LA REV~LU~mN DE H~~ JUZGADA POR SUS AUTORES. DOCUMENTOS, JUICIOS, MÁXIMAS, PALINODIAS Y...
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LA REV~LU~mN DE H~~
JUZGADA POR SUS AUTORES.


DOCUMENTOS, JUICIOS, MÁXIMAS, PALINODIAS Y DESAHOGOS,
COLECCIO:'<ADOS


POR


SEGUNDA PARTE.


LA ~EPÚBLICA FEDERAL.-LA REPÚBLICA POSIBLE." LA REPÚBLICA INDEFINIBLE.


]C~~~j~~~n~·~~a~~ol~1· t~~'b¿~{~:-' !~'i~~=
maron la soberania de la nacion, acep ..
ttu'on los derecho.5 jndividuales, E''''i-
cl'ibiéndolos mós tarde al fl'entt; de
In Constitucfon del E:~tado, fundal'on,
Ri~ quererlo y sin pensado, la Repú ..
ldlca.


LA DISCUHION.


Depende é~to de qlle no somos un
IJuelJlo repuh1ic::lOO.; <le que no somo~
un pueldo ucmo~rata; de que no so-
IllOS un pueblo fecternl; de que qui7.óS
no som05 un puelJlo nlüelcrno.


C:\STELAR.


BARCELO~A
JMPRENTA DE JAnm JEPÚS ROVIHALTA


Calle de Petritxol, núm",ro 1 O
1876






PROEMIO.


He considerado necesario recordar á la distraida
generacion presente, como y por qué procedimientos
se estableció la republica en España~ ya porque mu-
chas veces el origen de las cosas explica sus cualida-
des y defectos, ya para que se vea una vez más que
los revolucionarios no reparan nunca en los medios
para alcanzar sus fines, y que á pesar de sus princi-
pios absolutos y de su cacareado respeto al derecho,
saben prescindir del mismo derecho revolucionario,
cuando este derecho es un obstáculo para alcanzar
el poder. La proclamacion de la republica, luego de
admitida la abdicacion de D. Amadeo de Saboya, fué
un acto ilegal, un acto inconstitucional, dentro de la
misma legalidad revolucionaria, un atentado graví-
simo contra el derecho consLituido reconocido por
todos los que tomaron parte en la proclamacion de la
nueva forma de gobierno.


El extracto de las sesiones de los di as 10 y 11 de
Fehrero~ primero del Congreso solo, y luego de las




_!~ -
dos Cámaras rounidas, no!" recordará como so v(~riii­
có cste importante suceso. Hó aquí 01 cxtl'acto:


El Si'. Figueras: Creo que comprenderán todos los Sres. Di-
putados' creo que lo comprenderá en su alto criterio el Sr. Pre-
sidente, y creo queal saberlo lo comprenderá el país tambien, que
es altamente escandaloso lo que está pasando en la Asamblea.


Estarnos en una crísis grave y profunda en la que se lihra la
suerte de la libertad y de la Pátria, sin embargo de la cordura,
de la mesura, y de la longanimidad de los Sres. Diputados; esta-
mos huérfanos de Gobierno, y jamas, en ningun tiempo, no cuan-
do hubo crísis de instituciones, que esto ha sucedido raras veces,
pero cuando ha hatido crísis de }[inisterio, han faltado en sus
puestos los Consejeros de la Corona; pero hoy dio, cuando lo que
en realidad está latente aquí, ¿(!ué digo latente? cuando es públi-
co y sabido de todos que de lo que se trata ()s de una crísis dc la
institucion, es en verdad vergonzoso que el Gobierno no esté sen-
tado en el banco azul para responder á las itlterpelaciones que
tienen el derecho y el iueludible deber de dil'ig ide los Diputados.


No es hora que jugucmos con la suertü de la l'átl'ia; por esta
razon yo pregunto al Sr, Presidente del Congrcso, si está resuelto
á dirigir al Gobierno la correspondiente intimacion para que vcn-
ga aquí á responder en el seno de la HI~prescntacion .xacional, y
si no viene, sepa que nosotl'OS que somos los representantes de la
primera soberanía nacional que está sobre toda otl'a Soberanía,
podemos deliberar y resolver solos, ....


El Sr. Ruiz Zorrilla: Hasta los más exagerados, hasta los que
más desean, aquí que desaparezca la situacion actual, los r(~publi­
canos rnús impacientes, los que, CI'eCIl que la Hepllblica se puede
fnndar con la misma facilidad con que se lldccn las clJmbinacio-
nes en el gabinetc del pcriódico ú en la antesala de las asambleas
do los partidos, ¿se habicl'an negado, se hubieran ¡¡trovido, no ya
corno Ministros, como individuos purticulares, si se ll's hubiera
dicho que vinieran á la Asamblea á del'ender este tempel'alllcllto,
sr: hubieran atrevido ú decir; no sefior, no accedemos á eso, no




,'j
queremos eso, no podemos de ninguna manera conceder que eso
se haga? ...


¿Es que hay impaciencia porque esto se verifique1 ¿Es que hay
deseo de (¡ue esto se verifique? Yo dejó á cada uno su opinion;
aquÍ hablo por mi propia cuenta; los que así piensan, es que dé·
sean qne cuanto antes desaparezca la libertad del país; es que de-
sean que cuanto ántes venga el caos, de,l cual ellos creen sacar la
luz, del cual yo creo que no la sacará nadie, porque yo creo quo
si este h()C!lO se lIegára á verificar, no hemos de alcanzar nos-
otros; las edades son distintas, tomaré como tipo la mio, y no soy
"iejo, no he de alcanzar yo a ver ni dios de paz ni de prosperidad
para este país, ni dias de justicia, ni dias en que pueda aspirar á
lo que todos deseamos .....


No; aquÍ cada poder tiene marc&da la órbita en que se mueve
dentro del pacto constitucional; aquÍ cada poder tiene sus funcio·
nes determinadas por la Constitucion; aquÍ cada partido dentro de
lns A&ambleas tiene el derecho de pedir todo lo que qlliera, de
exigir todo lo que quiera, de pretender todo lo que quiera.


El partido republicano está en su derecho si cree que ha llega-
do el momento en que por debilidad ó por miedo esta Cámara
monárquica vote lo que él crea conveniente; el partido republica-
no está en su derecho al pretender eso; yo creo que no acierta,
porque creo que no aciertan los partidos cuando pretenden con
precipitacion aquello que ellos creen que los sucesos les pueden
dar, y aquello que si desaparece, ó que si ha sido la causa de
que los sucesos se lo den, ha de desaparecer de manera que les
sea imposible conseguirlo; pero yo reconozco al fin y al cabo al
partido republicano el derecho de pretender esto. Lo que yo no
reconozco, contra lo que yo protesto, aunque me quedára el últi-
1110, seria contra aquellos Diputados que habiondo venido aquÍ
monárquicos eonstitucionn les, se creyuan autorizados para tomar
una determinacion esta tarde en que se indicál'a, no que habian
variado de opinion, porque nsÍ lo creyeran conveniente, sino que
eran tan débiles y tan pequeños que viendo desaparecer el sol
que les calentaba, se iban á poner al sol naciente. Yo no he de
ser de esos nuncn .....


Yo ere o que la Asamblea, y ya la he suplicado para que hasta
donde alcancen mis fuerzas acceda á mi ruego, yo croo que la




-6-
Asamblea, no puede resolver nada acerca deuna cosa que no está
sometida á su discusion: podrá manifestar una aspiracion; podrá
indicar un deseo; podrá apreciar las circunstancias de esta ó de
la otra manera, pero no puede tomar resolucion ninguna, vivi -
mos bajo una Monarquía constitucional; nosotros hemos recibido
la investidura del Rey, y nosotros creemos que tenemos la con·
fianza de las Córtes. Si hay alguno que crea lo contrario; si hay
alguno que crea que una Cámara, de la noche á la mañana, que
un Gobierno en pocas horas, por estas ó por las otras circuns-
tancias, puede pasar de monárquico á republicano (y no necesitan
decirlo los señores de enfrente, ellos ya lo saben), que lo diga .....


El Sr. Figneras: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros,
os negaba, Sres. Diputados, el derecho de decidir la suerte de la
Pátria, cuando aquel que fué por una inconsecuencia de que no
quiero hablar, llamado á regir sus destinos, la abandona, como si
se complaciera el Sr. Presidente del ConsC'jo de Ministros de que
no hubiera autoridad alguna que pudiese regir los destinos de la
Nacion, y que se esparciera por todos sus ámbitos la más negra,
la más tremenda y la más sangrienta anarquía.


El Sr. Presidente del Consejo de Ministros queria hacernos es-
clavos de la fórmula, como los antiguos romanos que no podian
pedir sus derechos sino de determinada manera. Yo sé bien que
en las circunstancias actuales no podemos ir á buscar fórmulas de
curial, que nosotrOS ante todo debemos proveer á la seguridad de
la Pátria; y tengo tan buena idea de todos vosotros, que estuy
seguro que ninguno de vosotros á de faltar á mi lado para dar
remedio á la situacion creada, ya sabeis porqué y por quien .....


La contradiccion que resulta de los discursos del St'. Presidente
del Consejo de Ministros, no hay para qué hacérosla notar, ella
resalta tanto, que todos vosotros la habeis notado sin necesidad
de que yo os la señale.


Recordad que nos decia: ¿qué pasa aquí, Sr. Figueras? ¿Qué
pasa aquí oficialmente? Nada. Extraoficialmente podrá pasar algo,
pero oficialmente absolutamente nada. El Gobierno no tiene
noticia ninguna oficial de que dar cuenta á la Cámara.» Y á rcn-
glon seguido nos relataba una y otra conversacion que ha tenido
el Sr. Presidente del Consejo de Ministros con el Rey que la ma-




7
yoría de los 191 tuvo á bien darse. El Rey dijo al Sr. Presidente
del Consejo de .Ministros que habia tomado la resolucion irrevoca-
ble, notad el adjetivo úTev()cable, de renunciar á la Corona de
Espaí1a; y siendo reverentemente interrogado S. M. por el señor
Presidente del Consejo de Ministros sobre qué habia de decir en
estas circumtancias, le autorizó S. M. para que lo dijera á sus
compaí1eros y para que lo dijera á todos los que se lo preguntá-
ran .....
~Sabeis, Sees, Diputados, lo que puede ocurrir en el espacio de


veinticualeo horas? Está muy acostumbrado el Monarca á dar y á
usar este plazo. En veinticuatro horas mandó que se formára el
partido conservador, y se formó. ¡Quién sabe si en veinticuatro
horas tendrémos aquí un ejército que cubra de luto y de sangre
las calles de la capital de la Monarquía! ~Ko seríamos nosotros
menguados, antipatriotas, imbéciles, si despues de habérsenos
significado oficialmente por el Sr. Presidente del Consejo de Mi-
nistros, hablando á las Córtes, que el Rey habia tomado una re-
solucion irrevocable, la resolucion irrevocable de irse, dejáramos.
que el partido conservador, que quiere ponerse á su lado, no pa-
ra sostenerie, bien lo sabeis, sino para' traer un ~Ionarca que les
ofrezca bastantes garantías, dejáramos que este partido conserva-
dor fuera bastante fuerte para acabar con la libertad de nuestra
Pitria? ¡Oh, seí101'1~s! Si esto sucediera, preferiria que este fuese
el último dia de mi agitada vida. Treinta aí10s peleando por la
idea republicana, y no encuentro hoy otra solucion digna y hon-
rada; otra solucion que puedan aceptar todos sin humillar á nadie,
otra solucion donde pueden venir todos con sus banderas, donde
puedan venir todos á defender sus intereses, donde quepan diver-
sos intereses sociales, y esta solucion , única salvadora de la Pá-
tria, ¿po deis rechazarla vosotros por el menguado interés de una
menguada dinastía? .....


¡Ah, Sres. Diputados, qué pujos tan monárquicos tiene hoy el
Sr. Ruiz Zorrilla! ¡Quó interés tan grande tiene hoy el que conti-
núe en el trono D. Amadeo de Sabaya! Yo me permito dudar, á
pesar de que tengo gran respeto á la integridad de S. S., yo me
permito dudar que esta sea una iden espontánea del Monarca; ten-
go más alta idea de su bondad de corazon. Despues de haber ve-
nido aquí indebidClmente, sin ver á donde venia y lo que podia




-8-
hacer, ¿cómo habia de querer dejarnos al irse en un mar de ca·
lamidades? Si él se despidiera de la manera que el Sr. Ruiz Zor-
rilla propone, de seguro habria grandes y profundas alteraciones
en el órden público, y seria difícil que se cimentase aquí nada de·
cente, nada digno, nada honrado, nada estable ...


El Sr.. Martos: Yo os decia al ~mpezar estas desaliñadas pala-
hras, r¡ue os estábais preocupando exclusivamente del momento
de hoy, y cerrabais los ojos sobre el momento de maiíana. ¡Qué
de dificultades pasa toda solucion en este país! ¡Qué gravedad de
circunstancias, que número de enemigos, qué muchedumbre de
aspiraciones, qué desórdenes, qué esperanzas, qué desengaños,
qué conspiraciones, qué despecho! .....


El Sr. Castelm": La realidad es, Sres. Diputados, que aquí sill
provocacion de nadie, sin desacato de nadie, sin que nadie le ha-
ya faltado, sin que le haya faltado el Parlamento, sin que le haya
faltado el pueblo, sin que le haya faltado el Gobierno, sin que lB
haya faltado ninguna autoridad popular, sin que le haya faltado
ninguna autoridad políticñ, el Rey, el Rey permanente, el Rey vi-
talicio, el Rey hereditario, ha anunciado pública y solemnemente
a la :\'acion, que él tiene ya formada su resolucion, que anoja
sobre ese pavimento la Corona de España .....


y creed me; cuando tan diversas huestes no amenazan; cuando
las provincias del Norte están en guerra; cuando Cataluiía ve
descender del monte ú la llanura tantas tempestades; cuando las
conquistas vuestras y las conquistas nuestras; cuando todo lo que
somos y todo lo que valemos está ampnazado, ¿no hemos de jun-
tarnos todos, amigos y enemigos, partidos distintos en el senti-
miento eomun de salvar aquí la revolucion moderna, de salvar la
libertad, y de salvar la Nacion española?. ...


Pues qué, Sres. ])iputados, ¿se puede dejar la Pátria, venir á
esta tierra de la caballerosidad y del heroismo, ceñirse aquella
Corona que llevaron Fernando III y Cárlos Y, llamarse Jefe de la
Nacion espaliola, de esta" grande, de esta extraordinaria Nacion,
y luego decir, por motivos que yo respeto, por razones que yo no
discuto, decir; pues sabed, que no te neis Jefe, que no teneis Rey,
qllP no leneis dinastía, que no teneis estabilidad en el Gobierno




-\J-
(¡ne no teneis ól'den legal, que todo está destruido, porque una
genialidad de mi corazon de jóven y una ignorancia quizá dol
pueblo que rijo, me obligan á una renuncia, aunque esta renun-
cia traiga consigo todas las complicaciones posibles? ....


Vosotros ha beis querido con grande, con extraordinario pa-
triotismo, yo os lo reconozco, habeís querido una dinastía, porque
creíais esa dinastía ménos sujeta á oscilaciones, ménos sujeta á
las pasiones de las muchedumbres; habeis querido una dinastía,
porque creíais que con esa dinastía estaba completamente fija en
la tierra la rueda de la fortuna, y en ménos tiempo que hubiera
vivido un Presidente de República, ese Monarca, sin que nada lo
anuncie, sin que nada lo prepare, despidiendo un rayo en cielo
sereno, os abandona á vosotros, y vosotros quereis, por cuestion
de etiqueta, que se sacrilique la Nacion á esa dinastía que se vá...


Yo lo he dicho siempre á mi partido; yo se lo repito ahora;
¿Quereis que la democracia sea, que su forma de gobierno, la Re-
pública, sea el patrimonio de un partido? Es como querer que sea
patrimonio de nn partido el aire de una atmósfera y la luz de I~s
estrellas. No; la República es para todos; la República es por to-
dos, 1"1 Hepública es de todos; la República, quedando la Nacion
huérfana, es la Nacion misma, que recoge la soberanía sobre to-
dos sus hijos como madre amorosa que es de todos nosotros ...


El SI'. Ruiz ZOl'l'illa: No han b'lstado las explicaciones que he
dado, y vamos á votar para que si el Rey vuelve sobre su acuer-
do, la Cámara le puede decir, á semejanza de otro momento, de
otra circunstancia, de otra testa coronada, «ya es larde)).


Ya sabeis por consiguiente, lo que vais á votar; y ahora votad
con conciencia; y ahora haced lo que os parezca y decidid como
creais conveniente. Pcro, conste primero, que si el Rey se ha to-
mado cuarenta y ocho ó veinte y cuatro horas para decidir, ha
sido á consecuencia de las observaciones y de los ruegos del Con-
sejo de :Ministros, que no hemos de discutir; quede aquí cada uno
en Su lugar; ahora no; pero ya hablaremos de eso para que á to-
dos nos juzge la historia ...


El SI'. Castela/': Pero ha dicho tambien el Sr. Presidente del
r:onsejo de rtlinistros, flue nosotros queríamos invalidar una nue-





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va resolucion del Rey. Señores; ¡qué idea de la gravedad y de lo
formalidad del Monarca! El Rey no puede volver ya; no tiena
autoridad moral ya para volver sobre su resolueion; por consiguien
te, nosotros no tenemos para qué preocuparnos de eso, fiados
en la formalidad y en la firmeza del Rey ...


Durante esta discusion, 8e avisó al Congreso que
el Senado esperaba (palabras del Sr. Martos), y en-
tonces se acordó enviarle un mensaje invitándole 1Í
reunirse á la Cámara popular para formar una sola
Asamblea. A las tres y media de la tarde elel tiia 11,
el Senado entra en el salon ele sesiones del Congreso,
y abierta la sesion,


El SI'. Secretario (Moreno Rodl'iguez) leyó la siguiento comu-
nicacion:


PRESIDENCIA DEL CONSEJO DE J\{lNISTrlos.-Excmo. Sr.: á la una y
media do este dia me he personado con el Sr. ~Iinistro de Estado
en la Real Cámara, á invitacion do S. M. el Rey (Q. D. G.) el cual
mo ha hecho entrega del adjunto documento que tengo el honor
de acompañar á V. E. para que so sirva dar conocimiento de él al
Congreso. Dios guardt~ á V. E. muchos años. Madrid 11 de Fo-
brero de :l.873.-~Ianuel Ruiz Zorrilla.- Excmo Sr. Presidonto
del Congroso de los Diputados.


Acto contÍnuo so dió cuenta del documento á t¡ue so refiere el
anterior, el cual decia así:


AL CONGRESO: Grande fué la honra que merecí á la Xacion es-
pañola eligiéndome para ocupar su Trono, honra tanto más por
mí apreciada. cuanto que se me ofl'ecia rodeada de las diHcuIta-
des y peligros que lleva consigo la empresa de gobernar un país
tan hondamente perturbado.


Alentado sin embargo, por la resolucion propia de mi raza,
que antes busca que esquiva el peligro; decidido á inspirarme úni-
camente en el bien del país, y á colocarme por cima de todos los


• partidos; resuelto á cumplir religiosamente el juramento por mi
prometido á las Córtes Constituyentes, y pronto á hacer todo lina-
je de sacrificios por dar á este valeroso pueblo la paz que necesi-




-11-
ta, la libertad que merece y la grandeza á que su gloriosa histo-
ria y la virtud y constancia de sus hijos le dan derecho, creí que
la corta esperiencia de mi vida en d arte de mandar seria suplida
pOI' la lealtad de mí carácter, y que hallaria poderosa ayuda para
conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se oculta-
ban á mi vista, en las simpatías de todos los españoles, amantes
de su Patrin, deseosos ya de poner término á las sangrientas y
estériles luchas que hace tanto tiempo desgarran sus entrañas.


Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos há que
ciño la Corona d(l Espnñn, y la Espfliia vive en constnnte lucha,
viendo cada dia más lejana la era de paz y de ventura que tan
ardientemente anlwlo. Si fuesen estrangeros los enemigos de su
dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como
sufridos, seria el primero en combatirlos; pero todos los que con
la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetua n los
males de la Nacion son españoles, todos invocan el dulce nombre
de la Patria, todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fra-
gor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio cla-
mor de los pal'tidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones
de la opinion pública, es imposible atinar cual es la verdadera y
más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males.


Lo he buscndo ávidamente dentro de la ley, y no lo he halla-
do. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido ob-
servarla.


Xadie achacará á flaqueza de ánimo mi rcsolucion. Ko habria
peligro que me moviera á desceiiirme la Corona si creyera que la
Ilevaha en mis sienes para hien de los españoles; ni causó me-
11a en mi ánimo el que corrió la vida de mi augusta esposa, que
en este solemne momento, manifiesta como yo, el vivo de~eo de
que en su dia se indulte é los autores de aquel atentado.


Pero tengo hoy la firmísima conviccion de que serian estériles
mis esfuerzos é irrealizables mis propósitos.


Estas son, Sres. Diputados, las razones que me mueven á de-
volver á la Nacion, y en su nombre á vosotros, la Corona que me
ofl'eció el voto nacional, haciendo de ella renuncia por mí, por
mis hijos y sucesores.


Estad seguros de que al desprenderme de la Corona no me des-
prendo del amor á esta Eüpaña tan noble como desgraciada, y de




- 12-
que no llevo otro pesar que el de no haverme sido posible procu-
rarla todo el bien que mi leal corazon para ella apetecia. -Ama
deo.-Palacio de Madrid H de Febrero de i873.


El Sr. Presidente del GOl1greso: Las Córtcs soberanas, taceptan
la renuncia que D. Amadeo .de Saboya hace de la Corona de Es-
pafia?


El Sr. Secretario (Moreno llodriguez): Queda aceptada.
El Sr_ Presidente del Congreso: Las Córtes soberanas, ¿aceptan


la renuncia del Gobierno?
El Sr. Secretario (Moreno Rodriguez): Queda aceptada.
El Sr. Presidente del Congreso: Las Córtes soberanas, ¿acuer-


dan enviar un mensaje ú ese ilustre Príncipe, manifestando su
asentimiento y aceptando la renuncia?


Así se acuerda por unanimidad.


LA ASAMBLEA XACIOXAL A S. M. EL BEY D. AsIADEO 1.


Sefior: Las Córtes soberanas de la Nacion española han oido con
religioso respeto el elocuente mensaje de V. M., en cuyas calJa-
llerosas palabras de rectitud, de honradez, de lealtad, han visto
un nuevo testimonio de las altas prendas de inteligencia y de ca-
rácter que enaltecen á V. M. y del amor acendrado á esta su se-
gunda Patria, la cual generosa y valiente, enamorada de su dig-
nidad hasta la supersticion y de su independencia basta el herois-
mo, no puede olvidar, no, que V. M. ha sido Jefe del Estado, per-
sonificacion de su soberanía, autoridad p['imera dentro de sus leyes,
y no puede desconocer que honrando y enalteciendo á Y. M., se
honra y se enaltece á si misma.


Señor; las Córtes han sido fieles al mandato que traian de sus
electores, y guardadoras de la legalidad que hallaron establecida
por la voluntad de la Xacion en la Asamvlea Constituyente. En to-
dos sus actos, en todas. sus decisiones, las Córtes se contuvieron
dentro dellfmite de sus prerogativas, y respetaron la autoridad de
V. M. y los derechos que por nuestro pacto constitltcional á Y. M.
competian_ Proclamando esto muy alto y muy claro, para que
nunca recaiga soLro su nombre la l'esponsa!Jilidad de estc conOie-




- 13-
to que aceptamos con dolor, pero que resolveremos con energía,
las Córtes declaran unánimemente que V. 1\1. ha sido fiel, fidelí-
simo guardador de los respetos debidos olas Cámaras; fiel, fidelí-
simo guardador de los juramentos prestados en el instante en que
aceptó V. 1\1. de las manos del pueblo la Corona de España. Mé-
rito glorioso, gloriosísimo en esta época de ambiciones y de dic-
taduras, en que los golpes de E,tado y las prerogativas de la
autoridad absoluta atraen á los mos humildes no ceder o sus tenta-
ciones desde las inaccesibles alturas del Trono á que solo lIe6an
algunos pocos privilegiados de la tierra.


Bien puede V. M. decir en el silencio de su retiro, en el seno
de su hermosa Patria, en el hogar de su familia, que si algun hu-
mano fuera capáz de atajar el curso incontrastable de los aconte-
cimientos, V. M. con su educacion Constitucional, con su respeto
al derecho constituido, los hubiera completa y absolutamente ata-
jado. Las Córtes penetl'adas de tal verdad, hubieran hecho o estar
en tus manos, los mayores sacrificios para conseguir que V. M.
desistiera de su resolucion y retirase su renuncia. Pero el conoci-
miento que tienen del inquebrantable carácter de V. 1\1.; la justi-
cia que hacen á la madurez de sus ideas y á la perseverancia de
sus propósitos, impiden á las Córtes rogar á V. M. que vuelva so-
bre su acuerdo y las deciden á notificarle que han asumido en sí,
el Poder supremo y la soberanía de la Nacion, para proveer en
circunstancias tan críticas y con la rapidez que aconseja lo grave
del peligro y lo supremo de la situ3cion, á salvar la democracia,
que es la base de nuestra política, la libertad que es el alma de
nuesto derecho, la Xacion que es nuestra inmortal y cariñosa
madre, por la cual estarilOs todos decididos á sacrificar sin esfuer-
zo, no solo nuestras individuales ideas, sino tambien nuestro
nombre y nuestra existencia.


En circunstancias más difíciles se encontraron nuestros padres
á principios del siglo, y supieron vencerlas inspirándose en estas
idJas y en estos sentimientos. Abandonados por sus Reyes,inva-
dido el suelo p611'io por estrañas huestes, amenazada de aquel gé-
!lio ilustre que parecia tener en sí el secreto de la destruccion y
la guerra, confinadas las Córtes en una isla donde parecia que se
acababa la Nacion, no solamente salvaron la Pátria y escribieron
la epopeya de la independencia, sino que crearon sobre las ruinas




-,-H-
dispersas de las sociedades antíguas, la nueva sociedad. Estas
Córtes saben que la Nacion espaiíola no ha degenerado, y esperan
no degenerar tampoco ellas mismas en las austeras virtudes pa-
trias que distinguieron á los fundadores de la libertad en Espaiía.


Cuando los peligros estén conjurados; cuando los obstáculos
estén vencidos; cuando salgamos de las dificultades que trae con·
sigo toda época de transi~ion y de crísis, el pueblo espaiíol, que
mientras permanezca V. M. en su noble suelo ha de darle todas
las muestras de respeto, de lealtad, de consideracion, porque V. M.
se lo merece, porque se lo merece su virtuosísima esposa, porque
se lo merecen sus inocentes hijos, no podrá ofrecer á V. )r. una
Corona en lo porvenir, pero le ofrecerá otra dignidad, la dignidad
de ciudadano en el seno de un pueLlo independiente y libre.


Palacio de las Córtes H de Febrero 1873.


Hemos visto ya como acabó la monarquía; veamos
ahora como se hizo la República. Continúa la sesion
empezada el dia 10:


El Sr. Presidente del ConseJo: Seiíores, vamos {¡ entrar en los
momentos más grandes de la historia nacional; espero de los se-
ñores Representantes que tendrán calma, dignidad y prudencia;
que la dignidad, la prudencia y la calma son las virtudes de)os
poderes fuertes.


Ahora se vá á leer una proposicion que se ha presentado en la
Mesa.


El ST'o Secretario (Moreno Rodríguez): la proposicion dice así:
"Pedimos al Congreso se sirva aprobar la proposicion siguiente:
"La Asamblea Nacional reasume todos los poderes, y declara


como forma de golJierno de la Nacion la RepúlJlica, dejando á las
Córtes Constituyentes la organizacíon de esta forma de gobierno.


Se elegirá por nombramiento directo de las Córtes un Poder
rjecutívo, que será amovible y responsable ante las Córtes mis-
mas.


Pi y Margall.-Nicolás Snlmeron.-Francisco Salmaroll.-Ln·
gunero.-Figueras.-Molini.-Fernandez de las Cuevas.»


El SI'. Presidente del Congl'eso: El gr. Pi y Margal! ticne la pa-
lalJra para apoyar su proposicion.




- Vi -
El S/'. Pi Y ]J:[rtI'9all: Las divisiones se han ahoudado; la dis-


cOl'dia ha crecido, la discordia ha llegado á existir hasta entre los
mismos partidos que habian hecho la revolucion de Setiembre.
Confesad, pues, seiiores, que la Monarqnía es completamente in-
compatible con el derecho político por vosotros creado: preciso es
que se establezca la Bcpública, y yo creo que está en pi ánimo de
todos establecerla. ¿Por qué? Porque e'!l realidad, vosotros que
habeis sentado el gran principio de la Soberanía nacional, no po·
deis aceptar más que ulla forma que sea incompatible con este
principio; y no lo es ciertamente la Monarquía, pue&to que es una
verdadera enagenaeion de la Soberanía nacional en manos de una
familia.,.


Siendo aSÍ, yo estoy en que la Asamblea soberana delJe procla·
mar desde luego la República, dejando á unas Córtes Constitu-
yentes que vengan á determinar la organizacion y la forma que
deba tener esta República en Espaiía.


Nosotros, bien lo salJeis, somos republicanos federales: nos-
otros creemos que la federacion es la resolucion del problema de
la autonomía humana; nosotros ereemos que la federaeion ('s la
paz por hoy de la Península, y más tarde lo será de la Europa
enlera: pero nosotros entendemos tambien que es preciso que
todos hagamos algun saeritlcio de nuestras ideas, sin perjuicio de
que mafíana vengan las Córtes para resolver cual debe ser la for-
ma de la Hepública.


Si las Córtes Constituyentes vienen á decir que la Hepública
frderales la forma que ha de adoptarse, quedarán por completo
satisfeehos nuestros deseos, y seguiremos con ella; más si por
aeaso nosotros saliésemos vencidos, entonces olJedeeeríamos aun-
([ue persistiendo en nuestro propósito, porque no es posible jamás
que hagamos el sacritlcio de nuestras ideas. Hoy no os pedimos
nosotros sino que proelamemos la Repúbliea, y ya vendrá dia en
que Otl'08 deeidirán cuál ha de ser la organizaeion que se dé á
l'sa forma,


El ,s/,. M a/'qllés ¡{I~ Sal'dual: Comprendereis, Sres. Represen-
tan tes, que los que ayer éramos monárquicos, que los que hoy se·
guimos siendo monárquicos, que los que hemos votado y acepta-
do la 110narquía porque vníamoH en esta forma de Gobierno la




- 16-
más eflcáz garantía de la libel'tad, del órden y del derecho, no
podemos por un mero accidente histórico, porque la dinastía ha-
ya desaparecido y el trono se encuentre vacante, renegar hoy mé-
nos que nunca de aquello que constituye la esencia de nuestra
doctrina.


De aquÍ, pues, Sres. Representantes, la necesidad de esplicaros
el voto afirmativo que vamos á dar á la proposicion.


La dinastía, Señores, ha desaparecido; la Monarquía no es una
fórmula abstracta, sino una idea que necesita encarnarse en una
persona para constituir una institucion; la Monarquía no es hoy
posible, porque el Rey que eligieron las Córtes Constituyentes ha
marchado; porque no hay quien lo sustituya, porque carecemos,
en fin, de las condiciones que la realidad necesita; nosotros, pues,
sínceramente monárquicos, aceptamos hoy la República porque
preferimos una afirmacion honrada á una negacion vergonzosa ....


El Sr . .Martos: Nosotros no hemos tomado la iniciativa de la
solucion contenida en esta proposicion, pero la hemos autorizado
y hemos querido que aliado de las firmas republicanas llevase tam-
bien firmas radicales. ¿Por qué? Porque era derecho, porque era
obligacion de los republicanos de siempre, decir á la Nacion y á
las Córtes, «ha llegado el momento de proclamar la República;»
porque estas declaraciones, estos grandes actos, imponen graves
responsabilidades, y yo no rehuyo ninguna; mi partido no la re-
huye tampoco; aquí está para todo cuanto contribuya al bien de
la libertad y de la Patria. Pero á la vez era derecho, era obliga-
cion del partido republicano tomar hoy, como la ha tomado, una
grande iniciativa, y decir, nosotros, republicanos de sicmpre,
creemos que las condiciones de la sociedad exigen imperiosamen-
te, exclusivamente, el inmediato planteamiento de la República ...


Nosotros somos tambien, como lo son otros partidos, amantes
de la Constitucion; la Iigalidad es nuestro ideal; los procedimien.
tos constitucionales son nuestro ideal, y lo digo con orgullo, per-
donadme mi flaqueza, porqul} yo recuerdo con gloria, en este
momento, que yo soy uno de los autores, el último de todos, pero
al cabo autor de esta Constitucion que en todo menos en lo que
sea objeto de la novedád que introducimos rige todavía para la




- i7-
Kacion espaiiola. Pero esta Constitucion que tiene unos procedi-
mientos ignorados en otras Constituciones, no es posible, no pode-
mos aplicarla en este momento. No seamos aqui vanos egoistas;
no vengamos aquí á mantener fórmulas vacías, á hacer fácil 08-
tentacion de amor riguroso á los procedimientos y á los principios;
sobrevienen á veces tan grandes necesidades y tan extraordina-
rias cireunstaneias, que se imponen con soberana fuerza á la vo-
luntad de los hombres.


Se pone ú votacion la República y obtiene 258 vo-
tos en pro y 32 en contra.


Este acto importante y trascenuental es juzgado por
los republicanos como un acto ilegal.


El Sr. Castelar, en la sesion del 8 de Julio de 1873,
hablando del último parlamento de D. Amadeo, dice:


«Proclamó luego la república porque era una asamblea demo-
erótica; pero al proelamarla cometió una irregularidad; y reunió
las dos cámaras, y al reunirlas cometió otra irregularidad, porque
estaba prohibido en la Constitucion; y votó una Comision Perma-
nente, pero al votarla cometió una irregularidad, porque su Co-
mision Permanente estaba proscrita por la de la Constitucion .....


"y luego cometió una inconsecuencia contra los mismos prin-
cipios que habia proclamado, porque al decir queremos la Repú-
blica y no acudir inmediatamente al pueblo, para que el pueblo
único soberano, dijera si queria ó nó la república, cometia una
verdadera usurpacion.


El Sr. Pí y Margall, en su obra La República de
1873, pág. 1;\ dice: «Es verdad que la República no
habia nacido ele combates ni ue tumultos; pero no lo
rs ménos, que tampoco debía á la ley su o1'lgen. Los
pueblos, a falta de inteligencia de que están dotados
los individuos, tienen un instinto (lue rara vez los en-
gaüa. Vieron en la proclamacion de la República un


2




- 18 -
acto revolucionario. C:omprendÍf)ron que ni era COllS-
ti lucionaJ la fusion ele las dos Cámaras, ni podian és-
tas' sin violar las leyes fundamentales del Estado, al-
terar la forma de Gobierno.»


Conocida la ilegalidad de la proclamacion de la Re-
pública, averigüemos si el adjetivo futi más legal que
el sustantivo, es decir, si al proclamar la Fede1'al se
procedió con más respeto á la ley y al derecho revo-
lucionarios que al proclamar la república solamente.


La asamblea republicana constituyente se reunió el
dia 1. o de Junio de 1873 y nombró presidente interino
á D. José María Orense. El dia 7 se constituyó defi-
nitivamente reeligiendo al Sr. Orense, quien dijo en
su diseurso de gracias:


Creo, sellores, que el único medio de hacer la felicidad de los
pueblos es una buena política; y no podemos dudar de que la me-
jor política será la de la República federal) que no sólo es la for-
ma de gobierno que ha dado mejores resultados en Suiza y en los
Estados-Unidos, sinó que además es el gobierno que quiere el
pueblo, y para mí siempre ha sido un sistema fuera de duda que
lo mejor es aquello que es más popular, puesto que hace el go·
bierno mucho más fácil. ....


Se me figura que debemos empozar por proclamar la República
federal (Aplausos).


y siguo la sesion:


El Sr. Presidente del Pode/' ejecutivo (Figuems): Yo no me
opongo, sellores; al contrario, me felicito de la idea de nuestro
digno Presidente de que se proclame la Repúbliea federal, y creo
que es tal la unidad de sentimientos de la Cámara en esto punto,
que no habrá necesidad de discusion ninguna sino que se hará la
procJamacion por aclamacion unánime.


El Sr. Pere;:, Costales: «¡Viva la Hopública federal! J) (Este rica
fue contestado por la Cámara).




- Hl-
El Sr. Presidente: Se vá á dar cuenta de una proposicion que


se ha presentado en la Mesa.
EZ Sr. Secretario (Soler y Plá): Dice así:
«Los Diputados que suscriben piden 'á las Córtes se sirvan


aprobar la siguiente proposicion de ley:
«Artículo único. La forma de gobierno de la Kacion espniíola


es la República democrática federal. .
Palacio de las Córtes á 7 de .Junio de 1873.-Adolfo de la Ro-


sa.-Angel de Torres.-Ramon Perez Costales.-Domingo San-
chez Yago.-Manuel Lapizburú.-José Ramirez y Duro,-Tomás
de la Calzada.. '


El Sr. La Rosa: Pido la palalJra para apoyar la proposicion
que se acaba de leer.


El SI'. Presidente: La tiene V. S.
El Sr. La Rosa: Pocas ,palabras ....
Yarios Sres. Diputados: A votar, á votar.
El Sr. La Rosa: En ese caso renuncio la palabra.
El Sr. Secretario (Soler JI Plá): ¿Se toma en consideracion la


proposicion del Sr. La Hosa?
El acuerdo fuó afirmativo.
El S/" SecJ'lltario (Soler JI Plá): ¿Se declara de urgencia?
(Muchos Sres. Diputados: Sí, sí.)
El S/'. Seél'clario (Soler Ji Plá): ¿Se aprueIJa? Queda apro-


bada.


El Sr. Benal: Pido á la Mesa que se sirva mandar leer el artÍ·
culo 150 del Reglamento.


El Sr. Secretario (Soler JI Plá): Dice así:
«Art. HiO. La votacion definitiva de las leyes requiere:
LO Que tomen parte en ella la mitad más uno del número to-


tal de Diputados que hayan sido admitidos.
2. o Que la votacion sea nominal.
3. o Que no tenga lugar el mismo dia en que termino la dis-


cusion.
4.° Quo so anuncie por el Presidente, de acuerdo con los Se-


cretarios, la ses ion en que haya de verificarse.
5,° Que este acuerdo se comunique oportunamente á todos los


Diputados en oficio autorizado por la Secretaría.




- 20-
En los proyectos ó projJosiciones de ley para gracia ú pension,


la votacion definitiva se hará por medio de bolas.»
El Sr. Renot: En este artículo se han tomado tod~s las pre-


cauciones posibles para evital' sorpresas á la Cúmara. Es condi-
cion que cuando se haya de hacer la votacion definitiva, lo sea
nominalmente y con arreglo á la norma que ahí se establece. De
consiguiente, los que quisieran salvar su voto, y lo mismo los que
desean que conste el suyo aprobándola, lo podrán hacer, no en
el dia de hoy, pero sí maiíana, ó en otro que fije la Presidencia.


El Sr. Pl'esidente: O esta noche.
El S1'. La Rosa: Pido la palabra acerca de este asunto.
El SI'. Presidente: El Sr. La Hosa tielle la IlDlubl'a.
El Sr. La Rosa: La he pedido para declarar que á pesar de la


respetable opinion de mi amigo el Sr. Benot, creo que en esta
circunstancia la Cámara está por encima del Reg'lamento comple-
tamente y que lo puede hacer en una circunstancia extraordina-
ría. Por lo tanto, pido á la Cámara que declare que ha votado de-
finitivamente la forma de Gobierno; y pido tambien á la Mesa que
tome las disposiciones necesarias para que este acuerdo sea co-
municado telegráficamente á todas las provincias.


El SI'. Sainz de Rueda; Pido la palabra para una aJusion per-
sonal.


El SI'. Presidente: El Sr. Sainz de Rueda tiene la palabra ¡:ara
una alusion personal,


El Sr. Sainz de Rueda: La alusion la he creido encontrar en
las palabras pronunciadas por el Sr. García Lopez. Yo he sido el
único que clara y distintamente, y de pió, he dicho que protesta La
contra esa votacion, porque la creia prematura, y no tuye tiempo
de decir más porque ahogaron mi voz los Sres. Hepresentantes.


El Sr. García Lopez ha dicho que si hay a Iguno que no esté
conforme con esa forma de gobierno, que se le\';m!e y lo digo. Yo
no he dado mi voto porque deje de estar conforme COIl la proposi-
cion, puesto que soy republicano federal, sino porque creo que
no debe darse ese voto' sin discutir antes, y por lo m('nos sin sa-
ber qué República federal vamos á votar, pues es proJJable que no
estemos conformes unos con otros en el sentido de esta palabra.
(Rumores). Pido que se me oiga.


Además se ha votado faltando completamente al neglarnento,




- 21 -
Y 110 tellemus nusotros, soberanos constituyentes, derecho para
faltar al Reglamento que acabamos de votar y que apenas hemos
conocido. Si se ha infringido el Reglamento, al que debemos ate-
nernos, y si la Mesa ha hecho la pregunta sin tener presente la
tl'ascendencia de ella, debemos considerar la votacion nula y ticm-
po tonemos para proclamar la República foderal cuando la haya-
1I10S discutido. (}larmullos). Esta es mi opinion. AquÍ hay muchas
impaciencias y no es tiempo de que obremos con impaciencia; y
yo que soy republicano federal me opongo á la proclamacion de
la llepública federal si se vota de esa manera.


El SI'. Saill~ de Rueda: Pido la palabra sobre el artículo que
acaba de leerse, porque tengo derecho á pedirla y no le tiene na-
die á interrumpirme. (Varios Sres. Diputados: A votar, á votar).
Aquí parece que no se quiere venir á discutir las leyes, sino que
so traen hechas, y yo no puedo consentir que pase ninguna sin ser
discutida cuando el Reglamento lo exige terminantemente. Esos
serrores que ayer se quejaban de que se les queria imponer una
dictadura, quieren hoy imponemos otra dictadura de peor espe-
eie, hnmmando el Reglamento; y si ayer se faltó al Reglamento,
yo tengo derecho hoy á pedir que se restablezca en todo su vi-
gor, porque es la ley que aquÍ tenemos. (Varios Sres. Diputados
piden la palabra.)


El SI'. Presidente: ~o hay palabra.
El SI'. Sainz de Rueda: El Reglamento prohibe terminante-


mente -que se vote una ley sin discutirla; y yo tengo derecho á
hacer que conste que se vá á yotar una ley tan grave eomo la
proclamacion de la l1epÍlblica federal y como la que es asunto de
esta projlosicion sin discutida, y sill permitir que se use de la pa-
labra.


SESlO~ DEL tl DE JLJNlO DE 1873.


YOTAGlO;'i lJEFll'iITlV.\ DE LA PHOPO';¡ClON DE LEY DECLARANDO COMO FOI\-
~!A DE GOlJIER:iO LA RCPÚlJLICA DE~!OCR,~TlCA FEDERAL.


El Sr. Sai,!: de Rueda: Pido la palabra.
(Un SI'. Diputado: Estamos en la órden del dia.)





- 22-
El Sr. Saín::, de Rueda: Pues por eso he pedido la palabra, y


deseo saber quien preside.
El Sr. Presidente: Su señoría se ha permitido criticar mi pro-


ceder, tiene esa facultad; pero yo tambien la tengo para no de·
jarle seguir en la senda que ha emprendido.


El Sr. Sain::, de Rueda: Es que no me han dejado seguir en el
uso de la palabra, y la habia pedido para que se leyeran ciertos
artículos del Reglamento .....


(Fuertes rumares.- Varios Sres. Diputados: A votar, á votar.)
El Sr. Seaetal'ia (Henot): ¿Qué artículos son?
El Sr. Sainz de Rueda: Los artículos 76 y 70.
El Sr. Alfara (D. Tirnoteo): Pillo la palabra para una cuestion


prévia.
El Sr. La Rosa: No hay palabra.
El Sr. Rúiz Llorente: Existe el Reglamento, y no consentlrc


que se haga giro Des. Yo protesto de esta votacion, porque no se
ha discutido la ley que se va á Yotar. (Rumores).


El Sr. Rodriguez SeplÍlveda: SeDar Presidente, pido que se
reglamente esto en forma; que no se hable sin pedir la palabra,
porque, si no, no nos vnmos á entender.


El Sr. Sainz de Ruedr:t: Pido que se lean los artículos 70 y 76
del Reglamento.


El Sr. Secretario (llenat); El artículo 70 del Reglamento dice
así:


«Art. 70. Los proyectos de ley del Gobierno pasarán á la comi·
sion permanente respectiva.


Exceptúanse aquellos que las Córtes declaren en votacion no-
minal de grande urgencia.


Estos se discutirán sin dictámen préYio de comisiono
Art. 76. Tomada en considerndon una proposicion de ley, pa-


sará á la comision respectiva como los proyectos del Gobierno.»
El Sr. Sainz de Rueda: Ahora quiero preguntar, cuando este


proyecto se ha puesto á discusion.
El SI'. Secretario (lienot): Ayer se puso á discusion y se aprobó.
El Sr. Saín: de Rueda : ~o se aprobó, se aclamó.
Por consiguiente, con arreglo al Reglamento, no puede votar-


se esta ley. Esto no es propio de republicanos, ni es sério.
El Sr. Presidente: Si tun atlligo es del Heglamento y del ár-


den el Sr. Diputado, debe empezar [01' llar el ejemplo.




:Su Sdioría no tiene el derecho de intl'odllcil' el desórden en la
Cámara, yeso es lo liue ha venido haciendo repetidamente esta
mañana.


El SI'. Sailt:= de Rueda: Estoy en mi derecho y de él no me
pl'ivará el Sr. Presidente.


El Sr. Presidente: O soy J'residente ó no lo soy: cuando yo
digo que no hay palabra, no la hay.


Queda terminado este incidente.
Se proeede á la votacion definitiva."
Verificado dicho acto, resultó aprobada la pl'oposicion de ley,


por 2i9 votos eontra 2.
El Sr. Presidente: Queda definitivamente aprobada la proposi-


don de ley que declara eomo forma de Gobierno de la Hepública
espalíola, la Hepública democrática federal.


Un Sr. Diputado: ¡ Viva la República federal!
(Este viva {w} repetido pOI' los demás Señores Bepresentant"s.)


Así, de esta manera tan ... informal se puso 01 adje-
tivo (cdeml al sustantivo república, producto a su vez
de un acuerdu inconstitucional. Ya veremos despues
que la existencia y la muerte de la república federal
correspondieron a la irregularidad de su nacimiento


de su bautizo.






LAS PROMESAS DE LA REPUBLIGA.
-)<-






LAS PROMESAS DE LA FEDERAL.


Desde el triunfo de la revolucioll de setiembre, los
republicanos españoles empezaron con una actividad
y una perseverancia imponderables, una propaganda
á favor de. su causa que, á partir de las primeras elec-
ciones, les atrajo los sufragios de la clase proletaria de
las ciudades y una buena parte de la de los campos.
Para lograr este fin no se perdonaron medios: la huja
suelta, los periódicos sérios y los satíricos, los ora-
dores callejeros, los de club y los más encopetados
de teatro ó de salon, no cesaban de ponderar las ex-
celencias de la república federal y las abominaciones
de las monarquías pasadas, de las presentes y de las
futuras.


Reunir aquellas promesas seria componer un cuadro
del paraiso terrenal. España habia de ser la nacion
más floreciente, respetada y envidiada del mundo, sin
que esto costára á los españoles más trabajo que el
de proclamar la república federal. Ni se habia de pa-
gar contribuciones, ni se habian de prestar servicios
personales) y no obstante habria dinero para todo y
fuerzas para hacernos respetar por todo el mundo.


Daba pena y grima al mismo tiempo oir tanto dis-
late, pues toda persona serena é imparcial comprendia
que aquellas promesas irrealizables exaltaban la ima-
ginacion de aquellas masas ignorantes y fanatizadas,




que algull día dejarian sentir la irritacioll de su vio-
lento despecho.


Pero de estas promesas no me he di') ocupar, puns··
to ql,W los prohombres del partido rehuyeron la res-
ponsabilidad de tales predicaciones al echárselas e11
cara cuando se discutieron las actas de aquellas elec-
ciones. Me limitaré, pues, á las promesas escritas ó
habladas que tengan cierto carácter oficial ó que, si
bien formuladas por un solo individl1o, sean en resú-
men la opinion del mayor número.


La más antigua, á lo que yo recuordo, es el pro-
grama de La Discusion, que fl1é la bandera ele los
que, apesar de llamarse en público solo demócratas,
porque la ley no les permitia otra cosa, Ilrivadamente
elecian, y nadie ignoraba, que eran rep'lblicanos.


Dicho programa es eomo sigue:


1.


Libertades y derechos individuales.


Sufragio universal.-Libertad completa de la prensa, sin depó-
sito, editor ni penalidad especial.-Seguridad individual, garanti-
zada por el RAREAS-CORPUS.-Absoluta inviolahilidad de la corres·
pondencia y del domicilio.-Derecho de reunion y de asociacion
pacíficas.-Libertad de indllstria, de trabajo y de trúfieo.-Liber-
tad de crédito.··-Enseiianza libre.-Unidad de legislacion y de
fuero.-Abolieion de la pena de muerte.


Organizacion del Estado é institucümes
políticas.


ena cámara.-Elecciones independientes del Gobierno.-Mili-
cia nacional. -Inamovilidad judidal. -Jurado para toda clase de




- 29-
delitos.-.Tusticia criminal grntuita.-Descentralizacion adminis-
ll'nti\'a.-Indcpcndcncia de la Iglesia.-Participacion de las colo·
nias en la representacion nacional.


Reformas administrativas y económicas.


Inmediata reforma de las leyes hipotecarias para la creacion del
Banco de crédito territoridl y agricola.-Desamortizacion de todo
lo amortizado.-Desestaneo de todo lo estancado.-Supresion de
los consumos y del papel sellado.-Contribucion única directa.-
Conversion de toda la deuda del Estado á una sola clase.-Refor-
ma liberal de los aranceles, con relacíon, sobre todo, á las clases
pobres.-Beduccion dc los gastos improductivos y aumento de los
reproductivos respecto de las obras públicas que sean de (\lienta
del Estado.-Abolicion de las quintas y matrículas de mar.-En-
seíianza primaria ulliversal y gratuita.-Establecimiento de escue-
las profesionales.-Rcforma de las cárceles, extincion de los pre-
sidios y planteamiento del sistema penal penitenciario.


n.
El Comité republicano de Madrid á los electores.


Electores: Designados por el sufragio de nuestros correligiona-
rios pnra dirigir en Mnurid las próximas elecciones que han de
formular el pensamiento y la voluntad del país, dneíio de su sobe-
ranía, nuestro principal deber es invocar elnúmen que nos ha ilu-
minado en la oscuridad de la desgracia y nos ha sostenido en el
esfuerzo del combate; invocar nuestros principios. Débiles, por
ellos nos hemos hecho ruertes; oscuros, por ellos hemos adquiri-
do en mayor ó menor grado la estimacion púhlica: escasos de ins-
tl'llccion, por ellos hemos avasallado la conciencia de las genera-
ciones presentes; no ménos pseasos en número é importancia, por
ellos hemos concluido llenando con las huestes dp la libertad el
p~ís é innuyendo soberanamente en todos los partidos.




- 30-
Sean cualesquiera las ueseomposiciones y recomposLcLones que


los nuevos hechos traigan al partido democrático; sean cualcsquie-
ra los servicios, que nosotros reconocemos en aquellos de nues-
tras antiguos correligionarios, por tantos títulos ilustres, que, obe-
deciendo á errores gravísimos, aunque excusables por la nobleza
de sus móviles, han pactado con partidos diversos y opuestos al
nuestro, no ya una eoalicion en la esfera de los hechos y de la
conducta que podria justificarse por lo supremo de las circunstan·
eias y lo grave de los peligros, sino una coalicion de principios
absurdos, imposibles, cuya inutilidad demostrarán bien pronto
crueles y merecidos desengaños; sean cualesquiera las fuerzas de
dcscomposicion, que nosotros declaramos grandes, la importancia
de los que en este momento nos han abandonado, importancia es-
cepcional, porque son los más elocuentes, los más ilustres, los
más valerosos, los más fuertes, los más queridos y respetados de
todos; todo eso no importa nada cuando algunos, siquier sean los
más débiles y oscuros, se quedan con los priLwipios; porque no
hay ningun hombre por gL'ande, ninguno por fuerte, que tenga la
estatura y la fuerza de una idea.


y la idea capital de nuestro partido; aquella que resume todos
nuestros principios; aquella que contiene todas nuestras reformas;
la que grabamos (~n las Córtes Constituyentes sobre el trono, en·
tonces poderoso, de Isabel II, hasta ol>ligarlo á derruml>arse baj o
su peso; la que sostuvimos en la prensa desafiando la recelosa
censura de los fiscales y el látigo de los tiranos hnsta lograr la ab-
soluta libertad de la palabra; esa idea, á que no podemos renun-
ciar sino renunciando á la vida; esa idea, que bien pronto hemos
de ver aclamada por todos los españoles como la única salvacion
de su independencia, es la idea de la Hepública.


Sí, la República es la fOL'ma esencial de lu democracia, como el
cuerpo humano es la forma esencial de nuestra vida, como la pa-
labra humana es la forma esencial del pensamiento. Pudo en otro
tiempo, pudo en otras condiciones históricas, pudo la ]{cpúblkll
contagiarse con el feudalismo, como se contagia la sangre con el
aire apestado, pero hoy, despues del advenimiento del pueblo y de
su alianza con la libertad, hoy en América yen ElIL'opa, solo exis.
te la democracia dónde existe la llepúbliea, y solo se llaman par-
tidos democráticos los partidos republicanos.




- 31 -
La monarquía es una inslitucion de tal manera injusta, absur-


da, que donde existe, sólo existe para conservar algun privilegio,
para sostener alguna iniquidad. Existe en Inglaterra para·conser·
val' la más insolente de las aristocracias y la más orgullosa de las
iglesias; en Portugal para subordinarla á Inglaterra; en Bélgica
para subol'dinal"la á Francia; en Grecia, para subordinarla á Hu-
sia; en elllrasil, en las riberas del Nuevo Mundo, limpias de re-
yes, para sostener la infamia de la esclavitud y los crímenes de
los negreros. Si hay algun país en el mundo que, llamándose Re-
pública, guarde el bárbaro comunismo monástico de los siglos
medios; si hay algun país, como el Paraguay, donde las liberta-
des no hayan penetrado á través de las instituciones republicanas,
la causa está en que ese país toma un nombre usurpado y guarda
la base de la monarquía, su esencia. Es incomprensihle la viciosa
vinculacion del poder supremo en una familia que impone sus
privilegios como una marca deshonrosa de generacion en genera-
cion, y trasmite la sombra de sus errores, como una herencia fu-
nosW, de siglo en siglo.


Pero nosotros, espaiíoles, nosotros hemos derribado todos los
privilegios, y nada tenernos que temAr, ni nada que esperar de la
diplomacia europea. Nosotros hemos consumido este siglo, todo
este siglo, en esfuerzos titánicos para derribar la monarquía. Ten-
diendo la visla por el largo martirologio de la libertad, recor-
dando los nombres gloriosos de Lacy, de Riego, de Torrijas, de
Zurbano, de Cámara, se descubre que sus verdugos fueron los re-
yes. Subiendo con el pensamiento á las épocas en que ganamos la
libertad para perderla enseguida, se aprende que la ganamos
siempre por el esfuerzo del pueblo y del ejército reunidos, y la
perdimos siempre por las maquinaciones de los palacios conjura-
dos contra nuestro derechos.


El nuevo monarca que busquemos de rodillas por el mundo; el
nuevo monarca, engendro raquítico de una diplomacia enemiga
en todas partes de la revolucion, no nos deberá lo que nos debió
Fernando VII, seis aiios de guerl'a con el extranjero; no nos de-
berá lo que nos debió Isabel I1, siete aiios de guerra civil; no nos
deberá los esfuerzos, los sacrificios que los otros reyes constitu-
cionales nos debieron; y, por consiguiente, se creerá ménos li-
gado aun qUI) ellos {¡ respetar nuestros derechos, tomándonos por




- 32-
los más desgraciados de todos los esclavos, por esclavos volunta-
rios, que apenas han consrguido su libertad, cuando lo han ob-
di cado á las plantas de un rey, y, para mayor ignominia, de un
rey extranjero.


Los españoles todos, sin distincion de escuelas y partidos, sa-
ben que la solucion que ménos seguramente nos divide, la que
más nos fortalece, la que conserva nuestra antigua independencia
es la República, sí, la Bepública que nos impedirá, despues de
tres siglos de extraiías dominaciones y extranjeras dinastías, ver
este país de Daoiz y Velarde, este pais de Bailen y Talavera, este
país de Gerona y Zaragoza, el modeló de pueblos independientes,
el salvador de las nacionalidades libres, cayendo más bajo que
Grecia y que Rumanía en manos de la diplomacia europea, que se
disuelve, como se disuelven todos los cadáveres, al contacto del
aire y de la luz de nucstro siglo.


Pero entre los espaiíoles, ¡¡¡¡uellos que más debcn desear la
República y más repeler la monarquía, son los espaiíoles compro-
metidos moral y materialmente en la gloriosa Revolucion de se-
tiembre. El pueblo no ha entendido derribar solamente una dinas-
tía; ha arrancado de los antiguos blasones el ¡'emate de la corona,
ha querido pisotearla, y la ha pisoteado, para que no reapareciese
jamás dignamente sobre ninguna cabeza. Los principios procla-
mados por la revolucion; los derechos individuales, como leyes
de todo organismo político; el sufragio universal, como origen
permanente del poder; las libertades absolutas de imprenta y de
reuníon, como eternos tribunos armados de su veto moral contra
todas las arbitrariedades del poder, son principios incompatibles
con la monarquía. Y la pruebn está en que, mientras existen to-
dos en las dos repúblicas-modelos que hay en el mundo, 110 exis-
ten todos en ninguna monarquía, ni en las más liberales, porque
las absurdas monarquías democráticas, COtllO la de Luis Felipe,
apenas han nacido, cuando por impulso fatal de su organismo,
han devorado libertad y democracia.


La igualdad de derechos, la igualdad que es el gran principio
del partido democrático, la igualdad que es la estension de las
libertades á todos los hombres, la igualdad no existe allí donde
una familia amortiza las más altas magistraturas, las más tras-
cendentales funciones sociales: la auto['idad y el poder. La libero




- 3:l-
tad, ese principio fundamental de la vida, la libertad se detiene
ante un trono inviolable, irresponsable, hereditario, esceptuado
de la crítica, puesto en esferas inaccesibles, limitando, por su
propia organizacion y por sus atributos esenciales, todos, absolu-
tamente todos los derechos, que se vuelven raquíticos, por desigua-
les, en cuanto no se estienden dentro de su espacio natural, de su
forma propia, que es la República.


Por esta razon, así que el Comité se ha reunido, así que sus in-
dividuos se han juntado merced al llamamiento de miIIares de sus
correligionarios, sr han decidido á proclamar por unanimidad
como la idea capital de sus creencias políticas, como la forma in-
separable de los principios democráticos, como la necesidad su-
prema del momento, como la consecuencia lógica de la revolucion,
como la idea que nos une á todos los pueblos y nos separa de to-
dos los despotismos, como la solucion inmediata que debemos
sostener en la prensa, en los comicios, en el Parlamento, seguros
de que su triunfo próximo y definitivo es indudable, se han de-
cidido á proclamar la República.


l:on la República y por la República aseguraremos los derechos
individuales poniéndolos fuera dr todos los poderes.


Con la República y pOL' la República realizaremos Constante-
mente el gran principio de la soberania nacional, sin que lo limite
ningnna institucion, y sin que lo manche ningun sofisma. Con la
República y por la República el municipio recobrará su autono-
mía y la provincia sus condiciones de vida y de derecho en una
ampllsima descentralizacion. La República y sólo la República
puede lograr que el Parlamento central salga inmediatamente dr.l
sufragio de todos los ciudadanos y el poder supremo del Parla-
mento, como sucede en Suiza, como ha sucedido en el período
más glorioso de nuestra historia, durante las Córtes de Cádiz, que
nos dieron libertad y pátria, sin necesidad de esas presidencias,
semejantes á las monarquías, y tentadoras para las desapodera-
das ambiciones humanas. Con la República y por la República
resolveremos el problema capitalísimo de nucstro siglo, el pro-
blema que será su honra y su título de gloria en lo porvenir: la
alianza inseparable de la democracia con la libertad.


La República nos dará las libertades que nos faltan y nos con-
firmará las libertades que hemos conquistado: la libertad de pen-


3




- 34-
samiento v de concíencia, la libertad de enseiianza y de cultos, 13
separacio~ radical entre la Iglesia y el Estado. La República nos
dará, así para las elecciones de ayuntamientos como para las elec-
ciones de diputados provinciales y de diputados á Córtes, el su-
fragio universal. La República asegurará el domicilio contra toda
violacion, la propiedad contra todo ataque, el trabajo contra todas
las esplotaciones y todas las servidumbres, el crédito y el comer·
cio contra todas las artificiales barreras levantadas por los privi-
1egios absurdos y el aislamiento monástico de las antiguas monar-
quías. La República asegurará la libertad de asociacion con tal
firmeza que los trabajadores puedan resolver por sí mismos, en
el pleno goce de su dignidad y usando de todas sus libertades, el
problema social que ha de elevar á las clases desheredadas á las
regiones de la verdadera vida.


La República es el Estado reducido á sus naturales límites y á
sus funciones primordiales; la sociedad sustituy6ndose á las"arbi-
trarias leyes de los antiguos gobiernos, la pena de muerte aboli-
da, el sistema penal refol'mado, las antiguas colonias tanto tiem-
po opresas y explotadas entrando en su autonomía, el presupuesto
rebajado en más de la mitad de su presente escandalosa cifra, las
contribuciones indirectas abolidas, la denda pagada religiosamen-
te pero convertida á una sola clase, las quintas y las m8trículas
de mar olvidadas para siempre, la realizacion completa de todo
el programa democrático.


y como remate, como coronamiento de esta obra bendita, co-
locará inmediatamente la República en el ara de la pátria emanci-
pada, las cadenas de ochoeientos mil esclavos que no pueden con-
tinuar en la servidumbre, desde el momento en que se caiga la
clave 'de todas las injusticias, la esperanza de las restauraciones
monárquicas.


Electores: ya os hemos dicho nuestro programa, que debcis
ocoger, no por las oscuras personas que lo firman, sino por las
('laras ideas que lo enaltecen. Id con él, abrazados á 61, sin tran-
sacciones que debilitan"sin complacencias que matan la energía
de los partidos; id con él á las urnas y depositad á favor de él
vuestro voto, seguros de que salyais la pátria, y con la pátria
Europa, y con Europa el mundo, cansado ya de llevar en su con-
ciencia los restos podridos de la monarquía y de la teocracia.




- 31>-
Contémonos, republicanos; sepamos cuantos- somos, y sepa el
mundo que aquí hay muchos ciudadanos que no están dispuestos
á renunciar á su soberanía, ni á doblarla rodillay la espina dor-
sal ante ningun rey de la tierra, ni á convertirse de libres en cor-
tesanos.


Pero, electores, id á las urnas con la calma de los valientes,
con la seguridad de los fuertes; respetando el derecho de todos,
para que todos respeten vuestro derecho. Desde que cayó la mo-
narquía antigua, á pesar de los votos del Gobierno provisional por
traernos otra quimt'fiea, la verdad es que estamos en República.
La legalidad es la República; el Gobierno es republicano, porque
ha recibido su investidura del pueblo, y sólo ante la representa-
cíon del pueblo deberá dar cuenta de su política y de sus actos,
y porque sobre él no se alza ninguna de esas coronas reales que
matan á los gobicrnos populares con su sombra. Lo que esta Re-
pública necesita es ser legitimada por el voto de la Constituyente,
y establecida, organizada por leycs tan sencillas como sabias. De
suerte que hoy, electores, lo conservador, lo esencialmente con-
servador es la República; mientras lo anárquico, lo desordenado,
lo perturbador es la monarquía.


Así, mientras las libertades de reunion y de asociacion existan,
mientras la imprenta sea Hure, míen tras el sufragio universal no
se falsee ni se limite, mientras ·los derechos individuales, en fin,
se vean respetados, impól'tennos poco los hombres y los partidos
que gobiernen y los errores secundarios que cometan; y debemos
encei'rarnos dentro de la legalidad y legalmente difundir nuestros
principios.


Por lo mismo vuestro Comité os encarga el órden más complo-
to, el mantenimiento de la tranquilidad pública á toda costa y á
todo trance. El pueblo que; teniendo el derecho de reunion, la li-
bertad de i:nprenta y el sufragio universal, apela á los tiros y no
á los votos, npcla á las nrmas y no á las ideas, ese pueblo es un
pueblo suicida. Las sociedades no pueden vivir en una pertul'ba-
cion cOl1tínua. El derecho no se puede exigir sino cuando se cum-
ple el deber. Los ciudadanos jamás verán respetadas sus . liberta -
des, si no comienzan por respetar ellos primero la autoridad. La
historia enseña que es fácil conquistar la libertad y difícil con-
servarla.




- 36-
La historia enseiía que muchas veces se ha perdido tan precio-


so bien por la inesperiencia de los pueblos. Y, no lo dudeis, los
que os inciten al desórden, á la rebelion, quieren perderos. Y nos-
otros que os escitamos al órden y al respeto á la nutoridad, nos-
otros queremos salvaros. Es un axioma, que nunca nos cansare-
mos de repetir, el siguiente: cuando se pone á una sociedad en la
dura alternativa de optar entre la anarquía y la dictadura, opta,
guiada de instintos conservadores incontrastables, opta siempre
por la dictadura. Tengan hoy los gobiernos, en medio del oleaje
de las libertades públicas, una seguridad que jamás tuvieron bHjo
el capricho de los monarcas, y habremos salvado la pátria y ha-
bremos hecho indispensable la República.


Electores: calma, tranquilidad, órden, respeto á todos los de-
rechos, apoyo á toda autoridad legitima; ejercicio pacífico de to-
das las libertades; observnncia escrupulosa de la moralidad pú-
blka; horror al criminal que ataque el órden cubriéndose con
apariencias de tribuno; mucha madurez política, y cuando se con-
voquen las Constituyentes, enviad diputados que digan: queremos
salvar la Hepública, porque todos la hemos conquistado con nues-
tro valor; queremos conservar la República, porque todos la he-
mos merecido por nuestra prudencia. Salud y Fraternidad.-Ma-
drid i 7 de noviembre de 1868.


Presidente, José Maria OJ'ense.-Vice-presidentes, José Cris-
tóbal Somi.-Blas Pierrad.-Estanislao Figueras.-Emilio Cas-
tela¡·.-Francisco Garda T.Jopez.-Roque Barcia.-Juan Pico Do-
minguez.-lJiego Lopez Santiso.-Ramon Chies.-Leon Taillet.
-Jase Benito Pardiiias.-Pedro Pallares.-Cesáreo ¡lfartin 80-
molinos.-Jose Garda Cabaiias.-Santiago Gutierrez.- Valentin
Corona.-Diego l'J1Iaría Quesada.-Fra.ncisco Córdova y Lopez.-
A rtgel Cenegorta.-Eusebio Freixa.-Adolfo JOa/'izti.-Jose Gui-
sasola. - Secretarios, Ceferino Tresserra.- Antonio Urense.-
.Julio Vizca/'/'ondo.-Federico Ordax Arecilla.




- 37 -


IlI.


Lluvia de oro.


Doy la denominacion comun de lluvia de oro á las
promesas que hicieron los republicanos desde la opo-
sicion. El no haberse proclamado la República al
triunfar la revolucion de Setiembre, les dió ocasion
de pujar muy alto en la pública almoneda del Poder,
de ese Becerro de oro que es el ídolo y aspiracioll
única de todos nuestros partidos políticos; y como en
los gobiernos representativos por sufragio universal
quien lo da ó lo quita son las masas, á. ellas hala-
gan los aspirantes prometiéndoles lo que les puede
ser más agradable, sin curarse de averiguar si podrán
6 no realizar sus promesas. Todos los partidos saben
que el poder dispone de fusiles y cañones para impo-
nor silencio á los acreedores importunos que recla-
men más ó ménos ruidosamente el cumplimiento de
lo estipulado; por esto ninguno se apura por la difi-
cultad de cumplir las promesas que haga en su cali-
dad de aspirante cuando llegue el dia de cumplir lo
prometido.


Así es que, durante los cuatro años de puja, el
partido republicano, léjos de cercenar el programa
de La Discusion, lo mejoró en torcio y quinto, hasta
convertirlo en una verdadera lluvia de oro para ese
Jlobre pueblo que lo habia de llevar á cuestas hasta
las puertas del poder, quedándose él á la puerta can-
sado, hambriento, cacareando y sin plumas.


Nótese que á medida que esos partidos se acercan
al poder se van haciendo mas circunspectos; á medi-




- 38-
da que se van rellenando en él so hacon olvidadizos
y sordos á los clamores populares, y los que por efec-
to del famoso juego de los partidos reinciden en em-
puñar el timon de la nave del Estado, desde el primer
dia la declaran en peligro inminente de zozobrar,
cortan las amarras y arrojan al mar la que un dia
fué preciosa y hoyes peligrosa carga de los princi-
pios que les sirvieron para abrirse paso hasta el po-
der. Esto es lo que nos dice la historia de todos los
países, y esto es lo que se verá en el curso de las
dos partes de esta obra.


Al partido republicano le ha pasado lo que á los
demás partidos populares, solamente que como el
noviciado ha sido largo, ha tenido más tiempo para
despacharse á su gusto así en las promesas que ha-
cia al pueblo como en las censuras que dirigía á los
que le cerraban el paso para llegar al poder.


En lo de las censuras no anduvo escaso ní fuera de
camino, y razon y ocasion tenia de sobras para acu-
sar de inconsecuentes á los revolucionarios monár-
quicos. En todas las formas les echó en cara este feo
vicio, y cien veces juró por los manes de los márti-
tires de la libertad, que no caeria en tan feo vicio.
Qui vivrá vedrá.


Oigamos ya á esos señores.


INCONSECUENCIA.


Pues bien, vosotros manteneis la union de la Iglesia y del Esta·
do, y esa es una de las mayores inconsecuencias, una de las más
graves)altas_de la revolucion de Setiembre.


CASTELAU.-2f¡, de Febrero de i869 (i).
(1) Nótese que se dirigía este cargo á los monár'luicos, ú los CUlltro me-


ses solamente de ocupar el [loder.-M.




- 39-
Estos son siempre los resultados que se obtienen cuando se en-


gaila al pueblo; y, señores, es tal la idea que el pueblo español
tiene de que se le ha de engailar todavía y de que ha de i'uceder
ahora como en los demás pronunciamientos, que todo el mundo
me ha preguntado: .Señor Orense, ¿ nos engañarán ahora tam-
bien? y yo he contestado: «no lo sé: procuraremos que no nos
engañen, pero francamente, yo no tengo ninguna confianza de
que esta revolucion se llegue á realizar, es decir, de que nuestra
gloriosa revolucion no venga á convertirse en un pronunciamien-
to, en una política de quítate tú para ponerme yo, Ó sea aquello
de que yo soy muy liberal, pero cuando ocupe tu puesto haré
exactamente lo mismo que tú haces.»


ORENSE.-5 de Marzo de 1863 •


Señores, estamos libres de los Borbones: cuando se cometan in·
consecuencias sobre inconsecuencias, y decepcfones y más decep_
ciones, ya no podremos decir que tiene la culpa el Borbon, sino
que la tendremos nosotros. Es preciso que se inaugure Ulla políti-
ca de lealtad y de franqueza, no una política de palabras, sino de
hechos: es preciso que vuelva á imperar en esta tierra la lealtad·
y la hidalguía, que parece que estaban desterradas: es preciso
que todos prefiramos el ser rectos y justos á Set' hábiles: no que-
remos habilidad, no queremos leyes sofísticas, no qUeremos va-
nidad, no queremos n:nguno de esos títulos que despreciamos;
queremos tan solo el título noble, imperecedero, sublime, de jus-
tos y de rectos, de formales, de leales y de sinceros .•


Nosotros podremos estar equivocados Ó podremos no estarlo: la
revolucion podrá haberse ó no equivocado; pero respecto á este
particular, nosotros venimos, no con un criterio propio, sino con
el criterio de la revoluciono Si esta se ha equivocado, nosotros de-
bemos dejar esos bancos y llnmar á los moderados diciéndoles
que vengan á ocuparlos, pues ellos solos son los dIgnos de· ad~
ministrar y legislar.


desde ese campanario y desde ese rincon he ad-
quirido la fé y la conviccion completa de que el hombre debe ser
siempre consecuente con sus opiniones, que no debe prometer
nunea nada ni á nadie mas que lo que trate de cumplir, qU3 el




- 40-
hombre público debe sostener sus ideas lo mismo en el Congreso
que en el Gobierno.


CASTEJON.-iQ de Marzo de 1869.


Yo creo que la diferencia entre el partido democrático y el par-
tido doctrinario consistió siempre en que el partido doctrinario
aplaza las reformas y el partido democrático las quiere PRONTAS
INSTANTÁNEAS, INMEDIATAS. Por eso creo yo que el Sr. Romero Gi.
ron conservaba con justo título el dictado de demócrata, solo que,
en esta cuestion de quintas, comete un grave pecado de inconse-
cuencia.


Aquí sucede que durarite el período revolucionario se promete
mucho, y durante el período legal se cumple poco: aquí sucede
que durante el período de oposicion se promete mucho, y duran-
te el período de Gobierno se cumple poco.


CASTELAR.-23 de llarzo de 1869.


Si nosotros hiciéramos esto tendrian razon los de nuestro parti.
do en excomulgarnos, en echarnos de él y despreciarnos: que los
hombres políticos luchan en las ideas políticas para llegar al po-
der á fin de plantar en él las doctrinas que han defendido en la
oposicion; y si no hacen esto, la política no ha sido para ellos
más que vil mercancía. Hay más obligacion en el hombre público
de velar por la pureza de los principios de su partido en el poder,
que en la oposicion.


FJGliERAS.-21 de Abril de 1871.


Yo no regresaré nunca á las ideas sanas, segun las entienden
los partidos conservadores. (El Sr. Bias y Rosas: ¡Qué sabemos!)
• Tengo ade·
más que añadir algunas palabra. Yo tengo que decir una cosa,
sin que esto sea ofender al Sr. Duque de la Torre, que la historia
dice que mucho le debemos, que mucho le debe la libertad en
nueStras contiendas civiles. Es verdad, muchas veces nos ha sal-
vado; pero no hubiera tenido que salvarnos nunca, si muchas ve·
ces no nos hubiera perdido. Nos salvó en el año 4:0 y nos perdió




-u-
en el año la.3; nos salvó en el año 5la. y nos perdió en el 56 y nos
persiguió en el año 66 encarnizadamente. El Duque de la Torre
sube unas veces, y otras veces baja: ahora está en el período del
descenso, y como está en el descenso, temo que sea un peligro
para la Pátria y para la libertad.


CASTELAR.-17 de Noviembre de 1871.


LOS DERECHOS INDIVIDUALES.


Por de pronto, yo nunca he votado una suspension de garan-
tías, ni perteneceria nunca á un partido que las votara. -


FIGUERAS.-5 de Marzo de 1869·


Los derechos individuales. Nosotros hemos sostenido siempre,
nosotros sostenemos todavía que los derechos individuales son
ilegislables, completamente ilegislables. Pues bien, yo os pregun-
to una cosa. Si los derechos individuales son ilegislables como
habíamos convenido, ¿por qué los habeis legislado? La verdad cs
que el porvenir no creerá, que las generaciones venideras no po-
drán creer nunca, absolutamente nunca, no ya que los derechos
individuales se hayan negado, pero ni siquiera que los derechos
individuales se hayan escrito. ¿Qué se diria de una Constitucion
donde se escribieran estos principios; El hombre tiene derecho á
respirar, el hombre tiene derecho á hacer en sus pulmones la
combustion de la sangre, el hombre tiene derecho á tener sangre
venosa y sangre arteriaL el hombre tiene derecho á poseer un co·
razon y un hígado? Todo el mundo se reiria de esa Constitucion
insensata.


Pues bien: lo mismo que todo el mundo se reiria de esa Cons-
titucion insensata que decretase el organismo humano, todo el
mundo se reirá en los tiempos venideros de las Constituciones de
ahora, cuando vean escrito y legislado el derecho de escribir, el
derecho de pensar, el derecho á la creencia religiosa, que son de-
rechos naturales superiores á toda legislacion (1).


CASTELAR.-7 de Marzo de 1869.
(1) En los proyectos de Constitucion hechos por los ropu!Jlicanos, incluso


pi '1118 se atribuye al smior Caststar, están consignados eslos derecbos.-M.




-1,2 -
En la esfera política vemos un punto negro, pues por más que


se proclame muy alto por todas las fracciones de la Cámara el res-
peto á los derechos individuales, mientras en lontananza se vea
asomar la cabeza á la sombra fatídica de los estados de sitio y de
las autorizaciones para suspender las garantías individuales, el
pueblo no podrá estar tranquilo. Si las libertades individuales son
ilegislables, si nosotros reconocemos que son superiores á nos-
otros mismos, pues son la ley de la vida humana, no debe haber,
segun nuestro criterio, ninguna circunstacia que faculte la reapa-
ricion de los estados de sitio y de la suspension de las garantías
indívidtrales.


CASTEION (D. Ramon).-10 de Marzo de 186U.


Nosotros no somos facciosos, nosotros no tenemos la idea de
fiar á las armas nuestru derecho: partimos de un punto de doctri·
na demasiado elevado para que vengamos á caer en estos graves
errores: nosotros reconocemos el derecho de insurreccion siem-
pre que alguno de los derechos individuales, siempre que alguno
de los derechos naturales sea cohibido, siempre que el sufragio
sea mutilado; pero fuera de esto, lo fiamos todo á la razon, á la
justicia que nos asiste, al tiempo, á nuestra fé para hucer la pro-
paganda.
Permítame, pues, S. S. que de pasada le. diga que á un pueblo
como este no se le conceden los derechus individuales, no se le
dan los derechos de reunion y de asociacion, no se le da el su-
fragio universal, y S. S., sin embargo de que tiene la conciencia
de que pste pueblo no es ilustrado, pone su firma al pié de una
Constitucion en que se conceden todos esos derechos. Yo le ase·
guro al Sr. Olózaga que si yo tuviera del pueblo español la idea
que S. S. tiene, no hubiera suscrito la Constitucion que S S. ha
suscrito.


Nosotros creemos que el pueblo español es uno de los más ilus·
trados y más inteligentes de Europa; nosotros creemos que ningun
pueblo del mundo hubiéra sufrido la interinidad que está sufriendo
este pueblo; nosotros creemos que ni el pueblo belga ni el pueblo
inglés hubieran pasado por lo que este pueblo ha pasado; nosotros
ereemos que en ninguna parte del mundo se ha dado ejemplo dl~




- 4:J-
usar el surragio en tanto número y con tan pocos inconvenientes.
Pero el Sr. Olózaga, q)le cree que este pueblo es indigno de la li-
bertad, incurre, sin embargo, en la contradiccion de concedérse-
la tan ümplia como su seiloría dice que es la que se le concede en
esta Constitucion, la más liberal del mundo segun S. S.


FIGuERAs.-i8de Mayo de 1869.


Hé aquí porqué soy tan partidario de los derechos individuales;
hé aquí porqué en el afio 54 escribí yo un libro que tenia por le-
ma, La revolucion es la paz: la reacC'ion es la guerra>' lema que
pareció entonces paradógico, pero que no lo fué desde el momen-
to en que se cQmprendió mi idea. Al decir que la revolucion era
la paz, creia yo que llevando la revolucion consigo los derechos
individuales nos traia el progreso pacífico, al paso que la reac-
cion, tratando de limitarlos, y en cierto modo de destruirlos, no
podia traer más que el progreso violento, es decir, la guerra.


Pi y ~1A.nGALL. -31 de Octubre de 187 i.


Por eso todos creemos que aquellas facultades inherentes á la
personalidad humana; el derecho á creer en el principio físico ó
metafísico, religioso ó positivo, trascendental ó inmanente que
nuestra conciencia nos imponga; el derecho á pensar con arreglo
al dictado de la razon; el derecho á reunirnos y asociarnos para el
cumplimiento de los lines humanos, son derechos anteriores y su-
periores á todo poder, anteriores y superiores á todo Estado, ante-
riores y superiores á toda legislacion posiriva, que solo come-
tiendo UIla grande injusticia, la ley puede negar; porque al negar-
los, desconoce la naturaleza humana, ataca las Dases inconmovi-
bles de toda sociedad.


CASTELAR.--6 de Xoviembre de 1871.


LA LIBERTAD.


La libertad, seilores, tiene muchos inconvenientes; pero es ne-
cesario amarla con sus inconvenientes y por sus inconveniJl1tes.




- ~~-
Eso es lo que yo admiro en la raza inglesa, en esa fuerte raza que
parece forjada en el bronce de la historia, y que con un pueblo
mucho ménos civilizado que el nuestro, con un pueblo de peores
instintos que el nuestro, más levantisco, más desordenado, com-
prende que la libertad se necesita para impulsar las naves, y que
es mejor·perderse por sobra de vientos que no podrir la nave de
Estado en las aguas inamovibles de la calma del despotismo.
CASTELAR.-2~ de FelJrero de i869.


LA IGUALDAD.


La libertad es principalmente para los vencidos. Sí, yo pido la
libertad pala nuestros enemigos. ¡Dichosa, feliz idea democrática
que nos permit~ aligerar los hierros de nuestros carceleros, que
nos permite interceder por la vida de nuestros verdugos!.; ...


Pues bien; yo pido que no se viole la libertad de mi patria; yo
pido que hasta los más enemigos sean libres; yo pido que ellos
emitan como quieran su pensamiento ...


CASTELAR.-22 de Febrero de f869.


Lo que he dicho antes y diré siempre que es que si esta revo-
lucio n no es para establecer el derecho para todos, yo maldigo de
la revolucion; será una revolucion menguada, un triste pronuncia-
miento, que acabará de llevar á España al último grado de pos-
tracion y envilecimiento.


FIGUERAS.-5 de Marzo de 1869.


LA IMPRENTA.


Pero si estas consideraciones trascendentales no bastáran, ha-
bria otras consideraciones ménos altas, pero más convincentes pa-
ra persuadiros á no condenar un periódico. Vosotros, ciudadanos
pacíficos, que amais el órden, examinad detenidamente cuales son
las naciones presa del dcsórden, y encontrareis que son aquellas
en que la ley oprime el pensamiento. Nuestras hermanas las ['('pú·




- 415-
blicas de América, lo he dicho mil veces, no han visto lucir dia
sereno en sus horizontes, porque no son repúblicas, sino monar-
quías militarcs. Pues volved los ojos á los Estados-Unidos. Aque-
lla nacion compuesta de tan encontrados elementos, de tan dis-
tintas razas, goza de eterna paz. No hay nube que oscurezca sus
estrellas. ¿Por qué? Porque el pensamiento es absolutamente libre.
Xo se puede dar órden material más compJeto en la esfera de los
hechos, y desórden moral más absoluto en la esfera de las ideas.


y si volvem.os los ojos á este viejo mundo, cubierto con la ar-
diente lava de tan~os volcanes apagados, ¿qué encontramos? To-
das las grandes al~eraciones acaecidas en Europa han provenido
de cohibir el pensamiento. La gloria de Napoleon fué vencida por
la gloria de ~Idmp,. Stnel. Cárlos X se hundió en el polvo por sus
leyes sobre imprenta. Luis Felipe se vió desposeido de un trono
por haber opuesto un dique á la libertad, que como las aguas, ne-
cesita un cauce. ¿Y la república de 18481 ¡Ohl Yo no puedo, no
debo decir todo lo que siento de la república de 1848, porque es
la madre de mis ideas.


Pero, seiiores, en aquel dia tremendo de su muerte debió apa-
recerse á "u dolorida conciencia los derechos que habia violado,
Jos periódicos que habia suprimido, acordándole, sin duda, que
moria por no haber sido fiel á sus principios, por no haber levan-
tado en los aires clara su bandera, con todas sus legítimas con-
secuencias; que Dios castiga siempre lo mismo á los individuos
que á los pueblos olvidados de la ley moral.


Por eso, yo no quiero, absolutamente no quiero, 'lue se conde-
ne ningun periódico. Cuando veo que se condena un periódico,
aunque sea el más contrario á mis principios, tiemblo porque me
parece que se ha condensado una tempestad en la atmósfera.


CAsTELAn.-(Discurso pronunciado el dia 20 de Mayo de 18~6,
en defensa de La Democracia.)


