MEMORIA MILITAR Y POLITICA'" MEMORIA MILITAR Y POLlTICA SOBRE ...
}

MEMORIA


MILITAR Y POLITICA'"






MEMORIA
MILITAR Y POLlTICA


SOBRE


fL.~ @UlJ@:¡m[?l~ [Q)~ 1rD~WiA[ffi~b\g


LOS FUSILAMIE~TOS DE ESTELLl,


QUE DETERMINARO~


EL rIlIl DE LA CAUSA


DE D. CARLOS ISIDRO DE BOR.BON.
EscrÍla por D. JOSE MANUEL DE ARI7.AGA, Conse-


jero del estinguido supremo de la guerra, y
Auditor general que fue del ejercito Vasco-
Navarro.


MADRID: 1840.
nIPRENTA DE D. VICENTE DE LALA1IA,


Calle de las Huertas I núm. 8.






=


PRÓLOGO.


Para no incurrir en las contradicciones \
pardales demostraciones hechas hasta el día po'~
las' diferentes persollas que han escrito sobre
hechos singulares del drama que por seis afio:,
se han representado en Nayarra, el autor tra-
tará con rápida ojeada los acontecimientos no-
tables que precedieron á la herida y muerte del
~cne1'a1 D. Tomás Zumalacarregui, descendien-
do á las variaciones y particularidades que con
posterioridad se sucedieron en el cuartel real
y ejércilo realista, manifestando los gobiernos
ClUC se ejercieron, personas que los representa-
ron I resoluciones que tuvieron lugar, y gene-
rales á quienes se confió por aquel prmcipe el
mando de sus tropas hasta la sl'gullda presen-
tacion en aquellas provincias del teniente gene-
ral D. Rafael Maroto, y su nombramiento de
gefe de E. M. G. de D. Cárlos y ejército que
él mandaba. La conducta de este gefe en el des-
empeño de su cometido hada el dia diez y Debe,




2
de. febrero del año 39, en que tuvieron lu-
gar los actos' de rigurosa severidad, perpetra-
dos por su orden en las personas de los ge-
nerales y altos empleados fusilados en la ciu-
dad de Estella, será tambien objeto de esta
obra que contendrá el estracto de la sumaria
instruida sobre el particular IJar el auditor ge-
neral de aquel ejército, el cual formado por el
consejo supremo ele la Guerra, fue remitido al
general D. Rafael Marero con la real orden (lue
le autorizaba para su impresion y publicacian.
Se insertarán algunos documentos justificativos,
sin omitir la relación de cuantos sucesos siguie-
ron á estos acontecimientos, y que se fueron en-
lazando entre el cuartel real y general realista,
hasta el dia 520 de agosto, en que el autor dejó
de tener conocimiento é intervencion en los ne-
gocios públicos y reservados , que existieron en
las crísis y escisiones generalmente vistas y ob-
servadas por cuantos individuos estuvieron alis-
tados en la bandera realista: por los habitantes
de aquel pais , y por altos person;¡gcs estrange-
res , que concurrieron y conferenciaron sobre es-
tos acontecimientos con los generales que man-
daban en gl·fe los ejércitos beligerantes.


El autor se pl'Opone poner en claro estos
hechos, desfruyendo los groseros conl'eptos que
sobre ellos hasta el dia se han forjado, agenos
de verdad en la mayor parte, y que han lleva-
do por objeto solo el injuriar y manchar el ho-
nor y reputacíon de hombres arrastrados en el




"
,)


partido en que hán servido á una línea desven-
tajosa, en fuena de circunstancias imprevistas é
independientes de su voluntad. El autor fIjará
estos hechos, los afiliará y enlazará hasta re-
montarlos al orígen primitivo de ellos, y á la
causa móvil de estos sucesos, que han termina-
do una de las contiendas civiles mas encarniza-
das que recuerda la historia, y que ha servido
de fria espectáculo y entretenimiento á la cu-
riosidad de parte de la Europa, y á los cálculos
y cábalas de otras naciones, De la lectura de es-
tas páginas la verdad adquirirá todos sus dere-
chos, y cada nombre llevará' legítimamente la
parte de cargo ó descargo, de alabanza 6 vitu-
perio á quc se haya hecho acreedor.


El autor incurrirá cn defectos de estilo, que
la elocuencia notará como capitales, pero no
faltará á la estricta verdad de los hechos, que
es la elocuencia de la historia; y el público, y
aun los mismos hombres que se conocen en el
partido carlista mas acalorados, y que merecen
este nombre porque han sido legítimamente de-
fensores de sus opiniones, calificarán ventajosa-
mente la exactitud con que serán referidos y
espuestos á la consideracion y censura de todos
Jos hombres en general. La 'historia hallará en
esta obra una parte que difícilmente pudiera
suplir COH las publicaciones hechas hasta el dia
por la oscuridad y contradictorias versiones con
que han escrito cuantos se han ocupado de los
sucesos (le la gnerra en las provincias Vasco-na-




4
vanas. El público, cotejando el presente con }O/;
demas documentos históricos, caliúcará la im-
parcialidad de cada uno y la verdad de todos.




Difícil es poder esplicar la nnidad de ideas.
;le afecciones y de intereses que movieron al
reino de Navarra y provincias Vascongadas pa-
ra su pronunciamiento en favor de la causa de
D. Cárlos , y la subordinacion y general aclama-
cien con que reconocieron por gefe de sus ope-
raciones , p hostiles al gobierno constituido en
Ma.Iriel, al célebre D. Tomás Zumalacarregui,
que por aquel tiempo residia en Pamplona por
efecto (le la separacion que habia sufrido del
mando de su regimiento en fuerza, de las medi-
das que el genernl Quesada tuvo :i bien emplear
en 1R33 , época en que tuvo á su cargo la ins-
peccion de infantería. Cuando Zurrrabcarregui
fue á ponerse á la cabeza del levautarniento vas-
co-navarro, otros caudillos le habian precedido
en empresa tan peligrosa, y aun alguno de ellos,
como D. Santo," l ..adron, h:.lhia ya pagado-con' ~ti




6
existencia ¡¡U arriesgada osadía, abriendo con su
nombre la lista sangrienta é innumerable de las
víctimas que ambos partidos han sacrificado á
su furor. Iturralde y Eraso , compañeros de Don
Santos I ...adron , y por consecuencia autores pri..
meros del pronunciamiento, depositaron la au-
toridad que habian adquirido y cedieron el
mando de las fuerzas que acaudillaban, á Don
Tomás Zumalacarregui, sin encontrar graves
obstáculos para ello, motivando esta resolución
desinteresada , la reputación que de organizador
se habia adquirido en los regimientos que habia
mandado, y la de celosodefensor de su profesion
política y de los usos y costumbres de su. pais,
en la guerra de los años de 22 y 23. Por cier-
to, que jamás parcialidad ó bando político han
tenido instinto mas seguro y sagaz. El gefc que
solo era buscado para que diera forma á las ma-
sas de hombres que voluntariamente se presen"
taban á servir la causa que apellidaban del pais,
y para' que, en beneficio de este aprovcchase los
enormes sacrificios que aquellas provincias co-
menzaron á hacer en el ara de sus tradiciones,
de sus leyes y de sus creencias, se convirtió des-
de luego en un génio creador que sobrepujaba
las ilusiones y las esperanzas de los mas ardien-
tes enemigos del gobierno de Madrid. Los anti-
guos gefes hicieron abnegacion de sus personas
y de su amor propio, asi como del prestigio que
adquirieron sobre sus compatricios, y dándose
por subordinados de ZumalacarrC{Jui, le censa-




7
grarol\ sus servicios y su entusiasmo á vida y á
muerte, y con una fidelidad á toda prueba. He-
mos hablado solo de Eraso é ltuarralde, porque
los navarros fueron los que tomaron la deter-
rninaciou de llamar á Zumalacarrcgui, pues en
los primeros lIi;lS del levantamiento, cada una
de las provincias obraron il!(lep~ndientementc,
mandando Vcrástcgui en Ala va, Valdespina y
Zavala en Vizcaya, y en Guipúzcoa Guibelalde y
Lardizahal i pero tal es el ascendiente de los
homhres superiores, y la preponderancia efectiva
<lue egerce Navarra en aquellas provincias, que
'á muy poco tiempo Zumalacarregui era el úni-
co gefe del levantamiento: la unidad que repre-
sentaba, el principio (le D. CirIos, el modera-
dor de todos aquellos elementos que á poco
tiempo habian de hacer la conHagacion univer-
!l~l de Espalia, y la inteligencia que los hahia de
ordenar, desarrollar y casi llevar á punto de
completo triunfo. Notahle es Lmbiell, por ser
pensamiento de Zumalacarrcgui, la veloz orga-
uizacion de una junla economo-política (lue se
ocupó inmediatamente en la recaudacion de in-
tereses, en los acopios de subsistencia, en la cons-
truccion de armamento y vcsruario , en la fun-
dicion de cañones y proyectiles, convirtiendo en
talleres militares á poblaciones enteras, que has-
fa entonces no habian conocido mas ocupacio-
nes que la esteba y el arado. La energía que
(lesplegó aquella junta, que de paso sea dicho,
fué conforme á fuero, y la actividad con (lue




8
3'US miembros se dedicaron á dar cumplido efee-
lo á las órdenes é indicaciones de Zumalacarre-
gui, llaman la atencion del observador y de-
muestra, que cuando un pueblo se anima eléc-
tricamente en f.wot de una causa, en la reali-
zacion de un pensamiento, no puede sujetarse á
cálculo, ni sus fuerzas ni sus recursos. Ello es
cierto, que esta junta administrando pura y se-
veramente, y anticipándose con su previsión á las
necesidades del ejército, (Iue por momentos ere-
cia, dejaba á Zumalacarregui independiente, li..
bre y ocspcja(lo para ordenar sus masas l para
disciplinar sus nacientes batallones, para com-
binar sus operaciones militares, y pat'a sacar par~
tido de la negligencia contraria , dc las manio-
bras impremeditadas, y de los azares que en
~quel. pais ha de probar siempre un ejército de
mvasion.


Mas si es verdad que al favor de ta les ci.r-
cunsta ricias logró haccrse tcrrihle el levanta-
miento en las provincias Vasco-n;¡varras, tam-
bien es cierto que, desmayando el llrimcr eutu-
siasmo con la dispersion de la- fuerzas castella-
nas que capitaneaba aquende el Ebro el cura Don
Gerónimo Merino, aquellos habitantes hubic-
ran ced ido en su empresa, si D. Carlos no se hu-
bicse presentado entre ellos y hecho renacer con
su persona y con las esperanzas que se derrama-
ron en los pueblos por sus. efIcaces agentes, aquel
"igOl' ya próximo á trocarse en desaliento. Este
príncipe, ausiliado por un estrangero llamado el




9
Barón de los Valles, á quien había hecho briga-
dier en Villareal de Portugal, consiguió, no sola-
mente evadirse de la hospitalidad equívoca que le,
dispensaba el gobiern(j inglés, sino tambi,en sus-
traerse de la activillád y esquisitas diligencias
con que le busca ha la policía francesa, logr::lndo
por último presentarse en Elizondo, teñido su
cabello ypinlado el rostro , y de tal manera
disfrazarlo, que no ofreci;} 1:1 mas pequeña idea
de semejanza con el original y sugeto acosturn-
brado á verse con su natural representacion.
Grande fue el júbilo y la alegríá que produjo
esta apariciou en Zumalncarregui , jt1l1ta direc-
tiva y en el pais prouunciado ; y á ella creyeron
inmediata la adquisición de recursos p::lra sos-
tener b guerJ"::l, el aumente de partidarios de
todas clases , y la decision en favor del príncipe.
de muchas person::ls de valía y aun de provin-
ciasenteras que parecía no aguardaban mas que
la solemnidad de una declaraciou manifiesta da-
(la por aquel , Y que les :lsegurase su voluntad.
hasta entonces envuelta en una multitud de
coutradiccioncs,


Don Carlos situado en Villa real de Portu-
gal, babia íirmndo y dii'igido inmensidad (le
cartas á varios Sll~l'toS que se hallaban en dis-
tintas provincias de la monarquía, escitándoles
á un pronunciamiento, y sus decretos dados en
aquel pais, hahia logr::lclo introducirlos y derra-
marlos por España , lisongeando las esperanzas
de sus partidarios, que no dejaron de lanzarse




10
en arena tan. peligrosa, aunque en la mayor
parte con infeliz éxito, y siempre con sacrificios
-de víctimas que causaron los arriesgados com-
promisos á que las precipitaron hombres, que
comerciando políticamente bajo la bandera car-
lista, exaltaron imaginaciones sencillas y las con-
dujeron al precipicio, salvando siempre ellos
sus personas, y tratando solo de percibir el fru-
to de unos trabajos, en los cuales nunca se han
presentado noblemente. Con tales elementos y
esperanzas, D. Carlos en el reino de Navarra
se consideraba bastante fuerte para conseguir
el triunfo de su causa, creyendo facil se le pro-
porcionasen los ausilios pecuniarios de que ca-
recía, y que tocaba le eran tan necesarios. Su
persona no estaba rodeada de cortesanos, su si-
tuacion era violenta y asediada de peligros, y
la necesidad de someterse á tan complicadas cir-
cunstancias, le obligaban á apreciar los sucesos
desnudos de lisonja y bajo el aspecto de una po-
sitiva bondad, aprobando cuantas disposiciones
emanaban de aquellos hombres que todo lo ar-
riesgaban por su persona, y que todo lo diri-
gian al beneficio y utilidad de su causa. La
energia y la unidad que en la accion guardaban
las determinaciones del caudillo Zumalacarregui,
comprirnian cada dia mas las opiniones que pu-
dieran encontrarse con la suya, aumentaban su
prestigio, y algunos hechos de armas que le fue-
ron favorables, atraian á sus fIlas oficiales vete-
ranos para la instruccion , y hombres de ener-




11
gía y robusta or?;:mi1.acion 1 para el ejercicio y
uso de las armas. Al propio tiempo que de esta
manera, se reclutaba tambien la causa de Don
Cárlo~ con partidarios de otras profesiones, de
modo que al pow tiempo se vió aquel príncipe
en disposición de entablar algunas relaciones di-
plomáticas, siendo el primero que de esta car-
rera tuvo á su lado, le sirvió y acompañó á
D. Carlos. Cruz-mayor, antiguo oficial de la se-
cretaría de Estado, y encargado universal cer-
ca del príncipe de cuantas administraciones por
aquel tiempo podian depender de su autoridad.
El círculo de ellas, puede asegurarse era bien
estrecho en el pais, porque las juntas y diputa-
ciones establecidas en las respectivas provincias,
desempeñaban esclusivamente y con toda inde-
pendencia los ramos de recaudacion , distribu-
cion , alistamiento de mozos y orden que debia
guardarse en las poblaciones, conociéndose solo
Un funcionario de Hacienda militar en el ejér-
cito, que recibia y pagaba lo que á este le per-
tenecia, y podian darle aquellas corporaciones
recaudadoras, limitándose en el entretanto Don
Cárlos y Sl1 secretario Cruz-mayor, á obser-
var una vida estrictamente militar, invirtien-
do las horas que tenian para su descanso, en
correspondencia que seguian en el interior y
esterior de la monarquía, y siendo Zumalacar-
I'cgui en el ejército, un representante general
de la persona del príncipe, cuya posicion man-
tuvo hasta la eleccion en el conde de Penne-




1~
Villemur para ministro de la Guerra; anciano
general, y adicto á la causa de D. Cárlos por al-
gunos singulares servicios que le habia presta-
<:lo, y á cuya consideracion mereció dicho nom-
bramiento, que cercena ha desde este dia á Zu-
mabcarregui parle de sus atribuciones; quedan-
do constituldo desde luego este ministerio con
algu,?os. oficiales que se hallaban en aquellas
provInCIas.


El encargado de la secretaría de Estado,
desempeiiaba su cometido con solo un oficial
llamado D. Romualdo Mou I y un escribiente
apellidado D. Jo~é Tamariz; y el de la Guerra
lo verificaba 19üalmente con el oficial D. José
Ansa y Hoca, D. Florencia Sanz y dos.o tres
escribientes. La servidumbre de D. Carlos tenia
por entonces á D. José Maria Villav:ceurio y á
D. .To~é SUrc1:1a por genliles-hoHlbrcs~áD. José
Tejeiro, D. José Guillen y á D. .lo~é Sacanell
por ayudas de cámara. Y D. Juan TerrcIlS,
de la clase de ugier, con otros cualro ó seis
criados inferiores. El cuartel real de D. Cirios
lo formaban el cura de los Arcos D. Juan Eche-
varria , el general D. José Uranga , los dos ayu-
dantes que á este le seguian, el couíesor de Don
Cárlos D. Pedro Raton, y un rcli¡!;ioso carmeli-
ta llamado Fr. Domingo, con a\guna docena
mas de personas á quienes permitió D. Carlos
siguiesen sus movimientos, escollados siempre
por una compaíiia de cien hombres que forma-
ban su guardia de honor, )' veinte caballos.




13
La influencia de Zuma1acarregui era tan deci-
siva con D. Cár1os, que arreglaba por su solo
aviso la situación precaria que aquel príncipe
ocupaba diariamente.


En el primer mes que hahitó D. Cárlos el
reino de Navarra, sufrió una singular persecu-
cion , que tuvo por objeto el plan de operacio-
ues ostensibles del general Rodil, el cual hizo
tan enojosa su posición á este príncipe, que una
noche, es indudahle, habria conseguido captu-
rarlo, sin el auxilio de un pastor que tomando
la real persona ,sobre sus hombros, y despefián-
dose por infinitos prccip-icios que solo á él le
eran conocidos, no hubiese logrado salvarlo;
burlando la combinacion de columnas que en
todas direcciones le rodeaban, poniéndole á la
madrugada libre de sus asechanzas, é incorpo-
rado á la pequeña di"i~ion que mandaba Don
Francisco Bcuito de Eraso,


En el entretanto que marchas forzadas afli-
gían la suerte de este príncipe, Zumalacarregui
a-provecbaba todo descuido é irreflexion en que
podian incurrir las fuerzas que le eran con-
trarios, y que engreil1as con su preponderan-
cia numériea, despreciaban los ob. táculos que
la naturaleza ha formado en aquel pais , pro-
porcionando asi nuevos triunfos á aquel cau-
dillo.


El teatro de la guerra era entonces san-
griento. porque cualesquiera descuido ó des-
gracia. se pagaba con la existencia; las trol'as




1'4
del pais hallaban BU allrnento en cualquiera ~l'~
te que ocupaban, y aun de los mismos pueblos
invadidos recibian los recursos que les eran
precisos, porque sus vecinos burlaban toda vi->
gilancia, despreciaban las rigorosas penas que
conminaban estas licencias, y solo veian en su
modo de obrar una obligacion sagrada que
cumplir, aunque multitud de desgracias les hi-
ciese tocar el peligro á que se esponian. Los
frecuentes sucesos, y actos contrarios á todo
sentimiento de humanidad, que tuvieron lugar
en aquella época, despertaron .la atencion de'
naciones estrangeras ; y la Inglaterra formó el
plan de regularizar esta guerra fratricida, man-
dando en seguida al lord EUiot con el fin de
ajustar los medios, que exigía el estado de las co;
sas, abocándose y conferenciando con los dos ge.,.
nerales que mandaban los ejércitos beligerantes,
como en efecto lo consiguió; celebrando la esti-
pulacion de 25 de abril de 1835 y destruyendo
por ella los bandos que hasta entonces regian~


Siguiese á la solemnidad de este acto el
acontecimiento de las Amezcuas, el sitio de Vi-
llafranca y suceso de Descarga, con el aban-
dono de varios pueblos fortifIcados, y la rendi-
cion de alguno que otro, que franquearon á
D. Cárlos una latitud de territorio que, incre-
mentando sus fuerzas, aumentó la facilidad de
trasmitir, sin oposicion ni riesgo alguno, toda
clase de efectos y romunicaciones, :lbrmando la se-
grnidad en la poscsion de 1:1.5 fabricas de urnas,




15
conocidas en Ermua , Evbar, Plasencia y El-
g'oybar, las cuales con toda independencia se ocu-
paton de la fumlióoll de fusiles, y rccomposicion
de los que por su activo servicio eran inútiles.


. 'La inesperada variacion que advirtió Don
Cárlos, y su engrandecimiento, perjudicó indu-
dablemente á su situación, porque los hom-
bres que le rodeaban, fIguraron planes lison-
jeros y posibilidades- de cosas que, estando en
oposicion con los proyectos de Zumalacarregui,
motivaron graves disgu.stos y aun acres contesta-
ciones entre el príncipe y el caudillo de sus tro-
pas, lleganclo al estremo de hacer su dimision
este, que repitió en Vergara por escrito, y la
mandó á I? Cárlos, ea.n~ado ya de ~hs~rva.r las
murrnuracroncs , OposICIOnes y recrtrrnnacrones
que se le hacia n , y (lue le impelian á ejecu-
tar muchas vetes operaciones que repugnaha.
Mas, D. Cárlos tuvo un ascendiente eficaz so-
bre el carácter de Zumalacarregui, y templó
siempre sus iras haciéndolo sucumbir á sus
ideas, contra las .que furiosamente se presen-
taba 1asmas veces e\ c.aunillo con ánimo declara-
do de rebatirlas como opuestas á sus convicciones
militares y políticas. El pais babia suministrado
con prodigalidad sus bienes á las juntas y dipu-
t~c~ones,yestas hecho su dislribuc~onen su prin-
CIpIO, aunque con pureza, con nmguna econo-
mía, pues que otorgaban raciones sin número
de terminado, y toleraban el abuso que hacian
en sus pedidos algunos gefes militares.




'16
A los muy pocos dias de vcl·i(kada la esli-


pulaeion Elliot, y la ocupaoion de la ciudad de
EsteBa 1 se vieron apare(~er en el cuartel real
algunas personas procedentes del interior, que
ofreciendo sus servicios, hicieron una pintura
tal de la situacion política de la monarquía, que
casi persuadian próximo el término de la lu-
cha, y el triunfo de este príncipe; mas siempre
en sus esplicacioncs se mezclaba una idea des-
agradable á Zumalacarrcgui , que tenia por ob-
jeto un plan de cspediciones que presentaban
aquellos como indispensable para apoyar el pro-
nunciamiento de provincias 1 que reclamaban
un auxilio militar para verihcarlo y sostenerlo.


La esperiencia hizo conocer, que Zurnala-
carrcgui entendia el plan de carnpañn , que ya
adoptado, interesaba seguir, y que solo este
caudillo se empapó con propiedad de los ele-
mentos con que contaba para llevarle adelan-
te, y de las circunstancias particulares queIor-
mahan la índole de sus soldados. Zurnalaearre-
gui huscaba por sí cantidades y eíectos para
sostener el ejército, observaba que el pais em-
pezaba á sentir sus sacrihcios ; y fijaba todo su
anhelo en sujetarlo á solo una bantlcra , objeto
que no podia conseguir sin aliviarlo con la de-
malician de multitud de puntos fordicados,
que dividían el dominio entre ambos ejércitos.
y cornprimian la libertad de aquellos habitan-
tes inmediatos á las casernas y guarniciones
que le eran contrarias. Conocia la imposibilidad




17
oe estender sus operaciones mas allá de lo quc
hahia adquirido, sin aumentar antes el arma de
caballería que hasta entonces estaba reducida á
Un número extraordinariamente inferior á la es-
cesiva con que tenia que combatir, y se lamen-
taha de los ningunos recursos que se le propor-
cionah,m por D. Carlos, considerando esta Iata-
lidad hija de la ineptitud que suponía en las per-
sonas que le rodeaban y constituian su gobierno,
y naciendo de aqui una emulacion llersonal que
vino á trocarse en odiosidad.


Todos conocian que sin dinero era imposible
I\oporlar cargas tan onerosas. El príncipe y su
encargado Cruz-Mayor, no omitian diligencia
:llgulla para encontrar contratistas y empresa-
rios que suavizasen el mal indicado: mas los
estrangeros que se presentaban en el cuartel
real, hicieron siempre tales proposiciones, quc
eludieron la admision de sus ofrecimicntos, y
aun huho vez en que admitidas y nrmaclo el
contrato, fue rescindido por falta de cumplimien-
to de los empresarios.


El ahogo de Cruz~)Iayor era positivo; las
rCCl'iminüciones de Zurnalacarregui contra este
se hallaban fundadas en hechos ciertos, y las
enemistades recíprocas se aumentaban por la
influencia de las necesidades y conflictos,


En Vergara present.ó por segunda vez su
dimis;ou Zumalacarrcgui , la cual fuc desestima-
da , Y produjo una brga conferencia con Don
Carlos, de la 11tlC resultó resolverse aquel á po-


:l




1R
ner sitio á la plaza de Bilbao contra su opinión
y plan flue tenia formado.


Se dirigió con las tropas á las inmediacio-
nes de la referida plaza, J' ocupó las posiciones
y cdiíicios que después fueron fortificados, si-
tuándose D. Carlos y su cuartel real en Duran-
go, con la esperanza de que tomada aquella
poblacion, su riqueza franquearia recursos que
templasen las exigencias de unos y la impoten-
cia de otros: móvil esclusivo que produjo tan
arriesgada operacion , é ilusiones que sirvieron
en el príncipe y sus cousejerosparnviolentar el
ánimo y proyectos d.eZumalacarregui, que
principió este sitio: y mientras que operaba ar-
riesgada y militarmente, D. Cárlos fue inducido
á dar un manifiesto fechado el 14 de junio en
dicha poblaciou de Durango, en el que declaró
una opinion que nadie le preguntaha , ni tenia
rara qué emitir, manifestando :i la Eurora eme-
ra no rcconoccria los empréstitos hechos y los que
en adelante se hiciesen al G-obierno de Madrid
desde la muerte de su Hermano.Esprcsa volun-
tad que desaprobó Zumalacarrcgui; que sintie-
ron todos los hombres que discurrian y eran
afectos á D. Cárlos ; y que provocó la animad-
version y enojo de las dos naciones que mas
podian perjudicarle ó -favorecerle 1 1)01' compro-
meter sus intereses nacionales y de cornerci~.
Primera herida lIue recihió la causa del Prínci-
pe, tan honda y peligrosa comofácil de haberse'
evitado.




19
A poeas horas de haberse publicado tal de-


ercto , se recibió en Durango el parte de haber
sido herido Zumalacarregui en el convento de
Begoñ:l, de bala de fusil, en su pierna derecha,
espresándosc en él, que si bien su herirla no
era de gravedad, le privaría por algunos dias
de continuar mandando el ejército. Sensible fue
este acontecimiento para D. Cárlos; mas sensi-
hle todavía para sus soldados y personas de bue-
na fé comprometidas en la causa; é indiferente
l)ara los qlie alimentaban la discordia yambicio-
naban desvirtuar el poder de este caudillo, que
fue condncido en una cama al dia siguiente de
su herida, á Durango, y de esta poblacion á la
de Cegama, en que se veriflcó su fallecimiento.


1M herida de Zumalacarregui no era de
esencia mortal. Sus tropas se lisongeaban con
verle pronto de nuevo á su cabeza, tal era su
propia conhanza , y las gentes del arte así lo pro-
metian después de un próli]o reconocimiento de
la herida. Zumalacarrcgui quiso ({ue se le cstra-
gese la bala; pero los médicos calmaban su im-
paciencia, atendiendo á la grave irritacion en que
se encontraba, motivando esta resolucion en una
junta. La condicion inflexible del herido pareció
someterse á este fallo; pero retirados los médi-
cos le dijo á un tal (':relo, cirujano que hahia
sido de una de las aldeas de Alava, y una de las
p,'rSOIJ:lS que formaban su comitiva, si se atre-
vía á estraerlc la bala. Este hornhre no atrcvién-
dose á contradecir al tervible caudillo, ó acaso




~o
tarnbien lisongeado vanamente por la gloria que
le resultaria si salia airoso de la empresa, la
acometió y estrajo la hala: pero fuese por su
impericia ó ya por las circunstancias de la heri-
(la, esta se exacerbó, y Zumalacarrcgui, presa de
una fiebre inflamatoria, sucumbió en pocas
horas.


Cuando se recibió el parte de este falleci-
miento, determinó D. Cárlos no se levantase ni
suspendiese el sitio contra Bilbao; que D.Fran-
cisco Benito de Brasa sustituyese en el mando
á Zumalacarregui; mandando al mismo tiem-
po á D. Hafael Maroio, que era uno (le los ge-
nerales que seguian el cuartel real, que pasase
al sitio para auxiliar á Brasa con sus conoci-
mientos en cuanto le fuese posible, obedeciendo
sus órdenes, )' pasando por alto la mayor gra-
duacion que lo caracterizaba. En efecto, asi se
verificó; y Maroto, acorde con Eraso, tomaron
algunas disposiciones y sostuvieron fuertes eou-
testaciones con los cónsules estrangeros sobre re-
clamaciones relativas á su subsistencia y seguri-
dad, que desestimaron; prohibitiudoles las sali-
das que repetidamente habian hecho de la pla-
za, y sus presentaciones en el campamento en
que se hallaban.
. En momentos tan delicados se presentó en
el cuartel real D. Vicente Gonzalez Moreno,
procedente de Francia, y general que merecia
lada la oouhanza tIcn. Carlos, á quien este prín-
cipe consultó en siruacion tan crítica, que se in-




21
crcmentó á los dos dias de hallarse este genc-
ral cn Durango con la rccepcion del parle que
noticiaba la muerte de Zumalacarregui, el cual
se publicó por todos los pueblos, y en las tro-
l)as del sitio eléctricamente y de una manera
asombrosa y sorprendente, escitándose un celo
y ambician de mando increibles, entre los tres
generales que hasta entonces habian acompa-
fiado á D. Carlos.


Eraso, mariscal de campo, al frente de las
tropas, con el mando de ellas, el prestigio que
le daba su naturaleza, V las r-elaciones con sus
compatricios, á quienes 'habia llevado á las ar-
mas, se consideraba con un derecho de prela-
cían sobre los otros dos. Maroto miraba con
disgusto se le desairase posponiéndole it aquel,
y fundaba su derecho al mando en la mayor
graduacian de que gozaba, en sus padecimien-
tos y lealtad que habia acreditado presentán-
dose en Portugal á D. C;írlos. El Conde de
Penne-Villemur se consideraba igualmente como
teniente general y ministro de la guerra, con
un derecho indisputable y atendible sobre los
dos espresados.


Este era el espectáculo que ofrccian las per-
sonas mas notables del campo carlista: el ejl'r-
cito con la noticia del fallecimiento de su cau-
dillo habia caido en una postracion física y
moral, que presagiaba funestas consecuencias,
yel sentimiento era general, temiendo todos una
disolución en el t-;ército por la desarar,ieio:.1 l\C




~2
la cabeza ron que se hallaban entusiasmados, y
á quien ciegamente respetaban generales, gefes
y soldados.


En crísis tan espuesta, D. Cárlos dió una
procla rna á sus tropas, se puso al frente del
ejército, y nombró por su gefe de E. M. á Don
Vicente Gonzalez Moreno, quedando esplicada
con este segundo acontecimiento la primera par-
te de la historia que contienen los sucesos polí-
ticos y notables de aquel tiempo.


Muerto Zumalacarregui por la influencia
de los disgustos que le proporcionó el cuartel
real, dejó un número de batallones bien orga-
nizados, y un regimiento de caballería titulado
lanceros de Navarra, con nueve ó diez piezas
de artillería bien servidas y perfectamente equi-
padas. Por el esquisito tacto y actividad que
mostró en sus operaciones, no desatendiemlo
el mérito, ni confundiendo las clases, alivió
siempre al pais en sus cargas, y alejó toda clase
(le injuria que pudiera escitar el resentimiento;
creó un escuadren llamado de la legitimidad,
compuesto de brigadieres, gefes, oficiales y em-
pleados militares á quienes no podia colocar;
les obligó á reglamentarse, como si fuesen sol-
dados, sin permitirles ni aun el uso de asisten-
tes, y les nombró por gefe á D. Juan Bcllenje-
ro, obligándoles á que vreslasen un servicio ac-
tivo, pCl'O distinguiéndoles y guard:índolcs las
consit1eraciolles que merecían, llevándolos siem-
pre ú su lado, bali(:w!ose COH ellos, y alejando




~3
todo motivo de (lisguslo que por talsituaciou
pudiera haberse introducido' en este cuerpo.
:Eligió un batallen <lue denominó guias dc Na-
varra, en el que daha entrada á cuantos oficiales
ó personas se presentaban á ofrecerle sus scrvi-
cios , y cuando habian demostrado en C6tC cuer-
po su decision y valor, los pasaba á otros con
la rcprescntacion de sus graduacioncs. ]ialalJou
de preferencia 'que se acredito singularmente, y
<¡ue puede asegurarse p~rdia mensualmente la
mitad de sus oficiales,·


Zumalacarregui á nadie persiguió, fue gc-
nerose. con los que le ·eran contrarios; veneró :Í
D. Cárlos y nunca contrarió sus maudalos ; des-
precio á los que le calumniaban , y Iue solamen-
le enemigo del cobarde ódcl egoista, por cuyo
comportamiento n. .losé i\!awrra.-:a, hombrc dís-
colo, inepto y de perversos sentimientos, se arre-
vio úuiramentc á injuriarlc por escrito, presen-
tando un libelo infamatorio contra la rcputaciou
<le aquel caudillo, cuya lectura mereció la iri-
dignac:on de n. CirIos, marcarla en el arresto
<¡uele decretó y dcsprecio con (IllC le miró.


1'\0 atendió ni se dejó linar Zmna1acarregui
<1e adulaciones y fIngidos () supuestos servicios:
se limitó esclusivarncnte á la parte militar; dejó
obrar libremente al príncipe , á las juntas y (li-
putacione» del reino de Navarra y provincias
Vascongadas, y á cuantos no le cstaban jnmc-
t1ialalllenle subordinados. l\lcrecicroll su COI1-
flama particularmente D. Juan Antonio Zariá-




~!í
tegui, su secretario de campafía ; D. CárlosVal'.
gas, primer ayudante del ]~. M. Y D. .Torge Lá·
zara, auditor de Guerra j y su aprecio distingui.
do D. .Toa1luin Elío, D. .Tuan Bellenjero y Don
Manuel Campillo, sin olvidarse nunca de pre~
miar con oportunidad á todo el que por sus ac-
ciones se adquit'ia un título de preferencia 6 de
admiracion.


Acusados de infidencia y procesados el rnar-,
qués de Valde-Espina yel general Zavala, rele..
gados, y en la desconhauza ele D. Cárlos, no
demostró Zumalacarregui encono contra sus per-
sanas, ni estimuló este procedimiento, y asi fUf!
(Iue murió dejando grabado en el país, en el
cjértito y en cuantos lo trataron , un sello de
noble reconocimiento á su memoria, que adqui-
rió por un título honroso, engendrado en su
conr! ucta política y militar, y contra el cual es
d ¡ficil pueda alzarse ninguno, sea de la orinion
ó partido á que perlonezca, como esté revestido
(le imparcialidad y desnudo d~ pasiones hu-
rnildes.


Publicada por el príncipe la alocución de <1
al' julio del alío 3:í, se puso al frente de su
cjúcito, y nombró, como queda espresado,
á D. Vicente Gonzalez Moreno, gefo de E. M. Y
en el ejercicio ambos de estas atrihuciOltes, le-
vautaron el sitio de Bilbao, retirándose con las
tropas á OI'01.CO, en clonrle tuvo lugat· el nom-
hramicnlo de D. "Franeiseo Bcni lo ]~raso para
la comandancia general de Na\arra, y la sepa ....




~5
bdon (\el R M. de Zati:í.tegu\, de Vargas, he..
rldo cn aquella actualidad, y de Lázaro con va-
rioss otros que merecían la confianza de Zl1IiJa-
Jacarregul, y contra los cuales , por sola esta
circunstancia, hicieron creer á D. Cá,.}os ser lo.. .
promovedores de jos disgustos que hahian escita-
(10. En lugar de aqtidlos fue nombrado D. An-
fonio Jesus de Serradilla, con otros adictos á Mo-
reno I pero (tllC ofrecían una desventajosísirna
compar~cion con los separados, y eMeriatl de los
conocimientos necesarios para llevar adelante la
llitu::leion en (Iue se encontraba el ejél'cilO j por-
qlH~ la miseria '1 escasez dc numerario era abso-
luta; los medios que buscaba Zumalacarreglú
con su secretario, ignorados: y nadie sabia la
existencia de titiles r efectos , que conservaban
dcposit::ldos aquellos en puntos reservados, des...
conociendo D. Cárlos y Moreno hastn Ias perso-
nas encargadas de la confidencia. Males y difi-
cuhades qü~ \ tocados y advertida su gravedad,
produJeron fl.lCse otra Vez Ilarnndo Z;lt'iátcglli al
E. M, \ el cual, si bien es verdad continuó sir-
viendo de Lucna fé, fue tnmbien cierto, lo hi-
zo sin el primitivo entusiasmo; porque no sien-
do MOl'eno el hombre con quien hahia simpati-
zado, observaba su posicion desairada por la prc-
di!eceion cn favor (le Serradilla,


Desde estos dias se (lei<lroIl conocer ya, aun
por las personas mas ¡nd iferentcs , cierto espítt-
tu de novedad r síntomas de alarman/es rescn-
timientos; se desencadenaron las lXlsioncs cgois-




26
las comprimidas por Zumalacarregul, y se rorn-"
pió el poderoso vínculo de union que ha bia for-
mado entre los defensores (le una misma causa,
con el abatimiento en (lue e:1)eron los primeros
hombres que le hahian acampa liado en los peli-
gros, y con el engrandecimiento á que subieron
011'.08, desconocidos en el pais y en el ejército,
y que no gozaban. ele una reputacion igual á su
rápida fortuna.


Instaló D. Cárlos el juzgado de la auditoría
general del ejército, y una superinlendencia de
policía militar unirla al mismo, con quienes ron-
,"ulló Jos casos graves yddicados que se le pre-
sentaron, varió la administración de Hacienda y
trató de cercenar lasatrihucioncs de las junlas
y diputaciones.


D. Vicente Gonzalez Moreno sufrió el des~
contento que su nombramiento produjo en lo~
das las clases; su persona r operaciones cayeron
en tal descrédito, que todos le crjticahan y des-
aprobahan cuanto pensaba y ejecutaba, llegan-
do por último á su colmo esta situacion falal,
con la accion, que <lió y pcnlió en Mcndigorría,
y cuyo suceso ocasionó serias contestaciones con
Erase, á quien D. Carlos y Moreno atribuye-
ron la mayor parte de culpa, pOl'IlO haber
comparecido en .la accion con las fuerzas que
mandaba, resulta l1(1 o, ele todo acalorarse mas las
pasiones y declararse un partido abierto contra
Moreno, que dirigia csclusivarncntc las opera-
ciones mil itares , llenado siempre en todos SUs




27
movinnentos 31 cuartel real y al príneipe , á
quicn consultaba y somctia su aprobacion en
cuantos proyectos abrigaba ó intentaba.


Desde la cstipulacion Ellior , y sucesos pos-
teriores, se advirtió diariamclltc una presentación
de personas del intcrior, que de todas clases
llegaban á ofrecer sus servicios á D. C:ú'los: los
pu~~blos empezaron á sentir esta novedad qu<;
aumentando sus cargas con alojamientos y ra-
ciones, les ofrecia por otra parte una sensacion
amarga; porque cuando lloraban la muerte, la
herida, la desgracia ó la ausencia de sus hijos,
herrnauos , parientes ó vecinos, observaban la
iuarcion , ociosidad é indiferencia de aquellos
que nuevamente se presentaban á ser especta-
dores de tales tragellias; á consumir S11sapura-
(los recursos, á ex¡gil' lo que no les corrcspon-
,día, y á murmurar lo que no entcnd iau ni
sufrian.


Despertadas las ambiciones que habian es-
tado reconcentradas en el silencio, se constituyé
1111 partido frenético é intolerante á la imne-
c1iacíon de D. Cárlos, flue rcconocia por su gc-
fe áD. .Tuan EchevalTía; y se desplegó un de-
seo de echarse fuera del pais, llevando sus hijos
á espedieiones bajo el pretesto de que consoli-
dasen las masas poco organizadas que en Cala-
luña formaban eco con sus opiniones, fig-uran-
do esta idea á n. Carlos con los nlhagüeüos
-pensamientos del adcl;mto en la guerra, del
·alivio en las cargns de las provincias, y del )lcs-




~8
mcmhramiento de fuerzas que CAusaría en el
ejército de la Reina las divisiones que forzosa-
mente hablan de destacarse en la persecucion.


Condcsccndiendo el príncipc á la ejecucion
<le este plan, dcsignó los batallones y cuerpos
de quc se compuso la primera division espcdi;
cionarja , y nombró á D. Juan Antonio de Gucr-
guc para que se encargase de tan arriesgado
mando, promoviéndole á la clase de brigadier;
y por medio de marchas y contramarchas con-
siguió Moreno Íauzar aquella espedicion, que
logró su presenracion en Cataluña.


En el entretanto D. Cárlos y su gefc de
K M. hicieron un movimiento sobre Castilla,
y abandonada por su guarnicion la debíl forti-
fIcacíon de Pucntelarrá fue ocupada la pohla-
cion por las tropas de aquel; y que al siguiente dia
pasó el Ebro un cuerpo que llegó con Moreno
hasta Pancorbo , en cuyo pueblo una caida que
dió del caballo y .los avisos que pudo recibir
sobre el movimiento de la columna conlraria,
le ohligaron á retroceder sobre Puentelarrá,
retirándose aquella noche á Espejo.


D. Vicente Gonzalez Moreno habia alijera-
do (le personas el cuartel real, y celoso por
una parte de su rcputacion , e instruido por
otra de la enemistad que le profesaba Maroto,
corno de las murmuraciones que este hacia de
sus movimientos, propuso días antes su sep:lra-
(:ion. nomhrámlole en Zti (iiga comandante ~c­
nccal de Vizcaya, y destinando á su inmedia-




~9
cion Ji D. 3"u3n Bcllcnjero, que separado del
mando del regimiento de cahalleria (Iue hahia
desempeñado, seguia el cuartel real, y contrajo
amistad con Maroto,


En dicha poblacion de Zúñiga, una noche se
reunieron en el alojamiento de Maroto , D. Si-
mon de la Torre, Zariategui , Bcllenjero, Arjo-
na y Ariz;¡ga; y habiéndose provocado por· Ma-
roto la conversacion relativa á las operaeiones
militares de Moreno, se empeño en probar el
desacierto é ineptitud que ofrecia su descrédito,
y la obcecacion del príncipe en mantenerle á su
lado, cuyos conceptos se generalizaron entre
todos, afirmando cada uno de por si su modo
de pensar; y descendió la conversacion hasta
criticar la organizacion del cuartel real y go...
bierno de D. Carlos, que censuró Maroto mas
agriamente, emitiendo su juicio particular sobre
las reformas que creia necesar-ias i siendo digno
de notarse que ya en esta eonversacion indicó
la necesidad que habia de promover actos pare-
cidos á los que mas adelante practicó en Estella,


Violenta fue la disc.usion, y quedaron todos
tan admirados del carácter <Iue manifestó Ma-
roto, y de sus opiniones, que á la mañana si-
guiente Latorre y todos, se estrernecian con la
idea de que pudiese saberse por D. CárIos ó Mo-
reno lo que se habia hablado en aquella reu-
nion, circunstancia que llegó á verificarse, segun
entendió y llegó á saber el mismo D. B.afael
tt'brolo, y por su virtud se aceleró su separa.




30
cion del cuartel real, y' el nombramiento refe-
rido.


Moreno dispnso que Latorre , que hahia
sido separado de la comandancia general de Viz-
clya y llamado al cuartel general, tornase el
mando de una division , y 10 separó de este mo-
do, del cuartel real, movilizando la persona de
~I~ hajo diferentes sentidos, con el fin de c"a-
6ll'··cl influjo de 'su ;iiItol'idod en las trop;¡s, y
usando de él en los casos V circunstancias en
que lo jllzg:lba útil Ó neces~rio: intencion que
no llejó de conocer Latorre, que esciló su eno-
jo á sumo grado y que produjo demostracio-
nes desf..worahles, que se generalizaron en el
R ':\'1. Y entre los ge[es superiores de aquel
ejércit.o, aumcntjindose de (1 ia en dia el descré-
dito y anlrnndversion contra Moreno.


El dia en que se dió la acción de lV[el1l1igor-
ría, se presentó en el cuartel real D. Naz:1rio
Eguía. J); Cárlos mandó le siguiese, pero sin
l:lesignarle ocuparion ni destino alguno, y este
general, que conoció muy luego );¡ poca :11'1110-
ní~ que existia y la ma la fl~ con lllle se trataha
á las primeras notabilidades, fe adhirió á [as
relaciones aeCruz-~layor, constituyéndose ml'-
diru]or <Í pacifica.dor entre los agraviados por
Moreuo , captándose con esta conductn una amis-
tad general,' el aprecio de D. Cárlos , los elogios
ele lodas las clases, v la conhnnza mas di~tinglli­
da de [nu-ralrle, Zar~;lI{'glli, 'l;IZ;JlTa.~ay Del Pan,
perwuas todas contrarias á Moreno, y á las cua-




31
-Ics oía D. Cárlos diariamente sin estrañeza ni
clisgusto en la sindicacion y oposición cllie le de-
nunciaban contra "Moreno y sus operaciones,
Ias cuales se reducían en aquellos dias á mar...
chas fatigosas p;¡ra la tropa I y des;¡gr;¡dnbles
para todos los (PlC discurrian sobre el fm in-
concebible á que se dirigian.


Entretanto la situación del príncipe y la de
su ejército nada de particular ofrecian , y mien-
tras se ocupaba en Esiella en solemnizar la bcn-
dicion del estandarte de la generalísirna, que
habia bordado y regalado al ejército la Señora
Doña María Teresa de Brnga 111.a I la inaccion
aumentaba y enccndia mas y mas los resenti-
mientos. Marola en Vizcaya se adquiria un pres-
tigio favorable en el pais y en sus soldados; con-
seguia organizarlos; se interesaba por el percibo
de sus p;¡gas y haberes, quejándose del gobierno
por la falta de recursos (Iue dejaba (lc {;wilir:rrle,
hacía evidente á la vista de los hombres la" idea
de nulidad que caracterizaba al gobierno de Don
Cár10s,y no perdió ocasion de aumentar el des"':
srédito de Moreno; se captaba la voluntad de
losgefes, formábase un partido que apoyára y
robiistcciera su opinion , y trabajaba con celo y
actividacl en el bloqueo con que estrechó á la
plaza de Bilbao, el cual lo figuraba en sus p:lr~
tes dados á D. Carlos, como el preludio de la
:rcndicion de aquel PUIlIO, que afirmalm ser'ia
efectiva, si su ~efc de E. 1\1. le remitía ;¡lgnn;¡s
piezas de artillería. Estos partes, fIue siempre




3~
(1irígia ton un nyuchnte que S\lp~ esplieat'los
y estender sagazmente su contenido eu el cuar-
tel real y general, venían acompañados tambien
con multitud de cartas que cscribian en su elo.-
gio los que le eran aficionados, llegando á t:1J
estrerno esta accion , verdaderamente diplomáti~
ca, que exaltó los celos de Moreno , el cual t&o
mió un hecho de armas que le proporcionase 'el
Maroto una absoluta preponderancia. Moreno
contestó á sus partes con acritud, sin acceder
al pedido de la artillería, y<lil'puso rápidarnente
desde Navarra un movirnlento sobre VizcaY:l:.
que ejecutó con D. Cárlos y negando á Duran-
go con la vanguardia, dejó al príncipe aquella
noche en Ochandiano con su cuartel real; are-
ración que cscitó mas el furor de Maroto y ora-
siouó un desahogo general entre este y los gefcs
que acompañaron á Morcno , quc )'3 le odiaban
y públicamente vimperaban su conducta.


Alojado Moreno en Durango, Marola ren..
só prcsentárse]e , y hahicndo a([uella noche man-
oado Moreno á su secretario Serradilla quc lle-
vase á Maroto un pliego, para que como co.
mandante general del sciiorfo , lo dirigiese á
D. Castor Andcdlllga que mandaba una bri-
gada del mismo , no quiso admitirlo Maroto, en-
cargando á Scrradilla dijese al gdü de E. M. fIue
él no era estllfetrl ni correo, y fIue eligiese
otro conductn p.1l'a la meucionarla rernision;
fácil es concebir el eíccto (tue esta contesta-
cron producina en Moreno.




33
A la madrugada Maroto se trasladó á Gal-


dácano: y á las nueve de la mañana entró Don
C~rlos en Dúrango; oyó las quejas de Moreno
contra l\iaroto; una hora mas tarde el gefe de
E. l\JI. emprendió con su columna la marcha so-
bre Galdácano, en cuyo camino real, y á tiro de
pistola de la casa llamada Urgoiti, en donde se
hallaba Maroto , hizo alto con sus tropas.


A las cinco de la tarde se vio pasar al ayu-
dante de Maroto, Gerona, con un oficio para
D. Cárlos, situado aun en Durango; y á muy
poco rato el auditor general pasó á la casa indi-
cada, se avocó con Maroto, le enserió este la copia
del oficio cspresado, concebido en términos bas-
tante acalorados, y depresivos contra la aptitud de
Moreno, r 110 conformándose con este paso, se
suscitó una acalorada conversacion entre "Maro-
~o, Bellenjero, y Ariz;¡ga, la cual fue cortada
1)01' la separación que hizo este último, é incor-
poracion que verifiCó al cuartel general de 1\'[0-
reno, campado en el camino real; alli recibió
un aviso para que inmediatamente se presenta-
se en el cuartel real, como en seguida lo eje-
cutó, llegando á burango á las doce de la no-
che, hora en que fue imposible presentarse á
D. C3rlos que se hallaba recogido.


A las seis de la mañana idel siguiente dia,
Arizaga tuvo una larga conferencia con Eguía
sobre los sucesos indicados.; y á las ocho fue
recibido aquel por D. Cárlos , el cual, despues
de manifestarle su disgusto por los acontcci-


')
..




34
mientas, insubordinaciones, y faltas cometidas,
le mandó de una manera terminante y decisi-
va,· demostrase en su nombre á Maroto, la des-
aprobación que le habían merecido aquellos
actos, porque aun cuando le hubiesen asistido
razones, ó motivos de queja contra Moreno,
estas debia haberlas sofocado hasta hacérselas á
él presentes, y pedídole las hubiese remediado:
le mandó á Ari7..aga igualmente dijese á Maro-
to, que si bien no podria nunca alvirlar sus sa-
crificios y padecimientos por su causa, tampo-
co podria permitir, que lo que le habia con-
quistado Zurnalacarregui á costa de tanta san-
gre y de trabajos, fuese perc1 ido por las disen-
siones y falta de unidad en los gdes que le ha-
bian sustituido, los cuales, si no tenian por ob-
jeto trabajar de acuerdo en su provecho, le eran.
perjudiciales y lo comprornetian á verse obliga-
do á tomar la deterrninacion de castigarlos; que
lo tuviese asi entendido, y le evitase este dis-
gusto, uniformando sus pareceres á los de Mo-
reno, y respetándole como á su gefe de E. M.
Mandó á Arizaga marchase velozmente á cum-
plir este encargo, y procurase llegar al punto en
que estuviese Maroto , con toda celeridad, y
antes que pudiesen provocarse otra disension de
la que sus contrarios podrían aprovecharse.


Emprendió su marcha el auditor general
para Galdácano, y llegó á las once de la ma-
ñana sobre el puente de Arrigorriaga que aca-
baba de ser disputado vigorosamente por el




35
fuego que desde las seis se habla principiado, y
que generalizado despues á todos los cuerpos que
entraron en acción, constituyó una de las jorna-
das mas sangrientas en esta guerra, que costó
mas de 1,000 prisioneros al ejército de la reina.


Moreno permaneció fuera de ella con su E.
M. sin pasar el rio denominado de Arrigorria-
ga, y habiendo hablado Arizaga con Zariate-
gui sobre la mision que traia de D. Cárlos, los
dos y los ayudantes Pavía y Jáuregui vadea-
ron el rio, y se dirigieron al punto en que se
hallaba Maroto, a quién encontraron en elca-
mino real, y en el estrecho que este forma pa-
ra entrar en el puente nuevo, sitio en que exis-
tia verdaderamente un fuego horroroso, y en
el que se disput6 el terreno con heroico valor.


Cuando vió Maroto á los cuatro sugetos refe-
ridos, se indignó contra .Táuregui, diciéndole en
alta voz, y ,á presencia de todos: ¿'''Viene V.
» aqui para oir lo que se habla, y llevar chis-
>l mes á su general M~r~no? ¿En dónde está
>l ese hombre cobarde e inepto? Marche V., y
» dígaselo así de mi parte;" cuyas demostracio-
nes fueron cortadas por Arizaga, que aproxi-
mándose á Maroto, le anunció la comisión que
D. Cárlos le habia dado, relativa á enfrenar
sus juicios, y la severidad con que se habia
pronunciado; el cual, ansioso por saber las par-
ticularidades apuntadas, se retiró á la dere-
cha del camino real con el auditor general, y
en un caserío que alli hahia derruido, oyó la




36
refercneia de cuanto el príncipe habia en aque-
lla mañana pronunciado.


Concluida la accion entre siete y ocho de la
noche, y rcpleg'adas las tropas á los puntos que
ocupaban al amanecer de alJuel dia ,se dirigic-
ron Maroto, Bel1enjero y Arizaga al cuartel real,
que habia bajado de Durango á Ga ldácano , y
se presentaron á D. Cárlos , el cual recibió pri-
mero á J\'1aroto, y segun este refirió, le asegu-
ró olvidarla todo lo pasado; dcspnes admitió á
Bellenjero y últimamente al auditor general, á
quien preguntó si babia dicho á J\Iarotolo que
le tenia mandado, y como le asegurase su curn-
plimionto , le contestó D. Carlos, \~.Estoy satis-
» fecho de tu puntualidad; p.,ro aun tienes que
» ejecutar mi voluntad, que !l.,sea.ver termina-
» da la enemistad de Marero con Moreno, y pa-
» ru cuyo efecto te situarás á la inmediacion del
» primero, y no omitirás diligencia' alguna que
» pueda realizar mi empeño.'


En este ánimo se despidieron de D. Cárlos
los tres referidos, y alojados en la casa del cura de
Arrigorriaga, se reunieron [I(Iucl1a noche algu-
nos gefes y ayudantes, entre los cuales se dis-
tinguieron el coronel D; José Martinez , y el
ayudante D . .Tasé Gerona, ambos de mucha con-
fianza para 1\Iaroto. La conversaciou sobre lo
ocurrido en aquel dia tuvo lugar; y en ella no
disfrutó Moreno de las mejores ausencias: Ma-
roto fué aconsejado por Bellenjcro de remitir á
D. Cárlos el parle de la accion , separándose del




37
ronducto del gefc de E. M., como estraño que
habia sido al suceso que lo motivaba, y en la
'misma noche se verificó este consejo.


A la mañana Si!llliellte manifestó Arizaaa
LJ - n


la voluntad del príllcipe, que todos aprobaron,
y le ayudaron á reducir á :\1arolo para que se
prestase á la reconciliación con Moreno. Accedió
aquel y encargó al auditor general viese á Mo-
reno para decirle que estaba dispuesto á ofre-
cerle su amistad, y que no pasaba personalmen-
te á ejecutarlo al pueblo de Galclácano, donde
se halbha, por la situacion militar que exijia su
persona en aquel punto; pero <Iue, si bajaba
por la tarde á reconocer la línea avanzada, sa-
tisíaria su deseo y ronferenciarian de buena fé.


El auditor general se dirigió á Galdácano,
persuadido de que la cornision (lue se le hábia
encargado por D. Carlos tendría su rotal conclu-
sion ; pero hien pronto advirtjó su error, por-
que ¡labi(:n"lose personado en la ha bitacion en
que se hallaha Moreno con D. Simon de Lator-
re, manifestó al primero necesitaba lwhbrle par-
ticularmente, invitaciou que repelió Moreno
enérgicamente, demostrándole, que si el objeto
~e '!a conversacion podia aludir, romo sospecha-
ha, á la -persona de Maroto , desde luego la
creía inútil, y la negaba, cortando toda refle-
xion y cerrando la puerta á razonamientos pos-
teriores.


El auditor general se dirigió aquella noche
á ZOl'noza, y rdil'ien<1o al príncipe todo lo O<'U\'-




38
rido, renunció á su destino, y le afirmó no
volvería al cuartel general de Moreno; Don
Cárlos le mandó se incotporára al cuartel real,
el cual unido, con el general al siguiente dia,
emprendieron su marcha para la provincia de
Alava.


Durante la permanencia del auditor gene-
ral en el cuartel real, vió que Moreno hahia
remitido el parte detallado de la accion de Arri-
gorriaga, recomendando á los oficiales que ha-
bian estado á su lado, omitiendo á los que se
habian hallado á la inmediacion de Maroto, el
cual pasó otro con diferentes recomendaciones,
y en un todo diferente al del gefe ele E. M. Oyó
la diversidad de opiniones que acaloradamente
se vertian en el cuartel real; el distinguido lu-
gar que Moreno ocupaba en el corazon del
prmcipe , y la manera que tenia de hacer rena-
cer su aversión contra Maroto; conoció tambien
que la separacion de este del mando de Vizcaya,
era inmediata, porque el general Moreno au-
mentó sus visitas á D. Cárlos, llevándolo consi-
go, y puede asegurarse que solo oia habla!' en
el sentido que convenia á Moreno. _


El auditor general recibió orden de D. C:í:r-\
los, para que volviera á presentarse en el cuar-
tel general, y obedeciéndola siguió los movi-
mientos que Moreno ejccutó sobre Medina de
Pomar, sin dejar de percibir el cisma introdu-
cido en el ejército por las desavenencias de 105
dos generales, y fue )'a reputado por Marorista,




39
sin otro motivo que la comisión que el prínci-
pe le habia mandado desempeñar.


Concluido el campamento, hambriento y se-
diento el ejército, dirijió Moreno el movimiento
de las tropas sobre Vitoria, situando su cuartel
general en Kancbrcs de Oca, y el real en Fo-
ronda, pueblo en que el príncipe abandonó el
mando, y llevando á su lado á Moreno pa-
ra separarlo del ejército, nombró general en
gcfc de este á D. Nazario de Eguía, que habia
mediado entre los dos gencrales enemistados.
Uno y otro lanzados de sus destinos, quedaron
siendo objeto de variados juicios j pero conocién-
(lose desde luego el fruto que Maroto habia sa-
cado en Vizcaya y en el ejército, por las alaban-
zas que le tributaba el partido creado en su
favor.
)~jccutando un reconocimiento sobre el ene-


migo, ~Ioreno recibió la órden de su separa-
cion , que no babia entendido ni sospechado, á
pesar de las ii-ecuentes visitas con (lue diaria-
mente observaba á D. Cárlos, y aunque se re-
sintió del modo, sobrellevó con rcsignacion este
golpe de desgracia.
~laroto por el contrario, confmado á Tolo-


sa , manifestó su agravio, quejándose del desaire
é injusto modo de tratarle, é hizo general el co-
nocimiento de los partes dados sobre la accion
(le Arrigorriaga.


Convenció á D. Cárlos el nuevo general de
la mayor utilida(l (lue podría proporcionarle su




40
fIja residencia, y mayor tranquilidad para el des-
pacho de los negoc1os de su gobierno, viviendo,
con independencia del ejército. Aceptado este
plan por el príncipe, se retiró á Tolosa , en don-
de se hallaba J\Jaroto.


A su prcsentacion en este pueblo recibió á
Maroto en audiencia particular, le reprendió sus
faltas con graves particularidades, y le amenazó,
segun dijo aquel general, diciéndole: II te acor-
darás de lo de Durango:" mas á pesar de todo,
Maroto concluyó su conferencia, dejando tan
variado el ánimo del príncipe, (Iue al siguiente
dia le presentó una instancia en la cual denun-
ciaba la blsedad que contenia el parte de 1\10-
reno dado por resultados de la accion de Arr-i-
gorriaga; la injusticia de sus propuestas; la de-
presion del mérito verdadero (lile estaba fijaelo
en las suyas, y concluyó .pidiéndole se abriese
un juicio para que se probase cuál de los partes
era el legítimo, sujetándose él á la pena á que
fuese acreedor si resultaba ser el suyo falso.


Maroto se ganó diestramente y CO;1 hrewebd
al ministro de la guerra Villcrnur , y á algunos
individuos de la servidumbre de D. Cárlos , que
abogaron en su obsequio y apagaron los resen-
timientos de este príncipe de. tal 'manera, que
en la segunda presentaciou recibió de él pruebas
de aprecio y reconciliacion. T\Iarolo jugó hábil-
mente este (lrama, y por momentos obtuvo en
~1I situacion una prepotencia sobre \loreno.


El ministro tIc la gllf'rra hizo asunto jurr-




41
dico la insta ncia de Maroto , y decretó á su
márgen, pasase al auditor general del ejército,
para (Iue con arreglo á derecho manifestase su
dictárnen.


-~=......>¡;¡.§~~....--=------


Eguía, luego que recibió el mando del ejér-
cito, levantó el bloqueo sobre Vitorja ; retiró las
tropas de la provincia de Ala va , y situó su cuar-
tel general en Galdácano, despues de haber de-
terminado variaciones notables y sorprendentes
en la siruacion, que ocupaban muchos ayudan-
tes, y llamó á su inmediacion á Mazarrasa, á
quien nombró su gefe de E. M.


En esta poblacion recibió el auditor gene-
ral la instancia decretada de Maroto, y cono-
ciendo la gravedad (pIe CllVO} via este enjuicia-
miento, y las consecuencias funestas que en po-
lítica producirla su dctcrminacion , conferenció
con Eguía; oyó 8Ú parecer, y determinó dar su
(lictámcn vCl'bal á D. Cátlos , poni((ndose imne-
diatamente en marcha para el cuartel real de,
Tolosa, en el que se presentó al dia siguiente y
se avocó con Villemur, el cual, sin que prece-
diese indicaclon alguna sobre el particular, le
demostró su opinion que graduaba de justa la
súplica de Maroto , y útil lá vindicacion que pe-
(lía para esclarecer la exactitud de los partes en
cuestiono




4~
A la mariana siguiente recibió D. Carlos al


auditor general, y este le manifestó lo escanda-
loso que iba á ser en el pais y en el ejército la
apertura del juicio que provocaba Maroto ; la
fermentacion que causaría entre los Jos partidos
interesados en el vencimiento del general que
los habia recomendado; el descrédito que oca-
sionaria este acto en el estrangero; la inutiliza-
cion en que iban á constituirse ambos genera-
les, y la imposibilidad en que se hallaba, por
efecto de las circunstancias para castigar al que
resultase haberse escedido por un espíritu de
parcialidad; creyendo conveniente mandase ar-
chivar la instancia de Maroto, y que se tuviese
presente en otra ocasiono Defirió D. Carlos á
este modo de ver y descendió á manifestar al
auditor general, la afliccion de tIue estaba po-
seido, porque notaba diariamente violencias y
cscesos que se perpetraban y reclamaban en las
lineas, como recientemente acababan de suceder
en la de Alava, y se leían en las reclamaciones
que le habian hecho contra los procedimientos
del gefe D. Feliciano Elguea, encargado del
hloqueo contra los pueblos fortificados en dicha
provincia; le demostró D. Carlos creia obligada
sn conciencia sino dictaba providencias sobre
este particular, y erigia un tribunal de justicia
l}ue entendiese en estos asuntos y los resolviese.


El general Córdoha escitado por el auditor
general de su ejército, Ca1deron,'habia parla-
mentado con el campo carlista, increpando los




43
horrores y crueldades inútiles que cometian los
gefes de aduaneros y de partidas volantes, contra-
rias al derecho de gentes é inconducentes al mis-
mo fm que se proponian de hostilizar á las tro-
pas de la Reina. En este documento importante
se apelaba sobre tales escesos al fallo que daria
el propio pais despues de reconciliado y á la cali-
Iicacion que daria la Europa entera al ver tan-
ta y tan inútil sangre vertida. En honor de los
sentimientos del Príncipe y de los principios de
D. Nazario Eguía, general entonces de las tro-
pas carlistas, deberá decirse que estas reclama-
ciones surtieron todo el efecto que la humani-
dad reclamaba. Algunos gefes de las partidas vo-
lantes fueron presos y procesados como Elguea;
y otros embebidos en las filas, como Galarreta
y algunos mas. Este ejemplo probará que si por
un sentimiento de amor propio, de partido, tan
ridículo como cruel, no se hubiera huido en el
curso de esta guerra fratricida de apelar á estas
reclamaciones que ninguna coucesion suponian,
ni á compromiso alguno empeñaban de bandera
á bandera, no tendriamos que llorar mas que la
sangre española vertida en el campo de batalla,
ahorrándose la que copiosamente se ha vertido
por represalias, venganzas, y por la malignidad
de algunos gefes ó mandarines de entrambos
bandos,


El auditor general segundó las ideas cmi-
tidas, y le propuso todos los medios de (Iue
podia valerse para satisfacer el proyccto que le




44
habia indicado, recibiendo orden terminante
de este príncipe para que formalizase por es-:
critosus ideas, y le entregase elpran con toda
brevedad.


Queriendo Arizaga sustraerse del cuartel
real y de las conversaciones que en él se sus-
citaban , corno de la comunicacíon con las per-
sonas interesadas en el negocio espresarlo , que
babia motivado supresentacion á D. Cárlos, se
¡mso en marcha la misma tarde para restituir-
se al cuartel general, y llegó al dia siguientc á
J\'Iondragon, en cuyo pueblo tuvo una confe-
rencia conZariátegui, y otra bastante. particu-
lar en obsequio de D: José Lamas Partlo (1), con
el P. Huerta, y de ambas adquirió un conven-
cimiento del disgusto en que todas las clases se
hallaban, y de la miseria universa] <lue se es-
perimclllaba. Once meses habian transcurrido
á aquella fecha sin percibir nadie un maravedí,
y la indigencia tocaba en un estrerno ines-
plicable.


El auditor general continuó su marcha ~í
EsteBa, donde se encontraba el cuartel general,
se incorporó á él en momentos que acababa de
darse la accion ocurrida en noviemhre del 35,
sobre aquella ciudad, y observó nuevos disgus-
tos y compromisos por la suspensión que ha-


(1) Para q:l~ fuese nombrado individuo de la junta
que se pensaba formal' para atender enIos mgocios [u-
r ídico- m il i lares.




&5
bia decretado Eguía en sus mandos á D. Pas-
cual Real y D. Tomás de Reina, gefes que
tenian adquirida una gran reputacion militar
por sus nobles hechos de armas.


Promedió con j;~guía y calmó en parte la
irritacion de UllOS y de otros, exaltada á gra-
dos bien sensibles para quien era un amigo co.s:
mun de todos los en-mistados, influyendotarn-
bien muy cíicazrncntc D. MallUcl Verdes y Ca-
Lañas en pacificar los ánimos, reclamando de
D. Cárlos la satisl'accion de los agravios cansa-
dos por Eguía. .


En los dias que permaneció en Estella el
cuartel general, tuvieron lugar desagradables
contestaciones entre Eguía'ylajunta de Navar-
ra, y el primero retirándose á Villatuerta , en
donde fIjó su alojamiento, acompañado de solo
dos ayudantes, 11eeretó la prjsion ¡le varios' ve-
cinos en rcprcsalras de otros 1[1.te el general Cór-
doba se habia llevado en clase de arrestados.


El auditor general aprovechó este descanso
para formar y cstcudcr el proyecto que en To-
losa le hahia mandado D.Cádos llevase por es-
crito, el cual tenia por objeto el nombramiento
de una junta, compuesta de cinco generales y
tres togados, con un fIscal ,que situándose en
un punto central de las cuatro provincias, en-
tendiese de cuantos asuntos mcreóesen considera-
cion; provcyese de reglamentos é instrucciones á
suscomandantes generales, y cuidase dc la admi~
nistracion de justicia, segun los casosy exigencias.




46
Tan luego como fué concluido este trabajo,


volvió al cuartel real que se habia trasladado á
Oñate , y en esta poblacion encontró a Maroto
con multitud de personas que ya formaban la
corte de D. Cárlos, y sostenian polémicas aca-
loradas sobre diferentes innovaciones y opera-
ciones militares, sin respetar en sus públicos
juicios al gobierno, ni al general en gefc que
muchos desconocian.


Todos los gefes que habia separado Eguía,
se acogieron al cuartel real, siendo uno de
ellos el coronel Balmaseda, amigo que se de-
mostró singularísimo, en aquella época, de Ma-
roto, y que ocasionó sérios disgustos á D. Cár-
los; y de tal magnitud, que le mandó saliese en
horas del cuartel real, cuya órden, que desobe-
deció Balmaseda, provocó otra mas comminato-
ria que al fm cumplió, pero retirándose á Ver-
gara y viniendo casi diariamente á las inmedia-
ciones de Oñate , para conferenciar con sus ami-
gas, haciendo un desprecio de las órdenes que .
habian prehjado su pública relegacion.


El cuartel real era ya una corte en peque-
fío, en la que pululaban las intrigas y las adu-
laciones, mezcladas en la mayor parte de estre-
mada miseria; los planes de engramlecimiento
se discutian con desverguenza en los paseos y.
sitios públicos, por la depresion que hacian al
respeto debido á D. Cárlos, y á las disposiciones
que acordaba y publicaba su .gobierno; el cual
habia recibido en pocos dias una variacion no-




47
table. El infante D. Sebastian habia llegado con
un gentil-hombre llamado Merry, su ayuda de
cámara D. Sancho Conejo, y algunos otros in-
feriores criados, de forma que la casa dc D. Cár-
los se difcrenciaba muy mucho en su sosiego y
número dc personas, dc lo que un mes antes
habia representado.


La secretaria dc Estado V la de la Guerra
habian recibido un aumento de varios ohcialcs;
la intendencia general, establecida bajo la dircc-
cion de D. Manuel Miguel. de Aragon, estaba
rambicn servida por bastantes empleados, sin
que se advirtiese colocado ningun gefe ni ofi-
cial inutilizado en accion de guerra, y cuya suer-
le era demasiado calamitosa y desgraciada; otros
establecimientos ensanchaban el estado político
del cuartel real, al paso que el ejército se dis-
minuia y su situacion presagiaba un aspecto dc
verdadera decadencia; porque el general con-
trario acababa de establecer las líneas que divi-
dian el territorio; se habia apoderado otra vez
del Condado de Treviño , invadido el Berron, y
llamaba la atencion sobre Arlaban, amenazando
un movimiento sobre Oñate; circunstancias to-
das desfavorables y espinosas, que tendían á con-
cluir con las subsistencias del pais y comprimian
el círculo dc las operaciones á un grado positi-
varnente apurado para el general Eguía, cuya
posicion era tanto mas crítica, cuanto que nin-
gunos ausilios recibia ni esperaba.


Bajo estos elementos encontró el auditor




48
general la corte de D. Cárlos , y al presentarse
á su persona le entregó el proyecto anterior-
mente esplicado, que recibió, leyó y examinó.
citándolo para el sigu iente el ia , eu que manifos-
tó al auditor gClIeral su aprobacion ; pero le
demostró carecía de personas que pudiesen ocur-
rir á la institucion y cjccuciou del proyecto,
porque solo contaba con tres togados, y de es-
tos, dos no le era posible hacer uso de ellos res-
pecto, á que se le habían denunciado wspechas
de coalicion en el uno con sus contrarios, y ac-
tos de defeccioll en el 011'0 (1), que repugnaha
por el momento aprovecharse de ellos si habia
de evitar murmuraciones y disguslos, y la pre-
cisión ele castigar á los que censuraban cuan lo
se hacia, como acababa de suceder con las de-
masías de Balrnascda , re-en: ido por la promo-
cion á brigadier que habia concedido á Horca-
sitas, coronel que alli existia , y á quien habia
nombrado inspector de caballeria , y terminó
su audiencia manifestándole lo necesitaba á su
inmediacion; que eligiese el hacerse cargo de los
negocios relativos al ministerio de Gracia y Jus-
ticia bajo la dependencia de Cruz-Mayór, ó ser


(1) Estos togados era uno' el Baron de Juras-Réa-
les', mirado ton desconfianza por el discurso de aper-
tura '1ue leyó en la aud ienci a de Cá,ceres, siendo re¡;m.
te, y en el '1ue defendia .los derechos de la Reina Dona
Isabel JI al trono- de su padre; y el otro era D. "José
Lamas Pudo, á quien se le supouía tener :rélaciones
con el partido contrario,




49
su asesor general y gcfe de un juzgado superior
que queria se estableciese en el cuartel real.


No dejó de presentar á la consideracion del
príncipe el auditor general, cuantas reflexiones
le ofrecia la elección indicada, apoyándose en
fundadas razones para eximirse de lo uno y eva-
dirse de lo otro, porque si bien eran cierras las
circunstancias de este príncipe y su ai~lamiento
á un número certísimo de personas útiles .y fie-
les, tambien le parecía monstruosa la nomen-
clatura que se le proponia en la creacion de
aquel juzgado superior y onnímodo, desconoci-
do aun en las épocas (pIe pudieran justificar las
mas cstraordiuarias medidas. El auditor general
rehusó constantemente el ministerio, y en fuer-
za de esta repugnancia D. Carlos con su encar-
gado de Estado, Cruz-Mayor, determinaron V
le comunicaron el decreto de 4 de dicjernhr~
de 1835, orgánico de la Asesoría Real y Juz-
gado Superior, con encargo para que "inmedia-
tamente procediese á hacer las propuestas que
juzgase necesarias á su instalacion , que se veri-
ficó y fue admitida con general desaprobacion,
dando lugar á comentarios y nuevos resenti-
mientos entre la multitud de personas que, de
todas clases y categorías se hallaban en la corte
de Oñate, con infmitas otras que, á la publica-
clan de esta novedad y en solicitud de ser des-
tinadas, vinieron al cuartel real; el cual fue des-
de este dia aumentando la desunion,'y se con-
"irtió en un lodaza 1 de intrigas, asestadas con-


4




50
tra todos los que ejercian algun eargo público
y (le rept-eseutacion.


Cruz-Mayor fue injuriado por diferentes
conceptos, que parlian todos de la necesidad de
numerario, y se estrellaban contra la ineptitud
que le suponian para buscar los recursos que
en el estrangero afirmaban fáciles deencontrar,
con otras recrimiuaciones tan iruliscretas como
injustas, porque jamás se han juslificado. En
una palabra I se desarrolló la mnbicion de man-
dos, y se atacó directamente la 110sieion que
ocupa ba Cruz-Mayor, sostenida hasta entonces
can vigor por D. Cárlos.


El intendente Aragon sufrió tiros de calum-
nia mas afrentosa, porque los intendentes La-
vandero y otros sugetos de altas categorías, con
quienes estaban col"gaclos, derramaron ideas de
poca pur'eza en Aragon y ajiotage en los fondos
que administraba, y que ocurrian al vestuario
del ejército de que estaba encargado, acusándo-
le de inteligencias con los contratistas que ha-
hían estipulado los paños y efectos necesarios.


La ascsorcr ía real fue atacada con mayor
eonato y efecto, ponJlle presentaba mayor de-
bilidad en sus cimientos, y el encargado de sos-
tenerlos era el mas interesado en evadirse de
aquel compromiso, y manifestaba su repugnan-
cia á sohrellevarlo.


Fácil es conocer que, entretenida la corte
del príncipe en tan complicadas intrigas y cá-
halas, el objeto principal, qu~ era la guerra y




51
las bayonetas puá sostenerla, no tenia aquel lu-
gar de atcneion que en un principio habia ocu-
pado; pues aunque es cierto que en algun tanto
fijaban la considerarion los sucesos de Arlaban,
sangrientos y aílictivos para todo el pais, esto
era solo porque amenazaban la seguridad de los
ociosos é intrigantes separados de aquellos peli-
gros, y entretenidos en llevar adelante sus pla-
nes y en adormecer mas y mas la irresolucion
de D. C:irlos, fIue lodo lo sabia, pero que á na-
da aplicaba el antídoto que exigia su curacion.


En estos dias se presentó en el cuartel real
D. Cecilia de Carpas, recomendado efIcazmente
al asesor real por D. Antoni.o de Arjona y por
D. Fernando de Frcyre , sugeto de carácter y
cualidades que todos apreciaban, )' que por su
comportamiento ~.e habia granjeado el respeto
de personas de todas clases, el aprecio de Don
Cárlos , y una considcracion distinguida d... ca-
riño entre todos sus amigos.


Carpas haLló con el asesor real, le maniles-
tó los encargos fIue de las cortes esirangcras
habia recibido sobre los objetos que debia ma-
nifestar en la de D. Cárlos, útiles á su causa;
el descrédito de Cruz-Mayor, y los perjuicios
que habian de iníerirse y tocarse, si el prínci-
pe no variaba de personas, y adoptaba los me-
dios que todos los legitimistas loe habían indica-
do, y que establecidos y puestos en acción,
abririan los bolsillos de la Cerdcña y de otras
cortes afectas al príncipe; pero que para una




:í~
manifestacion tan importante como delicada, le
era indispensable una audiencia particular que
frauquease á sus comunicaciones toda indepen-
dencia de Cruz-Mayor, y sigilo en las mismas,
porque sospechaba que este encargado no obra-
ba de buena fé, siendo por otra parte su ene-
migo declarado.


El asesor real jamás habia conocido á Don
Cecilia de Carpas, pero el sentido positivo y de
conviccion con que ahrmaba sus palabras, pro-
dujeron una resolución en aquel, que corro-
boró con sus consejos D. H.afael Maroto, que
habia presenciado estas conversaciones, reduci-
da á acceder á los deseos de Corpas. En conse-
cuencia pasó á verse con D. Carlos ; refiriole
cuanto acababa ele maniícstársclc, y le rogó dis-
pensase á Corpas la audiencia que solicitaba en
su presencia, con el fin de no desvirtuar los ofre-
cimientos y proposiciones que á él se le habian
hecho, por las cortes cstrangeras y legitimistas
franceses. Quiso Arizaga asistir á la audiencia
para que Corpas no alterase los conceptos que
en la conferencia particular había manifestado.


Accedió D. Cár los , y le señaló las siete de
la noche ele aquel dia para que viniesen á su
casa, y se efectuó una conferencia ele tres ho-
ras, en la que oyó el príncipe las especies in-
dicadas, concluyéndose aquella c1cspues de va-
riadas contestaciones sin un atendible resultado.


Era Carpas antiguo amigo de D. Vicente
Gonzalez MorenoI y ejercia sobreél una inlluen-




53
tia decisiva; se relacionó con MarOlo, estendid
en tres dias sus proyectos entre las principales
notabilidades del cuartel real, y captándose la
voluntad de los allegados de D. Cárlos, adquirió
una influencia estr:lOnlinaria sobre D. Juan
Echevarría, que di~fl'ulaba de privilegiada pri-
vanza. Carpas concibió el proyecto de una recen-
ciliaeían entre Moreno y Maroto , adoptando,
para llevar á cabo esta empresa, el plan de ata-
car á Eguía en su mando, presentando como
útil y necesario que Moreno substituyese á Vi-
llemur en el ministerio de la Guerra, y Maro-
to á ~~uia. Finalmente, Cruz-Mayor debia ser
sepa'~ado de su encargo, y reemplazadas todas
las personas influyentes del cuartel real, por
otras que precisamente lo ambicionaban.


Carpas estremeció el cuartel real conmo-
viendo las pasiones á la l estremo , que las jun-
tas reservadas, y corrillos misteriosos que co-
menzaron á cclt'brarse, anunciaron una época
1'.,rlil en novedades, '1J:nnanc1o las ambiciosas
esperanzas de todos en favor de este nuevo cor-
tesano, á quien suponian con la travesura
bastante para inclinar el ánimo de D. Cárlos á
las variaciones que aquel acollScjaba, y por
cuya virtud creiau comeguir 10 que cada cual
deseaba. En el entretauto Crm.-i'tIayor y sus
allegados se (lcfendian contra tales ataques.


Retirado hasta entonces "Moreno de toda
sociedad , aumentó sus visitas á D. Cárlos: se-
cundó los esfuerzos de Carpas, y consiguilí




54
'lue el príncipe mandase trabajar á su asesor
por la rccouciliacion indicada, que tuvo efecto;
porque halagados ambos con los planes de Car-
pas, se prestaron á ella, y la verificaron de un
modo solemne y público, reuniéndose en un
convite que dij Maroto en su casa á Carpas.
1\loreno y Arizaga. Esta demostracion la repi-
tió D. Cárlos convidando en su mesa al dia si-
guiente á los dos reconciliados.


Entre la agitacion que llevaba adelante Car-
pas, tuvo lugar una determinacion, de la que
prometió grandes resultados, aconsejando á
D. Carlos lo autorizase para escribir una carla
al general Córdoba, que se hallaba en su cuar-
tel general de Vitoria, cuyo permiso le fue con-
cedido. y ejecutó este P;¡SO, ofreciendo á di-
cho general la amistad, y benevolencia de Don
Cárlos, y la salisfacciou de cuanto descase, si
consentia en coadyuvar al feliz éxito de su cau-
sa, con otras particularidades flue no se leen
en la famosa memoria que tanto y tan mereci-
do lustre ha dado al alltiguo general del éjer-
cito del Norte. Este pensamiento mereció la
aprobariou de D. Cá 1'1 os , la de D . .Tuan Eche-
varría , y la de los privilegiarlos cortesanos que
penetraron y aproba ron el secreto.


El encargado de poner la carta en manos
del citado general, fue el teniente coronel Don
Rcrnardo Santocildes, el cual logró introducir-
la en Vitoria con otra, ([ue le dió Villemur, co-
mo credencial de un IlUC\O rnensage verbal de




55
D. Cárlos, en que le prometía el restablecimien-
to de sus antigu;¡s relaciones, y darle el mejor
puesto en su causa. Santocildcs no se atrevió :i
entregarle la carla de Corpas, pero hizo una in-
dicacion de eHa;l1 general Córdoba, y oyó el
desprecio <llJe de ella hacia, y la rnauera con que
repudió toda clase de Irat;¡dos clandestinos, ma-
niíestanrlole : t~ Parece V. demasiado instr-uido
» para poder ignor;¡r que por el encargo que
» trae ha incurrido en la pena capital como es-
" pía y ajente seductor; pero puedo dispensarme
)) de cumplir rigoros;ulIcnte con el deher de mi
» l)Osicion, que me impone el fusilarlo; prime-
" ro porque la confianza que ha tenido V. en la
)1 nohlcz;¡ V caba Ilel'osi(bd de mi carácter, me-
)) rece mi ~'ccollociJllicl\IO ~ ~;\'gulldo, porque re-
" cuerdo, que habiendo yo tratado de ganarlo a
» V. cuando estuvo prisionero, para (IHC hiciese
» servicios :i mi C;lll~.a, le autoricé en cierto mo-
» do para que se c_,for:~':sc en gan:lrlllC á la su-
» ya; V tercero, ·l)Orflll'~ lcui('wlo en mi cuartel


... '" .1


}) gene!'al, y en mi propia rasa al ministro de
» la Guerra, }lue(lo darle cucnt a de esta carta
)) y misiou (le v., y cuhrir mi responsabilidad
II y conciencia con la aprnhacicll (le mi conduc-
)) tao l~n cuanto á D. Cár]os y su misiou, clíga-
» le V. que un muro de tiiamantes, una barrera
» eterna nos sClx,ra; quc él verá á que punto
)l eran ciertas mis proíccias en Portugal: (Iue yo,
" ni ninguno de mi famili;¡, fue jam,ís traidor,
)l y que cuando no bastaran á separarnos lo",




:>6
» motivos polítkos porque se lucha, sohrarian
» la fé empeñada, la confianza de mis superio-
» res y subordinados, y los juramentos que he
» hecho de concurrir por todos mis medios á la
» destruccion de sus pretensiones."


El general Córdoba desestimó, asi en esta
vez, como en otras que rué de parlamentario el
coronel Villalonga, cuantos ofrecimientos le hi-
zo D. Cárlos, y cerró con sus contestaciones to-
lla esperanza que pudiera inducir la defeccion
que de él solicitaba hiciese tÍ su causa; y cono-
cida la esterilidad que ofrecia este recurso, fI-
jóse la ambician en verlo abandonar el ejército.


El resultado de esta mision disgustó mu-
cho á D. Carlos; rebajó el supuesto prestigio de
Carpas; afirmo á Cruz-Mavor , próximo á ver-
se ex-honorado, y desbarató torlos los proyec..
tos anteriormente iTldicallos. ~Ias, ni era ya po-
sible que retrocediesen los comprometidos en
sus planes, ni que se borrase de la imagina-
cion de D. Cárlos las impresiones que le habian
hecho formar contra Cruz-Mavor.


En uno de aquellos dias lI:;IllÓ D. Cárlos á
D. Wcnccslao Sierra, ofIcia! que era de la se-
cretaría (le Estado , y trabajó con él toda la no-
che, reservadamente en su despacho; negocio
que para todos fue ignorado aunque se publicó
después, y con fundamento de certeza, que ha..
bia tenido por objeto aprobar y firmar un em-
préstito buscado en el estr'lllgero. Siguió la si-
tuacion de esta manera; la miseria tocaba al




.. '"
:Ji


ultimo estremo ; la sangre se derramaba sin fru-
to, y copiosamente en Arlaban; morian gefes 1
oficiales acrisolados; y los hospitales se llenaban
de centenares de soldados heridos V enfermos;
y como el teatro de la guerra se h;~]]aha en el
centro del pais, participaban inmediatamente sus
habitantes de las desagradables consecuencias y
funestos males que vejan, lloraban y servian
de ohjeto amargo á sus dolorosas quejas, y ve-
hemente deseo con que clamaban por el tér-
mino de tantas calamidades. En esta época se
llenaron de heridos Tos hospitales y las casas
particulares de Salinas, Mondr;¡gon y Vergara,
por consecuencia de las acciones de Arlaban , la
mas sangrienta que se ha conocido en r\avarra
y provincias v;¡scongadas, y de mayor enfureci-
miento en la pelea. El mal tiempo ·puso fm á
estos crueles combates, que á haher continuado,
puede asegurarse que habria terminado por el
aniquilamiento de uno de los dos ejércitos.


El conde de Casa-Eguía, aunque iuoíensi;
"'0 por condicion, era franco y leal; amaba y
respetaha á D. Carlos , y bajo este concepto de
recelo le sugirió ideas oc desconfianza contra
muchas de las personas que cxistian en el cuar-
tel real, habiendo sido una de ellas el general
Maroto , á quien presentó como la bandera de
la rebelion , situada á su inmediacion , circuns-
tancia particular que D. Carlos descubrió y re-
veló despues á J\Iaroto, hallándose }~guÍa pl'eso
en San Gregario, y constituido aquel eu el mau-




58
do del ejército. A la viveza é impetuosidad de
su carácter debió Eguía la creacion de enemi-
gos poderosos, porquc en el ataque de Guetaria
se indispuso con el director gencr;¡l dc artillería
D . .To;¡quin Monlcllcgro, separándole de su pucs-
to, y suslituyéndole con el hrigadier D. Luis
Gastan; quejóse Montcncgro altamente de este
agravio, y atacando la reputaciou de l~guía por
continuadas y severas criticas, que no eran del
caso, se debilitaba su podcr moral en el ejérci-
to: reprehendió á otros gcfes con acritud y des-
templanza, y en Oíble le infamaron pública-
mente, y de tal modo, que la caida en su man-
do hubiera sido consiguiente, si sucesos de armas,
(Iue le fueroll favorahh~s en Plencia, Lequeitio
y Balmascda, 110 hubiesen paralizado el golpe.


En Ofia!e llamó D. Cárlos una mañana á
su asesor gener;¡], y despnes de haberle mani-
festado el conocimiento (IDC le hahian dado so-
bre las tentativas que hacia Maroto con objeto
de provocar en el cj(~rcilo una proclamacion en
su favor, para obtener elma ndo, le confió, que
á este fin habia escrito Marero nna carta á
Villarcal y Latorre, solicitándolos para su pro-
yecto, cuya carta hahia sido enlregada por el
ayudante 'Elorria§?;a, que llevaba y dió esplica-
ciones mas esplícitas. Quedó sorprendido Ar! -
zaga con tal revelacion , y afirmó á D. Cárlos,
quc si bien era grayc la acusación que le re-
feria, crcia muy delicado el macla de justifi-
carla, D. Carlos ie dijo: "Esta noche tc vendrás




59
Y te entregaré una carta para Villareal , el cual
estoy seguro me confesará la verdad de lo que
haya, y verbalmente procurarás instruirte de
todo , para informarme á mí dcspucs con ma-
yor estcnsion. Con efecto, al anochecer volvió
Arriaga á verse con D. Cárlos , el cual aun no
tenia escrita la carta, y al tlia siguiente le ma-
nifestó que ya no era necesario fuese él á la
comision indicada. Desde en ronces quedó en el
olvido este incidente importante.


Para aliviar su siruacion , descargando el
cuartel real de sugetos ociosos, D. Carlos de-
terminó trasladarse á Durango, pero antes de
ejecutarlo, é impelido por las quejas (lue hahia
recibido de ]~guÍa en las últimas veces que es-
tUYO á verle en Oñatc , dispuso la rclcgacion de
Maroto á Tolosa, y dió u na lista al aposenta-
dor del cuartel real para que no alojase ni per-
initiesc seguirle otras personas que las anotadas
en aquel]a,
J~n Oñatc se presentó D. José de '\Jore-


jon ofreciendo sus servicios á D. Cárlos, y tu-
vo lugar la memorable espediciou sobre la pro-
vincia de Cuenca del canónigo Batanero, lan-
za(la de aquellas provincias con un número de
Infelices, que los que no fueron víctimas In-
moladas por sus contrarios, quedaron helados
por las sierras y montañas que recorricron;
mas Batanero volvió con una docena, que pu-
dieron salvarse de tanta calamidad; cobró de
su catedral las rentas de los arios que hahia




60
dejado de pCrcibir, y á costa de trescientos ó
cuatrocientos desgraciados, logró presentarse á
D. Cárlos, de quien obtuvo permiso para reti-
rarse á Tolosa , y reponerse en este pueblo con
su adquirido dinero de las incomodidades que
debió esperimcntar en los veinte di:ls que du-
ró tan di~;paratada, corno inhumana espedicion.


Situado en Durango el cuartel real ron so-
los los empleados en el gobierno, y sin las no-
tabilidades que se habian reunido á su inrnc-
diacion , que se quedaron en Oñate , recibió es-
te príncipe la noticia de la aparición de Guer-
gué en el reino de Navarra, y con ella los por-
menores y resultados que ofrecia el primer en-
sayo espedicionario.


Los habitantes de Catalllfia pronunciados
en favor de la causa de D. Carlos, se habían
llenado de entusiasmo al verse auxiliados y
protegidos por navarros, que los ofrecia n coad-
yuvarlos en la empresa que habian acometido:
todo les prometió un ;¡specto de lisonjeras CSp(~­
ranzas , que subió de punto su primera exalta-
cion, aumentó sus masas, y preparó un deseo
(le organizar á los sublevados, cuyas circunstan-
cias hubiera aprovechado 011'0 general mas no-
ble, y desinteresado; pero Guergué prescindió
de sus deberes, se olvidó de lo que habia ofre-
cido á D. Cárlos, é introduciendo la desuuion
y la discordia entre los gefes y soldados, solo
ilescubrió su am hicion por mezquinos intereses,


Cataluña es fiel testigo de esta verdad, y lo




61
son todos los que despues han pisado aquel pais,
y cuantos infelices al mismo Guergué aeompa-
ñaron. Siu pagar sus t.ropas, las desalentó, y
enemistó con las de a<jucl pais; y atendiendo á
sus miras é interes parlicuJares, fomenró el dis-
gusto en los ua carros , hasta qne manifestaron
bien á las claras la vohlI1lad de restituirse al
suyo. Guergué oyó y aceptó gustoso esta ma-
nifestacion , que le era agradable, emprendien-
do su marcha y dejando afirmarlo el cisma: se
sacrificaron inútilmente en aquel suelo, y con
perjuicio de la causa, muchos infelices de sus
hermanos y compatricios.


En fuerza de jornadas violentas, en las que no
consultó la seguridad del soldado, su alimento y
comodidad, dcj;índose muchos rezagados Ó corta-
dos, de los cuales algunos fueron fusilados en Ja-
ca, consiguió llegar' á .!\av:lrra con los miserables
restos de la division que se le hahia confiado.


Sufrió Guergué algurl:ls reconvenciones,
pero ausiliado por D. Juan Echevarría, y otros
fuertes amigos, logró prescnlarse en el cuartel
real de Durango, y adormecer el resentimiento
de las pasiones, que contra él se habian irrita-
do, acallando las reclamaciones que hacian los
padres oe los voluntarios sacriticados , y neutra-
lizando los efectos de las acusaciones que con-
tra su corrrportamiento habian producido Jos
catalanes, y varió de tal manera el ánimo de
D. Carlos, que ni aun con la leve demostracion
le manifestó su desagrado.




62
En estos dias se presentaron en Durango el


consejero D. Miguel Modet , y el togado Arias
Tejeiro, y D. Carlos nombró al primero minis-
tro de Gracia y Justicia, autorizándole para que
le propusiese los oficiales necesarios al estableci-
miento de esta secretaría, lo cual hizo aquel con
una profusion, qne hubiera si(lo escandalosa,
aun estando D. Cárlos en pacífica posesion f1p
la monarquía. Los nombramientos recayeron en
personas sin nombre, sin servicios, y conocidas
por su ineptitud y cobardía; atropellando (le
esta manera no solo las reglas de una economía
prudente, sino tarnhicn las disposiciones de Don
Cárlos, relativas á la prelacion que debcria
darse á los (!ue hubieran si,lo primeros en re-
conocerle.


Arias Tejeiro , famoso despues por sus re-
presentaciones ptililicas , y que llegó á ser el fa-
vorito ele D. Cárlos , censuró y criticó toda am-
bician de mandos, publicó su deseo de tomar
un fusil, único medio que Luvo por noble pa-
ra lavar la rnancha , que dijo, se hahia !lecha-
da jurando á Isabel H.


En esta situacion permaneció D. Cárlos al-
gun tiempo, sin que los acontecimi.entos del
cuartel real tuviesen interés alguno, y aleja-
do algunas leguas de los resentidos cortesa-
nos, que habia dejado en Oñate. Solo Maroto
obtuvo permiso para venir desde Tolosa á vi-
sitarle, y tratar con el Príncipe de los ofreci-
mientos pecuniarios, de que estaba encarga-




63
do un comerciante llamado el Baron de Habert.


D. Cár!os trasladó á poco su cuartel real á
Elorrio, poblacion en que tuvieron lugar varias
remociones eu el gohierno t y en todas sus de-
pendencia.', fpIe fueron bien recibidas por la
:l>bundancia de metálico que las precedió, cup
noticia se cstcndió COl1l0 el rayo en fas cuatro
provincias, y en el ejóTito. Entonces se insti-
tuyó el ministerio de Gracia y Justicia, y Arias
'I'ejciro , en lugar del fusil con que procuró
alucinar á muchos. y manifestar su desinteresa-
do realismo, obtuvo el nombramiento de coo-
ministro con Modet, y corno tal el encargo de
ausiliarle en el desempeño de sus funcioues.


A los muy pOC0S dias D. Juan Bautista Erro
se presente) enElol'rio, y nombrado por D. Cár-
los su ministro universal, quedó Cruz-Mayor y
Villernur sepa radas de los ministerios que des-
empeñaban. Estos pcrsonages estaban ya des-
conceptuados en el cuartel real, y contra ellos
se vertian denigrativas acusaciones, que esponian
la suerte del primero: su separacion de D. Cár-
los y la comision que al estrangero llevó, apa-
gó el foco de los rencores. que su conducta
elevaron, y Cruz-Mayor, huyendo del cuartel
real, y desconfiando hasta de su seguridad per-
sonal, no descansó hasta que logró verse del otro
lado de los Pirineos.


Elevaclo Erro en ministro universal , supri-
mió la asesoria real, y juzgado superior j creó
sub-secretarios para los diferentes ramos 9ue




64
componian los ministerios que en su persona
se reunian; dió el desempeño del de la Guerra
á Morejon; el de Gracia y Justicia á Arias Te-
jeiro, y el de Hacienda, en comision, á D. Ra-
mon Autran. Iustituyo un consejo de Estado
consultivo del ministerio universal para todos
los casos en que necesario pudiera ser el oir
su parecer, y del que fue nombrado presiden-
te D. José Aznarez, y·vocales D José Lamas
Pardo, D. Rafael ~Ior:m, D. Francisco Man-
zano, n José Rey Alda, y el marqués de
Valdespina , que por un decreto honroso pu-
hlicado en su favor, que sobreseia el procedi-
miento reservado que contra él se actuaba, le
declaró grande de España en rcmuueracion de
los perjuicios que hahia sufrido, y de las inju-
rias que habia recibido. En la junta consultiva
de guerra, creada al propio tiempo, fueron
encajonados Yillemur en la clase de presidente,
y en la de vocales D. Vicente Gonzalez More-
no, D. Rafael Maroto , D. Manuel Marlinez
Velasco, D. Francisco Vivanco y D. Nazario
Eguía; D. Antonio Jesus de Se;radilla fue el
elegido para desempeñar la plaza de secretario.


Se formó tambien la secretaría de Hacien-
da con crecido número de ofIciales, que goza-
han de las mismas preeminencias que los ele-
gidos para la de Gracia y Justicia; y el pais
como el ejército vió con dolor y despecho, que
que entre los nuevos empleados, ni uno solo
había sido elegido de los centenares de inuti-




b:i
rizados, que de todas gr3c111:lciones estaban mi-
serablemente arrinconados.


Erro publicó que babia contratado gruesas
cantidades de millooes; ofrecia acudir á todas
las necesidades de la guerra, y. se lamentaba
del triste estado en que todo lo habia encontrado,
llegando su amor propio á un límite tan exa...
jcrado , que hablando con D. Tomas de Reina,
y á presencia de otros varios, se le oyó decir:
\~Pobrerey, desgraciada causa, l infelices
.> batallones y soldados; proaiimo todo á pere-
)1 cer , si yo no hubiese llegado; pero gracias
>' á Dios iodo se remediará¡ se conocerá la
» abundancia, y desde este mes el tercio será
)1 p{/gado á todas las clases." Este ofrecimieó.-
to tan lisonjero se dió en la órden de aquellos
dias al ejército; pero bien pronto se cspcrimcn-
tó el desengafio, tocándose los contrarios efec-
tos que hahian de producir promesas, que el
ministro estaba distante de realizar.


Engañado D. Carlos con estos ofl'ecimicn-
tos, Erro montó un gobierno con cabeza de gi.
gante , que reposa ha sobre cimientos débiles y
falsos: alimentó pasiones descomedidas; dester-
ró del cuartel real á sus primeros empleados,
prohibiéndoles se presentasen sin licencia; se
rodeó de personas que la mayor parle acababan
de llegar de Madrid ,y (le otros puntos no do-
minados; y en una palabra, se formó un p:1rti-
<lo de hombres cod iciosos de los destinos púhli-
cos, que le prodigaban indefinibles :11abam.3s


5




66
Y adulaciones, mientras que los agraviados y
r:fseguidos eran desatendidos en sus reclama-
ciones y recursos.


Entre tanto que Erro adorrnecia los senti-
mientos de D. Cárlos con sus ilusorias prome-
sas, Morejon era el azote de cuantos infelices
de buena íé , antes que él, habian servido hon-
radamente sus puestos en el gobierno: abu-
sando de la condescendencia dcl príncipe, se
mostraba audaz y osado t sin consideracion á
personas, servicios ni padecimientos, tratando
á todos con desden y sobrecejo. Fácil es cono-
cer la impresion que causaria tan demente con-
ducta, de la que eran los primeros á esperi-
mentar los efectos. aquellos hombres mas enér-
gicos, y mas resueltos defensores de la causa
realista.


La poblacion de Elorrio , teatro de tantas
intrigas, se aumentó con multitud de personas
que acudían á participar de las mutaciones, y
de los millones ofrecidos, imaginando carnbiaria
de aspecto el estado de los negocios; mas bien
pronto empezó á rayar el dia del desengaño.


Erro se apoderó de los fondos que Cruz-
Mayor tenia depositados para ocurrir al pago
de las contratas de l)años, que habian entrado
para vestir al ejército; y lisongeando al pais
con la concesion y aumento de sus fueros, do-
hló las exigencias é impuso al clero subsidios
cuantiosos y forzados.


La muerte del general Sagastibclza vino á




67
aumentar, por las circunstancias que á ell:t
precedieron, los combustibles con que ya Mo--
reno alimentaba el fuego dc las pasiones, atri-
buyendo á Eguía, no tan solo la oesgraciada
jornada del 5 de mayo de 1836 sobre la línea
de S. Sebastian , sino la infausta suerte de aquel
valiente gefe, que babia pedido uno ó dos
batallones dc refuerzo, que le fueron nega-
dos por el general en gefe, porque teniendo
á su frente sobre la llanada de Alava el grueso
de las tropas de la Reina, habia intentado to-
mar por un ataque brusco é inesperado, el irn-
portantc fuerte dc Villalba de Losa.


El mando del ejército se hacia materialmen-
te imposible despues de la muerte del malogra-
do Zumalacarregui; los generales necesitaban
del tiempo, que debian emplear en los cálculos
y operaciones, para sostenerse en sus puestos.
y rechazar las intrigas y calumnias de que eran
inermes víctimas j pues que los tiros salían de
los oficiales superiores y altos empleados del go--
hierno , que dirijian y sostenian los mas allega-
dos y favorecidos llar D. Carlos. Las combina-
ciones mas premeditadas, los cálculos mas fun-
dados, y los movimientos quizás mas decisivos
para fijar ventajas en las armas realistas, encon-
traban su primer obstáculo en las intrigas-de
los palaciegos, estraños al peligro como á las fa-
tigas, incapaces de comprender ni de juzgar la
importancia militar y política dc una operación
cualquiera! á enya ciencia eran estraños, No dl1




68
otra suerte hubiera emprendido Zumalacarre-
gui el sitio de Bilbao; no de otra suerlese hu-
hieran lanzado á las provincias del interior tan-
tas espediciones descabelladas, sin objeto y l)1an
combinado .. en que perecieron los mas floridos
hatallones del ejército realista. ¿1'\i cómo podia
dar resultado alguno un mando dividido en su
accion , tiranizado por las exigencias, y mate-
rialJ¡Dente combatido por aquellos que habian
y dehian de prestarle su activa y franca coope-
racioni' Era imposible. La unidad ele mando
constituye la gran fuerza dcl gefe de un ejérci-
to ; afirma la disciplina, y el poder de la mili-
cia pal'a el dia del combate, y aumenta elpres-
tigio del general, elemento el mas cierto de la
victoria, y este mando yeste prestigio eran com-
batidos todos los dias , todas las horas y minu-
tos por los mismos allegados de D. Cárlos , que
obcecados por sus pasiones, destruyeron la mo-
ral y disciplina del ejército.


En tan tristes circunstancias se trasladó Don
Cárlos el 11 del mismo mes á Villarcal de Zu-


, márraga, y en los dias 22, 23, 24 Y 25 tuvie-
ron lugar las acciones dadas en Galarreta, al-
tos de S. Adrian, Arlaban y Villareal de Ala-
va, en una de las cuales fue herido el general
D. Simon de la Torre, y cuyas desgraciadas y
sangrientas consecuencias produgeron en 15 de
junio la separacion de Eguía, bajo elprctesto de
tomar los haños.


