
Competl~ asimismo á los reyes declarar la guerra y


hacer la paz. Eslo se )') negó en parte y en parte se
le concedió en la famosa COllsli !ucion francesa de 179 t,




f 5" LECCIONES
despues de hader habido sobre tan importante negocio
uno de los debates mas brillantes, entre los rnllehos que
ocurrieron en aquella reunion de hombres sabios pero
inexpertos, por los cuales fueron puestas á deli beracion
y resueltas despues de tratadas con grande extensioll,
ingenio y saber todas las principales cuestiones de la
política; no correspondienrlo, es verdad, el acierto en
la resolucion, á lo maduro y sabio del exámen. En la
discusíon á que me refiero, lució como cuando mas, ha-
blando contra esta prerogati\'a de que trató el malo-
grado llarnave, aquel mozo insigne tIc privilegiado ta-
lento, convertido despues de !'.us yerros á mejol'('s y
mas monárquicas doctrinas, y que ca JÓ víclima de su
conversíon, se!$ada la garganta por la cuchilla revolu-
cionaria; aquel de quien dijo Mirabcau., su ri-val, en
uno de los arrebatos de su imaginacion, que «cra un
árbol tierno todavía pero destinado á crecer y hasta hacerse
robusto y giganle. 1) Aquel mancebo ilustre, r¡ue jamas se
vendió á la cOl'te, aunque se p~eslase á servirla cuan-
do la vió amenazada y con ella la felicidad del Estado,
y que feneció en un cadalso con gloria propia, y
mengua del pueblo que lo consintió ó aplaudió, estuvo
clocuentísimo y desacertadísimo cuando con razones pro-
pias de aquellos dias, y fundallas en un erra(lísimo con-
cepto de lo que es la potestad real, quiso que no se
concefliese al rey el derecho de ajustar la pn y dccla-
rar la guerra. Contra él habló en el mismo dehate el
gran ;tlirabeau, superior á Barnave y á todos sus cole-
gas, entendimiento gigante como el que mas entre to-
dos ctlantos ha conocido el mundo, hombre qtl~, Ó ar-
repentido en sus líltimos tiempos de los daños que ha-
hia causado, ó creyendo que bastaha ya de destruir y
era necesario y urgente repal'ar, aspiró á levantJI' de
su postracion la caida monare¡ uía; tarca gloriosa, sién-
dolo siempre la de I'cscalal' á cualquier podcr de un
no mer('cido abatimiento. 1lil'ahcau, sin embargo en el
discurso á que acabo de aludir, andu\'o algo tímido,




DE DERECHO CONSTlTUCrONAL 155
estuvo algo ohscul'o; y desplle~, viendo que se le es-
capaba el valimiento con el pueblo, pues hasta oyó pre-
gonar por las calles un papel con el tílulo oc (La gran
traidon del conde de Mirabeau,» recobrando su fuerza,
yolvió á la lid, diciendo cuando al campo de batalla
iha, y al salil' de su C:1sa: «Salgo y no volveré s·jno, Ó
hecho pedazos, ó triunfante.» Y no volvió ni lino ni otro,
plles si bien estuvo elocuente, ingenioso, profundo, no
alcanzó victoria sino á meoias, pues logró un decre~o
bastardo, que filé una Je las faltas de aquella Constt-
tucion tan defe(;(uosa.


Señores, por razones obvias está bi en depositado en
el monarca el derecho de hacer tratados de paz y de-
claraciones r:le gurrra, pues á él toca lIevat: adelante el
gobierno, tratar con"'las potencias extrañas, y dirigir las
fuerzas del Estado para qu e sea respetado afuera. Y si
hay peligro de que un rey abuse de esta prerogativa,
puesto el mismo derecho en otros, el abuso es todavía
mas lemible- Donde totlas las cuestiones son examinadas
en ptíl,Jico, donde á la opinion que por donde quiera
logra dar á respetar su poder, p.slán abierlos conductos
expeditos, vj5ihle~, por los cuales corre y llega al trono,
donlto las mayorías de los cuerpos deliberantes influyen
en el gobierno, y la maJoría de la nacion en los cuer-
pos deli1Jcrnnte¡.;, el representante perpéluo de la nacion
misma es juez tan competente en esta materia, cuanto
los representalltes de ella elegidos y mudaLles; y sobre
5er á estos iglJal en Jo competente, en lo capaz de obrar
con acierto y buena fortuna en las negociaciones que pre-
paran la guerra, la atajan y traen la paz, ó en las ope-
raciones mililare~, les hace ventaja. notoria. Pero cuan-
do se dice que muchos reyes han declarado guerras ó
injustas ó poco cuerdas arrastrados por su ambicion ¿no
ocurre á \a idea cuá.ntas guerras locas llan declarado
las pasiones viv:1s de yarias clases de cuerpos n llmero-
sos? ¡ Que fácil es, señores, Ilenal' de entusiasmo á un
número de personas juntas y atentas á quien les hace un





156 LECCIONES
disCUI'sO I Yo mismo, débil cOlno soy, aqui, ahora, si
(lO lugar de hablar al juicio ue mi auditorio, hablase á
sus pa~ione8, lograria cOllmovede, y, si quisiese, hac(~rle
pOI' un momento servir á la adqlli'iicion del objeto á
que fuesen dirigidas mis mil';}:;. Pues eso hacer. los
demagogos ú olros oradores, pí~rorando allte audito-
rios tauto crecidos, á los cuales mllcho mas fácil es ins-
pirar de súbito ardor belicoso, que mover á resolucio-
nes prudentes. j Cuán fácil es, y cuántas vece~ se ha
visto con las voces m~gicas de independencia y gloria de
la nacion, que se suponian puestas en peligro, encender
los ánimos de la muchedumbre y llevarla ;í /wdir á voces
con acento furioso gucrras 5 "eces injustas, y cuan-
do no las mas imprudentes! (1) El hombre es de sUJo
hatallador, así como de pasiones fáciles de excitar, y
por eso es tan posible y comun lograr de él que como
eco responda: guerra, glterra, á quiell guerra pide; grifo
por otra parte que si algunas yeces es loco, otras.
es sublime, santo. No me detenuré en probar que es to-
da\'ía mas dificil que uu gentío crecido, 6 sirluiera un
cuerpo algo nllmeroso Plleda hacer á tieIllpo y COtllO !Se
debe una paz; pues ;:luido es COIl cuánto pulso, tino
y delicadeza es mencstl'r obrar para venir á ella desde
en medio de tilIa guerra, y venir de modo que sea la
paz oportu na y decorosa.


Los que negaban al rey esta y otras prerop-alivas,
110 se hacian cargo ue que la potestad real, !'jercida por
consejo de ministros responsaLles, J cuyos aclos son exa-


(t) En el discurso de Mirabeau á que alude el texto. el
orad1lr refdando á Barnave (que algo fuera de propósito y
contra producentcm habi .. ntado en apll}o de su .lidamen , con-
trario á dar el rey el derech<t de paz y guerra el ejemplo de Pe-
rieles) y valiéndo5e de aquel chistoso modo que él empleaba con
tanta agudeza. y en que se dis~ingllió todavía ~as Camilo Des-
moulins, de vestir los personajes y sucesos anllguos al u~~ del
dia al tiempo de citarlos, oiee Pericles no er a rey, y PefleJes
nliéndose de las artes de su elocuenci 1, metió en 11'13 guerra po-
e (} prudente .... á quién? A la Asamblea nacional de Alena,.




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. 151
minados sicmprc por los cuerpos deliberantes cuyas ma-
yorías los apoyan ó los derriban, no era una cosa aparte
de la nacion, ni siquiera aparle de los cuerpos llamados
legisladores. POI' eso veian peligros imaginarios en con-
ceder al monarca el derecho de hacer guerras y paces,
sin consideral' qne el monarca en casos ~emejantes te-
nia que ohrar acorde con los cuerpos cuyo influjo en
la direccion de los negocios, constante siempre, se hace
sentil' mas rn las ocasiones de superior importancia.


De las demas facultades ó prerogativas, que aun en
las monarquías limitadas es oportuno y casi necesario
qne lenga el rey, ltablaré al empezar mi leceíon siguien-
te, aunque pocas me res la n de que hablar, ha biéntlolas
recorrido casi todas, si bién en las que restan hay una
sobre la cual conviene entrar en explicaciones un tanlo
extensas.




LE~t:'ION Ot:'TA.TA..


Señores, hicimos punto en la última leecion, cuando
estábamos tratando de las prerogativa$ que debe tener
el monarca en un Estado bien ordenado, siquiera sea
este de los llamados por antonomasia constitucionales, ó
sujetos al sistema apellidado representativo, y de las
tales prcrogativas apenas nos quedó una importante por
examinar, pero sin embargo dcj:lllloS reservad(l para la
leeeion de hoy, el tratar de otra de ellas que en illlpor~
tancia por ninguna es excedida,


¿Corresponde al monal'ca, en la calidad de cabeza
del Estado, asi como debe corresponder á (¡lIien en
cualquiera pueblo, con este ú esotro título, ejerce la ma-
gistratura suprema, ó sea la potestad gubernativa,
aunque tenga el título de republicano el gohierno, la
disposicion absoluta de la fuerza armada?


Asunto es el á que ahora me refiero, de gravedad su-
ma, en que conviene detenernos, hacel' hincapié, tanto
mas, cuanto que sobre él ha reinado alguna diversidad en
las opiniones aun de los mas afamados y mejores pu-
blicistas, Benjamin COflstant, autor si hoy dia un tanto




DE DERECHO CONSTITUCIONAL, 159
menguado en crédito, al cabo de gran nota y digno
de superior estima; Benjamin Constan t, aman le de la
monarquía, y hasta de IIna hien entendida aristocracia,
pues sustcnta que dehe haber Pares hereditarios; Ben-
jamin Constant, condenador severo de lo~ exIJ'avíos de
la revolucion francesa, los cuales achaca con frecuencia
IÍ máximas elTóneas, productoras de acciones que fue-
ron delilos; Benjamín Constant, apasionado por dernas
á la monarquía ínglpsa, y tanto que peca en su pasion
como deseoso de ver copiado casi en su cabal pureza el
objeto de Sil culto, Benjamin Conslant se muestra co-
mo dndoso, vacilante. combatido de temores cuando
haLla de si (!dIe eslar el rey dotado de la prorogativa
de mandar las tropas todas de la nacion, y de dispo-
ner uc ellas sin restriccion ni intcl'Vencion de otra au-
toridad en manera ó de clase alguna. Sin embargo, se-
ñores, cn mi mente está fija la idea, clara la utilidad
de que el gobernador de un Estado es quien debe te ..
ller el mando de todos cuautos dentro de él llevan ar-
mas. No hay acaso en todos los problemas que el dere-
cho político cons titucioual presenta, uno cuya solucion
aparezca á. mis ojos tan evidente cuanto lo es la doc-
trina que acabo de sentar en este punto. A mi enten ..
der, Benjamin Constant en la ocasion á que me refie-
ro, incurrió en un error en que rara vez solía incurrir,
equivocando, en vez de distinguir como lo hace á me-
nudo, el estado violento de una revolucion, con la si-
tuacion de UI1 gobierno establecido. Y cuenta que no
voy ahora á fulminar un anatema contra las revolucio-
nes, pues no soy yo de quienes las anatematizan á bul-
to, en genel'al, como se verá cuando segul1 pienso lle-
gare á dediear una ¡eccion, ó parte de una, ó mas de
una á examinar el punto importantísimo de la esencia
y circunstancias de las revoluciones, puesto que, en mi
sentir, tratándose de derecho político constitucional, no
deLe sel' pasado por alto. Pel'O antes de pasar á esta
pade de mis tareas (la cual desempeñaré sin miedo ni




160 LECCIONES
odio, sin cedel' á preocllpaciones en mí antiguas ó mo-
dernas, no abona~do las revolllciones ni vÍluI,erándolas
tampoco en cualquiera sazon y en todo tiempo) diré
desde ahora que son cosas Illuy desemejantes entre sí
las rc\'olucionl's y las constituciones. En realidad de
verdad, estas son formarlas cou la mira de evitar aq !le-
Ilas, mira que uo se logra por ser imperfectas las obras
humanas, y tan varias las circunstancias de los pueblos
que lo· hoy bastante y convnllicnte, es dentro de poco
excesivo ó escaso, .Y poco oportuIIo. Pero por lo mis-
mo todo cuanto venga bien á la obra Je una revolucion
en el edificio de una Constitucion no deLe emplea~·se.


He dicho que Benjamin Constant en el punto de que
estoy hablando, tuvo prescn tes 10i> primeros dias de la
revolucion de Francia, cuando, si hubiese sido el rey
verdadero dueño del ejército, ó de no haberse creado
las gllal'dias nationales, ó de conservarse t!n el ejército
la disciplina, no de~obcdeci('nrlo y desampal'ando como
hicieron los soldados á los oficiales, habrian las cosas
venido á parar en el triunfo de la monarquía aristocrá-
tica, tal cual estaba en la hora ell <¡ue cmpezaron las
primeras Jesavenencias entre el pueblo y sus caudillos
por un lado, y por la otra parte el trOlla y sus ser-
vidores. Pero eso mismo prueba lo que he dicho antes
en cuanto á ser necesario en una reyolucion descnten-
Jerse con frecuencia de los principios, porque son es-
tos casos en que es fuerza apelar á los !uedios destruc-
tores por los clJ~¡[es se derriba y allollada á un contra-
rio poderoso. En los tiempos ordinarios, las tropas es-
tán destinadas á contrihuÍl' al mantenimiento de las le-
yes en Sil fuerza y vigor, y á la repre:iion de los ri-
dículos remedos de las revoluciones, con frecuencia
hechos cuando los tiempos son ir,(plietos .Y el gobierno
es creido débil; Y que uSllrpando eluombre grande siem-
pre, respetable á veces, de rcvolucion no mere-
cen olro mejor qlle el !"IIia y desjlreciable ú la pfll' ljlle
execl'able de motines. Para (lile eiSta repl'eSíOll se COIl-




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. j 61
siga el gobierno ha de contar con un ejército disciplinado,
ohediente, plegado á aquella obediencia hasta pasiva, ne-
cesaria para mantener cualquier género de órden entre
homhres armados; y para tenerle tal en sustento de las
leyes, necesario es que dependa de una sola autoridad
y esa la gobernadora su prema.


Pero acaso me ·dirün que esta doctrina va en dere- -
chura á la tiranía y que con un ejército semejante, mero
instrumento pasivo de la voluntad, cualquier gobernador,de
1111 Estado, ya lenga el título de rey, ya otro alguno, pue-
de hacerse sllp~~rior á las leyes venciendo las resistencias
que á su poder se opongan. Señores, lo repito, yo en
caso ninguno so)' abogado de la tiranía, ni seré yo quien
abuse del lugar que ocupo en esla cátedra para reco-
mendar á unos que la ejerzan, á otros que la sustenten.
Pero cuando llega el caso en que un gobierno llega á ser
verdaderamente lirano; cuando se pone en pugna con
el interés ó la opinioll casi getler~les en un pueblo, en-
lonces la socieda(1 est:·¡ desencajada, las le.Yes todas des-
aparecen, la obediencia cesa en el soldado y en quien
no lo es, y vicne á ser inútil que las leJes pon-
gan la fuerza d rmalla á disposicion de esta ú esotra
persona, ~i(Iuiera sea una revestida de la dignidad y po-
testad real, porque ell casos tales, participando de los
pensamientos y afectos que á sus compatricios mueven,
los solllados olvid:lll su profesioll para volverse ciudada-
nos. No equivoquemos est~ situacion, á que acabo
de aludir, que ocurre alguna pel'o rara vez en la historia,
con los perpetuos eonatos de rebelion de que somos tes-
ligos en nuestros dias, cll::mdo, despiertas bs ambiciones
todas y flaca en fuerzas la autoridad, el público sosiego
á cada instante está en peligro de verse turb~do, y la
causa de los revoltosos triunfante. Contra ese peligro
debe servil' el ejército, asi como las demas fllerz~s d~ la
sociedad y del gobierno que á ésta representa, y p~ra
que la causa plíblica y con ella b de la libertad pri vada
prevalezcan, illllispensable es que la fuerza esté depen-


11




162 LECCIO:\'ES
dien te de! supremo gohierno y no de aquellos cuyo in-
terés es ser inoLedientes cuando no sediciosos. Porque
los que íliegan al mouarca el derecho de disponer de la
fuerza armada tienen que poner la misma facullad, á lo
menos en ciertas ocasiones, en otras personas Íl otros
cuerpos revestidos de cierta autoridad, y partes ('U el
sistema gubernativo del Estado. Y esto equiyalc, señores,
á tener en pié, arreglados, pl'ontos {¡ obra!' los elemen-
tos de la guerra civil. Sobre este punto a pelo á la his-
toria, y no solo á la contemporánea y doml)stÍca sino á
la de todas las naciones y edades, pues en todas se ha
visto que fuerzas obedientes á amos diversos, chocan
unas con otras fretuenlemente, y que donde hay tro-
pas no dependientes del gobieruo supremo, si/Yen para
aux.iliar ó 'servir á aquellos de quienes inmediatamente
dependen, en proyectos ó empresas de rebelioll ó sino
de tanto, de desobeJiencia y desórden. ~o compongamos,
pues, la sociedad con arreglo á un plan de discordia:
procuremos al revés, si hien intentalldo equilibrar las
fuerzas unas eOIl otI'dS )' oponer un illlerés;í otro, seu-
tal' en la concodia y movimiento ull{tnime ó bien cOllcer-
tado de las partes diversas que las componen, el bueno y
saludable juego de las máquinas gubcmativas.


Toca asimismo á los reyes dar los decretos y regla-
mentos pa!'u que las leyes sean bien ejecutadas. Perc en
este punto, y clonde el monarca Ha es único legislador,
no debe traspasa!' los límites que á su autoridad cstún
puesLos, ni convertir el derecho 'lue tieue de reglamen-
tar en el de hacer leyes. La legislacíon polí tica, así como
las demas, no uebe ser Ull engaño; y la monarquía
limitada, sea mejor ó peor en sí, debe cum plir con las
condiciones con arreglo á las cuales cxiste.


Hemos concluido, señores, el exálllen de las prcro-
gativas que, en mi sentir, debe tellcr el rey hasta en
~os estados donde cs su poder mas corto y está compar-
tido con el de que gozan 011'05 cuerpos. Considerado ya no
solamente el poder que de he lenel' quien se sienta en




IlE lJEILECHO CO~STnTCIO:\'.\.L. 165
un trono, sino tambien el brillo de que dehe estar ro-
deado; señalada la parte que debe tocar á todo monarca
en la fOI'l1l:lcioll de las leyes, las cuales debe proponer
juntamente con otros, y sancionar en caso de ser por otros
propucslas,; explicado al fin cuanto le corr~sponde en
c:llidad de depositario de la pot"stad ejecutiva, nada
mas queda que de(;i1' en esle punto. Latas son en ver-
dad, las prcrogativas que en mi juicio competen á los
reyes: excesivas no, pues creo que !a felicidad ptíblica
)' pl'i lada piden quc no sean menorcs. Y en una cosa
insistiré /'I~l'iliend¡) lo antes dicho en este y otros puntos
semejanles, porque dcbe repetirse lo qlle conviene á
cada momento tener presente. Benjamin Constant, au-
tOl' cilado por mí t8ntas veces como digno, sino de
ciega admiracion, de no escaso elogio, usa sobre la ma-
teria {\ qne me estoy refiriendo de las siguientes notables
palabras: "En nuestras con'ititnciones monárquicas (ha-
l)bla dc las de Francia ;JI pri!H:ipio de la revolncion) se
» tuvo miedo dc:l l'ey, y en nuestras constituciones re-


'» pllhljc~lllas se tuvo' !11i~do al pucblo, y hé ahí la razon
» por C[Ul' 11I1e~;ll'a:) cOllslitllciotH~s vinieron á liena." No
rl](~ 1 el! \'l~ldad, la que el citado sagaz escritor alega la
razoa única de tales caidas, pero si no fué sola, fué sí de
las princil'alt-s. :\ada \)S pOOl' flue: proceder con miedo
al seoalal' las I'aellll;¡r!cs, siquiera sean latas, de la5
principales parles que fOl'm¡¡n \lua Constitucion y en
ella olJ!'all. ,\1 contrario, ~';cfíores, enll'cgnémonos á to-
llas ellas COí! grande, sino ()xcesira l:oldlallZa; miré-
mos'as eomo dignas todas do vClleraeioll, no ellsalcemos
:í. unas á costa lle otras 1 pues poniendo pl'imcro lo que
debe ser plimcro, y en su lug8l' lodo, 'Y ninguna cosa
en el predicamento do nociva ü despreciaLIl', 10gl'3.remos
que en d Est.ado !taya ónlell; que la f!lcrza social exista,
.Y una gran dósis de liJwrlad con (,11:1; entendiéndose pOI'
libertad el segllro au:paro de las !'(,i'wnas, de las pro-
piedades, y hasta (lel uso y dcc!araeioll del pen~amien'to.


Sabido es, sciiores, qlle el re.', rn las monarquías




164 J,ECCIO~ES
claramente limitadas rjerce Sil poder obrando conforme
á Jos consejos que le dan ministros responsables. De la
responsabilidad de estos y de lo demas que al ejercicio
de su autoridad toca, forzosamente habré de hablar en
el curso de estas lecciones, dilatándome en la materia,
como ella de suyo requiere, pero el órden que he adop-
tado pide que antes trate de la naturalc'za 'f fOl'macioll
de los cuerpos legisladores dOllde está plan leado el sis-
tema apellidad/) represen la ti vo. A eso pasaremos ahora
inmediatamen te.


Señores, donde hay cuerpos que disfrutan ~olos Ó
comparten con ,el monarca la facultad de hacer las leyes,
y que asimismo deliberando en público sobre tocios los
negocios del Estado entran á la parte ('.11 la direccion del
gobierno por el influjo directo ó indirecto que ejercen
sobre todos sus actos, aHí existen los gobiernos llamados
hoy como por antonomasia constitucionales. Una co~a se
debe tener presente, y es que la importancia tle est05
cuerpos es mayol' en las monarquías Cflle cn los estados
cuyo gobernador supremo es elegido. En "alde pretenden
los apasi0nados de las repúblicas que en ellas se goza
mas libertad que en las monarquías. ;\ 1911ll~ s "en lajas
llevan aquellas 8 estas, compensadas con des\'entajas, en
mi entender, superiores en calidad y número, pero \lO la
de dar mas libertad; yesto porque en general el poder de
los gobernadores elegidos es mayor de llCcho que el d(,
los reyes, aunque por la Constitucioll estl"ll ¡,('restidos
de menos facultades. Nace esto (que digo como por di-
gresion) de la cansa propia Je la cual dimalla cn las re·
públicas la inferior importancia de los cuerpos legis-
ladores. Donde hay eleccion para el magistrado primero
y superior á todos, la de los diputados queda s'~~utlda y
no puede ser tan atendida. Testigos son de es lO los Es-
tados Unidos anglo-amerieauos donde la cleccion de
grande importancia es la del presidellte, sielldo en gran
mancra inferior l::; de los (ltle componen el congreso. Y
en otras reDÍlblicas, mas tOGavia se pone la atcucioll




DE TlEllECIIO CO~STITLCIO~"\L 165
en elegir á log que sin lítulo de reyes se arrogan la aulo-
l'idad soberana, siquiera la usen como tiranos oprimiendo.


Pero sea cual fucre la importancia de los cuerpos
legisladores, debe decirse, CJue llevan este nombre pOl'
considerarse que su principal pl'cl'ogativa y mas prove-
chosa larca es tenel' parte en la formacíon de las leyes.
Sin rmlJargo, yo que dislo mucho de negar la impor-
tancia de semejan le ocupacion ó derecho, no es á ello á
loque en los lt'abajos y poder, y utilidad de estos cuer-
pos atribuyo las snpcriores vcntajas. Sí, señores, sí des-
prendidos de preocupaciones examinamos las razones
8ín llamar ante nosotros al gran tes1jgo tle la historia
por solo el raciocinio, nos convenceremos de que ( como
lo diré sin rebozo) estos cuerpos compuestos de miem-
bros numerosos y formadus por la eleccion para hacer
lmenas leyes no valen mucho. ¿ Y cómo puede ser otra
cosa? En ellos se sujeta un proyecto á cxámen y discu-
sion, asistiendo los que han Jc contribuir á que se con-
vierta en ley, de 'cllos la mayor parle ignorantes sobre
la llI~lel'Ía de cada pro}Ceto particular, además no poco
distraidos, pues notorio es eon cuanto mayor empeño se
aliende en las rcuniones que tleliberan en público á
lasmaterias (le gobierno que á las tareas meramente Jegis-
lati vas. De lo q lle aCa bo de decir, sellares, testigos me
son cuan los asisten aquí <Í en olras partes á las sesiones
de scmejantes congresos, y quiero yo que me digan si
aticnden ó notan que los diputados atiendan con el
mismo cm peño ú la dcliberacion sobre una ley de tras-
cendencia suma al público ó privado interés que á la
comersacion sobre una interpelacion "iva y punzante, Ó
;í la disputa acerca Je si obran mejor ó peor y deben
ser aprobados como buenos ó reprobados como malos
los ministros. E:;,tas últimas son las disctJsiones que em-
peüan: las otras no 7 y lo mismo acontece en aquel tea-
11'0 á los actorcs que á los expectadores. Hablo por ex-
periencia, señores: yo mismo pobre pecador que de
esto tralo, me confieso culpa<io con frecuencia de eso




166 LECCIO"ES
mismo que ahora aquí condello, y al confesar mi culpa,
]a cual importa poco, tengo la prcsuncion oe decir, yeso
importa bastante, que el mismo pecaoo comelell casi
todos cuantos se hallan en mi mismo caso, :í excepcion
en cada ley de un corto número de hombres inleligentes
en la materia Jiscutida. Pero estos, srItores, Sal! ¡los
menos, yel voto Je los mas confiere á la ley el cadetel'
que ya le dá el salir aprolJada por una oc las partes que
á formarla concurren. Pues, scItores, dcspues dc ha-
JJerse continuado examinando y discutiendo asi el pro-
yecto de ley, llega el momento de vOlarle. Y los votante"
al hacerlo no estáll mas empeñados ni Il1clios dislraídos
que anLrs estaban, soliendo al dar su yoto no pensar en
la calidad de la ley, sino en cómo vota el caudillo ó cabo
de su fila. Así en cada cuestion, ó poco menos, siendo
corto el número de quienes respectivamente la entienden,
son los ignorantes quienes la resuelven con su fallo. ¿. A
pl'imera vista no pal'ece desacertaoo, has(a absurdo, un
modo (al de hacer leyes, y cabría illl:Jginarle menos
á propósito para que ellas salg:lIl hicu hechas? Por eso
se verá, señores, que las grandes o}¡ras de legislacion
Ha han salido de los cuerpos lIumerosos de elegidos tlel
pueblo que delibel'an en público. La asamblea constitu-
yente de Francia hizo leyes á centenarcs, y ¿ qué es hoy
de ellas? Y cuenta que en congreso uingllllo del mundo
como allí se lran juntado talll03 hombres de huen en-
tendimiento y vasta ciencia; pero aquel cuerpo ilustre
por muchos títulos, y sobre el cual por 0(1'0 lado pesan
tan graves cargos, cuyos aciertos 'están influyendo to-
davia en la suerte del mundo, cuyos yerros de no me-
nos poderoso influjo dehen ser y son achacados por la
poslcl'jdad, no á 'mala intcncion ni ignorancia sino á
un:J impaciente inexperiencia; aquel clll'rpo legislando
tanto !lO pudo hacer una ley'siquicra dl~ lIlt'diana dura-
cion, cumpliendo :solo con Sil destino útil á la par y fu-
nesto de sel', como con l'aZOll y frase sillgular los lIallJ(¡
el célebre inglés Barite "arqHilcclos de rl/II/as." Y si




IlE nEllEf,nO COi\"STT1TCIO:.i.\L. 167
esto sucedió ~t aquella re!lUiÜll sáhia, pero numerosa y
conmovida por pasiones, ¿ de dÓ~lde salieron los códigos
que hoy rigen en la vecina Francia, y de que con tan
justo motiro están ufanos los franceses '? Del gobierno
fuerte de Bonaparte que los hizo en su consejo de Es-
t~do, cuerpo rcdllcitlo, ilustradísimo, de gente inteligente
en las materias que l' ataba, que deliberaba en secreto
y sin pasiones, precedido por aquel déspota admirable y
por su natural discurso en todas las cosas entendido.
Esos códigos incomparables aunque con algunas imper-
fecciones, asi como el si5tema administrativo ó de go-
hernacion establecido en esa nacion misma, han sido
adoptados despnes por el gobierno eonslilucional, que
incapaz probablemente de hacerlos se ha mostrado digno
de consel'varlos. Al revés en Inglaterra donde los par-
lamentos han estado hace tantos siglos haciendo leyes (a)
;, es acaso la legislaeion un modelo? No, señores, aque-
lla nacían por tantos títulos respetable, ;1 la CUál no Gle
cansaré de elogiar, no es por lo perfecto de su legisla-
rion cüiI .Y crimillal pOI' lo que brilla. Porque es tan co-
Iloeido que se haecn allí con descuido y desaliño las
L~yes, que lile aenerdo de haber el Lord Eldon, por
Illuchos años Lord C:mcillcl' de Inglaterra , muy enemigo
de toda novedad y a pasitmado á las cosas de su pátria,
tlieho hablando de nna ley l'ccien hcclJ::t sobre las agi-
taciones dc Irlanda, y con tra la asociacion llamada ca-
tólica, que estaba tan mal compaginada y presentaba
tanlos puntos por donde eludirla ,~que por los huecos
deJados entre sus artícnlos y disposiciones bien podia atra-
vesar un coche con cuatro caballos," Todos estos cuerpos,
en verdarl, por su índole misroa deben desempeñar y
dcsempeílan sn tarea de legisladores con torpeza, pero
la desem peñarian todavía peor, y aun serian incapaces
de ella si por for(una otras circunstancins no viniesen á


(a) Oigo los parlament~s y no el rey, pUeS si bien á nombre
de éste son dadas las ley()s , él contribuye á hacerlas, en calidad
de parte del parlamento, componiéndos2 este de las dos camaras
y de la corona. •




168 lECCIONES
contribuir á que las leyes de ellos salidas, si bien faltas
de la perfcecion á que llegan las hechas por cuerpos
mas selectos y menos numerosos, 110 adolecen entera-
mente en grado sumo de los defectos que de la com-
posicion de aquellos congresos al parecer impropia para
legislar, deherian ser como consecuencia forzosa. Sou las
cil'cunstancias á que aluclo las consecuencias del iníllljo
que en estos cuerpos ejercen unos miembros. sobre otros,
por donde cellen los hom bres á aquellos en quienes reco-
nocen mejor talento y sobre todo mas inteligencia é in s-
truceion en las materias sobre que respectivamente se
discute y vota, y las resultas asimismo del poder que
la opinion pública tiene y usa sobre personas tI (le por su
situacion forzosamente han de obedecerla ó consullarla.
Sí, señores, la opinion pública es buena, aunque no
siempre segura maestra, hasta en materia de legislacion,
y ya se entiende que 110 hablo de lo que se bautiza con
tal nombre cuando se dice: "la opinion púbhca pide esto
ó reprueba esotro" entendiéndose por tan illJportante
nombre el '\"oto de uno ó pocos mas corrillos, ó la
opioion de tres ó cuatro periódicos, sillo la Opillion ver-
dadera, originada en lo~ ilustrados, seguida por los sesu-
do:>, apoyada en el bien comprendido interés, impeli(1a por
el justo y moderado deseo, obrando no como súbita y fu-
riosa ráfaga de viento, sino al modo de aquella corriente
de aire que reina firme y con~lallte entre los trópicos:
opinion no solo digna de respeto sino aun á la cual n:lda
resiste. A esta obedecen los cuerpos legisladores cWJndo
aciertan, y de ahí "iene que en algunas ocasiones sus
leyes no saquen la imperfeccion que de lemer seria vistos
los padres de que nacen.


Pero no se crea ljue :Al hahlar de los cuerpos legis-
ladores como menog propios para serlo, intellto desa-
creuit:lrlos en todo. No, señores, esos mismos cuerpos


'para legislar no tan buenos, como Congresos deliberall-
tes, com.o directores mas ó menos claros, ma" ti me-
nos rodeadamcnte dé los aclos del gobierno; como CIl-




DE DEl\ECIlO CO:\"STITUCIO:-¡.U. 169
frenaJorcs por UJl lado de la arbitrariedad de los que
gobiernan, y por otro de la violencia de los que mal
obedecen; corno canales por donde circula la opinion
púLlica sohre todos los lIegocíos gubel'llativos, yendo
de los gohernados ;Í los gobernadores, yaun ,'olviendo
de los sl'gundos á los primeros; son dignos de consi-
deraciOll; siendo siempre de importancia y de grande
u (ilillad no pocas ,"eces, siquiera hoy hayan perdi do
mucho de Sil créllilo, siquiera Yayan compensadas sus
"enlajas con graves imperfecciones y ~aiíos; porque
deslÍe Illego me declaro, sellores, contra quienes con
poco juicioso orgullo pretendan condenar á bulto, de
ligero, completamellte, sin distincion de tiempo ó lu-
gar la forma de gol,ierno vigente en las naciones mas
ilpstradas del mundo, ) á la cual ó se prestan gU'ito-
sos á servir, ó 5e conforman ~l obedecer casi todos los
hombres de mas valía en el tiempo presente, asi corno
quienes nos han precedido en épocas asimismo de
ciencia profunda.


He didlO ~lle estos cuerpos hermanan con sus venla-
,ias grandes, 110 menores incollYenie~ltes, hijos estos y
aquellas del mismo orí~cn. En efecto, en los cuerpos á la
par qlle legisladores deliberantes en público son tratadas
todas cll:ítllas materias ocupan la atenciotl, y empeñan
el interés del gobierno y del pueblo: se contiende pOI'
la palma de la elocuencia y de h cieucia de los negocios J
tnmbien por la p05esion del po(Ier y la autoridad: cada
providencia es hija de ulla lid intelectual, y por lo mis-
mo de una victoria: suelen ser el triunfo y la prez de
los mas merecedores, ó á lo menos de los mas hábiles, si
hien en alguna ocasion ue 10s mas atrcv¡dos, y es co-
mutl que de la publicidad y debate en cuanto al ma-
llejo de las cosas públicas, saque fuerza el Estado aun
{¡ efectos de la eausa misllla qne desvil'lua la autoridad
y ;Í él debilita en otras ocasiones. Claro está que hay
pdigro y daño de rlU(~ ea esta continuada pugna esté
siempre el [l8dcr puesto (valiéndome de la ingeniosa




i 70 . LECCIONES
expresion dicha en conver¡¡,aciOIl parlicular pOI' un amigo
mio de saber vasto, y clarísimo entendimienlo) it pú-
blica suuasta; siendo la ambician mas Ó mCllos acom-
pañada de talento y ciencia, de arrojo noble ó d~ loca
osadía quien hace la puja y en el remate se ([ueda con
la presa. De las ocasiones pende pues el que esto sea
un hien ó mal, mayal' Ó menor, siendo pues aquellas
las que determinan cuando son útiles y cuando no, se-
mejantes cuerpos deliberantes. Claro está que en un
pueblo iluslrado, en el cual est~l difundida la riqueza?
y donde por eso hay sahe¡' que estimula á hacer venla-
deros progresos, independencia que retrae de venderse
ó doblarse, ó de buscar el propio provecho cn el COJ11UIl
trastorno, aficion á la propiedad y resolucion para de-
fcnderl::t, los principios en suma oc est::tbilidad y de
adelantamiento, opuestos sí, pero no ~iempre contrarios,
prepondel'an en los cuerpos á qae nos referimos los
hienes á los males. Al reyes sucede en naciones poco
ilustradas y pohres, donde al ucinando á los ignoran tes
y arrastrando á los dependientr~s, los aventureros se en:'
cumbran, y penetrando en esos cuerpos, los llacen ins-
trumentos de SI] ambícion y del !Jlíhlico Jallo.


Señores, despnes de habe¡' alendid0 á la índole de
esos cuerpos, y examinado y confesado SllS ventajas y
dcsventajas en general, pasemos ú ver lo que son se-
gun dominan en ellos varios influjos, el aristocd.tico,
el mesocrático ó el democrúlico, porque lino de ellos
por fller:la ha de prevalecer sobre los otros. Y mas es,
pues donue los cuerpos legisladores ó deliberantes son
mas de uno, el mismo in/lujo ha de prevalecer en to-
dos para que no sean la gobernacion y el Estado entero,
aquella ulla guerra constante, y estotro un campo per-
pétllO de ha talla , si bien el inflojo pl'edorninante en un
cuerpo ha de mostrarse á las claras y cn el otro ó los
otros ha de aparecel' Illas o Illenos disfrnado. Y cuenta
con que sea uno Ú olro el inlllljo que domine, siquiera
Sl'a r,J arisloer[¡tico, donde ha de rjercel' Sil poder In de




nl; nrmECllU CO~STI1TCIONAL 171
sel' en el CllCl'flO el(~cti 1'0 y en la apariencia mas po-
PUIUl', pues en este ha de residir la fuerza pl'incipal,
el pl'imer motor que ú la máquina del gobierno sustente
é impela, siendo en el parecer y hasta en la realidad
el mas importante obralldo~ aUll cuando su podrr le ven-
ga del de otro cllel'po qne, en rez de ejercerle por sí,
se le COlHulliea. Asi en Inglaterra, donde la aristocra-
cia domina, ejerce ella su domillacion por medio de
los Comnlles, mas (lile por la C{¡mara de los Pares,
y asi se ha visto subsistir ministerios tenielldo á aglJe-
JIa f;norable y á esta contraria, pero ningutlo tí:nien-
do contra si á la segunda.


"iSlo es pOlO cste ejemplo, que debiendo en los
Estados pl'evaleeer un inllujo sobre otros, y el cuerpo,
ó, donde hay mas de llItO electivo, el mas popular so-
bre los demas, la aristocracia queriendo afianzar su
imperio oebe ganal'se la mayoría en el cuerpo que por
la eleccion popular es formado. Asi puede lograr la
aristocracia Jos fines {¡ q uc a~pir:J, con provecho pro-
pio }' público, asillli:;lllo en grado no corto.


Abora pues, i,cu~l scr{¡ la nal uruleza de estos cuer-
jlos cuando en ellos domina el podcr aristocrático, y cuál
prevaleciendo el de las clases medias ó el de la plebe?


En el caso jlrimero se forman en los cuerpos de-
liberantes dos grandes parti(lo:;;, :í cuya frcnte y cabeza
se colocan 105 nobles de In;:¡S valíJ, ilustres muchos de
ellos por la allligüedad de su familia, olros por sus
talentos .Y edut;)cioll, dirigid;:¡ desde lurgo á formarlc¡s
para rer,úblicos, alglJllos por su crecida riqueza, lIle-
dios todos por los cuales gozan de ascendiente en la
sociedad, aun fnera de los cuerpos en cllyo seno brill;:¡ll,
ohran, .Y desnl1lp6ÍJll su cargo de caudillos. A estos se
allegan otros illfl'riores, cllúles de influjo por su rique-
Z,:, cuúles de valor [lOI' su habilidad y saber, que en
las hipll arregladas y disciplilladas huestes van ocupan-
do pueslos 'j lI1andos superiores unos á otros, form;lI1-
dose tilla Iwri'ecl a escala.




172 LECCJO~ES
El mérito no ayudado por el favor de los grandes,


no suele alcanzar allí un puesto eminen te, aunque ue
esta regla hay algunas y notables excepciones, pero es
raro que al mérito no dé la diestra nobleza favor y ayuda.
y no se crea que por estar asi capitaneados por nobles
atentos á Sil propio provecho los opuestos bandos, esté el
interés del pueblo enteramente desatendido. No: tes-
ligo mc es en este punto, asi como lo puede ser en
cierto modo Roma antigua, la Inglaterra modcma, don-
de hay n0 solo hombrcs de la alta nohleza, sino fa-
milias que de padres á hijos tienen por lauro ahogar
IlOr el inlerés y hasta por el poder dc las clases inferio-
re", y sustentan su cauga )' principios con el decoroso
orgullo, con la inflexible entereza, con la constante
adhesion, en suma, con los pensamientos altos que por
confesion de casi lodos aun en estos nuestros dias,
suele!l ser y han sido por larga::; edades distin tiyo pe-
culial' y á modo de patrimonio personal de la nobleza
antigua. Lo quc eran !flS Hables Graeos en Roma (don-
de tambien hacia n papel por el lado opuesto lo::; Clau-
dios Nerones) eso han sido los Russell, los Cavendish,
y olros en Inglaterra por muchos ailos.


Donde asi domina la aristocracia, d podel', ósea
el ministerio pasa con los vaivenes del estado de un par-
tido á otro, y en los cuerpos donde pOI' apoderarse del
mat.do se contiende, reina la fidelidad ell los conten-
dientes; fidelidad de partido que si atiende ú las cosas,
atiende mas á las personas todavía. No digo esto por
sá lira ó en alabanza, pues si debe atenderse ú las co-
:o;as mas que á los hOl1lbres en estos van á menudo sim-
holizadas y encarnadas ae¡ ueUas, y ademas, esto de aten-
uer:í los indivíduos se nota hasta en los puehlos donde
la mesocracia ó democracia dominan, auuquc no se
a!hicrta tanto cuanto donde prevalece la aristocracia.
Porque los hombres de ilustres .Y conocidas familias el!
(¡uienes la adilesioll Ú ciel'los prillcipios es á veces he-
redad:l y siem (ll'C llotol'i3, y Cl! ps "idas desde Sil edad




lIE DERECHO COXSTlTliCIONA L. 175
lempl'ana han estado palen les al público, significan
mucho por sí, ó lo que es lo mismo, equinlen á la:;;
cosas de las cuales sus persouas ó sus hetlws son re-
presentantes, al paso que los homhres Ilunos tienen
que darse ú conocer mucho, J adquirir importancia
grande para llegar á equivaler á un priucipio, :í una
serie de doctrinas, ;í una conducta polílica prcsunta.
Donde es el influjo superior al aristocrático, las mudanzas
de ministcrio son mellOS comunes, y se reducen al tras-
paso del poder' de un partido al olro opucsto. Hay, es
verdad, para las gentes de menos valer escasa proba-
bilidad de ascender á la mas alta cUl1lore, v hay en la
casta privilegiada deseo asi como ardiente ~xclt~sivo de
repartirse los objetos principales de homa y provecho,
no contentándose con poco las gentes criadas en la so-
1)crbia )' nbundancia.


Di verso estado es el de los cuerpos deliberantes
cuando en I'][os, COIUO sucede en Francia en nuestros
días, predomina el influjo de la clase media. Entonces,
(,IJ 'ez de formarse Landos ó partidos firmes, bien com-
puestos y unidos, y disciplinados, obran los hombres mas
slIeltos )' cada C\lÚ~ ele por sí, aunque no del todo; pues
su cOlllpleta dispel'sion equivaldría al aniquilamiento
de toda fuer'za. Hay prímero dos partidos, el del mi-
nisterio y el de la oposicion: luego se forma otro ter-
eero: despréndense de todos ellos j ndivíd nos á formar
IjllO lllas que 110 sn atreven á lIama¡' cuarto ror~t1e se-
ria demasiado, v daria materia {I risa: cada fl'acci6n
toma d llombre ~Ie ciertos personages; pero no a yinién-
(losl~ bien los subalternos á reconocer superioridad ab-
íiolu:a en SUR capitanes (pues la de la gerarquía
no existe, y la del mérito individual la pretenden y se
la disput811 muchos) se declaran caudillos de agrega-
ciones de hombres mas reducidas, quienes antes 8er-
yi:m en las mas numerosas; y entonces puesto el po-
der :í plíblica subasta, no sucede como cuando son po-
cos los licilatlores sino al contrario, acudiendo gran tro- _.~


l.L'.?~.)~~ ~'. ~
.......... ,


" ,~._ ..




174 U~CCIONES
pel á la puja, cierta confusion es inevitahle. Asi vemos
que en estos casos es mas diticíl gobel'l1ar quc los mi-
nistcrios I.'stán menos firmes no con provecho del pü-
blico, que el poder está siempre como conmovido cuan-
do no bamboleándose. ~n Francia, modelo de la mo-
narquía mesocrática, dOlido la gcn lo de mediana esfera
tiene el influjo principal en los clwrpos deliberantes
colegisladores, vemos un partido de derecha y otro de
izquierda, y dos mas llamados de izquierda y derecha
extremos, y dos de centro derecho tÍ izquierdo, y luo-
go á ·estas divisiones se agregan otras (le partido (k
Thiers, partido de Passy, etc. , viniendo ú suceder que
en \'ez de dos listas de ealllliJalos al ministerio, en la,>
cuáles si algull nombre se quila ó sc añade, ó muda
de lugar, son e"tos pocos, hay listas y combinaciones
por docenas (siendo como es sabido ('!l eslo" cuerpos
la posesion del miIli~terio lo (IUé ~e disputan 105 COll-
tendientes.) Acaece en eslos Gasos descomponerse tan
multiplicadas y enredadas combinaciones: hacerse de
a(¡í máS imposible la pcrm~:lt1enci:l eH el mando de cier-
los hombres, la subsistencia en los aclos del gohierno
de ciertas doctrinas, y de la conducta ~. ellas arregla-
da; )' llegar á di:,;poncr un:! corta mitloría d(~scontenla
de la slll~rle del Estado, á lo mellOS para destruir, pues
en congresos tan divididos ocho ó diez hombres por al-
gunos dias mancomunados echando el peso de SIlS vo-
tos en un platillo de la balanza, y d:ltldo asi apariclL-
cia y efectos de mayoría ,flo Ilne 110 lo es, destrtlye un
ministerio sin facilitar la formacion del (IUC ha de sn-
cederle. Esto dehe pasar de necesidad, y esto pasa don-
de la mesocraeia domina en los cuerpos dclihcl':lOles,
pues alli por falla de la arisloeraeia, tÍ digamos ell'e-
conocimiento oe superioridades dificilcs de eontes!;)!',
en la que antes he caiiíicado do lotería del podo!', al
premio grande aspiran easi todos cuan los entran tl1
Juego.


Las ventajas anejas al illilujo de la III rS¡)('¡';1f·j ,1, P/)1'




!lE DERECHO CO:\'STlTUClOXAJ" 175
las cuales quedan compensados los inconvenientes que
acabo de indicar, son obvias. En ellas Lampea el talento,
ó sca el mérito personal "de los indivíduos. De la arn-
hiciou nacon los esfuerzos para satisfacerla, y de es-
los á menudo el COtnUIl provecho, y la gloria, y con ella
la fuci'Zt1. tIc los Estados.


No hablaré Illucho del infllljo de la democrácia en
los cuerpos deliberantes. He dicho que con el influjo
de l~ plebe ósea dd mayor número de los hombres
que componen un Estado, son poco compatibles las
formas del llamado gobiemo represen lati \'0, aunque
algllua excepcion notable, pero hi.ia c/c circunstancias
singularAs, y productora de una sitllacíon cuyas trazas
de ser duradera no son muchas, pueda servir en refu-
tacion de esta mi Uoctrina. En general para que pre-
domine y donde prevalece en un pueblo el influjo de
la muchedumbre, acomoda y sirve mas que el caudi-
llo popular mande con poco limitado poder, corrigién-
dose con la mudanza del hombre, ú con la resignacion
de los gobernados los vieios propios de un gobierno,
Cllva· autoridad es excesi V3.


" He explicado, señores, lo que sucede en los cuer-
pos deliberantes cuando en ellos prevalece p HilO ya
otro iutlujo. Como en lodos los casos hay bienes jun-
tos con males, forzoso es que nos rcsignemos :i cargar
eon los segundos:í lrueco de tencr los primeros. La
mesocl'ácia es la quc debe reinal' ahora en los Estados:
eOllformémonos con ella, considerando f) ue si donde
reina tl'ae consigo el inconveniente de la hulla de los
talentos asaltando la fortaleza del podel' (bulla que es
incómoda como lo son toclas) á lo menos acompaña
á este mal la ventaja de ser seguro que ha de estar
rcgido el Estado pOI' personas de valía, salvo en las re-
YOlllCiollcs, que son ulla excepcion y cosa aparte de
todo gobierno" y mas que de otros de los llamados
constitucionales.


Habiendo tralado de los influjos que reinan en los




· 176 UCCIONES
CU~l'pOS dclibel'anle~ y de como obran y que efectos
producen, tiempo es de pasar á ver como deben es-
tos cuerpos ser formados,


Empezaré, señores, por el primero, y daré lugar
tal al que lo tiene en la gerarquía si bien no en la im-
portancia; al que es llamado en Inglaterra Cámara
alta 6 de los Pares, en Portugal lo mismo, en Fran-
cia Cámara de Pares (clisputándüle el Utulo de alta
ciertas preocui)aciones~añejas revolucionarias, si bien en
general le es concedido) y en la Bélgica y hOJ en Es-
paña , sin calificarle de alto 6 bajo, senado.


Ahora pues, ¿cuál forma conviene d:J1' á semejante
cuerpo?


Señores, hablando como debo, sin atender solo á
las instituciones aqui existentes (si bien como leyes
de mi patria las obedezco y aun veuero, y recomiendo
á la general obediencia y veneracion, pero CiI ya apolo-
gía no voy á hacer cuando tI'ato de la ciencia política
en general, y me declaro pOI' lo mejor en mi concep-
to) dirl\ que mi preferencia, dada pOI' supupsto con
ciertas restricciones y concesiones, y ('ollsideraltdo que
hay cosas annque buenas en sí, malas ahora (lor ser
impropias del momento prcsentp; qlH! mi preferencia,
repito y sin rebozo 10 declaro, es :, q lIe la dignidad de
miembro de uno de los cuerpos deliberantes sea en mu-
chos, sino en todos quienes los componen, transmitida
por herencia. Bien sé que este modo de pensar es \'Cl'-
daderamente poco popular ahora en España yaun fuera
de España, pero )'0, señores, ni puedo ni quiero encuhrir-
le 6 disfrazarle. Y digo que esto en mi sentir es lo mejor,
añadiendo que hoy no es lo convenienlt~, y aun acaso
ni siquiera lo posible, porque confieso que si hoy mis-
mo me viese yo en situacion de d~r leyes á España ó
á Francia no daria esa misma que tengo y declaro pOI'
saludable y apetecible. Aquí viene á cuento ci!ar a(Juel
tan citado dicho de Solon, adoptando su máxima de
«que á 103 pueblos no se de hen dar las mejor('s Ic'Ycs




BE UERECIIO CONSTITUCIONAL. 177
posibles, sí no al] licUas que puedan llevar mejor, aten-
didas su sil uaeion y opiniones ...


A quc llap ll~gislaclores hcredilarios se me pondrá
la ohjecioll (Iue en Inglatcrra hacen algullos á saber: ¿cabe
cosa nJas ridícula que la de tener hombres nacidos con el
de!'l~eho de haccr ¡cJes? Hasta el mismo Burke, cuan-
do sustentaba con cJlor la pal'te <le la aristocracia, ar-
reha tado por su imaginaciou y pasiones, unas y olras por
demás vivas, y respondiendo á UlI Lord, alJogado de la
revolucion dé Franeia, y de las doctrinas mas democráti-
cas, por quienltahia SiJ,) tratado con dureza en ulla dispu-
ta política peudiente, dijo la siguiente expresion terrible,
citada dl~SpUCS con elogio por los IlOmllrtlS contrarios á sus
opiuiolll'S. "Y () uo he sido lllecido en ·mi cUln, yarru-
llado y acaricia,l\) pal'a ser le~islador." Pues sin embargo
de ql!e esta crianza de un niño para ser legi~lador parece
ridícllla diré yo. Y qué, donde hay un monarca, na-
cido y rnecillo eu Sil cuna, y arl'llllado y acariciado
p:ua cutrar á la parte en hacer leyes, y sallcionar las
qlle le propollgan, y gobemar ademas un pueblo com-
PUL'sto de millolJcs de hombres ¿ es exlraiío por ventura
que olros nazcan y crezcan para ser legii>ladores asimis-
mu? Y el (lllO para ser tal y tanto uace y crece no es
tambien para ello educado? Y 110 es cit:'l'lo que donde
nacen ycrecelllos mas ricos y de superior esfera HO me-
ramente para gastar su cuantioso caudal, y ostentar
su elevada gerartluía, sino COl! destino á tener p:lI'te en
los uegocios plÍ]Jlicos, sus padres cllidan de formarlos,
y ellos mis/lws Ilegados:í cierta edad procuran formarse
como lwrnol'es destifw.dos :í sentarse en los escaños de
un senado, al cual cstJII ellcomendadas en gran parte la
suerte de la p:ítria y la tutela de las clases inferiores,
inclusas las !Jjas desvalidas, á las que viene bien y es casi
forzoso teller tutor. pues su sitllacíon las constituve en
estado como de pllpilage? Y qlll', los cuerpos deliber"antes
sou únicamente útiles y poderosos como legisladores?
y si se cstl'aiía y critica que uazea el homhre para le-


12




178 I.ECCIOXES
gis1a.dor? no podrá tambien decirse cuando es para ello
elegido por el volo popular: "véase COlIJO tilla llIultitud
de hombres {Jlw ell Illatclú de IcSislacioll y sobre lof'i
requisitos propios de un legislador nada entiende, con-
fiere el derecho cuya c:didad desconoce '!" VOl'que de
cierto veo )'0 que estos padres vot~ntes no SOIl Illas
á propósito para engendrar legisladOI'cs (lije lo son los
padres por naturalera.


Señorcs, ustedes se ríen, y mi intento no es ridi-
culizar la eJeccion sino mostrar que aplicando á las co-
sas mal el espíritu errado de análisis todas e1;as pueden
aparecer desvariadas, 3bslIl'das. El que tia hombre mande
á mile.s es una ficcion ; el qUé el voto de los lllas pase
por el de lodos es otra ficciou legal: pero el (llIe nadie
mande y nos gobernemos todos á nosotros mismos es
1111 absurdo.


Señores, porque en el Estado tengan el g()~Ji()rno
Jos que son nobles por herencia 110 cslá ('] illtel'l'~ di']
pnehlo llesatcllJido. y,) he JitllO (lile hay familias ell las
cuales es motivo de orguI/o.lwl'edado yolvel' por él, po-
nerse al lado de los humildes, y no solo HTllparal'los SillO
hasta engraIlllrcerlos dándoles del poder alguna parle, y
gran ¡;uma de lilJerlad civil ó sea el casi cOlllpleto am-
paro de sus personas y bienes. Ya lw cilado y Ylwlro á
sentir en prueba de lo que yale la llobleza heredit;lI"ia á
aquella república de YelH'CI:1. coloso de la c(bl media,
terror del Turco, madre del cOlllercio, la cual si biell
afeada con el borroll de su ill(lUisicioll dc Estado y su
consejo de los Diez, instl'llHlell(OS de alfOZ y aborreci-
ble tiranía, por los esclarecidos varones que produjo, por
la virtud patriótica dt~ qlle dieron IIIllestra sus hijos, mi-
rada en sus relaciones con los extraños ya polítiea sagaz,
ya fOl'luiJable guerrera, merece, como algun ti{~IllPO gozú,
la admiracion de (odas las edades. Ya he cilado á In-
glaterra, y la libertad cilil allí gozada, en ninguua parle
excedida, igualada acaso en una sola que de allí la sacó
J consena, y nacion además dominadora de los mares,




DE DEHECnO CO:'iSTlTUClO:-;.\f.. 179
rcspcta(h en tierra donde asimismo ha alcanzado muchas
v OTálllk" victorias, (Iilalúudose en sus colonias nllme-;·o~a;.; y llorecielltes, en el comercio y la industria sin par,
insigne por bs ideas de tolerancia, de filantropía allí
abog~¡das y difuudidas á lo lejos, por demás iluslrad3,
reman lada á increible altura, por las dimellsiones de su
tierra pe,¡ueña, pero por:ms iustituciones grande, digna
y dueüa de la admiracion del mundo, aunqlle por su
política con los exlraüos á veces con razon viluperad<J.


Los quc desacreditan á lal punto la idea de que
ha ya personas destinadas á legislar y gobel'llar por be-
rcncia, Illiren eH el espejo de esa Inglaterra aristocrá-
lica y vean si aIro pueblo alguno antiguo ó moderno
ascendió á superior gr3ndez3, hermanando COIl ella tan-
ta llroteccioll y seguridad Je los derechos individuales.


:l\las no llüf eso, señores, acollsejaria yo que abo-
ra en algunas naciones procurase planlarse de lluevo
el árbol hermoso pero algo sentido y dañ~do de la an-
tigua aristocracia. Esta 110 es planta (IlIC ocre de p!'Ou-
to, ni que tiOle trazas aun de prender trasplantada hoy
á ciertos terrellos , donde la rodea una almósfera que
le es contraria. El clima, la estacion, no convidan á
que la fiemos á la tierra con esperanza fundada de te-
ller de ella un retoño, un renuevo que iguale ó aun se
acerque en belleza al robuslo, lozano, vellerable y re$-
petado árbol antiguo. No nos empeñemos en imposi-
hles, aunque demos un suspiro por la pérdida de ob-
jetos no solo hermosos sino :-;aludab!es. Creamos, que
á pesal' de e.tas y otras pérdidas el mundo adelan-
ta, comp\~nsando abuudalltr'menle lo que pierde con to
que gana, no siendo posible t;ranjearse bienes sin tro-
pezar con inCOI1Ylmienles á ellos anejos. Démosnos la
enhor::.buena de que preponderen los bienes en nucs-
tras nuevas adquisi¡;Íones, pero sin dejar de sentir y
á la par rcspetar lo bueno de lo pasado. Aun cuando
en nuestra España, en la vecina Francia, en otros
pueblos no sean hs cosas lo mejor llue podrían SP".,




180 I.ECCIOlUIS
cuando una opillion q!lc reina de veras entre muchos y
esos gente de valía, y reina fuerte y firme, aunque er-
rada, debe respetarse y hasta acccderse ú ella con reser-
va y meSUI'a, siguiendo yo en ,(:sto cOllsrjo que doy la
máxima de )lirabeall cuando diJO: « Quand luut le mon-
de lÍ tari tont le m01lde a mISOn,» cttarulo nadie lleva
razon todo el mundo la llera, ó lo que es lo mismo yen-
do todos con Ímpetu descaminados, es locura il' contra
la corrieute. y prudente y justo ir con ella si bien pro-
curando darle di1'cccioll pro\'ccllOsa. Esto no obsta :í
que conociendo lo bueno, lo ensalcemos sin recomen-
dar su adopcion inmcdiat3, h3cicndo como quien arroja
Luena semilla en la tierra por si prende y llega el día
en que florezca y fmctifique, favol'cciénrlole la mudanza
oe los tiempos y las cosas, porqlIC de algunos princi-
pios hoy desacreditarlos puede espcrarse que recobrcn
valor y predominio, sucediéndoles en cste pcrpct uo agi-
tar y revolver de 103 sucesos y pensamicntos de lus
hombres, lo que (le las palabras dijo Horacio:


Multa rcnascentuI' CjU;Cj3rtJ cecillcre, carlelllqllc
qme sunt in llOno1'c .....


Si, señorcs, sin abogar por lo antigno dil'0 que
bien puede ser que de ello algo resucite y sc enculIl-
bre, cayendo lo mas váliJo en el dia presente, Por eso
y asi conviene alabar las cosas que I eputalllos hlJellas
y vemos en descrédito, sin pl'elcndl~l' por fuerza levan-
tarlas y haccrlas gratas.


Hoy existe 0[1'0 medio de componer el primero de
los cuerpos deliber31ltcs y coll'gisladol'cs. Consiste el
medio á que alude en que los forme el 1ll0narC3 , nom-
hrando á quienes 10l; han de componer, pero cuya dig-
nidad no ha de pasar de vitalicia. Esto lieuc Süs venta-
jas y sus desventajas asimismo. Cuando csta clcccÍon
por el Rey se h3ce en un pais muy ilustrado, y cup
historia encierra gloria~ presentes ó modernas, donJe




DE OERE('JIO CONSTlTUCIC'NAL. 181
la verda(lcl'a Opillioll pül¡lica domilla, es casi imposible
que sean dcsaccrtados los nombramicntos, ó á lo me-
nos que con r~ras cxt;cpciollcs no salgan nombrados
quicllc:, lo merecen ó' lo salgan sugctos indi~nos de
tanta honra. Entonces, como sucede en Francia en
nuestros dias, esta compllesta la Cámara de Pares
ó un cuerpo igual con otro nombre, Je todos cuantos
personajes sc han hecho ilustrcs sirviendo en los diver-
sos ramos de la gohernacion ó sefblándose en las va-
rias carreras y profesiones dd Estado; de los generales
encauccidos eH su l'rofesioll y de mas Ilota en ella, de
los alllJirantcs de /IlH\Or nlCrccimiculo v f3nw, de los
políticos mas sa~;¡c,,~1 J dic"tr()~ )' (''\pe,~j!llf'lI!ados, de
los artistas emill"lltcs, de los falllo"os químicos y n:l-
tUl'alistas, de lus lilas il\lstradtl~ médico~, de los pri-
meros letrados, dé los aC:ldt'lllic03 de las prilll:ipa-
les academias, ('11 S1.ma de los ele/llcntos supcrions
del cucrpo de ulla Ilacion, acreditados de tales pOI' una
cOllstau/e y brga f'In];). SCIl1f'j:Hlte cuerpo (me Jidn)
es DlIl}' supcrior al de los p;jJ'(':~ Ó Lorcs ingleses, y yo
responderé, distiugo: segun el aspt~eto J¡ajo el cual se le
considere: COIIIO ulla aeaJellJía es mejor: como un
cuerpo político 110 creo que lo sea. N'o representa co-
mo la otra una pal'lP principal y un interés de la socie-
datl, y si en lo ilustrada b :nenlaja, le cede elJ lo in-
dependiente, respetada y rrspet!llJle, E~o:;; mismos hom-
hres célehl'es así juntos, hijos todos ellos cid raYOI' del
Rev ó de sus millistroS", entrados lodos en años, no
gu~tan sino de vivir cómodamente, 110 quierl'lI malquis-
tarse con el poder ni trallajar con "IIlPrllO, IlO tiellen
para sí ni para sus hijos existencia !'olí';ea iudq/en-
diente de la de su digni(]atl trallsitoria aunque "itali-
cia, SaIJido es que la gellte literata, y la (PI(' ha ser-
vido mucho al Estado ef; en la Il\:t)'or parle d(~\Ola drl
poder, y allliga del d('scanso )' ocio: se cOlloce el prc-
cio de Jos bicnes de la vida cuando se ha ,irido llln-
cllO tiempo y nada se ve para los propios alleude la




182 LbCC\Oi'ih:l
sepultura; y de todo 10 dicho resulta que los miemhros
ilnstres de esos cuerpos ereados por nomhramiento
real son ('11 el (]csellllw[¡o de Sil oblig:lciotl, flóciles por
dernas, ncxiLles~ muelles, perezosos.


. Hay otro medio nns fle formar el primer cuerpo
dc·liherante y es el que hall «r\opl;\(lo b" mou:lI'<¡\Iias
hcl;:;a y española, sin coular las repúhlicas no arislo-
rráticas, en las cllal('s por fuerza todo cuerpo gobrl'lla-
dor es elegido. Hahlo de los cnerpos que eOIl nOl1l1Jre
de Senados hacen las misllIas veces que las Ccílllaras
de Pares.


Faltaria vo á la verdad y hasta :í mi ohli!.{acioll de
recomendar lo mejor y Illas provecLoso, J CL~lIsllrar lo
desacertado y nocivo, si, detenido por el respeto que me
merece nuestra Constitueion yigente, oeja'le (le decir que
en la composicion del Senado dista infinito ele ser per-
fecta, .Y tan cierto es esto que Jo ha ~crediLado ya hasla
\lila experiencia de pocos años, plles esa rueda de la
máqnina c()Ilslituciollal embauzando en vez de facilitar
su juego ha sido rola ulla ,'ez, y ha estado á pique
de serlo en otra ocasion no muy lejana.


Cuando este cuerpo es elegido fuerza es que en
algo se diferencie del otro que lo es igualmente.


y no se me haLle solo de la edad qlle han de le-
nel' quienes le compongan, fianza del acierto que, á falta
de olras mas abonadas, han buscado quienes intentan
dar á este cuerpo el cadcter sesudo, cOllservador, ve-
nerable que del olro debe distingllirle. Bien está que
en Francia I'n 179.) [uc5e CI'{':ldo un consejo de ancia-
nos, pues faltando ('lIlonces IOíla superioridad social,
porque hasta la del talento habia sido negada, preciso
era huscar una, illlll'gahle pOl' lo visible, corno hija de
la humana naturaleza, j Pobre suplemento del pe~o de
la aristocracia es el de los años! Y cuenta que no digo
yo nunca ni por cierto estimo cotlvenienle deci¡' ahora
que no es la vejez venerable. No, yo parcial á la juventud
de mi patria cn cstos dias, porq ue na ciJa en tiempos




DE llEREClIO CONSTI1 UCIO~AL 183
mas felices "{Jara el cu!tI\O del entendimiento que eran
los de sus padres, y esludiallllo cuando la experiencia
y las mejorcs doelrinas habian eorrl'gido yerros antiguos,
sllc1G no adolecer ni de los d,:saliuos rc\'olucionarios
311cjos, ni de los h:il,itos de IIlla mOllarljHÍa ya no ade-
cuada á la edad nresente, vo tCI1Llré \' tengo que con-
vertirme en SlI c:'II,or cll:lI;do veo {)l;e d~sconoce los
respetos debidos á b como S:lllli,]acl de la vcjez, )' de
esta voz uso paraexlll'l~,,;¡r el clllto <¡ile los aneianos han
recibido en los (lueLlos mas ilustrallos'y virtuosos. Aun-
que hablando cn e:,to aparezca ahogando mi propia can-
sa, no temeré ¡leeir :í los mozos despreeiadores de la
vejez, que considercn qne la vida es lar3d, y siendo lo
mas probahlc y eOIl1UII ell lo~ homlJl'es casarse y tener
posteridad, le~ encargaré que consiJercll si les parece-
rá bieu, cuanGo dcsl'a\lccidas y casi postradas las fucr-
zas corporales y hasta qnebrantatla la mCllte~ se viercn
rodeados de sus hijos y uieto~ cneDlltra['SC privados de
aquel justo apreeio .Y vClleracion que ellos cuando cran
jÓVCHflS rdwsaron ¡['iIHltar á los ancianos. Pero si ,"ene.
raLlc cs la vejez no encuentro en ella la mejor ni me-
nos la única fianza del huen desempeño de su obliga-
cion cn los miemhros dc un cuerpo legi51ador y deli-
berante, pucs al reves yeo otras, y de esas algunas me-
jores. La de e~iglr la posesioll de cierta renta en lo!) <¡lIe
hayan de scr degidos huena cs, pero esta s(~ elude. EH
fin, nillguua alcanza ;í dar al cuerpo primero el aspecto
y la índole que tener deLe, si ha dJ ser nombrado por
los mismos electores por los cuales lo es el cuerpo in-
ferior en gerarquía, supcrior cn fuerza J' poder venla-
dero.


Porque si es eierlo como he dicho quc estl1 cuer-
po inferior, ora sea el llamado en Inglaterra Cámara
de los Comuncs, ora la C;ímara de diputados de Fran-
cia, ora nuestro eongreso, tiene mas poder que el otro
cuerpo revestido de mas dignidad, y si como hc ad-
vertido aun en Inglaterra, la Cámara de sus poderosos




18í tECCJO'ES
Pares atiende á ejercer su predominio no pOI' si, SllJO
por medio de la Cámar:t de los Comunes en la rnal se
hace dueña de la ma)'oria; claro Coit;í, qne e¡igi\~lltlo Ins
mismos electores á quienes liapn de COllljlOIJCI' ambos
cuerpos, darán la preferencia en Sil alencion y cnida-
do á la eJeccíon de los 01'1 CUNpO mas hrillallte, llIas
aet ¡YO, de mas fuerza. Y así es, ·seoores, que h~y cu-
tre nosotros (dicho sea sin agravio de nadie) cuando
se trata ele nuestros yarones, si 110 los ma,; rsI3!'ccidos,
los mas f,lmo~os, de nuestros primeros orador\'s y po-
Jítieos, ni ellos pretenden ser senad(lres, ni cuando se
trata de Jlomhrados se Ikia de d<'ci,,: (( Ese hombre 1,0
debe ir al Senado sino al COllgreso.) Si 1 sefíon~s, he
allÍ el incomeniente de elegir para ambos clll'rllo" los
mismos eledores, pues, pospolliemlo ellos en Sil estima-
cion con raZOll Ó sin ella la una deccion á la otra 1 ha-
rán la que posponen como de entre lo menos (¡ propti~iro
para la que prPliercn. Si, plJe~, el cuerpo pl'illH~ro de-
liberante ha de SPI' elegido dcl)(~ serlo por electofe'S
diyersos de los que nOIllI)rall :í los mie!llbros del
cuerpo segundo en tia se. Así sucede CIl los Estados
Unidos anglo amnicanos, y de allí ,-jrne ser allí tan di·
versas la composicion cid Se/l~do Y la dcl COI1!,!.reso, la cual
ha llegado á serlo tanto que (spt;lln MI'. de Tocqlleville)
en aquella nacíon los sf~lIador(s son casi todos hom-
hres muy respetadus, al paso que de los diputados al
Congreso feJeral no puede hacerse el mismo elogio ó
juicio.


Porque, señores, aqui se hace necesaria una ad-
vertencÍJ rel31iya así :.í la diwrs3 composicion de los dos
ó mas cuerpos colegisladcres cpmo á la supucsta en par-
te, y en otra suerte verdadera necesidad de que hap
mas de una. La ventaja de haber mas no consiste en
que de ese modo sea mas le11ta y meditada la forma-
cíon de las leyes. Esto podría lograrse por varios me-
dios, ó multiplicando los trámites para formarlas, Ó
dividiendo en dos secciones un cuerpo solo y haciendo




DE IlEHECnO CO~STI1TClOl'íAL 185
'1!l:~ rt~\'isase la una lo que la otra resolriese, Pero ('1
Ilien de lilW ha,\.1 lilas d(~ llll cuerpo, COlJsi"le en que
hay Illas de 1111 illtpl'r>s el! 1111 eslad,) 1 ,í di;.;arnos ('11 lI11J
so~ied;(d, En ella ha de haLer :d~o JlI'IJlC, wlInaldl',
Opllc~to Ú b nO\'c lad .Y algo oS:\I\o, 'lile (',ollg{'lIi(~ rllt
la llI11chc,lumhl'c y COII I:! illt!(JIl' dI! la Illocl~dad, y pru-
penso á buscar los adl'Lmtamieulos. ITa de .'slal' con
representantes y defensores el espíritu qne auima á 105
propietarios tí. conservar su hacienda, ú los de esfera
elevada á yolver pOI' el deeoro y peso d~ su puesto en
la sociedad 1 y á los que por senieios largos aseentlieron
Ú 1ll:llltclll'l'Se ell rI goee de lo conqllistado por mere-
cilllieutos V fatigas, y ha de telJer asiulisllIo al~o que le
aliente, y 'apoy': el I;onr:¡¡\o deseo de medrar, Lel conato
de! lale!lto por distillgnir5e, la jfl~la prcLe/l!"ion de ]a
pobl','za de no S(~[' oprimil1a 1 y el IOJble orgullo de los pe·
(I\leños á quienes con razon l'epuglla el orgullo prepo-
tellle (le los gl':llldt·". POI' eso los opuestos intereses,
las elH'onlradas pa~iolles ¡Jan de (enp!' quienes en su de-
fensa sirva tl de IlIoc!eradorcs al interés cOtltrario, á la
I'a~ioll enemiga, El cuerpo mas alto en clase está des-
tinado á rrprrselltar lo f11W es firme, á volver por la
('onserv:lcion de lo rxistcllte, siquiera sea en demasía:
y el currpo srgundo P:I esfera á a hogar por las l1H'jo-
ra~, siquil'l'a al hll~carlas Iwqllc en dl'sear demasiado las
novcdades. Los di\,prsos males del exceso en uno y otro
mlÍtllamente se compensan y enfrenan. Lo cual, sin em-
bargo, no quiere {lecir que deLa el uno ser interesa-
do, ignorante y terco, y el otro ambicioso, superficial,
y continll/) en Sil manía de h:lcer mudanzas, si no que
en cada cllal de ellos deben predomina\' las ca lidades
que dc señalar acabo con las faltas y ventajas á ellas
anejas. Ahora pues para quc cada cuerpo sin'a hien á
los fines á que está destinado, fuerza es que las partl's
componentes estén (Jotadas de las calidades que al total
convienen y corresponden, y para ello indispensable me
parece no solo pedir que en los elegidos haya calida-




186 U~cClO;U;S
des semejantes, pues eso seria iUlítil sin 011'0 requIsIto,
sino disponer las cosaii de modo qur, casi forzosarnell-
le hapll de lenel'la~ , pOlliendil la lianza para el logro
de esle fin en la cIase v condiciones de los e1t~ctores.
En suma, el cuerpo al c~lal loca rl'preSel1tar ci"rlo in-
terés, dehe srr llijo de los (¡lle especialmente ¡'t)pI'C-
sen tan y tienen el mi311l0 illten~s en la soeieJad Ó el!
el Estado.


Dicho, pues, cómo dehe ser compuesto el primer
cuerpo deliberante y colegislador, ya le nOIll bre el Rey,
ya por eleccion una parle del pueblo, en la )cccioll
sigllienle pasaremos á ver la elcccion de 1 cuerpo sl~gun­
do, en todas partes, ya lo sea mas en la realidad, ya en
la apariencia, popular por antonomaúa.




iS!L


LEUUION NOVENA.. (1)


Seiiores, acahé mi úllima leeeíon, terminando con
ella las obsl'rvaciones que he creido conveniente hacer
sobre cnál deba ser la Índole y forma del cuerpo de-
liberante superior en categoría, don (le hay dos que en·
tren á la parte en hacer las leyes y en deliberar sobre
los negocios públicos, ejerciendo por este último me-
dio su inlllljo en los actos guLelllativos. Tiempo es de
que pasemos ú examinar la composieíon y clase del
0\1'0 cuerpo único popular ó siempre mas popular
que el primero en la apariencia, y como mas vivo


(1) Al empez~r esta leecion los taquígrafos no estaban pre-
sentes, y el autor liado en que contaría con sus apuntes habia roto
nnos muy ligeros de los que alguna vez hace para dar tal cual
órden en la cabeza á las materias de que va it tratar en sus lec-
ciones. Asi en el principio de esta 9. a tiene que recurrir á su me-
moria para dar idea de lo que dijo, J si no lo eODsigüe, pqndrá
en 5U lugar lo que dc!caria ·baber expresado,de palabra.




188 f.E(;CIO~ES
J brioso que su cOmpallrl'O, <!unflue sl'gundo 1'1) ge-
rarquía primero en influjo sohre los nrgocios del Estado.
En el segundo, en erecto, paret:e COlllO qllc reside la "ida
verdadera de todo el gr:JIl ClIl'rpo político; alli ti inte-
rés de las v:Jl'ias parles que le COIII\:,OIlI'11 pl'('SI'lIl:J y choca
con el opuesto (¡ di,'crso: [¡lli las p;,,'iolll's ¡Jan muestra
ele 3Í: a]Ji por lo misIllo la illSpCl'l'ioll de los actos lid
gobierno es mas escrllpu1o:-:a: L111í el) ~lIma es lo recio de
la guerra en hJ ella 1 la pcsl'sion del poder es consecuen-
cia del triunfo. Allí por lallto est:í la rueda prilleipal,
como quien dice el IlIudle real de la rnúquin:l 3l1bcl'lla-
tiYa. 1\0 importa que donde el gobicrno cs \,('nladt'l'a-
mente aristocrático)' e¡;,le cuerpo aparece COII ellllllllilde
título, con la modesta apariellcia de srr compuesto de
los ~epreselltanles del pueblo, de lo" COIllUIl"S Ó pleheyos,
6 dígase del estado llano, venga de los m icm bros de cuerpo
mas alto el poder, pues, si del otro Hace, :lql1i se usa y
ejercita. Pero, como es evidenlr, con apariencia igual ó
parecida y título idéntico ó poco menos, estos cu(~rrOS
estando compuestos de diferente modo obedccl'll ú muy
varios iuflujos y tienen y rnue&tran muy diverso carác-
ter. En Inglaterra, como he dicho mas de una vez, está
compuesto de la aristocracia, de los hijos J parientes de
Jos Pares y de los principales hacendados ( 1 ) plebeyos
(cornrneners) en el título estos segundos, pero en rea-
lidad al modo que son los noLles cornUDes de olTaS
tierras; de algunos clientes de eslos sellorcs que empleall
su talento como ,'erdadera riqucza ó instrumento para
ganar poder en senir la causa de sus patronos; en lin
de algunos advenedizos acaudalados que compran su
eleecion en los pueblos donde con mas particularidad
los votos se venden. Que un cuerpo semejanle se pa-
rezca en su índole y conduela á los que con nombres de
congresos ó cámaras de diputados existen en oll'as na-


(t) En Inglaterra sabido es que solo el Par es noble, y hasta
sus hijos segundos legalmente son del estado llano.




DE llEIIECIJO CONSTITUClO:S~L 189
ciones es cosa que no pudiendo srr no suce(}e. A ese
cuerpo sin embargo la nobleza inglesa cuerda y pru-
dente concede d peso principal de la halanl.a política
en vez de pOllerle en la e!Ílllara tic 1)ares: la mayoría en
él es indispensable ;í un mirlistro para seguir gobernando:
COII ella y sin la del cnerpo superior han vivido minis-
terios, y señahdarnellle en estos últimos dias 1u vivido
uno durante varios ;¡ños seguidos: sin ella nirígnn go-
biel'llo IIahria vivido un dia, y seria locura qlW Pl'(~­
telldiese vivir como se lJa visto en época nada remota
cllando subido el partido lory inglés por breve plazo al
poder, v no conlando en la c[¡mara de los Comunes con
el mayor nlÍlIIl'I'O de votos declaró el á la sazon primer
ministro Sir Hoherto Pccl no ser posible ni conveniente,
a\l'lque posible fuese llevar adelante el gobierno; oc-
c1aracion notable por cierlu si se considcra haber salido
de la boca (le tillO de los niños mimados (1) Y primeros
y mas ilustres carnpcolle~ de la 3ristocrácia.


Por eso, señores, en esa Inglaterra que cito á me-
nudo por ver allí, como decía Míl'ahe:tu, un espejo de
grandes ejelllplos, y la '¡('na cLísica de la llamada liber-
tad, en esa InglaterI'a digna de sel' estudiada y com-
prendida por haherse sacado de allí la paura que con
rna\'ores Ó menores val'iaciolJ'~s lo es todavía de la forma
(le 'gobierno ap¡·lIid lila ('(~preS(~ntát¡va, "iSIO que Sil go-
hiemo era aristocrático y la cámara de los Comunes en la
realidad prepotcnle, y nolúndose que con esta circuns-
tancia Cjl)('daban de!'metllidos l\Ionlesquiru, el menos
ilusll'e Delolllle yotros a 11 Lores, prohúndose que no exis-
tia el imaginado equilihrio entre la monarquía, la arislo-
crácia de los Pares y el i)Oder demotrático ó popular re-
presentado y ejerci(lo pOI' la cámJ.ra inferior, hubo quien
discurriese ulla Inol'Ía por la cllal quedaba acreditada la
existencia del equilibrio, si Líen colocado donde antes


(1) Por su nacimiento no, siendo el de Peel b:lstante obscuro
pero sí por haberse allegado desde su mocedad al flartido qu~
vuelle iol.Jre otro cualquier interés por el de la nobleza.




190 LECClONES
nadie se figuraba encontrarle. La teoría :i que aludo
ahora fué descuhierta y dada á luz en el famoso perió-
dico wilig intitulado Revista de EdirnLul'go, cllyo cré-
dito bastaute disminuido en el dia presente estaba PlJ su
primer punto en 13 época que cito. COIl~istia ella en lo
siguien.te. El equilihrio que algunos se fignraul'xistenle
entre el trono, la cámara de P,lres y la de los Comu-
nes no está allí, y si estuviese no jugarü libr3 ni expe-
dita la máquina del gobi~rno, pues entre los dos cuerpos
citados, y entre elhls J cada uno de ellos, y la potes-
tad real podl'ia haber choques y pugnas frecu..:ntes, de
lo cual resultaria el desórden y desconcierto del Estado.
Pero el equilibrio no por eso es menos cierlO que man-
tiene aquel gohierno en pie, estando allí donde se halla
el muelle principal que á la máquina tle la COtlstituciotl
pone y conserva en movimiento 'j dá impulso á cuanto
hace el poder público legislando ó gobernando. Allí
pues, dondc está hace Líen, y si en otra parle estuviese,
viélldosele desnudo ofendcria, jllgandQ cada pieza de
por si tropczarian unas con otr3s y pelearian ahora el
rey con las dos cám:uas, :thora COIl una de ell:ls, ahora
las dos entre sí, vinicndo á resultar de todo el caus, ó la
perpetua discordia, Pero en la cámara de los COllllilles
existen los varios elementol'> que forman el Estado, yen
ella dan muestra de sí, chocan, se equiliLran, y al cabo
se ponen en concierto. Allí está representado y abogado
el interés de la monarquía pOI' los ministros y <lemas
empleados que cflmo diputados forman parle de aquel
cuerpo numeroso (y por cierto, ::.eiíores, q nc allí esta parle
dada á la monarquía es pequeña pOI' el número de quie-
nes la forman y que si el escritor hubiese visto el ejem-
plo de Francia ó España, con ver tantos empleados en
la diputacion popular, se habria asustado quizá al COIl-
siderar tan crecida la parte de la monarqllía, '! ('11 esta
opinion con tanlos visos de acertada habría padecido un
engaño notahle), j tan cierto es para conclnir esla di-
gresion, que con la diferencia de luga\' y tiempo es pro.




DE DERECHO CONSTITUCIO:\'AL. 191
digiosa la c¡ue resulta entre cosas que parecen idénticas
:í primera viStl! En la lllislIla cámara (eolltinualH.lo en
expouer']a singnLH prro no inexacta explicacion de la
índüle de ulIa parte del gobierno Ll'it~íllico) la aristocrá-
cía tiene sus representantes, que por su iuterés miran y
,"oclven; siendo estos los hijos J parientes de los Lores,
los que ~()!1 ckgidos r)C)r puebl0s peq llPños donde la vo-
taeion hecha por UI! corto nlÍll1el'O de electores es mera
fórmula, los cah,dleros ricos de campo la mayor parte
de ellos en todo cooconks con los Pares, pues son una
rama si no de la nobll'za legal, de la nobleza verdadl'ra.
En verdad, antes de la reforma de la cámara de los
Comunes llevada á efecto en i~52, eran tanlos quienes
en ella se Senl;¡!.an cmiados allí pOI' el influjo de la no-
bleza' y principales caballeros, que del cuerpo colegis-
lador, del cual eran miembros, componían con mucho la
mayor parte. La de la aristoerácia, pues, en la cámara
pOplJ lar venía á ser ('n el nombre exhorhitantc, y tanto
que In cxhorhitancia habria aparf'cidoc!ara y monstruosa,
si, dividida en dos opuestos handos la prillcipal nobleza,
de cIJa y de sus c1ientl's tilla buella porcion no hiciese el
papel de defensora de princip.ios, derccllOs é intereses po-
¡miares. Ni con la reforma ha \"ari;.¡do mu~ho esta ~itllacioll,
pues lo qlle la IlOhleza perdió de pronto ha sabido I'C-
cobrilrlo en orall manera, corrompiendo ó intimidando
por un larlo, y por el otro no menos influyelldo en la
üpinioIl del rüblic.o disgustado en aquella tielTa al'isto-
crática de no VI~1' en Sil parlamento reinantes cnanto
desea ha el tono noLle si bien algo altivo, los modales
cultos por demas, y las antiguas glorias de las personas
principales. Siguen, pues, allí en la cámara de los re-
presentantes del pueLlo titulares siendo los <.le la aristo-
crácia quienes preponderan. Por último, para concluir
con la teoría á que sigo refiriéndome, en la misma cá-
mara reprei'ientan la democrácia, y por ella 'fuelven quie-
nes deben su eleccion á los votOs de los habitantes de
las grandes poblaciones, ó quienes siendo de poco es-




1 92 LECCIONES
clarecido origen, con su riqueza compran Ó COII Sil cré-
dito ganalJ á los volanles de algun pueblo pequeño, los
cuales, ó blasonando de independientes se venden ó usau
en verdau de la independencia de que blasonan.


Por manera, señores, que la teoría por mi aq ui re-
cien expuesta, muy valida un tiempo entre los ingleses
como acertaua explicarion de la índllle de su gohiel'no,
abogada en 18:31 por los contrarios á la reforma no
obstante haber salido á luz en una obra del partido ·re-
formador, desatendida por aquellos por quienes habia
sido discurrida ó adoptada, y cierta en algun modo, uedara
ser en Inglaterra aristocrática en la composicioll yesen-
cia la cámara de lo!1. Comunes, por cuanto de los iuflu-
jos en ella equilibrados es el de la aristocJ'ácia el de mas
peso, y el que por consiguiente venciendo á los demas
predomina.


En la cámara de diputados de Francia al revés pre-
valecen el interés y las opiuiones de las clases llledia~ Ó
la parte mas granada del estado llano. Allí son pocos
los electores relativamente al nlÍmero de los naturales
de Francia: se exigen condiciones medianas de riqueza
pal'a ser elegido asi como para ser elector: por el 1Il0do
como se acreditan estas condiciones "ielle la poblaciot'l
de comerciantes, dc tenderos, de artesanos ricos ~í tencl'
en el cuerpo electoral la prepotencia. Hay entre los Ji-
putados franceses algunos nobles antiguos, pero no mu-
chos, y su influjo, como \'rpresentallles del inlcrés de
SI! casta se siente poco ó nada en el curl'/,o de 111le SOIl
miembros.


En la llamada cámara de I'rpres(~nlalltcs del congreso
federal de los Estados Ullidos anglo-americanos es la ue·
mocrácia, ó digamos el interés y las opitliotll>s de la clase


. mas numerosa, y por consiguiente II1t>IlOS ilustrada lo que
predomina. Bien lo pinta Mr. de Tocqllf'ville en su ohra
inmortal sobre la democrácia en América, escrito donde
por la vez primera ha sido bien examinado el gobierno
de la muchedumbre, no considerado en globo ó conjunto




DE llERF.CUO eO:'(!!TITCCI01UL. 193
tlillo ,'islo auclllas de en el lodo en sus parLes; desme-
nuz,Hlo, aualizado, cOlllemplado cuando obra, en sus
acciunes, eu sus Ilfectos; con maestría tal que acredita al
aulor de pillttlr de prilllera clase; si IJien en !lU pintura,
miluifesl:lIIdose apasiollado al objeto que tan h~J¡il y fie~­
mente rdrala , en mi seutir llIuestra á la par las alias
dott's de su talento y su aficion á un objeto que, segun él
le prescllla, disla mutilO dc ser hermoso.


Dc estos tres ejemplos y de otros que poorian cilarse
resnlla que en cuerpos semejantes eu facullades y en ser
elegidos 1'01' el [meLlo puede la eJeccion dar un producto
IlIU\" di~,illlo .


• Abora plles ¡, á cuál oc estos tres cuerpos debe darse
preferencia '! Señores, (le ello dehen ser jueces las cir-
cUllstancias. Los gobiernos son cosa imperfeclisima. Los
prillcipios sohre los cuales descansa ó de que sale la
ciencia glllH'rnali\'a son algo \'agos y por "emas flexibles.
De ellos Iwy al~ullos ciertos; en IlJi cnleuder cel'tífimos;
pero elásticos, y que admiten exc('peione5, pues los in-
f1exihles y duros se acreditan de falsos ó de viciados
euanllo chocando ton los suce:;os y resistiéndose á do-
blarse quedan rotos.


Sin elllbargo la índole de este siglo, los acaecimientos
que han traido á la maJor parle de los pueLlos ci,'ilizados


!i su situacion presente, hacen asi como necesario, apete-
cible qne, COII mas J menos restricciones, en los cut'rpoi
de representantes elegidos por una parte del puehlo pre-
domine la llamada clase media. Pero entiéndase que no
ha de dominar como conlrapu('sta á la aristocrária, á lo
menos en al.\llellas Ilaeiones dünde es la plebe mas igno-
rante y arrebatada y la nohleza es mas inofensi\'a. En
pueblos semejantes, para r,ontraponerse ~ una fuerza cie-
ga, loca, dirigida por lo comuo por el impulso de gente
inquieta, que señorea y empuja al \·ulgo Iisonjeándole en
sus pasiones, se ha menester que las clases doude reside
un tauto de saber Y' de independencia se den la maDO
y ha_la se unan con lazo estrecho. Esto conviene no á


13




t 94 1..1!;"(lu'EI
ella~ so!ai 8LII0 al pro\ctho COIllU n, el cual padecería grave-
mente, si pOI' la ignorancia Je la rn lIehedumhrc salit'se mal
compuesto, sobrado en luces, rohnsloen inqllietud, y por
eso no favorahle en sus hecllO~,:í parle alguno tlel pue-
blo el cuerpo del cual principalmente ,I¡'pende la fortuna
del Estado. Qt.e á aquellos en quienes está el verdadero
, saludable poder social se dé el poder político: y á los
Inferiores para su bien propio qllc,Je el f'slal', no alados,
no reducidos á vasallaje, 110 siquiera abalidos; pero sí
puestos como sus circunslancias exigen hajo una ilus-
trada proteceion y en una gellerosa tutela. Y como á que
salgan de este como pupilaje nalla dehe oponerse ni s~
opone, habienuo él de ler:el' pOl'límite tÍnico la duracion
del est:¡do que le motiva, justifica, y hace provechoso,
la at.lqllisicion de liD cierto grado de saber y de indepen-
dencia material y moral id menguando el número de los
excluitlos y acrecentando con utilidad propia y ajrna el
de los que lleguen, ya en graJo mayOI', ya en mellor á
teUl'f illlllljo y parte en los negocios de la rt'públic:I,


De la doctrina que acaho de sentar dim¡llIa la resolu-
cion sohre á quiénes debe ser conferido el derecho de volar
los jntli"iduos que han de furmar el cuerpo segulldú popu-
lar, Ó mas p)Jlular qlle el otl'O legislador y ddiberante.
De ella es l:ollsecuencia forzosa la reprobacion del volo
universal; aunque IJjl~n mirado, J segun dije en mis prime-
ras lecciones, el "oto ulJiversal digno de tal nomhre en
ninguna parte existe. Hay, es verdad J quieues le preten-
dan; pero casi todos haciclldo excepciones, lo cual da
márgen á pretensiones nuevas de los excluidos, A~i 'lile,
aun las mujere", Clip admision á votar pareceria cosa de
burlas, no siéndolo en verdad si huhit'!'e ,le admitirse un
derecho general á lener volo; hasta las 1lII1jl'l'l'S, digo,
han pl'e\enditlo en alguna ocasioll 1f'lIer parte en los
negocios públicol', y de ello han dado ejPllll'lo al~ullas
de Ingh1tl'rra en época nada leja na ,le n08oll'o!>; !>i(,/IIlo
las que se juntaron, sino ele mala vida quizá no de las
maa respetables ni acaso de las mas herlUosal>; lo cu;,al




nt: DEJlECUO CO:'íinTl'CJONAl. 193
es de presulIlir de la circullstancia de que trocasen por
ocupaciolles propias del homhre el pudor y recogimiento
p('cldiares de su sexo, Ó la pretellsion á una clase dp. cultos
y llOlllenajrs olrosqlle los en generaltrihutados á quie-
nes eH los Iwgoei(¡s polilicos se distinguen. Y no es flor
riel to este a~\llIto tan de risa, aunque segulI "eo la excita
cumo es natural, sino JUSlO, que suceda.


Pero al callo el "oto de la muchedumbre, aun ex-
elu FrH.l1l de ella á los csd:nos donde los ha y, á los sir-
\'il'nll's doméslieos como se hace en c3~i todas parles, á
los jornaleros, segun es poco menos que general costuUJ-
hre, á los melldigos, á los de edJd corta si Lien ya ca-
paces de discurso, y con tantas exclusiones poco digno
del Homhre de 1I11i\'l'r~al, puede dilatarse á 101105 cuantos
lengan casa aLierta ó paguen algu!l'l cantidad, siquiera
sra mínima, de contri!Jucion; de las directas se clItiellue.
Señores, clilalalldo asi el derccLo ue volar no \"Co yo
buena l'azon porque hay:l de negarse á quienes no p;-
~an. ¿ Es deJ'echo natural? Pues ¿ porqué, tntonces, ha
de ser óbice á su ejercicio la de~gracia de la pobr eza? No
debe darse sino :í quien le ejerza bien, segun presun-
cion fundada'? Pues con arreglo á esla uocLrina cierta y
salla en mi .i uicio, no reconocienLlo JO en este pnnto
otros dereclw5 que los dados por las leyes cen la mira
al \Iro\'ccho comun, el derecho de votar solo debe SI'I'
conferido á aquellos en quienes se presume cierto gra-
do de indf'pcn4lencia é Iluslracíon para que puedan usarle
con utilidad afi ajena como propia.