.Si el hombre, se ha dicho, tiene en su razon su mas alto
criterio; si en la conciencia, reflejo y voz interior de la razon mis-
ma, halla las .reglas de la moral y el derecho,. y, por consecuen·
cia, la norma de sus aetos; si no hay nada que pueda cohibir esa
razon ni nada que esté sobre ella, puesto que por su iniciativa y




- 46-
á su impulso caen los- dioses, perecen las institucíones, pierden
su imperio las mas arraigadas ideas y se camhia y trasforma la
vida de los pueblos; el hombre es inviolable en las manifestacio-
nes de su pensamiento, y no hay ni cn el Estado ni en la Iglesia,
órganos de la razon colectiva, autoridad para impedirlas ni po-
nerles condicion ni límite.


«Importa p·oco que sus ideas, en pugna con las del siglo, pa-
rezcan quiméricas y absurdas; la idea quimérica de hoy puede
ser la realidad demaiiana,ynohay tribunal para juzgarlas. Au-
tónQmo el hombre, es y debe ser libre en su pensamiento y su
conciencia; y si por su caráctE'r y sus mt:Itiples necesidades ha
de estar sometido á leyes y gobiernos, expresion de su vida so-
cial, ha de concurrir á la creacion de esos gobiernos y al esta-
blecimiento de esas leyes, como se quiera que tengan legitimidad
y fuerza. Dada la soberanía de la razon, no es ya posible buscar
en Dios la legitimidad de los poderes: por la gracia del hombre
y no la de Dios llevan los reyes corona y ciiien espada los prínci-
pes de la tierra.»


La Revista de Andalucia.-Orígen del dogma democrático
por F. PI y MAllGALL.


los defectos de la prensa se corrigen por la prensa
misma .....


El hombrc que no sabe sufrir en paciencia los ataques de sus
enemigos políticos, en este ó en otro scntido, aunque exagerados,
aunque se dirijan en malas formas, este hombre está poco dispues·
to para la libertad, y por lo mismo no debe confiúr&ele el supremo
poder.


FIGUEllAS.-23 Febrcro de 1869.


Conozco los Estados -T.; nidos, donde está prohibido legislar so·
bl'e imprenta, y aquí el Código penal es una legislacion absurda,
es una legislacion tiránica que pesa con peso incontrastable sobre
la prensa.


Es necesario, si quereis someter la prensa á un Código, que es-
tablezcais el jurado, porque los delitos de opinion son delitos de




- t!7 -
conciencia, y de los delitos de conciencia solo puede juzgar la
eonciencin pública.


CASTELAR.-24, de Febrero de 1869.


Por ejemplo: la recogida de un periódico en tiempos de Gonza-
lez Bravo era un hecho comun, corriente, mientras la recogida de
un periódieo en este tiempo es un atentado, porque la revolucion
ha declarado ilegislables los derechos individuales.


CASTIlLAR.-16 de Marzo de i869.


Una difereneia fundamental existe entre la opinion de S. SS. y
la que en este lado de la Cámara sustentamos. Sin entrar ahora á
determinar cuáles sean los demás derechos primarios de la perso-
nalidad humana, entendemos que no toca al Estado sino ampa-
rarlos, en ninguna manera limitarlos, porque no tienen en justicia
límite alguno exterior, y afirmamos además que nos da en gran
pnrte la razon In Constitucion vigente.


La libertad del pensamiento no tiene en ella límite alguno; el
derecho de profesar las creencias que la conciencia dicte, no lo
tiene tampoco. Solo los actos atentatorios de otra creencia reli-
giosa lo tienen; pero aquí no es ya el derecho mismo lo que se li·
mita, sino que, por lo contrario, es el principio que sirve para
deslindar una esfera de otra, segun lo están ya, como decia per-
rectamente el Sr. Pí y MargaIl, por razon de la misma personali-
dad humana.


SADIERON.-3 de Noviembre de 1871.


Creyendo yo que la tribuna es la cima de donde desciende el
manantial de las ideas á los lábios del pueblo; creyendo yo que
las ideas encarnadas en la palabra humana son el verbo del pro-
greso, jamás pondré ningun género de limitaciones á la libertad
de discusion, que con la libertad de pensamiento forma el dogma
científico y político más arraigado en mi conciencia y más practi·
cado en mi vida.


CASTELAR.-2¡) de Agosto de i873.




- ~8 -


LA PENA DE ~lliERTE.


Pero si yo fuera capaz de sentir la ambician del poder, si yo
fuera capaz de tener envidia por el poder, la húbiel'a tenido la
otra noche, cnando el Sr. Ministro de Gracia y Justicia anunciaba
que en los cinco meses del Gobierno Provisional habian arranca-
do f 9 víctimas al cadalso.


¡Feliz siglo el nuestro, que no contento con apagar las hogue-
ras de la inquisicion que devoraban la conciencia humana, con
abolir el tormento y la pena de infamia que se estendian sobre la
inocencia, disputa hoy su guadaiia de muerte y su cetro de som-
bras al representante de todos los antiguos errores y. de las anli-
guas maldades, al magistrado supremo dr. la tiranía, al verdugo,
siniestra figura que corona tod8s las injusticias del absolutismo!


CASTELAR -4 de Marzo de 1869.


LAS QUINTAS.


Nosotros no queremos las quintas ni las matrículas de mar, como
no queremos la monarquía, porque nosotros no queremos que es-
t:l ASflmblefl revolueionaria que es obra del pueblo, cuyos miem-
bros casi todos le han ofrecido reformas radicales en todos los dis·
cursos que han dirigido á los electores, como que abolirian esas
dos contribuciones odiosas de las quintas y de las matrículas de
mar, se desprestigie haciendo lo contrario de lo ofrecido, demos·
trando al pueblo que una cosa es estar en la oposicion y otra en
el poder; que cuando se quiere llegar á ól se prometen esas refor-
mas y se ofrecen grandes mejoras para despues no hacer ningu·
na. Pues bien, Sres. Diputados, yo digo: una de dos: ó antes de
llegar al poder y estando en la oposicion han ereido de buena fé
que podian verificarse, y despues de ser Gobierno juzgan que esas
reformas no pueden IIrlVarse á cabo por ser medios necesarios pa-
ragobernar, en cuyo caso creo son pobres hombres de gobierno,
ú mejor dicho, en realidad no son tales hombres de gobierno. y
no merecen ocupar el poder, ó han ofrecido esas reformas como
armas de partido para llegar al poder, en cuyo caso tampoco mc-




-4.9 -
recen ocuparlo por una razon mucho más grave, porque es cues-
tion de moralidad. Pero lo cierto es, que hoy en la opinion públi-
ca la cuestion está prejuzgada contra las quintas y que aquí, por
el contrario, en la opinion del Gobierno y de la mayoría la cues-
tion está prejuzgada en sentido inverso, es decir, en pró de la
conservacion de las quintas ..


Pero es lo cierto que no se pueden tener grandes ejércitos per-
manentes sin quintas; es lo cierto que la facilidad de tener solda-
dos porque el pueblo los da, esa facilidad ha cesado, porque el pue-
blo hoy no quiere quintas: el pueblo sabe bien lo que significa ser
soldado, el pueblo sabe que ser soldado es una esclavitud indigna
de la civiliz:Jcion de nuestro siglo: el pueblo sabe que despues de
haberse proclamado por la revolucion los derechos y las liberta-
des individuales, las quintas son un atentado contra esos derechos
y libertades.


Voy á concluir, Sres. Diputados, diciendo solo cuatro palabras
respecto á nuestra posicion en esta cuestiono Nosotros, como todo
el mundo sabe, hemos ofrecido que no vendríamos á votar aquí las
quintas; nosotros tencmos gl'avÍsimos compromisos contraidos con
el país; nosotros hemos dicho que nos opondrémos á las quintas;
nosotros hemos dicho que tienen razon los pueblos en no querer
las quintas; nosotros hemos dicho que las quintas eran una odiosa
institucion que habia caido con la dinastía Borbónica; nosotros he·
mos dicho que la abolieion de las quintas era una cosa juzgada y
prejuzgada por la revoluciono Y bien, nosotros no podemos autori-
zar las quintas; nosotros no podemos ponernos en contradiccion;
nosotros, antes que todo, debemos ser aquí los intérpretes de la vo-
luntad nacional, de la voluntad del pueblo, que está manifestada
en este asunto de una manera unánimc; nosotros no podemos de_
cir al pueblo que es preciso que se haga la quinta; nosotros no de·
bemos dar lngar á que el pueblo diga: «Todos son unos: vienen
ofreciendo una cosa y luego no la cumplen, porque así conviene
á sus fines particulares.»


GARRIDO (D. Fernando).-H de Marzo de i863.


Vino la revolucion dc que tanto hemos hablado ya, no á cam-
biar, sefíores, efímeramente la faz de los negocios públicos; no


(j,




- 50-
vino á cambiar un Ministerio para que otros hombres, con más ó
ménos fortuna sustituyeran á los anteriores; no vino tampoco á der·
rocar solamente una dinastía, que al fin era una dinastía que pre-
sidia un Gobierno constitucional y que, una de dos, ó el princi-
pio de ese Gobierno constitucional es falso, ó es verdad; si es
falso, señores, entonces no cabia su mantenimiento por más tiem-
po, y si es verdad, aunque existia una dinastía ingrata, una dinas·
tía que no correspondia á la alta mision á que estaba llamada, ha-
bia en su lugar, inmediato á ella, un Gobierno responsable, y á él
era al que únicamente habia que atribuirse el mal ó el bien: no,
no vino la revolucion únicamente para arrojar esa dinastía; vino
para hacer otras cosas más grandes, más portentosas, más mara -
villosas, y entre esas cosas importantes, que yo califico de nece-
sarias, de indispensables, estaba, señores, pero en primer térmi -
no, la abolicion de las quintas, porque ya hacia tiempo que el país
venia clamando con empeño en contra de ese tributo odioso, en
contra de ese tributo inhumano.


GARCÍA LOPEZ.-22 de Marzo de f869.


Ahora bien, Sres. Diputados, yo no creo que haya el propósito
de rasgar una á una las páginas de nuestra gloriosa revolucion;
pero podria suceder tambien que con mistificaciones y teologías,
la revolucion se escamoteará, y escamotear la revolucion seria,
despues de las solemnes promesas que todos hemos hecho, el no
abolir definitivamente las quintas.


GIL BERGES.-23 de Marzo de t869.


Yo siento molestar á la Cámara con estas observaciones; pero
se ha tratado aquí de ejércitos forzosos y voluntarios, y nosotros
defendemos el sistema de los ejércitos voluntarios. .


Ahora bien: he dicho que el principio de la abolicion de quin-
tas está de tal manera arraigado, que no puede admitirse ni aun
subsidiariamente, como lo propone la comisiono l\'otad, señores,
que una parte la más enérgica del país, las provincias Vasconga-
das, no tiene quintas: dejo á la consideracion del Congreso el pen·
sar cuánto hay de irritante en esta grande injusticia. l\'otad tam-




-M-
bien que otra parte del país sumamente batalladora, aquella en
que el general Prim ha nacido, no tuvo las quintas, como ha di-
cho muy bien mi amigo el Sr. Balaguer, hasta el año f8Mi. El
soldado era allí odiado, muy odiado, porque recordaban aquellos
habitantes la terrible dominacion de los Borbones. Por consiguien-
te, hay provincias, grande3 provincias, que, ó no tienen todavía
las quintas ó las han aceptado de una manera violenta y cediendo
más bien á la fuerza del poder central que á su propia voluntad y
á su propia conciencia. Y cuando esa voluntad es libre, cuando
esa conciencia es libre, cuando hay libertad de asociacion, liber-
tad de reunion y libertad de la prensa, gobernar contra todo esto
es la mayor de las demencias, es más que navegar contra el
viento.


Y, señores, la verdad es que los pueblos tienen mucha razon en
este asunto, muchísima razono Empecemos porque el primer do-
mingo de Abril es un dia nefasto en todas partes: continuamos por
esta triste iniquidad de la lotería fúnebre, por la cual se arranca
el corazon á unos y los que se alegran tienen que alegrarse de la
desgracia de sus hermanos: sigamos porque salen de su casa los
jóvenes, en el momento en que son más necesarios á sus padres y
en el momento en que las primeras pasiones del corazon se arrai-
gan en la tierra, por la cual sufren más tarde una nostalgia que
suele matar á muchos soldados en toda España: continuemos por
la injusticia irritantísima que hay aquí, en esa contribucion anti-
democrática, en esa contribucion anti-humanitaria (y por eso de-
cirnos que es una contribucion inÍcua), la injusticia de que la pa-
ga el pobre y no la paga el rico, cuando el pobre necesita más de
sus hijos que el rico, porque los ha criado para que empapen con
el sudor de su frente el campo y le dé sus frutos, para que traba-
jen en el taller y le den su sustento en el momento mismo en que
las fuerzas de su alma, como las de su cuerpo, decaen.


CASTÉLAR.-23 de Marzo de 1869.


Tambien habeis consignado la obligacion del servicio militar,
y esto es muy importante, porque de aquÍ puede venir el derecho
de quintal'; habeis puesto el servicio de las armas como un deber,
y esto responde á la idea restringida que tienen los doctrinarios




- 52-
Y que tenian los antiguos de la libertad. Como para los antiguos
todos los que estaban fuera de la Ciudad eran enemigos, así para
los doctrinarios todos los que están fuera de su nacion, si no son
bárbaros, esto es, enemigos como para los antiguos son cuan-
do ménos gente sospechosa y que pueden llegar á ser enemi-
gos, y de aquí la consecuencia necesaria de que el servicio de
las armas fuera un deber; pero yo niego que lo sea. Este es
un deber que no puede imponerse á nadie, es un deber que
impoue el convencimiento propio. ¿Cómo por ejemplo, podeís
imponerme á mí el deber de ir á batirme por la honra de España
en la guerra de Africa, guerra que yo consideré injusta y lo dije
cuando se declarM ¿Cómo podeis imponerme el deber de hacer la
guerra de Santo Domingo, que yo consideré injusta tambien? ¿Có-
mo me habeis de imponer el deber de ir á Méjico á hacer una
guerra que considero tan injusta ó más que las otras dos?


Pues, qué, ¿no seria una grande inmoralidad el imponerme el
deber de ir á esponer mi vida y la tranquilidad y el porvenir de
mi familia para defender una causa injusta~


¿Podíais atacar hasta este punto la paz de mi hogar y la paz
de mi conciencia?


El servicio de las armas no puede exigirse nunca como un de-
ber, ni aun en el caso de una invasion extranjera; ni aun en este
caso es un deber.


FIGUERAS.-G de Abril de 1869.


Pero dejando eso aparte, hay en este artículo una anfibología
que puede dar lugar á que se resucite la cuestion de quintas. Es-
tá redactado de manera que puede excluir el proyecto que ha pre-
sentado el Sr. Becerra y puede hacer que se vuelva á la suerte
para llamar los hombres á las armas. A esto es á lo que yo me
opongo, porque creo que el ejército no estará bien organizado,
no será un elemento constante de libertad y de órden sino cuan-
do vayan á él voluntariamente los hombres.


FIGUEl\AS.-8 de IIfayo de 1869.


Si esto es así, ~cómo nos admirnmos de que los que presu-




- ;;:3-
men ser en nuestro país hombres de Estado, gocen una reputa-
cion tan mezquina entre los verdaderos hombres de Estado de las
naciones extranjeras? Vemos en Inglaterra, vemos en Francia,
vemos en Délgica, vemos en Alemania, en todas partes vemos
que los hombres políticos profesan unos principios con los que
son consecuentes, y aquello que sostienen en la oposicion lo lle-
van á cabo, lo realizan y llevan á deuido efecto cuando son poder,
por eso gozan de verdadera reputacion de hombres públicos. Pe·
ro en nuestro país, cuando se ve que faltan los hombres con tan-
ta frecuencia á los compromisos que solemnemente han contraido,
tqué reputacion han de gozar estas personas? En vez de hombres
de Estado, ¿no parecen realmente arlequines y clowns?


Que es preferible el soldado voluntario, solo atendiendo á los
principios democráticos y á lo que antes he indicado, está pro-
uado; ¿con qué derecho vais á ouligar á ser soldado al que no
quiere serlo? ¿De dónde os ha venido ese derecho? Sois más tira-
nos que lo fueron Felipe V y Fernando VII; no tenis derecho á
obligar á nadie á que sea lo que no quiere ser, no te neis derecho
de contrariar la voluntad de ningun individuo, mas que cuando
ha cometido un delito; solo entonces po deis aplicarle el código
penal contra su voluntad; pero fuera de este caso, nunca teneis
derecho y mucho ménos llamándoos demócratas y radicales, á
forzar la voluntad y la libertad de nadie.


SOllNI.-23 de Octubre de :1.872.


Mi amigo el Sr. Sorni decia el otro dia: «¡Si hubiera hombres
de Estado!» Pues no los hay: pues si tuviéramos hombres de Es-
tado, testaríamos en la situacion en que nos encontramos? Claro
es que no hay de esos ni aprendices.


Serrores, todavía tenemos la trata de los blancos. Se ha dicho
en todas las naciones de Europa que la quinta es la trata de los
blancos. En Inglaterra no hay trata de blancos ni de negros: la
ulla la abolieron en :1.838, y la otra no la tenian; pero en los paí-
ses en que hay quintas, es la trata de los blancos, y en todos los
periódicos se la llama así cuando se habla de la cuestion de quin-
tas; por consecuencia, ninguno que se precie de liberal, ni de
medio liberal, ni de cuarto de liberal, puede consentir esto. Es




-54.-
preciso tener el despotismo en la sangre. Así, pues, Sr. Sorni,
S. S. no busque hombres de Estado; busque en España hombres
de estrago.


ORENSE.-24 de Octubre de i87'.!.


EL EJÉRCITO.


Recuerdo que el Gobierno provisional en el preámbulo del de-
creto sobre el empréstito decia que el ej{)rcito se reduciria; pero
aquí, como en todo, no ha hecho más que prometer economías
sin realizar ninguna.


Se me decia: ¿cómo quereis que se reduzca el ejército cuando
estamos amenazados por los borbónicos y los carlistas, cuando
tenemos á las puertas la guerra civil? ¿Más es acaso con el ejér.
cito con lo que se vencen esos enemigos?


PI y MAUGALL.-23 de Febrero de 1869.


Si en lugar de haber votado la monarquía y de haber un Go-
bierno monárquico desde antes que la monarquía se votara, hu-
biéramos tenido un gobierno con tendencias republicanas y con
deseos de que se estableciese la república en España, en lugar de
tener hoy que combatir un proyecto por el cual se piden 80,000
hombres de línea, tendríamos solamente una fuerza de 20 á
25,000, porque en las repúblicas democráticas federales no hay
necesidad de soldados: en las repúblicas lo mismo grandes que
pequeñas, apenas hay ejércitos permanentes.


GAumDo.-Lo de Junio de i8rr9.


El ejército permanente, pues, es un peligro para la tranquili-
dad del país, es completamente inútil en tiempo de paz, como es
un elemento indispensable en tiempo de guerra, para que vayan
á defender la independencia de la Pátria. Por consiguiente, yo me
limitaria á suprimir la quinta, y á tener únicamente los cuadros
convenientes para cuando se necesitára reunir á todos los espa-
ñoles armados y tener así un ejército nacional. .




- 55-
Combatimos, pues, el ejército permanente, por


improductivo, por costoso, por inútil, porque no sirve para nada
en tiempo de paz, y queremos el armamento del país, para que
haga respetar sus derechos y para que haga respetar su indepen-
dencia cuando haya necesidad; y de esto se infieren dos cosas
que yo deseo mucho que aquí y fuera de aquí el ejército las sepa,
y especialmente la clase de oficiales; es á saber, que los republi-
canos no somos enemigos de los oficiales del ejército ni de sus
intereses, ni somos tampoco enemigos de los soldados; al contra-
rio, nosotros que~emos que los soldados vayan á sus casas á vi-
vir tranquilamente y á gozar de los derechos que les correspon-
den como á los demás ciudadanos, y nosotros queremos que los
oficiales entren á formar grandes cuadros, para que se pueda reu·
nir un gran ejército en caso de una invasion estrangera.


Nosotros no queremos venir á mandar aquí sostenidos por una
pequeña fraccion, sino porque el pais lo pida, porque el voto pú-
bico así lo haya expresado. Los republicanos no somos como
otros Gobiernos que por prolongar unos dias más su existencia,
faltan á sus principios, y yo puedo decir, porque así lo he oido siem-
pre á mis dignos compaiíeros, que nosotros no seriamos poder un
dia más de aquel en que el país manifestase que no estaba con-
forme con nuestros principíos, porque no tratamos de imponer-
nos á la voluntad nacional y porque no estamos dispuestos á
hacer la más pequeiía abdicacion de los principios que constante-
mente profesamos.


De esta manera no tendríamos necesidad de conservar el ejér-
cito en la situacion actual, sirviendo á los intereses de partido, no
á los del país; y de esta manera tambien los oficiales serian as··
cendidos, serian elevados á las categorías superiores por sus me-
recimientos; haciendo, como tuve el honor de indicar en otra
ocasion, que se ingresára en los cuerpos del ejército por oposi-
cion, y siendo nombrados para los ascensos por sus compaiíeros,
por sus iguales, para que en su dia todos tuvieran el respeto que
les debian tener. No les obligaríamos por tanto á jurar Ó no jurar
la república, sino á ser buenos patriotas, dignos soldados de la
patria.


SOLER (D. Juan Pablo).-7 de Junio de 1871.




-;)6 -
Por estas razones no he condenado nunca lo que otros han con-


denado en el ejército espaiiol, y que constituye una diferencia
esencial entre este cjército y los otros ejércitos de Europa; á sa-
ber: su espíritu de indisciplina, que consiste, no en que el solda-
do falte á sus deberes militares, sino en que pal'a él sean primero
sus deberes de ciudadano que esas obligaciones de militar, en
que antepone á la disciplina su opinion y su conciencia política.
Esto que han condenado en otros países, y en Espaiia mismo mu-
chas personas y aun muchos militares, léjos de considerarlo yo
como un maL lo he considerado como un gran bien para la Pá-
tria, de tal manera, Sre&. Diputados, que nuestro ejército, esen-
cialmente distinto por sus ideas, por sus tendencias, por su modo
de ser y por sus aspiraciones y conducta de los ejércitos de las
otras naciones, ha sido una base de las revoluciones, y lo ha sido
siempre.


GARruDO (D. Fernando).-9 de Junio de 1871.


El derecho de insurreccion lo tienen todos aquellos á quienes
se quiere hacer esclavos, y como yo espero demostrar que es un
verdadero esclavo el hombre á quien se sujeta á las ordenanzas
de Felipe V, uno de los más grandes déspotas que ha habido en
España, puesto que empezó por vencer á media Espaiia, y por
obligar á los habitantes de la coronilla de Aragon ú amarrar á la
mesa el cuchillo de la cocina, único que les permitia tener; co-
mo yo espero demostrar, digo, que los soldados sometidos á esta
ordenanza son verdaderos esclavos, demostrar(~ tambien como
consecuencia, que todos los ciudadanos espaiioles tienen el de-
recho de insurreccion contra la quinta.


GARRlDO.-26 de Octubre de :1.872.


LA HACIENDA.


Señores, se nos ha dicho que hemos prometido la abolicion de
las contribuciones directas. Sí, la hemos prometido; yo entre ellos,
y si algun dia se planteára la república federal, no habria contri-
buciones directas, porque nos contentaríamos con la renta de




- ;)7 -
aduanas, como se mantÍene la república Argentina con los 16 mi,
Ilones de duros que le dá la aduana de Buenos-Aires.


CASTELAR.-.i 7 de Febrero de 1869.


Pero nosotros empezaremos (1) haciéndole tocar en seguida al
pueblo algunos br)Qcficios: empezaremos, no como vosotros aumen-
tando, sino quitando contribuciones. Nosotros no estableceríamos
la contribucion de consumos, ni con este nombre ni con el vergon-
zante de contribucion personal, lo cual es otra eontradiccion de
los economistas, porque es un impuesto progresivo. Nosotros qui-
taríamos el impuesto de la sal y del tabaco; nosotros aboliríamos
el papel sellado; disminuiríamos el número de empleados; redu-
ciríamos el ejército, haciendo lo que debe hacerse en estos casos;
simplificaríamos la administracion; viviríamos simplemente con el
producto de nuestras dos contribuciones, y así, de economía en
economía, conseguiríamos ir pagando la deuda hasta enjugarla,
porque inmediatamente dispondríamos de los bienes de la corona,
y porque no habeis hecho esto pesa sobre vosotros un gran cargo ...


FIGUERAS.-23 de Febrero 1869.


Unos prr,supuestos rebajados, castigados, pero castigndos de la
manera que pueden castigarse en España los presupuestos, y no
con 5 millones por acá y un millon por allá y 10 Ó 20 millones
por otro lado, sino á cientos de millones, Sr. Ministro de Hacien-
da; y "81 decir que á cientos de millones, téngase en cuenta que
no lo digo por estar en los bancos de la oposicion, sino porque lo
creo realiznble dentro de una época revolucionaria, es la mejor
manera de levantar nuestro crédito. Dentro de una épocn revolu-
cionaria pueden rebajarse mucho los gastos y á pesar de la inmensa
earga que grava nI presupuesto por el pngo de la deuda, yo creo
que los presupuestos de gastos pueden reducirse á 2,000 Ó 2,200
millones á lo sumo.
TUTAU.-2~ de de Marzo de 1869.


(1) Es necesario DO olvidar cuando se llegue al cumplimiento de las
promesas de los relmlilicanos quc éslos alacaban á sus adversarios porquc á
los cuatro meses de ocupar el poder no habian rculi¡:ado las reformas que
se indican.-JI.




- 58-
ICuán diferente hubiera sido el resultado de la


revolucion de Setiembre si en lugar de esta restauracion de la
Monarquía que habeis hecho, hubierais establecido la república!
Entonces sí que hubiera sido fácil hacer, no solo las reformas
económicas y administrativas que he indicado, sino otras muchas
más radicales y no menos necesarias; entonces sí que hubiera sido
fácil cumplir los compromisos contra ido::! ante la revolucion, en-
tonces sí que hubiérais podido abolir las quintas y las matrículas,
desestancar el tabaco, suprimir los consumos y reducir las con-
tribuciones; y entonces sí que hubi6rais sido verdaderamente po-
der popular, apoyados en el aura popular, y no tendríais necesidad
de apoyaros en deleznables bayonetas, que si hoyos sostienen,
maiiana os derribarán; entonces sí que no tendríais como hoy
miedo de lo que se dice y de lo que se habla, de si tal regimiento
se va á sublevar, de si tal general se va á poner al frente de la
insurreccion, ó de si de tal cuartel ha de salir el sangriento motin;
entonces sí que no tendríais necesidad de recurrir, como sucedia
en los últimos tiempos de los Borbones, á dar el espectáculo las-
timoso de vigilar los militares por policía.


Pero este mal, y esto es necesario que los pueblos lo sepan, no
tiene más que un remedio: la república federal; sí, la república
federal, que descentraliza por completo política y administrativa-
mente la Nacion; la república federal que no impone las contri-
buciones á los ciudildanos, sino á las provincias, siendo luego
mision de estas el reparto de la contribucion, y el determinar có-
mo han de ser los impuestos, si directos ó indirectos, y la forma
y manera con que han de pagar los pueblos, como sucede en
Navana y en las Provincias Vascongadas, que tienen su autono-
mía, y en donde las juntas provinciales son las que imponen las
contribuciones. De esta manera es cómo se quitará ese caciquismo,
esa corrupcion del sistema político, que hace que vengan esas ma-
yorías ficticias que no representan al país, y que hacen leyes que
el páís detesta; sí, la repúbEca federal, que convertirá las provino
cias de Espaiia en lo qup son las provincias Vascongadas y Navar-
ra; pero mejorándolas, dejándoles su autonomía, y diciendo las
Córtes solamente: «la Xacion necesita tanto dinero para gastos
benerales y cada provincia pagará tanto, segun su riqueza,» y
despues el gobierno de cada provincia, nombrado por ella, se arre-




- ü9-
gla con los ayuntamientos y con los contribuyentes, y el Gobierno
no tiene nada que ver con esto. Esto, no solamente quitada la
corrupcion que el poder central ejerce por medio de los impues-
tos, y que ha ejercido hasta aquí, sino que haria imposible el fal-
seamiento de la Representacion nacional.


GARRIDO (D. Fernando).-f2 de Julio de 187:1..


¿No os prueba todo esto que dentro del sistema que profesais es
imposible, absolutamente imposible, llegar á las economías nece-
sarias para que los presupuestos no resulten en déficit? Desenga-
naos, senores radicales; hoy la bandera de las economías está en
estos bancos (los j"epublicanos): hoy el único partido político que
puede hacer las bajas en los presupuestos, bastantes para aliviar
la suerte del contribuyente, y a la vez para llegar á la nivelacion
de los gastos y de los ingresos, es el partido republicano; porque
el partido republicano no necesita ejércitos permanentes; porque
el partido republicano podrá pasarse sin la gran marina de guerra
que vosotros necesitais; porque el partido republicano dejaría el
pago del culto y clero á la piedad de los fieles; porque el partido
republicano ahorra el sueldo del Rey; porque el partido republi-
cano no exige una administracion tan complicada y costosa como
la que vosotros teneis ó nccesitais. Solo proclamando la repú-
blica es posible hacer una baja en los presupuestos, tan grande,
tan considerable, tan importante como es preciso para llegar á la
nivelacion.


MORAYTA.-7 de Noviembre de 1872


PLGS ULTRA.


Pues bien, allí podemos todavía tender á ejercer una gran in-
fluencia moral, una gran influencia política, una gran influencia
económica, una gran influencia .social; podemos aspirar á ser el
órgano de aquellas repúblinas en la confederacion de la Europa
si nosotros adoptamos la forma republicana que ha de lI1spirar una
gran seguridad y que habrá destruido para siempre todas las
preocupaciones que 5C han creado en América contra nosotros.




- 60-
Además, ya veis lo que dicen los periódicos portugueses: si voso·
tros teneis valor para proclamar la república, habrá desde Rosas,
donde desembarcaron los griegos, hasta Palos, donde se embarcó
Colon, desde la desembocadura del Guadalquivir á donde se mira
la oriental Sevilla, hasta la desembocadura del Tajo, donde se
mira la sin par Lisboa, habrá un solo ciclo, una sola bandera, una
sola pátria, un solo pueblo, pueblo que puede levantarse con la
libertad y por el derecho, como en el siglo XVI se levantó por la
conquista y la autoridad, á la cabeza de todos los pueblos del mundo.


CASTELAR.-20 de Mayo de 1869.




- 61-


LAS PROMESAS DE LA POSIBLE.


Aunque la república federal no fué proclamada
hasta el 7 de Junio do 1873, en realidad los federales
gobernaron ó uosg'obernaron el país desde el 11 de
Febrero del mismo año, así como la república fede-
ral murió en las esferas oficiales el 8 de Setiembre,
dia en que el Sr. Castelar se encargó de la presiden-
cia del Poder Ejecutivo, con idea de realizar la repú-
blica posiblo, es decir, «lo que salga», bien que el
ilustre tribuno insistiera en llamarse federaL


Hahlel1 los posibilistas.


IV.
Circular.


Al constituirse el anterior Ministerio, del que tuve la honra de
formar parte tambien como Ministro de la Gobernacion, manifesté
á V. S. los propósitos que me animaban y la línea dé conducta
que V. S. se hallaba en el caso de adoptar con el objeto de que
pudiera cuanto antes restablecerse el órden público y devolverse
á los pueblos su reposo perdido y á los ciudadanos su tranquilidad
amenazada.


Existian entónces dos insurrecciones poderosas. La carlista,
legado de gobiernos anteriores á la proclamacion de la república,
y la separatista, hija de funestas debilidades y de punibles com-
placencias á que aquel Ministerio puso límite con la rapidez y la




- 62-
energía exigidas por lo urgente del caso. Las medidas que condu-
jeron á este resultado no necesito recordárselas á V. S., que las
secundó con ilustrado celo. Fundábanse tod8S en la necesidad de
volver por los fueros de IJ ley utropellada y de la justicia desco-
nocida. Este fin se consiguió en parte. De aquellas insurrecciones,
la que proclamaba la disgregacion de la pátria, atentando á la
unidad nacional, sucumbió al cabo, merced á los esfuerzos del
ejército, leal siempre á la voz de sus deberes, y merced á la enero
gía desplegada por el Gobierno, que bien pronto se tradujo en
medidas satisfactorias para la causa de la libertad y del órden, y
que la opinion acogió con aplauso. Hoy, despues de las sangrien-
tas escenas de Sevilla y de los criminales desórdencs dc Alcoy, y
de los delirios de aquellos mismos que un tiempo defendieron en-
tre nosotros la causa de la democracia y del derecho, solo queda
de esa insurreccion vencida un puñado de hombres en Cartagena
que, si no otra bandera, auxilia eficazmente la bandera del earlis-
mo y de la teocracia con su actitud rebelde y criminal y con su
antipatriótica resistencia.


Hoy puede decirse que el movimiento separatista ha concluido,
y que los que volvieron por el prestigio dc la ley y por los fueros
de la justicia al combatirle, han visto sus deseos satisfechos. Hoy
puede decirse, por último, que ese movimiento no será un obstá-
culo para que el Gobierno se aplique con todas sus fuerzas á res-
tablecer el órden; pero puede decirse, sí, que las consecuencias
de ese movimiento han determinado la actual situacion y todo lo
que la actual situacion tiene de grave, de crítica, de difícil y de
peligrosa.


No se debe á otras causas el extraordinario aumento del carlis-
mo durante los últimos meses. Además de la indisciplina de una
parte del ejército, fomentada y tolerada por los mismos que luego
marcharon á levantar las provincias contra los acuerdos de la
Asamble!'\, la necesidad que tuvo el Gobierno de dirigir toda su
atencion á este último punto dió espacio bastante y seguridad su-
ficiente á los carlistas de que no se mandarian contra ellosnue-
vos refuerzos, y de que por tanto les er¡¡ fácil orgnniz¡¡r con los
medios de que podian disponer una hueste numerosa, que ya que
no al triunfo, ¡¡spirase á dilatar meses y meses la guerra civil
iniciada.




- 63-
De esta suerte, cuando terminó la insurreccion cantonal, el país


observó el singular crecimiento del ejército del Pretendiente, su
redoblada osadía, y la fortuna que parecía acompaiiarle en sus
primeras operaciones. De esta suerte la situocion fué cada vez
agravándose, y la urgencia y la necesidad de una política más
fuertemente represiva aun, de una política más vigorosa y más
inflexible todavía, se dejó sentir y la Cámara y el Gobierno se de-
dicaron resueltamente á llevarla á cabo, deseosos de salvar la re-
pública y deseosos de salvar la libertad de la pátria amenazada.


Con este movimiento de la opinion y del Gobierno coincidió la
crÍsis última, cuyas causas y desenlace conoce V. S. Formado el
nuevo Ministerio, su digno Presidente expuso á la Cámara la polí-
tica que estaba llamado á desenvolver. Esa política es la misma
del Gabinete anterior, y tiende como ella á restablecer el órden
público, á devolver á la ley su prestigio y á procurar que la situa-
cion de los pueblos mejore, la tranquilidad de todos se afiance
bajo la bandera protectora de la república. Pero como las circuns-
tancias son de todo punto supremas, como los momentos son por
todo extremo difíciles, y el naufragio parece inminente, si no se
acude con heróica presteza y viril energía á impedirlo, de aquí
que el Gobierno haya acudido á las Córtes en demanda de más
ámplias facultades y que las Córtes hayan tenido á bien otorgar-
selas; mirando solo al deseo de que pueda con toda líbertad reali·
zar y desenvolver su mision, que es alta, que es patriótica, que es
grande, que necesita y debe obtener el apoyo de todos los cIernen·
tos liberales del país.


Esta mision es solo la de combatir la guerra con la guerra, la
de aplicar el hierro y el fuego á los que abandonan el palenque
de las ideas y pretenden con el hierro y el fuego escalar el po-
der, imponerse al país y sujctarnos bajo la más absurda de las tira·
nías y el más anacrónico de los despotismos. No debe, pues, el
Gobierno perdonar medio alguno, ni piensa perdonarlo, de los que
están en cl círculo de sus facultades para atajar los progresos del
enemigo.


y no quiere decir esto, que se trate de cubrir la estátua de la
ley, ni que en ley se erijan la arbitrariedad ó el capricho de los
que posean el poder supremo. N o; de lo que el Gobierno tra-
ta, y así debe hacerlo entender V. S., es de que las leyes votadas




- 6l¡,-
por las Córtes y las medidas de buen gobierno que el estado del
pais hace necesario tomar, se cumplan con inflexible rigor; de lo
que trata el Gobierno es de que el respeto á la autoridad y el aca-
tamiento á sus mandatos no sean letra muerta, y de que por últi-
mo cese ya este desconcierto y esta relajacion de todos los víncu-
los del poder que nos incapacita para ocupar el puesto á que so-
mos acreedores por nuestra historia y nuestros indisputables títu-
los en el concierto de las naciones europeas.


Salvar la pátria y la libertad á toda costa: tal es el propósito
del Gobierno. Los últimos acuerdos de las Córtes y los decretos
que este Gobierno se ha apresurado á expedir en consecuencia, no
son mas que los medios de llevar á cabo ese propósito; no son
mas que los medios de hacer que la libertad á tanta costa conquis-
tada en 1.868 no se pierda, y la República despues de tantos es-
fuerzos establecida no se deshonre.


Los medíos ya los conocc V. S. Su aplicacíon dentro de los dis-
crecionales límites que la prudencia selíala, la aplicacíon de aque-
llos que á V. S. sugiera su celo y se hallen dentro del círculo de
sus facultades, ese es el procedimiento que V. S. deberá emplear
para contribuir á que por completo y en el término más breve se
pacifique la provincia que á V. S. está encomendada, ó para im-
pedir que en ella se levanten rebeldías y se preste auxilio direclo
ó indirecto al movimiento insurreccional del Norte y Catalulía.


La mayor parte de esos medios mismos los encontrará V. S. en
la ley de órden público de 23 de Abril de 1870, desde hoy en vi-
gOl'. Llamo toda la atencion de V. S. respccto de dicha ley, y so-
bre todo acerca de aquellas de sus disposíciones que se refieren
al estado de prevencion y alarma. Entre estas encarezco á V. S. el
puntual cumplimiento de las que contiene el arto 6. o, modificadas
por el decreto que hoy se publica, y que se contrae á las preven-
ciones que han de olJservarse con los períódicos y demús pulJli-
caciones políticas.


Antes, sin embargo, de proceder á aplicarlas, es conveniente
que V. S. se dirija á los directores y propietarios de dichos perió-
dícos y publicaciones á' fin de excitar su patriotismo con el pro-
pósito de que no susciten obstáculos al Gobierno, ni alienten en
modo alguno la rebelion. La gravedad de las actuales circunstan·
cias y los deberes que ellas imponen á todas acaso les muevan á




- Bu-
acceder á una excitacion de ese género, y entonces será excusa-
do aplicar dicha ley y el decreto á que me refiero; pero si esto
no sucede, no debe vacilar V. S. en hacerlo con todo el rigor á
que son acreedores los que, disfrutando una libertad sin límites y
en medio :de las más ámplias garantías, pudieron defender sus
convicciones y han abandonado, sin embargo, el campo de las
contiendas legales y pacíficas para lanzars.e á los azares de la lu-
cha armada. A pesar de ello, V. S. notará que en este punto el
Gobierno de la RepúLlica solo' desea el castigo de los actos que
tienden á auxiliar la guerra civil, garantizando por lo demás de
una manera absoluta la defensa de todas las creencias' y de todos
los principios políticos.


El artículo 7.° de la ley de órden público, antes citada, exige
de V. S. tambien particular reflexion para aplicarlo. Deben ser
objeto de las rcglas que en el mismo se marcan los ciudadanos
que cooperasen directamente al éxito de cualquier movimiento
insurreccional; respecto de aquellos que indirectamente lo favore-
ciesen, ú cuya permanencia en localidad determinada pudiera
considerarse como un peligro para el órden público, el arto 8. 0 de
la ley de J870 es bien explícito y V. S. debe atenerse á lo que él
determina; auvirtiendo sin embargo, cuan oportuno seria que los
ciudadanos á quenes se haga objeto del mismo sean trasladados á
puntos en los cuales no puedan fácilmente provocar, ni contri-
buir á que se provoque conflicto alguno.


En la circular que dil'igí á V. S. con fecha del iD de Agosto lla-
maLa su atencion sobre el art. 180 de la ley de Ayuntamientos,
aplicable á estos cuerpos populares y á las Diputaciones de pro-
vincia ; artículo por el cual se faculta al Gobierno para suspender
los indíviduos de unos y de otras, siempre que cometiesen extrali-
mitacion grave con carácter político.


Tenga muy en cuenta V. S. dicho artículo 180 y la circular á
que me contraigo, en virtud de cuyas disposiciones, y usando á
mayor abundamiento si fuese preciso de las facultades extraordi-
narias concedidas al Poder ejecutivo por las Córtes, no deLerá too
lerar que los Ayuntamientos ó las Diputaciones provinciales sean
una rémora para los planes del Gobierno, oponiéndoles dificulta·
des con vent~ja de la insurreccion carlista, ó utilicen su autori-
dad y sus medios para favorecer cualquiera rebeldía. La índole y





- 66-
el c~rácter de las medidas cuyo empleo se determina en esta cit'-
cula,r harán comprender á V. S. cuan necesaria es la mayor dis-
crecion '1 la más exquisita prudencia, á la par que el más viril en-
tusiasmo y la más constante actividad para aplicarlas. No se trata
de una tiranía ciega y sistemática; ni tampoco de cohibir por me-
ro capricho la voluntad y el libre albedrío de los ciudadanos; no
se trata de sacar á salvo de enmedio dc las borrascosas luchas de
la política intereses exclusivos ó instituciones de partido, ni se
trata de sacrificar en beneficio de estas instituciones y para el
monopolio de aquellos intereses la libertad y el derecho. Se trata
de algo que es más grande, de algo que es más noble y más dig-
no, de algo que es más generoso y más levantado.


Se trata de apelar á todos los medios de defensa, y no de en-
cerrarse dentro de los procedimientos ordinarios; se trata de ape-
lar á todas las formas de combate, y no de limitarse á las formas
regulares de gobierno: se proyecta organizar la lucha contra la
lucha; se proyecta dirigir el golpe contra el golpe, y deshacer á
virtud de una aceion instantánea, unánime y poderosa, las fuerzas
de un enemigo que aspira á ser temido y que es ya implacable.


No estamos llamados los hombres de este Ministerio á dirigir
únicamente la accion administrativa del país: nuestro destino es
hoy tambien organizar la batalla: no venimos solo á gobernar;
venimos á combatir, y en este campo abierto de la lucha, yen este
pulen que de la violencia, á no consentir que las conquistas del
siglo XIX, el ¡;rogreso de nuestra patria, y la libertad de Europa
sucumban á los piés de sus más encarnizados enemigos,


Esa, y no otra, es nuestra misiono Ese carácter, y no otro, tie-
nen nuestras medidas, que son medidas de guerra.


Representamos aquÍ, mientras la opinion nos mantenga en este
punto, la lucha de todas las tradicciones liberales de nuestro Ime-
blo contra todos los propósitos de la tiranÍu; representamos aquí
la causa del progreso humano contra el fanatismo y contra la
opresion; representamos aquí la libertad de la conciencia contra
las imposiciones del espíritu teocrático; representam05 aquÍ los
intereses creados durante medio siglo bajo la bandera de la revo-
lucion contra otros intereses condenados ya por el derecho, con-
denados por la voluntad de los pueblos y condenados por la histo-
ria, Vamos á salvar esos intereses; vamos á salvar los drrccho~




- 67-
de la Nacion y la libertad de los ciudadanos; vamos á salvar el dog-
ma democrático, y vamos á salvar la Hepública, que es hoy la única
solucion de la libertad, y la última esperanza del órden amenazado
de una y otra parte por todas las impaciencias y por todos los
egoismus. Ko queremos una llcpública en que la anarquía impere,
en la que la Autoridad no haga respetables sus fueros, y en que
los pueblos no disfruten de la paz y del sosiego que tan necesa-
riós son para su ¡irogreso; pero no queremos tampoco que esta
pátria tan desgraciada sea el pedestal de una reaccíon hecha á
nombre de principios políticos que repugna al buen sentido, y de
delirios teocrúticos que condena nuestro tiempo .eon enérgica y
severa condenacion.


Y. S., {lues, al aplicar las medidas que se le aconsejan, debe
teller muy ell cuenta el espíritu que las anima, que es el de com-
batir todu lo que tienda ú la destruecion de las libertades públi-
cas, á la ¡¡erturbacion del órdcn y á que se altere la tranquilidad
de los pueblos. Vengan de donde vinieren las rebeldías, ellas son
nuestro más encarnizado enemigo, y bay que destruirlas; vengan
de doude vinieren la sumisiou y el apoyo, ellos son nuestros más
flrmes ::mxiliüdorcs, y hay que aceptarlos; que cuando se levanta
ulla hondero tan amplia, hajo sus generosos pliegues caben todos
los que se propongan á una sostener la República y el órden.


En cuanto á la manera de aplicar las medidas que á V. S. se
t.1ictall del mismo modo ¡lue en la resolucion de todos los asuntos
que úV. S. se presentasen respecto al órden público, á la tran o
11'1il ¡dad y reposo de los lmelJlus de esa pl'ovincia, y á la represion
y castigo de cualquier tentativa sediciosa, obrará V_S. de acuer-
uo con la Autoridad militar. Es deseo, y deseo firmísimo del Go-
Licl'llo, que rcine entrc ambas Autoridadcs la más completa armo-
nía; á cuyo objeto y al deber de patl'iotismo que envuelve, debe
sacrificarse toda consideraeion que no sea fundada y todo moti\'o
quc 110 sea poderoso; no olvit!ando jamás cuan preciso se hace en
mumentos como los presentes, <¡ue SUll de suprema angustia, evi-
tar conflictos, allanar obstáculos é impedir dificultades que en
suma solo podrían venir y desenvolverse en dalia de la Hepública
yen dalia de la libertad.


El artículo 12 de la ley de órden público, por lo demás, deter-
mina eu quó circullstancias y en qUl' forma podrá resignar V. S.,




- 68-
si llegára el caso de hacerlo, el mando de esa provincia en la Au-
toridad militar_ Despues de este acto, á V. S. solo podrá restarle
auxiliar á dicha Autoridad en lo que al órden público se refiera,
conservando no obstante la que hoy tiene y toda la que hoy le
compete en la esfera administrativa.


El celo é inteligencia con que ha dado V. S. cumplimiento á
mis anteriores disposiciones me dan la seguridad de que V. S.
comprenderá la importancia de la misio n que hoy está llamado á
desempeñar, y de que el pensamiento y los deseos del Gobierno
han de ser fielmente secundados sin dudas ni debilidades de nin-
gun género. .


Dios guarde á V. S. muchos años. Madrid 20 de Setiembre
de :l873.-Maisonnave.


Sr. Gobernador civil de la provincia de .....


Comp:irese el contenido de esta circular con las
repetidas declaraciones anteriores de los ministros de
la posible, y muy particularmente del Sr. Castelar, y se
verá como las circunstancias mudan las opiniones de
los hombres que más alardearon de consecuentes é in-
variables. Y nótese ademas una particularidad que
no debe pasar desapercibida, pues tambien marca la
diferencia de los tiempos y del espíritu que domina en
los hombres en el poder ó fuera de el. En este do-
cumento la palabra «Autoridad» se halla siempre es-
crita en letra mayúscula, al paso que se escribe en
minúscula la palabra <~libertad.»




LAS PROMESAS DE LA INDEFINIBLE.


El día 3 de Enero de 1874, la. república murió á
manos del general Pavía, porque habia muerto en la
conciencia del país, como diría el Sr. Castelar, si la
cosa no le tocaba tan de cerca. Los revolucionarios
monárquicos ocuparon el poder y lo repartieron entre
sus amigos; y si algun republicano tomó parte en él y
otros se mantuvieron agachados en sus destinos, pro-
curando hacerse la ilusion de que lo que convenia á
sus intereses convenia al bien de la república ..... no
vale la pena de hablar de ello. Pero como los triun-
fadores del 3 de Enero no tenian monarca para su mo-
narquía; mientras se presentaba uno que hiciera lo
que ellos quisieran, segun gráfica expresion del Se ~
ñor Ruiz ZorrilIa á bordo de la Villa de Madrid,
pensaron en el septenado, última moda llegada de
París y que cuadraba á la ambicion de determinadas
personas; pero el septenado murió al pié de S. PedrrJ
de Abanto, á donde se le habia llevado para coronar-
le de laurel, y de donde salió coronado de espinas.
Duró cerca de un año la cosa indefinible-república
sin republicanos, regida por monárquicos sin monar-
quía - merced á los apretados tornillos de una dic-
tadura que escedia en estrechez á todas las dictadu-
ras pasadas, á pesar de que algunas fueron ejercidas
por gobiernos muy liberales, que son los que sobre-
salen en estas materias.


Pero aunque la cosa era en sí indefinible, los que
vivian de ella y con ella hubieron de definirla de al-
guna manera, y lo hicieron del modo siguiente:




- 70-


v.


A la nacion.


El Poder ejecutivo, que en estas circunstancias anormales ha
reunido en sí toda la autoridad política y se Ita J'evestido de fa-
cultades extraordinarias, se cree en el imprescindible deber de di-
rigirse á la Nacion, para explicar su orígen, justificar su actitud
y exponeL' leal y sinceramente sus propósitos.


Las Córtes Constituyentes elegidns bajo el imperio del terror,
por un solo partido, retraidos los demás ó proscritos, nacieron
sin aquella autoridad moral á todo poder necesaria, y más indis-
pensable á aquel á quien su carácter y su orígen ponian en el
empeño de acometer imprudentes y no deseadas reformas, y de
realizar temibles y peligrosas noyedadcs. Y así vivieron, dividi-
das desde el primer dia por opuestas t2ndencias y propósitos in-
conciliables, perturbadas por la discordia, deshechas por la riya-
lidad entre sus fracciones, in(IUielas sin artividnd, agitadoras sin
energía, infecundas para el bien y aun rasi para el mal incapa-
ces, como quien se' mira á la vez enfrenado por la itllpotencia y
requerido pOI' el deseo; con veleidades por el órden, pero sin fé;
con anhelo por la revolucion, pero sin conciencia y sin esperan-
za; desprovistas de toda raíz y privadas de toda opinion J porque
eran para el sentimiento popular ohjnto de tibia indifertJlleia y
causa de terror para los. demás intC'rcses sociulcs. lngl'atas con el
elocuentísimo tribuno, hourado patricio y eminente IlOrnbre de
Estado que dirigia los destinos del país, acababan dl~ despojarle de
la dictadura, salvadora en estos momentos azarosos, y (jUü d ejer-
cia con acierto, lealtad, templanza y patl'Íutismo .. Incapaces las
Córtes de formar un nueyo gobierno duradero, se huhieran consu-
mido en estériles y espan tosas cO!lvulsioIles, creando efimeros y
menospreciados poderes y contribuyendo al triun!'o d(~ la más hor-
rible anarquía, en pos de la cual sc co'!umbraba solo el elllronizn-
miento del absolutismo carlista ó la desmembracioll un E,paii¡¡ en
pequeños y agitados cantones: donde todos los rencores, todas




-71-
las envidias y todos los apetitos rompiesen con violencia el freno
de las leyes.


En tan suprema :oca8ioll, el órden social, la integridad de la
pátria, su honra, su vida misma han sido salvados por un arran-
que de energía, por una inspiracion denodada y dichosa, por un
acto de fuerza, doloroso siempre y vitando; más ahora, no solo
digno de disculpa, sino de imperecedera alabanza.


La guarnicion de Madrid no ha hecho mas que ser el instru-
mento y el brazo de la opinion pública unánime; la ejecutora fiel
y resuelta de la voluntad de una nacion divorciada por completo
de sus falsos representantes, cuya desaparicion política anhelaba,
porque iban á matarla, porque iban á borrarla del número de los
pueblos civilizados.


El contentamiento de las personas honradas, la serena alegría
de la gente pacífica y laboriosa, el aplauso expontáneo y general,
el súbito ¡'enacer de toda esperanza patriótica y hasta una marca·
da tendencia al restablecimiento de nuestro deeaido crédito eco-
nómico han sobrevenido al punto, apenas disueltas las Córtes,
confirmando la vCl'dad de nuestros anteriores asertos.


Reunidos y consultados los hombres de importancia que residen
en Madrid y representan dignamente á todos los partidos liberales,
aclamaron y reconocieron al general Serrano por jefe del Poder
ejeeutivo. La adheBion entusiasta del pueblo y del ejército venida
por telégrafo de casi todas las provincias ha corroborado esta
eleccion, El general Serrano entonces ha formado el nuevo mi-
nisterio, cuyo pensamiento y mision nos incumbe exponer ahora.


Mientras rebeldes á la soberanía nacional manifestada mil ve-
ces por el voto de la mayoría, tercamente indóciles á lo resuelto
y decretado mil veces tambien por la Providencia en los campos
de batalla, contral'Íos á todo progreso y aborrecedores del espíritu
del siglo y de las nobles doctrinas en que la civilizacion moderna
se funda, sigan alzados en armas los carlistas en las provincias
del Norte, infestando y depredando otras muchas con sus parti-
das, y sosteniendo una guerra civil sangrienta, destructora del
comercio y de la industria y que amenaza sumirnos en la miseria
y en perenne barbarie; mientras el pendan anti·nacional siga en·
hiesto en Cartagena, destruyendo nuestra marina y siendo escán-
dalo y abominacion de los pueblos cultos, y mientras en las pro-




- 72-
vincias de Ultramar arda la tea de la discordia y persistan hijos
ingratos en renegar de la madre pátria'y en querer despojarla de la
hermosa isla, prenda y monumento de su mayor gloria, es dificil,
es imposible el ejercicio de todas las libertades. Antes cs necesa-
rio un poder robusto cuyas deliberaciones sean rápidas y sigilo.
sas, donde el discutir no retarde el oLJrar, donde la previa paladi-
na irnpugnacion no desacredite el decreto antes de promulgado,
donde los encontrados pareceres no pongan estorbo á la accion
expedita y briosa que ha de salvarnos.


Tal es el poder que estamos dispuestos á ejercer con espíritu
firme, con ánimo decidido y con la conciencia limpia y segura de
que le ejerceremos para bien de la patria.


Este poder, con todo, ha de tener su término, el cual llegará,
y quiera el cielo que llegue pronto, quedando cumplido el propó-
sito para que fué creado.


Con el advenimiento de este poder no se destruye la ley funda-
mental; se suspende solo, para que en realidad y en verdad res-
plandezca y domine, una vez vencida, como esperamos, la anar-
quía material y moral que hoy nos devora.


Los partidos que están en el poder hicieron la revolucion de
1868 y la Constitucion de 1869, y no condenan ni destruyen su
propia obra: no abren nuevo período constituyente; no quieren
que lo interino y provisorio haga entre nosotros las veces de lo
e~table y perpétuo. Como el escultor modela su estátua en barro
ó blanda cera para que la materia ceda y se preste á las formas
que conviene darle, así hicieron la Constitucion de 1869. l;os ele-
vados principios de la moderna democracia, las mas ámplias liber-
tades, los mas sagrados derechos quedaron consignados en ella.


La abdicacion voluntaria del monarca y la proc\amacion dI' la
Hepública solo han borrado un artículo. Modificada así en la for-
ma la ley fundamental por sucesos providenciales, no debemos
consentir que por un caso fortuito llegue á cambiar en la esencia;
y, á semejanza tambien del escultor, creemos llegada la hora de
fUIJ'I;~la en resistente bronce, gracias al duro crisol y al fuerte


ie la dictadura ..
, que demos cima á esta grande empresa, yolverá la Con s-
~ 1869 á dar al pueblo todos los derechos que en ella se


la patria y las actuales instituciones se habrán salvado,




-73-
Y con la tranquilidad y reposo convenientes, exentos de la coac-
cion y de las pasiones que hoy hace fermentar la guerra civil,
irán á las urnas los ciudadanos y votarán á sus representantes,
quienes aprobarán nuestros actos, y legislarán en Córtes ordina-
rias, designando la forma y modo con que han de elegir al supre·
mo magistrado de la nacion, marcando sus atribuciones, yeligien-
do al primero que ha de ocupa!' tan alto puesto.


1\0 nos mueve solo á conservar íntegras las conquistas de la
Revolucion el amor á la consecuencia, que álguien calificaria de
tenacidad ó pertinacia, ni la soberbia vanidosa de quien nunca
confiesa una falta ni se arrepiente de ella, ni la ciega obstinacion
del que no reconoce el extravío y retrocede en busca del buen
sendero, sino la Ilrmísima persuasion y claro convencimiento de
que la ley fundamental reposa en la verdad y se apoya sobre la
mas sana doctrina. Tambien en la verdad política hay algo que,
para los que tienen fé en las ideas, no depende del lugar ni del
tiempo, donde como en la verdad moral ó en la verdad matemá-
tica, no cabe ni retroceso ni progreso. Caben, si, la perversion
del sentido y los avicsos y mal intencionados comentarios, contra
los cuales nos levantamos hoy con todo el peso de la autoridad á
fin de preparar y allanar el camino para la ,'ccta intcrpretacion y
exacto cumplimicnto de csa misma ley.


No consiste la democracia en destruir, nivelando, la jerarquía
social nacida dc la invencible naturaleza de las cosas: consiste solo
en la igualdad de los derechos políticos, en la destruecion de todo
privilegio que impida elevarse en esa misma jerarquía á quien lo
merezca y honradamente lo gane, Ni consiste tampoco la demo·
cracia en negar á quien ilustre su patria con sus virtudes y haza-
ñas el derecho de trasmitir á sus hijos algo de mas personal, ín·
timo y propio quc la hacienda: el reflejo de su gloria y el ascen-
diente de su nombre. La nobleza y las clases acomodadas no de-
ben, pues, recelar de la democracia,


Menos aun dcbcn rccclar los buenos católicos y los hombrcs
sinceramente religiosos. Ya ha cesado, por dicha, la corrientc
que en otras edades pudo llevarnos al protestantismo, y es fácil
augurar que la libertad de cultos no ha de romper cntrc nosotros
la unidad católica en las concicncias, antes há de afirmarla yen·
noblecerla, fundándola en una espontánea concordancia en la fé,




-a-
y no en la compresion tiránica yen la violencia. El Estado, pues,
no puede desatender ni ofender á la Iglesia, desatendiendo y ofen-
diendo así las creencias de la inmensa mayoría de los espaíloles,
y poniéndose en abierta lucha con una de las fuerzas mas pode-
rosas, persistentes y organizadas que encierra la sociedad en su
seno. Si álguien supusiere lo contrario, srrá con el fin de seducir
á los incautos é ignorantr,s, y de ocultar ó cohonestar, bajo el
manto de religion, su sed de novedades y trastornos y su ódio á
la civilizacíon, á la libertad y al progreso.


Contra los que propaguen estas ideas, subvirtiendo el órden y
retardando el restablecimiento de la paz y de la libertad, será el
Gobierno severísimo. El Gobierno será inexorable contra los que
le combatan con las armas en la mano. Solo así, solo por medio
de esta ruda disciplina habrá de renacer el sosiego público, y,
desembarazado el pueblo de los enemigos que le perturban, se
mostrará capaz de la ámplia libertad que ha conquistado yde las
virtudes republicanas que ha menester para gozar de ella, y em-
peara como medio seguro de elevarse á una altura superior á la
que tuvo en los siglos pasados, sobresaliendo ahorn como enton-
ces en el eoncierto de las más eultas y podmosas naciones eu-
ropeas.


A este propósito irán encaminados todos nuestros desvelos. No
so nos oculta ni lo árduo y peligroso del empeílo, ni el grave pe-
80 que echamos sobre nuestros hombros, ni la tremenda respon-
sabilidad que contraemos ante la historia si el propósito no se
cumple; pero confiamos en la buena voluntad y recto juicio de
nuestros conciudadanos, en nuestra propia decision, en el valor
do nuestro bizarro ejército de mar y tierra, y en la vitalidad, brio,
virtud y fortuna de Espaíla, que está llamada aun á los más glo-
riosos destinos.


Madrid 3 de Enero de i8H.-EI Presidente del Poder ejecuti-
vo de la Rppública, D. Francisco SerraNO y Domillgue::;.-EIMi-
nistro do Estado, D. Praxedes ¡Vatea Sagasta.-EI :Ministro do
Gracia y Justicin, D. Cristina Martos.-El Ministro de la Guerra,
D. Juan de Zabala.-El Ministro de :Mal'ina, D. Juan Bautista 1'0'
pete.-EI Ministro de Hacienda, D. José Echegaray.-EIMinistro
de la Gobernacion, D. Eugenio García Rui::;.-EIMinistro de Fo·
mento, D. Tomás:/María Mosquera.-El Ministro de lJltramar,
D. Victor Balaguer.




- 75-
Este documento prueba una vez mas lo aficionados


que son los revolucionarios-los que derriban tronos
seculares para establecer el imperio de la libertad-á
revestirse de facultades extrordinarias. Desde Setiem-
bre de 1868 hasta la fecha del anterior manifiesto, con
escepcion de cortísimos períodos, todos los gobiernos
que se sucedieron en el poder pidieron y obtuvieron
la dictadura, 6 sencillamente se la concedieron ellos
mismos, como en el caso presente.


y sin duela no les era muy pesado eso de «los po-
deres de que me hallo revestido,» puesto que á los
dos meses se lo quedaron todo para ellos~ echando
del poder á los ministros procedentes del partido ra-
dical y al que, por el bien parecer, le dejaron repre-
sentar al partido republicano.


He aquí ahora el manifiesto del ministerio homo-
~:!'éneo:


VI.


A la nacion.


Se ha abusado hasta tal punto de los programas largos y pom -
posos, que son generalmentr, ¡'eeibidos con marcada indiferencia.
Las graves y extraordinarias circunstancias que atravesamos, im-
ponen, sin embargo, al nuevo Gobierno el deber ineludible de
consignar brevemente sus propósitos en un documento público,
ya que por desgracia no pU8den hacerlo en el seno de la repre-
sentacion nacional.


Los individuos que componen este gabinete proceden de un so-
lo partido; pero tienen la firme voluntad de gobernar para la na--
cion entera sin el estrecho critet'Ío de las banderías políticas. Por
esto esperan el apoyo de los liberales de todos matices para des-




- 76-
empeñar cumplidamente su árdua tarea, pues no se opone la ho-
mogeneidad de ideas y de procedimientos en las altas esferas del
podcr á la inteligencia y á la concordia de cuantos se inspiran en
sentimientos nobles y levantados. Solo cuando se contestase á esta
actitud conciliadora con agresiones injustas, que pudieran poner
en peligro la obra que el Gobierno está llamado á realizar, em-
plearía éste los medios eficaces de que dispone para sacar incólu-
mes, por encima de toda consideracion, el órden público y los al-
tos intereses sociales.


La jornada memorable del 3 de Enero puso feliz término á los
estravíos demagógicos que no habian bastado á contener ni el cIa·
mor de la opinion pública, ni los esfuerzos enérgicos y honrados
de los más ilustres individuos de un partido que así desgarraba
su bandera. Se equivocaria, sin embargo, quien creyese que aque-
lla represion necesaria implica la condenacion del movimiento re-
volucionario de 1868, tan lamentablemente bastardeado despues,
cuyo espíritu generoso y cuyas aspiraciones regeneradoras repre-
scntan y mantienen en toda su pureza los miembros de este ga-
binete.


Triste legado fué de aquellos excesos la guerra civil que por
tercera vez en el espacio de 4:0 años está asolando las más ricas
provincias españolas. Afortunadamente las recientes victorias
del ejército nacional han quitado ya todo carácter peligroso á es·
ta insensata y postrera tentativa de los fanáticos partidarios del
antiguo régimen. A concluir en el más breve plazo posible esta
guerra cruel y devastadora; á impedir su reproduccion en lo por-
venir; á restablecer de una manera sólida la paz tan ardientemen-
te anhelada en la Península y en las provincias de Ultramar, y á
estirpar todo gérmen de futuros trastornos, es á lo que el Gobier·
no consagrará principal y asíduamente su atencion y sus esfuer-
zos; pues la causa de la libertad contra el absolutismo no es me-
ramente la aspiracion de un partido: es la consagracion del dere-
cho moderno y la defensa de la civilizacion y del progreso.


En vano se pretenderia ocultar el estado lamentable de nuestra
hacienda, agravado con los enormes gastos de la lucha fratricida
en que estamos empeñados. Para aliviar este mal, el Gobierno no
ofrece remedios empíricos y falaces; lo que promete solemne-
mente es dar á conocer el estado verdadero del Tesoro, admi-




- 77-
nistrar con severa moralidad las rentas públicas, y prescindir de
medios que, si bien por de pronto satisfacen necesidades del mo-
mento, producen más larde el descrédito y la ruina.


No desconoce el Gobierno los obstáculos que ha de encontrar
en su marcha; cuenta, empero, para allanarlos con el concurso
de la nacion, que está sedienta de reposo. Los ministros conside-
rarán. recompensados sus patrióticos desvelos si logran abreviar
el período de llna interinidad que tiene en suspenso el juego de
las instituciones liberales, y esperan con ansia que llegue el mo-
mento eri que, asegurado el órden moral y material, pueda ser
el país libremente consultado acerea de sus destinos.


Madrid quince de Mayo de mil ochocíentos SE'tenta y cuatro.-
El Presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra
Juan de Zavala.-El Ministro de Estado, Augusto Ulloa.-El Mi·
nistro de Gracia y Justicia, Mamtel Alonso ltlartinez.-EI Minis-
tro de Marina, Rafael Rodr(quez de Arias y Villavicencio.-El
Ministro de Hacienda, Juan Francisco Camacho.-EIMinistro de
la Gobernacion. Práxedes Mateo Sagasta.-El Ministro de Fomen-
to, Eduardo Alonso Colmenares.-EI Ministro de Ultramar, Anto·
nio Romero Ortiz.


Si se comparan los manifiestos del 3 de Enero y
del 15 de mayo, se notaran muy importantes diferen-
cias. El partido que quiso apoderarse de la situacion
el 3 de Enero, con exclusion de todos los demas par-
tidos, el15 de Mayo se considera ya bastante fuerte
para realizar sus propósitos, faltando a lo prometido
al general Pavía cuando este disolvió la asamblea
federal. Dado este primer paso en el terreno de los
hechos, y dado impunemente, pudieron avanzar en el
camino de los propósitos. En Enero, hablando de la
Constitucion de 1869, dicen: «Los elevados principios
de la moderna democracia, las mas amplias libertades,
los mas sagrados derechos quedaron consignados en
ella. La abdicacioll voluntaria del monarca y la pro-
clamacioll de la república solo han bonado un artícu-




- 78 -
lo. Modificada así en la forma la ley fundamental por
sucesos providenciales, no clebemos consentir que
por un caso fortuito llegue tí cambiar en la esencia ... »
Es decir que, en opinion de los manifestantes, la re-
pública quedaba en pié, tal como se habia proclama-
do el 11 de Febrero de 1873. «No abren un nuevo
período constituyente» habian cUcho antes; pero ya
no piensan así en Jlayo, cuando «esperan con ansia
que llegue el momento en que, asegurado el órden
moral y material, pueda ser el pais libremente con-
sultado acerca de sus futuros destinos.»


Para terminar, he de hacer notar que así como los
hombres de «la posible» estaban ligados por las pro-
mesas de «la federal,» los de «la indefinible» queda-
ban obligados por las promesas ele la Revolncion, (Iue
recordé en la primera parte de esta obra.




LA~ CONQUI~TA~ DE LA REPUBLICA,




Cuando no se advierto att'o cosa, entiéndase que el texto que se copia está
tomado del Diario de Sesiones de las Córtes Constituyentes de la repú-
blioa española correspondiente ul dio de lo fecho que se cito.




- 81-


I.


Estabilidad ministerial.


En la primera parte de esta obra se ha demostrado
que los famosos obstáculos t?"adiciondles qUA se opo-
nian al funcionamiento regular del gobierno repre~
sentativo no se hallaban donde pretendian los revolu-
cionarios, es decir, en el palacio real, An la dinastía
derribada del trono en 1868, puesto que, al desapare-
cer aquellos supuestos obstaculos J continuaron los
camhios ministeriales, siendo mas frecuentes que an-
tes y sin que los justificaran hechos parlamentarios.
El advenimiento de la república no acabó con estas
incesantes variaciones ele gobernantes, ni c1ió á los
cambios un carúcter mas parlamentario, á pesar de
que la soheranía residia de hecho y de derecho en la
asamblea.


Los ministerios que tuvo la república fueron los
siguientes:


Presidencia.
Guerra ..
Estado ..
Gracia y Justicin.
Marina ..
Hacienda ..
Gobernacion.
Fomento.
Ultramar. •


H Febrero 1873.


Sr. D. Estanislao Figueras.
Fcrnnndo Fernandez de CórdolJO.
Emilio Castelar.
Nicolás Salmeron.
José María Beranger.
José Echagaray.
Francisco Pi y Margal!.
Manuel Becerra.
Francisco Salme ron .


ü




- 82-


23 Febrero 1873.


Presidencia ..
Guerra ..
Estado ..


Sr. D. Estanislao Figueras.


Gracia y Justicia.
Marina .•
Hacienda. .
Gobernacion.
Fomento.
Ultramar. .


Juan Acosta.
Emilio Castelar.
Nicolás Salmeron.
Jacobo Oreyro.
Jmm Tutau.
F['ancisco Pi y Margall.
Eduardo Chao.
Cristóbal Sorni.


H Junio 1873.


Presidencia y Gobernacion.
Guerra ..
Estado. .
Gracia y J usticin.
Marina ..
Hacienda.
Fomento.
Ultramar.


Sr. D. Francisco Pi y Margall.
Nicolás Estevánez ..
José ~Iuro.
Fernando Gonzalez.
Federico Anrich.
Teodoro Ládico.
Eduardo Benot.
Cristóbal Sorni.


28 Junio 1873.


Presidencia y Gobernacion.
Guerra. •
Estado. .
Gracia y Justicia.
Marina ..
Hacienda.
Fomento.
Ultramar ..


Sr. D. Francisco Pi y Margal!.


l)


Eulogio Gonzalez Izcar.
Eleuterio Maisonnave.
Joaquin Gilllcrges.
Federico Anrich.
José Carvaj al.
Ramon Perez Costales.
Francisco Suñer y Capdevila.




Presidencia.
Guerra .•
Estado ..
Gracia y Justicia ..
Marina ..
Hacienda .•
Gobernacion.
Fomento.
Ultramar. .


Presidencia.
Guerra ..
Estado ..
Gracia y Justicia.
Marina ..
Hacienda ..
Gobernacion.
Fomento.
Ultramar •.


Presidencia.
Guerra ..
Estado ..
Gracia y Justicia ..
Marina ..
Hacienda ..
Gobernacion.
Fomento. •
Ultramar. .


- 83-


19 Julio t873.


Sr. D. Nicolás Salmeron.
Eulogio Gonzalez Izcar.
Santiago Soler y Plá.
Pedro J. Moreno Rodriguez.
Jacobo Oreyro.
José Carvajal.
Eleuterio Maisonnave.
Fernando Gonzalez.
Eduardo Palanca.


7 Setiembre 1873.


Sr. D. Emi1i(Castelar.


))


José Sanchez Bregua.
José Carvajal.
Luis del Rio.
Jacobo Oreyro.
Manuel Pedregal.
Eleuterio Maisonnave.
Joaquin Gil Berges.
Santiago Soler y Plá.


3 Enero i87~.


Excmo. Sr. D. Francisco Serrano.
Juan Zavala.


!J Práxedes M. Sagasta.
Cristino Martos.
Juan Bautista Topete.
José Echegaray.
Eugenio García Ruiz.
Tomás M. Mosquera.
Víctor Balaguer.




Presidencia y Guerra.
Estado ..
Gracia y Justicia ..
Marina.
Hacienda ..


'Gobernacion ..
Fomento.
Ultramar ..


,- 8"~


:1.3 Mayo :1.874.


Excmo. Sr. D. Juan Zavala.


»


Augusto de Ulloa.
Manuel Alonso Martinez.
Rafael Rodriguez de Arias.
Juan F. Camacho.
Práxedcs M. Sagasta.
Eduardo Alonso Colmenares.
Antonio Romero Ortiz.


29 Junio i8a.


Presidencia.
Guerra ..
Estado. .
Gracia y Justicia.
Marina ..
Hacienda.
Gobernacion. ,
Fomento.
Ultramar.


Excmo. Sr. D. Práxedes Mateo Sagasta, interino.
Fernando Cotoner, interino.


» Augusto de Ulloa.
Manuel Alonso Martinez.
Rafael Rodriguez de Arias.
Juan F. Camacho.
Práxedes M. Sagasta.
Eduardo Alonso l:olmenares.
Antonio Romero Ortiz.


3 Setiembre 187-í.


Presidencia y Gobernacion.
Guerra ..
Estado. •
Gracia y Justicia.
Marina ...
Hacienda.
Fomento.
Ultramar.


Excmo. Sr. D. Práxedes~M. Sagasta.
Francisco Serrano Dedoya.
Augusto de UlIoa.
Eduardo Alonso Colmenares.
Rafael Rodriguez de Arias.
Juan F. Camacho.


» Cárlos Navarro y Rodrigo.
Antonio Romero Ortiz.


Diez ministerios y algunos conatos tuvo la repú-
blica en sus dos años escasos de existencia: esto




- 85-
prueba) como indico antes, que aquí los verdaderos
obstáculos tradicionales son la ambicion desatenta-
da) inquieta, perturbadora, de los que han hecho de
la política un modo de vivir, de medrar, de encum-
hrarse, á costa del reposo y de la prosperidad de la
nacion. Lo que los conservadores predecíamos antes
de suceder, los revolucionarios de todos los matices
lo confirmm'on plenamente con su conducta durante
su dominacion.


La sinrazon de estos cambios, sus inconvenientes y
sus reprobados motivos, ellos mismos nos los han di-
cho en estos términos:


Esta Cámara, para que los poderes europeos puedan entenderse
con álguien, con una persona, con una personificacion, necesita
crear un poder que no esté siempre á merced de la Cámara; y
aqui, digámoslo sin ofender á la Cámara, hay una manía de de-
vorat' á todos los Gobiernos; aquÍ nadie espera, nadie descansa,
todo el mundo se impacienta, todo el mundo aguijonea á los Go-
biernos, todo el mundo se entretiene en derribarlos como se der-
riban castillos de naipes; ¿cómo quereis, pues,. que ninguna
Nacion grave, que ninguna Nacion acostumbrada á la estabili-
dad, mande una credencial para que sea presentada al jefe del
Poder ejecutiyo D. Estanislao Figueras, y se encuentre con que
es el jefe del Poder ejecutivo D. Francisco PÍ y :Margall; y al
dia siguiente mande una credencial para el jefe del poder eje-
cutivo D. Francisco Pi y MargalI, y se encuentre con que el
jefe del Poder ejecutivo, es por ejemplo, el Sr. Navarrete? ¿No
veis que esto es completamente imposible f ¿No veis que se ne-
cesita dar estabilidad, dar fuerza á los Gobiernos, dar estabili-
dad, dar fuerza á ese Gobierno para que sintiéndose estable, sin-
tiéndose fuerte para prescindir de las pasiones y los egoismos de
su propio partido, pucda imponcr su autoridad con prestigio y con
fuerza á todos aquellos que no quieran reconocerle?" ..


¿Qué significa esto de cambiar un Gobierno á cada hora, á ca-
da minuto, á cada momento? ¡Cuán peligrosa es la crísis y cuán




- 86-
terrible el tránsito de un punto á otro! Un Gobierno amenazado no
puede hacer nada; un Gobierno incierto, un Gobierno que se ve
por todas partes con conspiraciones, no puede hacer nada y es
necesario, señores, es indispensable sostener al Gobierno. Yo lo
he prometido y lo cumpliré: yo lo he de sostener con todas mis
fuerzas.


CASTELAR.-8 de Julio de 1872.


El Sr. PÍ, lo mismo que 01 Sr. Castelar, se lamen-
ta de ese furor de los republicanos por escalar el
poder. «El antiguo ministerio-dice-habria sido el
mejor antemural contra todo género de ambiciones:
descompuesto y sin posibilidad de reconstituirlo des-
pertóse en muchos la codicia del mando, y aspiraron
al poder aun hombres oscuros que acababan de entrar
en la vida política. j Qué error el nuestro! (1)>>


Pero este error, que tanta sangre, lágrimas y rui-
nas cuesta, tiene algo de imperdonable, pues el señor
Pí debia saber, y sabia, que «van siempre á los parti-
dos extremos las más insensatas ambiciones; y éstas,
casi nunca satisfechas, agitan y revuelven sin cesar
las muchedumbres (2). »


El político, el estadista, el buen patriota, debe te-
ner presentes todos estos axiomas antes de lanzar á
su país por la pendiente de las aventuras, antes de
exponerlo al vergonzoso espectáculo de que el poder
sea una especie de lotería de la que cualquier zapate-
ro de viejo vaya á sacar una renta de 30,000 reales
anuales, sin exponerse á perder nada porque nada
tiene.


Ahora para cerrar este capítulo, vayan las siguien-
tes claridades:


(\) La República de \873, apuntes para escribir su historia por F. Pi Y
Margall, pág. 38 Y 39.


(2) Idem, idem, pág. 55.




- 87-
Por lo demás, debe suponer S. S. que si yo hubiera querido ser


Ministro, hubiera podido serlo varias veces, porque no hay mas
que ponerse en un pié corno las grullas, ir á las reuniones, decir
á unos sí y á otros nó, y al fin hubiera figurado en una combina-
cion, y entre tanto tonto como ha pasado hubiera pasado yo.


ORENSE (J. María).-30 de Agosto de 1.873.


Yo no me expresaré muy parlamentariamente, porque no ten-
go práctica para ello; pero sí diró de la mejor manera que me
sea posible, que lo que la República ha hecho hasta ahora ha si-
do crear obstáculos á los republicanos; y á pesar de odiar tanto
al verdugo, no se ha hecho otra cosa que ir matando poco á po-
co á los republicanos. Cada uno ha sido verdugo de su antecesor,
y ahora se trata de saber quien ahorcará al verdugo, porque el
Sr. Castelar ya no tiene verdugo que le ahorque.


CASTELLANO.-t8 de Setiembre de 1873.




- 88-


n.


Las elecciones.


Las elecciones para la constitucion de la asamblea
encargada de constituir la nacion bajo la forma re-
publicana, proclamarla por un Parlamento monárqui-
co el dia 11 de febrero de 1873, se verificaron los
dias 11, 12 Y 13 de mayo del mismo año, abstenién-
dose de acudir á las urnas todos los partidos monár-
quicos por la situacion de terror que el país atravesa-
ba. Algunos monárquicos fueron elegidos, en deter-
minados distritos, pero por el esfuerzo de sus amigos,
no por acuerdo del partido. He aquí como han sido
juzgadas estas elecciones:


"El terror federal-dice el diario republicano unitario (1)-ha
hecho moralmente más de lo que materialmente hubieran hecho
todas las coacciones gubernamentales juntas y unidas á un ejér-
cito de porristas encargados de evitar la entrada de los electores
de oposicion en los locales destinados á colegios electorales.


"El terror federal ha llevado la unanimidad federal por los co-
micios. ¿Cómo no? Para eso tuvieron buen cuidado, los que al
parecer dirigen la turba ineuIta de ese abigarrado partido, de ha-


. cer constar á los españoles todos que si no sacaban la federa l.de
las urnas la sacarian de los cationes de sus carabinas.»


El Tiempo, del 20 de Mayo de 1873.


Son curiosas, y por demás significativas, las agrupaciones y
estadísticas que pueden hacerse con los resultados numéricos de


(1) El Plleli/o Etpailol.




- 8U-
la lucha electoral tomando por base los datos oficiales ~uministra­
dos por el mismo Gobierno y publicados, sin discrepancia, por
los periódicos de los más distintos matices políticos.


Estos datos comprenden hasta 380 distritos, de modo que como
faltan muy pocos para completar el número total de los en que se
halla dividida Espaiin, incluyendo las provincias de Canarias y
Puerto-Rico, pueden darse y tomarse dichas estadísticas y los co-
mentarios á que se prestan como el resúmen general de las elec
ciones en la península.


Como primer antecedente curioso que ofrecemos á la conside-
Jacion de nuestros lectores sobre la significacion é importancia
del movimiento electoral, consignamos que irá á las futuras Cór-
tes un diputado federal, por más señas, llamado Cornejo, repre-
sentando el distrito de Balmaseda, en las provincias Vascas, con
la respetable votacion de .... 9 votos. En cambio, el diputado que
ha alcanzado más nutrida votacion ha sido el seiior Lapizburu,
que, en el distrito del Este de Cartagena, ha obtenido 9,622 su-
fragios, cuya cifra no alcanza de mucho á las que en pasadas elec-
ciones obtuvieron otros candidatos.


La clasificacion, por demás curiosa, de los diputados de la Cons-
tituyente hecha sobre la base de los sufragios obtenidos en los
comicios, es la siguiente:


DiJ?utados con ménos de :100 yotos 3
300 ti
500 1.2


)) iOOO 26
)) 2000 78


3000 95
4000 69
5000 34
6000 29
7000 H
8000 9
9000 ti


con más de 9000 't,


Suma total de diputados .. ;~80




- 90-
Resulta, desde luego, de esta estadística, que los diputados con


ménos de 3.000 votos ascienden á más de la mitad de los que han
tenido una eleccion más lucida. Y siguiendo en la formacion de
estadísticas, aparece asimismo que el retraimiento de los indife-
rentes y de los demás partidos militantes se ha dejado sentir en el
resultado electoral.


Efectivamente, para averiguar el número de electores republi-
canos que han ido á las urnas y tomando por base los anteriores
datos, supondremos que todos los diputados han conseguido la
totalidad de los sufragios de la respectiva escala en que están
comprendidos. ASÍ, por ejemplo, darémos por emitidos mil votos
á favor del candidato comprendido entre 000 y 1.000, Y así suce·
sivamente.


Esos cálculos arrojan el siguiente resultado:
1 diputado con ménos de t O votos
3 » 100
5 » 300


12 500
28 1000
76 2000
95 3000
69 ~OOO
3~ )) 0000)
29 6000
ti 7000
9 8000
5 9000
~ 10000 n


Total de votos.


10
300


iOOO
6000


28000
Hi2000
285000
276000
170000
174000


77000
72000
4tiOOO
~OOOO


1.326,810


Esta es la cifra, pues, á que en nuestro concepto han podido
elevarse todos los sufragios republicanos emitidos, pues si bien en
estos cálculos no está comprendido el resúmen de los votos fede-
rales emitidos en favor de candidatos derrotados, su ausencia
viene ventajosamente compensada por una porcion de considera-
ciones que es fácil exponer y todaYÍa más fácil comprender.




- 91 -
En efecto, en las cifras anteriores vienen inclusos los sufragios


depositados en las urnas á favor de diputados monárquicos que
aunque no lleguen todos juntos á dos docenas, no dejan sin em-
bargo de sumar un total respetable que cedemos á los republi-
canos.


Los distritos en que ha habido lucha no han sido, por otra
parte, muchos, y casi en ninguno ha sido esta reñida, habiendo
quedado por lo general derrotados con tina votacion insignifican-
te la mayor parte de los candidatos vencidos; de modo que no as-
cenderá á muchos miles el número de electores republicanos que
habiendo emitido sus sufragios en favor de candidatos desairados
no figuren en la estadística de donde hemos tomado nuestros cál·
culos.


Por lo demás, no todos los votos con que aparecen triunfantes
los diputados federales, deben atribuirse á electores del mismo
color político.


Existe una gran masa de sufragios que aunque siempre se emi-
tan en favor de todos los gobiernos por ciertos distritos donde tie-
ne su arraigo el cuner-ismo, nada significan en politica; pues esos
distritos son aquellos de los que en pasadas legislaturas dijeron
el marqués de Albaida y Fernando Garrido que se comprometian
á sacar representantes federales con los mismos electores que en-
tonces nombraban á los monárquicos, cuando estuviera en el po-
der el partido republicano.


Muchos otros votos de los que entran en el conjunto se han en-
cargado de clasificárnoslos los mismos republicanos, y entre ellos,
es escusado urradir que se encuentran las cédulas autómatas que,
segun La Imprenta de Barcelona, el serror Carvajal de Málaga y
el serror Perez del Alamo, de Loja, votan sin el concurso de su
correspondiente elector. Tambicn figuran en nuestro estado las
cédulas electorales que se habian caido en las urnas al verterse
los pucheros comunales, las resucitadas en los escrutinios, y las de
los muertos y por nacer, que ni más ni ménos que en los omino-
sos tiempos monárquicos han salido á luz en estas elecciones, se-
gun así se desprende de las acriminaciones mútuas de los republi-
canos que no dejan nada por decir ni por inventar.


y sill embargo, y á pesar de estas contrariedades, y rebaja, que
califican de sobradamente holgada la cifra de :l. 326,810 sufragios




~ 92-
"que hemos señalado á los republicanos, la eleccion general en su
conjunto no es muy lucida que digamos. En las grandes pobla-
ciones como Madrid, Barcelona y otras, especialmente en la fe-
deralísima Barcelona, el escrutinio republicano, no alcanza si·
quiera á un tercio del cuerpo electoral yen Madrid no llega á una
Guarta parte.