El mando de este genera]! tan apreciado




69
en España por \05 conocimientos que en su car-
rera poseía, asi como por la energía de su ca-
rácter, fue fecundo en operaciones bien calcu-
ladas y ejecutadas. A su actividad se dcbió la
toma de Plcncia, Le'lueitio, y poblacion de
Guetaria, cuya guarnicion quedó reducida á su
aislado y estrecho peñon ; á su genio la toma
(le Balrnaseda, Mercadillo y la pronta y bri-
llante organizacion que dió al ejército, regula-
rizando el servicio del E. M., que hasta enton-
ces estaba descuidado ; y si bien la suerte de
las armas no le fne propicia en Estella y Monte-
jurra , en Arlaban"y en la llanada de Alava so....
bre Guevara, preciso es confesar que muchas
de estas desgracias no podian servirle de res.:.
ponsabilidad, porque, como queda dicho, sus
operaciones estaban sujetas á voluntades estra-
fias á la ciencia de la guerra, que hablaban de
real orden.


Recayó el mando interino del ejército en
D. Bruno Villareal, cuya reputacion de bravo y
emprendedor era conocida en todo el campo rea-
lista: franco, leal y enemigo de intrigas, era
uno de los ohciales á qujen Zuma1acarregui dis-
tinguió mas en su mando ; conocedor del pais,
con relaciones en la provincia de Alan, de que
es natural, el soldado lo habia visto compartir
con él las {;lligas, peligros y privaciones. Con,
tan escelentes cualidades, y conocedor del mis-
mo sistema :í que su maestro debió la alta re ,
pUlacion de 'lue gOZ1 su memoria en Europa




70
Villareal tOrM el mando del ejército; pero en
él no fue mas feliz que su antecesor, porque
las mismas causas existian , que contrariando sus
miras, sometian las operaciones á las exigencias
de intrigantes, y á los escasos recursos con que
el c}éróto fue atendi.do para sus gastos roas in-
dispensables.


Sobre la línea de Zubiri nuestras tropas fue-
ron rechazadas el ~4 de junio, y al mismo
tiempo se verificó la salida de la espedicion al
mando del general Gomez, destinada á suble-
var el reino de Galicia y las Asturias, en don-
de secretas y muy continuadas coníidencias y
correspondencias, aseguraban el mas completo
éxito. A su salida de las provincias el general
Gomez consiguió batir con inferiores fuerzas
al general Tello, que por el sistema de líneas,
cubria la Castilla, é impedia la salida de nues-
tra columna desde su brillante posicion de Vi-
llasante. Gomez consiguió hacer su marcha sin
ser molestado, y llegar á Galicia con una fuer-
te division , que engreida por la victoria, y por
el recibimiento que tenia en los pueblos, mar-
chaba segura y tranquila en su propia fuerza.


Pocos dias antes de la separación de Eguía,
fue nombrado Maroto comandante general de
las tropas carlistas en Cataluña, adonde entró
con el intendente D. Pedro Alcántara Diaz de
Lavandero, y algunos otros oficiales y emplea-
dos que le acompañaron; clamó este general
1101' el cumplimiento de los ofrecimientos Alue




71
se le hahian hecho, y D. Cárlos se víó asediado
-dc pedidos y exigencias á que no podia acudir;
su ministro universal.


Crecia la miseria, y perdida la esperanza de
los recursos ofrecidos por Erro, los estableci-
mientos militares se encontraban paralizados, los
hospitales abandonados, las tropas sin pagas, y
los pueblos cansados y exhaustos de recursos
que prestar, dcspues de tantos y tan repetidos
sacrificios. La situación pecuniaria era tan aflic-
tiva, que D. Cárlos tuvo que pedir al vicario de
Oñate una cantidad prestada para atender al
gasto particular y reducido de su casa.


Entre tanto, y á mediados de julio de 1836
salió de las provincias otra espedicion capitanea-r
da por D. Basilio Antonio Garcia y D. Juan
Manuel de Balrnascda , que pasando el Ebro
por Agoncillo, atravesó la llioja y vino á operar
en las provincias de Soria , Segovia y Guadala-
jara. Esta cspedicion no fué estéril á los intere-
ses de D. Cárlos: batió completamente en Arau-
zo á una brigada de la reina, cogiendo prisio-
nero casi todo un batallan de la guardia real
provincial, y destruyendo un escuadran ligero
de 1,ogroño, cuyo comandante Alrnarza quedó
en el campo; puso en movimiento á varias pro-
viuciasdel interior, sacó grandes recursos, tra-
jo la alarma hasta los umbrales de la estancia
real en la Granja, y preparó en gran manera
los <lis! urbios del partido liberal en agosto de
aquel año. El~ctivamcntc, las ventajosas escur....




72
sienes de esta columna, sirvió de prcteslo para
acusar de debilidad y aun de connivencia al go-
bierno de Madrid de aquella época; prestaron
mano á los descontentos de la provincia de Lo-
groílo, base cutonces de las operaciones milita-
res del ?,>'Cneral Córdoba para obrar sobre la
moral del ejército, corromperla y escitar turbu-
lencias y discusiones, que pusieron en terrible
riesgo la causa de la Reina, si manos mas háhi-
les hubieran dirigido los destinos del bando
contrario. Basilio y Balmnseda campeaban li-
bremente por las provincias de Seria y de Gua-
dalajara , y hubo de venir el general 1"\arvaez
desde A:ragon para oponerse á sus escursiones,
que al fin tuvieron término obligando á repasa!"
el Ebro á los espec1icionarios rOl' junto :í Alfara.
Basilio y Balmaseda, á su regreso, se acusaron
recíprocamente de estafas, de escesos, de insu-
bordinacíon v de otras faltas tan graves, que
D. Carlos no pudo menos de tormrlas en consi.,
deraeion y mandar que se formase causa sobre
los ruidosos escándalos flue se denunciaban.
Esta espedicion, aunque no estéril. falt6 desde
luego al principal objeto suyo que el a llevar la
insurreccion y la guerra á los pinares de Soria,
embarazando asi las comunicaciones de Madri(l
con el ejército, y haciendo emplear en ellas
grandes golpes de cahallería, que alijerasen los
numerosos escuadrones que nos ceñian como un
arco d~ hierro en derredor de nuestras rnon-
tañas,




73
A estos males se siguieron otros nó -menos


graves y sensibles, pucs sobre Lodosa la caballe-
ría cristina batió é hizo prisionera en el mes de
agosto la brigada al mando del general Iturral-
de, mientras que Gomez, perseguido por Don
Baldornero Esp;¡rtero, no encontraba en las
montuosas y dificiles gargantas de Galicia, po-
siciones en donde recibir y batir á su contra;
rio , indispensable circunstancia para establecer-
se y sublevar la Galicia.


El general Gomez desentendiéndose de sus
instrucciones terminantes, y sin haber hecho
nada por sí para cumplimentarlas, atravesaba
fujitivamente las Castillas para ganar el Ara-
gon, y reunirse á Cabrera, que empezaba á
hacerse conocer y temer en las montañas del
]\{;¡c:-trazgo, cuya situarían obligó al gobierno
de D. Carlos á hacer una diversion sobre la
provincia de Santander, que ejecutó la quinta
espedicion al mando de Sanz , que á los pocos
el ias entró derrotado y perseguido en las pro-
vincias con una pérdida considerable.


Ya se tocaban los males, producidos por
tantos errores, tantas ilusiones y tan desenca-
llenadas pasiones; el desaliento era conocido, y
aumentado por la desunion y la miseria; Don
Cárlos creyó que encontrarian remedio en las
resoluciones de un consejo de guerra que
convocó al efecto, y al que asistieron, bajo la
presidencia del príncipe, los generales Moreno,
Eguia, Villareal , Torres ~ Martines ~ Montcnc-




7!i
gro, Vivanco, yel ministro universal D. Juan
Bautista Erro,


Tratóse en este consejo del estado de los
negocios, de la miseria del ejército , y de los
medios que serian convenientes para restable-
cer su fuerza y su moral. Dificil era esto, cuan-
do desesperanzado el mismo Erro de encontrar
dinero con que subvenir á las necesidades mas
perentorias, declaró la imposibilidad de obte-
nerlo si una victoria pronta y ele resultados
brillantes no venia al socorro del crédito car-
lista en los mercados estranjeros, Los conseje-
ros de D. Cárlos habian perdido la mas feliz de
todas las circunstancias de esta guerra, que la
revolucion de la Granja, y la desunían que
reinaba en el partido liberal, hacia propicia á
.nuestros intereses.


La adrnision de muchos altos personages,
que ya habian ofrecido su sumisión á D. Cár-
los, y algunos decretos en favor de los que
abandonasen la causa de la Pteina, hubieran si-
do medidas de mas valor, que veinte batallas,
porque dando al gobierno del príncipe un con-
cept,o de prudente y jnsto, que en el estranjero
no tenia, hubieran sido otras tantas teas en-
cendidas y arrojadas para alimentar el fuego,
que ya amenazaba devorar á los partidarios de
la Pteina. D. Cárlos desatendió los consejos de
sus partidarios mas ilustrados, y olvidándose
del carácter español, pensó que era mas fácil
someter á sus enemigos con las armas, que




75
atraerlos por los medios de la persuacion , de
sus intereses, y de una política bicn entendida,
y prudentemente sostenida. El consejo del ge-
neral Moreno tuvo la aceptación unánime. Pen-
só l\loreno que el ejército necesitaba de recur-
sos, que repusiese su material y sus fuerzas, y
de victorias que elevasen su moral para fijar
sobre ellas la disciplina. Ambos resultados se
encontraban en el sitio y toma de Bilbao, á cuya
inmediacion el ejército estaba en el caso de li-
brar combates parciales y continuos sobre ter-
renos ventajosos '1 elegidos. La posesion de Bil-
bao proporcionaria inmensos recursos, y este
golpe que tanto debia influir para aumentar el
espíritu de revolucion , que ya afligia al resto
de la España, tenia que causar entre otras ven-
tajas el crédito de nuestro papel en el estran-
gcro.


La opinion de Moreno fue aplaudida y
aprobada, porque además~de las consideraciones
politicas y milit.ares que aumentaban su escelen-
cia é importancia, la causa de D. Cárlos iba á
recibir un poderoso y moral refuerzo con el
reconocimiento de la potencias del Norte, cuyos
embajadores, ya nombrados secretamente, espe-
raban, para presentar sus credenciales al prín-
cipe, segun las instrucciones que tenían de sus
respectivas Córtes, la entrada de las tropas rea-
listas en la importante, rica y comercia 1 plaza
de Bilbao. La diputacion de Vizcaya, consultada
sobre este proyecto¡ y escitada á contribuir con




76
I .,os recursos necesarios , se presto generosamen-
te á mayores sacrificios, proporcionando con
actividad y celo los trasportes 1 víveres, y bra-
zos que pudieran necesitarse,


El sitio empezó el ~~ de octubre bajo los
mas feliccs auspicios; las obras que defendian
la ria caycl'on en nuestro poder á los primeros
ataques, y los sitiados hien pronto quedaron
reducidos á la defensa de la villa, perdidas casi
todas las obrasesteriores, Las tropas al mando
del general Espartero, que acudieron mas tar-
(le, fueron rechazadas dos veces en Castrejana,
y sus movimientos sucesivos al norte ó al sur
de la ria , indicaban la poca confianza de socor-
rer y salvar á Bilbao. ]~l tiempo era crudo, las
lluvias y nieves no cesaban, y el ejército pro..,
tector del sitio al mando de Villareal, comuni-
cándose fácilmente en las dos orillas de la ria..
podia acudir á cualquiera banda por la cual
fuese marcado el movimiento contrario. Consi-
derables obras de campaña aumentaban la de-
Iensa (le posiciones escogidas y ventajosas, tras
de las. cuales, y al apoyo de una artillería bicl\
servida y mejor establecida, las tropas debian
combatir en varias y sucesivas líneas de defen-
sa, cualquiera que fuese la direccion que de
las ~os posibles , el ejército de la reina pudiera
escoJcr.


La plaza se sostcnia con constancia y bra-
vura j su milicia y guarnicioll combatiau con


. arrojo, á pecho descuhicrto , en la disputada




77
conquista del convenio de S. Francisco, sobre
cuyas ruinas las tropas carlistas se alojaron con
noble bizarría, y no por est.o se disrnimíia ,el
ardor de los defensores, cuyas casas y edificios
caian bajo el impulso de nuestros terribles y
abundantes proyectiles. Semejante encarniza-
miento era doloroso; el valor español se mos-
traba con toda la brillantez que adquirió en
épocas mas gloriosas, y sin embargo, tanta
sangre, tanta constancia, y tantos rasgos de va-
lor y heroismo no han de aumentar las glorias
nacionales, porque la victoria que obtenia un
hando, era comprada COIl la sangre de sus her-
manos.


El temporal aumentaba los embarazos del
ejércit.o cristino , cuyo puente de comunicacion
con Portugalete habia desaparecido ante labra-
vura del mar; la nieve y el agua caia sin cc-.
sar; el viento arremolinaba las nieves, y jam:ís
ejército alguno estuvo en situacion mas crítica
que el de la R.eina, hambrient.o, dcsnudo , y
campado al norte de la ria.


La mayor parte de nuestras tropas recibie-
ron órden de acantouarse en los pueblos á re-
taguardia de Bilbao, y muy poca fuerza que-
dó cubriendo el servicio de la línea, que no se
consideró pudiera ser atacada; pero en. la tarde
del 525 de diciembre, las tropas cristinas se fue ....
ron empeñando poco á poco sobre el puente
de Luchana I que habia sido ya tornado por
UD ataque ~oIlJbillado con las fuerzas suti-




78
les, y estos encuentros, que no parecieron for-
males, empeñando el resto de las tropas del ge-
neral Espartero, se llevaron hasta los puntos
mas fortificados é inespugnables de nuestras
sucesivas posiciones, 'lue fueron débilmente
defendidas por aquellos pocos voluntarios, que
aun la crudeza ele la noche les permitía empu-
ñar las armas.


En esta noche desgraciada para D. Carlos,
el ejército perdió, con todas las esperanzas que
de la ocupación de Bilbao alimentaban sus in-
(lividuos y el pais entero, un considerable nú-
mero de piezas y pertrechos, que habian ad-
quirido en su mayor parte con la posesion de los
fuertes de la rja ; la moral y disciplina del sol-
dado acabó de relajarse; y lo (lue era mas sen-
sible, las recriminaciones se aumentaron hasta
su último grado, y la desunioude los genora";'
les, ya tambien alcanzaba á los oficiales, (lue
á su vez estaban divididos en bandos en favor
de este ó del otro gefc superior. El país ha-
bia ofrecido y sacrificado sus últimos recursos,
y en tan continuada serie de contratiempos,
intrigas y pasiones, claro era que D;'Cárlos no
debia esperar recursos de sus amigos y agentes
en el estrangero.


Dias antes de esta noche tan funesta á la
causa realista, llegó á las provincias, perseguida
'Y estenuada de faliga, la division espedicionaria
al mando del gencral Gomcz. Este gcfc, en
quien se reconocía la actividad y capacidad pa-




79
rael desempc'i'io de sus deberes, no habia cor-
respondido á las esperanzas que de él se tenian
fundadas, ni sabido cumplir las instrucciones
terminantes que recibió para sublevar Galicia
y las Asturias. Para cumplir su cometido le era
preciso fijarse en el pais, y para sostenerse en
él librar combates en posiciones que le hubie-
ran asegurado con su primera 'victoria el au-
mento, y sucesiva organizacion de nuevos ba-
tallones. El peso que en aquellas circunstancias
hubiera hecho sobre la balanza "de la contienda,
la sublevacion de Galicia daba la scguridad de
un triunfo' completo y ejecutivo á la causa de
D. Cárlos, porque el pais, abundante de hom-
bres los mas escelentes para lagucrra, hubie-
ran aumentado los ejércitos realistas con nu-
merosos y bien pronto aguerridos batallones;
pero Gomez se contentó con recorrer la mitad
de la España, y consiguiendo únicamente ven-
tajas en Jadraque, Córdoba y Almaden, que
fueron pagadas en Villarobledo , Majaceite y
Alcaudete, solo consiguió dejar en algunas pro-
vincias por donde pasó, guerrillas ó partidarios,
que aumcntándose despues por las inclinaciones
de muchos de sus habitantcs, hizo mas dalia
que bien á la bandcra realista por el descrédito
que los robos, incendios, violencias y asesina-
tos que ejecutaban todos los dias , imprimia so-
bre una causa que proclamaba defender la re-
ligion y las leyes de sus mayores, y toleraba, ó
permitia los escesos ªc tales monstruos, D. Cár..




80 ,
los perdió muchos amigos en las pl'ov~I1t~as, y
nadie duda, que un gran número de los que
deseaban su triunfo, y á él se hubieran unido,
se rctraian y ternian los horrores que la res-
tauracion hubiera llevado á su cabeza , con gen-
tes tan avezadas en los crÍItlenes.


El general Gomez entró en las provincias
con mayor número de hombres que habia S:IG1-
do de ellas; pero en vez de los soldados elegi-
dos que le acompañaron, y que perecieron ó
quedaron rendidos en las marchas, trajo eonsi-
go una multitud de hombres, quecra necesa-
rio educar para la guerra en que se habian em-
peñado, y una division aragonesa y valenciana
al mando de D. Francisco Quilcz, cuya fuerza
disminuyó la de Cabrera, que se quejó altarnen....
te de tal desmembracion.


Gomez causó grandes trastornos y ernbara-
zas al gobieno de Madrid, privándole de rnu....
ehos dc sus recursos, y suscitándole ademas
aflitivas contiendas parlamentarias, <lUC la pTen~
sa y los partidos esplotaron para hacer la opo-:-
sicion mas vigorosa; pero mayotes hubieran si~
do los conflictos (1c1 gobierno de la Iteina , ma-
yor la imposihilidad de gobernar 1 y mayor en
fin el encono de los partidos que se comhatian
ya en las plazas y calles púhlicas, si, para opa·
ncrse ti Gomez en Galicia, hubiese tenido que
enviar mas fUeT7A1S; crear un nuevo cjél'cilo, y
aumentar las atcrrcioncs ele la gucrr,l, cuando
los progresos de Cabrera daLau á la nacían to-




81
da la demostracion de su l1ebilic1a{\, é impoten-
cia para terminarla,


En cl entretanto Maroto no fuc mas feliz
en Cataluña, La falta de los recursos ofrecidos
por Erro, cIue varias veces reclamó desde el
principado inútilrnente ; el descontento de los
gefes catalanes; la oposición que encontró para
sujetar los somatenes á la org:mizacion mili-
tar; y finalmente, la muerte del baron de 01'-
tafá , con las desgracias militares que sucedie-
ron rápidamente, obligó á Maroto á entrar en
Francia con el intendente Lavandero, y gran
número de oficiales que le acompnñaron,


En la imposibilidad D. Cárlos de remediar
tamañas desgracias; desengañado de las ilusio-
nes con que le habia entretenido Erro, y vien-
do la discordia introducida entre sus gcncrales,
ocurrió á reparar el mal separando á su minis'-
tro universal en 10 de enero del año 37 , crean-
do un nuevo gobierno, cn el cual el obii>po de
Lcon fue ministro de Gracia y Justicia, D. Ma-
nuel Verdes y Cabaiías (le la gnerra; D. Pedro
Alcántara Diaz de Lavandero de Hacienda ; y
n. Wenceslao Sierra encargado del de Estado.
]~I mando del ejercito lo confió á su sobrino el.
illf,mtc D. Sebastian , y la gcfaturade E. M.á


.D. Vicente Gonzalez Moreno,
Durante el ministerio universal se hicieron


variaciones importantes: Arias Tejeiro fue nom-
brado vocal del consejo consultivo; D. Miguél
Model comisionado l'égio de Navarra; y ele Vi:ú-


6




8~
caya al marqués de Vaklespina, Asi las corpo-
raciones indicadas , como los destinos nueva-
mente creados, produjeron disensiones, cuernis-
tadcs personales, y ninguna utilillad áD. Cár-
los; ocasionando muchos descontentos en al pais,
y un sentimiento general al ver aumentarse el
número de empleados en el pequeño circulo do-
minado, éincrementarsesus cargas con aloja-
mientas, raciones,' bagajes y otros pedidos, que
dividieron la opinion , é insubordinaron las
ideas hasta de los vecinos mas honrados" tern-
plados y pacíficos.


Creó tambienErro l un batallan titulado
voluntarios de Matlrid ,: compuesto de emplea-
dos y clases pasivas que vagab:ll1 por Jos pue-
blos , y que se convirtió en una rcuniou de in-
trigas é inmoralidades, hasta cntohces dte:>cono-
cidas en aquellas rpoblacioucs , teniendo origen
esta situacion en la horrorosa miseria, despre-
cio yabandono á que fueron entregados estos
hombres, yen la maneta con que" fueron tra-
tados. .,"


Finalmente, Erro dejó sumiúisterio uni-
versal, obligando á D. Carlos á" que aprobase
un espedicnte de gracias en favor de los que
le eran adictos, cuyo número erabastante cre-
cido, aunque ninguno había contraido servicios
que mereciesen una memoria agradecida de
D. Carlos. Esté espédiellle depromocion fue
llamado el testamento ele Erro , y entre los
agraciados lo-fue uno; el magistrado" Arias Te-




83
[eiro, ambicioso antes (le un fusil en premio de
haber instalado la vigilancia piiblica , que se es-
tableció con los reglamentos espedidos para la
il1slalacion de la policía del año de ~4, Yde las
circulares fIue dirigió á los curas y capellanes
de batallones, para que cuidaran el cumpli_
miento dc iglesia, y que no-profiriesen los sol;
dados palabras obscenas, con otros actos reli-
giosos que de real orden mandó se ejecu-
tasen.


Constit.uido nuevamente el gobierno y man-
do del ejército , s~ gefc de E. M. llamó á to"
dos los generales; y estableció el cuartel gene-
ral con un acompañamiento tan numeroso, que
era dificil su alojamiento y suministro. ..


El infante D. Sebastian tomó el mando del
cjército rodeado del buen prestigio quc se ha':"
hia adquirido por su talento, sus virtudes, y
la hidalguía dc sus carácter. Habíase granjea-
do la amistad de cuantos le habian tra tado , y
el ejército le habia visto varias veces en los pe-
ligros, haciendo obst.enlacion de su bizarría y
entusiasmo ; mientras que cn los campamentos


.y cantones se mostraba jeneroso con los dcsgra-
ciados, humano con los vencidos, y dulce con
sus subordinados.


No sucedió asi con lá elección hccha pa-
ra .gcfc de E. M. en Don Vicente Gonz;¡]cz
Morcno, la cual renovó el descontento, y cIió
Ingar á nuevas murmuraciones, que enlazáit-
dese C0n los acontecimientos dc su primitivo




o/
CI'l


ruando, produjeron la animadversion (le cuan-
los formaban la plana mayor del general eu ge-
fe; y á los pocos días contestaciones muy serias
con el secretario (le campaña D..Joaquin Elío.


Situado el cuartel general en 'I'olosa , y el
real en Estella, se denunció :í 1). Carlos la so~
ciedad de D. Nazario Eguía, en donde se ju-
.gaba al monte, y esta declaracion motivo u na
.real orden para que Eguía pasase al estranjcro;
órden que este obedeció y dejó de cumplir,
pretcstando quería despedirse lid príncipe, á
(]uien con este objeto visitó en EsIcll~l; resul-
tando de la conferencia ser bien admitido vcon-
siderado; pero á los dos dias D. Carlos (lecretó
su prision , y Iue conducido al fuerte de San
·Gregorio. De esta manera los consejeros de Don
Cárlos le predisponian y decidian á tratar á sus
mas f,eles defensores.


Después del malogrado sitio de Bilbao,' al
que se siguió en los meses. de enero y febrero
una inaccion que nos fue provechosa, para re-
poner las bajas y pérdidas ocasionadas, el ge-
neral Evans avanzaba lentamente su línea de
San Sebastian , ganando terreno sobre Hernani.
Una combinacion de los generales conde de Lu-
chana , Sarfield y Evans amenazaba la ocupa-
cion, no tan solo de Guipúzcoa que era la hase
(le nuestras operaciones militares, sino la inte-
resantísima comunicacion ronIa frontera fran-
cesa, por donde la causa carlista rccibia.su vida
y existencia. La destl'U~cioll de eete ,proycclo




85
era p:lra el ejército realista una cuestion de ,·i-
da ó muerte, y preciso es hacer la dchida jus-
ticia al acicrlo y bravura de los generales rea-
listas flue supieron destruir aquella.


Defender á ]~vans el terreno palmo á pal-
mo, y entretener á cada paso al conde de Lu;
chaua y Sadicld, que desde Bilbao y Pamplo-
na debian operar sobre los caminos que condu-
cen á Guipúzcoa, fue el objeto del infante Don
Sehastian , que con el grueso de sus fuerzas de-
heria caer sobre el cuerpo mas déhil, ó el mas
imprudentemente empeñado en el interior de las
moutniías. .


El 10 de marzo el conde de l ..uchana Latió
un balallon vizcaino en Zornoza, y no avanzó
á Durango hasta el 13 en cuya poblacíon, y,
Elorrio permaneció siete días.


Al mismo tiempo Sarficld llegó hasta el ho-
(luete de las dos Hermanas, acampó una noche
entre Villauueva de A rraquil é Irurzun , desde
donde se retiró al siguiente dia á Pamplona,
no sin ser molestada su retaguardia por la co-
lumna de operaciones con que D. Sehastian,
procedente de Cirauqui , vino á atacarle; mien-
tras que clg'cncral Espartero, distante algunas
]egu~1s de Guipúzcoa, pcrrnanccia en Elorrio
entretenido por algunos batallones que lo alar-
lnah:1ll cOl1/inu:lmcntc en sus cantones y C:IL1J-
pamenlos; el jurante con sus mas escogidas y
valerosas tropas marcho al socorro de la hnea
de Sau Schastiau ~ toiuaudo á la punta de la ha-




RG
yoneta, eú alguu_ls horas, todas las posiciones
que E"ans, á fuerza de sangre y de tiempo ha-
hia conquistado. :En esta batalla denominada de
Oriamendi, el bravo hrigadier D. Prudencia
Sopclana , á la cabeza de una hrigada de alave-
ses, tIue mandó siempre con jgual distincion é
inteligcncia, se rnostro tan decidido y entusias-
ta en el combate, como circunspecto y estraño
á. todas las, cuestiones políticas.


,.Las juntas y diputaciones de las provincias
habian manifestado á D. Carlos la imposibilidad
de continuar suministrando, y: la de Navarra,
fijó en una esposicion el término (le quince dins,
como únicos .en que se. obligaba á responder del
alimento de las tropas, y de los domas suhsi.,
dios qu.e gravitaban sobre el pais , ampliando
sus razones á .lcmostrar la situación en que
este se hallaba, y la necesidad de-estender la
guerra á otras provincias si la causa realista ha-
bia de continuar defendiéndose,


Desde este momento era ya necesario y for-
zoso pensar en la manera de llevar la guerra :í
otro teatro; haciéndolo con mas' ventajas de los
intereses carlistas" .sin esponer el)'; un: dia dc
desgracia la obra que habia sidolelftutodc al-
gunos años de sacrificios y trabajospenosos.


La espedicion estaba resuclta;cl cjtErcito
carlista debia ,ganar sohrc su contrario algu-
nas marchas, y aprovechándose D. Carlos de la
situación del ejército do la Reina, reunido en
casi su totalidad sobre el rincon de San Sebas-




87
tinn para tomar las' posiciones que Evans no
habia podido forzar, el.cuartel geu.eral se tras-
ladó á Abarzusa con una fuerte columna que
recobrada de su antiguo entusiasmo con la ba-
talla de. Ofiamem\ i, emprendió su movimiento
sobre Echauri , para Vasar el Arga con D. Cár-
los el 17 de mayo de 1837.


Componíase esta importante espedicion, es-
peranza del partido realista, de diez y seis batallo-
nes completos; mil doscientos caballos y dos pie-
zas'de artilleria de montaña, elegido todo entre
lo mas hrill:'ll1te y acreditado del ejército.


D. Carlos dio en Cazeda una alocucion, en
quc manifestando su sentimiento por la separa-
cion que ,criticaba de las provincias vasco-na-
varras, se dcspcdia para el trono de S. Fernan..
do, y las prornetia recompensar con munificen-
cía sus sacr ilicios.


La cspcdicion mandada ' siempre por el in-
f;mte D. Sebastian, era dirigida por el gefe de
E. i\L G. del cjército D. Viccntc Gonzalcz 1\10';"
reno, Cornpomase dc tres divisiones al mando
la primcra del general D. Prudencia Sopelana;
la segulHla al dc D. ¡)ablo Sauz , y la tercera al
(le D.Manuel Perez de las Vacas. La caballe-
ría, i cup cahcza estaba el conde del Prado,
fuc t1ivi¡\itlacn dos brigallas, rnandadas llor 10.-;
1l1'ig;¡dicrcs n. Luis Delpan y D. Pascual Heal,
y la secciou de artillería al cargo del coronel
D. JOSI~ Gil (le la Torre.


El cuartel real segul:l acornpafíado de un




88
número tanescesivo de eclesiásticos y empleados
tIue formaban la tercera parlc del total de la
columna espedicionaria , y las numerosas briga-
das que conducian los equipages, no demostraba
su objeto hostil y belicoso, cual debiera pro-
ponerse D. Cárlos, sino la marcha triunfal V
tranquila de un príncipe, que despues de con,:"
quistar un reino, vencicndo sus enemigos, sc diri-
¡ia á sentarse sobre el sólio de sus mayores. El
puchlo y las tropas creian en 'vista de esta estraiia
actitud, (Iue el camino de Madrid estaba abier-
to, y que la capital esperaba al príncipe con
entusiasmo; pero sin que el tiempo llegase á es-
plicar los resultados, cualquiera conocia quc
tan estraña y pcregrina espedicion, iba herid:l
.de muerte por su composicion y sus elcmen-
tos, desde que puso el pié fuera de las provin-
cias exentas.


Llevaba D. Cárlos consigo su gobierno, con
la mayor parte de los dependientes de los mi-
.nisterios (IUC lo formaban: á su inmediación
marchaba una multitud de grandes dignillades
de la iglesia, todos los criados y favoritos afee-
los á su servidumbre , una multitud de gene-
rales, gefes y oficiales sin mando, que paraliza-
ban la accion y movimiento de la columna, ha-
ciendo imposibles los suministros, los alojamien-
tos, y sobre todo, los movimientos rápidos y peli-
gmsos á que las tropas pudiera II verse en el caso
(le emprender ya en el orden ofensivo como eu
el defensivo




89
Llevaba esta espt~<1icion consigo y en rcdu-


cido terreno, todos los elementos de desunían
y disr.ordia que encerraban dias antes las pro-
vincias del Norte, y ,!ue, como queda estable-
cido, produjeron tantos desastres á la causa de
D. Cárlos.


El mando de las provincias quedó confiado
~¡] general D. José Uranga, que con veinte y
seis mil hombres de todas armas quedó COIl
amplias é ilimitadas faeullades, en la parte
militar y en la política, en union con las res-
pectivas juntas, y.diputaciones. Desde la prime-
ra marcha fueexhonerado D. Joaquin Elío de
la secretaria de campañ:l,:y obligado á regre-
sar á Navarra por las ágrias contestaciones que
sostuvo á nombre del infante con D. Vicente
Gonzalcz Moreno.


Principió D. CirIos su marcha, variando
el itinerario que señalaba su camino, desechan-


. (10 la opinion mas fuerte y aun la dimisioll
que por ello le hizo su gefe de E. M. bajo el
pretesto de hallarse enfermo; ~ desde luego
empozóse á ver la eonfusion, desorden y des-
concierto en cuanto se emprcndia. Seguida unas
veces, otras flanquedn la espedicion por una
division enemiga al mando del general Iribar-
ren , D. Cárlos y la carabana que le acompa-
fiaba llego á Huesca , en donde sufrimos el 24.
(le mayo un vigoroso ataque que ejecutó el
general cristiuo , y en el que fue rechazado y
hatillo completamente por las tropas de todas




90
31'1JlaS, dejandó.(1cs.pojos y trofeos sobre el cam-
po de batalla. El mismo general contrario rúe
herido mortalmente de lanza, en esta accion
sangrienta, en la que pereció lo mas escogido
(l~ la caballería de la Itcina, Las 1ropas cristi-
nas se retiraron en coufusion sobre Alrnodo-
bar, sin que fuesenperseguilhs por las nues-
tras, á causa de la oposiciou (Iue eucoutra ron
los. ~efesmas acrcditadosvque lo deseaban y
cXlgtan.


Desde esta accion ya se hizo notable la in-
fluencia que ejercian , no tan solo en la direc-
cion de la espedicion los eclesiásticos allegados á
D. Carlos, sino en sus movimientos y opera-
ciones militares, aun antes y después de las ac-
ciones. Dada la batalla de Huesca, era la opi-
nion del general Yloreno perseguir la division
hatida , marchando sobre Zar;lgoza para reu-
nirse á Cabrera, pero D. Cárlos siguió la \0-
luntad dc sus allegados, y con desprecio de la
opinion de los generales mas inteligentes, el
ejército continuó su marcha en direccion de
Barb:Jstro.


I.legó á esta ciudad la cspedicion el ~G (le
mayo, y todavia insistía Moreno en que el mo-
vimiento se dirijiese sobre el bajo Aragon, por-
que era necesario al apoyo de Cantavieja y las
montañas del Maestrazgo reorganizar y com-
pletar los batallones, calzar la tropa, ) desem-
barazarse de todos los obstáculos que lleva ha
consigo la columna. El paso del Ciuca era ade-




91
mas una operacion arriesgada y {liflcil, desde
que las barcas habian sidol'etiraoas ó quema-
das, y el teatro de Cataluña ·muy escaso de re-
cursos par'Hlue la espcdicion pudiera .sostener-.
se; pero D. Cirios, aconsejado siempre por el
GÜlónigo dc Tortosa D. Antonio Sanz y Sanz,
D. Juan Echcvarría, el relijioso Fr. DomingO'~
Arias Tejeiro, y Lavandero, instó porque re
.eligiese la direction llc\ 'Princi'Pado; p~rra con-
seguirlo, no tan solo usó de su influencia y
autoridadcerca de Moreno, sino que llamó al
asesor general de los cuerpos facultativos Don
José Manuel oc Arizaga, yen conferencia par-
ticular le pidió aconsejase á Moreno la adopcion
del plan que repugnaba.. Hesistióse Arizaga,
haciendo presente al príncipe los males que iban
á ser consecuencia de plan tan poco y mal cal-
rulado; pero D. CárIos triunfó al fin, ó mcjor
dicho, á la opinion del canónigo Sanz y de sus
compañeros se sometió en esta ocasion , como
en tantas otras, una operacion militar que
tantos males trajo al éxito de la campaña.


Entretanto que esta cuestion se deba tia,
empleándose la astucia, las intrigas y las ~ exi-
gcnóas para someter las operaciones del gcne-
ral Moreno á las resoluciones de unos favori-
tos estraviados y obcecados, el general Oráa
reunió sus fuerzas, atacando el día ~O, en
una estcnsa línea, las posiciones que los volun-
tarios dcfcndian con ohstinacion y feliz éxito,
¡mes rechazado en todos SUSala(!Ues! esperimen-




9~
taron las tropas crrsnnas pérdidas considera-
bIes, entre ellas la del general Conrad, que
murió á la cabeza de la legioll francesa (Iue
mandaba. Desde este dia la legioll 110 volvió á
presentarse ante las armas realistas.


Resuelta Ia marcha á Cataluña, el ejérci-
to empezó á pasar el Cinca el 4 de junio, eu
una .sola barquilla que apenas conleuia cua-
renta hombres, Esta larga y dificil opcracion du-
ró hasta el 5 por la tarde, no sin perder muchos
hombres, bagajes y equipajes en el dilicil vado
1101' donde la caballeria recibió la orden de pasar.


El descontento era tan grande, que en los
ocho dias de nuestra permanencia en B:lrbaslro,
no se pensó construir un puente, ni menos re-
conocer los muchos vados por donde fácilmen-
te las tropas hubieran pasado tranquilas y pron-
tarnentc. Sin embargo de que tan ardua opera-
cioll se ejecuto sin obstáculos y con toda tran-
quilidad. la retaguardia fue picada al pa~ar el


, Cinca, y en este encuentro perclimm cuatro-
(~ientos hombres ahogados y prisioneros del cuar-
to batallan de Castilla.


L1. espedicion fue dirijida á Solsona, en
cuyas marchas se espcrirncntarou las mayores
penalidades y conflictos, porque como la colum-
na habia salido de Navarra sin recursos pccu-
rurrjos , tenia que buscarse el sold;ulo la subsis-
tencia por medios violentos y est raños á la (lis-
ciplina y buen porte con (Ille debiera conducir-
se una lropa cIuC antes de v~llc;;r á su enemigo




93
tenia fIne ganarse la voluntad a~l 1),\15 por su
ejemplar conducta. •


Ell ~~ de junio se tlió la aféion de Grá,
contra la opinión de n. Vicente GonzalczMo-
reno, (lue juzgaha con sohrnrla razón tlue la
situacion del ejército no perrnitia _arriesgar un


_combate en terreno desventajoso, y en el cual
el arma de caballcria , de (lue el enemigo era
muy Iucrte , podía destruir nuestra infantcria
desalentada. l~l resultado juSI ¡ficó esta opinion,
y las tropas combatiendo (ldlilmclIfe, fueron
cargadas por la caballcria cristina , si bienes
cierto tlue esta no sacó todo el fruto (lue ddlia
esperar de la total dispel'siori de nuestros ba-
tallones.


Aumentada la discordia, sin l)rcstigio el
piloto ellcargado de la dircciou (le proyecto tan
delicado , penlilla la accion del gohierno, )' to;...
cada con la mano la miseria y elltamhrc,. las
tropas llegaron á Solsona casi exánimes, dt'j:ín-
(Jo estropeados y abandonados en la- escubrosi-
dad de las montafias infinitos caballos: los sol-
<lados buscaban su alimento en las pequeñas
poblaciones y casas de campo, con las armas
cn la mano, y los mas escandalosos escesos.y
dcrnasías eran elIruto de estas licencias, que fot'-
zaron á loscatalanes á defendersc contra los mis-
mos (lue suponian antes sus aliados. Los oEciales
se caian desmayados, y los gcnerales, gt'Íl'S .'y
cuantas pcrsouas ])0 pcrt.enecian al cuartel real,
llegaron al estrcmo de la miseria ¡de modotal,




94
que su c1iggustose h17.o estensivo almismo D. C:ír-
los, cuya imaginacion fluctuaba siempre entre
consejos tan '(EfiscaheTIailos como exigentes. More-
no irritado coatra lós autores de laoposicion á su
plan anteriormente trazado , aconsejado y soste-
nido con energía, era tambien acusado pOi'
aquellos á quienes el ejército dcbia los resulta-
dos calamitosos que se' tocaban.


En Solsona el ministro de Hacienda Lavan-
dero habló á D. CárIos en favor de Maroto , y
no· dejó de provocarse por este, y ot-ros; su lla-
mamiento y sustitueion en el mando de Mo-
reno.


En Solsona determinó D. Cárlos ~ligerar el
cuartel real, comisionando á algunos grandes
que le seguían, para que le represent;¡sen Cll
córtes estranjeras que les design6, y mandó par-
tiesen á desempeñar sus cometidos. Fue á la de
Viena el marqués de Villafranca; á la de S;1I1
Petershurgo el conde de Orgáz; y á la de Turin
el marqués de Monasterio. nejo en esta pobla-
cion algunos individuos de su servidumbre, y
verifIcó su salida de ella con ligeras enmiendas
y correcciones que pudo alcanzar Moreno de su
voluntad, siendo notables únicamente el nom-
hramient.o del canónigo Sanz para fiscal (le la
junta quc sc crcó en aquel país; la scpnracion
de su comandante general D. Hlas Maria Hoyo,
.:íquien sustituyó en este mando el general Don
Antonio Llrbistondo: haberse encargado Arias
Tcjeiro de la secretaría de Esrado (lllC iba dcs-




95
empeñando D. 'Venrcslao Sierra , y conocerse
desde este Jia: la prcdileccíon que le profesaha
D. c':Í!·los.


El 2'\ se bloqueó el pueblo de San Pedor,
.estrcchándose al siguiente dia, en cuyo infruc-
tuoso Maque el ejército perdió quince á veinte
muertos y hasta ciento doceheridos.


Lacspcriencia , los repetidos (iesengaños, y
la disminucion de los soldadosque tomaban la
baja para los hospitales, dcsfúll~cidos ydebilita...
dos por el hambre y la rigurosa estatiod, de-
terminaron á D.:Carlos, con su ~éfc de E~M. la
marcha al Aragon, que se verifico el 19 dcju:..
nio de 1837 , pasando; el Ebro pt)r Cherta , en
elonde se operó la rcunion con- las tropas del
general Cabrera, que en ~ste pueblo acudieron
á recibir al príncipe.


Las esperanzas lisongeras que Cabrera ofrc-
ció á D. Cárlos , reanimaron su' ejército, y con
la idea de mejorar su suerte marchó por el rei-...
no de Aragonh:lsta internarse en/ el de Valen-
cia y situarse en Burjasot,llna' hora distante
de la capital, en cup poblacion'sc preserital'on
,diferentes personas á D. Cárlos, allanándole su
entradaen Valencia y distrayendo el tiempo que
reclamaba Moreno se aprovechase, 110nlue ca-
recia de municlones , y sabia la esposicion que
le arnennzaba ,' liJJgrando por último retirarse: á
Chiva, en dOl'}(le'Cabrera hah;a prometido sur-
tir con profusion :11 ejército de los artfculós' mas
necesarios' de que escaseaba la cspcdicicnipcro




96
antes que esto se vcriflcMC y bien entrada la
mañana. fue sorprendida el ·15 de julio la divi-
sion de vanguardia que mandaba el gClleral
Sanz, por las tropas contrarias, en momentos
que se ocupaba de la limpieza de sus armas.
Las gl':ll1aflas despertaron el r.uartc] real, y
anunciaron como preliminar la acción que cm-
llc1.ó despues, y que perdida por D. Carlos , le
obligó á retirarse aquella noche con su colum-
na cspedicionarja á Zotes.


En esta accion Cabrera aió una prueba de
su valor, que estimarán saber aquellas personas
que (lcsecn conocer las cualidades personales de
este célebre partidario, elevado por sus hechos
á los últimos grados de la milicia en la causade
D. Cárlos,


Cabrera, que veia con dolor empeñada una
accion tan desventajosa, y uno de sus mas es-
cogidos batallones presa del enemigo, se arrojó
con veinte caballos que formaban su escolla so-
hre las numerosas fuerzas que lo atacaban, lo-
grando por el momento contener sus progresos
y ganar el tiempo que necesitaba aquel parare-
tirarse, saliendo milagrosamente del peligro con
tres solos soldados, que pudieron escapar de tan
generoso sacrificio.


La accion de Chiva aumentó el desaliento y
la maledicencia de aquellos mismos que causa-
ron esta desgracia; hizo recaer la responsabili-
(Iad moral s(;brc Morcno, que era precisamente
el que ron mas energía se babia opneslo á la




97
marcha de las tropas sobre Valencia. Sus ene-
migos le acusaban de traidor, y empezaban á
atizar la desunion de los cuerpos, cuya orga-
nizacion censuraban. Cabrera mismo empezó
á ser deprimido y acusado por la marcha de
las cosas, de cuyo mal estado no tenia p;¡rte
algun;¡. Los mas allegados al príncipe eran los
mas furibundos enemigos de todo general que
mandaba, y á pes;¡r de la predileccion que Don
Carlos tenia hácia la persona de Moreno, este
general, que se distinguia en el consejo por su
buen tacto en la direccion de los negocios, y
y su escelente manera de juzgar las operacio-
nes, fue el que mas esperimentó la persecu-
c~on de los allegados y servidumbre del prín-
Cpe.


Cualquiera que medite un momento sobre
el sistema de difamacion y entorpecimiento que
se oponían á los mandos de los generales, debe
creer que cerca de la persona de D. Cárlos , y en
las mismas filas de su ejército, existian agenfes
encargados de sembrar la desunion, minar la dis-
ci111ina, y estravianrlo la opinion por un lado , de
los defensores de la causa realista, oponer por otro
al progreso y marcha de las operaciones, todos los
embarazos que necesario fuese, para desacreditar
los generales que mandaban. D. Carlos deberá
recordar en su destierro, muchas veces, los cou-
sejos yrepresentaciones que le hizo en diferentes
ocasiones su asesor D. José Arizaga, que clamó
por la necesidad imperiosa de (lue el príncipe


'j




98
cortase con mano fuerte el jhmcn de dt~s­
union y de Jestruccioll queempezó á fomentar-
se desde la muerte del general Zumalacarrcgui,


Los hechos hablan á la razon, y la verdad
con que esta rclacion se escribe, basta para juz-
gar de qué manera, y por qué medios, ha su-
cumbido un part.itlo que enarbolaba la bandera
realista, bajo la cual se reunian tantos y tan es-
forzados españoles, que no veian en el nuevo or-
cen de cosas las bases que pudieran asegurar á la
monarquía un gobierno benéfico, y protector á
la par que justo y bastante enérgico para hacer
triunfar de todas parles el imperio de la ley, ho-
llada ya con insultos, violencias y asesinatos.


Situado D. Cárlos y Moreno en Iglesuela
con el cuartel general, asolado todo el pais
por donde habia pasado el cjército , destruidas
sus mieses, robados los pueblos, y sus vecinos
llorando los males que sufrian , Ca~}1"era propor-
cionó un tercio á la columna espedicionaria,
facilitó el calzado de que carecia , y logró poner
en movimiento sobre Aragon aquellas masas
indisciplinadas.


. El 24 de agosto se batió al general Bue-
rens en el Villar de los Navarros, cuya division
fue destrozada, mientras que el conde de Lu-
chana acudia á Madrid para socorrer la ca-
pital amenazada por la espedicion que manda-
ba el ~eneral Zariátegui, que avanzó hasta cer-
ca de las Rozas: D. Cárlo.." fue aconsejado des-
pues de salir fuera de aquel país~ ~ marchó




99
sohre Madrid 1 10 que ronsiguicron sus allega-
dos. El cjército emprendió su movimiento, lle-
vando siempre consigo y delante de sí la aso-
lacion mas espantosa, los lamentos de los ha-
bitantes por cuyos pueblos pasaba, y la ruina
(Iue era consiguiente al estado de insubordina-
cion en que se hallaba un ejército hambrien-
to, desnudo; que de todo carecia , y manejado
siempre por la audaz ignorancia de hombres.
que en el cuartel real pugnaban con el gefe de
E. M. 1 Y ambicionaban su descrédito, aun
cuando para llegar á tal fin fuese necesario el
esterminio de D. Cárlos y de su causa.


Tales fueron los acontecimientos que pre-
cedieron al nuevo movimiento de D. Cárlos,
gravemente comprometido con la i~ursioIl que
habia hecho el general Sanz en el Grao de Va-
lencia, con el solo objeto de hacer axacciones ~
derramar sangre inocente j cuya verdad afirma.'
rán los pucblos, y se encontrará justificada con
los repetidos fusilamientos que perpetró, y pa-
los que mandó dar á paisanos, á quienes no se
suponia otro delito que desafeccion á D. Cárlos;
comportamiento que era imposible fuese casti-
gado, cuando los gefcs de hacienda inmediatos á
este príncipe 1 alimentaban este descrédito, exi-
jiendo para su subsistencia una cantidad en el
pueblo en que cornia, y otra en el que pernoc-
taba, y embargando en los mismos el comisa-
rio del cuartel real las aves y cuantos alimen-
tos encontraba para la manutencion de aquel




100
Y personas que le acompañaban , (Iue eran las
que verdaderamente disfrutaban (le estos im-
pucstos, hajo el nombre (le D. Cárlos, (lue de
nada gozaba, y cuyo ejército entre tanto conri-
]111al la muerto de hambre, siempre acampado,
demudo, y estropeado por las marchas forzadas
que (liariarnente hacia, contraste capaz de deses-
perar al que vela al propio tiempo á los fa-
varitas disfrutando de comodidades y descanso.
Todas estas causas fomentaron la irritacion y
odio conIra el cuartel real.


Muy graves habian sido los errores come-
tidos por D. Cárlos, apoyando los consejos y
planes de sus favoritos, contra lo que aconseja-
ba el cálculo, la prudencia y [os vintereses del
ejército; pero ninguno mas funesto, trasceuden-
tal y calamitoso que el proyecto de marchar so-
bre Madrid, en momentos en que con mas cál-
culo, union y concordia podian restablecerse los
males causados por los cstravíos pasados. La
opiuion mas fundada en las teorías y práctica
de esta guerra, aconsejaba que la divisiol1 cs-
pedicionaria, reunida á las fuerzas de Cabrera,
tomando por base de operaciones las montañas
del Maestrazgo, empezaran rOl' reorganizarse,
reemplazar las h;\}as de los batallones y escna-
drones , y formando otros nuevos, provccr á
su subsistencia por medio de espediciones y
convoyes, sacarlas aquellas de las ricas provin-
e ias qu rodean la mas csccleutc base de ope-
-racione.s (pie ofrece la Espaiia para sostener una




101
guerra de montaña. Desde este rincon el ejér-
cito carlista, asegurándose su cornunicacion con
las fuerzas de Cataluíía , tenia que ser sobrada-
mente fuerte para oponerse al ejército de la
lteina, flue a(]cmas de las atenciones ofensivas
filie no porlia lleuar , tenia otras defensivas muy
irnportantes , entre las cuales era la mas inte-
resante el cubrir las provincias que amenazaba
invadir y dominar, desde su posición central,
el g1'lleso de las tropas que dcícndian la causa
rcalisla.


Tenia el ejércilo de Ia lleina que estar á la
mira de la Cal)}lal Y defenderla (le la cspcdicion
tIlle lanzada por el aCl'cdil;ulo discípulo de Zu-
mahc;'lTcgui, D. .luan Antonio Zariátegui, pro-
gre!';¡ba rápidamente en las Castillas, amenazan-
do y dominando las mas ricas y populosas po-
blaciones. .


J-:11 una palabra, el eiército carlista debia
pel'manecer sobre el ~Jaestrazgo, procurar la des-
truccion de su enemigo, atacando con ventaja
de posicion y número las divisiones que como
la de Buerens qúcdáran aisladas y sin apoyo.
mientras que algunas esrediciones dirigiclas so-
bre las provincias de Cuenca , Albacete, 'Mur-
cia y por la Sierra de Gador á las Alpujarras y
reino de Granada, encendiesen la guerra en el
Este y Mcdiodia de Esvaiia, al VroVio tiempo
(PH~ Zariá tegui, creando nuevos batallones, se
pouia en el caso de hacer una espedicion sobre
Galicia; pcro D. Cirios llevaba consigo la ad-




102
versa estrena del desacierto, y sus fatales conse-
\eros \0 Tcdu\cron á marchar sobre ~iadri(\, sin
ca\cuhT que el e}érci.to no estaba en olsposlcion
de empeñar una batalla en campo abierto, y
que privándose de la 'ventaja que le orrecia la
montaña, tenia que combatir contra una nume-
rosa artillería y caballería, que formaba la pri-
mera y mas poderosa fuerza del conde de Lu-
chana,


No pensaban estos malos consejeros en el
deplorablc efecto quc habia de causar la no en-
trada de los voluntarios en MadTld. y tampoco
en los inconvenientes del triunfo, porque un
ejército tan hambriento, desnudo, desmoraliza-
do é indisciplinado. habia de cntregarse al sa-
queo y al pillage en una poblacion tan rica y
comprometida por la bandera cristina,


Sin embargo de estas razones que dehieran
habcr hecho fuerza en el ánimo de D. Cárlos,
la espedicion se puso en marcha para Madrid,
llevando por vanguardia las tropas aragonesas y
valencianas que acaudillaba D. Ramon Cabrera.


El ejército realista llcgó á Arganda el 12
de setiembre, y Cabrera con sus tropas, atacan-
do el mismo dia en Vallecas una fuerza de ca-
baHeria quc estaba en nuestra obscrvacion, se
ndelantó sobre Madrid tomando posicion en las
alturas inmediatas al portazgo que dá vista á la
capital, á cuya hora ninguna fuerza crisrina de-
fendia las puertas de Atocha, Alcalá y Retiro,
si se c~cel't ua una sola compañia de la milicia




103
nacion,11 , que sin órden alguna y sin conocer
su verdadera y crüica posicion, ocupaba la pri-
mera puerta.


Dos dias permaneció D. Cárlos en lnaccion
sobre Arganda, y despues de varios cálculos y
consejos disti ntos , la proximidad del peligro hi-
zo conocer 1 aunque larde 1 á los intrigantes con-
sejeros, que el ataque de Madrid, preparado ya
á Ja defensa, se hacia imposible, tanto mas cuan-
to que el conde de Luchana , forzando sus mar-
chas, se habia aproximado á la capital por el
camino de Guadalajara.


En la madrugada del tercer dia pronunció
D. Cárlos su retirada sobre Aranzueque, y trans-
curridos 011'05 dos amenazó con su ejército el
fuerle de Guadalajara; la division navarra en:-
tró en la poblacion que abandonó á las dos ó
tres horas, sabedora de que el general Esparte-
r~ .venia desde Alcalá en socorro de su guar-
mciou,


Serian las diez ú once de la mañana cuan-
llo este general, con siete ú ocho mil hombres,
se presentó en el camino real, y formó sus ma-
sas frente de las posiciones que ocupaba el ejér-
cito (le D. Cárlos, legua y media dislante de
Guadalajara, en cuya actitud permanecieron
ambos ejércitos dos horas, hasta que D. Vicen-
te Gonzalez Moreno ordenó la retirada 1 con-
tramarchando las tropas sobre Aranzue(lu e , á
donde llegaron á las cuatro de la tarde.


Al anochecer del mismo dia 19 de dichq




10.4
setiembre, el ejército se puso en marcha, hacien-
do un rodeo para caer antes de apuntar el (Iia
sobre Alcalá, y sorprender las tropas, artille-
ria y brigadas que pudiesen existir en aquella
poblacion , pero aunque las tropas llegaron á
las puertas de Alcalá sin ser sentidas, tuvie-
ron que retroceder instantáneamente porque
Espartero habia tambien contramarchado: y
en la ciudad muchos voluntarios en vez de los
rezagados y bagajes contra los cuales iban diriji-
dos, se encontraron con veinte y cuatro bata-
llones, catorce escuadrones y una artilleria nu-
merosa, que bien pronto tomaron las armas en
persecucion de nuestras tropas hasta las alturas
que dominan el pueblo de Pozuelo: y no sin
haber sido antes nuestra caballeria cargada y
batida por la contraria antes de llegar á la cues-
ta de Aranzueque. .


Continuó la retirada al siguiente dia 20
con tal precipitacion , confusion y desorden, que
las tropas marchaban equivocadamente por
diferentes caminos, resultando cIe aqui la sepa-
rncion ele Cabrera, la de una multitud de otras
personas pertenecientes á la cspodicion , entre
ellas el mismo general Sanz que mandaba los
batallones navarros, y diferentes gefes de caba-
lleria que estaban separados de sus escuadrones
desde la tarde anterior.


A las muy pocas horas se vieron los dis-
persos reunidos con las tropas de Cabrera, ig-
norando todos la direccioll (lue llevaba D. Cár-




105
los y 105 cuerpos quc le scguian, presentando
esta multitud el cuadro de la destruccion y la
derrota, ocasionada en un todo en laIalta de
disposiciones y orden de parte del E. M. por-
q1,lC ningun choque de armas habia tenido lu-
gar que produjera tal desastre.


El cuartel real huia despavorido, sin cui-
darse de los cuerpos que se leabian estraviado,
mientras estos unidos por azar á Cabrera, to-
maban un rumbo opuesto, comprometiéndose
en seguida la accion de los Arcos con las t1'O-
1)a5 del general Oráa, contra la voluntad de
Cabrera. El general Sanz fue quien empeñó
aquel encuentro á pesar do la oposicion y re-
convenciones del caudillo aragonés, fundadas
en la situaciou estraíía de las tropas, en su de-
saliento y en la falta de municiones que espe-
rirnentaban. La tenacidad de Sauz fue castiga-
da, quedando prisioneros mil doscientos hom-
bres de nuestros mejores soldados, sin contar
un centenal' de muertos.


Cabrera y sus gefcs conferenciaron y deter-
minaron marchar sobre Aragon y Cantavieja
con el fin de habilitarse de cuanto les era nece-
sario. El general Sanz se opuso á esta opera-
cion , reprobáudo]a , y enemistado con Cabrera
y sus gefes, reunió á todos los que pertenecian
al ejército espediciouario , y á los dos dias diri-
jió su marcha al reino de Navarra.


D. CirIos log,'ó evadirse de las fuerzas que
[e pcrscguian, y reunirse con Zariálcgui sobre




106
el puente de Aramla, en el momento en que
este oficial distinguido rechazaba los atalIues
vigorosos del general Lorenzo.


El5 de octubre se dió la acción de Re-
tuerta, entre este pueblo y Santo Domingo de
Silos, en la que las tropas de la espedicion y
las que se reunieron á ellas con el general Za-
riátegui, se batieron con distincion, pCI'O sin
resultado favorable á niugun Laudo, porque
las pérdidas fueron casi iguales por ambas
partcs.


Fácil es concebir el triste cuadro que oíre-
cia la reunion de gefes enemistados y de tro-
pas ya indisciplinadas. A. Moreno públicamente
se acusaba de traidor, y los soldados repitiendo
esta calumnia, infamaban continuamente á su
gcneral. D. Cárlos supeditado por Arias Te-
jeiro, en vano quiso contener el impulso de
los provincianos decididos a volverse á su pais,


Una descrcion general que pronunciaron
los cuerpos navarros y guipuzcoanos, la en-
trada inesperada en las provincias del infante
D. Sebastian y Elío el 20, por el vado de Zam-
brana , forzada por los mismos batallones que
les acompañaron, y la desmoralizacion que rei-
naba en los que quedaban con D. Cárlos, obli-
gó á este á pasar el Ebro, renunciando por el
momento al trono de San Fernando, para fi-
j;rr otra vez su mansion en las provincias que
habia abandonado.


El cuartel real se estableció en Arciniega,




107
en cuya población dió Arias Tejeiro la alocu-
cion de 3 de noviembre del aíío 37, memora-
hle por el sentido en que fue concebida y re-
dactada, por las promesas cIue anunció, Y mu-
cho mas por los resultados que produjo, y la
conducta amenazadora con que D. Cárlos trató
á sus primeros y mas acreditados generales, in-
cluyendo en sus injuriosos conceptos á su sobri-
no D. Sehastian I separado ignominiosamente de
un mando que en varias ocasiones babia re-
nunciado.


En el ejército se oyeron las voces de te.mue-
ra Moreno;" el pais se vió sorprendido en vis-
ta de sucesos tan lamentables, y los partidos
desencadenados en sus pasiones rencorosas, no
pensaban tanto en triunfar del enemigo COJIlun
como en destruirse y devorarse.


Tales males se presentaron á la conside-
racion de D. Carlos y de su favorito, y por
lo mismo la irritacion y el encono produjeron
en Arias Tejeiro enérgicas resoluciones que des-
de luego hicieron presagiar el término de la
lucha.


El ministro de la guerra D. Manuel Caba-
ñas fue exhonerado de su vital y vasta depen-
(lenóa, agn~g{ll~(\O esta al ministerio de Estado
con desaprobaóon general de todo el ejército, por-
que esta cleccion que hizo D. Cárlos en Arias
Tejcil'o, manchó la reputación de sus genera-
les, gefes, oficiales y soldados; declaró la inepti-
tud de todos ellos i proclamó (Iue no en la




108
gucrra, sino en los manejos l~ intrigas cifraba
el triunfo de su causa, y que no en las prue-
has dadas en cien combates por tanto ilustre y
períto gefe, confiaba Jos destinos de las armas,
sino en -la oscura cclcbridad de un golilla, age-
no de todo punto á los conocimientos militares.


Desde este momento se abrió la última era
de perdicion para la causa de D. Cárlos, por-
que reasumido el poder en un hombre avaro
y desacreditado , se protegió un partido de per-
Sallas resentidas y ambiciosas de mando, que
desplegaron el furor qUI~ las dominaba contra
todo el (Iue pudiese servir de oposición á sus
planes afrentosos. Tal ministro y semejantes
"poyos hicieron concebir á D. Cárlos fuertes y
recelosas prevenciones contra los hombres que
hab ia11 dad o púhlicas, repetidas y posi tivas prue-
bas de entusiasmo y desprendimiento por ser-
vir Sil causa, y una vil hipocresía quc aun fuera
crimillal en el claustro, formó el gobierno (Iue
vivia en el campamento. Bajo tales auspicios la
vcnganza y las malas pasiones se pusieron á la
únlen del dia , y desapareció todo lo grande,
todo lo brillante, que dchicra ser la gala, como
la vida de la causa de D. Cárlos.


Arias Tejciro sep:m) á D. Vicente Gonza-
lez 1\Ioreno del mando del ejército, y haciendo
creer á D. Cárlos que la generalidad de Jos que
le servian propcndia á una transacion que anun-
ció se proyectaba en la alocucion de Arcinicga,
presentó á la vista del príncipe como enemigos




109
declarados á los llrinr.ipalcs generales, gefcs,
oficiales y soldados, indicando como partícipes
en este plan de ddcccion á la causa realista, á
cuantos hombres descollaban en ella por sus
servicios V nomhrndía , siendo este el verdadero
delilo par; el hombre y el partido que sin ante-
cedentes ni mision qucrian mandar á todo trance.


El príncipe, horrorizado, obcecado y lleno
(le recelos, se sujetó á la el ircccion ciega de Arías
Tejeiro y de los que formaban su parcialidad,
permitiendo con toda amplitud á su ministro
la ejecucion de cuantos proyectos y atentados
tuvieron lugar contra los hombres que ahorre-
cia. Con tales gentes era preciso que el ejército
fuese mandado por un hombre de su laya; y
á pesar de los antecedentes de afrenta {Iue se
habia granjeado D. Juan Antonio Guergué en
la espedicion sobre Cataluña, ypasándose por al-
to sus demasías y mal comportamiento, hízo[.c
que D. Cárlos le confiase el mando de sus tro-
pas. Esta fue la señal para desplegarse inrnc-
diatamente el plan de venganza y cstcrrninio
que se tenia proycctado.


El infante D. Sebastian fue altamente infa-
mado cerca de la llersona de D. Cárlos ; el ge-
neral Villareal, tan dignamente estimado en el
ejército por sus eminentes servicios, fue dester-
rado á Guernica; D. Simon de la Torre :í Vi-
[laro; Zariáteglli, vencedor en muchos comba-
tes y altamente reputado entre sus compañeros,
fue preso en ZúJiiga y conducido con escolla al




110
fuerte de Arciniega; D. Joaquín Elío, tan ilus-
tre por su nombre como por sus hechos , fue
igualmente arrestado en el de Urquiola; D.l'er-
nando Cabafias en el castillo de Guevara j á Don
Naz:uio de Eguía se le estrechó cn su prision
de S. Gregario; y cuantos generales, gefes,ofl-
cia\cs y ayudantes de E. M.. eran conocl(\os poT
su amistad á D. Scbastian y á los generales apre-
sados, fueron separados de sus destinos y des-
terrados á poblaciones próximas á las líneas ene-
migas, con el objeto sin duda de que sufriesen
la suerte de prisioneros, ó de que alimentasen
una vida tan agitada, como violenta era la po-
sicion arriesgada que ocupaban.


Arias Tejeiro apenas raya en los cuarenta
años , su elevacion la debe al consejero Lamas
Pardo, que de su escribiente, y por el mérito
tle ser oficial de realistas, le condecoró con una
toga en GalicÍa en 18~8 ó ~9. Nada de notable
ofrece su vida pública hasta su presentación en
Durango en marzo de 1836, sino la peseta de
donativo que ofreció para la espada de regalo
que debia presentarse al vencedor de Meudi-
gorría. Desde esta maniíestacion gratuita hasta
la resolucion tomada á poco tiempo de irse á la
poblacion de Durango en Vizcaya, hay una dis-
tancia inmensa. Esperanzas burladas, resenti-
mientos por humillaciones sufridas )' personales
persecuciones, podrán disculpar tal inconsecuen-
cia, pero el que ayer se permitió tales demos-
traciones en un partido! debe ser mas cauto,




11t
mas discreto, tener mas pudor que Ari:\s Te-
jeiro:Ji alistarse en el otro. El neófito quiso con
su afcctado ardor lavar las sospechas de tíbio
que su tardanza en presentarse en el campo de
D. Cárlos podia hacer concebir; no pudiendo
ganar la confianza, la amistad de los francos
militares que eran la esperanza de la causa rea-
lista, se allegó yunió con los eclesiásticos yperso-
nas que rodeaban inmediatamente á D. Cárlos, y
á quienes por su ardiente piedad ó ciega ignoran-
cia ,era fácil hacer instrumentos de su ambi-
cion lisongeando sus pasiones y rencores. El
ayuda de cámara Tejeiro, su tio, le prestaba por
su posicion mejor asidero que á otro para estos
manejos; y á poco el que hahia jurado á Isa-
bel Il y el suscritor á la espada del general Cór~
doba, era cerca de D. Carlos el árbitro de la
suerte, del honor, de la vida de los primeros
compañeros de Zurnalacarregui.


Es claro que un gobierno en donde tal
charlatanería y afeclacion ridícula de principios
lograban supremacía sobre los servicios anliguos,
sobre las convicciones de conciencia selladas con
sangre, y sobre las nociones mas claras de laa
jusl.ieia, de la conveniencia y la verdad, habii
de hundirse coma si se lo tragase la tierra. As
sucedió. y Arias Tejeiro, cuando se le conside-
re en la historia por el solo lado del mal que
ha hecho. y de los medios de que se valió para
llevarlo á cabo, se le sospechará siempre como
en connivencia C011 el partido contrario.




112
Un desconcierto general enel Estado tras-


tornó muy luego el orden lle las cosas ~ 'j un.
campo guerrero J l)clicoso se convirtió en curia
de malos escribanos, porque preso medio ejér~
cito, se nombró la tercera parte del otro para
custodiarlo, escoltar fiscales, yen el nombramien-
to de secretarios; los caminos hollados antes por
beneméritos gefes y oficiales encajonados eIJ las
fIlas de los voluntarios ~ quienes inflama ban
para los combates, se vieron cruzados enton-
ces en todas direcciones por funcionarios y en-
cargados-de procedimientos y causas judiciales.


El pais , modelo de fidelidad, se vio agm-ia-
do y vigilado por una esquisita policía, y los b-
mentas de todos sus habitantes eran tan gene-
rales como perniciosa crcian la marcha que toca-
ban y observaban en el primer funcionario del
gobierno, cuyo nombramiento todos censura...
ban, Llegó á poco tiempo á tener tal fuerza la
oposición que tocaba Arias Tejeiro, que propu-
so á D. Cárlos para su ministro de la guerra al
marqués de Bóveda, hombre de buenos senti-
mientos, pero falto de talento y sin actitud pa...;
ra desempeñar un puesto tan importante en
circunstancias tan comprometidas y espinosas;
IJero este era el único que podia servir á ·Arias
Tejeiro de inocente instrumento, teniéndolo
eficazmente supeditado; porrp1e se huscaba su
firma y su carrera militar, y no se quería ele":
gil' un hombre que desengañase á D. Cárlos
haciéndole conocer sus intereses.




113
G-uergué se habia ya hecho cargo del man-


do ele las tropas y rodeado de un número de
ayudantes desconocidos en el cuerpo de E. M.
Y en el ejército j babia hecho variaciones no-
tables en la clase de gcfcs y oficiales. Ejercia
un gobierno despótico militar, castigando con
severidad toda reclamacion por justa que fue-
se, y que dirigiesen á su autoridad algunos
de los agraviados: sus resoluciones arbitrarias
quedaban solemnemente ejecutoriadas, porque
el ministro de la guerra Arias Tejeiro las apo...
yaba, y D. Cárlos las sancionaba.


Guergué se ocupaba con preferencia á su
encargo en las intrigas que él propio fomenta-
ba en el cuartel real, y se le vió, estando sus
tropas en fuego, permanecer al lado de D. Cár-
los y de Arias Tejeiro l una hora distante del
punlo en que se empeñaba y generalizaba la
accion l como sucedió en Arciniega l después del
sitio de Villanueva, en la cual fue balido y
muerto el marqués de Bóveda; acontecimiento
que hi:w desaparecer la persona que se pensa-
ba elegir para el ministerio de la gucrra,y
estimuló á Arias Tcjeiro á aconsejar á D. Cár-
los la reunión de sus ministros, cómplices en
sus atentados, y á que variase su residencia á
Estella , como lo verificó, hallándose rodeado
del obispo de Leon, ministro de Gracia y :Jus-
ticia , de su secretario D. Ramon Pecondoo, y
de una multitud de eclesiásticos y personas inú-
liles,· hajo todos conceptos, que hacian creer á


. . ~




H4
D. Carlos el triunfo de su causa romo revela-
cion divina é independiente de todo esfuerzo
humano: en una palabra, se completó esta si-
tuacion con los sitios de Viana y de Peííacerra-
da , en donde tantos infelices fueron sacrifica-
dos, en tanto que la audaz pandilla lomaba el
nombre del rey á su capricho, para decretar
prisiones, exhonerar de sus empleos á antiguos
generales encanecidosen la carrera de las armas,
á los cuales se les recojian sus despachos, em-
pleando á. veces el puñal alevoso para gefes
inocentes á quienes tenian desterrados, como su-
cedió COn el joven brigadier D. José Cabaña»,
oficial de un mérito reconocido, que fué bár-
bararnente asesinado en Zoracoin.


Producto de las intrigas del gobierno fue
la relajación, indisciplina y disolucion á que llegó
el ejército despues del suceso de Pcñacerrada ; los
acontecimientos sediciosos y hostiles ocurr-idos en
EsteBa, en los que perdió el prestigio de su
autoridad. La suhlevacion de los batallones que
desobedecieron su voz, y la del infante Don
Sebastian, cometiendo muertes, robos, trope-
lías y toda clase de escesos, de que fue teatro
Estella. Estos son hechos que cubrirán de afren-
ta á los hombres que tan indignamente r{'gian
los destinos de la causa realista.


Producto de la conlabulacion y de la in-
triga del gobierno, fue el odio que alimenta-
ron y cundieron contra todo el que era castella-
no, y el deseo de oprimir y esterminar el cjér-




1'15
rito con la nueva adopción (le planes espedi-
cionarios , paraalcjar de la inmediacion d(~ Don
Carlos y del pais á cuantos hombres pensaban,
discurrian y clamaban por el remedio de tan
graves males.


Producto de nuevas intrigas fue tambien
la espedicion de D. Basilio, compuesta de cin-
co batallones castellanos, dos escuadrones y una
pieza de campaña con un número creciclo de
armeros, sorteados en las fábricas de Eibar, Er-
mua y Plasencia, con el fin de trasladarlos al
Aragon; y el nombramiento de aquel }1ara la
comandancia general de la Mancha. Aflictiva
y bajo todos conceptos horrorosa, y mas que to-
do bochornosa, fue la historia que ofreció este
hipócrita y avaro escribano, elevado á la clase de
general, que solo pudiera dar esperanzas de al-
gun servicio empleándolo en las Riojas de donde
era natural. Tantos resultados funestos como ha-
bian producido las espcdiciones anteriores, no
fueron suhcientes á contener el plan de des-
Iruccion que por estos medios se propusieron
los titulados consejeros de D. Cárlos contra
todos los hombres honrados y de suelo caste-
llano. .


Hombres sin nombre, faltos de conocimien-
tos militares, procesados y agenos de toda re-
putacion, fueron nombrados para mandar 1'1'0-
vincias ó distritos que jamás habian pisado; don-
de no eran conocidos, y en los que debian 01'-
"gani1.ar fuerzas respetables y conciliar ánimos




;:16
~nemistad08.Tal fue 1:1 complicada y árdua mi-
sion que confió D. Cárlos á D. Basilio Antonio
García, eligiéndolo para que mandase una ~s­
pedicion, ó lo que es lo mismo, para que se-
pultase las tropas de que se componia, y las
que encontró en la Mancha, que deshizo en
aquel suelo en pocos dias, y proporcionó lo que
no habian podido conseguir contrarias divisio-
nes en seis años; porque careciendo D. Basilio
de toda clase de conocimientos y cualidades mi-
litares, de un órden elevado .Y propios para 01'-
.ganizar y crear obstáculos á los enemigos, era
al propio tiempo cobarde, sin aliento para las
arriesgadas aventuras de las feroces bandas que
se habian formado en la Mancha y Toledo: con
estas garantías que eran los mejores títulos para
merecer el apoyo de los consejeros de D. Cár-
Jos, D. Basilio fiel á sus protectores, correspon-
dió á las esperanzas que de sus ya acreditadas
malas cualidades habian formado los corifeos de
tan pérfida pandilla.


En marchas forzadas sin cálculo ni pruden-
cia, perdió. la mitad de sus fuerzas antes de
llegar á la Mancha, enemistó á cuantos gefcs
encontró en aquella provincia, promovió la des-
union, maltrató. á los que le acompañaban, pren-
ilió y persiguió á sus principales caudillos, y á
otros muchos cuyos nombres formaban el pres-
tigio entre los levantados y alistados; incendió
pueblos, impuso cuantiosas mullas á partícula-
.Fes y vecinos, apresó y arrastró tras sí á seño-




C


117
ras del mas alto respeto, insultó ti vir tuosos
sacerdotes, y fusiló por su mera voluntad á
cuantos caianen sus manos sin formacion dl~


. .


causa ni sumar-io,
Perpetró D. Basilio el terrible acto de cruel-


dad de que fue testigo la España en la Calzada
de Calatrava, cuyo hecho no pudo recordarse
en el pais dominado por D. Cárlos, sin llenar
de indignacion y profunda amargura el corazón
(le los hombres de honor que sin mancilla de-
fendian la causa de aquel príncipe.


Sorprendido siempre, perdió con su divi-
sion la artillería, y fue causa de que pereciesen
tres mil infantes que babia reunido Jara y lit
destruccion de la division de Tallada.


De esta manera desempeñóD. Basilio su
cornision, y llenó los deseos de la sociedad legi-
timista que aconsejaba á D. Cárlos , cuya prue-
ha está ejecutoriada en sucesos positivos que tes-
tifican 10i> pueblos y los ejércitos, y que hoy
ya saben aun los que dudaron en un principio
de mucha parte de estos hechos, Si D. Cárlos
hubiera administrado la justicia que reclama-
ran tantos crímenes cometidos por los gefes es-
pedici.onarios, que todos volvían y se le presen-
taban como si hubiesen sido unos anacoretas,
;.qué pena deherian haber sufrido aquellos?
Mas D. Basilio regresó á las provincias del Nor-
te solo, y no fue incomodado, sin embargo de
que aUi obraban ya en poder de sus protecto-
res infinitas representaciones que denunciaban




118
la conducta criminal y atroces providencias de
aquel gefe; El ministro de real hacienda qlJt~
llevó esta division espediciouaria , presentó las
cuentas que justificaban la inversion de cauda-
les que habia hecho D. Basilio, el cual no solo
wbró mensualmente el sueldo designado á un
capiran general en ejercicio ó con mando, sino
que se señaló y cobró mil reales diarios para
el pago de confidencias que siempre le produ-
jeron sorpresas y derrotas, y un duro para gas-
tos de secretaría t de la cual no salia nunca un
solo ofIelo.


No era igual la suerte de [os gefes. ofIcia-
les y soldados que tuvieron la desgracia de
acampafiarlo ,porque en el entretanto que su
general percibía una paga que no le correspon-
(Iia, solo recibieron uu tercio en cinco meses:
pero D. Basilio, protegido, amparado y asociado
:\ los consejeros de D. Cárlos , logró <Iue todo
se le ocultase y que la justicia no pudiera ejer-
cer su oficio, poftlue los autores de tantas in-
.farnias ]0 escudaban con la simulacion y el en-
~año, protegiendo de tal modo el instrurnento
de sus ignominiosos planes. Asi es que D. Basilio
se puso fuera de los cargos á que 10 sujetaba
8U conducta, c-argos que reclamaban la vindic.,
ta pública, y el honor de las armas para su
<'astigo; cargos que ratificaban y encarecian con
cnérjicas y razonadas representaciones hechas
por hombres virtuosos, á quienes atropelló, y
pOI' personas celosas comprometidas en la cau-




119
sa realista; mas él quedo impune, y por pre-
mio de sus delitos fuc recompensado con· el
nombramiento de vocal de la junta consultiva
de guerra, que entonces formaba la adrninis-
tracion de justicia de D. Cárlos. De esta mane-
Ta se ocultaron esccsos quc fueron premiados
en lugar de recibir un severo castigo.


A esta espedicion infausta siguió la del hon-
rado conde de Negri, compuesta de los últimos
nueve batallones castellanos (lue aun no se ha-
bian sacrificado para completar la ruina de la
causa de D. Cárlos, y el esterminio de todos
los hombres de bien que á ella de buena ftE se
encontraban ligados. l~sta espedicion fuc arro-
jada con la mayor alevosía, y abandonada á
morced de sus contrarios, siendo lanzada de las
provincias del Norte, porque los consejeros de
D. Cárlos temieron la influencia del conde, y
aprovechando los deseos que mostraba por
acrisolar su reputacion con hechos de armas,
allanaron los medios de alejarlo de la inmedia-
cion del príncipe, que le babia recibido con
privilcjiado interés y privanza.


El sacrihcio de tantos batallones castellanos
fue al fm consumado, porque abrumado Negri
por la rigorosa estacion y divisiones contrarias
que le perseguian , sucumbió y fue completa-
mente derrotado, sin que para recobrar la opi-
nion que perdió, le sirviese la brillante defensa
que hizo de la plaza de MoreHa.


Que los hombres justos é imparciales de t()-




120
..loo Jos partidos ju!.guen de los hechos exacta-
mente referidos y espuestos á su considerar.ion ,
sin el menor resentimiento ni odiosidad perso-
nal, ,~podia sostenerse y dcfcuderse mas tiempo
una causa que combatida con ardor, entusias-
mo y constancia por sus enemigos, encerraba
en sí los mayores y mas terribles contrarios?
-¿Pollia el gobicrno de D. Cárlos marchar á un
nn honroso, cuando el partido que dominaba
el -corazon del príncipe, en vez de buscar la
fuerza que dá la union y la concordia, atizaba
las pasiones, envenenando los sentimientos de
todos, y á cada paso levantando un nuevo obs-
táculo á la reconciliacion yal triunfo de la res-
(auracian por qué se.combatia? ¿Podia hacerse
la guerra cuando el mando estaba dividido y
losgefes militares sujetos :i las caprichosas ins-
piraciones de un eclesiástico, de un favorito
ignorante ó de un intrigante palaciego?


Zumalacarregui habia condenado el sistema
de espediciones , y los resultados han justificado
su opinion : 23 batallones castellanos, 500 ge-
fes y oficiales, y 2,500 caballos han perecido
en tan funesto y deplorable sistema.


¿No hubiera sido mas conveniente al servi-
cio de D. Cárlos la adopcion rígorosa del siste-
ma de aquel ilustre caudillo, reducida á donil-
llar todas las provincias del Norte á la izquicr-
(la del Ebro, )' operar la destruccion del ejél'-
cito contrario , hasta que este no pudiera opo-
Jtl!l"se á la marcha de los voluntarios sobre la




i~1
capital de España , para destruir en un solo
dia el trono y el gobierno de la Reina? ¿Esas
fuerzas castellanas sacrificadas tan cstéril y des-
apiadadarncnte en espediciones que desacredi-
taban la bandera realista, hubieran echado con
sus ~rrnas un gran peso en la balanza de la
contienda, al apoyo de los numerosos batallones
que en las provincias delendian la misma cau-
sa. Es' bien cierto que algunos dirian que el
reducido territorio de las provincias exentas no
podia proveer á las necesidades de tantas fuer-
zas reunidas: pero acaso ignoran los flue tal
(ligan, que tan numerosas .fuerzas reunidas hu-
bierandominado necesariamente toda la Na-
varra, las mcrindades de Castilla, y á poco es-
fuerzo la misma provincia de Santander, gra-
nero del Norte de España, y que era la prime-
n conquista y adquisieion á que debieron apli-
carse los generales y el gobierno de D. Cárlos~


Esas mismas espediciones en vez de dirijir-
las á merced de la fortuna y de las aventu-
ras, ¿no hubieran prestado mas servicios y da-
do enormes resultados dirijiéndolas á reforzar á
Cabrera, ó á los gef'es que mandaban en Cata-
IUlia, contra los cuales los cristinos no podian
sostener las operaciones? ¿Quién duda que Ca-
hrera por su poslcion, por sus medios, por su
sistema de guerra y de castigos era el destinado
á dar al gobierno cristino el gran golpe bajo
el cua] mas tarde ó mas temprano habia de
sucumbir:' En la guerra ~ como en todas las co-




j2~
sas , los pequeños medios no obtienen sino re-
sultados pcqueños , y los poderosos, una vez
empleados. con cálculo y oportuna aplicación,
resuelven los problemas mas difH:ilcs. Que los
b.olll.bye.~ ~guOT<m'c~, apa:Slonaoos y níscolos re-
conozcan sus errores, ó al menos ·quc aquellos
que están al abrigo de tan mezquinos scnti-
mientes conozcan los autores de todas las des-
gracias sobrevcnidas á la causa de. D. Cárlos,
y no recaiga nunca la responsabilidad sobre
los que sin ambician. y sin estra iías pasiones,
la dcfendieron noblemente con las armas en la
mano; pero sin teñir sus manos. ni sobrecar-
gar sus conciencias con crímenes extrajios al
corazon del hombre honrado.


A. la destruccion del conde Negri se siguió
la derrota de Peñnccrrada , por la que descon-
certado el ejército, la insubordinacian ó indisci-
plina del soldado se acrecentó de tal modo. que
disperso todo él y en grupos de doscientos y
trescientos hombres, vagaban por el pais, ani-
quilando los pucblos y robando á cuantos tran-
silaban en aquellos dias por los caminos, co-
mo sucedió á D. Romualdo Mon, que desde
]~stclla á Segura fue tres veces asaltado y ro-
bado. Los gcncrales y gefes quc mandaban Iue-
ron los primeros quc conspiraron contra sus
mismos compañeros y paisanos, atropellándolos,
y reduciéndolos á prision.


Dc los batallones navarros que se hallaban
en la Solana t algunos se sublevaron en masa




123
Entraron en Estella gritando; muera la Jun-
ta, mueran los ojalateros, abajo los castella-
nos, y vengan nuestras pagas." Mataron á un
escribano que bajaba la escalera de la casa en
que vivia aquella corporncion , creyéndole in-
dividuo de la misma; ofendieron á cuantos cas-
tellanos encontraron, sin respetar á los guar~
dias que cornponian el escuadran que custodia-
ba el estandarte 'de la generalísima, y que lle-
vaba siempre á su inmediacion D. Cárlos; pro-
siguieron disparando las armas sobre las venta-
nas y puertas de la gente principal, singular-
mente sobre las casas del obispo de Leon y de
[a prima de Zariátcgui; pusieron á saco otras
muchas, y maltrataron á. varias personas. En
vano quiso oponer su autoridad D. Cárlos á ta-
les esccsos: fue desobedecido; su casa atropella-
da, y golpeado su ayuda de cámara D. José
Sacanel; asi como desairado el infante D. Se-
bastian , que por su ascendiente sobre la tropa
debió creer seria respetado. Al propio tiempo
clue con la familia de Zariátegui se hacia n tales
demostraciones, un sargento se presentaba al
príncipe pidiendo la libertad de aquel general
y de Elío, Estas contradiciones entre lo que se
hacia y lo que se pedia, era un ardid alevoso
para hacer recaer la 'responsabilidad de sucesos
tan funestos sobre el partido y las personas á
quienes se perseguia y se querían asesinar. Don
Carlos se retiró aquella tarde con el cuartel real
á Abarzuza , endonde vinieron al siguiente dia




124
iusureccionadas varias compañías navarras gri ...
tanda: "Zariátegui y Ello son inocentes. ~'
injusta la sentencia de muerte que les ha };¡1-
minado el consejo de guerra de oficiales gene-
rales. D. Cárlos se asomó á un b:\lcon, pre-
guntando al teniente coronel D. Felipe Urra
le esplicase lo que. pedian los soldados; subió
este y le manifestó el objeto de sus reclamacio-
nes: Urra babia declarado contra Zariátcgui r
Elio en la causa que acababa de fallarse. y sin
embargo denunció despues la seduccion em-
pleada en los testigos que acusaban á aquellos
de criminales, y á los autores de tal maldad.
Por esto se le consideró como promovedor de
la insurreccion , y fue sacrificado para ejemplar
castigo, fusilándolo inmediatamente sin formaciou
de causa ni consejo, ni mas tiempo que el pre-
ciso para morir como cristiano, siendo recibi-
do en la opinion general que esta medida vio-
Icnra fue adoptada para evitar se descubriesen
los promovedores de tales escesos. Arias Tejeiro,
y los gellcralesGuergué, 'GarcÍa, Sanz y Car-
mona fueron presentados por la voz pública
como los autores de tan peligrosa como san-
grienta trama, que tenia por objeto escitar las
pasiones contra los g~fes sus adversarios, y ha-
cer mas asequible la ejecuclon de la sentencia
capital que contra ellos habia pronunciado el
consejo de guerra, y por cierto que si esta acu-
sacian encubria toda la verdad (lue las aparien-
cias le suponen, el trágico fin de aquellos ge-




1~5
nerales debe maravillar menos, La historia en-
seña que las mas veces los hombres vienen á
ser víctimas de los mismos medios que han
imaginad~ y puesto en planta para destruir á
sus enemlgos.


".En estos momentos los consejeros de D. C:ír-
los conocieron la crítica posicion en que se en-
contraban, porque desacreditado Guergpé, di-
seminadas é indisciplinadas las fuerzas, presos y
relegados los generales mas acreditados, y llenos
los fuertes de ~cfes y oficiales honrados, descon-
fiaron reconciliarse con estos, y sintieron la im-
posibilidad de sostener por mas tiempo en el
mando al general que acaudillaba el ejército.


Entonces muchos hombres de buena fé, á
los cuales se unieron los falaces consejeros de
D. Cárlos, pidieron y provocaron clllamamien-
to de D. Hafael Maroto que se hallaba en Fran-
cia desterrado, prescindieron del espedieute que
contra este se hallaba incohado en la junta con-
sultiva de guerra, y de cuantas acusaciones por
sus anteriores encargos le habian fulminado, y
ofrecieron al príncipe como precisa, indispen-
sable, y de salvacion á su causa, la venida de
este general y,su nombramiento para el mando
del ejército.


Accedió D. Cárlos á lo primero y fue lla-
mado Marero al cuartel real, donde se presen-
tó y permaneció algunos dias sin que se le anun-
ciase el objeto para que se le creia necesa rio, por-
que es inconcebible la irrcsolucion que ha ofre-




19J6
cido siempre el carácter de D. Cárlos, y la ma-
nera de sostener las prevenciones formadas cou-
tra las pCI'sonas de quienes una vez ha descon-
fiado. Desde Portugal Maroto perdió su con-
fianza y lo miró siempre en las provincias con
encubierta intencion ; por otra parle á princi-
pios del año de 35 desde Bayona por el cncar-
gadoLagracinier t y en Arciniega y Dur:lI1go
por Cruz-Mayor, no dejó de oir Don Cárlos las
reclamaciones ó quejas de Maroto t y ocurrir á
su remed io con generosidad, ejerciendo con él
una liberalidad que no tuvo nunca con los que
st.ftenian por sus favoritos.


, Este contraste de desconfianza y de predi-
Ieccion que D. Cárlos manifestaba á Maroto,
esplica la indccision del príncipe para darle el
mando de su ejército, y la repugnancia que
manifestaba á este acto; pero las circunstancias
indudablemente vencieron los obstáculos, y la
reunion de fuerzas que hizo el general Es,;al'-
tero sobre Lograría, los aprestos que condujo
á Puentelareina, y el ataque que anunció sobre
Esrella, decidieron la voluntad real por la cuál
fue Maroto instituido gefe de E. M. D. Cárlos
desde este momento fió á aquel la situacion de
su persona t los adelantos de su causa y las tro-
pas que tenia en el pais para defenderla y
adelantarla; le reveló secretos generales y pel'-
sonales, y le concedió facultades ilimitadas p3ra
obrar y determinar por si con arreglo á los ca-
sos y circunstancias. Maroto penetré hasta lo




1?17
rescrV:l(lo en el corazón del príncipe, se hizo
cargo de la disposicion de los sugetos que cons-
tituian su gobierno y allegados favoritos, y no
perdió de vista el espíritu del pais, aunque dé-
bilmente hasta entonces manifestado.


brgani1.ó bien pronto los batallones encajo-
nando en ellos los soldados dispersos; el orden
renació con la disciplina, y afirmó la seguridad
individual; desplegó una actividad manifiesta en
la construccion de nuevos atrincheramientos y
obras esteriores de fortifIcacion (Iue cubrieron
la ciudad de Estella, á cuya poblacion dió órrle-
nes severas para replegar toda clase de subsis-
tencias, cortando las aguas, y con otras dispo-
siciones defensivas alentó el espíritu público, ya
casi exánime y dispuesto á sucumbir. .


Los sucesos de Morella y la resaludan del
general contrario de no atacar á Estella, for-
maron la opinion de Morato en el ejército y
en el pais; uno y otro admitieron gustosos este
nombramiento, y se prestaron á hacer Jos úl-
timos sacrificios , uniéndose á estas favorables
simpatías la remesa de algunos millones que
mandaron á D. Cárlos, los cuales proporciona-
ron en poco tiempo cuatro tercios al ejército y
á todas las clases, aseguraron el prest del sol-
dado, y ocurrieron á su vestido y calzado de
una manera cual nunca se babia verificado: las
fábricas fueron auxiliadas, y todos los estableci-
mientos vivificados ; en el entretanto Marola 01'-
gani7.ó los cuerpos y adquirió un prestigio singu-




1~8
lar sobre el pais, y el soldado que daba lugar :t
creer que la causa realista recibirla nueva vida
por el establecimiento de un buen gobierno y de
un sistema de guerra conveniente que proporcio-
liase nuevas victorias, de que tanto necesitaba el
ejército para restablecer su moral.


Todos anhelaban la primera accion , el pais
manifestaba su deseo, los generales clamaban
porque se verificase, y los cuerpos se hallaban
para ella altamente entusiasmados; pero Marota
llevando adelante el plan de organizacion y au-
mento del ejército, resistió todo encuentro hós-
til, como contrario, en su opinion , al estado que
ofrecian las circunstancias.


De aqui nació el fundamento de la discor-
dia.i-la enemistad y separación de algunos ge-
nerales del ejército, la murrnuracion de estos
contra Marola, y en una palabra, las nuevas
ambiciones de mando,


El cuartel real se convirtió bien pronto en
academia de cuestiones políticas que tuvieron
por objeto maquinaciones llenas de perúoia:
cuando vieron resucitado el cuerpo cuya villa
habian debilitado, renacieron otra vez las voces
de nuevas espediciones bajo el pretesto de ali-
viar las cargas del pais y de facilitar recurs~s y
adelantos militares; y hombres que no conoeian
los primeros principios de la guerra se entro-
metían á proponer planes cuya ejecucion pre-
sentaban como fáciles á D. CárJos, al propio
tiempo que le figuraban. dcsf.1VorahJemcnte .á




1~9
su gefe de E. M. porque militarmente demos-
traba lo absurdo de tales proyectos, ó los apla-
zaba para coyuntura mas oportuna.


Para captarse los consejeros de D, Cárlos
de un modo mas solemne su voluntad, le acon-
sejaron el enlace con la Señora Doña María Te-
resa de Braganza, el cual se realizó en momen-
tos inoportunos. Este casamiento, en el que
tuva gran parte el obispo de Lean, admiró al
pais, desconsiderando á D. Cárlos por las nin-
gunas ventajas que de él su causa reportaba.
Las gentes sencillas y los aldeanos estrañaron
que un príncipe tan religioso tomase por mu-
gel' una hermana, y lo censuraron conociendo
las desventajas que habia ocasionado, porque
se csperimeutó bien luego la falta de dinero
que debia producir este suceso, cuando la guer-
ra en nada se habia adelantado, La Señora au-
mentó los gastos, la servidumbre, y adormeció,
aun mas de lo que estaba, á D. Carlos; en una
palabra, la impaciencia que tuvieron ambos por
verificar la union, en vez (le aplazarla para
dias mas afortunados, desacreditó á D. Cárlos
en el pais y en elejército, comportamiento tanto
mas estraño , cuanto que habia espedido una
orden prohibiendo que nadie se casase durante
la guerra. Con pobreza puede asegurarse vivia
este matrimonio, considerada su clase; mas el
~enor gasto que verificaron rescntia al pais es-
tenuado , que suponía trocados sus sacrificios
en objetos coritrarios al fin para qué los habian:
~




130
prestado. Esta Señora no fue afable con los que
defendian sus pretensiones , y en lugar de rea-
nimar el espíritu general en favor de su esposo,
lo redujo á una vida de molicie y poltronería, no
dejándole pensar sobre los vínculos de gratit.ud
que abrigaban á D. Cárlos para con sus defen-
sores, y aunque, como queda dicho, este ma-
f.rimonio vivia humildemente, la situacian de
los hombres era respectiva, y cada cual juzga,",
ha por la suya propia, considerando capricho-
sa, destemplada y llena de profusion la que
atribuian á los príncipes enlazados.


No sirvió poco á reanimar la causa realista
la defensa de la plaza de Morella, y los resul-
tados que á ella se siguieron en los reinos do
Aragon y Valencia, D. Ramon Cabrera había
formado un respetable ejército. que operando
en el dificil pais del Maestrazgo. se hizo supe-
rior al de su enemigo, á favor unas veces del
número, y muchas otras de las ventajosísimas
posiciones donde combatía. Este general era
para IX Carlos el mas grande apoyo y en él
tenia el tirincipe teda su confianza. Educado en
las rnllesy playas de Tortosa , hijo de una fa-
milia pobre y humilde, Cabrera habia vivido
e~ la disipacion y en los escesos á que tan, in-
dmadas son las gentes de su clase en aquel
punto. Habia residido Cabrera en su pueblo,
siguiendo su vida turbulenta¡ cuando un insul-
10 que recibió de algunos de sus compatriotas,
q\ié lo seponian carlista, lo decid ió á tomar 1M




131
armas en favor de D. Cárlos, sentando plaza de
soldado en setiembre de 1833. Su disposidOlit
natural para todo, y su buena letra, le sit'vi6
para que á los pocos dias se le nombrase cabo,
YSí,\rgento despues que sucumbió la plaza d(~
Morclla y el baron de Herbes atacado por el
general Breton. No tardó mucho en recibir el
nombramiento de subteniente cuando en Ca-
landa fueron batidas las masas indisciplinadas d~
realistas, y desde entonces reuniendo sus paisa-
nos de Tortosa, formó una guerrilla con veinte
y ocho soldados en aquel corregimiento, sin re-
conocer mas autoridad que la de Carnicer , el
cual gozaba de Un inmenso prestigio en el pais,
Cabrera se hizo coronel en esta circunstancia,
1f no tardó mucho tiempo en ganarse la volun-
tad de su gefe, que lo llevó á su lado par3
aprovecharse de su Jisposicion y de su letra;
circunstancia muy rara en aquellas masas.


Bien ptonto se suscitó Carnicer muy creci-
do numero de enemigos, tanto por sus derro-
tas continuas, como por su conocida ignorancia.
para aprovecharse de las ventajas que le ofreó:t
su fuerza y el espíritu del Maestrazgo , y no
tardó mucbo tiempo támhien , sin que D. Cár-
los influido por las acusaciones que contra -este
le dirijian sus parlitlario$ mastatnctetizados',lo
Ilamase á su cuartel real pata darte sus instrnc-
.c;ion~s. Se ha dicho que Cabrcl'a clió un aviso
anónimo :í. Iasautoridades de la Reina qne de-
ill'llah:\ ~\.l vestido , é 'itin(,l'ario, á fi(l (le qh!~




13~
sufriese la suerte que espcrimcntó en Mirand:t
de Ebro, l)ero esta voz no ha sido confirmada
nunca por autoridad respetable , y puede haber
sido esparcida por los propios encmigos de Ca-
brera, que muy pronto marchó á las provin-
cias, y consiguió del príncipe, que lo recibió
en Zúñiga, el nombramiento de comandante
general de Aragon, y la confirmacion del em-
pleo de coronel.


Un rival muy poderoso tenia Cabrera en Qui-
Iez, que se negó á dar posesion á aquel, y repre-
sentó á D. Carlos: pero el joventortosino, que per-
manecia escondido por el temor de que Quilez
lo fusilase, consiguió ganar la voluntad de sus
paisanos, y que su rival le cediese el mando,
sometiéndose él mismo á servir bajo sus ór-
denes.


Despues del fusilamiento de su madre, Ca-
brera poseido de un cspantoso furor, empezó
á cjecutar los actos mas horribles de crueldad,
sacrificando víctimas á centenares, y D. Cárlos
le hizo brigadier para mitigar de algun modo
aquella pérdida de la que Cabrera no se conso-
laba nunca.


Restituyóse D. Cárlos á las provincias, que-
dando Cabrera en el mando dc los reinos de
Aragon y Valencia, y <lesplegó una actividad
increiblc, organizando sus batallones, sus fá-
hricas y recursos <le toda especie. La plaza de
MoreHa no tardó mucho tiempo en ser recon-
quistada por la dcfcccion de un artillero que es-




133
Gtló el castillo con algunos soldados , y desde
entonces adquirió el caudillo carlista la mejor


. base y centro de operaciones. y la mas impor-
tante que hay en España para guerra de mon-
taña., que le dió la dominacíon de todo el Maes-
trazgo y un punto seguro para establecer sus
almacenes, hospitales, depósitos y artilleria.


La falta de armamento impedia á Cabrera
levantar numerosos batallones y dió el mayor
cuidado á la formacion de fábricas de armas,
que apenas bastaba p3ra cubrir sus necesidades,
pues tuvo la desgracia de que no le llegasen
nunca ninguna de las remesas de fusiles que
debieron suplir á esta necesidad. Para formar
su artillerfa estableció en Canlavieja una fun-
elidon que le dió escelentes cañones, y cuando
le llegó á faltar la pólvora y el plomo ya tenia
varias fábricas en donde se elaboraba aquella
en grande cantidad. Para proveerse de plomo
hizo recoger cuanto existia en el pais, empleado
en diversos ohjetos, estrayendo los órganos yel
que se- empleaba en los balcones.


Cabrera era ríjido en su mando, y muy
pocas veces perdonó una falta de pureza en la
administracion interior del pais que dominaba,
protegiendo los pueblos que sostenian la causa
realista, y por un espíritu de mal corazón y de
una falsa y equivocada política, permitia que
sus tenientes y soldados se entregasen á todos
los escesos cuando salian del terreno en que
mandaba. Afable y genel'om con el paisano,




D4
recompensaba tE illdemnizalJ:l C(JII prudigalid:ul
á aquellos que habian sufrido una pérdida en
sus bienes, causada por las tropas cristinas, Vo-
luble y desconfiado en su carácter, miraba con
~eño j temor secreto á aquellos de sus suhor-
clinados de quienes podia creer tendria un ri-
val ó un enemigo, y con la mas fria crueldad
lo mandaba fusilar despues de haber comido
con él ó sostenido una conversacion amistosa,
1~nemigo de los frailes, nunca les dio ni les con-
cedió influencia alguna en su ejército, y sostu-
vo contra el obispo de Orihue1a muy serios al-
tercados, á pesar del apoyo que tenia e~te ecle-
siástico en el prínc1pe, cuyas órdenes no obede-
cía cuando contrariaba su sistema ó voluntad.


Estremadamente aficionado al juego como
;l¡ las mugeres, se entregaba frecuentemente
con sus amigos á estos vicios que destruyeron
su salud y le hizo perder grandes sumas. Du-
rante sus primeros años de mando, Cabrera no
~)CI1SÓ el~ crearse una fortuna que lo hiciese
independiente ; pero despues se la formó cuan-
(lo ya empezó á conocer que la causa, de Don
c.~árlos podia ser destruida. Su actividad era es-
traordinaria , y sus fuerzas físicas innagotábles
para resistir á los trabajos y fatigas. trahspor-
tándose de un día á otro , sobre un macho #lue
relevaba de pueblo en pueblo, desde un estre-
mo á otro del inmenso pais que dominaban sus
:~t:m~s. Le era muycomun cenar en un pueblo
t? Ir a amanece!' á ] 4 ó J6 leguas de él) pasau-




135
do muchas veces bajo el tiro de los fuertes 1
pueblos dominados por sus contrarios. Su car...
rera era tan veloz, que el mejor caballo no le
alcanzaba al escape, y á esta circunstancia de-
bió varias veces )a vida en los combates. espe-
cialmente en una de las acciones que le ..lió el
general Oraa , durante el sitio de Morella, Fe-
cundo cn estratajemas militares, consiguió por
ellas victorias que no hubiera conseguido un
genio mas militar, pero de instinto menos pri-
vilejiado, Valiente mas que el primero en su
ejército, espuso su vida pa¡'a librar un batallan,
como sucedió en Malina de Aragon. que acu-
chillada su infanteria por \a caballería del ge-
neralPalarea , se avanzó á ella y la atrajo sobre
si, retirándose solo y en distinta direccion de su
infanteria gritando: cobardes, yo soy Cabrera,
venid ámf, esta es vuestra presa y la que
mas os cotwiene. I.Ja caballería enemiga. por un
instinto natural, corrió inútilmente trás del jo-
ven tortosino, y la infanteria logró ganar la fal-
da de la montaña en cuya escabrosidad se en..
centró segura.


Na tenia -Cabrera educaeien militar ,pf>r-
que no Ja habia recibido. Carecia de lascuali-
dadesque constituyen 'Un buon general, y des-
eenocievcoa el arte .deernplear oportunamente
Ias diferentes .armas deuJ.\ ~jér,eito.'la ,aplica-
oion de los movimientos y ,formaciones de sus
tropas. á los casos a¡ -terrenos en qu.cse encon-
traba , sin que comprendiese nunca la imp0t:""




136
tancia del orden cerrado y uc las reservas para
emplearlas en momentos oportunos; pero si
hien astas cualidades faltaban en él, le sobraba
romo á Viriato la bravura, el arrojo, los ardi-
(les y la perseverancia, y como á lugurta la
mala fé, la crueldad y la ambician.


Hácia fines de julio de 1838 el general
Oráa se resolvió á poner sitio á la plaza de
Morella 1 y reuniendo sus tropas en tres divi-
siones, concurrieron por medio de hábiles y
bien calculadas marchas concéntricas sobre la
plaza de Morella , marchando la primera colum-
na con el cuartel general á las órdenes del ge-
neral Azpiroz, por la parte de Alcañíz; la sc-
gunda á las de Ayerve por el Oeste; el valien-
te Pardiñas, reunidas sus fuerzas hácia Caste-
Ilon de la Plana, por el Sudeste. Sus almace-
nes los estableció en Alcaííiz, alarga distancia del
punlo objetivo , y esta falla fue causa principal
para que se malograse su empresa. Llevaba con-
sigo una caballería numerosa de que no nece-
sitaba en la montaña y desfiladeros del Maes-
trazgo, y en cuanto á sus medios de ataque no
llevó los que necesitaba para un empeño que
ofrecia inmensas difIcultades, tanto mas gran-
eles cuanto que abandonando todos:a..s puntos
defensivos que tenia á su cuidado, Cabrera sin
tirar un tiro para oponerse al .sitiador en sus
obras, no necesitaba mas que invadir la rica
huerta de Valencia , y llevar sus armas sobre
la ciudad del Turia para impedir el sitio que




137
hubiera abandonado el general cristino para
correr á salvar sus intereses mas preciosos.