A ('1>\0 {HIede ponerse por objeciún que con arreglo
á eno el número de ,'olanh'S aun en un Eslado grande
y de poLI<tcion crecida deLe ser muy reducido). Porque
en verdad son pocos quienes al ir á "olar los diputados
6 r4'prf'Selllantes del pueLlo saben Líen lo que hacen: 1a
calidad verdadera de los c:lUdiJalos, y la naturaleza de
las cuestiones que han de tratar y resolver los que fuc-
reu elegidos.


Aqui, señorei, se hace necesaria una como digre-




196 I_ECCto~E!l
sion que ~cra defensa delllama(lo sistema n'preselltaliYo
contra injusras oltjecionc!O.


Dícese de él, seüc,res, y cahalmcntL' SI' ¡lice as; con-
sideralldo la naluralt'za de \;)s t'leccionrs, (/"e cs Iln3
completa mentira. A primera ,'ista parece y has!aes.daro
que tienen razon quiellcs lo dicell. Es falso que qui-
nientos mil ¡'spañolcs cOllllm'ndan lJué cosa sea nom-
brar diputados, J á qué homhres 'j para qué cosas al
nombrarlos dan sn \'oto. En la major parle de nueslros
,'olanles el aclo de elegir p'1) lo rs de lihre é illlslratlo alIw-
drío. Otro lanlo sucede al/n en Inglatcrra, donde cuell/an
la práctica de la eleccion y el estahlecimiento lIeI gohier-
no, del cnal es ella parte prillcipal, lalltos años y aun ~i~
glos de "ida, siendo el mímero dc votallll's m;¡s cr('cillo
hoy que entre nosotro,; dOlllle está mas difundílla la luz
dd saber, r amligatla la costulJIbre de tralal' casi rOllos
de los lIegodos público:;, lo cual slIp'e en parle la fa I ta
de cabal jnteligencia en quienes en ellos se ocupan.
Pues allí como aquí, señores, srgun es notorio, ¡listan
mucho de ohl'al' con pleno conocimiento y ahsolula in-
dependencia los que ejercrn el derecho tic J,rr su Tolo.
VilOS segun he dicho carnillan corno locos siguiendo las
LallderaJ con los colares y divisa del candidato á quien
sinen ya pagado" p ebrios; otros "<In usando de la li-
hertad que se les ha dt'j,Hlo al darles á elegir entre per-
der el arrendamiento de las tierras que cultivan ó el des-
pacho de los géneros ó. come6libles que ,'enden, ó la
cliplllela de la prot'esion con qlle ganan su sustento; ó
el dar Sil voto al podel'oso que se le "itle.


En Francia, donde de una poblacion de treinla y
cuatro millones so!antt'nte hay doscirlllos mil Ó pocos
mas COII dl'recho de elegir ks diputados de la nacioll;
siendo ~SC3S0" los ,'otanles y gente mas ilustrada é jn~
dependiente 'lIJe los poseedores tle igual Jerecho en otros
pueLlos, al Ilomhrar ~us /'cprl'sellt311ICS ejercen mucho
mas su libre allJedrío. Pero aun al;í, dividida como está
Franria eu UJas de cualrocieulo& COl'll)S distrilas de lo,,"




D~ nHnECnO CO:"(STlrUCIO:UT.. 197
cuales caJa UI10 elige un diputado solo; lIlas ~e atiende al
nomhrar á Jo!'; represt'ntantes de la nacion á efectos per-
~ollales, á p'¡rcialidaJes lugareñas, á la cOll~eniencia de
teUCI' </lIiell abogue pOfll"C ~t> echt~ aquÍ un pilCnte, mas
~/!;¡ se allra 1111 canal,)' pOI' esta tí e~[Jlt'a lurte se dé di-
I'eceioll :í un camillo, que á la cOllsitlel'acioH del mérito
cmiucnte, al intt'rés general j á las cllcstionts de impor-
lancia su perior, á b ,'oz de /:.¡ l'aZl)1l de E~ta,lo.
D~ todo cuanto acaho de expresar se de,tllciria que
~oy ]0.1 razo/l á qllienes decl~rall patl'aiia IlUra d sistema
I'epresclltalinl. Y )':1 confesé, seúnres, qlJé rnon tienen
CII parte pero no CIl todo; plJes !;i la licuen I'S j lIz¡.(a n lo
por las apariencias, y ('Ii~as s:.!li,lf' es f¡Ue s,m cllgañosas.


Seiíores, si se cede á ciertas cOllsideratÍoIlCi', si se
mira.n las cosas llevando el alláli~¡s al í'xtl'í'mO, lodo go-
bierno I,arccel'á, y ann con razoa, ulla m~lItira. ;,'~'o es
ficeion que UIl 1IOIIILre lIIalHlc á IIHI~bos t Araso cn los
gohiel'llos calilicados de absollltos lo ve el sellOr )' go-
Liel'lla todo '! :\0 suplen los monarcas ellil'cgal se á UIl
\'aliJO, á 1111 privado? Los millistros mismos saben, en-
tit'uden, dirigen, lltallflan todo cuanto el! el ¡':qado se
hace? Cuando creen que mandall 110 sincn? ~o obe-
decen á iuf1ujo, á interés alguno de individuos pl'i vados
y aUII Je clases?


)lales tiene juntos COII hien~s el goh¡erllfl calificado
de J'C[lI'e6elllativo, )', segulI las c:rcllllslancias preponde-
ran, l'1I él ahora los Pl'i!lli~ro~, ahora los se3unJo~; pero me
parece desatillo calilicarlc <1» mentira, ó si acaso no es
desatinada la calificaeio!l, e" ign:t1ll1ente mer~cida POl'
gobicl'llos de clasc diferente. Porq1le, señores, ¿ qué
es la verdad? Yo veo el cutis hermoso de una beldad
Jiglla de tal nombre, y admiro aquella lérsa superficie
el! qBC á primera vista, segllll expl'e~iOll poética, aparece
mezclado el alahastro con la rosa; y acierto en aJmirar
su indisputable Iwrmosura. Pero si ccho mano á un mi-
croscopio y con él considero una parte de aquella piel
alaba¡¡trina y rosada, y COIDO de luciente seda, descubro




198 U((IOXF.S
no pellejo tosco, horadado como IIoa criba, sembrado
de e~pesas cerdas á m;l!lera lle cañas! ¿Cnándo "eo lo
cierto entre el lino yel olro ca~o? En ambos, seriores,
clescubre lo falso ó lo "erdauero Sl'guo ,,) aspecto al cual
lo considere.


Eso puedo deci¡' 111.' los gohiernos. Vistos tÍ UIl mi-
t'roscopio aparecen diferentes que eonleml'hHlos con los
ojos naturales, pero de esta última manera es como ¡lUn
dt~ contemplarse.


En verdad, señores, las eleceiones no 1I0n ohra del
libre é ilustrado albedrío (le los clectorrs, pero lo son
.ld que eji'reen dando ónrgandorespectivarnellle b ohe-
.Iirncia á divl'fSOS y encontrados influjos. Cuando en ohe-
.!iencia á estos yotan, la eleecion 110 es ulla mentira. En
los "otanles influ~en las pasiones todas, to(los los inte-
reses que conmueven ó gohiernan al homhre: los dema-
gogos los adulan y descamin:w: los podero!'os los com-
pran ó avasallan; prro SIlS slIp~rioJ'(,s por cllos estimados
tales ejercen dirigiéndolos el influjo que les da la opininn
¡le entendidos Ó d(~ rt'elos, y la IlJeJllol'ia Ó esperanza de
pasados ó futuros ht'llelicios. Por este llll'di,) en un Es-
tado bien a~entado vienen las elecciones <Í ser espejo de
la sociedad, y en ese caso I('jos ,le ser mentira son una
v('['(I<ld, clla~llo serlo cabe en cosa humana. Asi hasta cierto
grado adquieren predominio el mayor talento, la supe-
rior "irlud, en suma quienes gozan de concepto mas alto
entre sus compatricios; )' así qnedJIl mejor enlen,jidos
)' ahogados los \'erdaderos intereses del procomulI. Ya
se entiende que perfeccívn en Cito no es posible, y por
eso al pinta¡' 1111 estado semejante no encuhriré 'lue
:;emejante predominio de la "irtud y del talento se f'jerce
I,:on nOlables restricciones; cabiendo siempre parte nOlable
t!n el inl1lJjo sobre SlIfI semejantes á las personas que mas
se seiíalan por su activid,HI y atrevimiento.
S¡~iiores, cuando he dicho que la eleccion sil'ndo


verdad reprcsenta los influjos tlue en un Estado ejerccn
unos pocos homhres sobre otros mas numerosos, he alu-




nB DRft,H:DO co~~n"tiélú~.\1.. .199
(lido á pUt'hlüs y ticmpos en que el interés p UC c:jtas.¡ 'fa
de otr:lS clases inntlve en los electores y sale represen-
ladu cn los elt'gitlos~ De eslo ¡¡on excl'p·ciolJ notable la!tí
épocas de rcvolucion, en 1.1S cuales r.o eslá I'Ci'll'csclItado
el illtf'rés de clas{'s sino las opiniones rcspccti\as del mas
fÍ III('IIO~ cr"cido 1IlÍIlIel'O de indi\"iduos Cjuc PI) la I'cvolll-
fiHU 10lllal1 f'lnrcíio. Elllonces 1'18 de la opinion A 11:.-
lIIada 1I10uárqllicI tÍ moderada Ó COIl otro dictado. y los
de la O¡,illioll B calificad,¡ de patri(ítica, dern:lcr;ltica ó
un Illulo parcejdo, eligen por sus rt'prcsentanles y cam-
peones, á oradores ~ á escritort's, ó realrn¿nle eminen-
tes Ó ~olo de celehridad gallada por superficial saller y
,"erdadcra destreza ú osadía. Si en (;aso~ tal,·s Ll :<lecciol\
no representa el interés provechoso de las varta'i dases del
ESlauo, representa la sitllacioll prl~sente aUllqne Lral~si­
loria de la sociedad. l\~I'o ya he dicho que es transito-
ria una si/uacion semejante, y, pa~adaella, á la comulI y
ordinaria St~ \"Ilel\'e, y entonces, llien combinado un sis-
tema electoral, puedt~ cOllsegllil'se q/ie dé por producto
el ns('gurar bastante fiel repl'csclltaeion y huella defl~ll;;a
al interés jllsto de varias dases)' ;¡ I provecho comull
(IUC dc varios intereses cutre bí compensados 'j concer-
tados resulta.


Asi queda, señores, eSI)licarlo el sistema l'epresenl.l-
livo; como expresioll de las libres é iluslra(las opiniones
de lodos cuantos por él son elec/ores ~ engañostl y falso
de lodo punto; pero como medio de ejercerse los influjos
que eu la sociedad reinan; cierlo, y en grado no pequeño
provcchoso.


Claro está, srñorc!\, qnfl para lograr que estos inlllljos
Se:lll bien rjl'rcidos eonviene que pOI' lo~ sisl,emas elec-
torales eslé conrerido el derccho de votar segull las cil'-
r.Ullstallcias dc tiempo y lugares dcc!al'all haber en el
Estado p('rsoll:ls con bastante dósis de indepentlencia é
iJuiltral:íon para ohcdccer 3 los buenos influjos y no á los
malos, y pala discernir la varia y respectiva naturaleza
de lOi que sobre ellos aSl'ira n á ejercerse. En UHa época




200 UCCIOXE~
y riaClO1l es mayor; 'en otras menol' el número de /a5
personas de que hablo.


Cuáles y cu~ntas sean ellas Ila tIc determinarse por
prc<;uncioncs; simHio desatino pen5.ar que püt·da aVl'ri-
gllarse á punto fijo,)" darsfl el di.'reelJO el('clOral 1m oca-
-i')!I alguna ;'1 lodos cuanto!'; sill excrso ni quedarse corto,
le pueden ejercer 1'011 propio y COllllln provrc!Jn.


Lo que debe s('nir de guia á la IJI'csuncion llelle-
gisladol' en lo relalivo á la eapacid;aJ d(~ las persona>; á
quienes hap de eOllcederse el derecho de ,'otar es COII·
~iderar qlliélll'S por sus rentas tÍ hien€s gozan de Int~di3-
na independellcia y aun d~1 grado {le il1l8traeioll consi-
guiente á la mediana crianza q"e rccj[¡t~n 1.18 gentes UIl
tanto acomodadas, y qnirnes por Sil educacion aun no
acompañada de la posesion de la riqueza son a~illlismo
aptos para dar \111 dictámen y tener algun influjo sobre
las cosas pIÍIJlica~.


En este plinto Francia é Inglaterra pneden senil' de
modelo á 01 ras naciones, adaplándose rada cual á sus
circullstancias en lo rebti\"O á cOllce(ler btanlt'llte el de-
red1/) , COTIIO en la srgllnda, Ó pnrcamellle como I'n la
primer:!, ó en UII término medio elltre amha~; el cual
ha de fijarse asimismo considerando el eslauo de ilustra-
cion y riqueza del pueLlo donde se adople.


La latitud con que está dado el derecho electoral en
lnglatcna no tiene allí los inconvenipntes que en otras
partes tendria, y en cambio los liene por otro lado. Estando
en aquella tierra las riqut'zas acumuladas en pocas manos
en medio de una poblacion por tlrmas crecida, y exis-
tiencio enlre aquellos nalurah's gcral'qnías Ó catego-
rías hien demarcadas y respeto arraigaoo de las in-
feriores á las superiores, los votantes en su maJor
número ponen su \oto á tlisposicion de los podero-
sos, ó, no poniéndole de graJo, le dan viulentados á
lIac erlo.


En Francia lo restricto del derecho electoral coloca
todo el podel' del Estado en cierta clase de propietarios,




DI\ DEUIlCIIO CO~STlTt:CIO~.U. 20 I
'! ('s()~ los mas adictos ;í la rc"olucioIl pasada y 10:1 mas
conlrariof; á olra l'eVlIllICiulI futura.
COllcl~der el d"f' ch" el~('lural á tanlo Ilúmcr(') ,le
rledorc~ <:11:111 los SOIl los que le gozan ,'u ln~lalt~fI'a~ ó á
11113 porcion igllal I'clalivamente á la po!tlacion 111' 011'0
E~lado, srl'ia en mi senli' aelo seiialado de impl'udcneia,
y ("uando mellos vl'IIIIria á producir efeclos mlly Jiv~'1 sos
,!e lo~ qne allí prodll,'e~ rile, lo ti"e en las tlll'ba., ciegas
de volallles illglesps liace el influjo antiglln d ~ los pode-
rOtOS lo liarian en otras ti('j'l'as illflujos IIUCVOS no de me-
jor rspeeie y variables corno hijos del acaso y <10 cir-
CUJlsI:lIlcias tr:lIlsilorias.
~hs se r(~romien,LI al entendido y rnrjnr se aviene


con el eslado de casi todas las Ilaciones d ejemplo que en
('stf~ plinto (la I~rallcia. Pl'ro aca;:O allí está el derecho
elelloral demasiado l'es1ringido, :í lo menos si se atiende
á como est:ín repartidas la I,ropi~dad y dil'ulI,lida la ilus-
tracion en la Bal-ion ,'('cina. Nacen ¡le eso quej:ls qlle, ~i
hil'n no clllcramenlr jnslas, tienen la apariencia de serlo;
y f'r1 todos los casos eomiene sal\'al' bs apariencia",
prinripalmente si puede klcl'rse sin fH'I'jnicio de las
realid:lIl.'s; y 110 cr"o)o 'lue COII exten ler el d,'recho
de (,I('gil' un poco mas I/U(' lo ('slá ¡ontre el pllchln francés
se Corre peligro de (etu'/" UII rllt~rpn el('('loral dif,'!'ellte
del que allí con gQneral prov¡,(>!lo existe. Pero entiéndase
que solo digo Wl poco mas; y alln .. Sel poco ha de gra-
duarse con .. el:lcion al estallo moral, inl¡,leclual y poli-
tico del pueJ"o frallcés y á lo correspondiente en otras
tierras y ocasio!lcs.


Como haya de averiguarse J señ;¡larse la cantidad de
caullal ó renta que ha tle poseerse para ser eleclor; lo
deben drlf'l'lninar las circunstancias. Escoger la cllota de
cOlllrihucion dirpcta que cada cual p.lga 110 dpja de te-
ner incollvI'II;pnl"s, pues una rehaja ell los lributos
sicndo alivio al públíco puede ser priY:lcion de lo:. dere-
chos polílicos en ("lienN, son capaces de ejercerlos, y
ademas donde las cargas del Estado están mal repartidas,




202 J.KCCIO~F.~
tomar la repartlcion por criterio cs !Il;¡1 camillo para lIe-
~al' á la averig!lat:io:l de 'llJiélll's ddll'll ser dl'C!tll'I~S.
1.0 (ltIl' paga eada (;Ilal pOI' Sil hahil;leioll I'S bUI'1l medio
par:) ffJllOCer su esta.lo dI' rilltH-za. Por UII rnélmln mixto
(llIed(~ aSitllisllW irse al fin anhelado (~I\n e(~rtpza ,le f.·liz
SIICI',O, psln es, sillo de aeil'1"!O cah;¡', III~I ;l!~ier!o ajlr .. xi-
mado, lÍllicn fl 'lIlC es dado aspirar ell la illlperfecciulI de
las cosas l!UnwlJ:ls.


IJp diehn, seiiorf's, qur. no snlamentr. la ri '1 lIe7. a
sino la ill1~lracioll lambien debe tornarse por rn,'dida para
ellCOlllra1' cn 10-' IlOrnhres la capal~i(hd III-eesalü :i ser
electores. Si bien se mira, aquella es sigilO fÍ indicio de
capacidad asi corno de ill¡J,'/lelldellcia, al paso que la ilus-
trac;on lo es de capacida.l intelectual puramrllle. Por
eso hay quien rrpugnc llar á los UII tanto instruidos, pero
necesitados, 105. derechos pOlílicos~ haciéndose car~{) de
que entre e~los prillcipalmcnte eslá la genle amhiciosa
é inquieta, cuyos conatos por adquirir riqueza y poder
est;ín ahora lilas que olra cosa tllrh,Jndo la pal (le los
estados. PI'ro JO confieso que en esta mal(lri,¡ esto)' apc-
gado á mis opiniones antiguas. FltelZas ha)' en la so-
ciedad peligrosas, dailina",acaso, IW/'o aniqllilarlas es im-
posible) y con lar COIl ellas indislwlIsahlc, aun lomando
en cuenla los peligros y males anejos á Sil rjercicio.
La amhicion de varios (Ic la clase á que me refiero an-
dará bullendo y dañando en los escritos y tal vez en los
motines, y si bien con leyes preventivas y rC'prc5i\'as pue-
de ponérsele estorbos en Sil carre1'a, y escarrncnlársela
en SI/S excesos, todavía, pues exisle, es huen o abrirle
los cana les de la ley por donde corra asimismo. no con
st'guridad completa dl' 1]I,e por ellos' am lIien no va ~a pro-
duciendo pCljuieio!<, pero sí COIl seguridad relativa de que
trndrá 1111 dt'sahogo mas sohl'c el que le proporcionan
Jos conductos ilegales, que no es po;;ible tell~r ente-
ramenle tapados.


Dicho ya lo conveniente acerca de quiénes deben ser
electores, bien estará examinar si delJen exigirse con-




DE DERECnO CO"STlTUCIO~Ar.. 205
diciones para dar el derecho de ser ele~ido. Señol'ef:,
confieso Ilue este en mi entclI,ler es punto~ como (';¡si lo-
dos, cuya Solllcion de lino tí olro modo dclw tI¡'lw,lll(~r de
las cil'clIlIs1ant'ias, COlllit'sO que he si,io lar~o tit~lIl!o, y
aun cn éflOf~;¡ no IIllly ,Iistallk, de una Opiilioll Sll~t"lit;¡­
da por muchos llflmlll'c's dOelos, ~gnclo~, ,\' de idc':ls ta-
\'oraIJ!t's al órdell \' rUITza ('Il el ~o"i,'rno; la cnal free
()UC, exigiJas ahon;das fiamas J 1:;11'1135 Sl'gul'iJades para
!'oCI' 1~lectore", "ielle á ~"I' illlilil pt'd'r 1'('('C;lIH'ioll,'s llue-
vas para cOllceder el (lereellO d,~ ¡Joder' s('r t~It'f:i"o, Pero
el1 esla materia me \'01 etltralldo sitio el desclIgario la
duda. En algunos pneblos ciertamellte !)asta cnidar de
()ue sea 11 capaces de el('¡-dr hiel1 los elt'elores, j' d,'jarles
despnes latitud eu la ('Iecciún, aunjue la latitud sea li-
bertad complda, P~'ro p;¡ra e~tO es preciso que reinen
en el ClII'I'pO "Iectoral la ilu!lll'acion !o.ohre todo y aun la
ind",wl1dcllcia Ila~ta IIn gr,lIlo considerable, de suerte
lJ lIe 110 hap riesgo notorio de Yel' dado~ los \'01 os ~ 11 n des-
cOllocido, ú, vali,indose tle frase Y ti Igar, :í un cualquiera,
~í q1/i~'n reeolllieuda, nua comisilln oficiosa Ó 1111 periódico
aCI'l~dilatlo. PUl' cOllsiguiente ell los puelllos ó ell los
tiempos en lJue es de temer' ó se \'e 110 estar' dolados los
electores de la snfieiente discrecion y cautela para no
dcjal'~e alucinar por 11'lit'nes aclamando estrt'l'ilosam('ute
«ó prLtria y lifJcrlad" Ó Monarquía y ól'den solo van á
exeitar opu~stas pasiones y á satisfacel' ambiciones des-
medidas, Lien estará exi~ir algunas condicioll~s en ()uicn
¡¡aya de ser propuesto Ó pllella ser elegido para diputa-
do. ( 1) Bien es cierto ~ue estas condiciolles suelen ser


(t) '" qni se viene á la iclea aquel di"ho, por lo singular ra-
mos .. , ,ie 1111 diplJla 'o nupslro ,>xlravagwtisimll en verdad pero
no rud,o de in~. nio ni ,'orto de instrun:ion l'Íertaml'nte, Aludo
al relwlido .. Si condicionu, precauciones en la parle eli~enle ¿.á qué
condiciones, precauciones en la parle elegida? .... Si rejas para q"t!
1'olos? Si votos para qué rejas?o


La experiencia no menos que el buen juicio,! discurso hubo
de enseñar que la union de la. rejas con los votos era J es neee •




20¡ J.ECCIO~ .. t:S
elllrliflas con Irampas legales, Pl'ro para (~firal' cslr in~on·
\ellit'í!IC "a~ fll('dios por los tu:dl's!'r dificulla la l1('cion
de la~ rOlluieiunas exigidas, aun I:uando 1111 10:1;) F-e illl-
posibili't' .


Examinarlo J3 <]ué d(·bn pedir;;(' pHn rfl/,fe'rir 1,1 de·
[ec!JO de ~ef ell'('lorc~, y <]111', Y si acaso :cI¡.;o, Ü 110 para
dar el de ser elegido, veamos, S("-lon's, ~i es IIl.lS COI1-
yelliellll' que los VOlos para nOlllbrur los diplllado~l tiran
dado!' en ptíl¡lico Ó en SI'Cl'l'lo. En IlIglaterr:l F-e ,'ota en
voz alta, y l'ohre si cOIHíenc substituíl' á esra pdctica
la de hacerlo 1'11 5('cl'elo se esrá signi"llclo allí hac(~ mu-
chos años una cOlltroversia muy ('el-lida. En Fr,lneia a.c.Í
como ell Espat.a se \'ota en see~'elO, sin (Jlw eslo sirva de
mucho, pnl~s el seerelo llli!'lIlo vielle ;Í St'I' una fórmula
Yana. COllsiderando JO en esto como en lo (¡emás el pro
y el contra (le las malcria~ sujetas al CX:1H1en de mi (10-
hre pl1tcndilllienlo, C()1I0l'il~lIdo IJue en dar el \010 1'11 se-
creto hay algullos lI)al('5, y que C011 d,lrle en alla ,'07. y
púLlicalllcnre se logra la venLaja d,~ illf!lndir en Ins llOm-
hres la idea (le que Ijercen con 1I0hlt~ ill,lepelldcllcia y
fran()lwza sus derechos 1 lo cllal ¡;olllrí Illl}c :í eng r~lOde.
cerlos y enlloblecI'rle3 á sus propios ojos y ante el lri·
hUllal interllo de la conciellcia, rodavía pOI'~11e se dé el
\'010 en SP(Teto estoy y me deelaro. VotaIlU,) secre-
tamente se da un golpe á los infllljos ejercitlos sohre los
,'otantrs, pero el g/Jlp\' es 1ll3yor para lus inll;¡jos malo ..
y prrjlldiciales,y á los influjos biJeIlOS y s<llnLlbles sirve
siuo de amparo ¡le poco [llenos. Con el voto gee~relo es-
tarian en Inglaterra lihrl'!i los volalllcs dd po(lL~r tirúnico
cjt'rcido á veces sobre los C¡Ull son eololllls ó artesa-
nos, Ó verldedores, Ó en algull modo clientes por los po-


s'lria. Es melle-ter asegurar el cLEnplimiento de lo~ ~egllndos
contra tentaciunes de rumperlus veleidos,ls y transitorias asi co-
mil contra las asechanzas de quienes al rompimiento incitacion.
Alguna vez el voto basta; pero caSOi hay en q .. e no e.slá de mas
coo él la reja.




1)f, mmllCIIO CO~ST[TrCIO~.\L. ~O.)
dt'rosos J I'ieos, pero rn 011'05 11111'1,108 lo eslarian igllal-
rnt'Il\(~ lo~ volalltes lodos de cierlos lil'allos IIn 1lH'1l0S tcmi-
b"'~ ni 11 Il lOS flnt' 'l"i,'rles lleY311 t'1 [Itulo dc tales; 110 ha-
IJit'Jl!:p [irallo lIJa" lelllilJll' q"(~ ljlliell para pjl~rel'r 1"11 ,!o-
lJIinarioll ~e di~fl';17a con el di('tado /llodl'slO de palriota
Ó ('i"d:ldallo. Y a~í, seiwf'('s, si los radical,·s illglt'5('S
Oplll'~IOS al irdllljo pn-polente de Sil podero~a lloblrza
sobre los ('lecL(lre~ cst6n porq lIe sl'a el \'0[0 se('('('10, bien
lile ;l('lIrrdo 'lIle por otra parle ell Fl'arH'ia, el! 1792. al
t+girse los diplIl:ldos para la ln~mcn(b convcrrcioll na-
eioll~d, r('cil'lI pasados los as('~ilíalos de setiembre, si
los IIOrlllll'1'5 modcrados y las len's malldaron 'lile se \'0-
last' ('11 Si'CT,·to, los revollosos pidieroll quc se Ilicit'se ('n
rtiblico, y lo lograron. ¿, Y filié rcsulió? Salir nomhrados
por Pll1"Ís hombn's dcs('ollo(idos casi, ó á lo mellos en vez
de estimados cx('crados por la Ill:lJor parl!' ele a/ludla
I'0blacíon II I 1IlH'I'osa , los UulJespierre, los Collul d' l/e/"-
bois y Ilasla d feroz)' frenélico JlJarat lJllscado allá en
Jos hediolldos sólanos donde (como él lo cilah..! h3ciendo
de ello gloria) había es lado componielldu sus inmnn-
(los y ~allgllinarios escritos. Eso salió del \"010 público,
el cll31 no hay duda (lIJe 1'11 époeas de tiranía (:s peli-
sroso I'0rqul':í la liranía favorece. Por consiguiente JO
le rcrl'lI,'l:o porque me opongo asi :í la tiranía de los al-
to,," como á 1:> de I(¡s bajos, así á la de los reyes ó se-
ñores como á la de los tribunos, y creo cumplir bien
COII mi obli¡.:arion rn esla cáledra y en mis leteiones,
cuaudo \olvielldo por el inlerés de la libertad del pen-
samielllo)" aeciollcs lícita" humallas, tildr¡ y desarreJilo
cualt.¡uiera tiranía de arriba, de ahajo, dc nuestrQ laJo,
caicla ;l hora ó le"alllada~ bea la de la plehe porque es li.
ralla á veCí'S, sea la clelll'OIlO porque hay leJes tiranos
Ó miuistro~ qlle.' lo son á Sil nombre, sea la de la aristo-
<"';í"i,, 1'01'l1'1I~ lo fué alguna vez y ha sido y aun puede
serlo.


lIe :1 hí, s('ñorí'~, [as ¡)(l¡;Yt'ntajas del voto públiro 'J
las ventajas elel reservado. Verdad es que por elile úhi-




20(i I.ECCIO~ES
mo1'e favorrcp, á ,'CC(,S la mentira, lo eual es 1111 mal gravf',
pero aun exp(lIl('I~C :í (;1 cOllviene po/' evilar O:I'OS ma-
\"tl"es. POI' d \'oto re~enado s:' ¡¡¡flllve ell los \'olallll'8
111'1'0 'lO ,iolellláudoles la cOllciellcia. "El s('ñol' henéfico
q IW ti iriFiéllllo~e al Lomado el!'elol' pl'Ocure ga liarse su
voto eTllI,Ic311110 para ello 110 amenazaS sino recuerdos,
influirá ell él bendiciosamcnte. Asi puede lograr~e hacer
la t'\('ccioll hija del libre albedrío del votante, (iel libre
alLedrío se ('lItiellde, no para que nombre con pleno co-
lIocimiento de callsa, sillo para que elija eutre oueJecer
ó resistir á los influjos sobre él empleadlls.


He cout/uido, señores, COII lo que 1'11 mis lecciones
sc me ocurre decir en el puuto de las elecciones de di-
putados, y es ya tie/llpo de contempla,' formado y obran-
do Jos elll'rpos ddiberallles y legisladores.


Hablalldo ,le las prerogaliv3t' del monarca, ya enu-
rnrré la fllJe 1'11 mi sentir es indispcnsablp '1IW tellga para
cOllvocar Ó disolver los cucr'pos 'l'll~ con él haeeu leyes.
y en Jos aclos Ilel gobjel'llo I'jl~rren illfilljo. ESle derecho
aun .. 1~1J1l0~ m:lgistl':Hlos supremos no ('on título de reyes
de heria n 11'Ill'rlt', pero al callu no es necesario como á los
(lue son f'I-rmaIH'IlICS, á aquellos cu)"a autoriJa,] Jillla-
nada 3simi~f\lo de la 1 le{'('ion 1IIII'a poco.


En cu:mto á la o\ll'acion que debe lener el cuerpo
legisl;Hlol' Il('plllar ó nlas popular, estimo conveniclIle el
lérmino de trps ;¡ños que cun el derecho de disohcr
pne¡,.\o ro rl 010\1:11 ca puede y has!a suele COIl IJfl~frl­
l'rl\( ia s(-\' altre\iado aun tU lieDlpo~ de mediano liosirgo.
En Iqdatl'l' r a (Iondl' 10('a á UII parlamento durar siole
años 11lIJ una seela qt¡e los solieita anuales, y aun hom-
hre IlIIbo tille al prdido5 con taula frecuencia renova-
Jos cn'\eI'OlJ convt'nií'lIte aña(lir: ó mas amelludo si ne-
cesario" f,;eJ'c. St'ñores, la frecueucia dl'masiada eo las
e¡f'ceiones I.'~ d:¡ñosa, ) lo es por Ulas .11' UIl lado y de un
moti ro. AUllqlle se diga que ,'aria mucho y ell bre\'es
plazos la 0l,illion pública, que los elegidos al caLo de
OIlgun tit!wpo suel~n olvidarstt de los deseos é intereses




D~ OEllECIlO CONSTll UCIO!UJ.. 207
de sus eomilellle~, J qUI', ,'icndo poco cCl'cano el tiia de
la reel('cciflll, dt~ el:os iUlllediatalllellle 110 1('lIlen ni cs-
pl'r,llI; )' atlll'llll~ por eslo parezca 0lnrlullO harer fre-
clleuk la cOlllil"lllaeioll Ó l't'pl'CJhacioll de los elegidos [1M
Jos el,'dúl'e~; toda\ ia, aUIl 110 teni(~ll(lo en cuellta cllanto
padece la fi I'llleza del poder J dd Estado COll ell'cI'iolles
1111l)' rel'elidas, se tropieza COIl el incon,,¡'niente gl a\"ísiIllO
de (lIJe nll'lIudrandll e~tas mengüe cousidel'aldemcnle el
cfllpello flIIC ex('itall, y se conviert;¡1I CII acto :d cu;¡1 po-
cos l'OIIc,ttrI'Cn Ó atiendcll. NlI,'stros pueblos modernos 110
csl;íll l'al':I vivir constantemente en el furo Ó :ígor;¡, para
pasar los dias sin remision oeupados ca los IlI'goeios pú-
blicos al modo que hal'ian los rrpublicauos tic la auli-
sÜ,'t1ad. Seguramentc, si los 1Il0derllOS como los antiguos
1\l\'i(~5tm esclavos que trahajasen en las faellas ca!'el'as y
en los ofieios mcdnicos; si á los de nuestros dias como
;í los de los p;¡s:Jdo~ se reparlie~e el sustento, el trIgo
en la plaza pública, biell como á los rnctl'ligos se repar-
tia anles la sopa ú la fiuerl:l de los COn\'PlltOS; aClldirian
de ('ontillllo á las p!('uioIlCs V á olras r1e1iheracioll"S so-
bre lIegoci08 políticos; pero donde lo~ hombres que mas
influjo deben lener en la suerte y cosas del Estado son
IJOIll'ados trahajadores que ell sus oficinas ó tallercs eqúu
f(:lnando su ,"ida, y cOlltri¡'uJí'ndo á la pública riqueza,
obligarlos á :lhandonar á menudo sus IÍliles y provecho-
sas ocupaciones para llevarlos á usar de sus derechos
políticos eligiendo diputado!', es cansarlos y es peljudi-
carlos. Qlle vayan en oeasionrs una de olra UII tanlo
arartatlas á dar Sil HIlo persuadidos de la iml'0rl:lllcia Ile
1 as c1,'('f'iOIlf'S eH Sil SIlt"I'I<>, a~i como es IlIlrnd, es PI'O-
bahle ~lIe 5IlCf'Oa. Pero r('prlida~ las elecciones pipl'den
su im)lort;lIIcia y erece la nlOlt'sti:1 dp los votant.·s, si'lldo
cil'llü quc 110 puna oClIpaeioll fatignsa aUllque de ella
se ('sl'cre prorl'clto, sino el tldeile mayor muy r('pl'lido
eluhotalHlo el senlido porljue se goza, pa:,;a á se" I:U solo
i"llÍl'ido sino ra~lidio,·o. A~i '"emOS (Iue Sif~lldo frefuen-
teb lai deccioIlcS ¡¡si en España como otrai parles, CCian
J-01.'··~~
~. f'~~,


."~;:-)




208 LECClO:-iES
de excitar la alendon y aun son csca~amcnte c(JIlcnrri-
uas, villll'ntlo á salir obra dt· UII cOl'lo U¡íIIlCI'O de "o'anll's.


Setiort's, balJil'ndo hablado de lo q'le ddlell dllrar
los cllni'oS coki:\islad .. re~ y dt'sl'ues de tralado el panto
de q uiéllCS tleuen CUllC U 1'1 ir á formarle <'.01110 ele('ton's el
elrgidos, OClJlTe ulla e\Jcslion y es la de si COnvil'I1C que
de Cllt'rp(iS Ecnwj;Jnll'S se311 Illil'lIlbl'oS los clllplt'atlos.
HeFpedo á este pun: o andan UI uy disrordl'S las opinio-
nes a~i cn nlll'SIJa lierra ahora como fn la naeioll "e-
cilla. Cierlos aLusos eugendr;niall ira que mlll'YC á LUS('al'
el renlt'dio con ancbulo, plles sabido es que la ira cs
mala \~omt-jel'a.


Aqui se viene como por fuerza á la i(lea uua coin-
cinencia que, si es digresion en el CIII'SO de llllcslras lee-
cione!', es de aquellas digl'll~it)llcs \lO inopol'tlluas.


Los esp;¡ñoles t¡1I1' somos ,>¡ejos oiaml)s~ l'lIando éra-
mos rnHZO~, repclin;e entre nosotros la qtllj;1 lle que
Iluestra llaCiUII era IIIla JlllCWl1 dI' PJllpleatlo~. Dl~cíase ('11-
tone!'s: «En otros pueblos buscan los hombres Sil "ida
en el t'jel'cicio de varias pl'ofesolll's, de ofieios diver~os,
aspir:muo los ll'ahajatlores á perfeccionarse cada cual
en su trabajo, los qne "i,,~n de ulla industria á saC:lr
de ella ma) or 1'1'0\'echo, cnanllo mtre lIo,olros aspiran
casi Indos á ,'i\'ir á sueldo del Estado, y con la di,¡lin-
cion que lus empleos ¡Jan á quien los sirve. Es preciso,
plles, (se tJt.tia) acabar con el gobierno t!e~pólicf¡, pt](·s
él ha engendrado y conserva 1'11 (,1 pueblo español este
daño.») El gl)bieruo llamado dt'¡;,pótico mUl'i,¡ ya, señoreF,
pero pn~gunto JO ¿ ha disminuido la coslumhre, la ma-
ní;. de IHclI'nder lodos lener empleos? Al rt~ves aquí, y
ell Francia con un gobierno parecido al nuestro la sed
de ser emplc~dos !t'jos de eslar apagada PS :1I'diPlIle,
loca, como la imaginada del hidrópico; siendo á un
tiempo ulli\"ersal é ilJsaciable, el! qllienes no han beLid()
y en quicnes han probado del manalllial copioSamt'lIle,
PUl'S yuil nes bebeu una VeZ al puulo mismo pid~JlllJas'y
ma)Ort!i tragos.




IlE TlERJif.nO CO~STln;cJO:'(,u.. 20!l
En vcrda,l, señores, la intl'odllccion del apellidado
8i~h'ma rrprescutati,·o llamando á los hombres á OCII·
parsc en las cosas púhlicas, excita ó aviva sus cicscos de
ser crnplc:·(IM. En Inglaterra, siendo los empleos pocos
J el estaLlecimienlo del goh;erno con elenll'nlos floPII-
lares muy antiguo, el lila 1 no se nota, 110 haLiendo por
otra parle crecimiento en él: en }<~rancia sí, y lo mismo
en Españ:l.


Ahora pIH1S, visto (¡tIC los cuerpos legislarlor('s y
deliherantes SOIl 105 111~ares donde mas se pretenden v
A":lIlanlo~ 1~lIlple()s, ¿,colI\iene para impedir este mal pro:
hibir que I(ls dipllt:I!I,,~ puc,lan recibir empleos, ó los
elllplcados ser elcgi,los?


Yo, scii()rll~, 110 pncllo avenirme á disposi~ioll tan ri.
~orosa, la cllal ademlS creo no conforme al púhlico pro·
vecIJo.


En prinwr IlIgal' 110 convicne atplliénclosc á 135 :111-
lignas y en mi senlir erróneas ideas l\ohre la division elc
podere; sPp:Jrar la potestad ejecutora (le la icgislaliva; de
forma filie (1M IIlla senda vapn lo,> que hacen las leyes
y por otra direrellle aquellos á ql1ienc~ compete tener
parle en ejeeularlas. Ademas cOllviene que entre los le-
gisladores para hacer!;u oficio de lales y entre los dipn-
taJos Ó sPlladores Ó pares cuando tl'atan {le materi:lS no
Ile ]('gislarion sino de gohi('rno, lIap ]·lOmbres que IIl"r-
"~anen un tailto la práclica con la teórica, y tic experien-
cIa en los nrgocio¡; que se (l¡sclllen y sohre los cllale¡; l,a
de Jarse un fallo. No eSI;} por otra parle mal qlle el go-
hirmo ó digamos el ministerio tenga,! ejPfza algnll
influjo en los cuerpos deliherantes. Si consideramos rln~
hoyes mayor la fuerza en tos gohernados que en los
gohcrn:ulorf".s: quc los homlwps puestos en oposicion ni
gobierno blasonan de una independencia q\le 110 poset·u:
que la corrllpcion, naciendo tle todo poder y I'jl'rciéndose
sobre otros no poderosos á resisti,' á Sil influjo, sale hoy
asi como de los palacios de otros lugares: que hasta las
c:lmarilias :l~i como el rH f'D Sil suntuoso alcázar


14




~iO J.ECClONES
~nele t"lltrl38 el demagogo en su humilde retrete Ó en el
boJegl)[) :í que asiste, pues las camarillas innuyen en 108
IlOmLl'cs tOllos, cunsistien(lo ellas en el poder que sobre
todos ejercen las personas IIlDS allegadas y de inl ínti-
mo trato; si consideramos difw, todo esto; y v"mos in-
/lujos varios, semejantes en fuerza si de opuesto orÍ-
gen, ohrando en los miemLros de los cuerpos legisladores
¿ 110 se ver,1 que el gobierno representante y 110 enemigo
del pOli el' de la soeiedad há meriester como arma (Ielen-
~iva esta que es ofensiya á veces, )' la tá menester fucrh',
y bastante á parar los golpes tille le asestan arlllas igua-
Il's de la parte contraria?


Pero me (Iirán: abrieu¡lo como está ahierta la mano
:1 que los empleados sean diputados en los cuerpos k~­
gisladorcs podlÍan estos \letrar á quedar compuestos ,le
cmpleullos ulIÍ<'amente, con lo cual vendrán á ser á las
dal'as dependencias tlel ministerio.


A eslo responden otros que semejante daño, conce-
diendo como es fuerza conceJcr que lo seria, es impo-
sible d~ e\ilar, á no ser c:lUsando con el intentado reme-
dio un mal mas grave; siendo por lo tanto el único
reCUI'SI) posible para disminuir este inconv('nienlc en
clIanlo exi~te y evitar su aumeuto, ilustrar á lo,,; electores
i1 fin de que no den sus votos á los empleados sino á afl'IC-
1\os de sobresaliente mérito, y que sir\'en los principales
empleos; y á esos en número competente y no excesivo.


Tampoco me conrorlllo, señores, con este modo de
pensar, y al reyes juzgo oportuno, y aun necesario, hacer
una ley declarando illcolupatibles con el cargo de dipu 4
tado ciertos empleos, si bien uo todos ni con mucho. En
Inglaterra hay ley de esta naturaleza por la cual está vc-
<bdo ser de la Cámara de los Comunes á ciertos empIca-
dos as; COlIJO á personas que con el gobierno ticnen con-
trala. En Francia es incompatible con la ocupacion de
diputado I,t de prefecto ti gobernador político. Allí y aquí
y en todas partes convendria en mi sentir tlue mas de un
empleo de los Jo.mediana y Laja, y aun alguno Je alta ca-




Hit lllmECllO CO~snlTCIO~\I.. 21 t
II'p;Ol í:l. inhihir~w :'t qllif'1l le esluvif'H' sinicndo SI': al
1l.!~111O 1:¡lIl!'o diptll:i<lo. Tle allí se f'.1'~lIil ia entre 011"01;
bic[]r:; di, IIli IIl1ine 1'1 II¡'¡nHTO dI' t'mpleadcs, qlle llIaR
;¡I!"llde/l :'1 la [w!ítica W'neral del Estarlo qlle al de~el1l­
¡)tIlo de la la["(~a ¡'¡ Hl c(·lo rncomf'ndada. De ahí hallf'r
('lItl'e no~olr()s In;¡S hOlIlIIl·cs (~('gun se dice al uso Hlll-
derllo) de adlllillislr:Jcioll: de ahí menos necesidad uo
lIIudallza 8('\I(,1'al de emplP;ldos cllando la hay de mi-
nislro:'\: de ahí w> esl;)r lantos emplcauos en la alter-
mti"a dI' ~el\'ir á sus ElIpeJiOJes d:indoles contrario el
yoto, ó de senirlos Sf'gllll ellos sienlL'n con daño dc la
cansa púhli("a~ y de ("i('rto con n'pngn:lIlcia de SlI COIl-
('i"lIcia. Eslos bienes traeria limitar con nH':inf3, COIl jui-
cio, el IllÍlIlI~ro de empleos qu(' consienten unir Sil ues-
emp('lIo C01l el cargo de dipllla,los.


En CU:lIltO á que quien siendo diputado aCI'pLI un
empIco pit'!'lla por ello 811 caráctp\" á no sel' que sus
comitentes l{' rel'lijan, justo es J conforme con una
llllena Il'óri,·:¡ si bipll tle e~casa illlporlancia r!l la prúc-
tica. Pero sujetar igualmente á reekccion á qUil'1l rcrihe
del gol,ipn:1l lIlla distillcioll honorífica y que no es lilas,
lile parere 1111 desacuerdo.


Llega!'o es ya el tiempo, sriíores, en r¡lIe delll)rnos
pasar :í eX:l!lIinar los cuerpos deliberantesy It'gislado\'e~,
;a forlllado,; p puestos en aceion; '! á consideral' clIúlr's
deben ser sus facultades y ocupaciones, y de qué modo
les toca para el Lien comun ejercerlas.


Sohre esto, seiíores, iré m:lS allá que suelen ir en
general los puhlicistas, pues al Iralar de los cuerpos
deliberan les considerándolos asi corno por mayor por
menOl', me entretendré en hablar de Sil reglamento; ma-
lcria de CJsi todos descuidada por ser crcida tal vez, cosa
ele importancia inferior )' ajena como reglallH'lllaria di)
lo que es derecho político constitucional, haldando pu-
ramente. No lo consideró asi llcnlham que escribiendo
Sil obrilla,:'t la cual lIió el título de T:íclica de las asam-
hleas parlamentarias, la incluyó entre SIIS ohras sobre'




'! j i LECCIONES
It'gislacion; juzgando sin duda que de ella debía formar
una parle, y acre¡)ilando asi que juzgaba el asunto de
importancia no corta. De este parecer soy yo, pues juzgo
de importancia hasta grandísima en ciertos casos 1011
trámites que signen y las formas que llsan cuerpos que
en la (iiscusion de los negocios tienen una parte de las
primeras.


Asi en mis lecciones próximas hablaré á la par que
de las facultades propias de los cuerpos legisladores y
deliberantes, de los medios aun reglamentarios por los
cuales han de poner sus facultades en ejercicio, asi cuan-
do hacen leyes como cuando se ocupan en otras deli-
beraciones.


De este modo proseguiremos en nuestra tarea, se-
ñores, teniendo presente que á la perfcccion ó aun
cerca de ella no es posible llegar con los todavía escasos
medios de que podemos valernos para estas nuestras
investigaciones, siquiera para dar s,>bre las cuestiones
pendientes fallos un tanto acertados.




I.ECCIOlW DEClItI .. 4. (l.).


Señores, en mi úhima Icceion Ilablé sohre el modo
lilas conveniente de elegir á los que hlln do ger nJiem-
hrOi (le los cuerpos legisladores. Dí por supuesto (lile
la eleccion (Iehe ser .linw.ta, por lo clIalse enliende
COnto es s;¡biJo, qlle tOllos aquellos á quienes esl~ COIl-
ferido por las IcY"s el Ile1'echo electoral, han de (·jel'-
cerle nombrando á los diputados, y nO eligiendo á lIllOS
eleclores que á estos nombren. : lOCOS partidarios CIII'/}-
la hoy este segundo método de elegil', y en casi ledos


( 1 ) El principio de esta Jeccion es añadido por el au10r 111
publicarla. Cuando la pronunció, ya por olvido, ya por supo-
.er convenidos casi generalmente los publicistas en reconocer
las ventajas de la eleccion direch • omitió habfar sobre ella ante-
poniéndola á la indirecta, el:poniendo algo del pro y el contra
de ambas, y dando con buenas ó malas razonl's la preferencia
á la que él reputa mas conveniente. En esta ádiciun como
en otr;¡a muy leves en las lecciones anteriores, segun salen á
luz, ha parecido lo mejor suponer pronunciado lo añadi,lo . para
que sea unu mismo el tono de toda la obra ó curso de Icceiollcs.




U;CUO~ES
los pueblo,; uOlltle hay t\ubicnto~, de los llamados rc~­
jln's(,lIlaliro~, esl:l desechado; pCIO si Ita~' pocos que le
lll'clicrall, no ¡\"ja de haller alguIlOs, y si 110)' no es\;í
Üll uso ell mutilas parles, lo eslá en una lí olra, V lo
Jla estarlo en yarias ell licfIlporr. I':,~:\{los y 110 di~lal;l('s.
Francia le adopló ('11 1701 , Esp;"ia en 1812, J eIl los
Est;¡t!OS-.Ullit!os allglo-am('l'¡t~lII(Js ~ine ell cierto 1ll0-
.10 para· Ilombrar el Senado, y ('1) su rigor para r1q~ir
d mngistl'auo, que con título de Iln'siJente Ijcrce allí el
IIJJndo su premo.


Los ahogados de la c1('ceÍon ill(Tirecla, ó por gr~dos,
pretenden que con adoptarla sC (,oll!iigUt'1I dos \'('lIlajas
t.ahálldose en parte los iucollrclli"II[es á ellas anejos:
plles se logra d;i1'lo~ defeclIOs po1ític'ls á casi LOdo el pue-
\110, en IIn estado, sin temor tic que prorl\l7.ca cOllfuilioll Ó
corrupciou el número crecido, )' Jlor cons.iglliclllc la no
:;e!ccla calidall de IIIS elef[ores; ~. allllisllJo tiempo se
lia á pocos la facultad de bacer la t'kccioll fiual y "crda-
<lera, sin q IIC tal derecho sea UII motlopolio? plH'S le da
cada rez quc sc ejerce el yoto de la muchedumLre.


MI'. de Tocqueville, en Sil c\celeute J ya por mi
citada oLra: (( La delllocracia en AlIlérica)) ad\'iprle
(lile culos Eslados-Uuidos anglo-atllCrieallos, los sella-
dores elegidos por los cOllgresos y scnados tle las legis-
laturas paniculares, esto es, no por la multilud sino
por los elegidos por la multitud, suelen ser !wrsot1ajes
tle mérito y tcniJos eu' resp{~to y estimacion; 110 /)(1-
tlicndo decirse otro tanlo de los diputados al COllgreso,
I!ijos dc la eleceion dirccta, dondc gozall del (leredlO
tic "Olar b;¡sla los hornhrcs rudos y necesitauos. De
aquí 110 saca el illlstre escritor francés consecuencias fa-
vorables oí la cleccioll indirecta, pues, eonlelllándose ron
ci lar un hecho lal cual Itl ha ,·islo y nOlado, nada
¡¡¡¡ad!'.


Los frauceses de la opillioll llamada legi limisLa suele
asimismo a bogar pOI' esta clase de elcccion, ltacicudo
IIU llwriJajc de muy cou[rarias doclrilla~, y medio reco-




DE DERECHO CO:'\"STlTUCIO~"L j 15
nociendo la soherallía popular cn el hecho de tplCrcr
dar los derechos e1cctorales á casi todos, al paso (lile
slIiítcntan la soberanía de los reyes á pUllto de no COIl-
selltil' quc en circulIstancia alguna sea licito t1cl'rihar-
Jos del trollo.


Si hicn se mira la eleccion indirt~cta tiene 1111 ob-
jeto, el (:ual es nlcrsc de la muchetlullIhrc para s:,('ar
llU,l cleccioll contraria:í lo que la verdadera 0l'illiulI
pú 1,Iiea IlI'cesila Ó pidc.


Donde lomando casi toJo el puclllo parle 1'11 los
negocios políticos, la op;nioll pública adolece ,tI! los ,i
cios inherentes eu el gohierno de la llIuclwdumbre, biell
está que sean estos corregidos con la cle('ciQII irHlire(:-
la; y por eso la de los seua(lores ,le los Estallos-Uui-
do~ anglo-americanos prolluce hilen efecto.


Donde la muchedumbre atieullc poco á la causa pl'!-
!Jliea por no consentirlo Sil situacioll~ la eleccion indi-
recta causa que quienes seducen ó corrompe" :í las 1111'-
L:¡s ciegas, y en algunas ocasiolles arl'ehaladas, por Sil
lIJedio logren sobrepolJcrse á la vol:mtad dc los mas illl~­
trados y IIIcjores.


Tengo I'0r tan perjudicial dar el voto á quie:lcs de
él por fuerza han de hacer mal uso~ que esto)' por la
eleccion indirecta. siempre qu¿ hayan de gozar dd de-
rccho electoral los igllorantes y menesterosos. Pero co-
mo á estos opino que (Iebe la sociedad proteccioll, am-
paro, (Ierccllos ci"iles en suma, que tic la opresioll (It~
cualquiera clase los liberteu; y 110 dereclros polílicos, IlS;t-
dos por ellos siempre ell daño público, y ui Si'}lIier';l
en su provecho pri'iaJo; estoy porque un cllel'po elec-
toral bien compuesto debe nn!llbral' lo:> diputados de I;t
nacion, CIl vez dc á meros electores que hayan de nOI1l-
brar á los diputados.


POftlllC la cleccioll indirecla en mi concepto hr.r-
malla no tauto diversas ventajas C'jallto opuestos i!lco!l\'t~­
uicnlcs, Haciendo de un principio erróneo y perjudicial,
corno es el reconocimiento de ser e\ Jerecho clecleral




216 u:t:nO~liS
ill hcrenle en todos ó en casi todos cuantos varones for-
lIlau la polllacioll tIc UII estado, y jUfltauc!o ell sí el mal
tlP.IJIIC sean los eleclores nombrados por la turba, corno
suelen ser hijos propios de tales padl'(!~, v talllbiell el lila 1
d(~ (lile, forlllados p en cllrrpo infllJyan ~n I'1I0s, sobre el
mal }!l'incil'i'J ol'igillal, artes dicst;·,IS de diversas pall-
.1 dla".


Sin emhargo, señores, fuerza es confesar que 1a~
elecciones ele e.;tc ü esotro modo IJ('daas mas que ti!·}
modo usado par,l hacerlas se resielJlt~1l ,le bs ('icrulls-
lancias en que son llevada" á ef .. ero. (1) En rielllpos
revueltos las gana la osadía; en épocas tic tem plauza
Jos jnllu.jos natur.11l's de la so¡;ieu,lIl; en algullos pue-
blos el dinero, si hien casos h:iy (,IJ lJue allí mismo
pierde la cOlTupcion parle de su poder; (2) en (lueLlos
ruJos mañas y auu trampas patentes.


lbstc ya, señores, lo !lidIO scih/'c elecciones, y pa-
semos á considerar los clJerpos le~:isIaJores v deliberan-
tes formados, vi\'iclI,lo, ohralld~ en el de~l'rnpeño de
las tarcas que les SO:I ellcomcllda~la5, Ó en cl goce de
}¡¡s faclJ Ilad"s altas de que están revestidos.


Para esto, señores, no seguiré el ól'den anles usa-
,~o, tratando primero dd cuerpo que lo (S cn gel'al'quía
J no del que lo eS en imp0l'lancia. En los hechos de
este último, en sus alrihutos, en las formas que deLe
seguir par~ p/'ocedar, es ell lo que mas me detendré j si
bielJ al hablar de ello consideJ'aré {, amhos CIJ(~"I'0s á
1l11liempo mismo; siéndoJcs como SOIl, fOllluncs;í alll-
!Jos casi todas las facullades y oClJp~ci(jnes; y dehiendo
ser sino idénticos, en e:.ll'cmo parecidos cn Jos méto-
dos quc empleen en sus tareas.


( 1) V éasc sobre este punto un discurso preciosísimo al par
{lile agudo del sellOr conue de Toreno, al di¡culirse \Ina ley
dedoral en el es~amenlO de procuradorcs en enero de 1 H36.


(2) En Inglaterra en la elcccion general de 183l venció
al influjo del dinero, alli siempre omnipotente, el de una pasioD
popular á la sazon excitad~,




»E DEII~CIlO COl'iS'fl1 UCIO~AI.. ! t 7
En una de mis 14I'cciolles lle die/lO, (yaun tendré


o 'a~ion tIc repelir mi idea y explanarla mejor) que, si
bien SOIl estos cuerpos legisladores, no es corno f.thri-
eal1!cs de leyes como mejor sirven y mas relucen, aun·
(11lC ell casos cspecia!es hasta la tarea de legislllr des-
empeñan con mediano y lal vez superior acierto.


Pero pues legisln«ores son, y hasta lIalllados tales
Ó COI\IO por antonomasia. Ó COlIJO si fuese legislar ~m
lÍllico ('III(lleo; por esle aspeclo los consideraremos pri-
IIlrl"ll, procurando averiguar de qué modo podrán dcs-
1'llIpeñar con mas tino esta parte importantísima UC SUi
larcas; in\'estigacioll en la cunl uo hemos de promelc'r-
IlOS lW suceso por delllas feliz, pues aunque sean los
conocimientos humanos mas dilatados que antes eran y
l'lI mi COIIC('ptO 110 menos \)J'orundos; todavía, en mate-
ria ele le¡.\islacion, asi como en otras, distamos infinito
dt, la perfeccion allsoluta:í (lile nunca pod¡'á arribar b
11,1I!1Il~za del hombre; y así halJl'emos de contentarnos
('011 alranzar Ull punto dc pCl'feccion relativa mucho
lIJas acá de la que se remonta la fantasía, cuando vue-
la ('011 ímpetu llijo de loable osadía y noble propósito
('1) bllsca (le lo perfecto.


Suponicndo que hay;¡. cuerpos que compartan con el
l\Ion .. !'Ca ]a tarea de hacer las leyes, ocurre des,le lue-
go la duda de si ellos, asi como el rey, han de ser due-
ños del derecbo llama(lo de iniciativa, ó para enteral'se
mejor de lo que es conceder el uso de semejante dere-
ellO, ¿conviene que quien quiera de los miembros de es·
tos cuerros puetl:1 proponer ulia ley, trayendo pOl' este
medio á plaza y á público exámen, dcliI.Jeracion y reso-
lucion cualquiera de las principales cuestio[ws que cn
la socieuad pueden presentarse?


Sabido es (llIC sobre esto han andado los pareceres
discordes, y descollforme la práctica de los estados en
que Jla habido gobiernos de Jos apellidados reprcsenta-
tivos. La carta constitucional otorgada al pueblo francés
por el ney Luis XVIII en ISU., asi como el E)tatu lO




2i8 I.ECCIO:i'ES
real de ahril de 1834 por el cual fueron COIl"ora(las en
España Cortes gl'oerail's, señalándose á estas SU!! faeul·
la.le~ y las formas con que habian de usarlas, \'edaron
á los cuerpos coll'gisladores la inicialiva, redllci(\udololi
á deliherar y "olar sobre los pro)'eclos de ley qno el
gobierno les presenlase" No era tan peregrina esta i(lea
que 110 IllIhiese sitio recolllrndada POI" al~ullos publicis-
tas, ni habia dejado de ser puesta en pr"áctica en a Ign-
na ocasion; pero enel gr:lIl modelo de la monarquía ape-
llidada constitucional, en Iug1atara, la illiciati\'a de la:i
leyes habia es lado )'a desde tiempos antiguos asi COlIJO
ell el monarca en los cuerpos colegisladores, y POI" COII-
siguiente en C,H!a uno de los miembros que los forman,
J eu Francia {lesc1e 1830 5C hahia imitado la práctica
inglesa, sin resultar de ello daño ni peligro"


Yo, señores, soy de opillion de que no conviene de
manera alguna dar solo al monarc:. el derecho de pro-
poner las leyes, cll:lndo hay creados cuerpos (pIe deli-
beran elt públieo sobre las leyes mismas y olras malerias,
desnaturalizando así á estos con reducirlos á ser mero~
aprolJadores 6 desaprolJadores de lodo cuanto les propo-
ne el gobierno, y desnatllralizálldolos, digo, por lICI" su
naturaleza representar y expresar el movimiento que fray
en las ideas oe ]as sociedades, y hasta la illlpaci'~'lcia
que debe ser refrenada, pero 110 sofocada sin cOllsen-
til"le que asome. Y no me deci,)o, señores, á favor de
conceder á cualquiera diputado la iniciativa sin conocer
los peligros que eslo enciena; no, señores, pues los co-
nozco y confieso, pero, viéndolos claros, y 110 encubrién-
dolos, estoy persuadido dc que wn pelig"os de aquellos
á los cuales es necesario hacer frenle si se adoptan ins-
tiluciones de que ellos son en mi sentir consecuencia
forzo~a. Sí, señores, si en lodos CMOS la prudtmcia
aconseja al hombre proceder eon meSUI"a, caminar con
pausa; si en gcneral quedarse en un buen meJio es corr-
Yenienle; si hasta en cierto modo es forzoso estar siem-
pre en un medio., puu quien mas allá se arroja siempre




JlE IlEUECIIO r.ONSTln;ClO~AI.. 219
('U3IH}O intcnla pararse ('\I('lIelllra Iras de sí un allll/i-
r io~o ()ue CIll fillj:'I\Ic1oll>, h~ dice: (cwllilla, pues todavía
110 has IIlIdado Ilastante" ~ ~i todo esto es certísinH; por
otra parte ha de procurar~e no etpúwcar con la pl'U-
delll ia la tilllid('z, y con el justo deseo de no Gxce.lerse la
('nada precauc;oll 'lile iflll"de lleg:lI' al plinto apete('ido
por descubrirse CII él rit'fgos q lIe dehieron prt~\'('ers(' (01\
{¡llillJO de arrostrarlos, y ~alir (le ellos triullfanLc dl'sde
f'I IIlOIllCllto de CfIlpl'elHlel' la jornada. Viajes ¡¡ue 110
1!(lrall al paradero á dOllde Sl~ aspiraba ir, de poco apro\"c-
rlJall. A(h~mas, )'0 respeto mucbC' las barreras puestas para
cOllteller desmunes, pero respelo las lwrreras fuertes I.as-
lan!es á cumplir eDil el oficio á que están de,;tinadas, y IlO
las :Ipellirladas por algunos ingeniosos vecinos nuestros
« /¡urreras de algodun" flojas, ridículas, indicadoras de un
"¡''('o dc COlltCIICI'. y (le 110 l/aber fuerza bastante ó sufi-
('il'lIle tino ell qllíel~ intcntó eOlllrarestar COII lll1lemural
la IJ débil 1111 poder terrible.


POI' consiguiente, seüores, yo no niego en la inicia-
ti,'a dada :¡ los cuerpos legisladores la existencia de un
llial, pero niego, sí, en la r1isposicion que se la prohibe
ia (,f:r:lcia .Id I'enwdio. Plles (lué ¿ del:ber:llldo estos
CI)('l'pOS en púhlico no hul'larán las preocupaciones que
el J¡.t~ishdol· llegándoles la iniciativa se propuso ~ y no
sacarán á plaza los que hablen en ellos las cuesl iones
mismas Clip puhlicidad es peligrosa? No procurarán~ y
ell el grado bastante á producir el mal le mido y trataJo
de Hitar conseguirán, el apoderarse rodeadamente de la
iniciativa de que 110 pueden hacer uso dircctamcnte y á
\;¡s c1ara5? De qlle asi lo han hecho da testimonio la his-
toria: lle que asi lo harán persuaden la experiencia y el
raeiocillio, en ella, yadelnas en justas presunciones fun-
dado. En Frallcia autes de 1830 con el derecho de hacer
cllTilielldas, I'n España desde :¡hrirse las Córtes de 1834
Jl3sta el trastorno que produjo el restablecimienlo de la
COlIstitllcion de 1812 en 1836, con el derecho de ha-
cer pCliciones se venia á hacer uso de la iniciativa 6 sino




220 UCCIOUS
tanto con la discllsion tiC lIamaLan y atraian los peligro"!
que ella encierra. Se veía entre nuestros vecinos al tra-
tarse de los pn>supllestos, enlug3r de decie cu audo se ha-
blaLa de la sal si esta dehia suhirse ti bajat'se , hablarse
del estado de las relaciones políticas de Francia COIl 1:1l~
demas potencias del mundo; ó de la cOlHlllcta del minis-
terio en el gobierno doméstico; ti aun :i "eces hasta del
principio mismo de legitimidad en el cual la fábrica del
gobierno (lescansaba; corriendo estos discursos, oidos
pOI' unos, recogidos en los periódicos y dilatándose á
crecido número de leclorN; con lo cuallluedaha frus-
lrada 1.1 precaucioll del legislador como ya he eXllrcsado.
Señores, los gobiernos donde hay cuerpos que deliheran
en público sobre materias de legislacio.l y gobierno son
como campos de batalla donde hay que estar lidiando
continuamente; y sieiulo esta su condicion impr'escilldi-
Lle, quien en ellos "ive y obra como político tiene que
arrostrar en vez de esquivar la pelea, no esperando
triunfos á poca costa alcanzados, sino los que son rc-
!mltas de reñidas batallas y de dilOputadas y por eso ho-
n oríficas victorias.


No llevaré yo con todo esta mi doctrina al extremo:
no lliré que al er'ror se le debe dejar siempre que asome
y se manifieste para batallar con él y dcsvancecrle, ó á
la mala intencion osada que dé muestra tic si para cntrar
con ella en la lid V confundirla. Pero si á 1'eceS conviene
sofocar los males· en su cuna, no es hacer esto dejarlos
en pie y echálldolei un velo encima figur'arse que hau
desaparecido. Cuando hay libertad de hablar en público
escudados los hombres por la inviolahilidad, ya no S6
les puede impedir que propalen y difundan especies pe-
ligrosas, y lo que se hace necesario es dirigir las cosas
de modo que las especies peligrosas manifestadas /10 pro·
duzcan el daño que producir deberian , echándoles enei-
ma primero el peso de los argumentos contrarios y dc:.-
pues como para aLonar es los el de los votos. El espíritu
de disgusto, de inquietud, de ambicion, existe y bulle




DE DERECHO ('ON'iTITIlCI01UL. 22'
en el interior (le la!t sociedades modernas demasiado lle-
nas (le vida: el mismo c~pírilu conlenido allí donde el
deliherar públicamcnte !iobre política estíÍ ,'edado bus-
ca de~ah0f!0s que !:illclcn causar reyoluciones, y allí
donde sucede al contrario, y es lícito explicars~ ante el
Plíblico sobre cualesquiera materias, aparece, se pre-
senla haciendo tent3tiv:ls para satisfacerse; y por eso,
pues ni Sil existencia puede acahar en parle alguna, ni
Sll manifestacion puede enteramente impedirse en otras
partes, slljetémosnos á que se presente, que pelee, que
'Venza si es mas fuerte, y siAo q Ile caiga vencido.


Pero hay mediosde obviar IIU tanto los inconvenientes
del derecho de iniciati\':l en lo tocante al uso quP. de él
pueda hacer el necio, ó temerario, ó mal intencionado
capricho de algun miembro de 10& cuerpos legisbdores.
Esos medios que no son remedios grandes sino meros
paliativos serán explicados por mi cuando hable de las
leyes reglamentarias de los cuerpos deliberantes, leyes
en las cuales he dicho y repito que veo importancia sllma
considerándolas como parte muy esencial de IIna COIlS-
titudon, y leyes de que voy á Ira tal' juntamente con el
exámen de las facultades v atributos de lo¡; mismos cuer-
pos, mezclando la cOJlside(acion de las cosas que les com-
pele hacer con la de lo~ modos de que pa/'a hacerlas
.Jeben valerse. POl'que dicho sea de paso, señores, puntos
mas yerdaderamenle constitucionales me parecen algu-
nos correspondientes al reglamento que ciertas cueslio.
nes sobre Jivision de poderes, Ú orígen de la soberanía,
á mis ojos no poco abstractas y aun diré tafibien no
IloCO ociosas.


Sentado ya que los cuerpos legisladores deben tener
el derecho de iniciativa ó de proponer las leyes, y que
este derecho del cuerpo debe tenerle cada uno de sus
miembros, si bien con ciertas restricciones y precaucio-
nes justas encaminadas :í. impedir que de él 8e haga un
exorbitante abuso (pues querer quitar la posibilidad de
que haya abuso seria vana empresa) pasaré á decir que




222 I.ECCIO:.'Ilm¡
Ilonde hay cuerpos \I;¡mados repl'c:'t'ul'llivos dc la naciolJ,
á {'slos (ompele dar ~1 gohiernfl los subsidios fÍ pedi(los dc
dinel'o que les llaga, y \olar cual(luiera eSfiecie de COI-
trjLu('i(llle~, :,;aho cicltos arbitrios mllnicip~d('s <Í pro-
"intia]cs liara obj(,tos rxdw,ivos de cada fillcldo ó pro-
"incia, !tIS clla!ts 1;'"1 {leo 10fa ;í la pokslad' slIprt'm:t
guberna tiya impolH'l' Ó den!'!ar, sino á los enerpns que
I,ara alender al gohiel'llo illterior é interés partillllar de
las poblaciones ó distritos están creados y exislen. EIt
esle punto no hay entre los puhlicistas ni puede hah(·,'
di vel'sidad de Opilliollcs, concordando ::-obre él hs do('-
trinas y práctic:ls antiguas fon las mo.lcrnas de alg1lllos
Eslados, y sit'nclo universal CII Jos puehlos ('llropcos d.,s-
(le la edad media que de ulla especie de rcpreselllacioll
del interés vario de algunas clases saliese como ('OIlCC-
dida :i los gobierllos la sllma que para las públicas IlC-
ecsidatlcs habian menester )' pedian. En "('rdad, en los
tiempos antiguos era esta la prerogativa lllas IIsada pOI'
los cuerpos legisladores, qlle sin entroUlcterse á pedir
ó á arrogm'sC' en todas llcasiollcs poder político, en !lill-
guna dejaban de mostrarse escrupulosos y parcos ('11
C'onceder á sus reyes ó gobernadores los suusidios.


Puede ocurrir sobre esto la cuestion cn mi senl ir
imprudentemente propuesta por algunos soLre si los cuer-
pos legisladores tienen derecllO de negar los subsidios,
di'jando si lal hacen el Estado en completo dcsónlell,
Señores, para mi esla cueslion no puede Rerlo. El de-
recho Je conceder supone la facultad de llegar. Que dI'
semejante facultad pueda hacerse IIn horroroso :lllUSO
productor de falalísimas cnnsecuencias es illdispeu:.ahle,
De todos los derechos es posible usar mal, y cuando son
graves y trascendentales las re'lultas del mal uso, cuan-
do, como en el caRO á que ahora IIOS rcftorimos, de una
negativa de subRidios, hija de frenrsí ó JI' pCJ'ví'I'siJau,
lmcde salir la penuria pública, el abandono de las pri-
meras y mas sagradas obligaciones por parte del go-
bierno, el triunfo de los malos por falta de freno que




ni iflWEt 110 CO~STlTUC101'(A'.. ~23
los conlrnga, .,1 d.'seOllll'lIlo P}; I l'f'nHHlo, y hasta la guer-
ra (;i\'i!; l,i.'JI Iw) lanll para It'!rlrr hasta el examina!' una
fllesliOIl ;¡ (1IIt' 110 1'lIede (Iarl'(, SillO ulla negati,'a di~pa­
ralada ó una afi, rnali\a imprudente. Pero, señores, Cllall-
do Ilrga el ('01:0;0 de lla(,cls(~ loeo abuso tIc un derecho
irl(,olll{'~trd)lr, 11:1)' por p:nle de 3f1upllos á quienes el
alltl!'o pl'rjudica re~isle\ll'ias que ni la ley plledt~ 3/'1'0-
har ni la jusli('ia ('ondcnar ellll'rarnente. Esos casos son
las rnol"cionrs. Lll'gados á ellas los bllndos opuestos
lan :í la ~ah:l('ion púhli('a segun cada cual la entiende,
sin filie allJIIscarla dejen (le mirar por yerro ó por ma-
licia el propio proverho, y plleslas en lal pllllto las cosas
la fuerza decide; pero ia explicarion tle cómo ha de
IIsarse la fuerza seria propia de una cátedra de táctica ó
estrategia y de la de derecho político c(lustitucional no
de mallera alguna.


Hes!:! saller si )'I'conocidos en los parlamentos,
córtes, diel;¡s Ó rslados el derecho clr' \~ollceder los sub.
sidios, cOllvit'lle (Iue de un cuerpo de los que compo-
nen el parlamento, J entre los dos del único populal· Ó
dclmas Ilopul:lr, llap de salir en Sil orígen la concesion
Ó \'otarioll dc las cOlllribuciones, Sill ()lle el otro cuerpo
pueda hacl~r en el pro)'ecto de ley, pOI' el cual son con-
cedidos, alteracíon ó enmienda alguna; reduciéndose en
este punto su derecho ó su competencia á darle \lila
aprobacion de mera fórmula, ó al terrible y liarla pre-
sumiLle acto de desaprobarle.


La práctica es, señores, que al cuerpo popular Ó
mas populat' corresponda el der'echo de que acabo de
haeer menciono Esta práclica se funda en ideas anti-
guas á las cuales no es conforme la silUJcion presente
de los pueblos todos, pues supoue Ulla cámara del Es-
tado llano el cual paga solo, y olra privilegiada ó de la
nohleza que no pecha, sino que en vez de contribuir al
servieio público pagar:do dinero contl'ibu)'e por otros
modos. Tanto dista eslo de avenirse con las cosas como
están en el día, que ahora, compuesta una cámara supe-
~ -.!,...'
;~,); ....


..


,




22~ LECCIONEi
rior de la gente mas podel'Osa en IIn plIl·Llo, cahalmcnle
qnienes la componen vienen á pagar ma~ al !elloro IHí 4
hlico, si bien por algun lado asimismo cobran. De CSIO
es sin embargo una excepcion notable la cámara actual
de Pares franeeses que no represt'nta nn intl~rés apar"fe
de la socied:uJ, y aunque compuesta ..le hombres; emi-
nentes, como cs hija .Iel nombramiento real que por
fuerza recae en personajes distinguidos, y los lilas de
ellos ele larga carrera, consta de hombres ilustres prro
que cobran mas 'lue pagan.


No oLstante cuanto acabo de exponer no veo rawll
suficiente para que se deseche la práctica universal, por
la cual está alribuido al cuel'po representante mal¡
particular del pueblo contribuyente el derecho dc vo-
tar antes, y en cierto modo exclusivamente las con4
lrihuciones.


lb)' otra facultad !le que debe gozar un congreso ó
cámara de .liputados, y es la de cxigir la rcsponsahilidad,
ó dígase acusar á los miuistros cuando asi lo estilIlaJ'¡~
justo. Hablalhlo en matcria tan ddicada fuerza es guar-
darnos de incurrir en uno de los opuestos extremos: de
la manía de los homhres de nuestros tiempos ó de los
inmediatamente anlel'iol'cs, qae, como por despique d(~
ltaher ellos en sus mocedades ó sus padres tI'alado á los
ministros como á dioses, quieren pisar, y ensuciar los
¡dolos, antes objeto de errados y excesivos cultos, sin
que conozcan cuán poco generoso es insultar y maltra-
tar al caido; y del no menos evidente Jesacierto, q!le
t'Il odio á recientes desmanes y daños intenta canonizar
y hasta restaurar antiguos males y errores.


y cuenta, señores, que suele suceder tocarse y
mezclarsp. los extremos opuestos, plles aun hoy mil4mo la
autoridad contradicha, desacatada, vilipendiada, á ve-
ces se excede, y propasa á grandes violencias, como
buscando en ellas compensacioD por lo que pierde
en la obediencia de ordinario y casi siempre en la
honra.




1>E 11ImECIIO r.O:\STI1TCJO)¡AL ~~:;
La responsabilidad de los ministros es la Lasa en


que estriban las Líbrica~ de las monarquías, hoy llama-
das cOllslilUcionales. Sin ella y con la libertad tIc hablar
todos J resol\'cl' llI11cllOS sobre .;Jatcrias de gol,ierno. que-
darían CJI -<Il'fnmparo \o~ tronos contra los cuales ren-
drian .1 estrellarse las ondas de la opinioll siempre agi-
tada. Ql1e esla responsabilidad se exigirá rara vez, cla-
ro está, y no convendria olr:.: cosa, y que el exigirla
delle corl'cspolltlcl' Ú los diputados elegidos por el pue-
1)10 110 es lIlellOS evitlente; 110 siendo posiblll discur-
rir en (\In' otros cuerpos (Í individuos podria estar dc-
poúlado sin maJo/' lIlal (Í ¡,eligro un derccho tan im-
portante'.


Ni basla qucen el cuerpo t1eliherante mas popular ha.
Ja faclIlLad (le aeusar á lo~ llljlli~lros en los casos en que
sean ó aparezcan cnlpallos, sino que es i'Hlispensab!e
tarnhiell qUi3 asi en este cuerpo COlIJO en cl 011'0 Ú olros
qU!~ ;í la par COIl é1legi~lall, J wb/'e materias políticas
deliheran puedan proponerse ó darse rotos de cellsura á
quielles cstáu go!JcJ'Ilando, trayendo asi;Í tela de juicio
la ClJlldllC!~ del miuisterio y el estado de )OS negocios
ptíblic'os.


1\0 iglloro, seiíol'es, que es lO causa un grarc mal,
el que lilas (Ial'lieulal'lJlCllle está af(ll\jando, corroyelldo,
dl'slrozalldo á los Estados de nuestro.; dias, el que nace
á menudo de la ambicion y produce la irrc\'el'e[J(~ia
y la poca seguridac\ y firmeza de las sociedades. En
\en!atl estc lIlal es grave pero de difícil ,.emeclio, y los
que llay son por 1111 lado el de fOIl1l;ntar y difundir la
ilustracion illfl\l¿'cllIlo (101' ella en las costulllbres y des-
acreditando y tlcsalclllando las tentatiras de la gente
inquieta que por motivos di"ersos y malos lodos, COnl-
halen la autorillad sin parar un pllllto; y por otro hilo
el de hacer el poder hastante robusto para que sus fuer-
zas sean Laslantcs á rcsisli/' á aquellas [lOI' las cu~de~
suele ser asaltado. PorC]ue, sáíot'es, el derecho (. la
práctica de ventilar los Ill'gr¡r,ios de Es:allo en jllíl,lico,


J5




226 J. ECLlO:'i II.S
t:ll los codgresos JdiLerallles, en lo .. impreso)\, y cn rcu-
niones donde son estas consenlidas por las leyes, y de
lcntilarlos, como por fuerza ha de suceder, culpando á
los go\'crnadores, dcsaproLanJo sus hechos, tildando á
~us personas, enciena un elemento deletéreo ó mortífero
que Jaña el principio "ilal dd cuerpo político ó sea la
sociedad misma, pero sucede con él lo qne al cuerpo
fbico con algunos venenos, que, dados sin diluidos biell,
!-'in oponerles cosa que contrart'stc 6 modere su fuerza
maléfica matan ó hacen un daño horroroso, pero usaJos
t'll meoiana llosis, mezclados con malel·jai quc los (cm-
plcn ó contrastcn, suelen tencr efectos provcchosos. Pu-
ros no cabe duda que SOIl dañinos por tlemas, y asi lo
irnportante es descubrir cuál es el diluente en que dc-
hcn perdf'r su violencia uociva, e\ principio contrario
que ha de templarlos~ y la cantidad asi como la calidad
,!e fuerza IJcccsaria á cOlllrarestar la suya hasta cOllver-
liria tle destructora en saludable. Este diluellte, este
alemperante oc:bc SCI' una fucrza poderosa en el princi-
pio conservador de la sociedad; de la alltoriilad, fucrza
l'nyos excesos temibles contendrá é impcdirá el mismo
prinri pio de la ponzoña convertida en remedio. Pcro ha-
llado el mooo de rcsolver este pI'oblemJ, encontrado 10
'pIe alcance á templar el elemento de muerte, y I'eco-
!lucidn eu este asi templado la calitla(l de remedio en
algllnm. y no pocos casos oportuno, necesario es usal·le
así C0ll10 con IlI'lIdellcia COII valentía. De este modu en
algunos pueblus donde por existir ó una nobleza prepo-
tente, acatada ó tCllIida, ó uua máquina gubernativa fuerte
y bien montada, cUJo juego en todas las cosas se siente é
illflllj'e en lillas circunstancias que dan á la autoridad
rohl!sle7.la cual es de temer ó aun de presumir la lleve
á abuso y exceso; el principio, fatal en otl'O:; casos al
cuerpo político, se convierte en corrector de los males,
I¡ijos de la arbitrariedad de los gohernado'res y poJe-
rOSOli, llegando llasta á ser elemento de salud y Liellan-
da oza.




lllt nEIlECHO CONliTlTliClOlUL !21
Quedan pues ya aclaradas cuáles sean las tareas 'J


facultalles de los clU'rpos deliberantes y legisladore~:
lJ3ceI' I(~y('s á,tllla cun el monarca, votar las contri·
]Hlriones, tratar de los negocIos públicos unas veces has-
ta acusando, otras solo censurando, y casi derribando á
Jos millistt'Ls.


Pero ahora Eegull he prometido y conlra la coslum-
11l'e tic quienes hablan en general del dprecho político,
voy á ocuparme ell examinar (como he hecho p en olro
año de los en que he teniJo la honra Je ocupar esla
cátedra) por qné medios han de ejercer los cuerpos
delilJeranles sus facultades, ó lo que vale lo mismo,
cuáles deben ser los PUlltos principa!es de sus regla-
mentos.


He cil~llo sohre este pnnlo á Bentham, hombre á
quien aqní varia, veces he dado un tl'iunto de alah;,n-
za; de agndi~imo ingenio, ohsen~dor, de la)elllo ana-
lítico como pocos, )' ell drmasí;¡; mi maestro l'1l otro
tiempo, pues he spgllido su escuc'a de la clial 10d:lVía
no en mudlo me aparto. Ell la táctica de las asambleas
leglslatieas d() este insigne jllri¡;consulto, hay varias co-
sas f)IIC IlllI'ren á risa, pero h~y lambien útiles verda-
des, Illáxilllas provechosas; mostráudose claro ademas
que veia él 1;1 importancia de las cuestiones de que tra-
talllos eomo yo en mi pequeñez y pobreza y humildaJ
la miro.


Hablando del reglamento, hasta hat'é alto en una
cosa que pOI' )0 ajena al parecer de mi propósito y cor-
ta en imporlancia, será por algunos juzgada, ridicula-
mentada en este sitio ,pel'O no de escaso valor á mis
ojos, y es del lugar ó edificio donde han de c~lebrarse
las sesiones de los cuerpos deliberalltes, lo cnal exami-
110 no para dirigir al arquitecto que los construya, sino
en alencion á la parte política inseparable de su silua-
cion y de su disposicion interna.


Creo, señores, que los cuerpos deliLerantes deben
cdebrar sus sesiones delante del ptíblico, para que cuau-




22R J:ECCIO~1i5
10 in ellos !le diga y haga sea saLido y tlifundi(lo por
lodos los ámhitos tic 1a tierra, y creo que ~in csto
de nada sir\'cn, pero es necesario clI!cndcr que cs de-
lante del púhlico, pues reinan sobre ello ideas muy cqui-
,'ocadas. Estos cucrpos cn cierto modo y cn gran par-
te representan al puehlo, esto es, á la nacion, y por
consiguiente son ella misma ó tilla parle considera-
Itlc de ella en abreviado. Tiencn quc dcliherilr de-
hlltc de un concurso de especta(lores, y como sucede
'1 lit' las gentes en número un taulo crecido suelen con-
currir á otros espectáculos, y como las concurrencias
(salvo en las iglesias Jondc están silenciosa~ segnn con-
,-iene á tan sagrados lugares, y á los fines pal'a los cua-
les d pueblo alli se congl'ega) son alllorotadas é inquie-
tas cuando asisten á espectáculos en que por lo COIl1\1Il han
eomprado á la pucrta el tlerccho de juzgar todo cuanto
oyen, y de manifestar su desaprobarion si les desagra-
,\a; al \'('1'5e los conCUI'I'Clltes formando púl,lico y con
UIl espectáculo entretenido delante de Jos ojos, espec-
táculo en que hay mo\'imicuto, Ó oradorcf' que los con-
JIlueyen y ya los lisonjean, ya los enojan pOI' su 1IIoJo
,le expresarse ó por la naturaleza de sus oraciones, se
el'ecn en una funcioll de la cla¡,:e cOlllun, y como si en
.. Ha estuviesen se porlan. Pero, señores, no sc tiene en
cuenta que si en los tea tro<; y otras fiestas públicas, la
iluportancia de los actores es corta, )' la de Jos especta-
,lores grande, llfJ cs asi en las sesiones públicas de los
cuerpos deliberantes, donde los que representan son
mucllO y el auditorio por sí casi nada. Se dice y ha
dicho en España y fuera de ella con r.·ecuencia hahlan-
(lo de los concurrentes á 13s sesiones Je los cuerpos de-
lihcl':lllles, que son el pucblo, sin duda lomando la parte
por cl todo, pues parte del pueblo son ellos verdadera-
mente, pero entendidas las cosas como serlo deben, to-
mada ]a voz pueblo en el seutido en que es sinónimo de
nacion, y compreusivo dc las personas todas de un
estado, altas y bajas, grandes y l'icas > sábias é ignoran-




DK DKREmO CO~STln;CIOXAt. 229
les, se verá quc el nom brc de plleblo cuadra mal á un
oudilorio que con el de público estada ml'jor aunque no
hien calificado. El pucblo en el sentido de nacion. no 1'8
los asistentes á las sesiones, sino los diputados que por
Hito ,lel (Illf'blo le rrpresentano Los espectadores son
meros testigos digno,; de .. e~pett) como lo es todo hum·
lJre ó reunion de !tondll'cs, mientras por sus lwchos no
se bacf'll indignos de él; y aun si se considera que la rOIl-
cllrrmcia que puebla las tri hunas de los cllerpos ddi-
hrranlcs, se compone en lo general de gcnte mala no,
pero desocupada sí; y qlle el artesano industrioso, el
lahrador qlle se afana sohre los surcos ahierios por su ara-
(lo, el sáhio que trabaja en un gahinete, el comercian-
te qlle con sus tareas aumenta al par que la propia la
comul1 riqueza, el guerrero acudiendo á cumplir con las
ohli~acion('s oel servicio, en Sllm3 todas Cllalllas p~I'SO­
n:ls contri huyen al provecho y la gloria del estauo, aqne .
JI;¡S con su cabeza, estas con !'IlS mallOS, esotras rOIl
sus holsillos están en nlÍmero escaso el1 el Ulltlitorio d(~ Jos
(lebates parlamentarios, se verá que el nombre dc [lIIe-
Llo no !'c adecua :í concnrrrneÍa sem('j3nte.


Ahora [lIJes, ¡(ebe cuidarse de quc en los cnerpos de
que hablo trllga i nflnjo la palote de la nacioll á la eua 1
toca juzgarlos, eslo C~, los electores J los que con jui-
cio tomaren parte sosl'gadamente en los Ilrgocios públi-
cos, y 'lne al re"és Eobre ('\los pueda poco ó nada la
corta porcion del puehlo que coneurre á las sesionrs,
Ó digamo~ la m:.yoría numérica ó Id minoría dominado·
ra de esa misma porcion corta.


Por eso en ciudades populosas no importa poco )'
conviene qlle estéll los rdificios (Ionde se celehran las S('-
s:olles de los cuerpos deliher11ltes , apartados {Ic los pllll-
tos donde es mayor el tráfa~o y bullicio. Y qu!' es-
léll IÍ no :lsi apart;¡dos, es en parte algo rOllsider:l-
hle, juntamente indicio y eallsa de que en el gobicrno
todo domille el influjo de la muchedumbre tí otro m;ls
sallo.




230 tECCIOXI(S
Por' lo mÍsmo hay que cnidar ('spccialmentc de que


dentro del recinlo donde se celeoran las mismas sesiones
la parle donde han de estar los oyentes, sra reducida
y cómoda, y de lal modo comparlida (lue 110 cOlIsi,'nla
estar mucha gellte apiñada en una misma tribuna. lUa;¡
:ldelante pasaria JO, pnes aun 5i J,o~i!Jle fuese, por una
parte sustentaría que no debe asistir á las sesiones de
8em('ja ntes cuerpos, sino IIn número corto dc 0Jente¡;:,
escritof('s todos ellos y encargados de dar publicidad á
cuanto allí se dice y pasa; pero me .Jeliene Ull'l cOIlsi-
deracion poderosa para declararme por este partido y
es, que ahrazándole se crearía un monopolio en el de-
recho exclusi\'o de lo~ escritores, y JO condcno por
prrj udicialísimo y detesto los monopolios de cualquier
clasc.


Ya se entiende. señores, que expresándome asi no
abogo por las sesiones secrelas, Al revés, las desaprue-
bo, y allll aconsejar iD su proltibicion absolula, sino re-
celase que pllede llegar un caso singular, de aquellos
producidos por combinacioncs (le circunstancias imposi-
bles de preyeer, que haga útil y !Jeces'Hio el delihe-
rar en secreto á cuerpos á los cuales esle ddw ser tan
ajeno, atenJiendo á su naturaleza. Porque en gelleral,
señores, aunque yo opine que no dehe haber concur-
rencia á las sesiones que influya inmediala y directamen-
te en algo oe cuanto en ellas se resuelve ó dice, opino
tambien por la publicidad maS complera do todo cllanlo
en ellas se habla, se obra, ,v pasa. Sin publicidad, seme-
jantes cuerpos se harian tiranos, Con publ iciJau deben
pl'oceder y exprl'sarí'e quienes los componen, S\ljelos;í
la censura de la nacion, aunque libres del temor que en
~nimos apocados causan, ó del halago que en necias va-
nidades ejercen las amenazas ó lisolljas de la pleoe, ó
(le los caudillos de alborotos qlle en las t('illunas forman
sino 1.1 parle lllaJor la Je mas poder entre 10s concur-
rentes.


Pero he dicho, señores, que siendo el nlÍmero de




DJ: DEUECnO CO~¡¡TlTl:CIO:-'Ar.. 25 t
concurrentes 8010 el de los que pueden Iransmiti,' á los
jUI~ces legitimos de los dichos y hechos de 105 represen-
tantes de la nacion la noticia de cuanto estos hac!'ll \'
dicpn, se crearia un monopolio. Sí, señores, así sucl'~
j1ef.ia, y naceria ele a~lí pasar por verdad solamente las
noticias d3das por qlliene~ pOllrian coligarse para darlas
falsas ó desfiguradas, seglln cumpliese á Sil interés <Í ca-
pricho, creándose así una opiuion plíblica, clJuim-
cada, lan teOliLle euanto es respf?table la verdadera que
en la ilustrarion y la justicia se funda. De eso tamLiell
hay que huir: por eso :" algunos mas que á los I'scrí-
tores conviene dar entrada á presenciar las sesiones par-
lamentarias. Y debe darse la enlrada de tal modo II"C
!iC asegure en cuanto sea po!;ible lograr seguridad de
consl'gnir semejante ohjeto, que gentes de diversas cla-
s('s y de semejante interés, de lo cual dehe IlI'esllmirst~
,liferencia en sus opiniones y afectos, lengan cabida ell
aqurl recinto. De ahí la distin,ion entre las tribunas
pühlicas y reservadas, en mi concepto, jusla y opor-
luna.


Antes de pasar al grave asnnto de cómo conviene lia-
cer las proposiciones de leyes y lo que se llama inter-
pelaciones (\'07. nueva entre nosotros, y que por el abu-
so que de ellas se ha hecho (Iespierta idea5 desagrada-
bles y contrarias á su uso, el cual, como en Sil lugar
diré, no trato yo de proscrihir), seguiré reparando de pa-
so en algunas menudencias.


Han creido algunos (Bentham entre ellos) Ilue COIl--
vendría dar un traje particulal' á los legisladores para lle-
varle mientras estuviesen ocupados en el desempeño de
sus tareas, En Francia en tiempos de la república, y
tleSplles de acahada la convencíon nacional huLo un ro-
paje particular para los empleados, y entre estos IIll0
para lo!> diputados al congreso (le los Ancianos ~ y otro
para los que formaban el cousejo mas popular de lo,;
QlJiuientos. En la misma nacion desde 181!f· hasla la
revolucion do j 830, tcnian los diputados Ult IIlliforllH')




232 LECf.H¡~J\S
l'.in vestir el cl1:J1 po(!dn asistir á la dmarJ , pero no ha~
hlar en la tribuna. En Inglaterra y E,palia, 'f en Fran.
ria a ha!';) , no tienen 105 diputa,los vestidura 'loe los ois-
~inga. No deja oe haber algulla n>lll:lja en Cit'l'lOS ropa·
Jes, por lo cual acaso "emlria bi(~lI á los It'gisladorl's
lo que iU!lpira reverencia en los jllCCCS. l)ero l'cglln la
cxprcsion famosa de Napoleol1 BOllaparle , expresautlo
ulla iJea ya conocida, pero expresándola con Ilo\'cda(l
y fxactilud. lo sublime y lo ridículo distan ,·lItre sí 110
mas que un paso, y por eso scrnejalltt's yestidllras Cl\an-
do no infunden vencracion I1lnc\'Cl1 :í risa y mofJ. En
Francia cayeron desde luego en descrédito, ridiculiza·
d, s por gente zumbona, poco amiga del gohierno que
los lisa ha, y el dcscrédit9 llegó á lo sumo cllando hu-
yendo delante de los granaderos lid mismo Bonapart(',
los legisladores lanzados de su asiento, regaron el par-
(lue de San C/owl con sus IlÍnicas y gorras. En!re nos·
otros quiso adoptarse, á imitacion acaso tIe Inglaterra,
uu:a vestidura para los miembros de uno de los cuerpos
colegisladores, y sacado al püLlieo el modelo, y descu-
hierta en él semf'janza con una figura de la baraja, bas-
tó y sobró esto para dar el carácter de burlesco disfraz
á lal ropaje. POI' otra parte la ropa talar y peluca de lar-
gos rizos del Speal\Cr ó presidente de la cámara de los
Comunes de Inglaterra, infunde respeto. Es necesario
en estos puntos, señores, tantear los tiempos y las ideas
de los que viven, pal a guardarnos de ir, al bllscar
el modo de hacer venerable un ohjeto, :í caer en ha-
(:ede asunlo de liUl'laS, burlas que recaen á veces so-
bre la Conslilllcion miSllla aneja á quien lleva el ridicu-
lizado ropaje; 110 habiendo cosa mas falal que el que
fina al vulgo de di"ersion maligna la ley á cllyo im-
perio eslá sujeto, ó el hombre que la administra desde
Illllugar elevado .