En esta misma proporcion están la generalidad de todas las ac-
tas, segun pueden observarlo nuestros lectores por los estados
demostrativos qUA antes insertamos.


Se calculan en más de 5.000,000 los electores inscritos en el
censo general de la península y Baleares con arreglo á la llueva
clase electoral y sin embargo la votacion republicana no asciende
más que á i.326,8iO sufragios benévolamente compartida. Resul-
tando: que no representa ni una ¡;uarta parte del Guerpo electoral.


La Crónica de Catalmla.-20 de Mayo de 1873.


La vrrdad es que cuando se proclamó la república
habia disminuido ya mncho el entusiasmo fedoral de
las masas, tanto que el órgano de los federales en
Barcelona, La Independencia, llamaha «severo entu-
siasmo» á la indiferencia de nuestro pueblo los clias
(]"ue siguieron el. la proclamacion de la república. Esta
circunstancia y el no acudir a las urnas los partidos
monár(]"uicos esplica la falta de concurrencia de elec-
tores en los comirios, falta que fné mucho mayor que
la que resulta de las cifras que arrojaron los escruti-
nios.


Dígase lo qne se (]"uiera, no huho grandes violen-
cias, pues el retraimiento de los partidos momi.rqui-
cos no las hacia necesarias.


Este retraimiento hizo fácil la victoria, que por
otra parte no hubiera sido difícil, aun acudiendo los
monárquicos á las urnas ~ por las razones qne van á
conocer mis l(~ctores :




- 9a-
Todas las fuerzas reaccionarias están de un lado, todas ellas


combaten el plebiscito porque entienden que este es el camino que
puede conducir al partido republicano al poder, al que no va gus-
loso,al que va solo para arrancar las últimas raices monárquicas
que queden en nuestro suelo, haeiendo así posible la consolida-
cíon de la República, que ha de ser campo neutral para touas las
aspiraeiones políticas y sociales, que tanto valdrán en cuanto se
implanten en la opinion y la hagan suya; porque es preciso no
hacerse ilusiones: en este país, en donde tiene tanta fuerza. el ele·
mento oficial, en donde hay partidos y provincias que piden al
poder central la designacion de sns dipntados y de sus corpora-
ciones, en donde basta SI))' pode/' pam !Janar unas elecciones genc·
rales; aun sin cometer las torpezas y las iniquidades que seilala-
ron las últimas elecciones sagastinas, pueue decirse que las elec-
ciones son lo que es el ministro de la Gobernacion que las dil'ige.
Si el ministro de la Gobernecion que dirija las próximas eleccio-
nes es sagastino, si es reaccionario, las Córtes que vengan serán
unas Córtes monárquicas más ó ménos uisfrazauas; que la valen-
tía y el arrojo de algunos distritos independientes; que la virilidad
do esas comarcas costaneras que reciben con el aire uel mar el
aire de la libertau y del progreso, no .'bastan á contrarrestar la
fuerza numérica de esos distritos centrales, acostumbrados al
quietismo y á la. servidumbre que les imponen los caciques, dan-
do como bueno todo lo que el poder central les ofrece á condicion
de ser los mandones en su pueblo.


La IndependClicia.-19 de Febrero ue 1874.


Lo que digo antes no queda desmentido, al contra-
rio viene confirmado, por estas palabras ele un ora-
dor monárquico:


Pero os he dicho otras veces, y os repito ahora, que cuando so-
breviene una revolucion es de toda necesidad, mucho más Ua-
tándose de una revolucion tan radical como la presente, es de
toda necesidad para que los partidos vencidos puedan descender
al estauio electoral, que el Gobierno emplee una gnll1dc, una de-




- 9&'-
cisiva accion, con el fin de mantener la libertad del voto público,
con el fin de reprimir los escesos, las violencias y hasta los crí-
menes del partido dominante. Y esto es lo que no ha hecho en
manera alguna el Sr. Pí. El señor Pí ha tenido noticia de muchos
escesos que se premeditaban y de otros que cometian en los dis-
tritos y nada ha precavido ni remediado; y no ha remediado na-
da, cuando todavía la autoridad pública depositada en sus manos
merecia algun respeto á los súbditos y en algunas provincias don-
de habia muchísimos medios para reprimirlas, nada, absolutamen-
te nada han hecho los gobernadores con tal objeto. Yo estoy sen·
tado aquí porque ha ignorado el Gobierno que era candidato por
el distrito por donde me he presentado; si en ese distrito hubiera
sabido el poder público, y no aludo ahora á nadie en particular,
que á mí se me votaba, hubiera sido arrojado con violencia por
hordas de foragidos, como lo rué .... Yo examino la conducta del
Gobierno, del Ministro de la Gobernacion, que hace suyos los ac-
tos ó las omisiones de sus agentes cuando no los corrije; no dis-
cutiré ahora, sino provocado, con ningun Sr. Diputado que se
siente en ese lado de la Cámara. (Señalando á la derecha.) Como
lo fué un amigo mio á consecuencia de la política electoral em-
pleada por el Sr. Pí; se han perpetrado crímenes gravísimos para
impedir la eleccion del Sr. Romero Ortiz.


RlOs RosAs.-Setiembre de 1873.




- 91)-


1I1.


La asamblea republicana.


Como so indica antes, los republicanos no tuvieron
necesidad de cometer muchos atropellos para que-
darse solos ó casi solos en las urnas, porque sus ad-
versarios les abandonaron el campo; no obstante,
hemos de hacer notar que donde hubo lucha hubo
atropellos, y la asamblea se mostró, al discutirse las
actas, tan indulgente con los escesos de los republi-
canos, como los congresos sagastinos ó radicales se
habian mostrado con los escesos do sus correligiona-
rios, á pesar de las enérgicas protestas de las oposi-
ciones. Veamos sino lo que dice el Sr. Santiso.


y si nosotros hacemos hoy exactamente lo mismo que han he-
cho otros Gobiernos, otras Córtes, que por deferencias de amis-
tad, que por compañerismo, prescindian de la justicia y de la
razon; sino nos diferenciamos de ellos, entonces t para qué se ha
trastornado completamente al paísf Si nosotros hemos visto que
en otras elecciones se ha proclamado como bueno el sistema del
espanto, el cual se ha planteado en estas elecciones en algunos
distritos, aunquil pocos por fortuna del partido republicano; si
nosotros admitimos como buena, cuando la hemos condenado de
una manera enérgica, la existencia de la partida de la porra; si
nosotros hemos condenado la intervencion de las autoridades en
las elecciones, ¿cómo hemos de venir hoy á patrocinar precisa-
mente estos mismos hechos?


LOPEZ SANTISO. -19 de Junio de 1873.




- 96-
Sea de esto lo que fuere, no obsta para que la Asam-


blea republicana fuese, si no la expresion de la vo-
luntad del país, la expresion de la voluntad de los
republicanos, quienes, completamente libres y des-
pues de cinco años de discutir, de votarse, de revo-
tarse, tratarse, alabarse, censurarse, y por lo tanto
de conocerse, es de suponer qne enviaron ú realizar
su ideal, á constituir el país, la flor y nata del repu-
blicanismo, los mejores, los mas sábios, los mas
cuerdos, los mas virtuosos, los mas prácticos. Por
esta asamblea podemos, pues, tomarle la medida al
republicanismo español ya que ella se componia de lo
selecto del partido.


Pocos dias despues de reunida, el dia que se cons-
tituyó definitivamente, en la sesion del 7 de Junio de
1873 (véanse las páginas 18 y siguientes), los padres
conscriptos estuvieron 6 punto de tirarse los bonetes
á la cabeza, y aquello no fué sino un preludio de lo
que habian de ser la mayor parte de las sesiones, de
lo que hubieran sido todas, a no haberse retirado la
minoría. Como muestra, allá va la de fin de mes, la
del 30 de Junio.


El SI'. Vice-Pre~idente (Pedregal): ábrese discusion sobre el
art. 1.0 El Sr. Día::: Quintero tiene la palabra, primero en contra.


El SI'. Lafuent!': Pido la palabra para una cuestion prévia.
El Sr. Vice-Presidente (Pedregal): Xo hay cuestion préYia.
El SI'. Lafuente: La hay, y muy importante.
El Sr. Vice-Presidente (Pedregal): Tiene la palabra el señor


Lafuente para la cuestion préYia.
El 81'. Lafuente: Deseo preguntar al Gobierno qué razon hay


para que dentro d3l Congreso se pasee una ronda de tropa ar-
mada y qué peligro corremos aquí.


El Sr. Vice -Presidente (Pedregal): Señor Diputado, esa no es
cuestion que se refiere al asunto pendiente.




- ()7-
El SI'. La/,uente: Pero es una cuestion prévia que interesa á


la Cámara.
El SI'. Vice- Prpsidente (Pedregal): Si S. S. tiene que hacer


ulgllna ObSOl'yacion á la Cámara, debe hacerlo en otra forma.
Tiene la palalJra el Sr. Diaz Quintero.
El SI'. Dia:; Quintero: :Mo importa poco la fuerza que pued~


haber dentro ó fuora del Congreso, porque en mi carácter de le
gislador no temo á nadie. Tampoco diré como el Sr. Cala que voy
perdiendo las ilusiones. Yo no pierdo ilusion ninguna, porque
tengo fó en mis ideas y sé que han de triunrar; por consiguiente,
no pierdo las ilnsiones.


Voy á desembarazarme ahora de una cuestion reglamentaria,
y ruego á la Cámara ([U e fije su atencion, porque aquÍ se entien-
de mal, n mi yer, el Heglamento.


Establece un artículo d81 Reglamento, que los proyectos pre-
sentados por el GolJierno, puedan ser declarados urgentes, y dice
el artículo que se esceptúan de pasar á las comisiones aque"nos
proyectos del Gobierno que lasCórtes declaren en votacion nomi·
nal de .f]mn urgencia; y aiJade enseguida, que estos se discutirnn
sin jJl'ério dictám()I1 de comision; pero no dice ni puede decir de
ninguna manel'a que se discutirán inmediatamente, en el acto,
porquu esto sería coger por sorpresa á todo el mundo; y yo me
rebelo contl'a esta especie de superchería que se ha cometido
aquí, cogiendo desprevenidas á las oposiciones. Es una manera
indigna de traer esas proyectos, por sorpresa .....


El SI'. Vice-Presidente (Pedregal): Este es un punto resuelto
por la Mcsa con arreglo al j{eglamento.


El SI'. Día:::, Quintero: Me opongo, porque hasta con eso hay
superchería, porque no se me ha consultado á mí que soy de la
Mesa, y aquí está principalmente la sorpresa. (Grandes mlmnu-
Uos"' reclamaciones de uno !J otro lado de la Cámara; aplausos ell
la izquienla.)


Yo niego á S. S. que me mantcnga en el uso de la palahra; yo
tengo el deber de decir la veraad, y ruego á la mayoría que no
se deje llevar por la sorpresa, puesto quc.aquÍ no se cumple el
Heglamento.


El SI'. Vice-Presidente (Pedregal): La Mesa se compone del
Presidente y de los Secl'etarios; estos han resuelto las dudas, y


j




- 98-
S. S. como todos los Diputados, están atenidos á lo que el Regla-
mento dispone, porque la Mesa debe decidir acerca de las dudas
que surjan .....


El Sr. Diaz Quintero: La Mesa se compone tambien de los
Vicepresidentes ... (En la izquierda, bien; crecen las interrup.
ciones).


El Sr. Vicr!presl:dente (Pedregal): Orden, señor Diputado; pue-
de S. S. continuar en el uso de la palabra, pero prescindiendo de
este incidente.


El Sr. Diaz Quintero: La Mesa se compone tambien de los Vi·
cepresidentes, y éstos deben saber lo que se vá á tratar en la
Cámara. Cuando me he acercado á la Presidencia á preguntar el
asunto que se iba á tratar hoy, se me ha dicho que la interpe-
lacion del Sr. Navarrete y que no habia otra cosa. Yo tenia que
ir á continuar los trabajos de la comision Constitucional; pero,
recelándome algo, no he ido, y he hecho bien en ello, portlue he
tenido ocasion de ver este acto de sorpresa. (Nuevos murmullos
en algunos bancos).


Señores Diputados: el Reglamento no dice, ni puede decir que
se discuta inmediatamente un proyecto de ley, porque todo pro-
yecto necesita veinte y cuatro horas sob['e la mesa para que haya
tiempo de poder presentar enmiendas. (Rumores).


El Sr. Vicepresidente (pedregal): Permítame S. S., se vá á
leer un artículo.


El Sr. Dia:: Quintero: voy á decir cual es el artículo que se ha
de leer.


Hay un artículo en el título 6. o ••• (Gran agitacion).
El Sr. Vicepresidente (Pedregal): Permítame S. S., que el señal'


Secretario vá á dar lectura de un artículo. (Siguen los rumores !J
lasi nte¡'rupciones).


El Sr. Secretario (Bartolomé y Santamaría):
«Art. 32. El Presidente dirige los actos de la~ Córtes con su-


jecion al Reglamento.
Corresponde á su autoridad:
Conservar el órden:
Abrir, suspender y cerrar las sesiones.
Designar, con anuencia de las Córtes, los dias en que no deba


haberla.




- 99 -
Seiíalar con anticipacion ...
(El Sr. Dia::: Quintero: Con anticipacion; Pro me laboras; ahí


está lo que debió hacer la PresIdencia ... )
El Sr. Secretario (Bartolomé y Santamaria):
« Sefíalar con anticipacion los asuntos que en ellas deban discu-


tirse.
Dirigir las discusiones.
Conceder el uso de la palabra segun el órden en que se hubiese


pedido ó negarlo cuando no haya derecho á usarla.
Cuidar de que las discusiones se concreten al asumto de que se


trate.
Fijar, en caso de duda, los puntos sobre que se ha de votar.
Rrsolver en el acto las cuestiones que se susciten sobre la inte-


ligencia del Heglamento, oyendo á los Secretarios.
Firmar las actas, leyes y decretos.
Procurar que ni directa ni indirectamente se falte &1 respeto


debido á las Córtes; que sus individuos se conduzcan en los deba-
tes con todo comedimiento, y que no se ofenda ni deprima á nin-
gun Diputado, ,Ministro ó persona extrafia á la Cámara. (Ocupa su
l/siento el SI'. Presidente).


El SI', Dia::: Quintero: Se vé, pues, por la lectura misma que
se ha hecho, que una de las atribuciones del Presidente es sefia-
lar con anticipucionlos asuntos que en las Córtes deben discutirse;
y no podia ser de otra manera. ¿Cómo se discute si nó aquello
que no se tiene noticia de que se yá á discutir? Esa es una sor-
presa que no cabe en ninguna parte. Por lo tanto, el que la Cáma-
ra declare urgente un proyecto, no trae consigo que se discuta
inmediatamente el proyecto presentado por el Gobierno, y mucho
ménos un proyecto de esta importancia; lo que trae consigo es,
que no pase á las comisiones, pero nada más.


El Sr. Presidente: Sefíor Diputado, se ha preguntado á la Cáma-
ra, uespues de leido el proyecto de ley, si se dcclararia, con-
forme al urt. 70, dc grande urgencia, y si en virtud de esta
declaracion se pondria inmediatamente ~ discusion. Esto ha pre-
guntado la pL'esidencia, y á esto ha contestado la Cámara con un
voto afirmativo; lo que S. S. dice estó, pues, contra el acuerdo de
la C~mnl'a y contra el art. 70 del Reglamento. Por tanto, llamo á
S. S. al órden. (Aplausos en mIOs lados; rnu1'1nullos y reprobacion
en otl'os).




- tOo-
El Sr. Diaz Qttintero: S. S. podrá llamarme al órden y á lo que


quiera; pero yo, en uso de mi derecho, he de seguir discutiendo
como creo debe discutirse en el Parlamento; porque tenga enten·
dido S. S., que yo me rebelo contra esa especie de nutocratismo
que se quiere arrogar la Presidencia, coartando hasta la libertad
do la palabra. (Gran agitacion; mttchos Sres. Diputados piden la
palabra y pronuncian algunas que no se pueden entender.)


El Sr. Presidente: Sr. Diputado, llamo á S. S. por primera vez
al órden. (Continúa la agitacían>' varios Sres. Diputados abando-
nan sus asientos).


El Sr. Diaz Quintero: Me doy por llamado nI órdel1 por la
milésima vez. (Crece el tumulto; muchos Sres. Diputados de la
izquierda se ponen en pié para abandonar sus puestos).


El SI'. Presidente: Ruego á los Sres. Diputados que ocupen sus
asientos; apelo á su patriotismo, y les suplico tengnn en cuentn
el espectáculo que estamos dando al país. (El tumulto llega á .m
colmo; de los bancos de la extrema izquierda salen coces de <á la
calle, á la calle, vámonos fuera;» el Sr. Presidente continúa lla-
mando al órden !J agitando la campanilla; muchos de la derecha,
dir'igiéndose ú aquellos, les gl'itan: a á los bancos, vamos á discu-
tir, órden, órden.» Poco ú poco se apaciguan los ánimos, y ocu-
pando sus asientos los Sres. Diputados cesa el tumulto).


El Sr. Presidentq: Sres. Diputados, yo dejo á la consideracíon
de los señores que componen la mayoría, como de los que com-
ponen In minoría, el triste espectáculo que damos ante el país; en
ninguna circunstancia necesitan ciertamente más los legisladorl's
de un país dar pruebns de seguridad de ánimo y que obedecen
solo á los impulsos de In razon, huyendo de los ciegos nrl'ebatos
de las pasiones, que en los momentos críticoH en que se necesita
todo el reposo para que el ánimo delibere; en que se ne('esita tam-
bien recoger todas las fuerzas del espíritu para obrar con energía.
Consideren los Sres. Diputados de la minoría si para hacer valer
sus derechos necesita soureponerse la razan á In pasion; conside-
ren si no vale más discutir y obrar con la fuerzn de la razan,
atemperándose á los medios del derecho, que dar este espectáculo,
que redunda siempre en mengua de los que le dan.


Ahora veamos cómo ha sido juzgada esta Asamblea




- iO!-
por los mismos republicanos~ oyendo á sus censores
y á sus encomiadores.


Yo quisiera empezar preguntándoos Ulla sola cosa. En los dias
que llevamos desde el establecimiento de la República ¿qué hemos
hecho? Los dos Ministerios que ha habido dentro de esa Hepública
¿qué han heeho? Vuestra conciencia y la del país han de contes-
tar, no yo. ¿Ql\(' proposiciones, qué medidas, qué proyectos de
ley han traido todos los Ministros que se han sentado en el banco
azul, que hasta creo debíamos haberle cambiado el color; ¿qué
hemos adelantado, como digo, en todas estas sesiones? Que veni-
mos á sentarnos en estos bancos, que al principio de la mayor
parte de las sesiones, casi siempre se encuentran vacíos, y ¡triste
es decirlo y confesarlo! al final de todas ellas, absolutamente de
todas, no se ha visto quedar nunca sentados en estos bancos arri-
ba de media docena de Diputados.


AUMENTIA.-27 de Junio de 1873.


¿Qué pasa entre nosotros? Se convoca una Asamblea Constitu-
yente: los partidos contrarios viéndose sin fuerzas ni prestigio,
nos abnndonan el campo, la totalidad resulta ser republicana fe-
deralista; pero desconocidos en su mayoría los diputados, nadie
sabe sus tendencias, nadie puede precisarlas. ¿Qué sucede des-
pues? Que cada hombre es un bando; que cada inteligencia se
cree eon derecho á vomitar reformas y á trazar el camino más
seguro para regellerar á nuestra patria desdichada: que falta el
ncuerdo, la unidad, la cohesion: que el móvil es en unos la ambi-
cian, en otros el pueril afau de singularizarse, en muchos la erró·
nea idea de una falsa autonomía individual, produciendo tan
opuestas tendencias un dcsburnjusle de que no hay ejemplo en la
historia parlnmentaria, y un estado tan grave que es ya insopor-
tahle por un momento mas.


¿Quó hemos visto durante el último interregno? Digámoslo con
franqueza. El Sr. Figueras, con su volubilidad característica dió
prestigio á todos cuantos en la oposicion fueron díscolos ó intem-
pel'antes. Pensando reducirlos ú la obediencia y ú la sujecion por
medio de halagos inmerecidos, acreció su audacia y aumentó su




- i02-
número. Cosa es sabida de todos que para obtener un puesto del
señor Figueras bastaba haber hecho la guerra al Directorio. ~Cómo
no habia de fomentarse de este modo el espíritu de la indisci-
plina? Y tanto se fomentó, que la presente Asamblea en sus
primeros dias, es un lamentable trasunto, multiplicado consi-
derablemente, de aquellas famosas reuniones que celebraban
determinados elementos, en donde cada hombre era un partido y
habia programas por cabeza y más líneas de conducta que en la
geometría. El Sr. Pí, hombre inflexible en sus principios, tal vez
por patriotismo y á fin de evitar prematuros rompimientos ha sido
débil en el Gobierno; y el Sr. Castelar ha visto estrellarse sus
planes de política enérgica ante el espíritu fatal de contemporiza-
cion predominante en el Gobierno de que formaba parte.


En nombre de la contemporizacion se ha creado un galimatías
espantoso: hemos buscado la fuerza y hemos dado con la disolu-
cion. Hable por nosotros la Asamblea, sill norte, sin guia, sin
unidad: hable el partido en general, en el propio estado: hable
esa masa informe que se llama República federal espniiola, en
donde desde el supremo Poder hasta el pueblo se halla todo des-
concertado y fuera de su centro ...


(La lndependl'l1cia.-I'J de Junio de 1873).


Yo creo, Sres. Diputados que esta proposicion es el término
falal, el remate y coronamiento necesario á la vida de lucha y
rencillas intestinas que hemos traido á la Asamblea en tres meses
de trabajos; yo creo que la proposicion de clausura es el sudario
en que habrá de envolverse esta Cámara en su muerte. Yo no só
qué la ha inspirado; si nuestras torpezas, nuestra falta de patrio-
tismo, la carencia de sentido político; de instinto de conservacion
quizás, pues que nosotros mismos por una s{>rie de acontecimien-
tos las hemos engendrado. Yo habré de probaros que nuestras
discordias han precipitado este acontecimiento y para ello no
atacaré á los Gobiernos. que se han sucedido; no seria justo, pues
que en definitiva no son ni han sido otra cosa que el reflejo de
vuestra soberana voluntad.
~Qué ha pasado aquí? En las memorables fechas del 11 de Fe-


brero y 23 de Abril, el partido republicano acepta con toda rcs-




- i03-
ponsabilidad la triste herencia de la Monarquía, compuesta de
una guerra civil alimentada por el fanatismo y la ignorancia, una
Hacienda en ruinas, el crédito nacional perdido, y el alejamiento
de todos los partidos de procedencia liberal, preñados de ódios y
rencores. Esta herencia, que era bastante por sí sola para unir á
todos los republicanos en una aspiracion comun, no rué apta en
lo sucesivo á evitar un rompimiento CO!l riesgo de perder la li-
bertad y la República.


MOHENO B.~nCIA.-Lo de Setiembre de :1.873.


Despucs de todo, examinad lo que ha acontecido desde que
esta Cámara ha empezado sus trabajos. Decidme si en la historia
del parlamentarismo español ni de nacion alguna, puede pre-
sentarse un ejemplo de una Asamblea á la cual hayan necesitado
los Gobiernos cada quince di as en los grandes conflictos, en las
grandes crísis que han venido trabajando sucesivamente á todos
los:\'linisterios que han pasado por ese Banco. Decidme si ha ha·
bido una Asamblea á la cual se le hayan pedido autorizaciones
políticas, económicas, votos de confianza, bills de indemnidad
tan absolutos y tan graves como los que han tenido necesidad de
pedir á esta Asamblea los Gobiernos cada quince ó veinte dias y
pidiéndolos bajo la única razon de la salud del pueblo, que es la
suprema ley. Y sin embargo, el actual Gobierno precisamente,
que ha recibido un voto de conlianza mas absoluto que todos los
anteriores, es el que viene á decir de esta Asamblea á las cua-
renta y ocho horas, que le estorba, que 110 puede gobernar con
ella.


Yo de mí sé deciros, seilores Diputados, que tengo fija en mi
alma y grabada en mi conciencia alguna votacion en la cual to-
mé parte y en la que dí un voto que todavía me está doliendo.


Vino aquí un Ministerio á decir que necesitaba haeer una ley
de castas, Sres. Diputados, autorizando á las Diputaciones pro·
vinciales para que impusieran contribuciones y castigaran á
aquellos individuos que fueran ci)no~idamente afectos al carlis-
mo. Yo con el remordimiento de que esta arma de dos filos se
volvéría quizá en algunos puntos contra el mismo partido repu-
blicano, para que no se pudiera dudar de mi patriotismo, para




- iOlí,-
que no se pudiera decir que yo escatimaba al Gobierno una de
las cosas que el Gobierno creía necesarias, dije sí, y conmigo lo
dijeroIl la moyoría de los Sres. Diputados. Y es de notar que ha-
ya obtenido mayoría num{)rica la votacioll de un<l proposiciun de
esta importancia en una Cámara cuya mayoría es republicana,
democrática y federal.


Recordemos, Sres. Diputados, si ha habido algun pretoxto, al-
gun motivo que alegar; si ha habido algun Gobierno á quien las
deliberaciones y trabajos de esta Asamblea hayan podido estor-
bar para hacer gobierno.


Pidióse una autorizacion á favor de un ilustre república para
nombl'ar él los demás miembros del Poder ejecutivo, y siquiera
haya habido una discusioIl, esta Asamhlea dió la autorizacion.
Sintióse á los pocos dias aquel Ministerio herido y desorganizado
como el anterior por causas que no emanaban de esta Cámara,
sino del seno mismo del Gabinete. Viene aquí y pide una autori-
zacion política absoluta, y la Asamblea se la concede.


A los pocos dias nos manitlesta que hay una crísis en el seno
del Gabinete, y pide que se le autorice para nombl'ar nuevos mi-
nistros, y la Asamblea se lo otorga. Henuncia el Sr. Presidente
del Poder ejecutivo; pídese por un digno individuo de la mayurín
otra autorizacion en favor de otro Sr. Diputado con iguales atri-
buciones de nombrar los demás miembros del Poder ejecutivo, y
la Asamblea se la concede. Y nótese en la historia de todas las
crísis si la ha habido alguna proyocada por esta Asamblea. Nó:
debió verificarse alguna crísis parcial mi rnús de una oeasion ; pero
esas crÍsis no se veritlcaron. Hubo un Ministro de Marina que con-
signó en un decreto su opinion contra In supresion del Almiran-
tazgo, faltando irrespetuosamente á la Asamhlea que tenia tomada
en consideracion por inmensa mayoría, no sé si por unanimidad,
la supresion de ese alto cuerpo, y á los pocos dias discutióse esa
proposicion y la AsalIlhlea votó por la suvresioll del Almirantazgo.
Era muy natural que la Cámara hubiera provocado la solida del
Ministro de Marina; sin. embargo, aquel ~Iinistro no salió y aun
se sienta impertérrito en el hanco azul.


Vino, presentada por el Sr. Ministro de Hacienda, una llamada
ley del déficit. Yo no he querido fiarme como quizás dehiera en
las protestas terribles que se han levantado. sino contra la ley en




- 1(1)-
general, al menos contra parte de su articulado, porque el Go-
hierno decia que necesitaba recursos para atender á las neeesi·
dades de la guerra, y yo creí que era un deher de patriotismo cer-
rar los ojos y votar la ley. La Asamblea la votó. Pero se dió un
decreto consiguiente á aqurlla ley para 1I8varla {¡ cabo, suscrito
por el Sr, Mmistro de Hacienda; presénta[jsr algunas dificultades,
surgen algunas oLjeciones formuladas en una proposicion firmada
por el Sr. Benitez de Lugo, y aquella pr'oposicion ps tomada en
consideraeioIl por la mayoría de la Cámara, Parccia, pues, que el
resultado de este acto de la Cámara fuese una crísis parcial por la
salida del Sr. Ministro de Hacienda; pero al dia siguiente vino
modificada esa proposicion, no tanto que no significara el mismo
voto de censura dado por la derecha al Sr. l\1inistro de Hacienda;
la Cámara, no solo la toma en consideracion, sino que la aprueba,
y el Sr. Ministro de Hacienda sigue en ese banco; no está en el
mismo departamento, pero pasa á otro Ministerio. Quiere decir que
esta CiJmara nunca ha prodncido crÍsis alguna; que las crisis han
sido interiores, elaboradas en el seno mismo de los Gabinetes; que
esta Cámara no ha hecho más que decir á los }Iinistros: "pedid-
me y yo os duró lo que querais.)) En prueha de ello, reeuérdense
las autorizaciones f¡Ue ¡Ja concediuo á los diversos ministros que
se las hall pedido. ¿Y se quiere decir que ahora esta Cámara es-
torba al Gobierno?


PIllIEZ COSTALES,-i8 de Allril de 1873.


¡Qué difcrencin elltt'e las presentes Córtcs, y las Constituyentes
de 18tHJ! En <Ir/uellas Cúrtes estaban representados todos los par·'
tidus y touas las clases sociales. En aquellas Cól'tes tres partidos
(¡ue habian estado en constante lucha y se habían hecho una im-
placable guerra desde la prensa y In tribuna, se lJUbieron de po-
ner de ncuerdo subt'c p['Íneipios fundamentales, llada ménos que
sobre la naluraleZd y la estellsioll de los derechos del indiviuuo,
pat'a formular la llUeya Constitucion. La ü)['mularon sin embal'go,
y la aprobarun y la promulgnt'oll en me'nos tiempo del que hace
que estan reunidas las presentes Cúrtes. El dia 2 de Jlal'ZO fué
llombroda la comision, el 30 presentado el proyecto, el ti de Abril
iniciauos lus debates, el 1 de Junio prOdatl13da la Constitucion.




- iOo-
Nosotros con unas Córtes casi unánimes, donde las OpOSICiones
apénas tienen una representacion formal; nosotros, en unas Cór-
tes compuestas de republicanos que apénas discutíamos sobre los
principios en que debia descansar la federacion, nos retiramos
despnes de cuatro meses sin haber ni siquiera discutido en su
totalidad el proyecto constitucional.


PI y MAUGALL.-f8 de Setiembre de f873.


La Cámara ha dado cuanto se le ha pedido; la Cámara de cuya
virilidad y de cuyo patriotismo hay una prueba bien reciente en
la votacion que tuvo lugar anteayer, ha concedido en suma una
dictadura económica, una dictadura política y una dictadura mi·
litar; autorizaciones dadas hasta sin condiciones, ¡qué hasta sin
condiciones! hasta sin reflexiones, hasta sin discusion. ¿Cómo este
Gobierno, que acaba de recibÍ!' de la Cámara una prueba tal de
patriotismo, de abnegacion y de desinterés, puede encontrar un
medio hábil, siquiera sea pedido por uno de los más fieles servi-
dores de la mayoría, para decir á las cuarenta Y ocho horas que
la Cámara le estorba y que puede suscitarle obstáculos?


PEHEZ COSTALES.-18 de Setiembre de 1873.


Todos los partidos contrarios vuestros, por este ó el otro moti-
vo, estaban retrúidos; habeis hecho unas elecciones á vuestro
gusto; nadie ha disputado el terreno á vuestros candidatos; de mo-
do que la consecuencia precisa, lógica, es la siguiente. Esto que
han producido las elecciones, es seguramente lo mejor que teneis
en vuestro partido; la gloria que de aquí resulte, justo es que os
pertenezca; pero si no hubiese tanta gloria como creeis, ó si re-
sultára que el nivel del acierto es un poco rcbaj¡¡do, entónces la
consecuencia seria precisa tambien.


llEcEnUA.-i3 de Agosto de iSn.


Seiiores, una Asamblea que consume una maiíana entera en
estas personalidades; una Asamblea (¡Uf' consume una maiíana en
estos insultos; una Asamblea que consume una maiiana en des-




- 107-
garrarse de esta suerte miéntras el enemigo avanza, miéntras el
incendio la rodea, miéntras el absolutismo tiene el apoyo de Eu-
ropn; una Asamblea que así procede, sino cambia de conducta,
está irremisiblemente condenada á perecer hoy y á tener maiíana
la reprobacion universal.


CASTELAR.-i6 de Agosto de 1873.


El incesante crecimiento de los carlistas no ya solo en el Norte
de Espaiía si que tambien en el Oriente de ella, la prolongada y
fatal resistencia de los cantonalistas encerrados en Cartagena, que
si no tienen en jaque á nuestras tropas las obligan al ménos á per-
manecer arma al brazo esperando el momento del ataque, cuando
las provincias invadidas por la peste carlista exhalan un grito de
angustia en demanda de socorros de que carecen y que no se les
pueden mandar mientras los reaccionarios negros no estén com-
pletamente sometidos, ó hasta tanto que se hayan reunido y or-
ganizado las reservas llamadas por una ley que cuidaron de im-
pugnar ó entorpeeer los patronos que tienen en el Congreso los
parricidas de Murcin y de AndalncÍa, no son L~stantes para alec-
cionar en la esperiencia á los diputados que no sabemos si por
falta de valor ó de frnnqueza en la manifestacion de sus pensa-
mientos ó por qué otra oculta é ignorada causa, sin formar parte
de la minoría intransigente engendran un centro que más que
centro podríamos apellid(l/, ~je de las ambiciones dfspec1wdas ?J de
las ilusionfs juveniles_


Este eentro, que acosado por el horror impreso á sus miem-
Lros por el clamoreo de la nacion entera cuando á la caida del mi-
nisterio Pí, Espoiin más que ulln nacion se pnrccin al cráter de un
volean en nctividad, se agrupaba en torno del goLiel'I1o y le ofre-
dn su apoyo cuasi ineondicional, pidiéndole implícitamente un
perdon que aponos merecia por su pasada conducta, apenas vió
que la inundacion cantonalista comenzaba á sel' contenida por la
fuerza de la opinion y por las determinaciones del Poder ejecuti-
vo se orrepintió de sus propósitos de enmienda y yolvió á osten-
tar á cada paso su versatilidad, su inconstancia, su falta de crite-
rio político y su sobra de ambiciolles insensatas; aumentando dia
riamente su aficiol1 á formal' gmpos y más grupos sin duda por




- 108-
aquello de que vale más ser puiío de hierro que contera de plata,
y vuelve hoy á las andadas y se apresta á combatir en un ion de
la izquierda el proyecto de suspender las 3esiones, proyecto que
ya ayer apoyamos fundándolo en razones que no creíamos por
derto al escribirlas tuvieran tan pronto una justificacion tan pul·
maria como la que le presta esa nueva evolucion; ó mejor, esa
nueva genialidad del llamado centro parlamentario.


Si algun diputado de buena fé aboga
por la no suspension de las sesiones le bastará meditar sobre la
conducta vacilante é incomprensible del centro de la Cámara pa-
ra volverle en su acuerdo y no insistir en sus propósitos. La Asam-
blea debe suspender sus sesiones á toda prisa, no tanto por razon
de las circunstancias espeeiales porque atraviesa el país, y de la
guerra que asola las provincias del Norte, cuanto por la impericia,
?J las intrigas y la falta de patriotismo de la mayoría de sus di-
putados.


La política de las complacencias, como así pucde muy bien lIa'
marse á la que siguieron sucesivamento los gabinetes Fi6'ueras y
Pi Y Margall, basada en la incongruencia de la Asamhlea, dió
pronto los frutos quo eran do esperar. A nimados los elementos
díscolos de nuestro partido por la impunidad que cupo á los san·
grientos sucesos de Alcoy, y anhelosos de semhrar la anarquía
por el país, pronto pusieron manos á la obra, sin considerar lo
crítico de las circunstalleias porque atravesaba la nacion, ni echar
de ver siquiera que la reaccion carlista que bramaha en las pro-
vincias del Norte de la Península era la que habia de convertirles
en sus juguetes y en sus mlÍs activus au,r;iliares.


En pocos dias vióse encendida en nuestra patria una nueva
guerra civil, más terrible ú cabe que la carlista, 'IIujhQS jnstifica-
da, ya que se hacia sin bandera y en nombre de la exageracion
de unos principios que nadie en el poder ni en la Asamblea habia
desconocido, guerra civil hecha por la {'mccion de un partido que
cifra toda su existencia, toda su 1'3ZOll de ser en el respeto más
sin'coro á la legalidad democ¡o;1tica, y que no obstante rompia des-
atentadamente la ley de las mayorías, desconociendo la autoridad
de la Asamhlea que acahaha de elegir el país y de la cual forma-
han parte los principales promovedores del movimiento canto-
nero.




- fO!)-
Si esta consideracion es exacta, ¡cuán grande es la responsabi-


lidad de los que sin motivo alguno, guiados únicamente por el
despecho) por el amor propio ó por las satánicas pasiones que se
anidan siempre en pechos viles y miserables, levantaron la ban-
dera de la insurreccion, dieron pábulo á la maldad de los facine-
rosos á quienes acogieron á su lado para atncnr de consuno á la
República en nombre. De la República misma arrastraron por el
lodo nuestrn bandern honrada y ncallaron por ser los causantes d~
que el bando carlista adq!liriera una importancia que nos avergiien-
::;a y una luer::;a que nos costará) para contrareslarla, largos dias
de sangre y de sacrificios,


... Refiriéndose á esos cobardes cómplices del movimiento sui-
cida, dirá que el gobierno pidió hombres y dinero á la Asamblea
para hacér frente á los carlistas y que hubo indignos representan-
tes que 8e encarnizaron en una opinion sistemática y negativa,no
con el objeto de dar nuevos medios con que sustituir los del :':;0-
bierno, sino para que este gastara los dias y se viera impotente
para cumplir su mision delicada.


Dirá q'le en las discusiones qU8 con tal motivo se empcuaroll,
se hizo uso de todos los medios reglamentarios, con el fiti de ale-
jalO el momento de que el gobiel'l1o se viera libre de embarazos y
facultado suficientemente para salvar la honra de nuestra bandera
y su honra propia,


y en vista de una complicidad tan patente, en visto de una pro-
tf'ccion tan descarada á favor de las huestes carlistas, dejará al
jnicio de 1a posteridad el cuidado de discernir si estos exagerados
l'epublicanos fueron los agentes más encaces del carlismo, ú si
Obl'[ll'oíl meramente por estravio de la razon ó de la conciencin.


La Independrncia.-22 de Agosto de 1873_


Ya desde un principio conocimos por desgracia la falta de ca-
pacidad lwstunte en los diputados de la nacion, para llevar á caLo
la constitucion definitiva del país; pero esta desgracin sufridn por
la nacion espauola ha venido demostrúndose y acentuándose cada
dia más, y hoy ha llegado á un es tremo tal, que por el presente
y hasta tanto que los diputados hayan recibido las inspiraciones
de sus comitentes, depurando nsÍ sus ideas y reforzando y fijando




- fiO-
sus principios, constituyen un peligro para la RepúLlica en vez
de ser su mus segura salvaguardia.


La lndependencia.-2'l, de Agosto de 1873.


Repito que el carácter con que se presenta este momento his-
tórico es inverosímil, y que esto suceda solo se comprende 1'01'
nuestra obcecacion y por nuestra monomanía federal. A quien,
sino á nosotros, y yo en este punto creo que estoy aislado, en
estos momentos críticos, se le ocurriera perder lastimosamente el
tiempo en sesiones estériles? :Más estériles qUe esta ha haLido
otras sesiones, y ha habido algunos Sres. Diputados que han
alJandonado esos bancos: ejemplo de esto, la ses ion del sábado
último, en la que para que no fuese ley el proyecto del déficit,
abandonasteis muchos estos Lancos, cometiendo algunos el crío
men de estar aquí y no votar.


COLUBI.-25 de Agosto de 1873.


Ya sabíamos que, desgraciadamente, en muchas provincias se
entendia de manera tan rara el federalismo; por lo que ni me
estraTIa la opinion del selior Riesco ni la de los diputados partida-
rios de los cuarenta y nueve cantones. Sin embargo, el señor
Riesco interesó y algunos diputados manifestaron la torpe preten·
sion de que se votara la proposicion por partes, concediendo la
autorizacion para un diputado y negándola para otro. Absurdo
legal é iniquidad imcomprensible en cualquiera otra Cámara que
tuviera un poco más de lo de Saloman que tiene la presente.


La Independencia.-25 de Agosto de 1873


Cada dia son más desconsoladoras las noticias que se reciben de
los cuatro ángulos de la península, y los acontecimientos se cuen-
tan por' los descalabros y las desgracias que viene sufriendo la He·
pública desde algun tiempo á esta parte. Crecen en el .sorte y en
el Oriente de Espalia las facciones; la guerra, que en un princi-
pio no era mas que un bandolerismo al por mayor, tanto por lo
que respecta al número é importancia, corno por lo que hace á la
conducta de las partidas carlistas, ha tomado recientemente un as-




- IB-
peeto desolador y gravísimo, que infunde el desaliento y la descon~
fianza en todo corazon amante de la libertad: pásanse dias y más
di as en los cuales la mayoría parlamentaria se entretiene en di-
visiones é intrigas personalísimas sobre el nombramiento de este
ó del otro per&onaje para aquel ó el otro cargo, y en los cuales
el gobierno, abandonando la senda decidida y enérgica que habia
emprendido á los primeros dias de su mando, parece haberse en-
tregado por completo en brazos de Morfeo, puesto que ni Bilbao,
sériamente amenazado, ni Estella rendida despues de ocho dias
de heróica resistencia, ni Sanchez Ilregua entregado con su esca-
so ejército á la superioridad de las fuerzas carlistas y á la escasez
de sus recursos, han logrado arrancarle de la modorra en que pa-
rece haber ca ido por lo que hace á la insurreccion carlista, tanto
pOl' lo ménos como por lo que respecta á los eternos bullangue-
ros de Andalucía y á los obcecados insurrectos de Cartagena,


y todavía seria ello cosa de poca monta si para contrarestar y
contener los progresos del carlismo qne cuenta J'a en el Norte con
un verdadero ejército, equipado, instruido, regimrntado y apoyado
por las armas de caballería y al'tillerÍa que ha logl'ado organizar
al igual de su IIlfantería, pudiera el gobierno contar con otro ejér-
cito en regla y Jo suficientemente numeroso para batirse con aquel
en igualdad de condiciones; pero Jior más que sea triste el decir-
lo, nuestro ejército dista mucho de poseer actualmente estas cua-
lidades, La indisciplina contenida por un momento, merced á la
formalidad y las acertadas disposiciones tomadas en los primeros
dias del ministerio Salmeron, vuelve á desatarse y á cundir entre
las filas, gracias al stat1t qua en que esta cuestion ha vuelto á quc-
dar sumida, cabalmente cuando el resultado obtenido por los pri-
meros pasos dados tal vez al azar en el camino de la reorganiza-
cion hacíanla augurar rápida y provechosa para la República y
para la patria; y no hay que hacerse ilusiones; con soldados in-
disciplinados y escasos, sin recursos pecuniarios, y sobre todo,
sin actividad, sin energía y sin perseverancia, es de todo punto
imposible batir y acabar con un enemigo, que sobre contar con
las condiciones de que carece hoy por hoy el ejército republica-
no, tiene á su disposicion el ausilio de los legitimistas franceses,
el apoyo del mismo gobierno de la nacion vecina y la fuerza mo-
ral que gana á medida que la República la pierde, merced á los




- 112-
desatinos cantoneros y ú la debilidnd de nuestros gobernantes.


Mas si el gobierno y la AsamlJlea continúnn en el
sistema de no tener sistema y 2n el empei10 de gastar miserable-
mente el tiempo y las pocas fuerzas que le restan en cuestiones
personales y en divisiones tan antipatrióticas é incomprensibles
como las que nacen de la diferencia de opiniones entre diputados
'Y ministros sobre la suspension ó no suspension de las garantías
constitucionales, cuando á su amparo y apoyándose en la meticu-
losidad de los ministerios de la Hepública, don Cárlos está en vÍs-
peras de IImnar á lns puertas de Madrid; sobre la suspension ó no
suspension de las sesiones, cuando crtda unn de ellas sei1ala ulla
nueva decepcion, un nuevo escándalo, una llueva ineonsecw,ncia
Ó una nueva demostracion de su impotencia, de su incapacidad.


Dcspues de algunos dias en los cuales se viene agitando y de-
batiendo por los diputados y los centros políticos la conveniencia
de suspender sus tareas la Constituyente, pareee -l¡Ue muchos de
los primeros se inclinan á lo contrario, segun se desprende del
correo de ayer, y que se disponen {¡ hacer una oposieion, no
en6rgica, porque no es esta cualidad muy propia de nuestros ac-
tuales representantes, pero sí tenaz {¡ la yotacion de al[uel proyec-
to. Y establecernos una diferencia tun marcada entre estos dos
adjetivos, porque la energía supone resolucion /irme de sostener
un principio ó una idea noble ó razonable, y lejos de ser este el
móvil de {os diputados á que nos referirnos, no abrigan otro propó-
sito que el de seguir haciendo las delicias de los carlistas y la des-
gracia de la patria con sus etemas fluctuaciones, sus incesantes
eseentricidades, su constante ambicio n y su enfática petulancia ...


De manera que estos diputados hubieran apoyado la suspensioll
de las sesiones si este proyecto se hubiese presentado en junio.
porque entonces su interés particular de agricultores exigía su
presencia -en sus respecti vas propiedades y porque el mejor ó peor
éxito de su recoleccion particular impOl'taba probablemente mu-
cho mós que los interr::ses todos de la Bepúhlica y que todas las
conveniencias de la sociedad espai10la en general; pero hoy que
la recoleccion toca á su término, hoy que la ausencia de estos se·
TIores diputados se acaba, y que acostumbrados á la vida de Ma-
drid no ~abri8n en qué pasar el tiempo ni en dónde encontrar tan




- H3-
agasajadoras reverencias como las que, partiendo de tos porteros
y empleados de las oficinas públicas alimentan su vanidad, si no
pudieran pasear su humanidad por el salon de sesiones y los pasi·
llos del Congreso, hoy harán una guerra sin cuartel á este pro-
yecto, ú:¡ico sin embargo que puede librar al gobierno y al país
de la pedantería, de la torjJeza, di! la falta de aptitud para el bien
y de la }l/'cdisposiciolt al mal de esa inmensa mayoría de diputados
que para mengua del sufragio wlÍrersal !J para desdich<;t de Espa-
¡la salie/'on en mal hora del fondo de las urllas. Vergüenza senti-
mos al considerar tanta miseria y apartamos la vista de ella en I~
doble esperanza de que no llegue á ser una verdad y de que se
vote cuanto antes la tan anhelada y necesaria suspension.


La JI/dependencia de 27 de Agosto de :1.873.


El proyecto constitucional, que habria podido y debido ser vre-
sentado en los pl'imeros dias de Julio, lo rué el i 7, cuando estaba
ya sublevada Cartagena y en ebullicion los provincias. Se le em-
pezó á discutir el 1 i de Agosto. Se consagraron entonces tres
dias consecutivos una ó dos horas á tan importantes debates; y
no hubo ni siquiera intencion de continuarlos. Murieron así las
Cúrtes Constituyentes sin dejar nada constituido.


p! y MARGALL.-La República de 1873.


Esas CÓl'tes ayer y hoy tan calumniadas, vinieron con el mejor
espíritu. No eran aun Córtes cuando hicieron resonar con unáni-
mes gl'itos de ¡ Yiw la República Federal! la techumbre de su pa-
lacio. Apenas estuvieron constituidas, se apresuraron á declarar
con solo dos votos en contra que la federacion era la rorma de go·
bierno de la nacion espaITola. No se les hablaba en un principio
de Constitucion ní de rerormas, que no mostrasen ¡¡fan por llevar-
las á cabo ni recibiesen con atronadores aplausos las palabras del
que las ofrecia. Estaban por lag medidas ex!raordinarias de guer-
ra. Querian á toda costa reducciones en el presupuesto de gastos.
Deseaban hacer pronto algo en beneficio de los pueblos. Eran,
sin duda, inexperta~, no muy alto su nivel intelectual, poco de-
terminadas sus aspiraciones, no muy fijas sus ideas sohre los priri-
cipiog que dehia tener la federacion por base; pero gracias á osas


8




- H4-
mismas condiciones eran fáciles de llevar á la inmediata realiza-
cion de nuestro dogma, si en vez de dividirlas se hubiesen hecho
esfuerzos para congregarlas, y en vez de paralizar su actividad,
por dirigirla.


PI y MAUGALL.-La República de 1873.


La atmósfera de la situacion está cargada como jamás lo estuvo.
La Cámara Constituyente ha sido un foco de desastres para Es-


paña. Pues en esa Cámara encontrarán medios de despejarla los
que tienen el deber de hacerlo.


La República.-i9 de Noviembre de 1873.


En este estado, con la comision constitucional completamente
disuelta, con los carlistas en armas, con los cantonalistas en Cal'-
t3gena queriendo imponer el feudalismo á cañonazos, siendo los
señores feudales Contreras, Bárcia y los presidiarios que consti-
tuian el núcleo de sus fuerzas, se pronunció el famoso discurso
que forma la base de las acusaciones que se formulan contra el
ilustre tribuno. ¿Podia hacer otra cosa en aquellos momentos que
decir la verdad á su país y á su partido? Castelar, ante una Asam-
blea triunfante y pronta á derrotarle, que sentia bajo sus piés la
conspiracion latente, que veía sesenta mil carlistaS en armas, pu-
diendo solo oponerles un ejército bisoño y apenas disciplinado,
con la Europa entera que nos miraba desde la tribuna diplomáti-
ca meditando si debia ó no debia intervenir para terminar aquel
aquelarre de ideas y de despropósitos, de impaciencias y de delirios
¿cómo debia obrar? No se me olvidarán jamás aquellos tristps mo-
mentos. Los que no habíamos necesitado de la venida de los bue-
nos tiempos para ser republicanos, vertíamos lágrimas de dolor y
de coraje, y nunca olvidaré una frase con que en aquellos mo-
mentos un diplomático ruso pintaba el estado de la Asamblea.


- « Esto es un club grande,)) me decia; y yo le contesté: .No
«mida usted el estado de nuestro pueblo por este lamentable es-
«pectáculo; cluús he üsto yo, reuniones de modestísimos obreros,
«en que encontraría esta Asamblea modelos de cordura, de sensa-
«tez y de patriotismo que imitar.»


La lHdependencia.-il di Setiembre de 1874,




-lit; -


IV,


La libertad del pensamiento.


Como en España el periodismo es la carrera más
corta, aunque no la más lucrativa; como la prensa es
aquí una preparacion para todas las carreras del
Estado, un escabel para todas las posiciones y una te-
mible arma de oposicion, la libertad del pensamiento
~mele ser el ídolo de todas las oposiciones ... y la pe-
sadilla de todos los gobiernos, que la tratan con un
rigor proporcional á los elogios que de esta gran con-
quista de la civilizacion moderna hicieron cuando les
servia de ariete para derribar á sus antecesores.


Yo no sé hipérbole que no hayan inventado los re-
publicanos para poner por encima de las nubes la li-
bre emision del pensamiento, derecho natural~ ilegis-
lable, fuente de todo bien, orígen de todo progreso,
paladion de todas las libertades. « Pues bien-decia
el Sr. Castelar en la sesion del 2i:í de Junio de 1869-:
leed esos libros que son el comentario perpétuo de las
democracias modernas, y allí vereis que no hay com-
petencia en el Estado para matar los derechos indi-
viduales, y que si hay algun derecho absoluto y su-
perior á la humanidad, á todas las instituciones,
superior á la monarquía, superior al cielo, superior
á la tierra, superior á todo, es el derecho que tiene'el
indivíduo de expresar sus ideas~ es la inviolabilidad
del pensamiento. Así es, señores, que la expresion
del pensamiento humano no se debe~ no se puede li-
mitar, ya se exprese el pensamiento en un escrito, ya




- 116-
se exprese en un discurso, ya se fije en una esquina.
va se escriba en una bandera.»
• Se podria llenar un libro de esas hipérboles y de
esos aforismos, pero ba"sta con la muestra que doy
aquí y con la que va en las páginas 44, 45, 46 Y 47.
Ahora verá el curioso lector como tratan aquella pre-
ciosa libertad estando en el poder los fautores de
hipérboles democráticas.


En:1 de Julio de 1873, el Sr. Pí y Margall, olvidán-
(lose de que «antónomo el hombre, es y debe ser li-
hre en sn Ilensamiento,» envió una circular á los go-
lJernadores para que no consientan «bajo ningull
roncepto que en periódico ni publicacion alguna se
defienda la causa de D. Cárlos,)} y supriman el pe-
riódico ó. la tercera infraccion. Tampoco deben con-
sentir que «en ningun periódico ni impreso se publi-
quen acerca del estado y de los sucesos de la guerra
noticias falsas;» puC's estando en el poder los repu-
hlieanos ya no es cierto aquel aforismo de que «los
defectos de la prensa se corrijen con la prensa,» sino
tIlle es necesario correjirlos con la cárcel y el presidio,
pues, segun la citada circular del Sr. Pí y MargalI,
los autores de publicacion de noticias falsas deben ser
entregados á los trihunales de justicia para que les
apliqnen el Código penal, que eran la jurisdiccion y
la penalidad más ahominadas por los republicanos ...
desde los bancos de la oposicion.


El 7 de Setiembre, subió á la presidencia del Poder
Ejecutivo de la República D. Emilio Castelar, y olvi-
M~nc1ose de que lo (lebe todo á la preilsa , de que se
hO)1racon el título ele hijo de la prensa, segun nos
ha recordado varias veces, (le qne la queria libre,
absolutamente libre, el '20 del citado Setiembre, le
echó estas mordazas:




- 117 -
Artículo 1.0 Los gobernadores civiles cuidarán muy especial-


mente de que los periódicos y demás publicaciones que se den á
luz en sus respectivas provincias no incurran en los casos si-
guientes:


1. o Publicar escitaciones á la rebelion ó sedicion contra el
gobierno constituido ó contra las autorida~es legítimas de cual-
f¡uier categoría que sean.


2.° Defender cualquier acto rebelde ó sedicioso, ó la conduc-
ta de los que están en armas contra el gobierno constituido.


3. ° Publicar otras noticias de la insurreccioLl que las que le
sean comunicadas por conducto oficial ó tengan este origen.


4. 0 Publicar noticias dando cuenta de los movimientos que
verifiquen ó deban verificar los ejércitos de la república.


Artículo 2. 0 Si un periódico ó publicacion de cualquier géne-
ro que sea incurriese en alguno de los casos anteriores, será amo-
nestado y advertido por la autoridad civil, apercibiéndosele para
que en lo sucesivo se abstenga de infringir las prescripciones de
este decreto.


Artículo 3,° En el caso de reincidencia, satisfará una multa
que no sea menor de 1)00 pesetas y no esceda de 1).000


Articulo 4, o Si un periódico ó publicacion á quien se hubiese
aplicado lo dispuesto en el artículo 3. o reincidiese de nuevo, será
suspendido sin perjuicio de que pueda exigírsele ante los tribuna-
les la responsabilidad que hubiese contraidu,


Artículo 1).0 Al exigit'se esta responsabilidad del mismo modo
que eri la aplicacion del articulo 3. 0 se tendrá en cuenta lo que
dispone el artículo i 2. o del Código penal.


Esta circular á los gobernadores encierra una gran-
de enseñanza. Por parte del Sr. Castelar es una abdi-
cacion completa de los principios de libertad absoluta
de la emision del pensamiento que habia predicado
en todos los tonos. Ahora tenemos ya que este dere-
cho, calificado de ilegislable, en manos de los revo-
lucionarios se hace decretable, es decir, que cuando
el Sr. Castelar y los suyos combatian al Sr. Sagasta
opinaban ni el Parlamento podia limitar la libertad de




- H8-
imprenta en ninguna circunstancia ni bajo pretexto
alguno, y estando en el poder ponen este derecho á
discrecion de un ministro y al periodista bajo la féru-
la de un gobernador de provincia. Antes, el señor
Castelar consideraba tiránica la jurisdiccion ordina-
ria para la prensa; ahora le parece natural some-
terla á la discrecion de la autoridad gubernativa.


Al Sr. Pí y Margall, y mas particularmente al señor
Castelar, deberemos los periodistas españoles la impor-
tacion de la legislacion de imprenta del tercer Impe-
rio de Francia, que nunca fué tenido por liberal. Los
republicanos abominaron siempre de esa legislacion
por su carácter anti-liberal y de animosidad contra
la prensa, y por que sus procedimientos hacian retro-
ceder el derecho penal á los tiempos bárbaros, pues
garantía ménos los derechos del presunto reo que el
tan reprobado procedimiento de la Inquisicion. Aquí
se condena y se hace efectiva la pena sin oir en defen-
sa al acusado, sin tomarle "decIaracion, sin acusarle
siquiera. Es la arbitrariedad en toda forma y en toda
regla. ¡ A esto han venido á parar aquellos ditiram-
bos á favor de la libre emision del pensamiento, ma-
nantial fecundo de figuras retóricas, de frases huecas,
y de peligrosos aforismos!


Allá va una muestra de como los gobernadores
interpretaban la circular del Gobierno:


El periódico que V. dirije publica en su número 22l¡" corres-
pondiente al dia de la fecha, tres sueltos, en que, dándose como
hechos ciertas noticias inexactas, se ejecuta lo que prohibido está
por el arto LO del decreto de 20 de setiembre último.


El primer suelto que" asegura que « los caudillos de Cartagena
han huido á Oran,> es falso, puesto que el gobierno no ha dado
la noticia, y no se deben publicar otras que las que emanan de
los centros oficiales; el que está tomado del periódico La Política,




- HIl-
Y que ésta titula El brazo de la Providencia, dá por cierto que el
gobierno de la república negocia con los insurrectos de Cartagena,
y que es base de las negociaciones la impunidad de los jefes de la
plaza; el tercero, que empieza con las palabras «hay quien tiene»
y concluye « aspiraciones cantonales,» parece un llamamiento pa-
ra despertar aspil'aciones muertas, al propio tiempo que una esci-
tacion á los que se resisten en la plaza de Cartagena, dándoles
además la esperanza de ser secundados en su criminal rebeliotl.


Difícilmente podrilla inventiva crear ficciones más trascenden-
tales ni de más perniciosos efectos para la pública tranquilidad que
J¡,1S que el periódico que V. dirige publica por su cuenta y tomán-
dolas de otras publicaciones y sin fundamento racional alguno. Li-
bre cs la prensa de discutir la conducta y los actos del gobierno,
pero lo que no se puede hacer sin incurrir en responsabilidad es
inventar hechos para atribuir al poder público propósitos que no
ha tenido ni puede abrigar, sÍ<¡uiera consultara su propia digni-
dad, ya que no lo que demandan los altos intereses que le están
encomendados; y es mucho ménos tolerable esa invencion cuan-
do, á la par que con ella se amengna el prestigio de un gobierno
que está resuelto á restablecer y sostener á todo trance el órden,
se alirnta á aquellos que simpatizan ó tienen su pensamiento y su
voluntad con una insurreccion que es vergüenza de sus gefes y
deshonra de la patria.


Considerando, pues, al periódico que V. dirije incurso en la
penalidad del arto 2. 0 del decreto de 20 de Setiembre último, le
amonesto y advierto, apercibiéndole por primera vez para que en
lo sucesivo se abstenga de infringir las prescl'ipciones de aquel
decreto y á los efectos de los artículor.; 3. o Y ~. o del mismo.


Dios guarde á V. muchos aiios.-)Iadrid i6 de Octubre de 1873.
-P. D.-Ricardo Lopez.-SeTIor director del periódico La Gace·
ta popular.


Pero, á pesar de esto, al Sr. Castelar no le debie-
ron parecer bastante apretados los tornillos quo lo
puso á la prensa el 20 de Setiembre, puesto que el
22 de Diciembre dió contra ella este lluevo decreto:




- 120-
"El art. 7.° de la ley de 23 de Abril de l. 870 faculta á los go-


bernadores en sus respectivas provincias, y en todo caso al Go-
bierno, para que suspendan desde luego las publicaciones que
preparen, exciten ó auxilien la comision de los delitos contra la
Constitucion del Estado, contra la seguridad interior y exterior
del mismo y contra el órden público. Al declararse vigente esa
ley en 20 de Setiembre de este alío, el Gobierno de la República
juzgó que la prensa no debia quedar sometida á tan severas pres-
cripciones, y en obsequio á su libertad, y teniendo en cuenta ge-
nerosos motivos que no han llegado a apreciarse en justicia ni
ménos á atenderse con deferencia, dictó el decreto que lleva la
misma fecha estableciendo reglas para qué los periódicos políti-
cos' girando en una esfera de ámplia discusion y de libérrimo
debate, no pudiesen nunca eutorpecer la accion del poder, ni au-
xiliar á los rebeldes de uno y otro bando, ni alíadir á nuestros
eternos gérmenes de desunion y de discordia un incentivo más.
Creía el Gobierno, que visto el aflictivo estado del país y elereei-
miento de las facciones que combaten su tranquilidad y la insis-
tencia de los rebeldes que amenazan su reposo, los que á sí mis-
mos se llaman órganos de la opinion y aspiran á representarla,
no aumentarian tantos dolores y desdicha tanta con una conducta
poco metIitada y poco patriótica. Cl'eía el Gobierno qW3 los que
defienden al Pretendiente ó apoyan la causa separatista, y de
cualquier suerte estiman que debe combatirse á la República con
las armas, irian allí donde una Ú ot:'a insmreccion se mantiene á
sostener con franqueza semejante creencia: juzgaba el Gobierno
que, los que así piensan y no confirman su pensamiento con sus
~ctos, se resignarian al ménos cediendo á la ley de la guerra,
triste ley que ellos nos han traido para desdicha de la patria y de
la República.


Pero no ha suceditIo así. Los rebrldes han usado tIc la prensa
como de un arma más apta para sus fines. Uno y otro dia han
propalado noticias sin fundamento, que alarmaban á los pueblos y
suscitaban al Gobierno todo género de obstáculos; unoy otro dia
han dado á conocer los medios que estaban á disposicion de éste,
debilitando su accion; uno y otro dia, por fin han contribuido á
que las insurrecciones se propagasen, defendiendo la guerra y
sancionando los procedimientos que acaban do convertir las pro-




- 121 -
vincias del Norteen un pueblo enemigo de nuestra soberanía, y
á Cartagena en un monton de ruinas, ara de alguna deidad tan
criminal como sanguinaria.


Esto tiene que concluir. El Gobierno de la República prometió
hacer el órden, y el órden se hará. La patria debe estar por en-
cima de todo, y á la salud de la patria importa que el órden se
restablezca, y se devuelva á los pueblos su reposo perdido. Si dos
fracciones turbulentas se oponen á ello, por homa de todos de-
bemos no cejar hasta derrotarlas completa y definitivamente. Si
una parte de la prensa se opone á ello, por honrll dE- todos debe-
mos no cejar hasta que se resigne ó se calle. Esta es la ley de la
lucha á que este Gobierno apela hoy de nuevo, porque es un Go-
bíeruo de Guerra, porque pt'ometió solemnemente serlo ante las
Córtes y ante el país, y porque no puede abandonar á este á mer-
ced de todos los egoismos, ni dejar sin defensa el sagrado depó-
cito de las instituciones cuya custodia aquellas le confiaron.


Fundado en estos motivos, y en uso de las facultades extraor-
dinarias que se le han concedido, el Gobierno de la República de-
creta:


ArtÍeulo 1. () Se anula el decreto de 20 de Setiembt'e de este
afio aeerca de la prensa política.


Arl. 2.° Los gobernadores eivilcs propondrán al GolJiBrno y
en caso urgcnte acordarán desde luego la suspcnsion de las pu-
blieaeiones que preparen, auxilien ó exciten la comision de los
delitos de que habla el art. '!l.o de la ley de órden público, y se-
ñaladamente de los eomprendidos en los artÍeulos 167 y 17 q, del
Código penal, dando euenla al Gobierno,


Art. 3.· Quedan derogadas todas las disposiciones que se opon-
gan á la ejecucion de la presente.


Madrid veintidos de Diciembre de mil oehoeientos sotenta y
tres.-EI presidente del Gobierno de la Repúbliea, Emilio Caste-
[ar.-EI ministro de la Gobernacion, Eleuterio Jlaisonave.


Pocos dias despues de publicado este decreto liber-
ticida, cae estrepitosamente del poder el Sr. Castelar,
arrastrando consigo á la república, no sé si en cum-
pliniicllto de aquella sentencia suya que dice: «Todas




- 122-
las grandes alteraciones acaecidas en Europa han
provenido de cohibir el pensamiento.» (Véase la pa-
gina 45.)


Lo malo es que la caida del Sr. Castelar no mejoró
la situacion de la imprenta; y no es de estrañar que
así sucediera puesto que el ministerio de 3 de Enero
de 1874 se componia de partidarios de los derechos
individuales, de periodistas-cuña del mismo palo-
que todo lo debian á la prensa, de hombres que se
levantaron en 1868 para probarnos «que los bienes de
la libertad exceden á los males en proporcion extl'a-
ordinaria, que la manifestacion de la opinion pública
es el medio más eficaz de obligar ú los que gobier-
nan á no apartarse del sendero de la justicia, que
dentro de la misma imprenta está el correctivo para
atajar en la misma raíz los daño::;, que de la discusion
emana la luz, y la verdad triunfa del error por for-
tuna (1).»


Despues del 3 de Enero, no hubo para la prensa
ley ni regla alguna más que la arbitrariedad del po-
der, como lo indica un suelto publicado por el Diario
Español el dia 5 de Febrero que dice así:


En la redaccion de LA ÉPOCA. se reunieron ayer tarde la mayoría
de los directores de los periódicos que se publican en esta capital,
para hablar sobre la situacion en que se encuentra la prensa, y
acordaron nombrar una comision compuesta de los directores de
LA CORRESPONDE"CIA, EL T(E~IPO, EL PUEBLO, EL CASCABEL Y LA
ÉPOCA para que se acercaran al Ministro de la Gobernacion y al
Sr. Gobernador de Madrid á fin de rogarles que se establezcan,
si es posible, reglas fijas que señalen una línea de condu"Cta deter-
minada á las publicaciones políticas.


Esta comision quedó encargada de comunicarnos el resultado


(O La Revolucion C:e 18G8 juzgada por sus autores.-Primera parte,
página 10 I Y 102.




- :1.23-
de sus gestiones; no habiéndolo hecho, sin embargo, hasta las
seis de la tarde de hoy, aunque sabemos ha conferenciado á las
tres con el Sr Ministro de la Gobernacion, ignoramos por consi-
guiente que scrá lo que se haya acordado.


Hemos oido decir, sin embargo, que se habian propuesto varias
bases que sirvan de norma á los periódicos, los cuales deberán
abstenerse: LO, de publicar noticias de la guerra que no sean de
origen oficial; 2.°, de ocuparse de noticias de hacienda que pue-
dan afectar el crédito; 3.°, de dirigir ataques á la república como
forma de gobierno constituido, y !l.o, de dirigir cualquier género
de ataques á las personas de los ministros y demás autoridades
constituidas.


Esperamos que la comision nombrada de ayer por la prensa
nos haga saber lo que haya de cierto y por si acaso fuera verdad
lo que se nos ha dicho, en la imposibilidad de hacer los comenta-
rios á que el asunto se presta, dejemos ese cuidado á nuestros lec-
tores, que podrán hacerlos con más independencia.


Cuando la libertad del escritor tiene por límites la
buena voluntad de las autoridades, es decir, su inteli-
gencia y sus pasiones, el periódico vive de milagro.
iQuién, por experimentado que sea, y por mucho que
se devane los sesos para no disgustar al dictador,
puede estar seguro de no incurrir en su desagrado?
El Diario de BaJ'celona, en un siglo que cuenta de exis-
tencia, habia atravesado las situaciones más difíciles
sin otro quebranto que el sufrir una pena impuesta
por el célebre Conde de España; pero no pudo vadear
la situacion creada á la prensa por los hombres del 3
de Enero sin tropiezos y caidas. Es, que, á no dudarlo,
habia completa identidad entre la situacion legal de
la prensa y el espíritu liberal de la autoridad de las
dos épocas, con la diferencia de que aquella era más
franca, ménos hipócrita y tal vez ménos ruin q1Jl.e ésta.


«Capitanía general y ejército de Cataluiía.-Estado mayor ge




- i2l¡,-
neral.-Seccion 3. a-Tomando en consideracion que al periódico
que V. dirige, como á los demas que se publican en esta capital,
hice ami~tosa y personalmente las advertencias que juzgué del
caso, respecto á la publicacion de noticias relativas á operaciones
militares por lo que ellas afectan, ya al éxito de estas, ya al aba-
timiento moral de los pueblos: Considet'ando que diferentes veces
ha tenido necésidad de repetirlas: Considerando la idea general de
oposicion que predomina en los artículos doctrinarios y en los
sueltos de noticias que el mismo publica, y tomando en cuenta,
por último, la carta de Vendrell que aparece en el número 65
(edicion de la tarde), página 2,268, cuyo relato es más perjudi-
cial que los hechos mismos, y contribuye en gran manera al des·
corazonamiento de los pueblos y al decaimiento de la causa libe-
ral, he tenido por conveniente resolver (haciendo uso de las
facultades extraordinarias de que me hallo investido), que el pe-
riódico que V. dirige cese en el momento de publicarse por todo
el tiempo que acuerde el gobierno de la república, á quien con-
sulto con esta fecha.-Dios guarde ú V. muchos años.-Barce-
lona 7 de Marzo de 1874.'-R. de Izquierdo.-Sr. Director del
periódico titulado Diario de Barcelona.»


El que faltando a sus juramentos, á sus deberes
militares, á los de amistad y compañerismo, se suble-
vó e11 Sevilla para conquistar la libertad, suspendia
al Dia¡'io no tanto por habor publicado noticias de
operaciones militares (la operacion la habian hecho
los carlistas) sino por la idea general de oposicion
que predominaba en los artículos doctrinarios y en
los sueltos de noticias. Pero sin duela parecería que
ora demasiada benevolencia el avisar á los periódicos
los motivos ele desagrado, puesto que estas indica-
ciones podian servirles de j urispruelencia, a falta de
ley ó reglamento á que atenerse, pues apenas levan-
tada la suspension del Diario en un mismo dia reci-
bió estas dos advertencias:


«GOBlER:'O DE LA PROVINCIA DE BARCEL ONA.-O/'den püblico.-Nú




-U1J-
mero 2,202.-En virtud de las facultades de que estoy revéstido,
he dispuesto se recoja por los agentes de mi autoridad el númerO
del Diario de Barcelona correspondiente al diil de hoy, edicion de
la maDana, advirtiéndole que esta recogida es el primer aviso que
doy á V., y que al tercero suspenderé la publicadon del periódico
que dirige. Dios guarde á V. muchos años. Barcelona 23 de Mayo
de 1S7~.-José Gomez Diez.-Sr. director del Diario de Barce-
lona.»


"GOBlEHNO DE LA PROVINCIA DE BARCELONA.-Orden públtco.-En
virtud de las facultades estraordinarias de que me hallo revestido,
he dispuesto recoger los números del Diario de Barcelona, COI'-
I'I~spondiente á la edicion de la tarde de hoy, número 136, y pre-
venirle que este es el segundo aviso que le dirijo, y que al terce-
ro me veré obli;;ado á suspender la publicacion del mencionado
periódico.-Dios guarde á usted muchos aDos. - Barcelona 23 de
mayo de iSa.-José Gomez Diez. -SeDor director del Diario de
Barcelona. »


Hé aquí otra vuelta a los tornillos dada por el
gobernador de Madrid:


"Secretaría.-Negociado 9.0 -Prensa.-Circular.-Al ver la
tenaz porfía con que algunos periódicos insisten en combatir los
supucstos planes financieros del señor ministro de Hacienda, fun-
dandoJa razon de sus ataques en hipótesis gratuitas, me veo en
el caso de advertir á Vd. que es de todo punto imposible á mi
autoridad pcrmitir que la prensa continúe empeDada en. tan vicioso
eamino, estraviando la opinion pública y dificultando la gestion
económica, tan importante en todas épocas, y cuya gravedad,
dada la situacion actual del país, exige ser tratada con mayor de-
tenimiento y mesura. En su vista, pues, prevengo á Vd. que en
lo sucesivo no toleraré el abuso cometido hasta hoy, debiendo
reservar sus censuras para' cuando llegue el momento de discutir
actos y medidas; más no en manera alguna fundarlas en suposi.
ciones imaginarias. La contravencion á Posta advertencia me pon~
drá en el sensible extremo de adoptar contra ese periódico alguna
determinacion severa, y lo pongo en su conocimiento á fin 'de




- 126-
evitarle á Vd. el perjuicio consiguiente y á mí el disgusto de
aplicarla.


Dios guarde á Vd. muchos añ8S. Madrid 30 de Mayo de 1874,.
-J. Moreno Benitez.-Señor Director del periódico EL ORDEN.))


En vista de la persecucion incesante que sufría la
prensa, no se tendrü por exagerado este suelto de L(i
Bande1"a Española:


«Un colega drplora el tristísimo estado á que se halla reducida
la prensa, que sin ley á que sujetarse, viviendo solo á merced y
capricho del gobierno, no puede ocuparse de ninguna cuestion de
interés públieo «y arrastra una exist~ncia mucho más angustiosa
y miserable que en lo~ odiosos tiempos de Gonzalez Brabo y de
doña Isabel de Borbon."


Con efecto; los Sres. Sagasta y Moreno Benitez nos hacen echar
de ménos á los Sres Gonzalez Brabo y Marrori. ¡Quién lo habia de
decir! »


El 4 de Setiembre de 1874, La Epoca copia de El
Imparcial un artículo que arroja bastante luz sobre
las tinieblas en que vivia la prensa. El artículo dice
así:


«Nuestros lectores recordarán ciertamente los sueltos y noti-
cias que publicamos en los días 27, 28 Y 29 de Agosto último,
referentes á la venta de garantías por préstamos hechos al Tesoro
y á otros detalles de las operaciones llamadas de Urquijo y Sala-
manca, que no hay para que recordar ahora.


La prensa ministerial, y especialmente La Iberia, desmintie-
ron en absoluto la exactitud de nuestras noticias, ofreciendo por
último nosotros publicar el dia 30 nuevos detalles, con los cuales
abrigábamos la seguridad de convencer á los que fan injustifica-
damente negaban nuestras aseveraciones. Pero bien á pesar nues-
tro y por causas meramente transitorias que desaparecerán al fin,
nos vimos obligados á guardar silencio al dia siguiente, silencio
que LI1 Iberia interpretó como una retirada. Para persuadir de lo




- i27 -
contrario al diario ministerial, le suplicamos que obtuviera en fa-
vor nuestro una autorizacion, á cuyo amparo ofrccíamos solemne-
mente dejarle satisfecho respecto á sus dudas, y por contestacion
á esta cortés y espresiva súplica, La Iberia siguió interpretando
como vergonzosa rctirada nuestro silencio, añadiendo algunas
reticencias altamente ofensivas para nuestro periódico, segun
puede apreciar el lector por el siguiente ~uelto del colega:


«Copia ayer El1mparcial el suelto en que anteayer, contra lo
dicho por el colega, afirmábamos que las liquidaciones corres-
pondientes á la operacion Urquijo se hallaban ya en el Banco, así
como las garantías, y añade luego solamente las siguientes líneas:


« Para contestar al periódico ministerial confiamos cn que ob-
«tendrá en favor nuestro la autorizacíon correspondiente. Si lo
«consigue, ofrecemos á La Iberia hacerlo en el acto. »


Con las mismas, absolutamente las mismas palübras, elude El
Imparcial la réplica á La Correspondencia, por quien tambien ha-
bia sido rectificado en lo relativo á la venta de garantías que aquel
periódico suponía efectuada por el Sr. Salamanca.


So creemos que el diario de la plaza de Matute haya empleado
la fórmula que dejamos trascrita como una ingeniosa evasiva ó
como una retirada honrosa; pero hemos de confesar qne; á no sel'
algo de esto, no comprendemos de quien, por qué ni con que ob-
jeto necesita El Imparcial la autorizacion que quiere obtener por
nuestra mediacion.


Del senor gobernador de esta provincia no será seguramentc,
porque á fé, á fé que no ha menester el cólega de autorizacion
alguna para lanzar ú roso y á velloso cuantas noticias y aprecia-
ciones juzga á sus propósitos convenientes, aunque con ellas hie-
ra gravemente el crédito y sin que tenga que lamentar percance
alguno.


Tampoco podemos creer que El Imparcial pretenda conseguir
tal autorizacion del ministro de Hacienda, pues bien sabe nuestro
colega que el Sr. Camacho desea y ve con satisfaccion que la
prensa se ocupe de sus actos y los discuta con entera libertad, si-
quiera se duela de ver que algunos periódicos los censuren sin
examinarlos ó le hagan cargos sin fundamcnto alguno


¿De quién será, pues, la autorizacion que necesita El Imparcial
para contestarnos? ¿Tal vez de Mr. Elboghcn?




- 128-
En su calidad de periódico ministerial, La Iberia debia tener


conocimiento de las causas que nos movian á aplazar la contesta·
cion á sus insidiosas escitaciones: si no conocia esas causas, de-
bió averiguarlas y si no queria tomarse esa molestia faltando á la
mision de periódico ministerial, incumbÍale al ménos respetar
nuestr8. actitud y dar crédito á nuestras palabras, en vez de abu~
sar como abusó de su posicion ministerial, atacándonos con su-
posiciones indignas cuando nos veia indefensos.


Nuestro decoro cstá muy alto, por fortuna, para creer ni remo-
tamente que una reticEncia de La Iberia pueda empañarlo en lo
más mínimo; pero el crédito de nuestro periódico, que aspira á
ilustrar la opinion emitiendo sus juicios sobre las cuestiones que
más interesan al país y rindiendo siempre culto á la verdad sin
pasion, quedaba comprometido desde el momento en que se nos
desmentía con insistencia; precisamente cuando por causas que
no debian sel' ignoradas de La Iberia nos veíamos obligados á
aplazar nuestra defensa.


En tal situacion creimos conveniente apelar á la conciencia de
la redaccion de La Iberia, al espíritu de compañerismo nunca in-
vocado en vano hasta ahora, y al efecto escribimos á su director
una aten'ta carta particular, esplicando nuestra situacion, para sa-
lir de la cual le suplicábamos que insertára' en sus columnas un
suelto en el que exponiamos ligeramente las razones pertinentes
á nuestra defensa, sin herir en lo más mínimo ni aun la suscepti-
bilidad del colega.


Inmediatamente despues de recibir la carta. el entón'ees direc-
tor de La Iberia, Sr. Arroyo, nos contestó espresándonos el sen-
timiento que le causaba no poder acceder á nuestros deseos, que
consideraba justos, por la circunstancia de haccr aquella misma
noche entrega de la direccion á lH persona que debia sustituirle.
Hemos esperado dos dias la decision del nueyo director, y ayer
por fin el Sr. Bañares nos dirigió otra carta manifestándonos que
por razones que no pueden ocultársenos le es imposible publicar
el suelto que le enviamos y que nos devuelve.


Habiéndose, pues, ne'gado la direcion de La Iberia, á cuya con-
ciencia y á cuyos sentimientos de compañerismo apelamos, á pu-
hlicar la defensa de nueSlt'8S allt'maciones, El Imparcial continúa
bajo el peso de la~ acu~aeion('íI de falsedad hechas por el diaJ'io




- 12!l-
ministerial, y sin medio de h:wer publicar en nuestras columnas
las ¡'azones en virtud de las cuales sostuvimos la exactitud de
nuestras aseveraciones sobee asuntos que se relacionan con el
crédito público.


Dadas las circunstancias extraordinarias que atravesamos, y
dispuestos siempre á acatar y cumplir las disposiciones vigentes
sobre la prensa y los mandamientos de la. autoridad, no hemos de
infringirlas ni aun para defendemos; pCl'O no puede negársenos
el derecho de hacer l1¡'¡blica nuestra situacion, ni que apelemos á
la conciencia púhlica para que aprecie las armas que esgrimen
contra nosotros los periódicos más obligados por su posicion á
guardar con la prensa independiente ó no ministerial las conside-
raciones y los respetos á que le dan derecho las desfavorables
eonsiderueiones (:on que se mueve, y cuya responsabilidad no
achacamos á nadie sino á las mismas circunstancias que atrave-
samos.


Seguros estamos de que el Sr. Ministro de la Gobernacíon no
se ha /ljado en la conducta seguida por una parte de la prensa
ministerial. Preocupado con los graves negocios del Estado, ncos-
tumbrado ú lo sumo ú leer la prímsa di) oposicion para juzgar por
ella la actitud de los partidos, ha creído, como crecria cualquiera
en su puesto, que nada di)\¡ia temer de los periódicos ministeria-
les, pOl'que no es en sus colunlllas donde debe notar diariamente
pI flWgO de las pasiolles que aviva pI encono y la salia entre los
partidos, con graye dalia del país.
~o ha podido ocurrírsele tampoco que el rigor empIcado con-


tra los excesos de la prensa, bien contra su costumbre, y obliga-
do-nos complacemos en creerle-por las exigellcias de la época
que atl'Ovesamos, pudiera á veces ser un saludable correctivo con-
tra los periódicos responsables de exceso de celo ministerial, mu-
cho más cuando esa imprudente aetitud solo puede conquistar para
el gobierno desvío, re&entimicntos y aun ódios de parte de aque-
llos qun más dispuestos estuviesen á hacer cumplida justicia á los
actos gubernamentales. Y si en nada de esto se ha fijado el selior
Sagasta, mucho ménos ha podido observar estos dias de preow-
pacion un caso particular como el ocurrido entre L.\. IBERIA Y EL
,l~[p_\.nclAI" en que la prudeneia y el respeto á la ley ha estado de
nuestra purte, quedando para la LA IBERIA el privilegio de la pro-


9




- f30-
vocacion, la intemperancia y el abuso de su fuerza ministerial.


Advertido por nosotros de las causas que colocan á la prensa
independiente y oposicionista en condiciones mucho más angus-
tiosas que las resultantes del régimen escepcional contra ella esta-
blecido, abrigamos el convencimiento de que el Sr. Sagasta hará
en lo sucesivo imposible la repeticion de injusticias como la que
nosotros contestamos, y aun que se nos dejará mayor latitud para
examinar los asuntos de interés público y defendernos de agre-
siones que no por partir del campo ministerial deben quedar sin
correetiyo.


La constitucion del nuevo ministerio, de (¡ue el Sr. Sagasta es
presidente, y la entrada 011 él del Sr. Kavarro y Rodrigo, nos
mueven á esperar confiadamente un régimen más espansivo para
la prensa. El Sr. Navarro y Uodrigo, periodista distinguido que á
su indisputable talento y su reconocida laboriosidad corno escritor
debe en primer término un lugar honroso entre los hombres de
su partido, que recompensan ahora sus servicios políticos con el
más elevado cargo á que puede aspirar un hombre público, el se-
íior Navarro y Hodrigo no desampará tampoco á la prensa, con-
sintiendo que sean posibles situaciones como la que nos ha creado
LA IBERIA; antes por el contrario, debemos estar seguros de que
su inl1uencia en el ministerio se hará bien pronto sentil' por algu-
na disposicion pública ú privada que permita ensanchar la esfera
de accion de la prensa.))


El dia 16 del mismo mes, La Independencia de Bar-
lona copiaba de la Discusion csle artículo:


LA ESCLAVITUD DE LA PRENSA.


Sin ley; sin jurisprudencia; á la órden de la autoridad, siempre
esplicita y terminante ·en lo que toca á la pena, jamás en lo que
se refiere al delito; multados por hablar, por callar, por la ino-
cente reticencia lo mismo que por la amarga censura; el veto
sobre todDs las cuestiones importantes; la inviolabilidad escudan-
do todos los actos del gobierno: tal es la situacion de la prensa




- 131 -
periódica y política en esta regio n occidental de la Europa que se
apellida Espaiía, y entrado ya el último tercio del siglo XIX.


lIemos escrito unjo la presion de aquellos gobiernos fabricados
por el despecho de una dinastía moribunda; hemos escrito en
18:i6, disueltas las Córtes Constituyentes por O'Donnell, triunfante
la reaccion; hemos escrito en 1863 y 1864, la union liberal en la
oposicion, triullfante el partido moderado; hemos escrito en 1865,
una autoridad torpemente provocadora al frente de nuestros des-
tinos, las culies de Madrid tintas en sangre á consecuencia de los
memoraules sucesos de la noche de San Daniel; hemos escrito en
1866, des pues del tres de enero, una formidable insurreccion
militar trabajando la situacion, una conspiracion perpétua amena·
zándola: y bien, en ninguna de estas époeas, ni en los pesados
tiempos de O'Donnell, ni en los malditos tiempos de Narvaez ha
sido tan difícil, tan desdichado, tan insoportable como en los
momentos presentes, este rudo oficio del escritor, obligado dia
por dia á tratar de la marcha de los asuntos públicos, á corres-
ponder á las exigencias de la opinion, y á los interéses de los
partidos, y á los más altos interéses de la libertad y de la patria,
y á los más sagrados deberes de la propia dignidad y de la propia
conciencia.