El sitio de Morella , asi como el de todos
los puntos del interior, eran imposibles en su
cjccucion, porque las fuerzas de la reina no
eran bastantes numerosas para hacer frente al
ejército carhsta , ejecutar el ataque de la plaza
y cubrir el territorio de las incursiones con
que su contrario podia inquietarle, obligándo-
le, como queda dicho, á abandonar la em-
presa.


Desplegó Cabrera una actividad estraordi-
naria para embarazar la marcha de las colum-
nas contrarias, aumentar las defensas de la pla-
za y reunir sus fuerzas; pero el veterano gene-
ral de la reina consiguió aproximarse á la ciu-
dad y establecer su artillería, despues de algu-
nos dias que lardó esta en llegar, en los cuales
verificó 'diferentes y forzados reconocimientos.
Ya la plaza habia sido abundantemente provis-
ta de arinas, carnes, vino y combustibles de
que carecia pocos dias antes; pero le faltaba
otros artículos de necesidad, como aceite; y sus
hospitales carecian de camas, medicinas y
vendajes.


La dcfensa de la plaza fue confiada al conde
de Negri, el cual desesperado por el resultado
desgraciado que tuvo su espedicion, juró sepul-
tarse en las ruinas de ella antes que sucumbir
con vida á esta scgunaa prueba que se hacia
de su valor y capacidad. La guarnicion, com-




138
pu.csta de los cuatro mejores batallones de Ca-
brera, que apoyaba toda la poblacion armada
en masa, estuvo en completa comunicación con
Cabrera, el cual , colocado á la vista sobre el
balcoll de Morella , alentaba á los defensores
con la seguridad de que no serian abando-
nados..


La brecha fue abierta, y aunque poco prac-
ticable. por dos veces las columnas de asalto se
lanzaron sobre ella con malogrado arrojo. El
arte y el valor suplieron al lienzo destruido, ya
construyendo nuevas obras inmediatamente, ya
presentándose en ella las tropas con la mayor
decisión para rechazar los asaltos.


Durante el sitio, Cabrera se oponia con cons-
tancia á la marcha lenta de los convoyes enemi-
gos .. J si bien la bravura de las tropas de la
reina y la destreza de sus generales no le per-
mitió sacar Jos resultados que esperaba de sus
esfuerzos, consiguió retardarlos, disminuir sus
cargas, y sitiar por hambre al mismo ejército
ql1C se lanzaba con .rnas inteligencia que fortu-
na" con mas valor que prudencia, á la mas di-
ficil de todas las operaciones que el general Oráa
hubiera podido emprender en el vasto territorio
desusoperaciones. Las tropasde la reina ham-
brientas" estenuadasde fatiga, y un tanto desa-
lentadas por elmaléxito de sus ataques contra
la plaza, levantó el 'i:ampo, .retiró su artilleria,
y marchó en retirada con el mayor órden, con-
siguiendo salir del Maestrazgo sin es~rimentar




139
gt"<t1ll1es pérdidas, y no sin haber dejado bien
puesto el honor de sus armas, á cuya brillantez
se puede asegurar no fue negada la victoria sino
por causas estrañas al valor de las tropas y á la
bravura de sus oficiales.


Se ha criticado por muchos que Cabrera
HO persiguió al ejército de la reina en su reti-
rada, suponiendo que marchaba desmoralizado.
Los que asi juzgan se engañan: las tropas cris-
tinas podian combatir para salvar sus vidas, y
(lirijidas por la prudencia y la inteligencia del
general Oráa , difIcil hubiera sido dispersar
uno solo de sus batallones. Era necesario pensar
que las tropas mismas de Cabrera estaban fati-
gadas por las marchas, combates y campamen~
tos sufridos durante quince dias consecutivos,
y Cabrera conocia la calidad de sus fuerzas pa~
pa esponerlas á una derrota y dispersion , y á
la plaza á un segurldo ataque para el cual le
faltaba todos los medios de defensa. Contentóse
el caudillo tortosino con las ventajas obteni-«
das, y poniendo puente de plata á su enemi-
go que se retiraba, pensó con mas prudencia
hacer descansar las tropas; recompensar-las de
sus fatigas en la huerta de Valencia, 'y dejar
para mas adelante el atacar á su enemigo en
detall, como lo verificó poco después entre Cas-
pe y Maella, dDnde el distinguido y malogrado
general Pardiñas recibió la muerte, llevando
al combate tropas mas numerosas, pero in-
(luidas todavia en su moral por el aspecto C011-




140
trario que tomaban los sucesos de la guerra.


Indispuesto el conde de Negri con Cabrera,
se dirigió á Navarra acompañado de los gefes,
oficiales, soldados y empleados que de las espe-
aiciones anteriores se le habian reunido; y aco-
jido por el príncipe con estrcmada hondad , fue
condecorado con la cruz de cuarta clase de San
Fernando.Cabrera obtuvo el título de conde de
MoreHa y el empleo de teniente general, y re-
cibió de D. Cárlos mil muestras de distincion
y de aprecio en las cartas que le dirijió escritas
de su propia mano.


D. Cárlos, que ya empezaba á desconfiar
de Marola, mandó al auditor general, que en-
tonces ejercia la asesoría de los cuerpos de ar-
tilleria é ingenieros, pasase al ejército con su
anterior destino y procurase templar la medi-
da que habia tomado su gefe de E. M. contra
varios generales, y la oposición que continua-
mente hacia á sus ministros. En vana resistió
este magistrado el nuevo encargo que le co-
metia D. Cárlos, porque el marqués de Valde-
Espina, ministro de la Guerra, le comunicó la ór-
den terminante para que pasase á desempeñarlo,
y D. Carlos respondió á la escusa que dió el
auditor general, de que se encontraba sin ca-
hallo, disponiendo que se le diese uno de los
suyos. En este estado tuvo que obedecer, reu-
niéndose al cuartel general que se hallaba si-
tuado en Villareal de Alava.


Al presentarse al gefe de E. M., renovaron




141
ambos la amistad que en anteriores épocas ha-
hian cultivado, y ambos conferenciaron sobre
las circunstancias en que se hallaba la causa
de D. CárIos. Maroto en aquellos dias le mani-
festó las suyas particulares; la falta que esperi-
mentaba de personas hábiles que secundasen
sus planes, y las desconfianzas que otras le
iofundian por sus opiniones y comportamiento.


El auditor general anunció á Maroto la lle-
gada de Negri, y los deseos que este general
tenia de servir hajo sus órdenes, y fijar su
situación en el ejército. Esto fue bastante para
que el gefe de E. M.lo pidiese á D. Cárlos por
medio de una carta, comisionando para llevare
la al auditor general, quien en efecto asi lo
ejecutó, pasando á Azcoitia al siguiente dia,
y entregándola al príncipe. Desde esta pobla-
cion en que se hallaba el cuartel real se diri-
gió Arizaga á la ciudad de EsteBa, en donde
se había trasladado el cuartel general, y en la
que permaneció algunos dias , hasta que Maro-
to, observando que no venia Negri, le volvió
á mandar á Azcoitia para que recordase su
petleion sobre esto á D. Cárlos , encargándole
tarnhien de otras demostraciones que templasen
las disensiones y partidos que cada dia se iban
encendiendo mas, perjudiciales á la causa rea-
lista, y que encontraban su foco en el cuartel
real y en la misma casa de D. Cárlos.


Pasó el auditor general á Azcoitia para
desempeñar su comision cerca d.; D. Cárlos, y




14~
como este nada resolviese, se situó en Azpeiria
á esperar su resolución, avisando á Maroto que
entonces desde EsteBa vino al cuartel real á
fm de reiterar á D. Carlos la autorizacion pa-
ra emplear los generales Villareal y Latorre , y
su deseo de tener bajo sus órdenes al conde
de Negri; pero solo consiguió del príncipe que
este último sirviese á su lado como segundo
gefe de la P. M.


Con semejante conducta los mas acreditados
é influyentes gefes del ejército se persuadian
que los odios del príncipe eran eternos, y que
el triunfo de su causa habla de proporcionar-
les persecuciones sin límites desde el momento
que sus derechos no fuesen disputados. La ob-
cecacion de D. Cárlos no puede comprenderse,
ni menos calificarse, porque la opinion pública
del pais, como la del ejército, se habia pro-
nunciado enérgicamente contra su gobierno,
., fJlto de apoyos tan poderosos no podia soste...
nerse contra sus enemigos. Creian sin duda los
consejeros del príncipe que hablando en nOID-
bre del Cielo y por títulosde derecho divino,
podian atropellar los fueros de la justicia y
de la gratitud, sin comprender que en la tier-
ra los hombres cuando se ven atacados en sus
intereses mas caros, no conocen esos derechos
con que los reyes se creen revestidos para sub-
yugar á sus gobernados. Sin justicia no hay
derecho alguno.


ISn cuatro diferenlc.o; ocasiones pasó el au-




143
(litor general del ejército al cuartel real para
manifestar á D. Cárlos en nombre de Moroto
la errada marcha que seguian los primeros
funcionarios del Estado, protegiendo la insubor-
dinacion de cuantos gefes se manifestaban hós-
tiles á su autoridad, pT'Opagando voces alar-
mantes y sediciosas contra sus operaciones
movimientos y lealtad del mismo ejército. Que-
jóse de los sucesos ocurridos en la esped«:ion,
mandada por D. Gerónimo 'Merino, abandonada
á su suerte por la voluntaria y no justiflCllda
maccion de Balmaseda, que con la caballería,
de que era gefe, rehusó cubrir la retaguardia
de la infanter-ía de 'Merino, ó de llamar por
otro punto la atención de las columnas contra-
rias, para que este gefc pudiera cumplir la pro-
mesa que habia hecho de traer en pocos dias
uu crecido número de hombres que vagaban
dispersos por las sierras de Castilla, J' clama-
han porque se les auxiliase para reunirse al
ejército; único y esclusivo objeto del gefc de
E. M. al ordenar la espedicion.


Manifestó á D. Cárlos el auditor gencrlll
las instrucciones que habia recibido de Maroto
para d~mi)strarle la necesidad de aumentar á
toda tosta k~ Inerzas del ejército, disminuido
por las pérdidas sufridas en las Il~arosas espedi-
cienes que sin cálculo ni tlpoyo habian sido at-
rojadas de aquel pais por los consejos que le
habian dado hombres ilusos , ambiciosos éig-
00rantes j y le manifesté al mismo tiempo la




144
eonformidadad del general Espartero á dar en
Navarra un número igual de lwisiOI~eros al
que entregase Ca~rera de los <Jue terna en ~l
depósito del Horca]o , que escedian de tres mil
llOUlbrcs, con los que y mil y tantos que ex\s-
tian en aquellasprovincias, podrían organizar-
se nuevos batallones castellanos, que aumentasen
los que ya habia, una vez que Cabrera no te-
nia entonces prisioneros de sus tropas que can-
jear ni razones con que oponerse á tal medida,
cuando de las espcdiciones procedentes del e)ér-
cito del Norte habia tenido ingreso en el suyo
un número mayor de soldados con armamento
y no pocos caballos.


Patentizó á D. Cárlos la necesidad de que
se ajustasen y combinasen las operaciones mi-
litares, de acuerdo con los gefes y fuerzas que
operaban en Cataluña, Aragon y Valencia; asi
como lo interesante que seria eldestinar á aque-
llos reinos los gefes y oficiales escedentes en el
ejército, porque al propio tiempo que llenarian
con utilidad las bajas que hubiese en aquellas
divisiones, se disminuirian los depósitos, que
llenos de oficiales, enrecian de destino y ocupa-
cion, gravitando inútilmente sobre los pueblos.


Enteró á D. Cárlos del proyecto que tenia
Maroto de atacar á Lumbier l1ara romper aque-
lla línea y abrir sus comunicaciones con Cata-
luña por el alto Aragon, de manera que se fa-
cilitasen otras con el bajo i para cuyo fm era
necesario transmitiese órdenes terminantes á




145
aquellos gefes, á fIn de que trabajasen en este
sentido cuanto les fuese posible en su situación
y circunstancias. Finalmente, ·demostró el des-
contento del gcfe de E. M. al notar la discordia
que introducían unos cuantos ambiciosos dé
mando, dispuestos á toda clase de murmura-
ciones, que ofendian su honor, mancillaban su
reputacion , y desvirtuaban el prestigio de la
autoridad que le tenia confiada.


En efecto, vertíanse por los mas allegados
á D. Cárlos groseras y ridículas calumnias, in-
ventadas y publicadas maliciosamente para ha-
cer creer en el pais que no se batia al enemigo,
ni se le buscaba en las líneas en que se hallaba
reconcentrado, porque no se queria ni-se pre-
paraban por la misma razon nuevas espedicio-
nes, que aliviasen las cargas de un paisabru-
mado con tantos impuestos, y cuyos recursos
estaban agotados; deducíase de todos estos su-
puestos cargos, la conducta apática de Marot~,
y su poco deseo á comprometer hechos de ar-
mas, cuando disponia ya de una fuerza capaz
de sostenerse en las llanuras de Logroño•


.. No dejó Arizaga de hacer presente á Don
Cárlos la manera.con que eran tratadas las per-
senas que pasaban del cuartel general á el real,
las cuales rvolvian lamentándose: de la grosería
con que eran recibidas, y oidas tara vez por
algunos ministros y altos empleados, y le de-
signó los sugetos que le habia señalado Maro-
lo esstaban al frente (le la conjuraríon, objeto


I [)




146
de sus reuniones, y sitios en que las verifica-
ban, y le rogó en nombrede. aquel fuesenali-
gerados los procedimientos judiciales, en.virtud
de los cuales yacian benemeritos gefes en. fuer-
tes y prisiones, y desterrados muchos virtuosos
generales j poniendo término á las persecucio-
nes que: tenian reducidos á una denigrante nu-
Iidad á multitud de brillantes militares, útiles en
el ejército. cuya' opinion y prestigio no: eran
de despreciar en las circunstancias en !~ue: este
se hallaba,


"El auditor general Ina1nifesló al príncipe
el cuadro'. q:\ie, ofrecían las, circunstancias , pro-
bándole la desunion enconosa que reinaha, y
llamó sur.atencion hácia las calumnias con que
se acusaban los partidos, haciéndole conocer
las terribles consecuencias que podianseguirse
de semejante estado de cosas. .


Hizo conocer á D. Cárlos el sentimiento de
su .gefe de E. M. por la comision que se hahia
dado á un confidente del euartel-realsllamado
Chomi, para que comlujese diferentes. cantasen
las que elgeneral Uranga. escribía vi~iesen'muy
alerta cuantos fuesen leales ~er.¡n¿orés del Rey.
porque Marola obraba contraisu-causai' y pre-
venia en ellas le noticiasen todo suceso por in-
significante que pudieran creerlo 'para-elevarld
al conocimiento de su soberano. Estos hechos se
hibian justifIcado en Móndragon J pueblosde
la llanada 'de Alava.


Aconsejó á D. CárJos (lucen el oaso de' no




147
creer conveniente la separación de sus minis-
tros, complicados en el plan de desacreditar á
todos losgefes que mandaban, y el castigo de
los delincuentes, exhonerase á Maroto del car-
go que tenia, seguro de que no deseaba con-
servarlo con semejantes contrariedades. Que los
actos mas reservados se circulaban y publicaban
en el ejército, como acababa de serlo con lo
ocurrido en la junta de ministros, presidida por
el mismo príncipe, en la cual el obispo de
Lean sevespresó en estos términos: ....Señor, la
» causa de V. M. es la de Dios; facdosamente
»·ha principiado Su defensa y facciosamente
» quiere que se consiga lt victoria. Es necesa-
»rio que r. M. se desengañe: ningunhombre
)} que sepa leer ni escribir, ni esos generales de


. »carta y compás, quieten el triunfo de lit reli-
» gion y de V,. M.; solo desean -quitar á Cabre-
»ra é inutilizar á D. Basilio y á Balmaseda,
» porque estos obran de buena féy son los úni-
»COS qu~ aman á r. M. con la efusion de una
») acrisolada lealüid/' :. '


,Maniíestóá D. Cárlos la irritacion 'qüe por
estas y otras acusaciones iba irifti~dienddseen
lesánimos- de todos, y le suplicó separase del
rll:ma(1'lii'Maroto', . poi'q~e estaba seguro que
este 'nO' 10:'apetéCiá;'t'ol'lvencido de los-obstácu-
105' 'qu~ tenia .por :lrriposible vencer', para el lo-
gro d~: cualquiera empresa, . ...• ..


Quejósc tambien ánombredel~ene;ralM<i-
r<>~ dc. lá' oposición 'que á .su roantlo 'hid:' el




1!l8
ministro de Hacienda t l\csprecianuo cuantas
peticiones Ie idirijia relativas al alimento, ves-
tuario y pago del ejército, asi como dc.·l~
contratos escandalososvqueá pesar de las.recla-
maciones y protestas del ordenador del ejérci-
to, habian recibido su aprobacion con detri-
mento de los caudales. é intereses de la real
hacienda.


Con igual franqueza y .respetuosa energía,
y siempre á nombre de Maroto t representó tarn-
bien el auditor general contra los, agentes y
representantes. de su perso.nael! \.1a. corte dc
Lóndres, los cuales por $V. ~~sq:~édito.y·.comp9Z:­
tamiento, ni sérvi:.u~\li~n'·á sus. intereses, ni
gozahan de la consideracion públi<;a,. que tanto
influia en la de su propia causa, cuya circunstan-
cía se la habia esplicadoá Maroto el.lord inglés
que con, un rico banquero, también dé aquella
Nacian le habian.visitado..en Salvatierra : y no
dejó. de hacer pre.~en.tc á p. Cárlos la grave
quej:l\,\d~ sugefc de~.:M. respecto dejos ar-
tículos que desde el cuartel real sedil'ígi;ln á
los. p~:r;\6qi~os' :~s~ranjeros por sus mas.encar-
niiadq·L~I~emig(Js.. ( . 'iu .


D.· Cárlos no lm~de plvi¿h,lr,',. Jl.i.)@,~ja:r de
conocer fa esactitud ,lk l~s .ob$eli:vaci~nes " y la
verdad d~Jos vat~cinio~, que 't"Q1vo¡ .lahonrade
esponerle.suauditor gen~wl. y sucow:;~ncia
no negará los consejos que le ofr~~\ó. COI}. c~l,g
en el~}ercJóo de la mislo'l qu~ desempeáaba,
y delac.Du1iallza que el príncipe le dispen~~.




14~)
En aquellas circunstancias criticas en que de una
resolucion cualquiera le 'iba la corona' que pre-
tendia,D.'Carlosdebi6 separar á susministros,
contra los' cuales se aumentaba cada dia el nú-
mero de los enemigos, formando un ~iniste­
rio de homhres vhonrados , acreditados y ga-
rantidoslpor: sus anteriores hechos, que hubie-
ran puesto fát.ilmente en armonía al príncipe
con los habitantes del pais y las' tropas, en
cuyo' concepto habia. decaído por la ciega é
imprudente conducta que siguió persiguiendo,
ó tolerando al menos el qué lo fuesenpor sus
anegadoS, los mas benéméritos, distinguidos y
valientes generalcs provincianos de' su ejército.


En lbs dos últimos dias que fue admitido el
auditor general en aurliencia rparticular por
D.Cárlos, duraron sus conferencias tres horas
cada una, y presentó á su consideracíon tal
número de razones y atg'!.lmenlOS para demos-
trar la gravedad de los' males que presajiaba y
que habian de concluir con sus pretensiones,
que el ánimo del príncipe quedó convencido por
el momento, y contestó á aquel: l<'Estoy ibien
')persuadido de que las pasiones de los hom-
» bres .!t:an, llegadq á el estremo , y conozco
"que es simposible calmarlas: Mi causa está
«socorrido por ostensibles .r bien marcados
»ausilios de la Prooideneia divina, pero conoz-
)'l co que si yo no pongo de mi parte, podrán
-aquellos no concederseme con la latitud que yo
lt pido ti Dios me otorgue, :v que me sean ne-.




150
» cesarios. Así te encargo digas á Maroto, pon-
» dre' remedio á sus justas quejas; que tenga
)) confianza en mí, y descuide en mis provi-
.,. dencias" Cuyas palabras repitió tres veces
consecutivas, y bajo esta seguridad s~ despidió
de n. Cárlos, pasando en seguida al cuarto
del infante D. Sebastian , para instruirle de to-
do, y que no careciese de cuantos conocimien-
tos pudieran serle necesarios; dispuesto, como
lo estuvo siempre, á cooperar en beneficio de
la causa realista.


Desde la primera vez que' el auditor gene-
ral fue comisionado. por Maroto para hablar á
D. 'Cárlos, le fue ordenado por aquel se avis-
tase y conferenciase con el arzobispo. de Cuba,
clue se hallaba en Azcoitia con el padre Gil, Y
con D. Paulino :R.amirez de la Piscina, perso-
nas todas que estaban en el cuartel real y no
dejaban de tener- algunas audiencias con D. Cár-
los. Mantuvo con dichos sugetos largas discu-
siones, y todos unánimemente le aseguraron,
que era perdida la causa de p. Cárlos ,porque
su irresolucion en no castigar á los hombres
ambiciosos que le rodeaban, la tenacidad con
que apoyaba al obispo de. Leon y á Arias
Tejeiro, la.ineptitud de todos, la falta de cré-
dito que tenian en el estranjero; y la: tortuosa
marcha que seguia, eran pruebas positivas pa-
ra perder toda esperan:t.a de resureccion en
favor de la causa del príncipe, el cual á todo
se oponia , oia con prevención los consejos mas




151
saludables, y estaba supeditado por los minis-
tras que tenia á su lado, asi como por el padre
Fr. Ignacio Lárraga , su confesor, capuchino
emancipado absolutamente de las, reglas y de
'la constitución de su orden.


El, arzohispo de Cuha aseguró al auditor
general, que: desconfiando de todo remedio, ha.;.
hia solicitado licencia para irse á Oñate, desde
donde marcharia otra vez á Francia; y lo mis-
mo le aseguro Bamirez de la Piscina en el ca-
mino de Elgoibar á Azcoitia, en que se encon-
traron; y el padre Gil le aseguró que cono-
ciamuy bien á D.Cárlos ,y que. en vano po-
dian esperarse resultados favorables. mientras
Dios no hiciese un milagro. Entie los sugetos
que componian la servidumbre de D., Carlos,
y entre los principales empleados' del cuartel
real que se hahian preservado del contagio, se
oian las opiriiones mas acaloradas' contra los re;";
presentantesdelgobierno; contra la apatía é
irresolución del 'príncipe; y contra las disposi-
ciones que este adoptaba y sostenía. En la ca-
sa del corregidor de la provincia, en que se
hospedaba Arizaga, se reunían los sugetosIDá's
inmediatamente ,allegados á D. Cál'lós,';y á
presencia de aquel franquearonniuch~s"véces
el sentimiento de que estahari ·-poseidosal·es.;.'
perimentar lo infructuosas' que .eran sus mani-
festaciones hechas á este príncipe, para que se-
parase de su ,lado á Arias Tejeiro y demas: de
que se componia su pandilla. El corrcgidorvit-·




15~
l'ias noches se presentó á D.Cárloli y le ha- .
hló con una energía tan atendible como exi-
gente. En uno de estos dias llegó de} estrarr-
jero el coronel D. Manuel Toledo, que habia si-
do comisionado para buscar recursos, y manifes-
tó á D. Cárlos la ninguna esperanza que de ad-
quirirlos debía tener, porque el descrédito en
que se hallaban sus ministros y la marcha que
seguian, inutilizaban los mas vivos esfuerzos
que se habian practicado por sus represen-
tantes y encargados. .


.No era necesario permanecer muchas hora.
en Azcoitia para conocer las, disensiones que
reinaban; para oir las injurias que unos con-
tra otros se fulminaban; y para saber las per-
sonas. que, promovian los trastornos, sitios en
que celebraban sus reuniones, y planes que
fraguaban. En' una palabra, el cuartel real
fu~ la epidemia que contaminó al ejército,' yde
donde nacieron todas las turbulencias y acon-
tecimientos posteriores que ajitaron el pais y
dieron confianza á Maroto para ejecutar los
proyectos, que aun no tenia pensados, ó al
mCJlOS comunicado á sus mas inmediatos'amigos.


En vano procurarán sincerarse con D. Cár-
los muchos hombres, porque ellosv ellos solos.
fueron causa de los sucesos posteriores que die-
ronfin á la causa del príncipe: Su razon les
dirá sin duda que sus procederes inflamaron
los resentimientos de que el corazon de Maroto
estaba poseido. Otros hay que rlespues de ha-


. .




153
hel' desacreditado á su soberano, han hecho alar-
de mas tarde de su fidelidad, tan en contradicion
COIl sus públicas demostraciones. ¿El arzobispo de
Cuba podrá pretender nunca eximirse de .la
respOllsabi1idad1 Ó de la gloria que le cabepor
los juicios (lue emitió ante 1\'Iaroto en descrédi-
to de D. Carlos y de sus' privilegiados cortesa-
nos? ¿Podrán negar muchos de ~os allegados ';i
este, de la cooperaeion que con malicia ó sin
ella, prestaron al descrédito del príncipe, emi-
tiendo libre y públicamente ,sujuieioso~ela:
cegu~dad de su amo, á quienes 'hoy pretenden
haber seM'ido con lealtad? Los pueblos de Du-
rango, Azcoitia , Azpeitia, Tolosaytoda la Gui-
púzcoa, podrían atestiguar la contradicion de sus
opiniones, entonces, con su conducta' poster~'or;


Igual era en Oñate la constante y pública
enemistad que los Montenegros-profesaban á
las personas quecomponian el gobierno' de
D. Cárlos, y generales y sabidas las ideas que
esparcian entre los habitantes de esta pob1aeion:
y en el cuerpo de artine:rÍa que mandaban. En
Estella la tasa del gobernador era punto de
reunion para producir las mismas murmura-
ciones., y para anunciar ~rllérmino desastroso'
que produriria la terquedad en:apoyar 'y no
castigar á los e~~igos,déclatados ' de ~arb,to..
Finalmente, los h~tnbr.e.s 'qtie'véianlas' conse-
cuencias de Ia imprudente: y 'desleal, conductá
d~ los al1egados ~ los ministroscclamaban ,fpór
un remedio dicaz, enérgicc;y FOfI'érdso que cu-




JS.i
rasé los males que amenazaban á lodos, y muy
pocos los que no se quejaban de D. Cárlos. To-
dos querian que la fuerza armada ejerciese un
acto. de violencia que cortase la gangrena, y con
frecuencia se oianvoces de que los batallones
subiriau un dia al cuartel real para ejecutar lo
que larazon y la.resperiencia no alcanzaba en
el ánimo de D. ,Cárlos. Los mismos que hoy
perrpanecen al lado de este príncipe, y que en
aquel tiempo tambien le cercaron, preguntaban
á ~lo¡; )mgelos que del cuarteI6e\leral, ibanal
real, ~~¿'Cuándo viene Maro(o: cWJ. un par de
» batallonespara cortar 1($, cabeza-á los pícaros
» qw (t,qui tr-neTn(j~ ,?!~' ,


.. Deiesta: manera se discurria en el cuartel
r~ait en las poblaciones numerosas, y hasta en
los.caseríos, y en este sentido se esplicaban los
primeros cortesanos, los generales, gefes, pre-
lados eclesiásticos y empleados].¿y, CÓJ;Ilo habian
-de pensar' de otra manera los que veian delan-
te de sí un general profundamente resentido,
un ejército ofendido, dispuesto á cp,me~et cual-
ql1i~r,atentado"1 un pais cansado de, facilitar
unos recursos q:ue. seinvertian en objetos tan
contrarios á la causa que habian proclamado?
, El auditorg~ñeralseretiré de Azcoitia y
mar«;hó á Ocw.¡n<;l~apo ,en 'C\lY~ pueblo se ha-
llaba, el cuartel ,general, y desde 'este á Villa-
real.de. Aláva', en donde estaba -Marota acom-
l~"ado solamente dedos batallonesque siem-
pre: le seguian!y' cuyos gefes le merecían toda




t55
confianza. El conde de Negri cORel.E.:~, ocu-
paba la poblacion de Ocharidi:mo,'Ó:na,legua
distante tlel alojamiento en' que, esíabaMaroto,


El auditor general llegó el 15 'de enero
de 1-839 'áVillareal de AJava para dar cuenta
á Maroto del resultado de la coniision.que aca-,
baba de desempeñar; pero esto no pudo! verifi-
carJo en muchas horas, porquc:ell~eheralhacia
algunas que estaba conferenciando, secretamen-
te con un ayudante:del genéal Espartero ,Ila-;
mado Paniagua, que le dijeronhabia llegadoi
aquella tarde; Cuando se cohcluvétesta .oonfé...
rencia rnisteriosa.. yse retiró;P:iniagua á su
aloiamientn, el auditor ¡gener¡¡.l se.' .presentó: ái
!vIaroto, le refiriocuanto-habia ocurrido en el
cuartel real, y preguntándole despues qué· co-
mision habia . traido el ayudánte referido, 'le¡
contestó: l\Dejeme r,:tÍ mb .obrar-zque 'son co-
>, sas muy delicadas, y tenga.·;V~ :eniendido que
,> lodo se arreglará; la guerra se ~~ticluirá ,y
»la suerte'de los hombres' variará '1u}~rosa'y
11 ventajosamente ,salllán,dose los . principiosc : r-
«teniendo lugar el mismaD, Cárl:iJsy su hijo;
»pero el sigilo. de esto es tan .cinlerlsLlnte', co-
n mo comprometido podría ser Zoritas leoe sos-
»pecha que infunditseeste paso',' que 'será co-
» honestado :1Tajo'el' pretesto de arreglar canjes;
»y mañana se' restituirá' á su sut!u¡tel general
» el parlamentaria, ,,"


Asi se verificó, pero esta visitario fuc ro-
t;ibicla por losgefes y tropa con. la sencillez del




156
objeto querse.anunciaba ; no obstante, todos en
sus, sospechas manifestaban el deseo de que fue-
se realidad lo que entonces se presentaba tan
superficial é ¡indiferentemente.


Desconocen cuantos han tomado la pluma
para' describinlos. sucesosocurnidos en estas oír..;
eunstancias ; el .carácter reservado del general
Maroto ,.·el.~tial tiene; manifestado 'que en el
discurso de sulvida-no ha dejado una sola ves
de..llevar rhasta' el-fin cuanto se ha'propuesto¡
ignoran qri~:loque entones se .propuso llevar
adelante, jamás se lo comunicó 'á nadie, yque
solo.sevalic :dé -los hombres í seguir las oircuns-
tanciasy .objetos'para 'qué 'los necesitaba, mar-
chandoal término.que se propuso, cuando con-
sidel'óá todos comprornetidos , hablando siem-
pre poco ,alejaindD todo motivo 'de coniestacio-
nes particulares ,Y' 'Q un en. las' precisas respon-
diendo con palabras.. de sentido diferentes y am-
h!guas.. El general Maroto pudo hacer dudar á
muchosc.y v eq,uivocar á los. mas sobresus ver-
daderos sentimientos y proyectos.. Estasverdades
podránjustificarlas aquellos á 'quienes se ha con-
siderado en el país por ser sus mas iritimos y
mejores amigos', y cuantos '-ge'nerales y. gefes
sin saber nunca de qué modo los ha llevado
hábilmente .alIogro de sus ideas; y á la realiza-
eion de suplan. Maroto nunca tuvo mentores
ni consejeros, porque no reveló sus proyectos á
persona algUlla de las que mas mtimamento
le' rodeaban, y resuelto á llevar á adelantesu




157
objeto, estudió el pais, la voluntad general
del ejército, y por sí solo ha ejecutado hasta
un yunto dado la empresa que tantos' beneíi-
cios babia de producir á la Nacion española, si
bien la obra no dió por resultado lo que él mis-
mo se propuso, y lo que tácitamente deseaban
todos cuando fue llegado el momento de tras-
lucirse la posibilidad de a]gun convenio.


Referido el primer hecho ocurrido en Vi-
llarcal de Alava , que tanto llamó la atencion, é
indicando el efecto que se advirtió en el ejérci-
to, la marcha de los asuntos siguió sin notable
alteracion. La dura 'estación que ya se esperi-
mentaba, determinó á Maroto trasladarse á Du-
rango con las tropas, para proporcionarles el
abrigo y comodidad compatible con las circuns-
tancias; acantonándolas en esta poblacion y en
las inmediatas. Bic11 ,pronto se estendióen los
nuevos cantones la voz de quc D.' Cár]os esta-
ba pronto á poner remedio á los males que á
todos aflijian, la cual llenó de esperanzas á los gc'-
fes y oficiales que manifestaron su alegria en una
comida: pública quedió lugar á.que se repitiese
.otra á 'los dos dias, que dispuso y pagó el or-
denador del ejército, pero sin que en una ni
en otra se faltase en lo mas mínimo á D.Cár..
los, como supusieron algunos; , '" ,


En los días cn que 'permaneció el cuartel
general en Durango, se hablo libre y general-
mente contra los ministros y consejeros de Don
Cárlos, y marcándose el deseo y la 'resolucion




158
elefusilarlos; tuvo principio la voz de que pron-
to se acabaria la guerra; indicacion que nadie
e.reyó, pero que escitó el interés general, y dio
lugar á secretas averiguaciones; mas la tormen-
ta se preparaba acrecentándose la oscuridad que
presentaba el orizonte , siendo muy notable la
copla que por las calles cantaban los soldados:


Por aqui no hay nada,
Por aquí 110 hay nada,
Por Navarra sí;
Por aqui no hay nada,
Por aqui no hay nada,
Vámonos allí.


Mejorada la estacion, dispuso Maroto el
movimiento de la columna de operaciones so-
bre Navarra, y pidió á D. Cárlos, por conduc-
to del conde de Negri, licencia para que pasa-
sen las tropas por Azcoitia , para que revistase
su disciplina y estado; mas en los momentos en
que esperaba Maroto la contestacion , recibió
aviso de que el cuartel real habia emprendido
su marcha al pueblo de Vcrgara, en direccion
de Oñatc. Sabida que fue esta noticia, se discu-
tió por Maroto , coronel Oteisa y Arizaga un
accidente tan inesperado, y como la mala fe
ejercia una influencia decisiva entre los dos
cuarteles, llegaron á sospechar que el objeto de
la traslación abrigaba el proyecto de trasladarse
á Navarra para formalizar con los gefes llliC




139
allí estaban desafectos á Marola, un plan de
oposición á su mando, a~tes que llegase este
con su columna. En esta discusion se acalora-
ron los juicios y la irritabilidad contra personas
determinadas, y Arizaga manifesté en el suyo:
\tLas cabezas principales de la dislocacion que
» se esperimenta , y, que á todos nos ocasiona
» tantos disgustos, existen en el cuartel real;
» alli está la fuente venenosa de la cual salen
» los raudales que se comunican á las demas
» poblaciones y al ejercito; y allí es donde se
» debe curar el cáncer y no en otra parte, por-
» que los iniciados con aquellas, Son únlcamen-
) te instrumentos ciegosd'eatnbicion para" ~e­
» cuntlar sus planes, y si hay fundamentos pa-
» ra creer los temores espresados , ecitense radi-
» calmente , y salgamos de una vez, de tanta
»onsiedad. En mi concepto, siihan de tomarse
» medidas violentas, la natural 'Y procedente es
)) la de marchar esta madrugaJa para llegar
)) á Oñate al mismo tiempo que el cuartel real,
)) y hacer un escarmiento, en los que no quepa
)) duda que sea"} autores de los' males-qué '!OS
» afligen." . ' , '.; ,


No parceló mal esta' opinion á Marotofíi á
Otcisa , y el primero vmandó lhmar inmediata-'
mente los gefes de loscuerposl En efecto, cbm..;
parecieron estos, reprodujo Arizaga su juicio
emitido, y se conferenció sobre la determina-
cion mas razonable j pero hahiendo' demostra-
do el coronel D. Manuel Landihar lo cOID1"rO-:-




160
metido y espuesto del pensamiento de ArizaO':t;
sin conocer antes el espíritu de Navarra y a~e­
gurarse de los resultados que podria tener me-
dida tan violen la , Maroto se conformó con el
parecer de Landibar, y dispuso se adelantase la
marcha para no perder el tiempo que podrian
aprovechar los consejeros de D. CárIos. Maroto
creyendo negada su peticion , dió orden para
la marcha de las tropas, en aquella madruga-
da, por dos diferentes caminos, que ambos se
dirijen á Navarra,. señalando los pueblos de


. Azcoitia , Azpeitia , y Villareal de Zumarraga
para sus acantonamientos en aquella noche . .iÚ:i
se verifIcó; y .cuando' ya todo el cuartel gene-
ral se encontraba alojado en Azcoitia , recibió
una real orden previniéndole que D. Carlos de-
seaba tuviese efecto la revista, y señalaba las
diez de la mariana del siguiente dia en que
deberían estar Íos cuerpos formados en el cami-
no real de Vergara á l\fonc1ragon.


A las once de la noche circularon los ayu-
dantes de campo á los comandantes de los cuer-
pos las órdenes .consiguien les, y á la hora se-
ñalada se encontraron en la forma prevenida,
durando la revista hasta las dos de la tarde, en
que volvieron otra vez á ponerse en marcha
para los pueblos de sus respectivos alojamientos.


. En Vergara Maroto suplicó á D. Carlos no
demorase por mas tiempo el remedio que le
tenia ofrecido, como único para estingull' los
males que le había denlllH'iac.!o por el audilo¡'




161
general y por su segundo el conde de Negri.
que varias veces había sido comisionado con
iguales instrucciones; y como el príncipe nada
resolviesc , Maroto le maniícsto: \\Se,jor; la ir-
l) resolucion de V. M. en esta parte, compro-
n mete la autoridad que en mí ha depositado;
» y si V. M. no castiga á los generales y eni-
)l picados quetrabajan sediciosarnente contra mi
» honor y contra mi vida, me va á poner en el
» preciso caso de fusilarlos." A lo cual replicó
D. Carlos: \\ ¿' Y que, lo harás? \\Maroto lt~
respondió: \\ Si, señor, lo hare, aunque V. ]JI.
u rlespues tendrá el disgusto de mandar sepa-
» rar mi cabeza de los hombros; pero yo lo
» hare:" ~\No lo harás," le replicó D. Carlos.


Sin emb;¡rgo, el príncipe convidó á comer
á su gefe de J~. 1\1 que no admitió, poniéndo-
se en marcha para Plasencia con el ordenador
del ejército, en cuyo pueblo estaba el auditor
general.


A la mañana siguiente emprendieron su
marcha para Azcoitia , en donde se hallaba el
cuartel gcncral, y :\Iaroto acompañado de Al-
gunos ayudantcs de campo se alojó en la po-
salla de San Ignacio de Loyola, media hora
distante de Azcoitia. En ella tuvo una larga
conferencia con el arzobispo de Cuba, y pasó
despues á visitar al padre Gil, con quien tarn-
bien habló bastante tiempo.


Al siguicnte dia rompieron las tropas su
marcha para Tolosa ~ á donde llegaron á las


11




16~
once y media de la mai'iana. Presentóse á Maro-
to D. Bernardo Iturriaga, comandante general
de la línea establecida en Andoain, sin que en
las conversaciones que se suscitaron entreaque]
gefe y el auditor gcneral, emitiese ~1aroto idea
alguna que indujese á creer proyecto particu-
lar relativo á personas ni providencias guber-
nativas de ninguna especie, antes por el con-
trario, llamó contratistas de caballos, y les
aseguró tenia la bastante cantidad para pagar-
les mil si los introducian buenos y en un todo
equipados. Entre tanto Maroto , sin dar cono-
cimiento á nadie, comisionó oficiales que con
partidas sueltas pasasen á Arribas, Villa real y
Zumarraga, y ejecutasen las prisiones del gene-
ral D. Pablo Sanz , de su hermano D. Floren-
cio y de D. Luis Ibañez, oficiales del ministerio
oc la Guerra; y á las cinco de la mañana del
siguiente dia se pusieron en marcha los cuer-
pos y el cuartel general para Navarra. En el
momento dc montar á caballo fuc cuando su-
po el auditor general las prisiones decretadas.
que se las comunicó con reserva el coronel
D. Juan Leiva.


En la misma marcha se presentaron á
Maroto varios oficiales procedentes de Estella
y otros pueblos de Navarra, y le entregaron
unos pliegos que leyó, pero que á nadie dijo
su contenido; y en el pequeño de¡;canso que
.mandó hiciesen las tropas en Lecumberri , se
yió llegar escoltado al general Sauz, el cual




163
entró y comió en la misma casa donde estaba
Maroto.


A las dos horas continuó la marcha para
Atondo, y un cuarto de legua antes de llegar á
esta pobLcion, se encontró Maroto con el in-
tendente Uriz , en una vuelta que forma el ca-
mino entre el rio que va á Estella y una pie-
dra que sobresale, de tal manera, que los caba-
llos de uno y otro se tocaron. Este encuentro
tan casual fue desgraciado para Uriz. Le pre-
guntó Maroto donde iba, y mandó le siguiese,
como en efecto lo verificó, llegando todos jun-
tos á Atondo, en cuyo pueblo se alojó Uriz con
el ordenador D. Bernardino Beatas, que de-
sempcñaba , por ausencia de aquel, la inten-
dencia del ejército. Nadie podia imaginarse el
próximo fm de aquel, cuando por la noche ha-
bló largo ralo con Maroto,


El cuartel general prosiguió su marcha á
Estella al siguiente dia, llevando en clase de
arrestado al general Sauz y al intendente Uriz,
permitiéndoseles en los descansos el alojamien-
to y comodidades que les correspondian por sus
clases respect ivas.


Cuando Maroto entró en Estella la tarde
del dia 17 de febrero y pasó por el alojamien-
to del comandante general de Navarra D. Fran-
cisco García, asi este, como su crecido número
de ayudantes. estahan asomados á los halco-
nes, y es inconcebible Ía serenidad y disimulo
de Maroto en estos momentos, cuando era na-




1G~
tural que ya medita1á el proyecto que llevó
ocsllUes á ejecucion.


A las pocas horas recibió Maroto un parle
(Iel oficial que mandaba la partida quc fue á
Villareal y Zumarraga , en flue lc participaba la
Juga del oficial de la secretaria de la Guerra
D. Florencia Sauz , y su direccion al cuartel real.


Al propio tiempo llegaban por todas parles
rumores de que se tramaba alguna sedicion , y
el gobernador de la plaza D. Bias María Hallo,
el coronel D. Joaquín Llorcns , varios eclesiás-
ticos y otras muchas personas, hacían revela-
ciones importantes sobre hechos sediciosos y
alarmantes que por tallas partes se notaban,
mas todavia Maroto nada ejecutivo hahia re-
suelto ni determinado, y quizá sus providen-
cias no hubieran sido tan violentas si el gene-
ral García no hubiese intentado huir de la ciu-
dad con un disfraz qne manifestaba el temor
de que se hallaba poseído, y no hubiesen desa-
parecido de Estella al propio tiempo el cura de
Aycgui y otros eclesiásticos, empleados y ge-
fes militares del bando opuesto, que repen-
tinamente se ocultaron ó huyeron al cuartel
real. .


La promesa de ~faroto hecha á D. Cárlos
en Vergara, empezaba á verse confirmada por
una conducta que hacia creer su cumplimiento:
los sucesos .se precipitaban cada HZ mas, mien-


. tras este príncipe y su gobierno no adoptaban
ninguna determinacion eficaz para contenerlo.




165
!\Iaroto ya habia tirado el guante, apoyado en
el ejérci to , en el pa is (1ue le a usil iaba , y en la
inaccion de D. Cárlos, que le scrvia de apoyo.
porque este nada mandaba ni resolvía, pues
en lugar de montar á caballo y colocarse á la
cabeza del ejérci to , se ocupa ba solo de cosas
que no estaban á la altura de la situacion y
trance en que se encontraba la causa que repre-
sentaba en su persona.


La noche del 17 , que precedió á los fusi-
lamieutos de Estella , se reunieron en el aloja-
miento (le ~Iaroto elconde de Negri, el gene-
ral D. ~[ekhór Silvestre, y el auditor general.
No hien habian pasado algunos momentos, cuan~
do -'faroto empezó á quejarse de la oposicion
que se hacia á su mando, de las tramas que se
urdian para contaminar el espíritu del ejército,
y los peligros en que todos los leales servido-
res del He)' se hallaban envueltos por una tur-
ba de descontentos y ambiciosos (lue tenian ga-
nado el corazon del príncipe.


Marola hahia recibido el parte verbal que
le dió el comandante de la guardia de la puerta
(le San Nicolás, por el cual se le noticiaba que
el general Garda habia sido detenido y arresta-
do en ella al intentar su salida con el disfráz
de eclesiástico , sobre cuyo accidente se formaba
la competenfe sumaria. Este acontecimiento, y
varios documentos que dió Maroto á leer al
general Silvestre, fueron oidos por todos con
el mayor asombro é iudignacion , y el gefe de




166
E. M. haciendo palpable la necesidad de repri-
mir el espíritu de sedicion que veia cundir en
las filas del ejército, por escitaciones tan fuer-
tes, aseguró á todos su resolucion de tomar
medidas eficaces que cortasen el mal y salvasen
la causa de D. Carlos,


I ...os dos generales y el auditor general ca-
lificaron en su conversacían los hechos como
altamente criminales, y convinieron con Maro-
to en los terribles males en que se veian envuel-
tos, y en la necesidad de ocurrir al remedio,
salvando la causa realista de su próxima ruina;
y despues de una larga conversacion en la cual
no se decidió ni pensó en los medios de acudir
al remedio, se retiraron todos á sus respectivos
alojamientos, angustiados con el porvenir triste
que presentaba á cada momento con mas inten-
sidad, los males de que todo el mundo se la-
mentaba.


Ya retirados á sus alojamientos los (Iue,
como queda dicho, visitaron en el suyo á Ma-
roto, se resolvió este general á dar la orden es-
crita y firmada por sí mismo, en la cual se pre-
venia terminantemente al gobernador de Este-
Ila que los cuatro generales, é intendente Uriz,
fuesen puestos en capilla y fusilados á las dos
horas en el fuerte del Puig, á donde fueron
conducidos y asegurados. Es de notar que cuan-
do se dió esta orden , aun todavia no existian
en Estclla capturados, ni el general Guerg-ué,
ni el brigadier Carmona , (Iue entraron escolta-




167
dos por partitlas de caballería en la madrugada
para el 18, habiendo sido habido aquel en su
casa de Legaria, y este en la suya de Cirauqui,
Los caballos de los cinco fueron entregados des-
de luego al 4.0 escuadrón de Navarra. A las seis
de la mañana recibió la órden el doloroso cum-
plimiento que todo el mundo conoce, y los ge-
nerales Silvestre y Negri, '1 el auditor general.
no tuvieron de este grande acontecimiento nin-
guna noticia anticipada, ni mas aviso que el que
se les dió una hora antes de la ejecucion de
aquellos, por sus ayudantes, y al auditor ge-
neral por el que 10 era de E. M. D. Roque Li-
nares. Vistióse Arizaga en seguida, y asomán-
dose á un baleon de la casa en que estaba alo-
jado, hablaba sobre el suceso con D. Joaquin
Vera, ayudante de E. M. que se hallaba tam-
bien en otro frente al suyo, cuando vieron pa-
sar á Maroto acompañado de un ayudante con
.lireccion á la puerta que va á Villatuerta, no-
tando su regreso á los pocos minutos, pero sin
comprender el fin que lo habia llevado á tal re-
conocimiento, hasta que oyeron á poco las bandas
de tambores y vieron entrar diferentes batallo-
nes que formaron en varios puntos de la ciudad.


Maroto reclamó en la misma mañana del 18
al ministro (le la Guerra la persona de D. Flo-
rcncio Sauz que habia logrado presentarse á
D. Cárlos, amparándose del fuero de casa real
que pidió como oficial de la Secretaría de la
guerra. Por aquel juzgado no iO~Ulente se ne-




168
gó la peticion de Maroto , sino que se reclamé
la persona de Ibañez , que se hallaba en igual
caso, pero que era conducido á Estella y no
habia logrado escaparse como Sauz,


Algunos mal enterados y no poco dispues~
tos á acriminar la conducta de los hombres que
fueron mas estraííos :í la resolucion de aquellos
actos, han supuesto después que el fusilamiento
de los cinco desgraciados fue consecuencia de
11na sentencia dada por el consejo de guerra
que se celebró la noche anterior á la ejecucion.
y que lo formaron precisamente los mismos ge-
nerales y el auditor general que visitaron al ge-
neral Maroto. Este hecho es al úllimo grado
falso y calumnioso, La reunionreferida, y la
conversarían que queda esplicada, no tuvo, ni
podia tener, carácter alguno de tribunal. Care-
cía aquella reunion del número que se necesita
para constituir semejante consejo. No podia
constituirse en tal, siu la formacion de autos,
SlU la comparecencia de testigos y acusados; Ial-
taha un juez, por consiguiente una acusarion
y defensores. ¿Cómo se puede atribuir á una
tan simple reunionIa solemnidad de constituir-
se en Tribunal Supremo, usurpando á la jmti-
cia sus derechos , y á las leyes su accion y sus
fónllulas? Para e'jecutarse una estraordinaria
medida se podria nccesitar , acaso el cubrir la
providencia con las apaciencias legales; pero
esto no se encontraría tamporo en la Iorrnacion
de un consejo de Guerra, iustituido de uua nra-




169
nera tan absurda para legalizar medida tan
fuerte y contraria á las prcrogativas de las per.,-
sanas que sufrieron la sentencia. No y mil ve-
ces no: la verdad es menester proclamarla y
elevarla á la altura en donde el mundo la vea
y la oiga, cuando se trata de la defewa del ho-
nor de un m:lgislrado, á quien se le acusa de
haber hol1:Jdo la Ley.


Los hechos han de presentarse claros como
la luz del dia, y los fusilamientos llevados á efec-
to en la ciudad de ]~slena, están todavia envucl-
tos bajo las sombras del misterio, y bajo el velo
con que ha pretendido cubrirlos la prudencia
y los intereses de la misma causa realista.


Testigos son los generales Silvestre y Negri
de que en la reunion , ó mejor dic.ho, sociedad
que se verificó en casa de Maroto la noche del
17 de febrero, no se trató ni una palabra de
Jos fusilamientos que á la mañana siguiente tu-
vieron lugar, ni aun de la prision de Gucrgué
y Carrnona. Testigos son irrecusnbles , ponplC
aquellos generales comen en el dia el pan de
la cmigrac.ion y reusaron adherirse al Convenio
<le Ve¡:gara. Ql,IC dig:ln ellos si la reunion tuvo
el carácter oficial que se ha supuesto, y que
(ligan si el auditor general emitió una opinion
<pIe apoyara 10 que se ejecutó poco despues.


Si los fusilamientos ejecutados se hubiesen
hecho autorizados por la decision de un Con-
sejo, (ino se hubiera exijido un acta del mismo
ó un dictamen del auditor general? Pero era




170
imposible que documentos de esta especie se oie-
sen, cuando los que visitaron á ~1aroto ignora-
ban su resolución.


El auditor general no opinó por los fusila-
mientos antes de su ejecucion , ni los aconsejó;
pero cuando los supo y se presentó á Maroto
aquella mañana, los aprobó, manifestó su acuer-
(10 con la ejecucion de la sentencia; los creyó
estar en las atribuciones del general, poderlos
mandar t y necesarios para salvar la causa (le
D. Cárlos. Si al auditor general, si al hombre de
la ley, preliminarmente se le hubiera consulta-
do y peñido dictamen sobre punto tan delica-
(10, es claro que faltando todos los requisitos le-
gales y de fórmulas, se hubiera guardado mu-
cho de opinar por los fusilamientos. La razon
es bien óbia: los magistrados militares no opi-
nan ni dan su voto sobre la vida de ningun
militar, pues lo que únicamente hacen, es sen-
tar que se han guardado todas las fórmulas
para que el general apruebe, ó en su caso res-
pectivo la autoridad soberana. El auditor en
semejantes casos no juzga sobre la esencia sino
sobre los requisitos; y esto, porque la adrninis-
tracion de justicia militar está basada y funda-
mentada en que cada uno sea juzgado por sus
iguales. Todas estas consideraciones demues-
tran que el auditor general, si hubiera sido
consultado la noche del 17 sobre las ejecucio-
nes que habian de tener lugar á la mañana si-
guiente t hubiera combatido Jos fusilamientos,




171
aunque no hubiera sido mas que por el absur-
do jurídico-militar que apareciera, si la firma
del auditor general se encontrara en la senten-
cia, y tales observaciones propuestas al general
Maroto , es indudable que lo hubieran desvia-
do ele su resolucion , ó al menos hubieran sal-
vado la participacion del auditor general en ta-
les actos. Sin embargo de estas razones legales,
no ocultará el auditor general que cuando los
terribles actos· se habian llevado á efecto, V'
cuando en fuerza de sus conversaciones con ~l
general ~laroto y otras personas lIeg-ó á con-
vencerse política y moralmente del fin á que
caminaban los Iusilados , los medios alevosos de
que se valian, y el horrible abismo que abrian
á la causa realista y sus defensores, aprobó en
su opinion la resolucion del general Maroto , y
cree el auditor general que en su caso hubie-
ra tenido la misma firmeza de espíritu para
llevarla á cabo. Es necesario tener presente de
que en aquellas circunstancias era imlispensahle
en el campo carlista combatir las sediciones con
los golpes de estado. Estas son dos cosas corre-
lativas, y el que emplea las vedadas armas de las
primeras no debe quejarse si sufre los severos
efectos de los segundos. Antes que ~Iaroto lle-
gase al fuerte estremo elel i 8 de febrero, ya
habia tenido lugar la sedicion de los batallo-
nes navarros, el fusilamiento del teniente coro-
nel U rra , V el inf~lme asesinato cometido en
la persona ~]cl dcsgraeiaJo y distinguido briga-




172
dier Cabañas, de órden del general Garcia . .El
general Maroto antes de adoptar el sangriento
castigo, habia apurado las amonestaciones mas
efIcaces cerca de sus contrarios, para que corri-
giesen las dcmasias de su conducra ; habia he-
cho presente á D. Carlos sus fundadas quejas,
y este desentendiéndose de ellas, habia dejado
que las pasiones lIegáran al mayor encarniz;~-,
miento. Se convenció de que el plan de OpOSI-
cion á su mando estaba organi7.al\o, puesto
(lue en la junta consultiva de guerra se hizo
adredemente perdidiza cierta sumaria, mamh-
da instruir contra el genera\ Sanz sobre vo-
ces subersi vas, y en una palabra, las cosas lle-
garon á tal situacion , {Iue ó Maroto daba su
golpe de estado, ó él y los de su partido eran
fusilados. Si los que sufrieron la sentencia hu-
bieran pOllido sospechar que habria firmeza
para hacerlos morir, que sus mismos paisanos
habrían de fusilarlos, es indudable (lue la su-
blevacion (le los balaJlones de Aguirre se hu-
hiera anticipado, y la esplosion que destruvo
de un golpe la causa de D. Cárlos hubiese te-
nido lugar meses antes. La imaginacion no pue-
de alcanzar, ni la pluma describir lo {}ue hu-
biera sucedido, si un solo tiro se hubiera dis-
parado en lance tan crítico, pues á no haberse
encontrado muy inmediata y desembarazada la
frontera de Francia, acaso se hubiera visto obli ....
gado el cuartel real á buscar un refugio en el
mismo campamento del general Espartero. A




173
lal punto l1CYÓ las tosas Arias Tejeiro y su
l)artido, cicgos en su espíritu de venganza, y sin
discernimiento en los medios aplicados para con-
seguirla.


Al general Maroto se ha querido gravar es-
clusivarncnte cou la responsabilidad de los fusi-
larnicutos, sin tener presente {Iue los gcueraJes
Alzáa, Rollo y domas gcfes que le dieron los
partes de la sellicion, fueron los que presenta-
ron la causa y ocasion para el tremcudo pro-
cedirnicnto. Estas delaciones fueron las que sir-
vieron de cuerpo de delito para llegar á los fu-
silamientos, y fueron las quc predispusieron al
ejlircilo en mirar corno justo el ejemplar, y las
que convencieron al pais , sin embargo de que
en él los ejeculallos tcnian sus mas estrechas
relaciones, que la medida fuc indispensable
para salvar la propia causa que defendian.


Sin tales fusilamientos, ¿ qué hubiera silla
de Eguía, los Cabarias, Zariátegui, Elío , Villa-
real, Latorre, el arzobispo de Cuba, Ramirez
de la Piscina , los Montenegros, del mismo in-
fante D. Sebastian , y de tantos 011'005, blanco
de losotlios del partido de Arias Tejeiro? To-
das estas personas notables por su carácter,
ilustres por sus servicios prestados á la causa
que habian servilla, y alguna altamente eleva-
{la por lo augusto de su sangre, ejercian iume-
dialamcule un gra;¡de influjo en el país, cuyo
influjo no podia menos de manifestarse favora-
hle á las medidas tomadas por el general Ma-,




174
roto. En elpais y en el ejército desde que ap.1-
recierou los supuestos planes de transaccion,
cuyos documentos obran en el apéndice de es-
ta memoria, hubo un convencimiento de que
todo era forjado á placer por los hombres de
un partido que queria deshacerse de sus con-
trarios á toda costa. El estremo de la sagaci-
.lad infernal 'que en su obra emplearon los au-
tores de aquellos documentos, demuestra lo fal.
so de su orígen, y la perversa intencion que
los movia, intencion que el ciclo ha sabido cas-
tig:lr. En el, apéndice número 5.° se sienta por
base de transaccion la Iibertad de conciencia,
punto que como todo el mundo sabe , hiciera
'eterna cualquier guerra en España, y mucho
mas en las provincias Vaseo-Na varras , dou-
de las creencias relijiosas se puede decir que se
encuentran identificadas con la médula de sus
huesos, y donde la noble libertad que han goza-
do desde la cuna de la monarqu ía, les ha hecho
conocer que con tales creencias pueden ser li-
bres, hravos y generosos; ahora bien, ¿qué per-
sona que no fuera del ínfimo vulgo, pudiera
haber crcido que por parle del gobierno de Ma-
drid se-hiciese semejante proposicion , ni entrar'
por base de convenio alguno para cualquier
hombre que se respelase á sí propio, y que se
encontrase militando en la bandera realista? Ni
el periodista mas escéntriro del hando liberal,
elevado de un golpe á la altura de }l()(ler me-
diar en tales negociaciones, ni el hombre de la




175
corte de D. Cárlos que tuviese mas afmidad
con las ideas liberales, pudieran haberse entendi-
do sobre tal base; el periodista, al menos por po-
lítica, por prudencia, por discrecion ; y el car-
lista por honor á sus principios, á sus compro-
misas, y á la conciencia de hombre honrado. Pe-
ro para los forjadores de aquel inícuo plan, lo
absurdo no era un óbice, si por su malicia
iufernal podia manchar, herir, tlestruir á sus
enemigos. Acaso el tiempo revelará el autor ó
autores de tamaña falsedad, y ya el auditor
general había logrado poco antes del convenio
encontrar algunos indicios por la semejanza de
cierto carácter de letra que vió entre unos pa-
peles muy parecidos al de los anónimos. Entre
tanto, y sin pretender que esta presuncion ad-
quiera los derechos de una certeza moral, el
autor de esta Memoria llama la atencion de los
hombres familiarizados con el artihcio y diver-
sas dotes que distinguen á un autor de otro, y
me dirán si no encuentran una grande afini-
dad, una sorprendente semejanza en la mar-
cha de los períodos, en el modo de presentar
las ideas, y en los diversos giros de locucion que
se notan en la proclama que indudablemente
confesará \101' suya el partido del capuchino Lár-
raga, y el proyccto de transacción que se atri-
huia al general Maroto. Si hay tal semejanza
entre ambos escritos, que acusen ser los dos
}lart05de una propia pluma, entonces la false-
dad I 1:\ superchería y las viles artes de que se




176
valieron Arias Tejciro )' sus anegados, no ne-
cesitan de mas prucl.a , )' las terribles ejecucio-
nes de :Estella tendrán otro fundamento mas
eu que apoyarsc·


Conocia el auditor general en su carácter
privado, y comota] se cspresó en varias ocasio-
nes, que las iutrigas del cuartel real y de los
favoritos y allegados de D. Carlos, habian de
asesinar la causa realista, durante la lucha y
aun des pues , si ella se coronaba ron el triun-
fo. Comprcndia el mal, porque había tocado la
llaga y pensaba que para salir de esasituacion
que cornprornetia el porvenir de . los principios
y cosas que dcfcndian, era necesario cortar la
gangrena atacándola en el cuartel real con una
medida fuerte y enérgica, pOrf¡ue á veces es-
ta salva la vida y existencias dc las Monarquías
absolutas, como se salvó la España , sin buscar
lejanos y estraños ejemplos, en el movimiento de
Aranjucz. Esta era la razou por qué pensaba
en Durango, y ha pensado siempre, que Maro-
to debia marchar sobre la corte de D, Cárlos
para castigar los enemigos de la causa que de-
fendíamos, y ejecutar un golpe de Estado, pe-
ro completo, que dando al general una fuer-
za de autoridad de que tanto habian carecido
sus antecesores, le facilitase después los medios
de vencer al ejército contrario. Esta opinion no
es dudoso que será califll~ada desventajosamen-
te por algunos, y que los que no conozcan al
auditor general, supondrán en su persona prin-




'171
tipios contrarios á los que habia defendido leal
y honradamente; pero se engariarán los que tan
DIal lo juzguen. El auditor general veia los
DIales acrecentarse por momentos, conocia la
situacion para prever sus consecuencias, y suje-
tándose á la imperiosa ley de la necesidad, sabia
que un oportuno sacudimiento salva la vida de
un enfermo en el orden físico de la naturale-
za, asi como salva un pa is en el orden moral;
y que cuando la gravedad de los males exige
aquel terrible medio, los paliativos no sirven
sino para aumentar los moles que causan l.
muerte.


El auditor general, sin embargo, dirá que
en todo el curso de aquella tremenda crisis hu-
bo varios momentos en que una sola palabra
de D. Cárlos hubiera podido remediarlo lodo.
reconciliando á los corifeos de las parcialidadt~
opuestas, dcjando en su lugar á la autoridad, '!
utilizando en provecho de su causa los esfuer-
zos de lodos, haciendo renacer en su campo 1:t
fraternidad ardiente y la abnegarían de sí mis-
mo {Iue distingieron á los primeros compañeros
(le Zumalacarn'gui, que supo mantener en pu-
reza estas cualidades. á las que debió el éxito
de sus empresas. Aquellos rencores odiosos no
hubicrau podido resistirse á la influencia mági-
ca que la magestad real hubiera ejercido, di-
riéndoles á los gefes de los pal'tidos: abrazaos.
servidme , para los generosos J' los l/tU me S{f-
rrijiqmm SI/S IJ,6{rm'¡os serr' magnánimo 1'1',-,


I '1




1~8
pero jm::. inexorable para los que antepongan
sus odios á mi cousa.D. Carlos, en vez de
una conduela como la trazada, (}ue lo hubiera
sostenido en la esfera de donde no debe descen-
der jamás la mag('~tad real, tuvo por bien se-
guir otra diversa, y en el mismo hecho se le
consideraba como gefe de un partido cuyos in-
tereses preferia á los de su causa. D. Cárlos,
pues, debió, ó haber exhonerar]o á Maroto cuan-
dose 10 indicó el auditor general en Azcoitia.
ó bien haber trabajado con ánimo fume y mano
poderosa en arrancar, en estinguir aquellas di-
visiones que ya de antemano le hahian amena-


-zado durante el curso de su cspedicion , y que
al fll1 lo habian de sepultar entre las ruinas de
su causa, cuando mas podia lisonjearse de su
triunfo. La anirnadversion y repugnancia que
inspiraban Arias Tcjeiro, el obispo de Lean y
sus allegados, llegaba á D. Carlos espresada por
las demostraciones y representaciones nada equi-
vocas de las provincias, dc los pueblos y de las
personas mas influyentes en el ejército y en el
pais, Hasta un Monselior, especie de nuncio ó
legado que cerca de su l1crsona habia venido
desde Roma, movido por los peligros en que
vela la causa de D. Cárlos, tan cara para su San-
tidad" tomó cartas en el asunto , haciéndole pre-
sente en Estella meses antes de los fusilamien-
tos, lo conveniente quc era separar de los nego-
cios, y aun(lc la corte, al obispo de Lean,
Ari:15 Tejl'iro ~" demas personas uotahles de su




179
parcialidad. D. C;írlos deso}tí estas arnonestacio-
nes, que por el conduelo que iban daban espe-
ranza al mejor acogimieIlto, y aun se adelanto
á decirle al .'Uollseñor, clueil no entendia de
aquellas co~a"i.. .',c/%' .,', l' . .'"' .,. ¿ .."


ConociélHlose en lloma imlUlbhlemenle el
precipicio á domleiha á dcspeliarse la causa de
D. Cárlos, trataron por 011'0 camino de poner
remedio á tal perdicion , y entendiéndose que el
padre Lárraga, fraile capuchino, confesor de
D. Cárlos, era quien afirmaba mas r mas el áni-
mo de este príncipe en la senda por donde iba
estraviado , vino (leo!>(l(~ allá una carla dirigida
al guardian de los capuchinos de Az.('oitia, para
qu e rccoaiera en el claustro al IKldre I~árrap"a.


\_J -o
separándolo de la persona de D. Carlos, Sobre
esto se hicieron vivas diligencias y IlIUY pode-
rosas en el orden monástico, pero D. Carlos
resistió ta] separacion , y el p~Hl re Lárraga con
toda su influencia quedo á su lado. Cuando en
tantas ocasiones solemnes la verdad no se OYf'~
la luz no se vé , y la razon no convence, fu¿r-
za es decir que los sucesos humanos se guian
por leyes providenciales y por uua voluntad.
suprema fIne se Jaula de la prcvision y del
pretendido saber de los hombres.
]~I autor ha creido dchcr estenderse en las


circunstancias ocurridas, porclllc ha juzgado
(flJ(~ es de la mas alta importancia para la his-
toria esplicar con verdarl y minuciosamente )O~
SUCt'~OS <pU" lall!!) rontrilmvr-rou :tI t<:rmillo de




180
la lucha, y esplicará aC&pues., ::.iguíenJo el 01'-
den de los hechos, las poderosas causas y razo-
nes de alta política y pública conveniencia fIue
motivaron la redaccion de su dictamen en el
célebre estracto de la causa que se instruyó, y
que el público encontrará ílllegra al fInal de
esta obra. para juzgar por sí y sin mas ausilio
(Iue su buen juicio y criterio sobre la verdad de
todo, pues que la palabra del general Maroto,
empeñada en su proclama dc 18 dc febrero, en
la qne ofrecia presentar los documentos que
atestiguaban la traicion dc los ejecutados á las
seis de la mañana del mismo dia, no ha recibi-
,lo cumplimiento.


Entretanto que esta demostr;¡cion lleg;¡, y
volviendo á la relación de los hechos, á las seis
de la mañana estaba cumplida por el goberna-
(101' de EsteBa, D. Blas ~1aría n.olla, la órden del
general Maroto , y ejecutaclos los fusilamientos.


Grande fue la sorpre~a que esperimenta-
Ton los generales y dernas personas que por
disposicion de Maroto fueron puestas en capi-
lla. Unos y otros reclamaron, vueltos del lrri-
roer estupor, los derechos de defensa y trámi-
tes privilegiados que por ordenanza correspon-
den á sus respectivas clases. Los generales Gar-
cía y Carrnona pidieron ver á Maroto , lo cnal
les fue rehusado. 'Procuró el primero, cuando
se le leia la órdeu del gefc dc E. M., escitar á
los soldados dcll.o de l'~:arra recordándole,s
sus O'lori':ls, su mando como gefc del batallen,




~ 81
Y )05 servicios prestados pr,r los gcner~l)es que
habían combatido con ellos. á fin de separarlos
de la obediencia y salvar sus vidas. pero la es-
colia rechazó con energia sus demandas. y
amenazado por uno de los soldados el general
(yarcia, se dispuso á recibir la muerte con re-
signarian cristiana y eSfOl'7.aoo corazon.


Carmonn, dirijiélldose á la tropa que 10 ejecu-
tó, les declaró su inocencia, encargándoles respela-
sen y defendiesen á su rey, y manifestando la sor-
presa que le causaba el s~r fusilado por la espalda.


Guergllé solo se ocupó en algunas disposi-
ciones de interés privado, y murió con sereni-
dad y resoluciou , sin dirijir á nadie la palabra.


El inlendente Uriz supo morir con serena
conformidad; y el g~neral Sanz , que desde el
momento de la notificacion se habia reducido al
silcucio , murió tambien conforme y religiosa-
mente. Su cadáver fue recojido por la viuda do
D. San los Ladron , con quien debia casarse, y pa-
ra la que llejó escrita una carta noticiándole su
desgracia y rogánoole lo encomendase á Dios.
¡Triste estrella la de esta scñora , ver morir de-
sastrosamente en poco tiempo y sucesivamente
á un marido y á un prometido esposo!
l~n la misma mañana mandó Maroto 31


auditor gen~ral estendicse una proclama al ejér-
cito y pais , hajo las l)ases f)uc le indicó, y fue
aprobada por el conde de Negri, el cual hizo
al lY unas variaciones -rue motivaron una SC~llH-n ~ v
da impresiono




'1B:¡¡
A las ocho (le la mniiana del lIIiSIlJO día,


(los horas despurs de los fusilamientos, fue lla-
mado por el gel~~ de R ~I. el auditor general
por medio de un avudante , y le entregó aquel
u u ofIcio fIue ya tenia cscr-i to por si y ílrIlla-
.10, que obra en caheza (le la causa, por el cual
se mandaba (Iue instruyese, sin dejarla de la ma.,
no, la sumaria correspondiente para ayeriguar
y esclarecer la verdad de los hechos que se
denunciaba en 'varias (lelaciones que acompa-
fiaban diferentes anónimos alarmantes, cuyos
llocul1leut.os eran precisamente los que hahia
J(~i(lo la noche anterior el general Sih'eslrc. Los
rargos que contra los fusilados aparccian en
dbs, se rcduciau :i que habian recibido los ano-
nimos y lcídolos á varias personas y geli~s de
'cuerpos para demostrar qne :\1arolo sostenia
~iIlteli¡;cncias secretas con los PlIemigos, r h;¡cia
traiciou á su causa, inf1uyemlo mny cficazllwn-
le con sus consejos para q ue se a[zascu contra
l\Iarolo en su mando, V (h~1lJ():iI.ra1ll10 los me-
dios que tcnian escojitados para conseguirlo.


JJ auditor grurral comprendió desde luc-
g:J que en la cg.~cucioll de a(FICnO~ se hahia
sallado p'w cima de las [(írmulas y de la san-
(,ion rca 1, pon¡ne sabiela es, que por las reales
ordenanzas no se 1111~(lc llevar á cabo la ejecn-
cion de pena capital contra nillgun oficial, sin
fIne antes se consulte con la real persona, ele-
hi~nd() nolarsc que por una re;¡] orrlen ele Don
CirldS, esfah:l reconhlllo el esacto cumplirnicn-




183
to de esta ddermillacioll. El general ~hrolo no
ignoraba ~:ellwialltc5 diqlOsiciones; sahia que la
opinion pÚ)Jlica en algun tiempo le habia de
p~Jir cuenta de su riguroso Iallo , y en tal 0150
la respuesta que puede dar el general, poniendo
la mano sobre sn pecho, será (]He carga COH
la responsabilidad de MI scuteucia , asi como
Scipioll con la que dió sobre los sublevados de
Cartagcna, v el gran capitau con la que fulrui-
uó contra el soldarlo sedicioso que le denostó.


1] gobernador ele 1':....1ella , D. Blas "María
Rollo, tiene en su poder la órdeu original del
general Maroio para los terribles fusilamientos,
y por cierto (pll~ en aquel ¡}ocumento 110 apa-
recerá frase ni iudicaciou alguna que haga re-
1:lCion á la !"orru,lcion (le sumaria, consejo de
oficiales genera les , 11i á [as dem::ls solemnidades
ya relatarlas que se lijan por las precitadas or-
dena uzas,
l~n el oficio que sobre el punto se le pasó
~ll auditor gencra 1 á las dos horas de los fusila-
mientos , (PIC vri inserto en los documentos ju~­
tiíicativos , se dice cspresarncnte que la suma-
ria que iba á formarse 1 tenia por objeto ilus-
trar al público en apoyo (le 1:Is medidas que se"
guiria adoptando en uso de sus facultades; y
ninguna meuciou se llace pa.a motivar la ca-
tástrole ya l);}salla, ni aun tampoco se lec la
meno. alusion á ella.


El auditor gener;¡l <lió principio á la su-
maria la noche del 1¡), recibiendo la primera




184
dcc1aracion y reconocimiento de su fi"ma 'f pa-
pel al gobernador de Estella , el general Don
BIas María Rollo, y el público verá por el es-
tracto que formó el consejo de la guerra, la na-
turaleza y calidad de las pruebas que resul-
taron.


Maroto cscribió la mañana del 18, por sí,
la carta á D. Cárlos , en que le daba cuenta de
)05 actos ejecutados , y entre otras cosas le decia:
,Es el caso señor, que he mandado pasar por
las armas á los generales Guergul, Garcia,
Sanz ; al Brigadier Carmona , al intendente
Uriz , y estoy resuelto, por la comprobacion
de un atentado sedicioso, para hacer lo mismo
con otros varios que procurare' su captura , sin
miramiento á fuero ni distinciones, pene/ratio
de que con tal medida se asegurará el triunjo
de la causa que me comprometi á defender, no
siendo solo de V. 1~f. cuando SI', interesan milla-
res de vivientes que serian rictimas si se per-
tliera ; sirviendome en el dia para el a¡w.yo de
mis resoluciones, la voluntad general, tanto del
ejercito como de los pueblos, cansados ya de
sufrir la marcha tortuosa y venal de cuantos
han dir/jido el llrnon de esta nave oenturosa,
cuando ya divisa el puerto de su salcacion. EH
aquella noche recibió una real orden preH:n-
tiva para que suspendiera todo castigo, hasta
la aprobacion de D. Cárlos, pero esta llegó
r.uando habían sido ya ejecutados los Iusila-.
mientes.




185
Mando Maroto la misma maiíana un ayu-


{hnle al gobernador del castillo de Guevara
Con la orden de estrechar la prision á D. Juan
Manuel de Balrnaseda , que se hallaba en este
fuerte, arrestado por disposicion particular de
D. (:ádos, y cuya medida habia motivado Bal-
maseda por hechos de insu hordjnarjon y falras
{le respeto en el cuartel real contra el príncipe
y su ministro de la guerra el marqués de Val-


. de-Espina; pero cuando llegó el ayudante con
la orden esprcsada , el gobernador del castillo
habia dado li bertad á Balrnaseda , en virtud .1('
una carla que habia recibido escrita y fIrmada
por Don Cárlos, en la cual le decia : Gociria;
pondrás inmediatamente en libertad á Balma-
seda, porque asi te lo manda y es la voluntad
de tu rey=ClÍrlos. A esta circunstancia debe la
vida Balmasclh.


Aun no habia principiado la sumaria el
auditor general, cuando á las tres de la tarde
del dia 18 mandó el general Maroro que el ofI-
cial de la secretaria de la guerra D. Joaquín
Ibañez , (lue acababa de llegar preso á Esrclla,
fuese pasado por las armas, sin dársele mas que
dos horas desde la notihcacion á la ejecucion de
esta segunda orden, que recibió tarnbien el go-
bernador Don Bias María Rollo. De este hecho
nadie ha dicho que fue la ejecucion dictada por
un consejo de gllerr:l, y se ha confundido este
segundo acto , haciéndolo aparecer como ejecu-
tado al mismo tiempo que el primero. Ibañcz




186
murió decla randa su inocencia, y :1renga nd o
con serenidad al piquete, á cuyos soldados dijo
enérgicamente: Que aquel/as armas ilustrarlas
por tantas glorias, iban á mancharlas come-
tiendo un atentado y oolciendolas despues con-
tra su Rey. 1'\0 costó poco al auditor general
V al comandante D. Francisco Eraso el salvar
~le igual suerte al coronel Ubago , al teniente
coronel Ojcr, y á algunos otros cuya muerte
estuvo ya decretada, los cuales se hallan erni-
grados y pueden declararlo.


A Estclla vinieron con Maroto la tarde del
17 de febrero los vicarios de Lecumberri V
Abarzusa que gozaban de una privilegiada in:'"
fluencia entre los navarros, y asi á estos como
á los gefes de los cuerpos, y á diferentes parti-
culares, se les vió conferenciar con aquel , estar
á su lado la mayor parte llel dia y la noche, y
se les oyó aconsejar prosiguiese:\1arolo adelante
con los proccdimientos que ha bia empezado, co-
mo se verifico en la noche del 520 de febrero,
desterrando de aquella ciudad á dos jueces dd
tribunal, llamados D. .Joaquin Lezen y D. Lon-
ginos Rebolé, los cuales salieron de EsteBa, y
á ruegos del auditor general consiguieron otra
vez restituirse á sus casas y seguir desempeñan- ,
do los destinos que D. Carlos les hahia conlia-
(lo. La poblacion ofrecia un aspecto revoluciona-
rlO; los militares y los que no lo eran a proba -
han públicamente los sucesos , y clamaban por-
que se repitiesen eu el cuartel real.Sc ha es-




187
('I'ito y puLliraao cIue ~Iaroto supuso una orden
de D. Carlos que le maullaba la egecucion de
los fusi1:Hlos, y que bajo es/a creencia admitió su
cumplimiento gustoso el ejlErcito y pais, Esta ver-
sion es absolut.uncnte falsa y calumniosa, por-
que nadie habló en c~Le sentido, ni nadie igno-
r() IIUI~ h sentencia cgeculada proccdia de la
autoridad que cgercia el gdc de E. :\1.
l~l 21 de fehrero á las once de la mañana


salió ;\Iarolo de ]~stclla, llevando consigo á los
"icarios espresados ; (E incorporados al E.M. Va-
rios gefes q!Le nunca le habian seguido ni te-
nian por entonces colocacion en el cjlErcito. De-
.signó~~e el ramilla. oc Tolosa para marchar al
cuartel rea 1; la primctajornada se hizo á Muez
y n;czu, y la segunda á Atondo, en cuyo pue-
hlo se situü el cuartel general. Serian corno las
dos de la lllallrngada niando el comandante del
fuerle de las Ilos Hermanas se presentó á )la-
rolo y le eJltregó el decreto por el que D. Cár-
Jos lo declaraha t rairlor , y (I11e h¡1bia recibido
llar est raordiuatio. I ..a simple lectura de este do.,.
curncn!o demostrará siempre la poca rctlexion
'Y política con que fue aconsejado D. Cárlos en
momentos tan delicados: su contesto, en el que
se relataba las anteriores faltas de Maroto,
ofenderá peq)(:1uameute la rcputacion de los ofi-
ciales generales {Iue existian en el ejército de
aquel príncipe, cubiertos de cicatrices flue mar--
caban su lealtad y entusiasmo por la causa que
habiau alirazado r defendido i porque si ~la-




158
roto habia cometido escesos , al llamarlo Don
Carlos de Burdeos, en que estaba retirado, pa-
ra fiarle el mando del ejército, daba á enten-
der que todos los rlcmas de su clase eran reos
de crímenes mas considera bles,


Declaró D. Carlos traidor á Maroto , y le
mandaba comparecer ante la ley. Calificado el
delito y sabida la pena que imponen las leyes,
¿ qué objeto podia tener esta comparecencia?
Porque no se puede concebir otro que el de un
fusilamiento voluntariamente admitido; y el
príncipe no debió creer que cuando Maroto se
decidió á los fusilamientos de Estclla, lo hicie-
se sin contar con el apoyo de sus tropas y
el de la opinion pública. Creyó el príncipe que
su autoridad era todavia bastante fuerte, y Sil
prestigio poderoso, olvidándose de (lue los re-
yes lo pierden cuando entregan ciegamente y
sin reserva la direccion de los negocios públi-
cos á hombres odiosos á sus gobern:ldos. Si Ma-
roto se esced io , con Ira viuiend o la ordenanza , no
arreglando su autoridad á ]0 dispuesto en esta,
y traspasó el círculo de sus atribuciones y fa-
cultades, ¿seria en todo caso prudente el que el


, príncipe en su impotencia y debilidad se lanzase
á decretar lo que solo le es dado dictar á un-
rey lleno de energía, resuelto á todas las cir-
cunstancias, y favorecido por la fuerza de su
prestigio y de su a ulol'idad? ,iHa bia justicia pa~
ra hacer desde luego la declaracian que califi-
caba á Marola de traidor ;) ~u parece conforme




189
~ la política que el príncipe debió seguir en
.tan espinosas circunstaucias , una dech,racion tan
violenta, ligera y débilmente sostenida. Pudiera
haber sido Maroto reo de un gran dcliro , autor
de un gran atentado y responsable de una gran-
de alevosía mas ó menos calificada, Pudiera babel'
infringido las Icycs, ycomo tal héchose digno del
mas severo castigo, y acreedor á la imposicion
de la última pena, pero nunca merecido con jus-
ticia el epíteto de traidor, porque no habia he-
chos, documentos ni justificaciones que siempre
deben ser fundamento á tan fuertes declaraciones.


1..a lectura que de este decreto hizo ;\13roto,
llenó de una profunda amargura su corazon;
llamó al auditor general á las dos y media de
la mañana, segun presenció el tesorero D. lla-
man Trujillo, y mostrándole el referido docu-
mento, le manifestó su disgusto y consteruaciou.


El decreto no rontenia la autorización de
ninguno de los ministros de D. Carlos ;podia
adolecer de vicios obrcpticios ó subrepticios, y la
inoportunidad con quc estaba promulgado, daba
á entender que aque] príncipe estaba en un todo
supeditado por las personas que le rodeaban, que .....
no habia meditado su posicion , que no recor-
daba su palabTa ..de acudir al remedio que se
le habia exigido leal y respetuosamente en
tiempo oportuno, ni héchose cargo de la fir-
meza con que Maroto ejecutó el proyeclo que
en Vergara le habia anunciado. En una pala-
bra, se couocia que el decreto en cuestiou ha-




190
hia sido diclatlo sin tener en cuenta lo qne su
contenido habia de irritar y aumentar la illdig-
nacion del gcneral oícndido , á quien debía su-
poner dispuesto á multiplicar imlifinidamente el
número de los castigos y víct imns, En este esta-
do manifestó el auditor general al gefe de E.M.
que las circunstancias eran ya claras, y conoci-
da la dererminacion que debia adoptarse, redu-
cilla á hacer conocer á D. Carlos los motivos
que le habian resuelto á .ejecutar y á sostener
los actos perpetrados. Afiadió el auditor general,
(Iue si D. Cárlos se convencia de la necesidad
en que su gefe de E. M. se habia visto para
castigar los culpados y contener la revelían, la
cuestión estaba terminada de hecho: pero que
si por el contrar]o persistiese en su obstinacion
de no remediar la situacion en que se encon-
traba el pais y el ejército, podria el general re-
tirarse á Francia bien escollado.


Al amanecer salió la columna (le sus acan-
tonamientos con órden para que formasen los
cuerpos en el camino real de Victoria á Parn-
plana, y que apoyasen su cabeza en el pueblo de
Irurzun, como para lomar el qU(~ conduce á
Tolosa. Maroto recibió parte de diferentes co-
mandantes que habian recibido el decreto y ór-
denes, para fJue neg,illdolc su obediencia 1>C di-
rijiescn á Alzazua , en dom\e encontrarían al
teniente gencral D. Bruno ViHareal con instruc-
ciones que deherian cumplimcnlar , y en el mis-
mo raniino real prcScnl:lI"OIl ;i ~Iaroto el gnal'-·




191
día quc habia sido conductor dc los impresos y
órdenes enunciadas. A presencia de la division
leyó por sí mismo Maroto el decreto que lo de-
claraba traidor, y con voz firme y serena les
elijó estas palabras: Seliores, J'a saben VV. In
voluntad del rey ...ro marcho al cuartel real: in-
capaz de comprometer á nadie enoolviendolo en
la mina que se labra contra mi honor .r exis-
tencia , drjo á todos libres en su voluntad para
hacer lo que gusten.


La columna prorumpió en gritos de: oioa
el rey, »iva el general JJfarolo, mueran los trai-
dores, y mezclados todos los ('uerpos, siguió á
Maroto que tomó el camino de Tolosa, desde el
momento que acabó su corta arenga. 1\i dl~ la
columna ni de los gefes que se vieron agrcg~-:
dos á ella desde la salida de EsteBa, y que ca-'
recian de colocacion ; hubo ninguno (Iue ob~dej.
cíesc la órdcn de D. Cárlos, y se presentase en
AIzazua, porque todos estuvieron acordes con la
cjecucion de la sentencia, y unidos en ideas á
las de Maroto en aquellos sucesos.


l}asado el fuerte de Ios dos Hermanas, y 01'-
denadas las tropas, el condc de Negri recibió
órden de Maroto para que se adelantase al cuar-'
te! real éinstruyese á D. Cárlos de cuanto dr--
seara saber sobre los sucesos de ESlclIa, afir-
mándole la surnision y respcto con fIuC estaba
dispuesto á obedecer sus mandatos, cu)'o paso
secu udo el genera1 Silvestre , (Iue se ofreció \"0-
luruariamente á ejecutarlo,




i9~
Antes de salir (le EsteBa se observó V se


supo que Maroto habia comisionado á un¿ de
sus avurlantes llamado Doufort, para que par-
tiese á Francia con pliegos é instrucciones rela-
tivas á las circunstancias, todo dirigido al maris-
cal Soult, presidente entonces del gabinete fran-
cés, y con quien por este accidente, y espre-
sienes (pIe se le escapaban á Marola; se creyó le-
nia inteligencias sobre el modo de concluir la
guerra de una manera que satisfaciesc los iutere-
ses de ambos partidos, y para lo cual estaba tam-
bien en relaciones el gefe de E. M. con otros varios
personages en el estrangero. Doufort se separó
del cuartel general con esta cornision , y solo
Maroto era sabedor en aquel momento del inte-
rés que teuian estas negociaciones, que hasta
hoy nadie sino él podrá esplicar en todos sus de-
talles.


Las tropas continuaron su marcha por Le-
cumberri al pueblo de Arrihas, en donde hi-
cieron un pequeño descanso: y durante este lle-
gó de Tolosa y se presentó á Maroto D. Lean-
dI'O Eguía, ayudante del general Urbistondo,
anunciándole á nombre de este que habia reci-
bido órdenes terminantes para que impidiese á
toda costa la entrada de Maroto y sus tropas en
Tolosa , y que para evitar lodo compromiso de-
seaba le manifestase lo que cleberia practicar con
la tropa que mandaba. J.,la contestación de Ma-
rolo fue reducida á prevenir á este ayudante
dijese á Urbistondo, que estaba resuelto á pre-




191
sentarse nqnella nodl(~ á D. Cárlos para ofrecer
:í su cousidcraciou la jusrilicacion de su honor
llltrajado: y (rne á las tres horas se haria abrir
las puertas de Tolosa , venciendo para ello cua-
lesquiera oposicioll, y que constándole asi á
Urhistondo el ohjeto de Sil marcha, arregbsc
Sil conducta ti lo (¡ue creyera mas conveniente.


Muy en hreve las tropas emprendieron su
marcha para Tolosa , y tres cuartos de legua an-
tes de llegar á esta poblacíon, se observé en
una de las alturas (ille dan frente al camino
real, un hatallon con sus guerrillas desplega-
das en aclittll1 de disputarle el paso á la divi-
sion ; mas en el momento Urbistondo se presen-
tó á l\larolo, y coulcrcnr.iando ambos "reservada-
mente, acord;ron las disposiciones (lue despues
se vieron ejccutadns. U rbistondo se despidió de
J\laroto, y eslc en alta voz le declaró: Diga V.
tÍ D. Crírlus, 'lile marcho sobre el cunrtel real,
dispuesto rí castigar á cuantos hombres cri-
minales le rodean, .y que mm cuando se me-
tan debajo de Sil cama los he de [usilar. Uc-
histando ilJal1(l() rct irrn- el halallou de la posl-
r.iou en (lue se l¡;¡llaba, díl'igiémlolo alpuehlo
de Alegría. Un;) hora (1espués Maroto con sus
tropas ocupó :i Tolosa , y serian como las nueve
(le la noche, ("lIal1\'O el r-onde (le .Kegri rcgre-
S<> :I} cuarlel general, y manifestó al gel{~ de
E.'\l. la confu:,ion que reinal);) en Villal'rau-
ca , :i dOl lile (1es<1(' Yl'1'gal'a se había t 1':1~1:J(bdo
el cual'ld rcnl; la Illl'h:lriüll (~I)(' solll'c('ojia :i Dou


"


1.>




194
Cárlos por los temores que le hahian hecho son-
cebir; la resolucion que iba á tomar, y que le
habian aconsejado adoptase, poniéndose en mar-
cha aquella noche para Segura, suspensa en
virtud de seguridadcs é informcs que le ha-
bian dado, y por los cuales D. Carlos mandaba
decir á Maroto ; que le dirigiese sus reclama-
ciones sin avanzar un paso mas adelante del
punto que ocupaba. Los mismos gefcs de los
cuerpos denunciaron á l\1aroto la existencia en
Tolosa de sugetos que le eran desafectos, y en
su consecuencia mandó la prision del brigadicr
D. José Amarillas, y el arresto de otras perso-
nas, con intencion , segun se oyó, de fusilar á
todos, si D. Cárlos llevaba adelante su irrita-
eion; \)ero la demostracion indicada de Negri
templó este furor, y Maroto escribió una espo-
sicion á D. Cárlos llena de la mas profunda su-
mision , asegurándole la fidclidad de sus senti-
mientas, su deseo de justificarse, y su cicga con-
descendencia á someterse á las providencias que
emanasen de su única y real voluntad; le pedia
tambien perdón por la falta que en cl modo
de ejecutar su presentación habia podido incur-
rir, y le protestaba en ella el mas leal y deci-
dido reconocimiento.


En la provincia de Guipúzcoa en estos mo-
mentos todo presentaba un cuadro hostil ; los
paisanos alistados se hallahan sobre las armas;
todas las notabilidades hahiau huido de Tolosa;
el decreto ()ue declaraba traidor á ~Iaroto se




195
habia publicado con tamboril, y bajo los colori-
dos de una verdadera asonada, en la cual ni el
pais ni el ejército hahiau tomado mas parte que
la que era consiguiente al estado de odiosidad
con que habian presenciado actos tan poco me-
ditados é inoportunos, que hahian escitado las
pasiones al último grado de disgusto, porque
conocían todos que una pandilla de hombres
intrigantes, engallando á D. Cárlos, y abusan-
do de su confianza, haLian comprometido un
lance, en que se acreditaba el deseo de que se
derramase la sangre de sus hijos, por herma-
nos identifIcados en una misma causa. Resolvió
Maroto que llevasen á D. Carlos la citada espo-
sicion el conde de Negri y el auditor genera).
con una lisia en que fueron anotadas las per-
sonas que suponia ~Iaroto perjudiciales á Don
Cárlos, y le pedía tomase una determinacion
contra ellas, la cual fue puesta en su mayor par-
te por las indicaciones flue hizo el baron de Jos
Valles, ayudante de rampo de D. Cárlos , y que
habia venido desde la corte al cuartel general
y estaba instruido de todos los hechos en él ocur-
rillos. Esta lista se escribió en el mi. mo aloja-
miento de Marola, á presencia del conde de
Negri y del auditor general. Salieron de Tolosa
los dos indicados sllgetos á las doce de la noche
para Villa franca , y en el puente de Alegria.
un oficial que mandaba la avanzada, les asegu-
ró <Iue D. Carlos con su cuartel real hahia sa-
lillo para SI·gura. Esta noticia obligó al auditor




19fi
general (¡ regres:lr á 'I'olosa para :llhcrl ir ele
dicho arrideute á Maroto , mientras ,}ue Npgl'i
coutinunha su 111:11'c1la para l1(~\ar por sí 1:1 ('0-
rnision que :lmbos 111',,:1 L:llI. A la H(~ga{h de Ari-
zag:l, \larolo dió la ónlcll p:lra (}ueá las dos
horas rna rchasen las tropas CII persecucion (ld
cuartel real , pero al mur poco 1':-110 Jlegt) el
ayudante del conde del'legri COII la esplicaciou
(le que D. Cárlos perrnanccin en Villafranca , r
que solo habian salido p:ll'a S¡'gm:l los princi-
pales funcionar-ios y consejeros, con otras perso-
nas que formaban el cuartel real. Hcclamó Ne-
gri al auditor general, el cual pmpreIHlió imue-
diatarnente su marcha para Villafranca, :í dorule
llegó entre cinco y seis de la mañana del día
~H de febrero, no sin notar el :lspeclO imponen-
te y de prccauciori qne ]11l1ieah:l1l la [ormacion
ele las trop:ls y otras disposicioncs de spgurid;lIl.
]~l auditor gellPral se dirigió :í la c:lsa en


([ue se hallaha aloj:lllo D. Cárlos, y rccihido en
audiellcia por este le manifestó el príncipe d,~s­
(le luego el sentimiento y sorpresa de que cslaha
poseido por sucesos para ,El tan iuespcrados , y
clue tanto atacaban su ,1¡gllillad y sus derccho~.
El auditor gl~l1el':ll salidizo á las pregunlas (ple
tUYO á llien dirigirle D. CIrIos, y le inform()
con prccision y exactitud ,le cuanto llahia oi.lo,
leillo, l ar t nado, con to~1as las (lemas 1101 icias
J'1~latiY;ls :í los ncontcr.imieutos y personas lJ\le
hahian jugado en ellos, ,1ejalHlo ;Isi ealmado r-l
f1(·~.:lSosi('go (¡tll' bhi;¡ o),.l'l'\allo ('11 el príncilw.




1~)7
Los minish'ús habían ubauilouado á D, Cár-


los,! huido á Segura; eltlc la gucrra, duque
de Granada, le preseuto cu aquellos momentos
su dirnisiou , quc le fue admitida , yen este C!.-
tado D. Carlos pregulItó al auditor gCllcral,
lIué met1i<la crcia poder adoptarse para calma r
la irritaciou introducida, y satisfacer la iuju ria
(fue sufria :\Iaroto por la declaracion de traidor
que deLligraba su reputacion ; y como aquel le
..Iiese su opiuion , le mando estcudcr la minuta
del decreto de ~4 <le febrero, fijando el propio
príncipe las hascs á lJue queria se concretase su
declaracíon que se publicó C11 Tolosa la noche
JeI mismo dia.


)[idwl está mal informado cuando en su
folleto sobre es/as or.urrcncins , ha dicho que el
auditor general llevaba el decreto estcndido, por-
que esto no fue asi , ni tampoco manifestó á
D, Cárlos deseo de ninguna especie, que corn-
prometiese su voluntad, ni esta fue coartada
por temores de atentados á que el prmcipc pu-
diera estar espucsto. El acto fue voluntario en el
foro esterno de D. Cárlos, que lo pronunciaron
sus labios, y que lo ejecuté el auditor gClleral
hajo las bases que cspreso el prmcipe , escribién-
dolo en la habitacion en que se hallaban las ca-
JIlaristas Iglesias y Arce, el barou de los Valles,
el conde (le Negri,D. .los(~ J\hría Villaricencio,
D. .Juan Guillen, D. .losé Sureda ; y D. José
S;H'a lid, Y cu presencia .Ie ro-las estas personas
iuerou pueslas las uiiuutus de estos decretos, en-




198
tregándolas á D. Cárlos, el cual despues de ha-
herias meditado, y calificado con su esposa, y
el jesuita padre Unánue , se las devolvió por es-
le. que le dijo en nombre de D. Cárlos, que le
parecian bien, y convcnia en que sc publicasen
para satisfacer el honor de Maroto , con las dc-
mostracioncsquc aquellos contcnian , y mandó
se pusiesen en limpio por el oficial dc la sccre-
taria de la guerra D. I..uis Garcia Puente; co-
mo lo ejecutó, sancionándolas y firmándolas Don
Carlos, el cual llamó otra vez al auditor gene-
ral,y despues de haberle manifestado la repug-
nancia que tenia de que el marqués de Valde-
Espina volviese á encargarse del ministerio de
la guerra 1 le añadió D. Carlos: Tu me has ase-
(Jurado que en nada trata Maroto de violentar
mi voluntad; yo te he creido , y las personas
lJue hallan de despachar conmigo las tengo ele-
gidas y no quiero variarlas. D. Carlos tenia cn
su mano la lista de los sugctos señalados como
causantes de la discordia que habia producido
disgustos de tanta gr'avcdad, y dijo al auditor
gcneial: Estos ni quiero separarlos de SIlS em-
pleos , ni incluirlos en la suerte de los dunas.
l/ue convengo Y mandare' sean desterrados al
reino de Francia; y con olrns que dependen de
mi servidumbre 1 yo tomare' la providencia que
juzgue oportuna, sintiendo que el obispo deLeon
sea uno de los que deben marchar al estrange-
1'0, porque siendo delegado de SIL Santidad, no
cfeo pueda subdelegar. El auditor general afir-




199
rnd á D. Cárlos podia resolver cunnto fuese de
su voluntad, seguro del respeto con que seria
ohedecido ; y concluida esta conferencia marchó
al cuartel gencral, con 6rden verbal para que
asegurase á Maroto su aprecio, y le convenciese
de (Iue cuantas personas apareciesen sospechosas,
() estuviesen iniciadas en la trama descubierta,
acordarla con sus ministros el castigo á que fue-
sen acreedores.


Cuando llegó á Tolosa entregó el auditor
general á Maroto el pliego, y publicados los de-
cretos, resonaron en todos los ángulos de la po-
hlacion los mas sejíalados testimonios de alegria.
l~sle desenlace, por mucho que halla desconsi-
dcrado al príncipe á la vista de sus partidarios
y en el estrangcro, puso término á los peligros
á que se hallaban espueslos, no tan solo la per-
sona de D. Cárlos, sino la de su familia y con-
sejeros, pucs era indudable que á sostener el prín-
cipe su primer decreto, el general Maroto con
una tropa cie~a y deci(lida por él, se hubiera visto
obligado á continuar su marcha sobre el cuartel
real, y cometer nuevas ymas numerosas ejecucio-
nes. ]~n aquel dia se paró la marcha de los sucesos
estraordinarios que habian empezado en Estclla
de un modo tan sangriento, y si el auditor ge-
neral fue en estas circunstancias poco zcloso de
los derechos del príncipe, como se quiere su-
poner pOI' algunos, que el igan estos cuál era el
ll;lrlido que pOllia tomarse para contener un
general que acusado de traidor y sostenido por




~oo
¡;US tropas, estaba resuelto ;í arrostrarlo torlo
pOlo .salvar su vida y honor. Sula la calumuia y
la mala ft~ pueden de:-.conocer el servicio 'IHe Don
;iosé de Ari:z,aga presto Ú D. Cádos y á sus pro-
pios favoritos en ar¡llcl 1rance,


Ariznga conocia los elcmcutos tIlle llabia de-
jado en el cuartel gcnoral, susceptibles de ser
inflamados con la mas pequefía ccutella : previú
los horrores, atentados y el descrélliro que hu~
hiera podido tener lugar si no se adoptaba un
tcmperante , que en tan complicadas circuns-
tancias no podia ser tan suave corno han pre-
tendido muchos que dehió elegirse, tanto mas
cuanto '1ue el 5.0 bat:illon dc Navarra , 01>0(11'-
t:ienclo las órclencs que hahia·recibido de Arias
Tejeiro, se hallaba insurrocoiouado en el Bastan,
vameuazaha con alevosía la existencia de cuan-
¡os hombres honrados estaban pers('gllidos por
Ios consejeros de D, Carlos, D. l\a7,ario de Egní:l,
Gmlillado en Vct.elu, dehió su "ida á uua prc-
c.:mtion que lomaron SIIS amigos en t;,yur suyo,
indicando Ú Maroto tlue dejase en esta poblacion
:llguna fuerza armada: y en efecto, en la no-
che del ~4 Una partirla del 5.n de Navarra CII-
tró en este pueblo con la Ol'dmi (le fusilar á
Egnía, que si no la ej('c\l!t) fue porcJ'Ie xe ha-
lkí sorprcnJiJa oon la presencia del hatallull (Jue
1I:J ¡';a dejado -:\l1rot.o de su coluIIllla, ) porque
l~gllía en el mouicnto que lo supo, se rclircí á
TulDsa y se pl'esellltí á\lar()~o, quien !lllll;llldo
obre ú la n'~FJl\sabil ¡dad de su perma licue í«




~101
en Tolosa, le mandó no volviese á Vetelu. La
situacion que ofrecia este auciaun v venerable
general en aquel d ia , ha bria llcuado de furor
contra sus enemigos al corazon mas impasible.
La graveebd de aquellos momentos tienen de-
recho á calificarlos con eqctitud solo aquellos
{¡ue los presenciaron, r en vano po.háu apreciar-
se debidamcpte por otras pcrsonas, fuera de
esta coudiciou : 'qué remedio tenia la situacion


, ¡;
cuuudo el primer paso, es decir, los fusila-
m.eutos , estaba ya cousuinaúo; y el segundo que,
era la dcdaracion <le traidor á Maroto , era i01~
p;)sible ejecutarlo cn sus consccueucias i' (: Qué
camilla quedaba entre estos dos abismos:' Los
homhres jmparciales {[ue juzguen.
. En la rnaúaua del sigllil~1I1e dia 91 ~, los gc-


Ies de los ha tallones castellanos manifestaron en
MI alojamiento al auditor general, á presencia dt;
los coroneles D, Juan Leiva y D. Mancl L:ndi,-
vnr , [pIe sus cuerpos se eucoutrabau sublevados,
(lueriellclo ir al cunrtcl real á pc(lir ;í D. Cár-
Jos, llllC habiendo sido pasados por las a rrnns
hijos y naturales del pais , cuando los autores
-principales de los cr imenes eran castellanos, en
desagra"io de todo rescnrimicuto (1'lC la mali-
cia pntliera llesperlar csrirnulaudo la rival\d:Hl
~' espu-iru de provilleialislllo , era necesar-io el
IJue se proc(~(1 iese á fusilar Val' ]0 menos á Don
.losé Lamas Panlo, á D. JoS(~ Arias Tej(~iro, y


á I), Diq!;o 'ligud, Garcla, prillcip:dcs pro!Do-
vedores de tocio, pOl'llue de esta manera queda-




2092
ria satisfecha la vindicta pública, y se evitarian
nuevos motivos de desavenencias. El auditor ge-
neral contuvo este paso, manifestando lo opues-
to que seria á cuanto él le hahia asegurado á.
D. Cárlos, y bajo cuya palabra el príncipe ha-
hia condescendido en satisfacer las injurias que
sufria Maroto yel ejército, por la calificacion que
se hacia de los sucesos de Estella , aconsejando-
les que calmasen toda irritacion, haciendo un"
esposicion respetuosa, que á ruegos de los mis-
mos remitió Maroto á D. Cárlos, la cual fue
denegada por conducto del ministerio de la
guerra, previniendo el príncipe que desaproba-
ria cualquier acto de violencia.


I ..os desterrados para Francia por D. Cárlos,
á peticion de Maroto , fueron puestos en la
frontera bajo la custodia del general Urbiston-
do; y aquel salió de Tolosa el 27 para presen-
tarse á D. Carlos, que quiso revistar las tropas.