.En la leccion siguiellte, señores, continuarelllos
con esta matcría del frglamcllto, procurando aecrta!' COll
los medios mejores para que los cucrpos dcliLcJ'anlc&




DI<: lH:nEf.1I0 f.OXSTITt:f.JONA[. 233
clJll1l,lan con su oficio, pero sin lisonjrarnos Je haber
dado con los mas prrf'cctos, y no de~m;¡plldo cuando
arribemos á lo que el estado aClual de los conocimicn-
los humanos :t!ranza á descubrir, si todavía nos IJalla-
mos roJeados de inconvenientes, pucs ni la p('l'fcccion
es dada á las cm:as hnm:lII;Js, ni por otra parte cabe du-
da de que meditando en cualesquiera materias El' ¡)¡oga á
llacer en ell~s adelantamicutos cOllsideraLles.






x~-- -,-


JLECCION lJNDECIl'tIA..


Señores, en mi leecion anterior' empecé y dejé pell-
í!iclIte el ex:írnen de un asnnto, el cual califiqué de ser
de imjlortancia suma, no ohslante haber sido mirado
como con desden, cual si rue~e de corto valor, por casi
lodos los publicistas eminentes, Ya se entiende que me
reG"ro á los reglamentos de los cuerpos deliberantes en-
cargados de hacer las leyes, asi como de entrar en el exá-
men púhlico de los negocios del Estado y de ejercer con
esto en la direccion de las cosas públicas el mas pode-
roso inOujo. Siguiendo mi costumbre de calificar, no sin
propiedad, de máquinas los gobierno3, dije y repito
ahora que en ellas !;irven h:s ruedas pequeñas á Sil per~
fecto Illovimiento y juego asi como las grandes, de suerte
que con la descomposicion ó inferior calidad, ó menos
acertado arreglo de cualquiera pieza, sale descompuesto
J hace mal su oficio el todo. El descuido de los regla-
melitos contribuye en gran manera á que desempeñen
mal su larca los cuerpos á los cuales eslá encomendado
)Jacer leyes, y dar dircccion á los negocios; y de q U(l




236 LECCIO~ES
tan impol'tantcs tareas sean de este tÍ esotro mOllo dcs~
empeñoldas resulta colmbiar la índole d(~ las constilu-
ciolles, y de allí \"enir á cael' en (k~crédilo lo fIlie IIU lo
merece.


Yll hablé cn mi últinu lccdon tlellugar donde con-
,·iene que esté el edir.ciu en qlle se juntan lus cuerpos
dl'liberantcs) 3UI1 ,le la arn[)litnd qne luca lener .11 pa-
r~je destinado al púhlico 'lile concl)fI'¡~ ;Í IH sesiones.
Debo añadir que el c:;tar estos p~fltns di"pueslos dI' 11110
Ji otro modo es efecto á vtces de la índule de la socie-
dad y del gohieruo; pcro efecto que como suele suceder
" toJos pasa á convertirse en causa. De las ideas diver-
sas que reinan en los varios puehlús depende que se co-
loquen ó no los cuerpos deliberantes en tal sitio y de
modo que en ellos b'nga ó no entrada franca en número
crecido la muchedumbre, y de esto nace á su '·cz que
en las deliberaciones de los legisladores tengan infllljo
los que componen su autlilorio.


Pero otros puntos hay de mas valor todavía que los
expresados, en cuanto al modo de proceder de los cuer-
pos deliberantes.


Si, como he dicho mas de una vez en el cu rso de
mis lecciones, lo que peor hacen estos cuerpos es las le-
yes, siendo por el contrario mas otiles c¡¡audo por me-
dio de la discusion dI' los negocios públicos influyen en
el gohierno dd Estado, no pOl' eso es mcnos cierto que
han de cumplir con su obligacion JI' legisladores, y
bueno será buscar medio de que con clla cumplan de la
mejor mandra posible. Asimismo conviene arreglar bien
el modo de que han de valerse para intervenir en las cosas
del Estado ó de la gobernacion; en una palalml, señalar
ciertas reglas para las lidel en las cuales contendiénrlose
por el poder, cada determinacion importante del go-
bierno da mürgen á una batalla entre lo!! principales
campeones, y viene á ser acompañada de una victoria.


Recordándonos las razones porque se prueba cuán di-
fícil es á cuerpos numerosos hijos de la clrccio/l y polí-




JlE llF.IlECIIO rO~STlTl'CT01'(AL 237
licos mas que olra cosa, desempeñal' con acierto el oficio
tle legisladores~ y los Illoliros por otro lado que sirven
de correctivos al vicio de semejanle modo de legislar,
se id descubriendo por cuáles caminos se salvan f'll
P;¡l'lc aquellos Ínconveuienles y se tlprovel:han estas Yen~
lajas,


Los primeros que ya me entreture en pinlar cOlIsis·
ten en la ignoranei,) de unos, y en la di~ll'accion de
otr05 al hacer las leyes,


Las seguu¡)as u;cen (iel influjo que en las discusio-
nes J \'olaciones ('jel'ce la opinion púhlica, por donde
cierlas leJes llegan ya deseadas por unos, impugnadas
por olros, examinadas, casi resueltas, elabvradas en fin
á los cuerpos dOIHle empiezan á lomar su respelable y
casi sagrado carácter.


POI' consiguiente es desvarío esperar de semejantes
cuel'pos que como el consejo de Estado de F,'ancia ha-
gan bit'u basta llevar á feliz relmte 1111 cuerpo conside-
rJble de ICJes ó digamos HU código. Asi bemos visto que
tllando estos cuerpos se hall arroj.lllo á tanta empresa Ó
co:;;} (la t'ecida; cuando hall hecho It'yes 11 11 tlwrosas ; les
IJa sucedido lo que á la asamhlea constituycnte oe Fran-
cia; cuerpü CllJOS lIIiembros, aunque sabios pOI' demas,
llenos de las doctrinas del siglo décimo octavo, audaces
é inexpel'tos~ impelidos en general por nobles y rectos
deseos, solo cOllsigl1icron mel'ecer el nombre, ya por mi
cit:¡do, de arq uitectos de I uinas, acertando mas de una
vez cuandLI limpiaban el tCI'J'cno para la fuudacion de
una sociedad nueva, pero CLJ~lIdo quisieron acomeler la
fábrica oe la legislaeion solo lograron hacer obras CU)'3
poca solidez fué acreditada con su pronta caida, En In-
glaterra el parlamento no hace tle \Ina "ez mucho eu
punto :í. legislacion, Allí lIlismo cuando cn ulla ley pro-
¡HIl'sta sc han mezclado la pasioll y el interés de los
O¡lIlcstos Landas políticos, cuando por e"to ha sido exa-
minada por el público aules de scrlo pOI'loslegisladol'6s,
cuando de t'esullas está llamada á ella hasta con empeño




~38 UCCIú:\'ES
la atencion de quienes han de discutirla y votarla, suele
salir hecha con acierto. No asi en otros casos. Allí mis-
mo !le cuenta como para ilustracion del descuido con
(Iue en materia de leJes, aun las mas impol'tantes, pro-
ceden aquellos cuerpos numerosos y apasiollados, el di-
cho de un diputado, el cual pregulltado por UII <l/Higo
811yO que le veia saliendo de la sesion con seliales de
fastidio, sino se estaLa tratando CII la cámara IIcgocio
alguno importante? respondió.» No: sJ.está h:dJlaudo
~oLre una ley acerca de imponer ó quitar la pena de
muerte por ciertos delitos, y no de asunto de empeño,»
¡eosa,le escaso empeño, señores, la pena de muerte!
Esta cuestion terrible que en escritos, ó disclllida en
un cuerpo corlo en número y escogido llama en tan alto
grado la atencion; donde por un bdo se oye á 1I1l0S sus-
tenlar que no tiene derecho 13 sociedad de privar de la
vida á un individuo 110 teniéudole ni aun (le despojarse
uc la Slip propia quirnescom¡loncn el cuerpo social, y
uo pudiendo transmitirse uua facultad de qne se Cal'CCl;
que la pena capital aplicada á vista del público produce
ferocidad en las costumbres en ,'ez de saludable escaro
miento; y que es ademas irreparable, dado caso de descn-
lJrirse haber habido injusticia voluntaria Ó e/rol' al apli-
('.arIa; y donde por el lado opuesto se contiende que la
pena capital es la única eficaz para ¡'eprimir ciertos crí-
menes atroceq que hay miembros dañados á punto de ser
nec('sario cortarlo .. del cuerpo de la nacion; que para subs-
tiluir al castigo tlel suplicio otro ¡lOr lo riguroso, ejemplar
v de eficacia se ha menester adelgazar el ingenio dis-
~urricndo I\el'eridades enormes y'- exquisitas con que
atormenta/' á una persona viviente, y aunque ui justo
es que con bs aplicaciones de penas duras J costosas se
srave á los ciudadanos bonrados y rnenestrfosos para
manteucr no sin peligro á feroces y empcdel'llidos cri-
minales; esta cuestion á la par importante é instruc-
tiva que embebe y empella la atencion de los filósofos,
de los jurisconsultos, de los hombres todos UI! tanlo




m! 1JF.III1CIIO co~nITCCIONU 239
amanles JI~l bit~1l ptÍblico y pri\'ado, cuanJo es tratalla
eOIl la agudl'za, cicllcia y soliJcl. correspondientes, sa-
cada á plaza ~!Il ua cuerpo ddibl-'r<lllte como los llama-
dos legisladorcs, entretiene, ocupa, empeña menos que
Ulla illICrpcl,¡cion sobre si el millistro A ó B es ó no
digno de cllufianza, ó fIlie ulla revelacion !!oLre los pa-
sos dadoil para formal' un ministerio con mas Ó menolO
relice:; resllltas,


POI' eso, señores, si á los cuerpos componentes de
10i lIarmJos parlamentos toca hacer leyes, les loca ha-
ccrlas en corto número, tales q ne sohre ellas haya di,,-
cusion prévia en el público donde el interés y la pasion
uespierte, avive, s1ltilice el ingenio, para que asi al exa-
minarse ell'royecto Je ley haya so\¡;e él ilustracion su-
ficiente, y e~té bastante llamada á él la atencioll de los
ll~gisladores, y Je la parte del pueblo que en los negocios
pú\¡li(~os piensa y ~e ocupa.


y en verdad, señores, asi sucede. D~mde el sistema
apellidado [epresclltali \'0 está ya asentado y cuenta al-
~lInos aüo!; de vitIa son pocas las leves que se hacell,o
Esto pasa en rllglalt~rra y en Francia ahora, donde suele
en 10d.1 ulla legislatura hacerse ulla ~ola ley, muy al
rey,!!! de lo l)uesuceJia en esta última nacion cnando en
ella los cuerpos deliherantes y legisladores mostraban
las calidades propias tic su existencia nucva, arrojo junto
con inexperiencia, actividad inquieta acompañada do
ilusiones (lile con poca 1'a10n se prometen el acierto. l)or
ahí se ve cuán diferelltd es el estarlo de revolucio!l;
periodo de ifllJovacioues, y ruinas del estado de un go-
bierno p:II'!amenlario, el cual por lo vario y complicado
de los intereses que en él dan muestra de si y pugnan
UIlOS con otros causando ,lilaciones, entorpecimientos y
embarazos, es conserva{!OI' por excelencia.


De esta COtllO digresion, aunque apenas lo es, puede
sacarse P')l' consecuencia lo que conviene hacer para
que (Iesempeñen COIl el mayor acierto ó menor desacierto
posihlt' Sil en~ayo de haee¡'leycs los cuerpos revestidos




':HO J.F.CCIO~ES
del cadctel' dc legisladores, tloudc rige el llamado sis-
tema representativo.


Pues conviene, pues es natural, pues sucede que
llagan pocas leyes 110 se lema rliscurril' medios y trámites
por doude lleguen á hacerlas COII espacio, con detelli-
miento, para que en la discllsion baya un l:lIIlo de em-
peño, y pal"a que hasta las pasiones despiertas avi\"ell
la alcllciou, al paso que la opiuiotl ilustrada de afuera
penetre en el recinto donde se juntan los I('glsladorc~,
y dé luz á sus entendimientos y solidez á Sil juicio.


Insisto en lo que he dicho allleriorlIlCllle sohre
parecerme indispensable q lIe donde hay cuerpos eOIl el
título y encargo de legisladOl'es, y estos ddi b(~ran ell
público, tengan entre otras facultades la (le la i uiciati \a
de las leyes, si Lien 110 exclusiva, sino en participacioll
Con el magistrado supremo. Donde por ha Ler estado
planteado algunos años el gobierno llamado pnrlamcll.
tario se han morigerado las costumDrcs políticas, )' el
interés cnemigo dc los trastornos y loeas im,ovaciones
tiene caLida y el deLido peso dentro dc los cuerpos le-
gisladores, pocos peligros tienc que cada miembro de
estos cuerpos esté autorizado para pl'oponer una ley .v
menos que pueda discutirlas y ,otarlas sin ser:í pro·
pue.'\ta de la corona el CllcqlO entero. No asi, seiiores,
en otras tienas y ocasiones donde los peligros que acallO
tIc señalar como pocos y no como UillgUlIOS crecen en
llIímcro y calidad, ~icndo de val'ia y diver<;a índole,
porque la iniciativa en punto GC le)"es va acompañada del
derecho de hacer tojo linaje de proposiciollcs; y es por
otra parte c\'idcnte que con la forllla de un pro~'eclo dc
ley puede hacerse ulla proposicioll sobre política que
log lIe en la parte mas delicada al gobierno del Estado.
No todos los miembl'o~ de los cuel'pos legisladorcs son
tIc Duena especie, y aun diré mas, en j uutas de esta cia~e,
f'ormallas por cleccion, ocupadas en los negocios públi-
cos, destiuadas á servir de palestra donde orille el talen[o,
"} de campo tic batalla donue se conquisle el poder, han




D~ fllmHCIIO CO~STln;CIüN.H. :!H
de abunnar los amhiciosos y los imprudentes, J ha Je
hacersc \ISO de la iniciativa con indiscrccion á veces,
con daiíada inlellcioll en no pocas ocasiones, á melluJo
con peligro. ¿Hay remedio eficaz contra este mal? COIl-
fieso (lue solo des~ubro uno dc snficiente fuerza, y es el
que suministran las co¡.:tum/Jres, cu:wdo como dije; mo-
l\1,~l'd.\\'d."" ~"'\'d.~, ~ \\~ 1"'I'~1"~\\~\\ \\)'s \"31thoores ~(,ln"a"lol>
Ó cosas pelj udiciales, ó si llegan á proponer leyes COIl
desatino ó mala inteIlcion caen por ello cn descrédito,
y llasta vienen á ser despreciados ó alJOrrecidos.


Pero COJTIO es sabido que las costumhres políticas
~e van forlllando poco á poco, ha5ta que segun el :lda-
Sio vulgar el ejercicio hace m<le!>tro; como sin embargo
por otro lado h<ly peligro durante el :apl'enllizaje, y peli-
gro que puede aC<lrrear males enormes; COlIJO es cierlo
por una parte que asi como á nadar se aprl'nde solo en
el agua, igu<llmente pasaJldo pOI' los J'ie~gos y daños
del cuerpo de un sistema se logr:! pbntearle en la for-
ma deLida'; y como al lado de esta doctrina cierta hay
otra paralela y de certeza no menos evidente que enseña
ser comUIl ahogarse quien se arroja al agua sin tomar
para su sl~gllridad las deLidas precauciones; como con-
viene atender á las situaciones; y no es posible siempre
aguardar el efecto de lo que es obra del tiempo, bueno
r.el'á discurrir modos pOI' dondé se !,allen remedios, sino
mu)' eficaces, de algulI valor y fuerza contra los peligros
tle la iniciativa de las leyes conCiada á la5 pasiones, al
interés, al capricho de un número cOllsidel'able de per-
sonas.


Los remedios consisten en hacer dificultosa vemba-
razosa la proposicion de cada individuo particular en
los cuerpos legisladores.


El método de los ingleses se distingue por lo largo
de los trámites porque ha de pasar nn pro)'etlo de ley
desde que es propue~to h3sla el punto en el cual llega
á ser definitiv<lmente aprobado.


Quien hace allí \lila p.'oposicion de lL'Y lÍroe pri-
16




2í2 I.EC(:IO;'(ES
mr.ro qur peJir licencia á 111 Cáffiar~ para hacerla, anun.
ciando 8010 el a~ulJto sohre el cnal versa, pero no sicuJo
enlre los inglescíl tan comun cuanto lo es en olr08 pue-
blos el prurito de proponer leyes, y estando :ldcmas en
aquel pais en uso que de sei~cienlos cincuellla y mas
vocales de que consta la cámara de los Comnlles, por
desgracia ó por fortuna, sean cuando mas ciento tJuienes
acostumbran hahlar en público, por ser genle aquella,
sino de suyo flemática, morigerada, y con mas necesi.Jad
oe e~pucla que de freno, la licencia solicitada ¡;iempre
es concedida, DI! otro modo se proceot' en Francia, y
ahora en España, (Ionde se ha menester ciertos requisitos
pl'évios pam que <ll~ IIna pro po sic ion llegue á darse
cuenta en púhlico, Presciwliendo yo ahora de lo que
es, y tratando de lo que en mi pobre conceplo <Jebe
!er, con la debida atencion á la diversidaJ de circuns-
tall~ias, diré que en general conviene un método por el
cllal se precava el abuso, ó dígase el uso peligroso de la
iuiciati\'a. :Me parece acertado el plan que, tomado de
Francia, se sigue entre nosotros de di,'idil' los cuerpos
en secciones, las cuales en secreto hayan de tcner 110-
licia de cualquiera proposicion y de resolve¡' si hay ó no
i ncoll\'CIJiente en que ante el público sea leitla; pero para
const'guir el olljeto que por este medio S6 busca juzgo
yerro declarar suficiente á autorizar la lectura el dic-
lámen aprobatorio de una seccion sola. Tampoco opino
porque deba exigirse el consentimiento de la mayoría
de ellas, lo cual equivaldria á ahogar los mas la VOl de
los menos. Pero con que una tercera parte de las sec-
ciones hubiese de consentir en que saliese al público
una proposicion, me parece que no se exigiria Jemasia ..
do, No son tan imprudentes ni tan poco generosos los
hombres que hagan todo cuanto pueden, J aun entre
ellos la tolerancia suele ser interesada prudencia. Por
eso no es de lemer que se niegue con frecuencia el
consentimiento á la lectma de las proposiciones, ya!ltes
por el contrario de recelal' es en este punto una in-




DI DBRECIIO CONSTlTt'CIOUL 245
duIgencia excesiva. Bien es verdad que cu~n¡Jo están
ellcendi¡)a~ y exacervadas las pasiones, y un interés en
dura batalla con otro, la tiranía de los mas es muy temi-
hle y probahlc; pero cabalmente en esas misma'i épocas
encierra mayores peligros, y es mas comlln la desespe-
rada violencia de los menos. En suma, seiio\'~s, JO "eo
en eilo peligros por ambos lados, pues conozco que la
sociedad moderna, sobre todo en pueLlos revueltos donde
está enflaquecido por dernas el poder, lleno el Estado
tle materias inflamables, una proposicion arrojada es
ulla cllispa capaz de producir un lWl'rible incendio: pero
tam1ien estoy )ier suadido de que tapar la hoca á la
qurja, cerrar la salida :í la "oz de un diputado que in-
teuta proponer lo que estima justo contra el dictámen
(le \a mayoría, hijo acaso del error ó del interés, no deja
de SeI' un mal gravísimo, al cual siguen efectos nada
mejores. y como opino que las co~as todas deLen ser
verddd en cuaulo cabe, y que cuando se quiere lener
\Ina cosa en la apariencia y no en la r¡¡aliJad, sobre no
lograrse el fin apetecido suele causarse un daño; quiero
JO que donde se arrostra el peligro del ex:ímen y la
disclIsion en plÍblico, se arrostre no sin precaucion, pero
con valentía, dando á la minoría una libertad sino des-
mandada, vllrdadera. Sí, señores, la hipocresía y la in-
consecuencia son males en todo: y asi como días pasados
dije que tener un monarca para temerle, odiarle y de-
gradarle es perju,licial, \'aliendo mas eslar sin él; asi
diré ahor:!, con la imparcialidad que en todo lugar es
justa y á est:.'l cátedra especialmente corresponde, que
tener cuerpos donde se haya de deliberar para ahogar
á unos la VI)Z cuando olros la usan, engend.·ando así
resentimientos y descontento, y dando á la discusion la
realidad ó apariencia de una farsa por disfrutarse solo
de libertad incompleta ó engañosa; que proceder de este
modo, salvo en cuanto á adoptar algunas precauciones
que en ciertos casos la seguridad pública exige ~ es ha-
cer de una clase de gohierno el domini9 inlolerable de




!ll i· I.ECClONE§
una pan'ialillad, J una cosa peljudicial, VC! gomosa,
des!ltínada. r"ada es mas fácil, liada lilas comnn que el
oprimir (1) la que llega á h:leerse mayoría :í la minoría
)' de abí naci('['oll los Illas llllmerOSOs y crueles males de
cuantos alligieron á la naeil11l nuestra veeiua ell su rc-
volucioulcl'l'ihle. Y Jiré lIIa~: y /'s que en pueblos acos-
tumbrados á vivit' por brgos 3t.Oi bajo Ull gohierno al
parecer sin freno, pues si algullo liene es oeulto, no
eOllsiulicllJo cOlllradiccion declar;ula; donde qllierll's so-
lian mirar con JiSgllstO IIn poder desmedido aspiraban,
aun sin ellos mismos conocerlo, Ú lomársele para sí, y
ya conquistado ejercerle sin lasa; y concurriendo con es-
tas circunslar4cias la de suceder así donde los naturales,
sujetos al influjo de UIl sol abrasador, por el clima, por
los alimentos, por las costumbres obedecen al imperio
de una imaginacion demasiado viva, y de afeclo!.; con
exceso vehementes; 'j por eso en su impaciencia fogosa
!lufren mal ver su "olllulad contradicha ó el logro de lIUS
deseos eslorhado ó diferido; ell e~os pueblos es lilas de
temer que sea tirana la mayoría, "iendo en quien le re-
siste UIl contrario, y en la resistencia lIlIa demasía in-
agnautable. Pero por otro lado ahí mismo, cómo, dónde
y cuando mas es oc temer que la minoría, adoleciendo
de los mismos d,:fectos de la parcialidad opuesta,
como ella arrebatada, mal sufrida, lTlas que e\la ('[\(;0-
n:¡da por no lograr nada de cuanto apetece y estima
justo, viendo en sus yencetlores unos tiranos injus!os,
use de la libertad para introducir el desónlen y apele


(f) Dice el autor la que llega á hacerse mayoría y no pura
y sencillamente la mayoría, por ser comun en las mayorías
tiranas no ser siquiera .mayorías verdaderas, estando como
puestas dll algunos caudillos atrevidos y de secuaces me·
drnsos y sino forzados violentados. En Francia la mayor;a de
la Convencion en su peor época no era la que avarecia.
La tiranía que ella usaba sobre la rnin'1ria la padec;a de
parte de unos pocos que la tenian avasallada, á punto de ouli·
!arla por terror á proceder contra su propio deseo.




DE DEnECHOCON.fITI1CJOIUL. !');)
á las malas pasiones de afuera con proposiciones peli-
grosas con Ira los que dentro del cuerpo legislador la
están continuamente venciendo. Sí, señores, injusto y
feo es tiranizar á la minoría; pero injuslo, desvariado,
afroz ~eria consentirle ser turbulenta, scdieio8a, impe-
didora del bien, despoj:Jdora en los demas de la lihertad
(Iue para sí reclama, y dispuesta, cuando en mayoría IIc-
~ue á COm'crtirse, á ejercer con mas rigor la furiosa in-
tolerancia ,le que (la IllIH'slras "isihlcs y constanlcs,
Ilaciendo mas)' peor 'lIJe 1000 cuanto con es rasa Ó lIin-
{{lIna ralOn vituperaba. De que se hacen en los cucrpos
Icgisladorrs proposiciones pura l'lItorpecer, hasta p~f'a.
imposibilitar el curso de los n'~g()cios, y aIras para inci-
tar á la resistencia y á l:t rehelion contra lo (Jue la m:t·
yoría, y por consiguiente segUII liccion lHgal 110nvenida,
todo el rue¡'po mismo dispone, hay ejemplos fl'crucnlísi.
mo~; y de este daño probahle ('s !':lzon y justicia prcca-
"('rse, si bien al procurar harpr!o ni !Oc ha ele espera/'
conseguirlo eJc una lIIallera cumplida, ni se ha de l)ll!'cal'
(·1 fin al!bclado por medio de uua violcncia prolludul'a
(ie males maJores.


Selltado por consigllicule qne un ntÍmero regular y
no el mayor ele secciolles .Iehe autorizar b lectura
Je una proposicion ell los cuerpos delihcralllt's, en-
tcndiéndose quc est;l pl'cc:1ucion ddlc SeL' COfllllll ;¡
los cuerpos todos de l'areci,la naturaleza, sean C:Hua-
ras Ó congresos de comunes Ó ¡\'Ipu\auos ó de próccreti,
pares, ó senadores, y fiándose al huen jnieio é ilus-
trada pruucncia (i(~ los nlÍl)mbros de estos Clli'l'pOS
el usar en este punto de un término medio por d cual
no se uieg:lC expresarse á la queja siquiera sea injusta,
al ,leseo si'luiera peque de equivocado ó mCIlOs prudenll';
al paso quc se ataje en Sil carrera el intento claro de
trastornos, ó aun se impida la salida á la voz que al
des<Írden y la sedicion provoca, pasemos á examinar
otras materias relativas á 101 reglamentos de los cuerpos
deliberantes.




UlCC)O~E.
¿ COm'cn,ll'ia por "enl ura para poner emharazo á


proposiciones dañinas ó imprudentes exigir que no se
haga alguna por un solo diputado, senador, ó par,
sino al revés por un nlÍmero aunqlle no crecido, un
tanto considerable, como de cinco ó siete int!h'id nos?


Yo, señores, tengo esta presunrion en poco. Dondc
las proposicioncs peligrosas lo SOll mas, los partidos in-
(luielOs cuenlan con alguno,; secuac(~s, y fácil es enCOll-
trar el corlo número de personas necesario para firmar
tle modo que pueda correr la mas aventurada propuesta.
Al revés, en lo que¡]escnoro yo SIlIllO pC'ligl'O csen que
se ~onsienta firmal' proposicion :llgnna á un 11 IÍmcro
crecido de indi\'iduos, peligro del cllal daré razonc~, apo-
yadas, adem3s, en la experiencia de lo acaecido cn pue-
Llos, congresos y tiempos de Ilosotros poco distantes.


Me parece que basta con que un diputado haga
y firme una proposicion, pero me parece acertado qne
se exija, para dal' de €Ila cuenta aun en las secciones,
que haya otro que la apoye como se hace en Ingla-
terra, donde á ninguna propuesta S~ aliende si no va
apo),ada. Así se evita que el extravío en la razon de al-
gun hombre le lleve ;í proponer eosas impertinentes ó
perjudiciales de todo punto, pues no es fácil que haya
dos que se concierten para un ridículo ó criminal des-
varío, y habiendo (luienes tal hagan ya la locura ó la
maldad 110 es individual, sino cuando no de partido oe
pandilla, por lo cual ha mene~ter ser tenlada de otro mo-
do que siendo aclo singula¡· de voluIltad mal arreglad ...


Como acaso vale mas q1lc sean hechas las propo-
siciones por escrito que de viva voz, y como escritas
han dc ir si ha de da¡'se de ellas cuenta en la secciones,
Lien será que cn ellas acompañe á la firma del que la
hace la del que la apoya.


Pero opino que debe estar formal J terminantemente
prohihido presentar proposiciones con un número cre-
cido de firmas á 8U pie. Y esto por una ralO" muy
obvia. Casos se han visto en que han sido presentadas




•• DERECHO COl'UTI1 UCrO;UI.. ! \.1
Á un cuerpo deliberante proporciones fi !'fnadas por mas
de la mitad .Ie los individuos que las componían, con lo
cual ha venido no solo á ser, sino hasta á declararse sin
rebozo, la discusion y votacion posteriol' una cosa in-
útil ó un mero juego. Pero me dirán acaso: no lanto,
pues con lo que en la díscusion !le dijere hien puoden
variar de parecer, Ó supolH'r que hall variado los mismos
firmantes de ulla propo~icioll, pues no e1l cosa extraña
en quien hace 11113 retirarla. B:en sé eso, :>.enol'es;,)' aun
~in blasollar de elllendido, diré que sé mas porque lo
saben lodos, y es que las discusiones respecto á las
votaciones suelen ser ulla mera fórmula, pues no por
cOll\'encimiento de lo oído en el dehate, sino por pré\'ia
resolucion, por efecto de UII sistema compklo, por lazos
de partido, hasta disculpables y aun loables por sel'
útiles en muchos casos, son ~ohernados al dar su volo
Jos micmhrol de los cuerpos deliherantes J legisladores.
Lo sé)' sin embargo cOlldeno que anles de llegarse á
J:¡ "otacion formal (Í lt'gal ha)'a la mayoría en cicI"t<l
manera anlicip:Hlo solelllnelllente [lU volo. En primel·
Jugar debe resperarse ell casi loda~ LIs cosas la apa-
rieucia. De la hipocresía ]la llahido ljuiúll Itaya dicho sel"
homenaje hecho por el vicio á la virtlld~ yel tal di-
cho no es poco exacto. Así diré yo que es hueno alln
cuando se lleve fOI'mada la illrl~lleioll de dar lIll \'oto
qlle no se declare, pára 110 dal' á la di~cllsioll el cade-
tel' aparente de fórmula \'al1:1 y casi oe hl1rla~ No se vea
plles ]0 que contl'ibuyc á ro\'ustecer la idea oe ser en-
sañoio el sistema llamado repl'cscntatívo Ó cOIlslitllCio-
Ila\. Pero no es este el único inconveniente de las [lIO-
posicione~ donde va resuelto de antemano lo qne ha
de discutirse y votarse. Si en el curso de lIlIa disclIsion
se producen pocos convencimientos, y apenas se logran
mudanzas en el parecer, ó en la intencion ó ellla co~­
ducla alguna, puede conseguirse, ó nacida de las razones
que se oyen ó de circunstancias quu á la disctlsioll
acompañan; y en caso ¡,emejantc es dil'ícil (¡ue cedan




2í8 lEt.:ClO~"S
ni aun:í consideraciones cucn!;¡s ó justas ,\uil~lles soLre
los eompromisos anrjos á lodo L:mdo político, sobrc lo"
lazos fJOrque está ligada toda parcialidad, hau contraido
lluevo J solemne ellll,eño sobre una cncslion particular,
delal:te del público, {lando la cara, antorizalldo IIna pro-
po~icioll con su firma. Por l~SO homhres que han fir-
mado lIl1a proposicioll ell 1111 cOllciliáblllo panicular,
puesla ya ella :lnte la luz púhlica, ;l1In cuando ,e arrc-
pientan de Sil accion, rara vez á ninguna se del('l'lllinan
á recoger 8U ni ma ó á COlllradl'cirla COIl su "010.


Did10 ya lo (lile parece hastante acerca del modo de
haepr las proposiciones pasemos á tratar del dphate.
Basta lIJe rlekndl'é en una ulcnndenei3, y es s()hl'e si
comiene IllIe haLlen los oradores desde una trihuna
Ó hit~n desde sus asientos. Ventajas grandes encucntran
muchos en lo primero y sin duda alguna tipne, pues
puede senil' de ohst~culo al prurito de haLlar, comun
lilas que en otros en los hombres d~ los paisrs meridio-
nales, y comun asimismo en las tierras donde son nue-
YOS los cuerpos deliberautes, y parece desdoro á los
diputados y ílun á quienes los eligen en sus elegidos el
guardar perpétuo silencio salvo para dar su voto; siendo
lIecesario que quien ascienda á aquel lugar alto y Illuy
visible, y desde allí perore se expresc con un tanto de
lucimiento, y estorbando esta consideracion que se pro-
nuncien numerosos y mal pergeñados discursos con in-
correctas y desalillada!' frasc!\. Pt'fO esla venl:lja de la
tribuna lisa da por los fr.ll1ccses, y 110 Jlor los ingleses, está
á mi eulender compensJda por un iucollveuicnte no Ic\'e,
(ual es el caráclel' teatral que tla al despacLo de los ne-
gocios del Eslauo en los parlamenlos, corno comidanuo á
senirsc de estilo, tono, y gestos declamatorios, y de
galas de la elocuencia en los debates casi siempre in-
oportunas. l)or eso me declaro contra ella y alln querria
verlas desterrat1as de los cllerpos deliberantes, concur-
riendo yo en e~te punto con la opinion de un francés in-
genioso, el cual en un escrito, si de poca nota no de




DI!. IlBR~CtlO CO:"{STlTUClO~AL. 249
corto mérito: tocante al reglamento de las cámaras dice
que I\rgará dia, en que, desterradas las triuunas del
parlamento, vayan á un museo de antiguallas curiosas
donde aca~o queJen con un letrero en('ima, que diga:
I( Desde aquí hablaball nuestros padres." Hable, pues, ca-
da cual desde su al'ieuto, y hahle si puede aunque con
correcto y decente estilo sin pretender tanto la fll.ma ele
orador cuauto el concepto de entendido en los negocios
públicos que se ,'e!ltilan.


Los /,IlIJlieistas no se Itan desdeñado de dar su pa-
recer' acerca de ¡;i los miem bros tle los cuerpos delihe-
ranles han de expresar'se en ellos solamente de viva voz,
(Í si drhe series lícito leer sus discursos. Cont!'a esto
último se declara Benjamin Constant, y PI! el reglamento
datlo á nuestros pa:\ados est.amenlos de próceres y pro-
curadores en las córtes dé i 83,~ se creyó conveniente no
consentir la lettura de escritos. En Inglaten a se hahla
y no mas. El! España en nuestras córtes constituciona-
]e~ y en los cuerpos ueliberantes que ha habido en Fran-
cia ha sido costumbre leer ó hablar, segun á cada uno
acomodaba, pero antes leer cm lo comnn, y ahora la viva
roz prevalece. Eso sucede hoy entre Ilosot ros, donde
siendo lícito leer ya nunca se hace. En verdad, atenuiua
la índole de los trabajos de los cuerpos deliberantes, qlle
se hable y no se lea parece mas acertado; pues á despa-
char negocios se va en ellos, y no á lucirse talentos de
escritor, y cualquier homhre pllede hablar si no con elo-
cuencia con juicio en materias que conozca. No veo }O
sin emhargo i ncomenicnte en consentir que se lea, pues
al ca ha homhres puede haher entendidos y sabios, pero
ó por encogimiento ó por otra causa incapaces de hablar
ni aun con regular despejo y soltura, y cUJos conoci-
mientos y dictámen no deben ser desaprovechados. Lo
cierlo es que á los perjuicios 110 graves de consentirse
la lectura hay un correcti,"o, y es que cuando los cller-
pos deliberantes llevan ya años de vida, en su recinto
se atiende á lo que se dice, y poco ó nada á lo que se




250 LBCCIOr.ES
]ee. Quédese, pues, en libertad e~te punto, y pase-
mOl! ahora á otros de superior importancia.


Grandísima la tiene el gradQ de libertad que haya
de haber en el deb:lle, la cual debe ser mucha, lata,
porque de otro modo ('~ mas que illlílil la exi~tencia de
Jos cuerpos deliberantes. Una mayoría tiranitanlloá una
":Iinoría es un espectáculo repugnante á quien piensa ó
Siente con nobleza ó con justicia, y tiene el inconvenien-
te de que produce en la moral pública notables malos
efectos. Pero la libertad misma de que en el recinto (le
cuerpos tales debe IIsarse I aunque lata, no ha de ser
omnímoda, absoluta; depencJiendo asimislJlo el ensanche
que deba dársele ó quilárscle de las circunstancias. Las
calumnias horriLlcs, las aml~nazas eoatlatloras J~ la :ljena
libertad en los tímidos, los insultos á miemhros del
mismo cuerpo ó al cuerpo toJtI no deben ser permiti-
dos, y menos debe tolerarse que desde allí se apele
contra lo que se resuelva, ó lleve visos de resolverse á
la fuerza ciega exterior no acompañada de la razon, para
que las artes del malvado, ó el puñal de los asesinos dcn
el triunfo á quienes no le pudieron conseguir por la bon-
dad de su causa, la fuerza de su elocuencia, ó el peso y
vigor de sus argumentos. Y claro está que el coartar en
mayor ó menor grado la libertad ha de depender del
fundado temor ó de la acertada presuncion del estrago
que pueda causar su abuso. Enhorabuena cOlísiénlase
todo ó mucho á los oradores en Inglaterra donde es
fuerte como una roca el cimiento del gobierno, y está
el pueblo morigerado á punto de hacerse oposicion hasta
en reuniones numerosas y alborotadas, dentro de los
términos de la ley, y como pisando la raya que separa
]0 legal de lo ilegal, y en cierto moJo luciéndose la ha-
bilidad al mantenerse en puesto donde es tan difícil
conservarse firme y seguro. Pero donde, debilitado el
poder, y acabado el respeto, está siempre rugiendo la
sedicion á las puertas de los cuerpos deliberantes, espe-
rando la voz ó el gesto que la azuce paJ'a abalanzarse á




DE DERECHO CONSTlTUCIOlU.L. !51
SU presa, prudente es y aun se ha de ¡mped ir el lla-
mamiento á que ha de dar pronta respuesta el golpe.
En suma; es necesario considerar en qué estado de
atrevimiento y pujanza está la fuerza brutal de la mu-
chedumbre para determinar hasta qué punto ha de per-
mitirse á un orador en un cuerpo deliLerante llamarla
en su ayuda.


Pero ¿qué remedios hay para coartar la liberlad
de halJlar á los oradores, y remedios que no sean ó in-
eficaces ó peores que el mal á cuya curacion preventiva
~e los destina?


Señores, yo no me lisonjeo de hallarlos tales que
tengan cumplida eficacia, no queriendo por otra parle
buscarlos en la tiranía, que es un mal enorme, y una
contradiccion á la índole y esencia de los cuerpos deli-
berantes. Habré, pues, de indicarlos débiles, paliativos,
pero no por eso inútiIQ~, pues siempre serán de algun
valor y podrán tener mas, siendo su ca1idad de aquella
que les permita subir ó bajar de punto con arreglo á las
circunstancias. En primer lugar debe ser grande )a au-
toridad del presidente de un cuerpo deliberante, tanta no
que llegue á igualar á la t.le un gobernador; pero sí
cuanta debe ser la Je un presidente verdadero, cuyo en-
cargo es cuidar de que no !le traspase el punto debido
en las discuiiones y los discursos. Entre nosotros el
presidente es demasiado igual á aquellos á quienes pre-
$ide. Muy al revés han hecho los ingleses, entre quienes
el Lord Canciller, empleado el mas alto y venerable, y
mejor pagado, parte asimismo del ministerio, preside
la Cámara de los Pares, y el presidente de los Comu-
nes (llamado su orador aunque rara vez habla) es á mo-
Jo de un ente di verso de aquellos á cuya. cabeza está
sentado, diferenciándose con su larga peluca rizada y ro-
paje talar de los diputados vestiuQs al uso comun; y
por su no tomar parte en la discusion sino para Ila-
mal' al órden y explicar el reglamento ó las leyes, y su
80 "otar sino para decidir en caso de empate, no menos




252 lICCJO:\'E~
que por otras prerogalivas, dc sus compañero~ por él
presididos, Si su presenci:l singular podría mover á risa,
no es ese el efeclo que causa en UIl pueblo venerador
de sus leyes, usos y costumbres, Su ,'oz sirmpre so-
lemne es atendida con sUllla reverencia, y :lllte ella se
humillan todos, cuando á modo dc oráculo les dicta la
ley del parlamento, Ó en c::didad de enle superior h's
pone freno á sus pasiones. De dignidad y autoridad pa-
recidas debe estar armado quien ocupe la silla presitlt'n-
eiJI, hasta haciéndose leyes penales para castigar todo
desacato que contra él cometiere, ya uno de sus presi-
didos, ya cualquieJ a de los e!'pcttadol'es.


Ademas de este allrncllto dado al decoro y poder
del prlsidrnte, ha de haber /lotas J ca~tigos para los
miembros de los cuerpos dl'liLcrault's que se excedan
ell el liSO de la palabra, Hasta en la asamhlra naciollal
constituyellte d6~ }<'rallcÍa, dOllde y en tiempos en que
era l/evada la libertad de discutir todas las materias al
extremo, se conoció el castigo para los diputados, pues
los de aquel Congreso algllua vez por desmandarse fue-
ron enviados pOI' tres dias á la cárcel tIc la Ahadia, re-
cayendo, es verdad, por lo comun este castif(o en quíc-
nes allí sustentahan la parte de la m'i5tocl'aeia pOI' sel'
estos quienes mas se excedian en los deba tes, Fn tiem-
pos posteriores en la misma nacion fallÓ este frcBo co-
mo todos, pero se puso en lugar tlel el terror, y si hien
los diputados hablando y [o(los escribiendo podjan deci¡'
cuanto á su antojo cumpliese sin restriecíon alguna, solia
:>uceder que el uso de la palaLI'a haLlada Ó escrita llevase
blljo la cuchilla de la guillotina, no en verdad por delito
de exceso en la discusioll, sino porq ue este exceso cr:l.
prueba de ser los que le cometian conspiradores, Pero
dejando aparte estos ejemplos de épocas no para repro-
dllcidlls Ó imitadas, veamos lo que suceder deLe en tiem-
pos ordinarios,


En primer lugar ademas del llamamiento al órden
por el presidente debe haber 011'0 á propuesta de un miem-




DB uni':CUO CONSTlTrClONAL !53
J,ro del cuerpo deliherautc donde se comete un exceso,
sobre lo cual ha de discutirse y '·otarse.


Adernas de este llamamiento al órden por resolucioll
"olada por el clIerpo entero Ó sea por su ma)'oría, lla-
mamiento que es \lIla censura; debe 113ber votos de cen-
sura expresa, que formen un grado mas alto en la escala
(te las le)'es penales destinadas á reprimir las demasias
cometidas en los debates parlamentarios. Aun hasta la
prisioll creo JO que debe lIt'garse. Sin duda el espíritu
de handeria, riego siempre, verá homa y gloria donde se
Ínlcat:. causar p~lIa y descrédito, q ued;n<'do asi no poco
privados de Sil eficacia semejaules casti¡;03, pero estos
son males irremediables. La exrulsion del cuerpo es cosa
á que se ha apelado en Fr;mcia é Inglaterra en tiempos
pasados, pero no con harto feliz suceso, aunque por
cierto en Francia en una ocasion memorable produjo el
efecto de reducir á silencio una voz elocuente que con
sobraoo poder combatía el de la estirpe reinante. Yo
sin embargo no aconsejaria este remedio, aunque á veces
eficaz, 110 solo por ser á VeCeS peligroso, sino por estar
llOy d(~sacredilado y adolecer de los inconvenientes que
tiCIlPIJ las cosas caidas en general desconcepto.


l'asando á otro punto, digno es de examil.arse si de-
be dejarse correr la discusion sobre cada cnestion pen-
diente, hasla que no haya quien sobre ella hable, ó si
al reyes ha de estar al arLitrio de la Rlavoría declarar
un asunto sulicícntemente discutido, y qué debe pasarse
á votarle inmediatamente siendo de citar lo primero co·
mo ejemplo de males que dejan de serlo porque Jos cor-
rige eficaz y radicalmente la costumhre.


En la cámara de los Comunes de Inglaterra no e5
conocido lo que lIam:1ll los franceses la cloture, ó nos-
otros dar el punto por suficientemente discutido. Alli se
sientan seiscientos y cincuenta Y ocho personas con de-
recho de hacer seiscientos y cincuenta y ocho discursos
si les acomoda, y cuando están divididos los partidos
políticos en números casi iguales, como ha sucedido en




~54 U;CCJOXI!§
alguna ocagion; Ó ~uando, como es frecuente, cuenta la
oposicion en sus filas mas de doscientos individuos, fácil
seria á los contrarios al ministerio embarazar el curso
de los negocios, é impedir el pase de una I~y de empe-
ño sostenida por bastante superior número de vo(os~ con
solo disparar contra ella en sucesion constante mas de
doscientos discursos, y mas siendo de estos algunos lar-
Sos al uso de aquella tiClTa donde los hay lllle duran
seis horas. Véase pues qué consumo de palabras, ó para
decirlo mejor qué obstáculo insuperable puede allí po-
ner una minoría al despacho de los negoeii'ls. Y ¿ por
qué no lo hace en caso alguno! ¿POI' qué, señores l
por lo que antes mai de una vez he dicho, por la fuerza
de las costumbres, por lo ilu~trado y recto de la opinion
en aquel pueblo morigerado, donde UIl partido, un gre-
mio ~e hombres que apelase á semejante recurso (J:¡ñi.
no y escandaloso, Luscando su inter~s á c(¡sta del co·
mnn provecho; si lograba impedir el pase de una ley con-
traria á su deseo, triunfaria sí en el parlamento, y triun-
faria por medios no fuera de Sil derecho, pero entre sus
conciudadanos quedaria desconceptuado, cubierto de ig-
nominia, t31 en fin. que mal podrian esperar ser teni-
dos en algo ó reelegidos quienes asi se portasen, pues
caeria sobre ellos el peso de la pública reprobacion, ve-
nerable y temible allí donde la opinion general en los
mas casos es poderosa.


l)ero en Francia. en otras tierras y entre nosotros,
no es de esperar que suceda ni sucede ]0 mismo, siendo
al re'Vés cosa que se celebra ulla victoria sobre el ban-
do contrario de cualquier modo conseguida. Aqui los que
con mañas han estorbado lo que les desplace, se que.
dan ufanos diciendo: c( bien hemos enredado á los otros,
bien les hemos impedido llevar SIIS proyectos á cabo)}
y lo que ellos han hecho y dicen sus secuaces ó ami.
gos lo aprueban y aun lo aplauden. Por eso es necesa-
rio una fórmula por donde se impida el entorpecimiento
en los nesocios cuando ¡nleDten ponerle quienes están




DI! IIllllECnO CONSTlTliCIONM.. 955
seguros l\e salir e.n \a v()\a~\()n vencidos. Si{;amos rasan-
do á otro punto.


¿ Conviene, señorc!I, que haya derecho de h3ccr en-
miendas ó adiciones á los proyectos ó artículos de pro-
yectos de ley que se discuten? Sin duda esto es prove-
choso y por otro lado ine,'itable si ha de dejarse campo
á que batallen una con otra opiniones contrarias. Yaña-
diré que es necesario dar mueha latitud al derecho de
hacer Ja~ adiciones ó enmiendas, pero al mismo tiempo
diré que la latitud, grande ca~i siempre, puede y dehe tener
coto y aun ser medianamente restringida en algunas oca-
siones. Sobre este asunto es imposible dar una regla li-
ja, constante, aplicable á todos los casos. Ha de tenerse
presente lo que mas de una vez he advertido sobre los
opuestos peligros de que una mayoría tirana ahogue la
voz de una minoría cuyos argumentos la incomodan, y
de que una ulinoría resuelta á dañar no escl'Upulice im-
pedir que se lleve á cabo cosa alguna de cuanto empren-
da y desee la mayoría dol cuerpo deliberante. Asimismo
ha da tenerse presente que en ciertos puelllos, ó por )0
nuevos en el sistema de discusion libre, ó por lo impa-
ciente de los individuos, no con dañada intencion Di
con deseo de estorbar y dilatar, sino con el honrado y
"ivo anhelo de mejorar hasta dar con lo perfecto, suele
estar haciéndose enmiendas y adiciones á los proyeetos
que se examinan y 'Van á resolver, no sufriendo al ha-
cerlas freno ni tasa, porque gentes hay que por lo nada
a ,'ezadas :.¡I c~pÍl'itu de asociacion, llegan á ser (segun
\a acertada y agudísima expresion de una persona de gran
ingenio y no menos saber) redondas y como bolas, es
decir, que en lllgar de encajarse unas con otras como
los cubos, si por un lado se tocan por los mas se re pe-
len. En pueblos de esta naturaleza. encaprichado cada
cual en su opinion en nada cede á la ajena, y en los
cuerpos deliberantes de esos mismos pueblos, si se de-
ja suelta á lodas las voluntades, aun las qut' á lo mejor
aspiran no dejarán de poner embarazos al bien cornUDo




256 LECClO"BS
POI' tooo eso me parece indispensable aunque ooloroso
que haJa en la mayoría del cuerpo deliberante, facultad
de decbr8r que en ciertos casos, pasado cierto térmi no,
110 ha de admitirse ya mas enmienda ó adicioll á un pl'O~
yecto de ley que lOe está exami[)ando y ha de volarsll. Que
no se abuse de este derecho es de recomendar y has-
ta es de creer, si con la ilustrarion y el tiempo llegan
á conocer los mas que es horrible y !J,hla poco conve-
nieute sel' ti['anos, J los menos que les loca, despues
de hacer valer sus razones, someterse y no justificar
con ahusos propios los ajenos. POI' desgracia ell lieml'os
revueltos, cuando están crubrJ\'ecidas bs pasiolles, el
uno y el otro abuso contrarios son mas temihles, )' 110
así en los tiem pos de serenidad y ordinarios. Pero forzo-
so es correr algun peligro, y pOI' eso escogiclldo del mal
el menos, aconsejo decidirse por el mas leve, siendo
este á mis ojos el dc que tenga freno duro el espíritu
(Je desórden, :llIn cU:¡indo el freno alguna vez contenga
y lastime á la oposicion no desordenada, Andando los
tiempos disminuirán uno y olro peligro, perdiendo su
fuerza é intensidad las caUsas que los motivan, porque
con la larga costumbre de discutir suele venir aunque
tarde el espíritu de tolerancia en los mas, y el dp- duci-
lidad al cabo en los menos.


Discutida ya una ley ¿ debe ser votaua una ó mu-
chas veces? Los ingleses en este punto han hecho lar-
gos y pllI'edosos los trámites porque han de pasar los pro-
yectos de ley desde que entran en un cuerpo deliberan-
te, hasta que de él salen definitivamente aprobados. To-
do proyecto de leyes allí leido y volauo tres veces en
cada ulla de las dos cámaras. Pasa la primera leclura sin
disputa por lo comlln, suponiéndose dado el voto pri-
mero en favor del proye~to, por 110 haber quien le dé
contrario. Sobre la segunda lectura y consiguiente dis-
eusion y votaclon, es lo recio de ]a batalla, cuando se
trata de una cllestion de grande ó aun mediano em-
peño. Votado el proyecto se~unda vez, ya tiene gran-




DE J)EllIlCIIO CO~STlTVélOX.U.. 237
tlísima aunque no completa prohabilidad de salir tle aquel
cuerpo aprobado. Con lodo, á la tercel' lectura pasa á la
comisioll, la cual se compone de la cámara toda, bas-
tando para cOllsiderarse comision, que el presidente deje
la silla)' la ocupe otro nombrado para estos casos, y en
la comision tiene derecho cualquiera diputado ó miem-
bro de la cámara de hablar Il1~S de una vez, J se V[I, exa-
minando por cláusulas ó artíeulos el proJecto. Una vez
apl'iJhado eon JIJas Ó monos alteraciones en la comision""
vuelm la cámara á serlo, esto es, ocupa su presidente
la silla, y por tercera vez se vota el (ll'oJeeto siendo
aprobado ó deseclwllo. Y aun hay una votacion mas
si bien esta es de mera formalidad, l\uponiéndose la apro-
bacÍon de que nadie se muestr'e contrario. Esta fórmula
es l'hat this bill do pass. « Que pase este proyecto de
levo »


• ~o hay para qué adoptar trámites tan largos. Nues-
tro sistema y el de Francia de nombrar comisiones para
examinar cada proyecto de ley (wn votarlos dos vecrs
en su totalidad, llIlO antes de tomarlos en consideracioll
y examinarlos por artículos, )' olro des pues de votados
los artículos, me parece que hay las precauciones sufi-
cientes para que no salgan hechas las leyes con precipi-
tacion sobrada.


Viene dcspues de estas cuestiones inferiores, pero
en mi juicio no dcsatentliblcf, una á mis ojos de la mas
aila importancia, á saber: si los ,'otos en los cuerpos
legisladores y t1eliherantes han de ser dados en púhli-
co ó en secrelo. Asunlo es el de qne trato, sellores, so-
bre el cual acaso insista JO con exceso, pUt~S le he to-
mado con empelío por creer la parte que en él sus/pnto
por tlcmas jusla y conveniente; y sobre él he hablado
en las cortes cuando he tenido la honra de estar en ellas,
y en este lugar en los alíos anteriol'es; habiendo CllCOll-
trado adversarios en (ilas diversas, y tanto cuanto en otras;
en aquellas f'1l qllfl por alglln ti¡;mpo Iw t'stado y sigo
Inililando.




:2;-)R J.ECCIOXES
ContitHHí si('nJo, scii0res, acérrimo contrario ue las


\'otaciones secrelas, enlen(liendo pOI' esto las qlle no ha--
pn de puhlicarsc eon la dchilla autenticidad)' con C:l
":¡CICI' como se dico de oficio, pnes no Pi; preciso qlle
d yola se dé de tal modo que le oiga el púhlico asis[C'll-
te á las sesiones para que la YOlacion sea y merezca sel'
i1amada pública.


En este punto reinan algunas cquivoc:lcioncs en Fr::m·
cia y otras tierras, sohre la upinion que acerca de él
tienen los llamados radicales in¡deses, pues oyendo de-
cir con cuanto empello piden estos la yotaeion (~Il seCI'('lo
llamada ballot, creen qlle la piden para los votos dailos
en las dmaras, siendo asi que la quieren solo para el
nombramiento que hacen los electores de los miembros
de la cámara de los Comunes. Pedir que se ignore el
voto que ha dado un elegido del pueblo desempeñando
SI1 cargo 110 ha pasado por la imaginacion [¡ los ingle-
ses.


Aun soLre esto una parte de los mas entendidos
entre los radicales de aquella nacíon, sientan una doc-
triua fuudada en la ntilidad y qlle participa de la mora!
(le JIelvetius en juzgar de las cosas por el illlerés. El
(~lector tiene interés en votar bieu, y solo "ota mal
pOI' ejercerse sobre su voto algun mal influjo de corrup-
cion por favol' Ó miedo, y por eso no debe votar en pú-
hlico, sino amparado por el secreto. El diputado ¡me-
de y suele tenel' interés en votar mal, y el i/lOnjo de la
opinion debe casi si'3mpre ohligarle á "ol:!!' !Jien y por
eso deLe saberse como vota. Este aserIo no ticue exac-
titud cabal, pero tampoco es del todo infunda(lo. Otros
por diversas razones concurren en la misma opinion, pa-
ra tener la cual mi principal fundamento es que el di·
pUlado es un apoderado de Jos electores; con facultades
Jalas sí; no atenido en cada voto que diere á consultar
y obcdee~r la voluntad de sus coniítef\lCs; 110 ligado ~
votar ('11 una cneslíon panicular eo'110 ellos quierC'Il, sin
atender á !:Js circunstancias; ¡lO en suma mera bocill:l




IIE BElIECH¡¡ CO',5i"íTI U:W.\.\I.. 2.-1\1
que Il'ansmit(~ :'t otras pl~rsonas d jH'lIsalllielllo ageno; pe-
ro apoderado al c:lllo de qui(~ll dehe f'abpr como lisa
d(~ los poderes que ha recibido.


La ra7.01l principal alt'gada en fa\'or de la rotacian
secreta es Illle aSt'gura la itldependencia de los Yolantcs.
Con decir la illtlcpcndEllcia se n~a de una de :¡qucllas ,'0·
res laudatorias, ql!e eH sí al parecel' rc~;ueIYen una CUl'S-
I ion V CUYO liSO de este m odo viene ~ ser UII ar"lIl1lell-
lO s()fístie"o. La il\llependencia I~O es un bien si~mpr(':
eslo solo, c!la!ldo COII ella se expresa f:lIta de servilidad (í
lall:¡ de oDetlienci:¡ {¡ perniciosos (\ ilegítimos influjos.
Lo be (liello en otra oeasion, el ser independieute JI'
cicl'¡a~; cosas y en algullos casos es des\'ario, es clIlpa_
El homhre illllependiente oe la razon es un necio; el
ilHlependiclIlP (le la re\igi(~u syele ser un mónslruo; el
illllependirnte de sus ohllgaclones es un malndo. El
hOlllhre (\PIJe sel' indcpemlielll(~ de lo m:llo, pero no di'
lo jllstQ. El diputado no debe s;cr independiente de sus
cOllJilentcs Ó Ik la opillioll pülJlica . .0\0 soy yo ni ensrílfl
que deban ser otras personas aduladoras de un conjun-
to <In hflll1 hres, á qne se da el nOrllI)\'(~ de p~eblo, to-
millldo la parte por el toJo; no soy de los cortesanos
de la nHlchetlll\Illll'e; y no dando á la nacion el título
de soberana, !llCIlOS han~ el cumplimiento de honrar ;í
gentes ao'avilladas eDil atribuirles la soberanía, haciendo
;bnegacfou de la propia digll~tlall, y diciendo [\ aquellos
<Í quielles JlinguIla depelldencla debo: ( soy vuestro ser-
vidor mas rendido, cUll1plir(~ Con vuestra \'01 un lad en
lodo, porquc vuestro es el poder, vuestra la jUSlíci:¡ ."
no cahe en \'osotros j'ClTO, supliendo \'uestro Luell seso
natural la ralta tiC saller que no poul'is haber adquirido.)l
:\0 adulo ni aconsejo adula,' ni aun á legílima~ potesta-
(les, como son los J'eyes y las naciones: no adulo yo ni
;i llli auditorio mismo, pero doy lo que se dehe á la
autol'idad~ y la de los eleclores ~oJ¡t'c sus elegidos es
¡Jlcontcslahll~. lo crco que 1I11 diputado dehe Llccil' :í los
('lectoJ'cs: « vosotros me hahl~is ell1gi(!o y podeir; reelt'-




260 U(,CIO:\I\S
girlllc porquc suponris en mí prohidad, y algunas olras
buenas calidades, y conoceis en genera! cuáles opinio-
ncs tengo y sustento, y cuáles cosas cstil!lO justas y COIl-
clllcellles al hien de mi patria. Sabitlas mis opiniones y
medida pOI' vucstra idea de mi carácter la confianza que
dcheis tClleI' en que cumpla yo con mi olJligacion y pro-
mesas, deoeis dejarmc latitud eH el desempeño de mi
encargo, porque !lO s0y vucstro embaj:Hlor con poderes
restrictos, sino vuestro administrador en quien dcbcis
iiar, c1ejándole proceder con desembarazo J anchura. »
Toda esta independencia doy al cadcter de diputado.
Pero tampoco quiero que seJn tenidos en nada Ó des-
I'l'cciados los electores por aquel en quien recayó su nom-
hl'amiento, ni que este obre sin dar no ya razan sino
ni siquiera noticia de sus dichos y hechos á quienes han
de contll'Olarle ó revocarle en el alto (argo q ne dcsem-
peña, lo cnal me parece que hermana lo des\'ariaoo tOll
lo injusto. AlgUll criterio ha de habel', alglln testimonio
fehaciente se ha de dar, con arreglo á los cuales pue-
dan obrar los electores cuando les llegare otra vez el
dia de nomhrar con u\'l'cglo á las Ic)'e~ los diputados,
reeligiendo á los que pOI' su voto lo son, Ó susLitllyén-
~I()los con otros. Y como no todos los diputados hahlan
ni comiene que hahlell, no sé JO por qué otro critcrio
puclla juzgarse cómo hall procedido que por el de las
votaciones En CredO, la votacion secreta aunque est;i
establecida en nacion tan ilustrada como lo es Francia,
es cosa tan fuera de razon, que si 110 fuese qUl'hrantado
el secreto de ella, las elecciones de diputados vendrian
á ser la cosa mas disparatuoa y sáudia del mundo. Su-
póngase por ejemplo, que el secreto acerca de cómo se
ha votado se ohserva (no se ohserya en venlad, y el
que asi suceda 'lO redunda en elogio de la ley, valiendo
poco leyes que son quchrantadas); supóngase que ha)' di-
putados que nunca hablan (y de esos los hay en Fl'all-
(~ia, aunque mucho mas todavía en Inglaterra); slIptÍllga-
se r{'le ('slos hornhrl's c~llarlos han HItado sirmprl'. y




BE "EH EOIO CO.\STlT rCJO~\J" 26 t
~t1 púngase licuado d dia en que ¡Jan (le SI~I' tÍ 110 reelegi-
dos ¡, \;0 es jusCto, no es lI<1tlll'al qlW para elegirlos (Í ~(,tl
sepan los eleelorcs cu,\1 ha silla su conduela, la que con-
siste solo Cl! los votos que han llado'? Pues slIpóngase
qlle 103 mismo.> tliputa(los, pOI' dcm:ls pundollorosos y
sumisos ell Sil o\¡~ervallcia de la ley dicen~ En secreto
,~e voll!, y yo ¡lO gllÍero ql,c1Jrantar ahora el secreto qar
las leyes me han prescrito. » Y entonces ¿cómo han tltl
sahel' los electores si el diputado es digno de su conlian-
za ó no? X o lo alcanzo, ni creo que haya quien lo alcance,


Pcro en abono de la ,"otacion secreta mas que con-
tra las obiecioues que pueden hacél'sele, se dice que COH
ella se liberta á los hombl'es de dos dependeneias de
mala especie ambas: la una la cansada por el miedo á la
furia popubr, la otra cn los empleados pOI' el temol' al
gobierno al cna! sirven, En cllanto á lo primero, seílo-
res, medios hay de poner fl'el1o á la violencia de las
IUI'!Jas ó de las g;\villas sediciosas, y ademas modos fHW-
den emplearse por donde sin dej:t" de sel' público el voto
no lo sea en el acto mislllo de darlc. En cuallto á lo seguu-
do 1 )'0 que so)' de opilliou dl~ que uebe hahc\' empleados
del gol,ierllo e n los cuerpos I.~gisladores ó deliberantes,
si bien no debe \¡,tbcrlos en nlÍmero crecido; JO que
opino que 110 solo tota á los electores enviar á pocos
de ellos á dichos cllcrpos, si 110 (IIIC basta está bien ell
la ley reducir el número de los cmplearlos que pueden
ser miembros de los mismos cuerpos; yo creo y susten-
to que el gobicl'Jlo debe salwl' cómo votan quienes bajo
él sirven para continuar dispensándole,> eu grado Illayo\'
Ó menor Sil confianza. Y no hay (lue clamar contra esto
calificúndolo de tiranía. No cabe cosa ma3 herillosa IJlIe
la libertad de pensar y de uedarar sus pensamienl05 el
hombre, pero esta lihertad (Icbe ejerGel's~ á cuenta y ries-
go de quien dc ella lisa. Donde un empleado pue(le, Ic-
";wlando su VOl cOlltra los ministros sus superiores, li-
rarle~, como ¡¡uien dice, ú la cara el el11pleo que á sus
órdeues desempeña, haciéndolo asi 110 solo sin pelif(ro




:2ti2 LE :CI()\E.~
sino Lasla COIl gluria ~ cOlllbaticndo luc¡..;o con ellos Cll-
Ire casi univel'salcs aplausos; donde sin buscar él su lleiS-
tilucion puedc Ilerarla quejándose de Sil desgracia en
alta voz, h:dlallllo ((\IicnciS declarell jnsta su (Illeja , y pa-
1:(31100 el dallo recibido con Ulla oposicioll vehemcnte;
en estados cu quc hay tanta lillcl'tad para obra¡' el em-
pleado que quiere ir coutra el golJiel'llo, rccibiendo por
ello arrobaciulI y hasta alahanzas, debe si 110 siempre pa-
(lecer, en toda ocasioll correr peligro. 1\'0 digo )'0 quc
sean tan 5everos SIlS superiores que castiguen sielllpre COII
pl'ivacioll de empleo un voto dado cOlltra Sil gusto, pero
digo sí (IHe no est;í mal que sepan como piensa y proce-
de el (Iue sil'vielldo al Estado hajo ellos ha de merecer
la confianza de los minislros rcsponsables que de él en los
negocios plihlicos se sil'Yell.


y vohiendo al temor del odio popular ó del odio que
:"il~lldolo solo de 1l1lJ parle del pucblo, sc sllpone serlo
del puolllo todo; diré que es ohlig:lCion ell el hombre pú-
¡¡Iico arrostrarle cuando cumple él con lo que le dicta
Sil conciencia. Al clamor popular no debe dar razon ni
c'uenta de sus "otos, pero tielle que CXpollcl'se á oirle
~onar contra él, cuando en cumplimiento de Sil obligacion
y encargo hace patente su conducta con la pllblicidad
de SilS votO:3 ante la kgítim:l jurisdiccion de sus comiten-
tcs. Y aun diré mas, y es qlle de eiertos hombres, cu)'o
caráctc¡' pOI' el concepto que han adquirido, viene á ser
(:omo propiedad del püblico, está bicll qlle no SlIS co-
mitentes solo 7 sino aun toda la nacíon sepa como votall.


Esta es, sellores, mi opinion respecto á la situa-
('ioIl y obligaciones de los diputados.


Xo por eso diré que el sistema de volacion nomillal
segun se usa entre nosolros, sea el mejor posible, ni aun
que deba aprobarse. En Inglaterra donde las sesiones del
parlamenlo, si son públicas, no lo SOIl de derecho, sino
pOI' tolerallcia, estando 1lI3uJado que sea puesto preso
(llIien quiera sin ser dipulado ó par sea cncontrado en
las cámaras oyendo los deba les " y siendo olJligatol'io CI!


• • <-




o¡¡ IJEHEI'1I0 l'O:\'STlTl'clO:'<,\L. :::tJ:'\
el presidente Illandar despejar la dmara á los extrúios,
~i alguno reclamando la observancia de la ley vigente
~i se lo pide; se pone ell fueza y vigor al tiempo de vo-
lar la ley iuohservada mientras se estaba en la discusioll,
.Y se retir:lu los l'spectadores, pero salen publicarlas CII
los pcri\¡dicos las listas Je los (IlIe votaron en pro ó en
contra dc las leyes que se han aprobado, ó de otros PUll-
los que se lJau resuelto. Una cosa parecida seria ú mi
entender la lilas conveniente. Delante Jel presidente y los
secretarios)' de cuatro diputados, dos de cada lado que
vol lIutariarnellle se preseutasen á a parecer> sustentando
su parle resp~cti\'a, deberian dar el yoto en voz baja,
public;í ndose al dia siguiente en el acta las listas de los
que votaroll de un modo ú otro, y dando asi á los votos
la puhlicidall legílima y oportuna. Asi se evitaría el ill-
cUlIvenirlllc de ciertos rUIIIores parecidos á sordos ruji-
dos de fiera deseosa tIc dl)\'ora1', con que suelen ser sa-
ludados al ~alir de Jos labios de los votanles sies ú nocs
110 gratos :1 la mucl[(~d ti mJ¡r('~ Ó por decirlo con llJas pro-
piedad ú las cabezas de motiu, que como gente oesocu-
rada suelen estal' ou las tribunas suponiéndose lo que
el! su guirigay se llama pul'lJlo. Asi no se pondria ú prue-
La inúlil la ¡irmeza de algunos hombres en quieues es
mejor la intelleionl(ue grande la entereza, libertándolos
de la ilícita jUrÍsdiccioll que COIl violencia es comun que
hap quien pretenda ejercer sobre sus volos, sin por eso
eximirlos de I::J obligacion, en que á mi parecer están, de
dar cuenta constante ú sus comitentes de Sll modo de
cumplir con las obligacioul)s honoríficas que les están en-
tümenuadas.


Todavía, 8el1oI'CS, me qucda algo que decir contra
el voto secreto ¡ tantos; son 10:-\ inconvenielltcs que en él
descubro! Proseguiré, pue1:', en ello en la leecíon siguien-
le ~ fiel :.í mi propósito y pertinaz cn mi idea de consi-
derar estas menudencias como parles de la ciencia dd
(lerccho político cOllstilul:iollal, y por consiguiente le la
[,nea mI cuyo tlcsempciío 110S estamos ocupando.






C;; TE-


LEUUIOS D~ODEUIItI"".


Señores, al hacer punlo eu lIIi úllima leecion, estaLa
hablando sobre el modo de volar eu los cllcrpos legis-
ladores, y abogando por los \'otos dados en público COll-
tra Jos que se dan en secre lO, concluyendo con decir
que era eu mi juicio la materia de tal y tanta impor-
tancia, que á pesar de haber yo hablado.de ella en otros
lugares, y aquí mismo en años pasados, y no obstante
haber dicho en ahono de mi opinion no poco en la lec-
cion misma, todavía reservaba para la presente añadir
algunas, aunque breves reflexiones, acerca de un punto
que lo ha sido y es para mí de meditacíon frecuente y
prolija.


Uno de los mayores males del voto secreto es la
inmoralidad que lleva consigo. Bien sé, señores, que en
Inglaterra, los enemigos del voto secreto, tratándose por
supuesto no del que ha de darse en los cuerpos deli.
berantes, sino de aquel con el cual nombran los elec-
tores á los miembros de la cámara de los Comunes, han
hecho uso á veces con hipocresía mal encubierta de cs-




q/','
_vü l.IiCCIU:\ES


le mismo argumento. Pero debe tenerse presente de
cuan diversa calidad es el voto que da un elector usan-
do de un de[:>eho para nombrar diputado á aquel á quien
repula mas digno del que tIa un diputado en el cuerpo,
al cual cs ellviado por sus comitelltes, donde llace el oli-
cio de apoderndo de estos, y de la llncion entera. En
lino y otro caso el dar el voto en secreto, puede y sue-
le producir quebrantamiento de promesas bechas, y fal-
tas á la verdad y á la moral por cOllsiguicn te. Pero en
la eleccion de diputados hay males mayores (lue resul-
tan de la votacion pública, eou los ell~des los de la se-
creta están compensados. Muy diferente caso es el dc
los votos que se dan en los cuerpos legisladores.


Los electores cuando nombran á los diputados, lu
hacen como quella dicho, usando de un derecho que las
le)'es les conceden; para el provecho COlllllll, es cierto.
pero uO como apoderados ue olros. Bien es verdad que
algunos aLogados de la yotacion, en ptíblico, en Ingla-
terra, pretenden que los electores ejercen su derccho en
calidad de fideicomi:o:al'ios de aquellos, entre sus com-
patricios, que no están revestidos del carácter de elec-
tares; queriendo de ello deducir, que COIl votar en se-
creto encubren su conduela, de la cual están obligados
á dar razon á )os no volantes. Razon equivocada me
parece esta, y ademas en quienes la usan por extrcmo
imprudente, siendo los contrarios al voto secreto, en
aquella !ierra los mas opuestos á las doctrinas demo-
cráticas. Pero considerándose á los c1ect(lI'cs cn cicrto
modo agentes de quienes no lo son, y á e1lus respon-
sables, se reconoce la á mis ojos errónea y falal doc-
trina de que todos los hombres de un pueblo tienen de-
recho á parlicipal' en el gobierno del Estado, doc-
trina que he combatido ó impugno, y doctrina j cosa
singLllal'! vir! ual ó expresamente negada por los radica-
les hgleses de)a secta utl)ltaI~a.


Con arreglo á !a máxima de no reconocer deredlO;,
polilicoll, sino aquellos que la ley confierc, los elcctore~




1m llEHEUIO el):-'STITlCJ()~.\I.. 2ü7
por SPl' jllz~ados los lilas capaces, no para su provecj¡(,
pt'opio solamellle, sillo para el agcno y comUI1, de par-
ticipar ell el manejo oc las cosas públicas, á nadie mas
que Ü su cOllciellcia y juicio deben dar cuellta de su
conducta al dar su volo. Pueden solicitarle los candiua-
los, por sí ó por agcno oficio; pueden los eleclores pro-
meterle, pero el aclo de quien hace la promesa y de
quien la exige es oficioso y 110 mas. El quC', una vez he-
cha la pl'omesa, falta á ella, peca siu duda, y peca al
dolJle si miente, cllando !lO 113 biélldolo hecho, asegura
üaberla cumplido; pues los males ocl voto secreto, Il;)
desapare('en Ili aun en los casos en que, en mi concep-
lo es preferible al p,íblico. Por eso no de,jan de tener
razon quienes oponiéndose al uso del secreto aun en la
vOlacion de diputados, afirman que con él sale á veces
favorecida la mentira, asi como el quebrantamiento de
la fé, ¡\isminu)(~ndose ademas en el ánimo del ¡meLlo
la persuasioJl de la noLle entereza, y de resultas el alto
t:oncepto de sí mismos, que son la prellda mejor de los
que se llaman hombres libres. Pero en coutraposicion
:í estos lIO leves jnconvcuicntes, la votacion pública tie-
Ile, corno en otra ocasion he dicho, otros mayores, pues
favorece el cohecho, y el inllujo malo del miedo sobr~
los votantes.
~o asi (!11 los cuerpos legisladores. En ellos si hien


lus comitentes no tienen derecho á pedir á los diputa-
dos wellta de por qué ha dado cada voto, aquellos y aun
la llacillll enlel'a, están legal ó moralmente facultados,
)' conviene que lo estén para pedir y lener nol.icia de cual
es en general su conducta. Minliendo pues un dipu-
lado, 110 lo hace como quien miente al que le sacó ofi-
tío:;alJiclIte una promesa, sino como quien faIta á la ver-
dad ú aquel lle quiell es apoderado sobre los puntos
luislllOS, para los cuales ha J'(~r;ibido su poder.


AdcllIaS, lo inmoral del volo dado en público pOI' un
di¡.mtado (cuundo inmoral llega á scr)~ si bien no es co-
:',t del todo leve, talllpoco llega á ser en exlremo grave.




268 LECCIO:\"ES
.Puede un cmplcauo por temor á sus superiores, ó Utl
hombre tlaco de corazoIl por miedo ú la violencia popu-
lar, dar un voto contra su conciencia. lHales 8011 estos,
pero menores en mi juicio que los que la votacion se-
aeta de necesidad encierrá y produce. El ,Iiputado es
un hombre público, que á vcces habla en el cuer·po de
'llIe es miembro, y cups opiuioncs y conducla en gene-
ral, son mas ó menos, pero siempre algo conocidas;
¡ cuán fácil es, y si no mienten evidentes indicios y re-
velaciones nacidas de esta ú esotra causa, cuún á me-
Iludo sucede, contra(lecir el voto secreto el (]iscurso he-
cho en el mismo parlamento, el aserto Ó la promesa he-
chos en conversacion privada, los compromisos contrai-
dos, la reputacion auquil'ida po r opillioneo profesadas
y puestas en práctica; en suma los pensamientos mani-
festados y los actos ¡) de una "ida enlera Ó de una car-
rera política mas ó menos corta ! ¿Cómo puede con el
voto secreto llacer un hombre alarde dc su inuepen-
dencia; proclamar doctrinas de las que granjean á quien
las pregona J esfuerza el aura popular ó el favor de
la gente extremada en o(Jilliones y alborotada; y luego
servir con Sil volo al poder al que en voz alta se opone,
hasta dándole la victoria en las lides reñidas en que le
es mas dificil conseguirla? ¡Cómo al revés el cortesano
obsequioso, el empleado en apariencia sumiso, aplaudir'
á los ministros con altos acentos, y contribuir con su
voto á derribarlos y acaso con la dañada intencion de po-
nerse en lugar de los caidos, ó sino tanto de medrar con
los ministros nuevos; no movido por noble ambicion,
pues en ese caso su oposicion habria sido pública, sino
con el ruin intento de il' sordamente derribando :t quie-
nes están delante para hacer \le las ruinas escalones pOI·
donde ascender á la cumbre! De estas faltas ó culpas
graves contra la moral es ol'Ígen seguro la ,'otacion
secreta; lo cual la razon por sí demostraria que debe
ser, aun cuando no acreditase, como acredita, que es la
experiencia de los pueblo3 en que está establecido.




DE mUlECIIO CO~STlTrclON,\J.. 2M)
Baste, señores, del voto srcrrto (i p,íblico, y pas(~­


mos :í. otras consideraciones.
Pero antes dc entrar en las que son de importancia


inferior, conviene y aun es necesario hacer una adver-
tencia sobre 1111 punlo dc que h.ablé en mi leeeíon ül·
tima.


ACOllF.cjanJo que se alarguen y compliquen un tan-
to, si bien no al punto que lo están en Inglaterra, los
trámites por los cuales han tle pasar las lcyes hasta sao
lir definitivamente VOladas, puede ponerse cmbarazos :í.
la obra de la lcgis\acion en Ull pueblo y cn momentos
en que es preciso llevarla á feliz remate por haber ne-
cesidad urgente de un código civil, penal ó administra-
tivo. En casos tales entre los pueblos avezados al sis-
tema parlamentario, ii los trámites no se abrevian,
son breves; las discusiones, bicn que en pueblos seme-
jan tes códigos enleros 110 suelen discutirse. Pel'o al cabo
hemos visto en Inglaterra hacerse considerables refor-
mas en Hna buena parle del código pcnal, con las ordi-
narias formalidades, pero sin prolongadas discusiones,
y sin que enmiendas repetidas é impertinentes viniesen
á hacer la reforma imposible pOI' embarazarla ó dilatar.
la en extremo. 1\'0 habría sucedido asi en otras lierras
donde semejantes alteraciones en las I(~yes no podrian
haberse llevado á efecto sin larga dilacion, aun siendo
mas breves los trámites porque tendria que p:lsar la leJ
llueva. Asi en pueblos como los de que acabo de hablar
es por un lado dificil hacer leyes, J por Otl'O se necesita y
urge hacedas en nlÍmero UII tanlo crecido y con 110 po-
ca prontitud p<lra el buen arreglo y gobicl'llo del Es-
tado.


En semejante caso, señores, que el gobierno pida
una aulorizacion para hacer cierlas leyes es lo acostumbra·
do, si bien no lo regular, )' salvo en algunas ocasiones, 110
)0 mas eonveniente. Pero este punt,), en mi sentir, de-
he ser examinado, !lO hablando del estado ordinario d!'
las cosas. sino al lralar de las I'Holllciones, de!;¡s épo-




:270 LECClU~,E:;
"as de gran(h's mudanzas en (Jll(' las le)'!'::; todas y COIl
1'1Ias la sociedad se mndan (í renlWyal!, Esto cornieu!'
~en('rlo presente en E!'\púía allOra para 110 equivocar I1U,'''·
Ira situacion eon la de un eSI:1l1o rt'QlIlanllcnte constitui-
do, puesto p en el dcbi(lo órucn'-' ~;obre el nec(\f,ario y
firme asiento. La revolncioll ('nlI'C nosotros, seúol'e~, (v
110 seré yo quien la dcliellda lli la condene) por lll;IS
(lile de ella queramos dcselltendcrtlo~, es como una pesa-
dilla que caJ'!2a sobre 1l0~otJ'os conlinuarnen le. Por c~o
necesitando e~ mil cosas una rcrúrma radical V IH~c('si­
I ándola con uI'gencia, nos enojamos al ver, al encoll-
trar como un tropiezo con ciertas fórmulas que nos pri-
"an de ver formado y arregl,l<lo ei gobierno del modo qlle
le hemos menester con corta demora, Esta alusion á nues-
tras circunstancias hago JO en oJlsec¡nio á la causa de las
sanas doctrinas constitncion;¡les, para qllL' estas no pa-
dezcan detrimento y dc<;crédito, pOl'que no se :tyiellen
con las necesi(lades de un periodo de revolucion, pi-
diendo el último reformas prontas, ruinas completas ;í
yp,ces, y reediGcacion con celeridad por no poderse estar
entre ruinas; J siendo ;11 re\"és el gohierJJo donde hacen
las leyes cuerpos numerosos que deliberan en público
uno en que se camina con pansa, elltre estorbos que
vencer, adelantando, progJ'es~lndo pero no destruyendo
lÚ renovando COIl presteza. En ellos la opinion ya delan-
te de las leyes, las prepara y las logra despues de ulla
pugna entre el espíritu que I~s mejoras pretende 'j á ellas
guia y el qU':l quiere COllservar ~ todo trance; pero sin
chocar el 11 no con e I otro en reíiida y destructora ba-
talla, sino al contrario en podiadas J Il; feroces contieu-
das, en que despues d(~ disputar bien el eampo se COII-
fOl'llJa con su wel'te la parte vencida. Semejante modo
de hacer leJes, es el de hacerlas buenas y duraJeras; pe-
ro mal puede convcnir;í li('ln J ocasioll en que, ,,¡vien-
do algun tiempo sin v('rdaderas leyes por estar deslrui-
das las antiguas, y no haber olras en Sil lugar !ligllas del
nomln'c que llevan, ni c~paces de mil.lltrllcr ti las rosas




nE IlEIIEr.1I0 r.O~STl]TCIO:>AJ.. 27:1
v á los homhres delltro de Jos límites lIeccs:.l.I ios ;¡ la
huella "ida social" se viviria en un desórden no solo t'.l-
tal sino in tolerable.


Aprobado que sca un pro~'ccto de le} en un elle"l):)
deliberante, donde 113'y dos Ó Illas que legislen, claro
esl:'! que debe pasar al 011'0 Ú olros donde ha de ser cxa~
minado oe lluevo y lUlado. Las fórmulas que para esto
ha de halwr, son reglamentarias y de importancia no
bastante para que nos oCllpemos en examinar y resolver
cuales sean las mejores. Lo único que comiene y está
en uso, yeso no es reglamentario, sino parte de 10 qllC
suele lid marse Consli lucion, es que cada cuerpo ha de
tener facultad de desechar lo que el otro ó los olr os
ha pasado á Sil exámen y aprobacion. Inútil es dal· ra-
zones en pro de un punto sobre el cual no hay oposi-
cion ni dispu ta, y que es consecuencia forzosa de la exis~
teucia de mas de un cuerpo legislador y deliberante.


Hesta añadir algo sobre la saucion real. De la nece-
sidad de que el Rey en las monarquías y cualquier otro
magistrado supremo tenga este derecho he hablado pan·
teriormente, al tratar de cuáles deban ser las preroga-
tiras del monarca. Réstame solo añadir, que me pare-
ce conveniente señalar un pIno, dentl'(I del cual la san-
cÍon haya de ser dada (Í negada, y aun señalar ulla fór-
mula por la cual haya de expresarse que el Rey la da ó
la reusa. E~ta fórmula existe en varias partes. En la
vecilla Francia no está determinado dentro de qué térmi-
nos ó .le q\l(~ manera haya el mOllarea de negar su san-
don á una ley propuesta, )' UII caso se ha visto en que
se tomlí por dellegacion expresa el silencio prolongado
del trollo, habiendo despues 50bl'0 ello un deLate, COIl-
siderándose de resultas de él IJ. saucion reusada, y que-
Jando indeciso si eslo ejemplar ha de servir de regla en
adelante (1 ).


(1) El caso á que se hace aqui referencia> fué una ley apro-
harla por amhJ~ cámaras> declarando legítimos los grados y em-




272 LEeCIO~ES
Hay quien erre lilas convenicnlc al regio decoro no


sei'íalal' modos ni término al otorgamiento ó negativa de
la sancioll ; pero yo que en mi pobre concepto creo (¡tlt'
eOIl ello no queda ofendida ni en un üpícl' la dignidad
del trono, al cual hasta que sin su aprohacíon no salga
ley algu na, y que considero por aira parte perjudicial,
dejar en incertidumbre la suerte de UIt proyecto de ley
~'a votado por los cuerpos colegisladol'cs, me inclino
á que se señale I1n plazo, dentro del cual el rey (ohl'an.
do segun mi lloctrina, en esto como ell lodo por con--
sejo de sus ministros responsables) sea servido de declarar
si aprueba una iey ó la desecha. En cuanto á la fórmula
que haya de emplear, poco importa cuál sea, con tal dI'
que en ella se guarde el debido decoro á la real dignidad
y asimismo á la de los cuerpos legisladores.


En lo tocante á la pro/llulgacion de las leyes debe cui-
darse de que para ella se adopte ulla fórmula tal qne el
rey aparezca lo que es y debe ser; 110 Íluico legislador,
pero sí con mucho la mas alta autoridad y superior
dignidad del Estado. Todo lo que suene á decreto dI'
los cuerpos legisladores ,me parece depresivo de la ma-
gestad real. En Inglaterra, donde no es el monarca ell
verdad legislador Ílnico, se pl'esenta ca~i como tal, pues
suena que hace las leyes con consejo y no lilas de su par-
lamento. Quizá esto parezca repugnante á preocupaciones
modernas, arraigadas en un pueblo ilustrarlo pero por
desgracia propenso á usar todavía un lanto del l('nguaj(~
de 1789; si bien deLeria estar pl't'slIadido d(~ que 110 SI'
logran tanto los bienes de la llamada lihertad, esto es, el
cumplido amparo de las personas, de las haciendas, de
la declaracion de los pensamientos con palahras lison-
jeras á la vanidad popular, )' :lIgo menos l'CSpetlloMS al
representante primero y ¡H'l'petllo de la nacían que lo


pleos dados por el emperador Napoleon en Sil s~gllndo di~plltatl()
reinado, llamado d" los Cipn dhs.




DE DERECHO CO~STIT(JCION.U. 273
que es conveniL'nte cuanto COIl bucllas Icyes, y un esta·
do de sociedad bien asentado. Pero aun á las preocupa-
ciones, dcbe sitIO cederse, guardarse miramientos cuando
DO es posilJle \'ellcerlas, y por eso aconsejaré )'0 que en
cicrws li(~l'I'as y ocasi()llcs al promulgar el monarca la
ley no diga que csta ha sido denctada, lo cual es de-
masiado, ni meramclltc aconscjada pues eso parece¡'ia
poco, sino aprobada pOI' los cuerpos deliberantes y cole-
gisladorcs. Adoptada dicen ahora en Francia y tanto
monta cuanto a probada, y no tengo yo reparo en que
en estc punto uos acerquemos (¡ lluestros vecinos. Pero
á la voz usada para cxprcsar la aprobacion dada por
otros, uebe seguir Ulla en quc la potestad real aparezca
haciendo un lauto alarde de sí) en una palabra ~ man-
dando.


Sin uuJa este cuirlado que manifiesto por la 1100l'a
del trono parecerá (l algunos servil obsequio, pero á esos
ya he dado respuesta ell mis lecciones anteriores. A
otros pareced que con Ilimios escrúpulos me muestro
tan riJícul,) e1l Itli deseo de dar honra á la monarquía
y en mi telllor de uo dúrsela b~slante, cuanto los mis-
1Il0S adorador('s de la soberanía popniar, cu)'o culto en
pal:lbrJ3 ;1 Sil ídolo ridiculizo al par qne repruebo. Pero,
stfíores, CII:llldo se Ilota que estiÍ debilitada, ó menos
acalada lllla ¡\l8l'za y digllidad cnya entereZ:l y lustre
SOll necésal'ios al bien COlllun, es indispensable acudir á
SIl ayuda. Ademas si se descuida el uso de la expresioll
exacta y sa!la se deja (IUC oen pe su lugar la absurda y
porniciosa. POI' sacar equivocadamente á la monarquía
elel pueslo donde se la debe tenor, se la ha traido á otro
donde os illl[lOsihle que se conservo ell pie, y donde ca-
Jondo ha de arrastrar cOlIsigo 110 pocos objetos )H'ecio-
sos. Las eloclrinas Cl'l'ÚIIPaS producen efectos fatale3~ y
con razon ha bal,iclo quien diga ele la revolucion pri-
mera de Francia que en ella lo malvado y cruel de los
hecbos llJció de lo ef!\l;voc~do Y aun desvariado de los
principios. La máxima ancírquica de menos nota (y las


18




274. LECCIONES
mas temibl es de estas son no las que excitan á trastor-
nos violentos si no las que predican el desgobiel'llo con
dulzura) introducida en una ConsLiLucioll sirve al cabo
de descomponerla, pOl'éiTw perjudicando á una dc las po-
testades en ella reconocidas, trae perjuicio á todas, á la
Constitucion entl~ra y al Estado.


Otra facultad compete en todas partes al cuerpo le-
gislador, único de eleccion populal' ó de eleccion mas
popu"lar que el otro ú otros, y es la de voLar los suhsi-
dios. So\'l'e este punto no hay disputas, estando en todas
partes convenido qne el dinero sacado por contribucio-
nes al pueh!o haya de set' volado por sus representan-
tes. En casi todos los pueblos empezó á hacerse así du-
rante la edad media. Y es de notar que cuando los
estados, parlamentos, dietas ó córtes participaban im-
]ll'rfectamente cn la ohra de la legi~lacion y poco en el
gobierno, salvo en épocas turbulentas y de menor edad,
en cuanto á conceder dinero se portaban con parsimonia.
La facultad de concede!' es idéntica á la de negar, y
po!' consiguiente de teme¡' es que ciertos cuerpos abu-
sando de este su derecho pongan CII peligro sumo el
Est3do. Pero, señores, JO LOrdieso que no entiendo la
doctrina de quienes sustenl:ln que los suIJsi~lios han de
scr votados forzosamente; porque de negados, ('omo es
evidente, se siguen grandes peligros y males. Bien sé
que en alguno~ casos han negado, y segun es prohable
alguna vez llt'garán, á un gobierno los subsidios cuerpos
encargados de votárselos, ohr;lrido al lJaccrlo asi ó con
imprudencia suma, ó con daoadísimo intento, trayendo
por ~caso ó buscando un desórden y hasta ulla guerra
civil. Bien sé que gobiemos á los cuales de este modo se
combate resisten á veces, y saliéll,josc dc la jurisdiccion
de la ley apelan ú la fuerza y esperan que sentencie su
apelacion la victoria. Pero el derecho en este punto está
claro ú mis ojos. Y como de todo derecho puede abu-
S3rS€, tampoco niego la posibilidad ni aun Ja probabili-
dad del ahuso. Que cuando este ocurre resisla un gow




DE DERECHO CONSTITUCIONAL. 275
hierno teniendo contra sí la justicia legal y en su favor
la justicia abstracta ó la razon, cabe asimismo en lo po-
sible y está en lo probable, y yo en general ni lo apruebo
ni lo condeno. De la justicia y del acierto con que se pro-
cede en casos semejautes, deciden las circunstancias. Lai
constituciones todas son imperfectas; los hombres, sean
parciales de la autoridad de los gobiernos ó del po-
rler popular, apasionados y falibles; y en sucesos fuera
de la situacíon comun, la snperior fuerza á veces decide,
y la razon y la justicia con vista de las circunstancias
dan un fallo aprobatorio ó desaprobalorio, el cual no
debe ser conforme al de la fortuna.


Es práctica en los Estados donde hay cuerpos legis-
ladores los cuales votan los subsidios, que el hereditario,
ó nombrado por el rey, ó menos popular aunque hijo de
la eleccion, tenga poca parte en votar las contl'ibuciones,
pues ni ha de poderlo hacel' antes que el 011'0, ni en-
melld;¡r Ó corregir lo que este votare, reduciéudose sus
facultades sobre punto de tal importancia á la casi vana
fórmula de aprobar ó desJprobal' la ley de contribucio-
nes por cntero, fórmula casi vana digo, pues la des-
apl'oL~ciolJ que ;¡curl'earia tales y tan funestas conse-
cuencias, en d no es de presumir de modo alguno.
; La razon de la preferencia ó exclusiva dada al
cuerpo mas popu lal' en b cllestion de subsidios si ya
no subsiste, fué en olros tiempos poderosa. Cnando 10i
nobles, que componian la cámara llamada alta en ln-
gl~ terra y en Francia el ól'c!en segu IIdo de los Estados,
y en donde (luiera la parte superior de los parlamentos ó
cuerpos de la misma clase con diversos nombres, no 50-
Han pechar, como se decia entre nosotros, ó contri huir
con dinero, si bien ellos con sus secuaces armados sel'·
vian ;¡\ rey su señor en la guerrll, no pagano o, no
di,"ponian de las contribuciones, )0 cual tocaba á quie-
nes la!! p;¡gaban. Pero en tiempos posteriol'es y sobre
todo en los mas modernos, estos mismos, en vez de se-
guir cxentos de pagar, al revés como los mas acaudalados




276 J,ECCIO~ES
ue la nacion Ile\'akll1 y 11c\-:1n una gran parle del peso de
Jos tríbuLos. En otraS nacioues,colllpuesto de diverso modo
el cuerpo sllperiol' ell esfera, las circunstallcias varian,
aunque casi en todas parles pagan mas que los diputa-
dos los pares Ó selladores, salvo acaso en Francia, donde
como)'a I[(~ dicho, por circulIslancias rar<lS el cuerpo in-
ferior en gl''ri1rlllJía estú compuesto tll generallle ricos, y la
cámara alla dc individuos comparati\'alllent(~ pobres. ~o
obstante ]n que acal,o de decir !lO yeo inconveniente en
dej;¡l' las cosas srgull lo est:'tn ell gl~Heral eH los Jlueblm;
regidos por gobiel'llos ó sistemas de los llamados repre-
senlativos; yaliendo mas \la hacer rnlldanz~ls que hacer-
las por consideraciones de poca monta y escasas cOllse-
cue\lcias.