Porque es predso \ladrlo, la ley ha templado, aun en las ell'-
cunstancias más graves, el furor de los gobiernos en contra de la
prensa, y ha servido de elemento moderador para los unos, de
advertencia para los otros; de criterio para el escritor, que podia
hacer el deslinde de lo lícito sin esponer la publicacion á los
correctivos de una voluntad arbitraria y sin atra8r sobre las em-
presas perjuicios que no hubieran podido ser calculados eon ano
telacion. Y esta ley, salvadora hasta en los tiempos de Gonzalez
Brabo, no existe. En su lugar, y como procedimiento supletol'Ío,
han acudido los últimos gouiernos á las comunicaciones de las
autoridades civiles que ni siquiera se toman la molestia de citar
en sus escritos las palabras que hayan dado ocasion á la multa,
único medio de que fuéramos poco á poco, y á nuestra costa,
formando corno una especie de jurisprudencia, si es que jurispru-
dencia alguna puede formarse en medio de la arbitrariedad y so-
metida por completo al poder de las circunstancias.


Nos esplicamos que la prensa carlista sea objeto de estraordi-




- 132 -
narias medidas, ?\os esplicamos (IlJ(~ los asuntos de In gue1'l'a no
puedan ser libremente cX31ninados por los ]Jeri,Jdicos. La prensa
carlista debe callal' :Il1í donde SIIS IWl'tidal'ios tl:lll ú la suerte de
las armas, que no á la accion de la propaganda y á los medios
p:JeínC05 y legales, el triunfo de sus id()as.


Los asuntos de la guerra drDen sel' cosa vedada á los pel'iódi-
cos, que acaso llegarian á comprometer c.on ill1prudentc:s declnrn-
ciones el éxito de las operaciones militnl'es. Per!) se nos prohibió
hablar de la cuestion de Hacienda cU:1ndo el sei10r CUlII:Jcho con-
feccionaba, que confeccioll rué, sus admirables presupuestos; de
la cuestion internacional CII:1I1(lo el ruido de una nucya (~:Illdida­
tura monárquica preocupaba la opinion; de lG cucstion de órdell
público cuando los alfonsistas se l'ucomendaban á los vieutos del
Norte, y apénas si podian sostener soLre sus hombros el [leso de
los mandos militares; de la cuestion religiosa cu::l11l10 las confe-
rencias del sei10r Alonso l\Iortinez: ¿flué mús? asume la jefatura
del ejército del Xorte un genl,ral que era á la "ez presidente del
consejo dc ministros y ministro do la Guerra; trascUl'ren los dias
y las semanas, pas:m los lIleses y ni siquiera se nos IWl'mite f!eeÍl'
que aquel presidente "in partiIJlls,» qU() [¡(IUe! ministro de la
Guerra, que: aquel general continuaha sin nOYeuad en Logroiío,
en tonto que La Guardia caía en poder de los carlistas, ó descan--
saba en ~Iiranda de las duras penalidades de su cSJledicion á Vi-
toria, Y entre tanto, lo que la prensa callaba los ministros lo
cumplian, y la crisis del 3 de setiembre se cl!cal'gó de manifes-
tarlo. ¿Qué fueron nr¡uellas multas si la prensa tenia razon contra
Zavala, y representaba en este caso la opinion de la mayoría del
ministerio?


Cerrada la tribuna, sil! verdadel'a l'cpl'escntaeioll pO[lulGI' los
ayuntamientos y diputaciones lll'ovinciales, sin "ínculo algullo de
derecho entre el gobierno y la nncioll, ¿'lUI', olm garantía nos
queda, ni qué oll'[) yú!vula de la ojJinion, ni (luf: otra illstitllcion
que condense el espíritu de los tiempos y supla en parle esta
grande orfandad de instituciones y principio~, sino esa prensa
cuya mision se descolloce, de la eual se desconfia, y en cuya
contra se arma el brazo implacable de la autoriilnd? ¿Cómo no
observa el actuul gobierno que no es haciendo el vacío, sino inti-
mando con todo lo vivo, con todo lo SUIlO y t'obusto del país,




- 133 -
como podrá lleg'ar al establecimiento del órden y la paz en mo-
mentos de tanta confusion y de tantos peligros?


La esclavitud (le la prensa es la degl'adaeion de la prensa, ¿Qué
tcm(' el llUevo ministerio? ¿Tan poco nécesitado se encuentra de
la advertencia leal, del consejo desinteresado, de la declaracion
f'r,lIm¡ y sincern? ¿Es que el gobierno se propone demostrar ([ue
así como puede vivir sin Cúrtcs puede vi"ir sin periódicos? Vano
emperro seria, y torpe y funesto ensayo de una política cesarista
aquí donde faltan los C6sares y sohran los Cárlos segundos.


El aire respirable para la prensa se iba enrare-
cienclo de dia en clia: y de ello es un nuevo síntoma
un suelto (le Bl Pon:enir (le Leon, publicado los últi-
mos di as de Noviembre, que dice así:


.Advertidos hace algun tiempo por el serror gohernador civil
para que no nos ocupáramos de asunto alguno que vinicra en
d()pl'esion Ó desprestigio de la empresa del ferro-carril de Nor-
oeste, acatando como siempre hemos acostumbrado las órdenes
de las autoridades, así lo hemos hecho; más anteayer fue llamado
por el seilor brigadier comandante genel'al de la provincia uno de
nuestl'Os redactores, advirtiendo nuevamente á la redaceion del
periódico que no dehcl'ia tampoco ocuparse en adelante de ningun
asunto concel'l1iente al ramo de Guerra ni dirigir ataque ni embo-
zadn censura al Gobierno; debiendo pl'esentarse el periódico en sus
oliciIias con la nntelacion debida á su publicacíon.»


La ledlll'a de este suelto y el recuerdo ele lo que
pasaba ('11 :Maclrid, inspiró á .La Igualdad del 30 de
Noviembre la signiente lista de los asuntos declara-
dos ya por decreto, ya por jurisprudencia, inviola-
])Ir,s (~ imliscutihles:


El duque de la Torre y cuanto le concierna.
El ejl'rcito.
La nHlI'ina.
La guerra,




Francia.
Prusia.
El Sr. Camacho.
El envío de fuerzas á Cuba.
El dia 3 de Enero.
Las crÍsis.
La gestion de los gobernadores.
Los estudiantes. (Estos indiscutibles, aunque no 'inviolables).
La bandera de la última circular de Gobcrnacion.
Las cartas de marras.
Los discursos diplomáticos.
Las contratas sin subasta.
La historia política de los ministros.
Los decretos sobre enseiíanza.
La interinidad.
Y, probablemente, la Guardia nacional de caballería.


Este fué el estado de esclavitud en que tuvieron á
la prensa los argonautas de los derechos individuales,
hasta que les arrojó del poder la proclamacion de don
Alfonso XII, esclavitud no conocida ni imaginada'en
España desde 1834.




- 13t5-


v.


La seguridad individual.


Este capítulo debia ser un tomo de graneles dimen-
siones ó no contencr más que una línea en la que se
dijera: «Durante la república, los españoles no goza-
ron de más segnriclad individual que la que ellos se
proporcionaron yéndose á Francia, á Portngal, á Gi-
braltar ó á ... Marruecos.»


Efectivamente, desde los primeros dias de la fede-
ral, las vidas y las haciendas de los españoles estu-
vieron á discrecion de cualquier voluntario de la re-
pública. En Barcelona, despues del 21 de Febrero, no
pasaba dia ni noche que no se arrestara alguna perso-
na más ó ménos eonoeicla, y se la llevara 6. las Casas
Consistoriales á [lretexto dc ser desafeda y con peli-
gro ele ser arrastrada por las tmbas; afortunadamenta
el verdadero pueblo de Barcelona, laborioso y hon-
rado, léjos ele entregarse á las sanguinarias orgías de
los ele Montilla y Alcoy, impuso continencia á los que
tales propósitos tuvieran. Esto no quita que se causa-
ran sustos y molestias á personas muy respetables,
que si bien se las soltaha al llegar a presencia del
alcalde, no por esto dejaban de snfrir inmerecidos
atropellos. Es de a(lvertir que los arrestos se verifl-
caban sin órden de autoridad conocida, y entóncps se
dijo qU(~ una eS[lecie de comité qne funcionaba en un
cafetin vendía á cuatro duros aulos ele prísion contra
acreedores importunos, rivales afortunados, etc.


Fuera ele Barcelona las cosas iban lIGor, en el Pa-
nadés, más de sesenta curas párrocos tuvieron que




- 136-
abandonar las parroqnias, y dos tÍ tres que no lo hicie-
ron á tiempo pagaron con la vida su excesiva con-
fianza. En todo Cataluña, el clero tUYO (lue dejar su
traje tolar hasta la venida ele D. Alfollso.


En el resto de España pasaba á corta diferencia lo
que en Cataluña. Verdad es que los federales elicen
que sus autoridades, á diferencia dn las monárquicas,
no molestaban á nadie. Esto no es cierto en absoluto:
lo que hay de verdad es que las autoridades lo hacian
'motu pl'opio y no por órclen superior, y en camhio
los atropellos eran muchos porque cualquier federal
se convertía en señor ele horca y cuchillo sin necesi-
dad de otra investiclma que el hecho de calarse el
gorro frigio.


Solamente para que este capítulo no falte ú las re-
glas que me he impuesto para los demas, voy ú pu-
blicar algunos documentos curiosos.


En la sesion del Congreso correspondiente al dia :2
de Agosto de 1873, se leyó el siguiente parte tele-
grafico:


Secilla-l (3-i t.)-EI Presidente y el fiscal de esta Audiencia
al Ministro de Graeia y Justieia.- El Presidente interino y el fis·
cal de esta Audiencia, ante los horrorosos y vandálicos hechos
ejecutados por los revolucionarios de esta capital en los tres dias
de combate habidos para la entrada de las tropas en ella, incen-
diando y robando edificios, asesinando personas indefensas, y
preparándose á mayores atentados, se creen en el ineludible deber
de hacer presente á V. E. la imperiosa necesidad (¡ue existe de
que recaiga todo el rigor de la ley sobre los Gutores de tan gra-
vísill10s delitos que amenazan la completa destruccion de la so-
ciedad y de la llepública. V. E. apreciará estas indicaciones con
su elevado critel'io.


La lectura de este parte clió pretexto al Sr. Diaz Quin-
tero para una interpclacion, y en su discurso supuso




- 137-
que habia exajeracion y empeño en abultar por parte
elel gobierno y de la prensa ministerial. Contestóle el
señor García y dijo:


Pedí la palabra cuando el Sr. Diaz Quintero, que es el único
que ha podido asegurar que no habia incendios en Sevilla, decia
que la prensa mentía. La prensa, Sr. Dinz Quintero, y precisa-
mente la prensa republicana, lo que ha hecho ha sido atenuar los
hechos; lo que ha hecho ha sido ocultar el número de incendios
que ha habido en Sevilla, porque ha creido que hombres que se
llamaban republicanos, no podian ser jamds incendiarios; y yo
ext['aiío que el Sr. Diaz Quintero, que ha sido periodista, trate de
calumniar de la manera que lo ha hecho á la prensa. Si el señor
Dial, Quintero se refiere á los periódicos que defienden la insur-
reccion, entónces sí tiene razon; esos periódicos mienten.


GARciA (D. BERNARDO).-4 de Agosto de 1863.


Oigamos ahora lo qne dijo el Sr. B'?cerra referente
á lo qun habia pasado en Madrid.


y luego ¿qué haheis hecho con este pueblo de Madrid? Yo fuí
sacado de mi casa, como han sacado á tantos otros; allí fueron á
robarme mis armas, que eran mias, porque me habian costado
mi dinero y á mí solo pertcneeian; allí fueron á buscarmQ unos
cir,n hombres con órdenes no sé de quien para matarme; algunoS
indieios tengo del que dio esta órden; pero esté tranquilo, que no
muero de esta vez, y si llegó á conocerle, ya ajustaramos cuentas.
Así hemos sido todos atropellados, así se ha ultrajado al pueblo
de }Iadrid. Y ya que de esto hablo, os recordaré que todavía no
se ha formado causa á los que cometieron tantos atropellos y
hasta asesinatos. Pues qué, ¿no hemos visto á la Diputacion pro-
vincial retirándose por los mismos excesos y declarando que se
retira porque no tiene libertad pura deliberar? Yeso que el sellor
Estén nez decia {¡ un diputado provincial: «tranquilícese V. S. que
entre los que van á turbar las deliberaciones van tambien algunos
de los mios para evitar todo exceso.» y me decia aquel diputado:




- 138-
¡cómo que yo no sé distinguir cuando me peguen, si pegan los
del Sr. Estévanez ó los otros! Ahí teneis el Ayuntamiento de Ma-
drid, que está hoy representado por ocho indivíduos ¿sabeis por
qué~ porque los demás han sido echados de allí á la fuerza,
porque han salido bajo la presion de las turbas armadas que toda-
vía invocaban el nombre sagrado de la libertad. ¡Hasta tal punto
habeís llegado, que se duda ya si conviene ó nó tener el pueblo
armado! Así es que cuando se ha nombrado nuevo Ayuntamiento,
se han presentado protestas tan graves, que por ellas aparece
alguno de los recien nombrados acusado de asesinato; ¿y porqué
no se les ha dado curso? Porqué no tiene el Ayuntamiento seguri-
dad ni confianza ninguna, y no se atreve á darlas curso. ¿Es así
como quereis tener á este pueblo de Madrid, á la capital más libe-
ral de España y de Europa, no la más revolucionaria, pero sí la
más profundamente liberal y de mejor sentido político?


BECERRA.-i3 de Agosto de 1873.


Llegamos ya á la época de mando de los que nos
habian traido los derechos individuales, y con ellos
la inviolabilidad del domicilio, la seguridad personal,
poniendo para siempre término á aquellas horribles
cuerdas de Leg'anés, que consistian en llevar de Ma-
drid á Leganés dos ó trescientos tahures. Para en-
señanza de incautos y como documentos históricos,
van á eontinnacion un suelto del periódico radical La
Bande1'a Espmiola, publicado el 6 de abril (le 1875~ y
una especie de justificacion que el Sr. García Ruiz
publicó en El IrnpaJ"cial del 8 del mismo mes y año.


«Durante la última situacion revolucionaria fueron deportados
á Ultramar, como sospechosos en concepto de las autoridades,
i ,368 ciudadanos. Enteramente olvidados por el gobierno, vivían
combatidos de la necesidad y del hambre la mayor parte de ellos
en las islas Marianas, y no será quizá exageracion decir que los
ministros y los más altos funcionarios ignoraban hasta su exis-
tencia. Habiendo llegado á nosotros algunas quejas, pedimos in-




- 139 -
dulto, ó cuando ménos, cuidado para esas víctimas de la arbitra-
riedad: con la ayuda de la prensa y por lo justo de la pelicion,
hemos conseguido que el gobierno destine un crédito supletorio
para atender á los gastos ocasionados por 1,368 ciudadanos des-
terrados.


Este guarismo escandaloso acusa terriblemente al gobierno pa-
sado, al que llaman algunos último gobierno revolucionario. Tiene
razan la prensa moderada: Narvaez no hizo tanto; Gonzalez Dra-
bo no hizo tanto. Deportar á 1,368 hombres por simples sospe-
chas, y llevarles á tierras inhospitalarias, de donde pocos vuelven,
para que no estorbasen aquÍ al gobernador nombrado por el mi-
nistro y al alcalde nombrado por el gobernador; enhorabuena que
lo hiciese un gobierno reaccionario, por aquellos tiempos en que
no se con ocian los derechos individuales ni se hablaba tanto de
libertad; pero hacerlo un gobierno revolucionario, en nuestros
dias yen nombre de principios liberales, es la mayor crueldad y
la indignidad mayor de que hay noticia.


Solo un hombre sin creencias, un demagogo arrepentido, un
ambicioso que todo lo sacrifica á su ambicion, puede llevar á ca-
bo acciones tan monstruosas. Narvaez y Gonzalez Brabo se refre-
naban alguna vez, cuando no por el influjo de las ideas, por los
consejos de la conveniencia propia ó de la utilidad del trono. Al
que desterró á esos infelices, ¿quién ni qué cosa habia de refre-
narle?


Nada debe sorprendernos, sin embargo, tratándose de la situa-
cion pasada, la más calamitosa en su conducta y en sus conse-
cuencias de cuantas Espaiía ha vislo.


1'01' algo se dijo que la reaccion desbordada, la anarquía, cual·
quier estado político era preferible á ella; por algo se dijo de
nquellos ministerios homogéneos que no eran republicanos, ni
monárquicos, ni liberales; que no pensaban más que en mandar;
que no aspiraban más que á perpetuarse en el mando. Por algo,
en fin, creíamos nI Sr. Sagasta peor gobernante que Narvnez, peor
que Nocedal, mús doctrinario que Posnda Herrera, más perturba-
dor que Gonzalez Brabo.


Lo asombroso es que haya en los partidos liberales quien tan
presto comience á olvidar los agravios que la libertad recibió del
úllimo gobierno, y piense en inteligencias que el país no podria
ya mirar con confianza.




- HO-
Bueno es hacer política de atraccion; más no para atraerse


elementos inútiles ó perjudiciales, sino espíritus sanos, caracté·
res íntegros, ciudadanos intar.hables.


Hé aqui como se explica el ex-ministro rcpuhlicallo
unitario:


«Sefior director de El Imparcial.


Muy señor mio: Mucho le agradeceré á V. d(~ cabida en su po-
pular periódico á las siguientes líneas, y por ello le (¡uedará re-
conocido su afectísimo amigo S. S. Q. B. S. ~1.


EUGE:110 GAncÍA Rmz.


Anoche ví por casualidad, pues no acostumbro á leer La C())'-
respondencia, que este periódico se equivocó á sabiendas diciendo
de cuenta propia (ó ajena) que las deportaciones que por l1UJticos
políticos se hicieron, al deeir de algunos periódicos, en número
de i. 300 durante el aiío último, tuvieron lugar en tiempo del se-
ñal' Garcia Rui:;;, ú la miz del 3 de Enero, procurando COIl esto
tal periódico hacer que recaiga la odiosidad de todas las prisiones
y deportaciones sobre mi persona, dejando por lo tanto á sal va al
Sr. Sagasta, y demás ministros de su color político. Emperro va-
no y pretension insensata.


Yo, que siempre dije y diré la verdad, aun ellondo sea eontr:J
mí porque soy de los que creen (y los sucesos me dan la razon)
que solamente con la verdad y la buena fé se puede fundar algo
en el mundo, debo hacer eonstar los hechos siguientes, que estoy
pronto á probar ahora y en todo tiempo y lugar:


1. o Aparte de lo que hieiel'Ol1 lo~ capitanes generales en al-
gunos distritos, no se decretó ni una sola prision, y ménos dr.-
portacion, mientras yo fuí ministro de la Goherll8cion, que no fue·
ran acordadas en Cons(~jo de ministros, sentándolo en cllibro de
actas que llevaba el sccret:lrio Sr. Balagller, acerca de lo cual
siempre fundé formal empeiío, porque sohre ser esto lo proeeden-
te, conocia mi posicion aislada en el ministerio del 3 de Enero) y




- 1M-
sabia de antemano que habian de venir con el tiempo quejas, acu-
s:u:iorws y aun calumnias, de todas las cuales no queria para mí
mas que la parte que me correspondiese.


2.° En tiempo del Sr. Garda Rui::;, como dice La COl'respon-
d"ilcia, debiendo decit· en tiempo de los sellares duque de la Torre,
S,a!J(/sla, Zavala, frIartos, (Jarcia Ruiz, etc., se deportaron, por
acuerdo formal y solemne del Consejo de ministl'oS, solamente
H3 cantonales, presos en Cartagena, que entregaron las autori-
dades militares de úrdcn del Gobierno en Almería, en donde pa-
ra recogerlos hizo escala el vapor, y 134, paisanos, presos en
Ceuta, la mayor pal'le (88) conducidos allí en tiempo de los seiio-
res Salmeron, Castelar y Maisonnave, con motivo de los aconteci-
lIlientos de Andalucía, etc., y los restantes (46), presos en Madrid,
no por opiniones políticas, sino por reos de delitos comunes, co-
mo tomadores I'cincillentes, presidarios licenciados y de mala vida
?J costumbres.


3. ° Todos los demás deportados lo fueron en tiempo del Se-
¡¡al' Sngasta en número de 1.000, lo cual se sabe, no por la per-
sono que se lo haya dicho á La Correspondencia, sino por la agen-
cia de los YOporcs que condujeron los presos á Filipinas con las
fechas de su so lida del puerto.


!}.o El primer 1Juque qlw por acuerdo del Consejo de minis-
tros (leyéndose la lista de ellos nombre por nomúre) llevó á Fili pi-
llas los 134 deportados de Ceuta y Madrid y los 1'13 de Cartagena
en .Junto 277, que fuú el vapor Lean, se hizo á la vela el :1.0 de
Mayo de 187'1" y no á la mi::; del 3 de Enero, así como se hicie-
ron {¡ la vela del mismo puerto ellrurac-bat con 696 deportados
ellO de Octubre siguiente, y el Lean (segundo viaje) con otros
300 d()portados el 25 de Noviembre último.


5,° y último. 1\0 tengo sobre mí el cargo de haberse preso ni
deportado {¡ llillgun individuo po!' indicacion mia, y si como mi-
nistro accedí á lo que otros propusieron en la parte que dejo rela-
cionada, !'espócto del Ga1Jinete del;l de Enero, fué porque el mi-
nisterio unánime creyó 118cesal'Ío y sal\'udor mandar á Ultramar á
algunas personas que se juzgaban peligrosas; ya como criminales
comunes, ya como comprometidas en los sucesos de Cartflgena, y
cuando, desquiciada la sociedad, ardía con más fuerzn que nunca
la guerra civil.




- 142-
En resúmen: durante el ministerio del 3 de Enero, que cayó cl


13 de Mayo, solamente se deportaron por lo civil 46 personas,
todas criminales comunes y reincidentes.


Madrid y Abril 7 de 187r>.
EUGENIO GARCÍA RUIZ.




- H:3-


VI.


La Dictadura.


Lo que eran los derechos imlividuales para los re-
publicanos, mientras los republicanos aspiraban al
poder, ya lo saben los lectores de este libro: lo que de
estos derechos hicieron cuando estuvieron en el po-
der, lo saben tambien si vinieron en España durante
su período de mando~ y sino lo sabrán leyendo este
capítulo.


Los derechos individuales eran para ellos ilegisla-
bles, sagrados é inviolables; estaban sobre el poder
ejecutivo, y sobre el poder legislativo, sobre el cielo
y la tierra; pero, apénas proclamada la república, con
el laisse;; (aire, laisse;; passer del primer presidente
Sr. Pigneras, no hnbo alcalde de monterilla ni volun-
tario ele la libertad que no los pusiel'a debaj o del ta-
con de su bota ó de la suela de su alpargata. El señor
Pí y Margall no quiso consentir que todo el mundo se
sobrepusiera á los derechos individuales menos el
poder rjecutivo, y luego que se hubo sentado en la
silla de la presidencia, se apresur6 á pedir ú la asam-
blea que le votara la dictadura.


Para juzgar este acto, recordaremos que el Sr. Pí
y Margall, el hombre ele doctrina, el filósofo de los
principios absolutos, el político inflexible é inmuta-
ble, babia dicho en la sesion del J de Octubre de
1869, combatiendo un proyecto de ley de suspension
de garantías: «Yo, señores, no comprendo además
para que se pido esa susponsion de garantías cons-




-11,4, -


titucionales. ¿Para qne os ha ele servir? ¿Acaso el Có-
digo penal no os da la fuerza que Ilcccsitais para re-
primir los delitos de sedicion? ¿ Acaso no tClleis en
el mismo procedimiento criminal los me(lios necesa-
rios para inhabilitar á vuestros enemigos sin necesi-
dad de violar las garantías constitucionales? ....


«Pero decís: ¿hemos de estar con los bra7.0s cruza-
dos ante la insurreccion qne ü'nemos encima? Y yo
repito: ¿para qué necesitais lo qne pedís? Si están ellos
con las armas en la mano, i no teneis vosotros armas
para combatirlos? ¿No pOlleis rechazar la fuerza C011
la fuerza?»


De manera que para el Sr. Pi, en la oposicion, 11i
el caso de rebelion armada justificaba la sLlspension
de garantías; pero para el Sr. Pí, en el poder, la re-
belion armada 8S suficiente motivo para encerrar con
siete llaves los zarandeaelos dcrcchos ilegislables.


Otro Caton (Ld republicanismo, el Sr. Suuer y Cap-
devila, que pocos elias antcs habia tenido escrúpulos
de investir al Sr. Pí de facultades para l10mbrar mi-
nisterio, una vez sentarlo en el lJanco azul aprob6 la
dictadura que habia (le ejercer él, en comandita con
el Sr. Pí, a pretesto que esta dictadura no se emplea-
ria sino contra los carlistas, pero de ninguna mane-
ra contra los republicanos sublevados: i Lihertad,
Igualdad, Fraternidad!


He aquí lo que se dijo contra el proyecto ele ley de
suspension de garantías presentado por el Sr. Pi y
Mc..rgall :


El antiguo Rey Amadeo. que por fortuna desapareció ya de
Espaiía, á pesar do que habia insurreocion carlista y do que le
amenazaban otras insurrecciones que podian ser para él de carác-
ter más grave, no (¡uiso apelar iJ la suspension de garantías; y,
sin embargo, una r.ámara republicana, cuyos individuos más




n¡J -
antiguos y mús notables en el partido han votado siempre contra
la suspension de garantías constitucionales, viene á proponer, no
esta misma suspension de garanlíns que para los monárquicos
estab:1 limitada á derlos ¡¡rtículos, sino 1:1 concesion de facultades
extraordilwrias en abstracto, en absoluto; una especie de dicta-
dUl'<l ilimitada, r¡ue nunca concedieron las Cámaras monárquicas,
porque allí estaball limitados los dereeho~ que se habian de sus-
pender. Pues bien; yo, por toda refutaeion á ese proyecto de ley,
¡lO \'oy tÍ permitirme leer discursos, aunque pudiera citar muchos
de los hombres más notables de esta Cámara; no quiero citar
palabras a la Cámara, voy solo á eitar nombres, ménos, solo vo-
taeiones; la (¡ue l'Ccayó euundo se discutió el urt. 3 i de la Cons-
titneion de 1869, que trataLa eaLalmente de esas facultades ex-
traordinarias en el ea so que estuyiera gravemente comprometida
la seguridad del Estado (y aquí no lo está, ni mueho ménos,
porque yo me rio de lo que puedan comprometer la seguridad del
Estndo los earlistas), Voy repito, á permitil'me leer In lista de los
hombres que votaron una enmienda tÍ ese artículo, que cabalmente
firmó con otros varios mi amigo el Sr. Suiier y t:flpdevila. Se
llabin d¡,s0chado una f,nmicndrt sostenida por el Sr. Ametller, en
la cual se decía: «Las garantías consignadas en los artículos an-
teriores no podrán suspcnd(,rse en Iiingun caso, ni bajo pretexto
nlguno.» Esta la votó unánime toda la minoría; pero despues de
esa vino otra enmienda que deeía:


,Los Diputados que suseI'ÍlJen tienen el honor de proponer á las
Córtes la siguiente enmienda al 3rt. :H primitivo del proyecto de
Constitucion:


,La r:onstitllcion no podrú ser suspendida ni en todo ni en
parte, ')


y la IirmaLan los Sres. D. Ramon Cast~jon, D. Federico Caro,
D, Jose 1!J1i(ICio Ltorens, D. Francisco :::'uiier !J Capdevila, D. Jose
Jfa/'ia de Orl}uo!!, /J. Luis del Río y D. Federico Rubio.


Ahora bien; yo solo diré dos palabras, y me siento. Cuando es·
tábaís aquí opinábrlÍs de una manera; habeis votado y habeis pre-
di(,ado eso mismo: habeis dicho más, tenedlo entendido, el pueblo
lo saue, porque lo ha aprendido de vosotros: cuando quiera que
por las Asambleas, ú por otros podel'cs, sean cuales fuesen, se


10




- Hfl-
coartan los derechos indi\'iduales, ha\ derecho á lo inSUl'I'Cceioll:
vosotros lo habeis dieho. Pues bien: vosotros, cuando estabais
aquí, opinábais de esa manera; y nhol'a que eslais en el poder,
opinois de un modo eontrnrio: yo quiero opinar siempre lo mis-
mo; y si alguna yez pudiera llegar ahí, procticaría en ese sitio lo
que defiendo y he defendido siempre en éstp.


DL\Z (lnxn:no. -:W de .Iunio de Hli3.


Selíor(~s Bcpl'csentantes: rcclwrdo que otra vez me encontraba
de pi{' en l'sll' mismo sitio: l18hia unas C(,rlcs monál'quir,as: Si' ha-
('i:! Ullil r:omtitudoll monúrquica, la Constitucion de HlG9, y ell
('l1a modestamentc, podd: decirlo ahora con franqueza, modesta-
mente se colocaba un artículo para en casos muy extl'aordinarios
suspender algunas de las garantías consignadas en aquella Cons-
titucion de los Reyes.


Yo, en aquel momento, me levanté á combatír ese artículo (con-
migo l'stsban muchos, muchos de los quo están enfrente; todos,
casi todos los f¡UO están en el banco azul), me levanté ó comba-
til' esa eliminacion de los derechos individuales, '! votaron con-
migo todos los republicanos y demócratas entúnces; sin embar-
go, la mayoríü monárquica consignó en la Constitucion lo que yo
creí, y creimos todos, una gran iniquidad. Pero allí no se tra-
taba más que de limitar en caso de guena alguno de los dere-
ehos que se ¡'ceonocian en el hombre; y ahora en el proye(~to qUl'
se discute se va mucho mós allú, SB limitan todos, se establece
hasta el capl'iclJO, acaso hasta la ferocidad dB los gobel'llantes.


Dije al principio que todilvía no he perdido la esperanza de
que se sal\'c la Repúhlica; ¡wro la tengo c1si perdida en estB mo-
mnnto de que SB salve la democracia. No basta llamarse republi-
canos; es necesario serlo, es necesario sentir la iden, ns necesario
comprenderla, y de esa sucrte podr¡"mos hacer Hep¡·¡blica, poro
no una Rnp¡'¡blica semejanle á esas Hep¡'¡blicas viejas que hall si-
do tan malas como las monarquías. Mi Bnmienda tiene por objeto
únicamente salvar los derechos individuales. Y sabeis ... no; no
crBO que lo sauris; ¿sabeis indudablemente, Sres. Hepresentantes,
porque se llaman individuales esos derechos, porque se llaman
naturales, porque se les denomina imprescriptibles y superiores a




- :1.47 -
toda ley? ¿Y venimos por una proposicion que no quiero llamarla
ley, venimos por una proposicion incidental, hija acaso del capri·
cho, venimos á poner la mImo y á destrozar esos derechos indivi-
duales? ¿Dónde está nuestra consecuencia? ¿No creemos nosotros
que no hay ocasion, ni circunstancias. ni nada, que haga que el
hombre pierda los del'echos que le ha dado la naturaleza~ Pues si
lo creemos, habrémos de votar contra esa autorizacion; si no lo
creemos, tendrémos que confesar, por mi parte con vergüenza,
tendrémos que confesar que no somos demócratas, que no entel1-
deis la democracia.


CALA.-30 de Junio de 187::1.


El Sr. Carvajal defiende-desde el banco azul, por
supuesto-la llictadura, valiéndose de una doctrina
que es la negacion absoluta ele la doctrina federal, y
lo hace en estos términos:


Por cima de esa Constitucion hay una legalidad que puede mo·
dificarla, mutilarla:> suprimirla. Esa legalidad está en las pre-
sentes Córtes. Aquí 1I0 hay HlÚS legalidad que sus determinacio-
nes: el pueblo ha expresado su opiniol1, ha elegido sus hombres,
tiene su Asamblea; esa es la voluntad del pueblo.


La única legalidad existente, pues, está en los acuerdos del
Congreso, y 1I0 hay que invocar la Constitucion, no hay que in·
vocal' antecedentes, porque siempre que las Córtes hayan pronun-
dado una palabra, esa palabra quedará escrita en el libro de la
historia, y esa palabra será una legalidad que obligará á todos
los espaíloles.


CARVAJAL (Ministro de Hacienda),-30 de Junio de 1.873.


No guardó en la vaina el Sr, Pi la espada que aca-
baba de confiarle la Cámara fedoral: oigamos sobre
esto al Sr. Cala:


:\0 podia ocufI'írseme de ninguna suerte que apénas fuese ley
el proyecto que ayer se discutió, ya habia de dar los frutos amar·




- 14H-
gos que yo vnticinalls; no podia ocurrÍl'seme de ninguna ilUel'k,
y recibí una verdadera sorpresa, al ver en las esquinas de ;\Ia-
drid, ('liando esta maiíana desde mi easa IlW trasladulJ8 Ú este re-
cinto, el bundo á (lue la proposicion hace referencia. TIe presen-
tado, Sres. Diputados, estn proposicion con doble disgusto. En
pl'Ímer lugar, porque envuelve una censura á mi amigo, singular-
mente querido, el gobernador de Madrid; en s()gulldo lugar, por-
que se refiere á confirmar los temores que yo ayer anticipadamen-
te abrigaba. Ilespues de un largo preámbulo, el liando, en su par-
te dispositi\"a, dir:e n,í:


"Artículo 1.0 llesde el momento en que se nltrrr rl órden Pll-
blieo, todos los \CeillOS que no p()rU)I1PZeall Ú los voluntarios c]r:
la Bepúbliea, se retirarán inmediatamente á sus casas, dejando ti-
bl'es las ealles, lt'niendo entendido, que de no haeerlo así, serán
considerados como perturbadores, y trutados como tales."


Esto no sucedia, Sres. Diputados, durante las florninaeiones más
ominosas; durante los períodos de !ns dominaciones moderadas,
se aplieab:1 alguna vez, cuando el órden público se alteraba, la ley
mal'(~ial. En virtud d() ()sta ley, y luego de public:lda, tenia la au-
toridad el derecho, y genera Imente lo eOIlsignnlJa en bandos, de
prohibir que se reunieran en grupo~; pero nunes, Ilunea ()I que
un trnnseullte que se retiraba á su casa despues d{~ nltPI'ado el ór·
den, quizá porque de ella St~ hallürn distmlte y ¡LO hubiera podido
hacerlo antes, dejase de alldar por las calles.


Habia más. lIabia siem[Jl'e ulla deelal'acioll oncial de que c:I úr-
llcn se hallaba alterado, porque es imposible que un indyiduo, ha-
IUllldose ('11 ciertos sitios de la poblacion, pueda rormar juieio de
euando hay una wrdadel'a alterarion del órden público; venia,
por lo tanto, una declaracion de la autoridad en forma legal. Pe-
ro 110 bastaba esto; sino que aun despues de publicado este ban-
do, á los perturbadores del órden, no á los que transitalmn de
aquí para allí, á los que agrupados en actitud rebelde con las ar-
mas en Ir¡ mrlIlO [lersistinn en rlln, 1I0 sr: les podia atacar todavía
sino dpspues de tres intimaciones hechas á son de trompeta ó pm
llIedio de banderas, ó 'de cualquier modo, que no lo recuerdo
lJi()n, porque cosas son estas que tiende uno Ú ohidarlas.


Pues bien; en este hando se vr¡ más rlllá; en este bando se cas-
tig':J al que transita, al que \¡j pOI' In ,'all!' inrrLPdiatnmpntr ¡¡up ~('




- 119-
declarn alterado el ól'den. bY cómo? Sl~ les castiga como pertur-
badores, haciendo una declaracion que solo á los tribunales cOt·-
responde. ¿ Y de qué manera se lcs trata despucs de halJerlos dt)·
clarado perturhadores? Se les trata como la autoridad [mta siempre
en estos momentos á torlos los perturbadores; se les trata á tit·os.
IJc manera que el gobl)rnador de Madl'id, no imadiettdo el ter-
reno de la ley, aunque para esto tampoco tiene derecho ninguna
autoridad. sino con('ulcando todas las leyes, determina que en el
mero hecho de transitar por las calles un \'ccino de Madrid, lue-
go que á juicio del gobernador en algun extremo de la pohlacion
se haya alterado el ()rden, será tratado esc \'ecino á caiíonazos y
á tiros.


Esto no Se Ita visto jmnüs.
C.~LA.-LO dü .fulio de i8i3·


A eonsocuenda de la votaciOll de la didadllra á
favor del St'. Pi y Margall, la minoría de la Cámara
puhlicó el siguiente:


Manifiesto de la izquierda y centro reformista de la Oámara


AL PAIS.


Los diputados que componün la iZljui8rdn, centro reformista de
la Cámara, se hs.llün en la ne(;esid~cl d!) (~xpone'r sus agravios
attte el país, aunque no sea más que por justillcar la detcrminaeiotl
que' han adoptado de no asistir por ahora á las sesiones de la
Asamblea Constituyente.


Consictrrase la izquierda rebajada en su dignidad por una série
de actos que eomponen todo un sistema de deliberada hostilidad.
¡'¡ de mer:osprccio profundo, y si [as ind.iyidualidndcs políticas
tienen la obligacion de p¡·escindit· de sus ofensas personales, no
pueden !tacer lo misl110 las ag!'llpaciotles, porque son resortes
del orga[Jis!tto del Estado, y depositarios de la forluna de un par-
tido, que pierde en la opinion pública cuanto se deprimen sus
rep t'csen ta ntes.


Separadamente el Gobierno de la rept'lblica y la mayoría han




- 150-
emprendido con sus últimas determinaciones una marcha :unesta,
han destruido de un solo golpe todo el edificio de nuestra propa-
ganda y rasgado la bandera de libertad y justicia, á cuya sombra
hemos combatido contra tantas reacciones, y no era digno del
centro reformista sancionar con su presencia propósitos, que
aunque fueran honrados, son de seguro ciegos, trastornadores y
liberticidas.


Desde un principio se deslindó la izquierda de la Cámara con
su determinacion de plantear inmediatanwllte las reformas que
habia venido sosteniendo el partido republicano en su incansable
propaganda; pero expresó su deseo con tanta mesura, que no
suscitó el menor conflicto á ninguno de los pasados ministerios.


Mal correspondida fué su prudenciJ, pues desde un prineipio
tambien la mayoría consideró á los reformistas más que con des-
pego con enemistad, y les negó las consideraciones que en el ré-
gimen parlamentario se otorgan á las minorías, consideraciones
que han disfrutado todos los republieanos en plena dominacion
realista. Y ha venido aconteciendo que en ninguna de las solucio·
nes que en la trémula política de ciertos grupos ha dado á las
dificultades por ellos mismos suscitadas, se ha requerido el pare-
cer de la minoría, sino para seguirlo, para apreciarlo siquiera; y
ha sucedido además el caso nuevo en los fastos parlamentarios de
nuestro país, de negarse á una minot'Ía numerosa un puesto en la
mesa de la Cámara, cuando hasta las disposiciones mismas del
Reglamento hacen precisa la intel'vencion, no ya como garantía
de imparcialidad, sino como reCilI'SO de del'ensa.


Tantos y tan sistemáticos extravíos, los repetidos rigores de la
Presidencia y las agitaciones de la mayot'Ía contestando en tumul-
to á los razonamientos, dabnn á eonocer á las claras que estaba
resueIta á seguir cierto camino, y que acaso deseaba verse libre
del salndable con trapeso de la oposicion.


Sin embargo, la izquierda ha reprimido una y otra vez los im-
pulsos de su dignidad, que á todos los sa(;rificios venian dispuestos
los republicanos que la componen, para contribnir honradamente
al afianzamiento de la república federnl; á todos los sacrificios
venian dispuestos ménos á ser cómplices, de ningun modo, en el
atentado funesto de destruir la libertad y la república, negando la
democracia;que es su único fundamento.




- 151 -
Pero en estos últimos dias se ha urdido sigilosamente una es-


pecitl de trama liberticida. Sin que hubiera el más leve indicio
anterior, se comocan en extl'SUO recinto muchos diputados con la
cautela de no invitar á ninguno de la minoría; se babIa en nom-
bl'e del Gobie['[[o, se pinta r,on negl'os colmes la situacion del país,
se exhorta á los asistentes, y se les arranca, para salvar la I'epú-
blica, el ofrecimiento ¡pal'ece increible!. de m:.:tal' la democracia
hiriendo los derechos illuÍ\·iduales. y sin dar tiempo tÍ la rellexion,
se trasladan todos al palacio de la Asamblea, en nquella hma pre-
sentan una ley cnya ['(~uaccio[[ atropcllada atestigua el delirio, la
deelaran urgente, saltan sobl'e el reglmnento, y reducen á un mi-
nuto el tiempo para estudiarla; por milagro consigue la minoría
redactal' una enmit~nda de cuatro reuglones, y casi sin discusion,
la ley pasa el trúmite mús peligroso. Gracias á tan censurables
rccursos se encuentra ya pendiente solo de la votacion definitiva.


En este proyecto de ley se autoriza al Gobierno que prr,side el
Sr. Pi Y Margall para destruir todo el derecho escrito y para so-
hreponerse á los derechos individuales que ~on, segun nuestrCí
dogma, superiores ú todos los podpres.


]JurUll((; la brc"c y vertiginosa discusion, se arrojaron alirm8-
ciones para aletarga)' la conciencia y oscurecel' el conocimiento,
y entre ellas In de que rigor talllauo jba dirigido contra los car-
listas. ¡Quó importa la denominacion del delincuente para los sa-
gl'ados fundamentos de la justicia! pero aun este rebuscado pre-
texto quedó bien pronto destruido cuando la mayOl'ía descchó una
r,nniienda presentada pOI' algullos dignos diputados, que represen-
tan comarcas donde es tl'adiciollal el ódio de lo~ liberales á los
]larridarios del oscuran tismo.


Si aun pudiera quedar alguna duda I'especlo á las intenciones
del Gobierllo y de los funcionarios que le siguen y le obedecen;
si álguien pudo en la discusion prilllpra creer que la amenaza y el
golpe ibfln dirigidos solamente á los carlistas, bien pronto el ban-
do de una de las autol'idaues de España más próximas ur Gobier-
no, el bando del gobernador de Madrid publicado al sigllicmte dia,
descubrió todo el secreto de la trama; que las impaCIencias de-
nuncian siempre los malos deseos.


El ministerio hizo suya la medida, y tras largo y tormentoso
debate, la Asamhle Constituyente tendió sobre d atentado el velo




- Hi2-
de su autoridad; atentado que no tiene ejemplo; no se diga ya en
países regidos por instituciones democráticas, pero ni siquiera en
los que son meramente civilizados,


¿Cuál será la situacion de los espaLíoles cuando el proyecto al-
cance la aprobacion definitiva?


Habel' perdido como hombres los derechos naturalcs, y como
ciudadanos no tener el derecho de transitar por las calles, ni el
de cerrar á los soldados las puertas del hogar.


¡Qué consecuencia la de dcrtos gubernantes! ¡Defender la lega-
lidad monárquica en todo lo que ha podido daTIa!' á la República
y qucbrantarla cn lo poco que favorece á la libertad!


La izquierda reformista, no la Cámara, no puede continuar
asistiendo á las sesioncs de una Asamhlea que autoriza tan tre-
mendos atentados: no puede contribuir á confeccionar una Cuns-
titucion donde los derechos naturales han dc quedar legislables,
y la persona y el hogar del ciudadano al capI'icho de UIla autori-
dad cualquiera: no puede, no, la minoría reformista intervcniL' en
la confeccion de un Código que, segun los pnsados acuerdos, tie-
ne necesariamente que ser más reaccionario que :la última Cons-
titucion realista, La minoría, pues, deja de asistir á las sesioncs
y se lleva la bandera sagrada del partido para que no se manche
con las impurezas del doctrinarismo.


Despues de dar esta satisfaecion al país, harian los diputados
que componen el centro, renuncia definitiva del mandato que han
recibido; pero como saben que la política es caprichosa, licILCIl
todavía un resto de esperanza, y cucntan con que acaso en ade-
lante, sea posible que contribuyan, sin desdoro dn su dignidad '!
en bíen de la pátria, á la consolidacion de la Bepública sobre la
hase invariable del derecho y de la justicia.


)ladríd 2 de Julio de 187:3,
Orel/se (D. José), Cala, Día:: QuinlC/'o, mane, AmI/S, Jlf!'iJ/o,


Santa JI/aria (D. Emidgio), rf/urle, \-alero Morf/to, Agllstt', (;lIl-
vez, Fe¡'llande:, (D, José Homan), CllsaS Gines/mlli, Taille!, Sa{-
d(l/1a, Labonla, Beredas, Caro !J Dia:::, Sauralle, Torr!'s (D, An-
gel), Bemardo Sllbau, Casalduf'/'o, jIollfemaY{I/', Carlés, Ilere;
Guillen, Chirib{'lla, Une/¡, n, Se¡l1íl veda, A nnelttia, CaslcUanoo,
GarGÍa Criado, Rui:::, Royo, Gonzale:, Chennú, itljá¡'o Gimene::,
OZare, Somolinos, Tor!'e Jlendieta, Ri¡;era, La/úellle, Tijerilla,




- 153-
Benitas, Pora8te, Dau~, Felin, Gome: (D. Aniano), Poverla, Ries-
co, Galiana, Alcoba, Bárcia, Carvajal (D. K), Pil'rrod, Pine/lo,
Co Itl reras y COC((."


El Sr. Pi y Margall pudo eontestar á esos seilores.
«otro vendrá qne bueno me hará» y así lo dijo en
esta forma:


~Iis sucesores, cerrando los ojos á la experiencin ..... Ametra-
llaron pueLlos, bombardearon ciudades, desarmaron milicias,
persiguicron y prcndieron hasta por sospechas, y dejaron que un
general quitase y pusiese á su antojo ayuntamientos, cstablc-
ciendo por donde quiera que pasase una vcrdadern tiranía.


PI y MATIGALL.-La Repüblica de 1873.


La suhida al poder del Sr. Salmeron no cambió la
inquina quc los ministros repuhlicanos les habian to-
maclo á los antes tan mimados derechos individuales.
pues apesar de halJer olJtenido tambien la dictadura,
como si esta !lO le bastara, se expresaba en los tér-
minos il'respetllosos quP le echa en cara el Sr. Muro.


¡Ah, seDores! yo creo que el Sr. Presidente del Poder ejecutiro
no está de acuerdo conmigo; y lo creo, pOIYlue el Gobierno csta
larde ha pronunciado algunas frases que me han herido profun-
damente y que vienen á redundar en último término en despres-
tigio drl Sr. Salmeron y de todos nosotros. Su seDaría ha dicho,
contestando á una pregunta de un Sr. Diputado, que con autori-
zaeion ó sin autorizaeion obraría como creyera convcniente á los
intereses del país. H(\ copiado esta frase, y si por wntura se pu-
siera en dudn, yo apelaría al testimonio de los seDo res taquígra-
fos, yo apelaria á las euartillns, para que demostraran que esto es
lo que ha dicho el Sr. Presidente del Poder ejecutivo. Es decir,
Sres. Diputados, que segun esta manifestaeion explícita y termi-
nante, que yo aplaudo, porque seria una hipocresia censurable
qlj() se pcnsára y no se dijera, lo que nos espera durante el intcr-
regnoparlamentnrio, durante estos dos mcsrs de suspension de




- Hi4.-
sesiones, es una dictadura; el dictador será S. S. y sus compa-
ñeros de dictadura los actuales Ministros.


M¡;uo.-:lO de Ag'osto de 1873,


El dia 7 de Setiembre, la Ca mara confió al Sr. Cas-
telar la Presidencia del Poder ejecutivo de la Repú-
blica; yel Sr. Castelar, aprovechándose ele estas hne-
nas disposiciones de la Cámara. el dia :-\, lliclió y
obtuvo de la misma la dictadura.


Nadie habia sublimado corno el ilustre tribuno las
escelencias de los derechos ilegislahles; nadie bahia
tronado corno él contra toda limi tacion de estos dere-
chos. El dia 3 de Octuhre de 1:-\6\), consecuente con
su doctrina de la autonomia individual, negaha á la
Asamblea la facultad de suspender las garantías imli-
viduales, y en UIlO de sus aplal11lidos arranques, le
decía: «Sobre todo una grande asamblea SODerana no
puede crear uua dictadura sin cometer Ull acto d(~
demencia.» El dia 8 de Setiembre de t87;~, el Sr. Cas-
telar pedía á una asamblea soberana este aelo de de-
mencia, y la a.samblea soberana acogia esta peticioll
con los mismos aplausos con qun acogió el viol(:nto
apóstrofe de 18GB. E sempre bene.


¿Quién era el verdadero repuhlicano, el verdadel'o
fecleral, el verdadero individualista, el que eu 186D Sr'
oponía á la suspensioll de garantías EN NG,(il'l, C,\SO
y BAJO NI~CHJN l'HETEXTO (¡ el que, en Un;3, pedia ll11a
dictadura muy superior ú las que habia combatido?
La Cámara federal, al aplaudir eH el Sr. Castelar to-
dos los períodos en que hacia gala de despreciar los
del'echos individuales. ell que se rutractaba ele sus
anteriores opiniones que le llahiau servido para esca-
lar el poder, la Cúmara federal, al votar la dictadura
que se le pedia, declaraba que


Le veritalJle .\.nphilryon
Est l'Anphitryoll ou ron dine.




- 15;) -


VII.


Las quintas.


Poro si los republicanos en el poder no respeta-
ron el gran principio, el uogma fundamental (le Sil
doctrina, la inviolahilidad de los derechos individua-
les, veamos si á lo ménos cumplieron con ese pohre
puehlo español por ellos esplotado, la promesa formal
y cien veces repetida de lihrarle de las quintas. «y
noten las Córles Constituyentes una cosa-decía el
Sr. Castolar on la sesion del 23 de Marzo ele 1869:.-
nótese que nosotros, los homhres de la pluma ó de
la palabra, estimamos en mucho el derecho de 1'011-
llion. el derecho de asociacion, el derecho de lihertad
de imprenta. porque ejercitamos estos derechos; pero
los pueblos no comprenden de la revolucion más que
los hielles, materiales ql1e 1m, trae. El pueblo de lo,;
campos es et.ernamente como el gran tipo de nuestro
inmortal novelista: el pueblo es como Sancho Panza;
01 pueblo husca el idealismo, lo sigue por todas par-
tes,pero lo sigue buscando al mismo tiempo su ín-
sI11a Barataria. Pues bien, la ínsula Barataria quo rl
pueblo hllsca en la revolucion de Setiembre es la
abolicion (le las quintas y la aholicion de los con Sll-
mos: y si sosteneis las quintas, y si sosteneis los
consumos, haheis ahogado en el abismo de la reac-
cíon la pobre ínsula bal'ataria del pobre pueblo, y os
preguntará: «wor qué me he sacrificado yo?» Y luégo,
aquel mismo clia, decia: « .... y apesar de que estoy
enfermo, me levanto porque creo que mis electores
me han mandado aquí, no solamente para que vote,
sino para que hable contra la~infame, contra la odifl-




- 1;)6 ~
su cont?'iuucion de sang¡'e.» ¡Ah! pregltnt~dles á las
calles ele Sevilla, ele Granada, (le Jerez, (le Valencia,
ele Barcelona, Málaga, Cartaguna, á las monlañas (le
Cataluña, Valencia, Navarra, Provincias Vascollg'a-
(las, á los bosques ele Cllba, si el pohru pueblo pa¡:ró
psta infame, esta odiosa contrihuciolll j Y lll'egunta(lk
á ese siempre engañado Sancho, á use pohre puC'hlo,
si durante la clominacioll republicana no vió hundirse
su pobre ínsula Barataria no P11 el abiRmo <le la rcac-
cion sino en un mar de su propia sangl'(~ !


El partido republicano quiere escusar su apostaRla
en lo que fué su caballo ele batalla, ó su echo para
pescar incautos, (licien(lo que hi;m cuanto pudo pan1
abolir las quintas, pueRto que decretó la formacioll ele
ochenta hatallones du voluntarioR para 0vilarse la
neecRid~cl ele re(mnir al servicio forzoso. Hé aquí los
resaltados ele este ensayo:


Por esta ley debia haber un ejórcito voluntario y una reSCl'va.
Para el primero se habia abierto el enganche en todas las ea pita -
les de la Bepública; pero sin éxito. Pal'a la segnnda, en la que
habian de entrar sin excepcion todos los mozos de veinte aftos,
(lebieron empezarse en Abril las operaciones que por el antrrior
sistema habl'ian sido practicadas antes de aquel tiempo. Di('ronsc
para llevarlas á c~bo breves plazos, desoy("ronse las quejas de los
pueblos y aun las observaciones de ulgul10s golJel'Onoores (PI('
ereian político aplazarlas; pero aun así, en Julio no cabia llamar á
las armas la reserva, .


Se abolianlas quintas, Se creaba un ejército de volnnturios, y
se declaraba obligatorio el sel'vicio solo en la reserva, No era fa-
cil que el soldado comprendiera por ([Ut', sentadas estas hases,
habia de seguir contra su voluntad en el ej{~rdto adivo, Lo eru
aun ménos cunndo rué y'a ley el proyecto, y se hallaba establecido
un sistema político, eOIl el cu81 se habia presentado constante-
mente unida la sllpresion del servicio forzoso.


PI y MARGALL.-La República de i8í3,




- Hi7-
El f'l'acaso-¡y q\l~ fracasol-de este ensayo ohliglí


ú los gohicl'llos l'Clluhlkanos ú acudir a las quintas
como los gobiernos por ellos llamados rcaccionarios~
llCm con más ah inco y con más rigor, eomo se lo
edJaroll cn Gelra f'llS mismos partidarios.


¿Qué es la quinta entre nosotros? Con ódio han pronunciado
siempre esta palabra las madres; temian que llegase el mes de
Abril: soilaban con el primer domingo del mismo mes. iAh!
¡cuántas veces he visto derramar lágrimas á ~sas infelices madres
que ereian tlmer sus hijos dispuestos para series útiles allá cuan-
do estuvieran en la decrepitud, que creian que habian de ser el
báculo de su vejez! Pero á lo mejor un Gobierno monárquico les
decia : venid a¡;:1, ahogando el grito de la naturaleza; venid acá,
vuestros hijos no son vuestros, son del Estalo, son del Hey, es
necesario que vengan á servir al Monarca; y se los llevaban. Si
l~s lágrimas de esas madres estuvieran juntas, Sres. Diputados,
['ormaríamos un segundo Duero. Pues bien, Seilorps Diputados;
\"osotros todos, no me lo negareis, habeis predicado contra las
flnintas; todos IJabeis dicho: cuando venga la República, no llo-
rareis madres de familia, porque ha concluido para siempre ese
pDdron de ignominia, esa eOlltribueion onerosa en que los hijos
de los jornaleros habian de servir á la Patria; no á la Patria, por-
que á ésta, todos estamos dispuestos á servirla, y sino, que lo
diga la gUf~rra de la Independencia. ¿Qué ejército teníamos en-
tOllces? ¿Fué necesaria la quinta? ~o: cada uno de nuestros 8bue-
los fué un soldado, y aquel que no tenia un fusil, un sable ó una
espada, se armaba dc una hoz ó del badil de su cocina para pe-
lear, como hubo casos en la batalla de Oeaua.


Por eso nosotros, los que somos hijos del progreso indcfinido,
los que tenemos en nuestra diestra el ariete destructor de los pa-
lacios donde vivian los grajos viles del privilegio, tambien lleva-
mas en nuestra siniestra. los grandes procesos que han de atajar la
reaccion allí donde se presente, por potellte que sen, y por eso
tenemos el micróscomo de las causas juntas; por eso nosotros
creemos que para defender las instituciones republicanas, la li-
LprtarJ, que os hoy la Rcpllblica, no ncccsilmnos cjéreitos. no ne-




- HiR-
eesitamos reservas, no neeesitamos quintal'; nos bastamos con
nosotros los republicanos federales, para concluir con el carlismo:
yo os lo probaré.


A nadie debe estraiiar que nosotros los republicanos federales,
al presentar el Gobierno (y el Gobierno (¡¡mbien es federal, él sa-
brá pOl' qué), nI presentar el Gobierno un proyecto en que nos pi-
de 80.000 hombres, á nadie debe estraiiar, repito, que nos opon-
gamos. ¿Y cómo no, si hemos predicado siempre esta doctrina, si
esta ha sido nuestra contínua tésis, la tésis que venimos defen-
diendo en los clubs, en las pInzas, en los libros, en los folletos y
en nuestros periódicos? ¡Ochenta mil hombres! ¿Y para qué? ¿\"a-
mos á dar el asalto de Andronúpolis ó de Apros? Ciertamente
que n{¡; el tiempo de las conquistas pasó ya, y me alegro mucho.
¿Pues qué vamos á haeer? A combatir á 10 {¡ 12,000 carlistas; y
eso le decia yo al SI'. Pi Y Margall en In eomision de Presidencia,
á que tengo la honra de pertenecer. Ya os acordareis de la pro-
posicion Ocón, que nos pedia iOO millones de pesetns y un nú-
mero determinado de batallones; y nosotl'OS, la comision, llama-
rnos ni Pl'esidente del Poder ejecutivo y le dijimos: ¿qnó cm'listas
hny en ell'lol'te? Y nos dijo el Sr_ Pi y ~Iargall: unos ;).500.-
¿Qué tropas tiene el general Nouvilas?-Veinte y cuatro mil-¿Y
2i!,.000 hombl'es de que dispone el general Nouvilas, no pueden
con n.tiOO cacos de esos llamados carlistas? Y convino el Sr. Pi y
Margal! en que no nan necesnrias aquellas fuerzas que pedia; con-
vino que allí lo que faltaba es subOl'dinacion, y yo he convenido
siempl'e que lo que nos faltan son gene1'8les. Si tuvil~ramos ;;ene-
rales, yo ere o que no hubiera asomado esa insubOl'dinacion mili·
tar; yo he ereido siempre que no son los sargentos y soldados los
que van á los euarteles á insubordinar las tl'Opas, son los capita-
nes que quieren ser comandantes, los coroneles que ansian ser
brigadieres y los brigadieres que aspiran á generales, que nnhe-
Jan una faja ó ser ministros. Becordemos el aiio 40 y todas las re-
voluciones, sino hubiera generales no habria de seguro tantas re-
voluciones, tantos motines. .


Yo me presento noble y digno ante vosotros á decir que me
propongo hacer la oposicion á las quintas ó á las reservas. ¿ Por
qué? Porque son contrarias á mis prineipios, á mis teorías, á mis
predicaciones; porque tantas veces he dicho: "abajo las quintas,.




- l~i!l
Y tantas manifestaciones he hecho contL'a ellas, y vosotros lam-
bien.


¡Ah! ¿Objetais dicLendo que estos no son quintas'! I Ah, palabra
radical! Esa es una palabra hipócrita, y es la verdad, Hipócrita,
digo, pOI'que, ¿qué es la reserva? Más inmoral que la quinta, y os
lo voy á demo~tl'ar.


Cuando habia una ley que se llamaba de reemplazos y se daba
á estos el nombre de quintas, los ricos por medio de cuatro, seis
(locho mil reales libraban ú sus hijos del servicio; pero e5taban
dentro de la ley. Hoy existe esta ley que yo llamo hipócrita, aun-
que ciertamente los radicales no quisir.ron hacerlo así, pues estoy
sl'g'uro de que no hullian ellos de creer al hacerla (Iue tendrian
que luchar con médicos en las provincias.


Pues bien; aquellos padres que podian librar á SIlS hijos, los li-
braban; era una cosa justa; la ley lo autorizaba, Pero hoy los pa·
dl'es que son ricos dicen: «nuestros hijos no irán al servicio, por-
que tenemos muchos doblones para salnrlos; que vayan los po-
brr.s. > i Ah! desgraciadamente esto es una verdad. ¿No han llega·
do á vos'llt'oS, correligion3l'Íos mios, los clamores (Iue &e levantan
en las provincias? ';:'\0 hnheis oido lo que pasa en Toledo, en Va-
lencia, en (~1l3dalajara, en Barcelona y en todas las provincias?
¿~o snbeis que los pobres son los únicos que van al servicio, y
que solo se libran D. Juan y D. Pedro porque sus padres dan 11 Ó
{i,OOO reales? ¿A quiénes? No me lo pregunteis, porque no lo di-
ré:; esas son cosas que todo el mundo sabe, que no pasan desa·
IlCrcihidns, pero que no pueden decirse. A remediar este mal se
dirije el proyecto presentado por el Sr. Ministro de la GolJer-
nncion.


Luego tengo razon ¡¡am llamar á la reserva más inmoral que la
misma quinta. Oigo dentro de vuestra epidermis una voz que gri-
ta: « Eso es verdad. »


HODRlGUEZ SEPÚLVED.\.-13 de Agosto de :1873.


Antes que la cuestion carlista está la cuestion de dignidad del
partido republicano; si el partido republicano ha oft'ecido abolir
las quintas y no sabe, debe dejar el puesto á aIro, antes de ape-
131' á ('S(' medio inicuo é infame de hacer ejército. l\1il medios tic




- 160-
ne el Gobierno, si quiere, que pueden sustituir á las quintas, para
adquirir soldados y formar batallones.


Ya sé lo que se me contestará; pero digo 10 que ha dicho el
amigo Sepúlveda. Se me dirá que si ~'o no ndmito ese proyecto,
que presente otro que sea mejor: y yo dello contestar al Gobierno
que {>J debe y tiene obligacion de presentar proyectos que susti·
tuyan á los que no puede presentar, porque ni el Gobierno actual
ni ningun Gobíel'l1o republicano puede p¡'esentar aquí proyectos
de quintas: que este proyecto, como ha dicho perfectamente el
amigo Sepl1lveda, por más que no querais llamarle de quinta, es
llna píldora que dorais para que el pueblo lu t¡'ague; pe¡'o los efec-
tos de esa píldora dulcillcadü Ó nú, tienen que ser sietllpre los
mismos.


Yo no os diré más que una cosa: Diputados que vais á dar vues-
tro voto al proyecto de los 80.000 hombres, poned la tIlano en
vuestra conciencia, y ella os contestará lo siguiente: si á vuestros
eledo¡'es les hubieseis dicho que bajo ningun concepto, ni pre-
texto, ni notltlJl'(~, ni forma, ni procedimiento, habíais de dar
Vllcst¡'O voto á la exaccion de las quintas, ¡,estariais sentados en
estos escaiios? De cada 100 Diputados no estariais sentados !JH.
En esto sucede como en otras mllchas cuestiones: aquí promeU~­
mas mucho hasta conseguir nuestro ohjeto, y cuando llega el mo-
mento de cumplir lo ofrecido, nos encontramos con que no po.
demos cumplir, no digo la mitad, pero ni la cuarta paz'te de lo
pt'Ometido. Id á pedide su \"oto al padre á (Illien vais á arrancar á
su hijo de su casa para llevarle al ejé'reito, y ya vereis la contes-
tacion que os dá.


An~IEXTIA.-13 de Agosto de 1873.


Pues ahora se sacan las reservas; se diee que se han quitad o
las quintas, pe¡'o se ha ido dando vueltas para venir á lo mismo y
vienen las mismas ([llejas que habia antes con las quintas, que se
ajuslaba hasta la cantidad que se habia de dar, y se decia, por
ejemplo, una quinta vale tanto, y esto se reparte entre los ml'di-
cos y otras pl'rsonas.


ORENSE, ::10 de Agosto de f8í3.




- Hit -
~o es digno de un partido, no es digno ue perso-


nas formales, no e8 lliguo de hombres hourados, el
querer escusar una inconsecuencia con un sofisma.
que no pasa de ser una grosera hipocresía. Los re-
publicanos habian agitado el pais, lo habianlevanta-
do en armas, habian favorecido la guerra civil y la
indisciplina del ejército con la promesa de la abolicion
d(~ las quintas que~ para ellos y para to~lo el mundo.
-sohrc todo para las ltla(lrps de hijos varones,-sig-
nifieaha la abolicioll (lel servicio obligatorio, la sns-
títucion (le este servicio por el servicio yoluutario.
Así lo hahian dicho en todos los tonos, y aun lo
repetía el Sr. Castelar el 8 de J 111io de 187~~ ml estos
términos: «Yo no quiero el ejér~ito por quintas; pero
yo creo que aquellos que han podido organizar la
Guardia eivil voluntaria eon las coudiciones que tiene
nuestra Guardia eivil, pueden tambien organizar un
ejóreito voluntario.»


Se dirá que en la imposibilidad de haeerlo volun-
tario bien se hahia de recurrir al obligatorio. A esta
apariencia de raza n conteste por mí el Sr. Pí y Margal!.
Enla pág. 11:3 ele su citada obr:lLa República de 1873,
dice: «Yo no sé que llingull partido haya llegado al
Gobierno para realizar otros principios que los que
en la oposicion haya sostenido. Seria hasta inmoral
que Ol1'(l cosa hiciese. Porque sus prineipios se pre-
sentan, en momentos dados~ no solo posibles, sino
tambiell salvadores, se llama al porler Ú UBa parciali-
dad política. Si esta, dcspnes de triunfar los abdica y
los desconoce, de vituperio y no de aplauso se hace-
digna á los ojos de toda persona sensata y de con-
ciencia. ¿Se cree, por circunstancias especiales, inca-
paz de establecerlos? Le exijen la moralidad y el
decoro que lo diga lealmente y se retire. »


Ya sabe el partido republicano á 10 que le obliga-.
H




- 162 -
han la moralidad y el decoro cuando no pudo cumplir
su promesa de abolir las quintas: no lo digo yo, lo
dice uno de sus jefes. En vez de haeer esto, lo que
hizo fué empeñarse en probar al munclo que quedaban
abolidas las quintas con llamar reservas al servicio
militar; que cuando prometia que el servicio seria
voluntario queria decir que seria obligatorio; que
cuando predicaba la igualdad en la libertad, entendía
predicar la igualdad en la esclavitud.


No quiero calificar esa groscra mistificacion por-
que ellos la han calificado cn términos muy duros
autes (1), ahora y siempre.


Antes de cerrar este capítulo haré notar que los
revolucionarios en general, y los republicanos en par-
ticular, léjos de poner término, como con insisten-
cia prometieron, á los inconvenientes del servicio
obligatorio, los agravaron todos con una torpeza que
raya en erueldad. Para demostrarlo, empezaré por
publicar algunos guarismos verdaderamente eloeuen-
tes. En los seis años que precedieron á la r(~volucioll
hullo:


Alios.
Quinto,;


in8Tesado:-; en enja.
Englinchud0~


y l'ccnganchado:-:.


186;~ ao,ooo n,ooo
lRG4 29,000 G,OOO
18G:J 29,000 G,OOO
18GG 2(¡,OOO 6,000
1867 :n,ooo 12,000
18GR 3D,00O 7,UOO


----


190,000 43,000
Veamos ahora que resultados arrojan los mismos


<1atos aplicados al período revolucionario:
(ti Véase lo que sobre este mismo asunto dice el Sr. Tutau inserto en la


p:igina 21:' de la primera parte de esta obra.




- 163-
\juintos Enganchado"


Atios. ingresados en caja. y ,'eenganchados,
1869 23,000 7,000
1870 37,000 9,000
1871 34,000 11,000
1872 :m,ooo 7,000
1873 43,000 4,000
1874 98,000 700


267,000 :38,700


Estos guarismos nos diceu que, en igual período de
tiempo, los enfmligos de las quintas, sacaron á aquellas
pobres madres cuyo dolor tanto les enternecia 77,000
hijos más que los reaccionarios de corazon duro é
insensible; que los partidarios del servicio voluntario
no tuvieron en el ejército sino el 14 p.% de volunta-
rios al paso que los partidarios del servicio forzoso
tenían el 23 p.%


No olvidemos tampoco que aquellos 190,000jóvenes
sacados dA sus casas por los gobiernos enemigos del
pueblo fueron llevados á los cuarteles para dar guardias
ó hacer paradas y los 267,000 arrancados de los bra-
zos de sus pobres madres fueroll llevados á morir en
la guerra, en los motines ó en los hospitales.


¡Si fuera posible reunir la cifra de los muertos en
los hospitales por la bálbara ignorancia de los g'o-
hiernos revolucionarios causaria espanto! De seguro
que es superior, muy superior al de los que murie-
ron de muerte violenta, aunque estos fueron muchos.
La torpe modificacion del cuadro de exenciones, la
barbara exigencia de ingresar en los cuerpos á los
que no presentaban causas de exencion evidentes á
simple vista, ha llenado los cementerios de infelices
que podian ser el báculo de la vejez de sus padres
y ciudadanos útiles (¡ la patria fuera del servicio de




- 1.61-
las armas ¡Qué dnica crueldad en los qne tanto habian
alardeado de sensibles á los sufrimien tos rIel pueblo!


Hasta la misma abolicion lle la rellencion resultó
en daño de los pobres quintos, pues faltando medios
para proveerles de lo más necesario y para asistirles
debidamente en caso de enfermedad, el Tesoro no
podia destinar al equipo y comodidad ele los reclutas
el prod neto de las redeneiones Así es que ninguno
dE) los qUé conserH'n memoria ele lo que entonces pa-
saba tendrá por pxagpréHlas pstas qupjas di' un lwrió-
díeo ra(heal:


"Como si aglomerando, dice Lu Bandera Es}wjíola, grandes
masas de reclntas en determinados puntos se oiJtuviese así en po-
cos dias un ejército, toda la actividad del gohierno se ha dirigido
á reunir los mozos y nada más.


Ni las necesidades más inmediatas ni las de higiene han sido
tenidas en cuenta, y hemos visto y vemos aun numerosos quintos
desnudos, hacinados en locales estrechos, infectos y más propios
para aniquilades en breve tiempo que para prepararles al servicio
de la guerra, tan exigente de condiciones, de fuerza y dc salud.


Compréndese fácilmente que los apuros del Tesoro no permi-
tan la organizacion rápida que en allos anteriores se daba á la
fluinta, cuyos mozos encontraban, desde el momento de su in-
corporacion f¡ los cuef·pos, preparado y dispuesto cuanto necesita-
han; pero aun así ha podido haeerse algo que evitara el espectá-
culo doloroso que ofrecen los jóvcnes soldados. Los hospitales no
bast:m á contener 81 número de enfermos que diariamente ingre-
san, y ya comienza el contagio de terribles enfermedades.


Si se hubiese confiado á los jefes de los cuel'pos la organizacion
de sus repectivos contingentes; si se huiJiesen habilitado locales
propios mediante enérgicas medidas, el ejército se hallaria hoy
completamente organizado, como ha sucedido con algunos cuee-
pos, que más parecen de veteranos que de reclutas.


Aun es tiempo de poner remedio si se quiere cortar mal tan
grave, y cuyas consecuencias no se ocultan ir nadie.»


La Época.-29 de Noviembrc de i873.




- 165 -


VIl!.


El ejército de la república.


Aresar de los graudes sac;rificios qU'l se eXIJleron
al pais, apesar de la escandalosa inconsecuencia dn
los republicanos en lo que se refiere á la prometida
y no cumplirla abolicion de las quintas, ¿hubo cjército
(m España durante la repúhlica? Ya contestarán por
nosotros los interesa(los.


Por de pronto, recordemos que el ejército prepa-
rado para la insnrreccion por las predicaciones repu-
hlicanas, por los clubs y por la masonería que habia
establecido sus reales en el Ministerio de la Guerra
en tiempo <lel general Córüova, recibió la primera
sacudida, como el toque de voten sillas, cuando SR
echó del cuerpo de artillería toda la oficialidad de
('.arr8ra. Este acto, que rué mas que imprudente en
la época cn (Iue se hizo, mereció la aprobacion (le
los n~pnblicanos en el Parlamento y en la prensa.
_-"-sí hablaba (le 61 11n periódico federal de Barcelona:


¿Qul~ importa que hoy, en plena guerra civil, quiera atribuirse
escesiva importancia Ó un acto semejante que deja sin jefes al
cuerpo de artillería, si al fin y al cabo cuanto mas antipatriótica
sea su rcsolucion, mas ha de redundar en contra suya en el espí-
ritu público, y lIlas justificadas han de yerse las medidas del go-
bierno? ¿Se puede consentir acaso sea en paz, sea en guerra que
un cuerpo del ejé-rcito se sobreponga á las órdenes superiores? Si
los jefes y oficiales de artillería, en virtud de la ley, tienen espe-
dito el medio de obtener el retiro, recíbanlo enhorabuena, que
Iihres son de solicitarlo y derecho tienen á conseguirlo. Pero al
pasar IOR umbrales de los cnartr.les, ri¡;rrcnscles para siempre las




- 166 -
puertas, y no se consienta que nunca mas viva de los recursos del
Estado quien, en aras de opiniones refractarias al espíritu público,
hace traicion á la libertad y á la patria. Vivan de su peculio ó del
fruto de su trabajo y guárdense de intentar nuevas empresas,
que afortunadamente, por la influencia de las ideas democráticas,
y por los rudos golpes del acaso, que ha acabado con In vida de
cuatro ó cinco generales de suyo acostumbrados á ser los caudi-
llos de todas las algaradas y los eternos tiranos del pueblo, el
militarismo es ya en España una influencia enfermiza, llamada á
desaparecer por consuncion.


La Independencia.-2 de Febrero de 1873.


Esto fué la preparacion del estallido que el 23 de
Febrero tuvo la indisciplina del ejército, que, licen-
ciado por la Diputacion Provincial de Barcelona, ex-
pulsó de las filas á to(los los gefes y oficiales, con muy
raras y no honrosas eSCOI)cionos en infantería y ar-
tillería~ nunc¡ue si en caballería.


Despues de oste estallido, la regeneracion federal
del ejército marcha sola, como se verá en lo CIue si-
gue:


El domingo 16 de este mes llegó aquí por la mañana la colum-
na del general Hidalgo con algunas compañías del batallon caza-
dores de Madrid, procedentes de Barcelona, y por la tarde con el
coronel Otal llegó el resto de dicho batallon y llegaron tambien
algunas compañías de Iberia. La fuerza procedente de Barcelona,
con la que iban pocos jefes, comunicó á lo restante del cuerpo y
á parte de las compañías de Iberia el contagio de su independen-
cia, y esto motivó que se pasara el dia punteando la vihuela, to-
cando la pandereta, dando vivas á la revública federal y mueras á
los carlistas, echando flores á las muchachas y apurando el mosto
en las bodegas hasta bien entrada la noche.


La disciplina militar se resintió de todo esto, es verdad, pero
no hubo desmanes de ningun género. Baste decir que por la tar-
de hubo funcíon religiosa ~. por cierto muy concurrida, en la ¡gIl"




- 167 -
sia del Hospital, y que en la carretera, que es nuestro paseo, ha-
bia un buen número de sefíoras. La gente por otra parte recorria
las calles, y los café~s estaban llenos, porque era dia festivo. Lic·
gamos al lunes i 7, dia en que debian partir las columnas. Enton-
ces pudimos observar la poca simpatía que á los soldados inspira-
ban sus jefes. Algunos de estos se habian marchado, los demás
no eran obedecidos y los toques de llamada se sucedian sin pro-
ducir efecto. Por último, despues de algunas amonestaciones, par-
tiú en direccion á esa la mayol' parte de la fuerza, en la que iban
las compafíías de Iberia, entre las que habia diversidad de pare-
ceres, y con ella el brigadier Hidalgo, el eoronel Otal y el diputa-
do provincial Ciurana. Quedaba en tanto en la plaza de la Consti-
tucion todo el batallon Cazadores de Madrid formado eu masa,
pero despojado de oficiales, el cual despues de haber sido arenga-
do por un teniente con grado de capitan que le recordó sus del)p.-
res, echándole en cara la [alta cometida con los jefes, y desllUes
de haber prorrumpido en vivas á Hidalgo, á la república federal,
y al que les arengaba, y mueras á los carlistas, desfiló en l"orma-
cioll regular y ordenada y en la mayor compostma en dü'eccion
á Ti,'isa. La poblacion, l/uc llenaba las calles) balcones y venta-
nas contemplaba estos sucesos como un espectáculo sensible; pe-
ro sin temor, supuesto que no esperimentaba ninguno desus efec-
tos. Para reasumü', todo quedó reducido á que el soldado obraba
con independencia de sus jefes.


El Estado Catalan. (Correspondencia de Falset ) .- 26 de Mar-
zo de :1873.


r,a indisciplina del ejército (si tal nombre se le puede dar) es la
indisciplina propia, natural y lógicamente consiguiente al sacu-
dimiento político reeientemente verificado en nuestra patria; él
ha aflojado los lazos de todo principio autoritario y él ha sido y no
otra cosa quien, devolviendo al soldado su dignidad de ciudada-
no libre de una República democrática ha imprimido en su alma
cierto espíritu de independencia (fue mal interpretado en parte y
en parte extraviado por la conducta de algunos oficiales y por los
trabajos de ciertos instrumentos más ó menos inconscientes de la
renccion, relajó hasta cierto punto la disciplina si bien no en las




- 168-
exageradas proporciones que algunos han querido darle. l'n poco
de acierto en el nombramiento de los jefes militares, otra pequeña
cantidad de tacto y de consideracion en el modo de tratar estos á
sus subordinados y cierta dúsis de buena voluntad (que no le falta)
en el soldado, pondrán (no lo dudamos) la disciplina del ejército
en el lugar que le corresponde para honra suya y para bien y pro-
vecho de sus hermanos y de la nacion entera. El soldado español
es valiente, es honrado, es pundonoroso, y estas tres cualidades
en él innatas harán que, reconociendo la necesidad de la más es-
trecha disciplina en los actos del servicio, presten á sus jefes la
obediencia que es indispensable si se quiere que las operaciones
de la guerra tengan algun éxito y no se repitan catástrofes tan
desgraciadas como las de Berga y de Ripoll.


La independencia. -4, de Abril de iSn.


El periódico federaL aunque halla natural y lógica
la indisciplina, empiez:l á verle las orejas al lobo. Ya
era hora; pero prosigamos.


Despues del 20 de Febrero, los soldados estaban en Cataluña
completamente á merced de los comités republicanos. Se exalta-
han al grito de , Vica la Rep¡íblica Federal! y se manifestaban
dispuestos á dar por ella su sangre).


PI y MAnGALL.-La República de 1873.


l,De veras? ¿La sangre? Ya se lo esplicarún Velarclr
y ~Iartinez (le Campos.


"He recibido de la Excma. Diputacion ¡JI'ovincial de Harcelolla
una comision en l¡Ue el alcalde y \"eeinos d~ Moyú se quejan de la
mala conducta observada por las tropas de la columna del coronel
teniente cOl'onel Seguí,. cometiendo robos y atentados contra las
personas, allanando las casas !J destm!}enda los efectos de w¡ cap.
Esta conducta es indigna de soldados eStlaiíoles Y propia de ban-
doleros, que yo no permitiré, y por cuyos hechos he mandado
ormar causa disponirnrlo I¡ue se pague todn p '1' menta dC'1 hahrl'




- Hill -
di¡¡rio de las tropas, cuya regla se observará si desgraciadamente
ocul'l'iese con alguna otra fuerza, lo que no espero; pues del me-
nor desman que se cometa por las tropas me serán responsables
el jefe principal y los particulares con su empleo.»


El general VELARDE.-Orden general dada en Manresa el 7 de
.~Iayo de :1.873.


El grande escándalo de Igualada, donde la colum-
na del general Velarde se insurreccionó contra gefes
y oficiales, pone de mal humor á los repuhlicanos gu-
hernamentales,


Estas mismas considel'3ciones debieron pesar en el ánimo del
Podrr ejecutivo de la República: y sin duda en su deseo de con-
eiliDr la humanidad y la dulzura de los princ.ipios democráticos
con las necesidades del momento, ú bien no dió inmediato cum-
plimiento á lo predicado Jior nosotros en la oPos/clon, porque no
puede un ejercito disolverse y crear otro nuevo en veinte y cuatro
horas y bajo bnses completnmente lluevas, procuró sí desterrar
para siempre la tiranía que pesaba antes sobre el mismo, en la
creencia de que el soldado sabria apreciar en su verdadrro valor
]ns benévolns resoluciones del gobierno.


No somos amigos de recriminaciones, no queremos analizar la
mayor ó menor seguridad que podia lógicamente obrigarse sobre
el resultado que podia á la larga producir la aplicacion de estn
sistema: no analizaremos tampoco la influencia quc hayan podido
tener en la desorganizacion del ejército los trabajos hechos en los
primeros dias de la república pOI' la Diputacion provincial de Bar-
celona, pues miramos lo que á esta se ha imputado como un me-
dio de adquirir algunos atolondrados publicistas una celebridad
nada envidiable por cierto; corramos un velo sobre lo pasado,
Jlues no es posible volver á él Y vengamos al presente.


Este es triste, tristísimo. La insurreccion carlista no decrece; y
si algun cambio se nota en ella es el recrudecimiento de su
crueldad; y cuando el país mas necesita de descanso, cuando las
ruel'zns y la inteligencia de In narioll son mas nr(',rsarias para




- 170 -
remediar con medidas salvadoras y patrióticas los desaciertos y
las arbitrariedades que nos ha traido el actual desbarajuste, y la
presente guerra civil, amen de la ruina ó poco menos de la Ha-
cienda pública, el soldado, estraviado quizá por el oro ó las intri-
gas de los que no pudiendo disponer de 61 á su ravor bregan para
que tampoco sirva al sostenimiento de la República, ó lo que es
mas seguro t,odavía por las falsas y exageradas predicaciones de
algunos energúmenos, niegan la obediencia á sus jefes á la vista
del enemigo y asesinan á la República que trabaja para su reden-
cion, olvidando sus propios intereses.


Nosotros no prejuzgamos nada de lo ocurrido en Igualada;
nosotros no diremos si las gravísimas ocurrencias habidas, des-
graciadamente, en aquelIn villa son debidas á In mala voluntad y
á la desmoralizacion del soldado esclusivamente, ó si ha tenido
alguna causa siquiera sea leve, que la determinara; pero notamos
ya de muchos dias á esta parte que el ejército empeora en vez de
mC'jorar, que la guerra civil se ensarra, que las complícaciOlws
sobre órden público se multiplican; y ante lo sombrío de selTw·
janle madro, ante la aterradora verdad que se presenta especial-
mente en Catalurra {¡ nuestros ojos, no basta imitar á [os chiqui-
llos cerrando los ojos para desvanecerlo, sino ([ue es preciso
echar mano de los grandes remedios.


La lndependencia.-7 de Junio de i87a.


Dcspues ele soltados los yientos ele la insnrrcccion
quieren encerrarlos ele lluevo porque empieza á mo-
1estarles la cosa, llero Eolo se hace sordo iÍ. sus rue-
gos y exortaciones.


Confúndese lamentablemente la libertad con los deberes ane-
jos al servicio, de los cuales el soldado con una pertinacia más ó
ménos marcada quiere. siempre eximirse. Y este lamentable esta·
do, no hay para que ocultarlo, es general en las columnas que
operan en nuestra provincia. Y deeímos que no hay que ocultarlo,
porque siendo tan grande el mal, nadie puede desconocer que ha
de ser tambien muy grande el remedio.




- i71 -
Existe además una causa perenne de insubordinacion. Casi to-


dos los pueblos por donde pasan las columnas la fomentan. Unos
por espíritu carlista y otl'OS inconcientemente, en los alojamien-
tos, en tabernas, en cafés, en la calle, en todas partes levantan sus-
picacias contra los jefes y oficiales, acusándoles de reaccionarios;
y el soldado, rudo por lo general, que ya no se aviene á la mo-
1estia de verse mandado, no necesita más para desconfiar de todo
el mundo y aprovechar todas las contingencias para demostrar la
desconfianza en uno ú otro sentido.


No quiero por esto disculpar á los jefes y oficiales, pues es na-
tural que cuanto más tirante sea la actitud del soldado, más lo
es tambien la de las clases. Castigos irritan, debilidades rebajan;
el término medio es imposible. ¿Quién tiene la culpa de este sen-
sibe estado? La debilidad de quienes debiendo adoptar en un
principio medidas enérgicas y salvadol'as han descuidado este
asunto.


La Independencia.-- 8 de Junio ds 187:3.