Mientras que esto ocurria en el cuartel real.
Balmaseda puesto en libertad por orden de
D. Cárlos , se dirigió á EsteBa para insurrec-
cionar contra Maroto el reino de Navarra y tro-
pas que existían en él, Y dando libertael á los
presos que este habia dejado, reunió como
trescientos caballos que estaban en Arroniz,
(lue le obedecieron y siguieron; mas corno los
decretos se circulasen en EsteBa y dernas po-
l l \aciones , y la tropa se penetrase que D. Cár.
los habia anulado por otro la declaracion de trai-
dor ~ Balmaserla huyó nl Aragon con la caballe-




203
ría insurreccionada. Los decretos referidos los
mandó Maroto á Estella por el brigadier Don
José Gabarre, lIue se le ofreció voluntariarnen-
te á llevarlos, y que fue uno de los gefes que vi-
nieron agreg:Hlos á la columna desde aquella
ciudad, pero habiéndose detenido en Lecum-
herri , el comandante D. José Sagues los pu-
blicó en l~stella y entregó al gobernador.


El 28 tuvo efecto la revista que en Tolosa
pasó D. Cárlos á las tropas que marcharon des-
pues á Zornoza.


En Oñate los Montenegros y el cuerpo de
artillería celebraron los decretos del 24 con
bailes públicos, iluminaciones, fuegos artiíicia-
les, novillos y ccncerradas y golpes á los que
se habian producido en sentido contrario á Ma-
roto, En todo el pais se ejecutaron iguales de-
mostraciones.


El arzobispo de Cuba, Ramirez de la Piscina,
los 1\Iontenégros. Marcó de Pont,Vil1areal,Za-
riátegui, Elío,· Eguía, Latorre , y cuantas per-
sonas diez dias antes se creian desairadas por
D. Cárlos, subieron al poder por la influencia
ele los sucesos de Estclla , que aprobaron; y
los primeros mandaron comisionados á las cor-
tes estrangcras para que presentasen aquellos
h.ajo el aspecto imparcial y justo que era necesa-
rIO, para (Jlle tamaños acontecimientos no aC:J-
l)áran de desacreditar la cansa realista. Fue á
la de Viena D. Ramon Vial, con el doble en-
cargo de pedir ausilios pecuniarios, y demos-




~04
trar la si Iuacion en (¡He por faha J(~ ellos se eu-
oontraha D. Cirios, r los males (Iue eran con-
siguientes á las necesidades que esperimentaba
iti ej<Ercito. -


Durante la tremenda crIsis en que estuvo
la causa realista desde los Iusilarnicntos de Es-
tella hasta la publicacion (lc los segll ndos decre-
tos que revocaban los primcros , el infante Don
Sebastian fue insultado varias veces ; y aun por
los soldados de la guardia de honor de D. CáI'-
los se gritó: t~muera el iniante ;" lo cual obligó
á este-príncipe á trasladarse desde Vergara, en-
(londe estaba, á Villaíranca , y poco despucs á la
línea de Andoain.


Supouian los verdaderos enemigos de la
causa de D. Cárlos , que el infante era el Gran-
de Oriente.é« todos los Masones que existían en
las provincias del 1'\orle.


Sustituida la cal roa á la borrasca, renació
Japaz entre los defensores de D. Carlos, (lue
abrieron de huena fé sus pechos á una noble
conhauza ; pero muy en breve se notaron .de
nuevo las artes ymaucjos del resentimiento y
de la intriga,


llalmasda desde Aragon dirigió proclamas
él las tro¡ns, escitándolasá la desercion r á (11H~
aesob,~decie.sen ú l'\Iarolo. Por otra parte Jos Cs-
pulxados j ntrodujuron de :Francia multitud de
{olletos, proclamas, diálogos y arl iculos escri-
tos 1.0110s para promover una violenta reacciou,
üu)"ls circuustaucias abrieron de lluevo la puer-




20:;
rn al recelo, á la desconflal17.a y al descf(~dito,
y la situación empezó á hacerse azarosa y COIll-
iH'ometida; con el ma] sentido que se notaba
en el lhstan j teatro de ~;¡lIgrielllos y horroro-
sos alentados, cometidos por el 5.0 balallon de
Nayarra, en cumplimiento de las órdenes fJue
hahía espellido desde Vcrgara el ex -rnjnjsf ro
Arias Tejeiro, para (1ue pasasen por las armas
á todo el flue encontrasen con pase firmado
1101' .\\I;lI'oto, C011l0 lo ejecutar'oH alevosarnente,
y con la mayor iuhurnanidad , con el coronel
Cortiues , con el capitán de caballeria Hurtado,
y el teniente Gonzalez, sin mas deliro , sospc-
cha , lli motivo (lue marchar garantidos en la
comision que clescmpeliaban, COH el pase en los
términos (lue queda indicado. Mas por el sacrifi-
cio de estas víctimas inocentes nadie reclamó,
Ilingllll:l :lveriguacion se hizo practicar para co-
nocer las causas de tan execrables crnncncs , si-
guiéndose la misma conducta que se habia oh-
servado cua udo el asesinato del brigadier Don
José Cabaoas y su asistente,


Llegado T\1aroto á Durango el 28 de febre-
ro con su cuartel general y la columna de ope-
raciones , la misma Hache de su llegada se pre-
sentó en el alojamiento del auditor general el
general D. Prudencia Sopelana , habiéudose que-
dado en '\laJiaria el general D, José Ma ría
Arroyo, contra los cuales se habia declarado una
opiuiou eu d l'j,;rcilo, 'Iue illllwlaIJleJlJCHle los
hllbiel':\ COIl(lucitlo :i ser fusilados, si aquel [un-




~06
cionarro no hubiese resistido las acusaciones
que por diferentes gefes se hicieron á Marola
contra ellos. En aquella tarde bajando el cami-
no real de Eihar á Durango, é incorporado el
auditor general con dos gef'es de batallones, le
tlijeron: "Se han fusilado navarros y es necesa-
rio su [run igual suerte Arroyo}' Sopclana , por-
que estos son esrraordinariamentc mas malos;"
fácil es concebir la sorpl'esa que recihiria el au-
ditor general cuando vió á estos en Durango, y
entre sus mismos enemigos. Sopclana ha debido
su vida en estas azarosas circunstancias, á uu
amigo que constantemente le defendió contra
todos los ataques y acusaciones que enconosa-
mente dirigieron á Marola.


Parecia que la poblacion de Durango se
hallaba destinada para que en ella se renovasen
las ideas de transaccion y pronto término de la
guerra, pues en esta época se circuló y esleu-
dió esta voz de manera, que todos afirmaban la
realizacion de estos planes de convenio y con-
cordia. Nadie, sino el general Maroto , tenia da-
tos ni nociones de lo que se trataba y sin em-
bargo el pais recibia con gusto una noticia que
por muy lisonjera desconfiaba mucho de su ver-
dad, fluctua ndo entre el temor y la espcranz;/.
Hasta en los caserios mas humildes este era el
frecuente objeto de las conversaciones y deseos.


En estos dias hablaron á Maroto sobre la
suerte de Elío y de Zariálegui, y se supo la
aflictiva situación en que se haLian encontrado




207
(Jurante los días en que se hablan representado
los sucesos anteriores. Elío, cuando le noticia-
ron los fusilamicntos, se sal ió del fuerte de Ur-
quiola y estuvo oculto cn Durango hasta que se
publicó el decreto de 24 de febrel'o que derogó
el que declaraba traidor á Maroto j por(luc te-
mia con sobrada razon le sacrificase Arias Te-
jciro y su partido en represalia dc los ejecutados
en Estella. Zariátcgui adoptó otras medidas de
seguridad; menos ostensibles.


El general Latorre fuc enviado por D. Cár-
los al cuartel general; y Villa real, llamado á su
lado 1 fue nombrado su ayudante dc campo: se
ha dicho que este general era el destinado para
vigilar las acciones y manejos de D. Carlos, y que
estaba encargado de que el príncipe no pudiera
evadirse de la dominacion de 1\1aroto; pero cs-
to es enteramente falso, y la permanencia dc
Villareal en el cuartel real fue consccuencia de
la voluntad terminante del príncipe, y todos
los quc conocian la lealtad dc los principios y
carácter de aquel gcneral, vieron con gusto cer-
ca de D. Cárlos á un distinguido militar quc
podia hacerle entender con la franqueza y el
lcnguajc honrado de un soldado, sus mas evi-
dentes intereses.


Maroto encargó al auditor general visitase
en el fuerte de U rquiola al gcneral Eho , y le
hiciese saber estaba dispuesto á sacarlo de su
prision y llevarlo á Navarra, par:l cuyo reino
iLa á emprender su movimiento; pero que 311-




208
tes de ejecutarlo dcsc;lha saber su modo de pen-
sar, y si admitiria '~s!e acto con plena defcrcn-
cia ,le su voluntarl. Elío contestó al auditor ge-
neral los inconvenientes (JlIe encontraba para to-
mal' esta ¡lctcl'mil¡acion , sin que precediese una
t>l'den de D. Cárlos, sin ocultar las consecuen-
cias pcrjwlicialcs 'Ille á su situacion y á la del
mismo ;'¡1;Il'OIO pOllrian sohrevcuir , )' ofreció ;í
Sil cousideraciou los obstáculos que el deher
militar y la delicadeza le presentaban: pero por
último concluyó asegurando que admitiria su
libertad, si ella era ~iclamada por los misrnos
batallones , cuando pasasen P?r el punto en (Ine
se hallaba preso. Con esta manifestar-ion se res-
tituyó á Dur;lllgo el auditor general, cornuni-
calilla á 1\:(arolo el resultado de su cornision , y
á las seis de la mañana del siguiente dia el lH~l:­
mano de Elío le entregó una carta, en la cual
volvia á pntentiz.n-Íe los perjuicios que podrían
seguirse si se llevaba ;í efecto lo convenido en el
dia anterior, y el pa~o que crcia mas acertado
para r.onciliar estrcmos, que era necesario unir
y que queria evitar-, entargándo le disuadiese á
Maroto y á los gefes del proyecto que en su oh-
sequjo abrigaban; mas emprendida la marcha
en la mañana si¡!;uiente, adelantó Maroto á el
ayudante de E.;\1. D. Ro(!ue Linares para que
hahlase con el general Elío, á f[ uicn rna ndt.í sa-
liese al camino real para conferenciar ron ,:1,
('.0010 en efecto se "criticó: y ]~I ío puesto en
libertad por ónlell ,le ~far()IO , é incorporado al




Y209
euarre] general, y negó con él :i Villareal (lt~
A \;1\".1 , en donde se recihió la real orden I¡tH~
mandaba lo mismo que ya se hahia ejecutado,
y prevenia á Elío I>U presentacion en el cuartel
real; circunstancia que hizo á este retrocediese á
U rquiola , para desde alli cumplimentar la ór-
den mencionada,


Entonces se supo que la causa formada con-
tra este y Zariátegui, ohraba en poder de Don
Cárlos, despachada por magistrados que había
nombrado para que fIjasen sus dictámenes en
ella. f.stos, aunque discordes en sus iu icios y
pareceres, en su pluralidad absolvian á Elío y
á Zariátcgui, tratados como reos de infidcncia,
y autores de proyectos de trausaccion y los de-
clararon inocentes, con otras particularidades
honrosas á los acusados.


Tarnhicn tuvo lugar 13 libertad del carene!
]\I;1l1razo, preso en el castillo de Guevara por ha-
herse cscedido en el escr-ito de ddensa que ha-
bia hecho en favor de Zariátcgui; la de D. Cár-
los Yargas, motivada en igual circun...tancia,
como dcíensor . ele D. Joaquin Elío; y la for-
rnacion de un consejo de generales que debe-
ria celcbrarse cn Eibar para ver y fallar la cau-
sa del brigadier D. Fernando Cabarias, prestl
igualmcl1le en el castillo de Gucvara; y la arn-
pliaeion en su arresto del general Gomez, IJue
obtu'170 esta gracia y salió del fuerte de Urquio-
la, aumluc siempre sujeto al fallo que 1'11
su tiempo recayese en la causa instruida sohre


14




~IO
los aconl('cilllienlo~ cInc ofr<'cil) su ,'sp<"licion, y
por los cuales había estado arrestarlo ,1est1c 1111~
lh~g() :í las provincias dl·1 1'\o1'le,


finalmente, 1'11 :Illuellos dias tuvieron lugar
mu lritur] de novedades agr:llbhles á nmrhos , v
y admitidas con aplansos 1'11 el "jérci1o y t-n ,;1
pais, debidas 100bs :í. la illfluellcia de los sure-
sos provocados por Mal'olo, el cua] If'asladú el
cuartel ~ellcral de Villarcal de Ala"a ú Eslella,
en cup ciudad hallándose enfcrmo, se obser-
"ó por muchos, (lue vino á verle una tarde
c'l propietario D. !\Iarlin Echaitle, vecino de
llargola, punlo corr[mante entre ambas lineas;
y se supo que trajo á :\broto una clave 'lue le
rernitia el conde de 1.uchalla p;¡ra que pudie-
ran entenderse sin necesidad de ocupar ú los
a vuda ntes con instrucciones vcrh;¡lcs que hicie-
sen sospechosas en 1lI1O y 011'0 cjl:'TiIO estas co-
municacioucs. Maroto esnihiiJ aljllClla noche ha-
jo estos signos lo que Ú u:l(lic dijo, y de creer
c~s 'Iue antes de <'sla (!poca ya se trataba por
uno y 011'0 general tIc pone.r .I~~~'!,nino :í la guer-
ra, Ile una mauera (Iue satisíacicse los dos ball-
(los; cada u no 111' por sí muy fuer le , P:ll';¡ 'lile
el 011'0 le arrancase la Y\(:loria y lo sornct iesc :i
su poder.
Lll'glJlaIllhil~1l (le París el ayudante Doufort,


y COllllllliClJ :i Vlaroto la contustacion Ilue Il:lbia
l'l'cihido del marisca] Soult , por la cual asrgUl';l-
ba 'JlW la FI':lIlci;, apoY:Il:ia d proyet'lo:í que
SI' 1'1'1"1'(";:1 1:) IlIi~ioll ¡j"lbu()]'I, si"Jlllll'l~ lJlLt~




~11
en él estuviesen :'Icordes 101\ g~nerales Esparte-
ro, el cow\.· de ]':spaiia en Cataluña, y Cabre-
ra en Ar;¡gon; .le forma que Maroto vió, á
cuando HIenas aparentó ver perdidas todas sus
csper:luzas, por la imposibilidad de acordar
una resoluciou (Ille reuniese el sello de aproba-
cion ll,~ partes tan contrarias á sus miras y pen~
samientos,


]-"a5 tropas del general Espartero empren-
dieron su movimiento sobre la izquierda de su
linea, y anunciaron un atallue sobre Guarda-
mino y Ramalcs , á en ya defensa acudió Mnroto
con sus tropas en número de 19 batallones.


D. Cilrlos creó estos di;¡s el supremo conse-
jo de la guerra; que dehia fljar su residencia en
Eibar , y mandó al auditor general pas:lse :í
desempeña r sn empleo <le consejero, ret irán-
dale (1e1 I'lIarte! general. D. .To:lquin ]~Iío fue
nombrado comandante general de 1'\avarra;
1). Juan \ntonio Zariátcgui destinado á las
inmediatas ónlencs de Maroto : D. Simon dl~
Latorre 1!I:mdaba ya una division: y el general
D. Antonio Urbistondo lomó el mando de la
castellana.


El cuartel gencr;¡\ se trasladó á Balmaseda,
y de aqui á Manzaucra , situándose las tropas
en los punJas inmediatos á los fuertes amenaza-
dos, que á los nmy pocos dias fueron atacados
y tomados, sin que en su defensa se huhieseu
hecho los esluerzos l(llf~ reclamaba su importan-
cia ni empleado en los combates ljlJe se libraron




~1~
mas <lue cuatro batallones y medio, al mando
del distinguido general D. Simon de la Torre,
como se ve en los parles ofIciales de este gene-
ral, y en los del Juque de la Victoria, publica-
dos en Madrid por Gacela esrraordinaria,


D. Cárlos vió naturalmente en esta débil
clefensa, que Maroto no hahia empleado las
fuerzas de que disponia , y como no tomase per~
sonalmente parte en los comba les , mantenien-
dosc en inaccion con el grueso de sus tropa<; en
Manzanera, á legua y cuarto de las posiciones
que se disputaron, juz.gó el príncipe que su ge-
neral estaba vendido al caudillo de la Itcina , de
lo cual nacieron de una parte generales mur-
muraciones contra Maroto , y ele otra la deseen-
fia1l74'l del gobierno y consegeros de D. Carlos.


En Manzanera el auditor general una tarde
en que se hallaba Maroto acostado, le represeu-
tó la necesidad de que acudiese con sus fuerzas
á contener los progresos (lcl conde de Luchana,
y aquel general le contesté cu(~rgicamente, que
no queria comprometerse por un príncipe que
tan ingrato se mostraba con sus dcícnsorcs. Si
Maroto estaba de acuerdo con el conde dc Lu-
chana para observar esta conducta, lo cual ig-
noró, y no sabe el auditor gencral, ó bien ell-
tró en su plan reservado cl desalentar las 11'0-
pas con parciales derrotas quc le {~cilitase des-
pucs el dominar su voluntad para someterlas á
un convenio, obró sin prcvision , faltando á la
cOllfianz:l de sus amigos, y no es dwloso <lue




213
mayores ventajas hubiera conseguido en las ne-
gociaciones posteriores I mientras mas podero-
so y fuerte se lwescntasen sus armas ante los
enemigos, á quienes alentaba con tan fáciles y
prod uct ivos triunfos.


Maroto se enemistó por este motivo abierta-
mente con el ministro de la guerra D. Juan
Monrcnegro, que no era el que menos le acusa-
ba, y le escribió con acritud y aun con amena-
Z:lS, rompiéndose asi los lazos de amistad y coneor-
dia que en vano trató Arizaga de anudar, co-
misionado espresamente para ello desde Eibar,
en donde se haHaha, por cscitaciones del briga-
dier D. Antonio Arjona, á nombre de Monte-
negro; mas el :llItiguo auditor general del ejér-
cito, acompañado del brigadier D. Fernando
Cabaiías , nada consiguió en Manzanera, á don-
de permaneció dos dias, hasta que conociendo
los resultados que daba á entender la oscura di-
reccion de aquellas operaciones, se retiró otra
vez á Bihar I no sin presentarse en Durango
á D. Carlos y hacerlo revelaciones importantes
de todo cuanto habia visto y presenciado en el
campo y cuartel general.


El real se hallaba en Durango, y Maroto
h;¡jó con el suyo y se trasladó á Llodio , en don-
de dió las órdenes llara que se abandonasen y
demoliesen las fortiflcac;ones de Balmaseda, v se
retirase la art ¡Hería y demas efectos que alÍ; se
hallahau, y manifestando que no pensaba WIlJ-
prumeter accion alguna sobre Orduña , mandó




~14
fortificar la sierra de Areia. Cou tan incspera-
tios sucesos era evillelllc qlle ~laroto en conni-
vencia C011 el duque de la Victoria, ahandollaha
el pais para que la mas completa desmoraliza-
ciun penelTase en el ejército, facilitando las eje-
cuciones de sus miras. ]~l abandono de Balmase-
da y otros puntos fortificados, aun antes que
el enemigo se presentase, y la ninguna hosti-
lidad que se le hacia en sus progresos, demos-
traba el plan propuesto.


Ent.retanto hallándose Ari1,:lga en Eihar, su
presentó en su casa u na 1Il;] ñana D. Harnon
Vial, que iba al cuartel real de vuelta de su
rnision en la corte de Vieua, que le fue conha-
lla deiipues de los sucesos de Estelb. Comieron
juntos, y Vial le confió que el conde de Alcu-
dia, en la referida corte, lo había presentado
:¡\ príncipe l\Jetterllich, á quieu (1cSplleS de ha-
her informado sobre los acontecimientos ocur-
ridos, le ha bia probado que era imposible con-
tinunr la glierra sin el ausilio de las potencias
del Nonc , con recursos pccuniarios , Ú ]0 que
el príncipe le ha bia coutcstado: Quc diferentes
l'caS habían hecho las potencias conservado-
ras esta clase de sacriiicios , remitiendo cantida-
des rí D. Cárlos ; pero (lile ltarta el did solo
lmbion servido para alimentar partidos ¡nterio-
res en su ejc'rcito,:y ningun adelnnto en las [l I>:
TIlas. No es fiÍc/l, aliadiá aquel dip/ollJfÍt¡co,
(11l(~ puedan repetir/os con prc~/i's"ofl, porqlli~ ('.1'-
tllS naciones tienen SIlS r/'('Sllpllest().~, y dauucs-




~Lí
tran toilos los años 111 !lIíbl,'co Sil rrctnuluciun
:r distribucion , .r si ohsercasrn los p/ll~blos TllII'-
,"os iuuiucstos , se (;/ll'jafiuTl con ra zon de (lile se
les afligia pura sostener 1I110 ,¿;,mTa l'II la Pe-
lIíTlSl;la: P'" otra parle, D. Clír!os 11o) oliserva (m
camportnmicnlo cual d{~hil'ru,.r sil/O, dígllfl/f
1', ,'/IIfOI 1/1II; tirn« tÍ Sil ludo ese rscurulron (I"I~
clIslodia r/ eslnndartr, cumulo carece Sil ejl''rt:/-
lo de cnballos ? 1" r J'II qll!~ el no cstt! al ./1'1'11-
le dl·ll'jú"CÍtu, 1/1/(; luiec d príncipe de Aslarias
NI 11111 rcparulilc inaccion ."rh¡¡¡llIIl'1Ill~, si Don
Cárlos 1/0 puede 111'1'111' If.Ilelllllh flor lilas tiefl/-
¡JI) lit gllerra, diga/o de una l'e:.,:y entonces las
1}()II'flcias conserotulorris iomarrin una tlefrrllli-
tutcion: por lo (11)111as , puedo ofrear ti V. Illlt~
inj!"ir/ cuanto 1IIf sea posible para nunular al-
gl/na canlidad '1m OCWTII tÍ las 1/.rcesidades
I/IW V. 1111' presenta; TlO O/JSlilTlII~ de l/m los rílLl-
tuos SI/USOS 1111' [meen dl'.'üm{wr dI' totla rett-
luír' I/llfrior ClI la 1'1111Sil dl~ 1;1 legil'llIirlm! 1111(',
d':fall1e 1). Carlos en las provincias Vas-
COII ~'I/(llls,
~Vial hahia esrrilo todas las ohservaciones


qlle se le hahinu lwdlO por el príncipe de I\let-
icruich para Irasmílirbs fielmente :i n. CÚJ'lo,',
)' marchó aquella t:l1'lle desl\e l~iha r :í DII-
rango, en tlon,\e D. Cárlos oyó cuanto le rdirití
Sil enviado, á ,¡uien contestó: Como están Irjos,
ignoran lo 'l'"' P" Sil IlII"i, .Y por eso se produ-
D'1l en Iltil's trruunos.


A los puros ,lías de insLabdlJ el consejo de la




~16
guerra en Eibar , remltié Maroto ti D. Ci dos
un testimonio de la sumaria instruida sobre
los fusilamientos de EsteBa, y acompañada del
oficio que se leerá en los documentos justifica-
tivos. Esta sumaria habia estado susl'cnsa, Yhu-
hiera quedado sin adelantarse mas en ella, si
h", e."'l\.\p;e.nc,\a& de.l an()b\~po de CYI.\)a, Ram\"~7•
.le la Piscina, y el clamor general del p:lis J del
ejército, no hubiesen reclamado su publicacion,
para que se evidenciase las causas que se ha-
lJian justificado contra los fusilados. Arizaga {ijtÍ
c'ntonces su dictámen por escrito, y con arreglo
á 10 actuado, le mandó una copia á D. Cárlos por
conducto de D. José Maria Villavicencio, en-
cargando á este le hiciese presente al príncipe
suprimirla ó ampliaria cualquiera período que
fuese su voluntad que se corrigiese, y obteni-
da su contcstacion , remitió á Maroto aquellas
actuaciones. El ministro de la guerra transmitió
la sumaria al consejo supremo, que la pasó á
sus fiscales, acordando su aprohacion á lo q1lt~
pedia Maroto , y hajo este concepto D. Cárlos


,mandó se revisase todo por la junta de Estado
<[ue formaban sus ministros, el arzobispo de Cu-
ha, D.\liguc1 Oral yVil1eb, marqués de Valdc-Es-
pin;¡, D. Juan Bautista Erro, y el 1aron de Jura-
Heales los cuales secundaron el parecer del COII-
St'j'o s1l1Jremo (le la <ruerra, V motivaron la sancion


<l •
de D. Cárlos, produciendo la <lnolucioTl del tes-
timonio, y real orden con (Ine file devuelto lodo
~ 'farolo, quien [lamo á su cuartel general al




217
consejero Arizaga, con el f111 de encargarle la im-
presion del estracto , que ya formado para este
objeto, habia remitido el consejo de la guerra.
Lle~ó el consejero Arizaga al cuartel general


y manifestó á Marola sinceramente el disguslo
con que se hablaba en el pais ¡-.-l· los sucesos des-
graciados <lue las armas habian esperirnentado
y aflijido á D. Cárlos; las acusaciones que se
hacian contra su opinion , y la imposibilidad que,
le babia demostrado el arzobispo de Cuba, to-
caba el gobierno del príncipe para contratar
empréstitos, y proporcionarse auxilios pecunia-
rios, cuando las operaciones militares eran tan
desventajosas que destruian el crédito en lugar
de aumentarlo. Aconsejó á Maroto pidiese á Don
Cárlos celebrase una junta de generales, presi.,
dida por el mismo príncipe, en la que demostra-
se el plan de sus operaciones, y lo sometiese á
la censura y corrcccion de aquel y de los gene-
rales que concurriesen á ella: y habiendo acce ,
dillo Maroto ,esfe consejero escribió la minuta
del oficio ([ue fue pasado á D. Cárlos, .


Condescendió á lal idea el príncipe; convocó
á sus gcnerales, y tuvo lugar á los dos dias esta
rcunion en Zarnoza, y en su presencia Marero
manifestó el sistema que habia adoptado, que
mereció la aprobacion general, y robusteció sus
opiniones con las emitidas por los domas gene-
rales en dicho acto,


Disuelta la junta, el príncipe se reslituyó á
l)ul'ango, y Maroto á Llodio , presentándose :i




218
la tarde siguiente en esta pohlacion el ]¡rigadít~r
]). -'{alluel Ca llIpillo , IIue venia tIc la piedra
de Onlulia, en donde estaba ya el general E-;-


" • 1parlero con su cJérello, y se supo que aque
hrigadier habia sido comisionado P:1l'1I tratar nue-
vamcntc con el general crisí ino sohre el morlo
de ajustar los inrr reses (le ambos par tidos , )Ca an-
tcr lormcuto sujetos ;Í couiereucia : pero que tarn-
poco babia contestarlo Espartero p1:msibleIllcll!t',
)' en "isla ele estos pasos (Iue llegó á saber el
consejero Arizaga, se retiró á Durango, en cuya
poblacion dió principio ñ la impresión de la eau-
sa que le hnbia entregado Marola.


A los muy pocos dias se presentó en su alo-
jamicllto el general Zariáleglli con el coronel
J\fa(lrazo. Este venia de Francia, en donde 1Ia-
hla estado con dos meses de licencia, bajo el pre-
testo de imprimir la defensa que habia hecho en
la causa formada al primero. La conversacion
versó sobre la cucstiou de paz (lue agitaba á to-
(lo el pais , y ;\latlrazo 110 solo clamaba por una
trnnsaccion lJue concluyese la guerra, silla IIU(~
tnrnbicn afirmó particularidades y gestiones que
él habia practicado eu l)al'Ís relativas á este re-
¡.;ult;Hlo: y ha bi('n(101e contestado Arizaga : wro-
do cuanto V. dice será cierto: nasal ros veremos
nuestra ruina, pero D. elidas no c('(le á llillglJ-
na trausaccio u '" le replicó :\lallrazo: upucs si Don
CirIos no cede, no se le hace caso." El conceplo
que la honratll'z Ile ~ladrazo imprimió en sus
amigos, y ~illgubrIIlcntc al autor de esta mcuío-




219
ria , seria caprichosamente illjlll'iado, si porull
momento se dudase de su couíorrnidad á este re-
Jato; mas si, COntra el juicio que se tiene de la
noble franqueza que distingue á este coronel, con-
tradigcse lo espuesto, no por eso en su concien-
cia dejará de recordar la certeza de este aconte-
cimiento, )' la exacl i tllLl con (Ine queda referido.
Continué Madrazo relatando cuanto haIlía oído
y gesliollllllo en Francia para que se tratase de
un modo formal y decisivo este proyecto; refirió
la desconfianza ({ue le lwhian illfnlllhlo las ideas
de :\lichcl en las conversaciones que habia tenido
con él en Burdeos; la prceaucion que con este
(lebia gnanlar Maroto, y acabó anuuciando (Iue
acompañado de Zal'iálcgui marchaba nI cuartel
general para manifestar todo cuanto sabia deta-
llaclamente á Maroto , y entregarle una nota con
varias observaciones q ue en París se le ha bia II
hecho relativas á {jjar las bases que podrían adop-
tarse para conseguir la pacificacion de la Pe-
11 ínsula : comieron juntos , y aquella tar.lc mar-
charon Zal'btegui y ~lar1rado al cuartel general.


!legresa ron á los 1resrlias con d ireccion á
Oñate , en dOl\(le se hallaha el cuartel real, á
donde pcrmauccicrou cuatro ó cinco; Z;]riátcgui
fue llamado otra YCZ por :\1aroto, y serian como
las seis (le la maiian¡l cuando se prcsentó en el
alojamiento <le Arizaga, y le dijo: «Si V. me pro-
mete tO(la reserva, le manifestaré el tratado de
paz que cst.i ajustarlo por mediaciou de una na-
ciou eslrangcra, y (Iue segun me ha declarado




~20
Ramirez de la Piscina, acaba él de firmar con
el arzobispo de Cuba y D. Juall Bautj~ta Erro,
y quc ha sido aprobado por D. Cárlos." Enton-
ces refirió Zariátegui las mismas bases que pro-
puso Maroto al general Espartero, añadiendo
que estaba encargado de generalizar esta voz
para mitigar el desaliento general que se sen tia
en el pais , consiguiente á la falta de recursos y
ninguna esperanza que existia de que se propor-
cionasen. Que revelaria el secreto á Maroto , y
despues marcharia á Navarra para propagar la
especie, y reanimar con ella el espíritu público.
'Asi se efectuó, y á los dos dias todos los vecinos
de Durango y habitantes de las provincias ha-
blaban de la paz bajo las mismas bases que que-
dan referidas. La amistad de Arizaga con Zariá-
tegui era sincera, y desde el año de 35 se habia
estrechado por mutuas demostraciones de cariño
y recíproca confianza. Zariálegui manifestó á
Arizaga creia oportuno que todos aconsejasen á
1\'laroto que renunciase el rnando , porque con
el suceso de H.amales y Guardarnino, haLia cs~
pcrimentado su prestigio una decadencia muy
gravc en el pais y en el ejercito. Quc si accedia,
le constaba (lue seria admitida su dimision con
huena fé, y que las demostraciones del gobier-
no al admitirle su dirnision , seria tan honrosa,
como satisfactoria para su carácter y servicios,
sin que pudiera rccelarse una conducta reacciona-
ria en la marcha de los negocios, porque le sustitui-
rja Víllareal en el mando. \\Jamás creí, le con-




2~t
)' tcst6 Arizaga, <¡uc V. concibiese un error tan
» profundo; yo convengo en lo primero, pero la
»situacion es tan delicada y escabrosa, que exi-
» je mucho detenimiento en la adopcion de Vi-
» llareal l1ara el mando. La línea primera de los
» compromisos está ocupada por V. y otros, fá-
» cil seria sep.:!rar á Maroto del mando, y susti-
)} tuirlo por Villareal , pel"O es necesario no per-
).del' de vista, que el primero está interesado
» por su propia conservacion en sostener 10 he-
» cho, y el segundo no toca tantos grados de
» compromiso. ViHareal tiene una honradez acri-
» solada; pero si tomase el mando, yo dudo que
)} lenga y en una palabra, no lo creo con la [11'-
» meza bastante 11ara 0llonerse á D. Cários en
»cualquiera resolucion que tomase este relativa
)} á entregar otra vez el poder á los que están
)1 en Francia. Ellos volverían fiados en la conoci-
» da predileccion que les dispensa D. Cárlos , aca-
)l so sin llamarlos, y una vez introduciclos á su
»iumcdiacion , la reacción y la ruina serian ine-
»vitables, La prudencia, entiendo, aconseja no
» provocar por ahora esa variacion , y pues que
)l el gobierno abriga este pensamiento de destituir
» á Maroto , imgo (lue se halla en el caso de tra-
» bajar en el ánimo del príncipe para que se pc-
» netrc con sinceridad de que le conducia al prc-
1) cipicio Arias Tejeiro, y su partido destructor
Jl y sanguinario; y cuando esto se halla conscgu:-
» do, renacerá la calma. habrá confianza en los
»rompromcridos , porque hoy todo se ofrece cu-




~~2
» hierto de recelos y dndas, y entonces el mis-
» rno J\broto estará ohligado á dejar el mando
»falt.indolc el :ll'dienle apoyo de los que temen


1 l ion dc Ari '1'" T)} a iot-a a re;¡CClOU .e nas eJelro.:No obsf:nli/e¡
» yo le escrihin~ c:'>plol':llIdo su voluntad." Zaríá~
h;glli pareció quedar convencido de estas razo-
I)(~S,' y que por consecuencia no SusCil:lria á Mn-
rolo motivos para su scp:n'acion del ején:ilo. T:d
es el concepto que aquel general merece al au-
tor de esta memoria, y pa1'a. creerse cualquier
cosa en contrario, será necesario que se presen-
ten datos convincentes; la: sospecha sola de que
Zariátegui aspirase al mando del ejército, para
tener en su mano los destinos del pais, poniendo
por intermediario á Villareal, por no poder él
directamente sustituir á Maroto, no merece el
que se tome en considcraciou pal'a esplicar es-
tos sucesos.


Marola pidió informe:í Al'izaga sobre el es-
tado de la causa, y rnarchmulo este al cuartel
gener;¡l, á la hora de haber llegado :í Llodio , le
dijo Maroto : Vendrá V. conmigo á J}[immlll's,
porqlle dentro de un rato comparecerá en este
plll'blo el Lord Jordi-Hoy qlle hace dos aiios
tuoo relaciones con el general Laiorre , y trata-
ron del modo que deberia elegirse [Jara pacifl-
cal' las procincias ; :Y habiendo/e demostrado :ro
á Latorre lo illj;'uc!(lOSOS qm han sitio mis pa-
sos hasta el dia , ha renovado Sil anustml con
el Lord, el cual rí instancia filia, por escrito,
ha accedido en tilia ,'ntFr.'ld" ,/"e dl'hc 1'l'ri¡i-




2 cn
carse hoy. Inmediatamente montaron á caballo
y emprendieron su marcha para ]\lir;I\'alles, Ú
~'uyo pueblo IlCgl) :i la media hora D. Simon (le
Latorrc , y ú poco ralo dcsllllcS el Lord Jonli-
Hay con tres () cuatro gercs y aywlanles. Iícu-
lIiSos lodos en el alojamiento de l\larolo, .este
COIl el Lord, Latorrc , los ayudantes de aquel y
un caballero vascongado que le servia de iutcr-
prete, entraron en una sala , y despues de ha-,
he1' hablarlo largamenle Marola con el LOJ"(l y
su secretario, se encerraron en otra hahitaciou
y permanecieron en ella algun tiempo, hasta (IlIe
rOÍlcluida la conferencia reservada, salieron fue-
ra y en Iraron en la sala las personas quc lIO ha-
hian :IS;slido á ellas, para comer reunidos.
l~l Lord .Tonh-Hay con sus a)'l1llalltes, m:lr-
cllú acorupaííado de Marolo hasta Arracun-
diaga, en lIue se (lespi(licron, Llejalldo gl'av:H1a
en los cornzoues de todos una ao-rallable COIl-
f" nianza por la lIob1eza (le su car:icter elevado.


l\lal'Oto v J~alol'I'e aSl".rllraron :i Ariz;iO'a v :í.
• b b J


los demas, que hallia qucrlado lodo arreo-lado v
'1 b J


couvenu o; (Iue el Lord hahia apuntado las pro-
l)OS\C\O\\\~S "Ventajosas l)a1'a ambos parli(10s, que
se le h:\hian l\\~cho~ y protlletitlo despachar en
aq uella lIoche un yapor (Iue Ilevase ú Lónllrcs
la uot ieia lle este suceso. el cual volveria ú los
doce tIias COII la coutestacion (le su gohierno: y
hieu vronln se e~,lel\(lió \)0\' tOllaS \)al'les (¡\le las
lll'oposiciones re!"el'ilbs SI' l'l'llucian al ca:o-alllielllo
de (lUI' se ha lu'dw rncuciou , ú la rcunion {'le




~~4
Cortes por estamentos, y domas bases anterior-
mente indicadas. Que el Lord habia demostrado
desconfiaba fuesen aceptadas, pero que no lin-
daba podrian ajustarse los intereses encontrados,
una vez que rayaba el deseo de terminar la lu-
cha; y que aseguró cooperaría activamente pO!'
su parte para el logro de la paz. ~laroto desde
que llegó á las provincias llamado por D. Cárlos,
abrigó, segun manifestó entonces y ha esplicado
después varias veces, el pensamiento de concluir
la guerra á toda costa, dejando comisionados en
Francia para que trabajasen en este sentido, y
Con arreglo á lo que él sobre lo mismo adelanta-
se, creyendo verificado sn proyecto por la me-
diacion de la Inglaterra, y ofrecimientos que le hi-
7,0 lord Jonh-Hay. Por otro lado el general La-
torre, 3gente principal de esta negociacion, pro-
hó habia cultivado este conocimiento con ante-
rioridad al mando de Maroto, y vino á saberse
por fm que el lord .Tonh-Hay, asi en la línea de
San Scbastian como en la de Vizcaya , hacia dos
años ql1e conocia á los generales de D. Carlos,
y trataba con ellos sobre el modo de pacificar
las provincias y poner término á la lucha,


En Arracumliaga se separaron todas las per-
sonas que habian concurrido á esta entrevista,
v á los dos ó tres dias volvió á presenlarse el
lord Jonh-Hay en el cuartel general de .Marolo,
y despues de manifestarle habia ejeculado su
ofrecimiento, dando cuenta á su gobierno, se
dirigia á Orduíía para Ira lar con el general Es-




~25
partero á fin de que se prestase á llevar adelante el
convenio indicado; pero el mismo dia regresó S. E.
de Orduña, manifestando á Maroto la negativa y
oposicion terminante que habia encontrado en el
conde de Luchana en todo cuanto le habia pro-
puesto, ydespues de una corta detencion continuó
su camino á Bilbao.


En estas circunstancias el general Espartero
remitió á 1\1:1roto un periódico de la corte, en.
que se insertaban las cartas <Iue Marcó del Pont,
á nombre de D. Cárlos, habia dirigido á Cabre-
ra, y la contestacion de este; las comunicacio-
nes que lc hacia Arias Tejciro; y diferentes otras
cartas de Hamirez de la Piscina, escritas igual-
mente á nombre de D. Carlos, cuyos conteni-
dos acabó de alarmar á Maroto , y decidirlo á
terminar la gucrra por el peligro que amenaza-
ba á su persona, al ver los manejos secretos de
D. CárIos y sus allegados. La lectura pública quc
se hizo de este papel, provocó la ira en el cuar-
tel general, y en el real produjo una junta
presidida por D. Cárlos, en la cua] se lc hicie-
ron interpelaciones por sus ministros, y se le
dieron quejas , y puede asegurarse que D. Cár-
los oyó reconvenciones muy ágrias que le diri-
gicron sus ministros y consejeros dc estado por
la conducta poco noble v franca que observaba.


En vano este príncipe negó haber autori-
zado tales actos, é inútil fue la negativa que
Marcó del Pont hizo á su presencia de haber-
los él ejecutado; porque comprobada la certeza


15




~~5
tle los documentos, justificado (]u~ Muró del
Pont los habia escrito y enviado por orden fle
D. Cárlos, y observada en fin la ninguna resolu-
cion que tomó la junta, la irritacion fue gene-
ral; todos los comprometidos contra la carnari-
na de D. Cárlos conocieron se les preparaba un
lazo, y que la revoluciun que alimentaba y fo-
mentaba el mismo príncipe amenazaba sus vi-
das, su deshonra, ó el verse algun dia estrecha-
dos por los coriíeos , que apoyados por Don
Cárlos, estaban sedientos de sangre y deseosos
de ejecutar sus venganzas, que á haber sido sa-
tisfechas, hubieran proporcionado, con la ruina
de la causa, otros males de incalculable gravedad.


D. Cárlos habia mandado al Aragon á Arias
Tejeiro con una carta orden escrita por su ma-
no, en la que prevenia á todas las autoridades
flue lo auxiliasen y protegiesen con cuanto pi-
diera y necesitase, y este habia hecho uso de ella
presentándola en Berga al conde de España
y al intendente Lavandcro , que despucs de ha-
berlo ausiliado , lo hizo escoltar hasta que pisd
el territorio dominado por Cabrera.


La reunion de este caudillo con el favorito
de D. Cárlos, los informes que le i:lcilitó, y el
estado de opresion en que le hizo creer se ha-
llaba el príncipe en las provincias del Norte,
produjeron las cart.as referidas, que fueron in-
terceptadas y publicadas; al mismo tiempo se
publicó una proclama de Balmaseda escitando á
los soldados á la sedición contra un traidor que




~27
trabajaba vara vender la [usía causa; mientras;
que por la frontera de -Francia se i ntroducian
en mayor cantidad toda clase de folletos alar-
mantes é inceudiarjos para conmover y poner 31
pais en completa rebelion contra Maroto, Los
desterrados en Villa franca , escitados unos por
sus pasiones y otros creyendo hacer en ello un
servicio á n. Cárlos, no dejaban de trabajar ar-
dientemente contra todos los que mandaban las
tropas, precipitando los ánimos y dividiendo la
opinion á tal grado, que el mismo D. Cárlos,
nevado de la predileccion que les tenia, manifes-
tó ya sus conatos y deseos porque volviesen otra
vez á ejercer el poder los mismos que tantos ma-
les le habian causado.


Maroto escribió á D. Cárlos lamentándose de
un comportamiento tan estraño , y recibió con-
testación de este príncipe, afirmándole que vi-
viese descuidado y procurase disipar las voces
de paz que en el ejército y en todo el pais se
habiau divulgado; en el entretanto Zariátegui
recorria los pueblos de la Borunda y de Navar-
ra, asegurando la próxima paz, cuyas voces hizo
que le escribiese Elío para que le informase so-
hre una voz tan generalizada en todo el pais,
á donde se crcia estaba el mismo Zariátegui comi-
sionado para anunciar el término de la guerra.


Zariátegui habia descubierto el secreto del
tratado, no solamente á Arizaga, sino tambien
á Maroto , al conde de Casa-Eguía y á varios
otros sugetos que clamaban por su cjcnH:ion; el




~28
pais lo habia trasl ucido , y :lsi en este como en
el ejército no se hablaba de otra cosa que de
paz, casamiento y Córtes por estamentos; lo
cual escitaba sensaciones quc no podian com-
primirse, y que todos viesen el próximo fin de
tantos sacrificios y calamidades, causando e11 las
tropas una retrac¡ion de todo peligro, porllue ma-
nifestaban los soldados, "Si esto está ya compues-
to y arreglado, "para qué esponernos á morir!"


En Orozco Marero y los gefes guipuzcoanos,
ausiliados de los capellanes y gefes que estaban
en la línea de Andoain acantonados, introduje-
ron en los batallones el descrédito contra D. Cár-
los , publicando y estendiendo la necesidad de
concluir la guerra; los cuerpos eran relevados
frecuentemente de una á otra línea, y los pue-
hlos por donde pasaban oian con gusto las no-
ticias é ideas (]ue propagaban los so1<1:11105.


Era imposible que un estado de cosas serne.,
jante pudiera ocultarse á D. Cárlos ; su imagi-
nacion afectada por la ,..isla de estos sucesos, y
siempre mal aconsejado, le impulsó á escribir á
D. Juan Echevarría para que desde Bayona en-
trase en España y se presentase en Lesaca, en
donde hallaria al 5.° halallon <.le l\avarra suble-
vado, y al que seguirian otros, que siguiendo
el ejemplo, terminarán para siempre la cuestiono


Los agentes de D. Carlos habían trabajado
con actividad y acierto , porque este batallan,
que ~e hallaba á las órdenes de Zariátegui y ele
Madrazo, en el acto de ejecutar una operación




~29
militar muy próxima á 10$ enemigos, abandonó
una noche á sus gefes, que no notaron la mar-
chit hasta que la guardia que tcniau en su casa
dejó el puesto. No tardaron muchas horas en co-
nocer la clireccion y ohjcto ele este batallan, que
dirigiéndose á Lesaca , se incorporó á D . Juan
Echevarna, titulado ya gcfc de las cuatro proviri-
cias, el cual hahia dado una alocucion llamando
bajo sus órdenes al ejército. 1-:'\ ~).o de Navarra gri.
taba en su marcha: ~lviva el rey, muera Maroto


1 'el ,,' 1..y mueran os trm iores ; cuyas voces ncicron
conocer el objeto de aquel pronunciamiento.


Desde este momento todas las clases y los
hombres de todos estados atribuyeron la revo-
lucion á D. Cárlos, á quien dirigió Maroto fuer-
tes reconvcncioucs , ascgurámlole que, si tales
acontecimientos no se sofocaban, su causa se per-
día sin remedio; los pueblos que ya esperaban
la paz, censuraban la conduela del príncipe, por-
cIlIc conocian que era el verdadero autor de la
sublevacion,


En estas circunstancias se hallaba en el cuar-
tel real D. Gregario A\varez y Perez, canónigo
que fue de la catc(lral de Burgos, procedente de
la capitulacion que se hizo en la plaza (le Mcli-
[la , el cual habia. escrito la histori~ de aquellos
sucesos en Oíhtc, y merccia la confianza de
D. CirIos; era hombre de talento é instrucciou;
couocia el carácter del príncipe, y su debilidad é
impotencia para remediar los graves males que
amenazaban su causa, y lleno de un ardiente




~30
deseo é interés por salvarja , escribió á Arizaga.
que residia en Eivar , para hacerle saber el proyec-
to de pasar al cuartel general para avistarse con
Maroto y el conde de j\egri, ú {in de manifes-
tarles el deseo (le paz que se observaba en todos
los pueblos, y disuadirles de cualesquiera idea
que para verificarla huhiesen concebido, 51 su
principio no tenia por base el sostener Jos dere-
chos de D. Cárlos. Deseaba Alvarez que Ariza-
ga lo acompañase en su viage y empresa, des-
confiando sin su apo)'o de todo resultado. La
contestacion , siendo favorable al proyecto , al si-
guiente dia se presentó el citado Alvarcz en Ei-
bar y emprendieron á poco su marcha para Du-
rango, en cuya pohIacion supieron que habia
pasado el conde de Negri para el cuartel real.
Este incidente contuvo á Alvarez en su primi-
tivo intento, y pidiendo á Arizaga continuara
su marcha al cuartel general para hablar á Ma-
roto sobre el objeto indicado, retrocedió este á
Azpeitia para reunirse con Negri, quedando
uno y otro empeñados en comunicarse los acle-
1antos que cada cual consiguiese.


Arizaga se el irigió á Villareal de Alava, don-
de se hallaba Maroto , v le manifestó fielmente
el objeto de su entrevista, que oyó con marcarla
atencion ; pero el general le anunció 10 adelan-
tallo que estaba el proyecto de paz, sus compro-
misos particulares, el no menos grave de los
gefes, e] deseo del pais de adcIllirirla á toda cos-
ta, y las contestaciones recibidas del lord Jonh-




231
Hav relativas á sus ofrecimientos hechos en 1\1.\-
rav'al1cs.


Preguntole Arizaga si cantaLa para este plan
con D. Carlos y su familia, y si para efectuarlo
estaban conformes los comandantes generales de
las provincias y D. Joaquin .Tulian Alzaá que
lo era de la de Alava y acababa de salir de su
hahitacion ; Maroto le contestó que todo lo tenia
meditado; que estaba seguro de que nadie ten-
dria un motivo de justo resentimiento; que los
gefes eran los principales que le estimulaban, y
como prueba de esto le enseñó el santo que por
su orden acababa de poner Alza á, que decia:
Rafael, razori y resolucion, Aií:Hlió Maroto ta-
les razones y datos, csplic.indolc las cosas yhechos
con tal seguridad, que Arizaga creyó de buena
fé ajustada una trnnsaccion general bajo las di-
chas y supuestas bases.


A la mañana siguiente se trasladó el cuar-
tel general á Salinas, y una hora después lleg6
el conde de Negri, que venia del real. Comió
Maroto con Negri y Ariz;lga, y se reprodujo la
mision del canónigo Ah-arez, de cuya larga dis-
cusion resultó escribiese Maroto una carla á Don
Cárlos asegurándole de su fidelidad, rogándole
oyese á Arizaga que llevaba sus instrucciones,
y ofreciendo que si accedía á variar las perso-
nas de su gobierno, sustituyéndolas-con las que
le indicaria aquel, desde luego le prometía que
todo el ejército recibiria estas mudanzas con sa-
tisfaccion, y que unánimemente acreditarlan de




~3~
nuevo su lealtad ! decisión por defender su
causa. Aqui es de notar que entre los papeles
que Maroto sacó para presentarle, los que le ha-
hia entregado el coronel Madraza relativos á las
bases con que el gobierno francés apoyaría la
transaccion proycctada , vió Arizaga que la letra
de algunos era igual á los anónimos que habían
servido para la acusacion de los generales fusi-
lados en Estella, y obraban en cabeza de la cau-
sa, lo cual dió lugar á que desentendiéndose de
la lectura que hacia Maroto de las bases indica-
das, llamase Arizaga su atención y le espresase
el interés que tenia en que se aclarase estas cir-
cunstancias, pues en este caso, dijo al general,
están descubiertos los autores de la maldad que
produjo los fusilamientos de Estclla, Arizaga no
pudo volver nunca á fijar á Maroto sobre este
hecho, porque sobrevino á poco el convenio,
aunque sí se lo recordó en Bilbao.


La instrucción dada á Arizaga se reducia
al nombramiento de D. Vicente GOIlzalez More-
no para ministro de la guerra en lugar de Mon-
tenegro; á D. Gregorio Alvarez y Perez para
ministro de Estado, en lugar de Ramirez de la
Piscina, y á que continuase Marcó del Pont en-
cargado del de Hacienda, el cual estaba ocul-
to y temiendo un atentado contra su vida desde
las ocurrencias de las cartas sorprendidas y pu-
blicadas. Tambien se le encargó por Marola
(lue dijese á D. Cárlos podia tomar el mando
lId cjército 1 poniendose á su cabeza i ó nombrar




~33
á su sobrino D. Sebastian, quedando Maroto
de gefe de E. M., mientras que se calmaban las
pasiones y se subordinaba el 5.0 de Navarra, en
cuyo caso restituido el sosiego y disipadas las vo-
ces de paz, se retiraria Marola á Francia. Sor-
prendente era que Marola propusiese á D. Cár-
los para el ministerio de la guerra á D. Vicente
GOllzaJez Moreno, cuando tan encarnizado ene-
migo habia sido suyo; pero esto queda esplicado
con que la reciente enemistad que tenia entonces
con Montenegro, le hacia preferir á aquel para
este puesto, y veia en la misma peticion mas
facilidad de conseguir su exhoneracion cuando
el propuesto era tan favorecido del príncipe. Esta
misma esplicacion debe tener lugar respecto á
Ramirez de la Piscina, á quien Maroto conside-
raba ya, sin embargo de sus antecedentes de
amistad para con él, menos á propósito que lo
que él deseara para servir sus intereses cerca del
príncipe. El pedir que Marcó del Pont quedára
en su puesto, no obstante los compromisos en
que lo ponian las cartas interceptadas, era un
bomenage que se hacia á la voluntad de Don
Cárlos, que manifestaba una suma repugnancia
á separal' oc su hd o á este ministro. De todos
modos es preciso convenir que por aquellos dias
todavia Maroto no habia resuelto en su ánimo
la realizacion del convenio; y por consiguiente
los nombramientos de ministros que indicaba,
eran todos sobre personas an1ientemente celosas
{\el triunfo diíiuitivo de la causa de D. Cádos,




~34
debiendo tener entendido que no de otra ma-
nera podian tener parte en las iudicaciones de
tales personas el conde de Negri y el consejero
Arizaga, que trabajaban siempre de buena f¿
en provecho de su causa, y que ninguna par...,
ticipacion tenia n en las transacioncs ó convenio.


Desde Salinas escribió Arizaga al canónigo
Alvarez anunciándole se dirijia al cuartel real, y
citándole para que bajase á Anzuola , en cuyo
pueblo conferenciarian y seguirian ambos á la
corte de D. Cárlos , que se hallaba en Tolosa , á
fin de inclinar á este á que aceptase el plan pro-
puesto, cuya carta remitió el mismo Maroto
con un ayudante que la puso en manos del ca-
nónigo Alvarez , situado en Oñale.


Arizaga se reunió efectivamente en Anzuola
al canónigo Alvarez, i quien leyó la carta dc Ma-
rola para D. Cirios, é instruyó de todos los sucesos
ocurridos en el cuartel genera 1, y supo por aquel,
que D. Carlos habia salido de Tolosa con direc-
cion á Lcsaca , acompañado de su esposa y el
ministro de la guerra, dejando en aquella po-
blacion á todos sus demas ministros y conseje-
ros, á fm de apaciguar la insurreccion del 5.0
batallan de Navarra y parle del 11.0 Y del 12.0
que se le habia reunido. QuedeS Alvarez muy
satisfecho con esta nueva, y le ofreció contri-
buir al logro dc los deseos que espresaba Ma-
roto en su carta, por lo cual convinieron mar-
char en busca de D, Carlos,


Arizaga continuó su marcha ;í Tolosa , y




~35
fue sabedor de que D. C:írlos habia regresado á
Santistevan , en domle se veriGcó la reunion (le
su esposa, que desde Goy:weta habia salido á
encontrarle. Tarnhien supo que en Santistevan
se presentaron á D. Cárlos el arzobispo de Cu-
ba, Erro, Ramirez de la Piscina )' diferentes
otras personas, que sin órden suya emigraron
de Tolosa y fueron á buscarle bajo simulados
pretestos; si bien no hubo otra causa que el
infundado temor que les sobrecogió al saber el
movimiento y particularidades ocurr-idas en la
línea de Andoain , y la sospecha de que Maroto
pudiese tomar alguna providencia respecto á sus
persol1:Js, fuera de la inmediata personal protec-
cion de D. CirIos.


Para entender las variaciones borrascosas
(Iue en las personas y partidos se 110t:Jbal1 por
aquellos dias azarosos en el c:Jmpo de D. Carlos,
será preciso tener presente, que si Lien el arzo-
bispo de Cuba, Ramircz de la Piscina, y toda
su parcialidad habian estado unidos C011 Maroto
y los dcrnas militares para undir el partido del
obispo de l ..eon y Arias Tejeiro, desde que vie-
ron que Marero 110 era hombre para ser domi-
nado en manera algun:J, volvieron contra él sus
tiros y asechanzas, valiéndose para ello sobre to-
do del flanco que prestaba á la reputacion del
gefe de E. ]\f. su débil resistencia en Ramales y
Cruardamino. Antes se proclamaba por el arzo-
bispo de Cuba, Harnirez de la Piscina y demas
sus allegados, que 110 p()(lia haber crédito para




236
sacar recursos en el estrangero, mientras el obis-
po de Leon , Arias Tejeiro y sus allegados tu-
viesen la adrninistracion de los negocios; y lue-
go se decia que la falta de sucesos militares era
la que imposibilitaba los socorros pecuniarios
que hahian de preparar el triunfo [mal de la
bandera carlista. En una palabra, la ambicion
del poder por estos, el espíritu de murmuraeion,
cábala é intriga, tan funesto y maligno en los
montes de Navarra, como en los Alcázares de Ma-
drid, y los resentimientos y acusaciones que se dis-
paraban recíprocamente Maroto y los demas altos
funcionarios de D. Cárlos , hacia n conocer que
amagaba muy de cerca el golpe fatal para la cau-
sa de este príncipe. Entre tanto, cuando se pre-
sentaron á D. Carlos en Santistevan los sugetos
citados, le hicieron entender, que aunque sin ser
llamados venian i su inmediacion para en caso
de peligro sufrir la misma suerte y participar
los propios riesgos de su soherano.


El infante D. Sebastiau , cIue se hallaba en
Tolosa , babia tratado de pasar á la línea de An-
cloain, cuyos gefes le hicieron saber que esta-
ban en el caso de manifestarle con disgusto te-
nian acordado no permitir la entrada de ningu-
na persona en aquella línea mientras no se
concluyesen las disensiones que existian entre
el cuartel real y general, y que con senti-
miento de todos se veian precisados á manifes-
tarle que ni aun su persona estaba escluida
de esta dctermin..cion , y entonces D. Sebas-




~37
tian desde Tolosa marchó ,~n busca de D. Carlos.


Arizaga al 110CO tiempo llegó á esta misma
villa, y en ella con dolor vió que el desconcierto,
el desórdcn , el miedo yel espanto habia invadido
á todas las clases, presentando la corte del prínci-
pe un verdadero caos, en el cual unos murrnu-
rahau conlra todos, y los mas encarecían sinies-
tramente los SllCC:"OS, presagiando un fin san-
griento. Esta alarma la habian causado los que
tan ligeramente y sin fundamento alguno habian
corrido á buscar un refugio cerca de la persona
de D. Cárlos, abultando con sus exajeraciones lo
crítico de la situación.


Sabedor Arizaga por D. Antonio Arjona y
D. Fernando Frcire la historia lamentable de los
sucesos indicados, se le presentó D. Manuel Es-
tárico bastante atribulado porque en la línea
de Andoain los gefes guipuzcoanos habian preso
á D. Cárlos Vargas, á D. Hamon Vial, y á
cuantos gc1i~s y oficiales eran castellanos, y se
ternia 'procediesen á fusilarlos; fponlue, segun
las noticias que se habian recibido, no solo pen-
saban consumar este atentado, sino el enviar á
Tolosa un batallen guipuzcoano para ejecutar
jgualmente otros varios en las diferentes perso-
nas tachadas por aquellos de traidoras; y rog()
á Arizaga escribiese á Maroto para que man-
dase la comparecencia de los presos en su cuar-
tel general. l ..os deseos de Est:írico se cumplie-
ron, y él mismo fue portador de la carta.


Para conocer el orígen de la disposicion de




238
espíritu de los batallones guipuzcoanos, debe
tenerse enteudido , que algunos dias antes de es-
to, D. Cárlos, la princesa de Beira y su Iami-
Iia habían visitarlo la línea de Andoain: tuvie-
ron una comida, á la que asistieron muchos
gefes y oficiales de las t.ropas guipuzcoanas que
la guarnecían; tarnbien asistieron algunos ofi-
ciales notables, ca~tellallos, como D. Carlos Bar-
gas, D. Itamon Vial y otros, los cuales, ya por
ser de mas inmediato acceso á la familia real, ó
ya por conocimiento y trato mas antiguo, debie-
ron á esta algunas preferencias en el convite.
Aunque el motivo era tan leve, no dejó por eso
de despertar en Jos guipuzcoanos]a rivalidad
mas ardiente, y con motivo <le que pocos dias
despues D. Carlos Bargas, que era gefe de E. M.
de aquella division, previno hacer algunos movi-
mientas, sin contar con sus gcfes, estos creye-
ron que se trataba de operar en combinaeion
con los batallones sublevados navarros, y en
provecho del partido contrario á Maroto, y
procedieron 1)01' lo mismo á pOller en prision á
Bargas, Vial y dernas oficiales castellanos con
propósito de fusilarlos si les era preciso. Esta
indicacion demostrará 'sin necesidad de mas co-
mentarios hasta qué punto habia llegado el en-
cono de los ánimos en el campo de D. Carlos, y
lo pronunciada que estaba la opiuiou en la pro-
vincia de Guipüzcoa en contra del partido ul-
tra-realista.


Mostró Arjz:¡ga :i ¡;US amigos Arjolla y Frei-




Sl39
re la comision de que estaba encargado 1 y estos
celebrando estraordinariamente su contenido,
le aconsejaron no omitiese diligencia alguna
para que cuanto antes lo supiese D. Carlos, y
pasó despues á verse con el comandante de ar-
mas, á quien entregó una carta para que la di-
rigiese á D. José Villavicencio que acompaña-
ba al príncipe, en la cual le manifestaba el ob-
jefa de su permanencia en Tolosa , á donde es-
peraba el regreso de D. Carlos. Para tranquili-
zar mas el espíritu de todos, escribió tambien al
comandante general de la linea D. Bernardo
Ilurriaga, preguntándole si ofrecia seguridad la
situacion de Tolosa , hacÍendole conocer las vo-
ces alarmantes fIue circulaban.


En seguida habló con el marqués de Valde-
Espina, y por la noche tuvo una conferencia con
D. Vicente Gonzalcz Moreno en el alojamiento
de D. FernanfloFreire, y á ambos reveló la car-
ta de :\1aroto, é instrucciones que traia , afirmán-
dole Morcno su identidad de opiniones sobre las
circunstancias y poco rneditada conducta obser-
vada en esta situacion por D. Cárlos, á quien
todos suponian autor de la iusurrcccion de los
batallones navarros.


Posteriormente hizo Arizaga igual manifes-
tacion al general Don Luis Delpan. La ge-
neralidad de los hombres instruidos de la posi-
tiva y verdadera crÍsis política que los rodeaba,
aprobaron la conducta de Maroto, clamando por
la venida de D. Cárlos, y todos anhelaban por




~40
ver convencido su ánimo á la necesidad de aco-
ger el plan (Iue aquel proponia.


De la rclacion de estos hechos y los que se si-
guen, se deja conocer á IH'imera vista ([ue D.Cár-
los tenia motivos para sospechar de la conducta
del general Maroto , y que estaba en su derecho
yen su interés el oponerse á ella por cuantos medios
estuviesen á su alcance. Naclicdesconocerá la fuer-
za de los motivos que D. Cárlos tenia para des-
confiar de 1\1arolo, luego que fusilados los gc-
nerales en Estella veia entregar el país, sin com-
batir en ninguna parte, á un enemigo fuer-
te que sin cesar avanzaba; ¿pero tenia fuerzas
D. Cárlos para contrarestar el poder que ya te-
nia Marotoi' ¿Su prestigio en el pais y en el ejér-
cito podia salvarle la corona en la grave crísis
en que se encon traba, cna I1(10. merced á su
obstinacion , le habia perdido para sostener cie-
gamente á sus favoritos y ministros odiados de
todas las clases, á quienes habian ellos exaltado
por sus vejaciones, insultos , persecuciones y
atropellos? La impotente revoluciou de Vera.
justifICó que D. Carlos no podia esperar ya na-
da en vista del desaliento público; ella debió
probarle que no era el cura D. Juan Echevar-
Tía, el capuchino Lárraga, ni otros desacredita-
dos consejeros, los que verdaderamente sostenían
sus derechos, y hasta qué punto se engañó cuan-
do prestando su conhauza á los que nunca de-
bieran tenerla, ejerció, por el influjo de ellos la
mas injusta persecuciou contra los mismos, horn-




~Hl
hres {Iue desde Zumalacnrregu] habian estado
derramando su sangre en el servicio de su cau-
sa. Para que esta pudiera haberse restablecido,
necesitaba D. Carlos hacer ahstracciou completa
de sus falsos y torpes consejeros, hecharse en los
hrazos de aquellos {lue él creia equivocadamente
sus enemigos y esperar de sus armas la corona
{fue pretcn.l ia en vez de aguardarla de manejos f~
intrigas impropias é indignas de ministros del
Señor. Semejante cambio en la política de Don
Cárlos hubiera dado confianza á sus antiguos
defensores, que si ya ternian su triunfo, era por
el convencimiento de las persecuciones que ;i él
se seguiri:m y que habrían de sufrir en sus per-
sonas. El príncipe, si vio que el deseo de paz
tan aclamada era en el pais, si conoció la disposi-
cion de sus tropas á entrar en una transacion,
¿por qué no se puso á la cabeza de este pema-
miento y deseo general? ¿Cómo no tuvo un con-
sejero ilustrado de los que merecían MI confianza,
que no le hiciese conocer cuanto se robustecia
su propia causa, si manifestando él su desinte-
rés y sus deseos en ver terminada la guerra· ci-
vil en la d~sgraciada España , era el primero en
hacer sus proposiciones á la Regente, que á
nombre de Isabel gobernaba el resto de la Na-
cion que no rcconocia sus rlercchos]' ¿Acaso ig-
noraban que el entrar en negociaciones no es lo
mismo que [irmar un tratado , y (lue los obstá-
culos que encontrase en parlar las condiciones
que pareciesen ;¡lT{'~I;Hhs, una \"('7. rotas las ne-


dj




242
gociaciones, aumentarian su prestigio y su fuer-
za j' Espartero negaba á Maroto toda concesion
en cuanto á la cuestión de persona y de princi-
pios; insistiendo en el reconocimiento de la Rei-
na y de las instituciones fundamentales estableci-
das, y se limitaba á los fueros y á el reconocimiento
de los empleos la concesión que ofrccia ; ¿cómo po-
dia creer D. Carlos que el pais y sus soldados que
habian combatido por su corona y los principios
que ella representaba, se olvidasen en un instan-
te de todos sus sacrificios , de todos sus compro-
misos? El pais si aceptó con gusto la idea de la
próxima paz, era porque, como se ha dicho,
esperaba un casamiento, una modihcacion en
las instituciones, y un reconocimiento esplicito
y desde luego terminante que asegurase sus fue-
ros. Maroto hubiera sido mil veces víctima, en
medio de sus proyectos, si con esta seguri(bd y
bajo tales bases sus secretos agentes no hubieran
esparcido tales voces de paz que á todos sutisía-
cian; mas el mismo Maroto fluctuaba cada dia
entre diferentes partidos ó resoluciones que su-
cesivamente lo conducian á tratar con Espartero
bajo bases que por este eran innadmisibles ; era
preciso combatir nuevamente ó recibir la ley á
cualquiera condicion que fuese. Veremos después
como Maroto en su irresolucion no hizo nada,
y como el temor de perder' su cabeza lo condu-
jo á presentarse en Vergara antes del convenio,
sin llevar al cuartel general del duque de la Vic-
toria una sola compañia.




~43
Al siguiente dia fue llamado Arizaga por


lturriaga á su cuartel gelleral, en donde reu-
nidos todos los gefes trataron sobre la si-
tuacion aflictiva <{ue D. Cárlos agravaba mas
cada dia, no accediendo á que por la fuerza se
sometieran los sublevados, ya que no bastaban
los medios de la persuasion , dando lugar en
las comunicaciones que tuvo en Lesaca con Don
Juan Echevarría para que se propagase la scdi-
cion á otros cuerpos, y se realizase el fm trági-
co que tcnian proyectado para esterminar á
todos los hombres que seguian su causa honra-
damente, y que no habían doblado la cerviz á
sus favoritos y consejeros.


Pidió Arizaga á Iturriaga remitiese al cuar-
tel geueral de Maroto á D. Cárlos Vargas y de-
mas ayudantes y oficiales presos en virtud del
acuerdo celebrado por los gefes de los batallones
guipuzcoanos, y habiéndoselo asi otorgado, pa-
só á la rasa en que estaban arrestados, 3compa-
liado del comandante D. Isac llaimerich para
hacerle saber la resolucion de lturriaga, el cual
conduciéndose con la acostumbrada generosidad
de su noble carácter, les facilitó una escolla con
la que pudiesen marchar seguros.


A muy pocas horas recibió lturriaga el part(~
de que D. Cárlos habia llegado á Tolosa con su
familia y <lemas persouas que de aquella pobla-
cion se habian ausentado, y recibió tambien
una real orden (Ine le mand;;ba su presentacian
en el cuartel real. ]~staha Itul'riaga unido ínli-




~44
mamente á 'farota p:1.ra la trausacciou que "a-
rias veces se ha esplicado ; la division guipuzeoa-
na rayaba en un grado tal de exaltacion , que
hubiera atentado contra la vida del mismo Don
Cárlos si se hubiese observado oposicion á la
realizacion del plan á que estaba resuelta, y los
gefes y ofIciales fiscalizaban en su apoyo hasta
las mas pequeñas circunstancias que ocurrían.


Iturriaga en medio de estos conflictos, creyó
imprudente dar cumplimiento á la orclen de
D. CárIos, y mandó á D. Isac Raimerich l1ara
que hiciese conocer al príncipe las razones que
le asistian para no separarse de Andoain, la es-
fervescencia de la tropa, y los males quc pre-
veia, tanto por la insurreccion de los batallo-
nes navarros, y las noticias que habían circulado
sobre la conferencia que habia tenido con Eche-
varr-ía, como por el infructuoso resultado quc tu-
\"0 su presentacion en Lcsaca , quc aumentan-
do los compromisos de la divisioll guipuzcoana,
predisponían á sus soldados á salirse fuera del
deber , y COlllct.cr atentados que él debia evitar
con su prcsencIa.


Marchó Arizaga con Raimeridl á Tolosa,
y supieron en esta población la entrevista de
D. Cárlos con Echcvarr ía, las sospechas que ha-
hia suscitado el príncipe de su coalicion con los
insurreccionados, la obstinacion de estos, J c¡ue
D. Cárlos habia prohibido á EIío usase de las
armas para someterlos y castigarlos. Oyeron en
Tolosa las inculpaciones fIue se hacían pública-




~H5
mente contra el príncipe por lodo lo que pasa-
ba, la agitacion violenta que conmovia el cuar-
tel general, y la llegada :í esta pohlacion de un
aj'udante de campo de Maroto , llamado Lalan-
de, con otra carta para D. Carlos.


Raimcrich llenó su encargo espcrimentan-
do el desagrado del príncipe, y Arizaga, des-
pues de aguardar dos horas á que D. Carlos lo
recibiese, fue admitido en su despacho para
oir , despues de la entrega de la carta, la si-
guiente respuesta.
'"~Iaroto, faltando al respeto que debe te-


n ner á mi dignidad, acaba de dirigirme una car-
» ta en la que me hace cargo de nohabérsele pre-
"sentado Zari-átegui y Madrazo , á pesar de las
» diferentes órdenes que les ha comunicado, y
» me asegura que si yo no hago que inmediata-
)'1 mente comparezcan en el cuartel general ,mi
» causa vá á esperimentar los resultados mas fu-
»nestos; me trata como si fuera un ayudante SlJ-
"yo, y me hace cargos de igual manera quepu-
» diera hacérselos á sus mas humildes subordi-
»nados. Si VV. desconocen en mí la soberanía
~) que hasta aqui habian respetado, inútiles son
» estas comunicaciones, que ni yo puedo censen-
» tir ni aprobar en modo alguno."


Arizagahizo ver á D. Cárlos que á su salida
del cuartel general con la misian que descmpc-
fiaba, ignoraba la nueva exijencia de su gefc
de E. M., Y que la carta rlc que cstaha encJrgJ-
do poner en sus manos ~ en nada deprimía su




~46
soberanía: porque en este caso nunca hubiera
admitido tal cornision ni ninguna otra en la
cual se dejára de guardar el inviolable decoro á
su persona, y el respeto á la dignidad que re-
presentaba. El objeto que me ha conducido
aqui, añadió Al'izaga, es el servicio de la causa,
reconciliando al gobierno de V. ~t y á su gefe
de E. M. He sabido la llegada del ayudante La-
lande , pero desconozco el objeto de su encargo,
y me es sensible que V. M. generalize un juicio
desventajoso sobre mí comportamiento, siempre
noble y leal. Yo seria responsable y digno de las
sospechas de V. M., si mis actos oficiales y mi
conducta particular estuviese mezclada en las
operaciones que tienen á todo el ejército y pais
exaltado. He procurado con Negri. refrenar la
conducta de Maroto , y cuando creí haberlo lo-
grarlo, advierto que V. M. no se encuentra
bastante satisfecho.


El príncipe leyó entonces la carta; le pre-
guntó le esplicase las instrucciones que aquella
ilHlicaba, y cerciorado de cuanto formaban el
cuerpo de ellas, le manifestó: \tA pesar de la
)l contradicción que encierra la carta y proyecto
)) de Marola, que me csplicas , con la que esta
)) larde me ha enlregado Lalande, creo verdade-
» ros los sentimientos que me manifiestas, y las
)) proposiciones de aquel simpatizan con mis ideas;
"mas no siendo posible por ahora ejecutarlas,
)) dile á ~Iaroto que mas adelante trataré de po-
»rier-las en ejecuciou, pero que es necesario ten-




~!¡7
» ga entendido, que los rumores de transacción y
» de paz estendidos en todo el pais , nunca serán
»consentidos por mí; porque estoy resuelto á
»no prestarme á cosa alguna que debilite mis
»derechos á la corona, y á negarme á cuantas
» bases pudieran ofrccérseme que atacasen aque-
» llos. Que es injusto el suponerme capaz de
"estar en relaciones con los sublevados en Le-
» saca. Jamás he hablado sino la verdad; he
" tratado de reducir á D. Juan Echevarria para
"que se vuelva otra vez á Francia y reconozcan
" la línea de su deber las tropas insurrecciona-
» das; unos y otros me han prometido obedecer-
" me, y consiguiente á este estado, que no dudo
» se verificará, he comunicado las órdenes opor-
)' tunas á Elío, para quc obre conforme á las
» disposiciones que le transmita mi gefe de E. M."


De esta manera se esplicaba el príncipe pú-
blicamente cuando se trataba la cuestion de
transaccion. D. Carlos no podia disimular su des-
pecho y oposicion á ver terminada la guerra
por este medio, y su conducta en este punto
ofendia sus intereses, l)ues que todo el mundo
veia que por sostener sus derechos y la vana
gloria de ceílír la corona, prefería prolongar la
guerra civil en una Nacion cansada ya de soste-
nerla , ! perjudicamlo los intereses de su línea
y SUCCSlOn.


La idea gcneralizada de las favorables con-
diciones con que iha á ajustarse la paz, habia
complacido á todos. Si D. Carlos hubicra mos.,




248
I rada mas iuten:s en p\JlH~l' términü á Iu desvas-
tacion que en defensa de sus derechos se ope-
raba en la ttiste España, empezando por abrir
él mismo las nrgociaeiones, dirigiéndolas hábil-
mente, ó su hijo tendria hoy la corona por un
convenio honroso á ambos partidos, ó sus de-
rechos, reusadas las proposiciones por el gobier-
DO de Madrid, se disputarían con las armas to-
i.lavia en los montes de Cantabria y la Navarra.
En todo caso D. Carlos hubiera dado en prove-
cho suyo una prueba del interés que le inspira-
ban los pueblos que se habian sacrificado en su
servicio, mostrándose agradecido y sensible á
sus prolongados padecimientos; pero la política
del prmcipe exasperó al pais, predisponiéndolo
para admitir de buen grado proposiciones tales
'fue no habian podido imponerle 100,000 hom-
hres hasta alli , y que hubieran costado la vida
á cualquiera que se hubiese atrevido á pro-
ronerlas.


A la salida del cuarto de D. Cárlos, Arizaga
sufrió reconvenciones muy amargas de parte
del arzobispo de Cuba y de Ramirez de la Pisci-
cina por la noticia que aquel habia dado á va-
rios amigos que residian en el cuartel real. de
que en el ejército como en el pais se suponia
Val' muchos que el tratado de paz estaba con-
cluido y firmado en poder de este ministro. 1"-ri-
zaga, respetando no obstante la casa del prmci-
ve, le reconvino á su turno por los consejos im-
prudcnt.cs y funestos (lUC daban á D. Cárlos , y




249
se retiró á su alojamiento, en donde se hallaba
Lalande , el cual le manifestó el objeto de su
encargo, y la conversación que habia tenido con
D. Carlos relativa al tiroteo sostenido en Villa-
real de Alava con las tropas del general Espar-
tero, estrañando el príncipe que las posiciones
hubiesen sido forzadas tan fácilmente, cuando
en otras ocasiones este paso avanzado habría cos-
tado sacrificios de consideracion al enemigo.


En la misma noche se presentó á Arizaga
D. Enrique Odonncl, ayudante de E. M., con
una carla de ~iaroto, en la que le preveuia que
suponiendo habria entregado al príncipe la car-
ta que le dió; de uno , ú de otro modo se volvie-
se sin detenerse. Despues conferenció con Villa-
real largo ralo sobre la situacion política y la
necesidad de poner término á la lucha de una
manera honrosa, marchando á las doce de la
noche con Odonncl en direócion de Salinas, á
cuyo pUnlO llegaron entre dos y tres de la tarde;
fué como el auditor gellcral fustró, sin saberlo.
de este modo el proyecto y las disposiciones con-
siguientes que estuvieron aprobadas en Tolosa
para su prision y fusilamiento, por vía de re-
presalia de los fusilados en Estella. que evadió
con su repentina y previsora marcha. Este hecho
es importante revelarlo para que se conozca el
delirio y la ini<luidad á que habian llegado cier-
tos hombres en el campo de D. Carlos, pudiendo
en este punto pagar un jusfo tributo á la ver-
Liad. El brigal1icl' D. Francisco Horcasitas,




250
hallandose de comandante de armas de Tolosa
presenció la resolucion que se tomó por los que
titulándose amigos y defensores de D. Cárlos se
servian de su nombre para autorizar los mas
execrables atentados.


Vuelto de Tolosa Arizaga, instruyó á Maro-
to de todo cuanto habia sucedido y presenciado
en esta poblacion durante el desempeño de su
cornision , y este general, entre otras cosas l le
dijo con terminantes palabras: Tengo repetidos
r exactos partes de la conduela que en Lesaca
ha observado D. Cárlos , de las disposiciones
que tiene adoptadas su gobierno, y los que le
aconsejan para lleoar adelante una sublecacion
general. Zariátegui y Madraza son agentes
contra mí, JI procuran en Navarra hacerse con
el mando de las tropas para insurreccionar las
de las otras provincias, y llevarse el lauro de
haber ejecutarlo la transaccion que tienen prepa-
rada, sin considerar que en este cambio JI re-
viramiento de rumbo, la sangre va á derramar-
se JI las víctimas han de ser en mucho mayor
número. Tengo tomarlas mis disposiciones para
el caso, JI esta tarde he mandado al campo ene-
migo al brigadier D. José M.artinez para que
conferencie con el general Espartero, á quien
pido suspenda sus movimientos JI entablemos
nueras tratados, seguro de mi defacncía al
termino da la guerra. Cuando estaban en esta
conversacion llegó el brigadier Mariinez , y se-
gun entendió Ariz;lga de Maroto , le anunció




251
que el general Espartero le habia asegurado es-
taba pronto á garantir cuanto se le exigiese,
siempre que fuese reconocida la Reina y el go-
bierno const.ituido en Madrid; habló aquel re-
servadamente con Maroto, y en seguida deterrni-
nó este volviese Martinez al cuartel general con-
trario.


A las cuatro de la mañana de] día 18 de
agosto emprendió Maroto con una columna su
marcha para Mondragon, publicando se dirigia
rápidamente á Lesaca para caer sobre los insur-
reccionados. El conde de Negó quedó en Salinas
con algunos batallones, y habiendo llegado
Marola á Mondragon , se detuvo un rato hablan-
do con los gefes de los cuerpos que alliestaban,
y prosiguió su marcha para Villareal de Zumar-
raga, habiéndose presentado, antes de llegar á
Vergara D. Francisco Cubels, con unas cartas
del canónigo Alvarez, que conducia para Negri
y Ariz;¡g;¡, en que les invita ba á que templasen
los enojos de 1\1<11'010 y trabajasen por Ia recon-
ciliacion general.


Pasado el pueblo de Vergara, se vió llegar
el cónsul franCt!s en Bilbao, el cual conferenció
reservadamente con Maroto , durante una hora,
sin que nadie supiese el objeto. El cónsul retro-
cedió á Bilbao acampa fiado de los ayudantes de
Maroto Elorriaga y Gispert.


La marcha continuó á Villareal de Zumar-
raga, y media hora antes de entrar en esla po-
blacion se vió llegar la compañia que formaba




252
la guardia de honor de D. Cárlos con todas las
brigadas del cuartel real, cuyos oficiales anun-
ciaron que se dirigialY á Anzuola, y que el
príncipe tardaria una hora en llegar á dicho
punto, porque habia salido con ellos de Villa-
franca; yen efecto, no bien habia entrado Ma-
roto con su E. NI. en Villa real , cuando lo ve-
rificó igualmente D. Carlos.


Maroto pasó á recibirle, y como el prínci-
pe no se detuviese en Villareal, lo acompañó aquel
hasta el principio de la cuesta de Descarga, en cu-
yo punto se despidió de D. Cárlos, el cual le dijo:
'C'Sígueme á Anzuola, que tenemos que hablar:
mas como J\iarotoiha solo, temió que Don
Carlos tomase con él alguna providencia contra
su persona, y le contestó: "Serior, los cuerpos es-
tán formados, y tengo que darles una orden
muy precisa;" y volvió su caballo S1n hacer caso
(le las prevenciones que D. Carlos le hizo de
que le aguardaba. Volvió Marero á Villarcal
combatido por tan el ¡ferentes temores y senti-
mientos , que tan luego como llegó á su aloja-
miento, 'se metió en la cama y fue acometido de
una :calentura, tal que casi le privó de todas
sus facultarles, sin que bastasen á contener la
irritacion los auxilios que le disponia su médi-
co D. José Garcia.


A este tiempo llegó el brigadier Martíncz
que venia de Villa real de Alava, y tenicIo otra
conferencia con el general Espartcro, cuyos re-
sultados comunicó á ~'1aroto, reducidos solameu-




253
te á tIne este genol'a\ esperaria dos dias sin ha-
cer movimiento alguno, para el arreglo (Iue se
le indicaba, únicos que concedia; pero que sen-
tiria produjese su segunda condescendencia
iguales resultados que los que se siguieron á los
fusilamientos de Esrclla, en cuyos dias habia pa-
ralizado sus operaciones, confiado en su pala-
bra empeñada. Esta respuesta del general Es-
partero indicaba desde luego que .\\1aroto esta-
ba en comunicacion y connivencia con él desde
antes de los fusilamientos de Estella , lo cual tu-
vo bien oculto el general realista, pues la me-
nor prueba Ó sospecha le hubiera costado la vi-
da en una época en que el pais no estaba pre-
parado á recibir lo que despues se realizó.


Viendo el príncipe que Maroto no parecia,
retrocedió al siguiente dia 19 á Villa real de Zu-
marraga, en donde supo la causa que retenía á
este. El ministro de la Guerra visitó á ]\1aroto,
el cual mandó al brigadier Martinez presentase
sus escusas á D. Carlos. Poco des pues Arizaga
se presentó al príncipe, y este le dijo: \'Estraño
mucho que no estes en mi consejo de la Guerra
(/lIe reside en Eibar , y sin duda tu sabrás la co-
mision que han traido los embajadores que di-
cen las gentes han visto hablar con Maroto en
el camino de Anzuola. Deseo te restituyas á Ei-
bar, asegurándome antes si es cierta la enfer-
medad de Marolo." A lo cual le respondió Ari-
zaga: \\Seríor; permitame V. lJ'l. que le recuerde.
que si he salido de Eibar lo Ita motivado !tI




~54
cart a del canónigo Aloarez , puesta, segun tl
me ha dicho, con conocimiento de V. ]JI. para
cumplir los deseos que le habia manifestado
V. 111. queria ver satisfechos; y si estoy aqui,
es porque antes de anoche me dijo V. M. die-
se tÍ Maroto la coniestacion de la carta que pu-
se en sus manos, no hobierulome separado en
Vagara en virtud de la segunda carta del ca-
nónigo Alvarez, recibida porCubels en el camino.
y en cuanto á la enfermedad de Maroto, se-
gun lo que yo he visto desde que se separó de
V. lJ![. en la cuesta de Descarga, tampoco me
queda duda que es cierta, lo cual podrá V. ]JI.
asegurarse mandando los metlicos de su cáma-
ra para que lo reconozcan, sin que me sea posi-
ble descubrirle el objeto de la conferencia habi-
da entre el cónsul [rances y Jlároto en el cami-
no real de Anzllo/a, porque nada hemos com-
prendido los espectadoresy testigos de ella, nina-
da se nos ha revelado sobreel/o,Pero advirtiendo,
Seriar, por las conversaciones de V. ]JI., afirma-
da la desconfianza que me dijo el canónigo AI-
varez tenia V. M. de mi, y que habiendole tra-
tado de disuadir de esta idea recordándole mis
servicios y comportamiento, le habia V. ]Ji. con-
testado: .Es cierto, pero los hombres oarian , y
el se Iia mudarlo; deseo evitar es/os juicios, y
que Y. ]Ji. viva tranquilo sobre mi , p(lra lo cual
espero me concedo licencio para pasar á Fran-
cia. A lo cual le replicó D. Cádos: no, solo te
encargo no te melas en cosa de transaccion,




255
Después de esta entrevista con D. Cárlos , el


consejero Arizaga pasó á el alojamiento de Ma-
roto para referirle cuanto le habia pasado, y le
aconsejó con instancia que dejase el mando del
ejército, asegurándole que en cuanto á él esta-
ha resuelto á retirarse á Francia, porque no
queria presenciar, ni mezclarse en la última ca-
tástrofe que iba á esperimentar la causa realista.


Al muy poco rato se presentó D. Bartolomé
Obrador, médico de D. Cárlos, á visitar á Maro-
to, y en seguida lo verificó el coronel Madraza,
á quien reprendió ágriamente Maroto , mandán-
dole no separarse del cuartel general.


Aquella noche se reunieron todos los gefes
en la habitacion de Maroto, y tuvieron una lar-
ga conferencia que nadie presenció, ni supo
Ari7~1ga, que permaneció durante ella en una
galería hablando con el brigadier D. José Ar-
nau, enviado por Cabrera para informarse del
verdadero estado en que se encontrase el prínci-
pe y su ejército. Concluida la confcrcncia y reti-
rados los gefes, fue presentado Arnau por Ariza-
ga á Maroto, retirándose al muy poco rato del
alojamiento que ocupaba cstc gcneral.


Al siguiente dia se levantó Maroto de la ca-
ma y quitándose el bigote pasó á visitar á Don
Cárlos, el cual le preguntó á donde se dirigia,
y contcstándole flue á Lesaca , le mandó el prín-
cipe no lo hiciese, porque sabia que acababan ele
someterse los insurreccionados, y que dispusiese
el movimiento de las tropas otra vez hácia los




256
puntos sobre IIlle Espartero avanzaba, Maroto hi-
zo prcs~nte á D. Carlos que nombrase á otro en
su lugar, porque cl estado de su salud no le
l)crmilia seguir mandando, y D. Cárlos le dijo:
i "Conoue ahora mc vas á abandonar? Y ha-e '1
biéndose dado satis[1cóones recíprocas, Maroto
se volvió á su alojamiento, y dió las órdenes pa-
ra que á las cua Ira de la mañana formasen las
tropas en el camino rcal de Aruuola, y no rom-
piesen la marcha hasta que hubiese pasado Don
Carlos. Asi se efectuó, pero á las seis de la ma-
ñana todavia no se habia levantado D. Cárlos;
á pesar de los diferentes ayudantes que lc habia
mandado Maroto, avisándole hallarse todo dis-
puesto y esperándole la division. Contestó Don
Cárlos que las tropas rompiesen la marcha, que
él con su seriara, algo indispuesta, saldria á po-
co rato, con lo cual Maroto montó á caballo,
rompiéndose cl movimiento.


En el mismo dia 20 Arizaga se despidió de,
Marola en el alto dc Descarga, asegurándole
iba á Andoain en llande pensaba fIjar su resi-
dcncia, y solicitar la liccncia quc deseaba para
pasar á Francia , dispuesto á no mezclarse en
nada que hiciese rclacion con los graves sucesos
quc se ventilaban. Pernoctó aquella noche en
Elgoibar, cn donde supo que el consejo de la
guerra se habia trasladado ,t Azpeitia. En esta
villa tuvo una larga convcrsacion con D. Pru-
(lencio Sopelana, manifestándole cuanto hahia
pasado, ~' :1 la mañana del siguiente dia ~1 se




257
marchó á Azpeitia, en cuya poblacion fue sabedor
de que D. Cárlos, que se habia trasladado á
Vergara, llamó á su inmediación al conde de
casa Eguía y á diferentes otros generales.


En dicha poblacion de Andoain, á donde
marchó aquella noche Arizaga , se alojó en la
misma casa de Iturriaga, presenciando por esta
circunstancia cuantas conversaciones ocurrian
entre los gefes encargados de aquella línea; par-
tes que recibia su comandante general de la (le
Navarra y del cuartel general, que nada produ-
jeron de particular en dos dias , é incomodado
Iturriaga con el adelanto que habian hecho las
tropas contrarias, y persuadido de que Marota
necesiiaria fuerzas para repeler á aquellas en el
caso de que su general no se contuviese en Du-
rango, hasta tratar defmitivamente el arreglo de
la transaccion que creia se verificaria, dispuso
reforzar á :\iaroto con un batallon guipuzcoano,
al cual dió las órdenes para que se dirigiese al
cuartel ~eneral. Maroto se habia retirado á Du-
rango el ~2, Y desde esta villa en corresponden-
cia con el duque de la Victoria, pasó á Elorrio
el 23, en donde con fecha del 24 escribió una
carla á Arizaga diciéndole:


t,t.Elorrio 24 de Agosto de 1839. Señor Don
» José de Arizaga. Mi duefio y amigo: No sé
» á donde anda V. cuando lo suponia en Andoain,
»y me dice Iturriaga no parece V.: marche V. sin
» perder un momento, y pronto, pronto, para
n Francia , llevándose mis hijos; en Bayona po-


1"




~58
» drá V. valerse del marqués de l ..alande , y para
» el paso de la frontera de Iturriaga. Elorriaga
» lleva la llave del maletón j en él hay dinero y
» papeles que me interesan. Echevarría marcha
» para Navarra, y la sublevacion general es con-
» siguicnte: el rey lo quiere, y los estrernos se
"tocan; yo tengo que tomar un partido. No
» puedo decir á V. mas. Conciliará V. la marcha
)l con lturriaga; y si Francisco y Moreno quieren
» seguir, los llevará V. De V. afecnsimo S. S.=
» Rafael Maroto."


La amistad personal que por un lado tenia
Arizaga con el general carlista, y por otro su
intimo deseo de separarse de toda responsabili-
dad que pudiera suscitarle las calumnias de (lue
despues fue víctima, y que entonces no pudo
prever llegasen al estremo á que dolorosamen-
le han llegado, lo dccidió á aceptar este encargo,
para librar á los dos jóvencS' de la infausta suer-
te que les esperriha , si tenian la desgracia de
caer en manos de los enemigos del padre,


Iturriaga recihió en el mismo dia un parte
denunciándole que D. Juan Echevarria con los
hatallones insubordinados scguian constantes en
su intento, y se encontraban situados en Irur-
zun ; y otro de Elío en el que le manifestaba
le trasmitiese las instrucciones que hubiese reci-
bido de Maroto , porque ninguna cornunicacion
de este habia tenido que pudiera dirigirle en
las circunstancias delicadas y espinosas en <rue
se encontraba.




~59
A las diez de la noche llegaron los hijos de


Maroto acompañados de los ayudantes de este
D. Juan Diaz y D. José Malcasco , procedentes
de Tolosa ; entraron en la habitacion en que se
hallaban Iturriaga y Arizaga con otros oficiales,
y habiendo determinado reconocer el equipage
y hacerse cargo del dinero que indicaba Maro-
la en su carta (Iue se hallaria en el maleton, lo
verificaron y encontraron en un bolso azul y en
un cinto de ante blanco, ochenta y dos onzas,
única cantidad de que se hizo cargo Iturriaga
que la guardó en su mismo baul para mayor
seguridad, hasta las seis ó siete dc la mañana
del siguientc dia 25, en quc por los paisanos
se dijo que Maroto se habia pasado al cuartel
general contrario, y que determinó á Arizaga
por el contenido de la carta de Maroto y de
acuerdo con Iturriaga, á marchar en aquel mo-
mento á Francia á pesar de la oposicion que hi-
zo á esto el capellán dc E. M. guipuzcoano y
algunos gefes que debían' conferenciar con va-
rios sugetos de San Sebastian , y á los cuales se
referia una carta del lord Jonh-Hay, dirigida
al general Marola.


Hesuelto Arizaga á marcharse, y siempre
deseoso de no tornar parte alguna en la cues-
tion , emprendió su viage escoltado por una
compañia que le dió lturriaga, atravesando en-


. tre la línea contraria y las tropas sublevadas r-n
Vera y Lesaca.


A las llicz de la noche p;¡s;¡ron el Bidasoa )'




960
después de una detención de dos horas conti-
nuaron el camino de Behovia , á donde llegaron
al amanecer. En el Hotel recibió Arizaga una
carta de Iturriaga, en la que le prevcnia de ór-
den de fr[a1'Olo rcg"esase á España con sus hi-
jos; pero Arizaga habia ya conseguido afortuna-
damente verse libre de los compromisos que pu-
dieran sobrevenirle por la ulterior conducta de
Maroto , y los acontecimientos que se siguiesen,
para retroceder de la resolucion (Iue formó en
Villareal de Zumarraga, de no tener parte en
la cuestion que se ventilaba, y contestó á ella
negativamente.


En dicho pueblo se presentó al comisario de
policía, y á presencia de este registraron en la
aduana el equipage de Marola, que solo conte-
nia la cantidad anteriormente espresada.


Entretanto Espartero avanzando con sus tro-
pas ,el dia ~2 entró en Durango después de ha-
berse apoderado del fuerte y posiciones de Ur-
quiola. Maroto, retirado á Elorrio, dirigió al si-
guien.te dia Sl3 UBa proclama á sus soldados, en
la cual declaraba la imposibilidad de una tran-
saccion con tropas que como en la Solana de
Navarra y en la llanada de Alava desvastaban é
incendiaban todo cuanto pisaban. En ella "YIa-
rolo deeia á las tropas, {Iue no les quedaba otro
partido, que vencer ó morii con las armas en
la mano.


En la noche del dia anterior el fuerte de
Areta se habia entregado sin resistencia á las




~6~
tropas constitucionales mandadas por el general
Castañeda, y después de este incidente el gen~­
ral D. Simon de Latorre dirigió por sí propio
el 23, y sin anuencia de Maroto , un parlarnen-
tario al duque de la Victoria con el fm de ajus-
tar la paz, á la cual estaba dispuesto con los
ocho batallones vizcainos que mandaba. El coro-
nel D. Roque Linares, que desempeñó csta co-
mision , recibió la contestacion del duque, redu-
cida á ofrecer las mismas comlicioncs que ya ha-
hia dado á Maroto, Con este resultado el coro-
nel Linares pasó al cuartel general de Maroto
acompañado del brigadier cristino D. Juan Za-
vala , los cuales no consiguieron del general car-
lista una respuesta favorable, por cuanto DO
veia asegurada por las proposiciones que se le
hacian ,la cuestión de fueros en favor de las
provincias. Sin cmbargo, Marola pidió nueva-
mente al duque el dia ~4 una suspension de ar-
mas, que le fue negada, mientras no empezase
por reconocer el gobierno constitucional de la
Reina, mas al propio tiempo el general Esparte-
ro deseoso de concluir prontamente un arreglo
amistoso l hizo acompañar esta respucsta por el
brigadier Zavala, el cual, siendo portador ele la
real orden que autorizaba al duque por el go-
bierno de Madrid para paclar las condiciones
que anteriormente habia propuesto el general
de las tropas nacionales, trajo por respuesta á su
general la contestación de Maroto por la cual
este quedaba salisf~cho! pidi9.nclo á el duque




262
una conferencia en la mañana (lel mismo día ~:;
con el objeto de estender y fIrmar las condicio-
nes estipuladas. Grande era la confusion de
ideas y cálculos que originaron estos parlamen-
tos continuos por un lado, y la proclama de Ma..
roto por otro el 23, en que corno queda dicho,
anunciaba á las tropas la necesidad de vencer ó
morir con las armas en la mano; y esta con-
ITadieion entre los actos ostensibles de Marolo
y su conducta reservada, que se dió á conocer
despues , ha inducido á que muchos que juz-
gan por los resultados, creyesen que el defmiti-
vo arreglo que tuvo lugar en Vergara, era co-
uocido, tratado y ausiliado por la cooperacion
de los amigos de Maroto. Sea de esto lo que
quiera, ello es cierto que fueron estraños de todo
punto á estos manejos Arizaga , Negri, Silves-
tre V otros.


A las seis de la mañana del mismo dia 2;')
se reunieron en Abadíano los gener;¡lcs de los
dos ejércitos beligerantcs, acompañando á Ma-
roto el general Urhistondo, y al duque de la Vic-
toria el coronel inglés Wilde y el brigadier Li-
nage, en cuya conferencia no se acordó nada
por las dificultades que se oponian respecto á la
conccsion dé los fueros, á los cuales el duque
no podía acceder por cuanto depcndia de las
Cortes su aprohacion. Urbistondo fue comisio-
nado por Maroto para conocer la opinion de los
gefes de sus batnllones , los cuales manifestaron
su deseo de no ceder en cuanto á los fueros,




~63
por pequeñas que fuesen las modificaciones que
se exijiesen. Las negociaciones se rompieron en
Abadiano, separándose descontentos los dos gene-
rales, resuelto el uno :í continuar sus operacio-
nes con vigor y energia, y el otro lleno de temo-
res personales, y disgustado al no ver concluido
un negocio del cual dependía su cabeza.


Desesperado D. Simon de Latorre y altamen-
te irritado de que Marola no hubiese sabido
concluir lo que tan urgente le parecia resolver,
pasó sin anuencia de su general á Durango , en
donde tuvo una conferencia con el duque,
en la cual aquel general dijo á este, que estaba
dispuesto á aceptar las condiciones que se le
ofrecian , y que marchaba á. Marquina "para ha-
cerque su divisioll, compuesta de ocho batallo-
nes vizcainos , se adhiriesen á las proposiciones.


El 2$·el general Maroto recibió unaórden
de D. Cárlos, por la cual prevenia que el mis-
mo día pasaría una revista á las tropas. El prín-
cipe marchó en efecto, presentándose á sus sol-
dados, que en número de 1á batallones habia
Marola reunido en Elgueta con ánimo elprín-
cipe , sin duda, dc hacer variar la resolución de
su gefc de E. M. Y la de los gefes que estuvie-
sen decididos á la paz; quizás se proponia tarn-
bien castigar en el acto á su genera!.; pero
D. Cárlos encontró desde luego que las tropas
lo recibieron con frialdad; que los gefes se le
mostraron opuestos, y que los víctorcs á Maro-
ro eran mas numerosos quc los que recibia su




~6!í
persona. Entonces, temiendo un atentado, vol-
vió su caballo, y acompañado solamente de su
escolta, de su hijo, del infante D. Sebastian , y
de los generales ]~guía, Villarca1, Valde-Espi-
na y el conde de Negri, se retiró apresurada-
mente á Villafranca, á donde llegó á las once
de la noche, dcspues de haberse reunido en
Vcrgara con su señora la princcsa de Beira.


Maroto habia participado nl ministro de la
guerra Montenegro, desde Elgueta, con fecha
del ~5, antes de la revista, las proposiciones
que suponia haber recibido del general con-
trario, y al siguiente dia 26 le notificaba, des-
pues de su conferencia con Espartero, que esta-
ha resuelto á combatirlo con las fuerzas de las
""?": ~'ista la astucia, y duplicidad de sus
prqposlclOnes.


De esta manera Maroto fluctuaba cada
veinte y cuatro horas entre la paz y la guerra,
dando lugar por falta de buena direccion en
sus ncgociaciones, á prolongar la crísis indefini-
damente, como hubiera sucedido sin la constan-
te y bien sostenida firmeza, resolucion y tacto
que desplegó el duque de la Victoria.


El 27 el gcneral Espartero á la cabeza de
la guardia avanzó á Vergara, que ocupó sin en-
contrar resistencia alguna en las alturas de EJ-
gueta, y empezó á recibir desde luego la segu-
ridad de que los pueblos deseaban la paz por
la cual victoreaban con entusiasmo. Las justicias
de los pueblos de Elorrio, Elgucla y Vergara




~65
se ofrecieron 5 suministrar de víveres al ejér-
cito cristina, lo cual era una prueba del gran
cambio que habia hecho la opinión pública. El
duque dirijio una proclama á sus tropas el mis-
mo (lía para anunciarles las causas por qué se
habian roto las negociaciones.


Maroto, desesperado de todo -arreglo, y re-
suelto :í combatir, escribió en el mismo dia á
D. Cárlos una carta desde Elgucta, antes de
abandonar csta posición á las tropas constitucio-
nales, conccbida en estos términos:


Señor. Al ponerme á L. R. P. de V. M. como
lo ejecuto á nombre de todos los que me acom-
pañan, me atreveré á decir á V. M., que nunca
es mas grandc un monarca que cuando perdo-
na las faltas de sus vasallos. D. Eustaquio Laso
presentará á V. M. los sentimientos dc mi cora-
zon para que se digne dirigirme las órdenes
que fueren dc su soberano agrado. Dios guarde
á V. M. dilatados años. Elgueta 27 de agosto
de 1839.=Señor=A. L. H. P. de V. M.=Ra-
JaeZ Marofo.


D. Carlos habia ya mandado á Montenegro,
su ministro de la guerra, dirigir desde VilIa-
franca una proclama en la cual se escitaba á
los voluntarios á pelear pOlo la dcfensa del tro-
no y de la rcligion.


El 28 las tropas de la Reina, mandadas
personalmente por el duque de la Victoria, en-
traron en Oñate , dcjando una fuerte columna
en Vergara; y el 29, en virtud de lo resuelto




266
por losgefes de los batallones carlistas que au-
torizaron á Maroto para hacer un tratado de paz,
el general Latorre pasó á 'avistarse con elduque,
con el cual convino que los ~'I batallones y la,ca-
balleria que estaba bajo las inmediatas órdenes, de
Maroto , pertenecientes á [as divisiones vizcaína,
guipuzcoana y castellana, depondrían las armas,
reconociendo á. la neina Doña Isahel JI, la re-
gencia de su augusta madre, y ht ConstitucíOI1
de 1837, haciendo entregade la artilleria ; al-
macenes y puntos fortificados qüc ocupaban;
obligándose el duque á que.el gobiérno propon-
dria á las cortes el reconocimiento de los fueros
y el de los empleos militares, En este convenio
se señalaba el plazo fatal de '1 ~ dias para que
pudieran adherirse á él los batallones navarros
y alaveses, que por su separación no habian po-
dido entrar en él, ni conocerse sus intenciones.


En virtud de lo convenido con Latorrc, el
duque de la Victoria se trasladó á Vergara el 30,
en donde no solamente no encontró las tropas
carlistas que por consecuencia del convenio de-
bian deponer las armas, sino'que recibió del"
general Maroto, que llegó después 1 la seguridad
de que los batallones que mandaba se habían
negado á cumplir 10 pactado mientras que no
se les asegurase la aprobacion que las cortes
diesen á sus fueros. Acompañaban á este el ge-
neral Latorrc, y algunos' oficiales del KM.
Grande fué la impresion que hizo en el ánimo
del duque de la Victoria y gcfes cllic le acorn-




?267
pañaron este falta de cumplimiento, y Maroto
temiendo por su persona, pidió al coronel in-
glés Wilde, lo amparase bajo su proteccion,
pues que desde aquel momento se acogia al pa-
bellon inglés. .