Hablando últim<llllcnle de los cuerpos legisladores
y Jelibel'antes los Iw considera!!o cuando hacen las le-
Jes. Tiempo es de pasar ú tratar de ellos cuundo des-
emlwñan olras de sus illlpnrtalllí~s tarcas.


He dicho mas de una vez llue la utilidad principal de
estos cuerpos cOllsiste cn q uc OCl! [lúmlosc en todos los
negocios públicos y recibiendo luz de la opiuion gene-
ral, y eUyiÚllllose!a ú su V(,Z¡ ejercen :;obre lodos los ac-
los del goIJieruo Ull íullujo pode:oso. Este es ejercido
de vari;;s malleras. Lo es por Ls leyes mismas (1'le el
gobierno presl'llta, sobre todo cuaudo cstas, como suele
sucede!', tienen en sí algo político, ó enando por habel'
sido su asulllo malcria de debate dentro .v fuera del par-
lamellto, pugnalldo ulla ('011 otra dos opiniolles, la del
gobi.:rno y su:, amigos es!;í (:llIll1"ú~lda por uu lado y la
de la oposidoll por el 011'0. Ellla clase de ley"'s en pl';~
mer lugar llolillJl'<lilas C"lún las electorales, las (Jlle ar-
reglan los 3ynlllamil'ntos, y olras de la lIlisma ú pare-
cida naturaleza. En las ;'t 1J1lehe aludido el! segundo
lllgar puede esiar cllalqüiel' II'Y; daudo las circllllsl.úu-
cias trazas y esencia de clleslioll política á Lt que lo es
meramente eeonúllliea Ú de jurisJlrudencia. En los casos
á que aJ¡nf'~ /j\(' l'eGcJ'O lo,s ;'UCi'pOS delib!~I'<tllll'S :6011 Ic-




In: llEHECIlO COSS1TI tClo,ÜL. '277
gisladores y políticos :í un tiempo llli~lllo, pues si des-
echan Jo que el ministerio propone ó aprueban lo que
él resiste, le dar) con ello un golpe mortal incapacitán-
(lole para ~l'g[\ir gobernando y derribándole e11 conse-
cue/lCIa.


Pero hay OII'OS 1110(\OS de cj:'rcc[' el mismo influjo
de qne trato, Se Iraccll por lo:; mielllhros (le hs cuer-
pos deliberantes, proposiciones que nada tienen de leyes,
si~lldo rdali\'a~ ¡í la conducta de los rninislros ó á actos
gllbcruatiyos que sus contrarios l'ecolllienllall. Háse in-
troducirlo lamhien 1~1l los cuerpos delilJel'antes en tiem-
pos mollemos el uso de provocar dcba(e~ de que, aun uO
habielldo l'esolucion sobre ellos, salen los ministros ó sus
contrarios ya triunfantes, ,ya vencidos, ,ya lastimados
m~\s Ú menos gravemente, haciéndoles preguntas bauti-
zadas hoy con el nombre, aunque latino en su orígen,
venido :'lllosolros por el conducto del idioma fnlllcés, de
interpelaciones. ~o se p\ledl' pl'OlJulicial' boy esle nom-
bre l'lllr'e llosotro" delante de 1111 llúlllero crecido ó corto
lle oyentes, sin extilar ell ellos un llJOyillliel110 de dolor
ó enojo. j Tanto }¡a sido el abuso qne de las iUlerpela-
cio!¡e,.; ~l' ha hedto en Iluestl'a pohre patl'i;:¡ y cn estos
dias! Sin em !largo, seiíores, no ('S po~i]¡le couden;:¡!' abo
solutamente las interpelaciones, dOllde hay Ull miuistc-
rio que tn püblico (Já razOll ele sus actos, y un:J oposi-
cion flue (le ellos le pille cuellta; y asi yo uo las repl'ueho.
En otras Ilaciones se ¡'lace uso t!et ellas COll sobriedad y
con jll'OyedlO (\(~\ pú11\'teo en algunas ocasiones, allnque
en otras varias no sill d:rüo. En Illglaterra 1\e\all el
nomhre de preguntas, y son ]¡('( has casi siempre, como
es ralOn qnc lo sean, por individuos de la oposi,:iol1; los
cuales desean comprometer á los minislros eOIl sus res-
puestas ü eOIl su silell'~ill, y aelaral' puntos de los nego-
cios políticos qne I'st:'in oLsctll'os. He dicho Cjue son
hecllrls casi siempre y 110 Sielllpl'l', pues CiISOS Iray en
qlle lo [,¡Oll pUl' amif!.os y sc('uaecs lkl ministerio; el
CU,l!, sin (Iucrcr hacer uua proposicion, desra enloncrs




278 LECCIONES
por medio de una pregunta y de la respuesta que á ella
da~ redbi.r apoJo ~ aumento d~ crédito y flle\'1.a. En
aquella nacion \a5 preguntas de que hablo son hechas
con mesura. Es costumbre dar parle á los ministros de
la pregunta que se les va á hacer. Se les pide asimismo
que seüalen á su conveniencia el dia en que han de dar
respuest~, concediéndoles plazo slJficiente para que á ello
bien se preparen. Algunas veces se hace la \JI't'gunta de
pronto, pero sin esforzarla ni apremiar á la respuesta.


En Francia, donde por la carla constitucional otor-
gada por Luis XVIII, las cámaras no lenian la jt·¡icia-
tiva de las leyes ni podian hacer proposiciones sus
individuos, estando ceñida la prerogativa de aquellos
cuel'pos á discutir y aprobar ó repr0;)al' los proyectos
que pasaba el rey por medio de sus ministros á su exá-
men y voto, si bien dejándoles el derecho de ponerles
enmiendas; antes de la rc"olucion de 1830 no se hacia
uso de las interpelaciones. Despucs se ha usado de ellas
y tambien en alguna ocasioll se ha abusado; pero en
general no han sido allí frecuentrs ni con~idcl'8bles los
abusos, pues, aunque recien ocurrido el gl'an trallstorno
de que nacit.'fon la mOD3rquía y la Constitucion que hoy
á aquel pueblo rigen, quedó por demas flaco en fuerzas
el poder; este logró recobrar'se, y gracias al buen seso y
experiencia de tan ilustr,\da nacion, rcstablecerse en su
firme asiento con la fuerza necesaria para el bien de los
!obernados.


Claro está, señores, que el uso de las inlerp¡;lacio-
nes es cosa precisa en el sislema ele llevar adelante el
despacho de los negociog en pueblos donde hay cuerpos
que sobre materias de Estado en público deliberan,
siendo en esta forma de gobierno inherente, con las ,,-rn-
tajas y desventajas que le son ancjas, aun parca y juicio-
samente Ilsado. Y no es á mis ojos menos claro quc Sil
abuso es muy temible, muy prohahle, muy funesto. COII
él puede hacerse el gobierno y la legislacíon imposible,
pues patente ha de estar al conocimiento de todos, que




bE DERECHO CONSTITUCiONAL 279
estando resueltos algunos diputados de la oposicion á
molestar y acosar al ministerio con preguntas continuas,
á que no ha de ser lícito poner límites ó freno; ni qüe-
dará tiemp(' para atender á hacer las leyes) otras COS3S
CH que el parlamento debe ocuparse, ni dejar{t, con con-
tinuas respuestas de los que gobiernan, siquiera sean
cautas, de ponerse el1 claro todos los secretos y de de,;-
virtuars~ todas las providencias de la potestad guber-
nativa.


Eso no obstante para impedir el abuso nO creo
justo ni posible reprobar el uso de bs interpelaciones.
Repetiré sobre ello lo que á cada paso estoy diciendo
en esta cátedl'a, señores; y lo diré aun cuando lllcrezca
ser acusado de cansado, para que no lo pierdan de la
memoria mis oyentes, siendo los hombres por naturaleza
olvidadizos; y es que yo, sin ser parcial servil de clase
alguna de gobierno para todas ocasiones, pues creo que
si en ellos hay bOIl(LHI comparativamente absoluta la hay
tamhien relativa, tí dependiente di') las circunstancias;
insisto sin embargo en que sistemas demasiado peli-
grosos ó malos del todo deben dcsechars¿, y en que los
medianos deben ser conservarlos, pUl'gados sí de algu-
na~ de sus imperfecciones, pel'o no despojados de alas
que no ¡es pueden ser quitadas sin dejarlos desfigurados
y desvirtuados completamente. Concibo, pues, que en
ciertas circunstallcias y tierras deben no aparecer ó des-
aparecer por mas ó menos breve plazo del teatro polí-
tico los cuerpos deliberantes; pero no concibo que se
pretenda tenerlos perfectos, y entiendo que al inlental'
hacerlos t-ales, en \'ez de la impel'feccioll que se les quita,
se les ponen otras nuevas J no menores.


A plicando esta doctrina á las interpelaciones diré
que deben ser permitidas y qne tambirn ha de ponrr~(\
límites á Sil uso, limites de aquellos á que las circun,,-
tancias deben dar, y dan ya ensanche y ya estrecheza.


Para consentir, pues, que se haga en púhlico :ya
una interpelacion, ya una pl'oposicion 110 de ley ~ con-




280 LECCIONES
vendria que así como para proponer las leyes, lJlllJiese an-
tes de conseguirse el consenl imiento de un número de
secciones; :J~aso de la cuarta parte de aqllelbs en que
un cuerpo deliberante está dividido. Y como algunas de
estas preguntas ó proposiciones pueden sel' de mas ur-
sencia que una le)', deberia quien quiere hacer lllla in-
terpelacíon ó propuesta de esta clase estar facultado
para exigir que las secciones, en el dia mismo en que
lo pide, hubiesen dE' reunirse y l'Csohel' wbre el objeto
de su deseo. Tratándose de interpdaciollcs, la resolu-
cion del nlÍmero competente de secciones dclJe autorizar
á hacerlas en público al que asi lo desea, pero 110 ha de
obligar al gobierno it responder {¡ ellas ni al "lomento,
ni, si resiste, á responder en tiempo alguno. Mucha latitud
da esto al poder de los ministros, pero toda ella es ne-
cesaria, y por otra parle uo es taula en sus efectos
cuanto á primera vista parece. En primer lugar un go-
bierno sabidor de la siluacion do los negocios (]r, la po-
lencia extranjera y dOllléslicH, es el único <¡lIe COlloce
cuando hay peligro de que sobre ciellos asuntos se ha-
ble en público por extenso, )" sobre todo que en ellos
hablen los encargados de la goberllaciotl dd Eslado.
Bien es verdad que ú ,"eces y aun á llWlllH!O pueden
aparentar los mitlistros ser peligro de la callsa pública lo
que lo es solamente de su propio poder y conc(·pto. Pero
aun así un peligro no equivale al otro. Ademas hay si-
lencios que dicen mucllO, y el callar á cierlas pregllu-
tas hechas en público mas aprovecha por lo comun {¡ la
causa del preguntador que;í la e1rl JlJ'('gulltado, si)'a 110
es siendo la inlerpelacioll por domas imprudente ó ma-
liciosa ó imperlinente, en el cllal caso para el pl\Jvecho
COIllIlIi vale mas que liada Ó poeo se diga.


Me dirán que por es los medios /¡~go el derecho de
interpelar ilusorio. Las mismas razones que he dado
prueban que será inrulldarb esta aCllsacioll si ~e me hi·
ciere. Rara vez niegan muchas secciones el pase ;í pro-
puestas de clase alguna, y el efecto de la illterpeJacion




lJ)e nEnEClfO COSSTITLCiOXAL 281
ya heclla si no cs i¡.lU;l!, latllpoco es llIuy inferior al de
la intl'rpelatioll respondida y discntida. Bien veo yo ser
los remedios que propongo paliativos, de los que son
llamados CII frase "ulgar pailos ealil;ntes, y que á los
exlremados rn opiuiones pOi' uno ú otro lado, lejos de
satisfacerlos, enojall. ]lero)o <¡nieTO cerrar la puerta en
lo posible ú todo dcspo[islliO, sea ejercido por los mi-
nistros, sea pOl'los diplll;¡t\OS (1e la oposicioll que inten-
ten hacer al gobierno y {t los m'gocios juguete de sus
caprichos.


Contra los ministros ljuella un recurso podero-
so, y es el {le los "otos de censura de cualquier modo ex-
presados, en los cl1alc~ incluyo las declaraciones de que
no merece u la cOIIGanza de \lno Ú otro de lo!> cuerpos
de)ihe\'alltes~ ó de ')\le carecen de la fut'rza necesaria para
seguir gobernando con acierto. El que las proposiciones
de ,"otos de esta r,]asc 1(~llgan mejor ó peor fortuna de-
pende, como es e18l'o, de las circllllstancias; y cuando está
podcrosa un taulo y (~xlelJdid:l la opiuioll que les es
contraria, 1I0 rcsisten los ministros á golpes semejanles.
No se desesperen, pues, los ánimos fogosos é impacientes
si vel! que lIO 8C 10¡2:ra fúcilrnente deni bar ministros,
pues en gelleral IriS acometidos á menudo ac;.¡ban por
caer; y por otro lado 110 tPlllan tanto los partidarios de la
autoridad, plH'S ministros con frecllcncia asaltados y al
fin. despllcs de pelear ú huella ley, "encidos, por fucrza
han de haher carecido de los méritos que hahrian hecho
su permallencia e(] (·1 poder :lpetec:iblc.


P;,¡'ecc Jlatllral~'y ps ('U mi sentir cOl1\'enienLe, que
para dar 111Ih\icida(1 á la proposieioll de Illl yoLo de cen-
sura haya de seglliJ'se los mismos trámites que para pro-
poner una ley, cs[o es 1 com,eguir el consentimiento de
la tercera p:1rle d(~ las secciones.


El derecho de aCl1,aI' ;'\ los ministros ó segun de otro
modo se expresa, de ('xigirlPs la l'espon6abilidad, ('SUl
pOI' lo COmll11 deposita(fo t'Xclllsi\'amente en el cuerpo
línico popular, ó mas popular, donde rige el sistema Ha·




282 I.ECCJO~ES
madú representativo, al paso que los votos de cenSlII'!l
pueden ser dados por cualquiera de Jos cuerpos delibe-
rantes. No hay razon que se oponga ;Í que así sea, si ha
de admitirse la existencia de los tales cuerpos con los
atributos que les son anejos, y aun (lin: pre!.:i~os.


Una acusacion hecha contra los ministros ó uno de
ellos debe seguir los mismos trá mi les, y pide para ser
presentada en público las mismas condiciones pl'évias que
los votos de censura. Mas adelante, i.abl:mdo del ca-
rácter que tienen los ministros en aquellos estados en
que POl' la ley son responsables de todos los actos del
monarca; trataré del modo de exigirles la responsabilidad,
y de los casos en que cn ella iUCUlTctl; siendo por ahora
mi objeto meramente expresar quc á los re[)fcsentantes
elegidos por el pueblo y juntos en el Congreso toca la
acusacion , y que, para cuando llegue el caso de hacer-
la, conviene que no baj'3 estorbos grandes al celo, ni á 111.
tcmeridad ó malicia grandes facilidades. I<:stas aCllsacio-
nes llunca serán mlly frecuentes, y rara vez, aun cuando
sean propHest:\s J han de ser aprobadas llegando á poner-
se los ministros en juicio. Benjamin COllstant, en su
excelente tratadito sobrc la rcsponsahilidad de los mi-
nistros, que es una de sus mejore", obras, advierte con
razon que al intentar pOller en causa los que est;Ín go-
bernando, mas que traer su condenacíon y castigo se
tira á lograr su caida. Esto con los votos de censura se
I\:onsigne, y asi el1 un eSlaGo bien pueslo en órden y con-
cierto p,n tiempos ordinarios y pacíficos, la acusacion for-
mal de un ministro ha de ser caso muy raro.


He hablado, señores, de los atributos y las obliga-
ciones de los cuerpos legisladores, y hasta he currado
á examinar el modo del cual conviene que se valgan en
el desempeño de sus tareas. Tiempo es de que pasemos
:\ otros puntos.


Dije cuando hablé del Rey y de s U8 prerogalivas
que estas son ejercidas por e1l'rimcro, suponiéndose que
tbra siempre por consejo de sus mil1islt'os responsables.




DE nmlEeHO .CO~STlTrCIONAL. 283
Ya se entiende fJne esta doctrina es la que está admi-
tida en los Estadüs llamados como por excelencia consti-
tucionales, donde h~ce algnn tiempo que hay sentados go-
biernos, copiados con mas Ó m~'nos variaciones de la
pauta de la monarquía inglesa. En gobiernos de menos
arlificio llam3dos absolntos ó despóticos con mas ó me-
nos razon , semejanle doctrina 110 rige.


En mi pohre concepto, en los estados regidos por
constituciones de las llamadas rcpresentatiyas, todos
cuantos actos políticos salen del Rey son t:onsecuencias
de nn consr~jo dado por SIIS ministros que responden de
él y de sus efectos en cualqllier caso, sin restriccion
algUll'.l. Sol,re este punto rebatiré en cuanto pueda una
doctrina que 110 encuentro digna de un entendimiento
tan claro como lo era sin duda el del autor que la pro-
mulga y ¡:;uste,nt". Me refiero ahora al tantas veces cila-
do publicista Belljamill Constant, que cit~ndo una idea
del desdichado cOiule de Clerrnont Tonnerre manifestada
por él mismo en la asamblca ~onstituyente en que era
diputado, y citándola como ingeniosa y acertada, y li-
sonjeándose de h:lberla él comprendido mejor y desen-
vuelto, considera dos cosas distintas, la potestad real y
la ejecutiva, .Y supone propios de la pI'imera ciertos ac·
tos de que no rcsponden los mini~tros, cuyo cncargo
se reducc á ejprcer la snglln(b. Estas distinciones para
mí son confusas, y las consecuencias sacadas de ellas
me parecen de tOllo pllnto falsas. Tanto disto en ver-
dao de :Jdoptar ni el principio de que hablo, ni sus
aplicaciones, que al J'cyés j!lZ~O, como he dicho, á los mi ..
nistros agentes de la potestad real en todo y para todo,
yen el monarca como encarnada la potestad ejecutiva.
Por consiguiente, ú la luz de mi razon en las monar-
qllías constitllcionales responden los ministros de lo qlle
manda el Re)', 110 quedando á este otro acto en que de
él se suponga que ol1ra por "aJuntad propia que aquel
en que despide á sus ministros, )' nombra en Jugar de
ellos á oh'os. Conformándome como hago en este punto




284 1.Ec(;1O~E~
con el dictánlCll de los consli lucionales mas puristas, no
puede con todo Ilegal' al punto en que hall llegado al-
gunos ingleses, pretendiendo q ue 11~\sla el acto de des-
pedir á unos ministros para elegir ú otros, es en el Rey
acto que ha de suponerse dictado por un consejero res-
ponsable. PCI'O la prelensioll á que aludo, hecha cuando
en 1834 despidió Guillermo IV del ministerio á Lord
l\Ielbourne de súbito y de una mallera insólita; fué un
mero arranque de ira en los parciales del Illilllsterio mal-
tratado, y por lo sacada de quicio dañaba al objelo que
quienes la mostraron y esforzaron, se proponian.


Es ademas ocioso el entretenerse en examinarla,
pues como faltando un ministro JIa de Iwher al punto
mismo otro que refrclldc los reales actos y de ellos res-
panda, no habrá uno de estos en que la regia dignidad
no quede puesta á salvo, y la H'sponsabilidad y las ven-
tajas que en ella hay, aseguradas.


Insisto en que Ulla vez nombrados los miuistros, res-
ponden segun mi doctrina de los aelos eH (lile se ejerci-
ta la real prerogativa, porque COIl 31'l'cglo á las máxi.
lilas de Renjamin Constallt, y la divisioIl entre la potes-
l •. ] real y la ejecutiva es parle de la primera y 110 de
la ~egunda, el disolver el Hey los parlamento," ó cortes,
y el dar ó negar su sancion á las leyes, resultando de
QUO como consecuencia expres;¡ ó implícita que por pro-
videncias tan importantes y transcendentales, no ha de
haber responsabilidad en persona alguna. Esto me pare-
ce desvariado yen vez de propí0 para realzar la dignidad
del trono, lo mas á propósito para dejarle en desampa-
ro sobre casos árduos, no sieudo por olra parte confor-
me á ]0 que el provecllO público exige, y á los hienes
mas ó menos abultados que la respollsabilidad ministerial
trae consigo. Que en los actos Ú lllle lllC estoy rc¡¡riendo
suene el nombre del Hey bien está, porque del monar-
ca es casi todo cuanto hacen los ministros, debiendo
aparecer ellos quienes aeollsejan y de su consejo res-
ponden;y él quien resuelve; pero que los inconvellientes




Hn IH':lIiicno CONS'JITt:CIONAL 285
y á veces las desYen l uras de una disolucion ó de tilla
reunion imp/'Ild/)Il temen le dada ó negada recaigan sobre
los reyes, lIlor:¡hnente siquiera, y que de estos males
110 haya l'¡'paracion, 6 que la perspectiva de la repara-
ciou pusible no rdraiga de causarlos, me parece liada
convellieulc al trono, cuya mayol' gloria y firmeza se de-
sea, ó al pueblo por cuya huena gohernacion y ventura
deben afanarse todos; siendo los dos objetos que acabo
de nombrar'y en mi enLender inseparables los que aspir~n
á conseguir la~ cOllstilueiollcs.


y es (le notar, señores, que algunos de los mis-
mos que conmigo eslÚll acordes en repl'obar la doc-
trina por la cual se atribuyen á la potestad l'()al, obran-
do pOI' sí sola; cierlos actos de la mayor importancia
y ll'anscendeneia; esos que hablan de la responsahilidad
ministerial en todo y claman por que sea exigida á cada
instante; esos l!llsean siempre á los reyes para herirlos
tÍ ofenderlos, osando as¡~slar á ellos sus tiros por enci-
ma de la cabeza de SIlS consejeros l'esponsables; esos
vuelcan los trollOs y mudan las dinastías. Contradiccion
por cierto de las muchas en ql!e los hombres incurren,
la cual sin embargo llO debe impelemos, si la razon y
la justicia Ilan de guiarnos, á desechar doetl'inas, que
si bien imperfectas y sujetas á abuso, son en sÍ, y en
sus resaltas dellen ser para los tronos y los estados am-
par:¡doras y saludalJles.


Di[alada asi , segun opilla que debe serIo, la respon-
sabilidad de los JlJiuistros, elltra despllcs el definirla
de tlll modo claro .Y jllsto. En general en las constitu-
ciones que COllOZCO está mal definida, pues solo se hahla
de Hna parte de ella, y no delloLlo .Y [o mas importante,
pues el! Illglall'l'I'a donde acaso se entiende mejor cu61es
deban ser SlIS ]illlili~S, no cslá ddlnida tic mo(lo alguno;
siendo como es sahido el! aquella nación, casi todo PlIlI-
lo cOllstitucional ~ l'2suellO por Ll mera prácliea, por la
ley 110 escrita, ó por los preeüdentcs ó ejemplares.
~:n (,oJls!itll~ionps poco faYorable~; ú la potestad real




286 LECCIONES
ó á la autoridad de cualquier modo, con errónea doc-
trina se supone sel' lo~ ministl'os responsables solo de
las reales ól'(}enes que refrenden cO!Jlrarias á la Cons-
titllcion y á las leyes. Así decia la Conslitucion espa-
ñola de 18190, Y poco mas ó menos dice la de 1837.
La carta francesa declara q uc los ministros pueden ser
acusados por causa de lraicioll ó de lUalvel'saciun de la
hacienda pública. De olro modo debe en mi juicio com-
prenderse y declararse la responsabilidad minit>tel'ial di-
ciéndose que los ministros han de ser responsables, no
meramente cada cual de las reales órdenes á que pu-
siere su firma, sino de « mancoillun é in solidttm»
de todas las grandes proVldencias gil herna I i\'as dad:ls
en consejo de rninisll'OS, y ¡le las fallas de omisioll en
que cualquiel'a de ellas en su ramo, y todosjuntos ell
la gohernacion general del estado hubieren incurrido. (1 )
Con csta I'cspom;ahilidad no lJan accl'lado muchos dc los
mas deseosos de menguar y casi anil]uílar todo podel',
y señaladamente el de los ministros y hasta el del mo-
llarca. Sin emuargo, fúcil ('S cOllcebirla y conocer que
debe existir con rcilexion,u' qné males \'a encaminada
á impedi,' la ley que hace á los ministros rcsponsables.
De una di~oluciol1 de parlamenlo ó cClmaras violenta y
funesta; de la dCllcgacion de s311cioll á una ley en tér-
minos y ocasion de que se siguen falale-s resultas; de
una guerra mal declar'Hla, una paz mal hecha ó un tra-
tado que evidentemente relluuda cn público perj uicio, .Y
de otros actos de igual ó p;I~'(,('ido lenor no ha de res-
ponder este ú esolro miuislio sillo elminislerio entero del
cual salió la rcsolucion salro sicmpre el eximir de cargo
al ministro ó ministros que en el consejo hubiesen senta-
do su voto particula,' contra lo resuelto por sus cólegas,


(1) En un proyecto de ley fUlldamenl;¡! de la monarquía,
extendido por el ministerio de 15 de mayo de 18:36, y en et
cual tuvo parte ~l mismo de (Iuien son estiiS lecciones, asi eslaba
dispuesto y claramente expresado.




DE DEHECIIO CONSTITUCIONAL. 287
Y en cuanto á las faltas de omision, si á alguno pare-
ciere rigor excesivo el inc) uirlas entre las dignas de pe-
na legal, I'clln.:ione que puedeu ser ellas tales, que á
las culpas de comision igualen sino excedan. Ponga-
mos de esto ejemplos. Amenaza ulla guerra; el gobier-
110 que para ella deLeria hacer preparaliyos los descui-
da, 'porque acaso acomoda á algun ministro hasta que
el enemigo trillufe; descuidados los medios de ofensa y
defensa comil'llzan las hostilidades; J de ello, como se
dehe suponer, resultan reveses y desdichas. Ahora pues,
segun está entellllida y uefinida la responsabilidad en-
tre nosotros y donde quiera que las fallas de omision
no hayan de ser coutadas, pueden los ministros decir;
(( que se vean las órdenes que hemos dado, y como de
ellas no hay una ¡;,ola contraria á la Constitllcion y á las
leyes, de lo cual aparece que estamos enteramente exen-
tos de culpa.» ¡,E:; asi pOI' ventura como debe ser en-
tcnuida la responsabilidad? No por cierto, señores, y
sin embargo, asi solo se puede entender segun el texto
de no pocas constituciones. Supongamos (y este es caso
aun mas prohable) que en una 1Hcion donde reina la
inquietud y la discordia; donde la guerra ci\"il cs fre-
cucnte y está siemprc amenazando, gobiernan ministros
110 bastante enemigos de los dIsturbios y alborotos, anll-
que deLerian serlo los ministros todos, pues en las su-
Llevaciones á deITibarlos se tira, y cuando menos des-
conceptuarlos y des\'irLuarlos se logra; pero supongamos
que puede llIas en c~tos tales gobernadores el afecto anti-
guo que la obligacioll Ó el interés presente, ó dicho quizá
con mas propied::lll, que ell su descrédito y caida de nn
momento, vcn su encumbramiento con mas firmeza y su
concepto mejor puesto con su gente en un dia futuro; y
siguiendo en uuestl'<l Sl1 posicion, veamos como por omi-
sioll maliciosa los U¡jSlllOS ministros llegan á ser culpa-
Jos de complicidad lUoral Ó aun mas que moral COIl los
conspiradores y sediciones que van á ser rebeldes: ¿ una
culpa de omision tan mala en sí, y en sus resultas de




288 I.ECCJO~J\S
tal y tanta trascendencia, no ha de llevar consigo la res-
ponsabilidad legal, el juicio, hasta el castigo de quienes
la cometen? ¿y bastaria á lIlinislro:: lal{~s deeir cn discul-
pa y abono de su propia conducla lo que pOI' olra parte
e8 verdad, y es que ni CH un á¡lice hall faltado eJl las
reales órdenes, Jlor cada uno de ellos rrspecti\'~mente,
firmadas, á la COllslitllcioll Ú ú las lryes, y (Iue por lo
mismo están libres de pena, de j uieio )' de responsabilidad
en suma; salvo la moral, porque de esta es imposible que
escapen? Oh, no, señores, para culpas selllcjanlc5 debe
haber castigo, si le ha)' para algull3s , porque ministros
que asi haFn obrado, han fallado Ú SIlS pl'illlcl'as y prin-
cipales obligaciones, usando de Sil poder l'1! dÚlO grave
de su patria. Y conviene qne el cuerpo al cual toca acu-
sar á los ministros, pueda hacerlo en los casos que su-
pongo 1 pues si hien es de recelar que lwci(indolo ú veces
por parcialidad conll'aria se descarríe; al cabo estc peli-
gro ó mal no es tan temible, porque la opilliull por lo
COlllUIl impide que tenga efecto.


lIé ahí, se!íol'cs, la resj¡oll<;aLilidad ministerial segull
en mi entendel' correSpO!l{!l~ (i']{~ sea !'llleIlJiJa y defini-
da, extendiéndose á llI11clIO, terrible cn verdad eu!a apa-
riencia, aunque en la n'alit!:¡tl HO tauto ell raZOll de las
dificultades lIlle para exigida han (le presentarse, y con·
viene que se preSenll'll.


Cómo ha de lIe\'arse e.;ta r; sponsa bilidatl ~t efecto
cuawlo llegare el caso de exigida, qU(\ reglas)' trámi-
tes deban seguirse para ello; si Ilay dos eSlweies de res-
ponsabilidad :- dos medio:; d¡'.er:;os (It; exigirla, segun lo
explicó HellJamin Constrwl (~n a!luclb parte de sus obras
que he alabado), reputo digua dI' superior ahlJanza, se-
rá el asunto con que daré principio :í lni leceiou siguien-
te, en la cual hablaré ele ello COIl aIgur;.:., si bien corta
exteusion, continuando dcspne:, con los tlcmas :1SU:ltOS
propios de e~lc CIll'SO de J('Cr-¡OIII'~.




Seriores, al concluí¡' mi última ¡cccioll, empecé á ha-
hla¡' tle la responsahilidad de los ministros, anunciando
que hoy l!'Jlaria COIl extensiotl la matcria, la cual es
\'asta así como importante. En lo Ilue sobre ella dije en
mi leecinu anterior', mL: lisonjeo de no ltabel' cedido á
alguua de las dos opuestas preocupaciones ó contt'üríos
afectos, no inclinándome ü mirar' á los minisll'os como á
enemi30s, y á su poder como una odiosa tiranía, á com-
bati¡' la cual debe estarse continuamente atento; ni á
considerar como des8ciel'ln \' dcsórden lodo cuanto sirve
oe barrera á la fuerza exce;iya de los que mandan, Me
declaré á favor de que sean responsables los ministros
en la clase de los go\¡ierno~ llamados rcprcselllatiyof:!, por-
que esa eii la hasa en que el sistema calificado COl1l0 por
excelencia de conslitucional c¡,tl'iba; y dije como hoy lo
repilo, tallto para reeol'(lal' lo dicho antes, cll~n!o por-
que en ello descansa muelw parle de cuanto he de decir
ahol'a , que en es le punto nuestra COIlSlitucioll actual, la
(le 18t\. y alln la de Francia están mancas y diminn-


Hl




290 LECCIO:\"1lS
tas porque llaldan solamente de la responsabilidad con
que carga cada ministro cuando al pié (le una órden
del moearca poue su firma, y callan sobro la responsa-
hilidad mancolllllllad:1 fl'W, pOI' faltas d(l cornision ó aun
de omisioll, pesa sobl'e tollo UIl ministerio cualldo obra
todo él y á todo él toca l'espondnr de lo que hace ca
aquellos graves asulltos en qne está ó puede esta!' cifra-
da la venlura del Estado,


Tiempo es de que pasemos ,í examinar' cómo ha do
exigirse la responsabilidad á los ministros en el caso en
que ello sea .í se estime cOllvelliente.


Dije, seilores, anteriormellte que 80bre este pllnl6
habia escrilo CO!l lIlueho acierto y novedad Benjamill
Constant, CII)'O tratado hreve de la responsabilidad de
los minislros es acaso la mejor, y cuando no tanlo, una
de sus mejores obras. En ella toma aquel ilustrado plI.
blicista por palita las leyes, ó Jiei()lldulo ton mas pro-
piedad, los liSOS parlamentarios de Inglaterra dignos eu
esta parle de i!slil1l:l y auu de illlilacion, y los quiere,
tomo sl1('lc: ajustar ;'¡ Francia, varíüudolos Ó llada Ó poco,
siendo de ad\'l'l'lir (11lC con Sil agudeza y cOu 13. haLili-
Jad de los frallee:;es para gnneralizal' 10 que en la llólcion
su vecina se hacia pnr pdctica meramente, ha saLido
él, arli,inúlldo!e la l'¡non, conl'crtirlo C~n una teoría sana y
cxaclu, en 10 eu;¡[ cOllvienen muchos ingleses ilustrados.


En dos clases (1¡l'icle Bcnjamin Constant la l'eSpOi-
sabilidad, y con razon en mi entelJdel', si /¡ien el modo
de !taCt'¡' cfccti\'a Hila de ellas IIsado en Inglaterra, no
podria ser elllpleado ei¡ otros pueblos sin causal' grave
desól'den, como l'xplicanj aqul lilas adelanle.


La primcra clase de responsabilidad, es I~ única al
parecer reconoci(b 6 de que se trata en nuestra pasada
Constitllcioll de t8 l2 .Y en la prescnte, yes la que ell
ltentir del pulJlicista francés, y confol'me á lo que
es la pr;'lclica illgk.~:l, no r!c]¡t) ser exigida por acu-
sacion dd cuerpo popular legisladol' y dclibcr'ante, si·
no en U!gUIP. (l('a~.¡on r~1ra; plles oí las órdones ¡le-




DE DERECHO CO~ST1TnclO'\',\.L. 291
gales no sp dcoc ohediencia sino resistides legalmente,
y contra las tropelías hechas con queorantamiento de liolS
leyes cualquier trihuna) debe dar alllp:ll'O y rcmedio,
satisfaciendo al vejado y oprimido, y condenando ú quie-
nes ejecutaron el aclo opresor Ó vejalllÍnoso.


El segundo caso es afItlel en que obrando los minis-
tros, no contl'a las Icycs, sino aconsejando al monarca
en el uso de la potcstad ejeclllin., y cllcargúnc!ose, co-
mo Ics toca, de la ejeclIcion de lo mismo que aconsejan,
comelen graves delitos en perj lIicio del Estallo. Por
ejemplú: ulla declaracion de guerra il1lprudente por de-
mas, ú de notoria injusticia; el ajuste de ulla paz en que
está comprometido ó padecB el i Il terés ele la nacion;
la presentacion de una ley productora de trastornos y
daños; una disolucion del parlamcnto, temeraria, perju-
dicial, nacida al pareccl' de malos mo¡ivos; la sancion
dada ó negada á una ley contra lajusticia ó el público pro-
v'echo, y la omision en proveel' al remedio de calamidades
que de fuera ó dentro del reino han sobrcvenido ó estaban
claramente :llllellazando, son actos en que debe; supo-
ncrse acollsejado el rey por SllS ministros, y DctoS de
los cuales debcn c510s respondce; y sobre ellos cabal-
mente tOC,l acusarlos al CUCl'flO de I'eprcsentan tes del pup·
hlo cuallllo él crea habel' pam la acusacion fundamento
bastante. Y sin embargo, en semejantes actos, ninguna
órJen han autol'izado con su firllla los ministros que
sea contraria ;í la COllstitlll:ion ó á las leyes,


La primer clase de rcsponsahilidacf, está enlaza(la
con la que han llamado algnnos derecho de resistencia á
la opresion, De ella hay algnn ejemplo notablu cnlngla-
lena, donde una orden ill'fpl no solamente está convc-
nida en quc debe sujetar al castigo á quien la aconsejó,
y á nombre uel rcy la expidió poni(~lldolc al pie su fir-
ma; sino en que 110 obliga á la obediencia, y da dere-
cho de tiemandal' pOI' daños y pCl'juicios ;Í todos Cilantos
en el intento de ejecuta!' el ilegal Ill:llldalllienlo han te-
nido parte;· pudiendo elegir el agra\'i,tdo para su des-




292 LECCIONES
agravio y l'epal'acion del perjuicio ricibido, á cualquiera
de los instrumentos por donde ha sentido el daño.


POL' ahí se ve que la responsabilidad ministerial de
este modo entendida y llevada á efecto abl'aza á los em-
pIcados todos que de ciertos actos son ejecutores.


Sirva de ilustracion de lo que voy diciendo el rui-
doso caso del famoso demagogo JVilla;s que tanto COll-
movió álnglaterra algo despues de mediado el siglo XYlII.
dando ocasion á grandes y repetidos disgustos y aluol'o-
tos, de que liene mas noticia la posteridad por haber
de ellos nacido los elocuentes liuelos del desconocido
escritor que S(' firmaba Jllnius Ó Junio (1).


El personaje á quien he cilado, hombre de la
clase media, diputado en la cámara de los Comunes, de
instruccion mediana y depravada conducla, que buscó
fama y la consiguió pOI' su atrevimiento y vicios, que osó
ponerse, como quien dice, frente á fl'ente con su rey, co-
mo su ::tntagonista, insultándole, escarueciéndole sin pa-
rar, hasla merecer que de él dijese el mencionado elo-
cuente libelista que era una espina clavada en el costado
del monarca; y que acabó su carre/'a política siendo cor-
tesano y lisonjero de la misma real persona, á quien coo
tauto dcscome,limiento habia mortificado COIl Lurlas ó
invectivas igualmente amargas; el tal personaje, en su-
ma, cuyo influjo en las cosas de su tiempo pasma ahora
á la posteridad; cuando escribió UIIO de sus primeros
libelos, fué mandado prender sin que al mandamiento
de prision contra él expedido acompañasen todos lo.; re-
quisitos que en casos tales piden las leyes. El sin em-
bargo, no recurrió á la camara tle los Comunes para
petlir que esta acusase al millisll'o que habia dispuesto
su pl'ision, sino que querellándose do una tropelía come·
tida con 8U casa y papeles, logró que por sentencia de
un tribunal ordinario de justicia, los ejecutores de la


( t) Por alusíon a \(15 Brutos romanos Lucio y lIla reo Junio.




DE DERECHO CONSTITVCIO~AL. 293
órden contra él dada fuesen multados, viniendo los mi·
nistros, por supuesto, á pagar la mulla echada á sus
pobres agentes, y quedando asi la responsabilidad conse-
{luida, reparado el daño, y patente el escarmiento. Hé
ahí el modo como es tralada nn;) órdcll ileg:;[ en Ingla-
terra, y lié ahí lo que Benjamin Constant distinguc ha-
blando de la responsahilidad ministerial, y rccolOicnda
como Cosa digna de ser copiada en otras naciones.


Señores, yo no niego que estallo tal de cosas es
hermoso, y declara gran perfeccion, asi como cn las le-
yes, en las costumbres. Impedir la violencia no pOI' me-
dio de otra violencia Ge que resulta un choque, el cual
l1ega á ,eces á ser lid, sino por las "ias legales, es
conseguir el objeto para que está la sociedad constitui-
da. Pero por desgracia, esto es apetecible, cnvidiable
y no aplicable á otros pueblos, donde la inobecliencia
es costumbre, y la justicia dista bastante de estar bien
administrada. Los pueblos contraen en épocas de sen-
cillez grosera, cuando las gerarquÍas sociales subsisten,
y son mas escasas la ambiciones, ciertas costumbres que
mal pueden tomar en tiempos mas adelantados. No sin
razon se dice que, asi como las criaturas, tienen edad las
naciones. ¡ Dichosas las que aprendieron en su mocedad
ó niñez lo que en balde se les enseiíal'ia p crecidas!


En Francia no rige una ley conforme {l la práctica
inglesa, pues en plinto á la responsabilidad <le los mi-
nistros, la carla constitucional dice que solo existe pa-
ra casos de traicion ó malversacÍon . y en cuanto al de-
recho de demandar á los empleado~, cuando apro,'e-
chanclo el poder que lienen comelen t rr,pelías ; si bien
existe, 110 puede ser puesto en uso por las personas par-
ticulares agra,'iadas sin pre\'io conocimiclllo y aprolla-
cion .del consejo de ESlado, ante el cual se lleya la que·
ja. Y como los consejeros son nomhrados por el gobier-
no y por él pueden ser privados de su destiu0, con mas
(} menos fundamento se recela que en cuerpo semejan-
te no puede haber la imparcialidad (lebida cuando eslá-




~9!í< lECCIONES
por un lado la al1toridad interesada, y por el oh'o solo
homlJl'es faltos de poder. Por eso clamaban mucho por-
que se pusiesen las cosas en este parlicular segun están
en Inglaterra, 108 del bando llamado liberal antes ne la
revoltl~cioll de julio de 1830, Y aun de ellos hay quien
siga alwra mostrando el mismo deseo; si bien lo¡; va-
rios lwmLrcs del mismo gremio subidos:1 ser ministros
unos en pos de otros, ni han hecho, ni manifiestan dis-
p06icion á hacer lo que antes recomendaban, y hasta
pedian con empeño como cosa necesaria al perfecto am-
paro de las personas de los gobernados. Que asi suceda
se achaca generalmente {¡ la di!'posicion nalural en los
hombres á querer ser independientes cuando obedecen
y omnipotentes cuando mandan: pero, si bien es cierto
que en ello liene parte esta propension de la fhcana-
tUl'aleza humana, todavía no SOIl de culpar quienes con
la experiencia de los negocio'l conocen lo que cumple al
pueblo ú cuya frente Sl~ IJallan, y obran mudando de
opiniones con arreglo á los lluevos conocimiento~ adqui-
ridos. En verdad la disposicion á q lle me refiero ~ nació
en Francia con la COllstilucion lI:¡mada consular, "i-
yió con la imperial, se mantuvo con la reslaur:lda di-
nastía de los Barbones, y está mil'ado como reliquia del
despotismo de Bonaparte cónsul y de Napoleoo empera-
dor, y del despego con qlll'l miraha la antigua familia
real de aquella nacion las instituciones populares. Esto
es cierto, pero ha y que tomar en cllen la el orígen de
una disposicion re51riclora de los derechos de los go-
Iwrna1lo,"" y cuya adopcion, sin repugnancia par par-
ir del púldico, declaraba una mudanza notable de pa-
recer en el puehlo que pocos años antes no encontraba
11':1b3s )¡;¡Sliltltes en Illímero ó fuerza á ligar la potestad
gnherm\tÍva, ni eXceso f'·n el ensanche dado al poder de
los individuos particulares. IJaJ¡í:lse ,,¡,to en Francia
que la falta de fucl'la en el gohiel'l1o producia el dcs-
órden v la ti"¡lllía, y ha bíase discurrido un sistema de


oJ "
gobierno político, (Í ún lenguaje model'llo, dI) admi-




~ DERECHO CO:'l'STlTt'C!O~AL 295
nistracion con falln, si, pCI'O con perfecciones, y del
cual era y es p:lrle la coart:Jeion al derecllO de los gOM
bern;¡dos de procedcr contra los go hCl'nadorcs.


Sin dnda, señores, lo rcpito, e:l mas hermoso que
eu un e!llado, á fin de quc en él la ley sola impere, sa
diga á la autoridad: ce Solo cuando mandas lo legal de~
hes ser obedecida, )' cuando de tus f~cllltades le exce-
des, ya tu poder \lO ak:lllza {¡ lograr la obedienci:¡; y
tras de rC5istirte, convcrtida la dpfensa en agresioll pro-
vocada y justa, eontra ti se pl'esf'nla cnalqlliera ariatu-
ra aun siendo humilde á volver por su derccho ante los
tribunales ordinarios; por qlll~ autoridad eres en virtud
de la ley que talle constituye con ciertas condiciones,
y si á estas faltas te vuelves una fuerza digna de encon-
trar resistencia y castigo.»


Pero en los pneblos, y en \8s circunstancias, seño-
res, en que el desobedecer ú los mandamientos legales
de la autoridad es hf.bito contraido; yell qlle á ella fal-
la poder y á los súbditos sohra; \lO poner estorbos á la
resistencia, y á la accion del gohl'mado contra el go-
bernador, me parece d(~sYarío. A~i ~e sintió (no sin in-
lento, tlSO aquí del vr'rho sentir) en Francia, y así debe
sentirse en olras ticrras en ocasiones parecidas. No por
eso aconsejaré }O llnc se deje en dl'samparo {¡ los que
ebedecen y puc(lcn 5('1' oprimillos, y en libertad comple-
ta á los que maneJan )' están (~n situ:Jeioll de ser opresores;
pero pónganse ell cierlas ocasiollps algullos emLnr,lzos á
rl'!\istencias y derrchm; d(~ :lecioll ¡¡'gd, los cnaL:s es po-
sihle y aun prohahle qlle sirran de llIedio3 para ('s(o\,-
bar la legitima obediencia, para l'lllIaqllf>cer la autori-
dad legal, y para traer las mil til'allÍas anej~s al des¡)l'-
lIen. En ulla tierra l'ecien salida di' una época revuclta
durante la cual ha es t.aLlo ('1 pocltor :illHlrlpcirlo. dar á
~adain(li\'idllo facultad 110 re!itI'Íi'gida dr, f>lltflhbr ¡¡ceion
legal contra el go¡'iel'llo y SIlS agen(r~, es pOllt'rle el! la
cintura un arllla con la cual pneda ll(wir á la jusliciá.


Désc, pües, á éada individuo un rC!11c>dio Contrn la




296 LECCIO~ES
opresion posible y aun probalJlc que del gobierno viene,
pero· désele con las rcstricciolles tIlle pide el estauo de
las cosas, J no sea el remedio peor I/ue el Jallo, tra-
yendo consigo una opresion s0gma. No en toJos los
pudJlos, no en todos los tiempos es posible ó conve-
niente dar un mismo grado de soltura ó pujanza á Jos
derechos de los goberuados. En Francia, donde no es(á
la libcrtad i ndividoal tan fil'merncnte a~entaua y tan bien
defendida como en Ingl~terra, todavía se encuentra bas·
tante libertad de pensamiento, de palabra, hasta de ae·
ci 011; ha~tante seguridad para Ills personas y haciendas;
y bastante consideracioll Ú los cindadaufls para que en sus
ánimos reinen aquellas ideas Je"flntadas que ennoble-
ciendo á los homLrcs, exaltan y engrandecen al cuerpo
POlíligo de que son miembros, y ú la patria de que son
hijos; aquellas ideas que produgcroll el heroísmo dc
Grecia y Roma antiguas basta };;¡jo pésimos gobiel'llos, y
que distinguen con pro,'ccho de su nacion á los hijos dú
la poderosa luglatcrl'3. ti los anglo-amcricanos, á uues-
Iros vecinos los franceses. En Espafía, cn la hora pre-
sente, :(engamos aquel grado de libcrtad individual que
es compatible con el órden, y no mas, porque de (eller
mas, muere ella por sus propias manos. No aspiremos
á ponernos en la situacion en que cst:ín los illglese~,
porque en ella no nos hallal'Íamos como se hallan ellos.
Tal rez cuando los tiempos corran, y la cducaeion se
difunda, y crezca la riqueza, y c(.n clla la :¡plicacion al
trab;¡joy la inuependencia compafícl'a del estado de buen
pasar J desahogo en una clase numerosa, y las costumbres
priradas y mas todaYÍa las políticas se morigcren, yaun-
que no llegando á ser puras sean en la cOlTllpcioll mis-
ma ó mas moderadas ó mas cuerdas,)" siendo fllertes los
particulares se hap aumentado ú la pal' que la fuerza
de estos la flel poder; (al yez digo, entonces llegurd la
hora feliz en que con la le)' en la mano los hombrf's ni
se dejen atropellar' ni se excedan, pero lal vez, y esto
es mny tle temer, lJ(lya que pasar antrs por un período




nE DIlHECIIO CO~STITUCIONU. 2~7
en el cual de resullas de la rccien pasada, y aun no cor-
regida debilidad del porler goberoaJor, sea necesario
coartar hastante ell "cz de ensanchar y dilatar, y 1'0-
husteccr los derechos individuales; y nosotros sin darnos
la elllJOrahllclIa por ulla cosa que cierlo no la merece
sien.lo mala en sí, miraremos un estado semejante co-
mo consecuencia mas ü mellos dolorosa de anteriores
deSVelllur;¡S, al modo que mira el enfermo su estado,
cuando de nccesidad, J por allOrrar mayores males, se ve
reducido al régimen que le debilita y á la diela que le
apoca.


Peru tiempo es ya de q\le pasemos á considerar el
0\1'0 modo de exigir la responsabilidad á los ministros
antes indicado, ó para decirlo con mas propiedad, los
casos en que los millistros son responsables cuando acon-
sejan ÍI obran llIal en el uso de sus facllltades y sin sa-
lirse de los caminos y términos que las leyes les con-
ceden y sciíalan.


Se dirá ncaso que con impropiedad se califica de
conducla legal la que es ilegalyerdaderamente, pues
donde \lO lw)" fJuehrantamiento de ley no hay delito, y
con arreglo :í algljllas leJes hall de scr juzgado!» minis-
tros á quielles 8C ::ICUSl',)' por las leyes deben estar pré-
,,¡amenle 8cilaladas las penas que lleven CI1 el caso de
ser condenados.


Esta ohjerioll tendrú algo de cierto. Pero ·a1 cabo
cuando se 1¡;¡IJla de procedimientos de los ministros,
aunquc criminales 110 contrarios á la Conslilucion, ó á las
leyes 1 se entiende de acciones por las cuales~ si se que-
branta una ley, no es esta de aquellas que señalan las
facultades Ó [ll'crogati\'as del trono de que son los mi-
nistros el COIlSI:jO J el hrazo. Y pOl" otra parte como
sea punto lllellOS íJliP imposihle hacer una ley que abrace
los fasos todos en los cuales calw que los ministros
delincan, se sigue (y el mislllo Benjamin .Constant á
cup doctrina casi puntualmente me adhiero (1n esle
punto, lo cOllfies;¡) que en la acu~acion y el castigo de los




298 UCCfOXlIS
micistros ha de hll.ber forzosamente alguna arbitrariedad
ó lo que es equivalente ha de procederse no por reglas
de justicia legal sino por las de justicia absoluta. ¿Có-
mo de Olra manera seria posilJle j llzgar sobre las accio-
ne!! por las cuales pueden los minisll'os ser acusados? Y
si esto sobre las faltas de c6tnision M claro qlle debe
suceder, sobre las de omision es mas evidente todavía.
El caso por ejemplo de algunos ministros de Luis XVI
de Francia en 1792, que, viendo formarse lIaa Ii!a
contra Sil nacion, descuidaron prcp;lI'arse bien á resis-
tir á la agresion inminente. Ó ulla vez entrados ya
en Francia á mano armada los enemigos, con su tibieza
é inacrion parecian dispuestos mas á allanarles que IÍ
embarazarles el triunfo, ¿ cómo habria podido ser tratado
con arreglo á leyes de antemano hechas y que le fuesen
aplicables y ajustadas? Y 011'0 tanto puede decirse de
ocasiones en que ministros no muy enemigos de las se-
diciones y rebeliones han dejado que se efeclúen las pri-
meras y ~e preparen las segundas sin pr-Oveer remediOl
de competente eficacia.


La arbitrariedad, nunca del todo buena, pero inevi-
table en algunas circunstancias, en las cuall's fuerza es
recurrir á ella, no como á un bien supremo sino como á
un mal menor cuando olros mas graves claramenle se
vienen encima, ha de depositarse cuando se la consicnla,
allí donde pueda pl'Od lIcir menos daños.


Y, en verdad, ~uando se trata de una acusacion
grave, solemne, sobre la cual ha de fallar con no
inferior solemnidad UIl cuerpo del mayor respeto, en
Jllíblico, examinando la opillion general tollas sus ac·
tos, y todos los trá mites del proceso, el peligro de la
arbitrariedad es comparativamente leve aunl)ue algo de
él exista.


Ya se entiende que en los casos de responsabilidad
de que voy hahlando toca al cuerpo mas popular ó único
populal' ;Ic,usar ;í los minisll'os. En ninguna 011';\ parle
puede esta\' tlepositJtlo tan tordhlo derecho con ma~




1,1<; OI<:RECnO r.OXSTI1TCIONAL 299
ventaja. "rrdad es fJlle el rspíl'itll de parti{lo ó de han-
rlerÍ3 penelra ('11 los Cl1erp05 de esta naturaleza, pero
que penetre .Y los domine á punto de hacer comunes las
aCllsacionrs contra los ministros es difíeil, y de que la
dificultad á '1\1e me refiero ('xislr, y en gr~do no corto,
da testimonio la rxperiencia. Al cabo, señol'es, en cual-
'Iuiera arhitl'io á qllc se rrcurra, en cualquiera tlispo-
sicion ql1r, se dé , cn cualquiera ley que se haga ha de
tropezarse con illcollveni'~nt(ls, y hay que exponerse á
peligros; y no rs de olvidar q uc toda clase de gobierno
los tiene, y quc si los ministros:í quienes pueden acusar
los congresos ó cámaras de diputados no están seguros
aun cuando pOI' sus merecimientos estarlo deban, tam-
poco gOY.an de cornrleta seguridaJ, aun estando dotados
de talento y virlnd~ los visires (le los sultanes.


De cuáles deben ser los trámites de la acusacion, p
se ha dicho lo hastante cllando he tratado de los regla-
mentos de los cuerpos deliberantes y legisladores.


Besla solo añadir que una vez aprobada por el
cuerpo entcro despucs de discutida la propuesta de aeu-
sacion hecha por IIIlO de sus miembros (y por mas que
por UII diputado con el apoyo de otro no debe consen-
tirse 1'11 mi opinion) debe Sér nombrada una comision
que sustente los cargo;; hechos ante el cuerpo que sobre
ellos ha de dar 511 sentencia.


Visto quiénes deben ser acusadores de los rnini~tros,
toca pasar:í ver quiénes dehen ser sus jueces.


En cstc punto todas cuantas constituciones existen
han imitarlo á IlIglaterrJ. Allí la cámara de Il)s P:ucs Ó
Lores juzga ,í los min ¡sIros acusados por la de los Co-
munes, y cn Frallcia y Portugal se ha atribuido igual
facllllad á loo; Pares, y entre nosotros 11) estuyo un tiem-
po ú los P('(íccI'CS y hoy lo estú al Senado. En esto hay
a Igllllas YCil tajas, pero tampoco deja de haber incoll\'e-
niellles, pOI' lo cual aventuraré sobre el particular una
opinion, que pOI' ser ca:'.i singular mia, y no estar au-
torizada ni pOI' la práctica de otras tierl':.\s ni pOI' el dic~




500 lECCIONES
támen de publicistas de nola, lloy con timidez y deseon·
fianza.


Sabido es, y 10 he repelido v;¡rias veces, que los
gobiernos ho)" establecidos en varias naciones con el tí-
lulo de representativos y I;¡ pretension de merecer ex-
clusivamente el dictado de constitucionales son copias
del original inglés; copias mas ó menos ahemda!i, pero
e-opias al cabo. Verdad ('s que olros pueblos en tiempos
antiguos tuvieron córtes, cstados generales ó dietas, y
lJue algunos hahian cOllservaJo estos cuerpos menguados
en influjo con el transcurso de los ticmpos; pero seme-
jantes fábricas incompletas, caducas, arl'uilladas, no se
parecian al edificio enlero y un tanto cabal que se con-
servaba en In~latena, no hecho de una vez, ni con ar-
reglo á un plan gen\1ral, pero llegado poco á poco á ser
con sus desigualdades un todo verdadero. Las ideas Je
un rey no responsable y ministros que lo son, de cuer-
pos que sobre volar los subsidios y hacer las leyes de·
liberan en público sobre matcrias políticas, de cS'3ritores
que sin sujecion á la prévia censura publican sus opi-
niones sohre los negocios políticos que están pasando,
con otras á estas anejas hullieron de venir de allí donde
todo ello está siendo práctica constante hace llIucho, y
práctica un tanto perreccionad~ hace mas de un siglo.
De Inglaterra, pues, se ha tomado asi como 'lile la
cámara acuse á los ministros, que la olra cámara los
juzgue cuando fuere su acusucion llevada adelante.


Pero en Ingla terra el parlamento está considerado
como un tribunal. (High court o{ Parliamc11t" se le lla-
ma. y ademas allí la cámara alta está en constante ejer.
dcio como tribunal, á la par que como cuerpo legisla-
dor y deliberante, pues entiende y falla en apelaciones
en los pocos casos en quc se usan las apelaciones Qn los
tres reinos. Totlo ello, por un lado, hace menos ,-iolento
que se dé el oficio de tribunal para ciel'tos casos.al que
ya le tieue y lisa en otros muchos, y pOI' otro Ja'do, le
facilita que desempeñe mejor su encargo cuando le to-




DE DEllECHO CONSTITUCIONAL 301
que juzgar ministros, pues que ya tiene alguna fami-
liaridad con los procedimientos judiciales; y los miembros
del cuerpo, asi como el cuerpo entero, son dueños de
alguna experiencia en oir causas y Jal' fallos. No asi en
las cámal'as de Pares de Francia y Portugal, ó ell el (lue
fué nuestro estamento de P,'óceres ó en nuestro actual
senado, donde nada hay que de tribu'nal sea, ~alvo en
los casos en que se le convierte en uno que ha de juzgar
en las grandes causas de Estado, Y asi se ha visto que
al encargal'sc la cámara de Pares de Francia de seme-
jantes causas, que acaso han sido llevadas ante ella con
demasiada frecuencia, ha tenido que crearse una juris-
prudencia aparte.


En algunas pocas de las constituciones modernas
se ha encomendado el juicio de los ministros á quienes
le hubiefle de exigir la responsabilidad á un tribunal que
nada tuviese de cuerpo deliberante ó politico. Bien es
verdad que en los casos á que lile refiero mal podl'ia
atribuirse t:1O altas é importantes facnltades al cUe/'po
deliberante superior en gerarquía, pues no lc habia en
las tales constitucioues. Y así en la de Fl'ancia en 1791,
primer ensaJo hecho en los tiempos modernos de una
constitucion á la inglesa, pero ensayo cn que la copia se
desvió mas del ol'iginal que en otl'a alguna de las imi-
taciones posteriores, fué creado un tribunal « ad IlOe"
osto es, cuyo encargo ex.clusivo era juzgar en las causas
en que fuese acusador el cuerpo de representantes del
pueblo.


Copiando los españoles en 1812 la Constitucion
francesa que acabo de cital', J haciendo en general harlo
ajustada al modelo' la copia, en la parte relativa al arre-
glo de tribunales y administracion de justicia, no fuimos
copiantes tan fieles, pues al revés variamos poco nues-
tras formas y nuestros métodos antiguos. Pusimos sobre
todos los tribunales uno llamado supremo ,sucesor de
nuestro consejo real, vulgarmente conocido por de Cas-
tilla, al cual se parecia no poco; y á este c~~eo~.~~_~re


... .


-'." .


. ... )




30!) LECCIO~ES
otras facultades, fué dada la de juzgar;í los ministros en
los casos en que se les exigiese la ,'csponsabilirlad por
Jisposicion de las cÓrles.


Confieso) s('ñores, que ú mí llle causa repilgnancia
ve,' haciendo el oucio de tribunal, cahalmellle CII causas
políticas, á un cut>.rpo 11ne es político y en el cual hall
de haber sido asunto de apasion;Jda~ disputils los puntos
soh,'e que ha de tocarle fa lIa l' con la serena illlparcia-
lidad propia de los jueces, y que sobre senlarles bien
es en ellos de ohligacion I'igorosa, Y 110 [J()f(FJe yo ad-
hiera á la teórica de la existencia de varios poderes tan
distintos entre sí y bien separados que [}() hayan casi de
rozarse y menos toda ría de mezclarse y confuudirse.
Pero los jueces (lest:go me sea de ello la historia) no
son los mas á propósito para despachar lo~ negocios de
gobierllo, y los polítieos militantes ca,'ecen de las doles
q.ue deben tener los huenos jueces. Esto 110 obstante po-
tJ.'án decirme, la cámara de Pares de Francia ha salido
a.irosa de los varios empeños CIl que se ha puesto, jnz-
galli18 algunas causas de Estado importantes como la
de los ministros de Cárlos X, ou 18:~1j, la de los suble-
vados de Paris y Leon en 1 H3.), )' la de tres ó cuatro
que han intentado asesinar al monarca reinante; mos~
Iraudo en los juicios serenidad, templanza, buen dis-
curso, condescendencia con los acusados, sin olvida,' de
todo punto lo que el drcoro deltril.lllllal y de la justicia
pedía; y mostrando asimismo en las sentencias justicia
acertadamente mezclada COIl mansedumbrc. A pesar de
eso, ~eiíol'es) cn los mblllos juicios se ha:l \'isto, se han
tocado los inconveuielltes de t1ue sea trihunal un cuer-
po como es la cámara tic Pares, y tribunal para decidir
sobre lo mismo que la ocupa cuando como cuerpo político
delibera. La cámal'3 de Pares puede juzgar bien, y mu-
chos puede que asi lo crean, pero no lo creen loJos, y
casos hay, especialmente tratándose de :l.llmillistrar justi.
cia, en que licue peso grave el yoto de tjuiencs tachau
al triLunal y los fallo'~ qUé prolluncia. Los cuerpos po-




DE DERECHO CON5TITUGIO:SAL.303
líticos juzgando, cuando condenan liencn \'isos Ó Ir3zas
de vengar¡e, y de ser parciales á los acusados ó tímidos
cuando absuelven, ó en la pena que spñalan son en alto
grado misericordiosos. En el juicio al habérselas con los
reos y sus defensores, estos les arguyen sobre su con-
duela poliLica, de donde nacc u na cOlltienda Ilada deco-
rOSl1 ni conveniente y una dolorosa y fatal alternativa;
pues el cuerpo insultado ó ha de conscntir que en él
se ultraje la :santidad ¡le la justicia, ó conteniendo á los
que comelen el desacato, ha de aparecc/' coartando la
libl'rtad de la defcnsa, y tl'atando como juez á los que en
el aclo mismo se le declaran parle contraria.


Estos que aCOlbo de declarar mil'O yo como males de
gravcllad no poca. Pues (lo repito) si llega el caso (y
que Ilcga lo crco) en quc euerpos políticos como una
cámara de Pare~ ó un Senado, prescindicndo de toda
consÍtleracion, juzgan COII la imparcialidad mas cabal
y llevan adelante los procedimienlos con el mayor lino
y la mas admirable firmeza, todavía importa qU(~ dc Sil
sentencia y do su conducla en el juicio jur.gue fa\'ora-
blemcnte la opinion; debiendo decirse de la aJmillislra-
cion de justicia, y sobre todo en los pl'occsos lilas solem-
nes, lo que respecto á su mujer cuentan que dijo el
f:l.moso Romano: opporlet C(JJ,~a,.ú conjugem non so/¡un
culpa sed etiam slJspiciolle carere: convcniente y basta
necesario es al púhlico provecho y el la causa de la mo-
l'al, (lUC cíel'los procesos y fallos no solo sean justos,
sino que apcnas hay:1 quien pucda ponerles tacha con
medianamente fuudado motivo.


Por las ralOne~ que acabo de expl'esar acomejal'ia
yo 1ue hubiese un tribunal, el cual estuviese encargado
de entendeR' y fallar en los casos en que los minístl'os Ú
otros cualcsquiera personajes sean puestos en juicio por
acusacion del cuerpo Icgislador elegido por el pueblo.
Semejante tribunal eSI;¡ria por lo COffiun ocioso, y por
eso sus ministros podrían sel'lo asimismo de otros tri-
bunales superiores. Y ¡;i /lien algo repugna que lell'ados




504 L'ECCIO:\'ES
de profesioll Mayan de juzga.' como jurados, )' mas lo-
davía, pues en í-US sentencias habrán de juzgar del hecho
y del derecho, y de señ:llal' arhitral'iamellte la pena,
todavía no desculll'o inconvenientes de gran cllautía tra-
tándose de juicios en los cuales por l~ publicidad que
ha de acompañarlos, es poco de lemer la injusticia abso-
lUla. De un peligro, sí ~ es dable jibertarse en causas de
esta naturaleza, y es el de que influya en el ánimo de los
jueces el clamor público nacido de estar las opiniones
descaminadas y exasperadas, Pero contra lIIal tamaoo no
hay remedio posible; y en cualquier tribunal que falle
en causas sobre acusaciones políticas es de recelar y
aun de creer que puedan algo}' hasta mas de lo debido,
consideraciones ajenas de la imparcialidad que delJeu
y suelen tener los jueces en procesos ordinarios, .


En cuanto á las penas que deban aplicarse á minis-
tros culpados es asunto ajeno de mi propósito y propio
de quien trate de la legislacion penal, pero sí diré que
deben abarcar desde las llIas g¡'aves hasta las mas leves
que las leyes señalen á olros delincueutes.


Queda que examill:ll' la Clll'slioll de si el rey ha de
ejercel' su prerogaliva ue perdon ó conll1utaciou de pena
en otra ma~ suave l'especto Ú ministros comicIOS y con-
denados por acusacion del cuerpo legislador. A eslo hay
quien 110 oponga dando para la oposicioll razones plau-
sibles. La itniolabilidad de los reyes (dicen) y la res-
ponsabilidad de lo~ ministl'os, cstún ideadas para que
cuando aquellos intenten cosas perjudiciales no encuen-
tren instrumentos de qué valerse, lo cual se logra con-
teniendo á ql:ienes podrian pr¡'{;!al'se á llevar á cabo pla-
nes funestos con el temOl' del casligo. Si queda, pues,
al arbitrio del monarca salvar ú aquel ú qlli¡~1l empleó,
hiense puede suponer que no corriendo peligro los minis ..
tros se encontrarán ll1uchos que sean dóeiles il los pre-
ceptos reales aun para la ejecucioll de las peores cosas
posibles. Esto no obstante, el mismo Benjamin Cons-
tant se declara, como yo en mi pobre concepto creo, con




DE /lEHECIIO CO~¡'¡lTITe[(¡X_\ L 305
justicia, en f,lYol' lle que I:t prerog::liYa rcal sea ejercida
en estos casos como en los demas Ilne oenrr;¡n. Es di-
ficil IJlIe haya reyes que se arrojen ú salvar ú ministros
justamente condenados 1 y mas de temer es que como en
el casoJamoso del cOllue de Sll':Jffol'd y Cll'los 1 elL' Ingla-
tcrra, sacrifique un monarca al que le sin,ji) dü dócil ins-
trumento, y (lo 'iue no dice Belljamin Constall!.Y en lo cual
me atrevo á desvial'lne de ~I) ha de tenerse presente que
el perJon concedido ;í un ministro condenado, d(~he ser
atrihuido ;1 consejo dt: otro ministro que de su accion
responda. Pero In qlle mas importa, es que en los ca-
sos á que me refiero, la opinioll pülJlica legítima, ilus-
trada y casi general, es omnipotente. Difícil sehace pOI'
tanto el perdon completo de un miuistro que hasta cierto
gl'ado no le mere7,ca: dificil que aun perdonado no que-
de cuhierto de infamia, la cual es castigo y no pequeilo
sllñaladamenle p;¡ra quienes algun dia se ,-ieron en la
cumbre del podel' )' (le la fortuna. POl' eso adviel'te el
publicista francés, por mí tantas veces ritado, que lo
mas importantr, trat[lOdose !le ministros criminales, es la
promulgacion dd fallo q tiC los condena y no la ejecucion
tic la pella lJue:í su cnlpa se selíala.


Por fin, seiíores, fuerza es convclIil' en que las
ocasiones en que lIL'gllcn á sal' puestos el! jnicio los mi-
nistros nunca scl':Ín frecuentes, ó, diciéndolo con pro-
piedad, vcntlr'ún muy de t~\'rle en tarde, si alguna vez
aca~o. La \'enlaj;¡ dc la I'l'spollsabilithd consiste en que,
reconocido el dCl'etllO de exigirla, se sigue de ello el exá-
mell de la conduela del g~!Jicl'llo ; e\ámen constante,
prolijo, apasionarlo, productor de males, pero :lsimismo
de bienes; eX{lInen, p~lra decirlo de ulla vez, eu que con-
siste así como tillO de lo!'; mayores defectos la principal
hondad del sistema llamado repr:::senlativo. La responsa-
bilidad es Ull punto al cual 110 se llega, pero á donde
se call1ina teniéndole giempl'fl á la visla, y el bifll que
UO ella Sl~ saca, cOllsiste en los esfuerzos qtle se nact'11
en la jOl'lwtla.


20




306 lECCIONM;
Baste ya, sellores, de la responsabilidad de los mi-


nistros, y pasemos á otra parte de nuestro lralJajo.
H;;).biendo IJ;) blado de las prerogati\'as del rey, del


ejercicio de la potestad ejecutiva, y del modo de ejercer
sus facultades y lleva l' adelante sus larca s que dehl'n
adoptar los cuerpos legisladores, ya obrando como tale~l
ya desempeñando otra parte no mellos útil de sus atribu-
tos y de las tareas que les están encomendadas; tiempo
es de tratar de los tribunales y dc los jueces.


A estos llaman algunos el tercero de los podel'cs Ó
potestades, plles en tres dividen los que hay en t;l Es-
tado.


Tal es la division comun, hecha en algunas oca·
siones, con cuidado tal que se ponia en las constituciones;
la potestad de hacer las It!yes reside en las Córles ó en
las cámaras con el Rey: la potestad de ejecutar las leyes
reside en el Rey; y la potestad de aplicar las leyes está
en los tribunales; como con grande anhelo de que en
esta trinidad no fnesen confundidas las tres cosa¡; dis·
tintas, aunque al parecer con menos atcflcion, ;'¡ que cons-
tilu)'ese su conjunto un solo poder ,crdat!('l'o.


Pero esta di,ision corriente no huho de satisfacer ;'1
ciertos políticos á quienes entrarOll escl'lípulos sobre su
cabal exactitud. Estos l'ccapaciLalHlo dijeron ¿ y quti'! son
solamente tres los poderes"! Y salió llenjamln COIlSluul
blasonando de haber descubierto lino mas con la tlivision
que, como en UlJa de mis lecciones anteriores he dicho,
hizo de la potestad real y de la cjcculivJ. Pero personas
de cabeza mas analítica ó de di;;;cur:,;o llIas llimio, dieron
entrada en su entendimiento á escrúpulos Huevos, y
empezó á hacerse Ji"tinciones entre reinar, gohemar,
y administrar, de lo cual nació descubrirse un podel' nue·
vo, que es el podel' adminisll'ativo, en donde el micros-
copio ó telescopio intelectual de:scubria diferencias del
ejecutivo COn que llabia estallo re\'Uelto y confundido
hasta eulonce~. Imposible es tlisturril' Ú qUt' punto llega-
rá descuhl'il'wlo divisiolles y ~nbdi\'i$io[]es la sutileza




DE IIJmECHO COXSTI1Tt:lO.XAt. 307
del ingenio humano. Ya se saLe cómo adelgazando el
,liscurso ClleOIl[rarOn los teólogos tales)' tmtas distin.
ciones sobre !;¡s naturalezas y voluntad d(~ Dios hecho
hombre, tle dónde nacieron tantos crrorr.g, y de ellos
110 escasas calamidades. Asi como ulla teología cuerda
é ilustra(la hoy 110 se d:l:í semejantes sutilez;¡s, asi ,'an
re¡'dien\lo el \'aliminnto que antes tenia n entre los pro.
fesores dl~ dl~redlO político estas divisiones 8e poderes.
Yo de lIIi Sl~ y (lO rehuso decir, señores, que no las ad.
mito, y lo <¡Ile illl[lol'la rna~, en este mi parecer concuerdan
hombres por demas cntr.ndidos y sábios de ]a época
presente, El poder á mis ojos es uno, Y si alguna di.
visioll cabe CI\ él ó es admisible, es la que separa la.
potestad de dictal' de la de ejecutar las leyes. Pero la
tle aplicarlas ell los casos civiles y criminales, es una
rama del tronco de la potestad ejecutiva. Cierta superin-
tendencia en la arlministracion de justicia lejos de sel'
;¡jena de las Cacultades de la cabeza del Estado, es al
revés una de las obligaciones mas altas é importantes.
Sabido es que cntre el cadcter de jueces y el de reyes
hubo CIl ti(~rnpos antiguos hastante analogía, Adminis-
[rar justicia se consideraba propio de los monarcas aun
en la edad media, J tan comun es en el entendimiento
del hombre considl'l'al' algo do juez en el re)', que en
composiciones dramáticas vulgares (londo se expl'l~san
las ideas generalmente dominantes, casi 8iempro cuando se
I'r'presenta á los reyes se los representa haciendo jll:'\licia.


Bien es verdad que si como he dicho ell tiempos pa-
sarlos eran los monarcas j unces, algo desp'l1cs delegaron
en porsonas nomhrarlas al intento la f'Jcu![:Hl de juzgar,
y acerta\'Oll en hacerlo; pues si bien el poder judicial
no es podel' aparte, conviene que administren justicia
qujene~ á ello exclusivamente se dediquen.


Pero j. á qnit:n toca nomhral' los jReees y conferirlcs
la investidura, de modo que á su nomhre desempeñclI
Sil ministerio? No á otl'O, señOl'cs, q ni' al gobnrnadol'
suprf'mo de] Estado. Bien es verdad que ha habido una






:308 J.ECCIO~ES
Conslill1cion llatolada sin l'azon monárquica, porque en
elb se dcje> existir á un He)', cn la cual eran los jue-
ces nombrados por el pueblo. Ilablo de la Constitucion
tantas yeces IllC1H.'iouada r¡lln dió ú Francia en 1791 la
sáhia y no mal illlellciollLllL!, pero ill(~Xpel'la, errónea y
nada juiciosa asalllhlea COllSlitlljCnte. SJbido es que tal
disposieiOll propia de un;¡ o]Ha llecha en obediencia 'j
conformi,bl:í falsísimas doctrinas, sobre pecar en el
principio, y por eso mismo dar de sí malas consecuencias.
lejos de asegurar llua huena adminislracl(\ll de justicia,
era fuerza que prodllgcsc lo contrario. Ser hecho elnom-
hramiento de los jlwccs por el pueblo, indicaba estar
en aqucl estado de sobra el trono. Bien cs "crdad que
en aquellos tiempos en Francia, y allí donde habian cun-
dido las doctrinas cn Francia dominanles, cran los rc-
yes mirados como fieras, :í las cuales se bacia necesario
limarlas garras y los dientes. Ser nombrados lus jueces
por el pueblo, bahia de [('¡)PI' pOI' resulta que recayese
la eleccion ('n sugetos mCI:OS dignos, y que los elegidos
se mostrasen en el desempeño de su obligaeion ya ar-
rebatados, p medrosos, y casi sirrnpl'e injustos y par-
ciales. Yo, sellores, que he hablado de la elccl;iolJ, si con
poco rcspeto en su :lplicacion á eicrl as cosas, recomen-
dándola, en otras aunque no como perfecta como bue-
na, diré que si en algo puede seL' pura y altamente per-
judicial, es aplicúndola á la crcacion (lt~ los jueces. ¡'or-
que si "emos, seDares, cu:'mtas :lftcs se praclic:lll para
ganarse y()to~, y cómo para d intento es necesariu li-
sonjear pasioues )' satisl'acl'L' tÍ prometer satisfaccioll al
interés, nos cOl)\'enc\~rémos de euún impropio Illedio es
para lograr ser el('(.(ido la recta (: imparcial numinislra-
cion de jllsticia. j Dt'sdichado liligante el qlle hubiese
Jc lwllél'selas con un elector d(~ grande illnlljo :ll1te un
juez que por el CIIl'rpo electoral de que este último fue.
se miembro poderoso hubiese de SCI' I'(~cl('gido! j Triste
del acusado q tle en la elcceion pasada hubiese dado, <Í
en la pr6xio}a "cnirlf'l'n aml'll::\Ziil'e r1~l' su \'1)/0 contra




HE JlJ~lti;CIlO COSS'¡'l1TClOXH.. 30H
aquel que va ;í juzgarle! \' por el lado 01'I1('8to ¡cuáll
seguro 110 l,abria de cst;¡r de tCIlC!' l'1l su fayor la tle-
cision ó la scntcucia el que pleileando ó :¡CUS;llldo supie-
se 'lile rOH salir triunfante <Í absuelto :1segul'aria Sll \'0-
to, .Y otros llue <le Sil iull"jo dcpclldiescl! aflllel de
cuyos labios saldria el fallo de su cansa! Yealad es
que hay virtudcs slIperiores á la tentacin!l, pero estas
son las menos, y demcncia creo poner el intcl'l\s dc un
lado yel provecho al otro opuesto, y hasta de crimen
asi como de locura merece ser taclwdo quien expolie
la ürl11d á duras pruebas, para que le suceda como al
perro de la fábula, liel tÍ su amo hasta que rué ellcerra-
do hambriento cn un lugal' lleno de sabrosa comida, y el
cual, con asombro del im prudente por quien fué puesta
su probidad en e1 resbaladero donde C3)'Ó, se acercaba
lamiéndose el hocico ensangrentado.


No obsta á lo que he (licho (lue el nombramiento
de los jueces sea hecho por propuestas en terna, no
saliendo de liBa turba numerosa de electores, sino por
un cuerpo grave, sesudo, compuesto de personajes altos
en dignidad Y:lsimismo en concepto, que en ninguna
ocasion puedell ('sl~r dependientes de aquellos á quie-
nes dan Sil yoto. Así I':leian 1'11 tiempos antiguos en Es-
paña las CóÍmaras de Castilla y de 111 di as , bien que el
Rey no siempre se atenia ;'¡ las lemas propuestas, aun-
que es verdad que entonces, no siendo los ministros res-
ponsahles y supuestos cOllsejeros ele eJan to del trono sa-
lia, no habia razon d(~ dejarles lihertad completa en la
elcccion de SIlS ageutes ó instrumentos. Asi, aunque COH
menos propiedad, pues la l'espons3hi!i,bd llJillistcrial
existia, se Jispuso en la Constilnr:icll de 1812 que
fuesen elegi(los lo); jueces de las len}:,,) propuestas pOI'
el consl'jo (le Estado, sin dejar facultad (le hacer el nom-
bramiento fuera de ellas. Doy poco \'alor á estas presun-
ciones aUIlf¡UC sean ;í \'eces fianza llIas Ó meJlOS aoona-
da del acierto, y así ni lati condeno, ni ilprueoo absolu-
tamente.




:5 t o .LECCIONES
Ahora pues, ¿los jaeces ya nomhl'ados (le!J(:11 ser in-


amori bIes, eno es, !lO ser despojados de sus destinos
como otros CIll picados? Sí , senores, aun(ll1e esto en mi
sentir ha menester alguna restriccion, porque JO no do)'
á la inamovilidad de los jueces la imp0l'lancia que le dan
olros, Ili reconozco en ella puras J superiores y(~lIla­
jas, ni la miro como necesaria, y parle de la esencia de
los gobiernos llamados constitucionales. Por largos años
se hahia gozado en Ingbtcrra del bien llamado liber-
tad civil y política, sin que fuesen allí los jueces in-
amovibles, pues solo son tales desde el advenimiento al
trollo de Jorge III en 1759 á 1760, hahiéndose resuel·
to su inamovilidad no pOI' voto del parlamento, sino por
voluntad del monarca, que antes les expedia los nom-
bramientos con la cláusula (le que seguirían en sus pues-
tos. ( Quarndiú rlObis placucl'il)) mientras S. 1\1. fuese
l\ervido mantenerlos, y despucs trocó esta fórlll lila CH
la de « Quamdit. se benc gl'sserint )) mientras bien se por-
taren.


En Francia al revés, cuando !la era el gobierno de
los ahora llamados constitucionales, y habia llegado á
tener mucho de absoluto, eran los j ueGes 110 solo in-
anJovible;, silla hereditarios, pues comprados los asien-
tos en los parlamentos ó tribunales de aquel reino, ve-
nian á ser propiedad que se transmilia de padres á hi-
jos, y por cierto, seüores, que aquellos jueces duros y
negligentes q llC Ú veces re"istian malamcllte {l la potcs-
tad real, pOI' su modo de administrar justicia no se hicie-
ron merecedores de alta ¡¡laLanza.


La gran ','enlaja achacada á la inamovilidad de los
jueces, por fuerza ha de nacer de la suposicion de que
en sus procedimientos y sentencias hao de verse estos
:~ menudo en pugna CO/l el gobiel'llo. Como á fines del
siglo próximo pasado, estaba mirado el gobierno corno
un enemigo de la sociedad que siemrl'(~ en todo anrla-
ha al rededor de los gohernados « sicut leo ruyicil8 f!/(C-
f'l'1i' quem del'o/'('!1I tW ('('(~yó gran cosa lilH'J'lal' la ;¡dmi-




'11, lJEJtECIfO COXS'fI'fTCrO;'\'AL. 311
nistl'acion de justicia de su pl'cpoter.tc maléfica influen-
cia. l)ero, si hien se mira, esta máxima I]uc puede ser
ciert'l en los procesos por motivos políticos, ó tal vez en
algull pleito, no es aplicable á noventa y llueve de cada
cien cansas en que los jneces fallan, y en las cuales si está
el gohicl'llo interes;¡do, 10 est:'¡ ell el mayol' acierto y la
mas cvid(~ntc justicia Ile la sentencia. Asi la indepen-
dencia eH que se pone á los jueces del gohierno en la
mayol' parle de 108 casOs es inútil á todo propósito y
p"ede ser pCIjudicial, porque la seguridad sobrada lleva
al uesenido, cuando no al quebrantamiento de las obli-
gaciones.


Esto no obstante, son tantos y tan graves los. males
que resultan de tener á los i ueces en una situacion pre-
earia, mayormente en los estados en que los empleados
pierden sus destinos con frecuencia, y vale tanto que
reine la perslIasion de ser imparcial porque es indepen-
diente la administracion de justicia, que en fuerza de
estas consideraciones morales, me resuelvo porque los
jueces sean inamovihles. Qne á la inamovilidad debe
acompaílar la respollsabilidad es sabi do y por nadie dis-
pUlado. Pero hay una disposicion que se cree subsiste
en Inglaterra, aunque no esté claro, pOI'que allí casi na-
(la lo e~(á en la legislacion polílica ó constitucional, y
esa disposicion recomiendo yo qlle se adopte, la cual
se reduce á que uno ó mas jueces puedan ser separados
<le su destino, aun sin formarles causa, si lo pidieren
asi, expresando sus nombres en yolacÍon formal, los cuer-
pos legisladores y deliherantes. Conectivo es este de la
inamovilidad q1le rara vez, si acaSo alguna, será empleado,
pel'o no está mal que exista, aunque solo sirva como
otros arl lerrorem.


Solo resta decir, que jueces independientes no de-
hen ser aClivo~, esto es, !lO deben (('Her la incoar factiltad
de prender ó de incoar causas, lo cual dEdw estar PllCO-
mendado :'t otra clase de magistrados diferente. Claro
está que jueces armados de indeprlllJcncia ahsoluta y


o ~ ., '.




312 UICClOiíES
duefios de hacer causas ó de origiuí\rlas, COl1~titUj'Cll
Ut! poder dcmasiado f\!erte, y )HIC¡]('t! cllando quieran
caUS:lr perllli'hat:ioll un el eu('rp" dd Estado. LI pren-
der es au: on propia del que boLic1ll31 )' IlO cJlt:iena
peligro cuando hay en l:l o\¡lib~ciull de poner illmedia-
tamente al preso:í disposicioll de sus jueces uatlll'ales.
Cuando mas, á pcticioll d(~ los ¡¡"cales que dehen no ser
inamovibles, silla al rc\'{~s, dq)(,lldi(~tlt('s del gobierno,
dehen ejecutarse las prisione~, j' la policía, ya esté ar-
reglada como en l'rancia, ya como l'1l Inglaterra, dc-
IJe :lsímislllo esl:1I' facultada para detcner á los delin-
cucntes cogidos ({(([jnlllli delicto (ó S('gUtl el harbarismo
usado etl España, in (ragan!i); .Y para llamar á com-
parecer á los indiciallos de delitos c01l1peliéudolos ~ \e-
nil' y aun para cOll\"Cl'tir en prision la detel1cioll Ó el ar-
resto; entendiéndo~e que en todos (~stos casos l¡ayan
de pas:ll' los reos al Il'ibun~1 tí juzgado compdeule.


llera, seuores ¡, los jueces )¡~n de sulo así eOIllO del
derecho del hecho, ó ha de estalJlecersc COInO pane in··
dispensable de una COllstilllcion llamarla liil)'e, ó como
único seguro alllparo de las personas y h~ciendas de los
goberuados, Jos juec('s de I,echo no lelrados, sacados
del pueblo, y ú los cuales se cOlloce con el 1l0mlJre de
jurados, nombrc alltl(lue 110 HUeyO en España, introdu-
cido para scñalnr ú estos jueccs de Francia () de Ingla-
terra '?


Señores, esta cllestion ~s illlpOl'tallte en sí, pero
sucesos novísimos le ban aUlllentado la irnlJOrlancia. En
ella se llleZclall las pasiones, en clla da mucstra de sí la
escuela ú qUl~ ya tratalldo de la inamovilidad de los jue-
ces me he referido, la que en todas las institucioncs
busca no ta:lto el acierLO cuanto la imaginaria neecsi-
dad de l)J'(wecI' r('medio ú males qu~ de I<;:ll'te elc la po-
lesla(l boLcl'lladoi'a amenazan.


Pero la cuestioll drljllrarlo depende como la qlle m;¡é;
y aca~o IJlas 11ue otra algulla de la siluacioll illteledual,
mor.!1 y aun lllJtcl'ial, del e~ladu p:'H.:ítico Ú rC\'lu.'l(o, ell




f)p.: HEItECIIO C(l;'(STll nCJo;o,.H.. :313
fin de las circull~lanc:ias del put'blo ell el clIal ha de cs-
tablecerse. Es cllestion que debe ser mirarla pOI' \"arios
)allos ~ por el de la cO[lYelliencia ¡]ll qlle spa adnlinislra·
da la justicia asi como con imparcialidad, con illlstraeioll y
acierlo, y a~i como con independencia elel gohierno, COIl
no depellllellcia (le los haudos )' de las preocupaciones,
y de las pasiones de :II]1[ellos y estas engendrad;¡s; y por
el Ia(lo de la moral, pues el juicio de los jurados influJo
en ella fa \'orablelllell te cuando es Jado eDil la mira á
hacer .illsticia ,y desfavorable y aun funestamente cuan-
do es dictado por malos motivos.


Pero no entremos mas en uua materia que debe ser
tralada con detenimiento, y no puede serlo al fin de la
leccion presente á qlle ya "amos tocando, por lo cual
r:llOn será dejarla para el lIia próximo en que tenga la
lIoll1'a de volver á hahhn- á UIl auditorio que tanto me
fa\'orece.






---~-~-~--


LECCION DECIlllA ClJ.tl.I\'I'A...
s¡," ".,


Señores, al concluir mi tíltima leeeion habia empcza~
do á bahlar del jurado, pero dije de él muy poco, apun-
taudo solo algunas especies sobre la materia en general,
y anunciando que trataria con alguna extension en la
leecion presente tan importante asunto. Impor(ante le
llamo)' no sin motivo, pues hay quien le considere, y,
en tiempos de nosotros poco distantes, ha sido por al-
gunos considerado, compañero de lo llamado libertacl é
indispensnble ú su afianzamiento, porque en la naeion
iuglesa y en la americana, hija suya, como pueblos
(le origen sajon, está establecitlo que en Ins causas de los
homhres, sean entre ellos jueces sus pares ó iguales; y
porque los escritores del siglo próximo pasado en su ena~
moramiento de lo;; lISOS ingle~es, recomendaron esta ins-
[ilucion como lo que mas, y porque en nuestros días ha
sido adoptado este modo de juzgar en Francia, en la
Bélgica, (londe quiera fIne hay constituciones al gusto
moderno, y aun en nuestra España en una clase de jni-
('io~. A pr¡;ar de las fallas del jurado, que son en ciertas




316
circunstancias j' naciones grilvísima:" hasta que haya go-
zado de tan alto concepto, y que todaví~l conserve no
poco, :llInqlle tiene contrarios, espcci;dllleule elltre los
radicales ingleses, para f(l](~ merezca ser tratado con su-
ma consideracion, aun por f(uien como yo le decbra
inaplicahle ó funesto á pueblos inquietos y revueltos, eu
que el espíritu de partido puede /lIucho, j' la idea de la
justicia imparcial está no poco ohscurecida )' desaten-
dida.


Pero yo considel'aré esta cllestioll á la luz tle la uti·
Iidad, entendiénllose por esto de su mayor ó á menOl' bono
dad en su aplicacion al acto de administrar justicia, para
que esta triunfe, en cll:lnlo es posi ble, sin ladearse á
los opuestos puntos de una demencia productora de la
impunidad y dc los delitos ÍI ella consiguientes, 0 de
un rigol' en sus consecuencias no mellos funesto.


En p¡'imer lugar dehe !enr,rsc presente que lIO
es el jurado hijo de los progresos hechos en tiempos mo-
dernos en la ciencia de la civilizacion, sino que al revés
nació en dias de harbarie. haiJiendo .-lescendido has-
la nosotros eomo reliqnia ~onserYaJa de las edades ca-
si primitivas, aunque, como lodas las cosas antiguas que
han ido coexistiendo con los tiempos, perfeccionada al
const'narse. Esto dehe decirse en obsequio de la Vel'-
da(l, y no como en desdoro de la instilueion misma,
pues lo :U!tigllO, cuando !la vivido yendo mejodndose,
en general, lejos de merece!' sel' desecllaJo, merece lo
contrario, pues en ello suelen hermallarse la reverencia
que la antigüedad inspira, el apego que se tiene á lodo
cuanlo se ha hecho coslumbre, y las mejoras que una
¡;poca nueva requiere.


Asi y todo, el jurado el';\ propio de IlIHt época de
llarbarie, en la cllal todavía uo era conocida la profe.
:-ion de los letrados. Le vernos establecido con algunas
semejanzas y diferencias en casi todas las naciones, que
con el nombl'c de hárbaros invadieron el Y~sto territorio
del imperio romano y de ca~i todo él se hicieron due-




nF. UElmCUO CO~STln;CIO:'\'AL, 317
¡¡os. En Inglatcrra conquistada por los sajones sc esta-
hleció fOl'mando partc de UI1 conjunto de leyes y llSOS~
qne dieron á ~l!llld pueblo dcs\le luego forma é índole
ap:lftc de );¡S <lile dominaban en otras naciones. Hahíale
asimismo en Noruega, una de las tierras donde esturo
el primitivo asiento de las gentes que villieroll á hacer.
se señoras de bs cultas y halagüeñ:1s .'egiones del :Me-
diodia, Xi faltó de él ejemplo en nuestra España en las
edades medias, si bien ha habido quien pretenda que
nos vino de los romanO:i, cncontrando eu las leyes y
usos del gran pueblo dominauor del mundo algo seme-
jante al modo de jnzg:ll' de los hombt'es del Septenlriún,
lo cual no es de cxtl'añar, pues el pciucipio fundamen-
tal del jurado comull cs a los paeblos todos, cuando to-
~lavía están, pa!'a \"ale.:nos de Ulla espresion vulgar, en m:ll1'
tillas. Si se abre la recopilacion de leyes de los wisigo.
dos conocida con el nombre de Fuero Juzgo se ycrá en
ella con fl'ccllencia remitidos di vcrsos casos al fallo de
homL.'cs huenos en número de doce. Si se consulta el có-
digo de las Partidas se encontrad tambien una junta de
doce hombres buenos para elegir los adalides, los almoca-
denes y los alf'aqul'q'l('s, la cual, si no es .iIl'a<1o propiamen-
te, pues no sirve á la administracion de : ¡:;ticia, y, sí solo
hace oficio de cuerpo e1ecLoral, tod~¡ ':a con el ellerpo
de jueces de hecho, pOt' el ntírnel'O de quienes la COIl1-
ponen J [-Ol' oll'os requisitos, tiene semejanza. Hasta ca·
!\(}s OClIl'ren ell que cierto;; puntos eran expucstos iJ l/tia
junta de doce mujeres, y resueltos por' su fallo, como
es en el caso de C'lpOS:.\5 acusadas de qucbrantamiento
de la fé conyugal, de cuya coudllcta juzgahan diez)' seis
matronas, tleclaranllo si la creian pura ó no, cuya dI}.
claracion, siendo favorahle, obligaba al celoso marido á do-
hbl' la cabeza, '! á recibir como á casta y buella á la con-
s;.orte á quien él creia lo contrario. La risa que asoma á
los labios, y aun casi, mal reprimida, se deja un tanto
oie en ud auditorio, indica que le parece ridículo lo que
araha de Oil', dando con elhl una pl'lwha eonvincclIt('




318 UCClO~JlS
de que no respeto ni aprobacion, sino otra cosa muy di.
versa, causa en sus ánimos la idea de averiguar la ver-
dad y sacar triunfante la justicia por tan equivocados
medios.


De aquÍ, ~eiíores, nace u\la reflexiono Cuando usos
semejantes se perpetúan, t!'uecanlo que tienen de ab~llr­
do hasta cierto punto en respetable; porque lo es siem·
pre lo antiguo, y nunca abandonado, y pOI' eso unillo
estrechamentp con nuestros pensamientos, afectos y hilhi-
tos todos; y al tiempo mismo que pierden su rijiculcz
como ya he dicho, ganan con las mejol'as que en ellos
se hac.en, algunas ya mayores ya menores ventajas.