AL Mll\ISTHO DE LA GUEHHA_


Jnslancia.-Excmo. Sr.: D. Arsenio Martinez de Campos y An-
ton, mariscal de campo de los eJercitos nacionales, gobernador
militar de Gerona, á V. E. con el debido respeto expone:


"Que cuando en i5 de Marzo, hallándose enfermo en cama,
aceptó el mando militar y de operaciones de Gerona, sin atender
á partidos politicos, fué porqué el ministro de la Guerra le llama-
ba en pró de la disciplina del ejército para combatir á los carlis-
tas; á este doble llamamiento no podia faItar militar que se esti-
mase en algo, y aunque le manifesté que yo no me mezclaba en
política y que tal vez mis ideas (si las tenia) no eran de la situa-
cion, le prometí mi apoyo, mi lealtad y todo mi saber para llevar
á puerto de salvacion el ejúrcito y cooperar á la conclusion de la
guerra; el ministro por su parte me ofreció su 3prohacion á todas
las medidas que dictase encaminadas á aquel doble fin_


He cumplido mis compromisos como bueno y no se me han cum-
plido las ofertas de destino de jefes y oficiales; se ha tenido con-
migo, si, consideraciones personales por' V. E., el Excelentisimo




- 172 -
señal' Capitan Gell(~ral y el segundo cabo, que yo ag'radezco y no
olvidart' en el terreno particular, pero estas no me bastan para el
buen desempeño de mi cargo,


Cuando llegué á Gerona el ejército estaba hondamente conlllo-
vida por los sucesos de Febrero; casi todos los jefes y oficiales se
habian retirado ante la soldadesca desenfrenada; yo censuró su
conducta y ahora me convenzo de que obraron bien, que vieron
claro, que comprendieron que aquel no era mas r¡w; el prólogo
del drama que habia autorizado la Diputacion Provincial de Bar-
celona, la autorizaron luego el Capitan General y el Gobierno,
que perderian sus vidas y su honor wl vez sin provecho de la
patria; yo conocí los peligros: el primer día rechacé la interven-
cion de personas civiles para que me ayudasen; el segundo dia
me presenté ante el motin inminente eon solo lIli ayudante; mi
presencia solo bastó para calmarlo; á los ocho dias la columna
Cabrinety y parte de la de Alvarez dieron gritos en Berga, y yo
sin ayuda de nadie, impuse silencio y obediencia; val'ios motincs
ha habido en punto~ en que yo no estaba, hc atravesado grandes
distancias reventando caballos y pasando PO[' entre el enemigo
para corregirlos, he mandado formar causa para castigarlos; la
vcrdad se ha oscurecido siempre, casi deseaba 11n motin san-
griento porquc creía, si viniese éste, que la rápidcz del castigo
atcrrol'izaria á los díscolos, y que un ejemplo como el d(~ Miranda
devolveria al ejól'cito la policiu, la moralidad, la disciplina, la
subordinacion, y con ellas el valor. ~fe hc equivocado, Excelen-
tísimo Scñor; los trabajos de los clubs y de los carlistas han mi-
nado al soldado, y los oficiales tal vrz, al ver I]IIC no encontraball
pl'oteccion, no han cumplido con su deber; I)pro habia cucrpos (m
que toda la oficialidad era digna, qur. toda mQrcha hacia la disci-
plina y á estos se [¡an dil'igido las maquinacioncs.


Entre estos estaban los de la columna del excelentísimo señor
eapitan General y como contra ellos so acumularon todos los
esfuerzos disolventes, y como todos sus oficiales estaban poseidos
del sentimiento de su deber, la cxplosion rué !eITible, la colision
tambien, Se llegó á dar mueras al Genel'nl en Jefe, á buscar en
lo,~ alojamientos á los' onciales para asesinarlos; la embriaguez
llegó á su colmo, y cuando el gl'ito de indignaeion y reprobacion
y'lle se levantó en Espaiiu hacia !)I'esPlltil' un terrible crtstigo, no




- 173 -
solo ~e envían comisioll(:S conciliadoras alii donde no debían ha-
ber ido Il18S que caiíones, sino que se buscan pretextos para co-
honestar la sedicion, y se vé ya claro el c"mino del perdon y
maiíana el de la apotcósis: y no se diga que no vendrá; San Gil y
el 22 de Junio eston ahi nara probar que algun dia los motores
del atentado de Igualada reeiIJirán dos empleos. Yo cuando vi
que el Capitan Geneml no estaba en disposicion de castigar, me
ofrecí á ir con dos batallones leales, porque todavía hoy los hay
(maiialla de seguro no). No se admitió mi oferta y yo creí que los
motivos eran plausibles; pero ayer he estado en Barcelona, á
donde fuí con un solo hatallon para oponerme á los lilOO hombres
de Tl'istany, que de resultas de lo de Igualada se pasean por do
quiero, y el Capitan General me ocultó ó no me dijo nada sobre
lo que leo en este mismo momeutu en un periódico de que en
Tarrasa ayer el regimiento de :5aboya, que pasa por bueno, ha
hecho fuego á sus oficiales; este cuerpo cstú á mis órdenes, y si
yo he podido pasar por lo sucedido en donde no mandaba, nu
puedo consentir con mi permnnencia 8ljui el h3cerme cómplice dI)
debilidades y mnnchal' mi historia militar, que si corta, no la han
empaiíado pronunciamientos ni acto oficial ni particular deshon-
roso en un oficial.


He venido á operar en una zona en que me he de encontrar
precisamente con los sediciosos de Igualada y Tsrr-3sa, con el
indisciplinado primer batallon de América, y yo que llevo con-
migo los cuarenta sublevados de Berga y que no he temido nada,
trmo el encuentro, porque preveo los insultos de los desenfrena-
dos y la ca lisian de las columnas; si se falta á la mia, mando ha-
cer furgo, si es que los mios me obedecen, porque el veneno
inoculado es tan activo que dudo que llegado el momento, la
descomposicion 110 sea instantánea. No se castigó en Rcus, sr
castigó á medias rn l\'fanr,_sa: nlli donde habia elementos, se per-
dona y disfraza la ycrdad en Igualada, no SI" habla de' Tarrasa, In
progresion es marcada y yo no llego ¡¡Iultimo t()rmillo. He s8crj-
licado mi vida á mi pátria, no la entrego mi reputacion, que es el
único patrimonio de mis hijos, no caigo envuelto en la deshonra
del ej(:rclto y quiero que conste que ha habido una voz de un
general que ha protestado contra el escándalo, y que no solo ha
protestado, sino que se ha atrevido á corregirlo con dos batallo-




-lH-
nes; maiíana no se atreve á noda, porque es tarde; si bien yo
tengo la seguridad de que mis tropas no me hacen fuego, no la
tengo ya de que lo rompan contra los amotinados, y yo no en-
vaino mi espada ante una desobediencia; presento, pues, mi di-
mision, y si esta no se me admite renuncio á lodos mis empleos
y honores, adquiridos todos en los campos de batalla; si el Go-
bierno admite mi dimision, deseo mi cuartel para MadrId; por lo
tanto á V. E. suplico se digne resolver con toda premura esta
peticiono Gracia que espero de V. E., cuya vida guarde Dios mu-
chos aíios.-San Feliu de Codinas H de .Junio de i873.-·Excmo.
Sr.-Al'senio Ma/'tinez de Carnpos.


1\0, el ejército espaíiol, ni aun el que hoy tenemos, no es co-
barde; no: el ejéreito de la república no puede ser traidor. &Pero
impide esto que la desatentada y revoltosa conducta de los soldados
hiera de muerte á la República en vez de asestar sus bayonetas con-
tra los sectarios del absolutismo~ ¿Impide esto que el resultado de
la campaíia carlista sea contraproducente bajo todos los conceptos?


La indisciplina del ei'rcito, indisciplina hasta hace poco latente,
pasi\~a, pacifica (si se nos permite la frase) es ya totalmente ma-
ninesta, declarada, esplícita, indubitnble, y así como en Igualada
se manifestó al grito de iviva la federal! en Sagunto tomó la fo['-
ma de un asesinato y en Alpens la de una derrota de muy dificil
repal'acion para las armas republicanas y sin remedio lllguno para
uno de nuestros mas insignes guerrilleros. Hechas estas observa-
ciones, repetimos nuestra pregunta. ¿Quién es responsable de la
derrota de Alpens? ¿Sobre quién debe caer gota á gota la sangL'e
de Cabrinetty? ¿Sobre los soldados de su columna? No: estos con
su cobardía ó con su indisciplina ó con su torpe ingratitud hácia
la causa á cuya defensa estaban llamados, pueden haber sido la
causa determinante, la causa mediata, pero la inmediata, la en-
ciente no es otl'a que la inercia, que la debilidad, que la criminal
¡frcso/ncion Ó la culpable aqlliesceltciu de la fle¡níúlicll.


Si enhorabuena despues de haber dispensado al rjército algu-
nos desahogos cuando' estos no traspasaban los límites de la pa-
labra y eran como una necesidad de espansion, hulJiese reprimido
con mano fuerte los desórdenes de Igualada y el vil asesinato del
teniente coronel de Cazadores de Madrid, si enhorabuena despues




- in; -
de hacer sinónimo de goúernar el cruza/'se de bl'Ct=08 los hubiese
desplegado cuando dijo estar resuelto á hacer órden y disciplina,
de buena gana le hubiéramos dispensado de decirlo con tal lo
hubiese efectuado y la República contaria con los servicios de
un ilustre caudillo y con los esfuerzos de un ejército que, de
f:ontinuar algunos dias no mas como actualmente está, lejos de
ser la esperanza de la patria y el sosten de las instituciones, será
el azote de los pueblos ?J el sólido fundainento del ensangrentado
trono de D. Cúrlos.


La Independencia.-12 de Julio de 1871.


Tu lo quisiste
Fraile mosten,
Tu lo quisiste
Tu te lo tén.


Hé aquí que medios empleaba el Gobierno de la
república para restablecer la disciplina:


¿Está dispuesto el Sr. Ministro de la Guerra á traer las hojas
de servicio de todos los militares ascendidos desde la proclama-
cían de la República, mayormente las de aquellos que, pertene-
ciendo á la clase de paisanos, han pasado de un golpe á ocupar
ehwadas categorias en la milicia?


PASCUAL y CASAS.-H de Junio de 1873.


Respecto de la cuestion de ascensos, debo decir que me causa-
ba gran sentimiento el ver en quien recaian; que no era precisa-
mente porque recayesen en republicanos, pues yo desde el prin-
cipio habia dicho ú mi amigo el Sr. Acosta que debia acordar ú
los republicanos las recompensas que merecieran por sus servicios,
segun lo habian hecho todos los partidos en i8q,1, 43, 54, tj6 y
68; no lo hizo tal vez por el poco tiempo que tuvo á su disposicion
el departamento de la guerra; eso mismo le dije yo cuando se
encargó el Sr. Figueras dell\linisterio de la Guerra. Pero viendo
yo que muchos servicios, que no eran de los republicanos se pre-




- 176-
miaban con largueza, yo que creia que tenian dcrecho los repu-
blicanos á que se premiasen sus servicios, mc llenaba de dolor,
hasta enfermo me ponia al ver las contínuas gracias que se da-
ban; este ha sido un punto de diferencia con el Sr. Figueras, co-
mo se 10 he hecho repetidas veces presente.


Y el! la disciplina ha habido cosas grnves; y creo que si hubiese
escuchado á un amigo fiel, leal y subordinado, que le indicaba
las disposiciones que convenia adoptar, tal vez no hubiéramos lle-
gado al extremo que han llegado cierta~ tropas en el distrito de
Castilla la ~ueva. ena sola vez quc tuve que tomar uisposiciones
sin contar con (~I, por la premura que fuó COIl motivo de los graves
SlH'esos de Vicillvaro, diel'on el mejor resultado,


SOCiAS.-i8 de Junio de 1873,


Hace quince dias, confel'cncianuo con mi uiguo amigo el Sr. Pi,
al susurrarse lfue ilJ3 á entrar cn el :\linisterio de la Guerra el
Sr. EstÉ;vanez, conociendo el espíritu de todos los militares, nues-
tros rígidos p¡'illcipios y la moral que por regla general hay en el
ejército, le hice presente, en una media hora de conferencia que
tuve el honor de celebrar, le hice pl'esente la illCOn\'enienciu , lo
fatal que sel'Ía para el país (así lo comprendí y ¡ojalá me equÍ\'o-
Ilue') (lue un capitan de aye¡', un capitan, seiíores, que, siento
decirlo, y he de hacer una salvedad; particularmente del Sr, Es-
tóyanez á mi humilde persona, no tan solo me ha sijo muy sim-
pático, sino que nos hemos llerado muy bien; hemos sostenido
las mejores relaciones y buena amistad lo mismo particular que
prindarnente, si alguna yez le he molestado; de consiguiente,
aquÍ no se hará el asunto personal, no es la persolla , sino el cu-
pitan de a~'er; pues bien, por consideraciones de circunstancias,
faltando yo á mi drbrr, no he hecho una consulta pal'i1 [¡Uf! el
rx-capitan Estl'\'anez respondiese ú su cargo de haber d()sapal'(~cid()
del ej(;rcito, que todayía existe el precedente en la Direccion de
infanteria, Era capitan de reemplazo, corno despues tendrr el ho-
nor de leer, había desa'parecido perteneciendo al ejército y por
consideraciones f¡ la persona y á la política que representaba lo
habia dejado el director de infantería, Los demás oficiales gene-
rales no estaban enterados como el direlor de infantería, Este,




- i77 -
qu~ leeS v~ce3 habia tenido su expediente en las manos, quo tres
Yeces habia visLo detnlladamente su persona de cuerpo entero y
subdividida, como suele decirse en palabras militares, es decÍL'
en su hoja de servicios y en su historia, ¿no tenia que hacer pre-
sente par3 que no hubiese UlI conflicto maiiana , corno así lo hice
al Sr. Pi, que nombrase al Sr. Xouvilas, al Sr. Contreras, al
Sr. Pierl'ad, á cualquier general, á D. Cárlos Latorre, que esto
era en bien del servicio puesto que tcnia n una figura, digámos-
lo así, ae()ptaJ¡le en el ¡;artido, que habia de hacer resaltar en mi
particularmente las desventajosas cualidades militares del Sr. Es-
1t~Yanez? Est(~ [Ut) un propósito franco, leal que bice, como ha-
bia pedido anteriormente que se nombl'ase al general Nouvilas ,
se me habia escuchado y se estaba en esto.


En la misma tarde, poco ántcs de suceder la escena que he re-
ferido, quise ir á buscar al sellor general Contreras para tratar de
encontrar una solucíon, y me detuvo el Sr. Pi, y le dije que nom-
brase á un general digno para el partido y para el mismo Gobier-
no, y que no me pusiese en el caso tl"Ístísimo de decir mi repug-
nancia, mi justiflcadísima resistl)ncia para que no entrase el seiior
Esténlllez en Guerra, porque habiu muchos oficiales en las de-
pendencias que sabian los desventajosos antecedentes personales
del Sr. l\Iinistl'o de la Guerl'a .....


SOCIAS.-i8 de Junio de i873.


Es la primera, al Sr. ~Iinistro de la Guerra, para que se sirva
manifestar que razon ha habido para que cuando por dicho Minis-
terio y con genNal cscándalo se han dado gracias inmerecidas á
militares ([ue nudu han hecho por la República, por el órdcl1, ni
pOl' la libertad, en Galicio, donde, no bien ha aparecido ulla par-
tida carlista, ha sido sofocada, merced al excelente espiritu que
domina en las tropos, ú la acertada direccion de sus dignos y va-
Iient(~s jefes y ú lus disposiciones acertadísimas dadas por el bene-
mérito militar, ciudadano brigadier San :.\Iartin, eapitan general
occidental de aquel distrito militar, no han sido aprobadas aun
las insignificantes propuestas de gracias justisimas, en verdad,
que ¡¡(IUel lw hecho para aquellos bravos oOciales y valielltes
tropas.


l'Li í lIUIDOBTIO.-18 de Junio de 1873.
12




-178 -
Pero á pesar de estos PI'opúsitos, á pesar de estas declaracio-


nes, á pesar de estos ofrecimientos, esta es la hora, Sres. Diputa-
dos, ¡hora de nrgüenza! rn que no ha alcanzado todavía la accion
de la justicia ú los que resultan culpahles y alltol'CS del a,esinato
ejecutado en la persona del \"aliente coronel, jefe del batallan ca-
zadores de Madrid; y esta es la hora (hora do ignomiuia) rn que
esos miserables se pasean libremente por las calles, sin ser mo-
lestados por nadie, con gran' pcrturlJaeion de la moral públiea y
eOIl grave sorpresa de las personas honradas.


GO_\lEZ SIGURA.-:-!¡j de Junio de :l8i3.


¿Es "erdad que el S:'. D. Eduardo Fernandez Bremon, capitan
el dia 23 de Abril, comandante y teniente coronel en :\'layo pasa-
do, hoy ofi(~ial primero del ministerio de la Guerra, se ha hecho á
primeros de este mes coronel, con la antigiiedarl del 23 de. Abril,
resultando de esta manera que de eapitan se ha hecho coronel de
un golpe, y q\W ¡JO[' no ser el Sr. Careara coronel más moderno
se piensa en jil'ollloferle Ú brigadier?


¿ Es verdad que el Sr. Carreras, hoy olieial primero del minis-
tel'io de la Guel'l'a, secretario que fué del brigadier Heyes, gober-
nador militar de Alir,ante el aiio pasado, cuando se combatia va-
lerosamente el último alzamiento republicano, no solamente se ha
hecho coronel, sino que se piensa en remunerarlc más, por sus
servicios á la República?


¿ Qué servicios, qué prisiones, qué emigraciones, qué destiel'-
ros, qué reemplazos, qué ha heeho por la República ó por la li-
bertad el Sr. Montant, hoy jefe del negociado de recompensas,
para que se haya hecho en un mes de comandante coronel ? .....


Los trabajos del general Fel'l'er paJ'a ministro de la Guerra van
muy adelantados, ó lo que es lo mismo, uu nllevo lJarcntesis en
las reCol'lIJas que reclama tan importmne departamento.


Pasan de doseientas hs Úrdellf'S de ascensos que' sr han dado á
los parientes y amigos de El Correo y Ateneo militar, habiendo
muerto Dol1(! Herision ·de hojas de servicio, Dalla Justicia !J Dmlr[
Moralidad, sciiol'as tan elevadas por aquellos eentros del Ateneo
y (;orl'f,{) ;lIdital'.


ROQ¡1E BARCI.\.-Et Ticm]!o.-2f<, dc Junio de 1R73.




- 17!J -
Sigue dando muestras elo estar rogcneranrlose el


ejército tlc la rcpúlllica.


¿ y qué le pasaba al Sr. Martinez Campos ~ habia uoa insurrec-
cion en un batallon, {:[ solo, no importa que tuviera que atravesar
grandes distancias, donde quiera que se encontraba iba inmedia-
tamente al punto donde habia tenido lugar la ins\lI'rpccioll, suje-
taba á los insUl'rectos, les hacia entrar dentro de la ordenanza;
castigaba ú los que creia culpables; pero despues aquel oficial sr.
encontraba con que las autoridades superiores, en lugar de llevar
adelante el castigo, los ponia en Iibr.rtad .....


Hay poblaciones ell Cataluíia donde ha sido preciso tomar la
providencia de que las columnas no pernoctasen en ellas (yesos
pueblos se distinguen por su espíritu exojeradamente republicano),
porque en cuanto las columnas han pernoctado no han ([uerido
salir, y han dado muestras de insubordinacion contra sus jefes,
que les guiaban á pcrseguir á los carlistas .....


La columna del brigadier Cabrinety se subl(,va; es decir, hay
en ella un momento de insubordinacion, uno de esos actos que
aquí en las Córtes no se comprende, y que es muy triste cuando
se está allí. Un músico se insubordina, lo prenden, y va una com-
paíiía y lo pone en Itbertad. Se le vuülve otra vez á castigar, y se
toma la determinacion, con aquel hombre, de llevarle á Gerona.
¿Quereis saber, Sres. Diputados, lo que tuvo lugar entonces en Ge-
rona? Pues el comité promueve con todos los republicanos una
manifestacioll, que se llevó á calJo, para que se ponga en libertad
al di!lJliúll1O ml'tsico que había querido atropellar á su general. ..


Cuando se le subleva su columna al general en jefe, Sr. Velar-
de, en lugar de castigal' á los sublevados, se les pone en libertad.
Se subleva el regimiento de Extremadura, ameIlaza al coronel y
se pone en libertad á los revoltosos. Todas estas fuerzas, sellO res ,
habian estado en Manresa, que es un pueblo republicano, y en
otros que tambien lo son, y al dia siguiente tenia n lugar estos
nlborotos: y cuando sucede esto, los otlciales que están allí en
las columnas, trabajando contra los carlistas por un lado, y cuan-
do por otro lado (y á más de las fatigas propias de la campaíin),
Sres. IJiput8dos, tienen que luchal' con sus propios soldados, que




- filO -
están alentados por la insubol'dinacion, y ú los cuales no se cas-
tign como debe, estos oficiales, tan pundonoro~os y qU(~ traLajan
]JOI' la HcpúlJlicn, se et1(~uentnll1 con que en vez de premiárseles,
se reparten aquÍ grados y se inventan posiciones con pcrjuicio
suyo, convenciéndose de que la HcpLlblica no es la justicia ni nada
de lo que se dccia, pues existe el favoritismo enmayor escala que
en tiempo de los Heyes. (Aplallsos).


Estos oficiales que estaban expuestos todos los dias ú ser asesi-
nndos Jlor sus soldados, se cncuentl'Qn con que un batallon se su-
bleva y mata aluvosamente á su coronel; y en lugar de sufrir
inmediatamente un castigo ejemplar con todo el rigor de la or-
denanza, el Sr. Jlinistro de la Guerra publica un escandaloso
telégrama en ([ue dice que los cazadores de Madrid se han arre-
pcntido. Para eso, seiíores, no hay arrepentimiento: el asesiuato
se castiga; y si cabe, no solo sc debió castigar á aquellos infelices,
Ú aquellos miserables que dieron muerte ú su coronel, sino á aquc-
llos débiles que no le supiel'on defender, y despues no le vengaron
por honra á la bandera que def(,ndian.


¿Dónde, Sres. ])iputildos, en quó pais del mundo, cn qué socie-
dad ha tenido lugar el caso de leYilntarse un homlJl'e ó un pueLlo
quc sin a\·ergonz~l'sc se atl'cvnn á drfunder á los asesinos? ¿Dón-
de? ¡En Espniía! En EspaDa se ha pasoado un pendon en el quo
se docia que un solo caIJello del soldado, valia por diez cabezas
de oficiales; esto ha tenido lugar en HUI'colona y 110 se ha casti-
gado, y mientras tanto hay al~unos Sres, Diputados que dicen:
Vayan Vds. á los cat"listas; CCIl';,lllt Vd,~. h insuuol'rlillacio}t_ ¡Ah,
seiíores! Que todo eso es muy fácil de decir; ¡WI'O los soldados
responden: JYo me da la gana. Y mientras tanto pueden matar á
su jere, y al soldndo no se le tmtn como á un ascsino ; puede usar
el soldado de la pella du muerte y los pueblos le autorizan, y al
Gobierno 110 se le da derecho para castigar tamaiíos cl'Ímenes.


OnImE (D. ANTO.'iIO.)-30 de Junio de 1873.


"SlIpongo que ya snbreis un poquito de lo quc pasa por aquí.
El ej('rcito sigue en un estado todavía mas de]JloraLle que antes.
Roba, incendia, saquen, destroza todas las mieses, viola doncc~
Has, asesina y todo impunemente, porque no se le puede opone!'




- 181 -
resistencia despues del desbordamiento de la columna modelo en
Igualada.


No quiere en el combate obedecer las órdenes del jefe; lo der-
rotan por esto y luego quiere asesinar al jefe, diciendo los llevó
vendidos, etc., etc.


Xo creas, por mas que otrs5 cosas leas, que son exageradas las
anteriores noticias, pues está sucediendo por estos alrededores.
Pocos dias hace que entró en easerras (dos horas de esta) una
columna y despues de mil desmanes agarraron á tres pobres jóve-
nes, las violaron brutalmente y ya dos han fallecido. Esto no se
puede sufrir.


Los soldados dn E~tremadul'a la emprenden en ésta á tiros con-
tra su coronel. Se consigue reducidos; llega el geueral; llama
cobardes á los oficiales, porque no murieron matándolos; los hace
prender á ellos mismos sin el auxilio de un soldlldo, se los llevll
presos y al siguiente dia los suelta y ya muchos de ellos están
cerca de aquí. El dia que vuelvan, de seguro que harán con ellos
y con el coronel una harbaridad.


Se agita, con estos poderosos motivos, la idea de pedir todos
los oficiales de Cataluiifl ell'eemplazo ó la absoluta, pues desde el
momento que el gol)ierno cede á las exigencias de unos cuantos
patriotas de Barcelona que con un pendon en que se lec «La ca-
beza de un soldado vale IlIas que la de diez oficiales,» y se opo-
nen á que se castigue á los cazadores de Madrid, y hasta apoya
esta peticion 01 espitan general Patiiiu, no puede suceder otrn
cosa. )l


(Cot'respondQl1cia de Berga escrita por un oficial al Diario de
Zarago:;;a.)


Diario Espallol.-30 de Junio de 187il.


El ejército se ha desmoralizado porque hay entre vosotros quien
cree sinceramente que con ejército disciplinado Ofa imposible la
Rppública; y trniendo esta creencia, ha sido tambien de opinion
de que era necesario deshacer el ejército para que la República
se consolidase,




- 182 -
No há mucho tiempo que una persona altamente colocada decia


á un jere militar que le inspiraba plella confiauza, y iI quien se
Gncargaba el mando de algunas fuerzas: «en cuanto á disciplina,
ya nos alegraríamos de tener un ejército disciplinado; pero como
la disciplina en el ej{)rcito mataní la República, de aqui (Iue de-
bemos dejar el ejército tal como está.»


BECEnnA.-13 de Agosto de 1873.


El ejército espafiol que en 1840 salyó la libertad municipal y
en 1868 salvó todas las libertades; ese ejército sóbrio, sufrido,
modelo de todas las virtudes militares, parece haber perdido la
cabeza á la sombra de la llandera del deber, de la handera de la
Hepública, y es necesario restablecer la autoridad en el ejército,
es necesario restablecer á toda costa la disciplina; porque asi ten·
dremos lo (Iue más necesita la Hepública, la seguridad de su exis·
tencia y las garantías de fuerza que se exigml para que se con·
serve la autoridad social, en todas las naciones cultas.


CAsTELAn. -25 de Agosto de 1873.


Si la epinioll que tiene formada el Sr. Castelar del
ejército reformado segun los principios democráticos
y animado de las virtudes rcpublü;allas no es una opi-
nion muy ventajosa, en camllio no es mejor la que de
los generales republicanos tiene el órgano del gran
tribuno en Barcelona.


En estos momentos más tmnibl8s son Moriones y Pavía, que
pueden soliar con la República unitaria, que Concha y Turol!,
cuyo ídolo está completamente drs[¡ccho y entregado á su propia
impotencia. Gran desdicha para nosotros que solo hayan ingresa-
do en nuestras filas generales ESTL:rIDOS, TRAIDonES ¡:; INCAPACE:'; .


. La lndependencia.-30 de Agosto 1873.


Todos conoeeis el espíritu del soldado espaiíol, que no va á de-
fender hoy desgraciadamente la Patria por patriotismo; va á de-




- 18:3 -
fenderla tambien porque una ley del Estndo se lo e:dgtl. El SI'. Xa-
vn rrete mismo nos a cuba de decir que el soldado no es afecto á la
Hevública; y es claro que si esto es derlo, serú pOl'que ésta no
sabe inspirade el entusiasmo necesario para combatir á los carlis-
tas. Sí, pues, no es areeto á la Rejlllblica y se hate tnn solo porque
el Estado le impone la obligacion de ir á la guerra, evidente es que
ante una muerte probable al frente del enemigo, y detrás una pe-
na menos grave, vo!v()!'i! la espalua, y esto traorá eonsigo la pl'r-
dida de una accion, que ]luede significar la pl~rdida de la libertad
y el triunfo del absolutismo.


lUARTI:\EZ y :\IARTll'lEZ.-q, de Setiembre de 1873.


Pues qué, ¿es posible, SI'CS. Diputados, consentir por más tiem-
po que los eO:lvo~'es se extravíen y se pierdan, 'lue los ofieialcs y
los jefes, soh!'e lus eualos debe cael' eon más rigor la oruenanza,
porque tienen mayor responsabilidad; so puede consentir, ropito,
por mucho tiempo, que los convoyes no adelnnten, que los olicia-
les y los Jcfes retroccuan, que dejen alwnuonados sus regimien-
tos, que se grite por los soldados «ahajo las estl'ellas y los galo-
nes,)) que so entl'rgucn los fusilt's á los carlistas, que se deprede
y se saquee por los mismos elementos destinados á la s()guridad
individual, que en m'lchas regionos de Espaiia no haya tranqui-
lidad ninguna, prefi{)['an la raceion á las tropas del Gobierno, quo
Cabl'inety muera pOl'que un corneta mande más que él en sus ha-
tallones; se puede tol,'rar que esto sucodn mucho tiempo, sin que
Cl'enn en el mundo eomo van creyelluo, que In sociedad espaiiola
ha nlelto al estado primitivo, al estado sah'aje, y que solo ha
pl'oclamado la HepúiJliea para (larse un barniz de ei\'ilizaeioll,
eonser\'ando en el fondo de sus entl'niias todos los gérmenes de
la ':l3rbaric?


CASTELAR,-8 de Setiembro de i8i3.


Kosotros tenemos en Catalufia, donde realmente la faecion no
tiene la importancia ni ha tenido el crecimiento que en las pro-
vincias del Norte, tenemos en Cataluña 12,000 hombres; pero es
triste, muy triste decirlo, estos 1 :l,OOO homhres apenas nos sirven
tle llada, y no solamente no no~ sirven de nada, sino que hay ma-




- i8'Jo-
momentos en que los pueblos terrwn mucho más la llegada de las
tropas del Gobierno de la He¡,ública que la llegada de las partidas
carlistas; á tal extremo ha llegado la insubordinacion. ¿ Por que,
Sres. Diputados, porque no hemos de decir la verdad?


CASTELAR.-12 de Setiembre de 1873.


y he de hacerme ahora cargo de por qué creo que ni dentro de
la democl'acia ni fuera de la democracia debe suprimirse la pena
de muerte en las ordenanzas militares. Para mí, Sres. Diputados,
el ejl'rcito no es sino un instrumento de Go]¡icl'l1o , sin el cual es
imposible que la sociedad, dada la desorganizacion en que se en-
cuent!'a, dada la anarquía que por todas partes domina, dado el
estado fatal y retl'asado en que se encuentra la civilizacion, no es
posible, rfpito, que la sociedad pueda existir sin que tenga medios
de fuerza para hacer cumplir las leres que emanan de los diferen-
tes poderes que están al frente del país. Si, pues, el ejército es
un instrumcnto de gobierno y nada más f¡lIe un instrumento, ó
como dijo ayer El seiíM Presidcnte del Poder ejecutivo, una má-
quina de guerra, si el ejército ha de existir con carácter de per-
manente y ha de venir á ejecutar los acuerdos que el Gobierno
tome en yirtud de los poderes que le están conferidos, compren-
derá el Sr. J\'avarrete quo el rjel'cito no es una de esas organiza·
ciones en donde se permite que los que las constituyen puedan
inyocar iguales derechos que las demás fuerzas ó sistemas orgá-
nicos que hay dentro d8 una sociedad.


GAllCiA GIL.-9 de Setiembre de 1873.


Al Sr. GarcÍa Gil 01 mic(lo lo haco olvidar las blW-
nas máximas de la democracia, pero ya se las recor-
dará el St'. Diaz Quintero.


¿Qué significa esto de que porque un militar huya cometido un
delito comun, sea vergonzoso, como se le ha calificado, ó no, des·
pues que haya eumplidosu condena y se haya rehabilitado por el
cumplimiento de la penn, no puedn volyer á desempeñar su pues·
to? Pues yo declaro que en ese caso debiéramos dejar casi desierto
el ejército espaiíol .....




- 181i -
Yo pudiera citnr á este propósito el dicho de personas que no


SOl! sospechosas. Yo he oido decir, y me parece que lo indicó en
el Senado el general Córdoba, que habla en el ejército 600 capi-
tanes cajeros que hablan distraido los fondos que tenian á su cui-
dado en la isla de Cuba. Ya ve S. S. como hay oficiales que faltan
á sus deberes en la Península, y en la isla de Cuba muchos más.
Estos hechos, pues, justifican mis palabras.


DIAZ QUJ:'iTERo.-17 de; Setiembre de 1873.


Este fué el ejército ele la reyolucion llevado al últi-
mo pCl'feccionamicllto por la república: este es el
ejército dignificado, purificado, por la idea democrá-
tica que nos habian prometido los republicanos. Pero
;.rradas á los carlistas, un día sospecharon los repu-
blicanos que aquei ejél'cito sin cesar entregatlo a las
espansiones de la libertad, no servia para combatir,
y que si no se ponia coto a las saturnales de la sol-
dadesca, era posible rrllO las huestes del oscurantismo
acamparan en la Puerta del Sol y en la Plaza de
Oriellte. Entónces, el Sr. Castelar apeló modestamen·
te ú los medios reaccionarios, á la ordenanza mili-
tal', código feroz (le la bárbara monarquía absoluta,
apeló al mismo (\l'epresentante de todos los antiguos
erl'ores y de las antiguas maldades, al magistrado su-
pl'emo de la tiranía, al verdugo,» para restablecer la
olvidada disciplina, empezando por la reorganizaeion
del cuerpo (le artillería, que se entregó otra vez á los
oficiales de carrera.


Las medidas que tomó el Sr. Caste1ar para resta-
blecer la disciplina del ejército le han sido muy enco-
miadas, tanto más alabadas por cuanto le ponian en
contradiccion con la conducta de su partido y con la
suya propia. Muy meritorio es el arrepentimiento,
pero .más meritorio es aun el no haber pecado.




- 186-
Al Sr. Castelnr se le puede aplicar aquella tan co-


nocida inscripcion:


El Sr. D. Juan de H.obles,
Con caridad sin ignal,
Fundó este Santo Hospital,
:rUs fambien hizo los pobres.


Efectivamente, (ligno (le alabanza es que reparara
la ofensa que á los oficiales facultativos del cuerpo de
artillería hizo pi general Córdova, pero más de ala-
bar fuera que hubiese empleado el ascendiente de su
palabra para impedir aquel escándalo, en vez ele
aprobarlo con Sil voto en la sesion del 7 de Febrero
de 187i3.


Muy santo J muy bueno que se aplicara á resta-
blecer la indisciplina del ejército cuando ésta hahia
causado tantos desastres, [pero mejor seria que uo
h uhiese prpdicado y fomentado esta indisciplina en
cien discursos, que reimpresos .Y repartidos por los
cuarteles semhrahall la semilla de desórden, robos,
incendios .Y as(~sinatos que el mismo hahia ele atajar,
demasiado tarde es verdad, empleando el más ri-
gOI'OSO de los castig·os. 1'\0 citaré lodo lo que él ha
dicho capaz de rOlll per los lazos de la disciplina, pero
dígaseme si no habian ele dar amargos frutos pár-
rafos como los que aquí copio, tomados precisamente
de su primer discurso parlamEmtario, del que pro-
nunció el 22 de Febrero ele '1860. Dicen así:


Esto me duele, porcjne les da á nuestras revoluciones cierto
aspecto militar que no deuen tener: nadie, y quisiera que el gene-
ral Serrano no escuchara esto, nadie como yo, absolutamente na-
die como yo admira al cjl"rcito espaiiol. Cuando los hombres mas




- 187 -
ilustres de Europa me han dicho que se sublevaba muchas veces,
yo les he dicho: Jlues precisamente esa es su, glo¡'ia, Sublevacion
fUl' la de Daoiz y Velarde, que no reconocieron la alianza francesa
con los BOl'bones; y nos dió la honra de la pátria, y resucitó to-
das las nacionalidades europeas: sublevacion fué la de RiC'go, y
a(juella sublevacion difundió el régimen constiWcional por toda
Europa y produjo el hecho capital de nuestro siglo, la indepen·
dencia de América: sublevacion fué la del sargento García, y
merced á aquella sublevacion renació entre nosotros el sistema
constitucional: sublevacion fué la de Espartero, y merced á ella
abolimos los diezmos y dimos el golpe de gracia al poder político
de la iglesia; sublevacion rué la de ü'Donnell, y merced á ella
comenzó este torrente dernocrútico que hoy nos impulsa: sub!cya-
cion ha sido la del general Serrano, la del brigadier Topete y la
del general Prim; pero merced á esta gran sublevacion la monar-
quía se ha hecho imposible en nuestra pátria. Miradas así á la luz
de las leyes positivas, quizás sean gL'aves faltas; pero miradas á
la luz eterna de la conciencia humana, que bendiee ú los héroes
de la libertad, eS,as sublevaciones son los grandes jalones que
van seíialando el progreso en Espaíia.


iQue tiene de estraño que la marina y la tropa su-
blevadas en Cartagena quisiesen ser tambien héroes
<1e la libertad? iQuú tiene de particular que la tropa
de Cataluña prescindiera «de las leyes positivas,» (rUe
inspIrara sus actos de indisciplina «á la eterna luz de
la concicncia humana,» que en aquellos momentos
históricos le aconsejaba gritar: «¡abajo las estrellas!»
ó «¡qué haile, (Inc baile!», revindicando así su auto-
nomía individual?




- 188-


IX.


Los voluntarios de la República.


U na ele las graneles vroll1csas de la República rué
el ejército de voluntarios. Una V8Z proclamarla la re-
pública, habian de sohrar voluntarios para formar el
ejórcito, pues si 110 acudieron á los alistamientos abier-
tos por la monarquía d8 D. Amatleo era porque 81
pueLlo no queria derramar su sangre por una ins-
titucion que aL arrecia , al paso que ardía en deseos
de sacrificar su reposo y su vida para afianzar la Re-
públic~a de sas ensueños. Vino la Hepública, y efec-
tivamentp, los apóstoles del republicanismo español,
como sus semejantes ele Francia cuando la guerra
franco-prusiana, se apresuraron á tomar empleos civi-
les que les alejaran de las balas ó empleos militares
que les sirvieran para cobrar buellas pagas y lucir el
uniforme.


La República decretó la formacion de ochenta ba-
tallones de voluntarios: se logró reunir diez ó doce
mil, que tuvi8ron qU8 S8r licenciados antes de estar
armados, pues no servían sino para escandalizar y
promover riñas. Lo que hicieron por otra parte los
francos galaicos, los malagueños y otros del mismo
jaez no es para envanecer á los republicanos. Lo qne
fueron tí hicieroll los do Cataluña y algun otro pnn-
to vá á verlo el curioso lector:


Al decir «para qne se sepa lo que se ignora)) me refiero á que
en Barcelona tenemos algunos centenares de hombres que viven
del pl'Oducto del robo de un bolsillo, reloj ó de hacer jugar la




- i8!l-
ganzúá, hombres que despucs de dejar la casa dé prostitucion y
el cafetin invaden la Rambla y plaza de San Jaime, estos hombres
que el robo es su hacienda no puede caber ninguna duda que han
de poner el grito hasta el quinto cielo contra aquel que diga como
yo digo y haré cuando yo pueda hacerlo: "El que robe el valol'
de un solo rertl rlP ¡;cUon sel'á pel1rtdo con la muerte. D ¿Pueden es-
tos hombres consentir que impere un pro.ceder que les detendria
en su carrera del crÍmcn?


Seguramente que no; y echándosela de republicanos, porque se
han encasquetado el gorro frigio como se colocan para poder
ejercer sus fechorías de cacos, el sayal del fraile limosnero, estos
y no otros pueden ser los que impidieron el que se fijasen mis
carteles, porque ningun hombre honrado será capaz de reprobar
una pena severa para que contenga el ladro n en períodos ineons-
tituidos. Sabedlo los que podeis remediarlo, muchos de los cacos
tienen el gorro frigio puesto y estos se oponen á que el ladron
tenga pena de muerte, porque para ellos el robo es su patrimonio;
ojo, mucho ojo, Diputacion y Ayuntamiento, con los hombres que
admitais para servir á las tilas dE la !'epública, esta advertencia os
debe decir lo que yo omito por nuestra propia honra.


No temais á los cacos conocidos por pinchos, no, no les te-
mais, estad encima de ellos si quereis que la república no se hun-
da deshonrada.


Sé ya de donde nació el móvil de lo que se dijo el domingo,
muerda el autor ó autores el polvo de su remordimiento; pero la
inventiva de que se me hallaron papeles y que por ellos se me
l}fllló el depósito de petróleo fué una fil.fa de torpe género, solo
siento (lue haya salido de la casa de la Diputacion, segun asegura
un capitan de administracion. El tiempo hará luz de todo.


Barcelona 12 de marzo de i87:3.-Juan J. Vimlta.


El Diario de Harcelona.-i3 de Marzo de :1.873 ..


En el pueLlo de Lena y otros del mismo distrito que aqui tengo
la honra de representar, no hay seguridad personal, órden públi-
co ni respeto á nada ni á nadie; y asi se concibe que una persona
tan respetable como D. Francisco Bernaldo de Quirós, que por
cierto es tau Londadoso como inofensivo, y está enfermo de peli-'




- :190-
gro, haya sido insultado como otros varios p~rticulares, sin ex-
clusion de los republicanos, en repetidas ocasiones.


y cuenta que estas alteraciones del órden público, estos es-
cándalos, se deben á una partida de tlO móviles, capitaneados por
un agente de estrechos y mezquinos resentimientos personales,
los cuales, en vez de ser una seguridad para los ciudadanos y
una garantía para la Repúulica, son un atentado permanente con-
tra el ól'den y la ley, y esto á ciencia y paciencia de las autorida-
des superiores de la provincia.


y ya que estoy en el uso de la pulsura, ailudiré que en Oyiedo
se conservan tres compaiiías de movilizados, organizadas por
cierto en tiempo del ex-Rey Amadeo y .....


¿Es exacto, y yo aseguro que es público y notorio, que esas
tres compaiiías de movilizados, mandadas por empleados y ene-
migos declarados de los mas antiguos y conse(mentes repuulica-
nos de aquella mi provincia, sin prestar ningun servicia positivo,
cuestan al Estado de cinco á seis mil duros mensuales; cantidad
que con gran provecho podria emplearse en la fábrica de armas
de Oviedo? ¿Es asimismo cierto que ese y otros abusos, condena-
dos pOI' los buenos republicanos, se sostienen poI' la decididil
proteccion que les prestan los gobernadores civil y militar ue la
siempre castigada Asturias?


GO:lZALEZ ALEGRE.-tl de Julio de 1873.


«Por 10 que se refiere á que, muchos de los que estaban alista-
dos (en el citado batallan) se quedaron en Barcdona el dia de la
marcha, deben ustedes tener en cuenta que nosotros nos encarga-
mas del batallan dos dias antes de salir; y aunque no nos precie-
mos de hallilrnos adornados deuna ciencia especial parn distinguil'
entre los verdaderos y los falsos republicanos, al tiempo de presen-
tarse al alistamiento, hubiórnmos procedido, no obstante, con más
aplomo del que lo verificó nuestro antecesor ciudadano Camps,
pues nuestro primer cui.dado en seguida de tomar el mando rué ha-
cer un espurgo mas que considerahle en la abigarrada multitud
que se ofreció á nuestra vista, entre la que descollaban elemen-
to, de pésimos antecedentes, muy díscolos y reílidos hasta con
los mas rudimentales ('espetas humanos. En la 3.' eornpailía figu-




- Hll-
raba n 87 individuos entre franceses, italianos,polacos, alemanes
y ot['as naciones, la que dejamos reducida al número de 20, que
hasta hoy nada han dejado que desear en cuanto á subordinacion
y exactitud en el cumplimiento de sus deberes.


Por lo demás, la viciosa organizacíon que se dió á los batallo-
nes francos, no permitiendo cerciorarse de las cualidades, del do·
micilio, ni de la eonducta de los que sw presentaban á alistarse,
ha dado por result8do inmediato lo que estamos deplorando todos
los que de buen corazon nos interesamos por el buen nombre y
triunfo definitivo de la repÍllJlica democrática federal, á saber:
qu/' ulla {fgion de pícaros, tahures, ladrones y wgamundos, se ha-
yan aprovechado de tan lamentables cirfunstancias para saquear
la nacian de un modo tan vil y escandaloso cobrando SOCO/TOS en
nno, tal vez dos !I hasta (res batallones que estaban en organiza-
cion simultáneamente, regalándose á cuerpo de rey, é insultando
la moral y la decencia por las sillas de la Hambla en ciertas ho-
['as, punto de reunion generalmente de tan abyecta canalla, dis-
frazados á no dudar, y eficaces elemelitos del no ménos 'inmoral y
asqueroso partido carlista, para desacreditar nuestras puras doc-
trinas de legalidad y justicia, que son las que únicamente han de
prevalecer, pese á (juien pese."


Comunicauo dol coronel, primor jefe del batallan lle Cazadores de Figue-
ras, franco.móvil, n." H, JI el comandante y jefe del detall, puhlicado en


La Indez¡endencia.-1 ~ de Agosto de 1873.


Los ofrecimientos de las provincias son una de esas grandes far
sas que hay en la política. He oido decir que las provincias darán
rl contingente de tropos que seo necesario para combatir 6 los
carlistas. Todo el mundo, sin ernlJargo, se opone á la ley de re-
sl'rvas desde la edad de veinte aITos, y quiere que vengan aqui
voluntarios. Voy á esplicar esto, por más que no habia pensado
tamal' parte en la discusion de la ley de reservas.


Me presenté en Cataluiia ; era diputado por la provincia de Ge-
rona. Los pueblos por donde pasé, y Figllcras, muy entusiasma-
dos y deeididos á lJatir á los carlistas.: y cuidado, Sres., que en




- 19:2-
la provincia de Gerona son los republicanos más decididos que
hay en Espalía, y lo tienen probado.


Pasé luego al Ampurdan, y despues á Gerona. El país mny en-
tusiasmado deseando batir. á los carlistas, pero cuando se les de-
cía : «rellgan ustedes á formal' un batallon, J) eso ya era otra cosa,
y contestaban: «las ponalídades do la guerl'a á que nosotros no
estamos acostumbrados, son grandes; si fuera un somatcn qlle
durara cuatro, scis ú ocho dias, iríamos con Vd.; pero ya se rl',
para la vid;] militar lo lIaeen bien los soldados: nosotros estamos
acostumbt'3dos á trabajal', tenemos muy bucn jornal; haremos
aquí lo (lile podamos: pero lo (Iue es á la guerra, nosotros no po-
demos ir. J) Pues eso es lo que pasa en las provincias de Espalía,
que no se puede organiznr un solo batallon, y el que yo organic()
tenia muy pocas plazas.


¿Qué batallones organizó Barcelona'? Lo que organizó Barcelona
fueron planas mayores; tcnian el nombre de IJ3tal!ones, pero en
But'cololla no habia lwtallones; y la prueba es que para custodia¡'
varias estaciones del feno-carril habia seis batallones; 103 que
fueron al :\'ot'te de Cataluiia , ninguno de e1l6s pasó de Vich ; to-
tal, que la pro\·incia de lJarcelona, que era la que podia habel'
dado mayor cantidad, por la costumbre que tienen sus halJituntrs
de levantarse en somatenes y partidas, y esa afieion que tienen á
pelear, porque es la verdad que es la provincia de Espaiia que
tiene más predi]¡,ccion á ello, no pudo reunir arriba de 3:iOO vo-
luntarios, porque los que saHan por una puerta entraban por otra
para alistarso en el próximo batallon que se iba á organizar.


Esto era lo que sucedía eon los voluntarios de Bareelona; pero
vnmos á ver lo que pasaba en el resto de Espalía; porque, despues
de todo, las provin.eias de Cataluiia no son más que euatro. ¿Qu{'
batallones hu malldado Cádiz que tantas armas ha pedido? ¿Qll(~
bntnllones ha mandado xlálaga? ¿Qué batallones ha mandado Se -
villa? ¿Qué ¡maHones ha mandado Granada9 ¿Qué sacrificios han
hecho los pueblos de Andalucía? Por el Norte, ¿qué batallones ha
mandado Valencia? ¿Qué batallones ha m8.11dado Alicante? Qué
batallones han mandado? yo quisiera saberlo.


Sin embargo, las Provincias Vascongadas y Navarra están ocu-
padas como en otro tiempo por los carlistas, y la pal'te de Aragon
y la parte de Cataluíia. ¿Qué batallones se han rormndo en el Me-




- Hi;\-
diodía? Ningullo. Sin embargo, se dice: «hágase el ensayo de los
voluntarios.» ¿Qué ha pasado con los francos? No se ha podido
organizar un solo batallon de fl'ancos: y para mayor escándalo
de esos batalloneg, ayer ó anteayer, en uno formado por los car-
listas, uno de los trompetas que se les cogió era de los que for-
maban parte del batalloll del Sr, Escarpizo, Esta era la confianza
qU{lla ,República, podia tener en esos frq!1cos, en soldados que
despues se hahrán de ir con los carlistas .. Pero además está abier-
ta la recluta de yoluntarios, y no se presentan en ninguna parte;
porque hemos llegado á tal punto, que se dice que se combatan
los _ carlistas y el que muera que sea otro.


OHE:>SE (ANTONIO.)-16 de Agosto de 1873,


Los batallones del Xich pasaban por ser los mejo-
res de Cataluña: véase pues su comportamiento:


A las diez de la maüana de este dia unos cuantos yoluntarios de
los batallones del Xich de las Barraquetas se presentaron al mo-
lino del Castell, Can Castaüer y otras masías del término de Aviá
á robar y saquear bajo el pl'eteslo de buscar carlistas y efectos de
guerra pertenecientes al carlismo. A media noche se presenta otra
partida de los voluntarios á los mesones de Passaserras y del Bou
saqueándoles todas las casas y amenazando matar á los habitantes
de ellas si se niegan á facilitarles la entrada ó descubren el crÍ-
meno Van en seguida á asaltar la casa de Noet y no les es posible
penetrar en ella, retirándose con amenaza de incendiarla.


DIA 7.


Como se tiene noticia de los robos que cometian los del Xich
de las Barraquetas, el Comandante militar de la plaza convoca á
todos los habitantes de las casas de campo de estos contornos
para enterarse de la conducta de los mCl'odeadores, y en vista de
que todos los robos, y algunos de ellos gravt's, se atribuyen á los
voluntarios del Xich, dispone dicha Autol'idad militar que de
nuevo se alojen sus fuerzas dentro el recinto para cortar de raíz
tales abusos, haciéndoles salir de la calle del Rosario, á donde se


13




- :1!lr~_
habian alojado de su propia cuentn. Prohibe así tambicn el Co-
mandante militar que los "oluntarios salgan de dia armado~ fue-
ra el recinto para impedir el merodeo (¡ue se habia hecho tan
extensiYo, que habían quedado todas las masías sin gallinas, co-
nejos ni palomos.


Sobt'e las nueve determinóse el Xich de las Barraquetas de mo-
tu propio salir para apoderarse del barrio del Rosario; así es que
por la puerta de la Posada de Cataluiia, única puerta forana que
estaba sin tnpiar y de la cual tenia la llave el mismo Xich, salit',
('1 con tres eompaiiías de sus fuerzas. Llegados ú fuera los carlis-
tas t¡ue se hallaban alli, estaban tan despayoridos que huían á la
desbandada ó se ocultaron pn unas cloacas y barraLlcos que Iw~',
llegando á tanto lo incombinado de la salida, que uno ó dos car-
listas por no tener tiempo para uno ni otro tiraron boina y fusil,
única insignia que llevar'Ían, y se confundieron entre los republica-
nos, entL'8ndo con ellos lueg'o á ésta, yendo á parar á las casas de
sus familias.


En aquel momento dr: salida dieron aviso los de la puerta de
Zalagosa de que los del Xich eran allí (á la par'te de fuera), y dan·
do á éste ayiso los de la plaza de las Fuentes nuevas la intel'pre-
tacion de que los earlistus eran allí (parte de ndentro,) dió márgen
esta mala interpretacion á una alarma tan séria que ú todo escape
huían los voluntarios húeia el castillo hasta el extremo de aban-
donarse algunos retenes; cuya alarma la contuvieron algun tanto
los Sres. Hernandez, Panza no, Borralleras, Llovera y otros oH·
ciales.


UI mayor parte de los carlistas fugitivos se hahían dirigido ir
los huertas de la parte de casa de Gironella, de manera que si se
hulliese preparado por allí una perse(~ucion simultánea y oportu-
na, habrian quedado prisionel'Os unos 2;jO á 300 hombres, que á
cuerpo eubierto huían.


En HZ de lIeval' á calJO esta operacion proeedí(~ron los del Xich
solos ó sea con escasísimo número de otros cuerpos y aun estos
sin permiso, á oellpar todas las casas del arrabal, violando las
puertas por no podf)rlas abrir los moradores que habian emigrado,
y los pocos que aun quedaron allí no les pennitian salieran. Bajo




- In;;-
el pretexto de hacer un reconocimiento de carlistas y efectos de
guerra empieza el saqueo de un modo escandaloso, apoderándose
de cuanto les venia á mano y deseaban, triturando y maleando lo
que para ellos no considcraban dc utilidad alguna, amontonando
todos los muebles y chismes de combustible para que ardieran las
casas, pegando á ellas fuego con petróleo que traian con botijos
de una casa que por ignor8rse la existencia de aquel líquido, no
se habia apoderndo de ella la Autoridad militar. La primera casa
que se incendió fué casa Seva.


nos horas de saqueo r incendio sufrict'on aquellas desgraciadas
casas de las cuales hoy no se ostenta mas que ruina.


El instinto de saquco é incendio era general entre dichas fuer-
zas, presentando aquel espectáculo la llegada de unos conquista-
dores. Varios fueron los lances apurados.


["nos vecinos que habian hecho como los demás, abandonando
sus hogares é intereses para librarse de tan horrorosas escenas,
no pudieron hacerlo por tl)t1er moribundo uno de su familia y para
no haber de morir incendiadas tuvieron que saltar por las venta-
nas; en otra casa acababa de espirar otra mujer que tuYieron que
abandonar su cadáver para no esponorse á morit' á su lado ontre
las llamas. Otros recinos fueron atropellados por empellarse en
salvar las pobrezas que allí veían arder, entre los que hay uno que
por dos veces se le ha incendiado todo.


Cuando hubieron terminado estas horrorosas operaciones de sa-
queo é incendio era cuando aumentaba el terror de quien los pre-
senciara. Hespecto á los saqueos basta no mas decir que entraron
dentro de la poblacion cada uno con el botin que se habia propor-
cionado y en cuanto al incendio bastará que digamos que cuando
por haber acabado el destructor petróleo no podian rociar las ma-
deras para el incendio, impregnaban otros combustibles con rom,
como á líquido inflamable. La entrada ú la poblacion era de un
modo indigno tal como se hacia, pues además de llevar el botin
algunos oficiales, no iban con el traje militar, sino revestidos de
casullas, albas, sobrepellices, bonetes y otros ornamentos de igle-
sia; entre los revestidos se hallaba el mismo Xich: de suerte que
se hacia resaltar la buda, la mora y el escarnio con la desgracia y
la miseria, y esto no en una época de bienandanza, sino cuando
tenian aun el enemigo á las puertas del atTabal en mayor Ó me-




- 196 -
nor número. Estas prendas, algunas de ellas riquísimas, oran de
propiedad de dos iglesias y un oratorio que contenian aquol bar
rio, yendo á parar los cálices y copones del Sacramento 0n poder
de algunos incr(~dulos que comian las partí~ulas á purrados,
haciendo sopa luego con las mismas halajas.


Llegados cada uno á su alojamiento, como á propiedad parti-
rular se vendia y guardaba lo dol botin. de modo que poca cosa
se ha salvado.


:->obre las once de la maiiana era el regr0so de los del botin,
"ntro los que se habian aliliado algunos que otros soldados que
fueron arrestados por el Comandante militar Sr. Figuel'Oa, des-
pues de Iwbcrles reprendido sobre sus criminales actos y haber-
les (juitado las prendas que llevaban. El castigo para ellos no de-
hia ser grave por sel' su valor insignificante.


El saqueo é incendio no se ha cometido por la mano del fugiti-
YO que huia, sino que actos tan vandálicos los hacia una juerza
que momentos antes halJia adquirido parle de la gloria de la de-
rense herúica, gloria que con estos crímenes la manchaball para
ellos y sus compaiieros de armas que sostenian cubiertos aun sus
puestos de honor.


Desgraciados tiempos son los presentes que con la mayor impu-
nidad se (:ometeu tan criminales actos, tan horrendos crímenes,
por los defensores de la COllstitucion de las libertades, por las
fuerzas de un gobierno constituido bajo el nombre de la Repúbli-
ca Democrática Federal, por los mismos que en otros tiempos
pl'otestaban y vociferaban contra los desmanes, escesos, nrbitra-
riedades y abusos que procedian del alto poder y propagaban bajo
este sano Jin en ravO!' de la República.


Por la maliana habia jugado la artillería al Rosario, S. Elías,
S. Bartolomé y Qucralt, cuando por completo por la tarde cesó á
causa de no poder divisar el país por la misma humareda. No
obstante la tea incendiaria continuaba funcionando sin descanso
('ti los 3lTabales de Coforp, desoeupnndo aquellos vecinos sus ha-
bitaciones de los muebles que al tenerlos fuera se les l'obabnn.


Desde entonces iba tomando incremento el incendio: una densa
humareda se estendia eubriendo por completo el sol, que nos daba
una luz opaca, cuyo solo aspecto entl'Ístccia más la misma situa-
cion del país. Más conmovedora era de noche nquella escena. El




-197 -
elemento devorador se habia propagado t3nto que ardia por com-
pleto toda la han'iada. Desde largas distancias, desde el mismo
Jlontseny y Montserrat, podian divisar perf~ctamente aquella ho-
guera que resplandecia entre la oscuridad; más de una hora á la
redonda iluminaba al pais. Tan lamentahles escenas no pneden
\'erse sin una conmocion estraordinaria, y para formarse una idea
de ellos basta tomar nota de la siguiente relacion de edificios que
han sido víctimas de estos desastres; ascendiendo á dos los sola-
mente saquedos y á unos cincuenta los devorados por las llamas
de los que no se salvó apenas nada por impedir los retenes de
yoluntarios que las apagaran, las cuales daban albergue á más de
(/uinientas personas ..... .


Total: incendiadas y sar/ueadas 50.
Tan indescriptibles escándalos á tal extremo llegaron que ha-


bian sobreescitado los ánimos de estos pacíficos habitantes é in-
dignado á la tropa para refrenar sus instintos destructor'es, de
manera que se presentó una comision de vecinos á las Autoritlades
militar y local D. Antonio Figueroa y D. Hamon Pujol y Thomás,
suplicándoles intercedieran á cortar tales excesos, los cuales ha-
ej(;ndose intérprete8 de aquella súplica se ap"rsonaron ensegui-
da con el Comandante de uno de los dos hntnlloIlps francos Don
Eduardo AviITó, en ausencia en aquel momento de su casa el
coronel Martí, cuyo Sr. Aviíló al saber que se iba á incendiar el
barrio de la Caoa, para cuyo fin se habia dado media hora de
tiempo para el desocupo, ofreció hacer cuanto estuviera de su
parte para hacer suspender todo nuevo Íncendio.


Mas tarde ann no satisfechos los instintos incendiarios, se sus-
citó entre algunos la cuestion de si en el arrabal del Val! habia
carlistas disfrazados de mujer, que otros hacian disparos desde
aquellas casas á diferentes puntos, entre ellos á la casa--a:oja-
miento del Xich. Para calmar á los alborotados se dió órden de
desocupo, se dispararon contra UBa de las casas 4, granadas y
gracias á la energía del Comandante ~Iilitar ¡. influencias de otras
personas pudimos pasar sin el incendio en aquel barrio.




- 198-


DIA L'i .


. A las cuatro de la madrugada, no sabemos si en celebra-
cion dB la fBstividad del dia ó por la salida que drbia efectuarse,
se oye en medio de un silencio sepulcral el toque de diana á toda
orquesta por la música y banda de Estremadura. Rmllliéronse en
seguida las fuerzas al objeto de prepararse para la salida que en
seguida hizo una fuerza de unos i 200 hombres de lus cuerpos
que hemos indicado, á las órdenes de Martí, flernandez, Aviiió y
Borralleras.


La direccion de estas fuerzas debia ser por la parte de Espinal-
bet, Castellar del Riu, Garrigas y Serchs, pero en vez de seguir
este itinerario que habria sido de gran provecho, se limitaron á
seguir Queralt, Espinalvet y Garrigá; cuyas casas pueden recor-
darse tambien largos afias de la tal visita en el día de Ntra. Sra.
de la Asuncion.


Qucralt, este santuario tan venerado en todos tiempos y visi-
tado por rome¡'os de lejanas tierras, sitio á donde se lee a(ll1 la
inscripcion de "Pau, ~lau y siempre Pau» de la guerra de los
!\'Iatinés, punto de espansion y recreo para los bergadanes y fo-
rasteros que al venir á este país van á visitar la Virgen del San-
tuario; éste mismo edificio rué saqueado y maleado todo lo que
contenía sin contemplacíon de ningun género, tanto si era per-
teneciente á la ermita como á la Iglesia. El moviliario todo quedó
inútil, las riquísimas alhojas y prendas regaladas por ilustres de-
votos al SHntuario se las llevaron en buena parte como tambien
se apoderaron de las existencias de la bodega, inutilizando cuanto
no les convenia. De este acto vandálico que habría sido en ma-
YOI' escala la segunda parte de las escenas del arrabal del Rosa-
rio, no pudo estenderse como deseaban por haber llegado en
aquellos momentos el comandante IIernandez con fuerzas de Es-
tremadura, quien impidió que tomnra mayor incremento el desas-
tre. Apoderóse de las llaves que entregó n la Autoridad local,
salvando parte del botin que habian hecho. La Yírgen de Queralt
por precaucion de algunas personas piadosas y autorizadas, se
pudo salvar milagrosamente de a(¡uella escena de profanacion.




- l~H) -
Salidos de aquella eminencia los voluntarios del Xich se diri-


,Iieron á las escarpadas rocas de S, Pedro de Madrona, á dOllde á
viva fuerza penetraron echando por aquellos despeíiaderos á algu-
nas imágenes, encaminándose luego á Espinalvet, en cuyas casas
lIO quedó títere con cabeza, Dinero, ropas, "írel'es, prendas, jo-
yas; Lodo entraba en reparto, abandoliando aquellos moradores
las casas para no ser "íclimas de atropellos r,omo sucedia persi-
guiéndolos á tiros hasta el estremo de que en una de las casas de
cerca Corbera, conocida por el Estany, asesinaron bárbaramente
dos pacíficos y viejos labradOl'es,


Al dirij irse á ósta en completo desórden, de manera que Ull
puíiado de carlislas que salieron de la parte de Campllollch pica-
ron á la retaguardia, cogieron unos seis fusiles tirados por los
que diseminados habian ido por la~ suyas, entrando á esta solos
y mas tarde, De algunas casas de Espinalvet, á donde habian
trasladado ornamentos y otros tesoros de Queralt, se lo llevaron
todo,


Este proceder que nos demostraha no el arrepentimiento de los
excesos anteriores, sino su verdadera continuacion, afectaba hon-
damente á este vecindario horrorizado de tanto escándalo; moti-
\'undo tan deplorahles sucesos, que la digna autoridad militar
uesistim'a algull tanto de hacer salidas, porqlle en vez de protejer
la entrada de alimentos conforme esta era su mision se iba á pro-
fanal' templos y desolar el pals sin el menor provecho.


Mientras duraba la accion, corno tenemos ya dicho, las fuerzas
salidas de 6sLa ocupaban posiciones por la sierra de Noct, entre-
teni('ndosc una parte de voluntarios del pl'imel' batallol1 que habian
desplegado guerrilla, á visitar y registrar algunas casas, cuyos
vecinos no quedaron muy bien pa['ados, y cuyos hechos omitimos
detallar para no haLe[' de: sel' tan prolijos al reseíiar tanto escán-
dalo, entrando á ésta todas las fucl'zas reunidas sob['e las 9 de la
110ch j. •


Llegada á esta la columna Heyes, pasaron á conferenciar .con
el Brigadier las autoridades militar y civil de esta villa y luego
despues los jefes de los Cuerpos francos, Estos solicitarol1'salir de




- 200-
ésta, como en efecto lo hicieron ú las tres de la tarde los dos ba-
tallones del Xich de las Barraquetas, que se llevaron equipaje, la
mayor parte producto del botin de sus correrías, eargando unos
10 carros. Estos dos balallones pasaron á pernoctar á Gironella,
en cuya villa por despedida no quedó rincon de casa lfue no fuera
reconocido á su manera y de cuyos registros se han dicho cosas
grandes.


La Homagnera Be/'gadana.-18 deAgosto de 1873.


¡Si estos eran los mejores, figurémonos lo que
harian los peores!


VOLUNTARIOS DE LA REPUBLICA.


PRIMER nArALLo" DEL 2.' DISTRITO.


Se intima á todos los individuos que perteneeieron ú este bata-
llon y que al desertar lo hicieron con armas, equipo, y vestuario
perteneciente al mismo, procedan á su devolucion dentro el impro-
rogable término de dos d.ias en el principal del propio batallon; de
lo contrario, vencido dicho plazo se entregarán á los tribunales
de justicia á todos aquellos que no lo hayan efectuado.


Barcelona 28 de Agosto de 1873.-P. O. del Comandante pri-
mt!r jere.-EI Ayudante, Et¿seúio Co,~coj¡¿ela.


La Independencia:-29 de Agosto de 1873.


Ciudadano director de La Independenci!l.


Estimado correligionario: Quedaró ú usted altamente agradeci-
do si se sirve insertar en su acreditado periódico las siguientes
líneas, dándole antieipadamente las mas espresivas gracias su
afectísimo S. S. Q. B. S. M.-Jose Bragulat.


Muchos fueron los que en el momento de poner á prueba ~u
abnegacion por la República demoerática federal, de que siempre
han hecho alarde, abandonaron las filas del primer batallo n del
distrito cuarto de esta copital, dol que morecí la honra de ~er co-




- 201 -
mandante, y hoy con un cinismo incalificable reclaman algunos
los haberes que se creen con derecho á percibir, y lo que es mns
aún pretenden arrojarme el dardo de la calumnia.


Todos aquellos que puedan presentarse con la frente erguida á
hacel'me los cargos que los mismos me imputan, pueden verifi
carIo maiíana á las diez de la misma, en la ex-iglesia de San Jai-
me, hora en que se reunen los individuos de dicho batallon.


Barcelona 30 de agosto de 1873.


La Independencia.-30 de Agosto de 1873.


Con arreglo á una ley de la pasada Asamblea, se habian forma-
do por Guerra algunos batallones de francos; pero con tan mala
suerte y tan vicioso modo, que no fueron más que un nuevo ele-
mento de perturbacion y hubo necesidad de disolverlos.


PI y MARGALL. -La República de 1873.


C:on tales elementos para combatir a los carlistas,
es decir con un ejército indisciplinado y unos volun-
tarios eompletamentn desmoralizados, iqué tiene ele
estraño que la guerra tornara tales proporciones?




- 202-


x.
La guerra civil.


Recapitulemos las causas de la gnerra civil para
v(~r si el ejército y los voluntarios ele la republica,
tales cuales los acabamos de estudiar, eran elementos
á prop6sito para acabar dicha guerra.


En la 1. a parte de esta obra (pág. 1:36) reproduje
las palabras del Sr. Pascual y Casas, quien, refirién-
dose al caciquismo sagastino, decia : «y mientras se
les asegurase el clominio del municipio, trataron con
todos los gobiernos y sus agentes, se entregaron ú
las falsificaciones 8n las elecciones, creando por el
terror el núcleo que hizo las famosas elecciones sa-
gastinas, que levantaron el carlismo y dieron el gol-
pe mortal á la dinastía de Saboya.'» Esta misma iclea
se halla mas ampliada por el mismo autor en las p;j-
ginas 73 y 74 de la citada 1.a parte.


En las Provincias vascongadas y en Navarra suce-
dia lo propio que en Cataluña, segun (]ecia el Sr. Cas-
telar en la sesion del 20 de Abril ele 1871 (V. en la
1.a parte pág. 136 y 1:j7). «Ya veremos, decia el ilus-
tre tribuno, sí es verdad que aquellas provincias ...
han sido maltratadas por los demócratas moclernos,
y han visto sus autoridades naturales perseguidas,
SllS derechos hollados, sus diputaciones conducidas
ante los consejos de guerra y vilmente tratadas por
la insolencia de las dictaduras militares.» Estos he-
chos, vienen confirmados por lo que dijo en la se-
sion del 28 de Junio de 187:3 el republicano Sr. Za-
val a , diputado por Tolosa y ex-gobernador de Na-
vana. «El partido liberal, allí en minoría-dice-quc-




- 203-
ria disponer á su antojo de las elecciones municipa-
les y provinciales, de diputados y senadores, faltando
al fuero y á la Constitucion é introduciendo reformas
que exaltaron las pasiones.»


Pues bien, estas causas determinantes de la guerra,
y las ofensas al sentimiento religioso de la mayoría de
los españoles, que fueron la principal al advenimien-
to de la república, en vez de disminuir aumentaroll.
Con decir que se sentaron en el banco de los minis-
tros los que mas habian escandalizado con sus grose-
rías contra la Religion Católica, con recordar que en
todas partes las casas del Señor se convertian en
cuarteles y en lupanares, y que las autoridades, lejos
de poner coto ú esos desmanes, los estimulaban con
sus predicaciones ó los aprobaban con su presencia,
se comprenderá el grande incremento que tomó la
guerra y la preponderancia que alcanzó el partido
carlista P!l :1rmas. A esto aüádanse el desúrclen , el
d(>slJarajuste, la auanplÍa y la cobardía.


Si exageramos ó no esta importancia nos lo dinlll
los mas interescttlos en no abultada.


De modo, sefiores, que los republieanos no obedecen á los jefes
de bis columnas de nuestro ejército; pues si les piden guias no
los dan, y si les piden lJagajes dicen que se opone á ello SaballsJ
quien pone presos á los que dan auxilio al Gobierno de la Repú-
IJlica; ~' despues de esto, le dicen al jefe de la columnn : «¿por
qué no está V. en su sitio?" á lo cual tiene que contestar; « por-
que en el din nnterior, al salir con la columna, me he encontrado
con que los soldados no querinn salir; y en lugar de ir á la mon-
talía, querian volver á Gerona.» Y despues de esto, aun le dicen
que no debe castigar al soldado, á lo cual tiene que replicar, que
no encuentra medio de remediarlo; porque no cnstigar á los sol-
dad,)s que no obedecen y obligarles al mismo tiempo á que hagan
marchas, eso no puede ser, es impracticable.


OUESSE (D. ANTOSW.)-30 de Julio l873.




- 20~ -
Los carlistas han aumentado en términos quc nuestras tropas


no puedcn estar más que á la defensiva; dominan las huestes de
D. Cárlos en lluestras poblaciones, y no pueden hacerles frente
nuestl'os soldados.


BECERRA.-13 de Agosto de 1873.


Yo os digo, sin ningun género de interés, que la nacían espa-
oola se encuentra en la crisis más grave, más suprema, porque
ha pasado desde 1823. Para esto no hay que contemplar solamen-
te nuestro estado interior; hay que dirigir la vista á toda Europa,
á la cual estamos unidos por los dos mares y por el Pirineo. ¿A
quién tenernos pOI' amigo en Europa? ¿ Quién nos oye en Europa~
¿Quién nos reconoce en Europa? Estamos solos, completamente
solos; abandonados, completamente abandonados; sin un aliado,
sin un reconocimiento, sin un pueblo amigo.


¿Y nuestros enemigos? Nuestros enemigos tienen grandes alian·
zas, extraordinarias alianzas en todas las capitales de Europa: bajo
todos los pabellones han podido traer aquí y han podido desem-
¡Jarcar aquí nrmas. ¿ Y nuestl'O ejército '? .. Nuestro ej8rcito está
en gl'an parte desorganizado, y ellos están organizando un ejér-
dto que indudahlemente tiene un gran aliento, una gran perse-
verancia y un gran heroismo.


Nosotros estamos divididos por el escepticismo, por las perso-
nalidades, por las rivalidades, por los celos, y ellos están unidos
en una sola l'ú y sometidos á un solo hombre. Nosotros tenernos
que estar hoy en el Norte á la defensiva; ellos minan, impulsan,
adelantan, amenazan á Vitoria, amenazan á S. Sebastian, amena-
zan á Bilbao, donde nunca pudieron entrar durante la anterior
guerra civil.


El siniestro incendio de Berga debia reflejarse en las paredes de
este salon; las estaciones desde Sagunlo hasta Tarragona han
ardido todas: cuatro ó einco mil hombres se pasean á su arbitrio
por las llanuras de Cataluña: 20,000 hombres tiene hoy D. Cár-
lo~ en el iXorte. ¡,Qué remedio hay para esto? Para esto no hay más
que un remedio; hombres y dinero; y el que se oponga á que este
gobierno, que es la voluntad y el pensamiento de la República,
tenga hombres y dinero, no lo querrá, le rechazará en su con cien -




- 20;;-
cia, pcro materialmente es cómplice de D. Cárlos y de sus llUes-
tes.


Sefíores, una Asamblea que consume una maíiana entera en es-
tas personalidades; una Asamblea que consume una marrana en
estos insultos; una Asamblea que consume una maíiana en des-
garrarse de esta suerte, mientras el enemigo avanza, mientl'as el
incendio la rodea, mientras el absolutismo tiene el apoyo de Eu·
ropa; una Asamblea que así procede, si no cambia de conducta,
está Il'l'emisihlemente condenada á perecer hoy y á tener maíiana
la repl'Obaeion univel'sal.


CA~TELAn.-16 de Aciosto :l8i:J.


La situacion del Norte. Tenemos en primer lugar á Bilbao ro-
deada de carlistas; á un cuarto de legua de Bilbao las avanzadas
carlistas; las aguas que venían á este punto cortadas por los car-
listas; un completo sitio. El Sr. Olave, que debe conocer esto,
como buen militar, comprenderá que la situaciOll de la plaza es
muy crítica. Siete mil hombres rodeando á Bilbao, y Bilbao con
heroismo, como en tiempo de la guerra cívil, decidido á morir.


San Sehastian rodeado por los cadistas; y yn no existen más
puntos en poder de los liberales que Vergara y Orrate, y estos
porque están ocupados por las fuerzas del ejército. Por consi-
guiente, la situacion de las provincias del Norte es peor que la que
tenian en la guerra civil del afío 36, porque hoy los carlistas
tienen artillería y organizado su ejército, y el nuestro empieza
ahora.


El Norte y Castilla enteramente en poder de los carlistas, de
tal modo que Villalain J los Hierros, cuyas correrías han sido
siempre por la provincia de Búrgos, como esta provincia la tienen
por suya, han venido á las de Aragon y Castilla la Nueva.


En Cataluiia está todo el ejército en los 'puertos marítimos; la
montaua completamente abandonada, y en Vich 3000 hombres;
pero desde Vich al Norte, así como la pal'te de la montarra de Ca-
taluua en la provincia de Gerona y en el confin con parte de la de
Lérida. enteramente abandonada á los carlistas, sin más guarni-
cíon que la pequefía de Olot y Puigcerdá , llegando los carlistas
hasta cerca de Figueras, faltando muy poco para entrar y apode-o




- 206-
rarse de la ciudad, lo cual les costará trabajo, porque aquella es
una provincia que no se la vence fácilmente.


OREXSE (ANTO~IO.)-16 de Agosto de 1873.


Tenemos tres distintas guerras civiles; parece mentira, pero es
la verdad; tres guerras civiles desde la infecunda revolucion del
68; primera, la guerra civil de Cuba; segunda, la que ha venido
con los carlistas, hija legítima y de legítimo matrimonio de la
venida á este país de D. Amadeo, puesto que el resultado de la
venida de D. Amadeo, fuó el meterse en la cabeza de los carlistas
el deseo de dar el gl'ito de ¡f"uera el Rey extrangero! Este grito se
hizo popular; y como naturalmente los carlistas no eran populares
ni esperaban serlo, cuando vieron que con ese grito se hacían
Digo populares, se les fué la cabeza, apretaron los tornillos, y re-
sultó esa guerra civil en que estamos sumidos.


Despues ha venido la tercera, la guerra cantonal. tY corno ha
venido? Por la obstinacion del Gobierno de seguir un sistema que
ni es republicano ni monárquico; un sistema que es republicano
en el nombre, y que para calificarlo debidamente, basta lo que
dije el otro dia sobre el Código criminal; de manerD que esto ha
sido un mónstruo.


ORE:"1SE. (D .. 1. 1\1.")-30 de Agosto de 18i;].


El país, Sres. Diputados, está atravesando una crisis suprema;
la situacion no puede ser mas grave; los momentos no pueden S8['
mas peligrosos. Yo no me fijarf~ solo en el hecho que el Sr. Rios
Rosas nos citaba ayer, de que los carlistas han contratado en
Hungría 2000 caballos; este hecho no reviste para mi gran im-
portancia, al lado de otros acontrciminl1tos que {¡ cad3 hora se
suceden; yo no citaré el número de los carlistas que se ha n le-
vantado en armas y de los que están en este momento leyantán-
dose con las mismas armas que el Gobierno habia dado; esto me
parece muy pequeiío, teniendo en cuenta otras consideracianes
poderosísimas: yo no me lijaré tampoco en la escasez de fuerzas
de nuestro ejército, ni en lo desgraciadas que son en sus encuen·
tros con los carlistas; no, Sres. Diputados; hay otra cosa mas im-




- 207 -
portante que todo esto, que es lo único que me aterra y lo único
que me hace perder la serenidad. ¿Sabeis que es? Pups es el aba-
timiento del espíritu público, es la inaccion de nuestros amigos,
inaccion y abatimiento que no existia ciertamente cuando la in-
vasion extranjera, ni existía ciertamente en la guerra de los siete
afios.


MAISONNAYE.-6 de Setiembre de 1873.


Este sitio ha apenado á la nacían 'por sí y por la directa com-
plicidad que ha tenido con el aumento de las fuerzas carlistas y
con los progresos de sus numerosas partidas. Mientras los canto-
nes separatistas disparaban sus balas al pecho de nuestro ejérci-
to, casi le herian por la espalda las huestes rebeladas en armas
contra la civilizacion moderna, y en tanto número esparcidas por
los antiguos reinos de Valencia y Murcia. Digámoslo con varonil
entereza. La guerra carlista se ha agravado de una manera terri-
ble. Todas las ventajas que le dieron la desorganizacion de nues-
tras fuerzas, la indisciplina del ejército, el fraccionamiento de la
palda, los cantones eregidos en pequeíias tiranías feudales, la alar-
ma de todas las clases y las divisiones profundísimas entre los li-
beraes' ha venido á recogerlas y á manifestarlas en este adversí-
sima período.


Las provincias Vascongadas y Navarra se hallan poseidas casi
por los carlistas, y las ciudades levantan á duras penas sobre
aquella genernl inundacion sus acribillados muros. Por la provin-
cia de llúrgos amenazan constantemente el corazon de Castilla;
y por la Hioja pasan y repasan el Ebro como acariciando lluestras
más feraces comarcas.


El Maestrazgo se encuentra de facciones henchido; y los cam-
pos de Aragon y Cataluíia talados é incendiados, presa de esta
guerra calamitosa, implacable. Por todas partes, como si el suelo
estuviese atravesado de corrientes absolutistas, se ven brotar par-
tidas, mezcla informe de bandoleros y de facciosos. Las conse-
cUfncias de los errores de todos se han torado á.m deúido tiempo.


CASTELAR. -2 de Enero de i87,.,.




- 208 -
Aquí tenomos á Le? ¡beda echando toda la culpa de


la guerra á los federales, como antes los federales se
la echaron á los sagastinos. Entre bobos anda el juego.


Pasaron los primeros momentos del entusiasmo con que España
en tera saludó la victoriosa jornada de Alco[ea; la ambicion, el
despecho y la soberbia de algunos elementos mal avenidos con la
l:ausa del órden, dieron orígen á una nueva feaccion política que,
enarbolando la bandera de [a licencia, se diú á la propaganda de
las mús disolventes doctrinas, procurando ha lagar las mezquinas
pretensiones de las capas ínfimas de la sociedad á fin de crearse
en ellas un poderoso auxiliar, una base de resistencia y de fuerza
que, en un momento dado, parodiase lamentables ejemplos de
otros países. Rajo esa bandera se cobijaron todos los orscontentos
y revoltosos; la palabra l'evolucion se hizo correr entre las masas
inconscientes, pero dándola ya una signilicacion siniestra; se pre·
dicaron por aldeas y ciudades la venganza y la disolucion sClcial:
se llev3t'on ála memoria de infelices incautos los sucesos del 1/0-
renta y tres, y por todas partes se habló de la revo[ucion francesa,
confundiendo las grandes ideas á que ésta vida viera con los hor-
ribles excesos de la demagogia desenfrenada, pintando con viyos
colores aquella jornada que hoy, en medio de la civilizacion, mal-
dice e[ universo-mundo.


Los grandes intereses de la sodedad se vieron entúnees s(~['ia­
mente amenazados; la rebolíon feden[-socialista de las provinchls
de Andalucía y Valencia en 1869 inauguró una sórie de trastor-
nos que perturbaron profundamente el organismo político social
de nuestro pueblo; y en medio de esa confusion y de ese desór-
den, producido por los apóstoles del socialismo, asomó de nuevo
el absolutismo su odiosa y repugnante cabeza.


Ya no podian ser los absolutistas isabelinos, porque acallaba d(~
pronunciar el país una sentencia inapelable, y hé aquí por qué el
nombre de don Cárlos vino á fundir, digamos[o aSÍ, en una sola
las aspira~iones de todos los reaccionarios por sistema, de todos
los enemigos por cálculo de la libertad.


Resulta, pues, que la propaganda federal-socialista galbanizó
el cadáver del absolutismo, cadáver que despues ha resucitado,




- 209-
gracias á los triunfos de la demagogia y á los crímenes de los
cantonales, que han sido para el pretendiente un auxiliar más
poderoso y eficaz que sus decantados batallones navarros.


No es de extraiiar por tanto el crecimiento del partido cnrlista;
á nadie debe sorprendel' tampoco el incremento (1ue ha tomado la
guerra, porque la patria ha estado colocada al borde del abismo,
y desde el H de febrero de 1873 hasta el advenimiento al poder
del seiior Castdar han corrido nuestros gobiernos tras locas é
insensatas aventuras, llevando á todas partes el desórden y la
perturbacion con la inmoralidad administrativa. El entroniza-
miento de la anarquía fué el mayor triunfo para el carlismo, que
es hijo de la licencia, del desenfreno y del crímen; y el imperio
de las doctrinas disolventes fue la mejor propaganda para esa
causa que tantos y tan ilustres hijos cuesta hoy á la patria.


La lbel'ia.-5 de Marzo de 187&.


Allá va la réplica.


Es inútil decir que los sagastinos se agitan tambien de una ma-
nera desesperada, y que piden á voz en grito el poder para su je-
fe, sin recordar que á los desatinos y violencias cometidos por la
fraccion política que el señor Sagasta representa se debe, y no á
otra cosa, el primer levantamiento carlista. Lo que es verdadera-
mente lamentable, lo que contrista el ánimo de todo el que estima
la libertad y la patria, es la vaciedad de los propósitos de los gru-
pos políticos, todos ó cflsi todos, pues solo se les vé un tanto gal-
vanizados cuando solicitan el podcr, en el quc se han de ahogar
despues, en el vacío y en la impotencia.


La 11ldependencia.-iO de Mayo de 187&,


El órgano de los posibilistas en Barcelona, recono-
ce que sus amigos los republicanos pusieron las cosas
á punto de triunfar los carlistas, y que quien lo ha
enderezado un poco son no los posihilistas sino los
indefinibles, oigámosle:




- 2iO-
Al tomar posesion de esta capitanía general, el espiritu liberal


de Cataluila estaba tan postergado, que (vergLienza causa decirlo)
hasta se creyó posible el triunfo de la tiranía sobre la libertad. Las
noticias vacilantes del Norte, la osadía de las facciones yel ami-
lanamiento de las fuerzas ciudadanas que abandonaban las armas,
dejando desamparadas poblaciones de la importancia de ViIla-
franca, San Saturnino de Noya, VilIanueva, Martorell y otras mu-
chas, contribuyeron ú tan absurda creencia, tras los desastres del
Vendrell, Castellfollít y Cardedeu. Levantar este espíritu, organi-
zar las escasas fuerzas de que podia disponer, formar las rondas,
cuyos resultados hemos tenido ocasion de probar en diferentes
ocasiones, batir á los carlistas hasta el punto de irlos á buscar en
el corazon de la montaila, en sus propias madrigueras, como su-
cedió en Prats de Llusanés, y prestar inmediata y rápidamente
ausilio á las poblaciones de lo provincia que se veian atacadas co-
mo en Molins de Rey, ha sido la obra grandiosa llevada á cabo
con teson, pericia y energía por el capitan general seilor Serrano
lledoya.


La Refo/"1na.-9 de Junio de i8H.


El capítulo elestir.aelo ~l la impronta csplicará el
porqué no podemos cHal' testigos que declaren sobre
el estarlo de la guerra en tiempo ele los indefinibles.