En este estado D. Simon de Latorre se ofre-
ció á salir nuevamente para hacer el último es-
fuerzo que decidiese á los gcfcs de los batallo-
nes, y se puede asegurar que la presentación
del ejército fue debida al celo y actividad que
desplegó este en su nuevo empeño, cuando ya
Maroto en calidad de presentado, estaba separa-
do del ejército que mandaba y estraño á la re-
solucion de los gefes de los cuerpos que firma-
ron el convenio de Vergar;¡, porque como que-
da dicho, este general habia perdido el 30 por
la mañana toda esperanza de realizar lo que sus
segundos habian negociado en Oñate el dia an-
terior.


El 26 se reunió en Villafranca un consejo
compuesto por el arzobispo de Cuba, Valde-Es-
pina , Jura-Reales, Montenegro, ministro de la
guerra, Ramirez de la Piscina, Erro, y oei y
Villela , en el cual se decidió que D. Carlos de-
bia retirarse á Lecumbcrri para desde este pun-
to dirigirse á Francia, si las circunstancias lo
exigicscn. A la llegada del príncipe á esta po-
blacion nombró á D. J oaquin Elío general en
gefe del ejército , mandando reunir un segundo
consejo de generales, que presidido por el ID is-
IDO D. Cárlos, lo compusieron los genera lcs




268
Eguía, Villareal, Elía, Valde-Espina, el arzo-
bispo de Cuba, el haron de Jura-reales , Erro y
Otal , y discutieron el partido que D. Cárlos to-
maria en vista de la situación en que se eucori-
traba. Se trató en él si D. Cárlos podria reunir-
se á Cabrera, 'f la opinion unánime fue contra-
ria por dificultades.que se presentaban, conoci-
da la repugnancia de los batallones navarros á
salir de su provincia. Elío fue tambicn de esta
opiuion , á pesar dc haber asegurado antes que
con ocho batallones navarros se comprometia á
conducir al príncipe al bajo Aragon.


D. Carlos dirigió el 30 desde Lecurnberri
una proclama á las provincias exentas, en la cual
procuraba desviar á los pueblos dc toda tran..
saccion , como contraria á .sus intereses y bien-
estar, y á los compromisos que por sostener sus
derechos habian arrostrado.


El 31 publicó otra el ministro Ilarnirez de
la Piscina, anunciando la traiciou de Maroto;
las condiciones con (Iue deponian las armas los
voluntarios, y se les escitaba en ella á seguir
defendiendo la causa del rey. En el mismo dia
se declaró á Maroto fuera de la ley, y sujeto á
todas las penas.


En el entretanto quc estos acontecimientos
tenian lugar en el cuartel real y en el general
dc Maroto , el cura Echevarria continuaba en
Vera con los sublevados, reforzados el 23 con
el general D. Basilio García que pasó la fronte-
ra. Echevarria desobcdccia ya las órdenes de Don




9269
Cárlos, obrallllo independientemente, y su tro-
pa, de la cual una parte se adelantó hasta Lesa-
ca en direccion de Lecumberri, sin freno que
la contuviese en sus escesos, amenazaba la mis-
ma residencia de D. Cárlos á dondc querian mar-
char par;} fusilar :í cuantos b soldadesca consi-
deraba como traillares. .El príncipe tuvo que
arengar á su guarrlia, un tanto dispuesta á coo-
llerar con los de Vera para ejecutar el proyccto
<lue meditaban sus furibundos gefes contra las
}lersonas de los respetables generales Eguía, Vi-
Harcal y Valde-Espina, llue con otros altos fun-
cionarios acornpaiíaban á D. Cárlos en su des-
gracia, esponiendo generosamente sus vidas, y
sacrificando á su delicadeza las ventajas de vivir
por. lo menos en su pais, adhiriéndose al con-
vemo,


El príncipe escribió á Echevarria una carta
autógrafa desde Lalaza, el dia 926, haciéndole
responsable de los escesos que su tropa come-
tiera, y su respuesta manifiesta que el prestigio
<le este funesto consejero, era inferior á la in-
suhordinacion de sus soldados, que ya no podia
contener, pues el 30 amotinados contra sus ge-
fes, manifestaban la resolucion de marchar con-
tra el cuartel real, grilando: mueran los traidores.


Se ha creido por muchos y publicado por
algunos de los escritores que en el estrangero
se han ocupado de los acontecimientos que die-
ron fin á la causa de D. Cárlos , que los sucesos
se han encargado de just/jica,. la conducta de




270
los desterrados y subleoatlos en Vera; pero es-
t.e es precisamente el mismo argument.o (lue
puede hacérsele á los que t.odavia la razon y los
hechos no han podido abrir los ojos. La general
aceptacion que tuvo el convenio de Vergara en
el pais, como en el ejército, á pesar de que en
él no se aseguraba los fueros l' ni se oLorgaba
ninguna de las bases que sirvieron á preparar y
decidir la opinion , ¿ no just.ifica completamente
que el sistema de D. Cárlos y sus ministros era
contrario á la opinion espresada tan general y 11ú-
b1icamente cuando los fusilamientos de Estella?
El abandono que esperimentó D. Carlos de to-
Jas las personas que altamente comprometidas
contra el sistema constitucional se habian sact-i-
ficado mil veces en su servicio, ,ino ha probado
que la pandilla que dominaba la voluntad del
príncipe, era la que mas perjudicaba sus intere-
ses? Los resultados ¿no demuestran (lue los con-
sejeros de D. Carlos conspiraban secretamente
cont.ra la gran masa de sus generales, ofIciales J
personajes influycntes en el pais, cuando secre-
tamente preparaban la sublevacion de Vera, que
demostraba á toda luz quc D. Carlos aprovecha-
ria la primera .ocasion })ara sacrificar á la ven-
ganza de sus favoritos" los mismos que tan leal-
mente lo habian servido en todas épocas y cir-
cunstancias, ya porque t.enian la nota de Maro-
tista , ó ya pOI'cIue no estaban a1ist;¡c10s bajo la
bandera de D.•Juan de Echcvarria en su bár-
baro sistema de esterminio.' Si D. Carlos no hu




~71
biese perdido la estimación de sus leales y fieles
servidores en el ejército y en el pais ; si no se
hubiese obstinado en proteger á los hombres
que se habian hecho odiosos á los pueblos y á
los batallones, persiguiendo á sus servidores que
con la espada en la mano le ha bian demostrado
su amor y su constante fidelidad, y se hubiese
cuidado de administrar por igual la justicia á
todos, tratando con la templanza y política que
debe observar el que tiene necesidad de ser ser-
vido, ¿hubiera ~laroto, ni muchos ~Ia:rotos con-
seguido separar de su lado á una sola compañia
de un ejército cuya fidelidad habia pasado por
el crisol de 400 acciones, selladas con san-
gre abundantemente derramada? La obstinacion
de algunos, y la falta de razon en otros, podrá
sostener aun á muchos en estas ideas propaladas
por los que aun esperan que reviva en España
la causa de D. Cárlos.


El príncipe se mostrará grande en su des-
gracia, si renunciando á los derechos con que
se cree á la corona de España, quita para siem-
pre á los revoltosos y turbulentos el pretesto de
encender nueva guerra, sin bandera, sin alista-
tados , sin medios, y sobre todo, sin esa opinion
púhlica que es la mas poderosa fuerza de los
príncipes. '


En la tardé del dia ~6 de agosto pasó á Ba-
yona Arizaga con los hijos de Maroto , hospe-
dándose en el Hotel de Santa-Etienne y el 1.0
de setiembre por la mañana continuó hasta Bur-




~72
deos, á donde llegó el 3 de dicho mes. En esta
ciudad supo por los diarios del dia 6 l el con-
venio celebrado en Oñate y llevado á efecto en
Vergara el 31 de agosto, y resuelto á.iniorrnar-
se con estension J claridad de todo lo ocurrido,
salió de Burdeos el 11 por la mañana para
Bayona, en cuya poblacion se le informó de
cuanto babia ocurrido, y de que no pocos emi-
grados le suponían autor del convenio , director
de Maroto l y cama de los sucesos ocurridos,
que ni él habia sabido ni presenciado.


Inmediatamente tomó la posta para Esparia,
embarcándose en Pasages el 13, en cuya bahía
tuvo una larga conferencia con lord Jonh-Hay,
á bordo de la fragata que montaba, demostrán-
dole S.E.las contradicciones en quehabia incurri-
do en sus comunicaciones con su gobierno sobre
los últimos sucesos, por las continuas retractacio-
nes de 1\'laroto y proclamas contradictorias que
publicaron ambos generales desde eldia ~i en que
dejó el lord de tomar parte en la cuestion; dcspues
de esta conferencia, Arizaga se embarcó en un va-
por inglésllegando al siguiente dia á Bilbao, á don-
de fue llamado por Maroto en carta que le dirijió
el 3 'J de agosto por el marqués de Lalandc á
Burdeos.


\\Los esfuerzos y actividad del general Don
Simon de Latorre, el compromiso de muchos
gefes, temerosos de que D. Carlos pudiera un
dia castigar en sus personas el apoyo que hahiar;
dado á Maroto, en el cansancio del pais (lue




~73
deseaba la paz 1 y la resolución del soldado i
volver á sus casas, allanaron todas las dificulta-
des hasta aqui presentadas á la ejecueion de un
convenio, y los gefes carlistas acept.aron y Iirma-
ron las proposiciones que les llcvó D. Simon de
Latorre, con la confianza y generosidad con que
los españoles se entregan á la buena fé de sus
enemIgos.


Amaneció eldia 31 de :Jgostoy ya se tuvonoti-
cia de que los cinco batallones castellanos y tres
escuadrones mandados por el general Urhiston-
do estaban en marcha para presentarse, lo cual
verificaron en Vergara, formando en columna
y victoreando á las Reinas, á la union y á la
paz; despues de una sentida arenga del duque
de la Victoria, que victoreó los fueros provin-
cianos. La mayor fraternidad reinó entre tro-
pas que tan cruda guerra se habian hecho por
espacio de seis aííos ; y entre los oficiales y gefes
de uno y otro bando volvieron á abrazarse mu-
chos de aquellos que educados y formados en
una misma escuela, habian sido compaiíeros
en las fIlas del ejército de Fernando vn, y á
la muerte de este, obligados á seguir distintas
banderas 110lítieas. JJegaron á las dos horas tres
b:ltallones y cuatro compañias de la division
guipuzeoana al mando de los distinguidos hri-
gadieres lturbe é Ibero l y á poro rato, entre
dos y tres de la tarde, la division vizcaina , con':'
duci;la por su valiente general Latorre,


Los castellanos marcharon á oClIpar Cuscur-
18




~74
rila, mandados siempre por Urbistondo, los vjz-
cainos se acantonaron en Elorrio , y los guipuz-
coanos en Oñate.


El dia 4 se verificó la presentaeion de Íos
cuatro y medio batallones restantes de la divi-
sion guipüzcoana, á cuya. cabeza marchaba el
general D, IgnacioLardizahal, y despues de las
mismas formalidades y entusiasmo, se disolvió
esta escelente division , que ta n gloriosamente
había combatido en favor de la causa realista,


D. Cárlos continuaba en Lecumherri, y obli-
gado por los movimientos del duque de la Vic-
toria , que en varias columnas avanzó sobre
aquella poblacion , emprendió su retirada á
Elorrio, el día 8, con siete batallones alaveses y
navarros que no habian querido abandonar en
Jos últimos momentos de su infortunio al hom-
bre por el cual tanta sangre habían derramado,
y es de notar que á esta fcrha ya se habían re-
tirado á Francia muchos de los tjue por sus con-
sejos y política hahian arruinado la causa de
D. Cárlos.


Los batallones sublevados en Vera, entre-
gados á los escesos mas criminales á que puede
conducir la indisciplina de una soldadesca ébria,
I,rocuraron atacar la residencia Llel príncipe el
dia 7, para ejercer las venganzas y escesos pro-
yectados sobre tantos desgraciados (llle hoy pisan
el suelo estranjero con elconsuelo y gloria de ha-
ber desmentido por su conducta, de una manera
honrosa, los calumniosos tiros de sus enemigos,




~75
Cualquiera que conozca la cond uc ta de es-


ta soldadesca I que en completa insurreccion se
entregaba al pi1lage y asesinato en la frontera,
y que invocando su lealtad al Bey , usurpaban
la justicia de este, marcando cada paso con un
asesinato, 6 un 'flcto de deplorable indisciplina,
puede comprender hasta qué punto estaban
comprometidas las vidas .ie todos aquellos que
se adhirieron al convenio. El general D. Vicen-
te Gonzalez Moreno Iue inhumanamente sa-
crificado el seis en el pueblo de Urdaz por
tropas pct-teuecientes al 11.0 batallan navarro,
que asesinando al gefe mal! afecto de D. Cár_
los, al general mas comprometido y deci-
dido en su causa, probaron que era mas la
indisciplina é instinto del asesinato y el deseo de
la rapiña, las causas que movian á los subleva.,
dos de Vera en su pronunciamiento, que no su
fidelidad y lealtad hacia un príncipe cuyas ór-
dones despreciaban, desobedeciéndole completa-
mente y sacrificaudo á sus mas ardientes defen-
sores. Jamás las pasiones han estado mas encar-
nizadas en ningun punto de España , ni en nin-
guno (lc los períodos de las revoluciones que
,hall trabajado al pais desde '1808; los partidos
se miraban separados })or abismos de odio, al
propio tiempo que confundidos en la igualdad
dc sus rencores ; las opiniones de carla cual, dc~­
conocidas de los amigos y llenando de recelo á sus
mas allegados y el deseo del geuer:ll esterrninio
de sus contrarios, siendo el hlanco y anhelo de




276
todos al1nque en ello fuese envuelta 13 perdi-
cion propia. 5.i el general. Espa~·tero hubiese
tardado mas tIempo en obligar a esta turba :1
salir del sucIo español, los actos mas búrharos
y crueles hubieran tenido lugár y horrorizado á.
la Europa civilizada, pero el comün peligro h;zo
que el 13 obedeciesen los rebeldes de Vera las
órdenes de Elío , marchando al punto (Ille se les
designó, y el 14 entraron en F rancia D. JU:1l1
Ecbcvarria y el gcncral D. Basilio García y Ve-
Iasco con los batallones de su mando, obligaclos
por el movimiento (le las tropas constituciona-
les, que el dia anterior hablan ocupado á San-
tistevan , pasando por los puertos de Vdale y.
Doña Matía.


Si aun queda alguna duela sobre las miras
de los sublevados en Vera j si no se cree todavia
el espíritu dc reacción que dirigia los pasos de
D. Carlos y de sus amigos cuando los batallones
navarros se declararon contra la autorirlad de
l\faroto, bastará leer la obra escrita por Mr. Mi;
chel, agente de D. Carlos en Hayona, (IUC dice
las muy notables palabras siguientes: Los des-
terrados querían purificar el cuartel real y el
tjücíto: querían limpiar esos nuevos establos de
Allgías; pero menos dichosos que Hercules SIJ-
cumbieron en la empresa.


El mismo autor tiene la impudencia de acu-
sar á cI consejero Arizaga, copiando una carta
en las notas de su obra, escrita por D. Anlonio
Aceria, en la cual para presentarlo como el au-




277
ror del asesinuto (le :\loreno, se le supone (Ille
estalla ¡i media legua de la frontera el dia seis
de sel icmhrc en (Iue se verificó.


El público conoce cuál fue el itinerario del
consejero Arizaga en todos aquellos días, y por
él ha visto que mientras se perpetraba tan bár-
bara muerte, estaba en Burdeos, á donde lle-
gó el dia dos, presentándose á las autoridades,
sin salir de [a ciudad hasta el diez. Los que aun
duden de esta verdad , encontrarán la prueba
entre los documentos justificativos, como se de-
muestra por el pasaporte que le fue librado
por el cónsul D. Mateo Dozzrto y el billete que
tomó en la diligencia de ]layona, para el preci-
.iado dia diez.


Semejante sistema de difamacion y de ca-
lunmia era el alma con que se combatian á los
apellidados Marotistas : fácil es comprender que
l)ajo la bandera de D, Cárlos, que fomentaba
por su cáractcr y debilidad estas miserias, no
hahia hombre honrado que se considerase se-
guro de toda violencia y atentado. ¿Cómo se
puede exigir de los hombres todos el sacrificio
(le su honor y oc sus vidas por un príncipe
que ha pagado los servicios con calabozos, y
que los amenazaba con la muerte para compla-
cer las pasiones de hombres abezados en las in-
trigas palaciegas, sin títulos algunos á la estirnn-
ciou del pais y del mismo príncipe á quien te-


, l' l·)1l1:J1I tan supe( 11:1( o:
n tlial5 D. Carlos, que con las tropas (lue




~78
lo seguian se hahia trasladado á Urdaz , fue
obligado por los cristinos á entrar en Francia,
lo cual verificaron hasta ocho mil hombres, con
muchos generales que comprometidos por un
honroso deber de delicadcza I comprendieron que
aun les quedaba otro gran sacrificio que hacer
}lOr el príncipe I abandonando el suelo patrio
para residir en la rniscria , bajo la vigilancia d'e
la policía. y esperimentar nuevos arrestos I pri-
siones y vejaciones. Desde este Jia se puede de-
cir que eonduyó en las provincias la causa de
D. Cárlos. Los batallones y escuadrones navar-
ros y alaveses que se conservaban con las armas
en la mano. fieles á SUIl primeros empeños I se
apresuraron á dcponerlas , y el pais empezó muy
luego á organizarse y recibir los beneficios de
la paz, entregándose todos los soldados á los
trabajos de sus anteriores oficios lÍ ocupaciones,
En cada pueblo de estas admirables provincias,
se ven hoy trabajando en sus antiguas industrias
á muchos que desde la clase dc voluntarios y
con un fusil habian llegado á empleos elevados
en el ejército carlista. Estos virtuosos ciudadanos
han 'j'l.~Iif)(~ado la honradez dc su conduela, y [a
religiosidad con que saben cumplir sus cmpe-
iios, renunciando á esa vida guerrcra á que los
"n,ililares dcjan con pena, siendo asi que nue-
vas escitaciones los llamaban á las fibs del bri-
gadier Balrnaseda, y tranquilos en sus propias
fucrz'ls, solo esperan la confirmaciou de sus fue-
ros para ser los mas fieles defensores de la




~79
Reina, ya que la suerte los condujo un dia á
ser sus mas enérgicos '! al propio tiempo que
sus mas generosos enemIgos.


En el convenio de Vergara no intervino na-
clan alguna estraugera, y es bien cierto que fue
la obra de los generales que lo celebraron; pero
seria una ingratitud negar la parle <¡Ue la Fran-
cia y la Inglaterra tuvieron para preparar por
medio de sus agentes oficlalcs y particulares los
resultados. Las comunicaciones de Marola con el
Mariscal Soult I las celosas gestiones del rC5pecta-
ble y digno lord Jonh-Hay en Miravalles, Llo-
dio, y en la línea de Andoain; la prescntaciou
rtcf cónsul francés con su uniforme en el cami-
no real de Anzuola , y las seguridades ofrecidas
por el coronel inglés \Vilde comisario en el
cuartel general dcl duque de la 'Victoria, me-
diando entre las partes é inspirando copfIanza á
los pueblos y ejército vascongado dió fuerza al
cambio de la opinion , dcrramando, por todas
partcs y dando valor á Ias ideas de transaccion y
paz que cundieron en el pais eléctricamente,
hasta llegar á abrazarse los dos ejércitos belige-
rantes el 31 de agosto de 1839 en los l:ampos
de Vergara,


Sentados los hechos que forman la historia
de los sucesos ocurridos en Nayarra y provincias
T3scongadas, ¡;C conocen fácilmente las causas que
dieron lugar al término que tuvieron las pre-
tensiones del príncipe. La debilidad de este, las
intrigas de {lue fue á un tiempo víctima é ins-




~80
trurnento , su obstinacion por sostener á minis-
tros y generales tan odiosos al pais como al ejér-
cito, el sistema de crueldad que ejerció siem-
pre contra sus enemigos 1 y el fanatismo reli-
gioso que sostuvo desde su entrada en las pro-
vincias, dieron lugar á los fusilamientos de Este-
1Ia y al desenlace de Vergara, que si bien no
satisfizo los deseos generales del bando carlista,
porque esperaron todos que la pacificacion de
España se ofrecerla bajo bases mas sólidas y du-
raderas, produjo desde luego la deseada paz que
era ya el voto unánime de los pueblos, cansados
de ver derramar tanta sangre española, sin es-


.per~nza de que se consolidase un gobierno justo
y vIgoroso.


D. Cárlos ha sido el que ha suicidado su
causa, y con ella á cuantos de buena fé se alis-
taron en esta, creidos que su gobierno seria pa-
ternal, y la bandera de sus principios la mas
conveniente al estado de educacion del pais y de
sus necesidades. Cuando la accion del tiempo fi-
je la verdad de los hechos en el imparcial libro
de la historia, y se examinen los motivos que los
convenidos al tratado de Vel'gara tuvieron para
renunciar á los intereses que con tanta valen-
tía como constancia defendieron con las armas
en la mano, se reconocerá que obraron como
españoles dignos de las grandes virtudes patrió-
ticas que les legaron sus padres, y que les ofre-
cia el ejemplo de sus antepasados, ExamÍlIese su
conducta en el campo carlista, y con noble 01"-




~8i
gullo aguardan el fallo, porque no hay inscrip-
tos en las listas de los convenidos esos nombres
deshonrados con el asesinato, las violencias, in-
cendios y crueldades tan iwligllas de la genero-
sidad castellana. Se verán por el contrario hom-
bres de principios fijos y justificados que renun-
ciaron á ellos, sin duda con pesar, entre la al-
tcrnativa que les ofrecia por un lado el abso-
lutismo mas brutal y un gobierno que podia
reprimir fácilmente con la paz. el espíritu revo-
lucionario que no habia cundido afortunada-
mente entre las masas. Estos hombres acostum-
brados á las privaciones, esperimentados en la
carrera del infortunio, amaestrados con la es-
periencia , se les vurá un dia sacrificarse por su
patria, cuando el bien de ella lo cxijiese, y cuan-
do sean llamados á defender intereses generales
á la felicidad y gloria de la España. Entretanto
no ambicionau ni esperan mas que el cumpli-
miento exacto de lo pactado en Vergara, y el-
pais hará justicia á sus sentimientos cuando con-
sidere, que en medio de los deplorables trastor-
nos que han tenido lugar, sin pagas, sin auxi-
lios de ninguna especie, abandonados á la triste
suerte á que hoy se ven reducidos, no hay un
solo ejemplar ele que hayan promovido el mas
leve disgusto ni ofrecido sospechas en su justifI-
cada y noble conducta.


Pero el pueblo espafiol regido hoy por le-
yes y prácticas COJ\st itucionales, tiene un dere-
cho incontestable á saber la verdad de los he-




~8~
chos , para juzgarlos y llccidir la parte de honor
que á cada partido, á cada hombre le ha tocado
en la conclusion de la guerra. La opinion pú-
blica, constituida en un respetable jurado, es
al (Iue es obligatorio someter algunas consi-
deraciones de la mas alta importancia.


Se ha dicho de una parte por la prensa es..
trangl'ra, y lo han proclamado muchos hombres
obcecados por sus opiniones exageradas, ó in-
ducidos por sus intereses y miras privadas, que
el ejército realista del Norte, ó mejor dicho, los
que concurrieron y se sometieron al Convenio
de Vergara, habian hecho traicion á SU causa,
y que la habian sacrificado á, miras rastreras,
ó pasiones altamente indignas d. hombres de
partidos; pero es necesario tratar esta cuestión
con templanza, con lejanía de las pasiones que
han agitado por tanto tiempo. todo el pais, y
sobre todo, con el Conocimiento de los datos que
muchos Ignoran; y cuya importancia no todos
pueden apreciar, porque es dificil que la mas
esquisita lógica pueda esplicar el conflicto estre-
mo á que se vió reducido el pais, el eiército, y
sus primeros gefes, cuando conducído lJ:lSO á
paso por un camino oscuro y tortuoso, llega-
Ton á Vergara para presentarse á sus hermanos
(españoles todos) que los esperaban con los bra-
zos abiertos, y detrás de este cnadro, á el lado
de un gobierno ingrato, el mas oscuro porve-
nir de sangre, pcrsccucion y e5termInio.


Ningun pueblo conocido en la historia an-




283
ligua y moderna, ha hecho mayores ni tantos
sacrificios, como el de las provincias exentas;
ninguno ha prodigado su sangre, consumido
IíU riqueza. ni esplotado su entusiasmo con mas
heroismo que ese pueblo fiel á sus :lIItiguas le-
yes, celoso de sus costumbres, y leal en sus
empeños, ohligacione~y principios; pero ningu-
110 mas víctima de su propio celo, mas inhu-
rnanamente tratado, ni mas ingratamente rc-
compensado por el príncipe :i cuyos intereses
fue todo sacrificado. Seria una injusticia supo-
ner que falten á D. Cárlos virtudes morales y
prendas personales que le honren en su vida
privada; pero débil por naiuralesa , no dando
gran valor á los sacrificios del entusiasmo, y so-
metido totalmente 31 influjo teocrático, su go-
bierno tenia que caer en manos de favoritos
apasionados é ignofllhte.<>. y Jos servicios á él
prestados, premiados con destierros, cadenas y
cadalsos. Un partido llamado apostólico domina-
ha constántemente el corazon de D. Cárlos , y
para este príncipe, aquel que oia mas misas,
ejercia mayor número de devociones, ó se dis-
f¡;azaba con la máscara de la mas refmada hipo-
cresía religiosa, era el mas fiel de sus servidores
el mas querido y estimado en su corazon , el
mas privilegiado en su consejo, al paso que los
naturales que sacrihcaban el reposo de su vida,
su hacienda y su tranquilidad al frente del ene-
migo con las armas, Ó en los pueblos concur-
riendo á las necesidades de las tropas, eran tr a-




284
tados ; c.onsideratlos como enemigos, '1 persc-
guillas á muerte si teuian la desgracia de no
ser favorecidos por los privilegiados cortesanos.
Zumalac::lrregui el primero, Villa real , Eguía,
Elío, Zariátegui, Latorre , Urhistondo , Valdc;
Espina, Zavala, Larrlizabal , Verástegui, todos
provincianos y caudillos de las valerosas tropas
formadas entre el estruendo de los comhatcs y
las nieves que en aquellas ásperas montañas aca-
ban en mayo para empezar en setiembre, son
ejemplos bien notorios. Que digan ellos cuando
euccrrados en los calabozos de Guevara , UnJuio-
la y San Gregario, que ellos habian arrancado
con su sangre oc las manos de sus enemigos y
fortificado á costa de sus sudores, si no espera-
ban la muerte por mano del verdugo cuando la
hahian arrostrarlo tantas veces frente á frente de
los batallones cristinos, Quc digan esos desgra-
ciados paisanos y aldeanos tan celosos en todos
tiempos de sus fueros y privilegios, cuantas hu_
millaciones , violencias y exacciones no cspcri.,
mentaron de parle del gohierno de D. Carlos,
de quien debian aguardar el apoyo, el premio ú
por lo menos un noble reconocimiento. ¿Podian
las provincias y los hombres influyentes en ellas
ser indiferentes á sus propios intereses, y sacri-
ficar lo poco que les qucdaba , ante una causa
c.uyo desvirtuado gefe dominado por consejeros
imprudentes, y dirigido pOI' una conrlncla alta-
mente contraria :í sus intereses, era el mas ter-
rible encmigo:' ¿Qué porvenir esperaba á esos




~85
.esforzados dcfcnsores de sus derechos, á esos gc-
nerales , á ese pais tan sacrificado , cuando un
partido llamado po,. mal nombre castellano, acau-
dillado por el príncipe mismo los amenazaba
continuamente? ;, Se quiere que los hombres
sean víctimas resignadas á el mal que pueden
evitar i' ,:A dónde está hoy esa virtud, en qué
pueblo del mundo se encuentra la abnegacion
total de sus intereses l)ara sacrificarlos ante quicn
nada hace para merecerla?


El pais como las primeras notahilidades del
campo realista, á escepcion de un corto número
de gefes furiosos que han hecho la guelTa á lo
bandolero, pensaban de un mismo modo antes
y despues de los fusilamientos de Esiclln. Todos
creian que el triunfo de D. Cárlos en la lucha
que se sostenía era imposible, y que el juego
se habia hecho tablas. Todos pensaban que su
reinado, aun en la hipótesis del triunfo, seria
imposible, pues (lue el espíritu del siglo y la
tendencia humana rechazaba el dominio absolu-
to y brutal de un gobierno formado de lo mas
furioso del partido apostólico, sostenido por una
camarilla (Iue ejercia la misma influencia que
en 011'0 tiempo el santo oficio.


El tiempo y la espericucia alecciona á los
hombres, y seis alias de continuados desengaños
era un curso bastante brgo para hacer conocer
á la mayor parLe de los defensores de la causa
ele D. Carlos los males que iban á recaer sobre
la desgraciada España, si un dia llegaba á ser




,,~~
el pais sometido á el poderoso y terrible yugo
(le los furiosos ajitadores de la conciencia del
prmcipe, Los que han creido que en los campos
del Norte se dcíendia la inquisicion ; los que
han pensado que la lucha tenia por objeto escla-
vizar con media Nacion la otra media: los que
han supucsto que en las filas de los llamados
facciosos no habia hombres de honor, amantes
(le su patria y españoles tan españoles como lag
mas dignos de esta y las pasadas generaciones,
se han engafiado y han contribuido con sus hcr-
rores á acerbar los males públicos, En las Iilas
realistas se defendia por el ma)'or número una
doble cucstion : la personal y la de principios.


Creian todos en una época que D. Carlos á
sus derechos reunia las cualidades mas excncia-
les para reinar, y que haria la felicidad y gloria
de la España ; el deseng;,ílo fue tarde, y se siguió
combatiendo porque las masas y los hombres es-
tabau comprometidos y alistados hajo su bande-
ra. Esos escritores y declamadores que preten-
den hacer vacilar la moral de los convenidos, y
que les hacen dudar de los sentimientos de ho-
nor y verdadero españolismo con que suscrihie-
ron á poner término á la guerra, (~pretendcn
acaso (lue por sostener la vana idea de COB-
secuentes en sus opiniones, debian dejar perecer
el pais, prolongando una lucha desastrosa que á
ningun punto de felicidad los conducia i' ¿Serán
acaso traidores los que dcspues dc seis años de
lucha, cuando aun podiaH prolongarla en aque-




~87
Has ásperas montañas, dejaron las armas, con-
vencidos cada cual y todos unidos á la opiuion
de que D. Cárlos no era el príncipe llamado por
la providencia para gobernar la España, y que
el dilatar la paz era prolongar los males públi-
cos? Eran españoles, y como tates sensibles á el
aspecto de una horrorosa lucha en la que los
hombres combatian contra sus convicciones, sus
sentimientos é intereses. Aquellos hubieran de-
seado que la guerra hecha á muerte se hubiera
continuado eternamente, que el fuego aniqui-
lase las poblaciones, que los robos y el asesina-
to fuera el estado normal del pais, y que una
guerra bandálica, como la que hizo Balmaseda,
empezase con mas fuerza en favor de quien
todo lo recibi a, como Un justo é inevitable tri-
Luto por Dios concedido.


Los gefes y oficiales de todas graduaciones
del ejercito realista del Norte, así como los natu-
rales de aquellas provincias, deseaban transigir la
cuestion y detener los horrores de la lucha de
una manera digna de hombres de honor y de
principios justos y equitativos. Amenazada la
España de un lado por el dominio de la anar-
quía y por otro del furor despótico, los que tan
ligeramente son calificados de traidores l)ensaron
que la tcrrninacion de la guerra calmaria las
pasiones y se establecerja en España un gobier-
no firme, justo y prudente que uniese poco á
poco, y á favor de un sistema de prudente :11·-
monía, los diferentes bandos que dividen al pais




28~
en mil parti(105, cada cual con sus diferentes ele..
nomiuaciones yban<1c-ras. Creyeron mas, r era
lIue con la unian veriftcal\a en Vergara, se es-
trechaba de una manera poderosa el nudo de la
nacionalidad española, flojo ya por siete años
de guerra, guerra que habia creado dos estados
diferentes en la Monarquía de los Alfonsos y
Fcrnandos , y que á fuerza de mantener la di-
vision en los ánimos y bajo diferente y durable
dominio fracciones de territorio muy respetables,
hacia probable y muy inmediata una difmitiva
escisión que destr-uiria la laboriosa obra de 15a-
bel y de Fernando, El convenio dc Vergara ha
sido un pensamiento noblemente nacional y de
independencia, y un triunfo de la unidad his-
pana sobre los proyectos futuros de emancipa-
cían y escisión de los antiguos reinos y provin-
cias. Todo esto se consiguió con el convenía de
Vergara.


Pero era necesario para este fm rmituas y
generosas concesiones que afianzasen la estabili-
dad de lo que se decidiese, y que diesen á cada.
partido su garantía, y los realistas del Norte al
convenir con ~Iaroto en el plan de transaccion,
entraron en él con condiciones muy diferentes
á las que dcspucs se pactaron en Verg;¡ ra. Se
les dió la seguridad dc fIne D. Carlos alxlicaria
en uno de sus hijos, y (lue asegurada la honro-
sa subsistencia dc este príncipe, :i el cual,:i pe-
sar de su conducta, no (lcjaban de considerar y
estimar por otras virtudes (llle uarlic le puede




289
negar, se verificaria el casamiento entre uno de
los hijos del príncipe r la reina Isabel, quedan-
do transigida de este modo la cuestión de suce-
sion y personal, y asegurada al pais la paz.


Crcycron asequible, que entre el golJierno
constitucional y el absolutismo de D. Cárlos, se
adoptaría un ~{stema que fuese admitido por to-
dos los partidos, corno el único capaz de acre-
centar el poder y la gloria de la antigua ]\10-
narquía, consolidando y uniendo intereses tan
divididos y opuestos.


Los fueros de las provincias quedaban ase-
gurados, segun las bases con (Iue la transaccion
habia de formularse.


El porvenir de los (Iue defcndian la bande-
ra realista, se dijo estaba ascgurado, apareciendo
asi de las condiciones (¡ue se pactaban, y las que
nadie dudaba serian admitidas. Estas fucron las
voces que circularon en el país y cn el ejército,
las cuales aumentaron cl deseo de la paz, yapa-
garon la sed ele combatir hermanos con herma-
nos. Tiempo habia que los realistas del Norte abri-
gaban en sus corazones la esperanza de ver ter-
minada una lucha tan desastrosa, y la prefirie-
ron á la vana ostentación de sus opiniones, apo-
yadas en un prIncipe que conocian no estaba
(lotado de la fuerza necesaria para regir una
nacion , fa 1igada por las convulsiones políticas,
que de~de Ia~ crestas de sus montañas estaban
presenciando CH el interior dc la Monarquía. ;,A
l ' l ' .. 1 . :) e'( 01]( e e.~t:J esa l,.aIClOn ( e fluC se lJOS aCUSa; ; ...0-


1.


19




9290
mo desconocer las honradas miras y pensamientos
de los hombres que vcian con amargo IIolor la
guerra rada vez mas encarniZ;1( la, Y <pie devo-
raba á millares las victimas, destruyendo el pais,
los campos, y el mísero albergue del infeliz la-
hrador i) (iDebian posponer il\le¡Tses tan sagra-
dos, á la mezquiuu idea de <JlH~ sus votos no fue-
sen cumplidos? Una vez arrojado el guante, era
imposible retrogradar ante los compromisos que
las circunstancias creahan á cada momento. Por
un lado \eni:m la muerte afrentosa que les prcpa-
raba D. Carlos, y por 011'0 el voto universal del
pais'<lue á voz en grito les pcdia la paz, y <Iue solo
en su mano estaba el concedérsela. i ()uién hu-e .
hiera sido osado á contrarcstar sus deseos:' Nin-
guno; porque un arrojo semejante 1mbiese sido
mirado como u na demencia, propia de una irna-
ginacion exaltada.
]~s menester que lodo el país Ser;¡, 11\l(~ los ge-


neralcs y gefes emigrados en Fr;lIlcia por con-
secuencia del convenio de Vergara, en su ma )'or
parte estaban conformes, comprometidos y re-
suellos á la transacciou antciiormcnte csplicada.
Elío, Zal'iálegui, Villarcal , el arzobispo de Cuba,
lbmircz (le la Pisciua , ]~guía, Valtle-E,'pina,
los fllontcnegl'os, el conde de Negri, y aun el
infante D. Sehaslian y cuantas nolahilid:Hlcs del
campo realista hahían combatido y sufrido por
la causa de D. C:ü'!os, si emigraron COIl este , fue
porque las ha;:es ron (TilC se celebró el convenio
no eran las misllIas (pie :lIllc:riol'IlJefll¡' se h:thian




S291
acordado, y en las que no se tUYO presente tan-
tos intereses y personas comprometidas. Veamos
por qué série de errores y debilidades se trastor-
nó este proyecto, y de qué modo los que antes
pensaron transigir, se vieron obligados á reci-
bir la ley del mas fuerte, pasando hoy por trai-
dores á la vista de muchos.


Dcjando á parte las miras particulares que
dirigieron á Maroto durante su mando, y la
mayor ó menor habilidad con (lue se condujese
como gefc y primer agente de la empresa de
t.ransaccion, ello es cierto que los acoutecimicn-
tos que quedan esplicados , los manejos de los
favoritos de D. Cúlos, y las intrigas de su ca-
marilla, habian creado en el ejército y cn el
pais dos partidos, que llamado el uno castellano
ó apostólico, .ejcrcia al apoyo del príncipe una
persecucion decidida y cruc! contra el 01.1'0 infi-
uitarnentc mas numeroso (IUC se apellidó lransac-
cionista, Por consecuencia de la accion de Peña-
cerrada, el mando recayó en n.Rafael Marola,
llamado para el caso por el mismo bando furi-
bundo, vista la ignorallcia militar ele sus gefes;
y sin embargo, la tenaz persecución ejercida
contra muchos generales, no se atenuó en sus
efectos ni en las intenciones. n. Cárlos, y á su
1l000uhre sus prisikgiados, (lUC libre ;¡ espon\á-
ueamcntc habían hecho el nombramiento de :\1a-
rolo para el manuo del ejército , empezó á millar
el crédito del nuevo general, á socabar 1\:1 re-
putacion , y :1 (',"citar la ill(\isciplilla y desobc-




~~
dicncia de las tropas en contra suya: la persc-
cucion , como hemos dicho, no se limitaba al
genera1en gefe, se esrend ia ;i todo el flue no re-
conocía la potestad y el dominio de la carnarilla,
r esta r ircunstancrn y cornu n peligro unió á los
hombres pal'a 1:1 defensa, no de sus empleos ni
sus mandos, sino de sus propias cabezas inmi-
nentemente amenazadas por el partido apostó-
lico. Los fusilamieltloS ele Estella, ma rulados
llevar áefecto por orden de Maroto sin la con-
currencia de consejo de generales ni de otras
formalidades, por terribles que apare:lcan en el
orden legal jurúlico, salvaron al país de los hor-
rores de una rcaccion premeditada y á punto
de estallar, con el sacrificio instantáneo de mu-
chos centenares de víctimas inmoladas al furor-
de los puñales quc secretamente se afilaban, y
este hecho fue, no tan solo reconocido como nc-
cesario , sino que fue aplaudido por muchos de
los emigrados hoy en Francia, y aun por mu-
chos fJue fueron y son todavia ardientes partida-
rios de D., Cárlos. La causa realista se salvó
aquel dia por algun tiernpo , y es del mayor in-
terés recordar que hasta entonces ningun paso
se habia d;¡do para la transaccion, llue fuese co-
llo~.i.rla por lQsamigos y partidarios de Marero,
el cual pudiera ser lllUY bien que abrigase este
proyecro, pero no es menos cierto que sus mi-
ras no fueron á nad ie re\,e1;1(l;¡s. Los (Iue creen
que los fusilamientos de Estella eran parte del
plan de transaccion (IUC mas farde se adoptó, es-




293
tan cngart'ados. Con aquella cjecucion se rcaui-
mó el país, y todo él pensó con sobrada confian-
za que una nueva era de union y de fuerza
se presentaba á la causa rcali,...ta ; <Iue se unirian
los esfuerzos de todos para conseguir el triunfo
de los pr-incipios é intereses flue se debatian;
pero el ma 1 babia echado profundas raices;
D. Carlos y sus cortesanos, desconfIados y alar-
mados por los sucesos de Estella , empezaron á
oponer IlUeyOS obstáculos al general encargado
del mando de las tropas, y entonces fue cuan-
do el pais, el ejército y cuantos couocian la
gravedarl del mal, comprendieron que estaba
arraigado en el corazon del príncipe, y <Jue
eran ¡míli1es todos los sacrificios (Iue por él
se hncian , como destructor y funesto para la
Espaiia el triunfo de su G\uS;¡. Entonces fue
cuando Maroto , aprovechándose del estado de la
opinjon pühlica , y temeroso por su cabeza mis-
ma, mas comprometida Ijue la (le ningun otro,
pensó que era el momento de hacer conocer sus
proyectos ocultos, y forta lecerios con los apoyos
que necesariamente ha hia de encontrar en tan-
tos elementos de descontento y de desengaño.
Los frecuentes parlamentos con el campo con-
trario d ieron la alarma á el pais , y muy pronto
empezó á nacer la esperanza de la paz que se
anhelaba: el consejero Arizaga veia el mal ir-
remediable en la corte de D. Cárlos , conocia la
obsiinacion del príncipe y el dominio quc sobre
él ejcrc.iall bUS favoritos; y hicn lejos de pensar




~94
en contra de lo t¡lle se proclamaba en las fi-
las del ejército, en las poblaciones y en los
caseríos, peos6 con gusto en la 1llea de un aco-
modamiento ó transaccion entre las dos partes
beligerantes, que diesen ;¡I p;).is la paz, y :í los
comprometidos una seguridal} en sus personas
y vrincivios, hasta. entouces !;I.\lc (',\\úg\C\ID\:\l.\e.
defendidos, si bien su posiciou y su deber le
obligaron á permanecer estraíío á los medios
empleados.


Estas razones obligaron al auditor á reser-
val' á D. Carlos las yaces y noticias que habian
llegado á sus oidos , asi como las espl iC:lciones
que Maroto le dió en Villareal de Alava y en
Miravallcs , en ocasiones referirlas, y :-mne¡ue no
participó de la confianza del gc~llcr:ll, el cual nun-
ca jamás le comunicó sus secretos, lleseab:l oculta-
mente, como á todos sucedía, que la guerra tuvic- .
se un término honroso, que uniendo las dos ban-
deras contrarias, consolidase la ,leseada p;¡z que
era ya el anhelo mas vehemente de los pueblos.


No lardaron D. Carlos y sus favoritos con-
sejeros en traslucir las miras de Maroto , y en
conocer la disposicion de los pueblos, y en vez
de captarse la confianza y el apoyo ,Id gefe de
E. M., empezaron nuevamente á intrigar en las
filas, oscitando en ellas el descontento y la rcbc-
lion que tuvo lugar, como se ha visto , en algu-
nas fuerzas navarras. Con esta dcmostracion Ma-
roto y muchos gefes temieron que una reaccion,
causada por el ejemplo de los sublevados de Ve-




~~):'i
ra , comprometiese mas y mas sus personas, y
para ello, precipitando las ncgociaciollcs, se en-
contró este general en la alternativa dc perder
su caheza ante los suhlcvados, ó de suscribir á
coudiciones, que ofrecidas por el Duque de la
Victoria, no estallan en armonía con los empe-
fías conlraidos por Maroto con los gcfes de sus
haralloucs. En su siruacion , Marero no pudo
sujetar primcro á los de Vera, ni oponerse al
adehlllo (le bs tropas cristinas que avanzahan
al interior de las provincias. Rolas las negociacio-
nes en Abandiano , )'laroto pensó en el corn-
hale algunos momentos, y dió al ,siguicnte dia
en Elorria su proclama á las tropas, en la cual
les a uuuciaba el principío de nuevas hosti\ida-
<lcs" Aqui Maroto (lebió empc7.ar á reconocer su
errada política en dcfewlcr' débilmente los pun-
fas (le (/lle el gencral Espartero se iba apoderan-
(10, por la razón conocida de todo el mundo, ,de
(lue no {¡(IV mayores argumentos en diplomacia,
(Iue aquellos q De está 11 sostenidos por las ha-
yonclas, (lanllo lugar con este déhil y crr;ulo
sistema , á quc el gcneral D. Simon de Le torro,
que mandaba las fucrzas vizcaiuas, se dl'cillil'ra
por sl á transijir con el duque? ha jo los coudicio-:
ries (Iue creyú convenientes á su <1ivjsion. Maro-
to sin prestigio ya, sin que nadie prestase ateu-
cion ni confianza á sus opiniones y dcscos , y te-
miendo una rcaccion á 'que él mismo dalla lu-
gar por su irresolucion , se apresuró ;l prescn-
tarso Con el general Latorre el 30 al Duque de




296
la Victoria, que con su cuartel general clebia
llegar á Vergara, segun 10 convenido el dia an-
tes en Oñate, Al siguiente dia fuc cuando se
ejecutó el convenio, que llevaron á efecto Don
Antonio Urbistondoy D.Simon dc Latorrc , apo-
yados por otros generales y gefes de cuerpos, y
tuvo lugar la magestuosa union de tantos va-
licntes, (Iue deponiendo las armns y haciendo
callar sus pasiones, se abrazaron cual hermanos,
presentando al mundo el ejemplo mas sublime de
la generosidad y grandeza de alma que domina
al pueblo español.


La España debe la paz al convenio de Ver-
gara; la debe á los honrados españoles cIue de-
pusieron las armas, confiados en la buena fé ele
sus contrarios, desengañados ya de que elreina-
(lo de D. Cárlos se habia hecho material y moral-
mente imposible, y que la conducta del partido
triunfante correspondería á la coutianzn ele aque]
que sin ser vencido en la lucha, pOrfjUe p:lra sos-
tenerla tenia 36,000 hombres de todas armas en
las ásperas é inespugnables montañas y desflla-
deros de las provincias del Norte, contahan por
lo menos, ya quc sus prestaciones sc habian re-
ducido por las circunstancias á los artículos del
convenio, á que estos rccibirian el mas exacto y
cabal cumplimiento, y que la suerte de sus her-
manos y compañeros emigrados, mejorar-in en
premio de su primitiva coopcracion , de sus sen-
timientos generosos, y de la honradez, virtudes
y conocimientos mili lares ClllC los acolllpalía.




297
Necesario es que el gobierno no pierda de vista
la ejecucion de los artículos mas esenciales del
convenio , ya que el encargado de representar
los intereses del estinguido ejt~rcito carlista, DOlí
Rafael Maroto, ha enmudecido, ó han sido hasta
el dia estériles sus esfuerzos para conseguirla.
Pero ni estos buenos oficios infructuosos, ni las
ventajas personales que este ú aquel hayan 301-
cansado , pueden servir de lenitivos ante el cla-
mor de tantos miles de infelices, que sin apoyo
alguno, ó mendigan la caridad pública, ó no
ven fijado su porvenir por el reconocimiento de
sus empleos, cuyos reales despachos ni aun han
sido todavia cangeados.


Cuando el gobierno de la R.ei.na se acuerde de
las provincias -del Norte para asegurar sus fue-
ros y derechos, y esplique la interpretación
que eH á esa palabra ele unidad constitucional,
votada en Córtcs y sancionada por la corona;
y cuando el pais vascongado y navarro, que re-
cientemente ha demostrarlo su lealtad á los nue-
vos juramentos y empeños contraidos en la inva-
sion (le Balrnascda , reciban la seguridad de que
los fueros, usos y costumbres de sus mayores les
serán respetados, entonces. y cuando la fé publica
haya sido guardada por el gohierno en todos los
puntos contratados, los que no hayan visto triun-
far sus principios con las modificaciones que
creyeron anexas á su posiciou y el estado del
pais , vivirán al menos resignados en un rjn-
con de su patria, para dirigir sus votos al ciclo




298
en favor de. la prosperidad, gloria )' ventura de
esta dcsilich:l(la n:lcioll. :


1.,:1s calumniosas-jmpntacioncs hechas 'á la
honra y~l buen nomlrre (lel consejero Ariz:lga,
le han movido á c~cribir la hisloria (le los prin-
cipales hechos oC111Ti(10s en el campo y corte: de
D: Cárlos, ycl público , al leer las interesantes
revelaciones que en ella se hacen en oh~eqtlio
tIc· la verdad,p;l1;a ill1slrar á los <¡ue un dia es-
criban la del pais en esta terrible luch:\, ncíl10-
drá menos 'de ser imlulgenle para con ehni..c
tal' ,. á quien el interés de su propia viudicacion
lo conduce en este momento á tratar (le su per-
sona en cuanto á sus artos , para vinrlicarsc de
las acusaciones que ha sul;'i(lo con esccsivaamar-
gura,obligado:ll silencio hastn e] dia , mientras
que no se dccilliese (lcfiniti';lmenle en Aragoll
y Cat:lluí'i:l [a suerte de la patr ia. l~s preciso la
imparcialidad para juzgar de estos hechos, y
con las armas en la mano torlavia era imposi-
11e tal imparcialíllal1. .


En la simple relacion de los hechos basta
aqui espuestos con verdad y franqueza, se ha
visto que la parte tornada en sucesos tan impor-
1antes por Ariz:lg;¡, sea con el car.u.ter de alHli~
tal' gClIer;¡l, Ó de consejero, obr-ó c\llnplien(lo
con su conciencia, y siempre en beneficio (le" la
persona é intereses de D. Cárlos, á el cual ni hizo
traicion ni engaíló nunca. Arizaga luyo 10 COI1-
viccion de que los consejeros del príncipe dcs-
truian por sí lo que otros adelantaban COl! sus




299
arrnas , y los combatió dentro del círculo mas
legal y 1;1:lS justificado, sin rehusar ni ocultar los
consejos que con carácter amistoso dió á el ge-
neral i\laroto, para que cortase el mal en la mis-
ma residencia de D. Carlos, único mcdio posible
par:l pOller snlvar la corona y los principios (lue
defendía. Grande, pues, seria la conviccion que
fendria de la gravedall lleImal, cuando como
buen méllico aconsejaba la ampuracion para sal-
var el cuerpo principal del estado.


Arizaga no tuvo partc alguna, ni autorizó
con su opinión oficial ó particular, las cjccucio-
nes de .Eslella, aunquc des pues creyó, como to-
dos, inclusos los mismos que hoy se h:lllan emi-
grados, <Ille pudieran senil' aquellas víctimas
para avisar al príncipe del mucho terreno <jue
perdian sus prercnsioncs, Como fiscal <pú~ fue
de la causa , actuó con arreglo á la mas estricta
justicia (~ imparcialidall; y en su diclálnen pen-
só llue tenia un gran debc']' p;¡ra con la nacían
y su rey, jusI ific:lIl<lo de cierto modo en el es-
trangero un hecho, quc mas por la forma clue
por el acto, hahia sido condenado en toda la
Europa por un grande atentado de ar1itraricll<H1
y despotismo.


Supone Michc1 en su obra titulada el cam-
po .1' la corte de D. Cárlos, que Arizaga fue
llamado á Navarra por Maroto , lo cual es una
falsclb<l, pnes que su permanencia en Aragoll,
que fue casua1 y efecto tld combate y retirada
de Aranzueque , (Ille le obligó á seguir C01\ otros




300
muchos espedieionarios las marchas de Cabrera
sobre el bajo Aragon, fue la única causa que lo
retuvo en este reino I y natural era que el con-
sejero Arizaga, que tenia su puesto y sus debe-
res de asesor general de los cuerpos de artille-
ría é ingenieros cerca de la persona de 1). Cár-
Jos, procurase reunirse á este en la primera
ocasion , como lo verificó, aprovechando el re-
greso del conde de Negri I que marchó á las
provincias del Norte con todos los que proce-
dentes de las espediciones se habian quedado se-
parados de sus puestos I residiendo en el pais
dominado por Cabrera.


r- Cuando se presentó en el cuartel real, le
manifestó el marqués de Valde-Espina. ministro
de la guerra I haberle dirigido una órden del
príncipe para que se restituyese á las provincias,
mas esta no llegó á sus ma nos, y por consiguien-
te su resolucion de acompañar á Ncgri fue mo-
tivada de las invitaciones que este le hizo en
Albocaser yen Benasal, para quc se dccidicse á
atravesar las líneas enemigas, empresa árdua y
peligrosa. Maroto, pues, no tuvo parte alguna
en la vuelta de ArÍ7.aga, ni en las órdenes que
solo D. Cárlos le dió para volver al ej'~rcito, en
cuya época ni habia visto á aquel general, ni
tenido relacion alguna desde cIlle tuvo lugar su
nombramiento para la comandancia gencral ele
Cataluña.


Asegura Michcl que Arizaga oblir,á á Don
Carlos á aceptar la proclama de retractarían 'lue




301
dió después de los fusilamientos de Estella, sin
permitil'le cambiase ni una sola palabra de ella.
Los detalles dados sobre este punto, justifican ple-
namente á Arizaga, porque, como queda cspresa-
do, aquella fue puesta en virtud de órden de
D. Carlos, )' ;í presencia de las personas citadas
que fueron testigos de este acto. El príncipe tu-
YO toda la libertad necesaria j)3ra aprobar y nc-


.g<lr lo que creyó conveniente, yel jesuita padre
Unanue sabe las enmiendas que sufrió aquella,
y las consultas (Iue sobre su contenido le fueron
hechas. Tarnpoéo es cierto que Maroto, por la
intermision de Arizaga-, pidiese las cabezas de
los sllgetos que menciona Michel; porque este
general quedó contento con el resultado feliz
que tuvo su empresa de Estella , y solo exigió
que fuesen desterrados y separados del lado de
D. Carlos las personas que quedan referidas, sin
llevar su exigencia al cstremo , y esde todos co-
nocido IIue D. Cárlos se resistió en cuanto á al-
gunas person<ls, á lo cual Mar-oto se conformó
sin dificuhad alguna. Tampoco fueron incluidas
en la reclamacion hecha por los batallones cas-
tellanos el obispo de Lean, ni el abogado Don
Celestino Cc\is, corno supone mal informado el
mismo autor. Arizaga, lejos de engañar en esta
ocasión á D. Cárlos , le evitó muchos y mayores
disgnstos, pOrl!UC templó las pasiones altamente
enardecidas, consiguiendo y facilitando la mar-
cha de los desterrados, contra los cuales los ge-
fes, oficiales y soldados prodamahan la necesi-




302
dad de fusilarlos. Evitó (le este modo Arizaga se
njecutasen en la corte de D. Carlos actos mas
sangrielltos que los de Estclla , yaliéLlclole sola-
mente el epi teto de pustelero, mien tras (Iue otros
muchos que en esta ocasion le deben la vida,
10 acusan hoy de Ira ¡llo!". Tal es la suerte de los
hombres en las rcvol ucioncs, (lue fi~~ks :í sus
principios y sentimientos de honor, se someten
á ser instrumentos dóciles de las desenfrenadas
pasiones de los hombres de partido.


Al abrigo de u"na colccciou de documentos
verdaderos, emite Michel juicios inexactos, fal-
sos, y bajo todos conceptos desconocidos á cuan-
tos han sido testigos presenciales de los hechos
é intervenido en ellos.


Calumnioso es á la par (Ille necio el supues-
to de que Arizaga rejistrasc en la frontera dos
mil ochocientas onzas pertenecientes á J\Iaroto.
Pocos ignoran cuán fácil es probar este cargo
por los asientos de la aduana de Bchovia, y
cuán dificil ü imposible es burlar la vigilancia
de los empleados en las aduanas francesas, ó so-
bornar su bien acreditada Iideli.lad á sus debe-
res; pero si esto no bastase, el testimonio de
D. Bernardo lturriaga, de los gefes que inter-
vinieron en r 1 reconocimiento del equipage de
Maroto , el dd comisario de policía y empleados
de aquella aduana (Iue lo registraron, sed bas-
tante prueba para justificar la injuslicia de un
cargo, del cual eslá :lgeno el honor (le Arizag;¡,
que como tiene dicha, solo registró ochenta y




303
(los onzas de ~Iaroto, y doce de su propia per-
tcncucia, cantidades por cierto bien distantes de
poder .servir á las maliciosas, é inicuas calum-
nias fIue han dirigido al escritor francés.


Arizaga 110 estuvo en las provincias los dins
'1W~ precedieron al convenio de Vcrgara; se ha-
llaba cIlFI':lIJcja, am bicionaba la felicidad de su
patria, y no era de suincllIllbcnciaiij:n' las
roudiciones y bascsquc pudieran ofrecerla. Es-
traño á las comhiu:tciones y proyectos del gcne-
ral Marero, ni hizo' trnicion abandonando á Don'
Cál'los, ni faltó ái lo- que como esp:1ilol cstaba
oblig:l(lo, aceptandocl convenio de Vergara
y sus bcuchcios, cómo' un hecho COllSumado,
que por lo menos - lwesentaha desde 'luego
la perspectiva lisonjera ~le la deseada P:1Z que
habia: de unir en uua sola familia á todos, para
mayor gloria y ventura de la nacion , sacrifica-
da portl'einta y dos años de guerras, revolucio-
nes, reacciones ytraslornos continuos: á estas
consideraciones no dudó un momento admitir
lo que algunos llaman traicion , considerando.los
hechos apasionadamente.


Cuamlo hoy se d ispntan a19u1los gefes ele
D. Carlos la gloria ele haber hecho por sí el con-
venio de Vergara, ü de haber contribuido á él
con mayor e~fuerzo (llH~ 01 ros ; cuando todavía
se ven las secretarías (Id despacho invadidas por
ceutcnarcs de solicitudes en que otros tantos
servidores y ddl'llsores de D. Carlos pretendcn
ser incluidos en el convenio y haber comribui-




304
do por su part.e á él, Y los generales realistas,
que fueron los agentes del convenio, no cesan
de librar certificaciones en favor de los que de-
sean ser admitidos como tales convenidos, creo
hacer un servicio á mi patria, demostrando los
acontecimientos que produjeron el convenio de
Vergara, y las circuustaucias en que este se cele-
bró, aunque en ellos se consigne la ninguna
participacion que me cupo en este solemne acto,
que fue debido. en su mayor parle á la s<lgaci-
dad del duque de la Vidori<l, y á la conducta
templada (Iue observó el ejército imponente que
mandaba ,en un pais que clamaba por paz á to-
da costa, y entre unos hombres cansados ya de
sufrir tantos desengaños. Aceptó Arizaga el con-
venio, libre ya de todo compromiso respecto de
D. Carlos y nuevos deberes hácia la reina Isabel le
obligarán á no servir jamás la causa personal de
aquel príncipe, á quien conservará sin embargo
el afecto y cstirnaciou que le son debidos por los
que pelearon Lajo su LamIera, sirviéndole en el
campo y en el gabinete con un celo infmitamen-
te mas superior al aprecio y estimacion que se
hizo por el príncipe de sus constantes esfuerzos.
Que en la vida privada D. Carlos reciba del cie-
]0 la protección que se merecen sus virtudes
morales, es cuanto le rlcsean con Ariz<lga, mu-
chos de los que por él derramaron la sangre en
los campos de balalla.




!\OTA.


Arizaga ha escrito esta memoria con noble
libertad, sin disfrazar los sentimientos y princi-
pios que lo llevaron al campo dc D. Carlos: fue-
ra indigno de vivir entre españoles, si al rela-
tar sucesos y situaciones pasadas, vistiese otro
lenguage fIue el flue entonces le convenia , y
Jos defensores de la lihertad hoy triunfante, al
leer estas páginas, no podrán menos de aplau.,
(\ir la franqueza 'de un escritor que busca el
aprecio de sus compatriotas en la verdad con
(Ine refiere los hechos, y en la ingenuidali cou
que clt:dara sus sentimientos.








j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j
j




C¡'rcularesy bandos de Don Tomás de Zurnala-
carregUl:


l.


Comandancia general de Nnarra.=EI Rey N. S. se
lla dignado dir-igirme , firmada de su real mano t la
-carta siguiente:


Mi real ánimo v corazon se hallan dulcemente afec-
tados ha ya mucho~ dias al contemplar los heróicos es-
fuerzos que hacen en favor de la religion y de mi legíti-
ma causa las provincias de Alava y Guipúzcoa, Navarra y
Vizcaya, á quienes nombro sin preferencia, siguiendo
solo el orden alfabético. Mis reales sentimientos mani-
festados con 1:1. atocuc ion adjunta, quier-o que se publi_
quen á la faz del mundo entero; tratad, hijos mios, de
reimprimida con este grande objeto, pues vuestros he-
chososcurecen ya el heroismo de todos los pueblos. Mas
de una vez os he d irijid» mi-s oficios ó carlas, pero es-
toy con el sentimiento de que quizás no hall llegado ¡
vuestras manos. Digno gefe Zumalucarregui , os ellcal'g~




310
qUII hagais presente mi re al I';l'aLitud {, todos los que
mandan las divisiones y tarnbien á la junta de esas cua-
tro provincias. Confirmo cuantos ¡;rados militares haya
dispensado, ó los que vos y demas hayais concedido, y la
autorizo para esto y cuanto sea necesario y oportuno al
grande fin que os habeis propuesto, para lo que deposi-
to esta parle de mi autoridad soberana. Trabajad con
union, y alejad de vosotros todo espíritu de discordia,
y aun los mas imperceptibles elementos de division: fi-
jad solo los ojos y el corazon en Dios, en mi, en la na-
cion española. Vosotros sabeis lo que conviene á esas
provincias en el orden civil y administrativo. Sentado
sobre mi solio he de conservar sus fueros. Pan todo os
revisto de la facultad necesaria y oportuna; os dirijo
tambien el decreto de ley penal que he mandado pu-
blicar con el objeto de prevenir las violencias del go-
bierno usurpador. Como no se pueden multiplicar escri-
tos, vos, el mariscal de campo de mis ejércitos D. To-
mas Zumalacarregui, pondreis en conocimiento de la
junta y dernas gefes militares toda esta mi sober-ana vo-
luntad; á los oficiales, soldados y pueblo manifestareis
mi amor. Obrad con prudencia sí, pero con desembara-
zo, porque hijos tan amados pOI' sus vir-tudes, deben
proceder con libertad, pues tienen á su favor todo el
lleno de la voluntad de su padre; este es el concepto
bajo el que me habeis de mirar, y la preciosa joya de
mi corona: si alguna vez fuera conveniente conceder
gracias á los gefes y demas de la Reina viuda, todos te-
neis mi autoridad.-Palacio de Villareal 18 de marzo
de 183 4.-Cárlos, rey de España.


Lo que me apresuro, lleno .de satisfacción, á poner
en conocimiento de V. E., á fin de que participe de la
misma, acompañándole copias de cuantos documentos
he recibido, y los cuales con arreglo á la soberana vo-
luntad espero dispondrá V. E. se reimpr-iman en grande
número de ejemplares pan proveer á las tres prov irr-
das y Navarra, como tarnhien al reino de Aragon~
-Dios guarde á Vi E. muchos años. Cuartel general




311
de Piedr-amí l ler-a I ~ de abril de J 834. -Tomás Zu-
malacarregui, - Excelentisima Junta Gubernativa de
Navarra."


H.


\tCarlos V A las inmortales tropas de las provin-
cias de Alava, -Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya.-Solda-
dos: enagenado de vuestro heroismo os dirijo mi voz pa-
te rn al, Yo me envanezco, y muy justamente, de que el
cielo me haya destinado á regir unos pueblos de héroes-
habeis oscurecido la gloria de los defeusores de los Ter-
mópilas; la Europa entera admira vuestras vir-tudes. Es-
paña os bendice, y yo estoy preparando los laureles COIl
que algun d ia he de coronar vuestras sienes victoriosas:
las viudas é hijos de vuestros compañeros sacrificados
en el campo del honor, serán acogidos bajo mi manto
de piedad. Soldados; sabed entretanto que os mira como
á la joya mas preciosa de su diadema, vuestro Rey. Pa-
lacio de Villareal 18 de marzo de ¡834.-Cárlos, rey
de España."


III.


~(EI rey nuestro Señor D. Cárlos V se ha servido
¿ irigirme el real decreto siguiente._Uno de los carac-
téres de los usur-pado res de los tronos, ha sido siempre
la violencia y la crueldad. Destituidos de derechos hall
intentado sostener" el cetro con el terror, y siempre han
querido reinar sobre la sangre preciosa de los hombres.
La historia toda es testigo de esta verdad, y hoy senta-
da la nsur pacion sobre ti trono español, repite estas
amargas lecciones. Han llegado á mis oídos los gemidos
de mis fieles vasallos, y sí en una guerra justa el dere-
cho de las ¡;entcs y aun el natural han introducido la
r-eciprocidad, en esta en que se defienden mis legítimos
é indisputables derechos á la pacífica posesion de la mo-
narquía española, no puede mi conciencia estar en si-
lencio, y las necesidades de mis vasallos piden á voz en
grito que yo manifieste mi soberana voluntad.




31~
Artículo l. o La infanta Doi'la Marla Isabel Luisa no


tiene derechos para poseer la corona de España. La Rei-
na viuda, llamada Gobernadora, será considerada como
usur padora, pero mando que no se haga daño á su
a í ta persona, tratándola eon la mayor conside rac iou 5i
llegare á cae r en las manos de mis fieles defensores, en
cuyo caso daré yo las órdenes convenientes.


Ar t, ".0 Los generales, gefes, oficiales y demás in-
dividuos per tenecicn tes al ejército de esta Reina viuda
qne sean hechos prisioneros, ó aprehendidos de cualquier
DIodo POI" mis leales tropas en la injusta y violenta
guerra que se ha suscitado contra mis indisputab les d er e-,
chos, serán tratados del mismo modo, y con igual rigol'
con que lo son en tales casos los que componen las divi-
siones, partidas y demás que defienden mi legítima
causa.


Arl. 3. 0 Todo consejo de guerra, ó cualquiera otra
comision que sen tencie á muer-te á alguno de mis fieles
vasallos POI" haberse pronunciado en mi defensa con las
armas ó de qualquier otro modo, el pres iden te y voca-
les que hayan pronunciado dicha sentencia serán trata-
dos con el mismo rigor, y los que no, quedarán sujetos
al castigo que hubieren manifestado en sus votos.


Art. 4.° Si las sentencias procediesen de autoridad
civil, ó de otra militar ademas de las espresadas, se ob-
ser vará en un todo el artículo que precede,


Art. 5. ~ Si para la ejeeucion de las mencionadas sen-
tencias pasasen los autos á alguno de mis consejos ó tribu-
nales superiores par-a S11 aprobacion ó confirmacion, los
magistrados ó jueces que suscriban á ellas serán casti-
ga dos del mismo modo, y con las mismas penas que se
prescr-i ben en los artículos anteriores.


Arl.6. Q Todo individuo españ ol ó estr angero que
FOI" sí mismo y espontáneamente ar res to se, Ó de la t ase á
a l guno de mis fieles vasallos pOI' su adhesion á mi leg>
ti ma causa, SUfril'á la pen a de muerte.


Al"!. í'o Las justicias y demas autol'id~des que Jíhre
y espontáuearnente procedieren al arresto Ó capt ura de




313
algunos de mis leales vasallos con la misma causa que
se indica en el artículo precedente, sufrirán igu al mente
la. pena de muerte.


AI,t. 8." Si el arresto ó captura fuere en virtud de
orden especial contra determmadas personas,·6 en fuer-
za de pública acusacion pOI' adhesion tI mi causa, las au-
toridades que la ejecuten serán desde lu e~o apre hendi-
das, y puestas en seguridad, y sufrirán el mismu cast igo
queel gobiern,} iu truso imponga á los que mandó apre-
hender, igualmente que el ministro '1ue tomando la VOl.
del gobierno haya comunicado aquella orden.


AI,t. 9,° Todos mis fieles vasallos tratados como
nos, segun lo dispuesto en los anteriores artículos, se-
rán indemnizados de sus perjuicios con los bienes de sus
acusadores, delatores, jueces civ iles ó militares, autori-
dades superiores, ministros, secretarios del despacho et,
li~gun la graduacion que exija la justicia, haciendo esten-
si va esta indemnizacion á todos los casos de igual natu-
raleza que hayan ocurrido desdeIa muerte de mi augus-
to hermano.


Ar t, lo, Habiendo llegado á mis nidos que el intru-
so gobierno ejecuta la pena de muerte en alguno de mis
fieles en los calabozos de los cuar t eles yen otros lugares
secretos, todas mis autoridad es, gefes de division y co-
mandantes de part ida harán las mas esqu isi t as diligen-
cias en la averiguacion de estos atentados, que pOI' sí
mismos marcan el espfritu de crueldad y de venganza,
para que no queden impugnes ni se fustre el cmnpli-
miento de esta mi sober-ana r-esoluc ion,


Ar t , r r , Pudiendo sucede¡' que el gobierno usurpa-
do r , y la malignidad de algunos jueces para fustrar su
responsabilidad, y evitar las penas señaladas en los an-
t eriores ar t iculos, intenten encubrir ar-t ificiosamen te
sus procedimientos, imputando otros delitos á los trata-
dos como reos, 110 por esto se eximirán de las enuncia-
das penas, siempre que se acredite su malicia, y que es-
tos delitos no sean de los comunes Ú orJinarios que mar-
can las leyes, estraüos enteramente á mi real servicio, é




314
inconexos con aquellos medios necesar-ios de que se han
de valer por precision mis fieles vasallos vara mi justa
defensa.


Art. 1 =>. No se les dará mas que ocho horas de tér-
mino para que se preparen á morir como cristianos á
todos los que en virtud de esta mi soberana disposicion
deban sufrir la pena capital.


Art. 13. Aunque el objeto esencial que me propon-
go en esta mi real determinacion, es hacer- cesar la efu-
si on de sangre, previniendo del modo posible la perpe-
tracian de nuevos horrores y atentados contra mis fie Ies
vasallos, no por esto es mi real ánimo dejar sin el con-
dil;1I0 castigo los que se hayan cometido hasta el d ia =>4-
de este mes, desde el rnomento que la usurpacion se apo-
deró del trono, para cuyo fin los ~efes y comandantes
de las partidas y d ivision es que defienden mi legítima
causa, y las justicias y demas autoridades adictas á ella,
illslruirán por sus respectivas jnrisd icciunes en cualquie-
ra de los enunciados casos, informaciones sumarias so-
1,1'1' los hechos, cuyos sumarios se sustanciarán y deter-
minarán segun el orden qUIl estableceré en un decreto ó
ley especial.


Ar t, 14. Si entre las infelices víctimas que hace el
~ohierno int ruso, se encontrase la de algun eclesiástico
ó r eligioso profeso, todos los que estén cnmpr-e nd idos en
la pe~la de muerte pOI' esta mi soberana disposicion,
quedarán despnes de ejecutadas las sentencias, sus cadá-
ver~s espuestos al público, y á las au tor idades eclesiásti-
cas y párrocos pertenecc conoccr si merecen los honores
l'e1i~iosos dc la scpultura qne concede la igles.ia •.


Art, IS. Si por desgracia al gun eclesiástico ó reli-
gioso profeso Sil declara cou tra mis derechos, y se halla-
re comprendido en las penas de muerte que sau ciono,
será .aprehend ido y puesto en toda seguridad; se formará
una sumaria del hecho, y mi religioso coraaou tomará
la providencia que juzgue oportuna, quiero sa lvar Ja in-
mun idad.esTodas mis autoridades civiles y militares, g~­
fes de division y comandantes de las partidas que de-




315
fienden mi legitima causa,quedan encargados de la eje-
cucion de esta mi soberana resolucion , y al mismo tiem-
po que espero de ellos su puntual y riguroso cumpli-
miento, mando bajo la mas estrecha responsabilidad que
se evite todo atropellamiento ó atentado, y que se jus-
tifique el crimen antes de la ejecucion.=Está señalado
de la real mano, en el palacio de Villareal, á ,,4 de ene-
ro de r834.=Joaquin obispo de Leen, secretario de Es-
tado y del despacho de Gracia y Justicia, y encargado del
despacho universa l.eeEs copia conforme con el que me ha
remitido el Excmo. Sr. secretar-io de Gracia y Justicia.ee
Zumalacarregui;'


IV.


HMinisterio (le la guerra.=Excmo 5r.=Habiendo
opinado el fiscal eclesiástico en una sumaria recibida
contra el presbítero D. Policarpo Ii'iiguez, sobre haber
entrado en poblacion ocupada por el enemigo, que de-
bía sohreseerse con apercibimiento para lo sucesivo, y
que el sumario no pudo recibirse por otro tribunal que
el competente; para que .1.'1 inmunidad eclesiástica fuese
guard.ada, S. M., que por sí mismo se dignó examinar
todos Jos antecedentes, ha t~nido á bien poner el decre-
to siguiente, escrito y rubricado de su real mano.=Pa-
lacio de Dilate 27 de octubre de r834.=i\Ie conformo
con el dictámen del fiscal, encargando en lo sucesivo,
que en causas de igual naturaleza contra eclesiásticos,
no se proceda á r-ecibir sumario alguno, sin que prime-
ro se me dé noticia de la clase de delito cometido, para
que á su vista resuelva lo que crea ser' conven len te.ee.En
consecuencia lo traslado á V. E. para su cum.plimiento
en la parte que le toque, y á fin de que si tuviese Iorma-
das algunas sumarias cont ca eclesiásticos, me las remita
para entregarlas al rey nuestro señor á fin de que re-
caiga la resofucion. oportuna, pues me .ha mandado 10
exija asi de todos los comandantes generales.=Dios guar-
de á V. muchos años. Real de Dilate 28 de octubre de
183~.=EI conde de Vitlemur,"




316
Y.


tt Circular. -Comandancia general de Naval'ra.-
Decidido con todos los valientes navarros que están á
mi cargo á sostener á todo trance y defender los tan co-
nocidos derechos de la corona de 'las Españas del Señor
D. Cárlos V de Castilla y VIII de Navarra, es llegado
ya el caso en la activa y sangrienta lucha comenzada
contra los revolucíouar ios que se oponen á que brille el
sol de justicia en el trono que ocupó el piadoso Recare-
do y San Fernando, de die lar las medidas que hasta
ahora pOI' miras á los pueblos se han omitido; pero sien-
do las providencias del enemigo obedecidas, en unas par-
tes por temor y en otras por malignidad, á fin de re-
mediar uno y otro se previene por esta circular: Que
cualquiera que falte á los artículos siguientes, obtendrá
el castigo que se marca irremisiblemente y sin que SI!
oiga discul pa.


Artículo l." Todo alcalde, regidor y demas miem-
b["05 de justicia que circulasen órdenes del gobierno re-
volucionario, como emanadas de la titulada reina go-
bernadora, ó de los que defienden su partido, será pasa-
do por las armas, y lo mismo los que hablasen en su
favor.


Ar-t, ~.o Los conductores de los pliegos que contu-s
viesen las citadas órdenes, ya escritas ó ya impresas que
fuesen contr-ar-ias á los derechos del rey nuestro señor,
ser á nen el aclo pasados por las armas. Tambien lo se-
rán las justicias qlle retuviesen en su poder dichas ór-
denes, pues que deben echarlas al fuego inmediata-
mente.


Art, 3.0 Los alcaldes que diesen parte al enemigo de
los movimientos de las tropas del rey nuestro señor, se-
rán declarados traidores, y como tales sufl'Írán la pena
de muerte y confiscacion de bienes.


Ar't, 4." Los alea ldes y justicias de los pueblos don-
de exiat iendo voluntarios pertenecientes á este ejército




317
sin la corre!ponuienle autoeisacion por escr-ito, no les
intimasen que tienen pena de ser fusilados, si dentro de
tres dias no se incorporau en sus batallones, serán pa-
sados por las armas; en la inteligencia que para libl"ar-
se de la responsabilidad que por este artículo se les im-
pone, deben darme parte del dia en que se les intime, y
á quienes igualmente se impondrá la misma pena, á
todo miembro de justicia que DO cooperase con su ayuda
á la aprehcnsion de los desobedientes cuando se presen-
ten las parí idas destinadas á dicho objeto.


Art. 5.0 Tomando en consideracion las actuales cTÍ-
t icaacj rcunstanci as¡ deben penetrarse las justicias que
IJara rechazar la fuerza con la fueraa estoy en el caso
de poner en ejecucion las dicbas penas y otras tambien
rigurosas contra los que con su conducta dén á sospe-
char que son enemigos del rey y de la fidelidad navar-
ra.-La antecedente circular será comunicada á los pue-
hlos de esta in med iac iou, debiendo darme cuenta direc-
tamente todos los que la reciban, en la inteligencia que
de no hacerlo asi, serán los primeros en esper-imentar'
eJ rigor que mediante la presente circular me 'leo en la
pncision de usar en adelante.=Dios guarde á V. muchos
años.=Cuartel general de Navascués 9 de febrer-o de
1834.=EI comandante general.=Tomás Zurna lacar-re-,
gui.-Señor alcalde y ayuntamicn to de la villa de u ......


VI.


Bando: D. Cál"los V por la gracia de Dios, rey de
las Españas, y en su real nombre D. Tomás Zumalacar-
J'egui, tenien te general de sus reales ejércitos, comandan.
te general elel de Navarra y ¡?;efe del estado mayor ge-
ner-al etc.=En el momento en que los valientes navarros.
enarbolaron el estandarte de la gloriosa insurreccion en
defensa de su legítimo soberano, se presentó orgulloso pa-
1'a sofocar-la el rebelde D. Manuel Lorenzoyy en el acto
11esplegó su barbarie, sacrificando al inrnorta l D. Santos
Ladrón en el foso de Pamplona, Por su atroz conducta.




318
desde la esfera de coronel, la titulada Reina gobernadora,
menos de un año, lo ha promovido al vireinato, confi-
riéndole la comandancia general del distrito. El cruel
Quesada y el incendiario Rodil son humanos en com-
paracion del Fratr-icida Lorenzo. La sola lectura del ban-
do pOI' él publicado el dia 14 del mes próximo pasa-
do, manifiesta con evidencia sus ideas sanguinarias y
los deseos de esterminar los inocentes pueblos con m
feroz despotismo. i Cuán diferente ha sido la conducta
que los defensores de la legitimidad han observado
con sus enemigos! Sin embargo de carecer de plazas
fuertes y de todo punto fortificado, han respetado en
medio de la mas continuada persecucion de una fuerza
cuadruplicada, la desgracia 'de los prisioneros; han pro-
digado á sus heridos y enfermos los auxilios que recla-
maban sus dolencias, conduciéndolos con el mayor cui-
dado á los puntos dominados por los rebeldes, en una
palabra, ejerciendo todas las virtudes militares, han en-
contrado los sectarios de la usurpacion en las filas lea-
les una generosa acogida. Pero en vez de corresponder
los malvados á unos actos tan análogos á la humanidad,
han desconocido las leyes de la guerra, y su decantada
filantropía degeneró en una detestable brutalidad, pues
cual tígres sedientos de sangre humana no solo pasaron
por las armas á va r ios individuos que militaban en el
ejército que está á mis órdenes , sino que además, dego-
llaron con sus horrendos puñales, y ensangrentaron sus
cobardes bayonetas con los enfermos y heridos, respe-
tados por las naciones cultas. Tan inhumano proceder,
sofocando mi sensibilidad, me puso en la precisión de
usar el derecho de represália, y á fin de contener la'
efusion de sangre dispuse se fusiláran cinco prisione-
l'OS por cada realista que fuese pasado por las armas.
Tampoco pude con esta rígida medida contener el atroz
asesinato de algunos leales que casualmente caian en su
poder, los que á sangre fria eran inmolados por la
bárbara ferocidad de los enemigos, Estos prudcntes mi-
ramientos fueron asimismo menospreciados por los re-




319
beldes, quienes no solo continuaron sus crueldades, sino
que, recnrr iendo sus cabecillas la historia de las revolu-
ciones, adoptarou todos los medios para infundir el te-
mor y desvas ta e las provincias inaurz-eccio nadas, El re-
belde Quesada dictó bandos crueles: el pérfido Rodil á
mas de adherirse á ellos, cir-culé otros que no respiran
sino sangre y desolacion, y últimamente, el traidor 1,0-'
re nzo acaha de confirma r todas las cruentas circu lar-es
.11' sus f,,'eJeceso.'es en el mando, de cuya Ialta de ejecu-
cían se lamenta es u-aor-di nariamen te, En tal estado, de-
jando á un lado todos los m ir-amientos y consideracio-
nes que hasta aqui he tenido con los enemigos, y usan-o
do de la ley de r epcesá lias, he decretado lo siguiente:


Artículo l." Todos los prisioneros que se hagan al
cnemigo, sean de la clase y gl'aduacion que fueren, se-
rán pasados por las armas como traidores á su legítimo
soberano.


Ar t, 2. o Se colocará desde luego en cada uno delos ba-
tallones el emblema y la inscripcion Victoria Ó muerte,
como el único blanco á que aspir-a el ejército que está á
mis órdenes, cuya insignia persevei-ará basta que el ene-
migo reclame por convenio la concesion de cuarte l,


AI,t. 3. Q Siendo muy repetidas las pruebas de adhe-
sion á la justa causa 'lue desde las lilas enemigas I>resen-
tan muchos de sus individuos, y viendo al mismo tiem-
po la imposibilidad de 'lue algunos de estos abandonen
inmediatamente las banderas de la revelion, ya por la
mucha vigilancia de sus gdes, en virtud de las faculta-
des con que me hallo autorizado pOI' el gobierno, y COIl
arreglo á sus benéficas intenciones, no solo acogeré co-
mo hasta ahora á todos los que se me presenten, sino
f¡Ue auemas les disliIlguin~ segun sus méritos y servi-
cios prestados.


Art. 4." No solo dejo en su fuerza y vigor mis cil'-
culares relativas al riguroso bloqueo de las plazas y pun-
tos fortificados por el enemigo, sino que encargo la mas
esacta observancia.


Ar t, 5." Los alcaldes, regidores y demas miembros




3~O
ele justicia que circulen las ól',lenes del gobierno revc-
lucionario, ser-án pasados por las armas, y lo mismo
cuantos hahlen y sostengan por escrito la r cbe lio n,


Art, 6." 1.0s conductores de los pliegos que conten-
gan las indicadas ó rdcues, sean estas manuscritas Ó im-
]lreSaS, siendo con t rarias al ny nuestro señur serán en
el acto pasados por las armas. Las justicias, apenas r-eci-
ban dichas órdenes, deberán 'luemarlas, y en el caso de
retenerlas su Iri rá n la pella de muerte.


Art. 7'° Se declaran traidores los alcaldes y dernas
individuos que dieren parte al enemigo del mov i rn ie u to
de las tropas leales, y corno tales serán pasados pOI' las
armas.


Art, 8. o Los alcaldes y cualesquiera olra persona de-
lleg3l'án al rebelde Lorenzo las noticias y listas de los
voluntarios 'Iue les exige en el artículo 7'" del citado
hando, y los co n t r aven to rus se rá n pasados por las armas.
y á fin de que nadie pueda a legn r ignorancia, ordeno y
mando que este ba ndo se pu hl iq ue y fi¡;e en las ciuda-
des, villas y lugares de este reino, nmitiéndose al efcc-
to los ejemplares necesarios, cuyo recibo se acusará pOI'
la respectiva justicia, y á mayor ahundamiento se int ro-
duzcan y diseminen en los puntos dominados pOI' la
fuer-ea enemiga.-Cu3l'tel genel'al de Lecum berr i 1. Q de
noviembr-e de 1834.=Tol11as Zumalacarrcgui,


VII.


Soldados: Se han cumplido mis deseos, estoy entre
vosotros, tiempo ha que ansiaba este momento, co-
noceis mis constantes esfuerzos para conseguirlo. Mi pa-
ternal corazon rebosa en la mas dulce Sol t isfacciou al
contemplar vuestros gloriosos hechos, que serán trans-
mitidos á la mas remota posteridad,


Voluntarios y soldados, vnest ros suf'r imien tos, vues-
tras fatigas, vuestra constancia, vuestro amor á vuestros
l'eyes legítimos, á mi rea l persolla, SOIl la adrn iracion
de todas las naciones 'lile 110 saben como elogiar VUCh




321
tra heroica conducta. Marchemos todos, y Yo á vuestro
frente á la victoria: ella, sí, siempre me es dolorosa por
ser sangre española la que se derr-ama: quiero conser-
varla, y pOI' lo mismo acojo desde luego bajo mi l'égio
manto á los seducidos y engañados que dóciles á mi voz
depusieren las armas; mas si, lo que no espero, hubiese
alguno que insista en su ceguedad, será tratado como
rebelde á mi real persona. Tan compasivo con los ar-
repentidos, seré de inexorable con los contumaces.


Y vosotros, fieles y valientes guel'l'eros, reuníos ro-
dos en der-redor de vuestro caudillo, vuestro padre, Rei-
ne entre vosotros la d iscipl ina mas sever-a¡ la mas ciega
obediencia á vuestros gefesj en ella está la fuerza, y en
la fuerza la victoria que Dios prepara á la justicia.


Generales, gefes y oficiales, voluntarios y soldados;
estoy agrauecido á vuestros servicios reelevantes, y no
dudeis que sabrá premiarlos vuest ro Rey-eados.


vm.


Ministerio de la Guerra.eeE! rey nuestro señor se ha
servido dirigirme el real decreto siguiente:


H Par-a apl'esurar el tér-mino de la guerra desoladora
que inunda tic sangre y de es te rm in io á la nacion espa-
ñola, que por disposicion del cielo he sido llamado á
regil' y ¡;Obel'nar; y con el deseo de flue interpretacio-
nes ar bi trarias y evasivas por parte de los gefes milita-
res que mandan las plazas, castillos y fortalezas de mis
dominios, no prolonguen la consecucion de mis I,ad/i-
cas Hales intenciones, he tenido á bien decretar lo si-
guiente:


Aruculo J.o Por mi secretar-io interino de Estado
y del despacho de la guerra, conde de Villemur, se es-
pedirán las órdenes mas terminantes á todos los capita-
nes generales y gobernadores de las plazas, cast i llos y
fortalezas de mis dominios, para que á la primera in ti-
macion, y en el plazo flue les señale, se sometan á la
obediencia de mis reales preccptos , y me presten el


2 I




322
homenage de fidelidad como á su ny y senol' natural.


Art. 2.0 El mismo secretario pondrá en mi sobera-
no conocimiento, sin la menor dilacion, una noticia de
las plazas, castillos y fortalezas que reconozcan mi sobe-
ranía, y de los gefes militares que se negasen á prestar-
me su obediencia, que no espero, para orde na r en su
caso lo que co rresponda.-Está rubricado de la real ma-
no.-Palacio de Eulate á 16 de julio de J 834.-AI con-
de de Villemur."


IX.


Restituido felizmente á los brazos de mis fieles espa-
ñoles, y bien enterado mi real ánimo de las tristes y
desastrosas ocur-rencias á que ha dado márgen el empe-
ño de algunos en sostener los pretendidos derechos de
mi amada sobrina doña Isa be l de Bor-ho n al t ro no á que
soy llamado pOI' la ley fundam.ental del Estado; descoso
asimismo de poner término á una gl.erra tan Iuues ta á
los intereses públicos, como á las Iortuuas privadas de
mis caros vasallos, y compadecido mi paternal c ocaxo n
de los <fue por seduccio n, pOI' debi I idad, ó por iguol'an-
eia han tomado fas armas contra los valientes defenso-
Fes de mis legítimos derechos, co ndescend icndo con los
scnriruicntcs de que abunda mi corazun , he venido en
decretar- los artículos siguientes:


Artículo 1.0 Que{lan indultados, salvo el derecho de
tercero, todos los genel'3l{~s, gefes, oficia Il!S y soldados
f)lIe en el tt'.l'mino de qui nce dias contados desde la fe-
cha de e'.te mi real decreto para Navarra y provincias
Vascongadas,. y eu el de un mes para las restantes de la
pen íusule , depusieren las armas; y reconociendo mis le-
gítimos derechos se present areu á mí ó á cua lesqu iera
de los generales y gefes que con gloria de su patria de-
fienden mi justicia.


Art. ".0 A los generales, gefes y oficiales que se
acogieren al artículo precedente, conservan; los empleos,
grados y condecoraciones que hubiesen ohtenido antes




323
de la muerte de mi augusto hermano el rey don Fernan-
do VII. (Q. E. G. E.)


Art, 3.0 Los individuos de la. clase de tropa que
igualmente se acogieren al artículo 1.0 obtendrán sus
licencias absolutas con sujecion á los nuevos reempla-,
sos del ejército para el tiempo que les faltare de su em-
peño, sino quisieren continuar en mi servicio dm-an te
la presente ~ueJ'l'a, pero los que con t inuaren la olJten-
,lJ-án, luego de finalizada, como cumplidos.


Art, 4. 0 Los sargentos y cabos comprendidos en el
artículo anterior que terminada la guerra actual conti-
nuaren en mi real servicio, obtendrán el empleo inme-
diato, y los soldados cuatro años de abono para los pt'e-
mios y retiros.


Art, S.o llago estensivo el artículo primero á todos
los gefes, oficiales y tropa de los cuerpos y compañías
que COIl Jos dictados de tiradores de Isabel 11, cazadores
de montaña, urbanos, peseteros y otros se crearon para
sostener armados la usurpacion de mis derechos.


Art. 6.0 El pasar á mi ejército un gefe ú oficial,
sea de la graduacion que fuere, con el todo ó parte de
la fuerza que mandare, será un mérito estraordinario
que premiare con nuevas gracias. Dado en El isondo á
u de julio de 1834.=Yo el rey.


x.


Real Decreto•...:...HQueriendo perpetuar en este M. N.
Y M. L. Señorio de Vizcaya, la manifestacion del placer
'lue esperimenté al verme entre sus leales y siempre fie-
les naturales, especialmente en este memorable sitio,
donde mi augusto predecesor, el Sr. D. Fernando V, de
feliz memoria, confirmó á los vizcainos sus antiguos fue-
ros y priv i legios, y no pudiendo hacerlo de un modo mas
espresivo, ni mas conforme á los justos deseos del pais,
que imi tando á mi refer-ido predecesor, he venido en con-
firmar y confirmo los fueros y privilegios de Vizcaya, por
este mi real der reto, que stl'vil'á de recuerdo ptrrélU~




3~4
al dia plausi hle de SIl fecha, en el que al frente de las
autor-idades del Sellaría y de sus hijos armados en de-
fensa de mis sobe ranos derechos, les doy esta es presa y
terminante prueba de mi agradecimiento á sus ser-vicios,
que 1,1 repetiré, cuando las circunstancias pcruii tan pres-
tal' el juramento recíproco entre mi y e} señorío, con
las forrna lidades señaladas en los mismos fueros.-Dado
en la Antigua, SÓ el árbol de Guernica á 7 de setiem-
bre de 1 834.-Yo el rey.-Luis de Vi llemui-,?


XI.


Volun tar-ios. La revolucion vencida y humillada,
próxima á sucumhi r á nuestro esfuerzo sobrehumano,
ha librado su espe['anza en armas dignas de su perfidia
para prolongar algunos d ias su funesta existencia. Mas
por for tuna están descubiertas sus tramas. S~ hré Iust ra r-
las. Par-a rea l iznr lo, para d ictar pl'o\'idencias que pon-
gan cuanto antes tl~rllljno á esta lucha de desolacion y
de muer-te, he vuelto momentáneamente á estas f¡delísi-
JIras provincias. Pronto me vere is de lluevo á donde, co-
IJl{) hoy aqui , me llaman mis deberes. Vuestro heroismo
inleresa demasiado mi pater-nal corazon pa[ca que l'e-
nuncie á tr iunfur, y si pr'ec iso fuere, á mori r entre vo-
3011'0.1. Vo lun ta r-ios. n o bastaha la co n t inuada súri e de
hazañas y d,~ prodigios '[lle forman la historia <le vuev-
Iras campañas: los ci uco últ imos meses llevan vuestro mé-
.ri to tmlnv ia mas allá de cuanto se hahia visto; y el cuer»
po espcd ic io nario (pIe me ha acornpañado ofr-ece un ej~lU­
plar sin modelo. Con solo la tercera parte del ej"rcilo
que opera ha en Navarra y prov i nc ias vascongadas, se
hau rud uc ido l as fue rzus enemigas á uu nú ruero menor
de las que hoy tengo disponibles en todos mis dominios:
habeis vencido al ejé¡'cito revolucionario en Jos llanos
como eu las mo n t.añas, sin art i l leriu como CMI dla.lIUI's.,
ca, Ba lbast ro, Vi llar de los Navarros, Hduerta,. serán
e ter-n os monumentos de vucst rns glol·jas. Si la falta de
mnniriones IÍ ,le cnopcrnc ion de algulI CU(')')1O prcc isó




39.5
por el momento á ceder terr-eno, dejasteis harto escar-
mentado al ~nemigo, haciéndote sufrir pérd ida triplica-
da; y en las mismas retiradas nn COl'tO número ha po-
d idn marchar seguido, no host il izad» por mas de dobles
fuerzas fIne no han osado atacaros cuando le habe is pre-
sentado la ha tal la, que ni un solo tiro han d isparade
contra vucst ras masas. Sobre todo lra he is hecho ver á Ia
Europa, que mis enemigos lo son .Ie los IHlehlos; que la
lealtad y decision de estos no puede se r mayoI-; qne Su
adhesion á mi pel'sona y S11 entusiasmo por mi justa cau-
sa han arrostrado la sangrienta venganza de sus 0pl'eso-
res, que solo esperan vuestr-a proteccion para sacudir el
yugo 'jue los esclaviza, lo mismo en Aragon que en Ca-
taluña, en Valencia como en 'Castilla. Sí, vo lun t ar ios:
ni en vosotros ni en los pueblos ha estado dejar de es-
terminar la usurpacion en este pa is desgraciado, tea-
t ro de sus horrendos crímenes y de la anarquía que de-
vor-a á sus pr-opios hijos, y qne aca baria por devor-ar-la
á ella misma. Causas que os son estraIías, causas cono-
cidas que van á desaparecer para siempre, han di la tado
por poco tiempo mas los males de la pat r ia, Pero el en-
sayo está hecho; se ha visto á cuanto puede aspi rarse, y
las medidas que voy á adoptar Ile naré n vuestros deseo~
y la espun/na de todos los hnenos españoles. Volunta-
rios: testigo d" vuestro he¡'(¡ico<!enuedo, compañero de
vuest ros sacrificios y fatigas, y admirador de vuestr-a re-
signacion y v i rtudcs, quiero ante to d o d aros la rnues-.
t ra m-ayor oe mr re a) apr ecro , ·D\.':iu.~ 110)' un.: l l Q 1l.'ñQ 'á.
vuest ro frente V os conduci ré por mí mismo á la victo-
ria. Prepararo~ á recoger nuevos laureles: sed dignos
de vosotros mismos, y contando con la pro tecc ion d,~
nuestra 'Gene.-alísima, confiad en qne vucst ro general
es vuestro rey Cárlos.=Rcal de Arciniega '!'l de octtr-
hre de 1837'


XIT.


Orden general del ejérci to del r r de en ero de 1 8?'~1,
en el cuar te l gene¡'al de Salvat.ierrac-e- El Exrno, señor




3~6
secretar io JI' Estado y del despacho de la guerra, en real
orden de este dia, me dice lo si¡;uiente: Excmo. seilor-
He dado cuenta al rey nuestro señor de lo ocurrido con
el hrigadier D. Juan Manuel de Balmaseda al disponer
V. E. de las fuerzas que componían la columna de su man-
do; y al paso que S. M. ha visto en sus comunicaciones
la mayor prudencia y deseos de emplear aquellas y su
gefe con utilidad de su real servicio, y en union á los
dernas que componen ese valiente ejército, ha n otado
con desagrado la falta de cumplimiento de aquel gefe,
y la tendencia á introducir la insubordinacion en las
filasde la lealtad¡ y si bien como padre está dispuesto á
premiar la constancia y méritos de sus vasallos, tam-
bien como juez sabe castigar á los que olvidados de sus
deberes quieren barrenar las ordenanzas y llenar de lu-
to su bondadoso cor-azon, en este supuesto, y queriendo
cortar de raíz tamaños males, que de no castigarse se-
veramente producirian la disolucion de su leal ejército,
se ha dignado resolver que el brigadier Balmaseda sea
separado del mando de la nominada columna de Cas-
tilla, y destinado al castillo de Guevara, donde perma-
necerá in terin S. M. no dispusiese su libertad; que V. E.
disponga de aquella fuerza segun le parezca y convenga
al mejor servicio; y úl tima mente, que haga V. E. pu-
blicar en la orden del dia esta sober-ana r-esolucio n, con
aquellas prevenciones que crea convenientes, y conduz-
can á dester-rar el espíri tu de iusubordíuacion que con
tan pernicioso ejemplo pudiera haberse introducido en
su ejército, á quien dirá, que solo el recuerdo de los
servicios prestados por aquel gefe y las pruebas que
hasta estos últimos d ias ha dado á favor de su justa
causa, han podido inclinar su real ánimo á usar de tan-
ta benignidad contra quien tan ahiertamente ha ataca-
do la base fundamental de la milicia. Lo que hace saber
en la orden general del ejército, para inteligencia y go-
bierno de todos los fieles serv idores del rey nuestro se-
iiol·.-Maroto.




327
xur,


Voluntarios, Puehlos del reino de Navarr-a y 1'1'0-
v inc i as Vascon{;adas.-Contais cinco años cumplidos de
he ró icos sacrificios; vuest ra san~re copiosamente verti-
da en dios, la d isipacio n de vuestras fortunas, é indifi-
n ibles padecimientos en todos conceptos como lo son los
que ha beis prestado y consignado en la historia de
vuestra admira b!e resistcncia, auu no bastan pal'a sa-
tisfacer hoy y aplacar la codicia de hombres inmorales
qu~ bajo la sombra siempre del monarca, y disfrutando
de ilusiones y positivas comodidades, han mirado y ven
con Iria indiferencia vuestr-as privaciones, fatigas y aun
vuestr-a muerte, con tal que les asegur-e dormir en lamo-
Iicie y alimentarse á nuestra costa.-Testigos sois del
estado lastimoso en que recibí vuestro mando y direc-
cion, y lo sois igualmente de los desvelos y cuidados con
que he procurado no dar motivo á desmerecer vuestra
confianza. Si mis ruegos a I monarca han in/luido de al-
l1;una manera en vuestro beneficio, para que os facilitase
10 que en justicia 05 corresponde, aun no he podido conse-
l;uirlo, porque proyectos de contratos en que se amañan.
c om hin adas especulaciones particulares, han obstruido
mis deseos y alejado de mi corazan la esperanza que pu-
de cimentar un dia, Fundnda en r e i te rad as palabras con
q'le se me aseguró no se prescindiria de las justas con-
sideraciones que debeis mcr-ecer; llegando á tal estremo
la osadía de 110mbres malvados, 'Iue impunemente circ.u-
Ian noticias en que os iujuri an, manifestando que ha-
lláudoos completnmente vestidos y pagados, nada mas
hace is que afligir las poblaciones; se han propuesto obli-
gal'me á que os conduzca á pelear contra las fortificacio-
nes enemigas, ó sacrificaros en nuevas espediciones; y
cuando han tocado mi tenaz resistencia á tamaño despre-
cio de vuestras vidas, han recurrido á la tr-aiccion y me-
dios infames para alucinaros: ellos han escrito y echo
una publicacion escandalosa de papeles apécritos y su-




328
versívos, han declamado en calles plazas y aun en el
claustro austero y piadoso, ideas de anarqnía, de se,li-
cion y de san¡p'e; y ellos, en fin, han ambicionado con
criminal y ostensible empeño envolveros en lluevas des-
~racias y amarguras, en cambio de vuestros sinsabores
é íncornpa rables calamidades, obligándome los partes,
que con tales justificativos me fueron á Tolosa dirigidos,
á trastornar mi plan y tener que venir presuroso á este
suelo de honor, de lealtad y valor, con el fin de casti-
¡;ar la gravedad de tales escesos.-Vosotros todos sabeis
los hechos, pOl'que su notoriedad es general; ignorais que
he pedido tres veces al monarca por conducto de respe-
tables personas que están á mi lado, la separaciou de un
mando que" no pretendi, pero que una vez admitido no
lo mancharé con la ignomfniosa afrenta. IIe observado
v ues Ira constanc ia, he notado vuestro disgusto, y lleno
ele I"econocimiento á la reputacion fraternal que os me-
rezco, moriré entre vosotros; llera os juro no permitir-
por mas tiempo el triunfo de la arteria, de la codicia y
del engaño.=Presos los autores inmediatos que provoca-
ban una sedicion militar, he mandado ejecutar en MIS
personas un ejemplar castigo, que creo pondrá freno á
maquinaciones que pndrian hacer interminables vuestros
trabajos, y acaso inutilizándolos haceros l lo rar el mas
alto grado del infortunio. El rigo[' de las penas que es':'
tablecen las leyes militares, acaba de hacerse sentir, y
seré inexorable para aplicado á cualquiera que, olvidán-
dose de sus sagrados deberes,: traspase el límite de los
rnismos.eeCuando se calme el pr-imer gérmen revolucio-
nario en (lue han pretendido envolvernos, yo mismo os
presentaré la justificacion legal que practicaré con el con-
sejero de la guerra auditor general del ejército, á quien
iré entregando todos los comprobantes que obran ya en
mi poder.~Voluntarios y Ilobles;h ijos de este reino y
provincias vascongadas: viva el rey, viva la subordina-
cion, y sea nuest ro lema, religioll Ó muerte, y restaura-
cion de nuestras antiguas leyes, ~por cuyos principios
moriremos todos, y lancemos fuera.de nuestro lado todo




329
hombre am lric ioso que no coopere al triunfo de la cau-
5.1 que defendemos, y por lo que veis cuhier t o de luto y
de pobreza á vuestros padres y pueblos que os vieron
nacer.=Estella 18 de Ieb rero de 183g.-EI gefe de E.
M. G.=Uafael Maro to,


XIV.


Carta dirigida al soberano por su general Maroto,


Señor: la indiferencia con que V. n. M. ha escucha-
do mis clamores por el bien de su justa causa, desde que
tuve la honra de ponerme á sus H. 1'. en el rei no de
Por tugal para defenderla, y mas pa r t.icul armente desde
mis ágrias contestaciones con el general Moreno, oscu-
reciendo y despreciando mi particular servicio prestado
en la batalla sostenida contra el rebelde Espartero so-
hre las a l t u r as de Ar r í gorriaga , la que pudo y debió
haber presentado el término de la guerra, puesto que el
enem igo contaba solo por aquel entonces con el resto de
muy pocas fuerzas, despues de que Bilbao hubiera sucurn-
billa encerrallo en él todo su ejército con la division in-
glesa, amilanado y sin recursos para subsistir ocho dias,
herido su caud i 110, Y con la posi liva confianza que yo
tenia de que un solo hombre no podia escaparse, y de
consiguiente la franca marcha de V. 1\T. pal'a Ma-
drid, evitando con su ocupacion los arroyos de san-
gre que han corrido postcrior-men tc, me ha puesto en
el duro caso, no de faltar á V. M. como habrán procu-
rado hacerle creer mis enemigos pe rso na les, ó por me-
jor decir, los de la causa de V. 1\1., sí de adop tar algu-
nas medidas que asegurarán el órden pal'a en lo sucesi-
VO; la sumision y disciplina militar, y el respeto que
las dernas clases y personas deben tenerme por el-prefe-
rente encargo á que he Il egad o con honor, y constan-
temente sirviendo con utilidad á mi patria y á mi rey.