Pero si las cosas antiguas y perennes SOIl por venera-
bles buenas, no sucede lo mismo {¡ aqucllas que herma-
nan con la antigüedad el desuso. Respetabilísimo es un
abuso antiguo (dice Benjamin Constant) pero crear aOIl-
sos remcdando al tiempo no e¡;lá puesto en raZOll ni es
pOlible. Digna de reverencia es una antigualla imper-
fecta que se conserva (diré yo en mi pequcliez) y mas
que desecharla es justo y acertado perfeccionarla, pero
desentel'l'al' una antigualla olvidada, )' pretender confor-
mar á ella con alguna violencia II1lestr3s costumbres, di-
fícil es y la razon no lo aprueLa. Y presentar (aüadiré)
como propio de la illlstrada y adelalltada edad nuestra
lo que lo es de siglos rudos, es IIn (lesvarío ¡) un cn-
gaño.


En Inglaterra se ha mantenido en pié el jurado
desde tiempos muy antiguos. Si, como diré despue~
con alguna mas extension, no deja de tener allí contra-
rios, es grato á la muchedumbre, la cual, asi como de
él gusta, sahe usarle con justicia y mediano acierto, pues
la misma muchedumhl'c es de donde sale cuando en
sllcesion 80n llamados á formarlc quiencs la compo-
nen.


En los Estados-Unidos anglo-americanos ¡;ncl'dp
lo mismo, siendo aquel pueblo inglüs por su orígen, y
U 'lOS , y si estanno also multado de sus padres nI) ha-




T1E DEHECllO CONSTlTTiCIONAL. 519
hiendo perdido ni la semejallza ni los hábitos de fa-
milia.


En Francia se adoptó eljurauo en los primcrog dias
de su rcvolucion de 1789, cuando se tom3ha mucho
de Inglaterra, y estaba tenido aquel modo de enjuiciar
pOI' bueno en todas partes, y debia estado mas entre
los franceses nada contentos a la sazon, y no sin justicia,
del modo de juzgar tle sus tribunales conocidos con el
nombre de Parlamentos. No probó bien 31 principio la
intl'Oduccion, pue::- sabidos son los hechos del jurado del
tribunal revolucionario; bien que cuadraba mal el nom-
bre de jurado á aquella porcion de hombres, corta en
númel'O y anómala en da3e; y que por otra Im'te ado·
lecía y debia adolecer todo. cuanto entonces existiese de
la situaciou peligrosa, alborota;]a, revuelta, desquicia-
da en que Francia se veia, En e!':los últimos días el jurado
ha prendido en la nacion nuestra vecina, y echado allí
medianamente hondas raices, dando de sí frutos en que
va mezclado lo buello con lo malo, pero haciéndose di-
ficil de desarraigar, no obstante sus inconvenientes,


Por eso en las primeras naciones es la instituciou de
que Ira!:Jmos digna oe revllrencia, y quitarla seria te-
meridad , siendo de notar que sobre todo en Inglaterra
y América tirar á derribar el ,;ufado seria accion de ar-
rojados y no cuerdos Iloradores, J aUll en Francia no
estaría libre de la tacha de innovacíon semejante intento.


EH Espaíia hemos lomado el jurado para una sola
especie de causas: eOIl que éxito, inútilllle parece decirlo.
Aquí si algo hubo de d es cosa quc solo los cruditos
s~ben : pues á \0 com un (le la nacion le es el: t raño, y co-
mo iUlloracion ha venido ~ nuestra lierra en tiempo no-
vísimo, aplicándole á las causas en que se lllzga acerca
de acusaeiol1as pOI' uelitos cometidos por la via d(~ la im·
pl'cnla,


Si ha\' muchas Opilliollell favorables al jurado, tam-
Líen hay 'bastantes que le son contrarias. ClIéntanse en-
Il'e estas la de muchos antiguos jurisconsultos, de ellos




520 tECClO~ES
principalmente los que en Francia y en olras tit'l'!'a!'.
están avezados á la práctica de los tribunales, gl'nlé cu-
ya oposicion pOl'lo intel'esada es casi sospecho:,n, y por
lo hija de preocupaciones solo con resena admisible.
Pel'O en Inglaterra tiene el jurado enemigos de otra Java,
pues lc son opuestos muchos dc los raclicalrs de la ¿s-
cuela filosófica en quienes la exprri~ncia diaria confirma
lo que por otro lado cnseña cl raciocinio.


Entre nosotros, como en todas pal'tcs, hay fluirne"
por él aboguen y no faltan otros que á Sil adúpcion Ee
resistan, contándosc entre cstos tiltimos letrauos de 110
escaso sabcr. Entre Sil'; dcfensores ha dado uno :í luz
tíltimamenle en un periódico (El Observador de Ultra-
mar) un escrilo notablc, act'editándose el autor á la par
que de ingenioso de instruido, el cual con otras razones
de mas peso da una que JO repruebo entel':lIncnte. He-
dúcese la de que hablQ á que, residicndo la soberanía en
la nacion ó el pueblo, el jurado, que viene á sel' el pue-
blo mismo, dehe ejercer juzg:Hltlo UI10 de los atributos de
la potesla.d sollcl'ana, Y llólesc, señores, que al sentir y
expresarse de este modo, sc cOllsidel'a propio de la so-
beranía el admillistl'al' justicia. InLÍtil cs que yo rl'pila
con cu,in poco respeto miro el dogma de la sobcranía
nacional, Ó poplIlar, falsísimo c(JHsideraJo bajo mas de
un aspecto; verdadero J trivial á la par, mirado por otros
l:tdos; casi en todas ocasionrs peligroso ~' ocioso; sah'o
como )'a he dicho, en algllli:l república donde (lrocb-
marle equivale á declarar la forma de goJJierno existente.
l)~l'o, aun dando cl (Iognu por cierto, no "eo )'0 pOI' qué
en obsequio á la solJcr'llIia hap no <le delegarse el pjel'-
cicio dejllzga¡' á juecc>s letrados, sino de COllSel'\'3I':;e en
todos ó casi 10Llos los ciudadanos, si cs que pOI' seme-
janle medio se logra, no que sea Ia.i usticia bien ad mi-
nistrada, sino lo contrario ó poeo lUellOS. Si los pueblos
60n soberanos, ha de sucl·del'les lo que á las personas
reveslida:s de la soheranía; y en las dillustías de cslos so-
heranos ebllCCli\'os si ha dc haJwr UIlOS (1110 scan felicei




DE DERECHO CON811rGClO:UL 321
corno Augusto, ó hucllos como T/':1jano, tamhien por
fuerza los haltr¡í quc sean receJ050s y crueles como Ti.
herio, locamente feroces como Calígllla y Neron, ó bobos
lomo CJaudio, y {¡ la par que este jugucte de perversos;
porqt1e los puchlos como los indi,"idllos se direrencian
entre sí; haciéndolos ya piallosos, J3 crueles, ahora
nrreLatados, nhora juiciosos, IInas Vt~ces fácilt'S de des-
carrial', y en otras ocasiones dóciles á la voz de la razon
)' jllSiici:l, y sordos á Jos malos consejos; eJ eSlado de su
ilusl:"acion, d¿ su religion , y hnsta de su riqneza ma)'or
Ó mellor, )' de esle tí esotro mOllo distrihuida. Yo, seño-
res, en estns materias me aferro en mi propósito de 10-
Jllar la utilidad pOI' criterio, eslo es, dc buscar' en una
cosn, no si nace de ~qucl ó de este principio, sino si sine
lJicll al fin á qne cstá tleslinada; y C0l110 en el ca~o presente
es el fin el tliulIfo de la justicia, con poca razon podrá
tachársemé dc quc sobre esto á lo mas provechoso atien-
da. Y aUllque en la ilustradísima nacion vecina hay quien
juzgue las materins en que va empeñado el interés de
las cosas Illas altas por razones sacadas dc dogmas de
escucla, á las cllales osan~ yo calificar con el término Ja-
lillo de IIl1flrf W/lonl' , fruslel'Ías bien sonanles, me ntengo
nc¡ui á Jos ill¡::¡es('!', porque cutre ellos, lejos de correr con
\':llimielllo sL'u)('jantes abstracciones, son f!cse¡;hada<;,
hllsdlld(l~e en las leyes solo las YClltajas (lile cl'ectiva-
mctlle propOrtit)ll:lII~ Ó si la expresioJl escandalizare,
su cOII(orllJida¡) {t la justicia cn sus efeclos y 110 en 811
origen.


Pero otras venlajas, y esas reales J "C'nJarleras, ha
,le tCllel' el jurado para que, coruo sucede cn uuns pnrles,
suhsista desde tiempos muy antiguos. en otras donde no
hace mucho que Ita nacillo ,'iva sin trazas de descoucepto
ui de a nll'llaz:lI'l e su fin, y en ,'arias se haya recomelldado
y deseado por hombres de lHlen clltendimienlo é ins-
truccion 110 corta. Venlajas tiene efecti \'amente, pues si
no las tuviese lUal podda sel' que contase tantos par-
ciales: velltajaslicne compensadas con desventajas, sien-


21




~22 UlCr.IONES
do esta~ superiorcs á aquellas en cir,¡,los puehlos y tiem-
1)OS, hasla un grado asomhroso, )' predominando en al··
guna ocasion, si bien nunca considerablemente, las pri-
meras.


Una de las ycntajas atrihuidas {l los jurados es Sil
imparcialidad. Difícil seria acreditar de todo punto lo
justo de esta alabanza, pero conlO aun siendo errada
en algo se fuuda, no estará de mas averiguarle el motivo.
Consiste este en la idea constantemente ahrigada pOI'
algunos de considera!' al gobieruo empeñado ~n toaos
los j llicios, ~. parliculaJ'l1leUle en los procesos criminales.
A esta preocupacion he ~llldido en el curso de estas
lecciolles al tralar de la indepC'ndc'ncia de 10s jueces; )'
]¡(' indicado, como cu~tlqlliera juzgando desapasionada-
mente po!' fuerza ha de cOlloce!', que, sino dejan de ser
algu nos, son pocos los casos ('11 fJ lle 1 iene el gohiel'llo en
los juicios olro empeño que d de ver triunfante la justi-
cia ]l3 ra bien de los go IlBrn~ dos, y gloria)" pI'oyecho pro-
pios. Pero si los i lll'ados son poro parciales del gobierno
(l() cu~¡] no siempre sucede) suelen Sl'r hastante par-
ciales contra el9;oh;rmo por mil razones de temor \' deseo
de ama popular,'- y po!' pasioll cuando bs pasiolles p~)lílicas
cstán emhravccidas. Los jueces (lo coulieso) suelcn in-
clinarse al lado opucs!o, y licuen asilllislllO con frecuen-
cia el dcl'ccto ele que, elltlurcci,la su cO!Hl¡clon con la
costumbre de juzgar, y preocupados sus entelldimieutos
por la Olll:lilud de drlitos y delincuentcs COI! quienes sc
las esl;lil habiellLlo ú cada paso, miran ea gClIcral á los I'eos
(gcnte por lo eOlllllll !lO JJUc!la, allnque de esto hay ex-
cepciones) con cierta ct'cellci:l CH lo fundado del cargo.
l)cro aun de lo COlltrnrío ha y ejemplo, y señaladamellte
en los mismos j !licios por causas políticas; pues suele la
oposicioll lleuetrar eH el grClllio de los jueces, )' allí pl'e-
"alecer, ewsanclo entonces narcialidad á los al:usarlos; y
ac::wre 'asiwismo (ple el OJ'g~lllo Otl ac!'editar la indcpen~
dCllcia ue la toga ¡:roiluzc;l el mim10 efecto. Y si el
juez es Ú llH'il1l(lo dominado lO\' avel'sioll al supuesto




DE ])EHECIIO CO:"< STlTlTC\C' NA L 323
delincuente, los jurados pecan por mirar al nllSIllO con
indulgencia exccsiya,


En vcn/:¡d, los jurados son el pueldo mismo, yobe-
decen singularmente á las prpocupaciollcs, y á Jos afec-
los que en los pueblos r,)i1l311, Esto, podrán dccirme, es
tilla ventaja, n,) sielldo]o corla q tle los fallos de la justicia
sean recibidos COIl apl'Ohacioll, y se granjeen con la ge-
neral benerolellcia el uo mcnos comun respeto, Algo
tiene de rcnlall ó de ,¡cierto semejante opinion, pero lo
que ele ello Liello /lO es mucllO; siendo etemas las re-
gIas de la justicia ahstracta, constallte la autoridad de
las leyes mientl'Js 110 son rerotatlas, y mudables en cier-
tas épocas hasta lo SlIlllO las opiniones que dominan. Se
ha visto pOI' justo ó(lio ú mal empleados espías (1) absolver
los jlll'ados á personas sobre cuyo delito no habia aso-
mo do duua. Se lla vislO, cllando prevalecia una opillion
contraria :í la [WIl:1 capilnl cOllscn:Hb torlnría en las leyes,
declarar los j lirados rt ciertas persouas, culpadas de
horribles y premeditados 8sesinatos por causas no
solo ele ft~rol venganza sillo Ita,;ta de ruin inlerés, cul-
padas solamente de homicidio con circunstancias ale·
nuantes.


Pero aun a~i, con lal de qlIo los jllrados obrando se-
gun su coneil'Ilcia, errasen, el daDO que de SIIS malos fallos
resultaria seria mellOI' que )0 os el cOll1unísimo de que
conlra el testimonio de su conciencia procedan. En
Jos jurados no h.,)' responsabilidad, ni la puedeni la debe
haber; fa I túndoles J¡~I~ta ae¡ 1)(;113 responsal)i lidad moral
que deshonraria ú un cuerpo de jupccs ó á un juez per-
manente, cuyas sentencias fucsen á menudo conLrarias á
)a j llsticia, ó por el lallo tlell'igOI', lÍ por el de la miseri-
cordia. Hombres son los jurados com0 los jueces; pero
hombres mas accesihles, mas slljetos á cienos afectos ¡\
intereses, y sobre lodo JI lliÍcdo, rOL' cuanto en su con-


(1) En Inglaterra en Utl juirio por a~la ll'aicion en 18 t 7.




524 LECCIOXES
(]icion de particulares están llIas expuestos á padecer por
sus fallos.


De esta consideracion se pasa natuntlmente á otra
impol'lante relaliva á este modo de juzgar por el pueblo
mismo. Algunos hombres entendidos (cntre los cuales
puedo contar al célebre Destutt Tracy por COIlSlarme
que así 10 dijo en convers:lcion panicular) opillando qua
el jurado no es lo mejor posible para administrar justi-
cia, sustentan que es institllcion Lllena y hasta cxce len le
para formar ó conservar la buena moral en los {lUeLlos,
dando á todos parte, y por consiguiente empeño, en que
la juslieia prevalezca. Esto, señores, por lo mismo que
es verdad, sirve c(}mo el argumento mas poderoso con Ira
el jurado en ciertas ocasiones. Si el hecho de ser lla-
mados Jos hombres á administrar justicia y de desempe-
ñar hien su encargo los hace Luenos, dando á su bon-
dad el apetecible carácter de acti \a; la circullstancia y
aun el Mbito de fallar injustameule por fuerza lla de
corrolllperlo5. ¡ l1aro modo de persuadir á tener hucna
moral, ó de confirmar al hombre recto ell su rectitud, cs
acostumbrarle á mentir, v mentir en el ac(O solemne
de dar un fallo y mas siet;do este fallo rlado con jura-
mento! Aun en el acto de equivocada humaniJall, prro
al cabo solo de excesiva misericordia, de dedarar culpa-
do de menor delito á quien lo era de caso mayor y gra-
vísimo; aclo nacido del deseo de eximirle de Ulla pella
en sentir de sus jueces de hecho demasiado rigoro~3; los
que asi fallaban mentian faltanao ü 10 Cll1e halJiall jurado
sobre decir la verdad acerca del hecho sujeto á su deci-
sion. ¿ Qué será, pues, en olras c::wsas? ¿ Qué sel'~
tuando siendo los jurados de la mi:sma cOJUUUiOll política
que el acusado le absuelven, 110 obstaute estar su culpa
clara como la luz del mediodía? ¿, Qué en el caso peor,
si cabe, en que con insuficientes pruehas declaran cul-
pado á un enemigo, aun cuando á la declaracion haya de
segui.· una condenacion á muerte? ¿Qué cllando ohl'au
por deseo de fer aplaudidos? ¿. Qué cuando en su de-




lll! nEIU!CrrO COXSTITCCIONAL 325
c1aracion influJe la \'il~ pero natllral 1 pasiofl del miedo?Se-
llores, no son estos casos hi potéticos, no son raros: son,
sí, rctllcs)' verdaderos y por del11as frecllentes. Por
cierto si fUl'sen los jurados lo que sel' debell, lo que en
algunas ocasiones son, homhres ohedien l('S solo á la obli-
garion deljl1l':ll11ento y á la voz de la conciencia, fallando
segun Su I('al saher y entender; con el h<}hito de .iuzgar,
sobre ejercitar la justicia, se dcsprenderi:m de la indi-
ferencia COII qne suelen Ter los quebrantamientos de la
ley cuando no son en propio sino en ajello dano; pero
siendo, como Con mas frecuencia acontece, persouas
(bdas á declaral' lo que mas conviene á su interés 6 á
su capricho, con la injusticia de que son minislro,; tanto
se dañan á sí propios cuanto á la sociedad entcl'a y á.
las personas á quienes mas de cerca tocan sus dcc1al'a-
ciones.


Por eso \111 an tal' agudo y sabio, por cierto del
)¡aIldo Jislingllitlo con el epíteto de liberal, el Ginebri-
no Sismolldi 1 en ulla de sus obras declara frIe solo con·
,iene el jurado á pueblos, en donde, por reinar rígidas
opiniones religiosas, ha)" sumO respcto al juramento y
corJ'espondiente llOrror y miedo al perjurio. Pero en
llUeblos donde la fé religiosa est~ ar.lortigl\Jlla, 6 donde,
al1n en tiempos no dc incredulidad, por húbitos "iciosos
estú tenido en pOco el respelo al juramento, en casi to-
dos los caEOS entregar la resolucion de las causas al fallo
de los jlll'ilflos es dejar un triunfo ca~i seguro :í la in-
justicia. Y cU3ndo aC3ece, lo cual no es raro, que hap
en alguna tierra aversion á declarar ante los juzgados, hija
de temor ó compasion que lIeva al conocido deseo de
tlO querer perder á persona alguna, mal es de 'esperar que
allí los mismos hombres ú quienes repugna la responsa-
hilidad de testigos, carguen con la de jueees harlo mas
terrihle. A.si vendrá á ser el jurado en casos ordinarios
medio de asegurar la impunidad :í los delincuentes; yen
casos extraordinarios, y en que intervenga la política,
medio de ah solver ó condenar, no siempre con in-




3:W LECC/O~iES
justicia, pcro sÍ, alln siendo jnsl:lIl1e¡¡ll', por injustos
motivos


La hi,tol'ia Iilisma del jurallo confirma parte de lo
que acabo de exponer. En Inglalerra dOllde yo no le
estimo malo, en los casos cOlllunes obra casi segun le
dicta el jucz. En los casos de libelll es ell él costumbre
pecar por una severidad, en mi cOllcepto, vituperable. En
los juicios polítie(ls ha procedido :í veces colllra el desco
del gobierno, obrando (segull mi opitlioll) alguna vez
con justicia y flLÍ hli co proYedlO, )' otras no (au to ó aun
lo contrario. Los illgleses que le minn con desvío le
tachan de bal)erse prestado á ser dócil illslrumento de
varias tiranías ü injusticias, venidas ulIas como suele
decirse de arriba y otras de ab<ljo, es lo es, de condenar
á inocentes Ullas veres ell OLS(~qllio ú la prcpotcncia del
monarca y sus ministros, y otras 8inicndo ó por c01lar-
día ó de grado ú pasioucs populares vehemcules. Asi en
IOH tiempos de Cúrlos n, cuando la famosa calumnia de
la conjuracion papista ó c:'tLO!ica estuvo ell vúga, llegando
el general desvarío ú 1111 punto hiell ('xpresado en el
dicho, gracioso por la imposihilidad que encierra, de un
famoso « alderlJlan» ó regidor de LOlldres, de (JI¡r, era
rle temer que un dia amaneciesen lodos asc8illados, hubo
jmados que enyiahan por decenas al suplicio á desgra-
ciados ajenos de toda culpa, y alln por cargo:. que eran
desalinos evidenles. Asi algo despucs el famoso juez
Jefli:rics encontró jurados qlle sigllit'sen lo q IIC él les
mandaba, dando por rcos de muerte II los 0lllles~os á las
tidnicJ:) dernasÍ<l:> de JacolJo IJ. Ya llC allldido ú 10 que
fué en Francia el jurado en la époc::l mas violel1la y san-
guinaria de su revolucion, y tambictl he hablado dc su
conduela en tiempos mas IlJOdefl105 y nOVÍsimos, sir.o
cxell la de tacba, tampo.co merecedora de desaprobacion
scyera. Pero dc cuanto he expllC'sto pueden sacarse COllse-
cllemias y hacerse aplieaciollcs;í la silu~eioll de otros pue-
blos viéndose lJue clllllue!Jo, ('Ijurado debe lellcl'\'cnl,ljas
e3casas Ó uingllll<ts, (; illcomellientes graves y numerosos.




IlE IlilllECIIO COXSTlTUClO"AL. 327
Si s010 por Sil illd(~pclldellcia del golJierIlo hubiese de


tenerse el juradu por Illerecedor de la mas alta alab:mza,
tamLieu;í esla seria!l acreedores los cuerpos de jueces
letrados y IWrJllanCnLl's. ;\ la relacio:l de lalle,'s en ljue
Jos ,jueces mudables y <le hecho se hall mostrado Vl'l'-
daderamenlc scni!t~s, esto es, instrumento" sumisos y
serviciales de flll1 fllei'l,a p,'Cpolente, bien podria aCom-
pañar otra en qll(~ los t03adus l'csullaSt:ll acreditados de
resisti!' á los gohiernos lilas aJ)solntos, llevando á veces
hasfa dentro de los tÓ'lllinos de la itl.illst~ rebeldía su
illdep~'nJ.:ncia. Los parlameutos de Francia, bárbaros
á menut!o en sus St~lltellcias, alln en ~pocas llasianle mo-
Jernas, no era pOl' su docilidad ú los deseos de la eórte
por lo que se senalabau. Y en lluestro:,; dias (á lo menos
en los do muchos que vivimos) jueces letrados españoles
dieron uu ejemplo, e;¡liflcal]o por los mas de accíon de
lIoble entereza y .Justicia, y mirado pOI' otros, y enlre
estos pOI' mi pobre persona, como accíoll digna de ser
calificada de iujnsla hasla ra~ar á ser facciosa; pero no
}¡i,ja de senilidad cierlamcule. Aludo al caso en qUé', acon-
sejado el pl'Ín<:ipc bel'edel o ue la corOll~, desplles el Se·
¡Jo!' Don Femando VII, á cntral' en tralos COl! un mo-
narca extrafljero reci 110, Y Ilelll:l~ia¡Jo poderoso, J por
Sil origen temible ;\ la fa!lIilia CH Espaüa reinaute; los
consejeros de tau crimillal desltino fucronjnz3ados por
una comisioll do j lIcces an ligllOS, y, ell odio al valído de
Cárlos IV el POrlllI'O,O príucipc de la Paz, mas ahorreci(lo
que serlo merecía y elll:migo del príncipe de i\sturias y
sus pareíalf's, ('litre ('(IlIiyocado aplauso IIn:\('rsal ahsuel-
tos. Asi, en 11110::' y olros, en di\l~n;ú~ líl'lll}lCS ~jll() con 1"
misma fl'ecllcueia, y <~n igll:,l grado, sen ilid:ld, indc-
pl'nt!('!l('ia, rclJeldí:l; pero no ('S por este lado solo por
donde ¡]cll(~ se!' (;ollsidel'ada para ;¡proharla ó desa1?r0~
barlann3 illslitlH,iOIl 1'11,\,0 ohjdo ('S administrar hirll la
j llslieia ('11 lodos casos.


La aplic<lríoll del jili';ld" SI' ha hecho en E~p:lüJ, co-
I 1 ! ,. 1 1 1 .".' 1lI0 sa )\'11 tUL O', ! ) () 110 le ld',ptUO UI: ,.( \t'l tll, a i/)~ JU1-




328 J.ECCIO~ES
cios sobre acusacioll tle delitos cometidos por la via de
la imprenta, y cuando se lt'ató primero de hacerlo an-
duvieron muy discordes los pareceres sohre si era el caso
ile los impresos cimas conveniente para hacer el ensayo
de tan célebre instilucion en nuestra tierra. Belljallliu
Constan!, cup autol'ída.1 hoy no teuida en muc\1O gozaba
del primer concepto cn los días á que me rcfiero, h¡¡bia
dicho que á los juicios tales mas que á otros con venia
el fallo de los j lleces de hecho, no letrados, decidiendo
segun su leal entender, y variando en cada juicio. Pero
en 1820 de nuestros mismos diputados y escritores muy
admil'adol'es del publicista ftancés, hubo varios qU(· se re-
sistian á sujeta¡' al fallo de los jurados las causas sohre
impresos, fundándose en que par~ conocer la malicia de
un escrito se ha menester sel' due¡;o ue conocimientos
nada vulgares. ¿ No es un yerro (se decia) que la ca-
lificacion de obl'as del ingenio sea encargada á hom-
Ll'es que serán en muchas ocasiones rudos? Solo el
sabel' y la experiencia df~ los letrados pueden :t!callz3I':í
descubrir la alusion maliciosa, la provocacion al delito
bien solapada, el veneno hien rebozado en suma, que
puede contenel' un escrito, y por otro lado peligro IJay
de que la rudeza asi COIlJO en el aosol ver en el condenar
desacierte, equivocando con el de3man vituperable la
fuerte, pel'o lícita censura, y la justa queja. Esto, seño-
res, segun mi corto en tendel' era un yerro, y yerro de
bastante bulto. Sin duda alguna los jurados y('rran y
deben errar en sus juicios, pero no es tanta su incom-
petencia para juzgar de lo que es ó no delito en materia
de imp¡'esos, y si en este punto pecan·gl·avísimamentc, no
nace de ignorancia su pecado. No pOI' su mérito litera-
rio, no por Sil intencion tampoco, sino por los efectos
que pueden producil'las obras en lo general dc los lec-
tores, han de !oer condenados ó absueltos los escl'itQres
puestos en causa. Ahora, pl:es, lo que á cillco de doce
hombres no parece bueno, ó al revés no parece digno de
condenacion, no pucde.contencl' calidades PCl'cr.ptibles al




mi mWECIlO COSSTHl7ClOSM.. 329
"'llgo, Y en el '"'ligo es I'n el que C:Hisan d3ños 103 escri-
tos dañiuos. )Ial podia conLribuir á suhverLir las leJcs
de un ESfado )0 quc solo á la compl'cnsion de los
ingeniosos y sál,ios estmiesc pateuk. Mal podria movcr
á sedicion á la muchedumbre lo que por lo sutil se es-
conuiese á b penetracioll de UIIOS mcdia nos entendi-
mientos. Asi, pues, 110 cs pOI' lo rudos por lo que los
jmados pec:lJ\ cU:ll1t1o solH'e un escrito truiJo á su tri-
hunal f;dlan. ]'01' lo (l11e reran, sí, es por apasionados
parciales del alltor Ó coutra el aulor, por lo medrosos
de las consecuencias inmediatas ó lejanas que su decision
puede acarrearles. En Illghterra, donde para los jurados
no hay peligro, ya se declaren duros y clementes; don-
de, no estando encendidas las pasiones, ni enconados los
odios, prevalece soLre los afectos de hanuería el respeto
al interés de la justicia y á lo sagrado drl juramen lo; los
jurados (por cierto allí en lo general hombres no pOI'
demas :lgudos ni instruidos) no fallan en casos de im-
prenta peor mi mejor que en olros caws, ó si por algo
pecan es por condenar á los acusados de libelistas; hien
tlue allí no es esto tic e:draii3r, pOI' ser las acusaciones
de esta clase, 531\'0 en causas de particular á particular,
poquí5imo frecuentes.


Entre nosolros ha suct'tliJo olra cosa. Con toJa mi
repugnancia á referil'me á asuntos del di:l, pero teniendo
que buscar en e1l05, agi como en los pasados, ejemplos
para ilustracíon (le mis doctrinas, :lpelaré á la memoria,
:í la conciencia de todos cuantos me están oyendo, y
les ¡lejaré que en Sil illteriol' me I'espondan si la con-
uuct:l de Iluestros jUl'auos al juzgar á los escritores y sus
obras ha sido ó no conforme á lo que de ellos exigen
la justicia abstracta)' la misma le3islacion vigente. No
puede ser duJosa la respuesta, pues la dicta la razon sin
que deje de ;¡(urnhrarla el interés; pOl'que como en los
continuos vaivenes tlel Estado y mudanzas de la for-
tuna ha toc3(lo ú todos ser ya de los vencedores J3 de
lo~ y(lllcidos, todos han tenido que !Ioral' Ó que irrilaI'Sl',




330 LECCIONES
y á mcnudo (¡IlC avergonzarse viendo {¡ muchos jucces
de hecho, ó por temor, ó por afectos de nmO!' ú odio, ó
por otros menos ó mas malos mOliros, dl'jn¡' correr im-
pones los lIam. micntos á la scdicion, las detracciones
am:1rgas de las cosas mas YCllcl'allas)' vcnerables, )' las
calumnias m;¡s atroces. Sí: los juicios sohreciertos
impresos entre nosotros üllimamenle han sido ulla ce-
remonia para canonizar delincuentes, ell que al escándalo
horrible de uu cscrilo perverso hall seguido otros es-
cándalos mayores en el jnicio y la sentencia. Sill duda
valdria mas decir: (<torIo es lícito, si estú impreso; aun
)0 que hablado seria ddito» y dicho asi, no s:ljelar los
im presos ;í j Ilicio algnno, que sujetarlos de un modo por
el cual la ley destinada á c2.s!igar los excesos de la im-
prenta viene á ser en todas las ocasion~s quehrantad a.
y por lo que cumple á mi propós;to, y usando estos
ejemplos pOI' ,ia de ilustracio)], si se ,e que ha} tiem-
pos y pueblos en r¡ue el Jurado sc hace tan mal instru-
mento de justicia; sígucsc Jo ahí ']110 no es él acomoda-
hle:í toda51as circunstancias, y por cOllsig1liclltO 110 iu-
dispensable en un huen gobierno, allll de los couocidos
con el título de libres.


Pero no por eso mc pOllr!rl: yo, scílorcs, cutre
los que para todas cirCllllstaucias de l:poca Ú puehlo le
dcclaran pernicioso; pues si le tellgo por illSlilucioll
imperfecta, y con prodigiosa aptitnd ;1 cOlltra(~r vicios
graves, creo que COlllO otras illstituciotles defectuosas
(y perfecta llillgiua llay, lIi sifllliera S()31111 collcebimos
la perfeccioll los hombres, clly:lS facultades son tan li-
mitauas) con la practica dilatada, en Ilaciones dowle
hay mediana moral, la dúsis de ililstr~tI:ioll sulicietlte a
saber lo (Iue cumple ;\1 comllll provecho, y sobre tOlio
quietud} IHl predomillio dc la ley y dd tÍl'flclI, asegu-
rador del respeto :'t los procedimielltos .Y fallu" jndi-
ciales y alllpal'adol' de los juetes de llecho en el aclo dI'
hace!' el oficio de lales; puede !lO solo perder ruuchos
de Sll~ defectos sino IlctSLt lll'gel\, á h,IGeJ'iw vcnLljoso.




D), IIEHECIIO r.m·STlTrCIOX u" 531
Illlpo,;ible es adivinar, selíores. por (ltIO caminos y
hasta qlle pUlltO progresar:l el linaje lJUmallo. Pero el
sugcto que ocupa esta dtedra, amante, corno cualquiera
de sus oyentes, como cualquiera criatll ra pensadora y
sClIsilJlc, de los yerdaderos progresos de la sociedad)' de
la legislacÍon I sin osar :i pllato de arelltllrar nn~l COll-
jetura, se coulellta cnu abrigar deseos, y h:lcer al ciclo
\'0(05 de que llegue para eImllndo, y especialmente pa-
ra su patria llll ¡Jia, en que ü cou el jurado ya posible,
ya lilllpio de los borrones que ahora aqui por fuerza han
de afearle y ycrdaderaltleLlte le afean, ó por otros me-
dios discurridos por filósofos jurisconsulto:;, llegue nues-
tra España á pose('l' lo que hoy sobre tOllaS las cosas le
falta; lll1a iuieiosa, ilustrada y firme administracion de
justicia 1


Sellares, acaso el punlo de los jurados es elünico
de que es forzoso hah1ar :\ Ull profesor del derecho po-
litÍco constitucional cuando trata del arreglo de los tri-
bUllales y de otros puntos relativos ú la legislacion cri-
millal ó civil. Otr"5 partes de esta ciencia competen á los
profesores de la Illisma, y ya en estn c:ítedra !Jan sido
oidos alglllll1s 11IIe han desclllpeílado Sil larca con acier-
to y ¡llslre pl'opio. Atl'eyimiento seria en mi hacer en-
tradas illútiles en terrello extralto, tanto mas cuanto el
de la jl1l'isprudellcia lo ('S para mi de todo punto, pues
(llIió torlos Illi~ ()Y('llte~ saben que soy un pO]J\,e lego,
110 hahiCllIln alcalizado siquiera el gradü tle bachiller,
allnque hable hastallte.


Hay sin (~lllhal'g() algll!las materias á bs cuales se
hace preciso tocar siqniera de paso, 'j' por encima, por-
quc han solido incluirlas en L1S conslituciones moder-
lIas los artífices de esta especie de obras.


Convienell por í'jPlllplo CJsi todos los publicista;;
en cOllsirll'ral' ('01110 punto dig:lo dr incluirse cn las
COIlSlilllCio,w" L\ pro]¡ihicioll do dar tormento á los pro-
cesados, por :i:~l' HU medio sobre inútil para la a\erigua-
ciou de la vel'thd el¡ \ll) poCCtS casos,)' sohre hárbaro en




532 J.ECC(o~ES
demasía, propio para reLajar la diguidad del hOluLre;
]a cual h:lll tIe tirar las leyes á mantener entera y su-
bida, cOllltibuyendo á ello en cuanto sea dable.


1\'Iateria es esta sobre ]a cual parece inútil haLlar, es-
tando corno están hoy cOllyenidos los homhres ,'nla opi-
Ilion que condena el tormento y este fuera de uso; pe-
ro quiz:'¡ no está de mas aludir á él para declararle in-
compatible con un estado de sociedad y un gohierno
media~](1s,)' digna de ser expresam~nte declarada la abo-
licion absoluta; porque nadie es posilJle que acierte ú
calcular hasta qué eItremos pueden Ilegal' los hombres
en dias inquietos y revueltos; y los nuestros si por un
lado son de ilustracion, y costumhres, blandas y sua-
ves, en algunas tierras lo son todav" a de odios acervos
y vehemenles.


Otro punto relativo á la administracion de jllsticia
es sobremanera importante, y por eso está incluido
como precepto en casi todos los cuerpos de leJes polí
ticas llamados constituciolle\l, mirálldosele como parte
necesaria en la composicion de lo que se apellida uu go-
bierno libre. Hablo, senores, de Ja puhlicidad de Jos
juicios. Materia es esta que mas que otra alguna acre-
dita cómo una ley ó práctica, 'lUcna en sí, y en general
casi necesaria, puede sin emhargo en algunas circuns-
tancias no solo esla!' acompañada de males sino de di-
ficultades, que hacen su adopcion casi imposible. Ha-
blando de ello me es preciso proceder COII aquella cau-
tela, aquellas dudas é indecision que COlljUS[O motivo
me cchan en cara como mi gravísima culpa, y en la
que, con todo eso, por no acertar á enmendarme, me
mantengo impeniteute. Una person:l, á quien deho es-
tar sobremaneraagl'a(lecido, en el juicio demasiado fa-
vorable que hace de estas mis lecciones, d:índome elo-
gios muy superiores á mis merecimientos, me tacha sin
embargo de ser por]o comun en mi ensciíanza negativo
y siempre poco firme y confiado en mis asertos; y yo
me dl'c1aro y confieso digno de tal sentencia, pues veo




DE DERECHO CONSTlTtGION"AL. 335
tn muchlls cosas t~ntos inconvenientes por el uno y otro
de los opuestos lados, que como el animal imaginado
para cxplicar cl libre albedrío, puesto entrc dos mate-
rias tcutadoras, j~ualcs á mi vista cn caulidad y calidad,
capaz soy tIe cstarme hasta morir sin resohcr á cuál ho
de da!' la prcfercncia. l'ero valga la 'verdad, señores,
casos hay, y COIUO acabo de decir y repito esto es uno
de ellos, en que la atenla cOllsideracion ;l cosas exce-
lentes; óptimas y que dejau de serlo en fuerza de las cir-
cUlIstancias, bien justifica hasta el extremo do la cautela
y la duda.


En efecto, el ser púhlicos los jtlicios parece indis-
pensable no solo á Jiu de que se administre la justicia
con pureza y rectitud, pues eso faltando este requisito S6
consigue; no soló á fin de llegar mejor á la averigua-
cion de la verdad, pues á eso si en genera] sirve de
alLlIlar el camillo, otras ,"eces pone embarazos; sino á
¡iu de persuadir al pueblo del acierto en los fallos da-
dos, y de la limpil'za y observancia de las leyes en 103
procedimientos seguidos; de ratificar con las senten-
cias de la opilliou las pronunciadas por los tribunales; y
de hacel' pOI" estos medios aceptos y rcspetables á los
ojos)' en el concepto de todos los actos y decisiones de
b. justicia. Con Jos juicios secretos el inocente plJesto
t:ll cau,>a y absuelto, aun con dec.laracion que deja su
lJolUbre ~in la lIlJS le\-e mancha ni sombra, no quedl1
ante el público en el 11I1;ar mismo en que han que.
l'ido colocarle los jueces al reconoce.' su inocencia;
y la misma duda qne sohl'c las ahso!uciones hay sobre
las coudclIas, ya sc mire la cierta prueba del hecho
8(1)1'c que rccacn, ya su proporcioll á la gravedad del
delito al que dau castigo. Todo esto es cierto, y sin
emhargo esa pulJlicidad saludable y necc~aria. en algun
tiempo, entre algun pueblo, como por ejemplo en
nuestra España ahora, IlJ'Oduciria el fatal efecto de ha-
cer imposible la prucba del delito, y el castigo y escar-
miento de los delincuentes. Los testigos que aun am-




55·\. J.ECC10XES
parados con el sccreto dclautc drI jucz y el escribano
por miedo de las resultas <¡ne sohre ellos pucden traer
sus declaraciones prevarican ¿ cómo es posible que se
atrniescn á decir la vcrdad puestos frellte :í freute con
el acusado, y temerosos de que al hablar sean oidos por
los amigos de aqucllos á (luictlos ddJC ser falal lo que
digall '? Bien es vl'rdad qlle este lIlal ha menester reme-
dio, y que dejarle como est:í. uo cs el modo de reme-
diarle; pero, sí es preciso trabajar cn ello, ha (le proce-
derse en el particular con paso leuto, haciendo prime-
ro que las leyes se:lll respetadas y ohservadas, infun-
diendo y arraigando cn el vHlgo la pcrsuasioll de qllc
asi sucede y ha de suceder; en suma, preparando con
]a educacion moral á los testigos:l cumplir con su
ohligacion en público, sin micdo, y sill peligro (lile
au toriec los temores.


Otra cosa que en algunas constituciones se !Ia pues-
to, y no es de ellas ajena, es la prohibicioll de qne cn
caso alguno á los condenados por j nsticia seaa confisca-
dos los bienes,


En cuanto á reprohar la cOllfiscacion hay entre Jos
juriscoüsultos casi tanta coul'ormidad COIIIO para desa-
probar el tormento, pcro tanta no, y la pr:',etica de la
libre é ilnstrada IlIglatel'ril, donde el scgnndo, hace ya
dos siglos)' mas que no es conocido, 'j' la segunda hoy
todavía subsiste, acredita que esta cuenta aun algunos
partidarios. Y en verdad linos cuantos de los demócra-
tas extremados no le II1U(~,trail oj(~l'iza, acaso porque
sus doctrinas en general en lo q IIC toca á la propiedarl
son pOI~O escrupulosas. De N apoleon , caudillo de la de-
mocracia l)or excelencia, no ollstante su aficioll :í pom-
pas cortesanas, y á crear 1l0blt~S !l llevas Ó rodearse de
los antiguos; se sabc quc I'nl 8 I;j uila de las co,as que
mas se rcsistia ú adoptar de las i L1sti tllciolll's llamadas
libel'ales, era (JI pl'obihir la cOllliseacion dc los hienes
oe sus contrarios. Y en nucstros dias, y (J!l I1llpstra ¡irr-
ra, }wmos visto asomar· cl mismo afecto pn {!/'lltf'S qllr




DE DERECHO CONSTl1TeIONAI.. 53!)
pretenden llO SúJo srr Jos amantes lilas apasionados dQ
la libertad y de los progresos, sino llasta tener de/'echo
casi exclusivo :í la posesion de los objetos de su viva
ternu ra.


Es verdad que estos no recomendal,an la confisca-
cion á las claras y en términos que repugnasen, pues
al revés se valiaH del rodeado y dulce raciocinio y es-
tilo siguientes . .Pues los malvados (ya se sabe que es-
tos son los (~Ilemigos) con sus excesos han causado á
Jos ¡menos enormes padecimientos y q llehrantos, raza n
es que COl! su hacienda de ellos los indemnicen. Asi
con el J)it~lI sonaute ténnillo de indemnizacion á los
buenos (ú los bllellos, digo y 110 me valgo de otra voz
para que no suene dem(lsiado como alusion á un ban-
do) se pedia la aplicacion de lo que era de unos á
otros; la coufiscacioil en suma con toda su iniquidad,
en virtud du la cllal pngall illOcl'utes familias los yer-
ros y aun :'r Yl'CCS solo la mala fortuna de aqucl de ellas
que Ira sido condenado por su eOlltl'ario triunfall-
te. H~·I)ia sí en usta conflscacion disfrazada de indem-
nizacion un Plltlto en que el disfraz ó la diferencia en
el nOflll,n~ vellia á serlo eH la cosa mism3~ y es que los
reyes ú gohiernos confiscaudo aplicaban los hienes de los
condenados~ segull la voz HI iSlIla lo declara ~ al fisco ó
sea la Haciclllla pública; al paso que los que indemuiza-
han IÍ indclIllli7.ar prctelldian Ó pretenden, aplican ó
quieren aplicar lo de que á sus caidos contrarios dc~­
pojan, sino al propio provecho, al de S1lS amigos ó
allegados. Esto mismo hace mas temible la confiscacion,
y por eso aconsejo y reeornic;l(lo J<l su aLolicion ex-
presa, 110 ignorando qne ú la ignoraJlcia no repugna, no
obstante su initp,idad, y (IlIe de la ignorancia saca par-
tido la malicia. En prueba dc lo primero, es sabido
que al vulgo aplace la idea del Talion: qne el « dil'llte
por diente y ojo 1)01' oJO) es idea alltigna y (llrro con-
forme á lluesf.lOs illstintos natul'nles: que'la :uhsana-
cion de . daños padecidos, }H'c1J:.1 (101' el mismo tpW los




55(; LECClO~ES
ha causado parece justa, y aun tendría de ello mucho,
y hasta lodo si no se hiciese á costa de inocentes; por
lodo lo cual la confiscaciol1 Ó sea el traspaso de los bie-
nes de unos á otros siempre tendrá parciales, y merc-
ce por eso mismo en mi sentir una reprobacíon esplí-
cita al pHr que severa.


Una cosa, señOl'cs, que es propiamemle parte de
los códigos, luvo entrada en nlleslra Con~tíl ucioo de
1812, hien 'lue en ella y particularmente en la parte
que trala del poder judicial, hay gran copia de dispo.
siciones puramente reglamentarias. Hablo de la prohihi-
cion de tomar declaracíon bajo juramento, tral;índose
de hecllO propio. En punto á tomar declaracíon ~, los
acusados sohre el hecho porrtlle eslán en juicio los in-
gleses, de quienes con el jurado se Iaa lomado tanta par-
te de los procedimientos judiciales usados lao)' en Fran-
cia V otras naciones. llevan las cosas tan :ll1eude los tér-
mir;os de la razon, que no consienlen qlle á aquel :í quien
se está juzgando se le haga pregllnla alglllu res;lOndien-
,10 á la cual pueda acriminarse á si propio. Los meros
practicones ingleses, el pueblo en general)' aun algu-
nos jurisconsultos de nota y mérito, :lprueban (an esme-
rada solicitud en fayol' de los rcO!l; al paso que los r:l-
dicales Jilósofos con Bentham !'lI maestro, J yarios 110 de
la misma opiuioll, rcprueban UIU pdctic:l I'O\' donde la
a\'criguacioll de la verdad ell las CJllsas erimillalc,¡, p
de snyo difícil, se hnce m:lS dificnItüsa. En Francia [,1 có-
digo de pl'ocedimienlof:. criminalps, en gt'au mallCl'a me-
jo!>a de las fOI'mas jUllieiales ingles:ls, y en alguna corla
cosa inferior á Sil modelo, consiente rt ue se tome deda-
l'acion al acusado, y hasta hace de la misma Jcclara-
dOIl la basa cn que el proceso eslriba. Por e1'le ültimo
método me declaro, señores, no dando á mi p:lrece¡'
m:1S importancia que la que puede tener el ,'010 de quien
pa!'a (larle es ca.>Í incompetente, y asi lo conoee y con-
fie!>:I. Si la averiguacion de la vcrdad no es el lÍlIico ob-
jeto en los jniªi05 crimillaleF, ~ 1., menos es el principal;




DE DERECHO C01'lSTlTUCIOXU. 337
V á él dehen ceder todas las consideraciones, salvo las que
llrescriben atropellar las le.ves de la humanidad ó buscar
Jo cierto (101' el camillo de una accion mala, proJuclora
de daño mayor, si cahe, que lo seria la impuniJad de
los delincuenles. Por illhlllll~no deLe ser y es reprobado
el tormenlo, asi COIllO por incol1(luccIlte al fin qnc se pro-
pOlle. Pul' iumoral deben ser couJenaJos otros medios,
cu)'a ellUmCl'acÍolI scria lar('a v difícil pero cllj'a cali-~ ~ ,
dad y nlÍllIcro son averiguablcs COI! pensar las el)sas en
que Ls reglas dc la llloral SOIl quehrantadas. La declara-
cion tomada al I'CO no está en mi entcnder ni en el
uno ni cn el otro de los dos casos á qne m,) refiero, y
el prohibirla lIace de un p(~uSamielllo ó de nu afeclo excc-
sivamcnte misericordioso y equivocado, de aquellos (lue
nueslra caltlllluiada edad abriga y difunde, eXIN'mándo-
los y s,¡dudolo:; de (luicio, aUllque no por ello sea de
"ituperar, pues /lO siendo llevaJos al extremo, nobles
son j' mucho CllllliclI('l1 S~IlO y IHo\'echoso. Pero si no
hay ineonve!lil~llte y sí ventaja en lomar declaracion so-
bre hecho propio le hay y gravísimo en tomarla bajo ju-
ramculo, pues y~ en este caso por llegar:í la 3Yerigua-
cion Jc lo tiel'io se loma un aclo inmoral posible y has-
ta probble por camilla, pO!lil~Ilt!U al bombre en situacion
(le jUlUl' en falso <Í de hacer aCl'imill:índosll á sí propio
lo que 50i 110 es viIUpcrabl(~, tampoco debe exigirse ni
se logra SillO en raras oCJsiones.


Así, aunque considero impertinente introduci¡' en el
cuerpo de leyes polílicas setíalado con el nombre ete Cons~
titucion, la prohibicion de tomar juramento á los acusa-
dos cuallllo sobre hecho propio declaran, apruebo que
lal prohibicíon exista.


Otras cosas relativas á la administracioll de justicia
y á la legislaeion ei,-il j' eriminal sollre ser ajenas de mis
tareas, lo son (le mis eorlos cstuJios. Lo que sí reco-
mendaré es la formacion de códigos tan necesarios en mi
entender á la relicidad de los pueblos, que su impol'l~n­
cia t~S sin duda mlly snperior á. la de las constituciour¡.;.


22




Sin {'mLal'go, seÍlores, los c¡¡dígos tienen conlrario!!.
Los tienen numerosos en Inglaterra: los han tenido y de
nota en estos tíltirnos tiempos en la ilustradísirna y lilo-
8ófica Alemania. Por 011'0 lado el inglés Ikntham y sus
discípulos se Jeclaran en Sil favol' ponderando su ne-
cesidad y Yenlajas, y el ejemplo de Francia y alguna
otra nacion los abolla.


Dicen los enl'migos de los códigos que las buenas
!e)'es no dehe'!l ~er [léChlts á prior¡:, y con arreglo {¡
máxilllas filosóficas l las cuales \lO loman eu cuenta el
(~slado ¡le las respeeliv:ts socirdades, y que alln dOllile
\¡'.)' có.ligos, como sllcrlle ell Frautia, nacclI ;í cada paso
t:,ISOS IIlll'VOS en ellos 110 previstos, por dOllde viellell ;í
agregarse á la autoridad de las le)'Cs la de los comenta-
dores y la de los precedenks; no lográndose asi el sa-
ludable objeto que en los mismos códigos Ee busca y que
f~n senti¡' de sus npasionaJos se consigue. Esto es cierlo
en parte, y sin emlJargo, yo en mi pe!) lICIlCZ no juzgo
qlle compense las illcontestables YCnlajas de tem'f le-
yes medianamente buenas)' claras. Be lo quc si dd)c
cuidarse al hacer los códigos es de conservar en ellos lo
que se adapte á las ideas y costumbrcs del pueblo en qne
hayan de S( 1" puestos en práctica, pero con pulso y á la
par con brio, y sin caer en 1IIJ 1101'1'01' nimio ú la inno-
vacian, la cuallambiell es en JIIuchas ocasiones proycc!lO-
53 y en algunas necesaria.


:\¡ merece ilienos alcncion la kg¡slacion civil íJtW la
criminal, aunqlíl' por razones honros:,s á la Itlllllalla I13-
llIralcla, como Itijas de nohles pensamientos y 'lfecl3s ;í
esta líllirn:1, se atienda con preferencia. De la pril1Je¡'a
!lada puedo, ni aun si pudiese querria decir, pues .Iisla
mucho de las sentencias de que trato, pero una cosa re-
lativa á ella no callaré porque toca á un asunto sobre
el cual he hablado en la parle primera de esta I,:ccion, y
po:que, acredita á ~ué e!lremos puede llevar el deseo de
ImItar o remedar' a bulto. Cuando en la ::.samblea tons-
tiluyentc de Fral1ci::t se propnso y adopló qnr hnhipse




DR IHB\F.CHO eOl'!STI1 UCIONAL 339
jll1;\llos eH las causas criminales, pidieron muchos de
los Ji\lUlados del partido popular que los mismos jueces
(le hecho fallasen en las causas civiles, solo pOl'que asi
f>C I¡JCÚ en Inglaterra, y DO es esto lo mas singular, sino
que 1',-,1' uo haber conseguido su deseo los mismos ex-
e/alllar;;:! con empella y calor que pOI' no admitir á los
jurad O~ ~í. tener parte en las sl>Dtencias de los pleitos ,da
cal1~<. dl! la lihcrtad estaba perdida,))


H;; dicbo, sellares, lo bastante y aun mas que e1l0
sin dUla ell maleria de leyes que no lo son políticas
propi;\Iuentc hablando. Tiempo es de volver á mi mie;;
propia d~sl)lleS dl) haher metido la hoz en la ajena. En-
tran; pues en mi Icccion próxima en la cllestion de los
ayunta;n¡,mlos y diplltaciones de provincia, procuran-
do al tl'atLirla desentenderme de nllestra situacion presen-
te 'j r¡,¡:icn p,1s;¡da , y huyendo hasta de la peligrosa in-
c1iuacioll que lleva :í respetar á un poder perjudicial J
caido, generosidad que á costa de la verdad se ejercita,
viniendo:.i :.;('1' .~ntonces UII medio de ganar el favor yau-
ra popular Ijl!(' )'0 en mi humildad repruebo,






I.ECCIOM DECIlJIA.QlJINT...4..


Señores, despnes de haber tratado en mis lecciones de
las partes principales del derecho político constitucional,
de haber examinado las doctriuas en que estriban 6 sue-
len querer sentarse los gobiernos, y dado mi parecer so-
bre la parte necesaria de las constituciones, bajando á
menudencias desde la consideracion de las máximas ge-
nerales y abstractas; hahiendo declarado mis opiniones
sobre cuáles deben ser en los gobiernos conocidos con el
dictado de constitucionales ó represenlativos, las pr ere-
galivas del monarca, y 103 atributos y facultades de los
cuerpos colegisladores y deliberantes, y explicado se-
glln la ellliendo la responsabilidad de los ministros, y
el modo como ha de exigírseles; en suma, agotada ya por
mí hasta el punto á que alcanzan mis poLrcs fuerzas, la
parte principal de la vastísima materia que lo es de este
curso; torlavía me queda uno de los puntos de mas ,'alar
entre los que nos ocupan en estos estudios; punto en sí
de altísima y constante importancia, y al cual se la han
dado y dan mayor sucesos de nuestra patria rccicn pasa-




3i2 I.ECnON~s
dO!! y presentes, á 108 que me refiero por ser e!!\lc nucsh't/
novísimo y actual ejemplo indicio)' aun clara rr.uestra del
grado á en que puede influir la rcsolllcion tle la eue,,-
tion qne voy á tratar en las leyes po:ítieas J Sl!:,rle de
otros plle!llr)~ en olras orasioll! s. lIablo, ~eíl\ res ~ de Jo
que son y j>Uf,Jcll y df·Iit'H ser los fncrr'us ¡\amados mu-
nicipalidades ó concejos Ó :lJunlamientos, así como de
los cuerpos colotados al freJllf~ del gohir:;:(I económico
fle las provincias en Francia COIl el I í¡ ii!O de consejos de
depal't;.mellto, y en E~paña con el dI> dip"laciones pl'O-
villciales, Y como explicaré despues, al paso Ijlll) la illl-
portancia ce los primeros es constante, y en ludos tiem-
pos grandísima, la de los ~egllntlos harto ir¡[¡.rior, solo
:l~lquiere \'alor crecido en fuerza de 31gunas cirennslan-
ClaS,


El ayuntamiento e~t;í al frcllLe de \lna dudad, ,,¡Ila ó
lugar, es decir, de \Ina poblacíon, )' quien al(,Iltamcnte
examinare la sociedad, \'CI'Ú CiIW la eindad ó congn'ga-
cíon de familias en un puehlc, eOIl ('ierto inlerés COlllun,
es 1I1l0 de los primeros elementos qlle b ('OmpollclI. El
(~slado nace de las f:Hl1ilias pasando por la fOIIll;lCioll de
estas en pueblos ó ciudades, Asi el ayulltamiento como go-
bierno de un pueblo y como Sil rrprescntaeioll, en cuauto
lo es de los gobcl'IIados todo goJ¡i(~J'Ilo, es \lna cosa ma-
ttrial tanlo cuanto moral, y I'S la basa, el núcleo de la
soc:e(lad misma, y dc la socipdad política la primera for·
lila. Si la ciudad es p cosa algo mas artificial (lile la fa-
milia, )0 es infinitamente n~!'aos que el eSlado. Hast3 pa-
ra conocerlo, notar que en la p·imera los moradores se
yen y se oyen IllJOS ~i otros, al paso qlle rn los Sl'glln-
¡Jos, si bien quienes los COOlporwn e~lán ligados rntre sí
por lengua y leves comllnes, por i:.,:al religioll y por ,i-
"ir /¡aj~ el 'mis~llo gobierno, \'íll~lIlos toJos fuertes y
apretados, carecen de lo que esfuerza J aumen13 un in-
terés comllll el 41star su esencia yeft'Clos constantemen-
le dando de sí teslimonio á los ~enlidos.


Cuando se trata oc aYllntamientos es CI!r301'dini\rio




n& Dr-:nBClfO CONSnHiCIO:lA[. 5 Hi
E'l clímuJo de idcas q'ln agolpadas se presentan :í la IIlen-
te,y tal el de opuestos intereses,)' de contrarias doctrinas
que viene todo ello á ocupar y un tanto á confundir el en-
tendimien[o, el cuallieue mucho que co nsiderar, mndlO
que escoger, mucho qlh~ desechar y harta" r.osas di vrl'sas
(]l1e jnntar en nna. Preséntase por un laJo 1:1 respetable
escuela histórica, Pl'ctcndi(>lldo fine se couservelllos anti-
guos ve[}el'ando~ y vellerado~ UIOS, y q lle se mejore des-
trllyendo lo menos posihle; y pOI' oll'O lado la r:lZOIl,
alumbrada por la luz del ~ahel' y de la experienci3, d~!
huenos preceptos para rll~Hlal' el gobierno de los Jlueblos,
COI, .. e!acioll al de lo" estados dé' que son parte, sino en
cimiento~ diferentes, ('011 mlly diversa traza y proporcio··
nes que las que !'irl'ie¡o¡1 ti la socit~dad antigua. Asóma-
se el interé" ¡ndi\ idnal (<¡ue lal "iclle á ser el de la ciu-
dad si se le pOlle el! eflll:jo con l'l del Estado) preten-
diendo soltura y alegando justas razones para conseguirla,
pues él sabe vol "el' por sí y de que cada poblacion mire
por sí y logre su bien, puede resultar el I,ien cOlllun de
la nado n ; suma que a I cabo consta de u nidades y con-
jUlltO, á cuya felicidad contribuye por fuerza la de sus
partes eom ponentes; y aparece contrapuesto el provccho
IlIíhlico, abogando porque á él sean sacrificadas "cnt::jas
parlicnl:'Il'cs, y manifestando títulos de pl'eferencia, que se·
l'ian jusfos y completamente dignos de ser atendidos sino
resultase que los gobiernos que de este comun provecho
SOl! l'epresl:ntantes y agentes, suelen no servil' bicn á su
poderdante, pecando)'a de malicia, ya, y mas ú menudo
dc ignorancia.


Entre pretensiones tan oplwstas , y qu\~ tOlla~ liüllCU
algo de justicia en su apoyo, quien ha de fallar, anncí'le
no sea como yo cauto, irl'esoluto, tímido, sino all'('vh
atrevido y arrojado, pero sin rayar ea temerariú, f'lIrl'-
za es qoe proceda pansadamente, Coa mesura, COIl cau-
lela.


En la CllcstiOI1 de ayuntamieutos mlls que en otra :.11-
~lIna, es a~\'cct.lora la llamada escuela histórica tí ({l1e




5l4- U;CCIO~E~
sea oida respetuosamente su voz y seguidas ell mut;[¡a
parle sus doctrinas, porque las bucnas ICJcs (<{nc no
son lo mismo que las Luenas máxi lilas) nacen, tanto
cuanto dejusto'l y sanos principios, de las circllllstancias,
y han de atemperarse á lo~ liSOS y costumbrcs de los
pueblos á qlle están destiU'ldas; y en la cucstion que
ahora examinamos, tiene esta doctrina valor mas subido,
siendo en grado superior perjudicial la violencia qne se
ejerce sobre los pens:llnientos y afectos lilas uuturales,
y eSlando entre los últimos los qnc illspiran apego Íl la
ciudad)' á su alltigno sl:r, como cuerpo aparle, CO!!
su espíritu rector, COII su "ida pasada, con su~ I~~,hi!.()s,
con sus hechos.


Pero por otro lado esta revcrencia á la antigüedad,
este deseo ó anhelo de consenar lo que tiene ell sí mu-
cho saludable, J Cllp dcS!rll~cioTl, aun en lo que Illenos
eslima merece, trae consigo algunos y 110 Ipvcs dailos,
puede llevar al punlo de cerrar la cntrada en la sociedad
yen las leyes al eSI,íritu de mejora, y á las ideas é illsti-
tuciones perfeccionadas de nucstro si~lo. Ahora pues.
esa voz, lIodsima en el sentido en que hoy se la emplea,
de progreso, si no es una palabra sin significado, "ino es
un lema puesto en el pendon de una bandería como pre-
texlo para yoher por el pro\"ccho de los abantlerií:ados,
significa e5~ adelantamiellto de la edad presente. Debe-
mos pues buscar, examillar lo en que él consiste. Al ha-
cerlo, por fucrza nos hemos de encontrar con que su ín-
dole es transformar las ya lÍas ciudlldes en el Estado, des-
truir intere~es, y hasta afl'ctos particularcs en favor de
un proH~dJO general. E~le principio rué sacado de qui-
cio y IIcyado al extremo por los franceses en su pri-
mera rc"olucion, y de ello queda scñal en sus leyes actua·
les; pero Lien regulado, c0ntenido, atemperado, sir-
viéndole de mezcla y freno el PI incipio opuesto, es el
(Iue 1I0y entre los cnt('IHlidos J eucrdos predomin:.; 'J
(le él han de salir las leyes ycnladel'amcnte buenas, y
COIl ellas la flll'l'Za y buena ,"entura de Jos pne]¡lo~. Hoy




))!o: HEHF..CIlO CO:'iSTnTClO~,H.. :ll.)
dia es neces Irio hermauar en cuanto cabe con el espí-
ritu de pueLlo cl dc nacion, asi como COIl el ele patriotis-
mo el de cosmopolitismo, satisfaciendo asi á las necesi-
dades presentes de los individuos, de las naciones y de
la cntre sí estl'Cchamente enlazada pOl'cion culta del li-
naje hnmano.


He dicho al principio de esta leccion que la ciudad
es el elemellto primero del cucrpo político. Ciudad en
cfc{,to era cqllivalente de patria, )' si bien se \'c, el pa-
triotismo de los antiguos, cuyo nombre recuerda tant:lg
glori:ls 'j grandeza, lIJoral mas qlle malerial toda\"ía, y
cups ddcctllosísilll:ls II')'es é instiluciolles, auuclue pro-
ductora5 de illfdi('iclad suma, !lO c!('jaron de ser en al-
to grado f.nor;¡bks ;'¡ la dignidad humana, sino :í la de
todos,:í la Jed.~ algunos; 110 (m otra C(¡S;l qlJe el amO!' á sus
ciudades respectivas, á sus ciud:.IlI('s cOllel cortejo ¡le afec-
tos de familia, J n'ciudad qlle la ciudad encierra, y Itas-
ta con el :lInor relere!lle á lüs monumelltos gratos:í una
justa \'auiJad, y ;\ los lugares ,alllifica(los pOI' dulces
recuerd05 y háhitos constanles. Alenas y Esparta ciuda-
(les eran, y el patriotismo de sus hijos consi~tia en un
amo¡' y respeto 110 nI Alica y la tacouia sino á cuanto
tocaiJa á la eiuJad misma dOlllinadora de aqnellas re-
uucirlas licnas. La misma Roma que tanto llegó á cre-
cer dilat~lldo su imperio pOI' casi toda la superficie del
mundo en Sil li(~mpo conocida, siguió siendo una ciudad
y uo Ull imperio, en el espíritu ó digasc en la fé, }
en e[ cariño y respeto de sus hijos; deLiéndose Ilotal
que cuando tJI1 vasto terreno ocnpa!,a su señorío, cOllce·
Jia por privilegio á varios de [os pueblos sujetos el dere-
cho JI.' ci u,ladanía romana, ó sea el de vecindario, y asi, por
uoa ficcion, los habitantes de lejanas provincias venial
á estar como avecindados en la capital, de la cual cm!
privativos el po(/er y la gloria del Estado. En suma, cuan
do era el imperio romano una potencia que hasta po
parte de la Germania se extendia, que comprendia COI
Ira lía á Francia, España, Inglaterra J una porcion d




oí6 I.ECCI(¡"It~
Escocia y á la Grecia, y del .~sia y AJl'iea tie1'l'lts varias
eon 01l'3S provincias que no enenlo, toda vía no se Ceti-
laba en nada ser cíUllaJallo th~ a11\el estado, sino lle la
ciudad su caheza, ó por mejO!' decir, en aquella agrc·
gacion de tierras y pueblos no había un estad,), sino pro-
vincias sujetas y una ciudad dominadora.


En las edades medias el p:llriotismo fué asimism()
lle las ciudades. E~o se ve en las de Venecia, Floren-
cia y Génova, asi como en otras illfel'iüres de la en co-
tcjo á Oll·05 pueblos siempre ilustrada Italia.


En las hoy grandes mOllarlluías pflCO rdllaba pnr el
tiempo dH que hablo el pensamienlo ó afecto que hace
de un dilatado territorio Illla patria cornun con las ideas
á ella anejas. Cuando los principale" lIobles ó seriores
dueños de castillos y lugares, y a'HI 11t~ villas y ciuda-
des, eran verdaderas poteacias y de cHos depenrliall los
habitantes, sobre todo los de los campos y lllgarcs chi-
cos , llamados villanos, y ya fucsell verdaderos sier-
VIlS, ya no, puestos en un e~tado de depl~lIdellcia cr¡niva.
Ii~llte cuando no igllal ;'1 la si~r\'i(lllmhl'n; en,lIulo como
cl)nsecuencia forzosa de sitllacion sPlIlcj,lnte 1Il'1:~,lba á lo
Mimo á la par r¡lle la iufelicidad, la iglloraJll:ia ele las
gelltes pobrcs, las ciudades nacieroll CIlIllO rcptÍblicall
pequeñas, cuyos ciudadanos dotados de cimtos privile-
gios estaban al abrigo de yejaeiolles que á sus 1Ill'1l0íol
afortunados vecinos de los campos y poblaciones tic es-
cas:\ nota no alcanzaban. Estaha compuesta entllllces la
asociacion polí! ica () sea el e:stado dl~ IIlJidad(~s f{UI~ no
lo eran física~, () diciéndolo con lilas propiedad matemá-
ticas, pues de ellas constituian algunas los señllres cou
sus vasallos ó dependientes y otras las ciudades con sus
vecinos. En semejante estado el patriotismo era tam-
lIien apego á las ciudades. De las de España particular-
mente se ve que eran miradac; no como fracciones de un
todo, sino como antes reales y verdaderos á las cuales se
daban blasones, se condecoraba con títulos y era la
coslumbre miral' con cÍerto linaje de amor complacién-




DE DERECHO CONSTlTCCIONAL. :H 1
do~e en tratarlas hasta eOIl cariño. Cuanoo mudó Juan
de Padilla no cr,'yó que moria por España sino porToledo,
J el ((mi vida dí por ti » y otras expresiones de ternura y
devocion en las cartas de su última hora, á la ciudad á que
una de ellas iba escrita se referían, y 110 al reino enlero.


Aplicar pensamientos y afectos tales á la época pre·
genle de aqudla {:111 desemejante, me parece gravísimo
\',~rro , pero por otra parte lo seria tambien olvidar que
¡el pl'l~st'1Ite ha nacido de lo pasado.


Te1lemos, pues, \"isto que el patriotismo en su
Idgen luyo por nhjdo á las (~iurlades, y que este modo
de pellsar J sentir lie transmitió hasta dias de nosotros
[J'ICO 1,'janM.


Pero si esto (lurú mucho ha I'CSadll ya, y 110 con-
"iene <¡ne st' rCllaen\ , si hien de cllo dt\he conservar-
~(! parte par:J rw faildarlo nuevo en ideas absll'aclas, si-
110 en antiguos recuerdos; para no llevar al extremo
]:¡s illllo\"aciollcs que acahan ellteramente con el espíri-
tu de ciudad ó provincia, en suma para no violentar
demasiado las refol'm~s y 110 p~ra dejar de hacerlas.
lIoy á ppsar ele ciertos rcsabios del estado antiguo,
lilas fuertes filie los que hay en otras naciones, y que
si por un lado pi den mas y ma yores co()templacio11l~:';
por el otro exigen Illas eficaces remedios; España es p
un elite moral con vida pr,1pia, y que ha creado inte-
reses é illspira afectos1 por lo cual no es cuerno poner
dispullindole su influjo á Cataluña, Aragon , Galicia ó
Andalucía, y mellaS todavía á Zaragoza, Barcelona,
Sevilla, Granada, l\I:;lnga ó Cádiz.
P~semos á ('onsiderar la cuestion de Ayuntamien-


tos pOl' otro lado,
Una sociedad ó un esta do en un compuesto de in·


teresesque tienen entre sí algo de conforme y algo de
opuesto. y por eso de buscar y aumentar aquello en
que hay conformidad, y avenir aquello en que hay
discordancia salen 1as buenas 1eyes, yel buen gobierno
que suele ser su consecuencia.




548 LECCIO~E~
Los indi \"iduos particulares si á veces miran por el


comun provccho, siendo capaces de sacrificios y ha-
ciéndolos en algunas ocasiones; por lo comun mas qua
.. otra cosa atienden á su propio Liell; culpa en la cual
incurren á menudo sin illtellcioll daiíada; porque ~s
achaque tIc la fragilidad humana aludnarsc hasta PUll-
lo de no conocer el motivo que impele á dar satisf:.tc-
cion á las propias pasiolJes )' deseos. Ni se diga qua
esto es abogar por el egoisllIo; es sí, supollmle; por-
que si hay obligacioll de predicar el sacrilicio del ill-
teres privado, serio loclIl'a esperar qlle la pl'edicaciolL
tuviese con frecuencia feliz efecto, J fundar cilla espe-
ranza de la a!Jncgacion el edilicio de las leyes.


Lo que con los particulares sucede con los pue-
Llos respecto al total del Estado, pues miran asimi:llllo
cada cual por su particular provecho en peljuicio del
comun, en no pocas ocasiones; sieudo mas de temer el
egoismo de un cuerpo político que el de ulla perso-
na red y verdadera, por aparecer mas feo cn csta que
en aquel el inleré:; personal, y por ser pesarla la res-
ponsabilidad individual, y ligcra la clltre muchos re-
partida.


Pero sabido es que el provecho cOlllun 110 es una.
cosa abstracta, sino al revés compuesta de la suma de
intereses particulares, por )0 cual hay que tomar estos
en cuenta, que pesarlos, qUlJ examinarlos, y como ya
he dicho, que ver por dónde entre si dificrcn rara !IUi-
car en las mismas diferencias las cOlllpellsat'iolles, cuan-
do al primero se quiere llegar, como es debido.


Del provecho comun es el gobicIllo tipo y reprc~
selltante, y promoverle es su oen pacion conslanle y
obligacioll primcra, y scria tamLien Sil yenladero in-
terés hacerlo, pllro el interés verdadero 110 en tOfh
ocasion es bien entendido, y la pasion arrastra á olvi-
darle y atropellarle, y por otra parle los gobernadores
supremos obligados á atender á muchas y diferentes
cosas á un tiempo miAffio. colocados :l ¡¡¡rao dist<.lIlCiíl




bE OElllCnO rO~STlrL'CIú:(H. :'149
ile gran p'lrte de aquello en (Iue illtcl'Vienen , y tenien-
do que valerse de suhalternos para tomar conocimiento
.1e los negocios, y para poner en ejecucion sus rewlu-
eiones, por ignorancia es fuerza que yerren muy á
menudo.


i A cuántos diversos principios hay pues que aten-
t]el', señores, y cuántas fuerzas diferentes es necesario
~mplear equililmíndolas, al resolvrr el problema de lo
que se llama gohicrno económico ó admillistracion; re-
Mlucion, en que es fOfwso tener presente el interés
particular yel general, los antiguos usos y costumbres,
las preocupaciones con los hábitos arraigados, los ade-
lantamientos modernos y lo que las circunstancias siem-
pre mudahles, y mas que nunca en épocas revueltas, con
imperio no menor que el de las máximas de perma-
nente verdad y utilidad exigen! En donde el poder
municipal por la tradicion y la costumbre se ha hecho
:il la par que mas venerahle fuerte, hay que respetarle
para no chocar con los afectos que á las leyes dan mayor
fuerza; y ahí cabalmente es mas necesaria y urgente la
reforma~ si ha de traerse la sociedad y con ella el go-
hierno de su estado antiguo á otl'O mas conforme á las
necesidades dé la situacioll actual; en suma, si ha de
realizarse lo que se llama pro¡rreso, juntando con lazo
t\strecho y firme parles entre sí mal trabadas hasta aho-
ra; y haciendo de lo asi unido un estado verdadero
con las condiciones de homogeneidad y ligor que á
nuestra edad convienen, y que para elevarle al puesto
~n que están otras potencias se hacen especialmente in-
dispensables.


No estará de mas il' continuamente insistiendo en la
atencion que en estos puntos merecen las circunstancias.
l'or razones políticas y hasta económicas, en unas ocasio-
nes es necesario concentrar el poder; en otras desparra-
marle un tanto, segun predomina en el cuerpo político la
uecesidad ya de llamar las fuerzas todas á la cabeza, ya
dt' aUlUcnlar SLl poder yaccion en los \"arios miembros.




350 Ult'("WN 1'lf
Al estado de robustez ú debilidad dd gobierno supre-
mo es necesario atender antes que :i todo ó sobre to-
das las cosas, porque él es en cualquiera nacion lo
principal, y se ha menester que esté dotado de la fuer-
za competente para hacerse obedecer dOlllle quiera,
manteniendo en &u vigo." las leyrs, enfreuando á quie-
lles intenten quebrantarlas, escarmentando á quienes
las 1mbieren quebrantado, y amparando asi los dere--
chos individuales, cuyo amparo y ,p~tJridad, aun mi-
rados los objetos bajo el aspecto I'collómico, son ne-
cesarios para la dicha de Lis sociedades y oe los qUf~
estas componen. Asi pues, cuando se ,-iere que de dar
poder, siquiera sea mas eu lo econólIlico que en lo po-
lítico, á los cuerpos mUllicipales, cobran estos fuelza y
bríos bastantl's para n'sistir al gollierno en el ejercicio
de su autoridad, menguar l~s facult~des de los ayun·
tamientos, y aum('¡llar las Jel gobierno es justo, con-
vieue, se ha menester; hasla urge. l'i la libertad pa-
dece si('mpre de resultas, siendo lo mas freclIente su-
ceder al revés, porque salvo en los pocos pUl'hlos don-
ae tienen los hombres conocimiellto cabal de sus
derechos como particulares, y fuerza y maña bastantes
:i 110 dejarlos hollar y hacerlos \"aler, la indcpendcn-
tia en que están ciCllas autoridades del gobierno su-
premo es usada por ellas en tiranizar á quienes ccrC:l
y en su sujecion vi\'en, no habiendo tiranía JUas dura
que la casera, nombre que con propiedad se plH'd,\
dar á la ejercida por los cuerpos mUllicipales.


Estlls razones meramente políticas, este deseo, es-
ta necesidad, señores, de evitar el Jesórden que entre
Qtros males hasta el de la tiranía trae infaliblemente
consigo, debe Jlevar aun á providencias que por el la-
do económico tengan faltas, siendo aqui como en di-
ferentes casos preciso adoptar acompañados de cierta
dósis de males los bienes.


La cuestion económica pura es diferente. Con 31'-
re810 á ella ~e ~ece8¡'a que en 11 administracion de los




llt: bP.IU'ClfO CO"SUT\lf'·IO:Ur.. 3a1
propius llIlgocios tHlIgan parle los interesadus que en
muchas cosas los elltienden mejor ~ y en a Igun3s los ma-
nejan con ma)'ores velltaj.'\s; al paso que el gobierno,
distant!l , atellto á otros cuidados, Yaliéndose del con-
ducto de numerosas y enredadas oficinas ocupadas por
hombres con faltas propias de su situaeioll, cuando 110
eon otras; demora, enmaraña, á meuudo resuelve lIlal
infinitos asuntos no de interés gellcral sino del de las
respectivas pO!Jlaciou('s. l\~ro al mislllo tiempo fuerza
es confesar que este manej'lr sus propios negocios los
interes:ldos suele traer consigo iucollvellieutes, nacidos
estos de ignorancia ~ estotros de malversacioll Ó melO
derroche.


Ya se entiende que las circunstancias de nacion y
tiempo tienen asimismo influjo en la mayor Ó lIlenor
conveuit'ncia de que el gobierno intprvenga poco ó mu-
cho en cosas tocautes al interés pal,tícular de las varias
ciudades villas ó lugares de inferior esfera.


Por ejemplo en' UII puehlo salvaje ó semi-salvaje,
cuyo gobierno fuese de hombres medianamente ilustra-
dos, necedad ó locura me parecería dar ensanche á ]a
autoridad muuici pal y formarla por cl(~('cion, porque
llacitllH's hay corno personas menores de edad ó inca-
paces d(j mi 1':11' COIl "deno por el propio provecho, y á
esas es menester nombrarles tu tores, y su tutor es el
gobierno, aunque pueda suceder que en estos casos co-
mo en utrus no salga bien desempeñada la tutela.


Al revés en un pueblo como los Estados Unidos
anglo-americanos, razones de situacion , razones de cos-
tumbre, razones de política, disminuyendo los peligros
aumentan las ventajas de que en vez de concentrada ]a
autoridad esté en lo económico asi como lo está en lo
político esparcida, porque allí por las leyes y los háLi-
lOS antiguDs la tiranía de los cuerpos municipales, sino
imposible, es sobremanera difícil, y usos de que se ball
sacado ventajas abonan la existencia de una gran suma
de poder independiente en cada pueblo, y par¡¡ el es-




35! U!CCIO:"iE5
píritu de vastas j' arrojadas empresns á ~ue cOImda é
impele la situacion malerial de aquella tIerra y gentll
la gran soltura dada á la volulltad é ill ter l;g de cada
pueblo ó de cada individuo, es pordemas fa\'orable, y lo
contrario seria alta asi COlllO claramellte nocivo.


El ejemplo de Inglaterra e", diferellte. Alli la exis-
tencia recouocida y auu apreciada de las gerarquías so-
ciales hace el goLierno por sí propio lIleuos peligroso
y mas conveniente. Sirva, seoores, un ejelllplo para
ilustrar lo 'lile acabo de decir: \lua familia por sí w¡sma
se gobierna, y seria ,bonso á su hiell (salvo eu algun
caso raro) que autoridad extraoa se ':Iltrornetit'se á go-
bernarla, porque en las familias no hay igualdad si uo
al revés superioridad é iuferioridad n'conocidas segull
la edad ó el grado de parentesco, pero una escuela no
puede ser gobernada por los llIuchacllOs de lilas Ó me-
nos años que la componen.


En Francia el poder director é interventor del go-
bierno filé en los tiempos del imperio llevado á lo SUlI10,
y continuó asi, mientras rigió iI Francia la rama ma-
yor de la estirpe de 103 BorbOlles De ello nacian al-
gunas ventajas; pero tamLiel1 illconvenientes y e~tos
gr.ncs, porque en la intervencion hahia cxecso y el es-
tado del pueblo francés consi,'nte latitud al uso y mane-
jo de los intereses particulares.


Eu pueblos no en la situacion misma en que está
el anglo-americano, no en la del inglés, 110 entera-
mente en la del frarlCt:s; pero en u ua de esta última
no áhsolulamculc deserneja,'tc, cOllvil'.ne dar á los pue-
blos parle, y 110 excesiva en el manejo de sus respac-
tivos intereses; poniéndoles cerca un agente del gobier-
no que los vigile, y en sus hechos tenga iutervcncion
mas ó menos considerable.


Debe asimismo tenerse presente, señores, que en
Francia, recien sosegadas las inquietudes, pero aun no
corregido el desórden de su revolucion, fué cuando
ie dió fin por algun plazo á la independencia IDuniri-




nR mmÍ':Olo CD';S,];I1T(,!'~AL 35~
pal, acahúi1rlosc con las raen 1 :,:1(1 ('s casi todas de los
concejos Cl! pl'Oy(~i'llo de 1:1 an[llri¡],1rl :id ~ohicl'llo, y
allll disp()lIil;:i!ltI~;· 'l¡!\~ ;w fll(~S:':t 1:ijns de h eleceion
popIILu' ro:, ia¡slil(i~ ra('; pe:'. CII.':'!) pn¡]l't' fIlleda}Ja tan
rcstl'íll¡.!illo, y <liJe s:':n,'j;¡;¡t,; (bl'0sicíon probó })ien,
alluqnc pasado a\gllu !il~JIlP;), } ',':I:Íalbs las circullstan-
cias, no fne~w opm'lllllo (111e siguiescn asi Lts rosas, De
aqui resulta IIlla cn;!iil'lllacio;[ mas (le mi doctrina re-
lativa (¡ la IlIUiJ:¡'lZa ([un C()j¡ ks silllacionrs deben tc-
mI' Lts leyes, asi C()lllO dn que, permaneciendo ó recien
lCl'lllitl:ldo el ul':,.¡',dl:ll) parel arreglar hien los estados,
y poner ea IU7. hs Sflc:ed.\d¡·s, y aseg'mal' á los indi-
,,¡duos pal'ticllIJ!,('" la felicirlarl ea aIgun grado, conviene
armar al gobiel'Ul' supremo de llll poder robusto y casi
omnímodo.


Pero pasando, scuo1'es, de las andas á lo que puede
afirm:ll'se () acollsl'jarsr, e1l f,nma, lk b crítica al pre-
CCp{(l~ di/'(: (1I1t', s:dro en [l,d,lo:; pOI' den1ns l'Ud05,y en
ocasiollcF. de e\,c,;;;iya inqn:e!lld ." dl'S:lrl'l'glo, delJen los
pUt·hlos elegir JJllld:1lilil'lllos Ú 106 cllnte" esté cncomen-
darlo cuidar de sus llcgocios pal'licédarcs. J ... os elccloref¡
C¡1l(~ :í (~stos IJayall de nrJllllJl'ar deben, en mi enlender,
SC1' llllllle]'osos y lllllChos mas qll(~ los ú r¡lliellC; loca ele-
gil' los miembros del C!l('J'!l0 ú los Ci¡¡'l'[I0S legi:sladoI'e¡:,
bien ljue al yolo 11llil'l'l~:'tl 11;1 d('ha llegarse, no siendo
ni COIIYCnil:U{(] ni ju~lO d:u' poder Ú Cjllienes de él de he
lell('¡"(~ FM cierto que 1'0 klrún hUCIl uso.


¡'\;O¡ll/¡rat!()S :1~.i I's(n~ ctle!'pos, Sll:; facnlLndes en la
parle c(;ollümic;[ (k!JC~l c:n t!las () mellos Ialas segun las
circunstancia: de i\Il~;(:';lCio!l en (¡ne cs[ú el pueblo donde
ellos I!an de existir y ohrar Cil desc\illl!:üo de su cllcargo.
y sus facllll~\llcs e!¡ lo político Cl! ct:alljuiera sazon y
tiempo CilIHil'lli) IJiW Si':\ll ilill~~II!I;(S.
Scilor(':~, hay l!'(·c·:.i:i;¡;.l ~,¡¡¡la de precaYcl'se de una


cqnÍvO(;\CiOIl muv Jl~ilii,.;d" I¡¡IIV COiílilll, v la cllal liene
falalú,.; resullas, ¿:¡cedielldo ú ¡n'elludo que" cn ella incur-
rell sin conoced,) aUIl [H1[lJdlos Cllvas doetl'inas deberian ,1




5;")4 L ECCro:-;jlS
hacérsela rechnar si en el aS\lnto llJedit~sell, y que, lI11a
vez admitido [l0l' deSCtlldo COlllO verdad el )erro, se cn-
redan en sus consecuencias.
COllsi~te el }el't'u á que aluuo ~\Lul:l, fU que sieu-


do un taIlto semejantes á los euci'po~ Icgisladul'es y po-
líticos los ayulltamientos, y las diputaciollcs Ó consejos
de provincia por sel' elegidos [(Jllos ellos, lIilCe de la S~­
mejanza la cl'ecllI:ia \'ulgal' de q tiC son ()¡~lblanJo á la
espaiíola) CÓl'lcs en pefjuelío; CÓl'les de cada puehlo las
unas; cól'les de cada provincia las otras; idénticas Ó pOtO
menos á las cór[es gCllcrales de la ll:lcioll, tÍ inferiores :í
ella solo en gcranjilÍa, pClO igualcs f~ll csellr ia; pues la
principal difcl'en~ia cutre UllOS j' otros tllct'l)()S tOIlsisLe
en estar representado3 por los llllOS el lodo del pueblo,
pOI' los olros parles de él mayOl'cs Ó mCllOl'f~S.


No cs tan desvariada esta ideJ ~ y sin ellllJ:1rgo es er-
rónea, y el medio wej"!' :!(> cvita;' el mal d~l el'l'ado
principio que conticue, ') el dalío JIlayO!' de las fatales
consecuencias que producl), es illilibir ahsolntamente el
conoeiminllo de eosas políticas :í CUCl'jlús (Inc, ó no son
propiamcllte dicho repre:,;cutativos, ó si el! tierto modo
lo son es para matcrias eC()!I(Jlllitas Jlllr~lmclltc.


Por eso basta con denaria 'yo conJo ('xpresioll digna
de taclwrsc, particulal'lJlClIl(j 11:¡J¡Jalldo de oficio, la que
he oillo Ó leido salicudo de las bocas ó plumas de per-
sonas amanles de la 1ll01¡al'ljuÍa ) de la" ideas de órdcn,
cuando h3blatluo con nlla dilJIIlaeioll dc I'ro\iucia suc-
len decir « este cucrpo que representa :'t esta pl'opillúa))
y al mismo tenor ó ea,;i al llli:'lllO hablando de las ciuda·
des y de los ayunlalllientos.


Verdall es· que en la misma Inglaterra, de donde
nos han veni(lo casi todas las ideas COl! las cosas rela-
tivas al O'oLierno llOV lbmadorelil'eselltatiyo, se eOll~idera
'n <J


á veccs 1.( cueslioll de U}lllllu!llicn!os cumo \lila cubzada
con la de aqllella cosa de {un dir(~relltes lllodos entell-
dida á que se da el nomllre dl~ libcrtad; solo que en el
caso al cual me l'~loy l'dlri,>ndo Cn rez del singulal' se




VE lJJIHECIIO COSSTlTl<cros.\L. 355
usa del pluml del mismo no III ul'e , hablándose de liber-
tades. Seiíores, el pinral de fine h,tblo ha sido y es in-
terpretado harlo llIas \~ll'ia y coufllsarneutc que su sin-
gular, aU/lquc como cn otra ocasioll he dicho este úlLi-
mo lIunca JJI('.1l deliuido ~uele sel' tomado cn acepciones
muy diH~rsas. Asi sc ha IlabIado Jc la necesidad de con-
ser~'al' las lilH'rladcs de Europa para decir que se trataha
de mantener ell Sil integridad, independencia y poder al
imperio turco. (;mnde CITO!' es el Je quienes tomando
sin discernimiento roces de los ingleses, accstumuran
decir de las leyes de otras lier1':18 « las libertades pa-
trias.» ,Libertades cfflIl \'ale á privilegios, y los pueLlos
que en Inglaterra lL'lliall ayuntamienlos eran poulacio-
lles pri \'ilegiadas, y asi quien para preteuder la conser-
,'aeion del pOller municipal le da el nomhre de libertad,
aboga pOI' lí~)'l's y distincio!lGs Il1:l.S que otra cosa alguna
impropias de la Ínuole de la edad preselJ le, y del fin á
que dehen aspirar Jos apasionados á que la sociedad
adelanle y se vaya renovando.


Ell el amparo scguro de las personas y Jlienes con-
siste lo que se llama libertad civil; y la libertad política,
/Jombre i¡.(ual al dl) buenas fianzas ó seguridades del buen
gobiel'llo ü de la cOllserv.lcion de la libertad civil, no ha
de buscarse en el poder de lus ayuntamientos, sino cn las
buenas leyes y CII el poder de los cucrpos legisladore!'; y
{lldibcl'anles, cuyo priucipal oficio es cuidar de que las
mismas leycs seall Ú la pal' que mejoradas ohservadas.


Pero los ayulltamientos, inútiles para fines políticos,
úLilcs y hasta en gl'aAo slImo ell ciertos casos para fines
pconóllIicos, y aun asi con restricciones, han de tener
siempre junto [t ellos, y :i "cces presidiéndolos, y ó te-
niendo parle en sus d,~libcraeiones, ó tomando de e~tas
eOllocimienlo, Ü un elllpleado dd gobierno, que allí re-
presenta la p,trte del pl'O\'l~C:\¡o COlllll!l~ y por ella vuelve
contra los cxcesos del interés particllbr de cada distl'ito,
y aUil para conocer y contener las demasías ó los des-
arreglos (ll1C pOL' razones particulares y varias pueden




55G LECCIO"ES
cometer los miembro;; de estos elllJ/'pos enanllo proceden
sin frello, 6 sin quiell ponga cu claro Sil conducta. El em-
pIcado de tIlle ktl;\o delw :;('1' 3ellwjallk :í lo que son en
Francia los sll])prd'cr;tos, y Illas todayia :'t lo ([ue cran en
España los corref(idores, )' ya se entiende que ~li debe
ni puede habcr de cstos 011 calla poblacíon sino solo en
las de alguna importallci<l, y mas que medianamente p¡)-
pulosas.


j\'o es propio de nuestra larca entrar en la partc 1'C-
glamentaria de una ley sobrc ayuntamientos, bastalldo
al fin propuesto en estas Ieceiollcs lo que se ha diclJO
sobre la formacion, Íudole y facultades de los CllCl'pOS
municipales, pues lo que pouria ailadirse corrcsponde ü
la ciencia llue"a que con el nombre de administrativa es
hoy en Europa conocida yestndiaua.


Tiempo es de decir algo sobre los cuerpos que con
el nombrc Je diputaciones de pro\'incia eu nnestra l~s­
paña, y con el de consejos tll~ dcp:1rtalllclllo en Fr<lncia, y
en otra algulla nacion con HOlllbre igual ó di\'crso están
cstal,lf!cidos, si bien no los hay eH I/lglaterra ni cosa que
{¡ ellos se asemeje, por dOllde se ye 110 ser piez'l pre-
cisa ell las Illúflllinas existentes apellid<lJ3s gobicJ'wJS
ó sisl emas represen tati ''os.


Es notorio, señorc~;, que la imporí31lcia tIc las pro-
,'incias no igllJla {¡ la de. la ciudad, pCl'O adernas es
mayor que la inferioridad de aquella ú esta la que res-
pecto ;'\ las prodncias a:J tllr.:t!cs Licllen las C1'1~adas por
yoluntad dc los goJJiernos, <¡IW con el llOlllbre de arti-
ficiales estar¡ín hil'll (L'siguadas. Ya se enlicmlc qne
quieren decir esta difercmia y los nombres oaoos á los
diferentes objetos. Son provincias naturales, por ejem-
plo, en Francia las de PJ'o\'(~m;l, Bl'ctaib, j\'orll1andia
y ol1';\s, y 1'11 ESp~IiZ1, AIl(bII1CÍa, Valellcia, Catalllua,
AI';1301I, y ~¡]:.':!lll,IS mas; y d(IJ¡(,il lle\'ar clnolllbre Je
prOyillCias al'lificialt's los departamelltos de la nacioll
nuestra neina, y 1,IS pl'o\illáIS hoy legalmente tales
('lit\'(' !lf);;otr(l~. I,:1s [lI'OyillCi:ts lIaturales: si ¡Jien no




])E IJJ\HECIIO t:Ol'i~¡'IITCCIO:'i.U. 3¡n
~on \I1la coSa taH pcrceptible ú 11):; sentidfls como Lis
ciudades, y no ellgendran pOI' consiguiente los mismos
afecto~, ni crC:11l cllllisl110 estrecLo C0\l111n illteré~; si hien
en Sil cOlllposicion, por lnhcrse seÑalado sus límites á
hullo y en "irtud tIc cOllsidel'aciones poco cuerdas, C01l-
tiellen alguua vez partes 110 cnteramente 11Omog~­
!leas; tienen con lodo eso \llla "ida natural y privativa
á cada una, difere!lciándose entre sÍ, v asemejándosc
los naturales d{~ cada cual en el dialecto ~ en el vestido,
en las costumbres, en la íll!lolr, de lo cllal ha nacido y
sigue existiendo clllalllado provincialismo, qne es un
patriotismo vcrdadero. Ho} totl,nía en Franci:J, á pe:sar
de la tremenlla y total milda!lZa porque kt pasarlo aquel
lmeblo, y á pesar de que durante algun tiempo se trató
hasta COlllO <lclito digno de ser castigado con la priva-
cion de la "ida el liSO de p;)lahrrls _jllC recol'<laban el go-
biew:no antiguo, al cual ClllollCCS se queria extirpar hasta
del pensamictl lo, toda '.Í~ sr; dice de los llOruhres « ese es
breton, normando, pl'o"enzal", y no «ese es hijo del de-
partamento de Finisten e ü de ~Iorbihall, del Ca hado&ó
de las Cosla91 del Norte, de las llocas del Hódano ó ele
los Alpes R~os." EI1!/'c !losotros que eH ¡meslras rCl'uel-
las hemos segnillo muy tliwrso rumho; (Pll~ si hien re-
novando J Illudando nomhres y COS::IS Ú lo moderno, COII
el enllaqnecimiento de la all!oridarl hemos dejado que
asomen -y se reslablczc3a las pasiones y los hábitos na-
turales; y en qnienc,~ 11m cosa ha estado en los labios y
otra en lo intl'l'ioi', I¡aeriendo u!!uello y "titulonos :í esto-¡ ••
tro; se ha oielo ti persouas illllovadoras, Cll::lUUO hlasona-
bun de ir adel:mte~ y culpaban á SlIS cOll[ral'ios de fJue-
re\' volrer á lo pas~\do, ilFOC~lI' los l:umlJrcs de Galicia,
Cataluña y Valencia, y sohrn to<105 el de Aragon, como
si aun "¡,,il's!' :lp:ll'll' ('. in¡]¡>IH'!l(lientr r,~ll rorOI1:1. H'gun
lo estaln allli'S dc 1I1lirse l'il' HilO con Cl:;tilla en 'el feliz
reiuado tic los reyes Caló!ieos para la fUlul':1 grandeza,
gloria y dicha de E~pafí'l .. \si (dígase aUll([ue ~ea digrc-
5ioll) en :su coufu iOH de idea~ se \'an Ú ia l111tigüedad




538 LECCIO~:J;S
los que bautizan COll el Ilomhre ntl.l'YO de /lrog['e~u á su
bando, y asi pOllcn un ohstáculo podr~roso ;í las reformas
quienes se apellidan y aun !"'c ereen reformatlolcs.