Como curiosidad histórica reproducimos al pié de
estas lineas las coplas qúe cantaban los oficiales, en
Navarra, en tiempo del general Nouvilas, lo cual da-
rá tambien una idea de como andaban por allá la
guerra y la disciplina.
Planes ocultos tiene Nouvilas
(lllé dice piensa desarrollar,
y con los cuajes dá por seguro
Que á los carlistas derrotará,
Pero si sigue como hasta aho,a
Valiente mieo se vá á llevar.


Si él sigue aquí,
Ya lo verán
Como sus plane~
Fracasarán.


Hamon Nouvilas nos dió un petardo,
Pues se esperaba que hiciera mas.
No es lo mísmo batir carlislas
(lue en el Congreso ponerse ú hablar.
Váyase al punto, váyase á escape,
y por Navarra no vuelva mas.


Si él sigue aquí,
Es de esperar
Que I:lS facciones
Aumcnlar{¡n.




Si persiguiendo al enemigo,
La vista encima se logra echar,
El! el momento se oye al cometa
Allo la marcha y á descansar.
Este diBranso lan oportuno
Lo saben ellos aprovechar.


Seguir aquí.
Es en verdad
~Iuy retemalo,
)!i general.


Estoy cansado de operaciones;
Estoy rendido de tanto andar;
~Je van cansando ya las raciones
De carne y vino que aqui nos dán;
Me van haldando Ia las Améscoas
De los carlistas siempre delrás.


Seguir así
Es en verdad
Muy retemala.
Mi general.


Columna Acasta y Salcedo unidas,
Una delante y otra detrás
Si por Contrasta dejan Améscoas.
L'lCgO en Zudaire vuelven á entrar.
Así se logra con estas vueltas,
(lue sea cucnto de no acahar.


Seguir asi
es en verdaci
Muy retemalo,
Mi general.


2H .....
Ir uescuiuauos por los caminos.
Donde se cree flue ellos 00 están,
y de repente ..... unos tiritos
Q~e hacen un muerto .. J á Y~ces mas
Tirar nosotros unas granadas,
Que unas no llegan y otras van mal


Si él sigue aquí,
Es de esperar
.Que las faccionoa
Aumentarán.


Ir de flanqueo por sierra Ulbasa
y de la Améscoa por el Baztan,
Dormir en cama lleno de aquello ...
Quo ustedes todos comprenderán.
Tener patrones tan generosos
Qlle si uno pide ellos no dan ...


Seguir así
Es en verdad
Muy retemalo,
:.\Ii general.


Dice Nouvilas que son reptiles
Los oficiales que hablaron mal,
Que son cobardes, y que son viles
y que los pieosa pisotear.
Yaya con tiento, D. Ramoncito,
Que no es lo mismo decir que obrar.


Si sigue aquí,
FáCil será
Que esos reptiles
Le morderán




- 212-


XI.


La federal.


Sepamos ya que es la federal: sepamos de donde
viene y á donde vá ese fantasma que cada cual t;e
pintaba á medida de sus deseos ó de sus temores, y
que sin llegar á tener existencia real, ha sembrado
de ruinas lIuestro país, regado con sangre las calles
de las ciudades, los surcos de nuestros campos y las
laderas de las montañas.


Dicen los franceses: il y á fagots et fagots, y nos-
otros hemos ele decir: «hay federal y federal», y son
tan distintas la una de la otra, que la una va de arriba
ahajo y la otra de abajo arriba, algo como aquel melo-
drama titulado El impero de Mad'f'id 6 la Bolsa y
el Rastro. El Sr. Pí y Margall, (Iue ha sido maestro
en federalismo, está por lo de ahajo arriba y da para
ello estas buenas razones:


¿Qué se deduce de ahí? Que es preciso pensar en una organi-
zacion que vaya de abajo arriba y no de arriba ¡¡bajo. Esta es la
enorme diferencia que hay entre la descentralizacion y la federa-
cion. La deseentralizacion parte de arriba abajo. La federacion
parte de abajo arriba. i\Y qu(: más da? direis tal vez, ¿QUL\ más da?
Si la organizacion viene de abajo, las provincias son las que limitan
al Estndo, al paso que si la organizacion viene de arriba, el Esta-
do es el ál'bitro de la suerte de las diversas colectividades. En es-
te caso la descentralizacion es una cosa arbitraria, como hija del
capricho del Estado. La descentralizacion puede hoy existir y des-
aparecer mafíana. Pero si parte de abajo arriba, el Estado tiene
funciones determinadas de las cuales no puede salir; y lo que su-
cede ordinariamente es que el Estado, en HZ de limitar las atri-




- 21:.1 -
buciones de las provincias, es á su vez limitado, sin cesar en sus
funciones, por las provincias mismas. Hé aquí porque hemos ve-
nido á la idea de la federacion; porque las monar(!uías, y las re-
públicas unitarias son siempre centralizadoras, y aun cuado quie-
ran descentralizar no llegan nunca á la descentralizacion que
constituye la perfecta autonomía de todos los seres colectivos,
llegando hasta el ser individual. Constituida así la federacion, el
Estado tiene funciones completamente deslindadas: es hijo enton-
ces de un pacto; pacto (Iue no se puede romper sino con el acuer-
do de las provincias todas. Hé aquí porque las repúblicas federa-
les conservan cierta solidez y cierta duracion; porque tienen to-
das garantidos y a.,egurados todos los derechos individuales, los
del municipio, los de la provincia, y por fin, los mismos derechos
del Estado.


Pi y MARGALL-19 de Marzo de 1869.


Como se ve, el Sr. Pí y Margall, consecuente con
sus doctriuas individualistas, no solamente pone co-
mo antitéticas la fecleracion de arriba abajo y la de
abajo arriha, sino que ]a primera ni sicluiera la con-
sidera fedrraeioll, pues no le da mas importancia que
la ele una simple descentralizacion. Anclando el tiem-
po, y no mucho tiempo, pensará de olra manera. Por
ejemplo dirá:


Si el procedimiento de ahajo arriba era m6s lógico y más ade-
I~uado á la idea de la federacion; era, en cambio, el de arriha aIJa-
jo más propio de una nacionnlidad ya formada como la nuestra y
en su aplicacion mucho menos peligroso.


Pi y MARGALL.-La República de 1873.


Pues que ¿acaso esa nacionalidad no estaba forma-
da en Mayo de 180m ¿Acaso en 1873 como en 1869
no existia un principio fundamental, el principio de la
autonomía individual, que aconsejaba, que exigía, so
Llena I:k nulidad, la fecleracioll ele abajo arriba?




- 211 -
Oigamos ahora al Sr. Castelar, al jefe de la posible.


He aquí lo que decia los primeros (lias de Abril de
1872, en Sevilla, en un meeting: «Cilldadanos: nOf¡-
otros queremos la República, pero además, y debe-
mos advertirlo para que nadie se equivoque, la Re-
pública que queremos es la República federal, que es
como si dijéramos miel sobJ"e hojuelás.» Sentado es-
te gran principio y dado esta definicion, que escitó la
risa de los circunstantes, el Sr. Castelar comparó la
república unitaria de Francia con la república federal
de los Estados Unidos, y adujo un gran número de
razones para probar que la federal era preferible á la
unitaria.


iY qué entiende el Sr. Castelar por repúblicaiede-
ra!? El Sr. Castelar ha dado de ella un sin número de
definiciones, bien que sin entrar en las metafísicas de
lo de arriba abajo ó lo de abajo arriba, pero sin ser
por esto mas preciso que el Sr. PÍo «¿ Qué es la Re-
pública federal ?» preguntaba el 8 ele Julio de 1873,
y se contestaba á sí mismo: «Es aquella forma de go-
bierno, mediante la cual todas las autonomías exis-
ten y coexisten como existen los astros en el cielo, sin
chocarse jamas. En la república federal todo 11) indi-
vidual pertenece al individuo, todo lo municipal per-
tenece exclusivamente al municipio, todo lo regional
pertenece al Estado y todo lo nacional pertenece á
la Nacion. Y como quiera que en la ciencia mo(lerna
todos estos derechos y todas estas facultades se en-
cuentran completamente definidas y completamente
clasificadas, ni padece el inclividuo, ni padece el mu-
nicipio, ni padece °el Estado, ni padece la N acion de
ninguna manera en una República verdaderamente fe-
deral.»


¡Que cosa tan sencilla es la República federal! ¡Cuan
fácil de arreglar elebe sor la COl1stitucion ele un paü;




- 'W-j-
por el sistema federal, estando como están las autono-
inias determinadas por la ciencia política moderna.
¡Vamos!: no tienen perdon de Dios los federales por
haber pasado once meses i'lin llegar á constituir el
pais, sin haberlo intentado siquiera! Y la mas negra
es que tratándose de una cosa tan sencilla y determi-
nada no se pudieron poner ele acuorelo Pi con Sal-
meron, Salmeron con Castelar, Castelar con Diaz Quin-
tero, ni Pi, Salmeron, Castellar y Diaz Quintero con-
sigo mismos.


Pero volvamos á la fn<leral elel Sr. Castelar. ¿Tra-
taba solamente de una l'flpública descentralizada? No
por cierto: oigamos lo que decia en Sevilla en la ya
citada reunion de últimos de Abril de 1872:


Decia, ciudadanos, que uno de los motivos valederos para pre-
ferir la república federal á la unitaria era pura y simplemente la
cuestion social. Y esto se comprende sin gran esfuerzo, porque el
error de muchos consiste en creer que una cuestion tan compleja
puede resolverse por fórmulas generales. Dadme una fórmula ge-
neral, y al aplicarla en un país donde tan ricas variedades se os-
tentan dentro de la unidad, hallarémos que lo útil, jnsto y con-
veniente para unas provincias, es nocivo, perjudicial é injusto
para otras: remedios eficaces para Galicia, son inet1caces en An-
dalucía; donde la propiedad esté muy dividida, es indispensable
(¡ue la legislacioll civil, respetando lo individual, haga porque la
propiedad se asocie; y donde ésta se halle muy acumulada, debe
hacer, corno ya hizo con la desvinculacion, con los mayorazgos y
con tantos otras medidas de igual índole, que se diversifi(jue y
movilice, fortaleciendo la propiedad individual, que es la base de
la libertad.


Preciso es, por tanto, que la legislacion civil y política quede
al arbitrio de las regiones, cada una de las cuales conoce ~us pro-
pias necesidades y su manera de ser especial mucho mejor que
los gobiernos centrales; es preciso, repito, poner la mira en la
emancipacion social, política y económica del trabajador; es pre-
ciso, en fin, que todos trabajeu, porque el trabajo, adcmás de su
virtud creadora, moraliza y purifica.




- 2iG-
De seguro que ningun federal ha ido tan lejos co·


mo el Sr. Castelar, puesto qUl~ confía á los Estados ó
Cantones la faeultad de legislar librement¡;l sobre lo
civil y lo político.


A esto es á lo qne el Sr. Castelar ll~maha «miel so-
hre hojuelas;» y no es estraño que al echo de tal go-
losina acudieran tantas inocentes moseas qne, como
cm el panal de la üihula, quedaron presas en la federal;
y era tanto el entusiasmo del mismo Sr. Castelar por
esta repúhlica, estaba tan prendado de ella, le tenia tan
engolosinado su ideal politico-socbl que, á los cuatro
meses de proclamada la federal, cuando el pais se
ahogaba en ella decía en el Congreso: «yo tengo la
manía de ser uno ele los más federales de esta Cámara
(R Julio de 1873.)>> En la misma sesion, remachando el
clavo, añadia: «el partido republicano español se ha
empeñado todo entero en que la república ha ele ser
fe(lera1. Y no hay remedio: ó no serú la República, ó,
al revés de lo que dice el Sr. García Ruiz, la República
será federal. N o puede ser de otra manera; no debe
ser ele otra manera; no quiere el partido, no quiere
la Nacíon que sea ele otra manera,» « ..... desde el
punto de vista patriótico aqui no hay más solucioll,
llO puede haber más solucion que la soludon ele la
Hepública federal.»


¡Y (Jue hien le sahia al Sr. Castelar la miel sobre
hojuelas! No bastiÍndole lo antes citado para demos-
trar su amor á la federal, en la misma sesion del 8 de
Julio, exclama: «Véase por que yo quiero la República
federal; y véase por qué yo jamás, jamás, jamás,
apoyaré ni defenderé una república unitaria.»


En la ses ion del 2 de Enero de 1873 pasó esta or·
cena en la Cámara:




- 217-
Pero á nosotros con dos reformas nos basta: prímera, la sepa-


racion de la Iglesia y del Estado: segunda, la abolicion de la es-
clavitud. (Una vo~ : ¿Y la federal?) La federal; eso es organiza-
cion municipal y pI'ovincial, y hablaremos más tarde; eso no vale
la pena. El más federal tiene que aplazarla por diez años. (Una
co~ : ¿Y el proyecto?) Lo quemaron en Cartagena. No me direis
que no soy franco. (El SI'. Annentia: Se acaba la paciencia.) ¿,Se
le acaba la paciencia al Sr Armentia? Pues, SI'. Armentia. yo
tengo derecho como S. S., á decir á mi Pátria lo que pienso y lo
que siento; la Cámara me juzgará; yo, antes que todo, soy hom-
bre de honor y de vergüenza.


CASTELAR.-2 de Enero de 1873.


Ahora, dejemos que hablen los interesados:
Pero no entendemos que los Municipios queden al arbitrio de


los Estados. Así como los Estados confederados y el Estado fede-
ral ó central han de ser legalmente impotentes para cohibir la
Iihertad individual, han de serlo para cohibir la libertad munici-
pal. El municipio ha de ser autónomo como el indivíduo y el Es-
tado confederado; la Constitucion federal, así como pone la libcr-
tad individual por encima de los Estados, ha de poner por encima
de estos la libertad mUllicipal. En este ¡mnto la Constitucion fedc-
mi espallola debe ir más allá que [o. suiza y la norte americana.
Los Municipios pueden formar una Confedel'8cion dentro de cada
Estado confederado. Así como el Estado federal español estó cons-
tituido por la eonfederacion de Ar¡¡gon, Castilla, Catalulla, Gali-
cia, cte., cada Estado confederado, ar¡¡gonés, castellano, catalan,
gallego, etc., puede esta\' constituido por Confederaeion de Muni-
cipios directo mente ó por grupos de Muicipios, á manera de Sub-
Estados ó de las tres Ligas del Estado confederado suizo de loi'!
Grisones.


La Independencia.-i2 de Junio de 1873.


Aquí hemos venido todos con la mejor ¡mena fé á fundar la Re-
pública democrática federal; pero esta Asamblea homogénea don'.




- 218-
de solo se respira federacion, esta Asamblea federal cuya atmós-
fera densa nos ahoga, y últimamente el desdichado ensayo canto-
nal ha desvanecido por completo la luz de nuestras más bellas
ilusiones, hasta tal punto, que yo de mí sé decir que mi dósis fe-
deral es ya tan microscópica, que permítaseme la frase, bien pu-
diérala yo llamar homeopática. De aqui, Sres. Diputados, que
pudiéramos muy bien dividir el federalismo en federalismo rojo y
federalismo Llaneo.


COLUní.-2;) de Agosto de 1873.


¿Qué significa República federal1 ¿Habré yo de decirlo, Sres. Di·
putados, en una Asamblea de federales ....... al parecer? ¿Tendré
yo necesidad de repetir lo que han dicho los hombres eminentes
de nuest¡·o partido, en punto á que el fundamento de la federa-
cíon es el pacto, y que el pacto no se concibe sino viniendo de
abajo arriba? ¿Es por ventura el pacto la ley soberana de una
Asamblea superior que la impone á los organismos inferiores? No,
no lo es de ninguna suerte.


En estos térmiuos, si la presente Asamblea pretendiera por
acaso alterar la eondicion científica é histórica de la federacion,
no tiene autoridad para ello; yo se la niego completamente.


Hay que respetar la ciencia; hay que respetar la lógica: la fe-
deracion significa federacion, significa el enlace por medio del
pacto entre los distintos organismos del Estado.


Pues bien; si al decretar la Asamblea una forma cualquiera de
enlace, contraría á esta, cometería una extralimitacion de autori-
dad, al formar los pueblos sus respectivos cantones, al establecer
el pacto, cumplen religiosamente el principio de la ciencia. lié
aquí demostrado que la Asamblea no tiene absolutamente autori-
dad para hacer que la federacion no sea federacion; no tiene au-
toridad para evitar que los cantones, que los municipios, formen
el pacto con arreglo á los principios de la ciencia.


y yo pregunto: siendo esto aSÍ, siendo esto indis(~utible, el
que algunas comarcas de Espaila empezáran á realizar lo que te-
nian que ejecutar de todas maneras, lo que están en el derecho de
hacer con arreglo á Ilupstra propaganda y á nuestros principios,
¿,es un acto de extraña rebelion, cuando al mismo tiempo reCOllQ--




- 219 -
cian el poder de esta Asamblea para hacer la Constitucion fede-
rativa, cuando al mismo tiempo hasta acataban la autoridad de
un poder que habia dado mil motivos para desconfiar de sus ac-
t€JS? Hé aquí, pues, como el movimiento cantonal en su principio
no merece la execracion que contra él se ha fulminado.


CALA.-30 de Julio de 1873.


En definitiva, nótase cierto movimiento en aquellos partidos
favorables á la causa republicana, y aun cuando no nos hacemos
ilusiones y creemos que los partidos medios solo transigirian eon
la Bepública unitaria, que es, á nuestra manera de ver, peor, si
cabe, que el gobierno monárquico, pues tiene los defectos de aquella
forma de gobierno sin tener, en cambio, ninguna de las pocas cua-
lidades de la monarquia, auguramos que este cambio puede ser
provechoso al porvenir de los asuntos políticos de España, y nos
felicitamos de él, si, como hay motivos para creerlo, obedece á un
impulso del corazon y á la consideracion que más debe pesar
en todo pecho honrado; esto es, el esterminio de la guerra que
asola nuestros campos y la reivindicacion de la paz que intentan
arrebatarnos los sectarios del oscurantismo.


La lndependencia.- 29 de Agosto de :1.873.


No nos equivoquemos, Sres. Diputados, no nos equivoquemos;
en el movimiento cantonal han luchado dos ideas, como luchan
siempre cuando los partidos se levuntan en armas aun cuando los
homores no las sepan, que muchos con frecuencia son torpes ins-
trumentos; han luchado, repito, en el movimiento cantonal dos
ideas, y en esta contienda, una ha sido vencida; la idea que re-
presentaban los rebeldes; y la idea que representaban, Seriores
Dil)utados, no lo ol\'ideis, es la misma que el Sr. Orense anuncia·
ba, la organizacion de abajo arriba; esto ha sido lo vencido, y ya
no queda en pié para la organizacion federal de la República es-
pañola más que un principio, la organizacion de arriba abajo.


S,-I.LMERON.-20 de Agosto de 1873.




- 220-
Han atribuido algunos estas acusaciones al hecho de haber pre-


dicado que la República federal debe venir de abajo arriba y no
de arl'iba abajo. Es eierto; yo habia defendido esa doctrina, y la
habia sostenido y la habia acariciado; pero teniendo en cuenta la
unidad de la Patl'ia, y deseando que no se la quebrantara ni por
un solo momento; hablaba siempre de la 1]()I~esidad de un poder
central para mientras se constituyeran en estados las provincias.
Abandoné dcspues esta teoría. ¿Por qué? Porque yo no soy árbi-
tro de la marcha de los aconteeimientos; porque yo sostenia esa
teoría en el concepto de que mi par lido v i!liese á ocupar el poder
por medio de Ulla revolucion á m8no armada. Habria sido enton-
ces natnral que la revolucion se hiciese de abajo arriba; pero la
República ha venido por el acuerdo de una Asamblea, de una ma-
nera legal y pacífica. Fuí yo el primero que al redactar la propo-
sicion por la cual se proclamaba la República como forma de go-
bierno, acepté que unas Córtes constituyentes viniesen á definir
y organizar la República.


PI y MAllU.\LL (D, FRA~C[Sco.)-6 de Setiemhre de 1873.


Esto representa de un lado el discurso del Sr. Pi, como ha re-
presentado siempre toda supolitica; pero en el punto concreto
que S. S. ha tocado respecto á la obra encomendada á estas Cór-
tes, mal que le pese, contt'a su voluntad, contra sus declaraciones
de hoy, que no puede disipar en una hora su propaganda de a¡jos,
la política de S. S. conspira á la orgallizacion de la República de
abajo arriba por medio de pactos. Esto ha predicado siempre el
SI'. Pí Y Margal!, esto ha sostenido siempre; y como la convic-
cion (sobre todo en temperamentos y cn caractéres como los de
S. S.) se impone á l'ortiori contra el propósito y aun contra las
exigencias de las mismas circunstancias, de ahí que batallando y
reluchando S. S. entre la imperiosa necesidad de mantener el úr-
den dentro del régimen establecido que como gobierno se le im-
ponia, y la conviccion arraigada de toda su vida, que por el im-
perio de la lógica dominaba su espiritu, cayera en la postracíon y
en la inercia, importándole poco al cabo que la fcdcracion se hi-
ciera de abajo arriba por medio de la lucha, de la division de un
l\1ovimicnto separatista quo no 80 creia con fuerza moral para re-





- 22f-
primir, ó que se iwganizára partiendo de la base firme y robusta
de la unidad del Estado y del poder central, cuya !custodia le es-
taba encomendada. Por más que luego haya dicho S. S. que pre-
fiere la organizacion de arriba abajo, ya que de esta suerte habia
venido la República, es lo cierto que el Sr. Pi Y Margall no podia
combatir la organizacion de abajo arriba, que habia profesado
siempre, y que sus discípulos se han apresurado a poner por obra
con la proclamacion de cantones independientes.


SADIERoN.-n de Setiembre de 1873.


{cA los republicanos federales de España.


I.


Asistí al nacimiento del partido republicano federal; asistí tam-
bien á su bautismo; y yo entiendo que el hombre que asiste al
nacimiento y al bautismo de una criatura, debe tener el natural
derecho de aconsejar á la criatura nacida y bautizada.


Oidme bien, republicanos federales; hace muchos aiíos que es-
cuchais mi voz y la conoceis perfectamente.


Cuando los hechos no se experimentan, la opinion es irrespon-
sable, pero cuando están experimentados, hay que ajustar nuestra
razon á la exacta medida del experimento.


Hiérase ó no se hiera nuestro oido; gima ó no gima nuestra
alma; gotee ó no gotee nuestro corazon, 1I000e Ó no llore nuestra
f(\, escuchad lo que os digo, porque lo que yo os digo es tan ver-
dad como el Evangelio.


Oidme: hemos sido vencido~, tal vez deshonrados; y si pode-
mos soportar la desdicha del vencimiento, no podemos vivir con
la deshonra.


(;n medio nos queda de puriflcacion, tener fortaleza para ser
justos, principiando por nosotros mismos.


Para purificarnos, hay que corregirnos y entendernos.
l,Saheis por qué no se levantó desde un principio la potente


ciudad de Cataluiía? Por falta de un hombre.




- 22~-
¿SlIbeis pOI' qué no secundó inmediatamente la inmortal Ciudad


de Aragonf Por falta de un hombre.
¿Sabeis por qué calló Valencia? Por falta de un hombre.
No tenemos hombres, republicanos federales. ¿Por qué engaiíar


al mundo? ¿Por qué engaíiarnos á nosotros? ¿Por qué hacer víc-
timas?


Tenemos el número, la masa; tenemos la idea: tenemos el de-
talle de la reforma; pero carecemos de reformistas.


Tenemos la heroicidad, falta el héroe,
Tenemos la geometría; falta el geómetra.
Tenemos la adivinacion de un nuevo mundo; nos falta un Colon


que roture el Océano.
Sabemos que un éter se pesa; nos falta el Galileo que venga y


lo pese.
Vosotros me direis: ¿no pudiera nuestro partido reorganizarse


y salir más grande y poderoso de la nueva organizacion?
Sí.
¿No podemos triunfar mañana, puesto que las derrotas son


mensajeras de los triunfos, como las tempestades son mensajeras
de las bonanzas, como las tristezas son muchas veces mensajeras
de las alegrías?


Sí.
¿No puede triunfar la federaeion en Espaíia, como en Francia


triunfaron los municipios, las Baronías en Itatia, la confederacion
en los Estados alemanes, el Parlamento en el Reino Unido, el
cisma en Grecia, la protesta en Prusia, el papado en Roma y la
República en Suiza~


Sí.
Pues entonces, direis vosotros, ¿en qué consiste la dificultad?
La gran dificultad consiste en que nos vemos huérfanos de ca-


pacidades.
Consiste tambien en que no ~nspiramos la sut1ciente confianza.
Consiste en que no somos la necesaria garantía de derecho y


de órden.
Consiste en que no tenemos esa autoridad, ese prestigio, ese


ascendiente, esa especie de dón que, con el talento y la riqueza,
comparte el dominio del mundo.


La gran dificultad consiste en instruirnos, en moralizarnos, en
disponernos para la gestion de los negocios públicos




- 223-
Consiste en que no podemos encargarnos de la nacíon.
Consiste en que no merecemos gobernar.
¿Y mníiana? Hablo de hoy.
Republicanos federales, mi fuero interior no está tranquilo, y


nunca es tarde para la expiacion de la conciencia.


n.


Ya sabcis cuúnto anhelo la realizacion del federalismo en nues-
tro país.


Pues bien; si me dijeran: «ahí tienes á EspaDa, acantónala co-
mo más te acomode, dispon y ordena á medida de tu deseo, haz
lo que te plazca; pero tienes que gobernar con tu partido, con los
cantonales, con los intransijentes, sin pedir ayuda á ninguna es-
cuela, os juro por Dios que no aceptaria, porque tengo la perfecta
seguridad de que nosotros mismos nos envolveríamos en el caos.


Abt'igo el íntimo convencimiento, la evidencia absoluta de que
pasaria en toda España lo que ha pasado en una heróica ciudad.


Y ¡si supiérais, republicanos federales, las cosas que he visto ...
no se donde!


Uno viene gritando: (da Junta y el Gobierno están destituidos.»
Otro dice al subir la escalera del Ayuntamiento: «el mejor dia


doy de palos á esa cochina Junta. D
Otro aíiade montado en cólera: «por último tendré que ca ... en


todos. ))
Entretanto, la Junta soberana y la de exámen disputan tres


dias sobre si se dieron ó no se dieron dos limones.
La Junta soberana discutió una vez tres horas seguidas sobre si


salieron del almacen de víveres dos bacalaos.
Otra vez drdicó una sesion entera á dilucidar en qué paraje


deberian venderse las coles.
Se trataba de un asunto importante; entraba un voluntario con


fusil pidiendo alpargatas; las alpargatas se apoderaban de la
sesíon, hasta que todos nos salimos sin haber tomado ningun
acuerdo.


Republicanos federales, ¿es posible gobernar de este modo? No,
no es posible; es imposible de todo punto.




- 22~-


III.


Muchos entienden que basta pronunciar ó escribir los nombres
de República, de democracia, de federacion ó de libertad.


Esto no basta, republicanos federales de nuestro país, porque
la libertad de los viciosos es el vicio, como la libertad de los ig-
norantes es la ignorancia, como la libertad de los ladrotles es el
robo, como la libertad de los tiranos es la tiranía.


t:onviene que esa libertad forme pensamientos, creencias, cos-
tumbres, intereses.


Conviene tambien que esos intereses, esas costumbres, esas
creencias, esos pensamientos formen sociedad, engendren familia,
hagan otro hombre.


Cuando tengamos ese otro hombre, esa familia nueva, esa so-
ciedad libre, gobernaremos á las mil maravillas.


¿Sabeis, republicanos federales, cuando será un hecho la fede·
racion?


La federacion se planteará inevitablemente cuando tengamos el
bastante caudal de virtud y de ciencia, ó cuando, gastJdos todos
los recursos de nuestro país, agotadas las fuerzas de los demás
partidos, arrastrados todos por la necesidad con su cara de hier-
ro, la sangre de otros hombres ó de otras escuelas nnga á enri-
quecer nuestro cerebro y nuestro corazon.


Entretanto, si odiais á Espai1a, si os aborreceis á vosotros mis-
mos, podeis empeiiaros en nuevas empresas belicosas.


Si amais vuestra patria; si amais á vuestros hijos; si quereis
evitar la venida de los Borbones; si quereis ahorraros diez ó doce
afíos de tiranía, unámonos todos contra los bárbaros de la inqui-
sicion.


¡Acabemos todos con esa horrorosa agonía de catorce siglos de
frailes, de nobles y de Reyes!


Mis enemigos dirán ahora que he renegado de mis ideas, que
me he vendIdo al oro de los lilibusteros, que soy un traidor.


Yo respondo: ¿qué no dijeron y qué no hicieron con Jesucristo?
ROQUE llARCIA.-19 de enero de 18H.




- 22:5-
La gravedad de la situacion cs tanta, que exige de todos los


amigos de la Re\olucion lus más g¡'ondes esfuerzos y los mayores
sacrificios. ;\0 debemos forjamos ilusiones ni acerca del estadu
del país, ni acerca de los deberes que nos imponen la liLrrtad en
peligro, la demucrada ün lucha contra sus más impla caLles ad-
versaríos. Es tiempo ya de que las condescendencias terminen,
de que las vacilaciones desaparezcan, de que no sacrifiquemos la
realidad y la política al estrecho espiritu del seetario, á la ciega
intransigencia de un idealismo hueco 6 impotente.


Lo indudable, lo cierto es que si la democracia y la Repúblicl!
han de salvar los podcrosos obstáculos de la restauracion y el car-
lismo, necesitamos, no de unñ República debilitada y enferma,
sino de una República de grande unidad, de rápida iniciativa, de
incontrastable fuerza, de una República, en fin, perfectamente de-
finida, y, por tanto, práctica y posible.


Por otra parte, ¿qu(' es el federalismo sino una fraccion, un par-
tido más ú ménos impOl'tante dentro de la democracia y la Hepú-
blica? Antes 'Iue el federal está el demócrata. Antes que el fede-
ral está el republicano. El fundamento, pues, del federalismo está
en la República y en la democracia, sin las cuales aquel no puede
ni explicarse ni conceLirse. i, Y es, por ventura, en estos momen-
tos la República federal el objetivo de los ataques y amenazas de
la reaecion?


Lo que la reaeeion niega, en los campos de batalla por medio del.
carlismo, en los conciliábulos y en los periódicos por medio del al-
fonsismo, es la libertad, son los derechos reconocidos por la Revo-
lucjon de Setiembre, es la democracia, es, t)!1 último extremo, la
RepúLlica, como forma, como organismo político de Jos principios
democráticos. H(~ aqui porque la democrácin y la República recla-
man el concurso de todos los verdaderos repubicanos, sean cuales-
quiera sus opinioIles eorno individuos, sus compromisos como
hombres de partido. Perdida la República, herida la democrúcia,
triunfante el absolutismo con n. Cárlos ó la restauracion con don
Alfonso, quedarian implícitamente vencidas todas· las fracciones
republicanas, la federal lo mismo que la unitaria, la intransigente
lo mismo que la copciliadora y benévola.


Levantar en estos' instantes la bandera de cualquiera de las
fracciones en que se ha dividido la Hepública es acto de ve¡'da-


1;'j




- ~2í1 -
dera insensatez, de imperdonable delirio. ¿Acaso puede alguna de
estas fracciones eOllsiderarse eomo representacion única y genui-
na de la República? El mismo Gobierno; si se separa de los ele-
mentos republicanos ¡,no pierde significaeion y fuerza, vitalidad y
energía?


Pero el federalismo no es sólo una fraccion más ó ménos nu-
merosa é importante de la Repúhlica. El federalismo es una frac-
eion republicana que no ha podido trazar su programa de gobier-
no, que no ha sahido definir y eoneretar sus ~spir~ciones, que no
ha logrado trazar 111la Constitucion aceptable, que ni en cuestion
de procedimientos ha fijado su criterio marcando distintamente
su línea de eonducta. Por esto ha vóeilado en todas las cuestiones
y ha llegado á los límites de la anarquía. Por esto no podia tocar
ningun asunto grave sin que la tempestad se desencadenase y el
rayo le asfixiara. Trató de encerrar en sus estrechos moldes á la
Revolueion y á la República, y la Hevolucion y la Hepública los
hicieron saltar en pedazos,
~o, no podemos sacrificar á uno yana aspiracion el presente y


el porvenir de la República. No podemos levantar hoy la bande-
ra del exclusivismo cuando la libertad y lit democracia y la Hepú·
IJlica exiJen nuestro conclll'SO, exijen el eoncurso de todos los
repuhlicanos. Que todas nuestras diferencias, que todas nuestras
disensiones se horren ante la gran necesidad de snlv31' la demo-
craeia y consolidar la República. Lo repetiremos una vez más. El
federalismo no es sólo pequeiío finte la República, sino vago,
ineompleto é insuficiente, por tanto, é incapaz de constituir una
situacion política robusta y saludable. Seamos, pues, lo que he-
mos sido siempre. unámonos en nombre de la democracia y la
Repllhlir.a con todo el que á título de demóel'ata y republicano
ingrese en nuestras filas. ~Qué nos importa el poder? Lo que nos
importa es que la Hepúhlicll se salve, y se salvará, á no dudarlo,
si la abnegacion y el patriotismo no llOn perdido su influjo en el
antiguo pnrtido republicano.


Ln Discusion.-2i de Abril de f8H.


,El federalismo es la esclusion, el federalismo es la intransi-
gencia, el federalismo no es la grande, la poderosa Hepllbliea que




- 227 -
necesitamos oponer á los partidllrios de don Cárlos y á los partí·
daríos de don Alfonso, sino la microscópica, la COllsunta Repú-
blica que nos llevó á Cartagena y Sevilla. Dentro del federalismo
no cabe hoy la revoluciol1 de setiembre. Dentro del federalismo
no caben los nuevos elementos republicanos. ¿Es que se pretende
que volvamos á comenzar la obra de f873?»


IJo' Tndppendencin.-28 do Abril do 1874.


l Y los tres jamases? l Con quó se renunció á la
miel sobre hoj uelas? ¡Cuidado, señores ex-federales,
que no se les aplique lo de «no se hizo la miel...»




- 228-


XTT.


La cola.


La -['ederal tuvo su cola. como la tienen todos los
cometas ... y todas las rCllúblicas. La cola de la fede-
ral rué el cantonalisnlO.


Nrítase un fenómmlO constante en todas las repúbli-
cas modernas. y cs CIUC las teoríaR de la república
democrática no resisten nunca la prueLa de un ensa-
yo hecho por los mismos que la predicaron. El Señor
Castelar ya nos dijo que los republicanoR no servian
para afianzar las repúblicas; que los monárquicos
eran los destinados á [nndadas una vez proclamadas,
y lurgo á consolidarlas. Esto traducido en prosa cor-
riente vale tanto como decir qne para que una re-
pública Rea posihle, Ri(püera temporalmcl1 te, se nece-
sita que esté en manos ele hombres (Ille para gobernar
prescindan de los principios recolllcndados por los
repllhlicanos: mas claro, que gobiernen los monár-
quicos con una monarquía de apariencias y nombre
de rnpública. Yo no se qne se pueda dar mayor COI1-
(lnnaeion de la república que esta confesion (lel gran
lribuno.


Pero es el easo (Iue eomo los republicanos no se
prestan ~l ROl' gohenados por los monárquicos, eR nc-
cesario qne el paíR sufra el ensayo üe la república
po!' los republicanos, y aquí empiezan la cola ó las co-
las. El ensayo causa general descontento, porque re-
sulta exactamente lo eontrario de lo fILW se habia pro-
metido. Los engafíados de buena fé se lamentan del
chasco y reniegan! de RIl rrerlulic1arl: los (Ine atrapa-




- 229-
ron el poder se curan poco de esos clamores, pero los
que no cogieron en la percha, se dirijen iÍ los incau-
tos para decirles que la república signe siendo el me-
jor de los gobiernos llosibles; pero no aquella repú-
blica falsificada sino otra. La otra es la cola quo le
sale á la república existente y que acaba por derribar-
la; llero apenas entronizada la otra, viene el desen-
canto y al momento le sale la cola de otra repúhli-
ca qne ha de' ser la bnena, y así indefinidamente,


Se proclamó la repúlJlica 0111 (le fehroro ele 187:3,
y como desplles (le Jlroclamada se viera que no ma-
naban por todas partes arroyos de leche y miel-pero
sí ele sangre y podredumbre - segun se habia pro-
metido, ompeJló el estt'ibillo (le que aqnello no era lq
buena república, puesto que era la república á secas;
que en cuanto se proclamara la federal ya sería otra
cosa. Proclamóse la federal el 7 ele junio, y las co-
sas siguieron un poco pOOl' qne ostahan con la repú-
blica sin a(ljetivo. Entonces se averignó que la huena,
la que nos hahia (lf) hacer felices á todos, no era la
federal de Figneras sino la otra, la intransijente. lle-
cho este descubrimiento, se proclamó la buona, la
federal intransijelltc, la (le Pí-Estévanez; pero luego
rosllltó que esa otra no es la otra que ha (le colmar
nuestra dicha;· quo la verdadera es la cantonal. Po-
cos elias rlespues, 0114, .castclar describe con los mas
halagüeños colol'CS el paraíso terrenal de los canto-
nrs. A esto dicen los de Sevilla, Mdlaga, C~ldiz. etc.:
«iSi es tan escelente, á que esperar más? Vellga la
otJ'a al momento.» Y en efecto, el 25, proclaman la
otra, la verdadera, la inmej orable. Esta dialéctica
irresistible, este ejemplo contagioso, arrastran á Car-
tagcna, Alcoy, Valencia, Castellon.y otras ~oblaciones
ganosas de llegar á la república mejor, a la prome-
tida Jauja. En Mala~a, no contentos ya con la canto-




- 230 -
nal, entran en duda 80bre sí la buena, la otra, será
la de Solier ó la de Carvajal, y lo discuten á tiros. En
Cartagena surjen dudas por el estilo, y la república
cantonal de Galvez triunfa de la de De Balio; pero si
aquello no acaba, indudablemente otro dia hubiera
triunfado la cola que lo sali9ra a la república dA Galvez.


Quedamos, pues, en que el cantonalismo no fué si-
110 la: cola que le salió Él la federal, en virtud de las
leyes fisicológicas, naturales, indeclinables, que con-
denan las repúblicas a ese incomodo y mortal apén-
dice.


Ahora, cedamos la palabra ú los interesados.


A fines del mismo Junio habia estallado una insurreccion en
Sevilla. Suponíase que habia armas y no se las queria repartir nI
pueblo. Anduvieron las autoridades lentas en ollrar, y la insur-
reccion triunfante, invadió el Parque y se apoderó de tubos de
fusil, de sables, de lanzas, de cañones. Las corporaciones popu-
lares que se creyel'on obligadas á intervenir en el conllicio, lle-
garon á una como avenencia con el Capitan general, que se habia
retirado con sus escasas tropas á la fábrica de tabacos, y acallaba
de recibir refuerzos de la ciudad de Cádiz. No pudiendo luego
éste cumplir lo ofrecido, hicieron suya la cuestion mnchos de los
mediadores, y la insurreccion fué tomando un carácter ger.eral y
serio. La madrugada del 30, el gobernador que acabamos de man-
dar á tan importante provincia, escribia ya que creia inevitable la
proclamacion del Estado de Andalucía ...... .


Desgraciadamente todo es inútil. Llega Contreras el Hi á Car-
tagena, y á poeo, ciudad, arsenal, castillos, fragatas, todo se en-
trega á los rebeld.'s. Se proclama el Canton Murciano La junta se
eleva á la categoría de gobierno. El fuego se extiende á la pro-
vincia' y amenaza difunrlirse por las demás de España. ¿Cómo
dominar el alzamiento? Los dos batallones de Iberia que estaban
en La Palma han entra.i.o en la plaza, yno tardará en seguirles
el de cazadores de Mendigorrí~. Cuenta la insurreccion con co-
ron eles, con generales, con ejército, con marina, con un formida-




- 231 -
ble material de g'uerra. Cuenta para mayor prestigio suyo y des
,"entura de la Bepública, hasta con diputndos de la Asamblea.
Cuenta con una ciudad fortificada como ninguna, que, bien abas-
tecida y guardada por buenos defensores, puede sin peligro desa-
fiar al mayor de los ejércitos. Tiene en su favor las dificultades
que suscitan al Gobierno la guerra, la indisciplina, la perturbacion
material y moral propia de los períodos .revolucionarios.


PI y MARGALL.-La República de 1873.


No; lo quiero todo por la Bepública, porque tengo un nombre
que conservar, un nombre que es mi único patrimonio, un nom-
bre querido en Europa, un nombre querido en América, un nom-
bre que está indisolublemente unido á la República, mientras esos
sublevados anónimos se pierden hoy en su irresponsabilidad y se
perdel'án marrana en los abismos oscuros de donde no han debido
salir jamás, y de donde los ha sacado el antojo de las ciegas re-
voluciones ..... .


Que, ~habeis creido que esos hombres no se hubieran levanta-
do si se hubiesen proclamado inmediatamente los cantones? ¿,QUl~
tienen ellos que \"el' con los cantoues? ¿Qué s¡¡ben ellos de can-
tones? Habíais de haber dado la Constitucion más republicana del
mundo, la más federal; habíais de haber puesto en practica todas
las utopias socia listas; habíais de haber trasformado la tierra, ca-
lllO Jacobo Boehm quería, y ellos se hubieran levantado, porque,
lmllangueros por naturaleza, lo que buscan es pescar un g-rado en
el agua turbia de los motines vergonzosos.


CASTELAR.-30 de Julio de 1873.


¿Qué carúcter revistecl movimiento insurrec~ional de las pro-
vincias del Mediodia? ¿Qué bandera sustentan los insurrectos? Si
siempre, como he ~icho, es sensible toda insurreccion contra los
poderes constituidos, lo es mas cuando no hay razones en que
fundarla; y esto es dobkmente s~nsible, porque es una insnrrec-
cion sin bandera, ó al menos, yo no la conozco. Señores Diputa-
dos que se sentaban en esos bancos, y que venia n uno y otro dia
pidiendo reformas y economías, se han puesto al frente de ese




- ~32-
alzamiento; son trascurridos ya, desde que la revolucion se inició,
diez y siete ó diez y ocho di as, y en todo este tiempo no hemos
yisto en la bandera de esos insurrectos ninguna reforma, ninguna
economía; no es, pues, una insurreccion en la que se sostengan
principios determinados. .


Hay que deducirla, hay que conocerla por sus fl'utos; y, Sres.
Diputados, los frutos de esa insurreccion son bien conocidos. To-
dos habeis oido uno y otro dia los telégramas que de distintos
puntos de la Peninsula recibe el Gobierno. En todas partes la in-
surreccion reviste el mismo carácter. Ballllera de lainsnrreccion
m Cartagena: 3 millones invertidos nI) sabemos en qué. Bandera
de la illsnrreccion en A lmería: digo mal, en Almería no hay in-
surreccion; bandera de la insurreccion de Cartagena que va con
buques del Estado á Almería; les importa poco, muy poco á los
insurrectos que Almería se declare independiente, que se declare
ó no en cantan; les interesa mucho, muy mucho que se les den
dos millone~. No hahlo ya de la ocupacion de fondos públicos,
porque acostumbrados estamos aquí á conocer y saber quc las
insurrecciones necesitan cuartos, y que cuando los insurrectos no
los tienen, acuden á los fondos públicos, que consideran como
fondos del comun.


tQué carácter reviste la insurreccion de Cádiz? El adjudicarse no
sé de que manera la fábrica de tabacos. En todas partes presenta
la insurreccion el mismo carácter, la misma bandera.


PIlEFI;~JO.-30 de Julio de 1873.


Deeidme, Sres. Diputados, ¿es esta la conducta que vosotros
haheis seguido? El mismo dia que os reunisteis en este Palacio,
cuando nó érais todavía mas que Diputadas electos, hicisteis re-
sonar esta techumbre al grito de « ¡viva la Rcp¡'lblica federa!!» lo
mismo los de la derecha que los de la izquierda y los del centro.
Estos gritos eran á poco repetidos delante del pórtico del Congre-
so, no solo por los voluntarios de la República, sino por todas
las fuerzas del f'jército que guarnecian esta plaza. ¿No compren-
disteis el peligro quc desde entonces existia de que las provincias
quisiesen convertir en hecho esa proelamacion de nombre que
haciais de la Hepública federal? A los ocho dias, en cuanto se




- 23;~ -
constituyó el Congreso, aprobaisteis por unanimidad una proposl-
cíon en la cual se decía que la República federal era la forma de
gobierno de la Nacion espaiiola. ¿Y no queriais que de aqui na-
ciesen consecuencias? Me direis que yo lo consentí. No; ya sabeis
que yo soy republicano federal, pero no voté aquella proposicion.


PI y MARGALL (FRANCISCO.)-.-·6 de Setiembre de 1873.


Buscando el Sr. Pí las causas de la insurreccion cantonal, dijo
que la principal y la mas grave era la proclamacion que hubo en
esta Asamblea de la República federal. Ya lo ois, seiiores de la
izquierda; ya lo oye el respetable Sr. Orense, que, desde la Pre-
sidencia, poco menos que obligó á la Cámara á que proclamára
la Repúblca federnl en determinado momento; ya lo oye la Cáma-
ra entera, ya lo sabe el país: la causa principal de la insurreccion
cantonal, lo acaba de decir p,l Sr. PÍ, fué la proclamacion, hecha
en este recinto, de la República federal. Yo puedo decir al Sr. Pí,
porque quiero que todo se sepa, que yo me encuentro en el mis-
mo caso que S. S.; que yo tampoco voté aquella proposicion por-
que me parcció la mas anti· pnrlamentaria que aquí ha podido
discutirse y votarse. Aquella proposicion no venia en los términos
quc el Reglamento marca y que la prudencia aconseja; aquella
proposicion venia asi como de soslayo á resolver la cuestion más
importante y mas trascendental que estábamos llamados á resol-
ver. ¿Es posible, seiiores, que sin discutir la Constitucion, sin
discutir las bases sobre que esta Constitucion tenía que asentarse,
sin tener en cuenta las condiciones, de lugar y de tiempo del
país, sin recordar los principios de nuestro partido, sin hacer nada
de lo que la prudencia aconseja para resolver sobre problema de
tan escepcional importaneia; es posible que una euestion de esta
naturaleza se trajera como aquella se trajo y se votára como aque-
lla se votó?


MAISONNAYE.-6 de Setiembre de :1.873.


«A estas horas las bombas de nuestras baterías han causado
muchas ruinas y diezmado las filas de los rebeldes; á estas horas
montones de cenizas y ruinas ocupan el lugar de las manufactu-




- 231,-
ras, de las fábrieas, de las casas de comercio de la ciue fué rica
ciudad y arsenal importante; á estas ho\'as los cadáveres llenan
las calles, y la desolacion y la muerte se pasean por donde cor-
rían la industl'ia bajo mil formas diversas y la actividad con noble
tin. El tiempo se encargará de reparar (Jon mano pródiga tantos
desastres; pero la historia dirá en su dia cuanta maldad se escon-
dió enCartagena, cuán bien proc.edió el Gobierno no deteni('ndo-
se ni ante la sangre ni ante las ruinas.


Que á todos nos sirva este espectáculo doloroso de leecion pro-
vechosa. Desgracia es que la hayamos adquirido entre el humo de
las ruinas y de la sangre de los extraviados, desgl'acia es que la
obcccacion nos trajera á esta situacion que deploramos; pero no
seríamos dignos si IlUuióramos rehusado su provocacion insensa-
ta. La república no combate en Cartagena tan sólo el cantonalis·
mo, combate á la anrtrquia Ji al carlismo que en la resistencia de
Cartagena flan su triunfo.


La Discnsian.-El Eco de Espaiía del 2 de Diciembre de 18i3.


Que el resultado del Dtaque de Cartagena y su relldicion son
causas de espectacion general y producen un malestar indecible
que á su vez dificulta la accion del gobierno, es cosa que nadie
ignora y que todo el mundo vé, pOI' poco que su inteligencia fibra
los ojos á la luz de la actualidad política; que la ínsuI'reccion car-
tagenera proporciona á los carlistas numerosos alijos de armas y
pprtrechos de guerra con la mayor seguridad, es una considera-
cion flue á nadie puede ocultarse; que In persistencia de la insur-
reccion cantonal en el último, pero mas terrible de sus reductos,
mantiene alejada de la persecucion carlista una respetable parte
de nuestro ejército, el cual convenientemente repartido en las
provincias invadidas por los sectarios del absolutismo formaria un
refuerzo que cada dia se hace mas y mas necesario, es asimismo
una verdad que nadie desconoce; y flnalmente, ([ue mienll'as los
rebéldes que desde los muros de Ca rtagena y mandados por Con-
treras ametrallan á la República continuen en tan liberticida acti-
tud, todo será en España posible, menos la felicidad del órden y
la esperanza de la paz, es cosa tan cierta, tan clara J tan indudable,




- 235-
que es preciso haber perdid~ el sentimiento dr. la razon y hasta
el sentido comun, para osar ponerla en tela de juicio.


y dados estos precedentes, dadas estas premisas que se asien-
tan en la opinion general de todas las gentes que no comercian
con la política ni con las desdicha's dol país, ¿,qué puede desearse,
qué puede pedirse, quó puede hasta exigirse del gobierno. que no
sea la prontísima paci!icacion de nuestra· hermana del Mediterrá-
neo, por cuantos medios el ingénio humano le sugiera? Nuestra
conviccíon en esta parte es tal, que hasta admitiríamos el asolto, si
apurados todos los recursos solo este fuese capaz de reducir á
Cartagena en un breve plazo, por mas que no se nos oculte lo
costoso y mortífero de su empleo, y por mas que nos repugne el
derramamiento de sangre, tanto mas generosa, cuanto es por par-
te del ejército, ma~ inoeente.


Pero no hay que d~rle vueltas; solo cuando los males son gl'8n-
des son precisos los grandes remedios, y si despues de la lentitud
de los preparativos de ataque, si despues de la perezosa aglome-
racion de los medios de fuerza ante los muros de Cartagena, si
dcspues de cuatro interminables lIIeses de orgía ?J de escándalo
palitiros?J sociales por parte de los l'eúeldes, estos no han vuelto
en sí de su embriaguez, de su ceguedad ó de sus malas intencio-
nes, precisa que sc les demuestre de una vez que era la compa-
siol! y no el temor lo que detenia el brazo del gobierno de la Be-
pública, y que ha llegado ya la hora de la espiacion y de la ener-
gín, cue;;te lo que cueste, y caiga quien caiga.


Si éontemplaciones para nosotros incomprensibles, si torpezas
gubernativas inescnsnbles, si combinaciones y demoras siempre
para nuestra causa pel'judiciales demoraran el cumplimiento de
este sagrado deber, entonces no serian los cantonalistas sino el
gobierno quien seria de ello responsable ante el país y ante la
historia. Termine de IIIW vez bacanal tan inmunda, melodrama
tan ridículo como sangriento, y bórrese de una vez por todas tan
negra mancha del albo manto de nuestra República.


La lndependencia.-H de Diciem.brede i 873




- 23B-


AL GOBIERXO CENTRALISTA


MENSAJE.


Siendo víctima Cartagena de un atentado nuncn visto contra el
derecho de humanidad, hacemos saber al Gobierno Centralista
que, si en el término de 2f¡ horas no se suspende el bombardeo,
que está asesinando á un pueblo inocente en nuestros castillos, en
nuestros balunrtes, en nuestros buques, enal'bolaremos la bande-
ra lmglo-america na.


Si el matar silenciosamente á la mujer y al niíio se llama de-
recho; si está en esta barbarie el derecho patrio, Gartagena mal-
dice á la patria.


Elija el Gobierno de Madrid: ó dejamos de ser tratados como
tigres, ó pediremos ser criaturas humanas en el seno de un pue-
blo libre, digno, trabajador y honrado.


Cartagena Hi de diciembre de 1873.
Roque l1ál'cia.


EíJ copia,-R. Rojas.


Al Embajador de la República Anglo-Americana.


Sr. Embajador: Suplicamos á V. se sirva trasmitir á su Gobier-
no las siguientes palabras de un pueblo héroe, de un pueblo már-
tir, de un pueblo fuerte, de un pueblo invencible.


Hace veinte y un dia y veinte y una noche que están vomitan-
do sobre nosotros el hierro de la muerte, como si fuéramos fieras
del bosque ó perros rabiosos.


Ninguna autoridad ha dado aviso á los niiios, á las mujeres, {¡
los enfermos y á los ancianos.


Ningunn autoridad ha dicho á la madre espaiiola: muere con
tu esposo, pero salva á tu hijo.


Ningun Gobierno nos ha intimado la rendicion; nosotros no nos
hubiéramos rendido, no nos rendiremos, aunque nos dijera que
nos rindiéramos.




- 237 -
Pero el hecho es que no nos ha dicho que nos rindamos. Nadie


ha pronunciado una sola palabra; nadie nos ha dado un consejo;
!ludie nos ha dado una sola razon; con nosotros se hace lo que
con una víbora; aquí te cojo, aquí te aplasto.


So nos aplastará, Sr. Embajador; el objeto es aplastarla.
Nosotros no sabemos á estas horas quien nos combate: no sa-


bemos si son ladrones; no sahemos si son asesinos; no sabemos
si son incendiados; y resistiremos hoy, resistiremos mañana, y
siempre, á esos presuntos incendiarios, á esos ignorados ladrones,
á esos silenciosos asesinos.


Sépalo la América, sépalo la Europa, sépalo el mundo, aqui se
comete un atentado horrible contra el derecho de familia, de la
patria, de la civilizacion, del cristianismo, del ser humano; y en
el nombre del ser humano, del cristianismo, de la civilizacion, de
la patl'ia y de la familia; en nombre del pueblo y de Dios pregun-
tamos á la gran república americana si nos autoriza en un caso
estremo como medio último de salvacion enarbolar en nuestros
buques, en nuestros castillos, en nuestros baluartes un pendon fe-
deral glorioso y acatado en todo el Norte.


El pendan que ondeara en Filadelfia; aquel Congreso que supo
dar un dia generoso, un día infinito, un dia sacrosanto á las na-
cientes libertades americanas.


Ten Amos una gloria inmensa en ser españoles, raza de ht'roes,
genio de gigantes.


Tenemos una gloria inmensa en heredar el nombre y las ceni
zas de nuestros mayores: mas si España consiente estos sacri-
ficios gentiles, esta crueldad desconocida, esta crueldad inmola-
da en los Kalmukos de la Siberia, aprenda España que hay en
este mundo una criatura mas grande que ella, la humanidad.


Delibere la Union del Norte sobre estas maldades de OccidentJ
y háganos saber su msolucion con la calma del justo.


Sí, con calma, pueblo americano, porque Cartagena tiene que
ser como la roca de los mares, ni se rompe, ni se rinde, ni tiem-
bla.


Cartagena :16 de diciembre de 1873.
Roque Bárcia.


Es copia,-R. Rojas.




- 2;)8-
Los magníficos almacenes abiertos, saqueados ú en completo


estado de destruccion todos sus efectos;" perdida la cantidad in-
mensa de járcias que existian en estos depó.sitos; la suciedad y el
abandono en todas partes, y los terribles efectos de los proyecti-
les en todos los edificios. Indudablemente contl'a los proyectiles
de hoy no hay construcciones posibles. El almacen general de efec-
tos y del parque son una prueba de ello. El dique 110tante está su-
mergido; se igl\Ora aun si tiene algun desperfecto; en la dársenn
se ven los estremos del vapor « Estremadura. y del falucho dsa-
helita,» sumergidos tambien por efecto de los proyectiles. Los
!10,000 cajones que existian en el arsenal están abiertos, rotos y
yacíos. De los efectos apresados á los vapores mercantes, los que
no se han repartido los cantonales, los han arrojado al mar; solo
de papel hay una cantidad inmensa flotando en la dársena.


Me han asegurado que Delbazo murió en el navío Francisco,
hoy destinado á pon ton; no es cierto, pues, que subiera- á Gale-
ras. En Jos depósitos del arsenal me mostraron tambien el trigo
que aun quedaba á los insurrectos": no era en gran cantidad; en
cambio tenian un número infinito de barriles de sardinas y de sa-
lazones. Salí de aquel punto con el ánimo contristado. ¡ Espanta
el considerar el número de millones perdidos para el Estado, solo
en aquel lugar!


El Imparcial.-21 de enero de i874.


LA MAQUINA DE BÁHCIA.


Sigue el nunca bien ponderado Hoque 13árcia lanzando artícu-
los, manifiestos y declaraciones desde su escondrijo de Cartagena,
y diciendo grandes verdades á sus antiguos amigos, los federa-
listas. Hoy llega á nuestras manos un Manifiesto á la nacian, fe-
cha i4, del cual vamos á entresacar algunos párrafos, pues 16
merecen.


«Este manifiesto, dice, no es una confesíon arrancada al es-
panto, sino un grito d"e mi conciencia, conciencia no turbada,
pero angustiada profundamente.


Soy un cobarde que tiene el deber de dar lecciones á Jos más
valerosos .•




- 23\1-
El manifestante cuenta cuan opuesto fué siempre á los moví-


mientos insurreceionales; pero ante la insurreccion de Julio en
Sevilla, Cadiz, Valencia y Cartagena, confiesa que creyó que era
llegada la hora del triunfo.


"j Ah! prosigue. En el desarrollo del movimiento obró la sávía
de la idea, esa sangre del almn, porque la idea existia; pero' fal-
taba la sulieiencia para dirigir y crear, porque no habia hombres.


Baja el ~ Vigilante» la bandúra de nuestro país y levanta una
bandera rojn. Las ordennnzas marítimas dicen que .buque que
arria un pabellon é iza otro, es huque pirata," y esto esplica que
la fragata .Federico Cárlos» apresase nuestl'o vapor.


E/ prusiano hizo lo que debió hacer, ateniéndose á la ley es-
crita: el vapor «Vigilante» fué ·buena presa dentro del derecho
positivo.


Dos buques cantonales bombardean despues á mi amada ciudad
de AlmerÍa ; bombardean una plaza abierta, una ciudad franca,
infringiendo el tratado de Paris, celebrado en 1.806, firmad·o poI'
Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y Portugal.


Esto esplica que dos buques de esas naciones apresasen nues-
tras fragatas .Almansa) y «Vitoria)) en nombre del derecho in-
ternacional, tambien en nombre de un derecho anterior que se
lIam'a el sagrado derecho de gentes.


Los cantonales estábamos fuera de la humanidad: es decir, es-
tábamos fuera de la gran civilizacion.


Lo diré más grá[icamente, porql1e es necesario que España me
entierída : los cantonales éramos unos bárbaros que p.retendian
difundir la cultura; ó unos hombres cultos que intentaban fundar
una barbarie.


Cuando me enteré de que AlmerÍa habia sido bombardeada, se
me heló la sangre, y concebí la idea de marcharme á Orán, por-
que ví claramente lo que venia, lo que en efecto vino, porque te-
nia que venir.


El bombardeo de Almería, como el de Alicante, fué la sepul-
tura de la República federal: la I'ederacion está enterrada bajo los
escombros que hicieron caer nuestros proyectiles.


Cuando advertí luego que llovian sobre Cartagena cien mil gra-
nadas, dije para mí en medio de aquel ruido formidable: "Alme-
ría nos saluda, ,




- 2400-
La democracia se convirtió en absolutismo, y tuvo que morir


la democracia, como si el despotismo se hiciera demócrata mo-
riria el despotismo.


Si el salvaje se convierte en hombre, acaba el snlyuje. Si d
hombre se convierte en salvaje, acaba el hombre.


Hepublicanos federales de toda Esvalia, oidme: tenemos la
idea, pero nos falta el hecho; tenemos el espíritu, pero nos falta
la materia; tenemos el ángel, pero nos falta quien lo Ilrve.


Yo pregunto á todos los intransigentes de sana intencion ¿tiene
nuestro partido autoridad, poder y ciencia para llevar á cabo la
reforma del viejo estado, de la vieja iglesia, de la vieja curia y
del viejo noble?


¿Tiene autoridad, poder y ciencia para gobernar á una nacion
de diez y siete millones de almas, único pueblo de la tierra en
que el absolutismo está librando una batalla que dura meses, que
dura ailos, que Dios sabe lo que durará?


Yo; intransigente, digo (Iue no : yo, intransigente, lo niego en
absoluto: yo, intransigente, confieso mi impotencia: yo, intransi-
si gente, reconozco nuestra nulidad.


¿Por qué ha sucumbido el invencible pueblo de Cartngena'( Por
nuestra ineptitud.


¿POI' qué sucumbió Cádiz? Por nuestra ineptitud.
¿Por qué sucumbió Málaga? Por nuestra ineptitud.
¡,Por qué sucumbió tambien Valencia? Por nuestra ineptitud.
y es que nos hemos empeliado en levantar un palacio de pie-


dra con una baraja de naipes; es que nos hemos empeliado en
que la República, nacida ayer, tiene que ser una mujer formada,
una madre hacendosa, con el necesario caudal de esperiencia para
gobernar su cusa y sus I~ijos.


Mientrus que discurramos de este modo Serl)11l0S víctimas de una
inocencia, porque inocencia es la ilusiono


Planteemos de frente la cuestion, porque estos cuadros no ud-
miten medias tintas; hay unf! masa trabajadora, llena de vigor,
csperanza del mundo, m'anantial pCl'( nne de honrudez y de génio:
hay un pueblo sufrido, leal, fervoroso, valiente, magnánimo; pe-
ro al lado de ese pueblo vírgen, de ese pueblo heróico bulle mu-
cho perdido, mucho mercader, mucho tahur, mucho truan, mu-
cho baratero.




- 241 -
Y no hay que darle vueltas, pueblo generoso: eon barateros,


eon mercaderes, con truhanes, y con tahures no cabe en lo po-
silJle gobernar á las sociedades humanas.


¿Quiéres saber por qué? Voy á decírtelo.
Para que un sistema pueda establecerse, y crear sus formas, es


indispensable que represente los intereses de un siglo y de un
pueblo.


¿Y qué intereses pueden representar ciertas levaduras? ¿Qué
pueblo ó qué siglo han de dirigir?


Procediendo de la manera que se ha procedido (yo lo debo ca-
liar) se desgarra á un país, no se hace una revolucion.


Y ya que la federacíon no tiene medios (yo lo he visto) para
dirigir los negocios públicos, declaro y juro no levantarme contra
ningun gobierno constituido, no siendo el gobierno de la Inqui-
sicion.


Aunque me indultasen, no aeeptara el indulto: me iré al ex-
tranjero inmediatamente que eonvalezca y pueda evadirme, si la
vid;] me alcanza: lo exige mi honor; pero los escombros de Car-
tagena me han enseiíado una verdad, y yo debo deeirla al pueblo,
ya que es sagrada toda idea escrita con sangre sobre las ruinas
de un pueblo querido.


¡Sí, republicanos federales! Cuando un partido es nulo para go'
bernar, comete un atentado levantándose contra quien gobierna.


Li'berales de todos matiees, vamos contra el absolutismo que
calcinó los huesos de nuestros padres.


Lo demás vendrá cuando deba venir: el reloj del tiempo no ha
marcado la hora: Dios no lo quiere todavía y siempre ha de ser
lo que quiera Dios.»


AMEN.


La Politica.-27 de Enero de 1874.


¡Ah, Sr. Bárcia, Sr. Bárcia, cuánto mejor no hubiera sido con-
tener á tiempo los impulsos de la soberbia y del orgullo y no ha-
ber contribuido á extraviar las masas crédulas é ignorant"es que
venir a hora á mostrar un arrepentimiento tardío y de difÍeil justi_


. 16




- 2[12 ...".
tlcacion, aunque tal vez de buenas consecuencias, lo que cele-
bramos despues dc todo! Pcro lo repetimos; el arrepentimicnto es,
por desgracia de la República, algo tardío, y la historia no os
perdonará, el partido republicano no os perdonará;.ese grito de
la conciencia :que os acusaba por las inocentes víctimas quc la
barbarie de vuestros correligionarios causó en Almería no os dc-
jará punto de reposo; si la libertad huye de Espaiía, su sombra os
perseguirá tambien, y si la República desaparece, todos los aman-
tes del prugreso os seiíalarán como uno de los causantes de tan
inmensa desgracia (1).


La Discusion.-2i de Enero de I8a.


UN CADÁVER INSEPULTO.


Supongo que no habrá quien sospeche que intento sincerarme
para hallar gracia en los que gobjernan.


Al que tantas prisiones ha sufrido, no puede importarle una pri.
sion mas.


El que no ha temblado bajo el horrible estruendo de 100,000
proyectiles, no puede temblar ante un enojo de la polítiell Ó ante
un capricho de la suerte.


Ni el gobierno deberá estar nirado con nosotros, puesto que no
nos levantamos contl'a los hombres del actual poder, sino contra
ministros que, titulándose federales, nos negaron contra todo de-
recho la federacion.


No hablo por miedo: hablo por conciencia: hablo como he ha-
blado toda mi vida.


Muchos me preguntan: ¿Si estaba V. tan violento en Cartage-
na, por qué permaneeia7 .


Mucho me repugna tocar este asunto; pero algo tengo que de-
eir, porque mi honor no es solo mio.


Estaba en C31'tagella porque, cuando solicitaba pase de la Jun-
ta, no se dallll cuenta del oficio en que lo podia.


(i) Hccomienuo ú la meditacion del Sr. Castelar, arrepentido de la fede-
tal y de tan las olras cosas, eslas graves y sensatas reflexiones de La, Discu-
s¡:on ... y se las recomiendo tambien á la misma Discusion.-.,f.




- 24,3-
Estaba en Cartagena porque tenia la imprescindible obligacion


de no provocar graves perturbaciones.
Estaba en Cartagena porque mi retirada hubiera ocasionado un


hondo conflicto.
Estaba en Cartagena porque no me dejaban: salir ni yo lo he


debido intentar.
Estaba en Cartagena, porque se indicó el bombardeo y el peli-


gro me sujetaba, puesto que mi deber era morir con mis herma-
nos.


Estalla en Cartagena, porque entre la muerte y la fuga¡ ningun
homllre digno puede amar su vida.


Estaba en Cartagena, porque era prisionero, mas de los sitiados
que de los sitiadores.


Paso al asunto de este artículo. Desde el bombardeo de Alme-
ría, dejé de asistir á la Junta, y mi existencia fué un martirio y un
remordimiento.


Se me aseguró que en aquel bombardeo habia perecido una
mujer con una criatura, y la sombra de aquellas víctimas me ator-
mentaba cruelmente.


Muchas veces me despertaba sobresaltado, creyendo escuchar
una voz que decia: «No duprmas: tu república federal, tu repúbli-
ca humana, esa república que has predicado tanto tiempo, pasó
por Almería y me robó á mi hijo. Dí: ¿es esta tu república'?»


Qué bombardeo mas desgraciado! ¡Qué hora tan terrible!
Pero conste que al hablar de la junta no me refiero á sus indi-


viduos, á quienes debo mucha honra y mucha alabanza. Todos
mis compaíieros son muy santos, muy justos, muy héroes; pero
no sirven ni para el gobierno de una aldea .


. y de esta insuficiencia absoluta para el manejo de los negocios
públicos; de esta ignorancia pertinaz; de este abandono incorre-
gible, nacen todas las desventuras que han caido, como si hubie·
~en llovido del cielo, sobre el movimiento que ha terminado; ese
movimiento colosal, cuyo primero y último suspiro están sellados
con tanta sangre y con tantas lágrimas en los gloriosos muros de
una ciudad heróica.


Abandono, rué la desgracia del parque.
Abandono, el incendio de la «retuan».
Abandono, la carnicería de la puerta de Madrid.




- 2H-
Abandono, In pérdida prevista del Castillo de la Atalaya.
Ahandono, la fuga de Chinchilla.
Para que pueda gradual'se hasta que punto nos hace imhéciles


la faltn de esperiencia en el gobierno, voy á referir un incidente,
entre muchos de que no me quiero acordar.


El Castillo de la Concepcion tiene un polvorín con 24,000 ar-
rohas de pólvora, Durante tres ó cuatro dias estuvimos con dos as-
pilleras abiertas que comunicahan con el poh"ol'in y que recibían
los continuos fuegos de las baterías sitiadoras,


Aliado mismo de las aspilleras cayeron dos ó tres proyectiles.
¿Qué cosa mas fácil que haber caido uno dentro de la pólvora,
como cayó en el parque de artillería, habiendu entrado por una
reja?


Amen de esto, bajo las galerías del castillo, contiguas todas al
polvorin, se habian amparado muchas familias y cada una de ellas
ellcendia lumbre.


¿No pudo una chispa producir el incendiu de aquella cantidad
de pólvora? Pues si esto acontece, todo Cartagena hubiese yola do
hasta las nubes. La cllldad de Murcia, quc dista nueve leguas, se
hubiera eonfIlovido, sino derribado.


Cuando veo que esta ciudad existe, tAugo que atribuirlo á un
milagro patente dc la Providencia. Sí; cs un prodigio quc no nos
hallemos bajo eseomhros los sitiadores y los sitiados.


Finalmente: por una inocentada del destino, no hemos ido to-
dos á visitar la luna.


¡Oh! ruinas de Cartagena, primer monumento del pueblo lati-
no, profecía augusta de un mundo que está en gérmen! ¡Oh rui-
flas sagradas! ¡Cuántas y('rdades me habeis revelado!


Yo lloraré sobre vosotras toda mi vida; :mnque un acento mis-
terioso anuncia á la tierra que estos sublimes infortunios dc los
pueblos son besos que da el hombre y que Dios rf~cibe.


Si hay quien creo que le debo algo, reelame á la historia.
Si hay quien crea que le debo algo, ajuste cuentas con la hu-


manidad.
Sí hay quien crea que" le debo algo, pídalo á Dios.
Vamos al secreto de nuestro presente.




- 2~5-


11.


Hace diez meses que dije á un ministl'O: «esta política nos lleva
á Serrano)).


y Serrano vino, porque dobió venil'.
No es suya la culpa, sino de quien lo trajo con su torpeza,
Lo que ha hecho el duque de la Tone lo habria hecho yo, si yo


hubiera tenido su podel' y su plan.
enas constituyentes federales rlllc se tornan en (~nelIligas jura-


mentadas de la federaeion, no In8recian acabar de un modo más
cl'istiano.


Ka las mató Pavía: las mató su suerte,
;\0 las mató Pavía: se mataron eUas.
¿,Quisieron volyer sobre sí cuando ya tenian clavado el pulial en


el corazon?
¡ Ah! Era tardo.
Actualmente digo á Espolia: «si la república no pacifica á nues-


tro país, tendrá que venir la restaurncion. »
¿Por qué? POI'que cuando una idea, una dinastía, una tradicion,


una fé, una persona, tiene un Iln histórico que cumplir, tal'de ú
temprnno viene á cumplirlo.


Puedc venir antes; puede venir despues; pero vienc,
Puede venir por distintos senderos; puede viajar por muchos


paises antes de venir; pero vienc.
y estn necesidnd suprema de las cosas no pertenece á la moral


de los partidos, sino á la infalible moral del tiempo, que es la mo·
ral de la Providencia.


Aunque nosotros no lo creamos, hay muchas cosns en este
mundo que están reseryndas al gobierno de Dios, y In moral de
los sucesos es una de ellas,


Lo que debe arder, arde.
y lo que debe pasar, pasa.
y lo que debe venir, viene.
Podemos horadar un monte; pero no podemos rompel' este


axioma.
Si la república no pacillca á Espelía, vendrán los Borbones,




2~6 -
vendrán sin disputa; vendrán forzosamente, porque vendrán con
aquel fin.


Vendrán, sin que nadie pueda impedirlo, porque vendrán Ha-
mados por la moral histórica; vendrán llamados por-la moral de
esa Providencia que habla por la boca de cada pueblo y de cada
siglo.


Oiganlo todos los partidos liberales: ó concluye la guerra civil
ó viene don Alfonso con diez ó doce años de tiranía,


IlI.


Hepublicanos federales; no nos empeñemos por ahora en plan -
tear el federalismo.


Es una idea que está en ciernes; es una fruta que está madu-
rando y conviene esperar la sazono


Cuando el sol y el ambiente la maduren, poco importará que
algunos digan que no está madura.


Yo la he visto; yo la he tocado y os aseguro que hoy está verde.
El gobierno que nos pacifique será un gobierno patriótico; en


una palabra, será el gobierno nacional.
¡Trabajemos todos los espaiioles por ese gobierno verdadera-


. mente español!
Escuso decir que no estaré al lado de ninguna política contra


la lealtad de mis convicciones; pero hago público que aceptaré
todo gobierno constituido el cual combata á los partida¡'ios de la
inquisicion y de los frailes.


Todo, menos morir quemados en nombre de la caridad,
En este sentido, sin abjurar de mis ideas, siendo lo que siem-


pre fuí, lo que seré siempre, reconozco al gobierno actual y esta.
ré con él en la lucha contra el absolutismo.


¡Demos tierra á ese cadáver insepulto!
¡Acabemos con esa ignominia!
¡Salvémonos de esa deshonra!
Las naciones nos mÍl'an y vuelven el rostro como si fuéramos


los apestados de la humánidad.-17 de enero de 1871,.
Roque Bál'cia,




- 2~7


ePARTE DE UNA HESPUESTA.


Hay quien se encoleriza porque he demostrado la ineptitud de
la Junta de Cartagena y de mi partido, para establecer un úrden
de cosas aceptable: sobre todo, posible.


y puesto que hoy quien se sulfura p.orque no he dicho nada,
estoy en el debe¡' de decir algo; aunque sea poco.


Sepa el que me insulta, que omití hablar de unas ordenanzas
reales, declaradas vigentes, aquí en Cartagena, en plena república
fcdcml, en pleno derecho democrático, usurpando esas leyes á la
escuela conservadora y al monarca Cárlos IH.


Omití hablar de consejos de guerra que decretaban fusilamien-
tos, como lo pudo hacer el conde de Espaiía.


Omití decir que se hablaba de fusilar, como puede' un creyente
hablar de la gloria.


Omití recordar ciel'ta música que corrió las calles con bandera
neg¡'8, pidiendo á voz en grito la pena de muerte.


Omití hablar de varias personas que estuvieron presas meses
enteros, sin que alma viva las tomara declaracion.


Omití hablar de manifestaciones con fusiles y caiíones Krupp.
Omití hacer rnencion de un hombre del pueLlo, convertido de


manos á boca en general.
Omití hablar de cuentas que no se han rendido.
Omití hablar de incautaciones que no se han esplicado.
O!ilití hablar de una policía que asesina á un hombre por la es-


palda. .
Omití hublar de un inspector, ladron maestro, que mata á un


jÓVClI, lIe:1O de vida, por haber hurtado un patiuclo que habia
costado diez y seis reales.


Omití hablar de un ladron grande que mata «oficialmente)) al
ladron pequeiío.


Omití hablar de esos homicidios alevosos.
Omití hablar de esos asesinatos increibles.
Omití hablar de cierto olicio, comunicado al intendente, en el


cual se munifestalJa que, habiendo acordado b Junta pasar por las
armas á los rateros, autorizaba á la intendencia para que fusilase
ú sus factores.




- 2&8-
Omití hablar de un gobierno provisional y de una Junta sobe-


rana l[Ue fueron presos en una noche, sin que se pudiera saber
quién los prendió.


Alberto Araus vivía en el piso segundo del arsenal: abrió un
baleon para respirar libremente, cuando un centinela le grita
desde abajo: «si no cierra V. le disparo un tiro.'


De mí se decir que he sido insultado muchas veces, y preso dos.
Durante treinta aiios he disputado con todos los partidos de


Espaiia en el periódico, en el libro, en el folleto, en la hoja vo-
lante, en las Academias, en el Congreso, en el Senado, en todas
partes: yo no me he visto nunca tan mal tratadó, tan grosera-
mente ofendido como me he visto en Cartagena, no por un pue-
blo que no tiene igual, dechado de llobleza, de abnegacion y dc
heroismo, ejemplo inmortal en la histol'ia de Espaiia: no por ese
pueblo entusiasta, sino por tanto vivido/" como acude á toda re-
vuelta, porque bien dijo Chateaubl'iand que COIl las tempestades
nacen los insectos.


Aquí hemos hablado mucho de república, de federacion, de
cantonalismo, de humanidad, de bistoria, de la tierra y del ciclo;
pero es el caso que ha reinado una tiranía mas violenta que la
mas violenta opresion.


Cllando el hombre libre se exagera, es el enemigo mas despia -
dado, mas soberbio, mas insolente de la libertad.


Cnando la libertad sale de punto, es mas absolutista que el al¡·
solutismo mas ciego.


Lo manifestado hace yer que las democracias mal formadas ó
mal definidas, son peores que el realismo tl'adicionHl, porque el
realismo está organizado, y aunque mucho disuelve, algo crea;
mientras que toda democracia en embrion disuelve sin crear.


Si esta disolucion fuera cantonalismo, me arrepentiria de sel'
cantonal.


Si fuera república, me arrepentiria de ser republicano.
Si fuera democracia, me arrepentiría de ser demócrata.
Si fuera humanidad, me arrepentiria de ser hombre.
Si fuera Cristo,· me arrepentiria de ser cristiano.
Creo en el pueblo; ese pueblo que es el amor de toda mi vida:


no creo en los caballeros de industria que lo engaiian y lo sa-
quean.




- 249-
Creo en 18 necesaria intransigencia de los principios: no creo


en gohiernos intransigentes.
Creo en la idea de la federacion: no creo por ahora en el r(~gi­


men federativo.
Creo tambien que, si hay manera de establecer una política que


pacifique á Esparra, garantiendo los intereses de la ciencia, del
arte, del comercio, de las industrias y de los oficios, ese gobierno
recibirá las bendiciones'de todo el país. Yo aceptaria de buen gra-
do á ese gobierno bienhechor, y estaria con él en la lucha contra
el absolutismo.


Creo, por último, que acabar con la guerra y hacer de modo
que nos podamos entender, levantando nuestro abatklo crédito,
vale tanto como salvar la civilizacion y la patria: tambien la re-
pública.-Roque Bárcia.


f 6 de enero de 1874.»


Como final, y para dar la medida del patriotismo
de los cantonalistas, véase este curioso documento:


,d los espaiíoles.-Sitiado en Cartagena, mal podin ocuparme
de las aseveraciones do la prensa. Hoy, relegado en este castillo,
he sabido que algun periódico me hn tachado de filibustero.


Protesto contra semejante tacha, siquiera ese estigma se hubie-
re lanzado hipotéticamente: mi hoja de servicios, mi conducta en
Cuba y mi tenaz oposicion en la junta de Cartagena, donde en un
momento de exaltacion hubo quien propuso enarbolar en la plrtza
y en los fuertes el pabellon norte americano, constituyen prueúas
sobradas de mi asedo.


Los compromisos politicos que contraje, cumplidos están, pero
ni entonces, ni nunca, he dejado ni dejaré de ser español.


Fuerte de San Felipe, en Orán, á 26 de Enero de 1874. -El
general, Felix Fe/Te)' y ltlom.))




- 250-


XIII.


La Hacienda.


Nadie desconoce aquel aforismo de uu célebre mI-
nistro frances: «Dadme huena política y os daré hue-
na hacienda.» Esta es la disculpa que podrian buscar
los ministros de Hacienda de la repúLlica, echando la
responsabilidad sohre sus compañeros de ministerio,
si ellos no fueran cómplices de su política.


En este capítulo, de materia delicada, me propon-
go no entrar 811 consideracion alguna: basta para
juzgar la gestion de la IIacien(la de la república con
decir que durante el período revolncionario se dupli-
có la deuda y se consumieron cantidades enormes,
producto de la venta de bienes nacionales y no nacio-
nales. Esto por lo que se refiere al Tesoro púhlico
solamente, pues si se sumara lo que los republicanos
derrocharon de fondos de las municipalidades y de
las provincias, causaría espanto. El armamento, equi-
po, bandas y demas gastos de los voluntarios de la
repúhlica, las fortificaciones, etc. otc., fuoron un ver-
dadero Pactolo para los gobernadores de las llarata-
rias quo, en opinion del Sr. Castelar, lmscaban y ha-
llaron los Sanchos (lo su partido. Pero (le esto no hay
que ocuparnos porque faltan datos para ello, aun qne
lo lloren los contribuyentes de todos pueblos, chicos
y grandes.


De la gestion ele "la Haeienda de los indefinibles
tampoco podemos decir gran cosa, pues eomo siem-
pro gobernaron con la trihuna cerrada y la imprenta
amordazada, particularmente en lo referente ú la Ha-




- 251 -
cienda, nos faltan testigos que declaren sobre ella. Pa-
ra que no pase en absoluto silencio, me limitaré á co-
piar aquí las apreciaciones que leo en La Epoca del
3 de Diciembre de 1876, y perd6neseme que por una
sola vez me valga de testigo tachable, es decir, no re-
volucionario, bien que no sea sino para recordar lo
que es público y notorio. Dice asi:


Anticipos al Tesoro á pagar mitad en efectivo y mitad en valo-
res que podian adquirirse con un quebranto de 40 á 50 por ciento.
Prórroga forzosn, con circunstancias agravantes, impuesta á los
tenedores de le!ras y pagarés. Emision de bonos en condiciones
altamente desfavorables. Negociacion de parte de los mismos, fra-
casada á pesar de las grandes ventajas ofl'Ccidas á los suscritores.
Proyecto de arreglo de la deuda que no llegó siquiera á intentarse.
Supresion de los intereses de la deuda en el presupuesto. Creacíon
de nuevos impuestos que no respondieron á los cálculos de la
administracion, dando productos insignificantes. Presupuesto for-
mado con unos doscientos millones de sobrante que arrojó sobre
mil de déficit. Venta de bonos por el Tesoro en las condiciones
onerosísimas que recientemente indic~mos, y cuya compra deja-
ba á los especuladores un beneficio de 80 por ciento al mes.


Empiece ahora el interrogatorio de testigos inta-
ehahles.


El ejército era escaso; los parques estaban sin armas; las ar-
cas del Tesoro, axhaustas. Fusiles pedian á voz en grito los pueblos
y no los habia. Dinero reelamaban á cada pas~ los generales en
jefe, y era preciso poco menos que hacer milagros para facilitarlo.
Para que fuese mayor el apuro, la Diputacion de Barcelona prime-
ro, la Asamblea despues, aumentaban en una peseta diaria el ha-
ber del soldado'. Se nos otorgaban cuantos créditos pedíamos; pe-
ro la dificultad estaba en realizarlos, perdida ya la confianza en
los gobiernos españoles porque habian faltado al cumplimiento de
sus obligaciones y de sns más solemnes promesas.


PI y ~IARGALL.-La Rupública de 1873.




- :252-
Está visto, seiíores , que no se puede uno finr ni en In mús pe-


queiía de las satisfacciones. Recordará la Cúmara, y más partieu-
larmente el Sr. \3enitez de Lugo, que se halIa al frente de la co-
mision de presupuestos, que se dió como cosn heeha la rebaja de
aquel 2 por eiento que de prisa y corriendo nos metieron el ¡¡¡io
pasado en la ley de presupuestos. Pues bien; hoy recibo una cnr-
tn de Cóceres, ó In que acompnila el Boletín Oficial de aquella pro-
vineia, en el que se eneuentra una circular del administrador eco-
Iiómieo disponiendo que se verifique la cohranza de la eontrilJu-
eion como se venia haeiendo, sin perjuieio de lo que determinen
despues las autoridndes superiores. De modo que este buen seií!)r,
este administrador eeonómieo empieza por eobrar la eontribueiotl
como á él le parece mejor. Este, seiíores, es el eaos, esto es ha-
cer cada uno lo que quiere. Yo espero que el Sr. Benitez de Lugo
proeurará que se meta en eostura á ese administrador eeonómieo,
haciéndole entender que las contrihueiones deheu eobrarse segun
dispongan las Córtes y no eomo á él se le antoje. l1emedie, pues,
esto el Sr. Benitez de Lugo , si no quiere que yo le trate eomo su
señoría ha tratildo, en mi entender eon justicia, al Sr. ministro de
Hacienda.


He tenido la curiosidad de formar una lista de los diferentes in-
di viduos que hun sido ministros en esta última temporada; de esa
lista resulta que la coseeha no ha sido mala, si no en calidad, en
eantidad á lo menos; y al eontemplal' esa lista, lIO ho podido de-
jar de d,~cir para mi capote: ¿quién ha nombrado al SI'. Car'v<ljal
ministro de Hacienda? Dos veees se le ha conferido este ministf'-
rio, en el gobierno del 23 de Junio y en el de 18 de Julio que re-
lizmente nos rige, y ¡cosa singular! primero rué nombrado por el
Sr. Pí en el ministerio que presidió, y que le valió ser llamado
traidor; y despues por los Sres. Salmeron, Cnstelar y otros fauto-
res de Ministerios, pues sabido es que estas cosas suelen arreglar-
se entre cuatro amigos, sin que los demás tengamos en ello ni la
menor parte ni la más pequeiía noticia.