Es el caso, señor, 'lue he mandado pasar por las ar-
mas á los genel'ales Guergué, García, Sana, al brigadier




330
Carmona, al intendente Uriz, y que estoy resuelto, por
la comprobacion de un atentado sed icioso , para hacer
10 lnismo con otros varios, que procuraré su captura,
sin miramiento á fueros ni d is t iuciones, penetrado de
que con tal medida se asegura el triunfo de la causa que
me cornp rome t í á defend er , no siendo solo de V. 1\I. cuan-
do se interesan millares de vivientes que serian víctimas
si se pe rd iara; sirviéndome en el dia pa ra el apoyo de
mis resoluciones la voluntad general, tanto del ejército
como de los pueblos, cansados ya de sufrir' la marcha
tortuosa y venal de cuantos han dirigido el timon de
esta nave venturosa, cuando ya divisa el puerto de su
salvacion,


Sea alguna vez, mi rey y señor, que la voz de un
vasallo fiel hiera el corazon de V. M. para ceder á la
razon y escuchada, aun cuando no sea mas que porque
conviene; seguro como debe estarlo, de que el resultado
le patentizará el engaño y particulares miras de cuan-
tos hasta el d ia han pod ido aconsejarle,


En manos de V. M. está, señor, la medida mas no-
hle, mas sencilla, y mas infalible para conciliarlo todo.
No desconoce V. M. el gérmen de discordia que se abri-
ga y sostiene por personagcs en ese cuartel real; mán-
deles V. M. marchar inrned iat arnente para Francia, y
la paz, la armonía y el contento r-einará en todos sus
vasallos; de lo con tr-ar io , se ñor-, y cuando las pasiones
llegan á tocar su término de acaloramiento, los aconte-
cimientos se multiplican y se enlazan las desgracias que
siempre deben estimarse como tales, la precision de pro-
ceder" contra la vida de sus semejantes.


Resuelto he estado pan retirarme aliado de mis hi-
jos, porque yo, señor, no vine á servir á V. M. por bus.
Cal' fortuna ni reputacion; pero al presente no puedo ya
ver-ificar-lo, consagrada mi existencia al bienestar y fe-
licidad de los pueblos y del ejército, que pertenece á es-
tas provincias; y por lo tanto ruego á V. M. de nuevo
se preste á conceder lo que todos desean, y que tal vez
facilitará el tirmino de una guerra que innunda el sue-




331
lo espajlo] de sangre inocente, vertida al capricho y á
la ferocidad de algunos ambiciosos.


Tengo detallado á V. M. repetidas ocasiones las 11er-
sonas que por sus hechos han buscado la odiosidad ;;e-
n er-al, y muy cerca de sí tiene las que merecen op in io n,
no solo entre nosotros, l láme las Y. i\1. á su lado para
la direccion y consejo en todos los asuntos (lue parti-
cularmente en el d ia nos agitan, y V. 1\1. se ·convence-
l'á de haber dado el paso mas prudente y acertado.


Sabe Y. 1\1. que tiene sepultados en rigurosas prisio-
nes por años entcros á gefes beneméri tos, que la emu-
lacion á la mas negl'a int riga indudablemente pudo pre-
sentar á V. M. como criminales á traidores, bajo cuyo
pr inci pio se for-mó una causa que la ma licia tiene oscu-
recida con, admiraeion de la Europa entera, y V. M.
de be conocer que hay un empeño singular de sostener
el concepto que ar-rojó desde luego su r-eal decreto que
le hicieron firmar y pub licar despues de su regreso á es-
tas provincias; y V. M. no habrá olvidado cuanto so-
hre este particular tengo dicho al secretario D. José
Ar-ias Teijeiro para venir- en conocimiento de quien es
el autor de tanto compromiso.


Yo debo salvar mi opinion y justificar mi compor-
tamiento á la faz del mundo entero que me observa; y
por lo tanto me permitirá V. M. que dé al público, por
medio de la imprenta, esta mi reverente manifestacion;
asi como sucesivamente todo cuanto haga referencia á
tales particulares.


Dios guarde la real persona de V. M. dilatados años
para bien de sus vasallos.-Cuartel general de Estella
:10 de febrero de I 839.-Señor._A L. R. P. de V. M.-
Su vasallo y general,-Rafael Maroto,




33~
xv,


Real decreto declarando traidor al general D. Rafael
Maroio.


Voluntarios, fieles vascongados y navarros.-EI ge-
neral D. Rafael Maroto, abusando del modo mas p~rfi­
do é indigno de la co nfi anz.a y la bondad con que le ha-
hía distinguido, á pesar de su a n t er io r conducta, acaba
de convertir las armas que le ha bia encargado pal"a ba-
tir á los enemigos del trono y del altar, co n trn vosotros
mismos. Fascinando y engañando á los pueblos con gro-
seras calumnias, alarmando, escitando hasta con impre-
sos sediciosos y llenos de falsedades á la insulrord inacion
y á la anarquía, ha fusilado, sin prccedc r formacion de
causa, á generales cubiertos de gloria en esta lucha, y á
serv idores ben cmér itos pOI' sus servicios y fidelidad
acendrada, sumiendo mi paternal COl"aZOn en amargm'a.
Pa ra lograrlo ba supuesto 'lue obraba con mi real apro-
hacio n, pues solo asi podria encon tra r enfre vosotros
quien le obedeciese: ni la ha obtenido, ni la ha solicitado,
ni jamás la co ncede i-é para arbitrariedades y crímenes.
Conoceis mis principios, sa he is mis incesantes desvelos
POI" vuestro bienestar y por acelerar el térmi no de los
males que os alJigeu. :\1aroto ba ho ll ado el respe to deb i-
00 á mi soberanía, y los mas sagrados deberes para sa-
crificar alevosamente á los qne oponen un dique insupe-
rable á la revolucion usu rpador-a, para espoueros á ser
víctimas del enemigo y <le sus tramas. Separado ya del
mando del ejército, le declaro traidor, como á cun lquier a
que despues de esta d eclnrac ion, á que quiero se d,' la
mayor pu hl icid ad , le ausi lie ú obed ezca: los gefrs yau-
toridades de tallas clases, c u a lq n i er-a de vosotros está
autor-izado para t ra ta rl e corno tal si no se presenta iu-
mediatamente á responder ante la ley. He dictado las
medidas 'lue las cir-cunstancias exigen para fust rar- es-
te nuevo esfuerzo de revolucion, que abatida, impotcn-




333
te, pro¡¡lma á sucumbir, solo en él podia librar su espe-
r-anza- para ejecutarlas cuento con mi hcró ico ejército
y con la lealtad de mis amados pueblos; bien seguro de
que ni uno solo de vosotros al oir mi voz, al saber mi
voluntad se mos trará in.ligno de este suelo, de la justa
y sagrada causa que defendemos, de las filas á que me
glorío de marcha,' el pr-imero para salvar el trono, con
el ausilio de Dios, de todos sus enemigos, ó perecel' si pre-
ciso fuese entre voso tros. Heal de Vergara 21 de febrero
de 18J9.-Cárlos.


XVI.


Reales decretos.


l. Q Accediendo á los deseos de mis actuales secreta-
rios del despacho de Gracia y Justicia y Hacienda, y del
encaq.;ado i n t er i uo del de Estado, he venido en admit i r-
les la d imision (Ine han hecho de sus respectivas secreta-
rias. Tendréislo entendido y lo comunicareis á quien
corresponda, Dado en el real de Villafranca á -"4 de fe-
hrer-o de 183 9.=Está rubricado de la real mano. =Al
duque de Granada de Ega,


n. Para ({lIe 110 sufran el mcnor retraso los asuntos
de la secretaría .le Estado y .lel Despacho <le la guelTa,
vacante pOI' la d im isio n (¡ue he tenido á bien admitir,
hecha por el duque de Granada de EiJa, de cuya lealtad
y servicios estoy satisfecho, vengo en encaq;aros provi-
sionalmente del despacho de dicha secretaría. Tendréislo
entendido y lo comunicareis á qu len corresponda. Da-
do en el real de Villa franca á -"4 de febrero de 1 S:1g.=
.Está rubricado de la real mano.e-A D. Luis Gareia
Puente.


XVII.


IIJ. Animado constantemente de los prinripios de
justicia y recti tud que he consignado en el ejércic io de




334
mi soberanía, no he podido dejnr de ser altamente sor-
prendido, cuando con nuevos antecedentes y leales infor-
mes he visto y conocido que el teniente general gefe del
E. M. G. D. Rafael Maroto, ha ohrado con la plenitud
al' sus atribuciones y guiado por los sent imien tos de
amor y fidelidad que tiene tan acreditados en favor de
mi justa causa; estoy ciertamente penetrado de que si-
niestras miras fundadas en equivocados conceptos, cuan-
do 110 hayan nacido de una crirn inal malicia, si pudieron
ofrecer á mi I'égia confianza hechos exagerado~ y tradu-
cidos con nociva intencion, 110 deben permitir corran por
mas tiempo sin la reparacion debitla á su honor 'manci-
Ilado: y aprobando las providencias que ha adoptado di-
cho genel'al, quiero continue como antes á la cabeza de
mi valiente ejército, esper-ando de su ace nd rada lealtad
y patriotismo, 'Iue si bien ha podido r-esentir-le una de-
c laracion ofensiva, esta debe csterruinar sus efectos con
la segur-idad de haber recobrado aquel mi real gracia y
la revindicacion de su reputacion injuriada; as imísmo
quiet-o se recojan y quemen todos los ejemplues del ma-
nuscrito del manifiesto publicado, y que en su Iugar se
imprima y circu le esta mi esprl'sa soberana voluntad,
dándose por orden en la genCl'al del ejér-cito, y leyén-
dose por tr-es d ias consecutivos al Ireu te de los batallo-
nes. Tendréislo entendido y lo comunicareis á quien
cor-responda, Dado en el real de Villa franca á 24 de fe-
brero de 1839.=E~tá rubricado de la real mano.ee A
D. Luis García Puente.


XVIII.


IV. Es mi soberana voluntad quede supr-imida la jun.
ta provisional consultiva del ministerio de la Guerra,
cesando desde luego en el ejercicio de sus funciones. Ten-
d réis!o entendido y d ispondr-e is lo que corresponda á su
cumplimiento. Dado en el real de Vi lla Iranca á 24 de
febrero de 18~9.-Eslá rubricado de la real mano-e-
A D. Luis Gai'cía Puente.




33!l


XIX.


V. Teniendo en consideracion los acreditados y bue-
nos servicios del brigadier de artillería D. Juan Monte-
negro, he tenido á bien encargarle de mi secretaría de
Estado y del despacho de la Guer-ra, Tendréislo enten-
dido y d ispondreis lo que corresponda á su cumplimien-
to. Dado en el real de Villafranca á :.4 de febrer-o de
183g.-Está rubricado de la real mano.-A D, Luis
García Puente.


xx.


VI. Atendiendo al mérito, lealtad y distinguidos SCI'-
vicios de D. Paulina Hamh-ez de la Piscina, he teuido á
bien encargarle del despacho de la primera secretaría
de Estado. Tendr éislo eu tendido y lo comunicareis á
quien corresponda. Dado en el real de Villafrauca á :.4
de febrero de 183g.=Está rubricado de la real mano.
-A D. José Tamarit, mi secretario con ejercicio.


XXI.


Voluntarios.-Vuestra heróica conducta en estos .11·
timos dias llenará de adm i raci on al mundo entero, y
mi corazon se hallará para vosotros eternamente agra-
decido, porque con vuestra subordinacion h abeis ofre-
cido un ejemplo poco conocido en las historias, asegu-
rando para siempre el triunfo de la justa causa qne os
empeñaistes en defender. Cou tan noble decision y cons-
tancia garantizais el logro y fin de la grandiosa obra
á que nos hemos compromet ido, Vencer á nuestros ene-
migos peleando, ó que deponiendo las armas obedezcan
á nue st r-o soberano, será la divisa de nuestros sentimien-
tos. Sorprendido el rey nuestro señal' por hombres mise-
J'abIes y ambiciosos qne le rodeaban, se prestó á consen-
tir se circulase y publicase un decreto inmaturo, 5legal




336
y bajo todos aspectos estraiio y calumnioso, como SI! ha
justificado posteriormente con la última soberana reso-
lucion que se ha comunicado, y con nuestro leal y su-
miso comportamiento. Tram¡uila mi conciencia, nada
me intimidó, ¡Ji hubiera podido de teue rme, satisfecho de
que el ejército y pueblos, obser-vadm-es de mi conducta
anterior y presente, escuchar ian mi voz y seguirian mis
pasos, siempre euca m inados á la felicidad de todos, con
desprecio de mi vida y h ienes t a r'; y resuelto á morir mil
veces antes 'lile ceder en lo mas mínimo, una vez que
cuento con v osotros, Las públicas demostraciones y el
generoso entusiasmo que habeis manifestado al penetra-
ros de que el rey oyó mis ruegos y los acogió en su ve-
nevolencia, lra n fijado en mi corazon un sello de inest in-
f,uible :;ratitud, y me prometen un pnrven ir venturoso
en cambio de los esfuerzos f¡Ue estoy dispuesto á poner por
la obra, asi para afirmar vuestra segUl'idad como para ase-
~urar el térrn ino de una guel'ra fratr-icida , tan sangrienta
y atroz como es la 'lile IlOS consume y devora. 1\Ii cora-
zon perdona á cuantos scduc idos por la falacia de vi-
les reptiles, despreciab les en toda sociedad, han podi-
do in juria rme en estos pasados sucesos y sobresaltos; pe-
]'0 si esta ci rcuns ta nc¡a ofrece aquiescencia á aquellos, des-
gl'aciatlo del que no conociendo la debilidad de sus pobres
pensamientos, provocase de cualesquiera manera el dis-
gusto ó nuestra irri tac ion. para lo prime ro sirve de 1ar-
r-era á mi co rnzon la obediencia flue ha debido guardar-
se á la voluntad so hera na , mandada publicar por el en-
cargado del despacho de la secretaría de Estado D. José
Arias Te ije ir-o, y csteud id a pOI' el mismo, la cual sino
pudo dejar de recibirse, la moderacion, el respeto y la
prudencia aconsejaban eludir, y no adoptar pasos de tu-
multo y de sublevacion, que solo se asestaban contra el
rey y contra un general cuya dccision llor la justa cau-
sa y pOI' su lealtad nunca desmentida todos conocen.
Todos sabemos las cualidades que ennegrecen y vilipen-
dian al malvado Te ije iro, y nadie ignora estaha sil'Vien-
do á los enemigos, y marcándose por sus hechos exalta-




337
dos, cuando yo contaba largo tiempo entre los riesgos
de la muer te, y unido á los fieles defensores del trono
español y de nuestra santa religion; y aunque es senai-.
ble pu:!. mi recordar faltas agenas, las circunstancias
me obligan á preguntaros, ¿cuáles eran los méritos de
este hombre grosel'o y audaz, para que viniendo de los
enemigos, acr-edi rado con ellos por hechos bien señala-
dos, se le pusiese á la cabeza de todos los asuntos? De
aqui han nacido las fatales consecuencias que introdu-
jeron entre nosotros la desunion; de aqui, la espedicion
que el rey nuestro señor hizo por las Castillas, y sus
fúnebres resultados; de aqui el sorprendente decreto de
Arcinie~a, las oscilaciones que hemos' padecido, aun en
este mismo suelo de fidelidad¡ el haber sepultado como
traidores á los hombres que mas se habian acreditado V
distinguido; el encierro de gefes valientes y benemüi:"
tos, que siendo de la clase de vuestros primeros compa-
ñeros, los habeis visto bat irse ron serenidad, entusias-
mo y decision, despues de haber atentado contra sus vi-
das, y muy especialmen te en los movimientos de Este-
1Ia, en que quiso Tejeiro arrancar del monarca un de-
creto de muerte eou t ra cier-tos y determinados sugetos,
cuyo descu brimiento no quisier-a verme en la precisiou
de revela r, ponjue son secretos que gual'da mi corazon
para tiempo oportuno, atendida la complicacion que los
enlaza, y pr-oduce hoy la necesidad de reservarlos; de
aqui la desgl'acia de Pe ilaccrrad a, la espulsion de nue-
vas espediciones entregadas á la suerte; la pérdida de
veinle y tantos batallones; la efusion de sangre inocente
espaiíola; los robos y asesinatos cometidos sin d ist incion
ni consideracion alguna; y finalmente voluntarios, el des-
crédito de nuestros sacrificios; la impostura, la envidia,
y la maldad en tr-on izadas a r re ncaro n sin causa ni moti-
YO de las lilas beneméritos gefes y oficiales cubiertos de
heridas en el campo de l honor; y si n demostrarles la
r azo n qne p~ra ello hubiese, les consignaron para su re-
sidencia pun los comprometidos, satisfaciendo en alguno
de ellos COll 1l1~1I0 aleve el veneno de sus ponzoñosos
~~




338
sentimientos. Vuestros ¡;enel'ales mas beneméritos per-
dieron la confianza, y los que no ex ist ian encarcelados,
estaban sí confinados á ciertos pueblos, de los cuales no
hubieran salido á pesar de mis reiteI'adas peticiones, si
un temor que eslos miserables abrigaron en estos suce-
505, no les hubiera facilitado alguna confianza de que
ellos sa lvar iuu sus penonas bajo la sagrada sombra de
el rey lo manda y su causa peligra: funcionarios detesta-
bles, 'lue formando U/la faccion contra su rey y legíti-
ma causa que defendemos, nos iban conduciendo al abis-
mo mas calamitoso, en cambio de arra nca r de estos fie-
les habitantes hasta el alimento preciso á sus personas
y familias. Nada os dir-é de los antecedentes que forman
la apología de hombres tan execrables; Teje ir o en el
año de !loS era un escribient e miserable del consejero
l\larcó del Pont; y D Diego García, natural de l\lála¡;a,
escr-ibiente de aquel goben13dor, por hechos que oferr-
den la honradez, y qlle detesta la buena moral del fiel
realista, es ascendido el año de 31 á oficial de la secre-
taría de Gracia y Justicia: tales elementos sostenian la
causa de nuestro ny, y bajo la {'1;i¡]a débil de otros per-
tinaces guiados por el impulso de sus pasiones innobles,
marchábamos todos á la rui n a y á la deshonra, condu-
cidos POI" UII part ido de t raic io n qlle solo aspiraLa á for-
mal' y eng rosar peculios á costa de millares de personas
(Iue en toda Eu ro pa j1'legan Sil suer-te en el triunfo de la
legitimidad; 1'11 el entretanto que nuevos impuestos, ma-
yores sacrificios y mas oscura y deseo noc ida distribu-
cion de ellos, redoblaban nuestros t rabajos y positiva
escasez. Yo seré el mas fdiz si llego á co nsegu i r la calma
de tanta a!liccion, la l'az y la victoria; pero solo me es
imposible; necesito personas que secunden mis votos, quc
se opongall á las maqui naciones de los prrVt'l"sos que aun
están en t re nosotros con ignales ideas de pc rfid in, é im-
placables hoy por la venganza. Para jns t ifir-arse .Ie rea-
listas 110 es bastante segui., maquinalmente cs ta bande-
ra; es preciso ar red i tarse eon hechos sinceros y pur'os,
tr-abajando con unidad y entusiasmo, y desterrando aíec-




339
cienes de ambician y miras personales. Por mi parle
yo os juro pOI' lo mas sagrado de mi honor, que cuando
manifesteis repugnancia á escucharme ó á obedecerme,
ó cuando el rey me mande separarme de su ejército, mar-
charé tcanqui!o al seno de mis hijos, si bien con la
amargura de vuestras desgracias, no con el odioso epite-
to que la traicion quiso atr-ibuirme; PCI'O en el entretan-
to el orden y la sumision á mis mandatos será solo el
objeto de mis encargos, y desterrada la in triga y el ava-
ro proceder os asegura lo victor-ia vuestro geneJ'al y com-
pañero.s--Ccartel general de Durango 3 de marzo de
1839.-Ral"ael Maroto.


XXII.


Circular.-Ha Mamado la soberana atencion del rey
nuestro señor la circulacion de folletos sediciosos, im-
presos en el est range ro, con el fin cr-iminal de infundir
en el pueblo tan fiel como sencillo de estas provlucias,
desconfianza en las autoridades y en los gefes del ejérci-
to de S. M. , de in troducir la discordia en las opinioues,
y de sembrar el desaliento entre sus valientes defensores.
Asi un puñado de hombres, lanzados de su patria por
sus desacier-tes, han desahogado el furor de sus innobles
pasiones, y antepuesto estas á la santa y gl'ande causa de
su rey y de su nacion. Coincide con la a paricion de tales
folletos la circulacion de voces alarmantes y de rumores
pél,ftdos, dirigidos no solo á desacredi tar al gobierno de
S. M. y á sus heroicos defensores, sino á entibiar, si fue-
ra posible, el amor y el respeto que estos pueblos con-
servan á su rey y señor.


Los santos principios de religion y de legitimidad,
cuya violacion encendió en noble ha los corazones y al'-
mó los brazos de estos habitantes y de tantos otros es-
pañoles 'lue han vertido con profusion su sangre por sos-
tenerlos, no admiten las variaciones á 'lue están sujetas
las teor-Ias sobre que se funda el gobierno usurpador y
r evolucioriario de Madríd, ui dan lugar á cambios en




340
las máximas fundamentales de gobierno COIl el cambio
de las personas que le dirigen. Dios y el rey son los ob-
jetos sagrados de todos los fieles defensores de la monar-
'luía, y á Dios yal I'ey se consagran todos sus heróicos
esfuerzos, para conserva.. en su pureza la religion de
nueslros padres y colocar en su trono al rey nuestr-o se-
ñor, por cuya causa le~ítima y sagrada persona no hay
uno de sus fieles vasallos qne no esté pronto á dar su
vida.


S. M, conoce los senlimientos asi al' sus generales y
.11' sus gefes militares, como de sus empleados civiles, y
en este conocimiento funda la confianza que á unos y
á otros dispensa, sahieudo 'Iue no solamente abundan en
Jos principios de Iid el id ad , amor y respe to á su persona,
comunes á todos sus vasallos fieles, sino 'lue están p.'on·
los á dar el ejemplo de estas virtudes y á sellarlas COIl
su sangre, como requier-e la d is.tincion con fll>e S. M, les
honra. La det r accion , la calumnia y las falsas suposi-
ciones en que abundan los referidos folletos, Jirigidas
coun-a personas en quienes S. lVI. tiene depositada toda
su confianza, relluyen en cierta manera sobre la persona
misma de S. :\1., Y constituyen por lo mismo UIIO de los
deli tos mas graves que puede cometer UII vasallo. Para
cor ta e en su pr incip io el daño 'Iue podria n producir
aIa r-mando y est raviando la opi aion del pueblo sencillo,
oido el, p.31·ccn de su j'luta de Estado, se ha dignado
manJarme cl r-ey nuestro señor, 'F''l r-acomiende á V. ba-
jo su mas estr-icta responsabi l idad, la vigilancia en ave-
riguar los int roduc torcs y r-epar t idor es de los sobred i-
chos folletos, como tambien los autores de las voces su-
bers ivas y alarmantes, que sin Iu.ndame n t o al~uno se
propalan, y descuhie r tos Ó habidos que sean, las justicias
ó autor-Idades á quienes pOI' las leyes cor-i-csponda , les
juzguen con toda pron t i turl pal'a que sufr-an el I'igol' del
castigo á que se hayan hecho acr-eedor-es,


La unidad de sentimientos y opinion, ha de dar la
fnena que se nccesi ta pal'a lleva" á caLo la he ré ica enr-
pl'esa de restaurar en España la religion y la monarquía,




341
sin las cuales una triste e~{leriencia nos está haciendo
ver que no puede haber ni justicia ni par¡¡ en nuestra des-
gracia(la patria. Sobre la religion y la monarquía, con-
servando la punza de aquella y las leyes y fueros de es-
ta, pueden ú n ica me n t e asentarse las bases de una pal:
dnradera, que asegttl'e á noso tros y nuestros descenrl ierr-
tes la felicidad qtte debemos prometernos bajo el pater-
nal gobierno de nuestro rey y seilor D. Cárlos V, Y de
Sil augusta dinastía. So M. , t ierno padre de SIlS pueblos,
no orn it i rñ medio alguno pan que cuanto antes veamos
el d ia feliz en que una pal: verdadera y durable reuna
ha jo el manto real de S. Fernando á hijos qlle tan to ama,
y que ve con profundo dolor despedazarse por cor-r-er-
tras de sombras y ensayos funestos, 'Iue nunca han pro-
ducido otr-a cosa que discordia, sangre, dest ruccion y
aniquilamiento de la hermosa Nacion espailola.-De rca l
orden lo di¡;o á V. para su inteligencia y efectos consi-
I;uientes.-Dios guarde á V. muchos años. Real de Du-
rango 15 de junio de 183'J.-Piscina.


XXIII.


Caste\lanos:-Unos aten.tados, cuyo recuerdo solo es-
panta, preparados 1'01' una série de intrigas que solo 1'0-
dia urd ir un t ra id or-, han sepul tado en la tumba á valien-
tes generales y corupañcr-os nuestros, cuya pérdida nunca
podemos deplorar bastantemente, y me han separ-ado
de vosotros. No hay dificultades que no puedan superar
el valor y fidelidad de los héroes á aqnienes tengo la hon-
ra de mandar; sus espadas, á que nada resiste, sabrán
cor-tar el nudo gordiano de la tr-aic iorr, y romper las ca-
denas que oprimen á nuestro amado soberano.-En
tanto que lIeg.". estos feliccs momentos, seguid constan-
tes el camino del honor y de la fidelidad; No desconoa-
cais mi voz, aunque os la d ir-ijadesde lejos; sed constan-
tes, repi to; unid vuestr-os esfuerzos á 105 de vuestros her-
manos y compañeros de las provincias vascongadas, sin
'¡ue os desanimen las fatigas; estad unidos de modo 'l"e




342
la discordia no se introduzca entre vosotros y rompa
los lazos de vuestra fraternidad; no ahandoneis á nues-
tro muy amado soberano, y sobre todo, velad noche y
oia por su preciosa existencia y la de toda la real Iami-
l ia, i Castellanos, constancia !=No desmintais vuestra
bien merecida reputacion, seguros de que tan luego co-
mo las operaciones militares permitan á estos gefes in-
vencibles asegurar el triunfo de las armas del rey en los
reinos de Aragon y Catalui'í:J, volarán á socm-rer-os con
numerosas fuerzas. Entonces me ver-eis en la vanguardia,
y nada podrá resistir á nuestro ardor. Mi co razo n pa l-.
pita esperando la llegada del momento, que no está dis-
tante, en que nuestras armas victoriosas coronen con
un doble triunfo la noble empresa á que nos hemos con-
sagrado. Castellanos, vascongados y navarros: sea nues-
tra divisa el rey, constancia, union, y esterminio de los
traidores.-Cuartel general de Chelva 30 de mayo de
I 839.=Vucstro compatriota y amigo:=Juan Manuel de
Balmaseda.


XXIV.


Eibar 22 de abril de 1 839.=Sei'íor D. José Villavi-
cencio:-Mi estimado amigo: remito á V. una copia del
d ictárne n que voy á fijar en la sumar-ia de los sucesos de
Estella, para que la ponga en manos de S. M., suplicán-
dole en mi nombre agradeceria muy particularmente se
dignase manífaatar-le lo que no estime oportuno se publi-
qU'l', á fin de que insinuándomelo V. ,pueda enmendar
ó corregir cuanto no fuese de su soberano agrado. Tam-
Lien dirijo á V. el diálogo que ha llegado á mis manos
para que lo lea y me lo devuelva con el dador; y si tales
papeles no se contienen, el dai'ío será de gravedad, é ir-
remediable. Yo marcho mañana al cuartel general; igno-
ro los di as que permaneceré en él, y siendo posible no
esté en esa el 29, sí he de llenar los deseos de Arjona y
de l\Iontenegro en las nuevas discordias que me anuncia
el primero principian á dejarse ver, se repite suyo affmo,
S. S.-Q. B. S. M.-José Manue l de Arizuga,




343
xxv.


Tolosa '"1, de abril de I 839.-Señol' D. José Manuel
.le A"iza¡;a,=\\Ii apre ciahle amigo y paisano: ayel' rec i bí
la de V. del,.:.t con los papeles que me incIuia pal'a S. lVI••
los que al momento plIse "u sus reales manos. El diálo-
go no lo he leido, porque ni aun para esccibir esta teu-
go tiempo; pero se Jo devuelvo, porque aq ui hay otros,
y me han ofrecido que me lo dejarán para vedo. V. no
tendrá tiempo de ir y ven i r del cuar te l general para el
besamanos del d ia "'!), pero eso no quita para que venga
á. hacer una v isi ta á su affmo. amigo seguro servidor.
Q. B. S. M.-José Vi1Iavicencio.


XXVI.


Eihar 7 de julio de I 839.-Sei'i:OI' D. Rafael Maroto:
Mi dueño y amigo: El testimonio de la causa de Este lla
i]ue fue remitido al consejo, se me ha informado hoy es-
tá resuelto el acuerclo, reducido á aprobar su peticion
de V. y juzgal' conveniente se publique: Eguía es un ver-
dadero amigo de V., y su reconciliacion fue sincer-a¡ di-
gan á V. lo que quieran, yo estoy persuadido de esta ver-
dad, y le oi¡!;oen público y sin necesidad de tanta repeti-
cion, «Que V. comprometiendo su honor y su vida, ha
"salvado el suyo y la suya, como igualmente á cuantos
"por V. han conseguillo los unos salvar sus prisiones y
"otros salir de la i¡!;nominia que espc r ime nt aban.s s Tam-
poco Eguía tiene confianza en la residencia en este pue-
h!o del padr-e Huerta, porque conoce llO conviene este
á las inmediaciones de una corpor-acion , en la cual se
agi tan los negocios de mayor irn portancia. Queda de V.
S. S. Q. S. M. B.-José de Adi\a~a.


XXVII.


Llodio 8 de junio=Amigo Ariuga: Si la causa, Ó
documento son los que se dan al público, y no un estrac-




3.14
to con la decision del consejo y la del soberano, no me
}Jarece bien, y los conceptos se agitarán. E~t1ía debe
pedir la separacion del padre Huerta, como perjudi-
cial y contra la pública tranquilidad.=De V. affmo. S.
Rafael Marotc,


XXVIII.


Son las once de la noche del 1 ¡ de julio de 1839'=
Señor D. José de Arizaga-Diviél'!ase V. un poqui lo,
amigo mio, con pen~ar en lo que le espera, segun de-
muestran las adjuntas cartitas que son efectivas, as]
como la comision de Tejeiro-Maroto.


XXIX.


Señor: aunque desde el momento qne tuve noticia
de las ocurrencias de esas provincias, acaecidas en fe-
hrero, formé la idea mas exacta de las tramas de la re-
ootucion, que ya no podian sostener los infames enemi-
gos con la fuerza de las armas, y de que asi por los an-
tecedentes que tenia, como por las correspondeucias in-
terceptadas, estaba bastante cerciorado; los deta lles cir-
cunstanciados que me han dado el br'igadier Balmaseda
y Alvarez Arias acabaron de convencerme. 1Jfi amigo
Arias Te/eiro, á quien con tanto guslo acabo de ver, me
ha puesto al cabo de cuanto convenia saber, y mi cora-
zon angustiado al ver el trato tan indecoroso que se ha
dado ti un soberano, que por todos conceptos es tan dig-
no de respeto y amor, he tenido el mayor placer en sa-
ber por él mismo la soberana voluntad de r. 11[', que es
la que únicamente he de cumplir.


V. M. conoce los sentimientos de mi corazon, y que
constante en los principios de la mas pura lealtad, ja-
más me he separado ni me separaré de la senda que he
seguido; y si no han sido sufi c ien tes pruebas pan de-
mostrar esta verdad las persecuciones que he sufr-ido y
la sangre que he derramado, séala evidente mi ratifica-




345
don en las pl'omesas que he tenido el honor de hacer á
V. M., y asegurar rei teradameu te no tiene V. M. un
vasallo mas fiel, ni que pueda escederme en amo r á
V. M. y g.:-~-lit;:;d á las consideraciones con que su real
piedad ha tenido á bien distinguirme.


Señor: Par-a satisfaccion de V. M. le aseguro que
este ejército que tengo el honor de mandar, está en el
mayoI' ó rden, snhordinacion y disciplina militar, al
mismo tiempo que su Iide lidad y entusiasmo son impon-
derables. Son repetidas las v íctorías que üa conseguido
del encmigo, que lleno de terror confiesa que su infame
causa está des truida por el ejército real de Aragon. Pa-
rece que Dios con su poderoso brazo prote{\e visiblemen-
te, y dispensa singulares favores á los fieles que sirven
á V. M. aqui y en Cataluña, con tanto celo y fidelidad
para consuelo de V. M., en compensacion de las des-
agradables ocur-renc ias de esas provincias, que han debi-
do alligir so hremane r-a el paternal corazon de V. M.


Tengo al mismo tiempo el gusto de decir á V. M.
que este ejército no está contaminado, antes se ha pu-
r-ificado con la se par-ac io n de las filas leales y aun de ea-
tas provincias, de algunos en quienes no conocia la bue-
na fé y pureza de in tenciou que hay en noso t ros, que
estamos todos decididos á morir antes que transigir en
lo mas mínimo con nuest r-os enemigos, para que V. 1\1.
se siente en su trono con el debido esplendor, mande
absolutamente, sin trabas ni otras consideraciones que
las que sean de su real agrado, y haga r-enacer en esta
afligida pat ría la verdadera paz y fe) ic id ad que deseamos.
No hace muchosd ias se presentó Bellenjero vagando pOI'
estos fieles pueblos, jactándose que ya mandaba su par-
tido, y esparciendo voces subersivas y alarmantes: lo
be mandado arrestar, y scrá cast igado con arreglo á 01'-
denanza, á no ser que V. M. se digne prevenir otra cosa•
He procurado ocultar algunos de los sucesos de esas pro-
vincias, obrando con la mayor posible prudencia para
evitar escisiones y d iscord ias, adoptando por único sis-
terna la destrucciou del enemigo; 1 si se me comunica al-




346
guna real árden que esté en contradtcion con los princi-:
piosde fidelidad que profeso, ó cuyo cumplimiento pueda
causar el mas mínimo perjuicio á los derechos absolutos
de V. M., dejaré de ejecutarla hasta que por conducto re-
servado de mi confianza, Ó de otro modo indudable sepa
la libre voluntad de V. J\1. V. M. sabe 'Iue esto dista
mucho de ser falta de respeto y sumision á Y. M•••• todo
lo contr-ar-io- quiero morir antes qne faltar ni permitir
que otro falte.


Estoy de acuerdo con el conde de España, y estre-
charé mis amistosas relaciones, ayudándole, caso nece-
sario, en las operaciones militares, para facilitarle las
mayores posibles ventajas en el principado.


Sin desatender estos objetos y otros interesantes que
me llaman estraordinariamente la atencion, puede ser
estienda las operaciones á otras provincias en contacto
con estas, y en su caso necesito norn hrnr alguno ó algu-
nos comandantes generales, provisionalmente y hasta
que V. JVr. se digne resolver lo que sea de Su real bene-
plácito; pareciéndome no pedir á V. M. la debida auto-
riaacion de un modo público para evitar compromisos y
que se frustren mis planes y esfuerzos, á no ser que
V. M. se sirva prevenirme otra cosa, que siempre obe-
deceré ciegamen te.


Señor: no quiero molestar mas la sohe r-ana atencion
de V. í\1.; pero no puedo dejar de repetide que Cabrera
es.su mas fiel vasallo, y que tiene V. M. bayonetas en
es te ejército suficientes y dispuestas siempre á sostener
la Ilúre resolucion de V. M., por lo cual no tema F, 1I'f. á
enemigos de ninguna clase, porque ausiliado de Dios, que
tanto me ha prot eg ido y favorece y en cuya inmensa pro.
videncia confio ciegamente, }l0r la intercesion de nues-
tra soberana Reina, y las súplicas de mi inocente madre
sacrificada por los impíos, espero llevar muy pronto á
V. M. á Madrid, en donde tranquilo y libre de las an-
gustias que hoy afligen á su real y piadoso corazon, pue-
da obrai- con entera libertad y como soberano. En el
ínterin ruego y rogamos todos á Dios, conserve la inte-




3~7
resante vida de V. M. muchos años, y llene de prospe-
ridades á su real familia. Cantavieja 20 de jnnio de
1839.-Sei'ior A 1. H. P. de V. l\l.-Hamon Cabrera.


xxx.


Señor: Segun tuve el honor' de escr-ibir- á V. M. des-
de Caserras, despues de detenerme en Cata luña el tiempo
preciso, que el conde de España deseaba prolongar, y
f[Ue yo tam hien he prolongado gustoso POI" unos días,
pal'a que el coronel D. Xlanuel Ibañez , uno de los mejo-
res servidores que V. M. cuenta en el ejército; pudiese
sobre la victoria de las Pilas hacer la sorpresa de la pa-
tulea de Sur ia , á la que tuve la satisfaccion de concur-
rir bajo nombre supuesto, con el fusil, la canana y la
man ta catalana al hombro, entre los voluntarios del ba-
tallan númer-o I G, he llegado felizmente á estos reinos,
y el G del actual me he reunido en Martin con el conde
de Mor el la, Inesplicable ha sido mi júbilo al ver por
mi mismo los escelentes sentimientos de este instrumen-
to visible de la divina Providencia , su lealtad acendra-
tia y los ausilios sobrenaturales con que Dios recompen-
sa su recta intencion y su celo sin igual. Desde las pri-
meras noticias de los aciagos acontecimientos de febrero,
los miró bajo su verdadero punto de vista, conoció su
tendencia y sus causas, que ojalá no hubiesen sido pues-
tas tan en claro por el tiempo que ya ha transcurrido;
y con prevision y prudencia prohibió hablar sobre ellos,
ni ocuparse de otra cuestion política que vencer á los
enemigos de V. M. en el campo de batalla, nrien t ras él
tomaba las medidas oportunas pal"a ev i tar siniestras
influencias en el ejército, y para redohlar su entusiasmo,
decidiéndole á pel'ecer antes que sucumbi r á las tramas
manifiestas ó solapadas de la revolución, á todo lo que
110 sea el triunfo completo de V. M. como rey absolu-
to, sin compromisos ni condiciones que puedan en mO-
do alguno coar ta r el libre ejercicio ue su voluntad au-
guste. La venida del brigadier Balmaseda, tan digno de




348
auxiliar á este hél'oe, y ele Alvarez A"ias, que sigue al
lado de aquel y se bate entre los primeros, confirmó su
juicio y produjo el efecto deseado. 1I0y que ha sabido á
fondo los hechos y lo que V. :\1. quier-e, obrará sin re-
celo, segun sus princi pios y la fidelidad aconsejen, aun-
que con todo el tino y d ireccion que el mejor servicio
de V. M. exige.


El cielo le protege visiblemente, y le concede victo-
rias milagrosas en premio de su celo. Nadie ama y respe-
ta á V.M. mas que Cabr-er-a, V. 1\1. puede co n tar con él
y con su ejército para cuanto guste. Es te solo bastaria
para dar la ley á la revolucion en toda España: la revo-
lucion lo sabe muy bien, y sus mismos periódicos, aun
despues de su celebrada victoria ahí sobre los absolu-
tistas, ó sobre V. M, que es lo mismo, y de los reveses
que desde entonces han sido consiguientes en esas pro-
vincias, gritan á cada paso que aqui está la cuestion de
vida o muerte para ella, y tiemblan pOI' el desenlace. y
puede temblar en efecto, si Dios, como espero en su mi-
sericordia, continl.Ía as is t iéndnn os, En el dia ,(ue Cabre-
r a llegue á disponer del número de armas que podia te-
ner, como V. 1\1. inferirá ( ahora no ha tenido este asun-
to la publicidad que antes tuvo) y asi que pueda auxi-
liar al conde de España doblando ó triplicando Catalu-
ña sus fuerzas, la r-e.volucio n se desploma con todas sus
i n tr igas y perfidias. Tenga Y. 1\1., seña.", este consuelo en
medio de tantas allicciones:el Señor y su Santísima ma-
dre darán fuerzas á V. M. como se las han dado para re-
sistir á tantos trabajos é infortunios <:on que han sido
¡,,"aLadas sus virtudes, para 110 sucumbir á los esfuerzos
de la traicion y de hombres prostituidos á sus pasiones.
Y. I\T. sabe mejor que yo que la revolucion no perdona-
l"á jamás á VV. MM., que son mentidas todas sus prome-
sas, que solo acariciarla es sucumhir, que el débil COIl
ella es vencido, y solo el carácter y la constancia la sub-
yugan; y que una vez que se acceda á las concesiones y
exigencias con que sus fautores aparentan satisfacerse,
la restauracion es ya imposible, y V. l\1. y sus fieles va-




349
salios, frustrados tantos sacrificios, no verán sino males
y desgracias, siendo al fin víctimas de la anarquía y la
impiedad. V. M. sabe hasta donde puede llegar el sufri-
miento, y yo estoy seguro que V. M. por ninguna cir-
cunstancia se prestará á compromisos funestos que no
puedan deshacerse, y que pierda su causa, á amnistías,
á reconocimien to de los ernprést it os de la revolucion, á
pa lu hras .¡ue empeñen con las potencias est ra ngerns so-
bre el sistema que haya de seguirse en Madrid, por ejern-
p lo, D,'sgl'aciado de V. 1\1. y de todos nosotros si fuese
ligado á su trono! Cuente V. 1\1.con el triunfo como in-
dudable mientras sostenga los principios que á V • .1\1.
caracterizan, y han dil,jgido s.iernpre, Cabrera y Espalia,
con la ayuda del cielo, harán sucumbi r todos los enemi-
gos. Sírvase V. M. mandar, y será ciegamente obedecido,
sin que nos a rr-ed re n riesgos de ninguna especie, ni to-
das las tramas de la revolucion puedan impedido.


He teuido la satisl'accion de llegar aqui poco antes
de la victoria de Mon tal van , como entré en Cataluña
con la de Man lfeu, Nada exagera Cabrera en lo que en
sus partes y en la orden del día, que me atrevo á elevar
á V. ]\1. , dice sobre aquella: la caballeria, Balmaseda en
especial, cuyo arrojo tenemos que con tener-, ha ater-rado
al enemigo; y esta arma, que era la temible, ha perdido
su asce.nd ien tr-, hahicndo hata l Ion que rcci bi rá una car-
ga 0.1'. mucuos e sc.uaú r oue s con 101 =01)'0<' impavidez y
sangre fria.


Se está acabando de uniformar todo el ejército, que
lo necesitaba: el vestuario dura aqui muy poco con la
movilidad de Cahrera. El aumento de hombres y caba-
llos, de fábricas y maestranza, y los muchos fuertes con
que el general asegura y es tiende la línea y domina el
pais subyugado, multiplican los gastos; pCl'O Dios pro-
vee á todo.


He for-mado una idea muv diferente de la que tenia
sobre Jos escesos y defectos' de la adminis tracion y de
las causas de disensiones y disgustos con que mas de una
Hz se ha molestado la soberana atencion de V. ]\]. Hay




350
males sí: en ninguna parte del mundo deja de haberlos;
pero no son los que se exage ran- muchos son efecto ine-
vitable de las cu-cunstancias y del mismo sistema de
guerra que tantos bienes produce; y otros podrán reme-
diarse, como que no son hijos de mala fé, y espero que
no se remediarán algunos. No es estraño que el general
pl'ocure proporcionarse por los medios mas espeditos lo
que el ejército necesita en sus U1'gencias, cuando no lo
ha hecho quien dehiera: sin esto no se hubiera llegado
al estado en que hoy se encuen Ira.


La mayor parte de cuanto se ha dicho de Cala, y yo
mismo habia creido, es inexacto: el Sr. obispo de Mon-
doñedo, qne no es parcial, me 10 ha dicho desde luego,
haciéndome ver el aprecio que merecen los resultados de
su es t raord inaria actividad y celo, y veo que tiene ra-
zon, como he visto que ot r as personas de las que mas
declamarán ahí contra Cahre.ra (V. M. conoce cuan po-
co asenso merecen en esto casi todas las que de aqui sa-
Jen) y que en medio de su poca aptitud parecian supe-
riores á ciertas debilidades, las han tenido en un modo
que V. M. no podrá imaginar sin duda. En fin, señor, por
ahora Pl'ocuro observar con detenimiento é imparciali-
dad para formar un juicio cabal y escitar al bien; nada
omi ti ré de lo que es l é al alcance de mi lealtad, única in-
fluencia que puedo y quiero tener para conseguirlo;
y V. M. puede estar seguro de que informaré puntual-
mente á V. M. de cuanto note, sin ocultar jamás la ver-
dad, aunque fuese contra mí mismo, y de que mi ma-
yor satisfaccion será contribuir de todos modos á su
servicio.


Cabrera ha hecho conmigo todas las demostraciones
de que es capaz una amistad fundada en identidad de
principios, y que tiene á V. M. por objeto. Continuaré
á su lado para ha t i rrne COmo un soldado el dia de ac-
cion , y coopel'ar en lo <lemas en lo poco que pueda al
bien de la causa de V. M. El obispo de 1\1ondoñedo y
todos los buenos hall visto con placer mi venida. No es
esu-año que en tic m pos de drb i lidad y corrupcion alien-




351
te la fidelidad constante y puesta á 'prueba, aun cuando
como en mi, se halle aislada de solo este mérito.


Mi deber rueha obligado á estenderme, abusando
tal vez como uoquisier-a, de la bondad de V. M. A ella
recurro para que V. M. se di¡;ne escusarme,


El cielo, señor, nos conserve la preciosa vida de
V. M. cuantos años necesita el bien de la monarqufa,
Cantavieja 25 .Ie junio de l839.-Señor.-A L. H. P. de
V. ~1. José Aria s Te jeiro.


XXXI.


Señor obispo de I.eon.-J\luy señor mio y de mi ma-
yor aprecio: COIl el mismo recibí la suya del :>4 del des-
pedido. Su contenido es propio á los sentimientos de V.
y que cor-responden á los mios y de otros. Al tiempo de
poner en las ma nos del señor la que V. pa¡'a él me re-
mitió, y flHe la abrió entregando la que venia dentro de
ella á la señora, se puso.á leerla junto con la que V. me
escr i hló, de ambas se impuso, lo que dió motivo á ha-
cer rec íprocamcn te espl.icaciones, deduciendo de que mu-
cho de lo que V. dice se tendr-á presente en el momento
que conlia obtener para hacer desaparecer lo mal hecho,
como las pCI'sonas que á Y. tanto le alarman, y con fun-
dados antecedentes, flue tambien nosot ros lo sabernos.
La confonnidad de este se ño r á todo lo que le propu-
sieron, fue preciso tener la con in tencio n de que sus pro-
cedimientos hablan de preparar y abrir el camino á
nuestro deseo. Asi se va viendo, que en t re ellos mismos
ya se reconvienen y riñen, y algunos desengañados se
ponen neutrales. lo que nos tiene disgustados, es la
conducta de los soberanos del Norte, porque han toma-
do con indiferencia nuestros trastornos, é yo muy des-
consolado, porqne no veo quien trate de prestar dinero,
que tan preciso es para log¡'a¡' no se desmaye la [¡'opa.
que segun aseguró Maroto en la junta, harán su deher á
pesar de tener que rechazar triplicadas fuerzas enemi-
gas. Este general no está satisfecho de Negri, de suerte




352
que entre ellog mismos se egtán indisponiendo. El
señor me previno que lo que V. necesite para su sub-
sistencia lo diga, siendo de mi cargo librárselo á Bayo-
na. Procure V. cuidarse y confiar en Dios, que es el que
me parece que en medio de los trastornos nos ha de dar
d ias tranquilos. Asi lo espera este su apasionado y ver-
dadero amigo Q. S. M. B.-Durango l. Q de junio de
1839.-Juan Jose Marcó del Ponto


XXXII.


Hoy '7 de julio de 1839' Señor D. José Manuel de
Arizaga.-Mi estimado amigo: he formado la adjunta
muy de priesa, tanto que ni con borrador me he que-
dado; si le parece á V. bien sáquelo V., y en seguida
monte V. á caballo y entréguela en propia mano. Siem-
pre de V. su affmo. serv idorv-c-Maro to,


XXXIII.


Señor.-Ningun mili tal' ni hombre particular, mas
desgraciado que yo por los compromisos que me afligen
en el dia. Los injuriosos corno calumniosos folletos del
fraile capuchino Cazares, arrestado en Azcoitia por su
internacion desde Sara, clandestina y maliciosa, ,repar-
tiéndolos por los pueblos de su tránsito para procurar
una sublevacion ro n tra mi pel'sona, y por consecuencia
contra la causa de V. M., la circunstancia de habérserne
comunicado desde Cataluña la llegada de Arias Tejeiro
en direcion al reino de AI'agon para unirse con el ge-
neral Cabrer-a que tiene á su lado al hl'igadiel' Balmase-
da, y los avisos que recibo de que en todas las provin-,
cias hay varios comisionados para cOlTomper el buen es-
píritu de las tropas y de los pueblos, me ponen en el
conflicto y precision de d irig irme á L.1\.. P. de V. !\J.,
como lo ejecuto, para ro¡;arle ponga un tümino que evi-
te las desgracias que amenazan; dictando una soberana
pro\' idencia, tan enél'gica que asegure el resultado, 1'01'-




353
que de lo contrario, señor, la causa de V. M. se preci-
pita, debiendo tenerse presente que una revolucion es
fácil pr-omoverla, pero su curso y fin dificil de conocer,
lJorque una vez acaloradas las pasiones y arrojadas al
deseo de la venganza, se ofusca el entendimiento, y no
h ay humana r elle xion 'Iue baste para sosega r las, Si V. M.
estima que mi ausencia J~ estas provincias puede ser le
convenienle, como nunca he procm-ado ni podre procu~
r ar olra cosa 'Iue servirle con todas las veras de mi co-
razcn , estoy p¡'onto á obedecer sus mandatos, bajo la
sola co nsideracion de 'lue se deje á mi ar-hi trio el modo
y tiempo, y que V. 1\1. d ire ctumen te me lo pl'evenga,
as; como me o rde uo viniese cuando me hallaba tranqui.,
lo al lado de mis hi jos; pOI'que de lo contrario, la me-
1101' publicacion de tal rcsolucion bas t ar ia para un tras-
t orno de sensibles como funestas consecuencias, que yo
quiero evitar en obsequio de V. M. y de mi mas sagl'a-
do deber. La hoja de mis servicios presen tada á V. M.
por la secretaría del despacho de la guerra, es un com-
probante que pa temiza en la mayor parte, y en lo mas
de l icad o, la maldad de los que han podido contribuir :i
la formacion del últ imo 1'0111'10 publicado por el referi-
do capuchino, y si bien me reservo la pública vindica-
cion de mi honor mancillado por tan criminal re l igioso,
no pueJo menos de c la rna r á la justicia de V. ;\1., que
debe bril lar en lodos los actos de su soberanía, si quiere
que las Jeyes, los hombres y las clases se respeten, sin
lo cual no puede haber or-den ni pública tranquilidad;
en la firme intel igencia, Señor, de que como se trabaja
para mi ruina, V. M. conocerá 'Iue se me-po ne en el ca-
so de tener que procurar la conservacion de mi vida y
del honor; as i como tambien por el de tantos otros que
se han manifeslado aman les de la razon, y por consi-
guiente coru prome t idos en mi suerle, naciendo deaqui
la decision unánime de contra restar las maquinaciones
de nuestros enemigos, que conocemos SOIl los de V. 1\1.
y de su causa, sea si se quiere decir hast a la muerte, pe-
ro cnnstantcmen te resuellos al respecto y venerar io n


'.2. ,1




354
que V. M. imprime á sus maa leales vasallos, Nuestro s('-
ñor conserve dilatados años la real persona oc V. M.cee
],Iodio 18 de julio de 1839' Señor-A J,. R. P. al' V. xr.
=Rafael Maroto.


XXXIV.


Voluntarios: Se acerca un dia de combate en que ha-
r'cmos ver al mundo entero quelos defensores de la legi-
timidad jamás cederán el triunfo á los usurpadores¡ y si
el abandono voluntario que hemos hecho de algunos
puntos, que no me prestan las ven lajas que debo buscar
lJara pelear contr-a las fuerzas que tenemos al frente, le
ha permitido formar la idea de que les tememos, cuando
se muevan de las pos icio nes que ocupaban, sin r etr-oce-
del' hal larán su escarmiento con la muerte; que vuestros
braeos 110 deben escasear en recompensa de la vil con-
duda que observa, talando y quemando los ca rnpos y
]wgal'es 'lue os pertenecen.-La campaña que han abier-.
to COn fuerzas tan desiguales como las haheis ViSlO, es
la mas bárbara y atroz, En la Navarra, por la par-te de
la Solana, y en Alava, por la de V'ir toria sobre Guevara
y pueblos inmediatos, todo lo queman y arrasan: nada
se reserva á su rapiña, y al r ehe ld e Espartero ID m ir a is
de.s\ruir sobre Al.uu\',"io, Oruuua."y AtT.;n\~~a cuanto
puede satisfacer su iu hurun nida d v crueles se n t im ien tos ,
En vano los malvados intl';ganles propalan voces de
transaccion, que 110 puede ha heria jamás en t re dos par-
tidos tan opuestos en pl'incipios.-Sea constantemente
nuestr-a divisa el Rey y la lleligion, triunfal' Ó morir
con las armas en la mauo.i--Cuarrel p;eneral de Oroaco
23 de julio de 1839'= Vuestro general y compañcrov-«
l\afael Maroto,


XXXV.


Primera secretaría de Estado y uel despachov-c-Se ha
euterado el rey nuestro sellar con el acostumbrado apre-




I")r-"\""
,J ~I ,1


eio de la, comuuicacieues que hace V. E. en su efici»
número 1026._S5. lVIM. y AA. cont inuan sin novedad
en su im portante salud, y el martes últ imo fueron á
dormir á Zornosa, en donde se detuvieron hasta el rnié r-
coles por la tarde qne volvieron á este pueblo. El obje-
to de este pequeño viage fue una reunion de generalcs
que presidió S. M. , Y á que asistieron S. A. R. el se ñoi-
príncipe de Asturias, el serenísimo infante D. Sebas t iau,
los ministros de Guerra y Hacienda, el ¡¡efe del estado
mayor general, los directores de artillería é ingenieros,
y los generales conde de Casa-Eguía, Villareal , Zariáte-
gui y Simon de Latorre, Se trató en ella el plan de cam-
paña mas adoptable á nuestras actuales circunstancias,
y de los recursos para continuar la guelTa. El gefe de
estado mayor general asegur6 á S. M. y á la junta de la
decision y entusiasmo de nuestro ejército, prometiéndo-
se deshacer á.Jos enemigos, si quisieren penetrar en Viz-
caya. El enemigo fortifica á Orduña, y segun noticias
ha destacado al interior ocho batallones. Seria de desear
que con los que quedan quisiese penetrar en Vizcaya,
porque entonces podrian nuestros voluntarios mostrarle
la superioridad de su valor sobre la de su número, en
posiciones en que su inmensa caballeria no puede cubrii-
á la infanteria, que está actualmente acobardada yatur-
dida de sus grandes pérdidas. Dios guarde á V. E. mu-
chos años. Real de Durango 1.° de junio de 1839'-
Paulino Ilamirez de la Piscina.


XXXVI.


Durango 1.0 de junio de I S39.-Ex:cmo. señol' con-
de de Mordla.-1\1i apreciable amigo y dueño: Tengo la
mayor satisfaceion de anunciar á V. que habiendo pre-
sentado á S. M. su atenta carta de abril que recibí con
algun atraso, y persuadido S. M. de los relevantes mé-
ritos de los brigadieres Forcadell y Llangostera, asi
como tener en su soberana consideracion la justa reco-
mendaciou de Y. , se ha dignado ('11 el dia de aye¡' aseen-




3:;6
dedos al empleo inmediato de mariscales de campo, ea-
hiéndome en esto el gran placer de ser el órgano de tan
justa recompensa, y de babel' podido dar á V. una pl'Ue-
ha de sincera amistad y deseos que me animan de ver
pl'osperar ese valiente ejército, tan dignamente manda-
do por V. Por acá no podemos por desgracia con tal' tan-
tos triunfos como V,; pero arrrigo , Espartero no cuenta
ya con la infame intriga que nos ha reducido al estado
en que nos vemos de haberse disminuido este ejército de
mas de 12 batallones que nos sacrificaron, de ] 2 Ó 15
piezas de batalla que perdimos solo en tiempo del
desgraciado Guergué (Q. E. G. E.,) Y de los cabarlos que
igualmente se nos llevó Balmaseda: todo esto, unido al
ejército desorganizado é indisciplinado que nos deja-
1'011, ha sido la causa de ido rrparando poco á poco;
pero no ha habido tiempo, pues Esparlero, como digo,
viendo que ahora tiene que emp lear la Iueraa , y esta,
siendo tan super-ior- á la nuestr-a no es posible presen-
tarle la batalla, y solo si ir le conteniendo y tra tando
de destruirle conforme vaya in ternáudose, bien veo que
no pasará de la línea esterior que oClIpa, á pesar de su
sistema lento y estendido que emplea; y <lue si lo inten-
ta, no dudó que encontrará el pago que en otras ocasio-
nes llevó en los mismos puntos que trata de recorrer-
ahor-a, Sus operaciones sobre Cuenca y demas son del
mayor interés para nu es t ra situacion; pues por mas in-
diferencia que tenga Espartero, siempre le llamará la
atencion estas correrías hechas con tanto acierto y 0POI'-
tunidad, Si fuer-a posible armar á toda la gente que V.
tiene disponible, seria una ~ran cosa para nuestra causa.
y quizá si tuv iernmos algunos medios, por pocos que
fuesen, se hada un esfuerzo, y aqui con prontitud se fa-
bricar-ian armas; y si C()II una opor-tunidad pudiesen pa-
sar aqui los jóvenes á reco¡;crlas, ev i tariamos Jos gran-
des inconvenientes que presentan los trasportes. Esto
merece mucha meditacion, y V. pensará sobre ello, El
gencl'al Marcto ha oficiado á S. M. manifestándole sus
deseos de que exista la mayor armonía con todos los ge-




357
fes que dirigen sus armas, suplicándole dispense su I;ra-
cia al bri;;adier Halmaseda sobre las fallas que pueda
habe r cometido antes y d espues oc su separac inn de es-
tas pro v iuc ias, con el fin de que operaudc todos de acuer-
do, consigamos el I;I"an /In que nos hemos propuesto de
colocar al rey nuestro se ñor en su 1q:;Himo trono; y
como estas ideas estan lan en armo nfa con las rn ias,
t rataré de hacér-selo saber á Ba lmased a cuanto .a ntcs me
sea posible; pero me terno no te ner conducto pOI' no sa-
hel' dóude se llalla, y dese aria 'lile si á Y. le es fácil, tr-a-
te igualmente de secundar nuestros deseos pal"a que esté
prevenido y proceda Balmaseda en consecuencia. Senti-
ría no llegase est a á sus manos, por 10 que le supl ico
me acuse su reciho para mi t ra nqui l'idad- y mientras,
sabe V. amigo, que puede disponer con toda franqueza
de quien desea darle cont inuas pruebas de su singular
aprec¡o yconsideracion, con la que soy de V. su segul'O
servidor- Q. B. S. M.-Juan Montenegro.


XXXVII.


Secretaría de Estado y del despacho de la guena.-
Es la volunlad del rey nuest ro señor que VV. se alejen
de las fronteras de España, fijando su re si de nc ia en el
interior de la Francia, ó de otro cualqu ier pais hasta
que la clemencia real se Jigne concederles el permiso de
volver á la patria. Lo que digo á YV, de real órden,
previniéndoles que S. ;\1. me ha ordenado hacerles sa-
ber que negándose á la ohedicneia serán privados de los
empleos, honores y condecoraciones que deben VV. á su
soberana munificeneia.-Dios guarde á VV. muchos años.
Real de üñate 20 de julio de 1839.-Montenegro.-Este
ministro ha firmado por los militares, y Hamirez de la
Piscina por los funcionarios civiles.




XXX"lII.


Eu Ollate hoy 3 de agosto.=S('iíor D. José de Aril,aga.
=Mi estimado paisano y amigo: Pienso salir el lunes
pt'óximo para Durango y seguidamente para el cuartel
lIeneral con objeto de ver á su amigo de V. el general
Maroto y al conde de Negri; y como quiera que las cosas
se hallan en el estado que V. sabe mejor que yo, y no
debemos abandonarnos al acaso ni mantenernos en es-
tado de inacc ion, que es el mayor de los males en tales
materias; quisiera que hiciese V. un esfuerzo para hacer
igualmente al tiempo que yo esta escur-sion, seguro de
que en este paso sirve V, muy particularmente á su dig-
no amigo. sirve V. á la causa pública. y tambien á sí
mismo; y en 10 que quedaria yo muy complacido y aca-
so tambien lleno de consuelo y de satisfacciones. debidas
al apoyo de sus talen tos y simpatías. pues que sin estas
recelo conseguir cosa de provecho. A nuestra vista ha-
blaremos; conocerá V. la pureza de mis intenciones y el
plan de mis ideas en armonía acaso con las de V. y .le-
mas interesados en sostener y hacer triunfar d princi-
pio saludable de nuestra salvacion, pero discordes en los
medios que es preciso concordar, partiendo del centro de
unidad que es el gefe soberano. Ruego pues á V. haga,
si es posible. este sacrifie io en obsequio del bien comnn,
y que le agradecerá. la patria y muy particularmente
este su atento afectísimo amigo y paisano Q. S. M. B.-
Gregorio Al varcz '! Peres,


XXXIX.


Eibar 3 de agosto.-Señor D. Gregario Alvarez y
Perez.-Mi estimado amigo: Desde luego estoy pronto á
acompañar á V. y á no omitir diligencia alguna para
el fin que me indica. á cuyo efecto lo espero en esta su
casa mañana. en la que después que comamos. hablemos
y V. descanse, paz-tirerncs para Durango, y de aJli en
el siguiente día nos es fácil llegar á Llodio con oportu-




359
nidad.-Q"~,]a suyo aten to S. Q. 13. S. ;\f.-José \'Ilauue!
de Arizaga.


XL


Snlin a» y agoslo IJ de 18J~.-Sei'iol' D. G.-rgorio
Alv arez y l>erc7,.=l\li a prec ia b!e amigo: sala» est a ta rde
pan el cua rt el real COIl una carta del gen~ral pal'a S. i\1.,
é instruccioues mllY co nfo rrne s á Jos desros que se hall
ma n ifestarlo, Esla noche d orm i ré en Mond,.a¡;on, y ma-
llana lo haré en Anluola, á cuyo punto pcdr-á V. bajar-,
d ispuesto á ncom pnñarm e, y lodos unidos gestionaremos
con S. 1VI. el avenimiento al plan' indicado.=A la vis-
ta informará á V. de todo su aleulo S. S. Q. B. S. M.=
JOSI; Manuel de Arizaga.


XU.


En Tolosa á las tres de la tarde 19 de agosto.--Mi
apreciable amigo: He hahlado largamente hoy con el se-
ñor, despues de haherlo hecho de paso y con premura
en un pueblo de Navar-ra: mira como ventajoso el plan,
y como áncora de salvacion, pel'o le considera como ir-
realizable cn estos mamen tos. Es menester preparar el
camino plra IIr¡:al' al térrn iuo y fiu propnesto, pero el
señor quiel'e acr-ed it a r- al gencl'al y á V. 'Iue co n Iia en
VV. y está satisfecho de la lealtad de ambos.=Con obje-
to de pro bá rse lo, pasa per-sonalmente entre VV. La po-
lítica, el deber, y la ley de caballero exige ahor-a mas
que nunca recibirle con espresion afectuosa y el home-
nage debido de acatamiento y sumis ion, etc. y hacién-
dolo, estoy seguro que son VV. y se hacen dueños de
su voluntad y de su corazon, y logl'ado este paso, y ven-
cido el momento de crísis peligrosa que nos circunda,
lograrán VV. t ambieu establece.' la marcha de gobie."-
no, generosa, fuerte, y co nsignien te que nos salve, y
salve la causa pública y al rey.-Este es mi parecer, y
entienda V. que es exacto, Dígaselo V. á su corn pañer«
el general Maroto: ó mejor, dele V. esta ;\ leer; y uno




360
y otro sepan vv. que tienen un apasionado y un amigo
en este su afectísimo atento servidor Q. S. 1\1. B.-Gre-
1I0rio Alvarez y Pe rez--c-En mallo propia del conde de
Negri.


XLII.


Audoain 26 de agosto:=Amigo Al'izaga, suspenda V.
la marcha, y vuélvase V. con los chicos de Maroto,
plles aai me lo manda el general por medio de 1111 ayu-
dante.=De V. afectísimo S.-Heruanl0 Iturriag a,


XLIII.


Behobia 2 i, i las cuatro de la mañana.=Amigo: he
recibido lade V. entrando en el Hotel de esta poblacion,
y ni vuelvo solo, ni con nadie; mándemelo el general ó
quien quiera. En Bayona pienso descansar, y si el grne-
ral insiste en su idea, alli puede mandar por sus hijos,
que yo no entro mas en peovinciasc-e-De V. afectísimo
S. S.-José de Arizaga.


XLIV.


Mensagerías de ""V. Do terec-hcrmanosc-c-Vlage de la
diligencia de Bayona á Burdeos el dia dos de setiembre de
1839, á las cinco y tres cuartos de la ma ñanac-c-D, Jo-
sé de Arizaga ha pagado la cantidad de veinte y cinco
francos por el asiento que ha tomado en el interior para
ir á Burdeos--e-Bayona primero de setiembre de mil
ochocientos treinta y nueve.-Recaudador-J. B. M.-
Recibido sesenta y dos francos por esceso de peso en el
equipage.-


XLV.


Consulado de España en Burdeos.s-.Pasaporte núme-
ro .'1479.-D. Mateo Durou, secretario de S. 1\1. con ejer-
cicio de decretos y cónsul de España en el departameu-




361
to de la Gironda y sus dependencias, etc.=Concedo libl'c
y seguro pasaporte á D. José Manuel Ariz aga, natural
de Granada, consejero, para que pase á Bilbao á r eu n i r-.
se con el teniente genel'al D. lI.afael Maroto.=Y ruego á
las autoridades etc.=BlJrdeos nueve de setiembre de mil
ochocientos treinta y nueve= i\Iateo Durou.ecSeñ as ge-
nerales.eeedad 38 años; estatura, alta; color, moreno;
pelo, castaño oscuro; ojos negros; narie regulal'; harba
poblada; cara oba lada, señas partícula res:- una herida
en la pierna del'ec!Ja.=¡·úbrica=firma del portador=
José Manuel de A¡'izaga.=


XLVI.


Mensager ías "V. de Doterac-hermanos.= Viage de
Ia diligencia de Burdeos para Bayona el dia once de se-
tiembre de 1839. á las cinco y tres cuartos de la maña-
na.=D. José Arizaga ha pagado la cantidad de veinte y
nueve fr-ancos por el asiento que ha tomado en el in-
terior para ir á Bayona.eerecaudador.ee










36!S


-Tt:ZGADO DE L.\. AI!DlTOItIA GE~ERAL DEL EJÉRCITO.
A~o DE 1839-


SOBRE


El contenido del oficio y documentos que acom-
paño y ha dirijido el Excmo. señor Gife del
E. fl'I. G. D. Ptafacl Maroto.


Fíical:
Et AV]})TOR GENERAr,.


Escno, del mismo Juzgado:
D. C-\STO HERI\EllO.






Comandancia militar y fuerte de Arciniega-Excmo.
Señor.-Uua persona de esta villa ha recibido por el COI"
I'CO de hoy los adjuntos papeles que acompaño á V. E. ,
cuyo sobre traia el sello de la estafeta de Vizcaya, DUI'an.
go; y como puede suceder que asi como lo han hecho COIl
estos, hayau dirigido nuestros enemigos interiores otros
iguales óÍ. distintos puntos, me apI'esuro á remitirlos á las
superiores manos de V. E., considerando que asi puede
convenir al mejor servicio del rey nuestro señor.=Dios
guarde á V. E. muchos años.-Arciniega 6 de febrero de
1 839.=Excmo. Señoree'Vcu tura Sancho.eefíxcmo, señor
general gefe de E. M. G. del ejército.


AVISO.


Pueblos: entre vosotros se siente la mano impía y re.
volucionaria que sirve de instrumento á todas las lógias
del mundo: ella es la que lleva por todas partes la tea in-
cendiaria, y la fatal manzana de la discordia: ella la que
amortigua el fuego sagrado que el espü-itu religioso en-
cendió en vuestros cor-azones. ella la que detiene á nues-
tro denodado ejército para que no deshaga las informes
masas del ateismo: ella contiene el brio del soldado, so-
foca su entusiasmo, le descamina y le induce á cometer
el mas hor-rendo atentado. Pueblos: dentro de vosotros
está el mal, y en vuestro mismo seno se abriga y íomen-




368
ta el cruel enemigo que os come las entratas, y que con
barbaridad inaudita se prepara á daros un golpe de ma-
no que os unda en un abismo espantoso de miserias.


Provincianos: en ninguna época hicisteis mas ¡;ran-
des sacrificios: nunca se vieron tantas virtudes en este
suelo clásico del valor y la lealtad: nunca fuisteis tan
admirab les y heroicos, y en ningun tiempo merecisteis
tanta gloria. Sois la admiracion y el asombro del mun-
do. Abri d los ojos y vez esa mano vil tr-aidor-a, que inten-
ta arrebataros el mas prec ioso tesor-o; d"jando sin pl'e-
mio vuestras virtudes, y condenando á un eterno olvido
vuestras hazañas portentosas. Notad los sucesos, mirarllos
hien, y ellos os dirán dónde están los enemigos, A la vis-
ta teneis un ejército de treinta mil valientes, vestido y
pagado como jamás lo estuvo, animado de un entusias-
mo que raya en Frenes í, y que subió a I punto mas alto
con los acontecimientos de Aragon y Cast i lla , y con los
dias memorables de Morel la, Mael la, y el Quintanar:
notad bien su ln-avur-a y arrojo en contraste con el aba-
timiento y temor de los cristiános, y vereis la coyuntu-
ra mas oportuna que jamás la suer-te ofreció á ningun
general del mundo para dar un golpe á sus enemigos y
vencerlos ¿ Quién, pues ha despreciado estos momentos?
¿ Quién dejó pasa¡' esta ocasion que se nos vino á las
manos, y con ,¡ue nos h ..ind6 la providencia? .. 1\1aroto
y su estado mayor; y ohra r on así pOl'que no les es per-
mitido traspasar las ó rclenes y mandatos que recibieron
de las lógias, aunque en el entretanto se pierda el
J'ey, la patria y la religion.


El m i lit ar-, el que no es militar, y cuantos tengan
ojos en la cara, y no estén privados de sentido cornun,
ven y pa 1pan esta ver-dad, En el estado mayor es donde
ha fijado su asiento la mano r-evo luc io n a r ia que labra
nuestra desgr.aci a, Alli se fl'aguan las persecuciones crue-
les ccut.ra los realistas mas PUl'OS. AlIi es donde se or-
denan los movimientos del ejército siempre hácia los
puntos co nt ra in d icados, De aquel foco tr-aidor salen
las voces de t ransaccio n, los clamaras de alarma que os




369
asuutan , y ese desaliento morí a l que intenlan cundir en
el soldado yen el paisano, pe rsuad iéndo les que no hay
fuerzas para salir del apuro en que nos hallamos. Cesen
en sus manejos tenebrosos los pérfidos t ra ido res, y lue-
{la veremos el triunfo del or-den y de la virtud.


El general García cuando obra pOI' sí y sin la d irec-
cion inmediata de Maro t o }' los suyos, desha rn ta una co-
lumna de crist iuos , haciéndoles de baja mil y doscientos
hornhrcs, Tan solo el t crce r batallan de Alava humilla
hasta el profundo la altivez insensata del infame Espar-
tero, dejánd ole fuera de combate mas de ochocientos
hombres. El cura YCITO en poco tiempo ha hecho mas
prisioneros que soldados cuenta en la part ida, Castor se
ha cubierto de glo"¡a deshaciendo los planes gigantescos
de los revo lucio na r ios Castañeda y OdonelJ, con pérdida
inmensa de los viles sectar-ios de la impiedad.


Tan cierto es, que uuest ros soldados siempre ({ue fue-
ron conducidos al campo de batalla por la inteligencia,
por el valor y la buena fé, tr iunfarou de sus cobardes
enemigos. Solo al general Mar-oto le es dado llevarlos al
combate con la fea mira de infamados de hecho y pO.'
escrito. Cobarde.... , el suceso de Sesma le presentará
eternamente á los ojos de todo mil itar como un hombre
torpísirno en el arte, cuando no lo ofr-ezca como UlI vil
t raidor, dominado de sentimientos ruines y bajos, y de
ideas muy indigllas de un hom ore que se pl'ecia de caba-
llero. Pueblos, no olvideis un solo instante que 105 revo-
lucionarios tienen la costumbre de alhagar á los que quie-
ren perder, que adulan y descaminan la multitud para
sacrificarla despues á sus m iras de amhicion y de en-
grandecirn ien too


No baya otro clamor, ni otro gri to, que Religion y
rey: esta es la senda marcada por el mas sagrado deber,
y la que os conduce á la paz sólida y verdadera. Po ned
desde hoy un caos inmenso y eterno eu t rc vosotros y los
infames masones, sean moderados ó exaltados, sean del
justo medio {, pustele ros,




:170


PROYECTO DE TRANSACCION


ENTRE LOS PARTIDOS LTllEIlÁL Y R.EALISTA.


La España presenta boyal mundo un cuadro sombrío
y en estremo hor roroso: sus hijos se despedazan y devo-
ran con toda la fiereza y crueldad de un tígre: renuevan
con admiracion y espanto las escenas sa ngrie n ta s y bár-
baras de los tiempos de ignorancia y fanatismo, y la car-
neceria inhumana de las Naciones mas rudas y sa lv ages,


Se ahogan en esta mal ave n turada Nacion todos los
principios de vida; se desquician los fundamentos del
orden social; la sangre se derrama á torrentes y de un
modo inaudito, y arrastrada con violencia camina bácia
una entera disolucion,y á desaparecer del número de
las Naciones.


Los estrangeros nos ven, y unos nos miran á sangre
fda, otros con inbumanidad desa p iadarla se complacen
en nuestra desdicha, o tros se burlan de nosotros, muchos
atizan la discordia, nadie nos ayuda de buena íé, y los
que mas amigos se muestran, se limitan á regalarnos sus
estér-iles simpatías. Esta situacion triste y desesperada
ha despertado la atencion de españoles puros y gene,'o-
sos, que llevados del amor santo de la pa t r ia , y movi-
dos por el instinto de su propja conservacion, solo se
acuerdan y tienen presente que todos somos españoles,
todos hermanos, y llue todos formamos este cuerpo glo-
rioso que nunca debió dividirse, y por tanto es justo y
dehido tlespreeiar las locuras de l fanatismo insensato de
linos, y las miras de cn gr andeci nricu t o, de ambicion,
ee avaricia, y tlc otras pasiones innobles que dominan y
a rr-as t r-an á los mas; bajo el mentido velo de patriotismo.


Este pensamiento de vida y sa Ivac io n para la patria,
ha de hacer nna sensacion profunda y en estremo agra-
dable á la ~ran familia española, visto el estado en r¡ll~
nos hallamos, y los tlcs¡>ngaiios amargo~ (I'"> nos traje •.
ron nuestros es trav íos,




371
El clamor genera I de todo el que merezca llamarse


español pide un término para tantos males; suspira por
la tabla que nos salve de esta horrenda borrasca, y pide
sin rodeos un avcnimiento, y una juiciosa transaccion
entre los gl"andes partidos l iberal y realista flue dividen
hoy la n acion;


El punto de contacto mas justo y racional, lo halla-
remos bajo las si"uienlcs bases r artículos.


Primera base.


El gobierno será representativo, por ser el mas aná-
logo á nuestras leyes fundamentales antiguas y veneran-
das, á los usos y costumbres de nuestros gloriosos pa-
dres, y porque los adelantos de la sociedad y las luces
del siglo lo exigen con imperiosa necesidad.


Segunda.


El deseo de la nación española y la justicia de los
tratados, piden el reconocimiento de todas las deudas
contra idas en SU nombre, y asi se reconocerán de un
modo franco y espl ícito,


Tercera.


Siendo ya reconocido por todos los '}wmbres de jui-
cio y medianamente ilustrados el principio indisputable
que los reinos no son patrimonio de ningun particular,
sino que el soberano autor de las sociedades les dió el
derecho de organizarse y regirse cada una con el go-
bierno que mas le convenga: en su virtud se elegirá para
gefe del estado aquella persona de la familia real de Es-
paña que ofrezca mas garantías al nuevo orden de cosas,
y cuyas ideas simpaticen mas con las exigencias de las
sociedades pl"eSen les.


Sobre estas bases se conciliarán los intereses de to-
dos los españoles ar re gladns á los ar t ír-ulos siguientes:




:)í2
J.O Ningun español será molestado por su opinion


política.
,.,0 Todo español gozará de libertad .le conciencia,


porque es injusto que la sociedad civil emplee la fuerza
para obligar á creer, cuando el Eterno hacedor le deja
en entera libertad.


3,0 Todos los españoles son iguales ante la ley.
4.0 Todas las provincias del reino se regirán por


unas mismas leyes.
5.0 Todas las provincias con tribuu-áu en sus debi-


das proporciones para sostener las cargas del Estado.
6,0 Los oficia les de ambos ejércitos quedarán suje-


tos á una prudente clasificacicn, conservando cada uno
el puesto y grado que merezca por su earr-era y por los
ronocimien tos del ar-te, quedando escluidos de esta no-
ble clase cuantos por S11 rudeza, ignol'ancia, ú otra cau-
sa, deslustren el honor ,)ue siempre se merecieron las
armas es paño las,


7'° Los generales Esparh'ro y Maroto, como gefes
super-ior-es, comunical'án sus óI'deurs á los subalternos
ron las prevenciones y medidas oportunas y conducen-
tes pal'a el intento, castigando con mano Iue e te á quien
pretenrla embar-azar- y entorpecer la Ilaz y felicidad de
la madre patr-ia,


Comandancia de armas de Orduña.-Excmo. S,'.-
por el correo '~e ayer recibió n. Gerónimo de Villalba,
cura pár-r oeo de esta ciudad, el anónimo que á Y. E, re-
mito con bastante dolor de mi corazon, 1'01' su co nt en i-
110: dicho cura me lo entl'eg6 con todo sigilo, y yo lo
remito á V. E. para su gobierno, con un cabo de 1'0/1-
fianlla de este fuer-ter no he dado lugal' á 'lue se esticnda
y he procurado averigua)' si ha hia n venido lilas; y he
sahido vino otro á fray Fe l i x de Se~o\'ia, que sirve uno
!le estos be neficios, y hab iéndole hecho cargo sohre ,li-
dIO anó n irno y 'l'u' ha hecho de él, me ha dicho, [IUI'
.ldanle dpl ad m in i sj.r-ador- de esta estafeta le ahr io, y




373
cuaudo vió el contenido, se lo volvió lÍ dicho adm in is -
trador pan que lo dirigie~e al gobierno; y que en eIec-,
jo lo ha diri¡;ido. He encargado el sigilo de este ne-
~oci().


La sabia penetracion de V. E. sabrá las medidas que
ha de tomar en esta materia, advirtiendo á V. E. que
Jos dos anónimos son introducidos en la estafela de Du-
rango, porque su sello lo ha manifestadoo-e-Dios guarde
á V. E. muchos aiios.-Orduila y febrero 7 de .839'-
Excmo. Sl·.-Manuel dc Eguill1z.-Excmo. Sr. general
gefe del E. M. G. del ejército real.


AVISO.


Pueblos, entre vosotros se siente la mano impía y
revolucionaria 'lile sirve de instrumenlo á todas las ló-
¡:;ias del rnu ndo. ella 1.'5 la '[Ile lleva por todas partes la
tea incendiaria y la fatal manzana de la d iscor-d ia- elJa
es la que amorligua el fuego sagrado 'lue el espíritu re-'
ligioso encendió en vuestros corazones: ella la que de-
tie ne á nuestro denodado ejército para que no deshaga
las infor-mes masas del aleísmo: ella contiene el brio del
so ldado, sofoca su' entusiasmo, le descamina y le induce
á cometer el mas hor-rendo atentado.


Pueblos, de ntro de vosotros está el mal, yen vUes-
tro mismo seno Se ahr iga y fomenta el crue l enemigo
que os come las entrañas, y que con barbaridad inau-
dita sel"'epara á daros un ;;01 pe de mano que os hunda
en un abismo espantoso de miserias.


Provincianos-. en ninguna época hicisteis mas gran-
des sacrificios; nunca se vieron tan las virtudes en este
suelo clásico del valor y la lealtad: nunca fuisteis tan
admirables y heróicos, y en ningun tiempo rnereciste¡s
tanta gloria. Sois la admir-ación y el asombro del mun-
do. Abrid los ojos y ved esa mano vil y traidora que in-
tenta arrebataros el mas precioso tesoro, dejando sin pre-
mio vues t ras virtudes, y condenaudo á un eter-no olvido
vuestras hazañas portentosas. Notad los sucesos, Illirad-




374
los bien, y ellos os d iráu donde están los enemigos. A
la vista teneis un ejército de treinta mil valientes, ves-
tido y pagado como jamás lo estuvo, animado de un en-
tusiasmo que raya en frenesí, y que suhió al punrornas
alto con los acontecimientos de Aragon y Castilla, y con
los dias memorables de Morella, l\1aella, y el Quinta-
nar: notad bien su bravura y arrojo en contraste con el
abatimiento y terror de los cristinos, y vereis la coyun-
tura mas oportuna que jamás la suerte ofreció á ningun
general del mundo para dar un golpe á sus enemigos y
vencer-los, tQuién, pues, ha despr-eciado estos momentos?
¿Quién dejó pasar esta ocasion que se nos v ino á las rna-
nos y con que nos brindó la providencia? .... l\1aroto y
su estado mayor; y' obraron asl , porque no les es permi-
tido traspasar las órdenes y mandatos que recibieron de
las lógias, aunque en el entretanto se pierda el rey, la
patria y la religion.


El militar, el que no es militar, y cuantos tengan
ojos en la cara y no estén privados de sentido comun,
ven y palpan esta verdad. En el estado mayor es donde
ha fijado su asiento la mano revo luc ionaria que labra
nuestra desgracia. Al/i se fraguan las persecuciones
crueles contra los realistas mas puros. Allí es donde se
ordenan los movimientos del ejército aiern pre hácia los
puntos contra-indicados. De aquel foco traidor salen
las voces de t ra nsaccio n, los clamores de a larrna que os
asustan, y ese desaliento mortal que inteutan cundir en
el soldado y en el paisano, persuadiéndoles que uo hay
fuerzas para salir del apuro en que nos hallamos. Cesen
en sus manejos tenebrosos los pérfidos traidores, y lue-
go veremos el triunfo del órden y de la virtud.


El general Gnrcín cuando obra por sí y sin la direc-
eion inmediata de Maroto y los suyos, desbarata una
columna de crist i nos baciéndoles de baja mil doscientos
hombres. Tan solo el tercer batallon de Alava humilla
hasta el profundo la altivéz insensata del infame Espar-.
tero, dejándole fuera de combate mas de ochocientos
hombres. El cura Yerro en poco tie mpo ha hecho mas




375
pr-isioneros que soldados cuenta en la partida. Castor se
ha cubier-to de gloria deshaciendo los planes gigantescos
de Jos revolucionarios Castañeda y OdonelJ, con pérdida
inmensa de los viles ·sectarios de la impiedad.


Tan cier-to es, que nuestros soldados siempre que
fueron conducidos al campo de batalla por la i n te ligen «
cia, por el valor y la buena fl', triunfarnn de sus cobar-
des enemigos. Solo á el general Maro to le es d.ado lle-
varlos al combate con la fea mira de infamados de he-
cho y por escrito. Cobar-de...... el suceso de Sesma lo
presentará eternamente á los ojos de todo militar como
un hombre torpísimo en el arte, cuando no lo ofrezca.
como un vil traidor dominado de sentimientos ruines y
bajos, y de ideas muy indignas de un hombre que se pre-
cia de caballero. Pueblos. no olvideis un solo instante
que los revolucionarios tienen la costumbre de a.lhagar á
los que quieren per-der: que adulan y descaminan la mul-
ti tud para sacrificarla despucs á sus mir-as de ambicion
y engran(lecimiento.


No ha ya otro clamor ni otro grito, que religion y
rey: esta es la senda marcada por el mas sagrado deber,
y la que os conduce á la paz sólida y verdadera. Poned
desde hoy un caos inmenso y eter-no entre vosotros y los
infames masones, sean mode eados Ó exaltados, sean del
justo medio ó pas te leros,


E. M. G.=He recibido el papel que V. me dirige con
su oficio de ayer, y no estraño su contenido, cuando sé
lo que procuran los enemigos del orden y felicidad de
estas provincl as, quedá ndorue la satisfacc ion de que los
pueblos y el ejército en tero conocen sus autores, asi co-
mo la marcha que justifica mi decision é interés por el
triunfo de la justa causa que defendernos. Dios guarde
á V. muchos años. Durango 8 de febrero de 183g.=Ra-
fael .\laroto.=Señor comandante de armas de Ordulla.




376
Excmo Señor general gefe de E.M. G. del ejército•.;."


Arroyabe lO de febrero de 183 g.-Mi venerado general:
por el correo úllimo recibió el capellan de la P. M. Don
Narciso Mazaur-i el adjunto anónimo, el que al momento
fue puesto en mis manos por dicho señor, que es un su-
geto que me inspira la mayor confianza. He andado ave-
riguando por si ha llegado :i1gun otro papelucho de tal
naturaleza á este cuartel general, y si bien puedo enga-
ñarme, me persuado que no se baya recibido.


El honor de V. lo veo atacado en d, y es de mi de-
ber pasado á las manos de V. y ojalá pudiera hacerlo
con cuantos quizá sus enemigos hayan esparcido por de-
nigrarle y echarle del puesto que tan dignamente ocupa.


Rivero ha vuelto á Victoria con cuatro compañías
de granaderos de la guardia real, y se asegura que la
columna de Varea vá á ser disuelta, destinando las dos
compañias de preferencia á la artilleria y guías de Es-
partel'o, diseminando la demas gente en diferentes cuer-
pos del ejército; no preveo miras hóstiles á pesar de
'Iue se dice debe llegar; hoy otro batallon á dicha ciudad,
que si barruntase intentaba el enemigo desa lojarme de
Jos puntos que ocupo con las fuerzas de mi mando, la
comunicacion seria rápida.


Ayer entraron de la parte de Castilla doscientos pri-
sioneros nuestros, y suplico á V. venza cua n tn antes to-
dos mis reparos, para que se cumplan los deseos de tan-
tos infelices que gimen en prisiones.


Soy de V. con toda co nsidcracion y respeto, subor-
dinado y affmo. amigo Q. B. S. M.=Juaquin Julian
Alzaá.


PROYECTO DE TRAN5ACION


ENTRE LOS PAlI.TlDOS LIBERAL y REALISTA.


La España presenta hoy al mundo entero un cuadro
sombrío v en estremo horroso: sus hijos se despedazan
y devora~ con toda la lienza y crueldad de un tígre: re-




377
nuevan con atlmiracion y espanto las escenas sangrien-
tas y bárbar-as de los tiempos de ignorancia y fanatis-
mo, y la car necería inhumana de las naciones mas ru-
das y sa lvages,


Se ahogan en esta mal aventurada Nacion todos los
principios de vida: se desquician los fundamentos del or-
den social: la sangre se der-rama á tor-rentes y de un modo
ináudito, y ar-rastr-ada COIl violencia, camina bácia una
entera disolucíon, y desapar-ece del número de las naciones.


Los estra nge ro s nos ven, y unos nos miran á sJngl'c
fria, y otros con inhumanidad desapiuda se complacen
en nues t r as desdichas, otros se burlande nosotros, mu-
chos atizan la discordia, nadie nos ayuda de buena fé, y
los que mas amigos se muestran, se l i mit a n á regalarnos
sus est ériles simpatías. Esta si tuacion triste y dcsespe r-ada
ha despertado la atencion de españoles puros y lI,enero-
sos, que llevados del amor santo de la patria, y movidos
por el instinto de su propia conservacion, solo Se acuer-
dan y tienen presente, que todos somos españoles, todos
hermanos, y que todos formamos este cuerpo glol'Íoso
que 'nunca debió dividirse; y por tanto es justo y debido
despreciar las locuras del fanatismo insensato de unos, y
las mir-as de engrandecimiento, de amhicion de avar-icia,
y de o t r as pasiones innobles que dominan y arrastran á
los mas bajo el mentido velo de patriotismo.


Este pensamiento de vida y salvacíon para la patria,
ha de hacer una scnsacion profunda y en es tremo agra-
dable á la g¡'all íami lia española, visto el estado en que
nos hallamos, y los desengaños amargos que nos traje-
ron nuestros estrav íos,


El clamor general de todo el que merezca llamarse
español, pide un término para tantos males: suspira 1101'
la tabla Ilue uos salve de esta bon'cnda borrasca, y pide
sin rodeos un avenimiento y una juiciosa transaccion en-
t re los grandes partidos liberal y realista que dividen
hoy la Nacion.


El punto de contracto mas justo y racionallo halla.
remos bajo las siguientes bases y artículos.




378
Primera base,


El gobierno será representativo, por ser el mas aná.
10\;0 á nuestras Ieyes fu ndament.al es autiguas y veneran-
das, á los usos y costumbce s de nuestros \I,\O\'10S0S "adres,
'f \,O\',\u<'. los adelantos de la sociedad 'i las luces del s\-
glo lo exigen con imperiosa necesidad.


Segunda base.


El deseo de la Nacion española á la justicia de los
tratados, piden el reconocimiento de todas las deudas
cont.raidas en. su nombre, y asi se. recouoceráu de un
modo fr-anco y espl íci to,


Tercera base.


Siendo ya reconocido por todos los hombres de jui-
cio y medianamente ilustrados, el principio indisputa-
ble que los reinos no son patr-imon io de n ingun particu-
lar, sino que el soberano autor de las sociedades les dió
el derecho de organizarse y regirse cada uno con el go-
bierno que mas le convenga: en su vista se elegirá para
gefe del Estado aquella persona de la familia real de
España que ofr-ezca mas ¡(aran uas al nuevo orden de


cosas, y cuyas ideas simpatizeu mas con las exigencias
de las sociedades presentes.


Sobre estas bases se conciliarán los intereses de todos
los españoles, arreglados á los artículos siguientes.


1.° Ningun español será molestado por su opi niou
política.


:l. o Todo español gozará de libertad de conciencia,
porque es injusto que la sociedad civil emplee la fuerza
para obligal' á creer, cuando el Eterno hacedor le deja
eu entera libertad.


3.° Todos los españoles SOI1 iguales ante la ley.
4.0 Todas las provincias del reino se regirán pOI'


unas mismas leyes.




3í9
5.0 Todas las provincias contribuirán en sus debi-


das proporciones para sostener las cargas del Estado.
6.0 Los oficiales de am bos ejércitos quedarán sujetos


á una prudente clasificación, conservando cado¡ :lJno el
puesto y grado que merezca POI" su carácter y por los
conocimientos del alote, quedando escluidos de esta no-
ble clase cuantos.por su rudeza, ignorancia, ü otra cau>
sa desluatren el honor que siemp re se merecieron las al'.
mas españolas.


7' o Los generales Espartero y l\1aroto, como gefes
superiores,comunicarán sus úrdent's á los suba l ter-nos con
las prevenciones y medidas opor tunas y conducentes pa ...
ra el intento, castigando con m ano fuerte á qui,en pre-
tenda embarazar y entorpecer la paz'y Ielicidad de la
madre patda.


Estella y febr-ero 11 de 18 39.=Mi muy estimado y
venerado general: el general García hizo ver ayer que
habia recibido pOI' el correo un papel anónimo, y en se-
guida se marchó á Cirauqui y Ma ile ru, y S" dice flue pa-
sará hasta Belascoain: yo creo que este viage ha sido con
solo la idea inferna l > de publicar' dicho escrito, del cual
me han dado la adjunta copia, remitida á Cirauqui, y
yo la paso á V. o,'igiual, para '\"" enterado de su con-
tenido pueda acordar Jo que r-st i me mas oportuno. lVJe
han informado que en el pueblolillimo citado, le visitó
el ayuntamiento, y entre otr-as cosas dijo e I general
García, que Mar-oto es un" republicano y que estamos
IllUY mal. Yo creo que estos son inventos de la malicia
mas enconada y de la mas estúpida i;;norancia. Estos in-
fe rn a les medios pusieron á los .desgraciados Elío y Za-
riáte¡;ui en el t r is te estado en que todavia gimen, y de los
mismos quier-en valer-se para pr-ivar al rey nuestro Señor
de los mejores dcfenso res de su jus t a causa, Este escri to,
parto de la sirnulacion y engaito, prneba de un modo po-
sitivo que no se quiere que el mejor de los n'yes suba
al trono, que el ciclo le designó, y que su paternal co-




380
razon se complaeca en mandar pacíficamente sobre sus
pueblos, terminados ya los d ias de hor-ror y amnr-gui-a
que tanto aUi;;en á los españoles. ¡Oh Dios y Señor mio!
i Cuánto "se contrista mi alma con estas r-elh-xiones!: De-
be V. cree", D. Rafael, que solo el amorque profeso á
S. M. y el hallarme tan íntimamente adherido á su
legítima y justa causa, me conserva en este pai s, y no"
me permite sepal'arme de los pr inci pioe que profeso.
¿Cómo es posible que COIl esta canalla vil haya nadie
libre de que le levanten una calumniosa impostura, pa-
ra oscurecerTa mejor r-eputacion P Ni aun la vir-tud mas
acendrada estáexenta deuna atrocidad igual, y de tales
gentes todo puede temerse, porque hasta comprar asesi-
nos lo haya n lid too


Es de V. con la mas alta coneider-acion un verdade-
ro súbdito del rey, que á nadie cede en lealtad, pureza
de intenciones, y rectitud de deseos, y B. S. M. -BIas
María Rayo.


Cirauqui 1 ¡ de febrero de 1 83!J .= R eservadísímo.=
Mi apreciable amigo y gefe: si Dios no 10 remedia,


se prepara una infernal trama, peal' que la que se puso
en práctica contra Elío y Zariátegui. Ayer se presentó
aqui 'el genel'al Garcia, y á todos, uno pOI' UIlO, IlOS fue
enseñando Un papel que dijo ser anónimo, 'Iue ayer mis-
mo recibió por el correo; el sello es de Durango; prin-
cipia con el título de transaccion en tre liberales y
realistas: pero mas parece un fragmento de la constitu-
cion; sus artículos son:


1.° El gobieI'no de España será representativo y
arreglado á los usos y costumbres del pa is,


2." Se reconocerán todas las deudas est r-a nger-as,
3. 0 El rey se elegid entre una de las personas rea-


Ies de España, y la que prometa mayores ventajas á las
nuevas instituciones.


/¡. o A ningun español se podrá molestal' por su an-
terior op inion,




381'
5. o Todos serán iguales ante la ley.
6. e Habrá Iiber tad de conciencia.
j.o (Y el mejor ) Se nombr-ar-á una junta para clasi-


ficar los oficiales de ambos ejércitos, quedando desde
luego separados los ignorantes: ademas otros que no me
acuerdo, y sí del último que dice asi: Los generales Es-
partero y Maroto harán cumplir y respetar á sus res-
pectivos súbd it os cuanto se previene.


Añade S. E. r¡ue él puede se ñ a la r con el dedo Jos
que de entre nosotros están metidos en el ajo. Amigo
mio, esto tiene mas veneno que lo que se piensa, y pal-
pa blemcnte se ve quieren ponernos en una confusion
atroz; vuelvo á decir Dios lo remedie. Estos hombres
apuran toda la intI'iga para perdernos y salir adelante
con sus m i ras siniestras.


S. E. y Carmona van hoy á Belascoa in, por lo que
no voy á esa, aunque tengo vivos deseos de habla¡' COIl
V., podr-ía venirse mañana á pasear á medio camino.


Un cura pariente de S. E., era de opinion anoche
se diese por orden á los batallones el infame y escan-
daloso folleto.


Queda siempre suyo affrno.=Javier Quinteiro.


Excmo. SeilOl'.-JIabielHlo t enirlo noticia que el co-
mandante general de este re i no D. Fr-ancisco García tra-
ta de en union del Lri¡;adier D. Teodoro Carmona, de
11l'OmOVe¡' en el ej"rcito de su mando una sed icion, que
si por desgracia tuviese efecto ar-ras tra r ia consecuencias
muy fatales á la causa del rey nuestro seJ1or;y estimu-
lado de los mas nobles deseos por la prosper-idad y p.'on-
to tr-iun ío de la justa causa; el .houor militar y el me «
jor servicio del rey nuestro señor, me imponen el sa-
grado deber de poner en noticia de V. E. los med ios de
C\ue quieren valerse para realizarlo, y el motivo .de ,ha-
berlo yo sahido,


El d ia trece dcl cor-r ien te pasé á la villa de Ma ñcru,
en diligencias del servicio¡ en ella se hallaba D. Fran-




382
cisco Larrode, coronel comandante del segundo ha la-
llon navarro, quien horrori7.ado me hi:l.O reladon de que
el general Garda habia es lado en aquella villa el dia an-
terior, con intenciones muy rna las, pues suponiendo ha-
ber recibido del ministerio de la Guer-ra dos cartas en
que le decian que V. E. está en relaciones con el rebel-
de Espar-tero, y que:trata de una transaccion; f¡Ue V. E.
quiere hacer un exámen á todos los oficiales navarros,
y deja.' en clase de soldados á los 'lue no sepan sus obli-
gaciones rcspect ivas, Queria este genera I que por me-
dio de una orden su va selevesen al frente de los batallo-
nes. E\ brigauler C~rmon~ aconsejaba al indicado gene-
ral Garda debia ponerse al frente de los batallones y
arengarles, pues indudablemente le habian de victorear
y proclamar gefe de R. J\1. G.


Lar rode en este relato me manifestó que los segundos
comandantes de l dozavo batallon, Azpiazu y Valencia,
le habian comunicado esto mismo en el concepto de
oponel'se á la ejecucion, pues que conocian las siniestra!
ideas del general García y Carmona, y las fatales conse-
cuencias que produc ir ía tan hor-ror-osa sedición: por lo
que sobre este pa r t icul a r podrán informar á V. E. con
mas cstension los citados gefes Lar rode, Azpiazu y Va-
lencia, si V. E. lo tuviese por conveniente.


No solo en el ejército puede lener lugar la sedicion,
sino que tambien puede pI'opagarse á las dernas clases
del Estado, y no ser ia muy est ro ño, pues que en ]a co-
munidad de san Fr-anr isco ele Estel)a hubo grande albo-
roto, del que parece haber resultado algunas heridas por
una disputa acalor-ad a en que unos elogiaban al g€neral
García, y otros á V. E., al parece,' efecto de que el
señor García fl'ecuentaba muchoel convento para pasear,
y habia indispuesto los ánimos, porque el padre guar-
dian á sus resultas le prohibió fuese al espresado con-
vento.


Excmo. Señor, ya que tomo la pluma para noticiar
á V. E. unos hechos que horror iza pensar, no quiero de-
jar en silencio algunas cosas que me constan, y otras




383
que he oido, y considero esencial las sepa V. E. para los
efectos que pueda tener lugar.


En la comision mi l itar de este reino ( de que soy fis-
cal) se han formado var-ias causas de gr,avedad que el
ll;eneral García ha mandado sobreseér, dejando impune
los delitos, cuya prueba no era oscura, y entre las varias
de este caso, pues todas no las tengo presentes, y solo
puedo sei'íalar U11a seguida contra San ros Iriarte y con-
sortes del tercer bat a l Ion JJ3V3ITO, por el delito de robo.
ot ra contra Fermin Anza 1'01' el de heridas: otra co n t r a
el comisario de guerra D, Lorenzo Santa Cruz por el de
estafas en la medida de raciones de vino: o t ra contra un
subteniente por una ruue r te,


Es público y notorio que el general García por una
arbitrariedad, cobra un impuesto á cada car¡!;a de vino,
que le produce mil duros mensuales segun cálculo.


Tamhien he oido á varias personas que el espresado
general ha ¡!;uardado para sí algunas presas hechas al
enemigo, entre ellas doce cnrgas de quincalla y cacao,
que ha tenido en un pueblo del valle de Allin llamado
Ganuza, y se las custodiaba un teniente coronel que es
de Muniain, y conocido por el vulgo (el capitan de los
sastres). Es cuanto en obsequio de la justa causa mani-
fiesta á V. E. el fiel vasallo del rey nuestro señor que
suscr-ibe, Dios guarde á V. E. muchos a ños, Echevarri
15 de febrero de ,83g.=Excmo. Señor.eeSchastian Gar-
n ica,


Excmo. señor genenl en ¡!;efe del E. M. G. del eJer-
cito l'eal.=Gobil'rno militar de Santa Bárbar-a de :'IJa-
ñeru.=Excmo. Sr.=Segun relacion que se lile hizo la
tarde del dia dI' ayer por el segundo comandante de in-
fantería a¡!;l'Cgado á la plana mayor de este re ino D. A ll-
tonío Sagués, aparece, que la mañ an a del d ia once del
corriente habiéndoae presentado el Excmo. Señor co-
mandante genel'al del mismo D. Francisco Garda, acom-
pañado de su ,~egllndo n. Teodoro Carmo na y otras va-




38,1 ,.
rias personas en el fuerte de Belascoain, mandó el pri-
mero convocar asi al ~ohernador de dicho fuerte Don
Bartolomé Berradr-e, como al coronel del décimo hala-
llon del mis"l0 reino D. Epi Ian io Solo, yen seguida en
que lo hicieron se les leyó por el referido Excmo. Señor
un anónimo con varios artículos, el cual intentaba ha-
cerlo igualmente á la tropa; pero en atencion á oponer-
se el citado Soto no lo ver-ificaron COTl esta, diciéndole
al mismo tiempo este último, 'Iue defendía tan solamente á
un Dios y á nuestro amado rey,. por cuyo motivo no Jaba
crédito á ningun papel que no tenia fecha ni firma.
Oidas que fueron estas es presiones por el mencionado
Excmo. Señor comandante general y vista la decision del
indicado coronel, montó á caballo y tomando el camino
para esta villa de l\1añeru, se presen tó en ella sobre las
tres de la tarde de dicho d ia, y al tiempo de pasar sin
detencion alguna para la de Cir-auqui, encontró algunos
soldados del segundo batallon que se halla acantonado
en las calles de esta mencionada villa, los que no hicie-
ron mas demostracion que el saludo, y aun que sin duda
crevó lo hubiesen v icto rcado: vista la frialdad de la tro-
pa,' picó espuelas á .'U caballo y pasó adelante como an-
teriormente llevo dicho.