JJas proyincias nrtificiales hall tiido uc.ldas para co-
lllodidad del gobiclllo, y si para mí <¡lIe ell casi lodo
clIalllo al gobierno apro\'ccha "eo lIlla venlaja para los
gobel'l1ados, es grall bicll qun esté la ~Ilturidad mejor
asen tada y sca con !lías facilídau ejercida, 110 deheria serlo
tanto para los que en estc punto opinan del IIJodo opuesto.


Pero sea lo que fuere, la cl'eaCiOll dc estas diyisio-
nes hace de importancia menor ú los "':lIerpos que ;Í su
frcnle l'espccliYalllellte se hallan, pues las ,"cnlajas ~Oll
cortas, y lo serán asirnislll() SIlS iIlCOIIY('llicnles, ;Í 110 sc!'
por una circunstancia de la cual daré ruzon dc aquí á
poco.


Pero el decir q He son cortas lInas H'll lajas 110 CS lle-
garles la existencia, y alguII3 licllCll ciertamente los ClH'l'-
pos elegidos por el puehlo y pucslos al frente de las
provincias, si se los encierra dentro de los límites COll-
venientes, si se les da un carúcter y poder parecidos al
de que gozan en Francia allora, y sobre todo, si ron ri~
gOl' se les prohibe cOnYertil'se en cucrpos políticos, ú lo
cual propenden mas que en otra par(~ cn Jlllcs:J'a tÍcn;)
por circunstancias, ulIas alltiguus y otras modernas, :'t
las cuales hace un momento que aludí, y dc que Yoy ~l
haLlar inmediatamente.


En España, b!; "arias provincias quc la componen
nunca han estado entre sí bas(an(~ 11Ilid;IS, HO haJ,itlll-
dos e IIevado á efecto ('OH d ,igOl' ¡](·!Jido, ('Oll la l!(,(,(,-
saria constallcia, con p! tillO 11"(' haJll'ia sido dp desear
la obra de fundirlas CII un todo. La separaeioH qtlC enlre
ellas existia ha causa(lo tIlle cn nuestras grandes snhle-
laciones ve esle siglo hapn asomado I~ll f'll~s ill(entos
(hasta cierto punio ('I1II")('zad()~; {¡ pO!wr P(il obra '1 de
tener gobiernos inc!r!pndif'lIlr". De ;¡)Ií las ¡nlll:is OIW
por ¡le~;gnleia han sido Ill:1S de I1na \('i', (1":\;I::;f¡IIl1lfl:¡,iS
ro dipurácioncs de pro\incia, 1'01' donde ~i l'~'at; úl,imas




\m nr.\\\'x.\H) C()~~U·\Tr.\\I\i\L iji)1J
)Ia sl1('.c(I[()o llaluralulell\C ll'lil'¡' la jll(~()1f) .Y las preten-
siones de !;¡sprimrras. Si los E;;!a,.Ios Cuido:; .illglo-Amc-
.. icanos, d,~jallllo de Sl'l' Ilna fClleracioll pasascn ó ú teller
rey, ó ;', forlllar una !'l~[iú\¡\ica sob, no podrian !eller cuer-
pos administrativos cn los qne hahian sido antes estados
jn¡]epclldielll,~s, sill qlle tales cuerpos se transformasen en
los gohiel'llos anlígllos, EII otras naciones este peligro
no existe, y ell Francia por ejemplo, dOllde hábitos ya ar-
raigados <tlllu¡ue no antiguos, y pensamieutos y deseos
torios van ellcaminados á que la nacion sea un cuerpo
solo, J'lIerte, glorioso, capaz de a u mentar sus fucrzas
y su gloria, los consejos de departamento \lO son pdi-
grosos. Lo qUl' Ú ar¡III:IIJ I\:lcioll allícna7,aria COIl 1111 grau
peligro ::icr¡a lencr cn P;¡rís un ayuLltamicllto Ul1me-
roso y rcvestillo de mec1iall~s facultades.


De/¡e en mi opinioll lIC\':Hse tan allú la prúl1ibicioll
de tralar aSlllllos político'" ú cuerpos como los ayuuta-
micn!os y las diputacio1lcs dc proyiuci:l, qne hasta lli
debe series lícito hael~r al gohiel'llo fclic:l;](.:iolles ó en-
viarle prolestas de adliesioll y promesas de apoyo. Ni esto
5C opolle :'\ la lilac di~CllS¡OIl de modo alguno; porque
como Iwrtieulares lo" llIiclllbros de los mismos cuerpos
delJcll tl)IlCI' dcrecho de )tace\, cuantas re¡lreSClllaciones
quierall, y de dar quejas sin de~ll1alldar6C, ó de prodi-
gar elogios aun llevúlldolos al extrcmo de empalagosa
lisonja. Pero las :luto:idalles infcl'ior('s deben saber que
les toca obedeccr al supcrior cuando este les manda
cosas dentro de sus facultades le'gales, que pm lo mis-
mo es excllsada la (lI'OIUeSá dc ulla adlJcsion que no hay
derecho tle negar, y que el elogio ó la censura de los
acLos glllJe1'llativos \ID loca ú cuerpos l1 nc del gobierno
SOB Uila parle. (luiell ticne ,lel'echo dt~ mallifestar su
apl'ohacioll rltdl\~ \(~Ill'l'le igllallllc\ltc t1(~ declarar su des-
aprohaciou, yquil'll 1 .. pidt: la prillj(~ra In lb: Sl1jet;¡rst: á
que alguua Vl'/. Cl! ,,11 lllgar \¡'il~,l la s¡'tlln(1::l~ de fC'fllla
!Jue el placer l'l'o,luciílo por la adulacioll recibida ha tk
comprarse ~l eosta de ¡pIe la ('ru.ir:un,) llast,! la rclJClioll,




360 U,CCIO:\ES
tengan en los ClICqlOS 1lI11l1ici pales y provinciales un ar-
ma poderosa dl~ ({Iw valerse. Y lw,S::t 11:111:, Ú la JlH1ral
)a lisouja) que S(~ hace cnslumhn' tllando se lu1na á cuer-
pos tales hacer al goj)im'110 fplirilaeioll('S (101' "i:~ [llOvi-
dendas; dando al mlllld(l~ ea b~ pllehlo~ donde esto su-
cede y OCUrl'elllm¡daIlZ;ls~ el repll~'.I!all((~ l"P(ct~l'l!lo ¡JI'
continuas proiesl:is ('ll colltraries :'l:lilid":i, clonde hoy
se ensalza como jllslo lo yituFi':,do a}tr C;,i]!l) injusto,
y donde á los hornlm's un dia cclpj,I':'.dos, COilla alaLa\1za
dada :'1 sus contrarios YCll('l'dnres s(' los r:!lga d!~ :'t~pe]'as
censuras.


Solo rüsla dccii' Cjuc (ldll' en gelll'l':ll ('~;lal' encarga-
do el mallClo de las p¡,o\"incias :'t ('lllpJeadlJs superiores
de real nomhramiento (luc:\ L:s (ldilH'r:teiollcs de las
diputaciones asistan .Y las presidan. En [:('lIcral \ligo, y
no siempre, porque Jún pu('¡],~ p:IS:ll'SC sill S('l1lC'j:lllLrS
empleados, y nun sin ulIa HIÚr¡lIill:l dI' goLirrllo ecouó-
mica algo emharazosa! cOlllpl¡c,tlLt ell pueblos COIllO
el inglés, domle,110 fOxiSliedo L~ ig¡;al¡],\(!, hace las '(~­
ces de gohiel'llo la superioridad I'l'rollorida dn Jos per-
sonajes de nola .Y ClIeuta, Ht~l'lll()SO ('Slwc[;1culo presenta
á la vista yaun da l!l~l1-gel)? asi COIIIO ;'1 la adl!lir;¡C'Íol1 de
pronto {¡ la aprobaeion dcs]ll\cs de llH'di[;lrlO /¡iCIl, la si-
tuacion de seilll'j;mles PIH';¡]OS, ¡lollrle los hombres apa-
recen no go/¡el'llados, SlIj,'IOS solo ;'1 las ln}es, pero
mientras HO lraspasflll sus ¡H'pt'-l'plos no dirigi(los rn sus
acciones; y li50lIj(::t el Ilo]¡h oi';~1I11o del hOIllLrc cn-
contrarse con ¡¡',l' i:;\die le líJ:tll(h, Ctlll!() ~:llde succdnr
en no pocas halTi;\d~1.S de las 1:1:.,; pOpll!O~:lS de la inmensa
Londres, donde si p:-rgllllla el forastero: aquí ~\1ién vo-
hierna, recihe por ¡':spuesta : !ludie, pllCS ~aho e1mÍnis-
tl'O del ir,lcriol' cuya autoridad :í lodo pi imperio J)ritá-
Dico Sf~ extiende ~ 1If; k", ¡¡ji: ¡¡i !'oJ'C'!':I'!"l', ni anll1ia-


• ' " ' - .' j' 1, '1 llncllto, III pOIC:-;l;til (;¡:i:('~'n:\!i\'l 111!,l({!¡":1 u,' ('¡¡,se a gnna.
Pero semejanle siillacioll, \Cll(¡lj~),;:l como I'S pUl' mas de
UlI aspecto, no cs a~eqll:I)le Cl! otras lIariolles, J¡() pndiélldo~
se crear la aristocl'aei¡\ vel esnÍ!'itli de obediellcia ;1 In lev


, , J




!lE DI,IíECíIO cO:';STJTil:lO~AL. 361
y de c1la qne la ,0::;liet:cn: y por otra parle tampoco se
debe disimlllar <¡llro CIJa \'l~tl!:\.ias s\1pcl'iore::; hel'mana in-
comelliclIles llaciüos de la desigualdad, asi como de un
tanto de desorn'g10 que Ú lunta libertad acompaña.


A los cmpleullos Ú fIuiclles es tú encomendado el go-
lJiCl'1I0 superior político di' las provillcias conviene dar
lustre ::wi COIl'() fllel'za, re\ iSli(~!Il1(}los de lalas facultades
v roddndolos dn cierta ;í~JI!:l):l. T:í)l'l'as hay, seño-
;'('8, donde ns[;'( la :\\1!0;';<1:,,1 «¡"ji dCIl1:lsiado despojada
rb lo (Ine inf!;ndc r:,sp:'[o C:l los gobernados, reserván-
dose p,lra la Iliikia lodo (d J)rillo y COH él toda la fuer-
za, :\0 aproklLa ('sio :\apokou, el cual con sel', como era
propiv de La;; jd:,.i r ',lIc t;llerrei'O, apasionarlo á su profe-
sion \ :\ sus coumilitlJHl's,~ i\lstl'UmeEtos de sus triunfos,
asi C()\;W Cülllllmas lid edificio de su poder, creia con
lodo) y lo S',~;l!:lha COlilO l11(¡xima de gobienlO, y lo ponia
eH ej('cli:'¡("1 rcill:1ildo \ ['();wruando, qlle, no habiendo
Ilna anlorida:l (':\ji LíCíl ::2:>¡:liH!a, armada de suficien-
te poder, y Co;! m:::, (il¡e Il,l'd ¡allo lustre, y por todo
ello resl'C'tlrl:t ú la par ílill' ob:~dl~cid:J, faHaba el princi-
pnl eklll{'Hlo de Y(Tdadl'ro ürdell, y con él la mas abo-
llada fla'lza, (k \'(~J'(hh él ¡i a!lllezil y de prosperidad para
los Estad()~. n::"la t1(~'¡a el ['Ti!lide emperador de sí mis~
!lIO, (Ine si d ilO L:¡Jl>~!' 'il'lo mas qll~ un gran ca-
pitan, 1\0 pndl'i;¡ ~~ohcn;ll' :í jet'alle¡a ron el acierto y
fnrLuua C011 fIne 10 h:\l;ia, y (ple 1)01' su fuerte y atina-
r1:l gohCl'iiacioil polílica, y por h,¡ber fnudado la potestad.
ci"il y manl(:lH'r1a ell f!!('rla y juego era por lo que dig-
nalllcllle imper:1 ha.


Esto no ollsta" s:'ünres 1 Ú <j ue en algunas ocasio-
¡lt,') b a\1~oridad militar t\¡·])a sobreponerse á todas como
~llel'de (hnd,> ll:':nll'lo el púh¡;"o de~asosicgo á consti-
~'1il' Ji!l i'<:!:' :1. ":','1,:, 1:-1 !:¡:':li'.,·lrr quicll dispone de
Li:; ~lr:l1!, í:"" :·.:'~I.·::L:: o l('~I:.J¡fcC'cr las leyes , ol)l'ar
sin poder rinl Di !ill:lje algllllU de elllb:1l'azo. Pero es~
tos SOll caSos faros para los c!lales aun Iuglaterra y la
república Allglo-alllericau'l) lienen lo que llaman pro ..




562 LECClO~ES
c1amacion de la ley J11:lrcial, asi como los franceses las
dcclal'aciones tIe estados de guerra y ~ilio adopladas por
los españoles en eslos lillimos tiempos. Sil! embargo, estas
ocasiones deben no ser frecuentes, siendo rccursos lí!timos
á que es perjudicial apelar ú menudo; y cabalmcllte el exis-
tir la potestad c.ivil robusta y aUIl brillaute impide que
la no conveniente apelacion de que acabo de hablal'
sea repelida. Gracias debe España á Sil ejército, J mas
hoy acaso que nunca, pero no hay para que cansarle ni
tener que valerse de su favor tantas veces, y á él sirvién-
dole de alivio no le desdora ver á su lado \lna aulori
da(l ci\'il, no que compila con la de sus caudillos, pe-
1'0 que al par de la de los generales resplandezca)' obre
con cumplido efeclo.


He concluillo, señores, con la maleria que lo era
principalmente de esta leccion, y para la siguienle allun·
cio el exámen de otro punto como el que hoy hemús
examinado de superior importancia, y al cu:tl tambien
se asemeja en que sucesos novísimos de nuestra pa-
tria, y aun la misma sitllacion presente le Jan, sohre su
valor siempre grande, otro comparativo y transitorio llJU.Y
suhido. Hablo de las Iropas que sin recibir suclJo, sin
estar propiamente sujelas á la discipliua Illilitar, y en
dependencia de la autoridad civil, con el nombrc de guaro
dia nacional en Francia y de milicia nacional ell Espa-
ña, forman un segundo nlÍmeroso ej(\reito disliuto del
pagado y disciplinado. Esta milicia juzgada en nuestra
tierra y la vecina, parte natural, indispcnsahle de lo que
se llama una constilllcion libre, pero 110 conocida en
la libre Illglat(~rra, ni cn la librc América septentrio-
nal, no es en mi sentir una illSlilucioll tille comicne es-
tablecer y reconocer en los cuerpos de ICJes llamados
coustiluciones, pues corno l'xplic::m\, la jllzgo ventajosa
á la pal' (lnc perjndicial en las (;pocas renrella3, .Y aje-
na ó poco mellas de las circunslaucias ordinarias. l1ahla·
ré pues de ella con dolor, porque hoy está caiJa, pero
como puede ser perniciosa contemplaeion la que á lo




I)}<: DERECHO CO~STJTLTClO~AL 363
caitlo respeta cuando es posible que se levante y canse
llUeyOS dalios; diré de ella lo que siento, siquiera al ser
\'cra~, segull Illi conciencia, me expouga á tacha y odio,
porque si á lo presente uo se deLe tocar ('n esla cáte-
dra COIl deseo de servir ó dañar á las parcialidades
opuestas vellciJa Ó yencedora, tampoco se dehe rehui¡'
habbr de ello cuaado haciéndolo se contribuye á los fi-
nes á que esle curso está dedicado.






LEUUION DECIJJIA SEXTA.


Señol'es: Al concluir mi última leccion dije ya algo
sobre lo quc va á dar asunto á la presente, y aun entré
un taulo en algunas considcl'aciones preliminal'es acerca
ele la materia quc hoy ha de ocuparnos; y sin embargo
estimo que me ha de ser necesario repelil' ahora lo di-
cho en la noche pasada, para enlazar lo último que en-
tonces hablé con lo que voy á decir en estos momentos.


Anuncié, señores, que iba á tralar de una cueslion
de aquellas graves en sí, pero mas gl'aves pOI' las cir-
cunstancias q ne las acomp3ñan, á la cual bien puede dar-
se, por antonomasia, una calificacion que se suele aplicar
á olras cuando en lcnguaje, comun en el dia, pero que
yo no uso, se las llama palpitantes. A tratal' vamos,
señores, de una maleria, ahora en España de no po-
co, de no libio empeño, que dcspierta y aviva muchas
pasiorles, que excita afectos de varias cspecies, que
encierra por lo mismo todo cuanto puede conmover á
la socieJad en g,'ado superior; materia imposible de tra·
tar sin peligro hace poco, y no segura de serlo ahora,




566 LECCIO~ES
aunque venga de 011'0 lauo el peligro; hahit\ndolo siem-
pre en lastimar afectos, aUl:quc errados, nobles, en com-
batir, al pareccl' CGn la fuerza y no COIl la persuasioll,
pensamieutos arraigados, y en, sino ill~l1ltal', cellsurar
con alllargura á cusas y hombres caidos en desgracia,
y que conservan su modo de pClIsal' con tanta IIlJ~ te-
meridad é il'a ('~:alldo \'eu pujante uu podel' que les
impide mallifest.ll' Sil queja, sino su pella. Voy á ha-
hlar de la milicia nacíoual, sClialaó}a por algulIos gnll-
ues senicios, y en mi eOllcepto (ambien por no mellO-
res excesos, aun cuando tIc esto"- algullos sean hijos de
equivocado celo mas que de intelleiou dañada; de la
milicia nacional, cuerpo acostumbrado á recibir adula-
ciones, y á no oir vituperios, y lIi aun siquiera censuras
que no fuesen prudentemente emhozadas; de la milicia
nacional, ayer casi omnipotente, hoy, sino mucrta, 3mOl'-
tecida, y en letargo tal, q lle bien parece difunta, y bien
tiene las condiciones de estarlo. POI' eso, sellores, pue-
de cuaurarle perfectamente el proverbio latino que dice:
((De mortu,is nihil nisi bOllum.)) De los muertos naJa se
dcbe deci.' que no sea en su ala bauza. Pero, señores,
para mi este proverbio, si alguna verdad clleiena, con-
tiene poca, y, obserrado, im pediria hacer liSO dc la ver-
dad y proceJc!' con arreglo á la justicia, portllle si de
los muerlos nada sino Lien pudiese decirse, ¿de qué ser-
yiria la historia? Habda de a plic~ll'Se Ú N eron el panegí-
rico mismo que á Trajano, y hacerse meueÍoll COIl igua-
les elogios de un Domiciano ó de UII Marco Aurelio ~
O si solo silencio )" alahanza se pide al ILbbr de los
personajes malvados, ¿ habría de citarse solo las fechas
en que fueron sus acciones? Juntamente COIl la máxima
que acabo de citar é impugnar, porque lleva al exceso
elrespelo á los muertos, mirando el acto de tocal' ú Sil
memoria como si fuese el de profatlar los sepulcros,
ha corrido con aproljacion el supuesto ó verdadero juicio
de los reyes de Egipto despues de su fallecimiento;
juicio que no pOllia haherse hecho en olm cil'cunslrtll*




DE DEHECIIO CO:.'i'STlTUCIONAL. 567
ciJ, porquc á reyes déspotas, como se cree que lo eran
aquellos, imposible es juzgarlos miellll'as viveu. Esta
regla puede usarse con la milicia nacio:Ja! : á UIl juicio
se:nej'¡ nte scr;t biea sujeLarla; acaso siendo la sellwjanza
mas pcl'fect:l, lÍ llevaua á lllas put~los, por cuanto la
imposibilidad de juzgarla cnmcdio ue Sil poder era (se-
gun diré) Ha poco eviJente.


A la pal' con el proverhio que al principio he cita-
do luy otro frallc,;s, cuya cerleza apenas se puede dis-
pillar, auuqne al anteriol' es diametralmcnte opues lo.
Es el proverbio, ú la sentencia á que me refiero, el
siguiente: « On doit des eganls aux t'ivants: on ne doit
aax morts que la verité.» A los "ivos se debe lener mi-
ramientos; á los muertos solo decir la verdad en )0 que
les toca. Henlham, siguiendo esta última idea, pero
expresándola allá {l su modo singular y grosero, conló
el respelo á )a memoria de Jos muertos entre los sofis-
mas, y wstUYO que con los vivos debian guardarse
conlemplaciones, porque esl05 sienten y aquellos no;
pero ohiJó al decir esto, que ajando á los muertos se
ofende á algunos vivos, )' se asusta y daña :í olros: á
los primeros presenlándolos la idea de la detl'3Ccioll que
les espera; :í los segundos menguando la reverencia con
que es de huena moral mirar á los que )'::t no ,iven. El
muerto no puede defenderse, y por eso parece poco ge-
neroso herirle. Es erraclo sin duda el respeto que, abs·
teuiéndose ele notar las faltas de los que p han perrci.
do, Jeja siu condenacion sus malos hechos; pero el
errOI' no eS de todo puuto descabellado, y nace de pen-
samientos, al par que nobles, exactos, y de afectos, si
liemos en demasía, en su oJ'Ígen justos. Con lodo ha-
blan(lo de las cosas, la palabra muerte no está usada con
prolútlad cabal, pues vi vcn los que en la com acabada
tu vitwon parte y CH su memoria tienen interés, y abri-
gan deseos de resucitarla, y en ello ponen sus conatos
y emplean sus e~rllerzos; queJando pues en este caso al
ofendido la sensibilidad <¡lIe á los muertos vel'daderos




368 LECCIO:-;ES
falta, y por otro lado la posi! Ji !idall d(~ defenderse 1 dI'
que los difuntos can'ect!. TiclllpO es ya (le poner Iln á
estas reflcxiollC'S pr('lim¡li~l,('S 1 ';('I-J()rc:i; y ;Fí pasaré ~il\
mas precancÍoues al aSllill,) dc ijue huy !i':lUi' .klJo.


El pensamiento de anmr la mayor parle de los
ciudadanos, y (ligo nwl de los ciudadanos) si por eslo
se entiende, como entellderse dehe, los que gozan (b
derechos políticos; el pcnsamiellto (l:~ armar :í casi tO(105
los individuos quc formall I1n estado, y de (bl'lcs, sin
sujetados á la disciplina lllilital', el :li'reglo y la forma
de las tropas cId ej(Srcito, COllslilnycndo a~d 1111 cuerpo
de hombres en que hay IltliOll y I'u;'rza, Im:iü en tiem-
pos muy modemos, pues aparecí,) al ¡¡llll](lo eH el pri-
mero y fuerte estallido de la re\'olucioll de Francia. N o
fué pOI' 10 mismo hijo de las nccesillades de un ¡mdJlo
que vivia con leyes, de las qne, srgll n el modo de ha·-
blar comun, forman un gobiprtlo libre, pues nació tle
la situacion de un pueblo pl'cp~l'ado (1 tl'oe::1' su estado
antiguo pOI' olI'O Ilue\"o, y Ú venccr Lis resistencias in-
evitables en ua call1hio dc tI! nspcl i('.


Cuéntasc, y debe de sel' Yei'lLld, ¡lile,; así lo han
atestiguado personas fldcdigilas, qUe: h ¡eLa de IjlW hu-
biese una milicia () gu~d¡a n,;ci:}!Ld 1l1l1111't'o,;a ocurritl,
antes que á Ol"3 persona, al fa111O';0 I'cll'si:ístico SY¡'!Jcs,
personaje á quien tanto malo y bueno d(\]¡e Sll palri~,
y de resultas el llllllldo; de alple!lo:; que flllltlalldo la
política en la metafísica erraron, PI'ro (llIe con su ('la 1 o
y agudo enlendimiellto aeene; cuando [10 h dc'.,luIIlLr;:-
ha la engañosa Inz jllli'ilne s¡;)i;t :;Iiial':;c; ahilado sill
duda con exceso por Mir:l!l:'au, (íill~ de (>\ ¡lijo ser SlI
silencio una c~d.lmid:td pública; d,:ll1:lSI)[jo Ó pOCI) lllellOS
al empezar la l'evolucion, pero d,) cuyos l:di;OS sali())
si Lien dicta(h pOI' el illtCI'{;S ,Vli¡,dla faillosa rra~e con
la cual se expresan y CellSill'cliL los 1'1('::);; Ih l.::, revo-
luciones {( Qlúer~n s~)' liúre" y 1/1) :;aIJc¡1 sel' jU:ilos )); COll-
vertido despues (¡ ideas de mas ÓCdl:tl, y trazador Cl!
gran parte del sistema glliJCl'llativo Ó ndmi!listratil'l1,




DR DRRRCJlO CONSTlTUCIONA.L 369
cstahlecido en J·'rancia blljo el consulado de Bonaparte,
continuado hasta la revol ucion de julio, y subsistente
todavía, aunquc con considerables variaciones yenmien-
das. Este hombre, pues, paseándose algun tiempo antef.\
de los grandes acontecimientos que revolviendo y reno-
vando á Francia dieron principio á" la obra de la dilace-
racion y renovacion del mundo, díjo á un amigo suyo
al ver pasar tropas por el jardin de las Tullerías en
medio de las turhas del pueblo : ((Yo he de hacer que
se armen estos paisanos, formando su poder un con-
trapeso al de aquellos militares, y así podrá llevarse á
cabo la gran mudanza que Francia necesit:t, pide, y
habrá de tener muy pronto.» Por aquí se ve, señores,
cuál era el intento, cuál la ventaja de la guardia na-
cional, vista en profecía Ó con lo" ojos del deseo; y á
lo que se esperaba correspondió; y corresponderá igual-
mente á intentos semejantml, y á situaciones parecidas,
una fuerza de la misma clase.


Pero esto nada tiene que ver con las necesidades
de un Estado en el cual imperan las leyes, y donde no
por la violencia sino por otros medios se llevan adelante
los negocios, y la resistencia al gobierno se hace ell
discursos, en escritos, en votaciones; y las victorias de
los que mandan no se consiguen ni en los campos de
batalla ni en las calles, sino en la aunque bulliciosa no
sangrienta palcstra de los cuerpos legisladores delibe-
rantes. Así en Inglaterra. nacion donde no obstante ha-
ber rey, y ser dueños del poder los nobles y ricos, se
disfruta de mas seguridad en la persona y hacienda, y
de mas liberta¡\ en la declar'acion del pensamiento qu.~
alguna vez se gozó en las repúblicas de la antigüedad,
y tanta cllanta en cualquiera otro Estado de nuestros dias,
la milicia nacional no se conoce, ni cosa que á ella se
asemejc; no cuadrando fórmulas militar'cs con la índole
de aquel pueblo propenso á usar los trámites legales en
toda clase de negocíos. En los Estados U nidos de la
América Septentrional, donde la libertad civil y política ~",
2 ~ :e .~y,", ~ -.,.


VJ




370 J.E(CIO:'lIlS
rSlún ell sn último punto, si hay milicia rs al modo th:
la inglü8a, y semejante á nuestras IlIíliejas provinciales,
,v no á la fuerza armada que con el nOlllbre de Nacio-
lIal hay eo Francia y E:;paña. Verdad es que en uno y
otro puehlo el derecho de los hombres á tener armas
si les acomoda está reconocido, a ungue en Inglaterra
hav aun soLre esto ciertas restricciones relativas á las
es~opetas para la caza. Pet'o hien se entiende que el no
estar prohibido á los particulares tener armas, nada
tieue que ver con el hecho de formal' de los paisano ...
cuerpos militares con arreglo de tales, dándoles, como
antes se decia, ordenanza, y, segull se dire ahora, to-
mando una expresion de las ciencias natUl'ales, organi-
zacion, con oficiales elegidos por los mismos que han
de obedecerlos, con tamb0res, haciendo conlinuamente
servicio, y en estado de acudir al primer aviso, y pre-
sentarse como un cuerpo de ejército ó division mas ó
menos lIumerosa. Lo repilo, pues, la milicia nacional
de España, asi como la guar'dia lIacitJllal de Francia,
su ,modelo, son instituciones nllevas; y. asi, lejo~ de ser
propias de Jos puchlos libres, en los que antes habia de
esta clase no cstahan Ili están hoy mismo establecidas.


¡lero qne fuese la milicia nacional una novedad eso
redundaria en Sil descrédito, á lo menos en mi pobre
concepto, pues si son malas algunas innovaciones, no
lo son todas ciertamente, siendo el tiempo, segun le
llama el famoso Bacon, grande innovador, y convinien-
do nuevas cosas á lluevas necesidades. La ciencia del
gobierno, si bien no nació en la época de la !'evolucíon
Je Francia, cultivada entonces y despues hasta ahora
con mas cmpeño, ha adelantado en gran manera; y bien
podria ser que entre sus progresos fuese uno el estable-
cimiento de la milicia nacional, por el cual á poca costa
se contuviese la violencia de los que mandan y tambien
de los que obedecen, y ie diese aumento y solidez á la obra
que ampara á los hombres en sus personas y haciendas, y
hasta en la conservacion de su dignidad como individuos




llE IJEItECIIO CO:\'STlTlJeIO:\'AT.. :171
v ciudallanos. POI' eso, tratando de la milicia nacional,
ia consitleraciolt tic SC'1' cosa llUeya y no COOlUH á 10:i
pueblos llamados libres, solo prueba que no es compa-
íiera illseparable de lo que mas ó meno~ propiamente
es conocido con el nombre de libertad, pero de nin-
gun modo prueba que de una constilllcion ó de las le~
yes ó instiluciones de un pueblo no sea ó pueda ser una
parte recomendalJle. Y por eso mismo lo que cOlll'icne
y aun se ha menester averiguar es si Sil institllr,ion es ó
no útil en sí; si lo es eH algur!as cosas, y ell otras no;
si segun las ocasiones pi epollderan en ella ahora las vell-
lajas, ahora los inconvenientes.


En España en tiempo:> de llosotl'OS poco distaulcs,
la milicia nacional ha hecho á la causa elel, trono de la
Reina y de las leyes señaladísimos servicios. Pero toJo~
cuantos ha hecho los ha hecho en calidad de máquina
de g,uerra, y estas en la paz sirven de poco, ó cuando
mas para tencrlas g\lal'dadas y 1)I'oulas hasta que lIegll e
el punto de que vuehan á servir para el comulI pro\'e-
cho. El navío que desplegando al viento sus yelas, y
haciendo uso de su terriLle artillería ha contribuido (¡
las glorias de la nacion á que pcrtencce, llegados los
dia~ de la paz, desarmado pasa á Ser gllal'llado con res·
peto y cuidÚllJOSC de su conservaeion en los arsenales.


Señales, como he dicho, la milicia nacional nació
en Francia cuando iha á empezal' una lid, )' lid reñilb,
cuando iba :í hacerse l1U:l mu(lanza tal, que todo lo ha-
bia de revolver ó destl'llil'; cuando los perjudicados en
la destl'Ucciorl no habian de resignarse á SI! mala sl1erte;
cuando el ejército, cuyos oliciales eran todos nobles, á
quienes las mudanzas y reformas resultaban fatales, y
se hacian odiosas, no podia estar á devocíon de los in-
novadores. Entonces se vió ser necesarias fuerzas para
la próxima guerra, y se indiseiplinó el ejército porque
se le miraba, quedando lo que antes :era, por enellligo,
y se armó otra fuerza, cl1idanclo de hacerla tal, que
sirviese al fin al cual estaba destinada. CUluplió con su




37! LECCIONES
f~ncarg() al prmclplO, pero algo despues ~ en 1792,
cuando excitado y casi jUlItificado pOI' las circunstancias
empezó el espíritu de desórden á aparecer poderoso. sir.
vió de poco la guardia nacional; estando la de París,
que es allí la única de notable importancia, dividirla en
los dos bandos de ricos y pobres: si hien pudiendo mas
en ella los primeros; y no logrando ni acreditarse de
firme apoyo del Trono y la Constitucion , pues ambos
cayeron juntos, ni de buena arma revolucionaria, no
habiendo sido ella la que causó la caida. En 1795,
vuelto á cobrar alguna fuerza, tuvo el mismo cuerpo
parle en la rebelíon que sobre las ruinas del gobierno re-
publicano establecido aspiraba á restablecer la 1'lonar-
quía, y que llegó á presentarse 3 asaltar la Convencion, y
hubo solo de ceder al impulso de la metralla, disparaua
por disposicion del general Bonaparte. En ,1,797, dándole
órdell y fuerza, intentaban asimismo los realistas derri-
bar por Sil medio la autoridad ú la sazon legal del Di-
rectorio. l\lucho dcspues la guardia nacional de París
se ha señalado defendiendo la. Causa de las leyes en los
alborotos de 1830. 31, 32 Y 3~, mereciendo por ello
alabanza, y alcanzándola de algunos; pero siendo "itu-
perada y escarnccida pOl' otros, entre Jos cllales se con-
taban los revoltosos y demagogos, y todos los hombres
de opiniones demoCl'álicas eXlremadas. Si se ha de decir
vCI'dad, no puede negarse al cuerpo Je que hablo el
elogio á que se hizo acreedor, y al mismo tiempo se
nota en su conducta en aquellos sucesos mas el deseo
de poner en seguridad las riquezas de las tiendas ame-
nazadas, ó de impedir que con lo alborotado de los
tiempos se hiciesen pocos y malos negocios en todo linaje
de tratos mercantiles, que el porte de un euerpo, el cual,
en cumplimiento de su obligacion, sustenta con su fuerza
la de las leyei. Asi es que los guardias nacionales de
París procedian contra los bulliciosos como contra ene-
migos de su propio interés, y apasionadamente, por lo
cual de temer era, que cesando la causa cesase tambien




DE DERECnO CONSTITfClOJlAL. 373
el efecto, y que fallando la disciplina y la obediencia,
faltase todo medio de lIe\'ar á aquella tropa á la poco
agradable tarea de resistir á los sediciosos. Por otl'a
parte, la misma guardia nacional, algulI dia muy fa1'o-
recida por la rama mayor de la estirpe de los norbolles,
la cual, lisonjeando el deseo de paz y comercio en los
mas ó menos acaudal:,dos, 1m; contraponia al desafecto
ejército, ansioso de guerra y (lespojos, una vez lIegJ a
romper en gritos de sedicion que en los soldados les ha-
Ll'ian atraido castigos de aquellos dictados por las se-
veras leyes militares, y en el cuerpo anfibio de que sa-
lieron no pudo producir otro efeclo que el de su disolll-
cion á pocas horas de cometida la demasía. Asi vemos
la [guardia nacional francesa, ó de París, nacer de la
revolucion, defenderla primero unida; dividirse despues
sin acertal' á contenerla ó empujarla; amagar en tiempo
algo posterior á la reptíblica, á la sazon gobierno legal;
quedar casi muerta; resucitar ó terminarse en los dias
últimos del imperio; mostrarse libia en socorrerle, y
alegrarse de su caida; adherirse á la familia real res-
tatuada; haCCI' luego manifestaciones de dcsaproLacion
al gobierno, irregulares y aun sediciosas; quedar di-
suelta; nacer de nuevo con la rc\'olllcion de j Illio; hacer
esfuerzos por sostener las leyes y el trono entonces es-
tablecidos, y hacerlos como por motivo interesado, con
furia, pareciendo en su accion propietarios lidiando con-
tra jornaleros y necesitados atrevidos; y excedersl3 un
tanto en el uso de la viCloria. De las demas guardias
nacionales de Francia es corta la historia, y no ha sido
grande el influjo, pues si Cll el reino vecino Iluestro es
la capital casi todo, en la gual'dia nacional de la misma
metrópoli ha estado representada la Índole y cifrada la
historia de las demas divisionell del mismo cuerpo en
aquella dilatada tierra. Pero en tiempos novísimos ha
habido excepciones á esta regla, de resultas de las cua-
les está hoy alli disuelta la guardia nacional de Leon,
de ToJosa y de otras poblaciones crecidas.




57l UCt.:lo:í-ES
Pasemos á considerar el estado de Jos Illismos tÍ


idénticos cuerpos militares en nucstra Esp:liia.
Dió aqui vida á la milicia nacional la COllstitlicioll


de 18192. Filé pa,lrc de ella un pensamiento que por
desgracia desdl' 1820 á 18925, rllllllado ell hechos l'xis-
lcntes é innegahles, era asi corno conforme :í la verdad,
atinado CII el objeto á que se Ilirigia; pero que, si ell
cierlas ocasiones fatales no merece desaprouacion ni
por lo dcsvariado ni por lo injusto, en general es erróneo
tanto cuanto fllnesto. El pensamienlo á que mí: refiero
parte de las ideas dominantes en Francia en 1789, Y
por algunos años de~plles, y traidas de alli á España,
d.mrle han conscl'vado largo tiempo él predominio, con-
siste ell disponer la Il'gislacioll política y las fuenas por
ella creadas como para C'llrar en batalla unas con otras;
plles aunque dejado en pie y con bastante podee el Trono~
se le dejaba viyir como á enemigo, y á las fuerzas de
que éldispollia se buscaba otras fine poner frcnte á
frente; y por eso al ejl\rcito, supuesto instrumento de
la tiranía real ~ se oponia un contra-ejército ~ ó en suma,
,ilindose la li IJCrtad sin cesar amenazada por un en~migo
artero y armado, COII arles y arrllas se proveia á su de-
fC!lGa. En situacion semejante, el órden ll,anleniJo por
las leyes no pasa de ser una tregua, mantenida no por
la buena avenencia entre las partes conlrarias, sino por
la debilidad de fuerzas ó la cobardía de una de las
potencias contendientes.


Pero la lIIilici:tllacional no vivió desde 1812 á 181.4-
:-;illO en el artículo de la COllSlilucion que la creaha~
pues su "ida real y verdadera empezó en 1820. lIabia
entonces la desgracia comun á Fmncia desde 1789 á
179~, Y á Inglaterra en su primera I'evolucion del si-
glo X VII, de tener al frente del Gobierno á un Hcy
que {'ra, y por su situacion tenia que ser, enemigo de
las leyes que regian, y á veces de las personas que á
su nombre gobernaban, y que urdia de continuo tramas
para trastornar el sistema existente, en el cnal por su




DE DEREC1l0 CO~STJTl;CJO:UJ.. 37;)
orígeu reía lIna afrenta: y por Sil esencia y CirCfll1Sl<lll-
cias un Jugo; y asi tomar pl'ecauciones contra él no cm
contrario á la justicia ni á la conveniencia. E\ lance dn
julio du 1822 y los usos {¡ que en él sirvieron por UIl
lado la milicia nacional, y por el otro las guardias rea-
les, iu(lica y representa cuál era aquella siLuacioll, mal
se;ura y resualadiza, de donde era fuerz:\ que cayesen
el Trono y el Estado á uno de los precipicios lilldero~.


En 1 S~~3 volvió á predominar el interés de los COllS-
titucionales vellcidos diez añ(}s antes. Coincidió con esta
Illudanza tomar las armas la parcialidad, que teniendo
por caudillo á D. Cárlos, le aclamó Rey, defendiéndole
como pretendiente al Trono; y hullo que armar al balido
contrario; y siendo corto el ejército, y auu si se au-
mentase, insuficiente á contener al numeroso gremio !le
los enemigos de la Reina, se arm6 otra ,'ez la milicia
nacional, dándole el r:olllLre du tI rbana, cercenándole
SlIS antiguos privilegios, poniéndole por oficiales los que
el Gobierno nombraba. Creada, hizo señalados servicios,
particularmente en pueblos de mediana poblacioll y cer-
canos al teatro de la guerra, y aun en los mayol'r.s ~ .y
en la misma capital; ó presentándose armada cuumlo su
acercó á ellos el enemigo, ó ahOlTando guarniciones y
dejando á las tropas del ejército, libres de menores cui-
dados, acudir á los campos de batalla mientras duró la
guerra. Ni fueron estos sus únicos servicios, pues hizo
otros, si menos 10aLles, sin duda tan provechosos á b
causa que defcudia, port¡ ue tirállicameute en todtls partes
tenia sujetos á lns parciales del pret0nsor de la corona,
impidiéndoles levantarse, y concertarse por medio del
terror tIlle ulla persecucioll cOllst:mte, y para decirlo
con \lro~;edad., casera, infU\ul\a; servicio este (\\\<' el
fanatismo disculpa sino abolla; hpdw en mucbos casos
con sana illtenciol1; de utilidad como acabo de decir, si
bieu conseguida por malos medios; y que declara cuánto
mIl) pueoe hacer este cuerpo J y de qué natUl'uleza S011
sus ventajosas calidades.




376 t)H'I'JONE8
No fueron las culpas que he indicado de todos los


milicianos, entre los cuales los mas se hicieron (como
particulares) merecedores de alabanzas, ohrando á me-
nudo los culpados con equivocado concepto, y no con
intencion dañada; pero fueron culpas del cuerpo entero
las que acabo de señalar y otras Illas graves. .


En efecto, donde quiera en España parecía que la
milicia nacioaal estaba instituida para favorecer los mo-
tines y las rebeliones, y de cuantos e~cesos se han co-
metido en nuestra patria en los recien pasados liempos,
ha sido ella cómplice, cuando no causa y motora primera.
Si en algunas ciudades han sido muertos, ó con decla.
rada violencia ó COIl formas que fingían ser de justicia,
iufelices con mas Ó menos razon sospechados de trazar
planes á favor del l'retendiellte, de la milicia nacional
salieron la voz que pidió la muerte, y las personas que
autorizaron el suplicio. Todos los levantamientos, todas
las J untas la han tenido por madre.' En Madrid, en enero
de 1835, no encubrió sus deseos de favorecer á unos
soldados sublevadrs, dueños de uno de los principales
edificios de la capital, y en agosto del mismo año y en
el mismo mes del siguiente, y en IICtiembre de 1840
se puso al frente de sublevaciones, ya con mejor, ya
con menos feliz fortuna, pero nunca, ni cuando no
venció al pronto, con la mala que su mal hecho merecia.


Eso, señores, ha hecho y ha sido la milicia na-
cional de España. A esto me dirán, que un abuso no
prueba lo malo del uso,' y que de todo puede abusar-
se aun de las cosas mas útiles y mas simtas, con otros
argumentos del mismo jaez, mil veces usados y de todos
ya conocidos. Pero si estos argumentos tienen mucho
de cierto, encierra asimismo mucha falsedad su uso.
En primer lugar, la existencia de un abuso declara que
este es posible; pero en segundo lugar, su frecuencia
declara que es probable; y siendo la frecuencia suma,
resulta ser él probabilísimo; y de cosa tan sujeta á
abuso, el uso mal puede ser útil y aun con~entido,




DE DERECnO CONSTlTUClO~U. 377
fuerza es qne lo sea con extremadas y hasta nimias
preca uciollcs.


Aderr.3s (y csta es una razon cuyo valor pende de
las circunstancias) los abusos repetidos hacen necesario
veJar el uso de la misma cosa, sino en todo caso, sino
para siempre, en el lugar y á las personas, donde y
por quienes los exccsos del mal uso fueron cometidos.
Sirvan de ejemplo los siguientes casos, aunque parcz-
can comparacioncs triviales, ó, dicho con mas propie-
dad, groseras. Locura seria al hombre entregado :í los
excesos de la embriaguez contentarse con tasarle la be-
bida de licores fuertes ó de vino, pues se ha menester
reducirle á que Leba agua solamente para remedio de
sus males y extirpacíon de su vicio en lo venidero. Al
j n¡.(ador, acostu mbrado á gastar en Sil hábito perverso
todo cnauto posee ó encuentra á su alcance, no sirve
obligarle á que solo aventure cantidades cortas, sino
'Ille es preciso prohibirle que toque á los naip~s ó á
los d¡idos. Asi en aquellas cosas de las que han abl1sado
los hombres á menudo enormemente, [JO hay que con-
sentirles qne (en alglln tiempo á lo menos) las vuelvan
á usar con mesura y parsimonia, pues á poco de usar-
las a.ii pasarian al abuso antiguo y con no menos extre-
mo, con no menos frecuencia que en las ocasiones an-
teriores.


Señores, para ver si está sujeta á abusos la milicia
nacional, ó, para decirlo segun conviene, si es buena,
si lo es solo en algun caso, y en cuáles, considerémosla
por tres aspectos, el político, el económico y el moral,
porque por todos ellos debe ser contemplada y juzgada.


Nada es mas contrario al espíritu de lo que hoy se
llama un pueblo libre, á saber, uno donde predominan
las leyes y están las personas y haciendas bien ampara-
das, y hay latitnd de obrar y de declarar sus pensa-
mientos en los individuos particulares, que las formas y
Jos hábitos (le la profesion, y del servicio de las armas.
E.\\. d \\\\~h~~ ~\\.'~\.~ .. ~w.~ .. \c:: .. \\~, ~\\. ~l }\\~~l~ ~w~\i~




578 J.ECCIONES
hasta el vestido militar repugna, no por vergollzoso, 110
pOI' aborrecible, sino por poco conciliable COll el e~lado
ordinario de las cosas, del cual es representante el \"e8-
tido civil ó de paisano, la toga, hablando á uso de los
romanos; indicio Je que alli la fuena y el curso de las
Jeyes, y no la violencia representada por el vestido y
armas del guerrero, deciden los negocios. Ya se sabe,
señol'es, que alli á veces ofensas que en otra parte solo
se satisfacen con sangre, se compensan por sentencia
de tribunales con el bolsillo,


Es pues la primera consecuencia política de la mi-
licia nacional engendrar con el uso Jet vestido militar
hábitos militares, señaladamente en 10s mozos. Lo galau
del uniforme produce orgullo; la semejam.a del traje
con el de los militares del ejél'cito, afectos iguales á los
con que estos miran á los paisanos.


Pero el arreglo y órden de la milicia, juntamente
con el empuña!' las armas, le dan los dos elementos,
cuya amalgama constituye el verdadero, sólido y temi-
hle poder, esto es, union y fuerza. Forma la milicia
un estado en el Estado, y como los que la componen
se ocupan en negocios políticos y e11 ella penetran las
opiniones que á los demas del puehlo (lominan, y divi-
den, la opinion que 011 el cuerpo armado llega á adqui.
rir el predominio, por fuerza, aun fuera de él, ha Je
hacerse prepotente. No se conlic al hombre poJer ex-
cesivo si no se quiere que de él abuse. La milicia pieu-
sa on ciertas cosas, y quien piensa al cabo quiere; y
cuando hombres armados algo quieren, obligan á los
desarmados á que á su voluntad se conformen. Por COll-
siguiente cuando anJan desconformes los electores y los
milicianos, aquellos sin mas que su derecho y su voto,
divididos por otra parte; estotros con sus bayonetas
y espadas, y COll su órden y arreglo, ¿ cuál dictámen es
de creer que prevalezca? Asi se ha visto que á la mili-
cia nacional se consulta en negocios de política, supo-
niéndose que, aun cuando la ley no se le dé, tieno




rlE JlEHECIIO CONSTI1UClO~AL 379
YUlO\ y no igll()['úndose ser el que tiene de superior péso.


Pero potlr:ín decir que al cabo h miliGi.\ es el plle-
blo~ y el'l'ónea sllposicion la de que este y :\ 111 ella PIICl-
dan est:lr d('scouformes. Señores, esto e" [,,!so, y lo
prueba la experiencia, pero la razoa lamuien lo explic.l.
En primer lugar. en la milicia. COila en lod,) cilerp~1
culecticio, prevalece la voz de 1l1l0~ P');03, yesos lo'!
lilas atrevidos, y el! cuerpo semej:mte los lIam Idns vul-
garmente lIlaloues. Asi encajonad03 ea sus c,)m~)J.í'íías
obedecen alli los llOrnlJl'('s á aquellos á quienes de cierto
110 darían obetliellcia como individllo~ sllelt03 Ó parti-
cuares' En segundo ¡lIgal', el pueblo, p s~a el com-
puesto de los electores, ya el de todos, está desparra-
mado por lug.u'es de corta ú m~dialla poblacion, y la
llIilicia de las pohlaciones crecidas es la qne hace papel
político, y estando revestida de poder casi absoluto ell
las ocasiones en que le acomoda le ejercita.


1)01' cOllsiguiente, la Índole de la institucion llamada
milicia naciollal es que esté en ella depositado el podet'
político, el cual ejerce, ya bien, ya mal, segun las
ocasiones, y á veces no ejerce, dejando libre el curso
;i las leyes; pero cuando tanta moderacion manifiesta
es cabalmente CII las épocas de sosiego en las cosas y
ell los ánimos, y entonces la milicia nacional no sirve
ni á los propósitos á que sus admiradores la juzgan
adoptada; y viene á ser para el Estado inútil; y carga
pesada á los individuos que la componen.


Sl'ñores, 110 expuesto los inconvenientes graves de
la milicia nacional. considerando su influjo en las co-
sas políticas, y de lo dicho puede colegirse, que cuan-
do sirve lo hace empleando la fuerza para tiranizar y
mantener sujeto á un bando que le es odioso. Lejos,
pues, de sel' parte necesaria de un gobierno llamado li-
bre, acaso en uno de los apellidados absolutos seria
menos peligrosa, porque al cabo en estos no hay exá-
men y discusion eonstante de Jos negocios. COIl lo cual
se excitan las pasiones de los milicianos., que ellos co-




580 LECCIONES
mo particulares forman y declaran su opinion,y la oyen
expresar á otros sobre las cosas que la atcnrion )' el inte-
rés empeñan. Pero aun asi por Sil necesaria insubol'djt:la~
cion; aun al goLierno que menos trabas consiente y reco·
noce causan grande embarazo. De todo cuanto acabo tle
decir es señalada ilustracion el ejemplo que han darlo en
E~paña los "oluntarios realistas. Los creó el gobierno
restaurado en 1825, Y causó asomLro que los crease,
pero no dejó de aéerlar en parte, por ser aqucl gobicr-
no hijo de una revolucion ,y continuador de ella en una
de sus faces, y revolucionaria fué la milicia realista ni mas
ni menos que )a nacional, pues con nombres diversos
y hasta opuestos existen cosas no poco semejantes. Y
asi es que los 'Voluntarios hicieron con los "eocidos cons-
titucionales lo mismo que estos antes y despues, vence-
dores, hicieron y han hecho con sus contrarios, esto
es, infundirles terror, y con el miedo quttarles la fuer-
za. Tal y tanto servicio al bando en una y otra ocasion
alternalivam~nte dominante, fué en ambos casos com-
pensado con obediencia nada sumisa ni perfeeta en los
celosos servidores que pedian por pa'ga de sus merecr-
mienlos la tolerancia de sus demas4as.


Imposible es poner remedio á inconvenientes que
nacen de la eondicion humana. Cualquiera de nosotros
empeñado en lograr un objeto, si por la fuerz-3 le pue-
de conseguir y pronto, á la fuerz-a recurre; y lo que á
cada hombre particular sucede, no deja de suceder á los
hombres formando un cuerpo colectivo.


Tiempo es ya de considerar ]a milicia nacional ba-
jo un aspeclo económico. Verdad es que si en algunos
pueMos y tiempos han llegado los cuerpos de la milicia
nacional á ser costosísimos, este es un abuso que admi-
te remedio. Bueno es con todo indicarle: bueno y aun ne-
cesario llamar á él la atencion, porque como ya he dicho,
)a existencia de un abuso pl'Ueba siempre su posibilidad,
asi como su probabilidad no pocas veces. Asombraria si se
pusiese de manifiesto ver á cuánta costa se ha suplido la




DE J)EIlEClIO CO~STIT"CIO:UL. 581
falla del ejército por gentes armadas, cuya constitueion, y
seouo algunos, cuyo mérito consiste en no recibir paga y ah~rrar gastos á los contribuyentes. Pero demos que cesen
los abusos á que acabo de aludir: que en la milicia na-
cional se gaste poco: que cese .Ie darse entrada en ella
á los necesitados á quienes se viste á costa del púhlico.
Todavía qncrla el grave, el enorme mal de que los
dias de servicio de los milicianos son otros tantos qui-
tados al trabajo; al trabajo fuenle de la riqueza, j Cosa
singular, señores! Hace años que los apasionados á las
reformas claman pOI' la disrninucion de los di as feriados
Ó de precepto, en los cuales por devocion á los santos
suele fomentarse la ociosidad, y acaso con ella los vi-
cios, ó aun e.in ('sto la pérdida que con la falta de pro-
duccÍon en aquellos días padece el Estado; y sin em-
hargo ahora alegremente se ha dispuesto que en algu-
nos dias del mes se snstituya á la asistencia al taller,
al escritorio, á la oficina, el ocio, ó cuando menos la ocu-
pacion inútil á la produccion de la riqueza, del cuerpo
de guardia. No hablemos de los hábitos de aversion
nI trabajo que con este descanso se eAgendran, pues
eso ya se considerará al hablar de la milicia vista por
el lado del influjo que eje.'ce en las costumbres. Y cuén-
tese ademas que su servicio crea en la sociedad cier-
ta ocapacion no de las mejores: la del alqllilon que ha-
ce las guardias por el miliciano acomodado, amante
de su regalo ó no deseoso de abandonar sus mas pro-
vechosas tareas; y los alquilones, salvo en algunos ca-
sos, sahido es qué gentes son, y cómo emplean en los
di as de ocio lo que bien remunerados han ganado en dia
de servicio.


Pasemos ahora al tercer punto, que es el de las
costumbres que en el servicio se contraen. La vida mi-
litar, señores, propende á la licencia, pero no enfrena
y sujeta esta propension donde está el ejército en huen
órden y arreglo con la severa disciplina, que en su esfera
comprende al oficial asi como al soldadQ, Pero el mili-




382 UC(IONES
ciallo nacional en el cuerpo de gllanlia t ¡elle pOé.l suj(O-
cion. Allí los mozos antes timoratos en eomersacione:s
por necesidad licenciosas, adquieren el desg:H'I'o que
pega bien en quienes lienen en la lnallO las :J/'lHas. Allí
el que ,-h-ia dado á su tl'abajo en apartamiento del
recreo, adquiere, como antes he apuntado, desYÍo al
primero, aficion al segundo. Allí qllicn siempre obc-
,iiente á las leJes j;¡más ha pensado ClI quebrantarlas
encuentra en la libertad que le da su situacion medios
por donde se hace mas fácil y á la par menos odioso, ó
cuando no asi, menos escandaloso, el queLrantamiento,
Acuél'dome, señores, que en mis rnoct:'t'ades, cuando en
Cádiz, mi ciuJad natal, durante la guerra de la indc-
pendencia, existió un cuerpo numeroso que con el nom·
bre de "oJuntaríos, muy semejante en formas é índoll'
á la milicia, desde algunos años antes que esta cxistiese,
y por el término dc seis c!>tuvo haciendo servicio activo
en la guarnicion, !'c siguió de ahí notable daiío á las
costumbres; no solo en la parte religiosa, sino aun el!
]a puramente moral, á infinitos jóvenes y hasta á algu-
nos hon.bres dc edad provecta, pasando gente pacata y
devota á darse primero á comersacioncs de~vel'gollzadas,
y luego al juego, á la bebida, á otros vicios. Y sí se ml~
dijere qne un caso nada prueba, respondcl'é que esto
es errOI', y que prueba mucho cuando se ve q ne, 110 de
circunstancias particulares, sino de las análogas al caso
mismo siempre que se reproduce, es fuet'za que salgan
tales efectos. Quejas repetidas he oido de que no en
Cádiz solo, no en aquel tiempo sino en otras ocasio-
nes posteriores en pueblos diferentes, han salido de los
cuerpos de guardia considerablemente corrompidos quie-
nes en ellos entraron ha5ta nimiamente virtuosos. Yeso
si la experiencia á posteriori no lo enseñase, á priori la
razou 10diria, pero viene bien que confirme la prime-
ra lo que alcanza á descubrir la segunda.


Tantos inconvenientes, y tan graves todos, cual
pueden ir compensados con ventajas tales que prepon-




m: 1JF,'\I;qlO CO:\'STlTrCIO:\' \ L 383
dHando á aquellos ha~Jn la auopcioll de la milicia na-
cional recomendable. Y aun á estos Ínconvenie ntes pe-
rennes pueden agT!'g-al'se olros Iransitorios; como por
ejernplo, h;í!Jilos contraidos pM la milicia nacional en
algnnos pueblos)' tiempos de empezar ó favorecer y de-
fender todos los alborotos y rebeliones. Yeso no obs-
taute, se me oirá concluir .iue en algun caso> no como
imlitucioll constitucional, sino como arma terrible, pue-
de haber rH'cesitlad dolorosa, aunque perentoria, de dar
vida y fuerza á semejantes cuerpos.


Pero en tiempos de paz, donde reina Jo que se lla-
ma libertad, esto es, la de examinar públicamente los
negocios del Estado, se me preguntará ¿si soy de Jictá-
mell . de que estos cuerpos deben desaparecer entcra-
monte'? Sí, >.eñorcs, eso acoll!Oejo, y digo que deb~n des-
a parecer, no en nombre del poder llamado absolu-
to, al cual se los supone contl'arios; sino en nomhre
de la misma cosa apellidada libertad, que los amig€ls
de esos cuerpo:; armados invocan; en nomore de los
progresos de nuestra edad ilustl'ada, que sustituyen el
imperio de la pel'suasion y de las leyes al de la fuer-
za propia de los tiempos de bar'barie; en nombre de
Iluestr'o siglo que aun en los tratos de nacíon á nacion
ha solido ponel' la hahilidad de los negociadores, y los
fallos de los congresos diplomáticos en el lugar y para
el empleo donde se usaba antes del valOl' y pel'Ícia de
los guerreros, y de las decisiones de la fortuna en
las hatallas. Deben desaparecer y no con nota que em-
pañe el lustre de la fama que algunos han adquirido,
ni como en castigo de pasadas demasías'; sino tribután-
doles los elúgios que por sus hueno~ hechos mere-
cen, callando las censuras de que por sus yerros han lle-
gado á hacerse alguna vez dignos, reconociendo en quie-
nes los componen mas de una vez sana intencien aun al
cometer los mas vituperables excesos, y poniendo término
final á su existencia por ser esta incompatible con un
estado cual tú han menester las socied~des presentes,




38-'" LECCIONES
DO ya como las repúblicas antiguas dadas sohre (0(\0 :j
la guerra, sino cultivadoras de las artes, de la paz, bajo
una religion santa, y con coslumllrcs blandas y suaves.


He dicho, señores, que á pesar de lodo puede haber
casos en que al medio peligroso de armar la guardia ó
milicia nacional debe apelarse. Sí; señores, los hay;
pero son estos casos lus de las revolucionc!!, que como
lo he dicho una vez y lo diré mil, son excepciones del
estado natural de los gobiernos todos, y tan coutral'ias
á lo que se llama constituciones libres, que dominando
estas, sobre todo la fuerza moral; y mientras aquellas
duran, mas que en alguna otra ocasion, la fuerza ma-
terial, impera. Ya dije que pienso dedicar una leccÍoll
de este curso á hablar de las revoluciones, no porqu~
á ellas las reglas del derecho político constitueiol1:1.1
sean aplicables, sino porque siendo equivocadas con las
constituciones, inducen á graves yerros, y porque como
excepciones de las reglas piden quc ClIahUO de estas se
hable no se las pase por alto. Yo que, como se verá,
no soy ni aprobador ni reprobador de todas, que creo
que hay de ellas algunas justas, y otras llasta necesa-
rias, si bien todas lales; que tengo muchas por injus-
tas, y otras, sino tanto, por poco menos, pues por lo
intempestivas é inútiles, aunque no injustas, causan
males superiores en número y calidad á los que reme-
dian; yo que he dicho y repito ahora que se parecen á
las grandes operaciones de cirujía, las cuales locura es
y aun delito hacer sin necesidad suma, y desvarío y
cobardía dejar de hacer cuando son indispensables, te-
niendo presente que aun las necesarias, las llevadas á
cabo con feliz efecto, siempre lastiman y dejan un ma],
si bien menor, en lugar del que han sanado; yo no du-
daré declarar, y aun acaso recomendar, como una de las
mejores armas revolucionarias, esa milicia turbulenta. Si
estuviese destinada nuestra Patria á ver encendida otra
vez en ella la guerra civil, la milicia nacional acaso vol-
veria á ser útil, pero fuéselo ó no, naceria de seguro,




\ \'."l\('l'ia ú l't~lln\';¡l' rn!l ~~;;s ~;Cj'\'ício,'; ~;u.:-; di'~BH\lle!-)J acl-
", " 1 '(' " "IHHIt~lIl ,¡ ,;t¡¡¡:I,iJlo de Ol'rz~, ¡ ¡'n¡ ('(\;;10 esto no sr.~
,L' ¡)rsC'!IL !;PIl!il)'"O h ("" qll¡~ s:lisa de su acttnl le-
~;~rr~n~


,\.1 E,;~\.L;Il· ') St~!"lorp~ ~ i.',r:;ta parte (le nlÍ tarc~~ se nH~
'",¡:lll n', (lIIC nor io ó,;t!¡l!o d{~ mis lal¡ins hace poco SI'


I •


me puede II;wel' 1:':"1 n',,¡:Il;-(;j'C]OI1 mu)' justa) lte la clla!
,ill emlwl'p') S\C: 1r¡' :"0 IIH <~l'gumento en pro de las doc,-
¡rillas q::P lw sllskulacto.


¡,Cómo, me dil':'m, qllicn otros aí'ios ha hablado en
¡'sta cúteunt, clIalltlo vivia pujante la milicia nacional, no
ha o~ado decir de ella lo (lllC ahora ha dicho, lllostrálldos,~
t'llla ocasiüll presente ú la par que injusto uad:J generoso~
l)ero, sellores, si la instítucion de que Iw haLlado fues(~,
como dicell sus apologistas, tutelar de la lihel'lad, ¿habría
IwhidiJ pdigro el! ¡mI,lar cOlltra ella en los años próximos
pasados'? La libertad 110 Cllllsiste en pall"ücinar lo qllo
¡lOS ¡¡grada, .Y castigar tÍ estorbar que se diga lo qlw
nos disgllf.la, COllcédase que el pobre individuo que aquÍ
habla haya ploCillln de lililirlez antes y de falta de ge-
nerosidad ahor,l; ('sto proharú que d moralmente nln
poco, pero prohará t::\Inbien que, viviendo aquí la mili-
óa lI:H:iollal, h:¡J)j¡j peligro ell expresar una opinion ti
ella coulraria ~ y que, coa esta\' dla ~i no aC:Jharb sns-
pellsa~ el llIiSIlIO pdígro ha cesado, De la hajer.a dl,l
SC'uado romano clIando gobcmakl!l los peores empel'a--
Ilon:s se h~~ dicho mue110, pero mal podría haberse pru-
l'ado si'll1cjallte Ilajt:z,'!, si /lO llllJ¡iese haJ)ido lirallÍa; y
al hablarse de 'fibelio y otros se culpa en la sCl'vilid.ul
;l qllimlla ejercia y ú quiell la causaba, 1\0 puede PUtS
emplearse contra mí Ul\.l frase de vitllperio de la cIa:,¡¡
á que aluelo, sin que sea lIua declaracion de que la mi-
licia l1<tcional no toleralJa poco !Ji mucho ea lo rc1ati,'o
ú ella luisllIa.


Pero ¿tIe lJ1\(~ ~il'\"c este ar¡::.ancllto. seílnrcs, cuando
Iwy otro que es IItI hechlJ notahle ~ Yo nw acuenla, y
todos por fllN'za han d¡~ acol'd:m;;ll. d(~ qllf> 11110 di' Jo,;


2;)




38G LRCCIO"I',S
liwl':HOS y pON:1.S (fue hoy lll:1.S honran á nuestra Espalia,
oficial creo del mismo cuerpo, en una comedia de su
composieion n'presentada en una oC:1.sioll cr'lehre cuando
la libertad (segull deci:m los hombres de opi Iliolles ex-
trernalLu! acaoaba de alcanzar en esta tierra lUlO de
sus lllaS s~iíabdo:) triunfos, se a!i'eyió, sil! iulellr;ioll pOl'
cierLo, á usar, hahJaudo de los milicianos nacio118les,
algunas burlas, chanzas, bromas, sill bid lli Il'asre!ldcu·
ci.!. no lllas; pnllils de las bnz~\(las á cada paso naFran-
cia contra los individuos dd cuerpo alli idélltico, (PI
cual, dicho sea de paso, como compuesto de gente tibia
en el amor ú la libel'tnrI, agnauta estos golpes fjllll los
anun~C3 apasion¡;dos de la misma libertad JlO le escasean)
y que por esta licencia de autor cómico, c\lyos fueros
suelen ser tan extensos y privih~giados, el mismo in;:;e.
niosa autor, tras úe oír silbar su composicioll, calami-
daLl no corta pJl'U un poeta, perdió sa grado en la mi·
licia, corrió peligro en su persona, y padeció tal pcr-
l'ecuciol1, qne ha"ta fué privado del clllpko qne senia
hajo el GcLiemo; ('mpleo en cstablccillLíeilto literario
para el cnal era idonco, y del (lile le despojó la quis-
(Iuillosa illtole:':I;;.cia (~e los rniliciauos llaciOlt:lles, qui-
tando el [;u"leuto :t su familia, .r t:allllo al mundo el
nq~cctúcllh 'lert:'olizo~O de Ull llOmbre ue laleuto mal-
lratado por ¡lan" li\'í~Il() 1l1Otiyo, Scliores, esto liemos
visto, y j á nomhre de la libertad! Pero no lo e:\tra-
0.cmos, pt:es tales wn los efcelos forzosos de haber
cuerpos semej::¡:ltcs en tiempos de pasiolles.
'"~·n (; ..,.1\ PUO p ... c (!O,,/"] (> , ," (~i. <} ':('noO ])1'''11 ul. n,.,a,t) ".. . ... 1< .. r. lClllp.J0 l,e p ... s. J ", <: ,


¡l"1'0 ¿cuando eso', lierl;~lOs Cl'::;:;!;'? y entonces ac:111:. la YOZ
, t l' 1 1 JI' j' . . 1 1 nl1~nlG. qne e: D ':_~~~c. Uf! UCCIUral' Aa 1111 iélLl naCFJJ1?J. (2.-


üosa.
Señores, )0 no he d2c1arailo que eH tod.Jg tirmpos


hará los mismos daño~, pero sí que siempre harú al-
gUllOS. Y ad811:as he :':¡dlO q no hJ.y ocasloacs Ul que
su '¡ida es ¡¡l:iS d.afíin~)' su acabamiento "¡quiera por


1 t' . ti l 1 un piazo !lO C01' o ;}~ nace ncC'es:,U'lo. i:"J o SUCC[ e,




UF. l'linEeno C(l:'i;o;TlT\jCiü~Ul.. 387
'-'\l;,nJo acabad:l non reüida contienda en que ella
ha servido llien, ufalla con las glorias adquiridascnlaguer-
m y ]J('na ce la soberbia uel triunfo 1 habiendo contraído
rllalo" bj!Jito:; que hubieron <le dispellsársde cuando era
ncc(s8ri~l, conyierte conli'3 sus desaprobadorcs pacífi-
('OS ~ conlra los dccoipl'ollJdol'cS Jo lo quo á su antojo
enH1l'le el poder, y la c:Jlel':t <¡ue empIcaba contra los
enrmivos arnwlos. <>si todos los tiranos ban sido 3n-
1.(15 \"rlle,--~dGl·eS.,


POI' cOll~,i[~uientc ry cn:mdQ IlZlY p1siones ~ V va no 11r-
c(,s;ll~:d de e!:1¡11e~H'bs1 pues las pasiones IHln;1~;s y nece-
sarias so~. eH tiempos en q:!C S~ han mene-te!' grandes
es !'tw l'í'.OS, !HaYol' llceesi(12d tUV de su¡elar. basta el pun-
1.0 en que sea 'efectiva y dicaz b s¡¡je~iotlo' ú ¡os que pro-
ceden ar~.~·,¡on:Hlc:1.,


¡re <1ic:¡{j .. ~ :-:;~<:~)n~s ') Id J)~¡st~ntc ~,o~)rc este asunto,
n:lra EJi ¡W :1(»)i';\\;;,ble ¡)cí.' Ó¡;l'lo p y \'a es tiem¡)o de
.- "- ) ~ .)


, , 1 j , 1 1 f)l1í: \'Ol\·:.l~_~ins :\ P(~I!:)~U' Le o que e¡:i propiO oc 'J.S cons ...
tituC'Í'we:",


De la f<!l te ¡,edl:íe::t de las que hay ó debe llaÍler
01\ los ('~ta(\os Teg ¡í.IOS pOI' sohiel'llos de los liamadolt
pOI' C':\rr'lcIlCt:\ reprcs~'ntatiyos, he habla!lo ya COn me-
diana cxtcll~i()H. hahil..~ndome dilatado antes sobre cier-
18S (1xrlic::lcione~ del lo que es en mi sentir el espíritu
que anima á los "arios gobiernos.
• SIl acordarán mis O}:elltes de que me he opuesto 11


la decbré1cion de ciertos derechos llamados naturales co-
mo basa en íliJe kl~'an de estribar las constituciones.
Pero al mismo tiempo que he dcs3probado que se sien-
t!~n como principios de gobierno, mit'í_;mas abstractas, fal-
r<lS de todo punto unas, otras verc!:lJeras á medias, casi
todas ellas sin valor en su aplicacion á las lcyes reales '/
positivas, ni me he opuesto ni me opondré, y an tes sí
recomendaré que haya leJes por las cuales se asegurc ú
los individuos de un estado el goce de ciertos derechos,
pOI' donde sin pcrj uicio público, sin peligro de desór-
den qneden amparadas sus personas, en seguridad sus




588 Utf.lO'li1':~
bienes, y en libert:ltl su pensamicnto hasta 11ara dcela"
rarse ydifulluirse.


De estos derechos que unos son llamados puramen·
te civiles, y otros políticos, y entre los cuales h~y al-
gunos que con mi corto enlendel' considero JO como
mistos, trataré en la leccion inmediata, acercándome
ya al fin de mis tareas en las que tanto favor he recibi-
do y sigo recibiendo de mis oyentes.




LECCIO~ DEUIMJl.SEPTIltlJl..


Seltores, tratados casi tOLtOS los graves puntos que
ahraza el derecho político constitucional, si bien some-
ramente, y con la imperfeccion propia de mis escasas
facultades, yoy aproximándome al fin de mi jornada, y
aun hien puedo detir que tengo ya el pié puesto en el
linde. Pero todavía me queda que tratar de algunas ma-
terias importantes, y no lo son poco las que darán
ílsunto á mi Jeccion de esta noche.


Al hablar de ciertos derechos abstractos, conside-
rados por algunos como naturales é imprescriptibles en
los homhres, (leclaré muchos de ellos falsos en mi en-
tender, impugnl~ otros como mal explicados y peligro-
sos, insinulS que no hay olros derechos políticos que
los nacidos de la misma sociedad, ya formada, y de
las leyes, y condené todas las máximas abstractas y va-
gas como pésima basa para sentar en ella la fábrica de
las constituciones, las cuales deben estribar en la his-
torif1 J I1S0S y costumbres de los pueblos, y en ciertos




390 LEeClONU
llriucipios de que pueden sacarse con.sectll'Ilcías prácti--
cas inmediatamente. l)ero si considen~ semejanles dere-
chos como meras ocios83 imaginacioLles .t1'.!llnas veces"
y otras como prilll:ipios \'a~()s ," 11lW al irs~ / :1 plic:lr 1 pOl'
fuerza han de prOdllCil' errores fUllesto::>, !lO por eso
me declaré ni me declaro contr:1 /lile Ú ]05 Qohernado:,
$ean reconocidos el! la::, leves dl,~I'~.':!:I)S dQ ':;li~IS ebo;es,
Y los mas de ellos de sin~;ular illlrJ;¡fL:¡¡:Cl;¡,' \' all¡icll de ,,-' ~ "
los particulares, ;,si con¡a ú b i'.:lit;d:l(¡ C0lll1m en
grado sumo con(1[Jcell!8~~, y Jun lICCl'S:lI'i:\:,. CJ!¡:Jlilil':¡k
para el amparo de bs pel'~ouas ~ de hs b;\ciefi(:as, dd
pensamiento, y por esto h~sta <1,; b d¡;;¡,;~bi moral de
los hombres, eS/.:iil [l¡;,n¡:lf.L:s ];1::; CUI1Sii,¡;¡-il)lIC;] ,: j;lS"
tituidas las sociedades. Y allÍ V2l'Úll , sciiorl's, (y no por-
que yo me cure de injustas illlpn!~H:iones lo t1i~o .' ¡me:::
á ellas me complazco en lwccr (reule) ;diÍ ',"cí':ÚI lo~ qUé':
me acusan de dar en este Inr:'21r 11,1 Curso (10 lecciones
de despotismo, CIllC si bicD Ct:~l(lc\lo . y l'l'nCn1'O l:CG:,liTC-


'. ,


ditar el despotismo rc\'olncio!lario Ó d()m~lrAlieo) el c¡w.l
con el nombre de liLcriad tantos c,,!ra~~G3 ba causado
en el mundo, y tales y tan s('líalado~ ~'nL(:püca noví:;ima
en nuestra patria; }' si hien hasta 1"1 el goce de ejr;l"lo~,
derechos aconsejo clltral' con pz;rr,j'lwnia ~ llO f'CJ l]iJe ~:t:
uso fuera de razen, en 'H'Z d" U('lll'S aC:Wl'e~) llaiío", y
entre otros el de haber de L~1Í11dos en demasía ;'t po.,
co de haberles dado ensanches pnra ciertas CirClltlsL1ii-'
cias excesIvos; ni abogo ni alJog;uú por l10ctriEJS de
opresion y tiranía~ reLajadoras de h di'.;'ililbl del ¡10m
bro, proc111ctcr~s de males aun en Jo (oculle al interés
material, y verdaderos elementos del dcspotismo; C;1-
paz de existir hajo diferentes clases de gobiwlO, digtlo
en todos casos de ser odiado y comIJatido»)' al cual con
mis flacas fuerzas me opondré sicmpre que mi voz ¡me-
da sonar en este lilgar tí otro alguno. Asi pues hablaré
de los del'echos que deben SCl' reconocidos y ascgurados
á los hombres que viven ca sociedad y bajo gobiernos"
derechos fundados en la justicia y ]a conveniencia, Cll-'




DE DER1lCnO COXSTITGGIONAL. 391
:0 orígen es de la sociedad misma y de las leyes, pero
de la naturaleza 110; Y hablando de ellos y del modo
Je rccolJocedos COll arreglo á los principios que eSli1l1o
s:mos, hablaré taml)icn de las limilacioncs que püeden y
delJl'1l pOIll-rsell's, disminuyéndolas ú en cierta:'. ucasiones
aUlflenlúnrlolas hasta \lll grado con¡,iderable, segun en llJi
entender lo puede c:\igir el CO!11lla provecho. Asi no
lisolljeando á cbse alguna de pasiones, ni tampoco hll-
)'CHrlo de serIes grato cnan(lo creyere que eso piden la
wrd",l y la raZOll, cumplir() con las ohligaciones que al
selltarme en rsta dledr;! me he impueslo.


Sea cualquiera el principio rector de las sociclhdes;
h:iyanse esta.s forll1i!do de lino ti de otro modo; s¡Jpúu-
gase el pacto social expreso, Ó cOllsidéresele implil:ito;
lo cierto es que los gobiernos estún instituidos para ase-
gllrar la l!luyor suma de fdicid:Hl posible álos gobernadús,
y anu para asegUl'arll~s foja la suma de derechos que
sea compalil)\¡; con el úrrlclI, ó con la seguridad de '¡tIC
Jos concedidos ú llliOS llO serán empleados en pel'judird
:'t los igualmente dad05 ú todos sus cOl1lpa1ricios. E!I
eSo asimismo es claro que consiste la justicia, pues sí
la injnsticia es para algl!nos felicidad, lo es :í costa de
la <lidia ajena. Claro está que la limitacion. de los de-
rechos nace del respeto;í Iajllstici:1, asi como su reco-
nocimiento; pues lo ({ne llaman nlg11103 lícenc ia, con-
traponiéndolo á la libcrta(], viene {¡ ser, p:lra <.quel á
ell\';l co~la se es licencioso, tiranía. El que del completo
:tn;paro de Sil !H'ISOIJa ahu3a, solo pude hacerlo danan-
do {¡ otro indí\'idllo rlil'eclamcnl(~ Ó j¡,dircctau\cntc á lUlO
ü á mnchos, turbando la paz del Eslado. El que de la
JilJerlarl ,lada para publicar sus pensamientos abusa, so-
lo pned e Jlaccrlo cxcitanoo con sus palaLras al dalío de
la ,illa , de b houra ó dc la hacienda Jjena, Ó á los al-
110ro105 de que ~c origiuan males gra\'ísirnos á los particu-
larct;. Asi que, el toque de Lt dificultau al hacer leyes
est{l en dar á cada cual 10 suyo ~,ill perjuicio d~ 10 nje-
1iO , v si llegar á ac,~rlar cabaltnCll\C con c~tc ¡Hull:) ('.;.


; . ,




1111f'osible,;í acerea!'se á él delJl'lI ir etlG1l1;¡llados nuc',
iros esfuerzos,


Hay derechos lle Vltl'i,IS das;,,,, ],,;:lLi("o:-\, (;i\ik~; Y
otros, á los cuales, dan; yo ni IlOl11:)]'L) Ile ¡)ji,;!¡;".


Los dl'l'cchos político:> CO'IS¡stCll e\1 Lt p~!í'!e (lt¡(~ ~e
da Ú lo~ gohernado:; fn liu1i!ar y di;'i~.:ir rl l]~;O del podi..~r
por parle de los f;rf;jCrn~Ld,.Ji""~~


Los derccllos ci\"iles Cf)l\~¡';:t';"l ,':l \,1 2:::,';;]'ü que eOll
]JnellCl \' se~,rU!'~1 Ga;L:a ~.~~ '-~J ~'t L¡:-" l·,'·i'.;íj~:~~,i v !l~!c¡ei;dns


.J ~ ,.."


de los partieul::rc:;.
vII 1"" . I i ianlo)'o <- Ci"ec~:n~~ iLi;!tn:; ~l Jü3 qne, protf'gJenco


a los hOllllH'es en la lhc!ar;lcio!l do sus pellsamielltos>
les conceden con {;sla 1I11 i,dhljn 1ll:IS 'í Illi:r:os directo
en los negocios dd Estado. D~ 1~5ta última claSl~ 1 ~;on d
dar á luz escritos sill necc~jtar para ello [1l'évia licencia
dc la autoridad gobernadora, ell'cpreselllal':í los magis-
trados y gobcJ'fladüres; solJl'e hecllOs propios dd procoIll un
Ú ajenos, y el juntarse donde estu es lícito aUIl en mi-
mero crecido, pero sin anll<!S, á tl'al:H' de cl1ales(luicl':í
materias, ¡lasta iucluycndo en csL s 1;15 p()!ític~s.


Entre los segundos dCl'l'chos, podria ser incluido
mlO :í que apellas aludij'(;, pOI'f]IIC no quiero rOZ<11'1flL
COll objetos vellerables, que es el (h pl'OfC~al' cada cual
la fó religiosa qllP. nwjol' crcyere.


De lus derechos pnralllí'llte políticos he hahlado ya
al tratar de la p~ll'te mecánica de las constituciones.


Los segundos son los de mas i Il1portancia, y estos, pl
estén mas Ó mellaS claramente reconocidos ('11 !;,s ICH'S"
ya sean mayores ó menores en Jl!imero, .Y dc sll[leri~\' ¿
inferiol' calidad las segul'i,!ad('5 con qne su posesion se
afiance ~ ya 8e quehranten COll frecuencia Ó l':lra H'Z
bs di~posiciones h'gales con qne CSLíI~ protegidos, to-
dQ ello en difereutes clases de goIJicrno~;; en todas, salvo
en las establecidas f'Il pueblos 110 ci\'ilizaJ.os, cuentan
\.:Oll alguna especie ue existencia reconocida y de p::\tro-·
ciuio . .Nadie prctenue que sea lícito qUi/:ll' Ú uno 10 811-
)0 para dárselo á olro ó aunque sea al EsI:ltlo: Il:ltl:~'




hE HliHEUIO tu:-;S ti i \-Uu:\AL. :3H3
que delm castigarse Ú HUi] :;iqui"l'a yej,u'3o al illO¡;elltc
sin á lo mella;; lll~lS qíW mc\1iJ.lla presuncioll de culpa,
;WlllI!lC ~lIsll'llkn ;d¡2.nnos (¡llC bs preclu¡;ioncs panl ::tw-
parar la j:l0\:~':;cia tI,'¡jan be!' poc~S (¡ lin Jf) que no So
\~d;\:l de elb~ en su propio pronócLo el delilleHellte; Ó
Ili:l: dehe d,'jal'Se m:\s hli(ud ;t1 f;o!¡icrilO COIllO jll'otc¡;lOr
del prÚ\CdlO (~OIllUIl ~ )' del pal'licuhl' en cuallto á deter-
minar ell~llld() y ~li¡¡lO In de respetar eu mayor ó me-
nor grado iJ ~;(';.illl'idall de las pCrSOll:1S.


1'('1'0 !lO Itay eluda en qllf) la Illas ~d)Oilil:;a fi~nz,l, la
mas completa seguridad para ios derechos ciyilc:,;, con-
sistc el! <¡IlC cierta suma de derechos políticos les sirva
de pl'oll'ccioll COIIIO eslorbo Ú su fjuebranlamiento.


La seguridad pcrsonal debe estar recollocida y alian-
z,lda en leyes q1l(\ tengan el car<Íctel' de constituciona-
I"s, ,,;¡ sea que hap Ull cncl'1'o Lle leyes polllicas C011
el 1l0m1Jl'e de COllstilncion, ya cOOJO en lug:a lerra, le-
"es tIc varias ..)pocas, 110 jOlllas eu UllO, lleven el mismo
;¡()lIlbl'e, pues aUll allí el llaúeas COf¡iIlS y el Bill uf
l'ights (1) p;:¡rte de la Constitucioa, son repntados.


Consisten las precauciones que km de tomarse en
las leyes con.,;tituciollates, á tln de quc por cllas queJcn
las pel':-;ouas llÍen amparadas de toda tropelía de par-
le de los goJJl'rnadores, en que nadie pueda ser pre-
so, sillo es encontrado en el aclo de comete¡' un de-
lito ó sino precede tll:uHlamiento de prisioll expedi-
do con las debidas formalidades, y expresioll de la
supuesta culpa pOl' que se expide por la autoridad
eompetcnle; en <¡!lO toda persona arrestada sea puesta
:} disposiciou del juzgado ordinario ó legal dentro de un


~1) lí"I)('({,· (·O!'}JII.' s(' llama !;l leY (!He mas aSep;t.l!'a la scO'urÍ--
dad ]ll'rst)n;¡! d"~ los ill!~I(',c,;, \illi{'lllt;)I~ eluombrc'dc que cllJalill
l'omicllzil cun Lb paLdn'its (<1II/II;'l1s COi'/i/IS ai! ollú¡iClflldWIPJ Hill (/
n!Jhls o Ley dl\ (j¡'l'l'l'Il0S es la <[lIl' aceptaron en W88 (;wllel'llw
y .l{¡¡I't'a, como IllH' condieion de tornar la corolla. HCCOllOCC e;¡b
;,~y [1 Jus ill;;'lese, varios dcrecJ¡u~ importantes, pero !lO abstract'h.




59 í T,ECUONES
brere término; y en que nadie plletla Se¡' puesto 1311 juicio
sino ante los jueces á los cuales compete conocer de sus
suvucslas culllas v no ante oteo a\[~nIlO, ni illz~aúo sino
COIl arrc~lo ú bs"ieycs YiQClltes, \;¡ castigado "tilO S('gUll
dispollc llv bs mismas, y C~ll la rl'na prér'i~lill'iI w ~:ei¡:l1a­
da á Sil culpa, cargalldo la ddlida re~ponsaLifidad so-·
11l'c qnicncs estas di"!10sitioll(,s Ijlwbr;:¡ntaren. "La ,"CIl-
taja de los estados, tllyo gobiel'llo ('S de los llamados
constitllcionales, sobre los S\ljl'!OS Ú 011':1 cl:l~n de go--
bierno, en el punto de qlle Ildlllo c()nsjst(~: prilil(TO ('11
¡lO dejar al arbitrio de los gohnnadores quienes hall
de juzgar á los reos, y sl.'l!ulldo CIl que si Líen jll1c¡lc
hajo i.!oJ.iel'llos llamados aiJsoluro:¡. di,;polI('lse ea raYOr
lh:' lo~ sospechados ó acusados igll'alcs 'precauciones pa-
ra impedir que sean presos 6 malltcni¡]ns en prision sin
haber para ello fundalllento klstllntl', lorlaYia (1l~ la 01J-
serraneia de semejantes ]'e~tl'icciolles pOI' parte de la au-
toridad gollernadora lwy e¡;casa Ó llingulla segnrid:HL
cuando no existe ell los gobel'lI~dos mdio de, IJ:lbiell-
do quebrantamiellto, !Jaeer púldica y valedera la qlleja)
)' alcanzar la r(,p~l'ac¡oll compeletlte.
E~ta seguridad dada ú las personas en cierlas cir-


cunstancias, pueLlc ocasional' COII la imPllllidad de Jos
delillciwntcs la clsi certeza de la l'<'Lwtieioll Ó colllisioil
de los delitos, y como delito llO puede haber Sill que
haya persona que padezca, por el bien de la scguridaLÍ
(le unos debe en cstos casos dejarse desrlmpar:tda ó lw-
NJlll]o con propicdad, mCllOS ,7l71jl;¡rar}a la ae 011'0.';, Jsi
en Inglaterra y ell otros puefllos d del'ccllO de scgurl-
dad Ó liberlad personal en los gobcl'l1a(los puede y a!-
gn1l3s reces dcbe quedar cOllsiderablemente (;cl'ccnado
pOl' cicrto tiempo. Pero yo que soy de pareccr de qlle
lIO solo este derecho, sino to(105 los políticos, y mistos
y ciriles, puedell y aun deben qued'1l' suspendidos en
"arias, JJiell que pocas ocasiones, Jjablal'é de Otilo OVil
tal cual exlension mas adelanle.


Hehtivameute á la ::;e3l\l'idad de Ll 113ciewla bs di,,·,




llE mmEWO CO:\Si iTLélü:\AL. 3U3
posiclOncs legales deben liarla cabal ~ y no bciy necesidnd
alguna de que eH este ú esotro tiel1Jpo sea disminuido el
a llJ paro ~ ue so le concc¡h. El Ú [lico caso en que pide
el [ll'Oycdw COl1ll1l1 fine el partienlar interés ó capricho
ceda ;\ él eH laatél'j,1 lle Ilienes es el de las oc~siolles
ti e c\ pro piaeioll, y para ew rlebell scídarse los medios
de (¡ne la p¡,¡:yia ind,:¡¡lHiu,c:Oil, por lasacioll compc-
ll'llle y sati~Ltcloric1 en grado razonable, sea ase311rad~.
Asulllo ('S l'~l(' que (L'lle fOi'mar p:1rte de los euerpos
dc ]en's lLlI:¡::¡;/os co!lstituciolJi's, Y l:llly Ce llotllr es,
~I ,,'


señores, <¡ue en e~lc 11111l\0, dd ímpetu popular ó de los
{lobiernos que ú este olll't\ccl'll Ill~S que de otra partc
,iene el pelj:~ro~ Sil'UtlO c()¡¡s¡~nltc que los despojos grall-
¡les uo propiedad son comelidos en el periodo \'iolento
de be; l'l'yo]:¡eiolll's, J' pOl' los lJollllH'PS quo hlasonan
dn ~H11()r ¡¡laS rell(lnH\utc ú la ll:ll?lada libcrlad, ó díflUSC
al poder popllla!'; Coo.:! no tk c,,~lfaflar por ciel'lo~ pues
siendo lo,; mas ell ;a l1luelll'duH!Ll'c quienes nada tie-
jlon, llaima! es on Ins qllÜ Ú ella arllli:lIl no mostrar á
la propiedad un rcsp('(o ni mediallo siquiera.


Estas dos CO~:1S, la liherta(l tÍ scguridatl de las per-
sonas, y b St'glll'ilbrl de ia hacienda, constit Il}en los de-
l'rcllOS puramcute ei"iles que en las constitllf:iolles deben
ser recollucidos. l'by otro den'dlO ú que aludí, y del cual
debo dcdr aloo~ no o]Jslaute los peligros que eueiena;
peligros digo~ no 110rque hoy existan los que antes habia,
pHes,.3i c~h, han ¡lcsaparee,ido dem~siado; sino alreyés
porque n'pulo yo ~('~"ísimo peligro el fjlW amenaza con
el gnnísimo dúio de dismilluir la ya por nuestra des
dicha harlo disminuida reyerel!cia ;í la cosa verdadera-
mClltp f.:13l';Hb entre cu~ntas usurpan este tílulo; á la
fIlC\lt(~ ,];:\ h klicidad de los particulares y de los Esta-
dos ; ~l orí:;2n de la dignidad del hombre; :t nuestra
rcli[)ion en suma. Pero aun al' esto debe habl:::rse ~ se~
úorcs, con la rrccaucion y Con la lisu ra debida. Es de-
rceho que delJc reconocerse en los homLrcs el que na-
die c~sli3lli~ l,)s yerros del entendimicn to en malcrías rc·




39G U;CCIOXE5
ligiosas. \' eroad es, que donde, como entre nosotl'US;
reina una reJigion santa, consentir el error es consentir
la perdícion del que le abriga en su alma; y que por
eso parecería á primera "ista que ú (luicn yerra en punto
á la fti debería por su hien traérsele :í la razon como
al frenético, al que por la fuerza se le impide daiíarse ;í sí
propio. Esto no oJJstallte, la violencia debe ser tan aje-
na del espíritu religioso, y por otra parte, es [an roco
conducente al fin al cual aspira, quc, dejando á la
iglesia Sil autoridad y Sl1S leyes pen;llcs CII lo rspirilual
puramente, el estado debe abstenerse de violentar la
conciencia de los pal'ticular(~s, y aun rcconocer que pa-
ra los efectos ci YileSl dCDcll tenerla lil!l'c. Pero !lO se
entienda que por eso donJe hay la fortuna de que solo
cxista una religion, salvo eH los pocos desdichados que
llinguna tienen, ó si acaso en a1tiun cortísill1o número
de individuos que en secreto se hayan separado de la fé
general, aconsejo yo que se piense ni 1'01' asomo en renun·
ciar ú esle belleJlcio , no corto por cierlo , y establecer la
libertad de cultos; desvarío el mayor (Ine puede caoer
en caheza llllmana, y que ha habido cu Espaiía quicn
pida; siendo este, para mayor escúnd.nlo, un sacerdote,
del cual sin l'azon podria haberse sospcclJado por su
yerro que no e~taLa satisfecho del culto de que era mi-
ili:;t ro, pues queria ver otros :í Sil lado. No, señores, la
unidad de culto, de que es compaiiera la de fé, es un
bien altísimo, hasta considerado políticamente. Pero esto
no obsta á que la libertad de cOllciencia pllramente sea
un derecho el cual deha ser reconocido, si bien no expre-
liándole de otro modo, que con no conselltir leyes que
eu m;:¡teria de religion sujeten á penas, siempre que el
yerro religioso no pase á pretender culto público, ó el
derecho (le ultrajar á la l'eiigion Jel Estado.