Pues bien; aqui entra mi curiosidad. i,Dil'ia el Sr. Carvajal al
Sr. Pi sus ideas en materia de Hacienda? Yo creo que no; porque
si le hubiera dicho que en su opinion las repúblicas eran mas
caras que las monarquías, le hubiera mandado á paseo. ¿Cómo,
pues, se nombró ministro de Hacienda al Sr. Camljalt




- 2~3 -
Lo mismo digo respecto de los Sres. Salmeron y Castelar. Com-


prendo que no exijan profundos y especiales conocimientos á los
que hayan de encargarse de los ministerios, pero es preciso que
tengan siquiera ciertas nociones generales, y en otro caso no
nombrarlos ministros ni nada. Si el Sr. Carvajal proclamó esa
teoría ante los Sres_ Salmeron y Castelar, ¿cómo no comprendie-
ron estos que no servia para ministro de una república el que tal
heregia sustentaba? Yo no me esplico, pues, cómo se nos entran
:llluí algunos di) contl'aballdo nada lIlenos que para ser ministros.


Creo, seílores, que las revoluciones son siempre santas y bue-
nas cuando sirven pat'a hacer grandes variaciones en benefido
del pueblo; y no sé eH qué consiste que apenas se hace una reyo-
lucion, los que se ponen al fl'ente de ella toman grande apego á
los abusos y un ódio increible á las reformas. Por esto no puedo
yo ser nunca ministerial de ninglln ministcrio ....


¿Xo he de ser severo con los que han manejado nuestra hacien-
da, cuando hcmos malgastado casi todos los bienes nacionales?
Beconocer la deuda está bien; declaremos que hemos de pagar,
pero que no nos ahoguen los aCl'cl!dores para que les demos lo que
necesitamos aute todo para acabar la guerra del Xorte; porque al
fin y al cabo, si es "erdad que debemos y no podemos pagar á to-
dos, lo justo es que aplacemos el pago de aquellos que han gana-
do con la deuda.


Es, sin embargo, un hecho doloroso que hemos contraido
ft,0,000 millones de deuda, y voy á esplicar cómo se ha hecho ese
milagro tan opuesto al de los panes y los peces. Sellores, en to-
dos los países hay deuda flotante y deuda consolidada, cuya dife-
f'Cl'encia diré luego. Pues bien, nosotros tenemos 40,000 millones
de deuda, ó sea la mitad de la que contrajo Inglaterra para triun-
fal' de Napolcon, y la lllitad lambien de lo que han gastado los
Estados-Unidos en su titánica guerra con los separatistas, que
allí lo eran efectivamente, y 110 los que aquí se han insurreccio-
do para establecer los cantones. Se dice que una parte de esa enor-
me cantidad se ha empleado en ferro-carriles y obras públicas.
Bien empleado está; pero cuando menos 30,000 millones de rea-
les se nos han ido sin saller en qué, pues respecto á lo gastado
para hacer órden, como suele decirse, hay que tener en cuenta
que aquí el órden no se ha entendido siempre como en otras par-




- 2M -
tes. La tranquilidad material, ¿quién no la quiere? Lo que es me-
nester es que los gobiernos se atraigan la voluntad de los gober-
nados por conviccion; y esto no ha sucedido en Esparra, siendo
el resultado que ha habido insurrecciones, y en ellas, como no
podia menos, el órden material ha tenido que turbarse.


y en este punto se dice que en ninguna otra nacion pasa lo que
en España. Cierto; pero tampoco en ninguna nacion se imaginan
disparates como los que aquí se hacen. ¿Se ocurrió en Francia al
gobierno de MI'. Thiers des pues de la guerra con Prusia acudir á
un empréstito forzoso? Xada de eso; allí se hicieron ciertas com-
binaciones que atrajeron á los capitalistas, y así el empréstito se
cubrió cuarenta veces. En España, donde hay que cobrar las con·
tribuciones con la fuerza del ejército, decir á los contribuyentes;
«si no me das de grado tal anticipo, lo tomaré por la fuerza,» es
lo mismo que declarar que se cobrará desde luego forzosamente.


y voy á la deuda flotante y consolidada. Esta última tiene el
mismo carácter que los censos en que no hay que pagar el capi-
tal, y sí solo los réditos. Por eso .Inglaterra, aunque tiene una
deuda consolidada enorme, no hay que temer que quiebre mien-
tras tenga recursos para pagar la renta. La deuda flotante ya es
otra cosa. En la deuda flotante el gobierno se obliga á pagar el
capital, y de ahí que 108 gobiernos procuren no aumentarla y
traten de convertirla en consolidada; pero esto que hecho con
medida es bueno, queriéndolo hacer á borbotones es peligroso. El
serror ministro de Hacienda viene ahora á decirnos que pague-
mos, y yo cl'eo que antes debe hacerse y acabarse la guerra,
porque si triunfara D. Cárlos, que no lo espero, el cuidado de pa-
gar sería suyo.


Pero se dice que la denda es de la nacion, y es cierto: en In-
glaterra, donde todo es de la reina, solo la denda es nacional. Y
bien, ¿qué hizo ese país para reponerse de la situacion en que
habia quedado á consecuencia de los grandes gastos nacionales
por la tremenda resistencia de Pitt contra Napoleon? Allí en cuanto
ncabó la guerra empezaron las economías, y vinieron nquellos
ministros reformistas in'gleses que fueron quitando contribucio-
nes, con lo que aumentaron los llroductos de Ins que quedaban.
Lo mismo hémos debido hacer nosotros; pero lejos de eso, consu-
mimos una parte de los impuestos públicos en gastos improducti-




vos, como por ejemplo, en sostener un ejército de empleados. Y
no es que yo me oponga á que haya los necesarios, pero sí á que
In nacion sea de los empleados ....


He dicho que las revoluciones deben ser grandes, profundas y
hechas de prisa, y si entre nosotros no se verifica así es porque
no se quiere. Yo escrilJÍ hace aiios el"Programa democrático en
forma de decretos, del cual se hizo poco. caso, porque en nuestro
pnrtido sucede que todos quieren ser Papas, en lo cual están en
su derecho, por mas que ese derecho nos conduzca á muchos tor-
cidos. Escribí, digo, ese libro, y se lo mandé al fiscnl para que
me dijera si podia ó no publicarse, pues no tenía ganas de espo·
nerme á nuevas persecuciones; pero como el fiscal no dijera que
sí ni que no, hubo algunos de los que me rodeaban de mandar
una copia al Sr. Ruiz Pons, quien lo publicó en Zaragoza, si bien
á costa de su vida, pues la causa que se le formó con ese motivo
le acarreó la muerte.


y por cierto que ni el partido liberal ni el democrático se han
acordado de esta víctima de sus ideas políticas, pues nquí al que
ene ni la caridad le levnnta ....


Voy á esplicar ahot'a' lo que el pueblo entiende por cantones,
cuya esplicacion es muy exacta y admisible, porque el pueblo
tiene cierto sentido que le hace ver lás cosns bajo su yerdadero
punto de VÍstu. Los cantones para la mayoría de los pueblos, sean
ó no republicunos, significa: «líbrenos Dios Nuestro Seiior de las
oficinas, tribunales y demás impertinencius que desde Madrid nos
están fastidüllldo,» Esto entienden los que se ocupan de política,
que á mi juicio debian ocuparse todos los espaiioles, porque ha-
biendo mucha par'te de ellos indiferentes, evitan que la balanza se
incline á un lado, y por esta razon Solon los llamaba traidores.


Pues bien, en los pueblos han oido que declarándose cantones
podrán interesarse con entusiasmo por el bien de Espaiía, pero
sin tener que ,-et' nada con Madrid, y han dicho: declarémonos
cantonales; pero sin dejar por esto de ser espaiioles. Es cierto que
han ocurrido algunas desgracias; pero ¿no ocurrieron tambien
en 1808, en 1823, en que murieron arrastrudos muchos genera-
les? Y sin embargo dn esto, cuando hablamos de 1-808 nos ocu-
pamos más del triunfo que conseguimos que de las desgracias que
ocurrieron, porque por más que las deploremos mucho, no es ca-




- 2tlG-
sa de que digamos: ojalá nos hubieran ycncido, con tal de que no
hubiera ocurrido desgracia alguno.


Lo que debemos hacer es á todo trance evitar el que se diga
que todo esto es igual á lo pasado, porque nos desacreditaríamos
despues de hab8r sostenido toda la vida que la república es la uni-
ca forma de gobierno que puede hacer la felicidad de los pueblos.


Viniendo á la cuestion financiera, os voy á leer lo que yo hu-
biera hecho una vez proclamada la repüblica:


((Para que el sistema republicano sea uno verdad, y no pueda
decirse que este gobierno es igual al anterior, los diputados que sus-
criben proponen á las Córtes Constituyentes el siguiente proyecto
de ley. (Lee uno como suyo.) D


Esto es lo que hubiera yo hecho, y estoy segurísimo de que el
pueblo hubiera quedado completamente satisfecho, porque solo
pagaba la mitad que lo de hoy, y esta mitad la pagaría con mucho
gusto. Si esto se hubiera hecho, no hubiéramos tenido revDlucio-
lJes cantonales; porque al explicar las razones que tenia n para ha-
cer esta revolucion, se les hubiera dicho: "Pues eso que piden Vds.
ya está hecho; D y se hubiera evitado la efusion de sangre. Pero
los gobiernos de ahora, lejos de pensar en rebajar las contribucio-
nes al pueblo, lo que hacen es aumentarlas de un modo horrible.


Tengan, pues, presente los seilores diputados, que 110 tenemos
mas que 1.800 millones de ingresos, de los enales se nos lleva
1.~00 el ministerio de Hacienda: así es que apenas tenemos para
la deuda; pero yo sobre esto debo decÍl' que los que contrajeron
esas deudas son los que las deben pagar: nosotros las reconoceré-
mos para cuando vengan buenos tiempos; pero ahora sería un
disparate.


Siempre que se ha venido á proponer á las Córtes un elllprésti-
to, se ha dicho, que con ¿.¡ íbamos á salir de apuros, y ha sucedi-
do lo contrario, porque despues hemos estado peor. Se hacia una
operaeion para enjugar el déficit, y luego resultaba que habia que
enjugar otras muchas cosas.


ORENSE (JosÉ MARiA).-i8 de Agosto de 1873.


De público se dice, y á esta Cámara se ha traido por el actual
Ministro de Hacienda un proyecto pididiendo una próroga, dice,




- 207 -
para admitir suscriciones; de público se dice que no hay quien
concurra al empréstito que aquí acordamos; de público se dice y
confirmado ha sido por todos los Ministros de Hacienda, que hay
muchas provincias en Espaiia donde los contribuyentes se niegan
á pagar ó no pueden pagar; bien público y notorio es que no te-
nemos un solo real para pngar el cupon vencido, ni el resto si-
quiera de los vencimientos anteriores; de público se dice que no
podeis hacer uso de estas reservas porque no teneis al efecto ni
armas ni uniformes. Y cuando esto acontece, cerrais las puertas
de la Cámara; y cuando esto acontece, renunciais al derecho de
hacer las leyes, y os eliminais por completo de vuestro gran sos·
ten, de vuestro principal sosten; diré mas, de vuestro único sosten.


BARTOLOMÉ y SA~TAMARIA.-f8 de Setiembre de 1873.


Este fatnl gobierno, necesita más dinero que existe en el mundo.
A todo impone contribucion; de todo saca dinero.
La nueva contribucion de timbre le ha servido para tomar dos-


cientos millones á un interés usurario, concediendo al prestamis-
ta el derecho de recaudacion.


Esto es escandaloso, pero en esta época de escándalos, nada
nos llama ya la atencion.


Entre tanto, es un hecho que se cobra la contribucion territo-
rial, y el anticipo forzoso, y la de subsidio, y la del papel sellado,
y la de efectos estancados, y la de loterías, etc., etc.


Es asimismo un hecho que cobra á su vencimiento la mayor
parte de las cantidades de pagarés de Bienes nacionales; y es un
hecho, por último, que no se paga á las clases activas y pasivas,
ni á los ayuntamientos, ni á los contratistas de obras, ni al clero,
ni á nadie, si se exceptúa á los ministros y á los militares.


Tanto escándalo, ¿puede sufrirse mucho tiempo?


El Reformista.-23 de Diciembre de 1873.


iVerdad es que estamos alg'o lejos de aquella con-
tribucion única que nos había prometido el Sr. Cas-
telar y de aquel alivio en los impuestos que el Sr. Fi-
gueras nos aseguró disfrutaríamos desde el primer


i7




- 258-
día? Y no se nos tache de impacientes, pues el se-
ñor Castelar nos tiene dicho que «las reformas que
no se hacen el primer dia no se hacen nunca.»


Si el Gobierno se fija en el lamentable rspcctáculo que presen-
tan todos los ramos de la administracion , se convencerá de cuán
apremiante es la necesidad de acudir al remedio de las causas que
lo producen. Y si se propone, como creemos, acabar con la guer·
ra fratricida que absorve los recursos del Tesoro; levantar el cr{'-
dito nacional; contener el aumento asombroso que de dia en dia
va adquiriendo la deuda pública; apartarse del ruinoso sistema de
empréstitos y anticipos, y no recurrir al empeiio de las rentas más
pingües del Estado; decídase á tener Hacienda, lo cual no podrá
conseguirse mientras subsista la anarquía que impera en la pro-
vision de los destinos.


La Discusion.-21J de Febrero de 1874.


Pero no basta ofrecer esta seguridad de palabra: cuando en 13
de Mayo entraba en el Ministerio, tuve ya un conocimiento (por-
que las cosas venian de antiguo y no queria hablar ante el país
de este estado por respeto á mis dignos antecesores y por con si-
deracion tambien á una dependencia importante del Estado), re-
conocí desde el aiio 72, en los últimos dias en que allí me he en·
contrado, que el órden interior del Tesoro dejaba mucho que de-
sear, y cuando lo comprendí salí del Ministerio. Así es que al
volver en 18H, mi primer cuida.do y deber al ser nombrado un
nuevo director, fué procurar averiguar cual era aquella situacion.
Tengo aquí los oficios originales, porque esos oficios fueron pedi-
dos por mí para hacer la defensa de mi conducta si vinieran car-
gos, los cargos que preveia de otro lado en aquella situacion;
cuando el director me decia y me manifestaba aquella situacion
de palabra, le hice que la explicara por escrito, para poder demos-
trar en su día el estado !3n que se encontraba el Tesoro y lo que
hice tambien para mejorarla. Xo he de leerlos, porque dicen lo
mismo que decia el Sr. )Iinistro de Hacienda; son esas unas órde-
nes que se redactan en la misma forma, y estoy seguro dc que las
redactó la misma persona, porque las palabras casi son textuales;




- 2~9 -
pero hay en aquellas (creo son dos ó tres las que tengo) declara-
ciones importantísimas, que dieron lugar á que por mi parte adop·
tase determinaciones en{'rgicas, mandando al director del Tesoro,
de cuyo celo tenia perfecta seguridad, que procurase organizar las
dependencias del Tesoro de una manera que no diera lugar á que'
jaso Cuando me convencí de que el celo de aquel éligno funciona-
rio era de todo punto insuficiente para conseguir el propósito que
honradamente tenia, que no era otro que el de cumplir con su
deber; cuando me convencí de que iban á ser sus esfuerzos inúti-
les, me decidí á aconsejar al Presidente del Poder ejecutivo la
formacion de una Junta inspectora y consultiva del Tesoro, com-
puesta de dignísimas personas, algunas de las cuales se sientan
en esta Cámara, y cuyo presidente, el Sr. Candau, se encuentra
en este momomento en este mismo escaiio.


Ellos saben bien el interés con que al constituirse esa Junta les
expliqué clara, detalladamente, sin embajes ni rodeos de ningun
género, el conocimiento que tenia de la situacion del Tesoro, y la
necesidad de poner el remedio que era dable en el estado aquel
de las cosas; y doy gracias en estos momentos á aquella Junta y
á su digno presidente por la manera con que se dedicaron á exa-
minar todos los antecedentes, el estado de la eontabi;idad y una
multitud de expedientes graves, cuyo resultado podia interesar
grandemente al Tesoro. Estaban encargados de formar el balance
del Tesoro, como despues explicaré (y al deeir des¡mes, es porque
habreis comprendido que no quiero entrar en lo fundamental que
me propongo exponer, porque tendría que interrumpir mi discur.
so en breve por lo avanzado de la hora), y tengo el mayor gusto
en rec~nocer que prestaron grandes servicios en tiempo de mi
administracion; servicios que, si no se han utilizado, no ha sido
por culpa de ellos ni del país.


He dicho que estaban encargados de la formacion del balance
definitivo del Tesoro; y la prueba más evidente de las dificultades
con que se tropezaba, es que no pudieron realizarle en los cinco ó
seis meses que tuvieron la oficina á su disposicion; tan graves
fueron los obstáculos con que luchaban. Sin embargo, apelo al
testimonio de aquellos dignos individuos, los cuales podrán ates·
tiguar que las cosas marchaban de muy diferente manera el dia
que dejé el Ministerio de como pasaban el dia que entré.


CAMACHO.-9 de Mayo de :1.876.




- 260-
Para fines que me propongo demostrar y para las consecuen-


cias que he de deducir, estimo eonveniente dar á conocer la si-
tuacion que tenia el Tesoro al encargarse la Administracion de 13
de Mayo de 1874, de la gestion de los negocios públicos, y esa
situacion era la siguiente:


La existencia efectiva que encontré en la Tesorería central era
solo de 518.259 pesetas, de las que procedia deducir 202.lJ,87, que
debian haber~e satisfecho aquel mismo dia 13 de Mayo para pago
de una ateneion de guerra. Quedaban, pues, á disposicion del Te-
soro 311'>'672 pesetas; esta era la situacion para atender al pagD
de :l3.lJ,59,059 pesetas que importaban en aquellos momentos las
obligaciones más perentorias del Tesoro por necesidades de guer-
ra que no podian dilatarse ni un solo dia, pues por lo demás, las
de esta clase se elevaban ú 21.~50.000 pesetas. Para satisfacerlas,
el Tesoro no disponia de otra cantidad que la mezquina que he
indicado. En las mrjas de provincias habia 2.012,000 pesetas, suma
necesariamente insuficiente para las atenciones que pesaban sobre
ellas. Los valores dados en garantía de los préstamos, ascendian
á lJ,89 millones de pesetas en renta perpétua del 3 por :lOO; á
26 millones en bonos del Tesoro, y [) 2il millones en billetes del
mismo.


El Ministro no podia tener una completa seguridad en estas ci-
fras; las debia suponer exactas hasta cierto punto; pero por el es-
tado en que aquella dependencia se encontraba, y que se reveló
con posterioridad á mi salida, se comprenderá que no podia afir-
mar la exactitud de ellas. Existian, por último, algunos valores en
cartera para poder adquirir fondos sobre ellos, pero estaban en
situacion tal, que á excepcion de 588 millones de pesetas en títu-
los del 3 por :lOO, de los demás no se podia disponer con facili-
dad. Se comprenderá perfectamente, pues, la situacion grave en
que se encontraba en aquellos momentos el Ministerio de Hacien-
da; importantes obligaciones que satisfacer, escasez ó casi nuli-
dad de recursos para satisfacerlas; limitados valores para poder
levantar fondos, dudas,. perplegidades, hasta cansancio puede de-
cirse, en los prestamistas al Tesoro, que en aquellos momentos
habian visto ya crear cantidades importantes de valores para afec-
tarlos como garantías {¡ los préstamos, y que temian no hubiese
posibilidad inmediata de remedio: no ignoraban que era dificil




- 261 -
obtener nuevas garantías como no se creasen nuevos títulos, y
abrigaban, en fin, cl natural temor de que cualquier suceso com-
prometiese los intereses que habian facilitado; juzgue el Congreso
en esta sitLlacion las dificultades que habria para que ingresasen
nuevas cantidades en el Tesoro.


CAMACHO.-iO de Mayo de :1876


El Sr. Camacho dJcia ayer que la Junta del Tesoro tenia tres
encargos, á saber: inspeccionar los procedimientos del TesOl'o,
hncer el balance de su situaeion y evacuar las consultas que el
Gobierno tuviera á bien hacerla sobre cualquiera de las cuestiones
que se relacionaran con el mismo departamento.


El primer acto de vida de aquella Junta rué su ses ion inaugu~
ral, presidida por el Sr. Ministro de Hacienda, y en ella oyó de
boca del Sr. Camacho manifestaciones de sincero y patriótico do-
lor por el desórden en que habia encontrado todo lo que se rela-
cionaba con este importante ramo de la Administracion.


Nos impresionamos todos de tal modo con la triste pintura que
el Sr. Camacho nos hacia, que muchos, y yo más que ningun
otro, adoptaron la resolucion de declinar un cargo á cuyo des-
empeiio les excitaba, más que nuestra buena amistad con aquel
atl'ibulado Ministro, una consideracion de verdadero patriotismo.


En el momento en que yo tenia puesta la pluma sobre el papel
para declinar la honra que se me dispensaba, se nos manifestó
porcl señor director del Tesoro un hecho que nos llenó de asombro.
Se nos dijo que á la sola aparicion en la Gaceta del nombramiento
de la Junta y el objeto de su creacion, se habían presentado algu·
nos antiguos prestamístas en el Tesoro á devolver una porcion de
millones de garantías que existían en su poder, afectas á contratos
que hacia más de un aITo que estaban completamente saldados. (El
SI'. (Jarcia Rico pide la palabra para una alusion personal.)


Excuso deciros, Sres. Diputados, qué dolorosa lmpresion pro-
dujo en mi ánimo esa declaracion. Cuando vÍ que los prestamis-
tas espontáneamente acudían á devolver la garantía que el Teso-
ro público no les había exigido al entregarles el saldo de sus con-
tratos, me asombré de lo que aquello significaba, y dijimos todos
ya no nos marchamos; ya es punto de patriotismo aceptar esta




- 262-
penosa mision; es preciso sondear el abismo en que está viviendo
el Tesoro, y del cual era triste muestra el hecho que os acabo de
manifestar. Aceptamos, pues, el encargo y entramos á funcionar.
Nos fijamos en primer término en lo que creíamos era el punto
primordial de nuestros funciones, esto es, en hacer el balance del
Tesoro, porque al hacerlo naturalmente habia que estudiar la con-
tabilidad y procedimientos de aquel centro, y en este estudio
aprenderíamos de un modo autorizado y concluyente todas las
faltas que ya sabíamos de una manera indirecta que se cometian,
desempeñando así la segunda mision que nos estaba confiada.


Al formar el balance procedió la Junta como debe proceder to-
do hombre honrado al hacerlo de su fortuna particular; primero,
ajustar el debe y despues el haber; lo primero reconocer lo que
se debe, porque en esto está el inter8s del acreedor, al paso que.
en lo que se tiene no está más que d interés del deudor. Todos
los señores Diputados saben perfectamente la naturaleza del debe
del Tesoro; lo constituian los valores públicos que en circulacion
estaban á cargo de este mismo Tesoro, ya que procedieran de las
emisiones que se hubieran hecho con autorizacion de la ley, ya
que fueran resultado de contratos de anticipos que para la vida
cuotidiana hacia el mismo Tesoro. Y particularizándola más, los
bonos en circulacion del mismo Tesoro que se tenian que recoger
y amortizar, los billetes que estaban en el mismo caso y las letras
y pagarés que para la contratacion diaria se expedian constante-
mente, á cargo, ya de las comisarías de Hacienda en París y Lón-
dres, ya de I:J. Tesorería central, ya tambien de las Administra-
ciones de provincia. Dedicóse, pues, la Junta á averiguar cuál
era la situacion de cada uno de estos valores, y comenzó por
aquel" que más importancia tiene; esto es, por los bonos. Y esta
importancia no tan solo era grande por el concepto en que gra-
VHn al Erario, por ser la más cuantiosa emision de valores que se
ha hecho en nuestra época, sino porque infundadamente, segun
despues se ha comprobado, la maledicencia del ágio se habia ocu-
p~do en esparcir rumores siniestros sobre el ajuste de su emision
á los límites legales de sil creacion. A la vez por tanto que la
Junta formaba el balance ordenado por el Ministro, se proponia
que su t¡'abajo sirviera para dar á conocer en su diaal público la
verdadera situacion de estos valores, contribuyendo poderosamen-




- 263-
te á levantar su estimacion y con ella el crédito del país. Para
fomentar éste es preciso que todo poseedor de un documento re-
presentativo de un crédito ó valor público sepa el dia y al minuto
cuál es la situacion de ese valor público, cuantos son los docu-
mentos de su clase que existen en circulacion, y con este dato
calcular exactamente la mayor ó menor proximidad de su amorti-
zacion y la estimacion que debe dársele, librándose de ser vícti-
ma del ágio que puede hacerse.


Acordado, pues, por la Junta proceder á un inventario y liqui-
dacion de los bonos, me correspondió como presidente el llevar á
cabo este acuerdo, y pedí para ello los libros de la contabilidad
que un artículo de la ley de creacion ordenaba que se llevara.


Juzguen los Sres. Diputados cómo me quedaria, cuando el di-
rector del Tesoro me declaró que ne existia tal contabilidad, ó
mejor dicho, que no existian tales libros. Pedi explicaciones de
tal omision, iY entonces se me trajo para satisfacer, nu mi curio-
sidad, sino mi justo y necesario deseo, un borrador del reglamen-
to que se habia hecho, en el cual se declaraba cómo habia de ser
esa contabilidad y se marcaban los libros que se habian de llevar.
El reglamento habia sido aprobado, pero con una nota puesta por
bajo de él, que deeia: «se aprueba, pero que no se lleven los li-
bros)) (R isas). Excuso deciros, Sres. Diputados, la confusion que
se apoderó de mi ánimo al sentirme obligado por el compromiso
que me habia impuesto mi digno amigo el Sr. Camacho; yo se lo
perdono, y conozco los obstáculos insuperables que se levantaban
delante de los siete desdichados individuos de aquella comision,
colocados en medio de aquel mare magnum de documentos, cifras
y antecedentes hacinados allí, sin órden, método ni concierto al-
guno. Al dar cuenta á mis compafieros del vacío que nos rodeaba
en la obra patriótica que habíamos aceptado, el estupor se pintó
en sus semblantes, y por un movimiento instintivo pensamos di-
solvernos. Acudimos al Sr. ~1inistro de Hacienda, quien apeló á
nuestro patriotismo animándonos y exhortándonos por todos los
medios posibles á que en interés del país no le abandonásemos, y
no tuvimos más remedio que volver á acometer de nuevo nuestra
empresa; entonces hubimos de recurrir á los diversos centros que
habian intervenido en el movimiento de aquel millon doscientos
cincuenta mil títulos cuya historia teníamos que perseguir, esto




- 26&-
es, á la Direqcion de contabilidad, á la misma Direccion del Te-
soro, y á la Direccion de la Caja de Depósitos, á la que, como too
dos lar Sres. Diputados saben, se le entregó cuando fué liquidada,
una gran suma de bonos en equivalencia de los valores que de
Ayuntamientos y particulares se le adeudaban.


Por efecto de esta misma falta de contabilidad especial que ha-
bian ordenado las Córtes Constituyentes, y que no se habia lleva·
do, resultaba, señores, que ninguno de los estados que se nos
daban por los tres distintos centros armonizaba, habiendo alguno
que diferia de los demás en cientos de millones. Crecia, pues, la
confusion de la Junta, y entonces, deseando buscar un término
que armonizara manifestaciones tan diversas, admírense los Se-
ñores Diputados; recurrimos al materialismo de una operacion
que apenas hay aliento para pensar. Nos sometimos, nos impusi-
mos la tarea de reconocer todas, absolumente todas las operacio-
nes llevadas á cabo en la Tesorería central, á partir de Febrero
de 1869 hasta la fecha en que hacíamos el trabajo, sea Setiem-
bre de 18H, examinando no sé si <i0, 50 ó 60 libros mayores, y
este exámen prolijo y minucioso, hoja por hoja, renglon por ren-
glon, operacion por operacion. Y al mismo tiempo que ésto, se
pidió el expediente de emision, porque naturalmente, para formar
la cuenta, lo primero que se necesitaba saher era el número de
títulos que se habian confeccionado, y el que al pasarse de la Di-
reccion del Tesoro á la Tesorería central habia adquirido el ca-
rácter de valor público, porque este pase constituye la verdadera
emision.


Pues bien, señores, examinamos el voluminoso expediente de
la emision de estos valores, y más que por otras causas, por la
confusion que habia en el mismo nos fué verdadernmente difícil
el averiguar cuántos bonos se habian emitido, como dato impor-
tantísimo para comprobar que la emision estuvo dentro de la ex-
tension que la ley la habia dado. En honor de la verdnd, debo de-
clarar que despues de grandes trabajos, repito, por la confusion
con que se hnbian llevado aquellas operaciones, adquirimos la
conviccion de que la maledicencia, la suspicacia ó el ágio eran
el único é inmotivado orígen de los falsos y perniciosos rumores
que á este propósito se habian hecho circnlar.


Averiguada cual habia sido la emision, el segundo dato que




- 260-
nos importaba conocer era el destino que se habia dado á los bo-
nos, porque saben todos los señores Diputados, que los unos se
enajenaron por medio de suscricion, de los otros se desprendió el
Tesoro en negociaciones particulares, y otros dió á la Caja de De-
pósitos en equivalencia de sus créditos, y especialmente los que
los pueblos tenian por resultarlo del 80 por :1.00 de la venta de sus
propios. Importaba saber esto para seguir la historia de dichos
valores y podérsela ofrecer al público con toda claridad, porque
solo cuando es diáfana la vida de una série de documentos que
representan valores, es cuando el crédito tiene verdadero asiento.


Al d8r el primer paso en este sentido, nos encontramos con la
misma dificultad. Parecia imposible traer á un acuerdo á la Caja
de Depósitos y á la Contaduría Central, acerca del número consi-
derable de bonos que se hacian aplicado á la primera, porque
ella acusaba haber recibido ménos que los que la Contaduría cen-
tral decia haber remitido. La confusion fué tan grande, precisa-
mente por cuestion de fórmula (yo hago esta justicia, porque es
mi obligacion hacérsela á los sefiores oficiales), más que por otra
cosa, la confusion fué tan grande, repito, que la Junta acordó que
se celebrara una reunion bajo la presidencia del Diputado que tie-
ne la honra de hablar en este momento, con asistencia de los se-
fiores directores de la Caja de Depósitos, del Tesoro y de la Con-
taduría central á fin de armonizar aquellos diversos estados que
se presentaban y buscar un resultado cierto.


y en efecto, despues de dos sesiones fatigosas, como lo son to-
das aquellas en que se ventilan cuestiones de números, pudimos
venir á ese acuerdo. Pero en el deseo patriótico de la Junta de
poner de manifiesto ante los poseedores de esa clase de valores
cuál era la circulacion de los mismos, hubo de hacer más, sefio-
res Diputados: acometió el ímprobo trabajo de ir contando y nu-
merando los cupones que se presentaban al cobro á que los llamó
el Sr. Camacho en Setiembre del 74" como dato de la circulacion,
y con solos dos oficiales de Secretaría y dos escribientes, que ba-
jO la direccion del digno secretario Sr. Hico, teníamos para todos
los trabajos, ayudados por los mismos individuos de la Junta, que
tambien tomábamos la pluma para hacer números, llegarnos á
comprobar la cifra de circulacion, que con los que en cartera pig-
norada y libre, y afiadiendo los amortizados, completaban la cuen-
ta ó historia que buscábamos.




- 266 -
Faltaban unos 60 ó 70,000 que dehian estar muertos, pero que


no aparecian en los estados de amortizacion; y despues de gran-
des cavilaciones, y hasta de pasarme algunas noches sin dormir,
hallamos que parte de ellos estaban en poder de los Ballcos de
Castilla é Hipoteeario, los cuales en sus estados los declaraban
amortizados, pero que por no haber venido al Tesoro, la Contadu-
ría no los tomaba en cuenta como amortizados. No es que los
Bancos ocultasen esos valores; yo debo hacer justicia á esos esta-
blecimientos; en sus balances los declaraban como activo, por ha-
berse reco6'ido por pagarés de bienes nacionales. Y declarándolo
así probaban su buena [é, pero la Tesorería y contabilidad no los
mencionaban en sus estados, por no haber ingresado en la prime-
ra como está mandado; y siendo estos estados los documentos ofi-
ciales que á la Junta se presentaban, de aquí nacia la laguna que
tanto nos hacia dudar y trabajar. Todavía nos faltaban seis mil
y pico, y me alegro que esté presente cl Sr. Cabezas, porque co-
noce este hecho.


Esos 6,000 bonos eran los que la Comisaría de Lóndres habia
recibido del Banco de Castilla á cambio de unas letras que la Te-
sorería habia entregado á ese establecimiento á eargo de aquella
dependencia del Tesoro. La Comisaría habia pagado las letras,
.habia recibido los bonos y los habia remitido á la Caja centl·al pa-
ra que fuesen dispuestos á Sil quema y cancelacion. Esto habia
ocurrido en Abril ó Mayo, si mal no recuerdo: y en vez de ir los
bonos á la Tesorería para darles ingreso y formalizarlo como do-
cumentos cancelados, los bonos no parecían y la Junta los busca-
ba como corporacion é individualmente, porque yo debo decir al
Congreso qne el celo era tal, que se trabajaba, no solo colectiva-
mente, sino cada individuo por su lado, por cuyo motivo sin duda
se nos daba el poco agradable epi teto de inquisidores, que noso-
tros sufríamos resignadamente solo por acordarnos de nuestra mi-
sion patriótica.


Por fin llegamos á descubrir que los bonos en vez de ir á Te-
sorería habian ido á un desvan de la Direccion del Tesoro, donde
estaban muertos de risa. Una comision de la Janta, compuesta de
sus dignÍsimos miembros, los Sres. Sancho y Galdo, asistidos del
Sr. Rico, sacó los bonos, los contó, y entonces se pasaron á la
Tesorería para que se hiciera la formalizacion que no se habia he-




- 267-
cho en los tres meses trascurridos desde su remesa de Lóndres.


Cito estos detalles, no para que reconozcais, y mucho ménos
aprecieis en gran cosa los trabajos de la comision, sino porque el
conjunto os irá dando los datos neces8rios para que aprccieis cuál
era el estado de la contabilidad y la tristísima situacion en que se
encontraban los individuos que tenia n que ocuparse de la misma.


CA:'iDAÍJ.-H deMayo de 1876.


A la vez que la Junta examinaba la cuestion de los bonos, pro- .
cedió á ver si lograba adquirir un conocimiento exacto de las le-
tras y pagarés que como resultado de las contrataciones diarias
que el Tesoro hacia constituian, como era natural, un pasivo para
el mismo.


Pidió estados en que se indicara la importancia de estas letras
y pagarés ó de estas negociaciones, exigiendo que se les marcara,
no ya solo la cuantía y orígen de las mismas, sino las garantías
que estuvieran afectas á sus resultados. Solo pudo obtener por
consecuencia de sus gestiones ante la Direccion del Tesoro un
cuaderno incompleto, en el cual de una manera vaga se le mar-
caban algunos de los contratos de préstamos que se habian cele-
brado y estaban pendientes, pero sin la indicacion marcada en
muchos de esos contratos de las garantí8s que tenian, y mucho
ménos el sitio donde eS8S garantías pudieran estar consign8das ó
depositadas.


El Congreso comprende la confusion que estos datos llevarian
al ánimo de la Junta. Desde luego se persuadió ésta de que era
absolutamente imposible llegar brevemente á formar el balance
que deseaba el SI'. Ministro de Hacienda; y sucedió con las con-
trataciones de préstamos lo que habia sucedido con los bonos del
Tesoro; que por la falta de datos autorizados y exactos, la Junta
tuvo que echarse, como vulgarmente se dice, á nadar por el pié-
lago inmenso de la contabilidad, para averiguar por medios indi-
rectos lo que le era absolutamente imposible averiguar por los
medios directos.


Hizo más, Sres. Diputados: echó sobre sí un trabajo verdade-
ramente hercúleo, que consistia en ¡pedir las contrataciones ori-
ginales de todas las negociaciones que el Tesoro venia haciendo.




- 268-
¿ y sabeis lo que esto significaba? Pues era imponerse ~l exámen,
no digo de docenas, no digo de cientos, sino de miles de expe·
dientes; eomenzaron á llevarle originales; y digo que comenza-
ron, porque su número era tan grande y el espacio en que doli-
beraba la Junta era tan modesto, que sin hipérbole puedo decir
que en realidad los indivíduos de la Junta y los expedientes no
cabíamos en nuestra sala de sesiones, porque s~a dicho esto en
honor de la Junta á que yo pertenecí, y pel'donadme la inmodes-
tía, hasta el local en que nos reuniamos creo que es el más mo-
desto, el más pequeño y el más mezquino que hay en aquella ca·
Si1. He hecho mal en llamarle sala, le llamaré, como dice el señor
Moyano, cuarto, y cuarto el más malo, el más súclo y mezquino
de toda la casa.


Ya teníamos los expedientes de contl'atacion ol'iginales, pero es
el caso que cuando comenzamos á examinarlos, nos encontramos
con que nada habíamos adelantado, porque la mayor parte de ellos
lo constituian referencias que se hacian á expedientes anteriores,
por no ser más que la próroga de un contrato que natmalmente
estaba consignado en expediente anterior. Faltó tiempo para llegar
á un resultado completo, porque el exámente de aquellos infinitos
legajos habria exigido años enteros, y no los cortos meses qne la
Junta vivió; pero á pesar de ello, y por el exámen de muchos que
hizo tuvo ocasion de comprender todas las fatales consecuencias
que al Tesoro público y al c¡'édito se seguian por el sistema á que
obedecian. Algo de esto indicó el Sr. Camacho en su elocuente
discmso; y para que se vea de qué manera era conforme el juicio
que emitió aquí S. S. con el que le mereció á la Junta el sistema
de contratacion, el Cong¡'eso me permitirá que lea algunos párra·
fos de una comunicacion que la Junta dirigió á su señoría.


«Abstiénese por hoy de analizar el sistema de contratacion que
estuvo más generalizado, y que, como V. E. sabe, consistia en
admitir como metálico en los anticipos una parte más ó ménos
crecida de su importe en valores amortizables de la deuda pública
y del Tesoro, que adquiriéndose por los prestamistas en el merca·
do con la gran depreciacion en que se estimaban, les ofrecia la
usuraria ganancia. de convertirlos en moneda con solo prestar·
los al Tesoro por un período cuya duracion máxima solia ser tres
meses,




- 269-
<Al terminar su trabajo la Junta, expondrá completo su JUIcIO


sobre un sistema que, además de corromper los instintos del prés-
tamista, cuyo deseo de lucro excitan los fabulosos intereses que
en corto tiempo realizaban, los convertía en agentes activos de
la depreciacion de los valores públicos que mantenian con sin
igual esfuerzo, puesto que en proporcion que mayor fuera así, lo
eran las atroces ganancias que les producian los anticipos, etc.,
ete., ete.))


Este era el juicio que mereria á la Junta el sistema de contra-
tacion que el Tesoro público llevaba, y que era el cimiento de
aquellos infinitos expedientes que tuvo que examinar. Pero es el
caso que, apremiada la Junta por los deseos que cada dia mani-
festaba la prensa de conocer el resultado de sus trabajos, y más
que nada al examinar ciertas negociaciones que todavía excedian
los límites de este sistema, se creyó en el caso de no esperar para
hacer ciertas revelacioncs á la terminacion de sus trabajos; y di-
rigiéndose al Sr. Ministro en la eomunicacion cuyos párrafos aca-
bo de leer, le decia: <señor Ministro, la Junta ha examinado la
contratacion del Tesoro, y además de las indicaciones generales
hechas, observa que en algunos casos (y se los citaba), no es que
se han hecho préstamos más ó ménos usurarios, sino que el Te-
soro espontáneamente, y cumpliendo órdenes que recibia, conver-
tia en pagarés y letras que eran á dos ó tres meseS metálico, car-
petas que se vendian en el mercado con una depreciacion de 20 ó
30 por tOO.» Dijo más: le manifestó de qué manera, olvidando
prácticas saludables, acreditadas por la experiencia de muchos
años, se dió el escándalo, Sres. Diputados, de negociar las letras
de loterías, que siempre se han estimado mucho más aun, si cabe,
(Tue las de las mejores firmas de particulares, y negociarlas parte
en valores y otra en metálico. (Grandes rnmares.) ..


Pero dando por terminadas las indicaciones que sobre esta ma-
teria me habia propuesto hacer, os diré que no pudiendo llegar en
poco tiempo al. resultado apetecido por el Sr. Ministl'O, porque se
necesitaban años entl~ros para ello, S. S. nos en('omendó otro no
ménos delicado y que debíamos rr-alizar á la vez. En comunica-
cíon pasada á la Junta nos pidió notic-ia de los ingresos que ya en
valores, ya en metálico, habia tenido la Caja central por concepto
de contratacion.




270 -
La Junta se dirigió á la Caja central y á la Contaduría pidiendo


los estados que necesitaba para evacuar esa consulta, á saber, uno
de los valores amortizables que por consecuencia de operacioncs
que realizaba el Tesoro ingresaban, y otros del metálico que to-
maba por igual concepto.


Aprecie el Congreso la impresion que recibiria la Junta al con·
testar oficialmente aquellas dependencias que no era posible dar
los datos que pedia, porque los ingresos se realizaban en Tesore-
ria todos en el concepto de efectivos y sin especificar los que se
entregaban en valores y los que se vertian en metálico.


Ante esta manifestacion, la Junta acordó girar una visita á la
Tesorería; en ella se constituyó en pleno, y tuvo ocasion de ver
comprobado el hecho.


Hubo necesidad tambien de denunciar alguno otro, que eonsis-
tia en que las letras y pagarés que se daban para realizar los prés-
tamos se liquidaban el mismo dia en que se hacia el contrato, co-
menzando á devengar interés, y sucediendo á veces que el pres-
tamista no realizando el contrato hasta algunos dias y semanas
despues, cuando las tornaba llevaban gran parte dG sus intereses
vencidos. Me dice un Sr. Diputado que repitu esto, porque no lo
comprende bicn, y yo tengo mucho gusto en complaccrle ponien·
do un ejemplo práctico. Se hacia una contratacíOll de pI'éstamos, y
como era natural, para que sc realizara inmediatamente, la Dil·ec·
cían del Tesoro extendia ya una letra, ya un pagaré, que eran los
documentos que representaban la obligacion, y la extendia con el
descuento de los intereses por todo el plazo que habia de durar el
préstamo; este documento bajaba á Contaduría con el objeto de
que el tesorero lo entregara á los prestamistas tan luego como es·
tos ingresaran el metálico ó los valores que constituian su pre-
cio.


CAIIDAU.-12 de Mayo de 1876.


Corno ha dicho ya el Sr. Candau, la Junta tenia tres puntos ca-
pitales, tres objetivos á' que dirigirse. Uno de ellos era hacer el
balance del Tesoro; otro inspeccionar las operaciones del mismo,
ver el estado de su contabilidad y conocer sus defectos; y por úl.
timo, asesorar al Ministro cuando éste creyera c0l!veniente pedil··
la su parecer.




- 271 -
Como sucede siempre en esta clase de Juntas, todo se quiere em-


pezar á la vez, acontecia una cosa: que á medida que se iba ahon-
dando se iban conociendo los defectos de lu situacion del Tesoro,
nos íbamos asustando, íbamos perdiendo las fuerzas, se iba aniqui-
lando nuestro espíritu, en términos que llegó un momento en que
todos estuvimos dispuestos á declinar la honra que el Sr. Camacho
nos habia dispensado al encomendarnos aquella tarea, que á todo el
mundo le parecia muy fácil, y cuyas dificultades solo se podian
apreciar tocándolas de cerca.


Desde luego lo que se nos ocurrió, al ver las informalidades con
que aquello se llevaba, y sobre todo al comprender los graves da-
iios que pudieran causarse al Tesoro, y el menoscabo de la mo-
ralidad, dicho sea sin ánimo de ofender á nadie en particular, de
la contínuacion de aquel modo de proceder, y más que todo de
aquella manera de intervenir, fué conocer, siquiera ligeramente
aquellos defectos para poner el debido correctivo inmediatamente;
tanto más, cuanto que si ese correctivo no se ponia, si el desór-
den continuaba, la confusion seria cada dia mayor, é inútiles, por
consiguiente, cuantos esfuerzos se hicieran por averiguar el deúe
y el haber, á fin de hacer el balance del Tesoro, pues nos encon-
traríamos siempre á la misma distancia del punto de partida .....


Habia además otra dificultad para hacer el balance del Tesoro,
para conocer Sil deúe y haber so]¡re todo, y era que en materia de
contratacion allí no se llevaba contabilidad alguna; no se sabia
los contratos que se habían celebrado, cuando habian empezado
las renovaciones de ciertos préstamos, cual era su actual situa-
cían, si habia fianzas ó no, ni siquiera si aquellos á quienes se les
habian liquidado y solventado sus créditos, habian devuelto las
garantías que tenian pignoradas.


Es más, Sres. Diputados; como quiera que resulta]¡a que en
ciertas secciones de la Direccion del Tesoro algunas personas ha-
bian dejado ]¡arajados los paprles para que no se pudieran orga-
nizar fácilmente, fué necesario tambien poner estos hechos en co-
nocimiento del Sr. Ministro, á fin de que adoptara las medidas
indispensables para que, al menos desde aquel dia, se siguiera un
órden metódico, un órden regular, y se supiera cual era el im-
porte de las sumas prestadas al Tesoro, cual el de las reintegt'a-
das, cual el de las renovaciones hechas, y todo lo demás indis-




- 272-
pensable para apreciar bien la situacion del mismo Tesoro, y para
evitar que se pudieran cometer ciertos abusos.


Nosotros pusimos estos hechos en conocimiento del Sr. Minis-
tro de Hacienda, y efectivamente adoptó la'! medidas necesarias
para evitar estos males.


Dedicada la Junta en primer lugar á hacer el balance del Teso-
ro, y una vez que puso en conocimiento del Ministro los defectos
más palpables que ella notaba, los de más bulto, los que hacian
urgente el remedio, se dedicó á examinar en lo que era posible el
estado de los diferentes valores del Tesoro.


Xo os diré nada respecto á los bonos, cuya contabilidad pudi-
mos arreglar y sabcr cual era su estado en 15 de Diciembre de
1874, gracias á los datos que nos proporcionaron la Contaduría
central y ia Intervencion general, y despues de pasar todos nos-
otros muchos sinsabores y muchos disgustos, y despues de mu-
chas comprobaciones. Esto no fué mucho que digamos, pero sin
embargo, fué lo que se pudo hacer y sirvió para proporcionar al
:Ministro los datos indispensables para conoccr desde aquel dia la
situacion de los bonos, datos que era necesario obtener de una
manera exacta, pues entre los estados que los distintos centros
directivos publicaban en la Gaceta habia tal contradiccion, que
mientras en unos se hacia ascender el número de bonos á 360.000,
en otros solo aparecian 21:)0.000, sembrando así ia duda y la con-
rusion en los tenedores de papel, que no sabia n {¡ qné atenerse
respecto á los valores de que me estoy ocupando.


RICO y GABCÍA.-12 de Mayo de 1876.


iVerdad que esto huele mal?
jApaga~ y vámonos!




- 273-


XIV.


Los empleados.


La víl'gen rlcmorracia no S8 mostró indiferent8, ni
pudorosa, ni encogida, al tratars8 de qni8n se había
de sentar en la mesa del presupuesto. i Y cómo no
habia de ser así cuando desde el primer dia no se
hizo sino dispertar y estimular los groseros apetitos
del pU8blo, prometiéndole con la república la satis-
faccion de sus necesidades materiales? Un dia oí una
conversacion entre dos empleados de ferro-carril,
quienes disputaban cual ele las repúblicas era la mejor;
y uno de ellos dijo con mucha formalidad y mucha
uaturalidad: «Yo quiero una república que me dé de
yivir,» en lo que cOllvino su interlocutor. Esta era
la id8a de la generalidad d8 los que abrazaron con
calor la causa de la repúhlica. Nada tiene, pues, de
8strafío que este partido nuevo produjera tantos ó
mas pretendientes que los partidos viejos, y en la ín-
dole elel mismo 8staba que todos se consideraran ap-
tos para todo. Esto explica el exabrupto del Sr. Esté-
vanez cuando puso en la puerta del Gobierno Civil de
Madrid aquel famoso cartel qne (lecja: «l\cfuí no hay
empleos, ni paciencia, ni hay nada.»


Entren ahora los seño1'es.


Agítase la gravísima cuestion de nomLramitlntos; el Sr. Pí su-
m¡¡¡nente afectado porque no encuentra repuulicanos de talla pa-
ra ocupar los puestos de gouel'lladores de pro\'incia y otros altos
funcionarios, y esta cuestion, en mi sentil' grnye, pOl'que puede


18




- 271j,-
dejar la adminístracion de las provincias en manos de gentes
ineptas ó en las de nuestros enemigos, es verdad que es doloroso,
sumamente doloroso dejar el puesto de la nacion para ir á man-
dar una proyincia ó para ocupar alguLl destino; pero es lo cierto
que en el estado actual de la política, sin graves peligros, no pue-
den dejar de hacerse en interrs de la Bepública misma estos sa-
crificios.


Ya saben mis lectores que siempre he dicho y sostenido que en
Madrid no habia partido republicano propiamente dicho y que
aparte del estado mayor que las provincias enviaban del deseeho
de todos los partidos se formaba el llamado partido republicano
intransigente de -"ladrid. Pues hoy estos patriotas han cambiado
de rumbo y todo su afan son los destinCls públicos. Y es tal la fu-
ria que les ha en trado de comer del presupuesto, que el Sr. Fi··
gneras solo ha recibido cuatrocientas peticiones de destinos. Y no
es esto solo sino que se fraguan candidaturas y estos dias hemos
estado al borde de que quisiera hat:erse una manifestaeion impo-
niendo cierto candidato para el gobierno civil de Madrid.


La Independencia.-2'J. de Febrero de 1873.


Yo me angustio de oir hahlar ú tanto rejlulllicuno con el estó-
mago.


Los empleos son asaltados con rer9o¡¡:;osa incontinencia. El que
no coge, chilla, grita y se ueclara intransigente. Tápase la boca
á diez, y se levantan ciento pOI' cada uno, esperanzados en la efi·
cacia del procedimiento. Si esto no basta, se funda un periódico
republicano federal hasta los huesos, qne se ocupa en hacer bre-
cha en el débil muro del Gobierno, única espor3nza de la t:3usa f.
del pueblo.


Los hombres honrados é inocontos que aran, trepan por los an-
damios ó sacan vÍl'Utas, sin conocer el juego, se van tras cual-
quiera que difama á los constantes defensores de sus derechos. De
nuestros mismos diputados, alguna parte, escasa en mérito y ca-
paddad. pal'a contiuar en sus puestos, exagera su celo aparente,
haciendo los populacheros y polichinelas políticos, amen do dis-
tribuir credenciales á c(mtenas, contribuyendo de este modo á
corromper el cnerpo político, alejando así la posibilidad de con-




- 27r>-
vertir (¡ un partido que ha sido hasta aquí de oposicion en partido
gobierno.


Tal es nuestra verdadera situacion.))
Federico Ruúio.


El Tiempo.-7 de Mayo de 1873.


Segun la cuenta que ha hecho un empleado del Ministerio, esta
lI1aiiana, desde el momento en que fui nombrado, hasta esta mis-
ma maiiana, y sin esceptuar un legajo que he traido, eran 273 las
notas que sobre destinos, remociones y cambios de personal en el
~linisterio se me habian presentado. No he tenido tiempo para
leerlas, porque me lo ha impedido el estudio de las graves cues-
tioIles de que ayer se hizo mencion en el programa del Sr. Presi-
dente del Poder ejecutivo. Suplico á los Sres. Diputados no con-
tinuen de esta manera; yo no puedo eonoeer á todos los indivi-
duos; yo no pienso tampoco hacer remocion de cualquiera clase,
pero creo, y esto lo digo sitl que por ello vaya á ofenderse el Se-
iior La Rosa, creo que el cargo que ha hecho al Ministerio, cae
mas bien sobre las individualidades de esta Cámara; puesto que
los Sres. Diputados son los que presentan las notas, y no los 1\1i-
lIistl'Os. Yo creo que en nombre del Ministerio puedo eol1testar
que todos nosotros deseamos la moralidad y el acierto.


BENOT, (JIinistl'u {le Fomento).-H de Junio de 1873.


Todo el mundo conoce las pretensiones exorbitantes y hasta ri-
dículas del Centro fedcral intransigente. Pcro lo que muchos ig-
llur~n es la influencia perniciosa que está ejerciendo, no solo en
las masns de nucstro partido, sino ipásmense Vds.! en la admi-
nistracion pública.


El procedimiento que han inventado es el siguiente. El Centro
de Madrid elige entre sus afiliados la persona ó personas que le pa-
recen más apropósito para descmpefíar los cargos pllblicos, desde
gobernador abajo, E'n cual'luiera provincia, bien entendido con el
designio de que esta persona ó personas sirvan desde un puesto
oncial los intcreses de la intransigencin. En seguida escriben reco-
mendando la candidntura ú los Centros intransigentes de provino




- 276 -
cías, sus eorresponsales. Estos echan á volar el nombre, lo enco-
mian como de una persona notahilísima del partido repulJlicano,
sin decir si pertenece Él la izquierda ó á la derecha, si sostiene ta-
les ó cuales ideas, y ubtienen muchas veees por este medio que,
eugaITado el comité del partido, lo acepte y patrocine; y hechos
estos prepal'ativos con feliz éxito, redactan un documento, cuyo
tenor es el siguiente: «La provincia (así, sin mas ni mas) pide pa-
ra el cargo de ..... á D. Fulano de Tal.-(Siguen las tirmas.)))


Pónese este documento en manos de algunas personas adicta~;
lo traen á Madrid; preséntanse como representantes de la provin-
cia; gestionan, mangonean, y el resultado de todo es que el go-
bierno hace los nombramientos deseados, y la provincia, sin pe-
dirlo ni quererlo, se encuentra con gobernador, secretario y em·
pleados intransigentes, que en realidad han sido nombrados por
el Centro de la calle de Capellanes.


¿Verdad que son muy hábiles?


La Discusion.-La Epoca del 30 de Junio de i873.


Dice anoche El Pueblo:
« y sigue siendo la cue:,tion de destinos el tema favorito de la


prensa.
"Ya que tanto interés despierta, vamos á proponer un problema


á nuestros colegas. ¿Cuál es el mejur medio de concluir con los
pretendientes sin que el Estado salga en ello perjudicado?


«En nombre de la patria damos las gracias á aquel de nuestros
cofrades que acierte á concluir con ese mal que se llama empleo-
manía, y que La Discusion califica con el modesto nombre de es-
torbo. ))


Larga es nuestra historia periodística, tanto como la drl apre-
ciable colega unitario; y sin embargo, con nosotros habrá de con-
venir El Pueblo que en ninguna de aquellas situacione.~ ominosas
que unidos combatimos, ni en las ¡JosterioJ'es á la revolucion de
Setiembre, se ha manifestado en tan extraordinario desarrollo la
empleomanía, como bajo el gobierno civil de su antiguo director
Sr. Garcia Ruiz. Y atribuimos este verdadero escándalo al ejem-.
plo que se ha dado en concesion de algunos altos empleos, lo que
hace que todos los que Ilgurall entre la turba multa de radicales




- 277-
Y constitucionales se crean con sobrada aptitud y capacidad para
desempeñar plenipotencias, secretarías, direcciones generales y
gobiernos civiles. Se le ocurrirá al colega que el mejor medio de
concluir con los pretendientes seria evitar aquellos ejemplos, pero
entenderá tambien que esto, pOI' ahora, no es fácil.


Esta es nuestra opinion salvo meliori,


La Discusion.-I7 de Enero de 1874,.




- 278 -


xv.


Malestar.


Como por vía de epígrafe voy á copiar esla sen-
tencia del general Prim:


Desgraciadamente, siempre que ha mandado el partido liberal
en Espafía los motines han estado á la órden del dia; y tanto ha
sido así, que muchos de los sefíores Diputodos presentl.'s recorda-
rán haber oido decir á un Sr. ~Iinistro en este sitio «que cada dia
que pasaba sin un motin era un dia ganado,» y de áhí la drbili-
dad de aquellos Gobiernos liherales, y de ahí su desprestigio y su
impotencia para crear nada sólido y estable, y de ahí tambien la
fuerza de nuestros enemigos para lanzarnos del poder.


l\L\RQUÉS DE LOS CASTILLEJos.-19 de Junio de 1869.


y aquí debía poner punto al capítulo; pero por el
bien parecer ]n añadiré algunas cuartillas para (PI('
las gencraciol1ns futuras tengan Ulla pccJueña mues-
tra de como se trabajaba en este Ec1en que nos trajo
la revolucioll.


Era Andalucía á mis ojos la esperanza de la Hepública contra
la reaccioll futura; por de pronto, un peligro. l\Iúlaga estaba des·
de el 12 de Febrero á merced de un hombre; Granada y Cádiz,
perturbadas; sobre un volc{¡n Sevilla. Allí, {¡ ejemplo de Cataluua,
querian los centros republicanos ganar á toda costa el ejército;
donde no lo conseguian°, buscaban ocasiotl de arrebatarle las ar-
mas ó echarle más all{¡ de sus fronteras. Málaga habia ido desar-
mando á cuantas tropas habian penetrado en su recinto, Granada
había obligado á la rendícion á mil carabineros, Se\illa hahia




- 279 -
echado fuera de sus murallas parte de las fuerzas que la guarne-
cian. "Cómo domar esas provincias? ...


Por la senda que siguieron mis sucesores, no solo se hn perdi-
do la República y se hn caido en In dictadura, sino que tnmbien
se ha puesto el principio liberal en peligro de muerte. Las faccio·
nes del ",arte han tomado un vuelo asombroso y rápido; las de
Cataluiía han penetrado en pueblos y ciudades donde jamás pu-
sieron la planta en las pasadas guerras; han infestado otras Ara-
gon y Valencia, y hall pasado en distintas ocasiones y con gran
golpe de gente las fronteras de Castilla; se ha presentado á los
ojos de todo el mundo, amenazadorn y potente la causa de don
Cárlos. Ha decaido en todas partes el espíritu público, en vez de
levantarse; y salvo algunos pueblos, no ha habido empuje en nin-
guno ni contra los absolutistas ni contra los autores del 3 de
Enel'o .....


Ol'gsnizúse el ej¡"rcito de Andalucía despues del 9 de Julio, Por
los mismos di as, con motivo de los sucesos de Alcoy, se formó
otro en el antiguo reino de Valencia. El movimiento de Alcoy tu-
vo por orígen una cuestion industrial, una huelga. Tomó despues
carácter político por haber querido apoderarse los jornaleros de
los cargos del municipio. Resistiólo el Alcalde, que prefirió morir
á faltar á sus deberes, y pagó con la vida su decision y su arrojo.
Hubo lucha, se encarnizaron las pasiones, y se cometieron exce-
sos aunque no tantos como por entonces pregonó la fama.


Pi y MARGALL.-La República de 1873.


Perfectamente enterados por varias cOl'respondencias que tene-
mos [¡ la vistn de los sucesos que han tenido lugar en Medina de
las Torres, vamos á dar hoy una imparcial reseña de ellos para
que las cosas queden en su lugar y el buen nombre del partido
republicano á la altura que corresponde.


El dia 11. del cOl'l'iente, algunos vecinos de la clase ínfima de
la sociedad, obrdeciendo á la secreta y maléfica inspira cían de
varios sugetos sospechosos, interesados altamente en el despres-
tigio de las doctrinas repuhlicanas. tuvieron la desatentada idea
de hacer una especie de liquidacion social, ensayando repartirse
las dehesas Orden y Prado, que posee en a(juellugar el marqués
de Perales.




- 280-
El dia 12, y en apoyo de sus desatentadas pretensiones, presen-


taron un escrito pidiendo al Ayuntamiento el reparto de las men-
cionadas dehesas; el alcalde Miguel Sanchez Herrero, trató de
disuadirlos á fin de que abandonaran tales propósitos; mas no pu-
diéndolo alcanzar, les prometió reunir el Ayuntamiento y mayores
contribuyentes para dar cuenta de todo esto.


Así se verificó aquella noche asistiendo todo el lmeblo ante el
cual se dió lectura del escrito.


El administrador de las dehesas de Perales presentó el título de
pertenencia de las fincas, cosa que no fué bastante á convencerlos,
porque los instigadores usaban de la palabra alegando un perfecto
derecho para poseerlas. Un repuLlicano leal y amante del órden,
intentó hacerles ver el engaiio y los males que sobre ellos allui-
rian si se continuaba por aquella senda de perturLacion, y como
estas frases no llevasen la conviccion al ánimo de los revoltosos,
indicaron hácia él intenciones nada henévolas.


A tal altura las cosas, se nombró una comision que entendiera
en la revision de la escritura presentada y otros documentos que
se decia existian en el archivo del municipio, escusando decir que
los promovedores del conflicto fueron los primeros nomhrados con
este objeto.


A la maiiana siguiente los revoltosos se presentaron {¡ (~xigir la
contcstacion sin dar tiempo al exámen de los doenmcntos; y no
habiéndoles podido satisracer en el acto, subieron á la torre y to-
caron {¡ rebnto, gritando: ¡Mueran los ricos!


Dadas estas circunstancias, se presentó un capitan de Guardia
civil, dos subalternos, 32 guardias de infantcrÍa y 20 de á caba-
110, los euales ruerJn saludados con dcnuestos y amenazas.


El alcalde, juez municipal, su suplcnte y otras personas, en
union del capitan comandante de la fuerza pretendieron con amo-
nestaciones razonadas haccrles variar de sus propósitos: pero ru{~
necesaria mueha prudencia para evitar una eatástrore, eonsiguicn-
do al fin que á las doce de la noche se retiraran los grupos; mas
los dias 13, 14 Y ni se rcprodujeron las propias é idénticas es-
cenas.


El 16, Y á las ocho de su maiiana, reunidos los agitadores en
un sitio apartado do la plaza, empezaron á pasar por delante de
la fuerza de caballería en son de burla y dici¡;ndola: «allá vamo~




- 281 -
á las dehesas.» Mujeres tocando el tambor sobre latas de petróleo
vacías, semejantes á las furias del infierno del Düntc, y desgre-
ñadas' precedían aquella caravana.


Esta comitiva no se dirigió á las dehr.sas del marqués; pero si
á las posesiones de su administrador, devastando cuantos cerca-
dos halló á su paso, el jardin y casa de campo de dicho adminis-
trador; una huerta, ÍJrboles fl'ulales, diez mil varas de pared ó
mas y cuanto á la mano habia. La intervencion del alcalde y
Guardia ch'il se reveló entonces ejecutivamente, dando por resul-
tado la prision de fll~ personas '.i tres heridos de arma blanca.


A la notoria prudencia del gefe de la fuerza se debió el que no
hubiera mas desgracias personales que lamentar.


Entre tanto, otro grupo separado de los sorprendidos, asaltaba
las fincas del médico titular D . .luan Xepomuceno Marán y las
del juez municipal D. Juan Jerez Vidasola; cuya autoridad, con su
suplente y ocho ú diez personas mas se encontraba á la sazon en
la Casa de la villa, á fin de sostener el órden ... Allí acudieron los
que abundando en deseos de ir á las posesiones, pero faltos de
valor, se dedicaron á insultar á dicho juez municipal y personas
que le acompañaban.


Favorecidos luego por las densas tinieblas de la noche, se fue·
ron á un olivar del alcalde y le destruyeron 900 plantas.


El 17 por la mañana yoh"ieron á reproducirse los insultos en
la puerta del juez munieipal, y un hijo suyo disparó su escopeta,
ocasionando la muerte de uno de sus agresores.


Casi al mismo tiempo, el juez suplente municipal, ciudadano
Francisco Gomez Alvarado, acudia al sitio de la muerte para ins-
truir las competentes diligencias, reduci'endo á prision á dos dn
los rc,"oItosos y al jóven que disparó la escopeta.


El dia 23 salieron de Zafra para Badajoz, conducidos por fuer-
za de la Guardia civil, 1:38 de los 14~ presos, de Medina, )'j de
Calzadilla dc los Barros y algunos mas de la Morera y otros
puntos.


Ahora bien; nosotros, que amamos la verdad sobre todo, y que
con entera franqueza, y copia de datos, hemos dicho y reconoci-
do los atropellos perpretrados en ~[edina: que somos además co-
nocedores de aquellas localidades, nos parece tener derecho para
reclamar de todos los hombres prohos y justicieros que den cré-
dito al juicio que yamos á emitir.




- 282 -
El partido republicano de J-Iedina no ha sido, no ha podido ser


el promovedor de tales escándalos. Xosotros defenderemos al par·
tido republicano de Medina; que está mas alto (Iue todo esto, por·
que nos es bien notoria la cultura, el patriotismo de sus individuos
y su sensatez y amor por la república.


Los agitadores de Medina de las Torres, ¡no son republica-
nos, no!


Se dirá que se llaman republicanos; pero sabido es cuantos pro·
sólitos tiene una idea cuando triunfa y cuánto enemigo cuando
sucumbe.


El partido republicano de Medina de las Torl'8s ha reprohAdo
tales es ceso s, que solo unos cuantos estraviados, alimentados por
secretas influencias, ha podido cometer.


En los pueblos donde el partido republicano está en minoría,
se han llevado á efecto actos de esta especie, que no han tenido
lugar en las localidades eminentemente republicanas.


Dado lo cual, implica que esto obedece indudablemente á un
plan fijo, preconcebido no en los hogares modestos de la demo-
cracia' si no tal "ez en aristocráticas regiones, como medio úni.
eo de apresurar violentamente acontecimientos por ellos deseados
que pongan á sus instigadores en la situacion de dar en tierra
con la república.


Pero no lo conseguirán.
¡Alerta, rrpublicanos federales, alerta!
En su dia haremos mas luz sobre estos y otros manejos ocultos


de la reacciono


La Espalla t'ederal.-30 de !\Iarzo de 18i3.


La situaeion de Cataluiía es gravisirna, bi(m lo saben los soiío-
res Diputados; allí 110 es solo llJ insurl'eccion carlista lo que hay;
allí domina Saralls, es el generalísimo de aquel pais; IDnnda que
se paguen las contribuciones y que las cobren los carlistas, y las
contribuciones se pagan; bloquen las poblaciones, yen las pobla·
ciones no entran vi veres ningunos sino aquellos que son acampa·
iíados por los convoyes militares; dá árdcn para que una columna
(¡U e llega á un Jlueblo no salga hasta el dia siguiente, y esa co-
lumna efectivamente no sale. Pues esto no lo pueden hacer solo




- 283-
los carlistas; esto lo hacen acompaiíados de un elemento que se
dice repulllicano, y que en las polllaciones, al mismo tiempo que
entran las columnas, ayudan para qU8 no salgan; Sl)n los encar-
gadas de hacer la rccaudaeion de las contribuciones, y de que no
se pueda encontrar jamás un hombre que lleve un parte.
OnE~SE. (D. A"roNIO.)-30 de Junio de 1873.


Yo hubiera deseado, digo, que esos hombres que constituyeron
el primer Gollierno de la República, hubieran continuado en el
Gobierno del país, porque respecto á instruccion, á Hacienda, á
cuestiones ultramarinas, á administracion y á justicia, eran los
que habian meditado más entre todoil los de nuestro partido, y
eran los más autorizados para llevar á cabo las reformas necesa-
rias en todos esos puntos. Ellos se empefíaron, sin embargo, en
dejar el Gohierno, y hé aquí la razon porque no estamos ni siquie-
ra á la altura del programa de La Discusion; porque el ¡mehlo se
queja del malestar; porque uno y otro dia nos hallamos más ó me-
nos atormentados por el clamor de la opinion; porque el pueblo
dice que no somos tan federales como debíamos ser.


RFIl.\U DOliADEIJ.-7 de Julio de 1873.


Explicado así, como cumple á un hombre honrado, cual era mi
actitud en aquellos momentos, es preciso que os haga una breve
historia de lo que habeis hecho desde entonces acá. Mandais los
federales desde el 2,., de Abril hasta la fecha; ningun partido,
fuera del federal, se ha levantado en armas contra vosotros. El
carlismo ha aumentado, el crédito está por los suelos, la Patl'ia ha
estado á pULltO de despedazarse, merced á una insurreccion de
vuestro propio seno; y para vergüenza nuestra, eon rubor lo digo
ha habido un conato, algo más que conato, de intervellcion ex-
tranjera: yo no estalla ni con el corazon ni con el pensamiento al
lado de los sublevados de Cartagena; pero á pesar de esto, no sé
lo que haria si me hallara presente cuando un buque extranjero,
cumpliendo conlns leyes de Nacion amiga, intimaba á un buque
espafíol la rendicion ; y me temo que á pesar dI) la ref1exion y de
lo que indicaban mis deseos, la indignacioll del patiotismo se so-




- 286,-
brepusiera á todo, y haciéndome cómplice en aquel momento del
buque sublevado, dijera: «Fuego, y hundámonos si es preciso, ano
tes que sufrir' la humillacion de que el extranjero se entrometa en
nuestros asuntos. ))


y cuenta que con esto no hago un cargo al Gobierno; el Go-
bierno hizo sus reclamaciones cumpliendo con las leyes marítimas;
pero sea de esto lo que quiera resulta el hecho, para nosotros har-
to doloroso, de haber tenido una Potencia extranjera intervencion
en nuestros asuntos interiOl·es.


BECERRA.-13 de Agosto de 187:3.


Existen aun en Cartagena insurrectos é insurrectos republica-
nos; existen en el Norte Jos carlistas, con mucha más potencia,
con mucha más fuerza, con mucha más preponderancia, con ma·
yores ilusiones é inmensamente mayores esperanzas que las que
han tenido nunca; porque no hay que ocultarlo, y en esto estoy de
acuerdo con el Señor Castelar, la situacion de las provincias del
Norte y Cataluña es graYÍsima, la situacion uel resto de España
no lo es menos: los partidos conservadores prestando su apo-
yo á la situacion, y i oh señores! prestando su apoyo á costa de
transacciones, de inmensas transacciones, que redundarán sicm-
pre en perjuicio de la Hepública, en pcrjuicio de la federa-
cion, un ejL'rcito indisciplinado, un ejército sin :mtol'Ídud moral
sobre él, eon ni sin la ordenanza, porque no la tendrá con
ella ni sin ella; esto yo os lo garantizo, esto os lo garantizais
vosotros mismos, porque estais convictos de ello; un ejérci-
to que habeis de entregar forzosamente á personajes militares
que, sin que yo lo diga, tienen suficientes compromisos con-
traidos, tienen una historia bastante larga para no ser, aunque
quieran, amigos leales y francos de la Hepública federal: cuando
intenteis naros de la palabm de esos generales, palabra que será
siempre lealmente la de salvar la Patria, pero que nunca será la de
salvar la Hepúbliea federal, cuando trateis de naros de esta pala-
bra, tendrán ellos que comenzar por engaiiaros para decíroslo, ó
por faltar ó todos sus compromisos; que desgraciadamente en
nuestro pais no existen aun militares de alta graduacion comple-
tamente desligados de los partidos políticos.


BAI\TOLO)JE y S.\:'iTA:\L\I\ÍA,-18 de Setiembre de 1873,




- 2R¡)-
Que la situacion del país, aiiadía S. S., era gravisima. Esto es


indudable; y precisamente pOl'que la situacion del país es tan
grave, es por lo que todos nosotros tenemos el deber de permane-
cer aquí en nuestros puestos; que seria eoharde, que seria indig-
no de nosotros, que seria indigno del Gohierno, que en este mo-
mento nos separásemos los unos de los otros, cuando tan nece-
sario es el concurso de todos para conjurar los gravísimos peli-
gros que amenazan á la República, que amenazan á la libertad y
(IUP amenazan á la Patria.


Preeisamente porque l<ls dificultades son grandes, porque la si-
tuacion del país es gravísima, porque los peligros art'ecian, por -
que los carlistas crecen, porque la insurreccioll cantonal no está
terminada, porque el órden público no existe, porque la disciplina
del ejército no se ha hecho; precisamente por todo esto tenemos
el deber imprescindihle, si hemos de cumplir con nuestros com-
promisos y si hemos de corresponder á la confianza que en nos-
otros han depositado nuestros electores, de permanecer aquí, en
el puesto de peligro, de confianza y de honor .


.MuRo.-30 de Agosto de 1873.


Cuando trece mil homhres andahan por las calles y los campos
de Cataluila entregados á todos los horrores de la insubordinacion
y la indisciplina; cuando en Cádiz se erigia una dictadura muni-
cipal, osada y arhitraria, que violaba todos los derechos en [avot'
de uría atrevida fraccion; cuando Málaga perdia la mitad casi de
sus hahitantes, que corrian á huscar seguridad á Marruecos, hu-
yendo de partidas armndas, tan feroces corno las antiguas milicias
feudnles ; cuando Montilla se entrega á toda suerte de horrores, y
muchos pueblos de Andalucía encontraban sus campos sin cultivo,
y la propiedad y el tr¡¡bajo igualmente amenazados; cuando el
petróleo en combustion corria por las fábricas de Alcoy, por las
calles de Sevilla amenazando sus maravillosos monumentos; cuan-
do Valencia veia morir asesinados por turbas de facinerosos los
antiguos y prohados republicanos; cuando Salamanca se pronun-
ciaba contra Valladolid, y Castellon contra ValPtH:ia, y Jaen con-
tra Granuda, mientt'as en Granada la utopia socialista aparecia con
todos sus delirios, y fantaseaba en pequeiio todas las grandes 10-




- 286-
curas de los comuneros de Paris; cuando nuestra escuadra y nues-
tro arsenal caian en manos de los piratas cantonales; cuando
nuestras costas eran depredadas corno en tiempo del predominio
berberisco, y la intervencion extranjera amenazaba con todas sus
ignominias, la reaccion se produjo en términos que ha sido ne-
cesaria toda la fuerza de la democraeia y todo el vigor de los dos
últimos gobiernos para que los pueblos 110 fuel'an, huyendo de
tantos errores y tantos desvaríos, á dar en bl'azos de una restau-
racion oprobiosa.


La Independcncia.-28 de Enero de 18jij,.


Así, el funestísimo período en qlle una parte considerable de
la Nacion se vió entregada á los horrores de la demagogia, divi-
diéndose nuestras provincias en fragmentos, donde reinaba todo
género de desól'denes y de tiranías, las Cúrtes ocurricl'on al re-
medio de este grave daDo, creando poderes vigol'osos y fuertes.


CASTELAR.-2 de Enero de 18H.


"Becordaremos en breves pulDhras (',ual enl el estado de la na-
cion el 3 de enero de 18H y en que situacion se encontraha el
país cuando fué proclamado Alfonso XII r'ey constitucional de Es-
paDa; porque si bien es cierto que nuestl'o partido no fué el solo
responsable de aquella Bdministracion y gohierno, tuvo pal'te en
todos los ministerios y acepta la responsabilidad de todos sus ac-
tos colectivos, se gloria de todos ellos, aun de los que hun merc-
cido recientemente mayores censuras, porque tiene la coneiellcia
de haber aplicado los procedimientos dictatOl'iales tan solo en la
medida y nlcance de las exigencias del úrdell púlJlko y la l'epara-
cion de la sociedad perturbada.


Los enemigos de Espaiía se mostraban en diciemhre de 1873
mas animados quc estuvieron nunca; los carlistas dominaban en el
Norte y CataluDa, se estendian por Yalencia, invadian la Mancha,
se agitaban en toda Castilla, levantahan bandera en lu cun:¡ de
nuestras libertades tradicionales, se :ltl'evian á soDal' con el triun-
fo, y todo conspiraba á hacer crcer quc dividirian el territorio y




- 287-
camhiarian las fronteras; observando cuánta era la debilidad del
gobiel'l1o y la disgregacion de las fucrzas liberales, se aproxima-
ban los absolutistas y adquirian en aquellos últimos meses de la
dominacion fcdcrnluna organizacion potente y vigorosa, una dis-
ciplina admirable, ¡uorzas tan grandes que llegaron á poner es-
panto á la Espaíia liberal, y que se hicieron patentes cuando el
ministerio del 3 de enero quiso intontar. sus primeras empresas
eOIl!ra ellos, sin haber aun tenido tiempo de dar cima á la difícil
obra de la reconstruccion nacional.


La demagogia, por otra parte, se sostenia con esfuerzos que
hubieran sido herúicos aplicados á la defensa del honor ó de 13 li-
bertad patria, se encastillaba, se fortalecia y luchaba con la deses-
peracion .y el coraje del que se bate por la independencia nacional;
tenia su pIOla fuerte cn Cnrt8gena, la escuadra espaíiola habia per-
dido sus mpjores barcos, entonces en poder de la demagogia triun-
fante; en muchas partes las armas estaban en poder de las masas
seducidas, y las fuerzas de los cantonales estaban en parte al ser-
vicio de los earlistas bajo condicionf~s estipuladas ó eooperando á
su triunt'o, aunque sin convenio próvio. Los últimos recursos de
Iluestro empobrecido Tesoro se disipaban sin fruto, porque la bue-
lla voluntad del Sr. Castelar y sus rsfuerzos pnrn rl restableci-
miento del úrden, nun~~n bnstnnte ndmirados, se estrellaban con-
tra la escasez de los medios que llegaron á sus manos en la hor'a
del arrepentimiento.


Otra guerra civil hacia derrnmar á torrentr,s noble sangre de
espniíoles en nuestra hermosa Antilla, y la república norte-ame-
ricana trataba de imponernos una nue\"n humillaeion, fijos sus
ojos en la Jlosesion de unn pnrtr, del telTitorio que debe det'ender-
se eon tanto empeíio y tanta abnegacion como defendimos á Ge-
rona y Zaragoza. JInsta las h'janas islas Filipinas no estaban se-
guras, y nuevas complkaciones alli nos amenazaban. Se multipli-
caban los males; todo desaparee,in rápidamente: crédito, ejórcito,
administracion; entre tantas desventuras se hundia el honor de
Espaíiai nada quedaba en pié y los escombros de tanta ruina eran
la sola pntria que cubria la bandera de la república.


Los erímenes sin precedente en lluest1'3 historia que marcaron




- 288-
Y mancharon aquel tristísimo período de nuestt'as desventuras ha-
bian introducido el espanto en todas las clases, y la emigracion y
el alejamiento eran el recurso de todas las familias acomodadas
Las autoridades no tenian prestigio: hasta del seno de la Asam-
blea salian los jefes de la insurrecciono El terror se habia apode·
dorado de todos los corazones, y muchos, desesperando del por-
venir, solo aguardaban el remedio por el esceso del mal; por la
intervencion vergonsosa del estranjero, ó por el triunfo del abso-
lutismo.


Rotos ó quebrantados todos los lazos morales, la sociedad es·
paí10la marchaba con }lasos de gigante á la dlvision, al fracciona·
miento, á la disolucion, que es el castigo de los pueblos que ol-
vidan el espíritu que anima sus tradiciones y da color á su his·
toria. »
J~a Iúeria.-20 de Abril de Hlj:i.




- 289 --:


XVI.


Desahogos y palinodias.


Este capítulo tiene que ser necesariamente un poco
largo, porcIue los republicanos son por naturaleza
quejumbrosos y parlanchines. No obstante, yo espe-
ro que no será pesado, pues encierra una gran va-
riedad de preciosas confesiones.


Para dar las gracias al Sr. Pr,Ssidente del Poder ejecutivo por
haber contestado ton esplícitamente, y al mismo tiempo para fe-
licitarle y felicitar al país, porque al fin comenzará á regir ahora
la Constítucion del 69. El Sr. Presidente del Poder ejecutivo sabe
que están infringidos casi todos sus artículos; pero des pues de las
declaraciones que lw hecho, debo esperar que no continuarán in-
fringiéndose.


RmIERO ORTIZ.-Hi de Febrero de 1873


bQué vendrá aquí, dirán IRuchos? No lo sé. Lo inaudito, lo des-
cono.cido, tal vez una dictadura inconsciente, tal vez una dictadu-
ra militar. Es indudable que esta dictadura, y no nos hagamos
ilusiones, surgirá cuando se sienta la necesidad de ella, y se ele·
vará sobre los brazos de las muchedumbres ó sobre la punta de
las bayonetas de la soldadesca. No olvidemos que nuestro ejérci-
to está en un triste estado; que pululan los Mazas y los Elolas, y
que si hoy no hemos tenido ya que arrostrar los horrores de una
insurreccion militar, es porque hemos tenido la inmensa suerte de
que nuestras gentes de guerra sean una coleccion de estúpidos.
No demos, pues, lugar con nuestros desaciertos durante el perío-
do Constituyente, á que el dictador nazca; teniendo en cuenta que
la Francia que hacia poner á Luis XVI el gorro frigio en las Tu-
Herías, y bombardeaba mas tarde á Tolon, tampoco le vislumbra-


:1.9




- 2!lO-
ba , y sin embargo, el que debia ser el César de la nacion fran-
cesa, contemplaba indignado aquella escena siendo un modesto
oficial de artillería y se distinguia en el sitio de Tolon al servicio
de la República. Y este peligro es mayor en el pueblo espaDol,
tan amante de relumbron y entorchados, que al compás que re-
niega de ellos, coloca siempre en los primeros puestos á cualquier
general que nos haga el honor de ofrecernos su espada.


Cuando pienso que hay quien ha admitido con júbilo en el par-
tido republicano, á generales como Pinzon y Paloncn, no puedo
menos de esclamar: ¡Qué seria de este país, si se presentára un
soldodo con tolento y con fortuna!


Hoy lo que han dado en llamar el partido intransigente de Ma-
drid, se agita, y dicen sus corifeos que harán esto y lo de mas
allá. ¿Y soben ustedes, cual es el motivo de este nuevo caSIlS úelld
Pues es grave, muy grave. La Diputacion provincial de Madrid,
repartió doscientas papeletas paniIos toros á sus empleados mo-
nárquicos, en vez de repartirlos á los voluntarios republicanos.
¡QuÁ lo sepan las naciones estranjerasl


Con este motivo se ho resuelto tomar posiciones el dia en que
se reuna la Cámara é imponer á la CiÍmara su voluntad. Yo creo
que no ha de Ilegal' la sangre al rio: y que todo drbe ser en el
fondo cuestion de alguna credencial para Filipinas ó Cuba. Pero
si esto es así, yo digo, y perdóneme el plágio el Sr. Bárcia, que
la Cámara no tendria vergüenza, si se dejara imponer, que los
diputados no deben recibir inspiraciones mas que de sus man-
dantes.


y si las gentes de Contreras, de Mazas, de Elola que vuelven á
agitarse estos dias, y en vel'dad que no comprendo con que pro-
pósito intentan promover motines diarios, solo en busca de entor-
chados 'f galones, ó para hacernos pasar por la vergiienza de que
el gobierno de la República reconozca grados á gentes que en
1848 asesinaban soldados á docenas sobre el puente de Manresa,
y luego vendiau á los suyos al general Pavía, entonces, antes de
llegar al triste estremo de la fuerza, hay el medio de trasladar la
Cámara Constituyente á "Aranjuez, á la Granja ó á Toledo, que pa·
lacios tiene allí la nae[on para alojar á sus representantes. Por-
que, en verdad, todas las tiranías son insufribles; pero la tiranía
del partido republicano de Madrid, que es desconocido é innomi-




- 291 -
nado, seria repugnante y vergonzoso. Todo el que hoy provoque
disensiones, todo el que quebrante la union tan necesaria del par·
tido republicano espaííol, es un cómplice directo ó indirecto del
carlismo, y si el partido repuhlicano no abate la bandera de Cár-
los VII, morirá de la peor de las muertes; ahogado en el lodo y
en la impotencia.


La Independencia.-27 de Mayo de 1873.


Tenemos el disgusto de participar á nuestros lectores y al pú -
blico en general, que suspendemos nuestra publicacion, quizá por
pocos dias, quizá por mucho tiempo.


Al aparecer en el estadio de la prensa en Madrid sabiamos pero
fectamente que ibamos á imponernos grandes sacrificios. Jamás
entró en nuestra mente la idea de especulacion Ó de negocio. Iba·
mos á luchar contra la corriente, y no se nos ocultaba que en la
lucha debiamos estar solos ó casi solos. Estábamos ·además per-
suadidos de que la misio n de la prensa es una misio n muy alta,
y no habiamos de separarnos de ella por nada ni por nadie; siem·
pre habia de brotar de nuestra pluma lo que creyéramos la ver-
dad, por mas que nuestros escritos debiesen enlljenarnos simpa-
tías. Un periódico que con tales condiciones nace en nuestro in-
fortunado país no puede aspirar á grandes adelantos. Aquí solo
adquiere vida robusta el que vende su conciencia á un ministerio
y aplaude todos sus a~tos, ó el que gesticula y vocifera y se hace
esclavo de las pasiones de las masas y las exalta y contribuye
cada vez mas á su estravío.


Pero nada nos importaba el sacrificío, que ya previmos y cal·
calculamos de antemano. Hay mas todavía: el sacrificio ha sido
menor de lo que podiamos esperar. :So es, pues, la idea de perder
mas dinel'o la que principalmente nos obliga á su~pender nuestras
tareas. Hoy entrábamos casualmente en el período de ganarlo.
Lo que mas nos impulsa es el vernos impotentes, el habernos pero
suadido de que hoy no puede hallarse en parte alguna remedio á
los males que nos consumen.