A pesar de las diligencias que he practicado pal'a ha-
cerme con copia del refe rido anónimo, no lo he podido
eonsegu i r hasta ahrn-a , solo sí el adjunto papel que re-
mi to á V. E., el cual me lo entregó el indicado coman-
dante Sagués, alusivo al contenido de "arios articulos
del mismo. Este se halla hien enterado de las conver-sa-
ciones que tienen entre ellos, y de las disputas que ha
tenido con algunas personas de la referida plana mayor,
pOI' cuyo motivo podrá informarle á V. E. en caso ne-
cesario, como igualmente el gefe de E. \\J. inter-ino Don
.Iav ier Quillteiro acerca de dicho anónimo, que le fue
leido en la referida villa de Cirauqui,


V. E. puede descuidar de lo que pueda OCUlTiJ' por
este punto de san t a Bárhar-a, máxime teniendo á mi dis-
posicion el indicado segundo hatallon con su coronel á




385
la cabeza D. Francisco LarroJe, en el cual tengo entera
confia nza,


Todo lo cual pongo en conocimiento de V. E. para
IIU inteligencia y gobiel'no.-Dios guarde á V. E. muchos
años.=San t.a Bá ebera de Mañeru 15 de febrero de 1839'
-- Excmo. Scñol'.- Saturnino Pascual. = Excmo. Señor
general gefe de E. M. G. del ejército,


T'ransacci"n entre liberales y carlistas.


El general Mal'olo y Espartero serán los que arre-
glarán los asuntos de la Nacio n,


Que no se vener-aré culto Divino.
Que d rey ha de ser de sangre real) pero el que eli-


;a el p'lcLlo.
El ten iente el Cid ha marchado ayer 13 al cuartel


s-eaI, y supongo que será cou el papel referido. Esto me
10 mauiliestael segundo comandante de infanteria agre-
gado á la plana mayor de elite reino D. Autonio Sagués,
-Pa·scua!.


Excmo Seil:or: No puedo menos JI' dar parte ft V. E.
de Jo 'l"e pasa, muy ade lantado, á hacer parecer en el
,,¡él'cito una gran revolucion¡ ayel' por la mallana recibí
un a orden del comandante gellet'al Ga"cía para que in-
mediatamente me viese con él, pol'fiue me tenia que co-
munica)', y me vine con la misma ordenanza á esta mis-
ma ciudad, y me presen té en su casa corno á las cinco
y media de la tarde, y me llevó á la ha bi tac i on de la sa-
la, cerró las puertas y me dijo que iba á enseñarme
UIIOS papeles en que ve ria que V. E. y otros 'lne estaban
en t re nosot ros, tenian inteligencia con el enemigo, Y'lne
trat a han de ve nd ernos ; los sacó del holsillo de la aarna r-
ra y me Jos leyó, y era uno una pr-oclama contra V. E.
y el 011'0 un convenio de transacciou con varias artícu-
los muy delincuentes; despues que los habia leido, me
dijo: qué me parecia aque llo, Y le contesté: que no creia


:15




386
una cosa asió y me respondió no lo dudase, que en el
real estaban ya aprehendidas las co r respoudencias¡ y que
el rey las tenia; y diciéndole yo que po.' que no mandaba
lo que convenia hacer, me dijo: ([ue era preciso andar
en el asunto con mucho cuidado, pOl'que estaban met.i«
dos en esto pájaros Illuy gordos, y que hasta que no se
estuviese seguros de los hatal lones, nada se podía hacer¡
y que ya contaban con seis de Navar-ra, y creia podria
contar tambien con mi fucraa , y le dige: lJue yo serv ia
al rey, y que pOI' él perder-ía mi vida; 1'1'1'0 que no me
metia en ninguna cosa que no lo mandase el rey pOI' el
camino que debia de ser: entonces me respoudió, no se-
rás tú mas neto que somos nosotros, y me sacó una car-
ta de Uriz , que me leyó, en la lJue le dccia que estalla
ya todo dispuesto, que Ibañez y Sauz , del ministerio de
la Guer-r-a, ha bian trabajado todo, y que Sanz había es-
tado en Arribas dos d ias con su hermano el general y
dos escribientes, que sin para!' lo habian puesto todo a r-s
reglado, y que le mandaba la lista de todas las penonas
que era menester poner asegurados, para ,¡ue no los 1'1'1'-
diese de vista y supiese en los pueblos en que v iv ia n, y
que otra igual le habia mandado al gene,'al Guergué; y
que esperaba le contestase, porque tenia que volver-se á
Ar-r-ibas á comunicar lo que le babia dicho y estarse alJi
un par de días pa"a 'lue si Maro to saLia ha hia estado
en Salinas, no sospechase tanto ni se lia b lase de su v ia-
ge á este pueblo. García di jo que tenian al rey á su fa-
VOl', y el ministro Arias har ia lo 'lile ellos quisiesen,
porque mandaba en el obispo de Lean y este en el rey:
que les convenía estuv ics» allí Sanz, pOI'que si habia al-
gunos batallones á favor de Ma ro to, se cn carg aria dul
mando de los provincianos y nada m a lo sncede r ia estnn-
do Guergué, con quien Gal'cía lo arreglaria tudo, y Car-
mona mandaria la primera d iv ision de Navarra; de 1110-
do 'lue en dos dias no habria quien se o pus iese, pOl'ljue
todas las pel'sonas que v er i a en dicha l ist.a no pasahan
de noventa y siete, y era mcucs tcr fus i la r muchos si la
causa del ny y la de ellos haliia de i r adelante: que




387
Ul'Íz tenia instrucciones de donde estaha el dinero y el
pailo y lienzo para vestir los voluntarios, y si esta cana-
lla conseguia sus planes, nos...... (usa una espresion in-
decente) por cuyo motivo esperaba le dijese si podia
contar con él y con la fuerza que mandaba' que si le
decia que si, le hada subí.' á Echauri y qucdaria encar-
~ado de aquel punto, llUes Maroto se hahia movido de
Durango, y acaso veu.l ria por allí, siendo preciso no
deJarle pasar' ni pe.'de.' la ocas ion: que ellos t ratarian de
ine á Fraucia, y un cue.'po tenia ya la orden de lo que
debía hacer y se ..... (se hace uso de la misma espr-esio n
su primida ] donde 110 lo esperasen: que el deponente ma-s
klifest6 'lue 110 entvaba en semejantes planes, porque tal
cnsa 110 le cou ve n ia al I'rY, y el enemigo era el que iba
á aleg,'arse de esto: entonces le respondió que no fuera
tonto, que si creia (Iue los del gobienlO en el real, él,
Guel'!\"ué, Ca rruona, Sanz, Uriz, el cura de AlIequi, Don
Juan Echev ar-r ia, D. Ramon Allo, y muchos de los que
gual'dahan al re y, no lo hahian pensado bien, y que cuan-
do estos estaban corr-ientes debi a ya prestarse como
Ot"05 gdes lo habian hecho pal'a se~l1ir lo que convenia.
que Uriz estaba aguardando la conteslacion de todo pa-
ra m a r-chn r á fin de dársela á Sanz, y este á su hel'ma-
n o y á Ihañr-z; los cuales la cornuu ica ria n en el rea l, Le
!lijo t a mb ien, que ni Vi ll arcal, ni Latorre hahiau de
'¡lIl"lar, 1'00"1'le e ran tan majos COlllU El ío y Zariáte¡!;ui,
\' 'lile todos yel iu l'an te querían trausaccion ; mas la ha-
hi:lI1 de tener á Iusi l azos antes de pocos d ias: que mirase
Jo 'I"e hacia, si no qucria perderse, y entonces le ense «
ji,; u u p ape l en 'lile citaba la pos iciun f¡Ue debian tomar
Ios halallones con 'lile contaba; 'lue ('U esta ocasiou en-
11'" Ca ruiouu y le dijo Gal'cía: Ha'lui tienes este borrico
qlll' rt'l'u~na hacer lo que le di~o;" y cutouccs Ca rruo n a
1e 1'<'I'''SO, pllt'S le 1"'l'del'ás, pOI''1"e no hay nras I't'llIedi,)
'1"1' ellos ó JlosfllrosJ y en cuanto marche Uriz y hahle
I:OIl S:llIZ, damos la voz, ajo; y no ha de quedar uno
vivo ,k los del justo medio, ponl"e no hemos .le 01)('-
,l,'re!' en ocho dias ni aun al 1"'Y. Entonces el espoucute




385
les manifestó que él tenia que hablar con su fuerza, que
lo haria y responderia lo que hubiese. Le indicaron (lue
lo hiciese y les mandase la contestacion á los dos dias,
Esto es, mi general, lo que pasa, y V. E. puede contar
con esta fuersa para todo lo 'lue crea conviene al rey, y
á nosotros, y á la causa; pOl'que estamos perdidos si Dios
JIO corta esto y ayuda á V. E. pHa acertar lo que con-
venga; y en estos dias ha rt'cogido García mucho dine-,
ro, y á mi se me ha preven ido dejase pasar por aquel
punto las gentes de que ya en o t ra ocas ion le dí conoci-
miento. Dios guarde á V. E. muchos años, Aoiz y febre-
ro 14 de 184o.=Excmo Se ñorv-e-Cár los de Otamendi.ee
Excmo Señor general gel'e del E. M. G. del ejército
real.


lhcmo. Señor.-La última salida que el señor gene..
ral García hizo de esta ciudad pua Vidaurrcta, todos
presumimos era con fines siniestros y pel'judiciales á la
justa causa, y por consiguiente á V. E.: efectivamente no
nos equivocamos, pon]ue apenas llegó á Cirauqu i comen ..
zó con medios falaces á seducir á la tropa, que hubiera
cometido algun desacier to lamentable, si su digno coro-
nel D. Francisco Larrode y dernas oficiales no la hllhie-
ran imbuido de antemano en los principios del órJrn r
subnrd inac ion, Con este motivo, temiendo algunas ocur-
rencias desagradables, pasé á V. E. con fecha 1 ~ del
corriente un p3l'1~, en que le decia que el ¡;eneral Gal"-
cía hahia estado en Cirau'lui, que con corta diferencia
deeia lo siguiente:


Excmo. Señor.-Annque indigno de tomar la pluma
para esc r i b i r á V. E. particularmente cosas 'Iue POI" ne-
cesidad hall de se r desagrada hles, sin embarao el l'espe~
to y ve ue racion á mi rey y mi re lig ion, y á V. E. como
cous tit uido pOI' aque l¡ me impelen á haccrlo, con unos
motivos tan justos como V. E. verá.


J.legó ya el caso, EXCIlJO. Seño r, de que los cn~
migos de V. E., y por consiguiente del rey, se han




389
quitado el velo, y ya con carlas Ctn¡;iclas, ya con dicte-
rios qne solo un corazo n corrompido pod ia proferir,
fll'Ocurall quita,', si fuese posible, el g,'an conceplo que
V. E. lan [ust.amente ha merecido de todos los amantes
de l é rden, No se esconden ya en los rincones; envian
ya emisarios astutos que perviertan la tropa y la indis-
pongan con Ira V. E.: han conocido que este medio era
inúlil, pu~s aquella se llena de confianza al contemplar
que d,'sf'ues .Ie tan 1.05 generales ha llegado á tener á su
caheza '1110 que solo es dIgno de mandarla. El decir que
V. E. era el mayor de los cris t inos se acabó ya, pues á
nadie pudieron persuadir de semejante patraña: se con-
c1uyú tambien aquello de que V. E. es un Iadron , por-
que lejos de alraer á su parlido irritaron los ánimos.
De otros medios se valen, que cuan to son mas astutos
I'lIe,len hace,' mas daño. Ayer mismo se publicó una
carla con sello, segun dicen, de Durango, en que se da
1'01' positivo que V. E. ha convenido con Espar ter« sea-
mos todos linos; que se haga un rigoroso examen á to-
dos los gefes y oficiales del eiél'cilo, siendo espulsados de
aquel los que no fuesen hábiles; que V. E. se dice tam-
l,jeu ha conveuido con aquel gefe la Iiber tad de con-
ciencia ó de cu ltos, con otr-as cosas que por ridículas me
ahstengo de refer-ir,


Nunca hubiera dado es le 11aso si los males inca lcu-
la liles que ,le aq ui pueden or ig ina rse no me obligasen á
..110; los males di~o; los perjuicios á la justa causa y al
honor de V. E. me obl igan á hacerlo, perQ en manera
ninguna el t'spíritu de pulido, pues nunca he tenido
011'0 'lIJe el del ny y de la J'C\lgion. Por este motivo ha-
Irr á V. E. de d isj mular- á su mas reconocido y subord i-
nado súbdito Q. S. M. B.-El segundo comandante
a:;rrgado al segundo batallan de Navarra. - Ferrnin
Arbeloa.


Este parte , no fiandome de nadie, )0 mandé por mi
mismo as istente, con anuencia del coronel del segundo
hata llon , qu ien se lo entre~ó á V. E. en propias manos
segun la ónlcn 'lue llevaba, en 1'ol05a. Dice V. E. qu~




390
me est ienda, y no puedo menos a e aecir en l,onor de la
verdad, de la justicia y del órde n, que en los últimos
d ias que faltó V. E. lIe;;amo.!l á temblar y temer un al-
boroto que nos sumergiese en un abismo. Si V. E. no
hubiese llegado tan á tiempo á })oner remedio, y reme-
dio tan eficaz, qlle todos creemos cor-tará de ra iz todos
los males qlle nos amenaza han; remedio que ha dacio la
mayor complacencia á toda clase de paisanos y milita-
res, no siendo á una gavilla pequeña de ambiciosos que
con el nombre de rey y reli¡;ioll no IJaIl hecho o t ra cosa
que aniquilar el pais y atr-asar la causa 'Itle defendemos.
este eficaz remedio hará que V. E. sea cada vez mas ama-
do de los buenos, mas temido de los perversos, y será
tambien el tenor y el es pa n to de los liber-ales, no solo
de España sino de toda Euro pa, pel"O para 'Iue 1.. obra
sea completa, para que de una vez quedemos limpios de
toda la canalla, resta aun que hacer el esp"q;o de algll~
nos que son muy pel'jlldiciales á la justa causa: de esta
clase es el segundo comandante del segundo batallan de
Navarra D. Francisco Zalduendo, 'loe COIllO amigo ín t irnn
del general Carrnoua, estaba imbuido 1'11 kldas sus mir-as
de espü-i tu de purt ido, A la misma pertenece el coman-
dante de la compañ ía del b loqueo de Pamplona D. An-.
d rés Bruno; otro comandante tarnhien de part id a sobre
Pamplona llamado Miguelico; y 011'0 de la pa,'/ida so hre
Aoiz llamado Otamend i, pu,'s estos lJO h:Jn,u otra cesa
'lue sacrificar el pais, d isgus tar al paisano con sus es-
tracciones y multas arhitrarias, y hacerse ¡le dinero.


Todo lo que pongo en conocimiento de V. E. para
que tome la de termiuacion 'lue juzgue conve nieute.-c-
Arbcloa,


Ejército reaJ.=E!tado mayor genera1.=Es de tanta
I\ravedad y trascendencia el contenido de los documen-
tos que acompaño á V. S., que llaman imper iosamente
la necesidad de un prnced imie n to tan ejecutivo como pide
la co nservacion del órden, la disciplina y subord i nacion




391
que sostenga la justa causa que defendemos, asi corno
una informacicu judicial que patentice el origen y com-
plicidad de tan ho r r-enda t rarna, por cuyas consideracio-
IIt'S pr-evengn á V. S. que inmediatamente proceda á re-
cí b ir- las declaraciones que sean consiguientes para la
ilustracíon del público, en apoyo de cuantas providen-
cias me v iere obligado á seguir dictando, y que pondré en
conocimiento de la superioridad al hacer uso de mis fa-
cultades. Dios guarde á V. S. muchos años, Este l la ,8 de
feh/'cm ele 1 839.~nafael l\1aroto.~Sei¡or auditor gene-
ra l del ejérci ro,


En justo y debido cumplimiento á lo que el Esce..
lentísimo Señor gefe del E. M. G. se sirve prevenir en
su olicio de este d i a, á el que acompaña los documen-
tos 'tue cor-rerán unidos al mismo, procédase con la ce-
lel,idad (lue aquel exige, á instr-uir- la sumaria avel'iglla-
cion de lo qne aquellos contienen y hechos que se refie-
I'Cn, haciendo comparecer á esta habitae ion, que á el
erecto queJa seña lada para audiencia, á el Excmo. Señor
gobernado!' de esta lllaza y dcrnas personas que suscri-,
ben los csp resados papeles, para sus respectivos n'cono-
cimientos y ra t ificacion, Asi lo mandó el señor D. José
Manuel de Ari7.aga, m i n ist rc to¡;ado del real y supremo
co nsc]o de la gnel'l'a y au.l i to r genel'al del ejército; en
esta ciuelad <le Este lla á .líez y ocho tic fehrero tle mil
ochocientos t rc iu ta y nueve de que doy f".=Arizaga.=
Ante mi,=Casto Her-rero,


Dil/gencia de comparecencia y juramento del Erccmo;
Sr. D. Btas ]lIarla Ruyo.


En la referida ciudad de Estella á los nominados
,1ia, mes y ano y prév io el recado de atencion, compne-
ci6 ante su scñoria el Excmo. señor n. Blas Maria Ho-
yo, mar-iscal de campo de los reales ejércitos, y goberna-
d or de la plaza de esta ciudad, tle quien, y á presencia
ole! Excmo. señor general gcfc del E. M. G., segun pre-




392
vienen las reales ordenanzas, tom6 y recibió il~ramenlo,
conforme marcan las mismas, que hizo como se requie_
re y bajo de él ofreció decir verdad en cuanto se le iu-,
terrogare, y para que conste de diligencia pongo la pre-
senle que firma el dicho Excmo. SeñOI' gobeJ'IIado,', con
el Excmo. señor gefe del E. M. G. Y el señor and i tor-
~eneral, de que doi fé.-Marolo.-Arizaga.-Hlas María
Royo._Anle mi,-Caslo Herrero.


Deelaracion del Excmo. Sr. D. Bias María Royo.


Sin dilaeÍon y bajo el juramento que deja prestado,
inlerrogó su señnria á dicho Excmo señor gobernador, en
la forma siguiente. Preguntado: si la car-ta y pa pe l re-
servado que se le ponen de man ifiesto, y son los que
ohran á los folios quince, d-iez y seis y diez y siete, son
los mismos que di"igió al Excrno señor gefe de E. l'I1. G.;
si reconoce ser su firma la qlle ap,lI'ece al pie de a'jue-
Ha; y si se ratifica en el con t en ido de la misma, Dijo (lile
una y o tra fueron efectivamente remitidas pOI' el dcc la-,
ranle, al Excmo señor gefe del E. M. G.: que la íi.'ma
que apar-ece al final de la prirnera es de su puño y let ra;
y que se afirma en todo el contenido de la carta que se
le presenta; pOI'qne le consta la sal ida que v erificó di!
esla plaza el general D. Fra ne isco Garcia para 10.i pun-
tos que en su carta se ñ a lu, pOI' hn Iier-Io visto sa lj r des-
pues de dos meses lal'gos 'loe no lo hacia, y oyó con
toda seguridad que mar-chó en la di recciou refe rida, Que
lo demas 'lue manifiesta en su carta lo sabe, por,!ue se la
confió el coronel de iu Ia n teria D. JOafl,dn José Llo r-ens,
ag,'egado al estado mayor de esta p laz a, á euyo eonocí-
mienlo habi a l legado por oirlo en el ruisruo pueblo de
Ci rauqu¡ á d i fe.ren t.es personas de aquella vecindad.


Preguntado: si sa he , .-. ha o irlo 'lile el comandante ge-
n era l de este reino D. Francisco Garda provocase con
hechos, escri t os tÍ palabras algllll acto de sublevacion ó
desobed ie ncia á las a uto rid ade s co nst i tu idas en el man-
do del ejército por el I'CY uuestro señor', capaces de 1'1'0-




393
ducir los males que en su carta presagia; dijo: que sabe
). le consta que el mencionado genenl García trabaja-
ba por la sublevaciou de las tropas de es le I'eino, y por
el alzamiento de estas con Ira el ¡;efe de E. M. G. D. Ba-
fael Maroto, '1"1' en tre varios hechos que asi lo justifi-
can, recuerda flue un d ia al recibir la orden en casa del
espresado co maudante genel'al García, á presencia suya
y del coronel n. Joaquin Mérida, segundo gefe de esta
plaza, se produjo aque l en los lél'millos mas a lt ame n te
sediciosos é injlll'iosos cout ra el gencl'al Mal'olo, espl'e-
Mildo que era un Ira idor-, porque en las ocur-rencias de
Estel la no habi a sido vencido el enemigo pOI' haber des-
preciado el plan que él le habla p"opuesloj y qu!' la his~
t.oria mi i it ae del gefe de E. M. G. era muy infer-ior á la
suya, repit ieudo con la maYal' ir r itacion y acal o ramien-.
to, no con venia á la causa del I'ey que Maroto co ut inua-.
se á la cabeza de su ejército, cuyas voces y o tras igual_
mente alarmantes se pro pa laban con genel'alidad en los
pneblos y ejérc i to, Que tambie n sabe que el genel'al Gar-
cía trató de h ace r- partido y ganHse la vnlun tad del sol-,
dado, a t ro pel la nrlo las l'eglas de subord i nac ion y disci_
),Iilla, y dejando impunes delitos de la mayol' couside-,
r-acio n , como lo prueba el SUCI~~O ocurrido con dos as is-.
t en tes, el IIIJO del tesorer-o de ejlírcito de o pe rac iou es, y
1'1011'0 de u n ca p i t.an a~re~ado á la plana ma yo r del
ejérc i to: cuyos soldados fuer-on a prehe nd idos con dos
navajas pruh ib id as, en la tarde de un dom i ugo en que
ocurrió un alboroto de gravedad en osta plaza, 'l.""
obligó al Jeclaranle á pa t ru l la r y eje rce r las funciones
de su autor id ad, va liéudose de la fuerza l,ara r es ta hle-
ccr el orden, en cuya ocasion el ayudante del gelleral
Gal'cía, llamado D. Simon Capap~, en lu¡;ar de esc i tar á
la subordi nacion, a¡;itó mas las tur-buleuc ias, grilando
en altas voces á los navarros, mata r á esos, qne son ene-
migos, dirigiéndose á los soldados del undécimo ha t a l lo n
de Caslilla 'lne gUal'neeia csta plaza. El (lue declal'a, pli-
so á disposicion del comandante general García los reos
y navajas a prehendidns, dándole pal'le del suceso ocur-«




394
rido; pero aquellas le fueron devucl tas 6 muy POCO,q ,1ias,
con una orden pOI' escrito del mismo Carcía para que se
las devolviese y entrq;ase á los nos, y los pusiese en li-
bertad, cuya orden tuvo que cumplir muy á su pesar, la
cua I conserva, y en caso ucccsar io ofrece presentarla
original. Pero aun fué de mayor gravedad y mas escan-
daloso lo ocurrido en el convento de san Francisco de
esta plaza, CIIYO suceso provocado pOI' el gellel'al Garctn,
no solo turbó la t r-anquil idad del claustro, sino que hu-
10 de corn prornet er la de esta poblacion, y aun la de
todo el reino de Navarra, porque las couversac iones su-
be rsivas y alarmantes con que injuriaba de continuo el
comandante general Garc ía al gefe de E. M. D. Rafael
Maroto, Ilegaron á alucinar á algunos religiosos de laco-
munidad con la que tenia un íntimo trato, llegando su
malicia al estrerno de imputar á el general Marot.o que
era republicano, y que se hallaba en coalicion con los
enemigos, infundiendo, por consecuencia de estas calum-
nias, entre los religiosos. 11n partido llamado anti-maro-
t ista, y un dia fue tan acalorada y fuerte la disputa que
estos sostuvieron, que los religiosos mas prudentes re-
cnrd ar-on á los pa rt.irlarios la prohibicion que te u ian de
mezclarse en las cosas del siglo; pero aque llos en la mis-
ma tarde v inieron á las manos en el campo por donde
paseaban, y golpeándose con furia die rou Jugar" á 'lue las
gen les los viesen y tuviesen que apaciguarlos y separar-
los, ofreciendo con esta conducta el escándalo mas ver «
gonzoso; pero no por esto ce sarou las cuc st io ncs en la
comunidad, las 'IHC llegaron á tal cst re mo, 'lne el padre
guardian prohihió la entr-ada en el convento al gener'al
Gurc ia, pre nd ió y espulsó de su claustro á uno de los
l'eli;;ios05. Estas ocurrcuci as han sido tan púhl icas corno
escandalosas, y notor-ias á todos los habitantes de esta
ciudad.


Igualmente se ha mauifestado públicamente el eml'e-
iío con que el general Gal"cía t ra tó á toda costa de gana,'
la voluntad de los :;efes y soldados, cou el li u de escita¡'
una suhlevacicu en el ejércít o , y con el mismo objeto




395
habia ido al puente de TIelascoain, Cirauqui, Mauem y
otros pueblos que ha recorr-ido, manifestando en todos
el papel reservado que unió á su carta, y tiene de ma-
nifiesto el declarau te que obra á los folios citados. Este
mismo comportamiento ha repetido tamhien el secreta-
rio de García, Ayerra, segun se lo ha manifestado el
gefe de estado mayor de la pr-imer-a divis iou de operacio-
nes D. Gabriel L:1Zi, el cual le aseguré que Ayerra habia
r-ecorrido Jos pueblos de la So la ua en que se hallabau
acan rouados los batallones navarros, espa rc.ie ndo iguales
especies y provocando los mismos medios de sed iciou,


Pngulltado si sabe ú ha oido 'lue en estos pasos sedi-
ciosos que deja referidos tomasen parte con el general
García all!;unas otras personas, dijo='lue sabe compo-
n ian una faccion de anarqu ía con el ci tado genel'a 1, el
general D. Pablo Sanz, su hermano D. Florencio, oficia l
del m i n is te r io de la guena, el intendente del e iérci to
D. Javier Uriz, el gene¡'al D. Juan Antonio Guergué,
D. Luis Iba ñez , oficial del ministerio de la guena, el
bl'igadier D. Teodoro Carmoua, y que contaba con el ci~
rujano Gelo, en el cuartel rca l, pal'a propala¡' estas ideas
y hacerlas llega,' hasta S. M. habiendo manifestado Guel'~
gllé muchas veces, y una de ellas á presencia del ca p ita n
Hita, de la escolta de la diputacion de este reino, el
dia 'Iue ce leln-aba ar{lle1 el d ia de su señor-a, que no ta,'-
dar ia en verse en un castillo á el gene¡'al Ma ro to, Estas
demostraciones son públicas, y lo mismo eua ntos !le-
chos deja manifestados, y la declaracion de mu ltitud de
11el'sonas podr-á comprobar-los indudablemente, y an n
mucho mas que ha oido el declaran te en conversaciones
generales, siendo una de ellas, que los sugetos relaciona-
dos tenian una gran cantidad de dinero destinada á la
seducciou de la tropa, como podrán declararlo el COI'O-
nel Ubago y Ojel', segun lo t ienen afir mado , y á quienes
se puede intei-roga r sobre estos particulares y Otl'OS re-
servados; asi como tambien podrán sedo D. .Iav ier Quin-
tci rc , gefe del estado maYOl' de este reiuo, y D. Fr-auc is ,
co Mar tiuez Mcrenti», auditor de ¡;uelTa del mismo. El




396
declarante nada tiene que aiíadir á 10 que cleja dicho, ('JJ
que se afir-ma y ratifica desplles de ha hér-sele leido Sil de-
c laracion , asi como en la palabra de honor que tiene em-
peñada. No es enemigo ni ha tenido disension alguna con
las pe.·sonas que nombr-a en es ta su d ec la racion ; ni mu-
cho menos la ha prestado por mala voluntad ni odio
personal, que es de edad de treinta y ocho años, y la fir-
ma con el ministro togado del supremo consejo de la
guerra aud itor ¡;elleral del ejército, de qne doy Ié yo el
presente escribano.-Arizaga.-Blas Maria Royo.=Anle
mi,-Casto llenero. .


Dcclaracicn del coronel D. Joaquin María Llorens.


En la ciudad de Este l la á diez y nueve de fehrero de
mil ochocientos tre i n ta y nueve, compareció ante el se-
i\01' aud it oe genel'al <Id ejrrcito el sc ño r D. Joaquin l\I~­
ría Llore ns, co rouel de iufauteria agre~ado al estado
m a yo r de esta plaza, de quien Sil st'ñoda, con arreglo á
o ..de u a naa , recibió [uramcn ro 'lue b izo, segun se rcquie-
H, y bajo de él y su pa la bra de honor- prornet ió decir
verd ad en cuanto fuese inlenogado, y á Sil virtud:


Pnguntado á el t eno r de las citas que de él hace en
su dec larnciou á los folios veinte y OflJO y veinte y nue-
ve rl señor gobunadnr de est a plaza D, Bla~ l\Ial·ja Royo.
~¡ SOll cler tas, y si tiene qne ampliar á quita.' alguna co-
sa sobre ellas, d ijo; son ciertas en todas sus partes, por-
'Iue las oyó á el presbf tevo D. Juan p,d.,o Sauz, qu.e se
llalla en Ch-auqu}, el cual le refiriá que habiendo estado
el a yun tam iento de este puehlo á v isi t a r á el ¡;enCl"all)oll
Fr-ane ico García, es le manifestó á la referid a cor poracion
c¡ne el gelle.'al1\Iarolo era un republicano, y que estába-
mos mny mal; lo mismo que le demost rarou los indivi-
duos de dicho ayuntamiento, y que saliendo aquella tar-
de de Cirauqui el que declara, acompañado del comau-
dan te Hochs 'Iue fue gobernador de esta plaza, le demos-
tró este que le hahian enseñado un papel eu dicho pue-
110, 'lue hablaba de la couclusiou de la gueITa, COII 3['-




397
tirulos muy suheraivos, cuyo documento había 1~IJo 1'1
mismo g~neral García á varios del pueblo, añad ieudu la
espresion de que el general Maro to era comuner-o¡ con
otras espresiones qne le man ifestó Hochs, Asimismo oyó


.decir ayer tarde al teniente coronel D. Frauc isco Prnsr ,
agregado al estado mayor de esta plaza, que acompaiiando
al intendente Uris cuando le conducian á el act o d~ mn-
:rir, pidiendo perrlon al Crislo q"e llevaba en la mano,
iba diciéndole que le perdonase, porque era justamente
fusilado, pues babia fa ltado á su rey.


Preguntado, si además de cuanto oe\a referido sabe
Ó le constan algunos otros actos ejecutados pOI' el co-
mandante genenl D. Francisco Garc ía, que aludiesen á
seducie los soldados, clases pasivas, y paisanos honrados
tÍel pais, entusiasmándolos en su favor, ó si tiene enten-
dido haya ocur-rido algun disgusto en el convento de
San Fr-ancisco de esta plaza, dijo: que el genel'al G3l'cía
hablahaen todas partes contra el general Maroto, des-
conceptuándolo, y que al gobernador de Cil'ita le babia
reprendido man i festándole era del partido de Marero,
Que en cuanto á la ocurrencia del convento de San Fran-
cisco de esta ciudad, sabe por el comandante Ramirez,
1iscal de la causa que se instruye co n tra el coronel Man-
zano, que hubo un alhoroto en el referido convento,
qne lIeg6 al est remo de poner preso el gU3I'diall á IIIl
religioso llamado el padre Leal, y que ocu rr ie ro n o t ros
pormenores que pod¡-á es pi icar d ic ho Ra III irez , corno as i
mismo otras ideas vertidas co nt ra el llenel'al Marolo y
en su descrédito, que provocaban por d ife r-en tes medios
y conceptos una sedicion contra dicho gene¡'al, yen su
consecuencia co n t.ra la causa de l rey.


Pn{.;untado si sabe que el referido comandante ge-
n eral D. Fra ncisco García est nv icse auxiliado de algun3S
per'sonas para realiza¡' la sedicion 'lile refie re i n t en t aba
contra el ;;eneral Maro to , y hechos '1ue ejecu t ase n capa-
ces de producida, dijo: '1111' solo pnede afir-mar tenia íll-
timas re lac iones COII el brignd icr D. Teodor-o Cannona,
el ca pel lan de estado mayor D. Ra ruou de Alto; el cura.




398
il~ Al lequ] y con el coronel Ubago, y qtw Sf~lln ha oído
de c ir, ma n ifes tabn n estos eran del par t ido ,!l'1 gelll'I'al
García, incluso entre aq nej los el cuca de Sall JI'UI'O de
cs t a riudad, y que yendo /Í Cirau'lui el que declara, el
tercer d ia de Carnava I encolltró al refetiJo general'
(;an:ía 'lile Venia de Be lascoa in, acompañado de ULago,
sin que pllf'da ma u i fas t a r cosa al~uua lilas.


I'regunf.a,lo si tiene 'lile a ñ ad i r ó 'Iue '¡Ilitar alguna
ros", I"ilh 'Il,e le fue (·,~ta Sil ,l(-e/al'aeion, ,lijo 'lue no, Y
'lu,' lo dicho (-S la verrlad en la 'lue se a li rma y ratifica
l •.• jn el juramento 'lue tiene p res t ado ; ('sprl'siÍ se r dé
ed,,¡J de treinl.a y un añ os , Y firma con el se ñor auditor
gen ...-al, de que doy ré.-Arizaga.-Joa'luin José Líoreus,
L-Ante mi,-Casto Her-rero,


Declaracion de D. Maf(as Romires,


Acto colltinuo compareció á la presencia del señor
auditor genet'al, D. l\1atías Harnirez, te n ie u te coronel de
Infa nteria residente en esta plaza, á quieu se recibió ju-
r arue n to con arreglo á ordennuza, que pr'estó segun Se
l'Cquiel'e y hajo del cual y su pa lahr-a dr. honor prome-
tió decir verdad en cuanto supiese y fuese i n te rr ogad o,


Pr-egun tado al te n o r de la cita '1ue le hace D, Joa-
quin José Llorens, al folio ir'einta, si es cier-ta y si t iene
alguna otra cosa que añadir-, dijo: que es cierta y que
el d ia siete del corr ien te la supo como un suceso noto-
r io á todos los vecinos de esta ciudad, ocurrido la refe-
rida tarde ent re algunos religiosos cuando paseahan , los
cuales quisieron echar al rio al sobrino del pad rc guar-
d ia n de Vinna, que ambos existen en dicho convento, y
Ilue sin embargo de haber llegado la comunidad á [I<·s-
cansar en el puente de San Felipe y Santiago, dicho so-
hrino noticioso sin duda de lo 'Iue podia ocurrid", se
quedó á bastante distancia, solo, en un alto, y '1ue por
esta razon y el de sa l irles fa l lí.lo á sus contrarios el pro-,
pósito que intentaban, snb ie ro n t res <') cuatro religiosos,
linos por un lado y otros pOI' otro, y alcanzándolo le




399
cogieron en medio, sin poderse lilJI'31' de recibir- al;;unos
golpes que le dieron, Que en segllill3, corno 110 se ha Ila-
loa prese n te el padre guardian y el de Viana, los fueron
á l lamar-, y habiendo llegado lograron retirarse con los
demas religiosos á SU couvcn to, Que á la mañana si-
guiente supo que nuevamente se ha hia renovado en di-
cha comunidad la refricga entre unos y Otl'OS Ira i les, Jo
cual observo sin haber .mtl'lIdido la causa II1Ie pal'a lal
escándalo hubiese, hasta que 1111 .'e1igiosu 'I"e pasó 1'01'
Sil casa, aceptó el ofreciuucu to que le h izo de cnt rar á
descansar en ella, y le d i]o hn hiéudo le él preguntado lo
'lile habia ocurr-ido en el convento: Hcalle V. que todos
estamos muertos, y lo peor será si llella á saberlo el ge~
ne re l l\hroto;" á lo 'luC i nterrogáudole, ¿ pues qué es
lo '1"1' hay? Le rdi.l'i<Í lo qne ya queda manifestado, y
que le constaba al declarante como ocur-r-ido el dicho
dia siete, y le añadió que sobre la misma ocurrencia ha-
bia tomado conocimiento el padre guardian, y á sus re-
sultas puesto preso y con grillos al padre Leal, dejándo-
le bien asegur-ado en el calabozo ant.d de cenar, y qlle
aun sin coucluir- la cena la cOlT',unidad ha]ó el padre
Leal sin grillos, pOI' haberlos '~olo, y se presentó en la
puel'la del locutorio con un 'cuch il lo ó puñal, im pld ien-e
do la salida á los relip;ios'"sj que el mencionado padre le
dijo al padre Leal, pu e homhre, ¿ que motivo bay para
estos atentados y esc.:esos? y le co n te sto que era la causa
D. Pedro Bueno, 'segundo comandante de iu í'ante r¡a, el
cual no salia ':'el convento imbuyendo á los religiosos
que el gene' 'all\1aroto era enemigo del "cneral García,


, . '. "y SI cs t.e 'Jl'el'aba masque aquel , Y que como unos ama-
hn n al, uno y otros al otro, en las disputas se hahia n
indi',pueslo los religiosos; pero que para no v erse en
n",cvos trabajos y faltar al respeto de la 1'1'1 igiou que
profesaha, con permiso de su prelado se salia del com'en-
to é iba á acogerse á la casa de su madre. Igualmente
oyó en la ter t ul ia á que concur-re el declarante, que el
general García habla echado un papel anónimo contra
la opinion de que gozaba Maroto. Que es cuanto sabe y




400
puede manifestar, sin tener que lIi'i:lIHr cosa alguna mas
que lo 'lue ha espresado en la declaraciou que acaba de
leérsele, en la cua! se afirma y ratifica, afi rmando ser de
edad de cuaren t a y t res años, y la li r rna con el señor
auditor gene.'al; de 'lue doy f,'.-A"izaga.-l\1atías l\a~
11lirez.-Ánte mi,-Casto llenero.


Deciaracion del recerendisimo padre gllOrd/un Fr. Pe"
dro del Barco,


Seguidamente compar-eció an te el seilo/' auditor ge-
neral el reverendísimo padre fray Pedro del Bnrco,
~ua rdian en el convento de san Francisco de esta ciudad,
á efecto de prestar su decla racion en esta causa, para
que en v ir tud de las cila§ que de él se h ace n, manifieste
cnanto sepa sobre las mismas; á qu ien el se ñ or aud i tor-
general recibió jur-amento, 'lue hizo puesta la mano de-
recha en el pecho, el in verbo san, rdot is, p romet ien-s
do decir verdad en cuanto supiere y se le in te r rogár e.


Preguntado sobre la individual idad , ce r teza y clari-
dad que tengan los Sl/cesos ,{ue refieren habe r ocu r r ido
en su convento, y entre los r el igiosos de su o rden, 135
citas que se le han leido en las dec la rnc io ncs prestadas
en es t a snrna r ia por los señn ves gobernadOl' de la plaza
D. Hlas J\1ar'ía Royo; corone l D, .Iua qu iu José Llor-ens y
1'1 teniente coronel D. Ma t ías Hari·i ....z; dijo: 'l"e el jue-
ves s ie te de este mes ocur-rieron I.>s s:te.·sos á 'l"e hace n
relacion las citas que se le han leido, peto que est.áud ol e
prohibido dcclm-ar en causas criminales; y 21' las 'Ine pue-
da ocasionarse clus io n de San;;re j Ó n n a pella capital, se
co ncre t a r" solo á demoslar, qne con ~ r ave se n zimie n to
suyo han ocurr-ido es t os escándalos en su co nve nt», sin
que haya sido baslante:í con te ne r los las amonestaciones
que hizo en cumplimiento de su deber á ,,1 padre I.ea1,.
manifeslándole 'Iue habida co ns ider-ac ion á su .minisle-
rio y vida J'eligiosa que profesaba, le est aha prohibido
abrigar n inguu cisma político ni protegerlo, y mucho
menos mezclarse en las ventajas ó desventajas que podria




40'1
ocasionar el general Maroto, pues que mandase uno eS
que lo hiciese el otro, haciéndolo bien debia serie indi-
ferente, tanto mas cuanto que si se repetían aquellos
actos de escándalo, podr-ía suceder los echasen á todos del
convento. Que habiendo puesto por obra el declarante
cuantas reconvenciones le sugirió su imaginacion, asi en
este como en otros casos autericres, no solo le puso los
grillos, sino que tambien en obsequio de la paz de su
e laust ro y sostenimiento del orden que reina en él hoy,
le hizo presente al padre Leal conveudria se fuese á la
casa de sus padres, y evitase castigos á que daría lugar,
disgustos al que declara, como prelado, y ofensas á la co-
munidad producidas por aquellos. Que es cuanto puede
declarar y decir respecto á que por su carácter sacerdotal
como tiene protestado, no debe mezclarse en las cosas del
siglo ó temporales, y mucho menos en las que puedan
ocasionar efusión de sangre, siendo todo lo que deja di-
cho la verdad, leida que le ha sido su declaracíon, que
se encuentra en la edad de cincuenta y dos años, y que
se afirma y ratifica en lo espuesto, y lo firma con el se-
ñor audi ror general del ejército, de que doyfé, -Ariza~a.
-Fl'. Pedro del Barco.-Ante mi,-Casto Herrero.


Diligencia de susprnslon de utas diligencias,


En seguida yo el escribano del juzgado doy fé que en
at enciou á no hallarse en esta plaza las personas manda-
das comparecer para la sustanciacion de esta sumaria, y
que deben declarar en ella, se ha mandado por el señor
auditor :;eneral se suspenda la actuacion de toda diligen-
cia hasta que se presenten aquellas. Y para que conste el
motivo que causa tal paralizacion , pongo la presente
diligencia, que firma dicho señor auditor general en Este-'
lIa á diez y nueve de febrero de mil ochocientos treinta
y nueve.=Arizaga.-c.asto Ilcrrero,




402
Decioracion de D• Jase Antonio Her nandez Ubago,


En la tarde del dia veinte del citado mes dp. I'ebl'ero
de este año, compareció ante el señor auditor ¡!;eneraldel
ejército el Señor D. José Antonio Hernandez Ubago, co-
ronel de caballería, á quien recibió juramento COII arre-
glo á ordenanza, que hizo corno se requiere y bajo el cual
prometió decir verdad en cuauto supiere y le Fuere inter-
rogado; y á su virtud.


Preguntado al t.eno r de las citas que de él hacen en
sus declaraciones los señores gobernador de esta plaza
D. BIas María Royo y el coronel D. Joaquin Jos~ Llo-
rens, si es cierto su contenido y si tiene que añadir ó
quitar cosa alguna de las particularidades que aqne llos
refieren y que se le han leido, dijo: que son ciertas en
todas sus partes, y que el dinero existia en podei- de un
tal Luciano Ve lasco, escribiente suyo, única persona de
quien se val ia para todas sus cosas el general García,
aunque no podrá afirmar la intencion con que lo ¡;uar-
dase dicho general y Carmona, que tambien interve n ia
en esto. Que es cierto asistió á una comida que se tuvo
en el fuerte de arriba de Bclascoain , cuando estaba COII-
cluyéndose, á la que asistieron desde Cirauqui el 'lile de.
clara, el comandante general García, el Ll'igadier Don
Teodoro Carmolla, ,,1 coronel Ojer, un ayudante de di.
cho general García, llamado el Cid, ha hiendo llegado al
postre el comandante del duodécimo batallan D. Epifa-
n io Soto, y un tal Ald az, cuyo empleo no puede desig-
nar, corno el de otros oficiales cuyos apellidos no recuer-
da. Que el genel'al García sacó y le yó un pal'el anóni-
mo con sobre de Du raugo, 'lue contenía el modo de ha-
(,el' una trausaccion y de hallarse convenido el general
1\1aroto COII Espa rtero pan trinchar y corta!' estas cosas.
Que concluida la comida se retiró el general García á
la inmediacion de un ca ñon que hay tic fier-ro, con el
bl'igatliel' Carrnona yel comandante Soto, y estuvieron
mas de una hora de conversacion, que el no entendió,




403
pero que des pues en el mismo Iue r t e se oyó .:1.1 general
García deci r en alta voz, y á presencia de todos, que era
preciso convencer á la tropa para que gl'ilase muera
Marola, y todas las personas que hoy mandan el ejército,
Que sabe igualmente, por haberlo preseucia.lo , que todos
sus asuntos y confianzas las tenia el genaal García COIl
D. Ramon, Allo, capellan del E. xr. G., Y 'lue habiéndo-
le habladc un d ia Malcasco para que se reconciliase con
Maro te, le afirmó el que declara y el gellel'al Gal'cía Ies
contestó, que de ninguna manera, porque le odiaba de
una mauera part icular, Que sabe y lIO duda que el em-
peño del general García era seducir la lropa y empe-
ñada á una desohediencia, y que para ello contaba ya
con d batallan de guías de Navarra, y otro que manda-
ba Er les, comandante del noveno de dicho re i no , COII
quien maulenia muchas relaciones, y los veia estar ha-
blando siempre en secreto. Que un ayudante de l ge-
neral García llamado Legardon, era el que t ra ia las co-
municaciones de Guergué pan García, y de este para
aquel, y que en la conspiracion que traian pensada esta-
han de acuerdo tambien con el general García y Guer-
gué el general D. Pablo Sauz, Carmona, el escribiente
Luciano Velasco, y duda si lambien podria estarlo su
secretado. En este estado mandó suspender esta ueclara-
cion el señor audilor general, por hahe r manifestado el
declarante no tenia mas que añadir, ni quitar cosa al-
guna, leida que fue, que en ella se afirma y ratifica, es-
pl'Csando ser de edad de cuarenta y ocho años, y la fir-
ma con su señor ia, de que doy fé.-Arizaga.-José Anto-
nio Her naudcz Ubago.-Ante mi,-Casto Herrero.


Dcclaraciou de D. Sebostian Garnica,


SeguidamUlle compareció á la presencia del señor a u-
ditor genenl D. Se hast iau Garnica, capitan de infanteria y
fiscal de la cornision militar de Nava rra, á quien con ar-
reglo á ordcnauza se le recibió juramento, que h ieo segun
se requiere, y bajo él y su pa lahra de honor prometió de-




40'
cir verdall en cuanto fuere inte1'1'ogallo, Pl'cguntado si
reconoce la firma y contenido del parte que <lió al
Exorno, señor gefe de estado mayor en quince de este mes,
'lue obra á los folios diez y nueve y ve in te que se le po-
ne de manifiesto, y si sobre su contenido tiene alguna
cosa que añadir: dijo que la firma es la misma que usa
en todos sus escr-i tos, y el contenido en todas sus partes
eier to, sin tener que a ñad ir á lo que tiene espresado
otra cosa mas, que la par t icu la r i.Iad de (lue el general
García contaba para llevar á efecto sus planes suLe,'si-
vos con el coronel D. Emeterio Iturmendi, comandante
del duodécimo batallon de Navarra: (iue es cuanto sabe
y puede decir bajo la palabra de honor y juramento
pr-estado, en cuyo contesto se afirma y ratifica de nuevo,
leida 'lue le ha sido su decl aracion sin tener qne ai'iadil'
otra cosa; que es de edad de trienta y cuarro años y fir-
ma con el señor auditor genel'al, de que doy fp.=A.'iza-
¡;a.= Sehast ian Garnicav-c-Ante mi,-Casto Herrero.


Deetareeton d~ D. Javier Quínteíro.


En la ciudad de Estella á veinte de febrero de mil
ochocientos treinta y nueve, compareció ante el señor
auditor general, D. .Iavier Quinteiro, comandante de
escuadren y gefe de estado mayor interino de la coman-
dancia general de este reino, á quien, y con arreglo á or-
denanza, se recibió juramento, que hizo como se requie-
re, prometiendo deetr verdad en cuanto le fuere inter-
rogado.


Preguntado al tenor de la cita que al folio dos le ha-
ce en su declaración el señor gobernador de esta plaza,
Dijo.' Que le consta y sabe que el comandante general
G3I'cía, D. Teodoro Carmona, el genel'al Sanz, el inten-
dente Uriz, el cura de Allequi, el de san Ped ro de esta
ciudad, el capellan de estado mayor D, Ramon Allo , el
coronel Ubago, el capítan del estado mayor de Navarr-a
D. José Oje», el general Guergué y todas las tiernas per-
lonas que se encontraban á la inmed iac ion del general




405
l;arda, de la clase de gefcs, estaban enlazadas V forma-
ban una identidad de ideas para provocar un a 'sedicion
mi l i t a r en el ejército, desde ;a ocurrencia acontecida eu
la pel'$ona del brigadier D. José Cabañas, porque les ha-
Lia oielo h ab lar con re pet ic ion so hre la necesidad que
exist ia de acabar con todos los pícaros que aquí habia,
que publicaban la conclus iou (le la guerra con solo el
objeto de adormecer las ¡;.'nl.,s ['a.'a poder con mas faci-
lidad t r-a ns ig i r con Jos enern igos: que convencidos de que
el gene ...:! Marot o no co n ve n ia con sus ideas de t r astor-,
no y persecuciou, pusie ron por o bra todo gr,nero de me-
didas, bastantes pa.'a desacredt tarle COIl la tropa y el
paisanaae, diciendo con repeticion á unos y á otros que
Mar-oto era protector de todos los pícaros, un maso••
mas, y que era necesario privarle de la confianza que le
ha lIia hecho el rey, encargándole del mando del ejército:
que muy particularmente ha demostrado estas ideas el
¡.;enel'a I García en estos últimos dias al leerle el último
anónimo 'Iue hahla de transaccion en Ire Espartero y Ma-
roto, asegurándole, cuando se lo leyó, conocia á s us au-
tores, que se hallaban entre nosotros, y que podr-ía se-
ñalarlos con el dedo; lo cual lo dijo á presencia del co-
ronel Solana, del coronel {:;raduado D. Angel Moreno,
tlel capitan D. Erneterio García, del cura D. Ramon
Yabar, y otros. Y el cura dijo al general García que de-
Lia dar á los CUCl'pOS, en la orden gene.'al, estos anóni-
mos, de los que dicho {:;ellel'a\ mandó sacar quince ó
veinte ejemplares, pidiendo para ello d iferen tes escri-
bientes en el estado y pla na mayor, Y fue UIIO de ellos
el que tiene á su inrncd iac io n el declarante: que dias antes
de estas ocur-reucias, ha l lándose el que declara en la casa
del brigadier D. Tcodoro Carmona, sentado al brasero
con este, Ile¡.;ó el cura de AlIequi con el ayudante Don
Severi no el Cid, y dijo aquel que todos los castellanos
eran unos tunantes, que solo trataban de quitar el mé-
rito 'lue habian contra ido las provincias del Norte, cons-
tjluy~ndolasen alhorotadoras , y haciendo ver al rey lllle
el haberse decidido Navarra por su causa, tlO era otra co-




406
sa sino efecto de casualidad¡ y qut~ l,an probarlo ref~d­
ria lo que había manifestado á S. M. un cortesano de
los qne llevaba á su lado, :l. presencia suya: Señor , los
navar-ros al mor-ir el augusto hermano de V. !\l. , se reu-
nieron en un campo grande; el que hacia cabeza entre
ellos figuró una línea rect a en el suelo, y dijo á voces,
teniendo en la mano un sornbrcro, voy á echarlo por
el aire, y si el sombrero cae á la derecha de esta línea,
seremos carlistas, y s i á la iz qu ierda cris t i n os, cayó á
la derecha, y todos d íje ron. somos ca rl ist as, Cansado ya
el declar-ante de tanta injuria y tanta sátira maligna,
le dijo: señor' cura; habla V. en un lenguage impropio
á su dignidad, y sin duda en el conceplo de que yo soy
natural de, este pa is, Tenga V. entendido, que es tan
t ea idor al rey el castellano que habla mal de los navar-
ros úl i les á su causa, como el navarro que lo hace de los
castellanos que tambien lo son: S. 1\1. está bien enterado
del mérito gr~lIde de estas provincias, y por lo mismo si
hubiese sido cierto ese acontecimiento del cortesano que
V. cuenta, cstoy bien penetrado le caatigaria.Se contuvo
con esto, pero á poco preguntó dicho cura al brigadier
Cal'moua, ¿ qué te pa"ece de la grande economía de san-
gre que ahora hay, y de las voces de que se acaba la
guena? Creo pensarás cual yo, que esto tiene un fin si-
niestro cual es alucina." las gentes, engallar á los tontos,
y pr(~pal"ar un g"an p ast.eI, mitigando el ardo.' de los co-
razoues para batirse, pU('s el que ya es general tratará de
co nservarse y lo mismo harán las demas clases que si-
~uell á estos. El (Iue declara incomodado le preguntó si
los flue cr i t icabau la economía de sangre querian que el
general Maro to fuese á p rcseu tar al enemigo una aceion
en los campos de Tafalla <Í Peralta, ó bien á batir á
Pamplona; á lo que le contestó Carmona, que bien se 1'0-
d ia haber hecho en el Carrascal, seaun él se habia brin..
dado varias veces á ~TaI·otO. Tambien d ias antes el cura
de Cil'auqui n. Hamon Yaba.' se espresó en términos
lIluy parecidos sobre las o per-aciones militares, y con
tendencia á desacredita!' á Maroto delante de su pauon




407
D• Joaquiu lriarte y del teniente coronel graduado Don
Mariano Ande re ngoechea, El que declar-a asegura asimis-
mo que al despedir-se el genc"al García en la noche que
manif,'sló el anónimo, n ada le advirtió de que le acom-
paliase ó hien otro de los ayudantes de estado mayor á
Delascoain, adonde t en ia determinado pasar, como lo ve-
rificaron los dos genet'ales y sus acompañantes; mas es-
to no le cogió de nuevo c]espues de 'lue le dijo el coman-
dante Sagw:s que el genet'al Car'da ha hia llamado al co-
ronel del ,lécimo y al gobernado," del fuerte con quie-
nes se había csprcsado del mismo modo que la noche re-
ferida sobre el anó n imo , pues que ya debia saber dicho
genenll habia desaprobado t'1 que declara las ideas
alarmantes que babia proferido, propias solo para pre-
parar una catástrofe Ó reLelion: que considera, algo cer-
ciorado de los últimos acontecimientos de aquellos dias,
al comandante del segundo batallan D. F'rancisco Larro-
de, siendo cuanto sabe y tiene que manifestar respecto á
las ci tas que de él se hacen y se le han leido, y todo la
verdad bajo la palabra de honor que tiene prestada; y lei-
da que le fué por mi el presente escribano esta su decla-
racion, en ella se afirmó y ratificó, sin tener que aña-
dir ni quitar cosa alguna: que es de edad de treinta y
dos arios, y firma con el señor auditor general, de que
doy fé.-Arizaga.-Javiel' Quinteiro.-Ante mi,-Casto
Her-rero,


Decloracion de D. Saturnino Pascual.


Seguidamente compareció á la presencia del señor
auditor general D. Saturnino Pascual, primer coman-
dante de infanter-ía, de quien con arreglo á ordenanza
se recihió juramento, que hizo como se requiere, y bajo
el cual y su palabra de honor ofreció decir verdad en
cua 11to fuese interrogado.


P."e:;untado si el parte que remitió al Excmo. Señor
{l,de de estado mayor general y papel anónimo que le
acorupaña con fecha quince de este mes, que obra á los




408
folios veinte y uno, veinte dos y veinte y tres de la
primera pieza, es el mismo que firmó, y si el contenido
es cierto: dijo que sí, que es el mismo que remitió á
S. E., para que impuesto de su contenido adoptase las
medidas de seguridad y orden que creyese mas conn-
nientes á la justa causa del rey nuestro señor, y que la
firma es suya, y la misma que usa en todos sus escritos.


Preguntado si sabe algunas otras particularidades
que esclarezcan los hechos que demostró y sed icion que
se proyectaba int roducí r en el ejército y paisanos, le-
yéndoles los papeles subersivo s que han circulado, dijo:
que nada tiene que ampliar á 10 que denunció en el re-
ferido parte, porque solo le consta que el general García
publtcabe en el convento de san Francisco, ahora estoy
sano y bueno y puedo tirar de la espada, que venga Ma-
roto, que la tengo bien afilada y dispuesta á que nos vea-
mos; siendo cuanto tiene que manifestar en cargo del
juramento que tiene hecho y palabra de honor empeña-
da, en cuya verdad se afirma y ratifica; leida que le ha
sido su declaracion, espresó ser de edad de cuarenta
años, y la firma con el señor auditor general, de que doy
fé.- Arizaga.- Saturnino Pascual.e- Ante mi,-Casto
Herrero.


Declaracion de D. Antonio Saguts.


Luego compareció á presencia del señor auditor ge-
neral, D. Antonio Sagués, segundo comandante de infan-
tería, á quien con arreglo á ordenanza se recibió jnra-
mento, bajo del cual prometió decir verdad en cuanto
fuese interro~ado.


Preguntado al tenor de las citas que se le hacen en
esta sumaria, á los folios veint.e y uno, veinte y dos y
veinte y tres, dijo: que es cierto cuanto espresan aque-
llas, y que sabe la seduccion empleada con los ¡;cfes Don
Epifanio Soto, y gobernador del fuerte de Ciriza y Be-
Iascoain D. Bartolomé Berradre, como tamhien la pu-
hlicacion de noticias subversivas y alarmantes que se




409
esparcieron entre los paisanos y la tropa, leyéndoles un
papel que comprende varios artículos alusivos á la tran-
saccion que babia entre el ;;eneral Maroto y Espartero
pan concluir la guelTa en t re libera les y realistas: que
hallándose el que declara en la casa de SIl patrona lla-
mada Estefanía, que se conoce por la del ciego, entró
esta muy desazonada y le dijo; estamos muy mal porque
Ias noticias que corren con la venida del general Gar-
cía y del hri¡;adicr D. Tcodoro Cm-mona, afirman ha-
Harnos vendidos pOI' el ¡;eneral Mar-oto, Que t ra tó de
informarse y supo que el general Garcia, Carmona,
Ubago y el Cid habian leido dicho papel al alcalde de
Cirauqui , como igualmente á otros dos regidores del
ayuntamiento, y que al siguiente dia marcharon al fuer-
te de Belascoain, en el que habian comparecido por ór-
den de Garcia, el coronel comandante del décimo bata-
110n de Navarra D. Epifanio Soto y el gobernador del
mismo fuer-te, y que á estos se les leyó el r-efer-ido papel
manifestándoles la situacion mala en que nos encontrá-
bamos, y la necesidad de adoptar una medida que COr-
tase y acabase con los revolucionarios que habia entre
nosotros: que estuvo en la misma casa en que se hallaba
el general García y Carmona, y notó la reun ion de di-
ferentes suge t os de la clase militar que estaban en el
mismo pueblo de Cil'allqui, y advirtió que á su entrada
cortaron la couversacion que tenian, como tarnhien que
retirándose á un balcon Garc ía, Ojer' y el capellan Oses,
saliendo pOI' otro lado Ubago y el comisario de guerra
Gomara y reuniéndose todos continuaron su conversa-
cion, Que conociendo el que declara que su presencia
molestaba, se marchó á pasear solo, y habiendo OSCUl'e-
cido y lleno de sospechas sobre que hubiesen insurrec-
cionado á la tropa, se dirigió á buscar al coronel Soto,
á quien pl'Pguntó sobre estas ocurr-encias, y le contestó
era verdad babia sido llamado pal'a leerle el referido
llapel é invitarle á una resolucion contra los que se su-
ponian delincuentes en él; pel'O que babia manifestado
qlle solo reconocía al I'CY, por el que moriría gustoso, y




410
que obedeceria solo á quien el rey pusiese á manda,', sin
hacer caso de papeles sin firma, y que no tenian visos
de formalidad: que el Cid le hahia afirmado el dia antes
que se tuviese conocimiento de este papel, can mucha
reserva, qlle tenian proyectada una transaccion con el
enemigo, y que habiéndole contestado no podia ser, le
replicó, lo creyese, porque era verdad, cuyas voces se
han cs tendrdo por todos los pueblos y tropa, y que el
vicario de Allcqui asi tambien se babia espresado dos ó
tres dias antes que fuese García á Ciranqui con Doña
Claudia patrona de García. noticias que tenian alarma-
das á todas las gentes, porque suponian todos los sacri-
ficios que tenian hechos en estos años de guerr,a perdi-,
dos: que es cuanto sabe y puede decir y le consta, en
cargo del juramento y palabr-a de honor prestadas, sien-
do toda la verdad en que se afirma y ratifica, leida que
le ha sido su dcclaracion; que es de edad de veinte y
nueve años y firma con el señor auditor general, de que
doy fé.=Arizaga.=Antonio Sagués.=Ante mi,-=Casto
Herrero.


Dcclaracion del señor D, Francisco María Martinez de
Morentin.


Inmediatamente compareció ante el señal' auditor-
general y de mi el presente escr-ihano, D. Francisco Ma-
ria Mar t ine s de Morentin, auditor de guerra de la co-
mandaucia general de Navarra, á quien recibió el jura-
mento que se requiere, y con arreglo á ordenanza, y pro-
nre t ió decí r verdad en cuanto fuese interrogado.


Preguntado al t eno r de la cita que en su declara-
cion le hace en esta sumaria el señor gobernador de esta
plaza D. Bias María Hoyo, dijo: Que le consta que el
general García en la última espedicion que hizo á Be-
Iascoain, fue con el objeto de COlTomper al soldado ha-
ciéndole enlrar en sus planes de sangl'e y ete rna puse-
cucion al general Maroto- El comandante del décimo
batallon navarro D. Epifanio Solo fue el que mas v isi-,




41i
blemente sintió la seduccion, pues habiéndole dicho con
cier-to aire de desden, ¿ con que eres amigo del cura de
Allo y de Maroto f contestó Soto, si senor; yo no puedo
menos de obedecer á Marola; le t~ngo pOI' buen ~enel'al
y con respecto al cura es mi par-iente y mantengo co-
municaciones con él: que Carmona si¡1;uiendo las mismas
inspiraciones que Garcfa, ensayó todos los medios para
seducir al décimo balallon de Navarra, convidarrdo á
comer á Sil comandante cua t ro dias conlinuados; y ha-
biéndose este negado otros tantos por co noce r este jóven
previsor los desigllios pérfidos y ambiciosos de Carmona,
habiendo tenido bastante generosidad para decir, si al-
gun dia mandó Carmona el batallan, ahora lo mando yo,
y no defenderé mas qne el órden: qne le consta iguaJ-
mente que el general Guergué era uno de los persegui-
dores del general Maroto, y que meditaba su ruina, pues
habiendo pasado pOI' su pueblo de Legar-ía D. José Vi-
Ilamayor, capitan del sesto de Navarra, y otro oficial
del mismo batallon, cuyo nombre no recuerda, y ha-
hiendo encontrado á Gllergué, les dijo este con tono tai-
mado y malicioso; muchachos, cuidado con el justo rna-
dio, que eso del medio es para..... y cuidado que hay
muchos del justo medio; á lo que le contestaron aque-
llos, no conocian otro justo medio que el rey. Guergué
entonces les respondió, es que debe is tener cuenta que
luego vendrá el redentor: que otro d ia á poco tiempo
del mando de Maro to, oyó á los generales Guergué, y
García, á D. Luis Ibañez y al vicar-io de San Pedro, que
el genel'al Marola haLia sido enviado por la revolucion,
y que igualmente habia aqui muchos revolucionarios y
masones, calificando con estos epi tetas á muchos del
ejérci to , y entre ellos el oficial de la secretaría de esta-
do D. Homua Ido Mon: que á D. Simon Ca papé le ha oido
infamar mil veces al general Maroto, abundando en las
mismas ideas que el general García, de quien era ciego
instnllnenlo y vil espía: que el coronel llbago le dijo á
decla rante el! el mes de julio último, mire V. que va al
perder su destino porque visita al general Marcto, y es




412
Y. arn igo del ¡;fneral Silvestre, del brigadier Halo, y de
todos los del justo medio, asi como del ¡;efe de estado
mayor de Navar-ra Saiz, que tampoco es mny católico;
rni re V. que se lo he oido decir el general García y al
cirujano del rey, Celo, que se lo han oido á Arias Te-
je í ro: habiéndole yo contestado que soy consecuente y
muy fiel á mis principios, y jamás haria traicion á mis
amigos pOI' no haber visto en la conducta de estos mas
qne decision pOI' la justa causa: que el capel lan de esta-
do maYOl' D. Harnon de AlIo era uno de esos viles cons-
piradores que tenian el inicuo plan de derribar del
mando. al general Maroto, elevando á Carcía á él; Y
que no puede marcar ningnn hecho ni dicho del citado
capellan, pero que el licenciado D. Cesar io Sanz Lopes,
su hermano D. Victor y la tia de estos Doña Baldome-
ra Pe rez Zafulla, tenian relaciones con el citado cape-
llan, y en casa de estos se esplicaba en sentido hóst i l
con Ira Maroro. que el general Sanz tambien pertenecia
al pandillage: que el gefe de estado mayor de Navarra
U. Toribio Saiz le oyó decir que Sanz habia escrito una
carta al comandante del duodécimo de Navarra D. Eme-
terio Iturmcndi, cuya tendencia era desacreditar á Ma-.
roto, diciendo en ella que no le obedeciesen y sí al ge-
neral Carcía; y esta carta le encargaba la comunicase á
Jos demas gefes de los cuerpos, como en efecto ltnrrnen-
di lo hizo al del undécimo de Navarra D. Ciriaco Caba-
llero. Que el capelJan de estado mayor D. José María
Oses era furioso propalador de noticias alarmantes y al-
tamente injuriosas al general Maroto; que recientemen-
te había ido á la villa de Oleiza con el objeto de des.
virtual' el entusiasmo y buen espíritu de los babitantes
de aquel pueblo, quienes habiéndole manifestado con
~orpresa que no tenian ninguna mala noticia del gene-
ral Maro to , contestó luego: no lo duden VV.; Maroto es
hombre muy malo, si VV. vieran las cartas que hay de
él, y supieran sus ideas, mudarian de concepto; de esto
podr-á dar raeon ampliando la ocur-rencia el escribano
de la villa de Oteiza D. Mal,tin Echeverría, que entre




413
otros principales del pueblo file testigo presancial; que
es cuanto sabe y puede manifestar en cargo del jura-
mento prestado y de la ver-dad, y leida que le ha sido
por mi el escr-ibano esta su declaracion, se afirmó y ra-
tificó en cuanto tiene dicho, espresando ser de veinte y
ocho años ,y la firma con el seliOl' auditor general, de
,¡ue doy fé.=Arizaga.=José María Martinez de Morent in ,
=Ante mi,=Casto Hcrrero,


Dcciaracion de D, Fermin Arietoa,


Seguidamente compareció á la presencia del señor au-
ditor general D. Fermin de Arheloa, segundo coman-
dante agregado al segundo batal lcn de Navarra, á quien
se recibió juramento con a1'l'eglo á ordenanza y bajo de
él y su pa lab ra de honor ofreció decir verdad en cuan-
to supiese y le fuese interrogado.


Preguntado si el parte que dió al Excmo. señor ge-
fe del estado mayor general que se le pone de manifiesto;
es el mismo que remitió; y si es cierto su contenido, y
si la firma que en él aparece es la misma que usa en
todos sus escritos, y si tiene alguna cosa que añad ir 6
que quitar, dijo: que es el mismo y cierto su contenido,
como la firma que está á su fmal, sin que tenga que
añadir á lo espuesto, en cuyo contesto se afirmó y rati:-
licó, por ser toda la verdad, bajo la pa labr-a de honor
tlue tiene prestada; y leida tlue le ha sido esta decl aracion
se afirmó en ella, espresando estar en la edad de trein-
ta y ocho años, y la firmó con el señor auditor general
de que .loy fé.-Arizaga.=Fermin Arbeloa,-Ante mi,
~Casto Herrero.


Declaracion de D. Francisco Larrodc,


Sel;uidamente compareció ante dicho señor D. Fran-
eisco Larrode , comandante del segundo hatallon de Na-
varr-a, á quien se recibió juramento con arreglo á nrde-.
uanaa prometiendo decir verdad.




414
Preguntado si la cita que le hace en su decla racion


D. .Iav iee Quinteiro, comandante de cabal ler ia, al folio
ocho y nueve, corno el parte que se le pone de manifies-
to son ciertos, y si su contenido lo reconoce corno suyo,
y si tiene que añad i r ó quitar a lguna cosa, .lijo: que la
una y el otro son cintos en todas sus partes como tam-
bien que en uno de los pasados dias de este mes hallán-
dose con su hatallon en l\Jajlcru, se le presentaron dos
comandantes agregados al duodécimo batallan de Na-
van'a, llamados el uno D. José Valencia y el o tro Az-
piazu, los cuales le manifestaron que el ¡;ene.'al Garcta
tenia dos papeles sube raivos, que pensaba darlos en la
orden para que se les leyesen á los batallones, dándoles
POI" contestacion su agradecimiento, porque se prepara-
ban á sofocar la sed ie io n que se provoca ba por estos me-
dios, zelando con mas eficacia á todos los individuos de
su batallan: que con estos antecedentes consintió y apro-
bó la determinacion, que ejecutó el segundo comandan-
te a¡;regado D. Fermin Ar be loa, dando parte al Excmo.
señor ¡;efe del estado mayor geueraJ, en demostracion
de los hechos r situacion que se es presa n en el mismo,
deseoso de contener Ull mal á la causa de Dios y del
rey; siendo cuanto tiene que decir sobre el particular, y
en cuyo contestase afirma y ratifica, leida 'lue le ha si-
do esta declaracion, es presand o hallarse en la edad de
cuarenta años, de 'lue doy Ii.:.-Arizaga.-Francisco Lar-
rode.-Ante mi,-Casto Her rer-o,


Declaracion de D. Francisco Zatduendo,


Acto continuo compareció ante dicho señor D. Fran -
cisco Zalduendo, teniente coronel con grado de coronel
y segundo comandante del segundo batallon de Navarra,
de quien se recibió juramento COIl arreglo á ordenanza,
bajo el cual ofreció decir verdad.


Preguntado si sabe ó tiene entendido se hallan pu-
blicados algunos papeles subersivos que provoquen algu-
na sedlc ion en los cuerpos del ejército, y si conoce á las




415
personas flue 105 circulen y hagan creer que el general
M3l'oto y el gefe enemigo Espartcro estau avenidos en
transigir la ~uerJ'a, dijo: que tiene entendido por l"e!a-
cion que le hizo el brigadier D. Teodoro Carmona, que
habia una carta con fecha de Durango que cou ren ia di-
ferentes artículos sobre el modo de concluir y terminar
la ¡;uerra: 'lue le espresó Carmona que estos artículos se
reducian á flue ha hri a en Es pa ña un gobierno repnsen-
'tativo, y que este habia de uorn br-ar una pe¡'sona que
I(obernase la Nacion: que se ha hia de formar una junta
de calificacion con el objeto de clasificar las clases del
ejército: qne es cuanto sabe y le consta, y puede decla-
rar bajo el juramento hecho y palabra <le honor empe-
ñada, en cuyo contesto se afirma y ratifica, leida que le
ha sido su declaradon, espresando ser de edad de trein-
ta y cinco años, y la firma con el señor audi tal' gene-
ra 1, de que doy fé.-Arizaga •--Erancisco Zalduendo.-
Ante mi,-Casto Herrero.


Deeiaracion de D. Bariolomi Barrade,


Seguidamente compareció ante dicho sellar D. Bar-
tolomé Barrade, segundo comandante de infanteria y go-
bernador de los fuer-tes de Cil'Íza y Helascoain, á quien se
recibió juramento con arreg!o á ordenanza, por el que
prometio decir verdad,


Preguntado al tenor de las citas flue de él hace el
coronel D. Joaquin Llorens en su declaracion dada al
folio cuar-to y D. Antonio Sagués, segundo comandante
de infantería, en la suya al folio diez que se le han lei-
do, dijo: son ciertas en todas sus partes, y que es verdad
estuvo en el fuerte de Belascoain el general García, el
brigadier Carmona, el coronel Ubago, el comandante con
grado de corone l D. Francisco Ojer, y el ayudante de
campo del general García D. Severino el Cid; que dicho
¡;eneral García llamó al declarante y le dijo, si era del par-
tido del general Maro to y si sabia las ideas que este tenia-
á lo que le contestó lifuC no era de partido de nadie, ni rnn-




4"16
cbo menos sabia él cuales pudiesen ser las ideas
del genel'al Maroto. que entonces García le mani-
festó, pues ahora las sa br ás, y le leyó unos papeles
que hablaban de transaccion en tre este general y Espar-
tero, afirmándole que aquellos artículos no podían per-
mitirse fuesen admitidos: que des pues de algunas contes-
taciones que tuvieron sobre el particular, exaltándose el
general contra Maroto, se concluyó la conversacion por
haber le manifestado no contasen con él para ningun
alzamiento, put's que solo obedeceria al rey y á los gefes
que pusiese: y que bajo este concepto estaba terminada
toda otra idea particular: que compareció alli el coman-
dante del décimo batallon D. Epifanio Soto, el cual vió
fue atacado por el genel'al García con la misma conver-
sacion y demostracion de papeles, hablando siempre in-
juriosamente sobre la reputacion de Mar-oto; y que ar-
guyeron sobre el concepto de los artículos que contenian
aquellos, por lo que incomodado el general García y los
demas que le acompañaban, del ningun caso que habia
hecho Soto y el declarante de las referidas invitaciones
y papeles, se marcharon dejándolos en el castillo, que
Soto y el que declara ya solos hablaron de esta ocurren-
cia y sus consecuencias, que podrian sen t irse; que es
cuanto tiene que manifestar y la verdad, bajo el jura-
mento prestado; y leida que le ha sido esta declaraciou,
se afirmó y ratificó en ella, espresando hallarse en la
edad de veinte y nueve años, y la firma con el señor au-
ditor general, de que doy fé.-Arizaga._B3l'tolomé Ber-
rade.=Ante mi,=Cast1> Herrerc,


Declaracion de D. Siman Capap¿, detenido en la (asa de
armas de la casa de .ff[isericordia.


Seguidamente compareció ante dicho señor D. Simon
Capapé, comandante de escuadren, á quien se recibió
juramento con arreglo á ordenanza, bajo el cual prome-
tio decir verdad.


Preguntado, si sabe ó presume la causa de su arres-




4\7
I(JI dijo: que sospecha sea el suponerle cómplice en los
planes de sedicion que traia el general García.


Preguntado sobre los motivos ó eonocimientos f{Ue
pueda tener para decir tenia el general García planes
de sedicion, di jo: que hace tiempo creia los tuviese, por-
que le babia oido repetidamente decir, flue no hahia de
parar hasta que Ius i lase al general Mal'oto, porque era
un impostor y un hombr-e malo, y que no tenia repal'o
en afirmar tenia parte COJl los enemigos: 'Iue siendo
de la mayor confie nz a de García el capellan de estado
mayor D. llamon Allo, y con quien teuia frecuente!'
conver-saciones reservadas, cuando vino este del cuarte l
real la última vez, estando leyendo unos papeles oyo
que el general García le dijo al D. Ramon Allo, q\l~
contaba con el batallon de guías, con el quinto y nove-
no de Navar ra, y que otro dia cuando el ¡¡:enel'al Ma-
roto pasaba revista á los tiltimos cangeados, le oyó tam-
hien decir sobre el contenido de un oficio que leia, fIlie
Je tragesen el caballo que iba á buscar los hatallones Jlil-
ra que fusilasen á Muroto: que sabe habia una frecuen-
te cor responde ncia entre el general García y Guergu~,
y que el encargado de ella era un primo suyo llamado
Lagardon; que los curas de san Pedro y el de Allvluí
con D. Ramon Allo, los vió entrar muy de menudo á ha-
blar con el general Gal'cia; que se encerrahan y no ·per-
mitian que nadie estuv iesc presente, y que aun cuando
fues.e delante del Espíritu Santo se manifestaba Garcia.
que el¡;eneral Maroto trat aba de vender la causa del rey,
y fllle era necesar-io quitarlo, porqlle él no queria man-
dar haciéndolo Maroto; que el brigadier Carmona le oyó
decir á presencia de algunos oficiales, que d general Ma-
rolo hacia siete meses que no tiraba un tiro á los ene-
migos, y que pI asegur-aba no lo í iraria, y (lue solo ha-
ria concluir el pais sin trabajar; que es cuanto sabe y
puede mamfes t ar en o hsequio de la verdad, y bajo el ju-
ramento que t iene prestado, en cuyo conleslo le id a flue
11' ha sido r.~ta declacion, se afirma V ratifica, sin lene,'
que ail.Hlil' cnsa al~lI"a. es presando hallarse en la e<lad l.!t


'1-




418
cuarenta y nn años, y no la firma pOl'que dijo 110 sa-
sabia, pero hace una CI'UZ y firma el sei'ior audilor ge-
neral, de que doy fé.-Arizaga.-t-AlIle mi,-Caslo
Herrero-


Declaracion de D. Francisco Prasio


Seguidamente cornparecio ante dicho señor, D. Fran-
cisco Pras t , teniente de i n fa n t eria , á quicn se reciLi6
juramento con arreglo á ordenanza, por el 'lue prome-
tió decir verdad.


Preguntado al tenor ele la cita que en su declaracion
le hace el coronel D, Joaquin María Llorens , dijo: ser
cierta en todas sus parles, y que se lo oyó decir al ge-
neral Garda por hallarse i n med i a t o á su persona en el
referido acto; siendo cuanto sabe y puede decir en C3l'-
go del juramento prestado, y leida que le fue esla su
declaracion, se afirmó y ratificó en ella sin tener que
añadir cosa alguna; espresó ser de edad de treinta y tres
años, y la firma con el señor auditor general, de que
doy fe.-Al'izaga.-Francisco Prast.-Ante mi ,-Casto
llenero.


Deelaracion de D. Fictoriano Hita.


En seguida compareció D. Victoriano Hita, COman-
dante de la escolta de la diputacion de este reino de
Navarra, de quien su señoría recibió juramento con ar-
nglo á ordenanza, bajo el que prometió dec ir verdad.


Preguntado al tenor de la cita que al folio dos le
hace el señor gobernador de esta plaza D. BIliS María
Royo en su declaracion dada en esta sumaria, di]o, que
no recuerda babel' oido semejante cosa, sin que tenga
otra cosa que deci r; y que lo manifestado es la verdad;
y leida que le fue esta su declaracion, se afirmó y rati-
ficó en ella, espresando ser de edad de cuarenta y dos
años; y la firma con el señor and itm- ~eneral, de que
doy fé.-Al·izaga.-Victoriano Bila.-Ante mi.-easto
Her-rero,




1, 19


Dcclaracion de D. lIldchor Roehs.


Sc~"idamente couipareció ante dicho señor, D. Me l-.
chor Ilochs, segundo comandante de infantería, á quien
se recibió juramento COIl arreglo á ordenanza, pOI' el
'lue ofreció decir verdad.


Preguntado al tenor de la cita que le resulta al fo-
lio veinte y nueve vuelto, en la decl aracion prestada en
esta sumaria pOI' el coronel D. Joaquin ~l1aría Llo re ns,
d i jo: ser cierta en todas sus partes, y que las espresio-
nes que contieue aquella, recuerda fueron manifestar>
le á dicho coronel, que uno de los artículos del citado
papel que leyó el ~enel'a 1 García decia que el general
Maro to con Espartero hadan un ex á me n de todos los
oficiales, y que aque llos que no fuesen aptos los despa-
charian á sus casas: que los individuos del ayuntamien-
to de Cirauqui q ueda ro n aturdidos con las not ic iasque
le oyeron, Siendo cuanto puede manifestar bajo el ju-
rameu t o prestado, y leida que le fue esta su declcracion
se afir-mó y ra ti íicó en ella, espresando se r de edad de
t.rei n ta y siete años, y la firma con el sejío r aud itor ~e­
ne ra l, de que doy fé.-Arizaga.-lIIelcbor Hocbs.-Alllc
mi,-Casto Her-rero,


Dcclnracion de D. Joaquín Mt!/"ída.


Seguidamente compareció ante dicho señor, D. Joa-
quin Mér-ida, coronel efectivo de infantería, á quien re-
cibi<í juramento cou arreglo á ordenanza, pOI' el 'llle
ofreció decir verdad ,


Preguntado al teuor de la cita q,ue le hace el señor
gober!ladol' de es la plaza D. BIas María Hoyo en su lIe-
c!aracion, elijo: se r cierta en todas sus partes, y que
t iene presente le oyá tarnbieu al gcnCl'al Garcfa en di-
cho día que hahia un partido del JUSlo medio, porque
para 'lUC per-teneciese á él le había invitado Zariálegui,
y que él lo habia despreciado: que estaba tan furioso,




420
'tue e l declar-ante no pllllo de;al' dr decirle no se aca lo-«
r-ase tanto, porque le ser ia nocivo á Sil salud, con el jiu
,le aplacarlo, pero que le conteste. que había de morir
:Vlaroto y todo Dios.


}>l'eguntado si tiene que aiíadi r Ó qui tal' alguna cosa
á lo declarado, dijo: que fueron tantas las cosas que le
oyó al general Cal'cía, que no pUflle recordar mas que
10 espresado anteriormente, y en lo que se afirma y ra-
titica bajo el juramento 'Iue tiene prestado; leida 'Iue le
fue esta dec larncion, es presó ser de edad de cincuenta y
dos años, y firmó con el señor aud itoi- general, de que
doy fé.-Al'izaga.-Joaquin Méridav-e-Ante mi,-Casto
Herrero.


Diligencia de suspension de estas diligencias.


Yo el inf'rascrip to escribano doy fé como en v irtud
de haber ordenado el Excmo. Seño r gere del estado ma-
yor genel'al 'Iue en el d ia de mañana hay marcha, d is-
puso el señor D. José Manuel de Arizaga, ministro to-
gado del supremo consejo de la guena, audi tor- genera I
del ejército, quede suspenso el curso de esta sumaria
hasta que pueda continuarse; y para qne conste Iirrno
la presente con su señoría, en esta ciudad de Estella á
ve int e de febrero de mil orhorien tox t re i n la v Jlllt'\e.-·
A¡'iMga.-Casto He rre ro.


Diligencia de haberse presentado dos rit ados en e,'!6I su-
maria,


En este momento se han presen t ad o al señOl' aud itm-
geoeral D. Epifanio Solo y D. Irineo Zal a , pal';¡ evacuar
las citas qne de ellos se hacen en esta sumaria, y en su
virtud el señor aud i to r genel'al mandó 'lile sin perjuicio
de la anterior diligencia, se proceda inmediatamente á
recibir á los espresados sugetos sus respectivas declara-
dones; en at encion á la marcha ordenada para el dia de




42i
:maílal13, y con el bn de nore u-asar &11 curso. Y para
.]ue co nst e lo pongo por diligencia, que Iirrua el señor
auditor gencral, de que doy fé el presente cscr ibauo , en
Este ll a, á veint-e de [e hre ro de mil ochocientos treinta
y nueve.=Ari7.aga.=Casto Herre ro,


Declaracion de D, Epifanio Soto.


AClo continuo compa ree io ante dicho sei"íOl' D. Ep i-
fan io Soto, comandante del d~~ilDo batallon de Navari-a,
á quien se recibió juramento cou arreglo á ordenanza, y
bajo de él y su palahra de honor ofreció decir verdad
en cuanto supiere y le fuese in terrogado.


Preguntado al tenor de las citas que le hacen á los
folios tvein ta y seis el comandante D. Antouio Sagucs
en Sil dec lar-acion ; al tre in ta y siete el señor D. Fran-
cisco Mal'ia ;\Iartinez l\1orentin en la suya, y al cuarenta
el comandante 4\e iufanteria y gohernador de los fuerte,
de Cil'iza y Hel ascoai n D. Barto lorné Ba rrade, dijo: se r
ciertas en todas sus partes, añadiendo 'Iue el espresado
~eQeral ·Garcia cuando conoció su oposicio n á condes-
cender en el p ro nu nc iarn ien to 'lue le exijia, con la íuer-.
za de su batallon, le manifestó, qne asi al genel"al Mar-o-
to, como á todos los Iple se opusiesen á prestal" su volun-·
t ad y coope rnc ion en el levantamiento, scr ia n ase s iu ado s.
.{ue los anónimos se los Iq'ó [, pre se ncia del goberna-
dor Barrade, hri;;adiel" Carmo n a, coronel Ubago, tenien-
te coronel Diet", capitan de zapadores Ar-amburn, y o t ros
varios, y derigiéndose al 'Ille dcc lar a, cuando leyó el ar--
tículo que hablaba del ex á me n que babia n de sufr-Ir los
g~fes y oficiales, le dijo: PUl'S este te toca á tí, asi como
el que habla de los ¡;enel'alcs á él: qne des pues que les
leyó la carta referida, y al tiempo de lcv an ta rse del si-
tio en que estaba sentado, le d i]o: pues Y. ha recibido un a
.car tade 11n cura, á lo que le res pnnd ió 'Iue las habia reti-
bido de muchos curas, y e11 este momento le espresó habla ..
hade la 'lne habi a reri b ido tic UIl t i o :,uyo '¡l1C har.ia 1'1'-
Iacion al cura D. Diou is io. 'l'le dcspucs de "arias COlltC5.




422
tadones f(Ue tuvieron sobre el particular, viendo Garda
su oposicion á condescender con sus deseos, le dijo: á V.
y á todos los hemos de co r tar el pescuezo, retirándose
en seguida sin despedirse, como lo hizo igualmente el
brigad ier Cm-mona, Que es cuanto sabe y puede declarar
bajo la palabra de bonor '1ue tiene e.mpe ñada , y jura-
mento prestado; y leida fJlle le fue esta su dec laracio n ,
se afirmó y ratificó en ella, es presa rulo ser de edad de
veinte y cua t ro años, y la Jinn<Í co n el señal' auditor
general, de que doy fé.=;\t-izaga.=Epifanio 50lo.=1\n-
te mi ,-Casto Her-rero,


Declaración de D. Irineo Zata,


Incontinenti compareció ante dicho señor D. Irineo
Zala, comandante de armas del Valle de Echauri, á
quien se reci bio juramento con arreglo á ordenanza, y
por él prometió decir verdad.


Pregun tado al tenor de la ci ta que en su dec laracion
a1 folio cuaren la le hace D. Bar tolomé Barr-ada, y si sa-
be ó tiene entendido se halla provocado algun acto de
sedicion que tendiese á alterar el or-den, disciplina y go·
bier-no establecido por e l rey nuest ro señor, dijo' ser cier-
ta, y que dirigi,:ndose desde esta ciudad á su comandan-
cia de armas de Echauri, y á Sil paso pOI' Salinas entró
en la casa del cerero de esta poblacian, en qlle estaba
alojado el intendente D. .Iav icr Ul'iz, á qu ie n saludó y
manifestó el objeto de su v iage, y despucs de alguna
conversacion indiferente, Uriz le dijo flue estaban enga.
i'iados en la opinion que tenian formada todos del hombre
que mandaba el ejército, y que los CUI'as del pais se ha-
llaban en el mismo e r ro r con respeclo á aquel y á las
actuales circunstancias, y (lue la obediencia que presta-
ban les ocasionaria los emparedasen, sin perjuicio de que
':1 antes (lue esto ocur riese daria cuenta al rey: que ob~
servando la irritacion y violencia con 'Iue se espresaba
lJri~ sobre ma te r ias delicadas, y (lile pulrl icaba un COIl-
cepto criminal contra el ¡;efe del estado mayor, y la s;-




423
tuacion en que decía estaban las cosas, nada conformes
al interés de la causa del re)', se despidió el declarante
y se retircí á Echauri. que en el momento de llegar á
Ec haur i, y temeroso de Jos resultados que pudieran ocur-
r n-, en vista y en inteligencia de lo que habia oido á
Uriz, escribió el gentil-hombre del rey D. José Muja
Villavicencio, enca rgándo le manifestase á S. M. estuvie-
se con mucho cu idado, pues 'l"e tenia á su lado lobos
carn iceros en fuga¡' de ovejas: (lue en la venida 'lue hizo
á Este/la el ¡;el'e de es t ado mayo<' general, anterior á es-
ta recihió una carla del Ill'i¡;adiet' D. Teodoro Carmona,
en que le enca r gu ha le diese aviso puntual luego que su «
piese ú observase que se Jirigia Mar-oto por el punto de
Echauri en que se hallaba, á la cual contestó que para
la hora en que recihió la cart a, estada aquel en Muez,
ó en Estella, que es cuanto tiene que declarar y sabe de
pro pio conocimiento y ciencia, bajo el juramento pres-
tado, y leida 'lue le ha sido esta su decla r-acio n, se afirmó
y r-at ificó en ella, espresando ser de edad de cuarenta y
ocho años, y la firma con el se ñm- auditor general, de
(Iue doy fe.-Arizaga.-hineo Zala.-Ante mi,-Casto
111'1'1'1'1'0.


Declaracion de D. CiriacoGil Cabattero,


Seguidamente compareció ante dicho seilo r D. Cil,ia-
co Gil Cabal lero, coronel comandante del undécimo ba-
tullen de Navar-ra, á quien se recibió juramento con ar-
re¡;lo á ordenanza, bajo el cual promet ió decir verdad en
cuanto fuese iuterrcgado ,


Preguntado al teuor <11' la cita (Iue en su decl ar-ac ion
le hace al folío treinta y ocho D. Fra n cisco Mar ia lY1ar-
tincz Morentin, dijo: ser cierta en todas sus partes, Y'
(lue ademas de lo que en ella se espresa, referia Sanz cn
su carta le hiciese presente su contenido á todos los de-
-mas ~e fes de los cuerpos de la division Navarra, estu-
v iescn ro.los muy so brc sí, porque estaba próximo el es-
tallar una rcvoluciou en la 'lue seria muy sc.nsi ble pe-




reciese alguno de ellos; y I¡De tuvieseu mucha confianza
en los sugetos que estaban al lado del rey, y no presta-
sen obediencia á :\lal'olo ni á los ~efes de su partido, y
se subordinasen solo á los generales García y Guergué,
'Iue contestó al comandante Iturmendi lo estraiio que le
el"a la lectura de la carta del geueral Sanz y su contenido;
respondiéndole Itur-mend i , este a jo de Sa nz me quiere com-
prometer á mi; pero ma nifestá ndo le el declarante que lo
lo~raria si él se lll'estaba á ello, le dijo tamhien: que solo
el comandan te genel'al era á qu ie n él dc hia oir,y I¡ue por su
conducto era POI" donde se 1" Ild,ian hacer saber las órde-
nes que se hubieran de obedecer- y guardar, y que para
salvar su responsabilidad, marchó inmediatamente des-
de EchaUl'i, en que se hallaba, á Vidaurreta, en que se
e nco n u-aba Tarragual, al cual le hizo presente lo ocur-
rido, observando en este el asombro con que oyó la no-
ticia del suceso, y le dijo: estos hombres están dejados
de la mano de Dios: que á los dos dias hallándose á las
inmediaciones de Belascoain, y reunidos algunos genera-
les y oficiales, entre ellos el comandante ¡;elleral Tarra-
gllal y el lll"igadier Laz i, manifestó el primero: cuidado
con las carlitas que andan; hasta de mi quieren hacer
desconfia naa, cuando no tengo oh-a idea que la de servir
al rey: esta insinuacion produjo que el comandante Itur-
mendi á los dos dias le escribiese una carta al que de-
clar-a, quejándose de que le h a hie se manifestado á Tar-«
n\!,ual el con ten ido de la carla del general Sauz, y con-
versaciones que habia tenido; á la 'lue contestó el de-
clarante, que encargando Sanz la manifestasen á todos
los gefes y oficiales de la division, autorizaba á cualquie-
ra pua comunicarla; ademas que sabiendo muy bien lo
que previenen las reales ordenanzas sobr-e los que pro-
vocan una sedicion ó la encubren, no podia dejar de 1"0-
nerlo en conocimiento de su comandante genel'al, si ha-
hia de eximirse de la pena que aquellas establecen: que
Ias fechas de Jos días en que ocurrieron estos sucesos no
puede designarlas, porque no t iene en memoria esta par-
t.icular-idad: que la carta del general San z le dijo Itur-




425
mendi se la habia presentado al gefe de estado mayor
general; que la tuvo el declarante en sus manos, y la
leyó, firmada del mismo Sanz , pudiendo afirmarse en
ello por haber tenido correspondencia con él, que á los
pocos dias de esta ocurrencia remitió al gefe de estado
mayor un parte circunstanciado, asi de estas ocurrencias,
como de las cartas subersivas que se andaban leyendo en
los batallones, alarman les y sediciosas: que hallándose un
dia en Cirauqui en la casa alojamiento del general Gar-
cía, muy próximo al sitio en que se paseaba, le dijo el
general Garda y el coronel Uhago, que era necesario es-
tuviese muy á la mira de su batallon, y que á los oficia-
les qne hablaban en favor de Maroto procurase echarlos
fuera del cuerpo, ó reprenderlos severamente, porque si
ocurr¡' otro lance como el que hahia sucedido en Estella,
era necesario tener mucha seguridad del hatallon, en el
que tenia mucha confianza: á lo que le contestó, que pa-
ra defender al rey podia tenerla: que igualmente le dijo
existía en tr-e nosotr-os un partido del justo medio, á el
cual pertenecian los generales Zariátegui, Elío y Goñi,
por lo que era necesario estar con mucho cuidado: que
habian llegado estas voces á tal grado de publicacion,
que las gentes realistas de los pueblos y amantes de la
justa causa que se defendía, estaban alarmadas y llen as
de disgusto porque les eslaban haciendo creer que todos
sus sacrificios y padecimientos iban á quedar sin fruto
alguno, cuyo lamen to era público y notorio á todo el
mundo, como especial la desunion y cizaña que se iba
introduciendo en el eojél'ci lo y pais. que lo dicho es la
verdad en cargo del juramento prestado, y cnanto pue-
de declarar por saberlo de propio conocimiento y cier-
ta ciencia, en lo qll~ se afirma y ratifica, sin tener que
añadir ni que quitar cosa alguna, leida que le fue esta
IIU declaracion; espresó ser de edad de t re in ta y ocho
años, y la firmó con el señor auditor general, de que doy
ré.-.~riza§a.=CiriQcoGil Cahallel·o.=Ante mi,-Casto
UI'ITl'I'O.




Dectaracion de D. Emeterio Iturmcndi,


Seguidamente compareció ante dicho Señor D. Eme-
terio Iturrneud i, coronel comandante del duodécimo ba-
tallan de Navarra , á quien se recibió juramento con a r-
J"e~lo á ordena nz a, y ha jo é l p romet ió deci r verdad en
cuanto supiere y fuere iu ter rogado,


Pregun tado al tenor de la ci ta '{UC en su decla r-acicn
le hace al folio cuarenta y cua t ro vuelto el co ro ne l co-
mandante D. Ciriaco Gil Ca ba llcro, dijo: se r cierta en
Jas partes que comprende, y que hahiendo entregado la
.:arta fir-mada por el general Sanz, qne le remitió el de-
clarante á el Excmo. señor gefe de estado mayor general,
.porque dicho señor se la pidió en virtud de noticia que
le dió de ella el coronel D. Ciriaco Caballero, aquel 1)0-
cI"á unirla á esta su dec laracio n, Que es cuanto tiene que
declarar, por ser todo la verdad y cuanto puede decir
Laja el juramento prestado, a Iirrná ndose en esta su de-
c1araeion qne le ha sido leida, sin tener que añad ir otra
cosa: espresó hallarse en la edad de treinta y seis años, y
la firma con el señor auditor genel'al, de que doy fé.-
Arizaga.=Emeterio Itur-me nd i.eeAute m ¡,-Casto Her-
rero.


Declaracion de D, Tarioio Soiz.


Incontinenti compareció ante d icho señor el coro-
n el de infantería D. Toribio Saiz , gefe de estado maYal'
de la division Navarra, á quien se recibió juramento


·con arreglo á ordenanza, y pOI' él ofreció decir verdad
en cuanto supiere y fuese interco¡;ado.


Preguntado si tiene en teml ido ó sabe qu~ se halla
provocado en la division Navarra. de que es gefe de es-
t ado mayor, con palabras, hechos, {, sugestiones, algun
acto de sedicion que tendiese á alterar el orden, disc ipl i-
na y gobierno establecido por el rey nuest ro señor, dijo:
(lue ha estado sabiendo y constáudole la continua pl'O-




427
vocacion y empeño con que se ha a~ítado una ...-vo luc ion
interior muy bastante, si hubiese lleg ado á estallar, para
tei-minar todos los sacrificios prestados en los seis años
de la actual lucha por la justa causa: como gefe de es·
do mayol' de la di vis ion de este reino, yen conctato dia-
rio con el comandante ~eneral D. Francisco Gucía, y
gefes del mismo, habia presenciado y oido muchas con-
versaciones y proyectos, todos alusivos á t.ras t ornar- el
orden de cosos, efec l ua r u n a serl ic io n y h ar e r-se del man-
do, objeto principal de los deseos de García y d,' sus de-
mas apasionados. Que el ~eneral García dos d ias antes
de su prision, hallándose en su casa en uno de los corre;'
dores de la misma con la señora viuda de D. Santos La-
dron, despues de diferentes conversaciones, y cuando se
marchaba dicha señora, le preguntó si se hallaba resta-
Iilecido de su salud y si sabia algunas noticias; y contes-
tándole á lo primero que sí, y á lo segundo que igno-
raba las que hubiese, le entró en seguida manifestándo-
le que él se las dada, como en efecto lo hizo, presentán-
dole y leyéndole una proclama y tratado de t ransaccion
entre el generall'laroto y el rehelde Espar tero, Que Gar-
cía demostró en seguida era Maroto un traidor y un es-
tafador, como tamhien lo eran las dernns pel'sonas que
ha hlahan de él y en su favor, afir-má mlo le la precisa é
inmediata necesidad que hab ia , de qne el ejérc i to se pe-
netrase de estas c ir-cuns t a nc i as, y despejase á todos los
que ex ist ian en el ej érc ito unidos á dicho general Ma-
roto; que habiéndole contradecido las ideas manifestadas
exigiéndole pruebas mas positivas y aconsejándole obrase
con mas detencion y cuidado, en los recados y conversa-
ciones que tenia con los ;efes de la tropa sobre este
par-t icular, como el n i ngu n asenso flue debia dar á los
T,apeles que le habia leido, le contestó García que per-
suadido de la certeza que ellos contenian; y convencido
de la necesidad de que se ver-ificase una variacion en el
ejé,'cito, estaba resuelto á no dejar de la mano cuanto
pudiese facilitar Sll intento; ,¡ue contaba y estaba se¡;nr'o
de '\tle le o bcdeccriau el quin to batallen de Navarra,




:428
iuías )' algunos otros para llevar á efecto Sil plan; y que
penetr-ado el país, por la puhlicacion que se huelan de
estos papeles, de la novedad que les esperaba, con fa-
cilidad secundaria n sus intenciones. Que le dijo á Gar-
cia que tamaña sublevacion iba á ocasion ar mil ma-
les, que meditase lo 'lue hacia, y no procediese á cosa al-
guna sin consul tar con la voluntad del soberano; y deján-
dose llevar por los consejos de amigos que iban á preci-
pitarle, pel'o observando 'lile dicho ¡;cnel'al García se em-
peñaba mas y mas en per-suadí rle de la vel'darl de sus
ideas, terminó la conversacion d ic iéndo!e no contase con
él para cosa alguna, y que, como le habia asegurado en
diferentes ocasiones en que le habia tocado la misma con-
versacion, le repetía afirmándole el perjuicio 'lile á la
causa del rey iba á seguirse de un trastorno semejante.
Que en otro dia y en la misma casa del general García,
hallándose reunidos este, el que decl ara , el genel"a 1Guer-
~ué, el brigadier Carmona y otras personas que no re-
cuerda, se suscitó esta misma conversacion, y tomando
la palabra Guergué, dijo: Señores, desengáñense VV. ,
la revolucion ha colocado al general Maroro en el man-
do del ejército para conseguir el fin que se ha propues-
to, y que no pudo esperar ni prometer de mi. Que cono-
cia que el ejército necesitaba de una persona de carácter
y que fuese respetada; pero que estaba muy distante
de aprobar esta circunstancia en el ¡;ellel"al 'Iaroto. Que
Jbañes, el oficial de la secretaría de la guerra, lo llamó á
esta ciudad dos dias antes del suceso de Peñacerrada, le
le b izo la confianza en su misma oficina de que Mar-oto
iba á substituir á Guergué, y preguntándole si le co-
necia, aplaudió esta eleccion; y des pues de algun tiempo
y á presencia de García, Sanz y Carmona se reprodujo
ya en sentido contrario, y dejó espantado al que declara,
cuando le oyó decir que Mar-oto era un mason, que habia
servido en América, y que todos los {¡ue alli habían es-
tado eran malos y enemigos de la causa carlista, con
otros conceptos y espr-esi nnes tan denigrativas como
mconsecucn tcs al pr irner juicio 'lue le manifestó. Que




429
sahe ({tle este está unido en ideas á Garcia y demas gene-
rales que en este sentido se espresaban, y que conserva-
ba relaciones íntimas con todos; que el general Sanz en
Echauri y pueblos de Echauri en que se hallaba el
general García á últimos de setiembre del año pasado,
le di ¡O que el genel'al Maroto era un pícaro; que es-
taba engañando al rey y al ejército, y que era ne-
cesario echarlo á toda costa; que era un mason y ba-
jo todos conceptos perjud ici a l en el mando del ejér-
cito, con otros impro pe r-íos de esta naturaleza. Que
tambien en parte los atribuyó á los generales VilIareal,
Latorre y Elio, sin que hubiese sido bastante para tem-
plarle en su i r r i taciou las razones de oposicion con que
procuró calmarle, aconsejándole usase de prudencia en
lo que hablaba. Que el general García que estaba pre-
sente, contestó: defiéndalos V., que todos han de morir
á puñaladas. El intendente Uriz, en el mes de enero del
anterior año en Elorrio, llamó á su casa al declarante y
le dijo: le prevenia que los generales Villareal y Latorre,
y otros gefes y oficiales, pertenecian al justo medio y
estaban tratando de hacer una transaccion con el ene-
migo; por lo que era necesario tuviese el declarante y
los dernas mucho cuidado con los batallones, los entu-
sinsrnase n á favor del general García, y obedeciesen
ruanto este les mandase; pO"'l'le ohr-aha de acuerdo con


é l y dernas sngetos que pensaban de igual manera, y que
nada haria que no se le digese del cuartel real. Que al
propio tiempo le encargó obrase en la formacian de la
causa contra Cabañas de una manera que se le pudiese
quitar del medio, porque su muerte v ald r ia mas que si
se diesen treinta batallas. Que habiéndole contestado
con alguna firmeza defendiendo al general Villareal, le
dijo que ¡tI tambien le quer ia, y conocia era bueno, pero
que todo el mundo le engañaba. Que después de var-ias
contestacionee sobre estos particulares, le dijo á Ur-is
que él no obraría nunca sino en justicia, y con arregla
á lo que él le mandase, y se despidió de su casa. Que
otro dia D. Ramon Allo, capellan de E. M., le dijo que




&30
todos los gefes de Navarra, incluso T'arragual, estaban
seducidos por los generales V i llareal , La t orre , Elío v
Zal'iátegui, los cuales todos pertenecian al justo medi~;
y habiéndole manifestado que no lo creía, porque á él
~o le habian dicho semejante cosa, le afirmó lo creyese,
y que las objecciones 'lile le hacia en favor de Tarragual
no desv ir-tua r ia n nunca las esperanzas que dió este de
adherirse á este par-tido, cuya conversacion se la demos-
tró 'á Tarragua l el que declara. Que estas ideas son IllUY
antiguas, y se t rn hajaba pOI' esparcirlas co n el fin de
(lesconceptuar á los mas fieles ser-vidores del rey y líti-
¡es vasallos, las cuales han continuado esparciéndose
con mayol' fuerza y acaloramiento conforme han ido to-
cando la oposicion de hacerse del mando, que es la ambi-
cion positiva que los conduce á toda clase de escesos, Que
en las ocurr-encias de Cirauqui, y cuando el batallon que
comandaba Oteiza tomó la d ireccion de Estella tumul-
tuariamente, y Ote.iza logl'ó contenedo haciéndole re-
troceder á Cirauqui, el genel'al García á presencia de
Guergué, Carmona, Uriz y el brigadier Echeverría, n-
prendió al comandante Oteiza pOl'que hahia apaciguado
el alboroto de su batallon, manifestándole habia debido
dejarlo, y lo mismo los oficiales para 'Iue los soldados
hubiesen ido á Estella, ó adonde hubiesen quer-ido y hu-
biesen asesinado las peno nas que hubicsen señalado'
que obsel'vando el que declara este modo de apadrinar-
Jos escesos )' los delitos, se creyó comprometido á contes-
tar al genel'al García, desaprobando su modo de espresa¡-
y comportarse haciéndole presente el disgusto que con
semejante conducta podia ocasionar al rey; que cuando
el acontecimiento de Urra sostuvo tambien contestacio-
nes con el genel'al García, porque este mandó formar el
quinto batallon navarro, y quc hiciese fucgo al primcro
que se hallaba formado cn el camino real 'lue se dirige
,á Mañe r u, demostrándoles que de dispararse UII tiro UJI
hatellon contra otro, I¡¡ cansa del rey era perdida y
mucho mas en aquel momento en que se cucontraba en
Puente de la Reina una columna de diez ú once mil




431
hombres. El declarante re fiere estos antecedentes pal'a
que se couosca la predisposicion del general Ga rcía á
comete¡' todo acto violento y sedicioso, como tambien
la autorizacion é impulso que le daban con su silencio
las personas que deja citadas, en todos los actos en que
debían in terponerse p3l'a con ten er los desórdenes. Que
á las dos horas del suceso rr Ieridc , se presentó Aguine,
comandante del qu i nto batallon á el general Ga rcta, di-
ciéndole se le habian sublevado dos compañías gritando
querian í r á matar al gene¡'al Eguía, y que él ir ia con
ellas pOl'que de esta rnan era se ev i taria volviese á mall-
dar el ejército, cuyo atroz atentado se hubiera ejecuta-
do, si el fluC declar-a no se hubiese opuesto á ello, como
lo hizo tambien Tarragual en la segunda pericion que
hizo Aguir.re sobre el mismo fin y empeño; que es cuan-
to puede declara¡' y le consta de cierta ciencia por ser
toda la verdad, que demuestra en cargo del juramento
que tiene prestado, y palabra de' honor empeñada; y
que en esta declaracion, que acaba de leérsele, se afir-
ma y rat ifica, sin tener que añadir ni quitar cosa alguna;
espresó SeL' de edad de t re in ta y cinco años, y la firmé
con el señor auditor general, de que doy fé.-Arizaga.
-TOl'ihio Saiz.-Ante mi,-r.asto llenero.