Acaso deheria sel' contado entre los derechos civi-
les, y no mas, el que debe :,;cr reconocido en los hom-
bres de manifestar sus pcnsamieutos hasta por rpcdio
del portentoso instrumenlo que al publicarlos llega á !d




\JI; 1H:l':EOW CO'lSTlTl't:!lnn. 3W¡
¡¡rado á difundirlos (de la imprenta d!{!o) sin necesitar
l;ara e:lo 11cnniso (~C los r:obe~>llad()re5, Ei ;}!2n su;etán-(.' 1"
clase en eslc C:íSO C01~FJ en los dcma" á .ir.Y8S (F3 impi-
dan hacer cr.a cll,~l) de este ,1crrcho tL~¡~O r; públ!( ()
(Í {¡ los particnbres. Peco ~ f-,c::errs , si esta Oé1 verdad
debe ser mirado co:no un dcrcdlO civil, siendo [[Joto
de amparar el t'CDs,lill~en:~) cuanto la pc!'sona Ó la ha-
cienda. eutra C:l /:¡ cl::~;c (h mis,o ~ po!' cu~n: J los fjU-
cesas han ¡!aé!o ú la ¡d:.:hra imprcsa una índole y fuerza
política verdaue\'<l3 y prodigiosas. He b lihert:1d de pu-
hlical' impreso lo qllo so sientc~ S!1l necesidad de pedir
para ello licencia, b nacido e] impl'¡m¡rf"~ mncho rel;¡-
tiro ú materias políl¡('~S; el leerse lo iE1preso de es1a
clase; el e.iercer por ahí illUujo sobre el gobierno y 80-
b'e los Irgisladores (directament(~ pOI' un lado é indi-
reClamcnte por o!ro, (k resultas dd que ejercen sobre
l::t opiuion de SIlS compalricir.s) quienes, aun sin tenel'
por las leyes derechos polít leos puros, adquieren en la
dil'eccion de los negocios púlllicos 110 escaso poder, en
tazan de que sobre estas malerias saLen y suelen con
Ruperior acierto hacer uso de la pluma. i ~ledio dichoso
por el cllal soria concedido al superior saber influir con
cumplido efecto en la direccion de los negocios púhlicos;
si por desgracia ItO le ql1itas~~ la palma y el dominio so-
bre los ánimos el superior atrevimiento; adulando y sa-
biendo ganarse á las preocupaciones mas vulgares y á
las mas malévolas pasiones!


Pero sea por lo que sea, tanto de político, j unto con
lo que tiene de civil, ha llegado á tener el derecho de
manifestar 105 hombres sus pensamientos por la via de
la imprenta; que en Inglaterra, donde reconoce la ley
tres estados, se ha llamado CU:ll'to al de los autores que
sobre política escriben, ígualandll asi Sil poder con el
del parlamento en una frase, la cual, si bien l'licha co-
mo medio de burlas, encerraba, segun todos sentian, no
poco de veras. Y no lJa sido menor en Francia el poder
de los escritos, ó sea el de los escritores; no siendo tam-




;Jnt) ttCCIU.,E..,
poco escaso d que en Espafía \Jan rSlado l('uienllo rn
tiempos l'eeictltí~im()s y sigucll disfrl1{;\llr!o ('11 í,ll'['(~';¡'lItl'­
Por cso gPlI!l'S hahría inclinadas ú caliJical' el ¡",recho
de qun ]¡ald,), de político puro; y cso vi¡~líí' :'t ser, sil!O
P,l Sil escllcia en SIlS efeclos. Hasta con arrc¡jlo;'¡ !lila t¡'o-
ría no uesacertada, siclIdo t') goi)icl'110 llallla,lo n~r]"'­
sentatiyo uno COil b:,sla!ltc ¡¡Iczela de ficcillll como todos:
h~lhiellllo C'n el E,la!ln nlllclj()~ illdiyidlloS dotados tlc bs
calidades d,~ iil[frniows (~ instruidos ljt: i_', pUl' dd'¡:ctos
imposibles de c\'¡!~r en la kgisbeioll po!íliea, se qlliOdan
sin S()f elceLm's, pnl'fIIlC para serlo l¡abriall de pal'tici-
p::ll' (le la misllla L'L:¡¡ltacl gCllles iSilOI':lIltcs, l'n:las, 111('-
n('stero~~\.;, y :':010 c:linces d,~ lIsar lIlal de ~n "O{O~ (Lín-
dok á cicgas, ó por l1lotivos ruincs; viniendo por olra
parte los degillos representantes Jd Plwhlo :'t ([urdar,
ha~{a el aclo de elecciolles lIlW"<lS, fllcra del illflujr) de
SllS poderdantes; y constituyendo la Ílilloln y bondad de
los tales gohiernos, l'Sl:H ell pilos rlollli~tallle h opinion
públi('a, y (Lfclldido el interés de unos y de olros dc
los re[lrC6Cillaclos; los impresos "ienen :í fo!'mal' el con-
{juelo por uoude los comitentes dc los diputados C~l eslos
inHllyen; pOI' donde ejerrc I'l t::len~o la p:,rie (lIU~ ell ;:'
dire¡,cion de los Jlegocios le toca; y rn~' c!(J!!de le; (Ill('i¡~
fundada son:llldo P.lto~ y dilaiúnd'_'se :'t la par qt:c Sllena.
llega a !Jact'\' dificil sil!o iJl]jio~ilJle b illjusliei:t. ES~~1 tc~
ría yerra en \'er solo b:c 11es donde suele h::lbct' lo CC¡:-·
lrario, pero acierta en definir la chsc d,~ : ::!hjo ql:C :'jCI'-
cen en los I'lleblo~ L'gidos l'el' ::'1)1:~li!:;ciG:1!:s LÍe las
llamadas represcntativa,; Jns il:~I'r03cs, y süualada:l~en­
t.e los periódico,>; T aC:":l:ila :'1 lal r\n;c dé: la cias~ de
político el derecho (!e US'l:' librc:~1en\c d,~ \. imprctlt::l,
que yo acaso le cal;{l,,:;!'ia de !a!, sill0 CGilS:C12I':tSC (Jl:e
por ampa!'2.l' er. el hoc~\rc VEa c!c las fosas :ms ¿::3-
nas, que cs h eXpl'~5jo~1 p.e su p(,!Isarnicn~o, r.o pue-
de dejar de cC:'l'csponder {:. b cl;;s~ de lo!> ciyiles; lo
cual justifica la ci'liGcacion de ::listo que )'0 insisto
en (brJr>; CO!l1i' siempre', sin lwe¡endcr p~l';; mi ,"01(1




BE llEHECnO (():,STiTl CW:í,\L ~5D~)
'uln'í(hd SlI¡)('l'iOi' :'t h ¡llBY eSe~16a fIlIO' le compet!'-


De Cllanto ae:'¡)~lmOS d~ ver se debería colt',gir [11
que 1'01' ot,'() !:trlo la experi/3l1cia conl1rm::t, á sab~r: la
:mpol'lallcia del rür:ollocimil111to del r1ercd~o de i:npri-
n]iL' sil] Jwr:csidaLl de pr¡'~r¡a licr:ueia; los graneles maícs
y j~¡t:jlCS aac\os al u:~o Ül~ Ha o¡)j!~[O (L.: taula inlportancia;
y bs diY(rsa;~ 0l-;:l:i(t;;e:; (li~l~ f'ol?osalncntc han de rcinar-,
y ele becho l'i,j'l:¡ll , S,¡L¡'l: si ('H ll';O tal predomina lo
';alndahh: rí lo llociyo; so];¡'e si es Líei! 1 por medio de
icJs ley('", privarle de sus c:\l¡r];¡(!cs y COlls,!clloncias per-
<'icios;lS, y sol)¡ n si es p06ible recolif)(:ióudole daüoso,
n'darle el! p:lt'!n:i ::tb~()llllaIllCllle. ¡Sllo\'a cllestiolJ, so-
i';ol'es, e¡¡ <Jli(~ :t:~O\i;ldu el ú::imo y pl'lpkjo el juieio
COtl un eÚilllllo y diVl'l"sidad de poderosas cOllsiJeracio-
lj(~S~ rllln ([lIil'iJ 1:];¡S()l\(~ eOIl justo motivo de mayor ar-
j'ojo y jirlJ)(',~a, j¡;¡ do HlOsll'arsu :d cI~¡;iJil'se, ) aun si-
qnicl':l. :tI d('eh!';l!' SH Il:uecef, reecloso, uuto, y hCtsta
vacilallte: 110 sin ,isos'- de till;¡dez VCi'gol\zosa!


Han sido rwdzadas en demasía bs venlajas de lo
¡[Ile se llana lilwr!;ld d(~ imprellta. Ha sido frccuente
compararla con aqllclla hllza de la fáhula poétie::l, la
f'1l:11 curaha las heridas miSlIl:1S que hacia. Hoy, sin cm-
/¡¡II'~O, qlliel! ('(¡!IOCe el efec.to que los impresos prouu-
cen cuando lJ¡ercn, f,abeu élL!lito dista de se!' exaeta la
comparacioll Ú IIue ¡~C;¡;)O de referirme. All'eI"és, scñores,
!lerdas de esta Il¡lt\ll'alez~l, dadas á lltelllldo (le lina IUa-
n!'l':} aln'.'os~~ ') son C:HilO (lt~ hierro cll\'cnenado; Ó de tal
naturaleza. 1::lc al 1(¡:'arIas CC".1 intcllc;on de hacer la
cura, solo )di!'at:}I!;':; y follcon:lr];¡3 ~:) CI)IlSiLtnc. ~o, sc-
fiore,~" ('.7 s~\bido es 10 (¡'lll) di:ro') no cura í~ lihcrtad de


, \.1 (j


illlFi'Hla el (hilO que kec :í las' l'epntaciOllCS y á la ver·
dad (l<~ !ns heeho:,; y (pien sepa, Ó n0 sahiéndola antes,
considere y lingue ;í COlJoce,' su Í;Hlole y 1:;.:)rlo de ohrar, se
;)()n;t¡~d¡rá do cu{n ;mnts:,ble ,~S desv¡~aecer por ella las ca-
h¡ir¡n¡~s por eHa lIlisma ¡Ji [uIJ[I!Jas, cuando hiln llegado á
h¡;c;cc' mella á presa::m el eonvencimiento de los leclores,
31 por medio de log lectores en otros que con estos se




"onllllllea!l. En ·l·nil!lf'r IW!:tI', ullíru !I'¡~ L. raiUílllli¡l SI,,'!;'
" ,


PO 11'(T 1'1 r"c"(oriw) l'n q'''!'ll,lo 'p"',,, (1I1:"il ll'v,i h
. tt ~J,t~." .<, -' ..... (.,1 l. ('('/", 1\ ,-.• u


Iiritnel'n, ~~~1!{:a dr~ lln~-. cl{~ ~us aruitEos, y l:! Ce;..'.c') :i e!er'j',
:llln cwmf~O ka la SP;'l1i¡¡Ll no la cree; P:J]'()!(' ('S d('fi'IlS;l
{1:~ uuo (~(~ sus CO~ltrarin:::,. ~<o su'~!e 1/, er:~(~ Li I·;)~·!~::l('!On .. ,
rorquc no lleGa :1 !;! Y;~:la (i,,: kUor (k la ('ahniuia; nn
~'l(,l(, l"eI'sn f'()¡>n~lClI ('I''')I'!') i!¡l("') (~n" \ )"11')"(') JII d.~ " ", ." ";""~ L',.,', <;',';"1 I 1,1(, tul( ¡


, 1 l' l' ',' 1 • 1) qlllrre UH'('~' :11 empII'Ü (j,~ Sil ,leila U (i(~ ;'11 tH'lllpO. ara
110 lcerla se dice: «¿AfIUé I~e de CClllSanlln (,i/(í!l'la ¡lc-
fellsa de ese rmh;lllo (1[lr sob (!e :ll11l!CnUli' n,i indi9;-
Hacio!! conlra d b dc'srnir'!" Qnim lki:\3 ;'1 lec/' 'la
defensa, ¡¡';os de ater/el' :\ los ~!:!lllilell[()S en clb con-
trnidos, SI1:':(' CllCClIll(,t'Ee IIJ:1S ell ira, pOI'Ij!W el 8Cllsadil
SB haya alrevido á defellllel'se, v pn~ocl1p:.ldo rxchma:
«Es f~ertc empeño r¡nel'er )H'gar"una cosa tan notoria";
llotoriedad que consiste !lO en pruebas sino (:ll lUcroS as~r­
los de pscritos de sus amigos.


La libertad de imprenta crea cienos mOllopolios. No
Jo digo, señores, ('11 su (kscréclito, ¡llIeS ue estos snc]r,
crearlos la libertad cn toda industria ó comercio, y no
por eso la impugno: dígolo SOhlllc\Jlle para ir examinm:l0
sus efcctos. Con ella unas cuantas personas, ó por ha-
lle!' lomado á olras la delantera, ti I'0r L(~lleJ' lilas dillero,
se hacen dueuas de la Opillioll, Jlorque llegan á serlo
exclusivas de la alencion de los lectoreA. No puede leersl'
lOdo lo que se imprime, y por lo que se lr~e se forman
las opiniones. Asi logran cutre muchos fama de agu-
dos, de sahios, de honrados quieues distall ITIL:eliO dn ser-
lo; y de rudos, ignorantes .Y perversos quienes á dif('-
rente calificacion son acreedores; lJeg:mdo á suceder de
mancra, que si con la implenta esclava &llcle lIO saberse la
verdad, con la imprenta librc se logra dar á creer fir-
me y constantemente COlllO ycrdaJ la mentira.


Contra los tlefcnsorcs de las grandes Yenlajas que
la libertad de la imprenta trae cO!lsig-o, dehe valel' el tes-
timonio de uno de los mai> famosos parciales dn la demo-
cracia. )' tarnhicn de los mas PIl(PIHlirlos ele la rdad pre-




1m Il¡WEClTO CO~S1T1T(:.J(lN.\L l.01
sente, del señor de Tocqueville, citado tantas yeces en
estas lecciones, cuando al hablar de ella en una obra so-
bre el gobierno democrático de la América Septentrio-
nal; y al cOllsidel'ar sus efectos en uu pueblo donde es
mas ilimitada que ha sido en ocasion ó tierra alguna,
(pues si la hubo ell Francia sin límites legales en el tiem-
po de la Convellcion, tenia allí entonces por frello la
guillotina, que castigaha, no por delito de imprenta, sino
por enemigo de la república, de cuya enemistad era
prueba los escritos de quien no halagaba al baudo predo-
minante) dice este autor insigne, diputado del centro
izquierdo, de\'oto del dogma de la soberanía popular y
amante del JIlJ yor ellsanclw de los derechos individua-
les, estas notahles palahras : «Estimo la libertad de im-
prenta, no pOl'fplC produzca mnchos bienes, sino porque
t'storba muchos males."


Hé ahí, señores, un testimollio en que me fundo; y si
bien pueden det:irne fIllC f'S para tomar de él la parte á
mi opinion favoLí blc desechando la adversa, negaré el
cargo; pues s: no en todo, en mucho, aun lo favorable
á la liberlad de imprenta qllc eontienc admito y adopto.


Sí, la lihertad de imprrnla impide maJes á la pal'
que los product>.Es riedo que injustamente acaba con
JUuchas rellulaeioll<'s. Es CiCrlo qne encallece no pocas
conciencia", las cuales, 6 sitludo huenas dejan de serlo
á fuer'l.;). (le golpes <\lW bs hall las,limado, ú malas, des·
de luego pierde1l d temor á la censnra que á lmcnos y
malos t ¡Ida, afea l y llega ú confnudir en general des-
concepto. i \}Iliéll sed el hombre de cuantos me están
oyendo q\l(~ haya representado siq niera mediano papel
rn el teatro ele la política, que !lO recuerde con cuánto
dolor sintió la primer herida hecha por la calumnia á
su hOllra, y cun cuúnta frescura ha llegado á recibil' los
últimos golpes de lol m ¡sIlla clase que sobre él han caido!
Sé que meros y mudos oyelltes no pueden darme res-
puesta; peto cierto eftoy d(~ que en su interior convie-
nen en la vl'l'dad do lo <1 no afirmo.


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402 J.ECCIOXES
y no obstante esto que acabo de expresar, señores,


miro la llamada libertau de imprenta como una cosa que
es indispensahle admitir y reconocer en los estados en
que hay cuerpos deliberantes á la par que legisladores;
y la miro como una necesidaJ de 105 uias preselltes, y
aun como una cosa que en ciertas ocasiones proúuce el
hien de estorbar ó corregir males 110 pequeños.


En primer lugar, si en vilece á los hombres y deprav,l
las costumbres el abuso hecho Je la imprenla, los en-
noblece la idea de que no se ha menester licencia para
declarar el pensamiento, y todo cuanto es honroso á la
dignidad humana rcuu:lda en provecho de los pal'ticu-
lares y aun de los Estados.


En segunJo lugar, la imprenta difunde yerros, pero
difunde asimismo algunas verdades provechosas; y si bien
aquellos desde luego se nolan y repugnan, y estas no
se advierten sino pasado largo tiempo, siendo propio de
la condicion humana senlir el daño y no el beneficio,
no deja por eso de ser cierto que el et'llcto de las segun-
das viene á aprovecharse al caLo.


En tercer lugar, eH pueblos ya un lanlo morigera-
dos, y en los cuales ba hecho la costumbre que se lle-
gue, segun la frase vulgar, á distingllir (h~ colores, la
publicidad dada á ciertos hechos Illalos escal'lnienta á
quienes los han cometido; ó si es anticipado el aviso,
no pasando de intentaJa ó empezada á comelel' la mal-
dad, relrae de sU intento al que á cometerla ó consu-
marla se estaba preparando. De esto podl'iall citarse se-
ñalados y no escasos ejemplos en lllglatena, donde sin
embargo es lambien la imprenta desmandada y dañina.


A estas razones se agregan otras nacidas de las cir-
cunstancias. En el trato frecuente que hay ahora entre
las naciones cultas, imposible es impedir dos cosas: La El
descrédito que, segun eslá la opinion, resulta á un go-
bierno qlle prohibe escribir sin licencia; descrédito pro-
ductor al caho de daños reales y ,erdaderos; y 2. a ~ el
mal de que libelos impresos en lÍerras extrañas se in-




TlE m:nJu:l1o f.OXSTJTl"f.IO~AL. i-03
troduzcan en a(jlwllas para donde se han escrilo, y en
ella circulen causando un mal, si no por demas dilalado
por demas intenso.


Debe ~Hlell1as eOllsiderarse q lle ha llegado á sel' ]a
imp.'enla un famo de indllslria considerable, y que con
acabarla se quitaria á muchos su Irabajo, causando so-
bre este mal el de que la miseria .Y el despecho de los
empobrecidos los llevaria á turbar la paz pública para
recobral' de algull modo la perdida manera de ganar
la vida, Ú otril. donde mautenel'se pudiesen. Hasta hay
una consideracíon, que si bien parece de corfa entidad,
y no es en verdad de mucha, á lo menos es de alguna,
y no despreciable. Ha llegado ~ ser costumbre la lectura
que no puede satisfacerse donde la prévia censura existe,
ó donde existe sin el rigor necesario para que no cause
efectos casi tan lIlalos como la libertad misma. Mucho
pueden los hábitos, y aunque los malos de todo punto
deben corrcgirse, dilícil es; y con los medianos es m;',-
yor la dificultad; y el de JisfrUlal' del entretenimiento
que proporcioua la lectura de los periódicos está ya en
la clase de necesidad en los hahitanles de tierras me-
dianamente ilustrada:;, Y si hay algunas de no escasa
ilustracíon donde esto no sucede, es en aquellas donde
el hábito no ha llegado á crearse; pues no es lo mismo
perder lo que se ha tenido, que no hauer conseguido
adquirir lo que se deseaba y desca.


Pcro la libcrlad de imprenta, como todas cnantas
leyes hay y puede ha],er, de))e sel' suspcnJida por lIlas
Ó menos lal'go plazo si sus m:\les se hacen intolerahles.
~o hay razon ni juslicia Ima qne siga lo que destru)'e
la sociedad; yeso hace á veces el derecho de escrihir
sin licencia pré',ia, cuaudo, por ser mera fantasma la res-
ponsabilidad de los aulorcs, llega á ser la imprenta mú~
quina para mal;¡]' hOJlras y desmoronar estados.


He dicho la libertad de imprcnta para hahlar al uso
corriente, aunque en realidad es illexacto modo de ex-
plicarse, consitlcrado hajo un aspecto, aunque exacto,




40,%. J.ECCIO~ES
mirado por otro, llamar asi al derecho de publicar sus
pensamientos sin prévia licencia. Exacto por un lado para
empezar por lo último, porque ya se entiende lo que
es libertad por la contraposicion de la sujecioll á nece-
sitar permiso para hacer uso de la imprenta. [nexacto
por otro lado, en cuanto induce á imponel' falta del freno
de )a responsabilidad por lo que se eseriha y publique.


En verdad esta responsabilidad á mucho debe exten-
derse, pues)o que de palahra no es lícito, !lO cabe serlo
impreso; y aun muchas cosas 1 que habladas acaso, corto
Ú ningun daño producen; difundidas por la publicacion
causan alguno ó muy grave. No hay delito á que la im-
prenta; asi como la palabra y mas que ella, 110 pueda
servir de instrumento. Entre los delitos contra el pro-
comUll á la sedicion, y enlre los que se cometen contra
las personas' á la detraccioll y descrédito de las personas
Yituperadas; sirve con efecto prodigioso, mayor que el
!le la voz, á punto de no caber entre ambos cotejo. Aten-
diendo á estas reglas deben señalarse penas á los auto-
res lle escritos sediciosos, calumniosos, ó meramente
infamatorios, y pl'oroc:1dol'r.;; Ú cualqllier acto criminal.
Pel'o estos plintos ya mas tocan :í la legislacíon penal
que á la lmranlellte política, y salen fuera de la juris-
t1iccion á que la autoridad tIc esta cútcdra se extiende.


Solo sí yolreré á recomendar que sea cual fuere el
tribullal al cual competa calificar los escritos donde se
contienen COS'lS por las que los alltorcsson acusados como
dignos Je pella, no ha de ser uo trihuual ilusorio pOI' lo
prcocllpado, por lo tímido, pOl' lo posuido de afectoil
contrarios ó favorables á los reos. Donde haya presun-
cion fundada, (Í experiencia notoria de que los jurados
forman un tribunal de los ele mala especie :'¡ que acabo
de aludir, los jurados no dehen ser consentidos: donde
otra cosa suceda, bien será drjades ca lilicar los impre-
';08 Ileyados :í juicio; )' lo que de los jllrados, dehe asi-
lIlismo decirse ele cualquiera clase de tribunales.


Dicho lo hílslanU' sobre (~l uso de la imprenta, (Í




OE IIImECHu CUNSTI1TClUNAL. !~05
¡,ea ~l derecho de usarla COIllO medio de declal'ar sus pell'
samIentos que debe recouocerse á los hombres; pasaré
á tratar de 011'0 derecllO, lalll}Jien de la clase 1'01' mí ca.
lificaoa de misIa, pues él por sí de los ciyiles es; y por
su uso en materias políticas adquiere importancia. Hablo
del derecho de reHuirse padficamcnte y desarmados los
hombres, y, j untos ya, discu tir y resol ver so))\''.~ varias
malerias ~in excluir las polílicas, y decidir que se ha-
gan peticJOl1cs á los reyes y magistrados supremos, tÍ á
Jos cuerpos legisladores. En el reconocimiento y uso de
este derecho Yeo)'o dos solas ventajas y grandísimos incou-
venientes; siendo tales los últimos, qlle aun en Francia,
donde ahora se goza de mucha libertad Je discusioll,
no están tales reuniones permitidas; prohibicion, en mi
cOllcepto, justa y accrtada, Consisten las ventajas en
(lue aludí, primcro: en que como el de toda otra facul-
tad su libre uso aumenta la dignidad moral de aque-
)\os á quienes :oc concede; 'J segundo, en qU\) al)\)o-
lum])ra á los homhres á no hacer uso de la fuerza aun
cuando tienen la del uúmero, declarándose al mismo
tiempo allí donde esto es consentido, pOI' el mero hecho de
serlo, y serlo sin dario ó grave peligro público, que están
las costumbres políticas oiea formadas, Pero la misma
segunda ventaja de que acabo de hablar, descubl'e cuán
perjudicial, cu:m imposible, á no ser que se quiera po-
nel' el Estado en contínuo peligro y alboroto, es reco-
nocer derer,ho tal á pueblos que no pueden usarle sin
convertir la reunion ell hueste guerrera, y en batalla ú
conquista por violencia, la resolllcion que fuese llamada
á dar paeíficamcnte.


En realidad de vel'dad la prohibicioll de estas re-
ulliones no encierra 011'0 dalio que el no leve de prival'
á los hombres de una de las cosas cup posesion, en el
concepto de la propia conciencia y de los ajenos, acre-
cienta su importancia moral, y da á su dignid~d rea,lce.
Pel'o este Lien no deLe compI'al'sc cun el peltgl'o o el
daño de ver la sociedad casi siempre inquieta, y dilace·




i()(j Ur.CIOi'i 1;:,
J'ada á menudo. POI' olra parte, de euún escaso prove-
cho SOn estas reuniones donde están jlnnnilidas y pueden
estarlo, y de cuán considerables prrjuÍcios causarían en
otras partes, es fúcil convencerse con parar la atencioll
en lo que son, y cómo p~sall donde se celebran.


En Inglaterra );¡s hay á veces en salones espaciosos,
)' oh'as en campo abierto por no caher en salon alguno
la numerosa turha que ;1 ellas C,OilCllITC, aunque en aque-
lla tierra donde los naturales, para cOlllodidatl y abrigo,
viven en casas y aposentos de chico tamaoo, hay salas
grandísimas cabalmente destinadas {¡ las reuniones, don-
de se discu (en y resuelven por Iln crecido mímero de
índi\'iJuos negocios de toda especie. En el lugar de la
reunion, sea en sala Ó campo, se sue\e \e,'antar un ta-
blado; á él suben, y allí se presentan)' hablan los ora-
dores y sus allegados principales; el concurso se agolpa
á la inmediacion; ganan los puestos delanteros los mas
osados y robustos ó diestros, por lo comun con la fuerza
de su's puños, ó con su hahilidad para escurrirse y ade-
lantarse entre los mas fuertes; y como la fuerza ó agi-
lidad corporal no es por lo COlllUtl dote tic los estudio-
sos y entendidos, es lo general que esté rodeado el ta-
blado de personas que oyen bien por eslal' CeI'ca, y pOl'
su situacíon intelecLllal poco entienden. Como es corto
el alcance dc la ,"oz humana, los mas distantes del plÍl-
pito y de los oradores, ó nada oyen lÍ oyen poco, lo cual
no obsta á que, sin oir los mas, ~in entcnder muclJOs
que oyen, aquellos y estos ya aplaudall, ya desaprue-
ben, dando muestras de lo UllO Ú 10 otro con palmadas
y aclamaciones, Ó COII grita y silJJidos. Bien se Jeja en-
tender que lo que se aprueba ó vitupera es al sugcto que
habla, ya conocido de sus oyentes, y la parle que aun sin
oírle se sabe que toma en la cnestioll, ú el asunto que
se ventila. Artiuado di' hahlar, 1It'¡p 1'1 momento de re-
solver, y los aprohantes de cualquier cosa propuesta
le\'autan las manos, medio COIl el cual la (lprobaeion que-
da expresada. Sígnc:;e disolverse d COlIgre~o con frecuclJ-




OE OERECHO CONSTITUCIONAL. 407
cía despu.:s de algunos vivas á objetos gratos, y en vez
de mueras, bramidos ó gruñidos á los que !i.on desagra-
dables.


Ahora, pues, señores, pregnnto yo: ¿entre franceses
ó espaiíoles, sea por sus hábitos, sea por la impaciencia
nalural que les infunden su clima y con"titucion, podrian
pasar las cosas de uu modo semejante? No, ciertamente.
Imposible seria á nuestros vecinos ó á nosotros, despues
de tomal]a una determinacion sobre asunto de superior
importancia, que un concurso numeroso se retirase en
paz y sosiego, sin cuidarse de que su resolucion se que-
dase ó no en una como vana fórmula, y esta sin efecto
sensible, á lo menos inmediato.


y en Francia se ha visto la imposibilidad á que me
refiem. La Constilucion de 1791 permitió las reuniones:
las qne huho casi loelas fueron señaladas con asesinatos
en los tiempos en que era allí uso colgar á los adversarios
políticos por pronta pi.'ovidencia de la linterna ó cuerdas
de los faroles de alumbrado público; y la famosa reunion
en el campo de l\'larte en 1791, empezó por quitar la
vida á dos infelice5, y acabó por ser dispersada á tiros,
con muerte de alg\1llos alborotadol'es y espectadores ino-
centes, y C(lll resultas fatales, por los odios que engendró,
y por haber venido al cabo á set' causa del suplicio de
un Railly y de oh'os personajes de mérito. Hasta la re-
union que con objeto en parte político ¡ha á celebrar
las ('xequias del general Lamarqlle, se cansó pronto de
honrar al amigo difunto, y fu(\ á embestir con los con-
trarios vivos, trocándose en sublevacion armada, po-
derosa, tenible, vencida solo ~l costa ele considerable es-
trago. Bien se ve, y pOI' experiencia está probado, cuán
mal prudJan en Francia e8tas reuniones. La histoJ'ia de
nuestras llamarlas sociedades patrióticas, desde 1820 á
25, Y otrofl Sllcrsos mas Huevos 1 <ulemas de la eonsi-
deracíon de lo que son nueslro carácter y costumhres,
no persuaden }lOr cierto de que saliesen aquí bien, otra
vez cO!1!1enlidas. Sígllcse por lanto, qne el flerecho de




W8 LECCIO:\IiS
jUl1tarse ell número rreGido á deliberar soorc negocios
públicos, en rara ocasion y á pocos pueblos puede cou-
sentirse sin daño.


Otro derecho que debe ser reconocido y concedido
á todos cuantos componen 1111 Estado es el ele hacer pe-
ticiones á los gobernadores, incluso llDsta el Rey, y á
los legisladores, SOI.H": cualquiera (ille:sto público ó pri-
vado, propio tí ajeno. Conveng() ell que este derecho
debe darse con latitud, cuidando empel'o, cuando haya
uua representacion lirmada por un IllÍUlelO cOllsidera-
ble de personas, de que alguien responda de los desma-
nes ó aun del delito que en el modo de expresar la re-
prcsentacion pueda jI' envuello; pues so prelcsto de re-
presentar hien puede dispararse un liro mortal y á veces
certero al bien comulI, Ó á la ¡IOHra privada. Debe asi-
mismo tomarse precauciones para l{Ue llO seau conside-
radas ell ulla represcnta<;ion las firmas, sino como de-
claracíon de la opinioJl, del deseo y de la voluntad de
cada uno de los firmantes; plles auuque haya una re-
prcsentacioll con un milloll de nomhres escritos al pie,
y como concurriendo en lo qne en ella se expresa, (lo
cual en nuestra España seria dificil, pues ;¡caso no llega
á tanlo el número de las personas que lirmar saben) va-
le mas esto que no el consentir ú unas personas que ha-
blen llevando la voz de otras, y representándolas, por
donde sobre otros inconvenientes nace el de aparecel' cuer-
pos creados por los mismos que los componen, I'erestidos
del carácter de tales, que e/di beran sobre cosas políti-
cas, peligrosos aun cuando sirvan poco, y solo para Ull
objeto, y de aquellos en suma á los cuales ni recono-
cen las Ie)'eo ni reconocer deben por razones de pú-
blica conveniencia. De que á los cUl'rpos mismos que pOI'
la ley existen no dehe tolcrarse que corno tales represen-
ten sobre asuntos no de su inmediala comprtencia, ya
IIlICtla dicho algo en una leccion anlerior de este curso, al
tratar de Jos ayuntamientos y diputaciones provinciales, ó
de cuerpos idénlicos y Illlly semejantcs con otros nombres.




1I1l ]))lHECllO CO~STITl'eIO~ \'L. 409
Ya he tratado Jc los derechos que deben ser reco


llocidos á los indivirlulJs de un Estado, ó en las cons-
tituciones, ó en leyes, can el carácter de fundamenta-
les ó constitucionales.


Pero ocurre una cuestioll importante, y es saber
¿ si estando por lo que se llama COllstitucion reconoci-
dos y asegurados á los individuos de un Estado estos
uerechos, habrá facultad en los cuerpos colegisladores
con el Hey ó i\Tagistrado supremo, para suspender el
liSO de tan preciosa propiedad en quien la disfru ta?


Autoridades respetables hay, señores, en pro y en
contra de lo lícito y de lo conveniente de semejante sus-
pelilsion. Suelell los demlÍcratas mas extremados no re-
pugnarla, siempre que sea muy populal', esto es, obe-
diente .1 la muchedumbre el gobierno que suspende los
derechos individuales. Y los de la escuela que no reco-
noce tales derechos sino solo obligaciones (escuela re~
publicana y democrática por cierto) mal pueden negar
y no lliegan que la autoridad en casos de apuro, en
obsequio al hien comun, atropelle y pise el interés oe
los illuividu05.Por otro lado constitucionales puros, y
republieallos de la esencIa Americana, si no en la pl'ác-
tica cualldo predolilinan, en la teórica cuando enseñan,
declaran injusto y perjndicial que á los hombres, siquiera
para buscar el Lien general ó la salvacion de la patria,
se despoje, aun por breve plazo, del "80 de sus prin-
cipales y mas preciosos derechos. De estos es uno Ben-
jamin Constant, cuya antoridad, aunque como he dicho,
hoy harLo oecaida de su antiguo crédito como publicista,
es todavia de peso en varias cuestiones, y debe serlo en
la pl'esen te. Este hasta se opone, ó poco menos, á las
le)'es que suelen haccrse en Inglaterra sllspendiend8 el
habeas COl'jJIlS, Ó las limitaciones puestas en amparo de
los particulares {¡ la f'atltllad de prender ó detener por
algnll tiempo preso {¡ un indiciado de culpa sin entre-
garle inmediatamente al tribunal ql1e ha de juzgarle.
Dice el autor á quien acabo de citar, que suspensiones




! .. 10 LECCIONES
tales del efecto de leyes proll~ctoras, sobre dañar oí los
individuos particulares no salvan á los Estados; y que
Ciceron cuando castigó, quelwantando las I{~yes, á los
cómplices de Catilina, solo salvó por plazo breve á la
reptíblica, la cual pronto caJó hajo el yugo del dictador
César, y que la reptíblica francesa, salvada ilegalmente
en el 18 de fructidol' del año V (1), quedó aniquilada
de allí á poco por el general que primero fué cónsul y
luego emperador, :Napoleon Bonaparte. Cierto será esto,
señores; pero no menos cierto me parece que si en los
casos que cito fué de breve plazo la salvacion consegui-
da; sin la cometida ilegalidad no habria habido salva-
cion ni por un dla siquiera. Ahora, pues, mal puede
negarse é imposible es impedir á los Estados y á sus
gobernadores que se salven con la causa pública cuando
se ven en peligro de morir y no akanza á salvarlos el
remedio de las leyes. Esto á los particulares no está ve-
dado en momentos de grande apuro, y cuando apelar
á la autoridad de la leyes imposible ;¡J¡solulamente.


Por eso, señores, no reconozco yo uu solo derecho
eIlIos individuos ni un solo punto en la COllstitacion que
no pueda ser variado ó suspendido por la autoridad (se
entien~e) « que tiene (acuitad dr haff), las Ifyes y no por
otra." Por aquÍ se enlaza esta doctrina con la de la om-
nipotencia parlamentaria, que no puedo tralar ahora por
ser demasi,ldo tarde y pedir espacio, y en habIar~ de la
cual emplearé parte ó todo de mi lcccion inmcdiat3.


Solo me resla esta noche (JIlC repetir una protesta
hecha por mí mas de una vez en el curso de mis lec-
ciones de este año, y cuya formal repeticion se hace ne-
cesaria por la naturaleza de las materias de que he tra-
tado en esta noche.


Nada de rnanto acaho dI' hablar puede (Í (lelle ser


(1) ti ue setiembre uc lin.-En aquel tlia fueron presos y.llevados
fucra de Francia sin juicio, .yarios diputaJus y periodistas que conspira-
ban contra la repúblka en favor ,le los Boruones.




HE DEHEeUO CONSTI1 U(~IO;\AL.H 1
tomado como aprohacion ó censura directa ó expn'sa de
]a situacion actual de Esp~ña, ó de la conducta de lo!!
gobcrnadol'e;; que :í ella nos han traido ó en ella nos
mantienen. Estamos por desgracia todavía dentro de los
términos de Ulla revolucion; y en Ilna de sus faces ó
mudanzas, y cuanto he dicho es aplicable, ya en ]0 que
favorece á lo llamado libertad, ya en lo que ]e es con-
trario, á tiempos comunes, sin excluir de esto la suspen-
sion de los derechos individuales, pues de ella he habla.
do, suponiéndola en los casos en que' la tempestad amaga,
tremenda y próxima á caer, y no de cuando, puestos los
hombres en medio de Sil furia, p las cosas han perdido
su natural asiento y forma, y no pueden ser usadas del
modo ordinario ni por reglas comunes, pues ni á aquel
ni con eslilS sirven.


Con esta protesta y el anuncio del punto en que
entraré inmediatamente, me despido por hoy de mi
auditorio.







Señores J cuando en mi última leccion J poco anles de
concluir, iba hablando de que debe haber en alguna parte
autoridad para suspender el goce de todos sus derechos
á Jos gobernados, así como para suspender ó vari2r las
leyes políticas, siquiera sean de las llamadas fundamen-
tales ó constitucionales; y cuando no oculté que en nin-
gun publicista ó constitucion eslá esplícitamente decla-
rado que pueda suspenderse de ella otra parte que la
relativa á ciertas formalidatles prévias, necesarias para
prendel' á los individuos, y á la obligacion que hay de
entregar á los presos á los tribunales, á fin de que sean
pucstos en juicio inmediatamente despues de su al'reslo,
dije, que la opinion aventurada por mí, uo sin arrojo,
sobre sel' lícita la suspension de cualesquiera del'echos
en los particulares y de cualesquiera leyes, se rozaha
con la de si debe ó no existir la omnipotencia parlamen-
taria. Y sin duda en decir que se rozaba, dije poco; pues
debía haber dicho, como ahora afirmo, que con ella no




414 LECCJONJ.:S
$010 se roza sino hasta se mezcla y confunde; pues claro
está que habiendo podel' para todo en el arte moral ó
legal, llamado Parlamento, ó Córtes con el Rey, le ha-
brá para despojar pOI' mas Ó menos breve plazo á lo~
gobernados de sus mas pI'eciosos y eSlimados derechos.
Voy, pues, á examinar á cuánto se extiendoll él deben
extenderse las facultades de lo que un los Estados cuyos
gobiernos son de ft)s llamados representativos está Cono-
cido con el nombre de Parlamento, bajo cUJo título deLe
ir el Rey junto con los cuerpos colegisladores y delibe-
rantes, estando así entendido en Inglaterra, de donde
han tomado otros pueblos las "oces así Como las fórmu-
las parlamentarias.


En Inglaterra, pues, señores, donde tanto se ha
hablado de su Constitucion sin haber un cuerpo de leyes
que tal título lleve; entre ciertos dichos, y máximas de
legislacion política que allí tienen fuerza de ley ó poco
menos, corre uno relativo á ser tan latas las facultades
del Parlamento, que todo lo abarcan y pueden, menos
convertir en mujer á un hombre. ~o agr'adó esta parte
de lo llamado Constitucion inglesa á los fabricantes de
constituciones, que abl'iel'On estos sus obradOl'es y elll-
pezaron estos sus trabajos de nueva especie, entrada la
segunda mitad del siglo XVIII, ni á los que á estos
han seguido en nuestros días. siendo Cll ellos práctiéa
Comun limitar por lo llamado Constitudon, ó potestad
constituyente, la au toridad de las potcstadl\s constitui-
das. Al hacer su Conslítucion los l~stados Unidos de la
América Septentrional, si Lien no se olvidaron de que
eran hijos de Inglater'r<l, viviendo en ellos como en sus
padres el espíritu y las costumbres, y las leyes de los
anglo - sajones, tambien tuvieron presente que iban á
substituir á un gobierno con Rey otro sin él, Y á una
aristS'cracia una democracia; como asimismo que ,'iviau
en UD siglo model'llo, cuando la aoctrina de teuer los
hombres ciertos derechos naturales é imprescriptibles
corria con gran valimiento; y á 3n nueva ~itl1acion y




DE DERECHO CONSTlTUClúN.\L 415
al tiempo moderno arreglaron su Conslitucion, no for-
mada hasla despues de haber vivido sobre catorce años
independientes, y pasados siete de reconocida su inde-
pendencia por su metrópoli antigua, Hicieron, plles, 16s
anglo-americauos una Constitucion inmutable, salvo por
medío de ciertas fórmulas, con arreglo á las cuales jun-
tándose cuerpos con el nombre de COll\'euciones, el
pueblo, usalldo de su soberauo poder, procediese á en-
menda¡' la Coustitucion. Lo que con la general sucedió
con las constituciones particulares de los varios Estados,
las cuales desde entonces acá, si no tonas, casi todas han
sido mas ó menos alteradas por convenciones naciona-
les congregadas al intento. En Francia en 1789 tanto
se distó de creer en la omnipotencia parlamentaria, que
al reyés fué hecha la dilatadísima Constitucion luego
puesta en fucrza y vigor en 1791, de la cual ni un solo
artículo podía ser enmendado por los legisladores ordi-
narios; y como se previó que aquella obra, no obstante
su supuesta ped'cccion, podria necesitar enmicndas, se
dispuso un modo de hacerlas, convocando para el in-
tento congresos con poderes especiales. Imitando nos-
otros á los franceses en 1812, llevamos, si cabe, la cosa
mas adelante; pues hicimos una Constitucion de cerca
de cuatrocientos artículos, de ellos muchos reglamon-
tarios, disponiendo que solo por Córtes extraordinarias
se tocase en un ápice á la tal oora, yeso lW hasta des-
pues de un plazo de ocho años; de suerte que mien-
tras esto corría, fuerza era tolerar los inconvenientes de
malas leyes si algullos se experimentaban, y una vez
vencido, muy de recelar era, atendiendo á las flaquezas
y singularidades do la condicion humana, que por sel'
llegada Hila época fija de hacel' enmiendas, se hiciesen
aun sin haber de ello necesidad, y como para no dejar
pasar la ocasion de ensayar el remedio en la misma
Constitucion prescrito para uu período señ~lado .


.Por olro lado, ni en la carla constitucional hoy" j.
gente en Francia, ni en la Constitncion que nos< I'ige,




.... t 6 LECClONIlS
está dicho algo sobl'e el modo de enmendarlas en uno
ó mas de sus artículos, si así pareciere necesario ó
conveniente; de suerte que debe eulrnderse ser lícito
variar por las Córtes ordinarias ó las cámaras con el Bey
cualquier artículo de la ConstitllcÍon misma, aunque sobre
esto, por no estar expresado claramente, hay dudas
y divergencia en las opiniones; poi'rlue el hecho mismo de
estar varias leyes formando parte de la Constitllcion , co-
mo que indica haber UH1l diferencia enll'() estas y las de
comunes, y hay quienes enwcutl'an diferencias entre
el poder constitu)'ente y el constituido; y se ba dado el
ejemplo de sentarse como co::a aparte de las leyes que
suelen hacer los cuel'pos legisladores la determinacion
de si habia de ser vitalicia o hereditaria la dignidad de
los Pares en Francia. Cuando en la ilustl'ada nacion veci-
na aparece esto como punto dudoso, y aun fué sacado
á plaza como lal en la cueslion sobre la ley de Regen-
cia en 18.1.2, 110 es de extrarlar que en nuestra España
haya todavía quienes opillen no ser un solo punto de la
Constitucion variable sino por Córtes extraordinarias, á
pesar de que d(~ estas 110 hace mencioll la ley constitu-
cional vigente; pero suele ser comutl entre nosotros pen-
sar en materias constitucionales siempre con arreglo ¡í
las doctrinas de 18L2, viéndose qne est:ín treinta y dos
años mas atl'ÚS del dia prescute Illuchos que de allelan-
tados ó de querer progresar blasonall.


Hecha csta ligera reseña de lo dispuesto en las le-
yes constitucionales de algulIos puelJlos, y de las opi-
niones que á los publicistas y políticos dividen, tocante
á si existe ó debe existil' Ó no la omnipotencia p:lrlamen-
taria, diré que en mi concepto debe haherla, y en la
mayor latitud imaginable; pues alluque no ('slú mal que
haya un cuerpo de leyes llamado COllstitucioll, bien
que deba este sel' corlo , donde esté deflni(lo y resuelto
cuál haya de ser la clase del gohiürno, y aun demarca-
das varias de las faculLades de lo qüe algunos llaman
tres poderes, y reconocidos los mas importantes dercchos




1m IlEIlECIIU co:¡srIITUO\AL 1-17
de los gobernados opillo 'j!I(' ¡'Il Jo:, P:lllai:II'IItOS de los
{~IW1t>S, Ú la iiwh~sa, cOIi,idcrll ~í:!' parle 1:: corona, dc-
Le residir la !tl':tS ;ílllJllia Lu:nltad de' rcsf)h',,' "n]¡re cual-
f[lIiera de ('~¡os pllllto:' ~ :,llcril:ldo (, Sl!sp"lIdif~lido los
artÍclllos collstiluciou:.lI's, nil'll ~i, IjUI' ha,'.' alguHos Ú
(juil'!leS esto lla df~ ¡'sl':ill!l:di!::r .I' ¡'SI'lllld:i!il:l, y ljue
por dios snú lIlil'ada J!li !!lId:il::\ como Illla canoni-
z;¡cioll, si IlO dd poder ah,,¡dnIO, de lo q!le ;'1 él mu-
tilo St~ ;¡¡'nrC,t 1 y eOlllo \lila ClúllSllLt cn ~'il'L~lfl de la
('II,¡) 1¡llt~dali las c()llstillll'iolle~; I'edll('itlas á ser un mc-
ro Ira1llpalllojo, (l'w llilct!C desaparecer CIl¡¡nr!o Illas IW-
('e~idarll,a.v ,l\t) su Sllpllt'SII~ am,paro. Lo sé, y no lo creo
aSI, y \'01' a (bl' eH scgllLda las l'aZ<lIl(';¡ por la~ cna-
II'S fnzgo· ~randí5im:ls ías \eLltaj~s d,' L\ ¡lIllUip"Il'flcia
parlaIlH'Jllari,l, y corlos en cOl!lparacioll ~'!l'" illl~OnV(~­
IJ ¡en les.
Sf~llon's 1 Ptl las cosas hnm'Hla;,; se Iropi('1.a en dos


N,eollo,; ('1I,1I1110 se l¡;¡cell ó Y¡trían las le)'('s, ~iendo lino
de ellos (~I de menguar con ";triadas 1;\ reyer¡;\lcia ¡l!l
~U() de!)(,1l ser tl'lIitLs 1 y el otl'O el ele cnrrar con ha-
(;erla~ ill\'aria\.les la pucrt~ ú los yenladeros adelallla-
Illielltt's y IlIPjO!as qUI\ los puehlos hall IIII'ne,tC:r y pidrn,


Es, "e!LOI'l'S, uua de las LOl:dades principal!'s en las
lej'es, que las gellll's ;í ('IIas filljl'las las miren con I'('s-
pl'lllosrl amor como se (!lira <Í ciertas cosas propias; sa-
~:i¡ld;IS; (Hl(,I~Sal'idS; eopxistellles COIl Ill!l'slros Illayores;
lk ol'ígen, ti ignorado, Ü SlIptlt'310 en tilla ('poca il11agi!la-
ria !l¡\ superior ciellciil ." virlud. SaLido es Ijne 1Il:1S so
\,('Iler~\ lo qlle mellos se e,,:m: i na; y ('OillO son allí,.imas
Lb \l'lIlajas dl~ la fé, bll('lIO t'~ <¡u,' ¡os ¡lueldos, ú la pal'
(l'lf~ (011 amo!'. lI:il'ell COH f(~ Ú las ll'\'t's. Bi(~1l SI', ~ill
¡'1l1bal'go, y JO 'Jo !Jp ,isll) por mis pn;pios ojos, (lUf' Ú
alo:,:lIl1as :eyt's ullnas SIlí'1c1l recibir las naeiOllps COH ar-
l'I"bnlatlo ~ozo: 1'011 ('lllIISif!~IlW (1'1(' tiello mucho de lo·
t'llra; p(~ro SellH'jalllf'i\ ;t!I'C[OS ~,pas:n!:ados sou, cuaudo
11'1 li('.lieÍI)s, ¡í l"l'th, (') !llJcn llWllO~. \' í'lI lod(ls casos de
,',,"'a ,1 "roo'I",,; ) el ¡",,,I,,,I,,, '" ,,¡:,o, "" ",] lo ¡, 10 p'_ '!.
~í ;


,.




418 LECCIONES
sallo, que pOi' coutraste llc,'a á llalagüerias espe\'anza~
para lo yenidcro, }¡ijas de la IllIlJanza; ó en credulidad
á promesas de qllienes 1Jf, hacell magníficas, lisonjeando
ya el noble deseo de la perl'eccion, ya el jnsto, pero cqui.
vocado auhelo de trocar los males rcales y verdaderos
Je la vida J de la sociedad~ Ó por hif'nes, Ó flO'o otros ma·
les inferiores. ~ada de esto pucc!t:: ser dllradero, ponl'w
siendo fantáslico, de lIecesidad dl'saparerr; y lo pcor ('8
que desnneciéndose viene tras la dnlZllf'a de la illlsioll
la amargura del descngaño. Sei'iorcs, (jllien ama así á
las leyes, las ama corno el mancebo inexperto á aquella
á quien ha hecho señora de su 81ma, y en eu),o amo!'
s'e promete gozar venturas imposibles; y :í las leyes se
las debe amar eomo quiere á una buena madre un hijo,
á la pal' que humilde, tierno.


Pero cuando designé lo que acabo de pintar como
U\lO de los prineipaleEi méritos de las leyes, no dije (Iue
fuese d único; y allOrJ añadin;, q He no deja de tener
incol1Vf'nientes á él anejos, y que del amor reverente ü
las antiguas leyes de un pUl'blo) nace el mal de Illau-
tenerse mas tiempo (1l)(~ el dehido in"titueiones erradas
y malas, y usos desatinados y perjudiciales.


Por eso es menester, en cnanto lo eOllsiente la im
perfeceion de las cosas humanas o' compensar y atempe-
rar uno con ol¡'O el principio que da respeto á las le-,(,s~,
.aeiendo creer en su uUlÍgüedad )' permanencia, y el
que facilita acomoda!' i. las circullsl:mcias las disposi-
ciones legales, facu!t:mdo ;'¡ la potestad lrgisladora á
hacer cnanto cumpla al sosiego puhlico v al mantenimien-
to de los derechos prinldos, los cuales, como lo fjllf'
mas, padecen detrimento y menoscabo en los períodos
de inquietud y revueltas.


Vol "ieudo atrús, señores, diré, que nada hay mas
conveniente que inspirar á UB pueblo la idea de que su
Constilucion es asi como LU(>ua, y libre ~ antigua, y casi
inmutable. Esto mientras menos se conozca y vea la
Conslitueioll, mejor se consip;llc; pues se hace~ mudan·




D1'; ])EHECIIO CO~STITI 'CW:'IiAI.. í 19
zas llOtalJlC's y opor! lIllas, creyéndos(~ que eu lodas ella!'
la misma ConslilllcioIl ha quedado illtacla.


'\si en Inglaterra. donde la Constitucion 110 se sabe
lo que C&, creyéudosc con Lodo firrneílJcllte eu su exis-
tencia y bondad; donde' por un lado 1St' llama al Re:'
señor, y muy Dond:l(lo;;o tí gr¡¡cioso 8obcrauo, si n ape-
lIirla\'h~ rOllslilUciolWI; dunde ú plaza Ó ralle uu está
mandado l101JC¡' el IlOfIl bre de la Constilueioll, aunque
p1leda Fnlll;i~d' (al título, si asi clImple al antojo de
'rHiclIl'~ ediíic\ll }¡¡s t:asas y hacen las calles; donde ú
los ayullLalllielltos nu :;e le; añade el epíteto de consti-
tucionales, por 110 ~lIpOllel'SC que los baya de otra es-
IH'cie~, ui qlle dejell de serlo los cuerpos todos del Es-
tado; y donde' pOI' otro lado reinan ideas las mas levan-
radas :lenr;' dl' 10s derechos que por nacimiento á 101\
miellll)ru::; del clIerpo sucial cOl1Jpetel1 (]Yil'lllright); reina
lJJliI l)(J1SlIilsilJ!I ,ila ¡le existir 11/);/ ley condllcente al
prmedlO ,'Jn\\\\H ~ ~ ¡\ \<l. ,\ldm :' \\ig\liJ~\d \k \0;' l6o-
lJcnwdos; ley Hllcrall!e por tal auciallidad, saludable
por sus efcclos~ J :í la cual suelen decir Jos que bajo
ella ,'¡ven y crel'n que sus padres hall vivido, llenos de
afeclo m3S (jlW ,,¡vo, tieroo y profundo, la hermosa cx-
prcsíoll (( E:;{o perpetúa,» Y sin embargo allí han ido mu-
dándose COllstanlClIlI'll!e las cosas, de forma que tienen
un estarlo ahora ha"ta diferente, no solo del que tuvie-
ron en tiempos antiguos sino del que tenian hace un si-
glo, y d¡'SplleS (Jlle la l'eVOlllCioll de 1688 díó á aquel
gobierno lJ/W furma r('gular y permanente. Tales renta-
jas hermana la exi~~e\lcia de una Cunsl.Ítllcion, á la par
que reformable á carla paso, llegada á .')llcarn:lrI'C en el
pueblo ~\l ('ual rige, ha:;,ta el punlo de veni¡, á ser, segun
\H\a exprcsion de la Escritura, ingeniosamente reprodu-
cida en nurstros días, carne de W NI/He y huesos de su~
huesos, Y cuento, entre las ventajas á q uc aludo, la de
prestarse, con la omnipotencia del Parlamcuto, á servir
maravillosamente á las Ilccrsid:Hlcs rngendradas por la!;
circunstancias, porque lejos de querer yo condrnal' las




420 LEeClOXES
sociedade¡; á quedarse estadizas ~ I'enunciau:lo :í los ade-
lantamientos (Í progresos :í qll(~ convida y ha~ta impele
la íOllole de la humana naturaleza; como COIl~lanlelllcllte
he dicho, creo en q lIe las sociedadl's dnlwll l!l'og-resa l' ,\
progresan de hecho; y cotltra los pesimistas de la ecIar!
presente, sustento Sil suprl'iol'idarl pt:l'sta en coujo con
las pasadas; salvo en alguuas exeel'ciones de SIl,"O tran-
sitorias, y en que ciertos inCOIIYCllicntcs nuevos com-
pensan las mayores ventajas COlls\'gllidas; y ell mi pobre
concrpto opino, que n,1da aleanza á t:.:o 11 tenel' ;í los IlOm-
h1'C8; no en sus cxtravíos en los cuales cOllviene , y se
debe y ruede tenerlos [, raya, yaun traerlos :í la huena
senda de que se han desviado; sillo eu el camino que
con paso valiente y firme, aunque \lO precipitado é im-
prudente, sigucu hácia las mejorils i Iltdeetuales, mo-
rales y físicas ~ ó sin det('ners(;~ ó parando solo p~ra to-
lIlar aliento, ó si alguna vez retroeedl'll haciéudolo para
recobrar' COtl mejor acuerdo)' Illas firmeza el tCl'I'l'1l0
que han perdido.


A fin de ilustrar COtl uu ejemplo notable cómo se her-
mana, sl'gun he afirmado que suceue, por medio de la
omnipotencia del I'¡lrlalllento, la creencia etl la bondad
y perprtuidad de una COllstitueioll, el respeto afpeluoso
que á esta de n'sultas se profesJ, )' la ventaja de ha-
cer, á pesill' de ella, notables reformas, eitaré lo OCUl'-
¡'ido en nuestros días ,'n rllgbtl~rra al refurmarse eH 1832
la cámara de los COmll11e'; ohra que ú no fI1CllOS aspira-
ba que ~í sel' una substitucirlll del podcl' de la ll1croem-
cia al de la 3rislocl'atÍa. Cualldo fu(> sacauo á plaza el
proyeelo de le)' á que me estoy refiriendo ~ )' durante Sil
diseusion, al paso q uc quienes se le declaraban contra·
rios, prelendían con empellO lIacl'rle pasar por una va-
riacíon grandísima, ó destruccioll tolal de la alltigua
Constitncioll, bajo la cuul hahia viyido lnglatcl'r,) feliz
y contenta por dilatadas edades, f]uielles le ('ran pal'-
~'iall's slI:,,!elllaJ)an no Sl'l' la Y;¡l'i;\cioll projllle~t:l (l1!';l (O·)
111:1'; que Hila ley dr hs qlll' tinlle Cte1l1tarl dí~ h:\cpr




llE OEllECIIO CO,,"SlTn:CIO)o'AL. !~~1
Parlamento, uo l1Slalld0 la de este limitada en materia
de legislacioll, y 110 pudiclldo por cOllsiguiellte estarle
veJado que se reformase en una parte de sí mismo. Esto
sucedió, s(~ñ()n~s, y el proyecto de ley aprobado pasó á
ser ley, y sin decil'se kgaJIII<'lltc que se qnebranlaha la
COllstitucion, asi como sitl yioll1l1cia se hiZO Ulla mudall-
za ratlical ell la ílldole sinn en la fOl'lua del ~ohierno;
mlldanza, es verdad, q lIe no ha llegado á ser


u


conside-
rabIe, porqne como su ele acaece", lo creido el priori, de
terrible d'ectn ha venido :í resultar de poco, halnendo
contradicho lo~ háhitos y el rSlado de la sociedad ha&ta
cierto punto lo dicladu en las leyes lluevas ~ y saliendo
en no corto grallo aveutajadas en su lid con las dispo-
siciones legales, las coslllmbres.
Don(~e la olllllipolP,ncia p:lrlamclIt3ria no está recibi-


da como iloctrill:l legal y corriel/Le; dOllJe ¡laY un cuerpo
de le)'es políticas con el líl tilo dI' COllstiluóon , se dirá
acaso que no puede Ó 110 debe hacetse una variacion
en las leyes cOllstitucionales, del modo que se ha hecho
en IlIglaterra. Pero á eso respouderé yo, qlJe deben ha-
cerse distinciones. Si la misma COllstitncion declara que
para locarle en uuu solo ó en ciertos de sus artículos se
ha menester seguir cierlas fórmulas y d~u> unos pasos de-
terminaJus, no cabe !lisjlllta en la llIal(~l'ia; V habiendo


, 1 01 Ilcces,da( , aunque no urgente, de reformas, á los trá-
mites legales f'C d(~hc rccl1l'1'ir: v sienllo talla Ill'ccsidad
(lue 110 lIó l~slJ(1ra, PS fIJI'rZ:1 resignarse, ú (\ llcyar ci ])jr!l
que uo se haga lo COII\'Cllit~llte y necesario, ó {¡ hacerlo
con quebralltamienlu expreso de la COllstilllcion, sirndo
lo últilllo lo que casi siempre sucede, porque sPgllll la
acertada expl'csioll de BClljamill COllst:1Il1, estando18sscn-
(las constitucionales tan lIIal dispuestas, que pOI' ellas no
es dable call1iuar 1'11 el CI1\'SO de los negocios, es lo ge-
Ilf'ral ú"~e por la ('1I/ls!ilutlOIl á campo travieso, lo cual
cqni\"ale á (h'cil': qnelJranl:lIldo su:, limites, y pisando
SIIS térmiuos vtltla(los. l)ero cuall Jo en el conjunto de
leyes llamado Consliwci(lll nada se dice respecto :í ser él




}¡.~2 LECCIO;'ES
inmutable, ó j necesitarse ciertas fórmulas para hacerle
variacioues en parte lllaJOl' Ó menor, en mi sentir debe
entenderse, que para hacer cualesquiera mudanzas esl~tl1
facultados los cuerpos ó personas que lo están para ha-
cer las leyps. Con arre¡rlo á esta doctrina admito yo, como
es consiguiente, que si Lien puede la COllsLilucion sel'
quebrantada pOI' una p8rte de los que la tienen cn ha-
cer le)'es, no puede serlo pOl' el total, t) ~e~ por la po-
testad constilneÍOIJalnwII!e legi"laclora, pllCS lo que por
toda esta se n~sl1eha, 110 es en illf'ra!:cioll l;illo .lll cum-
plimiento de la ley constituc:ioual del Estado.


Asi cn nueslra COllstilueioll, Sq!1l11 llIi torlO ClJlell~
(jl'r, opillo qur, asi rOfllo ('11 ul ras dOlldl' llada se e~pe­
cifica acerca del modo de ,ariar las leyes mitadas como
constitueionales, huy, Sl'gUIl eH mi Sl'lItil' asimit->Ilio con-
viene qne haya en' tOc!(lS Jos Il\1eLlos )' tiempOR, faclll-
tad ell los legisladores para haCé[' ley('s dp cualquiera
c1aRI'.l'\o hace muchos a¡¡os que hemos oido ,'pntilar esta
eUI'slion, y supon('r~e COII Illas Ó !llellOS f'llwlalllelllo,
qne por hacer cierlas leyes quedaba q UI' ]¡r~\IJtúla la Cons-
titucion del Estado ~ y apelarse á razo[lt's !ILcjol'es Ú peo-
res ~ sólidas ú SOL\lllelllt~ slltiles, para Ilegal' ql!f~ fuese
l'éftl y verdadero el quebl'lll1lamiento que tal ~c suponía,
y apellas se ha oido decir sillo COIl timidez }" rebozad"
frase, « que un articulo constilllciollal puede 8e1' revoca·
¡lo por las Córtes y el Re)';» no pUlliendo toda la Crll1s-
tilllCioll ser innrialile, y no eSlwcificftllt!ose elJ rila que
haya do scgu irse alguna f(Í l'1l1 U la ('\ I l'aordinaria, cnando
sea Ilieill SlCl' C¡lllibiai' algu tll' lo yario qlle dispone, Pero
no faltó quicn jl!'í'yirse, I'll la insinU3cioll q [w sohrl' ello se
hizo, que podria ~alil' á plaza el argufmnto á que alu-
.10 • Y esp dijo; « En horallll('lIa, reconozco en las Có['tes
con el B.py la facultad de Hriat' lino Ú mas artículos de
la COllstit~lcioll; pero cllando illlcntareu hacerlo dec/á":"
(enZa, á fin d" que conste; !~ll Vl'Z de l'lll'ullrirlo con IlÍ·
pocrcsía, ó de negad;) descaradallll'¡¡tc cualldo S(~ VI:'
CI4fO," No diré, seúorrs. si lu\"o ¡j no razon quien así




DE ])ERECHO CO;\'ST1TU~lON.U. 425
se explicaba, en tachar á sus colttrarios de hipocresía;
pero osaré afirmar que es errónea Sil doctrina, y que
en vez de declal'af que la Cons:itncioll se muda, debe
elecirse y sustentarse lo contrario, no solo por ser \'er-
tbd, SillO por cO~1Vl'nir que seaE consideradas las leyes
como susceptibles de cltmienda y mejora; y la Consti-
tuCiJll casi como c:lenta. POI'ij"Y, señores, poco respe·
to infunden cmlstitacioncs qtW ron frecuencia se nrían;
:' por otro lado, Illal Imecha senil' á los fines de la so-
ciedad V del ,!:,!ohiel'llo [('ye, cw¡a ellmienda encuentra
(:olíside~'a hles "rmbara7.os." Y al ¡:"\'ÓS, ad mitiJa la omni·
potencia parlamelltaria, es dable HUl'l'r hasta cierto pun-
to uno y otro opuestos inCOJ1\,ellipll(¡'s, ¿' hermanal' las
"enlajas contrapuestas.


Pero, sellores, a~ lIÍ entra hl duda sobre las limita-
riones que el poder de los cuerpos legisladores con los
reyes ha de tcner, y si ha de sel' verdadera omnipoten-
cia, ó solo fan¡]lildL's lalísimas; )' si lle lo segundo, y
10d,Hía llli\S de lo prilllero, 110 pucden seguirse al pro-
\'eel1o COlllUll y al hien de los p~:J'¡iellhlres graves peli-
gros, ó aun quizá consider~h!cs daí'ios.


Siempre ha de slIponcrse, sciíores, que la omnipo-
tencia, tÍ si hicn mirada ¡¡parece inexacta la expresion,
la gran latitud de facultades eh los Parlumentos ha de
tener pOI' limites la consenacion de su propia existen-
cia; esto es 1 que todo les ha de ser permitido menos
suieidarse, ósea cmjenar la pOlrstad legislativa, 6 pri-
var de ella (Í de la ejpcl!liva )' dt) su régia dignidad al
)\!lonarca, Cuando Ilegau casos en que lo contrario su-
cede, va como he dicho 11l:)S de una ver,. no son estos
otra ~o·sa qllc revolnciolles, 13" cuales ;í ,:eces justas; á
veces nece~arias, ticnen entonces algo que las disculpe
y abone, 1)('1'0 110 qun la, l)()l1ga dentro dl!ll¡;rmino del
derecho polífico constitucional. Gllst~YO In de Suecia,
aboliendo ulla COllstilncioll IlO muy grata ála parte mas
numerosa del puehlo, "OhI'Cl el cual reinaba, y de que solo
bahia resultado estar el E51<\llo dividido en bauuos, hastt




4.:24 l,ECr.IO\ES
pagados pUi' Jos cxtnllljcro::; y el pueblo inglés IaIlZJll-
do á los Estu:,rdos del ln)llo; V h;Jciendo lo IlIi~IIlO el
francés con C:!r;us -X " ollraroll a~::\~o COII jllsticia., cU;llldo
lIJeS, CllJnclo Ille¡~()s; pero liO pro(;pcliclolI cOIlstitllcio-
nalmcut.'. OliO lallto s!!ci,dcl'ia si Ull Parlalllelllo ell;lje-
nase la potcs1au lcgishti\:l IlllC le cOlllpele.


Pnl'O ,~tl t¡¡'¡os los olros plllltO:; J'('[ll!tndos (;()lI~litu­
cionalcs, repito, Ij!lC '11 mi Si'Il'lir d.,hcil los cllerpos le-
gisladlin-s con el HI'Y lcnl'I' tan dil.ltad;¡ la alltoridad,
q¡](~ lodo lo alJ<\I'(pw., COIll¡;l'l'uda. D,~ (~,to ~(~ IJan Iicel!o
cargo y !llauife~l;ldo p;'l'suarlidus hombre.,; amalltes del
go!~ier;lo pu¡nilar hasta IIn grado HIIIIO. Bi'lljalllin COIlS-
talll reduce ú po"o m;IS de I('i!de al'lÍI'ulos Jos ~lue debe
tener Ulla eOml iIUcio!}, \ ticue buen cuid;,dH de ad-
verlir, que cua:do ell \'11o's no ('st~1 enet'lT~\llo, dehe ser
ttmido por 110 1'()¡¡~t¡IHclcllal y pOI' Dlaieria dl~ IJ Il>gisla-
cinn orditlaria. [ti radical i:,~k,~ mas famoso por Sll celo,
annque :L'SY;lriado llijo de ~alla inlell('io\l, (1'](' por su
agudeza ú :uieip crítico ('11 ¡¡ulIlos históricos ó Il'gales,
tenia reducido :,¡] l'i'cinto de una IIwlalia lo que cl'eia
que delJia ser la COllsti Incion i !lg!¡'sa, ~' all Ll la de 01 ro
cualquier pueHo, ~ielldo (;] de ti escnela <¡uc para re-
medio de iodos 1<,; ¡[Jales y cOlIs('rv;¡ci(l1l (1\,1 estado dI' "a-
lu:l, y de rlid¡:l ¡'II todos' los Ctl('r¡)I)~ !JOlíticl)s de cllal-
quiera nacion tí :;PI1(';I, !'(~ce:a COIISlilllciolles.


Es "in emba ,~o de a!herlir, ql\e lo ([110 con arlT~lo
á estas doclrin::=, queda fllera di' los l(;nllillOs de la CO!IS-
titucion, 110 es :0 ndatilo ú loo.; d"l'('dlO~ cid!'s Ó aUIl
políticos de los Qobel'll:,¡¡us. ~íl;O lo to('allfl~;\ las fOl'llla~
reguladoras del goJJil'l'JJO p,;ra 1'1 a/lIpatO de los mi~lllos
derechos. ~rllcllO~ illL!il'sl's llay que, a!lollados ('H Sll die-
tÚlllrn por la falta de' Conslit~l(·íOil csnita, y pnt' la eOIl
~iguien¡e latitud que eslo d('j;l de illlcrpl'l>l:ll' caja cual
las leyes fundamentales dd Estado :í su lI1odo y gusto,
estiman que la autoridad (fe Sil Pal'l:i!1JCII10 110 nicanza
tí privar á los sühdilllS ¡lI:;/¡>SI'S, .~:I di' 1,1 lil:;>: !:; 1 1]('
imprenta. ya del jllic.o por jUlado8.




\\\" \W,\\\'}'\\() \:\\,\':)TI'\\('\\):\1I.l.. V1.t,
l!e\'o \'0 \lO ,Cil (11\\' \:I<\va ravm \lar;l \\1'\'¡iC'\\ir en


('"SOS ¡le ;11)1\l'() \' \li·lli~r\) ~\\. E-\,I,ln v (\ la autoridao
'1 \ •


IlIi!':I], por ~1I s:t1ial'ioiJ, Slls!H'1l11i(~1ill0 Cll los goberlla-·
dos el liSO (k ¡;Ua11llli¡;I' t!('re!'!Jo que va ú redulldar en
daño del pro COIllll!l, ~; ;lUI, d" la r~Ji('idad j!l'i\'ad:J. }\Ile
dirúll acaso q1\(~ 1.\ injl1sticia ¡In (~s lícitil ni aun para sai-
rarsc los hOlllhl'l's ¡) Jos pi!(\idos; P"i'O yo, sin refutar
esta doetrill:l, Ill¡~ CI'llil'é á ll,'sal' Ijli(' la suspellsioa oe
los deieehos parlil',lIhl't':Sl 5il\:ldo 1I\:!'i~s~¡ria al }Jicn ge-
neral y parliellhr IllPI'Pz"a SI'\, r,ddicada de injuslicia.
Sabido es á tn{1II10 SI' cXl:"llll:' (d den·ellO qne de sal-
varse tienen los illlliYit1nos lL,rlirllla\'i's, ." que, uo sicudo
lkito á perslllla algllna t(JIlI:1\'~e la jllsticia pOI' su mano,
con lodo el que salteallo ('11 1\11 camino por bandoleros
(]11e illtentan privarle de la vi.la tí (le la Iweienda resiste
á su a~l'l'sol' 1!;lsla dari(~ 1Il1l el' I e , 110 es digno de pena
tÍ aun dc vituperio ~ pOI' 110 JlaLel' esperado á quc hubie-
se allí empicados de j!lsli('ia liara aprehender á los mal-
hec!lores, t) 'tl'iJ)JlIl~]¡'s P:¡¡:l juz[f;ll'¡ns, y por selltencia
leg~'¡ seí'l:tbl'lcs ca:,;tigo. ;, Y po Lli';'t con jllsticia llegarse á
Jos Estados esl e derec1!O de sa kl r~c de tI ue gozan los
illdi',iduos? No, ~ciíol't·S; y In 'IIJt~ t~;; necesario y justo
es il¡¡pedil' en Cll~nto ~(':t ¡H"ild\: l:l llegada de los casos
en que s(~ hace lícito, a~i e(;¡Ji\) Vil)lle Ú ser illdispensa-
hlt\ el uso d,~ ('stc (ki'('c!JIJ lC:'1iblc? uso de que 110 hay
dl!d:1 que suelen abnS31' los que Ill;;ndal, n:yes , nobles ó
Il'iJiI::IOS, en 1l00nhre \a (le 1\[10, ya de olrO iUlerés, guia-
dos por el pn1jlio d(~- l"'l'.'OIl:1 ¿ clase 1 cuando por el
1 I'ovccho generd dicell (lIW abo;~all v Jllirall. J.os aGlos
\' olclltos 'que ILlln III lo~ fl'alJC~:iCS" golpes de estado,
'fOUp~ ti' dat .. :', \ eres son iudisrell~abll's, j con llIas
f[,(,clIcneia no; [1('1'0 110 siéudolo, al:-\I) tlay qlll~, si no los
abona, explica la callS:1 d,~ (1Ii(~ ~ ()Il efl~r!o. Fuerza es,
pur ,>, provcN al re,llf,¡j;n de In:,: lan cOll1un; y este,
como los remedios (ndos, [JO S(~ lo;~l'a con insl:llsatas
pi'uhibiciones de toca, ,í cierlus LUIII,()~, cU<1udo se ve
:¡UC tocar á ellos es :Jl¡'"Ol1t a VOl forzoso, sino ¡;on dar




426 LECCIONES
modos por donde el tocar dañando sea mas dificil, y
cuando se hace lIlenos fatal.


Por éSO, señores, doy mi dictámen, sí con la de-
bida desconfianza acerca de su valor, y sí con el justo te·
mor, no de la tacha que puede irrogarme, sino del pe-
ligro anejo á seguide ó sin (itubear, empero, sobre que
rl liSO libre de la imprenta, el de las reuniones donde
son lícitas, cualquiera, en fin, de lodos cuantos tienen 108
hombres juntos en sociedad, .Y "ivirndo b¡ljo gobiernos,
les puede y debe ser suspendido por plazo mas (¡ mCllos
carla, por los cuerpos legisladolPs Ó deliberantes juntos
eOIl el Re)', en las naciones regidas por lo que se llama
sistemas I'cpresrntativos.


Pcro me dil'án, ¿ no es de temer que concediendo
tan ám rlias facultades á cuerpos SelIlt'jantes, los cuales,
ni mas ni menos que los reyes ó quc los caudillos po-
pula res , son en algunas ocasiones tiranos, J quedando
por con~jguiente al arLitrio de ellos variar las leyes cons-
ti Ln cional~s, salvo hasla el punto tle acabar con Sil pro-
pia exislencia, se engendre y autorilc el despotismo?
De temer es, sello res, lo confieso; posil)Je lo considero,
pero no muy probable. Y al cabo, señores ~ ¿ no llega íÍ
(>ntronizarse el despotismo ú pesar de las precauciones
que para alejarle se toman, con OlllllipcLencia parlamen-
taria (Í sin ella, siem pro mas pOI' quebrantamiento tle
las leyes que pOI' leJes demasiado represivas? En IlI-
glatena donde es omnipotente el parlamenlo, aunqlle \';1-
fias veces haya sido suspendidú d Ifa{¡eas Corpus, aun-
qne durante el henor mas vivo de la revolucion de
FI'311cia se promulgaron leyes á que dieron los opueslos
al gobicrno, )' parciales del poder poplllai' el nombre
de gogging hills « leyes de mordaza,)) aunque en 1819
se hicieron los falllosos (,Seis aclos) por los cuales b
libertad individual quedó muy coartada, todavía están
los homhres m<:jol' amparados en la persona, en la ha·
ei,~nda, (~n el derecho de cxprcs:u su opinion,)' en SlI-
ma~ son dueños de nns libertad ciyill1l1c en {JIra ti(ll'I':t




DE DEUECIlO CONSTlTCCIONAL, 421
alguna. ¿ En Francia, ú pc~a¡' de las famosas)' vitllperadas
leyes di' setiembre dr 1835, de no poca libertad se dis~
frut<l, y de m;¡s por cierto (lue se tendria 3i hubiesen
!riunLdo los alharotiillo:\);~ cuyos excesos iban encami-
narlo,,- {, reprimir \as lll¡:';I:';l~ !;~y(}s qlle ahol"\ IIC citado?
Aeordélllonos bis p:;pal'to!\'" lII": !la hal,ido el año de
1823: y lo que 1'11(: este para 1I1I¡;;,tl'a palria. Entonces
11~llíamos [l',Ves quP porü ó nada restl'illgi:lll el podel'
popular, y f11lldw el !Id gobierno: la sober;¡nía nacio-
nal I'sL,ha r(~cunocida en el sentillo lIla~ !ato, l'ur,s sin
hal¡/arse dc la jU'itieia,." sí solo dc la yollllllad, se l'eco-
Il<wia en h [liu,iOIl el dC"I'cho de darse, esto rs, de va-
liar sns leves fllnd'1!1l!'lIlales: era declarada la misma
nacion lihr~ ó illdependiente y no patrimonio de una
familia Ó persona ~ :lllllljllC SClIlúlldose qUd la monarquía
rl'a )wrnditaria, en a)go se entl'ega})a la nacion como es-
pncie de patl'imouio á ulla familia: varial' la COllstitll-
cioll en \lll arico :\IItí'S de regir intacla durante OCh6
ailos, y Yal'ia¡ Ll no siel\rlo por CÓl'tcs e"traordinarias
t'l'~1lI illlposibles; ven sllsllünrlel' cir~l'fos derrchos de los
gobernados, 110 ~c podi:~ pensar 1 [mes nacian ellos de
rlogtl1:1s sentados el! la \llisllla ley con la rcruad y fuer-
Z,l de religiosos. ¡, Qué flié de lodo esto, señores,:Jl fin
del mismu funesto auo lle 1825? ¿ Estorbaron tantas
precauciones que cnll,aces se cstah!eciese un verdade-
ro dl'spotisll1o? Pero ¡JI qué "iene este recuerdo hecho
;:l ot t':I á lilas \'ece~ ell ('1 CUl'SO de nuestras lel~ciolles?
AUlla COS::l,'y (':i qnc', habielldo omnipolcllcia parlamen-
(aria 1 lí \lO hahi(r1Illola; en el primer caso por decisiou
del p;nJamento, ('I! eJ segu¡Llo pOI' aclos de violencia
ilegal; sí I~s[:í el prJ(,J¡I'J wl'l'Ompido y degradado al pun-
lo d(~ aceptar rl ,YllSO de la autoridad absoluta, ó si,
('om ') ú.l11()ltlldl) sllcede, e"t:í cansado 1111 puehlo de parle-
('.l~r 1l1:\\es hajo lo ¡¡\le ~l) ílPlll\idaha gobierno libre,'y no
pudil'lIdo sllfril' 111.1", l"lsea el ¡¡lirio 1m cualquier reme-
dio, rillil'llflo, 5('l~Ullla expl'csion COI11UIl, por una ú otra
causa :" psI ar mad uro para cacr en las fauces uel despo-




428 U:CCIO.\ES
tislllo de esta tí esotra clase; ·nillguna pn~callci()l\ apro-
vecha, llingutl ohslúeulo alcanza ú estorbar que la for-
ma del gobierno se altere CIl pro dll la a!l turillad , ell-
tDuces COIl rawlI Ó sill ella estimada pt'ulcdora; y en
melloscalJO el.) los deredJOs de ¡os par¡iculares de qne
han abusado algullos en perjuicio de otros, eu térmi-
uos (le habel'llegado :í h;H:cr iutoleralde ni ahuso. Esto
pasa, senores. Si ha habido uu pjemplo como el de Di-
namarca, cuaudo en el siglo X\'II fué ::dlí dada al rey
la autoridad absoluta, ó rlígas(~ la lilas Jala que por ley
expresa ha sido darla á pote~tad a1gulIa ell cualquiel'
tiempo, asi se hizo porr¡ lW causado atlí el pueblo de
la tiranía de los Ilohles que en el cuerpo llamado es-
tados dominaball, vió cou gusto que un supueslo pro-
tector de todos qlledase armado de facultad ahsoluta
para poner término á los c\cesos de a Ignnos. Por la
misma razolJ e11 el siglo pró\imo pasado \ió Suecia con
gusto á su re} abolir al fl'CIlte de los soldados de su
guardia IIna COllslitucioll demasiado l'l'striclora de bs
pl'erogaliras dc la rnolwrquía. Francia 110 silttiü por
cicrto, que lamarIos sus legisladores de tillS ~sielltos por
los granaderos de 1111 capitan illsiglle, Jigiese este des-
plles el esla,lo eOIl autOridad liada lill1irada. Estos ejem-
plos de traspa,;o de la autoridad del pueblo al monar-
ca biell daralllellte tlellllwstl'an qtie C011 forlllas (lo[,(I1a-
res puede el pueblo estar deseoulento, sin duda, por-
que de ellas 8ara proyccho cseas¡). i Pero Cfl;íll ralJ:l em-
presa seria intelltar en Inglaterra por medio de leyes
o coutra cllas mudar su !!ol)¡e/'llo al'islocnílico en olI'O
monárquico puro! j Cuán eL;1 baldc ({uiso Cúrlos X lras-
ladar á la IIobleza el poder de que las clases mediaf.,
disfrllt,1II eH Fr;¡ucia! ~(), sPli()re~, 110; CI!eI·pOS degiJos
por la parle Ill~S ilnslrada (; ill:lepl'lHlieUle de 1llU na-
cÍon, que el! plÍlJlico deliherall, casi illlposiblr ns que
á los clereeh os de los gobcl'lIados hagan un perj n icío
real )' verdadero, aUII cuando pOi' un breve plazo los
acorten; y por otro lado con darles este derecho se po-




Il!i DEnEc,nO I.ONSTITUC,IONAL.'J.:29
nc alglln estorbo it IJIlC 011'0 podcr pOI' sí solo se le tO-
me cuando hacerlo le es llm:esal'io, y S(~ lt' LOllle con
general COllSclllillliellto y hasta apl'Ol'3~:iol1, pues de otro
JIlodo, :11111 cnaudo tOlllúl'sele quisies(',110 pasal'h á UlnS
su drsco (fllll {, serlo IÍ :'1 Illallifl'stal'sP ell 1I:\a tentativa
lualof.(l'ada.


Basta de rste aO:llllto y pasemos ;í olros.
Hasta ahora be ido !¡ablando pl·i ilcijla 1 Illr 11 Le , se-


ñores, dr los gobirl'llOS constituciollales, como si, se-
gUll la acepcioll YldF~II', solo cLladrase eSte 110lllore á
aquellos dOlld,' lino Ú mas cl\erpos ckgidos por el pue-
blo WllljJal'lcIl COII el /lIOIJaI'Ca la facullad de hacer le-
yes, y son responsables lo:, lIIillistros, y los aclos dd
~obil'rno maleria de libre y público exámen. Pero ya he
Jicho ({Ile cstl~ 1ll01\0 de expresnrse es illlpropio, y que
cOHsli'ucioll l.icIWII varios pueblos regido, por mOllar-
quías mcnos lilllilada:;. Lo que se imagina como {!o-
l>icl'llo d('~l'(Ííico, esto es, HILO donde á ¡];lcer clIalquie-
ra cosa alr.lllza la YO!Hutad del gobcrllador supremo,
ell casi níllgllll Pllehlo rxisll~, y si I'xisle, cs donde no
hay legislacioll, ui polUica, ni de clase algllua, pues ell-
Ire gCllte~,: rOlllo por ('j(~lllplo las que h:lhit:lIl el interior
de Arríe;!, d()lId(,~ 1''; Hita realidad la fit{ul'acion del des-
potisllIo completo, "i \lO se CllClwlItrJ código collstilu-
cional, el civil, el penal y el de procedimientos con el
prinwro)' cu el mislllo cSlant(' Ó alea eslún guardados.
POI' eso, m;,¡s (lile ptwLlos sin lcy('s limiladoras del po-
der ~Oll puddos sill ley algulIa. Pero monarquías hay
donde existen leyes, y r,sas olJSl~nadas y en grado no
(Orto pl'olec1o]'as de las persouas y haciendas, sin cIue
por eso SI);((¡ de la~ ~etíaladas con el nombre de gohiE'l'-
1I0S I'CPI·csclllativIIs.


SellOrcs, es lilas difícil cutral' eu el exámPJ1 de es-
Los gobierl)os, pO)'(luC ('n ellos 1\(1 se YC lau claro el
modo de qlll~ se vale la opinio!l ral'a illnuir 1'11 la po-
testall goht'l'll:ltlOI':t 1 pues illlP('llctl ablcs it la Opill¡OU, no
los llar <l.' lIIodo algllllo; )' 1';;' asillliwlO dil'ícil ¡JOrql1l'




!~30 LECCION ES
110 construidas las ohras de monarquías tales pOI' traza
de arquitecto que signe las reglas modcl'Ilas y dispollf'
un edificio regular, tienen variedad slIma en 'la fábri-
ca, y no presentan un objeto que pueda abrazar la vis-
ta y sobre cuyas fOl'lllas pueda dar su lallo eL j'licio,


En unos estados hay cuerpos mas Ó llIellOS llurne-
rosos que con el nombre de Consejos al lado tlel mo-
narca le ilustran y a}udan, ahora para la formacion el ..
las leyes, ahora en ciertas [H'ovideucias Illerament e gll-
beruali\'a~.


En todos ó casi todos hay tribunales que admilli~­
tran la justicia COn mayor Ó Ul('llor independellcia pe!'o
siempre con alguna; cornpue~tos de leli'ados de [11'o1'e-
sion, gente en general de ciencia, y peso respetable
y respetada, y que aUll en los actos gubcrnati\·o~ ~l">
le tomar alguna parle directa ,-i indir('c!,L


Asi nuestra monarquía en tiempo dc C;írlos IV da-
La muchas facnll.ades gubernativas á lo:> COIlSl'jOS.


Cuantlo (como en las monarqnÍas europeas sucede ¡
hay una nobleza, esta tiene inlllljo ('ll los lll'gocios, mo-
nopoliza mas ó menos los cmplco", ;Í veces un lanto
oprime, otras, y SOl! \:¡s menos, protege á los déhiles.
y en general coarta, aUllqu(~ 110 ".':1 de un modo visible,
las prerogativas del trollo.


Hay ocasiones en que el poder de los cuerpos men-
gua, y crece rl (le los ministros. En estos casos surl!'
ser favorecido el interés popular y á veces el de la ple-
he; y pt'ocederse m:1S por reglas de equidad ó justicia
abstracta, peor ó mejor elltctldida, quc por los trillnitl's
rigorosos de la juslicia legal; obedeciéudose casi siem p1'(
á la opinion, aunqlJc por medios indil'ectos, solamrnrr
se la cOllsulte y conozca,


Casos hay' en que Iln Hey gohicrna por !'oí mism,)
llaciendo de sus ministrO!' Jlleros ejl'CutOl'l'S di' su vo·
luntad ., sus seerl'tarios. E~to sucede cuando está sen-o
tado en el Il'ono algun \'ilfon insigne, activo, entcradu
de los negocios que á los gobiernos ocupan, Bajo l','ycs




nE DERECHO CONSTI1UCIONAL. 431
semejalltes han solIdo los estados remontarse á un alto
punto tle gloria y tener \lO poca felicidad los indivi-
duos que los componen. Hasta los publicistas riel siglo
pasarlo mas enamorados del gol¡i(,l'IlO popular, solian
con frecuencia eusalz.ll' la gobl'lwlcion de scmcj:l1ltcs
dé-potas ilusll'ados y ('sc1al'('cidos: aí'iadiendo (itlC se-
ria su gohierno el mejor imagina!JIn, si ellos como
hombres y sujetos á las rontliriones tle la pohre ualu-
raleza humana, 110 lo estuviesen á varim' de índole y
conclue!;], ó sino hubiesen de transmitir el poder de que
tan buen uso hacian á sucesore!', cualldo llO illdignos,
menos dignos.


Es,los mismos monal'cas insignes, si en los 1l13S ca-
sos ohrahan por sí, en varios gustahan de consultar á
persona;: dt' grande entendimiento y saber; ya j\lnta~ en
,;uerpo fOl'llJ;nlo por la ,al untad real y de ella depen-
,!¡entes; ,a 110. Así j~apolcoll, uno dc los gobernadores
mas absdlnto3 tlue ha habido en el IlltllHlo\ consultaba
y regia sobre mil plllltos i lllportalltes á su siempre me-
morahle consejo de E~tado, y basta á un Senado que
clln sn servilidad jnntaba algunas no malas calidades.
Clle~tio;¡ fué ~!\Ie se (>xa~ninó en Francia ú princi-


pios del siglo próxilllO pasado, y recien muerto Luis XIV,
si valia tIJas llevar adelante el gohierno por medio de
ministros ó de COUS{·jos, y sohl'l" ello escrihió el f¡JIlIO-
~o soñador, el clérigo Sainl Pien'e, célebre por sn pro-
ye(~to para establecer Japaz perpetua, proponiendo con
1'1 110m [¡re sacado .Id griego de PolisJnodia los conse-
jos, y tjllCrielldo desacreditar la autoridad hasla de 108
miuistros, con calilicarla de visiralo ó semi· visirato. A
mi ent(~ndel', señores, de uno y otro con viene que haya;
pues para cinrtas cosas, los cuerpús numerosos ó no
numerosos valrn menos que una persona sola; y por
olro lado, en cuerpos escogidos suele haber saber, tem-
planza .Y rlignidaJ, y aun eslán roJeados de la pública
reverencia en grado superior al :t que puedan arribar los
miuistros.




432 L1ICC(O~.ES
En todos estos casos 1" práctita antigua rara vez


abandonada, suele d. r ú los actos de la alltol'itlad ónlen
)' teucrIos celiidos ú los límill's de h jllsli,'i;¡ ,. lid di'-
coro. Asi en Lt pl'o\ision tic l'llIpll'()s, taulo CU:lilto en el
lra!o dado á los senidol'cs d(·¡ I'~tado, las lllUll:lrquÍas
europeas antiguas pres\;/llall Po(:o~ :tll!I!j1ll' a!~llnn~ ,~jeliJ­
plos de los escúndalos de (¡tiC CO/flO ell illJita('ioll ú emll-
lacio n de los goLil'l'lloS orientales (hu frcClwllll>S ('jel11-
plos los gobie:llos populares dl~ III1B~tros dias, <londl~
estando abiertas las carreras todas al llJl'ri[o perso!1:t1~
entran rol' I'¡ allanad:, y frallco ('alllino ell tropel las
ambiciolll'S illeptas, } j;:S osadías n'\(J¡t()sa~, )' se lla-
cen duelias de todos los puestos, aUlI(lllP 110 pOI' largo
plazo ~ porque l(:s lIumerosísimos 111llliciosos competi-
dores ~ derribau t:Ll asicnto á quielll's en la IJUlla prime-
ro ll~ llegaron ú lograr, y denlro dc poco caen dl~l'liha­
dos por nueva tallda de prl'lelldil'nte~.


Ell lo~ Estados donde no hay limitaciones leQales ¡\
regulares ú la autoridad slll'rell~a ~ suele ~er ('jl'I~('ido el
podcr con venladl'ro de;:poti,mo; lo cual Ú WCl>S I.alllbien
sucede donde la libertar! rccibe cultos, \' ClI medio dl'
los viras con que se la saluda. Pero l'l CUl:~o ordillario dI'
los negocios es que las 1e,Ies scau hÍetl adltlillis[/,~I(Lls
y los der('cbos illdividuales l'l'spe18dos.


Rccomendar la~ 1lI0ual'quías llalllau~s puras COII\O
slIpcl'iol'PS Ú las eonocitbs con el nOlllbrc ele l"l'I\l'I'sen-
tatiras, me parece dcs;l!ino Dotorio ~ cmlldo ('8 la 1'('('0-
mendacion bocha ell gelleral: dcsaut'di tarlas me p:il'r-
ce asimismo illjusto. QII(~ olJedecell lallLlliw á la opi-
nion es cierto: <¡lIe le obedecen lllellO¡; bi(~1I que :l(!uellas
donde la opinioll m('jo\' ~c l'\prcsa, no ,'5 IlH'IJOS f'\i-
dente. Si i)on prefel'ibles Ú 1I1l reinado de violellcia 11;1lI-
tizado con el Ilombre de l"puca dl' liIH'llad, si lo ~Oll
hasta Olros sistemas ell ~illlaci()lies eH que l1:lco el po-
der, pujalltes las :l111 biciollC8, y poco i~lIstl'ado el plle-
hlo, las scgull(las ballalldo en esle último un dócil ills-
trumenlO, con f'llS constalltes asalt(J~ ~l prillwl'O. CIl'l'1-




IH~ lHU\ECUO CO.'\Hll'Uél.O.'lAL 433
Jo no derribándole, lastimándole y haciéndol~~ vacilai',
consiguen que falte en el Estado la firmeza, el sosiego,
y por consiguiente la felicidad púhlica y privada; si to-
do esto debe confesarse; es por otm parte notahle yer-
ro creer que alcancen á dar satisfacciou á todas las ne-
cesidades y á torios los dese~)s de los pueblos illlstrado~
de la edad presente, Mas necedad, si cabe, encuentr(l
en recetar rnonarquh pura como remedio heróico par:\
s;¡nar las dolencias de todos los estados en cualqniet'
tiempo que en la poco haee dominante, y aun hoy OH
,Iesterrada manía, de hacer el mismo uso de los li-
bros intitulados constituciones. Asombra el pedantis-
mo dogmático que por ambos ladofl se manifiesta en
este punto; y mas debe pasmar qne á otros á los esr~­
ñoles, para quienes los ensayos dQ tina y otra fOl'm:í
han dado poco felices resultas, teniendo a nuestra p::t-
tria en un eslado de atraso intelectual y ma.terial !In
rlonde nacen muchos de nuestros maje,;.


DicIJo esto superficialmente y de paso sohrc gobier-
nos, cuyas vagas y varias formas no consient.en proli-
jo exámen, sí bien no merecen reprobaciOIl; tiemp"
es ele pasar;í hahlar dI' ni.rn" gohiertws qnc encnlan
fllera de nuestra patria con elOgj,lCiOl'j~~ )' lnrciales dI'
no escasa ,"alía, y que reclaman corno herencia qlll'
1\1gun dia les ha de tocar la direccioll de los pueblos.
consolándose del malogramiento de sus esperanzas eH
lo rl'esellre~ con la figurada realidad de verlas satisfechas
en lo fu(uro. Hablo, señores, de las rcpüblic:Js C1\Jo~
partidarios las I'ecomiendan á bulto, aunqne no quepa en
lo posible mayor desvarío qlle el de darlas todas pOI'
una cosa igual medible pOl' el mismo rasero; y desva-
río le llamo, aunque en él caigan homlwcs de no me-
diano entendimiento y de instl'Uccion no corta, porqul'
de estos hay quienes yerra n y hasta deliran; con par.
:'lea dicho de dIos, en quienes reconozco y confieso el
derecho de señalal' en mí equivocaciones y Jesalin 0'1
t!n que corno hombre sin dnda ineul'J'o, cayendo acaSil


28




·Ha fo.llCCION~~
en ellos con mas frecuencia que otros, Pl'IO, sriíores l
quien atentamente examinare la matcría de que trata-
mos, yerú (¡Uf' las monarquías diferelllísimas entre sí
ya por su ÍlJuole, p por Sil forllla~ todavía coinciden
en un punto, y es en el tle estar en ellas transmitida
por herencia la autoridad y potestad suprema, con lo
cual hay un fortísimo á la par que ,ojsible punto de co-
hesion entre las varias parles constitutivas del Estado,
y una prenda de estabilidad de que otras formas de go-
Lierno carecen.