Durante estos últimos tres meses hemos luchado desesperada-
mente contra la realidad de los hechos, buscando con avidez una
t~bla á que agarrarnos y fundar la última esperanza. Hemos pasa~




- 292 -
do revista á todos los elementos del partirlo federal, y ninguno he-
mos encontrado tÍ quien poder prestar apoyo, á quien comunicar
empuje. Los que han tomado la calificacion que nosotros nos di-
mos, los que se engalano n llamándose intransigentes, 10 son solo
en el sentido de no permitir que otros que ellos arrastl'en la pre-
caria y triste vida del que come del presupuesto, estando dispues-
tos á defender su privativa en todos los terrenos. Los que se lla-
man benévolos aspiran á l.) mismo, y para defender su situacion
á todo están tambien dispuestos, hasta la bajeza mas repugnante.
Entre unos y otros agítanse infructuosamente los elementos sa-
nos, que algunos hay, aunque pocos, elementos sanos que intran-
sigentes y benévolos se arrojan del uno al otro bando cual pelo-
ta, apoyándose en su candidez y en su falta de decision unos y
otros para lograr sus fines bastardos.


y ni entre unos ni entre otros se encuentra una figura, una vo-
luntad capaz de dominar la situacion, Cada dia que pasa, cada
hombre que se pone en evidencia, es motivo de un nuevo desen-
gaño.


y no hay que esperar que surja del seno de la revolucion el que
pueda salvarnos, pues que despues de cinco aITos que de revolu-
cion llevamos conocemos perfectamente á todos los hombres, á
todos los elementos con que podemos contar. No ha de salir ni
uno nuevo, eomo sucede cuando se viene de una situaci,on tiran-
te, de una situBcion restrictiva que impide que se manifiesten mu-
chos que valen por su carácter ó por su talento.


El desaliento, pues, se ha apoderado de nosotros. Nada espe-
ramos ya. En nadie cofiamos. Nuestra voz se ha perdido en el
vacío, que es lo único que en España existe. Quisimos llegar al
Congreso para hacer el último esfuerzo, para quedar completa-
mente tranquilos, y las puertas del Congreso se nos cerraron, se-
ñal evidente de que, ó el pais no está con nosotros, Ó de que
sigue todavia cual manso cordero al que quiere convertirse en
un pastor y halaga sus debilidades. Seguros estamos, pues, de
haber hecho cuanto podíamos, más de lo que debíamos, pues
que nuestro deber de ciudadanos, que jamás hemos hecho ni pen-
samos hacer carréra de la política, no se cxtendian á tanto_


Cual si nos fatara pasar por la última vergüenza, en estos mo-
mentos está Madrid convertido en un campamento, y la fuerza al'-




- 293 -
mada se dispone, cual el jefe de los galos que invadian á Roma,
á echar en la balanza el peso de su espada. «Dentro de la situa-
cion republicana dase más importancia al derecho de la fuerza
que á la fuerza del derecho.» La situarian actual es completa-
mente parecida á la de la decadencia de Bizancio. Los verdes
quieren á toda costa triunfar de los azules, y los azules de los
verdes, «(\10 pudiendo la patria esperar de los unos ni de los otros
más que negaciones, mas que vergüenza~ más que impotencia:)
pues que ni unos ni otros tienen ideas ni vigor, pues que ni unos
ni otros son capac8s de decirnos en qué se distinguen de sus con-
trarios.


No hemos pt'rdido la fé en nuestros principios. Hoy más que
nunca los creemos salvadores, hoy más que nunca estamos ena-
morados de ellos, como el padre exagera las perfecciones del
hijo moribundo. « La hemos perdido, si, completamente, en los
elementos de que disponemOi'\, en la posibilidad de aplicar nuestro
ideal á Espaiía.» Seremos, pues, siempre amantes de la federa-
cion y de la democracia, pero seremos amantes platónicos; y
cuando veámos las tristes, las horrorosas circunstancias que qui-
zá nos envolverán dentro de poco; cuando veamos que la impo-
tencia nos consume; cuando contemplemos las sensibles convul-
siones de la agonía de nuestt'a patria, lloraremos amnrgamente
sus males; lloraremos amargamente que un conjunto de circuns-
tancias extraordinarias «haya hecho irn¡:osible hasta la prueba de
nuestro sistema.»


Xos retiramos, pues, desalentados, sin esperanza en la salva-
cion de España; pero sin que haya menguado en lo más mínimo
la fé en nuestros principios. Si nos engañamos al juzgar de la si-
tuacion del país, si llegamos á creer que podia regenerársele, si
nos hicimos la ilusion de que podríamos ser escuchados, nadie
tiene derecho á burlarse de nuestra candidez, que reconocia por
cau~a un móvil generoso. Nadie tiene tampoco derecho á acusar-
nos de haber contribuido á perturbar al país, pues que con la ma-
no en el corazon han de confesar todos los espaiíoles que hace
aiíos, muchísimos iliíos, quizá siglos, que España no tiene ya na-
da que perder, que su situacion es la más triste de las situacio-
nes.


¡Ojalá nos engaiíáramo& en nuestras apreciaciones! ¡Ojalá que




- 29~-
el país se reaccionára é hiciera posible lo que hoy consideramos
imposible á todas luces! Por nuestra parte, ((así como hoy confe-
samos nuestra equivocacion con doloroso acento,)) que sale del
fondo del alma, con alegría confesaríamos que hoy nos equivoca-
mos, y nuestras escasas fuerzas se consagrarían de nuevo á la
santa causa que hemos def8ndido.


De nuestros colegas en la prensa, así de Madrid como de pro-
vincias, de los que tantas atenciones hemos merecido, esperamos
la última, y les rogamos que, si les es posible, reproduzcan la
presente despedida. ¡Quizá contribuya ella á que el espíritu pú-
blico se reaccione; quizá á que sea posible lo que hoy conside·
ramos imposible! Si esta ilusion llegara. á ser una realidad, nos
despedimos por pocos di as : y si no llega á serlo, si todo continua
como hasta hoy, solo nos resta decir á los españoles la última
verdad, solo nos resta la grandiosa y terrible frase del Dante:


¡ i Lasciate ogni speranza 1!


LA DIREcc!O:'i.
El Estado Catalan.-H de Junio de 1873,


lIemos tenido libertad más ó ménos limitada, y no hemos en-
seiíado á respetar la libertad agena; tenemos Hepública y nos
ahogamos en nuestra atmósfera, y nos entregamos en intrigas Li-
liputienses. Hemos declamado mucho, adulado más, y enseiíado
poco, llevados por impaciencias presupuestívoras hemos sacrifica-
do muchas veces á los goces del sentido la libertad y el respeto
al derecho ageno. Para vencer ni hemos escusado la fé Cartagi-
nesa, ni la intencion maquiavélica, y ya en el Poder estamos á
punto de olvidar si es que no hayamos ya olvidado la moralidad
republicana, y estamos repartiendo prebendas como la asquerosa
turba del calamaris1no.


Hemos olvidado completamente en aras de lo accidental lo fun·
damental y necesario para la existencia de las sociedades huma·
nas, y ni hemos formado en materias económicas la conciencia de
nuestro pueblo ni dispertado en él el sentido moral. Hemos pro-
clamado la Hepública federal, fórmula que muy pocos compren ~
den, y todos los graves problemas del federalismo estón por cn~




- 295 -
señal' , por aprender, y por discutir, sin que esté sin embargo
muy arraigado en nuestros espíritus que democl'ácia significa
régimen de razon y no de violencia. Todo es lo seria nada si su-
piéramos formar un ministerio sério, fuerte y liberal, si el patrio-
tismo reemplazara las peque rías y bajas pasiones, y si en una pa-
labra la Asamblea comprendiera toda la importancia de su mi-
sion. ~La comprenderá? Hay que intentarlo á toda costa, cueste
lo que cueste, á los que aman sínceramente la República.


La lndependencia. - 23 de Junio de :1.873.


Esos puelJlos republi(~anos tienen alJiertas las aduanas, esos pue-
blos tan republicanos están protegiendo á los contrabandistas, y
mientras tanto el país no tiene rentas. Esto es un robo, y ú los
ladrones toda la sociedad los rechaza_


ORENSE (D. ANTONIO).-30 de Junio de :1.873.


y ¡cosa estraiía, Sres. Diputados! ¿Sabeis quién habla aquí de
horrores, quienes son los que hablan de sangre, quíenes son los
que dicen que el GolJierno pretende ejercer una horrible dictadu-
ra? ¿Sabeís quiénes son? Pues son los mismos que pedian hace
pocos días que se declarara la Cámara en Convencíon y se esta-
bleciera un comité de salud pública, que de una plumada se bor-
raran todas las leyes; los mismos que pretendian ejercer aquí la
dictadura más horrible y tiránica que se puede ejercer en los pue-
blos. (Aplausos.)-(Reclamaciones en la izqllierda.-Varios seño-
res Diputados piden la palabra.) Estos son los que ayer se opo-
nian al proyecto presentado por el Gobierno en la forma que todos
habeis visto; estos son los que han aprovechado la ocasion de la
publicacion del bando del gobernador de Madrid para atacar á
este Gobierno, con el intento de derribarle; estos son los que no
perderán un momento para que nuestras doctrinas y principios no
se realicen.


EL SR. MINISTRO DE ESTADO (~JAISONNAVE.)-:l de Julio de :l873.


La oficialidad-y conste que me refiero á la oficialidad político-
militar, que lo es la inmensa mayoría-se dividió, á consecuenci<l




- 296 -
del alzamiento de Setiembre, en alfonsina y amadeista; hoy toda
es alfonsina: y claro es que hablo en tésis general, pues yo per-
tenezco á esa oficialidad que hace política y seguramente no soy
amigo de ningun ciudadano de régia casta.


NAVARRETE.-2 de Julio de 1873.


Hay en esta Cámara una docena de hombres importantes del par-
tido republicano, que, llenos de buena fé, que, con intencion de-
recha, temerosos del oleaje revolu ~ionario que ellos han contri-
buido á levantar con su palabra, quieren sustituir el principio de
autoridad del derecho con el principio de autoridad personal;
quieren sostener el órden de la fuerza del hierro sin haber alcan-
zado el órden de la libertad.


El partido republicano democrático federal no seguirá, de se-
guro, á esos hombres en su profundo error.


Las masas populares, de quienes ya comienzan á renegar, con
el pretesto tradicional de todos los partidos liberales cuando se
asustan de su obra, con el protesto de que quieren imponerso,
con el pretesto de que son turbas desatentadas-ya se las llama
turbas. que es la víspera de llamarlas canalla-las masas popula-
res, repito que lo que piden es pan del alma y pan del cuerpo,
porque de los dos hace muchos siglos que tienen hambre, volve-
rán la espalda de fijo á los hombres de la República conservado-
ra, á los hombres que no tienen el valor de afrontar las catástro-
fes naturales en la ruina del mundo viejo, la tormenta que ellos
desataron, tormenta necesaria, tormenta que purificará la atmós-
fera, tormenta precursora de las dulces auras que han de acari·
ciar nuestras frentes cuando, en un ciclo sin nubes, brille esplen-
doroso el sol de la democracia.


Se inclinan esos hombres, como es lógicamente necesario, al
que en el horizonte se dibuja como partido conservador de la Be·
pública, quizá aceptando-cuestion para ellos de nombre, á que
dan poca importancia-el título de republicano federal; al partido
de los Riveros, de los Bcéel'ras, de los Martas; -al partido radical,
que, salvo la suStituciOll del D. Amadeo, Rey, por el D. Juan ó
Don Pedro, presidente, no ha de quitar un tilde á su antiguo cre-
do político.




- 297 --
Como las cosas caen siempre del lado que se inclinan, esos


homures caerán, no hay que dudarlo, en el partido radical refor-
mado, en el que serán, como en todas partes donde vayan, por-
que así se lo merecen, grandes figuras, no grandes figuras popu-
lares, sinó grandes figuras de Estado.


Pero vosotros miembr\1s de la mayoría, ¿á donde vais detrás de
esos hombres? Quizá llevan ellos importante y providencial mision
al campo reaccionario; quizá sean sus consejos, como diria un ca-
tólico, el pan eucarístico que lo purifique; pero vosotros ¿á donde
vais, ahandonando al pobre pueblo que os necesita?


No volvais los ojos á la derecha; que en la cumbre de esa mono
taila blanca está la cima de la pendiente de la reaccioo; pendien-
te rápída, en cuyo fondo se encuentran la region de la sombra,
la morad~ de la injusticia.


y si por ventura os llama el genio de la elocuencia que se sien-
ta en esos bancos, cuya palabra, olvidando su pasado y defen-
diendo en estas Córtes el principio de autoridad personal, tiene la
helleza de la camelia, carece de perfume; liene la hermosura de
la estátua, carece de espiritu; tiene el encanto de las noches se-
renas para los que no creen en las vidas superiores, carece de es-
peranza; si os llama y os sentis arrastrados por la mágia irresis-
tible de su frase, de su voz, de su ademan, dad rienda suelta al
sentimiento y aplaudid hasta el frenesí á la gloria del arte; pero
antes de adoptar una resolucion, leed bien lo que diga, estudiad
los pensamientos que van envueltos en sus palabras, y medid las
consecuencias de su realizacion; mientras hable el artista, que
funcione el corazon; cuando hable el papel, que funcione la ca-
beza; mientras la inspiracion esté brotando de sus lábios, recreaos
en la forma; cuando llegue la hora de resolver, imitad al tribu-
nal romano en el juicio de Maulio: volved la espalda al Capitolio.


NAYAUUETE.-2 de Julio de 1873


Señores Diputados, confieso que comienzan á desvanecerse mis
dudas y este es el resultado que se consigue con las intemperan-
cias de la mayoría. lIabeis celebrado hoy vuestra reunion y venís
preparados con un gran arsenal de medidas; medidas que me
prueban que tenia mucha razon el general Prím, cuaudo dicipn-




- 298-
dole nosotros muchas veces: ¿Por qué no se hace V. republicano?
~Por qué no proclama V. la República~ Nos decia : "Vds. creen
que en Espafía, hay federales, hay republicanos, y no es así;» y
voy comprendiendo que quizás tenia razon el general Primo No
solnmente, no hay federales en España, sino que casi no hay re-
publicanos ; venis aquí á plnntear las lIlismas medidas, y teneis
todos los vicios de la :Monarquía inoculados en la sangre; sois
monár([uicos de todo corazon, pero no teneis las virtudes. teneis
todos 'Ios vicios, repito, sin tener las virtudes de la :Monarquía.
Venis aquí con los mismos procedímientos monárquicos á con-
vencerme á mí, que tenia dudas, de que tienen razon los que
coutra vosotros se han insurreccionado. ¿Vais á dar un voto de
censura á los que se han levantado en armas? Pues incluidme á
mí tambien; me declaro insurrecto, desde ahora mismo.


y no vengais aquí á decir: «puesto que te declaras insurrecto,
vete allí á batirte,» ¿por qué no vais vosotros?


Cumplo con mi deber de ligislador estando aquí, levantando mi
voz y diciéndoles á las provincias de España: «Desgraciadas pro·
vincias, si vosotras no os salvais, ese Gobierno insensato, esa ma·
yoria insensata, os conduce á la pérdida de la libertad, á la pér-
dida de la Uepública, á la pérdida de la Patria! » -


DIAl QUINTERO.-3D de Julio de 1873.


Nosotros, los republicanos, tenemos mucho de profetas, poco
de políticos: sabemos mucho del ideal, poco de la expel'icocia:
abal'camos todo el cielo del pensamiento y nos hundimos en el
primer hoyo que hay en nuestro camino. Así sucede y ha sucedi·
do siempre en la historia, que los enemigos de los partidos pro.,..
grcsiros fundan las ideas progresivas, como el judío san Pablo
fundó el cristianismo; como el monárquico Washington fundó la
Hepública del Norte de Américn; como Hivadaria, otro monár-
quico, fundó la confederacion de las Repúblicas del Sur de Amé-
rica; que ni el Bautista en la Iglesia, ni Rousseau en la revolu-
cion, ni ninguno de los profetas ha consolidado la reforma misma
por ellos anunciadn y trnidn; á la mnnera que Moisés guió á In
tierra prometida, y no llegó á entrar en la tierra prometida; á la
manera que Colon descubrió la América sin saber que la hubiera




- 299-
descubierto para que unos guerreros andaluces y estrcmcños la
conquistaran y unos oscuros pilotos italianos la bautizasen; por-
que los que conciben y presienten las grandes ideas, no las rea-
lizan ni consolidan en ninguna época de la historia.


¿Creeis que con vuestra conducta, que con vuestros procedi-
mientos, que con vuestros cantones, que con vuestra sublevacion
militar, con esa demagogia pretorianesca sin nombre, sin título,
sin responsabilidad, nos salvareis? No, no; con esas criminales
demencias, con esas insensateces de suicidas, solo nos espera la
destruccion pronta y la deshonra irremisible de la República .....


Puede haber un paréntesis de algunos dias, de algunos meses;
puede llegar el Pretendiente á ese palacio de Madrid, como llegó
el Rey José al palacio de Madrid á pesar del heroismo de nuestros
padres. ¿Y sabeis como se puede hacer esto? Pues no lo puede ha-
cer mús que una cosa; la insensatez de los republicanos, la de-
mencia de los republicanos.


CASTELAR.-30 de Julio de i873.


Si hay algo que venga perturbando de una manera profunda y
lamentable el espíritu público del país; si hay algo de lo cual sea-
mos presa al presente estando como estamos entregados á las
guerras civiles promovidas por torpes pasiones, es que no sabe-
mos ser mas que conjurados y conspiradores, contando con la
impunidad que nos han de dar los gobiernos, porque todos han
conquistado y han obtenido el poder por el mismo procedimiento.
Mas si en algo se ha de distinguir un gobierno republicano de to-
dos los demás, si algo hemos de hacer nosotros para dignincar y
moralizar este país, profundamente perturbado, donde no hay dis-
ciplina legal, y donde faltan virtudes morales, y donde pareee que
hasta se vá perdiendo el valor tan proverbial do la antigua raza cas-
tellana, es haeer que no haya otro imperio ni mas poder que el dH
la ley.


SADIERON, (Presidente deL Pode/' ejecutivo). - 30 de Agosto
de f 873.


Ya lo sabeis, Sros. Diputados; el Gobierno de la Repúhlica lleva




- 300-
Sf'is largos meses de existencia y no ha sido aun elevado·á la ca -
legoría de un Gobierno de derecho en la apreeiacion de los Go-
biernos de Europa; vivimos en un completo aislamiento; nos es-
timan casi todas las Naciones de Europa corno un verdadero PEl-
Jigro, aun en aquellos puehlos donde por virtud de una poderosa
necesidad y por la imposibilidad casi absoluta de otra solucion se
habia establecido la República, quizá por miedo, que tanto pesa
en las clases conservadoras, el torpe espectáculo que desde el ti
de Febrero venirnos ofreciendo al mundo, se ha produciendo una
reaccion que amaga, no ya á la existencia de lo que es hoy una
República mas en el nombre que en la realidad de las cosas, pero
hasta la existencia misma de las instituciones liberales, en térmi-
nos que estan puestas en grave peligro las conquistas que here-
damos de aquel grande y poderoso sacrificio que nuestros padres
hicieron en el siglo pasado; la conquista de las instituciones re-
presentativas y de los gohiernos constitucionales.


y el temor á la organizacion repllblicana como en Espaiía se ha
venido practicando cunde en tales términos, que son mas simpá-
ticos á los pueblos de la raza latina los que aquÍ pelean por el ab-
solutismo, por restaurar el régimen teocrático, que los que lucha-
mos noble y generosamente por afirmar las instituciones libera-
les y por infiltrar el espíritu de la democracia en esta antigua so-
ciedad, educada en el fanatismo católico.


Si nosotros no sabemos dar sérias garantías de que con la Ue-
pública se ha de consolidar y afirmar el órden, mostrando cómo
no es el órden sino la relacion fundamental y estable entre los
derechos inherentes á la personalidad humana, que se condensan
todos en la palabra libertad, y la peculiar soberanía de los inte-
riores ol'ganismos políticos que deben vivir dentro de un estado,
no lo dudeis, no hay que esperar en mucho tiempo el reconoci-
miento de la Europa.


SALMEllON.-6 de Setiembre de 1873.


Porque desde el momento mismo en que se producen pertur-
baciones, se da la razon á los enemigos de esos derechos y se
conviene con ellos en que no puede un pueblo gobernarse libre-
bremente sin estrlr á dos dedos del abismo y de la anarlluía. 1'01'-




- :301 -
que absolutamente no lJay nadie que niegue la libertad en el mun·
do. Las escuelas mas reaccionarias y teocráticas la reconocen, la
proclaman, la quieren: lo que suelen decir los partidos contrarios
á nosotros, es, que si se le dá á un pueblo la imprenta sin edito!'
y sin depósito, asociaciones sin Iimitacion, municipios indepen-
dientes, provincias golJernadas pOI' sí mismas, poder amovible y
responsable, allí no hay órden, legalidad ni junicia, y se de~en­
cadenan las revoluciones constantemente con todos sus horrores,
que, como la fiebre del tísico, parece una escitacion de la vida y
t'n realidad es una selíal de la muerte.


CASTELAR.-H Setiembre de 1873.


Yo dije á la minoría que teníamos pocos hombres que pudieran
representar grandes agrupaciones; que esos hombres acabarian
muy pronto, y que el dia en que sucumbieran de estos hombres
tres ó cuatro, como los pueblos latinos aman las personificaciones
mas que las ideas, moriria con ellos la República. Pues bien; ya
están desacreditados todos.


Mcceos en vuestras ilusiones; somos mas impopulares que los
moderados, que los conservadores, que los radicales; porque nues·
tra impopularidad es mas reciente y nuestros errores se tocan
mas de cerca. Por consiguiente, ¿qué va á pasar á.esta República?
¿Dónde está el hombre que va á llevar sobre sus hombros el peso
de este monte Atlante qué se llama República? Es muy fácil ha-
blar -de que no se aceptará el poder, de que grandes compromisos
impiden apoyar á un Gobierno; pero cuando ese Gobierno cae,
cuando la autoridad vá á encontrarse huérfana, cuando apenas
puede salir de esta Cámara un ministerio viable, decidme; ¿Qué
doctor Dulcamara tcneis, filósofos sin realidad en la vida?


CASTELAR.-2 de Enero de i8a.


El acto de fuerza contra la Asamblea cometido en la madruga-
da del 3 de enero de ó¡'den del general Pavía, no debe extralíar
al que conozca los procedimientos de los partidos políticos de Es·
paña.


Disolver una asamblea de legisladores elegida por sufragio uni-




- 302 -
versal con una compaiíía de cazadores, es un acontecimiento na-
tural en un país á donde se ha visto un snrgento obligar con ame-
nazas á unn reinn á firmnr un decreto; á donde el regente Espar-
tero, que terminó una guerra civil y desastrosa, fué vencido y
proscrito por los generales y el ejército que condujo tantas veces
á la victoria; á donde una insurreccion militar como la de Vicál-
vnro y tnntns otrns, han probado que


...... en casos tales
los vencidos son traidores, los vencedores leales.


A donde se ¡Ja visto sublevar la marina y el ejét'cito invocando
la Espaiía con honra, y trastornar luego la patria con la lueha en-
cnrnizada y violenta de los veneedores; á donde todos los parti-
dos flan su poder á la fuerza de las armas; á donde existen tres
guerras civiles á un tiempo, sostenidas una por los sacerdotes de
una religion que se fundó pnra el amor y la paz, otra por los mis-
mos hijos de los propios espalíoles contra sus padres y su misma
madre patria, y otra por los que estaban llamados á legislar en
nombre de la República, de la justicia y el derecho, á donde la
fuerza y la violencia son por regla general la suprema razon y la
única esperanza de alcanzar el poder, no debe sorprender á nadie
un cambio político más debido nI snble de un jefe militar de au-
dacia y de fortuna.


Antes de reunirse la Asamblea Constituyente, el país creyó con-
seguir una esperanza tantas veces defraudada; al advenimiento al
poder de un partido jóven que jamás habia probado sus medios de
gobernar y que contaba en su seno filósofos, oradores y hombres
nuevos en las esferas gubernnmentnles, que tenia á su lado las
masas populares y un entusiasmo patriótico, y que habia llegado
al gobierno por la impotencia y desqu:ciamiento de los demás
partidos de una manera pacítlca, el país y todos los hombres de bue·
na fé creyeron cerrado ya el período de las turbulencias, y con-
fiaron alranzar la paz tan deseada y necesaria parn que la rique.
za pública prosperase con la nueva institucion tan ponderada. Las
dos guerras civiles que perturbaban Espniia, se esperabn cesaran
por las excelencias del Gobierno republicano, y el cansancio de
todos los partidos políticos que habian gobernado, parecin dar
trégun suficiente pnra constituir la nueva forma política que tan
inesperada y pncíl1camente habia triunfado.




- 30:1-
Para desdicha de todos el partido republicano llevaba en su se-


no la misma enfermedad que los demás partidos: ambiciones, egois-
mo, intransigencia. Desde su orígen se dibujaron dos tendencias
que fueron desarrol1~ndose simultáneas sin que ninguna alcanzara
predominio nbsoluto. Cuando el partido republicano era oposicion,
el interés eomun unia sus esfuerzos contra los demás partidos;
pero al llegar al poder estalló con fuerza la lucha entre los ele-
mentos de ambas agrupaciones que las ha extenuado, entregándo-
las á sus enemigos para su vel'(jilen::;a y escarmiento.


Formaban estos grupos y bandos por un lado los defensores y
propagadores de la doctrina confederada, de los pactos sinalag-
máticos, los que quieren imponer por In fuerza sus ideas, los lla-
mados intransigentes, que son sin embargo tan elásticos con los
crímenes y las leyes, los llamados hombres de accion, de lucha
violenta, de oposicion perpétul1 á todo poder constituido; los de
retraimientos amen3Zadores, los que quieren la República para y
por el partido republicano; los oradores de club, los propagado-
res de ideas originales y atrevidas; los aduladores del llamado
cuarto estado, á quien lanzan en aventuras y abandonan en mo-
mentos de peligro; los que con esperanzas de internacionales y
socialistas y los que no coinciden ni se avendrán nunca en plan
de gobierno ni en doctrinn práctica real y juiciosa. En el otro
bando estaban los federales descentralizadores, los defensores de
la integridad de la patria, del sufragio y de los procedimientos
liberales; los que consideran que la fuerza debe solo usarse como
medio de defensa para repeler la agresion , los llamados benévo-
los por su tolerancia constante con lase opiniones de los demás;
los que desean el cumplimiento de las leyes para todos y por to-
dos; los que quieren llegar al completo ideal de sus doctrinas sin
perturbar la sociedad y atrayéndose la opillion pública, á la cual
respetnn y obedecen; los que quieren ser en el gobierno garantía
de los hombres pacíficos, lahoriosos y honrados; los que no ha-
cen la guerra á ninguna clase social, porque todas constituyen la
humanidad, y los que profesan como máxima que la mision de un
buen gobierno debe consistir en asegurar la tranquilidad pública,
el derecho y la propiedad de todos los ciudadanos.


Al conseguir el poder, el partido republicano cometió, ú mejor,
cometieron algunos de sus hombres importantes el gran error de




- 30~-
procurar que siguieran unidos y compactos los que tanto discor-
daban en principios y conducta; y fuó preciso que la insurreccion
cantonal espantase al país y á los re¡mblicanos de lJUena fé para
que se verificara la ruptura entre unos y otros, quedando en la
Asamblea una mayoría escasa al lado del Gobierno, enfrente de
los intransigentes y del llamado centro, inútiles todos para conso-
lidar algo estable, é imposibilitada la Cámara para legislar yapo-
yar al Gobierno por las condiciones especiales en que se hallaba.


Hay que hacer estas confesiones con honrada franqueza para
no engafíar al país ni al partido ['epublicano, pues tales han sido
las causas de su desmembramiento; y deben señalarse para que
se conozcan siempre y sepa cada cual á qué atenerse. Los errores
conoddos sirven para atlrmar el triunfo de la verdad, y cuando
un partido entrega el poder á la fuerza bruta sin defenderse y lu-
char, como ahora lo han hecho los republicanos, tiene un dere-
cho perfecto á protestar de la violencia y á ser escuchado y aten-
dido por todos.'


En la lucha de las dos tendencias que con su funesto desarro-
llo ahogaron el partido republicano, han sido vencidos los hom-
bres de gobierno, los benévolos, por los intransigentes, sus nn-
tiguos amigos; han sido armjados del poder los que preferian sa-
tisfacer las exigencias del pais á las conveniencias y egoismo de
partido; y apenas hacian dimision de sus cargos ante la Asam-
blea los que por ella habian sido elegidos para el Poder ejecutivo;
cuando el ilustre patricio, con su elocuencia inimitaLle, exponia
la situacion de la patria y los medios únicos de remediar tantas
desdichas; cuando su pr¡grama de gobierno resonaba aun en el
sagrado recinto de las leyes, era este invadido por la soldodesca,
y otra derrota por la violencia de las Layonetas cerraba las puer-
tas del Congreso á todos, lo mismo á los coa ligados vencedores
de Castelar, como á los que le habian dado un voto de gracias y
confianza; pero ya habia dejado allí el eminente tribuno su pro-
grama de gobierno, en el cual recenocerán todos, propios y ex-
traños, amigos y enemigos, y el tiempo ha de probarlo, el más
completo y único posible· para salvar la libertad y la patria.


¡Caso original y único en las contiendas políticas! ¡Los venci-
dos han trazado la línea de conducta, el plan de gobierno de los
vencedores! ¡Los vencidos en la Asamblea han triunfado en la




- 301)-
opinion pública! ¡Los vencidos no son los traidores, son los leales!
¡Los vencidos se presentan ante su partido, ante la opinion, nnte
sus enemigos, ante la faz del mundo, y todos sin excepcion con-
fiesan y convienAn en su lealtad, en su patriotismo, en sus virtu-
des políticas!


Los vencidos han reducido la insurreccion cantonal á los muros
de Cartagena; han reorganizado el ejército para que defendiera
¡a libertad; han entregado á los oficiales del cuerpo de artillería
los cafíones; han hecho todos los esfuerzos imaginables y posi-
bles para consolidar el órden y han refíido batallas con sus pro-
pios amigos, entregando á los tribunales á los que arrastraron por
el lodo la toga del Iigislador, y han dado con su conducta una
prueba de patriotismo que no tendrá muchos imitadores en esta
perturbada nacion.


¡Los vencidos tienen una de sus mayores glorias en sus derro-
tas! Los que fueron sus amigos y les vencieron parlamentaria-
mente deben estar arrepentidos de su victoria. Los que les expul-
saron de la Asamblea por la fuerza de las armas no tardarán mu-
cho en arrepentirse tambien de su victoria, si no están ya á estas
horas con remordimientos por su conducta.


¡Ay de los vencedores si no aceptan, plantean y llevan á cabo
fielmente el programa de los vencidos!


La historia hará cumplida justicia á todos. Por nuestra parte
tenemos un verdadero orgullo, una grata satisfaccion, una tran-
quilidad de conciencia en ser de los vencidos entre los ciento que
votaron la proposicion de gracias al honrado patricio, gloria de
la nadon espafíola, D. Emilio Castelar.


La Discusion.-9 de Enero de iSa'


Hablemos de las desgracias de la patria. Intento vano seri-
pretender que la opinion se fijase hoy en otro asunto que el esa
pectáculo terrible de nuestras discordias, de nuestras guerras ci-
viles, de nuestra feroz actividad para la destruccion y para la
ruma.


Al que pronunció en España por vez primera ¡abajo lo existen-
ti!! cábele la desdichada gloria de haber sido el intérprete más fiel
de la opinion pública y general de los espafíoles, por más que esa


20




- 306 -
vox populi ni sea la voz de Dios, ni de la razon, ni de la justicia,
ni del derecho.


Los españoles no hemos desmentido nuestro orígen y nuestras
tradiciones, que la historia atestigua. No puede presentar nacion
alguna una série más constante de guerras intestinas, de catás-
trofes y desdichas, de victorias y derrotas sulJlimes ú espantosas,


La tradicion perpétua de nuestro pueblo ha sido-y es por des-
dicha nuestra-la de fiar todo, la honra, la felicidad, el honor, la
misma libertad é independencia, al triunfo funesto de la fuerza,
al poder de las armas. Excusado es que citemos ejemplos para
probar este aserto, que está arraigado profundamente en nuestro
pueblo en todas las clases sociales de España. El infortunado in-
genio que escribió el Q¡tijote, aherrojado en estrecha cárcel, no
consiguió con su libro inmortal curar á sus compatriotas la en-
fermedad ó 10cUl'a funestas de desfacer entuertos y reparar agra-
vios con la punta de la espada y de la lanza. La costumbre ha
arraigado tanto entre nosotros, que los propósitos y honrados es-
fuerzos de hombres eminentes no han podido ser oportuno reme·
dio á preocupacion tan funesta y desastrosa.


Basta ver el estado de nuestros partidos para reconocer esta
triste verdad. Los carlistas con su tenacidad incontrastable tienen
sumidas en la desdicha y las ruinas aquellas provincias que se con·
sideraban como tipo de laboriosidad, de honradez y de costum-
bl'es patriarcales; atizan el espantoso fue;:;-o de la guerra civil con
saña inaudita, y no abandonarán las armas fratricidas hasta que
sean exterminados y aniquilados por sus propios hermanos, por
los mismos españoles. Los partidarios de D. Alfonso, los que
vieron derrumbarse la dinastía borbónica por los errores y desa-
ciertos de los que gobernaban en su nombre, no han apelado á las
armas para restaurar lo que sus ambiciones y discordias derriba-
ron, porque no están seguros del éxito, porque no cuentan con
suficientes batallones ni soldados para alcanzar sus propósitos.
Los unionistas, los sagastinos y radicales, que triunfaron con la
Revolncion de Setiembre y se destrozaron mútuamente despues,
ocasionando con sus divisiones la proclamacion de la República y
obligando á salir de España al monarca que trajeron y que no me-
recíamos, han vuelto á ocupar el poder poI' un acto de fuerza que
para muchos fué inesperado y sorprendente, y hoy gobiernan en




- 307 -
nombre de la República que tanto escarnecieron y á quien tanto
odiaron. Los repuhlicanos, que al vencer la Revolucion de Se-
tiembre se les viú


extenderse, aeca, tocar las n'ubes,


sufrieron el general contagio, y apelamos á las armas en 1869,
desoyendo los consejos de la prudencia y perdiendo el instinto de
conservacíon. Conseguimos el poder; llenamos por fin los esca-
ños de la Asamhlea, y no satisfizo la impaciencia de muchos de
nuestros correligionarios el trabajo lento y reposado del legisla-
dor, y ahandonaron la toga; despreciaron la mision que les ,con-
fió el cuerpo electoral, lánzandose á la vida aventurera y errarlte
del cabecilla; proclamaron como dogma de partido los cantones;
la desmemhracion de la patria y otras doctrinas funestas y contra-
rias á la libertad y á la misma naturaleza y dignidad humana. En
vez de ayudar al Gobierno republicano á plantear las reformas po-
sihles, á grangearse la opinion pública, dándose á conocer como
hombres de gobierno, ni siquiera le ayudaron á vencer sus ene-
migos, ni á combatir los carlistas, y apoderándose de la plaza más
fuerte del Mediterráneo, proclamando santa la indisciplina en el
ejército y suhlevando Andalucía y otros puntus, debilitaron el po-
der de nuestro partido; espantaron al país, y dieron pretexto á
la reaccion, y todos hemos sucumbido al primer golpe de fuerza,
desprestigiados e impotentes .


Tan ruda experiencia debia aleccionarnos á todos los que de
juiciosos nos preciamos para restañar las profundas heridas be-
chas á la madre patria, para unir en mútuo consorcio á los que
libres de ambicion y egoismo reconocen la paz y tranquilidad co-
mo bases únicas de la lihertad, el trabajo y la economía como
fuentes permanentes de riqueza y prosperidad, y el derecho y la
ley como únicos fundamentos de la justicia.


La historia moderna comprueba que pasan en halde las oportu-
nas ocasiones de alcanzar una legalidad comun que termine y
consuma ia energía mortal de nuestros partidos políticos. Se hizo
la Constitucion de 1837 sacrificando muchos principios de aque-
llos eminentes patricios progresistas en aras del bien comun, y el
partido moderado quiso y alcanzó por fin la de 18M, para su be-




- 308 -
neficio propio y exclusivo, dando lug~1' con esa intransijeneia á
la que produjo la non-nata del afío 18tí6. El eminente O'Donnell
hizo esfuerzos supremos para establecer aquella union liberal que
dió {¡ España siete afios de bienestar r'elativo y aceptable, pero del
seno de aquella misma union salieron las serpientes que la ahoga-
ron y á quienes aplastó despues la Revolucion de Setiembre. Pasa-
ron en vano los dias de la Revolucion por el aran preponderante
de unas fracciones sobre otras; sucumbió el general Prim, quien, á
pesar de sus defectos, reunia cualidades suficientes para contener
el desbordamiento de las pasiones de sus amigos, y llegamos á la
proclamacíon de la República por los desaciertos de los monár-
quicos. ¡Cuántos esfuerzos, cuantos dolores ha costado al eminen-
te Castelar dirij ir y dar una solucion práctica y racional al plan-
teamiento de la forma de gobierno que tanto anhelaba! Los que
tanto hemos compartido con él sus penas, sus amarguras y sus
afanes para establecer la Repúbliea española con el concurso de
los hombres dignos y honrados de todos los pnrtidos; los que he-
mos apoyado á todos los Gobiernos de la República hasta en sus
errores por el solo afan de traer á bllen camino los extraviados;
los que hemos sacrificado popularidad para muchos tan querida
no temiendo incurrir en la nota de inconsecuentes para satisfacer
exijencias de la opinion público, m6s respetables que las egoistas
de partido; los que hemos sufrido el golpe de fuerza que disolvió
la Asamblea con resignacion y como castigo á nuestras debilida-
des y torpezas, y sufl'imos con calma los airados golpes de nues-
tros despechados amigos, hemos visto con gran dolor que eran
pstériles nuestros esfuerzos y veremos con honda pena gobernar
en nombre de la Hepública á los que nos combatieron siempre y
110S vencieron con la fuerza, sin que desmaye nuestro ánimo, sin
que la pasion política nos arrastre á turbulencias ni desmanes.


La Discusion.-13 de Enero de 1874.


«Excelentísimo Sr.: Cuando la sociedad, amenazada en sus más
caros objetos, necesitaha un brazo que la salvara de In sima en
que estaba á punto de hundirla el desenfreno de la demagogia,
representndn en el cantonalismo, sin oir más voz que la de mi
conciencia, ni nrrastrarme otro móvi I que el amor á mi patria,




- 309-
que iba á ser presa de la más horrible anarquía, emprendí y llevé
á feliz término, con la sola ayuda de la opinion pública y el pa-
triótico esfuerzo de la guarnicion, el acto del 3 de enero. En aqueo
llos supremos momentos, al dejar en agenas manos el poder, como
prueba evidentente del desinterés que me guiaba, y que otro me-
nos generoso se hubiera reservado, procur(\ dar cabida en el go-
bierno á cuantos elementos constituyen las distintas fracciones
políticas de ól'den en que, por desgracia, se halla dividido el país.


En las conferencias que mediaron para aquel objeto con el ex-
celentísimo Sr. duque de la Torre, hoy presidente del Poder eje-
cutivo, y con otros distinguidos hombres públicos, entre ellos el
actual ministro de la Gobernacion, Excmo. SI'. D. Práxedes Ma-
teo Sagasta, mi primera pregunta, aquella en que más tenazmente
insistí, fué que se me dijera si existia algun hombre de partido
bastante fuelte para que, dado el estado del país, pudiel'a impo-
nerse y ejercen desl'mbarazadamente el poder con el fin de extin·
guir el cantonalismo y vencer el carlismo, únicos partidos que se
hallaban ,en armas, dando la paz y el sosiego á nuestra desven-
turada patria, tan necesitada de uno y otro. Todos se hallaron
unánimes en confesar que no conocian hombre ni partido alguno
f¡Ue fuera capaz de dominar por si solo las dificultades de las cir-
cunstancias. Esta confesion franca, esplícita, pnlndina, fué la hase
del patriótico acto del :3 de Enero. Inspirado en tan evidente co-
mo reconocido hecho, manifesté á los generales, jefes, oficiales y
guarnicion toda de ;)Iadrid que iha á salvar la sociedad y deposi-
tar" el poder, no en manos de un hombre ni de un partido, sino
en los brazos de la patria representada en el gobierno por las frac-
ciones políticas de órden. Ni yo huhie['a acometido la empresa
para entregar el país á la dictadura de una sola de sus parciali-
dedes, ni el pais todo, que aplaudió el acto, lo hubiera consen-
tido.


Nombrado hoy un gobierno homogéneo, con olvido absoluto de
lo entonces solemnemente pactado, contrariando el salvador ob-
jeto de la política inaugurada el 3 de Enero, por todos en aquel
entonces aceptada, un sentimiento de consecuencia y dignidad
me pone en el sen~ible caso de presentar la di misio n del cargo de
Capitan general de Castilla la Nueva, que ya anuncié al Excelen-
tísimo Sr. presidente del Poder ejecutivo, si á la crísis politíca se




- 310-
le daba la solucion que ha tenido, cuando á su llegada á Madrid
se dignó consultarme sobre aquella, acto que hubiera llevado á
cabo igualmente con cualquier otro ministerio homogéneo, á cual-
quier parcialidad que perteneciera, cuando aun nos hallamos
amenazados por el cantonalismo y combatidos por el carlismo;
es decir, cuando no han variado las circunstancias que motivaron
el unánime acuerdo del 3 de Enero.


En vista de las razones expuestas, ruego á V. E. se digne dar
las órdenes oportunas para que se hagan cargo del despacho de
esta capitanía general, cuyo puesto me reservé el 3 de Enero, que
he servido leal, desinteresada y patrióticamente desde aquella fe-
cha, y que hoy renuncio con propósito irrevocable.


Madrid 13 de Mayo de 1874.1)


(Dimision del cargo de Capilan general de Castilla la Nuera,
presentada por el general Pa·ciu.)


Vino en aquellos tristes acontecimiento, para la República la
ruina, para mi la deshonra. Temióse que pudiera yo reconquistar
el mando y salvar la idea federal del abismo que la atraia y ame-
nazaba devorarla, y dióse el no comun espectáculo de que duran-
te cinco meses, dia por dia, atacase la prensa toda á un hombre
caido, ([ue nada hacia por levantarse, y le ultrajase, y le presen-
tase al mundo como un mónstruo, con el cual no podia venir sino
la disolucion de la sociedad y la pérdida de la patria. En tiempos
de los más azarosos que registra la historia, ese hombre, casi sin
más influencia que la de su palabra, contrariado más bien que
favorecido por los suyos, poniendo en riesgo su popularídad y
su nombre, habia durante medio aoo desconcertado las maqui-
quinaciones de los que pretendian adelantarse á la obra de las
Córtes transformando por su propia autoridad en Estados las an-
tiguas provincias; porque al fin lograron los cantonales alzarse
en armas, le designaron únos como cómplice, otros como autor
del movímiento, á él que habria dado su vida porque los republi-
canos todos hubiesen sabido esperar tranquilos las resoluciones
de la Asamblea, y dar á la nacíon inequívocas muestras de su




- 3H-
respeto á las leyes. ¡Qué á tanto llegue el interés de partido y la
maldad de los hombres l .....


En la guerra, como en toda clase de luchas, la pasion entra
por todo. Dadme hombres que sientan, que amen, que odien, y
éstos serán los mejores soldados. El sentimiento está hoy en el
eampo enemigo, y por esto son frecuentes nuestras derrotas. Aun
los mismos ejércitos necesitan pal'a pelear con decision y arrojo
del calor de los pueblos. Nuestra exaltaéion los fortalece, nuestra
frialdad los enerva y los mata .....


Mi política iba encaminada además á mejorar la condicion de
las clases pobres. Hasta aquí las más favorecidas por la revolu-
cían habian sido las clases medias; á mi manera de ver con venia
pensar en las jornaleras. Jamás se ha concedido á una clase de-
rechos políticos que no se hayan despertado en ella necesidades y
deseos; ó se hacen entonces reformas que tiendan á levantarla, ó
se la vé admitiendo las más extrañas quimeras, cuando no devo-
rada por la concupiscencia y el ódio; y entregada sin fl-eno al
desórden. Algo de esto acontecia ya en los braceros de España;
y no haber íntentado nada en su provecho habria sido imperdo-
nable en nosotros, que habíamos contribuido como el que más á
la vida política y habíamos hablado todos, quizás sobradamente,
de la emancipacion del cuarto estado. Sobre que era justisimo ir
llevando á los mas y á los que en todos tiempos, y hoy principal·
mente, son el nérvio de las sociedades, los beneficios de la pro-
piedad y de la cultura. ¿Qué calificacion podia merecer una polí-
tica solo atenta á las necesidades de los menos? ....


Queria yo la República por los republicanos; pero bastándome
que lo fueran los Ministros, los representantes de España en las
demás naciones, los gobernadores civiles de las provincias, los
capitanes generales de distrito, los que mandasen ejércitos. ¿Ha
habido en España alguna situacion política que haya exigido me-
nos ni á. tan poco haya reducido sus pretensiones? En épocas bien
recientes, así la administracion como la política, han sldo un mar
revuelto donde han naufrag!ldo por cientos los funcionarios pú-
blicos. Se ha creado mnltitud de plazas solo para recompensar
servicios y satisfacer hambrientos. Gente inepta ha escalado los
más altos destinos. El estado ha sido verdaderamente pasto de fie-
ras/ merienda de negros .....


• l. ..
\. "':¡.




- 312-
Dividir, alejar unos de otros á los republicanos ¿para qué podía


servir sino para quebrantarnos y añadir fuego á la hoguera? Aun
estando unidos, eran escasas nuestras fuerzas: desunidos ¡cuán
débiles no habíamos de ser contra tantos enemigos!


PI y ~IARGALL.-La Repúblída de 1873.




~ 313 -


XVII.


Inconsecuencia.


La palabra ele lo~ hombres
es COlno la caña vana
'lue de lo que dicen hoy
ya no se acu~rdan mañana.


El 8 de Junio de '1872, el Sr. Castelar, dirigiéndose
al ministerio presidido por el Sr. Sagasta, decia: «El
duque de Suntherland diera á palmetazos una leccion
de respeto al Código fundamental, de amor á las le-
yes, de celo por las conquistas de las democracias
modernas á esos Ministros españoles, ete'rnamente
demagogos en la oposicion, y ete'i'namente arbitra-
rios en el poder.»


Esta leccion se la podria dar el noble duque á to-
dos los revolucionarios del mundo, pues todos sin
escepcion alguna, son eternamente demagogos en la
oposicion y eternamente arbitrarios en el poder. Y
como sí la Providencia se complaciera en abrir los
ojos á los pueblos siempre obcecados y siempre en-
gañados, dispone las cosas de manera que la oposi-
cion entre las promesas y los hechos de los revolu-
cionarios sea general, constante y evidente. En
España, el partido revolucionario en general y el re-
publicano en particular, parece que no han alcanzado
el poder si no para hacer exactamente lo contrario
de lo que habian prome~ido en la oposicion, para ne-
gar uno á uno y todos juntos los prineipios funda-
mentales de su doctrina, para abusar de la autori-
clad ¡ellos que siempre la subordinaron á la libertad!




- 314. -
sin poder afianzar el órden, sin poder dominar la
anarquía~ que es para lo que emplean la autoridad, y
siempre con éxito, los partidos conservadores. ¡Y ha-
brá quien fie aun en las declamaciones de los revo-
1 ucionarios!


Hé aqui como juzgaron ellos mismos su inconse-
cuencia:


Estoy tan convencido de que la República no se consolida si no
se hacen grandEs yprofundas reformas económicas, que no sé que
contestar cuando muchos me dicen: ¿Y qué hemos adelantado
con esta revolucion1 ¿Y qué es lo que despues de todo, mejoramos
con la República1 Continuamos con el sistema de los gobiernos
anteriores.


Esto, señ[)res, lo he oido en todas partes y á mí no me gusta
contribuir á que continuen las cosas que no son justas. Yo tenia
de la República otra idea muy diferente: el sistema antiguo con-
sistia en poner grillos al pueblo español y decirle despues, anda.
Yo deseo que el pueblo español ande, pero para esto lo primero
que hay que hacer es quitarle los grillos, porque el pueblo no
puede aumentar su prosperidad con las cédulas de vecindad, con
el estanco, con la lotería, en fin, con todo lo que contribuye á la
pobreza pública.


Yo creía, señores, que esto se debia hacer desde el primer mo-
mento, que se debe hacer siempre, porque siempre lo hemos pro-
metido: hay un diluvio de programas en que esto se ha dicho y
se ha ofrecido por el partido progresista primero, despues por el
demócrata, luego por el republicano y ahora por el republicano
federal.


Yo creia que estas reformas se debian haber hecho inmediata-
mente, y recuerdo que dije que las reformas que no se hacian el
mismo dia de las revoluciones, des pues se evadian buscando pre-
textos para ello; y, señores, en España, cuando se buscan, al
momento se encuentran pretextos.


ORE:;'SE (D. JosÉ MARíA.) 14 de Junio de :1.873.


Pero es lo cierto, señores, que hace una porcion de días que




- 3:HS -
venimos agitándonos en el vacío, que todos clamamos porque se
haga algo, que lo deseamos todos, que lo desea el partido, y, sin
embargo, nnda sale de nosotros; y como es necesario que salga
algo y que salga pronto: como es absolutamente indispensable
que esta Asamblea, ó por sí ó por delegacion, acabe en primer
término con la guerra civil, y en segundo con las demás cuestio-
nes que están sobre el tapete, de aquÍ. que, temiendo yo que si
seguimos por el camino que vamos siguiendo hace dias, no llega-
remos á ningun resultado, como no quiero de ningun modo que
se me haga responsable de los males, acaso próximos, que nos
están amenazando, por la insistencia en mi rebeldia en no con-
ceder á una sola persona las facultades que para ella se piden, de
aquí que esté dispuesto á votar la proposicion en que semejantes
facultades se conceden.


Sigo pensando como pensaba antes, que nuestra dignidad po-
lítica, absolutamente considerada, por lo menos se rebaja mucho,
mucho, al depositar en una sola personalidad el poder soberano
de esta Asamblea; pero aun pensando así~ para dar satisfaccion á
los sentimientos, no de mi patriotismo, sino de algo que es su-
perior á mi patriotismo, á los sentimientos de mí republieanismo;
para no dar pretesto á que nadie en mi partido me pueda pedir
cuenta por la parte que me haya tocado rn esta confusíon y en
esta algarabía en que venimos viviendo y en que yo temo que he-
mos de seguir viviendo; de aqui que esté yo dispuesto ..... á dar
mi voto afil'mativo á la proposicion.


SUÑER y CAPDEVILA (MAYOR.)-21 de Junio de 18i3.


Video rncliol~a proboque, deteriora sequor.
A ese contrato, á que debió el ser el Banco Hipotecario, con-


trato contra el que protestó solemnemente el partido republicano,
no me opondria yo, porque al fin y al cabo es un contrato solem-
ne y consumado, aun cuando sea leonino; pero hay una euestion
de principios, hay una cuestion de partido y hay una cuestion de
consecuencia, que quiero dejar á la consideracion de la Cámara,
para que ella en su alta sabidnría resuelva si debe ó no subsistir,
Ó revocarse.




- 316-
Yo recuerdo que en la sesion del 13 de Noviembre del año pa-


sado, cuando el partido republicano no era poder, se levantó des-
de aquellos bancos (sefíalando á la extrema izquierda) D. Francis-
co Pi y Margall, no á hablar en nombre propio, sino en nombre
del partido republicano, para hacer una declaracion grave, tras-
cendental y de inmensas consecuencias.


El Sr. Pi y Margall, llevando la voz del partido, puesto que el
partido lo habia acordado, y cuidado que si yo hubiera sido Di-
putado no me hubiese adherido á aquel acuerdo, el Sr. Pi y Mar-
gall dijo que si el partido republicano era poder algun dia, no lo
reconoceria de ninguna manera, rasgaria el contrato del Banco
Hipotecario, porque lo consideraba depresivo de la dignidad del
pueblo espaüol. Los partidos, para ser eonsecuentp-s, es necesario
que recojan, cuando son poder, las palabras que han lanzado en
la oposieion, y que los compromisos que contraen cuando son
oposicion, los cumplan cuando son Gobierno; porque si no, ten·
drian dos políticas. Tendrian una política que seria la de derribar
Ministerios y de derribar Gobiernos para ser ellos Gobierno y no
cumplir sus promesas ¿Acaso seguiremos esa política aventurera?
Si así fuera, se nos aeusaria cuando menos de inconsecuencia, y
estas inconsecuencias nos quitarian la fuerza que nccesitamos pa-
ra gobernar, y haria que todo el mundo fuese perdiendo la fé po-
lítica, y quedaria la política convertida en patrimonio de cuatro
traficantes políticos y no de hombres honrados.


LADICO. - i5 de Agosto de 1873


y efectivamente el contrato del Banco Hipotecario
!lO fué rasgarlo.


Nosotros ya sabemos que á la suspension de las garantías cons-
titucionales pondrán el grito en el cielo los rcaccionarios de to-
dos los matices y dirán que abdicamos de nuestros principios y
uos amparamos de los suyos; pero si semejante consideracion lIe-
gára á detener al gobierno ó á las Córtes, no merecerian el lugar
(¡ue ocupan y no estarian á la altura de su mision, porque seme-
.jantes respetos son escrúpulos de monja y ellos nos han llevado á
la situacion en que nos encont¡'amos. Si en vez de temer cobarde-
mente al qué dirán los ministerios que ha tenido la República se




- 317 -
hubiesen inspirado en las necesidades del momento y en el inte-
rés político del país; si en buen hora hubiesen recordado que nin-
guna nacíon por democrática y por republicana que sea ha de-
sechado las medidos extremas y hasta las contrarias á sus princi-
pios cuando ellas han sido necesarias para asegurarlos; si hubie-
sen tenido en cuenta que los humanitarios principios proclamados
por la revolucion francesa tuvieron que .ausiliarse para su salva-
cion de un sinnúmero de decapitaciones (Que no aprobamos) y
hasta de una ley de sospochosos (que juzgamos innecesaria), hu-
bieran visto Que la resolucion y la audacia, siendo hijas de la con-
viecion sun las dos cualidades sine qua non de las verdaderas re-
voluciones y no hUDiesen dado lugar con sus vacilaciones y con
sus debilidades á los tr astornos que hemos atravesado y al descré·
dito que justa ú injustamente recaerá sobre la República, si no se
apresuran á remediarlo los hombres que lo pueden.


La política no es mas que una série de principios filosóficos mo-
dificados pat' las necesidades y circunstancias del país y del mo-
mento histórico en que se aplican: nuestros principios rechazan la
suspension de las garantías constitucionales, pero la salvacíon de
la República la exige; y si por no faltar al principio filosófico,
consentimos en la pérdida de la Hepúbliea, perderemos á un tiem-
po mismo República y garantías.


La Independencia.-25 de Agosto de 1873.


Los que representan, señores Diputados, los que representan la
mayoría, el gobierno, representan la realidad con sus tristezas,
la realidad con sus imperfecciones, la realidad con sus desgracias,
sometidas casi á los mismos errores y á las mismas rutinas q1le
muchas veces han criticado, porque en el fondo de las sociedades
hay una ley á que todos obedecen; y los "que representan la opo-
sicion, ora se levanten allá en las cimas de lo pasado que se ol-
vidan, ora se levanten en las cimas de lo porvenir que apenas se
divisan, representan un ideal que no toca en los lodazales de la
tierra; que tiene cierto atractivo, y que por el recuerdo ó por la
esperanza se eleva con cierto carácter inmaculado cn el cielo de
la conciencia humana.


CASTELAR.-25 de Agosto de 1873.




- 3i8 -
Ayer el Sr. Perez Co.stales nos esplícó la crísis última. Es tam-


bien una cosa singular; tampoco hemos adelantado nada en polí-
tica; sucede exactamente ahora lo mismo que en los tiempos an-
tiguos: se habla dr. crísis ministerial, despues se niega la crísis,
y al fin viene la crísis; y el púbico y aun la mayoría de las perso-
nas que no son sumamente curiosas, resulta que no saben nada
de estas crísis, y así es que la crísis de que nos hablaba el Sr. Pe-
rez Costales ayer, en sustancia la hemos sabido al cabo de un
mes y medio. De manera que en esta parte, como en todas, esta-
mos como en tiempo del absolutismo; no parece sino que no le
interesa al país saber porque razon entra Juan de Ministro y por-
que no entra Pedro. Pues le interesa mucho, porque es el medio
de ir formando la opinion pública .....


De manera, que nosotros hemos venido á ser, unos á ciencia
cierta y otros á pesar suyo, hemos venido á ser una especie de
predicadores que no creemos en el Evangelio que predicamos;
porque cuando hemos podido establecer ese Evangelio, no solo
no se ha establecido, sino que no se nos ha dejado á nosotros es-
tablecerlo.


ORENSE (D. José M.a)-30 de Agosto de i873.


Por esa razon este Gobierno ha presentado un proyecto de ley
prohibiendo la gracia de indulto, para conseguir que la pena sea
cierta; que la pena sea inexorablemente cumplida; por esa razon
este Gobierno no presentará jamás ningun proyecto de amnistía,
seaI1 cualesquiera las circunstancias que el país atraviese. Yo di-
go al Sr. Oren se que, hombre de ley ante todo, deseando que la
justicia impere alguna vez en esta desdichada tierra; donde por
falta de respeto á la legalidlld no hay posibilidad de Gobierno, no
hay paz, no hay tranquil,idad, no hay ningun interés legítimo ase-
gurado, ni amparado ningun derecho, yo digo que condeno las
amnistías, porque para mí, Sres. Diputados, por mucho que os
choque, no hay diferencia entre los llamados delitos comunes y los
llamados delitos políticos, que justifique este género de conmise-
racion y olvido que vulgarmente se otorga á los reos políticos
por la recíproca indulgencia de los males que engendran las am-
biciones de partido.


Los delitos políticos acusan una profunda perversion moral que




- 3i9-
es preciso· corregir con el castigo que purifica, tanto como los
mismos delitos comunes. Verdad es que como se supone por pun-
to general que los delitos políticos se cometen por una pura, no-
ble y generosa aspiraCion de hacer el bien del país, no pasan cn-
tre las gentes como tan perversos y tan indignos criminales como
los que cometen delitos comunes. Pero, ¡ah, señores! es que se
padece en esto una verdadera preocupacion; es que por el profun-
do egoísmo reinante en los tiempos que corren, estimamos más
perversos á aquellos que atacan y hieren los intereses individua-
les, que á los que atacan y hieren los intereseS sociales y públi-
cos, aun cuando el grado de perversion en estos sea mayor con
frecuencia.


SALMERON, (Presidente del Poder ejecutivo).-30 de Agosto
de 1873.


¡A qué extremo hemos llegado, Sres. Diputados!
Surge una crísis en el seno del Gabinete: I"y cuál es el motivo


de esa crisis, cuál ha llegado á ser la cuestion suprema que se
agita entre demócratas, entre republicanos federales, despues de
siete meses de República federal en el nombre, sin hacer nada,
estando á cero en reformas y á cero en organizacion federal? La
cuestion de pena de muerte de la que es paladin el Sr. Castdar.
Si esto se lo hubieran dicho hace un año al republicano, de bue-
na fé, se entiende, más conservador, lo habria escuchado con la
indignacion que se escuchan los insultos.


NAVARRETE.-l" de Setiembre de i873.


¿Qué diferencia hay entre la política de los que nos han gober-
nado en nombre de la República y la política de los moderados?
Ninguna .....


Resulta, Sefiores, que los que han gobernado á este pais desde
el mes de Febrero han faltado, á (mi entender, á lo que prometie-
ron de una mallera solemne en cien ocasiones distintas. Pero ¡si
lo confiesan ellos mismos!


ORENSE (D. José M. a)_6 de Noviembre de i873.




- 320-
La responsabilidad de la direccion de la guerra, por circuns~


tancias bien extraoas, la responsabilidad de la guerra toca al par-
tido republicano.


y ahora bien; el partido republicano ¿debe por una consecuen-
cia insensata con sus principios, por una consecuencia insensata
con sus dogmas fundamentales, que solo pide una suspension tem-
poral, brevísima; el partido republicano debe consentir que la
guerra avance, que la teocracia se despie'rte, que D. Cilrlos pueda
llegar hasta el trono de Madrid? .'; ...


Sí, Sres. Diputados; la abolicion de la pena de muprle es un
principio nuestro, es un principio científico, es un principio polí-
tico; pero á nadie se le ha ocurrido, absolutamente á nadie, á
ninguna república del mundo, ni á las mas democráticas (y si no,
os cito Suiza y os cito los Estados Unidos), á nadie se le ha ocur-
rido decir y sostener que puede existir el ejército, sin existir la
disciplina, que puede existir el ejército, que es una máquina de
guerra, sin que esa máquina de guert'a, que ha de ir precisa-
mente á la muerte, y si no va á la muerte no cumple su desti-
no, tenga á sus espaldas y corno sancion de su vigor y de su
fuerza, establecida en todos los Códigos militares del mundo,
sin excepcion, la pena de muerte.


CASTELAR.-8 de Setiembre de J873.


iY aqnpllo dp la penonalidacl humana?


y si el Sr. Pi hubiera atendido á ese rigorismo de los princi-
píos, á esa eonsecuencia que exige la ciencia y la filosofía cuan·
do se trata de díscutir en el terreno de la ciencia; si á su rigoris-
mo hubiéramos de atender en las cuestiones políticas y prácticas
L1e gobierno, vea el Sr Navarrete que cargo tan grave y tan fun-
dado pudiera hacerse al Sr. Pí, no hoy, sino desde el primer dia
en que vino á encargarsé de las riendas del Estado. ¿Ha sacado el
Sr. Pi esa conseeuencia que desea el Sr. Xavarrete, para defen-
der su dogma, para justificar sus principios en el momento en que
pudo practicar sus teorías? Ko. El Sr. Pí en el ejercicio de su




- :~21 -
mando ¡,ha sido igualmente consecuente con sus principios? No.
Aquí ha habido un dcbate político importante, trascendental,
soLr:) las autorizaciones pedidas por el Sr. Pío ¿Se atendió enton·
ces ú la consecuencia política y á la pureza del dogma republica-
no? tEI Sr. Benitez de Lugo, no votó tambien aquellas autoriza-
ciones? ¿Cómo pues el SI'. Pí Y Margall y el SI'. Benitez de Lugo
vienen ahora ú invocar la pureza de los principios cuando los tie-
nen ya manchados por su propia iniciativa? Nosotros desde aqui
somos más consecuentes que S. S.; iguales razones de gobierno
que entonces teníamos, tenemos tambien hoy. El cargo de incon-
soeuencia diríjalo, pues, el Sr. Navarrete á otros mas próximos
á S. S., no á los que nos sentamos en estos bancos.


Vea pues, el Sr. Navarrete cómo en situaciones políticas tan
graves, tan peligrosas, tan trascendentales para la libertad y la
democracia como en la época que estamos atravesando, vea el
Sr. Navarrete cómo no es posible en manera alguna invocar ese
rigOl'ismo de principios ni esa consecuencia abs oluta de que S. S.
se hacia eco al combatir el dictámen de la comisiono


GAll.CÍA GIL.-9 de Setiembre de 1873.


Yo sostengo que nosotros en nada, absolutamente en nnda he-
mos cambiado los principios que so~teníamos allí.


f;A.-:TEJ,AH.-l1 de Setiembre de 1873.


¿No habia sido un principio nuestro y no lo halúamos sostenido
desde aquellos bancos con ese extremo con que la idealidad se
opolle siempre á la realidad, que no debian tomarse ciertas medi-
das extraordinarias en ningun caso y no nos habíamos opuesto ú
todas las tomadas por gobiernos enemigos nuestros? Y sin embar-
go, el Sr. Pí y yo, porque yo no excuso ninguna responsabilidad,
hemos tenido que desmentir en la práctica y en la realidad estos
principios.


CASTELAU.- 18 de Setiembre de 1873.


Et Sr. Pi no lwl)f;) perdido la f\', en los principios, pero el se-
21




- 322 -
iíor Pí, los ha violado muchas veces en el Gobierno. No habrá
perdido la fé en los principios, pero el Sr. Pí, los ha suspendido
muchas veces en el Gobierno. Los suspendíó con las :1Utorizacio-
nes; los suspendió con el apoyo á cierto céleLre bando; los sus-
suspendió en otras mil coyunturas de su política. ¿Y yo quó hice?
Sostenerle, defenderle con mi palabra, con mis votos, con todos
los medios de que yo podia di2poner; porque yo queda que el se-
fior Pí hiciera GoLierno , representára la autoridad, sostuviera la
autoridad, hiciera órden dentro de la Hepública, dentro de la li-
bertad, dentro de la unidad de la Pntria, dentro de la federacion.


CASTELAR.-18 de Setiembre de 1873.


En la ley soLre abolicion de la gracia de indulto se hizo una
escepcion para los que fueran sentenciados á la pena capital, de-
jando á la Asamblea la facultad de ejercer esa gl'acia. El Sr. Sal-
meron, abolicionista acérrimo, abandonó ese banco, diciendo que
quizn fuera necesario aplicar la pena de muerte para salvar los
sagrados intereses de la Patria, hoy comprometidos con la guer-
ra carlista; que quizá tuviera razon la mayoría de esta Cnmara y
la opinion pública (iba ya dudando si tendrian razon); pero que él
no podia sacrificar sus principios ante la opinion pública; que no
estaba conforme con el ucuerdo de la Cnmara sobre aplicacion de
la pena de muerte, y por tanto, que entre sus principios y la Pa-
tria, se quedaba con sus principios y abandonaLa las riendas del
poder. Habia dicho tamhien el Sr. Salmeron que su corazon la tia
unísono con el del Sr. Castelar; qne pensaban del mismo modo
sobre todos los asuntos concernientes n la politíca actual; y vie-
ne á renglon seguido el Sr. Castelar y dice (y el Sr. SalllwI'on,
hahia obtenido aplausos de este lado de la Cámara); « no; entre
mis principios, que son los del Sr. Salmcron, y la Patria, yo pre·
fiero la Patria; dígase que soy inconsecuente; táchcseme de poca
seguridad en mis opiniones; pcro ante todo la Patria.)) i Y la ma-
yoría de la Cámará aplaudió tumbien! La derecha de la Asamblea
aplaudió lo mismo al r¡uc qucria sacrificar sus principios n la Pa-
tria, que al que abandonaba el poder por no sacrilicar á la Patria
sus principios.


PEI1EZ COSTALE'. -IR de Scticml))'c de 1873.




- :l':l:3 -
Es decil', Sres. Diputados, que la Hepública ha venido á Espa-


Da; que un Gobierno provisional compuesto de l1uestl'OS primeros
homlJres se ha encargado de ¡'ogirla desdo el principio; que este
GolJierno, llevado de sentimientos altamente patrióticos, que yo
admil'o, que yo aplaudo y que respetaré siempre, dejó las cosas
tal como estaban hastA que se reuniera la Cámara soberana, que
es la que habia de resolver sobre la suerte del país; que esta Cá-
mara se reunió; que esta Cámara hasta la fecha, sin perjuieio de
haber votado tantos proyectos como el Sr. Perez Costales indicalJa
esta tarde, creo que apenas lleguen á dos los que están dentro del
credo del partido republicano: habrán sido los otros dictados por
las conveniencias ó necesidades del momento; pero en camlJio,
esas conveniencias, esas necesidades, no dejan un solo claro para
ocuparse en practicar algo, en ensayar siquiera algo de tanto co-
mo hemos venido predicando y como veníais predicando vosotros,
que sois los que nos habeis estado dirigiendo, Cuando esto sucede,
cuando nada se practica, cuando parece llegado el momento de
empezar á hacer algo, venís aquí y nos decís: suspended las se-
siones. Y esto nos lo decís hoy, y esto no nos lo habeis dicho ha-
ce dos meses, cuando la situacion era mas dcpejada, y cuando era
m6s natural que se hubieran suspendido las sesiones, al menos
por la temperatura.


BARTOLOMÉ y SANTAMARÍA.-i8 de Setiembre de 1873.
El dia ti el Sr. Castelar y el Sr. Salmeron vinieron á decirme


que la República estaba en medio del arroyo y que yo era el único
que podia recojerla y salvarla. Hice entonces el sacrillcio de en-
cargarme de la Presidencia, ¿No recuerda S. S, lo que en aquella
ocasion me dijo? -Usted, me dijo, acaba de hacer el mayor sacri-
ficio que puede hacer un hombre público;» y al decírmelo me
abrazaba estrechamente y se le arrasaban en lágrimas los ojos.


Alguna razon habia para que S. S. me apoyase. Su seiiorÍa po-
drá haberme apoyado, pero su apoyo me ha servido de bien poco;
en treinta y cinco dias que duró la Presidencia tuve dos crísis, y
hube al fin de dimitir. No quiero decir con esto que el apoyo de
Su seDaría no fuese leal, si digo que fué insuficiente.


Su seiíoría me acusa de que yo he violado mis principios. ¿En
qw.., Sr. Castclar? Cuanto hice lo ha yen ido á sancionar dcspues




- 32~ -
Su serroría. Vine á pedir autorizacion para tomar ml~didns estraor-
dinarias que pusiesen término á la guerra, y l&jos de viola¡' mis
principios, no haeia mas que aplicarlos. No venia, no, á pedir la
suspension de las garantías ni la aplkacion de la ley de órden pú-
blico; venia tan solo {¡ pedir que se me dejase aplicar á la guerra
las leyes de la guerra. Su seiíorÍa ha venido aquí á pedir mas que
yo, y yo no he tenido inconveniente en concedérselo.


Yo defendí el bando del gobernador de Madrid, es cierto; pem
Su Seiíoria ha hecho más; S. S. ha elevado las prescripciones del
bando á preceptos constitucionales; S. S. los ha incluido en su
proyecto de Constitucion. ¿Cree S. S. haber violado con esto sus
principios? Pues S. S. ei; culpable, y yo nó, puesto que no c¡'eo
haberlos quebrantado.


Pi y MARGALL.-i8 de Setiembre de 187:3.


La conducta de los ropublicanos on punto ü conso-
cuenci.a, ha sido juzgada por el Sr. Pí CIl estos térmi·
nos:


Yo no sé que ningun partido haya llegado al Gobierno para
realizar otros principios que los que en la oposicion haya sosteni-
do. Seria hasta inmoral que otra cosa hicieran. Porque sus prin-
cipios se representan, en momentos dados, no sólo posibles, sino
tambien salvadores, se llama al poder á una parcialidad políti-
ca. Si l!sta despues de triunfar los abdica y los desconoce, de vi-
tuperio y no de aplauso se hace digna á los ojos de toda persona
sensata y de conciencia. ¿Se cree, por circullstancias especiales,
incapaz de establecerlos? Le exigen la moralidad y el decoro f¡Ue
lo diga lealmente y se retire. Otra parcialidad tomará el goberna-
lle del Estado y lo llevará con más segura mano por otras cart'Íen-
tes. Esta es y ha sido constantemente la manero de ver en políti-
ca de todos los hombres rectos, de todos los que no van á bus('ar
en el Gobierno la satisfaccion de su vanidad, de Sil ambician, de
torpes apetitos. O los partidos no tienen razon de ser, ó significan
direcl~iones distintas para la marcha de las naciones al cumpli-
miento de sus destinos. A cada partido, su direccion, ó lo quc es
10 mismo, su política.


Pí y jIARGALL.-La Repúúlica de 1873.




- 32i:i-


XVIII.
Acto final.


E,te acto es jOCO-Sél'jO,
BRETOl\'.


La Gaceta Internacional de Bruselas publiea el tes-
to de los telégramas que mediaron desde el Norte
entre el DlH{1W de la Torre y el ministerio Sagasta
euanclo en Madrid se tuvo notieia del movimiento ini-
eiado en Sagunto. Este periódico diee (Iue debe esta
confcrcneia telegráfica á un personaje que jugó en
el movimiento un papel importante:


«Conferencia telegráfica entre el SI'. Duque de la Torre y los
Ministros, la noche del 30 de Diciembre de i87~, (siete y media
/loche,)


Presente el ministro de Estado saluda al duque de la Torre, dis-
peusándole que venga por el momento solo porque sus compañe-
ros conferencian con el capitan general.


El ministro de la Guerra ha visitado los cuarteles acompañado
del eapitan general y de los Directores de las armas. Toda la ar-
tmería y un batallan y cuatro compañías de infantería alojados en
San Gil y la ~Iontaña están virtualmente pronunciados y solo con-
servan una actitud aparentemente pacífica y condicional en el fon-
do. El batallan de Jaen} las cuatro compañías de Ingenieros y dos
pequeños escuadrones de caballería se han ofrecido incondicio-
nalmente al gobierno; pero no cree el Ministerio que lIegal'ia su
obediencia hasta hacer fuego á los otros si se echasen á la calle.
De todas partes, y principalmente por el eapitan general, órgano
hoy de las aspiraciones de la tropa que fraterniza con el movi-
miento, nos llegan noticias de la impaciencia que aqueja por los
simpatizadores y la dificultad de contenerlos. En esta situacion
crítica é insostenible para un ministerio que, no estando alIado del
jefe del Estado, no tiene fuerza ni autoridad para resolver nada,




- 326 -
hemos llamado al Consejo al cspitan general y yo acabo de lenel'
con él una polémica que se reduce á lo siguiente:


«La guarnicion, le he dicho, coloca al ministerio en una posi-
cion imposible, pues queriendo secundar el movimiento no se de-
cide á pronunciarse, y pretendiendo mantener el órden y la dis-
ciplina se irrita porque dice va á venir el duque de la Torre y
amenaza echarse á la calle antes de que esto suceda; ¿qué quiere
entonces la guarnicion?))


El capitan general contestó que po di amos aceptar la bandera
levantada por Martincz Campos, á lo cual repliqué que eso no lo
haríamos nunca en nuestra posicion, aun cuando fuéramos alfon-
sinos, y mucho menos no sióndolo ninguno. (,Le coloqué en el
dilema de que ó se pronunciaran arrojándonos del ministerio, ó
que nos dejasen el tiempo suficiente para que viniendo V. á Ma-
drid pudiese dar con entera libertad la solucion que su patriotismo
y dignidad le dictasen.» El capitan general contestó «que la guar-
nicion temia que V. llegase con fuerzas que provocasen un con-
flicto con las de ~Iadrid; pero que si venia V. solo, él trahajada á
las tropas en el sentido de que diesen un plazo para sostener el ór-
den, respondiendo el capitan general de la persona de V. y de su
autoridad como jefe del Estado.» Hasta aquí yo, y ahora comienza
el ministro de Fomento que siguió discutiendo eon el eapitan ge-
neral cuando yo vine al telégrafo.


El duque de la Torre.-Que hable el ministro de Fomento.
El ministro de Fomento.-He dicho al capitan general que yo


me colocaba entre los vencidos y que no queria ninguna conside-
racion como gobierno; pero que hablaba en nombre de mi país y
que no habia en la situacion creada más que estas dos soluciones
para el Ministerio: ó defenderse hasta ir con la demagogia, ó
buscar un pacto en interés de todos, que en todo caso debia cele-
brarse con el jefe del Estado, y si el senor Primo de Hivera que-
ria asociar su solucion con la tutela personal del Duque de la Tor-
re, para lo cual se consideraba con fuerzas en In guarnicion de
Madrid, lo primero que habia que hacer era colocar al jefe del
Estado en condiciones dignas, sin exigirle que viniera solo sino
como tuviera por conveniente: y el general Primo de Rivera tuvo
que confesar que para que se levantase con condiciones de algun
porvenir la monarquía que se queria crear, era preciso evitar á




- 327 -
toda costa una lucha, y contar, hasta cierto punto, con el apoyo
ó consentimiento del actual jefe del Estado; que por su parte no
veia inconveniente rl1 que V. viniera solo ó acompañado, pero
que la guarnicion de M.adrid estnba recelosa, queria á toda costa
evitar una lucha y no la nia dispuesta {¡ consentir que V. vinie-
ra con elementos para contrariarla. Dijo que si V. venia respon-
dia de su persona y autoridad y que aguardará la resolucion de V.
y del Ministerio hasta la madrugada. Si V. quiere oir al capitan
general vendrá al momento nI aparato, y sírvase V. contestar á
esta pregunta antes que á ninguna otra.


El Sr. Ihujue.-Ko hay necesidad de que yo hable mas que
con los Ministros que lo han sido, al menos hasta este momento.
Yo no pundo ir solo ni acompañado bajo el amparo tutelar, que
agradezco, del capitan general que con la guarnicion se impone
al Gobierno. Cuando haya otro ministerio nombrado por los hoy
rebeldes, podré aceptar esa tutela pOI' si es posible que me dejen
vivir tranquilo en un rincon. La situacion es insostenible; es pre·
ciso que se resuel va pronto para honra de todos.


En la estacion tengo un tren con uu batallon; otros siete están
en marcha. Deho saber si detengo estos movimientos, y parn ser
leal en todo debo decir dos cosas: 1. 0 Que no busco colisiones
porque solo aprovechan á los carlistas, nuestros comunes enemi-
gos. 2. 0 Que el general Loserna y oll'os generales me han mani-
festado esta madrugada que estas tropas tan leales y disciplina-
das, repugnarian, les parece, romper el fuego contra sus compa-
ITeros. Deseo se desate ó corte el nudo y si les parece á mis que-
ridos omigos los Ministros, desistiré de mi marcha esta noche.


El ministro de Rstado.-Suprema es la situacian en que se en-
cuentra el ministerio que debe resolver en un minuto una cues-
tion prefiada de dificultades gTavísimas. En tal situacion pide ór-
denes al jefe del Estado y consejo leal al cariñoso amigo que aca-
ba de darnos con su contestaeion una prueba más de su noble pa-
triotismo: V. conoce todos los datos dol problema: ¿qué debemos
hacer?


El Sr. Dnque.-Si lo resistencia es imposible, si el eapitan ge·
neral ni se rebe\¡¡ ni olJcdece, y sí así no se puede continuar, ó
relevar 01 capitan general, y la gU3rnicion saldrio á su defensa, ó
abdicar en sus manos ese efímero y poco decoroso poder.




- 328-
El SI'. Presidente del Consejo de ministi'os.-La resistencia es


posible si contamos y cuenta V. con la lealtad activa de ese ejér·-
dto, y si con algunas fuerzas pudiera V. venir rápidamente á
Madrid. En este caso intentaríamos aquí la lucha esperando los
refuerzos inmediatos que de ese ejército pudieran venir. En otro
caso tememos r¡ue los recursos lleguen cuando hayamos sido ven-
cidos haciendo la situacion de V. comprometida é imposible.


El Sr. Dnque.-Rápidamente podria ir solo con un batallon)
los otros tardarían dos, tres J' cuatro días; no podría lIerar artille-
ría ni caballeria, al menos rápidamente. Las tropas se mantienen
en disciplina y obediencia, pero ya he dicho lo que piensa el ge-
neral en jefe y algunos otros generales, que conocen mucho su
espíritu, por si llegara el caso de hacerles romper el fuego contra
sus compañeros. Es preciso no olvidar el engreimiento de los car-
listas á la vista de estos hechos.


El Sr. ministro de Estado.-EI ministerio en vista de la impo-
sibilidad de la resistencia, podria reunirse con V. en el punto que
designara yen el caso de que juzgue que la resistencia, imposi-
ble aquí, es posible en otra parte.


El Sr. Dllqne.-No puedo responder á la última pregunta por-
que no tengo seguridad. Si el gobierno quiere que nos veamos
fuera de Madrid, podria ser marrana temprano en Sigüenza, Gua-
dalajara ú otro punto.


El Sr. ministro de Estado.-Si el g·obierno se habia de apro-
ximar á V. solo para conferenciar, no hay tiempo, porque en
nuestro concepto estaremos derribados esta misma noche; hacía-
mos la proposicion por si V. queria conservar la legalidad de su
presidencia en frente del poder que se levanta, arrostrando) como
ministros y buenos amigos de V., todas las consecuencias de este
paso.


El Sr. Dtujne.-Si no tuviéramos los carlistas en frente yo hu-
biera tomado la iniciativa para proponer esto á mis queridos ami-
gos los ministros. El patriotismo me veda que se hagan tres go-
hiernos en Esparra,


El Sr. ministro de Estado.-El ministerio cree que V. obra
con el mas levantado pairiotisll1o, pero exigia nuestra lealtad ha-
cerle esta proposicion. Así las cosas nos parece que puede V. que-
darseen esa y suspender ·el movimiento de las tropas hácia !lIa-




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drid. En esta hora suprema, mas para el país que para nosotros,
!lOS despedimos de V. quizás para mucho tiempo, enviándole un
cariíloso abrazo y esperando que V. nos envie en cambio una pa-
lallra que indique la honradez, la lealtad y el profundo afecto con
que le hemos servido.


El SI'. Duque.-Beciban Vds. todos, mis queridos amigos, mi
gratitud inmensa por su amistad y carillo, pOI' la lealtad, honra-
dez y energía con que en estos calamitosos tiempos han desem-
peiíado sus espinosos cargos: ofrézcanme Vds. á sus familias con
tcrnUl'a, y les recomiendo á todos mis amados hijos y mi querida
esposa. A Dios, mis nobles y queridos amigos!


El Sr. Presidente del Consejo de ministl'os-A Dios; In duquesa
y los niiíos están seguros. Nos despedimos de V. con lágrimas
en los ojos. El ministro de Estado manifiesta á V. que, desde su
marcha, la única persona á quien ha visitado el general Serrano
Hedoya ha sido á la Sra. duquesa de la Torre.


El Sr. Duque. - Mil cosas á Rosario y á mi querido amigo el
general Serrano Bedoya.


El Sr. Presidente del Consejo de mínistros.-A Dios, mi querido
general, ahora vamos juntos y tranquilos á esperar los sucesos y
iJ cumplir los deheres que nos impone el patriotismo.


El SI'. Duque.-A Dios, mi querido Sagasta, hasta flue nos
volvamos á ver y abrazal'. (9 de la noche).


El Diario de BaJ'celona.-12 de Febrero de i87il .


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EPITAFIO.


D. O. M.


PEno LAS NACIQXES QUE NOS CO!'iTE:.\IPLAx ::\'0 JIAX VISTO


E~ NDSOTHOS HASTA EL Dl.r\. ~uí,s QUE I);TnÉPIDOS DEI\IOLEDORRS, y ESPERA~,


PARA JUZG,\HXüS, VEH :31 SABRE:.\IOS (J ;.¡-O S.\BRE:\IOS
Hr'.CO~STn.t!IH .


EN EL rHIl\[ER CASO, TE:\'DREl\IOS EL APLAUSO


TlEL I\IU!\DO LInEHAL; PEROj ¡AY! DE ~OSOTHü~, y ¡AY! DE LOS QCE


T1j\'DIOS LA. HONRA DE PHEPAHAH. LA HE\"OLVCION y LA:\ZAR:\"OS LOS


PHll\lEROS l~ARA 1::'\'ICIARLA, SI NO SUPIÉHA::\10S Ó ::\'0 TUYIÉnAl\fOS


LA FOllTUI'íA DE PODEn CREAn. UX l\'UEVO ÜUüF.!'i DE CO!3A-S ESTABLE y


PER",IANENTE!. EL FALLO SErnA THEl\lENDO


P"\RA TODOS; PERü PAllA NOSOTROS SERÍA TAN TEBP.IBLE,


(..2UE NO s{: A QUE nIXCO~ DEL i\IC~DO PODH.ÍA::\IOS
III .\ Esco;-.;nER NCESTHA VERGUE:-\ZA ...•


Primo






ÍNDICE.


PROEMro. •


LAS PROMESAS DE LA FEDERAL.
l.-El prog"uma de La Discusiol1 ..
H.-El comité "epublicano de Madrid ú los electores.
III.-Lh,yiu ele oro ..


LAS PROMESAS DE LA POSIBLE.


¡V.-Circular .•


LAS PROMESAS DE LA INDEFINIBLE.
v . -A la nacian.
VI.-A la nacian.


LAS CONQUISTAS DE LA R'EPÚBLICA.
l. -Estabilidad ministerial.
H.-Las elecciones ..
III.-La asamblea republicana.
IV.-La libertad elel pensamiento ..
V.-La seguridad individual.


.Vl.-La dictaclum. .
VII.-Las quintus. •
VIII.-El ejército de la república.
IX.-Los voluntarios de la república.
X.-La guerra civil ..
XL-La federal..
XII.-Lu cola ..
XIII.-La IIacienda ..
XIV .-Los empleados.
XV .-Malestar ..
XV l.-Desahogas y pulino(lias.
XVII .-Inconsecuencia.
XVIII.-Actü final. .
Epitufia.


28
29
37


61


70
75


81
8x
95


115
135
143
155
165
18S
202
212
22,
250
273
278
289
313
325
125