Auto. Únase á esta sumaria la carta y proclama 'lile
acaba de rernit i r el Excmo. señor gefe de estado mayor
del ejército, pal'a 'l'H~ o hre en ella. Lo mandó y firmó
el- scñoi- D. José Manue l de AI'izaga, ministro togado
del sllpr<'mo consejo de la guerra, y aud i to r general del
ejército, en EsteBa á catorce de marzo de mil ochocieu-
tos treinta y nueve, de que doy fé.-Arizaga.-Ante mi,
Cas to llenero.


Burgere 1 1 de marzo de 1839.=Mi venerado SI'. ge ...
neral. Acabo de recib,,' la muy I;l'ata de V. E. fecha &
del actual, y al momento he escrito á Tarragual todo lo
que me dice en la misma concerniente á él, Y no dudo
que aunque tarde algunos días, se le propor-cionaré la
venida de Francia, pues para el efecto estoy ya practi-
cando diligencias. Ayer mañana lo llevaron de san Juan




43~
Pié del puerto á Mauleon, en donde d ehla tomar el pa'"
S:l\,OI'te del sub'Qrefecto 'Qara. Rayona, O\o\'on Ó \lau~ ~O~
consiguiente at;uardo el aviso del depósito al que le hall
destinado, y sabido esto, se practicarán las diligencia,
para tl'aerlo.=He sentido sobremanera los disgustos que
V. E. ha tenido antes de ahora, y particularmente en
los últimos acontecimientos; pero en fin, se han vencido
los obstáculos, y no debe haber en adelante ninguno,
siempre que cada uno de nosotros cumplamos con nues-
tros deberes, siendo nuestro único y principal objeto de-
fender á toda costa. la causa. de nuesvro soberano, y por
consiguiente la conclusion pronta de esta desoladora
~uerra; y de este modo no tendrán lu~ar la ambicion é
intriga. Disimule V. E. si me he esced ido en estos últi-
mos renglones, pues todo nace de las sanas intenciones
que me animan para el pronto y feli .. 101;1'0 á lo que de-
seamos.-Per abora son suficientes las cuatro compañías
del 9' lO que por orden de V. E. vienen del Bastan á mis
órdenes, pues con todo el batallon haré que el enemigo
de. Valcarlos no recorra ninguno de estos valles, estre-
chándole de modo que no pueda salil' de su madriguera,
pol'que pienso colar dos compañías en el pueblo de Or-
bayceta, punto pOI' donde el enemigo tiene el paso para
ir á recorrer los valles, y estando yo con las cinco com-
pañías restantes en este punto, tendrá que permanecer
quieto en su guarida; mas adelante y cuando el Pil'ineo
esté practicable, desear-ía se llevase á efectoe] plan que
el verano último le pl'opuse al comandante ~eneral del
reino para caer en mi poder dichos enemigos; pero sin
embargo de mis repetidas instancias, no pude conseguir
realizarlo; y ahor-a hago á V. E. la misma relacion del
proyecto que á aquel comandante geneI'al.-La posicion
que ocupan los dos fuertecillos de Valcar los impide
bat ir los á cañonazos, porque los tiros pueden pasar muy
bien al territorio francés, y en este caso tener algun
sentimiento con dicha nación, El ir oí. atacados con igua-
Jes fuerzas, y aun con menos, es inútil, porqoe sin em-
hargo de que varias veces los he provocado al combate,




433
no lJanquerido salir de las casernas, y me he tenido que
vo íve r- á mi canton sin poder hacer nada: mas, se~un
conceptuo, y lo be propuesto anteriormente por quitar
la tal gente de dicho punto, lo mas acertado es, cuando
mejore el tiempo, marchar con un batallon y ocupar una
porcion de casas que están inmediatas á los fuertes, y
sin tirar un t iro ni haber compromiso con los franceses,
me parece ,¡ue en veinte d ias de permanencia en dichas
casas, tenian que sucumbir ó al menos marcharse á Fran-
cia, particularmente los peseteros; y los paisanos arma-
dos se presentarían con sus armas garantizándoles la
conservacion deTos edificios y haciendas; porque los ta-
les están d isgustadoe, y sino se les permite hacer la siem-
bra de m aiz y su reco leccion , son perd idos; por cuyo
motivo este es en mi concepto el mejor medio pal'a con-
cluir eou esta gente, y si se r es is te n á en t re ga r las a r-«
mas no queda otro recurso que el incendio de los edili-
cios, y nada se iba á perder, porque tanto en tiempo de
paz, como en guerra, no sirve Valcarlos para otra cosa
que para alcahuetería de contrabandistas y abrigo de
tunos; en vista de esta relacion V. E. dispondrá lo que
fue re de su agl'ado.=EI sargento que está encargado de
ahr-i r los portales de esta villa al toque de diana, me ha
entregado esta mañana diez papeluchos como el adjunto,
que los ha hallado esparcidos por toda la villa, é inme-
diatamente los he quemaJo; y como el tal sargen to y yo
solos lo sabemos, nada se ha traslucido y nadie sabe na-
da; pero estoy indagando reservadamente quién ha po-
dido ser el conductor de aquellos; y aunque lo vea di-
ficultoso, sin embargo, pondré todos los medios, y en
caso de descu hri rse al!!;uno, procederé á su prision, con-
duc iendolo á disposicion de V. E.=Deseo se conserve
V. E. con salud, y que disponga como guste y puede de
su muy apasionado y obligado súbdito Q. S. M. H.=
Fermin Ripalda.


Nao<Jrr"", Habeis presenciado una gran catástl"Ofe;
el terr-or párdco domina hoy en Navarr-a, Un tirano se
ha alzado con el malicio snpJ'cmo y absoluto, y proclarn a


'11;




,B4
la destr-ucc ion del edificio monárquico quevosot eos su-
p is te is sostener en toda su purcza y espleudor, á costa
dc Ia sangre de vuestros hijos, ver t id a á arrovos en ese
suelo clásico de la Ieal tad y de la rcligion.=Navarros.
:En Estel la han sido asesinados pOI' un traidor cuatro de
vnestros mas fieles y mejores generales del ejército real.
I), Cárj os, aprobando aqncl los asesinatos con un real de-
cre to , ha sancionado sus mandatos, que Ma ro t o puso en
e jecuc ion , El ingr'ato príucipc ha premiado tan alevosa-
mente la sangre que h abe is vertido, navarros, para sos-
tener sus pretensiones al t rono de Casti lIa.= Volun ta rios,
la mcmoria de los héroes .sacrificados tr-aidoramente en
Estella, piden venganza. Los hombres mas leales al rey,
y los mas firmes apoyos del trono, los veis encarcelados,
perseguidos y es pulsados á terri t orio est rangero por la
espada de un soldado osado y desl ea l.c-Nava rros, somos
vendidos traidoramente. Alzados y uuidos, arro jemos del
reino á los que son advenedizos en él y nos tiranizan; á
esa turba de aventureros que quieren engrandecerse á
cost a de vuestra sangre.=Viva la r el igion, viva Navar-
ra y sus volun tarios.eeEn Francia :í 4de marzo de 183~).
=Fray Ignacio de Lárraga.=EstelJa 1:; dc marzo de.
1 839.-Por recibido y unido á la causa, pase al se ñor-
audi tor- general para su dictámen, renrisiun al m in iste-.
rio y pub licaciouv-c-Maroto,


F¿ de union,


En cumplimiento de lo mandado cn el anta e¡ne pre-
cede, yo el infrascripto escribano doy Ié como á est a su-
maria que quedó suspensa en v i rtud del movimiento qne
verificó el cuartel general el veiute y uno de febrero úl-
timo á las doce de 5U maiíana, hasta cuya hora se estuvo
trabajando en ella, una la carta y proclama fIue el mismo
prev iene constando todo de ci ncucn t a y una fojas útiles.
y pal'a que consle de d i l ige nc ia lo firmo en Estel la á
catorce de marzo de mil ochocienlos treinta y nuevc.s-«
Casto Hcrre ro,




435
Aula. Únase á los antecedentes la sumaria que acaba


de recibirse instruida por el ayudante de E. M. G. Don
Hoque Linares. Lo mandó y firmó el señor D. José Ma-
nuel de Arizaga, ministro to:;ado del real y supnmo
consejo de la guena, y audito.' general del ejército, en
Estella á catorce de marzo de mil ochocientos treinta y
nueve, de que doy ft'.-Arizag~.-Ante mi,-Ca.~to HeI'-
rero,


Fé de unían.


Yo el i nfcascr i pto escribano doy fé como en cumpli-
miento de lo mandado, uno á esta sumaria la sumaria
que se refiere, compuesta de ocho fojas útiles, y una que
es la portada. Y para que conste lo pongo pOI' dili¡¡:cn-
da, que fir-mo en el mismo dia mes y alío rd'·I'ido.~­
Casto Herrero.


Plaza de Estella año de 1839'


Sumarla en aoerlguacion de la persona que fue arres-
lada por la guardia del por/al de san Nicolás al anoche-
cer del dia diez y seis de febrero de 1 839,= J uez Fiscal,
.EI segundo ayudante del E. !\J. G. D. Roque Linares.
-Escribano, El caballero cadete D. Claudia Fer-nnndez,


Nombramiento de Escribano.


D. Roque Linares, caballero de la real y militar or-
den de S. Fernando de primera clase, teniente coronel
graduado de infan teria y segundo ayudante del E. M. G.
del ejercite, Ha hiendo de nombrar escribano, se.gun pre-
viene S. 1\1. en sus reales ordenanaas pal'a que actúe en
la sumaria que voy á ro rrna r pOI' ord on que he recibido
verbal del Excmo. Sr. teniente general y gefe del E. M.
G. del e jérr.i ro D. Hafaell\1aroto, á fin de que investigue
la persona 'lile al anochecer de este dia fue arrestada pOI'
la guardia que cubre el servicio de esta pla?a en el pOl'-




4JG
rnl de san Nicolás; nombro al caba llcro cadete a~l'('ga'¡o
al E. M. de la plaza D. Claudio Fer-nandez, pal'a '1''''
"jerza el empleo de escribano; y habiéndole advert ido la
o hl igaciun que contrae, acepta, jura y p,'omete guardar
sigilo y fidelidad eu cu an lo actúe; y p3l'3 que coust e lo
firmó conmigo en Estel1a, á diez y seis de febrero de mil
ochocientos treinta y nucve.=Ilofl"e Li naresv--Claud io
Fe rnu udcz,


lJeclarucioll del comandante de la gUCll'rliu, primer testigo.


Incontinenti el señor juez fiscal pasó con asistencia
de mi el escribano al cuerpo de guardia del portal de
s. Nicolás, arr iba citado, quien hizo comparecer al co-
ma nd an te de la espresad a, quien con la mano tendida so-
b...~ el puño de su espada, ofreció, bajo su palabra de
lionor, decir verdad en cua n to fuere in ter ro aado,


Pnguntado su nornbi-e y empleo, dijo: llamarse Don
elaudio YoIJi, y ser subten íen re de la tercera compañia
del primer batallan del rey, voluntarios de Navarra, y
ser comandante en la actualidad de la guarJia que cubre
e l servicio de esta plaza en el portal de S. Nicolás.


Preguntado, oí que hora se encaq;ó de,la guardia,
y si i a t erin se halla en este servicio le ha ocurrido al-
guna cosa particular ó estraordinaria, dijo: 'Iue se encar-
gó de la guar-dja á las cinco de la tarde de este d ia, y
que ha ar-r est ado una persona que inducia sospechas pOI'
I)arecer d isf'r azada y no darse á co n ocur-,


Pcegun tado , si conoce á el arres lado, qué disfraz lle-
vaba, y que diga lo que ocurr ió antes y despu.es de su
pris io n , dijo: qtle el ar-restado })OI' él Y el cabo <le la
guardia Mar-ci e l Garda, es el Excmo. Señor mariscal
de campo n. Francisco García, el cual llevaba un man-
teo de cura con el que se Cl! l.ria, y un sombrero cle ca-
nal co n el que oeul ta ha la cara; todo lo 'lue llamó la
atencion del (1',e d eclnrn, y lo indujo á preguntarle
quién era ; el que le co n tus tó sin descubr-ir-se, que era el
vicario de Allequi; mas corno recelase el declarante que




437
~1O e r a el nombrado, I~ mandó qui tal' el embozo de I
manteo, lo que ver-ificado despues rle alguna r·epugnan-
cia, fue couocido pOI' el ar r-i ha dicho general García, y
conducido a·1 cuerpo de guardia á esperar las órdenes
que t uvi ese á bien dur el Excmo. señor general~fe del
E. i\f. G. del ejército, e n vista de la ocurrencia que acto
continuo elevó á Sil su pe r io r- conocimiento, por medio
del cabo de la gual'dia Marcial Gal'cía.
PI'e.~untado, si i n te r i n el general Gal'cía permaneció


en el cuerro de guardia habló con alguna persona, y en
ese caso diga la co n ver-sac io n que tuvo, <3 espresioncs flue
pl'ofirió, dijo: que interin pe r-maa ec ió en el cuel'po de
W'ardia no habló sino con el dccl a ra n t e, á quien pidió
una boina ó rl pe.l'miso de mandar á su casa por ella;
pel'o hahiénrlose!e negado ambas demandas, solo d ijo con
medias pa la hra s, que JI{) te mia ni tenia cuidado.


PI'pg'lnta<io, si hay en la gual'dia algun individuo
arlemns ,d,'¡ c i t arlo Marcial Gal'cía 'lue hubiese presen-
ciado el ar t o de la pr is inn ó advirtiese las contestaciones
qne mediaron antes de ella, dijo; 'Ine solo el citado Mar-
cial G.lI'cí:!. y Estehan Mar-t inez que se hallaba de cen-
tinela.


Preguntado, si tiene al~lIna cosa que añadir ó quit ar ,
dijo: '¡lIe no tiene qlle añ ad i r mas, sino que estando ar-
restado el dicho ¡;enel·.11, vi no 1I11a m uge r con pretension
de hablarle, á la f¡Ue no s,~ 1" pennilió: que no tiene mas
(Iue añad ir ni quitar: que lo dicho es 'la verd ad á cargo
de la palabra de ho no r que tiene prestada, en que se afi r-
mó y ratificó, leida qne le fue esta su declaracion, y di-
jo set' de e.Jad de veinte años, v lo firmó con dicho se-
iíor y el presente escrihano.-TIoquc Li nares-c-Ant e mi,
Claudia Fernandez.-Clandio Yoldi.


Declaraeion del cabo de la gu'",dia, segundo festigo.


Acto continuo el señor juez fiscal hizo compal'ccel'
á iVlarcial Garc ía, á quicn dicho se ñor, ante mi el pre-
sente escribano, hizo levantar la mallo derecha, y




438
Preguntado [ura is á Dios y prorneteis al rey decir


verdad en cuanto os interrogare, dijo: si juro.
Preguntado su nombre y empleo, dijo: llamarse co-


IDO queda dicho, y ser cabo prirn ero de la primera com-
pañia del primer batallon del rey, voluntarios de Navar-
ra, y ha llarse en la actualidatl ,le caho en la guardia que
cubre el servido de esta plaza en el portal de san Ni-
colás.


Preguntado, si desde (Iue entro de guardia ha pre-
se nc iado el arrest o de al¡;una persona, si /a co nor e, y
por qué causa ha sido presa, dijo: que estando al lado del
oficial de la guardia pasó por su lado un cura, á quien
el declarante preguntó quién era, respondiéndole que
e r-a el cura de AlIequi, y no pareciéndole cierto, le man-
dó volver a t r á s, en cuyo acto se acercó el oficial de la
~uardia y mandándole descuhrir, reconoció en el vesti-
do da cura al Excmo. señor mariscal de campo D. Fran-
cisco García , á quien maudd entrar en el cuerpo de
guardia, y dió orden al que declara para que inmedia-
1amente marchase á casa del Excmo. señor general gefe del
E. M. G. del ejército, á dar partí' de lo ocurrido.


Preguntado, si conoció que el disfrazado de cura es
el mismo arriha citado, y que Jiga las p rernlas que lle-
vaba en su d isfraz , dijo: que el arrestndo por el oficial
de guardia es el mismo general Gal'cía, y que el disfraz
ó vest iduras qlle llevaba consistían en n na capa sin eS-
clavina, y un som hrcro de canal.


Preguntado, si habló COIl el genel'al García, y á qué
se redujo la conversacion, dijo: que no tuvo ocas ion de
hahlarle , porque al punto de ser preso marchó á dal'
parte al Excmo. señor ¡;enel'al ~efe del E. 1\1. G. del ejér-
cito, y que cuando volvió, ni quiso ni tuvo ocasion de
hab larle,


Preguntado, si algun otro pr-esenció el acto de la
prision ó (as contestaciones que Ilara ello mediaron, di-
ga quiénes son, y cómo se llaman, dijo: 'Iue solo el cen-
tinela llamado Esteban Mar t iue s lo pr esencié , porque
los de mas numeres estaban en el cuerpo de guardia.




439
Pn·¡.;nnlado, si tiene algo (11lC añadir (í quitar, dijo:


que no t icuc nada (]lIe añadir ni qui t ar: que lo dicho es
la verdad á ea"l;o dc l ju rumeuto pres í ado, en el que se
afir ruó y ratificó, leida que le fue esta su dccluracinu, y
dijo ser de edad de vc i u t e a iíos, y lo firmó con dicho se-
ñor y el presente cscI'iballo.=Hoqlle Linarcs.eeAnte mi,
Claud io Fernandez.=í\1:J.l'cial García.


Dcclaracion del cenlinela de la guardia, tercer tes/iifo.


Acto co n l in uo el sellO" juez fiscal h izo comparecel' á
Esteban Mar ti nez, á quien ante mi el presente escl'iba-
110, des pues de haber hecho el jlll'amenlo (\c o rdenanza,
ofreció decir verdad en cuanto fuese interrogado.


P¡'egllntado Ilol' su nombre y empleo, dijo; llamarse
como 'llIeda dicho, y se r g¡'anadero del pri ruer ba tal lo n
del ney, voluntarios de Navar-ra, y actualmente uno de
los mi me ros que componen la guardia del porlal de Sal!
Nico lás "11 esta I"aza.


Pregnntarlo, si ínterin se halla de guardia ha eulra-
Jo de centinela, á qué hora , en qné punlo, y si ba lll>-·
t.ado alguna ocu rr-e nc ia pa rt icu la r, dijo: que ha heclw
centinela en la ~uardia sobre las seis de la tarde en el
portal de San Nicolás, y que solo ha advertido que ~
un cura que iba á sa l ir, y á quien el declarante rua nd«
volver para ser reconocido, rile arrestado en el cuerpu
de gua,'d¡a por el o íici a l de la misma.


Pre\!,untado si conoció al citado cura, y en ese caso
di!?;a cómo se llama, ó si ha o ido decir quién na, .lijo:
que como er-a cerca de uor lre no le fue fácil conocerlo;
pOI' co n s i au icntc que i¡;lJora có ruo se llama, pero (Iue ha
oido, segun dccian sus compañeros, ,¡ue era el general
García,


Pregnntado, diaa si sabe ,,1 nombre de uno á quien
oyó que el ar-restado cura na el general García, di jo;
(lue uno de los que dec ian que el cura preso era el ge-
ucral Ganía, es .luan Bautista Araugua, conrpañcro del
declarante en la gual'llia.




460
Preguntado, si tiene algo 'lue añadir Ó flllilu', dijo:


,¡Ue no tiene que añadir ni quitar, y que lo dicho es la
verdad, á cargo del juramento prestado, en el que se
afirmó y ratificó, leida que le fue esta su declaracion, r
dijo ser de edad de veinte y un años, y por no saber
firmar hizo la señal de la CI'UZ, con dicho señor y e¡
presente escrihano.-Roque Linares.-Ante mi,-Clau-
dio Fernandez.-t


Dectaracion de Juan Bautista Arangua.


Acto continuo el señor JUH fiscal hizo comparecer
:í Juan Bautista Arangua, quien despues de prestado el
jm'amento de ordenanza, ofreció decir verdad en cuan-
to fuese interrogado.


Preguntado por su nombre y empleo, dijo: llamar-
se como queda dicho, y ser gral1adel'o del pr-imer bata-
1I0n del Rey, voluntarios de Navarra, y hallarse en la
actualidad de guardia en el por-tal de San Nicolás de
esta plaza.


Pregun tado, si desde que se halla de guardia ha vis-
to alguna pel'SOl1a a rrestada, y en este caso diga si la
conoce y cómo se Il arua, dijo: que efectivamente hulla
un arrestado oí quien conoció y era el general D. Fran-
cisco García.


PI'eguntado, en qué trage estaba el arrestado, y si
oyó que hablára con alguno, en cuyo caso diga á que
se redujo la conversacion, dijo: que el trage que tenia
era una c.apa ó manteo de cura, y un sombrero de canal,
y que solo le oyó pedir una boini al oficial de gU3l'dia
que se la negó.


Preguntado si tiene al¡;o que añadir ó que quitar,
elijo: que no tiene que añ ad i r ni qu it a r: que lo dicho es
la verdad, á car-go del [ur-amen to pr-estado, en el que se
afirmó y rnt ificó, le id a que le fue esta su declaracion,
y dijo ser de edad de veinte y dos años, y lo firmó con
dicho señor y el prese n te escribano.-Roque Lina res.-c--
Ante mi,-Claudio Fernandee.s--duan Bautista Arangua,




441
nilicencio de entNga.


Acto continuo y en vista de aparecer por las pre-
ceden tes diligencias probado que la persona arrestada
pOI' la ;uardia del portal de San Nicolás, en la tarde de
es te dia, es la del Excmo. señor mariscal de campo Don
Fl'3ncisco Garda, dispuso el señor- juez fiscal pasar á la
casa habitacion del Excmo. señor gellel'al gefe de E. M.
G. del ejército, con asistencia de mi el escr-ibano á en-
tregat' la presen te sumaria, como lo ejecutó, compuesta
de cuatro fojas útiles, con su correspondiente carpeta,
y para 'lue conste lo firmo con dicho señor, de que doy
fé.=Roque Linares.=Claudio Fernandee,


Dillcencia para la ampliacion de esta Sumaria.


En la plaza de Estella, á diez y siete de febrero de
mil ochocientos treinta y nueve, el señor juez fiscal en
virtud de ó •..:ten verbal que recibió del Excmo. señor ge-
neral gefe del E. M. G. del ejército, para la averigua-
cion de las personas que en la tarde de ayer fueron ar-
restadas IJor la guard ia dd portal de San Nicolás, poco
despues que esta lo hizo con la penona del Excmo. se-
ñor genel'a] D. Fr-ancisco Ga ecíe , dispuso ampliar la
declaracion del pr-imer- I.e.lli;;o, estarnpada al folio y nú-
meros uno y dos, en cumplimien to del presente superior
mandato, y para que conste lo firmó con dicho señor,
de que doy fé.=H0'lue Lin3l'es.=Claudio Ferna ndez,


Ampliacion á la declaracion del primer testigo.


En la espresada plaza, en el mismo dia, mes y año,
el señor juez fiscal hizo comparecer al pr ime r test igo de
esta sumaria, el subteniente de la tercera compañía del
primer batallon del Rey, voluntarios de Navarra, Don
Claudio Yold;, á quien dicho señor le hizo pr-est ar jura-
mento de ordenanea, ante mi el presente eseriba no, el




Á,12
cual, bajo su palabra de, bonor, ofreció decir verdad en
cuanto fuere interrogado.


Preguntado, leida que le fue su dec laracion estam-
pada en los folios uno y dos de esta sumar-ia, si era la
misma ffue babia dado, si conoce la firma, si es· de' su
pr-o p ia mano, Y si se ratifica en ella hajo la pa lalira de
honor prestada, dijo: que lo que,se ha leido es lo mismo
que dec la ró, que la firma que hay en su declaracion es
de su ruano p ro pi a, y que en todo se afirrn a y ratifica,
bajo la pa la ln-a de ho no r que ti ..n e dada.


Preguntado, si en la tarde de ayer al tiempo de ar«
restar al general D. Francisco García lo ejecutó asi
mismo con alguna otra persona, y en este caso Jiga
cuántas y quiénes son, cómo se llaman y la causa de Sil
arresto, dijo: que des pues de haber arrestado al general
Ga rc í», lo ejecutó igualmente con dos mugeres, una de
ellas he rmn n a del señor vicario de la parroqu ia de San
Pedro, y la otra criada de esta, que no sa he c,ímo se
llaman, y que al acercarse cstns al cuerpo de guardia
las preguntó el declarante qué se les ofr ecia , á lo que
contestaron, quc qucria n estar con el hombre que se
hallaba alli dentro; y sospechando que estas pud ie ra n
hadrer proporcionado el d isfr-áz al arrestado, las mandó
detcner.


Preguntado, si á luejro de IlI'esas t r-a taron de discul-
parse, y en cst e caso diga de qué modo, dijo: quc solo
ellas en t re sí hablaba n bajo, y f¡Ue nada hablaron COll
el que d ecl ar a,


Preguntado, si permanecen con las arrestadas en el
cuerpo de ~Ilardia, Ó si han sido trasladadas á otro pun-
to y de qué órden, dijo: que e n la noche de ayer fueron
ent rc gadas al sargento mayor de esta plaza, pOI' orden
del Excmo. señor general gobernador de la misma, yad-
virtió al espresado sargento mayoI' que interin la pel'-
manencia de estas en el arresto, le parece se habían en-
tl'egado alguna cosa que la criada al momento ocultó,
sin poder decir el declarante á f¡Ue se reducía, que no
ticnc fluC a ñad i r ni qu it ar. que lo dicho es la verdad, :í




443
cargo de la palabra de honor que tiene prestada, en la
que se afirmó y rat ificó, leida que le fue esta su decla-
racion y am 1'1 iacion á la primera, y lo fil'mó con dicho
señor y el presente esnibano.-Roque Linares.-Ante
mi,-Claudio Fernandez.-Claudio Yold i,


Diligencia de citacion del segundo gefe de la plaza el co-
ronel D, Joaquin Melida.


Acto con t inno el seflo r juez fiscal, en visla de la cita
q'le se nola en la an ter io r declaracion, se constituyó en
Ia casa habitacion del Excmo. señor lIeneral ~obernador
de esta plaza, y obtuvo de S. E. el correspondiente per-
miso para interrogar al nombrado señor- coronel Meli-
da, sobre los puntos que abr-aza la misma; y pa.'a qne
conste Jo firmó con dicho señor, de que doy {é.-Roque
Linu resv--c-Claud¡o Fernandez,


Declaracion del coronel D. Joaquín 1J'Jelida.


Incontinenti el señor juez fiscal hizo compancer en
la casa habitacion del Excmo. señor general gobernador
de esta plaza al señor- coronel D. .Ioaquin Melida, qu ieri
tendida la mano sohre el puilo de su espada o Freciri, bajo
su pa la ln-a de hOIlO.", dec i r verdad en cuanto fuere in-
ter ro gad o ,


PreguntaJo por su nombre y empleo, dijo lIamar~
se como queda dicho y ser coronel de infantería y se-
gundo del Excmo. señor genel"al gohernadol' de esla
I,laza.


Preguntado, si en la noche de ayer tuvo órden del
Excmo. señor general gobernador de la plaza para tras-
ladar dos muge res presas desde la guardia de I portal de
San Nicolás á otro puuto donde se hallan, y si despues
de depositadas ordenó el correspondienle rejistro, y qué
resulló de él, dijo: (lue habiendo recibido ó rden del
Excmo. señor general gobcl'na,lor para que acompañado
del ayuda u te Ca van es y dos soldados armados, fuese á la




444
'f;uudia de San Nicolás, donde se hallaban presas la
hermana del vicario de San Pedro y su criada, las con-
dujese á la casa llamada la Misericordia, y en la sala de
armas fuesen registradas, por si se hallaban algunos pa-
peles; al llegar á la sala de la guanlia de dicha puerta,
el oficial de guardia me llamó separadamente, y al o ido
me id ij o , que habia visto que una mU\1,el' le \,a\,ia .lado
á la criada unos papeles, los cuales los recibió y los me-
tió entre la pantonilla y media; á lo que le contesté que
porqué no los I"Ccogió; en seguida en lré al cuarto, acom-
pañado del señor. de Caba nes , con los soldados, les ma-
nifesté ihan á ser trasladadas, y que siguiesen conmigo,
poniéndolas á derecha é izquierda de los costados, y
Cabanes detrás acompañado del muchacho que llevaba
el farol, por si tiraban algun papel; fuimos á dicha sala
de armas, y llamando á la muger del que hace de capa-
taz, la ordené 'lue entrase cou la muchacha en el cuar-
to indicado, quedándose con la otra fuera, la registl'ase
todos sus Testidos, sin omitir cosa alguns , con el fin de
si tenia algunos papeles, y me diese parte por si se ha-
llaban; se efectuó el reconocimiento en presencia del
mismo ayudante Cabanes, quienes me dijeron que se
habia efectuado, y nada se la habia hallado; en sl'guida
entró la hermana del vicario, y acompañada la muge r
del capataz con la mu{!,el' del carce lero del Almudin, la
reconocieron, y me d icrnn parte (le que nada la halla-
rOD; v isto esto dispuse que la herma nn del vicario que-
dase' en la sala, y la .eri ad a en un cuarto en la habita-
cion de arriba, ambas incomunicadas, á disposicion del
señor fiscal que se nombrase: que no tiene 'l"e añadir
ni quitar, que lo dicho es la verdad, á cargo de la pa-
labra (le bono.' que t ie ne prestada, en la que se afirmó
y .'atificó, leida que le fue esta su declaracion, y dijo
ser de edad de cincuenta y dos años, y la firmó con di-
cho señor y el presente escr-ibano.ee.Ioaquin Me lida.e»
Hoque Linares.ee Ante mi,=Claudio Fernandez,




445
n¡Hr;~ncia.


Acto continuo el señor juez fiscal dispuso pasar á pe-
d ir el permiso del Excmo. señor general gobunador de
esta plaza, que obtuvo, para pasar á la morada de la
hermana del vicario de san Pedro, para examinarlas; y
para que conste lo firmó con dicho señor fiscal, de que
doy fé.-Linares.-Claudio Fernandez.


Declaracion de Doña Joaquina Iecue,


Acto continuo el señor fiscal dispuso constituirse en
la casa habitacion en donde se halla arrestada la herma-
na del vicario de san Pedro, á quien dicho señor biza
levantar la mano derecha y


Preguntada; jurais á Dios y á esa señal de cruz, decir
verdad en cuanto fuereis preguntada, dijo: si juro; y


Preguntado su nomhre y ocupacion, dijo llamarse
.Joaqu i n a Izcue; que es hermana del vicario de san Pedro,
y que se ocupa en asistir- á sus padres y á su precitado
hermano.


Preguntada, si sabe la causa de su prision, dijo: que
lo ignora, pero ']ue supone que su arresto proviene de
haberse acercado al cuerpo de guardia, donde hahia oido
deci r se hallaha p"eso el general Garcf a, para lo que pi-
dió permiso al o/icial de guartlia, ']111' negado se volví ..
á Sil casa, desde donde fue trasladada por un cabo al ci-
tado cue.'po de guardia.


Preguntada, qué motivo ó causa la inillljo á querer
ha hlar al genel'al García; pOI' quién supo que este se ha-
lla ha p"eso, y si sa he la cansa que medió para su arres-
to, dijo: 'lile al llegar de Zudaire de evacuar diligencias
propias, la dijo su hermana Luc ía, qlle entre otros pre-
sos se hallaba el I\cneral Garcia, en cuyo momento salió
y oyó por la calle que estaba en la guardia del por tal de
san Nicolás, á donde se dirigió y ejecutó lo qne lleva ma-
nifestado.




446
Preguntada, si median relaciones de parentesco en-


tre ella y el general Garda, y sino manifieste la causa
por qué con tanto ahinco q ueria ve r lo y hablarlo, dijo:
que no tiene n i ngun par-entesco con dicho señor, y que
movida solo de su buen coraza u llegaba á v er si le po-
dia favorecer en algo.


Preguntada, si 110 sabe que el general García tenia
en esta su familia, y no debe dudar que esta no lo des-
cuidaría, razon porque es necesario manifieste en qué
(lueria favorenrJo, dijo: 'lue saLia que se hallaba en
esta su familia, y que solo se acercó á él, por si necesi-
taba avisar á la misma en el estado en que se hallaba.


Pl'eguntada, si habló ó vió al general Gal'Cía, ínterin
estuvo p,'eso en el cuel'po de guardia, dijo: que no la de-
jaron ha hlar le ni verle.


Preguntada, si sahe ti ha oido decir el trage que ves-
tia el general García al tiempo de su prision, dijo: 'lue
no sabe el tra¡;e que llevaba, ni menos 10 ha oído decir.


Preguntada, por qué causa ó de qué modo se halla
juntamente presa con ella su criada, dijo: que solo por
acompañada y no t.ras l ad arse sola al arresto donde la
lleva han; que no tiene mas 'Iue añadir ni quitar; que lo
dicho es la verdad á car~o del juramento que tiene pres-
tado, en el que se afirmó y ratificó, leida que la fué es-
ta su declaracion, y dijo ser d e edad de veinte y cinco
años, y lo fir-mo con dicho seiror y presente escr-íbanov-c-,
Joaquina Izcue.-R0'lue Lioarcs.=Ante mi,-Claudia
Fernandea,


Declaracion de Josefa Soravilla.


Acto continuo el señor juez fiscal hizo comparecer á
1<1 Cl'ialh de la humana del vicario de san Pedro, á quien
dicho señor hizo levanta!' la mano derecha, y haciendo
esta la señal de la cruz ofreció pOI' Dios y pOI' ella decir
ve¡'dad en cuanto fuere preguntada, y


Prcguutndo Sil nombre y ocupacion, dijo: Llamar-sr-
Josefa Sor-av i l la , y se r criada de Doña Joaquina Izcue,




4/¡7
Preguntada , desde cuándo se llalla presa, y si sabe


fl0i' qué, dijo: qrle se 1J.1J1a pusa desde arel' noche. y que
no sabe la causa de su prision, pudiendo solo decir que Iué
Ilamada pOI' su ama para acompañarla en el momento
,¡ue á esta la llevaban presa, desde cuyo momento se ha-
lla en el mismo caso 'lue la predicha.


Preguntada, si sabe la causa por qué ha sido arresta-
da su ama, dijo: que solo la ha oído d eci r á la misma,
'Iue era pon]ue iba á ha !>!a l' con el gener'a! Carcia, <¡ue
s~ hallaba arrestado en e! po rta l de san Nicolás, vestido
df~ cura.


Preguntad a, si sabe ú ha oido d ec i r á su ama quién
le facilitó los hábitos, ó en donde se los vistió, dijo: que
i¡;nol'a todo el contenido de la pregunta.


Preguntada, si habló, ú vió al general García en el
traje que le manifestó su ama, dijo: que no lo vió en
nillgun traje, ni habló al mencionado general García:
f¡Ue no tiene que añadir- ni quitar; que lo dicho es la
verdad, á cal'go del juramento que tiene prestado, en el
que se afirmó y ratificó, leida que la fue esta su declara.
cion, y dijo ser de edad de diez y ocho años, y por no
sa be r firmar hizo la señal de la cruz, con dicho señor y
el presente escribano.-Roque Linares.ee-í-ee An te mi,=
Claudio Fcrnandez,


Diligencia de entrega.


Acto continuo el señor juez fiscal, en vista de quedar
evacuadas las dili¡;encias ordenadas en este dia por el
Excmo. señor general gefe de l E. M. G. del ejél'cito, dis-
puso pasar á la casa habitacion de dicho Excmo. se ñor-,
con asistencia de mi el presente escr-ibano, y hacer la
l'lItrrga de esta sumaria , como la ejecutó, aumentada en
ampliacion COII cuatro fojas útiles; y para que conste lo
Iirmo COII dicho señal', de que doy Ié.-Hoclue Lina res.ee
Claudia Fernandcz,




Estado mayor genel'al.-Por el adjunto document&
procederá V. S. desde luego, uniéndolo á la causa, á re-
c ib ir la compelente declaracion.-Dios gU3l'de á V. S.
muchos años, cuartel general de Estel la 1.° de abril de
1839.=Rafael Maroto.-Señol· auditor general del ejér-
cito.


En la inte ligencia de que el indicado oficial me ha
confesado personalmente la orden que se dice recibió pa-
ra el procedimiento pOI- su pade contra el norn ln-ado
D. José Cavañas, asi como tambien que para los ase-
sinatos del coronel Cortines y demas , talllhien dice
hubo órdenes el comandante de su hatalloll.",-l\1aroto.


Comandancia general de la linea de la frontera de Francia.


Excmo. señorv-e-Es taudo recort-íendo esta tarde los
fuertes de Land i bar, Le o rlas, y caminando paI"a Zugar-.
ramurdi, acompañado del gobernador de Urdax D. Fu'-
min Iribarren; me ha d icho que al subteniente D. Pedro
Luis Arreche (alias Perlach ) se le oyó deci rpúhl icamen-,
te que en alguna ocasion, que él junto con olros mató
á Cavañas de orde.n del difunto genenl Garc ía¡ lo que
pongo en su super-ior conocimiento, pOI' si conviene al
mejor se r vic io de la justa causa del rey nues tro señorv-«
Dios guanle á V. E. muchos años. Urdax 24 de marzo de
1839.=EJlcmo. señor.=Ciriaco Caballerc.ee.Excmc, señor
General gefe del E. M. G. del ejército,


Auto.


Visto lo que producen los oficios precedentes, y ha-
llándose en esta ciudad D. Pedro Luis Arreche (alias Per-
tach) subteniente de infanteria de] quinto bata llon de
Nav arra , hagáse le saber comparezca en es le juzgado á
prestar Sil decl a r ac ion al tenor de lo que se I'Cfiere eu
los olicios citados. Lo mandó y fU'mlÍ el señor D. José




449
Manuel de Arizaga ministro togado del real y supremo
consejo de la ¡;lIena, y aud ital' general del ejército, en
la plaza de Estella á 1,rimero de abr-il de mil ochocientos
treinta y nueve, de flue doy fé.=Arizaga.-Ante mi,-
Casto llenero.


Nofijicadon.


En seguidn yo dicho escrihano doy fé que habiéndo-
me constituido cn la casa a lojam ieutc del subteniente
D. Luis Arrec he, y encontl"ándole en ella, le hice saber
y no t ifiqué la pr-ov ide nc ia anterior, y en su vista quedó
en ver-ificar su presentacion en el momento. y para que
conste lo pongo por diligencia que firmo.e-Castc llenero.


Declaracion de D. Luis Arrechc, subteniente del quinto
batallan navarro,


Acto continuo y á vir-tud de la notificacion anle-
r ior, compa reció ante el señor auditor general, D. Luis
Arreche (alias Pertach) subteniente de infan ter ia del
qui n to batallan de Navarra, de quien se recibió jura-
melito con arreglo á ordcnanza, quc prestó segun en la
misma se requiere, y bajo dc él y su palabra de honor
prome t ió decir vcrdad en todo cuanto supiere y le fuere
in ter-rogado,


Preguntado, si ha demostrado en conversacion 11a1'·
ticular Ó general ante algunas personas la manera y for-
ma con que se pe¡'petrase la muer-te violenta que sufrió
el brigadier D. José Cavañas, dijo: que no recuerda ha-
ber dicho á persona alguna el suceso que ha manifestado
al Excmo. señor genc¡'al gefe del estado mayor general
del ejérci to, sobre este acontecimiento, el cual le ha re-
ferido en Jos mismos t é r m i nos 'lue ocurrió, señalándole
las personas ,(ue lo ejecutaron, con todo cuanto le prece~
d io, Que el trece ó catorce de mayo del año último, y
como tres d ias antes de la salida de esta ciudad para Le-
zaun del primer hatallon de Navarra, fue llamado el
que declara por su corna ndan te D. Juan Bautista Agnir-


"9




450
re á su alojamiento, que era entonces en e\ pueblo de
Cirauqui, por el asistente de este llamado Juan Bautis-
ta Almandós, cuya orden obedeció, presentándose inme-
diatamente en dicho alojamiento, é introducido á la sala
alta de la casa le dijo, que cra necesario cu m pt i r la 01'-
den que acababa ele rec ibi r del gene,'al Gal'cía, mandán-
elole nombr-ase del batallan cinco pe rso nas r¡ue pasasen á
asesinar al br-igadier Cavail.as, que se hallaba en un ca-
sedo llamado Saraco is, ponlue este y su her-mano y pa-
dre eran t ra idorea, y hal.iau per-d ido la csprd ic ion del
rey, y que er-a necesario se encal'l;ase él y el subtenien-
te del mismo bata llon D. Saturnino Uzcariz, con los
soldados que eligiesen, de cumplimentar la referida 01'-
den. que se opuso á ello d ic ié nd o le , que una cosa as i le
parecia no debia hacer-la, pero 'lue Agu irre le contestó:
hasta que lo mande el general, y no hay rr-med io, pOl'-
que es beneficio del l'ey el qu i t.ar de enmcd io los t ra ido-«
res: que habiéndo le manifestado 'l1J<' para hacer una co-
sa asi era m en este r cantal' con personas de co nfi an za , le
manifestó eligiese los soldados 'Iue la mereciesen y qne él
nombrada al oficial, como t arnbie n un hombre 'lue av i-
sase la hora en 'Iue estaba en su casa el referido Cava-
ñas: que á muy poco rato le avisó y sal iero n ,le Cirauq ui
el dec lar-an te, el subteniente D. Sa t urniu o Uzcariz y Jos
soldados Domingo Sa laverr i, de la corn p~ilía de ¡.;ralla-
deros de su ha t a l Ion, Esteban Santacilia, soldado del
mismo, y Antonio Nuin, ue la compail.ía de t i rado re s, y
todos juntos se dirigieron al caser-io, llegando á él ya os-
curecido, y como á las ocho y media de la noche: que se
d irigier-on á la casa en que estaba alojado Cava ñas, y
Iiabicudo entra do en ella pidieron á los patrones un va-
so de vino, y estos le d ije ro n no pod ian dárselo pOl'que
no le tenian, y rlue estando en estas pa lahras entró Cava-
ñas, que venia de casa del cura, y al que conocieron por
las insignias que de su empleo llevaba en las mangas de
la levita: que le pidieron sus cartas y corrcspondcucia,
y acto continuo lo a taren con una cuerda por Jos brazos,
á presencia de los patrones que estaban llorando, y que




4.51
en seguida cntraron en su hahit acion y cogieron las
cartas y papeles que tenia, en cumplimiento de lo que les
habia mandado el comandante Agu irre , á quien se las
entregaron des pues. que ver-ificado esto le d ispar-a ron un
tiro, d espues de haberle dado var-ios bayonetazos, y ha-
biéudose t irado por una ventana que hahia en el mismo
cuarto, de la que cayó á una acequia que habia inmedia-
ta á la casa, pero ya muerto: que todos le birieron mor-
talmente, y Salaveni le acabó de mata,' con e l t iro que
le dió: 'l"e en seguida recogie¡'OIl las ropas de Cavañas y
echaron á andar otra vez para Cirauqui, dejando aquellas
en la esqui n a del camino con un papel encima que les
entregó el mismo comandante AguiITe, con orden para
que lo pusiesen sobre sus ropas, y una piedra encima
pal'a que no se lo llevase el aire, cuyo papel decía: l( he
muer-to pOI' traidor, de mano de los voluntarios: " que
habiendo llegado á CÍl'auqui todos juntos, se presenta-
ron á su comandante Aguirre el oficial y el que declara,
le entregaron los papeles y le dieron parte de haber cum-
plido la orden, como de haberse quedado el soldado
Nuin, que hoy está en Francia, con el reloj de Cavañas,
Que AguilTc les encargó guaro asen el mayol' sigilo, y
que no dijesen á nadie cosa alguna; y que hasta el d ia
nadie le ha bia preguntado al declarante cosa alguna so-
breel particular. Que hallándose en Vera el mes pasado,
el comandante Aguine hizo sa be r á todos los oficiales, y
en Leiza á todo el batallon formado, la orden que ha hia
recibido del rey declarando tr-aidor- al gener-al Maroto, y
otra de Arias Te [ci ro mandando que á todos los que fue-
sen por aquel pun to con pases fil'mados por Maroto, los
matasen, como se ejecutó á su virtud en la persona del
coronel Cortiues y otros tres que fueron muertos por es-
ta razon, encima de Zuhiet a, por las compa ñ ías de til'ado-
res y la cuarta. Que estando en Vera salió el batallon
para Echaral a r en ocasion en que ven ian para Vera Arias
Tcje iro y los dernus desterr-ados á Fr-ancia, y saliendo ya
del pueblo, se encontró con Arias Tejeiro, el cual lo IJa-
mó á la casa en que lo olojaron, que está á la entr-ada de




452
Vera, y lo entró en su cuarto diciéndole, se fuese con él
á Francia, que él tenia dinero para man tenerlo alli, por-
que de lo contrario lo Ius i la r ia Maro to :í él Y á sus com-
pañeros, como lo habia ejecutado con los benel'ales rnas
finos; pel'o contestándole el dec larau te , no q ue rr ia ir á:
Francia, y que el 'Ine h ahia fusilado á los generales sa-
bria pOI' qué lo ha bia hecho, le d ijo (Iue hici era }o (Iue
quisiera, pero que tuviese en terul id o (lile Maro to per te-
necia al justo medio, y 'lile le enca!'!;a.>c al batallan HO
lo obedeciese: que en este concepto se han verificado to-
das las cosas que lra n sucedido, y por h abe r creido de
buena fé que el rey lo mandaba asi: que es cuauto sabe
y puede manifestar en obsequ io de la verdad, y bajo su
palabra de honor y juramento prcs tado, sin tener que
añadir cosa alguna, y en cuanto le ida que le ha sido es-
ta su declaracion, en ella se afirma y ratifica, y espresó
ser de edad de veinte y tr-es años, y la firmó co n el se ñor
auditor general, de que doy \L-AI'izaga.-Pedro Luis
An'ech•• =Aute mi,-Casto llenero.


Auto.


Únase á esta sumaria los oficios y dec la rucion toma-
da en averiguacion de los autores del asesinato cometido
en la penona del bl'igailier Cava ñes, p,"'a 'l"e obre en
ella ]05 efectos 'lue puedan co nv en i r en justicia. Lo man-
d6 y firmó el seliar D. José Manuel de Arizaga, m i n is t ro
togado del real y supremo consejo de la guerra, yanili-
to r general del ejér-cito, en Estella á primero de abril de
mil ochocientos t re in t a y nueve, de que doy fé.-Ariza-
ga.-Aute mi,=Casto llenero.


FJ: de union,


En ejecucíon y cumplimiento de 10' mandado en el
auto anterior, yo el infrascr ipto escribano doy f,', uno
á esta sumaria el olido del señor comandante general
de la frontera de Francia, el otro de S. E. el señor ge-




453
'~~ral gefe .le! estado mayor del ejército, y las ,Iiligen-
cías obradas en virtud de este, compuestas de cuatro fo-
jas útiles, relativas al descubrimiento de los autores del
asesina to cometido en la llersona del brigadier Cabañas;
y para 'lue conste de diligencia pongo la presente, que
Iirmo en dicho dia pr-imero de abril y año r efer ido.ee
Casto Herrero.


Dilt'gencla de suspension de estas diligencias.


Yo el infrascripLo escribano doy fé que en cumpli-
m ien to de la órd en que ha dado el Excmo. señor gefe
de estado mayOl' del ejérct lo para que mañana se ejecu-
te la marcha de esta plaza de S. E., estado mayor, y
tropas que le s.iguen, mandó el señor aud i tnr general
quede suspensa esta sumaria hasta qlle haya opol'luni-
dad pa.'a continuar sus JiUg·encias y actuaciones. Asi
mismo doy fé que por S. E. se ha mandado que de todo
]0 hasta el dia obrado se saque testimonio literal, á lo
que se dé principio á la mayol' brevedail , y para que
conste, se ha mandado panel' pOI' el señor auditor
general todo por diligencia. y es la presente, que firmo
en Estella á dos de ahr i l de mil ochocientos treinta y
JJ.ueve.=Cas Lo llene ro.


Nota. Ninguna otra actuacion existe en la sumaria
practicada despues, y en el estado que queda copiado
terminó la sustanciaciou.e-Ar-isaga,




454


Dictámen del consejero de guerra, autiitor ge-
neral del ejercito, puesto en el testimonio sa-
cado para entregarlo al E.Temo. señor gene-
ral gefe del E. 111. G. del rjúcito, en auri-
plimiento de la orden que tiene comunicada á
este efecto.


Erccmo, SOlor:


Circunstancias estraordinarias, que han producido
acontecimientos graves y no comunes en los sucesos or-
dinarios, y aun en los de la esfern de la clase de singu-
lares, tienen hoy fija la atencion general en unos pro--
ced imien tos cuyo tamaño interesa publicar á la inteli-
gencia de cuantos hombres discurren sobre el funJa-
mento que los originó. En la mañana del d ia diez y
ocho de febrero último, me remitió V. E. un oficio,
uniendo á él ocho partes que le hahia n pasado varios
gefes y gobemaJores militares, acompañando á cada
uno de ellos una pr-or lnma escrita en sentido alarmante
y suber-aivo, Afirma V. E. en aquel, que si bien el
con te nido de tales documentos llamaba imperiosamente
la necesidad de un proccd i m icu to ejecutivo, que asegu-
rase el órden, la disciplina y la subordinaciolJ, como ba-
ses en que debe sos tan er-se la justa causa que defendemos
no era de menor importancia u n a in formacion judicial
que demostrase el Ol'Ígen y complicidad de la horrenda
trama qu~ aquel los ver t i an , y me preve n ia V. E. proce-
d iese inmediatamente á rrci hi r las declaraciones que
fuesen consiguientes pal'a la ilustracion de l público, en
apoyo de cuantas providencias se viera obligaJo a seguir
dictando, y que po ndr ia en conocimiento de la superio-
ridad al hacer uso de sus facultades. En los citados pal'-
tes se denunció á V. E. que el comandante general de
Navarra y el brigadier D. Teodoro Carmona, manifes-




455
tallan púhl icamcnte, y hacian entender á los pueblos,
gefes de ba tallones y ¡;obernadores de fuertes, que V. E.
se hallaba en inteligencia con el gefe enemigo Esparte-
ro, habiendo ambos convenido una tr-ansaccion, y ajus-
tado las bases y medios para verificada, segun aparecia
esplicada en los papeles que leian y hacían circular, los
cuales mas bien eran un fragmento de la Constituc ion,
que objeto parecido de aquella. Que afirmaban existía á
punto de estallar una t ra ic.ion , cuyos males era necesa-
rio evitarlos, alzándose con t r-a V. E., si quedan no ver
o bst ru idos y perdidos los incalculables sacrificlos, que
en los cinco años de gueITa habian prestado, y consa-
grado á la causa del rey estas fieles prov i ncias, y sus he-
róicos defensores; eseitando por cuantos medios y actos
ostensibles eran irnag inubles, un levantamiento en el
e jérci to y pronunciamiento en el pais, el cual aterrado
y lleno de profunda arna rgm-a, m iraba el resul tado de
tan infames anuncios, sospechándolos positivos, como
un desengaño cruel á sus padecimientos, y en camhio de
sus indclinibles trabnjos, Dcscubrióse á V. E. en ellos el
órden establecido para sus comunicaciones entre los ge-
nerales García, GlIergl1(', Sanz, iu te mle nt e Ucriz , oficia-
les de la sec retarj a de la guerra Ibañcz y Sanz , varios
eclesiásticos, y otros sll¡.;etos que aparecen delatados en
sus maquinaciones y acuerdos criminales análogos al fin
indicado. Demos t ra ro n á V. E. los continuados movi-
mientos ,\ue hacian, sus corn bin aci on es y adelantados
planes; que habian lle;:;ado al caso de Le n er dispuesto se
diesen en la órtlcn ¡;eneral de los cuel'pos los espresados
papeles. Es atendible la referencia circunstanciada, pro-
lija y uniforme, 'lue guardan y se lee en tales manifes-,
tacioncs, por'lue seña la n los hechos, pusonas y actos
de una manera tan terminante y sostenida, 'lue elude
toda duda ó idea capaz de haccr concehir exagera c.io n,
y aun la hacen gefes que personalmente fueron provo-
cados, y con quienes COIl taron para la ejecucion de su
tumultuario proyecto, en cuyo sentido hay algunos que
fueron tambieu denunciados. La calidad respetable de




456
l as personas que la t ien en pOI' su dignidad, elevados
empleos, y mandos que desempeñan; los juicios de p,'o-
pio conocimiento que emiten, y el curn pl i m ien t o de UTI
deher que les impone á prestarlos, e l espíl'itll lit,-ra1 de
las ordenanzas militares, en cuya sa t.isfacc io n , afirman,
obraron, tono nd,iú conrnovr-r l a enr.q~ia y el ce lo de la
autoridad á quien se hubiesen rc m i tido , rau s á ndo le , por
virtud de sus demostraciones, el so ln-esn lt o y un temor-
fundadísimo de una sed ic io n compl icada y de consecuen-
cias no fáciles de poderse evita,', si no se apela lm á medios
fuer-tes, 3un'lue le¡!;ales, pero Jos úu icos 'lue podían cou-
tener aque l las y sofocarlas. Todo papel que no tiene la
firma del sugeto que lo ofr-ece á la consideracion judi-
cial, ó que se presenta á una autoridad sin ser legitima-
do por la persona que asegur-a su contenido, y 'l"e de be
reconocerlo, está prohibido po,' las loye s se admita, y
mucho menos sirva de hase para ningun procedimiento;
está mandado su desprecio, y aun en eI caso de contener
notabilidades, qne aconseje la pru de n c ia se p rac t iqu en
algunas investigaciones sobre ellas, estas no pueden ni
deben hacer-se fuera del orden se.cre to y reservado, ni
traspasando la línea de una prudenle y jniciosa precau-
e ion, tos anónimos que publ icaron los ~ellerales y per-
sonas ligadas á este procedimiento, contienen el aspecto
de la traicion mas horrible y 3,](137., Y si ellos no hu-
biesen sido sus autores, ó no lluhiesen t en i.lo un inte-
rés eficáz en trasto ..n a r el sosie:;(o del pnehlo y nl te r a r
la subordinacion del ejército, con habe r lo s elevado á co-
nocimiento del rey nuestro seno!', habr i an llenado la
parte de obl igac io n, que pu,liesen c ree r les competia,
pCl'O no lo h ic ie ron as i, y se desviaron del camino que
dicta ba la r azo n , marcando su conducta cri m i ua l y se-
diciosa con la pübi ica lectura que de ellos hicieron.
Ellos asegurar-ou eran sus contenidos verdaderos y cier-
tos; norn hrnr-o n las personas á quienes designab3n reos
de aquellos, é i r r-it ar-on las pasiones acn lor ámlol as COIl
IIUOS conceptos alarmantes y consecuentes por su iden-
tidad con las doctrinas de los mismos; osadamente reu-




1¡S 7
nieron gefes de cnerpos, les convidaron á corne r en el
fuerte de Belascoain, les invitaron á un pronunciamien-
to host i l y revolucioua rio, y no respeta Ton ni aun lo
1jue todos han ve ncrado como csquisi to producto de sus
principios, de su amo", y de su lealtad al soherano, Y.
sino logl'at'on la ejecucion de sus pérfidos t ra ha jos, no
fue por omision de diligencias pa."a conse¡;uirlo, cuya
verdad se encu en t ra prohada en la ju s t i ficac io n consig-
nada en esta sumaria, asi por el desaho¡;o con que dige-
ron no se ria el l'ey obedecido en ocho d ias , COIIJO pOI' el
señalamiento de las víctimas, que alistadas pretendian
inmolar en su alevoso atentado, y pOT la falta d el jnsto
y decoroso respeto con que mancharon la reputacion
acrisolada de ilustres generales, con i nc lusio n hasta de
alguna de las personas reales. No basta hacer una I'Cse-
ña de los referidos papeles, pOl'<lue el veneno que en-
c ierrau los ineouce hihle s y escandalosos artículos que
contienen, y el estilo adoptado para introducirle y es-
plicar aque l los, sorprendiendo la buena fé de los unos
y convenciendo la sencillez de los o t ros, es oln-a mas
persp icas '! esturl iarln , <¡ue la que puede co n ce b i r se en el
OI'J~1l general de la malicia, advirt iéndose desde luego
no nació en imaginaciones cstéri les y poco diestras en
la intl'iga y en la maldad. Y pues que ellos con pr-op ie-,
dad y exac ti t ud constituyen una parte principal del
cuef'po del dc li to, los papeles de (p.e se habla son los
sígui-entes:


HPueblos, en tre voso t r-os se siente la mano impía y
revolucionaria 'Iue sir've .11' instrumento á' todas las ló-
gias del mundo; ella es la 'I"e lleva por todas partes la
tea i n ce ml ia ria y la fatal manzana de la discordia; ella
es la que a m ort igua el fuello sagrado que el espíritu re-
ligiosoencenLlió en vuestros corazones; ella la qne detie-
ne á nuestro denodado ejército para que no desh aga las
informes masas del at.e ismo ; ella contiene el hrio del
soldado, sofoca Sil entusiasmo, le descamina y le induce
ácorne te r el mas hor-rendo alentado. Pueblos, de n tro de
VOSOtl'OS está el mal, yen vuestro mismo seno se abriga




458
y fomenta el cruel enemigo que os come las enj rañas, y
que con barbaridad inaudita se l'repat'a á daros un gol-
pe de mano que os bunda en un abismo espantoso de
miserias. Provincianos: en ninl;una época hicisteis mas
grandes sacrificios, nunca se vieron tantas virtudes en
este suelo clásico del va lor y la leal tao; nunca fuisteis
tan admirables y hnóicos. y en n iuguu tiempo merecis-
teis tanta gloria. Sois la ad m iracion y el asombro del
mundo. Abrid los ojos, y ved esa mano vil y t r-aidora
que intenta arrebataros el mas pr-e c ioso tesoro, dejando
sin premio vuestras vi r tudes, y co nde nnndo á un eterno
olvido vuestras hazañas portentosas. Notad los sucesos,
miradlos bien, y ellos os dirán dónde están los enemigos,
A la vista teneis un ejército de treinta mil valientes,
vestido y pagado como jamás lo estuvo, animado de un
entusiasmo que raya en frenesí, y que subió al punto mas
alto con los acontecimientos d e Aragon y Castilla, y con
los dias memorables de Mo rel lu, "bella, y el Quintanar.
Notad bien su bravura y arrojo en contraste con el aba-
timiento y hor-ror de los cristinos, y vere is la coyuntura
mas oportuna que jamás la suerte ofreció á ningun ge-
nera l del mundo para dar un golpe á sus enemigos y
vencerlos. ¿ Q'li,:n pues ha despreciado estos momentos?
¿ Quién dejó pasa!' esta ocasion (Iue se IlOS vino á las ma-
nos, y con que nos hr i ndó la pr-ov ideucia ? Maroto y su
estado mayor; y obraron asi pOI"lue no les es permitido
traspasar las órdenes y mandatos qne recibieron de las
lógias, aunque en el entretanto se pierda el rey, la patria
y la l'Cligion. El militar, el que no es militar, y cuantos
ten¡!;an ojos en la cara y no estén privados del sentido
comun, ven y palpan esta verdad. En el estado mayor
es donde ha fijado su asiento la mano revolucionaria que
Iahra nuestras desgcac ias. Alli se fl'aguan las persecucio-
nes crueles contra los realistas mas puros. Al l i es donde
se ordenan los movimientos del ejército siernpre hácia
los puntos contra-indicados. De aquel foco tr-aidor- salen
las voces de transace io n, los clamores de alarma que os
asustan, y su dcsal icn to mortal que intenta cundir en el




459
soldado yen el paisano, persuadiéndoles que no hay fuer-
zas para sal i r del apuro en que nos hallamos. Cesen en
sus manejos tenebrosos los pérfidos traidores, y luego
veremos el triunfo del orden v de la virtud. El general
García cuando obra por sí y s'in la direccion inmediata
de Maroto y los suyos, desbaratada una columna de cris-
tinos haciendole de baja mil doscientos hombres. Tan
solo el tercer batallon de Alava humilla hasta el pro-
fundo la altivez insensata del iufame Espartero, dejando-
le fuera de combate mas de ocbocientos homhres. El cu-
ra Yer-ro en poco tiempo ha hecho mas prisioneros que
soldados cuenta en la partida. Castor se ha cubierto de
gloria deshaciendo los planes gigantescos de los revolu-
cionarios Castañeda y Odonell, con pérdida inmensa de
los viles sectarios de la impiedad. Tan cierto es que nues-
tros soldados siempre que fueron conducidos al campo
ole batalla por la inteligencia por el valor y la buena
fé, t riunfaron de sus cobardes enemigos, Solo al general
]\1aroto le es dado Ilcvarlos al combate con la fea mira
de infamarlos <le hecho y por escrito. Cobarde ..... el su-
ceso de Sesma le presentará eternamente á los ojos de to-
do militar como un homhre torpísimo cn el a r te, cuan-
do no le ofrezca como un vil trnidor, dominado <le senti-
m ien tos ruincs y bajos, y de id eas muy indignas de un
hombrc que se precia dc caballero. Puchlos: no olvideis
un solo instante que los re vo luc io n ar ios ticnen la cos-
tumbrc de a lhaga r á los qne q uier-en pe rd er: ,¡ue adulan
y dcscam inau la multilnd para sacrificarla despues á sus
miras de amhicion y engrandecimiento. No haya otro
clamor ni otr-o grito ,¡ne religion y rey: esta es la senda
marcada por cl mas sa~rado dcbe r, y la f{Ue os conduce á
la paz sólida y verd ade ru, Poned desde hoy un caos in-
menso y e terno entre vosotros y los infamcs masones,
sean moderados ó exaltados, sean del justo medio ó pas.·
telel'os.')




460
PHOYECTO DE TRANSACCION


ENTRE LOS PAIlTlDOS I,!llERAL y RE.UISTA.


tq,a España presenta hoy al mundo nn cuadro som-
brío y en estrerno hor-ror-oso; sus hijos se despedazan y
devor-an con toda la li"nza y crue ldn d .1" un tí;;r,,; re-
nuevan con ad m ir-acio n y espanto las escenas sangrientas
y bárbaras de los tiempos de ignorancia y fanatismo, y
la ca rnece ria inhumana de las Ilaciones mas rudas y sal-
vages, Se ahogan en esta mal aventurada Nac io n todos
los principios de vida; se desquician los fundamen tos del
orden social; la sa ngr-e se derrama á torrentes y de un
modo inaudito, y arrost r-ad a con violencia camina háeia
una entera disolucion, y á desaparecer del número de las
naciones. Los estl'angel'os nos ven, y unos nos miran á
sangre fr-ia, o t ros con inhumanidad d esap iadad a se com-
placen en nuestra desdicha, otros se hur lan de nosotros,
muchos atizan la discordia, nadie nos ayuda de buena Ié,
y los que mas amigos se muest r m se limitan á regalarnos
sus estérilcs simpatías. Esta sj t uac io n t ris l e y dcsespera ;
da, ha despenado la atencion de españoles PUI'OS y ge-
JIerOSOs, que l lev ad os del a mo r santo de la patria, y mo-
vidos por el instinto de su propia conse r vac io n, so lo se
acuerdan y tienen prescnte, fJlle todos somos españo les,
todos humanos, y fJue todos formarnos este cuerpo glo-
rioso fJue nunca debió dividirse, y por tanto es jnsto y
debido d cspr-ec ia r las locuras del fanatismo insensato de
unos, y las miras de engrandecimiento, de ambicion, de
avaricia, y de otras pasio nes i¡!,tlollles qne dominan y
arrastran.:í. los mas, bajo el mentido velo de pa t rio t isrno,
Este pensamiento de vida y salvacion para la patria ha
de hacer una sensacion profunda y en es tremo agradable


'á la gran familia española, visto el estado en que nos
hall amos y los desengaños arna r aos fJue nos trageron
nuestros es tr-a v íos, El el amor- general de todo el fJue me-
rezca l lama rsc español, pide uu término para tantos ma-
les; suspira por la tabla fiue nos salve de esta horrenda




borrasca, y pide sin rodeos nn avenimiento y una juiciosa.
transaccion entre los graneles partidos liberal y realista
que d iv iden hoy la Nacion. El punto de con tacto mas
justo y r ar.io n al lo baIlaremos Lajo las siguientes hases
y ar-t íc nlos.ee [.a Rase.=EI gobierno será representativo,
por ser el mas análogo á nuestras leyes fundamentales
antiguas y venerandas, á los usos y costumbres de nues-
tros gloriosos padres, y porllue los adelantos de la socia-
dad y las luces del siglo lo exig,·" con i m pe rinsa necesidad.
=2. 3-EI deseo de la J\acion Españo la á la justicia de
Jos tratados, pide el reconocimiento de todas las deudas
con t rn id as en su nombre, y asi se reconocerán de un
modo franco y esplícito.-3.3-Siendo ya reconocido por
todos los hombres de juicio y medianamente ilustrados
el pr inc ipio indisputable, que los reinos no son pa tr imo-,
nio de n i ngun particular, sino 'lue el soberano an to r de
lJl sociedades lea dió el derecho de organizarse y regirse
cada una con el gobierno que mas le convenga; en Sil
vista se elegirá para gefe del Estado aquella pel'sona de
la familia real de España, que ofrezca mas ¡;arantías al
nuevo o rden de cosas, y cuyas ideas simpatizen mas COIl
las exigencias de las sociedades pr-esentes, Sobre estas
bases se conci liaráu los in ter-eses de todos los españoles
alTe¡;Jados á los ar t í cu los si¡;uielltes.=I.Q-Nillgun es-
pañol será molestado pOI' SIl o pin ion polílica.-2.o-
Todo españo l ¡;ozará de l i hert ad de conciencia, porque
es injusto que la sociedad civil "mplee la Iue rz a pal'a
obl igar á creer, cuando el ete r no Hacedor le deja en en-
tel'a libertad.-3.o-'fodos los españoles son iguales an-
te la ley.-4.o-Todas las provincias del reino se regi-
rán pOI' unas mismas leyes.-S.o-Todas las provincias
contri huirán en sus dehidas proporciones para sostener
las ca rgas del Estallo.-G.o-J.os oIic ia lcs de ambos ejér-
citos q ueda ráu sujetos á una prudente clasificacion, con-
servando cada uno el puesto y gl'ado (lile merezca pOI' su
carrera, y por los conocimientos del arte, quedando es-
c1uidos de esta noble clase cuantos pOI' su rudeza, i¡;no-
rancia ú otra causa deslustren el honor qne siempre se




462
merecieron las armas españolas'=í'o-J.oS generales
Espartero y Maroto, como gefes superiores, comunicarán
sus órdenes á los subalternos con las prevenciones y me-
didas oportunas y conducentes para el intento, cast igan ;
do con mano fuerte á quien pretenda ernbar-aza r y enlor.
¡'eee!' la paz y fd icidad de la mad re patria."


Sentados estos preliminares, cuya exactitud puede
decirse sin incurrir' en una repugnante equivocacion, que
eran notorios y sabidos por la gcnel'alidad de los hom-
bres co ns t itu idos unus n l Ireut e de las armas, y otros
con repr-escn tacio nes visibles y de la priruera gerar-
quía, fácilmente se adv ier te la unidad que guar'dan las
justificaciones y pruebas adquiridas en la sumaria, con
los hechos sediciosos que se pusieron por la obra y eje-
cueion, llevando los planes de t r ast o rno á su verdader-o
pronunciamiento y ostensible dcc ision, Salieron pues de
la línea del conato, y marcaron á la evidencia el crírneu
de sed icicn, Las posiciones elegidas para la residencia de
los sugetos que pagaron con su vida el enorme crímen
que perpetrahan, se ha justificado igualmente tenian por'
ohjeto afu-rnar la seguridad de sus comunicaciones, la fa-
cilidad de hacerlas por ellos mismos y sin arr iesgar la
impor-tancia de sus ideas á la escritura ni á manos mer-
cenarias, naciendo de aquí la permanencia en Arribas
del genel'al Sanz, la movible de Urriz en Salinas, la de
]05 oficiales de la secrc tar ía de la GueITa en Villareal y
Zumarraga, y el co n t act.o con las peesonas del cuartel
real que llevaban el timon de una nave sangr-ienta, anár-
quica y desventurada, En las po,;as horas que tuve á mi
d isposicion estos documentos, examiné veinle y tres tes-
tigos de la clase cle un gener"l; del gefc de estado m"yor
de la comandancia general de Navar-r-a, de diferentes co-
roneles y comandantes de hatallones, de un auditor de
guerra del mismo reino, y del padre guardian del con-
vento de san Francisco de Estella, y por sus deposiciones
claras, de pr-op io conocimiento y ciencia personal, apa-
rece una robustísima prueba de la seduccion empleada
en el ejército y dernas clases, hecha con escándalo, sin




463
reserva de ninguna especie, y con los coloridos mas sen-
sibles y depresivos á los pr i nc i pios que con honor han
defendido y defienden estas provincias, y cuantos á el las
hemos venido. Corre unida á est a sumaria o t ra formada
por los ayudan les de E. M. n. Hoque Linares en v i r tud
de órdenes que dice le dió V. E. para ello, sobre la apre-
hension que hizo la guardia esta hle cidn en el porta I de san
Nicolás de Eslella, en la p'~rsoua del general Gal'cía, de
la cual resulta inlenló su fu;.:a la noche del d ia diez y
seis de febrero ú l t irno, disf."azado con un man teo eclesiás-
tico y un sombrero de canal f{Ue le scrv ia para ocul t at-se
la cara, de tal manera, que llamando la atencion del ofi-
cial que mandaba aquel punto; le pregunlú quién era , y
como recibiese por con testacion serlo el vicarlo de Alle-
qui, y notase que al dársela se cubrió aun mas el sem-
Llanle, aumentó sus recelos y le mandó dcse mboza rse ,
conociendo en el momento la persona del general García,
cuyo acto sorpr-en den te motivó diese parte al gefe de E.
1\1. G., aser-to que contestan los demas soldados de la
guardia. Cuando este /lcneral emprend iri su salida de Es-
tella, aun no habla tenido la mas leve ind icacion de PI'O-
ced irnien to alguno co ntra su libertad, careci a de todo
motivo que pudiera comprometerle á tan vergonzosa fu-
ga, y el aspeclo de tan .lcsagradable suceso, unido á los
antecedentes refer idos, 110 pudo dejar de co nrnover viva-
mente el estado de inquietud en que d ehi an fijarse las
ideas y los temores de toda autoridad celosa en el cum-
plimiento de sus debe res, y 'lue i nst ru ida de tales parti-
cularidades creyese era l legado el caso de evitar nna es-
plosion, que hubiera <lado indudablemente un triunfo
á los enern igos, y concluido la causa del rey con solo ha-
berse insur-recciouado un batallan y disparado un tiro.
El consejer-o de guerra auditor ¡;enrral del ejército ha
marcado en su compo r tamieu to po lí t ico en ambos emis-
ferios, por hechos notor-ios, su noble y firme decision pOl'
el trono; se encuentra nnido á la causa del rey ya hace
cuatro aiíos; constantemente ha estado identificada S\1
suerte con la de los cuerpos mili tares, y ha sido el úni «




{¡54
co magistrado de cuantos han venido que ha presentado Sil
cuerpo al fl'ente de los fue;;os enemigos; conoce y mucha
pOI' la senda del ho nnr y de pl'incipios sólidos é inallel'a-
bies. y m delicadeza sería mancillada si ocultase la verdad
que 'c;1'3cterizó y deeidió un a resolucion, co n t ra la cual
algunos malsines, a m hic iosos de mando, cobardes y ge-
ner-a lmvn te tachados de intrigantes han procurado es t ra-
v i a r la opinion pública; at ribuye nde el acto de los fusi-
lamientos al impulso de un ca pr-icho desenfrenado. La
noche del d ia precedente á la maña na en l]ue aquellos se
ejecutaron, V. E. me demostró, y á o t ros .10.'1 ¡;e>lerale~,
no solo los parles sino tambien nos instruyó de ot ras
gravisimas notabilidades; se discurrió sobre filas, y se
calificó crítica la situacion que ofrecian.


Yo soy incapaz de 'lue.-er ocultar el acuerdo qne he
tenido con la cjecucion de la sentencias, ni la unidad de
ideas 'Iue me han unido á las de V. E. en estos sucesos;
porque, ¿ quién podia asegurar permaneciesen pasivas
las ramificaciones de uu plan premeditado, 'Iue era sabi-
do hacia mucho tiempo se adelantaba á Sil Iiu , y que si
le fuese permitido al aud i t o r genel'al estenderse sobre
esta materia mas allá de lo lJUl' resul ta eu la sumar-ia, na-
die, como sabe V. E., podria habla e con mayores datos
y co m pr-o ba n tes , poe'jue hall sido públicas, Irr-cnen tes, y
muy no ta b les e n singulal'idades sus presentaciones en el
cuartel real de Azc'litia? Si las sagradas ohli¡;aciones que
ernpeñ a n á los ho m lues e n SIlS res pec l i vos encargos, hall
de llenarse con ~3 utilidad que se propuso la supl'ema au-
tor id ad ,(ue se los dele;;ó, es preciso obra r segun los ca-
sos y c ir-cu ns tanci as, y suje taudose á lo pr'evcn ido en las
leyes que los preveyeron y ocurrieron oportunamente
con las re¡;las aplicahles á ellos. Se ha justificado el
proyecto de hacerse del mando del ejército á toda costa,
y de la sentencia de muerte fIne se pre pa ra ba contra
todo el que no pcr Ie ncc iese á un part ido, 'lile t i tula ba
traidores, masones, y t ru us acc io n is tus á cuan tos no re cn-
nocian en su couscripciou: se ha descubierto qlle tamaño
plan nacia en los acontecimientos Iu nes tos ocurridos el




~65
afío pasado en EsteJla á la vista del soberano y presen-
cia del cuartel re a1, y se ha fijado en esta sumaria un
cuadro horroroso de ,;rrsecucion y atroces venganzas: fi-
nalmente, se ha jus t.ificado que una faecíon de hombres
ilusos, seducidos pOI' respetables personas de l cuartel real,
jugaban la pedidia y la t ra ic io n de una manera escanda-
losa, y guarecidos de un alistamiento en qne habian pues-
to al snbe rano, para alejar d e sus reales o id os el lengua-
ge de la verdad, la vista de los hechos y el convencimien-
to natural .le tantas infamias. Tan inaudito comporta-
miento formaha el aspecto de un naufragio positivo, pró-
ximo ya á verificarse, y en el que se habia huudido el rey,
y cuantos se hubiesen salvado de, la ferocidad asestada
con n-a los enumerados en sus planes homicidas. Nada
bastó pal'a con t en er el raudal de sus deseos estraviados,
y elJos corrieron desenfrenados á la fuente de su perdi-
cion, Tambien se ha unido á esta sumaria otra 1'l'inci-
piada en v ir-tud de parte qne se dió á V. E. por el co-
mandante genel'al de la línea de la frontera, denuncian-
do los au to res del alevoso y cruel asesinato perpc n-ado
en la persona del brigadier D• .losé Cavañas, apareciendo,
por la deposic io n de un oficial cómplice y ejecutor de
aquel hor-rendo atentado, la manera, instrucciones ...
personas que lo reso l v ie r on y de ter-m iua ron, El afir-ma
recihió la orden del co ma nda n te del quinto batallan de
Navarra D. Juan Bautista A¡;uirTe, consecuente á la que
este tenia del ¡;rneral García; norn hra y señala el oficial,
sargento y soldados que fueron comisionados para la eje-
cucion de este acto hárbaro é inhumano, y confiesa fue
tlllO de los qm' d ie ro n á aquel Lizarro gefe una de las in-
finitas estocadas que recibió atado, y momentos antes de
qne un tiro de fusil pusiese término á sus horrorosos
padecimientos. Reliere otras par t icularidades que prue-
han no pe rdon aha n estos mrinst ruos sangui narios ni la
ancianidad y ac r iso larl a lealtad del ilustre ¡;ener'al Cava-


ñ as, n i el hon or si" mancilla 'lue s iernpre han sostenido
MIS hijos, y por el que han merecido constantemente y
mr-rr-ce n un aprecio y amistad ;cnrral. Y se est iende á


30




466
otras notabilidades flue hacen relacíon á Arias Tejeiro,
y cor-roboran mas y mas su co mplicirlad en los sucesos
anteriormente espl icados, Sentados los hechos, rest.a des-
cender al \,unto de vista que ofrecen, pa'"a deducir si en
el círculo de las atribuciones de V. E. existió ó no la
facultad bastante para adoptar Ias medidas que asegura-
ron la t rauqu i lidad , y con tuv icrou el desarrollo de la
sed icio n, Si V. E. usa ha de lenidad en los proceJimien-
tos, y pOI' una CITada illrJulgencia daba lugar á nuevas
comunicaciones y t ernores en los ,~ugetos comprometidos,
se cs po n ia á un a lbo rot o que no ha hria podido contener-
lo, y aligerado la catástrofe. Su pasibilidad hahria pro-
ducido en la opinion de las personas instruidas y pro-
vocadas para que coopel'asen al éxi to de aquella, una sos-
pccha vehemente y n a tu ra l, muy bastante para confir-
marles era cierto el juicio de connivencia que se habia
inventado existia en t re V. E. y el gefe enemigo, cuan-
(lo no castigaba con mano ruede á los autores de su pro.
mulgacion é i nveu t ores de la sedicion militar; resultan-
do de aqui que la indiferencia ó el detcnimiento, ame-
nazaban concluir- con la causa del rey, derramáudose la
sangre pr-eciosa de sus defensores, con las mismas armas
que les tiene confiadas para sostenerla, y vigorosamen-
te terminarla. Por otra parte, V. E. se huhic ra hecho
reo de infraccion á las leyes, y como tal responsab le
al rey y al mundo en tero , por la apatía que hubiese
usado en su o bse rvanc ia y cumplimiento. Las ordenanzas
militares, tratado octavo, título diez, página doscientos
nove nta y tres, párrafo veinte y seis, dicen: ((Los que
emprendieren cualquiera sedicion, cnnspi r-acion , ó mo-
t i n , ó indugeren á cometer estos delitos contra mi real
servicio, seguridad de las plazas y paises de mis domi-
nios, contra las t ro pas, su co mand a nt e tÍ oficiales, serán
ahorcados en cualquiera núrnero que sean, y los que hu-
bieren tenido noticia y no la delaten luego que puedan,
sufrirán la misma llena."


C01on, Juzgados m\1ilucs, tomo tercero, pá¡!,ina cien-
to sesenta, en el artículo que habla de tumultos ó se-




4G7
die iones dice, {(que es un crimen tan enorme, que obliga
á la ordenanza á salir de los términos regulares para
cast igar lo, sie nd o el único caso en flue se encuentra en
ella, en que sean tan severamente tratados los reos, que
sin formacion de consejo de guerra ni proceso, pueda
irnponérseles la pena de ser pasados por las armas, ci-
tando dos ejemplares que manifiesta el Oya, que acredi-
tan la precision y r igoi- con que debe observarse este
punto en un ejé¡'cito." Y hajo estos principios fueron es-
pedidos los dl'cretos puhlicaJos en el reinado de l se ñor
Don Fernando VII en los acontecimientos que produ-
geron el fusilamiento del general Bessie res, El rey nues-
tI"O se jlor tiene aprobadas todas las soberanas disposicio-
nes de su augusto predecesor y hermano, las cuales se
han aplicado en multitud de casos en la actual guerra,
y mu)' recientemente existe el fusilamiento del tenien-
te cor-onel D. Felipe Urra, sin otra solemnidad ni proce-
so, que la calificacion del delito que se le imputó habia
cometido. Bajo estos conceptos y principios, el auditor
genCl'al del ejército pasa á V. E. la sumaria i nst ruida
sobre tan graves sucesos, reproduciendo en su dictámen
por escrito, el mismo que á la viva voz manifestó la no-
che del diez y siete de febrero último, quedando su con-
ciencia muy tra n qu i la, satisfecho su ho nor , y abl,jgan-
do solo el sentimiento de que los principales autor-es é
inventores de t arna ños crírnenes, hayan podido sus-
traerse de la aplicacion de la ley que aquellos sufr-ier-on,
en cuyo caso no apa r cccrian impresos en Francia esos
diálogos incend iar ios, aunque inútiles, ni esas proclamas
infundadas, quesolo contienen desahogos groseros é ino-
llOrtunos, y marcan el deseo de destruir la causa del
rey, si les fuese posible envolvernos en una guerra civil
entre nosot ros mismos. V. E. tiene ofr-ecido en su prirue,
ra alocucion , satisfacer la alencíon pública; y el aud i toj-
general, al re m it.i r á V. E. la causa y un testimonio ,1e
el la, cree de su deber aco nsejarle, f(Ue bien uno, ú otro
documento 10'< eleve V. E. al so be rauo conocimiento, POI"
el conducto del Excmo. seño." ministro ue la Guer-ra, y




'Iue })ii\ienuo á S. M. m a:>\ bent.l'\ác\to \,:>~a \l\\\,r\m\\'
este d ict ámen y el informe COIl que lo ver-ifique, si, como
es de esperar, obtuv iese aquel, disponga inmediatamente
su impresion, publicacion, y circulacion.-Estella vein-
te y tres r1e abril de mil ochocientos t re in t a y nueve.=-
Excmo. seiio1'.-José i\bnuel de Adzaga.-Excmo. señal"
gefe del E. í\l. G. ue! ejército.


Esposieion del gefe de E. M. G. al remitir el
testimonio de la sumarla.


SE:Ñon:


I.os sentimientos de mi corazo n , aman le siempre de
V. M., repugnan dar al público circunstancias que afir-
marían mas y mas la legalidad y justicia <le mi compor-
tamiento en la resol uclou que estimé. {oo.osa contra los
individuos que pudieron estimular :í V.:\I. para que
firmase un Decreto en el flue t re t á ndomc de ene m igo ue
V. 1\'1., se me declaró t ra idor, Yo q n isiera pl"f¡(untar al
mundo entero: qué paso babia dado par.1 semejante ca-
lificacion, porque unos gefes que P" ,,1 ica y reservada-
mente a te n t aro n contra mi vida, contra mi ho nor-, y
co nt r a el de acriso lado s y leales generales, y personas de
todas clases, fine han merecido y merecerán siempre PI
justo concepto á que los hacen acreedores SIlS v ir t udes y
relevantes servicios, sin otra cansa que la del cc pr icho
y ambician de un mando delicado y espinoso, como lo
es el de un ejército, '[111' lo habían ya reducido á un es-
tado de nulidad con sus proyectes cspe d iciona rios y der-
rotas; no permi t ia pOI' mas tiempo una maldad que pre-
cipitaha la causa de V. M., Y que naciendo de elIos el
plan de ruina á tan tos sacrificios, á ellos sajo, les cor-
vespondia y pertenece el epíteto de traidor, r¡ue con




(¡G9
tan ta ligereza, y entre con tradiciones cardinales, hicie-
ron firmase, V. ;\1. contra mi persona, siempre decidida
á sacr-ificarse por los de,'echos de V. 1\1. al t rono , y dis-
¡lllesta á subord i na r se al fallo !]ne la justicia de V. 1\1.
pronunciase con tua mi comportamiento • .si mi conducta
no hubiese merecido la aprobacion y general.opinion
del ejército y pueblos, ninguna imaginacion r eIle xiva
ha Hari a el fundamento de posibilidad !]ue me huhiese
animado á e jecu t a r una delel'minaríon tan severa como
fuerte; y flue se ve r ificó sin la mas J!e(luei'ia con (radic-
cion, repugnancia, in tc rccpcion en favor de aquellos.
Muchas fueron las veces !]ue les amo nes té en público y
en secreto, y en que les rogué, no me comprometieseu
á usar de la fuerza y de mi au torid ad , cuando en par-
ticular con Ie re nc ia me negaban y escusa han sus accio-
nes desar regladas y sediciosas; y V. M, sabe bien lJue le
tenia suplicada su soberana providencia contra aquellos,
nom ln-ándosel os de palabra y por escrito, y aun re m i ,
tiendole una sumaria !]ue. debe existir en t r e los papeles
de la junta consultiva, !]lle hoy han pasado al Supremo
Consejo de la Guer ra , la cual es un antecedente judi-
cial, espresivo y documenta! qlle debe unirse á esta úl-
tima pr-áct ic a, Sobr e todo, Señor, nadie duda, que si ) o
me hllhiese detenido en la determinacion (\"e ado p t.i,
hn br i a sido víctima .le la mas afrentosa intriga; me ha-
hria n asesinado, y manchado mi honor con las acusa-
ciones infames !]lIe pub l icaban y h aci an entender al ejél'-
cito y gentes sencillas y horn-adas de esta provincia. Mi
dcber-, e\ aI'oyo de las leyes militares, el derecho natl1-
ral, mi honor, y mi aut.or id ad como general de V. IU.
con el mando de sus tropas, y mas especialmente, y so-
Lre todas las bases qlle pudiera presentar, el co nccer,
tocar, y ver !]lIe de ello pendia la causa de Y. NI., como
Jo reconoce y ha reconocido el inicio de cua n t os hom-
bres discurren, ofrecerán siempre la au l o riz ac io n !]ue
tenia para poder obrar en el sen t ido que lo h ice, cuyo
acto de justicia no puede menos de estar convencido
Y. :\l. tuvo este carácter, con solo haber presenc iado el




470
sen t im ien to y luto gene,'al qne causó en t'1 ejército y
pueblos el decreto de 22 de fe br-er-o, asi corno e] conten-
to, regocijo, y púb l icas demos t rac ioues el de 24 del
mismo.


Mi objeto no ha sido, ni podrá ser jamás otro, que
salvar á V. 1\1., sostener su justísima causa, y destruir
los obstáculos 'iue se opongan al t.riu nfo de ella, 6 que
preparen iguales acontecimientos á los de Ebora en Por-
tugal. En vano son y se r.á n las rnaq u i ua cioues de 1101Il-
bres pervcrsos que drlJ(~ ya so br-ada rnen te V. ,\J. co nucer ;
bien se atienda á su público comportamiento, pos te r io r
á aquellos sucesos, uniéndose y o br-and o de acuer-do con
los revolucionarios existentes en Bayoua, bien se consi-
dcre la decadencia y manejos con que h an debilitado los
r-ecursos y fuerzas con que V. 1\1. h a contado, y que hoy
se siente vivamente los hayan est rav iado: circuus taucias
(Iue son ostensibles, y que ni á el parcial amigo de aque-
llos, ni á el que sea espectador ind ife ren te á nuestra si-
tuacion an te r ior y estado actual, puede ocultarse; mas si
.i V. M. no le parec iese bastante lo que arroja de si la
sumada qne legalizada en forma tengo la honra de pa-
sar á sus Reales manos, para dccl a rar que los vudade-
ros traidores y enemigos del t riu n ío de su justa causa,
son los qne dieron lugal' á su [o r macio n , yo me reservo
la original para proseguida, y con el lin d,~ amplia,' su
justificacion hasta el es tremo que se 'Iuiaa l leva r la
I"'ueba c ier-ta , de que los verdaderos traidores, transac-
cionistas y enemigos de todo homhre de bien, han sido,
los que han estado á la sombra del solio, abusando del
sag,'ado nombre de V. M., com prometie ndo su sober-ano
concepto,opinion y prestigio , y pOI' consiguiente ha-
ciendo t r a ic io n , con los mismos medios que jugaban para
lisonjear su real ánimo, y prescu tu rle como asequible lo
que era indudable pal'a acabar infaustarncute con la cau-
sa de V. 1\1. y con la destruccion completa de estas pro.
v i n c ias, Hnego á V. H. ;\1. me conceda su r-eal permiso
para dar á la prensa esta mi revereu te mauifcst acion,
así como ta mbien el parecer de l auditor general JeI ejér-




471
cito, unido á la sumada 'lue elevo á su soberano cono-
cimiento. El cielo ¡;ual'de la católica real persolla de V. i\J.
dilatados años.=Cual'tel ¡;ene,'al de L1odio 25 .Ie mayo
de 18:~~.=S"¡or,=A L n. P. de V. M.=Rafael Maroto.


HEAL OnDEN.


iHinist,'rio de la GuelTa.=Excmo. Scuol'.-Confor-
ruándose el rey N. S. con el pal'ecer de su supremo con-
sejo de la ~l1el'l'a, y del emitido por la junta de Estado
y encar~a(los de las Sccretur-ias del Despacho, so bre la
instancia di~i¡:;ida pOI' V. E. á los pies del t ro uo, en so-
licitud dd cor-respond iente permiso pal'a dar á la pren-
sa sn m a u ifes tacio n y dictamen del aud i to r gene¡'al del
e jérui to, puvs to en la causa instruida de su órden pal'a la
aVel"i¡;uacioll de la sed ic io n militar y otros horrorosos
delitos e¡;eclltados pOI' los ex-¡;enel'ales García, Sauz y
demás que en ella resu lta n ; se ha sen ido S. M. autol'i-
zar á Y. E. para 'luc pOI' medio de la pl'eusa publique,
no solo su es pos ic ion y pal'ccer fiscal, si tambieu el es-
tr-acto ordenado al e Iec to por aquel supremo tribunal, á
fin de '1ne el pue hl o, el ejército y la Europa ent era, se
l,ersuadan de que los acontecimientos ocu rrid os en el
me s de febrero último en la ciudad de Estt,lIa, llevaron
l'1 sello de la imparc ia l id ad, rectitud y jnst ic ia "I.ue tan-
to le ca ructcrizun ; de re a l o rde n lo digo á Y. E. para su
illte!i\;ellcia, iuc1uyendo al mismo tiempo el anunciado
estraelo, 'l"e. lucj;o ,1", I'"hl iC3,Io devolverá á esta sec rc-
t ari a, para 'Iue uuido al esped ieu te que lo ha producido,
ohre los e lec tos c01...esp0I1t1ien tes, Dios ¡?;uarde á V, E.
muchos años, lleal de A,...ancud iaga 18 de junio d,~
1839.=Montenegl'o.=Sr. Gcfc de l E. 1\1. G. del ejército,




47~


Concenio celebrarlo entre el capitan general Don
Balrlomero Espartero, y el teniente general
D. Rafael 1l1aroto.


Artículo ,.0 El cap it.m geueral D. Ba ldornero Es-
partc ro, recoruend ará con in te rés al ¡;obierno el cum -
p l i rn icn t o Je su oferta, el" co m protueh-r-se fonna!mente
á pl'oponel' á las cór tcs la co nces iou " mod ificnc íon de
los fueros.


Ar-t, 2.° Serán reconocidos los empleos, grados y con-
decoraciones de los ¡;enerales, gefes, y oliciales y demas
individuos dependientes del ejército del mando del te-
niente general D. Hafael Maro to, qu ie n presentará las
relaciones, con espresion de las arruas á que pel'tenecen,
'1ueaando en l i ber-t.ad de co n t i n ua r sirviendo, defendien-
do la Cons t i tucion de ,83¡, el trono de IsaIJeI JI y la
regencia de su augusta madre, ó bien de r et ir-arse á sus
casas los que no quieran seguir con las armas en la mano.


Ar t, 3.° Los que adopten el p r irne r caso de conti-
rmar sirviendo, tendd.n colocacion en los cuerpos del
ejército, ya de efectivos, ya de su pe r nume r-arios, S"gUll
el órden que ocupe en la escala de las inspecciones, á cu-
ya arma corres po nd an,


Ar t , 4.° Los que prefieran "el i rat-se á sus casas, sien-
do generales y brigadieres, obtendrán su cu ar t c] para
donde lo pidan, con el sueldo qu,~ por reglamento les
co rres po nrl a. los gefes y oficiales obtendrán l ice nc i a ili-
rn i tad a , ó su re t iro segun rei-\Iamento. Si ali-\uno de estas
clases quisiese licencia tempora l, la so l ic it.a rá pOI' el con-
dueto del inspccto r de su arma rr-spec t iva, y le se r á con.
ced ida, sin esce p tua r esta licencia para el es u-anjero,
yen este caso hecha la solicitud por el conducto de l ca-
pitnn genet'al D. llaldomero Es partei-o, ,:ste les dal'á el
pasa porte correspondiente, a I mismo tiem po 'Iue dé
curso á las solicitudes, recomendando la aprobacion de
S. M.




473
Árl. 5.0 Los que pidan la licencia temporal para el


{!strangero, como no pueden pcrc ibí r sus sue Idos basta
el regreso, segun reales órdenes, el ca p i t a n general Don
Baldomero Espartero les facilitará las cuatro pagas en
v ir tud de las facultades que le están conferidas, inclu-
yéndose en este artículo todas las clases, desde general
hasta subteniente inclusive.


AI,t. 6.0 Los ar-tículns preceden tes corn prenden á to-
dos los empleados del ejél'cito, hac iéndose est en s i vo á los
empleados civ i les que se pres euten á Jos doce dias de ra-
ti['cado este convenio.


Art, í'o Si las divisiones Navarras y Alavesas, se
prestasen en la misma forma que las divisiones Castella-
na, Vizcaina y Guipuzcoana, d is fru t a rá n de las conce-
siones que se esp.'esan en los artículos precedentes.


Art.8. 0 Se pondrán á d isposic io n del capitan gene-
ral D. Ba ldome ro Espartero, los parques de ar t il lería,
maestranzas, depósitos de armas , de vestuarios y de vÍ-
veres, que estén hajo la dom inac ion y arhitr-io del te-
niente general D. Rafael J\Ia{'oto.


Art. 9'° Los p r is io ne ros pertenecientes á los cuer-
pos de las provincias de Vizcaya y Guipuzcoa, y los de
~os cuerpos de la d iv is ion ca st e lla n a que se conformen
en un todo con los artículos {Id presente convenio, que-
dal'án en liLertad, disfrutando de las ventajas que en el
mismo se espresan pal'a los de mas, Los que no se couv i-
n iereu sufr-ir-án la sue r te de pr is io neros ,


Art, 10. El ca pi ta n ~enCl"al D. Baldomero Esparte-
ro, hará presente al ~()Lierno, para que este Jo baga á
las córtes , la consideracion que se merecen las viudas y
huér-fanos de los que han muerto en la presente guerra,
co rres po nd ien tes á los cuerpos á quienes cor-responde es-
te convenio.


Hatificado este convenio en el cuartel general de Ver-
gara á 31 de agosto de 1839.=Elduque de la Victoria.
=Rafael Maroto,




474


El capitan general D. Baldomero Espartero á
los pueblos Vascongados y Navarros.


Se is años de una ~uerra que jamás debió encenderse
en estas hermosas y llorecientes provincias, las han re-
ducido al lamentable estado en que hoy se mino. La \lor
de su juventud ha sido víctima en Jos combates, El co-
mercio ha sufr-ido quiebras y menoscabos. La pI'opiedad,
siempre invadida, ha reducido á la miseria á sus dueños
y colonos. Las ar-tes y oficios han participado de la pa-
ralizacion, que constituye la ruina de inlinitas familias.
Todo en fin ha esperirnen tadn el desconcier-to y la amar-
gUI'a, haciendo cr-uel y precar-ia la existencia.


Contemplad Vascongados y Navar-ros, vuestra IJI'e-
sen te situacion. Comparad la COIl la felicidad que d isf'ru-,
tahais en o t ros tiempos; y no pod r-eis menos de confesar
que el azote de tan sa ngr ien ta lucha, cambió el bien por
el mal: el sosiego por la zozobra: las costumlJl'es pacífi-
cas de vuestros mayores, ¡lOr un deseo de es t erm i n io: la
ven t.ura , pOI' todas las desgracias. ¿Y co nt.ra quién y pOI'
quién se ha hecho la guel'l'a? Contra espaMoles pOI' espa-
ñoles" co n t r a herrnauos pOI' hermanos,


VOSOtl'OS fu is te is eor-prend.idos, Se os hizo creer en un
principio, que los defensores de Isabel II atentaban con-
tra la religion de n ues t r-os padr-es, y los ministros del
Altísimo que dehian haber cumplido la ley del Evange,;.
lio, y su misio n de p roc lama r la paz, cuidando de curar
las conciencias, fueron los prime ros que t ra baja ron pOI'
encender esa guerra intestina, que ha desmoralizado los
pueblos donde las virtudes tenían su asiento.


VOSOtl'OS luego, fuisteis ~ngai'iados pOI' un pr íuci pe
ambicioso, que pretende usurpar la Corona de España, á
la sucesor-a de Fer-naudo VII, á su lejítima hija la ino-
cen te Isabel. ¿ Y cuáles SOIl sus derechos ? ¿Cnál el justo
motivo de haberos armado en favo r de D. Carlos? ¿ Qué
ventajas positivas os huhia de reportar su soñado t riuu-




475
fo. Persuadíos , Navarros y Vascongados, del error de la
injusticia de la causa que se 05 ha hecho defender, y de
que jamás hubierais alcanzado otro galal'don, que con-
sumar vuestra ruina.


Yo sé que los pueblos están desengañados: qUI' en su
corazou sienten estas verdades; y que aman y desean la
paz á todo trauce, La paz ha sido proclamada pOI' mí en
Alava, Vizcaya y Guipúzcoa, y esta palabra dulce y en-
cantadora, ba sido acogida con entusiasmo, y victoreada
con enarde cim icn to, El general D. Rafael Ma ro to , y las
divisiones Vizcaina, Guipuzcoana y Castellana, que solo
han recibido desaires y tristes desengaños del pretendi-
do ny, han escuchado ya la voz de paz, y se han unido
al ejército de mi mando para t errn i n a r la guerra. Los
campos de Vergara acaban de 51'1' el teatro de la frater-
n al un io n, Aquí se han reconciliado los españoles, y mú-
tuamente han cedido de sus diferencias, sacrificándolas
pOI' el bien genel'al de nuestr-a desventurada patria. Aquí
el ósculo de paz y la iucor poracion de las contrarias fuer-
zas, Io ema udo una sola masa V un 5010 sentimiento, ha
sido el pr i nc i pin que ha de 'asegur'al' para siempre la
union de todos los españoles, bajo la bandera de Isa-
hel H, de la constitucion de la mon arqu ía Y oc la regen-
c ia de la madre del puehl o , la inmortal C.'istina. Aqui
se ha I'atificado un convenio para el cual estaba yo
suficientemente a u l o rizado, convenio que abraza 105 in-
t ereses de todos, y que aleja el rencor, la animosidad y el
v ért igo de venganza por anter-iores es t rav Ios, Todo por
él debe olvidarse, todo pOI' él debe ceder generosamente
ante las aras de la patria. Y si las fuerzas Alavesas y Na-
va r ras, qne tal vez pOI' no tener noticia, no se han apre-
surado á d is fruta r de sus beneficios, quisiesen obtenerlos,
dispuesto estoy á admitirlas, y á emplear todo mi esfuer-
zo con el gobierno de S. M. la reina para que muestre á
todos su reconocimiento.


Vascongados y Navar-ros: que no me vea en el duro
y sens i b le caso de mover hóstilmente el numeroso, aguer-
rido y discipliuado ejército que habeis visto. Que los cán-




li76
ticos de paz resuenen donde quiera que me dirija. Que
se consolide por s iem pre la un ion, ohjeto de mis cordia-
les y sinceros votos, y todos encontrareis un padre y pro-
tector en-El duque de la Victoria.-Cuartel general de
Vergara 1.° de setiembre de 1839'




INDICE


DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO.


PAG.


Prólogo. . . . . . . . . • . . . . . . . 1 •• 1
Mernoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . •. 5
Apá/{lice primero que contiene varios do-


cumentos oficiales, que son las circula-
res y bandos de D. Tomás Zumalacár-
regui ; decretos 1 reales órdenes y circu-
lares espeilidas por D. Carlos y sus mi-
nistros ; y las cartas y documentosjus-
tijicati~'os del Autor. . . . . . . . . . . • 309


'Aplndice segundo con la sumaria aoeri-
guacion sobre el contenido del oficio y
documentos dirigidos por Don Rafael
Maroto. . . . . . . . . . . . . . . • . . . 365


Sumaria en alJeriguaeion del arresto del
general Gorda. . . . . . . . . . . • . . . 435


Dictdmerc del auditor de guerra D. Jase'
Manuel de Arizaga 4Sá


Esposicion del general en ge]« al remitir
la sumaria. . . . . . . . . . . . . . . . 468


Real orden aprobando su impresiono ... 471
Convenio celebrarlo en Vergara el 31 de


agosto de 1839 .4 73
Alocucion del general Espartero á los Vas-


congados y Nacarros . • . • . . . . . . • 474






...


FE DE ERRATAS.
.......


PAGINA. LINEA. DICE. tEASE.


,,8 17 Y 'lile al y al
34 lO alv idar olvidar
id. 26 pud icse n pudiese
44 '9 a tender en tender
59 ti Arri3~a Ariza¡;a
61 30 la leve la mas leve
66 17 ex honorado exhouerado
G"


"
Moreno MorejollI


83 19 sus su
9° 6 Almodobar Almu de bar
94 26 fiscal vocal
98 13 de en


104 9 muchos nues t ro s
I 11 "4 laa la
id. ,,5 habii habla
id. 26 As Asi


163 id. 17 16
16í id. 18 tí
185 21 Joaquin Luis
186 13 17 lG
200 3 I obre sobre
274 15 Elorrio Elieondo
"77 13 Dourtto Durou
434 3l una uno