Explicar cuán grandt's sean las diferencias que eu-
tre las varias repúblicas existen, é ¡lIdicar como con abo-
lir la monarquía no se resuelven varias cuestiones im-
portantes relativas á la política y al Estado social, así
como advertir que estas últimas de necesidad siguen y
muy de cerca á las políticas puras, servirá de argu·


o mento á mi leccion siguiente. Pasaré despues á decir
algo sobre el no menos importante asunto de las revo-
) uciones, con lo cual en dos ó tres lecciones mas pon-
dl'é térmillo á mis traoajos, en los cuales tanto aliento
me ha inspirado la generosa benevolencia de mis oyeu'
tes.




.= __ ::aI ._2 .. __ ......... _.WLW!. ~~-_:::'StR


Señore:;, iba apuutando ('ti el münwnto en que con-
dní mi última lcccioll una irIea sobre el asunto que}1)
I~S de la presente; sieurlo ella, que cuando voy á habial'
de los gobiernos llamados 1'!'public<lnos ~ yo que eu mi
atrevimiento no he resoel~do las clasificaciones v ddiui-
tiones de Jos pulllicis"as ni aun tle los dc tn;S alta y
merecida fama, si hien condenándolas no Ctl verdad
absolutamente, .Y solo en Ulla pnrte, mal podría COIl-
venirme á reconocer con la vaga denollliuacion da repú-
blicas inclu iJos en una clase misma gol,iernos hartn
diferentes en su espíritu y en sus formas; habiendo
:;ido la diferencia entre las varias repúblicas reconocida
y confesada aun por los maestros y parciales de casi to-
das lai escuelas de la ciencia que en este lugar profeso.
y no porque aluda ahora á ser verdaderanlllute gobier-
nos republicanos algunos á cuya cabeza está un Hey
con título, dignidad y atributos reales, heredados dé
sus predecesores ~ como del gobierno inglés he tt'uido




i-36 I.ECCIU.\r;,
lJ honra de tl".;ir ~ )' Como )'U han didlO y 4Iic"1I rer~(.·
uas de m u,\' su periol' yalb ; ni tampoco porqur eeJn po-
41Jnlcría trivial refiriéndome á que republica (luiere d(~
t~;r res pública tí cosa pública, diga que no rstá ma!
ealificar de npublicallo á todo goJ)il.·rnu, porC)lhl 1()t1~
ellos para mirar por el provecho comUll éstan institui-
dos; HaciGndo de ahí ser entre nosotros llamados á "eces
oficios de república J05 cargos II1uui.:i pales, y dt:signars\~
hoy mismo COBiO repúblicas los pueLlos en las prc}Vin-
t:ias Yascong;¡uas. :No, señores, ahora cuando trato d&
las repúblicas deliniendo lo que con estc nomhre desig-
1.0, digo que e" á los Estados en los cuales no está la
potestad suprema transmiLida por herencia, ni el su-
premo magistrado rcvestido del real título y régias pom-
pas. Excluyo, pIlCS, uo la cb~c de las que en este momen-
to cOllsidero repúblicas aU!l á las monarquías electivas,
:lIlnque república CI'3. Iiamaü la de Polonia, y bajo los
l'mlwradol'cs el gobierno de noma era llamado reptíbli-
l~allO. Aun nsi, señores, ¡cuántas)' cuán inmensurahles
Ilil'ercueins glled~tl eutre los gohic/'IloS sin reyes, y cuán
Ilesaecrtado es suponerlos como todos de unas mismas
ec,ndicione:,;! Hasla siguiendo las divisiones V denomi-
naciones dI: gobiernos lilas ordinarios habia' repúblicas
aristocl'ática;,; y democráticas, las cuales en vez de se-
mejantes, el'a;l diametralmente opuestas; de lo que 86
vió un uetable ejemplo á fines del siglo próximo pasa-
110, pues la furia dc la rc\'olucion de Francia, al dila-
tar sus efectos por EUl'Opa, con tanta Ylolencia acome-
tió y derribó á las aristocl'ácias de Venecia y varios can-
tones Suizos, cuanta la habia mostrado al embestir á
los trúnos; y no sin algull motivo por cierto, plles de
aquellas repúblicas antiguas y de nobles habian Fran-
da y los estados que á imitacion de ella se constituian
l:onocido que Jes eran no menos enemigas que los rc-
~'es. Ilay adernas repúblicas en que ha estado ó está
confiada la magistratura suprema y principal parte de
la potestad ejecutiva á un homhl'c solo; y otras Illl que




DR DElII~ClIO CMiSTltl:(:ICUJ.. 437
ha siJo ó es hoy de un consejtJ de varios indi\'iduos; y
1'sla cirr,uustancia constituye una grandísima diferencia
fmtre unas y otrJs. Hepúblicas ha habido cuyos magis-
¡raJos supremos seguian en su diguidad miontras les
,1uraba la vilb, com~ sucedia á los <luxes ó duques de
Veuctia. Divídensc adem1s las repúblicas en federati-
vas y uni tal'i;is, lo cual crea asimismo una gran dirc-
rencía entre las de la primera v la segunda chse. Pero
hay entre varí,,;; repúhlicas exi'/lentes,C y aun entre pro-
.recIos varios de gobiernos repaL licanos no llevados á
t)¡'edo, así como la ha habido entre repüblicas hoy di-
fUllt:lS, una difcrcnr:i:l maJ0I', aunque menos notada; y
C5 consel',,:!r en alg!lna;;, como por l·jemplo ell los Es-
tados-Unidos Anglo-americanos, los gobernauos, en su
clase ue !;J!es, imporlantísimos y grandísimos derechos;
al paso lllie el¡ o{ras, aun dnnde los ciudadanos enltl
\) se pretenda que sr:all Illllclw romo parte lle la poles-
tad gobernadora, vienen ;í ser tÍ se aprucha que sean
poco ó naua en CHitntO á sus relaciones de súbditos rOíl
el Estado, ó tlígase en cuanto al goce de sus c1ereeh(J~
como particulares, respeclo á le.:> (pie el Estado tiene ,j
ha de tener sobre sus accioneS'.


Así, st'ñores, cnando se o)'e á hombres de la 11,)-
cion vecina, y alln ... algunos de la llllestra, exclamar
con énfasis « somog republicanos! " como si diciéndGIu
salvasen las dificuhacles que bay para dar la preferen-
cia ahsolllta á lIlla clase de gobierno, [lolIria pregl.;lI-
társeles etl srguída, y ¿ de (11Ié clase ele república sois
parciales? Porq lIe es singular, s(>ñorcs, ~ ne siendo 105
titnlado!' ari1anteg de la libertad ({oienes tanto fep2r;;¡n y
recalcan la difl'rencia entre las monarquías IlanJ~das
constitucionales y laJ puras ó absolutas; entre las mo-
nar(luías donde tiene:t 105 hombres derecho,; que los
hacen libres, y otras dOi1cle de los mismos carecen; lu!S
hay entl'c ellos que olvidan ser muy posible, y aun ha-
berse ,iEto repüLlic:lS, en <1110 el gobiel'Uo es absoluto;
v IHl hablo ya Je las repühlie;\s arislocrátieas donde !rabia




458 LECCW,,"ES
una naLieza predomil1ante y un pueblo sujeto, sinll
aun de aquellas donde con el !Hulo de libres los ciuda-
danos gozaban de poder político aun en grado muy alto,
al paso que el gobirrno, en cuya formacion tenia n parte,
creado ya, ejercia sobre los particulares una autoridad
omnímoda ó igual á la que en muchas monarquías pu-
ras t¡('nen los Rcyes. Así solía suceder en las repúbli-
cas de la antigüedad donde los derechos' de los hom-
bres como miembros del cuerpo político eran muchos.
y pocos ó ningunos los de que gozaban cuando su in-
terés ó hien, ó gusto particular, no se :\\'(~nia con e!
eJe! Estado. segun le entendia y repreSelllalJ3 la potes-
tad gobernadora.


Yerdad es, seri;¡res, qne 11<1)' homhres entendidos
,¡tiC se hacell cargo de lo que acabo de oecir, y los hay
mi otr:)s tierras, si 1l~ en crecido, tampoco en muy es-
easo número; no haLi(~ndolog en la nuestra por ser aquí
los repuhlicanos ell general gellle de escasa nlía, na-
da sobrada en saber, y dueua hasta ahora de escaso
influjo aun entre la gente in~uiet3. Hay de estos en Tn-
glJterrJ, aUllqne scan pocos, 110 siendo allí muchos los
repuhlicanos, ni teniendo ::lÍlcion los ingleses :í profun-
dizar la tCOrit~;¡ ,:e los gGh¡crtlos, V los hay en la vecina
Francia ¡iünJc f(~ina la aficion ó g~~ncr:Jliz;rJo todo; de-
biendo aLnder,:c u'!í'mas á I,)s cscrítOl'cs de esta nacian,
por ser ella el tentro y foco principal de luz, que de allí
se difun,lc, iluminando y :1 veces deslumhralldo hasta
cegar' á los hombres todo~ de las regiones vecinas v
ap~l'tadas. En Francia, pues, lJa ltaJ;ido y hay quie~
hable de las diferellcias entre una república en que do-
mina la parte principal, aunquc mas corta del estado
Ilallo, y otra en que impera la muchedum ore; asi co-
mo la no menor que hay entre un:'l doude el homhre
sacrilica al estado sus derechos civiles y o!ra donde, al
revés, los conserva; bien que al!í los repu [¡licanos, co·
mo gente á la cual no ha Ilegürlo la hora del triunfo y
de la disconli¡¡ qlle en pos de (q ,'icne y muy de cerca.




DI: UERECUO CONIHtliCIO:'iAt. 4.39
!\i maniliestan Jos impOr!anlí~imos puntos en que difie-
ren unos de otros, cuidan de hacerlos pasar por de en-
1 ¡dad inferior, distrayendo la atencion que en ellos po-
drill ponerse con el alto y vehemente grito que levantan
anatematizando la monarquía.


En efecto, señores, tomando por ejempio la nacion
vecina, como en ella misma conocen muchos yalgun01!
(:onfiesan, si allí se estableciese una república en la
cual predominase la ciase media COl! gobi('rno asclltado,
con una parte crecida del pueblo sin parlicipar de Jos
derechos políticos, y con un magistrado supremo regu-
lar ó legalmentt cleSit!o por hrevc plazo, vCRdria el
\'litado de la nadon á t1iferetl"iarse muy I'OCO de lo quu
es ahora }lajo la monarquía r lIBdada eH J uiio; allnqu6
por estar ahierto ma~ c:llnpo ti ofrcrido mayal' ccbo á
la ambicion con leller el jlrimer puesto del estado asi
f:omo el mil,isterio (;liesta 1'1\ pnj.l para adjudicarle :\
lo:'. mejore,> postort's. fallarian al f\ohirrno algunos gl'a-
dos de la poca finlleza con que ho;' mismo se halla.


NI) 3si la república de ia mllclrednu,DI'C en ia misma
nacioll, que ~'a quiso h;let,r de ella un CliS::t)·Ú, no sa-
JielHlo de él avclllajada por cierto, :lIl'lqlle, hahiandu
con juslicia, no dl~ bs fatales rcsult<is de erlsa}o tal;
~ino de otras raw¡:p" dc/w salir IJ conrlenacion de Ii!
tlcmOcfólci:.t ahsoluta; pUi'(Ine ('ti rl';Hl('i~l desde 1781)
á 1799 no hubo monarquía ni repuLlica de c:;ta ni
l'.'iott.1 clase, ni cowiti!/iciolJ mas r¡ue 1'11 los Jjbros, hil-
hiendo sí \' 'yo!lIci(}ll. gucna, pdigl'O de las n-{ormlls
amenazadas por <'!i('lllig;)s iuterion's, pl'1igro de las mj~­
mas y hasta de la honra (: iud('pelldellcia de la nacioll y
dt! la integri(lad de Sil tt!lTitcH'io, d(~ parte de los extraños;
fUl'ores, esfuerzos desesperados; en fin, lodo cll:mto está
fllera de Jos limites de IlIl f!ohicrno establecido, y fUt·-
ra por lo mismo do la jl\['i~rliecion de b ciencia qUl~ dI'
los gobiernos trata. Pero la fi'pública de la rnuchedllm-
IlI'e de que está Im'seillando un modelo la América
i'ieptcntl ioual, allti'S illgi";a, <llllH]1W 1.'011 dl'CH,llSI:lllcias




·U·O UCCIOl'B'
"<lI'jas J lodas eUas favorables á que tenga allí el mode-
lo mas perfecciones y menos lunares tJue tendría en
otra ocasion ó tierra, en nada se pareceria al gobierno
monárqllico-mesocrátivo hoy establecido en .Francia. y
aun tendria mas semejanza que con él COI1 el gobier-
110 absoluto df'l imperio_


La diferencia entre una y olra de eslas repúbli-
cas traeria casi de cierto cousigo otra diferencia de
las que he iudicadu como existentes ó posibles cu-
tre gobiernos repulJlicanos. En la repúhlica de las cIa-
ses med:as predominaria el respeto á las leyes y á
los derechos civiles de los particulares, J en la repúbli.
ca popula]', si Lien gozaría el pueblo de mucho puder,
lambiell d gobiel'Ilo en sus aclOS ordinarios le tt:ndria
sobrado. y aun excesivo.


Al cabo, señores, detrás de las repúblicas demo-
cra tic:Js, y COIllO pegada ;í eilas, "iene la reforma del
estado de la sociedad, de lo cual p se hacen cargo
Jos republicanos de mas valcl' cuando Jan muestras de
agudos, ilustrados y á la par 8inceros. Por eso en esta
leccíoll haLlando de las repúblicas, teudré que apuntar
algo de las doctrinas hOJ llamadas socialistas; renoya-
don de antiguos peasamielltos, pero :i lo:! clJal .da alJO-
ra notable aumento de fuerza el esl.1do de Jos tiempos
en que suele iuteutarse lle\'uL' á efeclo las que aotes
no pasaban de ser ideas destinadas al entretenimiento
de un corto número de lectores_


Despues de haber hec:ho esta como reseña de las
varias clases de repúblicas. pasemos á Yel' algunas de
las calidades de los diversos gobiernos que Cl)l1 esle
nombrc han sidu conor,idos ó se conocen.


Durante largos años ha sido idea tenida por cierta
que no podía haber repúblicas SillO en estados peque-
ños. y que las grandes perecian todas. A esto han dá-
do respuesla la Suiza desde los tiempos pa~ados has-
ta los presentes, y los Eslados Unidos de la América
~eptentrjollal de algunos años á esta parle: verdad e¡




ni. DERECHO CONSTJn¡CIONAJ., 4·\.1
(lIJe estas repúblicas son una y otra feder:l.livas, y ver-
dad es asimismo que la nombrada en primer lugar en-
cajonada entre potencias poderosas, al paso qua está
obligada á menudo á obedecer su influjo es manteni-
da por cHas, que en su destruccion y la ereccion de
un trono en aquel lugar veriau con razon un embarazo;
y no es menos cierto que en la segunda, po.' circullstau-
das parlicularc$, asi de las coslllmbl'cs autigllas de sus
fundadores, perpetuadas ó á lo menos notablemente
conservadas eu sus hijos, r,omo de las tierras dilatadas
en que vive y coa que linda, por lo cllal, ahundando
los medios de ganar la vida, y faltando mucho de lo
que turLa el sosiego de las sociedade 8 del mundo an-
tiguo, es un verdadero gobierno menos neceiario; sin
cOlltar con que la falla de vecinos poderosos dispensa
allí Je tenel' un ejército, y los inconvenientes que la
fuerza armada t.'ae consigo.


Pero esto 110 obstante la creencia de que no pue
de existir una república en UIl esta(10 extenso. venid"
de los antiguos, es errónea ó á lo menos fundada en
equivocadas razones, pues la república romana, citada
como c)\~mp\o COfi\/iuce,\\le de que no pueden vívi\' go-
tiernos republicanos cuyos dominios alJarcan dilatadas
tierras, lUal puede servil' de argumento contra la posi-
bilidad de que existan gobicl'lloS sin rey, pero de índo-
le muy diversa, estando aqudla república compuesta
tle una cÍllllad dominadora, y pueblos sujetos ó imper-
fectamente incorporados ¿ ella, y pudiéndose ahora pOI'
medio del sistema Ilumado l'ep.'esentativo, de que los
antiguos no tuvieron conocimiento, formar. ya con la
federacion, ya con la centralizacion, un cuerpo regu·
lar de los diversos miembros que componen un estado,


Pueden plles existir las repúblicas aun en Estados
no l'educidos en territorio y poLlacion, y si en mi en-
tender no son los mejores go/.¡iernos po:;iLles. tamI'oco
carecen de ventajas; ni podria sel' otra cosa llabiendo
existido por largos años en diferentes tierras y ocasig·




".ti UCCIONI!§
nes, y contando hoy día parciales entre senlcs de c1a~
ro J vivo entendimiento,! de cienda no cortll.


Hay en las repúblicas una ventaja la cual tenian en
grado altísimo las d~ la antigüedad. y <¡ue las moder-
nas no tienen exclusivamente. pues en mochas rnonlr~
quías ha llegado á conseguirse. La ventaja á que me re-
fiero es la persu3sion <¡Ile en los :¡oimos .Ie los republi-
callos reina de que son libres, perslI3sion que realza Ja
dignidad de la naturaleza humana; y que ennobleció á
Jos ciudadanos de Grecia y noma, llevándolos á adqui-
rir Con sus altos y nobles pensamientos, gloria sin par
en las arma" asi como ell las letras~ y en las cienl"ias
'anto cuanto en las artes, lHlci(:lldolos' entes su redores
y gigantes intelectuales aun bajo gobiernos por m as de
un aspecto malos y no en grado ppqueño; siendo de la
idea de la libertad de la qne nacieron SU& gran(les he-
, .. hos , sus portentosas obras, y cn SUllla, su ilustracion
y heroismo •. Este COllvcuGirnieuto dc la propia dignida(1
relució en los republicano,'; antiguos; se vió en los de la
.~dad media, señaladamente etl los patricios de las aris-
tocracias quc entonces vivicroll por largo tiempo y eon
gloria; y se ha nOLarlo hasta en (~pocas Illotlernas y auo
novísimas, hasta en los homhres I/.>I 1H'!'inrlo mas alho-
rotado y calamitoso (le la rnvo(¡¡ci.)il dl\ Francia. Ese,
,,~ñorcs, es un hien de las n'públi('a~, y J') no le nie-
go; :wnque repito que en algunas mOllarquías moder-
n<lS, como por ej('mplo ('U la illgles", ha existido y
existe.


Los males de las repúblicas ~O:I baqante cOlloci-
(los. El mayor d(~ todos ellos y la fUI'llte de don().; los
demas nac~n , es faltar la quic'tud, la lirmeza, la con-
fianza en que una ú otra hall de durar aunque por al-
gu n tiempo se goccn, porque en cada clen:ion del que ha
de ocupar la poteslad stlprcma. donde la obtiene tino
~olo, corre peligro el e~tado, y .Ionde lll;¡nda en vez dl~
IIl1 hombre un consejo de yarins, la autoridad dh-idid:l
sobre carecer de fuerza esl~ amena l;l(la ~Ie perder la




1m OEIlF.ClIO co:\snniClONAI.. 4.i3
poca que tiene, con reñir entre sí lo~ miembros del
(;Ucr(lO gohernado,' sn prcnlO.


Tan granl mal es este á que ara!lO ue referirme,
que solo existen con mediana p~z las reptíblicas donde
hay lo que Se' llama virtl1d; no virtud evangélica 6 fi-
Iosólica, sino cierto afecto patriótico que, al contrario,
mirado por un asprcto tiene de egoismo no poca par-
le . .Me explican~, seliares; y para mayor claridad ilus-
traré, segun mi costnmbre, mi doctrina Gon un ejem-
plo. Cuando se dá la potestad ~nprema por eleccion,
necesario es que los indi\'iduos todos del estado estén
persuadidos de que á las resultas de la deccion deben
atenerse -y obrell en consecuencia; de forma que si un
candidato salió elegido acaso con injusticia no haya qnien
acuda á las armas en favor de su competidor desechado
illj usramellle, por conocerse que vale mas tolerar un fa-
llo illjusto y á lino no limpio, que sujetar el estado á los
males cornpaueros illseparahle~ de las con tiendas cl\"i-
les. Esta persuasioll de los ciullauanas ó gobernados es
la fbuza \I1cjor el la única aLonada de que no habrá
ulla guerra civil dcspues casi dI' cada eJercion. En los
Estados Unidos Anglo-americanos se ha visto un ejem-
plo ('il (¡¡W 11;) acreditado aquel pueblo 4Jue tiene, entre
sus faltas, 10 lllw se In IIICIll'sler para ,-¡vil' 1"11 paz don-
Je la magistratura wprema es electin. En el año Je 1824
se pre~eutó allí 1;01' candi,lato Ú la presidencia el gene-
1'011 Jark.,on, f~lIlws() por haLe!' alcanzado IIna señalada
victoria sallee los íllg(cses llueve Ó ,fiez años antes en
Nnc...-a Or\cans ~ 'j ~llemas campeon pr'¡mcl'O de 1a par-
cialirlad dcmocrálica; porque aun el! aquellos estados
en que es democracia tallo , hay un bando que es de-
mocrático sobre los olros y como por excelencia, sien-
<lo cornun monopolizar la democracia asi como el pa-
triotismo. En la ocasion ;', qlle me voy refiriendo, el ge-
neral arcllidernot::rata IIlYO en su favor mas votos para
presidente que otro algullo de sus rivales, pero no el.
Illírncro suficiente para ser elegido, no hast:1udo alli pa-.




44.4. LHeCIONB~
ra serlo la mayoría I'elati\'a. y sit!lldu al I'tl\'tjs uecl'saría
la absoluta. Erl este caso, que dc~!IIc el momento dlJ
haberse constituido aquellos estados treillta y seis anos
antes, no habia ocurrido, pero que estaba previsto en
]a Constítucíon, csland(} dispuesto lo que si llegaba
habia de hacerse, se siguió lo que la ley constitucional
disponía, y fue que el senado por cierlos medios designase
cuál de los candidatos que habían tcuido mas votos ha-
bia de sentarse en la silla de la pre~idellcia. Era de
presumir y aun parecia que la razon dicraba que el
candidato que contaba eH su fa \'01' mas \,otos fUI'se el
tllegido. Sin embargo, 110 sncedió asi; y fue llamado ;1
¡¡el' presidente Allams, que p01' tell,r t'1I su {;¡vor mo-
llOS \'Otos filie su rival estaba visto Sl'r menos grato :"
la maJoría, en una licl'l'a l'n que uc la parte del núme-
ro está Ja ley ó el derecho. En este caso el perjudica-
Jo general, DO ohstante la popu larid"d de que disfru-
taba pOL' sus conseguidos triunfos, pond(\rados entre
sus concíudadano¡: con eXI'cso, no obstante ser caudil1l)
conocioo de la gente mas extremada en opiniones, y
por lo mismo la mas inquieta y propensa á usar de
medios violentos cuando no le salían las cosas á mcdi-
tla oc su deseo; hubo de resignarse; y si acaso Sil re-
oignacion J'l honra, deile tenerse en ellell ta que en 6!
bija era de la necl'sidad tanto CIl<llllo de la virtud; y
tIue si hubiese intentado remediar la injnslicia de que
era víctima empleando por remedio la fuerza, se ha-
bl'i~ encontrado con que aqudlos relluhlicanos por iu-
teresadas mira§ teniendo ('11 mas la quielllll y felicidad
públicas que la reparaciolJ del agravio padecido por uu
particular, le habrian dejado sin parciall's que le faci-
litasen recobrar por las armas la dignidad en que los
segundos votantes no le habian confirmado,


Donde e~to pasa, señores, donde esta sea, virtud ó
egoisl1Io, reina, impidiendo á los ambiciosos, aun cuan-
do tengau un tanto de su parte la justicia, alzar bande-
ra, hacer gente y turbar Ja pn, sustitn)'!'ndo por mas




1lF. J>EItEC/lO rOXSTIITrlo:ur.. 145
1) men03 dilatatln plazo al illl!wrio d,) la,; leyes el tle 111
"iolcnciJ; la:" rep,íblir:ls SOIl po' ibles, aunque aun allí
tengan males de ql1r al raho ningun gobierno cal'e(~(·.
Pero no es asi en otrag lierr3s. Veamos, por ejomplo,
á las nuevas naciones qne un tiempo fueron parte do la
inmensa mOlurqufa cspaiíola, .Y Cllya emancipacioll tem-
prana y adopcion de formas de gobic['no, que de nin-
gun mo.lo les con venia , las ha puesto en la sitllacion
en que están, y donrle yo, que sin arrepentirme de ello
ahora I abogué porque se reconociese su independencia
en vez dn empeñarse en una guerra inlÍtil para sujeta¡'.
las; les deseo próspera y cumplida vcntura. Viven aque-
llos pueblos bajo gobiernos, si de varios títulos en su
esencia v~rdadel'a casi iguales, sin que se pueda acertar
con ponerll's lIomhre que hien les compela, faltos de
11113 potestad arnpal'adora y represora que dé felicidad
con b observ¡lIlcia de las leyes. Allí á menudo sucede,
re cien heeha ulIa c1eccion, que el candidato "eneido,
aunque 10 haya siLlo con arreglo ollas leyes y á la jus-
ticia, apele del fallo de los eledal'cs al de las al'mas,
haya un pronunciamiento (la V07., seüores I bastarda en
castellano, viene de allí) y á cOllsecuencia al frente de
una cuadrilla de soldados "cntre en la capital, anule la
eleccioll, y Lome plra sí la presidencia ó potestad su-
prema. que ejerce como Capil¡lll vencedor, aunque
nombrando mil veces 1.1 libertad en sus proclamas y en
euantos escritos bajo su mando se puUlicau; todo ello
no sin público estrago. Y cuando el vencido en la elec-
don lo es tambien en la rebelion, 110 por eso ha deja-
do de encender la guerra civil y de destruir en el
incendio 110 pocos intereses de particulares, por lo
cual allí (yen este caso estarian muchas ó casi 10-
das las monarquías de Europa, si dejando de serlo se
transformasen en repúblicas) el gobierno republicano
equivalo á estar en contínuo peligro la autoridad, lalO
leyes, el público sosiego y la "entura, asi como los de-
rechos de 10i individuos.




446 I_ECCIIJ:\I::'.
Pt'I'O ~1I(} donde las repúblicas plIl'dell \"¡\Ir, 'jI


COII gobierno:. con algunas \'cutajas tiell'~1l el graI'L,i~
mo iilcom-enit'nte de ser poco estables ell sí \' re-
putados tales. No eqlliralc la muda!lza de los ':JÍllis-
terios en las ll1ouanIuías, au nlt ue por desgracia dema-
siado frecuente en algunas tIc las lllodertlas, á lo !J0\!
-suele influir en un gobicl"Ilo la mudanza de la pt'l'-
sona que está á su frente.


Una república aristocrática no leudria laulas de estal!
desventajas, aunque tendria otras ~randísimas d,~ espl'-
cie diferente; siendo las tales, cuando las ha hahido, por
demas tiranas cou la mIH;}¡edulIlhl'ü () díg:ase Jos gobl'r-
nados; pero replíblieas de scmejantc clase, con una
nohleza prepotente y gobel'lladora C!I la nlal se est[¡
incluido solo por nacimiento, 110 pudiendo Ilegal' á ella
todos cuantos pOI' varios títulos se rlistillgun; y UlI pul'-
,blo sujeto; ni la hay ni puede haberla ea la edad !l!'t~­
sente.


Posible seria. señores, ulla república Illesocrúlíea
Ó Jo {lue es la monarquía francesa menos el trono, ¡¡cm
no le Juraría mucho la "ida en su mismo sér, pues
acasó pasaria á democrática muy pl'Onto. Si la hubiese,
:es probable que en ella los de,:ed!os ci,-i]()s esluviesen
-bien asegurados, y aunque 110 mas, lampot:o" nwn'ós ó
mucho menos que e11 mouarquías de la misllla clase.


De re publicas democráticas hay <,jemplo, y es el
mas digno de estudiarse el que presenta la allg/o-ame-
ric:ma, aunque sin las circunstancias particulares dc
aquella tierra, y puesta en un pueblo del continenle eu-
ropeo, crecerian sin duda las fallas, y disminuirian las
perfecciones que en aquella se notan. En repúblicas de
esta clase hahria menos libertad, ósea mellos amparo
de )a persona, hacienda y opinion para los parLiculares
que en la monarquía ó aun en la república mesocrática.
porque la muchedumbre, dueña del poder, le ejerce con
pasion á veces y á menudo con descuido; y respetan-
dQ en un gobierao salido de ella su propia hechura, y




lit: lltlmCHO Cu;\~rll'l't.:Hll'i.\L. 447
eoutent:íudose con trner derrcho de cambiarle en cier-
tos brev('s plazos. )' COIl influir en él en varias ocasio-
nes de uu modo irresistible, le (tejaria en cambio ma~
la lo poder en circunstancias ordillarias. J sobre tocto
mas facultad p:ira oprimir á la ruinuría.


Debe nacer, pues, se/lores, en gran manera Ulla de las
diferencias mas señaladas é importantes entre las varias
repúblicas, de que sean mas ó menos democráticas, pues
aquella en la cual impere la muchedumbre, fuerza es ó
poco menos que sea de la clase en que e¡¡tán sacrifica-
dos los derechos civiles á los políticos, y donde el go-
bierno, sujeto en sus ,'ariaciones )' en ciertos casos al
caprichoso imperio de los golJcrnados, por lo comllll
pesa sobre los particulares mirados como tales con lo~
do el peso de un poder harto robusto.


Sin embargo, corno la historia de un puebl'o, sus
costumbres y hasta ciertas particularidades de Su silua-
cion con estas y aquellas conexionadas, causan que go-
biernos parecidos y aun casi idénticos en su aplicacion
y efectos salgan muy distintos, 8C Ilota, como ya he ad-
vertido, en la república anglo-americana, mas respeto
al individuo, lilas poder en ésto y menos habitualmen-
le en la potestad gobernadora que en otras democráci38
antiguas y modernas; si bien en ando la parcialidad
mas deffiocnítica ha empezado á gobernar :jllí han va-
I'iado hlS cosas uu tanto, cl'eciendo en poder el gobier-
no cuanJo le desempeñan los presidentes mas gratos á
la muchedumbre. Asi se advierte en aquellos estados
lo que tienen de ingleses en la libertad que allí se
goza, y lo que tienen de democráticos en los actos en
que esa libertad padece detrimento, sobre lodo la de
aquellos individuos cuyas opiniones é intereses ion
opuestos á los de la mayoría.


Ha nacido de ahí, señores, entre nuestros vecino~
que disertan y escriben sobre las repúblicas, dividir e,-
tas en dos escuelas, de lo cual no he dejado de decir
algo en mis lecciones anteriores. Llaman á la uua .,,-




1--1-8 UíLClOiH~~
('tlPla americana ~ y considerándola fuudada en lo;;; dl'rú-
chos de los individuos, y en su esencia, índoll' y efec-
tos, atenta á r.onservarlos en toda la latitud compatible
l~OIl la l'xi~tencia de la sociedad, y aun tan allá, que del
exceso resulta menguar la fuerza social no poco: se ha
tildarlo oí esta escuela de ser la del <'goismo, hasta pro-
curando con caprichosa sutileza enlazar su espíritu con
el de la religion protestante, donde está sustituida á
la ohediencia á la autoridad la independencia del pen-
samiento. Con el nombre de escuela cristiana, tÍ cató-
Jica, ó francesa, siendo franceses quienes tal nornhrr
le dan, se celebra ahora 6 recomienda una clas~ de re-
ptíblicas, que algo tienen de las antiguas y paganas, y
de la moderna y por demas impía establecida en Fran-
cia á fines del si310 próximo pasado; repüblicas funda-
.las no en el reconocimiento de derechos individU:llcs,
sino por el contrario en el de las obligaciones en los
ciudadanos y en el de la j uSlicia representada ó sim-
holizada en el Estado y Sil gobierno. Semejantes repú-
blicas, todas ellas futuras, pues solo en el deseo de
quien las constituye existen, son, señores, mu)' dife-
rente de lo que era y pretendia el llamado liberalismo,
y á éste, nombrá ndole por su 110m bre, los doctores de
esta escuela republicana. le insultan y hacen de él blll'-
la. como errado en su doctrina y pernicioso en la prác-
tica. En repúblicas de esta especie, es omnipotel1 l,e el
gobierno, y sobre omnipotente entremetido, pues su
jurisdiccion debe extenderse á lodo, porqul', con menos-
precio de los dogmas de la economía política, la li-
bertad de industria y la competencia que de ella nace
1;00 calificadas de cosa detestahle, " la libertad de en-
señanza de fátuo y malvado abando·no de los ciudada-
nos por parle de la potestad gobernadora. Viene, pues,
a ser tal gobierno uno con no pocos accidentes de des-
p6tico, si por despotismo se entienda dejar el estado
poca facultad de obrar segun su albedrío á los súbditos.
Esta ¡in t'mbargo es la clase de repúblict\ que eOfl




1>E DEIn:ClIO CO:-¡STITl:CJONAL. ·1.49
ma:; parciales cuenta, agregándose que quienes la quie-
ren con pureza excesiva en el gobierno como represen-
tanle de la soberanía nacional, la desean asimismo
guerrera y por cOllsigniente conquistadora.


La existencia de una república de esta clase, seria
asimismo corta, pnes terminal'Ía en gobel'llarla con
potestad, sino absoluta desmedida, un guel'rcl'O afortu-
nado, no sin consentimiento y hasta con gusto de los
demócratas una vez opuestos á que manden sin freno
ni tasa sus caudillos, porque las demasías del gobel'lla-
dor supremo, rara vez tienen por ohjeto ó por víctima
á la plebe.


Las repúblicas mesocráticas son pues malas como
poco duraderas, porque pronto las vicia y muda la ple-
be. Las repubJicas democráticas son malas en mi juicio,
como democracias, no siendo la muchedumbre buena
para ejercel' el Jloder' ni :Jlln en su provecho propio,
y lienen adernas los defectos que á toda república son
comunes, viniendo á parar en d:lI' el gobierno con po-
der excesivo á un hombre grato á la plebe. Las repú-
blicas democráticas (si algulIa se fundase) de la nueva
escuela nacen, segun mi dict.:ímen, malas porque men-
gtlariall demasiado los derechos individuales, y porque
reduciend@ :í prllctica la teórica de sus elogiadores, se
haria á la sociedad retroceder verdaderamente.


Al cabo de los republicanos mas extremados, los
de mejor enterHlimiento y un tanto vasta lectura, com-
prendieudo abor:l que la muchedumbre dejada á su al-
bedrío, pOI' fuer7.!1 ha de gühel'nar mal) y pOI' olra parle
que con darle poder por:o se consigue aun p:lra ella
misma, pas3 n adelante y dan á entender que la rcno-
vacíon ó una gl'au variaeion de la sociedad dehen ser
consecuencias del triullfo de la democracia. En verdad
debían prerec¡' (pIe les era necesaria una ':espucsla á
los que dijescn qlIo con proclalll:ll' la reptíblica no ~o
pone una sUllla lIi Illíllilll~l l/¡~ nLls cn el bolsillo de les
POIH'L':;, y por eso, y C0ll10 CO!I 105 IlOb1'es cuentan para


29




[¡·;SO LECCIO:': ES
:l)'udadores en la p¡,()yecl;!da obra de derrihar lo~ lro-
nos)' phllllear sO\:l'e SIIS ruinas gobiernos populares, ya
alluncian f(lle 1J relllíblica ha de ser un medio y lIO UlI
fin, siellJo este último el de 11,11' :'1 los pueh[()o., y de cllos
¡1 la parlc dt~ Ll pobhcion necesitada y numerosa, una
no escasa dósis de holgura y l,il'u:llldaIlza.


Imposible es, Sl'IIOf'('s, valicillar cuúl seria la suer-
te f\llma del Illull(lo, y cuando por cOlljeluras sc in·
tente hacerlo "acilará 1,1 clltclltlill1iento llIas linllr, vieudo
por varios Lldos sl'ñales f[lte pl'olllell~lI l!t~gaj' á fines
muy difcl'l'ntes. lIay qui'~I1es crean lIue no espera larga
vida á los trolla';, y hay atlas que al revé,; opillan,
que deseugalJados los hOlllbrcs en el plwslO de un go-
hierBO lUonárq'lico fllt'rte y puro, buscarian seguro asi·
lo de las borrascas q'IC han estado comh;lliclldo a las
socicdarles. Los qlle son dl' dict:llnlm de ser las repúbli.
cas el paradero de las a~itaciones hoy pxistelltes, 6 cuan·
do menos el tl':Íl1sito pOl' donde Ila de ir la sociedad á
un estado llllevo, acaso aeierlan en cuallro á lo que ha
Lk suceder, p'~ro en mi concepto, de cierlo yCJ'ran en
qur selllcj:lIlle sitnacion, lIi como de~lli!iva ni aun co·
mo trausitoria sea apetecible. Olros por el contrario,
cOllsitlcr an las monarquías como g"bieruos propio~ tle
un eHado de civilizarioll llWS adelalltado. COlJtra esta úl-
tima opi lIioll da t('stilllOllio la historia profana donde se ve
á los pueblos cn su e,tauo nulo y pl'illlÍ ti vo, ohedcciendo
:\ reyes ó caudillos COH anlorilLtd de lales; y al revés,
s entados gohiernos repllblicauos el1 los pueblos mas cul-
tos, siendo excepcioll de esto la hi,;toria del pueblo
hehreo donde precedió otra autoridad á la de los reyes.
Yo, setiürcs, COll~I'SO q ae la república, sicndo gobier-
no no poco artificial, pide p~ra establecerse algull ade-
lanLamiüllto cn la ciellcia gubcrnativa, pero cstoy con-
vencido de (lile la ullidad J fil'lll~Za .Y pr,rmanencia tlel
quc cjerce tI pOI estad Sil prema, es lo '11l1~ cxige una
gran cultura ¡1!llLl COIl (~Sl;tdo sor:ial llO sencillo en IJlle
si 110 pngnan llllO COll otro .• S(.a difíciles de avenir di~




DE IlEHEClIO cü:\'STITl'CIONAT.. .\51
Yel'SOS iI!ICI'cws. Por ('SO C():ItL'~l Lis l'epúblic~IS me de-
chl'o ~ pero si.l r,oillkual'1:!s ahsolnL!Illt\tlte, sobre todo~
en plwlJlo." t[ue y,l fOl'mallos p.\l'a tenerlas, hahian de
violelltarse 110 poco para pasar :í "el' monarquías.


Pero lb las \'cpúhli(~as preferiria 1111;\ me:;ocl'ática,
esto (:5, Ilna donde fuese dUCllJ dd poder la parte
m~s salla (; ilostrada de la pohlaeion, sin c¡ne hubiese
barreras (lile Lt separaseIl de la clao;c mas numerosa,
:¡ la cllal halll'Í<1 de est,!!' abierto pe1 fectamente el ca-
millO para Ile~ar P')l' la ad([lli:;ie:oll de un cauclal mc-
diano ú de Ull S,I})['[' qlH' rayase en cierto grado el in-
(Iispot}('\'se con la e].¡st go\¡cl'Il~dol'a ~ y á la cnal asi-
mismo diesen las leyes completo amparo en la persona,
hienes y dedaracioll (Iel pc,~sami¡;nto. Bien sí que es-
t:IS repúhlicas CO\'J'cliall peli¡Iro comtaIlle, pero eso
mismo al'aec(~ri,l ;Í bs olt'as ~ si biCi! por divet'so lado;
y al caho lo imperfl'eto de la collllieiotl humana, del
estado sot:iai y de la cicllcia llel gobiel'llo.


y yo, señores, qne aho¡to po:' b llnirlad y fuerza
de la potestad snpl't'Ill:l, 110 estoy COn todo por las
repúblicas desendas por nl¡IlIllos en que el gobierno ha-
ya de tCller subrada i:llf'nenciol1 en los netos de los
particulares; ponpw estimo, que esta \¡kci Ilas serian
despotismo.:; Je lusta peor clase fIlie el de lus IllfHlar-
('as~ plles suria pjel'cido r,l poder excesivo é inti'rventor
del gobi(,l'llo~ hijo de la mayoría, en causar á la meno-
ría lodo lillajl) de Yl'jaciollcs.


Be dicho, sellon',>, (lile los ahogaJos de estas I'C-
püblicas en que el Estado !Ia de serlo todo, pisan al
trazar su f:íbrica de gohierno el lerrellO ell que esl:ín
coloc~tlos, y Cilllll!;!!i('lldo á la socielLtd presente aq\l~-
110s á ql\ielles, aUIHIuc ¡;eall de Y:lrias sectas, se com-
prende hoy en la clasiE(,:H~il)Il general de socialistas.
De estos InlJl'l) de ¡Jpr;il' algo, tr.lLmdo tle repúblicas,
p\les como en esta lnisma leecion he dicho, medio)' no
fin cO\1sidt'l'all el gobil'\'tlO que apetezca los republica~
nos mas (,lItendidos; Illedio principalmente para estalllr:>


.! ,


l'




!~;)2 LECCIO;'i'ES
CCl' la igl1aldad y dal' Ú LIs cLIses allOra abatidas y m~­
ncstcrosas, lllas dignidad :'t la par qiJe lIwjOI' fortulla.
Vero no puedo di;atarll1e sobre una materia que no per-
tenece ú esta tútedra; y por otra parte exull.inar todas
las lLlzas r¡ ne preselltan los socialistas para J1wjorar
la condicioll del linaje humano, seria empresa dema-
siado prolija.


Que el estado de la societLtd dista mucho del gra-
do de pe¡ft~ccion Ú que suele y dehe llegar el deseo ,Ó
que se pinta allá en sus ilusiolles la fantasía, es, seño-
res, cosa indlldablt~, y que á nlCjorarl(~ es justo yaun
dehi.io encatlJinar nueslros esfuerzos, y á disemiuarlo, ya
afalúndosc el! poner por o]¡ra lo que mejor se estimase
de lo conociJo, no es menos evidente.


y yo, señores, que creo eLl el progreso, ó dígase
en el adelantamiento ya mas pausado, ya lilas \eloz
del linaje humano, asi intelectual y moral, como final-
mente mal puedo taellar y disto IlludlO de afear que
haya (ruien llusqlle enmiellda y remedio ú los males de
los hombres, estando prrslladirlo de (PW si buscarlos
del todo es casi imposible, aliviarlos poco á poco hasta
cierto grado es lllUy hacedero y habr:í de lograrse.
Pero lo que sí taeho, lo qne sí culpo es la pf'esullcion
yaun la maldad de quienes ¡jan por remedio seguro el
que dista mucho (le serlo, é insultan al que resiste ad-
mitirle por bueno y emplearle, y ú quienes sin tener
remedio eGcaz 6 segnro, se recrcan en representar :í
la soeiedad doliellle y ú los hOIlJ}¡rcs roeo fdices sus mise·
rias y padecimielltos pOll'lt'n'mdolos si cabe, agravándolos
con la potl(leracioll, agregando á los dolores la rabia,
é inciLllldo ú apehr {¡ recursos que hall de anmental', si
se efllplean, el (buo en una proporcion asolllbrosa. Bien
está :lCllSar (le fatalistas ú los que dig:lll: « mal \"aU las
('üs;)t', pero por fuerza hall de ir así, r¡ne lal es la condi-
cion huu:an:l 1 y q!lrrrr lJacerla );ul'lIa es de,yarío.)) Pero
atroz es hac:'!' la aClls;)cioll IllisllIa cOlltra quienes no
resisten qlle se hnsqncll n'll\rdios sino al reYI;S, lo de-




lIE lIEHECUO CO:'iSTlTt;CIO:'i.\L !~53
sean, lo anLelall, lo acollsejaJJ~ Ü dio ~e prestan. auuljuc
desechan el (Iue 110 les parece saLÍsfal"tol'io ) ,·í dañi-
no. ¿A qué vielle clamar COIllO claman algullos con lo-
cura silla COIl illtellcion pcrvenm ~ ¿l\ o veis cuántas des-
dichas lJay ellccrradas CIl el cuerpo dc la sociedad tal
como hoy existe, CUÚlltos carecen de 10 uecesario y
por ello contraen vieios de que á veccs IICY<lll la pella,
CÓIllO c6tá la pohreza SIHIl;1 al lado de la rj({ueza opu-
lenta, y alIado de la ciencia la ignorancia? ¿No veis
que la hermosa supcrficie de la actual cultura lapa !lO
poca podredumbre '! ¿ Y qucreis que asi cOldilluen las co-
sas, defensores de lo presente y malo, y enemigos de lo
venidero dOllde eslá lo salud;¡ble? ¿Qué puede respon-
derse á esto, seuores '1 Y si se responde lo vemos, lo
conocemos, lo sentimos, le buscamos remedio, y no
hallándole, aconsejamos que se siga buscáJldole, ha-
bia razon para acusarnos de crueldad, de fria indife-
rencia á la trisle suerte de muchos prójimos mas in-
felices. Siu duda, sCllores, pareceria loco, aunque no
haria Illas {Iue imita!' á los deelamadores y cemores
á quieues nc;¡bo de hacel" referencia, el {¡UC dijese á
U1I médico hahlando de la tísis: « ~o ves 10:5 estragos
de esa honorosa enfermedad, y cómo se ala1';;<\1I y encru-
dccen .. y la voz que desgarra el pecho, .Y la caleulura
que con~ume la cOlllplexioll entera)" los le largos , y las
fatigas, y 13 prolija agonía, y por remate, la infaliLle
muerte? ¿ i\Jédico inhumano, 110 lo w's? i.Y si lo ves
por qué uo lo remedias'?)) El bllen fafultativo, respon-
deri,¡: « bien lo veo y lo lloro, pero el remedio ¿dónde
está? y no haLiélUlole, ¿qué crueldad es HO pOllerle?»
Si fuesen los remedios tan neciamente presulltuosos (y
confieso que lo son algunos\ tIlle tratando con despre-
cio la vida de buscar á las dolencias la cura que ellos
no descubren, aconsejasen dej(\l' Lis cosas en la ~itn;\­
don en que eSlúu, J¡iell mereceriall la tacha, sino
de una crueldad de hecho peusado, de tilia illlIUlllani-
dad nacida de alllOI' propio que 110 consielltc ú otros




,~j ~ tECCIO.\ES
adelall!a],~l! el! la l!I"CritJlwci('11 de lo \('rdad('lo V tIll lo
justo. Hay dl~ estos (I:;t~' apclhlall d13]'latall,'~~ á 'lo~ (Ille
siu ~erlo a~pi['all ú rlt'sGuhri[' 11IICYaS l'egiplles en el
mundo torla\'ÍOl no bastante esplotado )ji cUlIocido de
la ciencia . .Mas asi como 110 llelJ(~ COllfuudir"e al ebar-
lalan yerdadel'o cnn ('1 SU(lllef'to, lIi es posihle !lC2:lr
ni auu se niega la l~xistencia del primero, porquc se
dé el Homhre de t31 ú (Iuiell no le OH'rece, nsi pOI' h::-
her verdaderos falali~tas orgullo!"os, 110 es l'aZOIl y h;¡s-
ta es maldad seutar dc tales ú quit'nes 1:0 co: • .lcllan el
empeño h~st;J jmpl'udellte de ir en pos du Ju Jljf'jor to-
davía ignora do; pero sí la pi ei'lll1cion casi loca ó la
pcnersidad de d:11' lo malo, lo peor, por pl'J'{'gri 110 y
sallldalJle de~cllbrimicnro. Pero lo n'pito, Jo qlIc es
impío, lo que es Illnhado, como lo s"lia {'Il el médico
H'lItarse ú la cahecera del ellfermo y ¡Iacerle ulla cir-
cunstanciada ~ \'Í":1, Y hOrl'Ol'OS:1 d('f.~l'ip('il)ll de los pa-
decimicutos qne le eSper:111 hasta l'1 tl'a!ICt~ duro de la
muerte, es Clllrctpllersc en ir CIl111l1l'I':llldo, descrihien-
do, pOndel'<llldo lo doloroso y a'~il\let(lsn lk J:¡" l!ilgas
ele la sociedad, ilUIlWl1lal1do en el pol'i'e el dolor de
!';us th~~\'ellluras, illftIlldiPlldo nI rico fUlldados temores,
Ill'o\"ocando pelif:TOS, C:1Ii~al¡¡J(l ¡!;llIOS, sill illdicar ¡lIO-
do algulJo de llH'ior;lr ]:15 CO~:i:' Ú iIHli(';lIl¡]o COI!IO t:.dra
:1qtlcllos (ji:\' I(:j;)s de ,1'1 JI) ;Jgl'(,~i!1 i:ill :í l~s dl's(lichas
del rSlado olr.lil!~1 io dc J(,S :'lld,los los lJOrJ'ores c~ illfor-
tunios insl'paral¡lcs de' 1l1,i\ rC\lIl,IIi! ('11 qlIP pOI' cambiar
radicalmclltc la situacioll (]t> tOd;iS !;¡s cl:/s('s se conlell-
diese, 'yélldose t¡;lS d,~ !lll impo~jil'¡e; y logr:'ul!losl'. con
uepo\l('l' á algunos dc~ los Lo.'" f'llcllmIH,ldos , y colocar
en Sil Illg;¡r ;'¡ otl'OS ell' los ahora ak'ti(l()s, el L¡eJ] tic po-
ros ~ ll!:,'cn :lo muy !.!('lH'l'all's \' ípnibll's p;lI!('('irnientos.


:\1) en k¡J(le, '~(:ílO1t'S, h;; 1¡('l'ho C"!;18 reflexiones
cuando CHOY tl'at:nlrlo d(~ bs fI'(ilíl,li('as. Como he di-
cho estas son Yari;¡J¡II's~ y l,rnp('lIdell cada H'Z. Ú ~CI' mas
dell1ocrútic;¡s, y k/ciélltlo,p m:¡s dt'mocr:'¡tírils,:í aumeu-
f al' el poder C~l los gu!Jcl::Jd0!(,S y !llellgu~r los del'c-




J¡/; IlEHECnO C(),i~d ¡-rn:¡c\.\L. ~ 55
chos civiles, si Liell IlO I!)~ políticos de ¡us b,¡!JC :;ados,
y cn pos de esto Ila de YelJi!' ill/'alibll'mcnle el deseo
de variar la sociedall; pues la Illuchedlllllbre !lO ba de
contentarse (·011 el poder 1iill sacar de él provecho; y
para ello fuena es que haya un cll,ayo dc los sj~IC­
mas COIl que 3lgllnns se fUlIdan, prormtiéndole de la
prueba nota/des ;llIrnelll')s en su ventura. En la repú-
blica Allglo-allH~l'jcalla, se nola irse deteriorilndo con
el gohirrno las costumbres; ill paso que el espíritu ele-
mocrálico en'ce, y de ahí es que yernoS eil ,Jue¡,ll'os
Jias allí el ejemplo mmea ,isto ('ti otro Plleblo de lle-
garse á pa8al' delldas cl1ya lq;ilimidad HO ¡,iega, y aun
de imeu! al' la voz rl'pudi<lcillll, con la cual no sin des-
caro se uedlll'a bien semej31lle illtpnlo. Y de creer es
que 311dando el liempo y apClreci('uc1o allí la pobreza,
empiecen aqlldlos ciudadallos ú llar oídos ú los llIHWOS
sistemas sociale~~ y cesalldo de mCl'l'ct'r el títnlo de
cgoi~t:ls con que los apodan JiU pocos rl·publil'allOS fran-
ceses, hagan funl'slos ('llSa)O~, en <]le Lusc'Jlldo el biell
püLdico y privado, dell :í ambos \ltl ~Cllpe SillO I1Jollal,
terl'ilJll'. Es cierto (lile [\([lIeILls n'púiJlic:¡s cuelllan con
menos adlJJiradorcs en el dia pl'l'Sellll~ lIlie los con que
contah:1lI IJ;¡e(~ pocos auos. Lo cnal d,l eS;;('l'anZM; ck
que se maulclIga vivo)' CII huen concl'pt,) el gobierno
monárqllieo en Europa, dOllde rs lIli Opilliol), si de po-
co valer sillcc!';), que es muy dt) 3',elcecl' que slIbsisla.


DidlO ~a lo (i11e decir lWlls:La de la;,; rcpúldicas,
hablan' ('ll mi ll'nilllJ sigllieulc di' la:.: ('('HhICi(lllCS; 110
p3ra conrll'lIarlat'; á (1!lItO, ('0:110 fo'p,'cbrúll de IlI; 110
)locos, sino par:l notar los plllltu5 ell CjlW ~Ul'lcn dire-
renciarse de los golliemos a'ent:illii~ ~ siclldo Illi prin-
cipal ohslúelllll f'lllre o[ros alll":lt:ll' ,ktal ma'eria, libe!'la!'
á cierta clase de gobil'l'llDS de aL:l1~:lci()l!(,s qUl' f,e le !tarcn
sin motivo~· pOI' equivocados COl! Ia~ n;yoluclOl1['s, sie!ltll)
cstas por lo C01ll1ln S1\ olígen, y con las Cl18les a!g¡;n
tiempo CXisl(~1l uuidos; de dOllde llacr <{lW spiJre pag~r
por sus culpas p:) gan [,!:ll [¡!e!!, y [01.1,) \"Ia m;,s, pOI' Li~, ajelLls.






LECVION "VIGESIMA.


Señores, lIemos llegado al término de nuestra carrera,
y por oC\lpacion final, tengo hoy que tratar, conforme
á lo liue en el curso de eÍllas lecciones he prometido
mas d~ una wz, del importante punto de las revolucio-
lles. No es sin embargo mi objeto tratarle segun su
grandeza merece, ni emular aquí los trabajos de Cha-
teaubl'iand y de otros illsignes escritores que han exa-
minado filosólicamente y p01' diversos aspectos una ma-
teria que en importancia a llinguna cede; pues por una
parte los reducidos límites de esta enseñanza no con-
sentirán aharcar tan vasto terreno é irle examinando
todo en la manera debida, y por otro lado no es mi in-
tento hablar de las revoluciones, sino en cuanto lienen
relacion con el dCl'ec11O político constitucional quP. he
explicado y explico en esta cátedra con mejor deseo que
fortl1113. Bien es verdad que algo, si bien de paso y sin
profundizar, SE'l'á COIl veníenle y has(a necesari(} decir
sohrc la justicia dc a'guuas revoluciones y la necesidad




,~')8 UlCCIO:'íl,S
de otras; asi cumo entr:l á sel' parle del asull[o lllle HOS
ocupa Ilolar las violencias ~lle ;í IOI};ts acoJllp:llialJ y las
desdichas que lodas traen consigo)' producell.


Para hahlar asi de esta como .de cualquiera materia,
se ha menesler ante lodo formarse una idea cahal y
exacta del ohjeto en que Se ocup:J. el rellsamiento. Las
revoluciones, señores, son en sentir de algunos loda
mudanza en un estado; y segun el diclámen de otros
solo aquellos camhios grandes en que 110 solo se true-
can los gohel'lladores, sillo la forllla y á veces el espí-
ritu del gobierno, y cn algnms ocasiones la sociedad
misma. Hay quien haya intitulado revoluciones de PIII'-
tllg:.d á !a historia de aquel reino, donde hasta una épo,
ca novísima y contemponínca poco sc ha mudallo en la
[ol'ma del gobierno, no obstante habel' perdido aquel
pueblo y recobrado su independencia, .Y ba bel' alzado
por reyes á r('rsonas cuyo derecho lilas nacia de la
eleccíon qne 101'0 encumbró, que de herencia dejada por
sus mayores y propia siempre afinque usnrpada por ex-
traños. Revoluciones romallas filé el titulo que pu~o el
padre Verfot á Sil bistoria de HOllla, y no sin razon;
pues los sucesos de aq lIella re¡Hí IJlica ell que andaba ra-
cilante y lraspa~;í[Jdose el roder de los patricios de lo
que en genrral se llama revolucioll, tellían bastante.
Rcvolncion gloriosa I1am:m los ingleses, 110 á las 5l'yas
de m('diado~ del siglo XVII en qne hllbo glll~rl'a civil, y
UI1 Rey muerlo en un.suplicio,)' una I'eptíblica esl;¡hle-
cida, y llna dicladlll'a con el Hombre de protectorado,
y en medio de lodo esto J I':lra 1'110 guerra civil, yen-
caramal'se la plebe ~ohre la 1101,lcza, sil,o al suceso que
lanzando defiuilivamente del trono á Jdcobo n con po
cas mudanzas dc las formas constitucionales,)' 110 gran-
des en el espíritu del gol,ierno, cÍmcnló <Í alinnó el po-
der de la aristocracia. Re\'oluciüll lbm~l1 los Anglo-u:lle-
ricanos á la qllc los trasfol'lIIf.Í de eolollos en ciudada-
nos de estados independielltes; y Cll l'epllLlic:lIIOS, dc
súutlitos ue UI1 mOl1íll'Ca, pcro tOIl tJll \,oca UludallzJ ('11




IlE !1I",EC!j¡j CO:'íSTITt:LiONAL. ·'~;j9
la ilHlole y l'orrnas de Sil gobici'tlO allt(~s como ahora de-
mocrático' en la primer:l \ rcpl'cst'llf:llivo on las s('gnu-
das, qlln luyO IlJellOS de lo:> accidentes de revolucion
aquel gran c;lInhio, qne otros S\lcesos de m3gnitud muy
iuferior en la apariencia, Por último, ('"volucion se ha
llamado por excelencia á la qlle hubo en Francia á fines
del siglo próximo pasado, y á las que á imitacion de
esla ha habido d()spues en otras uaciones 1 y desde en-
tonces la gralldela de aquel movimif'ulo y la índole aná·
lag:! de Jos filie le siguieron, han llegado como á hacer
indigllos delllomhre de l'croluC'jon cambios de reyes ó
forlllas de gohiel'llos de inferior m~gnitlld ó naluraleza.
P:ua el illtClllO IJIIn me}¡c propuesto, señores, y p;¡ra
cali(icar lo que ('0'1 el nomhre de rcvolucion está suje-
lo á ciertas con(li(~iollcs de qlle voy á hahlar, bien esta-
rá !lila ddillicion no cxaela ~ no chr;¡, pues co acierlo
á darla, pero mediana, el'" objeto de la leccion presenle.
En ella t";l!o COll el nOlllhre de rcrollleiones de las mu-
danzas en la fOl'llla (1 ~:l el (~sllÍ,.itll tIcl gobierno de los
eSla,jo~l Ikrahs;1 del'lo coa \'iolcni'ia ,y resislidas por
una parcialidad lila, tÍ rn(~nos Ilumerosa, De estas ya $C
clltiGIl'le (pe e~ eOlllplliel'a la glJerra ci"il, ó si ella no,
á lo Illl'llOS lo, conatos ele pl'omo\',~\'b y las repeli,las
cOlljuraciones, de dO:lrl~ e;llJallnciilc nace ser imposible
segnir las re~las ordin~rias en l'l Cil/'SO de Jos nego-
cios, \·illien(ln á ser las revoluciones á las constitllciones
de cualquier cbse, lo que es al estado dc paz el de
guerra,


Las 1"~YOI()cioll[~S, SetlllreS, (es preciso decirlo) si
lleyan consigo siempre da!;os, yesos nunca leves, si
p:H' lo llli'ill1


c


, SOII pOl~O d[~ ap'~t(;c:~,' ~ si en general me~
rn,:e:l sel' e,¡nJC!IIILIS e·¡ Il;[,¡llinos de rigol' como no
SOL) to'lis i:ljIHtas, y /tI soa fo:las illncce~arias, y por
otro :a,[o S!)1l en muchas oC;1~ilflws i!l(]vif~bles. De haber
I1nienes ;'1 t()da~ den apl'o!Jacioll, hl vpni(ln ~l I'c~uJtar que
lnya i[lli(~!ICS I.IS ('o!¡d(~ll"n á tnJ.l' ea COlljllllto y á bul·
lo, avinié:tt1I:)',) In !l',trillo; llnentc los se311lldos con los




¡60 I~ECCIO:\'ES
primeros eu aplica!' ú todas la misma medida. Asi en el
descubrimiento del ánimo cansado por sucesos des-
agradables en que se ve triunfallte la injusticia, ó lo que
tal parece snelen los hombres maldecir de lodos los
ídolos de su cullo antiguo, prcdicalldo la divinidad de
la fortuna, y de ahí "ino el célebre dicho de lhulo en
Filipes negando la existencia de la virtud, y la expre-
sion no menos célebre de UllO tic nuestros caudillos
comuneros al entrar en la litl en Villalar, sobre que
el dia siguiente declararia quiénes eran los traidores, y


al traditore ..... el traditar fia il viuto.
el de Alfieri, y los versos de nuestro Marlinez de la
Rosa, cuando hablando de Padilla su padre dice:


Por héroe le aclamáran si nmcicra
y vencido traidor le apellidaran.


y tantos otros modos por varios autores para ex-
presar el mismo pensamiento que ha llegado á pasar
por ,'erdad trivial, aunque yo cn mi pobre concepto le
tengo por falso y pernicioso. No ha de equivocarse la
sátira de lo que pasa con el juicio, de 10 (¡ne ser debe;
por lo cual si al decir que los hombres juzgan con fre-
cuencia de las acciones humanas pOI' sus result~\s se
dice verdad, con decirla se hace patente lo que con la
t1aqueza é injusticia humana; pero ni se pretende ni ijS
razon preter.der abonar la mala calidad de scrnrjantes
fallos. Yo, señores, en mi peq 1I,~ñez los condeno, decla-
rándol0s errados, y mal diciéndolos corno atroces, \,or-
que sea cual fuese la basa en quc cslri be la /lloral q He
se adopte, y aun llc,,;¡ndo por nOlte b utilidad enleudi-
da como general y 110 como privada, y Con mas razon si
se sigue una regla mas sublime, ha)' en el mundo algo
mas que la ciega fortuna. Crco en la verdad, sl'ñores,
crCO eu la justicia, y no son no ilusiünes mis creencias




!lE DERECHO CONSTlT{;CIONAT.. 461
en este pUllto; pues Jos hombres lodos aun cuando se
preciell como de ¡¡abel' llegado ú la cumbre de los co-
nocimientos y del juicio, con venir á dndarlo todo sin
embargo, se contradicen ú ¡;í propios cuando en tanta
duda ó incl'euulidall se encuentran ó blasonan de encon-
trarse, esca p:íIHlosele expresiones acerca de lo pasado
y presente, decIar~ltorias de des3probacion á ]a iniqui-
dad triunfante ó de aprecio y respeto á la virtud abatida.
No, señorts, no hay quien vitupere la rebelion contra
uu ~el'On Ó la muerte de aquel monstruo como se vitu-
pera á los que se rclJelaron y mataron á un Alejandro
Severo, y hasta la variedad de opiniones y mayor tem-
planza con que se haLla del asesinato de Julio César, in-
dica haher términos medios en los extrelllos; l'esuItando
de ahí que la justicia de los hechos lejos de ser una
misma, y esa compañera \!el triunfo, tiene al revés hasta
graJos y matices.


lIay, he ditllO, señores, rcyoluciones jllS13S, y c:¡si
otras necesarias 1 así como las hay injustas y evitables.
Justas llamo á IJS que provocadas por un acto de injus-
licia Clip n'paracion pOI' otras vías que la de la "io-
]ellcia es imposible, no diré obran quehrantalldo las le-
yes, pues estas quelll'alltadas habrian sido ya, si no lIe-
YUII adelante el quebrantamiento primero y le acompa-
ñan con otl'O Ú otros, lIevall~lo por guia y fin en vez
de la justicia legal la abstracta ó absoluta. De esta na-
turaleza fué la aceion del pueblo de Pal'Ís seguida por
toda Francia en 1850, cuando faltando el Rey á kyes
expresas por él jUl'adas, al resistirle se violó en mi
sentir con justicia la ley por la cual estaba sentado en
el trono. De esta naturaleza fué la accion del pueblo
Anglo-americano cuando iajusta y duramente tratado
por su Rey y aun por la nacion inglesa de resistir á
la opresioll ilegal, pasó ú constituirse en estado in de-
pendi('nte.


Otros casos hay ell que no es tan 9vidente la jus-
ticia y sí lo es la necesidad de una revolucion; lo cual




. "


462 LECCIO-,"ES
en la apariellci~ se cOlllradice, plll:S I'n la opillion mas
comun mal puede sel' illjuslo lo necl'~;¡l':o; pero pres-
cindiendo de que hay quien 110 convcnga ell SPl' cierla
est,a máxima, al cabo alll1 dos cosas qne tengan (JIIe se-
gUirse una á otra IlO pOI' eso "ielll'H Ú sr!' uu:)· Illisrna,


Se hace lleces:Jl'ia tll,a l'e\'olllcilJlI, ~eí'ior(·s. cuando
llegan á ponerse enlerallleute desconformes el esta/lo
polílico y el sodal de lus pueblos, enando eSláll pOI'
un lado las leyes ~' por otro la opiniolJ, y no lll'gan las
reformas útiles, y su re cerrada la pllel'la por dOllde
á ellas podria llegarse, cllando bs digllidades y honras
del estado y los provechos qlle traen cOI,sigo están en
una clase y en otra la ciencia, la actividad, el concep-
to de sí propia, y aun la calidad de sel' eslimada su-
perior por los rxtiaños, EslO slIudia en Francia
median<lo y yendo á termillal' el siglo XVHI, y si
bien por providencias reformadoras acaso habria sillo
posible pouer reme:!io á Silll:l"ioH lal, (í (lieiélldoln COIl
propiedad, ida mud:ll1do hasta pvllt:r1,l <~II el estado
diferellte á que llegar dehen, ui era pl'obal![e que mu-
danzas semejantes se hiciesen sin l'1'sistl'IICia, ni por
otra parte es la cucstion ell quc ahora 1l0., eslamos OC1I-
paudo lo qLie halJl'Ía sucedido ,fClldo las C05'.IS de otro
modo que como fueron, sino ueducil' la necesidad de
la esplosion de la circunstancia de 'lO darse :'t h fuerza
que descomponía la múqnina de la sociedad el COIll pe-
lenle desahogo,


Sin embargo, s:'llores, justas ó necesarias las rl!\'O-
luciones, traen siempre consigo IIUlIIerogos y gra\'e~ da-
ños, por lo cllal dl'hen excusarse todo cuanto sea posiblr.
Si el inglés JJwhe dijo con ['azon que asi corno 110 de-
be emprendersc una guerra para lograr UIl /in injusto,
aunque ~ea provechoso, tampoco es justo correr los
riesgos y padecer los males allt'jos á la guerra por COll-
seguir una cosa jnsta de la cual 110 re~;ultc 1J0torio y
considerable provecho, olI'O tallto delte decirse, y mas
toda vía, de las re\'olllciones~ medio cuyo mo solo (11-


. .-\




BE flEHECnO COXSTITUCiONAL. 463
canzan á justifiGlIl' Uila juslicia indudable y una neccsi-
dad forzosa.


Sea GOlIlO fucre, seüores, Lt condicion princip;ll de
las rcrolllcinlles es sel', corno ya he dicho, un estado
de guerra; lo cual pOl' lo COrnlll1 intenta disimularse
empleando fOI'IH:lS legales y protestando que se desea
atenel'se i ellas al tielllpo de quebrantarlas. De aquí la
dl'scoufol'llIidad entre la teórica y la práctica, entre los
principios que se proclaman y las provideucias que se
adoptan, resultaudo descl'édilO injusto á las leyes que-
brantadas, :i las cuales se achaca las desdichas que ca-
balmente nacell de su quebrantamiento. La guelTa es
el arte de vencer al enemigo; y si bien aun en ella es-
tán condenados y jllstamente condenados ciertos medios
inicHos, locllra seria tl'atar al contrario armado no ya
como al amigo sino como al vecino p.lcHico con quien
hasta en las displltas se empIcan medíos legales y no
violentos. En las revoluciones muchos hechos son unlos,
vituperables, si hiel! nacidos de la necesidad de pelear
y vencer; p(~ro son digno~ de disculpa y auu necesarios
otros (lile en tiempos COIllUlles merecerian ser reproba-
dos y tratados como delitos.


Eu los prillcipios de las revoluciones suele reinar
en opucstos bandos 1111 celo fanálico, temible, vitupera-
ble, al cual se ha menester poner fuerte freno, pero
digno de cierta lástima respdllos~. Entonces se cree
en el sistema legal, y con notaLle contralliccion se cree
no menos en la necesidad de suspender sus efectos.


En los fines de las revoluciones el quebrantamien-
to de las leyes snele ser mas frecuente, y se hace con
mas Illalicia; pues conoci('ndo bien los hombres por la
expcriencia cuán poco aplicable á semejantes períodos
es la rígida ohservancia tle leyes amparadoras de las
personas, ó de tf':ímitcs regulares y lentos en el modo
de llevar 31ldante el golJierno; desquiciadas por olra
parle la máquina legal y aun la social, acostumbrados
los particulares ú desobedecer ~l las leyes y á los gobee-




461- UCClO~ES
nadoHs, y á ,'el' quebrantadas las primeras por los se-
gundos, y faltando F la fé en todo por haber llevado
el desengaño á engaños nuevos, porque de haberse sen-
tido la falsedad y mala caliuaJ de tlogmas creídos ver-
daderos y saludables se ha pasado á lIna incredulidad
absoluta y á un desprecio de todo linaje lle doctrinas,
mira cada individuo por su provecho, aun cuando con
desearaJa Lipocrcsía, 1I1intienJo pasiolles y hasta furo-
res, por un lado aboguen estos por la causa santa del
órden que es preciso afirmar :'t todo trance, y vuel-
van esotros por la causa de la liberlad suponiéndola
perdida. En los últimos dias de las revoluciones suelen
las mañas de gente artera y traviesa, á quienes la ex-
periencia de la revolucion misma ha hecho maestra,
prevalecer y alcanzar á quienes las usan la preponde-
rancia.


En unos y otros casos la violencia predomina. En
el primero suele hacerse lo q1le se llama leyes revolu-
cionarias, que vienen á ser medios de dar apariencia
legal á la tiranía. Ya se ha vislO declararse sospecho-
sas clases enteras, de donde nació la singular, pero se·
gun estaban las cosas, no inexacta expresion a pi icaria á
ulla persona presa que lo estalla pOI' sospechada de ser
sospecllOsa «( su.pectee d' élre suspecte· )) Ya se ha ,'isto po-
nerse personas YCllcidas fuera de la ley; esto es, decre-
tar su castigo, y ese el de muerte, sin ponerlas alltes
en juicio. Ya se ¡la visto illlpoller pena de la vida á
quien dé ahrigo á un proscrito, s¡<luiera !lloviesen á
tan piadosa accioll 110 solamente afectos humanos, sino
relaciones sagradas de amistad, de amor, de estrecho
parentesco. J~eyes se lIamahan las que eslo disponiall,
y si bien hombres hay, de los cuales es uno Belljamin
Constant, fjue opinan 110 ueber darse á disposiciollC's
semejantes el veuerando nombre de leyrs, no si II ra-
zon eran así llamadas, pues salian de la pOlestad lesis-
ladora. Que pueda esto 3wllirse con lo que se entiende
por libertad seria dificil de probar, y sin emlJ::I'1)o li-




DE J)EIlECnO CO~STl'rUCIO.!iAL 465
be¡'tad se aclamaba cuando ello estaba pasando. Hoy,
sin embargo, los defensores de leyes y hechos tales,
fundan la defensa que de ellos emprenden hacer, en
la necesidad de dar el triunfo á las nuevas leyes que
á establecerse iban sobre los contrarios numerosos v
activos, empeñados en impedir su establecimiento. Y
si mala es la defensa por serlo de acciones inícuas y
crueles, al cabo acierta en escoger fundamento, siendo
el que toma aquel en el cual estriba la justificacion, si
no de las atrocidades, de las ilegalidades y violencias
de las revoluciones.


De estas ha dicho un insigne escritor y político
francés (~lr. Guiwt), que no dan la libertad porque
no la llevan consigo. AveHturado me parece, señoreS',
este aserto; porque al fin, lo que en mi entender no
con propiedad completa se llama libertad, puede nacel'
de las revoluciones aunque con ellas no coexista; pero
siempI'e vale la autoridad en abono de que libertad y
revolucion, lejos de ser sinónimos, significan cosas con-
trarias.


Imposible es, señores, dar regbs tocan le á las re-
voluciones. El declararlas justas ó no y el hacerlo con
jm,ticia depende de una multitud y variedad de circuns-
tancias que el entendimiento mas pre\'isor no puede
discurrir y señalal' anticipadamente; pCl'O en mi sentir
las reglas de la moral son aplicables con ligeras varia-
ciones á los gobernadores y á los gobernados en sus re-
laciones entre sí, ni mas ni menos que á los particula-
res. m quebrantamiento de pactos expresos hechos con
la libertad competente, y la imposibilidad de hallar re-
medio legal, es la justificacitm lmica de la violencia.
Me dirán, señores, que estas mhimas mias son vagas,
y )'0 asi lo confieso; me dirllll q lle de ellas es f~1cil y
probable el abuso, y yo ni lo dudo ni lo niego; pero,
eso no obstante, si muchas ,'eces ha faltado libertad al
hacer pactos, cuando se afll'll1:lha que la !J;¡IJi:l, y pOI'
eso el <{uebrautamiento de ellos liene disclllpa, si ell no


30




466 I_ECCIONES
pocas ocasiones por otro lado alegan los infractores de
]a fé jurada una necesidad de la infraccion, que no ha
existido ni existe; y si por todo ello la calificaciol1 de
la justicia de las revoluciones es incierta y aventurada,
hayal cabo reglas por donde la ilustrada razon y la in-
tencion sana de los hombres puede dar sohre cada rc-
"olucion el fallo merecido. Quc los hombres de la doc-
trina que mas las condena apelen á c1bs á veces, es
señal no solo de la flaqueza hllIlIana y de las contra-
dicciones que ella engendra, sino de cierto illstin lo mo-
ral que á todos declara haber casos en que la violencia
ha de corregir lo causado por otra \'iolen<;ia anterior.
Cuando se eche en cara á los furibundos realistas de
Francia ó de España, que para restablecer gobiernos
de su gusto se han valido ó valerse quieren del medio
de una revoluciol1, bien está no contenlarse con táchar-
los de inconsecuentes, sino con mas provecho sacar de
su accion una doctrina que justifica algunas revolucio-
nes; doctrina si peligrosa en verdad, con todo, no fal-
sa. y téngase entendido, señores, que al expresarme
de este modo no disculpo particularmente á las revo-
luciones de los pueLlos contra los que mandan, ni t:llU-
poco á las contl'arevoluciones, ó sea las mudanzas he-
chas cn pró de la fuerza de los gobiernos; pues á unas
y á otras alcanza la disculpa en ciertos casos, asi como
á unas y otras debe comprender la condenacion severa
de las revoluciones en casi todos tiempos y paises.


Si califical' la justicia de las revoluciones no es fá-
cil, tampoco lo es mucho señalar su necesidad; pero
para esto hay algunas reglas, consistiendo la dificultad
de observarlas ell la de descubrir los casos á que SOIl
ellas aplicables. J ... a necesidad verdadcra de una revo-
lucion se manifiesta cuando se vé, como ya he dicho,
ir por un lado la sociedad y pOli otro el gobierno, es-
tar en I'<lzon inversa el concepto de que se goza en el
mundo y h dignidad que dau los empleos, de donde
I't'snlta tal deSCOlllp'lsieioll ('11 la móquill3 social, CJur su




DE DERECHO CO~STlT[CIO~AL. 467
dí~olucion Jebc preveerse como in,.lispcnsable. En oca-
siones semejantes Lien puedc la necesidad con ser pre-
vista dejar de serlo, pues proveyéndose al rem~dio de
la descomposicion se impide la Jisolucion que amena-
za. No debe, sin embargo, afirmarse que asi suceda,
pues aun vistas ciertas señales son desatendidas, ya
porque anublell las preocupaciones el sentid!), ya por-
que las pasiones y el mal entendido interés locamente
retraigan de hacer sacrificios forzosos. Si difícil es ca-
lificar cuándo son justas y cuándo necc~arias lasrcyolu-
ciOIlCS, raya en lo imposible dictar á priori máximas
que deban seguir los gobiernos y los pueblos mientras
siguen ellas su carrera arrebatada. Asi como cn la guer-
ra deben ser condenados aun en las revoluciones cier-
tos medios inícuos para vencer; pero :.osi como en ellas
no se puede vedar el uso de la violencia, ni el de al-
gunas celadas y otros ardides por donde engañándose
al contrario se logra su derrota. Mas fácil es predicar
la templanza que ejercitarla, sobre todo si quienes la
han de empIcar están arrebatados por las furiosas pa-
siones que naCen de unas lides donde se pelea por
la hOl11'a y por la vida; pero con touo, aun en las re-
voluciones debell excusarse crueldades con el vencido,
imítiles casi siempre, al cabo fatales pOI' lo comUll á los
verdugos. Pero tampoco es posible g~star contempla-
ciones excesivas, dejando al contrario fuerza para que
dañe; y en la mas ó menos acertada resolucion de este
problema consiste el excederse Ó lIO los que en las re-
voluciones llegan por largo ó hl'c\'e plazo á esta!' do-
minan tes; lenibles doctrinas son estas por cierto, se-
ñores, pCI'O por desgracia necesarias de seguir; y quien
al oírlas se estremezca como deLe, Lien está que en su
horro!' encuentre motivo de abominar situaciones que
causan efusioll de sangre, destruccion de hacienda, rui-
na de familias, odios y lástimas; que engendmn furores
é infortunios nuevos.


Las revoluciones (si han desconcertado y desgracia-




468 lECCIO!\ES
do el gobierno de los pueblos) vienen pOI' lo comun á
terminar en dictJdul'as, De ello tiencn algo sicmpre,
porque al cabo absolutos así como violcntos \'iellen á
ser quienes en su hervol' llegan á regir ó á prevalccer
en el Estado; pero lo que de dictaduras tienen ya al
principio embozado, y despues se declara. Un hombre
que en medio de inquietud y agitacion crece en fuer-
zas, granjeándose el favor púLlico, acaba por sobrepo-
nerse á los bandos entre sí contendientes, y usa oel
poder inmenso que lo revuelto de los tiempo\) le ha da-
do para poner las cosas en paz, sosicgo y órdcn; go-
hernando ya con sevcridad, ya con misericordia, pero
siempre con durcza; aplaudido al fin de la gente pa-
cífica y acomodada porque les asegura vivir en tranqui-
lidad, sea cual fuere el bando al cual haya debido su
encumbramiento. Ni casi pucde scr otra cosa. De las
inquietudes nace perder su fuerza las leyes, y para
darlas á respetar otra vcz indispensable es una auto-
ridad la mas lata; y como á esto se junta que desba-
ratada la máquina gubernativa es fuerza componerla ó
sustituirle una nueva, no menos preciso en quien em-
prende y va llevando á cabo tanta obra, trabajar sin
embarazos ni distracciones de las que suscita la oposi-
cion donde á esta es lícito dar de sí muestra en pala-
hras y obras.


No trato, señores, de aplauJír ó vituperar las dic-
taduras. J\'1ejor es que no sean necesarias, pues un sis-
tema legal de cualquier clase es preferihle á uno de
violencia, aun cuando de la violencia se use con so-
hriedad y acierto; pero cuando son indispensahles,
cuando buscando el reinado de las leJcs se perpelúa
el del desórden, por no darse con la fuerza que para
gobernar IcgalnH'nte se necesita, locnra me parece re-
pll!;"oar las dictaduras declaradas y firmes, para seguir
sujelo á las mal encuLierlas y Y3l'iaLlcs que continúan
rjercicndo los Landos. Sea como fuere, y figlll'ándonos
8ft' las dicladuras un mal, asi como lo son sus madres




DE DEIlECnO CO~ST1T\.jCIO~AL 1.89
las revoluciones, vClIdl'{t muy bié.'1l examinar cuáles de
ellas encienan menores dauo:) Ó peligros, y cuáles pro-
mcten dejar firme lo que estalJlccen, y cuáles lo contra-
rio. Señores, las dictaduras útiles, si algunas lo son,
deben tener por objelo consenJr lo ganado en las re-
yoluciones, ,poniendo t¿rmillo á los excesos llne se cm-
pIcaron para hacer la conquista, y aun tomando algo
de lo antiguo y amalgamándolo con lo modcmo. DeLen
fundarse, es verdad, en los pensamientos religiosos re·
novados, en la reforma de los vicios contraidos en las
,'evoluciones.' Pero las dictaduras que aspiran á repo-
ner las cosas en la siluacioll en que antes de la revoIu.
cíon estaban, dañan y yerran, no durandQ lo que ha-
cen, no sin causar males infinitos. ~o me cansaré de
decirlo, lo pasado no vuelve á ser, señores, y quien
cree resucilarlo, pone en su lugar una fantasma. Por lo
que mas me declaro, señores, contra ciertns ideas mal
llamadas de progreso, es porque lejos de serio, la par-
te mas ilustrada y respetable de la generacion prescnte
las desprecia crey(indolas falsas, y las detesta conocién-
dobs perjudiciales. No hay duda en que todas las eda-
des yerran, en que no está exenta la nuestra de este
ach3que, en '-Iue es j uslo y útil oponerse á los errores
dominantes, siqlliera Je la oposicion por el pronlo no
se saque provecho. Pero sin coutar, señores, con que
es preciso aun contemporizar con ciertos yerros si son
generales y arraigados, para comLalirlos asi mejor y
vencerlos con mas cautela y espacio, no son yerros, no,
los que la ilustracion mas difundida trae consigo. j Exe-
crados sean los que red unden en daño de 13 religioll y
de la moral; ni son estos por otra parle los de nuestra
edad incrédula y relajada, pcro ya 110 dog'nláticamente
impía! Pero 110 alcalice la maldicion á Jos legitimos
adelantamientos de la sociedad; la cual con ímpetu ¡I're-
sistihle, ya se manifieste en violento empuje, ya me-
nos sentido ohre firme y conslante, camina á los fines
que le liene destinados la Providencia, justa siempre y




í 70 LECCIONES
benéfica, y cuya bondad ha dotado al hombre de cier-
tas facultades, no pura que como suele las pervierta, pe-
ro lampoco para que las tenga ociosas. ¿ Dónde está el
poder hum~llú que sea capaz de contrarest3r este movi-
miento? Quien lo intenta, ó perece desde luego, ó si
por breve pla!W triunfa, solo consigue ver dentro de
algun tiempo deshecha su obra eDil estrago considerable.


De lü que es una dictadura cual conviene ha sido
insigne ejemplo la de N apoleon Bonaparte en Francia,
y aun en otras tierras sujetas por algun tiempo á su
porler desmedido. Ya en una de mis lecciones, hablan-
do de cuán grata es á los pueblos la dominacion abso-
luta de un caudillo de la democrácia, he aludido al
3m 01' y veneracion que profesan en general los france-
ses á la memoria de aquel varan ilustre. Sin duda no
dcjó de cometer faltas, ya por uno ya por otro lado,
y sin embargo, sellares, compensando lo malo con lo
bueno, él á un tiempo terminó la revolucion del pue-
blo francés y la consolidú, y tomó de lo antiguo y de lo
moderno para la fábl'ica de su gobierno, del cual subsis-
te casi todo. Por el contrario, la familia resta urada de
los Borbones, al acometer la empresa de ejercer aun
una semi-dictadura, cayó por receJarsc que la ejercería
queriendo llevar las cosas á situaciones ya pasadas, y
que no deben ni puedcn volver; en suma, contradi-
ciendo los deseos y aun las verdaderas necesidades de
la generaeion presente. Ambos ejemplos dehell senil'
de leecion á todos los pueblos, no para creerse en el
caso mismo en que estaba la Francia, sino para aco-
modar á las circunstancias de cada caso el ejemplo to-
mado de una parte que en los últimos tiempos ha so-
lido darlos notables y de clases varias.


Con lo que acabo ele decir sobre las revoluciones y
dictaduras, excepciones de los gobiemos úrrlinarios, aca-
La naturalmente mi tarea en el año que va corriendo,
y en el CUI'SO que ha abrazado desde los IÍlLÍmos meses
del anterior hast:l el día presente. D1161c1llC, señores,




DE DERECHO CONSTn UCIONAL. .~·71
anunciar que es casi seguro que será esta la "ez pos-
trera que ocupe esta dtedra, donde tanlo favor me
han dispensado mis oyentes, y donde he encontrado
singular satisfaccion y Jelcite de ánimo, disminuido
solamente con la considcl'acion de cuán dcsigual era mi
mérito á lo que de mí deLia espcJ'arsn • Escritos y da-
dos á la prensa dejo mis trav:Jjos, no sin scntimiento
de que hayan salido á luz los del año presente, y no los
de los anteriores; pues si bien en este úlLimo curso no he
dejado de emitir varias ideas cn mí nuevas, eomo apren-
didas por la lectura y la reflexíon en los tres años que
he pasado fuera de este lugar, tod:Hia conozco que en
mis últimas lecciones, cascado por los trabajos, agre-
gándose á las huellas de lo pasado la mella que esta-
ban hacielldo en mi ánimo dcscuhrimientos actuales,
dehilitada con todo ello la mente, tOlla vía menos que
en olras ocasioncs me he mostrado digno de la bene-
yolencia, y hasta debo decí,' de la generosa indulgencia
de mi auditorio. Hepitiellllo a~uí lo que con menos
motivo he dicho eH alguna de mis obrillas de poco va-
ler, me temo que estos mis últimos acentos sobre mate-
rias y en el recinto de esta capital y (le este ilustrado es-
taIJlecimicllto, sean no como el postrer canto del cisne
imnginado por los antignos poetüs, sino como el del CÍs-
IlC scmejante al verdadero de lluestro fabulista moder-
no, que Jió Ull grnznido cuando quiso hncer pruebas
(le la dulzura de su canto.


Fuerza me es aludí¡', señores, á una circunslancia
que h~ nOlado al pron~H1cial' mis lecciones, por la clIal
estas, no oJJstallle su escaso valor, han venido á ser de
algun modo y no en grado escaso proycchosas. Sin du-
tln de los qlIe han compuesto mi auditorio, no siempre
el mismo y ell algunos dias muy numeroso, no pOC3S
persona5 lJaLrá klhido á quienes no hayan parecido
lIien mis doctrinas, Cllcolltr{llHlolas ilnos demasiado rc-
volucionarias todavía, olros opuestas al liheralismo quc
yo lamhiel1, <1U1H1LH' 110 segull se supolle, he profesado.




,\'72 LECCIONES
Sin embargo, ni una vez sola ha venido un ligero mur-
mullo de desaprobacion, ni de aquellos que el mas rÍ-
gido censor no podria condenar encontrándolos ajenos
del decoro de este sitio, á interrumpirme en mi tarea.
No cito, señores, esto en mi gloria sino en la .de mis
oyentes. Semejante conducta á mí solamente me favo-
rece: á ellos los honra. Aunque la agradezco como es
dehido, no tengo la presnncion de creerla una distincion
hecha á mi pohre persona, pues mirándola por otro as-
pecto y dándole mayor importancia, la considero sínto-
ma favorable á lo que se llama el espíritu público, sín-
toma declarador de Ulla ilustrada tolerancia que no ye
tn doctrinas contrarias á nuestro sentir, pero expues-
tas con moderacion, un ('bjeto digno de ser recibido con
indignacion destemplada. Grandr, pl'ovedlO ha producido
con esto solo la cátedra presente, y leccion.ninguna so-
bre política puede mejor fruto que el de enseñar á re~·
petar la independencia del pensamiento ajeno y hasta
contrario. No me basta pues dar gracias á todos cuantos
han compuesto mi auditorio, pues tengo que darme el
pal'abien en comUll con ellos de Ulla cosa que sobre re-
oundar en su honor tamhien aumenta el del Ateneo, al
cual sus socios y los extl'aiíos Jan el deLido realce.


He dicho que me despedia del pühlico, señores, y
en efecto lo hago porque creo mi vida política termina-
da. No digo que me comprometo á nunca mas tratar las
materias en que me he ocupado en esta cátedra, no.
Haré como militar retirado é inutilizado en el servicio,
que si ya no empuña las armas, todavía conserva aficion
al al'te de la guerra, y diserta sobre él mirándole como
ciencia, y lt'atándole por ma}or y cn abstracto. Asi aun
cuando en la política militante de los tiempos que van
:l seguir no tomo partc alguna des(le mi I'cliro, y en
medio de las ocnpaeiollec;: literarias á que me voy {, de·
!liear, IllU)' posible)' al.lll muy pl'Obahle es que en al-
guna oC:lsion sino alzo la voz, mauüje la pluma empleán-
dola en tratar las matcl'ias flue han sido asunto de estas




HE .IIEJlECHO C01\'STlTUCIONAL. 475
lecciones. No sé si sustentaré siempre las doctrinas que
he sustentado desde que aquí profeso; pero ya lo haga
asi, ya varíe mucho ó poco, siempre diré lo que esti-
me cierto y provechoso, mereciend() asi, si por lo muda-
ble vituperio, como flaco de propósito por lo bien in-
tencionado, ya que no alabanza disculpa.


Ningun Jugar estimo mas á propósito para mi des-
pedida del mundo político que el presente. Lo digo con
sinceridad y, no sin sentirme vivamente conmovido, M-
llores; si en mas importante y afanado teatro, alguna
vez he tenido entre momentos amargos olros dulces,
de estos últimos, si acaso algunos igualan, por cierto
ninguno excede á los que he pasado en el Ateneo. No
sin dolor le dejo, y no sin razon elijo para lugar desde
donde hablando con aquellos para quienes digo vale
mi pobre persona, les exprese que al hacer esta deg·
pedida, el IÍnico recuerdo que llevo conmigo es el del
favor que he merecido de mis amigos; y la única pena
separarme de ellos y de este establecimiento, cuando
postradas sí, pero no acabadas mis cortas fuerzas, de-
searía emplear las que me quedan con sumo placer, co-
mo siempre, en su honrosísimo servicio.


FIN DEL CURSO.






DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.


G llANDE es la deuda que tengo contl'aida con 1'1'. y
cortas mis {acnltades para el payo, pues solo en caso de
que sin'a de satis{acerla el agradecimiento, puedo quedar
desempeiiado con el vivo y pro{undo que siento por la
honra que de VV. he recibido al dt'gnarse nombrarme
diputado ú Córles pOI' esa ilttstrada provincia. A ella era
yo extraiio, y cuando llegó á los oidos de VV. la {ama
de mi pobre nombre, hubieron de llegar á la par la calwn-
nía que me denigra, y la censura que abulta mis t'erda-
deros yerros con el concepto superior á mis méritos, y solo
Justo. en cuan/o me atribnye /wllrade;; y celo del bien pú-
blico que algunos de mis a))!i!l0'~ han {armado de Int,
con bondad e,1'C/'slva. vr. oyeron fa voz á mI, {avora-
Me y desecltaron [u adl:/'/'sa; y cabalmente el/ando tstaba
yo dado al o/¡'ido, /,acrl/I/ Ú {¡uscarme ¡Jara clJllc,'drrml'




la hO/lra de que represen/ase en las' Córles: á la nadon
por una de sus mas importantes provincias. Asi en un mo-
menlo de dolor, y de sentimiento. debí á J T. ser ('011-
I}olado y quizás reparado de agravios no merecidos.


No he podido servú' á VV. como deseaba. por 1/0
haber llegado a tomar asiento en el Congreso. Hayal
retirarme de la vida polítl:ca á la privada, á 7a cual no
llet'o recompensas crecidas, solo puedo ofrecer á VV. en
sei1al de mi agradecido afecto, un trabajo mio, por des-
gracia escaso de valor, si bien en mi enten_da con el mi-
n'to de contener algtma doctrina sana y ci~rta. Dlgnenst
VV, admitir benévolos la obra I no por su p/'ecio sino
atendiendo á la. buena voluntad de quien se la dedica y
es y será siempre, señores, su mas atento y seguro servi-
dor Q. B. S. Jf.=~ladrid 18 de jum'o de 1844.


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}lilroduccion. . •
Lt?eciOIl primera.
leccion s(!yw/(la.
Lrccion lercem. .
Leecion cuarla.
lA?ccion quinta. •
Leceion sexta. .
Leccion séptima.
Leeclon octava.


INDICE .
•••••


Leceion novena. . • • • • •
Leccion dédma. . •


Pág.


~r)
41
65
s;')


. 109
131
1.')8
187


•• 215
• 235 Leceion undécima.


recejon duodécima. • • . ..... , ..... 265




4'16
Leeeian décimatet'cia.
Leeeíon déeimaeuarta.
Leeeian déeimaquinta.
Leeeían décimasexta. •
Leeeian déeimaseptima.
Leeeian déeimaoetava. • •
Leecíon déeimanovena. • •
Leeeion vigésima. • • • • •


FIN DEL INlllCE.


· 289
· 315
• 5'í.l


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· U5


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